Primero Llegarás A Las Sirenas

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Captulo 3.

Las mujeres lquidas

Para las almas es muerte llegar a ser agua,


para el agua es muerte llegar a ser tierra,
y de la tierra nace el agua,
del agua el alma.

Herclito de feso

De las sirenas se ha escrito, esculpido, pintado, filmado, abrumadoramente; sin embargo,

antes que agotarse su estela mitolgica, el halo de fascinacin que mantienen en los

hombres las ha hecho eternizarse infinitamente como las aguas marinas de las que son

perpetuas compaeras. En la lotera mexicana (juego de azar), la sirena es presentada en la

variante pisciforme, con su cola de pez mecindose en las olas y su tronco de mujer

desnudo emergiendo del agua. Justo en el centro de la Ciudad de Metepec, en un islote de

una fuente del jardn principal, la Tlanchana, coronada de flores, se erige como un

recordatorio de una antigua divinidad lacustre mitad serpiente o pez y mitad mujer, (su cola

de pescado podra ser una interpolacin de la cultura grecolatina impuesta en La Colonia);

mantiene entre sus manos una caracola de la que brota agua, en otras representaciones tae

instrumentos musicales. En el occidente de Mxico, especficamente en las costas de

Colima, con el nombre de gentiles, son conocidas unas criaturas que el folclor se ha

encargado de concebir.Se las describe como antropomorfas, cubiertas de escamas que

reflejan la luz de la luna, pues su naturaleza es nocturna; estas criaturas emergen de las olas

cobijadas por la oscuridad en busca de sus presas: baistas que deambulan por la playa;

slo pueden permanecer en la arena hmeda ya que no se permiten abandonar el mar y


nicamente deambulan constreidos a la frontera que dibuja la salada espuma. Como

sirenios se conocen a un grupo de mamferos generalmente herbvoros y completamente

acuticos que viven en aguas tropicales, estuarios y ros. Dentro de los manates

(triququidos) se reconocen tres especies: amaznico, del Caribe y africano; los dugongos

(dugnguidos) habitan sobre todo en el ocano ndico y el mar Rojo. Aunque es muy

discutible que sea a partir de la realidad (entendida como entorno), como en este caso los

sirenios (que existen fsicamente), que el mito comience a tejerse, s resultan interesantes

los nombres con los que se refirieron las antiguas culturas a estos animales y que todava

con sus designaciones actuales infieren el mito de las sirenas. 1As podra continuar en una

cadena interminable de ejemplos que evocan a las tres hermanas desde los ms fijados en la

memoria: La sirenita de Hans Christian Andersen y el despliegue monumental de versiones

del mismo relato en diversos formatos, El pescador y su alma de Oscar Wilde, las muchas

referencias poticas en distintas lenguas, slo por mencionar la textualidad, hasta las

reescrituras del mito menos evidentes en muchsimos productos no slo culturales sino de

consumo cotidiano.

Las lneas anteriores me sirven solamente para dejar claro que nuestras vidas estn

bastante impregnadas de la humedad mtica de las sirenas. Un amplio estudio sobre la

implicacin de estas hbridas mitolgicas en la publicidad, los medios masivos y el arte lo

realiz y bastante documentado Meri Lao en Las sirenas (1985); por ellono voy a abundar

en la relacin contempornea que tenemos con ellas, prefiero, en cambio, en este apartado

centrarme en el anlisis de las diferentes versiones del mito del que son protagonistas ya
1 Dugongo proviene de la palabra tagala dugong, que significa seora del mar.
Manat proviene del tano que hace referencia a las mamas de estos seres.
Generalmente los nombres con los que se les ha identificado apuestan por
referirse a ellos como mujeres del mar.
sea que se cubran con sus escamas y se impulsen con cola de pescado, muy relacionadas

con las serpientes, o que se envuelvancon plumas, hagan jirones la carne con sus garras y

las rode un aura funesta, y es que justamente es esto segundo lo que me interesa rescatar

para esta investigacin,porque ms que peces seductores, encuentro en la narrativa de

Carlos Montemayor entidades femeninas asociadas a la muerte.

3.1 El mito de las sirenas y su estela mitolgica

Antes de ser erticas mujeres peces, seductoras de hombres, que muestran sin pena su

pecho desnudo a los navegantes, las sirenas eran temidas y respetadas. Mujeres pjaro en

calderos palestinos se presentan desde el siglo XI A.C. (Lao 21) y aunque realmente no se

puede saber si esos seres tenan las mismas funciones que posteriormente tienen las sirenas,

s es posible identificar ya una antiqusima sustancia mtica en la que bien pudieron

cultivarse varios relatos posteriores, ya que tan slo en las regiones que rodean al

Mediterrneo se constituyeron diversos mitos sobre mujeres que tenan alguna relacin con

las aves. La Esfinge, Nik, Progne, Filomena, las Erinias, etctera, son algunas personajes y

deidades aladas que pueblan la cuenca mediterrnea2.

2 La Esfinge es un daimon maligno, su origen difiere de los autores, tiene rostro y busto de mujer, patas de
len, cuerpo de perro, cola de dragn y alas de ave, adems su boca siempre contiene veneno. Asesinaba por
asfixia a quien no adivinara sus acertijos, lo cual posiblemente provoc que su iconografa fuese utilizada
funerariamente. Nik, la diosa de la victoria en Roma, era una mujer alada, casi siempre representada de
pequeo tamao en las manos de otro dios como Zeus o Atenea. Progne esposa del rey Tereo, se enter que
ste le cort la lengua y torturaba a su hermana Filomena, como castigo, ambas, madre y ta descuartizaron a
Itis, hijo de Procne y Tereo y sobrino de Filomena, lo cocinaron y lo dieron a su padre como alimento, l
enfurecido las persigui, pero los dioses los transformaron a los tres, a l en abubilla, a Filomena en ruiseor
y a Procne en golondrina. Las Erinias son tres deidades femeninas con alas de murcilago, cabellos de
serpientes, y de sus ojos mana sangre, castigan los pecados de los hombres y estn asociadas al infierno.
El mito de las Sirenas slo puede ser construido a partir de diferentes versiones, ya

que la religin griega no era dogmtica y la oralidad y las tradiciones locales la nutran

incesantemente, por ello recurrir a algunas textualizaciones del mito que aparecen en siete

autores fundamentales de la antigedad clsica, a partir de las cuales comenzar a urdir el

tejido mtico que tomar como base de este captulo. Comenzar con Hesodo 3, que en

Obras yFragmentos sigue la tradicin ms extendida de considerar como tres 4 el nmero de

Sirenas y las nombra como Telxope (Telsone), Molpe y Aglaofono (226) y les concede el

don de amansar los vientos.

Homero5 en su Odiseacuando da voz a Circe, la hechicera, alerta a Ulises sobre las

hbridas mujeres, como es un relato anterior a los otros que considero posiblemente es el

ms antiguo no revela los nombres de las hbridas divinas, antes bien las menciona como

si su territorio se difuminara con ellas:

Primero llegars a las Sirenas, las que hechizan a todos los hombres que se acercan
a ellas. Quien acerca su nave sin saberlo y escucha la voz de las Sirenas ya nunca se
ver rodeado de su esposa y tiernos hijos, llenos de alegra porque ha vuelto a casa;
antes bien, lo hechizan stas con su sonoro canto sentadas en un prado donde las
rodea un gran montn de huesos humanos putrefactos, cubiertos de piel seca (221)

Otro aspecto que diferencia el relato que conforma la Odisea,de estas canbales funestas, es

que precisa su nmero en dos: haz que te amarren de pies y manos, firme junto al mstil

3Hesodo fue un poeta griego que vivi en una fecha an no precisada, posiblemente en el siglo
VII, lo que se conoce acerca de l, es lo que aparentemente escribi de s mismo, lo cual abre la
posibilidad sobre la imprecisin de datos importantes que pudieran ser slo elementos inventados
por el poeta, y es autor de Los trabajos y los das.

