La Educacion Como Conquista
La Educacion Como Conquista
La Educacion Como Conquista
Jos MarlaKobayashi
ABYA -YALA
Quito - Ecuador
EL COLEGIO DE MEXICO
Mxico
1996
,46y4
It.^"4
ISBN: 9978-0+-23+-2
1996
A mi maestra
Josefina Zoraida Vdz quez
INDICE
Introduccin 9
I. Nociones preliminares l5
Las huellas humanas en el Mxico antiguo l5
Los antecedentes culturales del Mxico antiguo t7
Conclusin 285
Bibliografa 289
INTRODUCCION
llante historia, que se remonta ms all del Renacimiento, permanece casi total'
mente desconocida.
Haba sido nuestro deseo, desde haca aos, emprender algn estudio mono'
grfico sobre Hispanoamrica, en particular sobre la etapa inmediatamente pos'
terior a su encuentro con el Viejo Mundo, cuando en el otoo de 1970 se nos.
ofreci esta oportunidad de estudiar en Mxico. Escogimos, entonces, para nues-
tro trabajo el tema "La educacin como conquista. Empresa franciscana en M-
co". Las razones que nos condujeron a tal decisin eran las siguientes: primera,
nuestra conviccin de que en Japn los estudios hispanoamericanos todava care-
cen de trabajos sobre los primeros tiempos de la colonia que sirvan de base para
estudios de los periodos posteriores; segunda, lo poco explotado que nos pareci
el tema de educacin en la mencionada poca, en lo cual no creemos habernos
equivocado mucho; tercera, nuestro inters personal por el siglo xvt.
En cualquier pas abundan los estudios sobre temas polticos, econmicos y
sociales, pero la educacin suele ser, en la mayora de los casos, un tema escasa-
mente atendido. Esto por la sencillaraz6n de que la educacin es una empresa
poco llamativa y sin brillo, pese a la gran importancia por todos reconocida. Ya
lo expresaba muy atinadamente Jos de Acosta al referirse a la obra docente que
estaba llevndose a efecto en los primeros aos del Mxico colonial: ". . . pero
como no es negocio de inters, va muy poco a poco y hcese framente". Si con
la educacin misma as es, los estudios histricos alrededor del tema son menos
todava. Pero esto no signica, desde luego, ni que aqulla caezca de impor-
tancia en la vida social del hombre, ni que stos no sean dignos de realizarse desde
el punto de vista cientfico. Esto es cierto al tratarse de una sociedad como la
novohispana a raz de la conquista espaola, en donde haba habido una intensa
tradicin educativa entre sus habitantes prehispnicos y luego, consumada la
conquista, una sincera preocupacin cultural por parte de los vencedores en be-
neficio de los vencidos, que se tradujo al poco tiempo en la fundacin de nume-
rosas escuelas de primeras letras, de centros de estudios superiores y hasta de una
universidad, ahijada de la salmantina, una de las ms prestigiadas de la Europa de
aquel entonces. Todo esto en un lapso de slo tres dcadas. Por ello su estudio
histrico s vale la pena.
Lo que nos proponemos en este trabajo es estudiar las primeras actividades
docentes en Nueva Espaa a raz de la conquista espaola y buscar su posible
relacin con la tradicin educativa precortesiana de los mexicas. La inquietud
civilizadora de los espaoles del siglo xvt se tradujo en formas concretas no slo
en Nueva Espaa, sino tambin en las dems partes de Amrica por ellos ocupa-
das. Las Antillas fueron su primera experiencia. Pero es de imaginar que fue muy
diferente la eficacia de los primeros ensayos educativos en el hombre americano
y las reacciones que ste present de acuerdo con el nivel cultural en el que esta-
ba cada comunidad al momento de la conquista. De los antillanos a los mexicas,
y aun dentro de Nueva Espaa, de los chichimecas nmadas a los pueblos agricul-
tores de la altiplanicie central, la diferencia cultural era evidente para todos.
La peculiaridad del caso de Nueva Espaa radica naturalmente en el alto
grado de desarrollo poltico, social y cultural de parte de sus habitantes, con un
acervo milenario de la cultura mesoamericana. Si bien es verdad que los maestros
espaoles y sus colaboradores en la empresa eran personas de gran vala, tanto en
su propia formacin como en su nimo realizador, tambin lo es que sus educan-
dos indgenas eran hombres de una mayor preparacin para recibir y asimilar los
INTRODUCCIN I I
valores de la cultura occidental. Consecuencia de tal coyuntura es que Nueva Es-
paa constituyera uno de los casos en que el propsito educativo de los vencedo-
res dio, en trminos generales, un fruto de mayor trascendencia, pese a unos
cuantos detalles de poco xito o hasta de franco fracaso. Nueva Espaa fue un
ejemplo de ensayo educativo muy tpico bajo las condiciones especficas del en-
cuentro de dos mundos y de la conquista del uno por el otro, con la nota peculiar
de que el vencido no era un pueblo primitivo, sino que posea una alta cultura de
tradicin secular.
Hemos considerado oportuno dedicar los dos primeros captulos al estudio
de la educacin prehispnica entre los mexicas. Todo el primer captulo y los
apartados I y 2 del segundo tienen por objeto presentar el esquema histrico,
poltico, social y cultural en que se desenvolvi la educacin mexica. Ah vere-
mos primero a grandes rasgos el mundo mesoamericano y luego describiremos el
aparato poltico-social mexica al que sirvi la educacin as como el legado cul-
tural que se propuso conservar y transmitir a las generacionesjvenes. En el tercer
apartado del segundo captulo nos ocuparemos lo ms detenidamente posible de
la educacin mexica, intentando esclarecer la base -herencia cultural mesoameri-
cana, tradicin escolar entre los mexicas en general, adiestramiento disciplinario
y preparacin intelectual entre los miembros de la minora dirigente- sobre la
cual se montara y desarrollara ms tarde la educacin misionera del siglo xvt.
Es de esperar que en la educacin mexica encontraremos elementos que nos per-
mitan hablar de correlaciones entre las dos empresas docentes.
El tercer captulo estar dedicado a la descripcin del perfil del pueblo edu-
cador. Atenderemos sobre todo sus aspectos histrico, espiritual y cultural, pro-
curando poner de relieve su buena preparacin como educador del hombre
americano en funcin de las propias experiencias histricas en los das inmediata-
mente anteriores a la conquista de Amrica.
El primer apartado del captulo cuarto tendr por objeto describir el estado
psicolgico peculiar en el que se desarroll la educacin misionera. Psicologa de
abatimiento del indio como consecuencia de su derrota militar y cultural, de un
lado, que allan el camino de la realizacin de la obra educativa de los misione-
ros, portadora de una tradicin muy diferente de la prehispnica y, de otro, la de
optimismo y confianza en s del vencedor que vea en sus avances la voluntad de
Dios. El segundo apartado justificar su razn de ser, al tenerse en cuenta la es-
trecha e ntima vinculacin que existi entonces entre la evangelizacin y la edu-
cacin, o mejor dicho, cuando sta se concibi como medio auxiliar de aqulla.
Los agentes de la evangelizacin eran al propio tiempo maestros de escuela, y la
educacin se llev adelante como una rama dependiente del apostolado. No fue
un simple accidente el que "cada convento de los nuestros -los franciscanos-
tuviese otra casa junto para ensear en ella a los nios [indios]". De aqu una
descripcin sobre la labor apostlica. si bien somera por no ser el tema central de
nuestro trabajo.
El ltimo apartado del captulo cuarto constituye el meollo de nuestro estu-
dio. Primeramente, procuraremos situar dentro del propsito general de la Coro-
na espaola, con respecto a la educacin del indio, la educacin misionera en
Nueva Espaa, que no fue sino parte de un amplio programa civilizador de la
poltica indiana de dicha Corona. Seguidamente, con el subttulo "Primer
periodo", abordaremos el establecimiento de una organizacin educativa a cargo
de los misioneros, quienes, a pesar de su escasez numrica, lograron desarrollar
12 LAEDUcActNcoMocoNeulsrA
l5
16 LAEDUcActNcouocoNQUIsrA
encuentra en el amerindio es algo nuevo que no est presente en las poblaciones
del Viejo Mundo ni es derivable del mismo por el solo mestizaje"'4
La arqueologa y la antropologa sitan hoy da la fecha de llegada de los
primitivos pobladores de Amrica entre 36 000 y l7 000 aos a' C.s Y el movi'
miento migratorio se mantuvo a travs de siglos, prolongndose hasta 2 000 o
I 500 a. C., de modo que se trata de un fenmeno de lapso largusimo. Los gru-
pos migrantes eran, ionsecuentemente, de niveles culturales distintos: unos per-
tenecan al paleoltico inferior o medio, otros al paleoltico superior, otros al
neoltico. Unos traan el culto a los muertos, otros la construccin de viviendas
semisubterrneas y el perro. Todos, sin embargo, tenan conocimiento del uso
del fuego. Se puede decir que en ambos hemisferios el hombre estaba ms o me'
nos a un mismo nivel cultural, a un mismo punto de arranque de la larga evolu'
cin cultural. La diferenciacin entre los dos grupos humanos ocurrira tiempos
atrs, debido sobre todo al aislamiento geogrfico de Amrica al que nos hemos
referido al principio.
El esquema del poblamiento del Mxico antiguo es casi como una prolonga'
cin o continuacin del de Norteamrica. Sus primeros pobladores procedan
probablemente de la regin suroeste de los Estados Unidos. El resto humano ms
antiguo de Mxico que se conoce hasta la fecha es el llamado "hombre de Tepex-
pan", localizado en un paraje cercano a las pirmides de Teotihuacan, cuya anti-
gedad se remonta probablemente hasta l0 000 a. C. Era miembro de grupos
cazadores en busca de la fauna pleistocnica representada por el mamut. Se tena
entre ellos la tcnica de sacar de la obsidiana implementos necesarios pal,ala caza
y la vida. Las pieles de los animales de caza se utilizaban como vestido. Un fsil
de algn camlido encontrado en Tequixquiac hacia 1870 muestra una ligera
seal de labor artstica de estos hombres, ya que dicho fsil est trabajado con el
propsito de darle forma de cabeza de coyote u otro cnido.6
Al lado de estos grupos de cazadores, vivan en el Mxico antiguo otros de
recolectores con tendencia a convertirse en sedentarios. Entre stos se observ
hacia 5 000 aos a. C., una agricultura incipiente que andando el tiempo lograra
someter plantas como el maz, la calabaza, el frijol, el chile. Un ltimo dato so-
bre el cultivo del maz en el Mxico antiguo se remonta hasta 3 6001250 aos
a.C.1 y con la aparicin de laagriculturalacazapas a lugarsecundarioentre las
actividades para subsistir.8 Hacia 2 300 aos a. C., se registra la aparicin de la
cermica.9
El crecimiento de la riqueza material iba acompaado por una mayor evolu'
cin de la vida espiritual. Los muertos, envueltos en esteras, eran enterrados en
boquetes hechos n cue"as con algunos objetos de ofrenda y hasta alimentos, lo
ru.i not sugiere que crean en la subsistencia de la vida humana ms all de la
muerte. Se supone que entre ellos haba magos y que stos ejerceran un cierto
poder poltic sobre la comunidad en virtud de sus artes. El desarrollo posterior
de estos recolectores semisedentarios constituia despus el cimiento de las cul'
turas del periodo preclsico de Mesoamrica'
ro Bcrnal, 1971,p.2.
u lbid., pp. 2-t.
tz lbid., p. 7.
l8 LA EDUcAcIN coMo coNQUIsrA
El Esuoo MExtcA
t Clavijero, 1968, p. 2.
z lbid.,p.52.
3 En el tmino "chichimeca", segn Pedro Caasco, "podemos distinguir dos signifi
cados principales. En primer lugar, significa pueblo nmada de cazad<r dcl norte en oposicin
a pueblo sedentario de cultura mesoamericana. En segundo lugar, pueblo de cultura mcso-
ameicana pero con antecedentcs nmadas-czadores" (Pedro Carasco Piztna, Los otomes,
Cultura e historia prehispnica de los pueblos mesoamericanos de hablo otomiana. Mxico,
UNAM, 1950, p. 300).
2l
22 LA EDUcAcN coMo coNeutsrA
que la tierra estaba arruinada y abandonada por sus pobladores, pero provista de
condiciones adecuadas para la vida, se determin a establecer all a su genti. Estos
recin llegados no tardaron en encontrarse con los sobrevivientes de Tula, y entre
los dos pueblos comenz una simbiosis tnico-cultural.+ Xlotl estableci su ca-
pital en Tenayuca, "ciudad amurallada", y cuid de fundar con su Sente pueblos
nuevos y de repoblar otros que los toltecas haban deshabitado. As naci una
"paz" bajo Xlotl que algunas fuentes llaman imperio chichimeca.
Sin embargo, el puesto del nuevo y verdadero protagonista del ltimo periodo
de la historia autctona de Mesoamrica en tierras de la altiplanicie central no
estaba reservado ni a la poblacin remanente de Tula ni a los chichimecas de X'
lotl, sino a otro grupo humano hasta entonces apenas conocido. Lo conocemos
con el nombre mexica,S y perteneca al tronco lingstico que se llama yutonahua.
Los grupos que pertenecen a este tronco lingstico, caracterizados por un
dinamismo expansivo poco comn, se extienden hoy da desde el actual estado
de Utah hasta Centroamrica, y son uno de los que han jugado papel de mxima
importancia en la historia mesoamericana. Se supone que ya por el siglo vt ha'
ban penetrado en Mesoamrica por su zona fronteriza norte, y que ms tarde,
cuando la contraccin de aqulla a causa de la cada de Teotihuacan y de otros
grandes centros del periodo clsico, fueron arrastrados por el movimiento de
iepliegue de los agricultores mesoamericanos y se dispersaron por la altiplanicie
central llegando hasta tierras de Centroamrica. Hay que notar, por consiguiente,
que su contacto con los agricultores mesoamericanos ya llevaba bastante tiempo
y que haban iniciado por el mismo contacto su proceso de asimilacin cultural.
iteiulta, pues, til distinguirlos de los chichimecas de Xlotl que tan recalcitran'
4 Del proceso de asimilacin cultual de estos chichimecas, vase Le n-Potilla, 1967 (a)'
5 Hoyporhoy,aunentrelosespecialistas,nohayacuerdogeneralcncuantoalempleode
tos trminoJ azteca, mexica y mexicano, lo cual se presta, desde luego, a confusin. En nues-
tro trabajo, los cmplearemos como a continuacin dejamos establecido convencionalmente.
a) aztect: derivado det topnimo Aztlan, y nombre que se atribuan los mexicas al
abandonar dicha localidad. sin embargo, ms tarde por orden explcita de su dios
Huitzilopochtli en Chicomztoc dejaron de llamase as, quedndose nicamente
con el nmbrc de mexica. Desde entnces, el trmino aztcca no tiene vigencia hist'
ica. Se ha perdido en lo mtico-legendario. Nosotros no usaremos este tmino en
este trabajo excepto en citas textuales de otros autores.
/' mexica: con cste trmino nos referimos a ese grupo humano que, segn la leyenda,
se separ en Chicomztoc o en Cuauhtlipoztequiayan dcl resto de los peregrinos, y
Huitzilopochtli le mand quc en adetante se llamase mexica. Su etimologa nos es
indiferente por lo pronto. Los mexicas se dividieron ms tarde en dos parcialidades:
mexica-tenochcas y mexica-tlatelolcas, o simplemente tenochcas y tlatelolcas. Ad'
.mtase, sin embargo, que a lo largo de nuesto trabajo recurramos al nombre mexica
sin eferencia exclusiva a este grupo humano, sino incluyendo a otros, lo cual es ine-
vitable por carencia de otro nombre ms adecuado, al referirnos, por ejemplo, a to'
do aquci mundo que estuvo bajo el dominio de Tenochtitlan. Es forzoso decir en tal
caso
i'mundo mexica", a pesar de su compleja heterogeneidad tnica interna de dicho
mundo, evidente a todos'
c,f
' mexicano: siendocxistiderivado espaol del topnimo Mxico, nos eferimos con este
trmino a cuanto y existe despus de la conquista espaola del pas. Paa no-
sotros, lo mexicano no es iguat a lo mexica, sino que es una tesultante de la fusin
ente lo euopco y lo indgena dc lo que hoy se llama Mxico' Lo mexicano no exis-
ti antes del ao 1521.
6 lxtlilxchitl, 1965, t. II, pp. 51, 57.
ELMUNDOMESOAMERICANO 23
tes se mostraron a adaptarse al modo de vida de agricultores que tenan los ribe-
reos de la regin de los lagos.6
Los mexicas, que penetraron en el valle de Mxico probablemente en el siglo
xlv, eran una rama de este tronco nhuatl. Las fuentes nos describen en forma
de leyendas y mitos su larga experiencia vital en el dmbito cultural mesoamerica.
no. En la descripcin de su famosa peregrinacin desde Aztlan? o Chicomztoc,E
podemos observar cmo los mexicas venan practicando en los parajes de mayor
o menor permanencia su tcnica agrcola para obtener sus medios de subsisten-
cia,e y adquiran hasta cierto conocimiento hidrulico, construyendo presas de
agua.lo Su propio numen tutelar, Huitzilopochtli, conocido por lo general como
dios guerrero, se nos presenta con caracteres de dios agrcol.lt Hasta el origen
de las chinampas que ms tarde construiran los mexicas en torno a su isla se le
atribuye al mismo dios.l2 Adems, eran gente que viva delapesca.l3 Estelti-
mo dato nos facilitar mucho comprender por qu los mexicas eligieron su asen-
tamiento en un islote en medio del lago de Tetzcoco. si espersemos ver en ellos
unos brbaros nmadas como los chichimecas de Xlotl, estaramos desde un
principio muy equivocados. Is mexicas eran gente con intenso acervo de la
cultura mesoamericana, y sin l su posterior surgimiento hubiera sido imposible.
Llegados a la regin de los lagos, los mexicas anduvieron en busca de tierras
donde establecerse y al cabo de unas estancias en Chapultepec, Tizaapan y otros
lugares, se asentaron en unos islotes del lago de Tetzcoco, fundando all dos ciu-
dades: Mxico-Tenochtitlan y Mxico-Tlatelolco. Segn algunas fuentes, aqulla
en 1325,tq sta en l337.ts
A la llegada de los mexicas a la regin de los lagos, ste era, desde haca tiempo,
escenario de constantes guerras en las que ciudades como Azcapotzalco, Xalto-
? Del sentido del topnimo Aztlan, las fuentes dicen que significa .,asiento dela garua,,
(Tezoz-moc, 1944, p. ?), "blancura" o "lugar de garzas" (Durn, 1967, t. l, p. l9). Inter-
prtacin semejante es lo que est aceptado hoy por lo general (Krickeber, 1961, p, 43,
nota del edito). Pero est claro que el topnimo est mal compuesto, ya que .tarza" en
nhuatl es aztatl, y para'tener el significado aiba mencionado, tendra que r Aitattan en
vez de Aztlan. En cuanto a la interpretacin de Aztlan, nos convence ta opinin que da
Krickeberg, segn la cual significa '!as del amanecer o de los tiempos primerbs" (roi. cit.),
esto es, significa simplemente "origen" o "comienzo". Desde lucgo, se tata de un sitio ms
mtico que histico. Sin embargo, conocemos un ensayo en queil auto intenta locatizar a
base de fuentes escritas disponibles este legendario Aztlan (Kichhoff, l96l).
E De Chicomztoc, otro topnimo ms legendario que histrico, dice
Caso lo siguiente:
"Aunque literalmente significa 'siete cuevas', en el lenguaje de los hechiceros designaba'la
boca' o 'el vientre con sus cavidades'; lo que quiz nos explica por qu en las tradiciones de
la migracin de tantas tibus de Mesoamrica se diga que satiern de Chicomztoc, es deci,
salieron del vientre y se es su origen" (caso, 1953, pp. I l0-l I l). Efectivamente, el hombe
vivi largo tiempo, antes de empezar a hace viviends a flor de tierra, en cuevas, vientres de
la made tiera. Creemos que Ia interpretacin de Caso es acertada.
e Tezozmoc, 1944,p.8;Cdice Ramrez,1944, pp. 18, 25.
ro Durn, 196'1 ,t.l,p.24.
rr Loc, cit., Historia delos mexicanos por sus pinturas, 196 S, pp. 4641.
12 Cdice Ramlrez, 1944,p.45.
13 Sahagn, 1969, t. III, p. 214.
la Chimalpain, 1965, p. 177. Como fecha de la fundacin de Tenochtitlan, ta de 1325
es_la que est generalmente aceptada. limnez Moeno la aplaza, sin embargo, veinte aos .
ms tarde, por estar ta de 1325 "en el sistema tetzcocano" (Jimnez Moreo, 1954-19ss,
p.233). De lo cual resulta la de 1345.
rs Chimalpain, 1965,pp. l'18-t79.
24 LAEDUcAoINcoMocoNQUrsrA
hegemona po'
can, Tetzcoco, Culhuacan, Chalco y Xochimilco se disputaban su
en comprender que
ltica en ella. Frente a tal situacin, los mexicas no tardaron
y jefes militares ya no era eficiente y
su forma de gobierno a cargo de sacerdotes
que necesitablan otra nuevique les diese mucha ms coherencia poltico'militar'
s que aun antes de establecerse enTenochtitlan eligieron capitn aHuitzihtuitl,
pero pronto tuvieron que reconocer que su primer ensayo en busca de nueva for'
ma di gobierno no funiionaba tal como esperaban. Huitzihtuitl fue capturado
y
lnuerto"por los clhuas. Este fracaso, sin embargo, no- hizo que los mexicas se
volviesen atrs para conformarse con su antigua forma de gobierno. un paso ade-
lante hacia la reforma del sistema de gobierno ya estaba dado. Los mexicas acep'
taron la direccin de un "respetable anciano llamado Tenochtzin",16 "cuyo valor,
conducta y dems prendas le haban granjeado de tal suerte el afecto de los me'
xicanos, que obedientes todos a sus rdenes, mandaba ya en paz, ya en guerra,
despticamente, sin que tuviesen parte alguna en el gobierno los sacerdotes, de
sueite que siendo rey en la realidad, slo le falt el nombre".l?
Nomenos graves para los mexicas era el problema poltico. Ia ocupacin
virtual de su siti,o de residencia no implicaba su apropiacin. Todo lo contrario'
All confluan los trminos de Azcapotzalco, Tetzcoco y Culhuacan. las tres po'
tencias ms prsperas de la poca. Ninguna de ellas miraba con simpata la insta'
lacin de mxicai en los islotes, de modo que stos "estaban tan pobres y teme'
rosos que aun aquellacasilla de barro que hicieronparaponer a su dioslahicieron
con temor y sobiesalto".ls Para protegerse de posibles ataques de fuera, se hicie'
ron vasalloi de Azcapotzalco, potencia ms cercana, a la que, adems, perteneca
i
el lugar, comprometindose pagarle tributos. Su estado era oneroso' pero al
r.nJt les aseiuraba la paz.lr'tai los mexicas no se haban olvidado de su anhelo
de inaugurar para s un rgimen de gobierno al estilo culhua, que haban conoci
o. ,e-ms, ios mova a Cno un pensamiento poltico tradicional de los nahuas
qur nos referiremos ms adelante. Se determinaron, pues' a traerse desde
quienes
Culuacan a su primera pareja gobernante, Acamapichtli e llacuitl, de
"L
dice una fuente: "el cual era d Culhuacan y ella de Coatlinchan"'le Eligieron a
l) Alianza perpetua entre los tres Estados para la conservacin del predomi.
nio poltico y econmico.
2) ofensivas militares en conjunto con pacto de distribucin de tributos.
3) Defensivas militares en caso de ataque de pueblos extraos.
4) Direccin militar de los mexicas.
5) Ayuda mutua en casos anormales o de calamidades.3a
De estos cinco artculos concertados, slo el tercero no lleg a cumplirse de-
bidamente, como vemos en las guerras de la conquista espaohl
Hemos sugerido antes, que la alianza entre varias ciudades era una frmula
poltica de larga tradicin de entre los pueblos de Mesoamrica. Bernal sospecha
que tal vez_hubiese ligas o confederaciones de ciudades-Estado desde el podo
olmeca.3s otro tanto se podra decir de las ciudades mayas del periodoilsico,
donde no hubo ciuddd que jugase el mismo papel que Totihuacan en la altipla-
a lbid.,p. tSl.
tt lbid.,p. lS3.
n lbid.,p. tS4.
n Daz del Castillo, 1910, p. 74.
3a L6pez Austin, 1961, p. 38.
i}5 Bernal, l97l,p. 10.
ELMUNDOMESOAMERICANO 27
nicie central. Ms tarde, Chimalpain nos habla de una triple alianza constituida
en 1047 entre Culhuacan, Tollan y Otompan, y agrega que despus Tollan y
Otompan fuer<n sustituidas por Coatlinchan y Azcapotzalco, respectivamente.3
En vista de esto podemos decir que ni la alianza que Tezozmoc de Azcapotzal'
co constituy con las dos ciudades mexicas, ni la de Tenochtitlan-Tetzcoco-
Tlacopan fueron obra de la improvisacin, sino un procedimiento muy conforme
con una tradicin antigua de Mesoamrica. Lo que hizo Tezozfimoc fue despren-
derse de sus antiguos aliados -Culhuacan y Coatlinchan- Para conquistar la
hegemona poltica del valle de Mxico, pero sin dejar por eso de respetar la pro'
pia frmula. No tard, pues, dicho seor en establecer otra nueva alianza con las
dos ciudades mexicas que estaban a su disposicin. Visto as, se podr concluir
diciendo que la guerra de Azcapotzalco fue a su vez un esfuerzo por recuperar,
mediante una triple alianza, el equilibrio poltico echado por tierra a causa de la
insensatez de Maxtla.
Segn Lpez Austin, el concepto de Estado en el pensamiento nhuatl se
encerraba en el poder con facultad para condenar a muerte, expresado con dos
frases en nhuatl: in ptlatl, in icpalli, que significa literalmente "la estera y la
silla", y un pueblo carente del mismo no entraba en su cateSora de Estado.3z
Hemos visto antes cmo un tenochca deca en su arenga de recepcin a Acama'
pichtli que ste haba venido a Tenochtitlan "a tener el mando y jurisdiccin",
que este poder del tlatoani proceda del dios, y por lo tanto el tlatoani era el
simil del dios. De esto deduce el mismo autor citado que adems de asegurar do'
minio poltico sobre los dems pueblos, la triple alianza tena por objeto impedir,
bajo sancin religiosa, que se formase otra potencia independiente con la catego'
ri de Estado, ya que el carcter sagrado del poder del tlatoani se transmita a un
presentes
nuevo tlatoani slo en una ceremonia religiosa en la que estuviesen
un tri'
otros tlatoque. segn concluye Lpez Austin, la triple alianza constitua
bunal del dios en la Tierra.3E
Aceptando lo dicho comprenderemos mejor el empeo de los mexicas en
emparentarse con la estirpe reinante de Culhuacan. Les mova a ello no solamen'
k la raz6n cultural a que nos hemos referido antes, sino tambin otra poltica.
Culhuacan era una de las tres ciudades donde resida el poder del tlatoani, del
que carecan los mexicas; es decir, ellos no tenan la categora de Estado confor'
me al pensamiento poltico nhuatl. Nos aclara mucho su situacin el siguiente
dato de los informantes de Sahagn:
st lbid.,p. 166.
s2 Tezoznoc, 1944, pp. 1 98-201.
s3 L6pez de Cmara, 1954, t. ll, p. ll0.
54 Torquemada, 1969, t. l, p. 513.
5s Durn, 1967, t. l, p. 79.
EL MUNDO MESOAMERICANO 3l
trn aplicable al conquistar otros pueblos alejados de Tenochtitlan. Es el sistema
que Zorita describe en los trminos siguientes: ". . . en todas las provincias que
conquistaban y ganaban de nuevo dejaban [a] los seores naturales de ellas en sus
seoros, as a los supremos como a los inferiores, y a todo el comn dejaban sus
tierras y haciendas, y los dejaban en sus usos y costumbres y manera de gobierno;
y para s sealaban algunas tierras, segn era lo que ganaban, en que todo el
comn les labraban y hacan sementeras, conforme a lo que en cada parte se
daba, y aquello era lo que se les haba de dar por tributo y en reconocimiento de
vasallaje".s0 A lo cual agregaremos la imposicin del culto a Huitzilopochtlis? y
la presencia de un funcionario tenochca conocido por calpixque, que tena a su
cargo la recaudacin de los tributos.sB El calpixque representaba la persona del
tlatoani ante los pueblos sometidos, pero no intervena en su gobierno.s9 Vemos,
pues, que la conquista mexica no alteraba la forma de vida de los vencidos y que
la dominacin era ms de carcter econmico que poltico. De hecho, desde un
principio las guerras mexicas se llevaban a cabo para obtener la mayor cantidad
posible de tributos; recordemos que los soldados mexicas no cesaban de comba-
tir hasta que les convenan las condiciones tributarias que les ofrecan sus venci-
dos. As lo manifiesta el "Acabis con eso?", que repite Tlacalel a los de
Coyohuacan.60
Tenochtitlan se quedaba tranquila mientras sus provincias sometidas le tri-
butaban sin faltar a lo concertado, sin preocuparse pordarlesunamayorcoheren-
cia poltica. El lazo de unin comenzaba al negociar el monto de los tributos y
terminaba cumpliendo lo acordado. Lo que haca Tenochtitlan eran guerras en
busca de tributrios, y su vida estaba basada en los tributos. Tal vez veamos aqu
que Tenochtitlan fue una continuacin fiel de sus precursoras Tula y Teotihuacan.
Es claro que esto constitua, aparte de su rpido encumbramiento, la debili-
dad del Estado mexica. Su economa no estaba cimentada en el aumento de la
produccin y a medida que se acrecentaba la demanda de artculos por el boato
de Tenochtitlan, sus fronteras necesitaban extenderse ms y ms. Por otro lado,
la explotacin unilateral que impona a sus provincias provocaba un odio profun-
do entre sus habitantes, como se verific en Cempoala cuando la llegada de los
espaoles. A aqullos no les importaba gue fuese un Motecuhzoma o un Corts
el que les mandase; lo nico que esperaban y queran era un cambio en la situa-
cin existente que les trajese una vida menos gravosa.
Aparte de la Tenochtitlan inmediatamente anterior a la llegada de los espa-
oles, podemos sealar que la fuerte tendencia que rnostraba Motecuhzoma
Xocoyotzin hacia un absolutismo a expensas de sus aliados estaba tocando un
resorte delicado y peligroso que poda dar al traste con el equilibrio poltico del
valle de Mxico.6t Efectivamente, Tetzcoco se rebel bajo la direccin de lxtlil-
xchitl, hijo de Nezahualpilli, resentido contra el tlatoani tenochca, el cual luego
se sumara a los conquistadores europeos. Cabe decir que hay un cierto paralelis'
mo entre Maxtla de Azcapotzalco y Motecuhzoma Xocoyotzin.
2 Sing. pilli; pl. pipiltin. Etimolgicamcnte significa una cosa quc se deriva de otra. Su
concepcin es, por lo tanto, muy semejante a la del trmino espaol "hidalgo", hijo de algo.
Se suele traducir por noblc.
63 Sing. macchualli; pl, macehualtin. Originalmente significa, segn Lpez Austin, sim-
plemente "hombre", pero con una carga religiosa peculiar de los nahuas, porque quiere decir
"et merecido por la penitencia de tos dioscs". lin la poca histrica, su degradacin semnti-
ca es evidente frente al pilli.
64 Motolina, 1971, p. 8.
5 Zoita, 1963, p. 36.
6 Durn, 1967, t. I, pp. 75-76.
ot lbid. , p. 7 5.
6 lbid., pp. 97-98.
6e lbid.,pp. 102-103.
n lbid., p. 102.
tt lbid.,p. lO3.
n lbid.,pp.214-217.
EL MUNDO MESOAMERICANO 33
iniciativa iba ahora a tomar el propio Estado para infundir en la mente de los
jvenes mexicas el nuevo concepto de la vida y la nueva versin de la historia de
su pueblo. Trataremos ms adelante el tema con detalle.
La expansin del dominio de Tenochtitlan, la incorporacin de los pueblos
vencidos y su gobierno, la recaudacin de sus tributos y el progresivo encumbra-
miento poltico de la ciudad lacustre dentro del sistema de la triple alianza nece-
sitaban de una organizacin burocrtica cada vez ms compleja. La demanda de
gente capacitada para el desempeo de los mltiples cargos de gobierno era cada
da mayor.?3 Dispuestos a satisfacer esta demanda del Estado mexica, estaban
los pipiltin, quienes sirvieron, de hecho, de jueces de los tribunales, consejeros
del tlatoani, embajadores, recaudadores de tributos, etctera.
Macehualtin eran los comerciantes, artesanos, agricultores y tlatlacotin.za Su
categora social era variada.
Nos hemos referido varias veces a la importancia que tuvo siempre el comer-
cio en Mesoamrica. El periodo mexica no se excepta. La animacin de los tian-
guis llam la atencin a los propios conquistadores espaoles,?s y "en todo el
ao no se vaciaban los caminos de estos mercaderes y granjeadores"T dedicados
al comercio interregional.T1 Los pochtecau eran un grupo social digno de aten-
cin dadas sus peculiaridades y su importancia poltico-econmico-social; proba-
blemente eran de origen tnico distinto que los mexicasTe y se puede afirmar que
constituan un estadculo dentro del Estado mexica con su propia jurisdiccin,
tribunal y hasta organizacin militar independiente.$ Segn Katz y otros auto-
res, hubo una liga de comerciantes en las siguientes ciudades: Tenochtitlan, Tla-
telolco, Chalco, Huexotla, Coatlinchan, Xochimilco, Huitzilopochco, Mixcac,
Azcapotzalco, Otumba, Cuauhtitlan y Tochtpec.8l Las actividades de sus agen-
tes con los habitantes de Ayotla y de la regin de Xicalanco resultaban muy
rJ lbid.,p.323.
?4 Sing. tlacotli; pl. tlatlacotin. Su traduccin por "esclavo" es equvoca. En el Mxico
antiguo no encontramos ninguna persona que llene todos los requisitos del esclavo en el de-
recho romano y por consiguiente en la tradicin occidental (Katz, 1966, p. 142). De aqu
nuestra preferencia por recurrir at trmino nhuatl, Tambin anotamos que en el "esclavo"
occidental entraban incluso prisioncros de guerra. El tlacotli prehispnico no inctua prisio-
neros. Estos se distinguan por llamarse malli o tlalpilli.
7s Corts, 1970, pp. 62-64.
Durn, 1967,t. I, p.238.
n La |aga tradicin de los pochteca o del comercio interregional sobrcvivi a la con-
qusta espaola. I:rancisco de Mena, que fue en 1533 comisaio general de la orden francisca-
na, escribi en su relacin Io siguiente: "Se ha de mandar que no haya tantos indios merca-
deres, y que debajo de alguna pena y esta tasada, no pueda estar fuera de su casa sino tanto
tiempo, porque hay muchos que se andan vagamundos (sic) por einos extraos y dejan su
mujer y pobres hijos desamparados, y tambin se les ha de manda sean obligados a sembrar
cierta cantidad" (C.D.I.A.O., 1869, t. Xl, p. 188). Se comprcnde que los mercaderes rehusa-
ban de practicar faenas agrcolas.
B Deivado del topnimo Pochtlan. Sabemos quc uno de los siete barrios referidos por
los informantes de Sahagn como los de comeciantes se ltamaba Puchtla (Vida econmica
de Tenochtitlan, 1961, p. 53). l;rente a los pochteca, los que concurran a los mercados lo-
cales con sus productos se llamaban tlanamacaque, esto es, 'Vendcdores". Cualquier vcnde-
dor no poda llamarse pochteca. Este tena una fisonoma particular bien dcfinida.
? Acosta Saignes, 1945, p.48.
& Vida econmica de Tenochtitlo, 1961, pp. 73, 75.
81 Katz,1966,p.64.
34 IJA EDUoAoN coMo coNeursrA
lucrativas, porque de estas "ciudades sacaban con las golosinas y cosas bajas que
traan para volver con oro y joyas y plumas y otras cosas ricas que llevaban".&l
Una nota peculiar de los pochteca era la de que desempeaban al mismo tiempo
el papel de espas, embajadores y hasta guerreros. Un pochteca deca a Ahutzotl:
". . . [ponemos] nuestras cabezas y vidas a riesgo, y trabajamos de noche y de da,
que aunque nos llamamos mercaderes y lo parecemos, somos capitanes y solda'
dos, que disimuladamente andamos a conquistar".&| Los tlatoque no dejaban de
apreciar el papel de los pochteca lo mismo en el orden econmico que en el
militar. Los tenan "como a hijos, como a personas nobles y muy avisadas y es'
forzadas",E4 pero por otra parte no desconocan el peligro inherente dados sus
privilegios y su poder econmico.8s
Los pochteca eran un grupo dinmico y pudiente dentro de la sociedad me-
xica por el ejercicio de las armas y por su riqueza. Eran aquellos macehualtin que
saban "levantar sus nombres y procurar dictados y procurar ms y blasones y
levantar linajes y dictados" por la tercera va sealada por Durn.86 Eran unos
hombres que tenan grandes ambiciones de elevarse.
Restringido el sentido del trmino "artesana" a aquellas artes mecnicas
cuyas obras eran dignas de llamarse obras de "toltecas",8? sus agentes -orfebres,
joyeros y plumarios- estaban al servicio exclusivo de los dignatarios. Eran aquellas
artes que se distinguan por "la curiosidad y primor de las obras que hacan".88
La descripcin de Sahagn sobre estos artesanos nos conduce a considerarlos
como gente de origen tnico distinto que los mexicas, conquistados e incorpora-
dos en el curso de su expansin.89 Efectivamente, estos artesanos formaban, lo
mismo que los pochteca, grupos sociales cerrados, ya que tenan sus propios dio-
ss,9o 1.nmitan sus oficios hereditariamentegl y vivan en barrios determina-
dos.e2 Se sabe, adems, que los orfebres y los plumarios disponan de calmcac
propios para la educacin de sus hijos.e3
En Tenochtitlan, los artesanos eran objeto de alto aprecio de parte de los go-
bernantes: ". . . ellos eran los que sustentaban la ciudad y eran comc pies y manos
de ella";er ". . . los que adornan y resplandecen esta gran ciudad son los oficia-
les de obras mecnicas, como son plateros, canteros, albailes, pescadores, peta-
teros, loceros y lapidarios, cortadores de las piedras finas".95 Los tlatoque remune-
raban con largueza los servicios prestados por los artesanos, dndoles hasta el
algodn y el cacao, artculos vedados al pueblo comn.5 Incluso se les daban
n lbid.,p.500.
L6pez Austin, I 96 I , p. 72,
e Zorita,1963,p. ll3.
m Soustellc, 1970, p. 82.
101 zorita, 1963,p. l13.
r@ Loc. cit.
l@ Moreno, 1964, p.55.
104zofira, 1963, p. I 14.
36 LA EDUcAcrN coMo coNeursrA
ste era el rgimen territorial del calpulli bajo el que viva la mayor parte de
la poblacin mexica, los agricultores llamados calpuleque. Todo habitante del
calpulli era apuntado en el registro respectivo en el momento de su nacimiento y
al casarse consegua el derecho al usufructo de parcelas de las tierras de su calpu'
lli. Aqu se puede sealar la prctica de neolocalidad. As tena asegurada su sub'
sistencia mientras permaneca en su calpulli y de hecho "no se andaban mundando
de unos pueblos a otros, ni aun de unos barrios a otros. . . sino que adonde haban
nacido y vivido sus padres y abuelos vivan y acababan sus descendientes".l2s
Moreno sostiene que con el establecimiento en Tenochtitlan, "los lazos fa'
miliares que son el fundamento del clan aparecen ya completamente debilitados
en el calpulli, cediendo su lugar a[ vnculo poltico".126 Los informes deZorita
lo contradicen con claridad. Entre los principios arriba expuestos del calpulli,
hay unos que manifiestan una celosa vigilancia de carcter familiar o clnico que
el calpulli no dej de tener en torno a sus intereses particulares. Segn Zota,
uno de los mayores cuidados del pariente mayor era la defensa de sus tierras "pa'
ra que de otro calpulli no se les entren en ellas. Y sobre esto tenan y tienen
grandes perrdencias, por defender cada uno las tierras de su calpulli",r2l y "por
una va ni por otra no se permita ni se permite que los de un calpulli labren las
tierras de otro calpulli, por no dar lugar a que se mezclen unos con otros ni sal-
gan del linaje".ur Carcter endogmico del calpulli evidente a todos. Esto aun
despus de la conquista espaola. Ante un rechazo tan tajante de lo forneo y un
recogimiento tan celoso, la tesis de Moreno se desvanece. Manifestaciones de la
forma de vida en el calpulli -matrimonio, nacimiento del nio, educacin, repre'
sentacin ante el gobierno central, etc.-, corroboran lo arraigado que se mantuvo
el factor familiar o de parentesco en el calpulli a travs del tiempo.
Sin embargo, s cabe sealar una merma progresiva de la autoridad del pa'
riente mayor ante el aumento de la del tlatoani. Esto es evidente sobre todo en
los cambios que sufri el procedimiento electoral del tlatoani. Motecuhzoma
Xocoyotzin dio un golpe decisivo al rgimen del calpulli, pues "mud todos los
propsitos y mandoncillos de los barrios y los centuriones y puso gente nueva
que lo 5iryisss".t2e Teniendo en cuenta que el pariente mayor era elegido de en-
tre los miembros del calpulli segn su costumbre antigua, como dice Zotita, el
proceder de Motecuzhoma Xocoyotzin se puede calificar de revolucionario en la
vida del calpulli. Segn Monzn, "en Mxico, se inici un rompimiento de los
clanes y de la estratificacin hereditaria asociada a ellos solamente hasta la llega'
da de los espaoles",l30 pero se podra decir que el primer golpe al rgimen cl-
nico del calpulli fue el dado por este tlatoani. El Estado mexica estaba a punto
de dar comienzo a una nueva reforma, cuando sobrevino la conquista espaola.
CULTURA MEXICA
Como ya hemos dicho, sobre parte de los territorios actuales de Mxico y Cen-
troamrica se extenda una superrea llamada Mesoamrica. En ella surgieron y
desaparecieron a travs de los siglos una serie de culturas diferentes, segn las
regiones geogrficas que les sirvieron de escenario, unidas sin embargo por el he-
cho caracterstico de que todas ellas se nutrieron de una misma cultura madre
que llamamos olmeca. En otras palabras: Mesoamrica fue un medio en donde se
desenvolvi una secuencia cultural ininterrumpida, aunque s marcada con bro-
tes de unas culturas y derrumbes de otras, que tuvo vigencia histrica durante mrs
de 3 000 aos. Dicha secuencia cultural se cort en forma definitiva slo a la
llegada de los portadores de otra cultura distinta de allende el Ocano Atlntico,
y esta ruptura no fue sino la desaparicin do la propia Mesoamrica.
La cultura mesoamericana es un inigualable testimonio de las luchas y es-
fuerzos que el hombre emprendi para superar su desnudez cultural en un medio
de vida caracterizado por la falta de los elementos bsicos necesarios para la evo-
lucin de la cultura humana. Aqu el hombre no pudo contar con animales como
el caballo, el buey, el cerdo y la oveja. El perro y el guajolote eran los nicos ani-
males domsticos. La falta del caballo constituy un grave inconveniente para la
vida del hombre mesoamericano. Lo comprenderemos grficamente si sobrepo-
nemos dos mapas: uno con la extensin del Estado mexica en sus momentos
culminantes y otro con la extensin en la geografa americana que recorrieron y
ocuparon los espaoles en tres dcadas y media, de l5l0 a 1545. En tan corto
lapso, vemos a Nez de Balboa descubriendo el Pacfico (1513), a Daz de Sols
reconociendo el Plata (1519), a Corts conquistando Tenochtitlan (1521) y a
Pizarro apoderndose de Cuzco (1533). Cierto que en este formidable despliegue
expansivo, los descubridores y conquistadores espaoles contaron con su alta
tcnica nutica, pero una vez en tierra contaron, antes que con cualquier otro
elemento, con el caballo. Ellos "cabalgaron" literalmente por la inmensa geogra-
fa americana. En cambio, como ya hemos visto, el "imperio" de Motecuhzoma
Xocoyotzin, constituido tras una carrera brillante, pero a la vez penosa, de gesta
militar, tenido en cuenta el enorme volumen de contingentes movilizados para su
realizacin, resultaba muy reducido en su espacio en comparacin con lo recorri
do y ocupado por los espaoles, y no pasaba, por otro lado, de ser un conglome-
rado de provincias tributarias sin coherencia poltica que las uniese a Tenochti-
tlan. El ejercer una dominacin poltica consistente que implicase un trasplante
de sus creaciones culturales y sus instituciones sociopolticas en tierras ms ale-
jadas que las ribereas de los lagos, resultaba para la capital del valle de Mxico
un imposible. Si era muy difcil que Tenochtitlan mandase sus expedicionarios
a tierras de Oaxaca y la Huasteca -recordemos que los soldados tenan que ir
contando con las poblaciones a lo largo del camino de marcha para abastecerse
de provisionesl3l y que los prisioneros de tierras remotas eran muertos en vez de
ser trados a Tenochtitlan para el sacrificio ritual simplemente por no poder ali
mentarlos en el camino-, el emprender conquistas de otras tierras ms alejadas
le resultaba fuera de sus posibilidades y mucho ms mantener lo conquistado con
un contacto intenso y continuo de intercambio de mercancas con la capital. Te-
nochtitlan hizo lo mximo que la fuerza humana, desprovista de medios axulia-
res como el caballo, le permiti.
El aislamiento geogrfico de Amrica fue otro factor que comprometi gran-
demente la vida del hombre americano. Esto es evidente, sobre todo, en el orden
tcnico. No slo en Mesoamrica, sino en todo el continente, no hubo transfor-
maciones radicales de orden tcnico que afectasen a fondo la vida humana como
las hubo en el Viejo Mundo, la invencin de la rueda y el uso del hierro entre
otras. Durante siglos el nivel de desarrollo tcnico del hombre americano se man-
tuvo prcticamente inmutable, y al ocurrir el descubrimiento del hemisferio su
inferioridad frente a la de los conquistadores europeos era muy notable. Por falta
de buey o caballo, la rueda no lleg a convertirse en vehculo, aunque en Meso-
amrica, segn los estudios de arqueologa, su principio no era completamente
desconocido. La metalurgia, que aparece en Mesoamrica en el periodo posclsi-
co, tampoco se desarroll mucho ms all de la utilizacin ornamental, bien que
algunos objetos prueban su aplicacin a la tcnica. La aleacin de cobre y estao
se realiz en la regin andina catorce siglos ms tarde que en el Viejo Mundo.l32
Los instrumentos con que haba de enfrentarse el hombre mesoamericano a unos
intrusos, con espadas de hierro y armas de fuego, estaban hechos por lo general
de piedra y de madera.
El mismo estancamiento del orden tcnico se observaba incluso en la tcnica
de produccin de los medios de vida con la que haba contado el hombre meso-
americano hasta el momento de la conquista espaola. Las herramientas con que
se efectuaba la agricultura mesoamericana no estaban muy evolucionadas; la chi-
nampa no era un sistema realizable en cualquier parte sino slo en regiones deter-
minadas, con condiciones adecuadas y el riego no tuvo un desarrollo tan amplio
ni tan perfeccionado como en el Per prehispnico.t3 La perspectiva agrcola de la
regin no prometa un aumento progresivo de la produccin. La vida econmica
de los grandes centros urbanos de Mesoamrica no estuvo cimentada en el creci-
miento de los productos cada vez mayor ni en una explotacin de recursos cada
da ms amplia. El nico medio para hacer viable su expansin socioeconmica
era, desde tiempos remotos, aumentar el nmero de tributarios, o hacer guerras
en busca de botines, o lanzarse al comercio exterior en son de guerra. Es decir,
su expansin implicaba un fenmeno dispersivo del poder, dejando un vaco
cada vez mayor entre la metrpoli y los frentes en desarrollo. Adems, hay que
tener en cuenta que las guerras con tal propsito significaban a fin de cuentas,
mermas al potencial econmico desde el punto de vista del conjunto mesoanreri-
cano, por las muertes y estragos que ocasionaban. Quizs la cada de las grandes
ciudades mesoamericanas radique en lo precario de su base econmica o sea una
de las causas.
La cultura mexica fue, ante todo, una sntesis de las herencias de otras cul-
turas que la precedieron en el mbito mesoamericano: pensamiento religioso, sis-
tema poltico, comercio, planificacin urbana, calendario, escritura, artes. . .,
todo era fruto de una larga tradicin cultural que haba confluido en la cultura
de Tenochtitlan. Se distingue, sin embargo, por dos creaciones culturales y una
tradicin espiritual: el calendario y la escritura, las primeras, y un hondo senti-
miento religioso, la segunda.
El origen de la escritura de que se servan los mexicas para tener "escrito los
vencimientos y victorias que de sus enemigos haban fi$id6"l3a o para "contar
los mismos tiempos y aos, fiestas y das",l3s es decir, para guardar el calendario,
se puede ubicar en el siglo v a. C., por lo menos, en la regin de Oaxaca, influida
por la cultura olmeca. Tenemos ah ejemplos de escritura mesoamericana en
estado incipiente, realizados en jeroglficos y asociados a un conocimiento calen-
drico bastante desarrollado. En el periodo mexica la escritura contaba con glifos
de varia ndole: numricos, calendricos, pictogrficos, ideogrficos y fonticos
incipientes. La mayor necesidad de algn sistema grfico se puede suponer que
fue la inscripcin calendrica, ya que el calendario debi regir, desde tiempos
antiguos, la viCa cclica de los agricultores mesoamericanos. A tal necesidad su-
maba, en el periodo mexica, otra historiografa, debido a la gran preocupacin
que tuvieron los mexicas por conservar recuerdos y memorias de su pasado.
La exigencia de inscribir el calendario hace pensar que se inventaron primero
los glifos numricos y los calendricos. stos eran veinte en total, diez de los cua-
les, inspirados en los animales -lagarto, serpiente, perro, jaguar, etc.-, se repre-
sentaban por la cabeza o el cuerpo entero de stos; los otros diez -agua, caa,
viento, lluvia, etc.-, estaban representados pordibujosestilizados o porlacabeza
de los dioses correspondientes. Cada uno de estos glifos calendricos tena senti-
do mgico-religioso, como vemos en el cuarto libro de la Histoia general de
Sahagn. Los numricos, basados en el sistema vigesimal, se expresaban por un
punto o crculo el I ; por vara el 5 ; por una bandera el 20 ; por una cabellera el
400 y por una bolsa el 8 000. La combinacin de ambos grupos de glifos haca
posible representar con claridad suficiente la fecha de los acontecimientos hist-
ricos y naturales dignos de memoria. Los pictogrficos, que son de un grado
menos desarrollado y los calendricos mencionados derivados de stos, tendan a
esquematizar los dibujos, como se observa en los casos de calli (casa), tlatoque
(seores), tlachtli (cancha de juego de pelota). Ejemplos de los glifos ideogrficos
son un sol gue significa totl (dios); unas volutas que salen de la boca de una per-
sona, tlatolli (palabras); y si son volutas floridas, cucatl (cantos). Haba incluso
ideogrficos de carcter simblico. Por ejemplo, la combinacin de los glifos de
atl (agua) y tlachinolli (fuego) expresaba yotl (guerra). Los colores tambin
tenan sentidos determinados: el rojo, el negro y el azul expresaban el este, el
norte y el sur, respectivamente; el morado, la realeza del tlatoani; la combinacin
del negro y el rojo, la sabidura. Por ltimo, como se sabe, haba glifosque co-
rresponden ya a la fase fontica. Los sonidos a, e y o se representaban por glifos
estilizados de a-tl (agua), e-tl (frijol) y oh-tli (camino), respectivamente. Incluso
haba escritura silbica: los glifos de x-chitl (flor) y de tlan-tli (diente) eran para
representar las slabas xo y tlan. Algunos topnimos se escriban a base de stos:
Mixtlan (pas de las nubes) se expresaba con los de mix-tli (nube) y tlanti.136 Este
ltimo proceso fue aprovechado incluso por los primeros misioneros para ense-
ar a los indios las oraciones. r37
De la utilizacin de estos glifos, dice Durn: "Estas figuras que en cada da
del mes haba, servan como letras y siempre lo sirvieron en general las pinturas
de letras para escribir con pinturas y efigies sus historias y antiguallas, sus memo-
rables hehos, sus guerras y victorias, sus hambres y pestilencias, sus prosperida-
des y advenidades, todo io tenan escrito y pintado en libros y largos papeles
contuentas de aos, meses y das en que haban acontecido; tenanescritasen
estas pinturas sus leyes y orenanzas, sus padrones, etc., todo con mucho orden
y con;ierto de lo cual haba excelentsimos historiadores que con estas pinturas
componan historias amplsimas de sus antepasados".l38 Efectivamente, la com-
binacin de los glifos mexicas haca posible apuntar la fecha, el topnimo, el
nombfe de personajes principales y otros rasgos importantes y necesarios para
conservar loi recueidoJ del pasado o para suscitarlos, aunque no poda retener
sutilezas morales, o sentimientos de lo descrito, falla que los mexicas soluciona'
ban recurriendo al aprendizaje mnemotcnico de los comentarios explicativos.
Gracias a la invencin de la escritura se supone que la existencia de escritos
entre los mexicas se remonta a tiempos muy antiguos. La tradicin que refiere
el incidente de la destruccin de la antigua versin de la historia del pueblo me'
xica, por orden de ltzcatl, describe que ". . . entonces fue quemada". consta
que cando llegaron los espaoles haba muchos legajos de escritos en el mundo
mexica, elaborados a base de sus diversos tipos de escritura. Uno de los primeros
conquistadores, Daz del Castillo, escribira ms tarde lo siguiente: "Y hallamos
las casas de dolos y sacrificaderos y sangre derramada. . . y muchos libros de su
papel, cogidos a dobleces, como a manera de paos de Castilla".l3e Estofueen
b"mpo"la-. Luego, en el propio palacio de Motecuhzoma Xocoyotzin, el mismo
solddo cronista tuvo otra ocasin de ver libros mexicas y anot lo siguiente:
.,.
. . era en aquel tiempo su mayordomo mayor un gran cacique. . . y tena cuen'
ta de todas lai rentas que le traan a Montezuma con sus libros. . ., tena de estos
libros una gran casa d e[os".l'o Esta vez se tratara de registros de contabilidad
de tributos al estilo de algunas de las lminas del Cdice Mendocino' Hasta un
archivo para guardarlos haba. Zotaasu vez agrega: "Este principal tiene cuida'
do de mlrar por las tierras del calpul y defenderlas, y tiene pintadas las suertes
que son, y lai lindes, y adnde y con quin parten trminos y quin las labra, y
las que tiene cada uno, y cules estn vacas, y cules se han dado a espaoles
y quien y cundo y a quin las dieron, y van renovando siempre sus pinturas
segn los sucesos, y se entienden muy bien por sll$."141 Se comprende que la
tradicin de la escritura prehispnica no se perdi pronto despus de la conquista
espaola.
