La Calle Es Libre

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Se termino de imprimir en

Abril del 2000 .

En los Talleres Graficos de Editorial FIHNO'S Tacna - Peru

Roberto Flores - Salgado

ARICA - CHILE 1999

La Calle es Libre ©

Todos los derechos reservados. Registro de Propiedad Inte!ectual NO

Diagramacion: Armando Phocco Pari Irnpreso: Editorial Fihno's

Tacna - Peru

PALABRASPRELIMINARES

«Los Organismos» es una recopilaci6n de cuentos que escribl en la epoca en que era un liceano, tiempo en el cual ernpece a interesarme por los escritores del Boom Latinoamericano y algunos cuentistas clasicos -en la acepci6n generica, no artistica del. terrnino- de la estatura de Anton Chejov y Frank Kafka. Nunca senti con demasiada intensidad la idea de compartir mis escritos aunque, debe reconocerlo, trate de ostentar el titulo de escritor para bombear con cierta justificaci6n ese inquieto globo lIamado ego. La idea era escribir, ganar concursos, ser popular, pero evitar ser leido. Eso produda (aun 10 sigue haciendo) una especie de pudor, esa misma vergOenza que nos arrecia cuando husmean en nuestras intimidades 0 de manera casual nos descubren en actos 0 costumbres que, sin ser groseros u obscenos necesariamente, son parte de los juegos y travesuras del nino que Ilevamos dentro.

I I

Por su parte, «Cuentos pentecostales»es una familia de relatos que surge despues de dos 0 tres afios de ayuno literario. En este quise reflejar con tone crftico pero misericordioso, el extravagante, singular y genial mundo de los evanqelicos, rico historias sorprendentes de milagros, exhorcismos y portentosas hazafias de pr6ceres de la fe, ternatica con muy pocos precedentes dentro de la literatura latinoamericana y que constituye, por tanto, material suficiente para eventuales entregas, posteriores a esta.

Ambos libritos constituyen «La calle es ltbre», colecci6n de relates que me atrevo a presentar a ustedes en este volumen. En el dejo entrever, asl como por persianas 0 cerraduras de las puertas, el anhelo legitimo de libertad que molesta en cada uno de nosotros.

Determinados regimenes, llamense politicos, religiosos, cutturales, u otros, tienen la facultad absurda de reprimir esa busqueda, -la cual es inentendible si no existiese la constante expresi6n del alma que se traduce en el verbo, la corchea 0 el ray6n-. Sin embargo, y pese a la c61era de los aut6cratas gobernantes de aquellos regimenes, este bichito es asombrosamente escurridizo y, tarde 0 temprano, fraguado y preparado por los golpes retibidos en el trayecto, espera a manos abiertas y con los brazos duros, venosos, fortalecidos, el botin preciado: la ansiada libertad.

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Sinceramente

Lejos de pretender instrumentalizar la Literatura con el fin ultimo de hacer proselttos de modo inescrupuloso (me adelanto a los hechos y me atrevo a vaticinar que, una de las criticas a esta entrega sera este «panfletarismo descarado» de la causa evanqelica), creo que la literatura no admite ser usada, per sf ser amada; todo arte debe ser visto desde esta perspectiva para ser eficaz; no obstante, esta esposa posee, al igual que toda manlfestaclon artistical un cornprorniso con el hombre, el tocar fibras rrucroscopicas, el desnudarnos y conmovernos frente a! cosmos -visto desde una lupa u observado tras un telescopic- y recordarnos 10 que somes: un ser que necesita reposar del mucho hacer y que imperiosamente debe volver a su lugar.

Es 10 que anhelo en cada una de estas lineas. entre elias y las que los lectores puedan armar a partir de estas. Disculpadme si no 10 logro a cabalidad.

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Roberto Flores - Salgado

« LOS ORGANISMOS » (1991)

Arica, Enero 2000

EL oeASO DE UNA QUIMERA

A traves de un orificio que se dibujo en el toldo de carton que protegfa la carga, Segundo observaba como una a una las casas se alejaban hasta perderse entre los cuetos aridos y rocosos que hace veinte afios Ie vieron nacer. Sus ojos brillaron hasta casi estallar en laqrirnas, pero 10 trnptdlo la circunstancia. Ni siquiera Ie era posible tragar saliva, porque 10 haria pronunciadamente y acornpafiado de un suspiro delator. Mama, mamita.

EI olor que se venteaba en la camioneta Ie recordaba irremediablemente al pueblo, a sus animales, a su gente.

volverfa en diez dlas. Sf mama, diez dfas no mas. No debes Ilorar, traere mercadedas y pescados del mar, hartos pescados del mar.

Quizas aquellos sedan meses, cinco afios, toda la vida.

Yo quiero ser un hombre de mar. Naveqare rapldo y sere fuerte como un tiburon. Cuando 10 logre volvere, y a cada familia del valle, desde los Garda hasta los Yampara, les reqalare un saco Ileno de pescados, de esos parecidosaJas lisas, pero tres veces mas grandes.

Nadie dira que los Poma somos unos tacafios,

Los dernas pasajeros que formaban un cuadrado en la parte trasera de la camioneta, recuerdan sucesos antiguos, cuando eran jovenes, hace cuarenta 0 cincuenta afios "hace tiempo, tiempo atras yo bordeaba los ... "

Segundo oteaba continuamente al grupo y alternaba el cuadro con el palsaje de la noche altiplanlca. Su nariz solia chocar con el carton al mirar por el forado del toldo y es que su centro facial era abultado y romo, como el cerro chico, a

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un costado del rio.

« ... Los dias de infancia cas: siempre eran hermosos. EI sol

brillaba puro, ante la tierra fertil de primavera.

Segundo, antes de silbarle insistentes cnuudos al Negro, cruzaba disimuladamente por encima de las pircas, al huerto de la tla Candelaria y arrancabale a las matas su fruto jugoso. oespues del rito cotidiano, iba al monte desde don de el pueblo se vela en su totalidad. Lanzaba pequefias rocas que rodaban en primer terrnino, para luego zambullirse en las tomas de agua que solian construirse para el normal riego de las chacras. Negro se inquiet6. Corri6 de un lado hacia otro vaticinando algo irregular. Ei nino baj6 poniendo en alerta la totalidad de sus sentidos pero no perdiendo la calma en absoluto. Recogi6 un pufiado de piedrecillas, las que lanz6 una a una a ras del agua. Una, dos, cuatro. Hubo un movimiento axtrafio en la orilla opuesta del canal.

Era un nino de cabel!os claros, tanto, que el color de la mazurca se confundia con aquellos que edemas eran lisos; lisos como su piel que pareciase a la masa fresca del pan antes de ser leudada. Su traje de color rojo y verdes oscuros, tenia hermosos dibujos en la camisa y en un extremo del pantal6n.

EI perro, al ver cercano al desconocido visitante, rnostro sus colrnillos, amenazantes, dispuesto a atacar, i No Negro!

Ambos nifios se saludaron timidamente. ObservAronse de pies a cabeza, descubriendo sus diferencias. Pero a ninguno Ie importo en aquel instante el color de sus preles, sus lenguajes, sus modes de vestir, porque eran ntrios y querian satisfacer su soledad.

Mientras conversaban, el animal corria por la orilla del arroyo rnasticando y lamiendo el bal6nde olastico que el to-

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ranee lIevaba consigo en el momenta del encuentro. EI duefio del juguete sali6 en persecusi6n del Negro, Ie sigui6 Segundo cohibido al cornlenzo, luego el rubio chute6 la esferica, el perro la agarr6, Segundo la obtuvo, corri6, Alejandro Ie hizo un tunel, las carcajadas no podian contenerse, la mascota dio dos vueltas de costado y ambos nifios cayeron al suelo. Las respiractones eran rapidas y forzadas, mas aun para el forastero que recien se acostumbraba a respirar el seco aire de la cordillera.

El luqarefio comenz6 a desvestirse timidamente. Cuando 10 hizo, se lanz6 a la profunda poza de aguas tibias y claras, demostrando su potencial como nadador. Salfa del agua, subia a la roca que estaba junto al cerro y se zambullia como un pez pequefio.

Alejandro no contuvo aquellas ansias de bariarse, propias de su edad y en pocos segundos se vio buceando como un avezado hombre rana. Fue cuando el nino de la ciudad Ie pregunt6 al moreno si habiase bafiado alguna vez en el vasto mar, 0 si habia sentido la brisa fresca del puerto con ese aroma tan caracteristico a agua salada y enormes y pequenos barcos.

EI pequefio pueblerino replic6 que no/ nunca habia viajado a Arica. Alqun dfa Ie dire a mi mama que te lIeve, concluy6 el nino de ojos claros. LPero, c6mo son los barcos? Los barcos son como las hojas de los arboles, y grandes ... Y el mar, zde que porte es? EI mar es como, es como el cielo,

enorme Y, e se pueden hacer pozas como estas para ba-

fiarse? Ja »

EI cuadrado continuaba con su dlaloqo.

Un anciano se quejaba de fuertes dolores al rlfion. AIguien Ie cedi6 un asiento; con el movimiento discontinuo del vehfculo y las maniobras que sucedfan en el acoplado, lugar

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...... :

de conversacion, 5e produjo una verdadera catastrote: las cajas repletas con tunas cayeran encima de un senor de apeIlido Manzano, el viejito arterioscteroticc 5e torero un pie y don Gonzaio Mamani, quien lIevaba !a batuta en la entretenida platica, chaco con la parte trasera de 1a cabina.

Se dibujo una parabola en los labios de Segundo.

Luego de un instante, el coloquio prosegufa can aquel aire nostalqtco y alegre, propio de esas vidas duras y sufridas, mas nunca ajenas a un ideal.

Alguien sefialo con una linterna al uruco joven, y una voz rrsueria Ie prequnto su nombre y la razon de su vlaje.

Segundo Poma, respondio el muchacho. Les dijo que siernpre habra sofiado con el mar. EI mar era su pasion. Pasaba tardes enter-as pensando en que era naveqante y tenia un barco a velas, blanco y azul. Les explicc que viajaba a Arica a buscar trabajo como pescador, porque era a1go que anhelaba desde 10 profunda de 5U alma, salvaje e indcmita. p, medida que narro sus proyectos de manera segura, sin titubecs. fue olvidando la tristeza que Ie inundo en el primer momento. EI mar cada vez se iba acercando; pronto una utopia se transformarfa en realidad y el pensar esto Ie animaba a continuer su lueha, aquel!a que recten comenzaba a gestarse.

Don Gonzalo tome !a palabra, obliqandose a subir la voz por el ruido de motores y las piedras que chocaban lnsistentemente en e! arrugado metal del carruaje.

Cont6 que hace muchfsimo tiempo conocio a un joven pescador. Era coquimbano. Trabajabe en la «Acuario II», la ernbareaci6n mas productive que habra por esos aries en el muelle. LDe Ariea? SI, hijo. Tuvo problemas con el patron, as! que se mand6 a carnbiar y uno de esos dias, un mes, dos meses despues, aparecto con una lanchtta nueva. Este cabro

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me cont6 que habia pedido un prestarno al Fiseo y que 10 estaba pagando con la misma plata que reeuperaba de la pesca.

iDueno de un barco de verdad!. La idea corrlo rauda por la mente del joven. i Un barco para navegar todo el dia, la semana, Sin pensar en nada, s610 en navegar!

Un barco, blanco y azul, a velas ...

« ... A la semana siguiente, despues del primer encuentro can el nino de la ciudad, Segundo, al saber del arribo del foraneo, corri6 con ansias a la casa donde este sella alojar junto a su madre. Titubea al golpear. Una rosada mana abri6 suavemente la puerta.

Era una senora delgada yalta, de cabellos claros que escurrian como cristalinas aguas por sus hombres, Con apacible voz Ie pregunt6 si buscaba a Alejandro, a 10 que el moreno respondlo afirmativamente con un timido movimiento de cabeza. Pasa, hijo.

EI muchacho aymara observ6 con elocuente curiosidad el piso, las paredes y todo cuanto se Ie presentaba. Es bonita tu casa, dijo Segundo, a 10 que el rubio, que apareciase por entre las cortinas que separaban aquel cuarto del otro, asinti6 con una sonrisa. evarnos a jugar?, ya, pero primero tengo que terminar de armar el arbolito. LMe ayudas? Ambos ninos cogieron el arornatlco pino que estaba en la habitaci6n contigua y 10 trasladaron al mueble de esquina donde reposaba un enorme jarr6n. Nosotros no hacemos arbolito, dijo el paisano mientras ambos adornaban con pelotitas doradas y

. tarnblen guirnaldas el menudo arbol, Lo que hacemos son pesebres, con animalitos y gente. Cuando Ilegaba diciembre, su hermanalo preparaba con carifio y dedicaci6n unicos. Lo pintaba, Ie agregaba paja y hojarascas ... Le expllco que cada afio se afiadla un animalito, ast se podia saber cuantos afios

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de antiquedad tenia aquel ajuar.

Luego de terminado el trabajo, ambos nifios salieron a jugar, corrieron par las chacras, los cerros, el rio ...

Y lIeg6 Noche Buena.

Nunca olvidarfa aquel hermosa momento.

EI visitante sac6 de entre sus ropas un obsequio envue!to en papel plateado, briliante como las estrellas del cielo aquella tibia noche de diciembre. Feliz Navidad, susurr6 Alejandro con jovial timidez.

Era un barquito blanco/ con velas de tela en sus largos mastlles y cafioncitos en sus costados. Tres 0 mas ventanillas de vidrio bajo cada canoncito y detras, un soldado de plorno que vigilaba la vulnerable tranquilidad del navio.

Alejandro comenz6 a hablarle del mar. Hace mucho tiempo atras, alia en la rada de Iquique, un capitan Hamada Arturo Prat, a bordo del buque chileno Esmeralda, dio su vida valientemente por ...

Segundo lIeg6 contento a su casa, con la preciada dadiva entre sus manes, Marfa, hermanita, tu que sabes escribir, ponle aqui Esmeralda, can lapiz. Alejandro dijo que todos los barcos tertian nombre; yo quiero que rni barco se lIame Esmeralda.

Aquella noche de Navidad, e! nino, al acostarse, cogi6 con profunda dulzura el hermoso navio, Lo Irnaqino navegando con e! dentro como capitan, pero no en la guerra/ sino pescando para dade de comer a los nlfios de su pueblo. Dio gracias aDios por el bonito regalo, y apag6 la suave lumbre de la vela, para as! poder sonar. Sonar ... »

Ya estamos bajando Acha. Sit pero deja terminar, dijo con voz ronca don Gonzalo. Concluy6 la historia rememorando

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su ultirno encuentro con el coquimbano, despues de cInco afios de haberle escuchado el proyecto. Estaba flaco y harapiento. ·Me cont6, prosigui6 el sujeto, que habia estado enla carcel por no pagar el prestarno, De mas esta decir que Ie embargaron la «Coquimbito 1»/ Lasi se lIamaba la lancha>, claro ... La oportunidad del barco propio se Ie fue de entre las manos. De puro tonto no mas.

« ... Un fin de semana Alejandro no IIeg6 al pueblo.

Segundo tenia hartas cosas que contarle acerca de sus aventuras, los animales, del cerro. Aquella tarde de estio fue triste para Segundo; su amigo no habia Ilegado.

Observ6 una y mil veces el barco. Limpi6 con saliva las partes sucias por el barro de la acequia. Luego 10 beso, augurando el triste destino que padeceria el fragil navio.

Fue al arroyo, sin cruzar esta vez por la chacra. Record6 que con Alejandro y el perro sacaban duraznos, los que corman recostados en una orilla del riachuelo.

L1eg6 al cerro y se sent6 mirando hacia el valle y el canal. AI mirar este ultimo se imagin6 el vasto, el casi infinito oceano. iAI abordaje muchachos! iviva Chile!. Empez6 a bornbardear un tranco que flotaba tranquilo en la alberca, con duros terrones de barre que se deshacian al contacto con el liquido.

Descendi6 por el escarpado monte/ con el barco en sus dos morenas manos.

Lo puso en la orilla del torrente.

Naveg6 el barco. Naveg6 como nunca antes habia navegado; pasivo, solitario/ sin peligro de ataques que 10 hicieran sucumbir. EI nino se imagin6 dentro de su Querida Esmeralda/ mirando desde el balc6n de la nave los dos inconmen-

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surab!es mares.

iQue feliz era sofiandot

De pronto, un viento recio azote los cerros f arboles y casas del pueblo. Todo se nubl6. Era la eooca de Iluvras. i Negro, vamos!. El barco, iel barco!. La fuerte brisa habra rotc la plrca que cerraba la pequefia laguna. EI barco navegaba rio abajo.

iAlia va, Negro!. Segundo como raudo detras del delicado buque. iNa te vavas, Esmeralda, no te vayas!. Moj6 sus pantalones, i Negro, por la orilia!. Tropez6 con las piedras que arrastraba el rio; i iE9·1ERALDA!!

Tendido en el torrente turbio por el lodo que acarreeba todo cuanto le era accesible, el nino 501l0z6 par largo rata.

Mojado/ bajo un cieio gris y una tarde helada que ya terrninaba, camino desolado. Pens6 que a!gun dial no irnportaba 10 lejano, encontrarla a su quertda Esmeralda ... »

LQue noras son>, tas siete. LEn d6nde te bajas>, cerca del mar. iAh, quiere ser pescador de verdad el hombre!

LCuanto es? Mil qulntentos, ojala nos vearnos, ojala.

LQuien mas se baja?, iNadie mas! patront. Chao caballero. Chao joven. i Hey cabrot, Acuerdate de ir a Pueblo hundido ...

L .. Ja.ja.ja ... l».

... Atardeda en Arica. E! joven observaba el mar can gran tristeza. Sentia suefio 'If sus pies parecianse quebrar par el cansancio. Desde el mirador, el color de su cara se combinaba con el anaranjado de! sol que se escondia por entre los barcos, votaron en su mente los pasajes amargos de su vida vividos hoy; se rieron de ml, se repetia rnststentemente: ei

, I

mar es solo para los de pie I clara, indio lnutil, llama salvaje,

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idejenme en paz!. Ni siquiera en un restoran del muelle no hijo, estamos completos, y Lvendiendo en el mercado?: no compadre, pero, zhactendo el aseo en el barco?, con el pro?Iema de la enfermedad, nadie quiere comprar pescado, vieJO, estamos mal, no tenemos plata, caballero yo soy ... Vaya, vaya, un indiecito, no pas viejo, los indios son para cuidar Ilamos, no para navegar, iy Poma! LNo sera pariente de Jose LuiS Rodrfguez?, iJa,ja,ja! ...

Manana serfa otro dia, buscaria trabajo como junior, a 10 que dijo don Gonzalo, alga asl como traficante de no se que cosa. Quizas ...

Mientras el mar y sus alas chocaban contra, los molos, bajo el penon glorioso, Segundo camino sin dlrecclon fija solo por andar. EI suefio se Ie desvaneda. iNa padre ser pescador, no podre lIevarle pescados del mar a los dernas Ilamos. D.on Gonzalo me dlra, viste, el mar es encafioso, parece bonito" pero es horrible, quiere a las personas, para despues tragarselas, con sus brazos traicioneros e iracundos. Nunca ames el mar, hijo, nunca.

A 10 lejos, en el puerto, se dlvlso la sombra de un bu-

que.

La Esmeralda.

Segundo, al ver el poderoso navio, se sento en un banco que miraba hada el mar, en la costanera. Recorda aque- 1105 suefios que alimentaba desde infancia. Sufrimiento e incertidumbre vendrfan en los dias posteriores a este. Y al rnirar a la gente que desembarcaba de aquel hermosa barco, tome su viejo balsa, hecho de trapos, y 1I0ro par el ocaso de una quimera.

A mls rakes, a los pueblos que sufren la ingratitud de sus vastaqos,

..

Mayo,1991

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lOS HIlOS DEL FUEGO Y DE LA LUNA

Arroj6 el filtro humedo del cigarrillo en un gesto nervioso y revolvi6 et pie derecho en el suelo pisando el humeante e infimo objeto. Atras, qued6 e! aura nebulosa de la nicotina en el aire y la luz rnillmetrtca del pucho semi apagado que adornaba junto a las ampolletas de los postes la oscura beveda azul y el tarnbien oscuro asfalto.

A !o lejos. !a luz que emanaba de la puerta de la bibiioteca a!umbraba alga mas que un metro cuadrado de vereda y tierra. La gente, que cruzaba per de!ante de aquei umbral que miraba a la avenida, la mayorfa trabajadores que volvian de su agotadora jornada diarta, eran atraldos por una extrana fuerza que los invitaba a entrar ai antiguo y deteriorado edificio, que; sequn los rumores que circulaban par la ciudad, e~ sus s6tanos clausurados hace ya cuatro decades, escondia toda clase de mlstenos inimaginados.

EI sujeto entre al silencioso salon que lucia en su cielo rasa un enorme candelabra de mil colores y formas.

«". Buenas neches; buenas naches, son las 9: 251 5610 quedan, a ver, cinco minutos, no, si no es mucha rnolestia, solo una definicion; estoy haclendo ml practtca y ... iAh! ~con que se hcencla pronto rmjtto>, pase no mas, lepal eso si, esos ctoerrttlos me los guarda, no se puede fumar adentro. Pero seri..., 10 slento mijito, reqla de biblioteca. Voy a la esquma a tornarrne una COCCi vueivo altiro. 5i quieres tu rnismo pasas a los estantes y consu!tas tu problema. Gracias/ muv amab!e; no se preocupe senora, yo cuidare ... »

« ... Af A5t, b, b, Ora, Fer; hi h, h, i,. Ig!esia, imaginario, tmaqinativo, imprecision; impracticable, inaudito, inaugurar,

maveriquable: adjetivo que no mmmm ... INCA .... « .

No viene. No viene.

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Dobl6 la hoja del libro para no perder de vista el concepto que Ie inquietaba. Dej610 encima de una de las estufas que estaba en medio de aquellos laberintos construldos de madera y hojas inscritas.

separo dos libros que eran parte de la hilera casi interminable de tomos, en son de observar por este espacio hacia el aula y la avenida. Nadie se acercaba. Menos la bibliotecaria.

No viene.

EI individuo extrajo desde sus ropas una abultada cartera y de esta un fragil cigarrillo.

Encendi6 un f6sforo.

Una blanca estela roz6 con su aroma los maderos apolillados de los estantes.

Tom6 el volumen. Lo abri6 y comenz6 a leerlo en forma minuciosa. Sus ojos se evadieron sintiendo el ardor del pitillo entre sus dedos y el humo quese revolvfa con el olor a papel hurnedo del ambiente.

Cuando loqro concentrarse en la paqina, sus ojos observaron extrafias figuras dibujadas en la superficie aspera y gris de una roca. EI viento soplaba iracundo golpeando contra la vegetaci6n de ramaje espinoso, deshidratado. Aquello indicaba que el Padre Sol emergfa por entre los cerros escarpados de sinuosas formas encumbradas y la noche con su oscuridad envolvente, se despedfa cual rnurcielaqo azabache, cubriendo la llama tenue de un candil. Y ensimismado, el indio recordo los suefios que Ie inquietaron hace mucho tiempo atras y hasta el dfa en que hizo el recuerdo.

sorio con hombres distintos a el. Sus manos abraza-

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ban largos hierros y sus t6rax y extremidades eran de plateado metal. Son los hijos de la luna, penso.

Trafan dadtvas, agasajos para todo el valle. Semil!as, que, cuando los siglos pasaran, florecerian.

t.ueqo, el visitante Ie mostr6 un espejo.

Aqui vlo grandes montafias, rectangulares y largas, millones de insectos poilcromos arrastrandose uno detras de otro en negros rios rectos de piedra, aves estaticas surcando el cielo ernpafiado en la imagen, hombres aun mas distintos que los foraneos y un sirmumero de objetos y formas inconcebibles para ell que escuchaba extasiado la explicacton de! visitante: « Este sera el producto de la cosecha, pueblos grandes, gente aun mejor ... »

Escupi6 en el pedregoso suelo un caldo verde yespeso mezcla de hierbas y saliva. Respiro hondo para luego exhalar todo aquel aire carente de oxlqeno en un grito lieno de fiereza escuchado hasta el ultimo rinc6n del valle del Cusco. Su

,

turno habra terminado par hoy. Viajarfa a Pakuy.

EI indio se sent6 en una roca a esperar la lIegada de su strnuar, "el indio Kamaray, un indfgena de piel cobriza, la que siernpre transpiraba copiosamente debrdo a la adiposidad de su cuerpo.

Pasaron las horas.

Contempl6 que por el camino de piedra que cruzaba los cerros enormes y escasamente forestados, venia aquel enorme indfgena moreno con un paso que remecfa el suelo, sacando de lugar los adoquines que caian bajo la opresion de aquel pie desnudo.

Paso el dia, cavo el nocturno como un manto grueso,

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perforado en infinitas partes, dejando en aquellas, entrar salpicones de luna y una que otra lucternaca de vuelo zigzagueante y luminoso en los dlas en que el espejo clare no ernerqia por entre los cuetos verdigrises del valle. Bajo este paisaje, el individuo camino por la huella de las rocas perfectamente cohesionadas entre sf, unidas a la tierra, al barro hurnedo, hoy ya petrificado.

A distancia, una aureola de luz y humo coronaba los cerros colindantes al pequefio caserio.

Hay fiesta, supuso.

