Interrelaciones Identidades Culturales

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Interrelaciones

e Identidades Culturales
en el Cercano Oriente Antiguo

Editado por
Roxana Flammini
Juan Manuel Tebes
Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas
Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas
Interrelaciones
e Identidades Culturales
en el Cercano Oriente Antiguo
Interrelaciones
e Identidades Culturales
en el Cercano Oriente Antiguo

Editado por
Roxana Flammini
Juan Manuel Tebes

Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas


Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas
2016
Interrelaciones e identidades culturales en el Cercano Oriente Antiguo / Roxana
Flammini ... [et al.] ; editado por Roxana Flammini ; Juan Manuel Tebes. - 1a
ed . - Ciudad Autnoma de Buenos Aires : IMHICIHU - Instituto Multidisci-
plinario de Historia y Ciencias Humanas, 2016.
Libro digital, PDF

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ISBN 978-987-46360-1-0

1. Historia Antigua. 2. Sociedades. 3. Relaciones Culturales. I. Flammini, Roxana II.


Flammini, Roxana, ed. III. Tebes, Juan Manuel, ed.
CDD 907

Diseo y diagramacin : Juan Pablo Lavagnino

Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas


CONICET
Saavedra 15, 5to. Piso
C1083ACA Buenos Aires
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Tel.: 4953-2042/8548
[email protected]

Hecho el depsito que prev la ley 11.723


Impreso en la Argentina
2016 Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas
e-mail: [email protected]
ISBN 978-987-46360-1-0
Contenidos

Una introduccin a las interrelaciones e identidades culturales en el


Cercano Oriente Antiguo................................................................... 11
Roxana Flammini y Juan Manuel Tebes

Evoluciones y delimitaciones temporales de sistemas-mundo de la


Edad del Bronce en Asia occidental y el Mediterrneo...................... 27
Philippe Beaujard

Reconsiderando el paradigma centro y periferia en el sur del Le-


vante durante el Calcoltico: el cementerio de Palmaim (Israel) como
estudio de caso.................................................................................... 71
Amir Gorzalczany

Disrupcin en el sistema-mundo Niltico-Levantino: de los ml-


tiples centros en competencia a la guerra por la supremaca (c. 1800-
1530 a.C.).................................................................................. 125
Roxana Flammini

Amor y Oro: discurso inter-cultural e identidades de una diosa


itinerante en las Cartas de El Amarna.............................................. 159
Graciela Gestoso Singer

Dimensin simblica de los territorios y del paisaje hitita: conside-


raciones a partir de los textos iiul- y liwngai-................................. 183
Romina Della Casa

Poltica, economa y religin en Creta Neopalacial (ca. 17001500


a.C.): Hacia la construccin de una identidad de elite...................... 201
Jorge Cano Moreno
La materialidad de los cultos del desierto y los orgenes del culto de
Yahv................................................................................................ 239
Juan Manuel Tebes
Afiliaciones acadmicas

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scientifique Antiguo Cercano Oriente, UCA
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UNA INTRODUCCIN A LAS INTERRELACIONES
E IDENTIDADES CULTURALES EN EL CERCANO
ORIENTE ANTIGUO

Roxana Flammini - Juan Manuel Tebes

Resumen

Este artculo introductorio presenta una evaluacin del anlisis de


sistemas-mundo como una perspectiva til para examinar dinmicas sociales
de interrelaciones polticas, econmicas y culturales en el largo plazo y a gran
escala territorial en el antiguo Cercano Oriente durante el II y I milenio a.C.

Palabras clave: Identidad Vnculos intersocietarios Cercano Oriente


Antiguo Sistemas-mundo

Bajo el sugestivo ttulo Qu hay en un nombre? Sistemas-mundo


o campos de interaccin sistemticamente integrados?, el antroplogo
norteamericano Philip Kohl llam la atencin sobre el uso de la termi-
nologa acadmica, proponiendo que los modelos tericos deberan
mejorar la comprensin, y que los trminos que usamos son menos im-
portantes que la forma en que los usamos1. En la misma lnea, un Ma-
nifiesto para el estudio de las redes martimas del Mediterrneo antiguo,
recientemente publicado, describe las nuevas tendencias en el estudio
de la conectividad en escenarios martimos, distinguiendo claramente
entre modelos de informacin y modelos tericos2. Hay un creciente inters
no solamente en la forma en que se utiliza la evidencia sino tambin en
la que se construyen y aplican los modelos tericos. Desde el campo de
los sistemas-mundo, T. Hall, P.N. Kardulias y C. Chase-Dunn publi-
caron, tambin en 2011, un extenso artculo colectivo titulado Anlisis
de sistemas-mundo y arqueologa: continuando el dilogo3. Todos estos

1
Kohl 2011: 8485.
2
Leidwanger et al. 2014.
3
Hall et al. 2011: 233279.
ROXANA FLAMMINI - JUAN MANUEL TEBES

estudios expresan un marcado inters sobre la forma de abordar las inte-


rrelaciones y el cambio social durante las ltimas dcadas.
Una serie de artculos condensan las reformulaciones y ajustes rea-
lizados a la teora original de los sistemas-mundo (TSM, publicada en
1974)4 efectuados en los ltimos cuarenta aos, con el objetivo de hacer
operativos sus conceptos para el anlisis de sociedades pre-modernas.
Estos esfuerzos son conocidos como Anlisis de Sistemas-Mundo
(ASM)5, y consideramos que constituyen una herramienta valiosa para
analizar procesos de cambio social prolongados en escenarios de gran
escala, donde principalmente pueden detectarse sistemas de interaccin
inter-regional estrechamente integrados6.
Ciertamente, es innegable que la TSM est en los cimientos del
ASM. Las tendencias que subyacen en la primera surgieron durante los
aos 60 y 70, y pueden resumirse del siguiente modo: a) el concepto de
centro-periferia desarrollado por la Comisin Econmica para Amrica
Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas y la consecuente
teora de la dependencia7; b) la utilidad del concepto marxista de
modo de produccin asitico; c) las discusiones entre acadmicos sobre
la transicin del feudalismo al capitalismo; d) el debate acadmico so-
bre la historia total y e) el xito de la escuela historiogrfica de Annales
en varias partes del mundo8.
I. Wallerstein afirm que el intercambio de mercancas (bulk goods)
es lo que le otorg un carcter sistmico al moderno sistema-mundo. En
referencia a la existencia de sistemas-mundo previos, distingui entre
imperios-mundo y economas-mundo. Un imperio-mundo era una
nica estructura poltica que se extenda sobre un rea extensa, mientras
que una economa-mundo requera la presencia de estados centrales y
reas perifricas. En una economa-mundo, como el moderno sistema-
mundo, no existi un nico sistema poltico extendido sobre todo el

4
Wallerstein 1974.
5
Hall et al. 2011; Harding 2013.
6
Kohl 2011: 85.
7
Sobre la teora de la dependencia, cf. Gunder Frank, 1967. La teora de la
dependencia est relacionada pero no debe ser confundida con la TSM; vase Tebes
2013b.
8
Wallerstein 2004: 11.

12
UNA INTRODUCCIN A LAS INTERRELACIONES E IDENTIDADES CULTURALES

espacio9. En el modelo original, entre los centros y las periferias se inter-


calaban semiperiferias que frecuentemente actuaban como intermediarias
entre ellos, o bien como zonas tapn.
Tan pronto como se public esta teora supra-regional de las relacio-
nes intersociales, varios investigadores evaluaron su posible aplicacin a
las sociedades pre-modernas, mientras que otros criticaron su utilidad
para explicar estos vnculos10. Las crticas principales a la teora origi-
nal vinieron desde distintos ngulos, y no solo se discuti su enfoque
econmico, eurocntrico y evolucionista sino tambin el rol otorgado a
los centros en detrimento de las periferias y su tendencia a la genera-
lizacin. En el artculo arriba mencionado, T. Hall, P.N. Kardulias y
C. Chase-Dunn llaman la atencin sobre la crtica mal encauzada as
como sobre las dificultades para involucrarse en debates en y sobre el
ASM, dado que los trabajos (sobre el ASM) estn dispersos a lo largo
de varias disciplinas11. Cuando mencionan la crtica mal encauzada, se
refieren, precisamente, a la crtica actual hecha a la teora original (TSM)
como marco terico til para explicar interacciones antiguas, sin tomar
en cuenta la tarea que los acadmicos han estado desarrollando durante
los ltimos cuarenta aos desde el ASM12.
Entre las primeras contribuciones a una perspectiva revisada de
los sistemas-mundo, destaca la de Jane Schneider, quien ya en 1977
llamaba la atencin sobre el rol de los bienes de prestigio, otorgndoles
valor sistmico13. Otras contribuciones relevantes se hicieron con el paso
del tiempo, como la de C. Chase-Dunn y T. Hall, quienes sugirieron
una distincin entre a) diferenciacin centro-periferia (que contempla
grupos de complejidad socio-poltica variable que se involucran en el
intercambio activo), y b) jerarqua centro-periferia (que hace referencia a

9
Wallerstein 1974: 348; 2007.
10
Un resumen de la recepcin de la teora puede hallarse en Harding 2013.
11
Hall et al. 2011: 266.
12
Cf. Knappett 2013: 5. La mayor parte de sus crticas son apropiadas o al menos
pueden ser discutidas (el enfoque zonal sobre el espacio regional y la posibilidad
de analizar dinmicas intra-sociales), aunque algunas crticas hacen referencia a las
observaciones tpicas sobre supuestos de centro-periferia (i.e. la perspectiva dirigida
por el centro).
13
Schneider 1977.

13
ROXANA FLAMMINI - JUAN MANUEL TEBES

situaciones donde un grupo o grupos dominaban a otros en el sistema)14.


Tambin propusieron la existencia de varios tipos diferentes de semipe-
riferias, a saber:
regiones que combinan formas de organizacin de centro y de perife-
ria; regiones situadas espacialmente entre regiones de centro y de periferia;
regiones situadas entre dos o ms regiones contendientes15;

regiones en las que tienen lugar actividades de intermediacin que


vinculan reas de centro y de periferia; y regiones en las que los rasgos ins-
titucionales son un punto intermedio en forma entre aquellos que pueden
hallarse en un centro adyacente y un rea perifrica16.

Con respecto a las periferias, desde el ASM se sugirieron dos con-


ceptos relevantes sobre su carcter: por un lado, P. Nick Kardulias llam
la atencin sobre el rol de las sociedades perifricas en resistir y dar for-
ma a su incorporacin en los sistemas-mundo, y elabor el concepto de
periferalidad negociada17; por el otro, M. Allen sugiri la idea de definir
zonas de frontera que se encontraban en pugna entre diversas entidades
polticas, y acu el concepto de periferia disputada, una regin perif-
rica por la cual uno o ms centros compiten18.
En esta lnea, el ASM expandi el marco temporal de los estudios,
introdujo anlisis comparativos y transform supuestos de la TSM en
preguntas empricas19 e incluso, en propuestas recientes, fue definido
como una perspectiva y no como una teora, para poder ampliar el es-
pectro de aplicaciones posibles20. Esta perspectiva es caracterizada como

14
Chase-Dunn y Hall 1997: 36.
15
Allen 1997, periferias disputadas.
16
Hall et al. 2011: 354.
17
Kardulias 2001.
18
Allen 1997.
19
Hall et al. 2011: 237.
20
Puede hallarse un excursus sobre teoras, perspectivas, escuelas de pensamiento
y paradigmas en Hall et al. 2011: 238240.

14
UNA INTRODUCCIN A LAS INTERRELACIONES E IDENTIDADES CULTURALES

un enfoque generalizado que nos fuerza a ver el bosque de vnculos


externos en el cual estn contenidos los sitios individuales21.
Entonces, en qu consiste un sistema-mundo para el ASM? Pri-
mero y principal, presentaremos una definicin de este concepto doble.
Por mundo, se entiende un mbito auto-contenido, mientras que el
trmino sistema abarca la idea de que las interconexiones juegan un rol
significativo en su constitucin. Parte de la idea de que las sociedades
no existen en aislamiento ni en la actualidad, ni en el pasado, a lo
que se aade que los sistemas-mundo siguen ciclos o patrones especficos
(pulsacin de sistemas-mundo)22.
De este modo, y para sintetizar, definiremos sistema-mundo como
un mbito auto-contenido, donde la unidad fundamental de desarrollo
histrico no es la sociedad individual, sino todo el contexto inter-social
en el cual las sociedades individuales existen23 y donde los cambios que
tienen lugar en una parte de la red tienen el potencial de ejercer un efecto
sobre otras partes.
Esta definicin amplia permite elaborar ms preguntas, una de ellas
de importancia: es posible, entonces, delimitar un sistema-mundo? Y si
as fuera, dnde deberan establecerse sus lmites? De hecho, los lmites
de los sistemas-mundo son un tema que cosecha amplias discrepancias24.
Nosotros consideramos que una forma de delimitar un sistema-mundo
es a travs de la deteccin de interrelaciones sociales de carcter directo,
bidireccional y regular25.
Sin perder de vista el tiempo largo y la gran escala territorial que
suelen contemplar los estudios que se realizan desde la perspectiva del
ASM, el nfasis suele estar puesto en la interaccin entre diversas so-
ciedades, como un aspecto central para el cambio cultural y social. Y a
pesar del hecho de que es una perspectiva que usualmente analiza pro-
cesos de arriba hacia abajo que fueron correctamente calificados en

21
Kardulias 2009: 56.
22
Chase-Dunn y Hall 1997: 147.
23
Chase-Dunn y Hall 1993: 851.
24
Sobre los lmites de los sistemas-mundo, cf. Chase-Dunn y Hall 1997: 1719;
Hall et al. 2011: 242.
25
Chase-Dunn y Jorgenson 2003: 5.

15
ROXANA FLAMMINI - JUAN MANUEL TEBES

algunos casos como enfoques de brocha gorda26 y que probablemente


los anlisis de abajo hacia arriba no sean apropiados para enfoques de
sistemas-mundo, la perspectiva permite la posibilidad de hacer anlisis
en niveles macro y micro, dependiendo del alcance que el investigador
quiera darle a aquellos. Este ltimo aspecto se podra ilustrar compa-
rativamente con el estudio de una imagen. Su valoracin como un todo
mejora con la distancia, pero no impide la posibilidad de enfocarse en
un punto especfico para poder analizarlo en detalle tomando en cuenta
al mismo tiempo la imagen en su totalidad.
Uno de los aportes ms importantes del ASM se refiere a la relacin
entre el desarrollo poltico y econmico de las reas centrales y las fluc-
tuaciones sociopolticas en las regiones perifricas. El puntapi inicial
provino de arquelogos que investigaban las fluctuaciones de las socie-
dades de jefaturas de Europa noroccidental durante la Edad del Bronce y
del Hierro. Su utilizacin de la categora de jefatura estaba desprovista
de cualquier connotacin evolucionista 27. A pesar de que varios factores
pueden causar la emergencia de sociedades de jefatura, estos investigado-
res apuntan a que su desarrollo es consecuencia, en ltima instancia, de
su posicin dentro del sistema-mundo28, y en particular de la influencia
externa de los estados centrales vecinos. Esta influencia puede tomar la
forma de una dominacin o supremaca poltico/militar (la forma ms
sobresaliente pero la menos frecuente) o, ms comnmente, la expansin
econmica o comercial.
De qu manera opera esta ltima? Cuando las redes de intercambio
interregionales se extienden hacia las periferias, generalmente lo hacen
bajo la forma del intercambio de bienes de prestigio (metales preciosos,
productos artesanales, textiles, amuletos, estatuillas, etc.). Estos bienes
importados desde las zonas centrales son utilizados por las lites locales
primeramente como moneda poltica para, a travs de su redistribu-
cin, forjar la lealtad de los clientes, lo que a su vez mejora su capacidad
de movilizar mano de obra y alentar la produccin29. Esto en un nivel
puramente material. Pero el valor ideolgico de estos bienes no es menos
26
Harding 2013: 14; 2006: 463465. Cf. tambin Warburton 2008: 327337.
27
Vase, por ejemplo Kristiansen 1991; Earle 1991; Parkinson 2002.
28
Kristiansen 1991: 2425; Hall et al. 2011: 265.
29
Kipp y Schortman 1989.

16
UNA INTRODUCCIN A LAS INTERRELACIONES E IDENTIDADES CULTURALES

importante, porque el monopolio en su adquisicin conecta a las elites a


un estilo internacional30 que ayuda a legitimar su autoridad gracias al
contacto con una fuente de poder externa, muchas veces imbuida de una
matriz sobrenatural, inaccesible a otros.
Esta conexin con las regiones centrales puede ir mucho ms all
de la mera adquisicin de ciertos objetos o smbolos importados, para
convertirse en una adopcin casi completa de los estilos y modas de la
cultura considerada superior por parte de las elites perifricas. Este
fenmeno, conocido como emulacin de elites o efecto Versalles, es
bien conocido en el Cercano Oriente Antiguo y el Mediterrneo orien-
tal, y ayuda a explicar la extraa fascinacin que, por ejemplo, las elites
cananeas de la Edad del Bronce tenan por todo lo que luciera egipcio31,
la amplia distribucin de rasgos culturales minoicos en el Mar Egeo del
II milenio a.C.32, o la produccin de cermicas de imitacin neo-asiria
en lugares tan remotos como el Negev y Edom de finales de la Edad del
Hierro33.
Es por ello que cualquier alteracin en la relacin que uniera a las
elites perifricas con la zona central tena profundas consecuencias en el
sistema poltico local, por lo que son tpicas las pulsaciones cclicas: las
sociedades locales usualmente fluctuaban en procesos de larga duracin
a travs de diferentes configuraciones sociopolticas que los investi-
gadores frecuentemente identifican como tribus o jefaturas que
emergen, se expanden, y se fragmentan, volviendo as a la configuracin
original34. Aunque en general los ciclos de contraccin y expansin se
inician en las zonas centrales y se extienden posteriormente a las perife-
rias, la trayectoria atravesada por las sociedades perifricas depende en
gran medida de la situacin histrica particular y de factores internos
que estimulen o impidan un curso de accin autnomo respecto del im-
puesto por el centro. Este patrn puede ilustrarse mejor con un ejemplo
histrico.

30
Kipp y Schortman 1989: 373; Earle 1991: 7.
31
Higginbotham 1996; Flammini 2010.
32
Wiener 1984.
33
Tebes 2013a: 107108.
34
Hall 2001: 92; Hall et al. 2011: 265; Parkinson 2002: 391.

17
ROXANA FLAMMINI - JUAN MANUEL TEBES

En una serie de estudios, Juan Manuel Tebes enfoc la atencin en


las interrelaciones econmicas y culturales entre los centros de civiliza-
cin del I milenio a.C. principalmente Egipto, Asiria y Babilonia y
las periferias del cinturn rido del sur del Levante y el noroeste de
Arabia. Estas relaciones tuvieron un carcter complejo, muy lejos de las
aproximaciones que, hasta no hace mucho, suponan que las sociedades
locales, consideradas mayormente como grupos tribales semi-pastorales
estables en su organizacin social y conservadores en su matriz cultural,
se desarrollaban al comps de las interacciones con Egipto y Mesopota-
mia, en un proceso lineal en el que las elites adoptaban mansamente los
elementos culturales importados. Por el contrario, un estudio pormeno-
rizado demuestra la existencia de una serie de rpidas fluctuaciones en
las configuraciones sociopolticas del Negev, Edom y Hejaz a lo largo
de la primera mitad del I milenio a.C. Una de las caractersticas ms
importantes de estas fluctuaciones es la no linealidad: entidades de tipo
jefatura como las de Tel Masos,35 Qurayyah y Feinn36 emergan y se
disolvan retornando al contexto tribal original, a la vez que sus elites
adoptaban, pero a la vez modificaban y reinterpretaban, los elementos
culturales importados desde las estados centrales contemporneos (por
ejemplo, la iconografa de la cermica egipcia y mediterrnea37).
Es por todos estos motivos que consideramos que el ASM es til
para explicar la dinmica de la relacin entre sociedades situadas en el
eje de intercambio que se extenda desde la Alta Nubia hasta la Meseta
Irania en el II y I milenios a.C. A este respecto, Roxana Flammini llam
a la red que se extenda sobre el Ro Nilo entre la Alta Nubia y el Delta
Oriental, y desde all hasta el Levante durante al menos la primera mitad
del II milenio a.C. sistema-mundo Niltico-Levantino38. Un enfoque
flexible del ASM le permiti detectar una pulsacin en este sistema-mun-
do a mediados del II milenio a.C., cuando se produjo una transicin de
una diferenciacin centro-periferia a una jerarqua centro-periferia (cf. este
volumen), a travs de un proceso de disrupcin caracterizado por la re-
gionalizacin del sistema-mundo en cuestin. Al mismo tiempo, tambin

35
Tebes 2004: 5576.
36
Tebes 2013a: 3951.
37
E.g., Tebes 2014.
38
Flammini 2011.

18
UNA INTRODUCCIN A LAS INTERRELACIONES E IDENTIDADES CULTURALES

fue posible realizar ciertas aproximaciones en un nivel de anlisis micro:


en su derivacin de sus estudios del sistema-mundo Niltico-Levantino,
consider relevante analizar las posibles formas que adquirieron las
prcticas de subordinacin interlites en un proceso disruptivo. Entre
las escasas aunque variadas evidencias existentes, el particular uso del
ttulo heqa en la Segunda Estela de Kamose pudo revelar indicios sobre
tal cuestin39. Adems, propuso la existencia de un proceso de emulacin
de elite para explicar la adopcin de rasgos culturales egipcios por parte
de la dinasta biblita de la Edad del Bronce Medio40.
De este modo, varios de estos problemas estn relacionados con un
punto relevante en el estudio de la interaccin social: las escalas de los
anlisis, partiendo de la aceptacin de la coexistencia de diferentes en-
foques y perspectivas hacia las interacciones (inter- e intra-)sociales. En
sntesis, probablemente el desafo no sea determinar si un nico enfoque
puede ser capaz de brindar una comprensin global sobre esas antiguas
dinmicas, sino crear reacciones proactivas en la red de estudiosos que
buscan entender la conectividad y el cambio social en sociedades pre-
modernas a escalas diferentes y desde distintos enfoques.
En este sentido, este libro pretende ser un aporte a esta necesidad de
nuevos enfoques interdisciplinarios.
El primer artculo, de Philippe Beaujard, estudia la evolucin del
sistema-mundo en Asia Occidental y el Mediterrneo desde una pers-
pectiva macro-geogrfica y de larga duracin, haciendo hincapi en el
nacimiento y desarrollo de las redes de intercambio. Beaujard maneja
magistralmente una gran base de datos histricos y arqueolgicos pro-
veniente de toda Eurasia, detectando la influencia de las idas y venidas
de las corrientes de intercambio en el desarrollo sociopoltico de centros
y periferias, sin descuidar el aporte de la invencin y difusin de tecno-
logas, herramientas y armas.
La inexistencia de registros textuales no es una limitacin para el
estudio de dinmicas de centro-periferia en la antigedad, tal como lo
demuestra el artculo del arquelogo Amir Gorzalczany sobre las formas
de enterramiento en el sur del Levante durante el perodo Calcoltico
39
Flammini 20112012.
40
Flammini 2010.

19
ROXANA FLAMMINI - JUAN MANUEL TEBES

(VIV milenios a.C.). Gorzalczany focaliza la atencin especialmente en


el cementerio de Palmaim Norte (Israel), por l excavado, cuya compa-
racin con los enterramientos contemporneos demuestra la necesidad
de rever ciertas aproximaciones simplistas que equiparaban las reas cen-
trales con zonas subtropicales y con enterramientos en cuevas, mientras
que las periferias se hallaban exclusivamente en zonas semiridas con
enterramientos en tumbas circulares.
Como hemos adelantado, Roxana Flammini acu el trmino
sistema-mundo Niltico-Levantino para aquella compleja red de in-
terrelaciones econmicas y culturales que entrelazaban Egipto con el
Levante y Nubia durante el II milenio a.C. Es evidente que los cambios
y fluctuaciones en tales redes tuvieron un impacto profundo en el desa-
rrollo sociopoltico del estado egipcio, y este es el tema de su artculo,
que se centra especialmente en el perodo ca. 18001530 a.C., una fase
que evidencia la transicin de una relacin centro-periferia de diferen-
ciacin en cual el centro se abstuvo de inmiscuirse directamente en
los asuntos de las periferias a una de jerarqua en el cual el centro
ejerci un dominio directo sobre ellas.
Ahora bien, es de destacar que tal fineza en el anlisis es resultado
de las abundantes fuentes textuales disponibles para el antiguo Egipto,
lo que permite un adecuado (aunque lejos de ser exacto) control sobre el
desarrollo y cronologa de las dinmicas polticas pasadas. Desafortuna-
damente ese no es el caso para la mayora de las regiones del Cercano
Oriente y el Mediterrneo oriental durante el II milenio a.C., tal como
lo demuestra el estudio de Jorge Cano Moreno sobre las interacciones de
poder en la isla de Creta durante el perodo Neopalacial (ca. 17001500
a.C.). Lejos estamos de conocer los detalles de la organizacin poltica de
la isla durante este perodo. Sin embargo, lo que s es posible, tal como
hace Cano Moreno a travs del estudio de los edificios monumentales,
de la economa e iconografa religiosa, es explorar los mecanismos que
utilizaron las elites emergentes para construir y afianzar una identidad
propia.
Durante el II milenio a.C., fuera de Egipto, es probablemente en
la Anatolia hitita donde se puede hallar ms evidencias textuales de la
ideologa de las elites gobernantes. Romina Della Casa estudia un tipo

20
UNA INTRODUCCIN A LAS INTERRELACIONES E IDENTIDADES CULTURALES

de documentos oficiales hititas de incuestionable relevancia: los tratados


con pases extranjeros y las instrucciones a funcionarios de menor ran-
go. Su estudio presenta una serie de cuestiones metodolgicas respecto
a la interpretacin emic vs. etic de los antiguos documentos: representan
un intento de las elites hititas de describir la realidad de acuerdo a sus
objetivos polticos? O, ms bien, ellas forman parte de una cosmovisin
que era compartida por gobernantes y gobernados? A sta y otras pre-
guntas responde Della Casa, partiendo de la consideracin de la realidad
hitita como un todo integrado.
Esta aparente oposicin entre lo que se piensa, se dice y se hace es
bastante evidente en la correspondencia de El Amarna, en la cual gran-
des y pequeos reyes discuten, ordenan, suplican, alaban y se disgustan
utilizando una terminologa bastante estndar, tomada de las relaciones
de parentesco. Uno de los conceptos ms utilizados por ellos es el de
amor, y ste es el tema de estudio de Graciela Gestoso Singer en su
artculo sobre amor y oro. En l, Gestoso Singer explora las maneras
en las cuales el concepto amor junto con otros muy relacionados,
como el de hermandad fue utilizado como una suerte de paraguas
ideolgico debajo del cual se ubicaba la dura realidad de los intercambios
de bienes de lujo entre las elites del Cercano Oriente y el Mediterrneo
oriental.
Como hemos visto, una de las crticas ms usuales al modelo de
centro-periferia suele ser su aparente incapacidad de reconocer desa-
rrollos polticos y culturales en las zonas perifricas y la influencia de
elementos culturales de las periferias en las reas centrales. El ltimo
artculo de este libro, escrito por Juan Manuel Tebes, aborda, precisa-
mente, un estudio de caso sobre la emergencia de un culto al dios
Yahv en un rea perifrica rida el Negev y Edom durante la Edad
del Hierro que no slo posea elementos culturales tomados de Egipto
y de los cultos del desierto locales, sino que con el tiempo fue adoptado
por las sociedades agrcolas de las regin central de Canan. Este fue un
proceso caracterizado por la larga duracin y por continuos prstamos
culturales por parte de centros y periferias.
Como hemos visto, a ms de 40 aos de su nacimiento, las apro-
ximaciones desde los sistemas-mundo y los enfoques de los vnculos

21
ROXANA FLAMMINI - JUAN MANUEL TEBES

centro-periferia proveen an un marco adecuado para el anlisis de


interrelaciones polticas, econmicas y culturales de toda ndole, tanto
en la modernidad como en el mundo antiguo. Que estas aproximacio-
nes no queden restringidas a explicaciones reduccionistas y lineales es
una difcil tarea que los autores que participan de esta obra pretenden,
humildemente, encarar.

Agradecimientos
La obra es resultado del trabajo conjunto de un grupo de investi-
gacin con sede en el Instituto Interdisciplinario de Historia y Ciencias
Humanas (IMHICIHU) del Consejo Nacional de Investigaciones Cien-
tficas y Tcnicas (CONICET) de Argentina y de otros investigadores
que se sumaron en el camino. El proyecto, titulado Centro y Periferia
en el Cercano Oriente Antiguo: dinmicas intersocietarias de relacin
en el mundoniltico, levantino y del Mediterrneo Oriental (IV al I
milenio a.C.), estuvo financiado por la Agencia Nacional de Promocin
Cientfica y Tecnolgica (Proyecto PICT Races 20110552). Agra-
decemos al Lic. Francisco Cntola por el impecable trabajo de edicin
realizado en todo el libro.

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25
EVOLUCIONES Y DELIMITACIONES TEMPORALES
DE SISTEMAS-MUNDO DE LA EDAD DEL BRONCE EN
ASIA OCCIDENTAL Y EL MEDITERRNEO

Philippe Beaujard

Resumen

Esta contribucin tiene dos objetivos principales. Por un lado, ofrecer nue-
vas perspectivas sobre los conceptos de sistemas-mundo y sobre las transferen-
cias de riqueza mediante la reconsideracin de la nocin de valor de intercam-
bio. Por el otro, arrojar luz sobre las evoluciones de posibles sistemas-mundo
de la Edad del Bronce en Asia occidental y el Mediterrneo. El nacimiento
de estados en regiones beneficiadas por ventajas geogrficas y demogrficas
particulares (Mesopotamia, Susiana, Egipto y ms tarde el valle del Indo) fue
acompaado por una espectacular expansin de las redes de intercambio, con
intercambio de bienes pero tambin de conocimientos, creencias y valores. Esto
condujo a la integracin de regiones interconectadas de Asia occidental y el
Mediterrneo oriental en espacios unificados y estratificados donde distintos
eventos y desarrollos ocurrieron de manera interdependiente. Esta contribucin
intenta ilustrar las trayectorias de sistemas-mundo significativos y sus trans-
formaciones durante toda la Edad del Bronce, junto al surgimiento progresivo
de conexiones con Asia oriental.

Palabras clave: Sistemas-mundo Intercambio Edad del Bronce Eurasia

Los estados aparecieron en Asia occidental y Egipto en el IV mi-


lenio a.C., y en el valle del Indo en el III milenio a.C. Este perodo fue
testigo de la aparicin de la acumulacin pblica y privada de capital,
ideologa, tcnicas de poder con la escritura y el surgimiento de ins-
tituciones ligadas a las religiones y nuevas formas de movilizacin de
mano de obra que involucraban impuestos y tributos, trabajo contratado
y servil. Estos elementos se desarrollaron junto a una espectacular ex-
pansin de las redes de intercambio: el intercambio tanto de bienes como
PHILIPPE BEAUJARD

de conocimientos, creencias y valores. Estas redes condujeron a la inte-


gracin de regiones interconectadas de Asia occidental y el Mediterrneo
oriental en espacios unificados y estratificados donde distintos eventos y
desarrollos ocurrieron de manera interdependiente.
Cmo puede explicarse la concentracin de riqueza en, y alrede-
dor de, ciertos polos de desarrollo comparada con mucho menos o
incluso nada en absoluto en otras regiones y los cambios observados
en tiempo y espacio? Las desigualdades observables sin duda provienen
en parte de factores geogrficos1 y demogrficos2 , pero tambin surgen
de los mecanismos de produccin e intercambio que estaban integrados
a los sistemas religiosos y polticos. El paradigma sistmico puede pro-
veernos un punto de vista convincente sobre la informacin reunida para
los perodos de la Edad del Bronce3. Sigo aqu la definicin de sistema
expresada por E. Morin4: (1) un sistema representa una compleja unidad
y el complejo de relaciones entre el todo y sus partes, (2) un sistema
est formado por interacciones acumulativas, que constituyen su orga-
nizacin. Un enfoque de sistemas-mundo que tome en cuenta todas las
interacciones entre niveles globales, regionales y locales puede ayudar a
permitirnos reconocer y comprender cinco fenmenos: 1. el surgimiento
y la evolucin de una divisin interregional del trabajo en ciertas reas,
en la longue dure, con la concentracin de riqueza en algunos polos
de desarrollo, pero no en todas las dems regiones5; 2. las conexiones

1
Cf. Diamond 2000.
2
Cf. Boserup 1965.
3
El concepto de sistema-mundo fue formulado originalmente por I. Wallerstein para la
era moderna, pero muchos investigadores lo han utilizado para perodos antiguos, cuando el
capitalismo, sin embargo, no exista (cf. Ekholm y Friedman 1993 [1982]; Rowlands, Larsen
y Kristiansen 1987; Kohl 1987; Edens y Kohl 1993; Algaze 1993; 2001; Frank y Gills 1993;
Sherratt 1993b; 1994; Chase-Dunn y Hall 1997; Kristiansen 1998; Ekholm-Friedman 2000;
2005; Frank y Thompson 2005; Kristiansen y Larsson 2005; Gills y Thompson 2006; Beaujard
2009; 2010; 2013).
4
Morin 1990.
5
Hago referencia a una esfera de interaccin cuando los intercambios dentro de un rea
no producen una divisin del trabajo transregional significativa (contrariamente a un sistema-
mundo). Dos zonas (una esfera de interaccin y un sistema-mundo, o dos sistemas-mundo)
pueden superponerse esto significa que hay intercambios entre ellas sin que ambas
constituyan necesariamente una sola unidad, como puede verse en mis mapas. Adems, los
lmites entre zonas (dentro de un sistema-mundo, o entre un sistema-mundo y sus mrgenes
[Sherratt 1993a]) no estn tan claramente definidos como los mapas sugieren. No deberamos

28
EVOLUCIONES Y DELIMITACIONES TEMPORALES DE SISTEMAS-MUNDO

entre eventos en regiones distantes, y entre las regiones mismas; 3. la


existencia de ciclos, tanto econmicos como polticos, en las mismas
reas; 4. cambios de poder entre centros contendientes; 5. desigualdades
cambiantes tanto con procesos de dominacin como con procesos de co-
evolucin puestos en marcha por el sistema y por expansiones locales: el
crecimiento de los centros6 favoreci el florecimiento de semi-periferias7,
con algunas periferias capaces de beneficiarse de la dinmica del sistema
a travs del crecimiento del intercambio y/o la descentralizacin del
capital gracias a ciertas ventajas geogrficas o humanas8.
Esta contribucin pretende arrojar luz sobre las evoluciones de posi-
bles sistemas-mundo de la Edad del Bronce y delimitar sus marcos tem-
porales. Tambin tomar en cuenta algunas crticas que fueron dirigidas
a la perspectiva de sistemas-mundo.

Sistemas-mundo en Asia occidental, frica del norte y el


Mediterrneo oriental
Desde la Edad del Bronce Temprano a la Edad del Bronce Tardo,
es posible observar la progresiva integracin de varias regiones de Asia
occidental, frica del Norte y el Mediterrneo oriental a travs de la
existencia de ciclos econmicos sincronizados con evoluciones polticas,
sociales e ideolgicas, as como el desarrollo de la urbanizacin. Signada
por la intensificacin del trabajo en el centro, el ejercicio de monopolios
y monopsonios, y la extensin de las redes, la creciente organizacin de
la produccin y el intercambio as como las transferencias de riqueza que

ver a los centros, semi-periferias y periferias como categoras diferenciadas e inmutables, sino
considerar una continuidad de jerarquas (cambiantes) dentro de un sistema.
6
En mi opinin, los centros son los diferentes ncleos de un sistema-mundo. Frank y
Gills (1993: 145) hablan de una serie de hegemonas interconectadas en varios perodos
dentro del antiguo sistema mundo (sin guin).
7
Semi-periferias: reas intermedias entre los centros y periferias generalmente explotadas.
Muchos investigadores que hacen referencia a la perspectiva de sistemas-mundo mencionan
solamente las relaciones centro/periferia, e ignoran el rol fundamental de las semi-periferias
(por ejemplo G.J. Stein 1999). La perspectiva de sistemas-mundo no es un modelo centro/
periferia, y no es un modelo de dependencia. Sobre la importancia de las semi-periferias, cf.
Arrighi 1994: 23; Chase-Dunn y Hall 1997: 28.
8
A. Sherratt (1993a) se refiri a reas vigorizadas por la intervencin o influencia del
centro.

29
PHILIPPE BEAUJARD

ocurrieron con ella, contribuyeron al establecimiento de una divisin del


trabajo al interior y entre sociedades interconectadas9.
El comercio de larga distancia influenci la construccin y la di-
nmica de las sociedades antiguas10. La difusin del cobre y ms tarde
la metalurgia del bronce, que requera acceso a una mena metlica y su
transporte, contribuyeron notablemente a la implementacin de nuevas
redes y a la formacin de varios sistemas11. La Edad del Bronce, por lo
tanto, parece ser un trmino apropiado para referirse al III y II milenios
a.C.12 Todos estos intercambios crearon reas unificadas y jerarquizadas
en donde los eventos y desarrollos regionales parecen estar interrelacio-
nados. No fueron solamente las interconexiones o el tamao de las redes,
sino tambin la regularidad, intensidad13 y velocidad de los intercambios
los factores que dieron lugar a la progresiva integracin de las diferentes
regiones. La primera etapa de una integracin significativa se alcanz
durante la Edad del Bronce Tardo, con un sistema-mundo multicntrico
que comprenda la cuenca del Mediterrneo oriental, Egipto y Asia oc-
cidental. El comercio de larga distancia no involucraba solamente bienes
de lujo de alto valor en relacin a su peso, sino tambin bienes volumi-
nosos como por ejemplo cobre, madera, piedras, estao y grano. Estos
bienes eran transportados a travs de rutas martimas y terrestres, como
lo demuestra la organizacin de las caravanas asirias hacia Anatolia al
comienzo del II milenio a.C. Adems, el comercio de bienes de lujo tena
importantes implicancias sociales y polticas, aunque globalmente estos

9
Sobre las transferencias de riqueza y el surgimiento del valor en el intercambio,
Beaujard (2013): aunque frecuentemente pasa desapercibido, el poder ideolgico jug un rol
esencial en estos procesos.
10
La afirmacin de G. Stein sobre el carcter secundario del intercambio de larga distan-
cia como una regla y en particular para las sociedades de Anatolia parece discutible. Este
tipo de intercambio se dio junto a transformaciones sociales, como fue demostrado en el sitio
de Arslantepe, con la adopcin de smbolos de poder de Uruk (contra Stein 1999: 107110),
la expansin de la cra de ovejas para la produccin de lana y el crecimiento de las actividades
metalrgicas.
11
Esto tambin fue remarcado por A.G. Frank y W.R. Thompson (2006). Originada en
Anatolia, la metalurgia del cobre se difundi hacia Mesopotamia, luego a Irn y al valle del
Indo en el V milenio a.C., alcanzando el sureste de Europa en el IV milenio a.C. La difusin
de la metalurgia, que provea herramientas y armas, jug un rol crucial en la formacin de
estados.
12
Sherratt 1993a.
13
Sin embargo, vase Hall 2006: 96, 107.

30
EVOLUCIONES Y DELIMITACIONES TEMPORALES DE SISTEMAS-MUNDO

bienes tuvieran un valor econmico limitado. Estos tambin fomentaron


el aumento de otras formas de comercio de bienes ms voluminosos14.
Las mejoras de los medios de transporte jugaron un rol crucial en la
expansin de las redes, con el desarrollo de la construccin de barcos en
Mesopotamia y Egipto, desde el IV milenio a.C., y en el valle del Indo
en el III milenio a.C. Es posible que en Egipto se hayan construido bar-
cos utilizando tablones desde mediados del IV milenio a.C.15 Tambin
fue crucial la domesticacin del asno en Egipto y en Asia occidental.
El rol que jugaron las semi-periferias y algunas periferias como centros
entre diferentes reas produjo innovaciones en estas regiones. Barcos
originarios de la costa siria navegaron por el Delta del Nilo en el IV
milenio; embarcaciones procedentes de Omn y Bahrein desarrollaron
intercambios entre el Indo y Mesopotamia; el camello y el caballo fueron
domesticados en el III milenio a.C. en Asia central y en las estepas
de Rusia y Kazajstn, respectivamente y se desarrollaron carros con
ruedas con radios en las mismas regiones a fines del III y comienzos del
II milenio a.C. (cf. Fig. 1)16 .
Los centros, sin embargo, desarrollaron primero innovaciones tecno-
lgicas e institucionales que junto al podero militar e ideolgico les
permitieron construir un sector productivo eficiente y redes de inter-
cambio donde eran globalmente dominantes. La ventaja demogrfica
tambin contribuy en gran parte a la supremaca de los centros, permi-
tiendo importantes inversiones en agricultura, la movilizacin de tropas
y la manufactura de productos para exportar. Los centros establecieron
intercambios asimtricos con semi-periferias y periferias en reas menos
desarrolladas mediante la construccin de la atraccin de los productos

14
Schneider 1977; Bentley 1996.
15
Ward 2006. Esto no significa que no hubieran barcos de altura antes de ese perodo.
Sabemos que poblaciones del Levante llevaban ganado, cerdos y ovejas/cabras a Chipre en el
IX milenio a.C. Haba un comercio activo en el Golfo Prsico durante el perodo de Ubaid (V
milenio), que involucraba a comunidades de Mesopotamia y Arabia.
16
Debido a que se necesitaba ms movilidad en perodos de aridizacin, el carro se
difundi ms ampliamente en las estepas a fines del IV milenio y de nuevo hacia 2800/2700
a.C., con la innovacin de la rueda con radios a fines del II milenio y la adopcin del uso del
caballo a fines del II y comienzos del I milenio a.C. Los intercambios crecientes en perodos
econmicamente favorables tambin provocaron innovaciones, tales como la domesticacin de
asnos, camellos y caballos.

31
calido y hmedo aridizacin humedad en monzones dbiles
en Mesopotamia, Anatolia Mesopotamia,
Egipto y la India Mesopotamia Egipto y la India

metalurgia del cobre mejoras en la


VI mil. Anatolia agricultura domesticacin mejoras en la aritmtica con metalurgia del hierro
industria del vidrio
V mil. Irn, Indo ard? del camello agricultura numeracin (Asia occidental, luego
(E, Levante, NM)
IV mil. Sicilia, difusin lana de oveja (Asia central) (M) posicional India, China,
Espaa bebidas fermentadas domesticacin (M) bronce frica y Europa)
difusin del
estepas asiticas urbanizacin del caballo estndar
(M)
escritura (estepas de Eurasia) de plata
torno de alfarero carro con ruedas difusin del alfabeto en
introduccin introduccin del
(M) escritura con radios el sur de Arabia
metalurgia del caballo caballo y el
(M) arco compuesto carro en Egipto
mejoras en la del bronce (estepas de Eurasia)
agricultura mejoras en la y en Grecia
introduccin
urbanizacin navegacin
invencin del alfabeto del caballo
(E) Levante, E mejoras en la navegacin aumento del nomadismo
en Egipto y el carro
carro con ruedas golfo Prsico en Asia central
(C)
barco hecho con costuras
tablones (E, M) domesticacin del introduccin del
dromedario dromedario
domesticacin del asno (E, M) en Arabia en frica
MESOPOTAMIA
Sistema de Uruk Imperio acadio Ur III Imperio paleobabilnico

EGIPTO
Predinstico Dinastas I y II Reino Antiguo | Reino Medio Reino Nuevo
IRN
Protoelamita
INDIA
Civilizacin del Indo

calentamiento global enfriamiento global Abreviaturas: C: China - E: Egipto - M: Mesopotamia - NM: Norte de Mesopotamia

Fig. 1. La Edad del Bronce Cambios climticos, innovaciones tecnolgicas, institucionales e


ideolgicas, y evoluciones polticas.
EVOLUCIONES Y DELIMITACIONES TEMPORALES DE SISTEMAS-MUNDO

manufacturados (particularmente textiles) que ellos exportaban a cambio


de materias primas (o semi-procesadas) y esclavos. Los productos de los
centros ayudaron a las elites de las periferias a mejorar su estatus. La
asimetra, por lo tanto, era producto de la naturaleza de los bienes que
eran intercambiados, de la forma en que eran obtenidos o producidos y
del contexto del intercambio. El intercambio mismo determina en parte
el valor econmico17. Para establecer dominacin, los centros tambin
utilizaron diversas estrategias tales como la imposicin de impuestos y
tributo, colonizacin, alianzas, inter-matrimonios, conversiones religiosas
y fuerza armada. Las religiones la ideologa, en trminos generales
jugaron un rol crucial al favorecer el control de los centros por sus elites,
la expansin de estos centros y la estructuracin de su dominacin sobre
las periferias. Desde ya, las formas de poder ideolgicas, polticas y
econmicas estaban interconectadas y operaban en sinergia18. Es cierto
que las redes poltico-militares eran de menor tamao en perodos anti-
guos, pero no las redes comerciales y de informacin. Por razones tanto
econmicas como ideolgicas, las redes de intercambio fueron creadas
por agentes del centro y grupos que actuaban como intermediarios entre
el centro y las periferias, de modo que el poder de un centro sobre una
regin no necesariamente disminua y los intercambios no pasaban a ser
ms simtricos cuando la distancia aumentaba, contrariamente a la
afirmacin de G.J. Stein19. Incluso cuando las disporas no eran vasallas
directas de un centro, podan sin embargo extender su dominacin eco-
nmica y cultural: gracias a su capacidad de negociacin y sus monopo-
lios sobre el transporte de productos importados, las disporas podan
tomar y amplificar la dominacin de un centro (o de una semi-periferia)
al mantener trminos de intercambio favorables, y al intensificar la atrac-
cin de estos productos importados. Sin embargo, es cierto que algunas
disporas, como ha sido sugerido por Stein, podran haber actuado de
un modo autnomo, y podran haber sido manipuladas por poderes
locales. El nfasis de Stein sobre las disporas es til ya que introduce

17
Las relaciones de produccin y las relaciones de intercambio estn ms ntimamente
relacionadas de lo que se plantea en la perspectiva marxista tradicional o en la perspectiva
liberal de mercado.
18
A. Sherratt 2000: 121.
19
Stein 1999: 62.

33
PHILIPPE BEAUJARD

ms complejidad al modelo y propone la importancia de los desarrollos


y las estrategias locales.
Para todo el perodo previo a 1500 a.C., la percepcin de posibles
sistemas-mundo se enfrenta con serios problemas de delimitaciones
geogrficas y temporales20 , y con dificultades para interpretar la infor-
macin o debido a la falta de sta. Sin embargo, podemos observar la
permanencia de dos centros en el sur de Mesopotamia y en Egipto, y
cambios en la extensin y la estructuracin de las redes de intercam-
bio. Adems, el hecho de que las diferentes regiones unidas por el
comercio hayan experimentado una sincronizacin demostrable en sus
desarrollos sugiere (pero an no es prueba suficiente de) la naturaleza
sistmica de sus relaciones. Los ciclos observados desde el IV milenio
a.C. reaccionaron ante las variaciones climticas hacia 3200, 2200,
1750, 1200 a.C.21 que son una parte integral de una lgica sistmi-
ca (vase Fig. 2) 22 . Los perodos de recesin estuvieron marcados por
distintos niveles de movimientos poblacionales, la presin de grupos
(semi)nmadas sobre sociedades sedentarias y las tensiones al interior
de estas sociedades.

20
E.g. Gasche et al. 1998; Warburton 2007; Reade 2008.
21
Antes de esto, el perodo hacia ca. 4200 a.C. fue testigo del fin de la expansin de
Ubaid en Asia occidental y el colapso de la cultura de Varna (Bulgaria). Un ciclo de 1000
aos es claramente aparente, as como un ciclo de 500 aos. Dergachev y van Geel (2004), sin
embargo, sealan la existencia de ciclos climticos de 2400 y 1500 aos. Puede observarse, sin
embargo, que las reducciones de temperatura que ocurrieron en diferentes perodos indujeron
varios cambios en las regiones en cuestin (aridizacin, o ms humedad); adems, cada socie-
dad reaccion de un modo diferente a las transformaciones medioambientales.
22
Sobre la relacin entre sistema y medioambiente, Morin 2005: 31.

34
cambio climtico
(principalmente deterioro
disminucin en el rendimiento de las en centros)
inversiones
descentralizacin del capital
disminucin en inversiones en industria
y comercio

competencia

degradacin disminucin en la
guerras
guerras, medioambiental produccin agrcola
conflictos internos
crecimiento de los
estados y del
sector privado presin
crecimiento de la creciente divisin desigualdades demogrfica
transferencia de del trabajo sociales
riqueza
centro/periferia
p disminucin en la disminucin en el disminucin en la
innovacin innovaciones urbanizacin comercio industria
tecnolgica ideolgicas e
institucionales
estancamiento o retroceso tecnolgico
disminucin de la complejidad social
crecimiento crecimiento crecimiento crisis en la legitimidad de las elites
industrial en el comercio urbano hambrunas, disminucin de la
migraciones
g
plagas conflictos internos t
transferencia
f i de
d riqueza
i
guerras centro/periferia

contraccin o
crecimiento crecimiento en la innovacin en desintegracin de
demogrfico produccin agrcola agricultura los estados y del sector privado
y
pastoralismo

reconstitucin de fuentes de energa cambio climtico


madera capa superior (principalmente mejora
del suelo en centros)

Figura 3.2. Lgica cclica en sistemas-mundo antiguos.

Fig. 2. Lgica cclica en sistemas-mundo antiguos.


PHILIPPE BEAUJARD

Fases de crecimiento Fases de desaparicin


36003500? 35003400?
Sistema de Uruk
34003200 32003100
Perodo de Jemdet Nasr,
31002800 28002700
Protodinstico I y II
Protodinstico III, imperio
27002250 22502150
Acadio
Perodo post-Acadio, impe-
21502025 20251900
rio de Ur III
Tabla 1. Ciclos sucesivos en Mesopotamia.

Cada perodo cre una nueva divisin interregional del trabajo, en


parte en continuidad con la anterior, con oscilaciones entre regiones que
competan entre s. Mesopotamia, por ejemplo, parece estar separada en
dos regiones: el sur de Mesopotamia, orientado hacia el Golfo Prsico
y Susiana, y el norte de Mesopotamia, conectado con las redes de Ana-
tolia, el norte de Irn, la costa siria y el Mediterrneo oriental. Durante
algunos perodos, las dos regiones estuvieron unidas en un solo sistema
dominado por la regin meridional o por la regin septentrional. Du-
rante una parte de la Edad del Bronce, Asia occidental estuvo por ende
estructurada como un ncleo multi-cntrico que mostr una alternacin
de poder entre varios centros (Tabla 1).
Las delimitaciones temporales que propongo para posibles sistemas-
mundo de la Edad del Bronce a veces difieren de los ciclos propuestos
por Frank y Thompson23. Desde el perodo de Uruk, el sur de Meso-
potamia parece haberse desarrollado como el centro de un sistema que
inclua al menos una parte del Golfo Prsico24 (Fig. 3)25. Los perodos
de Uruk medio y tardo probablemente no deberan ser considerados

23
Frank y Thompson 2006.
24
Algaze 1993; 2001; Yoffee 1995. Aqu, me parece que es necesario integrar el concepto
de semi-periferia para poder abordar el norte de Mesopotamia y Anatolia oriental.
25
El hallazgo de fibras de algodn en Dhuweila (Jordania) (datadas entre 4400 y 3000
a.C.) revela la importacin de textiles probablemente desde la regin del Indo. Tambin se han
descubierto restos de fibras de algodn en la cultura de Maikop (36003200 a.C.) (Shishlina,
Orfinskaya y Golikov 2003).

36
Asia occidental y Egipto, 36003100 a.C
EVOLUCIONES Y DELIMITACIONES TEMPORALES DE SISTEMAS-MUNDO

+
Maikop Velikent +
+ Leila-depe
Arslantepe + Hassek Hyk Namazga Tepe
+
Hamoukar + Altyn Tepe
Hacinebi
Brak Nnive Godin
Biblos Habuba Kabira + Sialk
Nippur
Choga Mish Shar-i Sokhta
Buto + Uruk Susa +
+ Anshan
Maadi SUMER Ur
EGIPTO Konar Sandal
Nagada DILMUN
al-Hasa +
Hieracmpolis
+
Elefantina Yabrin

ciudades + sitios
villes con enclave
sitios
+ de Uruk
autres sites
colonia de Uruk
systmes-mondes
sistema-mundo (1)
sphres d'interaction
esfera de interaccin
routes
rutas maritimes
martimas
P. Beaujard 0 500 Km routes
rutas terrestres
terrestres

1. La indicacin de los lmites del sistema-mundo es solamente una aproximacin.


4000'00"

Fig. 3. Asia occidental y Egipto, 36003100 a.C.


2000'00"

como una sola fase de expansin y decadencia, sino al menos como dos
fases distintas (M. Rothman incluso propone tres fases de expansin26).
Me parece difcil considerar a Egipto como parte del sistema de Uruk.
Hacia el norte, con la bsqueda de metales, el sistema se extendi hacia
el Cucaso (cultura de Maikop) y se puso en contacto con las estepas de
000'00"
Asia central (Sarazm)27. Hacia el oeste, es posible percibir con claridad
las interconexiones entre Anatolia, los Balcanes y las estepas en el curso
de la Edad del Bronce Temprano28.

26
Rothman 2001.
27
Kohl 2002: 160.
28
Sherratt 1997; Rassamakin 2002: 52.

37
2000'00"

PHILIPPE BEAUJARD
1.12. The Eurasian and African world-systems 3100-2700 B.C. 2000'00"

000'00"
15
13 +
5 ++
4
6 12 14
3 4
1 16
10
7 SUMER 2 17
ciudades + sitios EGIPTO 11
DILMUN
+ 18
1 Uruk 11 Konar Sandal 8 +
2 Ur 12 Sialk MAGAN
3 Khafajeh 13 Namazga Tepe
4 Nnive 14 Altyn Tepe
5 Tell Brak 15 Sarazm
6 Biblos 16 Rahman Dehri sistema-mundo
7 Memphis 17 Harappa semi-periferia
8 This 18 Kot Diji esfera de interaccin
9 al-Hasa rutas martimas
10 Anshan P. Beaujard 0 1000 Km rutas terrestres

Fig. 4. Los sistemas-mundo de Eurasia y frica, 31002700 a.C.


4000'00"
Les systmes-mondes eurasiatiques et africain au 1er-3e millnaire
Un deterioro climtico en Mesopotamia e Irn, hacia 3200/3100 a.C.29,
probablemente influy sobre el colapso del sistema de Uruk claramente
afirmado a fines del IV milenio a.C.Ninivey en la subsiguiente
+
+ reestructuracin
de las redes. Los vnculos comerciales entre Egipto y Mesopotamia se detu-
Byblos

vieron hacia ca. 3100/3000


Memphis a.C. A comienzos del III milenio a.C., es posible
Uruk Anshan

identificar tres sistemas centrados en el sur de Mesopotamia, Irn y Egipto


(Fig. 4). El norte de Mesopotamia y Anatolia estaban dbilmente conec-
tados con el sur. El sur de Mesopotamia se orient hacia el Golfo Prsico,
donde la exportacin de cobre de Irn y ms tarde de Omn comenz
a fines del IV e inicios del III milenio a.C. Un proceso de aridizacin marc

29
Vase Butzer 1995: 133, fig. 2, 136; Thompson et al. 2002; Staubwasser y Weiss
2006: 379; Fuller 2006: 9. Probablemente hubo un descenso global de la temperatura y un
debilitamiento del monzn en el Ocano ndico, con un retroceso hacia el sur de la zona de
convergencia intertropical (ZCIT). Desde el IV milenio a.C., Omn represent el lmite de
las lluvias del monzn de verano.

