La Leyenda Del Volcán
La Leyenda Del Volcán
La Leyenda Del Volcán
Esta leyenda nos ensea que la destruccin siempre es seguida por un renacimiento,
implicando que la cultura Maya-Quich puede renacer. Relata el origen de la gente en
Guatemala en "un da que dur varios siglos".
Empieza con 6 hombres, tres de los cuales emergieron del agua y tres que
aparecieron en el viento. El nfasis que Asturias hace en el nmero 3 durante el relato
est relacionado con la importancia de ese nmero en la tradicin Nahuatl. Los 3
hombres del mar se alimentan con estrellas y los 3 del viento caminan en el bosque
como hombres-ave.
Esta leyenda narra una clara lucha entre religiones. Contrasta al catolicismo (referencias a pequeas
cruces y la trinidad) con las fuerzas de Cabrakn y Hurakn, que representan a la religin Maya-
Quich.
Desarrollada en el siglo 17, esta leyenda ilustra la capacidad que los humanos tenemos para vencer a
la opresin.
En el primer prrafo se nos presenta a la protagonista, una hermosa novicia en un convento que, con el
tiempo, se convertir en Madre Elvira de San Francisco. Este personaje cambia de nombre varias
veces en la historia. Los siguientes prrafos estn dedicados a describir el ambiente del convento que
la rodea, sutilmente moldeado por su punto de vista emocional. Ella se siente plagada por su trenza, ya
que incita la excitacin fsica de los hombres. Hasta que, cansada, se corta la trenza y sta se convierte
en una serpiente. La serpiente se enrolla alrededor de una candela,
apagando su llama, y enviando a los hombres al infierno
El cadejo naci de la tentacin para perseguir a la humanidad hasta
el fin de los tiempos. En la descripcin de la forma en la que Madre
Elvira de San Francisco se deshizo de su trenza, Asturias
demuestra cmo la humanidad posee los medios para librarse del
yugo que la aplasta, sin importar cun opresivo sea. En esta historia
hay imgenes frecuentes de muerte y cadveres, as como casos
de sucesos mgicos.
Leyenda de la Tatuana
Esta leyenda intenta describir las formas en las que la humanidad puede y
va a recuperar su libertad. La leyenda es acerca de un rbol de almendras,
que se describe como un "rbol sacerdote". Este rbol protege la
tradiciones mayas y relata el pasar de los aos. El rbol divide su alma en
4 caminos que va encontrando antes de entrar al inframundo, conocido
como Xibalb. Estos cuatro caminos estn marcados por diferentes
colores: verde, rojo, blanco y negro.
Cada porcin del alma se embarca en un camino diferente en el que cada una enfrentar diversas
tentaciones. El camino negro, que en la tradicin Maya lleva al inframundo, cambia parte de su alma
con el mercader de joyas invaluables, que luego intercambia por la esclava ms hermosa. La esclava
escapa, y el personaje del rbol, que busca la parte de su alma que le hace falta, eventualmente la
encuentra. La Inquisicin interviene y los sentencia a muerte. Al final, la hermosa esclava se escapa de
la noche a travs de la magia de un barco que dibuj en la pared de su prisin. La maana de su
ejecucin, lo nico que los guardias encuentran en la celda es un viejo rbol de almendras.
En esta leyenda, Asturias toma la idea del nio / demonio El Sombrern y la explora con un lente de
magia. Crea una pelota que aparece y desaparece, en la que encierra al Sombrern o demonio.
El protagonista es un monje, que es tentado por una pelota que entra rebotando por la ventana de su
celda. El monje es cautivado por la pelota y empieza a preguntarse si pudiera tener algo que ver con el
diablo. Pasa incontables horas jugando con la pelota, y cuando habla con una mujer cuyo hijo haba
perdido la pelota, y se siente presionado para devolverla, los vecinos dicen que se vea como el
mismsimo demonio. Finalmente lanza la pelota por la ventana y la pelota se transforma en el
Sombrern. As, Asturias vuelve a demostrar que los humanos "son capaces de romper los lazos que
los atan a lo indeseable".
Esta leyenda, como la del Cadejo, corresponde al perodo colonial espaol en Guatemala, y est
escrita en un lenguaje simple y coloquial. Se enfoca en los aspectos cristianos y espaoles de
Guatemala y tiene lugar en La Antigua. La pelota con la que el monje juega simboliza el antiguo juego
de pelota Maya. De esta forma, en esta leyenda las tradiciones Cristiana y Maya se combinan al ser la
pelota un elemento de un ritual Maya, pero tambin tiene las caractersticas de un demonio.
Esta leyenda tiene lugar en el momento en que los conquistadores espaoles llegaron a Guatemala,
mientras los nativos celebraban el fin de una guerra. Est situada cerca del lago de Atitln, en el
territorio de los Tz'utujiles. Cerca del lago, el volcn "Abuelo del Agua" esconde el tesoro de las tribus
ribereas que escaparon del saqueo espaol. La leyenda empieza en el crepsculo, que puede
compararse al declive de la civilizacin indgena. El fin de al guerra se anuncia y la celebracin de paz
entre los pueblos indgenas dura toda la noche. Hay una lista de los escuadrones de soldados, y cada
uno es distinguido por los colores de las plumas que visten. El jefe maya local lleva a aqullos que
sern sacrificados. El momento de destruccin empieza cuando el sacerdote maya exclama las frases
rituales al volcn, mientras los espaoles se acercan. Las tribus se aterrorizan y huyen al lago para
protegerse de la invasin, dejando el tesoro atrs.
De los 8 textos que componen la primera edicin original, este ltimo es el nico ambientado en la
poca pre-hispnica, an y cuando sucede justo en el momento de la llegada de los espaoles.