Mientras se acercaba a su destino el humo y la luz se hacfan cada vez mas profusos.

Escucho gritos.

EI calor y la desesperanza Ie hicieron presa.

Tendria que haber lIegado antes del atardecer; era su turno como guardia.

Un presentimiento de desastre remecio aquel fragil y moreno cuerpo.

Sus piernas alcanzaron frenettco vuelo entre el cando aire taxi co y el suelo petreo,

«Corre. Corre.»

AI lIegar al pueblo, sus ojos se Ilenaron de llquldo corporeo, salado y aceitoso.

Todo aquel organismo se parallzo en forma esponta-

nea.

Sus ojos dejaron de parpadear por largo rato. Eran los hombres de largas barbas y piel clara:

Los hijos de la luna.

Quemaron la aldea.

En sus corazas plateadas lucian manchas de sangre.

En sus manos, las cabezas de los indfgenas.

Las chozas ardlan, el fuego arrasaba los troncos, el bosque.

Los hombres de metal arrojaron las cabezas y los senos deshechos de las mujeres al fuego, el que impedia ver el

cielo.

Los animales yadan mutilados a un costado de la choza mayor, ya en ruinas humeantes.

Quemaron la aldea.

EI sujeto retrocedio para ver detras de SI.

EI fuego 10 rodeo.

Tropez6.

los libros encendidos comenzaron a caer a su alrede-

dar.

Escucho el ruido de los estridentes cornos. Eran los bomberos.

Cornenzo a perder oxigeno. EI humo espeso hada el aire irrespirable.

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Las rocas cayeron con fuerza en su entorno. Los libros estrellabanse como meteoros ardientes. Uno de ellos trnpacto en la cabeza del individuo vernaculo que observaba aterrorizado desde el suelo el funesto espectaculo.

Su cuerpo se desplomo para nunca mas erguirse.

EI cuadro dibujaba el fuego rodeando por completo el ambiente. Mas alia, en la avenida, luces entrecortadas, blancas, rojas y azules y el ruido de las sirenas, contemplaban la amarga escena del suceso inexplicable ...

... EI suboficial verific6 los ultimos datos, los que anoto en su librito color rnarron. "LUsted me dice que esto estaba al lade del difunto? SII mi teniente. Parece extrafio, dice: «QUE LA SANGRE MORENA DE TUS ANTECESORES RIEGUEN LOSSURCOS EN LOS QUE YO HE SEMBRADO. LA SEMILlA ESPERA TU AYUDA.

HAZlA CRECER CON TU SABIDURIA, RIEGAlA CON TU SUDOR.

MUY PRONTO CRECERA Y EL FRUTO DE AQUELLAS MIE'SES SERA EL QUE HARA A TUS PUEBLOS GRANDES,Y A TU GENTE AUN MEJOR» LNo encontr6 algo mas, Tabilo? No mi teniente, nada mas. Bueno, 10 unlco que encontre, aparte del papel es un trocito de espejo, pero no cree que Ie sirva de mucho. Aver, Tabilo, tralqalo.

EI policfa umpro la peifcula oscura que cubrfa al espejo y observ6se en el.

iBotelo Tabilo, de lnrnedtato, no nos sirve!.

AI mirarse, el espejo reflej6 el rostro cobrizo de un aborigen quechua.

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No 10 cornprendio.

«Vamos vendo muchachos. Mi teniente, hay un pequeno problema. Las tlantas del furqon se hundieron en el lodo, va a ser un poco dificil salir. Pero si quiere voy a buscar algunos troncos a la selva 0 10 que es mejor, traigo unos pocos indios ignorantes para remolcar la maquina.

No, no te preocupes.. .»

EI cabo Tabilo ofreciole un cigarrillo al teniente y ambos recorrieron el val!e conversando de c6mo la tecnologfa habfa ido avanzando, ya que notaron grandes adelantos en la ciudad.

Agosto,1991

22

LOS DESPRECIADOS

Nueve meses mas y seria algo palpable. Los pecados placenteros desembocaban en la preocupacion innata en medio de un monstruo enorme, con brazos y cuernos gigantes y peludos, como aquel que sirvi6 de puente: este monstruo era la gente.

Es algo extrafio. Aurelio siempre fue tranquilo. Yo, que forme parte de el, no pensaba en mi intromisi6n tan temprana y singular. Mas bien crefa yo que pasearia por los excusados de aquellos sucios, rayados y vulgares banos publlcos. Dificil ahora que a su primera experiencia era sentenciado a cadena cuasi perpetua: el peso de un hijo.

Que algo mlltrnetrtco, microsc6pico, insignificante se transformara en un ser de carne, hueso y consumo, era s610 el destino cruel, el trayecto infeliz de un infeliz, el momenta triste de aquel instante alegre que siempre, y este no era la excepci6n, dura menos.

Que Ie vamos a hacer.

Yo estoy muy triste al dejar el nido. Imaginate, ser aquel miilrnetrtco, microsc6pico e insignificante y ahora estar unido a algo secretado por el sexo debll da un poco de asco Lno? Sf, si es verdad que hay otros caminos, pero moririamos los dos amalgamados, unidos por algo, e.amor 0 placer? No 10 se. S610 se que soy el no mlltrnetrtco ni el acoplado a algo, que me siento debll y cansado ...

... muy cansado.

- «". estados listos joven, hemos terminado ... »

- « ... Gracias senora, usted nos ha sacado un gran

peso de encima. Este, ejem, s610 tengo diez mil pesos, disculpe ... »

- « ... bueno, esta bien ... »

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· En el clelo, pululando entre los cuerpos c~lestes y satelites, viven millones de seres que esperan VIVlr como aves, insectos a como rufios sirnplemente.

La Serena, 1 990.

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EL ANEJO Y AMARGO LIBRO

EI Maestro, como cartriosarnente solfamos Ilamar, recorda palmo a palmo las dependencias de la escuela, rasgando de las paredes los residuos de cera, afiejos recuerdos de una historia casi borrada por el tiempo ...

... Yen una de esas incursiones, reparando el plso de una de las tantas aulas que ollan a silencio, descendi6 cautelosamente al subsuelo en son de arreglar las enmohecidas y apolilladas maderas que causaban molestias a los alumnos y profesores de la antiqufsima escuela.

Una vez abajo, temeroso ante los pestilentes roedores que habitaban esos parajes ignotos para el, encendi6 su vieja linterna. EL s6tano era muchfsimo mas grande y profundo de 10 que el imaginaba. Dirigi6se a uno de los cuatro, seis osiete pasadizos que se Ie presentaron. Poco a poco se acostumbr6 al mundo subterraneo que 10 rodeaba.

Extranos dibujos e inscripciones 10 hadan suponer que estaba en un lugar remoto, extrafio, sin tiempo ni espacio.

Esto 10 dedujo porque lejanamente recordaba el instante de su descenso.

oespues de un largo caminar, el Maestro encontr6 un viejo madero cubriendo un tam bien, viejo umbra!. AI remover el apolillado elemento, sus ojos vieron un cuarto pequeno, hurnedo, cubierto de tapiz verde, musgo. En cada pared de la habitaci6n una antorcha. De los f6sforos para el cigarri- 110 constante, cinco bastaron para encender la primera entercha y asl, las otras tres. Un mueble roido per el tiempo desadornaba el cuarto.

Cay6 una piedra.

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Dirigiose al viejo mueble. Tropezo.

Su linterna, ahoradestrozada, Ie infundia un creciente temor.

Abri6 el primer cajon.

En su interior, fotografias de los j6venes supuestamente muertos en un incendio acaecido en un sector del colegio hace 50 afios. Fechas de nacimiento y nombres.

Abrio el segundo cajon.

Con sus manos palpo alqo. Era un libro. Grueso y arnarillento.

Limpi6 el polvo de sus empastes.

iNo!

Sus manos temblaban acorde al titileo del fuego en las antorchas. Su corazon latia con tanta rapidez que pareda enredarse consigo mismo. En su garganta un grito de desesperacion se quardo como saliva espesa, salada.

Algo se escuch6 a 10 lejos: el eco de su alarido oculto.

«Pertenecio a:

Hector Luis Tapia Espejo. (QEPD)

Fallecido el dla 5 de Agosto de 1954.

i i Nnnnno, no es posible, nnnno ... !!

oesrnavo. No era para menos: aquellos su nombre y

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fecha de nacimiento.

. Recuerdo haber escuchado, en conversaciones escolares, acerca de la partlclpaclon del Maestro en sesiones espiritistas. Sus sucios negocios los encomendaba siempre al Principe del mal. Se notaba su rnejoria econornlca.

Cuando desperto de su trance, nervioso, apenas se animo a coger el libro para leer su contenido. Temblaba todavia.

«Es una biograffa», supuso al leer la primera paqlna.

Levo las que seguian.

EI libro cave entre sus manos.

Una antorcha desprendiose de la pared.

Crujio el viejo mueble.

Un abultado nudo se esbozo en su garganta.

Increible.

EI afiejo libro relataba la historia de una vida lIena de altibajos.

Su propia amarga historia. Paso a paso.

EI encuentro con sus primos el dia en que su madre se alejo para siempre de su lado. Las peleas estudiantiles de infancia. Su paso por el amor. Sus frustraciones en 10 profesional.

Palabra por palabra, su historia.

Cave una segunda antorcha.

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Miedo e incertidumbre inundaron su ser. No sabia a quien pedir ayuda en estos ditictles e inconcebibles segundos de su existencia. Satan Ie avudo en sus negocios, mas ahora conocia a aquel unico y verdadero todopoderoso. Dios era su untca salvaci6n.

"Padre nuestro que estas en los cieios, santificado sea tu nombre. Venqanos tu reino iAyy! ... »

Una rata atojada en su pantal6n 10 habra mordido.

« ... Venqanos tu reino, haqase tu vo!untad, como en el clelo ... »

Alqo qolpeo sus espaldas.

AI vo!tearse, ei clamor lnhibido inund6 el s6rdido cuarto. Un craneo incrustado en un madero cay6 desde la pared.Continue su oraclon con el miedo en su punto culrnme.

« ... en la tierra. EI pan nuestro de cada dia danoslo hoy y perd6nanos nuestras of ens as como tarnbien nosotros perdonamos a los que nos of end en, mas llbranos del mal. .. »

Una extrafia fuerza irnptdto sellar el rezo con un amen.

Era aquella fuerza maligna.

'rtc, tac, tic, tac, tic ...

Agua caia desde 10 alto del s6tano. Las ratas corrian de un lade hacta otro, como sl estuvieran esperando devorar a su victima. Las maderas crujian macabros sonidos.

5e olvido par un instante del libra.

Su sudor hada un charco junto al aqua, EI miedo era

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de su vidal ahora, un detalle mas.

Continuo leyendo la historia. La luz cada vez mas tenue. Supuso que esta no durarfa por mueho tiempo y se apresto a arreglar la linterna malograda. Junto a esta labor oteaba apresuradamente el libra que tornabase denso.

« ... Hector descendlo al sotano inimaginado por el, con incertidumbre absoluta. Escogio un pasadtzo, uno de los tantos que se Ie presentaron. En su diestra y siniestra inscripciones de tiempo remoto.

Inspecclono con su vista. Encontro un viejo mueble.

Abrio el primer compartimento: unos grabados en papel. EI segundo: un libro. AI leerlo vlvio un subito extasis y desmayo. Cuando desperto, se vio leyendo el amarillento libra ... » Pag. 452.

La proxima paqlne relatarfa su presente.

-» Dare vuelta la hoja ... »

Una voz interior tncitabale al sujeto a que no consumara aquella trascendental decision. La misma voz que Ie impidio terminar con el rezo, nuevamente se apoderaba del Maestro.

-» i iYa!! «

Cayeran las antorchas restantes.

lntento prender su linterna. Aquella aun no estaba remendada.

La oscuridad Ie lrnptdto al Maestro ver su presente.

Ernpezo, la tierra, levemente a temblar. Luego mas y mas

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fuerte.

De pronto, una voz ultratumba susurro:

-»Oe esta no te saldras, Hector ... »

En total oscuridad, el individuo se levanto recurriendo al rnueble, las tablas que yadan en el suelo y las piedras que caian producto del cataclismo que todavia continuaba.

Comenzo a correr,

Sobre su cuerpo el dolor de las rocas que 10 golpeaban.

Sus pantalones, criadero de cucarachas y roedores se rasgaron en mil sucios trozos.

Su sudor pareda congeiarse con la humedad imperante.

--» ... Te tengo cercado, Hector ... »

Sus ropes eran verdejos sebientos por el polvo y la arena pedregosa que rasgaba tambien sus brazos, piernas y espalda. Sentfa el dolor de los rasqufios, la sangre correr lenta per sobre sus ilagas profundas, pulviferas.

La msoportable sed que sentia la arn.noro bebiendo su agrio y salobre sudor,

Escupio sus manos para poder escalar los escarpados pasadtzos.

aeoentrnarnente, dtviso un resplandor a 10 lejos.

Una pequefia compuerta.

-»iGracias, Dios mio!s

-» ... Ja,ja,ja ... »

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Intern6se cada vez mas y a medida que se acercaba a aquella luminosidad, gritos hadicos eran perceptibles cuando el individuo exhalaba todo el aire caliente de sus pulmones.

Lleqo por fin al umbral. Observe en frente de sf.

Nada.

-» Mira el suelo, Hector ... Ja, ja .. , ya eres rnlo, ya

eres mio »

Antes de observar hacia abajo, extrajo de entre sus ropas un viejo reloj de metal. EI 6xido 10 cubria por completo.

-"6:06"

-" Ario 2020 «

Este afio habria cumplido sesentlsels. No 10 compren-

di6.

Alia abajo, el fuego reinaba en cada rinc6n, en cada ser. Se reslqno a caer. Su vida ya no importaba. Dedujo que el trance era su muerte. Aquel habia durado 52 afios. Se Ianz6 a las profundidades, al fuego eterno y en ese infinito espacio se escuch6:

-»i isoy tuyo, todo tuyo ... Padre!!»

Julio,1989.

La Serena. Correcci6n, 1991. Arica.

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ERANAUN JOVENES PARA SUCUMBIR (NADIE ES VIEJO)

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Cuando el senor Garda recobro el conocirniento, sus manos y piernas sanqraban con profusion.

Algo Ie trnpedla moverse libremente de la incornoda posture abdominal en que se encontraba, si 10 hacia, s6!0 loqraba revolcarse levemente en el cesped de la cancha y q~edar boca arriba, observance el crelo sin accicentes de aquel dia de septiembre.

Aquella pose que pareciame mas c6moda y menos esclavizante para el sujeto, era un verdadero martirio para el: su espalda oprimia ambas manos fuertemente atadas contra el suelo hurnedo, haciendolo aun mas hurnedo con la sangre que ftuia constante por aquellas.

, . Ambas posiciones eran insoportables para Garcia, mas el pnvaba la original, aunque su rostro no tolerara la fastidiosa comez6n que Ie producia el continuo rozar de infinitos petalos verdosos y las mlcroscopicas hormigas que esgrimian estes para poder Ilegar hasta el cuerpo empapado en sudor. Perot el estar recostado en el suelo, despues de un largo y extrafio trance ino era una muy infima actividad como para que aquel organismo despidiera humores con tanta exasperaci6n? LNo era acaso este sfntoma respuesta similar a un ejerclcio intense en el mismo paraje mas en circunstancias distintas? .

En efecto. EI individuo recorda con suma precision cada instante precedente al soplo que vivia aquel segundo.

Torno el baton en sus manos y 10 acomod6 nerviosamente a tres metros del vertice desde don de brot6 dificultoso el seFiero banderin hace.alcun tiempo. La ultima linea tocaba este y rozaba abrupta los dos verticales del arco enemigo. La

trepidante barrera de cuerpos que impedfa un lanzamiento recto hacia el rectanculo final puso aun mas nervioso, con sus acechantes miradas de hienas bulfmicas, al turbado jugador.

Escucho el agudo sonido del silbato y desbordo, su pie, tanta fuerza al empujar el bal6n, que el empeine pareclo sangrar al lncrustarsele las cerdas entrelazadas por los orificios del botln y la lenqueta de este.

iAhf va el esferlco, tan rapldo, tan giratorio; es un trompo confundlendose en los policromos vestidos del endriago de cien mil bocas! ~y no simula este ultimo, por sus girones, pequerios y multicolores, cien mil volantines aguardando aquel aire joven que les conceders el inapreciable don de alzar el vuelo? i Mfrenlos, sus hilos cortan en infinitas partes el enjuto y extenso trozo de cielo!

iCada uno carente de nombre, cada cual sujeto a una misma bobina! iBlancos, amarillos y rojos! Cada uno y su propia doctrina. Cada cual aferrado a su ensueFio, i pero ... !

Los cometas eran aun j6venes para sucumbir.

AI soplar el viento recio, los mas poderosos asolaron a los debiles.

Ambos lIoraron. Los debiles al ver herido su unico don en existencia. Antes, unos y otros al sentir el hiriente lamer de la pua del tormentoso danzante en sus hilos casi imperceptibles. Cercanos a 10 miserable.

Aquel golpeo ellarguero y repose en el cesped, Cubrlose con sabanas de red. EI monstruo de cien mil bocas enmudecio. Un sudoroso y pesado cuerpo cay6 mustio al suelo verde.

Cuando el senor Garda recobr6 el conocimiento, sus

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manos y piernas sangraban con profusion.

Dos almas camufladas en el verde del fronton, cogieron, una del grasiento y sucio pelo, otra del brazo sanorante. a! sujeto que mutaba sequn e! proceso. Era cierto. Las mangas de su vieja camisa colgaban veinte centimetrosdesde la vema de sus dedos Y, ios extremes de sus raidos pantalones servfan, edemas de su objetivo inicial, como medias y calzado.

Fue precisamente este 1'01 auxiliar el que Ie valio a esta prenda, de parte del ente, los mas.duros improperios nunca antes escuchados par rni: al caminar, los ahora delgados pies del organismo enredabanse funestamente en los verdejos plomizos del pantalon. Caia al suelo Y era golpeado por los escoltas can brutalidad inexpresable. Esto se repetia una yotra vez, tanto en el como en los seres parecidos a el, alia arriba, en las graderfas de! estadio.

e Cuantcs eran?, (cien, mil, un millen? No 10 sabia. Su vista Ie traicionaba a medida que transcurrfa et tiempo, al punta de distinguir solo tonos grises y claros.

Era verdaderamente su olfato el que sufrfa mayores alteraciones. Estos logros eran, sin duda, sorprendentes.

Uno de sus mayores goces fue el distinguir donee se hallaban los cadaveres de sus similares ya ejecutados. Y no tan solo eso.Ademas de indicar que el sitio se haliaba en ei sector oriente del estadio, en la entrada de uno de los tuneles que condudan al camarfn, solia serialar can loable precision que carne era inservible y 'cuat podia 'ser utilizada como allmente.

Estas predicciones, en todo caso, no Ie sirvieron de mucho a este rnisero cuadrupedo: sus patas seguian firmemente atadas entre sf.

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L

Uegada la noche,el perro aull6 furtivamente para que nadie se enterara del vii estado en el que se encontraba. Pero era una farsa. Todas las bestias hadan 10 mismo, cada una 10 sabra, pero nadie rompia el silencio, per orgullo.

Aquella misma nache, el perro se atrevio a lanzar la primera piedra:

-LEs que acaso somas insectos?

Nadie respondto.

-LEs que acaso piojuelos?

Nadie.

Las luces se encendieron y el estadio yada mudo y vado, casi dos decades despues del incidente. EL jugador en un costado y yo detras, apagando con mi pie su quebradizo pitillo fumado a medias.

Cuando la vii bestia recobro el conocimiento ...

Septiembre, 1991

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UNA TORMENTOSA MANANA DE OCTUBRE

Son las nueve y veintltres y la sala parece dorrnir como

• t

51 Lh::ntro de aquellas cuatro gruesas murallas de concreto no

existiera alma alguna. Pero yo soy una, y hay otras treintiocho, ::_)rdenadas en pares, una detr as de otr a, en cuatr o DQzagueantes filas. Cada cabeza, eso 5.1 silenciosa rnenos ia

I I ..

mfa; concentrada en dos hojas, menos yo. Soloel rozar de las telas que cubren los brazos, al contacto con el latex seco y onlloso de los pupitres malogrados, produce un leve sonido, nervioso, tremolante. De vez en cuando, detras de los cristales, un viento febril golpea las ramas y estes entre 51, los pajaros que anidan en elias vuelan estrepitosamente y sus alas despiden plumas; pero solo a veces.

una, luego otra laqrtrna cae sobre mi hoja. Entonces no resrsto y grito: «iCruciffquenme, se los rueco:». Es casi un suefio porque el profesor no pronuncia siquiera una palabra. f-'1e mira con rostro manso, calmo, sereno, se acerca con su claro paso dispar, acentuando el golpe del taco, me toma carifiosamente el hombro, sacude la caspa diseminada en el veston de pane color azul piedra y me susurra: «No hay mejor muerte que aquella, Jesucristo la diqruflco ... If

EI endriago que me rodea, con sus treintiocho pares de ojos me observe atento. EI profesor dibuja una mezquina sonrisa en su rostro, mientras revuelve con su mano el bolsi- 110 de su qaban. Extrae unos tostoros, enciende uno. La cabeza numero treintiocho en una maniobra indiscreta descubre un cigarrillo escondido en su billetera. Lo lanza moviendo solo el pulgar y el lndlce de su mano izquierda y cae en el pocillo carnoso que hace el adulto con la suya. EI fosforo medianamente consumido transmite la lumbre casi imperceptible al cigarrillo que yace oprimido entre gruesos labios hurnedos. EI sujeto insptra hondo, las carnes de su cuello se contraen complices, a! mlsmo tiempo, tres, veinte, cuarenticuatro segundos, y exhala aquel humo nicotinoso al pronunciar: «Alum-

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nos, pueden sacar sus cuadernos. Tienen permiso para coprar», La cabeza envanecida y grande, la nurnero veinticuatro, se exaspera. Se levanta de su asiento, Ileva sus manos a la nuca que Ie sostiene, desata el nudo diffcil que encaja en el surco que forma el hueso craneano y los rnusculos y cartilagos del cuello, delicadamente despega cada cerda hilvanada cien y tantas cerdas hilvanadas de su boca sangrante de pu~ por el her~es cundiente, indomable y grita sufriente: «LY los que estudraron>». Treintisiete puntiagudos laplces vuelan. Treintisiete puntiagudos laplces horadan el cuerpo grasoso. EI.cuerpo ~rasoso estalla, erupciona. Sangre, Ifpidos, semen, mierda. Mas mierda que semen, lipidos y sangre. EI suelo, el banco y algo del veston de una de las treintattantas cabezas

se tifien de aquellos humores pestilentes. '

Treintisiete cabezas y sustancia, ahora, son.

«Ponte de pie», me dice el profesor. Asf 10 hago. Fumando el cigarrillo, descarga su aliento de humo en mi rostro. Cuando la nebulosa plomiza desvanece, golpea mi mejilIa y nariz con debll fuerza y dice, rnostrandorne unas Ilaves:

«sotano. pupitres, estacas ... »

Flexiona su antebrazo, suelta sus dedos y caen qractles, senoras las lIaves. Las aferro, se humedecen las lanzo al

. '

arre, aguanosas por el sudor de mi palma y antes de que

caigan al suelo me agacho y penetro con el anular de mi mana derecha el anillo rnetallco y brllloso que agrupa a aquel gobierno de bronces dentados. Ahora el lIavero cuelga en mi mana y percuto, un, dos, un, dos, tres con los dedos restantes, medio e fndice, cual castafiuela de son apagado dlfonlco. «LPorque me mira con ojos compungidos, senor ~einticua-

:tro?: -Es el humo, Profesor- LCon que respondiendo a' sus rnayores?». Esquivoel golpe dejando caer mi abdornen sobre el latex. seco, britloso y misdos hojas que duermen en el pupitre. Ocurrido esto, me levanto subitarnente y corro por

l

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entre el rnonstruo qrisaceo e indigo, con incrustaciones blancas en sus treintisiete torax, y soslayo el feroz bombardeo de verdes escupitajos, moviendome como en el mas prohibido baile, logrando por fin salir de tan endemoniada circunstancia.

EI patio alia abajo, no ha sufrido metamorfosis alguna.

Continua frio y con cierta hostilidad intrinseca. AI mirar, por ejemplo, el cementa y los casi inmunes arboles, (al sol, al tiempo y al viento) me pregunto c6rno estes han logrado roer la argamasa endurecida y crecer tan vigorosos, si no cuentan con un trozo de tierra a 10 menos en cincuenta metros a la redonda. «<-Son acaso arboles de plastico ... 7».

EI pasillo y sus adoquines listados, verdosos, en rnis pies. Mis pies ai chocar con estes, levemente resbalan y producen un sonido. Tac, tac, tac ... Y en cada intervalo, entre cada tac y tac, bate rnis dedos con profunda inquietud contra las llaves, dos 0 tres veces. « ... Tac, tric, tric, tac, tric, tric, tric, tac ... »

Y el largo pasillo huele a fantasmas.

Dos compuertas mas, en el vestiglo apellidado F, una cabeza de caballos doclles, una celula mas del monstruo, susurra palabras dulces entendidas solo por aquelta. Yo pienso,(y creo estar en 10 cierto) que el gran espantajo posee sentirnientos y tarnbien raciocinio, porque al hablar de emociones baibucea con agudas voces, suaves, sutiles y al platicar de sociedades, es decir, el gobierno, e! tutbol, la empresa, esta sopraneidad es reemplazada por alaridos graves y mon6dicos. «iEI monstruo es androcino!». Concluyo con candida sorpresa.

