Indios Mayas en Cuba-Libre
Indios Mayas en Cuba-Libre
Indios Mayas en Cuba-Libre
Los yucatecos no son tan slo empleados del estado, como los
mexicanos de las tierras altas, sino que tambin se ocupan de
negocios, y son los amos de su pas, al contrario de lo que sucede
en otros muchos, que se dejan a merced de los extranjeros. Son
una raza aparte, formada a fuerza de rudas pruebas; raza joven y
vivaz a la que el clima no ha hecho degenerar sino un tanto en la
estatura y en el progresivo desarrollo del elemento femenino. Se
le podra censurar por su excesivo afn de lucro, que le induce a
considerar al extranjero como materia explotable.
RESUMEN
Como consecuencia de la Guerra de Castas desatada en Yucatn (1847-1855) las autoridades locales
decidieron limpiar el territorio de indios con su venta a los hacendados cubanos faltos de mano de obra
para trabajar en sus ingenios. Este artculo es una reflexin sobre los interrogantes y nuevas lneas de
investigacin que plantea el tema.
ABSTRACT
As a result of the Caste War in Yucatan (1847-1855) the local authorities decided to clean the territory of
Indians by selling them to the Cuban landowners who lacked of manual labor to work in their ingenios. This
article is a reflection on the questions and new lines of investigation that this subject raises.
PALABRAS CLAVE
Historia de Yucatn, Guerra de Castas 1847-1855, Indgenas de Mxico, Historia del siglo XIX, Mayas, Cuba,
Comercio esclavo, Historia de Cuba.
KEYWORDS
Yucatan (Mexican state) History, Caste War 1847-1855, Indians of Mexico, 19th Century History, Mayas,
Cuba, Slave Trade, Cuban History.
1
La moda de los viajes y las exploraciones arqueolgicas cobraron un excepcional
inters a finales del siglo XIX, los destinos tradicionales del Grand Tour, como Venecia,
Pisa, Florencia o Pars, iban sustituyndose por lugares ms lejanos y a la vez ms exticos.
Los viajes a Jerusaln, Petra o Damasco se ponan de moda al mismo tiempo que los
periplos por tierras americanas. El sur del continente permaneca por descubrir y las
independencias liberaban no slo a los hombres sino tambin a la ciencia del monopolio
peninsular. Los viajeros, cientficos, curiosos e intrpidos buscavidas europeos y
estadounidenses invadieron el coto americano repleto de paisajes espectaculares,
antigedades, costumbres y pueblos desconocidos. El siglo XIX favoreci un boom artstico
y literario, al que colm de pinturas, grabados, colecciones, memorias y diarios con las
experiencias exticas de estos viajeros que buscaban en Amrica, sensaciones excitantes y
conocimientos reveladores acordes con los nuevos tiempos. Mxico se convirti en uno de
los lugares favoritos de peregrinacin, las ruinas de Tulum, Uxmal o Chichn-Itz en la
pennsula de Yucatn despertaron la curiosidad de hombres como Stephens, Ackemann,
Catherwood y Charnay. De los relatos ms sugestivos sobre estas travesas cabe resaltar
Incidents of Travel in Yucatn (1843) de John Lloyd Stephens, sin duda el fundador de la
arqueologa maya junto a su compaero Frederick Catherwood, el ingeniero que nos leg
los dibujos ms hermosos de los templos y las construcciones mayas1.
1 En 1841 public Incidents of travel in Central America, Chiapas and Yucatan. Nueva York, Harper and Brothers, 1841;
su compaero Catherwood le dedica el lbum de dibujos Views of Ancient Monuments of Central America, Chiapas and Yucatan.
Nueva York, Barlett and Welford, 1844. En 1854 se reedita la obra de Stephens revisada por Catherwood con las
ilustraciones de aquel pirmer viaje: Incidents of travel in Central America, Chiapas, and Yucatan. By the late John Lloyd
Stephens. Rev. from the latest American ed., with additions, by Frederick Catherwood. Londres, A. Hall, Virtue & Co.,
1854.
2
Incidents of travel in Central America
Tal vez Stephens desconoca que pocos aos despus de su recorrido por Yucatn
iba a estallar uno de los conflictos ms horrendos de la historia de Mxico y que uno de sus
amigos y valedores en Mrida, Simn Pen, como consecuencia de esta Guerra de Castas,
iba a participar en el oscuro trfico de indgenas mayas a Cuba. Este hacendado yucateco
era el propietario de las ruinas de Uxmal y una voz influyente en la poltica y en la
economa regional2. El arquelogo norteamericano desconoca al menos no nos deja
ningn testimonio al respecto, los sucios negocios de su amigo, al que rinde tributo en
las primeras pginas de su libro: Espero que el lector no se habr olvidado de nuestro
antiguo amigo D. Simn Pen, a quien por supuesto consagramos nuestra primera visita.
Recibinos l y su madre, D. Joaquina, con la misma y aun con mayor bondad que en la
primera ocasin3.
Para explicar los negocios de Pen y la venta de indgenas a Cuba deberamos
remontarnos a la situacin de la pennsula del Yucatn a principios del siglo XIX. Con este
trabajo trato de considerar algunas de las incgnitas que presenta la investigacin de este
comercio entre los dos territorios caribeos y que pretendo desvelar en un futuro prximo;
quines eran los individuos que controlaban el negocio en Mrida y en La Habana, quines
contrataron a los trabajadores, qu destino tenan en la isla, cul era su vida en los ingenios,
etc. Las novedosas investigaciones emprendidas por Javier Pia Chan hace veinte aos nos
proporcionan una visin general del comportamiento de este comercio y abren distintos
campos de reflexin a futuras pesquisas; es a lo que intentar referirme a continuacin4.
2
WELLS, Allen, Family Elites in a Boom and Bust Economy: the Molinas and Pens of Porfirian Yucatan
Hispanic American Historial Review [HAHR] 62:2 (Durham, 1982) 224-253.
3
STEPHENS, John L., Viaje a Yucatn. Edicin de Juan Luis Bonor. Madrid, Historia 16, 1989, 2 vols., vol. I,
pgs. 62-63.