4 AQU INSERTAR NOTA DE LAS TRILOGAS

5 Llamo Homero al autor que la tradicin ha dejado pervivir, sin entrar en la polmica de la
verdadera autora de la Odisea y la Ilada.
que sujeten a ste las amarras, para que escuches complacido la voz de las dos Sirenas

(221). Adems, se infiere que no es slo en la belleza del canto donde reside el poder

atrayente que conlleva un destino funesto, sino en el conocimiento que emerge de sus

bocas, pues ellas son omnisapientes:

Vamos, famoso Odiseo, gran honra de los aqueos, ven aqu y haz detener tu nave
para que puedas or nuestra voz. Que nadie ha pasado de largo con su negra nave sin
escuchar la dulce voz de nuestras bocas, sino que ha regresado despus de gozar con
ella y saber ms cosas. Pues sabemos todo cuanto los argivos y troyanos trajinaron
en la vasta Troya por voluntad de los dioses. Sabemos cuanto sucede sobre la tierra
fecunda (226)

Pausanias en el libro IX de Descripcin de Grecia, ofrece una descripcin de la ciudad

beocia de Coronea, en la cual existi un gora que tena un altar a Hermes Epimelio,

protector de los rebaos; y prosigue:

Un poco ms abajo hay un santuario de Hera y una imagen antigua, obra del tebano
Pitodoro, que lleva sirenas en su mano, pues dicen que las hijas de Aqueloo fueron
convencidas por Hera para competir en el canto con las Musas; y dicen que, cuando
las Musas vencieron, arrancaron las alas de las sirenas y se hicieron coronas con
ellas (322).

Tres datos que no recupera Homeroquizs por ser un relato ms arcaico o porque al estar

ms vivo un mito, menos necesidad se tiene de profundizar en detalles ya que se dan por

sentados s establece Pausanias: la genealoga de las Sirenas, las hace descendientes de

Aqueloo, dios ro de suma importancia para el mundo griego el cual, en Las traquinias,

Sfocles lo hace enfrentar en forma de toro con Heracles y con ello no slo las hace tener

un origen divino sino tambin ligado al agua. El segundo es un concurso de canto que

departieron con las Musas y del cual no salieron victoriosas. Y el tercero, que es
determinante: son mujeres aladas, poseen plumas, lo que inmediatamente las relaciona con

el don que Hesodo afirma que poseen: amansar el viento.

Al igual que a Homero, a Apolodoro le rodea una aura enigmtica,la cual inicia por

su propio nombreque se desconoce, en realidad no se ha llegado a una conclusin

determinante sobre quin escribi la Bibliotecay si realmente se haba nombrado as a la

obra, al parecer como propone Javier Arce (Biblioteca 13), esta confusin la debemos a San

Focio ya que este patriarca ley un texto, al parecer la Biblioteca de Apolodoro,del cual

hizo un resumenque no concuerda con el contenido del texto que me ocupa, puede haber

sido uno distinto y esta falta de claridad se ha extendido hasta el da de hoy;con todo, es

fundamental citarlo en este apartado; entonces prosigo con esta obra en la cual tambin se

concuerda con la tradicin mayoritaria de considerar a las sirenas hijas de un dios ro: de

Tala y Apolo nacieron los Coribantes; de Melpmene y Aqueloo, las Sirenas (46).

Cuandoel autor relata el viaje que hicieron los Argonautas acompaados de Orfeo dice que

cuando pasaron cerca de las Sirenasste retuvo a los Argonautas entonando un canto

contrario,slo Butes se arroj hacia ellaspero Afrodita lo rescat y lo instal en Lilibeo

(80). Este fragmento anterior da cuenta de un segundo escape de navegantes, otro es el

relatado por Homero, lo que les resultar como un destino funesto como se expone en otro

pasaje,justamente el desarrollado en la Odisea,en el cual e narra que despus de estar con

Circe, Odiseo lleg con su tripulacin a la isla de las Sirenas:

Estas eran: Pisnoe, Aglope y Telxiepia, hijas de Aqueloo y Melpmene, una de las
musas. Una tocaba la lira, otra cantaba y la tercera tocaba la flauta, y as persuadan
a los navegantes a quedarse. Tenan forma de pjaros desde los muslos. Cuando
Odiseo navegaba cerca de ellas quiso escuchar su canto y, por consejo de Circe, tap
con cera los odos de sus compaeros y les orden que a l lo atasen al mstil.
Incitado a quedarse por las Sirenas peda que lo desatasen, pero ellos lo ataron ms y
as continu de viaje. Estaba predicho a las Sirenas que moriran cuando una nave
pasara de largo; por eso perecieron (244).
Por su parte, Cayo Julio Higinio ofrece en Fabulaun origen genealgico de estas divinas

mujeres marinas, de Aqueloo y de Melpmene, las Sirenas: Telxiepia,Molpe, Pisinoe

(72), aunque cambia a Aglope por Molpe; as mismo,describe a la Harpas muy parecidas

a las sirenas las Harpas habitaban las islas Estrfades, que son llamadas Plotas, en el

mar Egeo. Se dice que tenan cabeza de ave, estaban dotadas de plumas y alas; y posean

brazos humanos, con grandes garras, patas de ave, pero pecho, vientre y muslos humanos

(96), aqu es posible atender entonces un poco el fsico primordial de las sirenas, similares a

otras deidades y daimones alados con los cuales comparten un evidente o sutil aspecto

funeral.

Higinio tambin ofrece un pasaje que es poco frecuente en la iconografa griega, y

al cual tambin acude Apolodoro, recin revisado: el episodio de Butes que aparece

tambin en Las Argonuticas de Apolonio de Rodas, los cuales cruzan cerca de la isla de

las Sirenas pero Orfeo con su habilidad musical logra evitar que los navegantes flaqueen

anteel melodioso canto de las divinidades seductoras, peroButes, hijo de Teleonte, aunque

era atrado por los cantos y la citara de Orfeo, sucumbi no obstante al encanto de las

Sirenas, y se precipito al mar para nadar hacia ellas. Arrastrado por las olas, Venus lo puso a

salvo en Lilibeo. (98). De esta manera, este grupo de hombres es uno ms que logra

evadirlas, adems del de Odiseo, el cual tambin aparece registrado por el autor latino en la

forma siguiente:

Entonces se dirigi hacia las Sirenas, hijas de la musa Melpmene y de Aqueloo,


que tenan la parte superior de mujer y la inferior de ave. Su destino estaba
condicionado a que viviran tanto tiempo cuanto ningn mortal, al escuchar su canto,
pasara de largo. Ulises, advertido por Circe, hija del Sol, tapon con cera los odos a
sus compaeros y ordeno que l mismo fuera amarrado al mstil; y as logro pasar
de largo. (214)
Adems del pasaje anterior, el cual es bastante ms conocido y ha sido motivo artstico

hasta nuestros das, Higinio da una respuesta a el porqu de la doble metamorfosis de las

ninfas marinas que ataen a este apartado:

1. Las Sirenas, hijas del rio Aqueloo y de la musa Melpomene, errantes desde el
rapto de Proserpina, haban llegado a la tierra de Apolo. All, por no haber prestado
auxilio a Proserpina, fueron transformadas en aves por voluntad de Ceres.
2. Se les haba vaticinado que viviran tanto tiempo cuanto lograran que nadie que
las escuchara cantar pasara de largo. (231)
Ulises fue funesto para ellas pues, gracias a su astucia, paso navegando por delante
de los arrecifes en los que vivan, y ellas se precipitaron al mar.
3. A partir de ellas el lugar es llamado de las Sirenas, y se encuentra entre
Sicilia e Italia. (232)

Aunque bastante escueto, en este texto se logra entender la transformacin, la primera

como castigo (impiedad) y la segunda, aunque nefasta pues pierden ante los hombres, da

una pista del cambio fsico con el que se cobijan en la actualidad, ya que al ingresar al mar

y volverse ms acuticas, pudieron obtener la cola de pez, esto lo infiero slo como una

posibilidad.

