Literatura Medieval

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Escribe: ANA AKAMINE YAMASHIRO -1000 PALABRAAS , CARETAS 2016

/mencin honrosa

El Adolescente

Ana Akamine Yamashiro

Kale, ms conocida como Ana Akamine Yamashiro, gan la primera mencin


honrosa en la XXVII edicin del Cuento de las 1,000 Palabras. Esta estudiante
de antropologa en San Marcos pertenece al colectivo potico Rara Avis. En el
2013 gan el segundo lugar en poesa de los Juegos Florales de su universidad.
Entre sus influencias literarias menciona a Lorca, Eielson y Borges.

Por nuestra seguridad, los adultos encierran a todos los nios y menores de
edad en cavernas artificiales que sellan el paso con sendas y pesadas rejas,
entregan las llaves a los mayores y se van. Nunca sabemos cunto tiempo nos
vamos a quedar. Los ms pequeos estn asustados, los medianos y los ms
grandes cuidan a los pequeos y entre nosotros nos organizamos para la
alimentacin, limpieza y sostenimiento de nuestras vidas mientras el monstruo
pasa. Entonces apreciamos las enseanzas escolares y las ponemos en
prctica.

Lo primero que hacemos es huir hasta lo profundo de las cavernas, iluminadas


por faros tintineantes que a veces se apagan y el terror nos embarga. Cuando
las luces vuelven estamos abrazados unos con otros, algunos estn en un
rincn, solos, llorando, y otros en shock simplemente se quedan parados en
sus sitios, ya sucios de s mismos.

Ni bien comienza la reclusin escuchamos los gritos y gemidos que vienen


desde el exterior, solo podemos imaginar lo que sucede. Los que recin pasan
por esto el miedo se les hace inconmensurable y abren sus bocas hasta
dislocrseles. Los que ya estn acostumbrados juegan entre los llantos pueriles
y la suciedad de los infantes que por el terror colapsan. No es raro tampoco
que surja la maldad y los ms fuertes golpeen a los dbiles, los encierren en las
letrinas y les alimenten de orina y de gusanos. Si no fuera porque existen duras
reglas de convivencia podran llegar a actos extremos, pero la ley es
inamovible y no tiene excepciones por ser mandato del Dios: El que mate o
viole ser expulsado al exterior. El slo recordarlo nos estremece, revive
nuestra humanidad y callamos.
Los ms grandes podemos acercarnos a las rejas, el sonido y el olor que viene
de fuera es horrendo. Siempre, por algn acuerdo incipiente, lo hacemos en
estupefacto silencio. Continuamente vemos escurrir la espesa y negra sangre a
travs de las barras de metal, que caen a veces en abundantes cantidades,
otras veces en gotas minsculas que ridiculizan nuestra ansiedad. Hemos
construido canales para que no penetre ms que unos centmetros, pues los
infantes podran verla y herir su mermada sensibilidad.

Los padres saben que sus hijos sobrevivirn, pero los hijos no saben cuntos de
ellos estarn vivos o completos. A muchos los encontramos mutilados, con
profundas cicatrices rezago de un mal inevitable o lo que es peor, nunca los
encontramos. Nos dicen que aquellos han sido devorados por el monstruo, que
las heridas y miembros faltantes son resultado de la guerra. Sin embargo
sospechamos, porque vemos huesos rodos de bebs que no pudieron llegar a
las oscuras cavernas, mujeres que resultan preadas, hombres que lloran con
las manos rojas y goteantes y decenas de ellos que caminan y hablan en
perpetuo espanto. Qu cosa y cmo es ese monstruo? Nunca nos lo dicen.

Ahora que estoy solo frente a las rejas veo que la lluvia all afuera ha calmado
momentneamente los llantos, los insultos y las voces del exterior. Se escurre
con mayor intensidad la sangre dentro de la insondable caverna. Maana
cumplir mi mayora de edad y nadie sabe qu hacer conmigo exactamente,
expulsarme, cobijarme? El dios no ha sido claro en sus leyes. Cuando termine
la lluvia el consejo decidir. No dejo de pensar que despus de todo este lugar
es para nios y ya soy mayor.

