Guralnik, Gabriel Eduardo Pidoto, Cl... (2013) - METROPOLIS REPRESENTACIONES SOCIALES DE UNA UTOP PDF
Guralnik, Gabriel Eduardo Pidoto, Cl... (2013) - METROPOLIS REPRESENTACIONES SOCIALES DE UNA UTOP PDF
Guralnik, Gabriel Eduardo Pidoto, Cl... (2013) - METROPOLIS REPRESENTACIONES SOCIALES DE UNA UTOP PDF
METRPOLIS: REPRESENTACIONES
SOCIALES DE UNA UTOPA FASCISTA.
Acta Acadmica es un proyecto acadmico sin fines de lucro enmarcado en la iniciativa de acceso
abierto. Acta Acadmica fue creado para facilitar a investigadores de todo el mundo el compartir su
produccin acadmica. Para crear un perfil gratuitamente o acceder a otros trabajos visite:
http://www.aacademica.com.
METRPOLIS: REPRESENTACIONES SOCIALES
DE UNA UTOPA FASCISTA
Guralnik, Gabriel Eduardo; Pidoto, Claudio
Universidad de Buenos Aires
99
todos aquellos estados europeos que tengan un deseo de paz y Como es natural, Para las clases dominantes, los principales atracti-
colaboracin (Kershaw,2005:45). Hubo, por lo tanto, catorce aos vos del fascismo eran su condicin de salvaguardia frente a los
de rgimen fascista italiano sin alianza con la dictadura nazi. movimientos obreros, el socialismo, el comunismo y el satnico y
Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-45), los espantosos cr- ateo bastin de Mosc (Hobsbawm,2005:179). Pero la cuestin re-
menes nazis harn que se identiique al fascismo (que entr, en sult ser mucho ms compleja. Sin entrar en mayores anlisis (que
1940, en la Guerra) como uno de los cmplices principales de Hitler excederan este trabajo), una descripcin tipolgica del fascismo de-
y sus secuaces. Terminada la Guerra, el fascismo se transformar en bera incluir, al menos, las caractersticas siguientes: antiliberalismo,
un tab poltico, y se lo llegar a identiicar, en el plano ideolgico, anticomunismo, anticonservadurismo, estructura econmica nacio-
con el nazismo. De ah que, visto desde hoy, cueste imaginar que el nal integrada (regulada y pluriclasista), nacionalismo extremo (inclu-
fascismo no era, en la dcada de 1920, ni la monstruosidad hitleriana yendo el objetivo de un imperio), movilizacin de masas, evaluacin
ni un rgimen policaco cercano al de los nazis, o al que gradualmen- positiva y uso de la violencia, exaltacin de la juventud, importancia
te tom forma en la URSS de Stalin. Pero la diferencia, de hecho, es de la estructura esttica de los mitines, y tendencia a un estilo de
clara: Estrictamente hablando, es preferible reservar el trmino fas- mando personal, autoritario y carismtico (Payne,2001:13). Un cctel
cismo para la Italia de Mussolini y emplear el de nacionalsocialismo atractivo no slo para los sectores dominantes, sino para muchos
al tratar de la Alemania de Hitler (Touchard,1979:608). trabajadores que preferan ver el pluriclasismo, el nacionalismo, la
Por supuesto, el fascismo era, al menos desde 1925, una dictadura. movilizacin y la seguridad que les brindaba el lder, en lugar de
En la historia del fascismo italiano, Payne distingue al menos siete condiciones objetivas de explotacin que pudieran subsistir. Algo que,
fases. Aqu nos situamos en el perodo que corresponde a la se- en una investigacin psicolgica, siempre debera tenerse en cuenta:
gunda fase, la de la construccin de la dictadura, que va de 1925 a el posicionamiento subjetivo se impone, con frecuencia, por sobre el
1929 (Payne,2001:78). En esto, hay acuerdo entre los historiadores: razonamiento sobre condiciones que (en una deinicin muy ingenua)
La libertad desapareci, lo que quedaba de la oposicin parlamen- se podran llamar objetivas.