Estrabn fue un gegrafo e historiador griego conocido por su enorme obra

Geografay cuenta con 17 volmenes, en ella ofrece la localizacin de las Sirenas:

En el caso de las sirenas, sin ir ms lejos, unos las asientan en el Cabo Peloriade
(actual estrecho de Mesina, Sicilia) y otros en las Sirenusas (hoy Sorrento, frente a
Capri), que distan de all ms de dos mil estadios; y afirman que son un escollo de
tres picos que separa los golfos de Cumas y de Posidonia. Pero ni dicho escollo es
de tres picos, ni apunta plenamente hacia lo alto, sino que desde los territorios de
Sirrento hacia el Estrecho de Capria sobresale una especie de recodo largo y
estrecho, que tiene tras una parte, en la ladera, el templo de las Sirenas y, por otra, a
lo largo del Golfo de Posidonia, tres islotes desiertos y pedregosos situados frente a
la costa, a los que llaman Sirenas; y en el propio estrecho est el Ateneo, con cuya
denominacin coincide tambin dicho recodo. (268)

Aunque pareciera una descripcin desmitificada, ya que se basa en elementos


completamente geogrficos los cuales, sin embargo, sugieren un velo mitolgico tambin
el autor toma en cuenta un aspecto que potencia el halo mtico del relato cientfico, esto es
la localizacin del sepulcro de una de las sirenas:
Y si se aade que en Nepolis se muestra una tumba de Partnope, una de las tres
sirenas, aun cabe mayor confianza, aun cuando con ello se mencione un tercer lugar;
pero ya que en este golfo, llamado de Cumas por Eratstenes, que forman las
Sirenusas, se asienta tambin Nepolis, con tanto ms fundamento creemos que las
sirenas estuvieron por estos lugares. (269)

Ovidio, es el poeta al cual se le debe en gran medida el conocimiento de los mitos

grecolatinos ya que su fama surgida en el siglo I se extiende an en nuestros das. En el

libro quinto de Las Metamorfosis relata cmo Hades rapta a Persfone, hija de la gran diosa

de la fertilidad y los cereales Ceres. Afrodita, que desprecia la virginidad y a las doncellas,

no est dispuesta a permitir que Proserpina tambin siga el camino de Atenea, Artemisa,

Dafne, etctera, y le pide a Cupido que aseste una flecha al dios del inframundo para que se

enamore de su sobrina (Persfone es hija de Zeus y Ceres). Bajo el influjo de la funesta

saeta Hades secuestra a Proserpina. Demtervuelve infrtil la tierra y da muerte a los

labradores. Pero cuando sabe que su hija se encuentra en el inframundo le pide ayuda a

Zeus para que sea devuelta. La condicin para la libertad de la joven diosa es no haber

probado fruto infernal, pero Persfone consume siete granos de granada y el nico testigo

es Ascfalo, hijo del ro Aqueronte y la ninfa Orfne mismo que denunci el hecho que

impidi el regreso a la tierra de Proserpina; al enterarse de la delacin la gran Ceres,

consumida por la furia lo castiga; aqu es donde las Sirenas se revelan en el entramado

mitolgico justo despus de la transformacin de Ascfalo, en la traduccin de Rubn

Bonifaz Nuo se conserva de la forma siguiente:

l, a s mismo quitado, en rojizas alas se encubre / y en largas uas se encorva, y


apenas / mueve las plumas en los inertes brazos nacidas; / ave fea se hace, del luto
que ha de venir, mensajera; / pesado bho, presagio para los mortales, funesto.
ste, empero, puede parecer, por la denuncia y la lengua, / que mereciera la pena; /
a vosotras de dnde Aqueloidas, la pluma y los pies de aves, cuando llevis rostros
de virgen? / Porque, cuando cortara Proserpina flores vernales, en el nmero de sus
compaas estabais, doctas Sirenas? / Despus de que en el orbe entero la buscasteis
en vano, / para que al punto sintieran vuestro cuidado los mares, poder sobre las olas
apoyaron con remos de alas / quisisteis, y complacientes dioses tuvisteis, y
vuestros / miembros visteis enrojecer con sbitas plumas. / Empero porque no aquel
cantar nacido para endulzar los odos, / y tan gran don de la boca, el uso de la lengua
perdiera, / los virginios rostros y la humana voz os quedaron.(117)

Inici desde el famoso rapto de Persfone, esposa de Hades y por consiguiente deidad del

inframundo para lograr percibir la relacin entre la fertilidad terrena y los territorios

infernales, pues justamente por ese hecho es que Proserpina se convierte en funeral figura y

al ser hija de Ceres se crea un vnculo entre ambos territorios. Las Sirenas son las

compaeras de Persfone y al volverse sta reina del Hades, estas se convierten en

mensajeras de los reinos infraterrenos, motivo por el cual aparecen regularmente en

sepulcros, quizs por una evolucin de ser slo ninfas acuticas a psicopompos; esta

asociacin a lo funeral y su presencia insoslayable y fundamental en el canto XII de

laOdisea es en lo que propongo adentrarme ms profundamente en el apartado siguiente

para analizar la rica tradicin grecolatina que se asienta en Guerra en el paraso tanto

porque el autor fue un preconizado clasicista, como por el hecho natural de que tanto l

como todos los hombres occidentales nos hemos nutrido durante siglos de la vasta tradicin

de las culturas mediterrneas, grecolatinas en este caso, y que se encuentra repensada y

aprehendida tantas veces como hombres germinan en la tierra.


Las Sirenas: desde las aguas fnebres del mito griego al oleaje de mujeres en Guerra en el

paraso.

En el Captulo I trac un esbozo de la situacin compleja que viva Mxico en las dcadas

de los aos sesenta y setenta; especficamente en el estado de Guerrero este procesofue por

supuesto una respuesta natural al ambiente internacional que logr permear las conciencias

de algunos grupos, que orillados por las lagunas de poder y la enorme desigualdad e

injusticia terminaron constituyndose como guerrillas. Estas agrupaciones, negadas por el

Estado, en la misma poca, son posteriormente sustancia nutricia de una gran cantidad de

obras literarias como la que justamente es objeto de anlisis de este trabajo.

La insoslayable relacin de las tradiciones griega y latina con Carlos Montemayor

Aceves fue esencia del primer captulo, si lo menciono de nuevo es para hacer nfasis de

que parto de que este conocimiento que el autor posea, es materia o evocacin en muchas

de sus obras. Podra decir que el efluvio de la literatura grecolatina penetra demanera

consciente o no en su produccin literaria, yo creo que Montemayor no slo en esta novela

sino en toda su escritura tiene un manejo intencionado de valores, estticas, tradiciones, de

las culturas mediterrneas ya mencionadas, aunque claro est, no slo de stas, basta

recordar su empeo porque se conociera y apoyara a los creadores en lenguas indgenas

mexicanas. Lo que quiero decir con esto es que no voy a justificar que slo porque existe

una influencia de la literatura griega o latina en Guerra en el paraso (a la que por cierto el

mismo autor la llama un producto helnico)es que puedo rastrear alguna sugerencia de

mitos, sino porque creo que siglos de tradicin occidental (griega, romana, a la que se suma

la mesoamericana) han cimentado a nuestra literatura (o que la nuestra ha sumado a


aqulla, no tiene importancia el orden). En este sentido Carlos Montemayor imbuido de

manera especial por su erudicin clsica desplegar en sus letras, no slo su preocupacin

por la situacin histrica ficcionalmente verbalizada, sino tambin el numendel que tanto l

como todos nosotros nos hemos nutrido: las tradiciones clsica y mesoamericanas.

Dice Meri Lao que las Sirenas esto est comprobado son las entidades femeninas

y aladas del mar que, seduciendo al hombre con un cntico sin igual, lo desvan de su

derrotero (21) y aade que es necesario ver a las Sirenas como un smbolo de tradicin

milenaria, cargado de inferencias en cuanto tal, y generoso de significados como pocos

otros (21), quizs sea por esto que existe una vastsima cantidad de textos de la antigedad

donde stas erigen sus promontorios. En las pginas anteriores hice un recorrido somero

por algunos textos donde se hace explcita su presencia pero es necesario aqu hacer

hincapi que lo que pervive del mito son las unidades icnicas o mitologemas y los

smbolos reducidos a frases complejas o mitemas, por los cuales es posible hacer lo

anterior (revisin de textos donde perviven) y poner sobre la mesa el representativo

despliegue de formas de contar lo mismo. Se puede reescribir el relato en dos frases como

lo ha hecho Laoen la cita anterior, o pueden manufacturarse en incontables pginas y lo que

se seguir trasladando sern las mismas unidades, claro que enriquecidas con la apropiacin

e interpretacin de quien lo haga, ah la multiplicidad semntica de estas entidades

femeninas.

Carlos Montemayor escribe Guerra en el paraso, texto en el que adems de visibilizar

desde la ficcin un marco histrico y poltico complejo, reivindica una lucha o al menos

un conflicto continua contra la injusticia y la violencia ejercida por el Estado. Los bandos

bien diferenciados de personajes: el ejrcito, la guerrilla y un pueblo que aparentemente no

participa activamente en la digesis (como un coro de tragedia griega), evocan la constante


preocupacin del autor por evidenciar un sistema injusto del que tiene la esperanza deque

mutase en otro en el que la constante sea la justicia,como si se tratara de un personaje de

Ovidio. Ya que la obra explcitamente por comentarios del propio autor, reivindica, al igual

que gran parte de su produccin, sobre todo la ensaystica, el pensamiento griego contenido

en las tragedias6 y otras obras fundamentales no es extrao entonces hablar de mitos, y

mucho menos lo es esperar que discursos antiqusimospermeenGuerra en el paraso para

hacerla parte, esto es, integrarla a la universalidad de la memoria de la humanidad.

