Retiro Espiritual
Retiro Espiritual
Retiro Espiritual
Cu
Marie-Dominique Philippe
Marie-Dominique Philippe
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Acto de ofrenda
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dre Marie Dominique I'hilippe (1912-2006), de la Orden de
imingo; doctor en Filosofa y Teologa, profesor de la Universi
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MARIE-DOMINIQUE PHILIPPE
ACTO DE OFRENDA
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PRLOGO
MARIE-DOMINIQUE PHILIPPE
PRLOGO
Captulo I
ENTRAR EN RETIRO CON TERESA
MARIE-DOMINIQUE PHILIPPE
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MARIE-DOMINIQUE PHILIPPE
nuestras excusas estamos nosotros... nosotros u otro; porque cuando queremos excusarnos siempre hay algn otro
a nuestro lado. Se sabe lo que h i z o Adn cuando Dios lo
l l a m despus de pecar. R e s p o n d i a Dios: F u e la muj e r ! . A su v e z , la mujer dijo: F u e la serpiente! . Y la
serpiente fue la primera en recibir el castigo. En realidad,
Adn hubiera tenido que hacer una sola cosa, ponerse de
rodillas diciendo: Seor, soy un o r g u l l o s o . Porque el defecto predominante en cada uno de nosotros es el orgullo.
No es necesario hacer un retiro para descubrirlo, pero el
m u n d o de hoy se absuelve del orgullo colectivo diciendo:
N o soy y o , es el o t r o . Encontramos de nuevo la actitud
d e A d n p e r o d e m a n e r a c o l e c t i v a : Q u quiere usted
que haga?, tuve un padre y una madre incompetentes, no
entendan nada, es su culpa. O: V i v o en una comunidad
i n s o p o r t a b l e . P e r o no fue usted q u i e n quiso entrar
a h ? . S , pero yo no saba e s o , etc. En definitiva, es la
mujer, es el d e m o n i o . . . Y Dios deseando tanto hacernos
misericordia, y nosotros se lo impedimos!
digo, un pobre, alguien que reconozca su miseria, su debilidad, y que la ponga a sus pies... o la deposite en su cor a z n . Y la m i s e r i c o r d i a de D i o s , la m i s e r i c o r d i a de
Cristo, es asombrosa: Resucita los muertos! T o d o puede
ser perdonado. Jess mismo nos lo dice cuando nos pide
que perdonemos a nuestro prjimo setenta veces siete , lo
que quiere decir que hay que perdonar indefinidamente.
Pero, para ello, es necesario reconocerse pecador, hay que
ser pobre.
El pecado ms grave es impedir que Dios nos haga misericordia. Podramos decir que es el pecado contra el Espritu Santo , p o r q u e l es enviado c o m o Parclito para
hacer misericordia . Sera entonces bueno, e incluso necesario, que durante este retiro nos p o n g a m o s de cara a
D i o s c o n toda sencillez y confianza, sabiendo que D i o s
nos ama, que nos a m el p r i m e r o y que su a m o r perman e c e s i e m p r e p r i m e r o . D i o s nos ama actualmente y su
nico deseo es envolvernos de su misericordia. Pero uno
solo no puede hacer misericordia. Para que Jess pueda
hacer misericordia tiene que haber un miserable, un men5
Esto es lo primero que hay que hacer al inicio del retiro, reconocer que necesitamos el perdn de Cristo para
poder avanzar, para ir ms lejos, y eso porque somos pecadores. R e c o n o z c a m o s , c o m o l o h i z o e l profeta Elias,
que no somos mejores que nuestros padres , que hay en
nosotros un peso de pecado, un peso de orgullo y de vanidad, de gran vanidad. Conocemos muy bien lo que quiere
decir la vanidad de la rana que pretende ser tan grande
c o m o el b u e y : q u e r e m o s tener siempre r a z n . H a y que
pedir entonces p e r d n a Dios p o r t o d o eso, nunca se lo
pediremos bastante.
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G n 3, 12-13.
Cfr. Mt 12, 31-32; Me 3, 29; Le 12, 10.
Cfr. Jn 20, 22-23: Dicho esto, sopl sobre ellos y les dijo: "Recibid
el Espritu Santo. A quienes perdonis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengis, les quedan retenidos". La liturgia del
sacramento de reconciliacin lo dice explcitamente: Envi al Espritu
Santo para la remisin de los pecados....
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Mt 18, 22.
1 R 19, 4.
N.T.: Dicho francs que hace referencia a una rana que, queriendo ser tan grande como un buey, se infla de aire hasta estallar.
7 w 4 , 9.
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'Jn4, 17-18.
ujn4, 24.
Ap 3, 20.
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Cfr. Discurso de Juan Pablo II a los obispos de Francia en Issyles-Moulineux, el I de junio de 1980, (n 3) France, que fais-tu de ton
baptme? Ed. Centurion, 1980. Ver tambin la Homila de la Asuncin
en Jasna Gora, el 15 de agosto de 1991: Todo hombre, en la realidad de
la creacin a imagen y semejanza de Dios, que sufre, al mismo tiempo,
la tentacin de transformar esa imagen y semejanza en un reto dirigido
a su Creador y Redentor. La tentacin de rechazarlo. La tentacin de vivir su propia vida aqu en la tierra, como "si Dios no existiera". Como si
no existiera Dios en toda su realidad trascendente. Como si no existiera
su amor al hombre, amor que movi al Padre "a entregar" a su Hijo
unignito para que el hombre, por medio de l, tuviera la vida eterna en
Dios.
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alcanzar p o r ella misma el cielo, el rostro de Cristo, la salv a c i n . H a y que l e e r el m i t o de la torre de Babel desde
esta perspectiva. Dios se ve forzado a mirar desde el exter i o r lo que el h o m b r e est h a c i e n d o . Cuando construimos por orgullo -y ah es un orgullo c o l e c t i v o - , echamos
a Dios de nuestro corazn. No teniendo ya lugar en nuestro corazn, Dios est o b l i g a d o a mirar desde el exterior
lo que hacemos. Esta imagen, este lenguaje simblico no
es extraordinario?
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Captulo I I
E X A M E N DE CONCIENCIA
BAJO L A M I R A D A D E JESS
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Gn 11, 5.
'6 Le 2, 7.
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A p 1, 3; cfr. 22, 7
Ap 1, 1.
tra Gentiles, III, cap. 50; Comentario de la Epstola a los Hebreos, X, lectura 2, n. 513.
Ap 10, 9.
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E X A M E N D E C O N C I E N C I A BAJO L A M I R A D A D E JESS
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Le 18, 8.
Vase p. 119, nota 16.
Cfr. Rm 8, 3 7 : Salimos vencedores (supervincimus) gracias a
aquel que nos am.
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A p 19, 11-16; 6 , 2 .
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das: Jess nos ama y, porque nos ama, ha muerto por nosotros . Una vez que lo h e m o s c o m p r e n d i d o y que lo vivimos, el pequeo examen de conciencia de cada da es una
verdadera anticipacin del juicio particular. Q u alegra
ver a Dios -deca santa Teresa del N i o Jess abundando
e n l o que d i c e santa Teresa d e v i l a - , ser j u z g a d o s p o r
aquel a quien hemos a m a d o sobre todas las c o s a s ! . Un
da veremos a Jess cara a cara, directamente. Un da v e remos a Mara. Y esto lo p o d e m o s anticipar en la fe, en la
esperanza y, p o r consiguiente, estar v e r d a d e r a m e n t e en
su presencia. H a g a m o s esto incluso cuando es m u y rudo,
cuando ya no sintamos nada y sea completamente voluntario. Seamos de aquellos que quieren ser fieles a travs
d e t o d o . Cada noche, antes d e d o r m i m o s , p o n g m o n o s
frente a Jess, junto a Mara, bajo su mirada. El contacto
con ellos es directo dado que nos miran y nos aman t o d o
el tiempo, pero a nosotros nos toca responder.
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fe, que es un d o n de Dios - l o olvidamos demasiado a m e nudo-, no nos es dada para conocer el mundo, ni siquiera
para c o n o c e r n o s a nosotros m i s m o s . La fe es necesaria
porque estamos hechos para ver a Dios, para verle cara a
cara. Eso muestra que lo esencial de la fe es el hacernos
v i v i r ahora l o que v i v i r e m o s eternamente. L a fe, d i c e l a
carta a los H e b r e o s , es sustancia de las realidades que
e s p e r a m o s , es decir, lo que hay de esencial en lo que esperamos, que es la visin beatfica. V e r a Dios cara a cara,
amarlo c o n todo nuestro corazn, con t o d o nuestro espritu, con todo lo que somos, es eso lo que la fe deposita en
lo ms ntimo de nuestra inteligencia, de nuestro espritu,
de nuestra v o l u n t a d . Se a p o d e r a de n o s o t r o s radicalmente. N o s hace relativizar todas las otras cosas y nos las
hace mirar solo bajo esta luz. Esto va m u y lejos... Y ah
M a r a nos ayuda mucho, es ella la que nos lo ensea. Se
comprende entonces lo que significa la oracin interior y
t o d o r e z o , incluso la oracin litrgica: ponen en nosotros
esa orientacin actual hacia la visin beatfica. De lo contario, nuestra fe ya no acta c o m o debiera, la p o n e m o s un
p o c o entre parntesis.
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Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el nico Dios verdadero, y al que t has enviado, Jesucristo (Jn 17, 3).
Ya comis, ya bebis o hagis cualquier otra cosa, hacedlo todo
para gloria de Dios (/ Co 10, 31).
Jn 6, 15.
Jn 6, 26.
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"Hb 11,1.
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Captulo I I I
A C T O DE O F R E N D A 1
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Ofrenda de m misma'
Como vctima de holocausto
Al amor misericordioso de Dios
Oh Dios mo, Trinidad santa!, yo quiero amarte y hacerte amar y trabajar por la glorificacin de la santa Iglesia,
salvando las almas que estn en la tierra y liberando a las
que sufren en el purgatorio. Deseo cumplir perfectamente tu
voluntad y alcanzar el grado de gloria que T me has preparado en tu reino. En una palabra, quiero ser santa. Pero
siento mi impotencia y te pido, Dios mo, que seas T
mismo mi santidad.
Ya que me has amado hasta darme a tu Hijo nico para
que fuese mi Salvador y mi Esposo, los tesoros infinitos de
sus mritos son mos; te los ofrezco gustosa y te suplico que
no me mires sino a travs de la Faz de Jess y en su Corazn abrasado de amor.
Te ofrezco tambin todos los mritos de los santos (de
los que estn en el cielo y de los que estn en la tierra), sus
actos de amor y los de los santos ngeles. Y, por ltimo, te
ofrezco, oh Santa Trinidad!, el amor y los mritos de la
Santsima Virgen, mi Madre querida; a ella le confo mi
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Jn 6, 27.
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ACTO DE OFRENDA 1
ofrenda, pidindole que te la presente. Su divino Hijo, mi Esposo amadsimo, en los das de su vida mortal nos dijo: Todo
lo que pidis al Padre en mi nombre, os lo conceder. Por eso
estoy segura de que escuchars mis deseos. Lo s, Dios mo,
cuanto ms quieres dar tanto ms haces desear. Siento en mi
corazn deseos inmensos y te pido, confiadamente, que vengas a tomar posesin de mi alma. Ay!, no puedo recibir la sagrada Comunin con la frecuencia que deseo pero, Seor, no
eres T todopoderoso... ? Qudate en m como en l sagrario,
no te alejes nunca de tu pequea hostia...
Quisiera consolarte de la ingratitud de los malos y te suplico que me quites la libertad de desagradarte. Y, si por debilidad caigo alguna vez, que tu mirada divina purifique enseguida mi alma, consumiendo todas mis imperfecciones,
como el fuego que todo lo transforma en s...
Te doy gracias, Dios mo, por todos los beneficios que
me has concedido y, en especial, por haberme hecho pasar
por el crisol del sufrimiento. En el ltimo da te contemplar llena de gozo llevando el cetro de la Cruz. Ya que te has
dignado darme como lote esta cruz tan preciosa, espero parecerme a ti en el cielo y ver brillar en mi cuerpo glorificado
los.sagrados estigmas de tu Pasin...
Despus del destierro de la tierra, espero ir a gozar de ti
en la patria, pero no quiero acumular mritos para el cielo,
quiero trabajar solo por tu amor, con el nico fin de agradarte, de consolar a tu sagrado Corazn y de salvar almas
que te amen eternamente.
En la tarde de esta vida comparecer delante de ti con
las manos vacas, pues no te pido, Seor, que lleves cuenta
de mis obras. Todas nuestras justicias tienen manchas a tus
ojos. Por eso, yo quiero revestirme de tu propia Justicia y recibir de tu Amor la posesin eterna de Ti mismo. No quiero
otro trono ni otra corona que T mismo, Amado mo...
A tus ojos, el tiempo no es nada, y un solo da es como
mil aos. T puedes, pues, prepararme en un instante para
comparecer delante de ti...
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ACTO DE OFRENDA 1
MARIE-DOMINIQUE PHILIPPE
P r i m e r o l e a m o s las palabras que nos relata la m a d r e
c o n t a c t o d i r e c t o c o n D i o s , esa p a r t i c i p a c i n de la v i d a
misma de Dios. P o r lo tanto, el carcter del bautismo solo
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m a d o , c u a n d o l se ha a p o d e r a d o de nuestra a l m a , in-
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cin del grito de sed de Jess (Ms A 45v, p. 166), de la lectura de un libro que la dejar profundamente impresionada del cannigo Arminjon
(Fin du monde prsent et mystres de la vie future, ed. 1881): Esa lectura fue tambin una de las mayores gracias de mi vida ( . . . ) y la impresin que me produjo es demasiado ntima y demasiado dulce para poder contarla (Ms A 47v, p. 169).
El cannigo Arminjon naci en Chambery en 1824. Era un predicador de renombre. A los dieciocho aos entr con los jesutas y abandon la Compaa de Jess (aconsejado por el padre General) antes de
haber pronunciado sus votos definitivos. Tena entonces treinta y cinco
aos. Una vez de regreso a su querida Saboya, ense en el gran seminario durante algunos meses, mas su fuerte independencia lo llev a
pasar el resto de su vida -bastante corta puesto que muri de agotamiento a los sesenta y un aos- a predicar casi sin descanso en todas
las dicesis de Francia. El padre Biaise Arminjon, s.j., sobrino lejano
del cannigo, reedit recientemente la sptima conferencia del Fin du
monde prsent, aquella que ms haba marcado a Teresa (B. ARMINJON,
Thrse et l'Au-del, DDB 1996). El autor explica por qu el libro no
pudo ser reeditado en su integridad.
Desde los dos aos (edad en la que ya conoca casi todas las letras del alfabeto) deca que ser religiosa. Es incluso uno de sus primeros recuerdos (Ms A 6r, p. 90). A los tres aos ha empezado a no
negarle al buen Dios nada de lo que la pida (carta de sor Mara de la
Eucarista a Celina Maudelonde, Derniers entretiens, Nouvelle Edition
du Centenaire, Cerf-DDB 1992, p. 717), y pareciera que Teresa hubiese
dicho que no se acordaba de nunca haberle negado alguna cosa (dem,
nota 141).
iJn 19, 28.
Lo que el Padre, Verdad eterna, espera del alma es el deseo infinito, porque Dios, que es infinito, quiere infinito amor e infinito dolor (El dilogo, c. I I I ) . Cfr. c. XI: Todas las operaciones humanas son
finitas; ahora bien, y o soy infinito y reclamo operaciones infinitas, es
decir, un sentimiento infinito de amor. El deseo del alma fundado en
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comn de la fe, la esperanza y la caridad, y del ejercicio divino del don de sabidura y de temor-. Eso es el deseo de
amar, el deseo de a m a r a una persona, porque solo se
puede amar espiritualmente a una persona. Aqu se desea
amar a tres personas en la unidad de la Santsima Trinidad.
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En una palabra, quiero ser santa. Pero siento mi impotencia, y te pido, Dios mo, que seas T mismo mi santidad.
T o d o est ah, es Cristo quien es nuestra santidad.
P e r o para que sea nuestra santidad hace falta desear ser
santo. Y desear ser santo es desear cumplir plenamente,
la caridad, la cual da vida a todas las virtudes, debe llegar hasta el infinito, c. X I . Cfr. c. XCIII, etc. Incluso el sufrimiento de Cristo, la obra
de la Cruz, es finita, limitada. Por eso, el grito de sed y la herida del costado.
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cin del grito de sed de Jess (Ms A 45v, p. 166), de la lectura de un libro que la dejar profundamente impresionada del cannigo Arminjon
(Fin du monde prsent et mystres de la vie future, ed. 1881): Esa lectura fue tambin una de las mayores gracias de mi vida ( . . . ) y la impresin que me produjo es demasiado ntima y demasiado dulce para poder contarla (Ms A 47v, p. 169).