Pero Yo no quiero salir.

TERCER PUESTO: "Secreto Literario"

Por: Guillermo Rose

Posedo l mismo por las musas de la creatividad, Guillermo Rose concibi


desde la lejana Canad una historia habitada por espectros poticos que
lograron cautivar al jurado con el cuento Secreto literario. Participando esta
vez con el seudnimo borgiano de Uqbar, el autor ya era caserito de este
concurso, habindose hecho del primer premio en 1993 con el cuento Media
suela. Pariente de Juan Gonzalo Rose, tal cual se describe en el cuento, esta
historia naci como un micro-relato en el que era Cervantes el espritu
chocarrero. Fiel lector de Vargas Llosa y Ribeyro, Guillermo Rose se dedica
tambin ahora a esa otra prctica bendita: la relectura.

Hasta la noche en que mi computadora personal se congelara tan


inesperadamente, no haba relacionado el asunto de la muerte de Juan con el
hecho de mi repentino inters en escribir. En ese instante no comprend por
qu se me ocurra tamao despropsito si haban pasado ms de siete aos
desde que l desapareci del planeta hasta que empec a inspirarme tan
fcilmente, tan vigorosamente, y, sobre todo, tan repentinamente. Juan y yo,
pese a ser parientes consanguneos, solamente cruzamos unas palabras hace
muchsimos aos cuando me enter que estaba escribiendo para un diario y yo
necesitaba hablar con l. En esa oportunidad, nica en la que nuestros caminos
se juntaron brevemente, hablamos poco, sin tocar el tema que ms me
interesaba de l, la literatura o, mejor an, su literatura. Su sonrisa era
madura. Ahora lo recuerdo como un hombre joven tendra en ese momento
unos 38 aos, con un saco sport que no haca juego ni con el pantaln ni con
la corbatita michi. Un bohemio, pens, y pese a tanto que lo haba ledo y
admirado le habl como a un pariente extrao que anda buscando un contacto
con su padre a quien no ve desde los siete aos de edad. Fue muy asequible y
me indic exactamente cmo llegar al Ministerio, cosa que hice con el
apresuramiento errneo del que cree que va a encontrar un tesoro, y que si no
se apura, lo va a perder. Juan pareca comprender todo esto y su sonrisa y sus
ojos achinados, bondadosos, as me lo indicaban. Luego no supe ms de l,
excepto por una que otra crnica suya en revistas literarias de calidad. Y
pasado el tiempo, cuando muri, me di de golpes de cabeza, habiendo
desperdiciado aquella oportunidad nica de establecer contacto, de
preguntarle cosas intrascendentes pero importantes para m. Tantas veces
haba ledo y reledo sus poemas que me pareca que lo conoca
personalmente.