Las Sirenas han sido tratadas en multiplicidad de discursosy, aunque han llegado a nosotros

con sus senos turgentes, desnudos, cola de pez o serpiente, apresadas en cuerpos de agua

generalmente marinos, aunque a veces escapan a lagunas, ros, fuentes; seductoras de

hombres que terminaron por simbolizar la peligrosidad femenina (sobre todo la relacionada

a la lujuria), como ya se revis en los autores clsicos, en su origen remoto no fueron as. Y,

aunque he enfatizado que la fijacin textual de un mito es nicamente una hebra de un tapiz

que no es posible conocer, sino slo puede ser supuesto, tambin debo aceptar que como

dice Walter F. Otto

la religin griega es adogmtica, no se sabe nada de escrituras sagradas: conoce, es


cierto, las reglas del culto, pero ninguna fe obligatoria [] dependemos, si no
queremos conocer tan slo las costumbres religiosas sino el espritu de la religin
griega, de los autores que consideramos profanos, sobre todo los grandes poetas
(Teofana 135)

Debo entonces a partir de las voces de los grandes autores clsicos vislumbrar a las

Sirenas que percibo en Guerra en el paraso, lo que enuncio a continuacin. Puesto que el

nmero de Sirenas no queda claro en ningn autor yo tampoco baso en la cantidad de seres

6 En el captulo I ya haba expuesto como Carlos Montemayor expresa en La voz a ti debida.


Conversaciones con autores mexicanos que la estructura de Guerra en paraso proviene de sus
lecturas de Homero y Esquilo.
la permanencia del relato mtico; es decir, poco importa que sean dos (Homero), tres

(Apolodoro, Hesodo), o un nmero indefinido (Ovidio). Lo que s es tajante es que se trata

de seres femeninos y, especficamente, hbridos de mujer con ave (o pez o serpiente

posteriormente), aun cuando algunas fuentes no dan cuenta de su aspecto, otras como

Ovidio y Pausanias las visten de plumas. Su emplumado cuerpo sugiere pensar en un

aspecto bsico de esta investigacin: su transformacin; bien si porpiedad consiguen de

los dioses las alas, como en Ovidio para buscar a su eterna compaera Persfone, diosa del

inframundo; o si, como castigo, Demter porquelas Sirenas no evitaron el rapto de su

hijasus cuerpos troc en mujeres-ave para que la localizaran; lo que queda manifiesto es

otro aspecto que s se pervive en el mito: son hbridas de ave y sufrieron una mutacin (por

impiedad o piedad segn las versiones). Otro atributo que logr permanecer invariable en

cualquier textualizacin es su asociacin con el agua, tanto por su genealoga: generalmente

se reconoce a Aqueloo como su padre, la madre es variable aunque son nietas de Ocano.

Como por su habitad que les reconoce el mito: el mar. Pero para los antiguos griegos donde

navegaban los barcos era Ocano, lo que inmediatamente las relaciona con una ltima

particularidad: son seres asociados a Hades.

Los aspectos a los que he referido son justamente las secuencias mnimas en las que

puede ser contado un mito, entendidas esas secuencias como mitemas que no son otra cosa

que los smbolos reducidos a relaciones de fonemas, su contenido puede ser

indiferentemente un motivo, un tema, un decorado mtico [] un emblema, una

situacin dramtica [] Pero, en el mitema, el dinamismo verbal domina a la

sustantividad (De la mitocrtica al mitoanlisis 344), como se puede apreciar, es amplio el

compendio que puede contener, pero tambin convoca a la accin (del relatar mtico) ms

que a la iconicidad propia del mitologema que tiene naturaleza mtica.


Aunque el mito no aparece explcito en Guerra en el paraso se puede reconocer su

sustancia en el texto, al respecto dice Garca Pea que el mito es un relato de factura oral y

colectiva, puede hallarse oral o textualizado y, en esta ltima forma: explcito o sugerido

(44); en este sentido los mitologemas que voy a perseguir y que orientan mi lectura a pensar

en la evocacin mtica de las sirenas son: el viaje a travs de las aguas, la mujer-hbrida-

psicopompos y la embarcacin.

Guerra en el paraso est dividida en doce captulos, cada uno de los cuales lleva

como ttulo una fecha que puede abarcar un lapso de algunos meses, un mes solamente, o

inclusive un da exacto; as por ejemplo, el primer captulo se llama Noviembre de 1971 a

febrero de 1972. El que la distribucin de la novela obedezca a fechas que recuerdan los

sucesos que la novela narra, los cuales a su vez, tienen sus paralelos en la historia de

nuestro pas, evoca adems de abordar una historia alternativa de los sucesos violentos en

Guerrero en la dcada de los 70 a la crnica, pero una crnica que queda inconclusa, como

lo revela la ausencia de punto de final en la novela y la muerte de Lucio Cabaas que lanza

un grito final que se reproduce como ecos que continan fluyendo. Tambin sugiere la

cronicidad del viaje, semejante al que hacen los miembros del Partido de los Pobres al

escapar del Ejrcito que busca anularlos. El desplazamiento se inicia desde la primera

pgina que inicia justamente con el inicio del da:

Al amanecer, la camioneta verde olivo sali del campo militar, escoltada por dos
vehculos. Descendi por el Anillo Perifrico, en ese momento, oscurecido por la
neblina. Avanz con el Viaducto de la Piedad. En el interior miraban a travs de los
vidrios escarchados la imagen neblinosa de la ciudad. (7)
Arroyos, montes, sierra, la ciudad de Acapulco, Chilpancingo, son algunos espacios en los

que ocurren eventos de persecucin; pero adems de estos, tambin est presente una

traslacin distinta que se aleja del violento perseguir de los soldados, del Estado persecutor,
me refiero al viaje, especficamente el que ocurre a travs de las aguas, en este caso las

aguas fnebres en las que navegan los muertos.

El agua y la isotopa de este lquido vital: sangre, lodo, lgrimas, lluvia, niebla,

etctera, se encuentra presente no slo en Guerra en el paraso sino en gran parte de la

produccin de Carlos Montemayor. Una de las novelas donde es evidentsima la

importancia que adquiere el agua es La fuga, donde el mar que rodea a las carcelarias Islas

Maras tiene una funcin doble: por un lado es el muro que separa de la libertad a los

presos, pero por otro en los protagonistas es tambin el medio por el cual pueden escapar,

que es justo lo que sucede, ya que los dos protagonistas Mono Blanco y Ramn construyen

una barca que les permite llegar a la costa continental. El valor de las aguas se evidencia

cuando Mono Blanco verbaliza su relacin con ellas:

Para m, el mar y los ros son lo ms seguro. El agua sabe dnde est su nivel. O sea,

el nivel del mundo. Yo creo que es el verdadero nivel precisamente de las cosas. A la

mejor por eso he sufrido tantas veces. En los ros o en el mar no hay elevaciones;

son un cuerpo extendido y maleable, pero poderoso y a veces indomable (39)

Estas aguas marinas no tienen un sentido funeral estricto pues no son conducidos Mono

Blanco y Ramn a un destino funesto, incluso podra sugerir que es un renacimiento, pues

al llegar a tierra y sortear mltiples obstculos logran obtener una segunda oportunidad

tanto ellos como individuos, como el movimiento ideolgico, del que Ramn es parte. Pero

s podra evocar la inversin del viaje, no el que navega las aguas fnebres hasta llegar al

inframundo, sino el que regresa de ellas, con el inherente conocimiento adquirido por la

experiencia.

Aunque en Guerra en el paraso no sucede un viaje real y explcito de alguno de los

personajes sobre las aguas, encuentro la sugerencia del mismo primero porque la voz
narrativa cuando presenta a los personajes agrupados, por ejemplo en alguna reunin con

Lucio Cabaas, evoca las caractersticas de las aguas:

La multitud se contraa, se agitaba como un oleaje, sin salir, sin derramarse. El


hombre cay al suelo, con la camisa rota y ensangrentada [] Resbal sangre por el
brazo, por el suelo. Vieron una masa de sangre y excremento en la ropa del agente
que empez a convulsionarse, a caer, a querer detener con sus manos el dolor,
gritando, mirndose el vientre donde en vano quera meterse la sangre, guardrsela,
detenerla. (16)
Gastn Bachelard en El agua y los sueos afirma que para la imaginacin material todo

lquido es agua (178) y todo lo que corre es agua (178), lo que me lleva a pensar no slo

en la fluidez acuosa de los personajes, sino en la sangre que est presente en casi toda la

obra como un componente isotpico que orienta a leer la liquidez del agua. En el mismo

captulo de la cita anterior, se reafirma la naturaleza hdrica a la que me refiero: cuidado,

profesor alcanz a or Lucio en medio de la ondulante multitud que gritaba desordenada

bajo el ruido de las descargas de pistolas y ametralladoras (17). Estos eventos ocurren

cuando Lucio Cabaas convoca a la poblacin de Atoyac en la escuela Juan lvarez para

exponerles el porqu de su lucha, pero agentes judiciales dispararon con las personas que

asisten a escucharlo. Una mujer embarazada intenta defender a su esposo pero es asesinada:

La sangre le fue manchando la ropa con prisa, a borbotones, saliendo de su cuerpo,


de su boca, junto al cuerpo amorfo que fue su marido, sin or las detonaciones del
arma que la habra derribado, que la haba dejado as, quieta, silenciosa, mirando
con los ojos vacos el oleaje de la multitud que trataba de huir (17).