El cannigo Arminjon naci en Chambery en 1824. Era un predicador de renombre. A los dieciocho aos entr con los jesutas y abandon la Compaa de Jess (aconsejado por el padre General) antes de
haber pronunciado sus votos definitivos. Tena entonces treinta y cinco
aos. Una vez de regreso a su querida Saboya, ense en el gran seminario durante algunos meses, mas su fuerte independencia lo llev a
pasar el resto de su vida -bastante corta puesto que muri de agotamiento a los sesenta y un aos- a predicar casi sin descanso en todas
las dicesis de Francia. El padre Biaise Arminjon, s.j., sobrino lejano
del cannigo, reedit recientemente la sptima conferencia del Fin du
monde prsent, aquella que ms haba marcado a Teresa (B. ARMINJON,
Thrse et l'Au-del, DDB 1996). El autor explica por qu el libro no
pudo ser reeditado en su integridad.
Desde los dos aos (edad en la que ya conoca casi todas las letras del alfabeto) deca que ser religiosa. Es incluso uno de sus primeros recuerdos (Ms A 6r, p. 90). A los tres aos ha empezado a no
negarle al buen Dios nada de lo que la pida (carta de sor Mara de la
Eucarista a Celina Maudelonde, Derniers entretiens, Nouvelle Edition
du Centenaire, Cerf-DDB 1992, p. 717), y pareciera que Teresa hubiese
dicho que no se acordaba de nunca haberle negado alguna cosa (dem,
nota 141).
Jn 19, 28.
Lo que el Padre, Verdad eterna, espera del alma es el deseo infinito, porque Dios, que es infinito, quiere infinito amor e infinito dolor (El dilogo, c. III). Cfr. c. XI: Todas las operaciones humanas son
finitas; ahora bien, y o soy infinito y reclamo operaciones infinitas, es
decir, un sentimiento infinito de amor. El deseo del alma fundado en
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Santa Faz. Ella quiere que el Padre la mire a travs del ros-
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b i a d o p o r i n m e n s o s . S e c o m p r e n d e esta preocupacin
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del t e l o g o , p e r o no deja de ser c i e r t o que ella tiene deseos infinitos. En realidad, la gracia, nuestra gracia santificante unida a la plenitud de gracia de Jess, nos da unos
deseos casi infinitos. Nuestra gracia p o r ella m i s m a no es
infinita, p e r o , e n l a m e d i d a e n q u e n o s d e j a m o s a n i m a r
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Teresa cita aqu una frase de san Juan de la Cruz que la marc
mucho: Cuanto ms quiere dar, tanto ms hace desear, hasta dejarnos
vacos para llenarnos de sus bienes (Carta del 8 de julio de 1589 a la
madre Leonor de san Gabriel). Pero antes ya ha expresado la certeza de
que ser complacida en sus deseos porque Jess nos ha dicho que el Padre nos dar todo lo que le pidamos en su nombre. El leitmotiv de los
deseos, que reaparecen constantemente en los escritos de Teresa y que
expresan bien su esperanza, tiene tres aspectos: ella est segura de que
se los concedern, no solamente apoyndose en la palabra de Jess,
sino porque ha comprendido que es Dios mismo quien se los inspira.
Ahora bien, Dios no puede inspirar deseos irrealizables (A5 C 2v, p.
274), y no le inspirara los deseos que ella siente, si no quisiera hacerlos realidad (Ms A 84v, p. 247). Cuanto ms avanza, ms reconoce:
Siempre me ha dado lo que deseaba o, mejor dicho, me ha hecho desear lo que quera darme (Ms C 31r, p. 317; cfr. carta 253 y 197); es
l quien inspira y quien colma nuestros deseos (carta 201). Al final de
su vida repetir: Dios siempre me ha hecho desear lo que quera
darme (CA 13.7.15, p. 838; 16.7.2, p. 844; 18.7.1, p. 846; Ms A 71r,
p.219). El segundo aspecto, muy relacionado con el primero, pero insistiendo sobre el crecimiento de la esperanza, es que, cuanto ms quiere
dar Dios, tanto ms hace desear. Y el tercer aspecto es que este crecimiento va casi hasta el infinito, no tiene lmites (salvo los lmites inherentes de la criatura): Dios me da sin medida todo lo que le pido (Ms
C 33v, p. 321). Al final de su vida, Teresa no solamente dir: Es increble cmo se han realizado todas mis esperanzas! (CA 31.8.9, p 918;
cfr. Ms C 22v, p. 304), sino tambin: El Seor har en nosotras maravillas que rebasarn infinitamente nuestros inmensos deseos... (Cta.
230, p. 590).
Proceso del Ordinario (PO); Oraciones, 2.
Cfr. Rm 8, 11. 14.
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Ay!, no puedo recibir la sagrada Comunin con la frecuencia que deseo, pero, Seor, no eres T todopoderoso...?
Qudate en m como en el sagrario, no te alejes nunca de tu
pequea hostia...
Teresa es consciente de que los sacramentos, y en particular el de la Eucarista, estn ah para remediar nuestra
fragilidad y distracciones. La Eucarista nos da la presencia
actual de Jess bajo ese m o d o particular que es el m o d o sacramental. Cuando se ama intensamente y cuando se desea
a m a r todava ms, es normal desear que aquel que amamos est presente. Ahora bien, Jess est presente en la Eucarista, est realmente presente, substancialmente presente. P o c o importa, en definitiva, el c m o o, en trminos
teolgicos, el m o d o bajo el cual est presente. Cuando se
ama eso no tiene importancia. Encontrarse con alguien
que se ama en una hermosa sala o en una fra gruta i m porta p o c o . Lo esencial es estar solo con l, que no haya nadie ms y estar tranquilos. El que haya animales no es tan
molesto. Si hay maleantes, ya es algo ms molesto. Y si hay
personas que escuchan, es intolerable!
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Quisiera consolarte de la ingratitud de los malos, y te suplico que me quites la libertad de desagradarte. Y, si por debilidad caigo alguna vez, que tu mirada divina purifique
enseguida, mi alma, consumiendo todas mis imperfecciones, como el fuego, que todo lo transforma en s.
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Comentario de Sentencias, libro III, dist. XXVII, c. 1, a. 1, ad 4; libro IV, dist. X V I , c. 2, a. 1. Cfr. Suma Teolgica, M I , q. 28, a. 5.
Decimos esto del sacramento y no del misterio.
Teresa ya haba pedido esto a Jess el da de su primera comunin: Teresa haba desaparecido como la gota de agua que se pierde en
medio del ocano. Solo quedaba Jess, l era el dueo, el rey. No le haba pedido Teresa que le quitara su libertad, pues su libertad le daba
miedo? Se senta tan dbil, tan frgil, que quera unirse para siempre a
la Fuerza divina...! (Ms A 35r, p. 144).
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Volveremos sobre ello, pues no podemos hablar de Teresa sin hablar del sufrimiento y mostrar el lugar del sufrimiento respecto al amor.
En el ltimo da te contemplar llena de gozo llevando el cetro de la Cruz- Ya que te has dignado darme como lote esta
cruz tan preciosa, espero parecerme a ti en el cielo y ver brillar en mi cuerpo glorificado los sagrados estigmas de tu
Pasin.
Teresa no ha tenido los estigmas, pero ha tenido el deseo ardiente de ser estigmatizada para la eternidad. Y lo
debe de estar, puesto que todo lo que ha deseado el Padre
se lo ha dado c o m o a su pequea hija amada.
Despus del destierro de la tierra, espero ir a gozar de ti en
la Patria, pero no quiero acumular mritos para el cielo,
quiero trabajar solo por tu amor, con el nico fin de agradarte, de consolar a tu Sagrado Corazn y de salvar almas
que te amen eternamente.
En la tarde de esta vida, comparecer delante de ti con las
manos vacas, pues no te pido, Seor, que lleves cuenta de
mis obras. Todas nuestras justicias tienen manchas a tus
ojos. Por eso, yo quiero revestirme de tu propia Justicia y
recibir de tu Amor la posesin eterna de Ti mismo, Amado
mo...
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Captulo I V
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ACTO DE OFRENDA 2
Antiguamente, cuando se enseaba a los nios a escribir, p r i m e r o se les peda hacer lneas rectas, luego curvas,
despus crculos y as sucesivamente. Es as c o m o el Espritu Santo nos conduce. P r i m e r o nos hace dibujar lneas
rectas y un da, de repente, quiere que h a g a m o s curvas.
N o s o t r o s , que ya sabemos hacer las lneas rectas, querem o s c o n t i n u a r h a c i n d o l a s . S i n e m b a r g o , e l Espritu
Santo no quiere que p o d a m o s decir: A h o r a s h a c e r l o .
Para que no seamos fariseos, nos detiene siempre antes.
El Espritu S a n t o detesta el f a r i s e s m o . P r e f i e r e v e r n o s
atascados a que seamos fariseos . Nosotros, sin e m b a r g o ,
d e c i m o s : H i c e lneas rectas durante c i n c o aos - o
d i e z . . . - , s c m o hacerlo y estoy m u y c o n t e n t o . Continuar as hasta e l c i e l o ? D e n i n g n m o d o . E l E s p r i t u
Santo quiere que se avance y, d a d o que las lneas curvas
no son lo m i s m o que las rectas, uno est c o m p l e t a m e n t e
d e s o r i e n t a d o . P e r o precisamente, cada v e z q u e estamos
desorientados, p o d e m o s estar seguros de que es obra del
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Cfr. i Co 3, 2.
Cfr. Cta. 211, pp. 567-568: L e gusta ms verte tropezar en la noche con las piedras del camino que caminar en pleno da por una ruta
esmaltada de flores que podran retrasar tu marcha. Las flores que retrasaran nuestra marcha pueden ser las miradas de autosatisfaccin
comparndonos los unos con los otros: Te doy gracias porque no.soy
como los dems hombres... (Le 18, 11).
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Espritu Santo. Mientras que, si t o d o prosigue c o m o ant e s , no es s i e m p r e la obra del Espritu Santo. Se trata
ms bien de la vieja mua que llevamos en nosotros, acostumbrada a hacer siempre el m i s m o trayecto y muy contenta de hacerlo. Ya se puede tirarla del bocado, que no va
a querer cambiar de direccin. Es el jinete el que se equivoca, ella s a b e y no modificar su rumbo. R e c o n o z c a m o s que a m e n u d o s o m o s as. No es fcil dejarse guiar
por el Espritu Santo.
Pero Dios le dice a A b r a h a m : V e a una tierra extranj e r a . Ir hacia la tierra de Cana desorienta mucho. D e j a
tu casa, deja t o d o lo que te es connatural, el texto de la
Vulgata es bello, nos muestra todo lo que debemos dejar:
E g r e d e r e de cognatione t u a . Y hemos estado desorientados una vez, dos veces, tres veces... Se puede creer que
es suficiente, pero no! El Espritu Santo nos desorienta
una cuarta v e z , una quinta... Lo hace siempre. A los 75
aos, edad a la que hoy se les pide a los obispos retirarse
para descansar, Abraham est en camino: Djalo t o d o ! .
N o es extraordinario? L o s viejos rboles no se desarraigan, salvo l l e v n d o s e mucha tierra... Y en eso D i o s es
b u e n o , A b r a h a m se lleva a Sara, a L o t y a t o d o su gan a d o . . . P e r o , d e todas formas, d e b e a b a n d o n a r l o t o d o
para ir a una tierra extranjera. Una desorientacin total,
eso es lo que provoca la fe.
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Lo curioso es que para Moiss es precisamente al contrario. A menudo, el Espritu Santo acta as. N o s da dos
analogas porque nos quedamos en la univocidad, aquella
del asno al que le gusta hacer siempre el mismo trayecto.
Es p o r ello que el Espritu Santo nos da estos dos ejem8
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2, 11-12.
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15 M 13, 24-30.
i 6 C f r . Sal 7, 10; Sb 1, 6; Jr 11,20; 17,10; 20, 12; Rm 8,27; Ap 2, 23;
etctera.
i? Escribe: Cuando el demonio intenta poner ante los ojos de mi
alma los defectos de tal o cual hermana que me cae menos simptica,
me apresuro a buscar sus virtudes y sus buenos deseos, pienso que, si la
he visto caer una vez, puede haber conseguido un gran nmero de victorias que oculta por humildad y que incluso lo que a m me parece una
falta puede muy bien ser, debido a la recta intencin, un acto de virtud.
Y no me cuesta convencerme de ello, pues yo misma viv un da una experiencia que me demostr que no debemos juzgar a los dems (Ms C
12 v - 13r,p. 288).
is Loe. cit., p. 289, donde Teresa escribe cmo, despus de haber luchado mucho para practicar la caridad fraterna, cierto que puede todava caer, pero ya no tiene gran dificultad para levantarse porque en un
cierto combate consegu la victoria, y desde entonces la milicia celestial
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Esta intencin de Teresa es muy exigente. Esto corresponde en v e r d a d a la bienaventuranza de los corazones
puros. Lo resume t o d o simplemente diciendo que desea
ser santa c u m p l i e n d o plenamente, p e r f e c t a m e n t e , la
voluntad del Padre. Siempre se trata de buscar la voluntad del Padre y de llevarla a cabo en nuestra vida. La v o luntad del Padre es lo ms concreto para nosotros. Nunca
busquemos en primer lugar los resultados, los proyectos
c u m p l i d o s . E s t o es la verdadera p o b r e z a cristiana y la
santidad. Si Teresa hace este acto de ofrenda, es para ir
hacia la santidad y para nada ms. Pero esta santidad no
ser ella quien la realice, ella recibir la santidad misma
de Cristo.
La primera exigencia para vivir de esta santidad y la
primera manera de recibirla es suplicar al Padre - c o m o
viene en mi ayuda, pues no puede sufrir verme vencida despus de haber salido victoriosa en la gloriosa batalla que voy a tratar de describir.
"Cta. 169, p. 515.
Ms C 13 pp. 251 y 252: Si mis pequeos actos de virtud los toman por imperfecciones, lo mismo pueden engaarse tomando por virtud lo que solo es imperfeccin. Entonces digo con san Pablo: Para m
lo de menos es que me pida cuentas un tribunal humano; ni siquiera yo
me pido cuentas. Mi juez es el Seor. Por eso, para que el juicio del Seor me sea favorable o, mejor, simplemente para no ser juzgada, quiero
tener pensamientos caritativos, pues Jess nos dijo: "No juzguis, y no
os juzgarn". Cfr. Cta. 251, p. 604: N o seas una chiquilla triste pensando que no te comprenden, que te juzgan mal, que te olvidan.
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H e m o s sealado anteriormente dos aspectos muy particulares de los deseos de la pequea Teresa, uno concerniendo la Eucarista y el o t r o , su libertad. Su deseo resp e c t o a la Eucarista es un deseo l o c o ( q u e Jess est
siempre presente en ella c o m o lo est en el tabernculo),
ella lo sabe, y es p o r ello que lo llama i n f i n i t o . Si se mira
este deseo materialmente, diremos que es excesivo y falso.
Pero, si lo miramos p o r lo que realmente es, entonces v e m o s que es verdadero. El sacramento de la Eucarista es
un signo, un smbolo del a m o r de Dios para con nosotros.
Pero un signo divino, es decir, que realiza lo que significa:
Jess se nos da en forma de pan y permanece en medio de
nosotros. T e n e m o s entonces que c o m p r e n d e r el significado de este signo, aquello en vista de lo que es dado: Jess quiere permanecer en nosotros c o m o est presente
en el tabernculo. Quiere que, cada v e z que podamos, com u l g u e m o s sacramentalmente, p e r o realmente, con su
cuerpo y con su sangre, para que v i v a m o s cada v e z ms
del misterio de su presencia en nosotros por la gracia.
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Cfr. Jn 6, 27.
Jn 17, 11. 21. 22.
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Para el sueo era igual. Ella dijo: A veces, lo reconozco humildemente, me gustara poder dormir, para olvidar un p o c o . Pero al
mismo tiempo, como Teresa en su ltima enfermedad, Marta dijo: N o
quisiera decir no. No podra decir no, (citado en R. Peyret, Prends ma
vie Seigneur (Ed. Peuple Libre, DDB 1985, p. 202).
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p e d i r l e a D i o s sufrir m s , p e r o t a m p o c o le p i d e sufrir
menos. Lo nico que ella desea es amar ms y, si el sufrim i e n t o es un m e d i o divino, entonces est m u y bien que
Dios se lo d junto con el poder vivirlo a fin de ser consumida en el a m o r .
V e m o s lo unido que est este acto de ofrenda a la sabidura de la cruz - v o l v e r e m o s sobre e l l o - . La misma Teresa
lo dice c o m o accin de gracias:
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dem, 30.9, p. 946: Nunca hubiera credo que fuese posible sufrir tanto! Nunca! Nunca!, y p. 947: N o quisiera sufrir menos
tiempo....
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En el ltimo da te contemplar llena de gozo llevando el cetro de la Cruz- Ya que te has dignado darme como lote esta
cruz tan preciosa, espero parecerme a ti en el cielo y ver brillar en mi cuerpo glorificado los sagrados estigmas de tu
Pasin...
Estigmas eternos los que Marta, que estaba tan cerca
de Teresa, ha llevado durante tantos aos, unida a la cruz
de Cristo para vivir todo Jess, llegar a ser totalmente
J e s s . O b s e r v e m o s l o m u c h o que, e n s u acto d e
ofrenda, Teresa relaciona e l crisol del sufrimiento con
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Jn 17, 1.
Cta. 165, p. 507; cfr. Cta. 168, p. 514.