38
EVOLUCIONES Y DELIMITACIONES TEMPORALES DE SISTEMAS-MUNDO

la desintegracin de la entidad protoelamita y el final de este perodo. En el


mismo perodo, grupos seminmadas migraron desde el norte hacia el sur
a travs del Cucaso30. Egipto tambin atraves un perodo de divisiones a
fines de la Dinasta II, en el siglo XXVIII a.C., con la separacin del norte
y el sur. Estas divisiones probablemente reflejan una fase de inundaciones
de bajo nivel del Nilo, correspondiente a la degradacin climtica observada
en Asia occidental.
A partir de 2600 a.C. tom forma un sistema mucho ms grande,
con dos ncleos (el Indo y Mesopotamia) vinculados por el Golfo Pr-
sico y por rutas terrestres que atravesaban Irn hasta Turkmenistn y
Afganistn. El sistema se extenda incluso hasta Troya, donde confluan
las redes del este europeo (Fig. 5)31. En este perodo, Asia occidental im-
portaba su cobre de Magan (Omn) a travs de Dilmun (en la regin de
Dhahran, ms tarde Bahrein). Una vez ms, Egipto constitua el ncleo
de un sistema-mundo particular, conectado con el norte de Mesopota-
mia a travs de la costa levantina, hasta el final del imperio acadio. Ms
tarde, las dos regiones estuvieron prcticamente separadas hasta el siglo
XIX a.C. La organizacin poltica en la civilizacin del Indo no es bien
conocida, pero en Mesopotamia el primer imperio conocido como
Akkad apareci en el siglo XXIV a.C. Algunos contactos indirectos
pudieron haber ocurrido entre Egipto y el Indo, aunque an deben ser
confirmadas las identificaciones de especies de rboles asiticos que
habran sido importadas a Egipto32 . El mijo asitico, Panicum miliaceum

30
Kohl 2007.
31
Es significativo que Tarso (Cilicia) y Troya parecen haber usado la unidad de peso de
Mesopotamia (8.33 g) en la primera parte del III milenio a.C., si bien la unidad siria (9.4 g)
era la ms usual, como sucedi luego en el mundo egeo (Rahmstorf 2006: 2425). El anlisis
isotpico de los artefactos de bronce estaado hallados en Troya, Beiktepe, Thermi, Poliochni
y otros sitios en la primera mitad del III milenio a.C. muestran el origen centro-asitico (y
no anatlico) de los metales utilizados (Pernicka et al. 2003: 163165). Sobre el comercio en
este perodo, cf. Edens 1992; Edens y Kohl 1993; Possehl 1996; 2002; Potts 1997; Cleuziou
2003; Ratnagar 2004.
32
Todava debe confirmarse la identificacin de bano de Ceiln, Diospyros ebenum J.
Knig, en la tumba de Neferirkara (Dinasta V), un rbol nativo de la India y Sri Lanka (de
Vartavan y Asensi Amors 1997: 106; Meeks 2002: 280), as como el hallazgo de madera de
Mangifera en el barco funerario de Keops (Nour et al. 1960; Asensi Amors 2003: 181). El
lapislzuli descubierto en el templo de la reina Hetepheres I (siglo XXVI a.C.) podra haber
llegado a travs del norte de Mesopotamia y el Levante.

39
000'00"
2000'0

2000'0

4000'0

6000'0

8000'0
PHILIPPE BEAUJARD
1.13. The Eurasian and African world-systems 2700-2200 B.C.

29
+

28+
9 7 + 10
17
5 18 27
8 +
6 16 30
ciudades + sitios 15 +
1 Kish 16 Tureng Tepe 4 1
2 14 20 23
2 Lagash 17 Namazga Tepe SUMER ELAM
19 ARAT TA? 22
3 Ur 18 Altyn Tepe 11 3
4 Mari 19 Konar Sandal EGIPTO MARHASHI? 24
DILMUN
5 Tell Brak 20 Shar-i Sokhta 12 MELUHHA
13 ` MAGAN 25
6 Biblos 21 Alaca Hyk
7 Troya 22 Harappa 26
8 Thermi 23 Rahman Dheri
9 Poliochni 24 Mohenjo-daro
10 Alaca Hyk 25 Dholavira sistema-mundo
11 Memphis 26 Lothal centro
semi-periferia
12 Tebas 27 Shortughai
28 Velika Gruda esfera de interaccin
13 Elefantina
29 Kargaly rutas martimas
14 Suse 0 1000 Km rutas terrestres
15 Sialk 30 Burzahom P. Beaujard

4000'00"
Fig. 5. Los sistemas-mundo de Eurasia y frica, 27002200 a.C.
2000'00"

4000'00"

6000'00"

8000'00"
000'00"

L., fue hallado en Yemen33, lo cual demuestra vnculos entre el Indo y


Arabia.
Hacia 2200 a.C., el imperio acadio y el Reino Antiguo egipcio desa-
parecieron debido a problemas internos y externos34, cuando un deterioro
climtico generalizado y extenso provoc hambrunas, agitacin social y
movimientos de poblacin35. El complejo Bactria-Margiana tom forma

33
Harrower 2008. Deben confirmarse los datos.
34
Los factores internos y externos estn esencialmente entrelazados para cada perodo.
Su combinacin es una parte integral del movimiento y la lgica del sistema.
35
En este texto utilizo la cronologa media para Mesopotamia. Vase, sin embargo,
Warburton (2007), quien sita al imperio acadio hacia 21902050 a.C., y Ur III hacia 2019
1911 a.C. Esta cronologa ultra-baja (segn Gasche et al. 1998) en parte rompe las correlacio-
nes establecidas entre las variaciones climticas y algunos colapsos polticos (el Reino Antiguo
egipcio, hacia ca. 2180 a.C., y el imperio acadio), pero se proponen otras correlaciones: el final

40
EVOLUCIONES Y DELIMITACIONES TEMPORALES DE SISTEMAS-MUNDO

durante ese perodo, y tuvo un impacto sobre todas las redes de Irn y
el Indo36 . La agitacin de este perodo indujo una reestructuracin del
sistema-mundo Mesopotamia-Indo. Su ncleo de Asia occidental se
contrajo, y las rutas este-oeste iranias fueron en gran parte abandonadas,
pero un comercio martimo activo floreci en el Golfo Prsico durante el
imperio de Ur III, hasta el colapso de la civilizacin del Indo en el siglo
XX a.C. Al mismo tiempo, los intercambios se intensificaron entre el
complejo Bactria-Margiana por un lado, y el valle del Indo y el Golfo
Prsico por otro (Fig. 6)37.
Incluso si la precariedad de las interconexiones puede haber hecho
a algunos sistemas ms inestables con respecto a perodos posteriores, el
sistema Mesopotamia-Indo y el sistema egipcio muestran una perma-
nencia notable. No estoy seguro de que las brechas tecnolgicas fueran
demasiado pequeas y los medios de transporte demasiado primitivos
para permitir la construccin de dependencias entre y al interior de las
sociedades. Debemos considerar aqu las brechas institucionales, y el
poder ideolgico de los centros. Tambin se argument que las tcnicas
eran fcilmente transmitidas, de modo tal que limitaban la instalacin de
relaciones de dependencia de larga duracin38. Centros, semi-periferias
y periferias en realidad compartan ciertas tcnicas, pero no todas. A.
Sherratt39 observa correctamente que las tcnicas vinculadas a un entorno
urbano (por ejemplo la produccin de cermica en torno) y las tcnicas
complejas de orfebrera tales como la granulacin y la filigrana no se
difundieron desde el Mediterrneo Oriental hacia Europa en la Edad
del Bronce. La fabricacin de abalorios grabados tambin se mantuvo
localizada en la civilizacin del Indo. La captura y deportacin de ar-
tesanos fue practicada en forma sistemtica por los poderes dominantes

de Ur III coincidira con el colapso de la cultura del Indo. El nfasis puesto sobre el evento
climtico de 2200 a.C. no explica por qu la cultura del Indo no parece haber sido afectada
por este evento. Tambin es cierto que el florecimiento concomitante de Ur III, Bahrein y la
cultura del Indo (hasta 1900 a.C.) tiene sentido perfectamente.
36
Hiebert 1994.
37
El perodo del imperio de Ur III corresponde a una recuperacin global aunque
limitada en un perodo de decadencia (22001900 a.C.). Aqu no coincido con Frank y
Thompson, quienes consideran un solo ciclo desde 2600 hasta 1900 a.C. Sobre el perodo de
Ur III, vase Lamberg-Karlovsky 1996; y Steinkeller 2002.
38
Kohl 1987.
39
Sherratt 1994.

41
2000'00

2000'00

4000'00

6000'00

8000'00
000'00"
PHILIPPE BEAUJARD
1.14. The Eurasian and African world-systems 2100-1950 B.C.

P. Beaujard

+ + 31
30

9 19 21
6
5 18
ciudades + sitios 7 1620
1 Ur 17 Qalat al-Bahrayn 8 3
2 Lagash 18 Tureng Tepe
4 2 ELAM 23 25
10 SUMER 14 ARAT TA? 24+
3 Eshnunna 19 Gonur 15
11 1 22 29
4 Mari 20 Dashly EGIPTO MARHASHI? 26
17
5 Nineveh 21 Sapalli 12 MELUHHA
DILMUN 27
6 Urkish 22 Konar Sandal 13 ` MAGAN
7 Ugarit 23 Shar-i Sokhta 28
8 Biblos 24 Harappa
9 Troya 25 Rahman Dheri
32
10 Memphis 26 Mohenjo-daro + sistema-mundo
11 Herakleopolis 27 Dholavira centro
12 Tebas 28 Lothal semi-periferia
13 Elefantina 29 Mahorana
esfera de interaccin
14 Susa 30 Kargaly
15 Anshan 31 rutas martimas
Sintashta
16 Sialk 32 Hammat al-Qa 0 1000 Km rutas terrestres

Fig. 6. Los sistemas-mundo de Eurasia y frica, 21001950 a.C.


4000'00"

del II milenio a.C., lo cual muestra que las tcnicas no se difundieron


tan fcilmente, al menos en ciertos campos (por ejemplo la produccin
de objetos textiles, de vidrio o de metal de alto estatus, la construccin
de edificios o barcos, etc.).
Hacia el siglo XX a.C., el valle del Indo experiment un marcado
fenmeno de desurbanizacin. Los cambios climticos no fueron la nica
razn detrs de esta ruptura, aunque es bastante seguro que en el perodo
hacia ca. 2000 a.C. muchas regiones en el Ocano ndico fueron afecta-
das por un fenmeno de monzones dbiles40, que produjeron un proceso
de aridizacin y movimientos de poblacin.

Staubwasser y Weiss 2006. Numerosos estudios muestran la extensin de los cambios


40

climticos entre 2200 y 1900 a.C. Con respecto al rea del Atlntico Norte, vase Bond et al.
(1997); para frica oriental, Thompson et al. (2002). Wang et al. (2005) identifican una fase

42
EVOLUCIONES Y DELIMITACIONES TEMPORALES DE SISTEMAS-MUNDO

En el oeste del sistema, en el siglo XXIII a.C., los movimientos


de poblacin de Europa central y oriental golpearon a Asia occidental
y quizs contribuyeron a la destruccin de las ciudades de Poliochni y
Troya II41. A continuacin se dio un perodo de creciente contacto entre
el Mediterrneo oriental y Europa central. Comenzando a fines del III
milenio a.C., el uso de bronce estaado se difundi a travs de Europa:
en el sur de Espaa, las Islas Britnicas y Europa central42 . El bronce
estaado, sin embargo, ya estaba presente en Hungra hacia ca. 2500
a.C., y era intercambiado a travs de Troya hacia el valle del Danubio43.
Adems, la difusin del nuevo carro de ruedas con radios, que lleg a
las estepas hacia fines del III milenio a.C., facilit la creciente movilidad
de las poblaciones en estas regiones. La extremadamente rpida difusin
de este carro en las estepas de Eurasia, Asia occidental, el mundo egeo y
Europa occidental (junto al caballo) fue de la mano con la diseminacin
de nuevos tipos de armas y la aparicin de aristocracias guerreras en la
primera parte del II milenio a.C.44
El perodo inicial del II milenio a.C. representa un punto de in-
flexin45. El sistema-mundo Sumer-Indo se desintegr cuando los con-
tactos con el Indo se desvanecieron hacia fines del siglo XX a.C. All se
mantuvo un rea ms limitada cuyo ncleo era el sur de Mesopotamia,
una regin orientada hacia el Golfo Prsico. Las redes de Mesopotamia
se extendan incluso hasta Bahrein, que mantena algunos contactos con
Guyarat y experiment una espectacular expansin46 . Las conexiones
con Omn eran mucho ms dbiles que en perodos anteriores. Este

de monzones asiticos dbiles y de larga duracin aproximadamente entre 2400 y 1900 a.C.,
correlacionada con un debilitamiento de la actividad solar (cf. tambin An et al. 2005).
41
No sabemos, de hecho, quin fue responsable de estas destrucciones. De cualquier
modo, las influencias dominantes en el mundo egeo durante el perodo 24002200 a.C. pro-
vienen de Anatolia occidental. La idea de invasiones anatlicas en esta regin fue descartada
recientemente (vase Broodbank 2000). Sin embargo, podemos ver el surgimiento de asen-
tamientos fortificados antes de 2200 a.C., y su violento abandono, que sugiere una intensa
competencia y violencia en toda la regin. Es probable una vez ms que una combinacin de
factores externos e internos haya provocado el colapso.
42
Primas 2002; Kristiansen y Larsson 2005: 112, 119.
43
OShea 1992.
44
Kristiansen 2007.
45
Sherratt 2006.
46
Crawford 1998: 61.

43
PHILIPPE BEAUJARD

espacio estaba vinculado con un rea multicntrica47 mucho mayor que


comprenda el norte de Mesopotamia, Anatolia, Grecia y el Mar Egeo,
Creta y Egipto (por primera vez unidos con el sistema-mundo de Asia
occidental) (cf. Tabla 2). Las expediciones egipcias al Punt marcaron
una fase de integracin en el Mar Rojo, que se aceler en la Edad del
Bronce Tardo48. La regin septentrional del sistema inclua al Cucaso,
donde la produccin metalrgica se increment. Este sistema-mundo
estuvo marcado por un cambio en el centro de gravedad hacia el noroes-
te, prefigurando la situacin de la Edad del Bronce Tardo (Fig. 7) y los
desarrollos del I milenio a.C. Las rutas de estao controladas en parte
por la elite del complejo Bactria-Margiana podran explicar (desde fines
del III milenio a.C.) la difusin de objetos y motivos artsticos entre el
Mediterrneo y Asia central, hasta la desaparicin del complejo Bactria-
Margiana en el siglo XVII a.C.49
Distintas dinastas amorreas fueron fundadas en Mesopotamia (Isin,
Larsa, Babilonia) por seminmadas que haban vivido en Siria en el III
milenio a.C. (uno de los muchos ejemplos en la historia donde pueblos
provenientes de una semi-periferia toman el poder en un ncleo). El
establecimiento del imperio de Hammurabi (17921750 a.C.) concret,
a nivel poltico, una frgil y efmera unificacin de las reas del sur y
norte de Mesopotamia. Tambin supuso un nuevo intento (despus del
imperio acadio) de conectar el Golfo Prsico y el Mediterrneo oriental.
Esta regin profundiz su contacto con los Crpatos, que provean oro,
cobre y posiblemente hombres (mercenarios y/o esclavos), y con las este-
pas rusas, que provean caballos50.

47
Este fenmeno de centros con varios ncleos (en este caso Asia occidental) no es es-
pecfico de los perodos antiguos; puede encontrarse frecuentemente en la India comenzando
desde fines del I milenio a.C.
48
Egipto estaba en contacto con regiones de Sudn, mientras que las sociedades de la
costa del Mar Rojo construyeron intercambios cuya importancia puede que an hoy sea subes-
timada. Las rutas de plantas cultivadas de frica a la India en la primera mitad del II milenio
muestran la existencia de redes de larga distancia que involucraban al sur de Arabia, el Cuerno
de frica y Guyarat (Fuller 2006: 39, 50, 53; Boivin y Fuller 2009: 155). El ganado de la India
probablemente lleg a frica en este perodo (Boivin y Fuller 2009).
49
Amiet 1986; Lyonnet y Kohl 2008. La escasez de bronces estaados en el complejo
Bactria-Margiana es sorprendente (Lyonnet y Kohl 2008: 39).
50
Estos contactos se dieron junto al desarrollo de Europa central, marcado por el auge
de las actividades metalrgicas y el surgimiento de asentamientos fortificados ya en el siglo

44
EVOLUCIONES Y DELIMITACIONES TEMPORALES DE SISTEMAS-MUNDO

Fases de Fases de
crecimiento desaparicin
Nagada IIc-d 35003300/3200 ?
Nagada III, Dinasta 0 3300/32003100 ?
Perodo Tinita 31002700 ?
Reino Antiguo, y Primer Perodo
27002200 22002030
Intermedio
Reino Medio, y Segundo Perodo
20301750 17501560
Intermedio
2000'00"

2000'00"

4000'00"

6000'00"

8000'00"
000'00"

Reino Nuevo, y Tercer Perodo


15601200 12001000
Intermedio
Tabla 2. Ciclos sucesivos en Egipto.
1.15. The Afro-Eurasian world-system 1950-1700 B.C.

P. Beaujard

+ + 34
23 33 Culturas de
+ + 22
Andrnovo
+ 24

19
9 32
25+ +21 11
8
ASIRIA
12 7 31
ciudades + sitios 20 10 BABILONIA 4
1 Isin 15 Tebas 13 3 ELAM
2 Larsa 16 Elefantin a 14 12 5
3 Susa 17 Buhen E
4 1SialkIsin 18 Kerma 15 6
2 Larsa DILMUN
5 Anshan 19 Troya 16 ` 29
6 3QalatAssur 20 Cnosos 17 28
4al-Bahrayn
Tell Brak 21 18 +
Micenas 30
7 5AssurMari 22 Spissky Stvrtok 26
8 6Tell Ebla
Brak 23 Nitriansky Hradok + 27
9 7Kanesh
Babylone24 Monkodonja sistema-mundo
10 8MariSuse 25 El Argar 30 Kaothe centro
11 Alepo 26 Mahal Teglinos 31 Dashly semi-periferia
9 Sialk
12 Ugarit Subr 32 Djarkutan esfera de interaccin
10 Anshan 27
13 Babilonia 28 Dwarka 33 Kargaly rutas martimas
14 Licht 29 Lothal 34 Sintashta 0 1000 Km rutas terrestres

Fig. 7. El sistema-mundo afro-euroasitico, 19501700 a.C.


4000'00"
2000'00"

4000'00"

6000'00"

8000'00"
000'00"

45
PHILIPPE BEAUJARD

Despus de Hammurabi, el imperio babilnico estuvo en decadencia


por invasiones y problemas internos, y el sistema-mundo colaps. La
Edad del Bronce Medio y la Edad del Bronce Tardo estn claramente
separadas por los trastornos que ocurrieron hacia ca. 1750 a.C.51 Am-
bas estn vinculadas en el este con la expansin del complejo Bactria-
Margiana, y ms globalmente con cambios climticos52 que en parte
indujeron complejos movimientos de poblaciones en Pakistn, Asia oc-
cidental y en Egipto53. El complejo Bactria-Margiana desapareci hacia
ca. 1700 a.C. Debemos sealar que la erupcin del volcn Santorini, que
ocurri hacia ca. 1645 o 1628 a.C., agrav los problemas climticos pero
no los inici. La disminucin del comercio en el Golfo Prsico a fines
del siglo XVIII y en el siglo XVII a.C.54 tuvo lugar junto a una reorga-
nizacin de las redes. Desde alrededor de 1600 a.C. se form un nuevo
sistema-mundo. Comprenda Egipto, el norte y el sur de Mesopotamia,
Anatolia y un dominio micnico que tom ventaja de su situacin como
interfase entre Asia occidental y el Mediterrneo oriental por un lado,
y Europa en pleno desarrollo por otro (Fig. 8). Las semi-periferias de
Chipre55 y el Levante ganaron especial importancia en ese momento. El
desarrollo de la escritura alfabtica lineal en Palestina, y ms tarde de

XVIII a.C., pero principalmente en los siglos XVII y XVI a.C. (Barca, Spisk tvrtok, Ni-
triansky Hrdok en la regin de los Crpatos) (Kristiansen y Larsson 2005: 162). Adems, el
sitio fortificado de Monkodonja, en Istria, sobre la costa adritica, podra dar testimonio de la
expansin creto-egea hacia el oeste.
51
Una vez ms aqu, la adopcin de la cronologa ultra-baja rompera en parte estas co-
rrelaciones. El Reino Medio egipcio termina en 1759 durante el perodo de temperatura ms
baja, pero el imperio de Hammurabi florecera en la ltima parte de este perodo (16961654)
(los textos disponibles, sin embargo, no reflejan este contexto desfavorable). El Reino Nuevo
egipcio surgira al mismo tiempo que el imperio hitita, hacia ca. 1550 a.C., con la cada de
Babilonia transcurriendo en 1490 a.C. Si se adoptase esta cronologa ultra-baja, deberamos
entonces preguntarnos si los efectos de los perodos de temperatura ms baja no han sido exa-
gerados o muy apresuradamente generalizados (y fueron datados correctamente?). Pero un
riesgo opuesto sera subestimar la dependencia de los estados antiguos sobre su base econmica
y su precariedad en el contexto de cambios climticos.
52
Cf. Schettler et al. 2006 para Asia oriental.
53
Cf. tambin Chernykh 1992: 305. La dominacin de los hicsos en Egipto, sin embar-
go, permiti el surgimiento de nuevos contactos y la introduccin de innovaciones. Tambin
condujo a la invencin de una escritura alfabtica que pronto se difundira y se desarrollara
en Palestina (Lemaire 2007).
54
Sobre Dilmun, cf. Crawford 1998: 153.
55
Es significativo el desarrollo de una escritura chipro-minoica desde el siglo XV.

46
EVOLUCIONES Y DELIMITACIONES TEMPORALES DE SISTEMAS-MUNDO

la escritura alfabtica cuneiforme en Ugarit y en otros sitios (siglos XIV


y XIII a.C.), probablemente tuvieron lugar a partir del florecimiento de
las relaciones comerciales. Es significativo que la exportacin de cobre
de Chipre comenz a incrementarse en el siglo XVIII a.C., en el mismo
momento en que el cobre de Omn dej de llegar a Mesopotamia. Las
redes de intercambio se extendan incluso hasta la regin bltica que
comerciaba mbar y pieles y el Mediterrneo occidental, que quizs
haya importado estao de Cornualles a travs de intermediarios56 .
La Edad del Bronce Tardo (ca. 16001200 a.C.) corresponde a una
nueva fase en la integracin de las regiones interconectadas y la extensin
de las redes. Egipto estaba en ese momento en contacto prximo con
los poderes asiticos de la poca, y las relaciones que fueron establecidas
condujeron a un sistema que comprenda el mar Rojo, Arabia occidental
y meridional (cf. las expediciones egipcias al Punt, y las visitas de los
habitantes del Punt a Egipto). Es posible que el rpido desarrollo de la
habilidad para montar caballos en Asia occidental y su introduccin a
Egipto hayan acelerado la domesticacin del dromedario en Arabia en
el II milenio a.C.57, que permiti el establecimiento de caravanas hacia
el Levante. Arabia tambin oper como un puente entre el Ocano n-

56
El estao de Asia central quizs haya tenido ms dificultad para llegar a Asia occidental
y el Mediterrneo hacia el fin del siglo XVIII a.C., haciendo que los poderes de esta regin
buscaran otras fuentes de abastecimiento, primero en la Toscana, en la Pennsula Ibrica, en
los Montes Metlicos (Europa central) y quizs en Cornualles. El surgimiento de la extrac-
cin de estao en Cornualles fue una respuesta a la demanda en expansin de este metal. Un
desplazamiento en las redes de intercambio que atravesaban los Crpatos, en parte debido a
movimientos poblacionales, podra haber sido otro factor en el cambio hacia el oeste de las
redes de intercambio que comenz en 1500 a.C. (el perodo en el cual los micnicos tomaron el
control sobre Creta, hacia 1450 a.C.) (Kristiansen y Larsson 2005: 127128). Para A. Sherratt
(1994), este cambio en los intercambios muestra que haba competencia entre varias redes,
particularmente entre una ruta del der y otra que conectaba los Alpes septentrionales con
Jutlandia. C.F.E. Pare (2000: 29) cree que el incremento de la produccin y los intercambios
a partir de 1600 a.C. condujo a la ruptura del sistema de control de las elites locales, y a una
transformacin de las relaciones sociales a escala continental. La incidencia de un clima ms
fresco y ms hmedo tambin podra haber jugado un rol en las transformaciones sociales de
Europa en esta poca (Kristiansen 1998: 377378).
57
Parece ser que los dromedarios ya haban sido domesticados en Tihama a comienzos
del II milenio a.C., y utilizados para el transporte en la primera mitad del II milenio a.C.
(Fattovich 1997: 278). Hacia 1400 a.C., tropas rabes montando camellos intervinieron contra
fuerzas mesopotmicas.

47
2000'0

000'00

2000'0

4000'0

6000'0

8000'0
PHILIPPE BEAUJARD
1.16. The Afro-Eurasian world-system 1600-1200 B.C.

+
28
Subr
25
++ 26

9 1
27+
11
24 10 HATTI I
23 8 6MITTAN 2ASIRIA
ciudades + sitios 22 7 3 4 ELAM
1 Hattusha 16 Elepfantina
2 Assur 17 Buhen 12 13 BABILONIA 5 29
+
3 Babilonia 18 Kerma 14
4 Susa 19 Subr EGIPTO 15
5 Tchoga Zanbil 20 Hawagir 16 ` 30+
6 17
Ugarit 21 Matara +
7 Tiro 22 Zawyet 18 31
8 Enkomi umm el-Rakham
9 Troya 23 Tapso 21+ + 20
19 sistema-mundo
10 Mileto 24 Antigori +
11 Micenas 25 Frattesina centro
12 Memphis 26 Monkodonja semi-periferia
13 Pi-Ramss 27 Vivara 29 Pirak esfera de interaccin
14 Aketatn 28 Kargaly 30 Rangpur rutas martimas
15 Tebas 31 Daimabad 0 1000 Km rutas terrestres P. Beaujard

Fig. 8. El sistema-mundo afro-euroasitico, 16001200 a.C.


4000'00"

dico por un lado, y el Golfo Prsico y el Mar Rojo por otro58. Debemos
sealar que en el siglo XIII a.C. haba cidros y pimienta en Chipre59 y en
Egipto60, respectivamente. En Europa, la expansin de la produccin y
los intercambios dentro de la esfera europea y entre esta y el sistema-
mundo pronostic las futuras transformaciones de la Edad del Hierro.

58
En la segunda parte del II milenio, el Mar Rojo se convirti en una slida regin de
intercambio, mientras que el Golfo Prsico solo jug un rol limitado en el sistema-mundo de
la Edad del Bronce Tardo. La mayora de los hallazgos de plantas africanas en la India se
dieron durante ese perodo (Boivin y Fuller 2009). El pollo indio era conocido en Egipto en
la poca de Tutmosis III.
59
Hjelmqvist 1979; Amigues 2005: 366.
60
Se hall pimienta en la momia de Ramss II (Lichtenberg y Thuilliez 1981). Es intere-
sante notar que hubo una difusin del uso de incienso en el Mediterrneo en el siglo XII a.C.,
probablemente desde Egipto y el Levante (Sherratt 2003: 51).

48
EVOLUCIONES Y DELIMITACIONES TEMPORALES DE SISTEMAS-MUNDO

En resumen, de un ciclo al siguiente, a pesar de los declives tempo-


rarios, es posible observar un crecimiento global de la poblacin, espe-
cialmente en los ncleos principales (Mesopotamia, Egipto), una mejora
de las tcnicas y una expansin de las redes de intercambio junto a una
creciente produccin, particularmente de bronce para hacer herramientas
(en especial para la agricultura) y armas. Asociada con el creciente n-
mero de hombres disponibles y los cambios ideolgicos, la manufactura
de armas acompaa la militarizacin que puede observarse en la Edad
del Bronce Medio y ms claramente en la Edad del Bronce Tardo61.

Sectores pblico y privado


Quin organiz las redes de intercambio que hemos descrito? Du-
rante mucho tiempo se pens que al menos hasta mediados del I milenio
a.C., el palacio y el templo administraban la economa, y las fuerzas de
mercado eran desconocidas. La informacin arqueolgica y el avance en
el desciframiento de los textos nos han llevado a reconsiderar espe-
cialmente para el II milenio a.C. la relacin entre el estado y el sector
privado (familias extendidas e individuos) por un lado, y el rol del estado
en la acumulacin de capital por otro. El sector pblico introdujo las
innovaciones necesarias para el espritu empresarial62 . Combinada con
la estandarizacin de los pesos y medidas, la escritura representaba una
poderosa herramienta para racionalizar las actividades. Los sistemas de
contabilidad le permitieron al estado crear una eficiente organizacin e
indujeron la complejidad social. Un proceso de privatizacin de la tie-
rra para individuos tuvo lugar en la primera parte del III milenio a.C.,
al mismo tiempo que la realeza: comenz en la cima de la pirmide
social63. El desarrollo de las deudas con inters tambin contribuy a
ampliar este proceso de privatizacin, un movimiento que sin embargo

61
Kohl 2007: 255.
62
Hudson 1996.
63
Un mercado limitado para la tierra haba existido desde mediados del III milenio a.C.,
excepto (quizs) en el reino de Ur en el siglo XXI a.C. (cf. Gelb, Steinkeller y Whiting 1991:
25; Silver 1995: 126; 2007: 96; Hudson 1996: 33ff.; Potts 1997: 164, 181). A mediados del III
milenio a.C., la propiedad privada de la tierra corresponda primero a los miembros de la elite;
las familias extendidas probablemente controlaban la mayor parte de la tierra que no era pbli-
ca. Pero observamos aqu la venta de tierra privada o la venta de un derecho de uso de la tierra?

49
PHILIPPE BEAUJARD

tuvo como contrapeso la anulacin de deudas regularmente emitidas


por los soberanos. La prctica del prstamo con inters y la medicin
del tiempo de trabajo quizs hayan sido conocidas en el perodo de Fara
(2600/2500 a.C.). Cuando el control palacial colaps o desapareci, el
proceso de privatizacin se aceler. El comienzo del II milenio a.C., por
ejemplo, estuvo marcado por la fragmentacin poltica, que coincidi
con una expansin del sector privado64. Est claro que Polanyi estaba
equivocado sobre la naturaleza del comercio en el II milenio a.C., ya que
haba comerciantes privados involucrados y no pertenecan solamente a
una pequea elite. Adems, se subestim profundamente la importancia
de los mercados locales, dado que es posible distinguir fluctuaciones de
precios. Incluso para Egipto, no hay pruebas de una economa redistri-
butiva segn el modelo de Polanyi. Es posible identificar claramente,
a comienzos de ese milenio, una evolucin de los mercados y del sector
privado en Asiria (con puestos comerciales establecidos en Capadocia)65
y en el sur de Mesopotamia, durante el perodo Isin-Larsa y ms tarde
en el perodo Paleobabilnico. En este ltimo, el comercio a gran es-
cala estaba en manos de hombres de negocios que tambin trabajaban
frecuentemente para o con el estado66 . En lugar de la antigua visin de
un estado que controlaba totalmente la produccin y los intercambios,
muchos investigadores ahora proponen un florecimiento temprano de
emprendedores privados y la existencia de mercados con fluctuaciones
de precios en el III milenio a.C., pero sin el desarrollo de un sistema
de mercados67. Ya en el perodo Protodinstico en Asia occidental se
utilizaba plata, cobre y cebada como monedas, si bien la plata predomi-
n a finales del III milenio a.C. Al mismo tiempo, estos investigadores
usualmente reconocen el rol crucial que desempe el estado, a travs

64
J.N. Postgate (1992: 218), M. Van de Mieroop (1992: 105) y S. Ratnagar (2001) ven un
cambio crucial entre el III y el II milenio a.C., caracterizado por un crecimiento en el sector
privado y el surgimiento de fuerzas de mercado.
65
Los textos de Kanesh expresan claramente la bsqueda de ganancias por parte de em-
prendedores privados, el uso productivo de depsitos de plata, el uso de notas de crdito, etc.
(cf. Veenhof 1997; 1999; Silver 2007: 101).
66
Glassner 2002: 148.
67
Norel 2004: 85. Segn Norel, quizs haya existido un mercado limitado de tierras, pero
parece difcil hablar de un verdadero mercado de trabajo (Norel 2004: 84). Cf., sin embargo,
M. Silver 1995: 132ff.; 2007: 9798, para el mercado de trabajo servil as como el de trabajo
libre; tambin Glassner 2001: 62, 69 n. 3, sobre el perodo de Ur III.

50
EVOLUCIONES Y DELIMITACIONES TEMPORALES DE SISTEMAS-MUNDO

del control de los medios de produccin y de los intercambios, y en la


acumulacin de capital. Incluso para Egipto, sin embargo, est siendo
reconsiderado el lugar del sector privado68 , particularmente durante los
perodos intermedios cuando el deterioro de las estructuras estatales
poda permitir el florecimiento de la iniciativa privada, y durante el
Reino Nuevo, cuando la creciente integracin de Egipto en el mercado
transnacional condujo a la formacin de una sociedad cosmopolita. En
esa poca, el estado egipcio se transform, pasando a ser ms descentra-
lizado, y se desarroll un sector privado complementario, incluso en el
rea de la agricultura. Sin embargo, si algunos investigadores actualmen-
te reconocen la existencia de una especie de economa con mercados en
el II milenio a.C., todava necesitamos comprender su funcionamiento
y su influencia en el desarrollo de estructuras sociales y polticas69.
En todo el sistema-mundo de la Edad del Bronce Tardo, la ten-
dencia al crecimiento del sector privado continu70. Su desarrollo se dio
junto a la creciente habilidad de los estados para controlar sus territorios
e imponer impuestos y tributos71. Parece ser que los estados recurrieron
a la esclavitud en el sector productivo72 y al uso de mercenarios en sus
ejrcitos.

Caminos entre el oeste y el este


En el IV y III milenios a.C., el Indo, Irn y Turkmenistn desa-
rrollaron vnculos indirectos con sociedades complejas de Asia oriental.
Esto ayud a acelerar la transformacin de las jefaturas en estados en
el sistema-mundo de Asia oriental. Estos contactos permitieron la in-
troduccin de plantas y animales domsticos: el camo hacia ca. 4000
a.C., el trigo y la cebada hacia principios del III milenio a.C.73, y la oveja

68
E.g. Warburton 1997.
69
Masetti-Rouault 2008.
70
Cf. por ejemplo los mercaderes en Ugarit: Silver 1995: 169 y Michel 2001a; 2001b.
Algunos investigadores han argumentado, sin embargo, que el surgimiento de estados fuertes
dificult en parte el desarrollo del sector privado.
71
Kristiansen y Larsson 2005: 104.
72
Tambin enfatizado por Ekholm-Friedman (2005: 6971); y Friedman (2005: 98).
73
Li 2003: 15. El trigo de grano pequeo apareci en China oriental entre 2600 y 1900
a.C., quizs originado en Pakistn (Crawford 2006: 79).

51
PHILIPPE BEAUJARD

tambin en el III milenio. Adems, algunas cabezas de maza (hechas


de piedra y ms tarde de bronce) descubiertas en el noroeste de China
muestran indicios de contacto este-oeste74. Quizs hayan llegado a tra-
vs de las llamadas rutas de la seda. La transmisin de bienes y cono-
cimiento tambin lleg por rutas ms al norte. La cultura Afansievo y
ms tarde la cultura Okunev (Alto Yenisi, cuenca de Minusinsk, 3500
2500, y 26001900 a.C.) sugieren grandes movimientos poblacionales en
las estepas asiticas. La arqueologa revela contactos con Xinjiang. Los
objetos de bronce ms antiguos de China han sido hallados en Gansu;
datan de 3000 y 24002000 a.C.75. Tambin hubo movimientos desde
el este hacia el oeste. Los cuchillos semilunares con agujeros y abalorios
de jade hallados respectivamente en Burzahom (Cachemira) y en el valle
del Swat (noreste de Pakistn) a comienzos del II milenio a.C. podran
ser un signo de las influencias culturales chinas76 . El mijo Setaria italica
(L.) P. Beauv., domesticado en China y posiblemente en el norte del
Cucaso fue introducido a la cultura de Harappa tarda77 as como el
mijo Panicum miliaceum, el arroz japnica, el melocotn y el albarico-
que78. Para las poblaciones de los centros de Gansu y el ro Amarillo,
la bsqueda de jade de Jotn podra haber sido uno de los motivos para
establecer contactos de larga distancia hacia la regin de Tarim ya en el
III milenio a.C.79
En el perodo del complejo Bactria-Margiana, los contactos entre
Asia oriental y Bactria o Margiana se intensificaron, a travs de inter-
mediarios situados en las futuras rutas de la seda. El asentamiento de
pueblos seminmadas en los corredores de Asia central representa un
desarrollo que no puede separarse de una evolucin del comercio y un
control poltico de estos corredores, particularmente hacia el fin del III
milenio y en especial a mediados del II milenio a.C.80 Adems, a fines
del III y principios del II milenio a.C. los recursos metlicos de los

74
Li 2003: 28.
75
Este objeto (un cuchillo) no puede haberse originado en la cultura Afansievo, que solo
desarroll la metalurgia del cobre. Su datacin fue cuestionada.
76
Sharif y Thapar 1992: 135, 148; cf. Possehl 1999: 544, 552.
77
Fuller 2006: 38.
78
Fuller, ibid., Spengler et al. 2014
79
Kuzmina 2008.
80
Frachetti 2002: 162.

52
EVOLUCIONES Y DELIMITACIONES TEMPORALES DE SISTEMAS-MUNDO

Urales, Kazajstn, Alti y la cuenca del Yenisi fueron explotados ms


extensivamente. La introduccin de la metalurgia del cobre y del bronce
aparece claramente en las culturas de Qijia y Siba (Gansu y Qinghai).
Haba probablemente varias rutas: los valles del Tarim y del sur de Altai,
y una ruta Urumqi-Hami. Los espejos de bronce hallados en Tians-
hanbeilu y Qijia81, as como el descubrimiento hecho por A. Stein de un
sello compartimentado en Kuch, dan testimonio de los contactos con
el complejo Bactria-Margiana.
Las interacciones con el corredor del Hexi arrojan luz sobre la di-
fusin de la metalurgia del cobre y del bronce hacia las llanuras chinas.
La metalurgia del bronce estaba presente al menos en ciertos sitios de la
cultura de Longshan. Taosi (Shanxi), el centro de un reino, parece haber
estado en contacto con la cultura de Qijia. Taosi desapareci al mismo
tiempo que varias culturas neolticas chinas durante el gran cambio
climtico que tuvo lugar a fines del III y comienzos del II milenio a.C.
En el II milenio a.C., la expansin del sistema-mundo occidental
fue de la mano con un vnculo ms estrecho entre Asia central y orien-
tal. Las interacciones entre regiones estaban creciendo en los grupos
de Andrnovo, en el marco de un rpido desarrollo en la metalurgia
y los intercambios. El estudio de los restos humanos y la cermica de
los cementerios de Xinjiang revela un doble movimiento poblacional
desde Gansu hacia el oeste y desde la estepa hacia el este (este ltimo
movimiento inclua a pueblos caucsicos)82. La abundancia de objetos de
jade en China refleja las conexiones con la cuenca del Tarim. Adems,
objetos conectados con el complejo Seima-Turbino (ca. 18001500 a.C.)
llegaron a Gansu y el norte de China en la primera mitad del II milenio
a.C.83. En este perodo, los estados chinos se desarrollaron, y estaban
conectados con un complejo metalrgico septentrional y las diversas
rutas de Xinjiang (cf. Fig. 9).
81
Fitzgerald-Huber 2003.
82
Mallory y Mair 2000: 138, 186; Li 2003: 13, 25; Mei 2003: 41. La cebada apareci
en cantidades significativas en China occidental entre 2000 y 800 a.C., con la introduccin
de dos genotipos, que indican introducciones separadas desde fuentes occidentales (Crawford
2006: 80).
83
Koryakova y Kohl 2000: 641; Debaine-Francfort 2001: 63; Sherratt y Sherratt 2001:
26; Mei 2003: 3537. Hacia el oeste, A. Pydyn (2000: 229) nota la conexin de las redes bl-
ticas con el complejo Seima-Turbino en el II milenio a.C.

53
PHILIPPE BEAUJARD

La segunda parte del II milenio a.C. fue un perodo de gran inte-


raccin en las estepas de Eurasia. El nmero de centros metalrgicos se
increment, particularmente en Kazajstn y Fergan, y se desarrollaron
las relaciones con Xinjiang84. Las redes de transporte e intercambio co-
nectaban Alti con Europa oriental, Asia central con China occidental.
En sitios pertenecientes a la cultura de Chust (Fergan, segunda mitad
del II milenio a.C.), se recobr jade, mientras que en Xinjiang se hall
cermica pintada posiblemente vinculada con la cultura de Chust85 (cf.
Fig. 10). El estado chino de Shang mantuvo contactos con Asia interior a
travs de diversas rutas que atravesaban Manchuria o usaban el corredor
del Hexi, donde hay evidencia de contactos entre la cultura de Kayue y
las culturas de Siberia y Asia central. Estas dieron lugar en particular a
la llegada a la capital de Shang, Anyang, de jade, y caballos86 con carros
enganchados. Tambin se desarrollaron intercambios con Sichuan, el
valle del Yangzi y regiones ms al sur.

El catastrfico final de la Edad del Bronce Tardo


El sistema-mundo de la Edad del Bronce Tardo colaps sbita-
mente hacia 1200 a.C., un colapso provocado por la combinacin de
movimientos de poblaciones y conflictos internos en las sociedades. Este
colapso est claramente vinculado con un agudo deterioro climtico en
el Mediterrneo oriental, Asia occidental y el Ocano ndico. Todos los
centros implosionaron, no solo aquellos que fueron afectados por movi-
mientos de poblaciones87: este colapso claramente tuvo causas sistmicas.
En el Mediterrneo oriental y central, el crecimiento de las redes de in-
tercambio intersticiales, en el que estaban involucrados artesanos itine-
rantes independientes, se revel como potencialmente subversivo para el
control que los estados centralizados buscaban mantener88. Es probable
que la estructura misma del sistema, centrada en un grupo de estados

84
Kuzmina 2007: 253ff.
85
Kuzmina 2008: 90.
86
Haba caballos al sur del Lago Baikal y en Mongolia central hacia mediados del II
milenio a.C. (Honeychurch y Amartuvshin 2006: 259), y poco despus aparecieron en el valle
del Ro Amarillo.
87
Ekholm-Friedman 2005: 73.
88
S. Sherratt 2000: 90.

54
10000'00"

12000'00"

14000'00"
2000'00"

2000'00"

4000'00"

6000'00"

8000'00"
000'00"
EVOLUCIONES Y DELIMITACIONES TEMPORALES DE SISTEMAS-MUNDO
1.18. Eurasia and Africa at the end of the 3rd millennium and in the first third of the 2nd millennium B.C.
P. Beaujard 0 1000 Km

SE
IM
A-
TU
RB
OKUNEV y luego

IN
SINTASHTA

O
CULTURA DE LAS CATACUMBAS y luego ALAKUL FEDOROVO
SRUBNAYA FEDOROVO
24
33
TAZABAGYAB 25 28
` 8 ZAMAN-BABA 26
6 VAKSH SIBA 35
16 QIJIA 29
9 4 17
10 27 30
7 5 2 20 31
ciudades sitios 11 3 34
1 Ur 15 Kerma 1 18 19 21 32
12 22
2 Susa 16 Gonur 13
3 Anshan 17 Dashly 14 23
PHUNG NGUYEN
4 Assur 18 Konar Sandal 15
5 Babilonia 19 Mohenjo-daro ` `
6 Kanesh 20 Harappa
7 Mari 21 Ganweriwala
8 Troya 22 Dholavira 29 Taosi
9 Ugarit 23 Lothal 30 Xinzhai
10 Cnosos 24 Hami 31 Erlitou
11 Licht 25 Loulan 32 Panlongcheng sistema-mundo esfera de interaccin
12 Tebas 26 Yuanyangchi 33 Xiajiadian centro semi periferia
13 Elefantina 27 Qijia 34 Gucheng ALAKUL cultura movimientos de poblaciones
14 Buhen 28 Zhukaigou 35 Shimao rutas martimas rutas terrestres

Fig. 9. Eurasia y frica a fines del III milenio y en el primer tercio del II
2000'00"

FEDOROVO
milenio a.C.
1.19. Eurasia and Africa 1600-1200 B.C.

P. Beaujard 27 Yanshi 31 Daxinzhuong 35 Panlongcheng


28 Zhengzhou 32 Zhukaigou 36 Wucheng
2000'00"

4000'00"

6000'00"

8000'00"

10000'00"

12000'00"

14000'00"
29 Anyang 33 Chenggu 37 Kwo Lo Wan
30 Taixicun 34 Sanxingdui 38 Ban Chiang

FEDOROVO FEDOROVO y luego


SRUBNAYA ALEKSEEVKA KARASUK
19 y DANDIBAY 23
26
24 25
18 32
3
8 YAZ CHUST 30
9 1 VAKSH luego YAZ 29 31
17 77 2
33
4 6 27 28
11 10 35
ciudades sitios 5 20 22 34 36
12
1 Assur 14 Buhen 13
2 Washukanni 15 Hawagir 14 21 PHUNG NGUYEN 37
3 Hattusha 16 Subr y luego DONG DAU
4 Babilonia 17 Tapso
15 38
5 Ur 18 Vivara 16
6 Susa 19 Frattesina
7 Ugarit 20 Pirak
8 Troya 21 Rangpur
9 Micenas 22 Chirand
10 Pi-Ramss 23 Tacheng sistema-mundo esfera de interaccin
11 Aketatn 24 Agarshin centro semi-periferia
12 Memphis 25 Xintala CHUST cultura movimientos de poblaciones
13 Tebas 26 Lanzhouwanzi 0 1000 Km rutas martimas rutas terrestres

Fig. 10. Eurasia y frica, 16001200 a.C.

55
PHILIPPE BEAUJARD

militares contendientes, explique su fragilidad. La desaparicin de estos


estados que se dio a continuacin favoreci el ascenso de entidades po-
lticas y grupos que eran previamente semi-perifricos, principalmente
en Chipre en el siglo XII a.C., y luego en las ciudades-estados fenicias
en el siglo XI a.C.89 Paradjicamente, puede ser precisamente el colapso
de los estados centralizados y de las redes de abastecimiento de cobre y
estao lo que indujo al aumento de la metalurgia del hierro 90 y permiti
la reestructuracin de un sistema-mundo ms amplio al comienzo del
I milenio a.C.91 En esta reestructuracin, los nmadas pastorales de las
estepas de Eurasia tambin jugarn un rol importante, lo que expresa
la importancia de las periferias o semi-periferias en la evolucin de los
sistemas.

Agradecimientos
Esta es una versin actualizada y corregida del artculo publicado
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69
RECONSIDERANDO EL PARADIGMA CENTRO Y
PERIFERIA EN EL SUR DEL LEVANTE DURANTE
EL CALCOLTICO: EL CEMENTERIO DE PALMAIM
(ISRAEL) COMO ESTUDIO DE CASO

Amir Gorzalczany

Resumen

La idea predominante durante aos de investigacin arqueolgica acer-


ca del perodo Calcoltico en el sur del Levante era que existi una clara y
evidente dicotoma en los tipos de entierro entre la zona subtropical y cos-
tera y las zonas ridas y perifricas. En la primera se utilizaban cuevas como
cementerios, especialmente para entierros secundarios, mientras que en las
segundas eran predominantes las construcciones circulares de piedra utilizadas
para ese mismo fin. Esta divisin fue considerada prcticamente axiomtica,
hasta el descubrimiento de la necrpolis de Palmaim en la planicie costera
central de Israel. Los hallazgos en este importante y previamente inexplorado
sitio expusieron estructuras funerarias de piedra, circulares y rectangulares,
cuidadosamente ordenadas y alineadas segn un plan preexistente. En gran
cantidad de ellas se descubrieron estelas funerarias adosadas siempre a su pared
oriental, y gran cantidad de entierros en osarios de piedra local pulida, acom-
paados por ofrendas funerarias. Los inesperados hallazgos y las costumbres
funerarias descubiertas, tpicas de las zonas perifricas del sur (Sina, Negev
y Transjordania) iluminan nuestros conocimientos sobre el perodo bajo una
nueva luz. Parecera ser que la clasificacin a la cual estbamos acostumbrados
era prematura y debida sobre todo a la falta de suficientes datos. El cementerio
excavado en Palmaim se convierte as en un sitio clave para el estudio del
perodo, y despierta un gran inters entre la comunidad cientfica internacional.
El presente estudio trata el tema de las costumbres funerarias, y al discutir la
relacin entre centro y periferia intenta aportar una nueva visin de los pro-
cesos que caracterizaron el final del perodo Calcoltico tardo y la disipacin
de la cultura Ghassuliense en el sur del Levante.

Palabras clave: Centro y periferia Cementerios Calcolticos Ghassul


Entierro secundario
AMIR GORZALCZANY

Introduccin
El perodo Calcoltico, conocido tambin como la Edad del Cobre,
constituye una fase de transformacin entre los perodos prehistricos
y la Edad el Bronce Temprano en el Levante. En el sur del Levante
este perodo est datado en el V y el IV milenios a.C. Si bien debe su
nombre a los comienzos de la utilizacin de los primeros metales por el
hombre (Calcoltico, gr., jalks=cobre; gr., lthos=piedra),
se caracteriza tambin por la ocurrencia de complejos procesos de trans-
formacin, no menos importantes, como la aparicin y difusin de la
metalurgia. Entre estos cambios podran citarse la estratificacin social,
la aparicin o incremento del intercambio, la produccin intensiva, la
artesana como especializacin incluyendo la utilizacin de recursos
metalrgicos tecnolgicos como la tcnica de cera perdida (Cire perdue,
lost wax casting)1, y cambios en las formas de ocupacin del territorio.
A nivel de la produccin, se observa un amplio aprovechamiento del
ganado y sus derivados, como la explotacin de productos lcteos y lana.
Todos estos procesos, sobre los cuales no abundaremos aqu, fueron am-
pliamente estudiados2, especialmente en lo relativo a la cultura material.
La conjuncin de los procesos citados provoc durante el V milenio
a.C. la emergencia de las primeras e incipientes sociedades complejas en
el Mediterrneo Oriental y el Levante.
Una de las caractersticas de este tipo de sociedades es la apari-
cin de los primeros cementerios disociados, esto es, enterramientos
efectuados en sitios dedicados exclusivamente a tal prctica, ubicados
generalmente en las cercanas de los poblados, a diferencia de perodos
anteriores en los cuales los enterramientos se efectuaban en las viviendas,

1
Noble 1975.
2
Por ejemplo, para la industria cermica vase Mallon, Koeppel y Neuville 1934;
Commenge-Pellerin 1987; 1990; Commenge 2005; 2006; Ussishkin 1980; Oren y Gilead
1981; para el anlisis residual de cermica vase Namdar et al. 2009; para la petrografa vase
Goren 1995; para la industria metalrgica vase Levy 1995; 2007; para mtodos de subsistencia
y estrategias de explotacin y adaptacin al hbitat vase Levy y Alon 1987; Goren y Gilead
1986; para la cultura funeraria vase Nativ 2010; 2014; para un estudio del universo cultural y
espiritual del perodo vase Gilead 2002; para los anlisis culturales vase Gilead 1981; 1985;
1993; 1995; para una discusin cronolgica acerca del principio y el final del perodo vase
Gilead 2011; en cada uno de ellos hay abundantes referencias.

72
RECONSIDERANDO EL PARADIGMA CENTRO Y PERIFERIA

en ocasiones debajo del piso de las mismas. Durante el perodo Calcol-


tico observamos asimismo un auge del desarrollo de diferentes prcticas
funerarias, al parecer relacionadas con la variabilidad geogrfico-espacial
y la distribucin de la poblacin en el territorio, establecindose una
clara diferenciacin entre los sitios situados en las zonas centrales y sub-
tropicales del sur del Levante de clima Mediterrneo y las zonas
perifricas, ridas y semi-ridas mayormente desrticas ubicadas al
este y al sur, como el Negev y Transjordania. Esta visin dicotmica fue
ampliamente predominante y normativa en la historia de la investigacin
arqueolgica del entorno, y podra decirse que se convirti, con el correr
de los aos, en una especie de paradigma indiscutido3, ampliamente
aceptado por los investigadores.
No obstante, recientes excavaciones llevadas a cabo en el sitio fune-
rario de Palmaim (Norte)4, en el centro de la zona costera de Israel y
claramente datado en el Calcoltico Tardo (cultura Ghassuliense), apor-
tan nueva informacin que podra llevar a un replanteo de la cuestin
centro-periferia en lo referente a prcticas funerarias en el Calcoltico del
sur del Levante. Parecera que los nuevos datos tienden a desmentir la
relevancia del paradigma tradicional y plantean la interesante posibilidad
de que su adopcin se debi, en gran parte, a la falta de datos.

Cmo definir periferia?


Antes de comenzar nuestro anlisis, es necesario establecer de forma
coherente qu es lo que entendemos por dicha periferia. Es importante
destacar que el concepto de antinomia centro-periferia desde el punto de
vista arqueolgico-espacial propiamente dicho (dejando de lado el aspec-
to transaccional de cadenas de mercancas y divisin del trabajo propues-
to en diferentes anlisis de sistemas-mundo)5 podra resultar inadecuado
para describir las relaciones entre las diferentes zonas geogrficas en el
Calcoltico tardo en el sur del Levante. Cuando hoy en da se piensa en
el tema, en forma casi intuitiva la imagen mental que se forma est clara-

3
Para la definicin de ciencia normativa y paradigma cientfico vase Kuhn 1970.
4
Gorzalczany 2006a; 2007.
5
Vase por ejemplo Wallerstein 2007: 236, y comparar Wallerstein 1992; 1994; 1998.

73
AMIR GORZALCZANY

mente influenciada por nuestra percepcin actual de la realidad poltica,


esto es el actual entorno geopoltico, el trazado de fronteras modernas,
que poco y nada tienen que ver con perodos histricos pasados. El sur
del Levante, y la zona de nuestro estudio que comprende los actuales
estados de Israel y Jordania, as como los territorios de la Autoridad
Palestina y la pennsula del Sina bajo soberana egipcia, se caracterizan
por una notable y evidente concentracin de poblacin, medios de pro-
duccin y quehacer cultural en la zona de clima sub-tropical, cercana al
Mar Mediterrneo. Esto es especialmente cierto para Israel, ya que sus
mayores ciudades (Tel Aviv, Jerusaln, Haifa) se encuentran en esa zona,
y el resto del pas, incluyendo la Galilea y el sur, especialmente el Negev,
es considerado, de hecho, como periferia. El trmino est ampliamente
aceptado y es profusa y diariamente utilizado por los medios de comu-
nicacin, foros acadmicos y el pblico en general, siendo este concepto
corriente y de uso coloquial. No obstante, debe ser hecha la salvedad de
que no poseemos ninguna prueba de que la situacin descripta se ajuste
tambin a la realidad de la cultura Ghassuliense, y no nos consta que esta
divisin fuera tambin aceptada o incluso conocida por los habitantes
de la zona durante el perodo Calcoltico u otros. Por lo tanto, debemos
evitar caer en la tentacin de dar como sobreentendido que nuestra rea-
lidad refleja la de la zona en el apogeo de dicha cultura. De hecho, el
sitio clave epnimo que dio su nombre a la cultura, Teleilat Ghassul6,
con su elaborada cultura cermica y sus pinturas murales polcromas,
est ubicado en una zona semi-rida al sur de Jordania, en un lugar que
hoy estara lejos de ser considerado central. Del mismo modo, sitios si-
tuados en zonas semi-ridas, como Abu Maar o Bir e-afadi, con sus
abundantes manifestaciones artsticas, son los mejores representantes de
la avanzada cultura de Beer Sheva7. Es posible que cambios climticos,
polticos o de cualquier otra ndole hayan forzado la existencia de una
realidad diferente de la cual nos hemos acostumbrado a pensar. Por lo
tanto, nos vemos obligados a enfatizar la necesidad de poner especial
cuidado en la utilizacin de la dicotoma centro-periferia e intentar

6
Mallon, Koeppel y Neuville 1934.
7
Por ejemplo Commenge-Pellerin 1987; 1990.

74
RECONSIDERANDO EL PARADIGMA CENTRO Y PERIFERIA

evitar que la definicin se vea influida por nuestra propia percepcin de


la realidad actual.

Formas de entierro en el sur del Levante durante el perodo


Calcoltico
El perodo Calcoltico en el sur del Levante se caracteriz por un
gran nmero de innovaciones en la cultura material. Estas innovaciones
se vieron reflejadas en todos los aspectos de la vida, como en la industria
de la cermica, que adquiere una enorme variedad de formas y tipos, en
la produccin metalrgica, que alcanz durante este perodo llamativos
logros artsticos, estticos y tecnolgicos, en la expansin y combinacin
de la agricultura y el pastoreo, y en la aparicin y desarrollo de indus-
trias subsidiarias de la cra del ganado, como los productos lcteos y el
tejido; todo eso matizado con claras variantes regionales. Lgicamente,
la cultura material funeraria (y por lo visto religiosa) no poda ser ajena a
este vibrante desarrollo. En lo que se refiere a las costumbres funerarias,
es notoria la aparicin de los primeros cementerios organizados y las
ceremonias y rituales especializados. En ese momento hacen su apari-
cin formas de entierro hasta entonces desconocidas, complicados ritos
y tratamiento de los cadveres. Los enterramientos secundarios parecen
ser la norma imperante, si bien no la nica8.
Las necrpolis del perodo Calcoltico en el sur del Levante9 pueden
ser divididas en dos tipos principales y algunas variantes menores:

a) Enterramientos en cuevas
El primer tipo consiste en enterramientos dentro de cuevas (natura-
les, excavadas o una combinacin de ambas, ya que a veces se percibe la
modificacin de una caverna previamente existente)10. El enterramiento

8
Por ejemplo vase Van den Brink 2000; 2006; Van den Brink y Commenge 2008: 2;
Smith et al. 2006: 337, 352, Pl. 8.2.
9
Para un resumen acerca de formas de inhumacin en el perodo Calcoltico en Israel y
sus aledaos y un estudio sistemtico de los cementerios vase, Nativ 2010; 2014.
10
Vase p. ej. De Miroschedji 2000: Fig. 3; van den Brink 1998; 2005; van den Brink y
Gophna 2005: 177178.

