El documento narra un encuentro entre Jaime y Ana en el coche de Jaime, donde discuten sobre un encuentro que tuvieron hace cinco años en una fiesta y la posterior desaparición de Ana sin dar explicaciones. La conversación se vuelve tensa y Jaime forcejea con Ana en el coche, exigiendo respuestas.
El documento narra un encuentro entre Jaime y Ana en el coche de Jaime, donde discuten sobre un encuentro que tuvieron hace cinco años en una fiesta y la posterior desaparición de Ana sin dar explicaciones. La conversación se vuelve tensa y Jaime forcejea con Ana en el coche, exigiendo respuestas.
El documento narra un encuentro entre Jaime y Ana en el coche de Jaime, donde discuten sobre un encuentro que tuvieron hace cinco años en una fiesta y la posterior desaparición de Ana sin dar explicaciones. La conversación se vuelve tensa y Jaime forcejea con Ana en el coche, exigiendo respuestas.
El documento narra un encuentro entre Jaime y Ana en el coche de Jaime, donde discuten sobre un encuentro que tuvieron hace cinco años en una fiesta y la posterior desaparición de Ana sin dar explicaciones. La conversación se vuelve tensa y Jaime forcejea con Ana en el coche, exigiendo respuestas.
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Nos vemos en la fiesta. Sabes dnde es, Jaime?
S, Pedro, no te preocupes. Conozco la zona contest, al tiempo que abra la
puerta del copiloto para que Ana entrara. Luego rode el coche, se meti dentro y cerr la puerta con un golpe seco. Durante unos instantes no hizo amago de dar vuelta a la llave y Ana empez a ponerse nerviosa una vez ms. Tonteras, se dijo procurando tranquilizarse, no me ha reconocido. Ella en cambio, haba sabido quin era desde el momento en que entr en el restaurante pidiendo disculpas por llegar tarde y lo vio sentado a la mesa. Apenas haba cambiado en los ltimos cinco aos; quiz asomaban unas cuantas canas ms entre su abundante pelo castao oscuro, pero segua tan seductor como siempre. El hombre arranc por fin y el potente vehculo se incorpor con suavidad al denso trfico del Paseo de la Castellana. As que Ana Guzmn... Cuando te conoc ibas de incgnito, no? Claro, imagino que si te apetece echar una cana al aire, adoptar otra personalidad le aade emocin al asunto... Not que la mujer a su lado se pona tensa y se alegr al comprobar que no estaba tan serena como haba aparentado durante toda la velada. Todava no saba cmo haba logrado controlarse cuando, de repente, apareci sonriente, ofreciendo disculpas a diestro y siniestro, y ms guapa an de lo que la recordaba. Por fortuna, la rabia que le invadi al verla saludarlo como si nada vino en su ayuda y evit que se abalanzara sobre ella como el que encuentra un valioso tesoro perdido hace mucho tiempo. Entonces me has reconocido afirm ms que pregunt, con esa voz espesa y dulce que an tena el poder de erizarle el cabello. En cuanto entraste en el restaurante; vers, no estoy del todo senil. An soy capaz de recordar los rostros de todas las mujeres con las que me he acostado. Por un instante, sus ojos garzos se clavaron en l; pero con rapidez desvi la vista, aunque no antes de que Jaime leyera en ellos el dolor que su comentario le haba infligido. Se alegr. Deseaba herirla; quera que sufriera aunque slo fuera una dcima parte de lo que l haba padecido. Increble. A juzgar por lo poco que s de ti, deben ser tantas que me impresiona tu buena memoria respondi irnica, intentando reponerse. Y t? Lo haces a menudo? Quiero decir, irte a la cama con un perfecto desconocido. Me da la sensacin de que nuestros amigos, Pedro y Mara, ignoran esa faceta tuya tan aventurera recalc la palabra con sarcasmo. Cuando me propusieron la cita a ciegas de esta noche, me hablaron de una amiga encantadora que acababa de pasar momentos difciles al perder a su marido; pero no mencionaron en ningn momento que fueras una viuda alegre. De hecho, deduzco que la noche en que te conoc ni siquiera eras viuda... La mir de reojo y observ cmo se clavaba los dientes con fuerza el labio inferior; un gesto que, muy a su pesar, le hizo desear inclinarse sobre esos labios sensuales y ser l el que los mordiera hasta que pidiera clemencia. Trat de esquivar ese inoportuno ramalazo de excitacin y se aferr al volante hasta que los nudillos se le pusieron blancos. No eres el primer hombre atractivo que conozco en una fiesta. Y qu me dices de tu actuacin?, acaso fue mejor que la ma? Crees que puedes darme lecciones de moral? Seguro que piensas que por ser un hombre tienes ms derecho que yo a echar una cana al aire contest Ana levantando el mentn desafiante. Ciego de rabia, Jaime