Ms. A 3 r, p. 85. Cfr. 27 r, p. 128: M i alma estaba lejos de estar
madura y tena que pasar por muchos crisoles antes de alcanzar la
meta que tanto deseaba....
Cta. 91, p. 416.
Le martyre de saint Policarpe, XIV, 2 (Sources chrtiennes 10, 3
d., 1958, p. 263): Seor Dios todopoderoso, Padre de tu Hijo bien
amado y bendito, Jesucristo, ( . . . ) te bendigo por haberme considerado,
junto con tus mrtires, digno de este da y de esta hora. Digno para tomar parte en el cliz de tu Cristo, para la resurreccin de la vida eterna
del alma y del cuerpo, en la incorruptibilidad del Espritu Santo.
Ms A 12 r, p. 101: Tena que pasar por el crisol de la prueba y
sufrir desde mi infancia, para poder ofrecerme mucho antes a Jess.
Cfr. Rm 8, 21.
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siertas... (Is 54, 2-3); alza la vista y mira a tu alrededor: todos esos se
renen y vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en
brazos de todas partes. Entonces lo vers, radiante de alegra, palpitar
y se ensanchar tu corazn porque volcarn sobre ti las riquezas del
mar y te traern los tesoros de las naciones (60, 4-5)" (Cta. 103, p.
549). Estos versculos y los otros que cita ms tarde tienen algo de proftico en lo que le concierne: "El Espritu del Seor est sobre m ( . . . ) .
Me ha enviado para anunciar su palabra, para curar los corazones desgarrados, para anunciar la liberacin a los cautivos y consolar a los afligidos..." (61, 1-2) ( . . . ) . "Ir a las islas ms remotas, a los que nunca oyeron hablar del Seor. Y anunciar su gloria a las naciones y se las
ofrecer como ofrenda a mi Dios" (66, 19-20) (Ibd.).
Ella quien tanto amaba Ap 21, 4 (Enjugar toda lgrima de sus
ojos), hubiera amado mucho otros pasajes de Isaas de haberlos conocido: Los redimidos (redempti) de Yahv volvern, entrarn en Sin
entre aclamaciones y habr alegra eterna sobre sus cabezas. Regocijo
y alegra les acompaarn! Adis, penar y suspiros! (35, 10 y 51, 11).
7 n 16,7.
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Enarrationes in Psalmum 1 0 1 .
SANTO TOMS, Suma Teolgica, II-II, q. 23, a. 3, ad. 3. Vase tambin p.
Suma Teolgica, I-II, q. 28, a. 3. Santo Tomas toma esta expresin
del Pseudo Dionisio (Los nombres de Dios, TV). El amor divino (tambin
lo es el amor humano) tiene un doble movimiento; Permaneced en m,
como yo en vosotros (Jn 15, 4). El amor nos hace a la vez salir de nosotros mismos y ahonda en nosotros una capacidad de receptividad hacia la persona que amamos. Nos dirigimos hacia la persona que amamos y la recibimos. Estos dos aspectos pueden parecer contradictorios,
pero es porque, en el amor, nuestras categoras de interior y exterior son superadas.
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Captulo V
A C T O DE O F R E N D A 3
El A c t o de Ofrenda nos hace descubrir el secreto fundamental de Teresa. H a c e falta que la resolucin de nuestro retiro sea vivir este acto de ofrenda, hacerlo nuestro,
r e c i b i r l o c o m o u n g r a n d o n d e D i o s para e l m u n d o d e
hoy, para los hombres del siglo x x .
Despus del destierro de la tierra, espero ir a gozar de ti en la
patria, pero no quiero acumular mritos para el cielo, quiero
trabajar solo por tu amor, con el nico fin de agradarte.
A q u se ve la pureza de la mirada de Teresa, la pureza
de un c o r a z n que solamente quiere amar, amar c o n el
nico fin de agradarte. No es el m r i t o lo que le interesa, pues el mrito todava es algo que nos pertenece. Lo
m i s m o sucede con el deseo de perfeccin. H a y personas
que quieren ser perfectas y que creen deber ser perfectas
antes de entrar en lo n t i m o de D i o s . Se e q u i v o c a n p o r
c o m p l e t o ! Ser perfecto es todava ser nosotros m i s m o s .
Que los filsofos comprendan que la moral implica la perfeccin, de acuerdo. P e r o la vida cristiana est ms all de
la ley, sin suprimirla . La ley p e r m a n e c e y nos ensea a
ser virtuosos. Para eso nos es dada. P o r ello, e l cielo y la
tierra pasarn antes que pase una i o una tilde de la L e y ,
1
Cfr. M 5, 17: N o pensis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
M 5, 18.
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Lo que Jess nos pide es amar a Dios y amar al p r j i m o . Y, para que este a m o r guarde su pureza, hace falta
algo ms: tratar de agradar a Dios. No en el sentido de seducir, de buscar ser e s t i m a d o s o de querer q u e d a r
b i e n . A g r a d a r tal c o m o dice Teresa, es desear hacer lo
que c o m p l a c e a Dios, lo que le es agradable. No es evidente, hay que buscar. Cuando amamos profundamente a
alguien que consideramos superior a nosotros, nos cuesta
a veces saber exactamente lo que le gusta. Un novio descubre lo que agrada a su novia porque quiere conquistar
su corazn. Es por eso que es tan encantador! N o s gustara que fuese siempre as, tan gentil... Pero una vez que se
casa, se acostumbra a su esposa... Es lo terrible de la vida
en comn, nos acostumbramos. Y acostumbrarse es cont r a r i o al amor. El a m o r no se acostumbra nunca, solo
puede existir en la renovacin y el descubrimiento ince3
Mt 22, 37-39; Me 12, 28-31; Le 10, 27-28; Jn 13, 34; 15, 12. 17.
Teresa, al contrario, sabe que lo que agrada a Dios es verla amar
su propia debilidad: L o que le agrada es verme amar mi pequenez y mi
pobreza, es la esperanza ciega que tengo en su misericordia (Cta. 197,
p. 554). Totalmente pequea ante Dios, tambin le agradar permaneciendo siempre como un granito de arena muy oscuro y muy escondido a los ojos de todos, que solo Jess pueda verlo. Que se haga cada
vez ms pequeo, que se vea reducido a nada... (Cta. 49, p. 374). ( A
Jess) -escribe a Celina comparando las almas a dos a gotas de rocile gusta contemplarlas, pero solo l las mira. En cuanto a ellas, al no conocer su propio valor, se consideran por debajo de las dems criaturas... (Cta. 141, p. 475).
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L o m a r a v i l l o s o c o n Teresa e s que e l p r i m e r a m o r
est siempre presente. Aunque no siempre de manera explcita o sentida, sin un e s t a d o p s i c o l g i c o , pero est
ah. Y es este p r i m e r a m o r lo que permite sobrellevar y
transformar el sufrimiento. Entonces el sufrimiento es vivido con m a y o r intensidad, pero se vuelve ligero. Hay un
sufrimiento que nos abate y o t r o , al c o n t r a r i o , que nos
fortifica. S o l a m e n t e el p r i m e r a m o r p e r m i t e vencer el
sufrimiento. Por qu? Porque este p r i m e r a m o r es un
gran deseo, un gran deseo de amar. Se est en la situacin
del que q u i e r e conquistar, y por eso hay un gran deseo.
M i e n t r a s q u e , c u a n d o se q u i e r e poseer, es fatal para el
amor.
En efecto, entre poseer y a m a r existe una contradiccin interna. Cuando se ama, se respeta tanto al otro que
no se le q u i e r e r e d u c i r a u n o m i s m o , m i e n t r a s que,
cuando se posee, se le reduce a uno m i s m o . Esto puede
parecer sutil, pero cuando se ama se c o m p r e n d e y se ve lo
que q u i e r e decir. C u a n d o a l g u i e n r e d u c e al o t r o a s
m i s m o , e l p r i m e r o s e encuentra c o m o sobre t e r r i t o r i o
c o n q u i s t a d o . P e r o , c u a n d o se ama p r o f u n d a m e n t e ,
cuando se ama con el p r i m e r a m o r , hay a la vez un deseo y un respeto muy grandes. No se quiere poseer, se respeta plenamente al otro. Y respetar plenamente al otro es
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L o q u e Teresa d i c e ah e s m u y i m p o r t a n t e p o r q u e
muestra el precio que tiene a los ojos de Dios una oracin
muy intensa. Una sola mirada hacia aquel que nos t o m a
p o r c o m p l e t o vale m i l aos. P e r o tambin hace falta que
e n nuestra o r a c i n s e p a m o s dar t i e m p o . N o d i g a m o s
nunca que h a c e m o s media hora de o r a c i n . La oracin
no se p u e d e medir, eso no t i e n e s e n t i d o . M s b i e n se
d e b e decir: C o n s a g r o m e d i a hora a intentar hacer orac i n . D i o s m o , te consagro media hora, la q u e m o para
ti. Consagro c i n c o das para hacer un retiro, los q u e m o
para t i . Y en el transcurso d e l retiro puede haber m o mentos de gran fervor, pasa el guila! El Espritu Santo
es el guila y pasa llevndonos con l . Y cuando uno se
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Cfr. 2 P 3, 8 citando Sal 90, 4. A Teresa le gusta mucho este versculo, mirar entre otros: Ms. C 3 r p. 274, Cta. 71 p. 394, y Cta. 87, p.
411, Rcreations pieuses 3.
Adems, no se hace oracin. Mencionemos a este propsito a
santa Teresa de Jess, quien dice ms a menudo tener oracin.
Cfr. Ap 12, 14: Pero se le dieron a la Mujer las dos alas del guila
grande para volar al desierto, a su lugar, lejos del Dragn, donde tiene
que ser alimentada un tiempo y tiempos y medio tiempo. Ex 19, 4: Ya
habis visto lo que he hecho con los egipcios y cmo a vosotros os he
llevado sobre alas de guila y os he trado a m . Dt 32, 11: Como un
guila incita a su nidada, revolotea sobre sus polluelos, as l despliega
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sus alas y le toma y le lleva sobre su plumaje. Is 40, 31: Mientras que
a los que esperan en Yahv l les renovar el vigor, subirn con alas
como de guilas, corrern sin fatigarse y andarn sin cansarse. Vase
Ms B 4 v-5 v, p. 263-268; Cta. 49 p. 373. Para ella, el guila es Jess,
pero Jess que la lleva al Hogar del Amor, Jess que la introduce en
el misterio del Padre y le da el Espritu Santo.
Lv 6, 1-6. Arder el fuego sobre el altar sin apagarse; el sacerdote lo alimentar con lea todas las maanas, colocar encima el holocausto y sobre l quemar el sebo de los sacrificios de comunin.
Fuego permanente arder sobre el altar sin apagarse (Lv 6, 5-6).
CA. 7.7.2, p. 822.
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ihrr vrt . t i n i * -
MARIE-DOMINIQUE PHILIPPE
~ - - ~i> -"-
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Yo me ofrezco como vctima de holocausto a tu Amor misericordioso y te suplico que me consumas sin cesar, haciendo que se desborden sobre mi alma las olas de ternura
infinita que se encierran en ti, y que, de esa manera, llegue
yo a ser mrtir de tu amor, Dios mo...
M r t i r de tu a m o r , es lo que Mara v i v i junto a la
cruz, donde es la Reina de los Mrtires. Por qu? Porque
junto a la cruz, unindose a Jess en su sacrificio, le ofreci todo. Y all Jess le envi el Parclito. Se puede decir
que es el p r i m e r m o m e n t o de Pentecosts, es decir, del
don del Parclito para Mara. All se hace un don particular del Espritu Santo a Mara. El segundo m o m e n t o ser
el don del Espritu Santo a los apstoles tras la resurrecc i n . El tercero ser para toda la Iglesia, en el cenculo,
en lo que propiamente llamamos Pentecosts . H a y que
v e r s i e m p r e esos tres pentecosts de amor, sin o l v i d a r
aquel que Teresa p i d i para ella y que c o m p r e n d i tan
bien. P o r q u e , si p i d e este a c t o de perfecto a m o r para
ser c o m p l e t a m e n t e consumida en ese fuego de amor, es
para ser llevada p o r e l guila a d o r a d a , p o r e l guila
e t e r n a . Y es, porque sabe que Mara lo ha v i v i d o y que
lo ha v i v i d o para ella, p o r lo que tambin ella puede v i virlo. Y que, de esa manera, llegue yo a ser mrtir de tu
amor, Dios m o . . . .
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Te suplico que me consumas sin cesar, haciendo que se desborden sobre mi alma las olas de ternura infinita que se en-
1 4
/ 2 0 , 22-23.
Hch 2, 1-4.
Ms B 5 v , pp. 266-267: Oh, Verbo Divino!, eres t el guila adorado que yo amo, la que me atrae. ( . . . ) guila eterna, t quieres alimentarme con tu substancia divina. ( . . . ) Un da, as lo espero, guila adorada, vendrs a buscar a tu pajarillo; y, remontndote con l hasta el
Foco del amor, lo sumergirs para toda la eternidad en el ardiente
Abismo de ese amor al que l se ofreci como vctima....
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Jn 12, 32.
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T e r e s a ha c a p t a d o esto de una m a n e r a a s o m b r o s a .
T a m b i n es el g r i t o de sed de Cristo lo que M a r t a v i v a
c u a n d o sufra la p a s i n c o n M a r a . Y, en este siglo de
tanta l a i c i z a c i n , eso es para nosotros. C u a n d o el H i j o
del h o m b r e v e n g a , qu encontrar s o b r e l a t i e r r a ? .
N o encontrar l a a b o m i n a c i n de la d e s o l a c i n en el
ala d e l T e m p l o ? . Si s o m o s perspicaces y tratamos de
v e r lo q u e pasa a nuestro alrededor, no es eso a lo que
asistimos? No es para nada pesimista, es, al contrario, de
una g r a n esperanza. En m e d i o de los sufrimientos hay
este i m p u l s o , esta prodigiosa atraccin que Jess ejerce
sobre nosotros desde la cruz, si es que tenemos al menos
el valor, c o m o Teresa, de mirar la sabidura de la cruz. Es
algo m u y grande, puesto que es el secreto de toda nuestra
vida cristiana. Esto es lo que la Eucarista no deja de rec o r d a r n o s t o d o s los das, pues nos es dada para que el
misterio de la cruz est en nuestra vida de manera actual
y para que lo v i v a m o s todo lo que podamos.
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2 1
Stabat M a t e r . Est de pie. Por qu? Porque es fortalecida p o r un a m o r que viene directamente de Jess. Es
fortalecida p o r ese fuego que se apodera de ella. Teresa
tiene la misma fuerza, ha renovado esta ofrenda u n nm e r o infinito de v e c e s , c o m o Mara, siguiendo a Mara y
en ella, hasta el cara a cara e t e r n o .
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Este ao , el 9 de junio, fiesta de la Santsima Trinidad, recib la gracia de entender mejor que nunca cunto desea Jess ser amado .
2S
De ah el acto de ofrenda. Este es para mostrarle a Jess que lo ama. Y hemos visto c o m o Jess, unos das despus, le da una seal -una experiencia sensible pasajera,
pero m u y f u e r t e - para mostrarle que, ms all de toda
gracia sensible, la ha tomado por completo para l.
Pensaba en las almas que se ofrecen como vctimas a la
justicia de Dios para desviar y atraer sobre s mismas los
castigos reservados a los culpables.
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Todos conocemos el icono de la Santsima Trinidad que representa a los tres jvenes que visitan a Abraham en el encinar de Mambr.
Como es oriental y ortodoxo, nos gusta mucho, y tenemos razn de
amarlo. Pero tenemos un secreto mayor, un icono de la Santsima Trinidad que nos habla mucho ms y que es incomparablemente ms ntimo. No suprime el primer icono porque el Nuevo Testamento no suprime nada del Antiguo. Pero le da su significado pleno, y por ello
debemos detenernos ms en el Nuevo Testamento -en san Juan ms
que en el Gnesis-. Cierto, sobre el plano psicolgico, el Gnesis nos
dice cosas asombrosas. Tendramos que hacer una psicologa cristiana
a partir de la Escritura, sera muy interesante. Hacer el psicoanlisis de
Sara valdra la pena... Pero en el orden de la gracia no podemos detenernos en el Antiguo Testamento porque la Ley fue dada por medio de
Moiss, la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo (Jn 1, 17).
Vase p. 94.
Se trata de 1895. Teresa lo escribe al terminar el ao y entrega su
manuscrito a sor Ins el 20 de enero de 1896.
" Ms A 84 r, p. 246.
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ACTO DE OFRENDA 3
MARIE-DOMINIQUE PHILIPPE
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Stabat M a t e r . Est de pie. Por qu? Porque es fortalecida p o r un a m o r que viene directamente de Jess. Es
fortalecida p o r ese fuego que se apodera de ella. Teresa
tiene la misma fuerza, ha renovado esta ofrenda u n nm e r o infinito de v e c e s , c o m o Mara, siguiendo a M a r a y
en ella, hasta el cara a cara e t e r n o .
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Este ao , el 9 de junio, fiesta de la Santsima Trinidad, recib la gracia de entender mejor que nunca cunto desea Jess ser amado .