75
AMIR GORZALCZANY

en s se define como secundario en la mayora de los casos, es decir,


los difuntos eran enterrados en principio en enterramientos primarios,
y luego de la descomposicin de la carne los huesos eran recogidos y
depositados en su destino definitivo, en distintos receptculos. stos in-
cluan osarios de piedra o cermica, jarras de cermica, nichos y tumbas
excavadas o construidas. El tamao de estos receptculos era variable,
pero siempre permita la introduccin de los huesos ms largos, como
el fmur. Es probable que por algn motivo en ocasiones el proceso de
descomposicin y desmembramiento haya sido acelerado por medio de
la intervencin de los enterradores. En ciertos casos, por ejemplo en si-
tios como Ben Shemen y Kvish Kissufim se observaron indicios de una
posible exposicin de los cadveres a los elementos naturales o incluso
a los comedores de carroa (p. ej. marcas de dientes visibles sobre los
huesos); asimismo se visualizan rastros de desmembramiento premedi-
tado (marcas de instrumentos cortantes o punzantes sobre los huesos)11.
Los huesos eran recolectados y depositados dentro de osarios especiales
(generalmente de cermica, pero a veces de piedra) o en vasijas o urnas
de cermica. No es factible saber si el ritual de desmembramiento de los
cadveres tena lugar en el sitio del enterramiento definitivo o era reali-
zado en un lugar diferente. Hay que tener en cuenta que el enterramiento
final es el ltimo eslabn de una cadena de ritos ms o menos complejos.
Por comparacin antropolgica con sociedades primitivas contempo-
rneas que realizan o realizaban hasta hace poco tiempo ceremonias
similares e incluso canibalismo ritual (que si bien no es el caso que nos
ocupa, tiene numerosos puntos en comn con l) sabemos que este tipo
de rituales suelen seguir protocolos altamente complejos y demandar un
gran consumo de energa y recursos12.
Junto a los cadveres se hallaron numerosas y variadas ofrendas, so-
bre todo utensilios de cermica, entre otros elementos. El ajuar funerario
sola incluir algunos bienes de prestigio, como joyas manufacturadas

11
Vase Zagerson y Smith 2002: 64; Le Mort y Rabinovich 2002: 6879; 1994: 9395;
Oren y Scheftelowitz 1998: 80. Para la exposicin a aves carroeras en Nueva Guinea o sar-
cocanibalismo vase Conklin 1995. Para entierros secundarios en las fuente rabnicas judas
vase Rubin 1994.
12
Poyil 2009; Metcalf 1981; Chnier 2009; Schroeder 2001; David, Crouch y Zoppi
2005.

76
RECONSIDERANDO EL PARADIGMA CENTRO Y PERIFERIA

en diversos materiales, conchas marinas y a veces incluso artculos de


metal13.
Este tipo de cementerio es comn en diferentes entornos geolgicos
del sur del Levante, pero hasta el presente fueron siempre descubiertos
en la zona mediterrnea y sub-tropical: desde los mismos comienzos
de la investigacin arqueolgica en Israel son conocidos ejemplos en
la zona costera, las planicies internas y los montes de Judea. Los si-
tios ms importantes, por nombrar solo algunos14, son Bene Beraq15,
adera16, Givatayim17, Azor18, la Colina del Matadero (Givat Bet
Ha-Mibahayim)19, Palmaim20, todos ellos en la zona de Tel Aviv y
sus alrededores, Naal Qanah21, Quleh-Mazor22, Ben Shemen23, las
estribaciones del desierto de Judea como la cuevas de Umm Qatafa y
Umm Qalaa24, las mrgenes y alrededores del Ro Alexander en la zona
del Sharn25 que constituyen una serie de sitios a los cuales se sumaron
ltimamente Tel Ifshar y Maabarot 26 (situados respectivamente en
las mrgenes norte y sur de dicha corriente), E-aiyiba 27 y otros. Los
hallazgos en una cueva en El-Fureidis, en las laderas occidentales del
Monte Carmelo, agregan nuevos datos. Junto a un ajuar funerario que
inclua vasijas tpicas del periodo Calcoltico temprano (cultura Wadi
Rabah) se descubri tambin material datado en el Calcoltico tardo

13
P. ej. Gophna y Lifshitz 1980: 8; Pl. 1, y comparar con el material de la Cueva del
Tesoro (Meaarat HaMatmon) en Naal Mishmar (Bar-Adon 1971: 121; N 177).
14
Para una lista (no absolutamente completa) de entierros Calcolticos en cuevas en Israel
vase Van den Brink 1998. Una lista ms actualizada se puede hallar en Van den Brink 2005.
15
Ory 1946; Kaplan 1963.
16
Sukenik 1937.
17
Sussman y Ben-Arieh 1966.
18
Perrot 1961.
19
Kaplan y Ritter-Kaplan 1993.
20
Gophna y Lifshitz 1980.
21
Tsuk y Gopher 1993; Gopher y Tsuk 1996; 1997.
22
Milevski y Shevo 1999.
23
Perrot 1967; Perrot y Ladiray 1980.
24
Perrot 1992: 101; Fig. III, 4: 1.F
25
Paley y Porath 1979; Porath 1982; Porath, Dar y Applebaum 1985: 238239.
26
Porath 2006.
27
Yannai y Yunis 2003; Yannai y Porath 2006. Este cementerio constituye un ejemplo
de los yacimientos descubiertos a raz del robo de antigedades. En este caso la Unidad de
Prevencin de Robos Arqueolgicos de la IAA consigui detener a los perpetradores del dao
al patrimonio, los cuales fueron posteriormente sometidos a juicio.

77
AMIR GORZALCZANY

(fase de Ghassul). Entre ellos se recuperaron restos de osarios, forma de


entierro previamente desconocida en la zona del Monte Carmelo28. Du-
rante los ltimos aos se llevaron a cabo excavaciones de rescate en gran
escala en la necrpolis Calcoltica en orbat Qarqar, en las cercanas
de la ciudad de Qiryiat Gat. Es de esperar que esta ltima excavacin,
publicada solo en forma preliminar, aada importantes datos sobre los
enterramientos en cuevas durante el periodo29, ya que las veintids cue-
vas excavadas completamente y colmadas de ofrendas (entre un total de
casi sesenta) convierten al sitio en el cementerio ms rico atribuido a la
cultura Ghassuliense en el sur del Levante.
En forma general, y dada la situacin arriba descripta, es compren-
sible que a los ojos de todos los investigadores la conclusin lgica fuera
que los enterramientos en cuevas durante el periodo Calcoltico en el sur
del Levante caracterizaran en el moderno Israel el rea que incluye toda
la zona del pas delimitada por los sistemas de drenaje de los ros adera
en el norte y Soreq en el sur, con la debida excepcin de la cueva de
Peqiin, recientemente descubierta30, que parece extender el rea de estos
cementerios hasta la Alta Galilea. No obstante, este ltimo sitio parece
representar un caso especial, ya que se trata de una cueva caracterizada
por fenmenos geolgicos krsticos31, caracterizados por la formacin
de numerosas estalactitas y estalagmitas. Estas apariciones confieren a
las cuevas un aspecto particular y sobrenatural, que tal vez atrajo por su
peculiaridad a los pobladores de la zona hasta el punto de convertirlo en
sitio de enterramiento.

28
Yannai 2007; Fig. 1: 1415, as como un osario completo que se desintegr al ser exca-
vado y no pudo ser registrado.
29
Fabian 2012.
30
Gal, Smithline y Shalem 1997; 1999.
31
Con el nombre de karst (que proviene de una zona en Eslovenia, donde el fenmeno se
defini por primera vez) se denomina en geomorfologa a una forma de relieve originada por
disolucin qumica de determinadas rocas, compuestas por minerales solubles en el agua (que
se filtra a travs de fisuras, grietas, galeras y chimeneas en la roca) y al hacerlo se carga de gas
y resabios de piedra caliza disuelta en forma de bicarbonato clcico. Al llegar a una cavidad ms
grande que las fisuras por las que ha pasado, el agua puede evaporarse lentamente y las sales
disueltas y liberadas pueden cristalizarse, por ejemplo, al gotear lentamente desde el techo de
una caverna hacia el suelo, formando estalactitas en el techo, estalagmitas en el suelo o ambas,
formando columnas y variadas formaciones rocosas de formas caprichosas.

78
RECONSIDERANDO EL PARADIGMA CENTRO Y PERIFERIA

b) Enterramientos en estructuras circulares de piedra


El segundo tipo de cementerios conocidos se caracteriza por ente-
rramientos dentro de estructuras funerarias de piedra que adoptan una
forma circular o casi circular, en concentraciones de hasta varias docenas.
Las construcciones, cuyo dimetro vara entre uno y tres metros, inclu-
yen en su interior diferentes instalaciones, como ser pisos construidos en
lajas de piedra y nichos utilizados como osarios, a veces ubicados debajo
de los pisos.
Este tipo de cementerios es caracterstico de las zonas ridas y de-
srticas del sur de Israel, el desierto de Sina y Transjordania, siendo los
ms notorios Metad Aluf (Shiqmim)32 y El-Adeimeh33. Sin embargo, es
posible que haya que atribuir ms sitios a este tipo de cementerios. Una
posible necrpolis formada por restos de edificios circulares, semi-circu-
lares y ovales fue descubierta en Naal (Wadi) Sekher34, situada unos 2
km al sur de Ramat ovav, en Israel. Sin embargo, y pese a la similitud
arquitectnica que este sitio presenta con los citados anteriormente y con
el sitio de Palmaim (Norte), se destaca el hecho de que no se reportaron
hallazgos osteolgicos. En el sitio de Har Karkom35, situado al Norte
de Naal (Wadi) Paran, se hallaron restos de estructuras circulares de
piedra datadas en el perodo Calcoltico relacionados con massebot, es-
telas de piedra similares a las halladas en Palmaim (Norte). Segn el
excavador del sitio, E. Anati, las instalaciones descriptas no funcionaron
como tumbas, aunque la similitud tipolgica con los cementerios citados
ms arriba no deja de ser llamativa. Una estructura oval adjudicada a la
cultura Ghassuliense fue excavada cerca de Serabit el-Khadem, la cual
fue definida por I. Beit Arieh como de tipo habitacional (dwelling),
aunque no proporciona ms detalles36. Sin embargo, una cierta cantidad
de nichos y cistas, cuya utilizacin no fue explicada, fueron descubiertos
en asociacin con el sitio37. Notablemente, esas instalaciones tambin

32
Levy y Alon 19813; 1982; 1985, 1987a; b.
33
Stekelis 1935.
34
Goren y Gilead 1986; Gilead y Goren 1986; Goren y Fabian 2002: 6.
35
Anati 1983: 42; 1985: 43; 1986: 47.
36
Beith-Arieh 1980: 4849; Figs. 45.
37
Beith-Arieh 1980: 50; Fig. 6.

79
AMIR GORZALCZANY

son claramente reminiscentes de las descubiertas en el cementerio de


Palmaim (Norte).
Dicho esto, es relevante sealar que las edificaciones circulares, si
bien aparentemente utilizadas para fines habitacionales, no son extraas
en la zona del Negev central. Estas son en su planificacin bsica, como
Serabit el-Khadem y en otros sitios mencionados, muy similares a las
expuestas en nuestra excavacin. No puede entonces descartarse la po-
sibilidad de que estos sitios hayan funcionado como cementerios a pesar
de que la falta de preservacin de restos osteolgicos o el hecho de que,
salvo en contados casos como en Naal Mitnan38, la gran mayora de los
sitios fueron descriptos superficialmente en el marco de prospecciones
arqueolgicas de superficie39 sin ser excavados, lo que llev a suponer
que no eran sitios de enterramiento. Entre esos casos se encuentran los
sitios de orbat Talma, Naal Neqarot, Har Yeroam, Har Dimona,
Naal Mingar, Makhtesh (crter) atira, Ramat Saharonim, Har Mass
y Naal Beroqa40.
Pareciera ser que la tradicin de construccin en forma circular u
ovalada se halla profundamente arraigada en la cultura material y en
los diseos arquitectnicos de las zonas perifricas, remontndose sus
orgenes a las viviendas del perodo Neoltico Pre-Cermico. En las reas
desrticas del sur continuaron apareciendo estructuras similares por lo
menos hasta bien entrado el perodo del Bronce Medio I41.

Los nawamis en la Pennsula del Sina


Un tercer tipo de enterramiento, tal vez relacionado de alguna forma
con el anterior, son los campos de nawamis situados en las zona centro-
sur y este de la Pennsula del Sina42. Se conocen veintin grupos de este

38
Haiman 1982; 1983; Rosen 1993.
39
Sobre la prospeccin arqueolgica de superficie en las zonas altas del Negev vase, por
ejemplo, Haiman 1989; Ronen 2014; Sion 2014; Cohen 1999: 1631.
40
Cohen 1999: 1631; 3334; 47*49*. La mayora de estos sitios fueron descubiertos
durante la Prospeccin Arqueolgica de Emergencia, llevada a cabo en zona del Negev durante
las ltimas dcadas del siglo pasado.
41
Cohen 1999: 48*.
42
Bar-Yosef et al. 1977; 1983.

80
RECONSIDERANDO EL PARADIGMA CENTRO Y PERIFERIA

tipo de instalaciones en la pennsula, y algunos ms fueron reportados


en la zona central montaosa del Negev43. Se trata de construcciones
circulares de piedra, generalmente bien construidas y perfectamente
conservadas, que alcanzan una altura de dos o ms metros. En muchos
casos los techos todava se encuentran in situ. Los edificios fueron cons-
truidos con lajas planas de roca volcnica local, o bien arenisca (Nubian
sandstone). Los nawamis se encuentran agrupados en apretados racimos y
tienen un dimetro que puede alcanzar varios metros. Las construcciones
ostentan aberturas rectangulares que servan como puertas de acceso, y
muchos de ellos poseen tambin ventanas, ambos elementos enmarcados
por gruesas lascas de roca planas y de gran tamao que actuaban como
marcos y dinteles. Un detalle llamativo es que dichas puertas y ventanas
estn orientadas en la mayora de los casos hacia el oeste, hecho que fue
atribuido a creencias religiosas44. Muchos de estos grupos de nawamis,
sin embargo, fueron datados en el perodo del Bronce Temprano I, lo
que los volvera un tanto tardos en relacin con el perodo Calcoltico.
Sin embargo se debe destacar el hecho de que el hallazgo de sepulturas
organizadas en el marco de construcciones de piedra de planta circular
en zonas ridas y semi-ridas, condice con la postura que ve en este tipo
de construccin una forma representativa y arraigada de las culturas de
los sitios perifricos.

El cementerio de Kissufim
Lo que podra definirse como una cuarta variante de forma de en-
terramiento, sin paralelos conocidos hasta la fecha, fue descubierta en el
sitio Kvish Kissufim (heb. Ruta de Kissufim), situado en las planicies
caracterizadas por tierras carbonatadas sedimentarias elicas de tipo
loess45 en la zona del Negev occidental46.
El sitio, descubierto accidentalmente durante la pavimentacin del
camino de acceso al kibbutz del mismo nombre, se encuentra en el punto

43
Cohen 1999: 34.
44
Bar-Yosef et al. 1983.
45
Millar Master 2001: 3536; Porat 19861987; Gilead y Goren 1989: 7; Fig. 2; Goren
1996.
46
Goren y Fabian 2002.

81
AMIR GORZALCZANY

de contacto entre el Negev occidental y el sur de la Planicie Costera de


Israel. Se trata de una cmara rectangular construida con ladrillos de
adobe, donde los entierros se realizaron en osarios de cermica y piedra,
en vasijas de cermica y en nichos. El ajuar funerario, por dems abun-
dante, data fehacientemente los enterramientos en la cultura Ghassulien-
se. Hasta el momento no se conoce otro cementerio de este tipo. Es po-
sible que su unicidad se deba al entorno geolgico en el cual se encuentra
y donde no es dable hallar cavernas aptas para realizar enterramientos,
y donde, por otra parte, la piedra para construccin tiende a ser escasa.
Eso podra haber forzado a los pobladores a hallar una solucin creativa
al momento de enterrar a sus muertos, que result en la aparicin de este
tipo de cementerio.

Dnde estn los nios?


Una de las caractersticas comunes a todos los tipos de cemente-
rios Calcolticos, incluyendo el de Palmaim (Norte) es la ausencia de
tumbas de infantes y jvenes. Esta caracterstica es comn en sitios del
sur del Levante47 donde se observan enterramientos secundarios. Es
difcil explicar el fenmeno, dada la alta tasa de mortalidad infantil que
es esperable hallar en estos sitios. Se postularon diversas explicaciones,
sugiriendo que los nios eran enterrados separadamente, aunque cerca
de las viviendas. A este respecto, se propuso la ejecucin de diferentes
rituales, dependiendo de la edad del fallecido, pero mientras algunos
investigadores sostenan que el entierro cerca de las viviendas enfatizaba
la importancia de los nios en la poca48, otros sostenan lo contrario,
basndose en que su corta edad implicaba que no fueran vistos como
miembros plenos de la comunidad, por lo que al fallecer eran olvidados
prontamente, explicando as su ausencia en los cementerios49. Sin em-
bargo, en Abu Matar, un sitio definido como habitacional, la mayora de
los doce cuerpos recobrados eran de jvenes e infantes50. Ms an, en el
recientemente publicado santuario Calcoltico de Gilat fueron hallados

47
Smith, Bar-Yossef y Sillen 1984; Smith 1989.
48
Mallon, Koeppel y Neuville 1934.
49
Nagar y Eshed 2001: 32.
50
Perrot 1955: 173.

82
RECONSIDERANDO EL PARADIGMA CENTRO Y PERIFERIA

numerosos restos osteolgicos atribuidos a infantes y jvenes51, con lo


cual es importante sealar que la presencia o ausencia de huesos infan-
tiles frgiles y diminutos en una excavacin puede deberse al mtodo de
excavacin empleado, o bien a la decisin del arquelogo de tamizar o no
la tierra. Debido al diminuto tamao y la gran fragilidad de los huesos
infantiles, un investigador puede muy bien llegar a conclusiones errneas
respecto a la falta de infantes, especialmente si la excavacin no se lleva
a cabo con la presencia de un antroplogo fsico calificado.

El cementerio de Palmaim (Norte)


Luego de la breve resea sobre los cementerios Calcolticos cono-
cidos en el sur del Levante, discutiremos ahora el nuevo y particular
sitio situado en la costa de Palmaim, ubicado al norte del kibbutz del
mismo nombre. El cementerio fue descubierto durante trabajos de ins-
peccin arqueolgica llevados a cabo por la Israel Antiquities Authority
previamente a la construccin de una planta desalinizadora de agua de
mar e inmediatamente excavado durante los meses de Enero y Febrero
de 201552 por una expedicin de la IAA a cargo del autor. Si bien el sitio
no era conocido, afortunadamente se encuentra dentro de los lmites de
la demarcacin oficial (y por ende legalmente protegido por la ley israel
de antigedades) de otro yacimiento arqueolgico conocido como Givat
Ha-Esev (heb. la colina del pasto)53 y de ah la necesidad de explora-
ciones arqueolgicas previas. No obstante, la nueva necrpolis no debe
ser confundida con otro conocido cementerio Calcoltico cercano forma-
do por cavernas54, y con el sitio denominado Matzevat Palmaim (heb.
Cantera de Palmaim)55 tambin ubicado en las proximidades. Por ese

51
Smith et al. 2006: 328335.
52
Gorzalczany 2006a; 2006b; 2007; Gorzalczany en prensa. La excavacin se llev a
cabo bajo el nmero de licencia A-4350/2005. El autor agradece profundamente a todos los
colegas que generosamente compartieron con l sus conocimientos sobre el perodo Calcoltico,
especialmente E.C.M. van den Brink, Y. Goren, E. Braun, A. Nativ, G. Gestoso Singer, I.
Milevski, R. Gophna, P. Fabian, y U. Avner, quienes ofrecieron valiosas observaciones. Su-
mamente valiosas fueron las observaciones de I. Gilead.
53
Gophna 1974: 46; Braun et al. 2001: 6365.
54
Gophna 1968; Gophna y Lifshitz 1980.
55
Braun 1991; 1997; 2000a; 2006b.

83
AMIR GORZALCZANY

motivo y para diferenciarlo de los sitios anteriores se decidi denominar


al cementerio recin descubierto Palmaim (Norte). La excavacin se
llev a cabo en dos etapas y se concentr especialmente en las reas del
sitio amenazadas por los proyectos en desarrollo. Es necesario aadir
que, con posterioridad, se llev a cabo una nueva excavacin, tambin
bajo los auspicios de la IAA y conducida por el autor, la cual ampli con-
siderablemente la zona explorada hacia el sur, y cuyos resultados finales
sern publicados separadamente, si bien ya se encuentra disponible un
informe preliminar56.
El nuevo sitio abarca la cima y las laderas de suave pendiente de una
colina de moderada elevacin (aproximadamente 25 m). Dicha colina es
parte de la ms occidental de una de tres series paralelas de cadenas de
colinas formadas por una roca arenosa localmente conocida como kurkar
(una especia de eolianita formada por sedimentos elicos litificados)
caracterstica de la zona costera, que corren en direccin norte-sur a lo
largo de la costa de Israel. Desde el sitio desciende una suave pendiente
hacia el norte, que termina en la margen meridional del importante ro
Soreq, no lejos de su desembocadura en el Mar Mediterrneo57.
La zona donde se encuentra el sitio de Palmaim (Norte) es suma-
mente rica en yacimientos arqueolgicos de diversos perodos, muchos
de los cuales fueron explorados. Hacia el norte, atravesando el ro Soreq,
se encuentra Tel Yaoz, donde fue descubierto un sitio de culto datado
en el Perodo Persa. Hacia el oeste se distingue la colina redondeada y
baja llamada Givat Ha-Esev (vase ms arriba). En este sitio fueron ex-
cavados restos prehistricos del perodo Epipaleoltico. En las cercanas
se encuentran tambin Yavne-Yam, un sitio que comprende mltiples
perodos, excavado ltimamente por la Universidad de Tel Aviv, as como
los ya mencionados Cantera de Palmaim, donde fue descubierto un
sitio datado en el Bronce Antiguo, y el cementerio Calcoltico dentro de
cavernas58.

56
Gorzalczany et al. 2012.
57
Schuldenrein 1986: 650; Sneh, Bartov y Rosensaft 1998.
58
Durante las dcadas de 19501970 una serie de exploraciones revelaron la existencia
de algunos sitios Neolticos en los aledaos. Parte de ellos fueron excavados durante los aos
19891990 (Gopher, Friedman y Burian 1991; 1994; 2005). Hacia el sur se encuentra localiza-
do el sitio de Yavne Yam (Fischer 1991; Dothan 1952). Unos 600 m hacia el oeste se encuentra

84
RECONSIDERANDO EL PARADIGMA CENTRO Y PERIFERIA

En la presente excavacin se descubri parcialmente una vasta ne-


crpolis en excelente estado de preservacin, cuya extensin se estima en
unos dos dnams59 (2000 m2). Estaba cubierta por densas dunas de arena
que imposibilitaban su visualizacin en superficie, lo que podra indicar
un rpido proceso posterior de deposicin de material elico, luego del
abandono del sitio60.
Como ya mencionamos, el primer paso fue una excavacin explora-
toria, seguida de una excavacin total de salvamento, que explor toda la
zona en peligro, delimitada por los planos de construccin de la ya men-
cionada planta desalinizadora. En un principio, debido a las limitaciones
objetivas de la excavacin no se pudieron establecer los lmites exactos
del cementerio, si bien en la segunda campaa emprendida durante el
ao 2011 se ampli considerablemente la excavacin en una extensin
de 1.8 dnams, durante la cual se hall el borde sur del sitio y una gran
cantidad de tumbas en cadena (vase ms abajo). Tales descubrimientos
aportaron nuevos e importantes datos respecto a la distribucin espacial
interna del cementerio y a la tipologa de los mtodos de inhumacin.

el sitio Epipaleoltico y EBI de Givat Ha-Esev, que fue explorado (Gophna 1974: 46; Braun,
van den Brink, Gophna y Goren 2001: 6365) y excavado (Sigal Golan, sin publicar, licencia
A-4330/2004, y com. pers.). Unos 500 m al sudeste se encuentra la cantera de Palmaim
(Braun, van den Brink, Gophna y Goren 2001: 673; Braun 1991; 1997; 2000a; b). Un ce-
menterio Calcoltico constituido por once cuevas fue tambin excavado en ese sitio (Gophna y
Lifshitz 1980). Un sitio del Bronce Temprano I (EBI) fue descubierto en las cercanas (Reich
y Levy 1990) as como tumbas de la Edad del Hierro y del Perodo Persa (Singer-Avitz y Levy
1994, y vase tambin 1992a; b). Un extenso cementerio del Bronce Medio IIa-b (MBIIa-b) fue
excavado en las dunas vecinas de Rishon Le-iyyon (Levy 1995; 2005; Kletter y Levy 2015),
y la famosa fortaleza de la Edad del Hierro de Mead ashavyahu (Naveh 1960; 1962; 2005;
Naaman 2005; Fantalkin 2005) se encuentra 3 km hacia el sur. Hacia el norte y visible desde
la excavacin se observa el yacimiento de Tel Yaoz, donde fue excavado un sitio de los perodos
Helenstico y Persa (Tal, Fischer y Roll 2005; Kletter, Ziffer y Segal 2001; Segal, Kletter y Zi-
ffer 2006; Ziffer, Kletter y Segal 2006). Durante los ltimos aos, y debido al gran desarrollo
y la necesidad de obras de construccin en la zona, varios sitios de los perodos Helenstico y
Persa fueron explorados en las cercanas, por ejemplo en las dunas que rodean a la ciudad de
Yavne (Gorzalczany y Barcan 2006; Gorzalczany, Barkan y Iechie 2010), las dunas de Rishon
Le-iyyon que se encuentran en franco proceso de retroceso y desaparicin (Tal 2005; Levy,
Peilstcker y Ginzburg 2004: 94; Peilstcker 1999; 2000; en prensa) y la nueva zona industrial
de Gan Soreq (Ad y Degot 2006; Ad 2008) que creci a cuenta del terreno ganado a las dunas.
59
Unidad de medida de superficie de origen otomano, an en uso en Siria, Israel, Jorda-
nia, el Lbano y territorios de la Autoridad Palestina. Tradicionalmente, equivale a la superficie
que puede ser arada por una yunta de bueyes en un da.
60
Y comparar Goren y Fabian 2002: 5.

85
AMIR GORZALCZANY

La remocin de las primeras capas de arena revel prontamente


material cermico, datado en los perodos Persa y Helenstico, y que
probablemente estuviera relacionado con actividades de sitios arqueol-
gicos cercanos61.
El mtodo de excavacin empleado consisti, en las capas superiores,
en la remocin de la arena por medio de equipos mecnicos, cuidado-
samente supervisados, seguida de una excavacin manual en las capas
relevantes. La enorme cantidad de arena removida, as como la escarpada
topografa de la colina, impidieron el establecimiento de una red fsica de
coordenadas. Inmediatamente despus de ser retirada la arena se dejaron
al descubierto numerosas tumbas en distintos estados de preservacin.
Cada una fue excavada como unidad y su contenido cuidadosamente
tamizado. En total fueron excavadas sesenta y siete tumbas de diferentes
tipos. Todas las tumbas fueron construidas usando la roca local (kurkar)
en distintos grados de pulido y acabado, presentando formas circulares
o rectangulares. Algunas se descubrieron completamente preservadas
hasta los techos, construidos con lajas en estilo de falsa bveda. El as-
pecto general de las tumbas es el de un igl bajo y ligeramente aplanado,
debido precisamente a la tcnica de techado. Todas las tumbas presentan
una abertura rectangular o cuadrada de entrada orientada al norte, en
direccin a la pendiente que desciende hacia la corriente del ro Soreq
y que posee en ocasiones un umbral de piedra. Tal orientacin podra
relacionarse con la posibilidad de que los constructores del cementerio
provenan de un sitio que se encontraba en esa direccin, a las mrgenes
del ro, aunque por el momento no hay evidencias de la existencia de tal
sitio. Sin embargo, cabe recordar que una situacin semejante presenta
el sitio de Shiqmim, situado en la ladera de las mrgenes del Ro Beer
Sheva. En el caso de Palmaim bien podra ser que un poblado se en-
cuentre oculto bajo la capa de acumulacin aluvial, cerca de una fuente
de agua estable como el Ro Soreq o incluso el manantial (hoy seco) en
En el-Melia62.

61
Como ser Yavne-Yam (Fischer 1991; 2005), Tel Yaoz (Segal, Kletter y Ziffer 2006;
Ziffer, Kletter y Segal 2006; Dothan 1952), Gan Soreq (Ad y Dagot 2006; Ad 2008) o las
dunas de arena de Rishon Le-iyyon (Tal 2005).
62
Issar 1998: 116; Bar-Mathews, Ayalon y Kaufman 1998: 210211.

86
RECONSIDERANDO EL PARADIGMA CENTRO Y PERIFERIA

Una de las peculiaridades ms evidentes del cementerio es su planifi-


cacin. Es fcil observar que las tumbas no se encuentran distribuidas al
azar. Por el contrario, se hallan ordenadas sistemticamente a lo largo de
lneas imaginarias casi paralelas trazadas en direccin noroeste-sudeste,
lo que sugiere una planificacin previa y un ajuste a un orden preestable-
cido, revelando cierto nivel de organizacin social.
Entre las tumbas se pudo constatar, en muchos casos, la existencia
de un pavimento formado por pequeas piedras sin trabajar. Este pa-
vimento conecta entre diferentes tumbas, y no fue posible establecer si
abarcaba todo el cementerio o slo ciertas zonas, tal vez las centrales.
Sobre este pavimento, cerca de unas de las tumbas, se document la
existencia de holln y cenizas que pareceran ser restos de una hoguera,
tal vez evidencia de algn tipo de actividad cltica llevada a cabo en el
lugar. Sugestivamente, en esa misma tumba se descubri un pequeo
estante exterior con un nicho instalado sobre l, en el cual se recuperaron
restos de un cuenco de cermica con material quemado en su interior, lo
que parece reforzar tal hiptesis. En algunos casos las tumbas estaban
pavimentadas tambin en su interior, por medio de lajas de piedra. En
muchos de esos casos se hallaron nichos de enterramiento debajo de
dichas lajas.
El cementerio estuvo en uso por un largo perodo de tiempo. Du-
rante la excavacin fueron reconocidas diferentes fases de ocupacin.
Algunas tumbas estn erigidas directamente sobre la roca, mientras que
otras, que probablemente fueron agregadas ms tarde, estaban apoyadas
sobre arena acumulada alrededor de tumbas ms antiguas. Adicional-
mente se pudo observar que en el sitio existe una estratigrafa interna,
ya que en cuatro diferentes casos tumbas construidas con posterioridad
cortan con su construccin enterramientos previos. Sin embargo, sta
no parece ser la norma, ya que en otros casos, cuando un entierro ms
antiguo era visible an en la superficie, se tenda a respetar su presencia.
Tambin se observaron casos de estructuras construidas en diferentes
fases, ampliadas o reformadas.
Cuando el cementerio fue abandonado, es factible que haya tenido
lugar un acelerado proceso de acumulacin elica y que el sitio haya sido
cubierto muy rpidamente por arena, trada por los fuertes vientos que

87
AMIR GORZALCZANY

soplaban desde el mar. Por lo tanto, las tumbas, si bien pobres en ajuares
funerarios, quedaron ocultas y protegidas. Este factor pudo haber evitado
su profanacin.
Una de las caractersticas ms llamativas del cementerio es el mar-
cado contraste entre el excelente estado de preservacin de las tumbas
y el evidente esfuerzo invertido en la planificacin, y por otro lado la
notoria escasez, e incluso pobreza, de restos osteolgicos y especialmente
de bienes de prestigio. Los restos humanos se reducen a fragmentos de
hueso, en su mayora inidentificables, y a algunos dientes63. Con respecto
a la cermica, si bien representativa de la fase Ghassuliense del Calcol-
tico, es numricamente escasa, a lo que se suma un muy mal estado de
conservacin. Muchos de los hallazgos se recuperaron en tal estado de
fragilidad que fue necesario relevarlos in situ, ya que cualquier intento
de trasladarlos significara su desintegracin. En general, las condiciones
ambientales en la zona que rodea al sitio son ampliamente desfavorables
a la preservacin del material arqueolgico y orgnico. Los altos ndi-
ces de humedad, salinidad y minerales abrasivos transportados por los
fuertes vientos son los culpables, en gran medida, de la baja calidad de
conservacin de los hallazgos. Por lo tanto no se puede descartar que el
conjunto de material hallado se encuentra seriamente subrepresentado,
especialmente la coleccin de material osteolgico y posiblemente tam-
bin el cermico, sobre todo en los tipos ms delicados.

Las practicas mortuorias en el cementerio de Palmaim (Norte)


El cementerio presenta una gran variedad de tipos de entierro, mu-
chos de los cuales son ampliamente conocidos y documentados en para-
lelo a la cultura Ghassuliense. Otros son nuevos, y algunos, si bien eran
conocidos, fueron hallados aqu por primera vez en un claro contexto
estratigrfico Calcoltico. Sumamente abundantes son los nichos y cistas
excavados en el piso, de dimensiones variables, y demarcados por paredes
cubiertas de lajas de piedras planas. Fueron hallados dentro y fuera de
las tumbas construidas. Es posible que en algunos de estos ltimos casos

63
Los restos osteolgicos fueron examinados por Yosi Nagar, director del Departamento
de Antropologa Fsica del IAA.

88
RECONSIDERANDO EL PARADIGMA CENTRO Y PERIFERIA

formaran parte de una superestructura que no sobrevivi, ya que restos


aislados de tumbas destruidas son ampliamente visibles en la superficie.
Otras cistas y nichos fueron descubiertos instalados en las paredes de las
tumbas, o situados entre dos de ellas, conectndolas entre s.
El cementerio ostenta una gran variabilidad de tipos de inhuma-
ciones y combinaciones de formas de entierro. El ms notorio son los
osarios de piedra, los cuales fueron hallados dentro de las tumbas, pero
nunca ms de dos en cada una de ellas, independientemente del tamao
de stas. Tambin fue hallado un osario de cermica en mal estado de
preservacin, y enterramientos efectuados en jarras de cermica ubicados
en nichos. En muchos casos fue posible ver combinaciones de mtodos,
como en una tumba rectangular en la que fueron hallados un osario de
piedra, 3 entierros en jarras, y dos entierros en cistas. Asimismo, en esta
tumba se hallaron extra situ dos massebot (estelas de piedra, vase ms
abajo), cermica Ghassuliense tpica y caparazones de moluscos de la
especie Bolinius brandaris64. En una de las tumbas expuestas en la expe-
dicin del ao 2011 se descubri una extraa combinacin de la que no
hay precedentes: una vasija de cermica depositada dentro de un osario
de piedra65.

Las estructuras funerarias


Se descubrieron varios tipos de tumbas, que incluyen construcciones
rectangulares, circulares y formas combinadas. Las tumbas circulares
pueden dividirse en mayores y menores.

Tumbas rectangulares
Se excavaron un total de ocho cmaras completamente rectangulares
o rectangulares con esquinas semicirculares. Sus ejes longitudinales esta-
ban orientados, generalmente, en direccin noroeste-sudeste, a excepcin
de dos tumbas (L223 y L237) cuyos ejes se hallaban levemente desvia-
dos en relacin a los anteriores en direccin nor-noroeste. Las medidas

64
Abott y Dance 1982; Karmon 1999: 270.
65
Gorzalczany et al. 2012: Fig. 11.

89
AMIR GORZALCZANY

promedio de estas tumbas eran 2.5 a 3 m de largo y 2 a 2.5 m de ancho,


siendo una de las tumbas cuyo eje presentaba la desviacin mencionada
(L223) ligeramente mayor, alcanzando medidas de 2.5 3.5 m. Esta
ltima se preserv a una altura de 0.7 m. En todas estas tumbas, cuyas
entradas, ubicadas siempre en una de las aristas cortas, se orientan hacia
el norte, se encuentran tambin estelas de piedra (massebot) cuadradas o
rectangulares adosadas a la pared que mira hacia el este, en un nmero
que vara entre uno y cuatro. Estas estelas estn colocadas generalmente
dentro de nichos construidos especialmente para ese fin.
Uno de los entierros que mejor representa el tipo cuadrangular es la
tumba L100. Se trata de una tumba intacta, construida sobre la roca na-
tural de la colina. Sus medidas son 2 2.5 m. Sus paredes tiene entre 0.4
y 0.5 m de espesor y se preserv hasta una altura de siete u ocho hileras
de bloques de piedra, alcanzando unos 0.95 m. El interior de la cmara
estaba lleno de piedras, claramente restos de un techo que se desplom.
La inclinacin de las paredes, as como la comparacin con tumbas
mejor preservadas, nos permite suponer que se trataba de un techo cons-
truido segn la tcnica de falsa bveda, es decir, una bveda formada
por hileras de piedra sucesivamente salientes hasta formar un techo bajo
y casi plano. El piso estaba realizado en piedras casi planas trabajadas
toscamente, y la puerta de entrada, de forma cuadrada, estaba localizada
en el lado norte de la construccin. Dos osarios de piedra kurkar cuida-
dosamente pulida se hallaron en el interior, cubiertos con tapas gruesas
y lisas, si bien sin restos de enterramientos. Una estela rectangular, de
0.7 0.5 m de alto y 0.8 m de espesor, se hall encastrada en la pared
que miraba al este, en un nicho practicado en la pared. Se especul con
la posibilidad de que todo el edificio representaba la tpica habitacin
ancha del perodo, as como en el pasado se propuso que tambin lo
hacan, a menor escala, los osarios Calcolticos domiformes66. Siguiendo
ese razonamiento, sera tentador proponer que la estela representa una
suerte de portal, un pasaje simblico para alguna entidad espiritual, del
mismo modo que las falsas puertas de las tumbas egipcias67. Dado
que las primeras noticias de este tipo de portales son muy posteriores, a

66
Porath 1987: 4142.
67
Brovarsky 2006.

90
RECONSIDERANDO EL PARADIGMA CENTRO Y PERIFERIA

partir del perodo Protodinstico68 (ca. 3250 a.C.), la propuesta no pasa


de ser una hiptesis.
Entre las estructuras rectangulares se destaca especialmente la
tumba L223, debido a algunas caractersticas que, sin separarla en una
categora propia, la diferencian ligeramente de las dems. Adems de la
mencionada desviacin de su eje longitudinal con respecto a las dems
tumbas rectangulares, ostenta cuatro estelas en su pared oriental, siendo
ste el nico caso en el cementerio. Adems, se encontraron dos estelas
depositadas en su interior. Tambin los mtodos de enterramiento pre-
sentan una gran variabilidad: un osario de piedra, tres vasijas funerarias
(en las cuales tambin se hallaron restos humanos, en un caso de dos
individuos en la misma vasija) al lado de la pared sur y dos cistas de en-
tierro cerca de la pared occidental. Las tumbas rectangulares, en general,
probaron ser mucho ms ricas en hallazgos antropolgicos. En total,
se hallaron restos seos pertenecientes a seis individuos, lo que parece
ser un paso intermedio en la evolucin de los enterramientos, desde las
tumbas rectangulares (ms tempranas) hasta las circulares (tardas). En
sus esquinas noreste y noroeste se pueden apreciar los ngulos redondea-
dos a ambos lados de la entrada, a diferencia de las esquinas opuestas,
anguladas.

Tumbas circulares y casi circulares


Este tipo de tumba es el ms comn en el cementerio, habindose
descubierto treinta y dos de ellas en 2005 y catorce ms en 2011. Algu-
nas estaban conservadas hasta el techo, aunque en la mayora de ellas
ste se haba derrumbado dentro de la estructura. El tipo de piedra y la
forma de construccin se asemejaba a los anteriores, y es evidente que las
piedras, si bien no estaban trabajadas, fueron cuidadosamente escogidas
para adaptarse unas a otras formando el domo. Las estructuras circulares
aparecen en gran variedad de dimetros, aproximadamente de uno a tres
metros, y aparecen solitarias o bien en pares y formando alguna forma
combinada. De acuerdo a su dimetro fueron divididas en mayores y
menores. Las mayores, de las cuales fueron descubiertas veintiocho, se

68
Dreyer 1998: Tafel 6 a-d.

91
AMIR GORZALCZANY

consideraron tales si su dimetro superaba 1.5 m. Una variante de las


tumbas circulares est representada por siete estructuras, de dimetro
que vara entre 2.2 y 3 m. Su rasgo principal es la presencia de dos pro-
tuberancias en el exterior de la pared, en la zona que mira al este. Cada
una de estas protuberancias tiene la forma de una pared angosta (0.40.5
m), adosada en forma casi perpendicular a la pared, sobresaliendo hacia
el este aproximadamente 0.4 m. Estas cortas paredes no son paralelas
entre s, sino ms bien forman un ngulo que se abre hacia el este y vara
entre 25 y 45. Esto delimita un espacio trapezoidal, abierto hacia el
este. En la pared exterior de la tumba, dentro de ese espacio, estaban
ubicadas entre una y tres estelas, de forma parecida a las tumbas rectan-
gulares. En algunos casos una de las paredes adosadas no aparece, pero
pareciera ser que no fue preservada. Es posible reconstruir su presencia
deducindola por simetra. Con respecto a este particular diseo de tum-
bas, es interesante compararlo con la disposicin de las construcciones
megalticas de Ala Safat, Jordania69. Estas estructuras fueron datadas en
el Bronce Temprano, pero una vez ms somos testigos de coincidencias
en las pautas arquitectnicas del cementerio de Palmaim (Norte) y
aquellas en boga en las semi-ridas zonas perifricas.
Ocasionalmente, las estructuras aparecen en pares. Como ejemplo
del caso es posible nombrar a L101 y L126, con un pequeo comparti-
miento rectangular entre ellas. L101, situada al este, mide 2.55 m de di-
metro, y est delimitada por una pared circular de 0.5 a 0.6 m de ancho,
preservada hasta unos 0.150.2 m de altura. Su piso est formado por
lascas de roca plana, y en la parte norte se localiza una abertura, restos
de la puerta, de unos 0.6 m de ancho y con un umbral de piedra. En su
interior, sobre el piso, fueron descubiertos dos osarios de piedra pulida
de excelente calidad, cubiertos por tapas planas. No se recuperaron restos
antropolgicos dentro de ellos ni dentro del nicho rectangular practica-
do en el piso en sus cercanas. La segunda estructura circular, L126, es
ligeramente ms pequea (2.2 m de dimetro). Se preserv a una altura
de 0.3 m y como la tumba anterior, de la cual es una suerte de reflejo, su
puerta se ubica en la parte norte. En este caso solo se recuper un osario
en su interior, depositado sobre un piso de piedra de buena calidad, y cu-

69
Stekelis 1961: 61; Fig. 11; crculo de piedras N9.

92
RECONSIDERANDO EL PARADIGMA CENTRO Y PERIFERIA

bierto por los restos del derrumbe del techo. Debajo del piso fue hallada
tambin una vasija de cermica usada como forma de entierro. Un detalle
llamativo es que, al ser desmantelada la pared que delimitaba la tumba
con el objeto de reconstruirla en una posicin alternativa para fines de
preservacin y exhibicin, fue hallado en uso secundario un pequeo
osario de piedra (infantil?), reciclado como material de construccin.
Entre las dos estructuras circulares fue descubierto un compartimiento
rectangular (0.55 0.7 m) construido en piedra, y que pudo haber servi-
do como lugar de entierro o bien como receptculo de ofrendas.
Las tumbas circulares menores fueron descubiertas en nmero de
ocho, seis de ellas bien preservadas, y dos cuya forma pudo ser recons-
truida. En general son similares a las mayores, y ostentan los mismos
atributos, como estelas y formas de entierro.
Tambin se excav una serie de tumbas circulares de menores di-
mensiones. Se trata de estructuras de 1 m de dimetro y menores. En
general, stas se encontraron en relacin con tumbas circulares mayores,
y da la impresin que fueron agregadas ms tarde, como una suerte de
pequeo satlite que acompaaba a la tumba mayor. Esta conclusin se
deduce del hecho de que, mientras las tumbas mayores se encuentran
basadas en la roca, las menores solo estn ubicadas sobre la arena que se
acumul desde la construccin de las primeras hasta la ereccin de las
segundas. Evidentemente un perodo no determinado de tiempo trans-
curri ente ambos acontecimientos y es dable suponer que en caso de
tratarse de tumbas familiares, se realiz un intento de incorporar nuevos
fallecidos al mbito mortuorio familiar por medio de la inhumacin en
las proximidades.
Otras dos categoras de tumbas fueron discernidas durante las exca-
vaciones, tumbas de formas combinadas y tumbas pobremente preser-
vadas, de forma incierta o que no pudo ser establecida fehacientemente.

Otras formas de enterramiento


Adems de las formas mencionadas, otras modalidades de inhu-
macin fueron documentadas en Palmaim (Norte). Un tipo de tumba
muy particular que fue ampliamente excavado en el cementerio es el

93
AMIR GORZALCZANY

que, a falta de un nombre mejor, fue denominada tumba en cadena.


stas consisten de una serie de receptculos o cistas, generalmente hasta
cuatro, de tamao variable (normalmente alrededor de 0.5 0.4 0.45
m), cuadradas, rectangulares o a veces trapezoidales. En un caso se
observ una cista pentagonal. Las cistas se encuentran ordenadas en
hileras rectas, de modo que una de las paredes de cada una de ellas es
compartida con la que se encuentra inmediatamente ms atrs, a lo
largo del eje longitudinal del conjunto. Esto le confiere al grupo una
forma que recuerda a una cadena o vagamente a una escalera acostada
en el piso, siendo cada uno de los imaginarios peldaos la pared diviso-
ria entre las tumbas. Cada una de las cistas puede ser considerada una
tumba separada, una suerte de osario de piedra, en la que por motivos de
espacio habra solo un entierro secundario, de un solo individuo. Cinco
casos fueron documentados en las excavaciones llevadas a cabo en el ao
2005. En algunos casos se trata de construcciones con delgadas lajas
de piedra que producen el efecto visual de una caja apoyada en el suelo,
y en otros las cistas fueron excavadas o talladas en la piedra y a veces
revestidas internamente por lajas parecidas a la anteriores. En muchos
casos se encontraron cubiertas por piedras lisas y planas. Como en todo
el cementerio, se recuperaron escasos restos humanos de su interior,
meramente huesos craneales, dientes y fragmentos de huesos largos
pertenecientes a individuos adultos. Sin embargo, esta limitada cantidad
de restos osteolgicos sirvi para confirmar que se trata de receptculos
para entierros secundarios.
En algunos casos se excavaron tumbas en cadena dentro de cons-
trucciones del tipo rectangular. Las tumbas en cadena parecen ser, desde
el punto de vista de la secuencia estratigrfica, el tipo de entierro ms
temprano de la necrpolis. En uno de los casos, se localiz una tumba
de este tipo bajo el empedrado que cubre la parte central del cementerio,
que a su vez constituye un estrato inferior a las tumbas construidas. Es
necesario destacar que en la segunda campaa de excavaciones, llevada
a cabo en el ao 2011, se descubri en la parte sur del cementerio una
gran cantidad de tumbas de este tipo70 y da la impresin de que existi
una especializacin territorial, una variabilidad intra-sitio segn la cual

70
Gorzalczany et al. 2012: Figs. 1418.

94
RECONSIDERANDO EL PARADIGMA CENTRO Y PERIFERIA

diferentes tipos de tumbas se construyeron en zonas determinadas. Apa-


rentemente esta zona concentra la mayora de las tumbas de esta clase.
Si aceptamos que stas constituyen el tipo de entierro ms temprano, re-
sulta razonable suponer que el uso del cementerio comenz precisamente
en el rea sur y se expandi luego hacia el norte y noroeste, siguiendo la
topografa de la colina. Parecera ser que en los comienzos, los nichos y
luego las tumbas en cadena fueron construidos por su valor intrnseco,
independientes y solitarios. El acento era puesto en el entierro mismo.
A. Nativ, que analiz el cementerio en el marco de su tesis de doctorado,
propuso que con el transcurso del tiempo y los cambios acaecidos, que
incluyeron la aparicin y ulterior desarrollo de la diferenciacin social,
el cementerio adquiri funciones ms complejas, entre ellas la expresin
de estas diferencias71. Eso se logr, en un principio, con la yuxtaposicin
de cistas de entierro y la creacin de las tumbas en cadena, y ms tarde
con la construccin de estructuras de piedra rodeando estas tumbas en
cadena, que vinieron a delimitar la pertenencia a un determinado sub-
grupo. La estructura representara, entonces, la identificacin con el de
adentro y su diferenciacin con el de afuera.
Un detalle interesante, al que an no hemos hallado respuesta, es
que las tumbas en cadena ubicadas en el rea norte excavada en 2005 se
encuentran en su mayora dentro de estructuras de piedra del tipo rec-
tangular. Estas estructuras estn alineadas de modo que las estelas insta-
ladas en su pared este miran hacia el noreste. De ese modo, la tumba en
cadena en el interior de la estructura se encuentra alineada de la misma
forma, paralela a las paredes. Por el contrario, las tumbas en cadena
del rea sur, que no estn rodeadas por estructuras, se hallan alineadas
exactamente segn el eje norte-sur. Este detalle puede ser significativo.
Se debera esto a que, al no tener estelas asociadas, la direccin de las
tumbas era menos importante? O puede tratarse de algn tipo de evo-
lucin en las creencias o ritos religiosos? Una posibilidad simple y, si bien
menos probable, no debe descartarse, es que este hecho simplemente
obedecera a la forma de construccin de las tumbas siguiendo las cotas
de altura de la topografa de la colina.

71
Nativ 2010: 103111; 2014: 8894.

95
AMIR GORZALCZANY

En realidad, las tumbas en cadena no son un fenmeno completa-


mente desconocido. En las excavaciones de Askelon fueron descubier-
tos algunos ejemplos con hasta ocho cistas en fila, pero sin hallazgos
indicativos que pudieran datarlas72. Al estar ubicado el sitio en las
proximidades de un sitio datado en la Edad del Bronce Temprano, los
excavadores propusieron la existencia de una entidad Calcoltica que
existi previamente y que se hubiese integrado a la nueva poblacin de
la Edad del Bronce73.
El fenmeno es conocido tambin en Transjordania. En el sitio de
El-Adeimeh, Stekelis74 report 160 tumbas en cistas, la mayora singu-
lares, pero una de ellas, la N 31, es descripta como doble. Ms casos
fueron descriptos en la necrpolis de Wadi Musah, al norte de El-Adei-
meh, en la cual se registraron conjuntos de tumbas en cistas alineadas
en grupos de dos, tres e incluso diez unidades75. En Wadi Musah son
conocidos tambin alineamientos de hasta trece unidades76 que si bien no
fueron excavados, podran ser en algunos casos Calcolticos, de acuerdo
a los investigadores. De todos modos, en Palmaim (Norte) este tipo
de tumbas fue hallado por primera vez en un contexto estratigrfico y
cronolgico inequvocamente Calcoltico Tardo, de la fase de la cultura
de Ghassul.

La cultura material del cementerio de Palmaim (Norte)


Como fue dicho, resulta sorprendente el gran contraste entre la ex-
celente preservacin del sitio y la escasez, incluso pobreza, de las ofren-
das funerarias. Discutiremos brevemente el conjunto de cermica, cuyo
informe final ser publicado prximamente77 sin pretender un debate
exhaustivo de este vasto tema, sino tan slo para constatar la pertenencia
de la necrpolis a la cultura de Ghassul y su comparacin con el ajuar
de sitios contemporneos. Pasaremos revista, tambin brevemente, a las

72
Golani y Nagar 2011: 8691.
73
Golani y Nagar 2011: 95.
74
Stekelis 1935: 53.
75
Mallon, Koeppel y Neuville 1934: 153154.
76
Mallon, Koeppel y Neuville 1934: 154; mapa p.148.
77
Gorzalczany en prensa.

96
RECONSIDERANDO EL PARADIGMA CENTRO Y PERIFERIA

dems caractersticas del sitio, como los osarios de piedra y las estelas en
las tumbas y fuera de ellas.

La cermica
El conjunto es pequeo, si bien ampliamente representativo del pe-
rodo. Consiste solo de cermica tosca, hallada por lo general en un mal
estado de preservacin. Casi no hay rastros de decoracin en la superficie
de las vasijas, excepto dos casos de pintura roja a lo largo de los bordes
de cuencos de tipo corneta (cornet), sumamente caractersticos de la
cultura. Esto contrasta visiblemente con conjuntos de sitios similares, en
los cuales el porcentaje de vasijas decoradas alcanza el 75%78.
Cuencos: Fueron recuperados tres especmenes, representados solo
por sus bases y parte de las paredes. Posiblemente se trate de los tpicos
cuencos denominados cuencos en forma de V (V-shaped bowls), preva-
lecientes durante el perodo que nos ocupa. Se pueden hallar paralelos
en casi todos los sitios explorados, y por nombrar solo algunos podemos
citar Bene Beraq79, Tel Esdar80, Shaar Ephraim81, En Gedi82, Kvish
Kissufim (heb. ruta de Kissufim)83, Abu Maar84, Bir e-afadi85,
E-aiyiba86 y Maabarot87. Cuencos similares fueron hallados en el
cementerio contiguo de las cuevas de Palmaim88. Este conjunto ubicuo
fue ampliamente debatido, y fueron propuestos numerosos usos para l,
como por ejemplo para servir bebidas89, para extraer lquidos o slidos
de grandes jarras90, o incluso como luminarias91. Tambin se especul

78
Commenge-Pellerin 1987: 46; Gilead y Goren 1995: 186187.
79
Ory 1946: Fig. 2:34, Kaplan 1963: Fig. 9: 1113.
80
Kochavi 1969: Fig. 17: 110.
81
Oren y Scheftelowitz 1998: Fig. 27: 13.
82
Ussishkin 1980: Fig. 8: 18.
83
Goren 2002: 21; Fig. 4.1: 17.
84
Commnege-Pellerin 1987: Fig. 17: 18.
85
Commenge-Pellerin 1990: Fig. 18.
86
Yannai y Porath 2006: Fig. 8: 28.
87
Porath 2006: Fig. 6: 18.
88
Gophna y Lifshitz 1980: Fig. 4: 24.
89
Gilead y Goren 1995: 153.
90
Commenge-Pellerin 1987: 49.
91
de Contenson 1956: 173.

97
AMIR GORZALCZANY

con el posible uso como contenedor de ofrendas mortuorias92 cuando


es hallado en el contexto adecuado, y eso debido al descubrimiento de
semillas carbonizadas en su interior93.
Jarra con cuatro manijas: Solo se hall una jarra de este tipo, con
cuatro manijas verticales perforadas en forma horizontal, agregadas a los
hombros de la vasija. Jarras similares fueron halladas en Bir es-afadi94
y Kvish Kissufim95 si bien en este ltimo sitio existen ligeras variantes.
Tambin se conocen jarras con mltiples manijas en Abu Matar96 y
Grar97.
Jarras sin cuello (Holemouth jars): Cuatro de estos artefactos, usados
como contenedores de entierros, fueron recuperados completos. Algunos
ms lo fueron en forma fragmentaria y en distintos tamaos. Algunos
pudieron ser restaurados parcialmente. Estas jarras constituyen otra de
las caractersticas sumamente particulares que identifican al perodo,
y ejemplos similares fueron encontrados en sitios diversos como Bene
Beraq98, Abu Matar99, Zumeili100, Bir es-afadi101, Shiqmim102, En
Gedi103, Gilat104, Tel Esdar105, Kvish Kissufim106, el sur de la Pennsula
del Sina107, E-aiyiba108 y Grar109.
Cornetas (cornets): Seis ejemplares de este tipo de vasija, cuya
curiosa forma recuerda un cono de helados, fueron recuperados en
estado fragmentario. La mayora pertenecen al tipo definido como

92
Goren y Fabian 2002: 21.
93
Kislev y Melamed 2002; Tab. 9.1.
94
Commenge-Pellerin 1990: Fig. 53: 111.
95
Goren 2002: Fig. 4.4: 4.
96
Commenge-Pellerin 1987: Fig. 34: 1, 3, 911.
97
Gilead y Goren 1995: Fig. 4.15: 56.
98
Ory 1946: Fig. 2: 12; Kaplan 1963: Fig. 9: 45.
99
Commenge-Pellerin 1987: Figs. 27: 1:10; 28: 110; 49: 5.
100
Commenge-Pellerin 1987: Fig. 48: 1.
101
Commenge-Pellerin 1990: Figs. 38: 13; 610; 39: 17; 40: 17.
102
Levy y Menahem 1987: Figs. 12: 11; 12: 12.
103
Ussishkin 1980: Fig. 10: 4.
104
Commenge 2006: 420, Pls. 10: 1317.
105
Kochavi 1969: Fig. 18: 19.
106
Goren y Fabian 2002: 2527; Fig. 4.3: 4.
107
Beit Arieh 1980: Fig. 7: 813.
108
Yannai y Porath 2006: Fig. 6: 3.
109
Gilead y Goren 1995: 171175; Fig. 4.14.

