Del Homicidio Voluntario A La Monomanía Suicida PDF
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RESUMEN
El presente ensayo aborda y ofrece elementos que pueden ser considerados fundamentales para lograr un mejor entendimiento concerniente a la multiformidad actual que manifiesta el suicidio. Para lo cual, se ha partido atendindolo desde perspectivas histricas e
interpretativas, ya sea por las que han presentado durante distintas pocas filsofos, telogos, mdicos, frenlogos, criminlogos, socilogos y dems pensadores interesados
en la indescifrable expresin y etiologa que an presenta el suicidio. Por tal motivo, el
artculo ha quedado subdividido en relacin a tales enfoques: en un comienzo se presenta
un corto proceso histrico para posteriormente exponer el suicidio bajo la mirada que,
desde sus inicios como disciplinas, la psicologa y la sociologa lo han credo como parte
de su jurisdiccin dialctica.
Palabras clave: suicidio, crimen, moral, locura, castigo.
ABSTRACT
This essay suggests some key elements to obtain a better understanding concerning the
current diversity of forms that suicide presents. For this reason, it begins with historical
and interpretive perspectives, those that have been presented during different eras by
philosophers, theologians, doctors, phrenologists, criminologists, sociologists and other
thinkers interested in the inexplicable feelings and etiology that suicide still presents. For
this reason, the article has been subdivided according to these points: firstly a short
Este ensayo constituye parte del primer captulo de la tesis de licenciatura que present en marzo del 2005
en el Departamento de Historia de la Universidad de Guadalajara y que lleva por ttulo: Prcticas suicidas
en Guadalajara. Causas, modos y representaciones (1876-1911). Indita.
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historical process and later an examination of suicide in the light which, since their
beginnings as disciplines, psychology and sociology have believed to be part of their
dialectical jurisdiction.
Key words: suicide, crime, moral, insanity, punishment.
HEREJA
Si una persona no sabe qu hacer con su vida puede conservarla para uso
futuro o decidir que es intil y desecharla. Consideramos una cosa razonable al desechar un trasto intil; pero consideramos un sntoma de enfermedad mental el desechar una vida intil (Szasz, 2002: 88).
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SECCIN ARTCULOS
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SECCIN ARTCULOS
Carcter fundamental
Z
Suicidio egosta
Z Apata
Variedades secundarias
Z
Tipos elementales
Suicidio altruista
Suicidio anmico
Z Energa
apasionada o
voluntaria
Z Irritacin,
hasto
vida en general
Z
En informacin referente a la anomia, se puede recurrir a los ensayos tericos de Mssimo Pavarini
(Pavarini, 1983) y al de Siegfried Lamnek (Lamnek, 1977), ste ltimo realiz un breve desarrollo histrico de la teora de la anomia, como teora ejemplar de la sociologa criminal de fines del siglo XIX
europeo, de la cual su precursor fue Emile Durkheim. No obstante, el trmino anomia vio su aparicin
desde el siglo XVI, concebido por el historiador ingls William Lambarde como desorden, duda o incertidumbre sobre todos; posteriormente eclesisticos del siglo XVII la definan como vida sin ley. Y no
fue sino hasta el siglo XIX cuando Emile Durkheim dot de un carcter ms glico que ingls al concepto
de anomia, es decir, un concepto ms aplicado a la divisin de trabajo y al suicidio. Transplantado a
Estados Unidos ya en el siglo XX, una variedad de socilogos se esforz por encontrarle ms aplicaciones
a la anomia. Robert K. Merton, respaldado en la definicin de Durkheim, complement y ampli el
campo de desarrollo de la anomia. Mientras que para Durkheim la anomia tena que ver con el fracaso o
la falta de un sistema de convicciones morales que conduca a diversos individuos al suicidio; para Merton,
la anomia fue una forma de comportamiento desviado que era motivado por la falta de equilibrio y de los
medios legtimos para alcanzarlos. Su consecuencia no slo sera el mismo suicidio, sino tambin el
dems compendio de comportamientos desviados latentes en cada sociedad, como lo es la criminalidad en
sus mltiples expresiones (Clinard, 1967). En lo sucesivo entindase por anomia que un estado de exasperacin y desenfado inusitado en todo individuo al no poder cumplir o satisfacer las obligaciones que le
imponen ciertas sociedades, acta fuera de la normalidad.
