William B Taylor
William B Taylor
William B Taylor
William B. Taylor
University of Virginia
(Traduccin de Oscar Mazn,
El Colegio de Michoacn)
Fuentes
Por lo comn los indios son ms capaces tanto para las cien
cias y artes liberales como para las matemticas. Hay entre ellos
muy buenos latinos, filsofos, telogos, moralistas y aun cano
nistas, y as salen bellos eclesisticos y predicadores.108
Conclusin
NOTAS
1. Diario del viaje que por orden de la Sagrada Congregacin de Propaganda Fide hizo
a la Amrica Septentrional en el Siglo XVIII. 2 vols., Madrid, 1958, I, 84.
2. John H. Elliot, The Od World and the New, 1492-1650, Cambridge, Inglaterra,
1970. Examina las primeras visiones espaolas de Amrica y propone un con
texto histrico para comprender el mito americano que se fue fijando a
travs de estas trasposiciones y de otros intentos de comprensin, evaluacin
y asimilacin: el descubrimiento y poblainiento del nuevo mundo fueron in
corporados a una nocin de la historia esencialmente eurocntrica para des
de ella ser descritos segn la pica renacentista en que el europeo se haca
consciente del mundo y del hombre. As, fue imponiendo su dominio paula
tino sobre las razas y el mundo apenas descubiertos (p. 3).
3. Desde la antigedad, los europeos cristianos dividieron la humanidad en pa
res de salvajismo y civilizacin. En el captulo segundo de su obra The Od World
and the New, Elliot compendia las varias visiones espaolas del siglo XVI so
bre los nativos de Amrica as como las hondas races de una clasificacin de
carcter dual de la humanidad presente, tanto en la tradicin judeo-crisdana
como en la clsica. El uso de los opuestos salvaje/civilizado como versin de
esta clasificacin dual est descrito por Richard Bernheimer desde la edad m e
dia hasta el siglo XIX en su Wild Men in the Middle Ages: a study in Art, Sent-
ment and Demonology, Cambridge, Mass: 1952 y en EdwardJ. Dudleyy Maximilian
E. Novak, The Wild Man Within: An Image in Western Thouglfrom the Renaissan-
ce lo Romanticism. Pittsburgh, 1972.
4. La de pies y cabeza, por ejemplo, fue utilizada en 1758 por el cura de Tepe-
tlaoztoc. Arcliivo General de la Nacin, Clero regular y Secular. (En adelan
te, AGN CRS) 156, exp. 5, fol. 143 v.
5. Los acadmicos norteamericanos han sido orillados hada esta posicin a raz
de la estimulante obra de Benjamin Keen (que incluye The Aztec Image in Wes
tern Thought de la que hablaremos brevemente ms abajo) y especialmente la
de Lewis Hanke. Ambos autores han captado la atencin dentro y fuera de
los Estados Unidos en los lmos cincuenta aos: The First Social Experiments
in America: a study in the development of Spanish Indian Policy in the Sixteenth Cen
tury. Cambridge, Mass. 1935. The Spanish Struggle for Justice in the Conquest of
America. Philadelphia, 1949. Bartolom de las Casas; An interpretation of his life
and writings. The Hague, 1951. Bartolom de las Casas, Bookman, Scholar and Pro
pagandist. Philadelphia, 1952. Bartolom de las Casas, historiador..., Gainesville,
1952. Aristotle and the American Indians. Chicago: 1959; and All Mankind is One;
A study of Die disputation between Bartolom de las Casas and Juan Gins de Sepulve
da in 1550 in the Intellectual and Religious Capacity of the American Indians, De
kalb, II, 1974.
6. Tzvetan Todorov, The Conquest of America. New York, 1984, p. 191.
7. El ncleo de esta interpretacin fue propuesto por Elliot en The Old World and
the New, p. 47-53.
8. J.H.Elliot, The Discovery of America and the Discovery of Man. The Ra
leigh Lecture on History, British Academy, 1972, Proceedings of the British Aca
demy, vol. LVIII, p. 12.
9. Otro asunto tambin suscitado por Pagden y Keen pero que requiere de una
investigacin distinta a la que aqu presento se refiere a la importancia de las
explicaciones sociales y del medio ambiente locales al comportamiento indge
na anteriores al siglo XVIII.
En su Sitio, naturaleza y propiedad de la ciudad de Mxico..., Mxico, 1617 (1618),
fs. lllv -1 1 2 v , fray Gonzalo de Hermosillo, apoyndose en Galeno ms que
en algn mtodo experimental, atribuye el carcter y comportamiento de los
indios del valle de Mxico al clima y dems factores ambientales. Rechaza la
idea de que los indios fuesen por naturaleza flemticos, si bien los califica de
tristes melanclicos. Dentro de los lmites de su tratado ve que hay indios
enrgicos, curiosos y aun brillantes como estudiantes de las artes y de otros
menesteres, al grado que cualquier tendencia a ser perezosos poda bien co
rregirse con buena crianza y educacin. Este enfoque resulta consistente con
la observacin de Elliot respecto a que este determinismo ambiental contaba
con hondas races en el pensamiento europeo del quinientos. Qu tanto pe
netr o si fue cambiando con la experiencia espaola en Amrica durante los
siglos XVI y XVII, son asuntos an abiertos a la investigacin.
10. Carlos Herrejn Peredo, ed. Morelos: vida preinsurgente y lecturas. Zamora,
1984, p. 51.
11. Archivo General de Indias, Sevilla. Audiencia de Mxico 2588.
12. AGN, Criminal 306, exp. 5.
13. Con menos frecuencia tanto en el texto como en las notas menciono un ter
cer tratado indito, si bien de diferente tenor a los de Hugo de Omerick y
Ruiz y Cervantes. Se trata del Papel sobre el verdadero modo de beneficiar a los
yndios en lo espiritual y temporal con utilidad del estado... (1770) de Jos Tirso Daz,
sacerdote criollo nacido en la ciudad de Mxico. Est dirigido sobre todo a los
oficiales reales y propone reformas para el bienestar de los indios, no as pa
ra el del imperio espaol. Por lo que hace a reconocer el creciente inters en
el bienestar espiritual y material del indio, su agricultura, comercio y contri
buciones fiscales, este tratado se parece al de Omerick, aun en sus crticas a la
codida de los alcaldes mayores; asimismo apoya la idea de que los curas deban
restringir su intervencin en asuntos pblicos y actuar como un acueducto
que lleva y distribuye las rdenes del obispo.
Sin embargo, Daz y Omerick leyeron mensajes distintos en las pastorales del
arzobispo Lorenzana. Lo esencial del argumento del primero consiste en de
mostrar que el atraso y pereza en que estaban sumidos los indios se haban
exacerbado a causa de su segregacin social y cultural en perjuicio de las ren
tas reales y del dominio efectivo. Detrs de una aparente rplica a la propues
ta de un cura de Puebla sobre venta de indulgencias a los indios para prote
gerlos del desabasto de carne, Daz alegaba que no deba mimrseles con
privilegios, sino que deba obligrseles al trabajo y al comercio para que as se
hicieran hombres civilizados. Cita por cierto el Itinerario, aprobando sus pasa
jes en relacin a los castigos corporales.