Hace diez aos me mud a Caracas, gracias a una oportunidad especial de


trabajo por la tremenda necesidad de analistas de sistemas en muchas
empresas venezolanas. Establecerme en otro pas no fue nada fcil, pero la
paga era buena y la demanda por gente de procesamiento de datos lo
suficientemente fuerte como para permitirme ganar unos buenos dlares y, en
un tiempo, regresar a Lima con plata como para un departamento y, encima
seguir trabajando en lo mismo. Pero fue una vida vaca, all. Soltero, con una
cualidad especial para no poder conquistar a ninguna mujer que valiera la
pena, y, pasados los cuarenta, con una familia paterna inexistente y una
familia materna igualmente extinta, solo me interesaban mi trabajo y la gente
de la oficina. Al comienzo me invitaban a algunas de sus reuniones pero se
cansaron, ya que todos tenan familia, as que no haba realmente ningn
inters mutuo, siendo que yo no solamente era extranjero, sino adems un
solitario. Desilusionado, pensaba en regresar a Lima constantemente, pero al
recordar los muchos motivos por los que dej el pas, me contentaba con
volver a esa vida segura pero aburrida. Esto es hasta hace unos tres aos. Me
haba comprado una nueva computadora personal. Una noche acababa de
terminar de escribirle una carta a un amigo del Banco de Crdito, cuando el
terminal empez a comportarse de manera extraa. El teclado se congel. No
solamente en el sentido de no funcionar, sino que realmente, las teclas
estaban heladas. Retir las manos asustado, mientras de la pantalla
desapareca la carta para dar paso a un blanco total. Toqu el teclado con
sumo cuidado, descubriendo con sorpresa que haba pasado del fro extremo a
una temperatura perfectamente agradable. La luz del lamparn se apag.
Contrariamente a lo que muchos puedan pensar, no tuve miedo alguno. Sin
escalofros, naturalmente, sent el cambio en las manos. No solamente en su
aspecto, repentinamente ms finas, ms giles; las miraba y no me parecan
mas; no me obedecan. Empec a escribir con gran facilidad dndome cuenta
que no pensaba. La sensacin de placer era proporcional a la felicidad de poder
escribir sin pensar, ya que en mi cerebro era obvio que Juan, desesperado por
continuar su carrera literaria, haba tomado control sobre m de una manera
imprevista y casi monstruosa. Nuestra colaboracin ha sido impecable desde
ese instante. Algunos crticos que parecen reconocer su estilo, simplemente me
consideran un buen imitador, sin siquiera sospechar que desde que se iniciaron
mis xitos literarios, ellos no han sido otra cosa que la continuacin de su obra
inconclusa. Lo que me asusta es que, en ocasiones, me parece percibir la
presencia adicional de otros que tambin se fueron y que parecieran sugerir
lneas, cambios en los ttulos, temas nuevos y giros poticos que me son
extraos. Hasta creo haber escuchado una voz que parece la de Borges,
discusiones amistosas y risas que quiero creer le pertenecen verdaderamente a
Julio Ramn. Mi madre me ha preguntado que si me pasa algo malo, lo que me
apena ya que ella es una anciana y se preocupa por m como si yo fuera an
un adolescente. Espero que esta colaboracin nuestra, que este secreto
literario que se apodera cada vez ms apasionadamente de m y sobre el que a
veces pierdo el control, no me termine convirtiendo en una simple continuacin
de Juan. Y que los doctores lleguen a comprender espero que por el estilo de
mis escritos ms que por mi propio testimonio, que lo que les he dicho y
repetido hasta el cansancio no es ms que la verdad, y que me permitan algn
da salir de esta clnica privada desde la que escribo hace ya ms de dos aos.
(Por: Guillermo Rose)

Por: Jos Ignacio Pachecho


MENCIN HONROSA: Las Amazonas

Buen conocedor del diseo de estructuras concretas, el arquitecto Jos Ignacio


Pacheco es tambin disciplinado cultor de las armazones de la ficcin y la
palabra. Con el seudnimo de Macael, el autor se hizo de una honorable
mencin honrosa con el cuento Las amazonas, el relato de una sociedad sin
hombres que una vez al ao organiza un recorrido por las montaas en busca
de los mejores machos sembradores para reproducirse: un viaje sexual de
alcance sideral.

_____________

Las amazonas eran mujeres muy grandes de piernas largas, y sus ojos
pequeos tenan brillos oscuros como la selva misma. Sus cuerpos eran una
rara combinacin, su raza se perda en los tiempos, piel de cobre y rasgos de
tigresa.

Traan el pelo corto y un tocado de piel de lagarto para impresionar a las tribus.
El resto de su vestimenta consista en un trozo de cuero suave, anudado a la
cintura. En sus pies traan argollas de un extrao metal que al correr emitan
sonidos que espantaban a las fieras.

