La Ortotanasia

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Ortotanasia. Parte I.

Tratamiento vital y
privilegio teraputico
1. Resumen
2. Introduccin
3. La eutanasia u homicidio teraputico
4. La distanasia u obstinacin teraputica
5. La jurisprudencia mdica y legal
6. Clusula de objecin de conciencia en el ejercicio
profesional
7. La investigacin clnica y policial
8. Estudio de casos
9. Conclusin
10. La ortotanasia o privilegio teraputico
11. Apndice. La Medicina Paliativa
12. Notas y Textos
13. Documentacin
14. Bibliografa

Un estudio basado en el documento del Comit para la defensa de


la vida, presidido por el Cardenal Narciso Jubany Arnau, y emitido
por la Conferencia Episcopal Espaola con fecha 14 de febrero de
1993.

Resumen
La ortotanasia (del griego orthos, recto, justo... que observa
el derecho conforme a la razn, que obra con juicio...) designa la
actuacin correcta ante la muerte por parte de quienes atienden al
que sufre una enfermedad incurable o en fase terminal.
La ortotanasia estara tan lejos de la eutanasia, en el sentido
apuntado aqu, como de la distanasia. Este trmino, que se refiere
al valor sagrado de la vida humana y la dignidad de la persona
frente a la muerte, que respete los derechos humanos de las
personas moribundas y proteja la voluntad del enfermo y su
derecho a la objecin de conciencia, la obligacin del mdico y su
deber de preservar la vida, no se ha consagrado ms que en
ciertos ambientes hospitalarios, y hace referencia al privilegio
teraputico.
In Memoriam.
Este documento es el fruto de 10 aos de trabajo de docencia e
investigacin en memoria de los enfermos terminales que
esperaban los trataran con justicia y acabaron siendo asesinados
por quienes deban ayudarlos a vivir, para que algun da quienes
los mataron reciban el castigo que merecen por su crimen contra
la vida.

Introduccin
Hoy en da se observan determinadas actitudes maniqueas en el
seno de la sociedad, nos hace falta recordar que siempre se han
considerado a las luces del Magisterio de la Iglesia y de la doctrina
de fe una hereja y que se reproduce en los tiempos modernos de
modo y manera que se adoptan los viejos modelos que tanto
combatieron en su poca San Agustin, obispo de Hipona, la Orden
de Predicadores fundada por Santo Domingo Guzmn, de cuyo
sucesor ms destacado tenemos a Santo Toms de Aquino, y San
Antonio de Padua de la Orden de los Hermanos Menores fundada
por San Francisco de Ass, que lucharon contra la idea maniquea
del suicidio como la buena muerte para poner fin a los males de
este mundo.
Para que nos entendamos defendemos la tesis de la ortotanasia
para evitar la eutanasia u homicidio teraputico, y la distanasia u
obstinacin teraputica, siendo que ambas son una psicopata.
Una explicacin del suicidio, es que nos falta educar en la ardua
tarea de ensear a tener capacidad de sufrimiento, sin ocultar la
realidad de la muerte, de la enfermedad, o el dolor.
Esta misma huida y sin sentido del dolor que experimenta el
mundo actual, nos lleva a la eutanasia, la bsqueda de la muerte
cuando la vida se hace insoportable por el sufrimiento, y se piensa
que no vale la pena vivir. Esto explica en buena parte la idea
maniquea del suicidio, eliminar el sufrimiento aniquilando la
voluntad de ser, mediante la praxis meditativa se hace
desaparecer a la conciencia y con ella su sufrimiento, logrando lo
contrario de lo que pretendemos ser como personas humanas.
Es fcil caer en el dualismo maniquesta del bien y el mal ante la
muerte. Esto es algo de lo que debemos estar prevenidos y
atentos, son contrarios pero con diferente grado de consideracin,
el mal pertenece a un estado inferior y no se comprendera sin la
degradacin del bien, los maniqueos entendan que para evitar
todos los males que son causa del dolor y sufrimiento en este
mundo, la bondad de la muerte era el suicidio, consiguiendo de
este modo precisamente la perversin del bien y caer en el mismo
error que los defensores de la eutanasia al pretender evitar la
distanasia con el homicidio. En realidad, el bien y el mal son actos
de las instancias volitivas de la persona, en el que el bien a su vez
se entiende en si mismo sin la existencia del mal o pecado original
que pervierte al hombre y lo priva de su posicin de privilegio al
actuar contra si mismo o su propia naturaleza, y el mundo creado
le sigue en la pendiente de su cada; y solo la justicia, el fin ltimo
de la existencia humana que es el juicio final, devuelve al ser
humano su moral objetiva, nica verdad revelada al hombre por la
gracia de Dios, porque es a l mismo a quien le corresponde
retornar justamente a su propia naturaleza y al mundo creado por
derecho natural a su origen y estado primigenio (ver palabras
clave).
Las investigaciones ontolgicas de Santo Toms de Aquino y
fenomenolgicas de Max Scheler sobre el dolor y el sufrimiento
nos hacen comprender que son constitutivos del alma humana y
dan una explicacin de cmo aparece el mal en la naturaleza del
ser humano siendo as que ella en su esencia ni lo contiene ni lo
exige, as se entiende como el mal o la perversin del bien entra
en el mundo con el pecado original del hombre al actuar contra su
propia naturaleza, y como el bien en si mismo de la gracia de Dios
eleva al orden sobrenatural y es posible la redencin del gnero
humano y de dar un sentido a su dolor y sufrimiento ante la
muerte.
En cambio, hoy en da se est retornando a las corrientes
ideolgicas que defienden la cultura de la muerte y calan hasta lo
ms hondo de la civilizacin, como as lo hicieron desde Manes,
filsofo persa, de donde toma origen el trmino maniquesmo,
hasta la Edad Media con la secta de los ctaros o albigenses, los
que siendo defensores del suicidio como forma de autoliberacin
propugnan que es justificable el homicidio del que sufre con el fin
de acabar con la vida de los enfermos a causa de su estado de
gravedad.
No son pocas las personas que pretenden justificar la eutanasia
pasiva y activa como medida de gracia ante el sufrimiento y en
contra de la obediencia debida al Catecismo de la Iglesia Catlica,
Apostlica y Romana y de su cabeza visible, el Santo Padre. El 18
de agosto de 2002 en la concentracin mayor que se ha producido
en una visita a un pais europeo, en la que se reunieron millones
de personas, S.S. el Papa Juan Pablo II reiter en Cracovia
(Polonia) su condena de cualquier tipo de eutanasia para hacer
frente a estas nuevas corrientes del pensamiento contemporneo
que hunden sus races en la filosofa oriental y la idea maniquea
del suicidio y la perversin del bien, denunci la arrogancia del
hombre que se sita, a veces, en el lugar de Dios, interfiriendo en
el misterio de la vida humana y pretendiendo decidir sobre la vida
del ser humano y fijar los lmites de la muerte.
El hombre al rechazar las leyes divinas y los principios morales, se
amenaza a si mismo abiertamente queriendo hacer callar la voz de
Dios, gran ausente en la cultura y la conciencia de los pueblos, el
misterio del mal, continua marcando la vida y, ante esta
experimentada maldad, el ser humano vive el miedo al futuro, al
vaco, al sufrimiento y la aniquilacin.
Una accin u omisin que de ella misma o por intencin produzca
la muerte a fin de suprimir el dolor constituye un asesinato
gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y el
respeto al Dios vivo, su Creador. El error de juicio en que se puede
caer, no cambia la naturaleza de esta accin homicida siempre
prohibida y rechazable.

La eutanasia u homicidio teraputico.


La razn de ser de la Medicina es la curacin del enfermo en
cualquier fase de su dolencia, la mitigacin de sus dolores, y la
ayuda a sobrellevar el trance de la muerte, cuando no es posible
la curacin.
La eutanasia (del griego eu, bien, y thnatos, muerte), por el
contrario no slo es la renuncia a esa razn de ser, sino que
consiste en la deliberada decisin opuesta a la Medicina, ya que es
dar muerte a otra persona, por una presunta compasin, es una
traicin al ser humano y a la vida. Es un acto de falsa piedad, que
no exime de culpa. La eutanasia se debe condenar sin reservas
porque es un asesinato, es la psicopata de una civilizacin
amenazada por si misma.
Cuando en la comisin de un delito concurren circunstancias
especiales, la actitud razonable no es legalizar el delito en tales
circunstancias, sino que el Juez las tenga en cuenta a la hora de
ponderar en el correspondiente juicio la responsabilidad del autor
o los autores, si la hubiere.
Los partidarios de la eutanasia propugnan su legalizacin para,
mediante su control, impedir excesos o abusos. Esta forma de
presentar la cuestin presupone que, en determinadas
circunstancias, la prctica de la eutanasia no es un exceso o un
abuso; es decir, se ciega la posibilidad de debatir la naturaleza
misma de la eutanasia, por que se parte gratuitamente del
supuesto de que hay eutanasias abusivas y eutanasias correctas,
lo cual es falso. Adems, con esta forma de argumentar se intenta
producir la impresin de estar solicitando una legislacin
restrictiva, cuando en realidad se solicita una norma permisiva,
que es exactamente lo contrario.
La Organizacin Mundial de la Salud (O.M.S.) define la eutanasia
como aquella accin del mdico que provoca deliberadamente la
muerte del paciente.
La eutanasia es un acto que busca provocar la muerte a una
persona enferma que conlleva graves consecuencias familiares,
sociales, mdicas, ticas y polticas.
La eutanasia significa el final de la confianza depositada durante
milenios en una profesin que por su Juramento de Hipcrates
tiene un sentido sagrado de la vida humana y siempre se ha
comprometido a no provocar la muerte intencionadamente bajo
ningn concepto.
La eutanasia deshumaniza la Medicina, los mdicos se vuelven
indiferentes hacia los enfermos. Solamente desde el respeto
absoluto es posible concluir que todas las vidas humanas son
dignas, que ninguna es dispensable o indigna de ser vivida.
Se entiende por eutanasia activa, la sedacin terminal con la
administracin deliberada de frmacos para producir una
disminucin suficientemente profunda e irreversible de la
conciencia cuando la muerte del paciente es previsible e
inalcanzable con otras medidas, con el fin de acortar su vida.
A travs de la eutanasia pasiva, se deja que las personas mueran
en situacin de enfermedad terminal sin que se tomen medidas
excepcionales de soporte vital que ofreceran una esperanza de
salvar la vida cuando no existe otra posibilidad de supervivencia.
Estas definiciones resaltan la intencin del acto mdico, es decir, el
querer provocar voluntariamente la muerte del paciente. La
eutanasia mdica se realiza por accin directa : proporcionando
una inyeccin letal o mediante la sedacin terminal del enfermo; e
indirecta : no proporcionando el tratamiento vital para su
subsistencia. En ambos casos, la finalidad es la misma : acabar
con una vida enferma.
Si se generaliza este concepto a otros enfermos, la eutanasia
sustituir la Medicina.
No es posible que exista la Medicina si el paciente en vez de tener
confianza en su mdico hasta poner su vida, salud e integridad
fsica en sus manos, llega a tenerle miedo porque no sabe si el
profesional de la Medicina o la enfermera que se ocupan de su
salud van a decidir que su caso es digno de curacin o susceptible
de eutanasia. La verdadera muerte digna es ayudar a vivir por
compasin.
La vida, siendo un valor fundamental no es el valor supremo. Lo
que es el valor absoluto es la dignidad de la persona. Mantener el
soporte vital no va contra la misma, se puede evitar la agona
del enfermo, es un acto de suprema generosidad hacia la persona
moribunda. El rechazo del sufrimiento es justo y no censurable,
esta idea es especialmente patente en la agona que precede a la
muerte. Pero no se puede convertir la ausencia de dolor en el
criterio preferente para legitimar homicidios - bajo el nombre de
eutanasia- , porque el ser humano es acreedor de que se le
respete la vida.
La suspensin de las medidas de tratamiento vital, y el estado
de sedacin terminal, tienen la finalidad de causar deliberada y
subrepticiamente la muerte. Los mdicos hacen pura demagogia al
llamar - encarnizamiento teraputico - a que no puedan acabar
con la vida del paciente, y engaan de mala fe pretendiendo que
se caiga en el error de aceptar la -eutanasia pasiva y activa-,
cuando la verdad es que ambos males ya estn prohibidos y
castigados por las leyes.