dio un volantazo y gir por una calle poco iluminada, por la que apenas pasaban coches. Aparc con brusquedad, apag el contacto y se volvi hacia ella enfurecido. Una cana al aire, eso es lo que fue para ti esa noche? aunque no levant la voz, la pregunta restall en el interior del vehculo como un latigazo. Acobardada por la rabia que destilaban los ojos negros, Ana agarr la manilla y trat de abrir la puerta, pero estaba bloqueada. Al ver su expresin de temor, el hombre esboz una sonrisa sardnica, como si su miedo le resultara placentero. Ah, no. No te irs. Hace mucho tiempo que espero esta oportunidad de poner las cosas en claro. Qu es lo que quieres? pregunt ella sin aliento, procurando que el temblor de su cuerpo no se reflejara en su voz. Reconoca que estaba asustada; al fin y al cabo, ese hombre era casi un desconocido. Por unos instantes, el significado de ese sencillo adverbio estall en su mente y volvi a ver esos ojos ardientes, no de ira sino de pasin, mientras sus manos de dedos largos y elegantes seguan el rastro de fuego que dejaban a su paso, en todos los rincones de su cuerpo, esas pupilas llameantes. El recuerdo por poco la hizo gemir. Quiero... Jaime se detuvo y, con lentitud, desliz su mirada por los bellos rasgos femeninos enmarcados por una media melena del color del mbar; los ojos claros rodeados de espesas pestaas, que le miraban con desconfianza; la nariz recta y pequea; los apetitosos labios ligeramente temblorosos y baj hasta su pecho, que suba y bajaba agitado bajo su blusa de seda. Haciendo un esfuerzo titnico, se oblig a mirarla de nuevo a los ojos y repiti: Quiero que me digas por qu huiste de m a la maana siguiente, por qu me diste un nombre falso... En definitiva, por qu jugaste conmigo. Era una fiesta, por el amor de Dios! Gente desinhibida que juega a ser quien no es, una clida noche de verano, quiz un exceso de alcohol se encogi de hombros displicente, como si nada de eso tuviera mucha importancia en realidad. Te estuve observando toda la noche. No bebiste nada ms fuerte que un zumo de pia contest l reprimiendo las ganas de agarrarla de los brazos y zarandearla. Ana saba que tena razn. Esa noche no bebi nada, no fue necesario; se senta como si hubiese tomado una potente droga que aumentaba sus sensaciones multiplicndolas por diez. Todo a su alrededor pareca ms ntido, ms brillante, ms hermoso que nunca. Por unos segundos, su realidad diaria se desvaneci como un mal sueo. Esa noche se senta joven otra vez, como haca mucho que no le ocurra, y quiso gozar de cada nanosegundo sin pensar en nada ms. Sin querer, una sonrisa de aoranza asom a sus labios, haciendo que Jaime contuviera la respiracin.
Esa noche tambin haba sonredo record. Desde el momento en que ella descendi por la escalinata de piedra que conduca al jardn, con un ligero vestido veraniego, se sinti atrapado por su encanto y ya no tuvo ojos para nadie ms. Su energa se filtraba por los poros de su piel, generando a su alrededor un aura de pura vida que atraa las miradas anhelantes de los hombres. A pesar de lo que Ana pudiera pensar, Jaime no era el clsico tipo aficionado a las aventuras de una sola noche; tampoco se consideraba un gran seductor, pero supo de forma irrefutable que deba hablar con ella, que algo se marchitara en l si no lo haca. Recordaba las palabras exactas que us para abordarla: T eres la que he estado buscando toda mi vida le salieron directas del corazn y l fue el primer sorprendido al escucharlas. Pens que se reira de l, que lo despedira con un gesto desdeoso como a un grotesco Don Juan de pacotilla. Sin embargo, ella se lo qued mirando con sus luminosos ojos azules, en tanto que las comisuras de su boca se alzaban con suavidad en una enigmtica sonrisa que le oblig a tragar saliva. Con esa voz suya, capaz de sumirlo en un estado febril, contest: Es lo ms bonito que me han dicho nunca. Ya no se separaron en toda la noche. Durante unas horas llenas de magia, l lleg a pensar que deban haberse conocido en otra vida; tenan tantas cosas en comn, hablaban sin parar de cualquier tema que les interesara, rean a carcajadas con las mismas bromas. Hacia las cinco de la madrugada la invit a su casa. Le pareci que ella titubeaba unos segundos, pero enseguida le contest con un simple: S. Y lo que antes fue magia se transform en brujera y con el roce de su cuerpo lo sumi en un hechizo en el que haba quedado atrapado durante cinco largos aos. Por mucho que trat de engaarse a s mismo, al verla de nuevo en el restaurante supo, sin lugar a dudas, que no la haba olvidado, que hasta la ltima partcula de su piel la recordaba.