14. Al fijar mi atencin en los conceptos sobre los indios no quisiera dejar la idea
de que hubiesen sido stos el nico ingrediente de las relaciones entre los cu
ras prrocos y sus feligresas rurales. Menos an de que las actitudes y las ideas
formales sean cosas que uno pudiera separar con nitidez de los contextos y
circunstancias en que se originaron, o bien que se las tomara simplistamente,
sin ms, como causas o consecuencias de otras acciones. Nunca se expresaron
estos conceptos con independencia de la posicin social del sacerdote, de su
crianza y formacin, de su carrera, vocacin, estilo de vida y menos del mo
do particular de acoger a sus feligreses. Tampoco quisiera ver en aquellos con
ceptos una pura racionalizacin de intereses o simples instrumentos para el
sometimiento que los sbditos indgenas rechazaran con toda facilidad.
15. Anthony Pagden ha descrito esta forma de identidad criolla para el caso de
Nueva Espaa en su artculo, Identity Formation in Spanish America, en
Nicholas Canny y Anthony Pagden, eds., Colonial Identity in the Atlantic World,
1500-1800, Princeton, 1987, p. 51-93.
16. En 1775 el vicario de Cuanacalcingo en el distrito de Cuernavaca [22] no saba
si los indios se portaban mal por ignorancia o por malicia. Generalmente la
ambivalencia no se expresaba con claridad.
17. Hacia el final de su gestin el virrey Antonio de Mendoza comentaba sobre
esta doble caracterizacin y con agudeza adverta a su sucesor no se creyera
de una ni de otra: Algunos dirn a V.S. que los indios son simples y humil
des, que no reina malicia ni soberbia en ellos, y que no tienen codicia; otros
al contrario que estn muy ricos y que son vagabundos y que no quieren sem
brar. No crea a los unos ni a los otros, sino trtese con ellos como con cual
quiera otra nacin sin hacer reglas especiales... porque pocos hay en estas par
tes se muevan sin algn inters, ora sea de bienes temporales o espirituales,
pasin o ambicin, ora sea vido o virtud. Tomado de Hanke, Los virreyes es
paoles en Amrica durante... la casa de Austria. Mxico I. Madrid, 1976, p. 47.
18. Vase por ejemplo AGN, Acervo 49, caja 50, Tancanhuitz (parroquia de Tam-
pamoln, Puebla) 1749; AGN, Acervo 49, caja 116, 1808-1809, informe de la
visita pastoral a la Sierra Gorda [10,73].
19. AGN, CRS 42, exp. 1; AGN, CRS 23, exp. 5; AGN, Inquisidn 1399, exp. 12.
Archivo catedralido del arzobispado de Guadalajara, queja presentada por
Jos Antonio Gonzlez de Hermosillo, cura de Mecatabasco, 12 de febrero de
1792. He reunido ejemplos en otras diecisiete fuentes que induyen casos de
juzgados eclesisticos, litigios sobre tierras, pleitos aviles, adems de los trata
dos y manuales.
20. Biblioteca Bancroft M-M 135, exp. 17, fol. 121 r-v; AGN, Tierras 2670, exp. 3;
AGN, Templos y Conventos 28, exp. 8.
21. Roberto Moreno de los Arcos, Dos documentos sobre el arzobispo Lorenza-
na y los indios de Nueva Espaa, Histricas 10, sept-dic. 1982, 35.
22. Archivo catedralicio del arzobispado de Guadalajara, Pastoral del obispo Ca
baas, 20 de octubre de 1797. Para el siglo XVIII el ejemplo clsico aunque
poco comn es el del obispo de Puebla Juan de Palafox y Mendoza durante
los aos de 1640, para quien los indios eran inocentes, tmidos y ovejas senci
llas.
23. Biblioteca Bancroft M-M 240, ch. 13. Daz de la Vega hablaba con mucha exa
geracin de los muchos sacerdotes indgenas, tanto como estrellas en el fir
mamento.
24. No he dado con el informe, sin embargo su ndice se localiza en AGN, Inqui
sicin 1170, fs. 139-143. Aun cuando humilde aparece aqu sin una signifi
cacin premeditada, el vocablo bien poda tener en Nueva Espaa una con
notacin peyorativa de gentes vencidas. Un monumento ilustrativo de este
significado es la capilla del Humilladero en Ptzcuaro, pues segn el viajero
Ajofrn (1,221), que escriba en 1760, esta capilla tom su nombre a raz de un
suceso de la conquista de Michoacn. Se dice que Santiago, el patrono de las
Espaas, se apareci a los espaoles en aquel sitio justo dos horas antes del
amanecer el da de la batalla. Los conquistadores despertaron fortalecidos y
llenos de coraje, no as los indios que amanecieron temerosos y confusos. Po
co despus, sin usar sus armas, stos se entregaron humildes y rendidos.
25. Carta pastoral de Francisco Antonio de Lorenzana, 5 de octubre de 1766. Pu
blicada en Caitas pastorales y edictos del Illmo. Seor D. Francisco Antonio Lorenza
na y Buitrn, Arzobispo de Mxico. Mxico, 1770. AGN, CRS 72, exp. 17, 1797.
26. Por ejemplo, miserables y de poco caudal, R ecop ilaci n libro 1, ttulo 13,
ley 7. Woodrow Borah explica el uso legal del trmino en Justice by Insurance:
ie General Indians Court of Colonial Mxico and the legal Aides of the Half-Real,
Berkeley, 1983, pp. 80-83.
27. AGN, Alcaldes mayores II, f. 357.
28. Vase por ejemplo, Itinerario, libro 1, tratado 5, seccin 4 (en adelante, 1-5-
4), 2-1 passim y 4-6-4.
29. Itinerario 2-8-13; Farol, p. 97, AGI, Audiencia de Mxico 2588, Ruiz y Cervan
tes, Tratado, fol. 2r.
30. Concilio provincial mexicano IV celebrado en la ciudad de Mxico el ao de 1771.
Quertaro, 1898, p. 189. (5-8-2).
31. Moreno de los Arcos, Dos documentos..., p. 35.
32. Itinerario, libro 2, prlogo y passim.
33. Itinerario, libro 2, prlogo y tratado 1; 4-2-10.
34. AGI, Audiencia de Mxico 2588, Ruiz y Cervantes, tratado, fol. 1 lv.
35. AGN, Inquisicin 123, exp. 6.
36. El ayudante de cura, pginas sin numerar anteriores al texto. El cura de San Fe
lipe del Obraxe [54] deca lo mismo de los indios en 1771 ante la agitacin
que perturbaba la anterior tranquilidad a propsito de las obvenciones parro
quiales: vivan con miedo del castigo, que para los yndios no hay otro arbi
trio. AGN, CRS 68, exp. 3.
37. Biblioteca Bancroft M-M 271, Tirso Daz de la ciudad de Mxico, al referirse
a la obligacin anual de los indios para confesarse. AGN, Criminal 306, exp. 5,
1772, Zimatln, Oaxaca; AGN, Historia 128, exp. 7, 1791, Crdoba, Puebla.
38. AGN, Reales Cdulas Originales 71, exp. 8.
39. AGN, Civil 1599, exp. 9, 1708. Ocoyoacac [88].
40. AGI, Audiencia de Mxico. 2588. Asimismo en el tratado de Ruiz y Cervantes,
expediente del obispo de Oaxaca al rey, 19 de febrero de 1784, fol. 17.
41. Archivo del Estado de Oaxaca, legajo de informes judiciales marcado 1811,
administrador de la hacienda de Gendulain; AGI, Audiencia de Mxico 2588,
fol. 18r-19r; AGN, Reales Cdulas Originales 126, exp. 137, 1778 comentario
del obispo de Oaxaca.