Las palabras elegidas con las que la voz narrativa presenta a personajes agrupados

inevitablemente aluden a las propiedades liquidas que se reconocen al agua, en este caso al

agua-sangre: borbotones, oleaje, ondulante, agitaba, derramarse. Esta alusin al agua se

vuelve fnebre, y permite pensar en el mitologema del viaje a travs de las aguas, porque

generalmente los personajes adquieren las propiedades acuticas cuando el narrador


verbaliza la muerte; pero adems evocan, como se ver a continuacin, el paso al

inframundo que tomaba lugar por muertos y vivos en los mitos de la cultura grecolatina.

La vida puede entenderse como una traslacin continua que inicia cuando a travs

de un cordn de agua y sangre venimos al mundo, en el parto, y termina por consiguiente,

en un cruce, una navegacin por las aguas que cubren a la matriz del mundo, a la que

volvemos, al morir. Quizs sea por esto que el nacimiento de los grandes hroes de la

antigedad clsica conlleve generalmente una prueba relacionada con el agua, Otto Rank

en El nacimiento del hroe hace un anlisis sobre esta relacin agua-nacimiento: Sargn,

Moiss, Karna, Edipo, por mencionar algunos, tienen en comn que fueron puestos en

cestas y colocados en algn cuerpo de agua, despus son rescatados y su devenir heroico

comienza a fraguarse.

El regreso al maternal interior de la tierra, por lo descrito anteriormente, se entiende

como una partida que sucede generalmente navegando las aguas fnebres que recubren al

Hades. Paolo Xella en Arqueologa del infierno expone que el inframundo, tal como era

concebido por el mundo griego, sesituaba de muy diversos modos ms all del mundo que

poblaban los vivos. Ya en Homero, ste aparece ms all del Ocano, aqulla extensin de

agua que la cosmologa griega conceba, en la mayor parte de los casos, como un ro que

circundaba la tierra(226), por ello se entiende como una respuesta natural que el ingreso al

mundo inferior ocurra despus de cruzar una masa de agua como ocurre en la Odisea:

Ulises atendiendo los consejos de Circe tiene que navegar el Ocano, llega a sus confines

para ingresar al reino de los muertos; pero el mismo Hades posee una complicada red

hdrica, varios afluentes de Ocano son otros cuerpos de agua que los muertos deben

sortear. Sean los vivos quienes lleguen a las puertas del inframundo surcando el agua que

separa ambos planos: el de los vivos y el de los muertos; o se trate de las almas que por el
natural proceso de la muerte sean llevadas al inexorable destino, en ambos casos se trata de

un umbral acuoso. Estigia responde perfectamente para ltimo caso, Jean Pierre Vernan al

respecto dice que sus aguas representan esta boca original, donde el mundo organizado

hunde sus races, no slo mediante el kma que envuelve a los dioses perjuros o la muerte

que castiga a los vivos, sino tambin mediante el panorama del lugar por donde fluyen (La

muerte en los ojos 91), Estigia es un afluente del Ocano (que separa el mundo superior y el

inferior) que funciona como un cuerpo de agua que enlaza a la vida y la muerte pues por

su carcter primordial Estigia se sita en lo ms alto y lo ms bajo, como si uniera en s

los dos extremos, as como las Greas conjuran lo joven y lo viejo, las Gorgonas lo mortal y

lo inmortal(92). En este sentido tiene una ntima relacin con el rbol, el cual a su vez

ocupar el cuarto captulo de este trabajo, pero adelanto que es posible entenderlo tambin

como parte de la isotopa del agua y como un enlazadorde distintos planos (muerte-vida).

Adems de las referencias explcitas de cuerpos de agua en Guerra en el paraso,

como los mltiples ros que aparecen en el proceso de persecucin por parte del Ejrcito

hacia los guerrilleros, as como los nombres de las comunidades que la narracin expone,

Rio Chiquito, Ro Santiago, Las Cataratas, Atoyac (que en Nhuatl significa agua que

corre), tambin la novela contiene abundantes alusiones acuticas ms sutiles que

funcionan como elementos isotpicos del agua. El tiempo tiene un trnsito paralelo con el

movimiento del vital lquido: avanzaba septiembre, lento como la inmensidad de las

lluvias y del ro (151), en este mismo fluir Lucio Cabaas reflexiona al encontrarse frente

a un ro, recuerda su infancia justo en el mismo lugar, e intenta reconocer algo que brotaba

en su vida hecho de nuevo. Era a veces un ruido lquido y gil, como la risa de su abuela.

Una risa de mujeres ancianas. Un sentimiento ancho y tranquilo en el que caban la gente,

los recuerdos, los aos que ya se haban vivido (151), el tiempo representado por la fecha
(septiembre) tiene el mismo sentido de inquebrantable trnsito que posee el de la

rememoracin de Lucio Cabaas, que a su vez se encuentra en un andar constante para

escapar de su perseguidor.En este recorrido porsus recuerdos, Cabaas imagina en la orilla

del ro contraria a la que se encuentra l, a los hombres que lo precedieron como un largo

rosario de difuntos, una larga letana de gritos, de nombres desesperados, de rboles que

volvan a crecer, a reverdecerse (152) y,como si se tratara de Ulises que, atendiendo las

instrucciones de Circe para poder abrir una entrada a Hades cuando llega al final de

Ocano,logra hacer contacto con diversos personajes en forma de eidolon, as Lucio

Cabaas cavila sobre aqullos primeros guerrilleros, sobre la posibilidad de morir y parece

crear con la oportunidad que ofrecen los recuerdos la entrada a su propio inframundo,

para contactar a nuevos eidola:

Qu extrao no sentir vaco ante la muerte. Ah, en el ro, en la inmensidad de la


creciente de las aguas, iban pasando todava los cuerpos de Gmiz, de Oscar
Gonzlez, de Genaro. Tambin de Ral Ramos. Se volva hacia el mundo inmenso
del agua y en el ro seguan pasando todos los que fueron palabras y no sangre, y
todos los que fueron sangre desde su primera lucha, desde su primera palabra. Ah
pasaban soldados, oficiales. Pasaban los camiones militares y la risa de los soldados
que haban emboscado. (153)

Adems de evocar el pasaje de la Odisea, del encuentro con los hroes muertos, sugiere

tambin el trnsito sobre las aguas fnebres, que el personaje deber navegar alguna vez,

pues as como siente en el fluir de memoria, que del otro lado del ro, se encuentran sus

predecesores, que lo llaman, asimismo algn da desde ese misma ribera que separa el agua,

l tambin tendra despus que llamar a otros, que recordar a otros que desde la orilla

sumaban su grito, su estertor, su furia, su desesperado recuerdo (152), la forma de llegar al

otro lado no es otra sino a travs de la muerte, la cual definitivamente es el inalterable final

de la vida que fluye, como el ro que contempla.


Existen tambin en la escritura de la novela, referencias que reafirman la liquidez

que puede poseer casi cualquier cosa, no solo explcitamente en la verbalizacin del agua,

sino tambin como los recuerdos, las cualidades. Cuando los guerrilleros deciden tener un

momento de paz y conviven con algunos pobladores en Tecpan, el narrador deja saber que

en la tregua brotaba la dulzura como una sola corriente de una vasta poza, de muchos ros

encontrados (327).

