Cristina de Peretti
Cristina de Peretti
Cristina de Peretti
Deconstruccin.
UN PENSADOR INTEMPESTIVO
La metafsica de la presencia
- Nietzsche
- La intervencin nietzscheana del platonismo se presenta (ante todo) como
un intento por superar el nihilismoque marca todas las manifestaciones de
la cultura occidental desde Scrates y Platn.
- Tal platonismo se traduce de forma general, en el terreno de la metafsica,
en el de la moral y de la religin, por la oposicin entre el mundo inteligible
y el mundo sensible, por la oposicin entre la razn, la verdad y el bien por
un lado y, por el otro, los instintos, las pasiones: la vida.
- El lema Dios ha muerto, el proceso de secularizacin de la cultura
europea, no es asumido hasta sus ltimas consecuencias hasta Nietzsche, al
plantearlo como la muerte de todos los valores absolutos, lo cual supone a
s mismo el fin de la filosofa como platonismo
- En este lema Dios significa algo ms que la idea monotesta de Dios,
Dios, el Dios muerto de Nietzsche representa la mxima y ms imperiosa
necesidad de toda la cultura occidental, incluso secularizada
- La necesidad de una norma ideal por la que poder regirse, una norma
dispensadora de sentido que permita conocer y unificar coherentemente la
realidad
- Esta norma ideal, estos valores absolutos que Nietzsche ataca y de los que
anuncia la muerte irreversible son en cierto modo aquellos que Derrida
denuncia, a su manera, como los propios de la metafsica de la presencia
- Heidegger
- Este autor es quien denuncia de forma ms categrica la metafsica como
escritura terica organizada en torno a un centro privilegiado: la presencia
- Esto es fruto del pensamiento representativo que ha limitado siempre la
cuestin del sentido del Ser al considerarlo nicamente en tanto que ser del
ente, en tanto que fundamento del mismo en un horizonte de interpretacin
dominado por la idea de presencia. (la exposicin de la problemtica
heideggeriana de la diferencia ontolgica en las pp. 105 y s. del presente
libro)
- Acerca del concepto de representacin, es importante apuntar que la crtica
heideggerina conserva y potencia toda la riqueza histrica y significativa de
dicho concepto
- A pesar de que la concepcin platnica del eidos es un precedente de la
tendencia posterior hacia una teora del mundo como representacin, cabe
afirmar de forma general que en el mundo griego el hombre es contemplado
por el ente (Heidegger, M.: La poca de la imagen del mundo, en Sendas
perdidas. Trad. J. Rovira Armengol, Buenos Aires, Losada, 1960, p. 80.)
- En el mundo moderno, con la filosofa cartesiana ms concretamente, se
produce una inversin de esta situacin: la categora de representacin se
configura ya, desde ese momento, como categora fundamental que
inaugura el mundo de la representacin.
- El Ser como presencia es pensado de ah en adelante en relacin con el
sujeto humano. (Heidegger, M.: Vortrge und Aufstze. Pfullingen, Gnther
Neske, 1978, p. 69.)
- Las categoras de sujeto y de objeto pero tambin las de reflexin e
intuicin quedan as constituidas como categoras indisociables y
complementarias de la de representacin (Heidegger, M.: O.e., p. 81, y
Nietzsche, Pfullingen, Gnther Neske, 1961, tomo II, pp. 464, 466 y 467.)
- La complicidad de todas estas nociones da lugar a un sistema categorial
que se constituye, a partir de Descartes, en la raz misma de una teora del
conocimiento marcadamente idealista.