La distanasia u obstinacin teraputica.


La distanasia (del griego dis, mal, algo mal hecho ...) es
etimolgicamente lo contrario de la eutanasia, y consiste en
retrasar el advenimiento de la muerte todo lo posible, por todos
los medios, proporcionados o no, aunque no haya esperanza
alguna de curacin y eso signifique inflingir al moribundo unos
sufrimientos aadidos a los que ya padece, y que, obviamente no
lograrn esquivar la muerte inevitable, sino slo aplazarla unas
horas o unos das en unas condiciones lamentables para el
enfermo. La distanasia tambin se llama ensaamiento y
encarnizamiento teraputico, entre otras acepciones, aunque
sera ms preciso denominarla obstinacin teraputica.
La obstinacin teraputica es la aplicacin de intervenciones
quirrgicas y/o medidas de resucitacin u otros procedimientos no
habituales a enfermos terminales cuyo fallecimiento por inminente
y/o consumado se retarda por todos los medios. Y no es esta la
cuestin de la que se trata mientras existan constantes vitales con
expectativa de vida, a cuyos enfermos se les tiene que socorrer
debidamente, porque la obligacin del profesional de la salud es
preservar su vida, respetando el privilegio teraputico en
situaciones de urgencia vital.
Se ha de eludir la distanasia, si en los enfermos terminales con
lesiones cerebrales u otras dolencias, a los que siempre se deben
mantener las medidas de sostn o prestaciones debidas de
tratamiento vital en situacin crtica de necesidad concurrente
para aliviar los sufrimientos del moribundo y moralmente
conforme a la dignidad humana, se aplicaran tratamientos
extraordinarios o desproporcionados de ciruga, reanimacin
cardaca (que se utilizan habitualmente en estados crticos y que
incluiran un sistema de traqueotoma, una aparato desfibrilador
as como aplicar los electrodos del electrocardigrafo, inyeccin de
adrenalina y localizar una va intravenosa, conexin de la mquina
de respiracin asistida u equipo de oxgeno, etc ...) u otros
mtodos lesivos. Si desde el punto de vista tico, ya con el fin de
no prolongar su agona, porque existe la condicin previa de que
la muerte no es deseada ni como fin ni como medio sino
solamente un hecho previsto y tolerado como inevitable cuando
cursa sin actividad electroencefalogrfica ni contraccin cardaca y
habindose hecho lo posible por el enfermo, se opta por no
practicar de nuevo su resucitacin por medios artificiales y/o
mecnicos, porque no existiran esperanzas de salvar su vida,
despus de certificar su muerte clnica observada y declarada
por un mdico, y de haber firmado el enfermo una declaracin de
voluntades anticipadas.
De todos modos, antes de llegar el caso y siempre respetando los
requerimientos de asistencia espiritual por su alma y por voluntad
propia del paciente la administracin de la uncin de los
enfermos con aceite consagrado que se usa en la administracin
de los sacramentos, el crisma; consciente de sus actos, o aun
cuando no est capacitado para firmar segn los cnones
establecidos, pero todava conserve sus facultades mentales y se
pueda comunicar, con el fin de evitar la distanasia, el testamento
vital segn los cnones eclesisticos, es el nico lcito, tica y
moralmente, y puede ser firmado ante testigos por los familiares
ms allegados, como interlocutores vlidos ante la ley y por orden
de autorizacin del enfermo.
So capa de rechazar el empecinamiento teraputico sin
expectativa ninguna de mejora , lo que se patrocina en realidad
por parte de los mdicos que apoyan la eutanasia pasiva y activa,
es el acto de dar muerte a otro (por accin u omisin), como si
eso mereciese la misma consideracin que la de hacer lo posible
por el moribundo para que pueda vivir lo ms dignamente posible
su propia muerte cuando esta llegue, y acto seguido abstenerse
de prolongar su existencia precaria.
El encarnizamiento teraputico se entiende en un contexto
ajeno al que se refieren los mdicos que practican la eutanasia u
homicidio teraputico, porque no pueden acabar con la vida de sus
pacientes, ni aun cuando ellos o sus familiares lo solicitasen.

Cap. I. La jurisprudencia mdica y legal.


El mdico debe procurar salvar la vida del enfermo en grave
estado, y si no hiciera todo lo posible, infringira el principio de
justicia . Segn se ha dicho antes de la dignidad de la persona y,
por lo mismo, no se puede atentar contra ella por ningn motivo.
Uno de los principios generales del Derecho segn el cual todo ser
humano debe ser respetado y su dignidad protegida y amparada
por los dems incluido el Estado , es el principio de justicia,
una expresin del sentido tico bsico de la humanidad,
fundamento elemental de todas las leyes, y de la propia
convivencia social. Este principio elemental de la tica social y de
la conducta comn implica que prevalece la justicia sobre la
autonoma del individuo, de forma que no existe un derecho a
quitar la vida. Sin el principio de justicia no tendran justificacin
alguna ni el Derecho ni los Tribunales.
Considerar delito el no prestar socorro a quien se encuentra en
peligro para su vida o su integridad fsica es una manifestacin de
solidaridad social y humana, y se basa precisamente en que toda
persona tiene derecho a que los dems le ayuden cuando est en
peligro. La existencia de este delito, y la exigibilidad tica de esta
conducta de ayuda a quien est en peligro, acreditan que nadie
puede hacer dao a otro.
La tutela de la vida humana es un deber poltico que no puede
relegarse a la moral particular o privada de cada uno.
La vida fsica es un bien universal que no puede ser amenazado
por ninguna circunstancia.
Es un deber del Estado proteger a todos los que pueden verse
privados del derecho fundamental a la vida especialmente ante la
vulnerabilidad que comporta la enfermedad.
Una sociedad en la que la eutanasia es delito transmite el mensaje
de que toda vida tiene valor, que el enfermo terminal puede tener
la tranquilidad de que los mdicos y sus familiares se empean en
apoyar su vida en las mejores condiciones. Por el contrario, una
sociedad en que la eutanasia no se persigue ni se castiga por los
poderes pblicos, est diciendo a sus miembros por va de
abstenerse, que no importa gran cosa que sean eliminados si ya
no se les ve futuro o utilidad.
La vida humana no pierde su valor sagrado ante la enfermedad ni
ante la proximidad de la muerte. Autorizar la eutanasia se ha
dicho con mucha verdad es tanto como reconocer que hay vidas
que no valen la pena, es transmitir el mensaje de que en nuestras
sociedades hay ciudadanos que por sus circunstancias es mejor
que no existan.
Los Gobiernos deben mantener la prohibicin absoluta de poner
fin intencionadamente a la vida de los enfermos irrecuperables y
de los moribundos. Legalizada la eutanasia, se abriran las
puertas a prcticas de genocidio, pues la compasin podra ser
utilizada como disculpa para justificar la eliminacin de los dbiles
y los terminales.
La Organizacin Mundial de la Salud - O.M.S. (Ginebra, 1990),
considera que : con el desarrollo de mtodos modernos de
tratamiento paliativo, debieran concentrarse los esfuerzos en la
implementacin de programas, antes que ceder ante las presiones
a la eutanasia.
Por el Cdigo Internacional de tica Mdica de la Asociacin
Mdica Mundial (Londres 1949 - Sydney 1968 - Venecia 1983),
afirma que : el mdico debe recordar siempre la obligacin de
preservar la vida; y declara que: la eutanasia, es decir, el acto
deliberado de dar fin a la vida de un paciente, es contraria a la
tica (Madrid, 1987).
Por el Convenio Europeo de Derechos Humanos. A saber: el
derecho a la vida, la prohibicin de recibir un trato inhumano y
degradante, el derecho a la libertad y la prohibicin de sufrir
discriminacin. La muerte no puede ser inflingida intencionalmente
a nadie (Art. 2) por respeto a la vida humana y su carcter
sagrado en la profesin mdica. De este modo, se definen el Art.
15 y 17.1 de la Constitucin Espaola.