Asturias contrasta a las 2 culturas; describe a los nativos como conectados al mundo natural y los
asocia con abundancia y un sentido de riqueza (tenan flores, frutos, aves, plumas, oro y piedras
preciosas), mientras enfatiza la escasez de los europeos al repetir la preposicin "sin" una y otra vez en
su contexto.
La mascara de cristal
Y, s, Nana la Lluvia, el que haca los dolos y. preparaba las cabezas de los
muertos, dejndolas desabrido hueso, betn encima, tena las manos tres veces
doradas! Y, s, Nana la Lluvia, el que haca los dolos, cuidador de calaveras, huy
de los hombres de piel de gusano blanco, incendiaron la ciudad entonces, y se
refugi en lo ms inaccesible de sus montaas, all donde la tierra se volva nube! Y, s, Nana la Lluvia, el que
haca los dioses que lo hicieron a l, era Ambiastro, tena dos astros en lugar de manos! Y, s, Nana la Lluvia,
Ambiastro huy del hombre de piel de gusano blanco y se hizo montaa, cima de montaa, sin inquietarle la
ingrimitud de su refugio, la soledad ms sola, piedras y guilas, habituado a vivir oculto, a no mostrarse
mientras creaba las imgenes sacras, dolos de barro y cebolln, y por la diligencia que puso en darse
compaa de dioses, hroes y animales que tall, esculpi, model en piedra, madera y lodo, con los utensilios
que trujo! Y, s, Nana la Lluvia, Ambiastro, faltando a su juramento de esculpir en piedra y slo en piedra,
mientras durara su destierro, se dio licencia para tallar, en su caa de fumador de tabaco, un grupo de monitos
juguetones, asidos de la cola, los brazos en alto como queriendo atrapar el humo, y en un grueso tronco de
manzanarrosa, el combate de la serpiente y el jaguar! Y, s, Nana la Lluvia! Al nacer el da, luceros panzones y
tenues albaluces, Ambiastro golpeaba el tronco hueco de palo de manzanarrosa, para poner en movimiento,
razn de ser de la escultura, al jaguar, aliado de la luz, en su lucha a muerte con la noche, serpiente
inacabable, y producir sonido de retumbo, tal y como se acostumbraba en las puertas de la ciudad, al asomar
el lucero de las preciosas piedras. Glorificado el lucero de la maana, alabado todo lo que reverdeca,
recortados los desaparecidos de la memoria nocturna (...nadie hubiera tomado su camino y ellos no
regresarn...), Ambiastro juntaba astillas de madera tabaco y masticarlo. Pero algo extrao. Se movan la
serpiente y el jaguar de su tambor de madera, aquel con que saludaba al lucero de las preciosas luces. Y si las
mesas, los tapexcos, los bancos, las tinajas, los apaxtes, los guacales, se haban aquietado, ahora bajaban y
suban los prpados los gigantes de piedra. La tempestad agitaba sus msculos. Cada brazo era un ro.
Avanzaban contra l. Levant los astros apagados de sus manos para defender la cara del puetazo de una de
esas inmensas bestias. Maltrecha, sin 6 Cama construda con caas; algunas veces pende del techo, como
hamaca Miguel ngel Asturias Leyendas de Guatemala Pgina 34 de 92 respiracin, el esternn hundido por el
golpe de aquel puo de gigante de piedra, un segundo golpe con la mano abierta le deshizo la quijada. En la
penumbra verdosa que quiere ser tiniebla y no puede,, luz y no alcanza, movanse en orden de batalla los
escuadrones de flecheros creados por l, nacidos de sus manos, de su artificio, de su magia. Primero por los
flancos, despus de frente, sin dar gritos de combate, apuntaron sus arcos y dispararon contra l flechas
envenenadas. Un segundo grupo de guerreros, tambin hechos por l, esculpidos en piedra por sus manos,
tras abrirse en abanico y jugar a mariposas, lo rodearon y clavaron con los aguijones de las caas tostadas, en
las tablas de la cama en que yaca tendido junto a su mscara maravillosa. No lo dud. Se la puso. Deba
salvarse. Huir. Romper el cero. Ese gran ojo redondo de la muerte que no tiene dos ojos, como las calaveras,
sino un inmenso y solitario cero sobre la frente. Lo rompi, deshizo la cifra abstracta, antes de la unidad, nada,
y despus de la unidad, todo, y corri hacia la salida de la cueva, guardada por dolos tambin esculpidos por
l en materiales de tiniebla. El dolo de las orejas de cabro, pelo de paxte y pechos de fruta. Le toc las tetas y
lo dej pasar. El dolo de los veinticuatro diablos... viudo, castrado y honorable. Le salud reverente y lo dej
pasar. La mujer verde, Maribal, tejedora de salivas estriles. Le dio la suya para prearla y lo dej pasar. El
dolo de los dedales de la luna caliente. Le toc el murcilago del galillo con la punta de la lengua en un boca a
boca espantoso, y lo dej pasar. El dolo del cenzontle negro, ombligo de
floripundia. Le sopl el ombligo para avivarle el celo y lo dej pasar... Noche de
puercoespines. En cada espina, una gota luminosa de la mscara que
Ambiastro llevaba sobre la cara. Los dolos lo dejaron pasar, pero ya iba
muerto, rodeado de flores amarillas por todas partes. Los sacerdotes del
eclipse, decan: El que agrega criaturas de artificio a la creacin, debe saber
que esas criaturas se rebelan, lo sepultan y ellas quedan! Por la ciudad de los
caballeros de piedra pasa el entierro de Ambiastro. No se sabe si re o si llora,
la mscara de cristal de roca que le oculta la cara. Lo llevan sobre tablas de
nogal fragante, los gigantes, los dolos y los hroes de piedra nacidos de sus
manos, hierticos, atormentados, arrogantes, y le sigue un pueblo de figuras
de barro amasadas con el llanto de Nana la Lluvia.
