Género y Anarquismo

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Varios Autores

gnero
y
anarquismo

La Neurosis o Las Barricadas Ed.


Coleccin Minianarquismos
Este cuadernillo ha sido editado por La Neurosis o Las Barricadas ed.
en el mes de diciembre de 2013 en Madrid.
http://www.laneurosis.net/
Copia y difunde.

ndice:

- Introduccin....................................................................................................3
- Hacia un entendimiento del Patriarcado
como sistema de opresin por V.I.R.U.T.A.........................................................7
- Anarquismo: la conexin feminista por Peggy Kornegger...............................11
- Compaera/o: No nos separa el gnero, nos separa la clase social....................27
Gnero y Anarquismo 3
Introduccin

D
icen los socilogos/as que en las sociedades occidentales contem-
porneas se pueden observar varios ejes de discriminacin, lo que
bsicamente otros llamamos ejes de dominacin: la clase social,
pues la vida de un trabajador es peor en muchos sentidos que la de un
hombre de clase alta; el gnero, pues la vida de una mujer es ms sufrida
en muchos aspectos que la de un hombre; la etnia, pues la vida de un
magreb est llena de problemas que no tiene que soportar un caucsico;
la identidad sexual, pues la vida de un homosexual es sensiblemente ms
difcil que la de un heterosexual y, por terminar (aunque algo se nos olvi-
dar) nos referiremos a la funcionalidad, pues otra evidencia clara de dis-
criminacin es la de aquellos/as que la sociedad clasifica como discapaci-
tados/as. Por eso la posicin de dominacin prototpica viene dada por el
arquetipo del varn caucsico heterosexual de clase alta frente al ejemplo
prototpico de dominada, discriminada o como se quiera decir, est repre-
sentada por el arquetipo de mujer proletaria lesbiana con algn tipo de
diversidad funcional y vinculada a alguna minora tnica.
En este cuadernillo que tienes entre tus manos queramos hacer un
sencillo recorrido por el anlisis que el anarquismo contemporneo hace
de la relacin entre dominacin y gnero si bien tememos que no hemos
sido capaces de encontrar textos que engloben este asunto en toda su
complejidad, pues al final, sin quererlo, el contenido de los textos quizs
se viera mejor reflejado si hubisemos llamado a estas pginas Anarquismo
y feminismo. No obstante, nos hemos propuesto suplir parte de esas caren-
cias en esta breve introduccin.
Vamos al grano.
Algo de historia

P arecen coincidir los historiadores/as en que el movimiento anarquista


desde sus orgenes fue sensible, con algunas deshonrosas excepciones,
al problema de la discriminacin de la mujer. Tambin parecen coincidir
en que, por lo menos en el movimiento anarquista en la Regin espaola,
la distancia que exista entre el dicho y el hecho era demasiada, por lo que
el militante anarquista era un revolucionario en las calles y en los puestos
de trabajo pero se pareca demasiado a un burgus en su relacin con su
compaera al volver a casa. No faltar quien nos recuerde que preten-
damos hablar de gnero y, por lo tanto, no pretendemos restringir estas
lneas a la relacin entre anarquismo y feminismo.
Es de sobra sabido que hablar de gnero no equivale simplemente a
hablar de hombres y mujeres o de machismo y feminismo y se acab. Al
contrario, las cuestiones de gnero son complejas, suponemos, pues de lo
4 Gnero y Anarquismo

contrario resultara incomprensible que tanta gente no comprenda toda-


va que el gnero es una construccin cultural y que lo masculino significa
una cosa muy diferente para un madrileo de clase media hoy que para un
zul adulto del siglo XVIII. Los sistemas de valores dominantes en cada
sociedad normativizan (es decir, sealan como aceptable y tolerable) un
modo de entender la sexualidad para cada persona segn su edad, sexo,
posicin social y otras diversas variables. En realidad el sistema de valores
dominante en una sociedad normativiza todos los comportamientos indi-
viduales y sociales de sus miembros y las conductas asociadas al gnero y
las prcticas sexuales (promiscuidad frente a castidad, heterosexualidad
frente a homosexualidad o transexualidad...), no podan ser menos.
Esta explicacin pretenda servir para introducir la relacin que los
anarquistas tuvieron con la homosexualidad. En esto tememos que no
fueron, en general, muy adelantados a su poca: el rechazo de las elec-
ciones que escapasen al modelo heterosexual (influido, suponemos, por
la moral judeo-cristiana) fue bastante habitual, al menos en la Regin
espaola. Leyendo la interesante monografa Invertidos y rompepatrias.
Socialismo y homosexualidad en el Estado Espaol observamos duros juicios
al respecto pues se afirma que el anarquismo espaol no se puede escudar
en ser vctimas de su tiempo pues hay ilustres propagandistas del ideario
anarquista como los estadounidenses Emma Goldman o Alexander Ber-
kman que en esos tiempos (hablamos de cien aos atrs) ya atacaban en
diversas publicaciones la homofobia.
Una mirada al presente

L a filosofa del anarquismo representa la lucha contra toda forma de


opresin, explcita o no. Esta premisa es conocida por todos los anar-
quistas. Y desde ese punto de vista el anarquismo debiera manifestar pre-
ocupaciones en todos los frentes acordes a la intensidad de las problem-
ticas generadas por el sistema de dominacin actual. No obstante, son
bastantes sensibilidades las que sealan el desequilibrio entre la preocu-
pacin mostrada por las desigualdades econmicas con respecto a otras
formas de opresin.
Parece que desde que en los inicios de la segunda mitad del siglo XX
tomaron fuerza los movimientos que denunciaban el sistema de valores
patriarcal (que otorgan superioridad a lo considerado masculino y con-
sideran lo heterosexual como lo normal) el anarquismo ha asimilado sus
valores como ningn otro movimiento poltico, no por casualidad sino
porque el anarquismo, si establece dinmicas coherentes entre la teora y
la prctica, tiene que luchar contra cualquier forma de dominacin social
o individual, por lo que las ideas emancipadoras de estos movimientos
tenan un implcito espritu libertario.
Gnero y Anarquismo 5

Pese a esto, muchos colectivos y personas vinculadas al anarquismo


han sealado que el camino por recorrer es, hoy, todava largo y son
muchas/os los que defienden que todava se dejan notar en buena parte
del movimiento anarquista demasiadas actitudes que reproducen a veces
de forma imperceptible, en otras ocasiones de manera evidente los valo-
res de dominacin del patriarcado. No es obviamente porque nadie se
reivindique machista o porque se denigren las prcticas sexuales no hete-
rosexuales, sino porque se filtran una serie de valores que impiden la total
coherencia entre el discurso pblico y las prcticas privadas conscientes
o, sobre todo, inconscientes. Por qu? Porque muchos anarquistas han
minusvalorado la importancia de esos valores conscientes o inconscien-
tes otorgndoles un papel casi inocuo o bien porque como seal Josefa
Martn Luengo:1
La ideologa anarquista no ha favorecido la aparicin en su seno de
movimientos feministas. Su pensamiento ha hablado siempre de la
emancipacin de la humanidad, de liberacin, en trminos genricos,
del hombre, por lo que pregonaban que el objetivo de la revolucin se
extenda tanto al hombre como a la mujer, y crean y creen absurdo
plantear por separado la emancipacin del hombre y la liberacin de
la mujer, sin caer en cuenta de que lo que aceptaban y aceptan es
la participacin de la mujer en la revolucin social, pero en ningn
momento son sensibles a la problemtica especfica de esta mitad del
colectivo humano. Al globalizar el objetivo, minusvaloran la situacin
femenina, porque no son conscientes de que la mujer sufra y sufre
en la sociedad una doble opresin, una que se identifica con el grupo
masculino, en su demanda de justicia social, libertad e igualdad; y otra,
la del rol femenino sometido histricamente a un papel secundario de
ayuda, de colaboracin, pero sumido en una minusvala fsica e inte-
lectual, que no se quiso ni se quiere reconocer.
Tememos que nuestro anlisis es pobre porque nuestro espacio es
limitado y porque la complejidad del tema es enorme y el tema de la repro-
duccin y perpetuacin inconsciente de los valores dominantes ha dado
en los ambientes acadmicos mucho de s. Pese a las limitaciones de esta
breve introduccin esperamos contribuir a enriquecer los debates sobre
estos temas en el seno del anarquismo y, sobre todo, esperamos mostrar
una muy rpida panormica de la relacin entre el anarquismo contem-
porneo y su anlisis de la dominacin masculina que sirva para los/as
lectores/as que conocen poco (o nada) las ideas libertarias.
La Neurosis o las Baricadas Ed.