Paso por la cuarta compuerta, aquella que do a la escalera. Arrastro las !laves en la oxidada baranda que iuce

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grandes manchas negras, que son como' islas en medio de un mar de moho, y desciendo por las gradas. Un suave viento besa mi semblante, anaranjado por el cielo, mientras brinco de un peldafio hacia otro despidiendo laqrimas de melancoHa por mis ojos, las que se secan y endurecen en mejillas mustias que resignadamente ostento como burdas superficies brunidas en bronce. La escalera ha terminado y luego de cuatro o cinco pasos empieza otra, mas breve que la anterior. Retrocedo, entonces, tres pasos, corro con brio en dlrecclon a la - escalinata, apoyo fuerte mi pie derecho en el ultimo escal6n y empiezo a volar como ave.

iAh, que rico es no sentir el peso de la gravedad en el cuerpo!. iQue bello el mirar hacia abajo sin sentirse abatido por nada ni nadie!. iQue gratificantees ser distinto a los demas y lograr una, tan 5610 una dulce mirada de aquella faz de docrles cabellos y sonrisa dtafana y virginal!

i Que hermoso es volar!

De pronto, la conciencia me llama con voz imperativa y drceme sabra: «Ve hacia el aula de los domines y descarga tu descomunal furia contra aquellos»,

Sobrevuelo los camarines, el patio y el casino y aterrizo bajo la sombra de los nepales destefitdos, a un costado de mi destino.

Los profesores han dejado solo sus sombras y fragancias naftalfnicas. Algunos, me consta, crian telarafias en sus axilas.

En el antiguo mes6n de la sala.vduerrne una bestia, obesa y sudorosa, con Cinco letrasdibujadas en su t6rax que se dilata y contrae al sonar los mortificantes ronquidos que _ se elaboran en sus intrincados conductos respiratorios. Se abren subltamenteJas puertas del. estante, bajo el solitario

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reloj, crujen como desprendtendose de su estructura y aparece un letrero, con luces de neon, tntermitentes, de mil colores, que me dice: «Elija solo una de les cinco alternativas, cualquier error al responder sera considerado como respuesta incorrecta ... »

Ene, tene ... Elijo Ie alternativa C. EI monstruo despierta y con voz pastosa y profunda profiere: «".Usted ha resultado ganador de una beca ... ». Me coge del cuello, remece todo mi cuerpo con elocuente calera y lanza este debll orcanismo contra las cucardas que pacen en el jardin, detras de los cristales que observan impotentes, mi amargo devenir. Sospecho que la bestia, que es aun mas fuerte que la union de todos los endriagos qrtsaceos e indigos, con incrustaciones blancas en sus torax, me seouira.

iAhl viene, detras de rnl.raptdo, mas rapido, un zarpazo, 10 esquivo, otro zarpazo, otro y otro mas, y ... !

Veo una debil luz dimanando desde los enormes ventanales. Es el sotano.

Aquella tenue luz no me molesta en absoluto; creo que si no estuvieran jugando en el pasillo, hubiera seguido durmiendo tranquilamente. Ay, rni espalda. Me paro, me apoyo en los bancos que yacendiseminados sobre la superficie aspera del piso y miro hacia el corredor. Una voz, en medio de esa algarabfa, grita esthdente: «Miren, desperto «.

Voy corriendo allugar donde desperte hace unos pocos mlnutos, (dtez, treinta, cuatro, no lose) vslrnulo dormir. Es inutil ya que el contingente de academlcos casi ptsa rnis talones at descubrir que aun no hernuerto,

Todosmeto~lan furrosos. EI pr~fesor de maternancas

4.0

qrita: «Silencio, h~ aquila ceremonia». Escupen hombres y rnujeres sobre rru, dejando mi ropa insoportable a olores vitivinf~?las y nicotinosos, adernas de sentir yo la pegajosa sensacion de tragar por la boca, ofdos y narices aquellas sustancias gelatinosas. Pero, «ionde esta bestia de las cinco letr~s e~ su torax? Remuevo las mucosas que escurren por mrs ojos Y en la pared, como por extrafio presentimiento descubro un cuadro, enmarcado en barras de oro, con diade~ mas en sus cuatro vertices, con la fotograffa del extrafio monstruo (todo es extrafio) abrazando y cortejando al excelentfsimo Presidente .d~ la Republica. Esto debe ser un suefio, plenso, porque el stllon presidencial tiene solo mil ochocientos veinticuatro perlas semipreciosas repartidas en ochenta kilos de esqueleto. «Traigan la cruz», dice el profesor de religion. Un coleqa coarta su discurso dlctendole que por favor no 10 pronuncie porque el futuro ejecutado, es decir yo se puede dormir. «Ya viene, abran la puerta!». Ahora tod~s se ponen las cap~chas blancas, ubican la cruz, que viene Ilegando, sobre el SInUOSO suelo y me recuestan encima de aquella con los . brazos abiertos. «Lapiz, necesito un lapiz» exclama con tone dictatorial el director. «Senor, aquf, en el pareto, no, en el lado derecho». «Gracias hijo», me responde.

La punta del lapiz en mi mana y el jefe aslendolo 10

. . '

presiona. lavl, Lo presiona con rabia. En su mana contraria

toma el libro de clases. Con el canto del volumen empieza a golpear el otro extremo del lapicero, iAy!.

Todos los verdugos se den, callan, mueren.

A~tes de morir cogieron la crui sangrante y la apoyaron vertrcalmente contra el pizarron horadado por las balas de la contin~a I~cha, Y ':le dejaron alli, desangrando, hasta que entregue mrs dos hojas con todos los ejercicios contesta-

.dos ...

... y en forma correcta.

Octubre, 1991

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lOS ORGANISMOS

EI bus, aquella mole meceruca que despedia humo por su est6mago, detuvo su trajin de fierros aceitados en for-rna pausada y comenzaron a sonar los huesos como rnaqulnas endebies despues de continuadas horas de inmovilidad.

La gente bajaba cubierta de ropajes pollcrornos por la escalera del vehiculo, perc ei asfalto cas: olvidado por los pies, en el vtaje, y el crete que caia oscuro como esponja ennegrecida y hurneda, hada que las ropas fueran todas gri-ses can un aroma vago a rnelancolia.

EI edificio iluminaba el contorno verde de arboles grue- 50S y altos, aicanzando a tocar can sus deblles neones el primer tercio de tronco y follaje, adem as de las delgadas ramas besadas y escupidas por el sereno que cafa va, cercano a la madrugada.

EI joven caminaba nervioso par el cemento he!ado del terminal de buses, hacienda gestos con su rostro. Yes que su lengua rozaba sus endas y dientes descubriendo todo resto de allrnento, en un rito tenso, somnoliento.

Las sornbras grises pasaban en frente de sf vedandole a su vista la busqueda frenetlca del personaje que aun no emergfa de entre esas siluetas. Eran las once y media, «Quizas no recibi6 mi carta» -penso. «iC6mo fui a confiarme, no era nada sequro!».

Forzaba las plantas de sus pies, soportando todo el peso de su cuerpo en sus dedos adormecidos, para asi poder alzar, aunque unos pocos centimetros, su baja estatura.

Se resign6 a pasar la noche en la caseta que se divisaba desde el anden, a un costado de la escalera principal del frontis del edificio.

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La gente vaciaba el enorme cuadrtlatero irregular, sintiendo el joven el frio color del cementa y el calor de la transplraclon de los organismos que se esfumaban.

Se escuchaban risotadas que recorrian todo el vasto universe que olia a humo y trajin. Sus ecos reconvenian a quienes irradiaban aquellos sonidos guturales: eran los oficinlstas que cerraban las agencias en medio del jolgorio, producto del terrnlno de la jornada.

De pronto, una mana larga y juvenil, recorrida por venas y tendones que dabanle un aspecto tetrico, se pose en el hombro del joven quien se encontraba de espaldas al indivi- . duo que 10 saco de su trance.

-»Alfonso ... »

-»iFlaco!»

Ambos, con una sonrisa en los labios y pronunciando palabras que les eran inentendibles, se abrazaron fuertemente, remeciendo sus rnusculos que de nuevo se reconocian y llenando tarnblen el ambiente de una alegria desbordante, por momentos rnaqlca.

Un gran alivio recorrlo las entrafias de Alfonso y sintio recuperar el calor de su cuerpo, el cuat Ie habia sido negado por el curnulo de organismos que ya Ie parecian lejanos.

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•• ' ••••• 0 ••••••••••••• 0 ••••• 0 ••• , •••••••• , •••••

...... , , .

Pasada aquella fria madrugada y cuando aun el sol no brindaba a la oscuridad una tregua de clandad y calidez, Alfonso y su amigo tomaron los tickets y sus bolsos, cornenzando a caminar par las humedas calles de la eriorme ciudad. respirando en su aire el sabor asumagado de 10,5 adoquines dispares que dolian, y congelaban hasta las mas sebientas narices.

-z.Corno dormiste, Alfonso?

-Este mas 0 menos no mas. EI perro de al lado molesto toda la n'oche. Debe haber presentido la presencia de un extrafio. En todo caso dormi comedo. Tu casa es muy acogedora.

-51, mi polola dice 10 mismo -replico el anfitrion con un toque de humorismo.

-LEstas pololeando?

-No era una broma. En reaiidad hace harto tiempo

I

que no poioleo. Tu supistes 10 de la Sale.

-Claro, pero Lque pas6 con ella?

-Ella 5e fue a Ovalle con sus papas -dijo el joven mi~

rando en el horizonte un punto inexacto- parece que la deje embarazada.

Alfonso mir6 a su amigo con ojos exorbitados y rojizos, bajo ellos sendas bolsas de piel color verdo~o ~roducto del insomnia que Ie golpeaba las sienes como miltmetricos martirios de piedra cual asfalto aspero y resbaloso de la avenida.

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Sonrio de manera sutil, descubriendo en los labios de su amigo el aliento agrio del oequefio embuste .

- Te gusta asustarme flaco.

- Te gusta creer mis cuentos ...

Ambos rieron, despertando con sus graves voces a un anciano que yacfa bajo un banco de la pequefia plazoleta, esperando el arribo del dfa claro y el misericordioso sol, que traerfa en sus haces el bienestar de su pie I despues de una qelida noche invernal.

-LComo dijiste que se lIamaba la fabrica?

-La industria, Villanueva y Poinset Cia.

- iAh, ya! sf, recuerdo perfectamente donde queda. A ver, como a una, dos, a cuatro horas mas 0 menos.

-LEs bonito el sector?

-Sf, es hermoso. Son bosques extensos, verdes, con una montana blanca, pura y un cielo despejado los dfas de verano. Tuviste suerte al haber conseguido hacer la practica alia. Yo conozco un poco y he sabido que los trabajadores ganan muy buen sueldo. Yendote bien en tu tesis, te contratan sin ninqun problema despues que' recibas tu titulo de ingeniero forestal. Por eso debes portarte bien con los jefes y si es necesario «chuparle las patas». Es una excelente oportunidad como para que la pierdas. Buen sueldo, buena casa ...

EI coloquio prosegufa, Ilevando en su paso los recuerdos y decepciones de infancia. Ahora que se sabfan adultos y esperaban su Ilegada a la industria maderera, conversaron del dinero, el trabajo.

EI bus antiguo y sucio en sus latas, se detuvo para

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ilevar a aquellos jovenes en sus raidos e incornodos asientos, los que crujieron al sentir el peso de ambos.

- Buenos dlas. Ni nombre es Alfonso Salgado Gonzalez.

Soy el alumno que viene a hacer su practica a esta industria.

-Espere un segundito por favor. Tome asiento si es tan amable.

La secretaria digit6 con suma destreza los botones enmohecidos del citofono que Ie comunicaba con el qerente.

La nerviosa espera trajo consigo el cosquiileo interminable en el cuerpo del joven ayudando a este efecto el frio penetrante que Ie anestesiaba la pie!.

Por la ventanilla que .daba hacia el bosque, observe moverse rnaqulnas cargando gruesos troncos en sus acoplados, gente correr de un lado hacia otro con sus ropas tefudas en arcilla y hojas, y por entre la tierra humeda. fertil, ernerger anchos maderos marcialmente ordenados y cortados con precision a una misma distancia del suelo.

E! Gerente salle de su oficina can un gesto despectivo en el rostro. Dejo la puerta entreabierta, y una densa capa de humo, rnezcla de alqultran y nicotina, sali6 por la abertura.

-Sefior; pase, el gerente 10 espera.

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-Perrn iso, buenos dias,

-Tome aslento, estimado.

Se estrecharon las manes y A.lfonso sinti6 aquella carnosa extremidad tanhelada como su actitud. Detras del senor, trofeos y diplomas enmarcados en vidrio reflejaban distorsionadamente el paisaje de la oficina con reverberancias grotescas, agravadas por el humo del cigarrillo que fumaba el formal individuo.

-Asl que usted es el senor Delgado Gonzalez.

-Salgado Gonzalez, senor.

-Bueno, Salgado 0 Delgado, da 10 mismo. EI asunto es que usted ha recibido el honor de realizar su practice aqui, en la Industria Maderera Villanueva y Poinset Cia.

Sepa usted, senor Salgado que son muchos los estudiantes egresados de esta carrera que aspiran con lIegar a alguna de las filiales a hacer su practice 0 tesis, por 10 que usted se imagina cuan importante es la empresa en el desarrollo forestal de la regi6n y cuanta reputaci6n ha alcanzado durante estos pocos afios en la zona, la Industria Vlllapotns

C~. .

No me queda mas que desearle que su estada en la empresa sea la mejor, esperando que su comportamiento y canfio a la industria se hagan patente desde ya, Bienvenido.

Terminado el breve monoloqo, la voz profunda y pastosa del Gerente anunci6 la Uegada del jefe de Recursos Humanos de la industria.

Los labios desde donde dimanaban esas graves polifanlas, separaronse como dos conchas de astra, cayendo

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al suelo el humeante resto de cigarrillo, el que fue apagado por la suela ondulada del botfn en la alfombra.

Este es et senor tlJarcos Espinoza Pincheira, jefe de Recursos Humanos. Elle rnostrara los pasos a seguir para su buen desempeFio como ingeniero, presentandole mas adelante al senor Araneda quien actualrnente ocupa ese cargo.

-Aifonso Salgado, rnucho gusto.

-Espinoza, un placer.

Los tres salieron de las oficinas, despidtendose el Gerente de los otros dos quienes ya pisaban e! suelo humedo y amoldable del bosque, aquet que poco a poco era desnudado poria maquinaria fria y rnetahca de la tecnoloqia.

«.,. Qutzas estas letras te parezcan lejanas al flujo jovial de mis sentimientos y es que un rec6ndito dolor me ha estremecido aun mas que las gotas de Iluvia que caen frente a mi ventana 0 el frio que adormece mi ptel hasta trizarla en

>1 rnues.

He sentido el peso de tu ausencia. He afiorado tus palabras alentadoras que me dan descanso. He hecho pedazos los bosquejos de mis poernasdedicados a ti, 5610 por sufrlr esta angustia incontrolable que hoy me abate el alma.

LEs posib!e que el hombre y susbestias de hierro vejen el apadble existir de los bosques aun precoces para la tala?

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LEs posible que el fuego carcoma con sus brazos el alimento del noble Auca y sus antepasados?

lEs posible, acaso, que el demonio de la ambici6n ani de en el alma de los poderosos y los haga imbatibles?

Si es asi, prefiero desechar mi vocaci6n.

'" ••••••••••••••••• II •••••••

. .

................... .

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.................................................................................

. EI Gerente mir61e a los ojos con ira indomable. Arroj6 el ciqarro a medio terminar en la alfombra roja que cubria los maderos aguanosos, debiles del plso. Su voz mon6tona horad6 las gruesas tablas de laoficina; rugi6 como uno de los pumas que se aparecfan de vez en cuando por los terrenos mas alejados de la empresa.

-lQuien es usted para hablarme as! y en mi propia cara?

-Sefior; creo no haberle faltado el respeto en ningun momento, urge una soluci6n rapida al problema.

- i Que soluciones! i En cinco afios nadle nos habra dicho nada y usted en dos segundos nos hace Ilorar con sus «sentimientos ecoI6gicos»! iGuardese esas palabritas para hablarlas en las iglesias 0 en las pefias folcl6ricas!.

-Sefior gerente, zcree usted que es correcto el falsear los documentos, declarando al fisco la tala de 1500 hectareas si en realidad la cifra supera las 2300?

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-l EI Fisco, el Fisco, grupo de ignorantes! Le quita el dinero a los que se esfuerzan para darselo a los zanqanos. Ojala que no existiera el Fisco, as! cada cual ganaria sequn su ernpefio y trabajo.

-Pero, Lque hay de la naturaleza?

-Guarda tu, naturaleza y tu filosoffa barata para otra ocasi6n. LQuien te has imaginado? Tu, un simple estudiante que recien esta egresando de la Universidad, venir a refutarme a mi que llevo trabajando mas de veinticinco aries.

-iSi usted no me escucha, 10 hare saber a las autoridades v, si aun as! el bosque sigue siendo quemado y talado en forma indiscriminada, el pueblo, aquella «rnasa de zanqanos» como usted 10 llama, 10 sabra sin censuras ni vetos!

Un ruido ensordecedor de mader-a y metal, se escucho a pocos metros de la oficina. La puerta azotada contra el rnetauco umbral pareclo soltar sus bisagras y desplomarse contra elpiso, la alfombra de la habitacion que olia a cenizas antiguas.

Sentado en el escrttorio, con una sonrisa lrontca dibujada entre lacias y rugosas mejillas, el Gerente rio.

-lSi eres 5610 un estudiante, Alfonso, un mfsero insec-

to!

Toco con sus dedos los botones del cit6fono que solia . acompafiar e! desorden de folios y prospectos en la mesa, pldtendote a su secreta ria le .comunlcase con la honorable Alcaldia de laciudad.

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. 50

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EI sonido de los autornovtlas que empezaban cotidianamente el endemoniado ajetreo por las avenidas y luqares de la ciudad, se distingufa de tal forma que mientras mas temprano era, menos osaban romper elsilencio de la madrugada.

A medida que pasaban los minutos, aquellos claros sonidos individuales de motores y bocinas, se transformaban en un curnulo abstracto de rumores muy dificiles de soportar.

EI joven observe el contorno verde de arboles gruesos y altos, un poco dtstlntos hace unos meses atras, La escalera frontal del edificio, en un costado albergaba a un senor que vociferaba los titulares de la prensa escrita.

Desatendiendolo cruz6 las paredes transparentes de cercos metallcos en sus terminaciones y plso el ahora cando cemento que Ie lIevarfa a la ciudad, despues de un breve pero intenso destierro.

-Buenos dias, ~quedan asientos para el bus de las nueve y media?

-c+iacta d6nde viaja el senor?

A un costado de Alfonso, dos indivlduos discutfan acaloradamente demostrando en sus rostros los surcos fuelles de piel, y los dientes arnartllentos y cariados com~ rocas

roldas por el mar v sus olas." " , '

- i Si el joven tiene la razon l ccorno se justifica que se aprovechen de la naturaleza que es de todos y saquen ga-

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nancias que son solo para los mas ricos?

-Pero tu tienes que comprender que falta la version oficial de la empresa. Adernas, aSI es el libre mercado, no tienes por que extrafiarte.

-Uno no se puede quedar asl. Mis nietos en diez afios mas ya no pcdran conocer el bosque porque una tropa de ricachones 10 han querido asi. La naturaleza no es solo de los que tienen mas dinero, sino de todos.

La gente, que seguia expectante las alternativas de la dtscusion que tenia ribetes de intransigencia, aplaudio al anriano que pronunclo estas palabras. Una sonrisa cruzo de lade a lado la faz del individuo, recibiendo palmotadas suaves en su encorvada espalda.

Alfonso, observando este espectaculo desde el anden proximo a la loza del terminal, aprontose a subir al bus que en pocos segundos comenzaria con su sonajera de hierros y cadenas, y al ver un kiosko cercano a la maquina, conternplo

l Cligunos de aquellos diarios colgados, como cumpliendo una larga condena.

- «Denuncian tala indiscriminada de bosques, auspicrada por importante empresa regional». «Centenares de hectareas son incendiadas en forma lleqal». «Decenas de famihas araucanas son afectadas al no permitirseles recolectar el pinon despues de cortados los bosques de araucarias».

EI vehfculo calentaba sus sistemas, despidiendo gases actdos y oscuros. EI joven corrtohacia ia puertaque Yi? cerrabael cuerpo rectangular de metal.v. vidrios. Subio y sentose ('rI un blando cubiculo recltnable. Cerro por breves instantes sus cansados ojos, pensando en los titulares, en aquellos papeles impresos, en tos chches esculpidos con su nombre, en la reaccion que produciria en la empress susdeclaracio-

nes. Y aunque slntio un miedo escalofriante que Ie recorrio el cuerpo por algunos instantes, su conclencra dijole con voz mansa y gallarda: «sl el precio de la verdad es el sufrimiento, el sufrir 10 llevare muy centro».

Un poco mas alia"en las aulas de la Universidad, distantes a setecientos y tantos kilornetros de la ciudad que el estudiante dejaba como ciudadano ingrato, los bancos chocaban entre sf cubriendo el ambiente de indiscernibles corcheas y saltillos, amen de gritos groseros, obscenos, pronunciados con ociosidad por los estudiantes. Y aun mas alia, en la suntuosa oficina del Rector, el sonido del telefono irrumpio la armonfa rftmica de alrededor. EI sujeto torno el perfumado mango respondiendo con una desmesurada carcajada que sofoco toda la polirritmia del medio. Larga distancia.

Prequnto, el Gerente, como estaba la Universidad, yel Rector, en medio de bromas y garabatos, contesto muy cor-

tesrnente. .

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Un sentimiento de incertidumbre inundo elalma de Alfonso y aunque el comedo sillon Ie prestaba su acogedora texture, sus musculos respondfan a reflejos incesantes, sus piernas movfanse con fastidiosa inquietud y su voz quebradiza se escucho dentro de las cuatro paredes exquisitamente

.adornadasrcon. un nervloso timbre juvenil.

~Senor rector, aun nocornprendo por que me ha.citado

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a conversar con usted.

-Hijo, es acerca de tu practice ...

EI corazon del joven latio ventiginoso. Pense entonces en sus declaractones, ei irnpacto que habia provocado en la ciudad, arreplntlendose en primera instancia. Mas escuchaba en su interior la voz de su Espiritu que le decia can tono claro y perceptibie: «Lucha por la verdad y ia justlcia».

- ... He sabido que los ultimos meses has realizado tu practlca a poco mas de diez horas de aqui, en la industria Villapoins Cia, Sl bien es cierto he sabido que tus caiificaciones han sido una de las mas altas de tu promocion, por 10 que te felicito, hay un hecho que me IIam6 bastante la atencion y no precisamente en forma positiva.

Me refiero al tenor politiquero que le diste a tu tarea como ingeniero practlcante.

-Pero senor, lpolitiqueria en mi tesis? Es un error, bueno, solo denuncie injusticias cometidas per la tndustria e~ perjuicio de la naturaleza,

-Sepa usted, estudiante Salgado, que las cosas no son como parecen ser. Usted pone en duda el prestigio merecido de una ernpresa que en cinco afios ha crecldo de manera desbordante. Es muy grave juzgar apresuradamente, senor, mas aun cuando estos juicios tienen tanta difusi6n, como los suyos.

-Rector, he visto las tnjusticias diariamente.EI enqafio al Estado dioendole algo y haoendo otro, el vejamen de quitar!e a ta gente nativa el fruto de la araucaria, el exterrrunlo de taveqetacion de ta zona. Converse con el gerente, 10 reconocio perc siquio con su enqafio. Lo ruce saber alas autortdades, me tramitaron sin motive alguno, haciendo caso omiso a

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m is acusaciones.

LCree usted que es correcto callar? La naturaleza de la regi6n pide a gritos auxilio.

-Hijo, a veces es mejor callar.

-z catlar para que otros aprovechen mi silencio llenandose los bolsillos de dinero, destruyendo 10 que a todos nos pertenece? No entiendo su ingenuidad, senor rector.

- i No es ingenuidad, senor Salgado! LNo se da cuenta que el que pierde no es s610 usted y la industria, sino que adem as pone en juego el prestigio de la universidad?

-serior, aquellas declaraciones son de mi exclusiva responsabilidad, a no ser que usted, como cabeza de la universidad, se hag a partfcipe de elias y las comparta.

-lComo voy a compartir opiniones tan absurdas como las que usted ha dicho, si son entero producto de su imaginaci6n! iSi no se retracta de inmediato y me firma este comprobante, usted, sera el mas perjudicado en este litigio!.

-zusted quiere que falte a la verdad?

-No que la falte; que la oculte.

EI joven contempl6 el delicado documento escrito, el que Ie produjo nauseas.

- i Usted quiere que firme este rastrero documento!

i No se da cuenta que el dinero los transforma en dioses, en seres intocables y usted forma parte de este jueguito inhumano! iUsted no quiere comprometerse porque tiene miedo a perder su trabajo, su sitial, su dinero ahorrado!

