Novick, A. El Urbanismo en Las Historias de La Ciudad
Novick, A. El Urbanismo en Las Historias de La Ciudad
Novick, A. El Urbanismo en Las Historias de La Ciudad
Novick, Alicia, El urbanismo en las historias de la ciudad, en Revista REGISTROS, noviembre 2003, ISSN
1668-1576, pp. 5-26.
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Alicia Novick
Resumen
El artculo traza un panorama sobre el tratamiento del urbanismo en las historias de la ciudad elaboradas
durante el siglo XX. Sin reivindicar las historias del urbanismo que son auto justificaciones profesionales ni
restringirse a una lectura crtica de ese registro, el texto rescata la potencialidad de stas como uno no el
nico- de los insumos necesarios para la construccin de la historia urbana, gracias a su aptitud para dar
cuenta de muchas de las lgicas que gobiernan las formas de pensar y actuar sobre la ciudad. A partir de
una seleccin de bibliografa local, se distinguen problemtica y cronolgicamente la evolucin urbanstica
del urbanismo gentico; su posterior eclipse por obra de la sociologa urbana y la historia desde abajo y su
reciente recuperacin por los estudios culturales, las historias de la ciencia y de las profesiones de la
ciudad. El texto concluye con un balance preliminar de las investigaciones en curso, donde se identifican los
temas tratados y los ausentes.
Introduccin
Es posible pensar en el urbanismo como un insumo para las historias de la ciudad? A partir de una
respuesta afirmativa a ese interrogante, examinaremos los distintos modos de aproximacin desarrollados
por la historiografa local. La revisin que proponemos los estados de la cuestin nunca son neutros- no
reivindica una historia disciplinar auto-referencial centrada en el ideario de los tcnicos ni, contrariamente,
se propone formular crticas a esa modalidad de hacer historia. Segn nuestro punto de vista, el
urbanismo trasciende las fronteras de un nico campo disciplinar y puede abordarse en un contexto ms
amplio de interrogantes que vinculan ideas tcnicas, modos de accin profesionales, regulaciones e
intervencin estatal. Estas preguntas aluden a cuestiones que atraviesan la sociedad y las comunidades
acadmicas, reflejan el avance y la difusin de los saberes y ponen de manifiesto prcticas especficas de
transformacin de la ciudad. Por eso, sin tratar de construir una rama autnoma, consideramos que el
urbanismo puede ser uno ciertamente no el nico- de los insumos necesarios.
Ahora bien, cmo recuperar el urbanismo como materia prima para la historia si la propia historia urbana
se presenta como un territorio de fronteras inciertas? En el prlogo a Mundo urbano y cultura popular,
Diego Armus constataba sin demasiada inquietud la imposibilidad de reconstruir localmente una tradicin
propia de historiadores urbanos: es mucho ms fcil, y seguramente ms real en trminos historiogrficos,
agrupar un vasto conjunto de especialistas que con lenguajes especficos y preguntas e intereses diversos
discuten el pasado urbano y un conjunto de trabajos que tal vez slo tenga en comn un objeto impreciso,
vinculado de manera muy general con la ciudad y su gente (Armus, 1990:10). La ciudad y su gente
remiten, sin embargo, al controvertido par espacio / sociedad que subyace en las perspectivas polares
adoptadas por la historiografa durante largos aos. Se trata de una disyuntiva sealada por varios autores,
que separa dos tipos de investigacin. Por un lado, trabajos en los que la sociedad, la poltica y la
economa se despliegan en la ciudad concebida como un mbito de aplicacin de procesos ms amplios,
como un reflejo de dilemas que se juegan a otros niveles. Por otro lado, trabajos que examinan los
avatares del espacio urbano propiamente y colocan a dichos factores en el contexto. La difcil articulacin
entre ambas marc inicialmente la diferencia entre las historias de historiador y las elaboradas por y para
especialistas, utilizadas a veces como herramienta operativa. Asimismo, los estudios que ponen el foco en
la gente en la sociedad- no siempre consideran el rol del Estado cuyo carcter de actor sustantivo ha
sido recuperado por una historia poltica renovada. Esas tensiones, entre espacio, sociedad y estado por un
lado, entre ideas y prcticas por el otro, ponen de manifiesto algunas de las mltiples dificultades que
enfrenta la construccin de la historia de la ciudad, horizonte de sentido de nuestros interrogantes. Algunas
de sus aristas pueden ser iluminadas mediante las historias desde el urbanismo que son el objeto de esta
reflexin.
En efecto, si examinamos panormicamente las historias de la ciudad escritas durante el siglo XX por
arquitectos, urbanistas y planificadores, podemos distinguir tres grandes momentos. En primer lugar la
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Alicia Novick. Arquitecta UBA. Master en Planificacin Urbana y Regional (Instituto de Urbanismo de Paris,
Universidad de Paris XII) y en Investigacin Histrica (Universidad de San Andrs). Profesora de la Maestra de
Planificacin Urbana y Regional y de Historia de la Arquitectura; Investigadora del CIHaM (Centro de Investigaciones en
Hbitat y Municipios) y del IAA (Instituto de Arte Americano-) de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la
Universidad de Buenos Aires. [email protected]
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evolucin urbanstica construida por quienes bregaban por instaurar el urbanismo como disciplina
durante el perodo de entreguerras. En un segundo momento, la planificacin de posguerra, caracterizada
primero por los estudios de tendencia y hacia fines de los setenta por las pticas crticas que oponan el
ideario del urbanismo a las prcticas sociales mientras, en un desarrollo paralelo, la historia operativa era
adoptada por una arquitectura urbana y se institua, adems, un gnero especfico centrado en la revisin
del campo disciplinario. Por ltimo, en la encrucijada de la historia -trmino con que Halpern Donghi alude
a la multiplicacin de los objetos y los mtodos- las historias de la ciudad incorporan ms recientemente las
ideas en tanto dimensin de las prcticas en el marco de nuevas problemticas -entre las cuales la esfera
de las representaciones tcnicas- que la historia social haba soslayado.
Los trabajos locales que conforman nuestro corpus estn lejos de configurar una secuencia lineal, pues las
historias se solapan. An hoy persiste, por ejemplo, el uso del trmino evolucin urbanstica como
sinnimo de historia de la ciudad. Sin embargo, es posible identificar cortes cronolgico-problemticos a los
efectos de un balance preliminar sobre los temas tratados y los ausentes, las luces y las sombras en las
historias de la ciudad.