Tenan fama de excelentes cazadoras; a todas, al cumplir diez aos, les era
mutilado un pecho, el izquierdo o el derecho, para manejar mejor el arco, al
que le tenan un especial cario. Este instrumento de caza era extensin de su
brazo, su dador de alimento y seguridad con su destreza y la disciplina
aprendida, de mujeres libres, mantena a raya a fieras y hombres.

Los hombres no existan en la tribu. Una vez por ao el consejo seleccionaba a


las mujeres que estaban ms aptas para procrear. Tenan que caminar muchos
das atravesando montaas, ros y valles, detenindose apenas para dormir un
poco, cazar y comer frugalmente. No se sentan seguras en otras tierras.

La gran columna se compona de mujeres receptoras, la mayora jvenes. Otro


grupo era llamado de escrutadoras, que eran las ancianas que reconoceran la
calidad de los varones, y las guerreras para defender de los peligros.
Las escrutadoras escogeran a los machos llamados sembradores, y los
empataran con las mujeres receptoras. Despus se marcharan otra vez sin
dejar rastro. Ellas se comprometan a devolver a la tribu a todos los nios
varones y a las nias nacidas de esta siembra colectiva que no cumplieran los
requerimientos por ellas establecidos. Los hombres seleccionados estaban
obligados a no lastimarlas ni a seguirlas. Y estas obligaciones eran ms de tipo
precautorio. Ms de uno haba muerto traspasado por flechas envenenadas.

Por otra parte nunca se supo de que algn guerrero seleccionado como
sembrador se resistiera a participar en el juego de las amazonas. Ellos, que
eran de talle corto, crean que aquellas hembras de cuellos largos y bien
torneadas piernas eran como un regalo ancestral de sus dioses de madera.

Las mujeres de la tribu eran relegadas en sus chozas de ramas, resignadas,


mientras los hombres jvenes corran apretujndose a formar en una lnea
como les pedan.

Las viejas escrutadoras caminaban entre los hombres e iban sealndolos con
un bastn. La primera vez que Xmu se form fue seleccionado. Tuvo ganas de
correr y gritarles a los faisanes que no les envidiaba sus plumas, ni a los
jaguares su piel. Por fin conocera de cerca a una de aquellas diosas.

Estaban en la choza ms grande, era un cuarto redondo y sin ventanas, lleno


de humo de incienso que picaba en los ojos. Le dieron a beber un lquido
ambarino de sabor desagradable que le provoc un hormigueo por su cuerpo.
De pronto vio a una anciana frente a l, completamente arrugada. Las manos
de venas saltadas de la vieja se desplazaron sobre su recia piel morena. A cada
tanto murmuraba algo en lengua desconocida. Afuera la tarde caa y el sol
comenzaba a ocultarse.

Todo quedaba registrado en complejas anotaciones. Donde combinaban


posiciones de los astros con proporciones humanas y otros elementos que
solamente las ancianas conocan. Segn sus leyendas, deban conjugar los
elementos astrales con la mejor de las combinaciones posibles para hacer
nacer a la mujer nueva, toda perfeccin, la ms hbil, la ms inteligente, y
sobre todo la que deba gobernar y someter a todas las tribus aledaas y sobre
todo a los hombres, esos seres miserables, fros, dbiles, y que definitivamente
no tenan remedio.

De pronto aquellas manos blanduzcas lo acariciaron de una manera que no


conoca. Sinti que sus piernas se le endurecan rabiosamente, su sexo creca
como nunca lo haba visto, le levantaba el taparrabo desproporcionadamente y
hasta ah fueron las manos a medir. A sus trece aos no saba que era el varn
ms apuesto y fuerte de su tribu.

Con vergenza quiso mirar a sus compaeros pero no pudo, la vieja le cerr los
ojos.

Tuvo una especie de vahdo y no pudo recordar ms.