4
Los primeros trabajos sobre este tema son de MENNDEZ, Carlos, Historia del infame y vergonzoso comercio de
indios vendidos a los esclavistas de Cuba por los partidos polticos yucatecos, de 1848 hasta 1861. Justificacin de la revolucin indgena de
1847. Documentos irrefutables que lo comprueban. Mrida, Talleres Grficos de La Revista de Yucatn, 1923 y Las memorias de
Buenaventura Viv y La venta de indios yucatecos en Cuba. Segundo apndice a la Historia de aquel infame y vergonzoso trfico, con nuevos
e interesantes datos y comentarios. Mrida, Biblioteca de Historia del Diario de Yucatn, 1925. A partir de los aos 40 del
siglo XX se ha abordado el tema con metodologa cientfica, los primeros trabajos los realiza Duvon Corbitt, pero no ser
hasta los 80 cuando Javier Pia aborde el tema integralmente, aunque falten en su trabajo la consulta de fuentes
documentales en Espaa y Cuba, Paul Estrade tambin dedic un artculo extraordinario sobre el trfico; vanse:
CORBITT, Duvon C., Los colonos yucatecos. Revista Bimestre Cubana XXXIX (La Habana, 1937) 64-99 y Inmigration
in Cuba. HAHR XXII (Durham, 1942) 230-308; ESTRADE, Paul, Los colonos yucatecos como sustitutos de los
esclavos negros en NARANJO OROVIO, Consuelo y MALLO GUTIRREZ, Toms (eds.), Cuba. La perla de las
Antillas. Actas de las I Jornadas sobre Cuba y su historia. Aranjuez-Madrid, Ediciones Doce Calles/CSIC, 1994, 93-107;
PIA CHAN, Javier, Guerra de castas y azcar: el comercio de indgenas mayas con Cuba (1848-1861). Anales del Caribe
7-8 (La Habana, 1987-1988) 28-93 y Guerra de castas. La venta de indios mayas a Cuba, 1848-1861. Mxico, Consejo Nacional
3
I
Cuando se pasea por las calles de Mrida es habitual ver ondeando la bandera de la
Repblica de Yucatn y or cantar a los nios en las escuelas el himno yucateco antes del
nacional. El sentimiento independentista se ha retomado estos ltimos aos propiciado por
un grupo de polticos que ven en la emancipacin una salida a los problemas endmicos de
los tres estados yucatecos (Quintana Roo, Campeche y Yucatn). Los nacionalistas
argumentan motivos histricos para su reivindicacin: si en 1840 nos declaramos
independientes por qu ahora no?. La contestacin es sencilla: gracias a las maniobras de
Antonio Lpez de Santa Ana, que logr la anexin tres aos despus e integr
definitivamente la pennsula al territorio mexicano5.
La Guerra de Castas (1847-1853) fue la culminacin de un proceso que comienza en
1821 tras la independencia de toda la pennsula, que se logra sin derramamiento de sangre y
con unos planes econmicos que permitan pensar en un estado yucateco independiente de
Mxico y neutral con su antigua metrpoli. El territorio haba comenzado a comerciar con
Cuba desde principios de siglo y sus lazos mercantiles con el prspero puerto de Veracruz
se afianzaban con un intercambio diversificado y fluido. El puerto de Campeche, capital
econmica y puerto histrico, y la habilitacin en 1814 de Sisal como salida natural de
Mrida, donde se concentraba el poder poltico, facilitaban los planes nacionalistas6. Los
rozes entre las dos ciudades no tardaran en llegar, Alejandra Garca as lo manifiesta: en
medio de una regin casi desprovista de un mercado interno, la primera [Mrida] requera
de impuestos y defenda los incipientes vnculos comerciales externos que apenas
para la Cultura y las Artes [CONACULTA], 1990, que amplia las conclusiones del artculo, y por ltimo SARUSKY,
Jaime, Los fantasmas de Omaja. La Habana, UNEAC, 1986, 91-118. Autores cubanos como Moreno Fraginals y Lev
Marrero dedicaron algunas pginas a este asunto pero no ha despertado el inters de la trata africana, la llegada de
yucatecos a la isla ha sido considerada por la historiografa cubana como algo anecdtico por el bajo nmero de
importaciones.
5
Sobre este tema vanse: BRACAMONTE Y SOSA, Pedro, Amos y sirvientes. Las haciendas de Yucatn, 1790-1860.
Mrida, Universidad Autnoma de Yucatn [UADY], 1993; CARMAGNANI, Marcello (coord.), Federalismos
latinoamericanos. Mxico, FCE-El Colegio de Mxico [COLMEX], 1993; Enciclopedia Yucatanense. Mrida, Ediciones del
Estado de Yucatn, 1977, 12 vols.; MOSELEY, Edward H. y TERRY, Edward D., Yucatn: A World Apart. Tuscaloosa,
University of Alabama Press, 1980; QUEZADA, Sergio, Pueblos y caciques yucatecos. Mxico, COLMEX, 1993; SIERRA
VILLARREAL, Jos Luis y BETANCOURT PREZ, Antonio, Yucatn. Una historia compartida. Mxico, Secretara de
Educacin Pblica [SEP]-Instituto de Investigaciones Dr. Jos Mara Luis Mora, 1989; URAS HORCASITAS, Beatriz,
Conciencia regional y poder central: ensayo sobre el pensamiento separatista yucateco en la primera mitad del siglo
diecinueve. Estudios de Historia Moderna y Contempornea de Mxico 11 (Mxico, 1988) 59-83.
6
GARCA QUINTANILLA, Alejandra, En busca de la prosperidad y la riqueza: Yucatn a la hora de la
independencia en GARCA QUINTANILLA, Alejandra y JUREZ, Abel (coords.), Los lugares y los tiempos. Ensayos sobre
las estructuras regionales del siglo XIX en Mxico. Mxico, Consejo Mexicano de Ciencias Sociales-Universidad Veracruzana-
Universidad Autnoma de Nuevo Len-Editorial Nuestro Tiempo, 1989, pgs. 83-108, 86. Sobre este tema vase
tambin: PREZ-MALLANA BUENO, Pablo Emilio, Comercio y autonoma en la intendencia de Yucatn (1797-1814). Sevilla,
Escuela de Estudios Hispanoamericanos [EEHA], 1978.
