Avalos Tenorio Gerardo. Redefinir Lo Político
Avalos Tenorio Gerardo. Redefinir Lo Político
Avalos Tenorio Gerardo. Redefinir Lo Político
Redefinir lo poltico
Portada:
Virginia Flores y Mariza Flores
Fotografa de la portada:
Jess Snchez Uribe
ISBN: 970-31-0041-4
PRIMERA PARTE
Teora y filosofa de lo poltico
SEGUNDA PARTE
Lo poltico y la articulacin social contempornea
E
s imposible que un libro sea el resultado slo de un es-
fuerzo individual. Aun la obra ms reconocidamente
nominal, aquella que lleva impreso el nombre de quien
la concibi y la escribe, queda en deuda con todos los que, de
diversas maneras, hicieron posible que tuviera el tiempo y los
nutrientes intelectuales, la inspiracin y el genio, para dar for-
ma a las ideas y exponerlas indeleblemente. El talento indivi-
dual, claro est, cumple su parte, pues sin un actor personal
que articule los pensamientos y las circunstancias diversas de
una poca, y que se atreva a la responsabilidad de lo escrito,
la confeccin de un libr o sera, obviamente, quimrica.
Este libro es explcitamente colectivo de muchas maneras.
Se origin temprana y sorprendentemente al calor de las dis-
cusiones sobre los cambios sociales y polticos que ha trado
consigo el proceso conocido habitualmente como globa-
lizacin, discusiones que tuvieron como espacio el rea de
investigacin Procesos de dominacin del Departamento
de Relaciones Sociales de la UniversidadAutnoma Metropo-
litana-Xochimilco. Ah y entonces, nos dimos cuenta de la gran
disparidad de nociones en el nivel de los rudimentos concep-
tuales y metodolgicos con los que acometamos la interpreta-
cin de los hechos del presente. Nuestras categoras y concep-
tos referidos a la sociedad, la poltica, el Estado y los regmenes
polticos, estaban tan distanciados unos de otros que el resul-
tado prima facie no era slo un saludable desacuerdo sino tam-
10 Introduccin
3 Aristteles, Retrica, 1359b 20, Madrid, Tecnos, trad. Quintn Racionero, p. 200.
18 Introduccin
S
i a principios del siglo XX el temor o la esperanza (depen-
diendo de la concepcin ideolgica) provenan de la ex-
pansin del Estado, al finalizar esta centuria se ha hecho
patente que la ampliacin de la esfera del Estado no implica su
omnipotencia. Por el contrario, en la actualidad la humanidad
enfrenta un conjunto de problemas y riesgos que trascienden
el poder estatal. Si bien el proceso de diferenciacin social hizo
posible la constitucin del Estado moderno, caracterizado por
su poder soberano, el desarrollo de ese mismo proceso ha con-
ducido al establecimiento de lmites, cada vez ms estrechos, a
la soberana. Por un lado, el desenvolvimiento de una diferen-
ciacin funcional ha propiciado que el entorno social del Esta-
do se torne mucho ms complejo. Cada subsistema social ha
adquirido un grado de autonoma tal, que se ha cuestionado
de manera radical la idea de que existe un centro o cspide del
orden social, desde donde sea posible controlar su dinmica.
Por otro lado, en el interior del subsistema poltico se ha dado
una diferenciacin centro/periferia que ha hecho imposible
mantener la equivalencia entre lo poltico y lo estatal.
El efecto del enorme incremento de la complejidad tanto
del entorno como del interior del sistema poltico es, como
advirti Carl Schmitt, que el Estado como modelo de la uni-
dad poltica, el Estado como portador del ms asombroso de
POLTICA Y CONFLICTO
1 Sobre esta crtica a Carl Schmitt vase Jaques Derrida, Polticas de la amistad,
del orden social consltese Albert O. Hirschman, Los conflictos sociales como pila-
res de las sociedades democrticas de libre mercado, en Tendencias autosubversivas,
Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1996.
Reflexiones en torno al concepto de lo poltico 33
Apel y Habermas. Sobre este tema vanse Apel, Falibilismo, teora consensual
de la verdad y fundamentacin ltima, en Teora de la verdad y tica del discurso,
Barcelona, Paids, 1991; Habermas, Pensamiento postmetafsico, Madrid, Taurus,
1990, pp. 65-61.
36 Redefinir lo poltico
rio, todas las cosas estn seguras; si la polis perece, todo est
perdido.5
5 H. Arendt, La condicin humana, Barcelona, Seix Barral, 1974, pp. 263 y 271.
38 Redefinir lo poltico
del marxismo.
42 Redefinir lo poltico
destruccin de las criaturas vivas [...] Todo lo que vive debe ser
permanentemente sacrificado, sin medida, sin pausa, hasta la
final consumacin, hasta la extincin del mal, hasta la muerte de
la muerte.5
1997, p. 70.
7 Montesquieu, Del espritu de las leyes, Mxico, Porra, 1982, p. 4.
46 Redefinir lo poltico
9 E. Renan, Quest-ce quune nation?, Pars, Mille et une Nuit, 1997, pp. 31 y 32.
10 B. Spinoza, Tratado teolgico-poltico, Madrid, Alianza, 1986, pp. 333-334.
11 T. Hobbes, Leviatn, Mxico, Fondo de Cultura Econmica (FCE), 1996, p. 104.
12
Ibid., p. 107.
48 Redefinir lo poltico
13
Hlne Piralian, Genocidio y transmisin, Mxico, FCE, 2000, p. 29.
Kratos y ethos: el espacio de lo poltico 49
capacidad para este rol y ese hombre era Robespierre [...] Saint-
Just crea que Robespierre era un hombre necesario.18 Haban
hecho las leyes para una nacin, slo restaba hacer una nacin
para esas leyes. Su misin consiste en crear un pueblo nuevo.
Tarea propicia, antes que para un hombre, para un Dios.
Robespierre saba perfectamente que ah donde la autori-
dad humana nada puede, la autoridad de Dios es indispensa-
ble. A semejanza de los grandes profetas, inicia su sagrada
misin a travs de la religin. Un pueblo nuevo requiere una
religin nueva. El pueblo elegido para dar comienzo a la era
de la libertad necesita una religin republicana que exhorte a
la vida austera y la prctica de las virtudes, que imprima en
los corazones la justicia, la igualdad y el amor por la libertad.
Qu distinto es el dios de la naturaleza del dios de los cu-
ras!, exclama Robespierre. A fuerza de disfrazar la imagen
del Ser Supremo la han aniquilado, han hecho de l un globo
de fuego, un buey, un rbol, un hombre o un rey. Los curas han
creado a dios a su imagen [...] El verdadero sacerdote del Ser
Supremo es la naturaleza; su templo, el universo; su culto, la
virtud.19 Robespierre, al igual que el resto de los sacerdotes
de las religiones monotestas, parte del supuesto de que su dios
es el nico y su religin la verdadera. Considera que convo-
car a los hombres al culto del Ser Supremo es asestar un golpe
mortal al fanatismo. Todas las ficciones desaparecern ante la
verdad y todas las locuras se arrodillarn ante la razn.20
Saint-Just y Robespierre, con esta lgica y con esos argu-
mentos inician la evangelizacin del pueblo francs. Empren-
den una cruzada en nombre de la repblica y la libertad. Los
herejes, representados ahora por la aristocracia, el burgus y
todo aquel que resiste a la nueva religin, deben convertirse o
perecer bajo la justicia de la espada liberadora. En nombre de
la libertad aniquilan a la libertad misma. Para instaurar la re-
pblica es menester ahogar al enemigo.
1994, p. 211.