Bueno, y qu importancia puede tener todo aquello ahora. Han pasado ms de cinco aos el tono indiferente de su voz lo devolvi de golpe al presente. Adems, para ti slo fue una cana al aire... si lo hubiera conocido mejor, Ana habra sabido que el tono sedoso que Jaime haba empleado significaba peligro. Ella se apart un mechn de pelo de la cara con una mano nerviosa: Una cana al aire, una locura pasajera... da igual cmo lo llamemos. Fue algo que tuvo un principio y un final. S, pero todas las historias tienen un nudo en el medio y en esta brilla por su ausencia contest Jaime en el mismo tono suave y amenazador. Creo que esta conversacin no nos lleva a ninguna parte. Por favor, arranca el coche y vayamos de una vez a la fiesta orden, satisfecha al comprobar que su voz sonaba firme a pesar de lo frgil que se senta. Decidida, agarr el cinturn de seguridad y trat de abrochrselo; pero, con un movimiento tan rpido que a su cerebro casi no le dio tiempo de registrarlo, Jaime la atrap entre sus brazos y la incrust contra su pecho al tiempo que sus dedos se enredaban violentos en los suaves cabellos femeninos, forzndola a alzar la cabeza. Esta noche tambin me apetece echar una cana al aire. Quiz de esta manera consigamos inventar una historia que no tenga una de sus partes mutilada sus ojos oscuros echaban chispas. Sultame, me haces dao! exclam Ana, pero el tirn se hizo an ms doloroso, mientras l observaba complacido sus ojos llorosos y asustados. Quiero que sufras... susurr con voz ronca a apenas dos centmetros de su boca y su clido aliento roz sus labios . Quiero que sientas lo que yo sent aquella maana que me despert y t ya no estabas a mi lado... Muy despacio, lami con su lengua los labios femeninos hacindola estremecer. Ana trat de resistirse, pero esos brazos eran como anillos de acero y la mantenan bien sujeta contra su amplio pecho. Djame suplic con voz dbil. No puedo Ana, no ves que no puedo...? los labios de Jaime se posaron sobre los suyos con inesperada suavidad y todo lo que no fuera el contacto de esa boca contra la suya se borr de la mente de Ana. Las manos masculinas ya no eran violentas, sino que recorran su cuerpo acaricindola con una maestra que la dejaba sin aliento. Sin poder evitarlo, Ana entrelaz las suyas alrededor de la nuca de Jaime atrayndolo hacia s an ms y entreabri los labios, permitiendo que esa lengua enloquecedora investigara el suave y hmedo interior de su boca. All estaba de nuevo, como haca cinco aos. La magia que los envolvi entonces no haba perdido ni un pice de su fuerza. Ana, Ana jade Jaime envolvindola an ms fuerte entre sus brazos y apoyando la mejilla sobre su pelo, por qu lo hiciste? Por qu te fuiste sin dejarme siquiera una nota? Estuve ms de una ao buscndote, pero fue intil. Desapareciste sin dejar rastro. Ana percibi el dolor en sus palabras, reflejo del que ella misma sinti tras esa noche extraordinaria que ambos compartieron. Recostada contra el torso masculino, sintindose tan segura como una embarcacin que por fin llega a puerto, escuch el acelerado latir de su corazn y, al fin, fue capaz de articular las palabras que llevaban tanto tiempo encerradas en su interior. Me dio miedo que algo tan maravilloso se convirtiera en una de tantas srdidas historias. En realidad, nunca haba hecho nada parecido not que los brazos masculinos se estrechaban an ms en torno a ella. Me cas muy joven, ms por agradecimiento que por amor, con una persona que me haba ayudado mucho en una poca de mi vida. Cuando te encontr aquella noche, mi marido llevaba ya un tiempo enfermo. Ese fin de semana, haba venido a Madrid con una amiga; eran los primeros das libres que me haba tomado desde haca muchos meses. No pretendo justificar mi infidelidad. l an era mi marido; un hombre bueno al que le deba respeto y lealtad, pero a pesar de todo, en cuanto te conoc ya no fui duea de mis actos... Ana alz la cabeza y Jaime percibi en sus pupilas una absoluta sinceridad; por unos segundos, not que se le humedecan los ojos y tuvo que parpadear varias veces para controlarse. Sigue, por favor rog apartando un mechn de pelo de su rostro y colocndolo detrs de su oreja con delicadeza. Cuando despert a la maana siguiente, descubr que no haba sido un sueo. Ah estabas, a mi lado, todava dormido. De repente, supe que por ti sera capaz de abandonar todo lo que hasta ese minuto haba sido mi vida y me entr pnico. Mi marido no se mereca eso; ahora era cuando ms me necesitaba. As que me alej de ti, pensando que no volveramos a encontrarnos nunca ms. Pero a pesar de todo nos hemos encontrado... respondi l, enmarcando la cara de Ana con ambas manos y clavando su mirada en esos iris luminosos como un cielo de verano. S se limit a contestar Ana, a pesar de que su expresin traicionaba una honda emocin. Y te juro que ya no te dejar marchar... prometi Jaime y, de nuevo, se abalanz sobre sus labios con ansia infinita y dej que sus caricias hablaran por l.