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iUsted es un cobarde, un mfsero cobarde:

Una voluminosa mana cava en la mejilla de! joven, arrojandolo al piso duro, alfombrado de verde intenso.

Sintio un pesado pie reposando en su debil espalda.

A un costada de su rostro irritado per ei golpe, en el plso, yada un sabre. Alfonso se sintio vilmente humil!ado.

Trat6 de leer las inscripciones de la hoja color beige.

Era la carta de renuncia a la can-era.

EI Rector Ie arrojo un lapiz ai joven con fuerza iracunda, obllqandole a firmar aquel documento, haciendo trtzas el anterior para borrar toda evidenciaque probara aquellos gestos desalmados.

A mi madre, en su cumpleafios,

Agosto, 1991

, ,.

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«CUENTOS PENTECOSTALES » (1997)

SONATA DOMINICAL

Este dfa domingo los ubfcuos girasoles no prestaron su polen a las anhelosas mariposas, permaneciendo, sus dedos de petalos. ernpufiados contra la dorada palma. Tampoco los gallos de la abadfa treparon los campanarios para escupir sus canticos sobrelas nubes de mosquitos que flotaban en el pueblo, por 10 que todo Puerto Sirenas siquto su siesta, aun mucho despues de despuntar el alba.

EI padre Felipfn, deliscandose de sabanas pegajosas, salto de su alcoba como despertado por el mismo demonio, vlstlo su habito franciscano y subio al campanario para dar las nueve, hora de misa. Torno su baculo ancestral para espantar a los gallos que se Ie cruzasen en el trayecto, pues, franciscano y todo, no lograba sobreponerse del trauma pueril que Ie dictaba temer a los urogallos de cresta gigante. Colurnpiandose de la campana, mientras el aire Ie desnudaba las partes indecorosas, el padre observe una a una las casas hundidas en callecitas adoquinadas, con las ropas de los portefios que flameaban en los patios, sujetos por troncos de bam bu. Asf el pueblo, bajo un traicionero cielo gris, despertaba como cocodrilo de escamas multicolores. Y aun mas arriba, en las riberas de la playa, la mansion municipal, vieja casona de los antiguos empresarios de caucho, bebfa asorbos las aguas del Amazonas.

Eran las nueve y treinta y solo el paralftico limosnero esperaba la misa, sentado en el ultimo peldafio de la escalera principal, en tanto el sacerdote sacudia con plumero las bancas, la morena Virgen del Maranon y el pulpito. Acostumbraba a desnudar el mueble para enlucirlo v, al hacerlo, reparo en que la seda que protegfa el ambon yacfa rasgada en uno de sus vertices.

- iCholo, hoy no tendremos misa! -qrtto el padre desde el altillo de la capilla.

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- i Caracho! -respondio, tratando de obviar la ultima sflaba, al percatarse de la impertinencia del giro -Este, puchas padre, hace tres domingos que no hay misa, como si estos patas no supieran como Ie cuesta a uno conseguirse un par de soles pal comer.

- iVaya chaval, hasta cuando vas a estar pensando solo en com ida ! i Hombre, vosotros los mencJigos tenets manes para pedir, pero no pal trabajar: iVamos hombre, que cierro la capilla, pues a rezarle me ha mandado la virgenota I.

Y cerro las enormes, produciendo un estruendo que sacudio los vitrales rotos e hizo crujir las maderas de los confesionarios. Antes de arrodillarse ante la virgen del Maranon, besale ios pies desnudos y frota su gofrada cara de campesino gallego contra la capa violeta de la imagen. "0105 te salve Maria; Ilena eres de gracia, bendito el fruto de tu vientre. Santa Mat-fa, madre de Dios, rueqa por nosotros pecadores .. ".

En medio de la larqa jornada de tetanies. cuando la cara del padre Felipin Ilegaba al suelo y un charco de saliva reflejaba en aquel sus labios apenas mooulantes. escucho unos cant-cos que Ie despabilaron. Se levanto, can la manga de su nabito seco la saliva de su boca y rnejillas Y estiro los rnusculos de su cuerpo, empezando per los brazos.

- iCholo, te dije que no jodieras porque necesito inti" midad pal rezar-. Y solo Ie respondio el silencio. Y volvio a arrodillarse y de nuevo el himno lejano, enriquectdo con vibratos en la ultrrna silaba de cada estrota- i Caracho, no me friegues, pues si sigues nunca mas te presto el qalhnero pa que duermas- Y el canto conrnovedor y visceral msistia.

- iAlli voy cholito y esta vez no te peroonot. Y como, mientras sus piernas se embrollaban contr-a el patio aspero de su traje-. Sublo a la azotea, resbalo por las tejas oscuras hasta lleqar a !a baranda que Ilegaba al campanario; bajo al

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gallinero procurando no toparse con Chino y Pete/ las gallos de pelea, y terrnlno su busqueda en los tres confesionarios de la abadia. EI cantico misterioso empezaba a lIenar de oro el antiguo salon.

EI parroco, a mitad del templo, inutilizadc por el pavor: "iMadre mia, Maria santisima". Y mas rapido que una boa corrto a los brazos de la estatua y desde alii, observe a traves del vitral inconcluso que mostraba la calle, como el paralitico reptaba por el suelo, a tres solares de alii, sorteando los excrementos de las gallinas que se Ie encaramaban por el hombro hasta su despeinada y blanca cabellera.

-tOqqqquien esta alii! tQqqqquien esta allf!, Ie ordeno por .. por ... este ... (cpor quien") iAh! iPor el concilio Vaticano Segundo que se identifique ahora! - E hizo sonar sus palmas para asustar con el ruido al ente misterioso y de elias, una nube de yeso Ie acaricia el semblante.

- iSoy el fantasma de San Viator, el cauchero ... puaj, ja, ja!

- i Por favor, no me haga nada, se 10 ruego ... ! -Sin discernimiento, aunque el sacerdote sospecho de estas nauseas de risotadas castradas al final de la frase y antes de que se decidiera a dudar de la existencia del fantasma para tomar una posicion mas racional, escucha ...

- iJa, ja, cura, aqui estoy, no soy un fantasrna, estoy aqui abajo!

Felipin, perplejo, busca con sus ojos el odioso escondi-

teo

- iAca abajo, hermano, en el subterraneo ... permitame presentarme, mmqq, mmq. Soy Facundo Quispe Quispe, pastor de la iglesia evanqellca ...

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EI cura parece no dispensar su concentracion en las palabras del misterioso huesped, sino que se ocupa en arrastrar su of do por los elementos sagrados, pesquisando ellugar preciso desde donde emanan los sonidos.

- No se como me trajeron hasta este lugar, mmq, rnrnq, hace como ... siete dfas; no quise molestar, hermano, erne escucha, no?

- Sf, este como me dijo que ... e.cual era su nombre?

- Facundo Quispe Quispe, siervo de Dios, cartsrnatlco y metodista.

Escucha los dos tftulos y frunce el cefio. Su mente succiona de los rincones el conocimiento de los adjetivos. Empuna su diestra, golpea el aire pasando a lIevar el jarron de orqufdeas. Esto afiade mas ira a sus palabras, cuvas gotas de saliva mueven el charco de agua pestilente.

- i Evangelista del Hades, moro soplon; haz venido a fregarnos el culto a Marfa! iHereje del Seol, con razon que el pueblo no viene a eucaristfa, porque Ie has soploneado que el vino es 10 que sobra de la Fuente de Soda del serrano Gamboa! Hnqulslclon 0 muerte!

Y abajo, el tosigoso anciano apoya sus asentaderas en la piedra canteada, hurneda y oscura, como molares de perro casero y sus pies en los cantos de sus sandalias combatidas. Rfe con hilaridad perpetua y mueve la cabeza, de lado a lado, con sobrenatural misericordia. Alii solo alumbra un rave de sol que serpentea por el patio, cruza un bigote de pasto y entra por un adoqufn ausente, en el vertice que une la pared vel suelo. Aquel da a una pared de adobe en la manana, a un montfculo de craneos V mandfbulas trizadascerca del mediodia, V en la tarde apenas loqra proyectar (como 10 hace el resto del dia, de paso) un cinerama de colores en el techo.

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Allf supo de la existencia de los gallos de pelea, de los viajes del padre Felipfn en busca de agua al pozo vecino, y de las maldades de los rufios de la tribu de los cocamas el dia de bautizos, cuando desnudaron vivo a Chino para adornar con sus plumas los turbantes V las lanzas que trafan para comercializar en el pueblo, en sabado de feria. Precisamente alii com pro el ultimo morral de pululos, mientras los dos rnatones del gobernador Ie oprimfan el lomo con sendos canones de escopeta y la gente Ie observaba despeinado, con un ojo en tintas, los pantalones sucios apenas sujetandose en la erntura, asomando abajo un tilde transpiroso, y gotas de sangre seca surcando desde el bigotillo a las mejillas de su cara.

- i Eh patas, como si nunca han visto a un diablo fregado de la cabeza! iYa, carachos, vamos, rnuevanse, salgan de aqui, cholos pelotudos, vamos!

Lo arrastraron por la feria de la calle Atahualpa, Ie metieron a la carroza policial y habiendolo golpeado contra los bordes del carruaje, venda ron sus ojos y Ie Ilevaron al subterraneo de la catedral,

- Pos chaval, que historia mas triste tenets, hombre.

Hermano, pos perdonarne por haberte tratado asf. Debes tener mucha hambre, Ldesea algo, mi hermano?

- Sf, por favor tralqarne una chompita, hace un poco de frio aqui abajo. LMe escucha bien?

- Este ... regular; espere ...

Y el padre Felipfn toma el baculo V golpea adoqufn por adoqufn, pesquisando el eco mas profundo, pues en aquel habrfa un eventual lugar para sus platicas con el obligado cornensal,

- iAquf, padre, aquf

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Y el sacerdote presta su sotana al suelo y arrastra su of do por el pavimento. Un alambre brota de este y Ie rasqufia la frente.

- iAy chaval, que casi me ensartas el ojo!

- Perdon padre. Aqui encontre un agujero mmq, mmq.

LLe parece si usted sube el alambre y yo 10 bajo?

- i Pos me parece buena idea, hombre!

Y entre ambos parieron un agujero del tarnafio de un huevo de codorniz, despues de dos horas de estrecharse las almas y fondear sus discrepancias.

- i Pos que aqui que no cabe ni una ova de salmon!

Bueno, a proposrto de salmon, debes tener un hambre de plrafia. Vamos hombre, dfgame como 10 ha hecho para estar una semana en este escondite que ni siquiera yo conoda ...

- Mmmqq, mmqq, he estado comiendo del trigo que cae del tragaluz. A veces sus gallitos no pelean y ... no arrastran semillas. Los dlas que sucede asf ... bueno ... ayuno. LMe podria hacer el favor, herrnanon, de tirarme por este agujero un poco de canchita, unas bolsitas de pululos 0 algunos trocitos de paneton?

- i Pos clare, hombre, con gusto para usted, amado pastor, ah, y la chompita que me pldto:

***

Con sus pulgares enganchados en los elasticos de un suspensor mas grueso que las riendas de una mula y una camisa desqarrandose ante un ombligo peludo yemergente,

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se clava bajo el umbral de la capilla evanqellca don Rubicundo Choquitarqui, gobernador de Puerto Sirenas. En tanto habla sus palabras se ahogan en oscuras bocanadas de humo que deforman su rostro de mejillas mustias, papada gelatinosa, ojos asiatrcos y cejas de champa acuatica, amen de columpiar un puro en sus labios jugosos.

- iQue pasa aquf, cojudosl iVamos, sigan cantando Aleluya y saltando como diablitos. Aver si despues de que escondf a este pata siguen fregando el pueblo los domingos por la manana!

Y se adentra en la capilla por el pasillo, directo al pulpito, estremeciendo el suelo en cada paso. EI silencio se quiebra con el lIanto de un nino. La autoridad lndlferente, observa al predicador, apoya su izquierda en el podio y su diestra extrae con la pinza de dos dedos el puro asumagado por la baba. Sopla humo en la cara del predicador, este se retuerce nauseabundo en el proscenio. Don Rubicundo rfe. Una veintena de feligreses aferran con sus manos las Biblias y bajan las vistas, pustlanlrnes.

- i Pobre del cholo atrevido que 10 yea jodiendo por el pueblo con sus famosas guitarritas, porque al tal, 10 juro, 10 cuelgo de los genitales en el plaza!

LEntendieron?

- iiAmen!!

- tCorno que Amen! iQue Amen ni que ochocuartos! iA mf me dicen sf, no me vengan con esas barrabasadas ... ! i

- i i Sf, don gobernador!!

Y rapldo sale de la parroquia, en tanto Ie esperan dos mulatos de torso desnudo en sendos caballos, y un tercero,

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que Ie presta su lomo, el cual cruje y se dobla cuando sube la autoridad.

Una rMaga de barre y galopes se pierden en la cabellera verde y hurneda del Amazonas.

***

.. EI primer paso, ubicar la suntuosa Virgen de yeso cerca del foramen, casi Ie cuesta el relicario antiqufsimo y el dedo gordo de la figura, pues, para no despertar sospechas entre los feligreses, decidlo emprender solitario la empresa. Diariamente strnularla rezar a los pies de la beata, de estomage en el suelo, con su boca encajada en la ranura del adoqufn. AlII supo de las razones de la detencion, de las increfbles historias de milagros y endemoniados, de la pasada vida de este ex-senderista y narcotraficante ayacuchano, del modo como se hizo evanqellco en un cuarto oscuro de la careel limefia de Lurigancho y de los testimonios impactantes de sus noches de precicacicn por la sierra, la costa y algunos villorrios del Ecuador. A cambio de las narraciones rogaba que Ie dictase versfculos biblicos para copiarlos con la punta de un clavo en la pared de la mazmorra, pues deda que con el apuro, no habfa alcanzado a traer su Biblita de batalla.

EI sol pareda esconderse mas temprano de 10 habitual y el reloj de la abadfa correr frenetico los ocasos que consagraban para dialogar. No Ie importaban al sacerdote los pies adormecidos, las costillas amoratadas ni la mandfbula casi desencajandose, pues a diario descubria un nuevo horizonte abrirse a su espfritu pueril, el que por mucho tiempo, marchito, esperaba un destello de luz divina. Asf pasaron los dias, como cuentas de un rosario ineludible yapremiante.

EI sacerdote apoya su frente en el pavimento, cierra suS ojos y deja temblar sus labios que luego de permitir un silencio, eructan un triste gemido.

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.,

- Padre, hermano Lque sucede peh?

- Nada, pastor, nada ...

- LComo que nada, patita? Vamos, cuenterne ...

No Ie cabfa en la cabeza que hombres de la preparecion de un campesino, pero del alma de un beato, sufrieran el injusto decreto de un gobernante tlranlco y dtabolico. No debe importarle, Ie replica, mi carne esta presa pero mi espfritu mas libre que los tucanes que vuelan alia afuera. Pero es que no es eso, hombre, inststlo, sus palabras son mas eficaces que Sendero Luminoso y el Emeerretea juntos yesa revolucion es la que necesitan nuestros pueblos, chaval. Dada las joyas que tengobajo mi catre para sacarlo de este maldito encierro, zrne entiende, pastor? E irrumpe en Ilanto y suplica: "Varon, deme 10 que usted tiene, por favor, se 10 pido, esa odiosa paciencia y esa estupida esperanza de chaval pequeno. Vamos hombre, que los quiero para mi. Le juro que saliendo de aquf yo me hago evanqellco" y hace sonar su nariz bafiada en jugo pardo y lacrimoso, y escucha "padre, no es cuestion de religion. Es cuestion .... de vida". Y la ultima plegaria del dfa, pues anochece en el pueblo, es que Ie dicte el capftulo tres del evangelio sequn San Juan. AlII pone su dedo una vez terminado el encuentro y 10 muerde con endas de papel. EI padre Felipfn trepa el campanario, se equilibra en los ladrillos que dan a las tejas y se sienta alll, mirando como una vema de huevo se resbala en un horizonte violeta, detras de las multitudes de monstruos oscuros. Alia tarnblen van bandadas de pajaros, surcando a veces nubes de mosquitos y se esconden en la lejanfa del ocaso. "No ternaravilles de que te dije: os es necesario nacer de nuevo" y la Biblia descansa en la fda baranda. EI sacerdote une sus manos, las entrelaza y las Ileva asi, unidas, a su menton verdoso. Una lagrima cae en su sotana. "Si es que de veras existes, esta vez y por siempre te saliste con la tuya. Me rindo Jesus, amen".

Sin repararlo y con una sonrisa maqtca en los labios, extendto sus brazos a Chino y a Pete, los cuales.revolotearon

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P?r el campanario hasta la baranda. La noche habra caldo y solo cuando hubo bajado y guardado las aves en sus corrales, comprendi6 que sus miedos habian ya jubilado al igual

que su antiguo baculo ancestral. '

***

Tres cholos musculosos desnudan a latigazos el pasillo central de la feria sabatina. Los perros en tanto ladran miedosos, seesconden entre los sacosde chufio y pulul~s; los loros abofetean con sus alas, despidiendo plumas multicolores y las llamas se preparan, entre tanto, para escupir a quien se les cruce por delante.

Mientras todos miran al suelo con surrusron camina

, . ,

grave con su estomago de mundo meciendose, el goberna-

dor de Puerto Sirenas.

- iA 6nsta la mijita rica de Maruja peh, ya peh, no te escondas, Ilamita linda!

Donde t~rmi~a la, ~eria, casi al Ilegar a la calle Lequla, hay una carpita sicodellca y misteriosa de cuya ventana emerge una nube de incienso. AlII espera, irnpavtda, Maruja De las Mer~edes Huarnan, Un turbante ocre, ojos hundidos, frente estnada con cejas finas dibujadas con rubor, parece promotora de joyas, collares y demases. "Hola rnuseo andante", Ie saluda don Rubicundo ante 10 cual la adivina apen~~ ,mueve sus labios escondidos en pintura, extasiada con la vl~lon qu~, apar~ce en su bola rnaqica. "lAlgo para rni, bella pnncesa? y extiende su mana a la esqueletica pierna de la dama, q.ue responde reflejamente con un puntaple que la desencaja la rodilla. "iAh, peh, si no es pa tanto! iAy, ay!"

, - Chstss, silencio ... la bola me dice que ... -plega aun

mas sufrente, agudiza sus negros ojos.

- iQue pasa Marujita, que pasa!

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- La bola dice que primero dejes cincuenta sales dentro del cofre ...

L.a nigromante extrae del elastico de su sosten breve una Ilave con la cual abre el cajon de! escritorio. Toma alii dentro una cabeza de jibaro que cabe en su diestra, descansan ahi los pnmeros soles del dia que se dejan chocar can los que don Rubicundo arroja nervioso.

- Escucha bien, hermano espiritual: el oraculo esta vez sera breve. (r~a!-uJa piensa decirle que la brevedad se cornpone con un par- de sales mas, pero luego se retraeta, par etica profesional). Don Rubieundo Choquitarqui Cuellar, quiero decirte que antes de que la semana termine, dejara de existir el hombre mas importante de Puerto Sirenas, eso es todo ...

Un hilito de saliva cue!ga de la boca medio abierta de la autondad 5e levanta sin medlar palabra; a su paso arrastra, sill querer, el mantel negro y estrellado del escrttorio. Y alii van al suelo la baraja espanola que se disemina en el brasero ardier.tc, el sue!o y la bacinica metauca: tarnbien eaen la eabeza diseeada, una replica de la virgen del Maranon -que se quiebra en la hecatombe- y la bola de cristal que al tocar suelo produce un fraqor de dirnensiones atom-cas: los tueanes del L\rnazonas vuelan al sur, dos solares a la redonda los poll!ClcJon,;s 5e arrastran turulatos por los gallineros, las nubes estaiidn laqrimas abundantes y las rmaqenes, colores e historias prisioneras ell esta esfera profetrzadora quebrantan su cauttverio rnilenial y itenan de sombras, arcoiris y noveias, toda la region Nororiental del Peru.

***

Una larga hebra de luz cosqurllea el rostro palido del pastor Facundo Quispe y 10 despierta. 5e levanta, y en ese esfuerzo un tosido viceral pareee desqarrar su garganta arnar-

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ga y viscosa. Escupe sobre las calaveras del rincon.

Toch parece intacto: los adoquines humedos, la pared escrita y la provecclon visual sobre la boveda. Bajo esta, empero, algo irrumpe el orden normal: un morral de tejido cuzquefio cuelga del borde del adoquin ausente. Alii un trozo de charqui, canchita, habas fritas y una carta. EI ministro la despliega, la apoya en el suelo al igual que sus asentaderas, resfriega las leqafias de sus ojos, pasa la manga por su bigotillo brillante, muerde un trozo de charqui y lee:

"Pastor, creo que las predicas callejeras, la rrurustraclon a los endemoniados y el bautismo para rerntslon de pecados han lIegado a oidos del Arzobispo. Le escribo breve pues afuera me espera el dlacono Mamani para llevarrne a Iquitos. No pude despertarlo: son las 23:30. Por favor, ore por mi. Aqui Ie dejo algunos fiambres; mejorese pronto.

Padre Felipin Santa Maria"

AI otro lado del Amazonas, Iquitos roba humedad a la selva y rompe el omnipresente verde con su mosaico de rnatices y ese olor caracteristico a guano de vacas y a naranjillas maduras. Tendederos con ropas de mil pigmentos elevan y hunden las casas en cada oleada de aire caliente. Mas arriba las mansiones de los legendarios fucares del caucho con sus cuadriculados ventanales azarosamente ausentes y la pintura despellejandose, formando extrafias sombras en sus paredes de madera. En una de aquellas, cercana al club social y a la Plaza Municipal, conversan el Arzobispo de la comarca, padre Faustino L1ona, y el sacerdote Felipin Santa Marfa. Este observa tras el prelado, a traves de la cincuentena de vidrios que conforman el gran ventanal, como atardece en el Amazonas, y agudiza aun mas sus ojos empafiados para alcanzar con ellos el lejano Puerto Sirenas, mientras escucha de labios de su superior, que como es posible este desliz doctrinal, y esta afrenta publica a la autoridad romana, que habia oldo rumores de que se entrevistaba con. los evanqelicos del pue-

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blo y que eso estaba muy mal para un sacerdote de su envergadura y orden, que como pudo habersele ocurrido rebajar la solemnidad de la rntnlstraclon sacramental a la altura de un preqon de feria y la tal herejla de administrar el bautismo del modo evanqelico a los fieles catollco-rornanos.

EI padre Felipin pareee absorto, indiferente, medio chueco en su silla, apoyando su mandlbula en la diestra cuyo coda hunde el borde del sillon antiguo. Alii escucha la sentencia: extrafiarnlento perpetuo de la zona y traslado a la Patagonia argentina a trabajar como secreta rio del Arzobis-'

. po. Mira a 10 lejos el sol cual naranja incandescente, chapoteando en el agua frente a Puerto Sirenas. Nada mueve de sus ojos ese azimut, nada, hasta el instante en que contempia a dos seres alados cuyas ropas flamean resplandecientes en el firmamento, los cuales sujetan de lade y lade a un fragil hombre de chompa y pantalones anchos y sucios, que aferra en sus manes un clavo y un morral con fiambres diversos.

Aun cuando la tarde.caia, derramando luz de sangre y oscuridad gradual, esta vision Ie esperanzo, pues vera a los seres surcar las alturas y rodear el sol que eclipsaba confuse por la osadia de aquellos, Y asl, escrutadotnqulsttortarnente por los ojos huerfanos y perdidos del Arzobispo, penso en 10 familiar que Ie sabia este desconocido, y ala vez singular atardecer. No tuvo mas operon que volver a su nlfiez, olvidar su.rebeldla y llorar lagrimas abundantes, las cuales anegaron la estrarnbotlca manslonv trastornaron su orden liturgico.

***

No Ie basta descuartizarse el vientre arrastrandolo dosclentos metros en proceslon al Senor de Locumba, en las .cercanias de Arequipa, tampoco tomar tres banos diarios en aguade las carmelitas, menosensebarse el cuerpo con una poctrna hecha de Wira Sasha, Inca Cola y Ufias de gato, pues todo Ie mantenia soliviantado despues del fatal oraculo. Pero

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10 mas insouto en todo este enigma era Que ios tres medicos dos astroloqos adem as de la Gitana in~itada, por mas que e~crutaban est a estatua de sebo, con su vientre de zepallo y prernas chuecas de chimpance, no diagnosticaban ninguna grave enferrnedad que Ie insinuara visitar las puertasdel infierno, salvo una sffilis pestilente que no comprometia su existencia y una anunciada flatulencia que de vez en cuando se manifestaba, lanzado varios metros a la redonda a sus acerrimos colaboradores.

. Con el suefio guardado de toda la semana, don Rubicundo Choquitarqui Cuellar opto por obedecer los consejos de sus medicos limefios. Rompio el insomnio aquella noche sabatina, arrojando las pastillas y los paquetes de cafe colombiano por el balcon.Tstos se abrleron al chocar con las barandas y tejas de la mansionv se diseminaron sobreunos ~ifi_os.que mendigaba~ soles cantando en el Jiron Miguel Grau:

Ojala que lIueva cafe en el campo, tra, la, la ... " y asombrados miraban al cielo, en tanto sus ojos se cubrian con el polvo oscuro que descargaba el aire en direccion al suelo.