4
empezaba a disfrutar; la segunda [Campeche], provista de una importante flota marina y
asiento de grandes astilleros vea nuevas perspectivas mercantiles7. Lpez de Santa Ana
surgi por primera vez en escena en 1824, mediando con los poderes polticos y financieros
para que se rompieran los lazos econmicos con Cuba y se alcanzara un compromiso de
adhesin con Mxico, evitando una guerra civil larvada. Yucatn era una pieza codiciada
por Espaa, que no cejaba en su intento de reconquista continental desde Cuba, de
Inglaterra, que afilaba sus dientes desde la cercana Belice, y de Estados Unidos, que desde
Florida deseaba experimentar rpidamente su recin inaugurada doctrina Monroe8.
Por otro lado, a partir de 1825 la hacienda yucateca se afianzaba como unidad
productiva bsica. La caa de azcar y el algodn se extendan en el este y la zona maicera-
ganadera en el noroeste. Las tierras de las comunidades indgenas pasaron a manos de
propietarios particulares durante el siglo XIX para trasformarse en haciendas ganaderas y
luego henequereras durante el Porfiriato; la conversin de estas sociedades indgenas
tributarias a sociedades de servidumbre agraria es lo que provoc la Guerra de Castas.
Pedro Bracamonte abre un debate muy interesante sobre la tenencia de la tierra por las
repblicas de indios, en ellas la fijacin de los lmites favoreci la defensa de las tierras
frente a voracidad de las haciendas. Esta medida consolid el poder poltico de las tres
instituciones bsicas indgenas (cabildo, cacicazgo y cofrada), la revisin de los testamentos
de indios que hace Bracamonte demuestra una concentracin de tierra entre una lite de
principales y los chuntanes que controlaban las tierras patrimoniales. Son estas tierras uno
de los ejes de la organizacin social y de la estratificacin social maya y no las tierras
comunales como se ha mantenido hasta la fecha9.
5
El dominio colonial espaol se vio siempre amenazado por los continuos brotes
insurreccionales mayas, muchos de ellos de origen mesinico o proftico, como los del
Chilam Anbal en 1546, el de Chabl y Canul en 1610 o la rebelin de Jacinto Canek en
176110. La superioridad blanca y las continuas vejaciones a la poblacin indgena los
huites*, que era considerada inferior y como consecuencia sometida a un trabajo
desmedido, a castigos corporales y tributos exagerados, fue creando paulatinamente
sentimientos de odio y rencor entre los mayas. La era post-independencia no hizo sino
prorrogar las formas de explotacin colonial; las desarmotizaciones de tierras, el
debilitamiento de los recursos de las repblicas de indios y la tributacin de dos reales
mensuales perpetuaba la contribucin que antes se pagaba a la corona espaola y a los
encomenderos11. La constitucin yucateca de 1841 no reconoca a las comunidades indias y
a los caciques, que tomaron este hecho como una gran afrenta en un territorio donde eran
mayora. El descontento era generalizado, sobre todo en las repblicas mayas orientales; el
30 de julio de 1847 el pueblo de Tepich fue incendiado. Con este suceso se iniciaba la
guerra12, un conflicto liderado por Jacinto Pat, jefe del rea sur asesinado posteriormente
por sus contrincantes, lugarteniente y representante de otros caciques como Venancio
Pec o Cecilio Ch, con posturas ms agresivas y dispuestos a echar de la pennsula a todos
segunda conquista, explica el impacto de las reformas borbnicas y los primeros aos de la independencia entre la
poblacin indgena; JONES, Grant D., Maya Resistance to Spanish Rule: Time and History on a Colonial Frontier. Albuquerque,
University of New Mexico Press, 1989; PATCH, Robert, Mayas and Spaniards in Yucatan, 1648-1812. Stanford, Stanford
University Press, 1993 y la de RESTALL, Matthew, The Maya World. Yucatec Culture and Society, 1550-1850. Stanford
University Press, 1999. Para una revisin historiogrfica de Yucatn: JOSEPH, Gilbert M., From Caste War to Class
War: The Historiography of Modern Yucatn, ca. 1750-1940. HAHR 65:1 (Durham, 1985) 111-134.
10
BARTOLOM, Miguel A., La dinmica social de los mayas de Yucatn. Pasado y presente de la situacin colonial. Mxico,
CONACULTA-Instituto Nacional Indigenista [INI], 1992. El autor ha estudiado el caso de Canek de manera
pormenorizada en: La insurreccin de Canek. Un movimiento mesinico en el Yucatn colonial. Mxico, Instituto Nacional de
Antropologa e Historia [INAH], 1978, tambin puede consultarse: CCERES CARENZO, Ral, Canek, caudillo maya:
pieza pica y testimonial. Mrida, Instituto de Cultura de Yucatn, 1990. Sobre las relaciones interraciales en la regin desde la
colonia, incluyendo a Chiapas y Guatemala, vase la compilacin de ensayos: MacLEOD, Murdo J. y WASSERSTROM,
Robert (eds.), Spaniards and Indians in Southeastern Mesoamerica: Essays on the History of Ethnic Relations. Lincoln, University of
Nebraska Press, 1983, el caso yucateco lo estudia FARRISS, Nancy M., Indians in Colonial Yucatan: Three
Perspectives, pgs. 1-39.
*
Huite significa taparrabos en maya yucateco, por extensin salvaje; es as como denominaban los blancos a los
indgenas.
11
BRACAMONTE SOSA, Pedro, La memoria enclaustrada. Historia indgena de Yucatn, 1750-1915. Mxico, Centro
de Investigaciones y Estudios Superiores de Antropologa Social [CIESAS]-INI, 1994, 97-114. Sobre las relaciones entre
los grupos mayas y los poderes econmicos puede consultarse su monografa: Amos y sirvientes. Las haciendas de Yucatn,
1789-1860. Mrida, UADY, 1989.