A diferencia de otros pases, intentar una aproximacin historiogrfica de estas caractersticas en un medio
con pocos terrenos de investigacin balizados en los estudios urbanos y en la historia de la ciudad en
particular (Herzer, 1996; Manzanal, Mabel y Clichesky, 1988; Novick, 1996; Torres, 1996), presenta no
pocas dificultades. Renunciaremos por lo tanto a la exhaustividad y tomaremos opciones en alguna medida
aleatorias a los efectos de dibujar un panorama interpretativo de trazo grueso dentro de un arco temporal
amplio. Las hiptesis de trabajo que fundan la clasificacin son por lo tanto de carcter exploratorio: el
objetivo del texto es poner en discusin algunas reflexiones preliminares.
normativas, regulaciones- fueron dando forma a la ciudad en la historia. Con ese alcance es utilizada, por
ejemplo, en las mltiples historias del urbanismo que se refieren al urbanismo griego, barroco, etc.
Como corolario, la oposicin urbanismo / urbanizacin, fue una ecuacin que contrapuso las ideas y los
modos de operar de los tcnicos -y del Estado- y las subyacentes en los mltiples procesos sociales de
construccin del territorio, rescatadas por los crticos de la neutralidad tecnocrtica.
Es evidente que la nocin, al igual que el campo de saberes y prcticas que intent delimitar, no estuvieron
exentos de reinterpretaciones y ambigedades. En ese punto son ilustrativos los intercambios de ideas que
tuvieron lugar en el Buenos Aires de los aos veinte. En una carta a un peridico porteo, un joven
ingeniero que cursaba estudios de posgrado en Francia, escriba en 1923: el urbanismo es una ciencia en
formacin mucho ms compleja que lo que su nombre deja entrever (Della Paolera; 1923). Diez aos
despus, un concejal de la Municipalidad de Buenos Aires, insista en esa misma lnea argumental,
precisando el significado del trmino urbanismo: " Un diputado nacional deca que en el pas, el urbanismo
constituye uno de los graves males (...) confundiendo el urbanismo con el desorden urbano (...) es
indispensable ponerse de acuerdo sobre el alcance y significado de las palabras, pues de su precisin
depende la correcta denominacin de saberes, factores y circunstancias que universalmente han de ser...
Si se entiende por Urbanismo, el orden funcional de las cosas... zonizacin, regularidad, equilibrio y
armona cmo puede afirmarse que el agrupamiento irracional es urbanismo?" (Rouco Oliva, 1951:121). El
ingeniero y el concejal se preocupaban por sealar ante el pblico los alcances de la nueva nocin,
diferencindolos de las acepciones corrientes. La explicacin de la palabra presente en una serie de
textos y folletos titulados qu es el urbanismo? que se publican entre los aos veinte y treinta del siglo
XX- es, en efecto, una de las estrategias implementadas para homogeneizar el lxico, los conceptos,
mtodos y herramientas (Frank et. al, 1987) y legitimar el nuevo campo de saber.
Como plantea Frey aludiendo a Bordieu, La palabra acta como un instrumento de legitimacin simblica
de un hecho social considerado como tal desde el momento en que es nombrado, as como una suerte de
slogan en las luchas por la legitimacin del campo. Campo semntico en una primera aproximacin, pero
cuyos fundamentos racionales se vinculan en el sentido amplio del trmino a posiciones convocadas y
reivindicadas por los locutores segn el uso que hacen del trmino (Frey, 1987). Las argumentaciones y la
iconografa forman parte en efecto de estrategias de propaganda y divulgacin que responden a los
objetivos programticos de un movimiento pro-urbanismo que aspiraba a lograr un consenso amplio sobre
los propsitos y metodologas de una disciplina fundada sobre cimientos conceptuales extremadamente
dbiles, as como eran difusas las incumbencias del oficio de urbanista (Claude, 1989).
Ni las ciencias naturales ni las ciencias sociales en formacin fueron capaces de aportarle referentes
epistemolgicos suficientemente slidos para articular las dimensiones ciencia, arte y tcnica presentes
en su definicin. En un intento de construir su campo de actuacin, se intent fundar la tarea de diagnstico
en una articulacin de los avances de la estadstica, la geografa humana y el mtodo cientfico. Aunque en
un primer momento muchos de esos avances se anclaron en el molde decimonnico del arte urbano, la
historia, y en particular la elaboracin de la evolucin urbana que examinaremos en el primer punto-
fueron axiales, como recurso para la construccin de una imagen cientfica y operativa. Por otro lado, es
perceptible que el urbanismo no se plante exclusivamente en tanto solucin a los problemas sociales y
espaciales de la ciudad industrial, en los trminos de la dualidad original formulada por Cerd, sino en tanto
ptica que redefini y construy esos mismos problemas para darles respuesta desde las soluciones
disponibles. Conjuntamente con la implementacin de un nuevo lenguaje escrito y grfico, durante las
primeras dcadas del siglo se fue construyendo una agenda (un territorio problemtico) que mediaba entre
los desajustes de la ciudad (nuevos temas demogrficos, sociales, econmicos, tcnicos), los
diagnsticos que permitieron captarlos y la formulacin de respuestas (instrumentos y modalidades de
gestin e intervencin).
A pesar de los obstculos que debi enfrentar este movimiento en pro del urbanismo, su mayor xito residi
en instalar nuevas representaciones sobre la ciudad. Y, si consideramos que las ideas orientan las formas
de actuar, de ello result un territorio que trascendi las fronteras de un campo disciplinario particular.
Aunque ese ideario no logr nunca organizar la totalidad del espacio urbano, presidi formas de operar,
dej huellas en la traza de la estructura urbana y asimismo, por un juego de placas tectnicas algunos de
sus supuestos se incorporan en las agendas polticas y contribuyeron a la transformacin de las
representaciones sociales. Esto es particularmente relevante en el proceso histrico de constitucin de la
ciudad moderna en la inflexin entre los siglos XIX y XX, en la cual las nuevas pticas tcnicas tuvieron
influencia determinante sobre la construccin del estado y la accin estatal.
Los alcances del urbanismo, y ms tarde de la planificacin -proponemos pensarlos como
constelaciones en las que se entrecruzan ideas tcnicas, modos de accin profesional y formas de
regulacin e intervencin estatal que influyen sobre las agendas tcnicas, las polticas y las sociales, pues
no se trata de categoras sino de nociones histricamente construidas- se fueron redefiniendo en relacin a
diferentes escenarios histricos. En un principio, el trmino fue presentado por la bibliografa para referirse
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a los problemas de la ciudad industrial, en una lnea imaginaria trazada desde la tradicin a la modernidad.