- iEh, patas, ahorita cantemos el Himno Patrio aver si Diosito nos concede ganar la guerra contra tos ecuatorianos

peh! '

Eigobernador perdido en un oceano de sabanas, colchas y cojines, pi de a la gitana que Ie arreqle elmosquitero que Ie enjaula en el talarno y que apague la luz, no olvidando invectar el espantacucos en el enchufe de un costado del ropero.

Cuando todo es oscuridad, el qobernaccrretorcrqea su monumental cuerpo contra el gobierno de sedas, y como por arte de magia,. el primer bramido nocturno de la semana irrumpe de su boca hacla el breve puerto amaz6nico.

***

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- i iCaracho, estos cojudos de nuevo vienen a freqar con sus aleluyas! Iii Les juro por la Santisima Virgen del Marafion que los rnuelo a trompazos!!

Y furibundo enrojece su rostro y dos soplidos de vapor ernerqen de los agujeros peludos de su nariz. Como un toro empuja las puertas de su cuarto las que se desencajan de sus quicios y Ilegan a dar, una al medico lirnefio que duerme en el suelo, y la otra al maestresala quren no se da por aludtdo pues deltra ebrio sabre e! sill6n LuiS XV del Hall. Carre sorteando e! sofa, el busto de marfil del presidente Odria, el rnacetero de plata y el clavedn de su tia Anastasia, el cual, al terrnmo de su marston, Ie concede una mala jugada: tropleza con ia pata del instrumento, vuela can los brazos abrertos cerca del candelabro, su cabeza golpea los ventanales que se abren de par en par azotando los vidrios contra el pasamanos del baleen.

Volaron las palomas al percatarse de! vuelo de este ciclopeo pajaro que aterrizo con el vientre en la acera de la avenida, p er o con la f'uer z a del desplome rebot o ernprendiendose de nuevo el manlatico viaje: se remonta sobre la plaza, el edificio municipal, la iglesia catolica; la gente Ie mira pasmada, los nifios arrojan sus juguetes y se aventuran a seguirle, como quien persigue una cometa.

Cerca de ahf las nubes challaban trocitos de papel rnulticolor sobre la estudiantina que nuevamente volvfa a despertar a ia aldea con sus acordeones y guitarras de sonido angelica. EI colorido se confundfa con los girasoles que lanzaban can nostalgia los vecinos y con las coloridas cabelleras de los panderos que revoloteaban como picaflor en las manos habiles de las coristas.

En medio de esta larga proceston rellqiosa vino aaterrizar don Rubicundo Choquitarqui, de bruces en el suelo, can el torso desnudo y los calzoncillos floreados, largos hasta las

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rodillas.

La estudiantina evanqellca ceso el jubileo V se congrego alrededor del ave siniestrada. Esta se levanta, como posefda por el mismo demonio, V profiere amenazante:

- iQue miran, caracho! iQuien de ustedes fue el maricon que se atrevi6 a contrariar el decreto! iVamos patas, tropa de cojudos que no tienen que hacer! i Hijos de la gran ramera, no me miren con esa cara de Ilamo degollado, peh!

Y se acerca a un anciano, 10 coge del paleto V 10 levanta unos centfmetros por encima del suelo hurnedo.

- iVamos, mono, dime, dime o'nsta este transgresor de leves/ tu maldito pastor Facundo pa colgarlo de los testlculos en la plaza ahorita mismo!

Bajando la vista el anciano apunta en direcci6n poniente V replica

- AIIf, senor ...

Y en una carreta arrastrada por dos bueves, Facundo Quispe Qulspe, pastor de la Iglesia Evangelica, viste una chompita ploma, unos pantalones holgados V un par de sandalias gastadas. En su descanso parece mirar al cielo, pero sus ojos estan cerrados, sus labios sellados con saliva seca V su rostro de beato, paltdo V frio.

EI gobernador de Puerto Sirenas recuerda la profeda vertida dlas atras, el dia en que firma el decreto V querno la Biblia municipal, las noches luqubres V solitarias de su existencia V los pecados de infancia que novelaban cada noche sus horrendas pesadillas. Pensando todo esto V en el dolor de un pueblo que a esas horas batfa en sus manes pafiuelos blancos, lloro amargamente.

Arica, junio de 1996

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HISTORIA DE UN ENCUENTRO

" ... Ie das una pizca de reverb V un poco mas de retorno a los fonos, flaco, sf despues de la ultima cufia tira la cortina unos tres segundos V ahl me meto yo. Oye, a proposito Lno dejo algo para mi don Manolo? (un sobre? (ba, que rare). Bueno, despues de que terminemos me 10 pasas ... "

"MuV bien amables auditores, hasta aqui la entrega informativa del mediodfa en radio Arica, amplitud modulada estereo. Le recordamos una vez mas que hoy viernes 30 de octubre las autoridades de gobierno han decretado toque de queda desde las 23 horas por 10 cual nuestra ultima entrega informativa del dia comenzare a las 21: 30 horas. Por su atencion dispensada gracias, tengan ustedes muy buenas tardes"

Zaqueo Maturana abre los fonos que aprietan sus ofdos, los deja arrastrar por sus p6mulos jugosos en tanto despega de su espa!da hurneda su camisa taiwanesa V la airea con rapidez. Termina el rito cogiendo de la mesa un par de cuadernos y su qrabadora de reportero. Antes de empujar ta puerta el radiocontrolador se adelanta a la acci6n y Ie espera, apoyado en el umbral descascarado del locutorio. Maturana hunde su mirada en los ojos de su cornpafiero, perplejo.

- Flaco, Lpasa algo?

- Vengo a despedirme de ti, Maturana ...

- No me digas que te vas de la ciudad, flaquito ...

- No compadre, usted es ei que se va ...

EI perillero lleva su diestra al bolsillo trasero de su jeans, de all! esgrime un sobrecito azul el cual arroja al tocutor, Este se agacha para recogerlo.

"Don Zaqueo Maturana Maturana. Goce usted de muy buena salud. A traves de la presente expreso mts agradecimientos por los meses en que usted 5e ha desernpefiado como

periodista y locutor en nuestra casa radial. Lamentablementel los requerirnrentos del-rnercadov su falta de competencia en la labor. periodfstica me motivan a prescindir de sus servi'cios/Jod.Jal se harfa efectivo desde eldfa lunes 2 de noviernbre." '

- Te saliste con la tuya piojillo resucitado, serruchsro de ...

. . .

"Sail hecho un cohete, subf por general Laqos, corte por calle Maipu que a esas horas era intransitable (las peruanas la cercaban con sus sacos de pululos Y Na pancha de esquina a esquina), trepe todo Colon empujando gente como malo de la cabeza y despues de unos cuantos resbalones por la ladera, lleque a la cima del morro, con la cara roja, las venas del cuello casi reventandose Y el cinturon del pantalon abajo, en la mitad de las nalgas. Con un poco de remordimiento, prequntandorne si el flaco penso que corrf rapido por temor mas que por la frustracion (10 que a fin de cuentas provoco mi huida) ernpece a mirarla ciudad y lueqo, a probar punterfa agarrando a pefiascazos alos jotes quea esas horas se asaban bajo el sol inclemente.

Sfl mi jefetenfa razon: he sido un reportero mediocre.

Nuncale he trafdo una primicia (desde que me pillo copiando noticias del diario La Estrella y La Defensa se torno desconfiado conmigo) . Super ferne, porque el trabajar en radio era mi suefio desde pequerio. Y ahora estaba aqul, filosofando si lanzarme de hocico hacia abajo, 0 simolestar al milico que estaba de guardia para que me disparara con su rifle (eso serfa mas honroso, la gente pensarfa que era por razones polfticas y luego me levantarfan monumentos y estatuasjAv,

isi tuviera una super primicia! . > .' .

En ese contemplar mis ojos ernpezaron adesarrnar el puerto artificial. Los buquestabeceaban contra las murallas dehorrniqon delas que colqaoanuna docena-de neumaticos

oJ,:, ,,'~ . • ' ,. , ".~ .... .,' .... _~ _ '.

colosales y que' amagabanlos golpes de las naves. Un poco mas a la izquierda, una hilera de galpones polvorientos Y salpicados con excremento de huajachis cautlvo mi mlradapor un detalle que juzque en cierta medida irrisorio: un gran brazo de hombre asomaba breve por una abertura del ultimo qalpcn. En la palma de ese miembro gigantesco las palomas construian sus nidos Y revoloteaban graciosas. iUn gigante durrniendo en el puerto de Arica! serfa una muy buena noticia, pero 10 mas probable es que con tanta tristeza Y los ojos trizandose de furor, yo, mfster Maturana, estaba divagando con mi mente episodios fantasttcos."

Sus conclusiones apuntaron a que, en efecto, la mole se trataba nada mas ni nada menos que de la Figura del Cnsto Redentor remolcada desde un pars europeo can el fin de que sirviera de amuleto, juguete nuevo 0 tapa bocas para un pars nortino Y cuya morada final seria la piramide construfda en la cima del codiciado penon, alii, observando el devenir de la coma rca entonces prospers Y visitada. Lo aun mas extrafio cornenzo despues: dos grandes camiones se instalaron cerca de la estructura de iata, medio centenar de conscriptos entraron al qalpon, otro resto de palidas y clases daban instrucciones por radio.

A la hora en que Ilegaban las dos qruas tttanlcas Zaqueo Maturana temblaba entero ante el oportuno descubrimiento y se aprontaba a observar 10 mejor del espectaculo cuando siente en su nuca Viscosa el helado cation de un rifle.

- Compadrito, 10 siento, va a tener que salir de aqui si no quiere meterse en problemas ...

- Que honda, oye, si el morro es ltbre, soclo, Ya loco deja de lesear que el cperativo esta bien bueno: ..

- Por eso mismo compadre, el operative> es secretorya vamos saliendo de aqul, no sacai nada con ponerte puntudo,

77·'

si no tetraigo el escuadron entero aver st te gusta.

Maturana es cargado por dos soldados en tanto sube y baja a improperios al comandante de guardia, que milico tal por cual, que cuanto te pagan por vacuna, como si el morro fuera tuyo, ya vas aver cuando converse con mi tio Augusto. Con el rabo entre las piernas, haciendo pucheros y gargaras de saliva y tierra, Zaqueo Maturana, presta sus nalgas a aquel v, a la usanza de las mejores aventuras infantiles, se desliza en el mas glorioso toboqan de la ciudad.

II

Para explicar la misteriosa desaparicton del monumento, la prensa esqrtrnlo toda clase de hlpotesls: que habian visto al Cristo regresar a las alturas seguido de una comitiva de angeles, gaviotas y pelicanos, que los comunistas osaron esconder el monumento para canjearlo por la democracia, que unos peruanos disfrazados de turistas trozaron la efigie, la camuflaron entre sus bolsos y pretendian instalarla en un morro artificial construido en Tacna 0 que, increiblemente una asociaclon de pandilleros la habia rateado para venderla como chatarra y adquirir por vez primera, mejinje decente, no esa porqueria compuesta de raspado de murallas, talco para pies y heces secas de perro.

Zaqueo Maturana lnauquro su primer dia como cesante aquel lunes 2 de noviembre, poco antes de despuntar el alba. La avenida Tucapel aun presentaba sefias de la divertida jugarreta del viernes en la noche: algunos postes siesteando en las aceras, un carro policial patas arriba en la intersecci6n con avenida Loa, un comunista que, quedandose dormido a media protesta en las ramas de un arbol, recien bajaba del escondite lIamando con pavor al cornpafiero Manriquez y a la chica Monica, y por ultimo, el chofer del guanaco quien, al ver quesobraba agua en la joroba de la mole, opt6 por hacer labor comunitaria aprovechando de regar los arbolitos del

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bandejon central.

A medida que el sol iba trepando por las espaldas del cerro Chufio Cal parecer can mas pasion que nunca), los conflictos existenciales en la vida de Maturana empezaron a am anecer: que hacer can esta oportunidad, e! Putlizer me espera millones de d6Iares,no .. , yo s610 quiero volver a rm pega

, ,

y demostrar que valgo par 10 menos cinco pesos mas que un

cuarto de aceitunas de Azapa, sf senor! Y poder ser el reportero que siempre quise, can rru grabadora marca chanchito y can mis pilitas de a dos par cien. "Mire senor Manuel (no, siempre en nombres se usa el "don"! pavo) si, mire don Manuel, no se si me via par televisi6n (entonces Ie nornbrare a todos los medias, empezando par los mas charchitas) y bueno, este, no se, usted se imagina, can esta gran primicia todos los canales de TV y las radios quieten .. , este ... (can naturalidad Ie dire "no es par darrnelas de grande don Manuel") contratarme, pero bueno, como yo me he iniciado aqui,

en su radio ...

Y ahf su disyuntiva: volver a ofrecerse seria denigrar su honra pues 10 dejarfa a merced de la misma odiosa desconfianza de antes, a bien, presionar la platica en son de que don Manuel! ineludiblemente replicara"de gustariatrabajar nuevamente senor Maturana?" 10 cual Zaqueo desecho de plano yaque canada sus umltantes como arengador habili-

doso, ~~

Premunido de un alambrito de cobre, a falta de monedas de cincuenta, Maturana disc6 el fono de todos los medios periodfsticos de la comarca, 105 cuales con extrema vivacidad movilizaron todo su ejercito de cables y luminotecnia hacia su pauperrima morada de calle Pachama. Sin irnportarle el te!6n (una pared para que tan sebienta), ni elletrero de arriba de su pieza que deda "Golpee el nylon antes de entrar" se ubic6 detras del comedor rnlentrasIas potentes luces de televisi6n y el serpentear excitante de los zooms fotoqraficos Ie

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acariciaban el ego, por afios desnutrido.

- Yo tengo datos del Cristo Redentor.

- Shutssss, por favor colegas stlenclo, el senor Maturana hara sus declaraciones para todo Chile ...

- i EI Cristo 10 tienen los militares, yo los vi haciendo los preparativos del rapto!

Casi 10 linchan al pobre, despues de responder a la incognita. Con un ojo en tintas, la camisa made in Taiwan hecha uri estropajo, y la mandfbula encajada en la oreja izquierda, Maturana enfrento la triste realidad de que sus declaraciones, si bien eran verosfmiles, dejaban a el y a toda la comarca igual de colgados que siempre, ya que la ciudad preguntaba "donde" no importando qulen era el mafioso. Propuso en su corazon, entonces, iniciar la busqueda del Cristo con este pequefio pero significativo rastro.

III

Busco en el mercado Persa, en las ferias populares y aun en los supermercados de la ciudad, armado de su grabadora Toyoba, un catalejo de lente plastico y un detector de metales hechizo. Camino por el barrio industrial, trepo los muros ernpolvados y descubrto con espanto como las factorfas yacfan sepultadas, con personal y todo, bajo una gruesa capa de tierra.

Visito las cavernas de la bahfa Corazones (por infortunio plso excremento humano), furtive penetro a los oscuros qalpones de las inexpugnables pesqueras (lque hediondez mas qrandel), horas mas tarde indaqo en las riberas aledanas y como en sus bolsillos inutiles no habfa ninguna chaucha

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solitaria para pagar un excusado, aprovecho las tibias ,aguas de La Lisera para orinar con trernendo alivio. Pregunto en la catedral d6nde estaba el Cristo, e! sacerdote despues de buscar en su bodega entre medic centenar de figuras de veso, Ie alcanzo uno todo desnutrido, can cara triste de perro HushPuppies'mientras Maturana Ie explicaba can exactitud que Cristo buscaba. Can el rabo entre las ~iernas rastrill? ~on sus pies todo ei valle de Azapa, uuta. Gallmazos y termrno el tour recostado en el pasto .amarillento y punzante del parque Centenario. Recorrio toda la costal las pob!aciones pertfertcas, se abrio paso entre la mugre del lecho del San Jose, prequnto casa por casa en toda la ciudad, visito las escue!as, el hospital, el parque, casi todos los regimientos y, agotando todes los medias disponibles, camino casi desfalleciente en dtreccion sur, par la panamericana que da nacia Santiago. ,f'.1as por inercia que par intuicion, Zaqueo Maturana aventura probar suerte en el ultimo reducto que faltaba revisar: el regimiento X. Recordando sus mejores dlas de conscripto rept6 par et suelo accidentado, desacttvo minas, arnordazo solo a unos cuantos pelotones, destruy6 a piedrazos dos tanques, un heliccptero y cinco camiones en media de una violenta rafaqa de metralletas y espcradicas cargas de dinamita.

Y alii estaba el monumento, hundiendo su pecho en la ardiente arena, aplastado por tres neurnattcos de cam ion que permitfan que el sol quemante no loqrara arrollar los museulos de metal de la mole y Ie servian edemas para rememorarle que, si:; bien no tenia clavos en sus manos y en sus pies no cantara victoriapues aun yada marttrtzado en una cruz de arena informe. Con laqrtrnas en los ojos, Zaqueo Maturana se santigua, alza los brazos, pronuncia tres padre nuestros con el alma rebosante por el triunfo y finalmente cae de bruces, desmayado.

Un helado cafion de metralleta se hunde en la sebienta nuca de Maturana. Increfblemente el mismo comandante de guardia y su comitiva que Ie desalojarondel pefion, cumplfan

ahora la tarea de agarrarlo de las mechas, propinarle unos cuantos culatazos en el lomo y zamarrearlo a garabatos y pufietes, mientras Ie arrastraban por la arena tlevandole al cuarto de atracclones mecarncas del cuartel, con el consuela solitario de que muy pocos, por no decir nadie, salia vivo de aquel lugar paradisiaco.

IV

. Zaqueo Maturana, despues de muchas noches de insomnio y desventuras, cornprendio que la vida no tenla sentido si no se asurnla una busqueda. Tan vado y desesperanzado como siempre sorbic la amarga resolucion de que habra fundado sus esperanzas en la eflmera persecusion de los aplau- 50S vta fama. Alii habra ofrendado 10 ultimo de sus fuerzas, apenas para rayar con un clavo la muralla de la celda de castigo, en la carcel de la ciudad.

Pero en medio de ese dolor cava en cuentas de que su busqueda aun no concluia pues habra encontrado la imagen del Cristo pero no al Cristo mismo. Y alli salle a recibirle, una tarde de otofio, en tanto sus laqrimas de alivio eran secadas por soplidos de un acordeon de octava mano y el revolotear de un pandero de tapitas de bebida.

Despues del ocaso del frenesf y el advenimiento del remanso, Maturana colg6 su grabadora combatida y se dedico a vertir profecfas y arcoiris en las esquinas de la ciudad.

Arica, junio de 1997

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"DE COMO El DOCTOR DUNLOP FUE QUEBRANTADO POR lOS DESIGNIOS ERRADOS DE SU CORAZONu

"EI conocimiento envanece, el amor edifica C ... )ff Pablo

oespues de que 10 hubieron vendado, secado las lagrimas y aplicado alcohol sobre los cfrculos mlnlmos de sangre que brincaron de sus dedos a su traje de explorador, subieron a Ralph Dunlop, medio alienado por el frio y la altura, dentro del gusano metalico que rompfa los cerros turcos y descansaba en el caserio de Torkov, un dla y medio divcrciado de las faldas del Ararat.

Adentro, el humo del estornaqo del tren unifica los cuerpos, pero es succionado por los agujeros del cielo. Maletas, sacos con abarrotes y frutos y cuerpos escondidos bajo gruesas ropas sofocan e! ambiente que es iluminado par un tenue hila dorado que se cuela intermitente por las rendijas del vag6n. Dunlop, aprovechando el destello que cae sobre su mesita, extrae de su chaqueta las gafas y de su balsa un par de hbros y papeles. Realiza algunas anotaciones.

" ... empezamos el viaje hoy viernes 18, querida. Dios mediante estaremos en el Ararat el 23, previo aclimatamiento en un lugar cercano. Hago un gran esfuerzo al escribirte, el cuma me ha afectado. Tengo nauseas constantemente y para colmo recien acabo de apretarme los dedos en una puerta de la estaci6n Havish, cerca de la antigua Estambul. Saluda a los hermanos en la Fe. Dile al doctor Cox que todo va bien, gracias a Dios (dale gracias por la of rend a que levanto en Oberlin el mes pasado, me ha servido mucho para los gastos de alimentaci6n y alojamiento); dile a Tommy que estoy orando por su necesidad. Besitos a Ralphy y Donald. Te amo. Ralph" 5e Ie acerca Mihad, colaborador turco, intermediario entre el equipo de sus coterraneos y el doctor .. Le pregunta si logra resistir el dolor de su izquierda, a·lo que Ralph responde que

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si y enseguida el otro ofnkele jugo de frutas y galletas. Yalli \ quedan, el vasa trernulo sobre la mesa, entre los lrbros nerviosos.

Abre un tome V moja su indice con la alfombra brillante V hurneda que asoma entre sus dientes. Hojea lentamenteo Mientras lee, corrige con un lapiz carbon. Las gotas que discurren sobre su nariz obligan a las gafas resbalarse hasta el pico de aquella. Anota V sujeta sus lentes, impaciente.

Ahi encuentra una carta que hace algunos dias habia redactado. Su afan perfeccionista Ie hace despojarse dellibro V abrir los flecos de la hoja. La lee.

"En relacion a su rnuy atenta carta del 24 del mes pasado que lleqo a mis manos estando en la capital turca deseo expresar a usted mis agradecimientos por su lnvttaclon a la primera conferencia del diluvio, que se reallzara en Buenos Aires, Argentina, en el mes de noviembre del ana entrante. Serra para mi persona un gran honor participar en calidad de conferencista, va que es ocasion propicia para ellanzamiento de mi sexto libro titulado "EL ARCA DE NOE: REFLEXIONES ONTOLOGICAS AL RESPECTO", edemas de enriquecerlo con los ultirnos estudios que en algunos dias mas por vez primera realizare en terreno, en la frontera de Turquia con la URSS.

Aqradecere a usted inciuirme en la conferencia, con la condtcion de que la estadia, vlatico V ofrenda de amor esten asegurados para mi persona V un equipo de tres colaboradores del Instituto de Investigaciones del Arca de Nee, con sede en Michigan, USA. Para afinar detalles escriba a PO Boxl125, Michigan 24, fono 644262, USA ... "

Corriqio la frase posterior al titulo de su tomo pues consldero que la sintaxis era, en cierta medida, incierta V confusa, adem as de subravar la sigla sovietlca, para reemplaza ria por "Republica Armenia".

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Afuera la bnsa mueve los arbustos secos de los escar-

t

pados, mler.tras el sol amenaza can caer bajo un horizonte

anaranjado.

Liege] la noche; la cuncuna rnetalica se ha perdido en un desierto pedregoso.

II

EI doctor Duniop observa rnqulsitortarnente el coloso de piedra; dentro de este pajar se esconde la antiquisirna aguja. EI cortejo de servidumbre turca que descarga los viveres espera apacentando el ganado.; alii van las cuerdas y ios aparatos para escalar. EI proqrarna cum pie SU primera etapa a 2500 metros de altura; establecerfan en ese lugar 21 campamento base el cual tendria sus rarruflcaclones tentativas, pues las referencias de la ubicacion exacta de los restos del Area de Noe eran difusas. EI trio de hombres (de los cuatro que partirian del asentamiento base) que tuviera indieios claros de la ubicacion del navio, I!amarfa por radio al doctor Ralph Dunlop quien desde el eampamento escalaria para encontrarse con los tres colaboradores quienes Ie acornpafiadan hasta el objeto anhelado.

La contrasefia que indicarfa el encuentro de los restos del barco seria "aleluya", pues Dunlop la considero siqnificativa y facil de pronunciar, amen de que en todas las latitudes del orbe era manejada por los habitantes (otro morfema les confundrria, puesto que el turco y el inqles mantienen diferencias abismales).

Desde las faldas del Ararat vhacia arriba, una nube de polvo trepa por la montana.

8.5

III

- iHelpme, please! iHolV God, help me, I need you! iGive me you power!

EI precipicio espera al doctor Dunlop. Cuelga de su diestra la cual rasqufia, desesperadamente, la cascara trizada de una gran roca. Su izquierda revuelve las ropas en busca de su transmisor. Lo rasga, 10 coge, danza en su mano, se desliza V se pierde en el gran abismo beige. EI golpe del aparato en las astillas de una roca alerto a Kemal, llder de una de las expediciones, quien escucho un ensordecedor ruido en su transmisor mientras ajustaba su antena. Distaba del doctor Ralph Dunlop unos veinte metros hacia abajo cuando 10 hubo localizado. Su derecha temblaba pues hada cerca de diez minutos que se hallaba alli, en los dientes de la boca de un furioso lobo que ansiaba tragarlo.

- i Kemal, here Iam, lets' go, please, help me!

EI turco esquivo temerariamente las rocas, se arrojo por entre los matorrales V Ilego a su destino. Se acosto apovando su pecho V estornaqo sobre la arena caliente V asf c~ntfmetro, tras centfmetro fue acercando su vista al precipi~ CIO. Asomo una de sus manos; Dunlop vlslurnbro su salvacion,' Alzo su izquierda en busca del brazo moreno, se coqto de. el; se reco~ocieron, sus alientos se entrecortan. Dunlop qr it a : la her ida de su mano izquierda sangra. Esto desconcentra al heroe, quien ve como el vendaje se desmadeja. Una vuelta, V dos V tres. Dunlop pende de un hila con la vista perdida en el cielo.