25
De ah el acto de ofrenda. Este es para mostrarle a Jess que lo ama. Y hemos visto c o m o Jess, unos das despus, le da una seal -una experiencia sensible pasajera,
pero m u y f u e r t e - para mostrarle que, ms all de toda
gracia sensible, la ha t o m a d o por completo para l.
Pensaba en las almas que se ofrecen como vctimas a la
justicia de Dios para desviar y atraer sobre s mismas los
castigos reservados a los culpables.
23
21
Jn 19, 25.
Teresa tom esta expresin, as como la imagen del hierro y del
fuego y otras tantas, del P. Arminjon. Citemos aqu un pasaje, no para
reducir Teresa a sus fuentes, pues la fuente de Teresa son las mismas fuentes del amor (Cta. 56, p. 378), sino para rendir homenaje a
este sacerdote que marc tanto a Teresa: Si hago entrar en mi casa a
mis sirvientes y a mis amigos, si los consuelo, si los hago estremecer,
apretndolos con los abrazos de mi caridad ( . . . ) , es insuficiente para
contentar a mi corazn divino, para saciar y satisfacer perfectamente
mi amor. Hace falta que sea el alma de su alma, que los penetre y los
empape de mi divinidad, como el fuego embebe el hierro. Que mostrndome a su espritu, sin nube, sin velo, sin la mediacin de los sentidos,
me una a ellos en un cara a cara eterno, que mi gloria los ilumine, que
transpire e irradie por todos los poros de su ser, para que, conocindome, como yo los conozco, se vuelvan ellos mismos dioses (Fin du
monde prsent et mystres de la vie future, Septime confrence, p. 201 ).
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Todos conocemos el icono de la Santsima Trinidad que representa a los tres jvenes que visitan a Abraham en el encinar de Mambr.
Como es oriental y ortodoxo, nos gusta mucho, y tenemos razn de
amarlo. Pero tenemos un secreto mayor, un icono de la Santsima Trinidad que nos habla mucho ms y que es incomparablemente ms ntimo. No suprime el primer icono porque el Nuevo Testamento no suprime nada del Antiguo. Pero le da su significado pleno, y por ello
debemos detenernos ms en el Nuevo Testamento -en san Juan ms
que en el Gnesis-. Cierto, sobre el plano psicolgico, el Gnesis nos
dice cosas asombrosas. Tendramos que hacer una psicologa cristiana
a partir de la Escritura, sera muy interesante. Hacer el psicoanlisis de
Sara valdra la pena... Pero en el orden de la gracia no podemos detenernos en el Antiguo Testamento porque la Ley fue dada por medio de
Moiss, la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo (Jn 1, 17).
Vase p. 94.
Se trata de 1895. Teresa lo escribe al terminar el ao y entrega su
manuscrito a sor Ins el 20 de enero de 1896.
Ms A 84 r, p. 246.
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MARIE-DOMINIQUE PHILIPPE
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Stabat M a t e r . Est de pie. Por qu? Porque es fortalecida p o r un a m o r que viene directamente de Jess. Es
fortalecida p o r ese fuego que se apodera de ella. Teresa
tiene la misma fuerza, ha renovado esta ofrenda u n nm e r o infinito de v e c e s , c o m o Mara, siguiendo a Mara y
en ella, hasta el cara a cara e t e r n o .
C o n cada latido de m c o r a z n . . . . Eso significa que
este amor es vivido por Teresa a travs de su corazn y en
todo su cuerpo. Quiere servirse de su cuerpo para renovar
esta ofrenda, pues quiere pertenecer por completo a Jess.
No es un amor desencarnado, ama a Jess a travs de su
cuerpo. En l quiere arder de amor y de deseo por Jess.
Ofrecerse al a m o r misericordioso es un acto de a m o r
al interior de un arrebato, de un deseo. Y el martirio que
implica esta ofrenda no es solamente morir a todos nuestros deseos para tener un nico deseo, el ser atrados por
Jess, t a m b i n supone v i v i r esta atraccin, la m i s m a
atraccin que el Padre ejerce sobre la voluntad humana
de Cristo (totalmente transformada por su plenitud de caridad y que lo lleva a ofrecerse en la cruz c o m o vctima de
holocausto al amor del P a d r e ) .
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Para clarificar esta ofrenda es bueno releer ciertos pasajes de Historia de una alma. P o c o tiempo despus de
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Este ao , el 9 de junio, fiesta de la Santsima Trinidad, recib la gracia de entender mejor que nunca cunto desea Jess ser amadorDe ah el acto de ofrenda. Este es para mostrarle a Jess que lo ama. Y hemos visto c o m o Jess, unos das despus, le da una seal -una experiencia sensible pasajera,
p e r o m u y f u e r t e - para mostrarle que, ms all de toda
gracia sensible, la ha tomado por completo para l.
Pensaba en las almas que se ofrecen como vctimas a la
justicia de Dios para desviar y atraer sobre s mismas los
castigos reservados a los culpables.
Se trata de una espiritualidad - s e r pararrayos de la
justicia divina- que ya no est de moda, pero que ha exis-
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Jn 19, 25.
Teresa tom esta expresin, as como la imagen del hierro y del
fuego y otras tantas, del P. Arminjon. Citemos aqu un pasaje, no para
reducir Teresa a sus fuentes, pues la fuente de Teresa son las mismas fuentes del amor (Cta. 56, p. 378), sino para rendir homenaje a
este sacerdote que marc tanto a Teresa: Si hago entrar en mi casa a
mis sirvientes y a mis amigos, si los consuelo, si los hago estremecer,
apretndolos con los abrazos de mi caridad ( . . . ) , es insuficiente para
contentar a mi corazn divino, para saciar y satisfacer perfectamente
mi amor. Hace falta que sea el alma de su alma, que los penetre y los
empape de mi divinidad, como el fuego embebe el hierro. Que mostrndome a su espritu, sin nube, sin velo, sin la mediacin de los sentidos,
me una a ellos en un cara a cara eterno, que mi gloria los ilumine, que
transpire e irradie por todos los poros de su ser, para que, conocindome, como yo los conozco, se vuelvan ellos mismos dioses (Fin du
monde prsent et mystres de la vie future, Septime confrence, p. 201).
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Todos conocemos el icono de la Santsima Trinidad que representa a los tres jvenes que visitan a Abraham en el encinar de Mambr.
Como es oriental y ortodoxo, nos gusta mucho, y tenemos razn de
amarlo. Pero tenemos un secreto mayor, un icono de la Santsima Trinidad que nos habla mucho ms y que es incomparablemente ms ntimo. No suprime el primer icono porque el Nuevo Testamento no suprime nada del Antiguo. Pero le da su significado pleno, y por ello
debemos detenernos ms en el Nuevo Testamento -en san Juan ms
que en el Gnesis-. Cierto, sobre el plano psicolgico, el Gnesis nos
dice cosas asombrosas. Tendramos que hacer una psicologa cristiana
a partir de la Escritura, sera muy interesante. Hacer el psicoanlisis de
Sara valdra la pena... Pero en el orden de la gracia no podemos detenernos en el Antiguo Testamento porque la Ley fue dada por medio de
Moiss, la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo (Jn 1, 17).
Vase p. 94.
Se trata de 1895. Teresa lo escribe al terminar el ao y entrega su
manuscrito a sor Ins el 20 de enero de 1896.
Ms A 84 r, p. 246.
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Captulo V I
LA SABIDURA DE LA CRUZ
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Mt
26, 3 9 . 4 2 ;
Me
14, 3 6 ;
Le
22, 42.
Teresa del N i o Jess y Marta R o b i n son c o m o hermanas mayores que nos guan. Cuanto ms tocamos nuestra
pobreza, nuestra debilidad, experimentando lo frgiles que
somos, ms necesitamos de su ayuda para poder ir junto
con ellas hasta el fin de las exigencias de la gracia, superndonos siempre, suplicando al Espritu Santo que nos conduzca. Cuanto ms progresamos en el conocimiento de lo
que nos aporta Teresa, ms descubrimos esta constante llamada al amor. La vocacin del cristiano es amar.
En el caso de Teresa, eso se realiza a travs del sufrimiento. Habla de ello constantemente. Habra que identi83
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LA SABIDURA DE LA CRUZ
tar sufrir c o n amargura, sin n i m o . P e r o comprendamos que, si separamos esta frase de su contexto, nos encontraramos ante una espiritualidad rastrera que estara muy lejos de lo que Teresa quiere decir. El a m o r sobre
la tierra est a c o m p a a d o de sufrimientos y el sufrimiento siempre es duro a llevar. Si alguien dice que el sufrimiento es liviano, no es muy cierto. En t o d o caso, no
sera el sufrimiento verdadero, porque el verdadero sufrimiento siempre nos hiere . Y, si el a m o r de Dios no estuviera ah, estaramos arrastrndonos por los suelos y nos
pararamos desesperados.
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a p s t o l e s - , guardaris mis m a n d a m i e n t o s . . . S i m e
amis... Y justo antes de la pasin: P e r o ha de saber el
mundo que a m o al Padre y que o b r o segn el Padre me ha
o r d e n a d o . Esta es la asombrosa cooperacin de Jess
con el P a d r e en la cruz, una o b e d i e n c i a de H i j o b i e n
a m a d o , una o b e d i e n c i a toda de amor. Y para que esta
obediencia vaya hasta el fin, har falta la ofrenda de su
vida -aunque la obediencia nunca puede ser adecuada al
amor, no lo olvidemos. El a m o r es siempre fuente de obediencia, y, cada vez que la obediencia se nos hace difcil,
es porque ya no amamos lo suficiente. Para la inteligencia
humana, obedecer es indignante. Cuando se llega a cierta
edad, uno es capaz de dirigirse, se tiene una cierta prudencia, una cierta experiencia, y, cuando nos conocemos
un p o c o , es estpido e irrita el tener que o b e d e c e r a alguien que nos conoce mucho menos que notros mismos.
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Jn 14, 15.
/ w 14, 31.
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Comprendamos que, con t o d o lo que implica de sufrimiento, la cruz es un pasaje . El trmino es la alegra. El
trmino no es la tristeza, no es el sufrimiento, p o r eso no
finalizan. El trmino es el amor, que crece plena y totalmente hasta el fin, en la alegra. Es el misterio de la resur r e c c i n . S i Cristo n o resucit, vuestra f e e s v a n a .
E x t e r i o r m e n t e , la cruz es un fracaso, el m a y o r fracaso
que haya existido sobre la tierra. Entre los doce discpulos
de Jess hay un traidor, el que haba elegido c o m o su sucesor lo niega, y los dems huyen, salvo uno. De los doce,
uno solo, Juan, est presente en la cruz. Qu diramos de
un padre maestro que hubiera f o r m a d o d o c e novicios y
solo uno fuera fiel? Se le tendra lstima: P o b r e padre
maestro, es un tonto, no ha c o m p r e n d i d o n a d a . . . . Desde
el exterior, la cruz es un fracaso terrible y el d e m o n i o est
persuadido de que esta es su gran victoria. P e r o , en realidad, la cruz es la victoria del amor. Una victoria oculta. Es
c o m o el grano de trigo cado en tierra que muere para dar
m u c h o f r u t o . A h t o c a m o s l a fecundidad del amor. N o
solo el amor, sino la fecundidad del amor. Para que haya
esta fecundidad del a m o r hay que pasar p o r la cruz. Este
pasaje tan difcil que Jess nos indica, pero que es solamente una etapa y cuyo trmino es la resurreccin.
C o m e n z a m o s a c o m p r e n d e r p o r qu la salvacin se
realiz a travs del misterio de la cruz, o al menos e m p e zamos a adivinarlo, porque solo lo comprenderemos plenamente en el cielo, en la visin beatfica. Aqu, en la tierra, sigue s i e n d o u n m i s t e r i o . S i n e m b a r g o , d e b e m o s
hacer t o d o lo que est en nuestras m a n o s para llegar lo
ms lejos posible en la contemplacin de este misterio, a
fin de poder v i v i r l o , y para que ilumine toda nuestra vida.
Porque la gran luz de toda nuestra vida cristiana es la sabidura de la cruz. Este es el mensaje de Teresa del N i o
Jess. Si nos ha dejado su acto de ofrenda, es para prepararnos a e l l o , para hacernos c o m p r e n d e r que t o d o debe
terminar ah, que ah t o d o toma su significado.
El amor, p o r lo tanto, carga c o n el sufrimiento, pero
por qu no es la alegra? El amor, p o r s m i s m o , no se
transforma en alegra? Si Jess a m a tanto nuestra naturaleza humana, no hubiera d e b i d o manifestar su amor
supremo, el a m o r p o r el cual es nuestro Salvador, a travs de la alegra? H a b r a sido ms connatural para nosotros. Jess nos habra d a d o la alegra plena y total, desde
esta tierra. El x i t o p l e n o del a m o r habra p r o v o c a d o la
eclosin de t o d o nuestro ser y de la alegra, pues la aleg r a i m p l i c a s i e m p r e una e c l o s i n . D e s d e e l m o m e n t o
q u e u n o no c r e c e p e r s o n a l m e n t e hay tristeza, hay una
herida que a veces se vuelve insoportable. Entonces nos
r e p l e g a m o s y ya no se encuentra el aspecto exttico del
amor.
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Le 22, 45.
Cfr. Jn 7, 24.
1 Jn 2, 16.
Ai? 17,4; Me 9, 5; Le 9, 33.
C.A. 30.9.
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La presencia de M a r a no es necesaria, Jess es suficiente. Entonces, por qu quiere el P a d r e que ella est
presente? Para que est ms unida a Jess. Para que M a ra pueda vivir en su misterio de compasin todo el misterio de la cruz que Jess vive, esta alianza del a m o r con el
sufrimiento. Y c o n Mara, Juan. En la cruz, Mara es dada
c o m o madre a Juan, y, p o r consiguiente, ella da todos sus
tesoros a Juan, a cada uno de nosotros -pues siendo entregada a Juan lo es a toda la Iglesia-. Cuando suframos
mucho, no olvidemos nunca que Jess r o g al Padre para
que los sufrimientos y las tristezas que vivimos ahora nos
sean ahorrados. l c o n o c e nuestra debilidad. Jess sabe
que, cuando t e n e m o s u n p o c o d e alegra, t o d o v a b i e n .
P e r o que en cuanto hay sufrimiento nos quebramos, som o s tentados p o r la desesperacin, la gran tentacin de
replegarse y de no v i v i r del p r i m e r a m o r . A veces simplemente bastan las cosas que nos molestan para ello. Jess lo sabe y es por eso que o r en la agona. Pero el Padre
quiere ir hasta el fin de la misericordia. Ir hasta el fin de
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Captulo V I I
UN CAMINITO NUEVO
I n t e n t e m o s c o m p r e n d e r m e j o r c m o se llega al acto
de ofrenda al a m o r misericordioso. Lo que nos conduce a
ello es el m i s m o Jess, l es el C a m i n o . H a y que preguntarse e n t o n c e s lo que en el m i s t e r i o de Cristo es el camino, aquello a lo que v o l v e m o s todo el t i e m p o para llegar a la meta, al fin al que tendemos. H e m o s visto que el
fin es la vida contemplativa, dicho de otro m o d o , la unin
de a m o r c o n Jess y c o n el P a d r e . V e a m o s ahora el
c m o . C m o se llega al acto de ofrenda para vivir esta
unidad de a m o r c o n las tres personas divinas de la manera ms profunda que sea?
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<Jn 14, 6.
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dones. Pero quiero buscar la forma de ir al cielo por un caminito muy recto y muy corto, por un caminito totalmente
nuevo .
Ibid.
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m i n i t o ? , p o n e r s e al r i t m o del S e o r y no al nuestro. Si
c a m i n a m o s a nuestro r i t m o , si d e c i d i m o s no necesitar a
Dios, el S e o r nos lo permitir, pues respeta mucho nuestra libertad. P o r eso, Teresa se atreve a pedirle a Dios que
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c e m o s u n acto d e e s p e r a n z a , e s t a m o s e n los b r a z o s d e
D i o s . Lo sentiremos ms o m e n o s , p e r o ah e s t a m o s ya
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l e z a y la t o m a en c u e n t a p o r q u e nos m i r a c o m o una
madre mira a su hijo. Cuando en una familia hay un hijo
con una salud ms frgil, y cuando varias veces se ha tem i d o el perderlo, la madre tiene por l una ternura nica.
Le ama de manera muy especial a causa de su fragilidad.
As es Dios con nosotros. Precisamente a causa de mi debilidad, t has q u e r i d o c o l m a r mis pequeos deseos inf a n t i l e s . P o r eso, Teresa puede decir que toda su confianza reside en su d e b i l i d a d , y puede tener la audacia
de ofrecerse en su m i s m a d e b i l i d a d . Si h a c e m o s esto,
nuestra fragilidad ya no nos pertenece, ya no nos pertenecen nuestras debilidades. Las aceptamos o, m e j o r dicho,
las ofrecemos.
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Jn 15, 13.
Cta. 109, p. 436.
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f 4 , 13.
Cfr. Santo Toms, Suma Teolgica, I, q. 62, a. 3.
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Ibd., a. 2.
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Jn 1, 18.