Adems de la alusin de lo lquido en la escritura, tambin se alude un espacio

emblemtico de la Ciudad de Mxico que conjuga varias situaciones. Cuando Rubn

Figueroasenadory candidato a gobernador de Guerrero, se rene con Pascual to de

Lucio Cabaas para acordar un encuentro con su sobrino, esto sucede en Chapultepec,

especficamente muy cerca de la fuente de Tlloc, al menos lo suficiente como para que se

pueda escuchar el rumor que genera, pues mientras se planea la entrevista las fuentes de

Tlloc seguan mandando sus aguas y su murmullo (179), ambos personajes se mueven

por el espacio, no permanecen inmviles, fluyen como el sonido acuoso, pues caminaban

ya entre los rboles, junto al rumor de las fuentes (179). La razn por la que traigo a

colacin este pasaje es sencilla: Carlos Montemayor, adems de su erudicin por la cultura

clsica, posee un enorme conocimiento de Mesoamrica, y aunque se trate de Tlloc y no

de las divinidades acuticas griegas, esto no genera un conflicto, pues para Montemayor

ambas tradiciones son eslabones de una cadena que origina lo que podra denominarse

tradicin mexicana. Pongo atencin a este espacio verbalizado en la novela, porque no creo

que fuera elegido al azar, por lo ya referido del autor, la fuente de Tlloc adems de la

connotacin simblica de la deidad del agua (lluvia y rayo, mas no de las que se encuentran

ya en tierra), enlaza primero, la antigua Mesoamrica a las culturas originarias, siempre

vistas como gloriosas y heroicas y al Mxico convulso que violentamente se ha tornado


moderno. A su vez, es el punto que posibilita el enlace de los dos grupos antagnicos;

Pascual, por un lado que representa al grupo guerrillero, en desventaja, frgil: Te ves

muy jodido, Pascual. Qu te pasa? (178); por el otro Rubn Figueroa: gordo, con una

mirada intensa, con la boca sonriente y oscura, con los ojos rodeados por ojeras (178). La

fuente, el referente real, funciona, adems de un monumento que se erige para evidenciar la

modernidad, como un memorial, una placa en dicho recinto expresa: En memoria de los

trabajadores que cumpliendo con su deber, murieron en la construccin de las obras del

sistema del Lerma 1943-1951, irnicamente Tlloc es una de las deidades que participa en

la muerte, rige al Tlalocn, especie de paraso para los muertos por el agua. La fuente

ficcionalizada en la novela, es un guio al engranaje que compone el mitologema que

persigo, adems es un anuncio de la muerte del protagonista que, aunque no ocurre en un

cuerpo de agua, ya que toda la novela tiene una sugerencia constante de lo acuoso, el

fallecimiento evoca el ahogamiento:

Sinti otro golpe en la garganta. Era un dolor como la oscuridad que doblegaba las
rocas, que perforaba la luz, como el cristal que caa suave y brutalmente con el
reventar del agua cuando se estrellaba contra los peascos o cae precipitada, libre,
con toda su agua, hasta su propio cuerpo que al fondo vuelve a fluir en su cauce,
estrellndose sobre s misma, rompindose el agua con un estallido sin dolor, de
espuma arrojada un instante a la cspide del aire, de la luz. (377)

El balazo en la garganta provoca la hemorragia que envuelve a Lucio Cabaasy, que

fatalmente lo conduce al umbral que lleva a la muerte, al mismo tiempo, permite que exhale

en su agona, sus ltimas palabras: gritando por hacerlo, gritando que falta mucho por

hacer, por hacer, por hacer, por hacer, con lo que finaliza la novela, sin un punto final,

sugiriendo formalmente la liquidez, el fluido de palabras que ahoga al personaje, la Estigia

de letras a cruzar, como prueba final del paso al reino de la muerte.


Este proceso del cruce que irremediablemente conlleva un objetivo funesto, la muerte,

evoca el viaje de los personajes mitolgicos grecolatinos. Ulises es el hroe que logra llegar

a los territorios de Hades en una embarcacin, sorteando en el camino a las Sirenas, pero

perdiendo seis hombres al ser arrebatados por Caribdis. Como ya expuse en la parte

primera de este apartado, el mito versionado por Homero es ms antiguo, y las otras

variantes de las que me serv, posteriores a l, ejemplifican un punto primordial que no se

debe de perder de vista: un mito al pasar el tiempo, o al ser aprehendido por otra cultura

distinta de la cual surgi, va debilitando sus estructuras, rasgaduras, grietas, aparecen en su

tejido, las cuales indudablemente deben de sanar, de llenarse, y lo hacen a partir de nuevos

elementos que se agregan a l, como un proceso natural, que no disminuye su numen

mtico, sino que lo enriquece y lo transforma. Hice este pausa para exponer que los

siguientes mitologemas no se ajustan explcitamente a la narracin homrica, pero s

conjugan los tres, la evocacin de dicho mito, con sus naturales divergencias y reescrituras,

pues no se debe olvidar que estn insertos en una novela de literatura mexicana.

Tanto la embarcacin como la mujer-psicopompos estn imbricados a tal grado que

no pueden funcionar por separados en la narracin, por ello, en el rastreo se abordan de

manera simultnea. El mitologema de la embarcacin est ntimamente ligado al cruce de

las aguas fnebres, al punto de no existir sin l, la barca, la canoa, la cesta, e inclusive una

tumba, un sarcfago, funcionan como el vehculo que, en el viaje que ya haba expuesto

anteriormente y que comienza en el parto, lleva al ser, alma, personaje, a las profundidades

del Hades cuando termina el recorrido de la vida. El viaje al ms all emprendido por

Ulises y en el cual se inscriben las Sirenas, es evocado en Guerra en el paraso, como la

empresa que no tiene viaje de vuelta; es decir, el mito odisiaco no se completa en el sentido

de la narracin homrica (aunque lo que importa para este trabajo es el pasaje en el que
participan las Sirenas), adems de que no se est presenciando una reescritura, sino una

reformulacin como ya observ antes, resultado de rehabilitar las fisuras que sufre el mito

al ser transmitido. El viaje a travs de las agua, es una partida sin retorno, el objetivo de

quien se embarca es ingresar al inframundo y no volver.

En Guerra en el parasolas aguas fnebres a cruzar se presentan con un vuelco

distinto a como ya las he presentado cuando se alude la liquidez femenina, especficamente,

cuando anteceden o siguen un recorrido funeral. En la novela, el personaje Eugenio Garza

Sada, empresario prominente de Monterrey, es asesinado, y en su sepelio, la multitud

vuelve a tener connotaciones acuticas, antes vistas en otros momentos de la obra:

Como si se hubiera roto de pronto un frgil muro, o un cordel que la ataba, al llegar
al cementerio la muchedumbre se precipit destrozando sepulcros, ramas, arbustos.
El impulso incontrolable se esparci hasta las primeras lneas del cortejo. Los
cordones policiacos y de seguridad fueron rebasados por la multitud que se mova,
que se derramaba. [] Una fina lluva caa desde haca varios minutos. Los
paraguas, las gabardinas, estaban ya hmedos.
Colocaron el fretro junto a la cripta, bajo el templete de los oradores. Cuando
terminaba de hablar el segundo, la lluvia cay con fuerza, abundante. (160)

Nuevamente en el proceso final del trnsito por el arroyo de la existencia, el personaje que

surgi, a su vez, en el manantial femenino de la vida, es entregado ahora al tero mortuorio

de la tierra. El agua, sustancia de vida, es tambin sustancia de muerte (114) dice

Bachelard, y se entiende perfectamente en la analoga de la vida como una navegacin que

he reflexionado en estos prrafos. Adems de Ulises que logr llegar al Hades al recorrer el

Ocano, hasta llegar a sus confines, valindose de su maestra en la navegacin y de los

consejos de Circe, tambin los muertos comunes, no heroicos, al llegar al inframundo

deban cruzar el complejo sistema de afluentes de Ocano utilizando los servicios de

Caronte y su barca. El vehculo para ingresar al mundo infraterreno es concebido como un

barco, una canoa, justamente porque puede entenderse el transcurso de la vida, como un
proceso anlogo a la navegacin, pero adems a la fluidez del agua que se encuentra en

movimiento, quizs porque el mar y las diferentes culturas humanas, muy visiblemente en

las culturas mediterrneas, ocenicas o lacustres como la nuestra, etctera, han estado

ntimamente relacionadas al agua, o incluso su existencia no puede entenderse sin el

entorno acutico. Ese vehculo termina su curso cuando nuevamente la corriente regresa a

la tierra de la que surge, en el momento en que es depositado el fretro que transporta al

personaje. Este ejemplo y otro, que abordar a continuacin y que aparece en las primeras

pginas de la novela evocan el viaje de Ulises; sin embargo, se trata de personajes que

representan a los dos bandos verbalizados en Guerra en el paraso, el empresario, al poder,

y el lder guerrillero del siguiente ejemplo, a los perseguidos. El que la fuerza femenina-

psicopompos de las aguas que arropan al muerto sea presentada en ambos casos, otorga

universalidad al mitologema, y al proceso fnebre, en el cual las mujeres lquidas, en las

que yo particularmente encuentro la sugerencia del mujer-psicopompos, acompaan al

difunto a las entraas de la tierra.

