Alimentos Cocinas e Intercambios Culinarios
Alimentos Cocinas e Intercambios Culinarios
Alimentos Cocinas e Intercambios Culinarios
e intercambios culinarios
Confrontaciones culturales,
identidades, resignificaciones
Ricardo vila
Marcelo lvarez
F. Xavier Medina
Coordinadores
Estudios
Hombre
AVI
ndice
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Como lo sugiere su ttulo, los textos reunidos en este libro abordan asuntos
relacionados con los alimentos, los modos de prepararlos y comerlos, su asuncin en tanto que patrimonios propios, as como las identidades que se asumen a partir de todo ello. Tambin, acometen temas como la promocin de
alguna localidad, la alimentacin relacionada con la agricultura sostenible, los
procesos de intercambio, apropiacin y reapropiacin, adaptacin y resignificacin de sistemas alimentarios y culinarios, tanto en Amrica Latina sobre
todo como en Europa. Algunos de esos trabajos discuten, asimismo, temas
relacionados con cuestiones de ndole pblico-poltica e ideolgica, y otros ms
ponderan perspectivas historiogrficas. Se trata de textos elaborados por cientficos sociales, especialmente antroplogos, y son resultado de investigaciones
de terreno, pero tambin de gabinete, y todos presentan su propia perspectiva
diacrnica. Cada uno de los temas abordados corresponden al mbito cognoscitivo de la cultura en trminos amplios, pero su punto de confluencia es el
fenmeno alimentario, que de mltiples formas est relacionado con la actividad humana toda. Para decirlo en palabras de un clsico de la antropologa: el
fenmeno alimentario es un hecho cultural total (Mauss, 1950).
Hasta hace pocas dcadas, el hecho alimentario y sus formas culinarias
pertenecan, epistemolgicamente hablando, a la llamada historia silenciosa
(Flandrin y Montanari, 1996). Tambin, algunos de los temas del campo alimentario eran abordados por socilogos, pero ms bien eran objeto de estudio
y aplicacin de nutrilogos, especialmente, quienes lo trataban, bsicamente,
con enfoques mdicos,1 no pocas veces quisquillosamente higienizados.
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En el sentido de lo dicho, quizs el libro que marca el parteaguas que trasciende la sola
Fueron los antroplogos, si duda, quienes a partir de los aos treinta del
siglo pasado, comenzaron a abordar holsticamente el dilatado tema alimentario, tanto desde la estricta perspectiva etnolgica (Garine, 1999),2 como desde
la de la antropologa simblica (Leroi-Gourhan, 1965). Desde este ltimo ngulo, Claude Lvi-Strauss (1968) expres su conocida sentencia: los alimentos
son buenos para comer y buenos para pensar. A partir de entonces, los estudios sobre la alimentacin y sus innumerables aspectos concomitantes no han
dejado de ampliarse y profundizarse. De hecho, los antroplogos han insistido,
aos ha, en la importancia de la alimentacin y de las cocinas,3 como un hecho
cultural de primer orden. Tambin han argumentado sobre la importancia de
los intercambios de productos, tcnicas de cocina y dems saberes afines. De la
misma manera, han insistido sobre los temas de las mezclas y la recreacin de
los gustos, tanto como de las fusiones de las numerosas tradiciones culinarias
(vila, 1996). Asimismo, han reflexionado a propsito de la constitucin de patrimonios alimentario-culinarios, tanto como de las identidades que el hecho
alimentario configura y reconfigura (lvarez y Medina, 2008). De hecho, como
lo han observado varios, entre otros Contreras (2004), en el mundo, desde hace
unos treinta aos y particularmente en los pases de tradicin occidental, se
asiste a una verdadera eclosin de la gastronoma, caracterizada por una valoracin indita del fenmeno alimentario.
***
Lo que hoy se observa de ese complejo fenmeno tiene sus antecedentes siglos
antes, cuando confluyeron dos grandes procesos civilizatorios: el euroasiticoafricano y el americano. Entonces, no slo el mundo devino uno solo, sino
que se integraron, a escala global, al menos dos enormes procesos biosocioculturales, el del Viejo Mundo y el del Nuevo. Fue entonces, hace medio
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perspectiva mdico-nutricional sea el de Ancel y Margaret Keys, Eat Well and Stay Well,
publicado en Estados Unidos en 1959.
Garine refiere a los trabajos pioneros de A. Richards, R. Firth y B. Malinnowski. Los
ttulos se reproducen en las Referencias bibliogrficas, al final del texto.
Al respecto, Pilcher (2001: 221) seala que el estudio de la cocina, en tanto que espacio
sociocultural, es donde se expresan con mayor claridad e intensidad entre otras, las
relaciones de gnero, clase y religin, y donde bien se propician y recrean las identidades.
que pensar en el azcar, ese producto que ha terminado por ser transformado
en alimento basura (Goody, 2002), que tambin provoca serios trastornos de
salud a millones en todo el planeta.
Este contexto sociohistrico descrito a vuela pluma, es el teln de fondo de los varios temas que tratan los textos aqu reunidos.
***
La progenitora del azcar, la caa del mismo nombre, haba ya realizado un
recorrido de miles de kilmetros por varios continentes antes de 1492, desde su originaria Nueva Guinea hasta las Islas Canarias. Argumenta Franoise
Aubaile-Sallenave en su captulo, El ron y los ponches: correras transculturales, que el azcar era consumido sin refinar en ciertos lugares de Asia, frica y
Europa, antes de que la travesa atlntica de Coln la llevara a Amrica. Pero en
cuanto pis el Nuevo Mundo, su produccin experiment magnitudes nunca antes vistas. En Amrica, la explotacin de la caa de azcar posibilit la destilacin de sus jugos, uno de los cuales, bien refinado, se convirti en el popular
ron. Gracias a las consolidadas rutas martimas y a los prsperos intercambios
comerciales de la segunda mitad del siglo xviii, esa bebida gener grandes fortunas y consolid marcas comerciales, hoy bien conocidas y reputadas sobre
todo las procedentes de las Antillas, aunque tambin ha ahogado a muchos
y envilecido a ms. Originalmente spera y de digestin incierta, esa bebida,
plena de espritu, fue ganando terreno en todos los estratos sociales, hasta
convertirse, arreglada de diversos modos, es una de las preferidas de millones.
Hoy es una de las bebidas ms extendidas para el solaz de los hombres, pero
tambin para lubricar sus complejas y muchas veces rspidas relaciones.
Aos antes que el ron, el chocolate sorprendi a millones por todo el
globo: rehzo prcticamente toda su repostera. Funciona como pieza no menor
del altar del orgullo culinario mexicano, y se convirti en elemento clave en
la forja de la identidad contempornea de un importante puerto francs. En
su captulo, El chocolate en Bayona. Historia de un mestizo, Frdric Duhart, mediante un enfoque histrico-antropolgico, despliega un argumento
que muestra cmo el cacao, convertido en chocolate, fue determinante en la
actividad portuaria de Bayona desde el siglo xviii; a tal grado que se instal
en el paisaje alimentario de hogares con recursos bastante reducidos antes [del
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fin de ese siglo]. En el caso de ese puerto del Atlntico, como en el de otros
muchos lugares, el chocolate naci mestizo, pues en torno a su progenitor el
cacao se mezclaron productos como la vainilla, originaria de Amrica, pero
tambin otros del Viejo Mundo, como la leche, la canela, el azcar, y otros
sabores, aromas y frutos. Dicho de otro modo, es el producto de un encuentro
afortunado entre productos ultramarinos y un savoir-faire local. Hoy y desde
varios aos atrs, en la produccin chocolatera de Bayona intervienen grandes
grupos agroindustriales, y su comercializacin depende de un complejo sistema
de intercambios internacionales. Sin embargo, seala el autor, frente a los galopantes procesos de mundializacin, la vigente valoracin de cierta imagen de
la antigua actividad portuaria, [confiere] autenticidad [al chocolate producido
in situ, otorgndole] una genealoga ideal que [permite] emparentarlo con un
mtico chocolate genuino o, por lo menos, inscribirlo en una tradicin secular.
Se ha dicho: los mares han sido desde siempre espacios sin fronteras
que unen hombres. Pero lo fueron de manera destacada a partir del siglo xv
y de modo manifiesto en el xvi y en los siguientes. Desde las primeras correras de europeos por Amrica, se implantaron numerosos puertos. Dos de
ellos La Habana y Veracruz han seguido, desde su fundacin, trayectorias
paralelas y convergentes; una de ellas es la culinaria. En su captulo, Sabores
compartidos del Caribe afroandaluz: Veracruz y La Habana, Mayabel Ranero muestra cmo la cocina ha sido una de las mayores afinidades entre esos
puertos. Al hilo de su argumento, la autora recuerda que en sus cocinas est
presente el determinismo de las especias, as como el aejo linaje ibrico, con
sus calderetas en estos casos utilizando ms el pescado, legumbres varias y
la irreemplazable carne de cerdo. A estos sabores se agregan los africanos, con
el camote, el ame, la malanga y el pltano, que conviven con el arroz esa
cultural superfood asitica, insustituible en el Caribe y los obligados frijoles
negros. A estas tradiciones culinarias se han aadido rasgos de otras, aportados
por inmigrantes de orgenes diversos, como los chinos. Completan esta lista
dulces peculiares y el ron, ese brebaje antillano que se bebe con fruicin y deleite en ambos puertos y ms all.
A partir de la nocin de patrimonio inmaterial, particularmente
acuada e impulsada por la unesco, y apoyndose en un trabajo innovador de
Sara Bak-Geller (2009), en el captulo, De los recetarios nacionales a los expedientes profesionales: una confrontacin de identidades y polticas culturales,
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Gustavo Laborde y F. Xavier Medina discuten cmo las ideologas nacionalistas que se desarrollaron durante el siglo xix, llegaron a permear los recetarios
pioneros que fueron publicados entonces. En ellos, en el neutro mbito de
la cocina, las emergentes lites comienzan a asumir lo propio, pero sin romper
con las fuertes influencia extranjeras, sobre todo la francesa: no hay que olvidar
que Francia fue la gran potencia imperial y cultural de ese siglo. Empero, en
aquellas demostraciones nacionalistas, el indio y lo autctono siguieron excluidos. Con todo, al transcurso de los aos y bajo la actual y significativa influencia de los movimientos que reivindican los patrimonios propios nacionales,
regionales o locales, lo propio ha adquirido un valor especial, claramente
reivindicatorio, que es cotejado con lo exgeno, con lo extranjero. Este tipo de
comportamiento corresponde a las nuevas polticas de convivencia e inclusin promovidas por la unesco y algunas otras entidades pblicas. Empero,
concluyen los autores, los renovados discursos culinarios y las polticas publicas
que coinciden con stos, quedan supeditados y hoy ms que nunca a los
irreductibles intereses econmicos.
Teniendo tambin como objeto de estudio los recetarios, de la pluma
de Sergio Zapata Acha ha salido el captulo Intercambios culinarios en un
recetario manuscrito limeo indito. En l, su autor realiza un anlisis comparativo de recetas del dicho manuscrito, donde pueden apreciarse los vasos
comunicantes entre varios mbitos culinarios latinoamericanos durante el siglo
xix, que en el caso en cuestin se extienden a todo el Per, a Ecuador, Colombia y Mxico. En definitiva, no a la velocidad actual, pero la circulacin de
hombres, productos y recetas ocurra con eficacia en la red de caminos trazados
por el rgimen colonial.
A lo largo de cinco siglos, Amrica ha experimentado varias olas inmigratorias, mayoritariamente provenientes de Europa. En una de ellas, que data
de finales del siglo xix y principios del xx, llegaron grupos tnicos diversos.
Uno de ellos, de estirpe juda, lleg a la Argentina, particularmente a Buenos
Aires. Como cualquier grupo, aquellos migrantes judos cargaron con su bagaje
cultural, dentro del cual se hallaban, por supuesto, sus saberes culinarios. Uno
de ellos fue el guefilte fish, un platillo para ellos importante, y gustado sobre
todo en ocasiones festivas. Pero en Buenos Aires, seala Graciela Schwartz, autora de El guefilte fish en Buenos Aires. Pauta de una sustitucin alimentaria,
los nuevos porteos debieron adaptarse a los productos locales e inclusive a tc14
sistencia cultural exitosa, las argumentaciones y arengas nacionalistas que buscaban que la poblacin se inclinara por la comida tradicional y local, reflejaban
ms deseos y expectativas que realidades. Hoy sabemos que Nicaragua sigue, de
alguna manera, con sus persistentes pautas alimentarias tradicionales, aunque
la presencia y penetracin de la comida industrial y estandarizada la mayor
parte de ella producida por empresas globales, campea tranquila en millones
de estmagos nicas.
Una percepcin que gan terreno en Chile durante los ltimos aos, es
que su cocina es dbil, lo que se explicara por las fuertes influencias gastronmicas extranjeras, destacadamente la de la cuisine franaise. Por tanto, plantea Isabel Aguilera en su captulo, Apropiacin y nacionalizacin alimentaria
en Chile. El caso mapuche, haba que hacer algo para fortalecerla. La iniciativa
para tal surgi del grupo de cocineros chilenos congregados en una asociacin
llamada Les Toques Blanches. Elemento central para esa renovacin de la cocina chilena de acuerdo con los nuevos tiempos, donde lo multicultural
resulta un elemento necesario para la renovacin, fueron ciertos productos
vernculos que se mezclaron con los considerados gourmet y nacionales. De
modo similar al caso peruano, la renovacin de la cocina chilena mediante la
integracin de productos mapuche, ha resultado polticamente correcta: a decir
de la autora, lo definido como propio en este caso los productos de origen
mapuche, al ser fusionados con otros productos de la culinaria chilena, operaron como escaparate de la nacin hacia afuera [logrando al mismo tiempo]
un importante consenso hacia adentro. Sin embargo, seala la autora, si bien
la apropiacin y valoracin de ciertos productos vernculos rescata y valora a
ciertos ancestros chilenos los mapuches histricos en este caso, se omiten los conflictos con la actual nacin mapuche tambin ancestrales, as
como sus formas de vida presentes.
Las indagaciones y reflexiones que se hacen sobre los diversos sistemas alimentarios en los pases de Amrica del Sur, pero ms especficamente
respecto de ciertos productos y platos locales y regionales [] que han sido
dejados de lado y progresivamente sustituidos, es uno de los objetos de estudio que se abordan en Vigencia y resignificacin de una cocina tradicional,
captulo a cargo de Cecilia Pernasetti y Mara Florenecia Ferre; el otro es el
de las intervenciones poltico-culturales y tursticas que se realizan para valorar los alimentos y saberes culinarios tracionales. El estudio de las autoras
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sea, no es posible negar que la evolucin no ha preparado al organismo humano para la abundancia (Contreras, 2004), sobre todo si es de mala calidad.
Ms an, el animal humano no cuenta con una sabidura infusa que le permita
comer adecuadamente en trminos nutricionales y sin excesos en trminos culturales; y es posible que este comportamiento entrae su propia
extincin (Garine, 1999).
Como nunca antes, en el presente es difcil abstraerse de la perspectiva global en la que estn insertas nuestras vidas la dinmica social toda, de
alcance planetario. En este sentido, lo que hoy comemos, cmo lo producimos, los modos en que lo preparamos y comemos, y toda la ritualidad y simbolismo que envuelven nuestras prcticas alimentarias, estn insertos en procesos
histricos de muy larga duracin, que en el caso que nos ocupa, como se ha
dicho, podran fecharse, grosso modo, hace medio milenio. En dichos procesos,
la especie humana ha logrado incrementar su alimentacin, pero dejando a
millones en el hambre o mal alimentados. De ello, apenas somos conscientes.
No obstante, hay muchos que buscan mejorar lo que comemos y cmo lo hacemos. Entre ellos se encuentran los autores agrupados en este libro, quienes
aportan sus pesquisas y reflexiones para ampliar el conocimiento de ese hecho
cultural total y fascinante que es la alimentacin, en particular la que se elabora
en las cocinas con tradicin, en cuyos mbitos son asumidos naturalmente los
intercambios y las confrontaciones culinarias, y donde son recreadas las identidades de quienes en ellos convergen. Identidades que dan sentido y significado
a sus vidas.
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Objeto
Producto secundario de la caa de azcar, el aguardiente de caa ron, una
vez refinado es una bebida fuerte y por todos conocida, que se propag al
mundo desde las Antillas. Pero antes de afirmarse en el gusto generalizado, el
ron debi transitar largos aos por aleatorias rutas, sobre todo martimas. Ocupa el tercer lugar entre las bebidas destiladas ms consumidas en el mundo, y
hoy se conocen ms de quinientas marcas producidas en ms de cuarenta pases
(Coulombe, 2004). Hasta finales del siglo xviii fue, casi exclusivamente, la
bebida preferida de los marinos, ya fueran mercantes, de armadas nacionales,
piratas o filibusteros.
Nacida en Brasil, esta bebida recibi el nombre cachaa (cachaza); en
Barbados se le conoci como kill the devil and rum; y en las Antillas francesas
fue llamado taffia y guildive, ligera y notoria deformacin de kill [the] devil.
Cuando fue arreglada mezclada, tambin en el siglo xviii, comenz a
llamrsele rhum, punch y grog, adems de los muy numerosos nombres populares que recibi en diversos sitios. Pero en su origen, todas las versiones del
destilado de caa de azcar provenan, de una u otra forma, de esas islas exticas y tropicales de sotavento, que por razones varias entre las cuales hay
que considerar las econmicas y el placer casi biolgico que causa al hombre, y
posiblemente a otros mamferos, se difundieron por todo el mundo.
En las pginas que siguen, ser abordado, primero, el itinerario de la
caa de azcar desde Melanesia hasta las Antillas. Enseguida, se expondr el
descubrimiento de variedades de esa planta hacia finales del siglo xviii, lo que
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nak, en Nueva Caledonia. Hacia 1863, Vieillard enumer 42 clones de Saccharum (Barrau, 1988, p. 168); mientras que en el mismo ao, Evenor de Greslan
enumer 60 clones de la misma variedad, tambin encontrados en las parcelas
kanak (Barrau, 1988, p. 168). As, fue constatada la amplitud de la difusin de
la caa de azcar, cuyo lugar de origen es Nueva Guinea, como hoy se sabe.
El conocmiento de la caa en Occidente
La primera mencin conocida de la caa es la de Nearchos, un compaero de
Alejandro Magno, cuando ste invadi Punjab, al noroeste de la India, en 326
a.e.c. All vio la caa cultivada en campos y su explotacin: la industria del azcar; la llam canna mellis (caa de miel) (Strabon, citado por Forbs, 1966, p.
102). De Punjab, la caa pas al sur de Arabia e Irak, con su nombre snscrito,
arkar (grano), lo que permite pensar que ya se conoca el azcar ms o menos
refinada. Otra palabra que la describe, candi, tambin tiene origen indio: qand
sucre en francs (Bloch y Wartburg, 1932). Se sabe que en el siglo v la caa
se cultivaba en Gundisapur, ciudad y regin del suroeste de Persia; se da constancia de ello al final del reino de la dinasta de los Sasnidas en el siglo vi (Laufer,
1967, p. 376). Al ocupar Egipto en 741, los rabes la llevaron consigo y la cultivaron; la transportaron desde el sur de Persia, tambin conquistada en esa poca.
Lo anterior permite suponer que el cultivo de la caa de azcar desde la Antigedad fue un importante vehculo propiciador de la esclavitud,
en particular la de origen africano, en regiones como Irak y Arabia del Sur. El
cultivo de esa planta es uno de los ms rudos y penosos, particularmente en
lo que refiere a su cosecha, que hasta hace poco se haca cortando a mano su
duro tallo. Durante varios siglos fueron llevados al sur de Irak esclavos llamados
zandj nombre de las poblaciones de Etiopa y frica del Este, que se hicieron clebres en el siglo ix por sus mltiples rebeliones, causadas por las inhumanas condiciones de trabajo, en particular, las de la cosecha de caa. Dichas
rebeliones tuvieron importantes consecuencias sociales, que se extendieron al
movimiento de los llamados qarmates, una secta con principios igualitarios,
casi comunistas, en el sentido primario del trmino (Lombard, 1971, p. 201).
Ciertamente, los ejemplos de esclavitud son muy numerosos y generalmente
estn ligados al cultivo de la caa de azcar. En particular, destaca la gran sangra que se hizo con los africanos del oeste para abastecer mano de obra a las
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muy numerosas fincas de las Antillas y del rea intertropical americana, donde
los cultivos se mantuvieron durante cuatro siglos; ni qu decir de los casos de
esclavitud en el sureste de los Estados Unidos.
Los rabes y la lenta difusin de la caa
La paulatina propagacin de la caa se explica por su naturaleza misma, que
requiere agua en abundancia y mucho calor, caractersticas del clima tropical.
Lo anterior revela, en parte, la colonizacin rabe, como producto de la expansin del islam, en varios pases con clima mediterrneo, exceptuando Egipto.
As, llegaron a Andaluca a partir de 711, y a Sicilia en 827, donde difundieron
plantas tiles, como la henna (Lawsonia alba Lam.), planta de uso religioso y
socialmente considerada de buen augurio, con la que se tien la piel y el cabello; el algodn y numerosas plantas comestibles, como el arroz, las berenjenas
de la India y de Persia, las espinacas y la coliflor de Nabatena; frutas como las
naranjas amargas, los limones y las limas de la India, as como ciruelas, albaricoques, melocotones, manzanas de Asia Central, Persia y Caucasia, cerezas
y los melones y pepinos de la India, adems de la sanda de frica; asimismo,
condimentos como albahaca, estragn, azafrn y comino, o especias con las
que comerciaban: jengibre, canela, clavo, nuez moscada, etctera. En este gran
bagaje se encontraba la caa, que en el Mediterrneo occidental slo era cultivada en algunos jardines situados en las zonas ms calientes, y cuyo cultivo slo
apareci como tal hasta el siglo x en Sicilia, Andaluca y algunos sitios privilegiados del Magreb. Esto explica por qu durante la Edad Media no hubo una
produccin importante de azcar, la poca que haba era manejada como droga
medicinal. La amplia vocacin oficinale1 de la caa fue sancionada por Lineo,
quien la nombr Saccharum officinarum. Sin embargo, a su llegada a Venecia
en 996 (Bloch y Wartburg, 1932, sv sucre), fue monopolizado su comercio, y
abasteci a Europa del Norte hasta el siglo xv.2
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Del latn trapetum: muela para estrujar las aceitunas, prensa (Varron, 1844).
Aun as, la via y el vino dominaron el mbito mediterrneo y estuvieron presentes en casi todos lados. En los oasis del Sahara, la palmera provee dos clases
de bebidas alcohlicas: con los dtiles se hace el nabidh, tpico de Arabia, y con
el jugo que escurre cuando se corta la cabeza de la palmera se confecciona el
lagmi, tradicional en el Sahara. Adems, tambin se fermentan los higos. Estas
tres bebidas llegan a ser alcohlicas, segn se deje avanzar su fermentacin.
El otro factor que explica la ausencia de destilados de la caa de azcar:
el desarrollo de las tcnicas para la destilacin, que justamente se perfeccionaron a finales del siglo xv y, sobre todo, en el siglo xvi. Fueron los mdicos alquimistas judos, quienes buscaban la materia sutil el elixir de los productos,
los que abrieron la va hacia los alcoholes destilados. Arnaldo de Villanova, en
la Mayorca del siglo xiv, ya haba logrado la destilacin del espliego (Lavanda
sp.). Por su parte, el mdico Gernimo Brunshwig, de Estrasburgo, public,
en 1500, dos gruesos volmenes de un primordial y original tratado sobre la
destilacin de plantas, ilustrado con numerosos grabados de hornos y aparatos
para obtener aguas y leos esenciales (Gildemeister, 1912, p. 28). Esta obra fue
el punto de partida de numerosos trabajos temticos en el norte de Europa.
Por su parte, los alambiques y la difusin de los procesos para la destilacin del mosto de uva y del vino empiezan a ser verdaderamente eficaces hasta
principios del siglo xvii; es hasta entonces cuando comienza a aplicarse a toda
clase de frutas y cereales. A la sazn nacen el whisky, un ancestro del coac, el
vodka en Polonia y luego en Rusia, los aguardientes de fruta propios de los lugares ms diversos, etctera. Todos esos saberes pasan entonces a Amrica, lo que
explica por qu el ron tard casi un siglo en nacer despus de llegada la caa.
Los nombres de los rones y su rpida difusin
En las islas espaolas La Espaola, Puerto Rico, Jamaica, Cuba y en Brasil, los plantadores elaboraban azcar con el jugo de la caa, pero no utilizaban
las melazas; si acaso las daban a sus esclavos y obreros. Beban entonces vino
o cerveza importados de Europa. En Brasil, los portugueses haban instalado
plantaciones alrededor de Pernambuco y Baha a partir de 1532, donde, desde
fines del siglo xvi, comenzaron a fermentar y destilar las melazas en alambiques
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de barro, cuyo producto la cachaza4 no beban, ms bien la daban a sus esclavos (Coulombe, 2004, p. 17). Fue en Brasil, hacia la segunda mitad del siglo
xvi, donde por vez primera se destil el jugo de la caa de azcar: hablamos
de un aguardiente, producto secundario del jugo de azcar, que perdur casi
cuatro siglos.
Dicho lo anterior, cabe preguntarse, por qu el jugo de caa se destil primero en Brasil y no en las islas espaolas, si la caa y los aparatos para
destilarla llegaron a Amrica hacia 1519? Una posible respuesta es que, cuando
los portugueses obtuvieron el territorio brasileo, gracias al Tratado de Tordesillas, en 1494, su mayor inters fue, primero, la explotacin de un rbol que
se encontraba al noroeste de la regin, cuya madera abasteca el color brasil
(rojo).5 En este punto es necesario considerar a los judos de la Pennsula Ibrica, que en marzo de 1492 fueron expulsados de Espaa. Algunos emigraron a
Amrica, junto con los portugueses, pero sin fundar comunidades permanentes. Sin embargo, a partir de 1540, y sobre todo de 1584, se estableci en Brasil
una importante comunidad juda que se fortaleci a partir de 1629, cuando los
holandeses tolerantes en temas religiosos se instalaron en la costa brasilea
alrededor de Recife, Baha y Olinda, rica en plantaciones azucareras. A sabiendas de los fuertes lazos que sostuvieron las distintas comunidades, es dable pensar que aquellos judos originarios de la Pennsula Ibrica, conocan las tcnicas
de los molinos de azcar de Valencia, as como los recientes desarrollos de la
destilacin, los cuales aplicaron a las melazas del azcar de Baha, precisamente
cuando se establecen en esa zona, hacia la segunda mitad del siglo xvi. Las
fechas coinciden y varios acontecimientos lo confirman.
En 1627, ochenta ingleses se instalaron en Barbados (Coulombe, 2004,
p. 14); con el fin de aprender el proceso del cultivo de la caa, algunos de ellos
se trasladaron a Brasil, donde aprendieron la destilacin de las melazas. En
1637, el holands Pieter Blower llev las primeras caas de azcar de Brasil a
Barbados, en pocos aos la fisonoma de los cultivos de la isla cambi totalmente: se abandon el tabaco para sustituirlo por la caa (Coulombe, 2004,
p. 14). A partir de entonces, la produccin de caa de azcar y de su produc4
5
34
Nombre que los esclavos daban al destilado de las melazas de caa (Elson De Souza,
2013, cap. iii).
Dipteryx odorata Willd, una fabaceae cuyo nombre comercial actual es cumar (N. del E.).
La palabra compuesta kill devil se implant en Saint Louis, Louisiana, donde, en la novela histrica Poussire dombre, de 1830, aparece como el apodo de un blanco, cazador y
asesino, aficionado a esa bebida (Hambly, 2000). Cabe mencionar, por otra parte, que el
trmino francs equivalente, guildive, ha perdido su sentido negativo en su designacin
del ron en la isla de La Runion.
La palabra rumbustion, o rumbullion, parece originaria del condado de Devonshire, en
Inglaterra, que significa bullicio, tumulto, y aludira a los efectos de la bebida. Pero el
origen de la palabra inglesa rum no queda clara; incluso la muy seria y rigurosa Enciclopedia Britnica nada dice al respecto.
35
Taffia es una palabra originaria de Martinica y de Guadalupe, tan antigua como kill devil y rum. El padre Labat hizo la primera mencin de ella en
1659, cuando escribi: El aguardiente que se saca de las caas se llama guildive;
los ingleses le dicen rum y los salvajes y negros la llaman taffia (1722, p. 410).
Lo anterior permite pensar que esta palabra podra ser de origen africano, al
igual que cachaza. En un principio, taffia design un producto hecho con los
residuos ms abundantes del azcar, que deba ser parecido al kill devil. En
1767, Santo Domingo, entonces colonia francesa, exportaba 72718781 libras de
azcar bruto, 51562013 libras de azcar blanco, 1769562 libras de ail, 150000
libras de cacao, 12197977 libras de caf, 2965920 libras de algodn, 8470 talegas de cuero con pelo, 10350 piezas de cuero curtido, 4108 toneles de tafia y
21104 toneles de arrope. La Encyclopdie Mthodique, de la misma poca, dice:
El taffia es aguardiente de azcar, que se hace mezclando con agua poco menos de un cuarto de arrope o miel de caa espesado por la coccin, y dejando
fermentar esa mezcla, que luego se destila (Lamarck, 1783, sv canamelle).
En el siglo xix, la palabra tafia era empleada por los criollos de las
islas, de la misma manera que en Francia se deca un vaso de tafia, la cual se
coloreaba con azcar caramelo, clavos de olor o ciruelas pasa (Bois, 1996, p.
248). En castellano, la palabra est fechada en 1777, por los lingistas espaoles
Corominas y Pascual.
A finales del siglo xvii, la destilacin ya se hace a gran escala y el ron se
bebe en todas las Antillas, sin importar la bandera: Curaao, Aruba, Bonaire,
Saint Thomas, Saint John y Hait, sin olvidar Brasil, donde los portugueses
destilaban branquinha, cachaza, etctera. En los siglos xviii y xix se expandi
al resto de las colonias desde las metrpolis, en frica, India, Filipinas y otras.
Monedas de intercambio: kill devil y ron
Adems de ser una bebida para esclavos, amos, marineros y dems, el ron jug
otros papeles. Desde el principio de su establecimiento en la futura Canad, los
franceses, as como los ingleses en la misma costa este, compraban pieles a los
indios, las que pagaban con kill devil y ron. Ese comercio se haca, sobre todo,
en una famosa feria en Albany, en la orilla derecha del ro Hudson, situada 230
kilmetros al norte de Nueva York (Braudel, 1979, vol. 3, p. 336). As comienza
el consumo excesivo de alcohol entre los indios norteamericanos, con las in38
faustas consecuencias por todos conocidas. Por otra parte, esa bebida pronto
funcion para pagar esclavos africanos destinados al cultivo de la caa. Este
terrible trfico humano dur 200 aos, y fue compartido por ingleses, portugueses y franceses.
Los portugueses, que ya haban llevado esclavos africanos a Madeira y a
las Azores, los exportaron a Brasil en grandes cantidades, trocndolos por tabaco
y ron. Los ingleses y franceses, por su parte, los pagaban con sables, fusiles, plvora, hierro, ferretera, tejidos de las Indias Orientales y ron (Raynal, 1772-1774,
p. 193).8 De Barbados, el abad Raynal, que luch contra la esclavitud en las colonias inglesas y francesas, escriba que 15000 barricas de azcar bruto forman
el producto de ese penoso cultivo [de 30000 esclavos]. Son tradas a Inglaterra
[] y los aguardientes pasan a la Amrica septentrional (1772-1774, p. 299).