la campana difunta
Entre la gente espaola venida a Indias, muy, muy entrado el siglo
XVII navegacin en redondo... Sevilla... San Lcar... Virgen de
Regla... Islas de Barlovento... llegaron uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete asturianos, siete segn
el habla popular y tres al decir de los cronistas que a la letra aaden : homes de Oviedo con
entendimiento en la tiniebla de los metales, trazaron, no con tinta, sino con bronce lquido y sonoro, en
catedrales, conventos, ermitas y beaterios, la historia de las campanas de una ciudad siempre nueva,
dado que sus fundadores, hidalgos y capitanes, perseguidos por los terremotos, se la iban llevando en
procesin de casas, una casa tras otra de valle en valle, en procesin de iglesias, una iglesia tras otra
de valle en valle, en procesin de palacios, un palacio tras otro de valle en valle, que tal pareca aquel ir
dejando viviendas, templos y mansiones seoriales, destruidas en un valle y levantadas en otro.
Legajos pagajosos y salobres, mordidos por sellos y contrasellos, desenrollaron ante las autoridades
eclesisticas y civiles los fundidores asturianos, folios con magullamientos de viaje que daban
testimonio de su arte y maestra en la fundicin de campanas, sin contar las cartas de presentacin de
cannigos corales y alcaldes ovitenses ni aquel pergamino de hueso de agua que traa an fresca,
ahogada en arenilla, la firma de don Sancho Alvarez de las Austrias, Conde de Nava y Noroa, al pie
de recomendaciones en que haca constar de su puo y letra yo mismo los escog entre los mejores y
antes de partir les abr mis brazos y mis cajas fuertes. Aquella maana de junio un junio de
bandejas de frutas hubo prisas, olvidos, idas y venidas, murmullos, manejos, en el convento de las
clarisas, como si el bis-bis de la llovizna que caa fuera, prolongara su rumor en las galeras
abovedadas del convento. Acartonadas en sus tocas, cuellos, petos y puos de lino almidonado,
monjas y novicias hablaban, todas a una, de las joyas que les traeran sus familias para enriquecer el
crisol de la campana encargada a los fundidores llegados de Oviedo, sonora y preciosa, digna del
templo de Santa Clara de las Clarisas Celestes, que no acababa de salir de las manos de los alarifes.
La piedra, como vivo canto, porosa, sin secarse, recortada con tijeras de gracia en los cornisamentos y
capiteles; fragante la madera de los artesonados del techo, buque celestial que navegaba en la luz de
las altsimas ventanas; desafiante la cpula; cabalstico el frente plateresco, sensual y fugitivo, y de
prodigio la osada arquitectnica de los cuatro arcos sostenidos en una sola columna. Santa Clara de
las Clarisas Celestes no acababa de salir de las manos de los alarifes y
qu contraste, aquella maana de junio, entre estos menudos indianos
vestidos de aire, tan poco lienzo llevaban sobre sus carnes morenas,
ms hechos para volar en andamios que para andar en la tierra, y los
asturianos, gigantes de caras enrojecidas y manos como martillos,
atareados noche y da en la fundicin de la campana de las clarisas. La
ltima campana. La de estas cordeleras sera la ltima campana que
fundiran antes de volverse a Oviedo o quiz a Nueva Espaa. Y se
comentaba. En noches de tertulias llorosas de estrellas y velones, se
comentaba que aceptaron el encargo a regaadientes y por insistencia
de las monjas que les prometan llamarla Clara, si su timbre era de oro,
Clarisa, si sonaba a bambas de plata, y Clarona, si hablaba con voz de
bronce.
Matachines
Entre las cuatro grutas sin salida, la del viento, caverna agujereada, la de la tempestad, socavn de
fuego y tambor de trueno, la de los despeaderos de aguas subterrneas, cueva de cristaleras, la de
los ecos, axila de guacamayas azules; entre las cuatro grutas sin salida, el llueve pies y pies y pies
alucinantes de Tamachn y Chitanam, Matachines de Machitn. No muri! No muri...! gritaban
los Matachines yendo de una gruta en otra a perder sus voces. No muri! No muri...! cada vez
ms recio el llueve pies y pies y pies de su danza frentica. Y si muri... blandan los machetes,
si muri, lo tenemos jurado, moriremos nosotros, Matachines de Machitn! Temerarios, lluviosos de
amuletos, enlagrimados de vidrios, lgrimas de colores, cubiertos de tatuajes embriagadores pintados
con sustancias que se sorban a travs de la piel, llevaban sus cabezas de un lado a otro, de un
hombro a otro, negando, negando que hubiera muerto, negndolo con la oscilacin de dos pndulos
sincronizados, no! no! no!, mientras arreciaba el llueve pies y pies y pies de su danza suicida. No
muri! No muri...! las cabezas de un lado a otro, de un hombro a otro, ya no pndulos, badajos
enloquecidos de campanas tocando rebato, resonantes las tobilleras de cuero de retumbo,
tempestuosos sus brazaletes de metal de trueno, duros para golpear la tierra y que la tierra oyera.
No muri! No muri! duros para golpear el cielo y que el cielo oyera. No muri! No muri! la
tierra con los talones, lluvia de pies y pies y pies, y el cielo con sus gritos. Y si hubiera muerto... no,
no, no... lluvia de pies y pies y pies, segua su danza, si hubiera muerto, lo tenan jurado, jurado con
sangre, Tamachn matara a Chitanam y Chitanam a Tamachn, en la plaza de Machitn. Matachines al
fin. Y si no cumplan, si no escampaba el llueve pies y pies y pies de su danza, el latigueo de sus
cabezas que negaban y negaban que hubiera muerto, si no cumplan, si Tamachn no mataba a
Chitanam y Chitanam a Tamachn, en la plaza de Machitn, la tierra abrira sus fauces y se los tragara.
