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POESA TROVADORESCA
Y DOLCE STIL NUOVO
POESA TROVADORESCA
JAUFR RUDEL
LAPO GIANNI
Dulce es el pensamiento que me nutre el corazn: una joven dama que deseo, por quien
se hace gentil mi alma, ya que Amor la tom por esposa. Yo no puedo dar ligeramente
el nuevo ejemplo que ella manifiesta, este ngel, que parece venido del cielo, hermana
del Amor me parece al hablar y con mnima accin suya es maravilla: dichosa el alma a
quien ella salude!. En ella puede decirse que haya llovido alegra, esperanza y gozo
cumplido y toda rama florida de virtud, la que procede de su gran valor. El noble
pensamiento que aliento por esta joven dama que ha aparecido, me hace despreciar
maldad y villana y el dulce razonar de lo que hicimos en nuestra amorosa vida me
conforta, estando ya bajo su nueva seora. Ella me hizo tanta cortesa que no desde
mi suave hablar, por lo cual quiero, Amor, agradecerte, pues digno me hiciste de
tremendo honor. Cmo he sido inscripto en el libro de Amor, contars, baladita, en
cortesa, cuando tu veas a mi dama, luego que de ella fui hecho servidor.
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CINO DA PISTOIA
Yo miro de los prados toda flor blanca para recuerdo de aquella que me hizo tan
deseoso de suspiros como para desearlos a toda hora. Y me recuerda de la blanca
parte que con el verde oscuro hace el bello tallo, que Amor vesta en la poca en que
Venus en conjuncin con Marte, con aquella saeta suya que ms corta me golpe en
medio del corazn; y cuando el aire mueve las blancas flores, recuerdo de los bellos ojos
el dulce blanco, por los que mi deseo nunca se habr de cansar.
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GUIDO GUINIZELLI
Quiero ver a mi dama alabada, y asemejarla a la rosa y el lirio: como el lucero aparece
resplandeciente, y todo lo que en el cielo haya de bello, a ella lo asemejo. A la verde
rivera y al aire la comparo, a todos los colores y las flores, amarillo y rojo, oro y plata y a
las joyas ms ricas y preclaras; el mismo Amor se hace ms refinado por ella misma.
Pasa por la calle tan adornada y gentil, que abate el orgullo de las damas a las que
saluda, y peque contra mi fe si no lo creis. Y no puede acercrsele
hombre vil; an os digo que tiene virtud ms grande: ningn hombre puede tener un
pensamiento bajo mientras est en su presencia.
GUIDO CAVALCANTI
BELLEZA DE LA DAMA
Beldad de dama de noble corazn y caballeros armados que sean gentiles, cantar de
pajaritos y palabras de amor, adornados navos surcando veloces la corriente, aire
sereno cuando el albor aparece, y el descenso de la nieve sin viento, arroyo de aguas y
prado con toda flor, oro, plata, azul, armonizados en adornos finos: las sobrepasa la
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gran beldad y la nobleza de mi dama y su bello corazn, tanto que todas las bellezas
nombradas parecen cosa vil a quien las mira. Es tanto y ms de cualquier cosa
conocida, cuanto el cielo es mayor que la tierra; a ser de semejante naturaleza no tarde
el bien en llegar.
ANGUSTIAS DE AMOR
T, que por los ojos me llegaste al corazn y despertaste la mente que dorma, mira la
angustiosa vida ma que en suspiros la destruye Amor. Y viene golpeando tan
fuertemente que los dbiles espritus huyen; quedando en cambio slo mi figura
enseoreada por el Amor y slo alguna voz que habla de dolor. Esta virtud del amor que
me ha deshecho, de vuestros ojos gentiles parti rpidamente; un dardo me lanz dentro
del pecho. Lleg derecho el golpe al primer intento, tanto que el alma se recobr, viendo
muerto el corazn en el lado izquierdo.
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DANTE ALIGHIERI
Se muestra tan gentil y recatada mi seora cuando saluda a alguien, que toda lengua,
temblando, queda muda y los ojos no se atreven a mirar. Ella se va oyndose alabada,
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benignamente vestida de humildad; y as parece ser cosa venida del cielo a la tierra
milagrosamente. Se muestra tan corts con quien la mira, que por ojos da al alma una
dulzura que no p0uede entender quien no la prueba; y parece que de sus labios sale un
espritu suave lleno de Amor que al alma va dicindole: Suspira.
En vuestras manos, dulce seora ma, encomiendo mi alma, que est muriendo; tan
dolorida muere, que el amor que la mata la mira con piedad. Vos la sujetasteis a su
imperio hasta tal punto, que ya no le qued valor para llamarlo de otra manera que no
fuera: Seor, lo que de m quieres que se haga, quiero yo tambin.
S que os sabe mal toda injusticia; por eso, la muerte, que no he merecido, se apodera
de mi corazn con mayor amargura. Bella seora ma, mientras estoy an con vida, no
seis avara de vuestras miradas, pues as morir resignado y en paz.