Con posterioridad a los aos sesenta tras una etapa dominada por la planificacin centralizada- fue
rechazado al identificrselo con un producto tecnocrtico que no contemplaba los procesos de la
urbanizacin. En fecha reciente, es recuperado en tanto conjunto de representaciones que permiten
aprehender los modos de pensar y actuar sobre la ciudad. Esas transiciones caracterizan modalidades
diversas de construir las historias de la ciudad que presentaremos a continuacin.
precisamente esa "imprevisin" la que intenta paliar su propuesta de mejoras que se apoya en estadsticas
y grficos, que sin configurar un verdadero diagnstico, otorgan un halo cientfico a una argumentacin
legitimadora destinada a los congresos de especialistas y a los legos, en un recurso discursivo que en el
futuro encontraremos en las presentaciones de los urbanistas. En efecto, los diagramas ilustran las lgicas
de transformacin de los fenmenos, que la nocin de evolucin va a sistematizar en la historia que
precede en 1925 al Proyecto Orgnico de la Comisin de Esttica Edilicia.
2. Breve sntesis histrica. Evolucin urbana de la ciudad de Buenos Aires, se intitula el texto introductorio
del Proyecto Orgnico de 1925. Al igual que en los escritos de Morales, dentro de una cronologa signada
por los cambios polticos, vuelve sobre los momentos mticos de la historia del urbanismo de Buenos Aires
fundacin, Vrtiz, Rivadavia, el Estado de Buenos Aires y Alvear- poniendo particular nfasis en las
transformaciones institucionales y normativas en consonancia con una historia institucional.
Pero, si en filigrana es posible encontrar similitudes, el contexto en que se inscribe la Breve sntesis... y su
construccin historiogrfica tienen alcances muy diferentes. En primer lugar, el texto se incluye como uno
el primero- de los captulos de diagnstico del Proyecto Orgnico. Esa historia aparece como una de las
dimensiones del anlisis preliminar -conjuntamente con estudios sobre poblacin y densidad,
abastecimiento, transporte, etc.- que fueron tambin ilustrados con los cuadros y grficos propios de la
iconografa urbanstica, cuyas huellas detectramos en Morales. En segundo lugar, hay un criterio
historiogrfico a cargo de Emilio Ravignani, quin contribuy a su redaccin como Secretario del
Intendente, miembro de la Comisin de Esttica Edilicia y uno de los protagonistas de la Nueva Escuela
Histrica (Buchbinder, 1993). No es aleatorio puntualizar que las referencias bibliogrficas que introducen
el captulo mencionen la amplia serie de estudios sobre Buenos Aires que, iniciados durante el Centenario,
fueron continuados por la Junta Numismtica antecedente de la Academia de la Historia- y por el Instituto
de Investigaciones Histricas de la Facultad de Filosofa y Letras al que pertenece Ravignani. Ambas
instituciones fueron centrales en el proceso de construir el campo disciplinar de la historia (Pagano y
Galante, 1993). El criterio historiogrfico subyacente se condensa en el ttulo: evolucin y sntesis son
nociones contemporneamente en uso en el campo cientfico, la geografa humana y, sobre todo, de la
mano de Henri Berr se incorporaron al programa de la naciente historia social (Bourde y Martn, 1983;
Noiriel; 1997). La idea de interaccin entre el hombre y el medio presente en el posibilismo de Lucien
Febvre y en la geografa de Vidal de la Blache- tuvo una particular aplicacin en los anlisis de la ciudad
realizados por gegrafos e historiadores. Henri Pirenne es un caso paradigmtico, pero la idea fue objeto
de un desarrollo particular en promotores del urbanismo como disciplina tales como el biolgo ingls
Patrick Geddes (1915), el historiador del arte Pierre Lavedan (1926, 1926, 1936) y el bibliotecario-cartista
Marcel Pote (1910), quien adopt en Francia las nociones de Bergson de evolucin creativa, segn la
cual el pasado se va incorporando al presente en la creacin de nuevas situaciones. La idea de la ciudad
como organismo vivo materialmente, pero tambin en su rol de sede de una comunidad- le permite a
Pote convertirla en un objeto de observacin cientfica que permite enumerar, describir y explicar sus
fenmenos en el tiempo, en sus procesos de cambio ininterrumpido, en los tiempos largos que prevalecen
sobre las inflexiones. De esa construccin particular, de pensar en la ciudad como objeto de estudio pero
tambin de accin, deriv directamente su capacidad propositiva.
En ese sentido, el primer captulo de evolucin de Plan de la Comisin de Esttica Edilicia examinaba las
caractersticas y las deficiencias de Buenos Aires a los efectos de identificar los rasgos de su fisonoma que
la moderna ciencia del urbanismo estaba capacitada para rescatar. En contraste, el segundo captulo
sobre El concepto del partido adoptado se centra en el anlisis del plano urbano. La topografa, la
cartografa, las propuestas antecedentes y los debates con la bibliografa especializada del urbanismo, son
los ingredientes para trazar su propio parti. Es decir desde la historia en general a cargo de historiadores
profesionales- se transita a una historia morfolgica donde el objeto de estudio privilegiado es el plano,
sus condicionantes y sus transformaciones. En esos trminos, se supone que el respeto de la figura
histrica de la ciudad, la recuperacin del frente costero por la Av. Costanera, la vialidad que estructura la
composicin y las actividades, as como el resto de las ideas rectoras del programa, seran tributarias de
ese anlisis preliminar.
La diferenciacin en esos dos captulos, aunque narrativamente se articulen, revelan el divorcio que se est
planteando entre la evolucin de los historiadores, cuyo objetivo es el conocimiento de la sociedad urbana
y sus escenarios, y la evolucin urbanstica que pone nfasis en las transformaciones formales con
propsitos operativos. Sobre este ltimo objetivo se estructuraron los textos de Lavedn que fueron objeto
de fuertes crticas por parte de los Annalistas que cuestionaban su descarnado inters por las formas, su
planteo vulgarizador de ciudades sin hombres (Febvre, 1936). Pues si en un momento compartieron
referentes y metodologas, poco a poco el sendero comn se bifurca. Una definicin acabada de esa
finalidad pragmtica se presentaba en la tesis de Della Paolera, quien se propone seguir de cerca la
evolucin de la ciudad, desde el humilde poblado que fue su clula madre, hasta la inmensa aglomeracin
de nuestros das que nos esforzaremos de apoyar en hechos debidamente controlados, en el examen de
las variaciones sucesivas de su aspecto material, creando as una perspectiva que, explicando el estado
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actual de la aglomeracin y los principios que presiden su desarrollo, pueda permitir la deduccin de las
reglas que deben guiar las transformaciones futuras. (Della Paolera, 1927)
En Argentina, las historias de la ciudad que se presentan como un insumo para el urbanismo se diversifican
en todos los sentidos en el clima nacionalista de los aos treinta. Para una aproximacin a ese coro
polifnico, es ilustrativo revisar las ponencias presentadas al Primer Congreso Argentino de urbanismo
(1935); los escritos de arquitectos -como Vautier y Bereterbide (1940)- y los planteos de los gegrafos en
un momento en que el Gran Buenos Aires comienza a avizorarse como un nuevo horizonte.