La elaboracin de tales registros y otros tipos de escritos corra a cargo de
muchos especialistas. La describe lxtlilxchitl de las siguiente forma: ". . . porque
tenan fioigobernantes] para cada gnero sus escritores' unos que trataban de los
anales ponindo por su orden las cosas que acaecan en cada un ao' con da,
mes y hora. Otros tenan a su cargo las genealogas y descendencias de los reyes
y seores y personas de linaje, asentando por cuenta y raz6n los que nacan y
borraban los que moran, con la misma cuenta. Unos tenan cuidado de las pin'
turas de los trminos, lmites y mojoneras de las ciudades, provincias, pueblos y
lugares y de las suertes y repartimientos de tierras, cyas eran y a quin pertene'
can. Otros de los libros de las leyes, ritos y ceremonias. . . y los sacerdotes de los
templos de sus idolatras y modo de su doctrina idoltrica y de las fiestas. . ., los
filsofos y sabios que tenan entre ellos, estaba a su cargo pintar todas las cien.
cias que saban y alcanzaban, y ensear de memoria todos los cantos que obser'
vaban (src) sus ciencias e historias".l42 Se elaboraban, pues, adems de los libros
de contabilidad y registros territoriales que hemos visto anteriormente, crnicas,
registros de genealoga, libros rituales y de sabidura. Desde luego, parte de las
obras as compuestas se utilizaban en la educacin del calmcac para formar la
minora dirigente de la sociedad mexica.
Varios factores -la congnita preocupacin del hombre por el futuro, el r'
gimen de vida agrcola del hombre mesoamericano, los conocimientos astronmi-
cos y matemticos- originaron en fechas tempranas el conocimiento calendrico
entre los habitantes de la superrea, un logro cultural del que siglos despus se
escribiran las siguientes palabras: ". . . el repartimiento de los tiempos y cmpu-
to que los indios usaban, que es una de las ms notorias muestras de su ingenio y
habilidad".l43
En Mesoamrica, existieron dos tipos de calendario. El uno, llamado xiuhpo'
hualli, "cuenta de los aos", era un calendario solar que divida el ao en diecio'
cho meses de veinte das cada uno y aparte cinco das sobrantes conocidos por
nemontemi. En la sociedad mexica, el xiuhpohualli era algo mucho ms que un
simple calendario, ya que diriga sobre todo la vida pblica del Estado, determi'
nando la celebracin de sus actividades con las fiestas religiosas en honor de los
dioses principales a los que estaba dedicado cada uno de los mencionados diecio'
cho meses. Una descripcin detallada y grfica de tales fiestas la encontramos en
el segundo libro de la Historia general de Sahagn. Al propio tiempo, el xiuhpo'
hualli era un calendario agrcola que serva "para saber los das en que haban de
sembrar y coger, labrar y cultivar elma2, deshierbar, coger, ensilar, desgranar las
mazorcas, sembrar el frijol, la cha, teniendo en cuenta en tal mes despus de tal
fiesta, en tal da de tal y tal figura, todo con un orden y concierto supersticioso
que si el aj no se sembraba en tal da y las calabazas en tal da y el maz en tal
da, et6.".t44 Hagmonos cargo de lo estrechamente ligado que estaban el calen-
dario y la vida del hombre mesoamericano. lncluso las guerras floridas se em-
prendan de acuerdo con el xiuhpohualli.
Calendario peculiar de Mesoamrica fue tambin el que conocemos con el
nombre de tonalpohualli, "cuenta de los destinos". No se sabe dnde y cundo
se origin. Para los mexicas era uno de los componentes de la herencia cultural
gue haban recibido de los toltecas y atribuan su invencin a Quetzalcatl.as
Sin embargo, su origen sigue siendo una incgnita. pudindose slo decir que "su
invencin es antiqusima y debe haber sido la creacin de un pueblo con un alto
grado de cultura, pero anterior a todos los pueblos cuyas culturas conocemos
actualmente".l'16 Estaba compuesto de veinte periodos de trece das cada uno, y
a cuyos signos hemos aludido antes. Funcionaba, pues, con ciclo de doscientos
sesenta das. Su marcha era independiente del movimiento del sol. Ms que un
calendario astronmico propiamente dicho, era el tonalpohualli un sistema de
signos adivinatorios basado en un calendario. Frente al xiuhpohualli que diriga
la marcha de la vida pblica de la comunidad mexica, el tonalpohualli rega particu-
larmente la esfera de la vida privada de los mexicas. El tiempo, que para buena
parte de los hombres actuales carece de sentido mgico-religioso, para los mexi-
cas estaba impregnado por ste, urdido por mltiples hilos del sino. Cada hora,
cada da, cada mes, cada ao tena para ellos un sentido peculiar que afectaba la
vida del hombre determinando, para bien o para mal, su suerte. A los nios se les
pona de nombre el del signo del da en que nacan y su suerte quedaba cargada
del sentido especfico del signo de la hora y del da de nacimiento. Sahagn dice
que los mexicas tenan "gran solicitud en saber el da y hora del nacimiento de
cada persona, para adivinar las condiciones, vida y muerte de los que 9f".14?
Otro historiador de la misma poca confirma que "aquellas figuras de los meses y
das servan para mirar las venturas buenas y malas de los que nacan. . . si haba
de ser rico o pobre, o valiente o animoso o cobarde, religioso o casado, ladrn o
borracho, casto o lujurioso, all en aquella pintura y suertes lo hallaban."l,t8 Y
para presidir todo el ritual concerniente y para satisfacer esta "gran solicitud" de
los mexicas por saber del destino de sus hiios, all estaba un tonalpouhqui, "as-
trlogo indiano"; al decir de Sahagn, con su tonalmatl, libro en el que se guar-
daba el tonalpohualli. Este, que "ni sigue aos, ni mess, ni semanas, ni lustros,
ni olimpiadas",l4e por su carcter de supersticin uno de los ataques ms
duros de Sahagn, "rU
perseguidor celoso de la idolatra escondida y subsistente,
quien lo conden tachndole de "arte de nigromntica o pacto y fbrica del de-
monio".l50 Pero al mismo tiempo, debemos al franciscano una de las descripcio-
nes ms minuciosas sobre el tonalpohualli.
Si la escritura constitua parte del patrimonio exclusivo de la minora diri-
gente de la sociedad mexica que se educaba en el calmcac, tambin el conoci-
miento calendrico, basado en observaciones astronmicas y en clculos matem-
ticos nada vulgares, formaba otra porcin importante del mismo patrimonio, y
naturalmente su buen manejo presupona un esmerado adiestramiento especial.
Como hemos descrito arriba, el papel del xiuhpohualli as como el del tonalpo-
hualli no se reduca a ser simplemente calendrico, sino que ambos funcionaban
como instrumentos clave que regan y determinaban la vida toda de la comuni-
dad y de cada uno de sus miembros. Adems el rgimen de vida de los mexicas,
fundamentalmente agrcola, no poda prescindir de algn calendario, como he-
mos observado en una de las citas transcritas. Por ello todo giraba en torno y
con arreglo a los dos calendarios. Y de aqu su utilidad como instrumento polti-
co-social al servicio de la minora gobernante. De hecho, la monopolizacin de la
escritura y del calendario era la mxima garanta de la posicin privilegiada del
grupo minoritario en el poder, y esto era una tradicin muy antigua de los pue-
blos mesoamericanos.
Hemos apuntado antes como rasgo distintivo de la cultura mexica un hondo
sentimiento religioso. Efectivamente, la vida de los mexicas estuvo saturada de
ste. Si el tlatoani se presentaba ante el pueblo como la imagen de la divinidad y
ejecutor de su poder en la Tierra, todo hombre mexica nacra, en principio, con la
misin religiosa de alimentar a sus dioses, sus creadores. El nacimiento del nio,
la educacin, el matrimonio, la muerte,la agricultura, el comercio, la guerra y la
poltica estaban impregnados de sentido religioso. Se puede sospechar que su es-
caso desarrollo tcnico los llevaba a una mayor dependencia con respecto a la
religin. Siendo tan trascendental la religin entre los habitantes del mundo me-
xica, los actos religiosos eran atendidos con mximo cuidado y diligencia y para
ello haba una organizacin sacerdotal cuyo dignatario supremo era el propio
tlatoani, quien pona y quitaba a los sacerdotes inferiores segn le pareca.lst
La religiosidad mexica se expresaba de varias f<rrmas. Una de ellas era la gue-
rra, sobre todo la llamada guerra florida, que como hemos visto antes tena entre
sus finalidades la de obtener prisioneros para el sacrificio ritual. otra, las nu-
merosas fiestas que se celebraban conforme al xiuhpohualli. En estas celebra-
ciones tomaba parte todo el pueblo, desde el tlatoani hasta los ms bajos de los
macehualtin e incluso mujeres de mala vida, al decir de Sahagn.ts2 En las fiestas,
el elemento de mayor importancia, junto con el sacrificio, eran el baile y el can.
to. con stos se realizaban actos de alabanZa, de exhortacin y propiciatorios.
Gracias a Sahagn, conocemos una veintena de los cantos sagrados que entona-
ban en honor de sus dioses. Los hay dedicados a Huitzilopochtli, Xochipilli,
Xochiqutzal, Tlloc, Cihuacatl, Xipe, Yacatecuhtli y otras deidade3.ls3 Jfs
con estos cantos divinos, se cantaban otros que elogiaban a los hroes de tiempos
pasados. La importancia del baile y el canto en estas fiestas impona su aprendi
zaje como una obligacin muy seria. Como veremos al ocuparnos de la educacin
mexica, adems del calmcac y el telpochcalli haba otros centros de enseanza
en los que se proporcionaba adiestramiento para el baile, el canto y el manejo de
los instrumentos musicales. Los cantos entonados en coro infundan en la mente
de los jvenes el sentimiento religioso, y los bailes ejecutados en masa fomenta-
ban el sentimiento de solidaridad. El tlatoani mexica bailaba con sus colegas de
Tetzcoco y Tlacopan. Los tres confirmaban de esta manera su alianza delante
ds lss disss5.lsa
Otro aspecto interesante de la religin mexica era el pensamiento religioso
cultivado,por los miembros de la minora dirigente llamados tlamatinime, "los
sabios". Estos se dedicaban a meditar sobre temas como el mundo, el hombre y
la vida humana en relacin con el dios dual Ometotl, predicado, segn los llta-
bs de Anuhtitlan, por el sacerdote Quetzalcatl s fil.lss El fruto de sus me-
ditaciones se sola expresar en forma de poesa y se transmita en el calmcac a
los jvenes pipiltin.
Las poesas que a continuacin transcribimos nos muestran un aspecto muy
distinto del que se suele imaginar de la vida religiosa de los mexicas conocida por
las guerras y los sacrificios humanos. En ellas se observa, ante todo, un concepto
desesperanzado de los sabios con respecto a su dios Ometotl y una actitud pesi'
nista en cuanto a la vida humana, todo ello originado por la falta de confianza
entre el dios supremo y el horirbre mexica:
T te ests burlando,
ya no existimos.
Acaso para ti somos nada?
T nos destruyes,
t nos haces desaParecer aqul.lss
La mayor desgracia del hombre mexica que no poda contar con la bondad
de su dios era la terrible angustia que senta en torno al valor de su propia exis-
tencia en el mundo. La vida no le resultaba explcita. La pregunta "Qu somos
para ti, oh dios?" equivale a "Qu somos aqu en este mundo?" Mientras no se
le contestara esta pregunta era lgico que el mundo no fuese paral sino un lugar
de perdicin, porque slo se le presentaba como un conjunto de enigmas y hosti-
lidades. Elementos naturales como el agua y el sol pueden ser en ocasiones agra-
dables y benvolos, pero en otras pueden convertirse en terribles enemigos de la
seguridad del hombre, causando inundaciones y sequas. Fenmenos naturales
como el terremoto, el rayo, la erupcin volcnica, no producen sino estragos y
muertes. Ciertamente, el mundo desprovisto de la confianza en el dios es lugar de
perdicin para el hombre, a donde ni hubiera querido venir:
En vano nacl,
en vano sall de la casa del dios a la tierra:
soy un desdichado!
De verdad que no hubiera nacido,
de verdad que no hubieravenido a la tierra. . .
A dnde ir?,
a dnde ir?
El camino del dios dual.
Por ventura es tu casa el lugar de los descarnados?,
acaso en el interior del cielo?,
o solamente aqu en la tierra es el lugar de los descarndqsf
163
En los versos transcritos, que son obra de los sabios pensadores mexicas, no
es posible atisbar ninguna seal de alegra, esperanza u optimismo fren_te a la vida'
Tobos nos descubren slo una actitud hondamente desesperanzada. Los autores
de estas poesas no la entendan, y si el presente les era desconocido, el futuro
les estaba vedado. Un pesimismo total.
Mientras el pueblo comn se entregaba con frenes al sangriento culto de
Huitzilopochtli, ia rninora culta de la sociedad se sumerga en tan tristes pesi
mistas pinsamientos sobre la vida. Cul fue la verdadera alma mexica? No pode'
mos contestar, pero s afirmar que una cultura cuya minora dirigente era presa
de tat concepto cerrado y desprovisto de valor positivo de la vida, de tal visin
angustiosa del mundo y de la existencia humana, no tiene ninguna posibilidad de
sobrevivir al encontrarse con otra, como la occidental del periodo renacentista,
de signo totalmente oPuesto.
Ln nuctctN MExlcA
Se guardaba su historia.
Pero entonces fue quemada'
Cuando rein Itzcatl en Mxico.
Se tom una resolucin:
los seores mexicas diieron:
no conviene que toda la gente conozca las pinturas'
Los que estn sujetos (el pueblo) se echarn a
[perder y andar torcida la tierra.
Porque all se guarda mucha mentira,
y muchos en ellas han sido tenidos Por dioses.16T
Destruida as la antigua versin de la historia de los mexicas y Puesta en
marcha la elaboracin de una nueva que exaltara ante todo la preeminencia del
pueblo mexica frente a los dems -como se echa de ver en las fuentes de origen
mexica- lo que restaba era infundir el nuevo concepto de la vida en la mente y
el espritu de cada uno de los habitantes de Tenochtitlan. La politizacin de la
historia y su monopolizacin por parte del Estado eran ya un hecho consumado.
En una palabra, el Estado se propona dar su versin de la historia al pueblo.
Motecuhzoma llhuicamina, sucesor de ltzcatl, fue el que supo promover
este asunto en forma debida. Se haba dado cuenta de que para forjar un pueblo
til y provechoso que cumpliese con el nuevo programa poltico impuesto por
Tlacalel, haca falta que el gobierno ntismo empuase las riendas de la educacin
de sus sbditos.l6E Convencido de ello, no olvid incluir entre las ordenanzas
promulgadas con el propsito de proveer de orden jurdico al pas, una estable-
ciendo que "hubiese en todos los barrios escuelas y recogimientos de mancebos
donde se ejercitasen en religin y buena cianza, en penitencia y aspereza y en
buenas costumbres y en ejercicios de guerra y en trabajos corporales, en ayunos
y en disciplinas y en sacrificarse, en velar de noche y que hubiese maestros y
hombres ancianos que los reprendiesen y corigiesen y castigasen y mandasen
y ocupasen en cosas de ordinarios ejercicios y que no los dejasen estar ociosos,
ni perder tiempo, y que todos estos mozos guardasen castidad, con grandsimo
rigor, so pena de la vida".l@ As quedaba establecida la norma a seguir para po-
ner en marcha centros educativos donde se proporcionara a los jvenes mexicas
los medios necesarios para que se hiciesen valer a su modo y conforme al nuevo
concepto de la vida del pueblo, que se senta elegido por la divinidad.
El hombre es objeto, en particular durante su periodo de crecimiento y for-
macin, de dos clases de educacin. La primera, que se podra llamar domstica,
comienza en el momento de su nacimiento y se desarrolla durante los primeros
aos de vida bajo el cuidado de los padres en la intimidad familiar. La segunda,
que es la escolar, se realiza en instituciones a tal efecto fundadas y mantenidas
por la comunidad social o el Estado,
La educacin domstica, que tiene mucho de espontaneidad de parte de los
educadores, es de origen tan antiguo como el hombre mismo. Tiene por objeto
preparar y ayudar a un nio en una buena adaptacin al medio ambiente en que
le toc nacer y desarrollar su vida de adulto. El contenido de la educacin do-
mstica es concreto y de tal amplitud que abarca todo lo vital del hombre. Con-
siste en modalidades de vida peculiares a cada comunidad humana -idioma,
creencias religiosas, usos y costumbres, gestos y muchos otros signos convencio-
nales de carcter cultural-. El contenido de laeducacin domstica hace posible
la incrustacin del hombre dentro del marco social preestablecido. Un individuo
carente de educacin domstica, inevitablemente parecer un hombre extrao, lo
cual le llevar a graves roces con el medio ambiente que le rodea. La educacin
domstica tiene, por objeto, hacer que un individuo se sienta debidamente adap-
tado dentro de su marco social y en posibilidad de mayor desarrollo personal.
En cambio, la educacin escolar se reviste de formas mucho ms precisas
que la domstica. En ella hay interferencia de intereses, tanto de parte del edu-
cando como de la sociedad o del Estado que proporciona dicha educacin. La
reciprocidad es una de sus caractersticas. El educando adquiere, a travs de la
dentro de casa como el corazn dentro del cuerpo, no habis de andar fuera de
casa, no habis de tener costumbre de ir a ninguna parte; habis de ser la ceniza
con que se cubre l fuego en el hogar; habis de ser las trbedes donde se pone la
olla; en este lugar os entierra nuestro seor, aquhabis de trabajar;vuestro ofi-
cio ha de ser traer agua y moler el maz en el metate; aqu habis de sudar, cabe
la ceniza y cabe l hogar".lz3 Diciendo esto, la partera enterraba el cordn umbi-
lical cortado de la recin nacida junto al lar. En la ceremonia del bautismo se le
daban un huso y una lanzaderal?4 o tambin una escoba,l?s mostrando de esta
manera lo que haba de ser su faena en la vida.
Educacin domstica
Segn Motolina, la lactancia duraba cuatro aos.l?6 Entre la gente comn, el pa-
dre se haca cargo de la educacin domstica del hijo, y la madre de la de la hija.
Si eran varones, se les ocupaba en cargar, en ayudar a sus padres en la recoleccin
de granos de maz y frijol en el campo, en el aprendizaje de tcnicas tiles para la
vida, como la caza y la pesca, la conduccin de una canoa y otros "oficios que
no demandan mucho arte ni instrumentos sufilss".l77 Los hijos de artesanos se
dedicaban al aprendizaje de los oficios de sus padres, ya que "lo ms comn era
darles el oficio y trabajo de que su padre usaba".l?E
Las madres ocupaban a su vez a sus hijas para que aprendiesen a hilar, tejer,
labrar, moler elmaz y barrer la casa.
La regla era no dejar ociosos a los nios.l?e Una descripcin grfica de todo
este proceso educativo en el hogar mexica est en algunas de las lminas del C-
dice Mendocino. r&) En ellas se ven pintados los trabajos a que los padres some-
tan a sus hijos, los medios con los que les reprendan y la racin de comida que
les daban. Por cierto, apuntamos una exagerada parquedad en dicha racin de
comida que, de acuerdo con el mismo cdice, se daba a los nios mexicas: una
tortilla a los de tres a cinco aos de edad; una y media a los de seis a doce aos;
dos a los de trece a catorce aos.
La educacin domstica no se agotaba con ensear a los hijos, medios necesa-
rios para el aspecto prctico de la vida humana. El mismo cuidado se tomaba en
la educacin del aspecto moral y de la buena manera de comportarse. Es sabido
que los mexicas eran muy amigos de la retrica, y esta propensin suya dio por
resultado un gnero literario oral que se conoce con el nombre de huehuetlatolli,
"plticas de los viejos". Conocemos buen nmero de ejemplos de huehuetlatolli
gracias principalmente a los trabajos de Andrs de Olmos y Sahagn.t8l En ellos
podemos ver claramente los conceptos que tenan los mexicas del mundo, del
hombre, de la vida humana, del destino del hombre, de la vida ultramundana;las
tn lbid., p. 186.
t1a lbid., p.209.
t?s Motolinra, l97l,p. l2l.
w lbid.,p.3O8.
rn Zorita, 1963, p. 92.
lrE Motolina, 1971, p. 3l l
tD Clavijero, 1968, p. 202.
le Kingsboough, 1964, vol. I, lminas LVlll-LXI.
16l Ljemplos de los huehuetlatolli rccogidos por Andrs de Ohnos estn publicados en:
Garibay, I 953, pp. 4 l0-448.
ELMUNDOMESOAMERICANO 53
virtudes humanas que apreciaban y esperaban que cada hombre y cada mujer
cultivasen en s; los consejos morales que dirigan sobre todo a los jvenes; deta-
lles de la buena manera de comportarse en la vida cotidiana, que enseaban a
sus hijos.
Para los que se acercasen al mundo mexica y sus habitantes con la predispo-
sicin intelectual de encontrar slo signos de rarcza o de gente de bajsimo quila-
te, como deca Sahagn, el contenido de los huehuetlatolli, sin duda, les causara
una gran sorpresa, pues se encuentran en los mismos, esmeradamente descritos,
los puntos fundamentales del hombre culto y civilizado con sana inquietud sobre
el mundo, el hombre, su vida y destino, llegando muchas veces a revelar pensa-
mientos verdaderamente profundos en torno a tales temas. Esta misma sorpresa
experimentaron los frailes del siglo XVI, al ir ahondando a travs de su conoci
miento de la lengua en el mundo interior del indgena. Los huehuetlatolli fueron
una de "las maravillas de los regalos que Dios obra en sus corazones", al decir de
unos franciscss.l82 Una vez descubierto este tesoro espiritual y moral de sus
discpulos, los frailes se convirtieron en sus admiradores ms entusiastas, lo cual
se percibe de sobra en sus escritos.
Pero al leer los huehuetlatolli, libres de tal predisposicin, nos damos cuenta
de que lo enseado en ellos lo encontramos en los cnones morales y de la vida,
comunes al resto de la humanidad. Lo cual, dicho de otro modo, es que no en-
contramos en ellos nada que valga nuestra sorpresa y admiracin de una manera
particular. Con esto no pretendemos quitar ni disminuir su valor desde el punto
de vista cultural; nicamente nos interesa apuntar nuestra observacin de que ve-
mos en los huehuetlatolli una prueba ms de que los mexicas tenan el mismo
aprecio que nosotros por los temas fundamentales sobre el hombre, la vida hu-
mana y la moral. A nuestro juicio, ms valdra tener cuidado de no caer en la
misma actitud qntusiasta y exaltada con respecto a las virtudes indgenas, en que
cayeron ingenuamente los frailes del siglo xvt.
Lo expuesto no impide, sin embargo, que admitamos que en los huehuetla-
tol hay menciones a unas modalidades de vida que pareceran extraas y aun in-
teresantes, tal vez, a los hombres occidentales. Por ejemplo, el que las nias y
muchachas no hablasen durante la comida, o la parsimonia en el hablar a la que
se someta a las mismas. As, Motona escribi que pareca que las muchachas
mexicas "haban de ser sordas y mudas".t Pero para un japons, a quien sus
padres han advertido que la verbosidad es uno de los defectos ms abominables,
sobre todo para el varn y que hay que hablar lo menos posible y cuando hace
falta, esta enseanza de los huehuetlatolli parece natural.
Otra observacin que creemos propia sobre los huehuetlatol es su carcter
ms ceremonioso o ritual, que propiamente admonitorio. Su retrica y esmero li-
terario nos llevan a suponerlo. Desde luego, es evidente que no pueden ser pala-
bras improvisadas que prorrumpen en el momento preciso de reprender a nios o
a jvenes. Seran, a nuestro modo de ver, discunos o plticas que se repetan en
momentos de cierta importancia en la vida humana, como el nacimiento del nio,
el ingreso en el centro docente o el matrimonio, y que se transmitan de padres a
hijos.
ra p. 63.
Cartas ele Indias, 1871 ,
183 Motolina, 1971, p. 309.
54 r,A EDUcAcrN coMo coNeursrA
_ , Toda esta etapa inicial de educacin de los nios no poda estar desprovista
de los castigos apropiados. En el caso de los mexicas, los castigos que imponan a
los hijos desobedientes, mentirosos y descuidados eran bastante duros. S les cas-
tigaba azotndoles con ortigas, punzindoles con espinas de maguey hasta sangrar,
pellizcndoles hasta dejarles llenos de cardenales, golpendoles con un palo, de-
jndoles sobre el suelo mojado o hmedo atados de pies y manos, colgndoles
atados de pies o hacindoles respirar el humo de chile quemado. Por si esto fuera
poco, la ley autorizaba a los padres a que vendiesen como tlatlacotin a sus hijos
en caso de que resultaran incorregibles a pesar de las repetidas amonestaciones y
cargos corporales.ls4 Si algunos de estos desgraciados vendidos como tlatlacotin
perseveraban en su indisciplina, aun despus de dos o tres amonestaciones de par-
te de sus amos, stos les echaban collera para ponerlos en venta en el mercado, y
en caso de ser vendidos tres o cuatro veces sucesivamente a causa de su mal com.
portamiento, se les poda adquirir como tlatlacotin destinados al sacrificio.lss As,
parte de los hijos rebeldes y descarriados podan ir a parar al sacrificadero de los
templos.
Educacin escolar
Teniendo en cuenta el hecho de que durante siglos el valle de Mxico haba sido
escenario de frecuentes invasiones y numerosas guerras entre sus habitantes, es
posible que para todos ellos fuese una constante preocupacin el adiestramiento
militar de sus jvenes. Esto originara en fechas tempranas instituciones especfi-
cas a tal efecto, bajo la invocacin de deidades que las protegiesen con su inter-
vencin sobrenatural. As entre los pueblos nahuas naceran las primeras institu-
ciones educativas con nes militares.
La educacin escolar de los mexicas durante su periodo histrico se realiz
principalmente en dos @ntros docentes: el calmcac y el telpochcal. El origen
de ambos tal vez se remonte a los tiempos gentlicos de los mexicas, y no hay
manera de determinar su fecha siquiera aproximada. La nota distintiva entre los
dos centros de educacin es que el calmcacestabadedicado al diosQuetzalcatl,
en tanto que el telpochcalli estaba encomendado a la proteccin de dos grupos
humanos que se distinguan uno de otro por su culto religioso: el uno adoraba a
Quetzalcatl, y el otro veneraba a Tezcatlipoca.
El calmcac y el telpochcalli ya llevaban mucho tiempo de existencia cuando
Mslee.h.i$r1p--Uu."rnin", consclente de la necesidad de que el gobierno central
tdtna$e l iici.de la educacin del pueblo mexica, dict aquella ordenanza
coricemiente a la'educacin de jvenes, h cual nos hemos referido anteriormen-
te. Esto se podr coitrprobar, pbr ejemplo, por el hecho curioso de que ni el cal-
mcac ni el ,telpochcalli-tenan, a pesar de que su objetivo principal era el adies-
tramieirto militar de los jvenes, al dios Huitzilopochtli por protector. Lo mrs
lgico hubiera sido que este dios fuese protector de ambos, o por lo menos de
uno de ellos, dado su carcter guerero por excelencia y su posicin preeminente
como dios tutelai d los mexicas. Pero no ocurri as. Su razn noJ parece bien
sencilla: el encumbramiento de Huitzilopochtli en el pensamiento religioso de los
l) Calmcac de Tlillan
2) Calmcac de Mxico
3) Calmcac de Huitznhuac
4) Calmcac de Tetlanman
5) Calmcac de Tlamatzinco
6) Calmcac de Yopico
7) Calmcac de Tzonmolco.2o4 rev^-ve
le8 Sahagn, l99, t. I, p. 307.
fi
tse Ixtlilxchitl, 1965, t. II, p. 154.
0r,
2m Corts 1970, p.641Motolina, 1971, p. 308.
t,
2ol Clavero, 1968, p. 162. ^
u2 Monz6n, 1949, p. 71.
2m Clavijero, 1968, p. 162.
na L6pez Austin, 1965, pp. 75-102.
58 LA EDUcAcrN coMo coNeursrA
del rey y los dems seores, iban al calmcac "algunos de los plebeyes".2l4
(s'
cordemos incluso que oficiales del arte plumario, los llamados amanteca, manda'
ban sus hdos al calmcac "para que aprendiesen el ocio toltecyotl".2ls Un l-
timo dato que debemos tambin a Sahagn afirma que los dos puestos del ms
alto rango de la jerarqua sacerdotal mexica estaban abiertos incluso a hijos de
macehualtin siempre que se tratase de personas merecedoras de tal dignidad y "en
la eleccin no se haca caso del linaje sino de las costumbres y ejercicios, y doc-
trinas y buena vida".zt6 Desde luego, para ocupar dicho puesto se requera que
fuesen individuos debidamente formados en el calmcac. Creemos que lo expues-
to es suficiente para calificar de simplista el supuesto al que hemos aludido al
principio. No pretendemos, sin embargo, sostener con esto que muchos de los
hijos de macehualtin ingresasen en el calmcac. No tenemos constancia docu-
mental alguna que d pie a tal supuesto. Diversos factores de la vida mexica, en
particular la condicin de la vida econmica de los macehualtin, determinaran
que la mayora de ellos prefiriesen para sus hijos el telpochcalli al calmcac. Esto
es evidente y la razn quedar puesta en claro en el curso de nuestro estudio.
Todava queda por contestar la siguiente pregunta: con qu criterio, enton-
ces, se decida mandar un hijo al calmcac o al telpochcalli? Dos datos expuestos
parecen darnos una respuesta. Uno es el primero de los tomados de Sahagn, que
dice: ". . . y esto a la voluntad de los padres. ..",yelotro esde Francisco Her-
nndez, quien apunta: ". . . congruentemente a la naturaleza de cada uno". Am-
bos atribuyen a la esfera personal de los padres o de su hijo el factor determinan-
te de la decisin. No tenemos, por lo pronto, ningn otro dato que refute este
supuesto personalista. Pero no dejamos de ver en el mismo un punto dbil, por-
que no debemos olvidar que tanto el calmcac como el telpochcalli eran institu-
ciones encomendadas a la proteccin de deidades, y que la decisin sobre el cen-
tro de educacin a donde mandar a su hijo era dedicarlo o consagrarlo a la deidad
protectora del centro escogido. La cosa era, a nuestro modo de ver, demasiado
grave para que los padres la determinasen teniendo en cuenta slo los elementos
personales tanto de s mismos como de su hijo. Por otra parte, sabemos que cada
uno de los calpulli tena su calmcac o su telpochcalli, y que, como hemos asen-
tado antes, las gentes de aquellos calpulli poseedores de calmcac eran probable-
mente adoradores del dios Quetzalcatl, mientras las que disponan de telpochcalli
lo eran del dios Tezcatlipoca. Teniendo esto en cuenta, nos parece ms lgico
pensar que los padres determinaban el centro de educacin al cual mandar a su
hijo de acuerdo con el culto religioso a que pertenecan. Desde luego, esto no
pasa de ser un supuesto, pero por de pronto nos convence ms. Hay que advertir
sin embargo, que esta barrera divisoria de carcter religioso no era infranqueable,
pues el hecho ya sealado de que los puestos de los sumos sacerdotes estuviesen
abiertos incluso a los de extraccin humilde, comprueba que poda haber casos
de hijos de macehualtin que se educaran en el calmcac. En cuanto a los artesa-
nos plumarios que enviaban sus hdos al calmcac se podr considerar que, siendo,
tal vez, dichos ociales pertenecientes a un grupo tnico antiguo y diferente de
los mexicas que con el avance de Tenochtitlan haba sido incorporado a esta
sociedad, disponan probablemente de un centro de educacin propio que se
A esta pltica de ofrecimiento del hijo por parte de sus padres, los sacerdo'
tes respondan con otra en los siguientes trminos:
247 Jbid.,p.328.
28 lbid.,p. 123.
24e lbid., p. 3t9.
66 LAEDUcAcTNcoMocoNeursrA
Tenemos aquf la imagen de los maestros del calmcac en las varias funciones
que ejercan como intelectuales de la sociedad mexica, los maestros del calmcac
eran sacerdotes celosos de cumplir con sus deberes religiosos. Eran retricos h-
biles, observadores diligentes del movimiento de las estrellas, depositarios de la
sabidurla, poseedores de la escritura y conocedores de los calendarios xiuhpo-
hualli y tonalpohualli. A ellos les competa ensear y preparar a los jvenes,
Nada ms expresivo que la frase "Yo canto las pinturas del libro", porque el
aprendizaje mnemotcnico tena a su vez que contar con algn medio apropiado
pita tnayt rendimiento. El recurso era el canto o la poesa. Los comentarios de
ios manuscritos se transmitan en forma de frases rtmicas a los alumnos' Ya lo
deca tambin en la cita anterior lxtlilxchitl: "todos los cantos que observaban
sus ciencias e historias". Como consecuencia de tal enseanza, "haba tambin
entre ellos personas de buena memoria que retenan y saban aun sin libros con-
xs lbid., p. 15.
zso lxtlilxchitl, 1965, t. II, p. 18.
67 Len-portilla, l97O (a), p.66.
68 LA EDUcAclN coMo coNQUIsrA
tar y relatar como buenos biblistas o cronistas el suceso de los triunfos y linaje
ds lgs s6fls99".258
La vida de los jvenes del calmcac era de tipo comunal, o sea: coman, dor-
man, estudiaban y trabajabanjuntos. Su sustento se abasteca con las rentas que
producan los terrenos pertenecientes a los templos, cuya labranza corra a cargo
de ellos mismos. En caso de que alguna familia contribuyera, se reparta entre to-
dos por igual. Del ascetismo que rega en el calmcac ya hernos hablado antes. Es
probable que mientras eran estudiantes del calmcac, no se les diese permiso para
volver a su casa. Esto cerraba, como consecuencia, la puerta del calmcac a los
hijos de macehualtin, porque sus padres necesitaban de ellos para las faenas agrco-
las, y en el caso de los hijos de artesanos, el aprendizaje del oficio requera que se
quedasen largo tiempo al lado de sus padres. Que sepamos, slo los hijos de arte-
sanos plumarios, los llamados amanteca, aprendan su oficio en el calmcac, pero
probablemente se trataba de un calmcac especial del grupo, como ya hemos
sugerido.
Cuando los jvenes del calmcac dejaban la institucin, era para contraer
matrimonio. Se casaban por lo comn a los veinte aos de edad. El celibato slo
estaba justificado cuando uno escoga la vida sacerdotal. Los que huan de la vi-
da matrimonial aun despus de la edad casadera se convertan en objeto de opro-
bio, y en Tlaxcala se les trasquilaba en seal de aborrecimiento. A los que no
contraan matrimonio ni se hacan sacerdotes, se les echaba del calmcac.
Los egresados del calmcac estaban llamados a desempear cargos de alta
responsabilidad en el gobierno. El tlatoani, los constituyentes del Consejo de los
Cuatro, los jueces de tribunal, los generales de la milicia, los sacerdotes y otros
dignatarios se reclutaban de entre los hombres formados en el calmcac. Respec'
to a la carrera que seguan los hijos de los tlatoque pasados, que se educaban en
el calmcac, dice Tezozmoc lo siguiente: ". . . que algunos se han hecho canto-
res, otros cuachicmees, otros otomes, y los dems van tomando vuestros nom-
bres y renombres de tlacatcatl, tlacochclcatl, ticocyahucatl, acolnahucatl,
ezhuahucatl y otros menos. . ."2s9 No todos resultaban dignatarios burcratas o
militares o sacerdotes, sino que habra algunos que se hacan cantores, es decir,
a nuestro juicio, sabios poetas a la manera de Nezahualcyotl. En vista de este
ltimo dato debido al historiador tenochca, aun en la capital del valle de Mxico,
donde imperaba un militaismo exaltado, parece que la milicia no era el nico
camino para ganar honores. En Tetzcoco, la estima para con los valores cultura-
les mereca las siguientes palabras de Pomar: "Esforzbanse los nobles y aun los
plebeyos, si no eran para la guerra, para valer y ser sabios, componer cantos en
que introducan por va de historia, muchos sucesos prsperos y adversos y he'
chos notables de los reyes y personas ilustres y de valer. Y el que llegaba al pun-
to de esta habilidad era tenido y muy estimado, porque casi eternizaba con
estos cantos la memoria y fama de las cosas que en ellos componan y por esto
era premiado, no slo del rey, sino de todo el resto de lss 6!1s3".2o Aqu nos
encontramos otra vez con la poesa, el arte de "la flor y el canto" que haca
inmortal la memoria y fama del hombre, un medio muy cultivado en el calm-
cac por los tlamatinime, sus maestros.
Hemos visto cmo la educacin mexica haba concentrado a travs del cal'
mcac toda aquella tradicin cultural mesoamericana, de la cual era transmisora,
en una minoria de la sociedad en vez de difundirla entre todo el pueblo comn.
Lo malo fue que dicha minora, la nica depositaria de las altas manifestaciones
de la cultura, fuese al propio tiempo el grupo guerrero superior de Tenochtitlan,
el cual se puso naturalmente al frente de la empresa defensiva de su comunidad
al estallar la guerra de la conquista espaola. En sta murieron muchos de los
miembros de aquella excelsa minora directora -altos funcionarios de gobierno
y sacerdotes sabios-, que prefirieron morir en defensa de lo suyo a pactar con
Corts,2t y que a fin de cuentas dejaron descabezada a su sociedad: "de los me-
xicanos murieron ms de doscientos cuarenta mil, y entre ellos casi toda la no'
bleza mexicana, pues que apenas quedaron algunos seores y caballeros, y los
ms nios y de poca edad".%2 Los que sobrevivieron a la guerra, como se suele
observar en casos semejantes, se pasaron ms tarde al bando de los vencedores.B
As pues, la sociedad mexica no solamente perdi su cabeza poltica, sino tam-
bin su propia cultura: la de los hombres educados en el calmcac. El tonalmatl,
el xiuhmatl, el temicmatl y otros manuscritos mexicas quedaban convertidos
en un acervo de papeles ininteligibles.
Muerta la mayor parte de la culta minora dirigente, sus pocos sobrevivientes
fueron presa de una honda desesperacin por s mismos y por su futuro. El fene-
cimiento de la cultura mexica era inminente. Unos sesenta os despus de la
conquista espaola se escribieron las siguientes palabras: ','aunque hay indios vie-
jos de ms de ochenta aos de edad, no saben generalmente de todas sus antige-
dades, sino unos, uno, y otros, otro. Y los que saban las cosas ms importantes
que eran los sacerdotes de los dolos, y los hijos de Nezahualpiltzintli, rey que
fue de esta ciudad y su provincia, son ya muertos".264
Antes de dar por terminada nuestra descripcin sobre el calmcac, quisira-
mos subrayar una observacin acerca de esta institucin educativa mexica, aun-
que se trata de un supuesto no suficientemente fundamentado en las fuentes
disponibles. Es el siguiente: es probable que entre los siete calmcac que conoce-
mos de Tenochtitlan hubiese alguno que estuviera particularmente dedicado a la
educacin de los hijos de tlatoque. En caso de haber existido, se sera tal vez el
Tlillancalmcac, del cual dice Durn que era el sitio "donde se criaban los hijos
de los reyes y seores".2S Sabemos, por el mismo historiador y por Tezozmoc,
que all fue educado Ahutzotl por un viejo ayo que lo tena bajo su cuidado, y
cuando le eligieron sucesor de Tzoc, todava estaba all.66 Tambin sabemos
que al elegr nuevo tlatoani a Motecuhzoma Xocoyotzin, tuvieron que ir a bus-
cirlo a un calmcac, donde lo encontraron barriendo el templo.2z Desgraciada'
mente no disponemos de constancia documental que aclare si este ltimo calm'
cac era el miimo que aquel en donde se haba educado Ahutzotl. Pudiera serlo.
Tlillancalmcac era el templo dedicado a la diosa Cihuacatl y haba tres sa'
cerdotes a su servicio.tE Y cuando cazaron aquella grulla con espejo en la cabeza,
fue a este templo a donde la llevaron para ensersela a Motecuhzoma Xocoyot-
zin, el cual, extraado por lo que haba visto en dicho espejo, mand llamar a los
sabios y adivinos para que se lo explicasen, pero el ave se desapareci y no pudie-
ron responder nada.269 Con base en esto, Se puede suponer que los tres sacerdotes
al servitio de la diosa Cihuacatl eran agoreros o intrpretes de sueos, es decir,
aquellos que saban manejaf el temicmatl, una de las materias de enseanza del
c"lmc"c, como hemos visto antes. Muchos incidentes durante los das inmedia-
tamente anteriores a la llegada de los primeros espaoles a Tenochtitlan nos
prueban cmo tena obsesionado a Motecuhzoma Xocoyotzin el arte adivinato-
iio, d. lo cual se puede deducir que tal habilidad tena mucha importancia en la
vida pblica de Tenochtitlan. Por ello su enseanza en el calmcac sobre todo en
aquel donde se educaban los hijos de tlatoque.
Otro detalle que nos conduce a pensar en una ntima relacin entre Tlillan'
calmcac y los tlatoque es el hecho de que el puesto del primer consejero de stos,
ocupado urante la mayor parte de la historia de Tenochtitlan por Tlacalel,
quien sirvi a Itzcatl, Motecuhzoma llhuicamina, Axaycatl, Tzoc y Ahutzotl'
lievase como ttulo de dignidad el nombre de Cihuacatl. No cabe suponer que
este ttulo fuera tomado del nombre de la diosa a la que estaba dedicado el cal'
mcac donde se criaban y educaban los hijos de tlatoque, con el deseo de que el
primer consejero del tlatoani fuese para ste como una especie de protector caris-
mtiro de la diosa Cihuacatl? Esto lo apuntamos slo a ttulo de hiptesis de
trabajo.
podra buscar, por ejemplo, en el hecho de que para los hijos de principales la
educacin del telpochcalli no implicaba siempre un cierre total de su encubri-
miento posterior en la escala jerrquica social de Tenochtitlan -esto lo decimos
aun sabiendo que para ciertos cargos de gobierno de alto rango, se requera cier-
tamente como condicin necesaria que fuesen hombres formados en el calmcac,
como en los casos del tlatoani o del juez de tribunal-, porque su suerte y valenta
en el campo de batalla poda salvar bastante este inconveniente en caso de serlo.
Por otra parte, es verdad que durante casi toda su historia, la sociedad mexica se
mostr abierta y generosa en cuanto a la admisin de elementos populares en el
seno de sus grupos dirigentes, siempre que fuesen individuos dignos de tal extrac-
cin honrosa, como hemos observado antes en el procedimiento de eleccin de
los dos sacerdotes supremos de la organizacin religiosa de Tenochtitlan. La pol-
tica aristocratizante de Motecuhzoma Xocoyotzin fue precisamente una actitud
reaccionaria frente a lo hecho por Ahutzotl, su antecesor, que habra llenado el
gobierno y el palacio de elementos populares.29l El ambiente sufrira un viraje
notable slo cuando Motecuhzoma Xocoyotzin asumiera el cetro de tlatoani,
pero sabemos que aun a este tlatoani amigo de la aristocracia se le ocurri en una
ocasin elevar al puesto de gobernador de Xochimilco a un pobre macehualli.zm
sin embargo, dentro del telpochcalli los hijos de principales y los de macehualtin
no eran tratados de igual modo, segn consta en las siguientes palabras de Durn;
". . . y aunque todos estaban de una puerta adentro los hijos de los reyes y de
los grandes siempre estaban ms respetados y mirados trayndoles las comidas
de sus casas, en particular especialmente a los hijos de Montezuma y de otros vale-
rososprincipales y seores".2e3 Estopuede ser unanotacontrastante del telpoch-
calli frente al calmcac, en donde como sabemos a todos se les someta a un mis-
mo tratamiento, desconociendo la procedencia de los muchachos. pero esto es
muy comprensible, porque en el calmcac la minora eran hdos de macehualtin,
en tanto que la del telpochcalli eran hijos de principales.
como es de suponer, el ingreso de un muchacho en el telpochcalli, casa del
dios Tezcatlipoca, no era sino cumplir la promesa que sus padres haban hecho
previamente a dicha deidad. El voto de ofrecimiento del hijo por sus padres se
haca en un banquete preparado por stos al que venan nvtos los maestros
del telpochcalli, llamados telpochtlatoque, "caudillos de mancebos", segn tra-
duce Torquemada.2e4 una vez dispuesto todo, los padres se dirigan alos tel-
pochtlatoque en los siguientes trminos:
Aqu os ha trado nuestro seor, creador del cielo y de la tierra; os
hacemos saber que nuestro seor fue servido de hacernos merced de
darnos una criatura, como una joya o pluma rica que nos fue nacida;
por ventura se criar y vivir; y es varn, no conviene que le mostremos
oficio de mujer, tenindole en casa. Por tanto os le damos por vuestro
hr.io, y os lc encargamos, porque tenis cargo de criar a los muchachos y
mancebos, mostrndoles las costumbres pata que sean hombres valien-
tes y para que sirvan a los dioses Tlaltecuhtli y fonatiuh, que son la Tie-
rra y l Sol; [y para que sirva] en la pelea, y por esto ofrecmosle al seor
dio todopoerbso Yotl o pr otro nombre Titlacahuan o Tezcatlipoca.
Por ventura se criar y vivir, placiendo a dios, entrar a la casa de
penitencia y del lloro que se llama telpochcalli [y] desde ahora os lo en-
tregamos para que more en aquella casa donde se crfan y sden hombres
valientes, porque en este lugar se merecen los tesoros de dios, orando y
haciendo penitencia y pidiendo los tesoros de misericordia y merced de
darles victorias, para que sean principales, teniendo habilidad para go-
bernar y regir la gente baja.
Y nosotros, padres indignos, por ventura merecer nuestro lloro y
nuestra penitencia que este muchacho se crle y viva? No por cierto,
porque somos indignos viejos y viejas caducos! Por tanto, humildemen-
te os rogamos que le recibis y tomis por hdo, entrar y vivir con los
otros hijos de principales y otra gente que se crlan en casa de telpochcalli.
A esta pltica de ofrecimiento por parte de los padres del nio o joven res-
pondan los telpochtlatoque con otra, que era del siguiente tono:
pos posteriores a la conquista: "y ellos (los alumnos de las escuelas), por muy principales
que sean, no se dcsdean, antes se precian, de servi en las iglesias y monasterios en cuales-
quier oficios, cuanto quiera que sean bajos, como son el cocinar y barrer, etc., la cual vrtud
de humildad y religiosa piedad, como tan anexa a la lcy dc Cristo, debiera de prevalecer ms
entre los quc se ticnen por verdaderos cristianos" (Garca lcazbalceta, l9al tbl, p. 57).
u Sahagn, 1969, t. I, p. 30l; Motolina, 1971,p. 312.
$3 Sahasn, 1969, t. I, pp. 301-302.
na Op. cit., t. ll, p. 3l l.
s Motolina, l9'l I, p. 312.
u lbid.,p.3l3.
s? Sahagn, 1969, t. l, p. 302; Hernndez, 1945, p. 24.
s Sahagn, 1969, t. I, p. 302.
0 Motolina, 1971, pp. ll2-313.
EL MUNDO MESOAMERICANO 77
Es de inters notar que se les enseaba al mismo tiempo medios tiles para
su vida econmica. Terminado el adiestramiento militar en el telpochcalli, los
soldados avezados en la guerra se encargaban de dar retoque a lo que losjvenes
haban aprendido en el plantel, llevndoles consigo a la batalla.3tt
La obligacin tributaria de los muchachos del telpochcalli quedaba cumplida
por el servicio prestado en las obras pblicas ya mencionadas. su vida econmica
se cubra por las rentas de los terrenos que posea el telpochcalli cuya labranza
realnaban ellos mismos. Hay, sin embargo, datos que nos obligan a matizar un
poco esta idea. Primero, sahagn dice que, aunque los muchachos del telpochcalli
"dorman todos juntos. . . en cada casa de telpochcalli, y castigaban al que no iba
a dormir a estas casas, coman en sus casas propias",3l2 sg decir, aun el sustento
de aquellos que llevaban ya vida comunitaria, corra por cuenta de los padres.
Motolina dice que los que iban a casa a ayudar a sus padres en las faenas agrco-
las, volvan al telpochcalli, "trayendo de lo que cogan para su ssmidd".3r3
Cumplidos los veinte aos, sus padres pedan a los telpochtlatoque licencia
para sacar a sus hijos de la vida comunitaria de telpochcalli a fin de casarlos.3r4
Un detalle de este centro de adiestramiento era que, si la familia era pudiente,
los padres daban diez o veinte cuachtli -una especie de manta que serva de
medio de cambio entre los siss-315 a los telpochtlatoque por concepto de
"colegiatur".316
El porvenir de los muchachos formados en el telpochcalli dependra, desde
luego, en gran parte de su suerte y bravura en el campo de batalla. Si un mucha-
cho lograba apresar por s solo un cautivo, se le conduca a la presencia del tla-
toani para ser conocido como valiente, y el tlatoani le conceda el ttulo de tel-
pochtli yaqui tlamani, o sea, "mancebo, guerrero, cautivador".3tz Recordemos
que yaqui se llamaba tambin el propio dios Tezcatlipoca. Se permita que varios
jvenes principiantes colaborasen entre s para cautivar a un enemigo, y en este
caso el honor se reparta entre los coparticipantes de la hazaa. Pero desde el
segundo cautivo en adelante, la tarea ya no era divisible, sino que tena que lle-
varse a cabo por us sels.3l8 si se tena suerte en las campaas cogiendo cauti-
vos, se poda ir subiendo de jerarqua social: el tiachcauh, el telpochtlato, el
tlacatcatl, el tlacochclcatl, el cuauhtlato, el achcauhtli eran las dignidades que
le esperaban.3le Pero a los que no alcanzaban ningn xito militar, "hacanles
una corona en medio de la cabeza, que era suma afrenta, y si ste a quien hicieron
la corona por afrenta tena que comer, tena maizales u otra hacienda, viva de
su hacienda y no curaba de la guerra, sino quitbase la vedija. A este tal no le era
lcito traer manta de algodn ni maxtle (braguero) de algodn, sino manta de
ixtli (henequn) y maxtle de ixtli, sin ninguna labor; esto era seal de villano".32o
El mayor nfasis de la educacin del telpochcalli se pona indudablemente
en el orden militar, y su consecuencia era muy diferente del de la educacin del
calmcac. Por ejemplo, en la educacin religiosa, a los jvenes del telpochcalli se
les enseaban "las mismas costumbres y doctrinas" que a los del calmcac, pero
"salvo cosas de sus ceremonias".32l Tampoco se les enseaba en el telpochcalli el
arte de buen hablar, el tecpillatolli. No tenemos constancia documental demos'
trativa de que a los del telpochcalli se les ensease la historia a base de comenta'
rios de los manuscritos a cargo de los tlamatinime. Todas estas materias estaban
reservadas para los del calmcac. Estas faltas y la libertad de vida que se permita en
la institucin impedan que sus egresados ocupasen puestos de rango superior
en la sociedad: "Y de estos mancebos no se elegan los senadores que regan los
pueblos, sino otros oficiales ms bajos de la repblica, que se llamaban tlatlacate'
ca y tlacochcalca y achcacauhtin, porque no tenan buena vida, por ser amance-
bados y osaban decir palabras livianas y cosas de burla, y hablaban con soberbia
y osadamente".32z El telpochcalli, era, pues, un plantel para formar soldados
peones y sus jefes militares inmediatos, sin atender la transmisin de valores cul-
turales como el calmcac. Con razn Motolina calificaba de "capitana" al
telpochcalli.3a
Al Estado mexica no le interesaba educar a sus jvenes sbditos en el tel'
pochcalli -en ste se educaba su mayora-, sino para servirse de ellos como bue'
nos contingentes de milicia, desprovistos de toda pretensin de superarse, una de
las finalidades de la educacin. En el telpochcalli la formacin consista sobre
todo en habilitar a los jvenes para el ejercicio del arte militar e imbuirles, por
medio de los cantos en el cuicacalli, el pensamiento poltico-religioso oficial del
Estado. De ah no se pasaba. Nunca interes que de los muchachos del telpoch'
calli saliese alguno que fuera depositario de los altos conocimientos culturales de
la comunidad o que pretendiera tomar la iniciativa en algn orden de la vida p'
blica de Tenochtitlan. Nada de esto. Interesaba slo que la educacin en el tel'
pochcalli proveyese de elementos humanos capacitados y tiles para la Suerra,
ciegamente obedientes al mando superior del tlatoani. Un buen ejemplo lo en'
contramos en los aguerridos cuacuachictin, de los cuales dice Sahagn: "son teni'
dos en mucho en la guerra, porque pelean como desatinados y no tienen en nada
la vida, sino que buscan la muerte por va de valenta",324 pero al mismo tiempo
"tenanlos por inhbiles para cosa de regir", porque eran hombres "alocados";
por ser "atrevidos y disolutos en hablar o en burlar" ningn cargo notable se
concedi jams a ninguno de los cuacuachictin.32s Dicho de otro modo, se trata'
ba de seres que servan de instrumento sin preparacin intelectual alguna, que
del gran cu del uichilobos, y por devocin suya o de otro dolo de mujer,
que
..i-"n que era su abogada pira casamientos, las metan sus padres en aquella
religin iasta que se csaban".33l Durn hace otra descripcin semejante de la
vida de recogimiento de las muchachas.3il2
Tanto el calmcac como el ichpochcalli se hacan cargo de la educacin es-
colar de las jvenes. Se podr decir que eran ofrecidas a aqul o a ste-conforme
a lo que hemos referido con respecto al ofrecimiento de hdosvarones al calmcac
o al telpochcalli. Hecho el voto de ofrecimiento, las nias quedaban prometidas
a uno u otro de los dos centros de educacin, o mejor dicho, a sus dioses protec'
tores respectivos. Las madres de las nias prometidas al calmcac quedaban a su
vez comprometidas a llevar al templo cada veinte das ofrendas de escobas, lea
y copal para servicio.::':l Luego las sustituan sus hijas en el transporte de ofren'
as uano stas empezaban a andar.334 Ms tarde -no podemos decir a qu
edad- ingresaban en el calmcac, en donde viviran como cihuatlamacazque,
"sacerdotisas", bajo la vigilancia de unas viejas llamadas cuacuacuiltin, hasta que
se las sacaba Para casarlas.33s
En cuanio a las nias prometidas al ichpochcalli, de una cita que hemos trans-
crito antes de Torquemada, se puede deducir que aun siendo pequeas ya empe'
zaban atrabajar en alguna forma al servicio de su dios protector bajo la direccin
de las ichpoctlatoque.r:e su cuidado corra a cargo de stas33? y de las ichpoch'
tiachcauhtin,s que, a juzgar por su nombre, deban ser muchachas mayores que
atendan a sus compaeras ms pequeas, lo mismo que los tiachcauhtin con res'
pecto a los jvenes vafones del telpochcalli, en tanto que las primeras eran maes'
iras de las muchachas, igual que los telpochtlatoque, de los jvenes varones. A
diferencia de las nias del calmcac, las del ichpochcalli parece que no llevaban
siempre vida comunal, sino que muchas veces se quedaban en casa de sus padres'3:le
Esto se nos hace muy lgic, porque vemos a las nias mexicas ocupadas desde
pequeas en las faenas del hogar en ayuda de sus madres. Les correspondera
i.t'hutt.t el algodn, atender a sus hermanos menores y otros trabajos sencillos'
Adems del calmcac y el ichpochcalli, haba entre los mexicas un tercer
modo de educacin femen-ina, que era la permanencia voluntaria en la vida al
servicio de la religin.3'o Cualquier muchacha, o mujer ya mayor' que quisiese
vivir en el templo durante alguna temporada, lo poda hacer segn su propia vo-
de sus ma'
luntad. Las que vivan en retiro se sometan a una estricta vigilancia
Al ingresar en el templo, se
V"i.t, q"ir",is cuidaban ante todo de su honestidad.
dorman
es cortaba el pelo para distinguirlas de cualquier otra; las muchachas
juntas y vestidas; tenan la obligacin de-levantarse tres veces durante la noche
i.i" *"ptii con'el servicio reliiioso; hacan penitencia de autosacrificio; durante
Adems
su estancia en el templo llevaban un rgimen de comida muy modesto.
de esta disciplina de carcter religioso, deban realizar faenas al servicio del tem-
plo: trabajaban de hilanderas, tejedoras y costureras para hacer ornamentos reli'
giosos; prparaban los alimentos para los dioses y sus sacerdotes; bagan y lim'
piuUun t timplo; en algunas fiestas tomaban parte en el macehualiztli,ladanza
de propiciacin. Durante su pemanencia en el templo, su sustento corra a cargo
de sus familias principalmente, aunque contaban tambin con "las erogaciones
comunes de los ciudadanos" y "las limosnas y beneficios implorados de algunos
hombres ricos y buenos que les daban de carne y tortillas calientes cuando esti'
maban que fuera necesario para ellas y para las oblacionq".34l [l llegar las mu'
chachas a la edad casadera, sus padres las sacaban de la vida de retiro mediante
una cefemonia en seal de agradecimiento a los dioses y a los maestros y maestras.