En las Antillas se troc ron a cambio de cueros comerciados por los
bucaneros. Despus del tratado de 1660 entre Francia e Inglaterra, en el cual se
repartieron las islas, los hombres libres se refugiaban en la costa norte de la isla
de Santo Domingo, que serva de asilo a aventureros de diversas latitudes. A
esos hombres se le llamaba bucaneros, porque, a la manera de los autctonos,
secaban al humo las carnes que coman en lugares llamados boucan, un trmino
caribe. Cambiaban pieles de vacuno por ron, como lo constat el cirujano Exmelin en 1666 (Exquemelin, 1699, p. 13, 25-44; Raynal, 1772-1774, p. 37-38, 61).
Bebida de gente de mar
En 1655 los ingleses se apoderaron de Jamaica, entonces espaola, a partir de
entonces el almirante ingls Penn comenz a distribuir una racin cotidiana
de ron a su tripulacin, prctica que fue regulada a partir de 1731. Llamada tot,
la racin devino tradicin en la Royal Navy y subsisti hasta 1970, es decir,
durante ms de 300 aos. Se dej de usar cuando las maniobras de los navos
tuvieron que hacerse con cuidado, tcnicamente hablando.9
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9
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Al darse cuenta franceses e ingleses, a mediados del siglo xvii, de la riqueza de las colonias de Espaa, emprendieron la gran aventura de arrebatar los
beneficios a los espaoles: abordaron barcos, atacaron factoras, corrales llenos
de puercos (Exmelin, 1956, p. 50) e inclusive ciudades. Esa gente pasaba su vida
en el mar; cuando estaba en tierra, acumulaba provisiones de carne ahumada y
salada, y bebida fuerte, es decir, ron. El cirujano francs Exmelin, quien vivi
con Michel Le Basque, famoso pirata, dice que amaban apasionadamente el
ron y que daran lo que les es ms caro para obtenerlo (Exmelin, 1956, p. 55). En
cuanto a los filibusteros ingleses, el ms famoso fue Morgan, el almirante que
consigui conquistar Panam en 1670 (Exmelin, 1956, p. 65ss, 113ss). Esa gente,
amante del ron, constituy un conjunto notable de bebedores, que durante 150
aos fueron piratas, corsarios y filibusteros y, 300 aos despus, tripulantes de
la Royal Navy.
El ron y la guerra
Una primera mencin de este aspecto, puede ser la cubalibre, bebida creada
con ron Bacard en un bar de Santiago de Cuba poco despus de que Espaa
perdiera esa isla ante Estados Unidos en 1898 (Coulombe, 2004, p. 248-249).
Durante la Primera Guerra Mundial y, destacadamente, en la horrenda guerra
de trincheras en el noreste de Francia, los oficiales ingleses, canadienses, americanos y franceses daban ron a los soldados para infundirles valor y coraje antes
del asalto. Un uso ms agradable de ese espirituoso fue la preparacin de la receta favorita de las tropas jamaiquinas durante la misma Primera Guerra Mundial;
se trata del sweet potato pudding, bien baado en ron (Coulombe, 2004, p. 246).
El ron y la vida civil
Se beba tanto ron en los barcos como en tierra firme. En cuanto fue asumido
por los colonos de las islas y ms all, se le llam punch du planteur. El ron
ocupaba un sitio importante en todo el ciclo de la vida; omnipresente, animaba cada encuentro disfrazndose de ponche o en un ti pt pi un petit
qui casse les pieds (un pequeo rompepis), o en un lodif leau de feu
(agua de fuego), como lo llamaban los criollos de las Antillas. En las veladas
mortuorias era servido con caf, lo que mantena despiertos a parientes y ami40
gos durante la noche entera. Dentro de casa, las mujeres rezaban y preparaban
caf, mientras que los hombres se reunan fuera, alrededor de un gran fuego,
bebiendo ron y cantando los mismos cantos que los de los trabajadores agrcolas, aunque slo cantaban quienes eran cantadores conocidos. De ellos se deca
que, para cantar, se requera mantener sus vasos llenos de ron durante toda la
velada (Rey-Hulman, 1989).
Rones mezclados: ponche y grog
El ponche naci casi al mismo tiempo que el ron. Sin duda, en sus inicios fue
una bebida inglesa. Al respecto, es dable pensar que los maestres de los barcos
ingleses trataron de suavizar el kill devil aadiendo zumo de limn, azcar
ambos son una constante y agua u otra bebida, ya que era fuertsimo y
desagradable. Se habl primero del bolle ponche. Lo interesante en este caso es
que la primera mencin escrita de esa expresin se encuentra en el relato del
viaje a las Indias Orientales del francs La Boullaye le Gouz, en 1653. En su
texto se dice que bolleponge es una palabra de origen ingls la cual designa una
bebida acostumbrada en las Indias por los ingleses, preparada con azcar, zumo
de limn, ron, macis10 y bizcocho asado (1657, p. 534). Esta receta la menciona
Furetire en su diccionario de 1701 (citado por Arveiller, 1963, p. 419), bajo el
nombre de boule-ponge o bonne-ponge.11 Otro viajero, Mandelslo, alemn, lo
conoci en 1659 en el puerto de Surat, India, donde fue invitado por amigos
ingleses a beber polepuntz, una bebida compuesta de ron, agua de rosas, jugo de
limn y azcar. Un viajero ms, Glanius, de origen holands, bebi palepunsche
deformacin de bowl punch en 1681, en Bander Abbas, puerto bajo bandera inglesa. Todo esto confirma que el ponche era una mezcla fabricada en una
taza ms o menos grande y que se beba en grupo.
A pesar de los testimonios citados, procedentes de reas indgenas, el
origen de la palabra punch sigue siendo desconocida. Hay quienes mencionan
que proviene del hindi panch (cinco), pero sin certeza alguna, mientras que
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En el barrio de La Ponche, en Saint Tropez departamento del Var, en el sur de Francia, su pequea playa recuerda la intensa actividad marinera de este antiguo puerto
militar del Mediterrneo, en el siglo xviii.
De los muchos ejemplos porteos en donde se bebe ponche, el de Livorno, al noroeste de Italia, es uno de los mejores. En este puerto de gran
13
Hijo del rey Tros en la mitologa griega, quien dio su nombre a Troya. Era el joven ms
bello sobre la faz de la tierra, razn por la que los dioses lo eligieron servidor de Zeus.
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comercio, se conoci bien li ponci y ostenta una gran variedad. En un diccionario de la lengua livornesa se mencionan catorce: ponce bersagliere (soldado de
infantera ligera), un ponche blanco preparado rpidamente con agua hervida,
granos de ans (anaci) y pequeas rajas de naranjas; ponce boero coretto, ponche
mejorado con curazao;14 ponce drosche, la palabra drosche recuerda un coche,
probablemente el ponche preferido de los cocheros; ponce mezzino, de pequea
cantidad; ponce nonna, muy cargado; ponce ristrinto, con mucho ron; ponce
rum; ponce rummoso; ponce vipera o ponce nero, preparado con mucho caf; ponce di sopra, con ms ron que de costumbre; ponce mezzo e mezzo, mejorado con
ron y granos de ans; ponce rummino, con un vaso entero de ron; ponce rocchino,
agua hervida mejorada con ron y granos de ans; ponce a vela, con jengibre, ron
y rebanadas de limn dispuestas sobre el borde del vaso (Marchi, 1993, p. 184).
Cmo o dnde pudieron los livorneses conocer el ponche? Muy probablemente por medio del contacto con las rutas comerciales de los ingleses
en el Mediterrneo. Livorno, en donde incluso hay un cementerio de ingleses,
es un puerto franco, que abrigaba ya en el siglo xviii a muchas comunidades
de comerciantes, esto tal vez explica la nota del padre Labat, quien lo visit a
principios del siglo xviii y del cual dijo: se vive [ah] de una manera ms libre
que en otros sitios (1730, iv, p. 328).
Para un viajero de 1835, Livorno result un puerto asombroso:
es un bazar, un almacn general de los productos de Oriente. Turcos, griegos, armenios, judos, espaoles y egipcios pueblan la ciudad y le dan un aspecto de grandes
alegras de carnaval, por la variedad de colores y vestidos que atraviesan las plazas pblicas. Un livorns que se ocupa bien de su comercio debe saber por lo menos cuatro
o cinco idiomas (Giraudeau, 1835, p. 87).
14
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Es probable que la variedad de componentes de sus recetas lo conviertan en una de las bebidas ms maleables del mundo, adaptndose a todos los
climas, situaciones y gneros. A mitad del siglo xviii, con la moda inglesa, fue
adoptado en Francia: comnmente quemando ron, aguardiente o kirsch con
azcar y unas gotas de limn, a veces mezclado con t. Se encuentran menciones de un bol de ponche, del ingls punch bowl, que es una bebida de saln
para beber durante la charla y la reunin con los amigos. Se menciona tambin
el ponche de dama, muy ligero de ron. J. J. Rousseau escribi: nous causmes
en buvant un punch (parloteamos bebiendo ponche). En 1804, Grimod de
la Reynire, esteta de la cocina, escribi en su almanaque: Se da el nombre
de t a una cena que se da entre las 2 o 3 de la madrugada, en donde el t
apenas se ve, y en su lugar aparecen abundantes vinos capitosos y espumantes,
el ponche y el bischoff, y piezas de caza al horno (en Pierre Larousse, 1872, sv
th). Eran conocidos muchos tipos de ponches, entre ellos punch la portugaise
y la Dupony; en la isla Guadalupe, se apreciaba mucho el punch marquise,
que era la bebida de los bks15 y se preparaba con una yema de huevo a la que,
poco a poco, se le agregaba ron, y despus arrope tibio de azcar, perfumado
con canela, almendra amarga y vainilla, lo que resultaba en una bebida tibia y
no muy fcil de digerir; en Espaa se beba el ponche con huevo, mezcla de ron
con leche, huevo batido y azcar (Casares, 1963, sv ponche). En Francia, el
ponche tuvo un sabor colonial; ms tarde, despus de la prdida de las colonias, tendra sabor a las Antillas y a Guyana. All, por eufemismo, se habla de
ti ponch, es decir, ron, arrope de azcar y unas gotas de limn; o bien del ponch
du planteur, cada uno regulando la porcin de ron a su antojo.
La otra bebida mezclada, el grog, tiene un origen claro, incluso con
fecha. La palabra que le da nombre es de origen ingls, y era el apodo del almirante Edouard Vernon (1684-1757), Old Grog, segn el tejido de su casaca, que
llamaban grogram. A partir de 1731, el citado almirante oblig a su tripulacin a
disolver su racin cotidiana de ron con agua una parte de ron por tres partes
de agua para disminuir los problemas ligados al alcohol en los barcos. Hacia
15 Los bks de Guadalupe y Guayana Francesa fueron los blancos inmigrados de Francia
durante el periodo colonial. Muchos de ellos pertenecieron a la nobleza y fueron, hasta
la abolicin de la esclavitud, los nicos grandes propietarios. Algunos descendientes de
aquellos colonizadores siguen viviendo en esas islas.
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El grog est de moda en Francia, como su viejo vino / despierta la alegra del fondo del
corazn que se adormece (T. del E.).
Vale recordar que fueron los ingleses quienes dieron fama a los vinos de Burdeos y de Jerez.
47
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49
El chocolate es un mestizo. Naci de la gran aventura martima que culmin con la Edad Media, del despliegue de la economa-mundo europea a escala
transatlntica (Braudel, 1993). Es hijo del encuentro entre un viejo mundo fascinado por el azcar y una Mesoamrica en donde las bebidas preparadas con
cacao tenan una importancia cultural notable y antigua (Reents-Budet, 2006;
Henderson et al., 2007). En la mayor parte del mundo, la fabricacin de chocolate nunca dej de depender de la existencia de un intenso negocio portuario. Claro, hubo cambios profundos en la geografa de las principales zonas de
produccin de sus materias primas cacao, azcar, vainilla, canela y otros y
en las modalidades del comercio de los dichos productos.1 Pero, quin podra
producir hoy en da chocolate en Blgica, Suiza o Francia sin importar cacao?
De hecho, fueron los puertos quienes desempearon un papel fundamental en la aventura chocolatera. Tal fue el caso de Veracruz, ciudad de donde
sali, en 1585, el primer cargamento de semillas de cacao con destino a Europa,
cuya huella se conserv en un documento (Coe y Coe, 1996).
A su vez, el chocolate adquiri una importancia particular en algunas
culturas alimentarias portuarias. En ciertos lugares, devino, poco a poco, componente notable de la dieta de una parte de la poblacin y en especialidad local.
Con el tiempo, pudo imponerse como un elemento de identificacin urbana y
Sobre la difusin de los cultivos y las evoluciones de los mercados del cacao, de la vainilla, del azcar y de la canela vase Rain, 1992; West, 1992; Gaspard-David, 1996; Meyer,
1989.
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1996, p. 6).3 Es seguro que las fuertes relaciones comerciales que existan entre Bayona y algunas plazas mercantes espaolas, en donde comunidades de
negociantes bayoneses residan ocasionalmente (Azcona, 1999, p. 962), favorecieron la aparicin y el mantenimiento de un inters de las lites locales por
el chocolate. En 1670, aun cuando una chocolatera hubiera ya producido en
Bayona, la referencia en materia de chocolate de calidad segua siendo Espaa,
como lo recuerda el origen de las libras de chocolate que los representantes de
la ciudad compraron para honrar a unos visitantes distinguidos (Curutcharry
et al., 1994, p. 11).
El consumo de chocolate se difundi poco a poco dentro de la sociedad
portuaria. En los ltimos aos del siglo xvii, segua constituyendo una bebida
muy prestigiosa, slo accesible para una lite muy restringida. En el transcurso
de la primera mitad del siglo siguiente, acab de instalarse en el paisaje alimentario frecuentado por todos los grupos sociales que dominaban la vida martima
local. Cuando falleci el negociante Lamarre, en 1711, posea dos chocolateras
de cobre (adpa, 3E 3262, 29/01/1711). En 1743, utensilios similares se encontraban en la casa del capitn de naves Lanusse (adpa, 3E 3284, 02/07/1743). Este
periodo tambin vio la adopcin del consumo de chocolate por los maestros
artesanos ms poderosos. En este grupo, es menester que destaquemos la presencia de profesionales cuya actividad estaba estrechamente ligada a la vida del
puerto, a semejanza del tonelero Bastre, quien tena una chocolatera cuando su
mujer falleci en 1743, o del cordelero Tastet, quien dos decenios ms tarde posea tres de cobre (adpa, 3E 3364, 26/04/1743; adpa, 3E 4204, 17/07/1762). En
la segunda mitad del siglo xviii, el chocolate apareca, por lo menos de manera
ocasional, en el men de la parte la ms favorecida de las clases populares. En
el umbral de los aos 1770, por ejemplo, el marinero Detcheverry conservaba
dos chocolateras en su modesto apartamento (adpa, 3E 4495 [1], 27/05/1769).
En el mbito del proletariado urbano, la competencia del caf, con variedades
mediocres ms baratas que los chocolates de baja calidad, frenaba todava la
difusin del chocolate a finales del siglo xviii. En 1788, el humilde cargador de
muelle Lamarigue poda preparar caf con su molino y sus dos cafeteras, pero
no tena chocolatera (adpa, 3E 3558, 28/03/1788).4
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Las variaciones de Theobroma cacao son un tema complejo. De manera consensada, se reconocen tres grandes tipos, es decir dos subespecies de T. cacao y un hbrido procedente
de ellas: cacao criollo (T. cacao ssp. cacao); cacao forastero (T. cacao ssp. sphaerocarpum);
y cacao trinitario (Young, 1994, pp. 37-46; Ogata et al., 2006, p. 70-73).
nacional en este tiempo: preponderancia de los criollos, afirmacin progresiva del potencial productivo de la zona ecuatorial y surgimiento de un inters
comercial en los cacaos forasteros, cuyo cultivo empez en esa rea (Young,
1994, p. 33-42). Por su parte, el gusto por el chocolate hecho con cacao caraque
revela la pertenencia de los bayoneses a cierta cultura chocolatera. En efecto,
compartan con los espaoles y la mayora de los otros aficionados franceses
una inclinacin por la bebida untuosa y poco amarga que se lograba con este
cacao. En cambio, los alemanes y los habitantes del norte de Europa preferan
chocolates ms amargos (Gallais, 1827, p. 158; LEncyclopdie ou dictionnaire
raisonn..., 1751-1777, sv cacao).
A fines del siglo xviii, el guayaquil empez a adquirir una importancia
notable entre los cacaos empleados por los chocolateros de Bayona. El viajero
Fischer, quien visit la ciudad en los aos 1797 y 1798, mencion chocolates elaborados segn las proporciones siguientes: dos tercios de Caracas, un
de Guayaquil para la primera calidad y dos tercios de Guayaquil, un de las
Islas para la segunda (amb, Ms 325, siglo xix). Unos decenios ms tarde,
este producto ecuatoriano desempeaba un papel esencial en la chocolatera
local, situacin que se prolong hasta principios del siglo xx. Segn Andr
Constantin, quien escribi en los aos 1930, el mejor chocolate de Bayona se
compona de un tercio de guayaquil, [de] un tercio de puerto-caballo y [de]
un tercio de azcar (Constantin, 1934, p. 18). El crecimiento del uso de las
semillas ecuatorianas marca un cambio fundamental en la composicin y el
sabor del chocolate bayons: la regresin de los criollos. Se trata, de hecho, de la
manifestacin localizada de un fenmeno de magnitud mundial. En efecto, el
forastero de Guayaquil, que haba sido durante dos siglos un cacao tan esencial
como escaso, se torn, alrededor de 1820, en el cacao ms vendido del mundo.
Aunque se produca en Venezuela, el cacao de Puerto Cabello no era tampoco
un criollo, sino un trinitario producido por plantas hbridas, introducidas a ese
pas a partir de la dcada de 1830, lo que constituy un elemento esencial en la
renovacin de la economa cacaotera local (Harwich, 1992, p. 54-58 y 142-148).
Despus de la Segunda Guerra Mundial, los forasteros cultivados en frica entraron masivamente en los talleres de los chocolateros bayoneses (Cuzacq, 1949,
p. 90). De manera progresiva, la industria local dej de producir chocolate a
partir de habas de cacao, para concentrarse en la fabricacin de bombones y de
tabletas de chocolate como producto preelaborado por firmas especializadas.
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En el umbral de este siglo, la mayora de los artesanos locales trabajaba exclusivamente a partir de coberturas, que llegaban por camin a sus laboratorios. Los
forasteros africanos, entre ellos los de la Costa de Marfil, constituan la mayor
parte de los chocolates transformados o elaborados en Bayona. Se encontraban no slo en muchos de los productos fabricados a partir de cobertura, sino
tambin en el taller de Cazenave, la nica casa bayonesa que trabajaba en ese
tiempo a partir de semillas de cacao (Le cacao ivoirien, 2004).
Sin embargo, el desarrollo de la chocofilia experta cre condiciones favorables para los productos elaborados con cacaos criollos cultivados en Amrica
o en Australasia. En una poca en la cual el chocolate industrial, que coma la
prole, se fabricaba con forasteros africanos, los productos obtenidos a partir de
otros cacaos procedentes de otras partes del mundo tenan una gran ventaja
en la carrera de la distincin. Se impusieron pronto como chocolates escogidos testimonios del buen gusto no slo de quienes los compraban y
consuman, sino tambin de los artistas que los trabajaban.6 Por consiguiente,
las principales chocolateras bayonesas comenzaron a valorar cacaos nobles en
algunas de sus producciones. A mediados del 2000, Paris propona bombones
hechos con cacaos criollo o ecuatorial recubiertos con araguani y guajana, productos registrados por la sociedad Valrhona, que contenan criollos americanos. En LAtelier du chocolat de Bayonne, Serge Andrieu venda un chocolate
venezolano hecho con trinitarios y criollos de ese pas.
Para obtener chocolate se necesita no slo cacao, sino tambin azcar.
La historia de este ingrediente fue tambin prolija en cambios notables. Hasta
fines del siglo xviii, la artesana local emple exclusivamente azcar de caa,
no haba productos equivalentes. Sin embargo, sta se degradaba en calidades
diversas, no aptas para la chocolatera, ya sea por cuestiones tcnicas o por
necesidades comerciales. El chocolatero Saint-P realizaba la mayor parte de
su produccin con azcar comn. No obstante, los clientes ms acomodados
podan exigir, a semejanza de Joseph de Laborde Nogus, un chocolate hecho
con un azcar en pan caro (adpa, 3E 3554, 06/06/1777; amb, ms 665, 09/1763).
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58
Importa no olvidar la doble dimensin de la produccin de buen gusto entorno al chocolate. Trabajar los cacaos nobles confiere cierto estatus profesional al que nutre de cierto
orgullo. Comprar y apreciar el mejor chocolate, es decir, el que los tastemakers califican
como tal, es un acto que distingue de los dems consumidores, de los que no pueden o
no saben (Terreiro, 2000).
de Sichuan. En la casa Daranatz, una de las primeras que elabor chocolate con
chile de Ezpeleta, se hizo posible comprar un bombn perfumado con varias
especias: el Moctezuma. Este nombre es un testigo revelador de los esfuerzos
realizados para ligar unas especialidades innovadoras con un imaginario del
chocolate, a la vez histrico, extico y portuario, finalmente.
El puerto y la memoria chocolatera
La valorizacin patrimonial del chocolate en Bayona inici en la dcada de
1990. Fue muy notable durante el decenio siguiente, alcanzando su auge en
2009, con la emisin de una serie de sellos postales. Cuando este proceso empez, el chocolate estaba de moda en Francia. Chocolateros-artistas autoproclamados y aficionados ilustrados se complacan en difundir un discurso ampuloso sobre la excelencia del chocolate artesanal. Ponan tambin de relieve
la dimensin cultural de este producto, en realidad un compendio de tpicos
histricos dentro de los cuales figuraban muchas referencias a la Mesoamrica
precolombina (Terrio, 1997, p. 206, 207 y 211). El discurso de la chocofilia experta se encontr con preocupaciones identitarias locales: se combinaron. Una
imagen perfecta de esta fusin es el emblema que Arnaud Sez dibuj para la
Academia del Chocolate de Bayona, fundada en 1994. En torno a una mazorca de cacao, figura un bayons en traje de feria junto a un azteca... La fuerza
simblica de la obra aumenta de manera considerable si se toma en cuenta que
este gran artista local era entonces el autor de todos los carteles de las ferias de
agosto, lo cual haca desde 1954, adems este evento constitua un momento
clave en la vida social y cultural bayonesa. Espacio de relacin entre el aqu y el
all, los habitantes del puerto se movilizaron, lgicamente, por la patrimonializacin del chocolate.
La evocacin de la actividad pretrita del puerto permiti justificar y
arraigar en la tradicin local, incluso las innovaciones ms audaces. Cuando
Dominique LHte, maestro de chocolatera en el Centro de Formacin de la
Cmara de Gremios, invent el Ecu de Bayona al estilo del siglo xviii , evocaba
la supuesta vocacin del puerto. Escribi en la presentacin de este chocolate
aromatizado con canela o pimienta de Tabasco: En esta poca, las habas de
cacao y las especias llegaban a Francia por el puerto de Bayona; la mezcla de
los aromas en las calas de las naves conferan a las habas un sutil perfume....
60
ste es un discurso no histrico, sino memorial porque evoca un pasado reconstruido, inventado para responder a una necesitad actual, en este caso, la
legitimacin de una creacin.
Varios acontecimientos organizados alrededor del chocolate se combinaron con una celebracin del pasado portuario. En el marco de las Jornadas
del Chocolate de 2002, se organiz una exposicin titulada El gran viaje del
cacao en el siglo xviii. La Guaira-San Sebastin-Bayona. Paneles presentaban la
leyenda de Quetzalcatl, la Compaa Guipuzcoana de Caracas, los piratas o
las condiciones de vida a bordo de las naves. La visita terminaba frente a una
evocacin de la antigedad de las relaciones entre Bayona y San Sebastin,
cuyo nico objetivo era el de inventar un pasado al gran proyecto regional de
este tiempo, la eurociudad vasca. El imaginario de la gran aventura martima
intervena, en este caso, en la elaboracin de una memoria colectiva orientada hacia un verdadero esfuerzo de edificacin cvica. En 2003, el invitado de
honor de las Jornadas del Chocolate fue Portugal. Lgicamente, la atractiva
leyenda portuaria segn la cual la comunidad juda hizo de Bayona la primera
plaza chocolatera de Francia fue evocada con carcter en los discursos oficiales
y en la prensa local.7 Sin embargo, la evocacin del papel de los judos en la
chocolatera bayonesa constituy, con frecuencia, un pretexto para celebrar
otra comunidad portuguesa, la que inmigr a Bayona en el siglo xx. En su
principal discurso, el alcalde Jean Grenet habl no slo de la importancia de
los judos en el nacimiento del chocolate local, tambin, y mucho ms, de
la comunidad perfectamente integrada de los portugueses de Bayona, perfectamente respetada, perfectamente estimada. Aadi, incluso, una reflexin
inspirada por el gran debate nacional que haba entonces sobre la duracin
del tiempo de trabajo: Son gentes que trabajan, que no cuentan las horas!.
En este caso, fuera de todo contexto comercial o promocional, interviene la
memoria chocolatera relacionada con el puerto, con la vida ciudadana local.
Sirve para promover un ideal de cohesin social y para insistir en el xito de la
integracin de una minora. Al inicio del siglo xxi, el chocolate bayons era un
patrimonio alimentario que desempeaba perfectamente su funcin poltica,
afirmndose al mismo tiempo como un elemento importante en la imagen
gastronmica de la ciudad.
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portuaria. Para los trabajadores ms pobres del puerto constitua, antes que
nada, un remedio. Para las lites era una bebida que se consuma por gusto en
la intimidad, as como en los espacios propios de las sociabilidades refinadas.
La orientacin del comercio bayons, en particular la pujanza de sus relaciones
con Espaa y la implicacin de la comunidad juda de Saint-Esprit en las redes
de su dispora, desempearon un papel esencial en la aparicin y el mantenimiento del gusto bayons por el chocolate.
Los orgenes diversos de los cacaos y azcares que los artesanos solan
emplear, as como las sustituciones de ingredientes practicadas en los tiempos
de crisis, recuerdan que la antigua chocolatera bayonesa dependa totalmente
de la insercin del puerto en la globalidad martima y comercial. A principios
del siglo xxi, las coberturas proporcionadas por grandes grupos agroindustriales, utilizadas para elaborar la casi totalidad de los chocolates de Bayona,
mostraban que la chocolatera local segua siendo dependiente de un sistema
complejo de intercambios internacionales, en el cual puertos como San Pedro
o Abidjan desempeaban un papel fundamental. En tal contexto de mundializacin y de concentracin, recurrir a cierta imagen de la antigua actividad
portuaria confera autenticidad al producto local, dndole una genealoga ideal
que permita emparentarlo con un mtico chocolate genuino o, por lo menos,
inscribirlo en una tradicin secular. Desde que el chocolate apareci en Bayona, muchas cosas cambiaron: sus tcnicas de fabricacin, sus materias primas,
sus modos de presentacin y de consumo. No obstante, en la dcada de los
aos 2000, constitua todava una comida eminentemente portuaria, el resultado de un encuentro entre productos ultramarinos y un savoir-faire local; por
eso se trata de un mestizo.
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panecillos fritos churros y buuelos, los llamados panes de sartn y las
empanadas y pasteles de carne cocidos en el fogn alto; elementos todos que,
unidos al aceite de oliva, al vinagre y al indispensable ajo, constituyen un sustrato culinario vigoroso. En sntesis, se fue el capital culinario aportado por
Espaa al mestizaje alimentario. A cambio recibi un cmulo de elementos
nuevos que enriquecieron no slo a la Pennsula Ibrica, sino a la dieta y el
paladar europeos. Numerosos autores han considerado que los productos animales y vegetales americanos modificaron de forma tan profunda la historia, la
dieta y la farmacopea mundiales que es difcil pensar el presente alimentario de
alcance global sin ellos (DeWitt, 2014).
Empezaremos mencionando a los dos grandes alimentos de dos civilizaciones americanas mayores: el maz de Mesoamrica (Zea mays) y la papa del
mundo andino (Solanum tuberosum); base de las dietas de numerosos pueblos
americanos, se han aclimatado con xito en latitudes muy distintas de las originarias, para constituirse en sustento de extensas poblaciones.
El maz es el pan cotidiano de numerosas culturas americanas, sustento de sus cuerpos y almas. Gracias a un complejo proceso de seleccin y
mejora gentica, los antiguos mexicanos hicieron del teocintle primitivo un
grano culturizado. En conjuncin con el frijol, el chile y la calabaza fue la base
nutricional de los pueblos mesoamericanos originarios. Cultivados en milpas,
forman un complejo productivo que permite contar con alimento de forma
prcticamente permanente. La planta del maz se consume casi ntegra: sus granos, frescos o secos; las hojas, como envoltorio; las fibras secas, para embalajes
y cordeles; las caas, como forraje; el pelillo, para fines medicinales; el olote,
como combustible; y las races y desperdicios en suela, como abono para los
campos (Garca, 2003).
La ancestral forma de consumir el maz en Mesoamrica es una exitosa
combinacin nutricional devenida en significante cultural. Es el proceso de
nixtamalizacin, en el que los granos secos para su mejor conservacin
se hidratan mediante una semicoccin en un lquido que produce un estado
alcalino que libera la niacina para asimilar mejor los nutrientes, pues el grano
posee cantidades reducidas de los aminocidos lisina y triptfano (Iturriaga,
1998, p. 32-48).
71
La papa, por su parte, es el otro regalo de Amrica al mundo. De procedencia andina, fue domesticada dos mil aos antes de la era comn, pero su
consumo se circunscriba a la zona inferior del Istmo de Panam. Fueron los
europeos quienes la llevaron al Viejo Continente, en el siglo xvi, siendo acogida en Europa del Norte, no sin antes haber debatido largamente respecto de
sus bondades nutricionales.
Al lado de estos vitales alimentos, Amrica aport al mundo el cacao, la
vainilla, la fresa, las calabazas, los jitomates, las papayas, los chayotes, junto con
una extensa nmina de plantas medicinales, como la zarzaparrilla, el guayaco,
la jalapa, la quina o chinchona, cuyo trfico y comercializacin contribuy a
amasar grandes fortunas. Por ello, en la actualidad resulta casi imposible darse
idea de cmo pudo alimentarse la humanidad sin los productos americanos,
que propiciaron una verdadera revolucin en la nutricin del mundo entero
(Somolinos, 1971, p. 17).
Historia de dos puertos
Las ciudades de La Habana y Veracruz son exponentes de un proceso de formacin imperial que, a diferencia de otros anteriores, no gravitaba exclusivamente
en una concepcin territorial, fluvial o martima, sino que descansaba en una
empresa ocenica que gravaba la impronta de una ocupacin territorial de un
alcance nunca antes visto (Sorhegui, 2002, p. 23).
Durante la segunda mitad del siglo xvi, crecen la preeminencia de La
Habana y de Veracruz en el circuito norte del Mediterrneo americano. Las dos
ciudades tuvieron vocacin itinerante antes de asentarse definitivamente en los
sitios que ahora les conocemos. De Cuba parti Hernn Cortes hacia el oeste
y, despus de varias incursiones, estableci en el islote de Ula una guarnicin,
fund la Villa Rica de la Vera Cruz y ah el primer ayuntamiento en el Nuevo
Continente. Una vez hecho esto, se intern hacia la ciudad de Tenochtitlan en
la expedicin conquistadora que culmin en 1521 con la gran cada de la ciudad
lacustre. Veracruz se movi dos veces de residencia antes de asentarse finalmente frente a San Juan de Ula, la cual le otorgaba ventajosa proteccin martima.