3. En la transicin que opera en 1945 hacia la idea del plan regional, la Divisin de Informacin Urbana
a cargo de Campos Urquiza, Itala Fulvia Villa y Horacio Nazar- de la Direccin General de Obras Pblicas y
Planeamiento Municipal introdujo un nuevo formato para la evolucin de la ciudad, del que deberan
resultar conclusiones para los estudios de planeamiento que se encaran y que irn formando la base del
futuro plan integral (DGOPU, 1945:25). Los distintos temas-problema urbanos (red vial, espacios verdes,
avenidas, rea edificada, etc.) se presentan en una serie de ilustraciones. Si en los inicios del siglo XX los
grficos estadsticos de Morales eran indicativos, en este documento la articulacin entre fotos, diagramas,
cronologas y grficos una iconografa sugestiva cuyo anlisis trasciende los objetivos de este texto-
muestra la articulacin de los datos histricos y los propositivos.
Muchos de los rasgos de ese formato de historia de la ciudad con criterio operativo, estuvieron presentes
en el dossier preparado en el seno del Estudio del Plan de Buenos Aires entre 1948 y 1949 -donde tambin
particip Itala Fulvia Villa. El desarrollo conceptual a cargo de historiadores profesionales como Puiggros y
Astesano, al igual que en la anterior intervencin de Ravignani, responde a criterios historiogrficos ms
rigurosos que las reseas elaboradas por los arquitectos, no obstante, en la presentacin prevalecen
cuadros y grficos cuyo objetivo es presentar los datos con sntesis didctica y operativa en una traduccin
espacial de las mltiples dimensiones analticas. Una tensin extrema se despliega en la organizacin de la
cronologa segn los items habitar, circular, trabajar, cultivo del cuerpo y del espritu, donde los datos
se reorganizan sin mediaciones segn los criterios de zonificacin de la ciudad. Ese ltimo registro, recibi
tambin la influencia de los lenguajes grficos corbusieranos, que se plasm en la presentacin del Plan
Director, publicado en 1947. En su anlisis, la evolucin histrica se presenta como peligrosa evolucin
en un juego de oposiciones de carcter publicitario que opone la situacin actual ilustrada mediante
fotografas dramticas y bocetos- y la necesidad de que la ciudad abandone su pasado que se sugiere
mediante reproducciones cartogrficas fragmentarias.
Este planteo se refiere a otra idea de la historia, que la bibliografa caracteriza mediante una oposicin entre
el urbanismo cientfico y el urbanismo del Movimiento Moderno. No obstante, como lo planteara Remy
Bodhoui (1988), ms all de las divergencias hay no pocas coincidencias. En cuanto a divergencias, es
evidente que para el urbanismo cientfico la evolucin de las ciudades tiene un estatus cientfico y tcnico
que facilita el diagnstico y fundamenta las acciones. En cambio, para los vanguardistas la historia es el
recurso discursivo que les permite fundamentar sus teoras arquitectnicas y urbansticas: Nuestro mundo
afirmaba Le Corbusier- como un osario, est cubierto de detritus de pocas muertas. La tarea que nos
incumbe: construir el cuadro de nuestra existencia. Sacar de arriba de nuestras ciudades las osamentas
podridas para construir las ciudades de nuestro tiempo (Le Corbusier, 1925:233). No obstante, la historia
es tambin utilizada como referencia de una armona perdida: despus de perodos de desorden, de
confusin, un examen de las condiciones primeras aclara a veces la situacin y remite, remontando el curso
de los errores a volver a encontrar la lnea general (Le Corbusier et al, 1947: 16). Es decir que la historia
se presenta tambin como fuente de legitimacin de las propuestas, de un modo similar al urbanismo
cientfico.
Las historias presentadas anteriormente estn estrechamente vinculadas con los avatares de la
consolidacin de un ejercicio profesional. Fueron un recurso discursivo legitimador y tambin instrumental
para la difusin de las nuevas ideas. La evolucin urbanstica, procedimiento de mltiples alcances, se
planteaba como un reaseguro de cientificidad que recuperaba momentos positivos de la historia y
legitimaba los proyectos formulados incorporndolos, en oposicin o dilogo con ella, dentro de una
secuencia histrica de larga duracin. No obstante, como mostr Ana Rigotti (1996) en relacin a los
diagnsticos del expediente urbano, la cientificidad de stos era meramente ilusoria. En efecto, Jean-
Pierre Gaudin identifica una doble dificultad para conciliar el diagnstico y las formas de accin resultante
de que o bien el peso de lo operativo es tal que el diagnstico previo no es ms que una distinguida
justificacin para decisiones tomadas a priori, donde la duda problemtica difcilmente encuentra lugar; o
bien el diagnstico de la ciudad se realiza con total independencia vis--vis de los objetivos operacionales,
pero se lo presenta en forma completamente desconectada de las decisiones y como encastrado antes del
captulo de las decisiones de planificacin, a la manera de un frontn neoclsico colocado sobre una
construccin moderna (Gaudin,1992:13). Finalmente, la consideracin de lo social y lo geogrfico las
restricciones y potencialidades del sitio- condensadas en la evolucin urbana tuvieron como objetivo una
metodologa de accin ms que una ambicin cientfica. Sin embargo, esas disyuntivas, asociadas al
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2. Las teoras de la modernizacin son criticadas hacia fines de los sesenta desde la teora de la
dependencia y el subdesarrollo. Dentro de la historia disciplinar mayoritariamente a cargo de arquitectos-
cabe mencionar dos lneas de trabajo que coincidieron con mbitos institucionales. Por un lado, la
protagonizada por Jorge Enrique Hardoy (1989) quien, tras estudios iniciales sobre ciudades
precolombinas, lanza una lnea de investigaciones fuertemente crtica de las soluciones tecnocrticas
(Hardoy, 1987) estableciendo puntos de contacto con una historia social desde abajo, crtica de la
sociologa urbana y del estructural-funcionalismo. El CEUR en Buenos Aires, las organizaciones de
planificadores latinoamericanos, los cursos de planeamiento dictados en Rosario, fueron los espacios en los
que se despleg esta corriente. En controversia con ella, una lnea de trabajos liderada por Patricio Randle
que enfatizaba la dimensin fsica y profesional del planeamiento con sede el curso de planeamiento en la
Universidad de Buenos Aires, el OIKOS y la Asociacin de Planificadores Urbano-Regionales- estableci,
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La posicin de Hardoy es compartida por trabajos de vertiente marxista inspirados en Manuel Castells-
para los que la historia es un develador de las relaciones sociales subyacentes en los cambios estructurales
sobre el territorio. Prevalecen en esta lnea dos interpretaciones. En primer lugar, aquella que sostiene que
el espacio urbano es tributario de procesos propios del sistema capitalista, idea que inaugura un largo
perodo de geografa y planeamiento sin planos que Horacio Torres (1996) denomin antiespacialismo.