Pasan por su mente los aries de docencia, la treintena de congresos a los que habra asistido en calidad de maxima eminencia en estudios del Arca de Noe, rememora sus afios de ministerio (cuando predico ante casi 50 mil per:sonas en un evento realizado en Texas), sus problemas con el Instituto

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de Investiqacton cristiana por algunas frases aparecidas en algunos de sus libros, su amistad con Bennv Hinn V sus diferencias con Morris Cerullo; 10 que Ie valdria el no asistir a uno de los congresos mas importantes de! Area de Noe a cornienzos del proximo siglo. Y por sobre todo a su esposa, su adorable Dorothy a quien conocio en una reunion de avivamiento en la uruversidad de Oberlin, la mujer mas hermosa del planeta, V a sus hijos, los dos herederos de una de las btbhotecas teoloqicas mas extensas de Michigan. No los veda salir cuando grandest ni de los tribunales de justicia ni de un avron de guerra, pues su tiempo habria de acabar hoy, sepultado bajo toneladas de aire y cielo, en un pais !ejano lIamado Turquia. Pensando en que no cumplirfa su suefio de ver y tocar aquello que per decades s610 habia side material de sus teorias y conclusiones, se arrojo al vado, con su frustracion a cuestas.

IV

- LNombre?

- Ralph Frederic Dunlop ...

- A vert derne un sequndito, dejerne revisarlo en mi

ordenador ...

- E! senor Dunlop viste de blanco; levita en una madeja ~e nube mientras lejos de sf observa una conqreqacion de angeles que ordenan a multitudes en una especie de gran estadio.

- SI, senor, tengo algunos datos de ousted, pero ...

- epero ... ? -abre los ojos V la boca, deja correr saliva por !os labios hacia el menton.

- No se asuste, mijo. Pase, bienvenido al parafso de Dios. La (mica recomendacion: asistir a todas las reuniones. En un momenta mas ernpezarnos, ah ... V esabe quten predl-

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ca?

- No se, supongo que uno de los profetas 0, tal vez un apostol.

- Sf, hoy nos trae la Palabra el apostol Pedro.

Dunlop distrnulo su descontento por la ultima aluslon del angel que Ie recibfa, rnintio una sonrisa y prequnto cual era su habltaclon. Un par de querubines Ie Ilevaron flotando, los mismos digitaron una clave en la puerta de la morada y la abrieron.

- iGracias amados! Ah, este ... la que hora comienza el servicio?

- Mmmmm ...

Los querubines cuchichean entre sf y denotan cara de extrafieza,

- lQue es hora?

Dunlop recorda que en los cielos no existfa tiempo, espacio, dolor, enfermedad ni angustia.

- No, disculpen querubines, no me he despojado aun de las viejas estructuras humanas ...

Sonrlo, hizo un gesto de despedida con su diestra y cerro la puerta de su alcoba.

Una de las ventanas daba a la Laguna de la Esperanza.

Arriba, un tragaluz dejaba vertir el resplandor divino sobre la carpeta, la carna y una silla sin respaldo. Descansaban sobre el escritorio un par de hojas y una pluma: Sentose en la elemental silla y escribio: "Amados veinticuatro ancianos. Creo

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que me conocen. Soy quien fuera en la Tierra el doctor ,Ralph Dunlop, doctor en temas concernientes al Arca de Noe. Recien he Ilegado a este idflico lugar, v, en mi conviccton, con rneritos mas que suficientes. EI motivo de la presente es serialar mi malestar al enterarme que nuestro hermano Simon Pedro tenga la osadia de predicar en un lugar tan magno como este. Los motivos: no estudio en nlnqun instituto blblico, par 10 cual creo que no tiene la debida preparaclon como para conferenciar a hermanos que de una u otra medida son instruidos en magistraturas 0 doctorados (como es mi caso). EI segundo motivo: fue un hombre impulsivo; en una oportunidad Jesus Ie dijo "apartate de rnl, setanas", le corte la oreja a un soldado Ilamado Malco cuando iban a apresar a nuestro Maestro, y como si fuera poco mtntio vilmente y neqo a nuestro Senor Jesucristo. La tercera razon es porque considero que es un hlpocrtta pues obltoo a los gentiles a judaizarse, por 10 cual el hermano apostol Pablo Ie mcrepo publicarnente.

No es que me considere mejor que la persona que he cuestionado en la presente, perc creo que debemos reconocer a quienes tienen mayores capacidades y han sido instrufdos con mayor excelencia, por 10 cual ofrezcome para liberar una conferencia sobre m i tema fuerte:

EL ARCA DE NOE

Atentamente

Ralph Dunlop. Doctor"

La fanfarria de una gran orquesta de bronces despeino a todos los moradores del cielo. Era el momenta de adorar a Dios. Dunlop se arrodillo y alzo sus brazos en cirecdon a la luz. iAleluya!

v

Con gran rapidez e inquietud, Dunlop tome la carta.

Rasgo el sobre y levo en voz alta.

"Hermano Ralph Frederic Dunlop. Hemos recibido su atenta misiva en la cual nos expresa su ferviente deseo de predicarnos acerca del Arcade Noe, Estudiamos su petlclon y consideramos que no hay ntnqun inconveniente para que pueda cumplir con su anhelo. EI programa es como sigue: oracion inicial a cargo de Daniel; rnlnlstracton de la alabanza, Asaf y su grupo, tntroducclon al tema, usted ...

- cque ... ?

Ralph Dunlop con profunda extrafieza lee las ultirnas lineas:

... y tema de fondo, Nee y su familia. Dios es el Senor'

Los veinticuatro ancianos"

EI doctor Dunlop traqo saliva y se llevo las manos a la cabeza.

Arica, abril de 1996

s ..

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LA VISION

Guardamos tarnbien ios sillones de detras del pulpito envolviendolos con nylon para arrumarlos en la salita breve de los parvulos, a un costado del bane. Trata de no mirar al pastor, me deda !a mama, (por que>, y me respondfa para que quedara en rni la imagen del fuego en sus ojos y las noches de uncion, no el rostra triste, no los pornutos irritados, no la jeta ternblorasa a punto de estallar en Ilanto de quienes caen de la gracia. Ya no era el mismo; en que bolsillo de su historia habra guardado su sonrisa paciente, sus caricias hacia los chicos que orinaban en la escalera del patlo, sus fuertes aleluyas que despertaban a los que dorm fan durante sus sermones; en que momento de su curso cesaron sus predicaciones que conmovian y hacian escupir agua de los ojos, las portentosas sanidades y liberaciones a endemoniados terminales; sabe Dios donde sus dias de detencion por protestar contra las procesiones paganas, donde sus predicas callejeras y su voz entre trescientos concertistas, donde sus sermones televisivos que electrizaban las cervices y humedecian los ojos. Los rnios brillaban, ahora, pues el teton era tan dense que no admitia orificio alguno para la luz de un cambio de giro en la ccnversacion que huvanararnos, por eso permaned en silencio frente a Ed, afirmando solo con un quebradizo "amen" toda orden de embalaje. EI pulpito, la cruz de madera, los altares, los of rend eros, las carpetas con alabanzas, el diezmero, la Biblia grande y su pedestal y algunas sillas cbmprobaron oscuridad tras un fuerte portazo y e! rasqufiar de una !lave oxidada. Me dijo que no me asustara st caian pedradas contra los ventanalesdei costado pues habra recibido amenazas la noche anterior. La gente estaba furiosa; mas Ie hostigaba la indiferencia del pastor que su presencia misma. "iDonde escondiste la guagual, predicadorde m ... ; tu mujer te dejo por cornuda, tal por cual !fI. Yo escuchaba, pero simulaba haber desatendido; trataba de tejer palabras de consuelo como "no les haga caso, manana las cosas se arreqlaran" pero ahi quedaba todo, entre mi pecha y mi man-

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dlbula,en un gran nudo, porque sabia que 10 que voceaban era cierto.

Conoci6 a Vilma en una cruzada evangelfstica el mes de octubre del ana pasado. Le embauc6 con el cuentito de ser la odiada entre toda la prosapia de su esposo, por 10 cual estaba en la calle con sus dos pequefios. Pastor y esposa se enamoraron de los chicos y abrieron sus puertas a la visitanteo Fue en las primeras ministraciones cuando el pastor empez6 a experimentar preocupaci6n mas de la necesaria por la dama, actitud sana, por cierto, 10 cual sin embargo fue lIevandole a ser atado por los problemas de aquella. Su esposita ponla las manes al fuego por el; no se imaginaba que primero una mirada mas larga de 10 normal, luego un toque de hombro, y despues una oraci6n al oido provocarfan 10 inimaginable.

Su mujer Ie respondi6 con la misma moneda; sus hijos se volcaron a los vicios y la promiscuidad. Todo el ministerio se vine abajo: un vientre vivo no se esconde tras un chaquet6n grueso ni tras predicaciones exististas, pues no hay nada oculto que no haya de ser manifestado.

"En que momento descuidamos las reuniones de avivamiento, las cadenas de oraci6n, las vigilias, los retiros, el lunes pastoral, los ayunos generales. Antes de embalar 10 flstco envolvimos el Espiritu y 10 arrumamos en nuestra blblioteca doctrinal, ese fue nuestro gran error. No escuchamos la voz de DiGS cuando quiso corregirnos, seguimos metiendo bulla con la baterfa, seguimos reemplazando la unci6n por nuestras dramaticas ministraciones".

S610 unaluz roba un poco de espacio a la oscuridad; me postro bajo el proscenio para enrollar la alfombra. EI Espiritu me desploma y yazgo sobre el piso, aplastado por espesas tinieblas. Cuando reacciono me yeo siendo levantado por dlaconos, quienes me abrazan y explican que no debe

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temer puesto que el Espiritu me torno en danza y eso era algo mas que maravilloso. Aun medio adormilado, arreqle mi pelnado, introduje los bordes de rni camisa bajo el pantalon y pedi la palabra. Desde el pulpito todo estaba intacto: la cruz y los si!lones tras mis espaldas, los altares bajo el podio, y los demas elementos sacrarnentales en su meticuloso orden. Setescientos herrnanos, una docena de diaconos y mis arnados pastores esperaban oir .el relata de la vision. Cuando 10 hice el pastor abrazo a su esposa, ambos iloraron juntando sus mejillas con fuerzar Ia conqreqaoon prorrurnpio entonando "Oh, que amigo nos es Cristo", la jefa de dorcas se levanto en danza y profetizo de parte de Dios que la vision era enviada por arnor de su nombre para que dependierarnos de el en oracion y ayuno y no descuidaramos nuestra salvacion, puestoque los dias de su venida se acercaban. Aquella noche el pastor anuncro que los jueves volveria abrirse el templo para las reuniones de oracion, los sabados no se suspenderian las cadenas de ayuno y constantemente se programarian vigilias unidas. Baje del podio, mis ojos estaban humedos aun y solo cuando vi alzar las manos de la multitud y el brillar de fuego en los ojos del pastor, cornprendi que todo habra sido una prernonicion y estaba en nuestras rodilias y corazones poder revertirla.

Arica, marzo de 1997

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THE PREACHER

La carta recibida por el reverendo Munita versaba:

"Miami, Florida, Estados Unidos. Estimado consiervo. La paz de Jesucristo y la gracia del Espiritu Santo sea sobre su vida y el ministerio que por el favor de Dios dirige. Ruego a usted recibir al pastor evangelista Lino Valderrama Cubillos quien lidera una congregaci6n de 1 0 2 miembros dentro de la poblaci6n cubana del estado. Sus antecedentes intachables y su gran amora Dios respaldan esta carta de recornendaclon. Atte a usted

Juan Carlos Alberti

Reverendo de las Asambleas del AI-

tlslrno».

EI anciano de meciendo su papada rugosa, extiende su derecha y grita: Bienvenido. EI cubano se desarma en un soplido de alivio y una vez que el anfttrion se voltea para adentrarle en el templo, levanta su pufio en sefiat de triunfo y aprovecha de arrastrar la manga por su frente mojada y no solo eso, escucha en la desproporcionada voz del patriarca que sera una bendlcion contar con una evangelista de la Madre patria ... y el responde no, de U.S.A., por eso mijo, dejeme terminar, de la Madre Patria, Estados Unidos y con un ministerio tan fructffero de ciento dos miembros, pero ... ectento dos miembros? y el extranjero revisa asombrado la carta. Y allf estaba el error: el acento qraflco en la "0" que por circunstancias de la divina providencia no habfa recibido el golpeteo de la tecla. Y ahora Valderrama, como incredulo ante tanta bendicton junta, alza sus brazosal cielo, "si pastor, ciento dos miembros iAleluya!".

Aquella noche Lino Valderrama se ensafio con el refrigerador -del J'_~r.rn_ano Pacheco, quien se ofrecio para atender al visitante. Sin rnedfar palabras aquel asia el telefono, lanzo un par de piropos ala operadora y ptdio el lIamado a Miami.

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Le esperaba en el extremo su esposa Clarita.

Hasta el momento las cosas no podian ir mejor: alojarniento de lujo, despensa lIena, hermanos inqenuos y para mas rem ate, el asunto del olvido del tilde en la "Off entre los nurneros uno ydos ina podemos estar mas bendecidos! "soy pastor de una conoreqacion de ciento dos miernbros" y rieron con laqrirnas en los ojos Los meses enter-ores fueron duros; reunir el dinero para los pasajes fue como invertir en billetes de loteria. Nadie imaginaba como Ie reobrrian en Chile. AIguien Ie dioel dato de que era facil predicar de prosperidad e irse de las iglesias con los bolsillos Ilenos, pero ... faltaba por 10 menos un nombre mentado 0 algunas recornendaciones, y alli nacieron las transacciones con el reverendo Alberti y ... el primer paso de exito.

Las neches postenores no destlfieron la prirnera. Por esas cosas del destino la altornbra bajo el pulpito estaba arrugada y en el chichon de tela muchos tropezaron y cayeron de bruces en e! suelo. "it.a uncion, la uncion!" qritaron y para si, Lino valderrarna anotaba un punto mas a su favor. Un truquito que bien utilizaba el cubano era el de extraer los cables a tierra de ios amplificadores y con el rnicrofono en la diestra y hac.endo can la izqurerda contacto con alqun metal producia un temblor tal ensu cuerpo, que la gente se maravillaba vlendolo empetidecer; y al pasar esta a los altares recibialas leves descaroas de corriente en sus frentes, 10 cual era sefial mas que sufic.ente para queios hermanos situaran a vatderrarne a la altur-a de un Yive Avila 0 un Benny Hinn.

Pero ia serial mas lmpactanteentre todo el abaruco de proezas fue la de la lluvia de oro en sus rnanos, artirnafia que fue descubierta por Valderrama al intentar abrir un carameto de papel bnllante dentro del bolsillo de su paleto y luego S2lludar con su diestre a un grupo de consiervos. Procucto de esto se corno la voz de que cuando e! srervo de Dios extendia sus manos, aquellas escupian oro. Valderrama no cabia en

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sus casillas ante estes providenciales descubrimientosque multiplicaban su fama entre las iglesias neopentecostales y adem as, las of rend as recibidas. Eso$ dlas consolid6su negocio adquiriendo cintas vfrgenes de audio con el fin de grabar sus predicaciones de prosperidad, confesi6n positiva y fe sobrenatural y vender cada copia al m6dico precio de tres mil quinientos pesos, aun cuando por ahf surgieron los comentarios malintencionados de que la fidelidad de las cintas era pestrna y la caratula del volumen era una fotocopia desabrida cuyo texto interior asqueaba de tantos errores ortoqraficos. Pero que Ie vamos a hacer, deda, mas importante que todo es la uncion, adem as es "pa'i Senor" y la intenci6n es la que vale, brother. En esas andanzas se encontraba Valderrama cuando al termino del segundo dfa de una cruzada evangelfstica fue solicitado por un ancianito quien Ie invit6 ir a su carro, pues tenfa para el, enfatizaba, una grandfsima of rend a para el ministerio. Una gota de saliva empez6 a columpiarse en los labios del evangelista cuando el anciano apunt6 al lujoso BMW ultimo modelo, diciendo "esta es la ultima gran bendici6n que Dios me ha provisto, por favor suba" e insiste en que hunda el bot6n de seguridad por razones de ... prudencia, sf, el mundo de hoy no es el mismo de hace treinta afios atras: usted sabe, los malandrines andan a la orden del dia en esta ciudad ...

Alii estaba, dentro del autom6vil el ansioso Valderrama y su misterioso benefactor observando tras el parabrisas c6mo los hermanos descargaban los equipos desde la plataforma y otros escrutaban las of rend as y diezmos que vaciaban de media docena de tiestos; y mas arriba el resto del equipo, vendiendo caset, aceite ungido de Israel, trozos del vest6n de Claudio Freidzon, entre otras novedades, mientras las multitudes vaciaban el estadio y se dispersaban silenciosas entre las polvorientas y oscuras calles del pueblo.

Valderrama rompe el silencio: "manana nuestro servicio sera mas espectacular que el de hoy" y el anciano, desnu-

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,

dar-dose de su barba cana replica "dificil 10 veo, hermano", Hunde luego la punta de su revolver en el cuello del evangelista y advierte "mientras no se resista las cosas van a marchar bien para usted". E! predicador no comprende, arruga su cara; entre lIoros implora "por favor, no dispare, yo Ie explicare todo, 10 de los milagros falseados, 10 de los sermones cop.ados de libros, aquello que pas6 con la herrnantta de la Iglesia de Dios y 10 de las ofrendas y las tarjetas de prosperidad; por favor no dispare, quedese con todo 10 que tengo, perc please no me mate, se 10 ruego". EI secuestrador retira el canon, abre la guantera y extrae una oafioleta negra. "No te movai cornpadrito, 0 si no ... (te mojo la cara a ChQfrOS . - .1) t t II

IJa .... e ma 0 .

EI trernolante valderrarna crerra losojos, hace ternblar su papada brillante y gime como nino orinado que teme et castigo de su madre. "No me mate, please, yo Ie vay a contar todo" y desinfla su interior con sus peripecias de predicador profesional estadounidense, novela que habra terminado de contar poco antes de que hubieron lIegado a una humilde casita de la periferia de la ciudad. EI captor ofrece asiento a su secuestrado en un antiguo sillon sin quitar el extremo del revolver de la espalda de la victima: Ie advierte Sl que trate de sentarse a la orilla del mueble pues al medio asoma un grueso espiral de alambre que destroza los pantalones de los desprevenidos. "Son las ultirnas atenciones antes de su hora final, amigo. (Como, no me va a ... perdonar> Quiero que POl' ultima vez mire el canon de este revolver mientras 10 acerco a su cara. i No, por favor, please! Cinco, cuatro, tres, dos, uno

iNo! iSplash! iJa, ja!"

"iEs una broma, c6mo no me 10 dijo antes, me vacil6 todo el tiempo con esta pistolita de agua!" iUff! iCuandolo encuentre la polida 10 quiero ver, aver si se de como 10 hace ahora !". - EI captor vuelve a sus casillas, desliza la manga por sus labios. Luego responde: "no es una broma; he planeado

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esto con mucha antlclpaclon y no me voy a retractar. Aqradezca a Dios que pudiendo haberlo hecho no he usado un

. revolver de verdad, adem as no creo q.ue haya sido necesario pues usted ha derramado todo su corazon ... y ahora se toda su verdadera historia. Permftame presentarme, soy el pastor; Lpastor?; efectivamente, pastor Luis Soto director de la hospederfa Remanso Divino de la Iglesia evanqelica "Fe activa"; pero .... entonces Lusted es uno de los colaboradores de Nabucodonosor Munita, el siervo que acaba de organizar la cruzada?; clare: iimpfo, hijo del diablo, como se te ocurre ... l ; iComo se me.ocurre que! «y 10 coge de las sola pas del veston, 10 hunde en el sofa, junta la nariz de aquel con la suva y replica: «iDisdpulo de Balaam, hijo de Mammon, yo te voy a explicar por que tengo que hacer todo este show!» y se quiebra en un Ilanto visceral que conmueve a Valderrama. Este traga saliva y abrazando a su singular captor trata de purgar su culpa pronunciando palabras dulces.

Cuando Soto se hubo calmado torno asiento sobre un rustico cajon de manzanas; una debil ampolleta de cuarenta hada sombra de sf encima de Un9 pared empapelada con hojas de perlodlco. Sobre una mesita de centro hay un plato con tostadas las cuales ofrece el anfltrion a su invitado antes de iniciar su discurso. Ambos cenan la mitad de un pan duro quemado a medias. Sonden por el esfuerzo.

"Trabajo cerca de tres afios en el ministerio del pastor Nabucodonosor Munita; no recibo runqun veinte por concepto de mi labor. Mis visitas las realizo a pie y en algunos casos, en una bicicleta que consigo con el hijo del almacenero, don Julian. Dios me ha revelado la vision de extender su reino ayudando a los mendigos y nifios huerfanos que no poseen lugar para dormir en las noches. Solo algunos han bendecido el ministerio con un par de frazadas viejas y unos colchones sucios, adem as de tablas y fonolitas para construir el techo de la unlca habitaci6n que poseemos. Vivo con 10 que puedo ganar reparando zapatos en mi taller y con eso a veces com-

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parto tesito y tostadas a !a hora de almuerzo con los indigentes mas viejitos. Usted ve como me visto, aqui estan mis fotos . Esta por ejemplo; aqui estoy can una chombita que me rega- 16 el hijo de una hermana, vel tiene tres parches, yo mismo los hice. 1\1ir-e; aqui estoy con una carnisa que me coste trescientos pesos en ia feria de dla sabado. Los zapatos me los consigo con don Julian quien a veces me regala los de sus hljos que estudian en Santiago. He aprendido a no tener y siendo voluntad de Dios, no tengo inconvenientes. EI grave problema esta en que.,. no se ... el mensaje de prosperidad que hoy se predica, de acuerdo a la Palabra, es contradictorio. Por una parte Jesus nos habla y dice que el no tenia d6nde recostar su cabeza, sin embargo hoy los "siervos " duermen en los rnejores hoteles. Jesus expresa que ei que quiera venir en pos de el debe negarse a sf mismo, tomar su cruz cada dia y seguirle, pero ... hoy la cruz no es dolorosa, todo 10 contrario, hasta agradable para quienes desean seguir viviendo en pomposidad. No se ... Lse acuerda que en una oportunidad Jesus Ie dice a un joven rico que vendiera todo 10 que poseia y 10 diera a los pobres? EI Jesus de prosperidad diria: "no vendas tus propiedades, si no, no te alcanzara para darme el diezmo y las of rend as ". Jesus en su Palabra nos dice "por cuanto esto hicisteis a uno de estos rnis hermanos mas pequefios, a mi 10 hicisteis" Lquienes son los herrnanos mas pequefios? zseren los poncherudos predicadores 0 los menesterosos y necesttaoos? Se ha ernbaucado a la gente dlciendole "el que siembra generosamente seqara" 10 cual es cierto, pero Len que tierra todos siembran? ienlos bolsiIlos de los predicadores de prospertdadt, para que vengan luego a decirnos que comamos caviar y oremos para que nuestros angeles se activen.

Perdoneme hermann Valderrama si hiero su corazon con mis palabras. No puedo estar tranquilo cuando los ntrios que atiendo Iloran porque tienen hambre.

Muchas veces ellos han ido a la iglesia con sus miseras

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vestimentas, pero los relegan a un segundo plano, no los toman en cuenta i pero viera usted como tratan a las senoras que van con joyas y abrigos de piel! Siempre hay lugar para elias en sus templos. Se que he pecado con hacer esto con usted; perdonerne hermano Valderrama, perdoneme, Pense que con esto iba a Ilamar la atenclon de Nabucodonosor Muni~a. No me opongo a que tenga la hermosa casa que tien~, m ,los autos deportivos, menos a que viaje en avion yeste ana piense en irse de vacaciones al Caribe, amen por eso, pero: .. cuand,o sa~a dinero del sueldo de sus trabajadores, no solo de rru, ahl ya es un problema serio, y muy serio. EI mensaje de prosperidad frustra a los pobres y tranquiliza la conciencia de quienes aman el dinero ...

... ahorre cerca de tres meses para arrendar el lujoso BMW en que 10 fui a buscar, hermano Valderrama, fue la primera vez que veo a los colaboradores de Munita darme la mana y sonrefr; incluso ofrecieron limpiarme el auto y ponerIe aire a las llantas ...

... perdonerne Valderrama ... "

Un silencio sepulcral hacfa percibir el sonido de los gri- 1105 alia afuera y aun mas alia, densos pasos martillaron la tierra humeda de la callecita de poblacion. La tenue luz amarillenta de la salita fue contaminada con destellos rojos y azules que sortearon los ventanales plastlcos y penetraron al interior.

"iaquf esta el BMW!" i Rodeen el sitio! iVamos, rapido!" "De un puntapie derribaron la puerta y nos encontraron lIor~ndo, de ~odillas en el suelo. Mientras Valderrama gritaba dejenlo. es mocente, dos policias me esposaron y otros dos me golpearon con la culata de sus pistolas. Afuera media docena de automovlles y fuertes luces de cameras de television me esperaban. Algunos cortes en mi rostro escupieron

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gotas de sangre al resto de la cara. EI pastor Munita, algunos ancianos de la iglesia y un resto de hermanos observaban mi detencion. No pude percibir con exactitud, pues las luces me encandilaban, pero creo que estaban rnis ntrios e indigentes, con sus manos ernpufiadas. apretandose los lablos irnpotentes, detras de los dernas espectadores. ~1i espectaculo term inaba y empezaba ahora el drama".