La ciudad de La Habana se fund en 1519 en la costa de Caribe, mudndose un ao despus a la costa Norte, frente a la Florida, relativamente cerca del
ro Almendares. Segunda poblacin hispana despus de Santo Domingo, se vio
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bano, de races africanas, segn Fernando Ortiz (1996, p. 62),2 quien inquiri
en todas las facetas de la vida cubana.
Al lado de las semejanzas en el uso del pltano macho, existe la notable
diferencia en el tratamiento de ese fruto, pero maduro, cuando aumenta su
dulzor y untuosidad. Es guarnicin y postre, usanza no compartida por los
cubanos. En Veracruz, el pltano completo se fre y adereza de crema, queso
y hasta mermelada de fresa, para formar un postre estimado, que se degusta a
medioda o en la noche. En otros momentos, tajadas de pltanos fritos pueden
constituir el desayuno o la cena. El pltano roatn es una fruta aromtica que
se come cruda, pero en Veracruz tambin se hace un interesante uso del mismo
como bebida; machacado con leche, vino de jerez, azcar y jarabe de granadina, forma una especie de ponche fro llamado gloria.3
Licores y golosinas
Como en buena parte del Caribe, los litorales cubano y veracruzano fueron
significativamente influidos con la introduccin de la caa de azcar desde el
siglo xv. En Veracruz, Hernn Corts fund el primer ingenio de azcar en el
continente, pero en las Antillas, ya para el siglo xvi, se haba afianzado dicho
cultivo, lo que con el tiempo convirti a Cuba en la reserva azucarera del
mundo.4 Por tanto, el azcar y el ron, bebida nacional cubana, se convierten
en sus dos productos ms representativos. No podemos aludir aqu a la trascendente explotacin caero-azucarera, pero s haremos mencin a ciertas bebidas
alcohlicas, para terminar con el rey de las Antillas, el ron cubano, que en el
siglo xix se convirti en una bebida de calidad y competitiva. Antes de ello, en
la isla se realizaron fermentaciones con casi cualquier sustancia azucarada; as
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4
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Bebida de ancestral consumo en los sitios de explotacin caera, que lleg a Amrica
desde las Islas Canarias para amalgamarse con las prcticas y elementos nativos.
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Conclusiones
Los patrimonios gastronmicos y las usanzas culinarias se forjan por medio
de fascinantes intercambios materiales y culturales. Son importantes bases de
identidad, que en ciertos momentos pueden tornarse manifiestos nacionalistas.
En las anteriores lneas tratamos de realizar un acercamiento a los rasgos similares y distintos de los casos veracruzano y habanero, donde pueden apreciarse
decursos sociohistricos de cierta similitud que, nacidos en el periodo colonial,
se afianzaron y diferenciaron hacia el siglo xix, cuando la transformaciones
continentales orientaron las vidas de pueblos y naciones de la dominacin espaola al influjo estadounidense. stas y otras experiencias culturales dejaron
su impronta en las tradiciones gastronmicas de ambos puertos.
Fernando Ortiz llam elocuentemente a la identidad cubana un ajiaco en hervor (1996, p. 65). Traemos a cuento esta metfora para retomar las
sabrosas mezclas e inusitadas combinaciones que se plasmaron en varios platos
representativos, como el ajiaco cubano, el puerco en pa, el pescado a la veracruzana o el arroz congr, cuya cauda de influjos culturales a lo largo del Caribe
afroandaluz y mas all buscamos sintetizar en las anteriores lneas.
Es importante valorar las realizaciones culinarias y las gastronomas
criollas, entendidas como parte de procesos sociohistricos de gran amplitud.
Estos afanes pueden relacionarse con los recientes posicionamientos de las comunidades de estudiosos, investigadores, cocineros, gastrnomos y promotores
culturales a ambos lados del Caribe afroandaluz. En Mxico, hay un vigoroso
movimiento representado, entre otros, por la Escuela de Gastronoma Mexicana, la cual, adems de prestar servicios y formar especialistas, investiga y promueve nuestras propias races e historia culinaria. ste es slo un ejemplo, una
forma de colocar la riqueza y profundidad de la gastronoma mexicana como
parte del desarrollo sociohistrico nacional.
En la otra orilla del Golfo de Mxico tambin participan de similares
afanes los profesionales y amantes de la hostelera y restauracin, quienes conjuntan el inters acadmico con el desarrollo comercial. Uno de los vnculos
de la promocin gastronmica acerca al turismo, que en Cuba ha representado
desde hace varios lustros un importante rengln econmico. La simbolizacin
y puesta en valor de platos, bebidas, ingredientes o regiones son complejos procesos que revisten smbolos de la identidad del Caribe afroandaluz.
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nacional-identitarios que se enfocaron hacia la formacin de un nosotros
especfico, una consciencia nacional propia que relev a las opciones anteriores, ligadas con mayor o menor intensidad a unas metrpolis europeas que
hasta ese momento haban sido el referente nico. Dentro de este contexto,
los recetarios publicados en los pases iberoamericanos durante el siglo xix no
fueron una excepcin y obedecieron, tambin, a la siguiente regla genrica:
crear un discurso identitario propio y separarse, tanto cultural como ideolgicamente, de la metrpoli. La invencin, estandarizacin y valoracin de
las cocinas nacionales sirvi con eficacia para fijar una idea de nacin sobre
bases especficas.
A partir de entonces, los recetarios que se escribieron se encontraron
inmersos en el discurso de la construccin de cocinas nacionales que pretendan ser, ms o menos conscientemente, una de las bases identitarias posibles
para las nuevas naciones. Dentro de esta dinmica, cada pas ha establecido las
bases de su propia cocina o cocinas, atendiendo a una serie de elementos
seleccionados entre los distintos posibles, los cuales se han ido transformando
con el tiempo. De los antiguos recetarios a menudo con una fuerte influencia francesa, se pas a la creacin de cocinas nacionales y, de ellas, a la cultura
gastronmica y al patrimonio culinario actual.
Es posible que el continente americano sea uno de los laboratorios ms
efectivos para comprobar el paso de culinarias con fuerte base europea mezcladas con lo autctono hacia la creacin de lo nacional, esta vez bajo el argu89
mento de los discursos sobre lo propio que se consume y cmo se cocina sin
salirse, en muchos casos, de la pauta tomada de Europa, arribando finalmente a una consciencia de la necesidad de integracin identitaria de aquellas
partes ms marginales de la nacin el indio o el otro interno (Aguilera,
2012), convirtindolo en patrimonio propio. Como ejemplos se pueden citar
los casos de los expedientes-candidaturas de cocinas nacionales, como la mexicana o la peruana, para ser reconocidas como patrimonio cultural inmaterial
(pci) de la humanidad por parte de la Organizacin de las Naciones Unidas
para la Educacin, la Ciencia y la Cultura (unesco).
En las lneas que siguen analizaremos los aspectos planteados, intentando marcar un proceso evolutivo relativamente coherente, el cual remita a
la construccin de estos discursos nacionales que se yerguen, tambin, sobre
cimientos culinarios. Discursos que van desde los recetarios nacionales decimonnicos hasta los expedientes patrimoniales de hoy.
Naciones y recetarios
Crnicas, relaciones y testimonios conforman histricamente un vasto corpus
literario sobre los hbitos alimentarios registrados de Amrica Latina, desde el
primer contacto entre europeos y americanos hasta bien entrado el siglo xix.
En ellos se describen las costumbres de los pueblos originarios, de los criollos,
de los esclavos e incluso de los europeos, con las dificultades que stos tuvieron
para reproducir sus pautas alimentarias en el Nuevo Continente. Sin embargo,
slo hasta la dcada de 1830 se comenzaron a producir discursos culinarios formales, conscientes de s mismos, que buscaban representar una cocina propia,
americana. Los recetarios manuscritos producidos en Mxico durante el siglo
xviii guardan una notoria semejanza con los libros de cocina de los reinos
ibricos, como el Llibre de Coch (1520) de Rupert de Nola o El arte de cocina,
pastelera, bizcochera y conservera (1611) de Francisco Martnez Montio. Los
recetarios novohispanos solan adaptar las preparaciones europeas a las posibilidades del nuevo contexto culinario, sustituyendo ingredientes de la receta
original por otros disponibles en Amrica (Ortz Daz, 2009). Si bien esta prctica de sustitucin da lugar a platos diferentes y en sentido estricto novedosos,
desde el punto de vista culinario, la matriz, la gramtica de esta cocina sigue
siendo de carcter europeo. Estos manuscritos tampoco enuncian una cocina
90
92
en cada caso para agrupar conjuntos de recetas bajo una nica denominacin
nacional quedan fuera de las aspiraciones de este artculo. Con todo, aqu surge
el carcter poltico implcito en la enunciacin de estos discursos culinarios. La
invencin, estandarizacin y valoracin de las cocinas nacionales ha servido para
fijar el ideal de nacin, en el sentido de las comunidades imaginadas de Anderson
(1993) y respecto de la invencin de tradiciones propuesta por Hobsbawn (1991).
Hacia la formacin de cocinas nacionales
Los recetarios nunca fueron textos ideolgicamente neutros. En su estudio sobre los recetarios afrancesados del siglo xix publicados en Mxico, Bak-Geller
(2009) analiza las distintas ideas que se fueron poniendo en juego. En el caso
paradigmtico del Nuevo cocinero mexicano en forma de diccionario y del Arte
novsimo de cocina para sazonar al estilo del pas, editados y publicados en
Francia, se observa que la codificacin, estandarizacin y legitimacin tieron
de notorio afrancesamiento a las primeras recetas denominadas mexicanas.
Es curioso observar aqu una cierta confluencia de procesos. Por una
parte, los recetarios pretenden formar y afianzar cocinas nacionales especficas,
separadas y diferenciadas de aquellas de la Pennsula Ibrica, que hasta el momento haban constituido una suerte de referencia culinaria lo siguen siendo
en buena medida, estn presentes de manera inevitable en el substrato culinario
local. Para ello, el referente civilizado y diferenciador es Francia, sin duda, de
modo que los platos se afrancesan y, al tiempo, se deshispanizan. Por otra parte,
observamos cmo el proceso que se da en las cocinas americanas forma parte de
una tendencia mucho ms general, de la cual no se escapa la propia Espaa. Ah
encontramos ya, desde el inicio del siglo xviii en un momento histrico de
grandes cambios y transformaciones, las significativas influencias francesas
en el terreno culinario, las cuales llegan a Espaa con el arribo al trono de la
dinasta borbnica, la cual imprimi una notable influencia en la alimentacin
cortesana; influencia que en algunos aspectos se transmiti tambin al estamento burgus. Francia marcar, a partir de ese momento podramos decir
que hasta el presente, las pautas culinarias: la simplificacin y el refinamiento
de los guisos base de la cocina moderna, la variedad de los ingredientes y
la armona de los platos se convertirn, desde entonces, en las tendencias culinarias ms significativas (Medina, 2005).
93
Por tanto, al tiempo que las cocinas nacionales se crean buscando una
identificacin afirmadora, legitimadora de la lite local frente a Espaa, de
modo paradjico siguen sus mismas pautas; a su vez sta sigue las de Francia,
que se ha erigido como nuevo faro gastronmico. Adems, por supuesto, la influencia francesa, tanto en el pensamiento como en lo gastronmico, inclua no
slo una pauta culinaria, sino una etiqueta, unas maneras de mesa, percibidas
como sinnimo de civilizacin.
Volviendo al caso de Mxico, Bak-Geller (2009) seala cmo en las
sucesivas ediciones, los editores mexicanos irn tomando mayor control de las
publicaciones para introducir adaptaciones, referencias y utensilios de la cocina
mexicana, e incluso defender productos locales como el maz, que los diccionarios franceses consideraban daino. Paulatinamente, irn sealando una especificidad de la cocina mexicana y una diferenciacin con otras del continente,
socavando as la idea de una cocina americana.
La demarcacin de la cocina mexicana supona al mismo tiempo una
definicin de la nacin, una toma de conciencia de la composicin social del
pas y de la posicin jerarquizada de las diversas clases. Adems, los recetarios
transmitan pautas de sociabilidad para la gente decente; se trata de discursos
enunciados por y para la lite, que buscaba diferenciar a sus lectores para que
no pareciesen hijos de padres pobres y humildes, tal como postula en 1839 el
Nuevo manual de cocinero. De la mano de la identificacin de las lites con lo
nacional, comienzan a ingresar a estos repertorios de recetas algunos platillos
de la cocina popular y ordinaria, incluso algunas especialidades regionales, pero
no la cocina de los indios. Percibido como un obstculo para la conformacin
de una nacin progresista y civilizada, el indio queda excluido poltica y culinariamente (Bak-Geller, 2009; Aguilera, 2012). Por ser comida de indios, por lo
tanto de pobres, los tamales, las enchiladas y las quesadillas no eran recetados
en estos libros de cocina. Incluso, para que el mole adquiriese prestigio social,
debi ser visto como un plato criollo y no mestizo (Pilcher, 2001, p. 77).
La independencia produjo, en las repblicas de Amrica, una reconfiguracin del orden social que dio lugar a la formacin de lites locales llamadas criollas. Estas lites de las nuevas repblicas adoptaron smbolos, fiestas y
sociabilidades a la francesa. Los elementos revolucionarios se mezclaron con
el fondo hispnico y las races autctonas, y produjeron combinaciones muy
variadas, con ritmos y especificidades regionales (Guerra, 2009, p. 71-72).
94
que el gaucho y sus costumbres, como comer asado y tomar mate, fueron identificadas con lo verdaderamente nacional. Ser hasta la dcada de 1940 cuando
la prctica de hacer asado se generalice en las ciudades del Ro de la Plata. El
proceso, largo y complejo, revela cmo el desplazamiento y ascenso de ciertos
grupos sociales carga de sentido las prcticas culinarias asociadas a ellos, reafirmando as el carcter eminentemente poltico de las cocinas que invocan el
ethos nacional (Laborde, 2010).
Un estudio del corpus de recetarios publicado en Cuba desde 1850 hasta 1959 ao de la triunfante revolucin castrista revisa el modo en que este
tipo especfico de produccin cultural refleja la composicin social de la isla
(Folch, 2008). En los libros de cocina, tanto en las recetas como en las vietas
e ilustraciones que muchos de ellos contienen, se silencia, ignora y trivializa
a los integrantes no blancos del cuerpo social. Para los emisores del discurso
culinario cubano, como nacin independiente, entre 1900 y 1959, Cuba era
principalmente europea y blanca.
La historiografa reciente se ha propuesto una revisin del proceso de
independencia en Amrica Latina que escape a las oposiciones que hasta ahora
han dominado el esquema explicativo. En este caso, para evitar las dicotomas
tradicionales conservador-liberal, absolutista-constitucionalista, colonialista-independentista, Guerra (2009) propone una nueva dada explicativa:
modernidad y tradicin, pero no como opuestos excluyentes, sino como dos
extremos dinmicos y mutuamente influyentes. Las lites en Hispanoamrica
podan ser, de hecho lo fueron, modernas y tradicionales al mismo tiempo.
En general, los recetarios y los discursos culinarios escenifican esa tensin. La
relacin con lo europeo, especficamente con lo francs, fue conflictiva. Con la
comida como excusa, el discurso literario ofrece ejemplos ilustrativos de cmo
se discute su influencia. El poeta colombiano ngel Cuervo, en La dulzada.
Poema en ocho cantos y un eplogo (1867), emprende una defensa de los dulces
nacionales frente a los extranjeros, entonces importados a su pas desde Europa.
En presunta referencia a un pastelero francs, instalado en Bogot, dice: Por
eso manda Napolen Tercero / a tan ruin y puerco pastelero (lvarez, 2012).
Igual estrategia escoge el peruano Federico Flores Galindo, quien en
1872 publica Salpicn de costumbres nacionales: poema burlesco, para reivindicar la
cocina nacional frente a la extranjera. Con irona escribe: Y siguiendo la moda
en cocina / sbdito soy del galo despotismo [] As por parecer hombre de
96
tono / tengo que ser francs en la comida (citado en Zapata, 2008, p. 161). Para
el caso peruano, Zapata acopi documentacin que da testimonio de un fenmeno de convivencia entre las cocinas extranjeras y nacionales en las clases altas
de la sociedad, una simultaneidad entre una creciente identificacin de las lites
con las cocinas criollas y una actitud proclive a incorporar tendencias europeas.
En 1860 se publica la Gua histrico-descriptiva de Lima, que incluye un captulo
dedicado a las Comidas Nacionales, donde el puchero ocupa el primer lugar
entre los guisos nacionales, se resalta al seviche y se mencionan otros platos
como el chupe, la carapulca, el locro, el chicharrn o el pastelillo de yuca.
Discursos de este tipo representan un esfuerzo por nivelar las tendencias domsticas con las europeas. Para la dcada de 1930, ciertos platos de aj
picantes ya haban sido asimilados por la aristocracia limea y formaban
parte de banquetes particulares y oficiales (Zapata, 2008, p. 158-166). El creciente prestigio de lo local y el rechazo a lo extranjero se verifica en otras partes
de Amrica, dentro de un contexto de consolidacin de las lites locales y negociacin con las oleadas de inmigrantes. En un artculo de costumbres, una
criolla de ley de Montevideo de fin de siglo advierte a su invitado: Aqu no
encontrar usted salsas francesas, ni engrudos italianos, ni picantes ingleses, ni
cosas podridas de los alemanes, sino comida criolla, sana, a la que te criaste,
como Dios manda (Rodrguez Villamil, 2006, p. 117).
En contrapartida, los hbitos criollos fueron combatidos por el discurso higienista, que propone hbitos modernos y civilizados. Se alzaba as la
voz de un mdico uruguayo condenando el consumo de mate, asegurando que
esta infusin era magnfica jeringa Pravaz que ha inyectado tantos microbios,
vrgulas y vibriones en el organismo criollo, aseguraba que van raleando las
filas de mateadores, que slo sobrevivan en los suburbios de Montevideo y
clamaba porque la bebida de los gauchos fuera sustituida por el th (Rodrguez Villamil, 2006, p. 123-124).
Cocinas y discursos de poder. De lo nacional
a lo patrimonial, pasando por el turismo
Hispanoamrica ofrece un escenario privilegiado para revisar los vnculos ntimos entre la enunciacin de discursos culinarios tendientes a fijar una cocina
nacional, as como las prcticas polticas implicadas, las relaciones de poder y
97
del estado de Michoacn. Se advierte que, de un discurso inicial que homogeneizaba en cierto modo la diversidad presentndose la gastronoma mexicana como equivalente de la identidad mexicana, hubo un desplazamiento
hacia la particularizacin y singularizacin de un grupo social y de un territorio
determinado. Si en el discurso de las cocinas nacionalistas del siglo xix, la figura del indio quedaba excluida (Bak-Geller, 2009); en la cocina patrimonial del
siglo xxi, pasa a ocupar un lugar protagnico, reconociendo, obviamente, el
proceso de mestizaje entre diversas tradiciones (Aguilera, 2012).
Hoy, la culinaria mexicana es patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por parte de la unesco, al igual que la gastronoma francesa Le
repas gastronomique des Franais y la Dieta mediterrnea, junto con los
ms recientemente declarados ritos gastronmicos del fin de ao en Japn.
De la misma manera, en el momento actual, otras candidaturas se encuentran
listas para su presentacin o en curso de ella: la cocina peruana, la catalana, la
colombiana, etctera. Por su parte, han sido replicadas iniciativas para activar
patrimonializaciones culinarias en otras partes de Amrica y del mundo: la
patrimonializacin en Brasil del acaraj de Baha (Lody, 2008); el reciente
Movimiento de Integracin Gastronmico Boliviano; o la revalorizada cocina
andina, que actualmente se desarrolla en lugares como Jujuy, en Argentina,
que tienen como denominador comn la exaltacin de lo singular y de los
productos y platos tradicionales entre las comunidades indgenas como la
quinua o el merkn. Es decir, muchos ingredientes y alimentos poco valorados histricamente y hasta menospreciados se convierten hoy, a travs de una
poltica reivindicativa sustentada en la lgica econmica de la competitividad,
en objeto de orgullo (Matta, 2011).
Esta mercantilizacin de lo autntico, como la ha llamado Frigol
(2010), tiene implicaciones globales: el protagonismo de los actores locales en
relacin con su patrimonio est condicionado por modelos y polticas de instituciones globales, supranacionales y estatales, pero tambin por las demandas
de patrimonializacin del mercado. Las constantes alusiones a la sustentabilidad productiva de los modelos presentados y el objetivo de empoderamiento
de los actores por lo general, comunidades o grupos sociales histricamente
relegados refuerzan el carcter econmico de los discursos antes mencionados. El empoderamiento y la sustentabilidad, en este esquema, son vistos como
una va de acceso a lo econmico y a la representacin poltica. Histricamente
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2015, de <http://www.exchangediplomacy.com/wp-content/uploads/2011/10/2.Rachel-Wilson_Cocina-Peruana-Para-El-Mundo-Gastrodiplomacy-the-Culinary-Nation-Brand-and-the-Context-of-National-Cuisine-in-Peru.pdf>.
Zapata, Sergio (2008) Patrimonializacin de la gastronoma peruana y planeamiento
de un proyecto de desarrollo, en Marcelo lvarez y F. Xavier Medina (eds.).
Identidades en el plato: El patrimonio cultural alimentario entre Europa y Amrica.
Barcelona: Icaria.
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Los nombres completos, tanto de la autora como de su esposo, as como las fechas, lugares de nacimiento y de casamiento, fueron proporcionados por los seores Ral y Fernando Ortiz de Zevallos. Al consultar la partida de matrimonio religioso del 18 de marzo
de 1875, los contrayentes, Ignacio Ortiz de Zevallos y Josfa Mena, declaran tener 66 y
42 aos, respectivamente, y el primero seala que es residente en esta ciudad [Lima] por
cincuenta y ocho aos, por lo que se puede notar una diferencia de tres aos menos,
comparando las fechas de los nacimientos y llegada de Ortiz de Zevallos a la capital del
Per. El matrimonio no tuvo descendencia.
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para luego ser nombrado, por el presidente Balta, primer ensayador en la Casa
de la Moneda de Lima, a partir de 1870 (Flatt, 1994 y 1996).
Las recetas
Las preparaciones, 173 recetas descritas en 166 entradas, se dividen en 144 mtodos simples que comprenden el horneado, la coccin, la ebullicin o hervido, el fredo y el mezclado de ingredientes. Las preparaciones combinadas,
que incluyen dos mtodos, suman 26 hervido y horneado, hervido y fredo,
hervido y congelado, hervido y puesto a la brasa, coccin y horneado. Finalmente, la combinacin de hervido, fredo y horneado est presente en tres recetas. De mayor a menor, los mtodos de preparacin son: horneado (42.3%),
hervido (32.1%), coccin (14.1%), fredo (6.4%), congelado (1.7%), braseado
(1.7%), mezclado (0.9%) y, finalmente, bao Mara (0.4%). En el cuadro 1,
se observa la relacin de ingredientes nativos y productos derivados utilizados
en las recetas del manuscrito. Se ha considerado al pisco aguardiente de uva
peruano como un ingrediente nativo, aunque la uva no lo sea. A diferencia
del Manual de buen gusto, en el manuscrito se encuentran recetas que incluyen la vainilla y el ron, adems de destilados piscos, as como elementos
aromatizantes comnmente presentes en la actual dulcera y repostera limea.
Curiosamente, la popular chancaca5 no aparece en ninguna de las recetas.
Cuadro 1. Ingredientes y productos americanos
Choclo; harina de maz blanco; mote; hoja de choclo (Zea maiz)
Papas amarillas; chauchas; almidn de papa (Solanum sp.)
Hoja de achira (Canna edulis)
Pia (Ananas comosus)
Vainilla (Vanilla sp.)
Aguardiente Italia; aguardiente de uva (pisco) (Vitis vinifera L.)
Camote (Ipomoea batatas)
Chirimoya (Annona cherimolia)
Cocos (chilenos) (Jubaea spectabilis)
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Barra solidificada del jugo de la caa de azcar, hervido a altas temperaturas (N. del E.).
Un nmero importante de preparaciones fueron tomadas o se inspiraron de recetas que se encuentran en el recetario arequipeo de 1866 (Zapata,
2010). En efecto, ms de cincuenta recetas presentan similitudes, con sus variaciones que, sin embargo, permiten aseverar el conocimiento de este recetario
sureo por parte de la autora del manuscrito estudiado. Se citan, en primer
lugar, recetas que bsicamente fueron copiadas del mencionado libro.
Manual de buen gusto (1866)
Pastel de yuca
Pasteles de Yuca
Adems del ejemplo anterior, hay otros: torta de novia, torta para novios; torta de Magdalena, torta de la Magdalena; merengues rellenos, merengues;
dulce de biscochuelo, dulce de bizcochuelo; queso helado bueno, queso helado;
sopa nevada, sopa nevada; charlota, chorlota; dulce de almendras, dulce de almendras; dulce de pan, dulce de pan en fuente; arroz con dulce en horno, arroz
con dulce en horno; modo de hacer una fuente de claras de huevos, fuente de
claras de huevo; biscocho de leche, bizcochos de leche; nues en fuente, nuez en
fuente; torta de almendra en almibar, torta de almendras en almibar; pasteles de
109
mantequilla como los hacen los corzos, pastel de mantequilla; y buuelitos, buuelos. Tambin se encuentran recetas que fueron modificadas, siendo ms
simples, ms completas o con cambios en las porciones de los ingredientes en
relacin con aquellas del recetario arequipeo. En el primer caso se encuentran
las cajitas, cajitas; los caramelos, caramelo de almibar; y los biscochuelos, bizcochuelos, cuyo ejemplo aparece en el recuadro que sigue:
Manual de buen gusto (1866)
Bizcochuelos
Biscochuelos
Maicillos
Maizillo de la Sierra
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Diafana
De afana
Torta de Choclo
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Condumio [de pollo]. El pollo cosido hecho presas, se pone en refrito con bastante
cebolla, manteca, pimienta, almendra y sal. Para el quimbolito no se le hecha sal ni condumio. [Otro] El condumio de yemas de huevo duras cernidas, quesillo sernido, asucar,
vino, canela, pasas y almendras (Pazos, 2008).
esta pasta dulce que es preparada con almbar hasta que se haga arrugas, huevos, vino, canela, agua de mbar, nueces, almendras y costra pan o bizcocho
seco molida hasta el punto en que pueda cortarse. Tanto los ingredientes
como la preparacin son afines al morisco alaj, o alfajor. Igualmente, es importante sealar la presencia de recetas originales en este manuscrito, que no
hemos podido ubicar en otros recetarios o que, en todo caso, son anteriores a
las versiones conocidas. Por ejemplo, dulce de lacayote; viscochos de Huatemala pan de Guatemala, compuesto para ponche; uminta en fuente de
Chincha, provincia al sur de Lima; la torta de coco y el dulce de camote.
Tambin es el caso de la papiya, dulce de papas amarillas, as como las recetas
de la cerveza y chicha de quinua, a esta ltima se le agrega agrs (anexo 3). Sealaremos, a manera de contribucin al proceso evolutivo de la pastelera y dulcera limea, la mejora en la presentacin y los pormenores de varias de las recetas
tomadas o inspiradas del Manual de buen gusto, de 1866. Es el caso, por ejemplo,
de la jalea de cortar, cajitas, dulces en cajitas, masa real, buuelitos o los suspiros.
Conclusiones
La seleccin de recetas para uso privado que hizo la autora comprende aportes
originales y prstamos de preparaciones que se encuentran principalmente en
textos de Per (Arequipa), Ecuador, Mxico y Colombia. El aporte americano
se encuentra presente con la introduccin de varios ingredientes y productos
derivados, adems de masas envueltas en hojas quimbolitos y humitas
y bebidas fermentadas chichas. En general los dulces y pasteles tienen
una predominante ascendencia europea, particularmente espaola. La ausencia
de mazamorras, champuz, sangos, picarones, entre otras preparaciones tradicionales limeas de indiscutible arraigo popular, es un hecho que sugiere la
pertenencia de la autora a un estrato elevado en la escala social de la poca.
Es significativo sealar las modificaciones introducidas por Josefa Mena, que
comprenden desde mejoras, adaptaciones o simplificacin de las recetas, hasta
cambios en las denominaciones, demostrando con estos ejemplos las transformaciones que aparecen normalmente en la culinaria. Esta investigacin, basada
en las interrelaciones de recetas de diversas culturas gastronmicas regionales
y diferentes fuentes, contribuye a entender, con ms detalle, la dinmica del
desarrollo de la repostera limea en la segunda mitad del siglo xix.
113
Anexo 1
Recetas relacionadas con el recetario de Sanz (Quito, ca. 1852)
Sanz (ca. 1852)
Quimbolitos humitas
Se baten catorce onzas de
manteca, doce huevos i ocho
yemas, una libra de azcar: se
mezcla i se aade libra i media
de quesillo desaguado, vino,
agua de azar, anis i una libra
de harina de maz pelado que
se ir poniendo poco poco, i
batiendo.
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Panunchas
Panuchas
Torta de guineos
Torta de platano
Espumilla blanca
Espumilla amarilla
115
Ante de viscochuelo
Ante de biscochuelos
Torta de arros
Rosquitas blancas
Rosquitas blancas
Rosquetes comunes
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Quesadilla comun
Quesadillas
Torta maiz
Torta de mais
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Anexo 2
Recetas relacionadas con el recetario colombiano (Annimo, 1874 [1853])
Annimo (1874 [1853])
Torta de requeson
Torta de requezon
Pan de yuca
Pan de yuca
Anexo 3
Recetas originales en el manuscrito de Josefa Mena
Dulce de Lacayote
Un lacayote bien maduro se pela y se parte tajadas, se le quita las pepitas se parte pedasitos se hace cosinar,
se pone en agua limpia se desila y se quitan las ebras muy gruesas se pasa otra agua botando todo lo desecho y
inutil del lacayote, se deja en la agua limpia mudada hasta el otro dia que se pone en la almibar de punto bajo
bien clarificada y cuando est hirviendo se le pone cis naranja se le echan los gajos pelados apedasos, como el
dulce de cidra y si no hay naranjas se le echan unas gotas de limon agrio para que no se asucare y estando en
punto se pone en fuente con ajonjol por encima.
Viscochos de Huatemala
A cada seis libras de harina se echa dos libras y dos onzas de mantequilla diez y ocho huevos, dos libras y dos
onzas de azucar, dos botellas de leche y una de vino. La levadura se hace con leche, un poco de agua medio maza y
se deja madurar cuatro horas: despues se reunen todos los demas ingredientes agregandole aniz, canela y clavo.
Compuesto para Ponche
Para una botella grande de aguardiente de Italia [pisco], cuatro onzas ans tostado y muy molido la corteza de dos
limones un poco de canela molida y dos nueses moscadas molidas, todo esto se echa en la botella y se tapa muy
bien.
118
Glosario
Achira (Canna edulis): planta cuyo rizoma es comestible y sus hojas sirven para envolver alimentos.
Agras [agrs]: jugo de la uva no madura.
Agua de mbar: extracto aromtico que contiene mbar en su composicin.
Agua de azahar: destilado de la infusin de las flores (azahares) del naranjo amargo
(Citrus aurantium).
Aguardiente de cabeza: primera fraccin obtenida en el proceso de destilacin de un
producto fermentado.
Aguardiente de Italia: se obtiene destilando el mosto de uva Italia fermentado, pisco
Italia.
Aguardiente de uva: pisco.
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120
Temple del horno ser regular: temperatura del horno con la cual se cuecen los bollos,
pastas de almendrados, los panecillos, pastaflora, etctera (Annimo, 1875).
Referencias
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Universidad de San Martn de Porres. Grfica Biblos.