98
RECONSIDERANDO EL PARADIGMA CENTRO Y PERIFERIA

elongado110. Se trata de uno de los artefactos ms caractersticos (con-


siderado como fossil directeur) de la cultura Ghassuliense y probablemente
uno de los menos comprendidos111.
Desde su primera aparicin en las excavaciones de Gezer112 este tipo
de vasija fue hallado en numerosos sitios, por ejemplo En Gedi113, Bir
e-afadi114, E-aiyiba115, Abu Maar116, Teleilt Ghassl117, orbat
Beter118, Shoham (Norte)119, Gilat120, el Sitio O en los sitios del Ro
Besor121 y Grar122. Recientemente se llevaron a cabo anlisis por medio
de la Tcnica de Cromatografa de Gas123 en vasijas de este tipo prove-
nientes de En Gedi, Moringa y Grar, los cuales detectaron en su interior
residuos de lpidos compatibles con cera de abeja, sugiriendo que la fun-
cin de estos artefactos (o una de ellas, por lo menos) estaba relacionada
con la iluminacin124.

Los osarios de piedra


Esta forma de entierro secundario est representada en nuestro
cementerio por dieciocho unidades recuperadas en 2005, y seis ms
descubiertas en 2011, todas ellas cuidadosamente elaboradas en roca
pulida local. El trabajo requiere una gran habilidad, ya que dicha roca
es bastante frgil y no soporta fuertes golpes sin quebrarse. La medidas
promedio son 0.7 0.5 0.45 m. En muchos casos el piso es sumamente
grueso, hasta 0.1 m de espesor, aunque no tanto como los registrados en

110
Gilead y Goren 1995: 158, Fig. 4.8: 13.
111
Garfinkel 1999: 219221; Gilead y Goren 1995: 158.
112
Macalister 1912: CXLIII.12.
113
Ussishkin 1980: 20; Fig. 7.1028.
114
Commenge-Pellerin 1990: 21; 95, Fig. 36.16; 1011.
115
Porath 198990.
116
Commenge-Pellerin 1987: Fig. 22: 45.
117
Mallon, Koeppel y Neuville 1934: 112, Planches 4748; North 1961: Pl. XI. 8647.
118
Dothan 1959; Figs. 10: 613; 16: 1124.
119
Commenge 2005: 53; Figs. 6.1: 2; 6.4.
120
Commenge 2006: 417418, Pl. 10.4.
121
Macdonald 1932: Pl. XXXV.
122
Gilead y Goren 1995: 158163, Fig. 4.9.
123
Evershed, Heron y Goad 1990.
124
Namdar et al. 2009.

99
AMIR GORZALCZANY

Azor, que llegan a 0.25 m125. Los osarios pueden ser divididos en varios
tipos.
El primero tiene forma ligeramente ovalada, debido a sus paredes
convexas, y recuerda un huevo o un barril ligeramente aplastado. Sin
embargo, la base y la cobertura son planas. En seis casos fueron hallados
con la tapa in situ. Se encontr un ejemplar de menor tamao (para
infantes?) de 0.42 0.20 0.30 0.25 m cuya base es plana y de un
espesor de 0.06 m que revel un uso secundario como piedra de cons-
truccin de una de las tumbas circulares.
El segundo tipo podra clasificarse como piriforme, ya que su forma
que tiende a reducirse y a angostarse en uno de los extremos se asemeja
a una pera o a una gota de agua. Este tipo particular, del cual no se co-
nocen paralelos en sitio alguno, est representado en Palmaim (Norte)
por dos especmenes. Un solo caso de osario de cermica fue registrado
en el cementerio.
Los osarios de piedra no son ajenos al conjunto de artefactos de la
cultura Ghassuliense. Ejemplos manufacturados en kurkar fueron recu-
perados en Givatayim126, Bene Beraq127, y Kvish Kissufim128. En sitios
ms alejados de la costa, otros tipos de piedra fueron utilizados para
producir osarios, mayormente rocas calizas de distinta fragilidad. Tal es
el caso en Qula-Mazor (Oeste)129, Ben Shemen130 o orbat Qarqar131.

Las estelas
Durante la expedicin de 2005 se hallaron 51 estelas de piedra
(heb. massebot); otras ms fueron descubiertas durante la expedicin
complementaria en 2011. Algunas estaban ubicadas en las paredes de las
tumbas, o bien erguidas libremente entre ellas. En algunos casos estaban
cadas entre las estructuras funerarias, y en otros estaban depositadas

125
Comparar con Perrot 1961: Fig. 41: 16.
126
Sussman y Ben-Arieh 1966: 2932; fig. 5.
127
Ory 1946: 57; Fig. 5.
128
Goren y Fabian 2002: 6; Fig. 2.4; Fabian y Goren 2002: 47; Fig. 6.5.
129
Milevski y Shevo 1999: 40*; Fig. 77.
130
Perrot 1967: Pl. XI.2; Pl. XII.1; Perrot y Ladiray 1980: 28.
131
Fabian 2012.

100
RECONSIDERANDO EL PARADIGMA CENTRO Y PERIFERIA

horizontalmente dentro de ellas junto a los difuntos y las ofrendas. Las


formas son variadas: cuadradas, rectangulares, trapezoidales y ovoides,
as como lo son sus tamaos. La cara anterior suele ser lisa, en ocasiones
pulida. En la campaa de 2011 se descubri una estela inusual, nica en
su tipo, cuyo frente estaba decorado por finas rayas verticales paralelas
en relieve. Este tipo de decoracin no tiene paralelos conocidos132.
Cuando se las encontr instaladas en tumbas, las estelas siempre
estaban dentro de nichos construidos a tal efecto en la pared oriental. El
nmero de estelas por tumba vara entre una y cuatro (en un solo caso),
pero la cantidad ms comn es dos. En la mayora de los casos el eje
vertical es ms largo que el horizontal, y no se hall correlacin entre el
nmero de estelas y el de los entierros en el interior, ya que normalmente
se descubrieron ms entierros que estelas en cada tumba.
En el caso de las estelas ovoides, ambas puntas son redondeadas, y
una de las caras es plana, mientras la otra puede ser ligeramente con-
vexa. Estelas de este tipo se hallaron en sitios como la caverna N 4 en
Shoham133, Modiin134 y orbat Qarqar135.
Las estelas suelen estar asociadas principalmente a sitios desrticos o
de la periferia. Se les dedicaron amplios estudios desde el punto de vista
iconogrfico, teolgico, arqueolgico y estadstico136. Entre las finalida-
des con las que fueron asociadas, se las consider como deidades, como
elementos conmemorativos de personas, como testimonio de tratados,
para demarcacin de lmites, como sealizacin de tumbas o relacio-
nadas con el culto a los antepasados137. En ciertos casos se observaron
estelas cubiertas parcialmente por tinturas de tonalidad rojiza, lo que
representara, segn algunos autores, sangre138.
En contextos arqueolgicos Calcolticos, las estelas fueron docu-
mentadas tanto en sitios funerarios como habitacionales, y los inves-

132
Gorzalczany et al. 2012: Fig. 9.
133
van den Brink y Gophna 1997: 85; Rowan 2005: 116; Fig. 9.20.
134
van den Brink 2005: 183.
135
Dagan 1992: 54*; Fabian 2012.
136
Avner 1984; 1993; 2001; 2002.
137
Burrows 1934; Avi-Yonah 1950; Albright 1957; Broshi 1968.
138
Elliot 1977: 23.

101
AMIR GORZALCZANY

tigadores tienden a atribuirles significados rituales139. Entre esos sitios


se puede nombrar las de Givatayim140, Bene Beraq141, Ben Shemen142,
Gilat143, Ramot Nof144, Azor145, Modiin146, Kvish Kissufim147 y Shoam
(Norte)148.
Un debate detallado acerca del significado de las estelas y su posible
interpretacin en Palmaim (Norte) ser publicado prximamente149.
Solo sealaremos que, estadsticamente, en la campaa del ao 2005,
tomando slo en cuenta las estelas ubicadas en las paredes orientales
de las tumbas sin los artefactos recuperados extra situ o dentro de ellas,
se pueden observar diecisiete casos (65.38%) de estelas solitarias, siete
casos (26.92%) de pares, y un tro y un cuarteto que constituyen cada
uno un 3.8% del total. Curiosamente, los cuartetos son prcticamente
inexistentes en los cientos de casos conocidos, especialmente en las zonas
perifricas150.
La orientacin predominante de las estelas es hacia el este, lo que
reforzara el concepto de orientacin sagrada, relacionada con la vida,
renovacin, renacimiento, fuerza y fertilidad. Estos conceptos parecen
haber estado firmemente establecidos en el sur del Levante ya en el VII
milenio a.C.151

139
Por ejemplo Sussman y Ben-Arieh 1966: 35; Kaplan 1963: 302; Fig. 2; Pl. 32.B; Fabian
y Goren 2002: 4446).
140
Sussman y Ben Arieh 1966: Fig. 7.
141
Kaplan 1963: 302303; Pl. 32b; Ory 1946: 57; Fig. 5.
142
Perrot y Ladiray 1967: 48*; Fig. 1; 1980: 76; Figs. 117; 134: 3.
143
Alon y Levy 1989: 182184; Rowan et al. 2006: Fig. 12.34.
144
Nahshoni et al. 2002: 16*; Fig. 9.
145
Perrot y Ladiray 1980: 77.5.
146
van den Brink 2005: 183.
147
Fabian y Goren 2002: 4446.
148
van den Brink y Gophna 1989: 71; Fig. 132 en p. 108*; Rowan 2005: 116; Figs. 9.19;
9.20; van den Brink 2005: 182183.
149
Gorzalczany en prensa.
150
Avner 2002: 96; Tab. 11.
151
Mellaart 1967: 104.

102
RECONSIDERANDO EL PARADIGMA CENTRO Y PERIFERIA

Discusin y conclusiones
El cementerio Calcoltico de Palmaim (Norte) presenta una serie
de caractersticas que lo vuelven nico en su tipo. Claramente datado en
la fase tarda (Ghassuliense) del perodo, su planificacin y construccin
son notoriamente reminiscentes de necrpolis similares ubicadas en
las zonas ridas y perifricas. Su inesperada ubicacin en el corazn
de la zona sub-tropical del sur del Levante lo hace aparecer como una
excepcin. No slo ese hecho, sino que otros factores llaman rpida-
mente nuestra atencin. Un hecho remarcable es la pobreza del ajuar
funerario, que es difcil de explicar. Debe descartarse, como vimos, el
robo de tumbas, as como la fragilidad de la cermica y las condiciones
ambientales. Especialmente llamativo es el resultado de la comparacin
con el otro cementerio contemporneo (vase ms arriba), ubicado en las
cercanas152. Osarios de piedra y cermica son comunes a ambos, aunque
en cantidades y relaciones muy diferentes entre ambos tipos. Si bien la
escasez del ajuar funerario en nuestro cementerio hace difcil la compara-
cin, es evidente que el cementerio situado en las cuevas es notoriamente
ms rico en cantidad, variedad y calidad de ofrendas.
Una posible explicacin sera que las diferencias no representan en-
tidades distintas sino ms bien una brecha temporal. En otras palabras,
cada cementerio representara una fase cultural distinta, cuya diferencia
cronolgica sera tan pequea (tal vez unas pocas generaciones) que no
sera percibida por la resolucin a la que somos capaces de llegar con la
tipologa actual, por ejemplo, de la cermica. Propuestas similares se
han hecho para explicar fenmenos similares en Azor y Ben Shemen153.
Una segunda explicacin, igualmente plausible, es que ambos ce-
menterios son contemporneos, pero cada uno especializado en una
forma particular de entierro, lo que podra significar rangos o estatus so-
ciales diferenciados, expresados por el tipo de enterramiento y la calidad
y cantidad del ajuar. Si esto es as, tal vez debamos buscar la explicacin
para la variabilidad en formas de inhumacin (cuevas vs. estructuras)
en una sociedad estratificada, no igualitaria, en la cual los individuos

152
Gophna y Lifshitz 1980.
153
Perrot y Ladiray 1980: 73; 117118.

103
AMIR GORZALCZANY

de alto rango como lderes, chamanes, magos o artesanos154 eran ente-


rrados en cuevas, profusamente acompaados de regalos y artculos de
prestigio. Simultneamente, miembros menos valorados de la sociedad
eran enterrados en estructuras de piedra, que posiblemente requeran
menos insumos en ser construidas que las cavernas en ser excavadas. Ya
la cultura Natufiense presentaba cementerios disociados, en los cuales
formalmente no toda la poblacin se hallaba representada155. Cabe des-
tacar que este enfoque contradice la opinin de Levy y Alon156, quienes
ven en la construccin de estructuras circulares de piedra la representa-
cin de todo el espectro social. Esa es una de las bases de la teora de las
jefaturas propuesta por ellos157 y subsecuentemente criticada por otros,
como Gilead158.
Debe considerarse una tercera posibilidad, y es que ambos cemen-
terios perteneceran a diferentes comunidades, caracterizadas por prc-
ticas mortuorias dismiles. Estas comunidades, si bien separadas por
diferencias tribales y familiares, pueden muy bien haber compartido el
mismo hbitat. Es concebible que dos grupos diferentes hayan ocupado
la misma regin y compartido el mismo ambiente cultural manteniendo
diferentes tradiciones y formas de vida, teniendo diferencias ideolgicas
o religiosas menores (sub-culturas, segn la definicin de Clarke)159,
diferencias representadas, entre otras cosas, por prcticas de inhumacin
diferenciadas.
De ser as, posiblemente uno de los grupos, el representado en
Palmaim (Norte), puede haberse consolidado en un entorno diferente
y eventualmente haber migrado hacia la planicie costera central. Este
escenario explicara la supervivencia de prcticas mortuorias ajenas al
rea, pero tpicas del hbitat original. Por cierto, puede aducirse que
no es imposible que el proceso haya sido exactamente el opuesto, y que
costumbres originarias de la zona central eventualmente llegaron a la
periferia.

154
Comparar Gilead 2002: 113120.
155
Algaze y Fessler 2001: 13.
156
Levy y Alon 1982.
157
Levy 1995; Levy y Alon 1982; 1987.
158
Gilead 1980: 147*149*.
159
Clarke 1968: 252253; Gilead 1988: 146*; 1989: 390392; 1995: 473476; 2011.

104
RECONSIDERANDO EL PARADIGMA CENTRO Y PERIFERIA

Ya en el pasado se propusieron distintas hiptesis relacionadas con


la posibilidad de migraciones de comunidades que trataban de huir de
condiciones ambientales desfavorables hacia el final del perodo Cal-
coltico160. Esas supuestas migraciones podran explicar la disipacin
de la floreciente cultura Calcoltica del norte del Negev. Pistas de ese
propuesto movimiento hacia el norte pueden tal vez verse en los sitios
del comienzo del Bronce Temprano I en la terraza de Tel alif, Naal
Ha-Besor, Nianim, el Sitio H en Wadi Ghazzeh, y Taur Ikhbeineh161.
Sin embargo, debemos sealar que no existe consenso en la investigacin
acerca del carcter del Calcoltico tardo en el norte del Negev en sus
fases finales. Mientras que algunos postulan una brecha ocupacional162,
otros sostienen que la zona no se hallaba completamente desierta, para
lo cual acuaron el trmino Calcoltico Terminal a fines de definir el
perodo en cuestin163. En ese aspecto, una migracin sera sumamente
compatible con la escasez de hallazgos en las tumbas de Palmaim
(Norte). Segn las teoras de migracin
() la migracin es una estrategia adoptada por la unidad casa pa-
trimonial (household) para distribuir recursos familiares racionalmente,
incrementar los flujos de ingresos para elevar el nivel de vida164 .

Es factible pensar en una poblacin que hua de condiciones desfavo-


rables. Dado que las migraciones a menudo se relacionan con la prdida
de estatus social y pauperizacin, parece lgico que los recin llegados se
encontraran en una situacin socioeconmica desventajosa con respecto
a la poblacin veterana y bien establecida. Esto, claro est, en caso de ser
aceptados e integrados pacficamente, y no en el caso de sobreponerse
por la fuerza a la poblacin existente.
Mientras los individuos enterrados en las cuevas de Palmaim
parecen haber disfrutado de un buen pasar (si la presencia de tems de

Comparar Issar 1998: 116117; Bar-Matthews, Ayalon y Kaufman 1998: 210211.


160

Braun y Gophna 2004: 228230.


161
162
Gilead 1993: 9093; 1994: 12.
163
Joffe y Dessel 1995: 511514.
164
Semyonov y Gorodzseisky 2004: 5; y comparar Oberg 1977; Massey 1990; 1993; 1998;
Stark 1984.

105
AMIR GORZALCZANY

prestigio en las tumbas constituye una demostracin de ste), parecera


que los miembros de la comunidad enterrados en las estructuras de
Palmaim (Norte) no compartan tal situacin. Si aceptamos que la
cantidad y calidad de regalos en las tumbas sirve como indicador del
grado de prosperidad de una sociedad, la poblacin enterrada en nuestro
cementerio parece reflejar el sector menos privilegiado. Claro est que
contra lo dicho puede argumentarse que una sociedad capaz de orga-
nizarse en forma tal como para erigir tan sofisticado cementerio puede
muy bien haber producido bienes de prestigio, de querer hacerlo. Esto
es especialmente vlido para la cermica, que exige relativamente pocos
insumos. Por lo tanto, la posibilidad de que la pobreza de ofrendas se
deba a algn otro ignoto motivo no debe ser descartada a priori165.
De las tres opciones presentadas, a saber: diferencia cronolgica,
cementerios especializados por diferencia de estatus y variabilidad cul-
tural catalizada por la migracin, en la opinin del autor la tercera es la
ms plausible. De todos modos y como reflexin final: sea por causa de
movimientos de poblacin o por falta de datos en sitios por descubrir,
parece claro que el antiguo paradigma zonas semiridas = periferia =
cementerios en tumbas circulares, zonas subtropicales = centro = entierro
en cuevas va perdiendo validez, por lo menos en lo que a costumbres
funerarias del Calcoltico tardo se refiere. Tal vez sea hora de repensar
esta situacin libre de condicionamientos e influencias causados por
nuestra propia realidad actual. Es de esperar entonces que nuevos des-
cubrimientos aporten datos que permitan seguir clarificando los muchos
interrogantes que quedan pendientes.

Agradecimientos
Agradezco a Edwin C. M. van den Brink, Ram Gophna, Yuval
Goren, Eliot Braun, Ianir Milevski, Peter Fabian, Naama Scheftelowitz,
Dina Shalem, Asaf Nativ y Uzi Avner. Sus conocimientos y experien-
cia en el perodo Calcoltico del sur del Levante fueron generosamente
compartidos. Mi gratitud especial para Isaac Gilead que ofreci valiosos
comentarios a lo largo de todo el proceso de investigacin.

165
Y comparar Gorzalczany y Sharvit 2010: 106109.

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DISRUPCIN EN EL SISTEMA-MUNDO NILTICO-
LEVANTINO:
DE LOS MLTIPLES CENTROS EN COMPETENCIA A
LA GUERRA POR LA SUPREMACA (C. 1800-1530 A.C.)

Roxana Flammini

Resumen

En paralelo con un largo proceso de integracin que abarc unos 200


aos (c. 20001800 a.C.), el sistema-mundo Niltico-Levantino (cuyo alcance
geogrfico se extenda entre la Alta Nubia y el norte del Levante) present
una fase caracterizada por una relacin centro-periferia de diferenciacin (en
trminos propuestos por Chase-Dunn y Hall). En esta situacin, el rea centro,
que coincida a grandes rasgos con la extensin territorial del Estado egipcio
unificado, se abstuvo de ejercer alguna forma de dominacin sobre mbitos que
podran ser considerados periferias. Para finales de la Dinasta XII, surgieron
problemas internos de legitimidad en la dinasta reinante, factor que pudo
haber incidido en la fragmentacin poltica del Estado, fenmeno que tuvo
tambin su correlacin en las esferas econmica y cultural. En dicho momento,
diversos ncleos competan por la supremaca en un escenario donde el flujo de
bienes se vio severamente afectado (c. 18001530 a.C.). Tal competencia deriv
en cruentos enfrentamientos blicos, y finalmente, la victoria de uno de los
ncleos sobre el resto permiti el restablecimiento del flujo de bienes, e inici
una nueva fase en el sistema-mundo, configurado ahora como una relacin
centro-periferia de carcter jerrquico, donde el rea centro ejerci dominacin
sobre las periferias (c. 15301200 a.C.). En este trabajo pondremos el nfasis
en caracterizar el proceso disruptivo que tuvo lugar entre c. 18001530 a.C.
en el rea centro del sistema-mundo.

Palabras clave: Sistemas-mundo Disrupcin Tebas Hicsos


ROXANA FLAMMINI

El sistema-mundo Niltico-Levantino: consideraciones generales


En diversos documentos datados en la primera mitad del segundo
milenio a.C., se hace referencia a los bienes que llegaban a Egipto. Los
Anales de Amenemhat II (tambin conocidos como la Inscripcin de
Menfis del mencionado rey) y la Segunda Estela de Kamose, entre otros,
remiten a esa cuestin. Mientras que en el primero se menciona a los
bienes que el Estado egipcio obtena desde el Levante y Nubia a travs
de diversas prcticas tanto coercitivas como pacficas incienso, plata,
plomo, ganado mayor y menor, incienso, cornalina, electro, malaquita,
plantas aromticas, semillas, bano, toros y gacelas1, en el segundo
se preserva una descripcin del puerto de Avaris y su riqueza, que fue
recientemente corroborada por los hallazgos arqueolgicos2. All se men-
cionan diversos bienes como aceite de moringa, incienso, grasa, miel, y
todas las maderas finas, todos los productos finos del Rechenu3 que
dan una idea aproximada no slo de la relevancia de los bienes de presti-
gio en las sociedades antiguas, sino tambin de la extensin de las redes
involucradas en el intercambio.
Si bien no eran los nicos bienes en circulacin4, la importancia
de los bienes de prestigio en las sociedades antiguas radicaba en su rol
como marcadores de estatus para las elites pre-estatales y de los estados
tempranos. Esta aseveracin implica considerar dos premisas vinculadas:
a) que los bienes de prestigio estaban involucrados en el surgimiento
del comercio de larga distancia5 y, por consiguiente, b) que la mayora
de los estados tempranos no existan de modo aislado6. Ciertamente,
la conectividad generada a travs de las redes de intercambio de bienes
involucraba tambin el flujo de individuos, de informacin y de ideas, lo
que permite ampliar sustancialmente el espectro de los anlisis posibles.

1
Flammini 2014.
2
Herbich y Forstner-Mller 2013: 258272.
3
Redford 1997: 14 n. 69.
4
El rol de las redes no institucionales y las materias primas de bajo valor son con
frecuencia ignoradas en el rea de estudios egiptolgicos, cf. Moreno Garca 2014:
249252.
5
Sherratt y Sherratt 1991: 354363; Shaw 2003: 323.
6
Renfrew 1986: 1; Hall, Kardulias y Chase-Dunn 2011: 234.

126
DISRUPCIN EN EL SISTEMA-MUNDO NILTICO-LEVANTINO

Adems de las cualidades que habitualmente se le reconocen a los


bienes de prestigio (como poseer una demanda que supera a la oferta;
tener un alto valor relativo inversamente proporcional a su volumen lo
que hace factible su circulacin a travs de largas distancias7 o el hecho
de ser difciles de obtener8), tambin poseen cualidades ligadas a lo social
y a lo ideolgico. En este sentido, el valor de un determinado bien no
suele ser una propiedad intrnseca del mismo sino una cualidad que le es
otorgada por una determinada sociedad9, con lo cual, dado el rol central
que poseen los bienes de prestigio en el mantenimiento de la cohesin
y la reproduccin social, P. Peregrine siguiendo las sugerencias de
J. Habermas enfatiza el papel de las crisis de la legitimacin como
catalizadoras de colapsos polticos, incluso con un rol de mayor prepon-
derancia por sobre los desastres naturales o problemas en la economa
de subsistencia10.
La habilidad de las lites para obtener y distribuir bienes de prestigio
permiti el establecimiento de diversas estrategias de vinculacin. Estas
estrategias estaban relacionadas no slo con los vnculos entre distintas
sociedades sino tambin con los estratos internos de cada grupo social, a
travs del establecimiento de prcticas socio-polticas como el patronaz-
go, donde el sistema de dones y contra-dones tena un papel significati-
vo11. Es difcil discernir si las dimensiones sociales e ideolgicas de los
bienes de prestigio tuvieron un impacto mayor que las econmicas en la
conformacin de lazos socio-polticos, pero vale la pena mencionar que
tuvieron, por lo menos, un rol de importancia12.
Hay suficiente evidencia que prueba el establecimiento de redes de
circulacin de bienes de prestigio en el noreste de frica desde mucho

7
Sherratt y Sherratt 1991: 358.
8
Plourde 2009: 266.
9
Simmel 1978 [1907]: 73.
10
Peregrine 1999: 39.
11
Graziano sostiene que en las sociedades con claras diferenciaciones sociales
pero sin instituciones legalmente constituidas que ejerzan coercin, las prcticas
ligadas a la entrega de regalos implican una accin contractual entre el dador y el
receptor. Cf. Graziano 1975: 2527; y tambin Schneider 1977.
12
Sobre este tema especfico, cf. Helms 1993; tambin Warburton 1997: 5759.

127
ROXANA FLAMMINI

antes de la aparicin del Estado egipcio, en c. 3200 a.C.13 Precisamente,


es factible que los conflictos existentes entre diferentes grupos sociales
por el control de las principales rutas de intercambio haya impactado en
su emergencia14; y aunque muchas variables cambiaron luego de su irrup-
cin, los bienes de prestigio continuaron siendo valorados por la nueva
lite estatal, no slo como marcadores de estatus sino tambin como
parte de las estrategias internas de cohesin mencionadas anteriormen-
te15. De este modo, la existencia de una extensa red de intercambios que
conectaba el noreste de frica con Asia occidental puede ser explicada
como un sistema-mundo que pudo haberse integrado con anterioridad
a la aparicin del Estado egipcio y que adopt configuraciones diversas
en el transcurso del tiempo.
Un sistema-mundo se define como un mbito delimitado e inter-
conectado, donde la unidad fundamental del desarrollo histrico no es
una nica sociedad, sino el contexto inter-societario en el que las socie-
dades individuales existen16 y donde los procesos que tienen lugar en
una parte de la red poseen el potencial de ejercer efectos en otras partes
de la misma. Siguiendo esta lnea argumental, adquieren relevancia las
relaciones sistmicas definidas como directas, regulares y bidirecciona-
les en el sostenimiento del sistema-mundo como tal17. Por cierto, no se
descarta la incidencia de factores externos a las dinmicas propias de la
red, como por ejemplo cambios climticos y otros fenmenos naturales,
que pueden ejercer impactos diversos. Sin embargo, una perspectiva tal,
que abarque la historia de aquellas relaciones entendida como fluctua-
13
Takamiya 2004; cf. Gatto 2006 y la bibliografa citada all. Cf. tambin
Andelkovi 2014: 718.
14
Campagno 2002: 168.
15
Durante el III milenio a.C. (Reino Antiguo en Egipto, c. 28002200 a.C.), el
rea centro estaba directamente involucrada en el control de las redes de intercambio
que se dirigan hacia el sur y el oeste del eje niltico, as como con el acceso a las mi-
nas y canteras ubicadas en el Sina y el sur del Levante, mientras Biblos era un socio
en el intercambio que actuaba como mediador con otras regiones de Asia. Preservar y
controlar las fronteras era tambin un aspecto relevante para el rea centro. Durante el
crtico perodo c. 22002000 a.C. (Primer Perodo Intermedio en Egipto), emergieron
gobernantes locales independientes en los nomos del Alto Egipto, cuya legitimidad
estaba vinculada al dios local y no a algn rey en particular (i.e. Anjtifi de Moalla,
cf. Lichtheim 1973).
16
Chase-Dunn y Hall 1993: 851.
17
Chase-Dunn y Jorgenson 2001; Flammini 2011: 207.

128
DISRUPCIN EN EL SISTEMA-MUNDO NILTICO-LEVANTINO

ciones en redes vinculadas de modo estrecho, no suele ser habitualmente


explorada desde el campo egiptolgico. Ciertamente, uno de los primeros
intentos en considerar la existencia de un sistema-mundo que abarcara
el nordeste de frica fue realizado por el politlogo David Wilkinson,
quien propuso la existencia de tal sistema-mundo (al que denomin
Egipcio) que inclua, naturalmente, a Egipto y Nubia. En su opinin,
este sistema-mundo se combin con el existente en Mesopotamia c. 1500
a.C. para integrar el denominado sistema-mundo Central18. El inters
de Wilkinson se centraba en resumir las fluctuaciones polticas del siste-
ma-mundo egipcio a travs de una secuencia de configuracin del poder,
desde sus formas menos concentradas hasta las ms concentradas19.
De hecho, las fluctuaciones polticas revelan un aspecto del sistema-
mundo, as como la red de intercambio de bienes que lo integra. En el
mbito acadmico, si bien se reconoce la existencia de redes de intercam-
bio de bienes que pudieron haber conformado un sistema-mundo, tal

18
Este autor iguala el concepto de sistema-mundo al de civilizacin (Wilkin-
son 2004: 82), dando al sistema-mundo/civilizacin que denomina Central un lugar
relevante en la historia mundial, dado que hubo una pluralidad de civilizaciones/sis-
temas mundo en el planeta hasta fines del siglo XIX o principios del siglo XX. Ahora
hay un solo sobreviviente, la civilizacin Central, cuya red se expandi a escala global
y absorbi todas las dems. Cf. Wilkinson 1995: 261.
19
Wilkinson 2004: 8384. La secuencia propuesta vara desde las concentra-
ciones de poder ms dispersas a las ms concentradas, del siguiente modo: No-polar
(Nonpolar, la ms descentralizada, con varios mini-estados y sin grandes poderes);
Multipolar, Tripolar, Bipolar (cerca del extremo descentralizado, se evidencian con-
figuraciones con dos, tres o ms grandes poderes); Unipolar (no-hegemnica, con un
nico gran poder, con falta de influencia para alcanzar su potencial, descansa en una
coleccin de Estados dbiles, aunque no-dominados y no-tributarios); Hegemnica
(o unipolaridad con hegemona, donde un nico gran poder o super-poder, con in-
fluencia para alcanzar su potencial, supervisa un nmero de Estados oprimidos pero
que mantienen autonoma interna); Universal (estado/imperio. Extremo centraliza-
do, donde un Estado abarca todo el sistema). Siguiendo la periodizacin tradicional
egipcia, la secuencia de la configuracin del poder en Egipto durante gran parte del
II milenio a.C., se presenta segn Wilkinson del siguiente modo: Unipolar (mediados
Din. XI - temprana Din. XII); Hegemnica (Sesostris I Amenemhat II); Universal
(Sesostris III Amenemhat III); Hegemnica (hasta mediados Din. XIII); Unipo-
lar (Din. XIII); Bipolar (Din. XIII/Din. XV Hicsos); Unipolar (Din. XV Hicsos);
Tripolar (Din. XV Hicsos, Din. XVII Tebas, Kush); Unipolar (Din. XVIII). Si bien
la secuencia de Wilkinson no evidencia las complejidades que se advierten en los
procesos, la propuesta es til en tanto es un intento de sistematizar las fluctuaciones
polticas de un Estado durante un perodo prolongado.

129
ROXANA FLAMMINI

aproximacin merece anlisis ms profundos, sobre todo si se compara


con los estudios realizados sobre las redes existentes en la antigua Me-
sopotamia desde tal perspectiva 20.
En este sentido, considero que el Levante estaba conectado a la red
del noreste de frica desde por lo menos el V milenio a.C. convirtin-
dose, con el tiempo, en una parte importante del sistema 21. Esta es una
de las razones detrs de la designacin de esta red como sistema-mundo
Niltico-Levantino. El otro es para evitar utilizar el nombre de una
entidad socio-poltica que cumplimentara un rol central en un determi-
nado momento histrico, ya que la condicin de centralidad, as como la
de periferalidad, no son cualidades permanentes sino circunstanciales y
se definen histricamente22.
Este trabajo se focaliza en el anlisis del proceso disruptivo del
sistema-mundo Niltico-Levantino que tuvo lugar entre c. 18001530
a.C., en particular en el rea centro del mismo23.
Durante ese lapso, la unidad del centro colaps dejando paso a la
emergencia de distintas entidades socio-polticas, en un periodo ca-
racterizado por la fragmentacin poltica, la emergencia de lites con
identidades diversas y claras diferenciaciones culturales locales. Estas

20
Por cierto, conclusiones como las culturas nubias no eran entidades extticas
sino que cambiaban y se desarrollaban en respuesta a influencias y contactos externos
(Forstner-Mller y Rose 2012: 8) revelan el impacto de lo que en otras palabras se
define como el carcter sistmico de un sistema-mundo. En relacin con los estudios
de la antigua Uruk desde una perspectiva de sistemas-mundo y las crticas que recibi
esta perspectiva, cf. Algaze 1993; Stein 1999.
21
Esta regin no estaba exclusivamente vinculada con la red de frica nororiental,
pero el alcance de este anlisis se basa en las relaciones con esta ltima. Cf. tambin
Forstner-Mller y Kopetzky 2009: 1174.
22
Cf. Flammini 2011: 207. A. Gunder Frank y B. Gills (1992) propusieron la
existencia de un sistema-mundo global y unificado que se inici hace 5000 aos y
contina en desarrollo en nuestros das.
23
Dado que el sistema-mundo es la unidad de anlisis, prefiero evitar el uso de
una clasificacin a travs de los perodos histricos tradicionales. De todos modos,
puede establecerse una correlacin con ellos, que a grandes rasgos se corresponde
con el Segundo Perodo Intermedio en Egipto (c. 18001530 a.C., Dinastas XIII a
XVII, cf. Grimal 1988: 226; Ryholt 1997: 184); el Bronce Medio levantino (BMIIII
o BMIIAC, c. 19001530 a.C., cf. Bietak 2002); y el perodo Kerma Clsico (KC,
c. 17501550 a.C., cf. Bonnet 1991: 113). Incluyo a la Dinasta XIII en el Segundo
Perodo Intermedio en su totalidad (Grimal 1988: 226; Ryholt 1997: 184).

130
DISRUPCIN EN EL SISTEMA-MUNDO NILTICO-LEVANTINO

caractersticas tuvieron un impacto a nivel sistmico y, por cierto, estn


fuertemente vinculadas entre s. Mi objetivo es analizar el proceso dis-
ruptivo del rea centro en la larga duracin, como un fenmeno inserto
en un amplio escenario territorial.
Considero que tal proceso estuvo influenciado por las acciones to-
madas por la administracin central egipcia sobre las zonas de frontera
meridionales y septentrionales del territorio bajo su control durante la
fase anterior (de integracin), c. 20001800 a.C.24 Una serie de hechos
muestran ese inters en integrar las zonas de frontera: en los inicios de
la Dinasta XII, un distrito administrativo egipcio fue establecido en el
noreste del Delta oriental (en Ezbet Rushdi es-Saghira); a mediados de
la misma, un asentamiento de individuos con rasgos culturales egipcio-
levantinos emergi a 1 km de distancia, en la actual rea F/1 de Tell el
Daba; en el sur, se construy una cadena de fortalezas interconectadas
en la Baja Nubia, a la altura de la Segunda Catarata. As, es factible
observar la intencionalidad en fortalecer los vnculos con las periferias
(Biblos en el Levante y Kerma en la Alta Nubia) por parte del Estado a
travs de acciones especficas en esas reas que he denominado vincu-
lantes, precisamente por ser ese el rol que detentaban25. Sin embargo,
tal integracin no tuvo una duracin prolongada.
Es factible que una crisis de legitimidad de la dinasta reinante en el
rea centro haya incidido en el proceso disruptivo (c. 18001530 a.C.),
caracterizado por la aparicin de mltiples centros que competan entre
s por el control de las vas de intercambio sobre el eje niltico. A su vez,
la tensin generada entre estos centros produjo, probablemente, la alte-
racin de la red de intercambios a punto tal que las prcticas violentas
como la guerra que cierra el proceso fueron la manera de reestablecer
el normal flujo de bienes. As, las prcticas violentas definieron el nuevo
orden, caracterizado por la expansin militar del centro reunificado, que
implic no slo el control de las periferias antes mencionadas sino que
tuvo un alcance territorial mucho mayor. Estos fenmenos que se evi-
dencian en la larga duracin y a gran escala territorial son descritos como

24
Reino Medio en Egipto, c. 20001800 a.C.
Las reas vinculantes pertenecen al rea centro, pero sta ltima operaba en ellas de
25

modo diferencial. Flammini 2004; 2011.

131
ROXANA FLAMMINI

pulsacin de un sistema-mundo26: de este modo, siguiendo los postula-


dos iniciales de Chase-Dunn y Hall a este respecto, el sistema-mundo
Niltico-Levantino habra mutado de una diferenciacin centro-periferia
(c. 20001800 a.C.) a un sistema-mundo regionalizado27 con mltiples
centros en competencia sobre el eje niltico (c. 18001530 a.C.), para
luego adoptar una jerarqua centro-periferia (c. 15301200 a.C.)28
Para hacer estos conceptos operativos, se debe considerar la informa-
cin provista por la evidencia disponible, a pesar de las controversias que
su anlisis pueda producir29. Por cierto, varias de las hiptesis presenta-
das aqu poseen un carcter especulativo, en parte por su naturaleza y
complejidad. Sin embargo, considero que una perspectiva revisada de los
sistemas-mundo provee herramientas tericas vlidas para comprender
procesos de cambio socio-histrico en grandes escalas territoriales y en
la larga duracin.

Disrupcin en el sistema-mundo: de la multiplicidad de centros en


competencia a la guerra por la supremaca (c. 18001530 a.C.)
Ese sistema-mundo integrado al que hacamos referencia ms arriba,
extendido desde Biblos hasta Kerma, sufri un proceso disruptivo que
se inici c. 1800 a.C. Sobre sus causas, como ya seal, una hiptesis

26
La expansin o reduccin de la escala espacial de un sistema-mundo se deno-
mina pulsacin. Cf. Chase-Dunn y Hall 1995: 116.
27
Kohl (1987: 16) caracteriza a un sistema-mundo regionalizado como un
patchwork de regiones-centro geogrficamente diversas y superpuestas, o foci de de-
sarrollo cultural, cada una de los cuales explota, en primer lugar, su hinterland propio
e inmediato.
28
La aproximacin comparativa a los sistemas-mundo distingue entre diferen-
ciacin centro-periferia, en la cual hay una importante interaccin entre sociedades que
poseen diversos grados de densidad de poblacin, y jerarquizacin centro-periferia en
la cual algunas sociedades ejercen dominacin o explotacin de otras. No se supone
que todos los sistemas-mundo posean relaciones centro-periferia. Por el contrario, esto
es una pregunta de investigacin que debe determinarse en cada caso. Cf. Chase-
Dunn et al. 2003. Considero que la diferenciacin centro-periferia puede existir sin
dominacin, teniendo en cuenta que pueden detectarse asimetras en diversas esferas
de interaccin. La fase denominada jerarqua centro-periferia del sistema-mundo
Niltico-Levantino (c. 15001200 a.C.) implica la dominacin de las periferias por
parte del centro.
29
Chase-Dunn y Hall 1997: 40.

132
DISRUPCIN EN EL SISTEMA-MUNDO NILTICO-LEVANTINO

considera que tuvo un rol preponderante un proceso poltico relacionado


con una crisis de legitimidad de la dinasta reinante en el rea centro.
Problemas en la sucesin, que implicaban a su vez cuestionamientos a la
legitimidad regia, pudieron haber ejercido un impacto en el origen y de-
sarrollo de una creciente fragmentacin poltica que luego se expandi a
otras esferas de la sociedad. El reinado de una mujer, Sobekneferu, sobre
finales de la Dinasta XII, y el uso de filiative nomina por los primeros
reyes de la Dinasta XIII sirven como sustento a esta posible interpreta-
cin30. Una propuesta reciente sobre la sucesin de los ltimos reyes de
la Dinasta XII, presentada por J. Wegner y K. Cahail, podra ayudar
a clarificar esa crisis poltica31. Como habitualmente se considera que
no hubo cambios sustanciales en el linaje real entre las Dinastas XII y
XIII32, la propuesta considera problemas en la sucesin al trono. Ame-
nemhat III habra procreado dos hijas, Neferuptah y Sobekneferu. Es
probable que la sucesora elegida, Neferuptah, muriera antes de acceder
al trono, y Amenemhat III eligiera a un nuevo co-regente y sucesor de
linaje no real, Amenemhat IV. Este ltimo rey gobern por nueve aos,
y luego de su muerte, Sobekneferu se habra apoderado del trono en
lugar de los dos hijos de Amenemhat IV. Una vez que ella muri, estos
hijos reclamaron el trono y se convirtieron en los dos primeros reyes de
la Dinasta XIII, Sobekhotep I y Sonbef. Sus complejos funerarios fue-
ron recientemente identificados en Abidos, cerca del complejo funerario
del rey Sesostris III, prctica probablemente ejecutada como medio de
reforzar su legitimidad33.
La Dinasta XIII revel poseer una extraordinaria cantidad de reyes
ms de 57, muchos de ellos de origen no real34. S. Quirke sugiri
que la realeza de la Dinasta XIII circulaba entre algunos dirigentes
locales, quienes se consideraban capaces de ocupar el trono egipcio35,
a la vez que habra algn tipo de cooperacin entre otros grupos que
competan por el poder36. Probablemente este escenario contribuy al
30
Ryholt 1997: 207. Sobre Sobekneferu, cf. Callender 1998: 227236.
31
Wegner y Cahail 2014: 23.
32
Ryholt 1997: 214.
33
Ryholt 1997; cf. tambin Wegner y Cahail 2014: 23.
34
Ryholt 1997: 72.
35
Quirke 1991: 137139.
36
Khtay 2013: 484.

133
ROXANA FLAMMINI

Fig. 1. Sistema-mundo Niltico-Levantino (c. 1800-1530 a.C.). Sitios


mencionados en el texto.

surgimiento de la Dinasta XIV en Tell el Daba. Su coexistencia con los


inicios de la Dinasta XIII parecera haber sido pacfica, hasta incluso de
cooperacin en temas vinculados al intercambio37.

37
Ryholt (1997: 75) sostiene un comienzo paralelo para las Dinastas XIII y
XIV, mientras otros mantienen que la emergencia de la Dinasta XIV tuvo lugar ms

134
DISRUPCIN EN EL SISTEMA-MUNDO NILTICO-LEVANTINO

Los hicsos: actores en el Delta oriental


El perodo disruptivo en el rea centro presenta dificultades que
estn lejos de poder ser resueltas de modo satisfactorio. Una de ellas
tiene que ver con las cronologas tradicionales (relativa y absoluta), que
fueron puestas en duda por los recientes hallazgos hechos en Tell el
Daba/Avaris (rea R/III) y Edfu. Estos hallazgos principalmente
improntas de sello revelan que el rey hicso Khayan, considerado
habitualmente como el predecesor de Apofis, debera ser reubicado a
inicios de la Dinasta XV y no a fines de ella. Es probable que Khayan
haya sido contemporneo del rey Sobekhotep IV de mediados de la
Dinasta XIII38. Las improntas de sello protegan cajas o bolsas, y eran
probablemente parte de un circuito de intercambio de bienes. De este
modo, hasta c. 1700 a.C. en trminos generales el escenario poltico
estara ocupado por la contemporaneidad de la Dinasta XIII establecida
en Itjtawy y la XIV (y probablemente los inicios de la XV) ubicadas en
Tell el Daba/Avaris39.
Los nuevos hallazgos parecen darle mayor sustento a la asignacin
de los vestigios materiales de la mansin de los dignatarios hallada en
Tell el Daba (fases G/4=d/1 y G/13=c G/14, rea F/I) a la Dinasta
XIV, como ya lo haba sugerido K. Ryholt tiempo atrs40. El gobernante
de esta dinasta del que mayor informacin se posee es Nehesy (que sig-
nifica nubio en lengua egipcia). Una hiptesis en torno a la presencia de
alguien relacionado con Nubia en tan alta posicin en Avaris remite a la
posibilidad de un matrimonio entre su padre y una princesa nubia41. Sin
embargo, detrs de este hecho verosmil, se revela el fuerte lazo existente
entre individuos de distintos orgenes y la conformacin multicultural de
los mbitos limtrofes en el sistema-mundo.

tarde, a mediados de la Dinasta XIII (cf. von Beckerath 1964: 72; Grajetzki 2006:
73; Bietak 2010: 140 fig. 1).
38
Moeller y Marouard 2011. Para las impresiones de sello de Khayan en contex-
tos relacionados con los inicios de la Dinasta XV en Tell el-Daba, rea R/III, cf.
Forstner-Mller y Rose 2012; Reali 2012.
39
Varios de los nombres de los gobernantes y tesoreros de la Dinasta XIV son de
origen semtico occidental, algunos egipcios y solo uno, nubio (Ryholt 1997: 99102).
40
Ryholt 1997: 104. M. Bietak (1997: 90) considera que la Dinasta XIV era
contempornea de la Dinasta XIII tarda.
41
Ryholt 1997.

135
ROXANA FLAMMINI

En cuanto al intercambio de bienes entre Avaris y el Levante, ste


alcanz su apogeo precisamente durante el reinado de la Dinasta XIV, y
a pesar de que no desapareci, comenz a disminuir en favor de Chipre
con la Dinasta XV42. Ahora bien, los vnculos entre Avaris y el Alto
Egipto se mantuvieron durante parte del periodo disruptivo, y estaban
relacionados con el intercambio de bienes, como lo demuestra la ya men-
cionada evidencia encontrada en Edfu43. Sin embargo, otros hallazgos
tambin apuntan al sostenimiento del sistema de intercambio durante
las Dinastas XIII y XIV, pero a un cambio con la XV. La cermica
levantina Tell el-Yahudiya era un bien de prestigio y como tal poda
actuar como marcador de estatus; probablemente contena algn tipo de
ungento, aceite o perfume, y se la encontr principalmente en templos
y tumbas. Los ejemplares ms tempranos de esta cermica hallados en
Egipto Tell el Daba, est. F, c. 1700 a.C. eran tanto importados
como copiados y fueron hallados tambin en sitios del Alto Egipto y en
otros ubicados tan al sur como Kerma. Ahora bien, el tipo 2 piriforme
de esta cermica (Tell el Daba, est. E/1 a D/3, datado en c. 16201580
a.C.), ms tardo, fue hallado en cantidades importantes en el Delta
oriental, y en menor medida en Chipre y el Levante, el Egipto Medio
y Nubia, siendo la excepcin la zona de Tebas, donde prcticamente no
hay vestigios44. De este modo, la distribucin de esta cermica refuerza
el argumento relativo al aislamiento del rea tebana del circuito de bienes
de prestigio controlado desde Avaris por los hicsos45.
Otro tema de discusin son las razones por las cuales los reyes de la
Dinasta XIII supuestamente abandonaron Itjtawy y se asentaron en
Tebas en c. 1700 a.C. El argumento que sostiene esta hiptesis se basa en
la ausencia de vestigios de esta dinasta en el norte luego del reinado de
Merneferra Aya, aunque tambin hay fuertes argumentos que tienden a
cuestionar esta hiptesis, puesto que tampoco hay hallazgos certeros en
el sur. Con lo cual, tambin es factible considerar que esos gobernantes

42
Bietak 2010.
43
Moeller y Marouard 2011: 109.
44
Bietak 1997: 94; Colin 2005: 44.
45
Moreno Garca 2009: 12; Colin 2005: 4445; Bietak 2010.

136
DISRUPCIN EN EL SISTEMA-MUNDO NILTICO-LEVANTINO

hayan sido subordinados por los hicsos, permaneciendo en el norte46.


Precisamente, otro punto que tiene que ver con estas cuestiones es tratar
de comprender el modo en que los hicsos extendieron su control sobre
parte del territorio. Aun cuando no nos legaron narrativas, existen ciertas
evidencias materiales de los hicsos y textuales de origen egipcio que per-
miten sostener que establecieron prcticas de subordinacin de carcter
personal con los jefes locales, en lugar de emprender una dominacin
territorial extensa.
De hecho, la Segunda Estela de Kamose permite inferir que en
lugar de un avance territorial militarizado, el intento del gobernante
hicso por controlar el Alto Egipto estaba direccionado a subordinar po-
lticamente al gobernante tebano. En esta misma lnea, el hecho de que
Apofis en el texto llamase al gobernante de Kush mi hijo, reflejara el
modo en que los hicsos desplegaban sus vnculos inter-elites, probable-
mente a travs del ejercicio del patronazgo47. Esta prctica sociopoltica
se caracteriza por su carcter informal, personal y asimtrico, que suele
expresarse en los documentos por medio del uso de trminos ligados
al parentesco y a la casa patrimonial: padre, hermano, hijo, servidor,
seor48.
El ttulo hijo de rey, ampliamente atestiguado en escarabajos, tam-
bin probablemente refleje esta clase de vnculo, as como la distribucin
de objetos vinculados al prestigio, como armas en el Delta oriental y el
sur del Levante49, regin con la que se evidencian estrechas relaciones de
intercambio50. Asimismo, la evidencia recuperada en Tell el-Maskhuta
(Wadi Tumilat) revela no slo el vnculo con los hicsos sino tambin la
posible conexin con rutas que llegaban hasta el sur de Arabia51.
En cuanto a la identidad de elite, los gobernantes hicsos adoptaron
rasgos egipcios aunque al mismo tiempo mantuvieron otros relaciona-
46
Mare (2010: XIII) basa su explicacin en la informacin provista por la Estela
de Horemjawef proveniente de Hieracmpolis.
47
Flammini 20112012: 7273; 2015.
48
Westbrook 2005.
49
Philip 2006: 233. Probablemente los gobernantes locales asentados en el oasis
de Bahariya fueron cooptados de modo similar. En referencia a esta situacin, cf.
Colin 2005.
50
Forstner-Mller 2010: 135.
51
Holladay 1997: 183209.

137
ROXANA FLAMMINI

dos con la esfera cultural levantina. De hecho, construyeron una nueva


identidad como gobernantes, como parte de un proceso de diferenciacin
entre elites en competencia52. De este modo, aun cuando adoptaron ras-
gos egipcios (ttulos, eptetos, escritura, lengua, dioses), otros elementos
muestran su necesidad de diferenciacin: el uso del ttulo heqa khasut
(gobernante de las tierras extranjeras/montaosas) al menos durante
los primeros reinados de la dinasta; la adopcin del dios egipcio Seth
como seor de Avaris, quien adquiri cualidades del dios levantino
Baal53; y la ausencia de intentos de legitimarse a travs de reyes egipcios
antecesores, son pruebas de tal intencin. Otras referencias apuntan a
un modo diferente de organizar la administracin: no se hall evidencia
del ttulo de visir, comn en la administracin egipcia, sino nicamente
de los de tesorero e hijo de rey54. Ciertamente, el departamento de
las cosas selladas es el mejor representado, y no debe subestimarse la
relacin entre este departamento y sus funcionarios con el comercio.
Otra diferencia a sealar consiste en la inexistencia de representaciones
tridimensionales de los gobernantes hicsos. En cambio, acostumbraban
inscribir sus nombres y ttulos en estatuas y esfinges reales egipcias
usurpadas55, un modo tambin de demostrar su superioridad por sobre
los egipcios.
Si bien los hechos de ndole poltica reconstruidos a travs de la do-
cumentacin escrita no se correlacionan directamente con las secuencias
de los vestigios arqueolgicos, la evidencia material que proviene de los
cementerios datados en la fase disruptiva revela quiebres despus de la
primera mitad del reinado de la Dinasta XIII, que quedaron evidencia-
dos en el rea de Menfis/El Fayum, el Egipto Medio y el rea tebana,
entre otras zonas56. La cultura material revela que el colapso del rea
centro unificada dej a la vista una alta variabilidad cultural local.

52
Flammini 2013.
53
Goldwasser 2006.
54
Quirke 2007; Shirley 2013.
55
Arnold 2010.
56
Bourriau 2010. Se evidencian cambios en el material cermico en el cementerio
de Dra Abu el-Naga, donde se identificaron dos fases: una, donde el estilo local coe-
xista asociado a un estilo caracterstico de la Dinasta XII; la otra, donde se evidencia
un cambio completo en las formas y en la produccin de cermica (Dinasta XVII),
cf. Seiler 2010.

138
DISRUPCIN EN EL SISTEMA-MUNDO NILTICO-LEVANTINO

La dinasta de Abidos
Mientras la Dinasta XV estaba bien establecida en el Delta orien-
tal, y transformaba a Avaris en un centro relevante, la situacin en el
Alto Egipto sigui su propio camino hacia una mayor fragmentacin
poltica, que parecera haberse incrementado c. 1650 a.C. Varios centros
independientes emergieron en el sur y entraron en competencia entre
s. Esta situacin es novedosa en tanto quiebra la idea de una situacin
homognea, encarnada en las tres entidades sociopolticas representadas
por los gobernantes hicsos, los tebanos y los nubios, que de hecho se
corporizar recin a finales del proceso. As, la dinmica de este ltimo
est lejos de semejante homogeneidad.
La existencia de una dinasta independiente en Abidos fue propuesta
hace tiempo, primero por D. Franke y luego por K. Ryholt, basndose en
la informacin provista por el Papiro de Turn, que registra un grupo de
gobernantes luego de la sumatoria de la Dinasta XVI, con los siguientes
prenomina: Woser[]ra (dos gobernantes); []hebra (dos gobernantes);
[]webenra57 , mientras que otros once nombres se perdieron58.
El reciente hallazgo de la tumba de un rey llamado Woseribra
Senebkay en Abidos Sur, dio un nuevo mpetu a tal hiptesis sobre la
existencia de una dinasta independiente en Abidos, probablemente
contempornea de la Dinasta XVI tebana (c. 16501600 a.C.). Ese
gobernante adopt ttulos de la realeza egipcia (Seor de las Dos Tierras
y Rey del Alto y del Bajo Egipto (o Rey Dual)), y quizs era uno de los dos
reyes de la dinasta de Abidos que se mencionan en el Papiro de Turn59.
Otro rasgo relevante del hallazgo es la reutilizacin de parte de un
enterramiento real ms antiguo. Aun cuando la tumba fuera saqueada
en tiempos ms tempranos, J. Wegner revel que Senebkay reutiliz
para realizar su cofre canpico diversos elementos que provenan del
enterratorio del primer rey de la Dinasta XIII, Sobekhotep I (tumba

57
Ryholt 1997: 165.
58
Franke 1988: 259; Ryholt 1997: 163166. Ryholt (1997: 165) sugiere que esta
dinasta podra haber gobernado desde Abidos o Tinis.
59
Sobre los hallazgos recientes y la identificacin de la tumba S10 como la de
Sobekhotep I, cf. Wegner 2014: 40.

139
ROXANA FLAMMINI

S10), entre ellos las tablas de cedro que procedan de su atad60. A pesar
que esta informacin no es suficiente para extraer mayores conclusiones,
estos rasgos probablemente revelan no slo la bsqueda de legitimidad
por parte de Senebkay sino tambin el aislamiento de esta lite expresa-
do en las dificultades para obtener bienes de prestigio, como la preciada
madera de cedro.

La situacin en los oasis meridionales


Durante la ltima dcada se realizaron nuevos hallazgos en sitios
localizados en los principales oasis ubicados al oeste de Tebas (Dakhla y
Kharga) y en las rutas que los conectaban con la zona tebana, que actua-
ban como puntos de conexin en un rea atravesada por una extensa red
de rutas que estuvieron en uso mucho tiempo antes de la fragmentacin
del rea centro del sistema-mundo. Un estudio de la cermica hallada en
Balat/Ayn Asil (el principal asentamiento del oasis de Dakhla)61 revel
que el sitio no solo estuvo ocupado desde la Dinasta VI a la XI sino
tambin desde la Dinasta XIII hasta finales de la Dinasta XVII. En el
vecino oasis de Kharga, el asentamiento al que los excavadores denomi-
naron Umm Mawagir (Madre de los Moldes de Pan) por la enorme
cantidad de esos objetos que all se encontraron, fue descubierto en 2005
y excavado desde 2008. Es el sitio faranico ms grande localizado en la
zona, y su actividad se expandi desde fines de la Dinasta XII/inicios de
la Dinasta XIII a los inicios de la XVII, con una fase final de ocupacin
desde fines de la Dinasta XVII/inicios de la Dinasta XVIII62, siendo
contemporneo del ya mencionado sitio de Balat/Ayn Asil.
Ambos sitios estaban dedicados a la produccin de alimentos, en
particular, de pan. Umm Mawagir estaba probablemente conectado al
valle del Nilo a travs de la conocida ruta de Girga63. Las conclusiones
60
Wegner 2014: 40.
61
Tambin comprende la necrpolis de Qila al-Dabba. Cf. Marchand 2012.
62
Darnell 2011; Manassa 2012: 129.
63
Una inscripcin hallada recientemente en Gebel Ouenat que menciona a
un cierto Mentuhotep revela que durante fines del Reino Antiguo/Primer Perodo
Intermedio el sendero de Abu Ballas estaba en uso como ruta alternativa al frica
Subsahariana, desde donde se importaban bienes de prestigio como incienso, marfil,
aceites y pieles al Valle del Nilo a travs del oasis de Dakhla. Cf. Frster 2013: 330.