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C f r l c 18, 13.
Le 15, 11-32.
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Captulo V i l i
EL C A M I N O DEL A M O R
Ms B 4 v, pp. 264-265.
Tratados sobre el Evangelio de San Juan, X X X V I , n". 1 (BAC, n".
165, Madrid 1965, p. 3); cfr. n" 5, p. 9: San Juan, vuela muy alto.
Loe. cit., n. 5, p. 10.
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El pajarillo quisiera volar hacia ese Sol brillante que encandila sus ojos; quisiera imitar a sus hermanas las guilas, a las que ve elevarse hacia el foco divino de la Santsima Trinidad... Pero, ay!, lo ms que puede hacer es alzar
sus alitas, pero volar no est en su modesto poder!
Qu ser de l? Morir de pena al verse tan impotente... ?
No, no, el pajarillo ni siquiera se desconsolar. Con su audaz abandono, quiere seguir con la mirada fija en su divino
Sol (...).
Despus de todas sus travesuras, el pajarito, en vez de ir a
esconderse en un rincn para llorar su miseria y morirse de
arrepentimiento, se vuelve hacia su amado Sol, expone a
sus rayos bienhechores sus alitas mojadas, gime como la
golondrina; y, en su dulce canto, confa y cuenta detalladamente sus infidelidades, pensando, en su temerario abandono, adquirir as un mayor dominio, atraer con mayor
plenitud el amor de Aquel que no vino a buscar a los justos,
sino a los pecadores... .
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Jess, djame que te diga, en el exceso de mi gratitud, djame, s, que te diga que tu amor llega hasta la locura...-.
Que no pueda yo, Jess, revelar a todas las almas pequeas cuan inefable es tu condescendencia...!
6
ibd., 5 v, p. 267.
Cta. 245, p. 599.
Cta. 127, p. 455. Cfr. Cta. 225, p. 585: Quisiera amarle, no con
un amor normal y corriente, sino como los santos, que hacan locuras
por l.
Cta. 188, p. 540.
Rm 5, 5; cfr. 8, 9. 11; 7 Co 3, 16.
Ap 12, 14.
San Juan de la Cruz, Llama de amor viva, III, n . 82: Aqu ama el
alma a Dios, no por s, sino por l mismo; lo cual es admirable primor,
porque ama por el Espritu Santo. Cfr. Cntico espiritual. X X X V I I I , 2."
Lo mismo para el ejercicio de la caridad fraterna.
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Y, sin embargo, nosotros, enfermizos y casi de ningn valor entre los hombres, agrega san Agustn, pretendemos tratar y exponer
estas cosas, imaginando poder entenderlas cuando en ellas meditamos
o haberlas entendido cuando las exponemos (ibd., p. 10). Al or estas
palabras, diga con razn: Deja, pues, el cdice; por qu pones tus manos en lo que excede a tu capacidad y osas hablar de ello? (ibd., n. 6,
p. 10).
Ais B 5 r, pp. 265-266.
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nos hace considerar que la vida contemplativa est reservada para unos cuantos, especialmente para las carmelitas tras sus rejas. No es as. La vida contemplativa es senc i l l a m e n t e el m a y o r r e a l i s m o de nuestra vida cristiana,
donde t o d o debe de ser transformado p o r el a m o r divino
que nos habita. Hay que pedir a Teresa este realismo de la
fe. Porque, desgraciadamente, a menudo vivimos la fe de
manera abstracta, mientras que en ella misma no implica
ninguna abstraccin. La fe nos hace adherir a una persona, a Jess, en el realismo de un a m o r recproco. Jess
permanece en nosotros y nosotros permanecemos en l .
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C f r . / M 15, 4; / Jn 4, 15-16.
Jn 1, 38-39.
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al m i s m o t i e m p o no deja de expresar sus i n m e n s o s des e o s . Dios realiza en ella esta unidad p o r m e d i o de la lucha, es c i e r t o , p o r m e d i o del sufrimiento, p e r o el a m o r
realiza la unidad. Es nuestra r e l a c i n c o n el c o r a z n de
Cristo lo que nos da esa visin tan lcida sobre nosotros
m i s m o s , sobre nuestra complejidad, sobre todas las tendencias q u e estn en nosotros, s o b r e las consecuencias
del pecado original que llevamos y que nos son casi naturales, d a d o que h e m o s n a c i d o e n e l p e c a d o . E l a m o r
que v i e n e de Dios, a m o r misericordioso que se revela en
la sabidura de la cruz, nos da esta p e r c e p c i n tan penetrante de nosotros mismos. Santa Catalina de Siena insiste m u c h o sobre la necesidad del c o n o c i m i e n t o de s
m i s m o . Teresa tambin es m u y lcida, se c o n o c e , c o n o c e su fragilidad - c o n o z c o mi m i s e r i a y mi fragilid a d . Ella sabe que tendr pequeos m o v i m i e n t o s de rec l a m o hasta e l l t i m o m o m e n t o , p e r o , e n cuanto t o m a
conciencia de ello, al instante entrega t o d o a Jess y todo
le puede servir para mirarlo solamente a l . No tiene un
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Segu leyendo, sin desanimarme, y esta frase me reconfort: Ambicionad los carismas mejores. Y an os voy a
mostrar un camino inigualable. Y el apstol va explicando
cmo los mejores carismas nada son sin el amor... Y que la
caridad es ese camino inigualable que conduce a Dios con
total
seguridad .
P o d a , p o r fin, d e s c a n s a r . . . no es el descanso
c o m o h a b i t u a l m e n t e l o e n t e n d e m o s , pues e s s o l o tom a n d o prestado de Jess su p r o p i o a m o r que encontrar
el descanso .
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Al mirar el cuerpo mstico de la Iglesia, yo no me haba reconocido en ninguno de los miembros descritos por san
Pablo; o, mejor dicho, quera reconocerme en todos
ellos....
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De pequea coge unas rabietas terribles cuando las cosas no salen a su gusto, escribe su madre (Ais A 8 r, p. 93). Es de una terquedad casi indomable. Cuando dice "no", no hay nada que la haga ceder;
aunque la metisemos un da entero en el cuarto de los trastos, dormira all antes de decir "s".... (Ais A 7 r", p. 92).
Ais B 3 v, p. 261.
A veces somos como Magdalena, nuestra oracin se pasa en buscar y buscar..., pero sin encontrar, porque buscamos mal. Y, al perder el
tiempo de esta manera, damos oportunidad al demonio para agitarnos.
Ais B3 v, pp. 260-261; 1 Co 12,31.
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AMOR
E L C A M I N O DIU-
MARIE-DOMINIQUE PHILIPPE
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j i
. Afy\ nafl y del vino se corrompen
salvo cuando las especies " P
j
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- l o que desgraciadamente pueae
o
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.
, - j ^ j f . i a r de estar presente si lo
sotros, por el contrario, puede aej
*
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. _ xir^r w re, jess esia presente
n e g a m o s voluntariamente,
i
, _ .
,
c>r.
Y distancia entre
e n l o mas i n t i m o de nuestro sei>
.
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o htiena voluntad puede c o Cristo y nosotros. Pero nuestra
.
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l a me
presente, implica
rromperse, pues l a fe, p o r
. .
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i P n r e n s i g u i e n t e , si nuestra
nuestra
buena
voluntad"
,
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, .
Jess ya no puede estar
buena voluntad se dea distraer, >
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tiene tanta sed de la prepresente . P o r eso Teresa, t ~ ,
. , . ,
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_~ , fragilidad y sus distracsencia de Jess y que c o n o c e su * =>
>
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~ , , ~ f l en ella t o d o el t i e m p o
cones, desea que el p e r m
*
,
i ^
, ^ tro. ^pc-o
manera de exc o m o en la Eucarista. Este aese^
ij
,
r ^ , r l r , d p 5 corazn: M i vocapresar e l deseo ms p r o f u U
cin es el amor! ( . . . ) , y o ser el a r f l
_
_ i . eternidad, e s l a sucesin
Puesto que no estamos en la
j i
,
r ; t vivir de esta vocacin
de los instantes lo que nos permn-o
j
i
x, c e n t e s a este don que el
de a m o r y estar cada vez m P
..
,
?. .
,
c n b r p lt tierra, el a m o r divino
Padre nos hace de su H n o . ?oore i*
^ _ - constante, de cada msexige esta atencin p e r m a n
' ^
tante.
c el/ corazn- dej la.
i
i i ia mi M #
( ^ e,s i Y Mara),
En
IeleSi
> mi w
j . Asi mi sueno se vera
yo
yo sere
ser el amor... As lo s&
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hecho realidad... ! ! ! .
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^
i o de
Cuando Teresa dice l o sere
.
^ contrario se
la filosofa hegeliana, sntesisidea ^ ^
^ ^
trata del r e a l i s m o del amore
l , e r
4 2
C )
de la tiee
Jess se nos da p o r c o m p l e t o .
E s t o nos ayuda a c o m p r e n d e r m e j o r s u d e s e o
Eucarista. C m o puede tener el deseo de que J e s P ~
manezca siempre e n ella c o m o e n e l tabernculo? P
certeza dada por la fe de la presencia de Jess en si* P "
sona. Jess est presente en cada uno de nosotros, C f
habita p o r la fe en nuestros c o r a z o n e s . Y la p r e s ^
eucarstica est ordenada a esa presencia d e g r a c i a ^
est en nosotros, que es ms grande pero que se da
fragilidad
est
presente
en la E uelc adese
r i ^'
Cfr. Ms .A Jess
10 r-v,
pp.siempre
97-99. Solo
la contemplacin,
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mientras no la hayamos
La presencia de la gracia pe? ^ j t i m o s a Jess atraernos
rechazado voluntariamente. Pero y
P ^ Cesiones: Tarde t e am,
hacia l. Como dice san Agustn eU ^
tarde te am. T estabas
Dios mo, hermosura tan antigua y t #
Y . / n i s m o te buscaba; y perdentro de mi alma, y yo distrado fuera, y al j ]
estas hermosas
diendo la hermosura de mi alma, m ~^J^,
e infiero, que t estabas
creaturas exteriores que t has creado-,P i'~
conmigo, y yo no estaba contigo (X,
M 5 B 3 v , p. 261.
cC
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Ah est todo, y dicho con toda claridad. Es un aband o n o total en el amor, y es una audacia, luego un deseo,
puesto que no hay audacia sin deseo. Es el deseo lo que
nos hace audaces. Es incluso una audacia prodigiosa, la
de un nio. E l que no reciba el R e i n o de Dios c o m o nio,
no entrar en l . Teresa quiere entrar enseguida en el
R e i n o de los Cielos, en el R e i n o de Dios, y por eso tiene
esta audacia. Entra sin estar completamente dentro, sin
llegar a p u e r t o , pero hay en ella esta audacia divina de
la esperanza propia de los nios. Porque lo que caracteriza al n i o es que sus deseos son siempre ms grandes
que su e x p e r i e n c i a , ms g r a n d e q u e lo ya v i v i d o . Si el
adulto tiene tendencia a quedarse siempre en su pruden5 1
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Tomando las palabras de san Juan de la Cruz, que Teresa conoca: E l amor es la inclinacin del alma y la fuerza y virtud que tiene
para ir a Dios, Llama de amor viva, I, n. 13, p. 962. Pero esta inclinacin, esta fuerza por la que el alma tiende a unirse a Dios, no es el ser
mismo del alma. Solo en Dios, ser y amor se identifican. Solo en Dios,
el amor es substancial, su amor es su substancia. No es el caso para nosotros, nuestro amor no es nuestra substancia. Entonces, por muy profundamente que amemos a una persona a nivel humano, por muy intenso que sea el mpetu hacia ella, este amor nunca se apoderar de
todo nuestro ser, seremos incapaces de que todo nuestro ser est donado a esa persona.
Ms B 3 v, p. 261. Vase p. 105, nota 25.
Cfr. Le 18, 16-17; Mt 19, 14; Me 10, 14-15. Ver Bible avec Thrse
de Lisieux, Cerf- DDB, 1979, pp. 191-193.
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EL CAMINO DEL A M O R
N o soy ms que una n i a . . . Si se habla del c a m i n t o , a pesar de que u t i l i z rara v e z esta expresin, es
porque siempre dice que solo es u n a n i a . Cuando habla de c a m i n i t o , el c a m i n o es caracterizado p o r quien
lo vive. Y, cuando dice c a m i n o de a m o r , muestra el significado de este camino. Este camino tiende hacia un trm i n o que ya est presente en l. El caminito es la ruta del
amor.
H e m o s visto que Teresa no se ofrece a la justicia divina. Para e l l o se necesitara una v c t i m a perfecta, una
hostia sin mancha... y ella sabe q u e es d b i l e i m p e r fecta. Se ofrece al A m o r - m e j o r dicho, el A m o r la escogi
c o m o holocausto- porque es abajndose hasta l a n a d a
de su criatura q u e el A m o r , t r a n s f o r m a n d o la nada en
fuego, es decir, en s m i s m o , se glorifica plenamente.
Si muchos entre nosotros todava v i v i m o s del A n t i g u o
T e s t a m e n t o , es p o r q u e b u s c a m o s la p e r f e c c i n y no el
amor. N u e s t r o o r g u l l o se manifiesta en la necesidad de
exaltarnos. Se puede decir que hay que buscar la perfeccin en el sentido de tratar adquirir las virtudes, evidente.
Pero hay que ir ms lejos. H a y que tratar de adquirir las
virtudes n o para u n o m i s m o n i para estar b i e n ante
Dios -Jess no v i n o para los j u s t o s - , sino para los dems, p o r afn de caridad fraterna. Si s o m o s muy impacientes, si estamos de m a l h u m o r cada v e z que no tenemos lo que deseamos, es insoportable para los dems. La
caridad fraterna exige que al menos seamos un p o c o vir52
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Ya que sabemos el camino (escribe a sor Mara del Sagrado Corazn), corramos juntas. S, siento que Jess
quiere concedernos las mismas gracias a las dos, que
quiere darnos gratuitamente su cielo .
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Le 1,34.
Mt 5, 3.
ss Cta. 197, p. 555.
5"
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pletamente transformada p o r el amor. Esto ser la caracterstica particular de cada uno de los elegidos. Y ya sobre
esta tierra, si nuestro ojo es lo suficientemente p u r o , si
t e n e m o s s o b r e e l p r j i m o una v i s i n suficientemente
grande, no nos detendremos en su fragilidad, en sus debilidades, en sus heridas..., al contrario, amaremos sus debilidades y heridas, ya que p o r ellas el a m o r de Dios lo
puede transformar todo.
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202 c. 203 d.
SaZ 41, 8.
Cfr. Cta. 197, p. 554. Mantengmonos, pues, muy lejos de todo
lo que brilla, amemos nuestra pequenez, deseemos no sentir nada. Entonces seremos pobres en espritu y Jess ir a buscarnos (Ibd., p.
555).
PN 17, 2, p. 659: T bien sabes, Jess, que yo te amo/ y el Amor
de tu Espritu me inflama/ S que, amndote a ti, me atraigo al Padre.
El caminito de Teresa atrae al Padre. No es el amor del pequeito, el
grito del nio sediento, lo que ms atrae al Padre? (Cfr. Gn 21, 17).
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Captulo I X
LA CARIDAD FRATERNA
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En el Apocalipsis hay un pasaje muy curioso que presenta de manera simblica el juicio de Dios al regreso de
Cristo . L a h o r a de Jess durante su vida terrestre es la
cruz, pero la hora de Jess respecto a la Iglesia es la hora
de la cosecha . Cristo que regresa para cosechar. Jess cosecha y Mara vendimia , se encuentra de nuevo el simbol i s m o del pan y del v i n o . El m i s t e r i o de la Eucarista
aclara, p o r consiguiente, el m i s t e r i o del j u i c i o final - l o
que es l g i c o , d a d o que la Eucarista es el vitico. Claro
que esto es una i n t e r p r e t a c i n , p e r o hay que tratar de
comprender lo que dice el Apocalipsis... Y parece que p o dramos decir, o incluso que debemos decir, que esta cosecha y esta vendimia son smbolos del juicio final. El pan,
sin el que es imposible vivir, muestra el carcter necesario
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j i5_ i2.
Ibd.,'12 r-v, p. 288.
n
1 2
Afe C 12 v, p. 288.
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tos m s i n t e n s o s , q u e m o v i l i z a n t o d o e l capital d e
amor que tenemos. Pues la caridad solo puede aumentar
p o r un acto ms ferviente que los dems. Cuando hacemos un acto de caridad sin fervor, no p e r d e m o s la caridad, cierto, p e r o nada cambia. P o r el contrario, cuando
hacemos un acto de caridad con gran fervor, la caridad
aumenta.
Santo Toms muestra que, e n cuanto que un acto de
caridad prepara mejor al h o m b r e para ejecutar de nuevo
un segundo acto, y, creciendo la habilidad, prorrumpe en
acto de a m o r ms fervoroso y con l consigue el progreso
de la c a r i d a d , as se prepara un acto ms perfecto, ms
ferviente en el que la caridad se habr v u e l t o ms
g r a n d e . Dicho de otro m o d o , la participacin a l a caridad i n f i n i t a , l a Caridad increada que es el Espritu
S a n t o habr sido ms p e r f e c t a . O t o m a n d o una imagen, este acto habr dilatado nuestro c o r a z n c o m o dicen san P a b l o y el s a l m o , lo que Teresa m e n c i o n a r
precisamente refirindose a la caridad fraterna: " C o r r
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*MsC 16 r, p. 293.