Lluvia de pies y pies y pies... seguan danzando... danzar o morir... pies y pies y pies... las cabezas en
vaivn... pies y pies y pies... en vaivn las ajorcas de gusanos de luz... en vaivn las quetzalpicaduras
que guardaban sus sienes sudorosas... en vaivn la tierra que cuereaban cada vez ms duro... pies y
pies y pies... en vaivn el cielo que golpeaban con sus manos de tempestades empuadas... Danzar o
morir... pies y pies y pies... lluvia de pies y pies y pies... danzar o matarse... lo jurado, jurado... Una
estrella-anda-sola se desprendi del cielo parpadeante y se deshizo
en polvito luminoso antes de llegar a los ltimos celajes de la tarde
derramada como sangre alrededor de los Matachines que seguan
danzando, negando. Se salvaran. Levantaron los machetes para
saludar a la desaparecida anda-sola. Podan romper el juramento que
los ataba y dejar el llueve pies y pies y pies con que machacaban la
distancia de la vida a la muerte, en la ms rabiosa de las danzas.
Romperlo, no. Esa anda-sola que ray el cielo convertida al caer en
rpida lagartija que corra a ras del agua, les anunciaba que podan
desatarlo, sin cortarse de la nariz la flor del aire. Desatar su
juramento? Invocaron el favor del viento, pero nadie contest, en la
gruta agujereada, nadie en la gruta de los tambores de la tempestad,
nadie en los despeaderos de aguas subterrneas ni en la axila de las guacamayas azules.
Cuentos
La ouija, un tablero que presuntamente permite invocar y dialogar con el espritu de personas
fallecidas, es seguramente uno de los juegos ms inquietantemente populares de los ltimos siglos.
Es un juego tan simple como macabro: un tablero con las letras del abecedario, los nmeros del 0 al 9,
y las palabras "s", "no" y "adis". As, por intermedio de un puntero, este juego hara posible un
contacto con los seres del ms all, que entonces se sirven de estos elementos para elaborar
respuestas a las preguntas que se le hacen.
Son conocidas las historias y leyendas populares en torno a la ouija, que dan cuenta de los serios
riesgos que corre todo aquel que se atreve a jugarla sin algn conocimiento previo sobre los portales
energticos que se abren y el posible traspaso de almas malvadas. Sin embargo, poco se sabe acerca
de su origen.
En algn momento, trascendi que los orgenes de la ouija estaran situados en el Antiguo Egipto. Se
trata de una leyenda que cobr fuerza a raz de la difusin intencionada que sus comerciantes hicieron
para propio beneficio. En realidad, las primeras tablas surgieron a mediados del siglo XIX, cuando,
alrededor del ao 1890, el universo de lo espiritual, lo oculto y lo paranormal comenz a cobrar mucha
fuerza.
El 28 de mayo de 1890 se registr la primera patente de tabla ouija, inventada segn la documentacin
por el estadounidense Elijah Jefferson Bond, aunque bajo la titularidad de William H. A. Maupin y
Charles W. Kennard. Ciertamente, para cuando el trmite de patente se inscribi, la ouija ya era
popularmente conocida en Amrica y Europa.
Ms tarde, Charles W. Kennard desarroll la empresa que se encarg de construir los tableros ouija y
transformar un juego eminentemente ocultista en uno de los ms populares
juegos de mesa de la cultura estadounidense. En algn momento, la
patente fue vendida a William Fuld, un empleado de la compaa de
Kennar, quien continu comercializando el juego hasta que Parker Brothers
adquiri los derechos, en 1966.
Ronaldo Garca
Rosco Sievers
Todos lo hemos escuchado de parte de algn ignorante: Halloween es un rito pagano que se origina en
festivales paganos de los druidas celtas que escaparon de la supresin de la iglesia. Incluso hoy en
da, los paganos modernos y las brujas continan celebrando en esta fecha ritos satnicos. Si deja que
sus hijos se disfracen para ir a pedir dulces, estarn adorando al demonio y a los dioses paganos...
Nada ms lejos de la realidad. Y para aquellos que cursaron por lo menos el tercer grado de secunda y
tienen la capacidad de analizar, aqu les presento la verdadera historia del origen del Halloween.
Los orgenes del Halloween son, de hecho, muy cristianos, y su nica conexin con los antiguos
festivales paganos de los druidas celtas es que ambas celebraciones caen -aparentemente- en la
misma fecha: el 31 de octubre.
Es cierto que los antiguos celtas de Irlanda y las islas britnicas celebraban un festival por la misma
poca del ao, el Samhain, por el final de la temporada de cosechas y el inicio del invierno. En el
tiempo de los celtas y druidas, no exista el calendario gregoriano que utilizamos hoy en da, y por mala
suerte, la fecha del 31 de octubre fue asignada arbitrariamente en los ltimos siglos como fecha de
celebracin del Samhain.
Sin embargo, el Halloween se celebra el ltimo da de octubre porque la Solemnidad de Todos los
Santos, o All Hallows en ingls, cae el 1 de noviembre. La fiesta en honor de todos los santos en el
cielo se celebraba antes el 13 de mayo, pero el Papa Gregorio III (690 741 DC) la cambi al 1 de
noviembre, el da dedicado a la Capilla de Todos los Santos en la Catedral de San Pedro en Roma.
Posteriormente, en el 840, el Papa Gregorio IV orden que la celebracin a Todos los Santos se
celebrara en todas partes. As fue como esta celebracin se propag a Irlanda, antigua tierra de los
celtas.
El da anterior se convirti en la vspera de la fiesta de Todos los Santos All Hallows Even en ingls,
que fue abreviado a Halloween. Por aquellos das, el
Halloween no tena ningn significado especial para los
cristianos, mucho menos para los celtas que haban
desaparecido siglos atrs.