taria acabo cuando se priv a los diputados de sus escaos, y los Gradualmente, otras naciones europeas generaron sus propias ver-
partidos antinacionalistas fueron suprimidos (Parker, 1991:177). siones de regmenes autoritario-populistas, inspirados ms o me-
Y no precisamente una dictadura socialista: en el fascismo existe nos en el ejemplo de la Italia de Mussolini. Algunos, como la Espaa
una concepcin antiigualitaria de la sociedad Mussolini de- de Franco, slo pueden caliicarse de dictaduras, y poco les cuadra
nuncia la ley del nmero. El fascismo -dice- no consiente que el la deinicin de fascismo, ms que como insulto. Otros, como la
nmero, por el simple hecho de que es un nmero, pueda dirigir Hungra de Horthy, tuvieron sus momentos cercanos al fascismo
las sociedades humanas. Niega que el nmero pueda gobernar por italiano, aunque sin llegar a su grado de adhesin.
medio de una consulta peridica (Touchard,1979:612-13). En el caso del nacionalsocialismo alemn, las medidas de corte so-
Sin embargo, era una dictadura distinta de todas las anteriores. cialista superaron incluso a las de Mussolini (Guralnik,2010:87-88).
Mussolini organiz sindicatos fascistas y tuvo un xito considerable Pero el racismo nazi alejaba a Alemania de lo que el fascismo ha-
en su intento de persuadir a muchos trabajadores de ailiarse a ba sustentado durante toda la dcada de 1920, y an despus:
ellos. Estos sindicatos sostenan que no deseaban destruir la eco- En fecha tan tarda como 1937, durante una visita de Mussolini a
noma nacional y llevar a los empleadores a la bancarrota, sino Berln, haba una cosa que preocupaba a los nazis: Mussolini no
representar los intereses de los trabajadores en una sociedad en era antisemita Algunos nazis pensaban que Hitler deba hablar a
la que los empleadores y su fuerza laboral podan colaborar para Mussolini sobre la cuestin e instarlo a que fuera antisemita. Hit-
mutuo beneicio (Ridley,1999:218). Esto cre una divisin entre ler no quera que l sintiera que se estaba inmiscuyendo en los
trabajadores que tenan una visin clara de la lucha de clases y asuntos internos italianos: hacerlo resultara contraproducente
trabajadores que no vean, al in y al cabo, cul era el problema de (Ridley,1999:336-337). Mucho antes de ese encuentro en Berln,
lograr que las clases colaborasen entre s. En efecto, , muchos durante una visita en 1932 del destacado autor Emil Ludwig, Mus-
ms trabajadores comunistas y socialistas de los que la tradicin solini airm: En Italia no existe el antisemitismo Los italianos de
izquierdista est dispuesta a admitir entraron en sintona con origen judo han demostrado ser buenos ciudadanos y combatieron
el fascismo (Hobsbawm,2005:128). El lder de la Italia fascista no valientemente en la guerra (Ridley,1999:263). No deberamos ol-
dej de hacer todo lo posible para dejar el problema de la lucha de vidar tampoco que fue el propio Mussolini quien intercedi ante
clases en una nebulosa. As, por ejemplo, dijo en septiembre de Hitler para que Freud pudiese abandonar Viena cuando, en 1938,
1920: Soy reaccionario y revolucionario segn las circunstancias los nazis la ocuparon (Jones,1985:550).
(Parker,1991:157). Y aprovech a mximo el terror de las noticias Nada de lo anterior puede redimir los crmenes de fascismo, in-
que llegaban de la URSS, sobre persecuciones a la religin, eje- cluyendo los muchos que cometi antes de su alianza con Hitler.