(2010). Manual de buen gusto: estudio de un recetario peruano impreso en 1866, en:
Cocinas Regionales Andinas. Memorias del iv Congreso, Quito-Ecuador. Corporacin Editora Nacional.
122
Trabajo elaborado bajo los auspicios del capes, mediante la concesin de una beca
posdoctoral de prcticas en la Universitat Oberta de Catalunya, durante el periodo de
agosto de 2011 a enero de 2012, en el marco general de las lneas de investigacin sobre
migraciones y alimentacin, y sobre patrimonio gastronmico de la Ctedra unesco,
Food, Culture and Development.
De acuerdo con Seyferth, la categora de colono se utiliza como sinnimo de agricultor
de origen europeo, a raz de los procesos de colonizacin. El concepto es ms amplio que
el de campesino o agricultor; es ms bien un propietario rural sin mano de obra asalariada permanente; se sostiene en el trabajo familiar, con un nivel de produccin dirigido
primariamente al consumo domstico (1993, p. 38). En este sentido, se diferencian de
otras categoras de productores rurales, como los hacendados, en cuyo caso se presupon-
123
Nota metodolgica
Se realiz un estudio etnogrfico, por medio de un trabajo de campo, en el que
los investigadores conjugaron los datos obtenidos a travs de la observacin y
de diversas entrevistas con otro tipo de materiales, como fotografas, libros y
recetarios o registros documentales, todos ellos producciones del propio grupo
estudiado, lo que dio como resultado una densa descripcin de la realidad estudiada (Geertz, 1978). La etnografa, como descripcin densa en el sentido del
autor citado, se opone a una descripcin superficial, que, utilizando el ejemplo
como referencia, no podra distinguir entre un guio y un tic nervioso. La descripcin densa, independientemente de ser intrincada, puede ser interpretable.
Su complejidad no implica una falta de inters por las grandes realidades sociales, como el poder, la autoridad, el conflicto o el cambio. Tampoco significa
despreciar el estudio de sociedades globales, puesto que no se puede confundir
el objeto de estudio con el lugar de la investigacin. Como seal el propio
Geertz, los antroplogos no estudian a los pueblos tribus, ciudades o vecindarios, sino que estudian en los pueblos (1978, p. 32).
La descripcin densa recurre al contexto lenta y minuciosamente, poniendo de manifiesto su especificidad compleja, su circunstancialidad (1978,
p. 32). De ser considerada microscpica, ello significa prestar atencin a la
sutil red de relaciones que revelan los contextos cuando se les presta una mirada atenta. Por otra parte, interpretar significa captar la variedad de significados y hacerlos accesibles, situndose desde el punto de vista de los actores. La
interpretacin es el resultado del trabajo de campo como interaccin social
del investigador con los objetos de estudio los sujetos observados y es el
reflejo de dicha interaccin. El foco de atencin es el flujo de la accin social,
los acontecimientos. La interpretacin aparece como la accin de construir
una lectura. Una descripcin densa consiste en inscribir el discurso social, en
grabarlo, en registrarlo. De este modo, los acontecimientos se convierten en
relatos. Tras ser inscrito, el flujo de la accin social, antes trnsfuga, pasajero,
puede consultarse y volverse a consultar (Velasco y Rada, 1997, p. 48-49). La
dra la posesin de un rea de tierras mucho mayor que una colonia y el uso de mano de
obra asalariada.
124
***
Se hicieron entrevistas a mujeres de familias de origen alemn de varias generaciones, a partir de los 20 aos, residentes de las reas rurales y urbanas
en el municipio de Blumenau, de manera que se observaran, a lo largo de las
trayectorias, los cambios y reconfiguraciones ocurridos, a propsito del saber
y hacer de dichas mujeres. De ellas se recopilaron cuadernos y recetarios que
pertenecieron a sus familias, as como fotografas sobre acontecimientos ligados
a rituales familiares de comensalidad. Los libros y cuadernos de recetas fueron
objeto de un examen que contribuyera a profundizar en los datos obtenidos en
campo. Para conocer la importancia del saber femenino en el establecimiento
de comercios e industrias alimentarias, tambin fueron entrevistados propietarios de pasteleras, cafs y restaurantes; pasteleros y cocineros de la ciudad;
adems de propietarios de industrias alimentarias de la regin. Tambin se recopilaron datos sobre la historia oral del grupo. Se cotejaron dichos datos con
material bibliogrfico y con los acervos del Archivo Casa Dr. Blumenau. En
la investigacin de campo se utiliz un diario en el que se fueron registrando
anotaciones e interpretaciones derivadas de la observacin, labor que se llev a
cabo en la sede del municipio de Blumenau, la ciudad de Blumenau y en el distrito de Vila Itoupava, comunidad rural localizada en el municipio del mismo
nombre, distante 30 kilmetros de su sede, donde residen numerosas familias
de origen alemn que an mantienen muchas de sus tradiciones, y que fueron
objeto de estudios de campo entre 2000 y 2003.
Al tratarse de un estudio de tipo cualitativo, no fue considerada la cantidad de informantes con el fin de configurar su representatividad. En este
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Los individuos que subsisten a aquellos grupos viven actualmente tutelados por el Estado en reservas indgenas y en condiciones muy precarias.
diversas tradiciones culinarias aportadas y adaptadas por el grupo alemn y el brasileo. Este saber hacer femenino, aunque ahora mismo se encuentra en proceso
de reconfiguracin debido a los cambios que tienen lugar en la regin, organiza
un sistema culinario,4 estructurante y estructurador de un habitus alimentario vinculado al origen tnico y de clase, lo que se ha constituido en patrimonio cultural
gastronmico regional que perdura al da de hoy y que confiere poder a las mujeres
mediante la transformacin de ese saber en capital cultural (Bourdieu, 1989).
Lo anterior explica que todava hoy, en el municipio de Blumenau,
existan numerosos establecimientos comerciales e industriales dedicados al sector alimentario, incluidas las confiteras, donde se pone de manifiesto el sofisticado saber de las mujeres de la pequea burguesa. Las confiteras aparecen
en Blumenau a principios del siglo xx; al seguir sus trayectorias familiares, se
puede distinguir el saber y el trabajo de las mujeres. En este caso, las fminas seran las responsables directas e indirectas del xito econmico de sus familias.5
Entre los colonos, donde la gastronoma estaba restringida por el nicho
ecolgico, surgi la industria de los productos lcteos y la de los embutidos.
Quesos y salamis fueron innovaciones que italianos y alemanes introdujeron
en el men brasileo. Por ello no es casual que prcticamente toda la industria
frigorfica tenga hoy en da su mayor actividad en el sur de Brasil. Durante el
siglo xix, la porcicultura fue una actividad econmica muy importante en Rio
Grande do Sul y en Santa Catarina, entre los inmigrantes alemanes e italianos;
la produccin de grasa era una de las actividades ms rentables en las colonias.
Los alimentos derivados de carne porcina que se consumen en Brasil son, en
parte, de origen alemn e italiano (Seyferth, 1990, p. 70). En buena medida, se
trata de una aplicacin del saber de las mujeres de origen rural.
4
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Este saber tambin est presente en recetas incluidas en libros y cuadernos pertenecientes a esas familias.6 En un estudio anterior se identificaron
recetarios escritos a mano en alemn gtico procedentes de notas de mujeres
que inmigraron a Santa Catarina en la dcada de 1950, y que haban asistido
a una escuela de seoras (Frauenschule) en Alemania. Tambin se encontraron
recetarios escritos en alemn gtico, redactados por mujeres descendientes de
las primeras inmigrantes, en ciertas escuelas de seoras con sede en Novo Hamburgo, ciudad de Rio Grande do Sul, donde los cnones germanos funcionaban bajo la supervisin de la Fundao Evanglica. Otras escuelas de este tipo,
destinadas a formar a las mujeres como madres y amas de casa, dentro del ideal
de la mujer luterana de la poca, funcionaron en Brusque, Itaja, Gramado y
Blumenau, reas donde predominaron los grupos de origen alemn. A estas
escuelas acudan personas de otros estados brasileos y tambin de fuera de
Brasil, como Argentina y Uruguay.
Era costumbre que las familias de Blumenau enviaran a sus hijas ya
con 16 aos como internas a dichas instituciones, por uno o dos aos, con
el fin de prepararlas para sus futuras tareas como madres y amas de casa. Las
religiosas eran muy estrictas, principalmente en la cuestin del orden. Segn
una informante, en el Colgio Catlico Corao de Jesus,7 en Florianpolis,
estado de Santa Catarina, se practicaba lo siguiente:
Tena que recoger la ropita, bien dobladita, con delicadeza Tena que ponerle
un lacito de seda rosa o amarillo o del color que prefiriera Y guardarla en el
armario. No podamos dejar nada por ah; todo lo que nos dejbamos, ellas lo
recogan y los viernes era el da del desorden. Al llegar la tarde salamos al patio.
All colocaban una mesa con todo lo que haban ido encontrando durante la
semana y preguntaban: De quin es esto? De quin es? Y a veces nadie
responda porque no queramos que nos bajaran la nota de comportamiento.
6
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En las casas de las familias estudiadas tambin se encontraron libros en alemn sobre
conocimiento fitoteraputico.
Therese Stutzer naci el 14 de mayo de 1841 en Ilsenburg, en el Harz, Alemania. Su padre
era un famoso herrero y fue el constructor de la fbrica siderrgica de Ilsenburg, que an
existe. Su hermano, el profesor Walter Schott, fue un afamado escultor en Berln. Hasta
los 16 aos, Therese asisti a un instituto superior para seoritas de Hannover (Huber,
2002, p. 27).
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pasa por delante de casa y transporta su mercanca hasta Badenfurt. Pero como ahora
somos trece personas, es mucho dinero en pan y adems tampoco est tan bueno
como el que cocemos nosotros (Huber, 2002, p. 99).
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polaco e italiano, los libros y los cuadernos de recetas son ms recientes, la mayora incluyen recetas de tradicin local lusobrasilea, aunque los informantes
guardan en su memoria recetas tnicas que sus antecesores les transmitieron.
El hecho de que esta sofisticada gastronoma slo se encontrara entre la
poblacin de origen alemn se explica por la composicin social de los inmigrantes. Mientras que las familias de origen italiano y polaco estaban formadas
por campesinos pobres, entre las de los inmigrantes alemanes del valle haba
campesinos, artesanos, refugiados polticos, profesores, profesionales liberales,
periodistas, cientficos e inclusive personas con recursos financieros que se dedicaron al comercio y a la industria (Seyferth, 1990, p. 59).
Esta cocina de origen alemn guarda sus races caractersticas hasta el
da de hoy y muestra diferencias de regin a regin, pero siempre incluye platos
fuertes, sustanciosos, ricos en grasa y con salsas contundentes, as como una repostera refinada, que es uno de sus elementos ms distintivos (Leal, 1998, p. 107).
Este saber gastronmico que las mujeres construan y reconstruan empez a cambiar en 1940, con el inicio de la modernizacin urbana de Blumenau
(Caresia, 2000). A partir de entonces, se produjeron cambios significativos en
los hbitos alimentarios de la poblacin de origen germano. La redefinicin
de los antiguos patrones alimentarios sucedi en pleno auge del proceso de
cambio provocado por la llamada modernidad, donde el comer, que ocurra
en lugares y horarios definidos por la presencia de la familia, fue sustituido
paulatinamente por una alimentacin fragmentada, fraccionada en pequeas
cantidades, a horas determinadas por las actividades individuales de los miembros de la familia, y que se fue desplazando de la despensa de casa y de la cocina
hacia restaurantes, cafs, automviles, oficinas, etctera (Ortiz, 1994, p. 85).
El consumo de productos industriales y congelados cobr mayor importancia en detrimento de los anteriores modos alimentarios, procedentes de
huertos y constituidos principalmente por verduras y frutas frescas. Asimismo,
los restaurantes y los locales de comida rpida se convirtieron en opciones
preferentes que sustituiran la comida de casa o, si se coma en el trabajo, la
comida de comercios con servicio a domicilio o las comidas para llevar. Segn
Ortiz (1994, p. 84), las prcticas anteriores empezaron a considerarse arcaicas
y a caer en desuso.
Hoy en da, siguiendo el patrn general de las sociedades industrializadas, en Blumenau ha cambiado el comportamiento del consumidor y se
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Bibliografa
Bonin, Ana Maria Aimor; Rolim, Maria do Carmo (1991). Hbitos Alimentares:
tradio e inovao. Boletim de Antropologia, 4(1). Curitiba.
Bourdieu, Pierre (1972). Esquisse dune thorie de la pratique. Ginebra: Editions Droz.
(1989). O Poder Simblico. So Paulo: Difel // Ro de Janeiro: Bertrand Russel.
(1987). A Economia das Trocas simblicas. So Paulo: Editorial Perspectiva.
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137
138
139
El trabajo que presentamos aqu posee, entonces, un inters significativo desde un doble punto de vista. Por una parte, emplea datos etnogrficos referidos a las prcticas alimentarias de un grupo familiar;1 por otra, ubica dichas
prcticas dentro de un sistema de intercambio social inmigratorio en el
que la comida es contemplada como un elemento identitario. La recopilacin y
lectura analtica de relatos de inmigrantes,2 enviados institucionales e informes
de representantes de delegaciones nos proporcionaron elementos suplementarios para identificar aspectos de la vida cotidiana de los habitantes de Buenos
Aires en aquellos tiempos. La relevante riqueza que proporciona el conjunto
del material utilizado con respecto a las maneras de comer lleva a formular interrogantes desde una perspectiva diferente a la habitual, acerca de la manera en
que los inmigrantes comprendan el comer, as como su significacin social y
cultural. Las conclusiones relativas a tales interrogantes constituyen una de las
facetas de la sociedad portea de inicios del siglo xx sobre su comportamiento
alimentario, y sobre su legado culinario a las siguientes generaciones.
Entre 1900 y 1920 llegaron al puerto de Buenos Aires miles de inmigrantes judos procedentes de Europa oriental y de lo que ms tarde seran Rumania, Moldavia y Ucrania. La mayora de ellos transportaban consigo creencias, prcticas religiosas y culinarias distintas a las de los porteos, lo mismo
que los idiomas que hablaban. Para estos inmigrantes, la dimensin culinaria
era un medio de transmisin y continuidad de prescripciones religiosas e identitarias. Por ello, la realizacin de los platos rituales tena adems otros sentidos.
Cmo lograr, entonces, la preparacin de un plato sin transgredir estas pautas
en un marco geogrfico y cultural alejado del original?
Para ilustrar un caso de substitucin alimentaria que nos permitiera recrear el plato en su dimensin culinaria y ritual3 al mismo tiempo, preferimos
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2
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utilizar una receta en la que, si bien las tcnicas y procedimientos gastronmicos podan ser reproducidos, los ingredientes necesarios para dicha elaboracin
implicaban la bsqueda de substitutos alimentarios.
La receta original utilizada por mis abuelos, judos ucranianos, que me
transmiti mi madre, el guefilte fish pescado relleno, en idish se preparaba
con carpa (Cyprinidae),4 lucio (Esocidae) y lucioperca (Percidae), todos peces de
agua dulce. La utilizacin de estas variedades de pescados corresponde a una
combinacin equilibrada de gustos diferentes. La carne de la carpa posee la
particularidad de ser bastante grasosa y de poco sabor; en cambio, la del lucio
y la del lucioperca son ms sabrosas y menos grasas. Despus de haber descamado la carpa, se le retira cuidadosamente la piel y las vsceras. Luego, se corta
la cabeza y la cola y se sacan las espinas. Con la carne de la carpa y de las otras
dos variedades de pescado se hace un picadillo, al que se le agrega harina de
pan cimo, cebolla picada, huevos y aceite, y se condimenta con sal y pimienta.
Una vez lograda una preparacin lisa, con las manos humedecidas en agua, se
forman bolitas, de unos 4 centmetros, que posteriormente se recubrirn, una
por una, con la piel del pescado como formando bandas. Las bolitas deben
presentar una textura homognea. Mientras tanto, con las cabezas y las colas de
los pescados se prepara un caldo, en el cual, una vez listo, se cocern las bolitas
de pescado. La coccin dura alrededor de dos horas a fuego lento, tiempo a
partir del cual las bolitas deben haber alcanzado la consistencia requerida, ni
muy duras ni muy blandas. Al enfriarse, el caldo se transforma en gelatina, que
se utiliza como acompaamiento de las bolitas. El pescado se sirve con zanahorias cortadas en rueditas, papas hervidas, y jrein, aderezo hecho con rbano y
remolacha. El plato se puede presentar fro o caliente.
Los productos alimentarios
El primer obstculo que se les present a estos inmigrantes fue elaborar el guefilte fish con los ingredientes que tenan a su alcance. De acuerdo con los do4
Las variedades pisccolas de agua dulce son utilizadas en la gastronoma juda de Europa
central (Polonia, Lituania y Ucrania) desde la Edad Media (Roden, 2003, p. 104). La
crianza de la carpa se efecta exclusivamente en piscinas y se le considera una carne noble. En Francia, la carpa constituy un smbolo de la monarqua y la aristocracia hasta el
fin del antiguo rgimen (Ferrires, 2010, p. 57, 72).
141
cumentos correspondientes al periodo comprendido entre 1900 y 1920, la ciudad portuaria de Buenos Aires posea una comunidad juda muy importante,5
compuesta mayoritariamente por asquenazes; es decir, por los judos originarios de la Europa no mediterrnea. La significativa implantacin de esta comunidad dio lugar a la creacin de lugares de venta de los insumos necesarios para
la preparacin de platos tradicionales judos.
As, los productos utilizados para la realizacin del guefilte fish podan
ser adquiridos en almacenes, situados especialmente en los barrios de Balvanera
norte y oeste, San Nicols y Villa Crespo. La frecuencia de este tipo de comercio en dichos barrios corresponda a la presencia considerable de miembros
de la comunidad juda en ellos (Jewish Colonization Association [jca], 1910,
p. 169). Asimismo, dichos almacenes eran atendidos por comerciantes, muchos
de ellos judos procedentes de Rusia y Polonia (jca, 1910, p. 169-172).
Una cantidad importante de los productos importados en venta provenan de Europa central. Pero a partir de 1914, comenzaron a faltar o a alcanzar
precios tan altos que resultaban inaccesibles. La ausencia de tales productos
importados impuls la bsqueda de alternativas, que desemboc en la preparacin local de alimentos como el jrein y los pepinos en salmuera. Al finalizar
la Primera Guerra Mundial, las importaciones se reiniciaron. Por ello, muy a
menudo, poda encontrarse una misma clase de producto que poda ser de procedencia local o extranjera. El problema mayor lo constituy el pescado fresco;
especficamente dnde conseguirlo y cmo conservarlo.
El pescado
De los tres pescados utilizados originalmente para hacer el guefilte fish, el principal era la carpa. Este pescado, por ser de gran tamao, posee la particularidad
de proveer una cantidad abundante de carne y de proporcionar mucha piel. Sin
embargo, dicho pez no aparece en las aguas argentinas sino hasta 1925.6 Deba,
5
6
142
Segn el Censo Nacional de 1914, la ciudad de Buenos Aires posea 1575000 habitantes
(Buenos Aires, Instituto Nacional de Estadsticas y Censos). Durante el periodo comprendido entre 1901 y 1914 ingresaron a la ciudad 81915 judos (Avni, 1983, p. 258).
Los primeros registros de la especie datan de 1925, cuando se la encontr en pequeos
estanques del barrio de Palermo, donde fue ingresada oficialmente (Marini y Lpez,
1963, p. 347).
entonces, ser reemplazado por otro que presentara similares propiedades. Este
intento de sustitucin no fue una tarea sencilla, ya que a principios del siglo
xx Buenos Aires careca de un mercado estructurado abastecedor de pescado,
y el consumo en la ciudad y en la provincia era poco importante, si se compara
con el de la carne.
Comprar y conservar
El pescado fresco consumido entre 1900 y 1915 por los habitantes de la ciudad
de Buenos Aires provena del estuario del Ro de la Plata, de la costa martima
portea y de ros y lagunas bonaerenses (Mateo, 2002, p. 21-26). Dada la ausencia de depsitos refrigerados y de fbricas de hielo en las terminales pesqueras,
que permitieran conservar el pescado fresco desde su extraccin hasta su venta
y durante varias horas, este producto apareca como un alimento riesgoso. Por
lo tanto, inferimos que era preferible consumir aquel pescado que poda ser
capturado en un espacio geogrfico prximo a la ciudad de Buenos Aires, y
ser transportado en un lapso de tiempo mnimo. Las especies del estuario del
Ro de la Plata resultaron las ms accesibles. Por otra parte, la pesca en los ros
era realizada de forma artesanal por las mismas personas que se ocupaban de la
venta ambulante y directa al consumidor. Este tipo de abastecimiento restringa la oferta de pescado, segn el periodo del ao, las condiciones meteorolgicas y la demanda.
Otra alternativa para los habitantes urbanos fueron los puestos de pescado. Dichos comercios ofrecan mejores garantas sanitarias en cuanto a la
conservacin, y ms variedad de pescado en comparacin con la de los pescadores ambulantes. Los puestos eran abastecidos por pescadores ms organizados, que disponan de cmaras frigorficas, lo cual permita que las entregas
se efectuaran diariamente. A pesar de que este sistema de comercializacin era
fluctuante, ofreca mayores posibilidades de adquirir el pescado de forma regular y con un mnimo de seguridad. Los puestos de pescado se hallaban en
mercados cubiertos, localizados en los barrios centrales de la capital o prximos
a ellos, como es el caso de los mercados Abasto Proveedor, del Plata y Libertad
(Muello, 1939, p. 135-140). Estos puestos eran atendidos, en su mayora, por
inmigrantes de origen italiano, quienes tambin se ocupaban de la pesca y el
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A fines del siglo xix, los inmigrantes italianos controlaban de forma significativa la actividad nutica del Ro de la Plata y del Paran (Devoto, 1989, p. 93-114).
Palabra de origen alemn utilizada para designar un producto alimentario que reemplaza
a otro de calidad superior y difcil de conseguir.
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J. P. Poulain (2002, p. 177) define el concepto sistema culinario como una serie de reglas
que establecen el orden de los alimentos, las condiciones de preparacin y su consumo.
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mucho xito entre los consumidores, ya que llevaba los mismos componentes
que su predecesor y simplificaba substancialmente su preparacin. Al mismo
tiempo, muchas pescaderas comenzaron a ofrecer los filetes de pescado picados para la preparacin del guefilte fish, evitndole as a la cocinera el pesado
trabajo de limpiar el pescado y cortarlo. Desde el punto de vista gustativo, este
guefilte fish se adaptaba a una forma de comer ms criolla, en sta cualquier
alimento o preparacin asada es aceptada. La supresin de la gelatina como
acompaamiento y la disminucin del sabor a pescado en el nuevo guefilte fish
gan muchos adeptos en el pas de los carnvoros y convoc, al mismo tiempo, a un pblico compuesto por mujeres en bsqueda de comidas con bajas
caloras. Este guefilte se integr a una cultura culinaria local, conservando las
prescripciones alimentarias pero modificando, paralelamente, su gusto y sabor,
ms cercanos al de las comidas urbanas. Substancialmente, el antiguo guefilte
fish, resultado de la inmigracin, fue desplazado, para dar lugar a esta flamante
acepcin gastronmica.
En la ltima dcada del siglo xx, el guefilte fish, que slo se preparaba
en casa, trascendi la frontera familiar e hizo su incursin en las pescaderas y en
los negocios de comida para llevar kosher y no kosher. La posibilidad de
adquirirlo en cualquier momento hizo que, por un lado, perdiera su carcter excepcional y festivo; por otro, debido al desconocimiento de su simbolismo por
el nuevo consumidor, se ubic al guefilte fish en una posicin en la que otros
aspectos comienzan a primar: sus cualidades dietticas, su sabor, la facilidad
para combinarlo con otros platos y el valor alimenticio de sus componentes.
El alcance de internet particip en la expansin y promocin de experiencias culinarias. El intercambio de recetas en los sitios de cocina, pertenecientes a la comunidad juda, y en los canales de televisin por cable13
especializados en cocina local e internacional, dirigidos por cocineros argenti13
148
A inicios del ao 2000, el canal de televisin El Gourmet, en Argentina, inicia su programacin con los grandes chefs de la cocina nacional y extranjera: francesa, italiana,
japonesa y espaola. Cocineros representativos, por otra parte, de las distintas comunidades presentes en la Argentina. A ellos se van sumando expertos de la cocina peruana,
mexicana, colombiana y otras. En el ao 2006 se incorpora el chef Toms Kalika, quien
se especializa en la cocina juda. La caracterstica de esta joven cocina de chef es la de
valorar las particularidades de la gastronoma juda, as como la incorporacin de una
esttica y refinamiento utilizados por los chefs de la cocina de autor.
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Scobie, James (1977). Buenos Aires del centro a los barrios. 1870-1910. Buenos Aires:
Solar.
Slim Abou (1972). Immigrs dans lautre Amrique. Pars: Plon.
Taullard, Alfredo (1940). Los planos ms antiguos de Buenos Aires. Buenos Aires: Peuser.
Wachtel, Nathan y Lucette Valensi (1986). Mmoires Juives. Collection Archives. Pars:
Gallimard.
151
Se trata de un pan compuesto con huevos, que recuerda a la brioche francesa cuando se
cuece en caja metlica (N. del E.).
153
entre cafs, tabernas y las llamadas casas de pasto fue que todos al fin restaurantes populares integraban en su razn social ambas funciones: casas de
pasto y caf, o bien caf y taberna, pero tambin en su prctica. Para ello haba
una frontera ms o menos ntida entre las casas de pasto, que servan la comida
principal de la jornada, hacia el medioda, y los cafs y tabernas, que servan las
otras comidas, ms frugales. Al mismo tiempo, entre estos ltimos, las tabernas se distinguan porque se especializaban en la venta de bebidas alcohlicas,
mientras que los cafs, ms bien, suministraban el desayuno y la cena.
Antes de la fuerte europeizacin de sus costumbres, el carioca no tena
por hbito tomar bebidas alcohlicas. Los viajeros y extranjeros residentes comentaban que los brasileos, aun los ms pobres, no beban sino agua en su
comida principal y apenas vino aguado aunque en grandes cantidades en
sus comidas de ceremonia, especialmente cuando reciban invitados. Quienes
consuman la bebida alcohlica ms comn, la cachaza aguardiente de caa
de azcar, eran los esclavos. Despus de la apertura de los puertos de Brasil al
comercio mundial en 1808, era muy comn ver marinos extranjeros borrachos,
sobre todo de nacionalidad inglesa pero tambin estadounidense, quienes muy
frecuentemente provocaban desrdenes. A tal punto era usual lo anterior que
en Ro era comn utilizar el pleonasmo ingls borracho, mientras que en otras
partes del pas, la expresin para indicar que un individuo estaba ebrio era: l
est bastante ingls. Aunque todava en la dcada de 1830 la sobriedad de los brasileos contrastaba con el constante estado de borrachera de los extranjeros
(Kidder y Fletcher, 1941, p. 184), para 1850 este cuadro haba cambiado mucho,
especialmente en Ro de Janeiro.
Ocio y alcohol
Empecemos por los menos favorecidos. En su gran mayora eran inmigrantes
europeos por ende blancos que vivan en conventillos y en habitaciones
precarias, a veces sin ventanas, frecuentemente compartidas por ms de un inquilino, en general mozos del comercio. Estas habitaciones eran alquiladas por
capitalistas que vivan de la especulacin inmobiliaria, tambin por familias
de bajos ingresos que residan en el centro de la ciudad, junto a los comercios
y el puerto, subdividiendo el espacio interno de sus viviendas para arrendarlo. Si perdan en privacidad y calidad de vida, ganaban en poder adquisitivo
154
Expresin tradicional que refiere a satisfacer el hambre, aunque slo de manera momentnea. En Mxico se dice entretener a la lombriz (N. del E.).
155
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estar. Las bebidas alcohlicas siguieron vendindose, pese a las quejas y los
controles policacos.
Cmo obligar a los ms pobres a estar decentemente vestidos si, todava en 1883, los esclavos andaban por la ciudad casi enteramente desnudos
toda vez que caba a sus seores vestirlos y no lo hacan para economizar,
aun arriesgando su salud, sobre todo en el invierno, aunque fuera suave
como en Ro de Janeiro? (Karasch, 2000, p. 78). Como se describe en el siguiente relato de la poca: Con excepcin de cuatro o cinco [cargadores],
cuya nica ropa eran cortas camisas de tela, sin mangas, todos los dems estaban desnudos de la cintura para arriba y de las rodillas para abajo; algunos
de ellos nada ms tenan sino una toalla alrededor de los riones (Koseritz,
1972, p. 120).
De lo anterior, se concluye que los pobres y los esclavos andrajosos
que trabajaban en las calles, donde se alimentaban por su propia cuenta,
frecuentaban las tabernas, los restaurantes y los quioscos ms miserables, y
recorran las calles apenas vestidos. Cuando se trataba de esclavos, estaban
siempre descalzos, pues el calzado era privilegio de los libres, incluso de los
ms pobres. Luego, descalzos y calzados dividan democrticamente estos espacios, tomando juntos una cachaza, diluan, aunque momentneamente, el
muro clasista que los separaba. Pero slo por poco tiempo, pues este convivio
regado con alcohol no siempre terminaba bien; entonces las diferencias surgan. Al respecto, el reglamento de la polica era bastante explcito: en caso
de peleas, los guardias deban conducir a la presencia de los comandantes de
distritos a los desobedientes libres y aprisionando a los esclavos (Ministrio
da Justia, 1866, A-A2-19). Si la pelea era entre dos esclavos, se los juzgaba
segn la ley:
El acusado, [Nicolau, esclavo de Jos Luis Caetano da Silva] en el da 20 de mayo del
ao pasado a las 8 horas de la noche, en una taberna de la Calle de las Violas, al lado
de la playa de los Mineros, sirvindose de una piedra, hiri en la cabeza al negro Francisco, dndole en seguida una cuchillada en el vientre. Fue condenado por el mximo
del artculo 205 del cdigo criminal, conmutando el juez la pena en 80 azotazos y a
llevar hierro en el cuello por el perodo de un ao, pagando su seor las costas (Jornal
del Comercio, Gacetilla, p. 1).
157
ta entonces alejadas del ocio pblico (El-Kareh, 2006b) y, sobre todo, evitaron
servir cachaza en sus establecimientos.
El paso del trabajo esclavo urbano hacia el trabajo libre
Desde 1850, cuando la mano de obra esclava haba encarecido mucho con el
fin de la trata africana, no fue posible para la gran mayora de las familias ricas
cariocas mantener una cuota numerosa de esclavos de ambos sexos, especializados en las faenas domsticas: eran lavanderos, planchadores, cocineros, coperos,
jardineros, cocheros, costureras y randeras, peluqueros, sastres, albailes, carpinteros y otros ms. A menudo, varios de ellos tenan la misma especialidad, lo
que mostraba a la vez el relativo bajo costo del esclavo y su baja productividad.
Esta dificultad fue parcialmente resuelta con el flujo de un gran contingente de
inmigrantes europeos. En efecto, no solamente artesanos y pequeos empresarios, sino tambin y sobre todo trabajadores poco calificados o descalificados
llenaron el vaco creado con la retirada de los esclavos urbanos hacia los trabajos
ms productivos y mejor remunerados en las haciendas cafeteras del interior en
el estado de Ro de Janeiro y en las obras pblicas, como la apertura de lneas
de ferrocarril, as como las manufacturas. Los servicios y las actividades productivas urbanas pasaron a la esfera del trabajo libre. Artesanos y comerciantes europeos trajeron su saber-hacer, muy apreciado y valorado. Los jvenes europeos
llenaron las calles de Ro vendiendo fsforos, peridicos, boletos de lotera o
lustrando botas. Las tiendas de todas las ramas comerciales empleaban y se disputaban a los pequeos recin llegados, en su mayora portugueses de entre diez
y doce aos de edad, para trabajar como empleados o mozos de restaurantes.