La abuelita
Su mirada haba aprendido a ser vaga desde haca mucho tiempo. Seis hijos, dos prdidas, tres nietos
promedio por hijo, cuatro operaciones, algunas enfermedades reales, una voz que siempre fue de
mujer, siempre apagada, siempre en sordina. Cierta clase de vida que pas de repente de la opresin
paterna a la de un falso segundo padre que fue todo lo bien que pudo ser. Un trabajo de medio da, un
corre-corre de todo el da, un querer criar, querer vivir, querer trascender de cierta indefinible manera.
Una vida normal llena de ruido, llena de pequeos viajes siempre cerca, siempre para conseguir un
ocio que la haca un poco superior a las otras. Una vida llena de voces cotidianas que sembraban
rutina, responsabilidad, acciones mecnicas obligatorias y casi dignas. La mujer se hizo vieja mientras
rezaba un Dios bendiga los alimentos. De repente haba canas, pocas energas, muchos prejuicios, y
un mundo que se le haba escapado.
Haca pocos das que Longobardo haba ganado la batalla de Silecia, cuando los prncipes de Isabela
decidieron organizar un baile de disfraces en su honor.
El baile se hara la noche de Pentecosts, en las terrazas del Palacio Prpura, y a l seran invitadas
todas las mujeres del reino.
Longobardo decidi disfrazarse de corsario para no verse obligado a ocultar su voluntad intprida y
salvaje.
Con unas calzas verdes y una camisa de seda blanca que dejaba ver en parte el pecho victorioso,
atraves las colinas. Iba montado en una potra negra de corazn palpitante como el suyo.
Fue uno de los primeros en llegar. Como corresponde aun pirata, llevaba el ojo izquierdo cubierto por
un parche. Con el ojo que le quedabalibre de tapujos, se dispuso a mirar a las jvenes que llegaban
ocultas tras los disfraces.
Entr una ninfa envuelta en gasas.
Entr una gitana morena.
Entr una mendiga cubierta de harapos.
Entr una campesina.
Entr una cortesana que tena un vestido de terciopelo rojo apretado hasta la cintura y una falda
levantada con enaguas de almidn.
Al pasar junto a Longobardo, le hizo una leve inclinacin a manera de saludo.
Eso fue suficiente para que l se decidiera a invitarla a bailar.
La cortesana era joven y hermosa. Y a diferencia de las otras mujeres, no llevaba joyas sino apenas
una cinta negra que remataba en un moo en mitad del cuello.
Risas.
Confidencias.
Mazurcas.
Ella giraba en los brazos de Longobardo. Y cuando cesaba la msica, extenda su mano para que l la
besara.
Hasta que se dej arrastrar en el torbellino de baile, hacia un rincn de la terraza, junto a las
escalinatas.
Y se entreg a ese abrazo poderoso.
l le acarici el escote, el nacimiento de los hombros, el cuello plido, el moito negro.
-No! - dijo ella-. No lo toques!
-Por qu?
-Si me amas debes jurarme que jams desataras ese moo.
-Lo juro -respondi l.
Y sigui acaricindola.
Hasta que el deseo de saber qu secreto haba all le quit el sosiego.
La besaba en la frente.
Las mejillas.
Los labios con gusto a fruta.
Obsesionado siempre por el moito negro.
Y cuando estuvo seguro de que ella desfalleca de amor, tir de la cinta.
El nudo se deshizo y la cabeza de la joven cay rodando por las escalinatas.
Cinco Enanitos
Autor: Annimo
Existen -o existan, segn dicen las historias- enanitos de muchas clases, buenos y malos, aunque la
mayora son buenos. Pues bien: cuando uno de estos enanitos
buenos favorece a alguna persona, ayudndola a salir de un apuro,
por ejemplo, esta persona est obligada a obedecer a este
hombrecillo en todo cuanto le ordene. Eso es lo que dice el cdigo de
los enanitos buenos, y por l nos debemos guiar.
Ya en el campo, empuaron de mala gana las guadaas y comenzaron a cortar el trigo. Poco les dur
aquel escaso nimo; minutos despus, los instrumentos yacan abandonados en el suelo y los
trabajadores protestaban a voz en cuello por aquella injusticia que les privaba de asistir a la Gran
Fiesta.
De pronto, son cerca de ellos una carcajada y, cuando los criados y las criadas miraron hacia el suelo
vieron que cinco enanitos de abultado vientre les observaban con cara risuea. Mas como les diera por
volver a rer sonoramente, uno de los segadores tom su guadaa y la alz sobre los hombrecillos.
-Supones que lo hacemos por gusto? -exclam el campesino que esgrimiera la guadaa. Nuestro
amo nos ha ordenado que tengamos segado este campo antes de acabar el da, y aqu estamos si no
queremos comer maana piedras.
- Oh! En ese caso... Trabajad deprisa! -les dijo el enanito, riendo sin cesar.
- Cmo se conoce que jams has empuado una guadaa! Anda, deja de burlarte de nosotros y vete
de una vez.
- Yo os puedo demostrar que entendemos de segar ms que todos vosotros juntos -agreg el
hombrecillo. Si me obedecis, tendris el trabajo concluido antes de una hora.
- De veras? -exclamaron los criados y las criadas, llenos de esperanza. Qu tenemos que hacer?
- Slo sto: echaos a tierra, boca abajo, sin mirar a vuestro alrededor. Si levantis la cabeza, os
arrepentiris.
Los campesinos le obedecieron al punto, apretando la cara contra el suelo y cerrando los ojos. Pero
una de las criadas, incapaz de resistir la curiosidad, levant disimuladamente la cabeza y vio algo
increble: el enanito dio unas palmadas y aparecieron varios miles de hombrecillos, armados de
pequeas guadaas, que se pusieron inmediatamente a segar el campo. Trabajaron tan activamente
que media hora despus no quedaba una sola espiga en pie.