EPIlOGO

Sin esa sonrisita estuprda y zalamera, guardando el pecho tras las gruesas solapas de su veston, Valderrama torno el rnlcrofono y derrarno su verdad. Que pastoreaba una iglesia compuesta par su esposa e hija, que frotaba papel de caramelos para que sus manos escupieran oro, que simulaba reir para contagiar rise y rnarupular al publico, que truqueaba los equipos de amplificaci6n para producir descargas electrtcas en sus manos, que usaba mentolatum para que sus ojos Iloraran y asl, con voz patetica y contorsiones drarnaticas conmover a la masa; que indagaba en los registros de la iglesia y escuchaba conversaciones para conocer todos los rollos y luego contarlos como palabra de ciencia, que ni siquiera era evanqelico sino un ordinaria cesante admirador de Rex Humbard y Jhan Osten, que a! conversarcon el pastor Soto sinti6 la mas grande de las verquenzas y pensaba que el y no Sota mereda los cinco afios y un dla que Ie dictammaron par el delito de plagio. "Aun as! voy a leerles un pasaje bfblico para despedirme de ustedes; les pido perdon, herrnanos de Chile : "Porque de tal manera am6 Dios al mundo que ha dado a su hijo unlqentto para que todo aquel queen EI cree

, I

no se pierda, mas tenga vida eterna" Juan 3; 16

Tres, cinco y diez segundos de silencio, de quietud y nadie se acercaba a los pies del escenario. Entonces, clarnando can angustia entrafiable, Valderrama arroja el microfono baja las escalinatas, se ampara bajo el altar; compungido el pastor Munita baja el semblante, con su diestra aprieta los

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rnusculos de su frente y mejillas humedas, cae al suelo y desde alli se arrastra hacia adelante y detras de el, todos sus colaboradores. Nunca hubo avivamiento tal en la historia de ese poblado; centenares de almas, mas que todas las noches juntas hicieron su decision por Cristo aquella noche; miles recibieron sanidad. Por decreto del senor presidente de la corte se conrnuto la pena al pastor Luis Soto y en su bienvenida Valderrama expreso consagrar su vida al servicio de Cristo a traves de los ministerios de amor que Soto presidia. Nabucodonosor Munita dono su casa de campo para que fuese fundada "La hacienda de la hermandad", lugar que hoy alberga a 80 nifios huerfanos que crecen bajoel temor a Dios. La iglesia coordtno descontar del sueldode cada hermana un porcentaje que fuese en beneficio de las obras caritativasde la rnlsion. Luis soto, pastor delai.glesia evanqellca "Fe Activa" promociona en las congregaciones cristianas de latmoamertca el mensaje de mayordomia y misericordia compartiendo sus experiencias y estrategias de acci6n.

Y hay tarnblen muchas casas que Dios hizo entre ellos, las cuales, si se escribieran, pienso que ni aun en el mundo cabrian los relatos que se habrian de escribir. Amen.

Arica, enero de 1997

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BUENOS DIAS, JAPON

"Entonces cave fuego de Jehova ... " I Reyes 18:38

"Y se les aparecieron lenguas reparttdas, como de fuego" Hechos 2:3

Que SI me preguntan por la ruma de cachivaches en el patio, que por que 10 de los sacos de arroz encima de los si!lones, 0 de! Jardin de bonsais rodeando los muebles empifiados, que si se les pasa por la cabeza que por que todo el dia sentado encima del jarr6n de los Hayashida (mi alicaida ascendencia), 0 del por que insistir en leer la Biblia despues de que el general Kurosawa, jefe del area sur de Hiroshima, mandara apedrearme y destruir mi carrito desplazatorio, que por que ml paciencia de samurai jubilado para soportar los insultos de mis antiguos amigos budistas, ies dire que estoy aqui, barriendo con rnls ojos las paqinas de la Biblia, sentado en un jarron, durmiendo a la intemperie, esperando fuego de Dios.

LQue 5i me aburro? i Para nada! A las seis me yen podando ios bonsals, a las nueve interceder por el fin de la guerra, al mediodfa com partir arroz con los mendigos que ayudan a arrastrarme los dias de mercado, a las tres estudiar la Biblia y conversar con Dios, y el resto del dia, rodear los elementos arrumados y pedir a Dios que derrame su fuego.

Mi amigo Amamori esta afuera. Invit6 a algunos monjes aver mi ridiculo espectaculo, pero no me lmporta, ni me importan las boisas can orina que lanzan desde la calle, ni los cornentarios sarcasticos que irrumpen el silencio callejero, menos el que me apedreen cuando voy al mercado los dlas domingos vestido de blanco y con pasajes biblicos dibujados en mi camisa y pantal6n. Se aprovechan de que carezco de

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una pierna y me faltan algunos dedos de la mano, y mi cara esta quemada con polvora en una mejilla, y se burlan y mofan de la forma en que predico, pues 10 hago saltando en el unlco pie, con la cara colorada y las venas del cuello reventandose de esfuerzo. Pero les bendigo; ya veran qulen es el Dios verdadero.

De tiempo en tiempo reviso el inventario de las cosas que he hacinado. A ver, aver, muebles, jarron, platos, pali-

1105, kimonos el hermano Wu dijo que todo era el requisito

para el fuego retratos, arreglos florales, cuadros con

caligramas ... los cometas de infancia iah, los papeles de casa, el titulo de propiedad y el testamento! Yo sabra que algo andaba mal. Estoy seguro de que el fuego ha de Ilegar y purificara mi ser; el menester: entregar sin reservas.

Conod al hermano Wu al ana entrante de que me dieran de baja del ejercito, despues de la ocupacion en Manchuria, el ana 1932, lugar donde perdi mi pierna y algunos dedos de la mano. EI sella cantar himnos y levantar pancartas en el mercado. AI verme remolcar a duras penas en mi carrito de madera, en el cual vendla mis arreglos florales, ofrecio ayudarme a Ilegar a casa, luego de haber predicado de la historia del sembrador y repartir ejemplares del "Presente testimonio" y algunos escritos del hermano Nee To Seng. Le of red arroz mientras conversabamos de la sltuacion de nuestro pais en aquel entonces. EI hermano Wu me dijo que habra nacido en China y fue trabajador en los grandes arrozales por cerca de veinte afios, Conoclo a unos lamaftas que Ie incentivaron a convertirse en un asceta. Dejo su hogar y pereqrtno con cabeza rapada, vestido con tunicas de color azafran y pies descalzos; por alrededor de tres afios, buscando vivir en el sendero octuple, en pos de la anslada verdad. Cansado de la disciplina intensa, incredulo de encontrar la verdad en sf mismo sin la ayuda de nadie, se encontro solo en una montana, en las cercanlas del Tibet, contrayendo una mortal tuberculosis que Ie tuvo al borde de la muerte. Lejos del Nirvana, con

.

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la imposibilidad de meditar, producto del dolor! explicandose el porque del difieil karma que cargaba en sus espaldas, conocio a un qrupo de misioneros crtstlanos de la China. Lo eargaron, Ie hospedaron en una aldea cercana y oraron por 121. Milagrosamente fue ievantado; la busqueda de ia verdad nabla terminada en un albur divino (azaroso para los meredulos).

lYle prequnto si mi vida habra eneontrado un sentido despues de las tempestades que dificultaron el navegar de mi bareaza. Le dije que no era muy consagrado al ejercicio espirituel. pera como un buen budista Zen dedicaba rni tien:po a podar el jardin de bonsais y copter pensamientos filosofrcos en lienzos de seda.

Tambien me ocupaba, proseguia, en reflexionar sobre enigmas un tanto imponderables como "Leual es el sonido de una sola mana que aplaude?" y "Lque hallamos donde no hay nada?". Usted se imagina el quebradero de cabeza diario, Lno? Pero siempre esta la duda, hermano. Rememoro siempre la ocasi6n en que Buda recorria el bosque con sus disdpulos, y tomando un pufiado de hojas secas dijo: "Lo que les he enseFiado es comparable a las hojas que tengo en la mana; 10 que no les he ensefiado es comparable a la cantidad de hojas que hay en el bosque". Se que hay algo mas que puede Ilenar mi vacio y darme paz, bueno, encontrar la perf'eccion en algo perfecto, pero ... me cuesta creer que ese aigo perfecto sea un eros personal que digne a preocuparse de mi y de rnis conflictos. Creo que el mundo fue creado despues de una gran explosi6n cosmica, para eso no tendria por que haber eXistido un 0105, 5610 una fuerza causante, Ie dije. Con una sonrisa pinchando en sus extremes a los bigotillos breves, dijo que alzara mis manos. Con verquenza extraje mi izquierda del bolsillo del kimono y la desnude de los trapos malolientes que la escondian. La diestra temblabaun poco por el cansancio.

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"LUsted es derecho?" Medio en broma Ie replique que a veces, cuando convenia. Me refiero a su mano, dijo sonriendo, ante 10 cual exprese que no, que hasta el momenta del accidente escribia, cornia, podaba y me rascaba la cabeza con la izquierda, pero, por la necesidad ... bueno ... tuve que trasladar mi destreza al miembro menos dafiado. Apunto, en seguida, a la extremidad mutilada y dijo: "aunque faltan trocitos de la palma y sus dedos, el mas estropeado es su dedo pulgar, pues fue amputado desde donde nace. Sin ese dedo nada puede coger, por 10 cual su izquierda jubilo de por vida. LSe da cuenta de la importancia de aquel? No darfa 10 mismo que su pulgar estuviera alii que si se ubicara en la rnufieca, 0 en su estornaqo 0 en su frente. Fue puesto alii, porque solo alll cumple su funcion. LSe imagina si uno defecara por las narices y respirara por el trasero?" Ambos reimos a carcajadas. "Todo tiene su cometido en funcion de su orden y ese orden no se crea a traves del desorden, amigo. Es como si un clclon pasara por su casa y la convirtiera en avion de guerra, Linconcebible mi hermano, no?" Alargando una eme en mis labios cerrados y asintiendo con la cabeza, mire mi izquierda, luego Ie dije que ahora podia comprender que realmente existla un ser inteligente que nos creo expresamente, empero, aun estaba muy lejos de mf y de los problemas de la naclon, y siendo asf, no importaba si existiera 0 no en teorfa, porque la practice determinaba, a fin de cuentas, su existencia. Inclino su tronco, encarn6 los codos en sus musics y clave sus ojos en los mios. Me dijo que precisamente a eso habia venido, a contarme como Dios se hizo hombre, para estar cerca de rni, de el y de todo aquel que cree. La historia de la cruz lleno de luz la casa y el jardin de flores, asi como irrito mis ojos y mi alma y alll iban trozos de ella, por mis mejillas, el kimono y el suelo. Una ardiente luz tlurnmo tarnblen mi corazan.

Por eso estoy aqul, sentado, esperando la otra promssa del Senor, fuego del cielo. Pero, se que falta, falta; aver, titulos, jarrones, iglup! ilas monedas antiguas y los cinturo-

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nes de karate' Uff, yo sable que restaba algo, no irnporta que esten enterrados pero ... hay que desenterrarlos y traerlos al pifio. jJ., veri aver, iaqui estan: Uff, los soplo y." ahi van ialeluya! Falta poco, talta poco, el fuego de Dios caera y los dias cambiaran para rnl y para la naci6n; un pentecostes de gloria.

,Oh, no pense que la famiiia Fukuda se enterarfa de esto, ni los Fujiwara, los Higuchi, menos los Hashimoto, pero todos estan alia afuera! iHola, hola amlqos: iC6rno estan:

Bonito dia. iBendiciones senor Hideyoshi! (que POl' que estoy aqui? iAh, bueno, estoy esperando fuego de Dios! Gracias, hasta luego.

Amigos, son cerca de las ocho, zno se preparan para ir a trabajar> .. Herrnanos, les aseguro que existe un Dios en los clelos, y es el que me escucha cuando clarno y se que desde su trono envlara el fuego que anhelo. LQue por que el sufrimiento, ia pobreza y la guerra en el mundo? Porque Dies, creandonos y todo, nos dio vo!untad inviolable, pero hemos juqado, hemos abusado del don y estamos cosechando 10 que hemos sembrado. Hemos construido sin Dios y en vano trabajan aquellos que no Ie oven. Nuestro Dios no es Hirohito, y rnatenrne si quieren por deorto, nuestro Dios es Jehova, e! Senor de todo el universo. EI duefio de la tierra, de las naciones, del Japan! de rni casa, los muebles, mi jan-on y kimonos, mis bonsais y caligramas, arno absoluto de mrs cinturones de karate, de mis monedas antiguas, de los retratos, de 10 que resta de mi carrito, del avlon de guerra que vuela sobre nosotros en este momento. Es Senor de todo; de las alpargatas que Ilevo puestas, de los sacos de arroz, de !a colecci6n de paiiilos, de toda esta ruma de elementos, aun del kimono que Ilevo puesto, el reloj y ... aun ... de mi. iAmen. Senor de m!! i Si, yo era 10 que faltaba para el fuego!

Mil-en, yo mismo me subo, iupa! encima del menton y vel-an, y veran que fuego de Dios cae del cielo. Por favor, no

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quiero que dejen de creer, quedense unos cinco minutos. Si no cae la llama, Hirohito es el Dios. surlense si quieren, el Dios de Elias es mi Dios, el Dios que colm6 de fuego el Aposento alto despues de la resurrecci6n, es mi Dios, el Dios que levanta naciones en su temor, es mi Dios, i Bienaventurada la naci6n que teme al Senor!

No se asusten, ahf viene, icomo una moneda, un aerolito, como una cometa plateada que crece, crece y ...

i i iALELUYA!!!

Epflogo

« ... Mi capitan, Ie habla Bob Caron. Usted no me va a creer, pero esto es ... sinceramente aterrador.

Un gran hongo purpura que parece tragarnos sube desde Hiroshima a unos catorce kil6metros. Seguimos sus instrucciones, vimos la explosi6n con nuestras gafas puestas; por un momenta pensamos que habfamos quedado ciegos.

Usted no se imagina, mi capitan, la ciudad es como una gran caldera de alquitran hirviendo ... espantoso.

Algunos cornpafieros estan gritando despavoridos. iSanto Dios! Mi capitan, zrne escucha?, no crea que me he trastornado ... usted ... ino! iun ser alado arrastra a un minusvalldo por el cielo violeta! i i Nos saludan!! EI Enola Gay los esquiva. i iAdi6s amigos, hasta siempre!! LQue hacia d6nde iban? Bueno, este, supongo que en busca de una tregua eterna. Buenos dlas capitan, cambio y fuera»,

Arica, julio 1996

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NUBE DE PRU..,AVERA

- Esta flor la ilevaremos los dos ...

- Pero no es flor - responde Knamia, con sonrisa dulce,

dudosa -es naranja.

Samuel of rend a afecto en su mirada. Prosigue mientras parte con sus ufias el fruto.

- Sf, es naranja, perc.antes fue azahar. Preferi, dejarlo madurar para que ambos 10 cornpartieramos. Me apenopensar en su languidez.

Mientras comen observan el rio Lofa, sentados en una gran piedra. EI aroma de los bananas y el cacao ha despertado con el sol que cae furibunda sabre la feria. Una verdadera ruleta de colores: asoman los negritos con sus carros de madera vendiendo cafe, man! y rnazorcas, las morochas no se quedan arras y pregonan sus juqos diversos, cuyos c?loreS son como los del arcoiris y 10 dernas, rincones con monticules de frutas y puestos con jaulas de ani males excentricos.

Knamia acaricia con sus ojos el rostro de Samuel. Este no se percata, pues observa c6mo las nubes se disipan tras el rio, sobre los edificios de Monrovia.

- Samuel, e.estas pensando en 10 que hablamos aver?

Sin voltear el semblante, aun absorto, Samuel replica:

- Princesa, tu sabes que 51, y sufro. LPor que no nabre Iiegado antes 0 por que no me esperaste?

A 105 once aries Knamia fue obligada a salir de la tnbu,

Kru.

Los hechiceros del pueblo liberaron una profecia en la

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cual anunciaban maldici6n para la aldea por causa de ella. Sola y hambrienta IIeg6 a Yekepa a trabajar en los extensos arrozales, ofrendando el alma diariamente por un par de centavos y una porci6n de caldo de maiz. Alii conoci6 a William Tennant, ejecutivo norteamericano de las empresas de caucho de la regi6n. La belleza nativa, oscura, candida y peculiar de la joven sedujeron al foraneo. - Pero las cosas no resultaron. Su amor por ml se gast6. No prestaba oleos a mis anhelos, a mis sentimientos. Para el 5610 existian sus hijos, su trabajo y la caza de patos silvestres.

- Knamia, Lamas aDios?

Samuel era un predicador protestante venido desde Inglaterra en agosto del 79, hace poco rnenos de una temporada. Conoci6 su vocaci6n divina en una catedra del doctor Shaeffer en Oxford, cuando tenia dtecinueve afios. Desde entonces perteneda ala Asociaci6n Misionera Inglesa con sede en Londres, la cualle habla enviado como predicador itinerante a Ghana, Sudafrica, Lesotho y Costa de MarfiJ.

- LPor que me haces esa pregunta?

- Para saber si todo esto tiene alqun sentido ...

- EI amor siempre tiene sentido - responde Knamia.

Samuel calla por un instante y cierra sus ojos humedecidos. Se resiste a que su voz suene quebradiza. Es imposible. -Princesa, el amor no hace dafio. Si es asl, prefiero amarte en silencio y rogar a Dios que ponga un cristal que nos separe e impida en nosotros el olvido, antes que herir a tu esposo y a tus hijos, aun cuando te hayas separado de el ...

- - Mi amor, me gustarfa no pensar. Dios me comprende, EI conoce la cruz que lIevo a cuestas ...

L Estarfa involucrado Dios en este matrimonio? L y que si de por medio no hubo amor sino intereses egoistas; apro-

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baba El e! vinculo y 10 bendeda ? Si no fuera as! ztenla Knarnia !a oportunidad de rehacer su vida con otro varon? pero zcorno podria saber Samuel si 10 que la rnujer deda era cierto? Lacaso la npica estratagema de una dama sedierrta de nuevas sensaciones? (perc Samuel, ~.quien se fija en tu soledad, serim los que esperan apuntarte con el dedo en el momenta de la caida?) zserla Knamia ta mujer que Dios tenia preparada para el antes de que fundase el mundo 0 tal vez la tentaci6n que Satanas procuraba para apartarle de los propositos divinos?

- Knamia, necesitamos una confirmaci6n del oelo, Tu sabes que mi querer es grande hacia ti, ~<1as que rectbrr qutero entregar. Eso es amor; perc tamblen amo a otos y no qulero truncar sus planes.

Hay mucha gente que tlene sus ojos puestos en mi.

Por elias y por Dies no puedo faller; (_Ves los naranjos plantados en los jardines de la plaza?

- Si, mi arnor, frente a la sede de gobierno.

- E! primer dla de prtrnavera, muv de manana arrancare una flor Carninare hasta tu casa y si el solse nubia -10 cuat es casi irnpostble en prlrnavera- al dejarta bajo tu baleen, entenderernos que esto es de Dios .. ,

EI primer dia de prlmavera e! sol apareclo junto con las tanquetas del ejercito liberiano. En toda Monrovia y en las ciudades de! pars se anunciaba el sitro del palacio de gobierno y 81 atrincheramiento del presidente W, R. Tolbert. Desde el primer comunicado y hasta nuevo aviso se aplicaba la ley marclal.

Conciente del peligro, Samuel bajo de su departamento y camin6 nervioso hacia la plaza. A 10 lejos se divisaban las tropas con soldados y los naranjos abriendo sus azahares

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con inocencia. Se desplazo en cuclillas por las calles cercanas ocultandose tras los fardos de basura y algunos arbustos y letreros de las avenidas comerciales. EI sol y su luminosidad no Ie eran cornplices en ese desplazamiento furtivo.

Aillegar a su destine decldio ocultarse entre los arboles de espeso ramaje y desde alii, arrastrarse de alqun modo hacia el naranjo mas cercano. La maniobra dernando rasqufios en todo su cuerpo y heridas sangrantes en ambas manos, pues los azahares se ocultaban entre enmarafiadas ramas con espinas.

En un segundo sucedlo el milagro: una nube en medio del cielo desnudo empezo a flotar en drrecclon al sol. Una sonrisa colrno el rostro de Samuel; habia esperanzas, este amor podia obtener siquiera un qulfio del cielo. sano de su escondite, como pudo se abrlo paso entre las tanquetas; estas alertaron a las tropas, escucha por altoparlantes ordenes de que se detenga, el corre, la nube se acerca al sol, a 10 lejos explosiones, voltea, humo en el palacio, disparos, gritos de tortura en las calles, "rogamos que se detenga 0 disparamos", las botas de los militares martillan fuerte sobre el piso de adoquines, marcan ellatido que suena en los oidos de Samuel, levanta el azahar, divisa el baleen de su amada, alii Ie espera

, - '

bellisima, la nube toca su orla en el sol, Knamia grita: "Samuel,

Samuel", y Samuel corre sin saber que los militares no juegan: todo el peloton de veinticinco soldados apunta hacia el joven, quien lanza el azahar que se confunde con las palomas que escapan del ruido ensordecedor de los fusiles.

En la calle de adoquines de Monrovia, descansa Samuel y bajo el baleen, una flor de naranjo, espiados por el sol escondido tras una nubecita de primavera.

Arica, julio de 1999.

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CRONICA DEL FUEGO EN LA CATEDRAl

Tocaba, con el fndice de la diestra, notas entrecortadas.

Dedo tleso, con la carne lacia, colgando como calcetln vencido en cani!las esqueleticas. Las notas retumban en las tables de la pauperrima catedrat, con cada una, un ChOtTO de huevas de pol ilia emergen de ia serchas que sujetan e! crete. EI pastor sella decir no pongan mucho vclumen; es que no podemos; porque se abren las tablas y las bisagras cnnan: afuera las micros odian todo e! tiempo y los tipos de a! lade se suben y bajan a garabatos; y ios vecinos me reclarnan y me dicen «pastor, sus ovejas meten bulla ... » Y asl, cada martes, dos tables menos.

Antes del 6rgano electr6nico los jovenes se divertian enterrando alfileres a las fotos del diario mural a lanzando piedras y escupitajos al pavo, para que saltara del gallinero y les persiguiera par ei patio trasero. Esos dias, ei pastor y algunos ancianos, decidieron desarmar el baric, pues necesitaban escenario para la campefia del hermano Cafiizales, de Bogota, Colombia. La cruzada de cinco dlas dio buenos resultados aunque los j6venes acostumbraban a irrumpir en risas cada vez que ei evange!ista ministraba, pues movla sus orejas, meda su papada y bafiaba con saliva a los presentes cuando gritaba «iAieluya!». Pero no les encolertzo tanto como la vez que ei insufribie hijo del hermano Taro, en una de sus rnaratones par ei altar y los floreros del pasillo, estrell6 la guitarra contra el escenario. Las rnetalicas cuerdas saltaron lejos, incrustandose una en la rnejilla derecha del pastor, otra en la pierna can varices de la anciana hermana Ifigenia, y las restantes en las flores pestilentes de! bucaro. POI' mas que trataron de sacar a los demonios que habian en el chico (aprovechando algunos de descargar la furia contra elf imponiendo las manos sabre sus cachetes y estrujandolos de paso) no lograron impedir que las alabanzas se tornaran monotones

,

aun cuando la hermana Conchita hada malabares con su pandero, cometa de cabellera multicolor y maqlca.

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Fue el momenta en que el pastor, incitado por los dichos del moreno predicador, ernpezo a embarazar en su alma la vision de que el dla en que la comunidad poseyera un orqano electronlco moderno, las alabanzas mutarfan su earls y la gente vendrfa en multitud al templo. Escucharfan la palabra y sus corazones compungidos paririan almas restauradas. EI avivamiento no se haria esperar, seria el predicador mas notable de la comarca, sus ingresos aumentarfan y podria comprar el Fiat 600 de sus suefios y el terno color beige que habia devuelto despues de osar comprarlo dos afios atras. En su cuadernode peticiones apunto: «Dies nos ha dado un orqano Casto MT 300. Viene en encomienda, no sabemos si en Jet 0 en barco, pero ha de lIegar, 20 de marzo de 1979».

Empezo entonces la rnaqutna de la fe.

La idea entustasmo a los jovenes, quienes, pese a las contrariedades de la qeneraclon precedente que pensaba que era mejor invertir en la construcclon de un bafio, volcaron sus fuerzas en apresurar el don del cielo y derribaron el porton lateral, clavaron sus tablas elevando por sobre elias un toldo de sacos plasticos y extendieron en el suelo dos de las cuatro cortinas de la capilla, distribuyendo encima de elias pantalones, camisas y otros articulos usados. Otros se organizaron para vender sandwiches de mantequilla y queso en el mercado central, y el resto, en cornpafila del pastor, se ofreda en trabajos temporales, limpiando autos frente a la plaza, aseando oficinas en el centro 0 comerciando estampitas y calendarios en los taxibuses de la avenida Prat.

Dos largos afios tardaron en apresurar la presa. La conqreqaclon segufa bordeando los veinte miembros, de los cuales diez eran j6venes y el resto, anCianos que cada manana saludaban la aurora como si fuese el Redentor quien viniera a buscarles. Aquellos mantuvieron en oraci6n el devenir de la grey, pues el afan de la bendici6n habia mutado la perspectiva espiritual del llder y sus mancebos. Las dernas familias tuvieron en menos la revelaci6n y, chapoteando odiosa-

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mente sobre aguas de esperanza, nadaron hacia otros cardumenes.