140
DISRUPCIN EN EL SISTEMA-MUNDO NILTICO-LEVANTINO

preliminares sobre los hallazgos materiales revelan que una tradicin


cultural de origen nubio coexista con una egipcia, que se evidenciaron
por las diferentes tradiciones culinarias que se pudieron reconstruir, y
que confluyeron en un proceso de hibridizacin. La tradicin nubia ms
representativa es la Pan-Grave, mientras que las de Kerma y del Grupo
C estaban representadas en un grado comparativamente menor64.
Para J. Darnell, emergi en los oasis un Estado Kharganiano/
Dakhlaiano. l propone que esta entidad poltica independiente se
vincul ms tarde con los tebanos, probablemente a travs de activida-
des temporales como expediciones organizadas desde el valle del Nilo,
aunque no revisti la forma de una ocupacin permanente65. A pesar
que semejante calificacin preliminar de estos centros como un Estado
amerita mayores y ms profundos estudios, tambin revela la necesidad
de revisar la imagen comn de una cierta particin homognea del terri-
torio entre tres entidades sociopolticas durante todo el perodo.
Durante el proceso de integracin previo (c. 20001800 a.C.), los
egipcios controlaron las rutas occidentales probablemente por medio
de patrullas, mientras que durante la mayor parte de la fase disruptiva
la presencia de la entidad tebana pareciera ser irrelevante, reducida a la
Curva de Qena. Tebas solo control la ruta de Girga a fines de la Di-
nasta XVII, cuando avanz sobre los oasis occidentales situados ms
al sur66, controlando tambin el rea a travs de patrullas. El sendero
de Abu Ballas, que parta desde Balat hacia Gebel Ouenat a unos
700 km del valle del Nilo hacia el sudoeste y que fuera extensivamente
utilizado durante tiempos ms antiguos era transitado por grupos pe-
queos en una seccin limitada del sendero, no ms de 130 km partiendo
desde Balat67. Este hecho tambin muestra lo relevante de la regionali-
zacin y la fragmentacin poltica durante el proceso disruptivo.
Para sintetizar, el periodo disruptivo en los oasis ubicados al oeste
de Tebas puede dividirse en una primera fase (c. 17001600 a.C.) donde

64
Manassa 2012: 144. La excavacin fue llevada a cabo por el Yale Egyptological
Institute in Egypt. Cf. <http://www.yale.edu/egyptology/ummmawagir.html>.
65
Cf. Frster 2013: 322 y bibliografa all citada.
66
Sobre la ruta de Girga, cf. Darnell y Darnell 2009; sobre los oasis (en especial
Dakhla) desde el final de la fase disruptiva en adelante, cf. Marchand y Tallet 1999.
67
Frster 2013.

141
ROXANA FLAMMINI

floreci una industria dedicada a la produccin de pan con fuertes par-


ticularidades locales en sitios independientes y con mnimos contactos
con el valle del Nilo; y una segunda fase (c. 1580 a.C. en adelante) don-
de se evidencia el avance de la Dinasta XVII sobre la zona. El control
de las rutas hacia el oeste era crtico para estos gobernantes, dado que
intervenir en la zona les permita beneficiarse con bienes y tambin con
mano de obra.

El rea tebana
En relacin con las caractersticas particulares del centro tebano,
ste permaneci con un carcter e identidad ligados al Alto Egipto a la
vez que se desarrollaban ciertos rasgos locales. A inicios de la Dinasta
XIII, la administracin egipcia estaba encabezada por un visir, mien-
tras que se evidenciaron algunos cambios en las escalas ms bajas de la
administracin. Los funcionarios de ms alto rango formaron influyen-
tes familias cuyos oficios eran hereditarios. Durante la fase tarda del
periodo, los ttulos militares y religiosos se volvieron ms prominentes,
mientras que los templos fueron adquiriendo un rol central, as como lo
hicieron individuos que no estaban directamente vinculados con la corte,
adoptando ttulos de rango68. Del mismo modo, el uso extendido del
ttulo portador del sello real podra exponer la descentralizacin del
poder69. La cultura material revela un empobrecimiento en los recursos:
los atades eran hechos de madera de sicomoro, de origen local, en lugar
de la prestigiosa madera de cedro importada del Levante; la cermica
adquiri formas locales y estaba hecha en arcilla local, mientras que la
marga C procedente del Bajo Egipto no est registrada, un hecho que
puede explicarse por el aislamiento del centro tebano de las rutas de
intercambio70.
Otros aspectos de la sociedad tebana apuntan al regionalismo. Cier-
tos usos colectivos de las reas clticas pueden ser interpretados como
la manifestacin del establecimiento de una mayor cohesin de los lazos

68
Moreno Garca 2009: 910.
69
Grajetzki 2010: 309.
70
Bourriau 2003: 193.

142
DISRUPCIN EN EL SISTEMA-MUNDO NILTICO-LEVANTINO

sociales locales, ya que permitiran distinguir entre los individuos que


pertenecan al grupo social y los que no71. Asimismo, el aislamiento de
esta entidad sociopoltica se revela por la aparicin de una coleccin de
conjuros relacionados con la vida de ultratumba (el Libro de los Muer-
tos), cuyo carcter local puede ligarse con el aislamiento de Menfis, sus
escribas y bibliotecas, que se encontraban bajo el control de los hicsos.
Otra hiptesis de trabajo refiere a la manera en que los gobernantes
tebanos reconstruyeron su poder, expandindolo, para finalmente vencer
a los hicsos. Por cierto, se trat de un largo proceso que se inici con la
Dinasta XVII y continu bien adentrada la Dinasta XVIII. Es factible
que la consolidacin de la supremaca tebana se basara en diferentes
hechos, principalmente en: a) un fuerte refuerzo de los lazos sociales
locales, b) la recuperacin de la fortaleza de Buhen, que habra permiti-
do el acceso a un recurso relevante como es el oro; c) la expansin hacia
el oeste (la ruta de Girga y los oasis) y d) la fuerte relacin con ciertos
grupos sociales nubios (los Pan-Grave/Medjay y el Grupo C), que habi-
tualmente eran incorporados como mercenarios a los ejrcitos egipcios.
Hay varias hiptesis subsidiarias de este tema que son materia de
discusin. Una de ellas tiene que ver con la posibilidad de que los hicsos
controlaran el territorio tan al sur como Gebelein, que si bien fue con-
siderado un hecho demostrado, hoy en da est siendo revisado72. Otra
tiene que ver con la imposicin de alguna suerte de pago de peaje o tri-
buto que los hicsos le impusieron a los tebanos, tomando como evidencia
las menciones al envo de bakw que menciona la Tablilla de Carnarvon.
Lo cierto es que los gobernantes de fines de la Dinasta XVII se
vieron envueltos en hostilidades no slo con los hicsos sino tambin
con sus vecinos ubicados en el sur, en Kerma. Para H. Hafsaas-Tsakos,
pudo haberse establecido una suerte de alianza entre el Grupo C y los
tebanos, y esta alianza les permiti a estos ltimos retomar el control de
las fortalezas nubias73.

71
Elementos como provisiones mgicas, cf. Seiler 2010: 40.
72
Polz 2006: 246.
73
Hafsaas-Tsakos 2009: 64.

143
ROXANA FLAMMINI

El gran centro nubio: Kerma


Kerma debera ser considerado como otro centro en competencia so-
bre el eje niltico durante el proceso disruptivo, expandiendo su rea de
influencia hacia el norte, tomando bajo su control las fortalezas erigidas
por los egipcios en la Baja Nubia durante la fase previa de integracin74.
Desafortunadamente, y como ya fue mencionado, varios aspectos de
su desarrollo social son difciles de reconstruir por la inexistencia de
evidencia escrita. Sin embargo, la evidencia material revela contactos
con los otros centros en diferentes niveles. Los gobernantes de Kerma
mantuvieron intercambios de bienes tanto con los tebanos como con los
hicsos, evidenciados por impresiones de sello, escarabajos, y la ya men-
cionada cermica levantina Tell el-Yahudiya75. En cierto momento, la
competencia por el control del flujo de bienes probablemente llev a que
se decidiera avanzar ms all de las fortalezas de la Baja Nubia.
En la tumba de Sobeknajt, ubicada en Elkab, se preserva informa-
cin sobre un raid efectuado por los nubios sobre Tebas bajo la Dinasta
XVII76. Probablemente saquearon la ciudad y arrebataron estatuas, es-
tatuillas y bienes de prestigio que ms tarde aparecieron en sus templos y
tumbas77. Ciertamente, la lite de Kerma utilizaba objetos egipcios como
marcadores de estatus, pero tambin mantuvo su identidad local, eviden-
ciada en cuestiones relativas a la vida de ultratumba, como muestra la
construccin de enormes tumuli, la prctica de sacrificios humanos y el
uso de camas para enterrar a los muertos. La adopcin de rasgos cultu-
rales egipcios para elevar el estatus y su ajuste a los significados locales
fue correctamente resumida por S.T. Smith:
El contacto con Egipto les dio un poderoso equipamiento de herra-
mientas administrativas, econmicas e iconogrfico-ideolgicas para llevar a
cabo la fuerte centralizacin que se presenta en el periodo Kerma Clsico78.

74
Smith 2003.
75
Trk 2009: 107.
76
Davies 2003.
77
Trk 2009: 110.
78
Smith 2003: 83.

144
DISRUPCIN EN EL SISTEMA-MUNDO NILTICO-LEVANTINO

Probablemente, las actividades blicas se incrementaron sobre el


Nilo hacia finales del periodo disruptivo, y los gobernantes de Kerma
tambin se vieron envueltos en acciones agresivas con el objetivo de
asegurar su control sobre la Baja Nubia. Sin embargo, la conquista final
de Nubia por los egipcios y su colonizacin tuvieron lugar despus del
final de la guerra contra los hicsos, durante una nueva fase de reorde-
namiento del sistema-mundo, que histricamente se denomina Reino
Nuevo en Egipto79.

Balance y perspectivas
Ciertamente, la presencia intrusiva de los hicsos en territorio egipcio
dej muchas y diferentes huellas, al punto de ser considerados un punto
de referencia ineludible por los mismos egipcios. La victoria de los teba-
nos cerr varias tendencias de largo plazo en el desarrollo del sistema-
mundo y abri otras, mientras llev las prcticas relativas a la relacin
con las periferias a otro nivel. Por lo tanto, a pesar de que el colapso del
estado unificado y la emergencia de gobernantes locales que luchaban
entre ellos para concentrar poder y controlar las rutas de intercambio no
fueron una excepcin en la larga historia del estado egipcio80, la aparicin
de una dinasta independiente con un clara y diferenciada identidad en
el Delta oriental fue un evento significativo, a punto tal de ser rememo-
rado por las generaciones subsiguientes81. El aislamiento correlativo al
que fue sometida el rea tebana tambin ejerci su impacto y, si bien no
es factible dimensionarlos completamente, podemos afirmar que tales
fenmenos ejercieron una influencia duradera en las esferas ideolgica,
econmica, social y poltica. De hecho, delinearon un umbral que per-
turb los paradigmas bsicos de la cosmovisin egipcia: por primera vez,
el temido caos (isfet) fue capaz de ingresar en el mbito del orden (maat)
bajo la forma de una dinasta extranjera, que adopt parte de los rasgos
tradicionales de la realeza egipcia y reclam su derecho a reinar sobre
todo el territorio. Pero tambin permiti el ingreso de nuevas tecnologas
que jugaron un rol relevante en el avance del nuevamente reunificado es-
79
Bonnet y Valbelle 2010.
80
Moreno Garca 2010.
81
Sobre el tema del trauma, cf. Assmann 1997: 28.

145
ROXANA FLAMMINI

tado egipcio sobre otras regiones: la cra de caballos, los carros de guerra,
las nuevas armas (como por ejemplo el arco compuesto y la cimitarra)82 y
la tecnologa del bronce estaado. Durante la fase subsiguiente, de reor-
denamiento y expansin, se evidenci una nueva forma de organizar el
ejrcito egipcio83. Del mismo modo, el avance sobre Nubia y el Levante
revela innovaciones en relacin con el control de la provisin de bienes y
mano de obra: los templos comenzaron a jugar un rol extremadamente
relevante en la vida social y poltica y se conform una nueva ideologa
de la realeza84. Esta nueva fase fue calificada como el Estado maduro
egipcio85, y usualmente se le aplica la calificacin de imperio para des-
cribir el carcter expansivo del centro.
Adems, el reordenamiento y la unificacin del centro bajo el control
del ncleo tebano implicaron la restauracin del flujo de bienes desde el
noreste de frica al Levante y viceversa. En este sentido, la guerra oper
como prctica restaurativa: es factible que la competencia entre centros
por el control de las redes de intercambio derivara en la imposibilidad
de mantener el flujo de bienes norte-sur (de frica a Asia y viceversa)
una vez que el ncleo tebano superara su aislamiento y comenzara la
expansin hacia el oeste (los oasis) y al sur (Buhen, Baja Nubia). El corte
de las principales vas de intercambio norte-sur derivara en un conflicto
armado de proporciones, y se resolvera una vez que un nuevo ordena-
miento tuviera lugar.
Durante la Dinasta XVIII, los principales ncleos se establecieron
primero en la ya mencionada Tebas, pero tambin en Menfis y en Avaris,
ahora bajo control egipcio. El rea centro expandi su control sobre las
antiguas periferias y an ms all, pero ejerciendo tal control de modo
diferente: a travs de una extensiva intervencin territorial, poltica y
econmica en Nubia, y a travs de la subordinacin de los gobernantes
locales en el Levante.
En trminos especficos de sistemas-mundo, la situacin mut de
una diferenciacin centro-periferia durante la primera parte del II

82
Bietak 2010: 170.
83
Spalinger 2005: 7078.
84
Popko 2013.
85
Kemp 2006 [1989]: 247.

146
DISRUPCIN EN EL SISTEMA-MUNDO NILTICO-LEVANTINO

milenio a.C. (donde el centro no ejerci dominacin sobre las periferias)


a una jerarqua centro-periferia (donde el centro domin las periferias)
desde mediados del milenio en adelante. El Levante se transform as en
un escenario de disputas entre los principales poderes de la poca, prin-
cipalmente por el control de las rutas de intercambio: Egipto y Mitanni
al principio, y Egipto y Hatti ms tarde. Esta fase finaliz con una nueva
y extrema disrupcin, que es descripta como el colapso de la Edad del
Bronce Tardo.

Conclusiones
Luego de un prolongado proceso de integracin (c. 2000-1800 a.C.),
un proceso disruptivo tuvo lugar en el rea centro del sistema-mundo
Niltico-Levantino a partir de c. 1800 a.C., lo que afect al sistema
como un todo. La fragmentacin poltica se inici con una probable
coexistencia entre la Dinasta XIII en Itjtawy y la XIV en Tell el Daba/
Avaris, de modo pacfico y complementario. Tal fragmentacin se incre-
ment a partir de c. 1650 a.C., cuando a los ncleos ubicados en el Delta
oriental (Avaris) y en Nubia (Kerma) se sumaron varios centros indepen-
dientes en el Alto Egipto. Todos estos actores entraron en competencia
sobre el eje niltico. Ms tarde tuvo lugar un proceso de convergencia,
probablemente por la expansin del centro tebano sobre las regiones
circundantes, para finalmente reducir la fragmentacin a las tres bien
conocidas entidades sociopolticas centradas en Avaris, Tebas y Kerma.
Emergieron tambin otros fenmenos relacionados: el regionalismo cul-
tural que probablemente permaneci subsumido cuando el poder cen-
tral era fuerte y unificado y diferentes identidades de lite. La tensin
extrema generada por la competencia entre esos centros independientes
probablemente llev a la interrupcin de los intercambios tanto sobre el
eje del Ro Nilo como sobre las rutas alternativas de los oasis durante
la fase final del periodo disruptivo. De este modo, la guerra no solo fue
una consecuencia de tal proceso sino una manera de reestablecer el flujo
de bienes, por medio de la normalizacin de las rutas que conectaban
territorios y sociedades desde Nubia al Levante. De este modo, las hos-
tilidades cerraron el periodo disruptivo y permitieron la reunificacin del
centro, subsumiendo la fragmentacin poltica y el regionalismo cultural.

147
ROXANA FLAMMINI

En toda esta dinmica, la fuerza de la red de intercambios jug un rol


significativo: prueba de ello es el restablecimiento del flujo de bienes en
el sistema-mundo, abriendo la puerta a nuevas formas de integracin del
mismo.

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AMOR Y ORO: DISCURSO INTERCULTURAL E
IDENTIDADES DE UNA DIOSA ITINERANTE EN LAS
CARTAS DE EL AMARNA

Graciela Gestoso Singer

Resumen

El presente trabajo analiza la relacin existente entre los envos de oro, las
alianzas interestatales, y el concepto de amor en el discurso intercultural en
las Cartas de El Amarna. El archivo diplomtico amarniano registra el inter-
cambio de regalos entre grandes reyes en ocasiones especiales, tales como una
coronacin, un jubileo, una alianza, o un matrimonio interdinstico. En parti-
cular, este artculo examina los envos de oro en conexin con los matrimonios
interdinsticos entre los reinos de Mitanni, Babilonia y Egipto, en el marco
de los lazos de hermandad, amistad y amor entre grandes reyes. Adems del
oro involucrado en el intercambio de regalos entre las cortes durante las nego-
ciaciones de matrimonios interdinsticos, se realizaron envos de estatuas de
oro de reyes extranjeros, de las hijas de grandes reyes (enviadas como futuras
esposas), y de dioses y diosas. En la correspondencia acadia se encuentran
expresiones, tales como la abundancia de oro, el patrn de intercambio
del amor, los lazos de hermandad, y los hechos de los ancestros, usadas
como medios de persuasin e ideologa poltica, y que revelan varios intereses
que habran influido notablemente en las relaciones interestatales durante el
Perodo de El Amarna.
Palabras clave: Amor Oro Intercambio Matrimonios

Introduccin
Durante los reinados de Amenofis III y Akenatn (siglo XIV a.C.)
las formas de intercambio fueron ms complejas que las empleadas du-
rante los reinados anteriores. En los contactos interestatales, los grandes
reyes regularon sus interacciones en un sistema de intercambio de regalos
motivado polticamente. Los contactos polticos y las transacciones al-
GRACIELA GESTOSO SINGER

canzaron su apogeo, como lo ejemplifican el aumento de alianzas ma-


trimoniales (con Mitanni, Babilonia y Arzawa) y el volumen de regalos
reales (de Mitanni, Babilonia, Asiria, Hatti y Alashiya), por medio de
una compleja red de mensajeros-mercaderes, quienes viajaron entre las
cortes principales de la poca. Los intercambios interestatales de este pe-
rodo conformaron un complejo fenmeno econmico, social y poltico.
Durante el perodo de El Amarna, las formas de intercambio predo-
minantes fueron: 1) el intercambio de regalos entre grandes reyes unidos
por lazos de hermandad y amistad, en ocasin de una coronacin, un
jubileo, o una alianza poltica. 2) El intercambio de mujeres junto con los
regalos de salutacin, de boda y la dote. A diferencia de los matrimonios
tributarios (Tutmosis III) o matrimonios por presin poltica (Tutmosis
IV), la era amarniana introdujo matrimonios paritticos, concretados
entre reyes del mismo estatus poltico. 3) Las transacciones interestatales
fueron complejas y operadas por mercaderes reales. En resumen, durante
el perodo de El Amarna, se incrementaron en forma general los lazos
interestatales hacia una nueva era de hermandad entre Egipto y sus
pares en el Levante.
El lxico usado en los textos del siglo XIV a.C. revela varios intere-
ses que influyeron en las relaciones interestatales: (a) el establecimiento
de nuevas alianzas mediante matrimonios interestatales (con Mitanni,
Arzawa y Babilonia) a fin de obtener materias primas (principalmente
oro) y bienes de prestigio; (b) la constante repeticin de los lazos de
hermandad entre grandes reyes (de Mitanni, Hatti y Babilonia); (c) la
mencin de abundancia de materias primas (especialmente oro) como
medio de persuasin (i.e. en la correspondencia entre Mitanni y Egipto),
y (d) el uso del pasado como medio de ideologa poltica (i.e. la mencin
de los ancestros y de las relaciones interestatales y de intercambio durante
generaciones previas con Mitanni, Babilonia, Ugarit y Hatti).
Durante el perodo de El Amarna, los contactos interestatales fue-
ron abundantes y se concretaron mediante correspondencia y discursos,
tratados y juramentos, matrimonios interdinsticos, terminologa de
parentesco, envo de regalos, mensajeros, la lengua acadia, etiqueta y
protocolo, inteligencia, discurso intercultural y necesidades mutuas. Los

160
AMOR Y ORO

sistemas fueron esencialmente polticamente similares1, pero tambin


reflejan rasgos de interdependencia econmica.
En este trabajo, nos concentraremos en una de estas relaciones
poltico-econmicas, tal como el envo de oro y su relacin con los
matrimonios interdinsticos entre Mitanni, Babilonia y Egipto, en el
marco de los lazos de hermandad, amistad y amor entre grandes reyes.
Especficamente, este artculo se centra en el anlisis de la relacin en-
tre los envos de oro, los matrimonios interdinsticos y el concepto de
amor en el contexto del discurso intercultural empleado en las Cartas
de El Amarna.

Amor en las Cartas de El Amarna


Los grandes reyes estaban unidos por lazos de hermandad, amis-
tad y amor. En realidad, stos eran considerados como hermanos
polticos (o yernos) debido a los matrimonios interdinsticos (EA 4:
1518). En la correspondencia intercambiada entre grandes reyes, se di-
rigen entre ellos como au hermano, y describen su alianza como una
hermandad (atu), una (buena) amistad (tbtu), una amistad
(attertu), un gran amor (raamtu), buenas relaciones (amtu bantu),
y una alianza/paz (salmu). Ellos insisten en las ideas de amor mutuo,
de regocijo en sus corazones, de compartir recursos y en la satisfaccin
mutua de sus deseos2.
Los textos indican que el intercambio de regalos fue llevado a cabo
por grandes reyes, que estaban unidos por lazos de hermandad y
amor, en ocasin de una ascensin real, un jubileo, una alianza, y ma-
trimonios interdinsticos. Pero el concepto amor es usado tambin en
las cartas enviadas por prncipes locales al faran.
Los textos acadios registran el trmino amor (ac. rmu/ramu) con
diversos sentidos, de acuerdo al contexto y a la ideologa poltica de cada
una de las partes involucradas.

1
Podany 2010: 89, 148149, 157.
2
Liverani 1990: 197198; Zaccagnini 2000: 144.

161
GRACIELA GESTOSO SINGER

Amor como expresin de hermandad


En primer lugar, en las Cartas de El Amarna, el concepto amor
es usado como expresin de hermandad. Durante el II milenio a.C., la
relacin socio-poltica ms bsica fue la de hermandad, que una a los
grandes reyes por lazos de amistad y amor. La expresin ms visible de
esta amistad fue el intercambio de regalos entre ambos reyes3. Por ejem-
plo, cuando Tushratta de Mitanni habla de la relacin entre iguales, usa
el trmino amor. Tushratta informa a Akenatn:
Debido a vuestra amistad con mi padre, he escrito y hablado a mi hermano,
a fin de que l escuche estas noticias y se alegre. Mi padre te amaba y t amabas a
mi padre. Para mantener este amor, mi padre te ha dado a mi hermana. Quin
ms que t ha apoyado a mi padre?4

Amor como expresin de lealtad


En segundo lugar, en la correspondencia amarniana se emplea el
vocablo amor como expresin de lealtad. El trmino amor es usado
en las relaciones entre los grandes reyes y los prncipes levantinos. Por
ejemplo, Akizzi de Qatna informa al faran: Mi Seor, as como yo amo al
rey, m[i] Seor, tambin el rey de Nukhashe, el rey de Nii, el rey de Zinzar, y
el rey de Tunanab (te aman); todos estos reyes son servidores de mi Seor (EA
53: 4044). En realidad, amar al faran significa servirlo. Rib-Hadda
de Biblos define lealtad al faran en trminos de amor: Cuida la ciu-
dad! La mitad de la ciudad ama a los hijos de Abdi-Ashirta (quien adopt la
rebelin); la otra mitad (ama) a mi Seor (EA 138: 7173). Tambin se
espera que el faran ame a sus sbditos leales. As, Rib-Hadda de Biblos
enfatiza su lealtad al rey de Egipto:
[Si] el rey, [mi] Seor, no los enva (de regreso), [se]guramente habr una
revolucin en mi contra. [S]i el rey, mi [Se]or, ama a [su] servidor leal, [entonces]

Moran 1992: xxiv, introduccin; 1963: 79.


3

EA 17: 2129. Cf. EA 20, 18; EA 21, 112; EA 23, 112; EA 24, 12; EA 27, 13;
4

EA 28, 14.

162
AMOR Y ORO

enva (de regreso) a los [3] hombres, a fin de que pueda vivir y proteger la ciudad
para el rey.5

Amor como patrn de intercambio


Finalmente, el vocablo amor es usado como patrn de intercambio
en el envo de regalos. En algunas oportunidades, el trmino amor
aparece mencionado cuando el gobernante de un pas extranjero afirma
su deseo de incrementar 10 veces su amor por el faran6: En este preciso
momento, yo (Tushratta de Mitanni) te brindo (a Akenatn) 10 veces ms
amor que lo que di a tu padre (Amenofis III) (EA 27:12). En estos casos,
el gobernante extranjero dice que incrementar 10 veces la cantidad de
regalos enviados al faran. Tushratta confirma a Amenofis III: Te dar
10 veces ms de lo que mi hermano (Amenofis III) ha solicitado7. Los re-
galos intercambiados son principalmente bienes de prestigio, tales como
joyas, caballos, carros y sirvientes. Por ejemplo, Tushratta solicita oro en
grandes cantidades:
Que mi hermano me enve oro en grandes cantidades, que no haya sido tra-
bajado. Que mi hermano me enve mucho ms oro del que envi a mi padre! En
el pas de mi hermano, el oro es tan abundante como el polvo.8

A cambio del oro, el rey de Mitanni enva bienes de prestigio a la


corte egipcia:
Ahora, envo como regalo de salutacin para mi hermano: 1 copa de oro con
incrustaciones de lapislzuli genuino; 1 collar maninnu con 20 piezas de lapisl-
zuli genuino y 19 piezas de oro (); 10 yuntas de caballos; 10 carros de madera
y 30 mujeres (y) hombres.9

5
EA 123: 2228. Cf. EA 121: 6164; EA 158: 3638.
6
EA 19, 916; EA 26, 3233; EA 27, 12, 3740; Liverani 1990: 220, n. 13.
7
EA 19: 6869; cf. EA 27: 18.
8
EA 19: 5961.
9
EA 19: 8085.

163
GRACIELA GESTOSO SINGER

Estos bienes de prestigio son enviados como regalos de salutacin


(ac. ulmnu), como una prueba de amor y hermandad. Tushratta solicita
a Tiy, la Reina Madre:
Permite que l (Akenatn) me trate 10 veces mejor que su padre (Amenofis
III), con amor y estima! (...). Por eso te [envo] como regalo de salutacin [x] reci-
pientes de perfume [completos] con aceite dulce, (y) 1 juego de piedras [engarzadas
en oro].10

En resumen, la palabra amor es empleada con un amplio espec-


tro de significados, tales como afeccin, amistad, lealtad, deseo y buen
gusto. En las Cartas de El Amarna, el trmino amor fue usado con
diferentes significados: 1) como expresin de hermandad entre grandes
reyes (segn un modelo de reciprocidad, en sentido socio-poltico); 2)
como expresin de lealtad de los prncipes locales hacia el rey (segn un
modelo de centralidad o sumisin, en sentido socio-poltico); y 3) como
patrn de intercambio en el envo de regalos entre reyes de igual estatus
(segn un modelo de intercambio, en sentido econmico)11.

Oro en las Cartas de El Amarna

Oro como regalo de salutacin


Las buenas relaciones entre grandes reyes fueron expresadas por
una corriente constante y adecuada de bienes, es decir de regalos de
salutacin (ulmnu): Entre reyes existe hermandad, amistad, paz y buenas
relaciones, (si) hay muchas piedras (preciosas), mucha plata, y mucho oro (EA
11: Rs. 2223).
En general, la relacin y/o conexin existente entre el amor, la
amistad, la hermandad y los envos de regalos es un tema recurrente en
las Cartas de El Amarna: Desde el tiempo en que mis ancestros y tus ances-
tros afirmaron una amistad mutua, se enviaron entre ellos hermosos regalos de
salutacin y no se negaron ante ninguna solicitud de bienes12.
10
EA 26: 5657, 6466.
11
Gestoso Singer 2003: 8183.
12
EA 9: 610; Zaccagnini 2000: 145.

164
AMOR Y ORO

El oro egipcio fue el metal ms importante y deseado por los gran-


des reyes. Es cierto que todos los gobernantes vieron al oro, como a
otros regalos, como una forma de medir las relaciones de amistad: Si tu
propsito es la amistad, envame mucho oro (EA 16: 3233). Sin embargo,
la forma en la que solicitaron oro no fue uniforme. Para Mitanni, el oro
fue un signo de amor, o la confirmacin de una alianza13. Mitanni us
los envos de oro egipcio como un medio de adquisicin de estatus en la
comunidad interregional: Que mi hermano me enve mucho oro (), me
demuestre su amor por m, y me glorifique enormemente ante mi pas y ante
mis invitados extranjeros! (EA 20: 7177). Adems, la era de amistad
entre Amenofis III y Shuttarna II fue recordada por su hijo, Tushratta,
aos ms tarde:
Regresando al tiempo de tus ancestros, ellos siempre demostraron amor a mis
ancestros (). Debido a vuestra amistad con mi padre, he escrito y hablado a mi
hermano, a fin de que l escuche estas noticias y se alegre. Mi padre te amaba y t
amabas a mi padre.14

Entonces, Amenofis III fue muy generoso con su envo de oro: T


enviaste a mi padre mucho oro (); grandes vasijas de oro, jarras de oro, la-
drillos (lingotes) de oro, como si stos fueran equivalentes al cobre15.
Sin embargo, Asiria revirti este razonamiento: Yo soy [como] el
rey de Hanigalbat (Mitanni), sin embargo me enviaste [x] de oro, que no es
suficiente para el pago del viaje de ida y vuelta de mis mensajeros (EA 16:
2631). Por su parte, Babilonia no enfatiza su anhelo de estatus, sino el
deseo de una imagen de relaciones amistosas ante la comunidad inte-
rregional: Que los reyes vecinos puedan escuchar esto: El oro es abundante.
Entre los reyes existe hermandad (y) amistad () (EA 11: Rs. 2022).
Finalmente, las Cartas de El Amarna documentan el compromiso
heredado por un flamante rey, como Akenatn, consolidado por el incre-
mento en la cantidad de bienes (o regalos de salutacin) y en la calidad
de las relaciones de amistad entre ambos reyes:

13
Westbrook 2000.
14
EA 17: 910, 2129.
15
EA 19: 3438. Cf. Podany 2010: 195.

165
GRACIELA GESTOSO SINGER

Ahora, mi hermano, t has ascendido al trono de tu padre. As como tu padre


y yo deseamos regalos de salutacin (ulmnu), del mismo modo nosotros seguiremos
en buenos trminos.16

El oro es tan abundante como el polvo


En las negociaciones por oro egipcio, los grandes reyes intentan dis-
minuir el valor destacando su abundancia. En las Cartas de El Amarna,
la frase recurrente de los reyes de Mitanni y Babilonia al faran es: En
el pas de mi hermano (Egipto), el oro es tan abundante como el polvo17. El
rey de Asiria contina con sus indirectas econmicas: Por qu eres tan
mezquino con ste (el oro)? (EA 16: 1416). El rey de Babilonia protesta
sobre la falta de generosidad por parte del rey egipcio en sus cargamentos
de oro, y adopta un discurso ms directo, mencionando la generosidad
de generaciones previas (Mis ancestros y tus ancestros se enviaron hermosos
regalos de salutacin), frente a la cantidad reducida de slo dos mi-
nas del ltimo cargamento de oro egipcio (Ahora, mi hermano me ha
enviado 2 minas de oro). Sin embargo, finalmente se resigna a solicitar
un modesto envo de oro segn los deseos del faran: Si ste (el oro) es
escaso, envame la mitad de lo que (enviaron) tus ancestros18.
As, para los reyes extranjeros, el faran slo necesitaba recolectar el
oro Uno debe simplemente recolectarlo (EA 16: 1516) y enviarlo en
grandes cantidades. El valor reducido del oro (derivado de su abundan-
cia) era tal que slo grandes cargamentos eran relevantes para los grandes
reyes. Finalmente, es mencionado el prestigio relacionado con las accio-
nes del faran. Si el faran es un gran rey, si un pas es rico, y si el oro
es abundante como se dice, entonces el rey debe actuar de acuerdo con
estos hechos19. Esta metfora no es una mera expresin de discurso,
sino que debe ser analizada en el contexto de los mecanismos de discurso
interestatal inherentes a esta comunicacin en particular. Por lo tanto,

16
EA 41: 1620.
17
EA 19: 5962; EA 20: 4659; EA 27: 4551, 104109; EA 29: 143147; cf. Zaccagnini
1995: 6667.
18
EA 9: 1213; cf. Westbrook 2000.
19
Liverani 1990: 214215.

166
AMOR Y ORO

sta es constitutiva del discurso y, finalmente, de la percepcin y el razo-


namiento humano. Expresiones como sta tienen que ver con el estatus,
el prestigio, la igualdad (o la falta de sta) y la autoridad. En la corres-
pondencia entre grandes reyes, al menos, estas cualidades atemporales
son indicadas por medio de relaciones de sangre, parentesco, matrimonio
y familia. Las metforas esenciales involucran relaciones de intercambio
de regalos y lazos de familia/sangre/parentesco; reciprocidades que ideal-
mente simbolizan igualdad, pero que en la realidad no gozan de sta. Por
ejemplo, el lazo de matrimonio fundamental es asimtrico e hipergmico
(hypergamus)20 a favor del prestigio del rey y el estado egipcio21. No hay
otro rey ms reticente que el faran ante la remota posibilidad de ver a
una de sus hijas en una corte extranjera: Desde tiempos inmemoriales, el
rey de Egipto no ha entregado a nadie a ninguna de sus hijas (EA 4: 67).
El vnculo tradicional ya en uso durante el reinado anterior de-
ba ser confirmado, al menos, en el mismo nivel, y si era posible incre-
mentar la cantidad de bienes y la calidad de las relaciones de amistad 22.
Los socios antiguos envan regalos al nuevo rey, pero esperan que ste
enve contra-regalos (especialmente oro) en seal de reciprocidad, a fin
de demostrar que desea continuar con el intercambio de bienes. Por
ejemplo, en EA 9 se afirma:
Desde el tiempo en que mis ancestros y tus ancestros afirmaron una amistad
mutua, se enviaron entre ellos hermosos regalos de salutacin y no se negaron ante
ninguna solicitud de bienes. Ahora, mi hermano me ha enviado como regalo de
salutacin (slo) 2 minas de oro. Si el oro es abundante, envame tanto (oro) como
tus ancestros, si ste (el oro) es escaso, envame la mitad de lo que (enviaron) tus
ancestros.23

A fin de obtener oro egipcio, los grandes reyes deben solicitarlo con
el pretexto de su necesidad para un propsito especfico. Los reyes de
Babilonia (tales como Kadashman-Enlil y Burnaburiash) solicitan oro

20
El trmino hipergamia denota el acto por el cual un grupo se rehsa a dar a sus hijas en
matrimonio, mientras que toma las mujeres de otros grupos.
21
Avruch 2000: 156157, 163164. Cf. Pintore 1978: 1113.
22
Liverani 1990: 212.
23
EA 9: 713.

167
GRACIELA GESTOSO SINGER

para realizar nuevas construcciones24. Ashuruballit, el rey de Asiria,


solicita oro para la construccin de un palacio (EA 16: 16). Tushratta de
Mitanni necesita oro para un mausoleo (karaku) dedicado a su abuelo
(EA 19: 4445; EA 20: 2022). En conclusin, estos reyes requieren oro
egipcio sin perder prestigio o demostrar deseo alguno de riqueza.

Oro como regalo de boda y dote


An en el caso de matrimonios interdinsticos, el oro egipcio es
requerido a cambio de mujeres, tales como las hijas de grandes reyes:
Si este verano t me envas el oro del que te he escrito, entonces te dar a mi
hija. Por lo tanto, enva el oro segn tu deseo. Pero si t no me envas el oro (a
tiempo) para terminar el trabajo a mi cargo, por qu habras de hacerlo (ms
tarde)? Cuando el trabajo a mi cargo est terminado, qu podra hacer con el oro?
Aunque me enviaras 3.000 talentos de oro, no los aceptara, y los enviara de
regreso, y no te dara a mi hija en matrimonio.25

Sin embargo, adems del problema de los regalos (principalmente


oro y objetos de prestigio), el error bsico de los reyes est relacionado
con el estatus de las flamantes esposas. Para los grandes reyes extran-
jeros el estatus de sus hijas era el de esposas de primer rango, es decir
el de reinas. Sin embargo, la verdad es que las princesas se perdan en
el harn real, junto a mujeres de diversos orgenes. El rey de Babilonia
presenta su queja ante el faran sobre el destino de su hermana, quien
fue incluida en el harn junto con otras mujeres (no reales):
Desde que t me has escrito: T dijiste a mis mensajeros, mientras tus es-
posas estaban paradas todas juntas en tu presencia: Miren a vuestra seora que
est presente ante vosotros. Sin embargo, mis mensajeros no reconocieron a (la
persona) que estaba a tu lado, y si ella era (realmente) mi hermana. T tambin
escribiste: (Si) mis mensajeros no la reconocieron; quin podra reconocerla?
Luego, t dijiste: Por qu no envas a un hombre de prestigio (a un dignatario),
quien pueda decirte la verdad, y enviarte los saludos de tu hermana que est aqu,

24
EA 4: 40; EA 5: 13, 15, 19; EA 7: 63; EA 9: 1516; EA 11: 30.
25
EA 4: 4150.

168
AMOR Y ORO

y ordnale entrar y ver cmo es su lugar de residencia y su posicin frente al rey? Y


desde que t escribiste: Tal vez sta es la hija de un hombre pobre, o de un hom-
bre Kashka, o la hija de algn hombre de Mitanni, o tal vez de algn hombre de
Ugarit, a quien mis mensajeros han visto: Quin podra creerles? Ella no abri
la boca y no les dijo nada ().26

El sistema egipcio de obtener mujeres extranjeras a fin de lograr


poder y prestigio en la comunidad interestatal se opone a los sistemas
coseo y mitannio de dar a sus hijas a cambio de oro. En una carta, el
faran enfatiza irnicamente el intercambio de la hija del rey de Babi-
lonia a cambio de regalos de oro; que es un acto imposible desde la
perspectiva egipcia: Es interesante saber que t has entregado a tus hijas
para obtener regalos de oro (liqta) de tus (reyes) vecinos (EA 1: 61). Pero,
quin es el rey de Babilonia para juzgar al faran, cuando fue l mismo
quien lo sugiri al faran: Envame una mujer hermosa, como si fuera tu
hija. Quin podra decir: Ella no es la hija de un rey () (EA 4: 1213).
El rey de Babilonia deseaba incrementar su prestigio, obteniendo una
esposa egipcia, sin importarle el estatus de la misma. El faran incre-
mentaba su prestigio, obteniendo fcilmente cualquier princesa de un
pas extranjero. No obstante, luego de su llegada a Egipto, su estatus era
irrelevante para el faran27.
Las Cartas de El Amarna revelan indicios de demoras en el envo
de una princesa:
Quin va a llevarla hacia ti (a Egipto)? Haya tiene (slo) 5 carros. Van
a acompaarla hacia ti (a Egipto) con (slo) 5 carros? En tales circunstancias,
no puedo permitir su partida desde mi casa hacia ti (a Egipto). Mis reyes vecinos
[diran]: Ellos han transportado a la hija de un gran rey hacia Egipto en (una
caravana de slo) 5 carros ().28

Otros casos incluyen la retencin de una princesa prometida al


faran (EA 4: 4950), y el consejo al rey egipcio de cmo tratar a una
princesa segn el protocolo real: Ahora, cuando la esposa de mi hermano

26
EA 1: 2642.
27
Liverani 1990: 275277.
28
EA 11: 1822.

169
GRACIELA GESTOSO SINGER

llegue, mi hermano debera reunir a toda la tierra, y que todas las otras tierras
y los dignatarios y todos los enviados estn presentes29.
Durante las negociaciones, el tratamiento de la hija de un prncipe
local (tal como el gobernante de Ammiya) y de la hija de un gran rey
(tal como el rey de Mitanni) es diferente, pero despus de sus llegadas
a la corte egipcia, la presentacin de ambas mujeres ante la audiencia
interna es la misma. El arribo de la mujer levantina es descripto de la
siguiente manera: El tributo (inw) de los jefes del Retenu (Siria): la hija de
un jefe, (con) adornos de plata, oro, lapislzuli genuino, y 30 servidores que
le pertenecan (a ella), y el texto sigue con la lista del tributo regular30. El
arribo de la princesa mitannia es presentado de la siguiente manera: La
Gran Esposa real Tiy, Que viva! El nombre de su padre es Yuya; el nombre de
su madre es Tuya. Maravillas que fueron llevadas a su Majestad: la hija del
jefe (wr) de Naharina, Shuttarna, Gilukhepa, y 317 mujeres de su harn31.
El oro es una parte importante en la lista de regalos de boda envia-
dos desde Egipto para el rey de Babilonia en el marco de los matrimo-
nios interdinsticos32. Las negociaciones entre Egipto y Babilonia por el
nuevo matrimonio incluyen: 1200 minas, x shekels de oro, enviados por
Akenatn a Burnaburiash II, como regalos nupciales por su matrimonio
con una princesa babilnica33.
EA 13 y 14 incluyen los regalos intercambiados entre las casas rei-
nantes en Egipto y Babilonia. La primera carta contiene probablemente
el inventario de la dote enviada por Burnaburiash, pero en su estado de
conservacin no puede ser totalmente reconstruida e interpretada. EA 14
fue enviada por un faran, llamado [Napkhuru]ri-ia, y describe la lista
de regalos (segn Moran, el inventario de regalos egipcios) enviados
probablemente por Akenatn a Burnaburiash, el rey de Babilonia, en
ocasin de su casamiento con una princesa babilnica. Entre los regalos
mencionados se destacan:

29
EA 24 III 20: 2126; Meier 2000: 172.
30
Los Anales de Tuthmosis III, en Urk., IV, 668: 17669: 3.
31
El Escarabajo de matrimonio de Amenofis III, en Urk. IV, 1738: 234.
32
Zaccagnini 1985: 593605.
33
En los inventarios de regalos, en EA 14, II: 34; cf. Zaccagnini 2000: 150.

170
AMOR Y ORO

Oro, lingotes de vidrio, piedras (preciosas), collares de oro, vasijas de oro con
aceite, joyas de oro y plata, 19 anillos de oro, 13 cuencos de oro, una estatua de oro
de la esposa del rey, una estatua de oro de la hija del rey, 4 carros de oro, 2 camas
y 6 tronos de oro, () el total del oro es: 1200 minas, x shekels de oro, () el total
de la plata es: 292 [minas], y 3 shekels [de plata] (), el total del bronce es: 8[60
m]inas , 20 sh[eke]ls, () y 1092 piezas de lino, aceite dulce, bano, y marfil.34

Tal vez, el rey de Mitanni recibi una suma elevada de oro por su
hermana (EA 17) o por su hija (EA 22), segn est registrado en la EA
16, enviada por el rey asirio: Cuando el rey de Hanigalbat (Mitanni) es-
cribi a tu padre (Amenofis III) en Egipto, ste le envi 20 talentos de oro
(ls. 2225). Desafortunadamente, en este caso, no se han encontrado
registros de los regalos enviados por el faran.
En el caso del rey de Mitanni, las Cartas de El Amarna registran la
lista de regalos enviados por Tushratta al faran, como parte de la dote
de la novia. En el ao 10 del reinado de Amenofis III, el rey de Mitan-
ni envi a la princesa Kelukhepa como futura esposa del faran35. La
princesa es mencionada en cartas posteriores, cuando Tushratta informa
a Amenofis III su deseo de renovar y reafirmar las relaciones polticas
entre ambos estados (EA 17: 5, 41). De acuerdo a estas cartas, Tushratta
envi regalos de salutacin al faran y a Kelukhepa:
Ahora, envo a mi hermano como regalo de salutacin 1 copa de oro con
incrustaciones de lapislzuli genuino; 1 collar maninnu con 20 piezas de lapis-
lzuli genuino y 19 piezas de oro, con una pieza central de lapislzuli genuino,
engarzada en oro; 1 collar maninnu con 42 piedras khulalu, 40 piezas de oro con
la forma de la piedra arzallu (ac. sukhi Itar)36 , con una pieza central de piedra
khulalu genuina, engarzada en oro; 10 yuntas de caballos; 10 carros de madera
con sus accesorios; y 30 mujeres y hombres ().37 Yo (Tushratta) envo como regalo

34
Cochavi-Rainey 1999: 823; Rainey 2015: 112113.
35
Gilukhepa, en Urk. IV, 1738: 234.
36
Lit. la planta de la cama de Shaushga, i.e. el rbol huluppu, probablemente un tipo de
sauce. El poema Inanna y el rbol Huluppu brinda una explicacin mtica de cmo el trono
y la cama usada en el matrimonio sagrado fueron elaborados con la madera de este rbol
sagrado (Frayne 2001:129143). Por su parte, Rainey (2015: 147) traduce el siguiente pasaje
como 40 piezas de oro con la forma del tringulo pbico de Shaushga.
37
EA 19: 8085; cf. EA 20: 8084; EA 21: 3341.

171
GRACIELA GESTOSO SINGER

de salutacin a Kelukhepa, mi hermana, 1 juego de broches/prendedores de oro, 1


juego de aros de oro, 1 anillo mashkhu de oro, y 1 recipiente de piedra con aceite
fino (perfumado).38

Al final de su reinado, Amenofis III realiz negociaciones con Tus-


hratta a fin de casarse con su hija, Tadukhepa, despus de la muerte de
Gilukhepa, posiblemente debido a la peste. Tal vez, Amenofis III previ
el colapso del estado hurreo, segn las referencias a la guerra con Hatti
(en EA 17), y a la propuesta de defensa mutua (en EA 24). Al mismo
tiempo, el faran estaba en negociaciones para concretar una alianza con
Ugarit, de la cual obtendra ciertamente beneficios econmicos39.
La breve lista de regalos enviados para la primera novia (durante
el ao 10) es eclipsada por los regalos enviados a Egipto junto con la
segunda princesa mitannia, Tadukhepa, quien se cas con Amenofis III
en el ao 36. Dos cartas del reino de Mitanni registran la extensa lista de
regalos enviados por Tushratta, la que incluye principalmente caballos,
carros, armas de bronce, joyas y piedras preciosas (tales como lapislzuli,
jaspe y piedras khulalu). El colofn de EA 22 confirma la naturaleza de
estos regalos, enviados como la dote de Tadukhepa:
Tushratta, el rey de Mitanni, di a Amenofis III, el rey de Egipto, su her-
mano y su hijo poltico (yerno) todos estos regalos de boda, de toda clase, y los di
al mismo tiempo que entreg a Egipto y a Amenofis III, a Tadukhepa, su hija,
para ser su esposa40 .

En conclusin, el deseo de princesas extranjeras por parte de Ame-


nofis III fue probablemente el producto en parte de su anhelo por
lograr paz y prosperidad durante su reinado41. Mientras ms princesas
adquira el faran, ms suegros (o padres polticos) reales obtena, quie-
nes le enviaran muchos regalos y lo apoyaran ante eventuales conflictos.

38
EA 17: 4145; Cochavi-Rainey 1999: 5153.
39
EA 45; Bryan 2000: 83.
40
EA 22 IV: 4349. Moran (1992: 57, 61, n. 56) lee NG.BA.ME SAL.U.ME para
los regalos de boda, enviados por Tushratta al faran, mientras que Pintore (1978: 19, 149, n.
53) prefiere el trmino terkhatu, en el sentido de dote. Cf. EA 24 II 14: 6061; EA 25 IV:
6567; Cochavi-Rainey 1999: 53.
41
Podany 2010: 195.

172
AMOR Y ORO

Por un lado, los reyes extranjeros estaban orgullosos de entregar a una


de sus hijas, ya que gozaran del estatus y beneficios que estos enlaces
conllevaban42, tales como una cantidad considerable de regalos y oro.
Por otro lado, el faran estaba satisfecho debido a los exitosos lazos fa-
miliares logrados al casarse con una princesa extranjera, y al prestigio y
el poder obtenidos en el club de elite interregional.

Estatuas de oro
Durante las negociaciones de matrimonios interdinsticos, adems
del oro involucrado en los intercambios de regalos, se realizaron envos
de estatuas de oro de reyes extranjeros, de las hijas de estos reyes, y de
dioses y diosas.
Estatuas de oro de reyes extranjeros y de sus hijas, entregadas como
futuras esposas al faran, fueron enviadas desde la corte egipcia. Las
Cartas de El Amarna indican que Amenofis III prometi a Tushratta
de Mitanni dos estatuas de oro puro. En EA 26, enviada a la Reina Tiy,
el rey de Mitanni enfatiza el amor por su hermano, Amenofis III, el di-
funto esposo de la reina, y le informa que enviar 10 veces ms amor (ls.
3035) a su hijo, Akenatn. A cambio, solicita a Akenatn dos estatuas
de oro slido, aunque el faran envi estatuas de madera, cubiertas con
una fina lmina de oro:
Le he pedido a tu esposo el envo de dos estatuas de oro slido, diciendo: Que
mi hermano me enve, como regalo de salutacin, estatuas de oro slido ()!
Pero, ahora, tu hijo (Akenatn) ha (enviado) estatuas de madera cubiertas con
una fina lmina de oro.43

Finalmente, solicit a la Reina Tiy su intervencin, a fin de obtener


las estatuas de oro puro: Haz que Akenatn me enve las estatuas de oro
slido, y permtele tratarme 10 veces mejor que su padre (Amenofis III) con
amor! (EA 26: 5257).

42
Meier 2000: 171.
43
EA 26: 3545.

173
GRACIELA GESTOSO SINGER

De acuerdo a EA 27, enviada a Akenatn, las estatuas de oro fueron


imgenes de Tushratta y Tadukhepa, la hija del rey de Mitanni, y esposa
del faran. El rey de Mitanni afirma que Amenofis III le prometi no
slo estatuas de oro, sino tambin una realizada en lapislzuli. Nueva-
mente, ste repite:
Yo tambin le ped a tu padre (Amenofis III) estatuas de oro slido, una
de m mismo y una segunda estatua de Tadukhepa, mi hija, y tu padre dijo, No
hables slo del envo de estatuas de oro; ya que te dar tambin una de lapislzuli
().44

Una carta previa EA 24 confirma que Tushratta solicit a


Amenofis III dos estatuas de oro, una de Kelukhepa, su hermana, y otra
de Tadukhepa, su hija:
Que mi hermano (Amenofis III) erija una imagen de oro de mi herma-
na (Kelukhepa), la esposa de mi hermano ()! (Tambin), yo le he pedido
a mi hermano una imagen de mi hija (Tadukhepa) (). Y luego, que mi
hermano me enve una estatua de marfil ().45
Finalmente, en EA 29, Tushratta solicita nuevamente a Akenatn
el envo de las estatuas de oro, dando una larga lista de regalos y em-
pleando expresiones de amor enviadas durante el reinado de su padre,
Amenofis III46.
Las Cartas de El Amarna indican la decepcin de Tushratta de
Mitanni por la calidad de las estatuas, que no eran slidas o de oro puro:
[Y con respecto al oro] que mi hermano envi [], Yo (Tushratta) reun a
todos mis invitados [extranjeros] (i.e. las delegaciones extranjeras). Mi her-
mano, ante todos ellos, [el oro que t enviaste] ha sido cortado [], y todas stas
(las estatuas) fueron [observadas]. Estas estaban selladas, sin embargo el oro
[]. Estas (las estatuas) estaban hechas [de madera (o eran huecas)], y entonces
ellos gritaron, diciendo, (las estatuas) son realmente de oro? No parecen [ser de
oro]. Ellos dijeron, En Egipto, el oro es tan abundante como el polvo. Si bien mi
(sic. tu) hermano te ama mucho; (y) si eres realmente alguien a quien l ama, no

44
EA 27: 1924.
45
EA 24 III 25: 7678, 9091, 97.
46
EA 29: 5054, 182189.

174
AMOR Y ORO

debera enviar tales cosas (o estatuas). [Cual]quier cosa que necesites de Egipto es
tan abundante como el polvo, [y] cualquiera puede dar a cualquiera tantas cosas,
[que] estn ms all de cualquier clculo. Entonces dije, No puedo decir ante
ustedes, como sola decir: Mi [hermano], el rey de Egipto, me ama mucho ().47

Evidentemente, el rey de Mitanni perdi prestigio ante sus altos


dignatarios (la audiencia interna) y las delegaciones extranjeras (la au-
diencia externa):
Que mi hermano me enve mucho oro que no haya sido trabajado (o puro).
Que mi hermano me trate mucho mejor que lo que hizo con mi padre. Que Teshub
y Amn garanticen que mi hermano muestre su amor por m, y que mi hermano
me glorifique enormemente ante (los hombres de) mi pas y todos mis invitados
extranjeros (ac. ubrtu)!48

Nuevamente, las cartas revelan la importancia del oro en el marco


de las alianzas interestatales, y el prestigio que el intercambio de ste
brindaba a los reyes ante su audiencia interna y sus pares extranjeros.
Las Cartas de El Amarna registran tambin envos de estatuas de
oro de dioses y diosas. La existencia de estatuas itinerantes de dioses y
diosas entre las principales cortes fue un recurso conocido en el Levante.
Las estatuas de dioses y diosas fueron un smbolo de vida, fertilidad,
curacin, prosperidad, cambio, alianza, y a veces representaron la inte-
gracin geogrfica o la legitimacin ideolgica de un territorio. Las
Cartas de El Amarna revelan el viaje de la estatua de la diosa Shaushka/
Ishtar hacia la corte egipcia durante el reinado de Amenofis III. Ella
fue conocida como la diosa de la guerra, fertilidad y curacin. Estatuas
de la diosa fueron usadas en rituales realizados ante conflictos blicos,
enfermedades, alianzas matrimoniales y nacimientos49.
La diosa Shaushka/Ishtar es mencionada en cinco Cartas de El
Amarna, enviadas por Tushratta de Mitanni a Amenofis III, en el con-
texto de alianzas polticas y matrimonios interdinsticos50.

EA 20: 4659.
47

EA 20: 7177. Cf. Naaman 2005: 2.


48
49
Gestoso Singer 2015.
50
EA 19: 24; EA 20: 25; EA 21: 15, 18; EA 23: 13, 26, 31; EA 24 I: 76; EA 24 III: 98.
Rainey 2015: 140159, 184241.

175
GRACIELA GESTOSO SINGER

En las cartas enviadas por Tushratta se mencionan tres formas de in-


vocacin de esta diosa, tales como Shaushka/Ishtar, Shaushka/Ishtar
de Nnive, y Shaushka/Ishtar, la Seora de los Cielos. Shaushka (sin
eptetos) fue elevada como diosa principal en el panten personal de los
reyes de Mitanni (durante los reinados de Shuttarna y Tushratta), con
un carcter mixto hurreo-asirio, y estuvo asociada con la realeza (como
Ishtar de Nnive). Finalmente, la diosa ingresa a la corte egipcia con
un carcter astral, tpico de las divinidades semticas y egipcias (como
la Seora de los Cielos)51.
En EA 23, titulada por Moran, Una diosa viaja a Egipto, Tus-
hratta informa a Amenofis III sobre el envo de la estatua de la diosa:
As Shaushka de Nnive, Seora de todas las tierras (dice): Yo deseo ir a
Egipto, un pas al que amo, y luego regresar. Ahora, la envo, y ella est en ca-
mino. Tambin, en los tiempos de mi padre, [ella] fue a tu pas, habit all y fue
honrada por ellos. Ahora, que mi hermano la honre 10 veces ms que antes. Que
mi hermano la honre, y (luego) segn (su) deseo la deje ir, para que ella pueda re-
gresar (). Que Shaushka, la Seora de los Cielos, nos proteja, a mi hermano y a
m, por 100.000 aos, y que nuestra seora nos brinde a ambos una gran alegra!
Permtenos actuar como amigos. Es Shaushka slo para m mi dio[sa], y para mi
hermano ella no es su dio[sa]?52

La estatua de Shaushka, enviada por Tushratta, no fue seguramente


la misma imagen adorada en el templo de Nnive53, sino una estatua
itinerante de la diosa. De acuerdo con las Cartas de El Amarna, la diosa
no viaj sola a Egipto, sino con Shimige, un dios solar hurreo:
Yo (Tushratta) he dado a mi hija (Tadukhepa) como esposa a mi hermano,
a quien amo. Que Shimige y Shaushka vayan ante ella. Que ellos ha[gan de ella]
la imagen del deseo de mi hermano. Que mi hermano se alegre en aquel da. Que
Shimige y Shaushka brinden a mi hermano una bendicin grande y una alegra
plena. Que ellos [lo bendigan] y que t, mi hermano, vivas para siempre!54

51
Oliva 1999: 5456. Cf. Gestoso Singer 2015.
52
EA 23: 1332.
53
Khne 1973: 37, nn. 176177; Moran 1992: 62, n. 2.
54
EA 21: 1323.