cuciones sumarias y violencia: los fascistas descubrieron la Pero es importante situarse en la poca, y no analizar simplemente
existencia potencial de un apoyo de las masas a la reaccin y fue- el fenmeno ex-post. Cualquiera sabe de lo que Mussolini o Hitler
ron capaces de explotarlo [descubriendo], casi por azar, que el eran capaces ahora, pero no todos lo sabian en 1927 (de hecho,
antisocialismo poda econtrar eco en las masas (Parker,1991:159). Hitler ni siquiera estaba en el poder). Y la Italia de Mussolini fue
Por otra parte, calando con profundidad en el deseo de grandeza capaz de convocar grandes grupos de jvenes, que creyeron ver en
de muchos pueblos (entre ellos, los europeos que, a ines del si- su rgimen una solucin, simultneamente, contra los abusos del
glo XIX, haban conquistado gran parte del mundo con su poltica capitalismo sin freno y contra los peligros del socialismo sovitico.
colonialista), y el poder que los mitos producen, el fascismo atrap Es un gran historiador marxista quien nos recuerda lo que ocurra
muchos seguidores: el fascismo, antes que una poltica, es una con el fascismo en aqul momento: En los aos treinta pareca la
mitologa. Ms que proponer un programa, impone un estilo. Tiene fuerza del futuro (Hobsbawm,2005:119).
el sentido de la decoracin, de la multitud, de la esceniicacin, de
los grandes smbolos. Mussolini pone al rgimen fascista bajo el Metrpolis: la utopa fascista transformada en obra de arte
signo de la antigua Roma (Touchard,1979:611). En 1927, el fascismo italiano estaba en su apogeo. Hitler, que mucho
100
ms tarde se aliara con Mussolini, era, en Alemania, un personaje comn de las sociedades. Las experiencias, las informaciones,
poltico casi insigniicante. Su Partido Nacional Socialista apenas la comunicacin social, producen, en cada sujeto, un proceso de
llegaba al 3% de los votos, e incluso a menos (Parker,1991:252) . Se objetivizacin: as, son objeto de una seleccin en funcin de
viva, en Alemania, un breve perodo de estabilizacin, tras la cats- criterios culturales [y] normativos Estas informaciones.
trofe de la Gran Guerra, la derrota de 1918, el humillante Tratado de son apropiadas por el pblico que, al proyectarlas como hechos
Versalles de 1919 y la hiperinlacin de 1923 . Esa breve estabilidad de su propio universo, consigue dominarlas (Jodelet,1986:482).
econmica no cambiaba algunos hechos: los pobres seguan siendo Una vez creado el ncleo igurativo (por objetivizacin), el anclaje
pobres, el desempleo no haba desaparecido del todo, y el obrero produce la integracin cognitiva del objeto representado dentro
industrial segua bajo el mismo yugo del fordismo-taylorismo, en del sistema de pensamiento preexistente y las transformaciones
la lnea de montaje, como una pieza ms de las mquinas. Pero la derivadas de este sistema. Como regla genera, ambos procesos
Repblica de Weimar segua siendo un ejemplo de democracia, y, -objetivizacin y anclaje- articulan, en una relacin dialctica, las
de momento, se haba aplazado esa disyuntiva entre la tirana o tres funciones bsicas de la representacin: funcin cognitiva de
el caos (Kracauer,1985:74) que la derrota en la Gran Guerra y las integracin de la novedad, funcin de interpretacin de la realidad
conmociones sociales haba instalado entre los alemanes. y funcin de orientacin de las conductas y las relaciones sociales
Fue en esa Alemania, brevemente democrtica, donde se ilm una (Jodelet,1986:485-86).
de las grandes pelculas de ciencia-iccin de todos los tiempos: Por ello, es esperable, en el pblico, la rpida aceptacin de que el
Metrpolis. Con libro de Thea von Harbou (que pocos aos des- amo de la ciudad es indiferente al sufrimiento de los obreros, an
pus se ailiara al Partido Nazi) y direccin de su marido, el ta- cuando tambin sea aceptable que se le reconozca el rol de cere-
lentoso Fritz Lang, Metrpolis sobrevivi al paso del tiempo, no bro de la ciudad. Y es igualmente esperable la rpida aceptacin
slo como gran pelcula, sino tambin curiosamente, como alegato de que los obreros no slo son explotados, sino que viven casi como
contra la explotacin de los trabajadores, tratados no como sujetos, esclavos, y marchan casi como soldados de la Gran Guerra, an
sino como simples engranajes de las mquinas. cuando sean indispensables, ya que son las manos de la ciudad.