En cualquier caso, estas transformaciones fueron profundizadas por los
comerciantes europeos que introdujeron los artculos finos importados, con
los cuales las familias brasileas se provean, abandonando sus antiguos, sencillos y frugales hbitos de vida. Esto explica el florecimiento del comercio de
moda masculina y femenina, de las costureras, modistas, camiseras, sastres y
zapateros, as como de las tiendas de cosmticos y productos de higiene para el
cuerpo, de lavanderas y, muy especialmente, del comercio de la alimentacin:
carniceras, confiteras, panaderas, restaurantes, cafs y tabernas. En consecuencia, el centro de la ciudad, ms que nunca poblado de inmigrantes, no
159
casas de restauracin fueron obligadas a modernizarse para atraerlos y conquistarlos. Sin duda alguna, los cafs, tabernas y quioscos fueron, ms que las dems
ramas congneres de la restauracin, promotores del convivio y de la recreacin
de los sectores medios de Ro de Janeiro, punto de cita de los comerciantes y de
los profesionales liberales, pretexto para una pausa en el trabajo el recreo,
que dio su nombre a varios cafs, como el caf Recreo Comercial. Fueron ellos,
ciertamente, los responsables de la difusin de la costumbre carioca, vamos a
tomar un cafecito?.
En el imperio del caf, el cafecito fue rey
Se sabe que en Brasil, durante todo el siglo xix, el desayuno era llamado almuerzo. En casi toda la primera mitad de ese siglo, era el momento para el
consumo regular de leche con t o chocolate, y pan-de-lo. Solamente en ciertas
familias europeas se consuma pan de trigo, todava muy caro. Sin embargo,
con el rpido progreso de las exportaciones de caf, y la creciente llegada de
inmigrantes, no slo hubo un aumento demogrfico que cambi el perfil del
habitante de Ro, cada vez ms europeizado, sino que tambin se dio un salto
cualitativo en el consumo diario de las familias cariocas.
Rpidamente, el caf, ms barato y de buena calidad, especialmente en
la regin de Ro de Janeiro, donde tambin los pobres toman excelente caf
(Koseritz, 1972, p. 25), comenz a estar permanentemente presente, no slo
al final de la comida principal del medioda, servida en los hogares y en los
restaurantes, sino tambin en el desayuno, desbancando al t, que pas a ser
tomado sobre todo a la hora de la cena, servida normalmente entre las ocho y
las diez de la noche.
Por su parte, el pan, especialmente el francs que con la importacin de la harina de trigo estadounidense y la introduccin de molinos en las
cercanas de Ro se volvi barato, tuvo un aumento enorme en su consumo
despus del establecimiento en Ro de panaderos europeos, particularmente
franceses. Desde entonces, ese pan desplaz al pan-de-lo y se impuso definitivamente, tanto al amanecer como al anochecer, e inclusive a la hora del lunch
de las tres de la tarde, compuesto de varios bizcochos, nacionales o extranjeros,
acompaados de t o caf. Sin embargo, el pan no encontr lugar en la mesa
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162
Harina gruesa obtenida de la madioca (Manihot esculenta), que se emplea en la elaboracin de numerosas comidas.
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anunciante para tornar este nuevo establecimiento digno de las familias que se dignen
honorarlo con su presencia. Se encontrarn siempre excelentes helados y refrigerios
de primera calidad. Junto al Quiosco sern colocadas mesas para personas que no
acompaen seoras. Muy brevemente, se establecern juegos de tonneau y bagatela,
nicos admitidos (Correo Mercantil, 25/10/1856, Anuncios, p. 3).
166
Por ser una actividad masculina y porque reuna mucha gente bebiendo y hablando alto,
muchos hoteles y tabernas preferan reservarle un espacio aparte en la planta baja, en un
segundo piso o en un predio contiguo, para no ahuyentar su clientela.
Saloon, que ms tarde sera anunciado apenas como Prengels Billiards and
American Bowling Saloons (Almanak, 1865, p. 617); fue el primero en titularse
utilizando el concepto lunch, el nico en denominarse bar trmino que no
tuvo difusin sino hasta el siglo xx, cuando los bares se generalizaron en la
ciudad y en anunciar que posea un juego de boliche.
Para tener una idea aproximada de las inversiones que los propietarios
de cafs y tabernas debieron realizar, no slo por competir entre ellos, sino
tambin para adaptarse a las transformaciones de los hbitos de su clientela,
cada vez ms europeizada, sofisticada y exigente, basta comparar el precio de
una mesa de billar, que en 1859 costaba un milln cien mil reis, ms un esclavo
reforzado de 40 aos de edad mediana y, por ende, valiendo la mitad del
valor de un joven. Esto significa que montar una taberna con 18 mesas de
billar, corresponda a crear una empresa con cerca de 18 esclavos jvenes. Como
un esclavo urbano renda un promedio de mil reis por da, el negocio del billar
deba rendir ms que eso para ser ventajoso, sobre todo porque la devaluacin
de estos muebles era ms rpida que la de un esclavo. El elevado valor de una
mesa de billar, resultante de la tecnologa y de los materiales cada vez ms avanzados utilizados en su fabricacin, explica por qu sus fabricantes nacionales
que tambin eran sus importadores y las sociedades de capital, como Seara,
Leo & Co., propietaria del caf Imperial, eran los nicos capaces de invertir
tan ostensiblemente en tabernas billares, y por qu fueron los que sobrevivieron
al fin de esta moda y de su poca de oro, durante la segunda mitad del siglo
xix. De hecho, el auge del xito y de la popularidad del billar fue alcanzado
en la dcada de 1860, cuando de un total de 41 cafs enlistados en el Almanak
Laemmert, 17 posean billares. Este nmero cay relativa y absolutamente hacia
1870, reducindose a 12 los cafs con billar, de un total de 63. Hacia 1880, poda
decirse que la mana del billar haba pasado, pues de un total de 45 cafs, slo
tres anunciaban poseer billar, entre los que destacaban el tradicional caf Imperial, ahora propiedad de la sociedad Barbeito & Co., con sus 18 billares, y el
Cercle de lAcadmie, con 14.
Sin embargo, el billar nunca perdi del todo a sus aficionados, quienes
pudieron disponer al menos los ms ricos de una mesa de billar en casa,
o seguir frecuentando los clubes y los cafs-billares, lo que no resultaba barato.
La publicidad del Caf de Suiza (Correo Mercantil, 22/06/1856, Anuncios,
p. 3) indica el valor de una partida de billar: de da, 400 reis, de noche, 800.
167
Dado que la concurrencia durante la noche debi ser mucho mayor, puede
entenderse su precio promocional durante el da. Si a esto se aade el precio de
una botella de cerveza nacional, la ms barata, que all costaba 320 reis, el consumo mnimo era de 1020 reis, o sea, el precio de un almuerzo en el Restaurant
a la moda de Pars, del Hotel de los Extranjeros. Lo anterior significa que el
billar no poda practicarlo cualquiera. All tambin se serva vino en botellas
y medias botellas, refrigerios y caf; y su propietario recordaba al pblico que,
en su interior, haba una exposicin de cuadros de pintura de paisajes. En
efecto, el billar se jugaba en compaa de bebidas, preferentemente alcohlicas,
y de saladillos como las afamadas longanizas de hgado de cerdo en porciones
(Correo Mercantil, 20/10/1856, Anuncios, p. 3).
Pese a estos nmeros tan elocuentes, el conde Eugne de Robiano, de
paso por Ro de Janeiro en 1870, se extraaba de que la vida de caf no fuese
practicada sino en pequea escala y de que la vida nocturna cesase despus de
la salida de los muchos y bien montados teatros, de los cuales los ms populares
eran el Alczar y la opereta francesa que ah haca furor cada noche (Robiano,
1878, p. 12). Sera esto verdad o no habra conocido suficientemente la vida
nocturna de Ro? Y por tanto, qu es ms creble: el testimonio de un visitante
de paso, o las informaciones regulares y de aos aparecidas en peridicos, almanaques y relatos de polica?
Construyendo una identidad
Si el pintor Juan Mauricio Rugendas, alemn que vivi en Ro en el primer
tercio del siglo xix, hubiese podido regresar cincuenta aos ms tarde, ciertamente no lo hubiera reconocido, y seguramente habra lamentado que el carioca terminara imitando las mezquindades, las necedades y los prejuicios de la
alta sociedad europea (Rugendas, 1979, p. 206). Sin embargo, no haba sido
sta la apuesta hecha por la lite poltica luego de la independencia en 1822; es
decir, construir lo ms rpido posible una identidad propia y distinta a la de los
portugueses tan parecidos finalmente a los brasileos? No sera sta la razn
para que el brasileo, y en particular el carioca, asimilara los valores europeos
tan apresuradamente y sin mayor crtica, para ostentar su fortuna por medio
de un lujo slido y grosero, requiriendo de vajilla pesada [y] joyas masivas?
No sera sta la explicacin para que hombres y mujeres lucieran un vestuario
168
por dems afectado en sus presentaciones pblicas; y que las seoras, quienes
iban a misa acompaadas de numerosos esclavos ricamente vestidos, muchas
veces retornaran a sus casas para sentarse en una estera [a] comer con sus dedos
pescado seco y yuca? (Denis, 1980, p. 139)
En este punto, vale recuperar la imagen que tena del carioca el mismo
conde de Robiano:
Es evidente que, en la idea que se hace de s mismo, el brasileo no se cree absolutamente en retraso en relacin a Europa, y de hecho y exteriormente al menos, empieza
a tomar locamente prestadas sus modas y sus costumbres, sin darse cuenta que es su
primera vctima: de lo que es prueba la levita negra y el sombrero de seda con los
cuales se viste ridculamente a toda hora de la noche y del da, a despecho del sol, del
polvo y del clima. Es lamentable ver as la marca propia de cada pas perderse hasta
en sus mnimos detalles, slo en provecho de la absurda ley de la nivelacin universal
(Robiano, 1878, p. 19).
que decir: esta prctica fue el fruto de una simbiosis que haba tomado varias
dcadas en madurar. Es verdad que el hbito de reunirse en toscas tabernas para
tomar cachaza provena del periodo colonial y sobre todo del rea rural, pero
en Ro fue en principio mal visto por tratarse de sitios de encuentro de pobres
y esclavos, de cachaceros, borrachos, alborotadores y peleadores.
Fueron los inmigrantes quienes, al encontrar un prspero ambiente
econmico y social, propiciado por el enriquecimiento de amplias capas de la
poblacin de Ro con la produccin y exportacin de caf, introdujeron una
nueva concepcin de sociabilidad, calcada de los hbitos burgueses europeos.
Sin embargo, los valores locales resistieron y se impusieron en lo cotidiano, en
esos espacios de convivialidad. El fuerte calor que haca durante casi todo el
ao de noviembre a abril es casi insoportable, as como la informalidad
que caracterizaba las relaciones entre los brasileos aun entre los seores y
sus esclavos domsticos, fuese en la mesa o en la cama, crearon una manera
de ser tpicamente carioca, que ni siquiera los seores vestidos segn la ltima
moda parisina alcanzaron a cambiar.
En definitiva, pese a todos los cambios en su vida cotidiana, y a tantas
y profundas transformaciones, el carioca sigui siendo informal: todos se tuteaban, patrones y empleados, y stos con sus clientes. La mayor parte de ellos
andaba por las calles en mangas de camisa, calzando zuecos y con la camisa
abierta al pecho, como lo hacan en sus casas. Tal informalidad explica que
las cariocas siguieran siendo cortejadas por ese modo de caminar totalmente
oriental, que los maestros de la danza franceses no lograron alterar (Denis,
1980, p. 137).
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Moraes, bh: Itatiaia, sp: edusp, 1979.
Hemerografa:
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Correo Mercantil, aos: 1856, 1857.
Archivo:
Biblioteca Nacional. Acervo fotogrfico, Caf do Braguinha, 1870.
171
Desde las primeras manifestaciones del modernismo en Brasil, hasta el Movimento Antropofgico en 1928, se sostienen, preponderantemente, tres dimensiones discursivas que son las responsables de guiar el pensamiento intelectual y la
produccin artstica. stas son: el deseo por la insercin en la modernidad, la
oposicin entre cosmopolitismo y nacionalismo y la euforia, cargada de crtica,
de cara a los cambios socioculturales que rpidamente se haban impuesto en
ese contexto de debate intelectual. El ingreso de Brasil al sistema capitalista
internacional propiciaba la difusin los smbolos de la modernidad por medio
del cosmopolitismo y la urbanizacin, sobre todo en la ciudad de So Paulo.
Pero este fenmeno entraba en conflicto con el discurso regionalista del modernismo, creando una dualidad de orientacin que marcara destacadamente la
propuesta de accin de los llamados antropfagos. Si la Antropofagia1 revela un
dilema de identidad que oscila entre la urgencia de la cultura nacional autntica y la necesidad de insertarse en la llamada modernidad occidental (Juregui,
2008), cabe preguntarse: De qu manera un proyecto artstico cultural puede
conciliar ambos discursos? En tal contexto, qu estrategias se utilizan como
medio para alcanzar su legitimidad discursiva? Qu posturas se asumen frente
a dicho dilema? Cmo concertar discursos, en apariencia paradjicos, como la
crtica a la influencia europea y la necesidad de absorberla? Este artculo pretende analizar la Antropofagia a partir de las preguntas propuestas.
La autora usa Antropofagia como smil de Movimento Antropofgico. Se trata, desde luego, de una antropofagia simblica (N. del E.).
173
El tono regionalista
Antropofagia, movimiento del hombre que nacionaliza todo aquello que la tierra an no ha
podido nacionalizar.
Clovis de Gusmo, Revista de Antropofagia.
Antes de que los portugueses descubrieran al
Brasil, Brasil haba descubierto la felicidad.
Manifesto Antropfago, 1928.
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De manera preliminar
La proteccin y revalorizacin del patrimonio cultural tienen ya su historia en
todos los pases del mundo. Antes, el trmino patrimonio cultural slo refera al
patrimonio de tipo material; sin embargo, en esta ltima dcada el tema del patrimonio material ha compartido terreno con el patrimonio inmaterial: aquel
1
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Por lo menos en el sentido legal, ha habido un avance con la nueva Ley General del
Patrimonio Cultural de la Nacin (Arista, 2004).
189
alados, se construye una nueva realidad patrimonial con otro sentido. Por lo
tanto, como afirma Lloren Prats, invencin y construccin social no me parecen pues, procesos antagnicos, sino ms bien fases complementarias de un
mismo proceso (1997, p. 20). As, al descontextualizar esa construccin social
para situarla en una nueva realidad, es difcil identificar si se est frente a una
bsqueda rigurosa por mantener o construir una identidad local con sustento en
el pasado, ante un simple y comprensible deseo de desarrollo econmico comunitario o de entidades pblicas por medio del turismo cultural como forma
de explotacin, o bien, ante una expresin hegemnica.
Al concebir al patrimonio cultural como una nueva construccin social
del presente, se debe observar cmo se da la continuidad social y cultural en el
sitio que lo alberga, identificando la problemtica presente. Como afirma Ana
Rosas: no [slo] se trata del homenaje a un pasado inmvil, sino de la invencin a posteriori de la continuidad social (1999, p. 35). Por su parte, Garca
Canclini (1999, p. 17) afirma que hay una diversa capacidad para relacionarse
y apropiarse del patrimonio, la cual est determinada por la desigual participacin de los grupos sociales en su formacin y en su apropiacin, esto hace
tambin que se le estudie como espacio de lucha material y simblica. Como
en toda construccin social, en el caso del patrimonio cultural existen conflictos que se plantean desde diferentes ngulos y son originados, principalmente,
por la renovacin de la idea que de l se tiene, as como por la ausencia de mecanismos que regulen de manera efectiva los nuevos parmetros en los cuales
l mismo se desenvuelve. El patrimonio cultural puede ser manipulado desde
la sociedad civil o desde la sociedad poltica, pero para que tal intervencin
fructifique, siempre se requerir del soporte del poder: sin poder, podramos
decir, no existe patrimonio (Prats, 1997, p. 35).
Hoy ms que nunca, los procesos sociales como el de las industrias
culturales son considerados en el debate poltico y econmico. Lamentablemente slo se les otorga, sobre todo, un carcter economicista, lo que origina
algunos conflictos y desatenciones, stos son los que Garca Canclini propone
estudiar como procesos de hibridacin, no slo por su desarrollo, sino tambin
por su conflictividad y carcter polmico. Lo importante seala este autor
es no abandonar a la cultura al mbito poltico-econmico, como tampoco
asumirla como un elemento esttico de reivindicacin. Dice acertadamente
Garca Canclini que la primera condicin para distinguir las oportunidades
190
vencin Universal del Derecho Intelectual, con la finalidad de proteger el patrimonio oral; y en el marco de las anteriores convenciones sobre el patrimonio
cultural material se promovieron diversos cambios. Por ejemplo, en el contexto
de la postguerra, del crecimiento de las ciudades y de los grandes movimientos
internacionales, las convenciones de La Haya, de 1954, y de Pars, de 1970, dieron
pie a la Convencin de Pars en 1972, donde los temas de cultura y naturaleza
comenzaron a tratarse de forma conjunta. Si bien dicha convencin promovi la
vinculacin entre naturaleza y cultura y en la Lista del Patrimonio Cultural se
prest atencin a la ausencia de un concepto y de una terminologa adecuada al
patrimonio inmaterial, an haca falta un cambio radical. Era necesario identificar un campo de accin especfico, que sera lo inmaterial, esto a su vez supondra incorporar a creadores y comunidades locales en este nuevo proceso de
salvaguarda. Dichos instrumentos brindaran a esa convencin un marco de orden cultural, legislativo, poltico y social, puesto que muchas medidas adoptadas
protegeran taxativamente los elementos del patrimonio cultural establecidos.
Luego de varias reuniones de expertos realizadas en la dcada de 1980,
la unesco emiti, en 1989, la Recomendacin sobre la Salvaguarda de la Cultura Tradicional y Popular, en la cual se detallaban algunas medidas que los
pases miembros podran poner en prctica para proteger el patrimonio inmaterial. En 1999 se realiz la Conferencia Internacional de Washington, organizada por la unesco y el Smithsonian Institute, donde la principal conclusin
fue la de revisar los instrumentos legales para solucionar los problemas de terminologa y alcance, o elaborar uno nuevo. El libro que se public posteriormente, Safeguarding Traditional Cultures, sealaba la necesidad de una visin
ms dinmica de las tradiciones culturales como algo vivo y encarnado en las
comunidades (Kurin, 2004, p. 68).
A la par de esta conferencia y su posterior publicacin, la unesco
implement dos programas: Tesoros Humanos Vivos, iniciado en 1993, y la
llamada Proclamacin de Obras Maestras del Patrimonio Oral e Inmaterial de
la Humanidad, en 1998. En mayo de 2001, se declararon obras maestras a 19
expresiones culturales, y otras 38 ms en 2003, lo que facilit el entendimiento
del tipo de patrimonio inmaterial que los Estados miembros buscaban proteger
(Bouchenaki, 2003, p. 7-13).
Con la experiencia adquirida por la puesta en marcha de los dos programas, y gracias a las reuniones de expertos, se reconoci la necesidad y pertinen192
Experto en temas patrimoniales, particip en las conferencias y reuniones intergubernamentales que dieron pie para elaborar la dicha convencin.
193
minado como tradiciones, principalmente. Tambin seala que, en la actualidad, dicho patrimonio es un elemento compartido dentro de una comunidad,
que existe una identificacin simblica con ese patrimonio y se transmite de
generacin en generacin. Si bien estas seran las caractersticas que la convencin plantea proteger, presenta algunos problemas relacionados con la amplitud de la definicin. El mismo Kurin seala que manifestaciones culturales
como la msica rap, el conocimiento arquitectnico posmoderno o los bares
de karaoke, son, finalmente, smbolos de comunidades culturales no tnicos,
ni regionales, y transmiten, por tanto, sus propias tradiciones, aunque no
genealgicamente. As que, reconocer el patrimonio cultural inmaterial en
los trminos de la Convencin no es excesivamente sencillo, y a veces puede
resultar bastante complicado (2004, p. 68-82).
Lo anterior explica las dificultades en torno a los temas cocina/gastronoma/alimentacin. Desde 2008, los expertos debatieron la posibilidad de
incluir a la cocina como un elemento inmaterial; sin embargo, no contaban
con lineamientos claros para poder considerar las prcticas alimentarias como
bienes inmateriales, y por ello denegaron algunas propuestas presentadas ese
ao. Ante la necesidad de discutir y aprobar dichos lineamientos, en 2009 se
reuni en Vitr, Francia, un grupo de expertos que analizaron la inclusin de
las prcticas alimentarias como patrimonio inmaterial (Hottin, 2009).
En el artculo 2 de la convencin se halla la clave para entender todo
lo que se debati a propsito del tema de la alimentacin. A continuacin se
reproduce el artculo, para comprender mejor el debate suscitado y las conclusiones a las que llegaron los expertos:
Artculo 2: Definiciones
A los efectos de la presente Convencin,
1. Se entiende por patrimonio cultural inmaterial los usos, representaciones,
expresiones, conocimientos y tcnicas junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes que las comunidades, los grupos y
en algunos casos los individuos, reconozcan como parte integrante de su patrimonio
cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generacin en generacin, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en funcin de su
entorno, su interaccin con la naturaleza y su historia, infundindoles un sentimiento
de identidad y continuidad, contribuyendo as a promover el respeto de la diversidad
cultural y la creatividad humana. A los efectos de la presente Convencin, se tendr
194
en cuenta nicamente el patrimonio cultural inmaterial que sea compatible con los
instrumentos internacionales de derechos humanos existentes y con los imperativos
de respeto mutuo entre comunidades, grupos e individuos y de desarrollo sostenible.
2. El patrimonio cultural inmaterial, segn se define en el prrafo 1 supra, se
manifiesta en particular en los mbitos siguientes:
a) tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma como vehculo del patrimonio cultural inmaterial;
b) artes del espectculo;
c) usos sociales, rituales y actos festivos;
d) conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo;
e) tcnicas artesanales tradicionales (unesco, 2003).
Las que siguen son las conclusiones a las que llegaron los expertos en
relacin con las prcticas alimentarias:
Si bien stas no son explcitamente detalladas en la Convencin, s pueden ser consideradas dentro del artculo 2 de la misma, ya que no slo
son una respuesta a una necesidad biolgica, sino que son experiencias
culturalmente elaboradas por grupos humanos a lo largo de la historia.
stas permiten que las comunidades, grupos e individuos tengan un
sentimiento de identidad y continuidad que se transmite de generacin
en generacin; colaborando as a la valoracin de la diversidad cultural,
de la creatividad humana y tambin al desarrollo sostenible.
Las prcticas alimentarias se pueden considerar dentro de la Convencin, en tanto son integrantes de sistemas sociales articulados y de significaciones colectivamente compartidas. As, estn incluidas entre las
tradiciones y las expresiones orales, las artes del espectculo, las prcticas sociales, los rituales y fiestas, los conocimientos y prcticas relativas
a la naturaleza y los saberes ligados a la artesana tradicional.
Las prcticas alimentarias no tienen que estar reducidas a una o varias
etapas de su elaboracin, por lo que tienen que ser consideradas como
un proceso complejo que comienza desde la obtencin de las materias
primas hasta el acto del consumo.
Tal como los otros elementos del patrimonio inmaterial, las prcticas
alimentarias se apoyan en la voluntad, la capacidad y la accin de las comunidades, grupos e individuos, que dentro de los diferentes contextos
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198
T. de la A.
silenciosa, puesto que la cocina nunca busc reivindicacin. Sin embargo, actualmente parece ser el ms vivo ejemplo del quiebre de los paradigmas elitistas, en el sentido cultural de la expresin. En este orden de ideas, Ral Matta
cita a Johnson y Bauman (2007) en un interesante artculo sobre el xito de la
cocina fusin en Lima:
La gastronoma, sensible a las olas histricas de globalizacin, se habra convertido hoy
en un tipo de consumo cultural que, aceptando los ingredientes y los saberes venidos
de otros lugares de regiones o pases ms o menos lejanos, participa en la disolucin de fronteras entre lo legtimo y lo ilegtimo. Por un lado, el carcter omnvoro
presente en el consumo gastronmico de las lites, aparece como un elemento democratizante, puesto que erosiona los estndares discriminatorios de la jerarqua cultural
tradicional, debilitando la barrera entre alta cocina y cocina popular (2010, p. 5).
abanderadodel boom de la gastronoma peruana, al haber motivado la conciencia de que la diversidad cultural del pas encontrada en su cocina es fuente de
orgullo. Es decir, un chef peruano que estudi en Francia cultura dominante? es quien ha dado la fuerza necesaria para el cambio de apreciacin de la
cocina del Per. Aqu hay una lnea de pensamiento interesante: Acurio y otros
cocineros provenientes de la clase alta limea han vuelto solemnes los mritos
que nadie hubiera detectado antes en un ingrediente y que tiende a borrar
toda connotacin anterior de ste (Matta, 2010). Esta observacin demuestra
la capacidad de ciertos espacios sociales, como el que involucra a la cocina,
para realizar cambios positivos en las sociedades. Est pendiente en el Per un
estudio sobre el rol de Gastn Acurio en el nuevo mbito de nuestra cocina
peruana, y la percepcin que genera en las personas que lo siguen, lo apoyan e
instan, incluso, a que sea candidato a la presidencia del pas.
Hay un importante campo que estudiar en relacin con la cocina en
general y especficamente en el Per: las diversas puertas se abren y los estudios
que se realizan propician una experiencia gastronmica que est haciendo que
los peruanos logren reconocimiento a escala mundial. En un amplio reportaje
aparecido en Revista, del diario espaol El Pas, en abril de 2011, relacionado
con la segunda revolucin de la cocina espaola la cual involucrara la reinvencin propiciada por Ferran Adri, se seala, casi de manera premonitoria,
que el liderazgo global de la cocina espaola se ir perdiendo poco a poco, y el
cetro pasar a otros rincones del mundo, el Per es uno de ellos. A travs de la
cocina, a fogn firme y seguro, no slo se traspasan fronteras locales de diversos tipos, sino que se van sorteando fronteras internacionales. Pero, es verdad
tanta bondad y es as de fcil? Ser pertinente e importante darse cuenta de que
dicho proceso involucra otros actores, ms all de los cocineros y el Estado: es
necesario identificarlos y conocer su papel en esta nueva vorgine gastronmica. Dichos actores son, por ejemplo, los campesinos, los productores de la sierra o la selva, quienes ven revalorados no slo sus productos, sino tambin sus
tcnicas para la siembra, cosecha y procesamiento, muchas de ellas de herencia
ancestral. Tambin se deber considerar a los nuevos cocineros que proceden
de estratos sociales bajos, quienes se forman en las escuelas de cocina de Lima,
como la creada por Gastn Acurio en Ciudad Pachactec, un pueblo nuevo,
marginal a Lima; as mismo, el papel de los consumidores los peruanos que
200
Esto forma parte de la perspectiva con la cual hay que mirar a la cocina peruana. Dicho de otro modo, teniendo como marco de referencia que la
nocin de alimentos ancestrales originarios del Per como la papa ha
dado paso a la nocin de la gastronoma/cocina para el mundo, en la que no
slo los productos son revalorados, sino tambin la forma en que se preparan,
consumen y reivindican, eventualmente.
Hay muchos aspectos por desarrollar y trabajar: an estamos en una
etapa de alegora para la cocina y la gastronoma, donde los hechos y personajes
principales son las ferias como la de Mistura, los discursos, los chefs, los
medios de comunicacin, las campaas realizadas por el gobierno como el
programa Per Mucho Gusto o la creacin de la Casa de la Gastronoma Peruana, las distinciones internacionales, como la de Patrimonio Cultural de
las Amricas para el Mundo, otorgada al Per por la Organizacin de Estados
Americanos. Es una etapa que debe compartir su espacio con una observacin
crtica del fenmeno. En el epgrafe de este texto argumento del mismo
Acurio se seala la necesidad de un marco conceptual y su puesta en valor
para potenciar la culinaria, como proceso diverso; por ejemplo, al analizar y
observar a la cocina como patrimonio cultural, como una construccin social
donde coinciden mltiples aspectos, y donde se comprende que el patrimonio
cultural es uno de los escenarios donde se visibilizan y se hacen tangibles muchas de las tensiones e intereses de diferentes colectividades en la sociedad con201
202
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203
204
205
206
En las pginas que siguen se ver cmo, tras un inicio ms bien antropolgico, enfocado a la identificacin de saberes, tcnicas (recetas) y formas de comensala,2 esta candidatura fue luego formulada como parte de un
ambicioso proyecto integral de desarrollo en consonancia con nuevos valores
econmico-culturales del mundo globalizado, como la diversidad cultural, el
exotismo y la etnicidad (Comaroff y Comaroff, 2009). El nombre por el cual
se dio a conocer en el Per esta iniciativa patrimonial Cocina peruana para
el mundo dice mucho de su espritu asimilador y a la vez emprendedor, conquistador. En efecto, hablar hoy de cocina peruana es hablar de oportunidades,
si seguimos la formulacin propuesta por los medios y la clase poltica. La
cocina nacional hizo entonces irrupcin en el campo ideolgico y en la arena
poltica. Formulada como patrimonio, la cocina ocup un lugar central dentro de un discurso sobre el desarrollo. Dicho discurso sugiere que si la cocina
peruana logra mantener un equilibrio entre la conservacin y la adaptacin a
los mercados internacionales, podra tener un efecto positivo en la economa
del pas como objeto turstico, motor del empleo y posibilidad de mejorar
cierta produccin agrcola. Ms an, se le atribuye tambin a este nuevo objeto
patrimonial un efecto reconciliador, pues contribuye a una reafirmacin de la
identidad peruana.
Los nicos elementos disponibles para examinar la construccin de un
patrimonio son las diferentes historias que los actores involucrados utilizan
para articularlo, acomodando intereses casi siempre dismiles, para darles luego
un sentido. La carga emprica de esta investigacin, y por extensin de este
texto, se centra entonces en el momento menos visible de esta construccin,
que es la codificacin del patrimonio: las relaciones sociales de las ideas y las
prcticas de apropiacin, mediacin y deliberacin. Qu voces, qu intereses
y qu objetivos son los que prevalecen? Esta interrogante ser contestada en
2
207
dos partes. La primera, trazar una breve historia de esta iniciativa y presentar
sus principales puntos de inflexin. En la segunda, se muestra cmo la construccin del patrimonio alimentario peruano fue el resultado de tensiones que
ponen de manifiesto la indivisibilidad entre conocimiento y poder.
La formulacin del expediente unesco:
patrimonio sibarita versus patrimonio antropolgico
El proceso para obtener cualquier tipo de reconocimiento por parte de la
unesco es de naturaleza poltica. Intervienen en l un continuum de actores;
stos pueden ser transnacionales funcionarios de la unesco, de organizaciones no gubernamentales (ong) u organismos subsidiarios de expertos;
locales ministerios de los pases o Estados miembros, ong locales, universidades, medios de comunicacin y la sociedad civil en general, articulados
mediante asociaciones y agrupaciones comunitarias; o estar situados como
puente entre estas dos instancias diplomacia, delegaciones de los Estados
miembros frente a la unesco o determinada cancillera. Toda iniciativa patrimonial debe ajustarse a un funcionamiento de tipo diplomtico, estructurado por tres interlocutores privilegiados, a travs de los cuales la comunicacin
fluye en ambos sentidos: el ministerio de cultura de un pas o la institucin
que est a cargo de los asuntos culturales, la delegacin diplomtica frente a
la unesco y la secretara de la unesco que se ocupa del patrimonio, material
o inmaterial, segn el caso.