No dejemos escapar nada de lo que nos puede ensear, ella que
exclamaba: Cuntas almas llegaran a la santidad si fuesen bien dirigidas...! (Ais A 53 r, p. 181).
Ms C 12 v, p. 288.
Aqu habra que releer todo el fin del Manuscrito C
Ms A 44 v, p. 164.
Loe. cit. 45 v", p. 165.
Cta. 201, p. 561.
CA 8.8.3, p. 883.
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Cta. 143, p. 479. Cfr. Cta. 148, p. 487: Las pequeas cruces son
las que constituyen toda nuestra alegra. Esas pequeas emees son ms
corrientes que las grandes, y preparan nuestro corazn para recibir estas cuando as lo quiera nuestro Maestro. En mayo de 1897, a la hermana Ins, quien la haba preguntado por la razn de su alegra en su
lecho de enferma, le contesta: Porque esta maana he tenido dos "pequeas" penas. Muy agudas, s...! Nada me produce tantas "pequeas"
alegras como las "pequeas" penas... (CA 19.5, p. 794).
Cfr. Rm 8, 14.
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LA CARIDAD FRATERNA
este nuevo m a n d a m i e n t o les es dado a los apstoles despus de la Cena: A m a o s los unos a los otros c o m o yo os
he a m a d o . Teresa del N i o Jess lo haba c o m p r e n d i d o
en lo ms n t i m o de su corazn, y esto es una de las grandes gracias de nuestro siglo. El Concilio Vaticano II fue y
ha quedado c o m o el concilio de la caridad fraterna. N o r m a l m e n t e se dice que se trata de un c o n c i l i o pastoral,
p e r o , m s all de esto, este c o n c i l i o es un r e c o r d a t o r i o
m u y profundo de la caridad fraterna, de donde emana su
aspecto p a s t o r a l .
verdadera Tradicin, la Tradicin viva, es fuente de renov a c i n p o r q u e l a T r a d i c i n guarda c o m o l a buena tier r a la semilla que ha de dar fruto -una flor que se abre
y un fruto nuevo-. No se guarda de la misma manera una
piedra preciosa que una semilla. Y desde el m o m e n t o en
que una tradicin se anquilosa, se formaliza, ya no est
bajo el s o p l o del Espritu Santo. El Espritu Santo nos
p i d e c o n s t a n t e m e n t e que no i n m o v i l i c e m o s nada, sino
que hagamos que todo pueda crecer bajo su accin. Santo
Toms dice que la accin del Espritu Santo sobre la Iglesia consiste a la vez en conservar y renovar: conservare
y r e n o v a r e - e s un m o v i m i e n t o d o b l e - . Si la Iglesia
guarda profundamente la palabra de Dios y las tradiciones litrgicas, es para que t o d o sea renovado a partir de
ah. Cuando separamos el c o n s e r v a r e y el r e n o v a r e ,
tenemos, p o r un lado, un tradicionalismo estrecho, que se
encoge y llora sobre las ruinas de Jerusaln, y, p o r el otro,
u n p r o g r e s i s m o que q u i e r e r e n o v a r l o t o d o , n o c o n l a
maestra del Espritu Santo, sino con un espritu de o p o sicin dialctico. Y al Espritu Santo, que es el Amor, no
le gusta todo eso.
Cuando m i r a m o s en el evangelio de Juan la ltima sem a n a de Jess sobre la tierra, v e m o s que el misterio de la
c a r i d a d fraterna est resaltado, lo que t a m b i n explica
q u e , a partir de entonces, Jess deja que los a c o n t e c i m i e n t o s se sucedan para ejercer todava ms profundam e n t e su caridad fraterna y su misericordia. No sabemos
lo q u e representa el Concilio Vaticano II en la historia de
la Iglesia, p e r o de lo que estamos seguros es que ese conc i l i o es para nosotros y que es muy importante. Las divisiones que ha suscitado en la Iglesia no hacen sino confirm a r l o , puesto que el d e m o n i o , cada v e z que el a m o r de
Cristo est ms cercano, acta de manera subterrnea y
escondida, buscando la discordia.
Al i n i c i o del Concilio Vaticano I I , el gran peridico de
M o s c , el Pravda, p u b l i c en titulares: E s t e C o n c i l i o
tiene q u e ser el doblar de campanas del catolicismo. Divid i r e m o s a la Iglesia en dos: los tradicionalistas y los progresistas. La consigna estaba dada muy clarita, y, de hec h o , el d e m o n i o d i v i d i y sigue d i v i d i e n d o c o n o c a s i n
del c o n c i l i o .
F r e n t e a tantas divisiones hace falta un plus de caridad fraterna. Por la caridad fraterna seremos victoriosos
de este ataque que quiere dividir en dos a la Iglesia, que
q u i e r e separar el rebao del Pastor. Ya sea por exceso de
t r a d i c i n (o p o r una tradicin que se anquilosa), ya p o r
una bsqueda de novedad en un espritu de oposicin. La
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Mr 13, 8; Me 4, 8; Le 8, 8.
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Captulo X
TERESA Y EL M I S T E R I O DE M A R A
Tambin habra que descubrir otro gran secreto de Teresa, el cual expresa su amor constante por la Virgen M a ra. Teresa no ha hecho grandes teoras sobre el misterio
de Mara, ella lo v i v i . Es quiz eso lo que caracteriza el
misterio de Mara. San Luis M a r a G r i g n i o n de M o n f o r t
habla del secreto de M a r a . Por qu? Porque Mara es
nuestra madre, y no nos gusta demasiado hablar de nuestra madre. La guardamos en lo secreto de nuestro coraz n y, cuanto ms haya sido m a d r e para nosotros, m s
oculta la guardaremos. Nuestra relacin con nuestra madre es a l g o m u y escondido. Nuestra primera sonrisa ha
sido para nuestra madre. El p r i m e r amor, casi instintivo y
a veces mucho ms profundo de lo que se pueda pensar,
ha sido para ella. Y si ella no fue verdaderamente una madre, si nos rechaz un poco, es algo tremendo para nosotros. Cuando hay una ruptura, se i m p i d e echar races, la
estabilidad profunda y verdadera. Se ve en aquellos que
tienen m a y o r dificultad para e n c o n t r a r un v e r d a d e r o
e q u i l i b r i o de vida o s i m p l e m e n t e un m n i m o de equilibrio, pues para encontrar un equilibrio m n i m o de vida
hace falta un arraigo. Lo v e m o s con los bosques, cuando
llega un huracn, todos los rboles c o n races p o c o profundas son arrancados. Y, cuando los huracanes son muy
fuertes, hasta los robles que tienen buenas races son
arrancados.
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Es en el m o m e n t o que M a r a v i v e todo esto cuando Jess la pide que t o m e a Juan y, a travs de l, a todos nosotros. C o m o dijo a Juan, y especialmente cuando v i v i m o s
los m a y o r e s sufrimientos, Jess nos dice a cada uno de
nosotros: A h tienes a tu m a d r e . U n o incluso se pregunta si D i o s no p e r m i t e esos sufrimientos para que el
misterio de la maternidad de M a r a pueda ser vivido con
toda su fuerza, tanto por ella c o m o por nosotros. En cualquier caso - e s un h e c h o - , es en la cruz d o n d e el m i s m o
Jess establece esta alianza tan radical y tan nueva.
Un 19, 26.
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Se puede d e c i r q u e la p e q u e n e z de Teresa c o m e n z ,
junto a Mara, en el m o m e n t o en que se encontraba tan
enferma y frgil, cuando recibi su sonrisa...
Esta alianza secreta en la sonrisa de Mara es quiz lo
que nos hace descubrir mejor la nota dominante, caracterstica, del a m o r de Teresa a la Santsima V i r g e n . La sonrisa proviene y comunica la alegra. Cuando la tristeza es
m u y intensa, nos es d i f c i l sonrer, no t e n e m o s ganas.
Cuando se est bajo el peso del sufrimiento, se cierran los
ojos y ya no se puede sonrer, p o r q u e uno se repliega, se
encierra en u n o m i s m o . Para s o n r e r hace falta que el
a m o r sea vencedor. Y la m a y o r victoria del a m o r no es el
misterio de Mara Inmaculada Concepcin, cuando, gracias a la m i s e r i c o r d i a preventiva de Dios, es totalmente
preservada del pecado original? . Ahora bien, Teresa tambin ha v i v i d o esta solcita misericordia. De otra manera
7
Ms A 30 r, p. 134.
Jn 1, 14.
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En el r e l a t o de la sonrisa de M a r a y de la visita a
Nuestra Seora de las Victorias, vemos que la alianza con
Mara es una alianza para prevenir. Teresa suplica a M a ra alejar de ella t o d o lo que pudiera empaar su pureza, y
Mara le hace guardar un corazn p u r o . . . Pero aun si tuviera s o b r e la conciencia todos los pecados que pueden
c o m e t e r s e , seguira t e n i e n d o s i e m p r e l a m i s m a confianza e n D i o s , p o r q u e e l a m o r d i v i n o r e t o m a s i e m p r e
t o d o . El Espritu Santo vuelve a dar vida a los muertos,
los resucita . Teresa subraya ah algo que es p r o p i o a la
alianza con Mara: nuestra M a d r e es inmaculada y nos lo
da t o d o . La alianza con Mara nos da, p o r consiguiente,
a l g o de esta m i s e r i c o r d i a preventiva, y eso nos alegra,
pues a travs de la sonrisa de Mara es la sonrisa de Dios
la que se nos revela.
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Despus de lo cual, habiendo dicho Teresa que los ngeles se haban dedicado a esconder la luz que me sealaba
su cercano fin, la hermana Ins pregunt: H a n escondido tambin a la Santsima Virgen?. Teresa contest con
fuerza: N o , la Santsima Virgen nunca estar escondida
para m, pues la quiero d e m a s i a d o . Incluso cuando Jess le es velado, la Santsima Virgen no le est escondida,
lo cual le permite vivir y vencer la extrema aridez de su fe.
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Y aade:
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En esos das, yo estaba encargada del refectorio, y recuerdo que haca las cosas como si no las hiciese, era como
15
16
CA 8.7.10, p. 825.
CA 8.7.11, p. 825.
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El xtasis de Teresa es interior. Trabaja, pero interiormente est presente a M a r a , junto a quien quiere p e r manecer p e q u e a , y quien la gua por l a va c o m n .
D e la M a d r e el tesoro a la hija pertenece . H a y que
c o m p r e n d e r que es de M a r a , la ms p o b r e de todas las
criaturas, que Teresa ha recibido la gracia de pequenez y
de p o b r e z a . Hasta el fin de su vida, la Santsima V i r g e n
p e r m a n e c e para ella c o m o este secreto de pobreza y pequenez. Pues Mara es la criatura ms pequea que haya
existido nunca, la ms consciente de su pequenez y del
abismo que exista entre ella y su D i o s . . . Su Dios, que se
ha dado a ella c o m o un beb. Y Teresa ha percibido muy
p r o f u n d a m e n t e esta p e q u e n e z , este a b i s m o , esta n a d a . . . Esto es, sin duda, lo que nos hace descubrir su
gran realismo, y nos p e r m i t e captar su nada c o m o criatura, su n u l i d a d de criatura, p o r la que l l e g a al acto
e t e r n o de a m o r p o r el que D i o s la hace existir. P e r o al
m i s m o tiempo descubrimos tambin su audacia. La audacia de un deseo que sobrepasa todo y que quiere ir lo ms
lejos p o s i b l e en la u n i n de a m o r con Jess, c o n el Pad r e . As, al considerarse una pequea n a d a no se rebaja c o m o lo podramos estar haciendo en la falsa humildad. M e n o s an e n c o n t r a r a m o s en ella el negarse de
m a n e r a p s i c o l g i c a . H a b i e n d o descubierto lo que es la
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adoracin, ella sabe que solo tiene que r e c o n o c e r la propia nada y esperarlo todo de Dios, c o m o un nio lo espera
t o d o de su p a d r e . Nada le interesa fuera de este a m o r y
de esta v o l u n t a d del P a d r e sobre ella: N a d a ms q u e
Dios , solo Jess! Nada ms que l , n o hacer nada
p o r u n o m i s m o , n o guardarnos n a d a , s i n reservarse n a d a , n o negarle n a d a , n o puedo apoyarme
en nada, en ninguna de mis o b r a s , porque:
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Vase PN 13, 6, p. 653 (la Santsima Virgen se dirige a Celina, llamada Mara de la Santa Faz durante su postulantado): Quiero que en
tu frente brille / la dulzura y la pureza. / Mas sobre todo te doy / la sencillez como reina. La sencillez de Teresa es un eco viviente de la sencillez del corazn de Mara. Y su vida fue tan sencilla!, exclama Teresa
(CA 23.8.9, p. 907). Justo un momento antes, tras grandes sufrimientos,
haba revelado un aspecto de su propia sencillez: Cuando pedimos
algo a la Santsima Virgen y no nos escucha, es seal de que no quiere.
Entonces hay que dejarla a su aire y no preocuparse, (ibd., 23.8.8,
p.907).
CA 6.8.4, p. 879: Se siente una paz tan grande al saberse uno
tan absolutamente pobre y al no contar ms que con Dios!. Lo mismo
sucede con la alegra: N o existe alegra comparable a la que saborea el
verdadero pobre de espritu, (Ms C 16 v, p. 294).
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Se ve ah c m o la verdadera p o b r e z a p e r m i t e que la
esperanza v a y a cada v e z ms lejos y, p o r lo tanto, que
siempre ponga en nosotros mayores deseos. Esto es quiz
la seal de una pobreza verdaderamente divina, obra del
Espritu Santo en nuestra alma. Una pobreza demasiado
humana detiene nuestros anhelos y nos hace caer fcilmente en un c o m p l e j o de inferioridad. En Teresa no se
encuentra nada de esto. R e c o n o c e su fragilidad, p e r o su
misma fragilidad, su misma debilidad, le da una audacia
inaudita , y unos deseos i n m e n s o s , i n f i n i t o s . Observemos que dice nuestros inmensos d e s e o s . P o r p o breza, se oculta de nuevo detrs de los dems.
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La pobreza en cierto aspecto se termina en la pequenez, en la pequenez evanglica, que es el secreto del c a m i n i t o . Y ah, ser la pelo ti ta de Dios expresa algo todava
ms radical que el p a j a r i t o . Es aceptar ser zarandeado
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de un lado a otro, quedar bajo un mueble y que no se ocupen ya de nosotros, que el p o l v o se acumule sobre la pelotita o incluso que sea pinchada... . La pequenez evanglica que Teresa ha a m a d o tanto ha sido para ella una luz
muy grande; c o m p r e n d e r que no se trata de hacer grandes obras, sino que hay que aceptar c o n alegra t o d o lo
que Dios nos pide y hacerlo con la m a y o r intensidad de
a m o r posible. Porque Jess no mira tanto la grandeza de
las obras, ni siquiera su dificultad, cuanto el a m o r c o n
que se h a c e n .
Si v i v i m o s verdaderamente la pequenez evanglica, lo
importante no es lo que hagamos - p o c o importa que hagamos teologa o la cocina-, sino el hacer la voluntad de
Dios. Si tenemos que hacer la cocina, muy bien, Dios nos
da la gracia. Si nos pide barrer, muy bien. Si nos pide un
trabajo filosfico o t e o l g i c o , muy bien! Est claro que,
desde el punto de vista humano, hay una escala de v a l o res... Desarrollar su propia inteligencia es mucho ms importante que barrer... P e r o la p e q u e n e z evanglica, que
nos pone en una actitud de obediencia radical, en el aband o n o y la pobreza, hace que no se mire lo que determina
nuestras diversas actividades -su contenido-, sino la maera en la que son hechas, el a m o r con el que se hacen.
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Cta. 74, p. 397. El simbolismo de Teresa incluye tambin el pequeo juguete, la peonza, el pincelito -as como la gota de roco, la florecilla y, por supuesto, el grano de arena-. Se ha sealado que este smbolo, aparecido en marzo de 1888 (Teresa tena 15 aos), es su smbolo
privilegiado. Reaparece en el manuscrito C y las cartas de 1890. Tambien est el conejillo bien sencillo, que aparece solamente en una
carta a Celina (Cta. 167, p. 511), y que le sirve para expresar la confianza sin lmites que debemos tener en la misericordia: Un rey, de cacera, persegua a un conejo blanco que sus perros estaban a punto de
alcanzar, cuando el conejillo, sintindose perdido, dio media vuelta y
salt a los brazos del cazador. Este, enternecido por tanta confianza, ya
nunca quiso separarse del conejo blanco, sin permitir que nadie lo tocara, reservndose para l mismo la tarea de alimentarlo. Y agrega:
As har Dios con nosotros (Conseils et souvenirs, p. 52).
Cta. 65, p. 388. Ver Santa Teresa de Jess, Castillo interior, Sptima morada, c. 4.