El Tribunal Europeo de los Derechos Humanos rechaza legitimar la


demanda de suicidio asistido por parte de enfermos graves o
terminales. La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, en
su recomendacin 1418, aprobada el 25 de junio de 1999,
recuerda que : la eutanasia, contraviene el art. 2 del Convenio
Europeo de Derechos Humanos que afirma que la muerte no
puede ser inflingida intencionalmente a nadie. Por:
A. El derecho a la vida y la prohibicin de recibir tratos
inhumanos y degradantes.
El derecho al tratamiento vital. El art. 15 de la Constitucin
Espaola (C.E.) es uno de los ms significativos en el tema
que nos ocupa. Declara que ... todos tienen derecho a la
vida y a la integridad fsica y moral, sin que, en ningn caso,
puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos
o degradantes ... .Es evidente que la vida es el presupuesto
y condicin del ejercicio y disfrute de todos los dems
derechos de que pueda ser acreedor el ser humano, lo que
justifica la especial proteccin de que goza aqulla por el
conjunto del ordenamiento jurdico. Por tanto, no habr que
insistir en que su mbito de proteccin alcanza sin restriccin
o distincin alguna a todos los individuos, en particular a los
que se encuentran en una situacin vivencial crtica o
disminuida, como los enfermos incurables o terminales. Existe
un derecho constitucional, cuyas consecuencias para la ilicitud
de la eutanasia, y el mantenimiento del tratamiento vital por
motivos ticos y morales, religiosos, de conciencia u otros
personales son directas. El asunto por su importancia,
requiere acudir al conjunto del texto constitucional para
obtener la respuesta. Cabe afirmar que del art. 15, dado el
carcter eminentemente garantista del precepto, no faculta la
intervencin de terceros en la vida ajena. Los preceptos de
nuestro ordenamiento judicial prohben y castigan la
participacin de una persona en la muerte de otra. Sera
contrario al respeto de la dignidad humana no continuar o
interrumpir el tratamiento: esta conducta contraria a la vida
constituye una eutanasia. La actuacin mdica, ajustada a la
Lex Artis cuya finalidad es impedir la muerte de los
recurrentes, es objetivamente reconocible en el hecho de que
el tratamiento necesario para el organismo es adecuado para
mantener la vida.
La jurisprudencia que emana del Tribunal Supremo indica que
la obligacin del mdico y el personal sanitario es
proporcionar a los enfermos los cuidados necesarios segn el
estado de la Ciencia y la lex artis ad hoc.
Lo que en trminos del Cdigo Penal sera intervenir
amparado por el derecho en virtud del estado de necesidad
concurrente.
Se entiende por s mismo que los extremadamente
complicados problemas del dolo, tanto en sus fundamentos
como en los detalles, planteados por el presente contexto, en
apreciacin de que actuado con dolo eventual en relacin al
desenlace mortal es de esperar. Con el argumento de que dolo
de poner en peligro la vida y dolo de ocasionar la muerte es
plenamente consecuente de forma metdicamente fiable, en
esa medida el dolo eventual de causar la muerte, es plantear
exigencias de contenido ms estrictas que el dolo de poner en
peligro la vida.
Desde los poderes pblicos so pena del mal que padece
nuestra sociedad, se propicia la doble moral de castigar el
delito pero no al criminal, para a la fin y a la postre no aplicar
la Ley, existen indicios de dicho delito en el Art. 10, 142, 143,
149, 196 y 390 del Cdigo Penal, con el objeto de que puedan
actuar de oficio por ser de materia penal y tomar las medidas
necesarias contra los facultativos y enfermeras con el fin de
depurar responsabilidades criminales.
Art. 10. Son delitos o faltas las acciones y omisiones dolosas o
imprudentes penadas por la ley.
Imprudencia mdica.
Art. 142.3. Cuando el homicidio fuere cometido por
imprudencia profesional se impondr adems la pena de
inhabilitacin especial para el ejercicio de la profesin, oficio o
cargo por un peridodo de tres a seis aos.
(...)
Art. 149. El que causare a otro, por cualquier medio o
procedimiento, la prdida o la inutilidad de un rgano o
miembro principal, o de un sentido,..., o una grave
enfermedad somtica o psquica, ser castigado con la pena
de prisin de seis a doce aos (penas que se aplican cuando
el delito se comete con dolo).
Omisin del deber de socorro sanitario.
Art. 196. El profesional que, estando obligado a ello, denegare
asistencia sanitaria o abandonare los servicios sanitarios,
cuando de la denegacin o abandono se derive riesgo grave
para la salud de las personas, ...
(...)
Como dice la Ley General de Sanidad - L.G.S.- (14/1986 de
25 de Abril - Art. 10.6.c.) : Cuando la urgencia no permita
demoras por poderse ocasionar lesiones irreversibles o existir
peligro de fallecimiento. Segn la L.G.S.- Art. 34, las
infracciones se califican atendiendo a los criterios de riesgo
para la salud, grado de intencionalidad, gravedad de la
alteracin sanitaria y social producida ... En su Art. 35.C.2., se
consideraran infracciones muy graves, las que se realicen de
forma consciente y deliberada siempre que se produzca un
dao grave. El Art. 35.C.3. las que sean concurrentes con
otras infracciones sanitarias graves, o haya servido para
facilitar o encubrir su comisin. Y Art. 35.C.7. las que en
razn de su grado de concurrencia, merezcan calificacin de
muy graves.
La doctrina de la prdida de oportunidad considera que basta
con cierta probabilidad de que la intervencin mdica hubiese
podido evitar el dao - aunque no se pueda afirmar con
certeza - para que proceda ser considerada probada la
existencia de una defectuosa prestacin - si no omisin - de la
asistencia sanitaria por parte de la Administracin.

Por no respetar el privilegio teraputico en situacin de


urgencia vital, se trata de un caso de res ipsa loquitur: La
cosa habla por s misma(latn literal). Concepto legal
importante en muchos casos de culpa o negligencia. Describe
una situacin en la cual se produjo el dao cuando los
mdicos eran los nicos responsables, y la falta no se hubiera
producido si se hubiera puesto mayor celo, con la
concurrencia de determinados requisitos unos de carcter
fctico, - accin u omisin determinante del evento daoso, y
el propio dao acaecido - y otros de ndole jurdica - culpa o
negligencia atribuble al causante y la relacin de causalidad
entre el dao y la falta, siendo de destacar, que la calificacin
como culposa o negligente exige la posibilidad de previsin de
que el resultado poda originarse por accin u omisin - de
aquella diligencia que exige la naturaleza de la obligacin y
corresponde a las circunstancias de personas, tiempo y lugar.
B) El derecho a la libertad y la prohibicin de sufrir
discriminacin.
El derecho a la autodeterminacin del paciente. La C.E.
proclama que nadie puede ser privado de libertad (Art. 17.1),
sino con la observancia de lo que ella establece y en los casos
y en la forma previstos en la ley. En virtud de ello, la
proteccin de la salud, por razones de urgencia o necesidad
permite que las autoridades sanitarias competentes puedan
adoptar medidas de tratamiento, sin que suponga una
conculcacin de derechos constitucionales. A estos motivos
responde la excepcin que establece la L.G.S. - Art. 10.6.a.,
sobre la necesidad de Consentimiento Informado. Por tanto,
sin ejercer Testamento Vital (dar consentimiento por escrito
para procedimientos menos habituales con enfermos en
situaciones especiales, segn la Carta de Derechos y
Responsabilidadesdel paciente), el derecho a la
autodeterminacin del enfermo (L.G.S.- Art. 10.9), es
obligacin de los mdicos por la L.G.S. - Art. 10.6.c., y de la
direccin del correspondiente centro sanitario por la L.G.S. -
Art. 10.6.a., aplicar el tratamiento vital por razn de
urgencia o necesidad concurrente. Y en cualquier caso, si la
Comisin de tica Asistencial del Hospital, decidiera la
interrupcin de procedimientos mdicos onerosos, peligrosos,
extraordinarios o desproporcionados, que puede ser legtima,
en razn del rechazo de mtodos invasivos o lesivos de
encarnizamiento teraputico, como as fuere por ejemplo de
plantear nuevas operaciones quirrgicas sin expectativas de
mejor curacin, es decir, que no se quiere dar la muerte; se
acepta el hecho de no poderla impedir, dgase testamento
vital segn los supuestos contemplados. La decisin final la
debe tomar el paciente, si se encuentra en situacin y con
capacidad de hacerlo, y en su defecto, tal como expresa la
L.G.S. - Art. 10.6.b., la famlia (por orden de autorizacin), o
sino, los que la ley seale, respetando siempre la voluntad
razonable y los intereses legtimos del enfermo.
El derecho a la libertad ambulatoria. Llegados a este punto, lo
ms razonable pues, es que si las autoridades sanitarias y los
profesionales de la Medicina deciden negarse a aplicar el
tratamiento vital, intervenga la autoridad judicial, porque al
paciente y/o la famlia les ampara el derecho de exigir
cuidados asistenciales por contra de una decisin facultativa
contraria a la ley, o as lo decidieran los enfermos por sus
creencias religiosas o cristianas, segn la L.G.S. Art. 11.4.,
la direccin del correspondiente centro sanitario a propuesta
del facultativo encargado del caso, debe dar el alta
ambulatoria, con el fin de trasladar al paciente a una entidad
hospitalaria de cuidades paliativos para enfermos terminales.
Este ltimo, sera tambin un derecho de la persona a decidir
sobre el tratamiento vitalpor razones ticas y morales, de
obligado cumplimiento por la L.G.S.- Art. 10.1., y que