El enanito dio otras palmadas y los miles de hombrecillos desaparecieron. Luego orden a los
campesinos:
El grupo de campesinos qued asombrado de lo que vean sus ojos. Sin embargo, qu significaba
aquel pequeo trozo sin segar?
- No es cierto que entiendo de segar ms que todos vosotros juntos? -les pregunt sonriendo el
enanito.
- Nadie lo puede poner en duda! -exclamaron a coro los campesinos.
- Es un mentiroso! Os est engaando! -grit de pronto la criada curiosa. Les han ayudado miles de
enanitos como ellos!
- Aj! -exclam el hombrecillo. Aqu tenemos a la curiosa desobediente! te lo advert; ahora debers
segar la parte tuya, que nadie ha tocado. A trabajar, mocita!
En medio de grandes carcajadas, los criados y las criadas dieron las gracias a los cinco buenos
enanitos y se dirigieron a bailar en la Gran Fiesta del pueblo, mientras la desobediente se qued all
trabajando, en justo castigo por no haber cumplido la recomendacin del hombrecillo.
Conejito Blanco
Autor: Annimo
Hay repartidos muchos bosques por toda la superficie de la tierra, pero quizs ninguno tan frondoso,
alegre y tan densamente habitado como ste de nuestra historia. Sin embargo, a pesar de estar tan
lleno de toda clase de seres, stos jams se peleaban entre s, tratndose como hermanos.
El conejito Blanco aprendi con rapidez los mil trucos de la vida salvaje. Aprendi a correr en zig-zag
para esquivar mejor a sus perseguidores, a evitar las piedras que se interponan en su camino, a
precipitarse en el interior de la madriguera cuando el enemigo estaba demasiado cerca, y a mover
adecuadamente sus grandes orejitas para captar mejor los ruidos sospechosos.
En realidad, el conejito Blanco no haba tenido ocasin de exhibir todas estas habilidades, pues en
aquel bosque no haba fieras. El nico ser aparentemente temible era el Gran Oso, pero era tan viejo
que ya no persegua a ningn animal, con los que haba
hecho un pacto de amistad y mutuo respeto.
Por desgracia, no todos los animales tuvieron la suerte de encontrarse en las proximidades de sus
guaridas. Dos de ellos siguieron corriendo y corriendo, en busca de un cobijo, por sencillo que fuese.
- Corre! Corre! -le gritaba la conejita Chirlita a su pequeuelo conejito Blanco, mientras ambos
cruzaban vertiginosamente la floresta.
Y el conejito Blanco corra con todas sus fuerzas, poniendo en prctica todas las tiles enseanzas que
recibiera durante los meses precedentes. Hasta que finalmente, cansado y medio aturdido, cay
rodando por una pendiente y no par de dar vueltas hasta llegar a unos arbustos, que detuvieron su
cada.
Lo primero que hizo el conejito Blanco fue mirar a su alrededor, buscando a su madre. Pero estaba
solo. La conejita Chirlita no haba cado con l. Qu haba sido de ella?
El pequeuelo se levant de un salto, resuelto a buscarla por todo el bosque. Pero en ese momento se
le apareci el Hada de las Flores y le dijo:
- No regreses, conejito Blanco. Ya no vers ms a tu madre.
Los despiertos ojos del animalito se movieron sin comprender. Parpade, mir despus fijamente al
Hada y repiti con inocencia:
- No la ver ms?
- As es - le respondi el Hada de la Flores. - Un cazador la hiri en una pata y se la llev.
- A ella? A mi madre? -exclam el conejito Blanco, lleno de asombro, pues siempre crey que la
conejita jams se separara de l.
El Pato de Oro
Autor: Annimo
ranse tres guapos muchachos muy fuertes, muy trabajadores, muy alegres, hijos de un anciano
leador, y asimismo leadores.
Todas las maanas, al amanecer, los tres hermanos salan juntos de casa, pero despus tomaban
distintas direcciones.
Los dos mayores, al primer gole de vista, escogan los mejores rboles. Enseguida de unos cuantos
hachazos... zas!, quedaban dueos y seores de los productos del bosque. En cambio el menor,
Carlos, no trabajaba con tanto provecho.
- Hola, hola, leador! Veo que tienes buen apetito... Ejem...! Yo no he comido todava...
Eduardo, sin darse por aludido, sigui comiendo y por todo saludo mascull:
- Hmmm...!
Y era que los enanitos no le inspiraban simpata.
Al no ser invitado, el enanito se march, pero nada ms empezar a caminar tropez con un tocn y se
lastim el tobillo.
Andando, andando, el enanito acab tropezando con otro leador. Era Ignacio, el segundo de los
hermanos.
Estaba Carlos, el menor de los leadores, con su hacha al lado y meditando tristemente:
- Todos me desprecian porque el producto de mi trabajo es escaso; pero... cmo cortar rboles tan
hermosos, en los que los pajaritos hacen sus nidos?
- Hola, leador! -djole el enanito repentinamente apareciendo a su lado. - Te veo preocupado. Por
cierto... si me dieras algo de comer... siento apetito.
- Claro que s, amigo mo! -y le present el envoltorio de su comida.
- Por tu atencin, leador, toma este pato de oro.
- Pero... no puedo aceptarlo, es demasiado valioso.
- Nada, nada... tuyo es el pato. El te dar la felicidad que bien mereces.
Al entrar en la ciudad con el pato de oro en la mano, una muchacha se le acerc, toc el pato e
inmediatamente qued pegada a l.
Los Dueos del Mar
Autor: Annimo
En cierta ocasin, navegando uno de sus barcos por una zona de buena pesca, ech sus redes para
llenar de peces su despensa y cuando las alzaron vieron que vena en ellas una hermosa sirena.
- Sed comprensivos, buena gente, y dejadme regresar al mar! - les rog la sirena. No os he hecho
ningn mal!
