Ensayo: La Formación de La Identidad Docente. Un Punto de Partida para El Cambio Educativo.
Ensayo: La Formación de La Identidad Docente. Un Punto de Partida para El Cambio Educativo.
Ensayo: La Formación de La Identidad Docente. Un Punto de Partida para El Cambio Educativo.
Karina Vargas
Sin duda, uno de los mayores aportes de la teora vygotskyana ha sido la comprensin
del origen social de la mente y del papel que juega el lenguaje en la mediacin de los
procesos psicolgicos superiores que nos caracterizan como seres humanos
(Wertsch, 1988). A partir de aqu, dentro del enfoque sociocultural, se han
desarrollado una serie de explicaciones plausibles sobre los procesos de enseanza
y aprendizaje que hasta hoy en da marcan la pauta, tanto para la investigacin como
para la intervencin psicoeducativa, dentro de la Psicologa de la Educacin. Ms
an, este enfoque nos exige adoptar una posicin epistmica sobre la enseanza y
sobre el rol de los diferentes actores implicados en la formacin de los alumnos dentro
de la escuela.
Por ello, mi objetivo en este trabajo es establecer las pautas que se deben considerar
para la formacin de prcticas reflexivas en los docentes; a fin de potenciar sus
competencias profesionales y su rol como agentes del cambio educativo, desde la
perspectiva sociocultural.
Pues, aunque muchos docentes se sitan desde este enfoque, sus prcticas
educativas no estn exentas de contradicciones. Es decir, pueden reconocer el rol y
el poder que tienen para brindar los recursos instrumentales que favorecern el
funcionamiento autnomo de las mentes de sus aprendices (Brunner, 1997), pero sus
estrategias de enseanza no necesariamente apuntan a este fin. Ms an, es comn
encontrarnos con prcticas educativas que limitan la capacidad de autorregulacin y
autodeterminacin que los alumnos pueden desarrollar sobre sus propios
aprendizajes (Monereo, 2010); bloqueando tambin su capacidad de aportar en la
creacin conjunta de significados y de recrear su identidad dentro de una cultura
determinada.
Por lo tanto, esta visin transformadora de la enseanza nos demanda una nueva
forma de comprender el rol del docente y de la educacin en su conjunto, que va ms
all de la voluntad que ste tiene para brindar los instrumentos semiticos que
necesitan sus alumnos, para operar sobre la realidad y sobre s mismos de forma
autnoma. Pues, se trata de formar la identidad de aprendices crticos y reflexivos,
mediante espacios de dilogo que permitan la negociacin de significados (Bruner,
1997). Con lo que el docente debe estar dispuesto a cuestionar tambin la forma que
tiene de relacionarse con sus alumnos para hacer posible la construccin compartida
de los objetivos de aprendizaje.
brindar a los docentes para que empiecen a formar esta prctica reflexiva y evitar el
coste emocional del cambio.
En ese sentido, aunque el autor no ahonda en el concepto de identidad, creo que ste
es un constructo que est cobrando cada vez ms relevancia dentro de la Psicologa
de la Educacin, ms an desde el enfoque sociocultural (Ramrez, 2011). Y cuando
hablamos de la formacin del profesorado, nos ayuda a vincular el ser del profesor
con su actuacin concreta, de manera situada, segn contextos y tareas especficas.
Todo ello, con una orientacin clara hacia la mejora de los procesos de enseanza y
aprendizaje, tomando en cuenta las dinmicas intersubjetivas e institucionales que
enmarcan esa identidad y que al mismo tiempo se enriquecen de su desarrollo a nivel
intrapsicolgico.
El ser de este docente tiene que ver con su mundo privado, con los procesos
cognitivos y emocionales relacionados a su accionar. Este accionar es situado, es
decir, el docente adopta una posicin ante contigencias especficas, segn las tareas
que enfrenta desde su rol profesional (como enseante, gestor de contenidos, gestor
de normas, tutor y evaluador) dentro de un marco normativo implcito y segn un
conjunto de valores propios de la cultura organizacional de la institucin educativa
que enmarca su prctica profesional (Monereo, 2015).