1. LA SAMBLEA, Boletn de la Asociacion Pedaggica PAIDEIA, Mrida, Marzo 1993,


pp. 12-13.
Gnero y Anarquismo 7

Hacia un entendimiento del patriarcado como


sistema de opresin

P
ara la mayora de las personas la lucha feminista se presenta como
una lucha antihombre, la equiparan al machismo, creen que busca
la superioridad de las mujeres por sobre los hombres, etc. Lo ante-
rior, demuestra la ignorancia que se tiene en torno a la connotacin y
la importancia que ha tenido la lucha feminista, en tanto emancipadora
para nosotras las mujeres, como tambin en su gran aporte a la teora de
las clases sociales. Creemos que para lograr entender la lucha feminista
y su aporte, es importante el develamiento del sistema patriarcal como
sistema de opresin esencialmente hacia las mujeres, pero que aporta ele-
mentos de manera sustancial a la generacin y conformacin de los ms
diversos sistemas econmicos de explotacin.
En los aos 70 las feministas radicales logran, luego de aos de tener
la sensacin de que haba un algo en donde se sustentaba la opresin
hacia las mujeres, dar un cuerpo terico al sistema patriarcal hasta ese
momento no considerado en las diferentes perspectivas de cambio social.
No obstante, el prominente desarrollo de la crtica y la produccin en
torno a esta herramienta terico/prctica, hasta el da de hoy se encuentra
denostada e invisibilizada.
En definitiva qu es el patriarcado?

P ara responder esta pregunta podemos citar a Dolores Reguant, quien


seala que
Es una forma de organizacin poltica, econmica, religiosa y social
basada en la idea de autoridad y liderazgo del varn, en la que se da
el predominio de los hombres sobre las mujeres; del marido sobre la
esposa; del padre sobre la madre, los hijos y las hijas; de los viejos sobre
los jvenes y de la lnea de descendencia paterna sobre la materna.
El patriarcado ha surgido de una toma de poder histrico por parte
de los hombres, quienes se apropiaron de la sexualidad y reproduccin
de las mujeres y de su producto, los hijos, creando al mismo tiempo
un orden simblico a travs de los mitos y la religin que lo perpetan
como nica estructura posible.2
De esta definicin se puede extraer principalmente que es un sistema
que se ha ido conformando paulatinamente, profundizando sus races con
cada sistema econmico con los cuales ha convivido. Adems, de sufrir
un proceso de naturalizacin, a tal modo, de pasar inadvertido en nuestra
cotidianeidad sin ser cuestionado en casi ninguna esfera de la sociedad;
dems est mencionar los aportes que han hecho grandes genios de la
2. Reguant, citado en Varela, Nuria, Feminismo para principiantes, Espaa, p. 177.
8 Gnero y Anarquismo

humanidad (Aristteles, Tomas de Aquino, Proudhon, Napolen, Eins-


tein, entre otros) en la tarea de dar sustento cientfico al paradigma en
donde lo masculino es la medida de todas las cosas generando la subordi-
nacin de las mujeres.
Otras definiciones que encontramos son ms polmicas, pues, defi-
nen el patriarcado como un pacto interclasista por el cual el poder
se constituye como patrimonio del genrico de los varones.3 Por otro
lado, Marta Fontela asevera que el patriarcado puede definirse como un
sistema de relaciones sociales sexo-polticas basadas en diferentes institu-
ciones pblicas y privadas y en la solidaridad interclases e intragnero ins-
taurado por los varones, quienes como grupo social y en forma individual
y colectiva, oprimen a las mujeres tambin en forma individual y colectiva
y se apropian de su fuerza productiva y reproductiva, de sus cuerpos y sus
productos, ya sea con medios pacficos o mediante el uso de la violencia.4
Sin duda, estas afirmaciones son altamente polmicas puesto que plan-
tean unpacto interclasista, que destaca la transversalidad que tiene este
sistema de opresin a travs de las clases sociales. De ah el surgimiento
de consignas tales como: No hay nada ms parecido a un machista de
izquierda que uno de derecha. Ambas definiciones establecen un pacto
entre hombres, que aunque estn en desigualdad de condiciones econ-
micas, es decir, pertenecientes a diferentes clases sociales, van cediendo
en algunos puntos, siendo capaces de articularse en funcin del patriar-
cado. Como bien plantea la feminista-socialista Heidi Hartmann, para un
anlisis del patriarcado dentro de las sociedades capitalistas: el salario
familiar es un pacto patriarcal interclasista entre varones de clases sociales
antagnicas a efectos del control social de la mujer.5 Haciendo hincapi
en la perspectiva histrica del surgimiento del capitalismo, en donde, la
mano de obra femenina fue relegada al mbito privado.
Un poco de historia

E l sistema patriarcal surge alrededor de 10.000 aos atrs, vinculando


su origen con el proceso de sedentarizacin y el cambio de mentali-
dad de sociedades colectivizadas horizontales a sociedades individualistas
jerrquicas y la consecuente aparicin de las clases sociales. As lo grafica
Marcela Lagarde, quien establece que la opresin de las mujeres es parte
de los fenmenos que confluyeron en la conformacin de la sociedad de

3. Amors, Celia. Mujer, participacin, cultura poltica y Estado. Ediciones de La Flor. Argentina.
1990. p. 10.
4. Fontela, Marta. Diccionario de estudios de Gnero y Feminismos. Editorial Biblos. 2008.
http://www.nodo50.org/mujeresred/spip.php?article1396.
5. Amors, Celia, op. cit., p. 10.
Gnero y Anarquismo 9