En segundo lugar, aquella que argumenta que en el desarrollo urbano la urbanizacin se impone por sobre
el urbanismo. Estas hiptesis son defendidas en dos trabajos seminales de historia de Buenos Aires de
cuo estructural-funcionalista. En uno de ellos, Guy Bourd (1974) examina el rol de los procesos
inmigratorios en la modernizacin de la ciudad, soslayando completamente el rol que le cupo a la
administracin pblica y a sus tcnicos. Lo mismo sucede en el segundo de ellos, que debemos a Scobie
(1974) quien centra el anlisis en los fenmenos socioculturales, polticos y econmicos presentes en la
expansin de la ciudad. La visin ideolgica del urbanismo en oposicin a las prcticas sociales en
particular de los grupos dominantes- persiste en gran parte de los estudios. El anlisis metropolitano de
Sergent (1974) desde la geografa no es ajeno a ese clima de ideas, en que se inscriben tambin los
primeros aportes para una historia de la ciudad desde una dimensin cultural, entre los cuales cabe
destacar los trabajos de Jos Luis Romero, Richard Morse y ngel Rama.
A partir de 1980, una historia de nueva generacin busc superar los trabajos sobre urbanizacin,
inmigracin y modernizacin de las dcadas precedentes. Historias desde abajo tributarias de la
historiografa inglesa y la micro historia italiana en particular de los textos de Carlo Ginzburg- fueron
instaurando nuevos objetos y mtodos. Arquitectos e historiadores revisaron la historia del Buenos Aires
moderno identificando actores, ideas y prcticas desde aproximaciones muy diferentes y contrastantes con
las investigaciones anteriores centradas en procesos e ideologas. El tema de los sectores populares,
tratado desde sus inicios en oposicin a los mtodos y las categoras utilizadas en las historias del
movimiento obrero centrado en la accin gremial (Armus, 1990); las cuestiones relativas a las prcticas
cotidianas y asociativas de la poblacin y los interrogantes suscitados por las modalidades de participacin
poltica (Gutirrez y Romero; 1995), se conjugan en otro plano con el recurso a metodologas participativas
y a la descentralizacin, en un momento de ajuste y de aligeramiento de las administraciones pblicas.
3. Es en un contexto de crisis, mientras la historia social toma distancia de lo operativo y la crtica la
planificacin tecnocrtica ocupa el centro del debate, cuando a nivel internacional toman forma dos lneas
de investigacin con desigual influencia sobre la produccin local.
Por un lado, desde un enfoque estructural la arquitectura de la ciudad de Aldo Rossi intent recuperar en
1968 una historia de la ciudad como instrumento para el proyecto. En esa lnea se inscriben los trabajos de
Martnez de San Vicente (1986) y de Adaggio-Viu (1986) sobre las relaciones entre morfologa urbana y
tipologa arquitectural. La nueva nocin de proyecto urbano y la recuperacin de centros histricos a partir
de consideraciones morfolgicas rescataron muchas de las propuestas de los autores de la evolucin
urbanstica plasmndolas en nuevas metodologas de intervencin.
En un territorio vecino, se gest una lnea de estudios autodenominada historia del urbanismo que se
consolid como tal con el Congreso sobre City Planning History realizado en Londres en 1976. La
historiografa de la arquitectura de la segunda posguerra haba asociado la historia del urbanismo a las
premisas del CIAM, eclipsando una amplia gama de otras prcticas y experiencias. Sus crticas dieron lugar
as a un formato estrechamente vinculado con la enseanza universitaria, que prosper en mbitos
acadmicos de Alemania, Inglaterra y los Estados Unidos de Norteamrica. En este ltimo pas, los textos
de Mel Scott (1969), de Reps (1965) y la revisin de los Collins sobre Camillo Sitte (1965), procuraron
establecer hitos sobre el origen y el desarrollo interno de la disciplina, el perfil de sus protagonistas y sus
realizaciones. El variado abanico de tpicos examinados, registrado en la bibliografa de Suttcliffe (1980),
dio cuenta desde distintos ngulos de la experiencia acumulada en la actuacin profesional. En algunos
casos es notoria la marca de una celebracin disciplinaria -en general se trata de un registro de y para
profesionales- y paulatinamente, a partir del enfoque desarrollado por Jane Jacobs, prevalece en esta
corriente una mirada crtica.
Los textos semiolgicos y de anlisis del discurso de Choay (1965), los trabajos de Robert Fishman (1977)
sobre utopas urbanas, y los producidos por autores de la Escuela de Venecia como Callabi y Piccinato
(1975) sobre el urbanismo y la tratadstica alemana, Assor Rosa y otros (1971) sobre los planes soviticos,
Ciucci y otros (1975) sobre la ciudad americana, fueron configurando una corriente con la impronta crtica
de Venecia. Nell intraprende lo studio dei molteplici processi che conducono dalla citt dellAncien Regime
alla cit deller industriale (...) si pone anzitutto un problema storiografico. E il primo interrogativo che
dovremo affrontare riguarda uno spazio storico di lungo periodo. E in altre parole realmente possibile
individuare le origine dellurbanistica moderna seguendo una prassi tradizionale, in cui tutte le tappe e tutti
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gli essiti risultino scontatti? O non sar piuttosto il caso di ricercare gli inizi non di una disciplina, bens della
sua crisi? (Tafuri, 1984: 15). Esta visin, que clausura todo intento operativo, es la contracara de las
propuestas de la arquitectura urbana a las cuales nos referimos en el prrafo anterior. Los textos de Sica
(1987) y de Hall (1988) profundizan la ptica crtica conformando una nueva generacin de estudios que
incorpora los debates abiertos despus de 1980. El tardo libro de sntesis de Gravagnuolo (1998) que
ms que una historia del urbanismo es una historia del proyecto urbano- se presenta como una mediacin
entre las visiones crticas y las operativas.