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Todava, en la actualidad, algunos criminlogos, psiclogos sociales, socilogos e incluso historiadores y antroplogos han manejado y construido sus
propias clasificaciones, pero stas a su vez tienen fundamento en los tipos
durkheimnianos. No por ello se habrn de seguir fielmente estas categoras para
lo presente, ya que ellas tuvieron su origen en la magnitud del fenmeno observado en la Europa Occidental particularmente en Francia del siglo XIX, lo
cual hace evidente que no corri al mismo ritmo que en otras demarcaciones no
europeas. Amrica y principalmente el orbe latinoamericano, han manifestado
tendencias muy particulares y comunes a la vez.
El arraigo religioso o supremaca de un solo credo como lo fue y sigue
siendo el catolicismo sobre las sociedades occidentales, su ndice criminolgico,
las condiciones de la moral, la educacin, el desarrollo econmico, o de hecho el
trnsito de una poca a otra sobre una misma sociedad, pueden ofrecer elementos que originen otra clase de modelos o tipos suicidas.
Por tal motivo, se vuelve necesario exponer bajo los siguientes incisos y
de manera breve una historia del suicidio, encuadrndola primordialmente en
los principales discurso que generaron cual haya sido su tendencia o identificacin con ciertos esquemas ideolgicos, ya sean religiosos, legales, mdico,
filosficos, sociolgicos, etc. algunas de las autoridades y pensamientos ms
notables e incluso radicales de cada sociedad que presenci en alguna magnitud el suicidio.
Aunque parezca una paradoja, en algn momento de la historia de las civilizaciones antiguas, concretamente en algunas ciudades griegas como Atenas, Tebas
y Chipre, el suicidio lleg a considerarse como un acto totalmente legtimo que
a la vez acreditaba el mismo Estado (Durkheim, 1897: 363-364). Un individuo
poda exponer sus razones para terminar con su vida ante un Senado, y era slo
ste y bajo su consideracin quien le poda autorizar para disponer de su vida.
Morir sin haber adquirido semejante licencia era atentar contra la Polis; en primer lugar se le vedaban los honores de la sepultura, y de conseguir la inhumacin, la mano derecha del cadver era cortada y enterrada aparte; en algunos
otros casos sus cadveres eran simplemente dejados expuestos.
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Es con los mismos griegos cuando se aprecia que el suicidio adquiri uno
de los patrones o conductas que en la posteridad se fueron repitiendo constantemente, estas formas no eran otra cosa ms que la eleccin de la muerte para
evitar la ignominia o el deshonor. Con los romanos, concretamente entre los
soldados, el suicidio se torn como una accin de demrito, ya que era equivalente a una desercin, acto que a la vez representaba un dao a los propios intereses econmicos del gobierno (Garland, 1989: 40-48).
Puesto en marcha el cristianismo, el suicidio fue adquiriendo ciertas
reprobaciones. Sin ser un tema de relativa trascendencia, en algunos de los pasajes bblicos, el suicidio aparece bajo connotaciones mera y exclusivamente
altruistas, como un medio para alcanzar el honor y la libertad en beneficio de
ciertos valores e incluso hasta de un pueblo o una raza. As lo fue la muerte de
Sal y la de su escudero en la Batalla de Gelbo, por mencionar slo un caso.
Ambos murieron con la intencin de evitar caer en las manos de los filisteos que
arremetieron contra Israel, evento que, fuera de su propia mtica y realidad, bien
nos puede reflejar la mentalidad e interpretacin que tuvieron todos aquellos
redactores de las Sagradas Escrituras sobre una de las formas de muerte voluntaria, motivada por el mantenimientos de ciertos valores como el honor o la libertad que le dan al acto ciertos matices de grandiosidad:
Apretaron de cerca los filisteos a Sal y a sus hijos, y mataron los filisteos a Jonhatn,
Abinadab y Malki Sa, hijos de Sal. El peso de la batalla carg sobre Sal. Los
arqueros tiraron sobre l y fue herido por ellos. Dijo Sal a su escudero: <Saca tu
espada y traspsame, no sea que lleguen esos incircuncisos y hagan mofa de m>,
pero el escudero no quiso pues estaba lleno de temor. Entonces Sal tom la espa-
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da y se arroj sobre ella. Viendo el escudero que Sal haba muerto, se arroj
tambin sobre su espada y muri con l (Samuel, 1975: 335).