Eran varios, segn Francisco Hernndez, los motivos por los cuales las mu'
chachas y mujeres entraban a esta vida de retiro. Unas lo hacan por penitencia,
pidiendo a los dioses que les curasen enfermedades; otras ingresaban para aliviar
ia pobreza de sus padres; otras para solicitar se les concedieran riqueza y fortuna;
otras en busca de una vida de entrega y de servicio a los dioses. Pero el principal
movito era pedir a las deidades buenos maridos.342 Constitua, Pues, un medio
para preparar y dar disciplina a las jvenes para la vida matrimonial, a la vez que
las protega bajo signo religioso de cualquier peligro de deshonra.
Ya se hizo referencia a las dos clases de baile que haba entre los mexicas: el
macehualiztli y el mitotiliztli. El primero de carcter religioso, y ste recreativo.
El que se enseaba en el cuicacalli a los jvenes era el macehualiztli, que se ejecu-
taba para invocar, alabar y propiciar a sus dioses. Se bailaba, por lo tanto, no slo
con canciones, sino "con el corazn y con los sentidos del cuerpo".3tl8 Era un
modo de rendir culto a los dioses.
Muchos de los cantos que se entonaban durante estas actividades tenan por
objeto ensear por va oral las historias y proezas de los tlatoque y otros perso-
najes dignos de memoria: "Estos indios de Anhuac en sus libros y manera de
escritura tenan escritos los vencimientos y victorias que de sus enemigos haban
habido, y los cantares de ellos sabanlos y solemnizbanlos con bailes y dan-
zas".fe Sahagn cita un ejemplo de esta pica mexica que se refiere a un valiente
llamado Mixcatl.3so Adems, cadavez que haba algo que era motivo de festejo
-victoria militar, eleccin de nuevo tlatoani- los cantores poetas componan
canciones que recordaban y exaltaban las hazaas antiguas y las glorias de los
tlatoque pasados.3st La muerte de soldados valerosos en el campo de batalla
poda ser otra ocasin para que "todos los viejos cantores que tenan oficio de
lamentar semejantes muertes compusiesen cantares apropiados para el efecto".352
Visto as, se podr decir que haba entre los mexicas una intensa actividad litera-
ria, y por medio de estas composiciones picas los jvenes iban absorbiendo el
pensamiento poltico y el concepto de vida que el Estado se propona infundir
en su mente. Incluso delante de Motecuhzoma Xocoyotzin se cantaban tales
canciones para agradar sus horas de descanso.3s3 En fin, para los jvenes del
telpochcalli y las muchachas del ichpochcalli, que no tenan acceso al estudio de
la historia de sus antepasados guardada en los manuscritos, los cantares del
macehualiztli en el cuicacalli eran buena ocasin para que se instruyesen en ella.
Debemos a Sahagn este dato interesante: ". . . y si no lo metan [al hijo] en
la casa del regimiento -se refiere al calmcac-, metanle en la casa de los canto-
res, y encomendbanle a los principales de ellos, los cuales le imponan en barrer
en el templo, o en aprender a cantar, y en todas las maneras de penitencia que se
usaban".3i4 Por otra parte, recordemos que Tezozbmoc enumera a "cantores"
entre los egresados del calmcac. Teniendo a la vista estos dos informes, se po'
dra suponer que dentro del calmcac para los hijos de pipiltin hubiese un centro
especfico para formar cantores. Esto prueba a su vez que entre los mexicas se
conceda mucha importancia al cultivo de los cantares y la poesa. De cmo
se fomentaba sta en Tetzcoco, ya hemos trmscrito un testimonio de Pomar.
El cuicacalli tena otra funcin muy distinta. De acuerdo con Sahagn, era una
sala en el palacio del tlatoani en donde "se juntaban los maestros de los mancebos,
que se llamaban tiachcauhuan y telpochtlatoque, para aguardar lo que les haba
pssienaba, pues, el
de mandar el seor para hacer algunas obras pblicas".3Ss
386
#lrfffire7r'P
so SahagI9Q9, t. ll, p. 143.
' 3sl Clavijero, 1.9$8, p. I I l.
3s2 Durn, l96?lt'd, P. 153'
353 f6qsmf,a,{969, t. l, p. 230.
3s4 Sahagn, 1969"\r. ll' P. 328.
3ss lbid., p.3l l. '
'
EL MUNDO MESOAMERICANO 83
El hombre maduro:
un corazn firme como la piedra,
un rostro sabio,
dueo de una cara, un corazn,
hbil y comprensivo.36l
En esta ltima cita vemos bien descritas las dos funciones primordiales del
maestro mexica: "hace sabios los rostros ajenos" y "hace fuertes los corazones".
Esto es lo que se podra llamar, en trminos de actualidad, formacin de la per'
sonalidad, como dice Len-Portilla. Es til que nos fijemos en el hecho de que en
nhuatl el verbo "ensear" o "instruir" sea ixtlamachta, o sea que incluye el tr'
mino ixtli, "rostro". Esto seala que para los mexicas no bastaba con que la en'
seanza fuese una mera transmisin de "cosas" -en nhuatl, tla-, sino que stas
fuesen dirigidas al rostro de los educandos y que se lo conviertiesen en "sabio".Y
adems, este rostro hecho "sabio" no se deba conmover ni alterar ante las vicisi-
tudes de la vida, porque estaba sostenido por el corazn "firme como la piedra".
No cabe duda de que tal finalidad de educacin bidimensional se persegua
en el calmcac, donde el programa de educacin se constitua, como hemosvisto,
de dos tipos de adiestramiento: el uno militar y dirigido a la dimensin corazn,
que se llevaba a cabo mediante ejercicios y fortalecimiento fsico con miras a
fomentar en los jvenes el sentido del deber y de la responsabilidad, la fuerza de
voluntad para ejecutar sus deberes; el otro intelectual y apuntado a la dimensin
del rostro, que consista en aprender el arte de buen hablar, en instruirse en el
conocimiento calendrico, en los hechos de historia de su pueblo, en el pensa-
miento de los tlamatinime.
El fruto de tal educacin puede apreciarse con claridad en la figura ya men-
cionada de Ahutzotl que, segn Durn, se comport "con una gravedad y mesura,
no de nio como era, sino de viejo muy anciano" y que saba ya hablar en tecpi-
llatolli, lenguaje culto de la nobleza, a sus sbditos "con una majestad extraa"; o
tambin en la de Nezahualpilli, de quien dice Torquemada: "pero llegando a la
edad de discrecin, comenz a dar olor de s, de lo que despus vino a ser en sus
reinos, mostrando mucha prudencia y uniformidad de voluntad con que haca
rostro a todas las cosas, mostrando en lo adverso nimo invencible, y en lo prs-
pero y pujante poca alteracin de gozo y alegra".36s Son stos dos buenos ejem-
plos del hombre con "el rostro sabio y el corazn firme como la piedra" que
persegua la educacin del calmcac.
Pero hay que insistir en que lo expuesto se refiere a la educacin del calmcac,
pues la del telpochcalli no aspiraba a tal realizacin bidimensional. En ste se
educaban hombres ante todo valientes, obedientes y tiles para la guerra, pero de
hacer "sabio" el rostro no se preocupaba.
Al abrrsele, como consecuencia de la victoria sobre Azcapotzalco, un nuevo
horizonte histrico, el Estado mexica vio mltiples posibilidades para su futuro
encumbramiento poltico en la regin de los lagos. Elabor, pues, un nuevo pro-
grama poltico y para realizarlo ech mano de la educacin, logrando al fin movi-
lizar eficazmente a todo su pueblo. No se haba equivocado el Estado al escoger
la educacin como medio prometedor para la consecucin de su propsito. La
educacin tena en el mbito mesoamericano una tradicin antigua. Como insti
tucin social era una prctica muy arraigada entre sus habitantes. Por ello la edu-
cacin mexica durante el periodo histrico de Tenochtitlan fue, desde un principio,
obra del gobierno central por excelencia, promovida y dirigida por la iniciativa
de un Estado fuertemente interesado en disponer de elementos humanos tiles
para su fin poltico. El intervencionismo estatal en el campo de la educacin fue
un hecho evidente.36
En efecto, tanto el calmcac como el telpochcalli, provistos de un nuevo im-
pulso y orientacin, entraron en plena actividad para poner pronto a disposicin
del Estado de un lado una minora dirigente adiestrada, y de otro numerosos
contingentes dispuestos a obedecer al mando del tlatoani. parte de la causa de
aquel rpido proceso de conversin de Tenochtitlan en primersima potencia del
valle de Mxico es atribuible, a nuestro juicio, al buen funcionamiento y rendi-
miento de la obra realuada en estas dos instituciones.
Al Estado mexica no le interes que el principio de "el rostro sabio y el
corazn firme como la piedra" se aplicase indistintamente a todos sus sbditos.
Un criterio discriminatorio determinaba desde el comienzo su poltica educativa.
Ya se haba dicho:
los seores mexicas deron:
no conviene que toda la gente conozca las pinturas.
Los que estn sujetos [el pueblo] se echarn a perder
y andar torcida la tierra. . .
Esta discriminacin queda de manifiesto en la diferencia que haba entre el
programa de educacin del calmcac y el del telpochcalli, y se evidenci con la
disparidad observada entre los hombres educados en uno y los formados en el otro
centro docente. Aqullos se comportaban con gravedad, mesura y majestad, due-
os de una faz inalterable lo mismo en lo adverso que en lo prspero, y stos
proferan palabras livianas y cosas de burla; los del calmcac empuaban entre
ss manos las riendas del Estado, mientras los del telpochcalli ni acceso tenan a
puestos de categora y responsabilidad a causa de su manera de ser poco refinada.
Como se ha visto frecuentemente en la historia, la educacin funcion en la so-
ciedad mexica como un factor de mayor diferenciacin social de sus miembros,
ya que un extremo de esta sociedad estaba formada por una minora poseedora
de toda la herencia cultural de la regin, y dejaba en el otro a una numerosa ma-
sa popular carente de ella. Dicho de otro modo, sirvi para mantener en vigor la
milenaria tradicin de Mesoamrica de que un grupo minoritario monopolizante
de los altos conocirnientos de la cultura de la comunidad -el calendario y la es-
critura, entre otros- mandase sobre la masa enajenada de los mismos.
Desde un principio, la educacin mexica estuvo fuerte y estrechamente
vinculada al mundo cultural que se desmantel ante la acometida espaola al co-
mienzo del siglo XVl. Por otro lado, su sumisin completa al inters del Estado
haca imposible que se mantuviese a cierta distancia del Estado y del mundo cul-
tural a los cuales serva. Antes bien, era parte indisoluble. No caba concebir
la educacin como hoy da podemos y solemos, en cierto modo desvinculada de la
sociedad y aun de la cultura en torno, atendiendo ms bien al desenvolvimiento
personal del educando. De este modo, al desaparecer la comunidad poltica y la
cultura mexicas como consecuencia de la conquista espaola, la propia educacin
se vio envuelta tambin en el mismo fenmeno de extincin. Ya no haba nada a
qu servir.
VTGENCIAS DE LA POCA
I lln casos de reyes y papas, los aos entre parntesis no son de la vida, sino del reinado
o papado.
2 Jover, 1948, p. 157.
s tbid., p. 169.
87
88 LAEDUoAoTNcoMocoNeursrA
16 A partir de la segunda mitad del siglo XllI, Aragn y Portugal se orientaron hacia la
expansin maftima por el Mediterrneo y el Atlntico, respectivamente, mientras Navarra
se entremeta progresivamente en la rbita francesa.
r? Snchez-Afbonoz, 1943, p,26.
92 LA EDUCACIN COMO CONQUISTA
Luego agrega:
Efectivamente, las campaas contra el Islam eran lo que prometa a los cris-
tianos riquezas y honras al mismo tiempo, como remuneracin de su valenta
personal a base de arriesgarse. El mismo Cantar sigue diciendo:
Para los espaoles medievales el pan, el oro y la plata deban ser ganados no
por la sosegada, pero persevefante digencia de trabajo y comercio, sino por el
arrojo estre-pitos con espadas y lanzas contra los enemigos opulentos del sur'
mentalidad econmica, que podra-
Quin no ericuentra expresiones de la mism
ilos calificar de mentaiidad de rapia, en los escritos de los conquistadores de
Amrica?
La Reconquista result ser una excelente palestra para forjar en,los espao-
les un pueblo tonquistador-colonizador-evangelizador. Las guerras de recupera'
cin de lo injustamente usurpado adiestr al pueblo espaol no como un guerrero
cualquiera, sino como uno especfico que ambicionaba poderarse del enemigo y
de lo suyo, el conquistador, a quien antes de destruir y exterminar a aquI, le
interesabi conse.uailo y aprovecharlo. As que tras la guerra segua la dura tarea
de colonizar, consistente en cultivar tierras, restaurar o fundar ciudades y organi'
zar el orden poltico-social bajo rgimen jurdico adecuado para las condiciones
de vida del lugar. En una palabra, obra de incorporar lo conquistado. Esto se haba
repetido a lolargo de la iteconquista, y un caso tpico lo podemos seflalar en el
de Granada, quJal poco tiempo de conquistada se convirti en centro de la vida
jurdica para ia mitd nreridional de la pennsula y en sede metropolitana, y ms
iarde fu el panten de sus conquistadores. Carlos I tuvo all su mejor palacio y
le dot de universidad. No encntramos repetirse todo esto en el caso ejemplar
de Corts y Mxico? Ya antes de acometer Tenochtitlan el conquistador extre'
meo haba dicho: "yo determino de ganar de comer en esta tierra o morir err
..psaba en el alma" la destruccin de la capital mexica.l9 De
ella",18 y a quien
hech, ganadi la ciudad, no se puso al frente de las obras de su reconstruccin
y se intres por incorporir al pueblo vencido, convirtindolo a la misma fe que
con todo su ser confesaba y por crear centros de saber, como dej mandado en
que
su testamento? Acaso la primera clusula de dicho documento no dispona
se le enterrase "en la mi villa de Coyoacn"?
Las tierras que los espaoles fueron conquistando no eran campos deshabita'
dos ni selvas vrgenes, sino tierras oCupadas por el "infiel". Por no ser as Fran'
cisco Vzquez Cironado no volvi a interesarse por las que haba descubierto'20
zz Vallcjo, 1913, p. 7.
26 Corts, 1970, p. 2O3;Garca lcazbalccta, l94l (a), pp. 34-35, 102-104.
2e Ricard,1947,p.426.
n lbid., p. 430.
96 LAEDUoAcINcoMocoNQUIsrA
Palabras que
pados y en todo lo que puede existir de ms ilustre en la lglesia".3l
la fundacin de tantos colegios
no ..rr.n de fundamento al tenerse en cuenta
clericales a que acabamos de aludir y que con toda razn se puede calificar de
fundada por el mismo rey (ao 1442). Incluso en Castilla esta corriente renacen-
tista encntr ambiente propicio para su arraigo y extensin, ya que la cultura
arbigo-espaola haba abonado durante largo tiempo el terreno con su arte'
literatura, filosofa y ciencias naturales. El Renacimiento contaba con un instru-
mento eficacsimo para dit'undir la nueva erudicin: la imprenta. Espaa la aco'
gi, instalndola primero en Valencia, donde se public en 1474 el primer libro
impreso en Espaa. Ms tarde, la imprenta se estableci en otras ciudades no slo
de la Corona de Aragn, sino de Castilla tambin.
La unin de las Coronas de Castilla y Aragn ensalz el prestigio de susreyes
en la poltica exterior, como se observa en los xitos alcanzados por Fernando e
Isabel. El fenmeno no se limitaba, sin embargo, a la esfera poltica, sino que se
extenda a la cultural. Ambos soberanos se mostraron grandes benefactores del
fomento de la cultura en sus reinos. Fernando se haba educado rodeado de hu-
manistas como Francisco Vidal de Noya, traductor de Salustio e Isabel tena en
su camarilla a Beatriz Galindo, alias la Latina, quien le enseaba latn. Escogie-
ron los reyes como preceptores de sus hijos a los hermanos Antonio y Alejandro
Geraldino, italianos, cuyo fruto vali elogios de Erasmo. Favorecieron a los im'
presores, otorgndoles el privilegio de exencin tributaria, en tanto que decreta'
ron que la importacin de libros fuese libre de todo impuesto. Ms tarde, el mis'
mo privilegio se aplicara a los libros exportados rumbo a Amrica.3 "Estudia la
reina, somos ahora estudiantes", dijo uno de sus contemporneos. El buen ejem'
plo de los monarcas fue seguido por sus vasallos, que se convertan en mecenas
de hombres de erudicin, a la vez que se dedicaban ellos mismos a diversas acti-
vidades culturales. Si de ltalia venan a Espaa el milans Pedro Mrtir de Angle-
ra (1459-1526) y el siciliano Lucio Marineo Sculo (1460-1533), descollaban a
su lado numerosos espaoles por su erudicin. Se contaban entre ellos Antonio
de Nebrija, autor de la primera gramtica castellana; Arias Barbosa, gran helenis'
ta; Juan de Vergara, traductor de Aristteles; Palacios Rubios, jurisconsulto;
etc. Tal fue el entusiasmo que haba entre los espaoles de la poca por el saber,
que alguien ddo: "no es tenido por noble el espaol que muestra aversin a las
letras y a los estudios".34 Entre los grandes propulsores de la cultura, se destaca
con singularidad la figura del cardenal Cisneros, quien, como veremos adelante,
con un programa de estudios ansioso de reforma eclesistica y de renovacin de
estudios, fund en 1508 la Universidad de Alcal, y llev a trmino la granempre'
sa filolgica de la publicacin de la Biblia PolglotaComplutense ( 1502- 1517). Es
conocido su deseo, si bien no lleg a realizarse, de invitar a Alcal a Erasmo, quien,
con todo, contara con muchos seguidores entusiastas en la propia Complutense.
El mundo cultural e intelectual de la Espaa al umbral de la modernidad se
mostraba alegre, confiado y optimista, preludiando el ya cercano Siglo de Oro de
sus letras y cultura en general.
ser que, a ttulo de prembulo del ltimo captulo de nuestro trabajo, esbo.
til
cemos en esta ocasin, si bien sea en trminos generales,la educacin vigente en
la Espaa de la poca de los Reyes Catlicos, puesto que es de sus planteles de
donde salieron los primeros educadores de la Nueva Espaa a raz de la conquista
espaola.
Al hablar d la edtcacin de la poca mencionada, es fozoso remontarse
hasta el siglo xlt, o quiz ms, en donde se seala la Sestacin de lo que sera ms
tarde la Universidad. Los sudia generalia fueron corporaciones de maestros y
estudiantes que se reunan, en la mayora de los casos, a la sombra de las catedra'
les, constituyendo las escuelas catedralicias, que ms tarde fueron haciendo cada
vez ms claro su perfil, al recibir cartas de privilegios del rey y bulas de reconoci-
miento del papa. Las universidades ms antiguas de Europa son las de Bolonia y
de Pars, a las cuales Barbarroja (l 152-l 190) y Felipe Augusto (l 180'1223) die'
ron sus sendas cartas en I 158 y 1200, respectivamente.3s
Por el mismo tiempo, tambin en Espaa la coyuntura histrica favorable al
despertar cultural, a la que nos hemos referido anteriormente, dio por resultado
lo que tiempos despus definiran las Siete partidtis del modo siguiente: "Estudio
es ayuntamiento de maestros e de escolares que es fecho en algn logar con vo'
luniad et con entendimiento de aprender los aberes". Ley l, ttulo 31, parti.
da r. Alfonso vilI (l158.1214) haba fundado en l2l2 o l2l4 un Estudio Ge.
neral en Palencia, donde haba desde haca tiempo tradicin docente, enviando
"por todas las tierras por maestros de todas las artes". Poco despus, Alfonso tX de
tn (1188-1230) fund a su vez otro Estudio General en Salamanca en 1215,
que cuarenta aos ms tarde fue confirmado por la Santa Sede. A mediados del
rimo siglo se form otro centro acadmico en Valladolid, que favorecieron Fer'
nando tII (1217-1252) y sus sucesores. En la Corona de Aragn, el primer Estudio
General fue el de Lrida, fundado en 1300 por Jaime rt (1276'13ll), quien que'
ra con esta medida evitar lo que diramos hoy la fuga de cerebros a las universi'
dadcs francesas. stas son las primerasuniversidadespeninsulares, entre las cuales
sera la de Salamanca la que se hara ms importante aquende los Pirineos, com'
partiendo la fama con las de Pars, Bolonia y Oxford.
A las universidades peninsulares las caracterizaban desde el comienzo el hecho
de que no fuese la espontaneidad como en el caso de las de Pars y Bolonia, sino
la iniciativa reat lo que llev a cabo sus fundaciones, y la falta de teologa en su
programa de estudio. Si la teologa se cultiv en Pars desde un principio con es'
pecial inters, en la pennsula ibrica slo en el siglo XV qued incorporada al
progr"ma universitario. ste comprenda, adems de las siete artes liberales, los
dos-derechos, civil o romano y cannico, medicina, filosofa y fsica, o sea, en l
iba incluido lo que se llamara hoy la enseanza secundaria. Conocemos algunas
obras que se usb"n como libros de texto: el catholicon de Juan de lanua, el
Vocabilarium de Hugucio y el de Papias, el Mammetractus de Juan Marchesini,
el Floretus y el Comutus de Juan de Garlandia , el Doctrinale puerorum de Ale'
jandro de Ville-Dieu , el Graecismus de Hebrard de Bethune , el Legenda Sancto'
'rum
de Jacobo de Vorgine, etc.3 El estudio jurdico se realizaba a base de
decretales, disposiciones conciliares, el Instituta, el Digesto,las .Sefe partida,las
"no se puede pasar sin ellos",43 lo cierto es que la educacin primaria impartida
al pueblo en general estuvo muy mal atendida, aunque hubiera probablemente es-
tudios a tal efecto a cargo de los municipios u rdenes religiosas, y consta docu-
mentalmente que en Catalua muchos municipios sostenan escuelas primarias.,l4
El concepto de educacin en vigor de la poca se concentraba en el aspecto
erudicin accesible slo para una minora selecta de la sociedad ms que en el
aspecto preparacin-capacitacin, necesario para todos y cada uno de la misma'
Esto porque antes de servir a los educandos, la educacin de la poca, influida
por el aristotelismo, se propona valerse de los mismos, viendo en ellos contri'
buidores a la causa de la cultura. Adems, vea en los estudiantes como una obra
de arte, como se desprende bien de las siguientes palabras de un pedagogo in'
gls de la poca: "Una hermosa continencia con una buena estatura da crdito a la
educacin". Lo perfecto se exiga en el espritu y en el cuerpo de los alumnos,
lo cual haca naturalmente estrecho el acceso a la educacin. La educacin no
exista an para los nios y jvenes, sino que stos para aqulla. Slo entrado el
siglo XVl, un cambio radical se produjo en el propio concepto de educacin,
cuando Luis Vives (1492-1540) asent el principio de la educacin universal, de
lo que nos ocuparemos ms adelante.
Por el momento, quisiramoshacerhincapi en lo siguiente: a partirdelprin'
cipio del siglo xllt en adelante, el entusiasmo por la educacin, estimulado por
el cultural, sigui creciendo en el ambiente social de Espaa, por muy deficiente
que fuese en muchos aspectos su realizacin. La evidencia est en las continuas
fundaciones de estudios de carcter vario, amparadas por privilegios concedidos
por el rey; en la preocupacin hasta por la enseanza primaria observada en las
palabras citadas de Gregorio Ix y de Enrique lI; en el hecho de las enseanzas
sostenidas por concejos municipales. No cabe duda de que tanto el rey como la
sociedad estaban muy dignamente interesados por la educacin y queran pro'
moverla en cuanto les fuese posible. Recordemos que las Siete partidas dedican
al tema educacin todo el ttulo 3l de la partida II. Tambin vendr al caso el
que Alfonso v el Magnnimo confirmase "la nobleza a todos los licenciados y
doctores en derecho que fuesen ciudadanos honrados de Valencia",'rs para llevar
adelante y honrar la vida intelectual en su dominio. As naci lo que podramos
llamar hidalgua de las letras.
Entrado el reinado de los Reyes Catlicos, el ambiente cultural de Espaa
sigui siendo alentado por un entusiasmo por el saber an ascendente. La feliz
poltica conjunta de Fernando e Isabel garantiz una paz interna necesaria y sufi-
ciente para el cultivo de ciencias y artes. Con anterioridad hemos hecho mencin
de la gran aficin que ambos soberanos mostraron al fomento de la cultura, de
las medidas especiales que tomaron para favorecer las actividades editoriales, la
importacin de libros extranjeros y del esmero que tuvieron en la educacin de
sus propios hijos que vali la alabanza de Erasmo. El epteto de Siglo de Oro es-
paol es bien aplicable tambin a la vida escolar del pas.
El afn general por la cultura de la poca se tradujo primero en una serie
de fundaciones educativas realizadasen Sigenza, Valladolid, Toledo, Santiago de
Compostela, Salamanca, Avila, muchas de las cuales se organizaron luego en uni-
ct lbid.,p.242.
aa lbid., p. 301.
4s lbid., pp.300-301'
LA ESPAA Y EL ESPAOL DEL SGLO XVI lOI
versidades de cuo nuevo. Esta oleada de fundacin escolar se mantuvo an des-
pus de la muerte de Fernando el catlico (ao 15 16), agregando en ra rista otros
estudios establecidos en Granada, Baeza, Oviedo, Almagro, Ganda, Gerona, Bar-
celona, Tarragona, Vich, Orihuela, etc. Segn un testimonio de Fernndez de
Navarrete, a principios del siglo xvlt haba en Espaa treinta y dos universida-
des.' Ya no se trataba de euforia, sino ms bien de un derroche de energa, y en
efecto tal abundancia de universidades result con el tiempo contraproducente
para la cultura del pas, puesto que caus diseminacin de la poblacin estudian-
til y acab por originar numerosos titulados, pero deficientemente formados.
El mayor acontecimiento en la vida acadmica de la poca fue, sin duda
alguna, la fundacin de la Universidad de Alcat de Henares, efectuada por el car-
denal cisneros. La razn primordial de la mencin particular que se suele hacer
de dicha universidad no consiste sino en el que, al decir de Bataillon, constituyese
ella uno de los eslabones de un gran movimiento europeo del siglo xvl: la Philo-
sophia Christi, y en el que, por consiguiente, formase parte de la reforma de la
Iglesia, que pronto haba de conmover toda la cristiandad occidental.aT De hecho,
al persuadir a la salmantina, que se mostraba inquieta al enterarse del propsito
del cardenal, ste puso nfasis en la revivificacin de estudios teolgicos.,t8 El
mencionado historiador francs seala que antes de que cisneros pensase en con-
tribuir a la causa del humanismo contemporneo, lo que le incitaba a l de ver-
dad al fundar una universidad nueva al nivel de la exigencia del da era un hondo y
firme deseo de reforma de la disciplina eclesistica: "la restauracin eclesistica;'
y "el renacimiento de la antigedad cristiana" eran lo que le dictaba la empresa.,D
Recordemos que el ideal del "renacimiento de la antigedad cristiana" lue am-
oliamente compartido por sus hermanos de la orden franciscana y otros como
Quiroga, que poco ms tarde trabajaran en el apostolado de Amrica. conse-
cuencia lgica de lo cual fue que el programa de estudio que cisneros se propona
dar a su universidad fuese de tal novedad que no tena cabida en la satmantina ni
en ninguna otra preexistente. Dado su ideario, tampoco iba a ser Alcal mulo
alguno de las otras universidades. cisneros buscaba una cosa nueva, por eso nece-
sitaba que su ideal se hiciese realidad en un plantel nuevo y aparte.
Determinaba la constitucin complutense que "la teologa se sirve de las
dems ciencias y artes como de siervas".S0 sus ctedras eran de gramtica, artes,
medicina, filosofa y teologa. La novedad de Alcal consista en lo siguiente:
mientras Salamanca segua con latraza tradicional de Santo Toms y del Maestro
de las sentencias, o sea Pedro Lombardo (ca. r 100-1 160)
-no hay que olvidar,
sin embargo, que aqul estaba en una etapa de franca restauracin como se verifi-
ca en los eminentes telogos, sobre todo dominicos de la poca y que en el cole-
gio de san Gregorio fundado en Valladolid en r496,se enseaba a los dominicos
exclusivamente la teologa tomista-, y las ctedras de los dos derechos gozaban
de mxima popularidad, en Alcal el derecho quedaba virtualmente excluido del
currculum, conservando slo un "lugarcito" para el cannico, y la teologa haba
s4 Ibid., p. 21r7.
s5 Garca Icazbalceta, 1947, t. lV, p. 134.
5 Miranda Godnez, 1967, p.2116.
s7 Sainz de Roblcs, 1944, p.40.
104 LA EDUcAcrN coMo coNeursrA
clrigo sacristn, penona de saber y honestidad, que sepa y pueda y quiera mos-
trar leer, escribir y cantar a cualesquier personas, en especial a los de sus parro-
quianos y los instruir y ensear todas buenas costumbres y los apartar de cuales-
quier vicios y los castigar".S8 Desde luego, no se poda esperar gran cosa de la
puesta en vigor de esta ordenanza. En el siglo xvl no encontramos grandes cam-
bios dignos de mencin en este campo. Unicamente es posible anotar que la so-
ciedad comprenda cada da mejor la importancia de la enseanza primaria, esti-
mndola indispensable para todos y cada uno de los miembros de lg comunidad.
Lo cual se observa, por ejemplo, en una decisin tomada en Mondoedo, Galicia,
que impona a los padres de familia la obligacin de mandar sus hijos a la escuela
so pena de tres aos de destierro. Huelga decir que una decisin tan fuera de via-
bilidad no entr en vigencia, pero no deja de ser un detalle que pone de relieve el
concepto que se tena entonces de la educacin primaria.
Por deficiente que fuese la realizacin de la enseanza primaria, su concepto
entraba en una etapa nueva, dejando atrs aquella en que la educacin no era para
los jvenes, sino stos para aqulla, como hemos visto antes. Uno de los mejores
exponentes del nuevo concepto de educacin primaria fue Vives, humanista que
vea en la educacin un medio concreto y eficaz para llevar a cabo la gran empre-
sa de transformacin social que se propona y cuya preocupacin por la educa-
cin de jvenes le vali el epteto del segundo Quintiliano o fundador de la
pedagoga moderna. Efectivamente, Vives extendi el objeto de la educacin a
todo hombre miembro de la sociedad, sin excluir ni a defectuosos como ciegos y
sordomudos, ni a imbciles, al afirmar, siguiendo la doctrina pauna, que aun
tales deben aprender a trabajar. Dicho de otro modo, Vives propuso que la edu-
cacin fuese para todos sin hacer caso a ninguna de las condiciones accidentales
del hombre. Sostuvo el filsofo espaol que no se deba despedir de la escuela a
ningun nio sin que se hiciese "un serio intento de formarlo y mejorarlo, si no
por lo que atae a las letras, al menos por lo que toca a las costumbres".s9 Ya se
trataba de una escuela que, en vez de exigir a sus alumnos que fuesen desde un
principio perfectos tanto en el espritu como en lo fsico, se pona a servirles. A
este principio de educacin universal, Vives yuxtapona otro que deca: "en cada
uno, antes de ensearle, hase de examinar el ingenio".60 Se trataba, claro est, de
un principio de educacin personalista, y el fozarlo supona una educacin coer-
citiva que parara en un fracaso, ya que "el ingenio humano es de una indepen-
dencia asombrosa: se aviene al ejercicio, pero no se amolda a la coaccin".61
Desde luego, este principio conduca consecuenternente a Vives al ideal de la
educacin liberal.6z La idea de educacin universal de Vives tena incluso otro
aspecto de amplitud. Para 1, la escuela, que era "convento y concierto de hom-
bres doctos y buenos, congregados para hacer tales a los que vinieren a ellos con
afanes de saber", deba estar abierta no slo para nios y jvenes, sino para an-
cianos tambin.63 As llegamos a encontrar en el humanista espaol un ideal mrs
amplio y ms completo de la educacin: educacin, empresa vitalicia para todos.
Lo que llevamos dicho del pensamiento pedaggico de Vives apenas tuvo vi'
gencia en el periodo que nos ocupa. Se trataba de un pensamiento nuevo y pre-
u5o. qur slo en tiunpos posteriores alcanzart su realizacin' Lo hemos ano'
tado, sin embargo, con il prpsito de hacer referencia a otra manifestacin ms
rignor de evlucin dei iniers y la preocupacin por la educacin que exista
en el mbiente social de la Espaa y de la Europa de entonces. En el orden real,
"on
la enseanza primaria de nioi varolles tuvo que esperar hasta lasegunda mitad
del siglo XVtt, cuando una orden religiosa de cuo nuevo, la de escolapios, empez
a ateiderla con un programa de estudio consistente en leer, escribir, contar y la
doctrina cristiana.
una nota que nos llama la atencin en el campo de la educacin del siglo
XVI es la existencia de mujeres que se distinguan por su saber e intelectualidad.
Con anterioridad hemos hecho mencin de Beatriz Galindo, la Latina, maestra
que fue de latn de Isabel la Catlica. Conocemos otras mujeres intelectuales
cbr Francisca de Nebrija, hija del famoso latinista, Luca Medrano, Juana de
Contreras, Florencia del Pilar. Algunas de ellas dieron confeencias pblicas en la
Univenidad de Salamanca. Francisca de Nebrija sustituy a su padre en la cte'
dra en la Complutense.64 Cierto que la salmantina era una de las pocas univeni'
dades de la poca que admtian a mujeres en sus aulas' concedindoles grados
acadmicos.
Monarcas y dignatarios como Felipe II (1556-1598) y Cisneros tambin se
mostraron interesados por la educacin femenina. Si el cardenal fund a tal efec'
to el Colegio de San Juan de Penitencia en Alcal, el rey prudente estableci los
de Loreto y Santa Isabel. Se sabe que haba colegios para nias tambin enzaa-
goza, Salamanca y Guadalajara. Aparte, las monjas se encargaban de_educar no
iolamente a lashijas de familias pudientes, sino tambin a las de humildes. A stas
no se les cobraba colegiatura. Igual que en el caso de la enseanza primaria mas-
culina, la femenina empez a ser mejor atendida en la segunda mitad del siglo
xvII, gracias a la fundacin de la Compaa de Mara.
La existencia de mujeres eruditas como las que acabamos de mencionar no
nos debe engaar. De acuerdo con Vives, mucha gente pensaba mal de las mujeres
instruidas y crea que las letras y las ciencias no servan para ellas, sino para armaf
su malicia.6s El mismo filsofo tuvo que escribir en su defensa que "la mujer es
un animal de razn, como el hombre",6 frase interesante para percatarse del
concepto de la mujer, vigente en la poca.6? Por supuesto, Vives supo estimar el
valor de la educacin femenina y se preocup por la misma, como verifica su obra
De institutione feminae christianae, escrita en 1523, en la cual defendi a las
mujeres cultas en el tono siguiente: "he hallado que todas las mujeres malas eran
ignorantes y ayunas de letras en absoluto, y que las instruidas eran honradas y
amantes muy celosas de su decoro y de su buen nombre",68 "la mayor parte de
los vicios de las mujeres. . . hijos son de la ignorancia".@ Pero aun Vives no pudo
desprenderse del todo del concepto de la mujer de la poca, cuando restringi
la educacin femenina a enseade "aquellas letras que forman las costumbres a la
virtud",m o "un poco ms adelante en caso de tener vocacin a las letras, siempre
que todo ello se enderece a la mejora de las costumbres".Tl Adems, la educa-
cin de la mujer, segn Vives, debe consistir en ensearle "a hilar, coser, tejer,
bordar, gobemar la cocina y la casa", terminando con el aprendizaje de la "mo-
destia, templanza, afabilidad y pudor". Sobre todo este ltimo, ya que el guardar
la castidad es el nico cuidado para la mujer.?2 Visto as, podramos decir que
las mujeres doctas mencionadas fueron muy excepcionales para entonces.
El entusiasmo por la cultura y la preocupacin por la educacin empapaban
la Espaa del siglo XVI. Era una poca en la que se deca que "no poda llamarse
caballero quien no fuese hombre de letras".?3 El trmino originalmente militar
de "caballero" se revesta ahora de una dimensin nueva: la cultural. Incluso pa-
a fines misionales se haba aprobado la educacin escolar como medida reco-
mendable. As que resulta bien explicable el que los Reyes Catlicos mandasen,
en 1503, a Nicols de Ovando que "luego haga.hacer en cada una de las dichas
poblaciones y junto con las dichas iglesias una casa en que todos los nios que
hubiere en cada una de las dichas poblaciones, se junten cada da dos veces para
que all el dicho capelln los muestre a leer y a escribir".?4 Turta fe se tena en
las letras y las ciencias que Lpez de Gmara vea bien justificada la conquista de
Amrica por los espaoles por el hecho de que stos les haban enseado a los
indgenas.zs
Cuanto llevamos dicho hasta ahora se podr resumir en los siguientes trmi-
nos: la tradicin educativo-escolar de Espaa que desemboc en el siglo xvl se
haba despertado un poco antes del siglo xlII, apenas sin retraso significativo con
respecto a la europea, a pesar del impacto de la invasin musulmana. Se desarroll
a lo largo de la Edad Media en las universidades o estudios generales, en los con-
ventos y en otras fundaciones docentes, sin sufrir grandes trastomos gracias al
proteccionismo real, a la comunicacin ininterrumpida con Europa y al inters y
apoyo de la sociedad en general. El encumbramiento poltico de Espaa a partir
del reinado de los Reyes Catcos trajo una vigorosa eclosin cultural al pas, y
con ella una euforia de la vida acadmica. Tal era la tradicin que en la primera
mitad del siglo xvt se trasplant en las tierras recin conquistadas de Amrica.
Resulta ocioso repetir aqu los mltiples aspectos conducentes a afirmar que la
empresa espaola en tierras americanas no se agot en una simple conquista mili-
tar. Si al lado de sta se puede sealar con toda evidencia "uno de los mayores .
intentos que ha presenciado el mundo para que prevalezcan los preceptos cristia-
a lbid., p.99'l .
n lbid., p. 1000.
1t lbid., pp. 1397-1398.
n lbid., p. 1398.
R Altamira, 1928, t. lll, p. 532.
?4 Konetzkc, 1953, t. I, p. I L
6 f,6pez de Cmara, 1954, t. l, p. 376;t. ll, p. 429.
LA ESPAA Y EL ESPAOL DEL SIGLO XVI IO7
nos en las relaciones entre las gentes" y para que sean vividos por todos los prin-
cipios bsicos del cristianismo de que "todos los hombres son iguales ante Dios y
que un cristiano es responsable delbienesta de sus hermanos, a pesarde lo ajenos
o humildes que sean",?6 no es menos posible destacar los esfuezos consagrados
a la realizacin de trasplante o transfusin de toda una tradicin cultural extraa
en las tierras recin descubiertas y de su consiguiente incorporacin a la esfera de
aqulla, que se distingue de las otras culturas del mundo por un espritu peculiar
caracterizado por su concepto del hombre, de la vida y del mundo. Hoy da es
un hecho que no admite duda el que Hispanoamrica constituye parte integrante
de lo que es la cultura occidental con fuerte arraigo de herencia grecolatina, aun-
que, cierto, a reserva de muchas matizaciones propias impuestas por las condicio-
nes dela tierm.n
El trasplante de la cultura occidental en la actual Hispanoamrica fue un he-
cho trascendental de la historia de la humanidad, obrado precisamente en un
tiempo de crisis y de transicin en el seno de la propia cultura mencionada, lo
cual determin grandemente su carcter. Bstenos por el momento sealar que la
cultura que se trasplant en Hispanoamrica era hija del Concilio Tridentino y de
la Contrarreforma. Fueron mltiples los agentes que tomaron parte en su realiza-
cin: soldados, misioneros, funcionarios de gobierno, mercaderes, menestrales,
agricultores. No podemos dejar al margen de nuestra consideracin incluso las gue-
rras, la esclavitud, el mestizaje racial, la regin, la lengua, la educacin, las
instituciones polticas, econmicas y sociales, los usos y costumbres que se intro-
dujeron despus de la conquista y que acabaron imponindose sobre lo autcto-
no americano. En una palabra, se trataba de un verterse total de una cultura.
Desde luego, estudiar a fondo todo este complejo de agentes de trasplante
cultural requerira un libro independiente. Nuestro propsito no aspira a tanto.
Enfocaremos nuestra atencin nicamente al factor humano visto en su nivel
cultural, que rediante sus divenas obras allan el camino para la empresa.
Al difundirse la noticia del descubrimiento de tierras hata entonces descono-
cidas, muchos hombres, procedentes de todos los rincones de la pennsula ibrica,
se pusieron en marcha camino de Sevilla, nico puerto de donde zarpabur los
navos que los llevaban al otro lado del mar ocano. De sobra saban que iban a
exponerse a toda clase de peligros, privaciones y sufrimientos en medio de un
desamparo total, pero algo ms que bulla en su mente y en su nimo se impona a
toda especulacin timorata. Su nmero ascendera para mediados del siglo xvl
a unos 150 000 en cifra redonda.?8 Eran hijos de un pueblo y de una poca con
rasgos muy determinados, y por consiguiente de una mentalidad peculiar, prefija-
da. Su pas viva momentos de euforia, consecuentes al haber superado su frag-
mentacin medieval y haber llevado a trmino feliz una lucha secular contra el
Islam. Eran testigos oculares de todo el desenvolvimiento de estos sucesos que
l ms de treinta, y estmosle escuchando con tanto gusto, que nos quita mil
canas; a lo menos, de m s decir que cuando oyo decir aquellos furibundos y
terribles golpes que los caballeros pegan, que me.toma gana de hacer otro tanto,
y que querra estar oyndolos noches y das" (El Quijote ,primera parte, c ap.32).
Se desprende el entusiasmo y la entrega con que la gente escuchaba la voz exal-
tante del lector. As los monstruos, hroes, hazaas prodigiosas, amores idlicos,
riquezas fabulosas fueron inculcndose en la mente del pueblo y determinaron
en forma no despreciable sus modalidades de conducta, pensamiento y moral, a
la vez que incitaban a no pocos hombres a lanzarse a experimentar personalmen-
te las quimricas andanzas narradas en letras de molde que ejercan sobre los lec-
tores y oyentes una indecible autoridad, igual que hoy da sobre nosotros. Curn-
tos Quijotes naceran entonces, en cuya mente quedaba borrosa la divisoria entre
lo real y lo imaginario! La credulidad de la gente de la poca facilitaba tal con.
funsin psquico.mental. Hagmonos cargo de la influencia que estin ejerciendo
sobre nosotros la radio y la televisin, y nos percataremos de la que debi ejercer
esta literatura de fantasa. El Anads de Gaulu fue durante todo el siglo Xvt "la
obra favorita de innumerables lectores, el manual del buen gusto, el modelo de
valor y nobleza y el orculo de las conversaciones ms elegantes".B0 Es decir, era
lo que daba pauta a la vida de la poca.
Los monstruos, gigantes y hroes no eran, sin embargo, monopolio de los li-
bros de caballeras, sino que constituan un lugar comn incluso para libros de
erudicin cientfica. Es sabido que debido al encierro en que vivi la Europa
medieval, los conocimientos cosmogrficos y etnogrficos de sus habitantes se
mantuvieron prcticamente inmviles durante siglos, bebiendo en fuentes como
la Naturalis historia de Ptinio, el De mirabilis mundi de Solino y sobre todo las
Etymologiae de Isidoro de Sevilla, cuyas descripciones acerca del mundo extra-
europeo presentaban unos escenarios llenos de fantasmas. Las obras medievales
no pasaban de scr meras repeticiones de lo ya descrito en aqullas. Recordemos
que durante el medievo la visin geogrfica de los europeos quedaba restringida
a su ecumene muy reducida con unos aditamentos en el Cercano Oriente y el frica
del norte. El trmino "la India" sonaba casi sinnimo de misterio, y las tierras
ms all del Ganges se perdan en una incgnita absoluta.
La coyuntura de apertura de comunicaciones con el Lejano Oriente en el si-
glo xtu qued mal aprovechada. Debido a que no hubiese an medio de difusin
eficaz equivalente a la imprenta, las relaciones de Juan de Piano de carpini, Nico-
ls Anselmo, Guillermo de Rubruquis, Marco Polo y otros no lograron ni modifi-
car la visin tradicional de los europeos con respecto al mundo ms all de sus
fronteras. Dichas relaciones cayeron en olvido antes de divulgarse, menos unos
trozos que se incorporaron en otras obras. Nada extrao es, por lo tanto, que a
fines del siglo xv libros como el speculum mundi de Vicente de vauvais, el De
proprietatibus rerum de Bartolom Anglicano y el viajes de Juan de Mandeville,
obras todas cuyos protagonistas siguen siendo monstruos y fantasmas, continua-
sen considerndose como obras de mxima autoridad y que nadie dudase de la
veracidad de su contenido. Incluso, alguno de estos libros se usaba en la univer-
sidad de Pars.
n lbid., p.29.
ll0 LA EDUcAcrN coMo coNeursrA
As, pues, los libros de caballeras no eran entonces tan extravagantes como
se ima$na hoy, ya que contaban con un apoyo cientfico de la poca' Los explo-
radore y muinroidel comienzo de la Edad Moderna se lanzaron a expediciones
martims, creyendo con toda firmeza que encontraran monstruos y fantasmas
ms all de las olas. Las palabras de desengao de Coln y otros contemporneos
suyos lo prueban.
Ms sorprendente que tal visin de monstruos y fantasmas en la Europa me'
dieval es la increble lentitud con la que dicha visin se someti a cambios en
tiempos modernos. No la afectaron gran cosa los diarios de viaje de Coln, Ves'
pucio y otros exploradores. El humanista Juan Boemus parece que no conoca
ninguno de dichos diarios al escribir su Omnium genthtm mores, leges & ritus ex
multis clarissimis rerum scrtptoribus, publicado en 1520 -fijmonos bien en la
fecha-, ya que en este libro no se encuentra ninguna referencia a Amrica y a
sus habitantes, ni al frica negra explorada desde haca tiempo por los portugue'
ses. Boemus segua contando con las autoridades de la urtigedad tales como
Pomponio Mela, Solino y Orosio. Aunque cierto que supo recoger algunas noti'
cias debidas aPiano de Carpi. Este libro tuvo para 16ll veintitrs ediciones.
Otro gran xito editorial fue la Cosmographia de Sebastin Mnster, publicada
en 1544. Este libro, que se tradujo a seis idiomas y tuvo para 1650 cuarenta y
seis ediciones, s traa referencias a Coln y Vespucio, pero que con todo la ma'
yora de las autoridades en que pona fe el autor seguan siendo de la antigedad
y del medievo, a consecuencia de lo cual campeaban un sinfn de monstruos y
fantasmas en sus pginas concernientes a la India, Africa, Asia y Amrica. El que
la obra de Mnster pasase hasta mediados del siglo XVII Por la autoridad etnogr'
fica ms digna de fe, dando inspiracin junto con la de Boemus a que
Raleigh concibiese su original Dorado, merece nuestra atencin especial.-' "{alter
Tan
penistentes eran las nociones de cosmografa y etnografa tradicionales'
Resumiendo lo que llevamos dicho, se podr decir que el concepto cosmo-
grfico y etnogrfico que se tena en la Europa del siglo xvl con respecto al
mundo extraeuropeo sigui siendo durante dicho siglo prcticamente igual al del
medievo, con el predominio de miles de extravagancias, y en este detalle el crculo
intelectual apenas se distingua del pueblo iletrado. Muy contrario a lo que se
suele pensar, la imprenta se hizo cargo, por lo menos en este orden de conoci-
mientos, de difundir ampliamente las ideas medievales antes de corregirlas con la
presentacin de las ltimas noticias sobre la imagen real del mundo y del hombre
ms all de la ecumene europea. Slo con una lentitud desesperante se llev a ca.
bo su correccin.
De lo que queda aniba apuntado, se desprender que los espaoles que se
trasladaron en el siglo XVI a Amrica eran portadores de un complejo cultural
mal equilibrado, lo cual resultaba vdo sobre todo en el caso de hombres erudi-
tos como misioneros y funcionarios reales. En su cerebro, era frecuente la coexis'
tencia de las ideas vanguardistas de la poca en cuanto a lasdisciplinastales como
la teologa, la filosofa, el pensamiento social, la cartografa y la nutica, y de las
nociones cosmogrficas y etnogrficas legadas de la Edad Media. Entre tanto, la
mentalidad de los elementos populares estaba empapada slo de las ideas tradi'
cionales apenas sin atisbo de los tiempos modernos.
equiparables a los sostenidos por los hroes de los libros de caballeras, piensa
.que l y sus compaeros han sido verdaderos protagonistas de hazaas prodigio-
sas? Todrva ms. Muy probablemente ellos hasta se vean as mismos converti-
dos en aquellos hroes de fantasa con quienes estaban tan familiarizados a travs
de la lectura de los libros de caballeras.
Hernn Corts (1485-1547) representa el tipo de hombre de educacin me-
diana de la poca. Se sabe que estudi dos aos en Salamanca, temporada sufi-
ciente para que este hombre de inteligencia nada mediocre se instruyese en latn
y letras. Daz del Castillo lo describe en los siguentes trminos: ". . . era latino,
. . . y cuando hablaba con letrados u hombres latinos, responda lo que le decan
en latn".86 Los latinismos "ab initio", "certum quid", "in agibibus" con que
salpica sin afectacin suscartas de relacin, las citasbblicashechas en latncomo
solan hacer los escritores de la poca,8? el lema famoso de su bandera escrito en
latn al estilo del emperador romano Constantinoss atestiguan su nivel de forma-
cin acadmica. Incluso era hombre dotado de no escaso genio literario. Daz del
Castillo dice que era poeta y "haca coplas en metros y en prosas".se De sus car-
tas de relacin ha escrito Menndez y Pelayo: "Hay pocas escrituras en ninguna
lengua, que por la noble sencillez, por la modestagrandeza, por la serena objeti-
vidad, por la plcida lisura con que se refieren las cosas ms extraordinarias,
recuerden o emulen tanto los Comentarios de Csar como estas Relaciones del
Conquistador de Nueva Espaa, con ser documentos oficiales, escritos al mismo
comps de los acontecimientos y sin ningn propsito literario".eo
Otro rasgo que distingua a Corts era su inquietud intelectual del hombre
del Renacimiento. Es constante a travs de sus escritos su preocupacin por "sa-
ber los secretos de cstas partes", y movido por ella y apoyado por la conviccin
de que no haba "cosa en el mundo tan dificultosa que hombres de seso y esfuer-
zo no la puedan acabar" despach muchas expediciones antes y despus de la
cada de Tenochtitlan, siempre deseando enterarse de novedades. Y uno de los
mviles que alimentaban este afn de conocer novedades no era nada menos que
la incitacin que le causaba la lectura de libros de caballeras. Antes de desem-
barcar en San Juan de Ula, Daz del Castillo oy un da a Corts decir: "Dnos
Dios ventura en arnas, como al paladn Roldn".el Se desprende que Corts
tambin era gran aficionado a la literatura caballeresca. Ms tarde, al despachar la
expedicin de Francisco Corts por tierras de Colima, le dio instrucciones en que
le deca: "ltem, porque soy informado que la costa abajo que confina con dicha
Villa [Colima] hay muchas provincias muy pobladas de gente donde se cree que
hay muchas riquezas: y que en estas partes de ella hay una que est poblada de
mujeres sin ningn varn, las cuales diz que tienen en la generacin aquella ma-
nera que en las historias antiguas describen que tenan las amazonas".9 Esta dili-
gencia de Corts en busca de las amazonas tal vez sea lo que dio motivo a que la
lbid.,p.551.
E7 Corts, 1970, pp. 42,211.
88 Tapia, 1963,p.27.
e Dr del Castillo, t970, p.557.
s Mcnndez y Pclayo, 1950, t. lI, pp. 192-193.
et Daz dcl Castillo, 1970, p. 61.
n C.D.I.A.O., 1876, t. XXVI, p. t53.
LA ESPAA Y EL ESPAOL DEL SIGLO XVI I I3
l0 Rcmesal, 1964, p.235. Cierto quc cl mayor nfasis dc la bula est puesto cn la
prohibicin de la esclavitud de los indios so pretsxto dc no ser stos cristianos y que no se
trata de una declaracin en trminos dogmlicos dc quc los indios cran vcrdadcos hombcs.
tot lbid., pp. 235-236.
lo2 Dvila Padilla, 1955, p. 130.
o3 Mendieta, 197I, p. 632.
104 Adems hay que recordar quc el saruco dc Rona (ao 1527) por las tropas impc-
riales puso la relacin entre el limperador y el papa clcmentc Vll en tal tirntcz quc sc hiz.o
prcticamcntc imposiblc la consecucin dc las bulas concernielrtcs a ticlnpo.