clases y que contribuyeron a mantenerla,6 es decir, las prcticas patriar-


cales anteceden al surgimiento de las clases, al ser un paso elemental de
un cambio de mentalidad de sociedades igualitarias a sociedades que se
basan en la opresin y explotacin de parte de su poblacin para funcio-
nar. Es por lo anterior que las feministas establecen que hay una vincula-
cin directa entre el patriarcado y los diversos sistemas econmicos, pues
ha sido parte esencial de su conformacin (como el esclavista y el feudal),
estableciendo actualmente una clara alianza con el sistema capitalista.
Las sociedades patriarcales de clases encuentran en la opresin genrica
uno de los cimientos de reproduccin del sistema social y cultural en su
conjunto.7
Y he aqu donde radica la importancia del aporte del feminismo,
pues entrega una teora trascendental a la lucha de clases, volvindola
claramente una aliada epistmica, ya que es capaz de entregar la base
terica para entender la opresin especifica de las mujeres. Opresin que
sin duda, no hallaba respuesta en la sola teorizacin de las clases sociales.
Esta miopa terica da como resultado que muchas de las grandes luchas
sociales que han sido llevadas a cabo por el pueblo no han significado
lo mismo para hombres que para mujeres, presentndose muchas veces
como perpetuacin de los roles asignados socialmente a nosotras.
As tambin, la teora del patriarcado, es capaz de definir relaciones
estructurantes de poder en la sociedad, es decir, cuando hablamos de rela-
ciones patriarcales, no nos referimos solamente a las que se dan como una
opresin de los hombres hacia las mujeres, sino que tambin, cuando esta-
mos ante situaciones autoritarias, de violencia, jerarquas, etc., pues todos
ellos constituyen elementos centrales de sociedades patriarcales-clasistas.
En relacin a lo anterior, ya no podemos pensar en un anlisis, por ejem-
plo, del Estado, la poltica, los partidos polticos, sin considerar el pro-
fundo arraigo patriarcal que tienen dichas instituciones, por lo anterior, la
lucha feminista es intrnsecamente antipartidista y antiestatal.
Por ello se torna interesante comenzar a incorporar este sistema de
anlisis a nuestros discursos y propuestas de cambio de sociedad, si no
seguiremos condenando a la mitad de la humanidad a una constante
opresin, las discriminaciones sobre las mujeres surgen no slo en su
relacin con el sistema econmico, sino tambin con el sistema de una
dominacin masculina hegemnica.No se trata de privilegiar el gnero o
la clase, sino de entrelazar estos ejes de dominacin.8
6. Lagarde, Marcela. Los cautiverios de las mujeres: madreesposas, monjas, putas, presas y locas.
Mxico. 1997. p. 96.
7. Lagarde, op. cit., p. 95.
8. Feminismo(s) y Marxismo: una boda mal lograda? Texto de Manuela Tavares, Deidr Mat-
10 Gnero y Anarquismo

Vemos necesario, entonces, comenzar a cuestionar nuestras prcticas


ms cotidianas e ir aportando en la construccin de sistemas integrales
que den respuesta a la totalidad del colectivo social, ya no ms fragmen-
tada ni priorizando unas luchas por sobre otras.
Finalmente, se puede afirmar que uno de los grandes aportes de la
teora patriarcal es que descubre y quita el manto de biolgico y natu-
ral a la opresin de las mujeres volvindola transformable y cuestionable.
[V.I.R.U.T.A] Visionaria Insumisa Rebelde
(Unin Trabajadoras Autnomas)

thee, Maria Jos Magalhes, Salom Coelho.


Gnero y Anarquismo 11

Anarquismo: la conexin feminista

H
ace once aos, cuando estudiaba en una escuela secundaria de
Illinois, no haba escuchado nunca la palabra anarquismo. Lo ms
cerca que estuve de ellas fue entenderla como caos, as como en
mi clase de historia alguien me transmiti el mensaje de que no haba
diferencia entre el socialismo, el comunismo y el fascismo, con toda la
connotacin que este tiene a Hitler, campos de concentracin y toda clase
de cosas horribles que nunca pasaran en un pas libre como el nuestro.
Fui sutilmente adiestrada para tragarme las ideas polticas tradicionales
de EE.UU.: la moderacin, el compromiso, el salto de valla, el considerar
a Chuck Percy9 como un chico estupendo. Aprend bien la leccin: me
tom aos reconocer el sesgo y la distorsin que haban moldeado toda
mi educacin. La historia de la humanidad (blanca) signific precisamente
eso; como mujer estaba relegada a una existencia virtual y como anar-
quista apenas si tena existencia. Me haban arrebatado todo un pedazo
de mi pasado y de sus proyecciones al futuro. Slo hace poco descubr que
muchas de mis tendencias e inclinaciones polticas inconscientes compar-
tan un esquema comn, y era la tradicin del pensamiento anarquista o
libertario. Por primera vez vi en color despus de aos de ver slo tonos
grises.
Fue Emma Goldman la que me proporcion mi primera definicin
de anarquismo:
El anarquismo, representa la liberacin de la mente humana de la domi-
nacin de la religin; representa la liberacin del cuerpo de la domina-
cin de la propiedad; la liberacin de las cadenas y restricciones de un
gobierno. El anarquismo representa un orden social basado en la conjun-
cin de grupos libres de individuos que producen el bienestar social, y un
orden que le dar la garanta a todo ser humano de tener libre acceso a la
tierra y a la posibilidad de cubrir sus necesidades vitales de acuerdo a sus
deseos, gustos e inclinaciones individuales.
Comenc muy tempranamente a hacer conexiones entre el anar-
quismo y el feminismo radical. Fue muy importante para mi escribir algu-
nas percepciones sobre este tema con el objetivo de comunicar a otros el
estmulo que era el anarcofeminismo. Es crucial que compartamos nues-
tras visiones con otros para romper las barrera que las equivocaciones y
la disgregacin levantaban entre nosotros. Aunque me declaraba anarco-
feminista, esta definicin poda ser fcilmente incluida en el socialismo,
el comunismo, el feminismo cultural, el separatismo lsbico, u otra media
docena de calificativos. Como escribi Su Negri: Ningn paraguas ideo-
lgico puede cubrirme por completo. Podra resultar que tuviramos en
9. Charles Percy (1919-2011) fue un conocido poltico conservador y hombre de negocios.
12 Gnero y Anarquismo

comn mucho ms que lo que creemos, ya que mientras escribo sobre mis
reacciones y percepciones, no las veo separadas de las vidas y pensamien-
tos de otras mujeres. De hecho, una de mis convicciones ms fuertes en el
Movimiento de Mujeres es que efectivamente compartimos una comuni-
dad de visin increble. Mi propia participacin en esta visin no es para
ofrecer postulados o respuestas rgidas sino posibilidades y relaciones flexi-
bles que espero puedan germinar entre nosotras y contribuir a un proceso
permanente de crecimiento y evolucin/revolucin individual y colectivo.
Qu significa realmente el anarquismo?

E l anarquismo ha sido calumniado y mal interpretado por tanto tiempo


que probablemente lo primero que haya que hacer es dar una expli-
cacin de lo que es y no es. Quizs el estereotipo ms difundido del
anarquista es aqul de un hombre de aspecto malvado escondiendo una
bomba encendida bajo su capa negra, dispuesto a destruir o a asesinar a
cualquiera que se le atraviese. Esta imagen genera temor y repulsin en
la mayora independientemente de sus ideas polticas. Como resultado se
descarta el anarquismo como algo feo, violento y extremista. Otra con-
cepcin errada es que el anarquista es un idealista poco prctico, preocu-
pado en futilidades, en abstracciones utpicas y sin contacto con la rea-
lidad concreta; en este caso el resultado tambin descarta el anarquismo
por ser un sueo imposible.
Ninguna de estas imgenes es representativa, (aunque hayan habido
anarquistas asesinos e idealistas, como en tantos movimientos polticos de
izquierda o de derecha). Qu cosa sea representativa es algo que depende
de nuestro punto de referencia. Hay diferentes tipos de anarquistas, del
mismo modo que hay diferentes tipos de socialistas. Pero de lo que hablar
aqu ser del anarquismo comunista, al que equiparo al socialismo liber-
tario (por tanto no autoritario). Las etiquetas nos pueden confundir por
lo que, con el nimo de definir el trmino, dir que el anarquismo se
basa en tres principios fundamentales (cada uno de los cuales creo que
est relacionado, tarde o temprano, con un anlisis feminista radical de
la sociedad):
1. Creencia en la supresin de toda autoridad, jerarqua o gobierno
Los anarquistas llaman a la disolucin (ms que a la toma) del poder de un
humano sobre otro, de un Estado sobre una comunidad. Mientras muchos
socialistas invocan un gobierno de la clase trabajadora y un gradual debi-
litamiento del estado, los anarquistas creen que los medios crean el fin,
que un Estado fuerte se autoperpeta. La nica forma de alcanzar el anar-
quismo (de acuerdo a la teora anarquista) es a travs de la creacin de
cooperativas y formas antiautoritarias. El separar el proceso de los obje-
Gnero y Anarquismo 13