56 Redefinir lo poltico
1
Las crisis no se improvisan: ni las econmicas ni las po-
lticas ni las intelectuales. El hombre, al constituir un ser
histrico, conforma y crea tambin una sociedad histri-
ca. El tejido social, con su multitud de urdimbres ideolgicas
que hacen posible el devenir y en ste la forma mentis, las lu-
chas ideolgicas, se tornan vitales; con races en el pasado, ha-
cen posible su supervivencia y su plausible y posible regene-
racin. Por eso, pensar en las crisis del mundo moderno es, al
mismo tiempo, pensar y rastrear las crisis del mundo antiguo
y, especficamente, las crisis de los diferentes humanismos ti-
cos que el mundo ha conocido. Se trata, pues, de plantear la
relacin entre tica y fenomenologa poltica.
Pero la eticidad no ha sido palabra unvoca, ni ha expresa-
do una nica visin de lo que es o debe ser el hombre. En este
sentido hay tantas clases de humanismos ticos como diferen-
tes nociones o ideas del hombre se tengan.
La idea del hombre, con toda su problematicidad, arranca de
la filosofa de los griegos. Ellos, los que, segn el historiador
Burckhardt, son nuestros padres, que en el lenguaje sistemati-
zaron una filosofa y una tcnica de las cosas humanas y, por lo
tanto, de sus significados para el hombre mismo, ya tenan una
concepcin del hombre y su centralidad en el Cosmos. Con la
tica, como problema entre el deber y el ser, pusieron al hom-
* Doctor en filosofa. Profesor de tiempo completo en la UAM-I. Presidente del
Centro de Estudios Antonio Gramsci.
60 Redefinir lo poltico
2
Platn, Las leyes, a 55.
3 Aristteles, tica nicomaquea, X, 9, 1180 a 30.
4 Madrid, Alianza Editorial.
agosto, 1993, p. 9.
62 Redefinir lo poltico
Chicago, Chicago University Press, 1977, p. 61. (La tensione essenziale, Turn, Einau-
di, 1985.)
70 Redefinir lo poltico
8 A. Comte, Cours de philosophie positive, Y, Lec. I a., pp. 34-36 (vase Corso di
PLATN, Leyes
1
La reflexin poltica en el presente ha quedado incar-
dinada en el espacio demarcado por, al menos, tres condi-
ciones: a) el capital que se despliega en una lgica global,
que borra ciertas fronteras, crea otras nuevas, y asume nuevos
contenidos en cuanto imperio; b) la recepcin de este proceso
en el plano del pensamiento expresada en variadas interpreta-
ciones traducidas tanto en diagnsticos diversos como en toma
de posiciones tico-polticas acusadamente diferentes; c) la
revitalizacin del liberalismo como expresin ideolgica do-
tidad comn [...] El papel del Estado como garante de un bienestar general y de la
justicia distributiva puede que sea, sin embargo, el que se ha visto ms afectado por
la mundializacin [...] El Estado, como una novedosa Penlope, se ve obligado ahora
a destejer el abrigo que tan costosamente haba elaborado para proteger a la socie-
dad frente a las inclemencias del capitalismo. Desregulacin, privatizacin, preca-
riedad y movilidad en el empleo son algunos de los sntomas de esta nueva desnu-
dez, que los Estados ms activos tratan de compensar mediante la promocin de la
innovacin, la empleabilidad, las polticas sociales eficientes y dirigidas a los ms
necesitados. Fernando Vallespn, El futuro de la poltica, Madrid, Taurus, 2000,
pp. 113-114.
6 Este aspecto ha sido analizado por Giovanni Sartori, Homo Videns. La sociedad
teledirigida, Mxico, Taurus, trad. Ana Daz Soler, 1999. Un estudio ms profundo y
referido sobre todo a Amrica Latina es el de Jess Martn-Barbero, De los medios a las
mediaciones, Mxico, Gustavo Gilli, 1987.
7 La democracia genera problemas de gobernabilidad: tal fue la conviccin de
8
El recurso a los grandes relatos est excluido; no se podra, pues, recurrir ni a
la dialctica del Espritu ni tampoco a la emancipacin de la humanidad para dar
validez al discurso cientfico postmoderno. Pero [...] el pequeo relato se mantiene
como la forma por excelencia que toma la invencin imaginativa, y, desde luego, la
ciencia. Por otra parte, el principio del consenso como criterio de validacin parece
tambin insuficiente. Jean-Franois Lyotard, La condicin postmoderna. Informe sobre
el saber, Barcelona, Planeta-Agostini (Obras Maestras del Pensamiento Contempor-
neo, 18), trad. Mariano Antoln Rato, 1993, p. 127. La edicin original francesa data
de 1979.
El relativismo poltico 79
cuencias del pragmatismo, Madrid, Tecnos, trad. Jos Miguel Esteban Cloquell,
1996, p. 242.
El relativismo poltico 81
y el Estado, por un lado, y la moral y el ethos de cada pueblo, por el otro, sobre la base
del recurso al fundamento ltimo para la determinacin tica, se encuentra en Ro-
berto J. Vernengo, El relativismo cultural desde la moral y el derecho, en Len
Oliv (comp.), tica y diversidad cultural, Mxico, UNAM/FCE, 1993.
15
Como seal Aristteles, no todo lo humano es asunto de deliberacin y elec-
cin: tales sern las caractersticas ms precisas de la especificidad de la poltica.
Vase Aristteles, tica nicomaquea III, 1112b, Madrid, Gredos, trad. Julio Pall Bonet,
pp. 186 y ss. Toda deliberacin es una investigacin: exige el concurso del razona-
miento prctico para evitar el exceso o la carencia y poder estar en condiciones de
elegir el justo medio, lo que significa que las pasiones no se reprimen sino que se
gobiernan. Cuando se delibera bien y se elige bien se desarrolla la virtud. En este
sentido amplio, tica y poltica se identifican. Sin embargo, el buen hombre y el buen
ciudadano se distinguen, siempre segn Aristteles. Esto significa que no es necesa-
rio ser un buen hombre para ser un buen ciudadano; basta con que ste tenga
opinin verdadera. Vase Aristteles, Poltica, 1276b 4 y 1278b 18, Madrid, Gredos,
trad. Manuela Garca Valds, pp. 161 y 164.
16 Hannah Arendt, La condicin humana, trad., Ramn Gil Novales, Barcelona,
19 Ibid., p. 11.
86 Redefinir lo poltico
De Scrates a Sneca, Madrid, Trotta, trads. Andrea Milde y Juan Jos Snchez Gonzlez,
1999, p. 20. La edicin original alemana data de 1992.
El relativismo poltico 89
26
Platn, Protgoras, Mxico, UNAM, trad. Ute Schmidt Osmanczik, 1993.
90 Redefinir lo poltico
1993, p. 69.
94 Redefinir lo poltico
una ley [...] No hay otra razn en las criaturas terrenas que la
razn humana.32
Hay que admitir, con todo, que el relativismo de Hobbes
contrasta notablemente con su iusnaturalismo. Visto con sufi-
ciente distancia, pareciera que el relativismo se erige como el
extremo opuesto de la teora del derecho natural. He ah la
fuente de la diferenciacin entre el positivismo jurdico, ms
acorde con el relativismo, y el iusnaturalismo, ms plegado
con el principio axiomtico absoluto. Sin embargo, en Hobbes
se produce un punto de inflexin importante en la constitu-
cin discursiva de la poltica moderna. En efecto, l recupera
las nociones tradicionales del derecho natural y de la ley natu-
ral pero las desprende de su marco metafsico original para
situarlas
lo elativo.
r
El relativismo poltico 95
38 Por ejemplo, a la interpelacin del otro como acto de habla. Vase Enrique
Dussel, La razn del Otro. La interpelacin como acto-de-habla, en id., Apel, Ricoeur,
Rorty y la filosofa de la liberacin, Mxico, Universidad de Guadalajara, 1993.
El relativismo poltico 97
JULIETA MARCONE
INTRODUCCIN
A
cudir a Hegel para explicar el concepto de lo poltico
podra parecer estril o anacrnico a algunos pensa-
dores contemporneos, pues recurrentemente se ha de-
nostado a este filsofo caracterizndolo como terico de la Res-
tauracin y defensor del Estado prusiano. Sin embargo, en este
trabajo nos hemos propuesto recurrir al autor de la Feno-
menologa del espritu porque, a pesar de las crticas de las que
ha sido objeto, consideramos que su filosofa nos ofrece mu-
chos elementos para comprender y explicar los vericuetos de
lo poltico en la modernidad.