Metrpolis toma el nombre de la ciudad donde transcurre la ac- La situacin que se plantea parece, as, insoluble.
cin. Una ciudad futura, ubicada hacia 2026. Que representa, aca- Pero la solucion llega. Una mujer obrera -Mara- insta a sus com-
so, al mundo en su conjunto, como la Everytown de Lo que vendr paeros a tener paciencia, y aguardar a un salvador que habr
(Cameron Menzies,1936), y tal vez, en cierta medida, la Aquilea de de llegar a ellos. Y el salvador resulta ser nada menos que Freder
Invasin (Santiago,1969). La ciudad de Metrpolis tiene una Fredersen, el hijo de Jon Fredersen, el amo mximo de Metrpolis.
divisin que se destaca desde el principio. En lo alto viven los pri- Freder, quien conoci a Mara (y se enamor de ella), baja a la zona
vilegiados: los amos de clase alta, y sus hijos. En lo bajo, ms bajo de las mquinas, y asiste con horror a la vida de los obreros. Toma,
an que el subsuelo donde residen las mquinas que alimentan la incluso, el lugar de uno de ellos. A continuacin, encara a su padre,
ciudad, viven los obreros y sus familias. Esta divisin topolgica re- Jon, y le dice: Por qu tratamos tan mal a los obreros?. A lo
leja, ya, lo que el espectador medio puede representarse sobre las que agregar, en el mismo dilogo: Y si un da ellos se sublevan
clases sociales: clase alta, barrio en las alturas; clase baja, barrio contra ti?. No hay duda de que Freder siente compasin por los
subterrneo, sumergido incluso por debajo de las mquinas. Meta- obreros. Tampoco hay duda de que reconoce a su padre, Jon, como
fricamente, pero sin ambigedades, a lo largo de la pelcula se ir el amo, el cerebro de la ciudad. Y desea que el cerebro y las
llamando el cerebro a los amos de la ciudad (quienes, se nos dice, manos se entiendan, y vivan en armona. Algo no muy distitnto a lo
la disearon), y las manos a los obreros (quienes operan todas las que propugna, en Italia, el fascismo.
mquinas que hacen vivir a Metrpolis). La trama se complica porque Rotwang, el inventor, cre -a pedido
En el manejo de las mquinas que hacen vivir a Metrpolis, la pe- de Jon- un robot, y le dio la forma de Mara . El objetivo original de
lcula muestra a los obreros, literalmente, como piezas humanas Jon era que la falsa Mara desmoralizara a los obreros, para some-
de un complejo que nunca se detiene. Engranajes intercambiables, terlos an ms. Aqu, el objetivo de Jon hacia los obreros es claro:
que trabajan hasta el borde del agotamiento, y son relevados en el las personas quedan sometidas al paradigma que atraviesa una
cambio de turno. Los hijos de los amos, en cambio, disfrutan, en lo contradiccin entre la entropa de un mundo en crisis, y el efecto de
alto de la ciudad, de deportes, placeres y diversin. Aqu, tanto la sentido que el discurso hegemnico intenta propugnar. Un discurso
dualidad obreros-amos como la forma en que los obreros son des- segn el cual nada puede hacerse distinto, pues si las cosas no
subjetivizados, hasta reducirse a piezas de las mquinas, remiten a fuesen como son sera todo peor, lo que implica la conveniencia de
una doble dualidad que forma parte de las representaciones socia- no alterar el actual estado de cosas, bien porque ste es el mejor
les de cualquier gran pas industrial europeo de la poca. Es impor- mundo de los posibles, o bien porque es el nico (Ghiso,2005:6).