12
Sobre la Guerra de Castas tenemos algunos trabajos que son ya clsicos, como los de BAQUEIRO, Serapio,
Ensayo histrico sobre las revoluciones de Yucatn desde el ao de 1840 hasta 1864. Mrida, Imprenta de Manuel Heredia Argelles,
1878-79 (existe una edicin ms reciente publicada en Mrida, UADY, 1990); CLINE, Howard F., Regionalism and Society in
Yucatan, 1825-1847. A Study of the Caste War. Cambridge, Harvard University Press, 1950; GONZLEZ NAVARRO,
Moiss, Raza y tierra. La guerra de castas y el henequn. Mxico, COLMEX, 1979; LAPOINTE, Marie, Los mayas rebeldes de
Yucatn. Zamora, Colegio de Michoacn, 1983; POOL JIMNEZ, Genaro, Historia oral de la Guerra de Castas de 1847 segn
los viejos descendientes mayas. UADY, Mrida, 1997; REED, Nelson, La guerra de castas de Yucatn. Mxico, Era, 1971;
QUINTAL MARTN, Fidelio, Correspondencia de la guerra de castas. Mrida, UADY, 1992. Existen numerosos trabajos sobre
diversos aspectos de la Guerra, vase: Bibliografa comentada sobre la cuestin tnica y la Guerra de Castas de Yucatn, 1821-1910.
Mrida, Ediciones del Departamento de Estudios sobre Cultura Regional-Centro de Investigaciones Regionales Dr.
Hideyo Noguchi-UADY-SEP, 1986.
6
los blancos13. La falta de alimentos y la imposibilidad de sembrar la milpa desencadenaron
los primeros problemas entre los focos insurrectos, mientras que la guerra de guerrillas
emprendida obligaba al ejrcito yucateco a replegarse en una zona concreta.
Las noticias de la crueldad indgena con los blancos avivaron el rechazo larvado
hacia la poblacin maya de los grupos dirigentes yucatecos, quienes comenzaban a elaborar
los planteamientos interraciales de la jovencsima nacin mexicana. Qu hacer con los
indios, se convirti en uno de los problemas capitales entre la opinin pblica, sera
necesaria una revisin pormenorizada de la prensa de la poca para calibrar perfectamente
las posturas pro y contra indigenistas. Las dos grandes lneas de pensamiento se
centraban en enfoques diametralmente opuestos, por un lado el exterminio de los indios y
por otro lado la integracin social a travs de la educacin y de la evangelizacin14. En 1850
los rebeldes se replegaron hacia oriente; all, uno de los insurgentes, Jos Mara Barrera, se
asent cerca de un cenote y animaba a los indgenas a seguir la lucha contra los blancos
valindose de una cruz parlante, una frmula muy primitiva de lo que podramos llamar
manipulacion meditica; con el tiempo se fund el pueblo de Chan Santa Cruz y la sociedad
de los Cruzoob*, cuyo objetivo principal era mantener vivo el espritu de los rebeldes y
luchar contra la opresin blanca mediante esta cruz parlante:
Si ya haba una cruz parlante, Barrera se sirvi de ella; si no la haba, adopt una por los medios
tradicionales. Hecha una cruz de madera, la puso sobre una plataforma de estacas en una ladera, a
oriente precisamente de la gruta. All los fugitivos desesperados oraban a Dios para que los librara de la
opresin, y estando entre ellos el ventrlocuo Manuel Nauta, Dios responda: sus hijos deban seguir
resistiendo el impo enemigo; no tenan que temer, porque l los protegera de las balas de los
dzulob15
La sociedad Cruzoob se mantuvo hasta 1855; con posterioridad a esa fecha, asest
algunos golpes espectaculares a la poblacin blanca, como el asalto a Tekax, en 1857,
liderado por Crescencio Poot, donde murieron varios pobladores16. Los soldados federales
mantenan campaas de incursin-destruccin de milpas y ranchos apresando a los
rebeldes, las razzias entre los dos contrincantes fueron especialmente crueles, y las matanzas
de los vecinos de poblados enteros eran una prctica habitual. Los apresamientos
13
Una de las peculiaridades del conflicto es que cada cacique o jefe tena su propia partida de soldados, no se
puede hablar de un ejrcito regular maya. Los dirigentes y jefes militares fueron cerca de cuarenta, en REED... ob. cit., 280-
281.
14
Cultura y derechos de los pueblos indgenas de Mxico. Mxico, Archivo General de la Nacin-FCE, 1996.
*
Soldados de la cruz. Esta sociedad persiste actualmente.
15
REED, ob, cit., 139-140.
16
BRACAMONTE, La memoria enclaustrada, 133.
7
desencadenan una de las cuestiones principales que intento elucidar en este artculo,
siquiera parcialmente: a qu se destina a estos prisioneros.
II
17 LVAREZ CUARTERO, Izaskun, Memorias de la Ilustracin. Las Sociedades Econmicas de Amigos del Pas en Cuba
(1783-1832). Madrid, Departamento de Publicaciones de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del Pas. Delegacin
en Corte, 2000, 191-195.
8
los sacarcratas pero no cuajaron, slo la migracin yucateca, que en palabras de Moreno
Fraginals muri al nacer, y la asitica tuvieron cierto xito18.
Aunque no tan significativa como la asitica, la venta de esclavos mayas a Cuba
gener unas ganancias sustanciosas a varios personajes yucatecos y cubanos. Una de las
primeras conclusiones a la que se puede llegar es que ambos territorios estaban
obsesionados con el blanqueamiento de la poblacin. La pennsula del Yucatn mantena
una mayora indgena, que result ser tan belicosa como la poblacin negra haitiana que
haba producido el terror entre sus vecinos cubanos el siglo anterior. La sintona de
temores entre ambas poblaciones blancas propici la necesidad de resolver un problema
que atenazaba a ambas economas; por un lado, las autoridades yucatecas se deshacan de
los salvajes mayas, y por el lado cubano se encontraba una solucin a su escasez de fuerza
bruta, con unos braceros cobrizos, que, aunque no blanqueaban la poblacin, podran
resultar menos insultantes que los negros.