Por ello, para formar la capacidad de reflexionar, tal como lo plantea Perrenoud
(2010): en la accin, sobre la accin, sobre sus propios esquemas de accin, sobre
su habitus, sobre su identidad (sentido y forma de ser en el mundo), sobre su relacin
con los otros (crear o mantener lazos), y sobre los sistemas de accin colectivas
(dinmica de los grupos y de las organizaciones), es necesario considerar diversos
elementos adems de los que l mismo seala.
Creo que la investigacin juega un papel importante aqu, ya que permite validar
modelos de formacin e instrumentos basados en la reflexin en y sobre la accin.
Existen avances importantes al respecto, por ejemplo cuando vemos los modelos de
formacin basados en incidentes crticos, que contemplan el soporte emocional
necesario para sopesar el coste emocional del cambio (Monereo y Monte, 2011). U
otros que nos permiten comprender el papel de los sentimientos como motor del
cambio en las prcticas educativas, cuando son objeto de reflexin (Monereo,
Panadero, y Scartezini, 2013). Tambin sabemos que para cambiar las prcticas
educativas, debemos promover un cambio en la identidad del docente, a nivel de sus
concepciones, sentimientos y estrategias de actuacin (Monereo, Weise y lvarez,
2013). Y se estn dando avances importante en la comprensin de la interinfluencia
entre el docente, las dinmicas grupales y los contextos institucionales que favorecen
el desarrollo de prcticas educativas estratgicas (Monereo, 2015).
Por ello, para formar la capacidad reflexiva de los docentes, tal como lo plantea
Perrenoud (2010), adems de reducir los contenidos disciplinares y metodolgicos
del currculo dirigido a los futuros profesores, un modelo de formacin sostenible debe
ser capaz de enfrentar las resistencias al cambio.
Esto implica, por un lado, partir de las demandas concretas de la escuela; de los
problemas cotidianos que tienen los docentes durante el desarrollo de sus
actividades, de los conflictos con los que se encuentra segn los diferentes roles que
asume como un profesional de la educacin, de las exigencias de los padres y de la
comunidad en general. Adems, implica gestionar espacios de socializacin de las
buenas prcticas, as como espacios de soporte emocional; pues no podemos negar
que todo cambio implica crisis, sobre todo cuando se ponen en cuestin las
concepciones docentes a la luz de su actuar cotidiano dentro del aula. Implica tambin
un mnimo de condiciones dentro de las instituciones educativas, as como el
acompaamiento a los docentes en estos procesos de cambio. (Monereo, 2010)
Conclusiones
Por todo ello, debemos ser capaces de generar escenarios que realmente favorezcan
la reflexin. Es decir, que brinden al docente, adems de los mtodos e instrumentos,
la confianza suficiente como para abrir su mundo privado ante un formador o un
asesor psicopedaggico. Para que sea capaz de manifestar sus miedos, frustraciones
y cuestionamientos sin sentirse juzgado o evaluado. Para que sea capaz de explicitar
realmente los pensamientos y sentimientos asociados a su prctica educativa, y de
exponer sus errores tanto como sus aciertos, no para ser valorado como un mal o
buen profesor, sino para mejorar su capacidad reflexiva.
Por tanto, el entrenamiento de las prctica reflexivas, deben ampliarse a todos los
mbitos en los que nos desempeemos, como respuesta a las necesidades concretas
de la educacin. Por ejemplo, partiendo de la demanda que hacen los docentes
cuando se enfrentan a problemas tpicos o emergentes durante su ejercicio
profesional dentro de las instituciones en las que trabajan.
Aqu nuestro rol como asesores cobra relevancia, pues, as se trate de docentes que
estn relativamente acomodados, una situacin de crisis siempre requiere de una
serie de pasos sistematizados, explcitos y negociados para su gestin. Dichos
eventos crticos pueden ser el pretexto para iniciar el entrenamiento de la prctica
reflexiva. Ms an, podemos aprovechar este tipo de demandas para iniciar un
proceso de cambio no slo en el docente como individuo, sino de la cultura
institucional.
Referencias bibliogrficas
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