Isabel Keats - Una Noche Mágica

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Nos vemos en la fiesta. Sabes dnde es, Jaime?

S, Pedro, no te preocupes. Conozco la zona contest, al tiempo que abra la


puerta del copiloto para que Ana entrara.
Luego rode el coche, se meti dentro y cerr la puerta con un golpe seco.
Durante unos instantes no hizo amago de dar vuelta a la llave y Ana empez a ponerse
nerviosa una vez ms.
Tonteras, se dijo procurando tranquilizarse, no me ha reconocido.
Ella en cambio, haba sabido quin era desde el momento en que entr en el
restaurante pidiendo disculpas por llegar tarde y lo vio sentado a la mesa. Apenas haba
cambiado en los ltimos cinco aos; quiz asomaban unas cuantas canas ms entre su
abundante pelo castao oscuro, pero segua tan seductor como siempre. El hombre
arranc por fin y el potente vehculo se incorpor con suavidad al denso trfico del
Paseo de la Castellana.
As que Ana Guzmn... Cuando te conoc ibas de incgnito, no? Claro, imagino
que si te apetece echar una cana al aire, adoptar otra personalidad le aade emocin al
asunto...
Not que la mujer a su lado se pona tensa y se alegr al comprobar que no
estaba tan serena como haba aparentado durante toda la velada. Todava no saba
cmo haba logrado controlarse cuando, de repente, apareci sonriente, ofreciendo
disculpas a diestro y siniestro, y ms guapa an de lo que la recordaba. Por fortuna, la
rabia que le invadi al verla saludarlo como si nada vino en su ayuda y evit que se
abalanzara sobre ella como el que encuentra un valioso tesoro perdido hace mucho
tiempo.
Entonces me has reconocido afirm ms que pregunt, con esa voz espesa y
dulce que an tena el poder de erizarle el cabello.
En cuanto entraste en el restaurante; vers, no estoy del todo senil. An soy
capaz de recordar los rostros de todas las mujeres con las que me he acostado.
Por un instante, sus ojos garzos se clavaron en l; pero con rapidez desvi la vista,
aunque no antes de que Jaime leyera en ellos el dolor que su comentario le haba
infligido. Se alegr. Deseaba herirla; quera que sufriera aunque slo fuera una dcima
parte de lo que l haba padecido.
Increble. A juzgar por lo poco que s de ti, deben ser tantas que me
impresiona tu buena memoria respondi irnica, intentando reponerse.
Y t? Lo haces a menudo? Quiero decir, irte a la cama con un perfecto
desconocido. Me da la sensacin de que nuestros amigos, Pedro y Mara, ignoran esa
faceta tuya tan aventurera recalc la palabra con sarcasmo. Cuando me
propusieron la cita a ciegas de esta noche, me hablaron de una amiga encantadora que
acababa de pasar momentos difciles al perder a su marido; pero no mencionaron en
ningn momento que fueras una viuda alegre. De hecho, deduzco que la noche en que
te conoc ni siquiera eras viuda...
La mir de reojo y observ cmo se clavaba los dientes con fuerza el labio
inferior; un gesto que, muy a su pesar, le hizo desear inclinarse sobre esos labios
sensuales y ser l el que los mordiera hasta que pidiera clemencia. Trat de esquivar
ese inoportuno ramalazo de excitacin y se aferr al volante hasta que los nudillos se le
pusieron blancos.
No eres el primer hombre atractivo que conozco en una fiesta. Y qu me dices
de tu actuacin?, acaso fue mejor que la ma? Crees que puedes darme lecciones de
moral? Seguro que piensas que por ser un hombre tienes ms derecho que yo a echar
una cana al aire contest Ana levantando el mentn desafiante.
Ciego de rabia, Jaime dio un volantazo y gir por una calle poco iluminada, por la
que apenas pasaban coches. Aparc con brusquedad, apag el contacto y se volvi
hacia ella enfurecido.
Una cana al aire, eso es lo que fue para ti esa noche? aunque no levant la
voz, la pregunta restall en el interior del vehculo como un latigazo.
Acobardada por la rabia que destilaban los ojos negros, Ana agarr la manilla y
trat de abrir la puerta, pero estaba bloqueada. Al ver su expresin de temor, el
hombre esboz una sonrisa sardnica, como si su miedo le resultara placentero.
Ah, no. No te irs. Hace mucho tiempo que espero esta oportunidad de poner
las cosas en claro.
Qu es lo que quieres? pregunt ella sin aliento, procurando que el temblor
de su cuerpo no se reflejara en su voz.
Reconoca que estaba asustada; al fin y al cabo, ese hombre era casi un
desconocido. Por unos instantes, el significado de ese sencillo adverbio estall en su
mente y volvi a ver esos ojos ardientes, no de ira sino de pasin, mientras sus manos
de dedos largos y elegantes seguan el rastro de fuego que dejaban a su paso, en todos
los rincones de su cuerpo, esas pupilas llameantes. El recuerdo por poco la hizo gemir.
Quiero... Jaime se detuvo y, con lentitud, desliz su mirada por los bellos
rasgos femeninos enmarcados por una media melena del color del mbar; los ojos
claros rodeados de espesas pestaas, que le miraban con desconfianza; la nariz recta y
pequea; los apetitosos labios ligeramente temblorosos y baj hasta su pecho, que
suba y bajaba agitado bajo su blusa de seda. Haciendo un esfuerzo titnico, se oblig a
mirarla de nuevo a los ojos y repiti: Quiero que me digas por qu huiste de m a la
maana siguiente, por qu me diste un nombre falso... En definitiva, por qu jugaste
conmigo.
Era una fiesta, por el amor de Dios! Gente desinhibida que juega a ser quien
no es, una clida noche de verano, quiz un exceso de alcohol se encogi de
hombros displicente, como si nada de eso tuviera mucha importancia en realidad.
Te estuve observando toda la noche. No bebiste nada ms fuerte que un zumo
de pia contest l reprimiendo las ganas de agarrarla de los brazos y zarandearla.
Ana saba que tena razn. Esa noche no bebi nada, no fue necesario; se senta
como si hubiese tomado una potente droga que aumentaba sus sensaciones
multiplicndolas por diez. Todo a su alrededor pareca ms ntido, ms brillante, ms
hermoso que nunca. Por unos segundos, su realidad diaria se desvaneci como un mal
sueo. Esa noche se senta joven otra vez, como haca mucho que no le ocurra, y quiso
gozar de cada nanosegundo sin pensar en nada ms. Sin querer, una sonrisa de
aoranza asom a sus labios, haciendo que Jaime contuviera la respiracin.