Si bien no configuran tendencia, los ecos de estos trabajos en la Argentina estn implcitos en la ya
comentada disidencia entre los puntos de vista de Hardoy y Randle. Los cuestionamientos de Hardoy
persisten en su propia produccin (Hardoy, 1988,1989), en los estudios de planificadores como Clichevsky
(1985) y Torres (1990), de historiadores de la ciudad y la arquitectura (Gutierrez, 1992; Tartarini,1991).
Excepto en la breve resea informativa- de Odilia Surez (1985), en estos textos se ha asociado el
urbanismo al destino frustrante de los planes, a su insuficiente relacin con el espacio construido. La
inadecuacin de las doctrinas internacionales, gestadas en pases industrializados en tanto respuestas a
problemas genuinos que una elite ilustrada o un grupo de tcnicos intent implementar fuera de tiempo
y fuera de lugar es uno de los presupuestos principales de esta literatura. Pero, a diferencia de la
bibliografa internacional, las lgicas institucionales y profesionales subyacentes en estos procesos no han
sido verdaderamente problematizadas por ella. Por su parte, las publicaciones de Randle -como por
ejemplo su antologa de textos periodsticos de Della Paolera (1979) o el Pensamiento urbanstico... (1985)-
celebran los principios de la disciplina presentndolos bajo el formato de manuales didcticos.
En el perodo que se extiende entre la segunda posguerra y los aos 80 del siglo XX las historias desde el
urbanismo reflejan las tensiones propias del campo: historias que dan cuenta de macroprocesos, historias
de cuo tradicional que reivindican los alcances de la evolucin urbanstica, historias de carcter operativo
que asignan nuevo protagonismo a los arquitectos desde el proyecto urbano. La oposicin entre ideas y
prcticas, la asociacin entre urbanismo e ideologa, la oposicin entre ciudad de los tcnicos y ciudad real,
descuidaron otras lgicas tambin intervinientes en la construccin del territorio. Ni las visiones crticas
disciplinarias ni la historia social desarrolladas en nuestro medio ponderaron el rol que le cupo a los
estamentos tcnicos y a la accin del Estado en la conformacin de la ciudad moderna, cuestiones que
fueron abordadas en los estudios de la dcada siguiente.
Nuevos temas-problema
La renovacin internacional de las historias de la ciudad influy sobre una nueva generacin de trabajos
locales. Las nuevas polticas urbanas que se generalizan en los aos ochenta propiciando el retiro del
Estado, la crtica de la planificacin, la restriccin de las polticas sociales y de vivienda, la promulgacin
de leyes de descentralizacin y participacin- fomentan el inters por una revisin histrica sobre los
orgenes del estado de bienestar y las polticas pblicas modernas. Una renovada historia poltica pone
nfasis en la autonoma relativa del estado, considerado actor part-entire (Rosanvallon, 1990; Skocpol,
1989) y al hacerlo revaloriza el rol de los funcionarios cuya accin soslayada hasta el momento por el
estructuralismo y la historia social- se transforma en objeto de estudio privilegiado para el estudio de los
procesos de formacin de la ciudad.
En forma paralela, la vivienda de inters social cede su lugar en la agenda de temas prioritarios a la
problemtica del espacio pblico. Cobra inters la nocin de proyecto urbano, retomndose en nuevos
trminos el enfoque desarrollado por Aldo Rossi a fines de los sesenta. La preocupacin por las formas de
la ciudad ante el peligro de disolucin provocado por el desarrollo de las redes de comunicacin y
transporte y las nuevas formas de urbanizacin impulsa una revalorizacin del urbanismo por sobre la
planificacin.
A nivel epistemolgico, los marcos interpretativos tributarios de los estudios de la cultura ayudaron a
superar la oposicin entre teoras y prcticas heredada de la dcada anterior. Los textos de Foucault
(1982) sobre dispositivos y anlisis del discurso, el anlisis cultural (Castoriadis, 1993; Geertz, 1989), las
propuestas de Denise Jodelet (1989) y Roger Chartier (1992) permitieron matizar desde distintos ngulos
las oposiciones entre formas de pensar y formas de actuar introduciendo el estudio de las
representaciones como articulacin entre las ideas, las herramientas cognitivas y las prcticas.
Es as como el urbanismo pudo reexaminarse en cuanto a su dimensin de representacin histricamente
construida, transformando el campo de los estudios sobre la ciudad y el urbanismo. En una crtica de la
fragmentacin de los estudios histricos, en 1983 Daunton se interrogaba sobre la validez de una historia
del urbanismo separada de la historia social que se limitase a una auto justificacin profesional. Varios aos
ms tarde, sus interrogantes encontraron respuesta en una serie de trabajos con las ideas y de carcter
cultural que vincularon mltiples factores en torno a ideas y prcticas sobre la ciudad.
10
Fueron varias las lneas de investigacin que transformaron este campo de estudios en la Argentina. Al par
que se institucionalizaba la investigacin entre los arquitectos gracias a la conformacin de Comisiones
especializadas en el Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas y a las polticas
universitarias de incentivos que promovieron la organizacin de nuevos centros de estudios en las grandes
ciudades del pas y el fortalecimiento de los existentes- se fueron explicitando algunos supuestos bsicos
sobre las modalidades de elaboracin de la historia de la ciudad. Si bien la progresiva institucionalizacin
de la investigacin an no ha logrado constituir un nuevo campo que, por lo tanto, contina
permanentemente a la bsqueda de legitimidad entre los historiadores y/o los arquitectos profesionales- se
establecieron algunas coincidencias sobre el modo de tratamiento de los temas. En primer lugar, se han
abandonado explcitamente los esfuerzos para constituir una historia operativa insumo directo del
proyecto- y se los ha reorientado hacia un nfasis en lo interpretativo. En segundo lugar, las ideas se
abordan en tanto representaciones, como una dimensin de las prcticas. En tercer lugar, se ha
establecido un consenso sobre la necesidad de dar cuenta de las transformaciones urbanas y territoriales
en relacin a mltiples factores y actores intervinientes, considerndose al espacio como una dimensin
insoslayable de la historia de la ciudad. Ahora bien, ms all de los denominadores comunes, contina la
discrepancia entre aquellos trabajos enfocados sobre el urbanismo las ideas y las realizaciones tcnicas,
los modelos de ciudad, las formas de accin estatal- y aquellos cuyo objeto de estudio se sita en la esfera
de lo social partiendo del supuesto de una asociacin entre el Estado y los grupos sociales dominantes.