42. El ayudante de cura, p. 53.
43. Biblioteca Bancroft, M-M 135, exp. 16, art. 2.
44. Ya desde 1539 los obispos de la Nueva Espaa decan que los indios eran gen
te ignorante. Apndice a los concilios primero y segundo mexicanos en Ni
cols Len, Bibliografa mexicana del siglo XVIII, 5 vols. Mxico, 1902-1908, IV,
p. 308-330.
45. Tulane University, Biblioteca Latinoamericana, Viceregal and Ecclesiastical
Mexican Collection (en adelante TU VEMC), vol. 68, exp. 20.
46. Itinerario libro 2, prlogo; AGI, Audiencia de Mxico 2588; Tratado de Ruiz y
Cervantes, f. 3v.
47. AGN, Clero regular y secular, exp. 2. Define el Diccionario de la lengua espaola
el sentido telogico de la expresin materialmente como la carencia del co
nocimiento y advertencia que constituyen buenas o malas acciones.
48. Itinerario 3-3-13. Prez de Velazco, admirador del Itinerario, recomendaba
ejemplos dramticos: cuando se embriagan en exceso o son muy lascivos les
digo: ved a nuestro Seor (habiendo un crucifijo a la mano) no muri por
vuestros pecados colgado de una cruz? no lo decs al rezar? Estar bien que
el Seor, vuestro Padre, sufra a causa de vuestras borracheras y obscenidades
mientras que bebis de una copa o abusis de la mujer? Suelo hacer una pau
sa tras de decir esto en seal de afliccin. Luego aado: Qu vergenza! por
ahora estis bien y con fuerzas, pero de aqu a un ao tal vez estaris ya en el
infierno, sufriendo el fuego eterno. El ayudante de cura, p. 57.
Viene tambin al caso el ejemplo de Omerick, quien se vala de un reloj mu
sical para ilustrar el premio o recompensa celestial: al tiempo de ejercer los
ministerios entre los indios de Tochpan su reloj daba la hora y al soltarse los
pequeos martinetes tocaban la sonata... con el tono de las campanas y las dul
ces armnicas los indios quedaban como maravillados y me preguntaban cmo
era que sala de mi bolsillo y persona aquel sonido admirable; sacaba yo el re
loj y para entretenerlos an ms, hada sonar nuevamente la hora y repetase
el minuet ante el asombro credente de mis buenos indios. Era entonces la
oportunidad de llevar aquello al cauce de mis deseos y buena fortuna del mi
nisterio, pues les hablaba de las bondades y excelendas que deparaba la vida
eterna. Os aseguro que la mejor exhortacin del padre Carochi o Mijangos
no habra tenido el mismo efecto en sus espritus, pues mi nhuatl es muy in
ferior a lo que aquellos hombres deran y escriban, Bancroft M-M 113, p.
26-27.
49. AGN, Inquisicin 1213, exp. 6, fs. 77-80.
50. Bancroft M-M 113, Tepecoacuilco [42], Clero regular y secular 39, exp. 2, 1795-
96, Capulaque [88]; AGI, Audiencia de Mxico 2588, 1784, Zimatln, Oaxaca;
AGN, Inquisicin 1348, exp. 10, 1794, Ichcateopan [44].
51. Ayudante de cura, p. 46.
52. Benito Mara de Mox, Cartas mexicanas escritas en 1805, Gnova, 1838, p. 179.
53. AGN, Clero regular y secular 68, exp. 3.
54. AGN, Criminal 17, exp. 8, f. 180v.
55. Jadnto de la Serna, Manual de ministros de indios para el conodmiento de
sus idolatras, y extirpacin de ellas, Anales del Museo Nacional de Arqueologa,
Historia y Etnografa, poca 1, VI, 1892-1899, p. 363, (mediados del siglo
XVII).
56. Se cita a Solrzano con frecuenda a este respecto, por ejemplo en Archivo Ju
dicial de la Real Audiencia dla Nueva Galida. Biblioteca Pblica del Estado,
Guadalajara, (en adelante, AJANG), Criminal, 22-21-500, 1807.
La nodn de que los indios no eran testigos de fiar se explicaba por su igno-
randa, as como por su flexibilidad o blandenguera. El teniente de alcalde
mayor en Zacoalco (Jalisco) atribua en 1800 las mentiras y poca confiabilidad
de los indios a que carecan de un entendimiento claro. Archivo Fiscal de la
Real Audiencia de la Nueva Galicia, Biblioteca Pblica del Estado, Guadalaja
ra, 570.
De acuerdo con las leyes coloniales a los indios no se les poda perseguir por
falso juramento o perjuro. Cfr. Woodrow 1&oYah,Justice by Insurance, p. 255.
57. AGN, Civil 2166, exp. 5 bis.
58. AGN, Clero regular y secular 243, exp. 1, 1792.
59. Itinerario 5-2-5. Agregaba esta misma obra que si para los casos judidales ms
serios era predso contar con testigos, debera entonces asegurarse el que por
lo menos stos fuesen presendales. El juramento que prestaran seis indios
vala por el de un solo espaol, 5-2-7.
60. AJANG, Civil 116-4. La metfora del corazn aparece en algunas otras fuen
tes que se refieren a indios. Aluda con frecuenda a la esenda como motor de
la moral y las acdones. En 1798 el obispo de Michoacn hablaba por ejemplo,
de que la religin les era sembrada y cultivada en sus corazones, AGN, Ci
vil 1603, exp. 5, f. 26v. Aborrecen de corazn, deca en 1778 de la actitud
indgena hada los espaoles el obispo de Oaxaca, AGN, Reales cdulas origina
les 126 exp. 137. ...de corazn pequeo y nimo apocado Omerick, 1769,
Bancroft M-M 113, p. 81. corrompidos corazones, segn propona en 1808
el cura de Tzontecomatln durante una agria disputa con sus feligreses, AGN,
Clero regular y secular 217, exp. 6.
61. Bancroft M-M 113, p. 68.
62. El trmino que los sacerdotes empleaban ms a menudo para estas ocasiones
era el de drogueros. AJANG, Civil 231-1, 1804 Ocotln. AGN, Acervo 49, ca
ja 127, 1773 Xiquipilco [54].
63. Al insistir en la necesidad de que los sacerdotes hablaran las lenguas indge
nas por las dificultades que pasaban al confesar, don Antonio Joaqun de Ri-
badeneira y Barrientos, representante real ante el Concilio Provindalde 1771,
hablaba de un indio que haba confesado: Padre mo, acsome que me volv,
totadne onimo cuepac. Fue hasta ms tarde, tras minudoso sondeo, que el
sacerdote supo que aquel haba cometido incesto con su madre.
64. AGI, Audiencia de Mxico 2588, Informe de Zimatln, f. 16v.
65. AGI, Audiencia de Guadalajara, 382. Tirso Daz clamaba en 1770 por un ma
yor control de las actividades de los indios alegando que ningn vasallo est
menos gravado ni es ms intil a su soberano que el yndio, Biblioteca Ban
croft M-M 271, captulo 24. En 1766, para justificar la golpiza que propinara
a un indio el teniente de alcalde mayor de Tlalmanalco, ste invoc la mino
ridad indgena pero agreg con amargura que los indios no merecan la leni-
tud que se dispensaba a los nios. AGN, Tierras 2554, exp. 1,1, f. 8v.