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Esto es lo que cuenta. Ya no se preocupa uno p o r la eficacia de lo que hace ni de la grandeza de lo que realiza, porque lo nico eterno es el a m o r presente en nuestras diversas a c t i v i d a d e s , la intensidad de a m o r en nuestras
diversas ocupaciones. Esto es lo que permite la presencia.
Es esto lo que establece una relacin que no puede desaparecer entre la persona que manda y el que obedece. S i
guardis mis mandamientos, permaneceris en mi amor,
c o m o yo he g u a r d a d o los m a n d a m i e n t o s de mi P a d r e y
permanezco en su a m o r . He aqu la obediencia del c a m i n i t o , e s l a o b e d i e n c i a del n i o p e q u e o q u e q u i e r e
p e r m a n e c e r bajo la mirada de su madre, bajo la mirada
de M a r a y de Jess. Permanecer bajo su mirada sabiendo
que l est ah, incluso si no lo sentimos - e s o no tiene importancia. C o m o d i c e Teresa, s a b e m o s que e l sol brilla
aun cuando lo escondan las nubes . E s o es la presencia
en la fe, eso es el misterio de la pequenez evanglica: saber que Jess nos mira, saber que est presente, que est
ms presente en nosotros que nosotros lo estamos en nosotros mismos, saber que permanece en lo ms ntimo de
nuestro corazn. Aunque haya agitacin, l est ah, presente. P e r m a n e c e ah, y se v i v e bajo su mirada de amor,
sin para nada tratar de sentir su presencia - n o es eso lo
que importa-. Lo importante es llevar a cabo plenamente
lo que nos pide hacer.
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Jn 15, 10.
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Ais B 5 r, p. 265. Incluso dir: Cuando no tengo ms que el sufrimiento puro, cuando el cielo se vuelve tan negro que no veo ni un
solo claro entre las nubes, pues bien, hago de ello mi alegra... (CA
27.5.6, p. 799). Acordaos de que en mi caminito no hay que desear ver
nada (CA 4.6.l,p. 802).
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M 18, 3.
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Pero no te aflijas por m!, dir a la hermana Ins. He llegado a no poder ya sufrir, porque cualquier sufrimiento me
resulta agradable .
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El sufrimiento se le ha vuelto agradable porque el sufrimiento vivido de esta manera es el a m o r en toda su pureza, en toda su limpidez.
Mi vida no ha sido amarga, ya que he sabido convertir todas las amarguras en gozo y dulzura .
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CA 31.7.13, p. 866.
Procs de l'Ordinaire, 1910-1911, ed. Teresianum, Roma 1973,
pp. 59-60. Cfr. CA, loe. cit.: Cuando ped a Jess que me cambiara en
amargura todas las alegras de la tierra, he tenido un deseo continuo de
sufrir. Pero no pensaba cifrar en ello mi alegra; esta es una gracia que
no se me concedi hasta ms tarde.
PO, p. 315.
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La santidad no consiste en decir cosas hermosas ni consiste siquiera en pensarlas o en sentirlas... Consiste en sufrir, y en sufrir toda clase de sufrimientos.
(...) Aprovechmonos del nico momento que tenemos
para sufrir...! No miremos ms que al instante presente...
Un instante es un tesoro... .
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He aqu el gran secreto: todos sus deseos han de transformarse en los de Cristo, y entonces t o d o es alegra. El
sufrimiento permanece pero, porque est ligado al amor,
es alegra.
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Esto es lo que le dice a sor Mara de la Trinidad, y sabemos cunto a m a esta hermana... Y, a pesar de que en
ese momento solo haba v i v i d o un ao en el Carmelo, escriba a Celina:
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EPLOGO
CA 4.7.2, p. 818.
Vase Ms C 8 r-v, p. 282: Ahora acepto estar enferma toda mi
vida, si eso le agrada a Dios, y me resigno incluso a que mi vida sea muy
larga. La nica gracia que deseo es que mi vida acabe rota por el
amor.
Vase la Llama de amor viva, I, 6.34: L a fuerza del amor y la disposicin que en s ve, la hacen querer y pedir se rompa luego la vida
con algn encuentro o mpetu sobrenatural de amor.
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As lo quiero!.
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Sb 8, 1 (Vulgata).
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Esto es genuino de ella. Tiene una voluntad extraordinaria. V e m o s hasta el final ese carcter tan fuerte y que
habra p o d i d o ser estoico, si no hubiera tenido tal intensidad de amor. H a y en ella una voluntad p r o d i g i o s a ! Es
s o r p r e n d e n t e v e r la d e b i l i d a d en la que se encuentra
desde el punto de vista h u m a n o , y a pesar de ello dice:
As tendr que ser, as l o quiero!.
S o r Ins sigue r e c o g i e n d o las e x c l a m a c i o n e s de Teresa, pero sin p o d e r reproducir el tono con que las d i j o .
El tono de las palabras de Jess en el Evangelio, as c o m o
las de Teresa al final de su vida, manifiestan al Espritu
Santo. El Espritu Santo es l a v o z , p o r consiguiente, l
es el tono. P o d e m o s r e c o g e r las palabras, pero no p o d e mos atrapar el tono, es el Espritu Santo quien lo pone en
nuestro corazn:
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Ya no creo en mi muerte....
Se ve hasta d n d e Dios quiere que vaya en la paciencia...
Ya no creo ms que en el sufrimiento... Pues bien, mejor
que mejor!.
Dios quiere q u e v i v a hasta el final de esta prueba de
fuerza y paciencia. No hay que olvidar que lo ms grande
en la fuerza es la paciencia. Es ms fcil atacar que padecer. Y, cuando el Espritu Santo encuentra un alma muy
fuerte, la hace padecer. Especialmente cuando se tiene un
t e m p e r a m e n t o que p o r naturaleza contestara de i n m e diato, de los que d e v u e l v e n la p e l o t a . A estos temperamentos, Dios los coloca en una actitud de pasividad. A q u
se ve la actitud de pasividad que el Espritu Santo quiere
para Teresa. P e r o en m e d i o de todo esto grita:
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a m o r d i v i n o , q u e gracias a l d o n d e t e m o r m a n a l a p o breza. Y los verdaderos deseos de sufrir nos hacen humildes, porque, cuando se sufre, se es p e q u e o . Cuando se
sufre c o n intensidad, ya no se puede tener ni g l o r i a ni
triunfo. U n o est a b r u m a d o , es p e q u e o a sus p r o p i o s
ojos y a los ojos de los dems.
Teresa insiste:
pecado de los hombres para salvarlos. Esto es muy importante, si queremos comprender el corazn de Teresa.
Posteriormente, sor Ins describe los tremendos sufrimientos fsicos de Teresa y su o p r e s i n creciente. Despus se asombra y se inquieta p o r el gorjeo tan fuerte de
los p e t i r r o j o s y de otros pajarillos, que, p o r la ventana
abierta, a c o m p a a en cierta forma los ltimos instantes
de su hermana. Estos pajarillos estn llenos de vida mientras que Teresa est murindose... H a y ah un contraste
querido por la Providencia. Si Teresa hubiera p o d i d o responder a la inquietud de sor Ins, le habra dicho que esos
pajarillos no la cansaban, que estaban alabando a Dios en
su lugar. Seguramente haba algo de esto en el alma de Teresa, en su pobreza. Cuando ya no se puede ms, ya no se
pude alabar, hace falta que otro alabe en nuestro lugar. A
travs de los petirrojos hay algo de esto en esta extraa liturgia...
S o r G e n o v e v a p r o p o n e entonces a Teresa, cuya boca
estaba c o m p l e t a m e n t e seca, un t r o z o de h i e l o . S o r Ins
anota: E l l a lo acept, dirigindole una sonrisa que jams
o l v i d a r . Teresa acepta este gesto c o m o Jess crucific a d o acept el vinagre ofrecido p o r las santas mujeres...
Y sonre a sus hermanas p o r ltima vez, la sonrisa de Jess en la cruz, la de M a r a al pie de la cruz... L u e g o , Teresa retoma con valor:
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Adelante...!,
tiempo...
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EPLOGO
Es en su pequenez misma que va a ser doctora, d o c tora de los p e q u e o s , pero en el sentido que interroga al
t e l o g o y le exige ir m u y l e j o s . P o d r a m o s incluso decir
que es d o c t o r del N i o Jess. Yo creo que es en este sentido, a causa de las interrogaciones que p o n e a los telogos, que Teresa es doctora. C o m o un nio, c o m o el nio
Jess de doce aos. l es doctor porque interroga. L o s telogos de hoy tienen posiciones tan diversas que ya no se
les p u e d e unificar p o r la doctrina. Una nia p e q u e a
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N o habra que reconocer que el Espritu Santo no p o da hacer un doctor de una nia sino al final del peregrinar de la Iglesia? De otra manera, algunos hubieran pens a d o que los g e m i d o s i n e f a b l e s del Espritu S a n t o
podan eximirnos de santo Toms. P e r o no es el caso. Es2 1
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EPLOGO
Ah hay algo que me sorprende mucho, el poner en paralelo a Catalina de Siena y a Teresa. Las dos son muy diferentes, pero al m i s m o tiempo muy semejantes. Tanto la
una c o m o la otra afirman que lo ms grande sobre la tierra es el deseo. No las realizaciones, sino los deseos. Dios
espera de nosotros que estemos hambrientos, devorados
de deseo. Tengo sed!. Que Jess diga esto al final de su
vida, despus de t o d o lo q u e ha h e c h o , es una locura!
Para l, todo lo que h i z o no es nada en comparacin con
lo que hubiera querido hacer para glorificar al Padre. Durante sus treinta y tres aos de vida sobre la tierra glorific al Padre realizando la obra que el Padre le haba encomendado y manifest su N o m b r e a los h o m b r e s . . . . Y
esto no fue suficiente. La obra p o r excelencia es la de la
cruz, i n m o l a c i n de a m o r en la k e n o s i s , anonadamiento del Cordero en la c r u z . P e r o eso tampoco es suficiente, todava grita su sed...
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C t a . 258, p. 610.
La verdadera sabidura que Teresa empieza a descubrir al entrar
en el Carmelo, cuando empieza a sondear la profundidad de los tesoros escondidos en la Santa Faz (Ms A 71 r, pp. 219-220) es la sabidura de la Cruz.
M s B 3 v, p. 261.
CA 30.9, p. 946.
CA 23.7.4, p. 850.
Ms C I O v, p. 285.
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M / W 17,4.6.
Cfr. Flp 2, 7-8.
Jn 13, 1.
CA 30.9, p. 946.
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PREGUNTAS
1. LA ESPERANZA
Qu es la esperanza? En ciertas lenguas hay una sola
palabra y no se hace la distincin como lo hace el francs
entre esperanza humana (espoir) y la esperanza teologal
(esperance ) .
La palabra esperanza humana ( e s p o i r ) puede tener
en francs un sentido bastante banal. Pero, a nivel filosfico, ese t r m i n o designa una pasin. Es decir, una tendencia afectiva que no es solo el deseo de un bien sensible
no p o s e d o , sino un i m p u l s o y una fuerza de conquista
que orienta todas nuestras energas vitales hacia un bien
sensible no posedo y difcil a adquirir.
La esperanza teologal ( e s p e r a n c e ) , por su parte, es
una virtud teologal que viene a fortalecerme divinamente
para p e r m i t i r m e aceptar y l l e v a r todas las luchas sabiendo que ya soy vencedor en Cristo. La virtud teologal
de esperanza es la que me p e r m i t e aceptar todas las luchas, todas las tentaciones, sabiendo que la victoria de
Cristo sobre la cruz es para m . E s o es lo que me dice la
esperanza cristiana, m e hace v i v i r c o m o v e n c e d o r , incluso si psicolgicamente estoy c o m o vencido y no puedo
ms. Esto se ve b i e n en las r e a c c i o n e s de Teresa. H a 1
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PREGUNTAS
MARIE-DOMINIQUE PHILIPPE
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2. PRUDENCIA Y ESPERANZA
La prudencia, en las necesidades prcticas de la vida,
no se opone a la virtud de esperanza?
Es una buena pregunta. Si fuera del a m b i e n t e de un
r e t i r o estuviese h a b l a n d o a trabajadores, les hablara
c o m o filsofo y les mostrara la importancia del trabajo,
subrayando su carcter de eficacia. Un trabajo no es un
v e r d a d e r o trabajo ms que c u a n d o es eficaz. El trabajo
reclama la eficacia y exige hbitos de trabajador, no perder t i e m p o y, tanto c o m o se pueda, ser un servidor fiel,
m a n s o y p o b r e . . . T e n e r los hbitos de trabajador y de
servidor es algo grande. Y t o d o esto ha de ser d i r i g i d o p o r
la virtud de la prudencia.
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PREGUNTAS
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PREGUNTAS
No d i g a m o s , pues, que la esperanza suprime la prudencia; al contrario, la esperanza exige que nuestra prudencia aumente. Un padre de familia que quiera tener un
h o g a r p r o f u n d a m e n t e cristiano, una familia q u e sea
c o m o una pequea i g l e s i a d o m s t i c a , ha de ser m u y
prudente, puesto que tiene nuevas luces que le obligan a
ejercitar su prudencia. P e r o una prudencia que ya no es
s o l a m e n t e humana, sino una prudencia o r d e n a d a p o r
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Vase CA 30.9, p. 947. Cfr. PN 47, 3, donde cita a san Tefano Venard, Cuanto ms largo sea mi martirio, / ms vlido ser, y yo, ms
feliz!!!.
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MARIE-DOMINIQUE PHILIPPE
PREGUNTAS
D e m o s un ejemplo. Cuando los Papas estaban en Avin, santa Catalina de Siena pensaba que deban volver a
R o m a , p e r o san Vicente Ferrer pensaba que deban quedarse. Una d o m i n i c a y un d o m i n i c o , teniendo la m i s m a
f o r m a c i n , tenan pareceres opuestos. Se toca ah a l g o
muy importante: la eleccin es siempre relativa. El absoluto, la bienaventuranza, es la pureza de corazn. No existe
el absoluto en la eleccin, en el medio que se elige. Cierto,
un m e d i o puede pasar a ser ms o menos absoluto. Es el
caso de los votos de religin, donde un medio relativo pasa
a ser un cierto absoluto - n o un absoluto perfecto, pero un
cierto absoluto-. C o m o en el m a t r i m o n i o , p o r el sacramento de matrimonio, la eleccin que los esposos han hecho pasa a ser un cierto absoluto y se tendr que ser fiel a
esa eleccin. Pero antes del matrimonio no se puede decir
que una persona se imponga de tal m o d o que solo pueda
ser ella la elegida. Es intil buscar miss ideal, no existe.
C o m o la eleccin de un m e d i o nunca es un absoluto,
p o d e m o s estar seguros de estar haciendo la voluntad de
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4. E X A M E N DE CONCIENCIA
PREGUNTAS
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2 25 3, 10.
Cfr. p. 24.
Cfr. PN 23.8, p. 680: Para poder un da contemplarte en tu gloria, / lo s, debo aceptar el fuego del dolor; / por eso he escogido para mi
purgatorio / tu amor consumidor, Corazn de mi Dios! / Mi desterrada
alma, al dejar esta vida, / quisiera hacer un acto del ms sincero amor; /
y enseguida, volando a tu Patria del cielo, / tomar como morada tu Sacro Corazn (entrer dans ton Cur sans aucun dtour).
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PREGUNTAS
nuestras f l a q u e z a s a l f u e g o d e l a m o r m i s e r i c o r d i o s o ,
5. L A S A N G U S T I A S D E L C O R A Z N
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f|
Vase Ais A 84 r-v, pp. 246-247: Desde aquel da feliz, me parece que el amor me penetra y me cerca, me parece que ese amor misericordioso me renueva a cada instante, purifica mi alma y no deja en
ella el menor rastro de pecado. Por eso, no puedo temer el purgatorio...
S que por m misma ni siquiera merecera entrar en ese lugar de expiacin, al que solo pueden tener acceso las almas santas. Pero s tambin que el fuego del amor tiene mayor fuerza santificadora que el del
purgatorio. S que Jess no puede desear para nosotros sufrimientos
intiles, y que no me inspirara estos deseos que siento, si no quisiera
hacerlos realidad.... Cfr. PN 17.6, p. 660: De mis pecados no percibo
huellas, pues el amor de Dios las ha borrado.... Cta. 226, p. 587:
Cmo va a purificar en las llamas del purgatorio a unas almas que viven consumidas por el fuego del amor divino?. O todava concluye
que, dado que todos los misioneros son mrtires de deseo y voluntad,
ni uno solo debera ir al purgatorio. Todava dice en julio a sor Genoveva: A m lo nico que me purifica es el fuego del amor de Dios (UC
- Diversos testigos, p. 983). En la misma poca, sor Mara de la Eucarista escribi a su padre dicindole que, cuando Teresa hablaba a sus novicias del purgatorio, les deca: Oh! Qu desilusin me dan, hacen
una gran injuria a Dios creyendo que van a ir al purgatorio. Cuando se
ama, no puede haber purgatorio. Sin embargo, porque no quiere poseer nada, sino abandonarse siempre a la voluntad divina, amar todo lo
que l querr y recibirlo todo como una sobreabundancia de amor, exclama: Si supieras lo bondadoso que va a ser Dios conmigo! Pero, si
es un poquito menos bondadoso, a m me seguir pareciendo bondadoso... Si voy al purgatorio, me sentir muy contenta, har como los
tres hebreos en el horno: me pasear por entre las llamas cantando el
cntico de amor. Qu feliz me sentira si, yendo al purgatorio, pudiese
librar a otras almas y sufrir en su lugar, pues entonces hara el bien, libertara a los cautivos! (CA 8.7.15, p. 826).