Los protagonistas de este comercio en el rea yucateca fueron los gobernadores
Miguel Barbchano, uno de los primeros promotores de la trata y sobre quien poco
sabemos acerca de sus intereses reales en el negocio, su sucesor Rmulo Daz de la Vega y
el general Antonio Lpez de Santa Ana, favorable al comercio de mayas, dado que l no
podra impedir la contratacin de los mexicanos que [quisieran] trabajar fuera19, y al que
Moreno Fraginals acusa de patrocinador directo de la trata, tambin desconocemos con
exactitud sus implicaciones y beneficios econmicas20. Para Le Riverend, Lpez de Santa
Ana consideraba los tratos con los indieros cubanos y su aceptacin en Cuba como una
ayuda humanitaria de las autoridades de la isla ante la gravsima situacin por la que pasaba
Yucatn21. Los intermediarios en Mrida eran bsicamente dos comerciantes: Simn Pen,
fundador del puerto de Progreso, que sustituira al de Sisal, es el primer yucateco que oferta
indios era diputado por Ichmul y fue partidario de la independencia del Estado22; y
Juan Anduce, sbdito britnico que envi a Francisco Mart Torrens, uno de los hombres
18
MORENO FRAGINALS, Manuel, El ingenio. Complejo econmico social cubano del azcar. La Habana, Ciencias
Sociales, 1978, 3 vols., vol. I, 306-307. Durante la segunda mitad del XIX y principios del XX, los ingenios utilizaron
mano de obra espaola, italiana, indios centroamericanos y colombianos, haitianos, jamaiquinos, curaaeos, vase:
Migraciones asiticas a Cuba en MORENO FRAGINALS, Manuel, La historia como arma y otros estudios sobre esclavos,
ingenios y plantaciones. Barcelona, Crtica, 1983, 118-144, especialmente 123.
Sobre la migracin china se present en la Universidad de Salamanca una tesis de maestra que a partir de fuentes
cubanas y chinas revisa las circunstancias de este comercio: Chen Hui-Ying, Balance historiogrfico de la migracin china a Cuba
durante el siglo XIX. Tesis de Maestra en Estudios Americanos. Instituto de Estudios de Iberoamrica y Portugal.
Universidad de Salamanca, 1999 [indita].
19
RODRGUEZ PIA, Guerra de castas... ob. cit., 126.
20
MORENO FRAGINALS, El ingenio ob. cit. , vol. I, 307.
21
LE RIVEREND, Julio, Historia econmica de Cuba. La Habana, Instituto Cubano del Libros, 1974, 345.
22
Expediente promovido por Simn Pen proponiendo la introduccin en esta isla de jornaleros indios o mestizos, en Archivo
Nacional de Cuba [ANC], Real Consulado y Junta de Fomento [RCJF], 1848, leg. 195, nm. 8754.
9
ms siniestros de Cuba en esta poca, 36 indios secuestrados en la isla del Carmen a 25 y 8
pesos segn su edad este negocio tuvo para Anduce consecuencias nefastas pues fue
enjuiciado en Belice y condenado a cuatro aos por los tribunales ingleses23. Para Javier
Pia existe un tercer personaje interesado en la trata, se trataba de Carlos Tolm, un
comerciante cubano que llega a Sisal a bordo del vapor espaol Cetro para contratar
indgenas; en cambio, Hugh Thomas menciona a un tal Charles David Tolm, cnsul
britnico antes de Turnbull, como la cabeza de una contrata de dos mil yucatecos, parece
ser que ambos autores citan al mismo24. Es una coincidencia que Tolm, el antecesor de
David Turnbull, fuera un hombre clave en este asunto; Turnbull, el gran abolicionista
ingls, concentr a su alrededor todas las manifestaciones contra la trata, como la del
director de la Sociedad Econmica, Jos de la Luz y Caballero, el historiador Jos Antonio
Saco o Domingo del Monte25.
Otro de los intermediarios de este comercio en La Habana fue Agustn de Bolvar,
que se encarg de tramitar ante las autoridades de Cuba el ingreso de tres a cuatro mil
indios yucatecos como colonos con el mismo rgimen de los asiticos26. Segn Moreno
Fraginals, los cargamentos ms importantes corrieron a cargo de las firmas Zangrniz y
Hermanos y Goicoura y Hermanos en el primer semestre de 1855; ambas firmas hicieron
cinco embarques que sumaron 416 indios, no especifica si eran hombres y mujeres, o slo
hombres, ni cuntas contratas tuvieron cada casa negrera; tambin se apunta que las dos
casas se retiraron pronto del negocio, pues aunque eran ms dciles que los asiticos su
productividad en el ingenio dejaba mucho que desear, de modo que, en palabras del
investigador cubano, Zangroniz y Goicoura reunieron sus stocks en plaza y lo liquidaron
en un tpico packet sale27. La casa Goicura tena a Tito Visino, cnsul de Baviera en La
Habana, como representante en Mxico, parece ser que el 16 de enero de 1854 present a
Lpez de Santa Ana la solicitud para exportar indios; esta circunstancia habra que
confrontarla28. Francisco Marty y Torrens, esclavista y businessman cataln, era el enlace de
Juan Anduce en la isla y amigo ntimo del capitn general Miguel Tacn; junto a Joaqun
23
RODRGUEZ PIA, Guerra de castas... ob. cit, 126.
24
THOMAS, Hugh, The Slave Trade. The Story of the Atlantic Slave Trade: 1440-1870. Nueva York, Simon &
Schuster, 1997, 760. Existe traduccin espaola: La trata de esclavos. Historia del trfico de seres humanos de 1440 a 1870.
Madrid, Planeta, 1998.
25
HERNNDEZ Y SNCHEZ-BARBA, Mario, David Turnbull y el problema de la esclavitud en Cuba.
Anuario de Estudios Americanos XIV (Sevilla, 1957) 241-299. Vase el magnfico trabajo de BARCIA, Mara del Carmen,
Burguesa esclavista y abolicin. La Habana, Ciencias Sociales, 1987.
26
Expediente promovido por Agustn de Bolvar sobre introduccin en esta isla de 3.000 a 4.000 colonos yucatecos, en ANC,
RCJF, 1853, leg. 202, 8981.
27
MORENO FRAGINALS, El ingenio ob. cit., vol. I, 307.
28
RODRGUEZ PIA, Guerra de castas... ob. cit., 134.
10
Gmez y Manuel Pastor, formaban el grupo peninsular cercano al capitn general29.