Los ministerios son los que recogen las demandas de la sociedad civil,
llamadas tambin solicitudes de parte y, tras articularlas y oficializarlas, las
transmiten a la delegacin diplomtica. sta, a su vez, revisa y presenta la propuesta en forma de solicitud a la secretara del patrimonio, la cual finalmente
hace evaluar la candidatura de manera confidencial, por un rgano subsidiario
compuesto por expertos de los seis grupos electorales regionales que se renuevan con una periodicidad anual.3
3
208
La composicin de esos grupos es como sigue: Grupo i: Estados de Europa Occidental, Grupo ii: Estados de Europa Oriental, Grupo iii: Estados de Amrica Latina y el
Caribe, Grupo iv: Estados de Asia y el Pacfico, Grupo v: Estados de frica, Grupo vi:
Estados rabes.
209
precisar que Roca Rey, adems de ser en ese momento viceministro de Patrimonio Cultural y uno de los directores de Apega, fue tambin uno de los creadores
de la cocina novoandina,5 y uno de los directores del diario El Comercio, el ms
influyente del pas y propiedad de su familia.
Lo interesante aqu es, en primer lugar, observar que tras el paso del
expediente a manos de Apega, el tema de la preservacin fue enfocado hacia
la nocin de biodiversidad, tal como lo indic el diplomtico peruano a cargo
de la conformacin del documento presentado a la unesco.6 La biodiversidad agrcola o agrobiodiversidad (Jackson et al., 2005), incluye los organismos
vivos que contribuyen a la alimentacin, as como las interacciones humanas
con stos. De ese modo, la diferenciacin entre naturaleza y cultura es superada mediante una conceptualizacin dinmica, aplicable a diferentes escalas:
locales, regionales, nacionales y macroregionales. En segundo lugar, y como
consecuencia de ello, la preservacin o salvaguarda es, desde ese momento,
formulada en trminos de sostenibilidad, concepto que no pertenece al mbito
ni a la retrica de lo cultural, pero s al de la ecologa, las ciencias biolgicas y
el desarrollo material.
Mariano Valderrama [presidente de Apega] tena pendiente, junto a Bernardo RocaRey, el tema de la propuesta peruana para que la cocina se declare Patrimonio de la
Humanidad, viendo que Mxico ya lo haba logrado. Y parece que ya hubo un primer
intento poco exitoso de hacerlo, y entonces ellos ven que uno de los temas que faltaba
cubrir muchsimo es el tema de los recursos. O sea, cmo puedes pedir que la cocina
sea declarada Patrimonio de la Humanidad si no se levanta el tema de la proteccin
de los recursos, la proteccin de los productores, de las culturas que llevan a que se
desarrolle la comida como tal, la historia de la comida, etctera? Entonces Mariano,
cada vez ms, nos involucra a nosotros en este asunto, porque nosotros le damos el
contenido, y cada vez que hay una reunin o una actividad, por ejemplo sobre el
tema de las vedas de camarones, de conchas negras, etctera, nosotros lo ayudamos, le
damos el sustento tcnico del por qu hay que hacerlo y cundo hay que hacerlo [...]
Entonces hay una relacin bien interesante, porque a nosotros nos interesa el tema de
la sostenibilidad y los recursos, a ellos les interesa el patrimonio, y lo que nos interesa
5
6
210
a todos es que la comida peruana ayude a la poblacin a pensar en cuestiones de sostenibilidad (Direccin del Centro para la Sostenibilidad Ambental de la Universidad
Peruana Cayetano Heredia, entrevista, 15 de julio de 2011).
211
tcnicas de cultivo, etctera; pero al mismo tiempo es darle un valor a esa diversidad, a
esa cuestin nica que tenemos nosotros, y venderlos como productos boutique, ms
que entrar a una agricultura masiva de productos transgnicos [...] Cuando l [el chef
Gastn Acurio] habla de estandarizacin, si habla un poco... es porque, bueno, tienes
a los productores de papa. De un campo de papas puedes sacar unas 300 variedades de
papa, no slo una variedad. Entonces, si t quieres darle predictibilidad a ese cultivo
que ests vendiendo no puedes, porque no sabes si este ao te van a salir 100 amarillas, 200 rojas, 300 verdes... t no puedes predecir lo que va a salir del campo, porque
lo que sale es producto de un azar y de un manejo bastante... tradicional, digamos. A
lo que se refiere [con la estandarizacin] es ms hacia las prcticas: tener una oferta
ms o menos controlable, unas vas de comunicacin, un sistema de acopio [...],
si haces fair trade, que sea correcto, que el pago a tus campesinos sea correcto, que
pagues impuestos... buenas prcticas, buenas prcticas administrativas, buenas prcticas profesionales, buenas prcticas ticas. Puede ser que tu producto no sea el ms
predecible del mundo por una cuestin tradicional, pero por lo menos debes tener
una estructura de costos que ms o menos puedas manejar. Es ms una cuestin de
formalizacin, hasta donde sea posible, de esta cuestin (Direccin del Centro para la
Sostenibilidad Ambiental de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Entrevista,
15 de julio de 2011, ).
Si seguimos estas consideraciones, es la tradicionalidad misma del manejo agrcola la que est en tela de juicio. El hecho de hacer hincapi en el factor de predictibilidad como base de una oferta deja claro que se busca impulsar
un ambicioso proyecto econmico, cuyos beneficios puedan ser distribuidos
entre los diferentes segmentos sociales. Para ello, la adaptacin de ingredientes y de prcticas alimentarias principalmente las de cultivo de cara a los
mecanismos del mercado se vuelve una obligacin, ya que la multiplicacin de
estos beneficios implica responder a imperativos de homogeneizacin y estandarizacin, sobre todo si se pretende exportar una cocina peruana o algunos
de sus elementos. Se abre entonces una brecha entre lo que podra llamarse un
patrimonio culinario hacia adentro, de corte local y cultural, enfocado a la recuperacin de saberes, tcnicas y prcticas culturales; y un patrimonio culinario
hacia fuera, que se enfoca a la seleccin de tcnicas agrcolas y alimentos que
puedan producir valor econmico y, como consecuencia de ello, un supuesto
nivel de bienestar. Esto conduce a definir claramente qu se pretende en realidad con el reconocimiento patrimonial de la cocina peruana.
La posicin dominante del discurso de Apega y de la diplomacia peruana, en relacin con la candidatura ante la unesco, no se encuentra exenta
212
Algo prcticamente opuesto a la propuesta de la investigadora y cocinera Gloria Hinostroza, quien dice que, de haber elaborado ella el expediente, hubiera ponderado la
comida de la sierra, que es la ms ancestral, ya que se trata de platos autnticamente
antiguos, en riesgo de desaparecer. (Entrevista, 7 de julio de 2011).
Cuyos nombres se mantendrn en el anonimato.
213
pondra de manifiesto, una vez confrontados, una poltica demaggica, folclorizante o expropiatoria (Almanza, 2007).
Por lo anterior, el proceso de la patrimonializacin alimentaria del Per
precisa que se deje en claro si el nuevo respeto mostrado hacia los conocimientos de las comunidades locales est vinculado principalmente a propsitos desarrollistas, es decir econmicos y de mercado, o bien es un intento real para
comprender y preservar formas cognitivas que anteriormente se dejaran de
lado, reconociendo as la diversidad cultural en toda su complejidad. Cabe, por
lo tanto, preguntarse si dentro de este proyecto de patrimonializacin existen la
voluntad y el inters de construir contextos institucionales y polticos que favorezcan el dilogo intercultural, que busquen fortalecer los sistemas de conocimiento locales, de manera que los productores de estos conocimientos tengan la
capacidad de control sobre sus decisiones de cambio y de permanencia cultural.
Las voluntades e intereses antes mencionados ya se han manifestado en
los estudios sobre desarrollo. Investigaciones sobre gestin del conocimiento
para el desarrollo (Management of knowledge for development) sealan la importancia del aprendizaje mutuo (mutual learning) entre las organizaciones que
trabajan por el desarrollo y para las comunidades locales: los supuestos beneficiarios. Este tipo de aprendizaje contribuira a evitar los escollos que pueden
presentarse al predefinir una misma y sola estrategia de transferencia de conocimiento a diferentes contextos, que no es otra cosa que el resultado de no tomar
suficientemente en cuenta las necesidades especficas de los principales interesados. En ese sentido, Ramalingam (2005) introduce el concepto aprendizaje mutuo, como garante de la conexin entre prcticas y contextos, como condicin
indispensable para producir conocimiento vlido y significativo. Mediante el
aprendizaje mutuo prximo a la nocin de interculturalidad (Walsh, 2008;
Llanes, 2008), el contexto especfico en el que se produce el conocimiento
local sera constante y enfticamente tomado en cuenta. De tal manera, las
prcticas de los individuos dentro de las comunidades formaran el eje central de la produccin y del intercambio de conocimiento. Esto traera consigo
importantes consecuencias en trminos del manejo de conocimiento aplicado
a estrategias de desarrollo. Primero, contribuira a una diversidad epistmica
(Moleenar, 2007), al reconocer e integrar a la ecuacin es decir, a la definicin de estrategias los diferentes tipos de conocimiento producido por las comunidades. Segundo, y como resultado del punto anterior, los efectos negativos
215
216
Incluso, una revisin de los estudios sobre conocimiento aplicados al desarrollo (Ferguson, Mchombu y Cummings, 2008) seala las dificultades existentes en la implementacin de estrategias para transferir y compartir conocimiento, como resultado de la falta
de modelos y parmetros de medicin que guen la accin. El hecho de que las organizaciones evalen su actividad en trminos de impacto y de rendicin de cuentas, representa
el principal obstculo para cuestionar los discursos dominantes sobre el desarrollo. As,
la falta de indicadores ms inclusivos y menos sometidos a expectativas predefinidas
por las organizaciones indica que la matriz de pensamiento sobre el desarrollo contina
fuertemente dominada por el conocimiento occidental, que busca indefectiblemente
evidencias para evaluar sus estrategias y los resultados de stas.
217
Pero t vas el viernes y maravilloso, estn todos los productos. El sbado hay menos
y el domingo no hay nada. Es una feria que no tiene suministro suficiente para tres
das. Te vas paseando por la feria y no puedes probar nada porque todo ya lo han
prevendido, o las manos, las uas del que te vende estn sucias. Son cuestiones que
todava no se manejan bien. Entonces, a eso se refiere Gastn [Acurio] con estandarizacin. O sea, si vas a ofertar tres das, preocpate por tener suministro para tres das.
Y si tienes vendedores, que no estn sobre la mesa durmiendo, que tengan una presencia, que atiendan al pblico, que tengan cuidado en las prcticas. Que mantengan
su cultura pero al mismo tiempo que sean cuidadosos con las formas.
218
219
220
Este artculo es resultado del proyecto de investigacin Recipes for Modernity: The
Politics of Food, Development, and Cultural Heritage in the Americas, desarrollado en
la Universidad de San Galo y financiado por el Fondo Nacional Suizo (snf ), proyecto:
PP00P1_123471, solicitado por la profesora Corinne A. Pernet, de la misma universidad.
221
Los sistemas alimentarios de las sociedades, han sido siempre influidos por
los movimientos de personas y de mercancas, y por la disponibilidad de recursos
naturales. Las tradiciones culinarias cambian segn las circunstancias histricas,
como las guerras, los tratados comerciales o las catstrofes naturales. Desde el
siglo xix, nuevos medios de transporte y de comunicacin aceleraron los cambios
en las tradiciones culinarias. Con la aparicin de una cultura de la comida rpida a
escala global, algunos investigadores hablan de McDonaldizacin, como metfora
del proceso de homogeneizacin de la alimentacin en el globo (Ritzer, 2008).
En cambio, otros destacan que los consumidores se apropiaron de los productos
importados y los adaptaron a los estilos locales (Stearns, 2006, p. 81).
En Nicaragua, como en otros pases de Amrica Latina, el consumo de
las lites estuvo enfocado, desde el siglo xix, en los productos importados que
les servan como medio de distincin social. Al principio del siglo xx, tanto las
lites como las clases medias integraron, cada vez ms, alimentos importados
en su consumo, mientras perciban a los productos nicaragenses de inferior
calidad (Ayerdis, 2004). Las discusiones sobre el origen y la identidad de la alimentacin de los nicaragenses se pueden identificar desde distintos discursos
que datan, por lo menos, de la dcada de 1930. Como contexto histrico es importante mencionar que Nicaragua estuvo ocupada por tropas estadounidenses
desde 1912. Su presencia provoc mltiples movimientos de resistencia, el ms
influyente fue el que estaba bajo el liderazgo de Augusto Csar Sandino desde
1927. Hasta la fecha sigue pendiente el estudio de la presencia militar estadounidense en Nicaragua y su influencia en los hbitos de consumo en ese pas.
La oposicin a la presencia estadounidense fue evidente en diversos mbitos. Un ejemplo de ello fue un movimiento cultural de vanguardia que buscaba
rescatar las tradiciones nicaragenses.2 Uno de sus representantes ms conocidos
fue el escritor Jos Coronel Urtecho, quien public el ensayo Elogio de la cocina
nicaragense. En l caracterizaba a la culinaria de su pas como una cocina mestiza con races espaolas, indgenas y africanas (1962, p. 30). Segn este autor,
2
222
Nacatamales son tamales envueltos en hojas de pltano con un relleno de masa, carne de
cerdo, chile dulce y jitomate (Coronel, 1962, p. 32).
El material estadstico es muy escaso y es inexacto. Las primeras encuestas sobre el consumo
fueron realizadas por el Centro de Investigaciones y Estudios de la Reforma Agraria (ciera)
en la dcada de 1980. Desde 1991, el gobierno ha realizado serie de encuestas ms confiables.
223
poca, una pequea minora de nicaragenses disfrutaba del consumo de artculos que resultaban suntuarios, en un contexto en el que la poblacin rural
careca de los alimentos bsicos. As queda de manifiesto al revisar la publicidad
aparecida en la prensa durante la dcada de 1970.
Entre las dcadas de 1960 y 1970, con el boom algodonero y las inversiones en obras pblicas, creci una clase media en Managua que, aunque minoritaria en trminos relativos, poda adquirir productos importados. El flujo
de las importaciones se haba incrementado con la inauguracin de la carretera
Panamericana y los vuelos directos hacia Estados Unidos (Whisnant, 1995, p.
119-130; Ferrero, 2010, p. 46-47).5
Desde la dcada de 1950, los espacios de consumo en Managua comienzan a transformarse. Se nota una creciente influencia de productos y publicidad estadounidense dirigidos a la lite y a la naciente clase media. A la
vez, aparecieron tambin modelos culturales que influenciaron a los sectores
ms pobres de la poblacin nicaragense, creando con ello patrones idealizados hacia donde se dirigan las prcticas de consumo. En 1956 se inaugur
el primer supermercado en la colonia Mantica, en Managua. Los fundadores
recuerdan que los consumidores de aquella poca no estaban acostumbrados
al autoservicio y, desde la entrada, gritaban a los empleados de la tienda lo que
queran comprar. Otro ejemplo del largo proceso de adaptacin a los nuevos
patrones de consumo fue el hecho de que la carne congelada que haba en los
supermercados tuvo que sortear previamente la desconfianza de los consumidores (Lutz, 2011, p. 12). Desde entonces, el nmero de supermercados creci
lentamente y con ellos, ms alimentos producidos por cadenas extranjeras se
integraron al mercado nicaragense. Como ejemplos se pueden mencionar el
whisky, el polvo para hornear, el refresco de cola y ciertos cereales, entre otros.
Hay que recordar tambin que, durante la primera mitad del siglo xx, ya haba
en el mercado nicaragense algunos productos como los refrescos Kola Shaler
(1904), los helados Eskimo (1942) y la cadena de restaurantes Tip Top (1958);
sta ltima expandi el consumo de pollo asado en Nicaragua. Su nombre ha5
La investigacin sobre la historia del consumo en Amrica Latina ha destacado la existencia de una clase media como factor importante para la expansin del consumo. Mientras que en los grandes pases latinoamericanos, como Brasil o Mxico, dicho desarrollo
haba comenzado desde la dcada de 1920 (Pilcher, 2002, p. 230-233), en Nicaragua
ocurri dcadas ms tarde.
225
Coronel Urtecho perciba la industrializacin en la produccin alimentaria y su uniformizacin como un peligro para la sociedad nicaragense. Once
aos despus, el doctor Rger Quant Pallavicini atacaba dichas tendencias extranjerizantes con un artculo titulado Dice la ciudad. Qu es la gringorizacin?, publicado en La Prensa:
6
226
Tambin es obvio que aqu en Nicaragua estamos cocacolizados desde hace mucho
tiempo. Pero despus del terremoto estamos llegando a extremos increbles. Vale la
pena protestar? Creemos que s. [...] ltimamente hemos llegado en Nicaragua al
lmite de lo permisible en materia idiomtica. Estamos gringorizados. Basta ver que
las tiendas ya no se llaman La Campana, La Florida, La Hormiga de Oro, sino
que campean por todos los mbitos los rtulos con expresiones hiltonianas como
Sandys, Roberts, Glorias, etctera (8 de junio de 1973, p. 2).
227
228
A partir de 1980, el manejo de las estadsticas tuvo siempre implicaciones polticas: el gobierno quiso demostrar los avances y xitos de la revolucin,
por lo que exageraba ciertos datos sobre la desnutricin en la dcada de 1970
(Garfield y Williams, 1992). Un asesor gubernamental de la antigua Repblica
Democrtica Alemana, afirmaba en 1987 que las estadsticas econmicas producidas en Nicaragua eran bastante inseguras, por lo que l llevaba su propio
registro de informacin sobre la situacin en el pas centroamericano (Mller,
1987, p. 8). Las estadsticas existentes de aquella poca slo indican ciertas tendencias de consumo, pero no proveen una imagen fidedigna de los cambios
producidos por la revolucin. Por otra parte, a principios de los aos ochenta,
Nicaragua produca suficiente arroz y frijol para el autoconsumo, pero segua
importando maz, leche y aceite; por tanto, segua dependiendo de los mercados externos (ciera-pan-cida, 1983, p. 31-32). A lo largo de esa dcada, la
produccin de maz aument considerablemente, mientras que la de arroz y
frijol creci ms lentamente (Spoor, 1994, p. 528).
Como es sabido, el triunfo del sandinismo en Nicaragua no fue bien
visto por el gobierno estadounidense. Despus de que Ronald Reagan asumiera
la presidencia de Estados Unidos en 1981, las relaciones entre este pas y Nicaragua se deterioraron completamente. Dado que para el gobierno republicano el
rgimen sandinista representaba una amenaza para la estabilidad regional, una de
las primeras medidas impulsadas desde Estados Unidos fue la cancelacin de los
crditos para la importacin de trigo al pas centroamericano. El gobierno nicaragense reaccion promoviendo el cultivo y consumo de productos tradicionales.
Fue en torno al maz que fue centrada la estrategia alimentaria del gobierno sandinista, para contrarrestar los efectos de las medidas de presin estadounidense en materia de alimentacin. Hay que recordar: el maz se consume
en Nicaragua en formas diversas, como tortilla, tamal o bebida pinol, pinolillo, tiste, entre otros usos. Para estimular el consumo de maz, el gobierno
sandinista lanz una campaa en la cual ados un contenido poltico a este
grano: mientras que el trigo se caracterizaba como alimento extranjero e imperialista, el maz fue reivindicado como producto de los valores de la renovacin
que pretenda el nuevo gobierno, esto es, nacionalismo y antiimperialismo.
Nicaruac, una revista editada por el Ministerio de Cultura, dedic al
maz, en 1981, un nmero especial. Desde su introduccin puede identificarse
una concepcin militante para ese alimento: en una de sus pginas, ilustrada
229
230
Las familias que participaron en el estudio provenan de diez barrios populares de Managua y tenan ingresos mensuales de entre 1000 y 5000 crdobas (ciera, 1983b, p. 7).
231
troamrica entre 1990 y 2001, fueran derivadas slo a Nicaragua (Len et al.,
2004, p. 10-19). En 1993, casi 20 por ciento de la poblacin viva en pobreza
extrema y 30.9 por ciento en pobreza relativa (Roser, 2007, p. 126-128).
En este contexto, el pan realiz un estudio sobre el consumo de los
nicaragenses en el cual se afirmaba que la poblacin gastaba en promedio 68
por ciento de sus ingresos en alimentos. El dato ms impactante fue que el consumo promedio de caloras era de 1808 kcal y no llegaba siquiera a los niveles
de 1966. Las personas en extrema pobreza slo tenan acceso a 45 por ciento de
las caloras recomendadas para el consumo diario (pan, 1992, p. v-xi). Debido
a los altos precios de la carne y la leche, muchos hogares de las capas ms humildes se vieron obligados a reducir su alimentacin a productos como arroz,
frijol, aceite y azcar. En 1994, el pas ocupaba el lugar 83 de 93 pases estudiados por el Consejo Mundial sobre Seguridad Alimentaria: para 60 por ciento
de la poblacin no era posible comprar los alimentos recomendados para la
canasta bsica (Organizacin de las Naciones Unidas para la Alimentacin y la
Agricultura [fao], 1994, p. 3).
En los primeros aos de esa dcada, se observa un cambio importante
en los hbitos de compra. Durante el periodo revolucionario, seguan existiendo los supermercados de la cadena estatal Corcop (Corporacin de Cooperativas). Pero en la poca de la transicin se establecieron nuevas cadenas,
Corcop se privatiz y los peridicos comenzaron a reportar un flujo de consumidores hacia los supermercados, porque los precios comenzaban a ser ms
accesibles (Diplotienda enfrenta competencia, La Prensa, 3 de agosto de 1990,
p. 14; Supers contra mercados, La Prensa, 1991, pp. 1; Guerra de precios,
La Prensa, 1991, pp. 12). El ascenso de los supermercados fue acompaado por
su respectiva ofensiva publicitaria. En esos aos se fundaron nuevas agencias
de publicidad que intensificaron la oferta de productos. Esta situacin gener
un debate sobre la necesidad de una regulacin de los mensajes de la mercadotecnia. Por ejemplo, en el suplemento Gente del peridico La Barricada, se
argumentaba que:
Al no existir una regulacin del quehacer publicitario, el ciudadano, el receptor, est
desprotegido. Mucha ingenuidad es creer que el nicaragense slo recibe mensajes
publicitarios. Tambin recibe modelos de vida, estilos de consumo, determinadas
235
aspiraciones sociales y una cierta percepcin de s mismo y del mundo. Todo a travs
de la publicidad (24 de mayo de 1990, p. 6).
236
237
do crtico alrededor de diez temas que haban cambiado la vida cotidiana de los
nicaragenses con el nuevo gobierno (20 de diciembre de 1991, pp. 8-10). Entre
otros, criticaba el auge en el consumo de fast food, el uso exagerado de trminos
en ingls, el nuevo estilo miamica10 y la reaparicin del crdito. Su comentario
destacaba que todo estaba enfocado hacia una moderna apariencia con nuevos
estilos de consumo. Estos cambios, deca el autor, excluan de la dinmica de
consumo a gran parte de la poblacin, a la vez que los productos importados
daaban la manufactura nacional de alimentos.
Desde ese punto de vista, las influencias de una economa de alcance
global se hacan evidentes por medio de la presencia de artculos estadounidenses y japoneses, como los cereales Kelloggs y los videojuegos Nintendo,
lo que dejaba ver los gustos emergentes entre los nicaragenses regresados del
exilio en Miami. Respecto a la comida, el autor criticaba el creciente consumo
de alimentos enlatados y la llegada de las grandes cadenas de fast food como
Dominos Pizza. En este orden de ideas se apuntaba que el whisky representaba
un peligro para el ron y para la cultura etlica nacional (Gente, 20 de diciembre de 1991, p. 9).
En medio de esta nueva circunstancia, saber hasta qu grado los nicaragenses cambiaron sus costumbres alimentarias se torn un tema controvertido. Jaime Wheelock, exministro de agricultura y de la reforma agraria de la
dcada de 1980, public en 1998 un libro sobre la historia de la cocina nicaragense en el que resumi:
Por fortuna para nosotros, el nica sigue comiendo tortillas y pltanos en vez del pan
de trigo, y bebe pinolillo y tiste o chicha de maz cuando otros ya han sucumbido a
la Coca Cola. Ningn pancake ha sido capaz, hasta ahora, de quitarnos el culto al
nacatamal dominguero y seguimos preparando nuestros platos criollos con el sabor
caracterstico de los Nicaraguas conseguido por la triada insustituible de achiote, tomate y chiltoma.
Como Coronel Urtecho en su momento, Wheelock rechazaba las influencias estadounidenses en la comida cotidiana, pero su percepcin de una
resistencia cultural exitosa refleja ms sus deseos y expectativas que la realidad
vivida en aquel contexto de presiones econmicas. A este debate se sum un
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242
El mote de trigo es trigo cocido; las avellanas (Gevuina avellana) son el fruto del avellano;
el pin o pehun es el fruto de la araucaria (Araucaria araucana); los changles (Ramaria
flava) y digees (Cyttaria espinosae) son dos tipos de hongos o setas comestibles que se
dan en el sur de Chile.
243
El otro interno es un emergente de los procesos de alteridad que se desarrollan en los Estados nacionales. Esos procesos delimitan contingentes marcados por la etnia o la raza
como contingentes otros en funcin de la mayora sociolgica de la nacin (Briones,
1998, 2002).
Siguiendo a Bello (2004) entender el multiculturalismo como un forma de administrar
las diferencias en un Estado-nacin, que se basa en ideas como diversidad y tolerancia.
En el caso chileno, este modelo ha sido implantado solamente a nivel retrico (Van
Cott, 2000) y es nuestra hiptesis que dicho modelo ha implicado una exaltacin de las
diferencias con el fin de mercantilizarlas.
245
246
chilena, segn sus percepciones, era dbil a causa de la inclinacin de los chilenos hacia lo extranjero, y en el mbito de la restauracin esto se manifestaba
por el peso de la influencia francesa en las cartas o mens nacionales. Por eso,
los cocineros centraron su tarea en destacar y rescatar lo que consideran propio. Para ello emprendieron viajes de exploracin desde Santiago hacia el sur
y el norte del pas; viajes que les procuraron nuevos productos y recetas, entre
ellos los ingredientes mapuches que poco a poco ganaron notoriedad.
El trabajo de la renovacin ha transitado por tres caminos principales.
El ya mencionado rescate de productos que pueden nombrarse como tradicionales, autctonos, tnicos y regionales; la reinterpretacin de platillos del recetario tpico nacional, que tambin gozarn del apelativo tradicional y casero;
y el nfasis en la creatividad antes que en la repeticin, as como la bsqueda
de estticas consideradas menos rsticas. Pblicamente, sin embargo, fue la
incorporacin de productos tnicos o indgenas a la alta cocina chilena lo que
concit ms inters.
Para conocer las recetas y productos de los pueblos indgenas que habitan el territorio nacional, los cocineros realizaron Encuentros con las etnias,
reuniones cuyo objetivo consisti en intercambiar saberes. En Temuco, capital
de la regin de la Araucana, el encuentro finaliz en el hotel Terraverde, donde
los cocineros profesionales mostraron a las invitadas mapuches su interpretacin de lo que antes haban visto cocinar en una ruka.5 Las preparaciones, sin
embargo, no han sido el mayor aporte de las etnias, sino los productos que se
integran a creaciones inditas, por ejemplo, espaguetis de calamares al merkn
ahumado (Guillermo Rodrguez) o flan de crema ahumada acompaado con
jarabe de merkn mapuche y decorado con una lmina de quinua (Cristian
Morales). En ambos ejemplos el producto mapuche es el merkn.
Aunque el objetivo principal de la Cocina chilena renovada no era dar
ms protagonismo a lo tnico que a lo casero y a lo regional, sino crear una
cocina propia donde todo ello tuviera cabida y justo valor, fueron platillos
como los mencionados los que llamaron la atencin de la crtica gastronmica;
5
Vivienda mapuche. Puede ser de planta cuadrada o elipsoide, siendo esta ltima la forma
comn en las zonas de la Araucana donde realic trabajo de campo. Dependiendo de la
zona geogrfica, los materiales de construccin y la forma pueden variar, pero siempre se
hacen con madera y paja o junquillo.
247
En las recepciones que se desarrollaban en Chile, as como en los viajes del presidente, de ministros, de delegaciones empresariales, los cocineros
tuvieron una participacin activa, sobre todo en las actividades orientadas a
fomentar la exportacin. La visibilidad del estilo y de los productos tnicos o
indgenas seleccionados fue de tal magnitud que comenzaron a ser utilizados
en todo tipo de restaurantes, pero ya no como productos indgenas, sino como
lo que podramos llamar nuevos productos chilenos.
Indagando en Temuco sobre el uso de productos mapuches en la restauracin, not que, adems de quienes practican la Cocina chilena renovada
o de vanguardia, muchos cocineros han incorporado la quinua, el mote
y el merkn en sus cartas, a las cuales no consideran parte del estilo renovado.
Entre esos ejercicios hubo uno que llam particularmente mi atencin: el sushi
6 En Recetas con historia, Guillermo Rodrguez recoge diez momentos fundamentales de la
Cocina chilena renovada, asociados a un men especfico y a un relato sobre cmo lleg
a realizarse cada cena, almuerzo o degustacin. No es, por lo tanto, un libro de recetas,
sino ms bien un compendio de historias y reflexiones respecto del trabajo en el marco
de la renovacin.
248
de mote, donde el arroz es sustituido por trigo cocido. Una preparacin como
sta nunca formara parte de la Cocina chilena renovada, porque no todo lo
apropiado cabe bajo el paraguas de lo chileno. Los grados de separacin entre
Japn y Chile no pueden compararse con los que separan al pueblo mapuche
del Estado-nacin chileno. La presencia del pueblo mapuche en el relato nacional es insalvable: ellos representan la parte india del mestizaje que da origen
a la nacin y son reconocidos como un pueblo dentro de la misma, un pueblo
subordinado pero tolerable. Operan simblicamente como un ancestro que se
ama y rechaza al mismo tiempo, del cual se selecciona qu se desea como herencia y qu como llamada de atencin sobre lo que no se debe ser. Esta relacin
intensa de tensin y violencia permite la apropiacin exitosa de los productos
mapuches, facilitando que sean integrados a la cocina chilena sin producir un
cisma en el relato nacional. Todava ms, su integracin en tiempos multiculturales agrega valor econmico y simblico a lo chileno, hasta un punto en que
algunas de las versiones ms actuales de la Cocina chilena renovada enfatizan el
componente mapuche de manera radical, ofreciendo el llamado coctel tnico.7
Cerremos estas lneas sobre la apropiacin que se ha dado en el mbito de la restauracin, destacando algunas ideas principales. La Cocina chilena
renovada se basa en una concepcin especfica de lo propio o lo propiamente
chileno. Aquello definido como propio puede tomar la forma de productos,
recetas y formas de trabajar en la cocina que crean un conjunto capaz de operar
como escaparate de la nacin hacia fuera, y que hacia adentro ha logrado un
importante consenso. Los productos mapuches entran en este estilo porque se
consideran propios, porque la nacin se imagina como diversa y ms rica en la
medida que sus componentes indgenas se hacen visibles. Ahora bien, la renovacin es un movimiento de rescate porque opera bajo la lgica de que dichos
productos estn en peligro o no son lo suficientemente valorados, es decir, se
asume que la cultura mapuche ha estado histricamente excluida en la cons7
249
gourmet
La apropiacin de productos mapuches en el mbito gourmet comenz lentamente. Al principio slo estaba el merkn, un alio deshidratado que combina
aj ahumado, sal y semillas de cilantro. Luego vino una amplia gama de productos al merkn, por ejemplo aceite de oliva al merkn, berenjenas al merkn,
etctera. Ms tarde comenzaron a presentarse en jerga gourmet otros productos
como los piones y las avellanas, hasta que la idea de lo tnico gourmet cobr
una gran amplitud, ya no restringida al pueblo mapuche. Hoy en da son muchos los productos etnicizados (Briones, 1998) que llenan las estanteras de las
tiendas especializadas. Hoy, ms y ms alimentos engrosan la categora tnico
gourmet, ya sea por los nombres e historias elegidas para presentarlos, la esttica
de los envasados o la asociacin de los productos con algn pueblo indgena.