I 16 r,A EDUcAcrN coMo coNeulsrA
tosenEspaa,versabansobretemasldicos,ylostresrestantes,redactadosen
su trazado urba'
M*i"o, tiataban , t" uniuunidad recin funada de la ciudad,
la con esto "prest
*, rr "i" cotidiana con novedades folklricas que de tierra.
figurase en ese
y
cervantes un servicio a las letras a la historia, e hizo Mxico
gnero de literatura, tan extendido en aquel tiempo como olvidado en el ac'
iut". 144 Contribuy a que se cimentase el humanismo grecolatino, "una de
nuestras ms hondas y fecundas races, uno de los elementos vitales y especfi'
aor. . . q* han contribuido a formar. . ' la cultura mexicana"'l4s
Tambin acer'
i.U. g.tirtin al armar que Cervantes de Salazar fue "el padre de unageneracin
fue uno
dilatada de oradores y prbfesot * de bellas letras".l'16 sin duda alguna,
de los cultos de la poa, que aunque inconscientemente, cumpli con lo que le
en la labor d trasplante de la cultura occidental a Nueva Espaa'
corrcspondia
El inventario del Colegio de Tlaielolco, presentado en 1574, registra "seis libros
proba'
de Luis ry'lyg3".l47 No se sabe qu obras de Vives eran, pero cfeemos-muy
por Salazar, utizados en el
6 d; fuesen sus dilogos pucados
los
Cervantes
colegiales'
de
latina de
-
ejercicio de la conversacin
Era variadsima, igual que siempre en li historia, la gama del nivel cultural
o. .qu.ntot espanoles-que se trasladaron a Nueva Espaa en el siglo XVI. La ma'
en primeras letras. [s mova a
Voti.'"i* hobres ileados o apenas instruidos y lucro. Haba en nmero escaso hom'
trr".r., el Atlntico el afn de aventura
bres de formacin escolar mediana como Daz del Castillo, Tapia Corts'
y Con'
la fila hombres de letras
tu*" la empresa militar, no tardaron en sumarse a de
que respiraban con toda inquietud el aire del humanismo renacentista' Escassi'
por dar
rnot an nmero, fueron, sin embargo, estos ltimos los que acabaron
libros de eru'
pauta a la vida ultural y pronto culia, del Mxico colonial con sus
universitarias' sus certmenes
ii.iO" v de espirituada,ius colegios, sus ctedras
de oratoria, sus obras Pas.
Pero sera un efror pretender hacer entre estos espaoles una distincin
ta'
jante. Soldados aventureros tenan un tanto de regiosos, y stos otro tanto de
'aqullos.
Recordemos a los compaeros de Daz delcastillo, que apagado el fue-
go du t. conquista, tomaron trbito de San Francisco o de Santo Domingo;t'lE
la hueste
ecordemos qe el mismo cronista cuenta entre los "buenos soldados" de
menos que a Jernimo de Aguilar, dicono rescatado en la Punta
cortesiana nada
ellas, tenan una
de Catoche.lqp Adems, todos, fueran hombres sin letras o con
mentalidad un tanto tocaa de fantasa. Traigamos a colacin a tal efecto la ex'
pedicin de Francisco Ynquez coronado del ao 1540. A ella dieron lugar los
Niza, "hombre docto y religioso",lfi el tercer pro'
inotrur de fray Marcos de
quien afirmaba que haba
vincial del Sanio Evangelio de la orden franciscana,
vislumbrado durante si ornada por el norte de Mxico las siete ciudades de
iba a ir
Cbola, contadas en una ieyenda medieval. A la cabeza de la expedicin
ltimo momento tuvo que disuadirse
,i pi"i" Antonio de Mendoza, aunque en el
I Lo de "las carnes blancas" de los conquistadorcs espaoles nos suena a ficcin poste-
rior del autor. Lo descubiran los mexicas slo cuando sacrificaon ms tardc a algunos sol-
dados de Corts, ya que la parte descubierta dcl cuerpo de los espaolcs estara bien qucmada
por el sol tropical.
2 Tezozmoc,1944, p. 518,
3 Durn, 1967, t. l,p. 4'19.
a Es sabido que los mexicas llamaron a los espaoles teteo, csto cs, dioscs, trmino que
_
stos pronunciaon "teules", Segn Motolina, estenombre "lesdurmsdeesaosque di-
mos a entender a los indios que no haba ms de un solo Dios, y que a los espaoles los
llamasen cristianos" (Motolina, 1971, p. l7l), lo cual indign a algunos cspaolcs, quicnes
126 LA EDUcAcrN coMo coNeursrA
vean provecho en ser considirados como dioscs (loc. cif.). Es curioso observal quc la tcm-
porada durante Ia quc los indios llanraron a Ios espaolcs tcteo coincide con la otra en quc,
segn Pedro de Gante, aqullos "huan como salvajes dc los frailes, y mucho ms de los espa-
oles" (Garca lcazbalceta, l94l (b), p. 206).
5 El trmino nrhuatl mzatl con el que los indios llamaron al caballo se suele traducir
"venado". As lo hacc tambin Molina. Sin embargo, mzatl se llanraba cualquier cuadrpe-
do dc tamao grande (comunicacin personal de L6pez Austin).
6 Sahagn, 1969, t. IV, p. 105.
7 D'z del Castillo escribi: "Y como en aquella tierra de La Habana haba mucho al-
godn, hicimos armas muy bicn colchadas, porque son muy buenas para cntre indios, porque
es mucha la vara y flecha y lanzadas quc daban" (Daz del Castillo, 1970,p. 39).
I L6pez de Gmara, 1954, t. ll, p. 18.
LA EDUCACION EN EL SIGLO XVI I27
hijos de Espaa. La mejor prueba de lo cual es el hecho siguiente: apenas zarpada
la rmada de santiago de cuba, el gobernador Diego v{lnquezse arrepinti de
haberle nombrado capitn general de la expedicin, lo revoc y se lo comunic a
sus infeioes para que le detuviesen, pero "a todos los mJ que haba escrito
Diego velzquez, ninguno le acuda a su propsito, antes todoja una se mostra-
ron por corts", y le contestaron al gobernador, diciendo en pretexto que corts
estaba "muy pujante de soldados".e Las dotes personales del capitn eran tan
atractivas que "todos nosotros pusiramos la vida por corts',, sgn agrega el
mismo soldado cronista.
corts se distingua, adems, por un rasgo miritar no slo de sus precursores,
sino de los que le siguieron despus en las conquistas en Amrica. Era un hombre
de Estado por excelencia y como tal estaba, desde un principio, bien consciente de
la tierra adonde ir y de la obra que llevar a trmino. No lri"o, pu.r, caso cuando
Jernimo de Aguilar, el rescatado en cozumel, se ofreci a inseiarle la tiena
donde haba gstado, porque "no vena l para tan pocas cosas, sino para
servir a
Dios y al rey".lo Ms tarde, ya a punto d desembarcaren dehnitiu.y.ontr*-
plando en la lejana un pico coronado de nieve, uno de los soldados le
ijo a cor-
ts: "Mire las tierras ricas y sabeos bien gobernar", a lo cual contest eicapitn,
diciendo: "Dnos Dios ventura en annas, como al paladn Roldn, quein lo
dems, teniendo a vuestra rnerced y a otros caballeroipor seores, bin me
sabr
entender".ll Vena corts con un firme propsito de conquistar, poblar y gober-
nar la tierra. sta, a su vez, no dejaba de mstrarle rryorl, poriuiti"d.,
o, oro
que las otras hasta entonces conocidas. Hagmonos buen cargo
d- la profunda
diferencia entre las disoosiciones de los representantes de los dos
mundos que
pronto se encontraran frente a frente: el uno apoderado de un derrotismo
ft-
dico, el otro convencido de la buena causa que persegua.
Pese al derrotismo que se haba apoderado del tlatoani Motecuhzoma
Xoco-
yotzin y a la zozobra que dominaba al pueblo mexica, cierto es que ellos
no
constituan, en el momento del encuentro con los espaoles, un" aniid.d hu*.-
na cualquiera,_ sino que llevaban tras de s casi tres cartos de siglo de existencia
jalonada por hechos dignos de orgullo nacional. Alentados por"una
conviccin
religiosa y providencialista de ser pueblo elegido del dios-sol,'haban
desenvuelto
en el mbito mesoamericano una poltica de imperialismo militar,
sometiendo
numerosos pueblos de la regin a su dominio. un militarismo poltico-regioso
de corte mstico -recordemos a tal efecto el culto de Huitziloprt tiii*purrro
u
los_pueblos sojuzgados a Tenochtitlan-12 saturaba la mente toJos y
cada uno
de los habitantes de la ciudad lacustre, sostenido por un fuerte
orgullo nacional. r3
Adems, como ya hemos apuntado atrs, su pujanza avasanadora-se
estaba dispo-
niendo a emprender otra etapa de ma,q expansin: chorula ya
se haba conver-
tido en su aliada; Tetzcoco se haba dejado'degradar al misino niu.ilu,
n..o-
e Daz del Castillo, 1970,p.40.
ro Ibid., p. 48.
rr lbid.,p.6t.
12 Durn, 1967, t. I, p. 160.
t3 Dn las_ siguientes. palabras se percibe muy a
las claras cl orgullo nacional de los mcxi-
cas como pueblo-receptculo con misin guerrera: "L.l tecpan fu construido nuevo,
todo a .
cargo de los trabajadores extranjeros que no reciban suelo. Toda la ciudad fuc construda
sin que los mexicanos hicicran el menor esfuerzo, pues declan quc su tarea no consista
en
trabajar, sino en pcleu y preparar armas" (Katz, 1966, p. 96).
128 LA EDucAcrN coMo coNeulsrA
Xocoyotzin
oan.l4 "estado pelele", al decir de Len'Portilla; Motecuhzoma
JJnt.Ur no sin fundamento el reluciente ttulo de Cemanhuac Tlatoani, es
que se Pro'
decir, soberano univenal.ls A buen seguro que el golpe de expansin
pona dar Motecuhzoma Xocoyotzin a su Estado tocaba unos resortes que pudie'
i* la paz intema de la propia Tenochtitlan, pero por encima de
todo "o.pro*eter
eso, hecho evidente es que el Estado mexica se encontraba en sus momen'
tos de pltora. La ltima sntesis mesoamericana, el pueblo mexica representaba
con toia razn, a principios del siglo XVl, todo un mundo histrico cultural que
conocemos por Mesoamrica, de una tradicin y vigencia milenaria'
Otro tanto se puede afirmar de la Espaa al umbral de su carrera ascendente
de hegemona universal al servicio de la realizacin de una utopa sui generis de
la replblica cristiana. Todas las condiciones de la situacin sociopoltica europea
de etonces favorecan que cualquier espaol concibiese su vida y su misin en
lo heroico, grandioso y providencialista: el advenimiento de los Reyes Catcos,
muy distints a su precursor Enrique lV, segn un testimonio contemporneo,t6
que acertaron a poner n a la anarqua bajomedieval de sus reinos; la conclusin
victoriosa de la r-econquista con la cada de Granada; el descubrimiento del Nue'
vo Mundo; la incorporacin de Navarra a la comunidad hispnica, realizada en
1512; la unin de la Corona espaola con la dinasta imperial de Habsburgo en la
persona de Carlos de Gante, al subir ste en l5l7 a la silla real de los Reyes Cat'
L"or; su entronizacin en el solio del Sacro Imperio RomanoGermnico en 1519.
En ei espacio de apenas cuarenta aos, Espaa experiment una transformacin
de vrtigo e irrumpi en la Edad Moderna con una precisin casi matemtica' Pe'
ro esto,lntindasi bien, sin romper con la Edad Media, a diferencia del resto de
Europa, condicin muy importante para comprender en trminos justos la obra
espadola de incorporar Amrica al mundo occidental. El ideal supremo de la
Eropa medieval -la Universitas Christiana- alentado por el espritu de cruzada,
qu. iot entonces estaba en proceso de desintegracin en la Europa allende los
Pirinios, fue acogido con rmor y ardor por el pueblo espaol, pueblo de concien'
cia de marginalidad con respecto a Europa y multisecularmente fronterizo en vir-
tud de su vida ininte.tumpidamente contingente en la lucha contra el Islam, de la
cual haba sacado como consecuencia "una habituacin a la lucha con el infiel,
la identificacin de los enemigos de la comunidad poltica con los enemigos del
catolicismo, la concepcin del caballero cristiano como arquetipo de laestirpe".l?
En el espaol del siglo Xvl se fundan el idealismo medieval y el activismo mo'
derno. V con su exceso de occidentalismo o su super'occidentalismo, el destino
histrico del pas entraba de nuevo en el ciclo de expansin univenal de su movi'
miento pendular entre aislamiento y ecumenidad.ts
Esta Espaa, representante de todo un complejo de espritu, pensamiento y
cultura de raigambre a su vez milenaria, es la que atraves el mar ocano y se
afinc frente mundo mesoamericano representado por el pueblo mexica. El
encuentro decisivo tuvo lugar en Tenochtitlan, cuyo sentido mitolgico era "lu'
gar de reunin, de espera de las divenas gentes de los cuatro puntos cardinales",
o sea, la encrucijada de dos mundos.l9
Fue inevitable que un encuentro de dos mundos tales parase en una destruc-
cin total de uno de ellos. Las circunstancias favorecieron el bando ofensivo, y la
contienda se liquid en la cada material de Tenochtitlan y la desaparicin de
Mesoamrica como superrea cultural. No se perdon ningn signo de tolerancia
ni transigencia.
Cierto que Corts haba reconocido que los habitantes de la Tiena Firme, a
diferencia de los de estado "angelical" de las islas antillanas, "viven ms poltica
y razonablemente que ninguna de las gentes que hasta hoy en estas partes se ha
visto"!) y que "entre ellos hay toda manera de buena orden y poltica, y es gen-
te de toda raz6n y concierto".2l Hasta haba quedado admirado ante el panora-
ma de Tenochtitlan, exclamando que "los que ac con nuestros propios ojos las
vemos, no las podemos con el entendimiento comprende",t2 y arrastrado por
tal reconocimiento su deseo era reducir a lo mnimo los efectos de la obra des-
tructora de conquistar militar. Pero la porfiada defensa natural a la que los mexi-
cas se entregaron con todo su herosmo y amor a su comunidad hizo utpico el
propsito de Corts, lo cual le "pes en el alma".I! Por otra parte, es indudable
que el sacrificio humano de los mexicas, "cosa horrible y abominable y digna de
ser punida que hasta hoy no habamos visto en ninguna parte"24 cuyas vctimas
cayeron parte de sus propios compaeros de armas a la vista de ellos, obr, sin
duda, como un fuerte factor negativo, esfumando todo el aprecio que sentan los
conquistadores al mundo mesoamericano. No es lcito exigirles una mentalidad
tan comprensiva como la posterior de algunos misioneros.2s
El 13 de agosto de l52l cay Tenochtitlan al cabo de setenta y cinco das
de guerra sin cuartel. El joven tlatoani Cuauhtmoc, que "haba hecho todo lo
que de su parte era obligado para defenderse a s y a los suyos hasta venir en
aquel estado",% ya estaba a merced de los conquistadores; los mexicas abando.
naron su ciudad, huyendo del terror de la matanza; haban sido "tan atropella.
dos y destruidos ellos y todas sus cosas que ninguna apariencia les qued de lo
que eran antes".2? "Llovi y relampague y tron aquella tarde y hasta media-
noche cay mucho ms agua que otras veces". Se cerr una pgina ms de histo-
ria y se abri otra nueva.
Aunque a reserva de diversos aspectos de intensidad diferente, la cada de
Tenochtitlan constituye, junto con la del imperio incaico, casos muy difciles
de encontrar sus semejantes en la historia de la humanidad. No fue una derrota ms
o menos convencional de un pueblo por otro, partes de un mismo mundo cultu-
ral, o entrelazados a travs del tiempo por hilos de mayor o menor vigencia de
comunicacin como en los casos de los pueblos del continente euroasitico. Fue
un caso de destruccin en grado superlativo, resultante de un choque de dos
re Tezozmoc, 1949,pp.34. .
20 Corts, 19'1.0,p.22.
2r lbid.,p.4l.
n lbid.,p.62.
n lbid.,p. l4O.
zc lbid.,p.22.
a Cartas de Indias, 1877 , p. 64; Durn, I 967, t. [I, p. I 9.
2 Corts, l97O,p.162.
2? Sahagn,1969, t.1,p.29.
-
130 LA EDUcAcIN coMo coNeusrA
mundos tan dispares e incomunicables entre s que nada extrao es que Sahagn,
buen conocedor de la psicologa indgena posterior a la catstrofe mexica, re'
cuerde la fulminante maldicin del profeta Jeremas contra Judea y Jerusaln,
diciendo que eso fue lo que a la letra aconteci a los mexicas cuando la venida de
los espaoles.2E
El desastre hiri de modo irremediable al alma indgena. Algunos poetas me'
xicas cantaron su tristeza de la desgracia de su nacin en los siguientes trminos:
8 Loc. cit.
I Op. cit., t. lv, P. 178'
s Lcn-Portilla, I 969, p. 165.
3l ln-Potilla,1967 (b),p. 123'
LA EDUCACIN EN EL SIGLO X.VI 13I
Ya han muerto sus dioses! Los mexicas ya no ven para quin ni para qu
vivir. su lpalnemohuani, aquel por el que se vive, los ha abandonado. Ladestruc.
cin del templo de Huitzilopochtli fue un flechazo que hendi el alma de los
mexicas.
Durante todo el medievo haba llevado la cristiandad occidental una vida de re-
signacin forzosa. Le pesaba e inquietaba el supremo mandato impuesto por su
religin, que deca: "Id, pues, e instruid a todaJlas naciones, bautiirindolas en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espritu santo, ensendolas a observar todas
las cosas que yo os he mandado". Piro la realidad es que no se vea capaz de
cymp-h con tal encargo ante su Dios a causa del cerco infianqueable que le impo-
na el Islam. El universalismo medieval de la cristiandad parica ugoi"rr. .n un
ensueo. Por otra parte, el cierre de las vas tradicionalei de comrcio para las
especieras de Asia como consecuencia de la cada de constantinopla en 1453 en
poder de los turcos haba obgado a los europeos a buscar otras nuevas que las
sustituyesen. Ante ellos, slo las aguas del extremo occidente que permanecan
hasta entonces prcticamente inexploradas encerraban alguna qr oir" esperariza
de que se las encontrase. As, pues, muchos pueblos meitrrtnros de lai costas
europeas haban dado comienzo a una nueva etapa de su orientacin histrica
hacia el-oeste y llevaban unas dcadas de aventuras martimas a lo largo de las
costas africanas del Atlntico, cuando de repente se abri una ruta nueva para
la
anhelada Asia, que poco despus result qe era un Nuevo Mundo totalmente
desconocido hasta entonces. La extensin univenal con la que durante tantos
siglos de desesperacin haba ienido soando la lglesia, cobraba ahobrillantes
posibilidades de hacerse realidad. La coyuntura histrica haba querido,
adems,
que el emprendedor de la reciente proeza fuese precisamente eipueblohisprni-
co' que a travs de su lucha multisecular contra el Islam haba vivid una existncia
extraordinaria para mantener vivo su ideal poltico-religioso singular.
una de las evidencias- del medievalismo que catateriz li expansin ultra-
m-1ipa del pueblo espaol en la Edad Moderna es, sin duda, su preocupacin
religiosa-que se tradujo en la obra de evangelizacin de los naturales de Amrica,
que impcaba "uno de los mayores intentos que ha presenciado el mundo",
al
decir de Hanke, por un idealismo cristiano qui all s persegua. Este sello
reli-
32 Len-Portilta, 1970 (b), p. 25.
132 LAEDUcAcTNcoMocoNeursrA
gioso fundido con el ideal poltico medieval es lo que permite a algunos historia-
dores afirmr que Espaa se Senta como un pequeo orbis christiarus durante
,.otoo de Edad Media durante los
su Siglo de Or,$ o que Espaa encontr su
dos primeros siglos de su historia moderna".34 Cierto que el llamado imperio es-
paol debi sus mximas manifestaciones -la mstica de Teresa de Jess y de
Juan de la Cruz, el teatro de Lope de Vega y Caldern de la Barca, la escolstica
de Vitoria y Surez, etc.-, a su religiosidad exaltada. Tanto que se puede afirmar
que el aflojamiento del espritu religioso condujo a la decadencia de la eficacia
del Estado y de la lglesia as como de la organizacin y vida general del mundo
hisPnico.3s
Aun no siendo espaol de nacimiento, el propio descubridor de Amrica era
un hombre de tal religiosidad de tipo medieval que se senta inspirado por el Es'
pritu Santo: "En este tiempo he yo visto y puesto estudio en ver de todas escri'
turas: cosmografa, historias, crnicas y filosofa y de otras artes, a que me abri
Nuestro Seor el entendimiento con mano palpable a que era hacedero navegar
de aqu a las Indias, y me abri la voluntad para la ejecucin de ello; y con este
fuego vine a Vuestras Altezas. Todos aquellos que supieron de mi empresa con
risa negaron, burlando. Todas las ciencias, de que dde arriba, no me aprovecha'
ron, ni las autoridades de ellas;en slo Vuestras Altezas qued la fe y constancia.
Quin duda que esta lumbre no fuese del Espritu Santo, as como de m, cual
el
con rayos de claridad maravillosos consol con su santa y sacraEscritura,sYoz
muy alta y clara, con cuarenta y cuatro libros del Viejo Testamento y cuatro
Evangelios con veinte y tres Epstolas de aquellos bienaventurados apstoles, avi'
ndome que prosiguiese, y de continuo sin cesar un momento me avivan con
gran prisa?"36 Se sabe que Coln era hombre obsesionado del pensamiento apo'
calptico, es decir, hombre que vea ya muy cercano el fin del mundo antes del
cual deba el Evangelio ser predicado a todas las naciones de la tiena, alavez
que anhelaba hacer realidad, con el posible tesoro del paraso terrenal que crey
haber descubierto en las costas venezolanas, el rescate de Jerusaln de las manos
de los musulmanes y la reconstruccin del templo del Monte Sion.3? Nada de ex'
trafio, pues, que hasta en su propio nombre viese el almirante un designio de la
providencia: Cristbal, portador de Cristo. Le apremiaba y precipitaba a la ac'
cin su responsabilidad ante su Dios.
Hombres de no menos conviccin regiosa y sentido de responsabilidad ante
Dios eran los reyes de Espaa y sus vasallos, usufructuarios del xito del genovs.
Los reyes obtuvieron sin prdida de tiempo las bulas de la famosa concesin dejan-
drina que proclamaba en este tenor: ". . . por la autoridad del omnipotente Dios,
a nos en San Pedro concedida. . . las damos, concedemos y asignamos perpetua'
mente a vos y a los reyes de Castilla y de Len vuestros herederos y sucesores' . .
[y] procuraris enviar a dichas tierras firmes e islas hombres buenos, temerosos
de Dios, doctos, sabios y expertos para que instruyan a los susodichos naturales
y moradores en la fe catca y les enseen buenas costumbres y poniendo en
ello toda la diligencia que convenga".3E Concesin que con ayuda de "otrosjus'
3 Hffner,1957,p.103.
34 Weckmann, l95l, p. I 30.
s Madariaga, 1958, t. I, p. I 162.
s Citado por Phelan, cap. 2.'
3? Phelan, cap. 2.
38 Historia documental de Mxico, 1964,l. I, pp. 105-106.
LA EDUcAcr nx p, slcLo xvt 133
% Ibid.,p.2O3.
57 Fernndez, 1937, p. 8.
$ Motolina, 1969,p. l0?.
se Daz delCastillo, t970, pp. 198,253. Lomismoqucsumuerte,elbautismodcMote-
cuhzoma Xocoyotzin sigue cnvuelto en enigmas. Las fuentes se contradicen. La afimacin
ms lacnica es la de lxtlilxclitl, quien dice que cuando la primcra cntrada de Corts cn
Tenochtitlan el tlatoani mexica "recibi la ley evanglica" (lxtlilxchitl, 1965, t. I, p. 337).
Dato que no nos convence por lo inverosmil que es. Daz del Castillo dice que Bartolom dc
olnedo estuvo siempre con corts "en los palacios de Montezuma por alegrarle, atrayndo-
le para que deje sus dolos" (Daz det Castillo, 1970, p. 198), pero parece quc no logr cl
mercedario convertirle, porque cuando muri el tlatoan, "al faile de la Merced que siempre
estaba con 1, se lo tuvimos a mal no atraerle a que ss volviese cristiano" (ibid.,p.253). Du-
rn se inclina a desacreditar su convesin por falta de pruebas convincentcs (Durn, 1967,
t. II, p. 37).
o Cucvas, 1928, t. l, p. I 16.
136 LAEDUcAoINcoMocoNeusrA
Juan de Tecto, Juan de Aora y Pedro de Gante. El primero era guardin del con.
vento de Gante y confesor del propio carlos I, y el ltimo pariente "cercano y
propincuo" del mismo.6l Llegaron a veracruz el 13 de agosto de 1s2362 y reti-
rados a Tetzcoco se pusieron a aprender "la teologa quc de todo punto ignor
San Agustn", segn dira Tecto poco despus a los "doce", o sea, la lengua n-
huatl. No se emplearon, sin embargo, nicamente en el estudio del nhuatl, sino
en la convenin de los naturales tambin, ya que cuando llegaron nueve meses
ms tarde los "doce" franciscanos y dderon misa en un palacio de Tetzcoco,
"lxtlilxchitl con todos los seores, sus hermanos y deudos. . . se enternecieron
tanto, que de contentos lloraron en ver lo que mucho ellos deseaban, especial-
mente que ellos saban muy bien los misterios de la misa, porque el padre fray
Pedro de Gante, como mejor pudo y con la gracia de Dios, les ense la doctrina
cristiana y los misterios de la pasin y vida de nuestro Seor Jesucristo y la ley
evanglica desde que vino a esta tierra".63
La noticia que envi Corts de la consumacin de la conquista de Tenochti
tlan fue diligentemente acogida por la corte imperial, la Santa Sede y las rdenes
mendicantes. La enorme distancia entre Europa y Amrica, la falta de obispos en
sta y el que la lglesia de aquel entonces fuera incapaz de llevar adelante sistem-
ticamente la gigantesca tarea que supona la evangelizacin de sus habitantes,64
convencieron a Roma de promover dicha empresa, concediendo privilegios de
largo alcance a los religiosos que atravesasen el Atlntico. Las bulasllsfelicis
recordationis y Exponi nobis fecisti, conocida por la Omnimodo, dadas por
Ln x (1513-1521) y Adriano vt (1522-1523), respectivamente, otorgaban a
los misioneros de Amrica amplias facultades en la administracin de los sacra-
mentos sin admitir contradiccin de ninguna dignidad eclesistica,6s y disponan
que los prelados de las rdenes en estas partes de Indias. . . tengan toda la autori-
dad plena del Sumo Pontfice, tanta cuanta a ellos les pareciere ser conveniente
para la conversin de los indios".66
Investidos de tales privilegios, no tardaron en venir a Nueva Espaa una tras
otra expediciones de religiosos de las rdenes mendicantes con cuya llegada la
evangelizacin del pas se puso en marcha de veras. Los primeros en arribar fue-
ron franciscanos. Desembarcaron en Y dracruz a mediados de mayo de 1524. Eran
doce encabezados por Martn de Valencia, provincial que haba sido de la pro-
vincia de San Gabriel de Extremadura, de donde provenan tambin los dems
menos uno.67 Era entonces una provincia "adonde a la sazn se guardaba con
singular pureza y perfeccin la regla del padre San Francisco".6E Dos aos ms
tarde llegaron los primeros dominicos. Tambin eran doce, dirigidos por Toms
Ortiz. Tuvieron menos suerte que los franciscanos, ya que cinco de ellos murie-
ron pronto por la fatiga del viaje y la falta de aclimatacin al nuevo medio de
vida, y otros cuatro -entre ellos el propio superior- tuvieron que volverse a Es-
paa enfermos.6e Quedaron, pues, slo tres, y uno de ellos era Domingo de Be.
tanzos, el verdadero fundador de la provincia dominica de Nueva Espaa. Los
agustinos tardaron otros siete aos ms en llegar, pues desembarcaron en vera-
cruz el 22 de mayo de 1533. Eran siete y su superior se llamaba Agustn de Gor-
maz o de Corua.
Es a estas tres rdenes mendicantes a las que tocaron de lleno la primera ro-
turacin de las religiones prehispnicas y la implantacin del cristianismo en
Nueva Espaa. La prioridad en llegar al pas fue uno de los hechos principales
que comprometieron el desarrollo posterior de cada una de las mencionadas r-
denes, o sea, los franciscanos ocuparon mayor extensin del campo de trabajo,
fundaron mayor nmero de conventos, desarrollaron mayor variedad de acti-
dades misionero-culturales, contaron con mayor nmero de contingentes y por
ltimo legaron a la posteridad mayor volumen de crnicas y otros datos tiles
para nuestra investigacin histrica que los dominicos y agustinos.?o No es nada
extrao, por lo tanto, que nuestra descripcin se desenvuelva principalmente en
torno a la orden de frailes menores.
El nmero de los misioneros fue creciendo progresivamente, ya que desde
que vinieron los "doce", "por maravilla pas ao que dejasen de venir regiosos
de la orden de los menores".?l Por 1536, haba en Nueva Espaa "obra de sesen-
ta sacerdotes franciscanos", descontando a los que haban muerto o que se haban
vuelto a Espaa, cuyo nmero ascenda a ms de cuarenta.?2 De acuerdo con
una relacin franciscana escrita en 1570, slo su provincia del Santo Evangelio
contaba con ms de doscientos diez religiosos repartidos entre sus cincuenta y
tres conventos.?3 otra relacin posterior de la misma orden, terminadael2T de
Segn Ricard, el nmero de las obras ercritas durante el lapso 1524-1572 por los reli-
giosos de las tres rdenes mencionadas es el siguiente:
Franciscanos 80
Dominicos l6
Agustinos 8
Annimos 5 (Ricard, 1947, pp. 505-507).
Por otra parte, el nmero de las obras, escrilas por los religiosos de Nueva Espaa, que
fueron entregadas a la imprenta en el siglo XVI es el siguiente:
Franciscanos 4 I
Dominicos l7
Agustinos l6
Jesuitas 4
Carmelitas | (Zulaica,1939, pp. I l-l 2).
7a Oroz-Mendicta-Sutez, I 947.
?5 Mcndieta, l9'l I, p. 248.
ft Garca lcazbalccta, 1947,t. II, p. 230.
n Garca lcazbalccta, l94l (b), p. 28.
LA EDUCACIN EN EL sIGLo xv.I I39
creemos, contando con el feliz xito de la reforma religiosa bajo Isabel la Catli-
ca y el cardenal cisneros, y el gran auge cultural de la Espaa al umbral de la Edad
Moderna, poder aceptar sin temor a equivocarnos gran cosa lo que apunta Men-
dieta sobre los "doce" franciscanos, y extenderlo a los otros que les siguieron en
los das inmediatos. Dice el cronista lo siguiente: "aunque por su humildad y
propio menosprecio holgaban de ser tenidos por simples y sin letras, todos ellos
haban odo unos el derecho cannico y otros la sacri teologa. y as el ministro
general fray Francisco de los ngeles. . . intitula a los ms de ellos predicadores
doctos".?8 cierto que los vocabularios, gramticas y doctrinas compuestos por
algunos de ellos para su uso apostlico constituyen un elocuente tesiimonio o-
cumental de su fonnacin superior y de sus cualidades intelectuales nada wlgares.
La apertura de la ruta ocernica y el descubrimiento de un Nuevo Mundo,
que presentaban probable la conversin de toda la humanidad de la tierra, infun-
dieron precisamente por esto a no pocos europeos de la poca la creencia de que
el mundo se acercaba a su fin. Entre los apoderados de tal pensamiento, se en-
contraban los franciscanos. Phelan ha puesto de relieve cmo durante los ltimos
siglos medievales un misticismo apocalptico se haba venido manteniendo vivo
en la rama observante de la orden franciscana. El propio Francisco de los Angeles
haba manifestado esta tradicin de su orden en los siguientes trminos al diiigir-
se a los "doce" elegidos para la misin de Nueva Espaa: "Mas ahora cuando ya
el da del mundo va declinando a la hora undcima, sois llamados vosotros del
Padre de las compaas (src) para que vais (sl'c) a su via", o "acercndose ya el
ltimo-fin del _siglo, que se va envejeciendo".?e Se crea que era ya inminente
el fin del y que- p.9r lo tanto haba que apresurarse para que el Evangelio
-pu1do-,
fuese predicado hasta el ltimo confan de la tieira. No cabe duda que tal pnsa-
miento apocalptico hizo que los franciscanos emprendiesen sus actividads mi-
sioneras con mayor dinamismo e mpetu que sus colegas dominicos y agustinos.
su temprano acto de presencia en el rmbito americanom y ru .ryor.bntribucin
en el nmero de contingentes, creemos que no fueron ajenos a se pensamiento.
Incluso cabra suponer que ste fue el acicate que arroj a los franiscanos a mi-
sionar entre los pueblos americanos que ms recalcitrantes se mostraron al cris-
tianismo y al contacto con la civilizacin que ellos traan: los guales de la Florida,
los apaches y comanches de Tejas, los chichimecas de Mxic, los lacandones de
Guatemala, los caribes de Venezuela, los cunibos y shipibos del per, los chiri-
guanes de Bovia y los araucanos de chile.ar La administracin presurosa
del
ba.utismo en masa, que poco despus criticaran con dureza, sobre todo, los do-
minicos, ms teorizantes que los franciscanos, ser otra consecuencia de esta dis-
posicin ideolgica frurciscana.
si la visin apocalptica provey a los franciscanos de un extraordinario ac-
tivismo evangelizador, su voto de pobreza y su consecuente desprendimiento de
los intereses seculares les dotaban de una libertad de accin no rnrno, Ibrmidable
como se aprecia, ante todo, en sus esfuerzos por proteger a los indgenas, alavez
que allanaban en gran manera el camino de acercamiento mutuo enire stos y
los
regiosos. De nuevo encontramos su mejor exponente en el mismo Francisco
de
en la vi-
los ngeles, quien ddo a los "doce" que los enviaba pafa que trabajasen
no alqilados por algn precio como otros", dedicndose a "la la'
ii" . tirt
bor de la via sin promesa di ornI" y buscando no sus propias cosas "sino las
qu. ron de Jesucristo".E2 Por incima de los mritos personales de cada uno, los
*irion.ro, del sigto XVI se distinguieron de modo particular por su frrea fideli'
dad al voto de pobreza. Descalzos, andaban puesto slo un sayal muy gastado
que haban trad-o de Espaa; se abstenan rigurosamente del vino, elemento tan
indispensable en el rgimln de comida espaola; coman lo que los indios les da'
ban ie caridad; no cenaban excepto los domingos; si se les regalaba en alguna
ocasin un pollo, se lo coman repartido entre los siete das de la semana; ponan
adrede mal sabor a sus comidas para no excitarse apetito. El ascetismo reinante
en todo el rgimen de la vida franciscana de entonces se desprende de sus estatu'
tos de la pobrezas3 y de unos incidentes descritos por el mism_o cronista.E4 Lle'
gaba a taf extremo que, segn Zumrraga, Martn de Valencia y Garca de Cisneros
murieron ..de pura penitencia" y otro, Antonio de ciudad Rodrigo, tambin
estaba a punto d seguir sus ejemplos.ss Pero el propio Zumnaga.no iba a la za-
ga en la prctica deimismo voto: dolido un da por lo que haba odo decir a
guno* fiailes, rasg las cortinas de su casa, diciendo: "yo ms quiero ser fraile
qe obispo";e tambin pudo escribir en sus ltimos das de vida al Emperador:
':hago saber a V. M. cmo muero muy pobre, aunque muy content-o"'8? Eran
unoi verdaderos testimonios del buen xito de la reforma emprendida por su
hermano de hbito el cardenal Cisneros. Mendieta, a quien por cierto dolan mu'
cho la prdida de estricta observancia en sus das y "nuestra flojedad y tibieza",
no pudb contenerse de expresar su admiracin en una frase un tanto aventurada:
,.en caso de penitencia, mengua y estrechura en lo temporal y corporal, san
Francisco que viniera de nuevo al mundo no les hiciera ventaja".88 El episodio
tan socorrido en torno a la palabra motolina, que siSnifica en nhuatl "pobre",
que adopt para s Toribio de Benavente, uno de los "doce", no es sino buena
senal de la slmpata que al slo verlos les haban cogido los tlaxcaltecas por su
pobreza. Ellos vean en los desarrapados franciscanos sus semejantes, tan diferen'
ies de sus paisanos militares de cuya bizana,jactancia, lujo en la forma de vida
y codicia haban dado ya hartas muestras a los indgenas. Este impacto de simpa-
ia e identificacin qued ms tarde cristalizado en aquella confesin de entrega,
no menos conocida, por parte de los indgenas a los franciscanos. Aqullos que'
ran a stos, porqge "andan pobres, y descalzos como nosotros, comen de lo
que nosotros, asintanse en elsuelo comonosotros' conversan con humildad entre
nosotros, mannos como a hijos; razn es que los amemos y busquemos como a
padres".se Testigos civiles como Daz del Castillo y Surez de Peralta se suman
para confirmar este amor de los indgenas a los religiosos.ff)
un ltimo rasgo que constitua la fisonoma de los misioneros de la poca es
e Mcndicta, 1971, p. 204.
a lbid.,pP' 255-256.
84 lbid., pp. 253-254-
ss Garca lcazbalceta, 194'1,t. tII,p. 138.
86 Mcndieta, 197 l, p. 634.
E? Garca lcazbalceta, 1947,t. lll,p' 2'14.
68 Mendieta, 1971, p. 250.
sg Ibid.,p.252.
n Daz dcl Castillo, 19?0, p. 581; Ricard, 1947,p.260'
LA EDUCACIN EN EI, SIGLO XVI I4I
que stos, en su mayora, eran hijos de un pueblo en el que se haba mantenido
en tensin superlativa la sensibilidad regiosa a causa de la coexistencia durante
largos siglos e tres religiones en pugna constante. Procedan de un pas donde
estaban todava frescos en la memoria de la gente los horribles recuerdos de gran'
des matanzas que haban arrasado las juderas; donde la voz del pueblo haba
conducido a sus reyes a restablecer un tribunal ad hoc que inquiriese a los ele'
mentos sospechosos de la sinceridad en su conversin al cristianismo; donde la
reciente inCorporacin de multitud de musulmanes creaba un grave quebradero
de abeza al Estado; donde no haca mucho que se haba ordenado y puesto en
prctica un xodo de numerosos hijos de Israel a fin de salvar la unidad nacional
poco antes conseguida. Por si fuera esto poco, se le sumaba la condenacin de
Lutero Go 1522) cuyos martillzos en la puerta de la catedral de Wittenberg
retumba|an en su odo con toda persistencia. Tomado esto en cuenta' es ms
comprensible su actitud intransigente a ultranza contra cualquier manifestacin
o signo que oliese a hereja y Paganismo, actitud que dio lugar a la destruccin
de numerosos monumentos prehisPnicos. Hecho lamentable para nosotros, pero
no acusable. No se trataba de una obra de fanatismo de unos cuantos, sino dicta'
da por el espritu de la poca. Consecuente de tal estado psicolgico fue tambin
su disposicin esperanzada de fundar en el Nuevo Mundo una nueva cristiandad
equiparable no a la europea corrompida, sino a la primitiva de los tiempos de los
apstoles -los "doce" franciscanos fueron intencionalmente elegidos en este
nmero-er y libre de las lacras de vicios que haban hecho presa la vieja cristian'
dad occidental. Uno de los mejores exponentes de este pensamiento utpico'
religioso lo encontramos en Vasco de Quiroga. Para el buen obispo de Michoacrin,
que vea en los indgenu un simulacro de los apstoles por su naturaleza mansa'
humilde, obediente y bre de codicia, fue el nico anhelo el "plantar un gnero
de cristianos a las derechas" como los de la lglesia primitiva con remediar slo lo
que faltaba a los indgenas: la fe cristiana y "la orden y polica". Los francisca'
nos peniguieron el mismo ideal con tanto ahnco y a tal grado que sus propios
coetneos les acusaon de pretender formar un "imperio".9 Dicho en pocas pa-
labras, una sensacin de amargura y desilusin con respecto a Europa que deja'
ban atrs, y una utpica esperanza para con Amrica que tenan enfrente con sus
habitantes de naturaleza angecal, eran los ingredientes del ser misionero de los
primeros evangelizadores del Nuevo Mundo y los llevaron a convertir audazmente
lo terico-literario de allende el ocano en lo prctico'emprendedor de aquende
el mismo.
El hacerse "indios con los indios" fue el principio bsico que los misioneros
asentaron al poner en marcha su labor apostlica. Dejando para atrris "la clera,
altivez y presuncin" de los espaoles, y volvindose flemticos, pacientes, po-
bres, desnudos, mansos, humildsimos como los indios, en una palabra, identifi'
cndose con stos, creyeron que ganaran su alma.g3 El puente de acercamiento
fue intentado y tendido no por el bando vencido a base de resignacin o adula'
cin, sino por el vencedor a fuerza de humildad y caridad humana. Un caso poco
comn en la historia de la humanidad.
Pero el volverse humildes no hacan menos difciles los problemas con los
que tenan que habrselas los misioneros ni se los reduca a menos. Primero tu'
vieron que someterse a un "tan enojoso trabajo" como el aprender nhuatl sin
maestros. Lo aprendieron jugando con nios "con pajuelas o pedrezuelas". Se
emplearon con tanto empeo que al cabo de medio ao algunos de los "doce" ya
saban hacene entender "razonablemente" con los indgenas. Segun testimonio
posterior de Diego Valads, los indios "quedaron grandemente asombrados. . . al
ver la prontitud y facilidad con que se expresaban unos extraos en su lengua na-
tiva y crean ser algo divino".e4 La barrera de la lengua se empezaba a flanquear.
El idioma planteaba otro problema no menos difcil de resolver en forma sa-
tisfactoria: el de cmo habrselas con los trminos que expresaban conceptos
que no existan en las lenguas indgenas. Haba dos modos de solucin: introdu-
cir trminos europeos o recurrir a perfrasis dentro de los idiomas vemculos.
Ambas soluciones tienen sus ventajas e inconvenientes. La primera evita malas
comprensiones y tergiversaciones, pero a la larga acabara por presentar el cristia-
nismo ante los indgenas como un elemento extrao. En otras palabras, estorbara
su arraigo verdadero en el alma indgena. La segunda se presta ms a la asimila-
cin del cristianismo por los indgenas, pero quin poda asegurar que no haba
errores en la comprensin de los dogmas por parte de los nefitos? En Nueva Es-
paa, la escrupulosa ortodoxia de los misioneros hizo prevalecer la primera, a
consecuencia de lo cual se introdujeron muchos vocablos espaoles y latinos en
nhuatl a menudo acomodados a la exigenciagramatical del mismo: cristianyotl,
Dios, sanctome, etc.gs En particular, no se toler que "Dios" se tradujese por
"totl". Se deca simple y sencillamente "Dios", o a veces se usaba la forma h-
brida de "totl Dios".g Por razn anloga, Zumnaga a su vez insisti en que no
se dijese "papa" sino "pontfice",ya que "papa" se llamaban algunos sacerdotes
mexicas.eT Ser consecuencia de la misma psicologa el empeo de Sahagn por
llamar a los mismos, "strapas", a fin de reservar el trmino "sacerdote" para el
uso exclusivo de sacerdotes cristianos.
En busca de mayor rendimiento de sus esfuerzos siempre insuficientes, los
misioneros recurrieron desde el primer momento a cuantos medios les parecieron
rltiles para sus fines apostlicos. Msica, pintura y teatro fueron los principales.
Uno de los misioneros ms conocedores del genio e inclinacin de los indios, Pe-
dro de Gante, escribi lo siguiente: "toda su adoracin de ellos a sus dioses era
94 Palomera, 1962, p. 126.
95 Hemos contado'ls siguientes trminos prestados de espaol y de latn en la doclina
cristiana breve escrita por Alonso de Molina e impresa por orden deZumnagael 20de ju-
nio de 1546 (Garca lazbalceta, l94l (b),pp.30-53): Dios, Spiritu Sancto,Sanctalglesia
Cattica, gratia, doctrina christiana, obispo, artculos de la fe, sacramentos' pecado venial,
pecado mrtal, virtudes theologales, sentidos corporates, padrinos, limbo, domingo, misa,
iurr.r-r, pascua, diezmos, primicias, baptismo, confirmaci-n, penitencia, comunin, extre'
mauncin,'oden sacerdotal, orden de matrimonio, bendicin, bendito, sacerdote, virtudes
cardinales, evangelio, justicia, madrinas, archangel, pcrsonas' purgatoio, cruz.
Asimismo,-se enuentan los siguientes ejemplos de ttminos hfbridos: cruztitech, sanc-
tome, Sancta Maia, christianome, chistianyotl, Dios, tipadre, tichristiano, igracia.
Ricard da otros cjemplos (Ricard, 1947,p. 141).
5 As se ve en la doctrina citada en la nota an terior.
t La palabra "papa" viene de la nhuatl "papahua", que significa "guedejudo". El plu'
ral cs "papahuaque". [.)n Japn tambin adoptaron la misma solucin los misioneros del
siglo XVI, y como consecuencia se introdujeron muchos portuguesismos en forma ms o me-
nos adultcrada: batcren (padre), iruman (irmo), kirishitan (cristo), konchirisan (contrigo)'
etc, No acetaron a traducir "Deus", y se do "deusu".
LA EDUCACIN EN EL SIGLO XVI I43
cantar y bailar delante de ellos.. . y como yo vi esto y que todos sus cantares
eran dedicados a sus dioses, compuse metros muy solemnes sobre la ley
de Dios
y de la fe".98 se ensearon as "el per signum crucis, el pater Noster, Ave Mara,
credo, salve, todo cantado de un canto muy llano y gracioso". Incluso los artculos
de la fe, los mandamientos y los sacramentos "en metros" y "cantados" se les
presentaron a los indios.g A esto se puede dar por seguro que se le sum poco
despus la enseanza de los villancicos espaoles. Lo prueba aquel ejemplo que
apunt Motolina en su descripcin sobre las representaciones teatrales celebra-
das en Tlaxcala en 1538.t(n otro intento con elmismo fin dio por fruto lapsal-
modia cristiana de Sahagn, impresa en 1583, en cuyo prlogo dice al autor:
"Entre otras cosas de que,fueron muy curiosos ros indios-de esia NuevaEspaa
fue una la cultura de sus dioses. . . los loores con que los alababan de noche y de
da en los templos y oratorios, cantando himnos y haciendo coros y danzas en
presencia de ellos. cuando esto hacan se componan de diversas maneras. . .
y cantaban diversos cantares en loor de aquellos dioses. . . Hase trabajado, des-
pus ac que son bautizados. . . que canten solamente los loores de Dioi y de sus
santos. . . Y a este propsito se les han dado cantares de Dios y de sus santos en
muchas partes".lol Atinadamente haban descubierto los misioneros la tradicin
de macehualiztli que hemos referido anteriormente, y la aprovecharon con xito,
pues de su efecto escribi zumrragalo siguiente: "la exprienciamuestracunto
se edifican de ello los naturales, que son muy dados a l msica, y los religiosos
que oyen sus confesiones nos lo dicen, que ms que por las predicaciones s bon.
vierten por la msica".l@ Pero hay que advertir que la popularidad de los cantos
compuestos y enseados por los misioneros decay al cabo de los ao.r, y los in-
dios volvan- a preferir sus tradicionales. En el mismo prlogo de la psalmodia
cristiana, sahagn se queja as: "pero en otras partes y en las ms porfan de vol-
ver a cantar sus cantares antiguos en sus casas o en sus tecpas. . . tienen cantares
compuestos para esto y no los quieren dejar".tm
Del-uso de la pintura, tambin fue pedro de Gante el que primero se dio
cuenta de su utidad. En la misma cata a la que acabamos-de aludir, dice l:
"tambin diles libreas para pintar en sus mantaspara bailar con ellas, porque as
se usaba entre ellos, conforme a los bailes y a os cantares que ellos cantaban
asse vestan de alegra o de luto o de victoria".ro4 El simpli uso de la pintura
evolucion pronto al de lienzos en los que iban "pintados tdos los misterios de
nuestra santa fe catlica". Predic con este mtodo visual el franciscano Jacobo
de Testera,r(5 mtodo que se sigui empleando an en el siglo xvtII como cons-
ta en las doctrinas jeroglficas que se han conservado hastahoy da. Tambin el
dominico- Lucero, a quien toc predicar a unos indgenas de rnayor simplicidad,
se vali del mismo medio.l06 De su buen rendimiento se escribi lo siguiente:
"hemos visto por experiencia que adonde as se les ha predicado la doctrina cris-
ana por pinturas, tienen los indios de aquellos pueblos ms entendidas las cosas
de nuestra santa fe catlica y estn ms arraigados en ella. . ' y para que en breve
tiempo fuesen tan anaigados en la fe... elmejormedioeslapintura".l Alte-
ner n cuenta la larga tdicon pictogrfica de los mexicas que aun despus de la
conquista se mantuvo, ser fcifcomprender lo bien acertado que fue este uso de
pinturas y cuadros para nes misionales.
En muchos pueblos, el baile constituye un elemento de mxima importancia
en la ejecucin del ritual religioso. Desempeaba un papel propiciatorio, como'
por ejernplo, hemos visto en el caso del macehualiztli mexica. Ms tarde, dicho
baile ritual tiende a desvincularse de sus fines religiosos y a convertirse en teatro
incipiente con mscaras y otros medios de disfraz. Este mismo fenmeno cabe
afirmar en el caso de los mexicas con apoyo en las escasas referencias que nos faci-
titan las fuentes. As describiendo la fiesta de Quetzalcoatl en Cholula dice Acos'
ta: "Salan los representantes y hacan entremeses, hacindose sordos, arromadi-
zados, cojos, ciegos y mancos, y viniendo a pedir sanidad al dolo; los sordos
respondiendo adefesios, y los arromadizados, tosiendo; los cojos, cojeando, decan
sus miserias y quejas, con que hacan rer grandemente al pueblo. Otros salan en
nombre de las sabandijas, unos vestidos como escarabajos y otros como Sapos y
otros como lagartdas, etc., y encontrndose all, referan sus oficios, y volviendo
cada uno por si tocaban algunas flautillas de que gustaban sumamente los oyen'
tes, porque eran muy ingeniosas, fingan asimismo muchas mariposas y pjaros
de muy ivenos colores. . . con que entretenan los circunstantes".l0s Otra des-
cipcin la debemos a Durn, quien dice: "otro baile haba de viejos que con
mscat r de viejos corcovados se bailaba, que no es poco gracioso y.donoso y de
mucha risa a su modo. Haba un baile y canto de truhanes en el cual introducan
un bobo que finga entender al revs lo que su amo le mandaba trastrocndole
las palabras. . . Otras veces hacan stos unos bailes en los cuales se embijaban de
negio, otras veces de blanco, otras veces de verde, emplumndosc la cabeza y los
pies llevando entre medias algunas mujeres fingindose ellos y ellas bonachos lle'
vando en las manos cantarillos y tazas como que iban bebiendo todo fingido para
dar placer y solaz a las ciudades regocijrndolas con mil gneros de juegos que los
de ls recgimientos inventaban de danzas y farsas y entremeses y cantares de
mucho coniento".lD El mixcoacalli, descrito por sahagn, nos da a entender
que funcionaba como teatro privado del tlatoani.rrc Lss misioneros, que eran
por cierto hijos de un puebto en el que pronto iba a tener un gran auge entre to'
as las capas sociales el auto sacramental, no pudieron menos de explotar esta
tradicin prehispnica tan aprovechable, dando nacimiento a un teatro de fines
misionales. [,a primera referencia sobre representacin teatral de tal carcter la
debemos a Chimalpain, que dice lo siguiente: ". . . dada en Santiago Tlatelolco,
Mxico, una representacin del fin del mundo; los mexicanos quedaron grande'
mente admirados y maravillados".rrl f,sl representacin fue en 1533. Hoy da
tenems noticias de bastantes piezas de la poca, adems de las descritas por
Motolinfh,' cuJq
F\.
temas preferidos eran la encamacin, el nacimiento de Cristo,
tt"f'
rd Garca lcaibhcera, l94l (b), pp. 59{0.
rG Jos de dc{sta, 1962,P.278.
r09 Durn,'i9?jt. It, pp. 231-232.
Ito Sahagn, 1969, t. ll, P. 313.
lll Rojas Garcideas, 1935, P.44'
LA EDucAcIN EN EL sIGLo xvl I4s
la cada de Adrn y Eva, la destruccin de Jerusaln, la degollacin de san Juan
Bautista. Los autores de estas obras de teatro edificante, de quienes tenemos da-
tos confirmatorios, son Andrs de Olmos, Juan Bautista y Juan de Torquemada.
De Motolina, Luis de Fuensalida, Juan de Ribas y otros, podemos estar casi se-
guros de que escribieron obras de tal carcte.It2 f,l teatro catequizante tena,
desde luego, por objeto instruir a los indgenas en los artculos de la.fe, conso-
darlos en los mismos y solemnizar, al mismo tiempo, las fiestas del calendario
litrgico. Para enterarse de la posible relacin de injerto entre el teatro prehisp.
nico y el edificante, bastar que se haga un cotejo entre las descripciones que
acabamos de transcribir de Acosta y Durn, y las que Motolina hace de las re-
presentaciones teatrales ejecutadas en Tlaxcala. una clara analoga saltar a la
vista entre unas y otras en cuanto a los detalles escenogrficos. De la eficacia del
teatro misional escriba Juan Bautista: "Tengo larga experiencia que con las co-
medias que de estos y de otros ejemplos he hecho representar las cuaresmas ha
sacado Nuestro seor por su misericordia gran fruto, limpiado y renovado con-
ciencias envejecidas de muchos aos en ofensa suya".13
Msica, pintura y teatro, es la triloga que an en nuestros das no pierde su
valor indiscutible para fines educativos y comunicativos. slo que se llama actual-
mente "mtodo audiovisual". su buen rendimiento, particularmente, en la edu-
cacin elemental nadie lo pone en duda. El recurrir a dichos medios era un gran
acierto psicopedaggico de los misioneros, buenos conocedores del carcter y
genio de sus discpulos. como Mendieta dice, el indgena tena "menester ser
ayudado con la apariencia exterior" para la comprensin de las cosas interisss. ll4
Por empleo de estos medios, los misioneros lograban ala vez satisfacer la sensibi-
lidad de los indgenas, acostumbrados a presenciar da tras da acontecimientos
celebrados en sus teocalli con grandes pompas y aires de solemnidad. compren-
dieron, pues, muy bien la necesidad de dar satisfaccin a este gusto estticolnd-
gena por lo grandioso y lo imponente, gusto que ms tarde encontr su mejor
sitio de manifestacin en la arquitectura y sus artes omamentales y que perdura
hasta en los tiempos actuales, haciendo alarde en muchas ocasionei de la vida
mexicana.