tivos de la revolucin es asegurar la perpetuacin de una estructura y de


un modelo opresor.
2. Creencia tanto en el individuo como en la colectividad
La individualidad no es incompatible con un pensamiento comunista. Sin
embargo debemos hacer una distincin entre el individualismo basto
que alienta la competencia y el desprecio de las necesidades de los otros,
y el verdadero individualismo, que implica libertad sin transgredir la liber-
tad de los otros. Especficamente, en trminos de organizacin social y
poltica significa equilibrar la iniciativa individual con la accin colectiva
a travs de la creacin de estructuras que posibiliten la toma de decisiones
por parte de los individuos organizados en grupos, en comunidades o en
fbricas, no por representantes o lderes. Significa coordinacin y accin
en una red de pequeos grupos o comunidades no jerrquicos (en un
esquema de crculos ms que de forma piramidal). Finalmente, significa
que el triunfo de la revolucin implica individuos y grupos autnomos, sin
manipulacin, trabajando juntos para tomar directamente, sin media-
cin, el control de la sociedad y de sus propias vidas (Murray Bookchin:
On Spontaneity and Organization, Liberation).
3. Creencia tanto en los espontneo como en la organizacin
Los anarquistas siempre han sido acusados de promover el caos. La mayo-
ra cree que el anarquismo es sinnimo de desorden, de confusin, de
violencia. Esto es una total tergiversacin de lo que en realidad representa
el anarquismo. Los anarquistas no niegan la necesidad de la organizacin,
ellos slo demandan que esta tiene que venir desde abajo, no desde arriba,
desde dentro, ms que desde fuera. Las estructuras externas impuestas o
las reglas rgidas que promueven la manipulacin y la pasividad son las
formas ms peligrosas que una revolucin socialista puede adoptar. Nadie
puede dictaminar el molde del futuro. La accin espontnea dentro de
un contexto especfico es necesaria si vamos a crear una sociedad que
responda a las necesidades cambiantes de los individuos y de los grupos.
Los anarquistas creen en la combinacin de las cosas: una democracia
de participacin a pequea escala en conjuncin con una cooperacin y
coordinacin colectiva a gran escala (sin perder la iniciativa individual).
De este modo el anarquismo cobra un aspecto atractivo, pero puede
funcionar? Tiene algo que ver esa utopa romntica con el mundo real?
Por supuesto. Los anarquistas han tenido xito (aunque slo de modo
temporal) en una serie de situaciones (ninguna de ellas lo suficientemente
conocida). Espaa y Francia, en particular, tienen una larga tradicin de
14 Gnero y Anarquismo

actividad anarquista, y fue en estos dos pases que se dio la materializacin


ms emocionante del anarquismo terico.10 [...]
El anarquismo no puede seguir siendo considerado un anacronismo
Se dice frecuentemente que los anarquistas viven en un mundo de sueos del
provenir pero que no perciben lo que pasa en el presente. Sin embargo vemos el
presente demasiado bien, en su real apariencia, y eso es lo que nos lleva a portar
el hacha en el bosque de los prejuicios que nos acosan.
Piotr Kropotkin

H ay dos razones importantes que explican el fracaso de la revolucin


en Francia: (1) una preparacin terica inadecuada en la teora y
prctica del anarquismo, y (2) el vasto poder del Estado coronado con
el autoritarismo y la burocracia, que cuentan con las potenciales simpa-
tas de los grupos izquierdistas. En Espaa, la revolucin estuvo mucho
mas esparcida y fue ms tenaz a causa de su extendida preparacin y an
as fue aplastada por un estado fascista y una izquierda autoritaria. Es
importante visualizar estos dos factores para extrapolarlos a la situacin
presente de los EE.UU. No slo tenemos el parmetro de un Estado cuyas
fuerzas armadas, su polica, y sus armas nucleares pueden destruir instan-
tneamente a toda la humanidad, sino que nos vemos enfrentados a una
penetrante reverencia hacia la autoridad y las jerarquas cuya perpetua-
cin se concreta diariamente a travs de una pasividad domstica culti-
vada por la familia, la escuela, la iglesia y la televisin. Adems EE.UU.
es un pas inmenso con slo una pequea y espordica historia de accin
anarquista. Puede parecer que no slo no estamos preparados sino que
adems estamos mutilados por un Estado mucho ms poderoso que el
de Francia y Espaa juntos. Decir que luchamos en contra de una fuerza
superior es una subestimacin.
Pero dnde nos conduce el considerar al Enemigo como un gigante
despiadado e invencible? Si evitamos paralizarnos por el fatalismo y la
futilidad, podemos obligarnos a redefinir la revolucin en un sentido que
nos podra centrar en el anarcofeminismo como un dispositivo desde el
cual plantear la lucha por la liberacin humana. Son las mujeres las que
tienen las claves para los nuevos conceptos de revolucin, las mujeres
que encarnan esa revolucin no representan la toma del poder o la domi-
nacin de un grupo sobre otro bajo ninguna circunstancia y por ningn
lapso de tiempo, ya que es la dominacin misma la que debe ser abolida.
La supervivencia del planeta depende de esto. No se le puede seguir per-
mitiendo a los hombres que slo manipulen el medio ambiente para sus
propios intereses, del mismo modo que no se les puede seguir permitiendo
10. Hemos suprimido un amplio fragmento que explica aspectos bsicos sobre las revolucio-
nes del 36 en Espaa y el Mayo del 68 para conseguir espacio para dar cabida a textos estricta-
mente relacionados con el feminismo y el gnero.
Gnero y Anarquismo 15
que destruyan sistemticamente todas las razas de la especie humana; en
tanto la existencia de la jerarqua y la autoridad amenazan la existencia
humana y del planeta. La liberacin global y la prctica libertaria se han
vuelto necesarias, no slo como una ensoacin. Debemos producir las
condiciones de vida para sobrevivir.
El centrarnos en el anarcofeminismo como el dispositivo revolu-
cionario necesario para nuestra lucha no es negar la inmensa tarea que
tenemos delante. Vemos efectivamente demasiado bien las causas de nues-
tra opresin y el inmenso poder del Enemigo. Pero tambin vemos que
el camino para salir de este implacable ciclo histrico de revoluciones
incompletas o frustradas, requiere nuevas definiciones y tcticas por nues-
tra parte; unas que apunten al proceso de vaciamiento que describiremos
en la seccin Haciendo real la utopa.
Como mujeres estamos bien situadas para participar en este proceso,
porque hemos aprendido a ser sutiles, sigilosas, silenciosas, tenaces, agu-
damente sensibles y expertas en habilidades de comunicacin, despus de
aos de trabajo encubierto y clandestino. Por nuestra propia sobreviven-
cia, hemos aprendido a configurar redes de rebelda que eran invisibles a
los ojos expertos.
Sabemos cmo luce una bota
vista desde abajo
conocemos la Filosofa de las botas.
Invadiremos todo
como maleza silenciosa.
Las plantas prisioneras se rebelarn
junto a nosotras
derribaremos las cercas
y las murallas caern.
No habr ms botas.
Por el momento consumimos basura
y dormimos, mientras esperamos
debajo de tus pies.
Cuando digamos al ataque
no oiris nada
al principio.