garantizara por razn de la L.G.S. Art. 6.4. la asistencia
sanitaria.
El derecho a la informacin. No hay que olvidar que el
derecho a la informacin se justifica en s mismo y tiene
carcter autnomo, pudiendo estar desvinculado de cualquier
acto de voluntad por parte del paciente. La L.G.S. lo asume
en el Art. 10.5, se extiende a todo lo relativo a la enfermedad,
e incluye a los familiares en el deber de ser informados.
Sujetos a tal deber son todos los profesionales sanitarios,
cualquiera que sea su rango o funcin, en consecuencia, no
slo los mdicos, sino tambin las enfermeras . Pues implica
el derecho de los familiares a conocer el estado, proceso, e
informacin teraputica sobre el enfermo.
La Ley General de Sanidad (Art. 10) legitima la Carta de
Derechos y Deberes del paciente que hizo pblica el Dept. de
Sanidad de la Generalitat de Catalunya en 1984, y que obliga
a los profesionales de la salud a solicitar consentimiento
informado del enfermo en situaciones especiales o de los
familiares por orden de autorizacin (ver Texto A).
La Ley 15/1990, de 9 de Julio, de Ordenacin Sanitaria de
Catalua, en su Ttulo 2 del Servicio Cataln de la Salud, Art.
6.1.f. son finalidades : la humanizacin de los servicios
sanitarios, manteniendo el mximo respeto a la dignidad de la
persona y a la libertad individual. ; Art.6.2.b. : garantizar la
salud como derecho inalienable de la poblacin catalana y el
acceso a curarse, que se ha de ofrecer en condiciones de un
escrupuloso respeto a la intimidad personal y a la libertad
individual, sin ningn tipo de discriminacin por razones de
raza, sexo, religin, opinin, o cualquier otra condicin o
circunstancia personal o social; y Art. 6.2.c. : que todos los
establecimientos sanitarios dispongan de la informacin
pertinente sobre los derechos y deberes que asisten a los
usuarios.
La Orden de 18 de Noviembre de 1985, por la que se regula la
estructura orgnica de direccin, gestin y administracin de
las instituciones hospitalarias de la Seguridad Social en
Catalua, modificada parcialmente por las rdenes de 16 de
julio de 1987, 16 de mayo de 1990 y 31 de marzo de 1992,
en su Art. 3.1.: el Director Gerente ser la mxima autoridad
del hospital, al que quedar adscrita la Unidad de Atencin al
Usuario; Art. 5.1. y 6. 1: y le sern subordinados
jerrquicamente el Director Mdico, y de Enfermera; Art.
5.2.b. y 6.2.b.: que deben llevar a cabo el seguimiento de las
actividades de los diferentes servicios o unidades, evaluando
su nivel de calidad y proponiendo las medidas necesarias para
su mejora; Art. 11.1 y 11.2.b.: la Unidad de Atencin del
Usuario, es el rgano responsable de la atencin personal del
paciente y de sus familiares o representantes, y debe velar
por el correcto cumplimiento y aplicacin de la Carta de
Derechos y Deberes del enfermo; Art. 14.1. y 14.2.c.: el Jefe
de Servicio quedar subordinado al Director Mdico y entre
sus funciones est el cumplimiento de los objetivos
asistenciales asignados al Servicio.
El Cdigo Deontolgico del Consejo de Colegios Mdicos en
Catalua indica que el deber mdico fundamental es ayudar al
paciente a asumir la muerte de acuerdo con sus creencias
(Cap. VII - Art. 57), contiene el derecho de toda persona a
vivir con dignidad hasta el momento de la muerte y el deber
mdico fundamental es ayudar al paciente a asumir la muerte
de acuerdo con sus creencias y con aquello que haya dado
sentido a su vida. Cuando el estado del enfermo no le permita
tomar decisiones, el mdico aceptar la de las personas
vinculadas responsables del paciente.
La OMC (Organizacin Mdica Colegial) en Espaa indica que
la eutanasia no es aceptable desde el punto de vista tico,
porque el mdico tiene el deber de intentar la curacin o
mejora del paciente siempre que sea posible, y no acepta la
provocacin intencionada de la muerte porque la eutanasia
est vetada y el cdigo espaol est en sintona con el de
todos los pases de la Unin Europea, donde el Cdigo de
tica no lo aprueba, a pesar de la ley aprobada por los
Tribunales en Holanda y Blgica que plantea un grave
problema de tica profesional, porque viola la dignidad de la
persona y es contraria a la conciencia, ya que va contra la
Declaracin de Ginebra de 1948, suscrita por la Asociacin
Mdica Mundial, as como contra los principios de tica mdica
europea, respaldados por el Vaticano y doce pases de la
Unin Europea en la Conferencia de los Colegios Profesionales
de Mdicos, y porque la obligacin del profesional de la salud
es preservar la vida.
En esta lnia, la aprobacin de una Declaracin de Voluntades
Anticipadas por el Comit para la Defensa de la Vida presidido
por el Cardenal Narcs Jubany Arnau de la Conferencia
Episcopal Espaola en 1993 es el nico testamento vital lcito
desde el punto de vista tico y moral (ver Texto B).
Si por Testamento Vital o Declaracin de Voluntades
Anticipadas del paciente, se entiende el mandato hecho a una
persona para que acabe con la propia vida en caso de estar
gravemente enfermo, impedido o con fuertes dolores, tal
testamento es nulo y totalmente ineficaz, porque nadie puede
obligar a otro a matarlo ni por accin ni por omisin.
En cambio, si por Testamento Vitalse entiende la expresin
de la voluntad anticipada de una persona de renunciar a que
le sean aplicadas operaciones de ciruga u otros protocolos
clnico-quirrgicos y/o de resucitacin cardio-pulmonar para
alargarle artificial o mecnicamente la agona despus de
certificada su muerte clnica cuando ya no sea posible salvarle
la vida. Este sera el modo de entender, cuando el fin es evitar
la obstinacin teraputica, que no es el caso cuando se
interrumpe el tratamiento en situacin de urgencia vital para
provocar el fallecimiento del enfermo, puesto que ello
supondra una eutanasia. Tal testamento es vlido jurdica y
ticamente, y no implicara una eutanasia mdica, porque se
ajusta a la definicin de ortotanasia en Medicina Legal, por el
derecho de la persona moribunda a seguir con vida con los
menos dolores y sufrimientos posibles hasta llegar el trance
de la muerte y para con posterioridad no prolongar su agona.
El Comit para la defensa de la vida de la Conferencia
Episcopal Espaola, ya en el ao 1993 bajo la Presidencia del
Cardenal Narcs Jubany Arnau emiti un documento que
contiene 100 cuestiones doctrinales contra la despenalizacin
de la eutanasia porque es un crimen contra la vida humana y
su dignidad, y del que se hacen corresponsables por accin u
omisin todos los que colaboran o participan en la realizacin
de este acto homicida.
Como ejemplo concreto de Declaracin de Voluntades
Anticipadas perfectamente admisible, est el que la
Conferencia Episcopal Espaola ha aprobado y propuesto a los
cristianos en su epgrafe 88.
La Doctrina de la Iglesia Catlica, es la que ha quedado
expuesta en el Documento emitido por el Comit para la
Defensa de la Vida (14 de febrero de 1993). Podemos
resumirla en forma de Declogo (segn extracto del epgrafe
nm. 94).
Jams es lcito matar a un paciente, ni siquiera para no verle
sufrir o no hacerle sufrir, aunque l lo pidiera expresamente.
Ni los mdicos, ni el personal sanitario, tienen la facultad de
decidir o provocar la muerte de una persona.
No es lcita la accin que por su naturaleza provoca directa o
intencionalmente la muerte del paciente.
No es lcito omitir una prestacin debida a un paciente, sin la
cual va irremisiblemente a la muerte; los cuidados vitales,
alimentacin por tubo y remedios teraputicos normales
debidos a todo paciente, aunque sufra un mal incurable o est
en fase terminal o aun en coma irreversible.
Es ilcito rehusar o renunciar a cuidados y tratamientos
posibles y disponibles, cuando se sabe que resultan eficaces,
aunque sea slo parcialmente. En concreto, no se ha de omitir
el tratamiento a enfermos en coma, si existe alguna
esperanza de posible recuperacin. En todo caso, siempre se
han de mantener las medidas de sostenimiento.
No existe la obligacin de someter al paciente terminal a
nuevas operaciones quirrgicas, cuando no se tiene la
fundada conviccin de hacerle ms llevadera su vida.
Es lcito suministrar narcticos y analgsicos que alivien el
dolor, aunque atenen la conciencia. Siempre que el fin de la
accin sea calmar el dolor y no provocar subrepticiamente un
acortamiento sustancial de la vida; en este caso, la moralidad
de la accin depende de la intencin con que se haga y de que
exista una debida proporcin entre lo que se logra (la
disminucin del dolor) y el efecto negativo para la salud.
No es lcito dejar de aplicar tratamientos cuando el cerebro
del paciente conserva ciertas funciones vitales, si esa omisin
provocase la muerte.
Las personas minusvlidas tienen los mismos derechos que
las dems personas, concretamente en lo que se refiere a la
recepcin de tratamientos teraputicos.
El Estado no puede atribuirse el derecho de legalizar la
eutanasia, pues la vida del inocente es un bien que supera el
poder de disposicin tanto del individuo como del Estado.
La eutanasia es un crimen contra la vida humana y contra la
ley divina, del que se hacen corresponsables todos los que
intervienen en la decisin y ejecucin del acto homicida.
Entre los diversos principios bsicos legislativos se encuentran
entre otros, el derecho a la vida y a la proteccin del ms
dbil, principios no solo de aplicacin a la profesin mdica
sino a todo comportamiento o actitud dentro de nuestra
sociedad. De ellos se derivan el derecho a la informacin, la
obligacin de prestar ayuda, entre otros, y por supuesto el
derecho a tomar decisiones que afecten a la propia vida.