- Es una autntica sirena! - exclamaron los del barco. - Qu importancia nos vamos a dar cuando se
la mostremos a nuestros compaeros en Cleonwich!
Y, sin hacer caso de los lamentos de la pobre sirenita, la envolvieron en la propia red y se la llevaron.
- Por favor, no me raptis! - gema la sirena, llorando sin cesar. - Si me dejis regresar a mis dominios
del mar os prometo una recompensa como no habis soado!
Pero los marinos de Cleonwich se rean delante de ella sin ninguna compasin. Y en ese momento
brot de lo ms profundo de los mares una voz desgarradora, y enseguida surgi a la superficie un
extrao ser sosteniendo algo en sus brazos.
- Es el Tritn! - exclamaron los marineros, sin dejar de mofarse. - No lo vis all, flotando sobre las
aguas con su hijito en brazos?
S, era el propio Tritn, con sus cabellos tan verdes como las olas y su rostro oscuro.
Pero los hombres del barco se burlaron de sus palabras y siguieron navegando hacia Cleonwich.
El Tritn fue tras ellos, clavando su dolorosa mirada en la sirenita, su esposa, mientras sta trataba de
mirarles a travs de la red que la envolva.
Llegado el barco al puerto, los tripulantes levantaron la red y mostraron a todo el gento all agolpado lo
que contena.
Pero toda la gente que se hallaba en los muelles, los marineros y sus familiares, se rieron de aquellas
palabras y, despus de cansarse de ver llorar a la sirenita, la arrastraron con la red al faro prximo y en
l la abandonaron, muriendo la desgraciada poco despus.
La pintura
La msica
(del griego: [] - mousik [tchn], el arte de las musas) es, segn la definicin
tradicional del trmino, el arte de organizar sensible y lgicamente una combinacin coherente
de sonidos y silencios utilizando los principios fundamentales de la meloda, la armona y el ritmo,
mediante la intervencin de complejos procesos psico-anmicos. El concepto de msica ha ido
evolucionando desde su origen en la Antigua Grecia, en que se reuna sin distincin a la poesa, la
msica y la danza como arte unitario. Desde hace varias dcadas se ha vuelto ms compleja la
definicin de qu es y qu no es la msica, ya que destacados compositores, en el marco de diversas
experiencias artsticas fronterizas, han realizado obras que, si bien podran considerarse musicales,
expanden los lmites de la definicin de este arte.
La msica, como toda manifestacin artstica, es un producto cultural. El fin de este arte es suscitar una
experiencia esttica en el oyente, y expresar sentimientos, emociones, circunstancias, pensamientos o
ideas. La msica es un estmulo que afecta el campo perceptivo del individuo; as, el flujo sonoro puede
cumplir con variadas funciones (entretenimiento, comunicacin, ambientacin, diversin, etc.).
Literatura en Guatemala
Se denomina literatura de Guatemala a las obras escritas por autores guatemaltecos, ya sea en
cualquiera de los veintitrs idiomas que conforman el canon lingstico del pas, o en espaol. Aunque
con toda probabilidad existi una literatura guatemalteca anterior a la llegada de los
conquistadores espaoles, todos los textos que se conservan son posteriores, y estn adems
transliterados a caracteres latinos.
La poca Colonial, que abarc de los siglos XVI al XIX hizo una evolucin histrica trayendo consigo
grandes escritores del habla castellana, fuertmente influenciados por la Iglesia Catlica, que dejaron
una cultura escrita literaria sesgada hacia un embellecimiento de la presencia espaola en las tierras
guatemaltecas. Por ejemplo, de esta poca data la Recordacin Florida de Francisco Antonio de
Fuentes y Guzmn6 la cual es un relato histrico escrito en 1690 en donde ya se embellecen los
hechos relacionados con la conquista espaola del XVI, y la Rusticatio mexicana del poeta
jesuita Rafael Landvar, que se refiere a los destrozos provocados en la ciudad de Santiago de los
Caballeros de Guatemala por los terremotos de 1751.7 Ambos personajes pertencan a las familias
criollas ms solventes de su poca.
Los grupos que caracterizaron al siglo XX fueron la Generacin del 10, la Generacin del 20 a la que
perteneca Miguel ngel Asturias, ganador del Premio Nbel de Literatura en 1967 y el grupo Tepeu,
cuyos mximos representantes fueron Manuel Galich y Luis Cardoza y Aragn.
Imprudencia es la falta de precaucin que implica omitir la diligencia requerida. Se trata de un olvido
de la previsin aconsejable para realizar algn hecho que la prudencia popular recomendara. Estos
hechos imprudentes constituiran un delito si mediara mala
intencin, pero en realidad son productos del descuido. En el
ejercicio de cualquier profesin, imprudencia es la omisin de
extremas precauciones, que son consecuencia de la habitualidad y
confianza que crea el desempear una actividad o profesin.
Imprudencia es una negligencia inexcusable que se refleja como
desprecio a ciertas consideraciones elementales que requiere una
determinada actividad o accin. En el campo del derecho la
imprudencia es punible como defecto de previsin o advertencia, y
est tipificada por el Cdigo Penal con el nombre de acciones u
omisiones imprudentes, que son consideradas delitos en los casos
taxativos que mencione la ley.
Impericia Impericia es la falta de habilidad o de preparacin para resolver una situacin o efectuar una
tarea. En relacin a una profesin u oficio, impericia es la falta de conocimiento, entrenamiento o
prctica que exige su arte. Junto a la negligencia y a la imprudencia, la
impericia es una de las formas jurdicas de la culpa a los efectos de
establecer responsabilidad legal. En el derecho civil la impericia no es
excusable, y siempre genera como consecuencia el resarcimiento
econmico del damnificado por los daos ocasionados. La impericia
puede ocasionar daos irreparables en los bienes o afectar la integridad
de las personas, por ejemplo en el caso de un incendio causado por
impericia. Como as tambin un estrago, descarrilamiento, accidente,
naufragio o envenenamiento por adulteracin de un alimento
ocasionado por la impericia. La impericia o falta de pericia es la
ausencia de la destreza exigible para ejercer un oficio, arte o profesin,
y debe diferenciarse tanto de la imprudencia como de la negligencia,
comportamientos con los que suele confundrsele.