No saba si era realidad o empezaba a soar, quiso abrir los ojos pero no pudo.
Tuvo la impresin de que estaba en otro lugar. Su mente se transport en
imgenes sucesivas y se crey nadando en las aguas de un ro cristalino y
perfumado, al sumergirse las aguas lo restregaban dulcemente y le jalaban los
cabellos, le mordan suavemente los dedos de los pies y casi poda tocar esas
aguas maravillosas que le humedecan todo su cuerpo. Palp la fiereza y la
ternura de las formas femeninas, fue feliz y se crey eterno cuando algo dentro
de si se vaci con fuerza.

Sinti que amaba a todos los animales que conoca, entendi a las plantas y a
las estrellas, se sinti parte del universo y comprendi a esa hora el porqu de
haber nacido.

Volvi lentamente. Finalmente tom conciencia de s y abri los ojos, pero


estaba todo oscuro y sin luna. Sobre l se abata un cuerpo grande y dulce, de
carne caliente, era como estar al borde de un abismo, pero no tuvo miedo.

Las mujeres de su pueblo contaban cientos de historias donde los hombres


desesperados por haber probado la dulce hermosura de esas mujeres se
arrancaban la vida a los pocos das, o se lanzaban en su bsqueda, muriendo
ensartados como peces. El no pensaba as, estaba con su corazn agradecido
con esta diosa-mujer, que le haba despertado al conocimiento eterno del
significado de la vida.

Segundo Puesto del XXV Cuento de las 1,000 Palabras, Miguel Antonio
Snchez: Antes de la muerte de Kennedy, la esposa del doctor y la madre del
protagonista ya haban muerto.

SEGUNDO PUESTO: "El Da Que Muri Kennedy"

En un hospital en EE.UU. un joven migrante y un doctor cultivan una relacin


basada en el duelo de ambos. Antes de la muerte de Kennedy, la esposa del
doctor y la madre del protagonista ya haban muerto. Miguel Antonio Snchez
(La Plata, Argentina, 1979), ganador del segundo puesto, explica que los
personajes encuentran en el cambio de identidad y en la fuga una posibilidad
de consuelo. Periodista, Miguel lee a Salinger, McCullers, Ribeyro, pero sobre
todo Luis Loayza.

EL DA QUE MURI KENNEDY YO TAMBIN MOR. En todo caso as me lo dijo el


doctor Ladowsky mi ltimo da en el St. Bernadines Medical Center de
California. Haba llegado ah luego de que una pieza de motor de camin de
casi seiscientos kilos cayera sobre mi pierna derecha y me quebrara casi todos
los huesos. El aspecto no era el mejor y apenas dos metacarpianos del pie
lucan intactos en las primeras placas de rayos X que me sacaron. Estuve
internado en total diez semanas sin saber muy bien al comienzo si lo que me
decan era que deban amputarme la pierna o simplemente que haba que
esperar que la naturaleza haga su trabajo y suelde todos mis huesos rotos. La
incertidumbre de no entender qu pasaba me enfermaba an ms. Las dos
veces que me llevaron a la sala de operaciones para insertarme cinco pernos,
una placa de metal y reponer los ligamentos en su lugar me qued dormido
pensando en despertar con una pierna menos. Lo que ms recuerdo de esos
primeros das en el hospital era la sensacin de paz que me dejaban los
analgsicos inyectables de las noches y el tenue arrullo del sonido de los
enormes camiones al pasar.
El accidente ocurri a los dos meses de haber llegado desde el Per. Mientras
engrasaba un motor de camin, una de las piezas cedi y no me dio tiempo
para sacar la pierna. Haba llegado a trabajar a San Bernardino, California, por
la insistencia del to Ezequiel, hermano de mi madre, quien haba vivido casi
treinta aos en ese lugar y para quien no haba mejor futuro para un joven
peruano que irse a los Estados Unidos. Desde que muri mi madre, el to
Ezequiel se encarg de mi vida. Dejando un mes enviaba un giro que le
alcanzaba a mi abuela para comprar mis medicinas para el asma, para la
mensualidad del colegio y luego para pagar la carrera tcnica que estudi en
un instituto de Lima. Gracias a l pude costear el pasaje y tambin conseguir
un puesto en la Yellow Freight Systems, pequea empresa de courier que se
encargaba de llevar y entregar grandes encomiendas en varias ciudades del
estado de California. Cuando llegu necesitaban un ayudante de mecnico que
ajuste tuercas, suelde partes, engrase piezas y una cables. No era necesario
hablar bien ingls, en todo caso podra ir aprendindolo. Para comenzar me
prestaban un pequeo cuarto en el taller y me pagaban cuatro dlares la hora
hasta que regularizara mis papeles. Cuando sucedi el accidente era apenas mi
tercera semana de trabajo.