66. AGN, Clero regular y secular 68, exp. 3.
67. AGN, Clero regular y secular 39, exp. 2, f. 66v.
68. Biblioteca Bancroft M-M 113, p. 79.
69. Bancroft M-M 135, exp. 18, 1719. Carta de fray Miguel Camacho Villavicen-
sio, provincial franciscano; Biblioteca Bancroft M-M 113, p. 105; Omerick,
Tepecoacuilco [42], 1769; AGN, Bienes Nacionales, leg. 172, exp. 37, Almolo-
ya [54] sin fechar, cosido, y con una carta respuesta del provincial de fecha 28
de abril de 1805.
Hay otros ejemplos para mostrar que los indios, dejados a sus impulsos, se in
clinaban a una perversa sinrazn. En 1734 el doctrinero franciscano de To-
luca deca que los indios [queran] vivir un linaje de vida repugnante a la
razn, Bancroft M-M 135, exp. 16. Para el doctrinero dominico de Tepe-
tlaoztoc en 1761, los indios feligreses vivan como unos gentiles o brutos sin
el menor susesin ni reconocimiento a superior alguno, AGN, Clero regular y
secular 156, exp. 5, f. 123.
70. Itinerario 1-6-6, 2-3-11; Bancroft M-M 113, p. 26-27. Para Omerick los indios
eran racionales aunque inocentes, ingenuos. Asimismo, el prlogo al Ayudan
te de cura habla de que los indios obedecan a la razn pero dentro de ciertos
lmites.
71. Emplebase la misma expresin en la Coleccin de las ordenanzas, que para el go
bierno de el obispado de Michoacn hicieron y promulgaron con real aprobacin...,
Mxico, 1776.
72. Biblioteca Bancroft M-M 113, p. 37-38 sed insaciable de pleitos legales; Ban
croft M-M 271, cap. 41, Tirso Daz opinaba que los indios estaban sometidos
al sexo y que no se contenan en sus hbitos alimenticios. Lo primero de he
cho se exacerbaba por su aficin a los chiles; el Itinerario 2-7 considera desde
el prlogo que la embriaguez es un pecado de gula; AJANG, Criminal 22-
21-500, 1807. El fiscal del curato de Xich, en la remota Sierra Gorda, llama
ba a los indios ciegos en sus pasiones, AGN, Clero regular y secular 57, exps. 3-
4, mientras que el Farol consideraba que la virginidad era prcticamente
inexistente entre los indios, signo ste de sus apetencias sexuales.
73. Itinerario 2-7-1 a 4; AGI, Audiencia de Mxico 2588; tratado de Ruiz y Cervan
tes f. 6v. Al pensar un sacerdote del siglo XVIII en los vicios de los indios, sola
referirse primero a la embriaguez y a la idolatra. Todos los manuales y trata
dos insisten en la bebida desordenada y sin control, la cual conduca a la infi
delidad matrimonial, al incesto, al robo y la desobediencia. Slo unos cuantos
ministros aceptaban el retrato maniqueo de que los indios abstemios eran dci
les,humildes y trabajadores, mientras que los briagos eran pleiteros y como
bestias del vicio. AGN, Inquisicin, 1170, fs. 139-143. Bancroft M-M 271, caps.
8 y 19.
74. Unicamente las altas autoridades hablaban del sometimiento al yugo, un yu
go de flores segn deca algn cura. Sin embargo, la mayora de clrigos opi
naba que el nico freno para los vicios era el castigo corporal; para la metfo
ra sobre el yugo citada en el texto vase Biblioteca Bancroft M-M 135, exp. 6,
carta del franciscano Martn Caldern sobre la perdicin de los indios. La alu
sin del cura al yugo de flores aparece en Gonzalo Aguirre Beltrn, ed. De
lacin del cura de Acayucan, don Joaqun de Urquijo, Mxico Agrario IV, 1
(enero-marzo 1942), p. 63-93; AGN, Inquisicin 1213, exp. 6, tocante al fre
no.
75. AGN, Clero regular y secular 68, exp. 3; AJANG, legajo sin catalogar de expe
dientes civiles bajo el ttulo 1769-1760, leg. 2 (47).
76. Biblioteca Bancroft M-M 135, exp. 18, 1719.
77. Por ejemplo AGN, Civil, 2072,exp. 19, 1788, el cura de Cempoala [12] escri
bi que a los indios deba civilizrseles; AJANG, Criminal 20-2-444, 1806, el fis
cal de indios de Zapotitln (Jalisco) hablaba de su ignorancia y escasa civili
zacin.
78. Omerick enfatizaba la discrecin,... el aseo y la pulidez, Bancroft M-M 113,
prlogo; destacaba en 1788 el cura de Cempoala la utilidad de los indios al
estado y sus familias al rechazar las quejas de stos sobre trabajos forzados,
AGN, Civil 2072, exp. 19.
79. Bancroft M-M 135, exp. 16, p. 107, fray Martn Caldern, OFM, doctrinero
de Toluca.
80. Los debates del siglo XVI sobre la racionalidad de los indios se recordaban en
el XVIII. El Farol (p. 94 ss.) alude al hecho de que en 1537 el papa Paulo III
concluy sobre su racionalidad. Prez dice que en su da los indios no slo
eran considerados racionales sino hasta muy inteligentes, si bien en parajes
ms remotos parecan tan tontos que su racionalidad poda dudarse. Tambin
se refiri a aquellos debates Lorenzana al expresar en 1773 su opinin sobre
el sacerdocio entre los indios, Moreno de los Arcos, Dos documentos, p. 35.
El fiscal del Concejo de Indias para el Per, al emitir su dictamen sobre el
Cuarto Concilio Provincial de Mxico de 1771, expuso una pobre opinin to
cante a los indios, apenas sin llegar a declararlos irracionales por naturaleza
por falta de cultura y dbilidad, ms parecen bestias que radonales, Bancroft
M-M 69-70, vol. 2, p. 50.
81. Biblioteca Bancroft M-M 135, exp. 16, Martn Caldern.
82. Bancroft M-M 135, exp. 17. Carta de fray Antonio de Arpide cura francisca
no de Xuictepec (Xochitepec?) [22] al provisor de indios del arzobispado, 2
de didembre de 1752.
83. Biblioteca Bancroft M-M 271, carta 55. Tambin deca Daz que los indios eran
estpidos por naturaleza he ignorantaes quasi por necesidad.
84. Biblioteca del Instituto Nado nal de Antropologa e Historia, Mxico. Colec-
dn de micropelculas, serie Oaxaca 1, rollo 15, exp. 430.
85. AGN, Clero regular y secular 39, exp. 3. AGN, Clero regular y secular 23, exp. 6.
AGN, Criminal 306, exp. 5. AGI, Audiencia de Mxico 2588, tratado de Ruiz y
Cervantes, fol. 2v. AGN, Clero regular y secular 39, exp. 2. fol. 70v.
86. Concilio Provincial Mexicano Cuarto, 3-13-2; Alberto de la Hera ed., Juidos de
los obispos asistentes al IV Concilio Mexicano sobre el estado del virreinato
de Nueva Espaa, Anuario de histoiia del derecho espaol, XXXI, 1961, p. 322.
87. Moreno de los Arcos, Dos documentos, p. 35. Esta idea de que los indios ca
recen de formas superiores de inteligencia o de sutil metafsica en palabras
de Mox (Cartas mejicanas, p. 177) resultaba un tema muy comn en el con
senso diedochesco sobre la radonalidad de los indios.