Hay, sin embargo, una serie de estudios que intenta vincular ambos aspectos y es a ese subconjunto que
pertenecen los textos a los cuales nos referiremos a continuacin.
Con cierta dificultad - la clasificacin de los textos siempre es reduccionista y parcial - circunscribimos tres
grandes grupos: (1) el integrado por aquellos trabajos que examinan el Estado, las instituciones y las
capacidades y modos de formacin y actuacin de los profesionales en la ciudad; (2) el constituido por
investigaciones que examinan el controvertido campo disciplinario del urbanismo durante las primeras
dcadas del siglo; (3) el conformado por los estudios culturales.
1. Fernando Aliata (1995) inaugur una lnea de estudios donde, mediante el examen de las instituciones,
las polticas urbansticas y su implementacin, pudo formular una reinterpretacin del perodo rivadaviano
en la estela de los trabajos crticos de la Escuela de Venecia y, en particular, de los aportes de Morachiello
y Georges Teyssot sobre las transformaciones decimonnicas. A partir de all dialog con la historiografia
del periodo republicano, marcando importantes diferencias con trabajos anteriores. As por ejemplo, al
poner en evidencia la importancia de la contribucin de los ingenieros reflejada en la idea de ciudad
regular, elev los proyectos al rango de objeto de estudio que la oposicin entre ideas y prcticas le haba
negado. Sucedi lo propio con los departamentos tcnicos de la administracin pblica, los funcionarios y
sus formas de accin, abrindose as una serie de nuevos interrogantes. Este mismo tipo de cuestiones
tambin fue abordado en los estudios sobre la produccin de la vivienda estatal durante el perodo de entre
guerras (Rigotti, 1995) y los gobiernos peronistas (Ballent, 1997)
El historiador Jorge Myers (1994), examin por su parte las vinculaciones entre el desarrollo cientfico y los
procesos de construccin del estado argentino dando cuenta de las lgicas que se tejieron en torno al
proyecto universitario. Su trabajo muestra que por detrs del proceso poltico-cientfico caracterstico de la
modernizacin se dirima una particularidad local: la preeminencia de las profesiones tcnicas y
pragmticas como la ingeniera, funcionales a las polticas nacionales. Ese deslizamiento del proyecto
inicial fue puesto en evidencia tambin por Graciela Silvestri (1993), quien examin el desempeo de
ingenieros e higienistas a la luz de un anlisis del proyecto del puerto, las epidemias y las representaciones
del territorio, abriendo interrogantes sobre la autonoma relativa de los "saberes" sobre la ciudad. Estas
cuestiones tambin fueron discutidas en investigaciones sobre la formacin y los procesos de
"profesionalizacin" de las disciplinas de la ciudad agrimensura (WIlliams, 2000; Doccola, 2000), ingeniera
(Gentille y Vallejos, 2000), higienismo (Gonzalez Leandri, 2000; Armus, 1997; Paiva, 1998), ingeniera
sanitaria (Snchez, 1996) y, ms globalmente, en investigaciones sobre los modelos de referencia de los
modelos de intervencin viarios (Collado, 1996; Doccola, 1996), de parques (Berjman, 1998) y del arte
urbano a cargo de artistas (Piccioni, 2001). Muchos de los textos publicados en Qu hacer con la
extensin?, de Fernando Cacopardo (2001), dan cuenta de estos mismos asuntos para el caso de Mar del
Plata.
A partir de esos lineamientos, se fueron configurando nuevos temas como el estudio de la cartografa
(Favelukes, 2000), que perdi el carcter de fuente complementaria para adquirir autonoma como objeto
de estudio en el marco de una geografa histrica renovada. Los reglamentos y cdigos de edificacin
(Mazza, 1997) fueron examinados desde una ptica muy distinta a la del clsico enfoque tipolgico-
morfolgico. El paisaje es por su parte una nocin que toma fuerza en los estudios del ambiente -
conformando una lnea de historias ambientales no incluida en este texto- as como en la crtica al
paradigma ambiental desde un enfoque que articula el arte, la ciencia y la geografa (Aliata, Silvestri, 1994).
11
Desde otra ptica, el paisaje es tambin el leit motiv de una revisin de los planes urbansticos formulados
para los pueblos costeros prximos a Mar del Plata (Bruno y Mazza, 2002).
2. El estudio de la gnesis del urbanismo como disciplina, que retom parcialmente algunas de las hiptesis
de las historias del urbanismo en su vertiente crtica desarrolladas por la literatura internacional del
perodo reseado en el punto precedente, se realiz segn cuatro perspectivas problemticas que se
solapan entre s.
En primer lugar, una lnea de estudios sobre los mbitos donde tuvo lugar la progresiva institucionalizacin
de la disciplina universidades, administracin pblica, revistas especializadas, asociaciones a la bsqueda
de una consagracin legal de las incumbencias de la profesin de urbanista- que metodolgicamente tuvo
puntos de contacto con la sociologa de las profesiones. La reforma urbana como dimensin de la
reforma social y las nuevas relaciones entre tcnica y poltica (Topalov, 1987) fueron algunos de sus
puntos de referencia ms destacados (Bragos, 1995; Novick, 1998). Una segunda lnea, concurrente con la
anterior, prest su atencin a los usos de la ciencia por parte del primer urbanismo, mostrando la
cientificidad ilusoria de los fundamentos epistemolgicos de la disciplina y las tensiones constitutivas que la
atraviesan (Rigotti, 1996, 1997). Ambos enfoques coinciden en afirmar la importancia de los planes como
objeto de estudio. Pero, a diferencia de los trabajos de una dcada antes, que los consideraban productos
meramente utpicos o ideolgicos rara vez materializados en la ciudad, estas nuevas lecturas los
consideran esquemas sistematizados con valor documental que reflejan un estado de las ideas sobre la
ciudad, en torno a los cuales se despliegan los actores, las instituciones y los combates que son
distintivos de cada escenario histrico. El examen de la relacin entre planes y proyectos dio origen a una
tercera lnea de investigaciones. Sostiene que en dicha relacin se manifiestan las tensiones presentes en
la construccin del espacio urbano pues si bien los proyectos anteceden a los planes convirtindose en un
vasto campo de experimentacin, llevan la marca de aquellos al materializarse en la ciudad como
consecuencia de una controvertida dinmica entre ideas tcnicas, decisiones polticas y consensos sociales
(Novick, 2000). Las representaciones del urbanismo, fueron tambin examinadas desde el discurso de las
anticipaciones (Gutman, 1999) y de las doctrinas (Bruno, 1997), en un estudio sobre las palabras de la
ciudad, acerca de la emergencia de la nocin del rea metropolitana (Novick y Caride, 2000), as como en
relacin a las metforas y figuraciones del suburbio en los documentos urbansticos (Caride, 2001).