Clusula de objecin de conciencia en el


ejercicio profesional.
El 19 de octubre del 2002 se celebraron en el
Hospital General de Catalunya las III Jornadas de
Objecin de Conciencia en el ejercicio profesional
patrocinadas por la Asociacin MCC - Metges
Cristians de Catalunya, cuyo Presidente ejecutivo es
el Dr. Josep Maria Simn Castellv, con la
participacin del entonces Cardenal Arzobispo de
Barcelona, Ricard Maria Carles, y de otras
destacadas personalidades, y con la asistencia de
profesionales de todos los mbitos se ha constituido
un frente comn con el objetivo de defender la vida.
Por objecin de conciencia en sentido amplio, se
entiende la resistencia que la conciencia opone, por
fidelidad a sus propias convicciones morales, a una
orden que la autoridad le imparte. Objetores de
conciencia han existido siempre, sobre todo en un
sentido amplio de resistencia a la autoridad. Es un
hecho que, en una sociedad cada vez ms plural,
desde el punto de vista tico se producen situaciones
de conflicto entre lo que prescriben u ordenan las
empresas o instituciones, y lo que los profesionales
deciden hacer en conciencia.
La objecin de conciencia es una manifestacin del
derecho humano a la libertad ideolgica y religiosa.
Por ello, ante el ejercicio de un derecho humano en
que, en muchas ocasiones, su ejercicio se convierte
en un deber. Muchos cdigos deontolgicos
reconocen el derecho de los profesionales en
diversos mbitos a resistir a la presin a realizar una
accin en contra de las propias convicciones. El
reconocimiento del derecho a la objecin de
conciencia ofrece una cierta garanta de libertad y de
responsabilidad moral en la actuacin profesional.
La objecin de conciencia es el ltimo reducto de
defensa de la conciencia del profesional cuando, a
pesar de las objeciones meramente tcnicas, y de su
posible sustitucin por un colega, es presionado para
hacer algo que, en conciencia, no puede admitir
como bueno. El objetor siente hacia los actos que
rechaza en conciencia una repugnancia moral
profunda, hasta el punto de que someterse a lo que
se le pide equivaldra a traicionar su propia
identidad.
Todo ciudadano tiene obligacin en conciencia de no
seguir aquellas prescripciones cuando sean
gravemente contrarias a las exigencias de orden
moral, a los derechos fundamentales de la persona
que repugnen claramente sus convicciones religiosas
e ideolgicas ms profundas. Es, en definitiva, una
apuesta por la libertad, un principio bsico en tica
general sin el cual no puede existir vida moral. Ms
an no hay responsabilidad personal sin tal libertad
interior. Por esta razn, desde numerosas
organizaciones en defensa de las libertades
profesionales se recalca que es antideontolgica toda
accin que pretenda disminuir la libertad de los
profesionales a oponerse a lo que repugna a sus
convicciones. Por ello, los poderes pblicos o
privados deben atender equitativamente a quienes
hacen uso de tal clusula.
Una sola causa tienen los hombres para no obedecer
y es cuando se les pide algo que repugne
abiertamente el derecho natural o divino; pues en
todas aquellas cosas en que se viole la ley natural o
la voluntad de Dios tan malo es mandarlas como
hacerlas (Len XIII, Enc. Diuturnum, 29/6/1881).
Segn seala el Papa Juan Pablo II en la Encclica
Evangelium Vitae, la eutanasia es un crimen que
ninguna ley humana puede pretender legitimar. Una
ley de este tipo no slo no crea ninguna obligacin
de conciencia, sino que, por el contrario, establece
una grave y precisa obligacin de oponerse a ella
mediante la objecin de conciencia.
El Pontfice utiliz estas mismas palabras en el ltimo
Congreso de la Federacin Internacional de Mdicos
Catlicos (FIAMC). Juan Pablo II se refera a la
situacin mundial del personal sanitario: En algunos
pases, los agentes sanitarios catlicos tienen que
afrontar hoy el dilema de abandonar su profesin,
pues el sistema sanitario les obliga a practicar
eutanasias u otras prcticas contra la vida humana,
violando as sus convicciones ms fundamentales.
Ante esta tensin, tenemos que recordar que hay
una va intermedia que se abre a los agentes
sanitarios catlicos fieles a su conciencia. Es la va de
la objecin de conciencia, que debera ser respetada
por todos, especialmente los legisladores.
Segn un acuerdo firmado por la Asamblea General
del Consejo General de Colegios Oficiales de Mdicos
de Espaa respecto a la objecin de conciencia es
lgico que, en la medida en que se multiplica y se
hace ms explcito el pluralismo tico de nuestra
sociedad, crezca el nmero de episodios en que el
mdico presente objecin de conciencia, es decir, se
produzcan situaciones de conflicto entre, por un
lado, lo que prescriben las leyes, ordenan los
gestores sanitarios o desean los pacientes y, por
otro, lo que los mdicos pueden hacer en
conciencia.
La objecin de conciencia mdica se entiende como
la negativa del profesional sanitario a realizar, por
motivos ticos y religiosos, determinados actos que
son ordenados o tolerados por la autoridad; tal
postura es una accin de gran dignidad tica cuando
las razones aducidas por el mdico son serias,
sinceras y constantes, y se refieren a cuestiones
graves y fundamentales.
Como dice el art. 18 de la Gua de tica Mdica
Europea, y el Cdigo de tica y Deontologa Mdica
Espaol.
La objecin de conciencia, que se refiere al rechazo
de ciertas acciones, nada tiene que ver con el
rechazo de las personas. El mdico objetor, an
abstenindose de practicar el acto objetado, est, sin
embargo, obligado, en especial en caso de urgencia,
a prestar cualquier otra atencin mdica,
antecedente o subsiguiente, a la persona que se
somete a la intervencin objetada.
Elaborado por la Comisin Central de Deontologa,
Derecho Mdico y Visado, el texto de la Asamblea
General del Consejo General de Colegios Oficiales de
Mdicos de Espaa hace referencia a que no son
muchos los puntos de referencia deontolgicos y
jurdicos sobre la objecin de conciencia. El Cdigo
de tica y Deontologa Mdica vigente no la soslaya,
pero la trata de modo incompleto. Por su parte,
ninguna de las normas legales especficas sobre
materias objetables o leyes vigentes incluyen
referencia alguna a la objecin de conciencia del
mdico.
La sentencia de Tribunal Constitucional Espaol de
11 de abril de 1985 en respuesta al recurso de
inconstitucionalidad planteado a la Ley Orgnica de
reforma del art. 41.7 bis del anterior Cdigo Penal,
declara, entre otras cosas, que tal objecin de
conciencia existe por s misma, esto es, que no
necesita ser regulada, pues forma parte del derecho
fundamental a la libertad ideolgica y religiosa
reconocida por el art. 16.1 entre otros de la
Constitucin Espaola. Su ejercicio, aade la
jurisprudencia constitucional en Espaa, es de
aplicacin directa, por cuanto se trata de uno de los
derechos fundamentales.
Cap. II. La investigacin clnica y policial.
Considerar delito la eutanasia es una cuestin de solidaridad social,
pero el mensaje que se est dirigiendo a la opinin pblica y a la
ciudadana bajo el eufemismo de la compasin que propugnan sus
defensores es que no vale la pena luchar por la vida de los enfermos
terminales, al fin y al cabo que por razones socio-econmicas es un
gasto innecesario y que ya no tiene sentido invertir en una vida intil
ms recursos sanitarios.
Los mdicos acaban realizando por considerar que todo les est
permitido, una muerte por compasin, segn el eufemismo de quienes
propugnan la eutanasia, por razones socio-econmicas. Es un concepto
de economa sanitaria que atenta contra el valor sagrado de la vida
humana en la profesin mdica.
En realidad, los mdicos razonan que la vida de un paciente capaz de
decidir pero tan carente de calidad, tiene tan alto coste, que no es
digna de ser vivida. Es muy fcil expropiar el derecho a la libertad de
seguir con vida, un recurso sencillo que ahorra tiempo y dinero, y para
los gestores sanitarios una intervencin de ptimo cociente
coste/eficacia.
Se suspenden las medidas de soporte vital porque no producen ms
que esfuerzo teraputico, y as deciden que muera el paciente. En
realidad, consideran que se trata de una vida intil y sin sentido, y que
no interesa, porque se trata de un despilfarro conspicuo de recursos
sanitarios mantener al enfermo con vida hasta que la misma
naturaleza de su enfermedad y la propia evolucin de su lesin le
lleven a la expiracin si se respetan las prestaciones debidas de
asistencia sanitaria.
El Dr. Gillian Craig en la investigacin que realiz la polica britnica de
50 muertes por eutanasia en el Reino Unido, por la que varios
hospitales fueron acusados de retirar el suero intravenoso a los
pacientes, mientras estaban sedados y de causarles un estado de
coma inducido (ver Nota 1), su muerte se debi por deshidratacin,
afirma que sedar a un paciente y deshidratarlo equivale a eutanasia. El
suero intravenoso, agua y alimentos, constituyen una necesidad bsica
y no pueden ser considerados como un tratamiento que los mdicos
pueden conceder o detener a su antojo (Ver Diario El Mundo-
07.01.1999).
Las investigaciones apuntan segn los indicios a sntomas de cianosis,
se produce la muerte por retirar el equipo de ventilacin asistida al ser
insuficiente la toma de gases medicinales de oxgeno en estado de
sedacin y deficiente el suministro de alimentacin por tubo, suero
intravenoso y agua.
El paciente conserva orientacin y conciencia, se encuentra lejos de
muerte cerebral y con la orden mdica de desconexion dolosa de la
respiracion asistida, sedacin terminal, retirada del suero intravenoso,
privacin de alimentos y agua, suspensin de las pruebas clnicas
(anlisis de sangre, RXs, EEGs, TACs, ...) y de los cuidados ordinarios
de higiene y aseo general, y de no intentar de nuevo medidas de
reanimacin cardaca y pulmonar.
Un componente de la personalidad psicpata se manifiesta en este
comportamiento individual y colectivo del personal facultativo y de
enfermera de los Servicios de Medicina Intensiva (SMI) por su falta de
compasin, con frialdad y sin escrpulos.
Los mdicos y enfermeras pierden el juicio y el sentido comn, actuan
de modo irracional y se convierten en psicpatas cuando se creen con
el poder de decidir entre la vida y la muerte, adoptan esta conducta
como habitual sin ninguna objecin de conciencia, y transforman esta
prctica en decisin mdica sin tener en cuenta la voluntad de la
persona, ni la dignidad del ser humano, porque por el conflicto de
intereses que suscita la economa de mercado en la sociedad sanitaria,
no se puede desdear el principal motivo de logro de la Medicina
Moderna que es la salud del paciente y la vida del enfermo.

Estudio de casos.
En la Grfica horaria los ltimos das arrojan el peor balance relativo a
las Entradas (Aporte hdrico, H2 O + Dieta enteral, Jevity) y Salidas
(Diuresis, Orina + Retencin gstrica, Vmitos), constatando que son
los valores ms desfavorables desde el ingreso en la R.P.Q.
(Reanimacin Post-Quirrgica) o en la U.C.I. (Unidad de Cuidados
Intensivos).
Lo cual demuestra que los bajos aportes hdricos de H 2 O que constan
en la Grfica horaria correspondientes a los ltimos das constatan la
intencin de causar la muerte no solo mediante la orden de
desconexin definitiva, prohibiendo la reanimacin, junto al coma
inducido por sedacin, sino tambin a travs de la deshidratacin
simultnea del paciente, y la disminucin gradual de la dieta enteral
(Jevity), sin otras entradas (como sera suero mdicofisiolgico,
glucosalino, etc...) que compensaran el dficit de estos valores de H2
O y Jevity.
La deshidratacin es la prdida excesiva de agua de los tejidos
corporales, que se acompaa de un transtorno en el equilibrio de los
electrolitos esenciales, particularmente el Sodio (Na), Potasio (K) y el
Cloro (Cl). Se produce despus de periodos de fiebre, vmitos o
retencin gstrica, acidosis, y cuando no se restablece el volumen
normal de lquidos corporales.
Entre los signos de deshidratacin destaca la oliguria, transtorno que
aparece cuando se produce una rpida deplecin de los lquidos
corporales, y que implica una disminucin de la capacidad de
formacin y eliminacin de orina de forma que los productos finales del
metabolismo no pueden ser excretados eficientemente, llevando
finalmente a la anuria, que es la incapacidad para orinar, o la
supresin de la produccin de orina, o excrecin urinaria menor de 100
a 250 ml./da, como se confirma en la grfica horaria en el estado de
la diuresis. La anuria est producida por insuficiencia o disfuncin renal
por deshidratacin y oliguria, por hipotensin y disminucin de la
presin arterial por debajo de la necesaria para mantener la presin de
filtracin glomerular renal, cuya actividad tambin queda limitada a
causa del estado de sedacin, que a razn de la dosis de opiceos
concomitante a la desconexin de la mquina de respiracin asistida
provoca un coma inducido.
En la insuficiencia renal aguda por oliguria e hipotensin, atribuible a
deshidratacin y sedacin, se produce una rpida disminucin de la
excrecin urinaria que conduce finalmente a la anuria y uremia.
En la anuria se produce uremia a medida que la cantidad de productos
de desecho y de potasio de la circulacin aumenta como consecuencia
de que los riones no pueden eliminarlos, situacin que produce
acidosis. La fiebre, los traumatismos y la infeccin, a la que es
especialmente sensible el enfermo urmico, tienden a provocar un
rpido catabolismo de los tejidos orgnicos, que aumenta aun ms la
concentracin srica de potasio.
Entre los signos de hiperpotasemia figuran la extrema debilidad
muscular, como confirma la deplecin de la funcin respiratoria, por la
dificultad en capacitar los msculos torcicos, que responde a la
desconexin, deshidratacin y sedacin, que desembocan en coma
neurolgico, y arritmias cardacas, que producen un paro cardio-
pulmonar.
Con un aporte hdrico (H 2 O) y dieta enteral (Jevity) deficitarios sin
otras entradas, y sin deposiciones, y despus de los niveles de diuresis
(Orina) con retencin gstrica (Vmitos), con hipoxia, oliguria e
hipotensin previos al inicio de la braquicardia, empeora el estado de
anoxia, deshidratacin y desnutricin del enfermo, antes de su muerte
por insuficiencia respiratoria (ver Notas 2, 3 y 4) y problemas
hemodinmicos de origen cardaco.
En el tratamiento de la anuria figura restablecer el volumen normal de
lquidos, la administracin de medicamentos para aumentar la
excrecin rectal de potasio, la dilisis, el control cuidadoso de la
qumica sangunea y del equilibrio electroltico, que tampoco se
efectuan para causar la muerte y deberan administrarse.