- La categora de representacin se convierte de este modo en la relacin
privilegiada que
cubre todo el mbito del conocimiento:
o Pensar es representar, relacin de representacin con lo
representado (idea como perceptio). Representar significa en este
caso: desde s mismo ponerse algo delante y garantizar lo puesto
como tal. Este garantizar tiene que ser un calcular porque slo la
calculabilidad garantiza de antemano y constantemente que se tenga
la certidumbre de lo que se quiere representar. El representar no es
ya el percibir lo presente a cuya desnudez pertenece el percibir
mismo y precisamente como una clase peculiar de presencia en lo
presente desnudo. El representar ya no es el desnudarse para..., sino
el captar y comprender de... Lo que domina no es lo presente sino el
ataque. En virtud de la nueva libertad, el representar es un proceder
desde s en el dominio de lo asegurado que previamente es preciso
asegurar. Lo existente ya no es lo presente sino lo que por vez
primera en el representar se pone enfrente, lo ob-jtico.
Representar es una objetizacin que procede, que domina. El
representar lo impulsa todo a la unidad de lo as objtico. El
representar es cogitatio.
Toda relacin con algo, el querer, el pronunciarse, el sentir, es de
antemano representadora, es cogitans, que se traduce por
"pensante" (Heidegger, M.: La poca de la imagen del mundo, en
Sendas perdidas, ed. cit., pp. 94 y 95)
- Consecuencias en las que Heidegger centra su crtica del pensamiento
representativo:
- Las pretensiones idealistas (como p. e. el privilegio concedido a la
conciencia) de dicho pensamiento no solo desvaloriza el espacio de
apertura en el que ha de advenir la cosa del pensamiento sino que implica
adems:
o 1. Un parentesco entre representar y dar razn, esto es, establecer,
constituir, sentar sobre seguro. Representar siempre ha sido pensar
algo bajo el imperativo de la utilidad: el percibir encierra, pues,
dentro de s un percibir actuante en la razn que propone fines,
impone reglas y dispone de los medios( la relacin de toda esta problemtica
con la concepcin heideggeriana de la verdad en n. 111, p. 179 del presente libro. )
o 2. Una filosofa del concepto que es una teora de la identidad que
necesariamente conlleva el olvido y rechazo entre la diferencia entre
Ser y el ente.
- Es preciso renunciar al pensamiento representativo, al Ser concebido como
fundamento, al hombre como animal racional (convertido en sujeto en la
poca moderna), a las certezas del cogito, a la teora del juicio y la
proposicin sujeto-predicado (expresin por excelencia del pensamiento
representativo-explicativo)
- En Heidegger va apareciendo de forma cada vez ms marcada el rechazo de
la subjetividad metafsica, esto es, del sujeto como origen y fundamento del
sentido.
- Para l el autntico estatuto del ser del hombre se funda, por el contrario,
en una relacin con el Ser mismo: relacin de copertenencia fundamental
del hombre y del Ser
- (Silesius p 27) Ausencia de razn, de porqu; despliegue de cada cosa
desde s misma pero tambin
ausencia de fundamento y, por lo tanto, de representacin.
- Slo mediante la superacin del pensamiento representativo puede
accederse a esa relacin fundamental de copertenencia del hombre y del
Ser y lograr das andenkende Denken (el pensamiento devoto)
- Los trminos que dicen la superacin de la metafsica en la obra
heideggeriana son muchos
o Rckgang: retorno, regreso e incluso por regresin, como un
mirar hacia el origen
en el que se plantea radicalmente la pregunta por el Ser. (en Qu es
metafsica? En la intro)
o Este pensamiento no es un pensamiento restaurador sino que trata
de pensar mejor el origen del pensamiento que es a su vez su
verdadero destino
o Para ello, el pensamiento ha de dar un paso atrs (Schritt zurck)
este es otro trmino que dice la superacin de la metafsica que
pone en cuestin la relacin del pensamiento con su historia, tal
como ya lo hizo Hegel.
o a diferencia de este ltimo, Heidegger considera que no se trata de
ascender, de progresar hacia arriba, sino de descender hasta la
proximidad de lo ms cercano (Heidegger, M.: Carta sobre el
humanismo. Trad. de R. Gutirrez Girardot. Madrid, Taurus, 1970, p.