Disfrut del monopolio de la venta del pescado en La Habana y era dueo de una gran
fortuna cuyo turbio origen estara entrelazado con la trata africana, el secuestro de indios
mayas en complicidad con los gobernantes de Yucatn, que eran llevados a La Habana en
las goletas pesqueras que recorran el golfo de Mxico, y an con la piratera, hecho ste
no comprobado que sepamos pero que como leyenda que quera ser real, propagaran en
Estados Unidos autores de la poca que escribieron sobre Cuba, en opinin de Lev
Marrero30.
Desde el comienzo de la guerra, la actitud de Cuba ante los criollos yucatecos fue de
colaboracin absoluta, se embarcaron pertrechos militares hacia la pennsula por un valor
de 23.123 pesos, que fueron pagados con la venta en La Habana de antigedades y joyas de
los templos mayas sera interesante conocer quines fueron los que pujaron y
adquirieron dichas joyas. Una vez iniciada la contienda, algunas familias yucatecas
acomodadas llegaron a Cuba en busca de refugio, el gobierno colonial les ofreca toda una
serie de ventajas, sin embargo, desconocemos sus nombres y con quines se relacionaron,
dnde se asentaron y cunto tiempo permanecieron en la isla. Parece ser que el inters por
la trata surgi de ver actuar a los indios que acompaaban a estas familias, los cubanos se
quedaron asombrados por la bondad y servilismo de estos hombres.
Con el decreto del 6 de noviembre se daba carta blanca al comercio, los prisioneros
podan ser vendidos a Cuba si previamente se firmaba un ms que dudoso contrato de
trabajo redactado en espaol que, entre otras clusulas, se iniciaba con un declaro que me
he contratado libre y voluntariamente con el Sr. D. _ y a pasar a la isla de Cuba,
obligndome desde mi llegada a dedicarme en ella a la orden de los referidos Sres. Por el
trmino de diez aos en los periodos y divisiones que establezcan31. Resultara altamente
esclarecedor averiguar las personas que figuran en dichos contratos si haba mujeres y su
nmero, la cantidad de hombres e incluso si vinieron nios o familias enteras y encontrar
las copias que existan de estos documentos en los archivos cubanos y mexicanos para
poder establecer el origen de los prisioneros. Mis sospechas apuntan a que la firma de estos
acuerdos mercantiles debi ser espordica, si es que alguno de estos contratos realmente se
firm, y que la gran mayora de los indgenas se llevaron a la fuerza, engaados y como
29
BAHAMONDE, ngel y CAYUELA, Jos, Hacer las Amricas. Las lites coloniales espaolas en el siglo XIX.
Madrid, Alianza Editorial, 1992, 39 y 40.
30
MARRERO, Lev, Cuba. Economa y Sociedad. Azcar, Ilustracin y conciencia (1763-1868). Madrid, Playor, 1988, 15
vols., vol. XIV, 245. Vase tambin: Expediente relativo al proyecto de Francisco Marti y Torrens para el establecimiento de grandes
trenes de pesca y salazones, en ANC, RCJF, 1848, leg. 180, nm. 3906.
31
RODRGUEZ PIA, Guerra de castas... ob. cit., 183-185. Paul Estrade adjunta otro modelo distinto al que
aporta Javier Rodrguez. Es interesante que la contrata se firme por nueve aos, en ESTRADE, ob. cit., 106-107.
11
botn de guerra. Ninguno de los historiadores que han investigado el tema se pone de
acuerdo en el nmero de yucatecos llegados a Cuba. Desde los veinte mil de la casa
Zangroniz, a los dos mil que apunta Corbitt o el mismo nmero que ofrece Menndez.
Creo necesario hacer un censo a partir de fuentes documentales fidedignas y contrastadas y
conocer el destino de los trabajadores; a qu potreros, ingenios o cafetales se dirigieron,
cul fue su vida en la hacienda, rastrear posibles documentos como memorias, cartas,
protocolos notariales, etc. que nos acerquen a lo que pudo ser la vida de estas personas en
la isla, si se asentaron en ella o si quiz pudieron volver a Yucatn. Una serie de incgnitas e
hiptesis que ningn autor hasta el momento ha desvelado o ha apoyado
documentalmente, salvo Paul Estrade que ha realizado una acercamiento a los documentos
de los archivos espaoles y cubanos32. Slo los censos de 1861 y 1899 contabilizan a los
indgenas, pero faltan datos y las cifras son muy dispares33.
III
El comercio no finaliz hasta 1861, cuando Benito Jurez lo prohibi, fueron doce
aos de flujo continuo de indios; la cercana de Cuba y la posibilidad de hacer embarques
en playas y lugares escondidos pudo generar un trfico ilegal y, por tanto, incontrolable, el
contrabando no deja testimonios escritos. La trata fue un gran negocio para unos pocos
pero aprovechada por todos y consentida por ambos gobiernos. El cnsul espaol en
Yucatn inform sobre la capacidad de trabajo de los indios y tanto autoridades civiles
como militares se dedicaron a cruzar informes sobre el comercio con recomendaciones
sobre la vigilancia para el buen trato de los contingentes. El 1 abril de 1848 la Junta de
Fomento habanera daba el visto bueno a la introduccin de los yucatecos, el primer
contingente de esclavos se producira en pocos das El gobierno mexicano fue incapaz de
proceder con la contundencia necesaria para acabar con el negocio; por ejemplo Luis
Cuevas, ministro de Relaciones Exteriores, se limit a recomendar al vicecnsul en La
Habana que vigilara los tratos y que le informara de la situacin. El negocio era lucrativo
para toda una cadena de intermediarios que se iniciaba en Yucatn con la caza del indio por
parte de los soldados, como indica Miguel Bartolom:
hasta el punto de que las supuestas expediciones punitivas contra los rebeldes se dedicaron
afanosamente a conseguir prisioneros para continuar tan interesante como inesperado negocio: cuando
32
Indica que de los primeros embarques algunos fueron a parar al ingenio Progreso del Marqus de Arcos en
Crdenas, vase ESTRADE, ob. cit, 96.
33
Segn el censo de 1861 radicaban en Cuba 1.046 y para el de 1899 unos 755.
12
no los conseguan siempre exista la posibilidad de vender a algunos de los propios peones o sirvientes
acusndolos de apoyar a los insurrectos.34
34
BARTOLOM, ob. cit., 187-188.