La larga tradicin religiosa de los mexicas tena araigada una serie de con-
ceptos regiosos y ceremonias rituales que presentaban muy curiosamente cierta
analoga con sus correspondientes del cristianismo. Torquemada admite que pre-
cisamente por esto durante los primeros das de evangezacin los indgenai no
mostraron "mucha repugnancia" al cristianismg.tls p*tquemos, a ttulo de
ejemplo, el concepto de que Huitzilopochtli haba nacido de la diosa coatlicue
sine concubinaturr6 qve estaba incluso en estado virginal;u? el de un dios supre-
mo que conocemos con varios nombres: Ometotl, Tloque-Nahuaque, lpalne_
mohuani, Yohualli-Ehcatl y Moyocoyatzin. us Tambin el signo de cruz tena
un uso muy difundido en Mesoamrica,lre aunque, por supuesto, en un sentido
r42 lbid.,pp.257-258.
r43 Sahagn, 1969, t. 1, p. 55.
r44 Loc. cit.
r4s Op. cit., t. tll, p. 163.
,f6 Durn, 1967 , t.ll, p. 26g.
150 LA EDUcAcrN coMo coNeusrA
Ahora nos corresponde estudiar cmo se pusieron en marcha los primeros inten-
tos educativos en Nueva Espaa, cmo se llevaron adelante, que iaea persiguie-
monias y ritos de sus pasados como cosa fundada en alguna razn, ni porque les pareciese
mal la nueva ley que los frailes les predicaban, sino que como an no bicn instructos ni hc-
chos a ella, y como tan habituados a lo que cl demonio lcs tena cnseado, se iban tras aque-
llo por sola costumbre sin ota consideacin" (Mendieta, 1971, p. 257).
152 LA EDUcAclN coMo coNQUIsrA
ron,qufrutodieronyqupapeldesempearondentro<lelprocesodetrasplante
cultural en el pas. n"*o" op',uit.o .n pitulo anterior que la educacin -aqu
llevado
nor i.i.ritnos ya a la de tip escolar- es un acto eminentemente humano
a trmino de hombre a hombre, por medio del cual una comunidad sociocultural
se propone hacer valer en geneiaciones venideras todas aquellas adquisiciones
qur'.n" estima tiles y valiJsas para la vida humana. La educacin escolar nopro'
es
oracin que nos les digamos que digan y hacen seal de la cruz. As que deben
Vuestras Altezas determinarse a los hacer cristianos que creo que si comienzan,
en poco tiempo acabar de los haber convertido a nuestra santa fe multidumbre
de pueblos"ls3 "y as espero en Nuestro Seor que vuestras Altezas se determi-
narn a ello con mucha diligencia para tornar a la Iglesia tan grandes puebtss',.ls4
Nunca las hubiera escrito, si hubiese pensado de alguna otr manera, pues la fe
de Jesucristo no es, sino slo para el hombre en trminos exclusivos. por otra par-
te, el que los antillanos no conociesen, al parecer, "ninguna secta ni idolatia',
debi ser un gran alivio y consuelo para los europeos e entonces que haban
vivido durante siglos cercados por el Islam. constituy indudablennte, junto
9o la_ supuesta riqueza, un vigoroso estmulo para la promocin de la empresa
iniciada.
sin embargo, no tard mucho en sufrir un viraje de peso este concepto favo-
rable acerca del hombre americano. Asentados en la isla Espaola con la mentali-
dad seorial del tiempo, los espaoles pronto se dieron cuenta de la enorme difi-
cultad con que los isleos se acomodaban al rgimen de vida que aqullos se
proponan implantar en la isla. El patrn de dominacin que contaba con tantos
precedentes de imposicin con respecto a los musulmanes de la pennsula ibri-
ca durante la Reconquista resultaba ahora totalmente inoperante con los antilla-
es.l55 Desde luego, stos no podan igualarse de ninguna manera con los astutos
y laboriosos moriscos que vivan'desde antiguo bajo un sistema complicado de
modalidades polticas, econmicas, sociales y culturales del mundo mediterrneo.
Eran gente que mostraba mris inters por la comida que por el oro
-un detalle
que sorpendi no poco a los espaoles-, que no tena hbito de trabajo propia.
mente dichols6 y que gastaba con toda tranquilidad en un solo da toa una ra-
cin de comida para una semana, de modo que a los ojos de los colonos europeos
los antillanos eran francamente gente inepta e incapaz, Arrastrados por la deiep-
cin y la irritacin, muchos de los colonos empezaron a dudar de ii el indgena
americano era hombre racional en su cabal sentido, y su disgusto se tradujo pion-
to en un enjuiciamiento tan despectivo como el que debemos a Femndz de
oviedo; segn el cronista, los indgenas son "naturalmente vagos y viciosos, me-
lanclicos, cobardes, y en general gentes embusteras y holgazanas. Sus matrimo-
nios no son un sacramento, sino un sacrilegio. son idlatras, libidinosos y sodo-
mitas. su principal deseo es comer, beber, adorar dolos paganos y cometer
obscenidades bestiales. Qu puede esperarse de una gente cuyoi crneos son tan
gruesos y duros que los espaoles tienen que tener cuidado en la lucha de no gol'
pearlos en la cabeza para que sus espadas no se embote!"Is? Una vez formulado
en la Espaola, este concepto pronto se propag por otras partes del Nuevo
Mundo,'sa ya que por entonces dicha isla era el punto de escala forzoso para
Cuantos navos venan procedentes de la metrpoli, y de all salan tambin para
otros parajes de Amrica. Por consiguiente, la Espaola "era en este punto entrar
,n uni esuela de Satans para deprender este parecer y sentencia del infiemo",
segn Remesl.lse Qe est tenemos a la vista dos conceptos muy diferentes so'
br el hombre americano, los cuales dieron pronto lugar a una dura y prolongada
polmica entablada en el seno del gobierno espaol por dos bandos representa'
dor pot Las Casas y Gins de Seplveda, cuyos detalles no nos incumbe describir.
ivlete." la pen, sin embarg, recordar que en la polmica en torno al hombre
americano lo que se discuti no fue si l era racional o no' como se suele pensar.
El problema se planteaba no en trminos tan radicales' sino en otros ms delica-
doJ y sutiles. Se ha sealado acertadamente que, quitados los sobrepuestos ropa-
-lid.d".teo polmica
.es, icha -"La se reduca, en su fondo, a "determinar su grado de raciona'
mayora de los espaoles de aquel tiempo tuvieron de los indios
un con@pto much menos radical y ms realstico que el expresado [por Hanke]",
quien dicc: "la mayora de los espaoles que estaban en las Indias durante la
primera mitad del siglo de la conquista tendieron a ver a los indios bien como
'.nobles
salvajes' o biin como 'perros cochinos"'.161 B lo que haba ya tra-
tado Tomrs e Aquino al ocuparse de la servidum!e.162 Por otra parte, la teora
de Aristteles, la ms a menudo trada a colacin en los tratados sobre el tema,
no era la nica vigente con que contaba el pensamiento occidental sobre la servi-
dumbre. Haba otia de San Agustn, que salvaguardaba la univenalidad de la ra'
cionalidad humana.l3 Ni Gins de Seplveda ni el dominico Tomrs Ortiz, quien
profiri una de las diatribas ms violentas contra el hombre americano,l64 nega'
ban al mismo la racionadad. Sostenan nicamente que su grado de racionalidad
era menor al de los espaoles. Los indios eran, para el primero, "tan inferiores a
los espaoles. Los indios eran, para el primero, "tan inferiores a los espaoles
como los nioS a los adultos y las mujeres a los varones". Claro que este argumen'
to no se agotaba en esto, sino que afectaba necesariamente los derechos civiles
del indgea y conduca a colocarlo en un estado inferior al de los espaoles en
el orden poltico-social. Pero no es lo mismo decir que los indios eran hombres de
menor grado de racionalidad que los espaoles, que condenarlos a la categora
de bestias totalmente faltas de racionalidad.l6s ]rfe nos dejemos engaar ingenua'
t5? [5 juicio que ha recompuesto Hanke a base de las observaciones hechas por el
juicio
cronista citado iHanke, 1959, p. 331. Crcemos, sin embargo, que es til advertir que el
de Fernndez de Oviedo acetc" dc los indios no se agota en estos trminos condenatorios. tsl
cronista no desconoci sus buenas cualidades y virtudes.
l$ Dvila Padilla, 1955, p. 90.
rse ftsmss1, 1964, p. 232.
160 Gallegos Rocaful, 1951, pp. 16'19.
16l Q[s Canedo, 1966, p. 30.
162 Zavala, l9j 2 (a), p. 46 .
rcts lbid ., pp. 4243 .
164 L6pez de Gmara, 1954, t. I, pp. 364-35.
ros Gins de Seplveda no condenaba a los indios a la categora de bestias- Al hablar de
la diferencia entlc los mismos y los curopeos, saba precisar su expresin, diciendo: "estoy
por decir quc [dicha diferencia val de monos a hombres" (zavala,1972 (a),p.54). Sobe el
LA EDUCACIN EN EL SGLO XVt I55
mente por aquelllos sonoros vocablos denigrantes que lanzaron parte de los espa'
oles contra los indios, ya que all jugaban mucho los intereses particulares de
los encomenderos, su deseo natural de justificar sus poco humanos comporta'
mientos explotadores cometidos en los indios a ellos encomendados, y en el caso
del mencionado dominico, habr que tener presente la cruel muerte que acaba'
ban de sufrir unos hermanos suyos de hbito a mano airada de los indios de
Cuman. Tampoco hay que dejar de lado el carcter violento y el idioma extra'
ordinariamente expresivo de los espaoles que se prestan no poco a la injuria.
En medio de interminabtes ataques y contraataques entre los dos partidos en
disputa en torno al punto polmico, los misioneros se mostraban, en la mayora
de los casos, amigos del primer concepto favorable al hombre americano. Su
vida de estricta observancia regular y, en particular, su enaltecido amor al voto de
pobreza, les situaban al margen de los intereses seculares y a la necesidad de recu'
rrir a la mano de obra indgena. Su rme conviccin religiosa les ayud a vencer
todas las dificultades humanas y les hizo ver en el indio un hombre plenamente
digno de la salvacin por la fe de Jesucristo en los mismsimos trminos que los
europeos. 166 Ms tarde, uno de los misioneros proclamara tal conviccin suya al
siguiente tenor: "pues es certsimo que estas gentes todas son nuestros hermanos,
procedentes del tronco de Adn como nosotros; son nuestros prjimos, a quien
somos obligados a amar como a nosotros mismos, quid quid sft".r61 Aqu vemos
cmo su conviccin pasaba de la regin humana a la divina, convirtindose en un
mandato supremo de Dios. Slo que, a su modo de ver, faltaba a estos prjimos
recin descubiertos del Nuevo Mundo la forma de vida del hombre civizado, lo
que se llamaba entonces la "poca" o las "buenas costumbres" basadas en la fe
cristiana. No olvidemos, por otro lado, que una vida de hombre carente de esta
ltima no era, sino de brbaros. La infidedad o el paganismo era sinnimo de
barbarie, lo mismo que an hoy da lo ajeno a la civilizacin occidental y a sus
modalidades se suele tomar como signo de incultura. Desde luego, los misioneros
no tardaron en sentine llamados a enmendarles dicha falta.
Pero pronto cayeron en la cuenta de que no bastaba con predicarles el Evan-
geo. Por una comprensin penetrante, vieron que a los indios les haca falta algo
mrs bsico. Se convencieron de que su misin primordial, la cristianizacin de
los mismos, no podra ir por el camino real sin otra operacin a la vez preliminar
y paralela que tuviese por objeto incorporarlos, dentro de lo que fuese posible, a
la cultura occidental. Esto no nos ha de extraar, si recordamos lo intrnsecamente
vinculadas que estaban tanto la cultura mexica como la europea de aquel tiempo
con sus religiones respectivas. En ambos mundos, la cultura no poda estar al
margen de la religin, y por consiguiente era imposible dejar intacta la una, des-
truyendo la otra. Y esa operacin preminar y paralela no poda ser otra cosa
que la educacin. Los primeros misioneros de Amrica, en particular los hijos del
verdadeo alcance de la tesis "animatista" acerca de los indios, vasc la disquisicin reflexiva
y bien documentad de Gmez Canedo que acabamos de cita en el texto (Gmez Canedo,
1966).
t66 Es innegable que al que los mismos religiosos reconociesen en cl indio el ser huma-
no semejante at suyo, contribuy grandemente su fe religiosa. lln una carta escrita el lo. de
enero de l52 a Francisco de Bustamante, Mendieta confiesa, diciendo: "si no fuera porque
tenemos por fe que todos descendemos de Adn y Eva, diramos que Jcl indiol cs otra espe'
cie por s" (Gaca lcazbalceta, t94l (a), p. 7).
r? sahagn, 1969,t. t, p. 31.
156 LAEDUcAoTNcoMocoNeursrA
Otros ordenamos y mandamos que cada uno que tuviere cincuenta in-
dios o dende arriba encomendados, sean obligados de hacer mostrar un
muchacho, el que ms hbil de ellos les pareciere, a leer y a escribir las
cosas de nuestra fe para que aqullos muestren despus a los dichos in-
dios, porque mejor tomarn lo que aqul les dijere que no lo que le dije-
ren los otros vecinos y pobladores, y eue si la tal persona tuviere cien
indios y dende arriba, que haga mostrar dos muchachos, y que si tal per-
sona que tuviera los dichos indios no lo hiciere mostrar como dicho es,
mandamos que el visitador que en nuestro nombre tuviere cargo de ellos,
los haga mostrar a su costa. . . hemos sido informados que algunas per-
sonas se sirven de algunos muchachos indios de pajes, ordenamos y
mandamos que la tal persona que se sirviere de indio por paje, sea obli-
gado de le mostrar leer y escribir y todas las otras cosas que de suso
estn declaradas.rT3
tn lbid.,p. ll.
r73 lbid.,pp.4445.
158 LAEDUcAoTNcoMocoNeursrA
los caciques y de los otros principales del pueblo, y asimismo les mues-
tren a hablar romance castellano y ha se de trabajar en todos los caci-
ques e indios cuanto fuere posible que hablen
".t1se.r?4
De lo transcrito se dcsprende una mayor evolucin en el pensamiento educa-
tivo de la Corona, que no es nada menos que la formacin intensiva de la minora
directora de la comunidad indgena, cuyo mvil puede ser el deseo de facilitar y
promover la evangelizacin de toda la poblacin islea contando con la autori-
dad local, as como el de proveer a dicha comunidad de dirigentes disciplinados
en la "polica" y "buenas costumbres" del Viejo Mundo. La experiencia de la
vida americana cada da ms enriquecida enseaba a los espaoles la utilidad de
la autoridad de los caciques para la labor apostlica -"convertidos los mayores
de la repblica, era fcil cosa traer a la conversin la gente comn de ella", dira
despus un cronista-l?s as como para el afianzamiento del gobiemo secular cu-
ya preocupacin se reflejaba ahora incluso en el orden lingstico: ensear caste-
llano a los indios.
Toda esta serie de manifestaciones de la voluntad que tena la corona de
educar a los indios lleg a cristalizar, al cabo de ms de un siglo, de la siguiente
forma en la Recopilacin de lss leyes de Indias:
Para que los hijos de los caciques que han de gobernar a los indios
sean desde nios instruidos en nuesta santa fe catlica, se fundaron por
nuestra orden algunos colegios en las Provincias del Peru, dotados con
renta que para este efecto se consigna, y por lo que an falta que sean
ayudados y favorecidos: mandamos a nuestros virreyes que los tengan
por muy encomendados y procuren su conseryacin y aumento y en las
ciudadesprincipales del Per y NuevaEspaa se funden otrosdonde sean
llevados los hlios de caciques de pequea edad y encargados a personas
diligentes que los enseen y doctrinen en cristiandad, buenas costum-
bres y polica y lengua castellana y se les consiga renta competente a su
cianza y educacin (Ley 2,Tftulo 23, Libro ).
Para la Corona espaola la educacin de los indios tena por objeto, se des-
prende de la ltima cita, formar para el gobierno de su comunidad la minora
directora instruida en la fe cristiana, disciplinada en las modalidades polticas es-
paolas y versada en la lengua castellana.
con lo que llevamos dicho, creemos haber puesto de retieve cmo la educa-
cin de los indios constitua en la poltica indiana de Espaa un tema de inters
vivo y constante cuyo concepto fue evolucionando y precisando su finalidad con
el transcurso del tiempo. El tema entraba de lleno en el programa poltico para el
buen gobiemo de las Indias, y por consiguiepte no nos parece justo atribuir la
obra educativa en Amrica slo al celo de parte de los misioneros.
Antes de dar por terminado este apartado, queremos hacer mencin de otra
disposicin real interesante. con fecha del 9 de noviembre de 1526. carlos I des-
pachaba una real cdula que deca:
Espa'
La falta de realizacin de la mencionada real cdula de 1526 en Nueva
a no es de lamentarse, ya que, como veremos adelante, la buena diligencia do'
cente de los franciscanos, et primer obispo de Mxico y el primer virrey de Nueva
Espaa la suplieron con creces.
pues, bien, desde fechas tempranas, la Corona y parte de los contingentes
apostlicos en el Nuevo Mundo estuvieron muy de acuerdo en cuanto-a la inmi'
nente necesidad de educacin de los indios. Los regiosos idearon todo un pro'
grama educativo y lo pusieron en prctica, y la realeza le dio visto bueno y lo
protegi en cuanto le fue posible tanto jurdica como econmicamente.
El epteto de feliz primognita que el virrey del Per, Francisco Toledo, dio a
Nueva Espaa va muy acertado en el orden de educacin. Si el capitn general de
sus conquistadores no era hombre nada vulgar,lsg tampoco lo eran los que res'
pondieron a su insistente llamada de cristianizar e incorporar a la cultura occi-
dental las tierras recin ganadas. Las primeras barcazas trajeron al pas la flor de
aquella generacin renacentista de mentalidad abierta, de vivas inquietudes hu-
mansticas y de vigor emanente de una disciplina no haca mucho reformada.
Los tres franciscanos flamencos, los "doce" espaoles, el primer obispo y luego
arzobispo de Mxico, el segundo presidente de Audiencia, el primer virrey, para
mencionar slo a los ms representativos, eran los que constituan esa falange
educadora y civilizadora. Gracias a la sinceridad,la honradez, la entrega, el entu-
siasmo y la perseverancia con que obraron estos claros varones de la poca en co'
laboracin con muchos compaeros suyos no menos virtuosos para la causa de la
cultura en el nuevo pas, se convirti, sin tardar mucho, su capital en un gran
uni'
centro de vida cultural del Nuevo Mundo, almciga con imprenta, colegios,
u.iri., corte virreinal, disputas acadmicas y certmenes literarios, donde nu'
merosos'contingentes de genio etan instruidos y formadOS, al miSmO niVel qUe en
la vieja Europa. Tan rpido y tan fecundo fue este fomento de cultura en Nueva
Espaa que ya un hijo del mismo siglo de la conquista, nacido en la vieja Espaa,
pero educado en la nueva, pudo cantar en los siguientes versos el esplendor de la
vida intelectual en su capital:
Periodizacin
Para nuestro propsito de estudio sobre la educacin del indio en Nueva Espaa
a cargo de los misioneros, creemos que es posible y, adems til, establecer, den-
tro del primer siglo colonial del pas, estos dos periodos: l) desde 1523 hasta
1536;2) desde 1536 hasta fines del siglo.
El primero comenz con la llegada de los tres franciscanos flamencos ya por
nosotros conocidos, que pronto establecieron la primera escuela en Nueva Espa-
a. Su ejemplo fue seguido por los otros franciscanos que vinieron al pas en aos
posteriores, y el ensayo educativo fue llevado adelante y extendido cada da ms
por el mbito sometido al dominio espaol del pas gracias a los esfuezos infati-
gables de dichos frailes. Fue una etapa embrionaria en la que qued, sin embar-
go, asentado el principio educativo para el indio, en tanto que lo ms urgente e
importante de lo que se hacan cargo dichas actividades docentes fue rescatar al
PRIMER PERIoDo:
Tresflamencos en marcha
Una primera manifestacin de carcter oficial que conooemos del propsito edu'
cativo de los misioneros en Nueva Espaa es aquella en la que, al entrevistane los
"doce" franciscanos a pocos das de su llegada aTenochtitlan con los principales
y sacerdotes mexicas, aqullos comunicaron a stos su deseo de que les entrega'
sen sus hijos para su instruccin: "para esto, hermanos muy amados, es necesario
cuanto a lo primero que vosotros nos deis y pongis en nuestfas manos a vuestros
hijos pequeos, que conviene sean primero enseados: as porque ellos estn
desembarazados y vosotros muy ocupados en el gobierno de vuestros vasallos y
en cumplir con nuestros hermanos los espaoles como tambin Porque vuestros
hijos, como nios y tiernos en la edad, comprendern con ms facilidad la doc'
trina que les ensearemos. Y despus ellos a veces nos ayudarrin ensendoos a
vosotros y a los demiis adultos lo que hubieren deprendido".lel
pss en fechas
anteriores a este acontecimiento, la obra educativa para los nios indgenas se
haba ya puesto en marcha, bien que en forma muy modesta, en tierras de Tetz'
coco a cargo de tres hermanos suyos de hbito que les haban precedido unos
nueve meses en llegar a Nueva Espaa.
Las primeras expediciones franciscanas destinadas a Nueva Espaa se com-
ponan de unos hombres de dotes y cualidades excelentes de divena ndole,
recin acrisolados en la reforma emprendida por el cardenal Cisneros. De entre
ter Mendieta, l9?1, pp. 214'215. Enlos Coloqulo, compuestos por Sahagn en 1564
no consta esta peticin de los "doce". Pero el ttulo del captulo 29 del primer libo de la
obra dice: "en que se pone que los doce mandaon a los seores y.strapasque trajesen a su
presencia los dlos y iodas ius mujeres e hijos" mien6as en el prlogo de la misma oba, el
utor harie mencin de los "muchachos que estaban recogidos en gran cantidad en nuestas
casas y coman y dorman en ellas".
LA EDUCACTN EN EI/ SGI,O XVI 165
r92 En su carta dirigida a sus hemanos de hbito en Flandes, pone Gante: "yo fray Pe'
dro de Mura. . ." (Garca lcazbalceta, 1954, p. l0a).
tB Lste particular an no acaba de aclarase satisfactoriamcnte. Nos fundamos en el
estudio de Kieckens, 1966, pp. l4-15.
r94 Hay dos testinronios del propio Gante, quien, dirigindosc nada menos que a Carlos
I, escribi: "Y dante atcvintiento ser tan allegado a V. M. y ser de su tierra" (Cartasde In'
dias, 1877, p. 100);
..Pues
v. M. y yo sabemos lo cecanos y propincuos que somos, y tanto
que nos coie la misma sangre" (Garca lcazbalceta, 1954, p. 9l). Conocemosotas dos rc-
flencias, una que debemoia fray Atonso de Escalona (loc.cit.), otra a lxtlilxchitl (lxil-
xchilt, 1965, t. I, p.386).
res Se trataba-de una congregacin de carcte piadoso fundada en la segunda mitad del
sigto XIV por Geert Goot (1340-1384) en Deventer, Holanda. Se propona dcpurar las cos-
tu"mbres disolutas de la poca tanto entre ta gente comn como entre los eclesiisticos. Al
mismo tiempo, se encargaba de la educacin de la juventud con un plograma de cstudio dc
ocho aos, l cual abarciba desde cl latn, griego, historia, lgica y rctica hasta dcrecho ro-
mano, Ariitteles, platn y teologa (Beck, 1965, p. 106). Tomds de Kempis, Nicols Cusa-
no y muchos de los letrados del siglo XVI del norte de F)uropa eran personas cducadas cn sus
escuelas,
15 Gaca lcazbalceta, 1954,p.92.
rn Gaca lcazbalceta, l94l (b), p. 203.
ls Chvez, 1962, pp.98'102'
le Las Casas, 1961, t. 11,p.422.
166 LA EDUcAcIN coMo coNeulsrA
Las Casas debi ser lo que determin lo que el pariente "cercano y propincuo"
del Emperador llam mrs tarde "mi conversifJ".zD De hecho, aunque no sabe'
mos dnde ni cundo, tom el hbito de San Francisco, renunciando a la alegre
vida cortesana y a la privanza real. Viva en el convento de Gante, cuando llegaron
las fabulosas noticias de Mxico con su increble imperio de Motecuhzoma, cu-
yos tesoros, exhibidos en Bruselas y otras ciudades de Europa, convencieron a la
gente de la existencia real de dicho imperio, tlavez que por su belleza descono-
cida sacaron de la minora culta europea palabras de mxima admiracin.2ol Al
propio tiempo, cundi por toda Europa la convulsin a la que haba dado lugar
el acto de rebelda de aquel "frailuco" agustino alemn, que iba a acabar con la
unidad espiritual y cultural de la vieja cristiandad occidental. La desesperacin
ante su mundo as hendido y amenazado de guerras sangrientas, y el entusiasmo
apostlico por recuperar en el Nuevo Mundo lo perdido en el Viejo para la causa
de la Iglesiazo: decidieron a Pedro de Gante y a otros dos compaeros suyos de
hbito, Juan de Tecto y Juan de Aora, a ofrecerse a trabajar para el bien de los
nuevos vasallos de su soberano Carlos I, y deseando por este camino "mejor y
ms cumplidamente servir a Dios y a la Corona real"a)3 se hicieron a la vela rum-
bo a Espaa, donde se detuvieron ms de un ao recogiendo noticias ms detalla-
das de la tierra recin conquistada. Finalmente se embarcaron de nuevo en Sevilla
con destino a Nueva Espaa, adonde llegaron el 13 de agosto de 1523,el mismo
Item,porqueporelpresenteentodaslasciudades'villasylugares
de esta Nu"v.'gsp'aa no'puede haber monasterios donde
lo susodicho
se pueOa q* los alcaldes Y-flgrdorgs de,cada u-na d-e,ellas' sala-
"f""tu sea hbil y sficinte, la ms que se pudiere hallar
ren una p"rr"*'q"
ydebuenascostumbresparaquetengacargodeindustriaralosdichos
muchachos, et cuJsalari se pagar a costa de los
que trviesen los di-
y que
chos indios, repartiendo ms o menos lo que cada uno. tuviese'
que all
tengan diligencia los dichos alcaldes de visitar los muchachos
y que personas
hubiese ensendose y de saber cmo se hace con ellos,
no cumplen esta ordeanza de arriba, en no traer los dichos muchachos,
,op,nu.qu"sienlosusodichotuviesennegligencia,pierdenlosdichos
es.220
podemos me-
Los que leemos con sosiego estas palabras del conquistador no
porque la instruccin beneficiase cuanto antes a
nos de ,r.ono.r, su buen celo
posible nios indgenas, y esto aun a-costa de los vence'
un nmero lo mayor de
educacin y la
dores de la guerra, que, aljuicio de corts, eran responsables de la
consecuente elevacin cultural de aqullos.
edu'
Conocemos otro caso ms explicito que nos atestigua que la ordenanza
qued en litra muerta, sino que tuvo_vigencia. La fuente
cativa de Corts no se
son unas cartas que.r.bi Diego de ords en 1529 desdeEspaaasusobrino
en elbuen
Francisco Verdugo.zzr En ellas lemos: "y sobre todo mirad mucho
el parecer en algunas cosas de los frai-
tratamiento de ls indios y siempre tomad
les. y asimismo o, al seor y naturales de Tevtila (sic), que los tratis
*"V-i." y-procurad"n.o.i.ndo
de traer algunos hijos del seor y algunos muchachos, hijos
para que aprendan para des-
e .nor"t . Tevtila, al monastJrio de Huexotzinco
su tierra, y que si posible fuere, vengan sus pa'
pus que ellos impongan a los de
para que vean cmo los muchachos que estn en
drr, ellos a Huexotzinco
"on
el monasterio son tratados" .222 ps my de notar que para el autor de las cartas el
donde se educaban nios
".-fr"Ui.r" en Huexotzinco, su tierr, monasterio en que, dems de ser la gen'
indios constitua un motivo de orgullo: "Hgoos saber
por estar
te de Huexotzinco de buena voluntad y la tierra buena, lo tengo en.ms
adelante.
ull rl ron.rterio, el cual os encomiendo mucho, y la buena obra vaya
como son esos monasterios.
Que os hago saber que ac no se tiene cosa en tanto
i fruUi, de traer algunos hijos del seor de Teotila (src) y de otros principales de
Teotila y aprenclan all, y dadles de comer, porque no los podrn proveer' pero
ellos lo ia[arn en otra tosa. Y haced de marera que sobre todo el servicio
de
Ningn ejempla del uno ni del otro ha tlegado a nosotos, lo cual hace sumamente difcil
poner fin a la disputa. Po nuesta parte, diremos que sugiere mucho a creer que antes de
1539 ya estaba en funcin, aungue fuese en forma muy modesta, la imprenta en Nueva Es-
paa la siguiente frase escrita por Zumrraga el 6 de mayo de 1538: "poco se puede adelan-
tar en lo de la imprenta por la carestfa del papet que esto dificutta las muchas bbas que ac
e1rn apar-ejadas y de otas que habtn de nueva dase a la cstampa" (Garca lcazbalceta,
1947, t. II], p. 149. El subrayado es nuestro).
I Garcla lcazbalceta, 1954, p. 104.
p Tambin el obispo Julin Gacs pona, en su famosa carta probablemente escita
en 1537 a Paulo IIl, trminos nahuas como tlaxcalli, tlacualli y tomaxtii. Tal vez fueon stos
los primeros en leorse en Roma.
2{ Garca lcazbalceta, 1954, p. lO4.
241 Qudese ctaro que Matn de valencia no supo
nunca bien el nhuatl. As lo con-
fiesa l mismo (Mendieta, l9?1, p.601). De manera queestode "ensear.., hastaleerpor
latn" no se debe interpretar en et sentido de que diho fanciscano enseas tatn en io-
ma sistemtica, sino en el de que se limitaba a preientar algunas oraciones e himnos en dicho
idioma, que los nios aprenderan de memoia sin entende su significado. por oua parte,
advertimos que el uso general del nhua en la instruccin religiosa de tos indios no
"*"lu",
al parecer, de modo total el del espaol. Hablando de los das en quc et Colegio de Ttatelol-
c_o-ya. no era lo que habla sido, dice Torquemada lo siguiente: ,.Hay de oinario en
este
Colegio de doscientos cincuenta a trescienaos nios, qu aprenden y consevan todava as
buenas costumbes de los colegiales sus ante@sores y rezan el oficio de Nuesta Seora, a sus
horas, y vienen rezando las oaciones en castellano a la iglesia" (Torquemada, 1969, t. IIt,
p. I 15. El cursivo es nuestro).
174 LA EDUcAcrN coMo coNeulsrA
nios y, luego a travs de stos, los mayores tambin aprendieron a leer y escri'
bir su-idiora. Motolina nos dice: "Deprendieron a leer brevemente as en ro'
mance como en latn, y de tirado y letra de mano. . . todos las [cartas] saben leer,
hasta los que ha poco se comenzaron a ensear. Escribir se ensearon en breve
tiempo porque en pocos das que escriben luego contrahacen la materia que les
dan sus ss[ss".242 Dirigindose al Captulo General de Tolosa, el 12 de junio
de 15 3 I escrib a Zumrraga lo siguiente: "muchos de estos nios y otros mayores
saben bien leer, escribir".243 pss aos ms tarde, Testera y otros siete francisca'
nos informaban al Emperador: "Qu diremos de los hijos de los naturales de
esta tierra? Escriben, leen, cantan canto llano y de rgano y contrapunto, hacen
bros de canto, ensean sfss".244 Incluso a Roma se envi informe acerca del
buen ingenio que mostraban los nios indgenas en aprender a leer y escribir,
ya que el obispo Julin Garcs no pudo menos de escribir, a Paulo III en la carta
que hemos mencionado en otra ocasin, diciendo: "Ahora es tanta la felicidad
de sus ingenios (hablo de los nios) que escriben en latn y en romance mejor
que nuestros espaoles, y los que se dan entre ellos al estudio de la lengua latina
y castellana, no salen menos aprovechados que nosotros".24s fits tal fenmeno,
a pocos aos el cartearse dej de ser cosa de admiracin para los indios.z'l Tan
rpida fue la asimilacin y extensa la difusin del alfabeto entre los mismos que
parte de los espaoles testigos del acontecimiento se volvieron recelosos. Les pa'
reca que para los indios bastaba con que supieren decir las principales oraciones,
pero "simplemente, sin aclaraciones ni glosas ni exposiciones de doctores", Y QU
era "el leer y escribir muy daoso como el diablo",24? segn escriba Jernimo
lpez, uno de los recelosos.
Sin embargo, el mejor tesmonio de todo este feliz suceso de capital impor'
tancia cultural lo dieron los propios indios. Entre stos, es de suponer que no
tard en haber bastantes que, guiados por su preocupacin historiogrfica de lar'
ga tradicin, se dedicaron a escribir historias y memorias del pasado de su nacin.
Uno de los primeros grandes resultados de tal elaboracin literaria dados por los
indios alfabetizados es el Relato de h conquista, obra annima de un indio natu'
ral de Tlatelolco redactada en 1528.20 Fijmonos bien en lo temprana que es la
fecha. Slo a un lustro de la llegada de los tres flamencos redact el autor anni'
mo esta crnica de la cada de su nacin con mucha vivacidad. Garibay la califica
de "saga que llega a fundirse con la narracin de Occides".24e Aparte su valor
histrico-literario, lo indudable es que esta obra constituye el monumento ms
elocuente de la rpida alfabetizacin de los indios de Nueva Espaa. Tambin
est fuera de toda duda que la tradicin escrituraria prehispnica de fuerte rai
gambre facilit este proceso de asimilacin alfabtica.
Cierto que el periodo que denominamos tetzcocano fue escaso de aconteci'
& Garca lcazbalceta, 1947, t, lI, p. 307. Ll cursivo cs nucstro. Dcsdc luego, esto no
fue siempre exclusivo dc los fanciscanos. El agustino Dicgo dc Baialcnquc habla dc la fun-
dacin de Tiripito en la forma siguiente: "OrdJnada ta polica del pucblo, rrataron det cdifi-
cio de la iglesia y alrededor de clla todo lo que le perteneca. Haciiel m"iodo cl convcnto,
al orienle el hospital, al norte la escuela de cantores y de muchachos para lcer y cscribir, al
ponente el cementerio con sus capiltas donde los nios aprcnden la dlctrina"
iCrnicas de
Michoacn, I 940, p. 66).
2s7 Garca lcazbalceta, I 941 (b), p.
216.
xs lbid.,p.5i.
2se Mcndieta, I 97 I p. 4l 8.
,
%o Torqucmada, 1969, t. llt, p. l I l.
2l Motolina, | 969, p. t 08.
22 Mendieta, 191 | , p. 217 .
t3 Cartas de Indias, 1877, p. 52.
4 Gaca tcazbalccta, 1947, t.ll, p. 308.
2s Mcndiera, l97l p. 60l .
,
l'78 LA EDUcAcrN coMo coNeursrA
ples trabajos gracias a este sistema educativo conventual, como veremos pronto.
De estas escuelas franciscanas, si la de Tetzcoco se lleva la palma de haber
sido la primera en Nueva Espaa, la mayor reputacin por sus actividades varias
y perseverantes le corresponde a la de San Francisco de Mxico, edificada "a las
espaldas de la capilla mayor de la dicha iglesia [de San Francisco]". Fundada en
1525 por Martn de Valencia,t que se haba quedado como custodio en la capi-
tal, pronto, sin embargo, debi ser encargada principalmente a Gante que a fines
de 1526 o a principios del ao siguiente se traslad de Tetzcoco a Mxico, adonde
vena para quedarse durante todo el resto de su larga vida, excepto una corta
temporada pasada en Tlaxcala. El lego franciscano vendra ya por entonces con-
vencido de que su oficio era "predicar y ensear da y noche" a los nios indge'
nas, como escribi dos aos ms tarde.u? De hecho, se entreg a su vocacin
docente con tal entusiasmo que en 1552 pudo escribir a Carlos I con cierto
orgullo o satisfaccin, diciendo: "y yo he trabajado con ellos de da y de noche
ms ha de treinta aos, estando continuamente con ellos en una escuela que est
junto con esta capilla".268 Su larga experiencia y su profunda conviccin de ha'
berse empleado en una causa justa y merecedora le enaltecan inconteniblemente
y su pluma no poda a veces menos de soltar frases como la siguiente cuyo tono
sonaba un tanto inespetuoso: 'Justa cosa es que se me conceda la merced, aten-
to a lo mucho que he trabajado con ellos flos indios]", advirtiendo al Emperador
a la vez: "que tengo intencin de acabar mi vida en su doctrina" .x9 La relacin
franciscana de 1570 se suma a informarnos: "y de esta escuela tiene cargofray
Pedro de Gante, el cual vino a esta tiena habr cuarenta y seis aos antes que lle'
gasen a ella los primeros doce que envi el Emperador. . . y ha perseverado en
instruirles [a tos indios] y aprovecharlos hasta el dra de hoy que vive de edad de
noventa aos".?0 Aqu tenemos a la vista una vida de dedicacin completa para
el bien espiritual y la elevacin cultural de los hijos delaraza vencida.
Una vez recogidos de esta manera los hijos de seores y principales, los fran'
ciscanos tuvieron por bien para su educacin valerse del modo y la disciplina que
haban regido antao la institucin mexica del calmcac.z7l Efectivamente, com-
parndose con la enseanza catequstica en el patio de la que haemos pronto
mencin, la edupacin franciscana en las escuelas-monasterio nos recuerda la tra-
dicin del calmcac. As, pues, los nios alumnos fueron sometidos al rgimen de
vida monacal de sus maestros. Se les ense a levantarse a medianoche pararezat
los maitines de Nuestra Seora y, al amanecer, sus Horas. Hasta se les ense a
disciplinarse con azotes de noche y a tener oraciones mentales.z'2 En una cita
26 Loc. cit.
27' Mcndicta, 1971, p. 218.
2B Loc. cit.
LA EDUCACTON EN EIJ STGLO XVI I8I
medio de seas.'e pero este inconveniente se remedi a poco
tiempo, ya que
algunos de los frailes se-adelantaron tan rpido ,n.t
up*i"ujr .ioior.
"al cabo de medio ao" empezaron a ..hadlar y entenderse razonablemente qu,
con
los indios".28o El caso ms trpico de Gante quea referido
en nota anteror.
Al empeo y la entrega de ros frailes maestros, sus discfpuros de i.tenacsima
memoria, dciles y claros", al decir de Martn de valencia,
,upiuin correspon-
der con gran provechg.y r.n prometedora. Ol fr* V,scribir, nos
forl-a-muy
ocupado al hablar de la alfabetiriion del nrhuatl y
Ig.or
Bstenos con lo dicho. El canto era, desde un principio,
,u ,pl" difusin.
una asignatura de prime-
ra importancia e inters para los frailes. La raz6n.,
,.niil., ,ru"- ,tr*.n,o qu,
no poda faltar a la cerebracin de cuarquier oficio rerigioso.
E; ;;t;""ocida la
buena contribucin que hizo en ra ense'an za de ra,n,ir;l;;u.i'C"ro, .vrn.-
able sacerdote viejo" y colaborador de Gante en la
escuela de San Francisco de
Mxico. Ni l saba nada de la tengua de sus alumnos, ni
stos de la de su maestro,
quien, no obstante, logr darse a entender a base
e b";;Jt;;everancia y
ensearles el canto llano as como el de rgano.2sr
El xito ensenanza e
msica tanto en el cantar como en el tocaiinstrumentos
fue rotundo. si Gante
escribe el 3l de octubre de 1532 ar Emperador,
diciendo: ,, r,"uinl" formado
"cantores que podran
.cantar
en ra capin de v. M., t- uiun qu, ,i io e ue, quiza
no se creer".28 Mendieta anota en su librolosiguiente: ,,Norr.ypulo
de cien
vecinos que no tenga cantores que oficien las miss y
vsperas ,n ,*to de rgano
con sus instrumentos de msica. Ni hay aldehuela,
apu;.r,;o;;;;u.ln, qu. rrr,
que.deje de tener siquiera tres o cuatr indios que
canten caa ra en su iglesia
Ias horas de Nuestra gfls".2&r Er arto grado que
r", i";;i;a'n-rrron ,n ,r
aprendizaje de la msica europea se desprnde,iir ncurta
cuenta Motolina de un indio de Tlaxcala que compuso ,,una
d; caso que
misa Lntera, apun.
tada-por puro ingenio, aprobada por buenos cantoies
oe casuua lue la han vis-
to"'o,4 Al mismo tiempo, la dfusin de los instrumentos
de msica fue tar que
Mendieta escribe en un.tono un- tanto exagerado: ,,en
todos los reinos de ra cris-
tiandad (fuera de ras Indias), no hay tanta c-opia de
flautas,cirL]"r,-r".uu.r,.r,
orlos, lrompetas y atabales como n slo este reino
A. f" u.". Eqp;;:?r;;;;
tambin los tienen todas cuasi las iglesias donde hay
religiosos".-"-'-"
. sin embargo, el xito ms sorprendente y trasendelntal que
se obtuvo de esta
educacin intensiva de los hijos di seores y principares
no fue ni ra alfabetiza-
cin del idioma nhuatl y su aprendizae pr ia pobracin
indgena, ni tampoco
la formacin de buenos.cantores y mrisioiprovuhoro,
sino el que los nios educandos ie convirtrun .n
prr. ;i;;'i; ra rgresia,
un medio eficacsimo para ra
proqggin del apostorado y.al mismo tiempo una te'ibre arma ofensiva
contra
prehispnica. Dicho otras paiabras, de ras escuelas-monasterio de
f1-r:liryl -en
ros rranclscanos empezaron a salir a los pocos
aos de su funcin cientos de mu-
chachos que en el pleno sentido del trmino podemos
llama'evoiucinaros, o,
2D Loc. cit.
w lbid.,p.224.
ur Mototina, I969,pp. 169-170.
az Cartas de Ina;as, itl,p. SZ.
2E3 Mendieta,
197 | . p. 412.
28a Morolina, t969. p.
l20.
28s Mendieta, I971, p-p. 412-413.
182 LA EDUcAcrN coMo coNeursrA
ejemplo de estos sermones predicados por los nios preparados, se nos permitir
suponer que la gran tradicin retrica a cuyo fomento haban sido tan dadoslos
pipiltin no estuvo'ajena a tal xito de nios predicadores, que eran, ciertamente,
hijos de los antiguos alumnos del calmcac, donde se haba enseado con esmero
el tecpillatolli, "el lenguaje culto". Tampoco se perdi pronto el hbito de apren-
dizaje mnemotcnico practicado en la misma escuela prehispnica, pues ..tenfan
tanta memoria, que un sermn o una historia de un santo de una o dos veces oda
se les quedaba en la memoria, y despus la decfan con buena gracia y mucha osa.
da y ecacia".289
Adems de la elocuencia y la buena memoria, estos nios predicadores saca-
ban varias ventajas a sus maestros frailes. Una de ellas era que disponan de ms
libertad y posibilidad de movimiento que stos, y en virtud de las cuales iban "a
todos los fines de esta Nueva Espaa" sin preocuparse por si haba monasterios.
Segufan para esto las rutas de los mercaderes indgenas que eran "los que calan
mucho la tierra adentro".29O Cabe, pues, suponer que gracias a los nios predica-
dores el radio de la evangelizacin se extendi mucho, alavez que fue allanado
el camino de la conversin para los habitantes de lugares pocos accesibles. Otra
ventaja era que, siendo hijos de seores y principales, al ser enviadosasuspueblos
de procedencia, allf eran recibidos con respeto por la gente comn, y contando
con la autoridad de sus padres, podan dar "orden cmo se juntasen [sus padres,
parientes y vasallos] ciertos dfas para ser enseados".2el Desde luego, sus pala-
bras seran escuchadas atentamente por el auditorio.
Un segundo aspecto de los nios instruidos por los frailes fue de carcter
mucho ms opresivo e implacable: eran jubilosos destructores de los templos e
dolos, y terribles delatores de los mayores idlatras clandestinos. De nuevo es-
cuchamos a Gante, que en la ya varias veces citada carta de 1529 deca:'Noso-
tros con ellos vamos a la redonda destruyendo fdolos y templos por una parte,
mientras ellos hacen lo mismo en otra, y levantamos iglesias al Dios verdadero".29
Esta campaa destructora de templos e dlos, iniciada como un acto de osada
por tres frailes el lo. de enero de 1525 en Tetzcoco,2eo fue proseguida victorio-
samente por los muchachos, que vean "con voces de alabanza y alarido de ale-
grfa" la cafda de "los muros de Jeric", mientras quemaban "los que no lo eran
espantados y abobados, y quebradas las alas, como dicen, del corazn, viendo sus
templos y dioses por el suelo".294 Antes bien, los espaoles temieron que la des-
truccin pudiera "indignar y alborotar [a] los indios".2es Hagamos conciencia
del efecto psicolgico que estas escenas causaron en los indios mayores en cuyo
pasado inmediato la destruccin del templo determinaba la suerte de los pueblos
en las guerras. Los que vean incendiado el suyo la perdan, y el cautiverio de sus
dioses en el coacalco de Tenochtitlan significaba su obediencia a la capital lacus-
tre.e Los templos, que antao haban sido centro de su vida toda, ahora se con-
I Loc, cit,
tn lbid.,p.226.
zgt lbid.,p.258.
tn Garcla lcazbalceta, 1954, p. 104.
B Motolinfa, 1969,p. 22.
2e4 Mendieta, 191 l, p. 228.
M Loc. cit.
2e Sahagn, 1969, t. 1,p.234.
184 LA EDUcAcrN coMo coNeursrA
vertan a manos de sus propios hijos en escombros a la vista de ellos. Una ltima
resistencia del mundo mexica en vas de desmoronamiento se tradujo en la forma
trgica de martirio de unos muchachos predicadores.2r
El nimo exaltado de los muchachos nefitos no supo detenerse. No conten-
tos con la destruccin material de templos e fdolos, se hicieron tambin cargo de
descubrir y delatar las prcticas y costumbres recnditas de la idolatra que segufan
los mayores a las espaldas de los frailes. De da iban de espionaje por donde ha'
ba seales de ellas, y de noche en plena celebracin de banquefes, fiestas o arei'
tos caan con uno o dos frailes sobre los participantes y "prendanlos a todos y
atbanlos y llevbanlos al monasterio, donde los castigaban y hacan [hacer] pe'
nitencia y los enseaban la doctrina cristiana".2e8 F,stos cazadores de idlatras se
hicieron temer tanto que poco despus ya no era necesario que fuesen acompa-
ados por frailes ni en grupos numerosos. Bastaba con que fuesen en cuadrillas
de diez o veinte para traer presos cien o doscientos culpables al monasterio para
entregarlos a los frailes. Gracias a sus actividades policiacas, "nadie en pbco ni
de manera que se pudiese saber osaba hacer nada que fuese de cosas de idolatra
o de borrachera o fiesta".29 Aunque, por supuesto, esta cacera no aseguraba la
"destripacin" de ritos y prcticas paganos ni menos. Nuestro citado historiador
etngrafo estaba consciente de esto ms que nadie.3{n
Junto con la destruccin de templos e dolos y la delatacin de prcticas
idlatras, hay una tercera ofensiva que lanzaron estos muchachos contra el mun-
do pagano prehispnico. Nos referimos a la muerte violenta que infligieron a un
sacerdote del dios Ometochtli unos jvenes de Tlaxcala recin instruidos por los
primeros franciscanos en dicha tierra. Remitiendo la mayor parte del relato del
incidente a Motolina,$l nos fijaremos slo en las siguientes palabras suyas: al
ver caer muerto a pedradas al sacerdote pagano, "todos los que crean y servan a
los dolos y la gente del mercado quedaron todos espantados, y los nios muy
ufanos"; "En esto ya haban venido muchos de aquellos ministros muy bravos y
queran poner las manos en los muchachos, sino que no se atrevieron.. . antes
estaban como espantados en ver tan grande atrevimiento de muchachos".3@
Tremendo tuvo que ser este "espanto" o impacto que se haba apoderado de
todos los testigos presenciales de la lapidacin. Arin no haca mucho que se ha.
ban establecido ah los franciscanos, y la evangelizacin apenas se haba puesto
en marcha. Slo unos centenares de nios y mozuelos se sometan a una instruc.
cin intensiva de cristianizacin, pero eran una minora totalmente insignificante
en cuanto al orden numrico dentro de una poblacin numerosa que segua con
toda fidelidad la creencia religiosa tradicional. Pero el hecho es que parte de esa
minora casi ridcula se rebel tan de repente, en presencia de la muchedumbre
que llenaba el mercado, contra todo el sistema de valores de larga y frrea rai-
gambre del pas, hasta que acab con uno de aquellos sacerdotes respetados y
temidos, personajes slo dignos de "tanto acatamiento y reverencia que apenas
osaba la gente alzar los ojos para mirarles".3o3 f,, verdad, tuvo que ser un golpe
El cronista recin citado dice que "los dos o tres aos primeros aprovecha-
ron muy poco, que ya desmayaban y desconfiaban muchos".3l3 [, falta de tr.
minos congruentes para explicar las reglas gramaticales del latln habfa impedido
que se adelantase el estudio, aunque Ramrez de Fuenleal opinaba por el mismo
tiempo con mucho optimismo, como se desprende de la cita transcritahace poco.
Agregaba, diciendo: "sin poner duda habr de aquf a dos aos cincuenta indios
que la [a gramtica latina] sepan y la enseen".3te Quiz el que haba sido l
mismo quien tom la iniciativa en la inauguracin del estudio en cuestin le in.
dujese a dar relacin al Emperador en tal todo esperanzador, aun contradiciendo
a la realidad. Pero no serfa justo acusarle de haber hecho una informacin infun-
dada o falsa. Antes bien, habr que ver en l un hombre de gran perspicacia, por.
que el negocio no tard mucho en cambiar de fisonoma y dar la razn a su ob-
servacin. Slo el gran aprovechamiento que empezaron a mostrar los alumnos
de latinidad de la escuela de san Jos, una vez vencida la barrera tcnica de ter-
minologa gramatical, acab por convencer a sus favorecedores de que llevasen
un paso ms adelante su ambiciosa empresa civilizadora para el pueblo derrotado:
"despus que vieron que aprovechaba [el estudio] y que saldran con la gramti.
ca y con lo dems. . . pasronlos de San Francisco de Mxico. . . Ia] la otra media
parte de la ciudad pamada] Tlatelolco", dice claramenfe ltsfelinf.3ls
han de ser de gran admiracin" (Cuevas, 1928, t. I, p, 230), Ramrez dc l;uenleal cra una
persona de mentalidad muy de la poca, es decir, tpicamente renaccntista y abierta a todo
mundo. Ds sabido que desempe papel importante en el inicio de estudios ctnogrficos, en-
cargando a fray Andrs de Olmos la coleccin de las "antiguallas" prchispnicas. Dc su prco-
cupacin por la educacin del indio en Santo Domingo, hemos hecho antcriormente una
pequea mencin.
3r3 Motolina, 197 l,p. 238.
314 Del Paso y Troncoso, I 939, t. llt, p. I I 8.
3rs Motolinfa, 197 l, p. 239.
188 LA EDUcAcrN coMo coNeursrA
dio,quedadescritaensuprimerperiodol523.1535deacuerdoconloquehemos
,riuUfr"io al principio. i continuacin, nos ocupremos
de los tres restantes.
3a Motolina, 1969, pp. 83, 85; Mendiera' 197 l' p' 2'l 5'
344 Mendieta, l97l' P' 601'
ns lbid.,P.275.
% Ibd.,PP.418419'
32? Cervates de Salazar, 1963' p' I 85'
LA EDUCACIN EN EL STGLO XVT r9l
tnico regioso de Nueva Espaa sin verdadero paralelismo alguno en Espaa ni
en el resto de Europa, era un elemento sintetizado, bajo condiciones peculiares
del pas, de modelos antiguos para dar satisfaccin a las demandas nuevas.328 Era
consecuencia de la enorme desproporcin numrica entre ministros de la Iglesia
y fieles que jams se ha solucionado en forma debida en Hispanoamrica. Aun
bien entrada la segunda mitad del siglo XVI, la mayora de los monasterios fran-
ciscanos estaban habitados por dos o tres o cuatro frailes.32e Otro tanto se podr
afirmar de los de las otras dos rdenes mendicantes. Claro que se trataba de un
equipo de personal totalmente insuficiente para atender satisfactoriamente una
grey nada escasa en las mltiples tareas de apostolado, sobre todo, en los prime-
ros tiempos.3:lo Slo una obra de adaptacin a la realidad como el patio, provisto
de una capilla abierta dispuesta de tal modo que "mientras el sacerdote celebra el
divino sacrificio, puedan orle y verle sin estorbo los innumerables indios que se
juntan aqu los das festivos", poda aliviar un poco una situacin tan embarazo-
s.331 $egi la tradicin cristiana, el celebrar la misa al aire libre constituye casos
muy excepcionales, pero la realidad novohispana exiga que este modo excepcio-
nal de celebracin de la misa se convirtiese en normal. Fue tan grande la impor-
tancia que tuvo el patio con su capilla abierta durante los aos de convencin
precipitada que quiz quepa afirmar que sin esta obra de improvisacin y la flexi-
bilidad con que la adaptaron los frailes, la evangelizacin de la masa indgena
hubiera marchado mucho ms dificultosa.
Otra actividad de no menor importancia que la celebracin de la misa tuvo
lugar en el mismo patio: la enseanza de los rudimentos de la doctrina cristiana
para los hijos de la gente comn. Disponemos de una buena descripcin de la
poca sobre cmo se llevaba a cabo dicha enseanza catequstica en el patio, cuya
claridad nos invita otra vez a copiarla textualmente. Dice: "cada da en amane-
ciendo se juntan en los patios de las iglesias los nios hijos de la gente plebeya,
que ellos llaman macehuales, y las nias hijas de macehuales y principales, y lue.
go de maana antes de que se diga la misa,los cuentan y buscan por sus barrios o
tribus, segn estn repartidos; y despus de misa (la cual entre semana siempre
se dice de maana por las muchas ocupaciones que tienen los retgiosos), luego se
reparten por el patio asentados en diversas turmas, conforme a lo que cada uno
ha de aprender, porque a unos, que son los principiantes, se les ensea el Per sig-
num y otros el Paternster y a otros los mandamientos, segn que van aprove'
chano; y vanles examinando y requiriendo para subir de grado, y cuando ya sa'
Uen toda la doctrina y dan buena cuenta de ella, tinese cuidado de despedirlos y
enviarlos a sus casas para que los varones ayuden a sus padres en la agricultura o
en los oficios que tuvieren, y las muchachas tengan compaa a sus madres y
aprendan los oficios mujeriles con que han de servir a sus maridos".332 lJne ds
los maestros de la enseanza en el patio, Pedro de Gante, escribi el l5 de febre'
ro de I 552 a Carlos l, describiendo sus propias actividades en el de San Francisco
de Mxico en los siguientes trminos: "En esta ciudad de Mxico, dentro del pa'
tio de San Francisco, hay una capilla que se dice San Jos, que fue la primera
iglesia que en esta tierra se hizo, y donde han siempre sido doctrinados los indios
de los frailes de San Francisco, y yo he trabajado con ellos de da y de noche
ms ha de treinta aos, estando continuamente con ellos en una escuela que est
junto con esta capilla, donde les he enseado cantar, taer y enseado la doctri'
na, y siempre he tenido cargo particular y cuenta con ellos".333
Se deduce de lo transcrito que las clases de doctrina se daban todos los dfas
en la frescura del amanecer. Merece la pena destaca el que a pesar de ser tan po'
cos y estar siempre tan ajetreados los frailes no se ahonaban esfuezos en instruir
a sus discpulos esmerada y cuidadosamente, dividindolos en varios grupos segn
la materia de aprendizaje y luego examinndolos uno por uno hasta que apren-
diesen bien todo lo fundamental de la doctrina. No planearon recurrir cmo'
damente a una enseanzaen masa sin atencin individual. El catecismo consista
en ensearles a aprender de memoria las oraciones principales, los mandamientos
de Dios y de la lglesia, la declaracin del pecado venial y el mortal, los pecados
mortales y las virtudes, las obras de misericordia, los dones del Espritu Santo y
otros artculos, segn se ve en la doctrina cristiana breve compuesta por Alonso
de Molina.$a
Vemos que la materia de enseanza era amplia y que su aprendizaje de me'
moria no sera tan fcil para aquellos hijos de macehualtin, entre los cuales, a di'
ferencia de los pipiltin que tenan acceso al calmcac, no haba habido antes de
la conquista hbito tradicional de ejercitar aprendizaje mnemotcnico. Se nece'
sitaba algn medio que se lo facilitase, y no tard en descubrirse. En 1558 Gante
escribi a Felipe ll recordando sus primeros das de misionero en Nueva Espaa:
"y es que toda su adoracin de ellos a sus dioses era cantar y bailar delante de
ellos. . . y como yo vi esto y que todos sus cantares eran dedicados a sus dioses,
compuse metros muy solemnes sobre la ley de Dios y la fe,y cmo Dios se hizo
hombre por salvar al linaje humano, y cmo naci de la Virgen Mara, quedando
ella pura y sin mcula".3s En ocasin anterior hemos hablado del macehualiztli
prehispnico, celebrado en el cuicacalli o en los patios de los templos, que tena
mucha importancia inculcar en la mente de la gente comn la historia y el espri-
tu del Estado mexica. Tambin nos hemos ocupado, al hablar de la evangelizacin
del indio, de la utilizacin que se hizo de la msica y el canto que segua a esta
anza y al mtodo. Pero es indudable que los nios rendan mucho ms que los
mayores y que los frailes ponan ms esperanza en aqullos que en stos.