Durante parte del siglo IV, San Agustn expuso algunas consideraciones en
relacin al suicidio. Aparte de reprobarlo, paralelamente trat de darle una explicacin que sin rodeos reconoci como un delito emparentado con el homicidio, por lo cual consider igual de culpable al suicida como al individuo que
mata a un semejante suyo. Declar tambin que a los hombres que se daban
muerte a s mismos no se les deba reconocer que lograron su cometido debido a
su grandeza de nimo; al contrario, se mataban a s mismos porque en este caso
[se] muestra ms claramente su flaqueza, no pudiendo tolerar la dura servidumbre de su cuerpo o la necia opinin del vulgo (Agustn, 1997: 20). San Agustn
asimil este acto tajantemente como una falta a uno de los preceptos divinos: no
matars; ello sin importar la condicin, por abrumadora que fuera, en que se
haya encontrado cada individuo. As, San Agustn termin por expresar una fuerte
exhortacin preventiva:
Y si se dice que esto es maldad, sin duda lo es matarse, pues si pudiera haber
alguna justa causa para hacerlo voluntariamente, ciertamente no habra otra ms
arreglada que sta, y supuesto que sta no lo es, luego ninguna hay para cometer un
delito tan execrable. Y esto oh fieles de Jesucristo!, no amargue vuestra vida; si de
vuestra honestidad acaso se burl el enemigo, grande y verdadero consuelo os
queda si tenis la segura conciencia de no haber consentido a los pecados de los
que Dios permiti pecasen en nosotros (Agustn, 1997: 24).
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das, al grado que se cometan ultrajes o ofensas sobre sus cuerpos e incluso en
aquellos individuos que tan solo lo intentaron (lvarez, 1999: 191). Esto tambin poda observarse en sus sepulturas, ya que como lo seal Philippe Aris,
en Inglaterra, los cadveres de los suicidas eran arrojados fuera de los cementerios (ibdem: 45).
Durante gran parte del medioevo europeo, algo que sin duda marc la reprobacin del suicidio fue el abrumante dominio ideolgico y moral del clero
sobre el Estado y la sociedad, su manera de condenar al suicidio se involucr en
la mentalidad de toda la progenitura medieval, y el suicidio termin por ser visto
desde entonces como un acto que haca evocacin al paganismo.
El poeta florentino, Dante Alighieri, a comienzos del siglo XIV qued inmortalizado por su Divina Comedia, en la cual, introdujo a los suicidas en el
sptimo crculo del infierno, aun por debajo de los herejes y asesinos, lugar
donde las almas de los suicidas crecan como troncos espinosos devorados por
arpas:
Alargu entonces un poco la mano,
cog una ramita de un rbol grande,
y me grit el tronco: por qu me rompes?
Y despus, tindose de sangre,
empez a gritar de nuevo: Por qu me desgarras?
No tienes sentimiento alguno de piedad?
Hombres fuimos y ahora nos hemos convertido en troncos.
Ms compasiva debera ser tu mano,
aun cuando hubisemos sido almas de reptiles (Alighieri, 1958: 79).
A principios del siglo XVI, el poltico ingls Toms Moro, en su obra del
Estado ideal de Utopa manej fenmenos que hoy en da son conocidos bajo
los conceptos de eutanasia y del mismo suicido. A la primera categora la reconoci como un medio aceptable para escapar del tormento que aqueje a cada
individuo pngase por ejemplo una enfermedad que sin ser necesariamente
terminal, si era muy dolorosa. Bajo tal conducto, reiter Moro, que el individuo no terminaba con su felicidad, pero si con su dolor. Mientras tanto, para la
muerte voluntaria Moro fue ms renuente, todo ello en caso de que el suicida no
haya adquirido la aprobacin previa de los sacerdotes o de un Senado a la
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Los suicidas del sptimo crculo del Infierno. Fuente: Gustavo Dor, 1861, (Alighieri, 1958).
Cabe resaltar que no fue sino hasta 1960 en que el gobierno ingls promulg una Ley sobre el suicidio que
abrog un precepto que los ingleses y galeses venan aplicando desde 1554, la cual los facultaba a considerar al suicidio como una figura de delito (Garland, 1989: 41).
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que todava a principios del siglo XX, los suicidas eran censurados por otro tipo
de leyes y sepultados mediante una ceremonia nada sublime (Aris, 1999: 45).
No obstante, para la poca clsica europea, las cosas no cambiaron mucho,
los suicidios continuaban siendo reprobados por las altas autoridades al igual
que por el vulgo. Las sanciones imputadas en contra de quienes procuraban la
muerte voluntaria se tornaron todava ms severas; por lo regular e incluso en
el peor de los casos y aunque parezca irnico, eran condenados a muerte. Otras
penas empleadas, particularmente durante el siglo XVIII europeo, fue la aparicin de lo que Foucault denomin como aparatos de coaccin. Uno de ellos fue
la jaula de mimbre o el armario, artefacto que igualmente se implement en
Inglaterra y en toda Bretaa, y el cual describe como una pequea cmara de
madera en la que slo la parte de la cabeza quedaba libre; otras veces a los que
intentaban suicidarse se les colgaba por los pies y eran arrastrados como asesinos. Es en este tiempo cuando al conato de suicidio se le comenz a considerar
como el efecto de una enfermedad mental, al suponerse que en tales individuos
se presentaba un desorden del alma, que [deba] reducirse mediante la coaccin (Fuocault, 1998: 149). Con tales mtodos que a primera vista se pueden
apreciar como una incipiente y grotesca forma de terapia hacia tales enfermos lo que se buscaba era corregir y eliminar en la persona esa tendencia
suicida ms que remediar su supuesto estado patolgico.