88. Mox, p. 179. Lejos estaba Mox de proponer que los indios fuesen poten-
dalmente iguales a los espaoles. Ms bien estaba convencido de la vieja idea
de que los indios tenan ese carcter melanclico que tanto los distingue del
resto de las nadones del mundo. La apata, la indolencia y la inconstancia
configuraban la imagen moral del indio, ya fuese mexicano o peruano, p.
310.
89. Fray Joseph Joaqun Granados, Tardes americanas: gobierno gentil y catlico: bre
ve y particular noticia de toda la historia indiana... trabajadas por un indio y un es
paol. Mxico, 1778. Nos presenta un indio alegrico tan inteligente como el
espaol aunque nunca tan diestro y articulado en el habla como este ltimo;
AGI, Audiencia de Guadalajara 352, 1790s. El intendente de Guadalajara,
Ugarte y Loyola, describe a los indios dciles y humildes; AGN, Civil 1603,
exp. 5, 1798 obedientes segn el obispo de Michoacn; vase en Biblioteca
Bancroft M-M 113, p. 75-77 para ejemplos de la visin optimista de Omerick;
El Farol, p. 1-35 respecto a que los indios eran fuertes e inteligentes; el Ayu
dante de cura destaca como virtudes la pobreza, la falta de ambicin de cosas
materiales, la habilidad para razonar y la paciencia en el trabajo; Archivo de
la catedral de Guadalajara, carta del obispo Cabaas a sus curas prrocos de
20 de octubre de 1797 en la que exalta el muy superior talento de los in
dios; AGN, Inquisicin 1170, fs. 139-43 dciles, humildes, aplicados cuando
sobrios; AGN, Acervo 49, cija 116. El expediente de la visita pastoral a la Sie
rra Gorda [10, 73] de 1808-1809 distingue entre la mayora de los pueblos de
buena conducta y aquellos pocos hundidos en el vicio; en sus Memorias pia
dosas Jos Daz de la Vega (1782) pondera la piedad del indio y su capaci
dad para las realizaciones que lo dignificasen.
Una visin anterior menos simpatizante y que combin rasgos favorables y
desfavorables fue la del obispo de Guadalajara en 1757, la cual retoma el vie
jo tema de la inteligencia limitada: los indios, dice, son gentes duras y aptas
solamente para el trabajo manual, son en cambio mansos, humildes y muy in
clinados al culto divino en Jos Dvila Garibi, Apuntes para la historia de la igle
sia en Guadalajara. Mxico, 1963 III bis.
Aun el poco favorable Tirso Daz refleja ya en un breve escrito anterior al IV
Concilio el espritu que en este prevalecera. Los indios eran inclinadsimos
al ocio y las indias ms trabajadoras que las mujeres espaolas, siendo los
yndios naturalmente pacatos, medrosos, despegados de toda vanidad he in-
terez, Biblioteca Bancroft, M-M 271.
90. Bancroft M-M 113, conversacin primera, p. 25-27.
91. AGN, Reales Cdulas Originales 126, exp. 137.
92. Bancroft M-M 113, p. 18.
93. Observaciones similares son las que ocasionalmente hacan los prrocos, to
cante a diferencias culturales entre los indios aunque en un tono menos for
mal. Un ministro franciscano sealaba en 1719 que los indios que vestan la
tilma eran los ms encoxidos y humillados. Bancroft, M-M 135, exp. 18.
94. Quiz fuese este un comentario usual en el siglo XVIII. El franciscano fray
Martn Caldern empleaba trminos similares a los del Farol al referirse a los
indios de la ciudad de Toluca, tan ladinos que cometen toda naturaleza de
crmenes contra el bien comn. Bancroft M-M, exp. 16, 14 de enero de 1734.
95. Farol, tratado 3, p. 94.
96. Incluyo para este comentario del Ayudante de cura, el prlogo que escribiera
el arcediano de la catedral de Puebla, dr. Andrs de Arze y Miranda.
97. Ayudante de cura, p. 102, 46. La diferencia entre este manual y el Farol tocan
te a educacin reflejaba un cambio de mentalidad de la primera a la segunda
mitad del siglo XVIII. Sin embargo ste se acentuaba por las experiencias de
Prez en la dudad de Mxico y de Prez de Velasco en las parroquias rura
les.
98. La iglesia en Nueva Espaa mantuvo un inters constante por la educacin
del indio, desde las primeras escuelas de los mendicantes y la fundamentadn
de Acosta en favor del dominio espaol, hasta el decreto del Tercer Concilio
Provincial para el establecimiento de escuelas para indios en 1585. No se sa
be cuntas escuelas rurales se fundaran a partir de este ao, aunque bien po
cas habrn permaneddo luego de su establedmiento.
99. AGI Guadalajara 534, reflexiones...para la pblica feliddad y mejora de cos
tumbres de los pueblos... del obispo Cabaas. 17 de enero de 1805.
100. La real cdula de 1770 aparece en Richard Konetzke, ed., Coleccin de docu
mentos para la historia de laformacin social de Hispanoamrica. Madrid, 1962. Vol.
3, parte 1, p. 364. Las reales cdulas y dems evidendas tocantes a las escue
las primarias del siglo XVIII han sido estudiadas por Deborah E. Kanter en
su tesis de maestra Indian Education in Late Colonial Mxico: Policy and
Practice. Departamento de Historia, Universidad de Virginia, 1987.
101. Las reladones de mritos de 1754 se localizan en el Archivo Histrico de Ja
lisco, Guadalajara, G-4-719, Guad/4. Las del ao 1770 y otras dispersas de los
ltimos aos del periodo colonial, an las de 1806, estaban guardadas en ca
jas de cartn en el archivo de la catedral de Guadalajara cuando las consult
en 1980.
102. AGI, Guadalajara 534. Extenso prembulo del obispo Cabaas en el informe
de su visita pastoral fechado el 17 de enero de 1805.
103. JCB bBB M6113, 1716.
104. Concilio provincial mexicano IV, libro 3, ttulo 3, p. 119-121.
105. Carta pastoral a sus curas prrocos sobre impulso a la agricultura, 28 de junio
de 1804. Casa de los Siete Prndpes, Oaxaca, Colecdn Martnez Gradda, vol.
83.
106. Bancroft M-M 271, p. 109. En el contexto del tratado de Daz reducir sig
nificaba, sin ms, traer al orden, obediencia, razn, etctera, mediante coac-
dn o por la fuerza (Oxford English Dictionary, Reduce III, 19). En su tra
bajo sobre los proyectos ingleses respecto de los indios de Norteamrica,
James Axtell emplea el vocablo reduce con un significado diferente, el de me
nospreciar o disminuir a una mnima cosa (OED, Reduce, IV. 26) contrapo
nindolo al de criar, The Invasin within: the context of culture in Colonial North
America, New York, 1985. En los siglos XVII y XVIII reduce tuvo por lo
menos cuatro significados amplios y el verbo espaol reducir se orient du
rante el siglo XVIII hada una connotaan de coerdn. Pero ambas palabras
compartieron en el siglo XVII otro significado que el dicdonario Oxford con
sidera fue entonces muy comn: disuadir, sacar del error as en acdn como
en conducta o creencia o en materia de moral y religin. Tal vez sea este lti
mo el que ms se acerque a las fuentes de Axtell.