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PREGUNTAS
prueba c o m o esta (y tantas otras que ha vivido en su n o che de la f e ) tiene parte en el misterio de la agona y en la
cruz de Cristo, en el misterio de tristeza divina ante el horror del pecado y del sufrimiento donde el a m o r es victorioso de t o d o . Cuando la aparente ausencia de Jess la
oprime, ella sabe el sentido, la finalidad de esa angustia: l
no est lejos. Est muy cerca y nos mira y nos mendiga esta
tristeza, esta agona... La necesita para las almas, para
nuestra alma: quiere darnos tan hermosa recompensa, es
tan grande lo que l anhela para n o s o t r a s ! . Ella sabe
que, para un cristiano, l a hora de la a n g u s t i a es la hora
de Jess, la hora para la que ha v e n i d o , la hora que ha ans i a d o , aquella en la que el Padre va a glorificarle glorificando su propio N o m b r e . Teresa, que parece no conocer
este tema puesto que nunca lo cita, lo expresa con sus propias palabras, entre otras, el ahora me toca a m del P. Arminjon, quien tanto la impresion. Cuando Jess nos acoja
en el cielo no podr decir ahora me toca a m , si nosotros
mismos no hemos tenido nuestro turno para drselo todo.
Cierto, a l le duele mucho abrevarnos de tristezas, pero
sabe que esa es la nica forma de prepararnos a conocerle
c o m o l se c o n o c e y a convertirnos nosotras mismas en
dioses. Oh, qu destino! Qu grande es nuestra a l m a ! .
A q u uno est muy lejos de la angustia psicolgica, y Teresa quiz abre ah una va para superarla.
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6. LA ADORACIN
Parece situar usted la adoracin a nivel humano...
S, la adoracin proviene de lo que hay de humano en
n o s o t r o s . El h o m b r e no es p e r f e c t a m e n t e h o m b r e sin
adorar a D i o s . El l a i c i s m o amputa al h o m b r e de una de
sus dimensiones ms fundamentales, aquella que le permite descubrir p o r s m i s m o la existencia del Ser P r i m e r o
y que las tradiciones religiosas llaman Dios, quien es su
Creador. El slito es capaz de reconocer que ese Dios es la
fuente de su v i d a , de luz y de amor, y es capaz de a d o rarlo. La adoracin se apodera de lo que es ms noble en
nosotros, de nuestro espritu. P e r o nuestra sensibilidad,
nuestras pasiones, pueden p e r m a n e c e r en un estado de
gran sequedad. P o r el contrario, cuando a m a m o s de un
a m o r de amistad a un a m i g o que h e m o s elegido y quien
nos ha elegido c o m o a m i g o , las pasiones y la sensibilidad
normalmente estn en acto.
No siempre?
Puede ser que, en el a m o r de amistad, a veces, nuestra
sensibilidad est c o m o g a s t a d a . Cualquier a m i g o , p o r
muy querido que sea, a veces puede ponernos nerviosos...
Porque tiene sus defectos, c o m o nosotros! Puede ser que la
pasin -una pasin normal, buena- que tenemos por l alguna v e z est c o m p l e t a m e n t e apagada. Y el a m i g o se da
cuenta... Eso pasa entre los esposos. El esposo ha trabajado todo el da en la oficina, tuvo que hacer frente a cosas
muy desagradables, que magullaron su corazn e inteligencia, y llega cansado a casa. Su esposa no se da cuenta y le
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PREGUNTAS
7. C O N F I A N Z A Y C A R I D A D F R A T E R N A
El a m o r d i v i n o i m p l i c a un a m o r de a m i s t a d y el
a m o r de amistad implica una confianza. La caridad fra29
Dios nos ha amado el primero (cfr, / Jn 4, 10. 19) de manera totalmente gratuita. Y nosotros respondemos a su amor. Jess nos ha ele-
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gido (Jn 15, 16) igualmente por pura gratuidad, y nosotros respondemos a su eleccin. Hay, por consiguiente, un amor recproco que es de
cada lado un amor por lo que el otro es. Eso si amamos verdaderamente a Dios, porque, si lo nico que hacemos es pedirle aquello de lo
que tengamos necesidad, eso es una caricatura del amor. El amor de
amistad est caracterizado, segn santo Toms, por este amor del otro
por s mismo y por esta reciprocidad. Se distingue as tanto del amor
pasional (que busca disfrutar del otro) como del amor que utiliza al
otro para su propio inters.
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Ais B 4 v, p. 265.
Ais B 5 v, p. 267.
Ais C 12 v, p. 288.
Cfr. A s C 1 2 r , p. 287.
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8. EL SERMO SAPIENTIAE
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" i / n 3 , 18.
Vase p. 45.
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PREGUNTAS
M a t e o es m u c h o m s d e s c r i p t i v o y transmite la enseanza de Jess a travs de parbolas (que son maravillosas). San Juan es, en p r i m e r lugar, la intimidad, es Jess
el que nos hace c o m p r e n d e r progresivamente cunto nos
ama y cunto el Padre le ama, y que nos conduce hacia el
Padre. L u e g o hace falta, para hablar de lo que san Juan
nos revela, el s e r m o sapientiae, necesario para comunicar los secretos de Dios sin disminuirlos y que Dios da a
todos los predicadores, si son fieles y si se lo piden.
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/ n 2 1 , 18.
Cfr. Is 55, 11: As ser mi palabra, la que salga de mi boca, que
no tornar a m de vaco, sin que haya realizado lo que me plugo y haya
cumplido aquello a lo que la envi.
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(las verdades han sido disminuidas por los hijos de los hombres).
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PREGUNTAS
9. APARICIONES
Lo que Teresa dice a sus hermanas respecto a no aparecrselas es muy exacto y muy bonito. Si se ama m u c h o
a alguien, p o c o i m p o r t a que aparezca o n o . E s o corresponde a la comunicacin del a m o r y no al a m o r m i s m o .
No sentir nada no tiene ninguna importancia. Se ama. Y
esta ausencia es una prueba b i e n h e c h o r a para saber si
amamos ms a la persona en cuestin o la comunicacin
de su amor. El c a m i n i t o consiste precisamente en mirar
el a m o r y no su c o m u n i c a c i n . Esto es m u y importante
para nosotros, quienes v i v i m o s en la era de la comunicacin. L o s m e d i o s solo buscan comunicar... y comunican
ms fcilmente el error y la mentira, o el mal en general,
que la verdad y el bien.
Est m u y b i e n el comunicar, p e r o hay a l g o ms i m portante que el comunicar, el saber lo que se comunica.
La comunicacin est al servicio de aquello que hay que
comunicar. El buscar la comunicacin p o r la comunicacin tiene sentido?
En lo que c o n c i e r n e a las apariciones, se d i c e que
Marta tuvo muchas, p e r o no eran ms c o m o presencias
que c o m o apariciones visibles? E n Marta, t o d o a q u e l l o
era muy interior, mientras que en nosotros... Cuando la
Virgen se aparece en algn lugar, tenemos la tendencia a
interesarnos ms en la aparicin visible y a su situacin
que a la gracia que ella quiere comunicar a travs de esa
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CA 4.6.1, p. 802.
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Ms A 84 v, p. 247.
CA 7.7.2, p. 822.
42 E 3 2-3.
Vase Ms A 80 r, p. 238.
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Le 10, 21.
Vase p. 104.
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Le 14, 23.
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11. E L D E S E O D E S U F R I R
P e r o el c m o , la fe no lo dice. C m o apareci el hombre? C m o apareci la mujer? No se sabe nada al resp e c t o d e s d e el punto de vista de la fe, ni de la filosofa
t a m p o c o . Para el filsofo es r a z o n a b l e que haya h a b i d o
un primero, es incluso necesario. El erudito busca y emite
hiptesis, estando obligado a ello cada v e z que descubre
algo nuevo, modificando las hiptesis que haba e m i t i d o
con anterioridad.
Qu curioso es que el punto de origen de la humanidad permanezca oculto! La fe nos dice tan solo que A d n
y Eva tenan un alma espiritual, mientras que los animales no la tenan. El alma espiritual es creada directamente
p o r D i o s . Pero c m o ha creado Dios el alma espiritual
en un c u e r p o q u e ha pasado a ser h u m a n o gracias al
alma? El alma fue creada en el interior del cuerpo?, en
qu momento? No se sabe nada, solo se pueden emitir hiptesis. Lo que es m u y i m p o r t a n t e es saber el g r a d o de
certeza de las conclusiones enunciadas y saber con precisin lo que la fe nos pide creer. El c m o de Adn y E v a
lo i g n o r a m o s c o m p l e t a m e n t e , s o l o nos es d a d o bajo un
m o d o s i m b l i c o . L o s once p r i m e r o s captulos del Gnesis, que nos cuentan la historia del c m o de la humanidad, se expresan de manera simblica, es decir, potica y
no cientficamente. De hecho, la fe nunca nos dice a l g o
que sea propiamente cientfico en sentido estricto. La fe
nos da certezas, el h o m b r e tiene un alma espiritual y el
cristiano lo cree.
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Cuando alguien se pregunta si el progreso de la ciencia no elimina el alma, hay que responder que la ciencia
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CUNTAS
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moderna, incluso las investigaciones biolgicas ms punteras, nunca podrn hacernos descubrir lo que es el alma.
Esto es porque, si el alma existe, es algo espiritual, segn
todas las tradiciones religiosas. El alma puede ser descubierta p o r la filosofa (el filsofo puede descubrir lo que
es el alma c o m o fuente de v i d a ) , pero el t r m i n o a l m a
proviene de las tradiciones religiosas, no es un trmino fil o s f i c o . La filosofa lo t o m a prestado de las tradiciones
religiosas y muestra que estas tradiciones tocan algo real
que no es simplemente p o t i c o o mtico.
En cuanto al origen del mal, del sufrimiento, de la tristeza, solo la fe nos lo puede decir. Ni el filsofo ni el erudito
lo pueden saber. S o l o la fe cristiana puede, a la luz de
Cristo crucificado, hacernos comprender que Dios en esta
sabidura misteriosa de la que habla san P a b l o , la sabidura de la cruz, da al sufrimiento un significado nuevo. Es,
pues, un s i g n i f i c a d o q u e s o l o aquel que cree en Cristo
puede comprender. Para aquel que reflexiona en tanto que
hombre, en el plano filosfico, el sufrimiento queda c o m o
algo puramente negativo. Humanamente hablando, yo no
puedo amar la tristeza, es negativa, es algo que me abate,
q u e m e hace m a l , que m e i m p i d e ser perfectamente y o
m i s m o y, por lo tanto, la huyo, intento por todos los medios
disminuirla, alejarla de mi vida. Pero c o m o cristiano a m o a
Cristo crucificado. C u a n d o sea l e v a n t a d o de la tierra,
atraer a todos hacia m , nos dice Jess. Cristo crucificado ejerce sobre m una atraccin de a m o r porque yo s
que en la cruz l me ama y ofrece su vida p o r m . A m o el
misterio de la cruz porque a m o a Jess que ha elegido el
sufrimiento y la muerte para manifestarme su amor, Jess,
quien ha cargado con toda la iniquidad del mundo. Es a Jess a quien yo amo, a Jess crucificado . Y, porque es a l
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/ Co 1-2.
Jn 12, 32.
Cfr. 1 Co 2, 2: Pues no quise saber nada entre vosotros sino a Jesucristo, y este crucificado.
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PREGUNTAS
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El sufrimiento e s c o n d i d o es uno de los grandes aspectos del mensaje de Teresa, y ese mensaje es para todos
los cristianos que desean v i v i r su vida cristiana hasta el
fin, en toda su v e r d a d . En Jess, quien es la R e s u r r e c c i n , estamos ya resucitados y nuestra vida est oculta
con Cristo en D i o s . El ejercicio divino de la caridad nos
esconde en Dios y esconde a Dios en nosotros. N o s o t r o s
no le vemos, no le sentimos, p e r o sabemos que nos es c o 56
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Cfr. Ms B, 5 r, p. 265.
Cta. 176, p. 522.
*Cta. 182, p. 529.
i PN45.5, p. 721.
Cta. 75, p. 399. Cfr. Cta. 94, p. 420.
Loe. cit.
ss
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Vase p. 167.
Cfr. 7n 11, 25.
Col 3,3.
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PREGUNTAS
13. LA SONRISA
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D o n d e ms ha v i v i d o este m i s t e r i o es en su g r a n
prueba de la fe, que va m u y lejos. D a d o que no se trata
simplemente de esconderse -y sobre todo de esconder el
sufrimiento- a los ojos de las criaturas, se trata en cierta
manera, c o m o lo dice ella misma con su lenguaje de nia
( p e r o de nia doctora!), de escondrsela al m i s m o Dios:
P e r o si, por un imposible, ni t m i s m o llegases a conocer
mi sufrimiento, yo an me sentira feliz de padecerlo, si
con l pudiese impedir o reparar un solo pecado contra la
f e . . . . Q u e r e r o c u l t a r a D i o s su s u f r i m i e n t o , de la
parte de Teresa, es expresar el deseo de vivir la victoria del
a m o r a travs de todos los sufrimientos. Toda su vida, ella
h a c o m b a t i d o para e l l o , y e n d o d e v i c t o r i a e n v i c t o r i a
porque responda con ardor, con fervor, a todas las llamadas del Espritu Santo.
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Dndonos a Mara en la cruz, Jess quiere transmitirnos la victoria de la cruz. Si, en la cruz, Jess nos manifiesta la gloria del Padre - F e l i p e , el que me ha visto a m ,
ha visto al P a d r e , esta frase dicha justo antes de la Pasin se hace concreta en la c r u z - Mara, que se hace una
con Jess en su misterio de compasin, nos revela a travs de las luchas de la cruz la ternura del Padre hacia nosotros.
7 0
C t a . 145, p. 482.
Estrofa 1.1.
Cta. 145, loe. cit.
Ms C 7 r, p. 280.
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PREGUNTAS
14. L A V E R D A D
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Santa Teresa dice que ella posee la Verdad, que el Seor la ilumina con rayos de verdad, pero tambin dice que
la buscar hasta la muerte. Seguramente no hay contradiccin, pero podra usted explicarlo?
Al final de su primera carta, san Juan dice: E l H i j o de
Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero. N o s o t r o s estamos en el Verdadero,
en su H i j o J e s u c r i s t o . El H i j o , el V e r b o , se ha encarnado para revelarnos al Padre, pero antes de eso, antes de
la iluminacin por la gracia, el Verbo, que es l a luz de los
hombres, ilumina a todo h o m b r e -dicho de otro
m o d o - , Dios da a los hombres la inteligencia , una inteligencia capaz de conocerle, de c o n t e m p l a r a su Creador.
Ha m e t i d o en su c o r a z n un deseo de v e r d a d . H a y ah
una primera alianza, una alianza fundamental de la inteligencia humana con Dios. Nuestra inteligencia viene de
Dios, est hecha para Dios, ella v u e l v e hacia Dios. Esta
alianza p r i m e r a del V e r b o c o n nuestra inteligencia nos
hace c o m p r e n d e r que esta tiene un carcter sagrado, es
capaz de remontar hasta Dios y de t o m a r conciencia de
que viene de l y que es para l. C o m o lo dice santo T o ms, nuestra inteligencia es capax Dei, capaz de mirar a
Dios. En una pobreza extrema, cierto, pero las menores
noticias que tengamos de Dios valen ms que la inmensidad de conocimientos que pudiramos tener del m u n d o
fsico o de los posibles.
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1 Jn 5, 20.
Jn 1, 4. 9.
Cfr. Si 17, 6-10.
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PREGUNTAS
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La m a y o r alegra del corazn de Cristo es v e r que deseamos ir lo ms lejos posible en esta bsqueda de la verdad. P o r ah estamos m u y prximos a l. Sin e m b a r g o , si
no fuese l que viniera a nuestro encuentro, nuestro deseo
de c o n o c e r la v e r d a d quedara insatisfecho y parcial, no
alcanzara su fin tal c o m o puede ser alcanzado. Es gracias
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2 Co 1,3.
Cfr./n 3, 16-17.
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Cfr. / Jn 3, 2.
Cfr. Jn 18, 37.
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NDICE
Captulo X
E N E L C O R A Z N DEL A M O R
Entrevista sobre el amor, el matrimonio y la familia
ACTO DE OFRENDA
Un retiro con santa Teresa del N i o Jess
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NDICE
I
PRLOGO
Captulo I
ENTRAR EN RETIRO CON TERESA
Captulo II
17
29
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65
LA SABIDURA DE LA CRUZ
Captulo V I I
83
UN CAMINITO NUEVO
97
Captulo V I I I
EL CAMINO DEL A M O R
Captulo IX
115
LA CARIDAD FRATERNA
135
221