Era el siglo XVIII y con l se abri un parteaguas en el conocimiento: la
Ilustracin. Para ese tiempo el suicidio adquiri nuevas connotaciones. Sealado por muchos como el siglo de la razn, ste tambin fue el perodo de una
incipiente tolerancia y reconsideracin del suicidio por parte de los filsofos.
Montesquieu, por ejemplo, realiz una vigorosa crtica a las leyes que castigaban el suicidio, al haber sealado que no todos los casos quedaban precedidos
por la locura. De la misma manera lleg a suponer algunas causas que consideraba podan producir la muerte voluntaria. Con ello, expres una atenta advertencia hacia sus semejantes sobre tal fenmeno, por lo que el suicidio requera
no slo ser atendido como una consecuencia fatal de la demencia, sino tambin
como un problema que contena sus propias caractersticas, como algo sumamente complejo. Montesquieu supuso que el suicidio provena de una:
falta de filtracin del jugo nervioso; la mquina cuyos motores se paralizan a cada
momento, se cansa de s misma. El alma no siente el dolor, sino dificultad para
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Erving Goffman logr configurar tres diferentes tipos de estigmas entendidos stos como atributos
desacreditadores. El primero de ellos quedaba caracterizado por las abominaciones del cuerpo o las
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nacin por toda una sociedad y sus autoridades a un acto que ante sus ojos podra generar cierta legalidad y tolerancia, fue una de las principales intenciones
de Hume. A grandes rasgos, replante el derecho a una libertad de abandonar la
vida cuando surgieran circunstancias de miseria y fracaso en algunos individuos; el suicidio poda ser una alternativa a la salida de tales malestares:
Si el Suicidio se supone un crimen, es slo la cobarda la que nos puede impeler a
l. Si no es un crimen, la prudencia y el valor deben comprometernos a librarnos de
una vez de la existencia cuando se vuelve una carga. sta es la nica manera en la
que podemos ser tiles a la sociedad, poniendo un ejemplo que, si se imita, preservara a todos su oportunidad para la felicidad en la vida y los librara eficazmente
de todo peligro o miseria (ibdem: 189).
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As, el acto suicida cuando era cometido bajo tales razones quedaba supeditado a lo que dispusiera el ser, la muerte voluntaria se ejecutaba por el extremo
dominio del ser sobre el yo, elementos que deberan permanecer en constante
equilibrio. Era de suponerse que bajo esta idea Nietzsche encontraba la causa
del suicidio como el resultado de una alteracin o desequilibrio mental.
Caso contrario era la muerte soberana. Nietzsche seal que el individuo
no deba esperar la muerte y evitar que sta lo tomara por sorpresa; ni tampoco
morir prematuramente es el caso de los detractores del cuerpo. La muerte
haba que premeditarla y ejecutarla uno mismo una vez que cada individuo haya
cumplido sus propias metas hasta alcanzar un grado de solemnidad y satisfaccin propia. Haba que saber morir a tiempo, una muerte ejecutada con el entero
uso de la razn (ibdem: 54-56).
Sin embargo, para ese tiempo el suicidio a la vez que fue considerado como
cualquier otra manifestacin criminal, tambin era el resultado de una enfermedad mental. Nuevas disciplinas, como la psiquiatra, comenzaron a entraarse
en el problema, la prioridad era una vez resueltos en la supuesta existencia del
desequilibrio mental encontrar realmente qu sntomas patgenos aparecan en
cada suicida antes de efectuar su cometido, a su vez que de cmo atenderlos.
El fin de la Edad Media gener en el mundo europeo un nuevo cambio o desarrollo de las mentalidades; el redescubrimiento y las reinterpretaciones de los
clsicos griegos estimul a muchos de los intelectuales de los siglos XV y XVI, la
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sintomatologa, mtodo dedicado a la observacin de los sntomas y padecimientos presentados en los individuos. A finales del mismo siglo y a principios
del XX, el psiquiatra austriaco Sigmund Freud estudi a sus pacientes bajo tal
perspectiva (Ginzburg, 1999: 138-164).