Si tanto por la necesidad de su vida material como por el concepto educativo
predominante entre sus maestros, del que hemos hablado antes, estos hijos de la
gente comn no tenan acceso a la enseanza superior, no quera esto decir que
con la instruccin regiosa que acabamos de describir se diese por concluida su
escolaridad. Las fuentes nos hablan de otra clase de educacin, que dado su ca-
rcter prctico-utitario se nos permite conjeturar que estaba destinada princi-
palmente a los hijos de macehualtin.
Antes hemos aludido al gran acierto que Acosta seal de la necesidad de "hu'
manizar", o sea, ensear a vivir con "polica" y "buenas costumbres", a los in'
dios antes de cristianizarlos. Parte importantfsima de esta "humanizacin" la
constitua el que los naturales, una vez sometidos al sistema polticoeconmico-
social de los europeos, aprendiesen, les gustase o no les gustase, a vivir con arre-
glo a sus cnones de vida. De fracasar en estos esfuerzos por cambiar el modo de
vida comprometeran su suerte en el ponenir en tal forma que se condenaran
inexorablemente a una existencia marginal dentro del aparato comunitario de
nuevo cuo. Uno de esos clnones de vida impuestos por el rgimen poscortesia-
no era que cada cual supiese ganarse honradamente la vida con ejercicio de algn
oficio, cobrando por sus servicios prestados y pagando sus necesidades de vida
mediante el uso del dinero. En otras palabras, era el incorporarse al sistema eco-
nmico monetario de vida europea. Esto supona, claro est, una educacin cfvi-
ca que preparase a uno para la vida de ciudadano en el pleno sentido de la pala-
bra, sin lo cual la integracin del indgena a la vida novohispana carecera de
fundamento.
La nca tradicin artstica de los antiguos mexicas haba sobrevivido a la des-
truccin de su vida poltica sin caer en desprecio ni en olvido. Al contrario. Las
obras de orfebres, lapidarios, irmanteca y otros artfices indgenas haban ganado
en fechas anteriores a la cada de Tenochtitlan la admiracin de Corts, quien
escribi a Carlos I lo siguiente: "Qu ms grandeza puede ser que un seor br-
baro como ste tuviese contrahechas de oro y plata y piedras y plumas todas las
cosas que debajo dol cielo hay en su seoro, tan al natural lo de oro y plata, que
no hay platero en el mundo que mejor lo hiciese, y lo de las piedras que no baste
juicio comprender con qu instrumentos se hiciese tan perfecto, y lo de pluma,
que ni de cera ni en ningn bordado se podra hacer tan maravillosamente?".344
Ni tampoco el escrupulo ortodoxo haba cegado el sentido artstico-esttico de
los frailes,3as y uno de ellos apunt lo siguiente sobre el ingenio de los naturales:
"El que ensea a el hombre la ciencia, ese mismo provey y dio a estos indios
344 Corts, 1970, p.66.
34s La intransigcncia religiosa de los espaoles del siglo XVI tena un reverso de signo
cuiosamenle contrario, pues ahf haba 'tn hbito de combinar o dejar coexistir fomas a-
tsticas, culturales e incluso religiosas de origen oriental y occidental, tan arraigado en los
hispanos por la ndole de su historia medieval. Slo partiendo de una mentalidad tradicional-
mente tolerante e integradora de las fomas artsticas y culturales venidas de Oriente, se
podra admitir el mestizaje con formas de arte y de cultura del extremo Occidente america-
no" (Dez del Coral, 1963,p.229).
LA EDUCACIN EN EL SIGLO XVI I95
naturales grande ingenio
lr-abilidad para aprender todas las ciencias, artes y ofi-
cios que les han enseado".3'16 Siendo tan ricos los filones artsticos d! los indlos,
por qu no explotarlos con fines educativos que a su vez apuntasen a otro de
mayor altura: su integracin social?
Gran fortuna para los indios de Nueva Espaa fue que entre sus primeros
maestros de la cultura occidental hubiese bastantes que esban conscientes de la
importancia comprometedora del factor arriba referido. Entre ellos se encontra-
ban Pedro de Gante y vasco de euiroga, para mencionar slo a los ms destaca-
dos. Ambos coincidan en Ia conviccin de que sin que se les proveyese a los
recin convertidos de una base slida para su vida material, compati6b con el
nuevo rgimen espaol y viable dentro del mismo, no se lograra jams una edifi-
cacin firme de su vida espiritual en la nueva fe. compartian, en una palabra, la
sentencia pauna, que dice: "Prius quod animale, deinde quod spiritale", esto
es: "Primero en cuanto a lo animal, despus en cuanto a l espiritual", como
se
expresa acertadamente Mendieta, al hablar de la obra educativa de Gante.34z
En ocasin anterior, hemos hecho alusin a los empeos que mostr
euiro-
ga en realizar este ideal en sus hospitales-pueblos. Entre tanto,'la
misma perspec-
tiva- y el mismo propsito movan a Gante, hombre ,.muy ingenioso para
tdas
las buenas, artes y oficios provechosos a la humana y cristiana polica',,eo a cons-
truir en el recinto de la capilla de san Jos de Mxico unas piezas, las cuales
haban de constituir como un departamento de oficios mecnios y elas artes
de su cara escuela, puesto que el lego franciscano, "no se contentando con tener
grande escuela de nios que se enseaban en la doctrina cristiana, y
a leer y escri-
bir y cantar, que los mozos grandecillos se aplicasen a dirender los ofi-
-procur
cios y artes de los espaoles, que-sus padres y abuels no supieron, y en los que
antes usaban se perfeccionasen".34g
rra a administrar y ensear nuestra santa fe a las nias hijas de los caciques y personas princi-
pales de esa tierra... me suplic y pidi por merced fese
scrvia Jmariliqiuecon to"
brevedad se hiciese y edificase ra diha *
v, porque as l i.r*, i.. iJ"ii."n.i" puru
Ty,
que pudiesen demandar limosna en la dicha cia y provincias, poiqu.
ru"hus personas
ticnen-voluntad de las ayudar para que se haga la dicha casa, y como n ticnen
ticencia para
!o
pedir, se deja. de hacer, a cuya causa la dicha casa est po; i.;;..: p";;;;;;. vos man-
do que luego vcis lo susodicho y ro proveis como os parciere y viredes q;.;r.";;;;
al servicio de Nuestro seor y. nuestro y buen acogimiento de i", h;;
que 119i9.!a casa se haga y3g..b con brevedad . . .';lcenaro
.rr, . manera
37s "Rey. Nuestros oficiales
c"r"i", ii, pp.ll-rs}
de ta Nueva Espaa. El rcveendo in crrri.tol .-. zumfuraga,
obispo de Mxico, se ha encargado de llevar a cia tierra ocho mujeres para que
entiendan en
la instruccin y enseanza de ras indias nias, a las cuares r,"-., i""6'r" p';;;, de cictas
cosas. Por ende yo vos mando que dc cuaresquier maaveds
v.to "1 .o,ofior,.r nu"r-
tro tesorero, deis y paguis a cada una de tas scis (sic) mujeres quc cl crro"ouispo
dc Mxico
llevare acsa Nueva Espaa c.ato pesos de oro que ics mandamos
dar para.on'qu. mcjor se
quej3.!e_resente proveer de lo necesario. , . echa en 'roledo a 2l das ei ies de mayo
de 1534" (Carreo, 1944, p. 95).
3 Carreo, 1944, p.106.
37t Garca lcazbalceta, 1947,
t. ly, p. 1 27.
3B Op. cit., t. Ill, p. 107.
37e lbid., p. 130.
'2O2 LA EDUcAcrN coMo coNeusrA
tumbre prehispnica -un "nefando crimen", segn tachan los obispos- confor'
los
me a la cual "a los principales holgazanes. . . les hacen presentes-de las hijas
y lai madies mismas se las llevan como frutas ordinariamente, y
mismos padres,
ellos lasiienen ncerradas en lugares subterrneos y escondrijos donde nadie las
obispos y las maestras por esto, ya que sta era la educacin de mujeres general'
mente dada en la poca y aun mucho despus.
La educacin de nias indias tampoco pudo llevarse adelante libre de dificul-
tades. La primera de las mismas era cmo proveerle de maestras adecuadas. Arriba
hemos visto que tanto entre las beatas enviadas por la Emperatriz como entre las
seglares tradas por Zumrraga no dejaba de haber algunas que otras que resulta-
ron maestras competentes. Pero su estado de no profesas daba motivo a que las
ms de ellas obrasen con libertad poco discreta, rechazando la intervencin de
los religiosos,3eo o desconociendo advertencias de Zumrraga y la tradicin mexi-
ca de educar nias. Esto ltimo daba lugar a un efecto muy inconveniente para la
obra en el rnimo de los padres de sus alumnas. Unas de las maestras se preocupa-
ban ms que por nada por "su hijos que trajeron y que se les han ysids"3er y
"enfardelan para se volver en Castilla";e9z otras no guardaban vida recogida, por
mucho que se la mandaba Zumrcaga so pena de excomunin, y salan afuera,
"diciendo que ellas no son esclavas que han de trabajar en balde. . . y quejndose
andando de casa en casa que las matan de hambre, proveyndolas yo [Zumrraga]
de todo lo que puedo y [es] necesario"'393 otras abandonaban las escuelas, "por-
que las aventajan partidos en casas de seglares".34 En fin, Zumnaga tuvo que
presentar al Emperador una queja acerca de estas maestras, diciendo: "las que has-
ta ahora han venido por la mayor parte no se apcan ni se humillan a las ense-
ar y tratar como ellas lo han menester segn su condicin y manera, midindoles
el seso y capacidad, ni tienen el recogimiento y honestidad que tendran las reli-
giosas, que ac es ms necesaria a los ojos de los padres [de las nias]".aes
La segunda dificultad era la mala disposicin que, en relacin con lo que
queda arriba expuesto, mostraban los seores y principales en entregar sus hijas
a las casas de doctrina: "los naturales huyen y excusan, cuando pueden, de traer
ah a sus hijas".l% Las fuentes la atribuyen a la falta de recogimiento de las pro-
pias maestras y a la indisposicin de las casas "donde no hay guarda ni encerra-
miento ni paredes lfs".3e? Recordemos el acto desaforado del oidor Delgadillo,
quien mand sacar a la fuerza "dos indias hermosas" de la casa de Tetzcoco.$S
En el caso concreto de la ciudad de Mxico, la disposicin real de que la casa de
390 La real cdula dcl 27 de noviembre de 1534 dispona: "Juana Velzqucz, beata, por
s y en nombre de las otras beatas, sus compacras . . ., me hizo relacin . . . que, pues cllas
no son religiosas ni estn sujetas a visitacin, siendo mujercs honestas, me suplic y pidi
por merced mandase que no fuesen visitadas dc los frailes de la orden de San F'rancisco ni las
pusiese en estricta regla, proveyendo que fuesen visitadas por vosostros [presidentes y oido-
res de la Audiencial y que los dichos frailes no tuviesen que haccr en Ia visitacin de la dicha
su casa. . . Por ende, yo vos mando que si las dichas beatas no tienen dada obcdiencia a algu-
na oden o religin, proveis que de aqrr adelante no sean ms visiladas de los dichos frailcs
franciscanos, no embargante cualquier carta y provisin que cn contrario haya, y vosotros
proveeris lo que os parecierc que convienc para que no sean visitadas y miradas" (Cenaro
Garca, 1907, pp. 33-34).
391 Garca lcazbalceta, 1947 t. IV, p. I 28.
,
w lbid.,p.122.
st lbid.,p. 128.
ea 6r. t. lll, p. 107.
3% Op. "., t. lV, p. 128.
cit.,
3% Op. cit., t. lll, p. 108.
sm lbid.,p. 107.
w Op. cit ., t. ll, p. I 99.
2M LAEDUcAcNcoMocoNeursrA
doctrina para nias se construyese "lo ms cerca que ser pueda de la iglesia ma.
yor" result totalmente contraproducente, ya que a los seores y principales,
"ms sospechos que espaoles", no les gust que la casa de recogimiento para
sus hijas estuviese "en lugar y pafie tan pblica",3ee pues "en su gentilida hs
solan tener encerradas y como nadie las viese".'l@ De aqu una resistencia tan
fuerte y tan pertinaz de los mismos a encomendar sus hijas a la escuela, que Zu'
mrraga, perdida la paciencia, hasta deca que habra que "ahorcar [a] los ms de
los caciques" a menos que se confiriese a alguien poder especial con el que qui.
tarles a la fuerza las hijas.eot A lo cual, sin embargo, respondan los caciques con
rehusar de ofrecer provisiones a la escuela: "somos certificados", informaban los
obispos al Emperador, "que aun westro visorrey con la Audiencia no basta para
acabar con los padres de las nias que estn en las casas a la doctrina, que las pro-
vean de lo necesario ni de un poco de ma2, como las dan de mala gana, porque
no se las pidan y se las vuelvan".2 Tal vez quepa pensar en otro motivo ms
profundo para explicar tal resistencia de los padres. Haremos alusin a esto
ms tarde.
El remedio, pues, con que los obispos pensaron poder combatir toda esta
oposicin de los caciques a la educacin de sus hijas en las casas de doctrina, fue
"construir casas encerradas con buenas paredes y guarda" "en sitio que est en-
tre los mismos indios, no entre los espaoles", habitadas por "algunas monjas
profesas que guarden clausura y no salgan",'l03 y asegurar su subsistencia con
concesin real de algn pueblo3u La Corona solucion el problema de sustento,
concediendo a tal efecto el pueblo de Ocuituco propuesto por Zumrraga: "lo
mismo os pare@", deca la real cdula del 23 de agosto de 1538 a los obispos de
Nueva Espaa, "que se debe hacer para las nias que estn en las casas donde las
doctrinan, que tambin hay otra persona que dejar otro pueblo que tiene enco-
mendado para que se les d de l maz y sendas mantas cada ao, y que al tiem.
po de su desposorio les dar en ajuar una carga que son veinte mantas. Ya escribo
al virrey que aplique estos dos pueblos al dicho Colegio [de Tlatelolco] y para las
dichas nias por el tiempo que fuere nuestra voluntad".'16 En cambio, el envo
de monjas profesas fue negado por la Corona, que contestaba en la misma cdula
en el siguiente tenor: "Decs que os parece cosa provechosa y muy necesaria para
la instruccin de los hijos de los naturales que haya en esa ciudad de Mxico un
monasterio de monjas profesas de la manera que estn en estos Reinos. Me ha
parecido que por ahora no debe haber en las Indias monasterios de monjas, y aun
hoy he mandado que no se haga ninguno".'lo6 La decisin fue consecuente de un
consejo que haba dado sobre el particular el ex presidente de la Audiencia, Ra-
mrez de Fuenleal.'(n Esta respuesta negativa de la Corona tuvo que ser un golpe
fatal al plan que ideaba Zumrraga y al nimo con que hasta entonces lo haba
promovido. En vista de tal actitud real, el obispo consider imposible lleva ade-
lante la educacin de nias indias, y de hecho no volvi a hablai ms de ella, sino
hasta aos despus para informar al prncipe don Felipe del cierre de las casas de
doctrina para nias.
cabe sealar varias causas por las que la educacin femenina se vino abajo al
cabo de unos diez aos de vigencia.'|o8 Entre las ms graves gura, por supuesto,
la mencionada decisin negativa que la corona tom en cuanto al envo de mon-
jas profesas como maestras. A buen seguro que dicho envo, de efectuane, hubiera
alentado al nimo de su protector principal , zvmnaga, a esforzarse por prose-
guir, desafiando otros estorbos, la obra, que ya hasta entonces se haba mantenido
a duras penas gracias a su diligencia.'l@ Podemos estar seguros de que la negativa
de la Corona fue la que le decidi a abandonar la empresa.
Tambin la epidemia de 1545 se sum para amrinarla con sus estragos. Zu-
rynaga escribi al prncipe don Felipe el4 de diciembre de ls4z, informndole
de que "la casa en que se solfan doctrinar las nias hijas de caciqus y principales
totalmente qued yerm".4to
sin embargo, conocemos otras palabras que el mismo obispo haba escrito a
don Felipe el 2 de junio de 1544, en las cuales nosotros creemos ver la ms deci-
siva de todas las causas posibles que acabaron con el efmero ensayo de educacin
de nias indias. Son las siguientes: la instruccin de las hijas de caciques en la
doctrina cristiana "ha cesado por lo que la experiencia ha mostrado, por conse-
jo de los religiosos, porgue los indios ni los que se cran en los conventos rehusa-
ban de casar con las doctrinadas en las casas de nias, diciendo que se criaban ocio.
sas y a los maridoslostendran en poco, ni losquerranservirsegn la costumbre
suya [del que ellas mantienen a ellos, por haber sido criadas y doctrinadas de
mujer de Q6fill".411 La cosa est clara. Las nias criadas por maestras espaolas
no servan para la vida de matrimonio de indios, y por consiguiente no eran soli-
citadas siquiera por los muchachos educados por los religiosos, los que casados
con ellas haban de ser ncleo de la cristianadad novohispana, segn esperaban
zumnaga y los frailes. ciertamente la materia de enseanza para nias no era
solamente la instruccin de la doctrina y el aprendizaje de algunos trabajos ma-
nuales propios de la mujer, sino que inclua el ensear el modo de vivir europeo.
Es muy de suponer que ste era lo que haca indeseables a las muchachas de las
casas de doctrina. Pero, qu parte del modo de vivir europeo daba lugar a que
los muchachos se rehusasen a casarse con ellas? La cita transcrita dice que stas
"no los quenan servir segn la costumbre suya [de] que ellas mantienen a ellos".
Recordemos que en el Mxico antiguo la vida material del hombre, sobre todo,
de los grupos dominantes dependa de la labor de la mujer. [a poligamia mexica
era, antes de ser consecuencia de la concupiscencia de los caciques, una institu-
cin con sentido econmico. Ante los reproches de los misioneros, la defendan
los caciques, diciendo: la practican "porque no tienen otra renta sino lo que las
mujeres les ganan con su labor para se mantener y en satisfaccin de sus trabajos
les pagaban con sus mismos cuerpos, y que no pueden dejar esta ley en que fue-
ron criados".4l2
Siend< en su mayora hijos de caciques y principales que no podan "dejar
esta ley" ancestral, los muchachos educados por los religiosos tampoco podan
desprenderse tan fcilnente de la misma que les prometa una vida holgada. En
este aspecto la educacin en los conventos no lograba transformarlos nada. En el
momento de escoger su consorte, los muchachos se mantenan enteramente fieles
a las costumbres de sus antepasados. Frente a esto, las maestras espaolas infun-
dan, se supone, en la mente de sus alumnas otro concepto totalmente distinto,
de Europa, en cuanto a la vida de matrimonio, de acuerdo con el cual el marido
era responsable de la subsistencia de la mujer e hijos. Era un concepto, claro
est, que liberaba a la mujer de sus cargas pesadas que la usanza tradicional del
pas le impona. De modo que lgico era que a diferencia de los muchachos, las
muchachas no quisieran volver, al contraer matrimonio, al modo de vivir antiguo,
tomando sobre s el trabajo de sustentar a su marido e hijos. [s intereses de
ambas partes resultaban ahora totalmenie incompatibles. Las muchachas de las
casas de doctrina eran unas que no haban "tenido compaa a sus madres" ni
haban "aprendido los oficios mujeriles con que haban de servir a sus maridos".
LIn ejemplo de choque irreconciable entre dos mundos muy diferentes.
A ttulo de ltima observacin, nosotros diramos que ante todo en esto
mismo era muy probablemente, la verdadera causa de la porfiada resistencia que
hemos visto oponan los caciques y principales al encomendar sus hijas a la edu-
cacin en casas de doctrina. Ellos prevean claramente el efecto pegroso que
podan sacar de dicha educacin, y que sta poda destruir todo el fundamento
de su vida econmica. Aqu tenemos a la vista otro caso de resistencia del mundo
prehisprtnico al occidental que hizo fracasar una empresa de importancia desde el
punto de vista cultural.
Antes de sobrevenir el azote de la epidemia de 1545, laeducacindenias
indias se haba dado por clausurada. En la ya citada carta de 1544, deca Zum-
naga al prncipe don Felipe lo siguiente: "y as habiendo cesado por la mayor
parte la dicha crianza y doctrina, se han ido casi todas a casa de sus padres y ya
no hay en la casa ms de cuatro o cinco indias mayores, y una de las mujeres que
la Emperatriz [envi], que ahora resida en la dicha casa, que se dice Ana de Mes-
to, se va a Sevilla para no volver ac en esta flota, y as queda la casa despobla-
da".4l3 El obispo peda ahora que el edificio se destinase al Hospital Real.
Se podra concluir, en vista de lo que hemos expuesto, diciendo que la edu-
cacin de nias indias con miras a implantar una verdadera cristiandad mediante
la cristianizacin de la familia indgena result, a la altura de la primera mitad
del siglo xvl, un ensayo demasiado prematuro, estrellndose, por consiguiente,
contra la resistencia de los elementos prehispnicos an persistentes. Palabras
como las siguientes de Motona nos suenan como una excusa poco aceptable
ms que como una explicacin verdica de la realidad: "Esta obra y doctrina
[de
nias indiasl dur obra de diez aos y no ms . . . despus, como sus padres vi-
nieron a el bautismo, no hubo necesidad dq, ser ms enseadas en cuanto supie-
ron ser cristianas y vivir en la ley del ti6i6".414
qr2
lbid.,p.239.
qtx
lbid.,p. 178.
414 Motolina, 1969, p. 182.
LA EDUCACN EN EL SIGLO XVT 207
SEGUNDO PDRIODO:
Por los primeros aos de la segunda dcada de establecimiento del dominio espa'
ol en Mxico, la educacin de sus indios naturales entr en un periodo de efer'
vesgengia con miras a dar un salto ms hacia una etapa nueva. l.afuerza promo-
tora emanaba, entre otras personas, del propio presidente de la segunda Audiencia,
el humanista Sebastin Ramrez de Fuenleal, que haba venido al pas en sep'
tiembre de 1531, ya familiarizado con el medio y el hombre americanos pof sus
experiencias en Santo Domingo. Era persona de tal perspicacia e-scudriadora y
de tales cualidades humanas que no se le escap la capacidad de los indios de
Nueva Espaa "no slo para lo moral, pero para lo especulativo". Convencido
cada da ms de las posibilidades que vea en los mismos de que "su religin y
obras humanas" llegasen en el porvenir a "ser de gran admiracin" y animado por
ellas, acab pronto por proponerse emPrender una obra de ensayo que a no pocos
contemporneos les pareca aventurada: ensear a jvenes indios el latn lo cual
equivala en aquel tiempo a ponerlos en el umbral de las dems ciencias superio'
res en los mismos trminos que a los jvenes europeos.
El propsito del buen obispo de santo Domingo encontr una reaccin fa-
vorable-enire los franciscanos, quienes por sus propias experiencias docentes
tampoco dejaban de admirar manifestaciones de buen ingenio en sus discpulos
de ls escueias-monasterio. La coyuntura ofreca, adems, otro factor en favor de
la intencin.
En la primera mitad de 1533, los franciscanos de Mxico eligieron cuarto
custodio a Jacobo de Testera. Era el electo un gran admirador de las dotes de los
indios atestiguadas en su artesana, fonna de gobiemo y administracin de la jus-
ticia, crianza de nios y otras modalidades de vida, al mismo tiempo que se mos'
traba partidario convencido de la educacin de los mismos, condenando a los
que a[egaban su supuesta incapacidad, como se desprende de su carta de fecha
6 de mayo de 1533.41s Podemos dar por cierto que su reaccin a la idea de Ra-
mrez Fuenleal fue rpida y acogedora y su apoyo decidido, siendo esto tal vez
una de sus primeras actividades de importancia al asumir el custodiato' porque
en esta misma carta es en la que daba cuenta al Emperador del comienzo de la
enseanza de latn a unos muchachos indios a cargo de "un religioso", que Supo'
nemos era Amaldo de Basacio, como ya hemos apuntado antes' Sin embargo, su
colaboracin a tal efecto no se agotaba en esto. Poco despus,en 1534o 1535,
Testera, siendo todava custodio, mand a Tlatelolco dos compaeros de hbito
para que ah se empleasen en el apostolado y en la docencia para estudiantes
indios. Es un supuesto que se fundamenta en las siguientes palabras de una real
cdula de fecha lo. de mayo de 1543: "fray Jacobo de Testera, comisario gene'
ral de los religiosos de la orden de San Franciscoque resideenlasnuestraslndias,
me ha hecho relacin que ellos han tenido siempre cargo de administrar en la
doctrina cristiana los indios del pueblo de Tlatelolco y que habr ocho aos que
residen dos religiosos de la dicha orden en dos celdas encima de la iglesia, admi'
nistrindoles los santos sacramentos y leyendo a los que s3[tdi3".416 No conoce'
Ars Canas de Indias, 1877,p. 65.
4t pg, 1945, fol. 96.
208 LA EDUCACIN COMO CONQUISTA
mos la carta de Testera referida por la real cdula, ni tampoco sabemos quines
eran esos dss sligissss. unicamente sabemos por otra real cdula de fecha 3 de
septiembre de 1536 que en Tlatelolco "haba mejor disposicin que en otra par-
te",4r7 a; que cabe suponer que por esta raz6n fue por lo que Testera envi a
sus dos compaeros a dicho barrio, en vez de reforzar lo iniciado por Basacio re-
tenindoles en San Francisco de Mxico, aunque de momento no hay manera de
precisar en qu consista esa "mejor disposicin". Slo como hiptesis de trabajo
se podra decir que, como se sabe, a diferencia de San Francisco de Mxico, don-
de se haban establecido muchos espaoles, ora conquistadores, ora colonos pos.
teriores, Tlatelolco era por entonces un barrio de poblacin predominantemente
indgena. En esto veayaTestera un medio ambiente ms adecuado para la con-
secucin de dicha enseanza que iba dirigida no a los hijos de espaoles, sino a
los de naturales, aspirando acaso a fundar en Tlatelolco en plan definitivo algn
colegio ad hoc, como se llev efectivamente a cabo un poco ms tarde? puede ser
que sf. En todo caso, creemos que el envo de dos religiosos por Testera al men.
cionado barrio indgena comprometi bastante la fundacin del futuro colegio
en el mismo.
El captulo general de la orden franciscana celebrado en 1535 determin ele.
var la custodia del santo Evangelio de Mxico a la categora de provincia, y Gar-
ca de cisneros, uno de los "doce", fue elegido primer provincial. El recin electo
era tambin partidario de la enseanza superior de los indios no menos decidida-
mente que su predecesor Testera, e investido ahora de mayor autoridad como
provincial, el apoyo al colegio embrionario de Tlatelolco, durante los das inme-
diatamente anteriores a su apertura oficial, debi ser rQsuelto y eficiente, por lo
cual Mendieta lo menciona al lado del virrey y el obispo Zumrraga en el momento
de la constitucin del Colegio.ata
Por ese mismo tiempo, se sumaron al movimiento propulsor de la educacin
superior de los indios, dos personajes revestidos de la mxima autoridad y facul-
tad.
.Ya cgnsa,grado, regresaba zumrraga de Espaa a su dicesis por el mes de
octubre ds lJl{,ale y a su vez llegaba el virrey Antonio de Mendo}a el 7 de no-
viembre del ao siguiente que vena a proveer al pas de un nuevo orden poltico.
social. un ao antes de su welta a Nueva Espaa, el obispo se haba declarado
partidario de la causa, cuando present ante el consejo d tndias su Insigne me-
morial, en el cual haca constar lo siguiente: "Item, es necesario quehayaalgu.
nos preceptores de gramtica as para los de ac como para los de all. vuestra
Seora y Mercedes manden proveer sobre ello, hacindols algunas mercedes".4a)
Fijmonos bien en que la peticin se haca tambin "parilos de all", o sea,
para los indios. El consejo de Indias le contest con la siguiente decisin: ,,eue
siendo tal, provean se le preparen ocho reales hasta ir para ayuda de ses".421
Por otra parte, la falta de experiencia personal previa en torno al hombre ameri-
cano y sus cualidades intelectuales, no impidi que el espritu abierto del primer
virrey de Nueva Espaa se afiliase a esta misma causa civilizadora de los indios y
que hiciese pblico su rme apoyo a la tesis indifila ante la Corona, como
veremos.
Visto as, se comprender que a la fundacin del Colegio de Tlatelolco haba
precedido un periodo en el que coincidieron diversos factores muy favorables
para su realizacin: la iniciativa de la prxima autoridad civil, apoyada por los
agentes ejecutores de la docencia de los indios, convencidos tambin de su causa
por sus propias experiencias positivas, rematada ms tarde por el refuerzo resuel-
to y decisivo de las dos autoridades, la civil y la eclesistica. Tal coyuntura hist.
rica estaba a punto de iniciar su momento de eclosin hacia principios del ao
1536, y de hecho se verific con la inauguracin oficial del Colegio de Santa Cruz
de Santiago Tlatelolco, el 6 de enero de ese ao.422 No fue pues, como se deduce
de lo que queda expuesto, una obra de improvisacin, sino fnto de mltiples
experiencias de unos y esfuerzos perseverantes de otros, al mismo tiempo que
imbuidos desde un principio de un noble ideario hondamente humanstico, y
que como tal aspiraba a los fines ms altos a que poda llegar la educacin en
aquel momento de la historia: incorporar al vencido a la cultura del vencedor ele-
vndolo al mismo nivel de hombre que ste.
No creemos que sea necesario repetir aqu la escena consabida del acto de
apertura del Colegio. Lo podemos remitir a Mendieta.a8 Nos mitamos a sealar
corno hecho significativo la presencia personal de las cuatro figuras protagonistas
de la obra -Ramrez de Fuenleal, que an no se haba marchado, Zumrtaga,
Mendoza y Garca de Cisneros como representantes de la comunidad franciscana-,
en el que percibimos a las claras la importancia que concedan a la educacin que
iba a reazarse en el Colegio. En su concurrencia vemos otro magnfico ejemplo
-decimos "otro", porque atrs hemos visto un primer ejemplo en la realizacin
de la capacitacin profesional de indios- de la mancomunidad de las dos autori'
dades civil y eclesistica dispuestas a trabajar para el bien de una nueva sociedad
en vas de formacin, de la elaboracin de cuyo porvenir se sentan altamente
responsables.
*.-iul cdula concerniente: "La Reina. Bachiller Gonzalo dc Valvcrde. Bicn sabiscmo
os hemos hecho meced de cincuenta pesos de oro cn cada uno dc trcs aos que lcyerdcs y
enseardes gramtica en la ciudad de Mxico a los espaoles y naturales de ella. . . " (Carreo,
1944, p. I l0). Tambin vase: Garca lcazbalceta, 1947, l. lV, pp. 39, 74).
422 Nos parece bien acptable la ntepretacin quc hace Garca lcazbalceta de por qu
se escogi esta fecha para la celebracin del acto dc apcrtura dcl Coleglo (Garca lcazbalccta,
1947, t. I, p. 288).
a23 Mendieta, 1971, pp.414415.
210 LAEDUcAcTNcoMocoNeursrA
nos ocupa.424 A estas cartas contest la Corona mediante una real cdula de fecha
3 de septiembre del mismo 1536, y sobre el particular del Colegio, manifest en
los siguientes trminos su satisfaccin y agradecimiento por cuanto se haba lle.
vado a efecto: "Mucho he holgado de lo que decs que yendo a examinar la inte-
ligencia de los nios hijos de los naturales de esa tierra, a quienenseangramtica
en los monasterios, hallasteis muchos de grande habidad y viveza de ingenio y
memoria aventajada, y hame parecido bien lo que decs, que porque fuisteis cer-
tificado que tenan capacidad y habidad para estudiar gramtica y para otras
facultades, habiendo hecho relacin de ello al nuestro presidente y oidores de
esa tierra, acordasteis que los indios hiciesen un colegio en la parroquia de san-
tiago porque haba mejor disposicin que en otra parte, y escogisteis en los mo-
nasterios hasta setenta muchachos de ellos, y con sus hopas y artes entraron en el
dicho colegio el da de los Reyes, y as escribo al virrey de esa Nueva Espaa,
que me informe de qu le parece que estos nios puedan ser ayudados sin dao
de nuestra hacienda y sin vejacin de los naturales. Tendris cuidado de le soci-
tar para que as lo haga".4x
El colegio de Tlatelolco qued as aprobado oficialmente por la corona. co-
mo se desprende de lo transcrito, y^ para entonces se haba hecho general la
enseanza del latn en las escuelas-monasterio, las cuales visit Zumrraga exa.
minando a sus alumnos y en virtud de sus informes, la Audiencia dio el visto bue-
no para la fundacin del colegio. Las grandes contribuciones del obispo a la obra
son innegables.azo Tambin es de imaginar lo contento que debi estar Zumrra-
ga con el resultado de su diligencia, ya que logr combatir con pruebas convin-
centes la opinin infundada sobre la incapacidad de los indios, por lo que en tono
esperanzdo y lleno de optimismo informara a la corona de la apertura de un
nuevo plantel de educacin superior para la juventud indgena, prometindole
precipitadamente un fruto rpido y abundante de la empresa.
Junto con la aprobacin, merece la pena que destaquemos tambin la buena
disposicin y cuidado que la corona mostraba ya en la citada real cdula de fecha
temprana con respecto al sostenimiento econmico del colegio y sus colegiales.
Ya se daba ella por patrona.
dos, y no permitir que sean ellos damnificados, aunque sea para amplificar el
patrimonio y hacienda real de V. M., y mandar que sean restituidos los que injus-
tamente han sido desposedos".4ze
Dicho de otro modo, lo que deseaban los franciscanos en cuanto al futuro
de las comunidades indgenas era conservar todo lo preexistente menos el espri-
tu pagano-idoltrico que lo nutra, sustituyndolo por el cristiano. Y los agentes
ms prometedores de xito para esta operacin de trueque eran los miembros de
la minora directora llamados por lo general caciques. La propia evangelizacin
tambin tena que contar con la autoridad de los mismos, si queran llevala a
cabo con menos estorbos: "la ley evanglica estaba generalmente promulgada en
las cabezas, que efan los seores y principales, y por ellos en nombre de todos
sus vasallos admitida sin contradiccin alguna".a$ La sociedad indgena de Nue-
va Espaa no era de estructura primitivo-igualitaria, sino bastante jerarquizada.
Los franciscanos saban que la suerte de sus misiones apostlicas dependa de
la mayor o menor cristianizacin de los elementos de la alta jerarqua. De ah la
educacin cuidadosa de sus hijos en las escuelas-monasterio.
Junto con la formacin de seglares directores para las comunidades indgenas
locales, la educacin franciscana de los hijos de la minora gobernante incubaba,
desde un principio, otro objetivo que poda ser de inters mucho ms inmediato
para el crculo eclesistico: la formacin de sacerdotes indgenas, un problema
universal con el que los misioneros tienen que enfrentarse dondequiera que va-
yan, porque es sencillamente ley humana el que no hay verdadera cristiandad en
un pas, en tanto que ste carece de sacerdotes naturales. La barrera de raza y
cultura es hien ponderable. Hagmonos cargo de que del propsito educativo ini-
cial de los tres frailes flamencos estaba a dos pasos la idea de formar clero indge-
na propiamente dicho. En efecto, es acaso difcil ver en los nios predicadores
que, instruidos bajo el cuidado de un Gante, salan los domingos a recorrer los
alrededores de la ciudad de Mxico con sermones previamente preparados por su
maestro la imagen incipiente de los futuros ministros indgenas? Su buen rendi-
miento debi ser tan prometedor que no pudo menos de animar a los frailes a
proponerse dar un salto ms hacia la formacin del clero indgena.
Paralelo al propsito de los franciscanos de servirse de los nios de la minora
dirigente en la forma que ya conocemos -era aqul como una respuesta inmedia.
ta al reto de la situacin real del pas de entonces-, haba en Nueva Espaa otros
atisbos de pensamiento que igualmente apuntaba a la formacin de sacerdotes
indgenas. Y esto desde fechas admirablemente tempranas. Una primera manifes.
tacin suya que conocemos documentalmente es la formulada por Rodrigo de
Albomoz -ste no era regioso, sino funcionario del gobiemo seglar del pas-,
quien escribi el 15 de diciembre de 1525 a Carlos I lo siguiente: "Para que los
hijos de los caciques y seores, muy poderoso seor, se instruyan en la fe, hay
necesidad nos mande V. M., se haga un colegio donde los muestren a leer y gram-
tica y filosofa y otras artes para que vengan a ser sacerdotes, que aprovechar
ms al que de ellos saliere tal y har ms fruto que cincuenta de los cristianos pa-
ra atraer a los otros l fs".43l El contador se muestra aqu totalmente de acuer-
do con el principio educativo de los franciscanos: educar de un modo especial a
q9
Garca lcazbalceta, l94l (a),p.42.
4s Mendieta, 1971, p. 257.
'13 Gaca lcazbalceta, 1971, t. I,p.501.
T,A EDUCACIN EN EL SIGLO XVI 2I3
aprendan "no tan solamente para saber para s, mas para darlo a entender lo que
aprenden y saben a los otros".4 Ms tarde, tendrcmos ocasin de aludir a otras
palabras de Zumrraga sobre el particular que lo confirman, pero en tono de des-
ilusin. Ms escuetamente exprcsada encontramos su intencin en carta de uno
de sus mejores colaboradores en esta empresa, el viney Mendoza, quien en su
respuesta de fecha l0 de diciembre de 1537 a la Corona, dej asentada en los
siguientes trminos su conviccin con respecto a la misin que poda desempear
el Colegio de Tlatelolco: "tengo por cierto que si verdadera cristiandad ha de
haber en esta gente, que sta ha de ser la puerta, y que han de aprovechar ms
que cuantos religiosos hay en la tierra".43s El formar sacerdotes connacionales
para los indios recin convertidos del pas a fin de consolidarlos en su nueva fe
era la suprema finalidad que estos varones esclarecidos se proponan lograr en su
Colegio de Tlatelolco.
Esndiantes y rruestros
cin franciscana de 1570 pone que el Colegio fue fundado "para que all se reco-
giesen hasta ochenta indios muchachos".438 Pero al recurrir a los testigos presen-
ciales del acto de apertura, la cifra se hac an menor. Contestando a la relacin
hecha por Zumnaga sobre el Colegio recin fundado, la real cdula del 3 de
septiembre de 1536 hace mencin de "hasta setenta muchachos" recogidos en 1,
cifra que repite la ya referida carta colectiva de los tres obispos del30 de noviembre
de 1537.'ls El viney Mendoza contestaba al Emperador veinte das despus,
diciendo: "entraron en l [el colegio] en mi presencia hasta sesenta de estos mu-
chachos",4tfo cifra que coincide con la que dara Zumnaga al escribir el l7 de
septiembre de 1538 a Suero del Aguila: "tengo sesenta muchachos ya gramti-
gss".44l Steck da la cifra de cincuenta,442 peto no dice en qu fuente se basa.
En vista de esto, se puede decir que el Colegio estaba preparado probablemente
para admitir unos ochenta estudiantes, pero que los ingresados se mitaban a ser
unos sesenta o setenta, ya que Zumnaga haba trado para el Colegio slo a
aquellos ms aprovechados y aventajados en sus estudios en las escuelas-monaste-
rio del pas, formando una verdadera minora selecta: "escogisteis
-se refiere a
Zumiirraga- en los monasterios hasta setenta muchachos de ellos", segn la ex-
presin de la real cedula arriba mencionada.4
y
mayordomo del propio colegio, que afirmaba en 15'12 que all haba "sesenta
cino colegial.r indit de loJpuelos de esta Nueva Espaa que deprenden lati'
nidad".4e En vista de lo que llevamos dicho hasta ahora, creemos poder concluir
por de pronto, diciendo: a lo largo del siglo xvl, el Colegio aPenas sustent un
nmero de educandos superior a cien salvo tal vez en sus monentos de existencia
menos azarosos, que seran espordicos, y el satiSfacer el nmero deseado de dos
muchachos por cada uno de los pueblos principales del pas estuvo almargen de
sus posibilidades, y mucho ms el de trescientos ideado por el obispo Zumntga.
El Colegio de Tlatelolco no era un instituto educativo abierto para cualquie'
ra, sino reservado para los hijos de la minora directora indgena' Y aun siendo
tales, tenan que satisfacer el requisito de integencia despabilada y buenas cuali'
tlades humanas para ser admitidos en 1. Sus primeros estudiantes fueron exami-
nados y escogidos por el propio Zumnaga de entre los muchachos educados en
San Francisco de Mxico y en otras escuelas-monasterio comarcanas. Sin embar'
go, un poco ms tarde, sobre todo, a partir de su "crisis" de 1540, de la que nos
ocuparemos adelante, es de suponer que empezaron a ingresar en el Colegio in'
clus-o hios de los seores locales ms alejados de la capital. Esto era para "que se
reparta por todos el beneficio que all se les hace".4so Y stos, desde luego, tam-
bin deban venir muy diligente y cuidadosamente escogidos Por sus frailes maes'
tros de entre sus numerosos compaeros instruidos en las escuelas'monasterio
que no faltaban donde haba franciscanos.'l6l Venan a Tlatelolco como enviados
con misin civilizadora para volverse luego a sus pueblos natales a n de repartir
entre sus conveciros aquel "benefiCio que all se les hace". Eran, pues, portado'
res y propagadores de la nueva cultura implantada en la capital de su pas.
[s estudiantes entraban en el Colegio muy jvenes. La relacin franciscana
de l5?0 insiste en que "los indios que all entrasen por colegialesnoseangran'
des, sino nios de ocho hasta doce aos, cuando muchs".452 E relacin con tal re'
quisito sobre la edad de admisin, disponemos de un dato interesante que tal vez
nos aclare su razn. Es lo que dice Zumrraga como informe proporcionado de
Francisco Jimnez, uno de los "doce": "los muchachos indios luego que son
de quince o diecisis aos son tomados y apartados para la regin de Tezcatli-
po, y por nombre de novicios les dan un nombre general del demonio que se
dice achcacauhtin, y a cada uno su nombre particular de sus dioses o ley del de'
monio, cada uno segn el oficio que le dan para regir aquella regin o idolatra,
y por esto. . . es necesario que los muchachos sean con tiempo antes de la edad
sobredicha tomados y apartados de sus padres para que se cren en la regin y
doctrina cristiana en los monasterios".4s3 Dato curioso, que nos informa de la
subsistencia de la costumbre ritual mexica de dedicar nios a Tezcatlipoca, dios
protector del telpochcalli. En vista de lo cual, no es muy difcil suponer otro
l) Arnaldo de Basacio
2) Andrs de Olmos
3) Bernardino de Sahagn
4) Juan de Gaona
s) Juan de Focher
6) Francisco ds $stm{g.ass
sa lbid.,p.550.
'165 Salragn, 1969,t.Itt, p. l6?.
6lbid.,p.166.
'f67 Mendieta, 197 l, p. 664.
rc lbid.,p.4l8.
qg lbid.,p.690. A'YALA
4m De ta biblioteca particular de Juan de Gaona, vase: Baudot
4?r Mendieta, I 971, pp. 689-690.
4n De la impresin delos Coloquios de Gaona, vase: Garca
w::;$9
220 LAEDUoAcINcoMocoNeulsrA
CYisis de 1540
Es una lstima que no estemos al tanto de los incidentes que ocurrieron en el seno
del Colegio o entre sus estudiantes durante el espacio temporal que-va de los l'
timos mses de 1538 a agosto del siguiente. Algo grave y determinante debi
acontecer all. El hecho es que con la fecha 23 de agosto de 1539' tenemos una
carta que zumrraga escribi a un sobrino suyo, en la cual leemos lo siguiente:
,,y a vz de toda l ciudad, y especialmente del seor visorrey, es la cosa en que
tnt t" servir Dios y mejor membria de toda la ciudad" el que el obispo convier-
ta la crcel en un hspiti donde se recojan los enfermos de bubas que en ningn
sitio ni hospital se quiere atender, "y bien es que quede algo del primer obispo
de Mxico".$2
en un hospital para bubosos es lo de menos. Lo sig'
Lo de convertir la crcel
nificativo est en que Zumrraga quiere ahora hacer de esta fundacin caritativa
su monumento de vida. Esto no nos deja de extraar a nosotros los que hemos
visto bastantes testimonios suyos en los cuales lo primero que salta a la vista no
es, sino su entrega total a la causa de la educacin superior de jvenes indios en
Tlatelolco. No ira su conviccin el "yo no pienso tener otra mejor cosa que
ofrecer a Dios a la hora postrimera" [que dicha enlpresa educativa]? Entonces,
y formacin de sacerdotes indgenas en
lo ms lgico no sera que el colegio la
jus aulas fuesen el verdadero monumento que el obispo deba querer dejar de su
memoria para la posteridad? Por muy piadoso que fuese el ftndar un hospital
prrr unor enfermos que no tenan ningn amparo bajo eJ cielo, esto no poda
sobrepasar a la formaci'n de clero indgena en un pas como la Nueva Espaa de en'
tonces en cuanto a su importancia trascendental, y sobre todo, Como Obra de
fE Ds til ecordar una yez ms que toda la educacin superior de la poca preparaba
al hombre para el saccrdocio, dc modo que no ros debe extraar que Quiroga, que haba
sido largo tiempo seglar y jurista y luego oidor de la Audiencia en Nueva Espaa, se viese un
da nombrado obispo y se convitiese en eclesistico. Slo su formacin supcrior haca posi-
ble un cambio de estado en forma tan repentina y radical.
rb Mendieta, 1971, pp.635-36.
s Cuevas, 1928, t. I, p. 389.
w lbid.,p.390.
LA EDUCACTN EN EI, SIGLO XVT 227
suficientes para tal estado, y as les quitaron los hbitos, y nunca ms se ha reci'
bido indio a la religin, ni an se tiene por hbiles para el sacerdocio".@ Cree'
mos que el experimento fue anterior a la apertura del Colegio de Tlatelolco y
que los dos "mancebos" escogidos eran de los que se educaban en alguna escuela'
monasterio, ya que "predicaban Con Sran fervof" -recordemos a tal efectO UnaS
de las palabras de Gante anteriormente transcritas- a sus connacionales, mien-
tras que los colegiales de Tlatelolco, segn afirma el mismo historiador francisca-
no, no salan afuera "sino pocas veces", como hemos visto atrs. Lo que no nos
aclara la cita recin transcrita es en qu consista concretamente eso que "hallse
por experiencia", por lo que se les quit el hbito a los dos "mancebos". La rela'
cin de Mendieta tambin peca de ambigua sobre el mismo detalle: "A algunos
de los indios criados y doctrinados de su mano y al parecerbien inclinados, dieron
el hbito de la orden para probarlos, y luego en el ao del noviciado conocieron
claramente que no era para ellos, y as los despidieron e hicieron estatuto que no
se recibiesen".Slo $sgimes sin saber en qu consista este "conocimiento claro"
de que el noviciado "no era para ello". Slo a ttulo de hiptesis de trabajo, trae'
mos de nuevo a colacin aquella mencin que hace Sahagn de los "bros sensua'
les" de losjvenes indios, contra los cuales los frailes no supieron hacer otra cosa
que despedirlos de las escuelas-monasterio. No cabr sospechar otro tanto con
respecto a estos dos "mancebos" de prueba precipitada en la vida religosa al lado
de los frailes observantsimos del primer periodo de evangelizacin de Nueva Es-
paa? Desde luego, Zumrraga debi estar enterado de esta experiencia intere-
sante de sus hermanos de hbito. Pero no se haba dejado disuadir de intentar lo
mismo por segunda vez, porque, a su modo de ver, aquel experimento primitivo
se haba llevado a efecto en forma defectuosa, al desconocer una educacin esco-
lar sistemtica, consistente y efrcaz. As que esta vez su ensayo, se decidi el
obispo, se efectuara contando con un buen conocimiento previo de latn, un
colegio ad hoc y un equipo docente de primera categora... Pero no obstante
todo esto, se volvi a arrojar un saldo totalmente negativo. Al odo del obispo
decepcionado volvan a sonar las palabras de sus hermanos de orden que antao
haban sido vctimas de la misma amargura.
Por ltimo, habr que tener en cuenta que el obispo ya era viejo, tena ms
de setenta aos. Ya habaperdido aquel nimo brioso con que una vez se enfrent
cuerpo a cuerpo con los violentos oidores de la primera Audiencia, hasta arries-
gndose en tal forma que un da "le tiraron un bote de lanza con el recatn que
le pas por debajo del sobaco".sll Padeca "mal de orina", del que muri ocho
aos despus.
La consecuencia de la claudicacin de Zumrraga fue trascendental para la
vida del Colegio. No slo ste perdi para siempre su inigualable apoyo moral y
material -esto repercuti fatalmente, sobre todo, en su vida econmica, que
haba sido siempre poco afortunada, hacindola todava ms precaria-, sino que
qued desposedo de lo primordial que alimentaba su razn de ser. Antes hemos
observado cmo el ideal de formar sacerdotes indgenas animaba y promova a
Zumrraga a obrar en favor del Colegio, y que el mismo ideal era aquello a lo que
Cierto que no es sta la primera vez que encontramos tal propsito. Lneas
atrs hemos visto otra manifestacin en fecha anterior. Pero esta vez la voluntad
de la Corona se declara en un tono mucho ms decidido e inconfundible, y se
echa de ver que la castellanizacin del indio se proPone como clave pafa mayor o
Estaba Mendieta en lo cierto al decir: "Ninguna cosa hay en este mundo, por buena
y provechosa que sea, que deje de tener contradiccin, porque segn son diversos
los gustos de los hombres, lo que a unos contenta a otros desagrada".Sts La his-
toria del Colegio de Tlatelolco no fue excepcin a esta regla humana universal.
Mientras la educacin de los nios indios no pasaba de ser de carcter pura-
mente catequstico como la emprendida en los patios de las iglesias, o de nivel
elemental consistente en ensearles a leer y a escribir como se haca en las escue-
las-monasterio de los franciscanos, la obra civilizadora pudo seguir adelante sin
oposiciones. Acaso hubiese alguna que otra persona que no miraba con buenos
ojos el ensearles siquiera a leer y a escribir, como, por ejemplo, el funcionario
de gobiemo Jernimo Lpez cuyas palabras ya conocemos, pero esto no llegaba
a ser oposicin tan grave que comprometiese la marcha de la obra en forma alguna.
Si los franciscanos enseaban, desde un principio, a sus discpulos a leer y a
escribir, los dominicos no se oponan necesariamente a esto. Ms bien, cabe su-
poner qre seguan stos el ejemplo de aqullos. A tal efecto es significativo que
las dos doctrinas para el uso de indios prescritas por lajunta eclesistica de 1546
fuesen la una, breve, del franciscano Alonso de Molina, y la otra, larga, del domi-
nico Pedro de Crdoba. Esta ltima haba sido publicada en 1544 slo en la ver-
sin castellana, y ahora los hermanos de hbito del autor la tradujeron al nhuatl
y la editaron en dos versiones, castellana y nhuatl, en l548.sl Este es un deta-
lle que nos permite creer que los dominicos no se oponan a que los indios apren-
diesen a leer y a escribir. El "se les debe quitar el estudio que hemos citado antes
del dominico Betanzos, se deber interpretar como referente nicamente a la
educacin superior conducente al sacerdocio. Sus propias razones de oposicin
descritas en la misma carta lo aclaran, como pronto veremos. Garibay circunscri-
be a su vez su asercin de no encontrar "ni un solo dato referente a la obra" edu-
cativa emprendida por los dominicos a la educacin superior.slT Incluso hay otro
dato que autoriza a conjeturar que tal vez los dominicos exigan a los indios so-
citantes del bautismo una mayor instruccin previa que los franciscanos. Nos re-
ferimos al famoso incidente de Las Casas, descrito por la pluma irritada de
Motolina: "y despus de muchos ruegos, [Las Casas] demand muchas condi-
ciones de aparejo para el bautismo, como si l solo supiera ms que todos, y cier-
tamente aquel indio estaba bien aparejado".sr8 Es evidente que las "muchas con-
diciones de aparejo" requeridas por el dominico criticado no se referan slo al
aspecto ceremonial, sino tambin al de instruccin del solicitante. Admitimos
que el dato no asegura que tal instruccin incluyese necesariamente el leer y el
escribir. Pero lgico ser pensar que cuanto ms extensa se haca la instruccin
prebautismal, ms probabilidad haba de que los indios contasen con la escritura
en el aprendizaje de la doctrina.
El ambiente, sin embargo, cambi de tono, cuando los franciscanos, admira-
dos primero y luego animados por el ingenio despierto que sus discpulos haban
mostrado en sus estudios de primeras letras, dieron un mayor vuelo a sus ideas
educativas: ensearles el latn. Era esto abrir l puerta a todas las letras y cien'
cias, as como a la carrera eclesistica. Por lo tanto, enseat latn a los indios
supna, desde un principio, su ordenacin sacerdotal. De repente, el problema
colr la cateogra de maxima importancia ala vez inquietante para toda la vida
colonial. Poshles sacerdotes y hasta prelados de la raza vencida! No tard en
haber opositores de vario matiz contra el nuevo intento educativo de los francis'
canos y sus partidarios.