El trabajo anarquista no es inexistente en este pas. Existe en la


mente y las acciones de las mujeres que se preparan (a veces inconscien-
temente) para la revolucin que destruir la inercia histrica y el proceso
mismo de la historia.
16 Gnero y Anarquismo

El anarquismo y el movimiento de las mujeres


La promocin de la solidaridad entre mujeres, es la nica amenaza porque se
opone directamente al modelo social y psquico de jerarqua y dominacin
Mary Daly, Ms all del Dios padre
En todo el pas grupos independientes de mujeres empiezan a funcionar sin las
estructuras de liderazgo y otras omnipotestades de los hombres izquierdistas. Se
estn generando espontnea e independientemente organizaciones similares a
las anarquistas de hace aos atrs. No es casualidad.
Cathy Levine, La tirana de la tirana

A unque no me adentr en el papel de las mujeres en Espaa y Fran-


cia este se puede resumir en dos palabras: sin cambios. Los hombres
anarquistas han sido un poco ms benvolos que el resto de los hombres
en el papel de someter a la mujer. Por esto la absoluta necesidad de una
revolucin anrquica feminista; de otro modo los mismos principios del
anarquismo se volveran una hipocresa.
El movimiento actual de mujeres y el anlisis feminista radical de
la sociedad han contribuido mucho al pensamiento libertario. De hecho
tengo la conviccin de que las feministas han sido anarquistas de un modo
inconsciente durante aos, tanto en la teora como en la prctica. Ahora
necesitamos ser conscientes de las conexiones entre el anarquismo y el
feminismo y usar esta plataforma para proyectar nuestras ideas y accio-
nes. Tenemos que ser capaces de ver claramente lo que queremos lograr
y cmo hacerlo. Para ser ms efectivas y para hacer posible el futuro que
intuimos debemos darnos cuenta de que lo que queremos no es slo un
cambio sino una transformacin total.
El feminismo radical es casi puro anarquismo, plantea en sus tesis
fundamentales que la familia nuclear es el pilar de todo sistema autorita-
rio. La leccin que aprenden los nios desde el padre al profesor pasando
por el jefe y Dios es OBEDECER, la voz annima de la autoridad. Pasar de
la niez a la madurez representa llegar a ser un autmata incapaz de cues-
tionar ni de pensar claramente. Llegamos a ser un norteamericano medio
creyendo todo lo que se nos han contado y aceptando violentamente la
destruccin de la vida alrededor de nosotros.
Las feministas estamos lidiando con un proceso de deterioro mental
en el que la actitud dominante hacia el mundo exterior es lo dicho por los
hombres y en el que slo se permiten relaciones sujeto-objeto. Los polti-
cos hombres tradicionales reducen los seres humanos a un plano de meros
objetos para dominarlos y manipularlos en funcin de fines abstractos. Sin
embargo las mujeres estamos intentando desarrollar una conciencia del
otro en todos los planos. Vemos las relaciones sujeto a sujeto no slo
como deseables sino como necesarias (algunas hemos optado por trabajar y
amar slo a mujeres porque as este tipo de relaciones son ms asequibles).
Gnero y Anarquismo 17
Estamos trabajando juntas para expandir nuestra empata y comprensin
hacia otros seres vivos e indentificarnos con ellos ms que objetivarlos y
manipularlos. Por eso el respeto por toda vida es un requisito para nuestra
supervivencia. La teora feminista radical tambin critica los patrones de
pensamiento jerrquico de los hombres a travs de los cuales la raciona-
lidad domina a la sensualidad, la mente domina a la intuicin, adems
generando que las continuas divisiones y polaridades (activo/pasivo, nio/
adulto, sano/insano, trabajo/juego, espontaneidad/organizacin) nos ena-
jenen de la experiencia mente-cuerpo como una totalidad y un continuo
de la experiencia humana. Las mujeres estn intentando liberarse de estas
dimensiones para vivir en armona con el universo como totalidad y para
llegar a ser humanos integrales dedicados a la sanacin colectiva de nues-
tras heridas y escisiones individuales.
En la prctica verdadera dentro del Movimiento de Mujeres las femi-
nistas han tenido xitos y fracasos en la abolicin de la jerarqua y la
dominacin. Me parece que las mujeres hablan y actan, frecuentemente
como anarquistas intuitivas al plantear que nos adherimos o promove-
mos una negacin total de todas las ideas y organizaciones patriarcales.
Sin embargo, esta adhesin est obstaculizada por las formas poderosas y
penetrantes en que el patriarcado se encarna en nuestras mentes y rela-
ciones. Vivir dentro y estar condicionados por una sociedad autoritaria
con frecuencia nos impide hacer posibles esas importantes relaciones
entre feminismo y anarquismo. Cuando decimos que estamos comba-
tiendo el patriarcado, no est siempre claro que eso signifique combatir
toda jerarqua, todo mando, todo gobierno incluso la misma idea de auto-
ridad. Nuestros impulsos hacia el trabajo colectivo y hacia los pequeos
grupos sin lderes han sido anarquistas pero en la mayora de los casos no
lo hemos designado con ese nombre. Y esto es importante porque una
comprensin del feminismo como anarquismo nos podra catapultar a las
mujeres desde un reformismo de soluciones provisionales hacia una con-
frontacin revolucionaria en contra de la esencia de las polticas autori-
tarias.
Si queremos hacer caer el patriarcado, necesitamos hablar de
anarquismo para saber qu significa exactamente y usarlo como plata-
forma para transformarnos a nosotras mismas y transformar las estructu-
ras de nuestra vida cotidiana. Feminismo no significa poder empresarial
femenino ni una mujer presidenta; significa ausencia de poder empresarial
y ausencia de presidentes. Las Enmiendas para la Igualdad de Derecho,
no transforman la sociedad, slo le dan a las mujeres el derecho de ingre-
sar a una economa jerrquica. Desafiar el sexismo significa desafiar toda
18 Gnero y Anarquismo

jerarqua econmica, poltica y personal; en otras palabras significa una


revolucin anarcofeminista.
Especficamente cundo han sido anarquistas las feministas y
cundo lo hemos esbozado? Con la segunda oleada del feminismo que
surgi en todo el pas a finales de los 60, las formas en que las muje-
res se organizaron reflejaban frecuentemente una conciencia libertaria
no declarada. En la rebelin en contra del juego de poder competitivo
de la jerarqua impersonal y las tcticas de organizacin de masas de los
polticos hombres, las mujeres se dividieron en pequeos grupos concien-
ciazadores sin jefaturas que se ocupaban de los asuntos personales de la
cotidianeidad. Cara a cara intentamos llegar a la causa de nuestra opre-
sin compartiendo nuestras experiencias y percepciones poco valoradas
hasta el momento. Hemos aprendido unas de otras que la poltica no est
all afuera sino en nuestras mentes y cuerpos y entre los individuos.
Las relaciones personales pueden oprimirnos, y lo hacen efectivamente,
en tanto clase poltica. Nuestra miseria y las recriminaciones en contra
de nosotras mismas eran el resultado directo de la dominacin de los
hombres en el hogar, en la calle, en el trabajo y en las organizaciones
polticas. As en muchas zonas de los EE.UU. los grupos C-R (Conscious-
ness Raising)11 se desarrollaron como una forma de (re)accin directa y
espontnea en contra del patriarcado. Pero son anarquistas: el nfasis en
los pequeos grupos como la unidad bsica de organizacin, la opcin
por lo personal en lo poltico, la lucha en contra del autoritarismo y la
accin directa espontnea. Pero dnde quedaron los aos de preparacin
que inspiraron las actividades revolucionarias espaolas? La estructura de
los grupos de mujeres tenan un parecido sorprendente con los grupos de
afinidad anarquistas dentro de las organizaciones anarcosindicalistas en
Espaa, Francia y muchos otros pases. Aunque no nos hayamos procla-
mado anarquistas, ni nos hayamos organizado conscientemente en torno
a los principios anarquistas. En ese tiempo ni siquiera tenamos una red
clandestina de comunicaciones ni un intercambio de ideas y capacidades.
En el pasado el movimiento de mujeres fue poco ms que un puado de
grupos aislados a tientas en busca de respuestas, pero el anarquismo como
ideal no especificado exista en nuestras mentes.
Tengo la creencia de que esto puso a las mujeres en una posicin
nica como portadoras de un sustrato anarquista en la conciencia que
articulado y concretizado puede llevarnos ms lejos que cualquier grupo
que haya buscado la revolucin total. El anarquismo intuitivo de las
mujeres, si se clarifica y pule es un salto hacia delante (o ms all) en la