Pero Freud fue ms all, valindose de ello cre un mtodo que marc en
la posteridad a la misma psicologa, un nuevo procedimiento que al mismo tiempo de dedicarse a la observacin de las conductas y comportamientos, tom en
cuenta otros factores que consider tambin como elementales: los contextos
atados a la vida de los enfermos, los cuales quedaran constituidos por los factores de influencia presentados a lo largo de sus vidas. ste mtodo ha sido manejado bajo el concepto de psicoanlsis, el anlisis de la historia clnica individual.
Tcnica que para otros no era del todo novedosa, ya que simplemente marc la
institucionalizacin de una sub-disciplina (Szasz, 1994: 89-90).
Pese a ello, Freud no se involucr demasiado en el tema del suicidio, pero
no por ello dej de ofrecer algunas pautas que retomaran despus sus discpulos, los cuales arrojaron diversas teoras psicoanalticas sobre dicho fenmeno.
Freud supuso que el suicidio se manifestaba como el resultado de un proceso
previo: el deseo de matar, por lo regular a un ser amado o del cual es dependiente
afectivamente y que por consecuencia se ha visto introyectado, pero al recaer en
l mismo un sentimiento de culpa e impotencia, dirige su agresividad hacia su
persona. Es decir, afectaba indirectamente a aquella persona. Para Freud, en
complemento a lo que una vez delimit Robert Burton, la melancola manifestaba una nueva variedad de padecimientos:
La melancola se singulariza en lo anmico por una desazn profundamente dolida,
una cancelacin del inters por el mundo exterior, la prdida de la capacidad de
amar, la inhibicin de toda productividad y una rebaja en el sentimiento de s que
se exterioriza en autorreproches y autodenigraciones y se extrema hasta una delirante expectativa de castigo (Freud, 1996: 242).
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Como puede suponerse, Freud conform una nueva escuela de psicoanalistas y algunos incluso atendieron casi por especializacin al suicidio. Uno de
ellos fue Karl Menninger, quien a fines del primer tercio del siglo XX desarroll
una teora explicativa fundada naturalmente en el psicoanlisis. Menninger sostuvo que las causas del suicidio respondan a impulsos internos principalmente, siendo los factores externos refuerzos y justificaciones que el sujeto
inconscientemente se crea congruentes con los primeros (Clemente y Gonzlez, 1996: 45-46). Entindase por tanto a las figuras internas como la conmocin
patolgica que sucede dentro de la psique del individuo, y las externas, como el
propio contexto social y familiar del suicida.
Otro proslito y seguidor de Freud fue el psiclogo suizo Carl Jung, quien
para mediados del mismo siglo pasado construy una nueva teora explicativa
sobre el suicidio. Al haber retomado los mismos conceptos que Freud sobre la
estrecha interrelacin entre el yo y el mismo,5 supuso que el mismo tena tanto
facetas negativas como positivas, y cuando el sujeto llegaba a adquirir estas
ltimas, se presentaba en l una ruptura entre el yo y el mismo, provocando con
ello una prdida del equilibrio sobre su realidad, que de alguna manera lo podra
orillar hacia el despojo de su propia vida.
A grandes rasgos e incluso en la actualidad, el suicidio se ha considerado
como la parte fatal y culminante llevada al extremo por determinados
desequilibrios mentales. Y como puede verse, algunos psicoanalistas igualmente contemporneos han ofrecido nuevos elementos o interpretaciones. Erich
Fromm contempl de manera mucho ms sencilla el concepto de balance aadido al suicidio, en donde la vida de cada individuo, as lo refiri, se reconocera
metafricamente como una empresa comercial que puede fracasar; as, la vida
para muchos suicidas pudo haber sido un fracaso, la vida como un negocio en
donde las prdidas exceden las ganancias y que por consecuencia la quiebra se
representa como la nica salida. No obstante, este ejemplo una vez expuesto por
Fromm tiene como finalidad demostrar que la mayora de las veces la ausencia
de un balance, presente no tanto en un equilibrio de prdidas y ganancias, sino
de compensar y encarar los pocos momentos de felicidad y alegra con los sufri5
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SECCIN ARTCULOS
mientos y esfuerzos que supone la vida. Segn Fromm, la ausencia de los primeros hace ms importunados los segundos (Fromm, 1981: 128-130).
Actualmente en Estados Unidos los estudios sobre el suicidio han adquirido relativa importancia, al grado de que existe en la misma capital de aquel pas
la Asociacin Americana de Suicidologa, su nico objetivo no es otro mas que
la medicalizacin y prevencin a la fuerza de quienes intentasen suicidarse, ya
que de antemano el mismo cupo cientfico de dicha asociacin ha declarado de
manera arbitraria, un estado latente de enfermedad mental en todo aquel que
manifestara dicha tendencia (Szasz, 2002a: 50-52).