En el hospital no tuve visitas. Mi to Ezequiel viva ya en el Per y nadie de la


empresa fue a verme, supongo por miedo a que los responsabilicen de tener en
su empresa un trabajador peruano indocumentado. De vez en cuando llegaba
una enfermera de padres dominicanos con la que poda entenderme y quien
poco a poco me iba tranquilizando con mis diagnsticos. Ella fue la que me dijo
luego de las operaciones que no me iban a cortar la pierna. Pareca aprovechar
sus visitas para practicar su espaol contndome sobre su infancia feliz en
Santo Domingo. Todas las tardes tambin llegaba el doctor Ladowsky a
examinarme. Tena el pelo cano, la voz cortante y de su cara gastada
sobresala una cicatriz en el pmulo derecho. El doctor se esforzaba todos los
das en traducirme al italiano sobre los retrocesos y avances de mi pierna con
un tono neutro que siempre me dejaba descorazonado.

Poco a poco, sobre todo las ltimas semanas en el hospital, fui teniendo ms
confianza con el doctor Ladowsky. Yo le contaba del Per, de mi infancia en
Chiclayo, sobre la muerte repentina de mi madre cuando tena trece aos y a
veces le comentaba sobre la cultura inca, tema que pareca apasionarle. l me
narraba sobre su vida pasada en Francia, pero tambin sobre la guerra y su
escape con una identidad falsa a los Estados Unidos. Me cont que ser judo en
la Europa ocupada era lo peor que poda pasarle a un ser humano. La huella en
su cara era el resultado de un fogonazo mal calculado contra las tropas nazis
que cay muy cerca de l. Cuando recordaba ese tiempo, el doctor se
atropellaba con las palabras, la cicatriz se le marcaba ms en el rostro y
pareca no darse cuenta de que en su relato mezclaba francs, ingls e italiano.
Una vez recordando a Mara Mondino, su esposa italiana muerta en la guerra,
no aguant y se quebr. Poco pude hacer para reconstruir el corazn de quien
reconstrua mi pierna.

Cumplidas las diez semanas pude por fin caminar. Como huella solo quedaba
una marca que rodeaba mi pierna desde la rodilla hasta el empeine. Yellow
Freight Systems, para no hacerse problemas, haba pagado todo a travs de un
tercero y en un sobre sin nombre dejaron quinientos dlares. Pens con ese
dinero volver al Per. El da que me dieron de alta en las noticias anunciaban
que haban matado al presidente Kennedy en Dallas. Todos en el hospital se
reunan alrededor de las radios y los televisores con el mismo gesto
desencajado de a quien le amputan la fe en el mundo. Antes de irme y
mientras nos despedamos, el doctor Ladowsky me entreg un sobre. Fue en
ese momento que dijo que ese da no solo mora Kennedy sino tambin yo. En
el interior del sobre encontr un documento de identidad falso y algunos
papeles de seguro mdico que dijo algn da serviran por si me rompa la otra
pierna. Ese da, 22 de noviembre de 1963, nadie tuvo tiempo para saber que
gracias a las gestiones del doctor Ladowsky dejaba de ser Teodoro Carmona y
me converta en Michael Clairy para siempre. (Por: Miguel Antonio Snchez)

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