Estas historias del urbanismo o mejor dicho, esas historias con urbanismo, pues se ubican en la
encrucijada de mltiples dimensiones- evidenciaron que muchas de las hiptesis presentes en la
bibliografa europea no son generalizables, tema discutido especficamente en diferentes eventos
latinoamericanos (Seminario Origens, 1994; Seminario Programa, 1996). Esta constatacin no implica
retroceder hacia la interpretacin dependentista. Plantea, en cambio, la doble exigencia de identificar
rasgos comunes en formas de pensar la ciudad que se construyeron al calor de mltiples transferencias y
contra-transferencias internacionales y, al mismo tiempo, indagar sobre las traducciones que tuvieron
lugar entre los saberes elaborados en diferentes pases en funcin de la especificidad de sus espacios,
sociedades y temporalidades histricas. Este tema, que planteara Werner Szambien en relacin a la
exportacin de modelos urbansticos fue abordado en las investigaciones sobre la arquitectura moderna
(Liernur, 2001) que al igual que el urbanismo se constituy sobre la base de una abigarrada trama de
intercambios internacionales multidireccionales.
3. La consideracin de los mltiples problemas que plantea la historia de la ciudad fue una de las
cuestiones a resolver por una historia cultural que considera que las ideas de y en la ciudad son un objeto
privilegiado para tratar los problemas de la modernidad, tanto en su superacin posmoderna (Amendola,
2000) cmo en su carcter de proyecto inconcluso, en los trminos de Habermas. Ese dilema atraviesa,
desde distintas aristas los trabajos seminales de Schorshke (1980; 2001), de Marshall Berman (1982), de
Raymond Williams y una multiplicidad de anlisis literarios sobre la ciudad. En Argentina, este nuevo
sendero fue abierto por Beatriz Sarlo (1988).
El anclaje de las transformaciones de la modernidad sobre los moldes preexistentes fue sugestivamente
desarrollado en dos estudios fundadores de este registro: una investigacin sobre la llegada de la
electricidad a Buenos Aires y otra sobre la ciudad efmera (Silvestri y Liernur, 1992). La nocin de
representacin de Jodelet es por su parte el referente terico de un estudio de Ponte (2000) sobre el
modernismo en Mendoza, donde examina proyectos y polticas pblicas y, mediante material periodstico,
los combates polticos suscitados por su implementacin. La referencia a Corbin y a Chartier prevalece en
una serie de textos sobre la invencin de la playa y la construccin de la ciudad balnearia moderna en
Mar del Plata compilados por Cacopardo (1997), que procuran dar cuenta de la complejidad de los
procesos de cambio en distintas escalas, entramados de actores sociales y transformaciones materiales.
Estos estudios examinan conjuntamente los procesos de constitucin del espacio de las ciudades y la
percepcin de tales procesos, reflexionando sobre el modo como esta ltima contribuye a los primeros.
12
En la introduccin nos referimos a una multiplicidad de tensiones entre espacio, sociedad y estado por un
lado, entre ideas y prcticas por el otro, que plantean dificultades para la construccin de una historia de la
ciudad cuyas fronteras estn atravesadas de ambigedades. La historia cultural, que rechaza por
naturaleza la fragmentacin de los estudios histricos, clausur la problemtica al referirse ampliamente a
una perspectiva urbana para la historia (Cacopardo, 1997; Gorelik, 1999). Esa situacin, result
finalmente poco satisfactoria, y en fecha reciente Gorelik volvi sobre el problema intentando sentar las
bases para una historia cultural urbana, un espacio de articulacin entre cultura urbana e historia cultural
considerado como el universo de representaciones que no slo tiene como tema la ciudad, sino que
produce la ciudad, en el doble sentido; que es producido por la ciudad y que la produce. El estudio cultural
de la ciudad podra definirse, en esta direccin, como un estudio atento al modo en que la ciudad y sus
representaciones se producen mutuamente (Gorelik, 1999: 210). En este planteo, el autor apunta a balizar
el alcance de los estudios afirmando que no todo lo vinculado con la cultura de la ciudad ilumina la
historia cultural. En ese punto, desde nuestra perspectiva el estudio del urbanismo en los trminos que
13
Este sendero podra apuntar en la direccin propuesta por Skocpol, de la elaboracin de estudios de caso
que iluminen el rol del Estado y su autonoma relativa como actor en la construccin de la ciudad. Mediante
una reformulacin de los alcances de las definiciones weberianas, Skocpol avanza hiptesis sobre las
estrategias y conformacin de los cuerpos administrativos, sobre sus autonomas y capacidades para
alcanzar objetivos y promover polticas (Skocpol, 1989). En ese contexto, el gobierno de la ciudad y ms
globalmente las polticas urbanas y territoriales plantean interrogantes para el estudio de la formacin y la
accin de los organismos del estado, asignatura pendiente tanto en el campo de las historias de la ciudad
como en las investigaciones propias de una historia poltica revisitada y renovada (Gallo, 1990; Alonso,
1997).
Esta es apenas una de las pistas que a nuestro criterio podran indicar nuevos caminos para historias de la
ciudad an por escribir que consideren el urbanismo en su complejidad. No obstante, si comparamos la
situacin actual con el panorama de estudios en los inicios de la dcada de 1990 (Novick y Shmit, 1990), el
balance es auspicioso. En ese momento identificamos muy pocos trabajos sobre profesionales, tcnicos y
estado y en los existentes era visible un cuerpo de hiptesis dependiente de la bibliografa internacional.
An no haba un debate colectivo ni publicaciones con referato que jerarquizasen la produccin. Pero una
amplia gama de investigaciones sumadas a un haz de hiptesis renovadoras permitieron progresivamente
aprehender particularidades del medio local contribuyendo a la creacin de lugares de intercambio y
discusin sobre la base de problemticas compartidas. Las publicaciones que citamos en este texto, un
listado que est lejos de ser exhaustivo, da cuenta de tales avances. Aunque resta mucho por hacer, en
este territorio de las historias sobre la ciudad las luces comienzan a ser ms importantes que las sombras.
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