El psiquiatra hngaro Thomas Szasz ha referido este punto con mayor nfasis, uno de sus principales reclamos, todava en la actualidad, ha sido la eliminacin total del estigma inmoral, criminal y sobre todo de morbilidad con que ha
sido tachado y justificado el suicidio. Convertirlo y hacerlo creer como un elemento ms de la condicin humana es su principal objetivo. Para Szasz el suicidio no es otra cosa ms que:
una proteccin frente a un destino considerado peor que la muerte, [] es una
falacia atribuir el suicidio a las condiciones actuales del sujeto, sea depresin u
otra enfermedad o sufrimiento. Quitarse la vida es una accin orientada al futuro,
una anticipacin, una red de seguridad existencial. La gente ahorra no porque sea
pobre, sino para evitar llegar a ser pobre. La gente se suicida no porque sufra, sino
para evitar un sufrimiento futuro (ibdem: 55-57).
Szasz por resultado afirma que para poder observar y atender al suicidio
sin tales estigmas y prejuicios, es necesario antes que nada, realizar un replanteamiento del trmino suicidio, ya que desde sus orgenes este concepto se vio
aparejado con el de homicidio, el cual le amold y apropi ciertas caractersticas
de reprobacin. Pensar el suicidio hoy en da requiere de nuevos elementos y
replanteamientos sociales, lingsticos, semnticos, legales y mdicos, para as
lograr un mejor entendimiento y reinterpretacin del mismo. A partir de ello su
atencin e insercin en el cdigo moral tendr mejores y ms refinados argumentos.
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UN COMPORTAMIENTO DESVIADO
Szasz asegur que si el suicidio es atendido aislada, individual y psicolgicamente, siempre permanecer supeditado a arbitrariedades y medidas teraputicas poco sustentables cometidas por distintas instituciones o agentes interesadas
en atenderlo. De lo cual puede sustraerse que para lograr un mayor entendimiento de l es necesario tambin tomar en cuenta su circunstancia social; ya que el
suicidio, antes que nada, ha quedado marcado por la tradicin histrica de todas
las naciones como un fenmeno social, al ser dentro de la misma sociedad donde
debe comenzarse por atender su complejidad. Es importante mencionar que aunque el suicidio hoy en da ha quedado desprendido de su asociacin criminal, no
por ello deja de ser un fenmeno que debe ser razonado desde el mismo ngulo
social (Lamnek, 1977: 40).
Como lo ha demostrado la historiografa mexicana contempornea, especficamente la enmarcada en la historia social del delito,6 son las autoridades
tanto civiles y eclesisticas como cientficas sin olvidar por encima de ellas la
burguesa, las que en su proceder han denominado, clasificado, castigado e
incluso medicalizado a todo aquel que incursione en una de las categoras criminales por ellos establecidas, ya que el factor de influencia y dominacin que
tuvieron ciertas elites sobre las autoridades predichas fue el origen de una ideologa dominante que mantuvo en determinada poca la situacin de las cosas en
el pas.
Estas mismas autoridades, para el caso del suicidio, tambin cieron su
manera de ver las cosas. Visto como ejemplo de ello fueron las teoras de control
social de la antropologa criminal italiana y la sociologa criminal francesa7 que
Actualmente en la historiografa mexicana, investigadores comprometidos con la historia social han logrado delimitar la denominada historial del delito, la cual estudia precisamente el delito en relacin con
las clases criminales, las conductas desviadas, las instituciones de control social, etc. (Trujillo y Padilla,
2003: 121).
Tanto la antropologa criminal como que la sociologa criminal fueron corrientes que se desprendieron de
una postura determinista, de la escuela positivista del siglo XIX. La primera encontr el origen de la
criminalidad en la particularidad fisiolgica del mismo criminal; mientras tanto, la postura sociolgica
ubic el mismo origen en un cierto factor de influencia cultural, ambiental y social sobre sus actores. As
lo observ Elisa Speckman al realizar un breve recuento de los legados liberales y positivistas que se
hicieron presentes entre la elite intelectual porfiriana (Speckman, 2002: 71-114). Cabe sealar que la
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SECCIN ARTCULOS
a su vez se proyect en la elite poltica mexicana de fines del siglo XIX (Speckman,
2002: 71-114); las interpretaciones y anlisis que hicieron algunos miembros de
dicha clase poltica sobre tales tendencias ideolgicas, forj una generacin
hbrida de intelectuales eclcticos no muy confiados en las premisas emitidas
por ambas perspectivas.