35
Federico Roncali Ceruti y Martnez de Maurica, militar, nacido en Cdiz. Despus de su cargo en Cuba (1848-
1850) fue presidente del Consejo de Ministros en diciembre de 1852.
36
. PREZ DE LA RIVA, Juan, La situacin legal del cul en Cuba en El barracn y otros ensayos. La Habana,
Ciencias Sociales, 1975, 209-253, en especial 211.
37
REED, ob. cit., 132.
13
alejada de las prcticas liberales de los grupos criollos38. En 1853 la llegada al poder de
Lpez de Santa Ana anim definitivamente el comercio, nombr a un nuevo gobernador,
viejo amigo de armas, en sustitucin de Barbchano, el general Rmulo Daz de la Vega. La
primera peticin de indios llegara de la mano de Tito Visino en representacin de
Goicuira y Hermanos, se acept la contrata pero con una serie de recomendaciones para
proteger la seguridad y el buen trato dado a los indios, a los que en todo momento se les
considerara como mexicanos, los cnsules en La Habana y Mxico negociaban con un
asunto de carcter nacional bajo la supervisin del presidente.
Otra de las interrogantes para los investigadores es el baile de cifras en la compra-
venta de los indios. Durante los primeros aos de la trata el precio de la pieza en Mrida
era de 3 onzas*, en la La Habana se venda a 10 onzas, de esas 3 onzas el erario yucateco se
quedaba con 25 pesos. Las informaciones que proporciona Corwin no coinciden con las
anteriores, indica que el coste en Yucatn era de 25 pesos, es decir, 1 onza, y que se vendan
en La Habana sobre los 100 pesos, que son 4 onzas oro39. Estrade seala que cada yucateco
era adquirido en Sisal por 20 25 pesos y que poda ser vendido en el puerto habanero a
160 pesos los hombres y a 120 las mujeres, estos precios solan oscilar y nada sabemos de
los precios por familias o por edades40. Tambin es seguro que los intermediarios en el
comercio eran varios y que los sobornos para introducir estas cargas eran moneda
corriente. No podemos obviar el trato que recibieron en los distintos trabajos
desempeados, su productividad, sus formas de vida y comportamiento en una tierra
prxima en la distancia pero tan lejana en los parmetros sociales; uno de los objetivos de
la investigacin que estoy llevando a cabo es despejar los aspectos antropolgicos de esta
poblacin en Cuba.
El destino de estos contingentes es tambin incierto, sabemos que buena parte de
ellos fueron a parar a Matanzas y a los ingenios de La Habana, pero no tenemos datos
sobre la localizacin de estas partidas. Laird Bergard, uno de los ms minuciosos
investigadores de la zona rural matancea, slo resalta la importancia de la mano de obra
asitica, por lo que es necesario hacer una revisin del personal de los ingenios de la zona41.
La documentacin del Archivo Nacional de Cuba indica que haba mayas en Guane, Las
38
CARMAGNANI, Marcello, El regreso de los dioses. El proceso de reconstitucin de la identidad tnica en Oaxaca. Mxico,
FCE, 1988, 227-238. Nancy Farriss habla de esta etapa como la Segunda Conquista.
*
1 onza de oro equivale a 16 pesos.
39
CORWIN, Arthur, F., Spain and the Aboliton of Slavery in Cuba, 1817-1886. Austin, University of Texas Press,
1967, 109.
40
ESTRADE, ob. cit, 100.
41
BERGARD, Laird W., Cuban Rural Society in the Nineteenth Century. The Social and Economic History of Monoculture in
Matanzas. Princeton, Princeton University Press, 1990.
14
Tunas, Camarioca, Crdenas, Guamutas o Guanajayabo y que algunos barrios de capital,
como Atars, Cerro, Luyan, Casa Blanca y Coln, albergaban en sus casas a yucatecos,
probablemente dedicados al servicio domstico. Una vez que Jurez puso fin al comercio,
la suerte que corrieron estos indgenas es una duda ms que permanece sin despejar;
deberamos saber el nmero de indios que se qued en la isla, si se dispersaron y se
asentaron en distintas localidades, diluyndose y mestizndose con el resto de la poblacin,
y cuntos retornaron a la pujante Yucatn del henequn. Parte del inters por el comercio
de yucatecos a Cuba se inicia con el descubrimiento que hice aos atrs de un expediente
en el Archivo Nacional de Cuba sobre una peticin de recompensa de dos individuos que
haban dado muerte a un indio perverso; qu fechora cometi este indio y por qu muri
ser parte de un trabajo ms extenso sobre el desarrollo de esta trata esclava.
|||||
Apndice
Contrato -ejemplo 1-
Yo __ natural del estado de Yucatn en la repblica mejicana, de __ edad de __ aos,
de oficio __ declaro que me he contratado libre y voluntariamente con el Sr. __ y pasar a la
isla de Cuba, obligndome desde m llegada a dedicarme en ella a la orden de los referidos
Sres. por el trmino de diez aos en los periodos y divisiones que establezcan (no pasando
de dicho tiempo) para servir a la persona o personas que designen en los trabajos de
campo, ya sea ingenios, cafetales, potreros, vegas y cualesquiera otra clase de fincas, o en
algn otro trabajo de caminos, fbricas, talleres o servicio domstico, pues me comprometo
a trabajar en todo aquello a que se me destine y pueda ejecutar en las horas del da que son
de costumbre, y en aquellas faenas extraordinarias que estn establecidas en los campos de
aquella isla. Si yo llevase mujer que se contrate libremente, se ocupar en el campo en mi
cuidado y asistencia y adems en las faenas ordinarias de su sexo, como cocinar, lavar o
asistir enfermos etctera, y en las ciudades pueblos en el servicio domstico. Nuestros
hijos estarn bajo nuestro especial abrigo y proteccin hasta la edad de nueve aos sin estar
obligados a ninguna clase de trabajos; pero pasada esta edad hasta la de 14, aunque seguirn
bajo nuestro abrigo podrn ocuparse en aquellas cosas ligeras que puedan desempear ya
sea en el campo, en las fbricas o servicio domstico.