En ninguna de sus obras Hegel defini lo poltico de
manera explcita. No obstante, en mi opinin, no slo es una
temtica subyacente en toda su obra, sino que adems lo po-
ltico constituye la piedra de toque de la filosofa hegeliana
del espritu. Tan es as que resulta innegable que sus Principios
de la filosofa del derecho, que constituyen la exposicin hegeliana
ms acabada en torno al espritu objetivo, tratan ni ms ni
menos que de lo poltico y sus implicaciones (jurdicas, mo-
rales y ticas). Por eso aqu nos hemos dado a la tarea de se-
guir el hilo de la argumentacin hegeliana acerca del espritu
objetivo, con el fin de comprender, interpretar y explicar el con-
cepto hegeliano de lo poltico.
100 Redefinir lo poltico
Seala Hegel que ...significa tanto la idea de conservar, mantener, como, al mismo
tiempo, la de hacer cesar, poner fin [...] De este modo lo que se ha eliminado es a la
vez algo conservado, que ha perdido slo su inmediacin, pero que no por esto se
halla anulado. Vase Hegel, Ciencia de la lgica, 6a. ed., Buenos Aires, Solar, p. 138.
2
Hegel, Escritos polticos, Mxico, Universidad Autnoma de Puebla (UAP), op. cit.
3 Hegel, Escritos..., op. cit., p. 29.
El concepto de lo poltico en la filosofa de Hegel 101
ma para todas las dems ciencias filosficas. As que es en la Lgica donde debemos
buscar el principio explicativo de la Geistphilosophie y la Rechtsphilosophie. Ah encon-
tramos desplegado en detalle el principio de identidad de los opuestos [...] Estas
relaciones lgicas se repiten en la filosofa del espritu, slo que en un nivel ms
concreto [la traduccin es ma]. Errole E. Harris, Hegels theory of political action,
en Lawrence S. Stepelevich y David Lamb (eds.), Hegels philosophy of action, Atlantic
Highlands, Humanities Press, 1983, pp. 157 y 161.
10
La particularidad constituye en la lgica hegeliana lo finito y lo emprico, mien-
tras que la universalidad representa la verdadera infinitud. La finitud es precisamen-
te el lmite puesto como lmite, es la existencia puesta con la destinacin de traspasar a
su ser-en-s, esto es de convertirse en infinita. La infinitud es la nada de lo finito, su ser-
en-s y su deber ser, pero es esto al mismo tiempo como reflejado en s, como el deber ser
llevado a cabo, como un ser que se refiere slo a s mismo, un ser completamente
afirmativo. Hegel, Ciencia..., pp. 177-178. Dados los fines de este trabajo, no podemos
extendernos en la explicacin de la lgica hegeliana. Al respecto vase Jean Hyppolite,
Lgica y existencia, Mxico, UAP, 1987.
11 El espritu objetivo se constituye por el derecho abstracto, la moralidad y la
12
En el derecho, la particularidad no es an la particularidad del concepto, sino
slo la de la voluntad natural. Igualmente, desde el punto de vista de la moralidad,
la autoconciencia no es an conciencia espiritual. En ese mbito slo se trata del
valor del sujeto, es decir que el sujeto que se determina por el bien frente al mal tiene
todava la forma del arbitrio. Aqu, en cambio, desde el punto de vista tico, la vo-
luntad existe como voluntad del espritu y tiene un contenido sustancial que le co-
rresponde. Vase Hegel, Principios de la filosofa del derecho (en adelante FD), Madrid,
Edhasa, 1988, 151, p. 233.
13 Hegel, FD, 142, p. 227.
14
Hemos preferido emplear el trmino de comunidad en vez del de asociacin
para referirnos al Estado, pues Hegel criticaba tenazmente a todos aquellos que su-
ponan que el Estado se constitua a partir de un pacto de asociacin: ...en la poca
moderna ... la expresin contrato social ha dado la impresin de implicar la falsa
idea de que el concepto de contrato sea en verdad aplicable, en un Estado, a la rela-
cin entre el prncipe y los sbditos, entre gobierno y pueblo, y que las normas del
derecho privado que provienen de la naturaleza de un pacto podran, ms an deban,
tener aqu su aplicacin. Un breve momento de reflexin permite reconocer que el
conjunto constituido por el prncipe y el sbdito, el gobierno y el pueblo, tiene por
fundamento relaciones que constituyen una unidad originaria sustancial, mientras
que por el contrario, en el contrato, se comienza por una idntica indiferencia e inde-
pendencia de las partes una frente a la otra; la unin que realizan entre ellos sobre
alguna cosa es una relacin contingente que proviene de la necesidad y del arbitrio
subjetivo de ambos. Debe distinguirse esencialmente de tal relacin contractual, la
106 Redefinir lo poltico
16 Ibid., p. 215.
17 Idem.
El concepto de lo poltico en la filosofa de Hegel 107
20 Desde sus escritos juveniles Hegel siempre deplor la positividad por el ca-
so que conduce a todo saber racional en oposicin a una aprehensin inmediata (no
mediada) de la verdad. J. E. Dotti, Dialctica y derecho. El proyecto tico-poltico hegeliano,
Buenos Aires, Hachette, 1983, p. 19.
22 Hegel, FD, 257, p. 318.
El concepto de lo poltico en la filosofa de Hegel 109
naba al Estado como sociedad civil, puesto que la vida social en l [...] era poltica, y
el status politicus de este mundo humano as constituido contena el elemento pro-
piamente econmico y social en el estrato seorial-domstico o estamental vincu-
lados entre s. Manfred Riedel, El concepto de la sociedad civil en Hegel y el
problema de su origen histrico, en Emil Angehrn et al., Estudios sobre la Filosofa
del Derecho de Hegel, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1989, p. 205.
Vanse tambin Norberto Bobbio y Michelangelo Bovero, Sociedad y Estado en la filo-
sofa moderna, Mxico, FCE, 1986; Norberto Bobbio y Michelangelo Bovero, Origen y
fundamentos del poder poltico, Mxico, Grijalbo, 1985.
El concepto de lo poltico en la filosofa de Hegel 113
31
Jorge Juanes, op. cit., p. 233.
118 Redefinir lo poltico
cas y Sociales, nueva poca, ao XXXVIII, nm. 151, Mxico, UNAM, enero-marzo de
1993, p. 146.
36 Hegel, FD, 183, p. 261.
122 Redefinir lo poltico
Parte de lo que para Hegel comprende bajo vivir una vida uni-
versal consiste pues en hacer cosas tales como participar en la
discusin pblica de los asuntos polticos, pagar impuestos y
prestar servicios en el ejrcito en tiempos de una emergencia
nacional. Otra parte de lo que comprende vivir una vida uni-
versal consiste en identificarse con los fines comunes de la co-
munidad polticamente organizada. Pero el rasgo ms distinti-
vo de lo que comprende vivir una vida universal consiste en
que uno realice sus actividades cotidianas dentro de la familia y
la sociedad civil con una cierta actitud mental, a saber, no conce-
bir estas actividades como si fueran meros empeos privados,
sino a la vez como maneras en que la comunidad polticamente
organizada, de la que uno es miembro activo, hace efectiva su
forma de vida compartida. Uno se compromete en estas activi-
dades no slo en provecho propio o de su familia sino tambin
en provecho de la comunidad polticamente organizada; se quie-
re lo universal (das Allgemeine) en la propia vida privada43 [la
traduccin es ma].
BIBLIOGRAFA
I. OBRAS DE G. W. F. HEGEL
Angehrn, Emil, et al., Estudios sobre la filosofa del derecho de Hegel, Ma-
drid, Centro de Estudios Constitucionales, 1989.
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tnoma Metropolitana-Xochimilco, 2001.
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moderna, Mxico, FCE , 1986.