176
AMOR Y ORO

Despus de estas ltimas lneas (EA 21: 3132), se aprecian tres lneas
en egipcio, escritas en tinta negra, con la siguiente inscripcin hiertica:
Ao 36, 4to mes del invierno, da 1. El que (i.e. el rey) estaba en la villa sur de la
Casa de los Jubileos55, que indica la fecha de la recepcin de la carta en el ao
36 del reinado de Amenofis III, despus de su casamiento con Tadukhepa.
Adems, se sabe que sta no fue la primera visita de la diosa, ya que ella
visit Egipto en ocasin del matrimonio de Amenofis III con Kelukhepa56,
la primera princesa mitannia, durante el ao 10 de su reinado. Este hecho es
confirmado por EA 23: En los tiempos de mi padre (Shuttarna), ella (Shaus-
hka) habit all (en Egipto) y fue honrada por ellos () (ls. 1820). Las visitas
de la diosa o los viajes de su estatua al menos en dos oportunidades
estuvieron relacionados con las solemnidades asociadas con los matrimonios
interdinsticos entre Mitanni y Egipto57.

En EA 24, Tushratta informa:


As como mi hermano me ama, ahora yo amo a mi hermano, entonces que
Teshub, Shaushka, Amn, Shimige, Ea-Sharri y todos los dioses nos amen mucho
en sus corazones (). Y nosotros, entre nosotros, somos uno, la tierra de Mitanni
y la tierra de Egipto (). Yo soy el [rey] de Egipto y mi hermano es el rey de Mi-
tanni (). Yo hablar con mi diosa, Shaushka de Nnive, para que una estatua de
oro [sea hecha] para m. Y as ser. Estas palabras fueron dichas ante la tierra y el
cielo. As como estas palabras fueron pronunciadas, as se har: Esta es la estatua
de oro de Tadukhepa, la hija de Tushratta, Seor de Mitanni, a quin ste entreg
como esposa a Immureya (Amenofis III), el Seor de Egipto. Immureya (Ame-
nofis III) hizo una estatua de oro, y pleno de amor la envi a Tushratta ().58

En esta carta se usa la expresin todos los dioses sin realizar nin-
guna distincin entre los dioses hurreos y los dioses egipcios. Adems,
sta confirma que estos dioses brindarn mucho amor a los corazones de
ambos reyes. Amor no es slo una expresin de afecto, sino tambin
un trmino que refleja las buenas relaciones entre ambas partes, unidas
por lazos de hermandad, amor y amistad; materializado en la expresin:
55
Moran 1992: 62, n. 6.
56
EA 19: 6. Cf. EA 17; Oliva 1999.
57
Gestoso Singer 2015.
58
EA 24 I: 7478, II: 6872, III: 98107.

177
GRACIELA GESTOSO SINGER

As como mi hermano me ama, ahora yo amo a mi hermano. Expresiones


tales como: Nosotros, entre nosotros, somos uno, la tierra de Mitanni y la
tierra de Egipto; Yo soy el rey de Egipto y mi hermano es el rey de Mitanni
(EA 24), y Este pas es el pas de mi hermano, y esta casa es la casa de mi
hermano (EA 19) reafirman la idea de unicidad de ambas partes. Esta
unicidad estaba garantizada no slo por una alianza de matrimonio o
por un tratado interestatal, sino tambin por las bendiciones de los dioses
de ambos estados, que actan como una colectividad o entidad (todos
los dioses) y en representacin de ambos estados, Mitanni y Egipto, que
son Uno (Nosotros somos Uno)59.
La EA 24 es nica entre el resto de las cartas enviadas por el rey de
Mitanni, ya que refleja tres niveles de discurso de expresin religiosa:
a) una forma de comunicacin bsica, a travs de las bendiciones de
los dioses; b) reflexiones teolgicas, en la forma de afirmaciones, como
la unicidad de las tierras de ambas partes, y c) ejemplos de praxis (o
prcticas concretas), tales como el envo de estatuas de la diosa. Final-
mente, las buenas relaciones entre ambos estados no se mantuvieron
solamente en un nivel retrico, sino que tambin se concretaron en la
prctica. Los reyes se llamaban entre s hermanos y actuaron, en el
sentido ms amplio, como miembros de familias interestatales, y fueron
protegidos por sus dioses o por una familia de dioses: Que mis dioses y
los dioses de mi hermano los protejan! (EA 21: 32). La presencia de la dio-
sa, materializada en una estatua, simboliza la unin de las dos partes60.

Conclusiones
Oro, marfil y bano fueron enviados desde Egipto a pases extran-
jeros a cambio de cobre, plata, cedro, lapislzuli, joyas, caballos, prin-
cesas extranjeras, mujeres y hombres (sirvientes) y especialistas. Egipto
y Anatolia dominaron las fuentes de abastecimiento de dos metales
importantes, tales como el oro y la plata, respectivamente, dejando el
control del cobre y estao a otros estados. El sistema econmico egipcio
control todas las exportaciones de Nubia, colocando grandes cantidades

59
Smith 2010: 6365.
60
Gestoso Singer 2015.

178
AMOR Y ORO

de oro en manos de la administracin egipcia, sin necesidad de recurrir a


mercaderes. Sin embargo, los mercaderes fueron requeridos para vender
oro a cambio de plata en el Levante. Adicionalmente, el estado egipcio
necesit imponer impuestos a los mercaderes a fin de obtener ciertos
beneficios. La plata de Anatolia lleg a ser el metal estndar usado en
los intercambios, y fue utilizada para determinar el valor de cada econo-
ma en las sociedades del Mediterrneo oriental. Egipto increment el
abastecimiento de oro, ya que no tena acceso a la plata, excepto a travs
de los sistemas de intercambio61. La plata fue esencial para la adquisi-
cin de bienes en los intercambios de mercado, y fue reconocida como
medida de valor y de cambio en la Edad del Bronce. Sin embargo, las
sociedades de la Edad del Bronce dependieron del cobre y estao, ambos
adquiridos por egipcios y mesopotmicos en tierras lejanas, ms all de
su control poltico, tales como Chipre, Grecia, Anatolia, Omn, y el este
de Irn. Siria separa a Egipto y Mesopotamia de Anatolia, y bienes de
prestigio y metales atravesaron los territorios sirio-cananeos. Las rutas
de intercambio hicieron de Siria una regin de suma importancia en la
geopoltica interestatal de los grandes poderes de la poca, tales como
Egipto, Mitanni, Babilonia, Asiria y Hatti. Los objetivos y los medios de
la poltica exterior de cada uno de los grandes estados fueron los mismos,
y estaban destinados a obtener un balance de poder, a travs de matri-
monios interdinsticos, alianzas y regalos de intercambio entre las cortes.
Los grandes reyes estaban unidos por lazos de hermandad, amistad
y amor. Esta terminologa permiti a los grandes reyes presentar las
relaciones polticas interestatales como si stas fueran gobernadas por
normas de parentesco tradicionales. Estos lazos de hermandad fueron re-
forzados por festivales, banquetes y celebraciones de entronizacin; todas
oportunidades muy apropiadas en las que el rey adquira un estatus igual
al de sus invitados, los reyes vecinos. El intercambio de oro y el envo
de mujeres extranjeras en el marco de los matrimonios interdinsticos
estuvieron insertos en un discurso intercultural, a fin de obtener poder y
prestigio ms all de las fronteras. Sin embargo, el oro fue el metal ms
deseado para incrementar el estatus de un rey en el club de elite inte-
rregional. La importancia de los bienes de prestigio (en este caso lingotes

61
Warburton 2001: 135146.

179
GRACIELA GESTOSO SINGER

de oro, artefactos, joyera y estatuas) es atribuida a la escasez de oro en


otros estados (el oro es tan abundante en Egipto como el polvo), a su
asociacin con un estatus elevado, al trabajo artesanal involucrado en las
manufacturas, y a su asociacin con poderes intangibles (tales como las
poderosas estatuas de oro de una diosa) y con tierras exticas y distantes
(el poder del Otro desconocido y distante).

Agradecimientos
Debo expresar mi agradecimiento a Roxana Flammini y Juan Ma-
nuel Tebes por la invitacin a participar en este libro. Algunas de las
ideas incluidas en este ensayo fueron presentadas en el XI Congreso
Internacional de Egiptologa realizado en Florencia (Italia) del 23 al 30
de Agosto del 2015.

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182
DIMENSIN SIMBLICA DE LOS TERRITORIOS Y DEL
PAISAJE HITITA:
CONSIDERACIONES A PARTIR DE LOS TEXTOS
ihiul- y lingai-

(
Romina Della Casa

Resumen

Con el objetivo de incorporar al debate actual la dimensin simblica de la


representacin hitita de los territorios, se propone discurrir aqu sobre pers-
pectivas generales de interpretacin de los tratados y de las instrucciones,
para abordar luego aspectos puntuales del paisaje y de los territorios que se
mencionan en las tablillas.

Palabras clave: Paisaje Hititas Tratados Instrucciones.

Introduccin
Durante el segundo milenio a.C. el Cercano Oriente antiguo se
caracteriz por la presencia de reinos que, al dominar vastos territorios,
competan entre s por la hegemona de entidades polticas menores
ubicadas en sus respectivas periferias. Como resultado de este escenario
geopoltico, los textos del perodo refieren a un complejo sistema de
relaciones interregionales compuesto por gobernantes que se autodeno-
minaban gran rey, y se vinculaban con otros lideres de igual status me-
diante la utilizacin del trmino hermano, as como con gobernantes
de menor rango, a los cuales denominaban como rey1.
En efecto, un amplio porcentaje de la documentacin que refleja
este tipo de vnculos entre gobernantes de la Mesopotamia, de Anatolia
y de Egipto durante la Edad del Bronce proviene de los archivos encon-
trados en la capital hitita, attua, ubicada en Anatolia central (actual
1
Beckman 2006: 280282.
ROMINA DELLA CASA

Boazky). All se hallaron ms de la mitad de todos los tratados que


se preservan del Cercano Oriente antiguo documentacin a la cual se
suman los textos de Mari, las tablillas de Tell el-Amarna, y los archivos
de Ugarit, entre otros. De este modo, entre las ms de 30.000 tablillas
encontradas en la antigua capital hitita se destacan aquellas que conser-
van los tratados (o pactos) que el rey de atti efectuaba con otros reyes,
y que se denominaban con los trminos iiul- y lingai-. Es decir, con
dos palabras que remiten respectivamente a las obligaciones y al jura-
mento implicado en tales pactos. Asimismo, puesto que tanto el iiul-
como el lingai- se encuentran presentes en otro tipo de textos conocidos
como instrucciones reales, donde la persona subordinada no es un rey
sino un funcionario hitita, tanto las instrucciones como los tratados son
considerados como pertenecientes al mismo genero textual, y por ello
sern analizados aqu en forma conjunta.
As pues, con el objetivo de incorporar al estudio de estos textos
(tratados e instrucciones) el plano de las representaciones del espacio,
se propone analizar la dimensin simblica a la cual refieren estos do-
cumentos cuando mencionan territorios y su respectiva naturaleza. De
este modo, se discurrir primero sobre las caractersticas generales del
debate actual sobre los tratados, para abordar luego aspectos ms con-
cretos de los territorios que estos mencionan.

La intencin de los textos como centro del debate


Como se ha sealado, el rey hitita estipulaba por medio de pactos
escritos las obligaciones del rey subordinado e intentaba garantizar tal
compromiso por medio de un juramento (lingai-) certificado por un
tribunal de dioses testigos, as como por una serie de maldiciones y ben-
diciones. Se discurri ampliamente sobre si, en efecto, el soberano de
atti al establecer el tratado, se encontraba tambin atado al juramento
que l mismo haba propuesto, o bien, si el juramento era impuesto en
forma unilateral para el gobernante de menor rango.
En este sentido, hace poco ms de dos dcadas G. Beckman enfatiz
el carcter unilateral que tendra el juramento, al menos en lo que res-
pecta a los tratados de tipo asimtrico, puesto que el tratado sera el vn-

184
DIMENSIN SIMBLICA DE LOS TERRITORIOS Y DEL PAISAJE HITITA

culo del rey, pero constitua el juramento del vasallo2 . Esta afirmacin
se encontrara apoyada, por ejemplo, por el prrafo 16 (A iii 7383) del
Tratado entre Muwattalli II de atti y Alakandu de Wilua, donde el
rey hitita indica que el pacto deba ser ledo ante el rey de Wilua tres
veces al ao, y que las palabras en la tablilla no eran recprocas, sino que
procedan de atti3.
Sin embargo, A. Altman desafi esta aproximacin al postular que
el rey de atti, al menos en algunas oportunidades, tambin estaba
atado al juramento. Segn Altman, esto puede observarse en el Tratado
entre uppiluliuma I de atti y uqqana de ayaa (CTH 42), don-
de uppiluliuma le indica al rey subordinado que, si uqqana efecta
cualquier mal, el rey de atti sera libre de ese juramento delante de los
dioses4. Asimismo, existen varios ejemplos, como menciona E. Devecchi
(e.g. CTH 28, CTH 42, CTH 68, CTH 106) donde tambin se observa
que el rey de atti prestaba juramento5 e.g. si los hombres de Pah[uwa]
transgreden [el juramento divino] y [] Su Majest[ad] sea li[berado] del ju-
ramento divino!6 .
Ahora bien, si dejamos de lado estos aspectos del debate, y nos de-
tenemos por un momento en las caractersticas comunes que poseen los
tratados, encontraremos que en general estos cuentan con un prembulo;
una introduccin histrica (o prlogo histrico); una serie de disposiciones
donde se estipulan las responsabilidades del rey subordinado; una sec-
cin que detalla dnde debe ubicarse la tablilla del pacto y cmo debe
ser leda, y una lista de deidades testigo a la cual le siguen las maldiciones y
las bendicionesi.e. maldiciones que el rey de menor rango deba recitar7.
Entre las diferentes partes que componen estos documentos, sin
lugar a dudas la que ha suscitado mayor controversia es la introduccin
histrica. En efecto, parte central de la discusin consiste en determinar
hasta qu punto la seccin ms historiogrfica de estas tablillas remite

2
Beckman 1992: 2.
3
Beckman 1996: 86.
4
Altman 2003: 178179.
5
No se observa ni en las instrucciones ni en otro tipo de documentos de carcter interno
que el rey tambin prestase juramento. Vase Devecchi 2015: 168, nota 3.
6
Devecchi 2015: 16, la traduccin es propia. Vase tambin Devecchi 2013.
7
Beckman 1996: 23.

185
ROMINA DELLA CASA

efectivamente a una realidad pasada o responde a los intereses y al pres-


tigio del rey hitita aspectos que convertiran a dicha narracin en un
texto de carcter propagandstico o de escasa credibilidad histrica.
Si bien estos prlogos no suelen referir a los territorios y al paisaje
de manera detallada exceptuando el Tratado entre uppiluliuma I y
attiwaza de Mittani, el debate sobre estas secciones atraviesa todos
los temas relativos al significado de los pactos, motivo por el cual su
anlisis constituye tambin un punto de reflexin para el estudio de la
dimensin espacial. Esto se debe, en ltima instancia, al hecho de que
el debate sobre los prlogos redunda nada ms y nada menos que en la
bsqueda del significado de estos textos, as como tambin, en el esfuer-
zo por detectar la intencin originaria que subyace detrs de los mismos.
Fue en la dcada del 70 cuando el anlisis de dichas secciones se vio
sustancialmente extendido por la perspectiva metodolgica adoptada
por la escuela de Roma, liderada desde aquella poca por M. Liverani.
Una perspectiva que comenz a incorporar al anlisis de los textos del
Cercano Oriente antiguo conceptos tericos elaborados en el seno de
otras disciplinas, como ser la teora de la comunicacin, o los modelos
de integracin de K. Polanyi. En suma, una aproximacin que abri el
estudio de los tratados hasta entonces centrado en aspectos jurdicos
y legales hacia nuevas interpretaciones.
Si bien a partir de entonces se ampliaron notoriamente las ramas de
estudio sobre las introducciones histricas, pareciera, como observ I.
Singer, que el resultado general fue el desarrollo de una mirada escptica
de esta seccin de las tablillas8. Una perspectiva que se vio acentuada por
la ausencia de otra documentacin que pueda corroborar (o no) aquello
que describen los documentos de origen anatolio. Por ello, si bien en
la actualidad nadie negara que detrs de la elaboracin de estos textos
yacan intereses y motivaciones diversas que variaban segn las circuns-
tancias socio-polticas del momento (implicando que tales narraciones
iban ms all de una mera intencin de reflejar una verdad histrica per
se), an as, existen distancias irreconciliables entre algunas posturas

8
Singer 2014: 898.

186
DIMENSIN SIMBLICA DE LOS TERRITORIOS Y DEL PAISAJE HITITA

interpretativas, as como profundas dificultades de tipo metodolgico a


la hora de analizar los hechos que se narran9.
Asimismo, si bien los tratados involucran diferentes dimensiones de
la realidad (aspectos legales, histricos, polticos, ideolgicos, morales y
religiosos), se ha considerado que los prlogos en particular desarrolla-
ban una funcin fuertemente poltica, constituyendo una suerte de obra
maestra de la diplomacia y la retrica, redactada por escribas que emplea-
ban herramientas narrativas pertenecientes a otras categoras textuales,
como ser composiciones histricas y correspondencia diplomtica10 .
Como resultado, se arrib a la idea de que los prlogos establecan una
representacin ficticia del pasado, y a pensar que la historia all narrada
era puesta por escrito y manipulada con fines polticos que variaban se-
gn situaciones incidentales de cada perodo.
Con estas ideas en mente, la metodologa de decodificacin propues-
ta por Liverani se centr en el abordaje semiolgico de los textos, a partir
del cual se adjudicaba al prestigio y al inters de la elite gobernante un
rol central en la prctica de poder de las sociedades del Cercano Oriente.
En continuidad con esta lgica, Liverani seal que una seleccin inteli-
gente de los elementos [del mundo real] permita a los protagonistas [i.e.
la elite gobernante] describir la realidad de la forma ms coincidente con
su trasfondo cultural y con sus objetivos polticos11. De igual manera,
Liverani argument que
() la seleccin de un modelo interpretativo por parte de los propios actores
no es arbitraria. Para ser plausible y eficaz, tiene que coincidir al mximo con la
situacin real, y tiene que estar profundamente imbuida de la cosmovisin
tradicional de su pas y de su cultura12.

Si bien resulta claro que tanto el prestigio como el inters son as-
pectos clave para la existencia de una elite gobernante as como tantos
otros, este abordaje pareciera anteponer la prctica poltica a la cultura
y a la tradicin; es decir, a la mentalidad misma de la cual surgi la elite

9
Vase Klinger 2001: 275.
10
Devecchi 2008b: 148, la traduccin es propia.
11
Liverani 2003: 33.
12
Liverani 2003: 33, el nfasis es propio.

187
ROMINA DELLA CASA

gobernante. De este modo, si llevsemos esta aproximacin a su extremo,


nos encontraramos frente a una elite ubicada fuera de su tiempo y de su
espacio, aislada de la cosmovisin misma de la cual fue producto, pero
de la cual hace uso en pos de sus objetivos polticos.
Desde una postura contraria, Altman argument que los prlogos
no presentan un carcter propagandstico, pues sus destinatarios no
son los reyes de menor rango y su corte, sino los dioses mismos, ya que
las deidades, segn el autor, contaban con habilidades limitadas para
conocer la verdad de los hechos13. En este sentido, Altman indic que
en la antigedad Cercano Oriental no exista un verdadero temor a las
divinidades y que la realpolitik no dejaba lugar a consideraciones de tipo
moral, ni siquiera al temor por violar un tratado de alianza14 . En conti-
nuidad con esta lgica, el autor propuso que sera poco razonable asumir
que la propaganda poltica que se trasmita a los reyes subordinados y a
su corte era tomada como un verdadero instrumento de persuasin con el
objeto de asegurar fidelidad al poder hitita, pues los soberanos no teman
el poder de los juramentos, ni el de sus maldiciones15.
Sin embargo, Altman tambin afirm que las maldiciones se habran
agregado a los tratados para que el rey hitita pudiese apelar al tribunal
divino y as ganarse el beneficio de los dioses ante una eventual disputa.
Como es posible observar, la lgica planteada por el autor presenta una
contradiccin interna, puesto que esta hiptesis no termina de esclarecer
la dinmica particular por la cual los hititas creeran en la justicia y el
poder de los dioses para castigar a aquellos que transgredan sus tratados,
mientras otras sociedades (y los hititas mismos) habran desestimado el
poder de tales maldiciones. Asimismo, como destac Devecchi, varios
tratados (e.g. CTH 42 y CTH 66) no incluyen prlogos al menos
no como lo hacen la mayora de las secciones de este tipo, pues no com-
prenden el registro de la historia de la relacin entre los reyes, sino tan
slo la instalacin del rey en el gobierno lo cual permite inferir que la
funcin adjudicada por el autor a esta seccin podra resultar excesiva16 .

13
Altman 2004a: 51.
14
Altman 2004a: 40.
15
Altman 2004a: 40.
16
Devecchi 2008b: 149151; 365ss.

188
DIMENSIN SIMBLICA DE LOS TERRITORIOS Y DEL PAISAJE HITITA

En forma contraria, Singer subray que fue efectivamente el temor a


los dioses, que formaba parte central de la cosmovisin hitita, lo que ha-
bra motivado la redaccin de las introducciones histricas de los tratados
con el fin de describir a las divinidades las causas de las incorporaciones
territoriales realizadas. En palabras del autor:
La reticencia hitita a anexar arbitrariamente territorios extranjeros
suele ser atribuida a razones econmicas y logsticas, como la extensin
desmedida de las rutas de abastecimiento (Beckman 1992: 45) o al tamao
limitado del ejrcito (Altman 2008: 379). El temor al castigo divino por
una agresin injustificada o por el quebrantamiento de un juramento no es
tomado seriamente en consideracin dentro de las interpretaciones actuales,
para las cuales el prestigio o el inters pueden explicar el comportamiento
humano17.

En continuidad con esta idea, la funcin principal de los prlogos


consistira en justificar y explicar los actos del rey hitita a sus deidades18 .
Como se puede apreciar, uno de los aspectos ms complejos al mo-
mento de analizar los tratados es el de hallar una aproximacin que nos
permita abordar simultneamente el carcter poltico y religioso de estas
tablillas, sin superponer a priori una dimensin del texto sobre la otra.
Como destac Devecchi en este sentido, para la mentalidad hitita
tanto el rey como los dioses eran considerados expresiones de un mismo
cuerpo poltico, existentes en dos niveles ideolgicos paralelos, pero no
por ello mutuamente excluyentes19. A esta representacin del mundo dual
(ampliamente utilizada para explicar aspectos de la mentalidad hitita)
considero necesario aadir que ambos planos no slo coexistan en forma
paralela, sino que tambin se entrelazaban continuamente por medio de
rituales, plegarias, orculos, as como tambin por medio de documentos
tales como los tratados y las instrucciones. Por esta razn, resulta apro-
piado considerar que los textos denominados con los trminos vnculo
y juramento no slo expresan las relaciones asimtricas entre el rey y

17
Singer 2014: 912; la traduccin es propia.
18
Singer 2014: 912913.
19
Devecchi 2008b: 151. Cf. Beckman 1995: 530.

189
ROMINA DELLA CASA

sus sbditos, sino tambin, aspectos de la mencionada imbricacin entre


el mundo divino y el mundo humano.
Como demostr recientemente J. Miller, los tratados y las
instrucciones formaran parte de un mismo gnero que los
hititas denominaban tanto con la palabra ih i ul- (instrucciones,
prescripciones de obligaciones, pacto, contrato o tratado) como
con la palabra lingai- (juramento)20 . Asimismo, cabe destacar que los
hititas no parecen haber desarrollado una categora o empleado una
palabra que implicase la suma de ambos elementos ih i ul- y lingai-,
refirindose indistintamente con el trmino ih iul- obligacin o vnculo
y lingai juramento, o ambos21.
Desde el punto de vista del territorio, resulta significativo que los
hititas no distinguiesen entre ambos tipos de textos, es decir, entre uno
de tipo interno (para el Asia Menor) y otro externo (para vincularse
con reinos del Levante y de la Mesopotamia). Por el contrario, tanto
los tratados como las instrucciones parecen haberse desarrollado sobre
el mismo plano, diferencindose entre s de acuerdo con la funcin del
vnculo, y no segn el destinatario o el territorio. En esta misma lnea,
como indic Beckman, es ciertamente significativo
que las instrucciones escritas formalmente destinadas a algunos
burcratas dentro de atti mismo al comandante de las guardias de
frontera o al alcalde de la ciudad de attusa, por ejemplo eran conocidas
por el trmino vnculo. Por lo tanto debemos concluir que para los hititas
no exista una distincin conceptual ntida entre las obligaciones internas y
externas para con la monarqua22.

Cabe preguntarnos, pues, de qu modo estos documentos, tan com-


plejos desde el punto de vista interpretativo a la vez que directamente
implicados en la regulacin de una amplia cantidad de territorios, se
expresan en relacin con el espacio simblico y el paisaje.

20
Miller 2013: 132, 2011: 1.
21
Miller 2011: 12.
22
Beckman 2006: 283; la traduccin es propia.

190
DIMENSIN SIMBLICA DE LOS TERRITORIOS Y DEL PAISAJE HITITA

Espacio simblico, territorios y paisaje


Al igual que con los prlogos histricos, Liverani fue pionero en
abrir los textos hititas al anlisis de las representaciones de los territorios.
Como resultado, destac que documentos tales como las mencionadas
instrucciones permitan detectar una valoracin diferenciada del espacio
interno y externo, mientras los tratados presentaran una representacin
simtrica de los territorios. Para arribar a dicha conclusin Liverani
estudi las Instrucciones para el BL MADGALTI / auwariyas isas,
literalmente el seor de la torre23 , y subray la importancia all atri-
buida al espacio cerrado y bien protegido: la propia madgaltu, la torre
o fortaleza de la guarnicin, y en el interior de ese espacio todo debe
funcionar con un cuidado y una precisin tan obsesivos que revelan un
grado considerable de ansiedad24 .
Asimismo, el autor indic que la necesidad de revestir los muros,
limpiar los canales del drenaje y de comprobar las cerraduras conceda
mxima prioridad a la vigilancia desde las murallas, pues era justamente
al otro lado de stas donde
() suceden los robos y otros diversos delitos, (y donde) la guarnicin
hitita debe proceder con mxima cautela (). Entre la fortaleza cerrada y
protegida y el territorio peligroso y desconocido, existe un cinturn inter-
medio: las aldeas locales, habitadas por extranjeros y deportados, tambin
extranjeros25.

Como contrapunto a esta lgica interpretativa que presenta


una valoracin diferenciada entre el espacio hitita y el ocupado por las
sociedades kaka, Liverani destac que los tratados reflejaran una
visualizacin simtrica de los territorios, alejada del par de conceptos
orden-interior y caos-exterior, donde el universo se concibe constituido
por varias entidades simblicamente ordenadas o csmicas en oposicin
a la ideologa centralista, caracterstica de los egipcios o asirios26 .

23
Para una discusin sobre una correcta traduccin de BL MADGALTI / auwariyas
isas, vase Miller 2013: 212.
24
Liverani 2003: 49.
25
Liverani 2001: 49.
26
Para una reinterpretacin de esta perspectiva, vase Della Casa 2010.

191
ROMINA DELLA CASA

A partir del anlisis realizado por Liverani, y en continuidad con


la propuesta de abordar el simbolismo de diversos territorios de la orga-
nizacin hitita, cabe preguntarnos: de qu modo se presenta el paisaje
en los textos ihiul- y lingai-? y cmo era la representacin simblica de
los territorios bajo jurisdiccin del rey de atti? En forma significativa,
salvo raras excepciones27, es posible notar que los reyes hititas no mencio-
naban aspectos del paisaje o de la naturaleza en sus tratados. As, entre
las disposiciones u obligaciones del pacto slo encontramos indicaciones
relativas a ros, ciudades y montaas especficas en la medida que repre-
sentaban puntos de referencia para la delimitacin de fronteras.
En consecuencia, las escasas referencias que existen sobre el paisaje
de otros reinos referencias que remiten en todos los casos a mbitos de
gran valor para la agricultura nos permiten pensar que, desde la ptica
hitita, tales territorios constituan efectivamente reas de gran valor para
la entidad subordinada. Esta idea se encuentra a su vez confirmada por el
hecho de que las referencias presentes en los pactos se ubican nicamente
en la seccin final de los mismos, es decir, aquella correspondiente a las
maldiciones y bendiciones.
Menciones de este tipo aparecen tan solo en cuatro tratados co-
rrespondientes a diferentes perodos de la historia hitita, a pactos que
incluyen, a su vez, reinos exclusivamente del Asia Menor. A saber: el
Tratado entre uppiluliuma I de atti y uqqana de ayaa (CTH
42), el Tratado entre Murili II de atti y Targanalli de apalla (CTH
67), el Tratado entre Muwattalli II de atti y Alakandu de Wilua
(CTH 76), y el Tratado entre attuili III de atti y Ulmi-Teup de
Taruntaa (CTH 106).
En el Tratado entre uppiluliuma I de atti y uqqana de ayaa
notamos que si uqqana no observare las palabras del tratado, los dioses
del juramento lo eliminarn junto con sus esposas, hijos, familias, casas,
tierras, ciudades, viedos, eras, etc.

27
Los tratados con Taruntaa pues permiten detectar caractersticas del paisaje y
de los territorios en forma ms concreta que la de otros pactos hititas; el Tratado entre
uppiluliuma I y Niqmaddu II de Ugarit donde aparece una alusin excepcional a las mon-
taas y a las tierras de Ugarit dentro de las disposiciones relativas a los fugitivos [4 B obv.
2123 ] as como la introduccin histrica al Tratado entre uppiluliuma I y attiwaza de
Mittani, donde se nombran un monte y un ro [1 obv. 116 ].

192
DIMENSIN SIMBLICA DE LOS TERRITORIOS Y DEL PAISAJE HITITA

37 A iv 5455
ME-KU-NU A. I.A-KU-NU UR[U DIDLI.I.A-KU-N]U
GI
SAR.GETIN-KU-NU KILA I.A-KU-NU GUD I.A-
KU-N]U28
vuestras casas, vuestras tierras, vues[tras ciudad]es ?, vuestros viedos,
vuestras eras, vuestro ganado

Al igual que en CTH 42, en el Tratado entre Murili II de atti


y Targanalli de apalla se puntualiza que si Targanalli observa las
palabras del tratado, los dioses protegern el viedo y las eras, los bueyes
y las ovejas del reino de apalla. Sin embargo, en este tratado las mal-
diciones se encuentran en estado muy fragmentario y no es posible saber
si en stas se mencionan tambin dichos mbitos29.
En el Tratado entre Muwattalli II de atti y Alakandu de Wilua
tanto las maldiciones como las bendiciones se encuentran completas,
indicndose, como en casos anteriores, que si Alakandu transgrede el
juramento los mil dioses lo eliminaran, junto con su esposa y sus hijos,
sus tierras, ciudades, viedos, etc.

21 A iv 3435
KUR.KUR ME-KA URUDIDLI.I.A-[KA] GI
SAR.GETIN-KA
KILA-KA A. 30
tus tierras, [tus] ciudades, tu viedo, tu era (y) tierra(s)

Leemos tambin que si Alakandu cumpliera las palabras del trata-


do, entonces los dioses convocados lo protegeran, junto con su familia,
sus ciudades, sus territorios y animales.

22 A iv 43
URU DIDLI.I.A-K A KILA-K A GI
SAR.GETIN-K [A
A.31

28
Cf. translit. Kitchen y Lawrence 2012: 456457.
29
Cf. Kitchen y Lawrence 2012: 502.
30
Cf. translit. Kitchen y Lawrence 2012: 562.
31
Cf. translit. Kitchen y Lawrence 2012: 562.

193
ROMINA DELLA CASA

tus ciudades, tu era, tu viedo [(y) tierras

Finalmente, en forma semejante al pacto con Alakandu de Wilua,


en el Tratado entre attuili III de atti y Ulmi-Teup de Taruntaa
se maldice con la destruccin y se bendice con la proteccin de mbitos
similares a los mencionados.

10 A 7
KUR-KA -KA KILA-KA GI
KIRI6-KA A.A
tu tierra, tu casa, tu era, tu jardn (de rboles frutales) (y) tierra(s)

11 A 10
KUR-KA -KA KILA-KA GI
KIRI6-KA A.A
tu tierra, tu casa, tu era, tu jardn (de rboles frutales) (y) tierra(s)32

Como se indic previamente, tanto la escasez de referencias en torno


al paisaje, como la intencin de incluir los viedos, las eras y los jardines
frutales en tratados puntuales permite inferir que los territorios que aqu
se mencionan constituan (desde la ptica hitita) mbitos preciados para
los reinos de Wilua, apalla, ayaa y Taruntaa; as como lo deban
ser (desde el punto de vista hitita) las esposas de los reyes bajo su juris-
diccin, sus familias y ciudades, los cuales aparecen habitualmente men-
cionados en esta seccin del pacto (i.e. en las maldiciones y bendiciones).
Cuando analizamos las instrucciones reales desde el punto de vista
del paisaje, observamos (junto con Liverani) que se destacan notoria-
mente aquellas destinadas a los gobernadores de los puestos de frontera o
BL MADGALTI (CTH 261.I). Como resultado, entre las obligaciones
de este ltimo se indican las de proteger diferentes animales (caballos,
ovejas, burros, vacas), a las personas que trabajaban el campo, como tam-
bin diferentes reas frtiles, similares a las enumeradas en los tratados:
los jardines de rboles frutales, los jardines/huertos, los viedos, etc.33

32
Vase translit. Kitchen y Lawrence 2012: 3142.
33
Vase CTH 261.I 29; Miller 2013: 226226.

194
DIMENSIN SIMBLICA DE LOS TERRITORIOS Y DEL PAISAJE HITITA

En consecuencia, se observa que si bien el rey hitita no regulaba las


actividades de otros reyes en relacin con las tierras frtiles de su reinos,
s intervena directamente sobre el manejo de las reas productivas ubi-
cadas en la frontera septentrional de atti. Asimismo, el estudio com-
parado de los tratados y de las instrucciones reales permite detectar que,
mientras en las instrucciones las tierras frtiles aparecen como mbitos
que deba proteger el BL MADGALTI, en los tratados, stas constitu-
yen espacios destinados a la proteccin de los dioses.
A su vez, resulta llamativo que, si bien los hititas mantuvieron cierta
distancia administrativa y coercitiva respecto de los reinos que fueron
incorporando bajo su jurisdiccin, si apelamos a las representaciones
simblicas de los territorios, pareciera que los mismos fueron integrados
ms dinmicamente dentro del cosmos hitita. Si consideramos, en efecto,
la seccin final de los tratados, resultan numerosos aquellos que indican
explcitamente que los dioses del juramento (entre los cuales se listaban
divinidades de la regin recientemente subordinada, pero tambin, dei-
dades tradicionalmente hititas) fueron convocados para proteger al rey
de menor rango junto con sus tierras, sus bienes, etc. Testimonios de este
tipo se encuentran en, por ejemplo: CTH 42, 11 (A ii 1013); CTH
76, 21 (A iv 3146); CTH 53, 17 (A iv 4457); CTH 62, 22 (A
iv 2732); CTH 66, 21 (lneas 116119)34 . A la luz de esta evidencia,
es posible argumentar que, en el plano simblico, los territorios aliados
tambin se encontraban bajo la proteccin y benevolencia de los dioses
hititas35, expresando la proyeccin de sus responsabilidades hacia tierras
anteriormente extraas.

Conclusin
Luego de considerar aspectos del debate actual sobre los tratados,
y de subrayar que la complejidad misma de estos textos radica en la
dualidad del cuerpo poltico hitita (caracterizado por la presencia de dos
mundos imbricados), notamos que un correcto anlisis de stos conlleva
la articulacin de una metodologa que las aborde en su conjunto, para

34
Cf. Beckman 1996: 25, 5556, 59, 65, 87.
35
Cf. Della Casa 2014.

195
ROMINA DELLA CASA

evitar la supeditacin a priori de un plano sobre otro. Planos que defini-


ramos en la actualidad como poltico y religioso, pero que desde la
ptica hitita formaran parte indivisa de un todo integrado.
Asimismo, tras explorar los tratados que los hititas realizaron con
diversos gobernantes del Cercano Oriente antiguo, fue posible detec-
tar que solo en pocas ocasiones los reyes de attua se refirieron a las
caractersticas del paisaje de los reinos subordinados, y que al hacerlo
las incluan en secciones de fuerte carcter simblico y ritual (i.e. en las
maldiciones y las bendiciones). Del mismo modo, se observ que tales
territorios, que coincidentemente se caracterizan por su valor agrcola, se
mencionan nicamente en tratados realizados con reinos del Asia Me-
nor: con Wilua, Taruntaa, apalla y ayaa. Tambin fue posible
argumentar que exista una valoracin positiva de las tierras frtiles de
tales reinos, as como de reas productivas de la frontera norte de atti;
en otras palabras, de un conjunto de territorios que los hititas intentaron
proteger respectivamente con sus divinidades y con el seor de la to-
rre. Finalmente, destacamos que la presencia de divinidades de origen
anatolio en tratados con diversas entidades del Cercano Oriente antiguo
indica la proteccin del reino subordinado por parte de los dioses hititas,
as como tambin, una integracin significativa de tales territorios dentro
del cosmos hitita.

Agradecimientos
Agradezco a Jared L. Miller por abrirme un espacio de dilogo para
evaluar las temticas aqu desarrolladas, as como a Stefano de Martino
por sus sugerencias. Agradezco finalmente a Roxana Flammini y Juan
Manuel Tebes por su ayuda en la revisin final del artculo, y asumo
toda responsabilidad sobre los errores que puedan surgir, as como por
las interpretaciones efectuadas en el mismo.

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199
POLTICA, ECONOMA Y RELIGIN EN CRETA
NEOPALACIAL (CA. 17001500 A.C.):
HACIA LA CONSTRUCCIN DE UNA IDENTIDAD
DE ELITE

Jorge Cano Moreno

Resumen: Poltica, economa y religin en Creta Neopalacial (ca. 1700


1500 a.C.): Hacia la construccin de una identidad de elite.

La realidad histrica de la isla de Creta durante la Edad del Bronce es uno de


los temas ms debatidos entre los acadmicos que investigan este perodo. La
ausencia de fuentes escritas inteligibles gener diversos marcos especulativos
que se basan en la interpretacin de la evidencia arqueolgica y en la elabo-
racin de modelos a partir de la misma. Por esta razn no es extrao que an
no haya un consenso generalizado sobre la organizacin poltica de la isla, la
relacin entre los diferentes tipos de edificios monumentales, la movilidad
de recursos entre los distintos grupos sociales o la expansin de una cultura
material ms o menos uniforme tanto dentro de la isla como en la cuenca del
Mediterrneo Oriental. De todas formas, es posible obtener informacin va-
liosa de las controversias que nos ayudan a encontrar respuestas a algunas de
estas cuestiones: los investigadores parecen concordar en que existieron grupos
de elite que se diferenciaron del resto de la poblacin dado que ostentaban
una posicin hegemnica. Precisamente, aqu nos proponemos estudiar los
mecanismos que utilizaron estas elites para construir y afianzar una identidad
propia. Con esta intencin, analizaremos algunos lineamientos tericos para
comprender la dinmica social, poltica y econmica de la isla. En un contexto
que consideramos heterrquico y competitivo, propondremos que la religin
funcion como un elemento constitutivo de la identidad de elite, siendo un
elemento cohesionador y de diferenciacin social.

Palabras clave: Elites Identidad Heterarqua Creta Edad del Bronce


JORGE CANO MORENO

Introduccin
El perodo Neopalacial1 es uno de los momentos histricos ms
estudiados de la historia de la isla de Creta en la Edad del Bronce. En
esta etapa, los denominados palacios minoicos fueron reconstruidos y
ampliados, se consolid y expandi el uso de la escritura Lineal A y el
sistema de pesos y medidas, se complejizaron los motivos iconogrficos
representados en sellos y frescos, se controlaron los espacios de culto y
se difundi una amplia variedad de caractersticas culturales en toda la
cuenca del Mediterrneo oriental, especialmente en la zona meridional
del mar Egeo. Como seala Adams, la cultura minoica alcanza un alto
grado de monumentalidad constituyendo una especie de Edad de Oro2.
Bsicamente, los datos que poseemos proceden del anlisis realizado
sobre los objetos materiales, que en su gran mayora provienen de las ex-
cavaciones arqueolgicas que se han sucedido desde principios del siglo
XX 3; a la vez que, complementariamente, arquelogos, antroplogos e
historiadores han generado diferentes modelos interpretativos ante la
necesidad de explicar la dinmica poltica, econmica y social. Sin em-
bargo, la diversidad de esquemas tericos dificulta la conformacin de
consensos entre los investigadores.
En este trabajo nos proponemos investigar un aspecto que parece
presentarse como constante en la historia de Creta en el citado pero-
do. Nos referimos, particularmente, a la existencia de grupos de elite
diseminados en las distintas regiones de la isla. Incluso, ms all de los
diferentes marcos tericos, los acadmicos concuerdan en que las expre-
siones culturales que mencionbamos ms arriba parecen encontrar su
razn de ser en las intenciones que tenan las elites en expresar su poder.

1
Como veremos a lo largo del trabajo, las cuestiones cronolgicas de la isla de Creta
despiertan controversias con una extensa bibliografa. Dado que no es factible aqu resolver
esas cuestiones, optamos por sostener la denominada cronologa media. As, al utilizar el
trmino Neopalacial (tambin conocido como perodo de los Segundos Palacios) nos esta-
mos refiriendo a la cronologa relativa propia de la isla de Creta que se ubicara en la Edad del
Bronce Medio (ca. 20001600 a.C.). Vase Shelmerdine 2008: 314, Dickinson 1994: 922
como lecturas introductorias y Wiener 2015: 131143 para un resumen de las complicaciones
existentes para calibrar las dataciones de este perodo.
2
Adams 2006: 2627.
3
Rehak y Younger 2008: 140. Los autores agregan que muchos de los objetos que posee-
mos fueron conservados por las destrucciones acontecidas al final de este perodo.

202
POLTICA, ECONOMA Y RELIGIN EN CRETA NEOPALACIAL

Nuestro estudio no se limitar a realizar un compendio de la cultu-


ra material producida por o para los grupos de elite cretenses, sino que
buscaremos comprender en qu contexto histrico estos bienes adquiran
un significado particular. En otras palabras, intentaremos analizar qu
tipo de identidad generaron los grupos de elite y en qu contexto social
y econmico se construy dicha identidad. Adems, buscaremos los ele-
mentos culturales fundamentales que tuvieron la cualidad de permitir
que este sector mantuviera su hegemona y control social.

Organizacin poltica de la isla de Creta durante el perodo


Neopalacial
Los estudios sobre las relaciones de poder en Creta durante el pe-
rodo que estamos estudiando se pueden dividir bsicamente en dos. Por
un lado, contamos con una postura tradicional que encuentra su punto
de origen en las investigaciones de Evans4. En oposicin a sta, se en-
cuentra un heterogneo grupo de acadmicos que revisan constantemente
muchos de los postulados del arquelogo ingls y los de sus seguidores5.
Evans, en su obra cumbre The Palace of Minos at Knossos6 , relacion
los relatos mitolgicos griegos con sus propios descubrimientos; segn su
postura, la mitologa griega testimoniara una especie de recuerdo difuso
sobre este momento histrico7. Probablemente por esta razn, Evans
imagin que Cnosos era la residencia de un monarca anlogo a Minos
y que en este edificio estaban concentradas todas las funciones de la so-
ciedad. Adems, Minos no slo habra controlado toda la isla de Creta,

4
Schoep (2010: 219) resalta la importancia de los trabajos de Evans hasta prcticamente
la actualidad.
5
Driessen (19891990: 4) menciona algunos investigadores que siguen las ideas centrales
de Evans.
6
Evans 19211935.
7
Starr 1955, Rubin 1993: 1435. Es importante mencionar que aos antes Schliemann
haba descubierto las ruinas de Troya utilizando casi exclusivamente los relatos homricos, por
lo cual la utilizacin de fuentes clsicas como base de las excavaciones arqueolgicas estaban
en auge a finales del siglo XIX y principios del XX.

203
JORGE CANO MORENO

sino que tambin habra extendido su dominio sobre otras regiones del
Mar Mediterrneo8.
Sin embargo, las tesis de esta postura resultan dbiles y, para nu-
merosos investigadores, errneas. Muchos de los anlisis que se han ido
sucediendo apuntan a ver en Creta una complejidad poltica mayor. Estas
posturas introducen nuevos elementos interpretativos que enriquecen
nuestro conocimiento sobre la sociedad del perodo Neopalacial y que
consideramos necesarios para estudiar la relacin de los grupos de elite
entre s.
Para los fines prcticos de este trabajo, nuestro punto de partida
consiste en analizar la posibilidad de un ordenamiento jerrquico dife-
rente entre los palacios de la isla. Como mencionamos, la postura de
Evans y de sus seguidores se orienta a ver un clara hegemona de Cnosos
por sobre los restantes centros de Creta. Las bases argumentativas se
sostienen, en general, sobre tres pilares: el tamao y la suntuosidad del
palacio de Cnosos, la homogeneidad cultural dentro de la isla de Creta
y la expansin (imperial?) de la sociedad minoica en la zona meridional
del Mar Egeo.
Respecto al primer argumento, es innegable que el palacio de
Cnosos es el de mayor tamao que se encuentra en Creta9, no slo en
este perodo, sino tambin en los anteriores10. Adems, la regin adya-
cente a Cnosos es la ms amplia y la ms populosa11, lo que lleva a que
se lo considere un centro hegemnico de primer orden que controlaba
a centros de segundo y tercer orden12, esto es, los restantes palacios
y las denominadas villas. Asimismo, es llamativa la suntuosidad del
palacio de Cnosos13; en l podemos observar conjuntos habitacionales,
almacenes, espacios de culto, archivos, talleres, cuencos rituales, mam-
8
Tambin es posible ver en esta visin una clara influencia del imperio britnico en la
poca victoriana y las intenciones de Evans de crear una civilizacin europea opuesta a las
civilizaciones orientales. Vase Schoep (2006) y ms precisamente Schoep (2010) donde
analiza minuciosamente el origen de muchos de los trminos creados por Evans.
9
Niemeier 1994: 87; Adams (2006: 8) lo cuantifica en unos 12.000 mt2.
10
McEnroe 2011: 6977.
11
Whitelaw 2001: 27.
12
Rehak y Younger 2008: 178.
13
Letensson 2014: 56.

204
POLTICA, ECONOMA Y RELIGIN EN CRETA NEOPALACIAL

postera, frescos y hasta un trono14, lo cual indicara una manifestacin


de poder sin parangn en las otras estructuras monumentales.
Sin embargo, ante esto debemos preguntarnos reformulando una
expresin de Driessen15 importa el tamao a la hora de afirmar que
un centro es ms importante qu otro? Desde nuestro punto de vista la
respuesta es negativa. Como sostiene Vavouranakis, la relacin entre
tamao y poder responde a una lgica objetivista y a una epistemologa
empirista en donde, por ejemplo, tipologas de materiales se correspon-
den con tipologas sociales16. A la vez, consideramos que deberan existir
otros parmetros para marcar la subordinacin de un centro a otro. De
hecho, Cunningham, en sus estudios sobre los palacios de Zakro, Pa-
laikastro y Petras asegura que no slo no hay evidencia de que alguno
de estos palacios haya controlado a cualquiera de los otros, sino que
adems, tampoco se encuentran signos de que Cnosos haya controlado la
regin17. Ms categrica es la posicin de Adams, que al analizar el rea
centro norte de Creta, no considera que haya habido una unificacin po-
ltica llevada a cabo desde Cnosos, sino ms bien diferentes mecanismos
de centralizacin vinculados con dinmicas sociales relacionadas con las
elites regionales y su propia ideologa18.
Adems, este primer argumento da por supuesto que Creta, por ser
una isla, pudo haber estado gobernada por una misma autoridad pol-
tica19. De hecho, esta postura prevaleci hasta los trabajos de Cherry,
quien en 1986, postul que la isla de Creta estaba dividida en unidades
polticas anlogas (peer polities). Precisamente, l comienza su trabajo cri-
ticando a aquellos acadmicos que sostienen que Creta estaba unificada
bajo el poder de Cnosos; de hecho, el autor resalta los rasgos regionales
14
Hitchcock 2003: 2833. La autora hace un repaso crtico de los diferentes elementos
arquitectnicos que presentan los palacios. Tambin McEnroe (2011: 8487) menciona las
particularidades tcnicas de estos edificios.
15
Driessen 2001: 55. La pregunta original est orientada a comparar otros palacios, pero
en su trabajo se utiliza esta expresin para cuestionar las teoras que ven en Cnosos el centro
ms importante de la isla por su dimensin. Expresin tambin utilizada por Vavouranakis
(2007: 265).
16
Vavouranakis 2007: 266.
17
Cunningham 2001: 84.
18
Adams 2006: 2627.
19
Adams 2006: 28.

205
JORGE CANO MORENO

del desarrollo cultural minoico20. El quiebre que gener el trabajo de


Cherry fue necesario para matizar la importancia de Cnosos en la histo-
ria de Creta, pero, como contrapartida, exager el valor que los palacios
tenan en las relaciones sociopolticas21. Por esta razn no concordamos
con este investigador sobre la existencia de estados regionales de dimen-
siones e importancia equivalentes22.
Tambin, dentro de la concepcin unitaria de la isla de Creta, con-
tamos con las posturas que revisan la posible existencia de un monarca
que haya reinado sobre todo el territorio. En esta lnea se sostiene que
no hay evidencia slida que sostenga que los palacios hayan sido el
hogar de reyes, reinas o sacerdotes23. Nuevamente, estamos ante una
interpretacin literal de las fuentes griegas, las cuales fueron escritas
entre ochocientos y seiscientos aos despus aproximadamente y en
las cules pudo haber interpolaciones de todo tipo. Las restauraciones
arqueolgicas modernas son tambin de calidad dudosa: el denominado
trono de Cnosos no es ms que es una reconstruccin incierta realizada
por el arquelogo ingls24. La analoga con los palacios del Cercano
Oriente y del perodo micnico tambin influy en la postura de Evans,
que crey haber encontrado un nexo entre Asia y Europa, al considerar
a los minoicos como la primera civilizacin europea 25.
Ms categrico ha sido Driessen al afirmar que no hay ningn tipo
de evidencia que refrende la existencia de un monarca en la isla de Creta
y que, por lo tanto, los palacios no son realmente palacios sino que
debemos considerarlos como estructuras monumentales que reflejan la
existencia de grupos de elite que expresaron su poder a travs de estos
edificios y que, tal vez, los mismos pueden ser una construccin comunal
con diferentes funciones26. Esta postura est reforzada por la imposi-
bilidad de distinguir una figura que claramente represente a un rey (o
20
Cherry 1986.
21
Letesson 2014: 62.
22
Driessen (1990: 2223) es categrico en contra de esta afirmacin; de todas formas no
considera que Cnosos haya controlado directamente estas regiones. Vase tambin Schoep
2007: 69.
23
Preziosi y Hitchcock 2000: 64.
24
Rubin 1993: 32.
25
Schoep 2010: 220226.
26
Driessen 2001.

206
POLTICA, ECONOMA Y RELIGIN EN CRETA NEOPALACIAL

reina) u otro tipo de gobernante27. Si bien Marinatos sostuvo la hiptesis


de que las divinidades representadas en los sellos y frescos pueden ser
intercambiables por lderes polticos28, tales representaciones icono-
grficas tambin podran interpretarse como la manifestacin del poder
de grupos hegemnicos, sin estar refirindose a reyes necesariamente.
El segundo de los argumentos que sealamos al principio de este
apartado el de la homogeneizacin cultural cretense es una de las
tesis ms utilizadas por los continuadores de las teoras de Evans para
demostrar la preeminencia de Cnosos sobre el resto de la isla 29. La idea
concreta vendra a ser la siguiente: como en esta regin se gener un
nuevo estilo arquitectnico la llamada arquitectura de estilo pala-
cial los diferentes grados de implementacin de estas innovaciones
en las otras regiones de Creta indicaran niveles equivalentes de sub-
ordinacin30. Es decir, que los administradores de Cnosos buscaron
plasmar su dominio a travs de la modificacin del paisaje original de
las poblaciones conquistadas.
Ciertamente, sa parece haber sido la lgica imperial usual en la an-
tigedad, pero en el caso cretense la evidencia de conflictos blicos brilla
por su ausencia. Evans, consciente de esta carencia, argument que sta
se deba al establecimiento de una Pax Minoica, en la cual Cnosos haba
conquistado pacficamente a los restantes territorios dentro y fuera de la
isla31. ste fue uno de los argumentos ms dbiles del acadmico ingls,
el cual fue refutado por diversos investigadores, ya que, amn de ser un
argumento ad silentio, se encuentran cada vez ms elementos blicos en
la cultura minoica32.
Queda pendiente la explicacin sobre las causas que llevaron a que
en Creta se hubiera expandido el estilo arquitectnico palacial. Dado
27
Hitchcock 2000.
28
Marinatos 2007a y 2007b.
29
Adams (2004: 28) resalta que Evans tendi a generalizar interpretaciones y a difuminar
las particularidades regionales.
30
Vavouranakis 2007: 266.
31
Manning 1986: 284; Wiener (1987) defiende la idea del predominio de Cnosos sobre
toda la isla pero admite la posibilidad de problemas y cambios en este tipo de relaciones.
32
Concordamos con Hitchcock (2003: 28) en ver una construccin romntica en este
postulado. Tambin contamos con los trabajos de Molloy (2010; 2012) para refutar esta visin
pacifista sobre los minoicos.

207
JORGE CANO MORENO

que el control de tipo coercitivo no tiene una correspondencia en el re-


gistro arqueolgico, se sostuvo la idea de que Cnosos ejerca un tipo de
dominio ms sutil habindose consolidado como el centro ideolgico o
religioso de la isla33.
En cuanto a la difusin del estilo palacial minoico, es importante
sealar que la mayor o menor inclusin de estos elementos en determi-
nadas estructuras sirvi para generar una distincin entre diferentes
tipos de edificios. Esto es, que la arquitectura, adems de ser usada
para explicar las relaciones de poder, tambin fue utilizada para generar
clasificaciones metodolgicas y tipolgicas34. Las consecuencias de este
proceder metodolgico son dos: por un lado como mencionamos an-
teriormente la concepcin de que Cnosos gobern sobre el resto de la
isla y, por otro, la generacin de un anlisis comparativo que tiene como
referencia la monumentalidad del mismo palacio de Cnosos. As, al
establecer a este palacio como parmetro de la manifestacin mxima
del poder a travs de la arquitectura, cada edificio que sea comparado
con Cnosos quedar, necesariamente, en un grado inferior.
A pesar de las diversas crticas metodolgicas, se ha sostenido que
la difusin del estilo arquitectnico palacial se debe a que el palacio
de Cnosos inici un proceso de innovacin en las tcnicas constructivas
que fue emulado por los restantes palacios y los dems edificios de
elite en la isla35. As, Cnosos habra mantenido el liderazgo ideolgico
y religioso, en la medida que se transform en un modelo a seguir por
las elites regionales que utilizaban estos estilos36. Pero nuevamente nos
encontramos ante explicaciones lineales que sostienen que la hegemona
de un centro sobre otro es directamente proporcional a la adopcin de
un estilo arquitectnico preestablecido.
Tras considerar esta falencia metodolgica, Hitchcock y Preziosi sos-
tienen que la distincin entre estructuras es una cuestin de rango ms
que una cuestin de clasificacin en la incorporacin y proliferacin del
estilo arquitectnico palacial dado que la funcin de estas estructuras,
33
Warren 2005; Marinatos 2007a.
34
Vavouranakis 2007: 265.
35
Cherry 1983; contra esta postura vase Driessen 19891990.
36
Adams 2006: 6.