Aunque probablemente esta tendencia responde a fenmenos globales
a los que Chile no es ajeno, pienso por ejemplo en la diferenciacin como ventaja comparativa, el valor que ha alcanzado lo local y todo aquello posible de
anclar a un terruo especfico, o en las empresas que distribuyen, comercializan
y producen este tipo de productos, las cuales manejan otro tipo de argumentos
para explicar el origen de sus negocios. Paulina Pealoza, propietaria de Chilean
Gourmet, la primera empresa exportadora de Merkn Premium, lo explica de
este modo: hace unos cinco aos, dos visionarios chefs chilenos empezaron a
usar el merkn en sus restaurantes, y a partir de ah se ha hecho cada vez ms
popular (Bienvenidos a la poca gourmet, 2008). Esos chefs eran los renovadores. El inters de la industria por estos productos se ha visto respaldado por
el Estado que, a travs de la Fundacin para la Innovacin Agraria y la Corporacin de Fomento a la Produccin, ha prestado apoyo tcnico y econmico
a empresas como Chilean Gourmet y Chili from Chile, sta ltima dedicada
exclusivamente a la produccin y comercializacin de merkn. Chilean Gour250
met actualmente llamada Origen Chilean Gourmet cuenta con una amplia
gama de productos mapuches gourmet, pero el merkn es su producto emblema.
El merkn, ms que cualquier otro de los productos apropiados, ha
gozado de xito comercial. Adems de posicionarse como un producto gourmet y de ser exportado, actualmente se comercializa a bajo precio en cualquier
gran supermercado a lo largo del pas. Aunque sigue presentndose como un
producto exclusivo, su consumo se ha popularizado, perdiendo parte de la capacidad de diferenciacin que tuvo en un primer momento, pero ganando, en
contrapartida, un lugar indiscutible dentro de lo chileno. Tanto es as que el
merkn se ha convertido en un suovenir alimentario. Presentado en pequeos
y cuidados envases de vidrio o cermica, con etiquetas que explican su procedencia y usos posibles, el merkn se comercializa en los sectores ms tursticos,
tanto de Santiago como de la Araucana. La esttica, smbolos y palabras que
acompaan al envase en estos contextos parecen movilizar ideas opuestas respecto de su autenticidad y, sin embargo, consiguen operar satisfactoriamente
desde un punto de vista comercial. Por una parte, los envases han sido diseados para no dejar lugar a duda respecto del origen del merkn, lo cual promueve, como ha indicado Espeitx (2004), una fcil apropiacin por parte de los
turistas. Por otra, en cambio, las leyendas Novena Regin, Etnia y Araucana que los acompaan, denotan, segn Garca Canclini (1999), que stos
no han sido creados para ser consumidos por los mapuches ni en la Araucana.
Como sea, que el merkn sea utilizado como un recuerdo turstico es
la prueba de que su apropiacin ha sido exitosa. Si los souvenires son, como
estima Crubellati (2008), el producto de lo que socialmente se ha signado
como lo importante de conocer o lo ms significativo [] un objeto vendible
en s mismo y que a su vez vende un sitio como apetecible tursticamente y
como digno de recordar, entonces no cabe duda que el merkn forma parte
del pas que se desea mostrar y donde su posesin remite a una apropiacin
simblica del lugar visitado. La siguiente nota de prensa refuerza la idea puesta
en argumento:
Orgullo nacional: El merkn no es una moda (si bien se le ha dado como caja en las
cartas de algunos restaurantes). Nuestro aj cacho de cabra es un producto aromtico
y delicioso, al que un grupo de empresarios de Los ngeles le estn sacando lustre con
Chili from Chile. Ofrecen Sabor rojo, elegante pack con tres frascos de diferentes
251
sabores: al ans, al romero, al organo o al ajo, adems del clsico merkn (precio de
referencia, $ 2800) (Hurtado, 2007).8
As pues, el merkn se ha convertido en un orgullo nacional y un souvenir. Veamos ahora a travs de qu tipo de discursos esta apropiacin se realiza
y legitima.
Lo ancenstral y la integracin
como coordenadas de la apropiacin
Por medio del anlisis de los discursos empresariales, se pueden establecer al
menos tres maneras de sustentar y legitimar la apropiacin de los productos
mapuches y de llevar a cabo su nacionalizacin. La primera de ellas, que no
abordar en este trabajo por razones de espacio, tiene que ver con la forma
como se concibe el territorio nacional y se delimita la existencia del pueblo
mapuche a una porcin del territorio nacional. La segunda se basa en la ancestralizacin e invisibilizacin del pueblo mapuche. La tercera reside en la jerarquizacin de pertenencias, donde la pertenencia jurdica a un Estado-nacin
englobara la pertenencia tnica. Detengmonos en estos dos ltimos aspectos.
Ubicar discursivamente a los mapuches en el pasado es una tendencia
transversal a las empresas de productos gourmet y a la Cocina chilena renovada.
Posicionar a los productos en el pasado agrega valor, pues los convierte en antiguos, milenarios, tradicionales, es decir, opera como una variable de diferenciacin. Pero la cuestin temporal es tambin central por una segunda razn: la
apropiacin, sea cual sea su forma, descansa en la idea de herencia y del pueblo
mapuche como grupo ancestral. La imagen que las empresas nos presentan
en buena medida es tambin la que ofrece la Cocina chilena renovada podra resumirse de este modo: ellos nos han honrado traspasndonos un saber
y un hacer que nosotros pondremos en valor. Pero, puesto que las herencias se
suelen traspasar entre sujetos del mismo grupo, las empresas se empean en
argumentar por qu el patrimonio mapuche est en manos de quienes no se
8
252
Darle como caja quiere decir tocar una y otra vez. Sacar lustre viene de lustrar los zapatos
y quiere decir hacer brillar. La ciudad de Los ngeles a que hace referencia esta nota est
ubicada en la octava regin de Chile.
reconocen como tales. Empeo que por lo dems devela una preocupacin por
dotar de autenticidad a las mercancas.
La argumentacin que ofrece Chili from Chile lleva la ancestralizacin
hasta su ltimo lmite y sugiere, aunque de forma velada, la desaparicin de los
mapuches que habitaban los terrenos donde hoy se levanta su fbrica de merkn:
Con el paso del tiempo, en 1550, el conquistador de Chile, Don Pedro de Valdivia,
realiza un viaje por primera vez al sur del pas con un grupo de 300 hombres montados. A mediados del verano llega a orillas del ro Laja. En este lugar sali a cerrar
el paso al conquistador un cuerpo de tropas indgenas de dos mil hombres los
Coyunches. Es aqu donde Don Pedro de Valdivia se encuentra con el CHILE en
su estado ms puro, atribuyendo a esta especia la valenta de los Coyunches. Es aqu,
en los terrenos que fueron ocupados por los Coyunches, donde Chili from Chile
produce, procesa y envasa sus mezclas picantes deshidratadas, que por aos han sido
nicas, por su materia prima sin modificacin que logran sabores y aromas nicos en
el mundo (Chili from Chile, s.f.).9
Bajo el rubro Historia, se nos ofrece este relato que explica el vnculo entre Chili from Chile y el merkn. Considerar algunos de sus elementos
antes de proponer una interpretacin. El citado Pedro de Valdivia es quien
conquist los territorios que actualmente denominamos Chile; fund la ciudad
de Santiago y lider, en una primera etapa, a las huestes espaolas en la larga
guerra contra los mapuches, que ha recibido el nombre de guerra de Arauco.10
En el relato, los mapuches son presentados bajo el nombre Coyunches, apelativo
que, amen de que hubiese o no existido, evoca una forma normal de establecer distinciones dentro de los mapuches, siguiendo criterios territoriales; as,
por ejemplo, los mapuches que habitan en la costa suelen autodenominarse
lafquenches o mapuche-lafquenches; quienes viven en zonas cordilleranas se
nombran como pehuenches o mapuche-pehuenches; y quienes moran en la
parte ms surea se denominan huilliche o mapuche-huilliche. No ahondar
9
10
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255
256
Mientras escribo estas pginas tiene lugar en Chile un momento lgido en las relaciones
entre el pueblo mapuche y el Estado. En el contexto de la reivindicacin territorial se
han sucedido varios hechos de violencia con saldo de dos muertos; casas, camiones y una
escuela quemadas; y la aplicacin de la Ley Antiterrorista. Aunque todava es pronto para
juzgar, enero de 2013 quedar marcado, probablemente, como el hito que inaugura una
nueva etapa del mal llamado conflicto mapuche, nuevos planes y programas se generarn
para intentar solucionar la injusticia econmica y cultural que vive ese pueblo.
258
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259
Contexto
Este trabajo se inscribe en la corriente de estudios sobre los procesos de conformacin, transformacin y continuidad de los sistemas alimentarios en Amrica
del Sur, por medio de los cuales se indaga y reflexiona en torno a sus cocinas,
sus elaboraciones diversas y distintivas; tambin en torno a los consumos diferentes y desiguales y los contextos particulares de cada pas. Adems, se interesa
en el registro, valoracin y promocin de productos y platos locales y regionales, como sellos de tradicin, arraigo e identidad. De manera destacada, estos
estudios se centran en aquellos productos agropecuarios que en muchos lugares fueron dejados de lado y progresivamente sustituidos sobre todo desde
mediados del siglo xx por cultivos comerciales intensivos y agroindustriales,
pero que ahora son descubiertos y apropiados, aunque en el caso de Argentina siguen ocupando un lugar marginal en el conjunto de la produccin rural y
los circuitos comerciales. En dichos estudios, se aborda tambin la cuestin de
la legitimacin de la gastronoma como campo cultural totalizador, en el marco
del cual se realizan intervenciones poltico-culturales y tursticas, asociadas al
reconocimiento y promocin de esos productos en proceso de descubrimiento, que comprenden operaciones de puesta en valor de alimentos y saberes culinarios tradicionales, promovidas por organismos nacionales e internacionales.
Introduccin
En las pginas que siguen se presentan algunos resultados de una investigacin
realizada en la ciudad de Beln y los pueblos de Villa Vil, Barranca Larga, Los
261
Morteritos, Laguna Blanca y El Durazno, pertenecientes al departamento Beln, en el noroeste de la provincia de Catamarca, en Argentina. Esa demarcacin administrativa tiene una extensin de 12945 kilmetros cuadrados y 27843
habitantes, segn el censo de 2010. La ciudad de Beln es la cabecera municipal
del departamento, y concentra la mayor parte de esa poblacin 12256 habitantes segn el mismo censo, mientras que el resto se encuentra dispersa en
numerosos pueblos y caseros. Adems de ser el centro administrativo, Beln
es el eje que aglutina las actividades econmicas del departamento. ste es casi
todo montaoso, con quebradas abruptas y algunos valles. El clima es rido, las
precipitaciones escasas, los ros de aluvin. Esta orografa delinea valles frtiles
seguidos de desiertos, y un rea importante que corresponde a la puna, meseta
andina ubicada entre 3500 y 4200 metros sobre el nivel del mar.
Histricamente, dicha regin ha permanecido aislada del resto del pas.
Los conquistadores espaoles encontraron en el rea asentamientos humanos
importantes, que contaban con un notable desarrollo agrcola, as como ganadera de llamas, vicuas y guanacos; adems, se producan textiles finos, cermica y metales. Algunos de aquellos grupos estaban bajo el reciente dominio
incaico. El noroeste argentino fue uno de los primeros territorios en poblarse de espaoles,1 y dependi cultural y administrativamente de Chile y Per.
Hasta inicios del siglo xx, la comunicacin y el intercambio comercial de esas
poblaciones era ms fluido con los asentamientos humanos de aquellos pases, y
de Bolivia, que con el Ro de la Plata (Bazn, 1996). De hecho, hasta las primeras
dcadas del siglo xx, la ciudad de Beln y los pueblos aledaos de la zona fueron
paso de caravanas de mulas que en ambos sentidos transportaban mercaderas
a y desde Chile. Con el desarrollo industrial de los grandes centros urbanos de
Argentina, la migracin a esas ciudades y a la Patagonia fue persistente desde
mediados del siglo xx, con un incremento destacado durante la dcada de 1990.
Desde siempre, una de las fuentes de trabajo e ingreso en el oeste catamarqueo lo ha constitudo la minera, cuya explotacin se practicaba desde
tiempos precolombinos. En el municipio de Beln se encuentra Bajo de la
Alumbrera, uno de los yacimientos mineros ms importantes de Amrica Latina. Comenz su produccin de cobre y oro en 1997. Para el ao 2007, esa
1
262
Londres, distante 15 kilmetros de Beln, fue la segunda poblacin fundada por espaoles en territorio argentino, en 1558.
En la etapa de construccin de la infraestructura del emprendimiento minero, se incorporaron 4500 operarios, pero esa cifra se redujo a 700 durante la primera fase de produccin. Actualmente, de las 1383 personas empleadas, 40 por ciento son de Catamarca
(Alvero e Ibaez, 2013, p. 172).
263
264
Los habitantes de Laguna Blanca se han organizado en una cooperativa para explotar,
mediante encierro conocido como chaku, un sistema de captura y esquila que recrea
tcnicas precolombinas para aprovechar la valiosa lana de la vicua. De ese modo, se ha
evitado la caza de dicha especie, que la situaba en peligro de extincin.
265
266
Eso no ocurre en pueblos ms pequeos, donde todava se hace el pan en las casas, porque no hay panadera industrial o no llega el pan de Beln.
El origen de este plato parece ser colonial. Figura en recetarios de comida catalana del
siglo xiv, como el Llibre de Sent Sov. Llibre de totes maneres de potatges de menjar, de
1324. Tambin aparece, ya como gigote, en el libro Tesoro de la lengua castellana o espaola,
escrito por Sebastin de Covarrubias en 1611, quien la define as: carne asada y picada
menudo, particularmente la de la pierna del carnero [y] las dems carnes picadas menudo, como gigote de un pecho de un capn o de una perdiz. Tambin aparece en el Libro
de cocina del hermano fray Gernimo de San Pelayo, de Mxico, en el siglo xviii. El gigot
francs, por su parte, tiene un rasgo distintivo: se trata de un guisado hecho en una olla
cerrada o incluso sellada en los bordes.
sin zapallo y de maz blanco entero, porotos, manteca y carne de vaca, que se
cocina toda la noche sobre fuego de lea. La cabeza guateada7 consiste en una
cabeza de vaca, sin cuero, que se sala, se envuelve en arpillera y se entierra en
un pozo previamente calentado, se tapa y se deja cocinar por lo menos ocho
horas. Luego se come sobre una mesa, donde cada comensal va sacando trozos
de la carne directamente de la cabeza; se come con pan y se acompaa con vino.
Adems de nutritivos, estos tres platos son econmicos y rendidores: de
una cabeza pueden comer de ocho a diez personas. Los tres se preparan cuando
hay motivo para reunir a un grupo numeroso de comensales. Esto explica que
tambin se preparen cuando se culmina un trabajo que ha exigido gran esfuerzo
fsico y numerosos participantes, como las segadas, la construccin de la loza
de una casa o despus de las corridas o campeadas captura de ganado. Ms
all de ocasiones especiales como las mencionadas, en la actualidad se ofrece
gigote en algn restaurante de Beln, o bien es preparado por algunas cocineras
en sus casas, quienes lo venden los domingos, da de reunin familiar. El mote
tambin es comida de domingo, pero ltimamente se ha vuelto costumbre,
entre los jvenes, comerlo los sbados de madrugada, despus del baile o al concluir la habitual salida hebdomadaria; o bien se concurre a la casa de aquellas
familias que lo preparan, donde se come, ya sea en la cocina, el comedor o el patio. En cuanto a la cabeza guateada, es tradicin en Beln comerla el 1 de mayo,
cuando se celebra el Da del Trabajo, o en reuniones de amigos, sobre todo en
invierno, cuando el motivo principal de las reuniuones es, precisamente, comer
cabeza guateada. As, estas comidas comparten el sentido, tanto de practicidad
y nutricin, como motivo de disfrute y sociabilidad. En definitiva, en tanto que
se disponga de los ingredientes, y en la medida en que haya motivo para reunir
a comensales numerosos, ya sea por trabajo o por el solo disfrute de compartir
comida y compaa, esas comidas y sus sentidos simblicos seguirn vigentes.
Alimentos que se preparan para celebraciones comunitarias o familiares
Para las fiestas patronales, en Villa Vil, Los Morteritos y Laguna Blanca,
se acostumbra preparar un cordero o un cabrito entero, al horno de barro,
7
Guatear es un trmino de origen quechua que alude a la coccin con piedras calientes en
un pozo.
267
cuya boca se tapa con barro y piedra. Los condimentos varan segn el pueblo o la familia, pero generalmente la pieza se prepara con sal, poco vinagre,
comino, organo y pimentn. En Laguna Blanca y Los Morteritos, adems,
los rellenan con papas, cebollas, pimientos y las verduras disponibles durante la ocasin. El dispendio que supone consumir carne de tal manera, sin
aprovecharla en guisados, sopas o locros, hace de esta preparacin algo excepcional y festivo. Las celebraciones patronales son las ocasiones preferidas
por los familiares que habitan lejos, para volver de visita al pueblo, y estas
comidas se hacen en su honor. Si la fiesta incluye manifestaciones musicales
o feria, se improvisan comedores-restaurantes en las galeras y en los patios
de las casas. En Beln se prepara otro plato tradicional, el api zapallo, que
se hace con pur de zapallo, cebolla, morrn, tomate y queso. Se consume
sobre todo en Semana Santa, cuando se proscribe la ingesta de carnes; el
resto del ao, prcticamente no se prepara. Otro de los platos preferidos en
la zona es la humita en chala, a base de choclo, zapallo y queso de cabra
o de vaca.
Alimentos que ya no se preparan y slo quedan en la memoria de los mayores
Es el caso del tulpo, en Laguna Blanca, y de la poliada, en Beln y en Villa Vil.
La base de su preparacin es harina y grasa, componentes que variaban de un
pueblo a otro, as como entre las familias. El tulpo se preparaba calentando la
grasa para la pella en una olla de barro, a la cual se agregaba la harina, cocinada
con un poco de agua; se condimentaba con comino y pimentn. La poliada,
por su parte, es una versin del tulpo, pero preparada con afrecho. Ambos eran
preparados rpidamente, incluso a la intemperie. Aun cuando formaban parte
de la dieta cotidiana, los dos platillos estaban marcados negativamente: en la
ciudad de Beln, por ejemplo, una mujer de 90 aos, perteneciente a una familia acomodada, recordaba que cuando era nia tena prohibido comer tulpo
porque era la comida de los peones, por lo que ella y su hermana lo hacan a
escondidas de sus padres; actualmente ya no se le considera como tal. Otro caso
negativo son las golosinas que se elaboraban con harina de algarroba, maz capia y arropes, que los nios coman durante el pastoreo, junto con el pochoclo
o florcitas de maz. Estas golosinas perdieron la batalla frente a los productos
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269
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Un entrevistado narr que consuma harina cocida como desayuno antes de ir a la escuela, o como merienda al regresar a casa, en vez de tomar mate. As la preparaban sus padres:
primero hervan el agua, despus nos ponan un poquito de harina cocida en el jarro, un
poquito de azcar y encima el agua bien hervida; suficiente cantidad como para que salga
ni tan seco ni tan blando. Se llamaba cochada, y era dulce y sabrosa, nos gustaba.
En la ciudad de Beln haba al menos dos molinos que trabajaron hasta la dcada de
1960; de all los nombres de dos barrios de la ciudad: El Molino y Molino de Santa Rosa.
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vechan al mximo, y es utilizado un repertorio restringido y tpico de condimentacin: comino, organo, pimentn y aj. Sin embargo, no slo presenta
variaciones de pueblo a pueblo y entre vecinos, sino tambin entre cocineras
o cocineros. Por supuesto, estas variaciones provocan discusiones, porque cada
quien supone que la suya es la forma correcta de preparar un determinado
plato. En este sentido, con frecuencia algunas personas son sealadas como
depositarias de tal o cual saber culinario y son reconocidas por su saber hacer, lo
cual entraa cierto prestigio asociado a la preparacin de comidas tradicionales.
Y por supuesto, el lugar de el que sabe est en permanente disputa.
Otro rasgo distintivo de esta cocina es la permanencia de productos propios del mundo prehispnico: maz, papa, porotos, aj, amaranto, algarroba, quinua y carne de camlidos. Las crnicas y memorias mencionan cuatro comidas que
al parecer constituan los principales platos de la cocina prehispnica del noroeste
argentino: mote, locro, tulpo y picante (lvarez, 2005). Las dos primeras continan hacindose de diferentes maneras. El picante no aparece con ese nombre,
pero el aj es condimento central en numerosas preparaciones. Aparentemente, el
tulpo ya no se hace, aunque todava hay memoria de l, de su preparacin y su
sabor, lo que concita discusiones acerca de la manera correcta de hacerlo. Tambin
se mencionan en las crnicas de las cocinas precolombinas preparaciones como
la cabeza guateada y el ancacho (Coe, 2004). El renacido uso de la quinua, como
producto regional, es objeto de polticas de Estado orientadas al mejoramiento de
la oferta alimentaria para las poblaciones locales; empero, apenas su utilizacin
se implementa. Por ahora se ofrece como atractivo turstico, sobre todo para los
visitantes ocasionales, frente a quienes es resaltado su carcter de alimento prehispnico, as como su valor nutritivo (lvarez y Sammartino, 2011).
En la culinaria sometida a estudio, al menos una parte de los ingredientes y especias necesarios para producir el plato son de produccin familiar-local
o regional.11 A medida que se aleja del rea urbana de Beln, la produccin de
los ingredientes locales adquiere ms importancia porque su disponibilidad es
mayor. Pero ello, a su vez, depende de la estacionalidad, del periodo del ao
11
En Beln, los platos marcados mayoritariamente como propios -el mote y el gigote
son preparados con ingredientes que se compran en los supermercados o comercios provistos desde otras provincias, pero las dos especias fundamentales para su elaboracin, sin las
cuales no sera posible prepararlos el comino y el pimentn, se producen localmente.
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en que abundan. Aun as, si se buscan con denuedo esos ingredientes, existe la
posibilidad de encontrarlos.
Los platillos de esta cocina tambin provocan sentimientos ambivalentes: de orgullo, en cuanto se identifica con platillos propios, tpicos; y de vergenza o desprecio, pues paradjicamente pueden ser considerados comida de
indio, de pobre, no moderna. En este punto es posible advertir algunas
diferencias generacionales, que tendran que ser corroboradas mediante un estudio etnogrfico profundo. La mayora de los ancianos entrevistados sealaron
y argumentaron su incomodidad o franco desprecio por la comida industrial y
los alimentos que trae el camin, como el fideo o el arroz. Al mismo tiempo
se lamentaban de todo lo que se ha dejado de hacer para producir alimentos de
autoconsumo, desde la siembra de maz hasta la preparacin de quesos caseros.
La devaluacin del maz como alimento bsico apenas se apunta: merece un estudio ms detallado, pues no se trata del maz como tal, sino del abandono de la
produccin para consumo propio, de lo que dieron testimonio varios ancianos.
En este aspecto, los mayores se quejaban de que los jvenes estaban renunciando a realizar las tareas agrcolas no se nombra trabajo a la tarea de labrar la
propia tierra y por lo tanto no se le considera como tal. Ahora todos quieren
trabajar, expresin que refiere al trabajo asalariado fuera de la casa y del ncleo
familiar estrechamente ligado a la tierra. De hecho, lo llamado modo de vida
campesino genera sentimientos y opiniones ambivalentes: al tiempo que es practicado y aorado, es despreciado y devaluado; para los jvenes es mejor cobrar
un sueldo en cualquier empleo pblico que ser labrador, aunque manifiesten
orgullo por las comidas hechas a la vieja usanza y con productos locales.
Otro rasgo fundamental de esta cocina es que, cuando determinado
plato es considerado propio, se le otorga una carcter distintivo en el modo en
que se come, se le consagra una comensalidad especial: no son alimentos que
se consumen a solas, individualmente, sino en grupo siempre, esto les
confiere un sentido de apropiacin especfico. Se trata de una culinaria ligada
a la celebracin, a las festividades cvicas o religiosas, comunales o familiares, y tambin para ocasiones que renen grupos numerosos, como el trabajo
comunitario, antes sealado, o colectivo en general. Se trata de una cocina que
nutre los vnculos sociales al mismo tiempo que los genera y recrea la tradicin.
Un rasgo ms de esta comida tradicional consiste en que opera como
ejercicio de memoria: no slo se disfruta su sabor, valor en s mismo, ni su
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276
Arropes
Arrope de uva, arrope de tuna, arrope de chaar.
Bebidas
Aloja, aapa, chicha, jacarand, licor de mua-mua, licor de mandarina, ulpada, vino patero.
Quesos
Queso criollo, de cabra y de vaca; quesillo.
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277
278
La llegada de tres naves comandadas por Cristbal Coln a las Indias Occidentales en 1492 fue el primer acto de vinculacin entre las comunidades
de especies endmicas biocenosis del Antiguo y del Nuevo Mundo. Sus
consecuencias sobre los ecosistemas de la totalidad del planeta fueron considerables. Ello implic, en el intervalo de unos cuantos siglos, la renovacin de la
distribucin geogrfica de numerosas especies, y una transformacin notable
y profunda del paisaje alimentario de gran parte de la humanidad; tanto as
que las investigaciones que tan brillantemente la han evocado, destacando su
carcter revolucionario, resultan limitadas (Garrido, 1999, p. 197-200). Desde
las primeras apariciones deseadas o no de especies que llegaron a ambos
mundos se inicia una larga travesa, un lento trnsito hacia las biodiversidades
regionales y los paisajes alimentarios que hoy conocemos. De hecho, son muy
raros los ecosistemas actuales, cuya biocenosis no proporcione alguna evidencia
de esta redistribucin de las especies. Del mismo modo, son raras las sociedades cuyo consumo no contenga la formidable renovacin que vivi su rgimen
alimentario, como consecuencia, ms o menos rpida y directa, del contacto
establecido entre los dos mundos a finales del siglo xv.
Paradjicamente, uno de los mejores e importantes ejemplos en la
constitucin de comunidades ecolgicas y de paisajes alimentarios contemporneos, a causa de los movimientos de especies entre los dos mundos, es que
la mayora de ellos tienen ms relevancia en la actualidad que la que pudieran
tener a travs de la mirada de los estudiosos, ms atentos a incluirlos en sus
perspectivas histricas. Cuando no son ignorados, muchas plantas y animales
llegados de otra parte del mundo se convirtieron, para bien o para mal y luego
de pocos siglos de cohabitacin, en aspectos banales, cotidianos. A principios
279
del siglo xxi, mientras los estadounidenses enfrentaban los inconvenientes derivados de la presencia de una colonia de ratas de alcantarilla (Rattus norvegicus)
a cuntos de ellos les importaba el hecho de que esa especie fuera originaria de
Asia Central? Cuntas personas del Soconusco1 consideran al mango (Mangifera indica) como una planta de origen asitico, en vez de un rbol ordinario
cuyo fruto es localmente popular? Para cuntos gourmets no figura el foie gras2
entre los monumentos emblemticos de los diletantes del buen comer, del suroeste de Francia? Sin duda para muy pocos. Y es lgico.
Ms de dos siglos de literatura gastronmica, de prcticas culinarias y
de actividad econmica han transformado, sin lugar a dudas, al foie gras de
pato en un alimento icnico del rea donde naci. Fue apenas, en la geografa
contempornea de la produccin mundial de foie gras de pato, que se hizo
necesario buscar los elementos que permitieran no dudar de los estrechos vnculos entre este platillo y el suroeste de Francia. Por ejemplo, en 2007, la nica
rea Aquitania, Medioda-Pirineos y los sectores limtrofes del Limusn y
del Languedoc-Roselln en la que era posible obtener foie gras con indicacin geogrfica protegida, Canard foie gras du Sud-Ouest, produjo casi tres
cuartas partes del foie gras que se elabora en toda Francia, cifra suficiente para
que figurara como el mayor productor a escala mundial de foie gras en todas
sus categoras (Ministre de lAgriculture, s.f.). Incluso las polticas comerciales de las empresas que elaboraban foie gras de pato en el extranjero podran
constatar la relacin entre la comida y la regin el suroeste de Francia en
el imaginario del gourmet: en 2012, el lder productor de foie gras en Quebec
fue llamado, precisamente, Criaderos Prigord. Obviamente, unos aos antes,
el nombre habra provocado el chasquido de algunos dientes en el suroeste de
Francia, puesto que fue la nica regin productora de foie gras de pato en el
mundo, hasta bien avanzado el siglo xx. Sin embargo, la apelacin legal no
tuvo xito y la Asociacin Prigord de Foie Gras debi admitir que el producto
de patos americanos poda venderse con dicho nombre, sugiriendo con ello un
parentesco lejano con aquellos platillos que constituan un elemento notable
1
2
280
Regin productora de mango, del sureste de Mxico, en el estado de Chiapas. (N. del T.)
El trmino foie gras, literalmente hgado graso, es de una aceptacin y conocimiento
tan amplios que, en la mayora de los casos, no se traduce. En algunos pases de habla
hispana se utiliza la alteracin fontica fuagrs. Para efectos de esta traduccin se emplear el trmino original (N. de T.).
del paisaje alimentario de la gente del suroeste de Francia, y para los turistas
que llegaban a probarlos (Dfense des termes gographiques, 2008). Este
homenaje canadiense se inscribe en una larga serie, rematada recientemente
por un foie gras taiwans, vendido por correspondencia en los Estados Unidos, bajo la etiqueta de Prigord.3 Similares estrategias comerciales subrayaron, sin lugar a duda, que el foie gras de pato era un monumento apetecible,
cuya produccin, segn los gourmets ms entendidos, se encontraba estrechamente ligada al suroeste de Francia, y para el resto, en un rea regida desde la
romntica Pars.
Amn de lo emblemtico del caso, el foie gras fue una mercanca que
surgi tras la introduccin de dos especies americanas en el suroeste de Francia:
el pato almizclero o muscata (Cairina moschata) y el maz (Zea mays). En las
pginas que siguen, despus de recordar el proceso de criollizacin en el origen
del foie gras, ser considerada una cuestin de candente actualidad a ambos
lados del Atlntico: los debates en torno a la legitimidad de su produccin.
El origen del foie gras de pato, un mestizaje agrcola
La aparicin del foie gras de pato4 fue una consecuencia fortuita de la afortunada integracin de dos especies americanas al sistema de produccin agrcola
que operaba en el suroeste de Francia, en el momento del encuentro de los dos
mundos. En trminos sintticos, fue el resultado de un mestizaje agrcola.