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Amorrortu, 1969.
Cordua, Carla, Explicacin sucinta de la Filosofa del derecho de Hegel,
Temis.
El concepto de lo poltico en la filosofa de Hegel 127
HUMBERTO SCHETTINO*
PRESENTACIN
U
na de las caractersticas ms notorias del final del siglo
anterior y, sin duda, del inicio del XXI es la pretensin,
tanto desde la teora como desde la prctica poltica,
de repensar la poltica. Esta tendencia se muestra con claridad
en la importancia contempornea de los nuevos movimientos
sociales, de las organizaciones no gubernamentales, de la rei-
vindicacin de derechos de grupos particulares y hasta del
anarquismo. Por otro lado, tanto desde la teora como desde la
sociologa poltica, el pensamiento poltico acadmico ha adop-
tado como temas de moda la teorizacin de las prcticas arriba
mencionadas; as, el multiculturalismo, la diferencia, los dere-
chos subjetivos, las formas participativas o deliberativas de la
democracia son temas que se persiguen no slo en funcin de
sus contenidos propios, sino como parte de una crtica general
dirigida tanto en contra de las formas y actores tradicionales
de la poltica (el Estado, los partidos, el corporativismo, etc.)
como de los temas tradicionales (el poder, el sistema polti-
co, la clase poltica, la circulacin de las lites, etc.). Dos fen-
menos hacen necesario pensar este proceso de re-pensamiento
de la poltica: en primer lugar, la casi total coincidencia entre
quienes buscan nuevas formas de hacer y pensar la poltica
1
Vase Bobbio, 1998, pp. 15-18.
2
Bobbio, 1998, 71. El argumento original se encuentra en I. Kant, Fundamentacin
de la metafsica de las costumbres, cap. 2.
3 Vase L. Salazar, La mala fama de la poltica, Revista Internacional de Filosofa
6
W. Kymlicka, Contemporary political philosophy. An introduction, Oxford,
Clarendon Press, 1990, p. 1.
El giro normativo en el debate sobre lo poltico 135
originalmente publicada en italiano (por ello cito en ingls): I hold that the role of
the intellectual today is not that of establishing laws or proposing solutions or
prophesying, since doing that one can only contribute to the functioning of a
determinate situation of power that to my mind must be criticized y ...I concern
myself with determining problems, unleashing them, revealing them within the
framework of such complexity as to shut the mouths of prophets and legislators: all
those who speak for others and above others [M. Foucault, Remarks on Marx.
Conversations with Duccio Trombadori, Nueva York, Semiotext(e), 1991, pp. 157 y 159.
La conclusin que yo obtengo de prrafos como los anteriores es sta: hay que en-
frentarse a toda forma de poder, sea el de los profetas, polticos, profesores, etc., y,
por ello, la crtica a la que Foucault hace referencia slo puede tener una pretensin
emancipatoria.
12 Bernstein, 1987.
13 Ibid., p. 175.
14 Ibid., p. 182.
138 Redefinir lo poltico
CICERN Y MAQUIAVELO.
DOS MODELOS BSICOS DE LA POLTICA
Cicern
Maquiavelo
CONTRA EL NORMATIVISMO
nes que reclaman para s una presuncin de racionalidad o para emprender la cr-
tica de cuestiones dadas por supuestas o que errneamente se presentan apoyadas
en argumentos. Describe las condiciones de posibilidad de la racionalidad en un
mundo aparentemente irracional y sirve de sustento para una praxis emanci-
padora. F. Vallespn, Habermas en doce mil palabras, Claves de razn prctica,
nm. 114, julio-agosto, 2001.
152 Redefinir lo poltico
economics of global turbulence, The New Left Review, nm. 229, 1998, particular-
mente pp. 190 a 213.
35 Vase Rorty, 1996, p. 15, y Rorty, 1987, pp. 564-568. El argumento completo
Para que una concepcin poltica [de la justicia] evite ser poltica
de la manera equivocada, debe formular una visin autnoma
[free-standing] de los ms grandes valores (morales) que se apli-
37
R. Rorty, 1996.
38 Sobre este punto vase Rorty, 1996, pp. 17-18.
158 Redefinir lo poltico
BIBLIOGRAFA
L
a influencia de la tecnologa en la sociedad ha marcado
profundamente el signo de nuestra poca. La presencia
cada vez ms extendida de artefactos, procedimientos y
sistemas tecnolgicos en la industria, las comunicaciones, la
educacin, la administracin y la poltica ha generado trans-
formaciones profundas en el tipo de relaciones entre indivi-
duos, actores e instituciones.
No obsante, mientras el impacto de la tecnologa en la trans-
formacin de los procesos productivos ha sido extensamente
estudiado, los efectos de aqulla en el campo de los procesos
polticos han sido abordados con una extensin mucho menor.
De esta ausencia relativa de reflexin en torno a las implicacio-
nes de la incorporacin tecnolgica en la esfera poltica no debe
inferirse que su influjo sea de menor importancia. Por el con-
trario, como trataremos de mostrar, la impronta tecnolgica en
los procesos polticos ha generado profundas transformacio-
nes en las relaciones entre los actores y en los actores mismos.
Administracin pblica
Procesos electorales
Comunicacin poltica
y el Tercer Reich, Mxico, Fondo de Cultura Econmica (FCE) (Coleccin Popular, 455),
1990.
172 Redefinir lo poltico
laciones entre estos dos planos que podra dar lugar a anlisis
de procesos histricos concretos. Habermas plantea tres mo-
dos de la insercin de la ciencia y la tecnologa en procesos de
toma de decisiones polticas: primero, el modelo o modo
decisionista, en el que la ciencia est subordinada a la poltica;
segundo, el modo o modelo tecnocrtico, que se caracteriza
por una dominacin de la ciencia y la tecnologa sobre la pol-
tica, y tercero, el modelo o modo pragmtico, que supone una
integracin de los valores pblicos y el conocimiento cientfi-
co a travs del dilogo y la argumentacin. Trataremos a conti-
nuacin de analizar los efectos que tiene cada uno de estos
tipos de articulacin.
El modelo decisionista de articulacin plantea que la lgica
de la poltica, sea democrtica o autoritaria, subordina y
redefine la lgica de la ciencia y la tecnologa. La intervencin
de la poltica no se restringe en este modelo a la seleccin e
impulso de lneas de investigacin, sino que se logra colar en
los mtodos y procedimientos internos de validacin de la cien-
cia. En consecuencia, la intervencin de la poltica no se da
slo en el nivel de la poltica cientfica y tecnolgica sino que
se trata de una suplantacin y un traslapamiento de la poltica
en la lgica de la ciencia y la tcnica.
8 Ibid., p. 71.
La poltica en la era tecnolgica 175
10
Cf. Jrgen Habermas, Ciencia y tcnica como ideologa, op. cit., p. 72.
11 Cf. Norbert Lechner, La conflictiva y nunca acabada construccin del orden desea-
do, Santiago, Claso, 1984, p. 100.
12 Manuel Garca Pelayo caracteriza la tecnocracia como una adaptacin de la
conflict resolution and policymaking in a world of high science and technology, Nueva York,
Praeger, 1988, p. 18.
La poltica en la era tecnolgica 185
BIBLIOGRAFA
JAIME OSORIO1
1
Desde los ms diversos enfoques tericos, la cuestin
del Estado, el poder, la sociedad civil y la poltica se ha
convertido en los ltimos tiempos en asunto de renova-
do inters y debate. Tesis como el fin o debilitamiento del Esta-
do-nacin por efectos de la mundializacin; la prdida de
centralidad estatal ante sociedades que se complejizan y gene-
ran diversos subsistemas que compiten y se autonomizan; la
atomizacin del poder poltico frente a la emergencia de ml-
tiples y nuevos centros de poder; redefiniciones de la poltica
en las que se destaca su capacidad de procesar conflictos
(indeterminados), y la sociedad civil como espacio de una
reasuncin societal de la poltica, son algunas de las propues-
tas que han regresado a la teora poltica a temas duros de re-
flexin. El anlisis de cada uno de estos problemas escapa a las
posibilidades de este ensayo. Aqu nos limitaremos a fijar las
coordenadas centrales del espacio de la poltica en relacin con
la cuestin del poder y el Estado, que ponen en relieve aspec-
tos centrales de las tesis antes enunciadas. Las sociedades ca-
pitalistas sern nuestro referente histrico.