208
POLTICA, ECONOMA Y RELIGIN EN CRETA NEOPALACIAL

y por lo tanto, la complejidad social de la sociedad minoica no pueden


ser reducidas a clasificaciones simplistas y a sus derivaciones tipolgicas
y dicotmicas37. La mayor crtica a la tesis de la innovacin palacial
proviene de Schoep, quien al estudiar el caso de Malia asegura que no
hay evidencia para sostener que las autoridades palaciales () fueran las
responsables del desarrollo de las llamadas innovaciones arquitectnicas
palaciales38, ya que muchas de las tcnicas constructivas, al igual que
el uso de sellos y los intercambios de larga distancia, son en realidad
anteriores a los palacios39.
Ms an, los arquelogos que estudian las diversas regiones de Creta
cada vez encuentran menos homogeneidad cultural en las construcciones
monumentales. Letesson sintetiz las diferentes teoras y postul que en
el caso minoico nos encontramos ante un genotipo (las caractersticas del
estilo palacial minoico) que se expresa a travs de diferentes fenotipos (la
adopcin y adaptacin de estas caractersticas en determinado contexto),
lo que en definitiva forma parte de la interaccin entre la planificacin
arquitectnica y la edificacin concreta de una estructura. La dinmica
existente entre los procesos histricos de innovacin y de modificacin
de una tradicin verncula puede explicar la homogeneizacin cultural
en la isla. Ms importante an es que esta dinmica debe incluir procesos
complejos como la emulacin de las elites, la competencia, las tradicio-
nes locales, los contactos con las culturas mediterrneas, la resistencia
al cambio y la posibilidad de que haya constructores itinerantes que
apliquen los genotipos a las necesidades locales40. En la misma lnea,
Vavouranakis sostuvo que el estilo arquitectnico palacial era, a la vez,
el medio para transmitir un mensaje de hegemona y el resultado de las
dinmicas que las elites utilizaron para expresar ese mensaje41. El centro
del problema es que la complejidad poltica y social es tan grande que
hay diversas dinmicas a ser tenidas en cuenta, tanto diacrnica como
sincrnicamente. Tal vez, como admiti el mismsimo creador del con-
37
Hitchcock y Preziosi 1997: 61.
38
Schoep 2006: 57.
39
Schoep 2006: 5758.
40
Letesson 2014: 5154, 6169, 7880.
41
Vavouranakis 2007: 279.

209
JORGE CANO MORENO

cepto estilo palacial minoico: el trmino palacial es engaoso y sera mejor


evitarlo42.
Finalmente, la idea de la talasocracia minoica el tercer argumento
para defender la hegemona de Cnosos fue la que originariamente
comenz con las crticas sobre las posturas de Evans y la influencia que
haban tenido los relatos mitolgicos en la conformacin de las relacio-
nes de poder entre la isla y el resto del Mediterrneo oriental. Existen
diferentes aproximaciones para explicar la difusin cultural de motivos
cretenses en esta zona geogrfica: entre ellas contamos con la teora de
sistemas-mundo43, el efecto Versalles44 o emulacin de elites45, la trans-
culturacin y agencia46 y variados tipos de colonizacin47. En definitiva,
as como las relaciones polticas entre Cnosos y el resto de Creta pare-
cen haber sido altamente dinmicas y variadas, una situacin anloga
en cuanto su complejidad parece haber tenido lugar entre Cnosos y los
territorios minoiquizados. Sin embargo, la lgica imperial tambin fue
abandonada.
Entonces, cul es el factor que logre explicar la diversidad poltica
y cultural de Creta, que se repite en la bibliografa ms all de las postu-
ras tericas adoptadas por los investigadores? Una vez refutada tanto
arqueolgica como historiogrficamente la idea de la preeminencia
imperial de Cnosos sobre Creta a quines sera posible adjudicar las
estructuras monumentales y sus respectivas manifestaciones culturales?
Consideramos que la respuesta se encuentra en los grupos de elite48 y,
ms especficamente, en las interacciones dinmicas de estos grupos
que pugnaban por mantener su posicin privilegiada, ya sea local o
regionalmente, y que en esta negociacin y renegociacin social stos
constituyeron una identidad propia reconocible materialmente.
42
Driessen 19891990: 56.
43
Sherratt y Sherratt 1991: 366; Legarra Herrero 2011: 267268.
44
Wiener 1984.
45
Melas 1988.
46
Panagiotopoulos 2011.
47
Knappett y Nikolakopou 2014.
48
Cunningham y Driessen 2004: 106.

210
POLTICA, ECONOMA Y RELIGIN EN CRETA NEOPALACIAL

Economa, religin y los grupos de elite


El estudio de la sociedad minoica es paradjico dado que muestra
una gran cantidad de elementos culturales de elite pero ninguna seal
de dominacin poltica, sino ms bien de una corporacin poltica
que utilizaba estrategias econmicas y polticas para crear y mantener
el poder49. En otras palabras, ms que contar con una jerarqua, nos
encontramos ante un ordenamiento de tipo heterrquico, un concepto
utilizado para explicar las relaciones entre distintos grupos de poder en
un contexto donde no hay un centro hegemnico centralizado50. En otras
palabras, el poder es compartido entre estas entidades, lo que a su vez
genera competencia entre las mismas con el fin de establecer los marcos
de accin y de control de cada grupo51.
Es momento de concentrarnos en los aspectos econmicos con el
fin de constatar si el registro arqueolgico tambin muestra la misma
heterogeneidad en la gestin de diferentes recursos. La primera apro-
ximacin terica que se realiz para explicar las funciones econmicas
de los palacios est relacionada con el concepto de redistribucin, que
se constituy en un enfoque explicativo para comprender la movilidad
de recursos en sociedades donde el mercado es inexistente o marginal52.
Tambin en este caso se realiz una apresurada analoga entre los pala-
cios micnicos y orientales con los minoicos, con el resultado de que a
stos se le atribuyeron funciones que no son factibles de ser observadas
arqueolgicamente53. Este concepto puede ser muy til como una pri-
mera aproximacin terica, pero es muy impreciso a la hora de expresar
las diferentes realidades histricas54. La redistribucin expresa diferentes
mecanismos de centralizacin pero no puede describir todas las relacio-
nes econmicas de una sociedad55.
El palacio de Cnosos tena una capacidad de almacenamiento para
mantener entre 7501000 personas sobre una poblacin urbana estima-
49
Cunningham y Driessen 2004: 109.
50
Faro 2008: 17
51
Schoep 2002: 106.
52
Peebles y Kus 1977: 423 424.
53
Nakassis, Parkinson y Galaty 2011: 177.
54
Galaty, Nakassis y Parkinson 2011: 175182.
55
Earle 2011: 238239.

211
JORGE CANO MORENO

da en 15.000 personas, y la evidencia de otros centros es similar56. Por


eso parece poco probable que la poblacin urbana haya sido mantenida
enteramente por la produccin de las tierras cercanas a las ciudades,
particularmente en el caso de las urbanizaciones ms grandes57. En
otras palabras, el sistema redistributivo parece haber cubierto solamente
las necesidades de las elites y no las de toda la sociedad ubicada en los
alrededores58. Se trata de una redistribucin limitada a ciertos bienes
especficos; Moody fue categrica al proponer que no deberamos lla-
mar a este sistema redistribucin sino movilizacin, dado que los bienes
y los servicios son recolectados por un segmento de la poblacin para el
beneficio y uso de otro (usualmente la elite) con muy poco retorno hacia
los contribuyentes59.
La cuestin reside entonces en analizar las necesidades que pudieron
haber tenido los administradores palaciales. La acumulacin de materias
primas agrcolas y la organizacin del trabajo para que los grupos de elite
pudieran diferenciarse econmicamente en un contexto regional fueron
extremadamente importantes60. Los palacios estaban involucrados en
la adquisicin de materias primas exticas, aunque tambin haba una
gran libertad para adquirir esos bienes a travs de otras vas61. Asimis-
mo, si bien existieron trabajadores a tiempo completo en los palacios,
probablemente tambin haya habido trabajadores itinerantes y de medio
tiempo62. Es decir que en los palacios haba espacios destinados a
los bienes primarios necesarios para que los artesanos que all residan
fueran mantenidos y pudieran trabajar la materia prima que llegaba por
medio del intercambio. Sin embargo, es poco probable que los palacios
hayan ejercido algn tipo de monopolio sobre estas actividades.
Las as llamadas villas deben haber tenido un rol protagnico en
la economa del periodo. Al igual que el trmino palacio, villa es un
trmino impreciso y poco claro que tiene una evidente relacin histo-

56
Christakis 2011: 202. Cfr. Walberg 1995: 158.
57
Branigan 2001: 48.
58
Christakis 2011: 198.
59
Moody 1987: 240.
60
Haggis 1999: 5356 y 70. Tambin Moody 1987: 236.
61
Michailidou 1999: 101.
62
Branigan: 1983: 2426.

212
POLTICA, ECONOMA Y RELIGIN EN CRETA NEOPALACIAL

riogrfica con sus equivalentes romanos y venecianos63. Se clasific a las


diferentes villas en distintos tipos urbanas, seoriales y rurales, las
cuales, en el caso de las dos primeras, se asemejan mucho a la arquitec-
tura palacial64 y por lo tanto se las consider como centros subordinados
a los palacios o directamente a Cnosos65. De hecho, ante la limitada
capacidad redistributiva de los palacios, las villas fueron descriptas
como subcentros encargados de complementar este rol econmico66. Sin
embargo, ya sealamos que este argumento arquitectnico es sumamente
endeble; de hecho, la existencia de villas sirvi de fundamento tanto a
aquellos que defienden la preeminencia de Cnosos sobre la isla de Creta
como a quienes abogan por una regionalizacin descentralizada67.
Ms all de estas discusiones, la importancia que tenan estas es-
tructuras de elite radica en sus funciones, prcticamente iguales a la de
los palacios. Esta similitud hace que algunos consideren que ambas
estructuras tenan la misma razn de ser pero a una escala diferente68.
Las villas cuentan, proporcionalmente, con tres veces ms espacio para
el almacenamiento69 y con la existencia de talleres, por lo cual tambin
deben haber sostenido logsticamente la movilidad de bienes70. Ambos
tipos de estructuras parecen haber contado con espacios destinados a la
produccin de alimentos, que se incrementan en el perodo que estamos
analizando71.
La importancia de toda esta informacin reside en ver el contexto en
el cual se enmarc la accin de la redistribucin limitada de los palacios
y las villas. Evidentemente, la capacidad de almacenaje y la produccin
de bienes no fueron lo suficientemente amplias para cubrir las necesida-
des de toda la poblacin, por lo cual probablemente hayan sido utilizadas
para algunas actividades especficas. La presencia de una gran variedad
de estructuras de elite, ya sean catalogadas como palacios o villas, nos

63
Sakellarakis y Panagiotopoulos 2006: 6263. Rehak y Younger 1998: 105.
64
Betancourt y Marinatos 1997: 9092.
65
Rehak y Younger 1998: 104106.
66
Nixon 1987: 96.
67
Sakellarakis y Panagiotopoulos 2006: 65.
68
Preziosi y Hitchcock 2000: 64.
69
Moody 1987: 238.
70
Vase Schoep 2007: 71.
71
Hamilakis 1996: 18, 25.

213
JORGE CANO MORENO

muestra una heterogeneidad de grupos de elite que se encontraban dis-


tribuidos en toda la isla de Creta. Ante esta gran cantidad de estructuras
de elite de diverso orden y dado que ninguna parece haber controlado
grandes extensiones de tierras ms all de sus ncleos ms prximos,
consideramos que estamos ante un sistema heterrquico de poder. Como
mencionamos, este concepto nos ayuda a entender las relaciones entre
diversos grupos que compiten para mantener su hegemona de manera
local o regional en contextos en donde no hay un poder centralizado. La
respuesta que queda por resolver es cmo, en un contexto polticamente
dinmico y con una economa redistributiva particularmente limitada,
estos grupos de elite pudieron consolidar y mantener su poder sobre el
resto de la sociedad?
Logue considera que en sociedades como la minoica, la religin le-
gitima el control social, puede ser usada para resolver conflictos y otorga
a los grupos un sentimiento de solidaridad y de identidad compartida,
mientras que a la vez sostiene la estructura jerrquica limitando ciertos
conocimientos a la elite72. De esta manera, estos grupos pudieron haber
utilizado la religin para controlar el poder poltico y econmico de la
sociedad73. En las sociedades bajo una organizacin heterrquica, las
instituciones religiosas locales brindan a las elites una base legitimadora
sobre el resto de la poblacin74. El estatus y el poder se habran puesto de
manifiesto a travs de los diversos rituales religiosos75. Por lo tanto, las
prcticas religiosas en su conjunto constituyen un elemento de anlisis
necesario para entender la interaccin social en Creta durante el perodo
Neopalacial.
Comenzaremos por destacar que tanto los palacios como las vi-
llas cuentan con espacios propios para que se desarrollen actividades
religiosas76. La evidencia resulta tan abrumadora que varios sostienen
que en Creta se configur un sistema poltico teocrtico en donde los

72
Logue 2004: 152.
73
Murphy 2010: 116.
74
Schoep 2002: 106.
75
Whitakker 2001: 357358.
76
Faro 2008: 34.

214
POLTICA, ECONOMA Y RELIGIN EN CRETA NEOPALACIAL

lderes tenan un vnculo intrnseco con el mundo sobrenatural77. Con-


centrmonos en analizar los mecanismos que las elites utilizaron para
controlar los espacios sagrados y los rituales que en ellos se realizaban.
Las materias primas agrcolas y la produccin de algunos bienes de
prestigio pudieron haber servido para llevar a cabo rituales religiosos78.
El consumo de ambos tipos de bienes se increment exponencialmen-
te durante el perodo que estamos analizando, dado que estamos en
un contexto de extrema competitividad entre diferentes facciones o
grupos de elite que estaban configurando su poder a travs de la
utilizacin de estos bienes en rituales religiosos79. En otras palabras, los
edificios controlados por las elites, adems de almacenar estos productos,
tambin se pudieron encargar de ejecutar rituales en su interior. Los ritos
que se llevaban a cabo deberan ser lo suficientemente inclusivos como
para generar un vnculo slido entre los grupos de elite con el resto de
la poblacin y, a la vez, deberan haber contado con los mecanismos
adecuados de diferenciacin social para distinguir entre los benefactores
y los beneficiarios de los productos que se utilizaban. Se ha propuesto
que el tipo de ritual que ms encaja con esta necesidad y con el consumo
de materias primas agrcolas y productos derivados (como el vino y el
aceite) y con la utilizacin de bienes de prestigio en general, son los fes-
tines. De hecho, estos eventos pueden ilustrar una estrategia social de las
elites establecidas, dirigida a la consolidacin y legitimacin del poder,
la explotacin del trabajo y la atraccin de sus seguidores en el contexto
heterrquico que sealbamos anteriormente80. Este tipo de redistribu-
cin limitada no reflejaba todos los aspectos econmicos de la sociedad
sino que estaba orientada a hacer efectivas algunas prcticas religiosas
como los festines. Por ejemplo, la produccin de los centros palaciales se
encarg de realizar copas cnicas, jarras, y diferentes elementos que son
fcilmente ubicables en rituales de consumo de alimentos81.

77
Zouzoula 2007: 213. Igualmente, debemos agregar la gran importancia que tuvieron
los santuarios de altura en la religin minoica desde los perodos anteriores hasta el perodo
Neopalacial y que los configur como un espacio sagrado altamente significativo.
78
Moody 1987: 239.
79
Hamilakis 1996: 4849.
80
Hamilakis 1996; 1999.
81
Borgna 2004: 259; Christakis 2010: 52.

215
JORGE CANO MORENO

Ciertamente, los rituales de destruccin-sacrificio de comida requie-


ren una generacin de recursos sostenida, lo que constituye una relacin
entre el consumo de comida y el poder82. En este aspecto, el consumo
de comida es una experiencia que pone en juego diferentes roles en la
sociedad, transmite normas culturales y mantiene la unidad social83. En
los festines se establecen relaciones sociales, a la vez que se muestra el
estatus y poder de los participantes84; de esta manera, la percepcin de
la autoridad de los lderes no sera percibida solamente por la expresin
de su riqueza sino porque su autoridad habra estado divinamente san-
cionada85.
Es importante sealar los rasgos agrarios significativos que tuvo
la religin minoica86, especialmente para la elaboracin de smbolos
sobrenaturales. Entre varios casos disponibles, podemos destacar que
los santuarios de altura pudieron haber tenido una funcin adicional
como observatorios astrales para conocer y manejar los ciclos de la na-
turaleza87; la gran presencia de mujeres en la iconografa podra haber
estado vinculada con algn tipo de representacin de la fertilidad, sobre
todo en los casos en los que se las muestran con los senos desnudos88;
algunos objetos en los sellos minoicos podran haber representado cons-
telaciones89 e incluso los cuernos de consagracin podran haber tenido

82
Hamilakis 1999: 40; Sherratt y Sherratt 1991: 354.
83
Hamilakis 1999: 40; Cromarty 2007: 18.
84
var der Veen 2003: 413414. Respecto a este abordaje terico debemos realizar una
salvedad. La autora sostiene que el uso cuantitativo de alimentos en festines corresponde a
sociedades simples en donde la desigualdad no se encuentra institucionalizada. En el caso de
las sociedades complejas, la utilizacin de alimentos se corresponde con el valor cualitativo
que cada sociedad le otorga. En la cultura minoica es posible encontrar que la desigualdad est
institucionalizada en varios aspectos y, a la vez, la utilizacin de los alimentos en festines se da
de forma cuantitativa. Desde nuestra perspectiva, el aspecto cualitativo de los alimentos propio
de las sociedades complejas se encuentra en su utilizacin simblica en contextos religiosos y
no en su valor social per se. Por esta razn, no consideramos pertinente dividir a las sociedades
antiguas entre simples y complejas tomando los parmetros que utiliza la autora.
85
Haggis 1999: 73.
86
Jones 2001; Moody 1987: 236; Gesell 2004: 132.
87
Blomberg y Henriksson 1996. Como sostuvo con nfasis MacGillivray 2004: 331;
Platon 2010: 254255.
88
Marinatos 1995; Gessel 1983: 95. Segn Immerwahr (1983: 149) estas representaciones
no deben ser entendidas como pertenecientes a una sociedad matriarcal, sino que slo prevale-
cen la divinidades femeninas por sobre las masculinas. Cfr. Downing 1985.
89
Kyriakidis 2005.

216
POLTICA, ECONOMA Y RELIGIN EN CRETA NEOPALACIAL

una simbologa solar relacionada con la cultura egipcia90. Es por dems


obvio que no es posible limitar la accin religiosa de las elites solamente
a organizar y llevar a cabo festines, pero consideramos que sirven para
explicar las particularidades de la economa de la sociedad minoica en el
perodo Neopalacial y que probablemente hayan sido la prctica religiosa
con ms repercusin poltica.
Finalmente, quedan por analizar los santuarios de altura, uno de los
elementos ms constitutivos de la religin minoica. La complejidad de
estas estructuras ha sido fruto de numerosos estudios que encontraron
distintos patrones en los yacimientos arqueolgicos con una variedad de
significacin religiosa y social. Constituyen el nico fenmeno comn
a toda la isla de Creta, por lo que pudieron haber sido un vehculo de
expresin colectiva entre las diferentes comunidades91.
La tradicin de los santuarios de altura no es homognea92; es posi-
ble notar cambios en el perodo Neopalacial respecto al perodo anterior.
Se estima que, de aproximadamente cincuenta en el perodo Protopala-
cial93, slo es posible encontrar seis o siete en el momento histrico que
estamos analizando94. Esta disminucin tiene que tener algn tipo de
relacin con la situacin poltica que describamos anteriormente. Su
persistencia en el tiempo y su actividad religiosa parecieran estar vincu-
ladas con la intencin de los distintos grupos de elite en fundamentar su
poder y control95. Es decir, que como parte de su legitimacin ideolgica,
no slo realizaron festines sino que tambin buscaron controlar otros
espacios sagrados que estaban conectados con la produccin agrcola.
Se ha sugerido que las similitudes entre los palacios y los santua-
rios de altura supone que la adopcin del estilo palacial tambin se dio
en estos espacios, que estaban bajo el poder de aquellos96, pero esta opi-
nin no es unnime97. Debemos recordar que el desarrollo de las villas

90
Banou 2007; Hooker 1983: 138.
91
Zeimbeki 2004: 352.
92
Driessen 2001b: 361.
93
Peatfield 1983: 274.
94
Faro 2008: 124127. Cf. Adams 2004.
95
Moody 1987: 238.
96
Rehak 1997: 172.
97
Jones 1999: 3638; Koehl 2001: 238.

217
JORGE CANO MORENO

podra haber actuado en detrimento del poder de los centros palaciales


o, al menos, sealar la existencia de diversas heterarquas con distintas
maneras de relacionarse entre s y con el resto de la sociedad. Por lo
que la disminucin de los santuarios de altura no implica la imposicin
del poder de las elites palaciales en las esferas rituales98; tendran que
considerarse los otros actores polticos y econmicos del momento. El
vnculo poltico-religioso existente entre las diferentes estructuras tuvo
como objeto controlar la adquisicin y distribucin de los bienes que se
utilizaban en los rituales religiosos, ya sea en los festines o en otro tipo
de ritos sagrados99. Desde nuestro abordaje, la monopolizacin del acceso
a este tipo de productos manifiesta el objetivo perseguido por los grupos
de elite de generar un vnculo estrecho entre el orden social y el orden
csmico, ya que, para llevar a cabo las prcticas rituales, era condicin
necesaria que estos grupos distribuyeran los bienes necesarios.

La construccin de la identidad de los grupos de elite


A lo largo de este trabajo hemos resaltado la importancia que tu-
vieron los grupos de elite en el perodo Neopalacial. Desde el punto de
vista poltico, podemos sostener que, en el contexto heterrquico que
mencionamos, estos grupos tuvieron un rol protagnico a la hora de
establecer las relaciones de poder y hegemona en la isla de Creta. Desde
una perspectiva econmica, los edificios de elite, ya sean palacios o los
distintos tipos de villas, tenan como funcin el movilizar una amplia
gama de materias primas y de bienes de prestigio con el fin de que se
llevaran a cabo diversas prcticas religiosas, entre ellas, los festines, a los
cuales otorgamos un valor comunal significativo. En la sociedad minoica
los aspectos econmicos y polticos estaban integrados entre s y, a la vez,
unidos intrnsecamente a la religin, por lo que la separacin entre ellos
es meramente a efectos analticos.
Este pequeo preludio nos sirve como puntapi inicial para analizar
algunas caractersticas de la identidad que conocemos de los grupos de
elite a travs de sus restos materiales. La misma tiene una simbologa
religiosa de gran profundidad, pero no debemos olvidar que a la vez ma-

98
Kyriakidis 2005: 117.
99
Jones 1999: 37.

218
POLTICA, ECONOMA Y RELIGIN EN CRETA NEOPALACIAL

nifiestan relaciones sociales que no estn expresamente representadas. La


sociedad es un todo que incluye una dinmica temporal que conocemos a
travs de sus expresiones culturales que han subsistido hasta el presente.
Como expresa Gkiasta:
Las personas evolucionan con la sociedad de una manera que es im-
posible separar una de la otra. Es a travs de las interacciones sociales que
los humanos construyen su identidad dinmica o identidades: ellos adoptan
roles, establecen su estatus, experimentan ser parte de un grupo y diferente
a otro grupo y participan en prcticas simblicas que forman parte de su
percepcin social del mundo () La categorizacin social entre distintos
grupos, desencadena comportamientos de favoritismo dentro del grupo y
competencia y discriminacin entre grupos100.

Precisamente, queremos destacar la importancia de la competencia


como uno de los factores que hacen posible que se elabore una determi-
nada identidad. Pero para que exista competencia tiene que haber una
diversidad de entidades que estn interrelacionadas y que cuyo poder sea
ms o menos equivalente, es decir una heterarqua. Se ha sostenido que
esta situacin pudo haber ocasionado un incremento en la circulacin
de los bienes de prestigio con la finalidad de aumentar la clientela de
determinado grupo y, que a la vez, servan como medio para expresar
un cmulo de conocimientos que no estaba disponible para el resto de
las personas101.
Los bienes de prestigio son uno de los elementos ms significativos
para reconocer a una elite en el registro arqueolgico ya que stos tradu-
cen, en un lenguaje material, una intencin ideolgica de determinado
grupo de poder en mantener el orden csmico102. Como consecuencia,
los garantes de este orden tienen una posicin social privilegiada desde
el punto de vista poltico-econmico. Los grupos de elite puede estar
atestiguados a travs de diferentes artefactos, desde los ms complejos
y monumentales como palacios, villas y santuarios de altura, hasta
objetos ms pequeos, pero altamente significativos, como los sellos.

100
Gkiasta 2010: 8687.
101
Plourde 2009: 271273.
102
Schoep 2007: 70.

219
JORGE CANO MORENO

A pesar de la gran cantidad de informacin que brindan los edificios


de elite, es en la iconografa en donde tenemos mejor representada la
identidad que los propios grupos hegemnicos se encargaron de difundir
entre sus contemporneos. En el caso de los frescos, se destaca que las
habilidades que se precisaban para su elaboracin eran conocidas desde
el perodo Protopalacial, donde las principales tcnicas y convencio-
nes artsticas fueron posiblemente adoptadas de Egipto o del Cercano
Oriente, aunque con la significativa ausencia de imgenes pictricas. En
la etapa bajo estudio, Cnosos inaugura la utilizacin de representaciones
figurativas introduciendo un cambio significativo en la elaboracin de
los mismos103.
En esta etapa abundan las representaciones humanas, aunque no es
posible individualizar las figuras y distinguir si estn retratando a una
persona en particular104, a la representacin de un grupo social o a una
divinidad105. Marinatos busc resolver esta problemtica asegurando que
las divinidades y los lderes polticos (reyes o reinas) son figuras inter-
cambiables en la iconografa y que, por lo tanto, no es necesario que se
realice una distincin individualizada106. Este argumento se encuadra en
las posturas que defienden la existencia de un monarca teocrtico para
toda la isla de Creta, lo cual parece difcil de sostener. Pero este mismo
argumento puede sernos de utilidad si le introducimos ciertas particu-
laridades. As pues, consideramos que las divinidades que se muestran
en el arte minoico, en lugar de ser intercambiables por reyes, podran
representar a todo un conjunto social que gener un estrecho vnculo con
el mundo sobrenatural. Es necesario tener en cuenta que en el perodo
Neopalacial se comienza a dar este contexto de competencia entre las
distintas elites que surgen en toda la isla de Creta; al mismo tiempo,
comienzan a representarse figuras humanas en la iconografa rompiendo
con la tradicin iconogrfica existente. Ante esto, los miembros de las
elites pudieron haber comenzado a retratarse vinculados a actividades
divinas y utilizando las mismas tipologas artsticas para personificar a
las divinidades.

103
Gates 2004: 40, 3132.
104
Driessen 2015.
105
Immerwahr 1983: 143.
106
Marinatos 1995: 4143.

220
POLTICA, ECONOMA Y RELIGIN EN CRETA NEOPALACIAL

Dada la incapacidad de tener una certeza total sobre los cargos o


atributos de las personas que se ven retratadas, Crowley ha utilizado el
trmino VIP (Very Important Person) para incluir tanto a dioses como
a quienes estn asociados a ellos. Por esta razn ha concluido que el arte
minoico da imgenes oblicuas sobre el poder107. Tambin propuso diez
criterios que son muy tiles para identificar la distincin social expresa-
da por medio de la iconografa, a saber: la anormalidad, el tamao y la
forma de los cuerpos, la ropa, los adornos108, los peinados, los smbolos,
los animales, los retratos oficiales y las actividades especficas que se
muestran109. Estas diferencias dan cuenta de que exista una deliberada
intencin de distinguir, individualizar y separar a miembros de un de-
terminado grupo social. Por esta razn, el arte puede ser considerado
una forma de expresin y autodefinicin de la elite110. El surgimiento y
establecimiento de las elites minoicas est ntimamente relacionado con
las expresiones materiales que simbolizan su rango social111.
Cualquier tipo de representacin iconogrfica tiene la intencin de
exteriorizar un mensaje, por lo que no deben dejarse de lado los posibles
receptores que van a decodificar los smbolos que se estn expresando y
que le van dar un sentido segn sus pautas culturales. Respecto a este
punto, se destaca el papel protagnico de las elites para brindarle un rol
programtico al arte en su conjunto112. Existi una clara intencin propa-
gandstica por parte de los grupos de elite en vincularse con la imagine-
ra religiosa como medio de justificar su lugar en la sociedad113. De esta
manera, los grupos de elite podan extender un mensaje de superioridad,
en el cual se otorgaban a ellos mismos un rol significativo en los rituales
religiosos del periodo Neopalacial114, vinculndose de ese manera con el

107
Crowley 1995: 483.
108
Vase Younger (1992) para un resumen de estas representaciones.
109
Crowley 1995: 483491.
110
Rehak y Younger 1998: 111.
111
Hitchcock 2011: 85.
112
Rehak 1997: 164.
113
Logue 2004: 153; Chapin y Shaw 2006: 88.
114
Logue 2004: 170.

221
JORGE CANO MORENO

mundo sobrenatural como un medio de mantener y legitimar su poder115,


ya sea en contextos urbanos o rurales116.
Nuevamente, la religin aparece como una estrategia117 para la con-
struccin de poder y legitimacin de la hegemona de ciertos grupos.
Ms an, los temas principales de las representaciones muestran imge-
nes de rituales y de culto ms que imgenes seculares118. Este aspecto,
que fue resaltado en la produccin de sellos en el perodo Neopalacial,
demuestra un incremento en el inters de las elites por difundir cier-
tas imgenes de prcticas religiosas especficas119. En algunos casos es
virtualmente imposible distinguir entre seres humanos y dioses, siendo
difcil identificar el carcter de las representaciones profanas y divinas120.
Uno de los ejemplos ms ilustrativos que marca las estrategias de
identificacin de los grupos de elite y que, al mismo tiempo, muestran
una diferenciacin marcada con el resto de la poblacin es el Fresco de
las Gradas (Fig. 1). El mismo es conocido por las reconstrucciones de
Gilliron, pero an se conservan partes de la obra original y es posible
distinguir algunos elementos. En primer lugar, la obra muestra lo que
parece ser un grupo de mujeres sentadas y cuya vestimenta parece deno-
tar un alto grado de elaboracin, al igual que los adornos que exhiben en
su cuerpo y los tocados que se resaltan en sus peinados121. En segundo
lugar, se puede ver un grupo menos definido de individuos que parecen
estar en un plano secundario y cuya distincin est compositivamente
menos individualizada, marcndose algunos tocados por encima del
torso. Esta diferenciacin parece estar vinculada con distintos niveles de
participacin en esta actividad y por el hecho de que prcticamente com-

115
Murphy 2010: 117.
116
Galanakis 2005: 79.
117
En cuanto a este trmino, lo empleamos en el sentido que le dio Foucault (1978) res-
pecto a las estrategias que se generan sin un claro estratega (estrategias annimas). stas son
el fruto de una serie de mecanismos que se entrelazan para ser utilizados en ciertos contextos
en donde hay un grupo de elite (clase dominante, en palabras del autor) pero sin que nadie
en particular las haya planificado. Vase tambin Foucault 2001.
118
Koehl 1995: 22.
119
Galanakis 2005: 77.
120
Zouzoula 2007: 157.
121
La identificacin del gnero de las figuras resulta cada vez ms controvertida en los
estudios minoicos dado que no quedan claras las pautas de identificacin sexual si es que la
hubo. Vase Field 2007.

222
POLTICA, ECONOMA Y RELIGIN EN CRETA NEOPALACIAL

Fig. 1. Detalle del Fresco de las Gradas expuesto en el Museo Arqueo-


lgico de Heraclin. Fotografa del autor.

pletan la escena. En tercer lugar, es posible identificar unas estructuras


que estn pintadas en su fachada y tienen los cuernos de consagracin en
su parte superior. Ya hemos mencionado el carcter sacro que pudieron
haber tenido los mismos, por lo cual podemos proponer un posible signi-
ficado religioso de la imagen. Shaw considera que este fresco muestra un
templo tripartito como el que se encontraba en el palacio de Cnosos122.
Asimismo contamos con anlisis interesantes que estudian aquellos
frescos en los cuales no hay representadas figuras humanas. La gran
cantidad de plantas, animales y, especialmente, de flores sirvieron para
brindar una imagen de los minoicos como una cultura refinada en la cual

122
Shaw 1978: 430.

223
JORGE CANO MORENO

Fig. 2. Detalle del Fresco Floral, tomado de Chapin 2004: 55. Reprodu-
cido con permiso de la autora.

los frescos tenan un valor decorativo123. Ms all de su valor esttico, es


importante resaltar el valor simblico del paisaje natural, sobre todo en
un contexto en el cual los cultivos tuvieron una preeminencia notable. En
esta lnea, Chapin ha analizado el Fresco Floral (Fig. 2) de Cnosos y
ha notado que hay una gran cantidad de flores que estn florecidas en el
mismo momento, cuando en realidad se sabe que stas tienen diferentes
ciclos de crecimiento. Adems, se pueden identificar ciertos hbridos que
no existen en la naturaleza124.
Por esta razn, el paisaje natural y las construcciones que modifica-
ban este paisaje tienen una importancia muy importante para la ritua-
lidad minoica. De hecho, la posibilidad de controlar y de crear nuevos
espacios sagrados tambin form parte de los propsitos de la elite como
hemos sostenido en el caso de los palacios, villas y santuarios de al-
tura. Por esa razn, en muchas representaciones iconogrficas se pueden
notar la interaccin entre figuras antropomrficas (ya sean humanas,
divinas o hbridas), las edificaciones de elite y el entorno natural.

123
Herva 2006.
124
Chapin 2004: 5559.

224
POLTICA, ECONOMA Y RELIGIN EN CRETA NEOPALACIAL

Fig 3. Detalle del Fresco del Bosque Sagrado y la Danza, o expuesto en


el Museo Arqueolgico de Heraclin. Fotografa del autor.

En el fresco El Bosque Sagrado y la Danza se repite un esquema


similar al Fresco de las Gradas (Fig 3.), en el cual tambin se destaca
la diferenciacin entre participantes activos y observantes. En el centro
de la composicin aparece ser un conjunto de rboles de carcter sagrado.
Se pueden observar lo que parece ser un ritual, con al menos dos niveles
de participacin: por un lado, las mujeres en el centro, cuidadosamente
retratadas junto a la arboleda, y por el otro los participantes, aparente-
mente masculinos que apenas son retratados para sealar su existencia.
Es posible observar indicios similares en distintos sellos de la cultu-
ra minoica gracias a la enorme base de datos del Corpus of Minoan and
Mycenaean Seals. En el Anillo de Archanes (Fig. 4), aparece una figura
femenina en el centro de la composicin junto con dos figuras humanas.

225
JORGE CANO MORENO

Fig 4. Anillo de Archanes, expuesto en el Museo Arqueolgico de He-


raclin. Fotografa del autor.

Es particularmente llamativo que en esta representacin se pueda obser-


var una estructura tripartita como la de los templos que mencionbamos
anteriormente. La figura femenina tiene similitudes con las halladas en
otros sellos, dado que ocupa una posicin central y su tamao sobresale
por sobre el resto de las figuras. La estructura tripartita cuenta con una
especie de rbol que nace de su seno, exhibiendo una evidente connota-
cin agraria. En otro sello, el denominado Seor de Chania, es posible
notar una figura en posicin de poder sobre una estructura edificada bajo
sus pies. De acuerdo a Pavuk, la estructura que se representa en la ima-
gen no es palacial, ni siquiera la de una villa, sino que ms bien se inclina
a ver en ella una estructura no palacial relacionada en mayor medida con
las ciudades o urbanizaciones, aunque no elimina la posibilidad de que
se trate de una imagen propagandstica con significado religioso125. De

125
Pavuk 2002: 579.

226
POLTICA, ECONOMA Y RELIGIN EN CRETA NEOPALACIAL

hecho, podemos agregar que la postura de la figura central se asemeja


mucho a la que se utiliza para representar al seor y a la seora de los
animales126.

Conclusiones
Durante el recorrido realizado en este trabajo hemos demostrado
que los diversos grupos de elite en la isla constituyeron una identidad
propia relacionada con la administracin del culto y de las prcticas re-
ligiosas. En este sentido, consideramos que el mundo sobrenatural pudo
brindarle los elementos necesarios para mantener la cohesin y la des-
igualdad social durante el perodo Neopalacial, a travs de representacio-
nes artsticas de diferente ndole, edificaciones, cermica y otros bienes
de prestigio que directa o indirectamente expresan la estrecha relacin
entre las elites y el mundo sobrenatural. Lo novedoso es el contexto en
el cual debe ubicarse esta informacin. Desde el punto de vista poltico
consideramos que no es posible afirmar que la isla de Creta haya sido una
unidad poltica centralizada bajo la figura de un monarca con sede en el
palacio de Cnosos. Uno a uno, hemos mostrado como muchos de esos
argumentos se deben a la continuidad de algunas ideas inauguradas por
Evans que, hijo de su tiempo, constituy una imagen de Creta plagada
de interpretaciones decimonnicas. Por otro lado, hemos intentado ex-
poner que los continuadores de las teoras de Evans basan muchas de sus
posturas sobre bases dbiles y arqueolgicamente refutables.
Las elites de la isla tuvieron que configurar su poder negociando su
hegemona a nivel regional y local. Esta competencia puede ser un factor
clave para explicar que en un contexto regionalmente heterogneo haya
una cierta homogeneidad producto de la emulacin de los smbolos de
poder127. Esta emulacin y competitividad provocaron que las elites se
encargaran de adquirir los bienes necesarios para mantenerse en el poder.
Ante esto generaron redes redistributivas que no tenan la capacidad de
movilizar una gran cantidad de bienes como los estados del Cercano
Oriente, sino que tuvieron un objetivo ms limitado al concentrarse en

126
Arnold y Counts: 2010.
127
Gkiasta 2010: 99.

227
JORGE CANO MORENO

las prcticas religiosas dada la importancia cualitativa que tena para la


sociedad minoica.
Dichos grupos de elites tambin generaron y mantuvieron distintas
formas de vincularse a la religin. Por un lado, en las estructuras monu-
mentales establecieron lugares de culto y, asimismo, controlaron otros
espacios sagrados ms tradicionales como los santuarios de altura. Pero
tal vez su mayor esfuerzo haya estado en movilizar los bienes necesarios
para la celebracin de festines, dado que en estos se cumplan distintos
roles segn cada nivel jerrquico, logrndose as la participacin de gran
parte de la poblacin. As la religin se constituye en un punto central
que condensa una gran cantidad de mecanismos sociales.

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LA MATERIALIDAD DE LOS CULTOS DEL DESIERTO
Y LOS ORGENES DEL CULTO DE YAHV

Juan Manuel Tebes

Resumen

La hiptesis madianita-quenita, que refiere a la idea de que las races pre-


israelitas del yahvismo se remontan a las zonas al sur y sureste de Palestina,
tiene una larga tradicin en los estudios bblicos. Los investigadores que
apoyan esta teora estn de acuerdo, en general, en tres puntos principales. En
primer lugar, asumen que la influencia de las prcticas clticas del sur en el
yahvismo ocurri durante un perodo restringido de tiempo, tradicionalmente
datado a inicios de la Edad del Hierro. En segundo lugar, ven los orgenes
del yahvismo a travs de argumentos basados en perspectivas difusionistas,
caracterizando este proceso como un movimiento o migracin de uno o unos
pocos grupos hacia Canan. Y tercero, son muy pocos los anlisis apropiados
de la evidencia arqueolgica de las zonas ridas ubicadas al sur de Palestina.
En este artculo me propongo invertir la interpretacin habitual de la evidencia
epigrfica y arqueolgica. En lugar de asumir que la gnesis de la evidencia (en
su mayora bblica) sobre los orgenes del culto de Yahv radica en movimien-
tos de personas desde las regiones meridionales hacia Canan en la Edad del
Hierro temprano, centrar la atencin en la historia de las prcticas de culto
en el Negev, el sur de Transjordania, y el norte de Hejaz durante toda la Edad
de Hierro, y evaluar cmo esta informacin se relaciona con las prcticas re-
ligiosas conocidas en Jud e Israel durante el perodo bblico, proporcionando
as una nueva luz sobre la prehistoria del culto de Yahv. De este modo, voy a
considerar la evidencia no como un hecho excepcional, sino como un proceso
de larga duracin dentro de la historia de varios milenios de prcticas de culto
y creencias de los pueblos locales.

Palabras clave: Religin Judasmo Arqueologa Levante Edad del


Hierro
JUAN MANUEL TEBES

I. La hiptesis madianita-quenita
A pesar de los ms de cien aos de historiografa bblica, el lugar
donde se origin el culto a Yahv no est totalmente resuelto. Yahv
no perteneca originalmente al panten de los dioses levantinos, y los
intentos por localizar el culto a Yahv en la epigrafa semtica demos-
traron ser poco convincentes1. Una de las formulaciones acadmicas que
se mantuvo con el paso del tiempo es la llamada hiptesis madianita-
quenita, la idea de que las races pre-israelitas del yahvismo se remontan
a las tribus que vivan en el cinturn rido ubicado al sur y sureste de
Palestina el Negev, sur de Transjordania (el antiguo Edom) y el norte
del Hejaz (el antiguo Madin). La hiptesis, formulada por primera vez
en 1862, tiene una larga tradicin en los estudios bblicos y hasta estos
das sigue siendo una de las explicaciones ms autorizadas para la gnesis
del culto a Yahv2.
Esta hiptesis se basa principalmente en la interpretacin de algunos
pasajes bblicos. Una serie de textos bblicos relata la estada de Moiss
en la tierra de Madin y su relacin con su yerno, Jetro, sacerdote de
Madin (x 2:1622). Fue en el desierto de Madin que el ngel de
Yahv se le apareci en Horeb, el monte de Dios, y donde el nombre
divino fue revelado por primera vez (x 3:16). Aunque Jetro exclam
bendito sea Yahv y le ofreci sacrificios (x 18:1012), no se mencio-
na para nada que Jetro haya sido sacerdote de Yahv y Yahv el dios de
Madin. De hecho el asunto es an ms complicado, debido a que Jetro
es identificado en otros lugares como un quenita (Jue 1:16; 4:11), otro
grupo del sur vagamente relacionado con los madianitas y amalecitas
(Jue 6:3; 1 Sam 15:56) que parece haberse asentado en el norte del Ne-
gev y que estaba estrechamente relacionado con algunos clanes de Jud3.
Un segundo grupo de textos, algunos poticos y probablemente arcaicos,
asocia a Yahv con lugares ubicados al sur o sureste de Palestina. En el
Cantar de Dbora, se dice que Yahv parti de Seir, y avanz por los
campos de Edom (Jue 5:4); Seir y Edom aparecen, en este y en otros

1
van der Toorn 1999: 910911.
2
No hay lugar aqu para hacer un estudio completo de esta hiptesis; para ello, vase
Blenkinsopp 2008: 131133.
3
Halpern 1992: 18; Blenkinsopp 2008: 133136.

240
LA MATERIALIDAD DE LOS CULTOS DEL DESIERTO

versculos bblicos, como regiones geogrficamente cercanas, e incluso


como la misma tierra. La Bendicin de Moiss repite, de manera simi-
lar, que Yahv vino del Sina, se ha levantado desde Seir, brillando en
el Monte Parn (Deut 33:2). Los libros profticos presentan imgenes
anlogas, haciendo referencia a los sitios meridionales de Temn, Monte
Parn y Bosra (Hab 3:3; Isaas 63:1)4.
Las interpretaciones convencionales de los orgenes madianita-
quenitas de la adoracin a Yahv, aunque variadas, estn generalmente
de acuerdo en tres puntos principales. En primer lugar, se supone nor-
malmente que la influencia de los cultos del sur en el yahvismo ocurri
durante un perodo de tiempo limitado. Debido a su asociacin con el
xodo y/o debido a la datacin de la evidencia arqueolgica del asen-
tamiento inicial israelita (o proto-israelita) en el centro de Canan, este
proceso es tradicionalmente fechado en la Edad del Hierro temprano.
La evidencia extra-bblica ms antigua que demuestra el culto de Yahv
como el dios nacional de Israel proviene de la estela moabita del rey
Mesha, del siglo IX a.C., y por lo tanto el ascenso a la preeminencia de
Yahv no puede ser fechado ms tarde que el siglo X a.C. Es por ello
que la Edad del Hierro temprano es generalmente vista como el marco
temporal para la adopcin del yahvismo, aunque algunos estudiosos
tienden a ver el ascenso del culto a Yahv a principios del perodo de
la monarqua5. En segundo lugar, dichos estudios ven los orgenes del
yahvismo a travs de argumentos basados en perspectivas difusionistas,
caracterizando este proceso como un movimiento o migracin de uno
o unos pocos grupos determinados, ya sean los israelitas que migraron
desde Egipto a Canan o los linajes madianitas-quenitas que se movan
desde el norte del Hejaz hacia Canan, llevando con ellos la creencia en
Yahv que ms tarde sera adoptada en la regin montaosa central de
Palestina. En tercer lugar, no hay muchos anlisis acadmicos adecuados
de la evidencia arqueolgica de las zonas ridas al sur de Palestina.
En este artculo me propongo invertir la interpretacin habitual de
la evidencia epigrfica y arqueolgica. En lugar de asumir que la gnesis
de la evidencia (en su mayora bblica) sobre los orgenes del culto de

4
Axelsson 1987: 4865; Blenkinsopp 2008: 136139.
5
E.g. van der Toorn 1996: 282286.

241
JUAN MANUEL TEBES

Yahv radica en movimientos de poblaciones desde las regiones meri-


dionales hacia Canan a principios de la Edad del Hierro, voy a centrar
la atencin en la historia de las prcticas de culto en el cinturn rido
sur durante toda la Edad de Hierro, tal como se desarrollaron dentro del
marco de los procesos sociopolticos y econmicos locales, y cmo esta
informacin se relaciona con las prcticas religiosas conocidas en Jud
e Israel durante el perodo bblico, proporcionando una nueva luz sobre
la prehistoria del yahvismo. Contrariamente a la mayora de los anli-
sis, voy a evaluar la evidencia no como un evento nico y excepcional,
sino como un proceso de larga duracin dentro de la historia de varios
milenios de las prcticas de culto y las creencias de los pueblos locales.
Aunque la evidencia existente es difcil de interpretar, es evidente que el
contacto entre la poblacin israelita y los grupos tribales en el cinturn
rido meridional fue un proceso en la larga duracin, con distintas fases,
donde la transferencia de las creencias y prcticas religiosas fue compleja
y multidireccional.

II. Tradiciones clticas y procesos de cambio entre los pueblos del


desierto
Existen varios estudios sobre los orgenes meridionales del yahvis-
mo, pero pocos de ellos investigan las complejidades de las prcticas cl-
ticas y las creencias religiosas locales en la Edad del Hierro. De hecho, la
mayora de los estudiosos de la Biblia retratan a stas como si se hubieran
producido en un vaco, sin una historia previa y sin vnculos geogrfi-
cos con las zonas vecinas. Todo lo contrario, lo ocurrido en la Edad de
Hierro es slo una cadena y una continuacin de una larga secuencia de
prcticas de culto con una historia de miles de aos, en una amplia zona
que se extiende desde la Pennsula Arbiga hasta el norte de frica. Lo
primero no podra haber existido sin lo segundo.

Las prcticas de culto locales


Los grupos semi-pastorales que se movan y asentaban a lo largo del
cinturn rido que comprende el desierto de Arabia, Negev, el Sina y
el norte de frica, al menos durante los cuatro milenios a.C., y an des-

242
LA MATERIALIDAD DE LOS CULTOS DEL DESIERTO

pus, compartan un conjunto de prcticas clticas similares, y de hecho


un sustrato comn de cultura material. Debido a la ausencia de fuentes
escritas para la parte ms larga de la historia de los pueblos del desierto,
antes de la era comn, la mayor parte de nuestra informacin sobre sus
creencias religiosas proviene de la evidencia arqueolgica, que es difcil
de interpretar y evaluar. Lo que sabemos de la cultura material local
puede ser ampliado mediante el estudio de fuentes literarias posteriores
(incluso de la poca islmica) y datos provenientes de la etnografa, que
deben utilizarse con la debida precaucin.
Los santuarios al aire libre son el tipo ms comn de lugares de
culto en las regiones desrticas del sur, nacidos desde y adaptados a la
naturaleza mvil de los pueblos semi-pastorales. Actualmente sobreviven
varios tipos de santuarios y existe una gran cantidad de superposicin
tipolgica entre ellos; adems, tambin est presente la evidencia icono-
grfica. Los componentes ms importantes de la cultura material que
pueden estar relacionados con prcticas clticas son:
(a) Piedras erguidas (hebreo bblico massebot). Ya en el onceavo mile-
nio a.C. se alzaban piedras erguidas en el Negev y Sina, llegando a ser
muy populares entre el sexto y el tercer milenios a.C., mucho ms que
en el resto del antiguo Cercano Oriente:
[D]e hecho, los massebot descubiertos hasta la fecha en estas reas
superan en nmero a los de todo el resto del Cercano Oriente combinados
(sin embargo, esta zona desrtica abarca slo el 1 por ciento del Cercano
Oriente en su conjunto)6 .

En contraste con las sociedades contemporneas del Levante y Me-


sopotamia, donde la mayora de las piedras erguidas eran labradas con
profusin, las que se encuentran en los desiertos meridionales con pocas
excepciones son toscas y sin tallar. Las piedras erguidas aparecen ya sea
como parte de los santuarios de patio abierto, incorporadas en tumbas,

Avner 2001: 35. La traduccin me pertenece. Avner atribuye este patrn distributivo a
6

la preferencia por el uso de piedras erguidas entre los pueblos nomdicos del desierto; aunque
Nicolle (2011: 183185) sugiere que esto tiene que ver con el mayor grado de conservacin
de las estructuras megalticas en reas no-agrcolas, como el Levante meridional rido y la
Pennsula de Arabia.

243
JUAN MANUEL TEBES

o erguidas en solitario; en este ltimo caso, pueden estar paradas en


fila o en grupos de lneas curvas, rectas o circulares, alineadas con sus
alturas dispuestas simtricamente. Se ha debatido extensamente su pro-
psito original: mientras algunos investigadores opinan que representan
dioses, otros defienden su utilizacin en la conmemoracin de eventos y
personas, el atestiguamiento de tratados o la demarcacin de fronteras y
tumbas7. De hecho, la funcin de cada masseba puede haber dependido
de la ubicacin exacta donde estuvo en pie, y la preponderancia de las
piedras erguidas sin labrar en los sitios de culto de los desiertos meri-
dionales puede inclinar la balanza a favor de la representacin abstracta
de deidades, al menos para aquellas que no se encuentran en contextos
mortuorios. Como se ha sealado en muchos casos, este factor estaba
muy probablemente relacionado con la naturaleza anicnica del culto de
los pueblos locales (aniconismo de facto), compartiendo esta funcin con
la religin de los nabateos y de la Arabia preislmica8.
(b) Santuarios de patio abierto9. Estos son bsicamente espacios deli-
mitados por una fila o pared baja de piedras, situados en las rutas comer-
ciales o cerca de sitios domsticos. Sus diseos varan sustancialmente,
pero una clasificacin tipolgica bsica incluye formas rectangulares,
cuadrangulares, circulares y semicirculares, mientras que en algunos
casos estructuras ms pequeas colindaban con el patio principal. Los
hallazgos consisten principalmente de piedras locales adaptadas como
mobiliario auxiliar y usadas como piedras erguidas, mesas o bancos de
ofrenda, altares y cuencos de libacin, huesos de animales, material
calcinado, restos de actividades metalrgicas, cermicas y otros tipos de
objetos pequeos.
(c) Montculos (cairns). Son pilas de piedras construidas en capas,
cubriendo cistas o nichos funerarios (tmulos), que marcan instalaciones
rituales o que conmemoran visitas. Se ubicaban preferentemente en los
picos de colinas, dominando el panorama de caminos antiguos (forman-
do almenas), aunque tambin pueden estar ubicados dentro o alrededor
de sitios domsticos. La mayora de los montculos en el Negev y Sina

7
Avner 1984: 115119; 2001; 2002: 6592; Hess 2007: 198202; Tebes 2016b.
8
Mettinger 1995: 5779, 168174.
9
Para lo siguiente, vase Avner 1984; 2002: 92121; Hess 2007: 200.

244
LA MATERIALIDAD DE LOS CULTOS DEL DESIERTO

pertenece a la Edad del Bronce Antiguo, aunque algunos fueron datados


en perodos posteriores10.
(d) Lugares altos. Constituyen instalaciones primitivas sobre colinas
naturales, a menudo equipadas con plataformas, altares, piedras erguidas
y montculos. Aparecen ya en la Edad del Bronce Antiguo11, si no antes.
(e) Espacios de refugio rocosos. Estn situados junto a, o en las grietas
de, acantilados rocosos, y contienen instalaciones de piedra. A pesar de
que no son estadsticamente significativos, a menudo poseen inscripcio-
nes en sus superficies rocosas.
(f) Arte rupestre. Es muy probable que la iconografa cltica de los
pueblos del desierto estuviera representada en materiales perecederos,
como madera, cuero y tela; sin embargo, la mayor parte de la evidencia
existente proviene de inscripciones pintadas e incisas en rocas. El arte
rupestre es muy abundante desde Arabia hasta el norte de frica, apa-
reciendo en un amplio espectro de contextos, desde grandes formaciones
rocosas hasta piedras en zonas desrticas abiertas; en santuarios, sitios
domsticos y funerarios. Aunque hay motivos comunes que se repiten
a lo largo de los milenios, la cronologa y el significado de cada uno es
objeto de fuertes polmicas entre los especialistas.
Entre los motivos ms comunes caben mencionar las escenas de
caza con hombres armados, las figuras humanas de tipo adorante, y las
representaciones de fauna (bices, caprinos, avestruces, camellos, perros,
caballos) y flora locales (en particular, las palmeras)12. La distribucin
de esta iconografa, sin embargo, no es uniforme, y parecen haber habi-
do preferencias regionales, teniendo en cuenta los diferentes contextos
sociales y culturales. Estudios estadsticos recientes de los petroglifos
del Negev demuestran que durante la Edad del Bronce y del Hierro las

10
Haiman 1992. Para los montculos de Arabia occidental, vase Magee 2014: 149.
11
Haiman 1992: 3841. Los arquelogos han adoptado el trmino bblico bamah (pl.
bamot), usualmente traducido como lugar alto, como un trmino tcnico, pero existen dis-
crepancias sobre cmo definirlo y qu caractersticas arqueolgicas atribuirle. Por lo tanto,
nuestra utilizacin del trmino lugar alto no debe confundirse con el trmino en hebreo;
vase Nakhai 1994; Tebes 2016a.
12
Para el arte rupestre del Negev, vase especialmente Anati 1999; Eisenberg-Degen y
Rosen 2013; Eisenberg-Degen y Nash 2014. Para la Pennsula Arbiga: Anati 19681974;
Khan 1993; Nayeem 2000; Bednarik y Khan 2005; Olsen 2013.

245
JUAN MANUEL TEBES

bices fueron el motivo ms popular entre la poblacin local del desierto


que viva en la altiplanicie central del Negev, en contraste notable con la
preferencia por los toros y otros animales con cuernos en el imaginario
de los pueblos del norte del Negev13.
(g) Iconografa cermica. La iconografa naturalista con significado
cltico es habitual en la cermica de la Edad del Bronce y del Hierro de
Arabia; otros objetos de representacin, como el arte rupestre, objetos de
metal y contenedores de piedra, a menudo imitan las representaciones en
la cermica. Bien conocidas son las representaciones de serpientes, incisas
y en bajorrelieve, en la cermica y en objetos de bronce y cobre, sobre
todo en el sureste de Arabia14, y las representaciones de figuras humanas
y avestruces en la cermica de la Edad de Hierro del norte del Hejaz15.

Cambio y evolucin en las prcticas de culto


La cultura de los pueblos del desierto no existi en forma aisla-
da, sino que coexisti con los elementos culturales procedentes de los
poderosos estados vecinos que tenan grandes intereses sociopolticos,
econmicos e ideolgicos en las zonas ridas, especialmente los antiguos
egipcios, asirios, babilonios, persas, romano-bizantinos e islmicos. Los
elementos culturales importados evolucionaban y cambiaban a su propio
ritmo siguiendo las idas y venidas de los acontecimientos sociopolticos
externos, en particular las fluctuaciones y alternancias de un poder do-
minante por otro. Paralelamente, el sustrato del desierto se extendi a
travs del tiempo con variaciones graduales en su patrimonio cultural,
en un proceso de longue-dure en la que los cambios, a veces provocados
por factores externos, siempre retenan los componentes culturales fun-
damentales. La relacin entre lo local y las tradiciones importadas era
tan compleja como lo fue el contacto entre los grupos autctonos y las
potencias extranjeras, mientras que las evidencias literarias y arqueol-
gicas de diversos perodos sugieren que los contactos recprocos llevaron
a incesantes flujos bidireccionales de creencias y prcticas.

13
Eisenberg-Degen y Rosen 2013: 245246; Eisenberg-Degen 2012.
14
E.g. Benoist 2007; Benoist, Pillaut, y Shorupka 2012.
15
Tebes 2014.