tante recordar que las representaciones sociales se vinculan a un Pero la falsa Mara -el robot- no sigue las instrucciones esperadas
conocimiento que se constituye a travs de nuestras experiencias, por Jon, y, en cambio, insta a los obreros a destruir las mquinas
pero tambin de las informaciones, conocimientos y modelos de que los esclavizan. Los obreros reaccionan con violencia, sin pen-
pensamiento que recibimos y transmitimos a travs de la tradicin, sar, siquiera, que si destruyen las mquinas inundarn sus propios
la educacin y la comunicacin social (Jodelet, 1986:473). Y que barrios -situados debajo de ellas- y matarn a sus familias. La ex-
Equivalen en nuestra sociedad a los mitos y sistemas de creencias plotacin que han sufrido da cuenta de esa reaccin: el carcter
de las sociedades tradicionales. Puede airmarse, incluso, que son la penoso o no penoso de la cosa constituye en s mismo una razn
versin contempornea del sentido comn (Moscovici,1981:181). de la eleccin ms all de la cual no se puede ir. La eleccin entre
En 1927, novedades impactantes (la Gran Guerra, la Revolu- lo penoso y lo no penoso constituye un elemento irreductible que no
cin Rusa, los intentos revolucionarios en otras zonas europeas, remite a ningn juicio, a ningn razonamiento o clculo (Foucault,
el Movimiento Fascista en Italia) eran parte de las experiencias, 2008:312).
o al menos de las informaciones y de la comunicacin social en El desenlace acenta la perversin que la pelcula atribuye a las
todas las grandes ciudades. Son, a esa altura, parte del sentido mquinas: fue Rotwang quien program a su robot para rebelar-
101
se, por un deseo de venganza personal contra Jon. Y mientras los BIBLIOGRAFIA
obreros, cuando descubren que el robot no es Mara, la ejecutan, Abraham, C. (2005) Borges y la ciencia iccin. Buenos Aires: Quadrata.
Rotwang secuestra a la verdadera Mara. Es Freder quien, con gran
Ackerman, F. (1998) Ciencia Ficcin. Barcelona: Evergreen.
peligro para su vida, la rescata. En medio de la rebelin, Jon fue
llamado por el capataz de los obreros (que es, a la vez, una especie Burleigh, M. (2004) El Tercer Reich. Madrid: Taurus.
de delegado). Al ver a las mquinas destruidas, a los obreros su- Cameron Menzies, W. (1936) Lo que vendr. Denham, Buckinghamshire:
blevados, y sobre todo a su hijo en peligro, Jon se toma la cabeza, London Film Productions. Ttulo original: Things to Come.
y cae de rodillas. Cuando por in termina el momento de caos, Jon Capanna, P. (1990) Estudio Preliminar. En Capanna, P. (comp.) Ciencia
est nuevamente de pie, a las puertas de una catedral. El capataz Ficcin Argentina. Antologa de cuentos. Buenos Aires: Aude.
se sita a unos metros de l. Los obreros, al parecer arrepentidos, Chaplin, C. (1936) Tiempos Modernos. Santa Clarita, California: Charles
los observan desde las escalinatas. Freder y Mara se sitan tam- Chaplin Productions. Ttulo original: Modern Times.
bin en las puertas, a cierta distancia de Jon.
Foucault, M. (2008) Nacimiento de la Biopoltica. Buenos Aires: FCE.
Es el momento clave de la pelcula. Mara le dice a Freder: el cere-
bro y las manos tienen que trabajar juntos, pero no pueden hacerlo Ghiso, A. (2005) Una forma de intervenir en el mundo. Pedagoga para un
mundo que puja por ser. En revista Aportes, (V) 58, pp.37-50. Colombia,
sin la mediacin del corazn. El corazn, que har de media-
ISSN 0122-8773.
dor entre los amos y los obreros, no es otro que Freder. Y es Freder
quien logra, inalmente, unir a Jon y al capataz, para que, al cabo, Guralnik, G. (2010) Psicologa del Autoritarismo en la Alemania Nazi. Tesis
se den la mano. La leyenda inal de la pelcula explicita la metfora: de Doctorado. Indita. Disponible en la Biblioteca de la Facultad de Psico-
loga de la Universidad de Buenos Aires.
mediador entre el cerebro y las manos el corazn ha de ser.
Hobsbawm, E. (2005) Historia del Siglo XX. Buenos Aires: Crtica.