2. La poltica tiene muchas dimensiones y son muchos los
ngulos desde los cuales podemos definirla o caracterizarla. Todo
esto plantea un serio problema de delimitacin, que se hace pre-
sente en la abigarrada gama de textos, clsicos y modernos, que
BIBLIOGRAFA
ENRIQUE DUSSEL
N
uestra exposicin ser breve, a manera de enunciado
de tesis para discusin. Una mayor extensin podr
considerarse en una obra que elaboramos en el pre-
sente.1
Por lo general la reflexin sobre la democracia se sita slo
en el horizonte del pensamiento del centro (Europa occiden-
tal y los Estados Unidos); aqu incluiremos la temtica
poscolonial. Adems, se trata frecuentemente sobre la posibi-
lidad de la normatividad de la democracia, la normatividad
del consenso racional y fraterno.2 Aqu daremos lugar todava
para la cuestin de la normatividad de las luchas por el reco-
nocimiento de nuevos actores que se hacen presentes desde el
horizonte del sistema, aun del democrtico, como fantasmas
anteriormente invisibles. Esta invisibilidad es la ms sutil re-
presin que inevitablemente se cumple desde la legitimidad
de un orden democrtico vigente, positivo, en el poder. La
Alteridad,3 la Diferencia, la Exterioridad (no-intencionales en
dimensin pulsional (of the drive) de la poltica, dejada de lado por el racionalismo
formal discursivo en poltica. Es posible an una deconstruccin (deconstruction) de
la deconstruccin derridiana de la fraternidad (del nosotros) desde la exterioridad
de los excluidos: tendramos as una politique de la solidarit en sentido tcnico.
3 Categora filosfica de origen levinasiano (vase Levinas, 1968).
204 Redefinir lo poltico
4
Vase Hardt-Negri, 2000. Pienso que el ciudadano global es todava empri-
camente inexistente.
5 Vase Laclau, 1990.
Lo poltico y la democracia 205
6
Vase Nozick, 1974.
7 En Economa y sociedad (Weber, 1983).
8
En El concepto de lo poltico (Schmitt, 1996). Vase Enrique Serrano, 1994.
9
Considrense sus obras (Laclau, 1990 y 1996).
10 Considrense las tres partes de la obra Teora de la justicia (Rawls, 1971).
prctica (proiresis).
15
Vanse en Richard Rorty, The priority of democracy, algunas de sus tesis
(Rorty, 1989).
16 El campo poltico no es el campo militar ni el campo deportivo, por
tomar dos ejemplos. Las reglas (o principios) de lo poltico me obligan (tica, pero de
manera intrnseca polticamente) a no eliminar al enemigo poltico. En el campo
militar, en cambio, es lcito eliminar al contrario.
Lo poltico y la democracia 207
LA NORMATIVIDAD DEMOCRTICA
(PRINCIPIOS, INSTITUCIONES Y PRAXIS DEMOCRTICA)
nombrada arriba y que estamos elaborando en el presente (esto vale para todos los
enunciados de este ensayo).
210 Redefinir lo poltico
Cohen-Arato (1995) lo reconoce en parte (vase cap. 3, pp. 142 y ss.). Gramsci distin-
gue as la sociedad civil tanto del Estado como del nivel estrictamente econmico
(que aparece bajo la fisonoma de lo social), dando importancia al nivel de las
prcticas polticas, sociales y culturales, principalmente. Gramsci, adems, mucho
antes que Habermas, hizo del consenso un momento esencial del proceso de la hege-
mona del bloque histrico en el poder, pero mostr (contra Habermas y Laclau)
que el factor social (e indirectamente el econmico) exige a la sociedad poltica (el
Estado) pasar al uso de la coaccin como dominacin (perdiendo la legitimidad de la
hegemona como consenso) cuando el bloque social de los oprimidos (el pueblo)
comienza sus movimientos en una lucha poltica que muchos tericos actuales
olvidan. Paradjicamente, Gramsci es ms complejo e interesante para nosotros que
Cohen-Arato, Habermas o Laclau.
26 H. Arendt duda de que lo social pueda ser considerado poltico. Esta particu-
lar ceguera ante el aspecto material de la poltica nos indica el aprovechamiento que
pudo hacerse de Arendt contra los movimientos sociales contestatarios dentro de las
sociedades centrales o dependientes del capitalismo durante la guerra fra. Su com-
prensin parcial del pensamiento de Marx la llev a malentendidos. Vase Passerin
dEntreves, 1994; Canovan, 1992; Benhabib, 1996; Serrano, 1996.
27 Distincin que con anterioridad, por ejemplo en Hegel, tena otra signifi-
cacin.
214 Redefinir lo poltico
30
Hans Jonas (1982) lo muestra convincentemente.
Lo poltico y la democracia 215
jug su poltica de dominio oponiendo una etnia contra otra. Cuando se produce la
emancipacin de posguerra, las poblaciones cuyos territorios africanos les fueron
asignados por las metrpolis (resultado del Congreso de Berln de 1885, y de otras
modificaciones posteriores) debieron organizar sus nuevos estados. La homogenei-
dad del ciudadano europeo-moderno era imposible. La heterogeneidad cultural de
las etnias exiga un nuevo sistema poltico. Pero Europa no slo no ayud a consoli-
darlo en la poca colonial sino que destruy su posibilidad (al usar el enfrentamien-
to intertnico en vez de constituir parlamentos intertnicos que hubieran educado a
la tolerancia y gobernabilidad entre dichas etnias). Cada Estado africano debera en
efecto hoy constituir algo as como una Cmara con representacin de las etnias (con
poder de veto en cuestiones esenciales, un Senado) y otra con la representacin pro-
porcional (de partidos nacionales que lentamente se iran organizando, una Cmara
de Diputados). La democracia africana exige nuevas soluciones para lo que los mo-
delos europeo-norteamericanos (y sus respectivas filosofas polticas) sirven de muy
poco. El eurocentrismo terico es nefasto, pero universalmente extendido.
Lo poltico y la democracia 221
61-63, Mxico, UAM/Siglo XXI, 1988. (Traducido al ingls: Londres, Routledge, 2001).
37 Vase el Reporte del Desarrollo Humano de las Naciones Unidas ( PNUD, 1998).
222 Redefinir lo poltico
38
No escribo nunca Estado nacional, porque casi no ha habido estados na-
Lo poltico y la democracia 223
cionales. Espaa, Francia, Alemania, el Reino Unido, Italia, no han organizado esta-
dos de una nacin, sino estados controlados por una nacin (Castilla, LIle de France,
los prusianos, Inglaterra, el norte industrial, etc.) que domina a otras naciones (a los
vascos, gallegos, el Midi, Escocia, el Messogiorno, etc.). Quiz slo los Estados Uni-
dos sean un Estado con una nacin, pero en realidad esta nacin de muchas proce-
dencias culturales se ha ido constituyendo lentamente desde 1620 y no ha concluido
su fisonoma. En realidad los estados europeos modernos fueron, pero no lo recono-
cieron (de ah el intento de hoy de la europa de las naciones y no de los estados),
plurinacionales. Vase Enrique Dussel, El nacionalismo. Sobre las condiciones de
su aparicin (hacia una teora general), en Gerardo valos Tenorio y Mara Dolores
Pars (2000).