Slo al-difundirse la noticia de que algunos personajes haban concebido la
idea de poner en prctica la enseanza de latn para la juventud indgena, se le'
vantaron diversas bpiniones de recia oposicin, y aun con su autoridad de presi'
dente de la Audiencia, que ostentaba Ramrez de Fuenleal, parece que no se las
pudo acallar por completo. Motolina as lo afirma al decir: "Hasta comenzarlos
a ensear latin o gramtica hubo muchos pareceres' as entre los frailes como de
otras personas, y ci"tto se les ha enseado con harta dificultad."sle Se desprende
que dsde el comienzo la empresa naci en un ambiente poco acogedor'
con todo, una buena y estrecha colaboracin entre aquellas personadades
que ya conocemos, logr imponerse a la oposicin. Y cuando comenz la ense'
d.nr. dtl latn para muchachos indios, sus adversarios "reanse mucho y hacan
burla, teniendo muy por averiguado que nadie sera poderoso para poder ensear
grryti.. a gente ian inhbif'.s2o Pero al cabo de dos o tres aos de esfuerzos
la risa y burla
iacientes de los instructofes por vencer las dificultades iniciales,
iuvieron que cederle paso a un ceo fruncido y emPezaron alanzat palabrasde
dura contiadiccin: 'ilos espaoles seglares y eclesisticos espantronse mucho
Cmo aquello se pudo ha6er" y "comenzaron as los seglares como los eclesisti-
cos a contradecir este negocio y a poner muchas objeciones contra l para impe'
dils".s2r Sentan un indecible desasosiego ante los alumnos indios de gramtica
que empezaban "a hablar latn y entenderlo y a escribir en latn y aun a hacer
virsoS herOiCos",s22 y a componer "ora6iones largas y bien autorizadaS, y verSoS
exmetros y pentmtros".s23 Con la apertura oficial del Colegio de Tlatelolco,
el progreso di estudios de gramtica se aceler y su fruto se hizo cda da ms
evi-dente. Ya hemos hecho mencin de unas palabras de regocijo deZumrragay
de otras de admiracin del virrey Mendoza. Por el ao 1538 Motolina escriba
a su vez otro tanto, dando pie al optimismo del obispo: "a la sazn que esto es'
cribo, que ha poco ms de cinco aos que los comenzaron a leer gramtica, hay
muchos de ellos muy gentiles gratnticos. . . [que] hacen una buena colacin en
latn muy congruo y elegante, de media hora y de ms tiempo, autorizando lo
que dicen y moralizndolo, tanto, que los que los oyen' y aun su maestro' se
espantan".s24 La cosa no poda presentarse ms inquietante para Sus adversarios.
La relacin franciscana de 1570 dice que entre los opositores de la ensean'
za de latn para muchachos indios y por consiguiente de la causa del Colegio de
Tlatelolco, guraban civiles, eclesisticos y hasta algunos frailes de la propia orden
franciscana.s2s Desde luego, las razones de su oposicin eran varias.
sre lbid.,p.170.
sz) Sahagn, 1969, t. llt' P. 165'
s2r Jbid.,p. 166.
sn lbid.,p.165.
s23 Motolina, 1969,p. l7o.
s2a Y6oni", 1971, PP. 238-239.
s2s Garca lcazbalceta, l94l (b), pp. 6263.
232 LAEDUcActNcoMocoNeursrA
Entre los civiles encontramos antes que a nadie a Jernimo L6pez, consejero
del viney. Fue uno de los enemigos ms antiguos, perseverantes y activos, segn
sus propias palabras escritas el 20 de octubre de l54l: "cuando esto
[enseanza
de latn para jvenes indios] se principiaba, muchas veces en el acuerdo al obis.
po de santo Domingo ante los oidores yo dije el yerro que era y los daos que se
podan seguir en estudiar los indios ciencias".526 Incluio habl en vano cn los
franciscanos a fin de disuadirlos de su propsito: "sobre esto muchas veces me
mat con frailes, dicindoles que era gran yerro, y no lo pude acabar con ellss".S2?
En este tenaz funcionario real vemos un ejemplo tpico del hombre reaccio.
nario que no poda tolerar ver a los indios civilizarse y que llegaran algn da a
igu{ane con los espaoles mediante la educacin, lo mismo que algunos padres
de familia que no saben o no quieren conocer la lgica natural de que sui hios
crecen y se desarrollan hasta convertirse en sus iguales. Esto se observa claramen-
te en las siguientes palabras suyas: "el indio por ahora no tena necesidad sino de
saber el Paternster y el Ave Mara, credo y salve y mandamientos y no ms, y
esto simplemente, sin aclaraciones, ni glosas, ni exposiciones de doctores, ni saber
distinguir la Trinidad, Padre e Hrjo y Espritu santo, ni los atributos de cada
s1e".98 Lo podremos tildar de representante del oscurantismo colonialista.
Pero hasta cierto punto hay que reconocer que l tambin era hijo de la po-
ca que le toc vivir, poca que no permita a la mayora de la gente ver en el
fomento libre de las letras, sino peligro de apostasa y hereja, lo cual tena indu-
dablemente mucho de verdad. Slo contadas personas excepcionales podan
mantenerse por encima de tal ambiente general. El consejero del virrey no perte-
neca, sin duda, a esta minora privilegiada. As lo descubre, al alegar que dibido
a la traduccin de la Biblia a las lenguas vernculas y a su bre circulacin entre
la gente comn, "muchos de nuestra Espaa se haban perdido y haban levanta-
do mil herejas por no entender la sagrada Escritura".s2e El ensear latn al
indio cometera, segn 1, el mismo error, bien que en el sentido contrario, por-
que los indios instruidos en latan tendran libre acceso a laBiblia y enellaen-
contraran historias como las de "los sacrificios de la ley vieja y lo de Abraham",
que les conduciran al peligro de hereja o de reincidencia en sus antiguas prcti-
cas pagano-idoltricas.
En efecto, como si fuera para dar pie a sus palabras, aconteci en 1539 el
famoso proceso contra el cacique carlos de Tetzcoco, acusado de idlatra y
amancebado. Jernimo Lpez declar que el cacique hab sido antiguo alumno
de Tlatelolco. carecemos de documentos que nos informen cmo refutaron los
frailes esta asercin del consejero del virrey.sro Hoy se sabe que era infundada. s3l
Pese a todo, se conjetura que fue un golpe muy duro para ls defensores del co-
.
dc -.totlf9-lt"mospodidoconsultalafuenteoriginal.Nuestrarcdaccinsehahechoabase
Rica^rd_(Ricar.d, t947, pp. 407-408) y Steck (Stcck, 1944, pp. 76-78).
,qz C.D.IA.O., 1866, r. Vl, pp.488489.
236 LAEDUcAcINcoMocoNeulsrA
estar aqul "a cargo de los frailes de San !'1gi5s6"543 Este ltimo detalle lo
repite otra carta escrita en l572saa en la siguiente forma: 'Junto con esto sospe'
.h"*o, que por envidia de ver la orden de San Francisco en tanta aceptacin de
los indios. . . no falta quien so color de bien les ponga mal Pecho"'s4s
si la oposicin abierta a la marera de la de Jernimo Lpez parece que no
tuvo por d pronto mucha eficacia -si los franciscanos no se dejaron persuadir
pot .i del virrey, tampoco el presidente'obispo Ramrez de Fuenleal,
quien lo "ont..ro
ent-retena, respndin-dole "algunas cosas", segn confiesa el propio
Jirnimo Lbpez, ni la Corona ni el Consejo de Indias le hicieron apenas caso-,
las "envidias y pasiones" s lograron minar progresivamente el Colegio, socavan'
do el nimo de sus defensores -"los frailes se cansan de poner con ellos el trabajo
de que tienen necesidad para llevarlos adelante", dice Sahagn-,s6 inducin'
dolei a retirar su proteccin al mismo y, ante todo, hacindolo caer en un am'
biente de indiferencia y frialdad general, como veremos adelante. De hecho, a
medida que transcurre el tiempo, se va haciendo cadtvez menor la frecuencia
con que encontramos en las fuentes disponibles referencias al Colegio.
o todos los factores negativos que jams cesaron de poner obstculos al
buen funcionamiento y al sano desarrollo del Colegio de Tlatelolco se puede-n
llamar indistintamente oposicin, ya que haba algunos que deberamos califi'
carlos simplemente de dificultades. De stas nos ocuparemos a continuacin.
La prihera es la falla conletida en la direccin superior del colegio' Ya he'
mos dicho que desde el primer momento eran, junto con el guardin del conven'
to de Tlatellco, unos franciscanos los que se lcieron cargo de la vida general y
la docencia del Colegio. Un testigo presettcial del hecho describe: "Ensearon los
frailes a los colegiales y estuvieron con ellos ms de diez aos, ensendolos toda
la disciplina y costumbre que en el Colegio se haban de guardar".S4? o sea, des-
de 153-6 hasia 1546, aproximadamente, el colegio estuvo plenamente bajo la
administracin y responsabilidad directa de los frailes-maestros. Al cabo de dicho
decenio aproximado, sus puestos directivos -rector y conciarios-, se traspasaron
a manos de algunos antiguos alumnos "hbiles" del Colegio, y este estado aut'
nomo indgena dur "ms de veinte aos",S'a es decir, desde l546hasta 1566,
aproximadamente. Y segn declara sin ambages la misma fuente,-"en el cual
tiempo se cay todo el regimiento y buen concierto del Colegio",s4e y procede
en siguida a enumerar las causas de dicho desorden: primero, "por el mayordo-
mo que tena cargo del Colegio"; segundo, "por la negligencia y descuido del rec'
tor y consiliarios"; tercero, "por descuido de los frailes".Sso
Pero, nos asalta una pregunta: por qu se desprendieron los frailes de la
direccin del Colegi? La pregunta no acaba de tener una respuesta satisfactoria.
Sahagn nos la explica, diclendo: "ya que haba entre ellos -los colegiales- quie'
nes leyesen y quienes al parecer fuesen hbiles para regir el Colegio, hicironles
sus ordenaciones y eligironse rector y consiliarios para que rigieran el Colegio, y
dejronlos que leyesen y se rigiesen ellos a sus sslas".Ssl Palabras de las cuales
Steck saca la siguiente conclusin, que a nosotros nos pareoe un tanto precipita-
da e idealizante: "los franciscanos no tomaron esa medida porque les faltara o
hubiese menguado el primer inters que haban puesto en la empresa, ni porque
la comunidad franciscana careciera de miembros a quienes pudiese conar dicha
administracin. El motivo exacto. . . fue el que dicha medida correspondi con
el designio fundamental de las autoridades -a saber, la educacin de los indge-
nas en un sentido de responsabilidad personal y su elevacin gradual al estado de
autonoma bajo la autoridad s1".552
En contra de lo transcrito, diremos nosotros que para 1546 s haba men-
guado el inters primero que los franciscanos haban puesto en la empresa. Aca-
so no haca ya seis aos que Zumnaga, un franciscano, haba abandonado su
idea inicial de formar clero indgena, incidente del que deban estar muy cons-
cientes sus hermanos de hbito? Acaso por el mismo tiempo Juan de Gaona,
persona nada indifoba y que ense en Tlatelolcoss3 la retrica, lgica y filoso-
fa, ctedras que pronto se suspendieron en vista de que los colegiales "no se han
mostrado ms de para aprovecharse a s mismos", convenca a Jacobo Daciano,
que abogaba por el sacerdocio indgena, "de su error en pblica disputa y lo
oblig a que hiciese penitencia"?ssa Dicho todo esto en una palabra: se trataba
del abandono del ideal supremo del Colegio: formar clero indgena. No quere-
mos con esto decir que Gaona se convirtiese en enemigo del Colegio, pero lo que
s es cierto es que se opona por de pronto a la ordenacin sacerdotal de indios,
al igual que el virrey Mendoza, Sahagn y Mendieta.sss
sr Loc. cit.
5s2 Steck, 1944, p. 39.
s$ Lsiima que no sepamos en qu aos Juan de Gaona ense en el Colegio. Mendie-
ta dice que nuestro telogo distinguido en Pars "luego que vino comenz a deprender la
lengua mexicana y para mejor darse a ella, dej por diez aos los libros y estudios graves de
las letas" (Mendieta, l97l, p. 690). Sabemos que las filosofas y parte de la teologa esco-
lstica se enscaron slo "a los principios". En vsta de lo cual, cabr suponer que Gaona
aprendi nhuatl, enseando al mismo tiempo en el Colegio, mtodo, por cierto, muy eficaz
para aprender idiomas. Lo que nos parece indudable es que la actitud de Gaona con respecto
a la ordenacin de indios era fruto resultante de sus experiencias cotidianas a travs de su
docencia y su comunicacin directa con los colegiales.
5s4 No sabemos en qu ao fue esla disputa teotgicaentre Gaona y Daciano. Sin duda,
tiene que ser posterior a 1540, por lo menos. De laApologla de Gaona, vase: Garca lcaz-
balceta, 1954, pp. 314-315.
55s l\d6disl, 1971,p.450, Si Mendoza deca a su sucesor Velasco: "Y no, por lo quc
digo, quiero sentir que estos al presente, aungue scan cun sabios y virtuosos se pueda desear,
se admitan al sacerdocio, porque esto se debe reservar para cuando esta nacin llegue al esta-
do de policla en que nosotos estamos." (El subrayado es nucstro. ) Sahagn cxplica a su vez
su opinin contraria a la ordenacin de indios, diciendo: "por experiencia entendimos que
por entonces no eran capaces de tanta perfeccin" (Sahagn, I 969, t. IIt, p. 162. Bl subra-
yado es nuesto). Tambin Mendieta advierte a Juan de Ovando que la ayuda dc buenos reli-
giosos y prelados espaoles es de "extrema necesidad, a lo menos hasta que estn tan slidos
y antiguos en la cristiandad que de ellos se elijan los sacerdotes y pontfices, lo cual no se
podr cmodamente hacer en estos cien aos" [Garca lcazbalccta, I 941 (a), p. l0?. Et su-
brayado es nuestrol. Se desprende, pues, con evidencia que el no admitir a indios al saccrdo-
cio era compartido aun por las personas nada indifobas como las nombradas. Fijimonos,
sin embargo, cn que su oposicin no era de cacte definitivo, sino evcntuat.
238 LA EDUcAcrNEN ELsrcr,o xvr
parasudesarrolloysubsistencia.Juntoconlaobracaritativadehospitales,la
las obligaciones
educacin de indios ," ;;;ibesde un principio como.unade
onerosas de la realeza ;;lr" al ejercer-sta su dominio sobre tierras y gentes
Gante escribi a carlos I el 3l de
de Amrica.s.s En funcin de tal pensamiento,
que asignase ayudas a su es'
. 1532 en .f rgui.nt...V.
tenor, socitndole
obra,
"irUi.
cuela de San Jos . fr"*i.oi M. si manda porqu del todo.sea suya la
n* quit" de trabajo y se satisfaga a
nos puede hacer limosna con que a nosotros grande
todas las necesidades ; il
n"'uo' sbditos.y utttllot' y' sea aumento
de gloria pa'
;;;"; ril; l v i", ".rii-senot e eub muy servido v arras
maz cada un ao' las
ra V. M., y si V. M' manda sean dos o tres mil
fanegas de
o lo que V. M.
,if'p.r"'f es.url. y ;;;;. i" enfrrmeta y efermos, esto
El
ejmplo.para losnaturales"'56e
mendare es justo y rnufbu,no yg'un crdito.y para los in'
la obra educativa
;'r-r;;; ,rirn.it. t"., fo necesidads e
dios era
.Justo y lnuvuuiJ': rt".iu el concepto bsico en el aspecto econ'
mico de la educacin de indios en Amrica'
exponente en el
un lustro ms tarde, el mismo concepto tuvo un magnfico aconsej con
propio virrey Mendor.-,-quin l""iendo buen uso de su autoridad,
ffiil""-"i-p*prr"dor que se mostrase generoso pa:a. co.n la empresa do'
pgdia-ir. adelante sin contar con
;;t ; beneficio de los indios' ya que sta no
justo qu V' M' los fxorezca [a los cole'
su real ayuda y prot.""iOn, "Y es my
sin que cueste
gi"r., Jirrttoico v r,"s, mercedes, y esto no se puede hacer de colegios
para ciudades y dotaciones
algo a V. M. de su hacLndi po'que propios
potiticai, por fuerza es que se han de hacer a
y universidades y otr;;-;;;"ni.r
otra cosa de qyeje haga' siendo
costa de la hacienda t l.-', p"toqq nq hay
zo en el reino de Granada, que los
todo lo que hay un r"lirrr" r'. rtr. v as se
monasterios v
;iry.; c;d;, . grii"* memoria, abuelos de v. M., dotaron
y si V' M' no hace lo
hospitales y universiOades y dieron propios a las ciudades
il;; polica_en nada, porque.no hay manera que
uede habei.or bu.nu ni
.rt p.r" .os., d. .stu "nii.' Y pr estosuyo V' M' no debe mirar en decir que no
y no se p^ue.dehacer de otra parte
sea a costa de su fracien", pt"t que es
todo
ro6.r*o el l0 de diciembre de 1537'
sino de ella,,.s1 ls escribi el virrey " su
q;; ;i ;.y ni"o p4trn virtual y ltimo responsable'
ln que quiere decir "t-'i vasallos americanos'
en lo relativo al orderi econmico, de toda h
ducacin de sus
hacer cargo de cubir los gastos de la
En tanto qu. r"'oion. sL raua de docen-
de acuerdo co su regla los senicios
educacin, los franciscanos ofrecan franciscana
claramente la relacin
tes sin cobra, t onor.io'.ig"n". ri lo afirma
que dice:
.;;"di;;rden [franciscana] ha recibido cosa por el trabajo
de 15g5, fisf
que toma en rener
""rgr';'at.l cJtegio de Tlatelolcol y por sssfr".S?l
568|g|del5T2escritaennombredelprovincialylosdefinidoresdelSantoEvan.
;., qu"ilbior nos sufre a los espaoles en esta tie'
gelio varias veces citadai;il;;;;;
el ejercicio que hay de la doctrina v aprovecha'
i'i'-*;;iiid;; tt poriiuao
rra y la conserv" ,n p."
mienro espiriturr o, .rtr'n?i;;;;;;J"
tttoioo ialtara v se acabara, porque
es codicia pestilencial v miseria de
fuera de ,,egociacibi ;;';;;.r]' todo lo- dems
L; repite Mendieta en su obra (Men'
mundo,, (Garca "uruui, ii"st;i:l; 1?9).
"sta mismo
19?1, P.416).
dieta,'w
Carias de Indias,1871,P' 53'
sn c.D.I.A.o-,1864, t. Il,pp' 204:205'
-
sf,oroz.Men<|ieta.Surez,|947,p'98.Steckhaceeferenciaaunacaftaque.Zumrra-
a carlos r r 1537 para infomarle delomismo' Nohemos
sa escribi
odido conocerla
"r"J"'*ti".'ur.
(Steck, 1944' p' 6l)'
LAEDUCACION EN ELSIGLO XVT 241
que las ayudas de la corona haban de empleane para el salario de los maestros
civiles y del personal de servicio, la adquisicin de libros y otros artculos y uten.
silios de necesidad, la repancin del edificio y de los equipos del Colegio.sz
La conjuncin de las situaciones apuntadas nos conduce a suponer una edu-
cacin enteramente gratuita para los alumnos, como efectivamente fue. Y todava
ms, porque no solamente no pagaban ninguna clase de colegiatura los estudian-
tes de Tlatelolco, sino que gozaban de manutencin gratuita. Se sabe que al prin-
cipio los nios internados de las escuelas-monasterio, que vivan "encerrados" sin
comunicacin con el mundo exterior, reciban comida de parte de sus padres,s?3
pero parece que sus maestros religiosos, recelosos del posible contagio idoltrico
de sus alumnos, tuvieron por indeseable aun este pequeo contacto con el am-
biente extraescolar, y se propusieron darles de comer ellos mismos. As creemos
que se explica en parte la peticin arriba transcrita de Gante al Emperador pa-
ra que concediese a su escuela de San Jos de Mxico mil fanegas de ma2. Aparte
de que haba nios cuyos padres vivan demasiado lejos para traerles todos los
das la comida. Esta decisin de los franciscanos la hered el Colegio de Tlatelol-
co, donde sus estudiantes tenan todo lo necesario para su yid fgrial.s?a
Que el rey fuera patrono de la educacin, que los franciscanos fueran maes-
tros gratuitos y que la vida colegial estuviera totalmente costeada por la hacienda
real, son las tres caractersticas de orden econmico de la educacin superior de
los indios en Nueva Espaa.
La primera manifestacin de la realizacin de dichas caractersticas se percibe
claramente en la carta conocida de Ramrez de Fuenleal, escrita el 8 de agosto de
1533, en la que se lee lo siguiente: "A V. M. suplico mande dar facultadaesta
Audiencia para que pueda gastar hasta dos mil fanegas de maz para comida a
estos estudiantes, pues los que estudian, por la mayor parte son pobres y que
pueda gastar doscientos pesos de minas en maestros que los enseen, porque
sabida alguna gramtica y entendindola, sern menester personas que les lean
libros de buena latinidad y oratoria. . . Para salariar, bastarn los doscientos pe-
sos que digo, pues es poco el gasto y grande el provecho".s?s Nfs sabemos qu
clase de respuesta mereci esta peticin de parte del presidente de la Audiencia.
Una vez inaugurado el Colegio de Tlatelolco, el obispo Zumrraga se vio for-
zado a ponerse a la cabeza de su proteccin y promocin bajo las circunstancias
siguientes: los franciscanos, que al principio se habn encargado enteramente
del Colegio, "lo renunciaron en el seor visorrey, y S.S. en m, diciendo que a m
perteneca tener cargo del Colegio, y yo me quise encargar de 1", segn hemos
572 L,n los "extractos" del Cdice de Tlatelolco hay datos sobre los gastos efectuados
en tales conceptos (Garca lcazbalceta, I 892, t. ll, pp. 250-270).
sts Garca lcazbalceta, l94l (b), p. 204.
s?4 No slo de ta comida, sino de vestidos, libros y otros artculos escolares cran pro-
vedos los colegiales de Tlatelolco. Zuminaga dice que al principio los franciscanos anduvie-
ron "mendingando para los ntuchachos, libros, papcl y otras menudencias que han mencster,
que ac no cuestan poco". Luego al acudir al Emperador en busca de ayudas, cscribc: '.No
los puedo sustentar ms de les dar de vestir y libros como sc les he dado" (The Americas,
1945, vol. I, nm, l, p, 105). Aos atrs cuando en l5?2 se supo quc los colegialcs no cran
provcdos de '!estir, tinta, papel, plumas y libros" ni por cl monasterio ni por el Colegio, sc
mand al mayordomo Tom Lpez "que los libros, tinla, papcl y plumas que necesariamcn-
te hubicren menester los dichos colegiales se lo d moderadamcnte" (Garca lcazbalcel,
1892, t. ll, p. 255).
5z5 Cuevas, 1928, t. I, p. 386.
242 LAEDUcAcTNcoMocoNeutsrA
visto antes. Fiel a tal decisin suya,Zumrraga prcvey efectivamente a los cole-
giales de cuanto pudo de su mesa episcopal, como hemos apuntado en nota ante'
rior. Pero huelga decir que la empresa result dentasiado costosa para un solo
obispo que dispona de poco y que tena que cumplir mucho's?6 De ah que Zu'
mrraga solicitase formalmente ayuda a la Corona, proponindole al propio
tiempo un plan perspectivo para el futuro del Colegio, ya que ste tena que
"durar y permanecer" para no acabar pof ser un "palomar sin palomas".s??
As, pues, en su carta de fecha 24 de noviembre de 1536, informaba el obis-
po al Consejo de Indias de su idea en los siguientes trminos: "ac parece que lo
mejor sera que S. M. mandase dar al Colegio y estudiantes un poblezuelo que
est [a] dos leguas de l que se llama Tenayuca, que da de tributo al corregidor
trescientos ducados o pesos, y parece que podrrin sustentarse hasta trescientos
estudiantes. Y el Colegio se hara de cal y canto y bien edificado".s?E Para Zu-
mrraga, los sesenta o setenta alumnos con que se haba inaugurado el Colegio
eran insucientes, y su nmero tena que ir en aumento con ayudas reales, a la
vez que su edificio, hecho en plan provisional de adobes, se prevea que no iba a
durar mucho, y ahora que se haba probado bien la habilidad de los colegiales,
vala la pena que el Colegio se alojase en edicio de cal y canto. Al ao siguiente,
se diriga, junto con el obispo de Oaxaca, esta vez al propio Emperador para rei-
terarle la misma peticin, recalcando la buena disposicin de los alumnos, el gran
fruto que se esperaba de los mismos a cambio de poco gasto, y el hecho de que el
Colegio se haba fundado en su real nombre.S?9 Conocemos otras dos cartas es-
critas con el mismo propsito en el curso del propio 1537;una colectivadelos
obispos de Mxico, Oaxaca y Guatemala,sso y otra particular del primero de los
tres menciondss.s8l En aqulla, haciendo referencia'al Colegio de Tlatelolco,
los obispos informantes certifican al Emperador el papel trascendental que puede
desempear el instituto en la conversin y la consolidacin de los naturales en la
fe cristiana, describiendo al mismo tiempo su prometedora perspectiva de ser
cuna de maestros gramticos para otros obispados. Luego continan para enterar
al soberano de la necesidad de reconstrui el edificio del Colegio, que siendo de
adobes, "se comienza a caer". En sta, Zumrraga proporne un plan ms concre'
to para realizar la reconstruccin del edificio del Colegio y para asegurar el sus'
tento de sus colegiales y de las nias de casas de doctrina. Pide para lo primero el
tributo de Tetzcoco durante seis aos, y para lo segundo el pueblo de Ocuituco
cuyos encomenderos "dicen que de muy buena voluntad para tan santa obra
renunciarn y harn dejacin de sus partes".s82
A tal empeo del obispo secundado por el virrey Mendoza, la Corona, aseso-
rada a su vez por su Consejo de Indias, correspondi con una actitud positiva,
bien que cautelosa. Antes de conceder en forma plena lo pedido, tuvo a bien pro-
porcionar por de pronto a los colegiales una ayuda modesta. Conocemos a tal
efecto una real cdula de fecha 2l de febrero de 1539 en la que se ratifica otra
anterior del 26 de febrero de 1538, que a su vez autoriza a suponef otfa tercera
de fecha anterior desconocida. El texto de la de 1538 dice lo siguiente: "Don
Antonio de Mendoza. . . Bien sabis que cmo por otra nuestra cdula habremos
mandado que se contine y sustente el colegio de la iglesia de Santiago. . . y que
a cincuenta o sesenta nios indios hijos de los naturales de esta tierra, que al pre-
sente estn recogidos en l se les d algunos costales de aj de los pueblos de in.
dios que no sirvan en las minas, y a cada uno de ellos tres mantas de cada tres
aos para su vestir".S83 Pero al tomar decisiones de mayor escala, quiso tener
antes palabras de seguridad de su primer delegado oficial acerca de la utilidad de
la empresa. Con tal propsito est redactada la real cdula de fecha 7 de octubre
ds lJff.sae Pero una vez obtenida una relacin de franco reconocimiento del
mrito del Colegio de parte del virrey,sse el Emperador no tard ms en decidir-
se y despach el 23 de agosto de 1538 cdulas tanto a su informante real cuanto
a los obispos de Nueva Espaa, junto con una carta de agradecimiento dirigida
al provincial del Santo Evangelio por la diligencia tomada por sus inferiores en la
realizacin de la empresa.ss6 Dichas cdulas disponan que se construyese un
edificio nuevo para el Colegio "de manera que tenga perpetuidad", y que el pue-
blo de Ocuituco se asignase para sustentar a los colegiales y las nias de casas de
doctrina. Tambin daban visto bueno a "lo del pueblo de Tetzcoco, que decs
-se dirige a Zumrraga- que es menester para que los indios de l hagan el edifi-
cio del dicho colegio".sEz
As se procedi a construir un edicio nuevo de cal y canto que sustituy al
antiguo de adobes que se comenzaba a caer, y a la obra hizo contribuciones par-
ticulares el virrey Mendoza.sEs No sabemos si la nueva construccin se llev a
58 Genaro Garca,1907, pp.7l-72.
84 lbid., pp. 38-39.
*s C.D.I.A.O.,1864, r. II, pp. 204-205.
58 Genao Garca, 190?, pp. 54-55.
87 lbid., pp. 52-53, 6l-62. La ltima cita hace difcil de aceptar la interpretacin de
Steck, quien dice que al manda la reconstuccin del edificio del Colegio, la real cdula 'ho
determin quin suministara los gastos para tal empresa" (Steck, 1944, pp. 32-33), ya que
la referencia a "lo del pueblo de Tetzcoco" de nuestra cita corresponde prccisamente a parte
de la peticin presentada por zumnaga cuyas palabras son las siguientes: "nos ha parecido
que S, M. haga limosna a estos naturales de los tributos de Tetzcoco con su sujeto, como est
ahora en corregimiento por seis aos para que edifiquen el colegio y monasterio, como hizo
a los religiosos de Santo Domingo" (Garca lcazbalceta, 1947,1. ItI, p. 132). As que el Em-
perador s provey a la oba de medios econmicos necesaios para su realizacin. Por ota
parte, Garca lcazbalceta confiesa: "Ignoro quin levant cl edificio de cal y canto; proba-
blemente dispuso la construccin el virrey Mendoza en cumplimiento de la orden real, y la
ejecutaron los indios, segn la costumbre de aquellos tiempos" (ctp. cit., t. 1,p.290).Tam-
bin este particular queda aclarado lo bastante gracias a la misma rferencia a ':lo del pucblo
de Tetzcoco", ya que Zumrraga dice en la misma peticin arriba mencionada que en caso
de que el Emperador no tuviose por bion hacer la concesin solicitada, l se atevea a "co-
menzar poco a poco los edicios del colegio y monasterio en nombre de s. M. y memoria de
su patronazgo real con que dos o tes sujetos de Tetecoco. . . entiendan en la obra, dando la
madera que fuere menester el pueblo de Xiquipulco" (op. cit., t. IIl, p. 132). Tal vez Gaca
lcazbalceta no tuviese conocimiento de esta eal cdula del 23 de agosto de 1538 en la que
se lee el "lo del pueblo de Tetzcoco". Pero su conjetua iba acetada.
s88 En funcin de lo que hemos puesto en el texto
as como en la nota antcrior, la frase
de Mendieta "El mismo virrey don Antonio edific el colegio a su costa" (Mendieta, 1971,
p. 414) se deber interpretar en sentido limitado. El virrey no coste todos los gastos necesa-
rios, sino slo parte de los mismos, quiz para apresurar la corrstuccin que el bispo Zum-
raga se propona lleva a trmino en seis aos (Gaca lcazbalceta, lg47 , t. tlt, p. l3 3 ).
244 LAEDUoAoTNcoMocoNeutsrA
cabo de acuerdo con el trazado propuesto por los obispos, es decir, que fuese un
edificio "con sus altos para la librera, dormitorio y oficinas necesarias, y con sus
generales en lo bajo, como convenga".sse Garca lcazbalceta lo pone on duda,S9o
baSndose en el siguiente testimonio de Mendieta: el dormitorio era"unapieza
larga. .. las CamaS de una parte y de otra sobre unos estrados de madera por causa
de-la humedad". Verdad s que si el edificio hubiese sido de dos pisos, el dormi
torio se hubiera instalado en el piso de arriba, como proponan los obispos, y en'
tonces el cronista franciscano n hubiera tenido la necesidad de escribir las ltimas
palabras de lo transcrito.
Aunque construido de piedras, parece que tampoco el nuevo edificio fue de
tal solidei que cumpliese bien con el orden real que haba dispuesto que tuviera
"perpetuidad", porque es de fecha l3 de marzo de 1560 la siguiente carta instan-
cia di Francisc de Toral que informa al rey de la inminente necesidad de reparo
del edificio: "Los das pasidos suplicamos los religiosos de esta orden [francisca'
nal a V. M. fuese servio de mandar a su visorrey hiciese reparar el edificio de
esti Colego, porque como era de piedra, y todo se vena al suelo, y V: M'mand
por su tt-.ui" as se hiciese y reparase, y porque la cdula rezab.a con don
intonio de Mendoza y se fue al Peru en aquella coyuntura, no se ejecut con
esta brevedad. . . La pedimos por amor de Nuestro Seor: v. M. sea servido de
mandar al Visorrey que es o fuere se haga este Colegio por los naturales vecinos y
comarcanos, pues es para sus hijos, y por estar ya casi todo cado no duermen
en l los nios, sino en sus casas, y es Sran inconveniente' porque se
juntan tarde
y pierden la doctrina que haban aprendido".sel Se deduce de lo transcrito que
ya antes de 1550, ao Ln el que Mendoza se march al Per, el edificio estaba en
ondicin de tal deterioro que los franciscanos haban pedido a la Corona que
rnandase repararlo, lo cual quiere decir que la construccin efectuada en virtud
de la cdula mencionada del 23 de agosto de 1538 estuvo en buena condicin
durante slo diez aos y pico. Es innegable que la falta de firmeza del terreno del
lugar contribua a hacer ms gravoso el mantenimiento del Colegio, lo cual era,
desde luego, otro factor negativo para su desarrollo y subsistencia.
No sbemos si la peticin de Toral tuvo eficacia en el seno del consejo de
Indias y de la corte. Ns inclinamos a conjeturar que no, porque cuando en 15'12
o 1573 los franciscanos se decidieron a volver a tomar riendas de la administracin
del Colegio,se "hallse estar [ste] perdido".ser En la obra de restauracin se
del dicho Colegio el socorro que hasta aqu se les ha dado en cada un ao por
otros cuatro aos ms, que cumplan en fin del ao de 58, por cuanto nos tene.
mos por bien de hasta en fin del dicho ao de 558, los dichos indios gocen del
dicho socorro".@
Vencido este ltimo periodo de cuatro aos, las fuentes no vuelven a hablar
de concesiones reales, qu sepamos, sino de peticiones de ayuda presentadas por
los franciscanos. una es la que hemos visto arriba de Francisco di Toral, pidien-
do al rey que mandase reparar el edificio deteriorado del colegio. otra ei de la
relacin franciscana de 1570, solicitando al mismo que mandara al virrey tener
"especial cargo de proveer lo que fuere necesario" para el colegio, a la vez que
hiciese merced a ste "de manera que tuviese con que sustentar buenamente his-
ta ciento cincuenta y doscientos nios".6os Y agrega precisando en los siguientes
trminos el volumen de la ayuda necesaria: "y podrase hacer con harto poco,
porque con hacer merced al colegio de mil fanegas de maz en cada un aflo en
los Jributos de los pueblos ms cercanos a Mxico, o con que omprarlas, si el
maz faltase, y de otros quinientos pesos de la caja de s. M., con otro poco que
tienen, que es casi nada, podran pasar la vida, tenindose cuenta con ello. Eito
pongo aqu . . . por ser cosa importante".6 No creemos que tuviese efecto esta
peticin, porque tres aos miis tarde vemos redactarse otra carta instancia del
mismo tono en nombre del provincial y los definidores del santo Evangelio que
{es9{!e en la forma siguiente lasituacin embarazosa de los colegios de san Jos
de Mxico y de santa cruz de Tlatelolco, y luego solicita encarecidamente al rey
ayudas competentes para salvarlos de la posible extincin: "hacrmos saber a
v. M. que estas dos palestras o escuelas y lugares ejercitatorios, donde depende
muy principal parte del aprovecharniento de los naturales de esta Nueva Eipaa
en las cosas de la cristiandad, corren peligro de perdene, y esto no por desCuido
nuestro, que nunca ms vigilancia hubo que ahora. . ., sino por poco favor de los
que gobieman en nombre de V. M., . . . A v. M. humildemente suplicamos que no
slo no d lugar ni permita que nuestros fieles trabajos sean desfavorecids . . .,
mas antes de nuevo los fortalezca y afije, siendo servido de tomar debajo de su
real y_muy particular proteccin as el colegio de santa cruz como la iapilla y
Escuela de san Jos, mandando que a cada uno de estos lugares para su sustento
y conservacin se les haga merced y limosna de quinientos ducidos en cada un
a.o de los tributos y rentas reales de v. M. que en los mismos pueblos de Mxico
y de Tlatelolco se cogen. . . y que se satisfaga de cmo la dicha mosna se ex-
piende y gasta en el salario y sustento de aquellos indios que ayudan a los dichos
religiosos en la dicha doctrina y enseamiento".@7 Tampoco esta peticin fue
atendida. Lo comprueba la apremiante situacin que atravisaba el clegio por el
a-fro 1574, en el que tuvo que vender parte de sus libros para conseguir una mo-
desta cantidad de cuarenta y tantos pesos.60s Francament son digno--s de admira-
cin los esfuerzos perseverantes de sahagn y otros annimos franiiscanos colabo-
radores de 1, que en medio de tal apuro lograron levantar ,.buenas y recias"
las paredes y las aulas del Colegio.
Desde luego, las concesiones reales no eran la nica fuente de ingreso con la
que contaba el Colegio de Tlatelolco. Si ste tena muchos enemigos y detracto-
res, no le faltaban amigos y defensores, algunos de los cuales se convirtieron en
benefactores al proporcionarle medios de subsistencia. Ademrs de las buenas
contribuciones de Zumrraga en los primeros aos del Colegio que ya hemos re'
ferido antes, no podemos menos de detenernos un momento para hacer notar
lo que hizo el virrey Mendoza. Dejando de lado sus aportaciores a la construc'
cin del edificio dei Colegio en virtud de la real cdula del 23 de agosto de 1538,
y la decisin virreinal de seguir proveyendo al Colegio de ochocientos pesos a
partir de 1547 -ambos beneficios ya por nosotros referidos-, el virrey se distin-
gur pot una donacin de valioso volumen que hizo al Colegio al marcharse al
peru.eo l donacin consista en "dos sitios de estancias de ganados mayores,
que son en la dicha Nueva Espaa junto al ro de Apaceo" con "dos mil ovejas
mestizas y mil cabezas de vacas, chicas y grandes, y cien cabezas de yeguas, chi'
cas y grandes".lo Ms tarde, el Colegio prefiri vender dichas estancias con sus
gun.dr con el propsito de depositar su producto "para que se pueda emplear
en censos u otra cosa que mJritit y provechosa sea al dicho Colegio".6ll Del
gran beneficio que resultaron estas ayudas de Mendoza, dice Sahagn lo siguien'
te: "Si el seor don Antonio de Mendoza. . . visorrey que fue de esta Nueva Es'
paa, no los hubiera provedo [a los colegiales de Tlatelolco] de su hacienda, de
una poca de rentilla que tienen, con que se sustentan pocos y mal, ya no hubiera
memoria de Colegio, ni colegial".6l2
Del virrey Velasco, sabemos, adems de la continuacin hasta el ao 1558
de la anuadad de ochocientos pesos que logr obtener de la Corona a favor del
Colegio, que consigui que se le otorgase otro real subsidio anual de "doscientos
ducados o trescientos".6l3
De los buenos defensores que fueron ambos virreyes del Colegio' sirvan de
testimonio fehaciente las siguientes palabras de Mendieta: "despus que l -se
refiere a Velasco-, muri, ninguna cosa se les ha hecho ni ningrln favor se les ha
mostrado, antes por el contrario se ha sentido disfavor en algunos que despus
ac han gobernado y aun deseo de quererles quitar lo poco que tenan, y el bene'
ficio que se les hace a los indios aplicarlo a espaoles, porque parece tienen por
mal empleado todo el bien que se hace a los indios, y por tiempo perdido el que
con eos se gasta".I4 Hagmonos cargo del ambiente fro y hostil que rodeaba
al Colegio en la segunda mitad del siglo xvl, adems de la falta de favores por
ffi Garca lcazbalceta, l94l (b), p, 62. La cata de 1572, que hasta ahora hemos cita-
do varias veces, repite casi lo mismo en los siguientes tminos: "Han aprovechado y aprove-
chan los indios que salen de este Colegio de ensea a otros en las escuelas de sus pueblos, en
ensear su lengua a los frailes, en traduci e intepeta en ella las cosas eclesisticas que se
vuelven de latn o de romance, y asimismo sirven de intrpretes en las Audiencias; y por la
mayor parte a ellos, como a ms hbiles y suficientes, sc suelen encomendar los oficios de
jueces y gobernadores y otros cargos de repblica" (Gacfa lcazbalceta, 1892, t. l, p. l?8).
68 Zorita escribi: "Cuando se gan la Nueva Espaa, se qued en ella esta manea de
gobierno entre los naturales, y les dur algunos aos, y slo Motecuhzoma haba perdido su
reino y seoro, y pustose en la Corona eal de Castilla, y algunos de sus pueblos encomen-
dndose a espaoles, y todos los dems sefiores de tas provincias a l sujetos y no sujetos; y
los de Tetzcoco y Tacuba posean, mandaban y gobernaban sus seoras y gozaban de ellos,
aunque estaban en cabeza de V. M. o de encomenderos, aunque no les quedaron tantas tiertas
y vasallos como primero tenan, y les acudan con las sementeras y tibutos como antes que
se ganase la tierra, y eran obedecidos y temidos y estimados y a ellos acudan los pueblos
que les quedaron. . , As estaban todos los seores en su gravedad y autoridad antigua, muy
obedecidos de sus sbditos, y los servan en su modo y manera antigua, acudindoles con sus
tributos y sevicio" (Zota, I 963, p. 38).
( C.D.LA.O., 1866, t. Vl, pp. 501-502. Basado en estas palabras
de Mendoza, escribi
velasco a su vez a Felipe Il el 7 de febrero de 1554, diciendo: "Todo el tiempo que el virrey
252 LA EDUcAcrN coMo coNeursrA
t-n ,ntonio de Mendoza gobern en esta tierra, estuvo en costumbre de nombrar indios. . .
(ilegible) . . . jueces a tomar residencia a los gobernadores indios, alcaldes y alguaciles de los
pueblos de esta Nueva Espaa y a tomar cuenta de las obras, de tributos y de la comunidad
y a poner en los pueblos donde le pareca el orden que convena, y especialmente a las par-
tes donde le daban noticia los religiosos que eran necesarios, y as tena una tabla donde es-
taban asentados todos los indios hbiles y suficientes para estos cargos" (Cuevas, 1914,
p, 2l l). Tambin a Quiroga debemos una descripcin de un caso de eleccin tibre ltevada a
cabo entre los indios: "Dems de esto, estando escibiendo esta, entaron en el acedo de
esta eal Audiencia, los caciques y principales de Otumba, que por muerte del cacique y prin-
cipal del dicho pueblo, haban etegido a otro por cacique, habiendo quedado hijo det muerto
y otro pariente ms propincuo que el elegido, y notificaron su eleccin por tanto concierto
y orden y con tan buenos y concertados azonamientos, que no se podra creer, diciendo
que [al aquel haban ercogido por su cacique y principal, el cual estaba alt presente, vestido
de una manta diferenciada de los otros, y que [al aquel pedan y queran todos de una con-
cordia y que en drseles por tal recibiran merced, porque lo haban escogido porque los sa-
bra y podra mejor gobernar que otro; y despus dc habrselo confirmado esta Audiencia
en nombe de S. M. se despidieron. . ." (Aguayo Spencer, 1970, p. 124). Se deduce que la
elcccin hecha por los indios haca falta que fuese confimada por la Audiencia.
631 Garibay, 1954, p. 300.
6t Garca lcazbalceta, 1892, t. I, p. l?8.
6ef Torqucmada,1969, t. III, p. I 14.
614 Garca lcazbalceta, 1954, p. 475. El momento de asumir el cargo de gobernador de
indios de Mxico se descibe en la siguiente forma en un documento: "Tochtlixhuitl (1538).
Entonces tambin fue instalado don Diego de Alvarado Huanitzin, quien fue el primer go-
bernador de Tenochtitlan; fue instalado por el iefe supremo (in tlatoani) don Antonio de
Mendoza, virrey, quien lc dio un solo ttulo, el de gobernador de Mxico. Los tenochcas
fueron a buscalo a Ecatepec, donde l reinaba, porque su madre era noble dama de ese lu-
gar. Haba gobernado durante diecinueve aos, y fue su to, el gran monarca Motecuhzoma-
tzin, quien le haba instaladocomorey" (Tezozmoc, 1943, XXXII). Este DiegodeAlvarado
Huanitzin era padrc del historiador Tczozmoc.
63s Aguayo Spcncer, 1970, p. 102.
I,A EDUCACIN EN EL SIGLO XVI 253
641 Es de suponer que desde fechas tempranas el Colegio de Tlatelolco tena seccin de
primeras letras que funcionaa como una ms de las escuelas-monasterio para tos nios de la
localidad. Entre aquellos "doscientos estudiantes" que cercaron al clrigo descrito por Jer.
nimo Lpez, debi haber muchos de esta escuela de primeras letras. Ms tarde, el Cdice de
Tlatelolco habla de 'borcionistas, que son indios muchachos que aprenden a leer y escribir
y latinidad, y a estos les dan sus padres de comer y se van a dormi a sus casas" (Garca
lcazbalceta, 1892, t. I1,p.254). A estos nios de primeras letas enseara este maestro Gas-
par de Torres.
6a Garca lcazbalceta, 1954, p, 47 5.
6qt lbid.,p.476.
644 Vase la nota anterior 496.
64s 6.6"t,1954, p. 220.
'16La cita transcrita en la nota anterior 628 dice: "Han aprovechado y aprovechan los
indios que salen de este Colegio de ensear a otros en las escuelas de sus pueblos." El Cole-
gio de Tlatelolco funcionaba, pues, tambin como ercuela nomal.
64? Mendieta, 1971, p.416.
6'a Sahagn, l99, t. l, p. 107.
64e Torquemada,1969, t. I, p.607.
6$ Garca lcazbalceta, 1954, p.475.
LA EDUCACIN EN EL sTGLo xvl 255
dar pie a sus palabras, el mismo franciscano transcribe una carta que Valeriano
escribi en latn.6sr Emprendera ste diversos trabajos literarios tanto para ayu-
dar a los religiosos como por su propia iniciativa. Torquemada ha salvado del ol-
vido uno de ellos: un "catn traducido, cosa, cierto, muy para estimular, el cual,
si a Dios place, se imprimir en su nombre".6s2 o obstante esto, no tenemos
conocimiento de que se hiciese realidad lo predicho por el cronista.
A Antonio valeriano sigue Pablo Nazareo, sobrino de Motecuhzoma Xoco-
yotzin y seor de Xaltocan, quien, segn Zonta, "se cri'desde su niez con los
doce primeros frailes y con los dems que despus de ellos fueron a aquella tierra,
y era muy virtuoso y muy buen cristiano y muy bien doctrinado y buen latino y
retrico, lgico y filsofo, y no mal poeta en todo gnero de versos; y fue muchos
aos rector y preceptor en el colegio de los indios desde que se fund en el rla.
telolco que llaman santiago".6sl se ha conservado de l una larga carta de ins-
tancia escrita en latn que mand a Felipe u el 17 de marzo de l566.esa Cosa
curiosa, si tenemos en cuenta que ni los religiosos ya usaban dicho idioma en sus
correspondencias dirigidas al rey. Muestra de un afin de superar, con hacer ga-
las de su formacin erudita de la poca, su condicin inferior de ser hijo de la
raza vencida y muchas veces menospreciada porlos espaoles? Puede ser.6ss Otro
punto curioso o, mejor dicho, extrao en tomo a este ex alumno de Tlatelolco
es el silencio absoluto que han impuesto a su nombre los cronistas franciscanos
de la poca. Ni sahagn ni Mendieta ni Juan Bautista, todos amigos del colegio,
hacen mencin de 1. Y esto pese a las palabras de alabanza dezoritaantes cita.
das y a que Pablo Nazareo fuese "muchos aos rector y preceptor en el Colegio"
l mismo tambin lo refiere en la mencionada carta a Felipe It
-y que traduje-
se- dice en la misma "del latn a nuestro idioma, laborando sin dormir noche y
da. . . evangelios, domnicas, santorales, cuaresmales, feriales y epstolas sagra-
das, y no slo stos, sino otros muchos libros anrlogos e innumerables sermona-
rios. . . trabajos que. . . andan por doquiera en manos de predicadores regulares
y seculares". Es de sospechar que hubiese alguna diferencia bastante grave entre
el indio latino y los franciscanos.
Desde luego no nos atrevemos a extender juicios tan favorables a cuantos
maestros hemos nombrado antes. Sin embargo, creemos que no resulta muy aven-
turado dar por supuesto que muchos de los colegiales salan tan bien aprovecha-
dos en sus estudios de latn, que con frecuencia estaban lo bastante capacitados
hasta para ensear a otros este vehculo de la cultura occidental.
De los graduados que ensearon a religiosos jvenes, nos constan documen-
talmente slo los dos casos siguientes: el primero, de Antonio valeriano, que,
segn Mendieta, ley la gramtica "aun a religiosos mancebos en su convento":6s
6sr Loc. cir. Una traduccin en castellano de dicha carta, hecha por Garibay, est publ!
cada en: Ricard, 1947, pp.401402, nota 36.
52 Torquemada,1969, t. tll, p. I 15.
53 Garca lcazbalceta, 1899, t. X,pp.247-248.
54 psf pacs y Troncoso, 1940, t. X,pp.89-129.
65s A pesar del elogio de parte dc Zorita, el latn dc Pablo Nazarco no cs tan bucno ni
correcto. Ercuchemos al traductor de su carta ncncionada en cl texto: "l.,n la traduccin dc
la carta latina de don Pablo Nazareo a F'clipe tt, hemos tropezado con serias dificultadcs pro-
cedentes ya de la oscuridad de los conceptos que su autor sc propuso cxpresar, ya dc las frc-
cuentesincorreccionesdelaconstruccin..."(DelPasoyTroncoso,l940,t.x,p. l09,nota).
6s Mcndieta, 197 l, p. 416.
256 LA EDUcAcrN coMo coNeursrA
Juan Bautista dice: "con mucha facilidad traduca cualquier cosa de latn y de
romance en la lengua mexicana, atendiendo ms al sentido que a la letra",66t 1'
rea posible slo para verdaderos peritos de lenguas.
Con tales colaboradores y ayudantes indios -debi haber, repetimos, mu'
chsimos casos en los que stos pasaban de serlo para convertirse en coautores de
obras elaboradas- y en un ambiente tan preado de tradicin literaria prehisp-
nica, se escribieron, se depuraron en estilo y trminos, se sacaron en limpio, se
compusieron y se imprimieron numerosos libros en nhuatl.62 Cabe afirmar que
ningn libro se haca excepcin a este proceso conjunto de religiosos y colegiales
de Tlatelolco, si se escriba y publicaba en plan serio. El testimonio de Sahagun
arriba aducido queda reforzado por el hecho de que un religioso tan experto en
nrhuatl como Alonso de Molina, el "nico en saber bien la dicha lengua de los
mexicanos para aprovecharse de ella",63 no dejaba de pedir colaboracin a
los colegiales.64
Fue en esta forma como, adems de las gramticas, vocabularios, doctrinas y
confesionarios, se escribieron en Nueva Espaa muchos libros de espiritualidad
para el uso de los nefitos, y otros de varia ndole. Las fuentes dan constancia,
slo para mencionar los principales, de los siguientes: un tratado "sobre los man-
damientos del Declogo" de Alonso de Escalona,665 unos C;oloquios de la paz y
tranquilidad del alma6 y tn Tratado de la Pasn de N. S. Jesucristo6l de Juan
de Gaona, que "compuso admirables tratados. . . de la lengua ms pura y elegan-
te que hasta ahora se ha visto";e'$ La vida de nuestro padre San Francisco y
Aparejo para recibir Ia sacra comunin de Alonso de Molina;6r il
iuicio ftnal,
Plticas que los seores mexicanos hacan a sus hiios, o sea, una coleccin de
huehuetlatolli, un Libro de los siete serrnones,unTratado de los pecados morta'
les y sus hiios, un Tratado de los Sacramentos y un Tratado de los sacrilegios,
todos escritos en nhuatl por el infatigable polgrafo y polgloto Andrs de Ol-
mos;6D Preguntas y respuestas cerca de la vida de Juan de Ribas.6rt Del otro
polgrafo Sahagun, resulta ocioso repetir aqu los ttulos representados por su
monumental Historia general de las cosas de Nueva Espaa y minuciosamente es-
tudiados por Garca lcazbalceta,.tt2
De los sermonarios compuestos en nhuatl en el siglo xvl, hay noticia de los
siguientes franciscanos: Amaldo de Basacio, Alonso de Escalona, Garca de Cis-
neros, Alonso de Herrera, Pedro Oroz, Sahagun, Alonso Rangel, Juan de Ribas,
stos fueron los "escribanos que sacaron de buena letra" todas las obras que
se haban redactado en "ruin letra" en Tepepulco.6m
De estos nombrados, ya conocemos a Antonio Valeriano "gobernador de los
indios de Mxico" y "lector" del Colegio; a Martn Jacobita "rector" del mismo;
a Alonso Vejerano "lector" tambin del mismo y a Bonifacio Maximiliano "repe-
tidor" del mismo. As que los que se sunlan a nuestra lista son tres, un experto
trilinge y dos escribanos.
La otra ocasin en que Sahagn habla de sus colaboradores es en el prlogo
al libro de los Coloquros, en el cual dice: "Esta doctrina. . . ha estado en papeles
y memorias hasta este ao de 1564, porque antes no hubo oportunidad de po-
nerse en orden ni convertirse en lengua mexicana bien congrua y limada; la cual
se volvi y lim en este Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco este sobredicho ao
con los colegiales ms hbiles y entendidos en lengua mexicana y en la lengua la-
tina que hasta ahora se han en el dicho Colegio criado".gt Luego contina para
damos los nombres de sus colegiales: "De los cuales uno se llama Antonio Vale-
riano. . ., otro, Alonso Vejerano. . ., otros Martn Jacobita. . . y Andrs Leonar-
do. . . de Tlatelolco".6e2 Este ltimo es nuevo para nuestro recuento, con quien
se completa tal vez aquel "cuatro o cinco colegiales todos trilinges" que hemos
citado antes.6e3
Otra fuente que nos proporciona nombres de colegiales que colaboraron con
los religiosos es Juan Bautista, quien, en el prlogo a su sernonario, da los si-
guientes (algunos de los cuales ya son conocidos por nosotros):
gt Loc. cit.
6* Ibid.,pp.475-476.
@ Loc. cit.
lbid., p.476, El agustino Juan de Mijangos cscribi al final dc sl obra Espejo dvino
lo siguiente: "Fue corrector de la lengua. Agustn de la Fuente , . . muy entendido, que en
esta obra y todas las dems que el padre fray Juan Bautista de la orden del Serfico Pade San
Francisco hizo, ha ayudado mucho y sevido a Nuestro Seor. l se lo pague y le guarde mu-
chosaos"(Zulaica, 1939,p.247,nota l).Adems,esprobablequefucscauiordelaCo.
media de los Reyes, escrita en 1607 (Pazos, 1951, p, 176).