11. Consciousness Raising significara algo as como Creadores de Conciencia.


Gnero y Anarquismo 19
lucha por la liberacin humana. La teora feminista radical proclama que
al feminismo como la Revolucin Definitiva. Esto es cierto si, y slo si,
reconocemos y reivindicamos nuestras races anarquistas. En el momento
en que dejemos de ver la conexin del feminismo con el anarquismo no
alcanzaremos la revolucin y estaremos entrampadas en la vieja rutina
poltica de los hombres. Es el momento de dejar de ir a tientas en la oscu-
ridad y ver qu hemos hecho, y hacemos, encaminadas hacia el horizonte
del lugar dnde queremos finalmente estar.
Los grupos C-R fueron un buen comienzo, pero a menudo se empan-
tanaron en conversaciones sobre problemas personales y fracasaron en
asumir la accin directa y la confrontacin poltica. Los grupos que se
organizaron alrededor de asuntos o proyectos especficos a veces encon-
traron que la tirana de la falta de estructuras poda ser tan destructiva
como la tirana de la tirana (Cathy Levine: La tirana de la tirana y Jo
Freeman: La tirana de la falta de estructuras). El fracaso en mezclar la orga-
nizacin con la espontaneidad hizo emerger como lderes a aquellas que
tenan ms habilidades o carisma personal. Con lo que se provoc resen-
timiento y frustracin en aquellas que se dieron cuenta de que estaban en
medio de escaramuzas, caza de brujas y luchas de poder. Con demasiada
frecuencia esto terminaba en una total falta de operatividad o bien en
asumir la posicin de que lo nico que necesitamos es ms estructuras
(en el viejo sentido masculino del trmino).
Pienso que una vez ms lo que hizo falta fue un anlisis anarquista
explcito. La organizacin no tiene por que sofocar la espontaneidad ni
seguir patrones jerrquicos. Los grupos o proyectos de mujeres que han
tenido ms xito son los que han experimentado con estructuras flexibles
y variadas: la rotacin de tareas y cargos, el compartir todas las habilida-
des, el acceso igualitario a la informacin y a las fuentes, el no monopolizar
la toma de decisiones y el darse tiempo para las discusiones. Este ltimo
elemento estructural es importante porque comprende los esfuerzos con-
tinuos de los miembros del grupo para vigilar las escurridizas fuerzas pol-
ticas. Si las mujeres se comprometen verbalmente en el trabajo colectivo,
esto requiere una verdadera lucha para desaprender la pasividad (para
eliminar a las seguidoras) y para compartir habilidades y conocimientos
(para evitar lderes). Esto no significa que no podamos inspirarnos en
las palabras y en la vida de otros; las acciones con un carcter marcado
realizadas por caracteres importantes pueden ser contagiosas, lo que no
deja de ser relevante. Pero debemos evitar caer en antiguos patrones de
conducta. En el lado positivo las estructuras emergentes del movimiento
de mujeres en los ltimos aos han seguido un patrn anarquista de gru-
pos orientado por pequeos proyectos construyendo una red clandestina
20 Gnero y Anarquismo

de comunicaciones y acciones colectivas en torno a temas concretos. El


xito parcial en evitar lderes/estrellas y la difusin de proyectos pequeos
(Centros para vctimas de violaciones, Colectivos de Salud de mujeres) en
todo el pas ha hecho difcil que una sola persona o un grupo hagan decaer
el movimiento de mujeres. El feminismo es un monstruo con muchas
cabezas que no se destruye por una decapitacin individual. Nos propaga-
mos y crecemos por vas incomprensibles para una mentalidad patriarcal.
De cualquier modo esto no significa subestimar el poder del ene-
migo. El mayor peligro que esto puede representar es el adoptar una visin
limitada y no anarquista del feminismo como mero cambio social. El
considerar el sexismo como un mal erradicable con la participacin feme-
nina en los acontecimientos es afianzar la dominacin y la opresin, por-
que el feminismo capitalista es una contradiccin de conceptos. Cuando
propiciamos asociaciones de mujeres, restaurantes, libreras, etc. tenemos
que tener claro que lo hacemos por nuestra propia supervivencia, persi-
guiendo el objetivo de crear un modo de contrarrestar la competencia, el
lucro personal y todas las formas econmicas opresivas. Debemos compro-
meternos a vivir en los lmites (Mary Daly) con valores anticapitalistas
y no-consumistas. No queremos la integracin ni un bocado del pastel
que significara traspasar el poder de un grupo de chicos a otro grupo de
chicos (Robin Morgan, conferencia en el Boston College, nov. 1973).
Lo que requerimos es nada menos que la revolucin total que invente un
futuro limpio de injusticias, dominacin o atropellos a la diversidad indi-
vidual, en resumen una revolucin anarcofeminista. Creo que las mujeres
saben cmo proyectar su camino hacia la liberacin humana; slo nece-
sitamos sacudir de nuestros anlisis anarquistas femeninos, los lastres de
formas, miradas y conceptos de la poltica masculina.
Cul es el camino? Realizando la Utopa.
Ah, tu visin es basura romntica, religiosidad sensiblera, idealismo inconsis-
tente. Haces poesa porque no puedes arreglrtelas con la realidad concreta,
esto me dice la vocecita en mi espalda. Pero de frente, si estuviera cerca, podra-
mos dialogar. Y en nuestro dilogo se aclararan las descripciones de lo que puede
acontecer y de cmo se pueden resolver las cosas. Lo que de verdad falta en mi
visin es lo concreto, los cuerpos humanos reales. Ah dejara de ser una mirada
inconsistente para ser una realidad encarnada.
Su Negrin
En vez de sentirnos desalentadas y aisladas deberamos estar en nuestros peque-
os grupos de discusin planificando, creando y problematizandosiempre
deberamos estar comprometindonos y generando activismo feminista, porque
de este modo nos desarrollaramos lentamente. En ausencia de este trabajo las
mujeres consumen tranquilizantes, se enferman y se suicidan.
Cathy Levine
Gnero y Anarquismo 21
Aquellas que vivamos con la excitacin de las marchas, las huelgas estudiantiles
y las consignas de REVOLUCIN, AHORA, de los aos 60, podramos sentirnos
desilusionadas y con una actitud cnica frente a cualquier cosa que pase en los 70.
Rindindonos y aceptando aquello que parece ms fcil que encarar las expecta-
tivas de dcadas de lucha e incluso el fracaso definitivo. Por ello necesitamos una
plataforma que nos permita enmarcar el proceso de revolucin, ya que sin ella
estamos condenados al encierro, a la lucha aislada o a las soluciones individuales.
El tipo de plataforma o punto de consenso que proporciona el anarcofeminismo
puede aparecer como un requisito para sostener cualquier intento de alcanzar
horizontes utpicos. Si miramos a Espaa y Francia vemos que la verdadera revo-
lucin no es ni un acontecimiento accidental ni una maquinacin desde arriba
en busca de cuotas de poder.
Sam Dolgoff