39 Vase, por ejemplo, la obra de Hardt-Negri (2000).
224 Redefinir lo poltico
los Estados Unidos a colaborar con las Naciones Unidas (no pagando su cuota), opo-
nindose a un tribunal internacional, a los protocolos ecolgicos y a una poltica
monetaria y bancaria internacional. Los Estados Unidos prefieren bombardear todas
las instituciones que podran a la larga organizar una estructura cosmopolita con
legitimidad, para privilegiar una poltica unilateral (de los Estados Unidos con cada
negociador potencial), lo que les permite no depender de ningn juez externo. El
Imperio no desea ser juzgado por nadie. l slo puede juzgar a todos. La pax america-
na est fundada en el ejrcito ms poderoso del mundo. El insignificante mare nostrum
de los romanos parece un pigmeo poltico militar comparado con esta estructura
resultado del fin de la guerra fra en 1989. ste es el oscuro horizonte de la democra-
tizacin en el mundo poscolonial.
41 En su ltima obra; Soros (2000).
Lo poltico y la democracia 225
BIBLIOGRAFA
significa transformacin (Veraenderung) en las Tesis sobre Feuerbach de Karl Marx: Los
filsofos han slo interpretado el mundo de diferentes maneras; de lo que se trata es
de transformarlo (veraendern) (Marx, 1956, MEW 3, p. 7).
Lo poltico y la democracia 227
RHINA ROUX*
E. P. THOMPSON
otras miras, ya sea por puro ideal o por egosmo, o al poder por
el poder, para disfrutar de una sensacin de valimiento, la cual
le es concedida por el poder.3
10
La constitucin francesa de 1791, la primera surgida de la revolucin, estable-
ci como requisitos para la ciudadana activa el pago de un impuesto correspon-
diente a tres jornadas de trabajo y no pertenecer a la clase de los sirvientes doms-
ticos. Su promulgacin fue acompaada de la Ley Le Chapelier, que prohiba la
asociacin de los trabajadores en sindicatos, considerados agrupamientos sediciosos
y cuya formacin era castigada con la prisin. En Inglaterra se calcula que todava a
mediados del siglo XVIII podan ejercer el voto slo 245 000 de un total de 4.5 millo-
nes de ciudadanos.
238 Redefinir lo poltico
10
BIBLIOGRAFA
ARTURO ANGUIANO
A Rosario Ibarra, precursora de la lucha por los derechos
humanos en Mxico, incansable y resuelta guerrera de la
esperanza libertaria.
LA CRISIS DE LA POLTICA
S
e ha convertido en un lugar comn decir que la poltica
est en crisis, que se desdibujan los contornos de lo pol-
tico, que ha venido a menos la centralidad del Estado (y
de la poltica) que se construy durante la era del sistema de
estados-nacin a travs de un largo y complejo proceso hist-
rico, y que en su lugar se impuso incuestionablemente la
centralidad de la economa. Esto simboliza la preponderancia
de los intereses particulares, puramente egostas y parciales,
es decir de lo privado, frente al bien comn y lo pblico o, en
otros trminos, de lo individual frente a lo colectivo, del mer-
cado sobre el Estado. La economa y la poltica parecen haber
revertido sus relaciones tradicionales, quedando atrapada e
incluso subsumida la segunda por el peso avasallador de la
primera.
Esta situacin sera resultado de la mundializacin del ca-
pital, de la produccin y del mercado impulsada en todo el
mundo desde los aos ochenta del siglo XX y que expresa la
hegemona alcanzada por el capitalismo neoliberal luego de
la crisis mundial de la deuda y de la cada del Mur o de Berln.1
En el norte lo mismo que en el sur del planeta, los procesos de
reestructuracin econmica y social quedaron determinados
2
Comparto la opinin de Daniel Bensad sobre el poco caso que tiene caer en
el terreno entrampado de las definiciones y destacar ms bien que la accin pol-
tica es el ejercicio de una libertad y de una responsabilidad que articulan las circuns-
tancias y determinan un campo de posibilidades efectivas, ricas y concretas. Escri-
be: Puede decirse que la poltica tiene entonces que ver con las categoras del
presente, de lo posible, con cierta idea de la contingencia y de la necesidad, de la
libertad y de la coaccin. Es este su primer nivel de determinacin. De aqu resulta
enseguida un segundo. Quien dice libertad dice tambin decisin colectiva sobre el
tipo de humanidad que queremos ser. Esta poltica, en un sentido noble y ambicioso,
significa el rechazo a sufrir las diferentes formas de fetichismo: religiosas, histricas
(las leyes de la historia), mercantiles (la ley del dinero). Habra todava una tercera
determinacin, posiblemente la ms delicada: la poltica como modo de vida (opues-
ta al egosmo privado) y como tica profana. Se trata as de una organizacin cohe-
rente de su vida individual como vida pblica, de una forma de moralidad pblica:
no se trata slo de pensar sino de hacer la poltica [...] Porque la poltica es tambin,
y posiblemente de entrada no habra que olvidarlo un arte del conflicto, una
organizacin de la relacin social conflictiva en el espacio y en el tiempo. Un arte de
hacer mover las lneas (de modificar las relaciones de fuerza) y de romper la lnea
del tiempo (loge de la rsistance lair du temps, Pars, Les ditions Textuel, 1999,
pp. 14-15). Para Michel Foucault, el conjunto de elaciones
r de fuerza existente en
una sociedad constituye el dominio de la poltica, y [...] una poltica es una estrategia
ms o menos global que intenta coordinar y darles un sentido a estas relaciones de
fuerza... (Microfsica del poder, Madrid, Ediciones de La Piqueta, 1992, pp. 168-169).
La poltica como resistencia 259
identidad, Mxico, Siglo XXI, 1999, cap. 5; Philipe Moreau Defargues, La mondialisation,
vers la fin des frontires?, Pars, Ifri/Dunod, 1993. Igualmente se puede confrontar mi
ensayo, Mundializacin, regionalizacin y crisis del Estado-nacin, Argumentos,
nm. 25, Mxico, UAM-X, diciembre, 1996.
La poltica como resistencia 261
EL SENTIDO DE LA POLTICA
7
La articulacin de esas esferas distintas y de sus temporalidades propias, las
formas y los modos de representacin que de ellas se desprenden, permanece como
el orden de la poltica [...] El desajuste de los espacios (sociales, econmicos, polti-
cos, jurdicos, ecolgicos) y de los tiempos se encuentra en el corazn de la crisis de
la poltica. Algunos se interrogan ya sobre la desaparicin de todo espacio pblico
en el universo unidimensional de la mercanca sin ciudadana y de la informacin
sin deliberacin. Nosotros preferimos la hiptesis del fin de una cierta poltica. De
una poca y de cierta forma de soberana (Daniel Bensad, Le pari mlancolique, Pa-
rs, Fayard, 1997, pp. 85-86).
La poltica como resistencia 263
do, lleno de pedazos aislados unos de otros (y no pocas veces enfrentados entre s).
Un mundo lleno de compartimentos estancos, comunicados apenas por frgiles puen-
tes econmicos (en todo caso tan constantes como la veleta de viento que es el capital
financiero). Un mundo de espejos rotos reflejando la intil unidad mundial del rompe-
cabezas neoliberal (Subcomandante insurgente Marcos, 7 piezas sueltas del
rompecabezas mundial, en Desde las montaas del sureste mexicano, Mxico, Plaza &
Jans Editores, 1999, p. 260.
11 La poltica se privatiza, y las actividades privadas adquieren significacin
RECUPERAR LO POLTICO
13 EZLN.
Documentos y comunicados, Mxico, Era, 1994, pp. 175-177.