107. Magnus Mrner, la difusin del castellano y el aislamiento de los indios. Dos
aspirado nes contradictorias de la corona espaola en Homenaje a Jaime Vicens
Vives, Barcelona, 1967, II, 435-446 y La corona espaola y losforneos en los pue
blos de indios de Amrica. Estocolmo, 1970. William B. Taylor, Indian Pueblos
of Central Jalisco on the eve of Independence en Iberian Colonies, New World
Societies: Essays in Memory of Charles Gibson, Richard L. Garner y William B.
Taylor, editores, n.p. 1986, p. 163-171.
Tirso Daz, quien siempre sala al paso con las soludones ms extraordinarias,
sugera la siguiente ingenuidad: que se enviaran nios europeos entre dos y
cuatro aos de edad a los pueblos de indios a fin de que impulsaran el proce
so dvilizatorio. Bancroft M-M 271, cap. 85.
108. Ajofrn II, 175.
109. Moreno de los Arcos ed., Dos documentos, p. 35.
110. Ibid.
111. Por lo que hace al ulterior dominio de la teora sobre la esdavitud natural,
Keen se apoya en breves afirmadones de Solrzano y Len Pinelo del siglo
XVII. El primero otorga amplia autoridad a la teora de la infancia natural y
solamente lo he visto citado a este propsito en el siglo XVIII. Vase por ejem
plo, ms arriba, el apoyo que encontr el arzobispo Lorenzana en Solrzano
y la Recopilacin, adems de las dtas de Ruiz y Cervantes y su repetida carac-
terizadn de los indios como nios en AGI, Audiencia de Mxico, 2588. Hasta
ahora no he visto fuentes del siglo XVIII que dten a Len Pinelo para justi
ficar la teora de la esclavitud natural.
Aparte de las visiones generales espaolas respecto de los indios, no debemos
ignorar las diferencias individuales, aun aquellas surgidas entre los drigos
que sirvieron en una misma regin y poca. Un buen ejemplo ilustrativo de
esto es el de los obispos Landa y Toral de Yucatn, a mediados del siglo XVI.
El primero admita que los mayas eran seres morales y responsables, mien
tras que para Toral no eran sino vctimas. Sin embargo, ambos estaban de
acuerdo en que el orden moral indgena deba ser trastocado. El captulo 4
del libro de Inga Clendinnen, Ambivalent Conquests trae un notable informe de
Landa y Toral sobre Yucatn.
112. El que se aceptara la igualdad de todos los humanos en virtud de su comn
descendencia de Adn no significaba necesariamente que la visin respecto
de los espaoles o los indios fuese necesariamente optimista. Ya san Agustn
insista en la debilidad moral de los hombres y en el carcter tan arraigado de
sus tendencias al mal.
113. Miseria aparece como antnimo de dvilidad en el Diccionario de la lengua
espaola de la Real Academia Espaol, 19 edicin, Madrid, 1970. p. 307.
114. Ajofrn, I, 66.
115. El cura de Papaloa, en el distrito de Texcoco, elogi en 1809 con mucha ma
no derecha a un indio noble muy piadoso al llamarle, acaso el yndio ms ra-
donal y virtuoso que existe en la Nueva Espaa. AGN, Clero regular y secular
130, exp. 9, fol. 400.
116. The Rlietoric of Control: Ilongots Viewed as Natural Bandits and Wild In-
dians en Barbara A. Babcock, ed. The Reversible World: Symbolic Inversin in
Art and Society. Ithaca, New York, 1978, p. 240-257.
117. Rosaldo destaca una diferenaa entre las visiones espaola y americana atri
buyndola a la administracin ms centralizada de las autoridades america
nas, respecto de los aislados puestos del avance misionero espaol. Para este
autor las autoridades ms centralizadas clasifican a las gentes jerrquicamen
te de acuerdo con su capacidad para aprender, sobre todo los hbitos de hi
giene.
Esta diferenda de visin podr ser importante, sin embargo, las fuentes es
paolas de que se vale Rosaldo son tan escasas que no es tan seguro el que ig
norasen del todo el aspecto educativo y hasta alguna jerarqua por grados. La
experiencia administrativa del imperio espaol difcilmente dejara de acen
tuar la centralizacin, aun en las zonas fronterizas. A propsito de los indios
que habitaban este tipo de territorios en Nueva Espaa, opinaban los sacer
dotes que los atendan que eran degos en sus pasiones, naturalmente spe
ros e inquietos, naturalmente revoltosos y expuestos siempre a toda maligna
sugestin AGN, Clero reguiar y secular 57, expedientes 3-4, Xich, 1796. AGN,
Acervo 49, caja 116, opiniones referentes a los indios de Chiconcuautla y Xo-
chiquatln [31], 1808-1809; AGN, Civil 194, exp. 4, Coahuila, 1745. Por su
puesto que estas generalizadones solamente se referan a los indios fronteri
zos, es decir, a la tercera categora de brbaros que contempla Jos de Acosta.
Con todo, no disimulaban su entusiasmo por el proyecto de educadn tan
promovido a finales del XVIII.
118. El ayudante de cura, escrito por un cura experimentado, no dejaba de temer a
las generalizaciones aplastantes que consideraran a los indios como un solo
grupo.
Por otro lado el Itinerario, interesado en los indios fronterizos del Ecuador, al
go contribuy al hbito de las polaridades, a pesar de su adhesin a Acosta.
Tanto el Farol como el Ayudante de cura con frecuencia desconfan de dertas
expresiones referentes a los indios en el Itinerario y que ms bien debieron
aplicarse en el obispado de Quito y no en los de Mxico o Puebla.
119. Robert F. Berkhofer, Jr. The White Maris Indian: Imagen of the American Indian
from Columbas to the Present. New York, 1978, p. xvi, 25-29 y 45.
120. Elliott, The Discovery of America and the Discovery of Man, p. 8. Se habla
aqu de diversos rasgos propios de los espaoles del siglo XVI, tales como los
valores cristianos, la visin legalista, la formadn aristotlica y la organizadn
jerrquico-corporativa que en conjunto contribuyeron a constituir dertas
ideas sobre la naturaleza humana refractarias al cambio.
La manera en que Rosaldo presenta la retrica de control tocante a los on
gotes clausura de entrada todo inters en los presupuestos y previas doctri
nas de las autoridades coloniales. Inicia su estudio con la siguiente pregunta:
qu ocurre con el lenguaje al enfrentar el estado y sus agentes a aquellas gen
tes que estn ms all de los papeles sodalmente jugados y de toda posicin
de clase, es decir, que caen fuera de la jurisdicdn estatal? Tomadas en ge
neral, la pregunta y la respuesta (inversin y estereotipo) aportan nociones
importantes para entender la radonalizadn del poder, sin embargo, dejan
de lado las diferendas y contingencias histricas que en s problematizaran
un planteamiento tan esquemtico, perdiendo de vista hasta la posibilidad de
que el lenguaje de los dirigentes en realidad no se hubiese alterado tanto co
mo quiere suponerlo la experiencia descrita.
121. Algunas autoridades civiles, a diferenda de los edesisticos, no parecan muy
convencidas respecto a la infancia natural de los indios, que s de la necesidad
de considerarlos legalmente como tales. Pero adems variaban los conceptos
sobre los indios en atencin a quien hablara de ellos. As, por ejemplo, fun-
donarios tales como los alcaldes mayores, los subdelegados o sus ten: lites in
sistan en su desobediencia, maliaa, orgullo, pereza e inconfiabilid'u , mien
tras que a los fundonarios de ms alto rango les perturbaban su ig:i .rancia,
su desarreglo e inclinacin a los vicios. En cambio la legisladn real y ,os obis
pos enfatizaban la rudeza, miseria y pobreza de los indios, as como sus virtu
des infantiles.