246
LA MATERIALIDAD DE LOS CULTOS DEL DESIERTO

Nuestra principal fuente de informacin proviene de los perodos


Romano/Bizantino tardo e Islmico temprano, por lejos las fases ms
conocidas de la larga historia de asentamiento humano en los desier-
tos meridionales. Las evidencias literarias y materiales sugieren que,
mientras que el Cristianismo y el Islam penetraron rpidamente en
estas reas, la mayor parte de su influencia se limit a los pocos cen-
tros urbanos de la zona, lugares donde los recin llegados rpidamente
construyeron iglesias y mezquitas basadas en modelos bizantinos y sirios
respectivamente. La llegada de las dos religiones no tuvo un impacto
inmediato en las prcticas de culto existentes, mientras que la sustitucin
de las antiguas religiones del desierto no fue un evento bien definido,
sino ms bien un lento proceso de largo plazo que podra haber llevado
siglos. Esto fue ms claro en las periferias ridas, donde las nuevas reli-
giones tenan que contentarse con existir codo a codo con las prcticas
tradicionales del desierto. Incluso cuando los lugareos se convertan
formalmente al Cristianismo o al Islam, con frecuencia modificaban de
una manera u otra los elementos culturales de sus nuevos credos, adap-
tndolos a su herencia milenaria.
Desde el siglo IV d.C., a raz de la conversin del emperador romano
Constantino y, especialmente, con el establecimiento del Cristianismo
como religin de estado con Teodosio I, los cristianos pusieron espe-
cial nfasis en la conversin de la poblacin nmada sarracena de las
regiones ridas del sur de Palestina, considerada pagana. Durante el
perodo Romano/Bizantino tardo (mediados del siglo IV a mediados
del VII d.C.), se construyeron varias iglesias en las ciudades del Negev,
como Avdat, Shivta, Rehovot y Nessana, y se establecieron muchos mo-
nasterios en las mrgenes del desierto, con un gran nmero de monjes
que acudan a vivir en ellos16. Sin embargo, las fuentes literarias con-
temporneas dejan en claro que los lugareos continuaron con las viejas
prcticas religiosas; por ejemplo, en el sur de Transjordania la adoracin
de dioses nabateos, como Dusares, y la adoracin de piedras (conocidas
por los nabateos como betyls) continuaron sin interrupcin por algn
tiempo17. La evidencia arqueolgica muestra que el Cristianismo esta-

16
Figueras 1995.
17
Ward 2008: 220261.

247
JUAN MANUEL TEBES

ba por lo general limitado a los centros urbanos, con poca o casi nula
presencia en las zonas desrticas. Se han estudiado decenas de piedras
erguidas del Negev que datan de los perodos Bizantino e Islmico tem-
prano, tales como los que se encuentran en Har Saggi, en la altiplanicie
meridional del Negev18. Los santuarios de patio abierto continuaron su
popularidad entre la poblacin local, pero lo sorprendente es que tam-
bin fueron incorporados en las prcticas cristianas e islmicas, como lo
demuestra la iglesia de patio abierto encontrada en Beer Ora, al norte
de Eilat, estructura a la que se aadi un mihrab (el nicho en la pared
que indica la quibla, la direccin de La Meca), por lo que aparentemente
sirvi a ambas religiones19. Tambin se encontraron montculos en sitios
marginales en la altiplanicie y el sur del Negev, datados en los perodos
Romano, Bizantino e Islmico temprano20.
Despus de la conquista militar de Palestina por el Califato Islmico
en la dcada de 630 d.C., la nueva lite gobernante dirigi sus esfuerzos
a islamizar las periferias ridas. Sin embargo, el proceso de conversin
durante el perodo Islmico temprano (mediados del siglo VII al VIII
d.C.) fue lento y siempre parcialmente exitoso, un proceso de dos facetas
mejor ilustrado por la rpida construccin de mezquitas en las zonas
residenciales de las ciudades del Negev y la resistencia paralela de los
tradicionales santuarios al aire libre en los pramos del desierto. A la ya
sealada continuada popularidad de las piedras erguidas y los montculos
en el perodo Islmico temprano tambin debe sealarse el uso soste-
nido de los santuarios de patio abierto, ahora en forma de mezquitas21.
En algunos de estos sitios es posible ver una transicin desde el uso de
santuarios paganos con piedras erguidas en el interior, a mezquitas de
patio abierto con piedras erguidas indicando la quibla, y finalmente la
adicin del mihrab22.

18
Avner 1984: 117118; 2002: 83 n. 22, 91; Avni 2007: 128; Haiman 1995: 32, 35, 37.
19
Avner 1984: 124; 2002: 111.
20
Haiman 1992: 27, 42; 1995: 44.
21
Avni 1994: 8491.
22
Avni 2007: 130134; Haiman 1995: 37.

248
LA MATERIALIDAD DE LOS CULTOS DEL DESIERTO

III. La arqueologa de la religin en la Edad del Bronce Tardo y


Hierro
La mayora de los estudios sobre la hiptesis madianita-quenita, al
centrarse en el perodo formativo del yahvismo, no tuvieron en cuenta
que la evidencia arqueolgica de las actividades de culto en la franja
meridional del Levante durante la Edad del Bronce Tardo y del Hierro,
que abarca unos ochocientos aos, no es monoltica. Aunque existi un
sustrato similar de prcticas rituales durante todo el perodo, se pueden
discernir cambios considerables en la cultura material, transformaciones
que tenan que ver tanto con la evolucin interna como con la influencia
de las religiones externas. Si nuestra comprensin de la cronologa de
este perodo es correcta, es posible dividirlo en tres fases principales:
Perodos Formativo, de Contacto Temprano, y de Contacto Tardo.

Perodo Formativo: Siglos XIII a XI a.C.


Las primeras evidencias de prcticas de culto en el extremo sur del
Levante que pueden estar asociadas con los orgenes del yahvismo apa-
recen en los ltimos siglos del Bronce Tardo y principios de la Edad del
Hierro. Este perodo vio el surgimiento de varias comunidades sedenta-
rias situadas en el norte del Negev, las tierras bajas de Edom y los oasis
del norte del Hejaz (fig. 1). Esto fue estimulado por la incorporacin del
Levante meridional y el noroeste de Arabia en el mundo econmico,
mucho ms amplio, del Mediterrneo oriental desde principios del siglo
XIII a.C., a travs de la participacin de los egipcios en la minera y la
industria metalrgica del cobre en el sur del Wadi Arab y el crecimiento
de las redes de comercio interregionales en bsqueda de materias primas
locales. Las evidencias arqueolgicas y epigrficas dan fe de la existencia
de un conjunto de grupos semi-pastorales que se movan a travs de las
vastas vas del desierto del Sina, Negev, Edom y el norte del Hejaz. Su
subsistencia, basada en la explotacin de productos pastorales, prosper
a travs de su incorporacin a una economa aguijoneada por la demanda
egipcia, el suministro de bienes pastorales y metales a las comunidades

249
JUAN MANUEL TEBES

Fig. 1. Sitios del Levante meridional y el noroeste de Arabia mencionados


en el texto.

250
LA MATERIALIDAD DE LOS CULTOS DEL DESIERTO

levantinas, y proporcionando mano de obra a las actividades mineras23.


A pesar de la impresin que nos dan los registros oficiales egipcios, que
se ocupan de los grupos semi-pastorales locales conocidos como Sha-
su como un problema casi totalmente militar, las relaciones cotidianas
parecen haber sido en gran parte pacficas. Shasu fue el trmino social
(no tnico) con el que los egipcios conocan a los diversos grupos que
encontraron dondequiera que participaran en acciones militares en Ca-
nan; aunque algunos Shasu parecen haber vivido en ciudades, aquellos
presentes en el Sina y el Negev son retratados con una forma de vida
semi-pastoral 24.
La combinacin de los datos textuales y arqueolgicos muestra que
las comunidades del desierto de finales del segundo milenio a.C. posean
un mundo religioso de varios milenios de antigedad, rico en imaginera
y prcticas de culto, mientras que al mismo tiempo tenan que hacer
frente a la influencia de las religiones procedentes de tierras vecinas, so-
bre todo de Egipto y Canan. Lejos de rechazar por completo los cultos
importados, las sociedades locales incorporaron los nuevos elementos
culturales a su propio patrimonio, acomodndolos y reformulndolos de
acuerdo a sus propias necesidades sociales y mentales. Slo se conocen
unos pocos indicios de su mbito ideolgico, pero los datos que tenemos
sugieren el desarrollo temprano de la adoracin de dos deidades tribales
cuya mayor expansin ocurrira siglos ms tarde: el dios israelita Yahv
y el dios edomita Qos.
La evidencia epigrfica ms antigua que, con altas probabilidades, se
refiere al nombre de Yahv, si no la existencia de su culto, son dos listas
topogrficas del Reino Nuevo que mencionan pueblos Shasu viviendo
en las tierras ridas al este de la Pennsula del Sina. Las inscripciones
datan de los reinados de Amenofis III (ca. 1380 a.C.) y Ramss II (ca.
1270/1250 a.C.) y aparecen en dos templos, Soleb y Amara (Oeste) res-
pectivamente: se enumeran varias tierras Shasu (t3 sw), especialmente
t3 sw yhw (Yahu); el texto de Amara (Oeste) tambin enumera una t3

23
Tebes 2008: 1676; 2013: 3940.
24
Giveon 1971: 255258; Ward 1972. El muy conocido Papiro Anastasi VI (lneas
5456), registra a tribus Shasu de Edom (mhwt 3w idm) migrando al Delta en pocas de
sequas; vase ANET, 259; Giveon 1971: 132133.

251
JUAN MANUEL TEBES

sw srr (Seir)25. Como ya hemos visto, Yahv y Seir aparecen conectados


por un par de alusiones bblicas. Es imposible saber, con los datos dis-
ponibles, si los nombres Yahu y Seir se refieren a nombres geogrficos,
tribales o de deidades: incluso podran referir a las tres cosas a la vez,
como puede verse en otras fuentes del Cercano Oriente antiguo26.
En listas topogrficas similares de los reinados de Ramss II (Tem-
plo de Amn en Karnak) y Ramss III (Templo de Medinet Habu,
ca. 1170 a.C.) se mencionan nombres con el probable nombre teofro
Qos27. En la medida en que Qos iba convertirse en la deidad nacio-
nal o, al menos, la deidad favorecida por la monarqua edomita en las
postrimeras de la Edad de Hierro, es una conjetura razonable suponer
que estos nombres sean probables alusiones a grupos tribales edomitas
o proto-edomitas sometidos por, o por lo menos en contacto con, los
egipcios28. Es importante tener en cuenta que estos nombres no estn
relacionados de ninguna manera con las referencias egipcias a Yahu o
Seir; sin embargo, muestran una imagen en la que diferentes deidades
(o futuras deidades, si los nombres geogrficos originales se convirtieron
ms tarde en nombres teofros) eran adoradas por los diversos grupos
tribales que vivan en el Negev y Edom.
En paralelo a su hegemona poltica y econmica, los egipcios tu-
vieron un impacto profundo en el panorama religioso de la Pennsula
del Sina, Negev, Edom y el norte de Hejaz, un proceso ilustrado por el
establecimiento de varios templos y santuarios egipcios y egipcianizantes
en la zona. Estas estructuras estuvieron destinadas a la veneracin de
deidades egipcias y fueron construidas de acuerdo a diseos importados
de Egipto; sin embargo, se acomodaron a las tradiciones del desierto,
tomando elementos arquitectnicos y accesorios de culto del patrimonio
cultural local. No operaban en un vaco, sino que coexistieron con san-
tuarios al aire libre ms pequeos establecidos por los pueblos locales,

25
Lista de Soleb: No. 2; Lista de Amara (Oeste): Nos. 1, 5. Vase Giveon 1971: 27, 76.
Vase la discusin en Ahituv 1984: 121122; Kitchen 1992: 26.
26
Blenkinsopp 2008: 140.
27
Lista de Karnak: Nos. 7: qr, 8: qr, 11: q[m?]p(t), 13: qnrm, 21: qr ybn; lista de
Medinet Habu: Nos. 85: qtbr(n), 89: qnrm, 100: q[b?]pt, 102: qr, 103: qr. Vase Simons
1937: 158, 168, 169; Knauf 1999: 675.
28
Oded 1971.

252
LA MATERIALIDAD DE LOS CULTOS DEL DESIERTO

con diseos, conceptos y funciones que tenan varios milenios de anti-


gedad. Lejos de antagonizar, ambos tipos de lugares de culto se encon-
traban muy a menudo en la misma zona en Timna incluso tan cerca
como un par de metros, y eran visitados por los mismos individuos.
Los santuarios al aire libre se encuentran sobre todo en el Valle
de Timna y en regiones adyacentes; stos incluan santuarios de patio
abierto, lugares altos y refugios rocosos, con elementos asociados como
piedras trabajadas (massebot, bancos de ofrenda, altares, y cuencos de
libacin), cermica, restos de actividades metalrgicas, y arte rupestre.
En el Sitio de fundicin 2 de Timna, se excavaron tres pequeos san-
tuarios: en el valle, haba un santuario de patio casi cuadrado con dos
estructuras semicirculares adyacentes, junto con evidencias de rituales
con fuego; en determinado momento fue abandonado para ser sustituido
por una construccin rectangular ms pequea construida sobre ella. En
la cumbre plana de una colina cercana, se encontr una estructura de
piedra identificada como un lugar alto, con evidencias de que pequeos
objetos votivos de cobre fueron manufacturados con el acompaamiento
de rituales. En otros lugares se encontraron dos lugares altos rocosos
ms pequeos, los sitios 34 y 199, siendo este ltimo un espacio de
refugio29. En Har Shani, a 15 km al noroeste de Eilat, se descubrieron
trece santuarios abiertos: uno de ellos fue excavado, un santuario de patio
cuadrangular (Santuario X), con ofrendas votivas del mismo perodo y
similares a las encontrados en la Timna ramsida30.
Dos o tres templos egipcios o egipcianizantes se establecieron en
los desiertos meridionales; aunque su diseo est basado en las formas
tpicas de los templos en Egipto, se apartan de ellas en aspectos signi-
ficativos e incorporan elementos locales a la arquitectura. Dos de estos
templos, establecidos en Serabit el-Khadem en el suroeste del Sina, y en
el Valle de Timna, zonas ricas en turquesa y minerales de cobre respec-
tivamente, se dedicaron a Hathor, una diosa egipcia relacionada con las
cuevas del inframundo y de las minas31. Al igual que en los santuarios al
aire libre, la metalurgia fue una parte integral del culto. Estos templos

29
Rothenberg 1972: 112119.
30
Avner 2002: 106107.
31
Kertesz 1976.

253
JUAN MANUEL TEBES

son normalmente definidos como santuarios rocosos, es decir, capillas


construidas en las paredes de acantilados, donde se encontraba una cueva
poco profunda o nicho; un prtico de dos columnas o naos, y un patio
exterior se construyeron en la parte delantera32. A pesar de que fueron
construidos para una diosa egipcia, su diseo, aunque sigue en trminos
generales la orientacin de los templos en Egipto, no encaja con el patrn
tradicional de los templos egipcios33: eran bsicamente santuarios exca-
vados en la roca pero agrandados, aqu probablemente actuando como
una especie de sancta sanctorum, con un eje inclinado, una asimetra poco
comn en la arquitectura egipcia34.
El templo en Serabit el-Khadem es el ms antiguo y el ms grande
de estas estructuras. Consista en dos santuarios rupestres dedicados a
Hathor y Sopdu, cada uno con una antesala y un patio de entrada, cons-
truidos por los reyes de la Dinasta XII. En el Reino Nuevo se incorpo-
raron varias salas que sobresalen desde las cuevas, la ltima datada en
el reinado de Ramss VI (finales del siglo XII a.C.), y que en su diseo
final formaba una estructura alargada y curva de varios metros de largo.
Un gran nmero de estelas estaban distribuidas alrededor del templo;
por estas y otras inscripciones est claro que Hathor era considerada
la deidad patrona de los mineros, identificada como la Seora de la
turquesa. Otras deidades egipcias, como Sodpu, Toth y el rey deificado
Snofru, eran tambin venerados en el templo35.
El pequeo templo, o mejor dicho santuario, de Hathor en Tim-
na (Sitio 200) no es, de hecho, ms que un santuario de patio abierto
construido contra la pared de un acantilado rocoso. Probablemente fue
establecido en la poca de Seti I o Ramss II (principios de siglo XIII
a.C.), consistiendo de un patio abierto ms o menos cuadrangular, deli-
mitado por piedras de arenisca y cantos rodados; un pequeo santuario
interior (naos) se apoyaba sobre el acantilado, con un gran nicho exca-
vado en la roca del acantilado en su centro, donde probablemente estaba
de pie una figura de Hathor, esculpida en piedra arenisca. El templo fue
reconstruido bajo Ramss III (principios de siglo XII a.C.), seguido de
32
Wimmer 1990.
33
Wilkinson 2000: 238239.
34
Al-Ayedi 2007: 2526; Avner 2014: 122123.
35
Petrie 1906: 72109; Valbelle y Bonnet 1996: 68115.

254
LA MATERIALIDAD DE LOS CULTOS DEL DESIERTO

una tercera corta etapa de ocupacin a finales del siglo XII a.C., cuando
el santuario fue reorganizado y muchas de sus piezas arquitectnicas
reutilizadas para diferentes propsitos. Ningn rastro de ocupacin
egipcia sobrevivi de este ltimo perodo, a la vez que muchos de los
elementos egipcios fueron encontrados en uso secundario a lo largo de
la pared sur, especialmente una fila de piedras erguidas que incorpo-
raron altares egipcios reciclados y un pilar cuadrangular con la cara de
Hathor en cada lado (probablemente mutilado en esta fase). De acuerdo
con el arquelogo del sitio, durante esta fase el templo fue utilizado por
poblaciones de origen arbigo noroccidental, los madianitas. Se encon-
traron restos de talleres metalrgicos en el interior del templo, datados
en la segunda y tercera etapas, lo que sugiere que aqu se llevaron cabo
actividades rituales asociadas con el uso del fuego. No hay evidencia de
techado en las fases egipcias, y se supone que la roca del acantilado serva
como proteccin; en la etapa de ocupacin madianita el santuario fue
probablemente cubierto por una tienda, como lo demuestran los bultos
plegados de pao de lana que se encontraron dentro y fuera de las pa-
redes, y dos hoyos de poste revestidos de piedra en el medio del patio36.
Las diversas representaciones de la diosa Hathor descubiertas dentro y
alrededor del santuario dejan en claro que la estructura estaba dedicada
a dicha deidad; un objeto de fayenza tena inscrito su nombre y el ttulo
Seora de la turquesa37. De acuerdo con recientes reevaluaciones de la
estratigrafa del sitio, el naos egipcio fue construido junto a un santuario
local ya existente (que consista de un massebot, altar, cuencas y canal de
drenaje), que funcion antes, durante y mucho despus de la presencia
egipcia38.
Recientemente se excav otra estructura cltica egipcianizante,
esta vez en Tayma, en el norte del Hejaz. Es una pequea estructura
rectangular con varias habitaciones anchas, con una datacin tentativa
en los siglos XIIX a.C.; estaba rodeada por una hilera de pilastras, de-
jando un gran espacio abierto, identificado como un temenos. Aunque
los arquelogos sugieren un parecido con los edificios egipcios o griegos

36
Rothenberg 1972: 125179; 1988.
37
Schulman 1988: 143144.
38
Avner 2014: 116122; Hess 2007: 202.

255
JUAN MANUEL TEBES

tempranos39, los pocos restos arquitectnicos dejan demasiado margen


a la especulacin.
Si los hallazgos epigrficos son ms bien parcos respecto de las dei-
dades veneradas en el Perodo Formativo, la iconografa en el arte rupes-
tre y la cermica proporciona informacin potencialmente revolucionaria
sobre las prcticas de culto locales. En el Sitio 25 de Timna, una gran
imagen fue grabada en la pared de un refugio de piedra situado en un
estrecho can. El grabado representa dos escenas de caza, incluyendo
hombres armados algunos siendo llevados por carros tirados por bue-
yes persiguiendo bices, avestruces y antlopes oryx. Este lugar fue,
probablemente, un lugar para rituales, como es indicado por los restos
de grandes cuencos de piedra arenisca o cuencas similares a los encon-
trados en el templo de Hathor. A unos 100 m al este est representada
otra escena de caza similar, esta vez en la pared rocosa de un acantilado
al borde de un wadi40.
La iconografa del arte rupestre tuvo una enorme influencia en los
motivos naturalistas representados en la cermica pintada Qurayyah, un
tipo cermico manufacturado en el norte del Hejaz a finales del segundo
milenio a.C. y muy popular entre los aldeanos y tribus semi-pastorales
del Negev y el sur de Transjordania. La caracterstica ms sobresaliente
son sus diseos bicromticos, cuidadosamente pintados en pequeos
cuencos y contenedores, que debe ser la razn por la cual se consideraba
que tenan un fuerte significado social ms all de su funcin de vajillas
de mesa, como puede verse en su deposicin como regalos votivos para
deidades (como en el templo de Hathor en Timna) y como ofrendas
mortuorias en tumbas, y su uso en contextos administrativos41. Al es-
tar en la interseccin de reas culturales distintas, la iconografa de la
cermica Qurayyah exhibe una mezcla de motivos arbigos, levantinos
y mediterrneos orientales, particularmente evidentes en las formas
geomtricas y los motivos naturalistas.
La iconografa naturalista incluye figuras humanas esquemticas
con los brazos extendidos, que poseen accesorios externos como gorros

39
Hausleiter 2012: 314317.
40
Rothenberg 1972: 119124; Yekutieli 2016.
41
Tebes 2013: 8286.

256
LA MATERIALIDAD DE LOS CULTOS DEL DESIERTO

emplumados o pelo, bocas en forma de pico, espadas con empuadura


o dagas colgando de la cintura, y colas falsas; por lo menos en un caso,
una figura humana est representada tomando una palmera. Los para-
lelos ms cercanos son proporcionados por el arte rupestre de Arabia y
el norte de frica, donde existen miles de representaciones esquemticas
de hombres y mujeres, la posicin predominante siendo con los brazos
extendidos en posicin de adoracin, probablemente personificando
adoradores o hechiceros en escenas rituales. Otras figuras comunes
incluyen hombres armados, probablemente representando cazadores
o jefes tribales, en escenas de caza como las presentes en el Sitio 25
de Timna. El segundo motivo de tipo Qurayyah ms comn son las
imgenes de avestruces, pintadas siguiendo las convenciones artsticas
de las representaciones de pjaros acuticos en las cermicas micnicas y
filisteas, sobre todo las vistas laterales de las aves dentro de metopas y la
exhibicin detallada de sus cuerpos, alas y garras. Las representaciones
de avestruces son, de nuevo, muy comunes en el arte rupestre de Arabia
y el norte africano, probablemente encarnando smbolos de caza y poder
sobre los animales y la naturaleza y, por asociacin, emblemas de lide-
razgo42. Si bien es difcil conocer su verdadero significado, la iconografa
naturalista es una expresin del mundo religioso de estas sociedades,
llena de alusiones clticas pero tambin sociales, en el que el mundo del
ms all se une con los hombres mediante la realizacin de complejos
rituales mediados a travs de unos pocos individuos importantes, cuyo
liderazgo estaba asociado con su desempeo en la guerra y la caza o a su
acceso privilegiado a las deidades tribales43.

Perodo de Contacto Temprano: Siglo X a mediados del VIII a.C.


Para finales del siglo XII a.C., la hegemona egipcia en el Levante
se haba derrumbado para nunca recuperarse, dejando un vaco poltico
listo para ser llenado por entidades polticas locales. El siglo X fue tes-
tigo del inicio de una larga ola de asentamiento sedentario en el Negev
que se iba a prolongar hasta el siglo VI a.C., un proceso iniciado por

42
Tebes 2014.
43
Tebes 2014: 190191.

257
JUAN MANUEL TEBES

la colonizacin israelita de los Valles de Beersheba y Arad (y en menor


medida, la altiplanicie central del Negev, mucho ms rida), donde se
establecieron o re-establecieron pueblos o asentamientos fortificados
dominando las rutas comerciales importantes, como Tel Masos, Tel
Beersheba y Tel Arad44.
Desde el siglo X a.C. en adelante tenemos las primeras evidencias
de contactos slidos entre la poblacin israelita y los pueblos que vivan
en los mrgenes ridos meridionales. Las actividades religiosas de los
inmigrantes israelitas se concentraron en unos pocos centros de culto
construidos dentro de los sitios del Negev septentrional. La evidencia
ms temprana proviene de Tel Masos II, sitio probablemente datado
en el siglo X a.C., donde se llevaron a cabo prcticas rituales asociadas
con el uso del fuego, probablemente dentro de una estructura con un
taller de cobre (Casa 314)45. El santuario ms conocido es una pequea
estructura tripartita excavada en el fuerte de Tel Arad X-IX; se mantu-
vo en pie por unos 40 aos a mediados del siglo VIII a.C. El santuario
consista de un patio frontal cuadrangular con un altar, y una habitacin
principal amplia (hekal) con una cmara (debir) sobresaliendo en la parte
posterior. Este diseo no es para nada local, y la mayora de los paralelos
que se han propuesto provienen de Siria-Palestina, ya sea de los templos
tripartitos o las casas de cuatro habitaciones. Aunque no se encontr una
inscripcin que relacione la estructura con alguna deidad, el santuario es
identificado comnmente como un templo para la adoracin de Yahv.
Incluso si el yahvismo fue el foco principal de la veneracin en Arad, los
rituales realizados en el santuario parecen haber sido influidos por las
prcticas del desierto, ilustrados por el hallazgo de un masseba que estaba
originalmente erguido sobre una plataforma en el debir, probablemente
como una representacin anicnica de la deidad46. Menos concluyente es
la evidencia de Beerseba III, donde varios bloques que pertenecen a un
gran altar de cuatro cuernos fueron descubiertos dentro de una pared sin
labrar. El altar probablemente estuvo incorporado dentro de un templo,
del cual no se han encontrado restos47. Se ha atribuido la supresin de los

44
Tebes 2013: 1012.
45
Fritz y Kempinski 1983: 4041; Tebes 2013: 55, 6465.
46
Herzog 2002: 4972.
47
Aharaoni 1974.

258
LA MATERIALIDAD DE LOS CULTOS DEL DESIERTO

santuarios en Arad y Beersheba a la reforma y centralizacin del culto


de los reyes Ezequas y Josas (2 Re 18:4; 23:8)48, aunque esta opinin no
es universalmente aceptada49.
La religin israelita no estuvo restringida al paisaje de las poblacio-
nes del Negev meridional. El sitio ms destacado fue Kuntillet Ajrud,
fundado en el noreste del Sina y diversamente identificado como un
fuerte, caravanserai o centro de culto. Probablemente fue establecido
por los israelitas a finales del siglo IX y abandonado a mediados del
siglo VIII a.C., aunque se han defendido fechas ms tardas50. El sitio
proporciona excepcional evidencia epigrfica que atestigua la penetracin
del culto israelita en las regiones del sur, presente en inscripciones en
cermica, cuencos de piedra y paredes de yeso con dedicatorias y ben-
diciones en hebreo a Yahv, El y Baal. Las inscripciones ms famosas
se encuentran en dos grandes jarras de almacenamiento que mencionan
a Yahv de Samaria y su Asher (Pithos A) y Yahv de Teman y su
Asher (Pithos B)51. Yahv est aqu claramente asociado con el sitio
meridional de Temn, si no es que era su deidad.
Las instalaciones rituales israelitas coexistan con otras que seguan
las tradiciones del desierto. Las excavaciones en la altiplanicie central del
Negev han encontrado montculos en pequeos sitios como Wadi el Asli
y Wadi el Huar, sitios donde la mayora de los edificios eran estructuras
simples y redondas52, probablemente resultado de su construccin por
grupos semi-pastorales locales ahora sedentarizados, y no por poblacio-
nes que migraron desde el norte.
La mezcla de caractersticas israelitas y meridionales tambin est
presente en la iconografa pintada en las jarras de almacenamiento de
Kuntillet Ajrud, especialmente en el Pithos B, que tiene representado
a cinco figuras de pie y en fila, identificadas como adoradores en una
procesin. Sus nombres probablemente sean los que estn escritos en una
inscripcin cerca de la procesin, la mayora de ellos yahvistas. Estas fi-
guras se asemejan mucho a la representacin de las figuras de adorantes
48
E.g. Finkelstein y Silberman 2006: 259285.
49
Vase Edelman 2008.
50
Meshel 2012.
51
Ahituv, Eshel y Meshel 2012: Inscripciones 3.1, 8791; 3.6, 9597; 3.9, 98101.
52
Haiman 1992: 27, 42, Fig. 22:5,6.

259
JUAN MANUEL TEBES

tan populares en el arte rupestre de Arabia y la cermica Qurayyah, en


particular su representacin esquemtica, sus antebrazos levantados, y el
pelo que brota de sus cabezas53. Se ha relacionado la ausencia pictrica
de deidades asociadas con estas figuras al aniconismo tan comn en la
religin de las regiones ridas del sur54. La imaginera del arte rupestre
tambin influy en las decoraciones pintadas de la cermica post-Qura-
yyah del norte del Hejaz. Los motivos naturalistas de tipo Qurayyah,
como las aves y palmeras, continuaron con formas ms abstractas en un
estilo regional posterior conocido como cermica Taymanita, datada
entre los siglos XVIII a.C.55

Perodo de Contacto Tardo: Fines del siglo VIII a mediados del VI


a.C.
Desde las ltimas dcadas del siglo VIII a.C. el Negev, Edom y el
norte del Hejaz experimentaron una segunda y mayor ola de asentamien-
to sedentario. Este desarrollo debe atribuirse a dos factores principales: la
emergencia del comercio del incienso de Arabia del sur, lo que llev a la
fundacin de estaciones comerciales, fortalezas y ciudades a lo largo de
las rutas comerciales; y la intromisin de Asiria en los asuntos polticos
locales. En el Negev, la Pax Assyriaca asegur la vitalidad de las rutas
comerciales, consolid los movimientos de mercancas de este a oeste a
la vez que el Wadi Arab actuaba como un puente ms que como una
barrera, y en algunos casos probablemente dio ms poder a los grupos
tribales locales en detrimento de los pequeos reinos que dominaban
formalmente en la zona. Aunque oficialmente bajo la autoridad de las
pequeas entidades polticas como Jud, las ciudades-estado filisteas y
Edom, la mayor parte de la zona era tierra de nadie disputada entre estos
estados y los grupos semi-pastorales tribales que se movan por todo el
desierto y en gran medida controlaban el lucrativo comercio arbigo56.
Este nuevo escenario alent el flujo de movimientos de ida y vuelta
a travs del Arab, con caravanas trayendo mercancas arbigas deseosas
53
Beck 2012: 176177; Tebes 2014: 175176.
54
Schmidt 2002: 114115.
55
Tebes 2015: 278.
56
Bienkowski y van der Steen 2001.

260
LA MATERIALIDAD DE LOS CULTOS DEL DESIERTO

de llegar a los mercados mediterrneos y grupos nmadas en busca de


pasturas para sus rebaos a ambos lados del Rift. Uno de los rasgos ar-
queolgicos ms importantes de este perodo es la presencia de grandes
cantidades de Cermica de Transjordania Meridional-Negev (CTMN,
tradicionalmente llamada cermica edomita) en sitios del Negev de fi-
nales del Hierro, que inclua cuencos poco profundos decorados, cuencos
carenados de estilo asirio y ollas cerradas. La CTMN se convirti en el
horizonte cermico ms popular en los sitios de finales del Hierro en la
altiplanicie edomita, siendo tambin adoptada en los sitios contempor-
neos del Negev, donde convivi con la tradicin local cermica de Jud57.
Lo que es muy interesante es no slo el predominio de formas CTMN
de fabricacin local en los conjuntos cermicos negevitas, sino tambin
el hecho de que, al parecer, todas las ollas que pertenecen a este grupo
fueron fabricadas con materiales recogidos en el sur de Transjordania y
el norte del Arab58. Estos datos sugieren un flujo constante de personas
y mercancas entre Edom y el Negev, siguiendo las rutas comerciales y
los itinerarios nmadas; en este proceso, algunas familias y clanes de
origen sur-transjordano comenzaron a asentarse en los sitios de Negev,
en especial a lo largo de los valles del norte, trayendo con ellos su propio
folclore y tradiciones de culto.
La rapidez con la que una comunidad tnica heterognea se crista-
liz en el Negev a finales de la Edad de Hierro es ms que evidente en
el registro epigrfico y la cultura material que muestra el culto de Qos.
Esta deidad est asociada generalmente con los edomitas y su monarqua
debido a su aparicin como componente teforo en los nombres persona-
les de reyes edomitas mencionados por las fuentes neo-asirias. Hay una
referencia a Qos en un ostracon encontrado en Horvat Uza, mientras
que nombres de personas con el nombre de este dios fueron encontrados
en Tel Arad, Tel Aroer, Horvat Qitmit y Tell el-Kheleifeh59. Aunque se
ha sugerido un origen arbigo de la veneracin de Qos, no hay evidencia
epigrfica de su culto en el norte del Hejaz, al menos en este perodo.
Los escasos datos, la mayora procedentes de Tayma, sealan en realidad
57
Tebes 2013: 87109; Singer-Avitz 2014.
58
Freud 2014.
59
Knauf 1999.

261
JUAN MANUEL TEBES

la adoracin de dioses arameos como Salm, Sangila y Asima, introdu-


cidos ya probablemente en el siglo VIII a.C.60 Dos grandes templos
estuvieron probablemente asociados con la adoracin de estas deidades,
aunque son de fecha posterior al perodo babilnico61.
El nuevo escenario sociopoltico, caracterizado por el papel central
de los grupos semi-pastorales locales y las rutas comerciales ms seguras,
alent el establecimiento de centros de culto fuera de los asentamientos,
como los santuarios abiertos en Horvat Qitmit y En Hazeva. Estas
estructuras, aunque seguan la tradicin local de los santuarios de patio
abierto, incorporaron elementos arquitectnicos y parafernalia de culto
importados de las sociedades sedentarias del Levante meridional. Los
lugares de culto de Hazeva y Qitmit eran santuarios construidos junto
a las principales vas comerciales y utilizados por los grupos semi-pas-
torales que pasaban por el lugar o por caravanas comerciales. Aunque
identificados como santuarios edomitas debido a los hallazgos de ma-
terial epigrfico que se refieren a Qos o con escritura edomita, su estilo
eclctico indica que all adoraban individuos de diverso origen tnico62.
A pocos metros fuera de los muros de la fortaleza de En Hazeva
(Estrato V) los arquelogos encontraron una favissa (un pozo cltico)
con un gran nmero de vasijas de culto deliberadamente rotas, massebot
y altares. Segn la reconstruccin ofrecida por aquellos, estos restos
formaban parte originalmente de un pequea estructura alargada y
abierta, en la que las piedras erguidas formaban una pared cuadrangular
en forma de U, acompaada de bancos de piedra y altares63, un diseo
muy parecido a los sitios de massebot del culto del desierto. Vasijas de
culto similares fueron encontradas en un lugar alto ubicado en una colina
cercana, Givat Hazeva, con restos de actividades metalrgicas a pocos
metros de distancia64. El santuario de Horvat Qitmit se estableci en
una colina lejos de cualquier asentamiento, y fue construido siguiendo
la tradicin de los santuarios de patio abierto del desierto, con elementos
arquitectnicos contiguos procedentes del norte. Estaba formado por dos

60
Maraqten 1996.
61
Hausleiter 2012: 304314.
62
Finkelstein 1995: 149152.
63
Cohen y Yisrael 1995: 2527; Ben-Arieh 2011.
64
Tebes 2013: 64, 78.

262
LA MATERIALIDAD DE LOS CULTOS DEL DESIERTO

complejos, cada uno con una estructura de varias salas cubiertas, y un


patio abierto rectangular colindante al sur. Se encontraron dos recintos
abiertos elpticos con massebot y bancos a unos pocos metros al oeste65.
Las vasijas clticas y las estatuas encontradas en los santuarios de
Hazeva y Qitmit, aunque identificadas como edomitas, presentan
caractersticas comunes a la iconografa religiosa de la Edad del Hierro
del Levante. El conjunto de Qitmit es el ms rico y variado, mostrando
estatuas antropomrficas barbadas con espadas (parecidas a la estatuaria
encontrada en Ammon) y una cabeza con rasgos faciales y cuernos, iden-
tificada como una deidad. Muy significativa es la diversa iconografa ani-
mal en las aplicaciones y figuras de cermica, que incluyen toros, cabras,
perros, gallos, palomas y avestruces66. Basados en las estatuas y los dones
votivos, los dos santuarios pueden ser identificados como santuarios de
un dios del clima con caractersticas marciales, quizs Qos, identificado
por los atributos blicos (figuras de guerrero, dones votivos con forma
de espadas) y caza (iconografa de avestruces y animales relacionados).
Estas imgenes diferan notablemente de la iconografa presente en el
arte rupestre de la altiplanicie central del Negev de la Edad de Hierro,
donde el bice fue el motivo ms popular representado por la poblacin
semi-pastoral local67.

IV. Los mrgenes ridos meridionales y el origen del culto de Yahv


Nuestro estudio indica que no deberamos persistir en el viejo pa-
radigma que vea el culto de Yahv como adoptado de forma totalmente
formada y cerrada, a principios de la Edad del Hierro, a partir de gru-
pos madianitas-quenitas. Contrariamente a lo que se suele imaginar, la
adopcin de las prcticas clticas meridionales fue un proceso de larga
duracin que abarc toda la Edad del Hierro. Estos hechos no deben ser
vistos como separados de otros perodos de la historia de las tierras al sur
de Palestina y como desconectados de las zonas ridas vecinas.

65
Beit-Arieh 1995: 926.
66
Beck 1995; Ben-Arieh 2011.
67
Eisenberg-Degen 2012.

263
JUAN MANUEL TEBES

Se pueden atribuir con seguridad cuatro elementos al folclore me-


ridional original:
(a) Aniconismo. Hemos tomado nota de la importancia de las prc-
ticas anicnicas en el culto de los pueblos del desierto del sur, para los
cuales el culto a las piedras erguidas era una forma legtima de culto. Es
cierto que el aniconismo estaba presente como un rasgo sobresaliente
en el Levante de la Edad de Bronce68; sin embargo, un anlisis ms de-
tallado permite apreciar una diferencia sutil, pero significativa: el culto
levantino implicaba la adoracin de piedras labradas, una prctica casi
totalmente ajena a los pueblos del desierto del sur, donde la presencia de
piedras sin tallar era la regla. Las evidencias de prcticas anicnicas en
el culto de Yahv en Arad y Kuntillet Ajrud sugieren que la centralidad
del aniconismo en la religin israelita deba mucho ms a sus orgenes
meridionales que lo que se reconoce. La evidencia arqueolgica y bblica
indica que el aniconismo fue un fenmeno temprano en la religin del
antiguo Israel69 y, si bien tiene antecedentes slidos en el culto levantino
de la Edad de Bronce, fue sobre todo heredero de sus races meridio-
nales, reforzando las tendencias hacia el aniconismo ya existentes en la
religin cananea. La naturaleza anicnica de Yahv ayuda a explicar su
enigmtica ausencia en el registro pictrico del Negev y Edom durante
el Perodo Formativo como en el arte rupestre del Sitio 25 de Timna
y los motivos pintados de la cermica Qurayyah, precisamente el mo-
mento en el que las fuentes egipcias mencionan la existencia de su culto.
(b) Yahv como un dios de la caza/guerra. La presencia de smbolos de
caza, guerra, y liderazgo en la iconografa de culto del arte rupestre del
desierto, sugiere que las deidades tribales locales estaban inextricable-
mente relacionadas con estos valores. Es importante tener en cuenta que
la caza no era una actividad de subsistencia importante para las socieda-
des del desierto del Negev y el Sina, al menos desde la Edad del Bronce
Temprano, cuando apareci por primera vez la economa basada en el
pastoreo. El registro osteolgico local demuestra que, desde ese perodo,
son predominantes los huesos de ovejas y de cabras domsticas, mien-

68
Mettinger 1993: 115134, 175191.
69
Miller 2000: 1617.

264
LA MATERIALIDAD DE LOS CULTOS DEL DESIERTO

tras que son raros los huesos de animales cazados70. Esto, sin embargo,
contrasta vivamente con la preponderancia en los petroglifos de la Edad
del Bronce Temprano/Hierro de las tierras altas centrales del Negev de
escenas de caza en las que el animal perseguido es la cabra monts. Por
lo tanto, el significado de este arte rupestre no debe ser visto como un
reflejo de acontecimientos histricos especficos, sino que probablemente
expresaba metforas mentales ms profundas, como el control y la des-
truccin humana del mundo natural de los animales71.
Las descripciones de Yahv como una deidad guerrera dispuesta
a defender a su pueblo (por ejemplo 1 Sam 7:10; Sal 18:2945; 89) y
su epteto Yahv Zebaoth72 son probablemente ecos lejanos de sus
orgenes como una deidad tribal relacionada con el mundo de la caza
y la guerra y, posiblemente, una de las causas de su competencia con el
dios cananeo Baal como dioses guerreros73. Estas imgenes estn rela-
cionadas con la representacin de Yahv como un dios de la tormenta
celestial, sobre todo en los pasajes bblicos que apuntan a su santuario del
sur (Deut 33:2; Jue 5:45; Sal 68:8; Hab 3:3)74. Ciertamente, no es una
coincidencia que la deidad ms dominante en la iconografa levantino
meridional de la Edad del Hierro IIA sea el motivo del Seor de los
avestruces, compuesto de una figura humana de pie entre dos avestru-
ces, con las manos levantadas, que aparece en escarabajos, amuletos y
cermica de ese perodo75. Qos, una deidad mucho menos conocida, con
toda probabilidad tuvo caractersticas similares, a juzgar por su timo
rabe (qaus, arco) y los atributos marciales y animales que aparecen en
las estatuas y los dones votivos encontrados en Qitmit y Hazeva (inclu-
yendo, no sorprendentemente, muchas figuras de barro con forma de
avestruces), apuntando a su identificacin como un dios de la guerra y
seor de las bestias76.

70
Horwitz 2005.
71
Eisenberg-Degen y Rosen 2013: 245246.
72
Miller 2000: 711.
73
Cf. Smith 2002: 47, 79.
74
Smith 2002: 8081.
75
Keel y Uehlinger 1998: figs. 162ad, 195a.
76
Knauf 1999: 675676.

265
JUAN MANUEL TEBES

(c) Peregrinacin. La prctica de la peregrinacin a lugares sagrados


fue central en las religiones de la Arabia preislmica, fenmeno bien co-
nocido gracias a su persistencia en el Hajj musulmn pero tambin con
muchas evidencias arqueolgicas que se extienden, al menos, hasta el
Neoltico (p. ej., la peregrinacin y sacrificio ritual en el quinto milenio
a.C. en Shib Kheshiya, suroeste de Arabia)77. Tanto los datos textuales,
provenientes de la Biblia Hebrea y del perodo helenstico, y las eviden-
cias arqueolgicas demuestran el papel central de la peregrinacin en la
religin israelita, siendo probablemente parte de la herencia meridional
que trajo la adopcin del culto de Yahv. La ciudad de Jerusaln, como es
bien sabido, fue y sigue siendo el nexo fundamental de la experiencia de
peregrinacin juda, pero esta posicin fue adquirida relativamente tarde
en la historia de los antiguos israelitas, probablemente justo despus de la
cada y destruccin de la ciudad y el templo de Yahv por los babilonios
en el ao 586 a.C.78 Los sitios sagrados ms antiguos asociados con
peregrinaciones se encontraban probablemente en el sur, en aquellas in-
definidas reas donde se pensaba que provena Yahv, en particular Seir y
Edom. Pero el lugar que rene la mayor parte de las evidencias de haber
sido un centro de peregrinacin muy antiguo es el Monte Sina, sitio de
la teofana ms importante en la Biblia Hebrea y escena de la alianza
entre Yahv y Moiss. Que el Monte Sina era conocido y visitado por
los israelitas durante el perodo monrquico puede inferirse del relato del
viaje de Elas al Monte Horeb (1 Re 19:8), si es que Horeb y Sina eran
el mismo sitio. Es probable que los campamentos de los israelitas en su
viaje desde Egipto a Canan que se enumeran en Nm 33:549 no
hayan sido ms que paradas en las rutas de la peregrinacin al Monte
Sina de finales de la Edad del Hierro que, con carcter retroactivo, se
extrapolaron a los tiempos del xodo79. El sitio cercano de Kuntillet
Ajrud era probablemente parte de una red mayor de lugares sagrados
visitados por viajeros de paso durante la Edad de Hierro, tal como los
77
McCorriston 2011.
78
Vase Jer 41:5 si en verdad los peregrinos asesinados por Ismael estaban yendo hacia
el templo de Jerusaln y no hacia otro santuario, como Mizpa o Betel, tal como lo sugiri
Hobson (2010).
79
Tal como ya lo sugiri Martin Noth (1968: 246).

266
LA MATERIALIDAD DE LOS CULTOS DEL DESIERTO

mucho ms pequeos santuarios al aire libre de Horvat Qitmit y En


Hazeva, del cual slo tenemos la evidencia ms superficial80.
La prctica de la peregrinacin es una de las evidencias ms com-
probables arqueolgicamente de la influencia del culto meridional en la
religin israelita. J. McCorriston, en su excelente estudio sobre la pere-
grinacin en el antiguo Cercano Oriente, hizo hincapi en el contraste
entre las prcticas de culto en Mesopotamia, Anatolia y el Levante, que
se origin en y tuvo estrecha relacin con el carcter cerrado de los edifi-
cios domsticos, y la abierta visibilidad de los sitios conmemorativos de la
Arabia preislmica81. El carcter abierto de las estructuras de culto y las
tumbas rurales del Levante meridional rido y de Arabia septentrional
que hemos estudiado las piedras erguidas, santuarios de patio abiertos,
montculos, lugares altos, y espacios de refugio rocosos estimul sus
visitas peridicas y su utilizacin para rituales como sacrificios y festivi-
dades. En el sur de Arabia existen evidencias de revisita y reutilizacin
de tumbas del tercer milenio a.C. por gente uno o dos milenios ms
tarde82, aunque tal fenmeno no se ha observado ampliamente (ni se
ha intentado estudiar metdicamente) en el Levante meridional rido.
Sin embargo, tres lneas de evidencias sugieren que los cientos de mo-
numentos y tumbas rurales en el Negev, Sina y el sur de Transjordania
de la Edad del Bronce (y perodos anteriores) fueron re-visitados en el
primer milenio a.C.: en varias reas, como en la altiplanicie central del
Negev, el patrn de distribucin de los sitios de la Edad del Bronce y del
Hierro se superpone mayormente; el diseo de los lugares rituales que
se sabe datan de la Edad de Hierro es muy similar a sus antecedentes de
la Edad del Bronce (tales como los montculos en Wadi el Asli y Wadi
el Huar83); y el carcter nmade de una parte importante de la poblacin
local hace que sea muy difcil la identificacin de evidencias de varios
perodos en un solo sitio. Es de esperar que un estudio exhaustivo de
las evidencias de visitas y usos en varios perodos en sitios arqueolgicos
ubicados en zonas de asentamiento de alta densidad, tales como la alti-
80
Para la datacin de las rutas de peregrinacin israelitas a finales de la Edad del Hierro,
vase Finkelstein 2015.
81
McCorriston 2011: 203204.
82
McCorriston 2013: 623.
83
Haiman 1992: 27, 42, Fig. 22:5,6.

267
JUAN MANUEL TEBES

planicie central del Negev, proporcione ms datos sobre la prctica de la


peregrinacin y su relacin con los orgenes del Yahvismo.
(d) Yahv y la metalurgia. Otra caracterstica muy relacionada con
el folclore del sur son las tradiciones que unen Yahv, o la adoracin de
Yahv, con la metalurgia. No es sorprendente que las prcticas rituales
de la poblacin antigua que viva en el Negev, Edom y Sina, zonas ricas
en minerales como el cobre y la turquesa listos para ser extrados, impli-
caban la adoracin de deidades asociadas con la minera y el inframundo,
como Hathor, junto con la realizacin de actividades metalrgicas rela-
cionadas con el uso de fuego. La mayora de las investigaciones se han
centrado en el rol de los quenitas, considerados como los trabajadores
metalrgicos itinerantes por excelencia, en la propagacin del yahvismo
en Palestina84, pero la centralidad de la minera y el trabajo de los meta-
les hacen plausible que la metalurgia haya sido un factor importante en el
desarrollo del rol de Yahv como dios de la metalurgia y la popularidad
de historias tales como la de Moiss y la serpiente de bronce (Nm 21:8,
llamada Nehustn en 2 Re 18:4)85.

****

La larga historia de contactos durante la Edad del Hierro sugiere


un flujo continuo de tradiciones culturales y creencias religiosas entre
los israelitas y los grupos autctonos del sur, donde ambos pueblos se
influenciaron mutuamente en un proceso complejo y multifactico. Las
diferentes facetas de la adoracin de Yahv y otras tradiciones meridio-
nales relacionadas fueron probablemente transmitidas a diferentes ritmos
durante este largo perodo.
El Perodo Formativo, que va desde el siglo XIII al XI a.C., se ca-
racteriz por la persistencia de los mismos elementos de culto que haban
estado en boga durante siglos, ahora acompaados por la introduccin
de santuarios y cultos egipcios o egipcianizantes, aunque adaptados y

Sawyer 1986.
84

Vase Amzallag 2009. Una teora relacionada, aunque distinta, sugiere que Yahv era
85

originalmente un dios de los volcanes venerado en las montaas del norte del Hejaz; vase
Dunn 2014. Aunque la imaginera volcnica en la Biblia hebrea es muy evidente, no hay
evidencias arqueolgicas o pictricas que conecten la adoracin de Yahv con el volcanismo.

268
LA MATERIALIDAD DE LOS CULTOS DEL DESIERTO

reformulados de acuerdo a las prcticas locales. Durante este perodo


no hay pruebas de contactos entre las sociedades semi-pastorales locales
con la poblacin israelita (o proto-israelita) que se estaba estableciendo
en las colinas centrales de Palestina, ni qu hablar de la transmisin de
ideas religiosas.
Los estudiosos bblicos que siguen la hiptesis madianita-quenita
destacan la importancia del papel de los grupos mviles meridionales de
la Edad del Hierro, habitualmente vistos como prsperos comerciantes
de caravanas, ya sea madianitas, quenitas e incluso amalecitas, en la g-
nesis de los antiguos israelitas en Canan central86. La mayora si no
todas de las pruebas aportadas estn basadas en el anlisis de pasajes
bblicos difciles de interpretar (por ejemplo, Gn 37:38: Nm 31; Jue 5).
Sin embargo, la evidencia arqueolgica que relaciona los asentamientos
de principios del Hierro en la regin montaosa central de Canan con
los grupos nmadas del Negev y el norte de Hejaz es muy dbil. Es muy
probable que los nmadas tuvieran un papel importante en el funciona-
miento del comercio de principios del Hierro, pero difcilmente podran
haber afectado considerablemente la socioeconoma de Palestina. El rea
de sus migraciones, inferida principalmente de la distribucin geogr-
fica de la cermica que producan y utilizaban (la cermica negevita y la
de tipo Qurayyah), se limitaba a las regiones ridas al sur del Valle de
Beersheba87. Esto estara de acuerdo con las pruebas que tenemos de sus
actividades relacionadas con la metalurgia en el Arab. Los nmadas del
sur supuestamente tenan una industria minera propia, pero los hallazgos
de artefactos y metalurgia del cobre/bronce en el Levante meridional de
principios de la Edad del Hierro se limitan a tres talleres en el norte del
Negev y el Sina, y tres en los centros urbanos cananeos en los Valles del
Jordn y Jezreel88, a la vez que los objetos de metal fueron trados proba-
blemente a travs del Valle del Jordn, no a travs de Palestina central.
La conclusin es que, mientras que el comercio meridional de inicios del
Hierro tuvo un impacto significativo en el Negev y los pueblos cananeos
86
E.g. Cross 1983; Schloen 1993; Smith 2001: 145.
87
Tebes 2013: 75 fig. 16, 113 fig. 20.
88
Tebes 2013: 54 fig. 5.

269
JUAN MANUEL TEBES

palestinenses, no fue de mucha importancia para la poblacin israelita


que se estableca en Canan central en ese mismo momento.
Es slo en el Perodo de Contacto Temprano, desde el siglo X a
mediados del VIII a.C., durante la fase inicial de la colonizacin israelita
del Negev, cuando las prcticas clticas del sur comenzaron a ser cono-
cidas y adoptadas por la poblacin de Jud. La evidencia arqueolgica
indica que este es el perodo ms antiguo en el que se produjeron con-
tactos y flujos continuos bidireccionales de creencias de culto entre los
israelitas recin llegados y los pueblos que vivan en el Negev. Es en este
momento, no antes, en el que debemos fechar el inicio de la transferencia
de elementos meridionales a los israelitas, si no la adoracin misma de
Yahv. El proceso de contacto fue lento y multifactico, con el Negev
septentrional, ms sedentario, siendo ms propenso a la hibridacin que
las regiones desrticas del sur, ms perifricas. Comenz a surgir una
nueva sociedad, heterognea y multicultural, en un primer momento en
los sitios fundados o re-fundados por los israelitas situados en los Valles
de Beersheba y Arad, y slo ms tarde en las periferias ridas.
Puede este modelo explicar la evidencia bblica y epigrfica del
comienzo de la adoracin de Yahv en Israel? Evidencia bblica circuns-
tancial indica que el ascenso de Yahv como dios de Israel puede estar
vinculado con la adopcin por parte de Sal de Yahv como el patrn de
su estado. Segn K. van der Toorn, la eleccin de Sal no fue inespera-
da, viniendo como vena l de una familia de origen sureo gabaonita/
edomita89. Siguiendo este razonamiento, el apoyo brindado por el na-
ciente estado al yahvismo, continuado ms tarde por la dinasta davdi-
ca90, explica el rpido ascenso del culto del sur y su visibilidad epigrfica
ms temprana en la estela de Mesha, junto con su falta de visibilidad en
las fuentes escritas no-estatales.
En el Perodo de Contacto Tardo, desde finales del siglo VIII
hasta mediados del VI a.C., la adopcin de prcticas de culto forneas
fue paralela a la emergencia del comercio del sur de Arabia que una
las reas al oeste y al este del Wadi Arab, coincidiendo con la in-
migracin de poblacin sur-transjordana en el Valle de Beersheba y,

89
van der Toorn 1996: 281286.
90
Cf. Smith 2002: 153155.

270
LA MATERIALIDAD DE LOS CULTOS DEL DESIERTO

probablemente, en zonas ms al norte. Fueron precisamente estos dos


factores los que crearon el trasfondo sociohistrico ideal para la mezcla
de poblacin judaica y sur-transjordana, y con l el intercambio bidirec-
cional de recuerdos histricos, tradiciones religiosas y prcticas clticas.
La evidencia arqueolgica demuestra un acelerado proceso de hibrida-
cin de la sociedad del Negev desde finales del siglo VIII a.C., dando a
la poblacin de Jud un acceso completo al folclore edomita de Tran-
sjordania meridional. Es probable que las familias de Jud y los recin
llegados comenzaran a mezclarse entre s, compartiendo ideas, folclore,
ritos y deidades; al mismo tiempo, la poblacin de Jud se acomod men-
talmente a la absorcin de los nuevos vecinos a travs de la incorporacin
de ellos en sus propios linajes, traduciendo la nueva situacin al lenguaje
del parentesco. Este perodo coincidi con el mayor desarrollo del estado
en Jud, con el crecimiento concomitante de un aparato administrativo y
de culto totalmente desarrollado y un creciente nivel de alfabetizacin,
particularmente alrededor de la burocracia estatal y del templo. Fue
probablemente dentro de este contexto sociohistrico que las tradiciones,
hasta ese momento orales, del origen meridional del yahvismo, as como
las tradiciones paralelas que vinculaban clanes, familias y personajes de
Jud con el folclore edomita sur-transjordano (sobre todo, la fusin de
las historias del israelita Jacob con el edomita Esa), fueron puestas por
escrito en los relatos sagrados que se convertiran en la Biblia hebrea91.
Aunque pueda comprenderse la dinmica general del proceso de
transmisin del yahvismo, su naturaleza, fases y caractersticas son mera
cuestin de conjeturas, ms an cuando el culto a Yahv, como sabemos,
es el resultado de varios siglos de evolucin en Palestina, con las viejas
tradiciones del sur siendo adaptadas, combinadas y vueltas a configurar
con otros elementos siro-palestinenses.

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280
A
ms de 40 aos de su nacimiento, las apro-
ximaciones desde los sistemas-mundo y los
enfoques de los vnculos centro-periferia
proveen an un marco adecuado para el anlisis
de interrelaciones polticas, econmicas y cultura-
les de toda ndole, tanto en la modernidad como
en el mundo antiguo. Aunque esta teora fue ini-
cialmente postulada para explicar la emergencia
del capitalismo en el mundo moderno, revisiones
posteriores aglutinadas bajo el rtulo de anlisis de
sistemas-mundo incorporaron el estudio de las sociedades pre-modernas,
y muy especialmente de las interrelaciones e identidades culturales emer-
gentes en ellas. En este libro, un grupo de investigacin interdisciplinario
examina diversos estudios de caso de las sociedades del antiguo Cercano
Oriente, desde Egipto y el Levante hasta Anatolia y Creta, desde el 4to al
1er milenio a.C., enfocndose en las relaciones interregionales a diversas
escalas y en cmo afectaron la vida cotidiana de los pueblos implicados en
ellas. El libro contribuye, por un lado, a responder de modo original pre-
guntas histricas significativas sobre las interrelaciones y las identidades
culturales que emergieron en momentos clave de la historia del antiguo
Cercano Oriente (Cundo se originaron? Qu elementos se transfirie-
ron? Cmo influyeron en las comunidades contemporneas? Cules son
las particularidades de tales identidades?) y, por el otro, al debate mucho
ms amplio acerca del papel desempeado por los intercambio en el desa-
rrollo de la complejidad social en las sociedades pre-modernas.

Roxana Flammini es investigadora del CONICET y profesora en la


Universidad Catlica Argentina.

Juan Manuel Tebes es investigador del CONICET y profesor en la


Universidad Catlica Argentina y Universidad de Buenos Aires.

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