14 Guhenno, op. cit.
268 Redefinir lo poltico
15 Fue sin duda Karl Marx quien primero que nadie intent formular una polti-
por ms que haya que redimensionarlas: Por poder no quiero decir el Poder, como
conjunto de instituciones y aparatos que garantizan la sujecin de los ciudadanos en
un Estado determinado. Tampoco indico un modo de sujecin que, por oposicin a
la violencia, tendra la forma de la regla. Finalmente no entiendo por poder un siste-
ma general de dominacin ejercida por un elemento o grupo sobre otro, y cuyos
efectos, merced a sucesivas derivaciones, atravesaran el cuerpo social entero [...] Me
parece que por poder hay que comprender, primero, la multiplicidad de relaciones
de fuerza inmanentes y propias del dominio en que se ejercen, y que son constituti-
vas de su organizacin; el juego que por medio de luchas y enfrentamientos incesan-
tes las transforma, las refuerza, invierte; los apoyos que dichas relaciones de fuerza
encuentran las unas en las otras, de modo que formen cadena o sistema, o, al contra-
rio, los corrimientos, las contradicciones que aslan a una de otras; las estrategias,
por ltimo, que las tornan efectivas, y cuyo dibujo general o cristalizacin institucional
toma forma en los aparatos estatales, en la formulacin de la ley, en las hegemonas
sociales (Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, Mxico, Siglo XXI, 2000,
pp. 12-113). Vase igualmente Genealoga..., cit., particularmente pp. 33 y ss.
17 Foucault considera que donde hay poder hay resistencia y que las resisten-
a resistir (Daniel Bensad, Le sourire du spectre, Pars, ditions Michalon, 2000, p. 81).
270 Redefinir lo poltico
19 Para James C. Scott se trata de una infrapoltica de los desvalidos (Los domina-
dos y el arte de la resistencia, Mxico, Era, 2000, p. 22). Se refiere con esto a formas de
resistencia disfrazada, discreta, implcita que permiten explicar cmo se forman las
nuevas fuerzas y demandas polticas antes de que stas irrumpan violentamente en la
escena pblica. Habla del inmenso territorio poltico que existe entre la sumisin y
la rebelin y que, para bien o para mal, constituye el entorno poltico de las clases
sometidas [...] Cada una de las formas de resistencia disfrazada, de infrapoltica, es la
silenciosa compaera de una forma vociferante de resistencia pblica Y concluye: la
infrapoltica es fundamentalmente la forma estratgica que debe tomar la resistencia
de los oprimidos en situaciones de peligro extremo (vanse pp. 233 y ss.).
La poltica como resistencia 271
bolsas (las nuestras y las de ellos), EZLN. Documentos y comunicados, 3, Mxico, Era,
1997, p. 328.
21 En el inicio de la Marcha de la Dignidad Indgena hacia la ciudad de Mxico,
el 24 de febrero de 2001 en San Cristbal de las Casas, Chiapas, los indios zapatistas
sealaron por boca del Subcomandante Marcos: Como nuestros antepasados resis-
tieron guerras de conquista y de exterminio, nosotros hemos resistido las guerras del
olvido (La Marcha del Color de la Tierra. Comunicados, cartas y mensajes del Ejrcito
Zapatista de Liberacin Nacional, Mxico, Rijoma/Causa Ciudadana, 2001, p. 86).
272 Redefinir lo poltico
EL EZLN Y LA RESISTENCIA
larga duracin, fue uno de los aportes polticos fundamentales de los vietnamitas.
Vase por ejemplo la manera como la conceban en un texto de Truong-Chinh, vete-
rano dirigente del Partido de los Trabajadores de Vietnam, escrito en 1945 al comien-
zo de la resistencia contra los colonialistas franceses: La resistencia vietnamita vencer,
Buenos Aires, Ediciones La Rosa Blindada, 1974.
23 Vase un rpido enfoque sobre la situacin palestina en Perry Anderson, Pre-
cipitarse hacia Beln, New Left Review, nm. 10, Madrid, Ediciones Akal, septiem-
bre-octubre, 2001.
La poltica como resistencia 273
mos participar directamente en las decisiones que nos ataen, controlar a nuestros
gobernantes, sin importar su filiacin poltica, y obligarlos a mandar obedeciendo.
Nosotros no luchamos por tomar el poder, luchamos por democracia, libertad y justicia
[...] No son las armas las que nos dan radicalidad; es la nueva prctica que propone-
mos y en la que estamos empeados con miles de hombres y mujeres en Mxico y en
el mundo: la construccin de una prctica poltica que no busque la toma del poder sino la
organizacin de la sociedad (Detrs de nosotros estamos ustedes [30 de agosto, 1996],
subcomandante Marcos, Desde las montaas del sureste mexicano, Mxico, Plaza y Jans,
1999, pp. 122-123; las cursivas son mas). La visin y actitud del EZLN frente al poder
ha provocado mucha controversia; cfr. por ejemplo John Holloway, La revuelta de
la dignidad, Chiapas, nm. 5, Mxico, IIE/Era, 1993, y Atilio A. Born, La selva y la
polis. Interrogantes en torno a la teora poltica del zapatismo, idem, nm. 11, 2001.
A mi par ecer, habra que tratar de analizar la evidente contradiccin entre esa visin
zapatista y su propuesta sobre la autonoma indgena.
274 Redefinir lo poltico
1995, Mxico, UAM-X, 1997, e Izquierda, antes y despus del 2 de julio, en Arturo
Anguiano (coord.), Despus del 2 de julio dnde qued la transicin? Una visin desde la
izquierda, Mxico, UAM-X, 2001. Sobre la Marcha por la Dignidad Indgena o Marcha
de los Colores de la Tierra, consltese la sin duda excelente recopilacin La caravana
de la dignidad indgena. El otro jugador, Mxico, La Jornada Ediciones, 2001.
29 Los zapatistas propugnaron El dilogo como parte de un movimiento nacio-
tad, democracia, justicia y paz fueron las demandas bsicas que los zapatistas plan-
tearon desde la Declaracin de la Selva Lacandona en el amanecer de 1994 (EZLN. Docu-
mentos y comunicados, Mxico, Era, 1994, p. 35).
31 En una poca en que la oposicin a la globalizacin neoliberal se expresa
sobre todo bajo la forma de repliegues de identidad, el zapatismo aparece como uno
de los intentos ms significativos y poderosos por combinar identidad, modernidad
y democracia. Esto explica el eco enorme que ha encontrado fuera de las comunida-
des indgenas y ms all de las fronteras mexicanas. El zapatismo ha destruido la
ilusin de que no haba poltica democrtica posible fuera de la que se inscribe entre
los flujos y reflujos financieros. Ha disuelto la nube gris que haba cubierto todo el
planeta y que no nos permita ver el horizonte. Abri una brecha (Le Bot, op. cit.,
pp. 116-117).
276 Redefinir lo poltico
cit., p. 89. En otro lugar: ...un mundo donde todos los mundos caben y se ensan-
chan, uno donde la diferencia de color, cultura, tamao, lengua, sexo e historia sirva
para no excluir, perseguir o clasificar, sino para que su variedad rompa definitiva-
mente con el gris que ahora nos ahoga (Los maestros democrticos y el sueo
zapatista [31 de julio, 1999], Subcomandante Marcos, Detrs de nosotros estamos uste-
des, Mxico, Plaza & Jans, 2000, p. 137).
33
Una verdadera fuerza multinacional armada nos persigue y trata de destruir
nuestro ejemplo. Los poderosos del mundo se molestan por nuestra existencia y nos
honran con su amenaza. Aciertan, el desafo zapatista es un desafo mundial. Nunca
lo pretendimos, jams lo imaginamos. Pero puestos en ese papel, seremos lo ms
incmodos que nos sea posible. Y en el mismo texto afirman: Somos el mximo
desafo al neoliberalismo, el absurdo ms hermoso, el delirio ms irreverente, la lo-
cura ms humana (Inauguracin de la Reunin Preparatoria Americana del En-
cuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, 6 de abril de
1996, en idem, pp. 206 y 213).
34 Primera Declaracin de La Realidad contra el Neoliberalismo y por la Hu-
Aguiton, Le monde nous appartient, Pars, Plon, 2001. En Europa, los Estados Unidos y
muchos otros pases del mundo tanto en el norte como en el sur surgieron dis-
tintas redes contra el neoliberalismo que no han dejado de impulsar y hacer crecer el
proceso de resistencia multiforme contra la mundializacin capitalista, vinculando a
muchos activistas que integrarn imaginativas formas de organizacin y accin, al
tiempo que en ocasiones ligarn tambin a los sindicatos y dems formas tradiciona-
les de organizacin social e incluso a distintos partidos. Al analizarr la configuracin
de ese movimiento global, Aguiton, dirigente de ATTAC Francia, una de las organiza-
ciones paradigmticas del momento, escribe: Se trata de entrada de una reapertura:
la de la poltica en las relaciones de fuerza complejas y movedizas que permiten
surgimientos y victorias inesperadas (p. 95).