122. Tocante a cmo adoptaron las autoridades espaolas la radonalidad y educa
bilidad esendales a todos los hombres segn la ilustradn francesa, moderan
do los prindpios ms pragmticos y radicales como la independenda perso
nal y el anticlericalismo que presagiaban cambios importantes, vase Richard
Herr, The Eighleenth-Cenlury Revolution in Spain. Princeton, 1958 y C.C. Noel,
The Clerical Confrontation With the Enlightenment in Spain en, European
Studies Review 5, 2 1975, p. 103-122.
123. William Robertson, The History of America 3rd. ed. 3 vols., London, 1780. II p.
241 y 246.
124. Los eclesisticos conceptuaban el aislamiento e independencia de los indios
fronterizos hablando de su antigua brutal libertad. AGN, Civil 194, expe
diente 4, Coahuila, 1745.
La proximidad a estos indios seminmadas y hostiles del norte novo hispano
vino a reforzar una honda ambivalencia en torno a la libertad a la que tenan
derecho legal los pueblos sedentarios del centro. Una y otra vez aludi por
ejemplo al cuarto concilio provincial de 1771, a que los indios eran libres y no
esclavos. En realidad los obispos pensaban en la libertad para comerciar y en
que, a diferencia de los esclavos, los indios deban estar libres de toda coac
cin sobre el trabajo y la propiedad. Pero al mismo tiempo los consideraban
como pequeos hijos en espera de la instruccin y proteccin de nuestros
catlicos reyes. Concilio provincial IV, 5-5-5, 5-8-2, p. 186, 189.
A su vez, los abogados de las comunidades indgenas defendan a sus clientes
contra los servicios que stos prestaban a los ministros eclesisticos a fines del
periodo colonial manejaban el argumento de que dichos servicios eran una
forma de esclavitud incompatible con la ms completa y perfecta libertad de
que disfrutan los indios, AGN, Clero regular y secular 75, exp. 3 f. 103, 1774
parroquia de Malacatepec [54]. Por su parte, el abogado del prroco tambin
acoga el concepto de libertad, si bien defenda el argumento de que el indio
haba escogido servir al ministro libremente y segn su acostumbrada obliga
cin. Sin embargo, cuando esta discusin sobre la libertad de los indios reba
saba los expedientes de abogados, los mandamientos episcopales o las excesi
vas restricciones a las opciones econmicas, entonces los sentimientos solan
exacerbarse. Por ejemplo, el cura de Tulpetlac en 1780 se quejaba de la li
bertad criminal de su feligresa indgena a la hora de no cumplir sta con sus
obligaciones, AGN, Civil 2114, exp. 8. En 1772 el padre Ruiz y Cervantes ale
gaba en carta al alcalde mayor de Zimatln que se restringiera a los indios la
libertad poltica, pues su inicua forma de gobierno en la cual todo el mun
do manda, era el origen de un continuo desorden. AGN, Criminal 306, exp.
5 fs. 79-91. Estas actitudes eran del todo compatibles con la ambigedad tra
dicional de Espaa frente a la situacin jurdica de los naturales. Segn la Re
copilacin 6-1-19, los indios deban ser reducidos al orden aunque sin ser opri
midos; sin embargo, el uso peyorativo de los trminos libertad y albedro
era muy notable en los pleitos entre los pobladores y sus curas: as por ejem
plo, en 1763 el cura de Zacualpan hizo notar que los indios no [tenan] ms
costumbre que su voluntad. AGN, Clero regular y secular 156, exp. 9. Y en
1761 el de Acambay hablaba de la total relaxadn y libertinaje en lo christia-
no... viven como brutos. AGN, Clero regular y secular 156, 7 fol. 229 fs. estn
viviendo con una total independencia y sumo libertinaje... no lian pretendi
do otra cosa ms que vivir con sujedn y total independenda para entregar
se con libertad a los vidos, AGN, Clero regular y secular 136, exp. 2, f. 83v, 201.
Los indios estaban determinados a seguir viviendo en su antigua libertad,
AGN, Clero regular y secular 131, exp. 1; con espritu de independenda AGN,
Clero regular y secular 126, exp. 12-13, fs. 302-304.
Esta desconfianza hacia la libertad del indio era la versin especializada de '
una ambivalencia legal y doctrinal an mayor en relacin con la libertad per
sonal. As como el funcionamiento de la sociedad se explicaba metafricamen
te como un cuerpo cuyas partes realizaban cada cual una funcin especfica si
bien sometidas a la direccin de la cabeza, anlogamente, los individuos
deban subordinarse a sus superiores, pues stos servan al bien comn cum
pliendo con las responsabilidades de todo el cuerpo social. Por lo tanto la li
bertad y el libre albedro estaban lejos de constituir virtudes inconmovibles;
aquellos que las ejercieran de ms, arrogndose la autoridad de los superiores,
eran inculpados por subvertir el orden poltico y social. En este contexto un
abogado de los indios de Los Reyes Acosaque y de Zacatenco acus en 1765
al cura prroco por aumentar las obvenciones eclesisticas a sus expensas y
propia voluntad. TU VEMC 68, exp. 20.
125. Robertson II, p. 222-223.
126. El trmino reducdonismo intercultural es de James A. Boon en su obra, Ot-
her Tribesm Olher Scribes: Symbolic Antrhropology in the Comparalive Study of Cul
tures, Histories, and Texts. Cambridge, Inglaterra, 1982, cap. 1. En ella destaca
la labor de los pensadores de la Ilustradn inglesa, los cuales forjaron una
otreidad geogrfica y naturalmente tan remota, que de hecho se constituy en
extica anttesis de aquel movimiento ilustrado.
127. Albert O. Hirschman, The Passions and the Interests: Political Argumentsfor Capi-
talismBefore its Triumph. Princeton, 1977, p. 61; Robertson, The Histoiy of Ame
rica, II, p. 128.
128. Hirschman, The Passions and the Interests, parte I. Vase por lo que hace a la
nodn de los intereses europeos intermedios entre razn y pasin, tan carac
tersticos de la primera parte del siglo XV111 y mediante los cuales podan mo
derarse las pasiones desenfrenadas de los dominadores.
129. Pocos obispos y sacerdotes rurales estaban imbuidos del nuevo espritu pro
pio del discurso social ejemplificado por Robertson. Pero ninguno de ellos, y
tampoco este ltimo, contaba con la sabidura de quien rebasara a los prind-
pales tratadistas sobre Amrica: Alejandro de Humboldt, ese dechado de ob
servacin sistemtica, (ver...no consiste en observar, es dedr, en hacer com-
paradones o en dasificar -dtado en Elliott, The Od World and the New, p. 18).