Para la segunda mitad del siglo XX, el socilogo estadounidense Robert K.
Merton retom a Durkheim al establecer la conducta del suicidio como un claro
ejemplo de comportamiento desviado. Dicha idea la complet al sealarlo como
una manifestacin anmica; es decir, como el resultado de una fuerte inadaptacin de ciertos individuos a su estructura social (Clinard, 1967: 11).
Merton encontr tres respuestas anmicas posibles. En un primer grupo se
encontraban los individuos que atenidos e imposibilitados en cumplir las metas
que les haba impuesto su propia cultura o sociedad, abandonaron los medios
legtimos que les reconoca sta para lograrlas. La consecuencia comn de este
grupo poda reconocerse con reacciones o efectos como el robo o el fraude, en
donde la falta de solvencia econmica todo el tiempo estara presente. Para el
segundo grupo Merton reconoce a los individuos refugiados en la rutina debido
a su incapacidad de poder adecuarse e incluso violar las normas morales impuestas por su contexto, incluy en este mismo grupo a los religiosos compulsivos.
Para el tercer y ltimo grupo enmarc a aquellos individuos que sin ms esperanza, dejaban la lucha, personas que son agobiadas por la rutina e incluso incapaces de obtener sus metas a travs de medios ilegtimos. Merton agreg:
Estn en la sociedad, pero no son de ella [] retrados que juntan una vida de
pedacitos, comiendo un poco, durmiendo mucho [] llevan una existencia
semioculta, enajenados de la gama ms amplia de los valores sociales (Clinard,
1967: 204-206).
Y es dentro de este mismo grupo en donde, segn Merton, algunos individuos consiguen aniquilar o despejarse del mundo privndose de su existencia.
Estos retrados los suicidas, a palabras de Merton, han quedado asociados con
otros grupos de enfermos mentales, tales como los esquizoides, alcohlicos y
antropologa criminal, una de las corrientes ms difundidas entre los juristas mexicanos, vio su origen hacia
la segunda mitad del siglo XIX en Italia, sus fundadores fueron Cesar Lombroso, Morselli y Enrico Ferri.
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psicpatas. Merton logr llegar a tal conclusin tras haber clasificado los tipos
de adaptaciones que los individuos adquieren en su panorama socio-cultural
(ibdem: 129), el retraimiento por consiguiente es una forma de este tipo de
adaptacin, al igual que el conformismo, la innovacin, el ritualismo y la rebelin.
Sin embargo, y tornando nuevamente la mirada en retrospectiva (1879),
para uno de los contemporneos de Durkheim, el profesor italiano Henry Morselli,
quien interesado quizs en alguna medida sobre el problema moral y legal que
rodeaba al suicidio, lleg a considerar que el factor social ejerca una gran influencia sobre las decisiones de los suicidas. Desde entonces, este incipiente y
novedoso pensamiento comenz a tener una considerable resonancia principalmente entre las instituciones que ms lo sancionaban, la Iglesia y el Estado, las
cuales al paso del tiempo fueron suavizando su discurso:
Poco a poco desaparecieron las penas legales; las familias de los suicidas ya no
vivieron desheredadas ni manchadas por sospechas de locura transmitida; pudieron enterrar a su muertos y llorarlos como cualquier deudo. En cuanto al suicida
frustrado, ya no fue a parar al patbulo ni a la prisin, sino en el peor de los casos,
a una sala de observacin en un hospital psiquitrico (lvarez, 1999: 105-106).
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SECCIN ARTCULOS
Por lo dems, lo repito, los casos de locura por amor son rarsimos; y no porque el
amor no trastorne ms que cualquiera otra pasin, sino precisamente porque la
conmocin que de l deriva es tan grande y sbita, que con la mayor facilidad,
cuando no se extingue en el suicidio produce una forma de delirio agudsimo, que
por lo rpido de su curso no llega a verse en el manicomio (Lombroso, s. f.: 14).
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LA MANERA DE MORIR
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SECCIN ARTCULOS
Puntas, dagas, machetes, espadas, tijeras, pistolas, sogas, cueros, y sustancias como la estricnina o el ludano, entre otras igualmente letales, son algunos
de los artefactos y sustancias que han aparecido por las mentes de los infortunados
suicidas a lo largo de todos los tiempos segn sea la poca a que nos estemos
refiriendo, buscando con ello, la mayora de las veces, un dolor menos prolongado.