38 Participaron sindicatos, movimientos sociales, organizaciones no guberna-
RESISTIR A LO IRRESISTIBLE
perio de las bolsas financieras que sera la mundializacin neoliberal. Escribe: Sa-
bindose iguales y diferentes, los excluidos de la modernidad empiezan a tejer las
resistencias en contra del proceso de destruccin/despoblamiento y reconstruccin/
reordenamiento que lleva adelante como guerra mundial el neoliberalismo (7 pie-
zas sueltas..., cit., pp. 262-263).
280 Redefinir lo poltico
BIBLIOGRAFA
E
n las ciencias sociales existe hoy en da gran confusin
en torno al trmino globalizacin, quiz porque pare-
ce sustituir con un xito sorprendente los conceptos que
en algn momento histrico legitimaban la hegemona del
capitalismo: progreso, modernidad, desarrollo o indus-
trializacin. Igual que stos, globalizacin pretende dar
cuenta de todo tipo de fenmenos sociales, econmicos, polti-
cos y culturales. Por ejemplo, alude a las caractersticas de la
innovacin cientfico-tcnica en las comunicaciones, a una nue-
va fase en la produccin y circulacin de mercancas con una
menor incidencia del Estado-nacin y del mercado nacional, a
la instantaneidad en la difusin de la informacin y de los sm-
bolos. Desde luego, esa falta de precisin en el concepto sera
suficiente, por s sola, para tratar de adjetivarlo en situaciones
histricas y geogrficas concretas: por qu no seguir hablan-
do de la aldea global para explicar la formacin de sociedades
de masas y el efecto integrador de los medios masivos de co-
municacin? Por qu no hablar de la mundializacin de la
produccin (o de la fbrica mundial) frente a la dispersin del
proceso productivo en distintos pases, de la internaciona-
lizacin de problemas como la ecologa y los derechos huma-
1 Profesora-investigadora del Departamento de Relaciones Sociales, UAM -
Xochimilco.
284 Redefinir lo poltico
siglo XX, y en los textos de los llamados etnomarxistas en los aos setenta que
denunciaron las polticas integracionistas del indigenismo y los proyectos de
homogeneizacin cultural.
Ciudadana y etnicidad en Amrica Latina 291
hroe indgena Tupaj Katari, que encabez una revuelta popular en 1780-1781. Du-
rante la dictadura militar de los aos setenta, el katarismo desempe un papel im-
portante en la resistencia y oposicin sociopoltica al rgimen. Numerosas organiza-
ciones indgenas confluyeron, en esa dcada, en el Movimiento Revolucionario Tupaj
Katari (MRTK) y en el Movimiento Indio Tupaj Katari (MITK). El primero desarroll
vnculos con la izquierda y, posteriormente, establecera alianzas electorales con dis-
tintos partidos polticos (incluido el Movimiento Nacionalista Revolucionario). El
MITK, en cambio, ha sido mucho ms radical en su denuncia de la opresin y discri-
minacin racial-colonial. Con creciente influencia entre las comunidades aimaras del
occidente, el movimiento katarista ha logrado impulsar la Confederacin Sindical
nica de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), que le ha dado una base
social organizativa nacional.
292 Redefinir lo poltico
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFA
GUILLERMO ALMEYRA*
E
s una tarea necesaria y urgente ver las transformaciones
no del concepto de lo poltico sino de la poltica misma
en esta fase de la mundializacin triunfante caracteriza-
da por lo que Joachim Hirsch llama la instauracin del Estado
de competencia o, cediendo a la capacidad cada vez mayor de
los medios de comunicacin para reemplazar a la Academia al
acuar conceptos, lo que popularmente se denomina
globalizacin, en el mejor Spanglish. En efecto, incidentalmente,
para m globalizacin no slo es una traduccin literal del in-
gls globalisation sino que adems tendra el defecto de sugerir
la homogeneizacin de los procesos econmicos y sociales a
partir del modelo de los pases llamados desarrollados (y,
por lo tanto, presentados como paradigmas) en un proceso
esencialmente de convergencia, mientras que mundializacin
hara hincapi, en cambio, en la extensin mundial del capital,
pero sin que desaparezcan las caractersticas histrico-sociales
de cada uno de ellos, dejando subsistir diferencias y resisten-
cias fundamentales y hasta aumentando algunas divergencias
dentro de dicho proceso. Pero esto es secundario y afecta prin-
cipalmente slo la precisin terminolgica, sobre la cual pue-
de haber muchas opiniones y hasta gustos.
Tratar, por lo tanto, de ver qu es lo poltico hoy y, en con-
secuencia, qu espacios y formas adopta la poltica despus
*Profesor-investigador en la UAM-Xochimilco, Departamento de Relaciones
Sociales.
300 Redefinir lo poltico
1
Por ejemplo, en la seleccin El discurso del poder, Mxico, Folios, 1983.
2 Paul Ricoeur, tica y poltica (Ixtus, ao V, nm. 21, p. 16; citado por Csar
A. Velsquez Becerril en La poltica y su doble, mimeografiado, 2001), afirma que
la reduccin de lo poltico en el mbito econmico es la principal causa del desinte-
rs de los pensadores por el ejercicio del poder. Es evidente que la economa lleva,
sin embargo, a decisiones polticas y que ellas son, ms que nunca, economa con-
centrada, y que, como dice Altvater, la integracin regional y la constitucin de
bloques, o el intento de crear una especie de constitucionalidad internacional en el
campo de los derechos humanos, son una expresin del intento del capital por en-
cauzar polticamente un proceso catico, dirigido por una oligarqua mundial de
grandes empresas y por los rganos de la llamada gobernancia (instituciones como
el FMI, el Banco Mundial, la OMC y hasta grandes ONG como Greenpeace o Amnesty
International, que pesan en la opinin pblica mundial). Pero la voz cantante la tie-
ne la economa.
302 Redefinir lo poltico
La sociedad ed,
r Madrid, Alianza, 1997.
4 BMW redujo entre 1988 y 1992 sus pagos de impuestos al fisco alemn de 545
(coord.), Despus del 2 de julio dnde qued la transicin? Una visin desde la izquierda,
Mxico, UAM-Xochimilco, 2001. Recuerda tambin que a partir de Vicente Fox, em-
presario y ex ejecutivo de la Coca Cola, el gabinete presidencial mexicano cuenta,
entre otros, con Alfonso Romo, del Grupo Pulsar; Ernesto Martens, director de los
grupos Vitro, Afore Ahorro Santander, Grupo Financiero Serfn y Anchor Glass Con-
tainer Co.; Javier Usabiaga, el rey del ajo; Ral Muoz Leos, presidente de Dupont
de Mxico y miembro del consejo de administracin de Nylon de Mxico y de Sears
Roebuck, y Roberto Hernndez, principal accionista de Banamex, que acaba de ven-
der Citicorp, y gran beneficiario del Fobaproa-IPAB.
306 Redefinir lo poltico
ds, 1998.
9 Vanse Ulrich Beck, Qu es la globalizacin?, Barcelona, Paids, 1997, cap. V,
que los afecta por igual, y desde hace dos dcadas, comienzan a identificarse con la
unidad que les da el concepto de pueblos indgenas, el cual adems no tiene
slo una base tnica, ya que, por ejemplo, la Conaie en Ecuador incorpora los negros
a dichos pueblos al igual que los miembros del Consejo 500 Aos de Resistencia, de
Guerrero, Mxico.
Lo poltico y la poltica en la mundializacin 309
27 de mayo, 2001.
312 Redefinir lo poltico
BIBLIOGRAFA