Conclusin.
La Medicina Moderna tiene la necesidad de valorar si se vulnera o pone
en peligro su objetivo primordial: la salud del paciente y la vida del
enfermo.
Una reflexin es especialmente importante cuando se trata de la
eutanasia, que plantea la necesidad de crear instancias capaces de
impedir estas prcticas mdicas con independencia de la Comisin de
tica Asistencial que solo es un rgano consultivo, y con el fin de
contrastar los aspectos sanitarios, sociales, ticos y jurdicos de los
protocolos hospitalarios y del cdigo deontolgico para juzgar
conductas e imponer sanciones por la toma de esas decisiones clnicas.
Con esta funcin ejecutiva en ltima instancia debe intervenir la
autoridad judicial.
Desde este punto de vista tico el tratamiento vital de los enfermos
terminales es una obligacin del mdico y personal sanitario, que
deben obedecer a las directrices legales, que se basan en la:
Proteccin de la vida del paciente con el cumplimiento de la Carta de
Derechos y Deberes del enfermo y, en especial, por razn de credo,
la actuacin correcta ante la muerte u ortotanasia, por el derecho a
vivir de las personas moribundas.
Promocin de un entorno hospitalario en el que el trato sea ms
humano y profesional, en el que se respete la dignidad de la persona,
y se fomente la Medicina Paliativa con el fin de recibir los cuidados
paliativos necesarios para la salud del enfermo por privilegio
teraputico.
Resolucin de los problemas de asistencia hospitalaria que comporten
un conflicto tico con la propuesta de Declaracin de Voluntades
Anticipadas del paciente, o Testamento Vital.
En definitiva, es necesario que se comunique al rgano de inspeccin
sanitaria competente (Jefe de Servicio, Direccin Mdica y de
Enfermera, o Gerencia del Hospital, etc ...) cualquier defectuosa
prestacin sanitaria para que se sancione la mala praxis mdica, y al
mismo tiempo que disponga de medios de supervisin adecuados para
evitar excesos y abusos en la atribucin de las funciones de los
facultativos y A.T.S en situaciones especiales en las que se considere
que pueden resultar vulnerados los derechos humanos y privilegios
mdicos del enfermo.

La ortotanasia o privilegio teraputico.


La ortotanasia no se limita nica y exclusivamente a evitar protocolos
clnico-quirrgicos en situaciones lamentables para el enfermo, y de
prolongar su precaria existencia cuando existe una declaracin de
voluntades anticipadas del enfermo y la condicin de muerte clnica
segn hemos enumerado, sino que se basa por definicin en el
derecho al tratamiento vital por privilegio teraputico segn el
principio de justicia en situaciones de necesidad concurrente, sentido
tico bsico segn el cual todo ser humano debe ser respetado, y su
dignidad protegida y amparada por la Ley. Por tanto, su mbito de
proteccin alcanza sin restriccin o distincin alguna a los enfermos
graves o terminales. Por consiguiente, es una obligacin de los
profesionales de la salud respetar el derecho a la vida de los
moribundos porque son personas humanas.
La decisin libre y voluntaria de seguir con vida, es un derecho del
paciente y de la familia, y ms cuando estamos obligados por la ley y
en conciencia a respetar el derecho a la vida de la persona moribunda
hasta que llegue el trance de su muerte, un verdadero testimonio de fe
en defensa de los principios contrarios a la supuesta muerte digna que
propugnan los defensores de la eutanasia. Se debe entender y es justo
concebir que el tratamiento necesario para la salud del enfermo sea
adecuado para mantener la vida en situacin de urgencia por una
compasin bien entendida que no va contra la dignidad de la persona,
porque con voluntad y apoyo moral mientras hay vida, hay una
esperanza.
Este es el modo correcto de actuar o la rectitud de intencin en el
cuidado de los enfermos en estado crtico, dar una esperanza de vida
hasta que llegue el trance de la muerte.
La solucin pasa por dar los cuidados paliativos adecuados a quien
pronto va a morir tratndole tanto los sufrimientos fsicos, psquicos,
sociales y espirituales, a favor de una asistencia sanitaria ms humana
para el enfermo.
1. Todos queremos ser tratados eficazmente del dolor, el sufrimiento y
la agona, tener la ayuda necesaria y no ser abandonados por el
mdico y el equipo sanitario cuando la enfermedad sea incurable.
2. Todos queremos ser informados adecuadamente sobre la
enfermedad, el pronstico y los tratamientos que dispone la Medicina,
que nos expliquen los datos en un lenguaje comprensible y participar
en las decisiones sobre lo que se va a hacer.
3. Todos queremos recibir un trato respetuoso, estar acompaados de
la familia, y sin otras restricciones que las necesarias para la buena
evolucin de la enfermedad y el buen funcionamiento de la institucin
hospitalaria.
4. Todos queremos recibir consuelo humano y espiritual, que nos
traten con dignidad y nos permitan ejercer nuestros derechos, el
entorno hospitalario debe ser un lugar en el que los enfermos
encuentren el apoyo de los profesionales de la salud y del sacerdote
para convertir el acto de cuidar al enfermo en una eucarista o accin
de gracias.
Hay situaciones muy concretas y excepcionales en las que el mdico
debe proceder sin necesidad de consentimiento informado, es el
caso de urgencia vital, cuando la no intervencin representa un
riesgo para el enfermo.
La situacin conocida como privilegio teraputico es la excepcin
que confirma la regla mdica , y que consiste en hacer todo lo
humanamente posible por preservar la vida de los enfermos sin
necesidad de consentimiento informado, es de obligado cumplimiento,
y no se puede consentir si se justifica lo contrario, porque sino se
infringira el principio de justicia, de necesidad recurrente y socorro
debido.
En relacin con el tratamiento vital , como medidas de
mantenimiento y conservacin de la homeostasis del organismo
humano, se emplearan : dispositivos artificiales, ... tales como la
ventilacin asistida, oxgeno a presin, hemodilisis y transfusiones
sanguneas, etc ... , en el sentido de mantener los niveles de O2,
electrolitos esenciales, ... ; sistemas orgnicos, ... aquellos capaces de
conservar el latido cardaco y las ondas cerebrales, ...; u otros
tratamientos, ... como agua, alimentacin por tubo y suero
intravenoso, etc ...; y cuidados ordinarios, ... de fisioterapia, higiene y
aseo, etc ... por citar algunos ejemplos y que en su conjunto son ms
que un privilegio mdico un derecho humano en el sentido de respetar
las prestaciones sanitarias de urgencia vital.
Cualesquiera que sean los motivos o los medios, la eutanasia consiste
en poner fin a la vida de las personas disminuidas, enfermas o
moribundas. Es moralmente inaceptable. El tratamiento vital para
aliviar los sufrimientos del moribundo, puede ser conforme a la
dignidad humana. Los cuidados paliativos del paciente pueden
constituir una forma privilegiada de caridad desinteresada. Por este
motivo, hay que alentarla.
Aquellas personas que tienen una vida disminuida o debilitada
reclaman un respeto especial. Los enfermos y minusvlidos han de
recibir ayuda para llevar una vida tan normal como sea posible.
Precisamente, en Espaa el Plan Nacional de cuidados paliativos que
elaboran el Ministerio de Sanidad, el INSALUD, y los representantes de
todas las comunidades autnomas entre las cuales Catalua est
considerada como pionera -, tiene como principal objetivo mejorar la
calidad de vida de los pacientes en situacin terminal.

