Rapunzel

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Rapunzel

Haba una vez un hombre y una mujer que vivan solos Verdezuela; se la llev.
y desconsolados por no tener hijos, hasta que, por fin, Verdezuela era la nia ms hermosa que viera el sol.
la mujer concibi la esperanza de que Dios Nuestro Cuando cumpli los doce aos, la hechicera la encerr
Seor se dispona a satisfacer su anhelo. La casa en en una torre que se alzaba en medio de un bosque y no
que vivan tena en la pared trasera una ventanita que tena puertas ni escaleras; nicamente en lo alto haba
daba a un magnfico jardn, en el que crecan una diminuta ventana. Cuando la bruja quera entrar,
esplndidas flores y plantas; pero estaba rodeado de un colocbase al pie y gritaba:
alto muro y nadie osaba entrar en l, ya que perteneca
a una bruja muy poderosa y temida de todo el mundo. "Verdezuela, Verdezuela,
Un da asomse la mujer a aquella ventana a Sultame tu cabellera!"
contemplar el jardn, y vio un bancal plantado de
hermossimas verdezuelas, tan frescas y verdes, que Verdezuela tena un cabello magnfico y largusimo,
despertaron en ella un violento antojo de comerlas. El fino como hebras de oro. Cuando oa la voz de la
antojo fue en aumento cada da que pasaba, y como la hechicera se soltaba las trenzas, las envolva en torno a
mujer lo crea irrealizable, iba perdiendo la color y un gancho de la ventana y las dejaba colgantes: y
desmirrindose, a ojos vistas. Vindola tan como tenan veinte varas de longitud, la bruja trepaba
desmejorada, le pregunt asustado su marido: "Qu te por ellas.
ocurre, mujer?" - "Ay!" exclam ella, "me morir si Al cabo de algunos aos, sucedi que el hijo del Rey,
no puedo comer las verdezuelas del jardn que hay encontrndose en el bosque, acert a pasar junto a la
detrs de nuestra casa." El hombre, que quera mucho torre y oy un canto tan melodioso, que hubo de
a su esposa, pens: "Antes que dejarla morir detenerse a escucharlo. Era Verdezuela, que entretena
conseguir las verdezuelas, cueste lo que cueste." Y, al su soledad lanzando al aire su dulcsima voz. El
anochecer, salt el muro del jardn de la bruja, arranc prncipe quiso subir hasta ella y busc la puerta de la
precipitadamente un puado de verdezuelas y las llev torre, pero, no encontrando ninguna, se volvi a
a su mujer. sta se prepar enseguida una ensalada y palacio. No obstante, aquel canto lo haba arrobado de
se la comi muy a gusto; y tanto le y tanto le gustaron, tal modo, que todos los das iba al bosque a
que, al da siguiente, su afn era tres veces ms escucharlo. Hallndose una vez oculto detrs de un
intenso. Si quera gozar de paz, el marido deba saltar rbol, vio que se acercaba la hechicera, y la oy que
nuevamente al jardn. Y as lo hizo, al anochecer. Pero gritaba, dirigindose a o alto:
apenas haba puesto los pies en el suelo, tuvo un
terrible sobresalto, pues vio surgir ante s la bruja. "Verdezuela, Verdezuela,
"Cmo te atreves," djole sta con mirada iracunda, "a Sultame tu cabellera!"
entrar cual un ladrn en mi jardn y robarme las
verdezuelas? Lo pagars muy caro." - "Ay!" Verdezuela solt sus trenzas, y la bruja se encaram a
respondi el hombre, "tened compasin de m. Si lo he lo alto de la torre. "Si sta es la escalera para subir
hecho, ha sido por una gran necesidad: mi esposa vio hasta all," se dijo el prncipe, "tambin yo probar
desde la ventana vuestras verdezuelas y sinti un fortuna." Y al da siguiente, cuando ya comenzaba a
antojo tan grande de comerlas, que si no las tuviera se oscurecer, encaminse al pie de la torre y dijo:
morira." La hechicera se dej ablandar y le dijo: "Si
es como dices, te dejar coger cuantas verdezuelas "Verdezuela, Verdezuela,
quieras, con una sola condicin: tienes que darme el Sultame tu cabellera!"
hijo que os nazca. Estar bien y lo cuidar como una
madre." Tan apurado estaba el hombre, que se avino a Enseguida descendi la trenza, y el prncipe subi.
todo y, cuando naci el hijo, que era una nia, En el primer momento, Verdezuela se asust
presentse la bruja y, despus de ponerle el nombre de Verdezuela se asust mucho al ver un hombre, pues