Humboldt no desech del todo el determinismo psicolgico, con todo y que
su triste visin de los indios novohispanos se apoya en una explicadn de ti
po social y ambiental. Los indios estaban ya acostumbrados a una larga esda-
vitud [el subrayado es mo] anterior a la llegada de los espaoles; los que aho
ra vea durante sus viajes no eran sino despojos de gentes otrora fuertes y
poderosas que la conquista haba arrasado. Ahora, a pesar de subsistir en m e
dio de una bestialidad no muy distante a la de autnticos brutos, los indios
podan mejorar. Sin embargo, Humboldt tampoco mostr gran optimismo
por el potendal civilizatorio de los indios, tal vez influido por sus propios an
fitriones blancos durante los dos aos que pasara en Nueva Espaa entre 1803
y 1804. A menudo insista en que la educadn nada podra contra la total fal
ta de imaginadn de los indios:
No conozco ninguna raza de hombres que al parecer tengan menos imagi
nadn. Cuando un indio llega a un derto grado de cultura, manifiesta una
grande facilidad para aprender, unjuido exacto, una lgica natural, una par
ticular inclinacin a sutilizar o a discernir las ms exquisitas diferencias entre
los objetos que compra; radodna framente y con orden, pero no manifiesta
esta vivacidad de imaginacin, este colorido de pasin, este arte de crear y
producir que caracteriza a los pueblos del medioda de la Europa y a diversas
tribus de negros africanos. (Humboldt, Political Essay on the Kingdom of New
Spain, John Black, trad. 2 vols., New York, 1811,1, 128).
Por otra parte, los mejores curas del siglo XVIII, si bien una escasa minora,
optaron por no insistir ya en la indianidad de su feligresa. Uno que otro,
acaso, habra roto con la categora misma de indio, con el ideal europeo de ci
vilizacin y con los afanes de autoridad y honor personal, accediendo al dilo
go de culturas de Todorov segn el cual nadie tiene la ltima palabra.
Veran a sus feligreses como prjimos cristianos que requeran de los servicios
de un sacerdote. Incluso llegaron a sentirse protegidos por sus propios indios
al igual que algunos de sus superiores. El padre Ruiz y Cervantes deca, por
ejemplo, que la tilma del indio nos cubre a todos. AGI, Audiencia de Mxico
2588, Tratado de Ruiz y Cervantes, f. 1. No era nueva esta idea a fines del si
glo XVIII y parece que la expresaban tambin otras autoridades. Dos ejem
plos ms son el del obispo de Oaxaca en 1778, sus sudores y fatigas son pa
ra otros, AGN, Reales cdulas originales 126, exp. 137 y el de fray Francisco de
Ajofrn, quien citaba versos populares entre los aos 1763 y 1766 pobres que
a muchos enriquecen; hambrientos que hartan; desnudos que visten... p.
179.
130. Borali, Justice by Insurance, p. 255. Ms arriba destacamos ya la analoga de
Acosta con los indigentes europeos. Para fines del siglo XVIII esta tendencia
se fortaleci al perder vigor las leyes sobre segregacin indgena y en vista de
la creciente imprecisin sobre quin era indio y quin no lo era. Mulato e in
dio eran ya de por s categoras interactuantes en las zonas rurales del occi
dente de Mxico; comunicades afromestizas como Tepetitln, cerca de Gua
dalajara, fueron consideradas pueblos de indios. Se deca que los mulatos
reclamaban para s la categora tnica de indios a fin de sacar ventaja de los
servicios que a stos prestaba su procurador. (AGI, Guadalajara 379, pleito de
Eugenio Garca sobre derechos en la mina de Santa Ursula del distrito de Aya-
hualulco). En los informes oficiales se sola borrar la palabra mulato susti
tuyndola por la de indio (AJANG, Criminal, conjunto de documentos mar
cado 1816, legajo 2, 1812, vase el caso de Perfecto Ortega, de Tomatln,
por robo). En el Mxico central sujetos no indgenas se asentaban con frecuen
cia en pueblos de indios para disfrutar de las ventajas legales y tener acceso a
la tierra. (Por ejemplo en I lueyapan, AGN, Historia 319, exp. 24, 1782). Por
otro lado los indios concurran a las ciudades, se cortaban el cabello y cambia
ban de indumentaria para no pasar por tales (Bancroft M-M 135 Dictamen
de conciencia, punto 4, 1702); algunas comunidades rurales abandonaban
sus mercados suntuarios (Santa Mara Tututepec del distrito de Tulandngo,
1796, AGN, Clero regular y secular 130, exp. 3, fs. 103-109). Un nmero cre
ciente de indios aparece descrito como ladinos de lengua castellana y tal vez
se les tomara por no indios tan slo por su aspecto o indumentaria.
131. AJANG, Civil 111-3-1193.
132. Cissie Faircliilds, Domestic Enemies: Seruants and their Masters in Od Regime Fran-
cey Baltimero, 1986, p. 148.
133. Elliott, The Discovery of America and the Discovery o f Man p. 14.
134. Elliott en, The Discovery of America, p. 22, destaca la obsesin europea por
el diablo durante el siglo XVI, la cual fue an ms real en Nueva Espaa du
rante la siguiente centuria.
135. Manual de ministros de indios para el conocimiento de sus idolatras y extir
pacin de ellas, en Coleccin de documentos inditos para la historia de Espaa,
CIV, 1892, p. 1-267.
136. Por ejemplo, cuando el cura de Santa Fe de Guadalajara, el bachiller Pedro
Miguel Quintano, se quej con su obispo de la embriaguez indgena enumer
las siguientes consecuencias sin mencionar la idolatra: lujuria, adulterio, in
cesto, violacin, fornicacin, faltas de respeto a los superiores, bravuconera y
desobediencia. Archivo Catedral de Guadalajara, carta fechada en 3 de mar
zo de 1765.
137. Citado en Elliott, The Discovery of America, p. 13.
138. En 1805, con licencia del vicario general del arzobispado y del propio virrey,
se public en Mxico un tratado en torno al significado social de los diez man
damientos. Llevaba por ttulo Conveniencia de la Religin y el Estado. En diez dis
cursos sobre los Mandamientos de Dios. Su autor fue Juan Francisco Domnguez,
el octogenario ministro decano de la parroquia de la catedral de Mxico, por
entonces obispo electo de Ceb en las Filipinas. En su obra aparecen los diez
mandamientos enlistados llanamente como en cualquier catecismo: (1) amars
a Dios sobre todas las cosas y a tu prjimo como a t mismo, (2) no tomars el
nombre de Dios en vano, (3) santificars las fiestas, (4) honrars a tu padre y
madre; seguidos de las intimaciones contra, (5) el homicidio, (6) el adulterio,
(7) el robo, (8) la mentira, (9) la codicia de la esposa ajena, y (10) la codicia de
los bienes ajenos. Pero lo peculiar de la obra est en las siguientes 256 pgi
nas de comentario en las que el amor, el buen orden y otros valores constitu
yen el mensaje principal de Domnguez. Su comentario al primer manda
miento dice que el amor lo conquista todo: con cadenas de oro ata los vasallos
al Prncipe, los sirvientes a sus seores y los hijos a sus padres...mediante el
amor vive la Repblica y se perpeta la felicidad del estado, p. 23, 27. En
cuanto al segundo y quinto mandamientos, el autor hace de las intimaciones
negativas, virtudes positivas: este segundo mandamiento est concebido en
trminos negativos aunque en realidad es afirmativo, pues ordena amar el
santo nombre de Dios; y tocante al no matars dice que esto es ms una
cuestin de amar que de no odiar, de hacer el bien, ms que el mal, p. 130.
En aquellos aos de redefinicin del papel de los curas prrocos, este tratado
del padre Domnguez quizs fuese un aviso, cuando no una velada adverten
cia a las autoridades reales, en el sentido de que la iglesia y la religin eran
an partes vitales del orden poltico y social novohispano.