Conclusiones Imdb: The International Movie Data Base. www.imdb.com. Consultada el 5
En 1927, el nico lugar del mundo en el que el cerebro y las ma- de mayo de 2013.
nos trabajan (supuestamente) en armona, mediados por el cora- Jodelet, D. (1986) La representacin social: fenmenos, concepto y teo-
zn, es Italia. El corazn puede ser el Duce, o el fascismo en su ra. En Moscovici, S. (comp.) Psicologa social. Barcelona: Paids.
conjunto. La diferencia no parece tan relevante, pues, en cierto modo, Jones, E. (1985) Freud. Barcelona: Salvat. Volumen 2.
el Duce es el fascismo. Se explicitan en la obra, de tal modo, procesos
Kershaw, I. (2005) Hitler, 1936-1945. Barcelona: Pennsula.
de tematizacin que objetivan, en todo discurso, la estabilizacin
de los sentidos, induciendo imgenes de situaciones o maneras Kracauer, S. (1985) De Caligari a Hitler. Una historia psicolgica del cine
de ser de las cosas y del mundo.... (Moscovici y Vignaux, 2003:10). alemn. Barcelona: Paids.
El que no todos los que vieron Metrpolis hayan comprendido Lang, F. (1927) Metrpolis. Spandau, Berln: UFA. Ttulo original: Metro-
la metfora de elogio al fascismo italiano, sobre todo cuando este polis.
rgimen dej de existir, no es excusa para ignorar que la metfo- Lorca, J. (2010) Historia de la ciencia iccin. Buenos Aires: Capital In-
ra existe, y es clara en su poca. Algo que, en fecha tan tempra- telectual.
na como 1946, observ Kracauer: Externamente podra parecer MacMillan, M. (2005) Pars, 1919. Seis meses que cambiaron el mundo.
que Freder ha convertido a su padre; en realidad, el industrial ha Barcelona: TusQuets.
superado a su hijo. La concesin que hace equivale a una pliza
Moscovici, S. (1981) Psicologa de las Minoras Activas. Madrid: Morata.
de apaciguamiento que no slo evita que los trabajadores ganen
su causa sino que le permite apretarlos frreamente entre sus ga- Moscovici, S. y Vignaux, G. (2003) El concepto de themata. En Moscovici,
S. (comp.) Representaes sociais. Petrpolis: Vozes. Traduccin de la
rras rindindose a Freder, el industrial adquiere ntimo contacto
Ctedra de Psicologa Social, Facultad de Psicologa, UBA.
con los trabajadores y de esta manera est en condiciones de inluir
en su mentalidad En efecto, la peticin de Mara de que el cora- Parker, R.A.C. (1991) El Siglo XX: Europa 1918-1945. Mxico D.F.: Siglo XXI.
zn medie entre la mano y el cerebro podra muy bien haber sido Payne, S. (2001) El Fascismo. Madrid: Alianza.
formulada por Goebbels. El tambin apelaba al corazn en inters Ridley, J. (1999) Mussolini. Buenos Aires: Vergara.
de la propaganda totalitaria Toda la composicin denota que el
Santiago, H. (1969) Invasin. Buenos Aires: Proartel.
industrial acoge al corazn con el propsito de manejarlo; que no
abandona su poder sino que lo expandir sobre una regin an Touchard, J. (1979) Historia de las ideas polticas. Madrid: Tecnos.
no se haba anexionado: el reino del alma colectiva la disciplina
mecnica y anticuada ser sustituida por la disciplina totalitaria
(Kracauer,1985,155-156).
Fritz Lang emigr de Alemania a los EEUU cuando se instaur la
dictadura de Hitler. Sin embargo, Metrpolis (cuyo argumento no
era de Lang, sino de Thea von Harbou) haba sido correctamente
interpretada por el Fhrer: Lang cuenta que inmediatamente des-
pus de la llegada de Hitler al poder, Goebbels lo mand a buscar:
Me dijo que muchos aos antes, l y el Fhrer haban visto mi
pelcula Metrpolis en una ciudad pequea y Hitler le haba dicho,
en esa oportunidad, que me quera para hacer pelculas nazis (Kra-
cauer,1985:156).
102