Apndice.
La Medicina Paliativa.
La Medicina Paliativa o los cuidados paliativos, dcese de lo que mitiga,
suaviza o atena, especialmente los remedios que se aplican a las
enfermedades incurables para mitigar su violencia y aliviar su agudez,
es propiamente la alternativa al encarnizamiento teraputico. La
eutanasia mdica es un grave atentado contra la vida humana y su
dignidad.
Pero, ciertamente, como especializacin dentro de la organizacin
sanitaria, exige del mdico estar atento al mximo a los adelantos
cientficos y ser conocedor profundo de las necesidades del moribundo,
en favor del tratamiento vital de los enfermos terminales y en contra
de la idea de que el tratamiento futil en los pacientes crticos
justificara la suspensin de las medidas de soporte bsico,
alimentacin por tubo y remedios teraputicos normales, porque en
estado grave tienen derecho a la vida por privilegio teraputico, y no
por complacencia sino como un tratamiento paliativo para mitigar los
dolores, aliviar el sufrimiento y ayudar a sobrellevar la afliccin
extrema de la agona en el trance de la muerte, lo cual representa
hacer frente a determinados sectores de la sociedad mdica que
justifican la eutanasia mdica con un fraude de ley al considerar que
con el fin de evitar el encarnizamiento teraputico pueden matar, lo
cual nada tiene que ver con el testamento vital propuesto por la
Conferencia Episcopal Espaola a los cristianos que pretende lo
contrario, es decir que no se aplique al enfermo crtico la eutanasia
pasiva o activa u homicidio teraputico.
Cuando un mdico le ha quitado la vida a un paciente por falsa piedad,
ha dado ya un paso que tiene muy difcil retorno, ser relativamente
fcil que experimente idntico estado de nimo, porque en la prctica
la profesin impone a los mdicos la necesidad de tratar enfermos
muy semejantes.
Los recientes avances en el tratamiento eficaz del dolor y de la
enfermedad terminal han reducido por completo el riesgo de anticipar
indebidamente la muerte.
La sedacin en Medicina Paliativa es ticamente correcta cuando: 1) El
fin sea mitigar el sufrimiento. 2) La administracin del frmaco no
busque la provocacin intencionada de la muerte. 3) Cuando se
aplique un tratamiento que consiga los mismos efectos principales sin
el efecto secundario que sera acelerar la muerte.
En cambio, este argumento es uno de los principales que se utilizan
hoy en da para promover la legalizacin de la eutanasia. Y es que la
Medicina Moderna aunque dispone de medios para prolongar la vida de
las personas, incluso en situaciones de gravedad, determinados grupos
de presin social nicamente consideran que se alarga la agona del
moribundo por unos determinados intereses econmicos que son un
latrocinio de recursos sanitarios destinados por derecho a los cuidados
paliativos.
Cualquier argumento para justificar la eutanasia no es aceptable
porque en l junto a las equivocadas consideraciones acerca de evitar
la obstinacin teraputica con el fin de matar al paciente se contiene
una honda manipulacin de la nocin de muerte digna. Aqu subyace la
confusin entre la dignidad de la vida y la persona. Porque la dignidad
se fundamenta en el hecho esencial de ser humano, todas las personas
son dignas de vivir porque son seres humanos. Y el derecho a la vida
no hace acepcin de personas, sino que est establecido con
independencia de su condicin, estado de salud, u otra circunstancia
personal y social. Es decir, la persona tiene derecho a la vida por la
dignidad de ser humano.
Es digno, ciertamente, renunciar al empecinamiento teraputico sin
esperanza alguna de curacin o mejora, haciendo lo posible por el
paciente crtico y esperando la llegada de la muerte con los menos
dolores y sufrimientos posibles . Nada de esto tiene que ver con la
eutanasia, porque la provocacin de la muerte de un semejante,
cualesquiera que sean las motivaciones, es siempre ajena a la nocin
de dignidad de la persona humana. El valor absoluto de la dignidad
humana se fundamenta en el hecho de que su vida es sagrada.
La Medicina Paliativa es una forma civilizada de entender y atender a
los pacientes terminales opuesta principalmente a los dos conceptos
extremos ya aludidos: distanasia y eutanasia.
Esta es una nueva especialidad de la atencin mdica al enfermo
terminal y a su entorno que contempla el problema de la muerte del
hombre desde una perspectiva profundamente humana, reconociendo
la dignidad de su persona y el respeto por su vida en el marco del
grave sufrimiento fsico y psquico que el fin de la existencia lleva
generalmente consigo.
En definitiva, la medicina paliativa es, ni ms ni menos, un cambio de
mentalidad ante el paciente terminal. Es saber que, cuando ya no se
puede curar, an podemos cuidar, es la consciencia de cuando se debe
iniciar ese cambio: si no puedes curar, alivia, y si no puedes aliviar;
por lo menos consuela. En ese viejo aforismo se condensa toda la
filosofa de los cuidados paliativos y ortotanasia. La bondad del
procedimiento mdico y su recto proceder con las personas enfermas
en estado crtico.
Por esta razn, aplquese la mxima expresin de la Medicina Clsica :
Contraria Contrariis Curantur: Los contrarios se curan con los
contrarios (Latn literal).
Medicina Occidental Cristiana.
El origen tiene lugar en Occidente con el dominio de Roma, su mayor
desarrollo se produce a partir de los ss. XIII y XIV, su misin era
transmitir los conocimientos grecolatinos y su teraputica era el
consuelo en la oracin, se inicia la asistencia al enfermo (como obra de
caridad), y con un creciente inters cultural en los monasterios. Se
divide en tres grandes etapas:
1. ss. V al X.
a) Medicina germnica: en los pueblos sajones, y es primitiva o
tergica.
b) Medicina monstica: en los conventos, sus principales centros:
Montecasino y San Gall; sus principales monjes: Casionoro Senator,
Beda, Maurus, Hildegarda da Bingen, y el mejor Alcuin York (antes de
comenzar a estudiar medicina estudia las 7 artes liberales, que
durante el s. IX haban consistido en un 1er. bloque Trivium:
gramtica, lgica y retrica; y un 2do. bloque Quatrium: aritmtica,
geometra, astronoma y msica; y a partir del siglo X tambin se
estudia fsica y matemticas).
2. ss. XI al XII.
La asimilacin se produce por traduccin, que es laica, y complementa
la incorporacin de la medicina griega, rabe, latina y hebrea. Las
figuras ms destacadas: Constantino el Africano (que se decanta hacia
Galeno y tambin sigue a Avicena). Se constituye en dos etapas:
a) 1ra. mitad del s. XII: se traduce en la ciudad de Toledo, cuyos
traductores ms destacados son: Juan Hispano (del griego al
castellano) y Domingo Gonzlez (del castellano al latn).
b) 2da. mitad del s. XII: el traductor ms destacado: Gerardo de
Cremona (que traduce a Galeno, Hipcrates, Avicena, Razes,
Aristteles y Abulcasim).
3. ss. XIII y XIV, ...
La institucin ms importante que encontramos en este momento es la
Escuela de Montpeller (en la Corona de Aragn). Durante el s. XIII
la mayora de los alumnos y profesores son catalanes, y los ms
destacados: Arnau de Vilanova (mdico de los Reyes de Aragn, y los
Papas Bonifacio VIII y Benedicto XI) y Ramn Llull. Durante el s. XIV el
centro ms importante de estudio fue Bolonia, con las dos
aportaciones que desarrollaron la medicina actual:
1ra. La prctica en ciruga empieza a ensearse en las facultades, y
entre los mdicos ms destacados encontramos al cirujano Guy
Chauliac (Montpeller).
2da. Se da comienzo a las llamadas Concilies o monografas
mdicas sobre una enfermedad determinada (se recogen los casos de
diferentes pacientes de una enfermedad y despus se estudian), y la
figura ms importante es Alderoti.
El hombre y el sin sentido del dolor.
El dolor es el compaero del hombre. Este, percatado de su naturaleza
busca una explicacin al mismo, intento que le lleva al pesimismo ante
su impotencia real y que puede terminar en el suicidio. La nica
explicacin posible no la da la filosofa sino la teologa ya que es
necesario entrar en un plano lgico superior. Vemos en las
explicaciones de Max Scheler y de Santo Tomas de Aquino:
fenomenolgica y ontolgica; cmo el sufrimiento llega a romper la
unidad de la persona, y la esperanza del hombre para soportarlo
entronca en la visin cristiana del dolor y el sufrimiento.
Qu es el dolor?. La propia palabra dolor, del latn dolor, oris, designa
el dolor fsico - sensacin molesta en alguna parte del cuerpo -, y el
dolor psquico -pena, afliccin -. El dolor siempre ha ido asociado a la
vida del hombre. Es un fenmeno inmediato y primario. Este es un
dato de la experiencia. La gran frustracin del hombre es que estando
hecho para la felicidad, y viviendo en su bsqueda permanente, se
encuentra inexorablemente o bien con el dao fsico y/o psquico e
incluso cuando constata su motivo de logro, su corazn no se aquieta.
Cmo unimos estas dos partes del dolor?. Cmo nos lleva al
concepto de sufrimiento?. Cuando fracasamos en esa huida del dolor,
del sufrimiento, nos preguntamos: Tiene esto sentido?. Cul es el
sentido del dolor?. Si el sufrimiento es un lmite a la vida humana qu
sentido tiene?. Solo el hacernos estas preguntas ya es un modo de
sufrir, como deca San Agustin, pues mi corazn est inquieto mientras
no encuentra su sentir. As el miedo al sufrimiento es ya un sufrir, el
miedo al dolor es ya un dolor. El miedo a la muerte es ya un morir.
Cmo vivimos el dolor desde la conciencia?. Hay un principio
universal que dice que el bien es aquello que nos hace ser personas,
nos enriquece y ha de hacerse, y que el mal hay que evitar. El anlisis
fenomenolgico del dolor nos permite conocer su funcionamiento para
bien prevenirlo o tratarlo, esto nos lleva a analizar el sufrimiento de
forma ontolgica: Que es el dolor ?, su por qu ?, sus clases,
cuales son sus causas y sus efectos.
El dolor y el sufrimiento son actos objetivos, y de sentimiento. Es un
acto de las instancias afectivas de Santo Toms. Y es que el dolor
corporal intenso patentiza en nuestra conciencia la unidad sustancial
del ser humano, revelndose contra su disgregacin. San Agustn lo
defina como un sentimiento que resiste a la divisin. La tendencia a la
huida que provoca el dolor est enlazada con la imposibilidad de
sustraerme a la realidad dolorosa, con la excepcin del sndrome de
Gertsmann, desconexin del lbulo parietal del frontal, por la que
puede ocurrir no captar la sensacin dolorosa y no huir ante el hecho
doloroso. No obstante, el dolor y sufrimiento es constitutivo del ser
humano.
Max Scheler, hace un completo estudio y caracteriza el dolor como un
sentimiento referido a la conciencia del yo o si mismo. Y es que esa
sera la diferencia entre dolor y sufrimiento. A partir de un cierto grado
de intensidad y duracin del dolor este se convierte en sufrimiento de
la persona, esto es, que demora todas las perspectivas de futuro, la
indeterminacin de un horizonte sin dolor, afectando la instancia
espiritual y en extremo produciendo la muerte de la persona.
Santo Tomas nos dice que el dolor es un sentimiento de resistencia de
la voluntad, coincidiendo con San Agustn; la sensibilidad a una fuerza
de potencia superior causa dolor, porque si tal fuerza tuviera la
potencia suficiente para transformar el impulso de resistencia volitiva o
sensitiva hasta el punto de cambiarlo de signo en su cesin y
consentimiento, dejara de tener lugar.
En el sufrimiento ajeno solo cabe el mitigarlo. Encontrar un sentido al
sufrimiento es un verdadero acto de solidaridad con el hombre que
sufre. Conseguir la aceptacin del sufrimiento sin la ruptura de la
personalidad sera la finalidad. Nos encontramos pues que para que el
dolor pueda ser comprendido y podamos descubrir que sentido tiene
nos es necesario situarnos en un plano lgico superior.
La filosofa tan solo es capaz de declarar el sin sentido del dolor pero
no da explicacin alguna de cmo aparece el mal en la naturaleza del
hombre, por eso, la nica ciencia que nos puede dar una explicacin
convincente es la teologa, ya que esta opera en un orden
sobrenatural. Solo ella nos puede explicar la razn de ser del
sufrimiento de la naturaleza humana por causa del pecado original, y
que a traves de la gracia divina que eleva a un estado superior de
redencin del gnero humano somos capaces de dar un sentido al
dolor y sufrimiento.
Interludio para comprender el martirio cristiano.
"Y enjugar toda lgrima de sus ojos; y no habr ya muerte, ni llanto,
ni lamento, ni dolor, porque todo lo anterior ya pas" (Apocalipsis, 21
4).
En el Glgota tenemos los iconos de la actitud del hombre ante el
sufrimiento: por una parte est la actitud de Gestas, de rebelin, de
rechazo, que conduce a la amargura y a la tristeza del espritu y
tambin al rechazo de Dios y con ello a la desesperanza; y por otra
est la de Dimas, que lo asume con resignacin, lo acepta, y esa
actitud le lleva a reconocer a Dios, le lleva a la esperanza, y felicidad.
Esta es la respuesta, la esperanza del cristiano a la pregunta sobre el
sentido del dolor y el sufrimiento ante la muerte.
Este ya podra ser un punto de partida para explicar la encarnacin del
hijo de Dios, la pasin de Cristo y el sentido corredentor de los
mrtires de la fe. Eso haremos en la Conferencia: Psicologa del
Martirio (I y II), presentada en la categora de Psiquiatra Social del VI
CVP - Interpsiquis 2005.