Una nota retumbo en la caputa, y las tables se abrieron y contrajeron como fuelle de acordeon. EI sorudo alerto a los j6venes quienes predicaban en una plaza, ados cuadras de! local. EI pastor s610 escuch6 una turba correr desenfrenada par las calles cercanas y que ai lleqar desencajaba de sus covunturas e! porton de la catedral. La luz de la tarde de estio provecto al pillo desde el cuadrado del umbra! al plso encerado. EI pastor ies mire, los jovenes tarnbien y entre sf. Rieron a carcajadas y saltaron encirna de las bancas hasta !legar a! orqano. EI suefio empezaba a cumpiirse.

Ei primer problema que fue sarro a! foco lumtnoso que alurnbraba era saber quien consagraria sus dedos a la noble labor de hundir las tecias. Dos nornbres saltaron a cotacion:

Pepe, quien en una emulacton un tanto grotesca de Ricardo Cocciante, martillaba las teclas con prestancia de mamut y sotidiftcaba los sonldos en ei polvo ignorado de los bafles, el cual subia y bajaba de aeuerdo al toque 0 silenoo de las triadas y Adolfo, quien habra aprendido este vicio celestial tocando cancicnes de Elvis Presley, pero cuya ltmitante radicaba en que interpretaba el 6rgano solo con su diestre, gruesa y verrugosa, mientras su izquierda transpiraba en e! bolsillo trasero de su jeans.

Despues de converser y orar, decldleron que 10 mas prudente seria que ambos mlrustraran en la alabanza y se turnaran en la labor cada semana. Paola se encargarfa de com pilar los cantlcos y Martin de escrtbirlos en maquina.

EI primer domingo el ajetreo ernpezo muy de manana, en ta oraci6n de las ocho. Luego prepararon e! desayuno y 10 tomaron. uespues recorrieron el barrio embaucando a los

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muchachos con golosinas V globos, invitandoles al servicio nocturno, permutando dos pastillas de menta por la asistencia de un nino mayor de diez alios, una merendina por la de un joven de quince a veinte V un turr6n de manf por la participaci6n de adultos V ancianos. Calcularon que esa noche colmarfan la capilla alrededor de ciento veinte vecinos, por 10 cual en la tarde se dedicaron, unos a clavar las tablas del frontis V remachar el cuadro de "La ultima cena" tras del pulptto, otros a encerar V el resto a recolectar sillas en el vecindario.

Llegada la noche volcaron el 6rgano sobre la mesa, lugar en que acostumbraban siestear la Biblia V la cruz metalica, las cuales no tuvieron mejor destino que dejarse arrumar en una esquina del sal6n, junto a los elementos de la Santa cena V los floreros dominicales de antafio. Ocupando ese lugar, manifiesto a todos quienes posaran bajo el techo de la catedral, vigilaba el 6rgano, serial de fe, oraci6n cristalizada de los j6venes de la congregaci6n.

No fueron del todo apote6sicos los primeros sones del instrumento en la capilla, pues el volumen pedal nunca dej6 ser sometido por el tremulo pie del pianista V oscil6 extremos fortes V pianos; asimismo la base rftmica, enarmonfa de bornbos duros, charles de seseos serpentinos V caja de tarro, segufa su curso impavlda, dejando atras el pandero de Conchita v a la asamblea, quienes optaron por callar V observar en un costado del pulpito, a un rnuslco de incandescentes mejillas V ojos lacrimosos.

oespues de la distrafda V cansadora predtca, el pastor persigui6 a Pepe, el cual sali6 enerqlco por la puerta trasera al patio. Lo encontr6 de cuclillas, al costado del corral del pavo Ner6n, mirando con tristeza las estrellas que a sus ojos hurnedos se transformaron en infinitas flores rnetalicas.

"No tienesque ester triste ... no se que pas6. De re-

116

I

~

pente falto ensayo ... VO siempre pense que ... no se .. , quizas nos falt6 avuno, orar mas; Pepe, 10 hiciste bien; tc6mo que 10 hice bien? zno estaba toda !a iglesia rnlrandorne con rabla, como si yo tuviera la culpa de este maldito aparato?; thornbre, no maldigas el don del cielo! Pepe, aqui esta el avivarniento. Cierto que no vino mucha gente, perc vas aver el pr6ximo vel proximo domingo, los vecinos van a escuchar la rnuslca, ies moderna como la de la radio! y vendran, ctncuenta, clen, iquinientos! taleruvat, vamos aconstruir un ternplo como la gente V saldremos de esta pociiga, sf Pepe, saldremos de esta ruca. "

" ... no quiero contrariarle, pastor, pero quizas no se ... si mezclamos acorde6n V -traga saliva y limpia con su puna la humedad de su blootlllo-acordeon, pandero, rnandolinas y teclado, las cosas pueden salir mas limpias, no va a ser tan drastlco el cambio .. "

Empero, el pastor no cedto en su posicion y as! 10 hizo ver el domingo entrants en el serm6n de la escuela dominical. " ... Aquel Actin que guarde amargura en el cafre de tesoros de su corazon V se subieva contra la visi6n de 10 alto que me ha sido conferida, sabe, desde ve, que sera apedreado espiritualmente par la asamblea cuando mis ojos 10 desnuden ... 1l Es mas, irrumpi6 en clase de parvulos, asustando a ta maestra con un "amen" fuerte que desencajo ia viga dei techo, qolpeandole luego en el hombre. oespues de que hubo amasado el mternbrodoudo, proftrio amenazante: "iPobre del nino que se Ie ocurra correr 0 acercarse a un metro y medic del 6rgano, porque el tal va a caer fulrnlnado como 10 fue con Ananfas V Safira!" Adernas profetiz6 a los adolescentes que caerian en condenaci6n todos quienes contrariaran su orden V subieran al podio, destaparan el instrumento y lo tocaran. Esto disgustaba a ratos a los j6venes, quienes no encontraron herramienta mas apropiada que orar cotidianamente a las siete de la manana y ayunar, semana POl' medio, los dfas jueves.

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AI parecer la visi6n del Ifder empezaba a desgastarse domingo tras domingo pues ni lIegaban las multitudes, ni 10- graban que el piano sedujera el cantico de los hermanos. Conchita habfa decidido hacer su retirada muchos dlas antes con un silencio estoico, y, como hada aries que enamoraba con sus manos este gobierno de dmbalos, no sabra en que ocuparlas, por 10 cual rasgaba con sus dedos la carpeta de coros, distrafda. Pese a esto la decisi6n general implfcita de la congregaci6n fue ser misericordiosos con el siervo; es asi como siguieron sornetlendose a la autoridad del var6n de Dios, pese a ser una manada muy reducida de personas.

"Conchita ... hermana ... Lse puede?, disculpe, pense que la sala estaba desocupada. Venfa a apagar la luz; oh, pastor, desocupo altiro -se levant6 de sus rodillas, retrocedi6 el pestillo de la puerta y la forz6- hace frio aca afuera, permiso; due a visitar?; no hija; fui a cotlzar un atril para el teclado; muy caros deben ser ... ; no mucho en realidad, con unos cinco dias que deje de comer ya tengo el dinero para comprarlo; iPastor!; Conchita, Lque pasa?; zcarnbra el dinero de su comida por unos cuantos fierros para su 6rgano?; es para la extension del Reino, hermana; var6n, pero ... su salud; hay bendiciones mas sublimes, varona. Conchita se levanta, Ie mira a los ojos, desnuda su alma -Pastor, descanse en Dios. Cada cosa tiene su tiempo; ""aprovechando bien el tiempo porque los dias son malos" dice Pablo a los efesios, hermana; var6n, somos un cuerpo, no todo 10 puedo hacer yo, no todo 10 puede hacer usted ... descanse, Ileve el yugo facil del Senor; i No puedo, he esperado aries esta oportunidad, de sacarlos de esta mediagua y hacerlos miembros de una gran iglesia de mil miembros! iHoy es la oportunidad, Conchita, esperenrne un poco, 10 del teclado dara resultados!; pastor, han pasado ocho meses y seguimos siendo los mismos, hemos dejado los cultos de oraci6n, los domingos de ayuno, los estudios biblicos zhasta cuando? Lacaso es mas importante

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la bendicion que el dador de la bendicion? Les que arna usted mas el avivamiento que a Jehova Dios?».

EI pastor queda lrnpavido frente a la declaracion de la disdpula; sus ojos brillan y bajo ellos, sendos bolsillos de carne. «Perd6neme pastor -rectiftcanco- no Guise herirle he

, f

estado orando y buena creo que ... » Escucharon un ruido en el sal6n. «iSenor, deje abierta la puerta de la ig!esia!» Y salio el var6n go!peando con sus brazos la puerta y en ese arreba-

, to de fuerzas su pie pas6 a Ilevar la escoba que Ie esperaba afuera, con el mango en el suelo regado a baldazos. Cay6 en el cieno mientras el pavo, asustado, glotilizaba sonidos insufribles. "iConchita, hermana, vaya aver el salon, hay gente ella adentro!" La dama no vio sino unas sombras que salian por el porton a la calle y no atin6 a nada, solo a gritar "iauxiho, se Ilevan las cosas!" y un ruido de motor acallo sus anslas y las disemin6 cuando se acompaho de un brusco frenazo de automovil. sauo. EI vehfculo se habia perdido en ese gran acuario de peces luminosos. "i EI teclado, se robaron el tectado!" La mujer vuelve a la capilla. \/e un rnonstruito solitario lIorando de rodillas, con ia cara y las ropas pintadas de chocolate.

"iSe 10 han robado!"

Una sirena crescente y una luz roja entrecortada que matiza con ei negro de !a calie, Ie despiertan de esta pesadil!a dtabotlca.

PARTE DOS

Toda la asamblea, ocho jovenes, tres nifios y cincoancianos, contempla al predicador, inmutable sobre el podio, mientras el silencio les ministra en intimidad. Un golpe de aire carraspea en su garganta. Lejos, los motores de los microbuses irrumpen, casiimperceptibles. Un anciano se acomoda y su banca carga el suelo que gime por la actitud. Las palabras,

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extrafiadas par media hora, asoman.

«] Padre ... !!» Desde las visceras del pastor a la luz; recuesta su cara y pecho contra el'pul-pitG. Humedece el tul que 10 sacraliza.

La grey cornprendio el dolor que Ie oprimia y paso en silencio al altar. Alii oraron durante el servicio, se abrazaron, gimieron juntos. EI partor reconccio su ceguera y, aun cuando no comprendia esta prueba de fuego para el, prornetio a (

_,

Dios y a la comunidad que seguiria fiela la obra.

Aquel dia no hubo palabras; el Espiritu amasa sus almas como un artesano cuando moldea la figura. Desempolvaron los htmnartos, los repartieron y compartieron aferrando hom bros contra los cansados brazos que volvian a beber las fuerzas del perdon. Entonaron «Me ha toeado», dulce y melodioso; una orquesta de angeles les acornpafiaba, invisible, mientras el salon se anegaba de un fulgor que culminaba su descenso sobre las cabezas de los disclpulos. De pronto vieron a la hermana Ifigenia saltando en un pie: «iMis piernas!». EI pastor corno para sujetarla, percatandose de que las escarpadas pantorrillas de la anciana se habian restaurado y cuando alzo sus brazos, enerqico, en son de tributar la honra al Poderoso, el aura de viento turnbo a un anciano y ados jovenes,

Nadie se percato de que alia afuera centenares de personas atendfan despavoridas a las llamas de un incendio que germinaba en la humilde catedral y ascendia a los cielos. La hoguera no consumia, empero, los tablones.

Preguntandose acerca de 10 sobrenatural del caso, el superintendente de bomberos, lider de la masoneria de la ciudad, bajo del carrobombas y con fmpetu Irrumpio en la capilla. Furibundo por el alboroto (pues gente no cesaba de dar vueltas en su sitio, otros hablaban en idiom as barbaros y

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el resto !Ioraba tendido en el suelo), les increpo «iCanutos tales por cuales, ies ordeno que paren este griterio estupido porque ... » toda vez que salta lejos a un rincon de la sala despidiendo por su boca la corona de perlas postizas, dejando hilos de sangre alrededor. «] Mi boca. mi boca!» en tanto veia como emergian por sus encias virqenes nuevas calugas de marfil.

La ciudad no durmlo aquella noche, tampoco las si-

,.. guientes, pues el fuego sobre la hurnHde parroquia desplazo los atardeceres y su oscuridad boreal. Hubo que cerrar las calles aledafias pues un gran gentio las colmaba trayendo a sus cancerosos y enfermos terminaies. Esto fue notorio a la comarca y sus alrededores: microbuses repletos trasladaban desde los hospitaies a la iglesia a un millar de convalescientes que como testimonio de su fe en Dios dejaban sobre el escenario muletas, piernas ortopedicas; placas dentales, camilias, sillas de ruedas, entre otras, Alfombraron, adernas, cerca de novecientos metros de acera con diaqnosticos medicos fatales pareados con los examentes que corroboraban Ia sanidad que el Aitisimo habia desarroilado en ellos.

Cada dia miles de visitantes se dejaban vertir al menos a cinco manzanas ala redonda, muchos de los cuales caian rendidos ante la elocuencia y unci6n del joven predicador convirtlendose a un cristianismo radical, renunciando a sus antiguas formas de vivir. Prostitutas, ladrones, politicos y religiosos recibian el fuego que cambiaba sus corazones y los bafiaba del fulgor de la reconctliaclon.

A mitad de semana, el pastor se puso de pie en un estrado construfdosobre la techumbre de la parroquia. sets mil personas siienciaron sus bocas y atendieron, expectantest los dichos del siervo: «r-tuchos dicenque hemos estado falseando los milagros, Dios bendiga aellos. Lo unico que quiero decir es que Dios es amor y quiere demostrarlo extendiendo sus manes, abriendo las ventanas de los cielos, re-

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(

conciliando a traves de Jesus, su hijo, al mundo, para que los hombres, entre si, se reconcilien. Derribe los Baales que hay en su corazon y vera al Dios sobrenatural manifestado».

Mientras atendian a los enf'ermos, Conchita vio proyectarse detras del escenario una vision divina: un gran edificio rebosante de espigas doradas y el mapa de America Latina sobre una nube de gloria. Lo expuso en oldos del siervo. Se rniraron, rieron. Pastor alzo los brazos gritando «] la conflrrnaclon, la conflrrnacion!». Torno el rnlcrofono y derramo la declaraclon sobre la audiencia. La asamblea jubileo: - tres mil almas tendrfan su casa.

PARTE TRES

Era dia martes, reunion de testimonios y oraclon. Cerca de un millar de fieles colmaba el area central del templo. Ministraba la alabanza la pastora Conchita, en tanto media docena de peregrinos subia por las escaleras hacia el proscenio, unos alzando victoriosos sus muletas, el resto antiguas protests, cartones con cigarrillos, paquetes con cocaine. revistas pornoqraflcas, acompafiados por los aplausos que crepitaban como fuego sobre brasas. Pero hubo algo que les causa cierto cuidado: un hornbron con barba en el parpado bucal y el ment6n y una cicatriz en la mejilla derecha, cargaba un paquete largo y pesado, a mitad de fila. EI pastor envio ados oficiales para que indagaran acerca del contenido del sospechoso bulto.

«Herrnano, herrnanito, buenas tardes, este ... e.se puede saber que lIeva alii?; ah, sf lIevo un paquete; ja, buen chiste, pero necesitamos saber que es 10 que Ileva ahl, dentro del bulto -el hombre en un segundo muta su sonrisa por labios paralelos. Serio Ie replica: «una bomba para destruir iglesias». No acababa de decirlo cuando lleqo su turno. «Pase hermano -le dice el pastor- los escoltas se miran tratando de detenerlo coqlendole del veston. «Cuenterne qulen era usted,

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de doncJe Ie sac6 el Senor; bueno este, rnrnq, mrnq, yo era ladron profesional. Estuve ocho afios en cana y acepte a Jesus en una de sus cruzadas el afio 84; ah, hace tres aries: amen pastor; y dfgame (_que"eS 10 que trae en Ese paquete ... 7» Los oficiales se miran desesperados, Conchita aferra a su esposo, el pastor, contra sucuerpo; la asamblea abre sus ojos expectante y replica «un teclado que me robe hace como seis afios en una capillita poblacional. .. » Todo se congela.

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EI pastor coge de la mano a suesposasin quitar sus ojos del ex-convicto. Serio recuerda. Su mente luego juega (saco el chicote de detras del oulprto y Ie saco la mugrienta. Le digo a la conqreqaoon «este anatema fue el que nos robo ochenta mil pesos en especies, iaqarrernos!o a patacas!- y toda la asamblea se levanta, Ie dan duro con las Biblias y los himnarios hasta dejarlo medio muerto en la acera de enfrenteo Que se arrodrue y Ie sacamos los demonios apretando su cabeza con las manos impuestas y aprovechamos, en medio del alboroto, de tirar:e el pelo y hacerle tira las mejillas. iya set: soplamos sobre el, pew este se ubica en la orilla del escenario, de espaldas al publico, nadie 10 sujeta y se saca la mugre en el suelo ... )

EI pastor de a carcajadas; el eco de su humor inunda la catedral. Todos 10 siguen; unos saltan, aplauden y los restantes gritan «amen, aleluya, gloria a Dios».

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EI siervo mira al discipulo. Tomando el rrucrotono y apoyanda su diestra en un hombro de aquel, profiere: «el tectado es tuyo; vete libre, tus pecados te son perdonados, amen».

Arica. mayo de 1996

:{".',

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ANGEL CON ALAS

Melquisedec Neculpan observa por la ventana el dia nublado mientras apoya con las dos manos su menton aspero. Hace frio alia afuera. Los nifios trepan a los arboles. Desde alii durante el dia se han turnado para gritarle un rosario de garabatos gruesos; el ha Ilorado antes que el cielo.

San Pelayo es un pueblo chico. No tiene mas que una placita y una calle con dos bodegas de alimentos. Alii vive Melquisedec con sus padres Fortunato, ministro pentecostal y Tehualda, cocinera de las mejores empanadas de la provincia.

Melquisedec era un hijo ideal. Como buey para el trabajo; labrando la tierra, vendiendo empanadas. Muchas pretendientes. No, no hay tiernpo. Solo sacar papas, leer la Biblia; a las ricas empanadas, nor. Nada de bailes, Melquicito. Usted de la casa a la iglesia, de la iglesia a la escuela, de la escuela a su ruquita. No se me olvide de orar, mijo. Usted es ejemplo. Todos los del pueblo apuestan a usted, Ie estiman, hijito, usted sabe leer, va a Ilegar a grande.

Grande ruina, senor, grande. Apartarse del pecado por miedo no tiene asunto. Es un fundamento debll. Despues de las predicas en las esquinas, de los aplausos silenciosos, de las muchas pretendientes, nada. Condoro.

Lo echaron de la casa al pobre. Nadie se daba cuenta.

Ojos rojos: no mami, el polvo de la chacra, costillas salientes, no papa, mucha pega, ojeras como chichones, insomnio, hermanos, insomnio.

San Pelayo era un pueblo chico. Pueblo chico infierno grande. Dona Clotilde profetizo las siete plagas del Apocalipsis para el muchacho. Dona Delfina: nada de saludos,eres muy santa como para contaminarte Delfina, demasiado san-

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ta. Don Romualdo partie derecho a 5iete Pinos a converser con el Obispo: amado obispo, disciphna, nada de pecado en la grey, derecho al infierno. LY para que? Con ustedes basta y sobra, hermanos.

La lIuvia empezaba a golpear fuerte contra San Pelayo; cada dos gotas un baldazo. Bulliciosa matraca acuattca.

, En medio del griterio de agua, goipean a la puerta.

'" Melquisedec observa la liuvia tras la ventana ernpafiada. No escucha. Sus ojos hurnedos apenas se mueven al insistir los golpecitos. En el umbral un gran angel con alas, empapado hasta el cuello.

- Hola angel, puedes pasar. Ten cuidado con las paredes; no debes ensuciarlas can tus alas embarradas.

- Esta bien Melqui. LPor que tan triste?

- Tropece, angel. Descubrieron que fumaba marihuana.

Yo n~ 10 quise hacer. Pero 10 hice y me qued6 gustando; yo no queria.

- Te comprendo; nadie falla por fa lIa r. Se queamas a Dios.

- No 10 confese porque eref que iba a salir de esto. Pense que era tacll. Luego no 10 cornente por miedo. Me arrepiento, mi gente se stntio herida. Todos me han atacado, me han dejado solo. Lo merezco. LTu tarnblen me dejaras?

- Sf te critico no gano nada, tu corazon esta duro. Los pufietazos seran palmaditas. Sin embargo, si te doy amor, eso te quebrara pues nadie espera recibir algo buenocuando

hace algo malo. No te dejare. .

:. Pero es que no 10 merezco ...

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{

I

- esa es la mejor reprensi6n que puedes recibir de rni: el que tu te sientas indigno de obtener algo por no poseer los rnerltos,

Es cornun pensar que si haces algo malo reclbiras sanciones y castigos. Lo no cornun es que te digan te comprendo, estoy contigo pese a todo 10 que haya pasado. Eso te descoloca, te golpea mas fuerte que mil aletazos juntos. Es una reprensi6n mas que categ6rica.

Eso se llama amor.

Don Fortunato Neculpan ora de rodillas en el altar de la capillita. Luego ora de guata en el suelo. 5e ha cansado de expulsar demonios a todo vozarr6n; les ha hablado en len-

. guas extrafias, los ha reprendido golpeando sus manos, ha abierto su Biblia en el salmo 91 y ha recorrido todfsimos los rincones rociando con agua bendita y aceite. Un demonio se ha metido en su hijo y ha debido echarlo de la casa pues pone en riesgo su testimonio y el de la congregaci6n. Su espo sa entra a la capilla en silencio, Ie preocupa la condici6n de su hijo.

- Viejo, zhas sabido de Melqui?

- No tendrfa yo nada que ver con el, EI es un pecador.

Conmigo no va el pecado ...

- Pero, mal que mal es nuestro hijo. Debemos ayudarlo. ~ r

- Vieja, Ly que va a decir la congregaci6n? Leon que ojos nos mlraran los pastores y los obispos?

- Nuestras decisiones no tienen porque dietarlas otros, si nosotros somos los que hemos traido al mundo a Melquisito. Escuc:hemos a nuestro coraz6n, no la opinion del resto ...

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- Toda la culpa la tiene Ese Satanas: cuando 10 vea 10 voya agarrar a Bibliazo llmplo ; mire que venirse a meter con un siervo de Dios ...

- Viejo, nosotros tenernos la culpa. EI nino siempre ha hecho 10 que nosotros querernos que haga. Nunca ha tenido un espacio par-a decidir par sf mismo. Y claro, ahora que 10 ha hecho, algo nuevo para el, no ha sabido aplicar los valores

,/ que Ie hemos ensefiado. Estos no son solo para predtcarlos, se comprueban en los momentos diffciles y en las decisiones .

.I

Nuestras prohibiciones generalmente no tienen fundamento.

Elunico argumento que hemos dado es «no hagas esto par que es pecado ... »

- Yo amo a mi hijo, tienes razon, vieja. Los que critican no perciben la pobredumbre que hay en ellos. Todos somos esclavos de alga y el que no quiera reconocerlo esta chalado. Lo que pasa es que maquillamos nuestra imagen, eso es 10 contrario de reconocer nuestros errores y por eso no hay cambios: las revoluciones empiezan cuando uno dice «soy pobre, reconozco mi necesidad». De ahi la iniciativa, luego el resto.

Tres golpes secas en la puerta interrumpen la plattca. AI abrir don Fortunato Neculpan observa a un gran angel con las alas extendidas. Pasmado llama a su ·esposa.

Afuera, una multitud que camino desde la plaza hasta la capilla, premunida de palos, botellas y agua caliente, buscaba por las calles de San Pelayo a Me!quisedee Neculpan gritando Ia consigna : «EL ALMA QUE PECARE, MORlRA». AI Ilegar a la igiesita todos gimieron despavoridos al ver al ser alado y blanco. En medio del alboroto, Melquisedec sale de en medio de las tunicas del angel y abraza a su padre, Perdones van, perdones vienen. Sus ojos son nubes cargadas, Ilueven a mares.

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(

San Pelayo era un pueblo chico. Hoy dfa es un purgatorio.

Arica, Noviembre 1999

I .

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I 128

1

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II

~ I!

/ \aLOS ORGANISMOS

I

I '

I lEI Ocaso de una Quimera 7

~os hijos del fuego y de la luna :~l 16

Los Despreciados 23

II

EI afiejo y amargo ltbro ,.. 25

Eran aun jovenes para sucumbir (nadie es viejo) 32

J Una tormentosa manana de octubre 36

( Los Organismos 42

INDICE

CUENTOS PENTECOSTALES

Sonata Dominical 59

./

Historia de un encuentro 75

«De como el doctor Dunlop fue quebrantado por los

designios errados de su corazon 83

La Vision 91

The Preacher 94

Buenos Dfas Japan 103

Nube de Primavera 109

Cronlca del fuego en la Catedral 113

Angel con Alas , 124

IN DICE •••.•......•••••••.••.•••••.........••....•....••........•.••• 129

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