Tl Garca Cubas, 1889, t. Ill, p. 260, Citando al mismo Garca Cubas, Stcck hace alu-
sin a otro indio llanrado Antonio Alejos (Steck, 1944,p.52). Pero Garca Cubas no dice
que dicho Alejos fuese colegial de Tlatelolco (Garca Cubas, 1891, t. V.pp. 529-530).
12 El nn,ero de los cdices posthispnicos cscritos cn nhuall cs algo sorprcndcntc:
unos ochenta cdices quedan inditos en su mayora en ol Musco Nacional de Antropologa;
otros doscientos cdices y manuscritos se conservan en la Bibliotcca Nacional dc Pars, tanr-
bin inditos. Se pueden citar unas sesenta pcrsonas quc se dedicaron a dejar cscritos sus rc-
cuerdos y conocimientos del pasado prehispnico. Todo csto se llcv a cabo cn cl siglo XVI
en su mayora (Len-Portilla, conferencia dada el l0 de junio dc t 9? I cn el Colcgi Nacio-
nal, Mxico, D.F.).
262 LAEDUcAcTNcoMocoNeursrA
que hay indicios de que estudiaron en el colegio en el periodo que abarca nuestro
estudio, aunque, cierto, sus vidas lo rebasan.
Uno es el primero de los que acabamos de nombrar, el tenochca Fernando
Alvarado Tezozmoc. Lstima que no dispongamos de muchos datos biogrficos
sobre este "prncipe de los historiadores indgenas de Mxico", al decir de Mario
Mariscal y que ni la fecha de su nacimiento ni la de su muerte se hayan podido
fijar, sino por conjeturas.?G! Pero, sabemos que naci de la unin de Diego de
Alvarado Huanitzin,loe nieto de Axaycatl, y Francisca de Motecuhzoma, hda
de Motecuhzoma Xocoyotzin. Era, pues, descendiente mayor de la casa antao
reinante de Mxico.Tenochtitlan. Garibay afirma que estudi en el Colegio de
Tlatelolco.ms Hay constancia documental de que fue, hacia 1598, intrprete de
la Audiencia.il6
Dada su procedencia real, pudo tener fcil acceso a escritos prehispnicos y
sabios sobrevivientes.To, Valindose de los mismos, escribi dos obras de historia
sobre el pasado de su pueblo. Una es Onica Mexicana, compuesta alrededor de
1598 y conocida en espaol,?o8 de la cual dice Garibay: "libro. . . ciertamente,
m Mario Mariscal las sita slo por conjeturas hacia 1520 y 1610, respectivamente
(Tezozmoc, 1943, p. XXXV), mientras Garibay fija su nacimiento entre 1525 y 1530
(Garibay, 1954, p. 301). Para nosotros, es de mucho lnters saber la fecha exacta de su na-
cimiento. [ razn es la siguiente: de haber nacido hacia 1520, como sospecha Mario Ma-
riscal, nos parecera poco aceptable que Tezozmoc fuese colegial de Tlatelolco, ya que pua
el momento de su inauguracin tendra casi quince aos, edad cn que la relacin franciscana
de l5?0 aconseja que se devuelva a los colegiales a sus pueblos natales con la carrera termi-
nada [Garca lcazbalceta, l94l (b), p. 641. Aunque reconocemos que en los primeros aos
del Colegio pudo haber casos de excepcin en cuanto a la edad de admisin. Con previa
aceptacin de la escolaridad de Tezozmoc en Tlatelolco, resulta ms razonable la conjotua
de Garibay mencionada arriba.
En la nota anterior 634 hemos visto que fue gobernador de los indios de Mxico,
cargo que aos despus asumi tambin su cado Antonio Valeriano.
G Garibay, 1954, p. 229. Lamentamos no saber en qu fuente se basa esta afimacin
de Garibay. Aunque el habe sido Tezozmoc intryrete de la Audiencia puede ser buen in-
dicio que sustenta su escolaridad en Tlatelolco; al tenerse en cuenta la descripcin de la rela-
cin fanciscana de 1570 sobre los servicios prestados por sus graduados, que hemos visto
antes.
Tezozmoc, 1943, p. XXXVII.
rc? El propio Tezozmoc hace alarde de la autenticidd de sus informes, al decir: "muy
de sus preciadas bocas la [a relacinl o as, la fueron a decir los amados rcyes, los amados
nobles quienes vinieron a vivir . . .; con ella se aconsejaban, se lo decan unos a otros, as lo
sabe el preciado corazr de su antigua elacin admonitiva los que gobernadores: don Diego
de Alvaado Huanitzin, mi preciado padre noble, don Pedro Tlacahuepantzin, mi to, don
Diego de San Francisco Tehuetzquititzin y los otros amados nobles, [al quienes los o, quie-
nes bien rectamente la saban su antigua rclacin admonitiva, la que aqula tom de su pre-
ciado relato" (Tezozmoc, 1949, p. 9),
8 Dada la frecuencia con la que cl autor recurrc al medio retrico caracterstico del
nhuatl dc eitcracin a base de sinnimos y a formas sintcticas ajenas al espaol, Mario
Mariscal sospecha que la versin.original de esta crnica fuese redactada en nhuatl. Por
otra parte, los erroes en trminos nahuas en la versin espaola que conocemos, inexplica-
bles en un indio tan preado y orgulloso de la tradicin mexica, procedente de un rango tan
alto, poseedor de tanta formacin y perteneciente a un periodo tan a az de la conquista
como Tezozmoc conducen al mismo autor a dar por supuesto que la probable taducin
espaola no fucse otra del propio Tezozmoc (Tezozmoc, 1943, p, XLII). Garibay parece
quc sc inclina a atribuir lo "balbucicnte e incorrccto" del espaol de la crnica a la condi-
cin de se Tezozmoc un indio sin mezcla (Garibay, 19S4, p.302), lo cual, sin embargo,
cuadrara mal, a nuestro moclo dc ver, con su supucsta escolaridad cn Tlatelolco y con el
LA EDUCACN EN ELSTGLO XVI 263
uno de los ms dignos de estudio minucioso" y ningn otro escrito por indios en
el mismo idioma le supera en "las dimensiones e importasi".ft9 Otraeshnica
Mexicyotl, redactada en nrhuatl en 1607, segn asienta el propio fs.710 $ug
obras representan, junto con la de Durn y el Cdice Ramrez, la versin tenochca
de la historia del Mxico precortesiano, alavez que Tezozmoc es el mejor por-
tavoz de la conciencia histrica y el espritu nacional de sus congneres, como se
aprecia en sus famosos versos, que transcribiremos:
tt..tro " que fuera intrprete de la Audiencia. Por lo tanto, nos convence hoy por hoy ms
la hiptesis de Maio Maiscal.
D Garibay, 1954,p.302.
f,o Tezozmoc, 1949, p. 7,
?tr lbid.,pp.44.
zr2 Alfredo Chavero e lgnacio Dvila Garibi en: Ixtlilxchitl, 1965, t, 1,p.6;ibid.,
prlogo, p. 6. Gaibay ag,rega que su escolaidad dur seis aos (Garibay, 1954, p. 309).
7l3 caribay, 1954, p. 309.
264 LAEDUcAoNcoMocoNQUIsrA
y
por la lectura de los libros de historia guardados en la biblioteca del colegio
conducido por su preocupacin crio[Jde la que luego hablaremos, empez a
"juntar las pinturas de las historias y anales y los cantos" que grrardaban las anti'
gedades d su pas tetzcocano.?la Siendo para l indescifrables dichos materia'
ies prehispnicoi, recurri consciente o inconscientemente al mismo mtodo de
investigacin que Sahagn: servirse de los viejos sabios conocedores de las "anti'
guallas'-. As 'Junt y convoc a muchos principales 9 .13 fltla Espaa, los
El saldo de tales
f,ue tenan fama de ono.tt y saber las historias referidas".?rs
.rfuut-zot restauradores del pasado tetzococano fueronlasvariasRelacionesrcdac'
tadas a principios del siglo xvII y una Historia de la nacin chichimeca compues'
ta poco antes-de mediaiel siglo. De sta dice Garibay que es "una de las ms bellas
obias que nos transmiti el pasado" en la que se entretejen "ingenuidad y pre'
ciosism'o, afectacin de modos europeos y exageracin de lagrandeza antigua".?16
Ciertamente, frente a las obras de Tezozmoc atravesadas por un fuerte sen'
timiento nacional tenochca, las del tetzcocano se distinguen por su ropaje marca'
damente europeizado. En stas nos encontramos con trminos tan netamente
europeos o espanoles como "prncipe", "infante", "los grandes del reino", "ca'
pitn general'l "consejo" , "aIczaf7, etc. El europesmo del autor llega con fre'
iuencia a describirnos escenas totalmente ajenas al mundo prehispnico: un
infante "hincado de rodillas" delante del rey su padre;un ejrcito haciendo alar'
de al desfilar "en buena ordenanza. . . pordelante delascasasreales, desde donde
el rey y los grandes le estaban mirando"; el rey "abrazandoy besando en el ros'
tro" aiu hijo triunfante de la guerra. Incluso nos lleva ms all de la caballeresca
Edad Media europea, cuando describe: los cuerpos de cuatro infantes sacrifica'
dos, utilizados como antorchas humanas, teniendo "unas cucharas de hierro (!)
.n i", rn.no, y encima de ellas dialtea (src), que arda y alumbraba la sala"; el
traidor echado "vivo a los leones" para castigarle.?l? f,'3fnss presenciando esce'
nas dioclecianas.
No siendo lxtlilxchitl autor infundado, saba de sobra que tales escenas no
cuadraban histricamente con el pasado prehispnico. Entonces, por qu esta
alteracin intencionada de sus datos? Ciertamente, su "afectacin de modos
europeos" y sus "exageraciones de la grandeza antigua" no eran producto, sino
de una honda preocupacin humana que el tetzcocanopadecaen su ser. Noeran
ocurrencias ni fruto de su gusto literario personal, sino que obedecan al espritu
barroco de la poca y al imperativo de un criollo culto que vivi los aos finales
del siglo Xvr y ios iniciales del siguiente, en los que J. A. Manrique v! un periodo
p un perio-
de crisis no slo material, sino espiritual de la vida novohispana.?I8
do en el que el hombre novohispano, cada vez ms consciente de sus particulari'
dades diferenciadoras del europeo, busc afanosamente algo que le sirviese de
asiento donde cimentar su orgullo del ser criollo, que era europeo y al mismo
tiempo no lo era. Y lo encontr en el pasado prehispnico -n su cultura, en su
piedad religiosa, en sus virtudes, en sus artes--, y sinti satisfacerse su preocupa'
in ontolgica al enriquecer con lo indgena lo europeo que haba heredado y
adoptado.
?r4 Ixtlilxchitl, 1965, t. II, p. 15.
?rs es. .
?16 Qigy, 1954, p. 3 I I .
?r? Ixtlilxchitl, 1965, t. l,pp' 241-256.
7rE fvtiqs, 1912, p. 3.
LA EDUCACION EN ELSIGLO XVI 265
Ixtlilxchitl fue hombre a quien toc vivir de pleno este periodo de crisis,
periodo de bsqueda ansiosa del ser criollo que ciertamente no conoci Tezoz-
moc. En tanto que el orgullo nacional del tenochca no vea, para su autoafirma-
cin, ms que el antagonismo ancestral con Tlatelolco -recordemos sus palabras
antitlatelolcas-,?le lxtlilxchitl era hombre que vea enfrente lo europeo para
preguntarse, afirmarse e identificane. Psiquis plenamente criolla, dispuesta para
adoptar formas europeas para llenarlas de lo indgena. Por eso, su Historia fue
escrita tomando como modelo la Historia general de Alfonso el Sabio,zo y el
mundo prehispnico en ella descrito se presenta con ropaje europeo. Entre tanto,
su genio de poeta encontraba tema incluso en el cerco de Zamora.nr Esto no
era, ciertamente, una simple efectacin teraria.
Para lxtlilxchitl, cuya mente de historiador dispona, gracias a su formacin
y su lectura en el colegio de Tlatelolco, de una amplitud tal que abarcaba toda la
extensin terrquea hasta entonces m'aterialmente conocida y cuyos ojos estaban
capacitados para ver la historia como un movimiento de conjunto de todos los
pueblos de la tierra, en el cualtena, claroest, perfectacabida la historiaparticu-
lar del suyo, el mayor cuidado era ganar plaza para este ltimo dentro de dicho
movimiento de historia y declararlo como un ciudadano ms del mismo. sus pro-
pias palabras lo ponen de relieve: ". . . las cosas acaecidas en este Nuevo Mundo,
que no fueron menos que las de los romanos, griegos, medos y otras repblicas
gentlicas que tuvieron fama en el universo".n As se explica tambin la corre-
lacin cronolgica que repite entre los acontecimientos histricos del Mxico
antiguo y el pontificado, los emperadores romanos sucedidos por los germnicos
y los reyes visigodos seguidos por los castellanoleossss.z, con lxtlilxchitl,
Amrica ingres en la historiografa univenal.
Slo dos lneas ms agregaremos para mencionar a los ayudantes del histo-
riador tetzcocano. Entre los seis que ste nombra, nos son de inters Jacobo de
Mendoza Tlaltentzin, "principal de Tepepulco" y "hombre muy ledo y buen
gramtico",724 o sea, haba estudiado en Tlatelolco; y Alfonso lzhuezcatecatzin,
pariente de Motecuhzoma Xocoyotzin, "curioso y muy ledo", que junt escri-
tos antiguos y "escribi en la lengua mexicana y en la castellana grandes cosas
sucedidas en esta tierra".?25 Otro historiador formado en Tlatelolco, de quien
no se ha conservado ninguna noticia ms que sta? Es posible.
Un tercer caso puede ser Juan Bautista de Pomar, hijo de Antonio de Pomar,
espaol "no conquistador, casado con una india".?26 Esta era hija de una concu.
bina de Nezahualpil, de modo que su estado social presentaba analoga con el de
lxtlilxchitl tanto en el sentido de ser mestizo como en el de ser descendiente
de la familia real de Tetzcoco.
No hemos encontrado en las fuentes disponibles datos que lo coloquen de
modo seguro entre los antiguos alumnos de Tlatelolco. nicamente Gallegos Ro-
cafull, al hablar del fruto del Colegio, le incluye entre los mismos.z? Por nuestra
parte, creemos que, adems de su condicin social, el que haya redactado su Re-
lacin "conforme a la institucin de S. M. que recibi del seor Alcalde Mayor. . .
con otra del mismo tenor que antes haba recibido de. . . su *,..*or"'lz8 pued
constituir bastante fundamento para tenerlo por antiguo alumno de Tlatelolco.
Es decir, que era tenido por persona dotada de las cualidades y formacin reque.
ridas para emprender este tipo de tarea de investigacin e informacin en la que
hacan falta conocimientos histricos del mundo mexica y lingsticos de ambos
lados, o sea, nhuatl y espaol, todos no wlgares. Se trataba, en otras palabras, de
un trabajo que se poda encomendar slo a los intelectuales de la poca. Pomar era,
se supone, uno de stos, gracias muy probablemente a sus estudios en Tlatelolco.
Historiador "muy diminuto, ciertamente, en comparacin de lxtlilxchitl,
pero ms antiguo y ms sobrio, . . . [o inventa, sin embargo, lo que ignora, y
aquello que le consta lo dice sin tanta exageracin. . . Es un trabajo concienzudo
sobre un seoro particular".ze Su Relacin terminada el 9 de marzo de 1582,
fuente valiosa para estudios histricos del Mxico antiguo, es una contribucin
ms hecha por uno de los de la primera intelectualidad formada en el Colegio de
Tlatelolco, cabra decir. Pero vemos en Pomar menos criollo que en txtlilxchitl
en el sentido de que nos acabamos de ocupar al hablar de ste.
Aun despus de haber visto bastantes ejemplos de los antiguos alumnos del
Colegio de Tlatelolco ms distinguidos por sus actividades docentes y literarias,
todava nos falta hacer mencin de un ltimo ejemplo de los mismos, en el cual
acaso vemos, por de pronto, lo ms alto de la realizacin educativo-civilizadora
llevada a cabo en medio de mil dificultades por unos franciscanos que no supie-
ron claudicar, al lado de otros que se dieron por vencidos, resultando as unos
verdaderos misioneros de cultura que occidente envi a Nueva Espaa. Nos refe-
rimos a Diego Valads.
Autor de varias obras tanto en nrhuatl como en latn, es curioso y hasta in-
creble que una figura, testigo tan elocuente del ambiente cultural que se vivi en
la Espaa del quinientos como valads, permaneciese casi desconocida y apenas
estudiada hasta hace relativamente poco.7$ Pero hoy da la situacin se presehta
muy distinta. valads cuenta con un estudio monogrfico tan consistente como
el que acabamos de sealar en la ltima nota, y sera omisin imperdonable ha-
blar de la cultur mexicana en el siglo xvl sin mencionar el nombie de este anti-
guo alumno de Tlatelolco.
Diego valads naci en 1533 en Tlaxcala, hijo del capitn Diego valads,
compaero de Pnfilo de Narvez, y de una india de la regin. palomera se incli-
na por de pronto a considerarlo hijo natural.zt Pese a esto, su padre no descuid
E2 La escuela de San Jos, mantenida por Pedro de Gante, se suele describir como ins-
tituto exclusivo para nios indios. Nosotros tambin hemos scguido en el texto dc la tesis
este concepto no slo generalizado, sino fundado en los documentos de la poca. Cierto que
las cartas del propio Gante son su mejor prueba. Peo tenemos aqu un caso de alumno mes-
tizo. Nos lo explicamos del modo siguiente a reserva de susceptibilidades. La atencin educa-
tiva de los franciscanos se enfoc primero en los nios de los naturales y slo con el trans-
curso del tiempo se fue extendiendo a los nios mestizos y criollos, lo cual equivale a decir
que los primeros mestizos y criollos no tenan escuelas dnde educarse. Ciertamente, cuando
Valads llegaba a la edad escolar, ya exista, aunque en forma poco definida, el Colegio de
San Juan de Letrn, pero ste era en su fase inicial ms asilo que escuela, como sugiere su
propio nombre: Colegio de Nios Pobres. Por entonces, la escuela de San Jos era la que
funcionaba mejor que cualquier otra casr de estudio, y la fama y el prestigio dcl maesto
Gante eran cosa generalmente reconocida y apreciada. As que creemos que el padre de Va-
lads encomend su hijo en forma especial al lego franciscano. La cxclusividad antedicha de
la escuela de San Jos no se deber, en vista de esto, interpretar en trminos rcglamentarios
o como un principio educativo intencionado, sino como un hecho consecuente de la ausen-
cia de nios mestizos y criollos de edad escolar en cantidad tal que despertase preocupacin
e inters en los religiosos durante los primeros aos de la colonia. Cuando surgi la necesidad
real y concreta de fundar colegios para los mismos, s se tomaron gestiones con vistas a tal
efecto como la consolidacin del mencionado Colegio de San Juan de Letrn. Por otra parte,
los religiosos no dejaban de mostrase acogedores al haccrse cargo dc la educacin dc nios
no indios, como se desprende de las siguientes palabras de una carta que escribi Diego de
Ords el 23 de agosto de 1529 desde Toledo: "Alonso de Herrcra est aqu conmigo. . . Esos
nios de Alonso de Herrera y esos negritos poned quc estn en el monasterio con los frailes
y que aprendan. Encomndaselos (sc) a los hijos de Herrera a los frailes que los tcngan mu-
cho encargo" (Otte, 1964, p. ll5). De paso, nos pregunlamos: acaso no eran hijos dc
negros esclavos "esos negrtos"? lln caso de selo, merecer la pena hacer notar que hasta
los hijos de esclavos tenan acceso a la escuela a costa de su dueo.
7[t Aos ms tarde, refirindose al forcejeo de Carlos I para persuadir a Gante de acep-
tar la mitra arzobispal de Mxico, escribi Valads: "De Io cual yo pucdo cicrtamente scr
testigo, puesto que yo mismo escrib en su nombrc muchas cartas de respuesta y vi las cartas
def Emperador llenas de benevolencia y de afecto" (Palomera, 1962,p.293),
?4 Lo mismo que en el caso de su admisin en la escuela de San Jos, la escolaridad de
Valads en el Colegio de Tlatelolco constituye un caso fuera de lo comn. Sin cnrbargo, rcs-
pecto a este punto particular, podremos decir con Steck que dcspus dc Ia cpidcmia dc I 545_,
que acab con "los ms y ms hbiles que haba" de los colegiales, al decir del virrey Men-
doza, "los frailes empezaron a recibir a muchachos que no eran dc la llamada indiana" a fin
de devolver, con nmero razonable de alumnos, normalidad a la vida del Colegio (Stcck,
1944, p. 37). Lstima que no podamos aducir mencin docunrental a tal cfecto. Crcemos
que varios aos de estudios superiores en Tlatelolco fueron un requisito para quc Valadis
fuese admitido en cl claustro franciscano.
268 LAEDUcAcNcoMocoNQUIsrA
los libros de
tando sus aulas y su biblioteca, donde se emple en leer vidamente
erudicin vastsima
.i.nri* sagradas as como de profanas all guardados.?3s La
sobre autJres clsicos, padresiclesisticos e incluso autores renacentistas de su
poca que ms tarde vertera en su Rhetorica Chistiana es la mejor prueba que
nb aei lugar a dudas en cuanto a su asidua y bien aprovechada escolaridad en
Tlatelolco.?36
Por 1550 profes Valads en la orden franciscana: Diego Valads, "natufal
de la ciudad de Tlaxcala, hijo de esta provincia [del Santo Evangelio]",,apuntara
Vetancurt aos ms tatde.itl Ordenado despus de 1555, se dedic al apostola-
do en tierras de Tlaxcala, Michoacn y enire los chichimecas durante ms de
veintids aos, predicando y confesando a los indios en sus tres idiomas: nhuatl,
tarasco y otom, segn su propio testimonio.?38
Invstido de li misin de dar relacin de la labor apostlica llevada a cabo
en Nueva Espaa por sus hermanos de hbito a sus superiores de la orden y a las
autoridades ieligiolas y seculares de Espaa y Roma, Valads se hizo a la vela a
mediados de 15? t rumbo a Espaa para no volver ms a su tierra. Se le abra un
nuevo periodo de su vida.
Aems de la misin oficial que acabamos de apuntar, creemos que Valads
iba a Europa con una firme intencin particular de hacer algo por la misin de
Nueva Espaa. Dichos en otras palabras, iba muy consciente de ser misionero
americuro, y esto empez pronto a tomar forma concreta. Una vez bre de los
asuntos pblicos, Vats s ocup desde mediados de 1572 en preparar la edi-
ci6n del- ltinerarium Catholicurn escrito por su supuesto maestro venerable Juan
Focher, y lo logr dar a luz pblica en l574 "aumentado, modificado y ordena'
do" por l mismo a base de lus propias experiencias de misionero en su pas. El
tsS Lo aficionado a los estudios que fue Valads desde pequeo, cre,mos que se confir'
que
ma en tas siguientes palabras ,uyat, "idienttas me ocupaba en la conversin de los fieles
aman chicimecas, penas logr salvarme con gran peligro de mi vida y la de mis compae'
y
ros, del furo dc aqueilos salvi'es, y perd cntonces todos mis libos quc con tanto trabajo
desvelos haba reunido desde niis piim"tos aos" (Palomera,1962, p' l9l). Pero logl
salvar
que ms
unos cuantos libros, y ente stos estaba el ltinerarium Catholicum de Juan Focher,
--- -- sac impreso en Scvilla.
tarde
7 i"g,ln l.r"n"is"o de la Maza, cl nmcro de los autores que Valads.cita en su Refo'
rica Christiana asciende a ms dc ciento cincucnta (De la Maza' 1945' p' 3l)'
7f? Vetancurt, 197 | , Menologio , p, I42. La admisin de Valads en la orden francisca-
la
na debi constitui; un ..io muy special. Tanto cl ambicnte general de la colonia como
disposicin de la misma orden se hacan cada da menos favorables para tal caso' como se
eviiencia en la proscripcin que hcmos transcrito atrs en nota anterior. Palomera conjetura
que hubo un iniento sistemiico dc encubrir el origen mestizo de Valads (Palomera, l93'
p. SZ), .t cual este mismo sera bien conscicntc. Liectivamentc, en tanto que Valads jams
izo mencin clara dc su nacimicnto, los cronistas franciscanos del siglo XVl, Motolina,
Sahagn, Mendieta y Torquemada inclusivc, guardan silencio absoluto sobre su nombre, si'
lenci que pucde ser una irueba implcita de quc e.xistiese tal intento dento de la ordcn, ya
que dichos'cronistas tenan que .onoc"r perionalmente a Vatads, o tencr noticias de 1,
bre todo, cuando cl fraile mestizo ocup el cargo importante del progurador general de la
orden ante la Santa Sede. DI caso dc Mendicta cialgo-extraordinario. El conoci a Valads
cn Vitoria, lispa4, y hasta escribi para ste ula catta de prcsentacin dirigida a Juan de
ovando, piesidentea la sazn dcl consejo de Indias lGarca lcazbalceta, l94l (a),pp. t33'
grabados
134f. Toava ms. Mendieta conoci la Rhetorica Christiana, algunos de cuyos
t.ptduo para n Historia. Hubo algo ms del supuesto intento mencionado cntte ambos?
No sabemos.
?38 Palomera, 1962, p. 249.
LA EDUCACION EN EL SIGLO XVI 269
libro trata de las dotes y cualidades requeridas a misioneros en Nueva Espaa y
procura ayudarlos en su apostolado, resolviendo los mltiples problemas peculia-
res del pas -la administracin de los sacramentos, la guerra justa y la reduccin
de indios en centros urbanos- que, de no ser debidamente solucionados, pudieran
comprometer o cargar, como se sola decir entonces, su conciencia. En una pala-
bra, se trata de un manual para misioneros en Nueva Espaa. El libro iba dedica-
do al comisario general de las Indias de su orden de entonces, y valads aclara su
intencin de publicarlo en los siguientes trminos escritos en su dedicatoria:
"cargo [del comisario general] que segn creo, ha de facilitar no poco este brito
impreso, porque no basta que se destinen hombres buenos a esta obra, si en ellos
no constara que sobrepasan la mediocridad en el estudio de las sagradas Letras y
en los ritos de la religin cristiana, lo cual puede satisfacer el presente librito, si
es conocido con exactitud".739 Bs decir, Valads quera, mediante este libro, in.
formar a Europa de la peculiaridad de la misin de Nueva Espaa, que requera
obreros que fuesen no slo simplemente buenos, sino lo suficientemente instrui-
dos en las ciencias sagradas.?'o
su intencin estribaba en reclutar misioneros verdaderamente competentes
para convertir a sus congneres.
Creemos que es digno de destacar el hincapi que Valads hace en la impor.
tancia del conocimiento de las Sagradas Escrituras. Esto lo decimos en funin
de que consta que en la biblioteca del colegio, proveda con generosidad durante
sus primeros aos por Zumtraga, aficionado comprobado a las obras de Erasmo,
haba un "libro de Epstolas de Erasmo",?4l Podremos estar casi seguros al sea-
lar una fuerte influencia de Erasmo sobre Valads a travs de la donacin biblio-
grfica y los escritos del primer obispo de Mxico, en particular,laConclusin
exhoratoria a que en captulo anterior nos hemos referido.
La publicacin del ltinerarium Catholicum parece que contribuy mucho a
que subiese el aprecio de que tenan sus superiores de las cualidades de Valads,
pues se le brind al ao siguiente ocasin de ir a Roma, donde sali elegido pro-
curador general de la orden. Por otra parte, una vez hecha una presentacin su-
maria de la realidad evangelizadora de Nueva Espaa, Valads empez a ocupae
en sacar a luz un segundo libro, esta vez escrito enteramente por 1, mucho ms
voluminoso que el de Focher, que sera "una especie de summa summarum o
compendio breve y apretado de todos los conocimientos literarios, teolgicos e
histricos necesarios a un misionero del Nuevo Mundo para desempear con fru-
to su labor entre los indios de Amrica y particularmente de Nueva Espaa".?42
Efectivamente, al cabo de cuatro aos de diligencia preparatoria, en 1579 Valads
logr publica su Rhetorica Christiana bella y graciosamente adornada por mu-
chos grabados hechos por el propio autor, adiestrado antao en el taller de la
escuela de San Jssf.?a3 Era la realizacin de "su primicias, frutos juveniles inicia-
dos por l desde la nifiez".744
ns lbd.,p.165.
?4 La carta colectiva de los tres obispos que hemos citado varias veces dcca: cn Nueva
Espaa "hay ms necesidad de letas que all en Castilla, scgn las cosas se ofccen cada da
de matrimonios y divorcios y oas dudas grandcs en cosas de estos naturalcs quc nos ponen
en harta afliccin por las novedades que hallamos" (Garca lcazbalceta, 1947,t. III,p.97).
741 Garca lcazbalceta, 1892, t. llI, p. 256.
742 l,'del de Chauvet citado por Palomera, 1963, p. X.
743 Vanse las figuras que acompaan al artculo de l:rancisco de la Maza.
744 Palomera, 1962,p. 59.
27O LAEDUcAcTNcoMocoNeursrA
el pensa'
Hombre de esticta formacin escolstica, de profunda erudicin .sobre
?s2
miento clsicoy O" t,umanismo aii.gaOo, Zumrraga caieca, sin embargo, de pericia en los
,.no.in,*tor ..nni.or,-ir.pinr nirir"nsable para l como primer obispo de la
iglesia
novohispana.
?53 Carreo, 1944, PP. 96-97.
?s4 Garca icazbalceia, 194?, t. tI, p. 120. Un buen da de septiembre de 1547' o sea'
nueve meses antes de q".i".r" liierr^gu,le visitaon fray Toms de la-Torre y fray Je'
rnimo de San Vicenre, d;;i;i"*, ; .-n.Lir l'cntttons" en iu recmaa, donde slo haba
tibros" (Mndez Arceo, 1952, pp.62'63' nota 169)'
?55 Cuevas, 1914, p. 56.
The Americas, 1945, vol. I, nm' I' p' 105"
?s? !q5 1g5 libros que mencionamos abajo en el texto costaron "30 pesos de oro co'
mn,,, ,.14 pesos" y "ro p.*t " fespectivamente, mientras el rector del cole'
frlrtfn JacoUita coUrala treintao "o.n'i
"totreinta y och pesosanuales (Garca lcazbalceta' 1892'
lo doce pesos (ird'' P' 250)' Slo a ttu-
t. lI, pp. 2so,2s4),v t" t"v;i;;;; ot i"li*t
"alia
liauajo, iremo, lo siguienre: creemos que la difererrcia notable de precio
i"-J-pi"ii, e
que
libro ilmado Salterio y los otros dos se explique lal v.ez al suponerse
""ti, "i'piir".r
.q" .*'"n f ibro importado dc !)spaa, en tanto que stos hbn sido impresos en Mxico'
traducidos al n'
Hemos visto arriba que el Flos Saictorutfl era uno de los libros europeos
iru-rtf--,f,Lr" Uien, eitc ,iiti.. v el vocabulario de Molina, dnde se imprimiran si no del en
Espaa? En caso de ser acertada nuesta conjetura, iendramos aqu testimonio
Nueva
ii"n U"n"h"i" que ta impnt. h"." el pas no ilo de facilitar la adquisicin de libros'
"n
sino de rebajar sus Precios'
zss Gaica lcazbalccta' I 947, t. Ill' p' I l9'
?se Mendicta, 1971, P.633.
LA EDUCACIN EN EL SGLO XVI 273
Romance del rey don Sancho permite suponer otro tanto de lectura sobre la his.
toria y literatura medievales de Espaa, aunque nuestros inventarios no registran
obra que pueda haber servido de fuente para su inspiracin inmediata. De vala-
ds cabe a su vez imaginarlo plenamente dedicado a la lectura de autores clsicos,
padres eclesisticos y humanistas contemporneos para deducir de ella su vasta y
profunda erudicin en el conjunto de la cultura occidental y, sobre todo, aquella
sentencia tanto humanstica como optimista de la igualdad intelectual de los in-
dios novohispanos frente a sus admirables griegos. Libellus de medicinalibus
indorum herbis de Badiano, deja fuera de duda que ste haba ledo laffistoria
Naturalis de Plinio registrada en el inventario de 1574, y cuyo "mismo lenguaje"
emple en su obra latina.T3
La biblioteca del Colegio de Tlatelolco era la quintaesencia de la cultura
occidental instalada en tierras de Amrica, con una consistencia digna para asegu-
rar el fruto de los estudios superiores all desarrollados, y fue bien aprovechada
por los mejores de sus alumnos.
favor y calor muerto, y as se ha ido todo cayendo".767 A principios del siglo si-
guiente, otro cronista franciscano nos describe un Colegio de Tlatelolco por com-
pleto desnaturalizado: "Mas esto todo se acab, y ahora slo sirve el Colegio
de ensear a los indios nios que aqu se juntan, que son de este mismo pueblo de
Tlatelolco con algunos otros de otros barrios, a leer y escribir y buenas costum-
bres. . . Hay de ordinario en este Colegio de doscientos y cincuenta a trescientos
nios que aprenden y conservan todava las buenas costumbres de los colegiales
sus antecesores".?68
Se consum la desvirtualizacin del Colegio de Tlatelolco cuyas finalidades
en el momento de su fundacin haban sido formar clero indgena y adiestrar la
minora dirigente para el gobierno local de las comunidades indgenas por medio
de la educacin superior a la usanza europea. Lo que quedaba a fines del siglo
xvl o a principios del siguiente no era, sino una modesta escuela de primeras le-
tras para los nios del barrio y de sus alrededores.
De las causas que condujeron a que el Colegio se desvirtuase de tal grado slo
a unos cincuenta o sesenta aosdeinaugurado, muchosehaescritohastalafecha,
atribuyndolo a: la falta de generosidad de la Corona en seguir proveyendo medios
econmicos suficientes;?de la entrega prematura y precipitada de la administra-
cin del Colegio a algunos antiguos alumnos que acabaron por resultar totalmen-
te incompetentes en el ejercicio de sus nuevos cargos;?rc el voto de pobreza de
los franciscanos que les oblig a presentar ante la Corona repetidas importuna-
ciones en busca de socorros y limosnas antes de saber arreglrselas dando al Cole-
gio base econmica duradera;7zl la infidelidad de algunos de sus mayordomos
que podan "acabar en dos das" con el Colegio para "salir alcanzados" antes de
trabajar en su fomento'V2 la oposicin recia y pertinaz engrosada por las "envi-
dias y pasiones" partidistas de algunos sectores tanto civiles como eclesisticos e
incluso de parte de los propios franciscanosi% lo estrecho del reclutamiento de
estudiantes que hizo que el Colegio perdiese muchsimos candidatos con verda-
deras cualidades y vocacinft+ enfriamiento del celo apostlico de los prime-
ros tiempos,Tts las epidemias y las"1 inundaciones que sobrevinieron sucesivamente
al Colegio, segando su mies antes de tiempo o inhabilitando su edificio.n6 Desde
luego, no cabe duda que todos y cada uno de estos factores negativos precipitaron
el Colegio por el camino de la decadencia y de la extincin virtual. Sin embargo,
se podrn sumar otros menos notables, pero seguramente mucho ms decisivos
que los arriba mencionados por comprometer el desarrollo del Colegio, como los
siguientes: en primer lugar el impacto que signific para el Colegio de Tlatelolco
la fundacin de la Real y Pontificia Universidad de Mxico. Haba en la colonia
cada da ms hijos de espaoles, ya con mezcla de sangre, ya sin ella, cuya educa-
cial de seminario para la formacin de clero indgena, talvez ste hubiera salva'
guardado su razn de ser. Pero no fue ni lo uno ni lo otro. Lo abierto de la Uni-
versidad y lo cerrado del Colegio acabaron con este ltimo.
La fundacin de la Universidad simbolizaba, adems, el trmino de rrna eta'
pa y el comienzo de otra en la vida novohispana. Se trataba de un fenmeno que
implicaba la postergacin del indio y el encumbramiento del espaol, o mejor
dicho, del criollo. A pesar de lo mucho que insistieron los religiosos en que los
verdaderos dueos del pas eran los indios y de lo que se esforzaron por realizar
este su caro ideal, la simbiosis de las razas era camino por donde las condiciones
sociales de la colonia marcharon en sentido contrario. Lo espaol se vio reforza-
do por el nacimiento de criollos, generaciones que consolidaban su asentamiento
en la tierra y que se caracterizaban por una mentalidad distinta de la de sus abue-
los y de sus padres. Eran hombres que tomaban la pluma en lugar de la espada. Ia
fundacin de la Universidad vena muy al caso para corresponder y satisfacer esta
nueva demanda de la vida colonial. Tengamos bien presente el hecho de que slo
con las gestiones encaminadas a la fundacin de la Universidad empiezan a apare'
cer en los documentos las referencias a la educacin de "los hijos de espaoles",
a la vez que la mencionada real cdula de su fundacin cita por primera vez a los
mismos en trminos oficiales. Esto prueba nada menos que un rpido encumbra-
miento social de los criollbs como elemento protagonista de la colonia, el cual se
confirma ms tarde por el desarrollo de la vida acadmica e intelectual que pron'
to se hara realidad en las aulas universitarias. Creemos poder decir con seguridad
que el cambio de dueo de la sociedad novohispana determin en gran medida el
crecimiento de la nueva Universidad en razn inversa a la decadencia y extincin
virtual del Colegio de Tlatelolco.
En segundo lugar, escuchemos a Garibay: "Uno de los radicales defectos del
Colegio de Santa Cruz -acaso el mximo- consisti en no saber qu se preten-
da. No se quiso hacer de estos indios sacerdotes, y no se poda aprovechar en
otros rnbitos el cmulo de los conocimientos que se les transmitan".?82 Pero
slo con cierta reserva admitimos esto, porque el Colegio no fue desde un princi'
pio una obra de ocurrencia caprichosa de algunos tianciscanos y altos funciona'
rios del gobierno, sino una empresa concienzuda que s saba a qu iba. Lo nico
que pas es que su finalidad primordial result ser una fruta que "quisieron pro-
bar antes de tiempo".T|3 Ahora bien, admitimos que incluso su segunda finalidad
-preparar los dirigentes de comunidades indgenas- se fue desgastando con el
transcurso del tiempo, porque se trataba de un objetivo que estaba a merced de
la mayor o menor realizacin del utpico ideal de los religiosos: la separacin
tajante entre las dos repbcas, la indgena y la espaola, comprendiendo sta a
mestizos y negros.ua Naturalmente que la vida de la colonia sigui otro derrote-
m Garibay, 1954,p.22O.
?Eo Moiolina, l9't l, p. 162.
64 Uno de los exponentcs ns vchementcs de cstc ideal fuc Mcndietr, quien una vez
escribi a Felipe II en el siguiente tetror: "V. M. os obligado a evitar que los espaoles no
puebten de aqu en adelante entc los indios, sino por s apartados" lGarca lcazbalceta,
194 l (a), p. 391. Iin otra ocasin rcpiti lo nrismo al prcsidentc del Consejo dc lndias, Juan
de Ovando: hay que "mandar que ningn espaol ni mcstizo ni mulato, de catorcc aos
arriba, no resida ni morc cn pueblos de indios, sino que todos los que tro fuorcn habidos ni
tenidos por puros indios se recojan y hagan su asicnto cn los pucblos antiguos dc los cspao-
les, como son las ciudadcs de Mxico y de Los Angcles, ctc., o cn las poblacioncs y sitios sc-
rlalados de nuevo, . ., pucs tanto inporta quc cada nacin cst por s" (D'Id., p. I l3).
278 LA EDUcAcrN coMo coNeursrA
ro. Una progresiva simbiosis de todos los habitantes del pas era un hecho innne-
gable, en tanto que la sociedad tradicional de indios caa en un estado de confu-
sin.z8s Esto quera decir que el campo de trabajo para los graduados del Colegio
se fue reduciendo cada da ms. Estamos por ello de acuerdo con el "no se poda
aprovechar en otros mbitos el cmulo de los conocimientos que se les transmi
tan" que hemos citado arriba de Garibay. Tal vez el reverso de las actividades
literarias de aquellos antiguos alunnos de Tlatelolco en colaboracin con algunos
religiosos de las que nos hemos ocupado en ocasin anterior fuese esta triste rea-
dad de no haber campo de trabajo adecuado en donde ellos hiciesen buen uso
de sus conocimientos en forma ms independiente. De este encajonamiento de la
obra del colegio ya se daba cuenta cabal cervantes de Salazar, cuando escribi
"un colegio tambin de buen edificio y muy grande, donde hay muchos indios
con sus hopas, que aprenden a leer, escribir y gramtica, porque hay ya entre
ellos algunos que la saben bien, aunque no hay para qu, porque por su incapaci-
dad no pueden ni deben ser ordenados y fuera de aquel recogimiento no usan
bien de lo que saben".7't36 La hispanizacin cada da ms pujante del pas min la
segunda razn de ser del Colegio.
un ltimo factor que quisiramos sealar es uno derivado del que acabamos
de apuntar. sera ingenuo imaginar que la estrechez cadavez ms acusada del
campo de trabajo que al cabo de su carrera esperaba a los colegiales de Tlatelolco
pasase inadvertida por stos. No poco debi perjudicar su moral acadmica y en-
friar sus afanes por los estudios. Dicho de otro modo, los ms de los colegiales no
veran ninguna motivacin de lo que hacan en el colegio. Diran entre s por
qu y para qu era todo esto, si despus en su vida no les serva para nada ni les
prometa futuro halageo. Tal vez fuese esta falta de motivacin lo que incitaba
a los colegiales a la actitud dscola de la que quejaba Sahagn en los siguientes
trminos: "ellos son pesados de regir y mal inclinados a aprender"?8? o ,,Ya tam-
poco no nos podemos apoderar con los que se cran en las escuelas".?88 fvfsndis-
ta acude a dar ms fundamentos a nuestra conjetura, diciendo: "mas ahora a sus
hijos no los podemos traer a las escuelas, ni hay quien se aplique a cosa de saber
ni entender, porque unos quieren ms ser arrieros, carreteros, pastores o estancie-
ros,y criados de espaoles para con aquello eximirse de la pesada rueda que anda
en los pueblos de indios con el servicio personal de por fuenay trabajos ordina-
rios de su repblica, que aplicarse a lo que dicho tengo".z8e El cronist francisca-
no no pasa de aducir una razn de tipo econmico-social, pero ella existi desde
el comienzo de la colonia, y por consiguiente no acaba de explicar esta prdida
posterior de afanes por los estudios de los indios. su verdadera explicacin no
podra ser la siguiente?: Estudiar? ,Para qu, si no sirve despus para nada?
Ya sonaba a cuento pasado aquel "Dironse tanto a ello y contanta solicitud
que haba muchachos y hay cada da ns que hablan tan elegante latn como
Tulio".?90
semejante psicologa parece que se apoder no sro de los jvenes de edad
argumento con que Castro apoya decididamente la educacin superior del indio,
calificando de paso a sus opositores de soberbios y timoratos, pues "temen ver
disminuida su iutoridad" y "no quieren que el indgena se eleve demasiado".
La segunda razn de oposicin la desvirtualiza castro en dos palabras, pre-
guntando: admitiendo que los misterios del cristianismo son como margaritas
que no se deben arrojar a los puercos, acaso los rudimentos ms elementales de
la fe cristiana con el bautismo inclusive no son igualmente las mismas margaritas?
Es el mismo argumento que el de la junta eclesistica de Mxico celebrada en
1539, uno de cuyos acuerdos rezaba: "pues stos -se refiere a los indios- son
cristianos y se les deben los santos sacramentos fiar, pues se les fa el bautismo,
que no es menor que el sacerdocio".799
Al refutar la tercera razn de oposicin, el argumento de Castro se hace lne-
nos terico, contando desde un principio con un artculo de la fe, pues dice que
"los misterios de la fe cristiana tienen valor en s mismos", as que laBibliano
debe ser ocultada, sino ser enseada al pbco lo mismo que la Eucarista, si se
trata de gente convertida, en virtud del bautismo, en hijos y herederos de la fe.
Pensamiento que coincide por completo con el de Zumrraga, quien en su Con-
clusin exhortatoria escribi: 't{o apruebo la opinin de los que dicen que los
idiotas no leyesen en las Divinas ltras traducidas en la lengua que el vulgo usa. . .
deseara yo por cierto que cualquier mujercilla leyese el Evangelio y las Epstolas
de San Pablo . . . no s yo por qu la doctrina ha de estar escondida en estos po'
cos que llamamos telogos . . . Cosa es muy averiguada que el que nunca ley los
libros de Platn no se puede llamar platnico. Pues de la misma manera, no se
puede llamar cristiano el que no ha ledo la doctrina de Jesucristo".s@
Como hemos dicho antes, este dictamen de Castro tan resueltamente favora-
ble para la educacin superior del indio iba firmado en seal de aprobacin por
seis telogos no menos profundos que su autor, siendo uno de ellos nada menos
que Francisco de Vitoria. Dada la importancia y la gravedad de dichos firmantes,
creemos que vale la pena repetir aqu sus juicios:
por el prncipe Felipe, en la cualse lee: "Ya sabis cmo en una carta que os
mandamos escribir en 5 de junio del ao pasado de 1552, hay un captulo del te'
nor siguiente: "en lo que decs que el Colegio de los indios de Santiago de esa
ciudad les hizo S. M. merced el ao de cuarenta y tres de mandar que se les diese
en cada un ao por tres aos mil pesos de minas para sustentacin y libros y ves-
tuarios".E06 No conocemos la real cdula de concesin de ayuda a que hace refe'
rencia el texto transcrito, pero una mencin tan clara suple sucientemente su
falta. nicamente sera de desear que se supiese la fecha con mayor precisin para
reforzar el supuesto de que dicha concesin se hiciera cor el conocimiento pre'
vio del dictamen de Castro, lo cual nosotros creemos casi seguro, dada la fecha
temprana de presentacin de este rlltimo. Adems, cabe sealar la probabilidad
de que esta concesin de mil pesos anuales fuese decisin real consecuente con la
consulta que acabamos de ver presentada por el Consejo de Indias' Se puede, en
n, dar por supuesto que tampoco Carlos I se dej llevar por el cambio de am'
biente suscitado por la crisis de 1540, sino que se mostr ms decididamente
partidario y generoso para con el Colegio, otorgndole la mencionada subvencin
durante los tres aos sucesivos.
Estos tres testimonios, todos referentes al ao 1543,a favor del Colegio aun
despus de conocidas las cartas de Zumrraga y Jernimo Lpez quedaran dif-
ciles de explicarse si no conocisemos la erudita contribucin hecha por Alfonso
de Castro muy a tiempo, y por consiguiente constituyen, a nuestro juicio, una
prueba evidente de que el tratado elaborado por el insigne telogo franciscano,
apoyado por otros seis telogos no menos eminentes, rindi ms de la cuenta,
salvando al Colegio de una posible extincin al cabo de slo cuatro aos de vida
efmera. Si un franciscano abandon desilusionado el Colegio otro franciscano
acudi presuroso a ampararlo.
Antes de terminar, nos sentimos obligados a destaca de nuevo la figura de
Jacobo de Testera por su doble funcin a favor de la educacin superior del in'
dio en Nueva Espaa. En ocasin anterior, hemos visto cmo dicho franciscano
trabaj a fin de inaugurar la enseanza del latn en el pas y luego escribir al Em'
perador el 6 de mayo de 1533, diciendo: "Y ms ha de saber V. M. que ahora se
encomienza a darles Ia los indios] disposicin de estudio de gramtica". Ahora
bien, diez aos ms tarde de nuevo le encotltramos desempeando un papel de
mxima importancia al enterar como conisario general de la orden franciscana al
mismo soberano y a su Consejo de las necesidades que cora el Colegio de Tlate'
lolco. Como acabamos de ver, dos de los tres documentos arriba transcritos fueron
a todas luces consecuentes de sus valiosos informes-splicas a favor del Colegio.
Escasamente conocido, pero defensor no menos decidido de ste que los otros
fue este franciscano "de nacin francs . . .y de gente noble".86
285
286 LA EDUcAcrN coMo coNeursrA
militar, una nueva cristiandad que fuese equiparable a la primitiva de los Apsto'
les y que restituyese las prdidas sufridas por la Iglesia en el Viejo Mundo ante
el Islam y la reciente convulsin protestante. Un ensueo tan grande que caa,
sin duda, en la regin de lo utpico.
Una educacin variada en objetivos fue el medio al que recurrieron para la
consecucin de su ideal los operarios de esta doble empresa evangelizadora y
civilizadora. Para tal efecto fundaron numerosas escuelas de primeras letras y para
rematarlas pusieron en marcha una carrera de estudios superiores en el Colegio
de Tlatelolco.
Diversos factores indgenas favorecieron el funcionamiento de esta educacin
misionera: su tradicin escrituraria facilit la aceptacin de la transcripcin lati-
na del nhuatl; la toltecyotl ayud al indio en el aprendizaje y perfeccionamiento
de nuevos oficios mecnicos de Europa, posibilitndole la vida dentro del sistema
econmico recin implantado por el vencedor, aunque con la limitacin que ste
impuso; la costumbre de vida de retiro de la mujer mexica noble en los templos
hizo posible que la casa de recogimientr de Tetzcoco se llenase de gran nmero
de muchachas y viudas del grupo dirigente "que de su voluntad quieren entrar en
aquel encerramiento"; y sobre todo la tradicin escolar del calmcac hizo viable
la funcin de las escuelas-monasterio -"palestras" de cristianizacin y de incor-
poracin cultural- en donde se someti a los alumnos hijos de caciques y princi-
pales a un rgimen de intemado "como de novicios frailes" sin mayor dificultad
que la resistencia de sus padres en los primeros aos.
Los frutos iniciales de estas actividades docentes fueron rpidos y notables,
sobre todo entre dichos alumnos a quienes los religiosos educaban con el mxi-
mo cuidado y esmero. De entre ellos sali un nmero crecido de valiosos ayudan-
tes de los frailes, los cuales, bien instruidos en la doctrina cristiana, predicaban a
sus congneres con tal elocuencia que infundan hasta cnvidia en los propios
religiosos; recorran comarcas apartadas a las que stos no podan llegar; se po-
nan a la cabeza de la campaa de demolicin de los templos prehispnicos y de
la persecucin de idlatras. Incluso fueron ellos los que infligieron un golpe duro
a la autoridad religiosa tradicional del pas al matar a pedradas a un "stfapa" en
Tlaxcala.
Estos jvenes parecieron tan prometedores de una pronta realizacin del
ideal de sus maestros religiosos -construccin de una nueva cristiandad libre de
las lacras de la occidental cada en la "edad de hierro"- que se concibi, apenas
a un decenio de funcin de la educacin misionera, la idea de formar con ellos
un clero indgena que asegurase una mayor promocin y asentamiento de la
evangelizacin de los indios. As se dio comienzo a la enseanza de latn para
una minora selecta de la juventud indgena y poco ms tarde se inaugur un
colegio-seminario para tal efecto.
Sus primeros frutos fueron excelentes, ya que se prepararon "muchachos ya
gramticos, que saben ms gramtica que yo", al decir del obispo Zumrraga.
Cuando se crea tan segura y tan cercana la ordenacin de los primeros sacerdo-
tes indgenas, se revel que todos los esfuerzos hasta enlonces empleados con tal
propsito haban sido intiles y que la ansiosamente esperada formacin de clero
indgena era an un ensueo muy lejano de realizarse. Todo result desengao
para los frailes idealistas.
Cierto que para que se hiciese realidad la formacin de clero indgena an se
oponan graves obstculos en su realizacin. El ingenio y lacapacidad delosj-
CoNcLUsIN 287
venes naturales, que se haban mostrado tan grandes y prometedores hasta el
aprendizaje del latn, se estrellaron contra las disciplinas filosfica y teolgica,
meollo no slo del pensamiento cristiano, sino de toda una cultura milenarii de
Europa: ". . . en las artes y teologa no se han mostrado ms de para aprovecharse
a s mismos". Esto fue lo crudo de la realidad a pesar de todo esfuerzo lo mismo
de los frailes maestros que de los estudiantes indios. El obispo zumrragay reli-
giosos tan partidarios de la causa indigenista como sahagn y Mendieta y tan
docto como Gaona tuvieron a una que reconooer gue era prematura la ordena-
cin de sus alumnos. Entre ser predicadores o gramticos bien aprovechados y el
sacerdocio haba una laguna muy compleja de orden cultural que unos decenios
de evangelizacin no haban podido llenar. El sacerdocio indgena resultaba
como un fruto que "quisieron probar antes de tiempo".
casi por la misma poca la educacin de nias indias tambin tocaba a su fin
decepcionante despus de haber durado "obra de diez aos". Determin su fra-
caso una resistencia tenaz de orden cultural y social por parte del mundo indgena,
la que se manifest en el hecho de que los muchachos se negaban a contraer ma-
trimonio con las muchachas criadas a la usanza europea en las casas de doctrina.
con esto el ideal de formar familias cristianas y "plantar as la cristiandad" en el
pas se haba vuelto otro sueo malogrado.
visto as, antes de mediar el siglo XVI, cabe sealar el comienzo de la deca-
dencia de la educacin franciscana hecha a la vela con unos frutos tan promete-
dores. No hubo manera de detener su decadencia. La exclusin del sacerdocio y
el desplazamiento progresivo del indio dentro de la sociedad novohispana, que
no era totalmente ajeno al fracaso del intento de formar clero indgena, afecta-
ron de tal modo la psicologa de los alumnos de las escuelas-monasterio que se
volvieron cada da ms dscolos e intratables para con los religiosos, hasta que
stos se decidieron a "echarlos de nuestras casas". Esto fue antes de lS76,y ya
haca aos que la educacin de nias indias se haba abandonado y ahora se su-
prima el rgimen de internado de las escuelas-monasterio. slo el colegio de
Tlatelolco entablaba una penosa lucha por subsistir en medio de mltiples
obstculos y un ambiente cada da ms fro y hostil. Pero incluso de l se tena
ya recelo "muy grande [de] que esto se ha de perder del todo", y de hecho para
fines del siglo "se ha ido todo cayendo" y "ha cesado el ensear de veras latn a
los indios".
Pero antes de apresurarnos a dar conclusin en tono pesimista, veamos a un
poco ms de distancia el panorama de la educacin en Nueva Espaa. Nos dare-
mos cuenta de que desde el punto de vista global no es que la educacin en el
pas cayese en una decadencia franca y progresiva, sino que al contrario entraba
en una nueva etapa de su evolucin. A tal efecto es bastante significativo, a nues-
tro modo de ver, que el comienzo de la decadencia de la educacin franciscana
coincidiese poco ms o menos con la fundacin de la universidad de Mxico. y
no menos significativo tambin que el abandono del rgimen de intemado en las
escuelas-monasterio franciscanas coincidiera a su vez, con muy pocos aos de
diferencia, con la llegada de los primeros jesuitas a Nueva Espaa. De la educa-
cin franciscana, la universidad recogera y completara la tradicin de estudios
superiores encaminados hacia el sacerdocio, aunque ste por lo pronto estuviera
cerrado al indio; los colegios de la compaa de Jess heredaran el ideal de for-
mar la minora dirigente para las comunidades indgenas, sin desconocer por
completo el otro de clero indgena en trminos de posibilidad, como se verifica
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