T oma aos de preparacin: intercambiando ideas e informaciones, rea-


lizando cambios en la conciencia y en las acciones y creando alter-
nativas econmicas y polticas a las estructuras jerrquicas del capita-
lismo. Requiere que la accin directa espontnea pase de los individuos
autnomos a la confrontacin poltica colectiva. Es importante liberar
la mente y la vida personal, pero no es suficiente, la liberacin no es
una experiencia solitaria, forma parte de la coordinacin con otros seres
humanos. No hay una liberacin de mujeres individual.
Por eso de lo que hablo es de un proceso a largo plazo que implica
una serie de acciones para desaprender la pasividad y aprender a contro-
lar nuestras propias vidas. Me refiero a un proceso de vaciamiento del
sistema actual a travs de la creacin de alternativas (concretas), tericas
y prcticas, al estado actual de cosas. La imagen romntica de un grupo
pequeo de guerrilleros derrocando al gobierno de los EE.UU. es algo
obsoleto (como lo es la poltica masculina) y adems irrelevante dentro
de nuestra concepcin de la revolucin. Seramos aplastadas si tan solo lo
intentramos. En cambio, como deca un afiche No queremos derrocar
al gobierno, sino generar una situacin en la que este desaparezca en la
confusin. Eso es lo que pas (temporalmente) en Espaa y casi pas en
Francia. Es un debate abierto el si es necesaria la resistencia armada; el
principio anarquista de el medio crea el fin pareciera implicar pacifismo,
pero el poder del Estado es tan grande que es difcil descartar totalmente
la violencia. (La resistencia armada fue crucial en la Revolucin Espaola
y en Francia pudo serlo tambin). En todo caso el tema del pacifismo
puede llevarnos a otra discusin y lo que me interesa aqu es enfatizar la
necesidad de una preparacin para transformar la sociedad, que incluya
una plataforma anarcofeminista, adems de paciencia revolucionaria y
una activa confrontacin continua con las actitudes patriarcales enquis-
tadas.
22 Gnero y Anarquismo

Hemos estado involucradas muchos aos en estas tcticas de pre-


paracin pero necesitamos continuar y llevarlas ms all. Las visualizo,
bsicamente, en tres niveles: 1. Educacional (intercambio de ideas y expe-
riencias); 2. Econmico/poltico; 3. Personal/poltico.
La educacin genera aceptacin pero no significa llevar las palabras
a las masas, ni la persecucin de los individuos para recetarles formas de
ser. Me refiero a los mtodos con los que hemos compartido nuestras vidas
con otros desde la escritura (nuestra red de publicaciones feministas), los
grupos de estudio, los programas televisivos y de radio de mujeres, las mar-
chas y el teatro callejero. Los medios de comunicacin podran ofrecer un
espacio importante para la comunicacin y difusin revolucionaria; basta
pensar en cmo nuestras vidas fueron condicionadas por la radio y la TV.
Vistas aisladamente estas cosas pueden parecer ineficaces pero la gente
cambia, efectivamente, escribiendo, leyendo, conversando y escuchando
a otros, as como tambin participando activamente en movimientos pol-
ticos. Salir a la calle juntos destruye la pasividad y genera un espritu de
esfuerzo colectivo y fuerzas vitales que pueden ayudar a sostenernos y
transformarnos. Mi propia transformacin de una nia norteamericana
media a una anarcofeminista fue el producto de una dcada de lectura,
discusiones e intercambio con muchas personas y polticos de todo el pas.
Puede que mi experiencia sea nica pero en ningn caso es algo extraor-
dinario. En muchos lugares de este pas la gente comienza a cuestionar
lentamente los condicionamientos que lo llevan a aceptar la pasividad.
Dios y el gobierno ya no son las autoridades definitivas que fueron. Esto
no quiere decir que minimicemos el poder de la Iglesia y el Estado sino
que enfatizamos los cambios aparentemente intrascendentes en las ideas
y conductas que cuando se traducen en acciones colectivas constituyen
un desafo real al patriarcado.
Las tcticas econmico/polticas entran dentro de la accin directa
y de la resuelta ilegalidad (trmino de Daniel Guerin). El anarcosindi-
calismo plantea tres modos de accin directa: el sabotaje, la huelga y el
boicot. El sabotaje es: La obstruccin al proceso de produccin por todos
los medios posibles. Cada vez ms el sabotaje es practicado por personas
influidas inconscientemente por los valores del cambio social. Por ejem-
plo, el absentismo laboral sistemtico es practicado tanto por oficinistas
como por obreros. La resistencia a los empresarios se practica de un modo
sutil ralentizando la produccin o descaradamente con la transgresin. El
hacer el mnimo trabajo y lo ms lento posible es una prctica habitual
de los trabajadores como lo es el entorpecer el trabajo (a veces como una
tctica de sindicato durante una huelga). Archivar mal documentos o
perder alguno importante es comn en las secretarias; o el permanente
Gnero y Anarquismo 23
cambio de sealizaciones de destino en los trenes durante la huelga de
ferrocarriles en Italia (1967). Las tcticas de sabotaje pueden usarse para
optimizar las huelgas; aunque la huelga sea el arma ms importante de los
trabajadores ya que siempre existe la posibilidad que una huelga particular
llegue a paralizar todo el sistema si se propaga a otras fbricas y se hace
general. La revolucin social es entonces el paso siguiente. Por supuesto
que la autogestin de los trabajadores (con un sentido claro de cmo lle-
gar a ella y mantenerla) es el objetivo final de la huelga general; de otro
modo ser una revolucin abortada (como en Francia en 1968).
El boicot tambin puede ser una estrategia importante en una huelga
o sindicato, adems se puede usar para forzar cambios econmicos o socia-
les. Rehusarse a votar, a pagar impuestos o a participar en la competencia
y consumismo capitalistas, son acciones significativas cuando se acompa-
an de alternativas sin fines de lucro (ollas comunes, colectivos de salud
y de ayuda jurdica, ropa reciclada, libreras, escuelas populares, etc.). El
consumismo es uno de los bastiones del capitalismo; practicar el boicot no
comprando (especialmente aquellos productos no reciclables y aquellos
con publicidad ofensiva) es una tctica que tiene el poder de cambiar el
tono de lo cotidiano. Oponerse a votar por pasividad o desencanto es
ms frecuente que hacerlo por una conciencia poltica en contra de una
pseudodemocracia en la que el poder y el dinero eligen a una lite. No
votar puede ser algo ms que una aceptacin silenciosa, si se participa
simultneamente en la creacin de formas verdaderamente democrticas
en una red alternativa de grupos de afinidad anarquista.
Esto nos lleva a la tercera tctica la personal/poltica que est vital-
mente conectada con las otras dos. Los grupos de afinidad anarquistas
han sido desde hace mucho una estructura orgnica revolucionaria. En
los sindicatos anarcosindicalistas funcionan cimentando la autogestin.
Pueden agruparse temporalmente para una tarea de corto plazo; otros
pueden ser ms permanentes (como alternativa a la profesionalizacin y
a las lites) o incluso pueden ser colectivos orgnicos donde individuos
concretos aprenden a relacionarse con otros sin dominacin ni posesin.
Los grupos de afinidad anarquista son la base potencial en la que pode-
mos construir una nueva sociedad libertaria, no jerrquica. Las formas de
vida cambian nuestro pensamiento y nuestra percepcin (y viceversa) y
cuando los cambios en la conciencia se vuelven cambios en las acciones y
las conductas, la revolucin ha empezado.
El realizar la Utopa implica muchos niveles de lucha, adems de
tcticas especficas que se pueden desarrollar y cambiar constantemente,
necesitamos la tenacidad poltica: la fuerza y habilidad para ver ms all
del presente un futuro revolucionario y pleno. Para llegar a l necesitamos
24 Gnero y Anarquismo

algo ms que fe, nos exige a cada uno una obligacin diaria que lo posibi-
lite y accin directa.
La transformacin del futuro
La creacin de una cultura femenina es un proceso que exige la mxima com-
penetracin porque es la participacin de una imagen que se renueva conti-
nuamente cada vez que conversamos con un amigo, que realizamos un boicot,
que asumimos el manejo de una guardera de nios, que hacemos el amor con
una hermana. No se define de otro modo que como un proceso de cambio. La
cultura de mujeres nos purifica a todas, nombrando, creando desde una mirada
armnica con nosotras mismas, con los otros y con nuestra madre tierra. En los
ltimos diez aos hemos avanzado ms rpido y ms cerca que antes hacia el
derrocamiento del patriarcado lo que nos provoca una desbordante esperanza
salvaje, contagiosa, rebelde, loca ESPERANZA! La esperanza, el triunfo
de la vida sobre la muerte, la desesperanza y el sinsentido que veo a mi alrede-
dor como una sacerdotisa del culto a una IMAGEN DE MUJER
Laurel: Hacia una imagen de mujer