Notas y Textos.
1. Estados de Coma.
Si entendemos que el estado de coma, implica una situacin de
inconsciencia profunda con ausencia de movimientos oculares
espontneos, falta de respuesta a estmulos dolorosos, y que puede
estar producido por traumatismos, tumores cerebrales que ocupan
cierto espacio, hematomas cerebrales, encefalitis y enfermedades
vasculares. Por definicin equivale a muerte cerebral, que es una
forma irreversible de prdida de conciencia que se caracteriza por una
desaparicin completa de la funcin cerebral con mantenimiento de la
contraccin cardaca. La definicin legal de la muerte cerebral vara de
unos pases a otros, pero los criterios clnicos habituales para
diagnosticarla son que las pupilas se encuentran dilatadas y fijas, con
ausencia de actividad, movimientos y respiracin.
Tambin la hipotermia, la anestesia y ciertas intoxicaciones
medicamentosas pueden producir una depresin fisiolgica profunda
muy similar a la muerte cerebral, y para poder diagnosticarla es
imprescindible evaluar la actividad elctrica del cerebro y demostrar
que no existe en dos electroencefalogramas realizados con un intervalo
de tiempo de 12 a 24 h.
2. Teraputica respiratoria (Respiracin con Presin Positiva o
Intermitente).
Ventilacin asistida mediante aire mantenido a presin durante el ciclo
respiratorio. Se usa en pacientes que pueden iniciar la respiracin pero
son incapaces de mantener sin ayuda unos niveles adecuados de
oxgeno arterial. El sufrimiento respiratorio se trata con este mtodo,
son necesarias las inspiraciones forzadas para mantener insuflados los
pulmones. El principal msculo encargado de la inspiracin es el
diafragma, cuya contraccin da lugar a una presin negativa en el
trax, que provoca la expansin de los pulmones y la entrada de aire
en ellos, hasta el volumen o capacidad normal segn el grado de
resistencia inspiratoria.
3. Capacidad respiratoria (Volumen de Reserva Inspiratorio).
Mximo volumen de aire que puede ser inspirado tras una inspiracin
normal. En estado de inspiracin mxima los pulmones tienen una
capacidad total de 5500 a 6000 ml. de aire.
4. Funcin respiratoria.
Debemos observar la relacin inversa proporcional de la funcin
respiratoria con las desconexiones de la respiracin asistida ( > F.
Resp. con desconexin y < F. Resp. sin desconexin).
La deplecin de la F. Resp. en la grfica horaria, y su incremento antes
y despus del periodo de sedacin terminal durante la desconexin
dolosa de la mquina de respiracin asistida, demuestran el efecto de
inhibicin y dficit de la F.Resp., y su anoxia que desencadena un coma
cerebral y su muerte por asfixia al no disponer de soporte ventilatorio.
Documentacin.
Los textos legislativos de la Organizacin Mundial de la Salud - O.M.S.
(Ginebra, 1990); el Cdigo Internacional de tica Mdica de la
Asociacin Mdica Mundial (Londres 1949 - Sydney 1968 - Venecia
1983 - Madrid 1987) y la Declaracin de Ginebra (1948); la
Conferencia de los Colegios Profesionales de Mdicos en la Unin
Europea y el Art. 18 de la Gua de tica Mdica Europea; sobre el
Tribunal Europeo y el Convenio Europeo de Derechos Humanos (Art.
2), la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa y su
recomendacin 1418, aprobada el 25 de junio de 1999; del Art. 15 a
17.1 de la Constitucin Espaola y la sentencia de 11 abril 1985, el
Tribunal Supremo y los Art. 10, 142, 143, 149, 196 y 390 del Cdigo
Penal y su Ley Orgnica de reforma del Art. 41.7 bis; los Art. 6, 10,
11, 34 y 35 de la Ley General de Sanidad - L.G.S.- (14/1986 de 25 de
Abril); el Art. 6 del Ttulo 2 de la Ley 15/1990, de 9 de Julio, de
Ordenacin Sanitaria de Catalua, y los Art. 3, 5, 6, 11 y 14 de la
Orden de 18 de Noviembre de 1985, por la que se regula la estructura
orgnica de direccin, gestin y administracin de las instituciones
hospitalarias de la Seguridad Social en Catalua, modificada
parcialmente por las rdenes de 16 de julio de 1987, 16 de mayo de
1990 y 31 de marzo de 1992; la Asamblea General del Consejo
General de Colegios Oficiales de Mdicos de Espaa y la Comisin
Central de Deontologa, Derecho Mdico y Visado, el Cdigo de tica y
Deontologa Mdica Espaol y el Cap. VIII, Art. 57 del Cdigo
Deontolgico del Consejo de Colegios de Mdicos en Catalua; ... han
sido obtenidos de diversas fuentes bibliogrficas del Ministerio de
Sanidad y son un extracto refundido de las publicaciones de su
Servicio de Documentacin.
A. Carta de Derechos y Deberes.
Segn el extracto del texto original de la publicacin Derechos del
Enfermo y Usuario del Hospital, editado por el Departamento de
Sanidad y Seguridad Social de la Generalitat de Catalunya en 1984:
Toda persona que haga uso de los servicios sanitarios de un centro
hospitalario tiene derecho a:
Recibir una asistencia sanitaria que ponga al servicio de la persona los
recursos tcnicos y humanos adecuados en funcin de su enfermedad
y/o las posibilidades del centro, sin discriminacin por razn de edad,
sexo, raza, ideologa, religin ni condicin socio-econmica.
Ser atendido con agilidad, que los trmites administrativos no retarden
su asistencia o ingreso, y que su estancia en el hospital sea lo ms
breve posible.
Ser tratado, por parte de todo el personal del centro, con respeto hacia
su dignidad humana.
Ser tratado con respeto a su intimidad personal.
Ser tratado con reconocimiento en relacin a sus convicciones
religiosas y filosficas, muy especialmente cuando el enfermo se
encuentre en las situaciones crticas.
Mantener relacin con sus familiares y amigos, y tener comunicacin
con el exterior.
Recibir informacin comprensible, suficiente y continuada.
Recibir informacin general sobre:
a) Los servicios de que dispone el hospital.
b) La normativa del centro.
c) El nombre del mdico responsable de su asistencia.
d) El nombre del personal de enfermera que cuida del enfermo.
e) La forma de identificar el personal.
f) Los gastos originados por su estancia hospitalaria.
g) Las vas para obtener informaciones complementarias.
h) El modo de aportar sugerencias y reclamaciones.
Recibir informacin del mdico responsable, sobre los aspectos
relativos a:
a) Motivo de su ingreso.
b) Riesgos probables que puede ofrecer toda prestacin de diagnstico
o tratamiento.
c) Explicacin detallada, antes de que se le incluya en algun tipo de
estudio o investigacin cientfica.
d) Entrega de un informe escrito cuando se le da el alta al enfermo.
Tambin cuando el enfermo lo necesite para otro mdico o entidad.
Disponer de una historia clnica y tener acceso a la informacin que
contiene. Disponer de los resultados de las exploraciones y pruebas
diagnsticas realizadas durante la estancia en el hospital.
Mantener el secreto sobre su enfermedad y sobre los datos de la
historia clnica. Ser excepcin a esta regla por mandamiento judicial.
Dar su consentimiento escrito para tratamientos mdicos o
quirrgicos, procedimientos y pruebas diagnsticas menos habituales,
y de experimentacin clnica.
Que se valore su situacin familiar y social.
Ser informado debidamente, cuando sea necesario trasladarlo a otro
centro y, en este caso, ser trasladado adecuadamente.
Optar por abandonar el hospital en cualquier momento. Cuando este
derecho sea ejercido antes de ser dado de alta por el hospital, el
enfermo debera firmar un documento de alta voluntaria.
Morir con dignidad. En esta situacin las relaciones con los familiares y
los amigos han de ser especialmente facilitadas. Si la muerte
sobreviene en el hospital, se tendr especial trato con los familiares y
las personas allegadas para que reciban tambin un trato adecuado en
esos momentos.
Conocer sus derechos, que estos sean ampliamente divulgados entre
los enfermos y el personal del hospital, y que sean respetados.
Presentar sugerencias y reclamaciones sobre el funcionamiento del
hospital y que sean estudiadas y contestadas.
Enfermos en situaciones especiales.
Cuando el estado o circunstancias del enfermo no permitan que la
informacin pueda ser asimilada adecuadamente por este, como puede
ser el caso de personas con alteraciones del nivel de conciencia
transitorios, se informar a los familiares o personas legalmente
responsables.
En caso de que el enfermo no haya dejado constancia escrita y
legalmente vlida, se respetar la voluntad de las personas en que
haya delegado. En estos casos, estas personas darn el
consentimiento para todos los supuestos en los cuales se requiere la
intervencin o participacin de la voluntad del enfermo, con la
salvedad de las situaciones de urgencia, motivos de salud pblica o
imperativos legales.
B. Declaracin de Voluntades Anticipadas.
Segn el Testamento vital que reza en el epgrafe 88 del Documento
emitido por el Comit Episcopal para la defensa de la vida, presidido
por el Cardenal Narciso Jubany Arnau, con fecha 14 de febrero de
1993.
A mi familia, a mi mdico, a mi sacerdote, a mi notario:
Si me llega el momento en que no pueda expresar mi voluntad acerca
de los tratamientos mdicos que se me vayan a aplicar, deseo y pido
que esta Declaracin sea considerada como expresin formal de mi
voluntad, asumida de forma consciente, responsable y libre, y que sea
respetada como si se tratara de un testamento.
Considero que la vida en este mundo es un don y una bendicin de
Dios, pero no es el valor supremo y absoluto. S que la muerte es
inevitable y pone fin a mi existencia terrena, pero desde la fe creo que
me abre el camino a la vida que no se acaba, junto a Dios.
Por ello, y, el que
suscribe .................................................................. pido que si
por mi enfermedad llegara a estar en situacin crtica irrecuperable, no
se me mantenga en vida por medio de tratamientos desproporcionados
o extraordinarios; que no se me aplique la eutanasia activa, ni se me
prolongue abusiva e irracionalmente mi proceso de muerte; que se me
administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos.
Pido igualmente ayuda para asumir cristiana y humanamente mi
propia muerte. Deseo poder prepararme para este acontecimiento final
de mi existencia, en paz, con la compaa de mis seres queridos y el
consuelo de mi fe cristiana.
Suscribo esta Declaracin despus de una madura reflexin. Y pido
que los que tengis que cuidarme respetis mi voluntad. Soy
consciente de que os pido una grave y difcil responsabilidad.
Precisamente para compartirla con vosotros y para atenuaros cualquier
posible sentimiento de culpa, he redactado y firmo esta declaracin.
Fecha ............................................. Doy Fe.

Palabras Clave.
Eutanasia (del griego eu, bien, y thnatos, muerte) : accin de
homicidio teraputico o suicidio asistido.
Distanasia (del griego dis, mal, algo mal hecho ...) : acto de
ensaamiento, encarnizamiento u obstinacin teraputica.
Ortotanasia (del griego orthos, recto, justo...que observa el derecho
conforme a la razn, que obra con juicio...) : actuacin correcta ante
la muerte por privilegio teraputico.

Bibliografa.
Actas de las III Jornadas de Objecin de Conciencia en el ejercicio
profesional patrocinadas por la Asociacin MCC - Metges Cristians de
Catalunya. Hospital General de Catalunya, 19 octubre 2002 (Encclica
"Diuturnum" de Len XIII y "Evangelium Vitae" de Juan Pablo II, sobre
el Congreso de la Federacin Internacional de Asociaciones de Mdicos
Catlicos - FIAMC, ...).
Carta de Derechos y Responsabilidades del paciente. Dept. de Sanidad
de la Generalitat de Catalunya (1984).
Declaracin de Voluntades Anticipadas del enfermo, y 100 cuestiones
doctrinales contra la despenalizacin de la eutanasia. Comit para la
defensa de la vida. Conferencia Episcopal Espaola (1993).
Max Scheler. El sentido del sufrimiento, en Amor y conocimiento. Ed.
Sur, Buenos Aires (1960), p. 69; y Revista de Occidente, Madrid
(1941), tomo II, p. 110-119.
Santo Toms de Aquino. Summa Theologiae, q. 35 a 1.
San Agustn. Obras Completas. Vol III, BAC (Biblioteca de Autores
Cristianos). Madrid 1951, p. 509.

Jos Mara Amens Vidal


Psiclogo Clnico y Social (docencia e investigacin desde 1984) por la
Universidad Central de Barcelona (Espaa). Miembro Fundador y
Administrador de la FPC.
Javier Mandingorra Gimnez
Mster de Orientacin familiar por la Universidad de Navarra, y de
Sexualidad por el Instituto Pontificio Juan Pablo II de estudios para el
matrimonio y la familia (Valencia). Espaa.
Fundacin Psicologa y Cristianismo. c/ Museo, 26 - 1 1. D.P. 08912.
Badalona (Barcelona). Espaa

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