Durante el siglo XIX europeo, el ahorcamiento entre los hombres tuvo una
preponderante predileccin con relacin al empleo de armas de fuego, que para
ese entonces eran muy propias de las minoras. En el caso de las mujeres, el
ahorcamiento y las armas de fuego tenan muy poca presencia, sobre todo estas
ltimas, la mayora de ellas optaron por ahogarse, pero con el tiempo fueron
acudiendo al recurso de la asfixia y dems venenos por creerse stos menos
dolorosos (Duby, 1993: 597-600).
Simultneamente tambin han surgido ejecuciones inslitas que en cierto
grado han quedado grabadas en la memoria de diversas culturas con el asombro
y consternacin que stas han logrado imprimir. Estados Unidos, como un caso
particular, a partir de la segunda mitad del siglo XIX ha revelado variedad de
casos de dicha ndole. El periodista estadounidense George Kennan pudo observar, ya sea por su actividad profesional o por la bsqueda continua en archivos
judiciales y hemerotecas, la multiplicidad de formas en que muchos suicidas
concretaron sus actos relato que quizs pueda parecer un tanto exagerado:
He archivado casos de autenticidad comprobada, en los cuales hombres o mujeres
han perpetrado suicidio tomando veneno o ahorcndose en la copa de altos rboles; arrojndose encima de veloces sierras circulares; haciendo estallar dinamita en
sus bocas; introducindose atizadores al rojo vivo garganta abajo, abrazndose a
estufas al rojo vivo; desnudndose por completo y dejndose congelar en ventiscas
de nieve al aire libre, o sobre barras de hielo en camiones de transporte; lacerando
sus gargantas en empalizadas de alambre de espino; ahogndose cabeza abajo en
barriles; asfixindose cabeza abajo en chimeneas; zambullndose en hornos de
carbn ardiente; arrojndose al interior de crteres de volcanes; disparndose mediante ingeniosas combinaciones de un rifle o una mquina de coser; estrangulndose
con el propio cabello; deglutiendo araas venenosas; atravesndose el corazn con
sacacorchos y agujas de zurcir; cortndose la garganta con sierras de mano y tijeras de esquilar; ahorcndose de parras; tragando tiras de ropa interior y broches de
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ingls Al lvarez, el suicidio no slo se ha vuelto ms o menos indoloro; tambin parece menos mgico (lvarez, 1999: 182).
CONSIDERACIONES FINALES:
DE LA ETIOLOGA A LOS DETONANTES
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Para el ao de 1930, el socilogo francs Maurice Halbwachs complement el estudio de Durkheim, al asegurar que cada sociedad posea y desarrollaba inherentemente sus tendencias suicidgenas. Asimismo sostuvo que la
gente se mataba a s misma por efecto o influencia de un evento o condicin
inesperada, sea sta sobre el cuerpo o la mente, la cual era excluida o separada
de su medio social al imponrsele un insoportable sentimiento de soledad (Moron,
1992: 24-26).
De este modo, se puede observar que el suicidio regularmente ha respondido a causas sociales que tienden a desencadenarse en variedad de estados emocionales, y que para la actualidad, muchos psiquiatras han llegado a considerar a
stos ltimos como elementos psicopticos, caracterizados por la existencia de
una afeccin mental (Moron, 1992). As, se ha podido afirmar que entre los
suicidas, consumados o en potencia, constantemente aparecen elementos como
la melancola, la esquizofrenia, la demencia, la neurosis, la depresin y dems
conceptos, propios de un estudio psicolgico, que presentan como comn denominador la disociacin o alteracin del individuo con su personalidad y realidad.
Con ello tampoco se quiere decir que es en los detonantes donde dichos
elementos presentan mayor acentuacin, ya que muchas veces, sobre todo en los
conatos, aquellos se presentan como involuntarios y estimulados por bebidas
alcohlicas o por cualquier otro tipo de drogas. Este nuevo elemento, vuelto
muy comn a partir del siglo XVIII, agravaba la situacin de la gente cuyas mentes eran ya inestables (Minois, 1999: 280). Los detonantes, a diferencia de las
dems circunstancias o motivos por los cuales los suicidas muchas veces justifican su cometido, representan el ltimo incidente emocional que provoca la fatal
decisin. De esta manera, un desenlace amoroso, una crisis financiera, el rompimiento de un negocio, una prdida material, etc., pueden representar un verdadero detonante.
An as, saber realmente por qu la gente ha decidido matarse permanece
como un misterio, ya sea desde adentro o desde afuera; es decir, desde su
sintomatologa interna hasta la manera en que las sociedades, las leyes y las
religiones logran concebirlo. El debate sigue vigente, mayor an cuando la muerte
voluntaria hoy en da adquiere nuevos matices, como los terroristas suicidas y el
suicidio infantil, por mencionar los que ms se perciben en los medios.
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BIBLIOGRAFA
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