Negligencia,
del latn negligentia, es la falta de cuidado o el descuido. Una conducta negligente, por lo
general, implica un riesgo para uno mismo o para terceros y se produce por la omisin del clculo
Por ejemplo: una persona que habla por telfono mientras conduce un vehculo est cometiendo una
negligencia. Se ha comprobado que hablar y conducir son dos actividades que no pueden realizarse a
dado que el riesgo de provocar un accidente es conocido por todos; por eso,
Abandono
La nocin de abandono hace referencia al acto de dejar de lado o descuidar cualquier elemento,
persona o derecho que se considere posesin o responsabilidad de otro individuo. El abandono puede
ser utilizado en el mbito legal o en diferentes espacios y situaciones de la vida cotidiana, conllevando
algunos de los posibles abandonos mayor gravedad que otros.
Si se lo entiende desde el punto de vista legal, el abandono siempre har referencia al descuido de una
persona o un bien a manos de otra. En este sentido, el abandono implica
que otro individuo puede sufrir dao como consecuencia de tal acto de
abandono y por tanto la situacin debe ser resuelta de manera legal o
judicial. Cuando se habla de abandono en este mbito, por lo general se
hace referencia al abandono que puede cometer un padre con sus hijos,
una persona responsable con aquella persona a quien debe cuidar (tal
como un maestro con su alumno, un mdico con su paciente). El
abandono, sin embargo, puede no ser siempre fsico si no en muchos
casos moral o psicolgico. Adems, el abandono de propiedades o
bienes muebles tambin es una situacin a resolver judicialmente ya que
se debe litigar al respecto del posible traspaso de esa propiedad a un
tercero.
Consentmiento explcito
CONSENTIMIENTO IMPLICITO
Cuando una persona esta inconsciente y es incapaz de dar su autorizacin o existe una grave
amenaza para su vida o un parte de su cuerpo, la ley asume que el paciente consentira en recibir la
atencin y el transporte a un servicio mdico. Esto se llama consentimiento implcito y est limitado a
situaciones de emergencia que amenazan la vida. Es apropiado cuando el paciente esta inconsciente,
delirante, no responde como resultado del uso de alcohol, trauma en crneo, enfermedades
metablicas o drogas, o simplemente es incapaz de dar un consentimiento expresado. Sin embargo,
muchas cosas pueden ser confusas sobre lo que representa una grave amenaza para la vida o parte
de su cuerpo. Es muy probable que los procedimientos legales
giren alrededor de esta cuestin. Esto se convierte en una
resolucin con aspectos mdico-legales involucrados, que deben
ser apoyados por el mayor esfuerzo hecho por el TEM para
obtener el consentimiento mdico-legal; este es un trmino que se
refiere a la declaracin que guarda aspectos, principios y
normatividad establecida en la medicina y en un conjunto de
normas jurdicas, incluyendo criterios relacionados con la
medicina forense.
Tirada ecolgica
Es todo poder, principio o sustancia capaz de actuar en el organismo y sera nocivo si su presencia da
comienzo a una enfermedad.
Agente:
Es cualquier ser vivo que en circunstancias naturales permite la subsistencia o el alojamiento de un
agente causal de la enfermedad
Husped:
El medio ambiente es importante para la existencia de una determinada patologa, ya que de el
depende en gran parte la presencia o persistencia de distintas fuentes de infeccin o de produccin de
agentes estticos.
Ambiente:
Slo se adquiere por va sexual, y sangunea; y que la madre puede transmitir el virus a su hijo durante
el embrazo, parto y lactancia.
VIH & SIDA
Sfilis
fiebre
escalofros
dolor de cabeza
molestias musculares
mareo
prdida del apetito
cansancio
Cadena epidemiolgica. Es la secuencia de elementos que intervienen en la transmisin de un agente
desde una fuente de infeccin a un husped susceptible, o sea los pasos que sigue un agente causal,
desde su hbitat natural (reservorio), hasta el hospedero susceptible.
En los aos 50, los bioqumicos Stanley Miller y Harold Urey llevaron a cabo un experimento que
mostraba que varios componentes orgnicos se podan formar de forma espontnea si se simulaban
las condiciones de la la atmsfera temprana de la Tierra.Disearon un tubo que contena la mayora de
los gases, similares a los existentes en la atmsfera temprana de la Tierra, y una piscina de agua que
imitaba al ocano temprano. Los electrodos descargaron un corriente elctrica dentro de la cmara
llena de gas, simulando a un rayo. Dejaron que el experimento se sucediera durante una semana
entera, y luego analizaron los contenidos en la piscina lquida. Se dieron
cuenta de que varios aminocidos orgnicos se haban formado de manera
espontnea a partir de estos materiales inorgnicos simples. Estas
molculas se unieron en la piscina de agua y formaron coacervados.Este
experimento, junto a una considerable evidencia geolgica, biolgica y
qumica, ayuda a sutentar la teora de que la primera forma de vida se form
de manera espontnea mediante reacciones qumicas. Sin embargo, todava
hay muchos cientficos que no estn convencidos. El astrofsico britnico
Fred Hoyle, compara la supuesta posibilidad de que la vida apareci sobre la
Tierra como resultante de reacciones qumicas con el "equivalente de que un
tornado que pasa por un cementerio de autos logre construir a un Boeing 747
a partir de los materiales recopilados all".