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jams sus ojos haban visto ninguno. Pero el prncipe y llorando sin cesar la prdida de su amada mujercita.
le dirigi la palabra con gran afabilidad y le explic Y as anduvo sin rumbo por espacio de varios aos,
que su canto haba impresionado de tal manera su msero y triste, hasta que, al fin, lleg al desierto en
corazn, que ya no haba gozado de un momento de que viva Verdezuela con los dos hijitos los dos hijitos
paz hasta hallar la manera de subir a verla. Al gemelos, un nio y una nia, a los que haba dado a
escucharlo perdi Verdezuela el miedo, y cuando l le luz. Oy el prncipe una voz que le pareci conocida y,
pregunt si lo quera por esposo, viendo la muchacha al acercarse, reconocilo Verdezuela y se le ech al
que era joven y apuesto, pens, "Me querr ms que la cuello llorando. Dos de sus lgrimas le humedecieron
vieja," y le respondi, poniendo la mano en la suya: los ojos, y en el mismo momento se le aclararon,
"S; mucho deseo irme contigo; pero no s cmo bajar volviendo a ver como antes. Llevla a su reino, donde
de aqu. Cada vez que vengas, trete una madeja de fue recibido con gran alegra, y vivieron muchos aos
seda; con ellas trenzar una escalera y, cuando est contentos y felices.
terminada, bajar y t me llevars en tu caballo."
Convinieron en que hasta entonces el prncipe acudira ***
todas las noches, ya que de da iba la vieja. La
hechicera nada sospechaba, hasta que un da
Verdezuela le pregunt: "Decidme, ta Gothel, cmo
es que me cuesta mucho ms subiros a vos que al
prncipe, que est arriba en un santiamn?" - "Ah,
malvada!" exclam la bruja, "qu es lo que oigo?
Pens que te haba aislado de todo el mundo, y, sin
embargo, me has engaado." Y, furiosa, cogi las
hermosas trenzas de Verdezuela, les dio unas vueltas
alrededor de su mano izquierda y, empujando unas
tijeras con la derecha, zis, zas, en un abrir y cerrar de
ojos cerrar de ojos se las cort, y tir al suelo la
esplndida cabellera. Y fue tan despiadada, que
condujo a la pobre Verdezuela a un lugar desierto,
condenndola a una vida de desolacin y miseria.
El mismo da en que se haba llevado a la muchacha, la
bruja at las trenzas cortadas al gancho de la ventana,
y cuando se present el prncipe y dijo:

"Verdezuela, Verdezuela,
Sultame tu cabellera!"

la bruja las solt, y por ellas subi el hijo del Rey. Pero
en vez de encontrar a su adorada Verdezuela hallse
cara a cara con la hechicera, que lo miraba con ojos
malignos y perversos: "Aj!" exclam en tono de
burla, "queras llevarte a la nia bonita; pero el
pajarillo ya no est en el nido ni volver a cantar. El
gato lo ha cazado, y tambin a ti te sacar los ojos.
Verdezuela est perdida para ti; jams volvers a
verla." El prncipe, fuera de s de dolor y
desesperacin, se arroj desde lo alto de la torre. Salv
la vida, pero los espinos sobre los que fue a caer se le
clavaron en los ojos, y el infeliz hubo de vagar errante
por el bosque, ciego, alimentndose de races y bayas

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