Literatura Medieval
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/mencin honrosa
El Adolescente
Por nuestra seguridad, los adultos encierran a todos los nios y menores de
edad en cavernas artificiales que sellan el paso con sendas y pesadas rejas,
entregan las llaves a los mayores y se van. Nunca sabemos cunto tiempo nos
vamos a quedar. Los ms pequeos estn asustados, los medianos y los ms
grandes cuidan a los pequeos y entre nosotros nos organizamos para la
alimentacin, limpieza y sostenimiento de nuestras vidas mientras el monstruo
pasa. Entonces apreciamos las enseanzas escolares y las ponemos en
prctica.
Los padres saben que sus hijos sobrevivirn, pero los hijos no saben cuntos de
ellos estarn vivos o completos. A muchos los encontramos mutilados, con
profundas cicatrices rezago de un mal inevitable o lo que es peor, nunca los
encontramos. Nos dicen que aquellos han sido devorados por el monstruo, que
las heridas y miembros faltantes son resultado de la guerra. Sin embargo
sospechamos, porque vemos huesos rodos de bebs que no pudieron llegar a
las oscuras cavernas, mujeres que resultan preadas, hombres que lloran con
las manos rojas y goteantes y decenas de ellos que caminan y hablan en
perpetuo espanto. Qu cosa y cmo es ese monstruo? Nunca nos lo dicen.
Ahora que estoy solo frente a las rejas veo que la lluvia all afuera ha calmado
momentneamente los llantos, los insultos y las voces del exterior. Se escurre
con mayor intensidad la sangre dentro de la insondable caverna. Maana
cumplir mi mayora de edad y nadie sabe qu hacer conmigo exactamente,
expulsarme, cobijarme? El dios no ha sido claro en sus leyes. Cuando termine
la lluvia el consejo decidir. No dejo de pensar que despus de todo este lugar
es para nios y ya soy mayor.
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Las amazonas eran mujeres muy grandes de piernas largas, y sus ojos
pequeos tenan brillos oscuros como la selva misma. Sus cuerpos eran una
rara combinacin, su raza se perda en los tiempos, piel de cobre y rasgos de
tigresa.
Traan el pelo corto y un tocado de piel de lagarto para impresionar a las tribus.
El resto de su vestimenta consista en un trozo de cuero suave, anudado a la
cintura. En sus pies traan argollas de un extrao metal que al correr emitan
sonidos que espantaban a las fieras.
Tenan fama de excelentes cazadoras; a todas, al cumplir diez aos, les era
mutilado un pecho, el izquierdo o el derecho, para manejar mejor el arco, al
que le tenan un especial cario. Este instrumento de caza era extensin de su
brazo, su dador de alimento y seguridad con su destreza y la disciplina
aprendida, de mujeres libres, mantena a raya a fieras y hombres.
Por otra parte nunca se supo de que algn guerrero seleccionado como
sembrador se resistiera a participar en el juego de las amazonas. Ellos, que
eran de talle corto, crean que aquellas hembras de cuellos largos y bien
torneadas piernas eran como un regalo ancestral de sus dioses de madera.
Las viejas escrutadoras caminaban entre los hombres e iban sealndolos con
un bastn. La primera vez que Xmu se form fue seleccionado. Tuvo ganas de
correr y gritarles a los faisanes que no les envidiaba sus plumas, ni a los
jaguares su piel. Por fin conocera de cerca a una de aquellas diosas.
Con vergenza quiso mirar a sus compaeros pero no pudo, la vieja le cerr los
ojos.
No saba si era realidad o empezaba a soar, quiso abrir los ojos pero no pudo.
Tuvo la impresin de que estaba en otro lugar. Su mente se transport en
imgenes sucesivas y se crey nadando en las aguas de un ro cristalino y
perfumado, al sumergirse las aguas lo restregaban dulcemente y le jalaban los
cabellos, le mordan suavemente los dedos de los pies y casi poda tocar esas
aguas maravillosas que le humedecan todo su cuerpo. Palp la fiereza y la
ternura de las formas femeninas, fue feliz y se crey eterno cuando algo dentro
de si se vaci con fuerza.
Sinti que amaba a todos los animales que conoca, entendi a las plantas y a
las estrellas, se sinti parte del universo y comprendi a esa hora el porqu de
haber nacido.
Segundo Puesto del XXV Cuento de las 1,000 Palabras, Miguel Antonio
Snchez: Antes de la muerte de Kennedy, la esposa del doctor y la madre del
protagonista ya haban muerto.
Poco a poco, sobre todo las ltimas semanas en el hospital, fui teniendo ms
confianza con el doctor Ladowsky. Yo le contaba del Per, de mi infancia en
Chiclayo, sobre la muerte repentina de mi madre cuando tena trece aos y a
veces le comentaba sobre la cultura inca, tema que pareca apasionarle. l me
narraba sobre su vida pasada en Francia, pero tambin sobre la guerra y su
escape con una identidad falsa a los Estados Unidos. Me cont que ser judo en
la Europa ocupada era lo peor que poda pasarle a un ser humano. La huella en
su cara era el resultado de un fogonazo mal calculado contra las tropas nazis
que cay muy cerca de l. Cuando recordaba ese tiempo, el doctor se
atropellaba con las palabras, la cicatriz se le marcaba ms en el rostro y
pareca no darse cuenta de que en su relato mezclaba francs, ingls e italiano.
Una vez recordando a Mara Mondino, su esposa italiana muerta en la guerra,
no aguant y se quebr. Poco pude hacer para reconstruir el corazn de quien
reconstrua mi pierna.
Cumplidas las diez semanas pude por fin caminar. Como huella solo quedaba
una marca que rodeaba mi pierna desde la rodilla hasta el empeine. Yellow
Freight Systems, para no hacerse problemas, haba pagado todo a travs de un
tercero y en un sobre sin nombre dejaron quinientos dlares. Pens con ese
dinero volver al Per. El da que me dieron de alta en las noticias anunciaban
que haban matado al presidente Kennedy en Dallas. Todos en el hospital se
reunan alrededor de las radios y los televisores con el mismo gesto
desencajado de a quien le amputan la fe en el mundo. Antes de irme y
mientras nos despedamos, el doctor Ladowsky me entreg un sobre. Fue en
ese momento que dijo que ese da no solo mora Kennedy sino tambin yo. En
el interior del sobre encontr un documento de identidad falso y algunos
papeles de seguro mdico que dijo algn da serviran por si me rompa la otra
pierna. Ese da, 22 de noviembre de 1963, nadie tuvo tiempo para saber que
gracias a las gestiones del doctor Ladowsky dejaba de ser Teodoro Carmona y
me converta en Michael Clairy para siempre. (Por: Miguel Antonio Snchez)