Al salir de la casa, un rumor de vestidos se haba elevado desde el polvo. A lo largo de la


calle, hasta la esquina, soldados apostados sostenan las armas como remos ante la oleada
de mujeres que se mova como muchas aguas en la costa, negras olas, sonoras, cayendo
sobre un polvo seco y caliente. El sol era ya poderoso, aunque no eran las nueve de la
maana. Ancianas, mujeres morenas y robustas cargando nios, avanzaban por la pequea
calle con flores, con un inmenso rumor de voces y pasos, entre soldados tensos y sudorosos.
Haban permanecido durante horas afuera, desde el amanecer, esperando la salida de las
viejas para caminar, para mover sus inmensas aguas de mar, oscuras, enlutadas sus carnes,
rostros, brazos. No haba calle en San Luis Acatln que no estuviera llena de esa multitud;
mujeres abran la marcha, se iban uniendo en una larga caminata como pequeos riachuelos
que se precipitaban a las aguas del mar, y ah se sumaban a un rumor de voces y de pasos
que hacan temblar el suelo como un cuerpo vivo, como un pecho desnudo de mujer
viviente, interminable. Centenares se unan en cada esquina, iban nutriendo esas aguas
oscuras cuya espuma de flores, de blusas blancas, de blancos dientes inundaba todo. Y los
soldados continuaban acordonados, interminables, a lo largo de calles, de esquinas,
armados, sin quitar los oscuros ojos aindiados de las mujeres incontables que atravesaban
con su rumor de pasos, de aves, de voces. 26
Varias calles atrs de la casa donde las ancianas haban iniciado la marcha, salan ahora seis
hombres cargando el fretro gris, como una pequea nave clara que evadiera las rocas de la
costa en las aguas de la multitud que la rodeaba. Lentamente se mova haca las mujeres,
haca el rumor de las calles que haban inundado y que ahora sonaba con ms libertad,
como en mar abierto, lejos del gutural graznido de las gaviotas, de su seco aleteo. 26
Los centenares de hombres seguan fluyendo detrs del fretro gris que iba pasando de
hombro en hombro, que iba retrocediendo, y avanzando, como barca libre en el mar, en el
oleaje inabarcable de rostros y manos morenas.
La multitud sigui como un inmenso ro al llegar a un delta, al extenderse como un cuerpo
abriendo los brazos sobre la tierra, inundando suavemente el templo de San Luis Rey. Fue
penetrando el fretro, en el templo, como buscando un lugar donde detenerse en medio del
mar. La multitud rodeaba el atrio, los muros. Y a la multitudla rodeaba el ejrcito tambin,
como una franja verde y oscura deslizndose, extendindose permanente sobre ese mar que
rodeaba al templo, que se aquietaba en su movimiento atado a su rumor sobre el que caa la
luz del sol como un vaho ardiente, inclemente, inmenso.27
El fretro empez a avanzar con suaves ondulaciones entre los hombres, como un ave que
se deja mecer por los vientos, sin agitar las alas, o como las copas de los enormes amates en
la sierra que ligeramente se mecen con el viento. As avanzaba el fretro gris sobre los
hombres. Y fue bajando, hundindose en medio de la multitud, como un ave que fuera
posndose suavemente sobre la hierba.27
Media hora despus la multitud segua dispersndose, desordenadamente, como inmensas
aguas que fugazmente desbordadas fueron secndose en la caliente tierra. 27

En el Diccionario de smbolos de J. C. Cooper, el cruzar las aguas es el cambio de

un estado o plano ontolgico a otro; simboliza tambin separacin, como el cruzar el ro o

el mar de la muerte; pero dado que el agua puede representar los poderes de la vida y de la

muerte, del mismo modo puede separar o unir (11), pero adems distingue entre las aguas

profundas como el mar que relaciona con las inferiores, y que estn ligadas con la matriz

del mundo con la Gran Madre. Pero adems seala que los animales hbridos entre otros

seres, como monstruos o serpientes, representan los dos poderes del agua: dar o destruir

(12).

La navegacin o el cruce es realizado en un arca, una nave, algo que remita al

proceso del trnsito en las aguas, el vehculo puede tomar casi cualquier forma, en el

cristianismo la iglesia como institucin lleva a los hombres a travs de las aguas de la vida,
la virgen Mara porta la divinidad de Cristo, en la religin egipcia la nave de Isis es anloga

al tero de la madre (Cooper 25). En el caso de Guerra en el paraso el vehculo se recubre

de un sentido totalmente fnebre pues la embarcacin es un fretro que al igual que la

tumba, el sarcfago, en fin, todo objeto cuyo principio sea contener al viajero en su regreso

a la tierra, remite como lugar cerrado y como principio femenino (Cooper 179) a el

tero de la tierra y de la Madre Tierra; el cuerpo como prisin del alma (180).

Pero adems de una embarcacin se debe tomar en cuanto al viajero (alma, aves,

tumbas)

Flix Bez-Jorge considera que el agua simboliza la madre prenatal. As estas

imgenes [correspondencias con el nacimiento y muerte] estn implcitas en el smbolo de

las Sirenas: atraccin y angustia por el mar que mata al hombre al tiempo que lo acuna

maternalmente. Analoga con la atraccin y angustia por el vientre femenino (257), meter

las mujeres lquidas

Adems de la bsqueda del mitologema del viaje a travs de las aguas que me

permite recordar ms ampliamente la narrativa de Carlos Montemayor y no solamente la

novela que me ocupa, vale la pena destacar la relacin que en La fuga existe del agua con

los reptiles, cuando se describe el encuentro con una serpiente se muestra esta

correspondencia:

De un alto rbol de guayacn una liana se movi, o mejor, se desliz lentamente


buscando el tronco [] La cabeza de la vbora se mantena erguida; era la nica
parte que no caa, suelta, libre, como vegetal [] La vbora lleg al suelo y tom un
color ms oscuro. En la tierra hmeda pareci convertirse en agua negra. 16
Adems de los ofidios, tambin las iguanas es observable la relacin con el agua, aunque en

este caso se trate de lodo el cual forma parte de la isotopa acutica:


En la piel exuberante de la selva, entre piedras, entre troncos cados, se sorprenda
de pronto con la mirada remota, perdida, casi antigua, de grandes iguanas oscuras y
verdosas, inmviles como rocas y de pronto giles y grotescas [] La primera vez
que captur una iguana sinti que en las manos sostena un lodo que respiraba y se
agitaba, que se resista.
Los reptiles tienen un vnculo con el agua y lo femenino el cual ha sido abordado

esclarecedoramente por Flix Bez-Jorge en Las voces del agua, la amplitud que representa

ese lazo deviene, posiblemente, en el polimorfismo de la sirena, no solamente en las

reescrituras o fijaciones textuales de tradiciones que las evoquen en la actualidad, sino

como ya repas por los mitos clsicos de las que son protagonistas, desde la antigedad. La

sirena, entendida como serpiente es simultneamente seductora y macabra, cavidad de

placer (vida) y de destruccin (Baez-Jorge 146), sobran ejemplos en los que el reptil

protagonista evoque al elemento vital o a la sirena, Felix Bez-Jorge ejemplifica a la fmina

reptante con una reescritura del mito de la sirena, de Luis Arturo Ramos con el cuento A

quien pueda interesarle, en el cual tres mujeres deambulan entre los restos de accidentes

automovilsticos, como si se tratara de naufragios, en la orilla de un camino desrtico. Tiene

colas de saurio que surga de sus cinturas (Del tiempo y otro lugares 89), poseen adems

en miradas de soledad. Es un mar de arena, con tres sirenas clsicas en una reescritura

evidente del mito, y en la que tambin se muestra el vnculo mujer-sirena-serpiente-agua.

En la leyenda colimense de la lagua de Alcuzahue un hombre encuentra un pueblo donde

debera haber una laguna, a pesar de la sorpresa inicial, decido recorrerlo, llega a una

carnicera donde compra carne, a veces se dice que lomo de cerdo; despus sale del pueblo,

y cuando quiere revisar su adquisicin descubre que lo que lleva son serpientes. En La

fuga iguanas y vboras forman parte del vnculo al que me he referido, quizs no tiene una

referencia directa con la Sirena pero s es vidente que responden a la misma naturaleza
mitologmica, adems ayudan a conformar la evocacin de un posible retorno de las aguas

fnebres (Hades-Crcel).