El tiempo de diez aos de mi contrata empezar a contar desde el da de mi llegada a
cualquier punto de la isla a donde se me conduzca; bien entendido, que por va de
15
gratificacin, o enganche, deber pagrseme el pasaje y manutencin a bordo, gastos de
desembarque, traslado etc., sea cual sea la suma que esto importe; y sin que en ningn
tiempo pueda deducirse por cuenta de mi salario o raciones ninguna cosa de estos gastos.
En retribucin de mi trabajo se me darn mensualmente dos pesos fuertes en
moneda corriente, y, adems, racin semanal de tres almudes de maz siendo soltero, y seis
siendo casado, y diariamente una taza de caf atole endulzado para el desayuno, ocho
onzas de carne salada, doce onzas de pltanos u otras races alimenticias (o algn frjol en
lugar de estas races) todo cocinado con sal, al uso de la isla o al de mi pas; y si el trabajo
fuese en pueblo o ciudad, la carne, arroz y frjol que sea de costumbre, o bien la racin
sealada para los empleados en el campo si yo la prefiriese. Se me darn tambin gratis, as
como a mi mujer hijos, si los tuviese, ganen o no salario, dos mudas de ropa de algodn al
ao, una chaqueta o chamarra de abrigo, un sombrero y un par de sandalias o alpargatas de
cuero. Si yo quisiese hacer uso de algn aguardiente, se me dar en corta cantidad el que
desee, deduciendo su importe de mi salario mensual.
Si caysemos enfermos, mis hijos, mi mujer o yo, nos curar un facultativo y
tendremos toda la asistencia mdica que ste prescriba y requiera la enfermedad, no
debiendo ser de nuestra cuenta los gastos que en ella se eroguen, sino por la de nuestro
patrn, quien no podr obligarnos a trabajar hasta despus de estar completamente buenos
y recobrados.
Los domingos y das clsicos, despus de cumplir con los preceptos de la iglesia,
podremos emplearlos, si queremos, en trabajar en nuestro propio provecho dndonos al
efecto algn pedazo de tierra donde poder sembrar, siempre que no estemos destinados al
servicio domstico, y estndolo, no tendremos derecho a esas ventajas, pero se nos dar, en
cambio, toda la ropa y calzado que necesitemos, segn a lo que se nos destine.
Si yo falleciese o alguno de mis hijos, o mujer, los gastos del entierro religioso sern
por cuenta del patrn a quien sirva, y nada por la ma.
Si llegase yo a inutilizarme en el servicio, quedar a mi arbitrio y voluntad retirarme a
mi pas o a donde mejor me convenga, o bien seguir trabajando en lo que pueda; debiendo
entenderse por intil, quedar ciego, baldado o en cualquier otro estado que imposibilite un
trabajo regular .
Si mi mujer, o hijas mayores, se empleasen en el servicio del establecimiento a donde
se me destine, gano asistencia, el salario mensual de un peso nuestros hijos varones desde la
edad arriba ir catorce aos; pero pasando de esta edad, ganarn en todas sus partes.
16
Durante el expresado tiempo de mi contrato, no podr ausentarme ni variar de amo
sin justas y legales causas servicios a la persona con quien me he ajustado o a la que ste me
designe, a quien deber respeto y obediencia absoluta, y a los agentes encargados del
trabajo, pudiendo legalmente obligrseme al cumplimiento de mi contrato, quedando
sujeto, en los delitos comunes que pueda cometer, a las leyes del pas y a sus autoridades
constituidas.
Expirado el tiempo de mi contrato, quedar en plena libertad de regresar a mi pas
natal con toda mi familia, o de hacer nuevo contrato bajo las condiciones que tenga a bien
estipular.
En fe de lo cual, y para debida constancia, hacemos dos de un tenor en los idiomas
castellano y maya, siendo testigos D__
Contrato ejemplo 2-
Yo __ natural de Yucatn, de edad __ aos, quedo comprometido desde ahora a
embarcarme para Cuba en el buque __, y llegado all a trabajar a las rdenes de __ o a las de
las personas a quienes esta contrata fuere traspasada, para lo cual quedan facultadas por el
trmino de nueve aos cumplidos, que comenzar a contarse desde el octavo da siguiente
de mi llegada, en todas y cualesquiera clase de tareas domsticas. Por ninguna razn ni bajo
pretexto alguno podr eximirme del estricto cumplimiento de este contrato, ni aun
mediante indemnizacin, pues es mi expresa y firme voluntad permanecer bajo la autoridad
de mi patrono en los trminos que se indican, y desde ahora renuncio al derecho de
rescisin, de que se me ha instruido, y que otorgan a los colonos las ordenanzas sobre
colonizacin promulgadas por SM. La Reina de Espaa en veintids de marzo de mil
ochocientos cincuenta y cuatro, en sus artculos veintisiete y veintiocho, y, adems, cuantos
pudieran otorgarles cualesquiera otras leyes que en los sucesivo se publicaran. En caso de
enfermedad, si esta excediese de una semana se me suspender el salario, que no volver a
abonrseme hasta que completamente restablecido pueda dedicarme de nuevo al servicio
del patrn, al efecto renuncio cualquier derecho que me asista y me concedan los artculos
cuarenta y tres, cuarenta y cuatro y cuarenta y cinco del reglamento citado cuyo tenor
conozco. Me obligo a sujetarme en todo orden y disciplina que se observe en mi destino.
Yo el contratante acepto lo anterior y digo:
Son de mi cuenta o del que mis derechos represente el pago del pasaje a La Habana
de __ contenida en este contrato, como tambin el regreso al pas cumplido el trmino, y su
manutencin a bordo y su llegada a puerto mientras no empiecen a contarse los nueve aos
17
del compromiso. En cuyos trminos hemos convenido obligarnos mutuamente sin que por
ningn motivo podamos faltar al cumplimiento de lo pactado.
Declaro __ que me conformo con el salario estipulado de 5$ pesos mensuales, que es
el que ganan los asiticos en la Isla por ms que s y me consta que es mucho menos del
que ganan los jornaleros libres o esclavos, pues juzgo ampliamente compensada la
diferencia con las innumerables ventajas y beneficios que se me conceden en este contrato,
y el pasaje a la isla. Y para constancia firmamos __
18