52. Cfr. asimismo, por ejemplo: Identitt und Differenz, Pfullingen,
Gnther Neske, 1978, pp. 39 y 40.)
o (berwindung) trmino por antonomasia de la superacin que se
puede prestar a confusiones
o Heidegger no concibe dicha superacin como una simple refutacin
(Widerlegung) que corrija los errores del pensamiento anterior: el
olvido mismo del Ser como se ver ms
adelante no es una falta de pensamiento.
o Tampoco se trata de eliminar o rechazar, mediante superacin, la
metafsica: la inversin sin ms de la metafsica llevara a una nueva
postura metafsica.
o Este es precisamente el reproche que Heidegger dirige a la inversin
nietzscheana del platonismo. (Heidegger, M.: Nietzsche I, ed. cit., passim.)
o s est de acuerdo con l es en que en la superacin de la metafsica
de lo que se trata es de sobrepasar o superar el nihilismo,
rechazando el modo metafsico de representacin, no para "jubilar" a
la metafsica, sino para aceptarla liberando su esencia y
encaminando el pensar a esa liberacin. Currs, A.: Heidegger: el
arduo sosiego del exilio, en Anales del Seminario de Metafsica 12
(1977), p. 158, n. 26
o Para Heidegger la superacin consiste en una Verwindung
(retorsin), (por ejemplo, Heidegger: Zur Seinsfrage, en
Wegmarken. Frankfurt, Vittorio Klostermann, 1967, pp. 242 y 244-
245.) en una transicin o paso a otro mbito Tampoco se trata de
eliminar o rechazar, mediante superacin, la metafsica: la inversin
sin ms de la metafsica llevara a una nueva postura metafsica
o En lo que del pensamiento, en luchar por una transformacin
esencial del pensamiento que transforme tambin la esencia humana
ya que el olvido del Ser, en ltima instancia, se manifiesta asimismo
como olvido de las condiciones del propio ser del hombre.
o El nuevo gesto del pensamiento es el sosiego (Gelassenheit) como
espera, en donde la
iniciativa escapa totalmente a la voluntad del hombre. Es preciso,
pues, renunciar al lenguaje metafsico, renunciar a la innegable
voluntad de poder que se esconde bajo los
intentos habituales de superar la metafsica y acostumbrarse, en
cambio, a un pensamiento que quiere el no-querer, que renuncia a la
voluntad
- Metafsica de la presencia
- Estos desarrollos de Nietzsche y Heidegger propician una serie de rupturas
y cambios de fundamentacin frente al discurso metafsico tradicional, a la
vez que abonan y potencian la denuncia derridiana de la obsesin de la
filosofa occidental por encontrar una explicacin radical, un principio
originario a partir del cual poder fundamentar el resto del edificio y ser
capaz de dominar su propio lmite
- Las determinaciones por las que a lo largo de la historia pasa el sentido del
ser como presencia y que, an cuando varan segn las pocas, responden
todas ellas a una raz comn, a una relacin natural y necesriamente
inmediata, para la metafsica, del pensamiento como discurso racional
(logos inseparable de la verdad y del sentido) con la voz (fon que dice el
sentido) son:
o [...] presencia de la cosa a la mirada como eidos, presencia como
sustancia/esencia/existencia (ousia), presencia temporal como punta
(stigm) del ahora o del
instante (nun), presencia a s del cogito, conciencia, subjetividad, co-
presencia del otro y de uno mismo, intersubjetividad como fenmeno
intencional del ego, etc. (De la grammatologie, ed. cit., p. 23)
- Las dos ltimas determinaciones de la presencia se presentan como dos
pilares incontrovertibles sobre los que se asienta la metafsica de la
presencia:
o 1. La primaca del ahora-presente en el concepto vulgar de
tiempo. Este tiempo conceptualizado por la metafsica se caracteriza
por el privilegio del instante presente del que dependen el pasado y
el futuro segn una sucesin espacial homognea, continua y lineal.