Traer a Colacin a Luis Arturo Ramos y adems la relacin entre los ofidios y las aguas,
sirenas de feliz baez
+++++++++++++++recorrer por la figura de la sirena con baez, lao, y las citas que saqu,

luego el agua, y por ltimo la embarcacin pero unida al mito de odiseo++++++++++++

hacer mencin del mito explcito en luis Arturo ramos y su diferencia cn montemayor

Dejando claro eso, me resta pensar que la reformulacin de un mito tiene una funcin, al

igual que la haba para los pueblos de los que surgen

El autor funciona como un informante de una cultura

Revisadas algunos textos donde estn fijadas las sirenas,

Precisiones respecto a las sirenas.

Ubicar a Dmter, y a Persefone, la primera como divinidad importante en el desarrollo del

Hades como lugar germinativo. La segunda como una deidad enteramente infernal.

Por ltimo establecer la relacin entre El Hades, Hades o infierno y Oceano, es decir

relacionar el rio- agua- muerte, entrada al infierno, para puntualizar a las sirenas como

musas infernales.

Las sirenas como hijas de Aqueloo, son nietas de Oeano y nietas de Zeus y Mnemsine
A veces Persfone es hija de Estigia, por lo tanto siempre del inframundo. Relacin con

otras deidades como thanatos aladas, Hermes psicopompos

En el anlisis justificar que los mitos estn vivos y siempre variantes por ello adquiere

nuevo significado

Tzetzes Lycophron 7l2


Eustacio, loc cit;..
EstrabnAmasia, Ponto, 64 o 63 a. C. 19 o 24 d. C
Apolonio sigui Hesodo da sus nombres como Telxnoe, Molpe, y Aglaophonos
Higinio
Fabulae de Higinio
Argonutica
Pausanias (siglo II)
Hesodo (VII AC)
Biblioteca Mitolgica (Autor desconocido aunque nombrado como Pseudo-Apolodoro,
escrito en el siglo I dc)
Hesodo es posterior a homero
Apolonio de Rodas
3.1 El mito de la sirena y su estela mitolgica
3.2 La sirena (relacin con otras divinidades aladas y psicopompos)
3.3 El agua
3.4 Reformulacin del mito de la sirena en Guerra en el paraso.
3.4.1 La presencia de la sirena como

Homero

Pag. 35 de la fuga
Para m, el mar y los ros son lo ms seguro. El agua sabe dnde est su nivel. O sea, el
nivel del mundo. Yo creo que es el verdadero nivel precisamente de las cosas. A la mejor
por eso he sufrido tantas veces. En los ros o en el mar no hay elevaciones; son un cuerpo
extendido y maleable, pero poderoso y a veces indomable. 39 esto lo dice Mono Blanco y
el otro personaje es Ramn
Citas importantes de la odisea
La multitud se contrara, se agitaba como un oleaje, sin salir, sin derramarse. El hombre
cay al suelo, con la camisa rota y ensangrentada. Uno de los agentes intent pasar por
encima de l, pero el hombre tena ya elevado su brazo, detenido en lo alto, como si se
aferrara al cinturn del agente. Resbal sangre por el brazo, por el suelo. Vieron una masa
de sangre y excremento en la ropa del agente que empez a convulsionarse, a caer, a querer
detener con sus manaos el dolor, gritando, mirndose el vientre donde en vano quera
metrsela sangre, guardrsela, detenerla p. 16
Logr la multitud hacer un espacio alrededor del cuerpo. El hombre trataba de levantarse
del suelo, sujetando an la navaja. El otro agente se volvi a descargar su M-1 sobre l. Los
impactos hicieron saltar pedazos de tierra, de ropa; se abri el trax bajo la rfaga cerrada,
borboteando sangre; sobre los despojos desmenuzados sigui cayendo la descarga
completa. El hombre era ya irreconocible, un montn de trapo, huesos, sangre todava
brotando, dientes destrozados que no perdan su blancura. P 17
Cuidado profesor! alcanz a or Lucio en medio de la ondulante multitud que gritaba
desordenada bajo el ruido de las descargas de pistolas y ametralladoras. 17

Cuando asesinan a una mujer embarazada:


La sangre le fue manchando la ropa con prisa, a borbotones, saliendo de sus cuerpo, de su
boca, junto al cuerpo amorfo que fue su marido, sin or las detonaciones del arma que la
haba derribado, que la haba dejado s quieta, silenciosa, mirando con los ojos vacos el
oleaje de la multitud que trataba de huir. 17
Al salir de la casa, un rumor de vestidos se haba elevad desde el polvo. A lo largo de la
calle, hasta la esquina, soldados apostados sostenan las armas como remos ante la oleada
de mujeres que se mova como muchas aguas en la costa, negras olas, sonoras, cayendo
sobre un polvo seco y caliente. El sol era ya poderoso, aunque no eran las nueve de la
maana. Ancianas, mujeres morenas y robustas cargando nios, avanzaban por la pequea
calle con flores, con un inmenso rumor de voces y pasos, entre soldados tensos y sudorosos.
Haban permanecido durante horas afuera, desde el amanecer, esperando la salida de las
viejas para caminar, para mover sus inmensas aguas de mar, oscuras, enlutadas sus carnes,
rostros, brazos. No haba calle en San Luis Acatln que no estuviera llena de esa multitud;
mujeres abran la marcha, se iban uniendo en una larga caminata como pequeos riachuelos
que se precipitaban a las aguas del mar, y ah se sumaban a un rumor de voces y de pasos
que hacan temblar el suelo como un cuerpo vivo, como un pecho desnudo de mujer
viviente, interminable. Centenares se unan en cada esquina, iban nutriendo esas aguas
oscuras cuya espuma de flores, de blusas blancas, de blancos dientes inundaba todo. Y los
soldados continuaban acordonados, interminables, a lo largo de calles, de esquinas,
armados, sin quitar los oscuros ojos aindiados de las mujeres incontables que atravesaban
con su rumor de pasos, de aves, de voces. 26
Varias calles atrs de la casa donde las ancianas haban iniciado la marcha, salan ahora seis
hombres cargando el fretro gris, como una pequea nave clara que evadiera las rocas de la
costa en las aguas de la multitud que la rodeaba. Lentamente se mova haca las mujeres,
haca el rumor de las calles que haban inundado y que ahora sonaba con ms libertad,
como en mar abierto, lejos del gutural graznido de las gaviotas, de su seco aleteo. 26
Los centenares de hombres seguan fluyendo detrs del fretro gris que iba pasando de
hombro en hombro, que iba retrocediendo, y avanzando, como barca libre en el mar, en el
oleaje inabarcable de rostros y manos morenas.
La multitud sigui como un inmenso ro al llegar a un delta, al extenderse como un cuerpo
abriendo los brazos sobre la tierra, inundando suavemente el templo de San Luis Rey. Fue
penetrando el fretro, en el templo, como buscando un lugar donde detenerse en medio del
mar. La multitud rodeaba el atrio, los muros. Y a la multitudla rodeaba el ejrcito tambin,
como una franja verde y oscura deslizndose, extendindose permanente sobre ese mar que
rodeaba al templo, que se aquietaba en su movimiento atado a su rumor sobre el que caa la
luz del sol como un vaho ardiente, inclemente, inmenso.27
El fretro empez a avanzar con suaves ondulaciones entre los hombres, como un ave que
se deja mecer por los vientos, sin agitar las alas, o como las copas de los enormes amates en
la sierra que ligeramente se mecen con el viento. As avanzaba el fretro gris sobre los
hombres. Y fue bajando, hundindose en medio de la multitud, como un ave que fuera
posndose suavemente sobre la hierba.27
Media hora despus la multitud segua dispersndose, desordenadamente, como inmensas
aguas que fugazmente desbordadas fueron secndose en la caliente tierra. 27
Como si se hubiera roto de pronto un frgil muro, o un cordel que la ataba, al llegar al
cementerio la muchedumbre se precipit destrozando sepulcros, ramas, arbustos. El
impulso incontrolable se esparci hasta las primeras lneas del cortejo. Los cordones
policiacos y de seguridad fueron rebasados por la multitud que se mova, que se derramaba.
p. 160
**********************me falta poner que lucio cabaas parece morir en
agua************

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Hesodo. Obras y Fragmentos. Madrid: Editorial Gredos, 1997.


Homero. Odisea. Madrid: Ctedra, 1998.
Apolodoro. Biblioteca. Madrid: Editorial Gredos, 1985.
Estrabn.Geografa. Madrid: Editorial Gredos, 1991.

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