De hecho, la produccin de foie gras en dicha regin no se inscribe
en la continuidad de prcticas de alimentacin forzada de aves palmpedas del
lejano Egipto, que usaba masas de frutas o cereales. Aquellas se originaron probablemente debido al nexo existente entre las comunidades judas y el origen
de las tradiciones de alimentacin forzada de gansos, que florecieron en Italia,
Alsacia, Hungra y pases vecinos. A principios de la Edad Moderna, lograr
un hgado de gran tamao en las regiones orientales europeas fue uno de los
primeros objetivos de quienes hacan tragar cantidades masivas de pasta a los
3
4
La marca registrada era Phigord, pero las etiquetas llevaban la inscripcin Prigord
(Bernde, 2010).
En este caso se entender por foie gras de pato un rgano blanqueado por esteatosis, de
peso mnimo de 300 gramos.
281
gansos (Oberl, 1999, p. 47-53). Pero esta tradicin no era del suroeste, como lo
recuerda muy bien el captulo consagrado a los gansos en el Teatro de agricultura de Oliver de Serres. En ese caso, las aves se colocaban en corrales, donde
podan engordar picoteando granos ofrecidos en abundancia, generalmente
mijo (Setaria italica y Panicum miliaceum):
A mediados de octubre, los gansos destinados a la engorda son ligeramente desplumados, entre las piernas y los muslos, y luego encerrados en un lugar estrecho, de
manera que como prisioneros no puedan moverse mucho y estn limitados a
permanecer siempre en el mismo lugar. A falta de un lugar oscuro, pinchamos los ojos
a los gansos, que como ciegos no dejan de comer y toman ellos mismos la comida,
siempre que est en el lugar en el que estaban acostumbrados y una o dos veces solamente. Desventajoso ser un sitio ms caliente si no se deja entrar viento y el fro a
sus lugares, puesto que no beneficia a los gansos para acumular grasa, as como la falta
de limpieza, que deber realizarse con frecuencia. Su alimento de engorda ser el mijo
solo o gachas de avena en agua. Desear tener siempre alimento y agua abundantes.
Con tal de que el clima favorezca a la parvada y que se mantengan fros y secos, en dos
o tres semanas acumularn grasas a la perfeccin (de Serres, 1996, p. 550-551).
283
La prctica sistemtica de la alimentacin forzada de los palmpedos condicin necesaria para la obtencin regular de un foie gras consecuente con la
demanda del mercado fue lo que llev a los consumidores a comprometerse
con un rechazo ms o menos estructurado. Durante mucho tiempo, tal postura
no desemboc en una militancia organizada, qued una expresin al libre albedro de individuos aislados. Pensemos particularmente en un gran entomlogo
francs, Jean-Henri Fabre, que en el captulo de los Servidores dedicado al pato,
dijo al to Paul:
Que desgracia! Amigo mo, las satisfacciones de vender nos hacen cruelmente ingeniosos. En el estado de sofocacin continua donde se encuentra el ave ahta de maz
hervido, una mortal enfermedad se declara, la enfermedad de los glotones, tanto en la
casa del hombre como en la del pato. El hgado alcanza un desarrollo enorme y cambia a una masa informe, totalmente flcida, sudando la grasa. Pues bien, este hgado
descompuesto por la enfermedad es, de acuerdo con lo que dicen los conocedores,
un manjar sin paralelo. Me apresuro a decirles: no puedo invocar mi experiencia, que
en esto es completamente nula. Porque entre nosotros, amigos mos, reconocer que
refinamientos parecidos repugnan al to Paul. Segn mi humilde opinin, es comprar
demasiado caro un bocado grasiento por las indescriptibles torturas a las que se somete al pato (Fabre, 2002, p. 541).
284
285
practicaba entonces, era atentar contra el bienestar de las aves. Dicho informe
se impuso como un texto esencial en la construccin de argumentos en contra
la produccin de foie gras a ambos lados del Atlntico (scahaw, 1998, p. 65).
Por otra parte, se convirti de manera discreta en un caso estimulante
para aquellos a quienes les gusta reflexionar sobre los lmites del peritaje cientfico (Sande et al., 2006, p. 49-50). En la Unin Europea, creci el discurso
oficial, hostil hacia los mtodos contemporneos de produccin de foie gras, en
los meses que siguieron a la publicacin de ese informe. En efecto, el 22 de junio
de 1999, una recomendacin del Consejo de Europa invit a los miembros de la
Unin que autorizaban la produccin del foie gras a modificar las condiciones
de vivienda de los patos durante su tiempo de cebado, entre ellas estaban la de
abandonar las jaulas individuales, muy utilizadas en la avicultura industrial, y
a investigar mtodos alternativos de alimentacin forzada. Ese texto, que por
definicin no tena un carcter obligatorio, invitaba a los gobiernos a procurar que todos los nuevos corrales de cebado permitiesen a los patos gozar de
nuevas normas de comodidad a partir del 1 de enero de 2005 y que no hubiera
ninguna jaula individual en uso para el 1 de enero de 2012. La recepcin de esta
recomendacin por parte de las autoridades francesas da cuenta del pragmatismo, muy lgico en un pas pilar de la Unin Europea y el productor mundial
ms importante de foie gras. Por supuesto, el Estado francs se comprometi
a observar esta recomendacin. Lo que permiti condicionar la concesin de
ciertas ayudas fue llamar a una renuncia de las jaulas individuales y ofrecer
apoyo a las investigaciones respecto de soluciones alternativas al cebado (Une
aide pour passer des cages, 2011). Pero actu teniendo en cuenta la realidad
de ese importante sector productivo. As, en 2005 atendi las recomendaciones
del Comit Interprofesional del Foie Gras (cifog), el cual solicit no descartar
la posibilidad de emplear las jaulas individuales tan apresuradamente como lo
sugera el texto de la Unin Europea.
Se decidi entonces que las nuevas instalaciones podran utilizar las espinetas hasta el 31 de diciembre de 2009 y las jaulas individuales hasta el 31 de
diciembre de 2015 (2015: la fin des cages individuelles, 2011). Contrariamente a
lo que trataron de hacer creer ciertos grupos militantes, mediante comunicados
hbilmente redactados, en Francia jams se situ a nadie fuera de la ley, al concedrsele plazo a los productores (Journal Officiel, 24 de abril de 2012). En 2005, la
insercin de un artculo en la Ley de Orientacin Agrcola, la cual declaraba que
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Art. L. 654-27-1: El foie gras es parte del patrimonio cultural y gastronmico protegido
en Francia. Se entiende por foie gras, el hgado de pato o de un ganso especficamente
cebado mediante alimentacin forzada.
Las regiones en Francia son demarcaciones poltico-administrativas (N. del T.).
As, unos y otros, franceses y estadounidenses, convirtieron en un asunto trasatlntico el debate en torno al hgado de pato, incluso ms de lo que el
mismo producto jams lo haba sido.
Conclusin
Contrariamente a lo que escriban numerosos gastrnomos, el foie gras de
pato que se produca al despuntar el siglo xxi no era, de ninguna manera, el
fruto, la evolucin de un conocimiento milenario, originario del fascinante
Egipto faranico. Su origen era mucho ms reciente. Como muchos platillos
que se consuman a principios del siglo en curso, el foie gras naci del contacto de las biocenosis del Antiguo y del Nuevo Mundo, iniciado casi medio
milenio antes y cuyo resultado fue el de un mestizaje agrcola. El campesinado
del suroeste de Francia tena la costumbre de engordar con mijo a sus mejores
palmpedos de raza local. La difusin de las especies domsticas importadas
del continente americano hicieron que se adoptasen el maz y el pato almizclero. Este ltimo y su cruza con el pato que se conoca hasta entonces, les
abasteci de aves de buen tamao, dotadas de herencias genticas favorables
para el desarrollo de una esteatosis heptica notable. El maz reemplaz al
mijo, lo que tuvo considerables efectos nutricionales; y en el ltimo cuarto del
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291
cusiones econmicas efectivas fuera de Estados Unidos. Pero, ser siempre as?
Esto depender de cmo la industria local de la restauracin se apodere de la
causa vinculada a esa ley y de su capacidad para hacer triunfar una cierta visin
del mundo (Gruzinski, 2004, p. 399-402).
Traduccin del francs de Sergio X. Gama.
Revisin de Brbara Gama y Ricardo vila.
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294
Espaa
Estrecho de
Gibraltar
Andaluca
Marruecos
El Mediterrneo ha sido durante milenios objeto de potentes y complejos intereses y hoy parece, una vez ms, como si la lucha por la hegemona
mundial confluyera en esta parte del mundo. Todas las grandes potencias muestran y ejecutan su poder en Oriente Medio y en el Magreb. El Mediterrneo
es, por lo tanto, un territorio cargado de significaciones polticas y culturales
(Gonzlez Turmo, 2001). La historia y la identidad de Occidente se han construido en una espesa red, donde Europa y el mundo rabe se han proyectado
mutuamente y han construido su identidad como reflejo de la imagen opuesta,
hasta el punto en que podra afirmarse que la cultura europea se ha empodera296
La expedicin de Napolen a Egipto, entre 1798 y 1801, inici una lenta penetracin
europea en frica que dur todo el siglo xix, pero que se aceler tremendamente a partir
de 1870.
Excepto Liberia y Etiopa. Sobre el terreno, sin embargo, s quedaron extensos y remotos
territorios fuera del control colonial.
El control econmico y poltico de Francia y Gran Bretaa fue creciendo durante todo
el siglo xix, hasta que en 1879 ambas potencias trazaron planes para su invasin, llevada
a cabo por Gran Bretaa en 1882 (Said,1990). De hecho, los acuerdos fueron norma. La
Entente Cordial, firmada en 1904, les permiti encauzar por va diplomtica la cooperacin frente a Alemania. Este acuerdo garantiz la libertad de accin de Gran Bretaa
en Egipto y de Francia en Marruecos, respetando los intereses espaoles en el Rif, Ifni y
Tarfalla. En realidad, form parte de una sucesin de acuerdos que arrancaba de la alianza francorrusa de 1893, continu con la anglorrusa de 1907 y, por ltimo, con la Triple
Entente, que fue el ncleo de los poderes aliados de la Primera Guerra Mundial.
297
298
Hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, todos los territorios al sur y al este del
Mediterrneo se encontraban bajo el control de las potencias europeas: bien colonizados
(Argelia), como protectorado (Marruecos), bajo mandato (Palestina, Jordania, Siria, Lbano e Irak) o con independencia formal (Egipto).
Se ha reforzado la dependencia de los pases terceros mediterrneos con respecto a la
Unin Europea, superando el nivel de desequilibrio que guardan en sus relaciones comerciales Estados Unidos con Amrica Latina y Japn con el sudeste asitico (Khader,
1995).
ron pronto con la desunin y la rivalidad entre los distintos Estados.6 Europa
pas, sin embargo, de una poltica de divide y vencers a apoyar la unin del
Magreb, bajo la iniciativa de los pases europeos del Mediterrneo, que vean en
ella la posibilidad de contar con un interlocutor vlido, como haba sucedido
con el Consejo de Cooperacin del Golfo a partir de 1981 (Balta, 1994).
Pero, a pesar de que las relaciones comerciales nunca peligraron y la
comunicacin poltica fue ms o menos fluida, la imagen mutua sigui deteriorndose. En Europa, los medios de comunicacin difundieron, in illo tempore,
cuatro estereotipos del rabe: el terrorista, el trabajador poco cualificado e inculto, el rico emir del golfo y el integrista fantico (Bodas, 1994). El terrorismo
islmico ha dado armas, posteriormente contundentes, a la asimilacin tnica
con el terror poltico, ideolgico y social, as como al supuesto antioccidentalismo generalizado de los rabes. Tambin las ciencias sociales y el orientalismo
han proporcionado representaciones estereotipadas del sur del Mediterrneo;
concepciones predeterminadas de lo que puede o debe ser, respondiendo, de
manera inevitable, a exigencias culturales, polticas y econmicas de su poca y
su mundo (Said, 1990). En la actualidad, internet sirve para difundir sin tregua
ni control mensajes antagnicos, cuando no incendiarios, que enfrentan, sin
distincin, a todos los habitantes de las dos orillas, en lo religioso, poltico,
ideolgico y social.
Rutas comerciales y ciudades
El control del Mediterrneo y de los trficos comerciales ha pasado por las rutas martimas, pero tambin por las rutas caravaneras que desde el este y el sur
viajaban en direccin al extremo del mundo conocido. El afn por alcanzar el
extremo occidental del Mediterrneo es antiqusimo. Ya en la Antigedad clsica se definan tres grandes rutas mediterrneas: la septentrional que recorra
el litoral norte, desde Grecia a Gibraltar; la meridional que por va terrestre y
navegacin de cabotaje ha comunicado la Pennsula Arbiga con la Ibrica; y la
martima, que hace el mismo recorrido a travs de las islas. Todas acababan en
el estrecho de Gibraltar.
6
Entre 1910 y 1964 el Magreb central se conformaba solo por Tnez, Argelia y Marruecos.
Libia y Mauritania se incorporaron en 1964 y 1975, respectivamente.
299
Durante la Edad Media, el trfico se intensific a travs de las ciudades-Estado italianas y de al-ndalus, de donde partan rutas caravaneras: una
primera hacia el interior de frica Fez, Siyilmasa, Tombuct; la segunda,
hacia Tnez; y la tercera, hasta Alejandra y El Cairo. Llevaban lana, cobre,
cristal, drogas y perfumes; regresaban con oro, sal, marfil, tejidos y esclavos.
Pero tambin viajaban el conocimiento, los alimentos e incluso el gusto y las
formas de comer. Ambos lados del estrecho se denominaban entonces de forma
significativa las dos orillas (al-adwatan).
Ese flujo centenario permiti la llegada a Europa de conocimientos y
productos que han contribuido a la conformacin de su sistema de valores,
sus ciencias, su arte, su paisaje y su alimentacin. Del mundo rabe llegaron
las palmeras, los almendros, los ctricos, los melocotoneros, los granados, los
albaricoques, el arroz, el azcar Del mismo modo, al-ndalus dej su huella
en el urbanismo, los sistemas de regado, la organizacin administrativa y la
alimentacin del Magreb.
A partir del siglo xv, con la expulsin del ltimo rey nazar de Granada
y la posterior prdida del control sobre las rutas del este del Mediterrneo, el
trfico europeo se orient hacia occidente. Amrica se convirti en el principal destino de las flotas espaolas. Los barcos viajaban cargados de especias y
animales de carga, y regresaban con plata y alimentos que, como el tomate o la
patata, no se difundieron por Europa con tanta facilidad como el metal precioso. Los puertos de entrada al viejo continente fueron Sevilla, Cdiz y Sanlcar
de Barrameda, una de las ciudades seleccionadas para este texto y situada justo
en la desembocadura del ro Guadalquivir.
Las ciudades han sido, de hecho, claves para la circulacin de alimentos entre Europa, frica y Asia. El Mediterrneo est dominado por caminos
y ciudades que han sido acumuladoras de riquezas y alimentos, aun cuando
el 80 por ciento de la poblacin viviera en el campo hasta la Revolucin Industrial. Podra afirmarse que todas las ciudades mediterrneas parten de un
mismo modelo. No obstante, las seis ciudades seleccionadas presentan diferencias desde el punto de vista demogrfico, urbanstico, productivo o portuario.
Las mencionar en razn de su importancia: Algeciras y Tnger son grandes
ciudades multiculturales y notables centros portuarios: Algeciras es el segundo
puerto de Espaa y el trigsimo en el rango mundial de 2013 (segn Container
Managment); mientras que Tnger ha aumentado su actividad a partir de 2008,
300
convirtindose en un serio competidor del anterior y ocupando el puesto cincuenta y cinco del mismo rango. Nador es tambin un importante puerto comercial del norte de Marruecos, una de las ciudades con la renta per cpita ms
alta del pas; fronteriza con la ciudad espaola de Melilla y vinculada al Rif, la
regin con ms presencia berber del pas (Camps, 1977). Su puerto pesquero,
orientado a la exportacin, se nutre de otros puertos cercanos, pero sobre todo
de los atlnticos: Asfi, Agadir, Larache Palos es, por su parte, una poblacin
espaola ms pequea que las anteriores, tradicionalmente vinculada a la pesca y a la industria conservera de pescado, aunque en las ltimas dcadas su
principal actividad productiva es el cultivo temprano bajo plstico para la
exportacin. No obstante, su vinculacin con el mar es importante: durante
siglos ha sido patria de significados marineros, entre otros los que partieron
de La Rbida, a pocos kilmetros de Palos, con Coln, rumbo a Amrica en
1492. Sanlcar de Barrameda y Tetun han sido seleccionadas, por ltimo,
por ser enclaves histricos del trfico martimo y poblaciones tradicionalmente
vinculadas a la pesca, aunque en los ltimos aos hayan visto decrecer esta
actividad. La primera fue puerto de Indias, es ciudad bodeguera y cuenta an
con numerosa poblacin vinculada a la pesca y al marisqueo. Tetun, por su
parte, es un centro comercial y fronterizo a pocos kilmetros est Ceuta,
ciudad espaola que se abastece de pescado de pueblos pesqueros cercanos,
como Martn y Rincn.
Las redes de mercado a ambos lados del estrecho
A pesar de lo anterior, en las ltimas dcadas se han producido importantes
cambios en la distribucin alimentaria de ambos pases. La tendencia es hacia
la globalizacin del mercado y la proliferacin de grandes superficies, en detrimento de los pequeos comercios y los mercados tradicionales. En el Mediterrneo ha habido mercados rurales y urbanos, especializados y diversos, peridicos y fijos. Pero todos han formado parte, durante siglos, de una intrincada
red que ha consolidado la dependencia del campo con respecto a la ciudad. Sin
embargo, en la actualidad no se habla de redes, sino de sistemas de mercado.
Para este salto cualitativo, ambos territorios el norte de Marruecos y el sur
de Espaa partieron de modelos diferentes y se han transformado tambin
de distinta manera.
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Las afirmaciones volcadas en este texto respecto a Marruecos provienen del trabajo de
campo realizado para el Feder I+D Andaluca y Marruecos: cocinas y hbitos alimentarios
a ambos lados del Estrecho. S. xi -xx , de donde se desprenden dos lneas de investigacin
que refieren a la alimentacin y los mercados de Marruecos respectivamente, cuyos resultados han sido publicados en 2007 y 2010.
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Desde el punto de vista culinario, no nutricional, las grasas son un condimento. El cerdo
no figurara entre la poblacin musulmana y el aceite de oliva se ha consumido hasta la
segunda mitad del siglo xx, sobre todo en las comarcas productoras, incluso de Andaluca, la mxima productora, pues su radio de mercado era corto o medio.
305
slo eso: normas propuestas. Su cumplimiento debe ser por lo tanto verificado,
antes de extraer otras conclusiones. En el caso de Andaluca, a diferencia de
Marruecos, el cumplimiento de los preceptos catlicos ya de por s minimizados es en la actualidad minoritario.
Por ltimo, estaran las diferencias dentro de cada localidad. Aquellas
que son marcadas por la pertenencia a distintas clases sociales o grupos socioprofesionales. De un barrio a otro, o de una calle a la siguiente, pueden existir
hbitos tan diferenciados como los que separan a poblaciones del interior y de
la costa. Y es que la pertenencia a distintas clases sociales y diferentes procesos
de trabajo, ha generado un acceso desigual a los ingredientes y condimentos.
Las diferencias no han sido especialmente territoriales, sino entre ricos y pobres;
entre la alta cocina y la popular, que han generado histricamente la adopcin
de alimentos y tcnicas culinarias diferenciadas y procedimientos de difusin
tambin distintos. La fractura culinaria puede ser, por lo tanto, estatal, regional,
provincial o multiplicarse en una atomizacin que pase por lo comarcal, lo local
y llegue incluso a la casa de cada cual. Da igual. Lo importante es que el nivel de
anlisis donde se sita la investigacin est bien definido. Puede afirmarse que
existen una cocina espaola y una marroqu diferenciadas? Por supuesto que s,
siempre que seleccionemos los rasgos capaces de definir sus oposiciones. Quiere eso decir que una y otra sean unidades homogneas? Pues no. De hecho,
se podran hacer otras selecciones, igualmente vlidas, para definir las cocinas
regionales, tnicas, comarcales o locales, y dentro de ellas, para referirse a las de
ciudades costeras, portuarias o marineras (Gonzlez Turmo, 2013).
La cocina de la gente del mar
El caso de la gente del mar es quiz uno de los que, con ms claridad, muestra la
especificidad alimentaria que un grupo socioprofesional puede mantener dentro de una poblacin. Los colectivos de los marineros, pescadores y mariscadores tienen fuerte tendencia a la endogamia: han compartido un mismo oficio,
un estilo de vida y una forma de comer (Gonzlez Turmo, 1995/1997). Poco han
tenido que ver con el campesino, arraigado a su trozo de tierra, cuando no obligado a emigrar; o con el jornalero y su irregular sustento, aun cuando trabajasen
alguna que otra vez en el campo, cosa que se da mucho menos a la inversa. La
gente del mar tiene un oficio arriesgado, pero su ocupacin suele ser ms regular
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308
En la ltima dcada, la situacin ha cambiado en Andaluca, a causa de la poltica pesquera de la Unin Europea que ha provocado desempleo en el sector.
Guisado con hortalizas y manzanilla (vino de Marco de Jerez).
mento de pobres. El pescado blanco, los lenguados (Solea vulgaris) o los salmonetes (Mullus barbatus) han estado reservados, desde la Antigedad, a las mesas
ricas. Ellos coman jurel (Decapterus ronchus), mojarra (Diplodus vulgaris), breca (Pagellus erythrinus), tembladera (Torpedo marmorata), raya (Raia clavata),
pintarroja (Scyliorhinus), herrera (Lithognathus mormyrus) y sardinas (Sardina
pilchardus). Aunque tambin es cierto que, cuando estaban embarcados por
cuenta ajena, su alimentacin era la ms rica y completa de los de su clase, pues
pocas intendencias han ido tan bien surtidas como las de las pesqueras del
Atlntico. Y es que, como ellos dicen, en la mar no hay miseria.
El hecho es que marineros y pescadores han mantenido, en muchos
casos, ms relacin con sus semejantes de otros pueblos que con sus propios vecinos. Los marineros de Sanlcar estn emparentados, por ejemplo, con los de
Huelva, Isla Cristina o incluso Portugal, y slo desde hace pocos aos han empezado a casarse con campesinos o jornaleros. Hasta entonces, el marinero que
se casaba con una mujer de otro medio la converta de inmediato en marinera,
mientras que si, por el contrario, alguna de sus hijas se casaba con un hombre
de tierra cosa menos frecuente, supona un alejamiento inevitable de su
familia de origen. Todo ello ha suscitado una suerte de endogamia patrilineal
que, hasta fechas recientes, haca fcilmente identificables sus apellidos.
La razn no era otra que la convivencia a que los abocaba el oficio,
aunque no tanto a los marineros de una parte y otra del estrecho, como a los
espaoles y marroques por separado. De hecho, aun cuando los pescadores
andaluces pescaban, hasta la dcada de 1970, en aguas de Marruecos y trataban
con los vendedores y compradores de sus lonjas, la marinera era exclusivamente espaola y la convivencia escasa. A partir de esos aos, se empez a vender
directamente en Espaa y se perdi el ya exiguo contacto, si bien posteriormente, los acuerdos pesqueros han propiciado un acercamiento entre los marineros
de ambos pases.
Pese a lo dicho, la marinera de cada pas s ha estado muy conectada
entre s: no slo porque embarcaran juntos, sino porque, durante siglos, han
coincidido en sus desplazamientos a lo largo de la costa en busca de los mejores
caladeros. Un caso claro es el de las almadrabas milenarias que capturan el
atn de ida y vuelta, como se llama a los que viajan para desovar desde el Atlntico al Mediterrneo y despus retornar, ya vacos. En la actualidad, la pesca
ha descendido, porque gran parte es capturada en alta mar por flotas asiticas,
309
pero hasta hace unos aos los marineros se trasladaban de abril a junio a las
almadrabas. Del mismo modo, marineros portugueses y andaluces de varias
provincias sobre todo Cdiz y Huelva se renen, desde hace siglos, entre
febrero y junio en la Playa de Castilla, que no es sino el extremo sur del Parque
Nacional de Doana.
Mapa 2. Puertos importantes en el estrecho de Gibraltar
Espaa
Palos
Sanlcar de
Barrameda
Algeciras
Tnger
Tetun
Nador
Marruecos
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aunque si se trataba de chocos (Rossia macrosoma) se preparaban con garbanzos o guisado; y a la sal cuando eran piezas de mediano tamao. El costo,
como se llama a los alimentos que no pueden pescar, se lo llevaban hombres
de los pueblos cercanos, que se acercaban hasta sus asentamientos y, a cambio,
volvan con pescado.
El estado de cosas descrito ha cambiado mucho en las ltimas dcadas;
sobre todo, en Andaluca. No slo ha descendido la pesca y ha aumentado el
desempleo en el sector: los procesos de trabajo han dejado de ser un factor
de diferenciacin alimentaria. Marineros, jornaleros, mineros y pastores, los
trabajadores de la costa y del interior, tienen, hoy en da, dietas y ritmos de
comidas muy parecidos. Sus hbitos se han acercado y han quedado reducidos, de una parte, a aquello que ya compartan y no era sino la dieta bsica de
los trabajadores de gran parte del Mediterrneo: pan, aceite, legumbres, arroz,
patatas y hortalizas. Mientras que, de otra parte, el aumento del nivel de vida
permiti un mayor consumo de leche, fruta y carnes, adems de otros productos de fabricacin industrial o suministrados por un mercado agroalimentario
ya globalizado. En definitiva, a medida que esos procesos de trabajo han dejado
de exigir un nivel de aislamiento y unos ritmos propios, el trabajo ha cesado de
ser una fuente de diversidad alimentaria, coincidiendo todo ello con la globalizacin del mercado agroalimentario.
En ese proceso, la apreciacin de las especies cticas y el destino de los
platos marineros tambin han cambiado. El turismo ha aumentado el precio
del pescado. Los habitantes de estas ciudades, e incluso los mismos pescadores,
tienen que consumirlo congelado o de piscifactora. Estos son ahora los pescados de pobres. Sin embargo, los pescados que antes les estaban reservados,
por poco cotizados, se venden ahora en los mercados de ciudades interiores y
se sirven en restaurantes, premiados con estrellas Michelin. Slo el hecho de
que sean capturados en el mar, al contrario de las piscifactoras, aumenta su
cotizacin y cambia su denominacin: en las lonjas y cartas de restaurantes
los llaman salvajes. Los restaurantes y bares han sido, en realidad, los grandes
recuperadores de algunos guisos que estuvieron a punto de desaparecer, cuando
los pescadores dejaron de hacerlos en sus embarcaciones. Los guisos marineros
son ahora algunas de las especialidades ms cotizadas de las cocinas andaluzas
y marroques: el turismo los pide y los mejores cocineros los lucen por ferias y
muestras gastronmicas de todo el mundo.
311
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Doctora en antropologa social y cultural por la Universidad de Barcelona. Investigadora postdoctoral en la Universidad de Chile, programa pai de Conicyt, Chile.
Correo electrnico: [email protected]
Marcelo lvarez
Antroplogo e investigador en Patrimonio Alimentario, Instituto Nacional de
Antropologa, Ministerio de Cultura de la Nacin, y consultor en fauba-uba,
Argentina.
Correo electrnico: [email protected]
Adriana Arista
Doctora en antropologa social y cultural por la Universidad Autnoma de
Barcelona, Espaa.
Correo electrnico: [email protected]
Franoise Aubaile-Sallenave
Doctor en antropologa cultural. Investigador del Centre National de la Recherche Scietifique, umr 7206 cnrs-mnhn, Eco-Anthropologie y Etnobiologie, Francia.
Correo electrnico: [email protected]
Ricardo vila
Antroplogo e historiador. Departamento de Estudios Mesoamericanos y
Mexicanos, Universidad de Guadalajara, Mxico.
Correo electrnico: [email protected]
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Christiane Berth
Doctora en filosofa y humanidades por la Universidad de Hamburgo. Profesora ayudante en el Institute for European Global Studies, Universidad de
Basilea, Suiza.
Correo electrnico: [email protected]
Marilda Checcucci
Doctora en antropologa por la Universidade de Estadual de Campinas. Directora del grupo de investigacin Patrimonio Cultural, Memoria, Identidad y
Desarrollo Regional. Profesora de la Universidade de Blumenau, Santa Catarina, Brasil.
Correo electrnico: [email protected]
Frdric Duhart
Antroplogo e historiador. Secretario general de icaf. Investigador de la cole
des Hautes tudes en Sciences Sociales. Profesor del Basque Culinary Center
de la Universidad de Mondragn, Espaa.
Correo electrnico: [email protected]
Almir C. El-Kareh
Doctor en historia por la cole des Hautes tudes en Sciences Sociales. Profesor de la Universidade Federal Fluminense y de la Universidade do Estado do
Rio de Janeiro, Brasil.
Correo electrnico: [email protected]
Mara Florencia Ferre
Docente, escritora, editora y traductora de lengua inglesa y eslovena.
Correo electrnico: [email protected]
Isabel Gonzlez Turmo
Doctora en antropologa y profesora titular de la Universidad de Sevilla. Presidenta de icaf, Espaa.
Correo electrnico: [email protected]
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Gustavo Laborde
Candidato a doctor en antropologa por la Universidad de Barcelona e investigador del Observatori de lAlimentaci, Espaa.
Correo electrnico: [email protected]
Ral Matta
Doctor en sociologa por la Universidad Pars iii. Investigador en la Universitt
Gttingen (Proyecto Food as Cultural Heritage) y en el Institut de Recherche
pour le Dveloppement, Francia.
Correo electrnico: [email protected]
F. Xavier Medina
Doctor en antropologa social por la Universidad de Barcelona. Director de
la Ctedra unesco de Alimentacin, Cultura y Desarrollo. Presidente de icaf
Europa. Profesor del Departamento de Sistemas Alimentarios, Cultura y Sociedad de la Universitat Oberta de Catalunya, Espaa.
Correo electrnico: [email protected]
rsula Peres-Verthein
Investigadora del Observatori de lAlimentaci. Candidata a doctora en antropologa por la Universidad de Barcelona, Espaa.
Correo electrnico: [email protected]
Cecilia Pernasetti
Maestra en comunicacin y poltica por la Universidad Autnoma Metropolitana, Mxico. Docente de la licenciatura en antropologa de la Universidad
Nacional de Crdoba y miembro del Programa de Estudios sobre la Memoria
de la misma universidad, Argentina.
Correo electrnico: [email protected]
Mayabel Ranero Castro
Doctora en historia contempornea por la Universidad del Pas Vasco. Profesora investigadora de la Facultad de Sociologa de la Universidad Veracruzana,
Mxico.
Correo electrnico: [email protected]
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Graciela Schwartz
Etnoarquologa. Investigadora asociada al Equipe Alimentation de la Universit Franois Rabelais, Francia.
Correo electrnico: [email protected]
Sergio Zapata
Doctor en ciencias agronmicas. Director de la Seccin de Posgrado en Turismo en el Instituto de Investigacin de la Escuela Profesional de Turismo y
Hotelera de la Universidad de San Martn de Porres, Per.
Correo electrnico: [email protected]
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Patricia Arias
Maurice Aymard
Francisco Barbosa
Gerardo Bernache
Avital Bloch
Toms Calvo Buezas
Daria Deraga
Frdric Duhart
Andrs Fbregas Puig
Rodolfo Fernndez
Dominique Fournier
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Daniel Lvine
Eduardo Lpez Moreno
F. Xavier Medina
Hilda Morn Quiroz
Joseph B. Mountjoy
Guillermo de la Pea
Amrico Peraza
Aristarco Regalado
Eduardo Santana
Otto Schndube
Gabriela Uruuela
Francisco Valdez
Rosa Yez