o Sucesin de la que provienen tanto la oposicin originario/derivado
como una concepcin ontoteolgica de la historia en la que se
potencia el concepto de origen pleno
(bsqueda ilusoria del paraso perdido, de la utopa ser, sustancia,
sujeto, plenitud, presencia en el origen de la vida) y el de
teleologa.( Grama, programa, gramatologa: la ciencia general de la escritura
del presente libro)
o Por su parte, y esto es fundamental, el privilegio de la linealidad es
la imagen grfica de la sucesin irreversible del tiempo en el que se
habla:
La lnea no representa ms que un modelo particular, cualquiera
que sea su privilegio. Este modelo se ha convertido en modelo y, en
cuanto tal, permanece inaccesible. Si aceptamos el hecho de que la
linealidad del lenguaje va necesariamente acompaada del concepto
vulgar y mundano de la temporalidad (homognea, dominada por la
forma del ahora y por el ideal del movimiento continuo, recto o
circular) que Heidegger muestra como determinante interno de toda
la ontologa desde Aristteles hasta Hegel, la meditacin sobre la
escritura y la deconstruccin de la historia de la filosofa resultan
inseparables. (De la grammatologie, ed. cit., p. 128.)
o 2. La primaca moderna de la conciencia que se establece por medio
de la voz: presencia de la conciencia a s misma, presencia del
sentido en la conciencia (interioridad) del que habla y que,
externamente, es expresado por medio de signos:
[...] el logos no puede ser infinito ni presente a smismo , no
puede producirse como auto-afeccin ms que a travs de la
voz: orden de significante por medio
del cual el sujeto sale de s a s mismo, no toma prestado
fuera de s el significante que emite y que, al mismo tiempo,
le afecta. Tal es al menos la experiencia o
conciencia de la voz: del orse-hablar. Se vive y se dice
como exclusin de la escritura, esto es, del recurso a un
significante exterior, sensible, espacial, que
interrumpe la presencia a s. De la grammatologie, ed. cit., p. 146.
- Para la tradicin la voz ocupa en el lenguaje una centralidad
antropo(teo)lgica, tiene una relacin de proximidad esencial y absoluta con
el pensamiento
- De ah que la coivilizacin occidental privilegie el habla plena que dice un
sentido que ya est ah, presente en el logos, frente a la escritura,
instrumento secundario y representativo
- El rechazo de la escritura se inscribe en el amplio contexto de una lgica
del discurso que marca todos los conceptos operativos de la metafsica
tradicional, establenciendo a partir de la oposicin realidad/signo todo un
sistema jerarquizado de oposiciones que el pensamiento occidental ha
asumido y utilizado desde siempre: presencia/ausencia, inteligible/sensible,
dentro/fuera, y entre
otros muchos, por supuesto, significado/significante, logos (pensamiento y
habla)/escritura (representacin del pensamiento y del habla)
- En esta cadena jerarquizada, el primer trmino, el trmino superior,
pertenece a la presencia y al logos mientras que el segundo denota
invariablemente una cada, una prdida de presencia y de racionalidad
- Despreciar la escritura, rebajarla y relegarla a simple funcin secundaria,
instrumental y representativa del habla responde, por parte del
pensamiento tradicional (que esconde la violencia de su gesto tras la
denuncia de la escritura como violencia o mal lingstico que afecta al
habla plena pero tambin como mal poltico y moral, frente al logos
entendido como remedio), al rechazo y desprecio generalizado del cuerpo,
de la materia exterior al logos, al espritu o conciencia; al rechazo del
significante "exterior", "sensible", "espacial", que interrumpe la presencia
a s; a la necesidad de buscar y alcanzar un significado definitivo
trascendental (toda vez que el logos es un significado puro que no necesita
del cuerpo y en el que el concepto de verdad y de sentido estn ya
constituidos antes del signo); en una palabra, a la irreprimible compulsin
de reducir lo otro a lo propio, a lo prximo, a lo familiar, de reducir la
diferencia a la identidad a fin de crear de este modo el ilusorio fundamento
del saber clsico: el del mito de la presencia total y absoluta que coincide
inevitablemente con el del habla pura (supremaca occidental del lenguaje
hablado sobre el escrito)
Logocentrismo y fonocentrismo