Esa noche tambin haba sonredo record. Desde el momento en que ella
descendi por la escalinata de piedra que conduca al jardn, con un ligero vestido
veraniego, se sinti atrapado por su encanto y ya no tuvo ojos para nadie ms. Su
energa se filtraba por los poros de su piel, generando a su alrededor un aura de pura
vida que atraa las miradas anhelantes de los hombres. A pesar de lo que Ana pudiera
pensar, Jaime no era el clsico tipo aficionado a las aventuras de una sola noche;
tampoco se consideraba un gran seductor, pero supo de forma irrefutable que deba
hablar con ella, que algo se marchitara en l si no lo haca. Recordaba las palabras
exactas que us para abordarla:
T eres la que he estado buscando toda mi vida le salieron directas del
corazn y l fue el primer sorprendido al escucharlas.
Pens que se reira de l, que lo despedira con un gesto desdeoso como a un
grotesco Don Juan de pacotilla. Sin embargo, ella se lo qued mirando con sus
luminosos ojos azules, en tanto que las comisuras de su boca se alzaban con suavidad
en una enigmtica sonrisa que le oblig a tragar saliva. Con esa voz suya, capaz de
sumirlo en un estado febril, contest:
Es lo ms bonito que me han dicho nunca.
Ya no se separaron en toda la noche. Durante unas horas llenas de magia, l lleg
a pensar que deban haberse conocido en otra vida; tenan tantas cosas en comn,
hablaban sin parar de cualquier tema que les interesara, rean a carcajadas con las
mismas bromas. Hacia las cinco de la madrugada la invit a su casa. Le pareci que ella
titubeaba unos segundos, pero enseguida le contest con un simple:
S.
Y lo que antes fue magia se transform en brujera y con el roce de su cuerpo lo
sumi en un hechizo en el que haba quedado atrapado durante cinco largos aos. Por
mucho que trat de engaarse a s mismo, al verla de nuevo en el restaurante supo, sin
lugar a dudas, que no la haba olvidado, que hasta la ltima partcula de su piel la
recordaba.