A ntes pensaba que si la revolucin no era maana nos dominara un


sino catastrfico (o por lo menos catatnico). Ya no creo en un antes
y despus de la revolucin y pienso que de este modo nos hemos librado
del fracaso y la desesperacin. Creo realmente que lo que necesitamos
absolutamente para continuar luchando (en contra de la opresin coti-
diana) es ESPERANZA, con la imagen de un futuro hermoso y poderoso
que nos impulse firmemente hacia una creacin desde abajo de un mundo
interno y externo habitable y autorealizado (por autorrealizado com-
prendo no slo necesidades primarias como el alimento, vestuario, cobijo,
etc. sino tambin necesidades psicolgicas, por ejemplo un ambiente no
opresivo que acoja la libre eleccin de alternativas posibles, especficas y
concretas). Yo creo que la esperanza existe, asi como est presente en la
imagen de mujer de Laurel, en la valenta existencial de Mary Daly y
en el anarcofeminismo. Voces distintas que describen el mismo sueo ya
que slo el sueo puede romper las piedras que bloquean nuestras bocas
(Marge Piercy: La provocacin del sueo). Mientras hablamos cambiamos
y si cambiamos nos transformamos simultneamente a nosotras mismas y
al futuro.
Es cierto que no hay solucin, individual o de otro tipo, en nuestra
sociedad. Pero si somos capaces de contrarrestar esta deprimente verdad
con una conciencia de la radical transformacin que hemos experimen-
tado en nuestra mente y en nuestras vidas tal vez tengamos el valor
de hacer posible el SUEO. Obviamente no es fcil enfrentar la opresin
cotidiana y mantener la esperanza; pero es nuestra nica opcin. Si aban-
donamos la esperanza (la habilidad de hacer las conexiones y proyectar el
futuro) habremos perdido. La esperanza es la herramienta revolucionaria
ms poderosa de la mujer; es lo que nos proporcionamos unas a otras cada
Gnero y Anarquismo 25
vez que compartimos nuestras vidas, nuestro trabajo y nuestro amor. Nos
impulsa a salirnos de la autoflagelacin, la culpa y el fatalismo que nos
mantiene cautivas en celdas separadas. Si nos rendimos ante la depre-
sin y la desesperacin ahora aceptaremos la inevitabilidad de las polticas
autoritarias y la dominacin patriarcal (La desesperacin es la peor trai-
cin, la seduccin ms fra; es creer que finalmente el enemigo triunfar,
Marge Piercy: Derribando la torre). No debemos permitir que nuestra pena
y rabia se vuelva desesperanza o miopes soluciones a medias. Nada de
lo que hagamos es suficiente, sin embargo esos pequeos cambios en
nuestras mentes, nuestras vidas, las vidas de los otros, no son totalmente
intiles y ftiles. Toma mucho tiempo hacer la revolucin: es algo que uno
proyecta y a la vez vive desde ahora. La transformacin del futuro no ser
instantnea, pero puede ser una unidad de pensamiento y accin, indivi-
dualidad y colectividad, espontaneidad y organizacin, experimentando
desde lo que es a lo que puede llegar a ser.
El anarquismo proporciona la plataforma de esta transformacin. Es
una imagen, un sueo, una posibilidad que se vuelve real si la vivencia-
mos. El feminismo es la conexin que enlaza al anarquismo con el futuro.
Cuando vemos, de una vez, clara la conexin, cuando nos aferramos a
esa imagen, cuando nos resistimos a que se nos quite la esperanza, estare-
mos cruzando el lmite, de la nada a aquello que hoy apenas esbozamos.
Hemos llevado dentro de nuestros cuerpos de mujer durante siglos esta
imagen de mujer que es el anarcofeminismo. Ser una lucha continua
en cada una de nosotras el parir esta imagen (Laurel), pero debemos
hacerlo. Debemos conducir nuestra rabia como elefantes en batalla:
Somos sonmbulas atormentadas por pesadillas,
encerramos nuestra imagen en cuartos sellados, renunciando,
slo cuando quebremos el espejo y recuperemos nuestra imagen,
slo cuando seamos el viento que fluye y canta,
slo en nuestros sueos los huesos pueden ser lanzas,
porque somos reales
y estamos despiertas.
Peggy Kornegger12
Second Wave, Nueva York, 1975

12. El texto completo original con las citas bibliogrficas completas, como mandan los cno-
nes, se puede encontrar en:
http://www.anarcha.org/sallydarity/PeggyKornegger.htm
Gnero y Anarquismo 27
Compaera/o: No nos separa el gnero, nos
separa la clase social

S
i queremos una revuelta que atente contra todos los valores domi-
nantes, es necesario acabar tambin con la opresin de gnero, no
podemos pretender revoluciones a medias, revoluciones para liberar
por mitades. Es necesario cuestionar y acabar con el sometimiento de la
mujer por el poder existente, expresado en el dominio tanto del espacio
privado como del pblico.
Los modelos impuestos de lo femenino y lo masculino no son cues-
tiones naturales determinadas por nuestros rganos genitales; son roles
que nos han obligado a ejercer, esto es un impedimento ms en el intento
de decidir libremente cmo queremos vivir y relacionarnos entre las per-
sonas.
Con esto no queremos decir que tanto los hombres como las mujeres
han sufrido igual opresin dentro de sus roles de gnero, slo queremos
hacer notar que este modelo patriarcal nos condiciona a tod@s, y que la
libertad real no est en afirmar una nueva masculinidad ms amable
y/o una feminidad ms activa, sino que est por fuera de estos modelos,
siendo individualidades libres y autnomas.
Esto no es una tarea teraputica, sino una revuelta insolente, que
surge desde nuestra fuerza y nuestra negativa a retroceder. Si nuestro
deseo es destruir toda dominacin, entonces es necesario que nos mova-
mos ms all de todo lo que nos esclaviza. Es necesario destruir la tradi-
cin del machismo que an funciona a fuerza de tradicin y amenaza, y
que ser barrida por la lucha unificadora del proletariado de todos los
colores, de todos los sexos, de todas las edades, migrantes de todos lados
hacia todos lados, contra el capital mundial.
Hombres, mujeres, nios, viejos, proletarios todos, reproducen
su vida como fuerza de trabajo del capital y para el capital, este ltimo
heredero de la sociedad patriarcal, que cuando lo necesita, utiliza direc-
tamente a ambos sexos y a todas las edades en la produccin directa de
plusvala, ha condenado particularmente a la mujer proletaria a principal
agente de la produccin domstica de la fuerza de trabajo.
Por la destruccin de todo lo que nos reduce a esclav@s.
Por la anarqua!!

Anarquistas Rosario
(Regin argentina)
9 de marzo de 2009
http://www.laneurosis.net/

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