Bueno, y qu importancia puede tener todo aquello ahora. Han pasado ms de
cinco aos el tono indiferente de su voz lo devolvi de golpe al presente.
Adems, para ti slo fue una cana al aire... si lo hubiera conocido mejor, Ana
habra sabido que el tono sedoso que Jaime haba empleado significaba peligro.
Ella se apart un mechn de pelo de la cara con una mano nerviosa:
Una cana al aire, una locura pasajera... da igual cmo lo llamemos. Fue algo
que tuvo un principio y un final.
S, pero todas las historias tienen un nudo en el medio y en esta brilla por su
ausencia contest Jaime en el mismo tono suave y amenazador.
Creo que esta conversacin no nos lleva a ninguna parte. Por favor, arranca el
coche y vayamos de una vez a la fiesta orden, satisfecha al comprobar que su voz
sonaba firme a pesar de lo frgil que se senta.
Decidida, agarr el cinturn de seguridad y trat de abrochrselo; pero, con un
movimiento tan rpido que a su cerebro casi no le dio tiempo de registrarlo, Jaime la
atrap entre sus brazos y la incrust contra su pecho al tiempo que sus dedos se
enredaban violentos en los suaves cabellos femeninos, forzndola a alzar la cabeza.
Esta noche tambin me apetece echar una cana al aire. Quiz de esta manera
consigamos inventar una historia que no tenga una de sus partes mutilada sus ojos
oscuros echaban chispas.
Sultame, me haces dao! exclam Ana, pero el tirn se hizo an ms
doloroso, mientras l observaba complacido sus ojos llorosos y asustados.
Quiero que sufras... susurr con voz ronca a apenas dos centmetros de su
boca y su clido aliento roz sus labios . Quiero que sientas lo que yo sent aquella
maana que me despert y t ya no estabas a mi lado...
Muy despacio, lami con su lengua los labios femeninos hacindola estremecer.
Ana trat de resistirse, pero esos brazos eran como anillos de acero y la mantenan
bien sujeta contra su amplio pecho.
Djame suplic con voz dbil.
No puedo Ana, no ves que no puedo...? los labios de Jaime se posaron
sobre los suyos con inesperada suavidad y todo lo que no fuera el contacto de esa boca
contra la suya se borr de la mente de Ana.
Las manos masculinas ya no eran violentas, sino que recorran su cuerpo
acaricindola con una maestra que la dejaba sin aliento. Sin poder evitarlo, Ana
entrelaz las suyas alrededor de la nuca de Jaime atrayndolo hacia s an ms y
entreabri los labios, permitiendo que esa lengua enloquecedora investigara el suave y
hmedo interior de su boca.
All estaba de nuevo, como haca cinco aos. La magia que los envolvi entonces
no haba perdido ni un pice de su fuerza.
Ana, Ana jade Jaime envolvindola an ms fuerte entre sus brazos y
apoyando la mejilla sobre su pelo, por qu lo hiciste? Por qu te fuiste sin dejarme
siquiera una nota? Estuve ms de una ao buscndote, pero fue intil. Desapareciste
sin dejar rastro.
Ana percibi el dolor en sus palabras, reflejo del que ella misma sinti tras esa
noche extraordinaria que ambos compartieron. Recostada contra el torso masculino,
sintindose tan segura como una embarcacin que por fin llega a puerto, escuch el
acelerado latir de su corazn y, al fin, fue capaz de articular las palabras que llevaban
tanto tiempo encerradas en su interior.
Me dio miedo que algo tan maravilloso se convirtiera en una de tantas srdidas
historias. En realidad, nunca haba hecho nada parecido not que los brazos
masculinos se estrechaban an ms en torno a ella. Me cas muy joven, ms por
agradecimiento que por amor, con una persona que me haba ayudado mucho en una
poca de mi vida. Cuando te encontr aquella noche, mi marido llevaba ya un tiempo
enfermo. Ese fin de semana, haba venido a Madrid con una amiga; eran los primeros
das libres que me haba tomado desde haca muchos meses. No pretendo justificar mi
infidelidad. l an era mi marido; un hombre bueno al que le deba respeto y lealtad,
pero a pesar de todo, en cuanto te conoc ya no fui duea de mis actos...
Ana alz la cabeza y Jaime percibi en sus pupilas una absoluta sinceridad; por
unos segundos, not que se le humedecan los ojos y tuvo que parpadear varias veces
para controlarse.
Sigue, por favor rog apartando un mechn de pelo de su rostro y
colocndolo detrs de su oreja con delicadeza.
Cuando despert a la maana siguiente, descubr que no haba sido un sueo.
Ah estabas, a mi lado, todava dormido. De repente, supe que por ti sera capaz de
abandonar todo lo que hasta ese minuto haba sido mi vida y me entr pnico. Mi
marido no se mereca eso; ahora era cuando ms me necesitaba. As que me alej de
ti, pensando que no volveramos a encontrarnos nunca ms.
Pero a pesar de todo nos hemos encontrado... respondi l, enmarcando la
cara de Ana con ambas manos y clavando su mirada en esos iris luminosos como un
cielo de verano.
S se limit a contestar Ana, a pesar de que su expresin traicionaba una
honda emocin.
Y te juro que ya no te dejar marchar... prometi Jaime y, de nuevo, se
abalanz sobre sus labios con ansia infinita y dej que sus caricias hablaran por l.

FIN

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