6 Reigadas ST
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Anales de la educacin comn / Tercer siglo / ao 2 / nmero 3 / Filosofa poltica de la enseanza / abril de 2006
Publicacin de la Direccin General de Cultura y Educacin de la Provincia de Buenos Aires,
Direccin Provincial de Planeamiento
Versin digital del artculo publicado en pp. 36 a 41 de la edicin en papel.
Quin puede hoy sostener que el individuo moderno que persigue racionalmente sus fines y realiza sus
valores sea el agente del progreso y el garante de la armona y reconciliacin de todos los intereses?
Dnde estn y quines son hoy los individuos que socializados en la escuela, se preparaban en ella como
ciudadanos y para la vida profesional, a fin de entrar en el espacio pblico (la fbrica, la oficina, etc.) con
la suficiente cualificacin? Hoy y segn las geografas e historias, aparecen nuevas formas de
subjetividad, algunas festivas o indiferentes, otras escpticas, irnicas, cnicas y / o violentas, modelo
BOBO
(bourgeois/bohemian), Generacin X, Beavis & Butthead, los nios de la Ciudad de Dios, nuevas
tribus urbanas cuyas identidades ms o menos estables en torno a intereses puntuales y locales se
contraponen a las multitudes voltiles y efmeras que se arraciman en torno a cuestiones glocales. Viejos
y nuevos pobres; empleados flexibilizados; desempleados temporarios; jvenes que no tienen trabajo y
que probablemente nunca lo tendrn; marginales de todo tipo; grupos de accin solidaria o de protesta;
nuevos movimientos sociales y asociaciones voluntarias; gente en busca de nuevas ciudadanas; gente
que busca nuevas aunque mnimas formas de referencia, identidad, estima y sentido, ms all de la frgil
pertenencia al Estado, a los partidos polticos, sindicatos e ideologas. Podra celebrarse esta fecunda
irrupcin de la diversidad y de la diferencia; sin embargo, y a falta de algn paraguas protector que
garantice mnimas normas de convivencia justa a escala global, la experiencia de la diversidad debe leerse
en clave de fragmentacin y creciente exclusin de los bienes sociales.
Los nuevos desafos
El fin de la soberana del individuo occidental (P. Ricoeur) anuncia la declinacin de este modelo de
ciudadano normalizado y nos desafa a crear los instrumentos necesarios para ir ms all del
pensamiento nico en cualquiera de sus variantes. Debemos articular viejos y nuevos desafos. Hay que
conjugar los principios universalistas de igualdad y justicia con las nuevas realidades de la diversidad y la
diferencia y recrear las relaciones entre lo parroquial y cosmopolita ms all de los lmites (binarios) de la
modernidad en contextos en los cuales riesgo, contingencia, incertidumbre y posreflexividad son algunas
de las claves conceptuales.
Las nuevas realidades son complejas y ambiguas, conflictivas y contradictorias. Cmo pretender dar
cuenta de las interrelaciones entre las fuerzas globalizadoras, cuando estas obedecen a dinmicas
diferenciadas? La lgica del mercado no impregna unvocamente la psicoesfera cultural de
comunicaciones a escala mundial ni se solapa con la lgica del sistema poltico nacional e internacional,
basados en la singularidad territorial. A su vez, la sociedad civil, crecientemente atravesada por la
exclusin y la injusticia, puja por construir nuevas formas de ciudadana a nivel local, nacional, regional y
global. A estos desafos hay que agregar la cuestin ecolgica global, las nuevas escaseces (de tiempo,
coordinacin e informacin, entre otras) y las exigencias de la segunda revolucin cientfico tecnolgica
que hace del conocimiento terico y de las nuevas tecnologas intelectuales las claves del crecimiento y
del desarrollo.
Anales de la educacin comn / Tercer siglo / ao 2 / nmero 3 / Filosofa poltica de la enseanza / abril de 2006
Publicacin de la Direccin General de Cultura y Educacin de la Provincia de Buenos Aires,
Direccin Provincial de Planeamiento
Versin digital del artculo publicado en pp. 36 a 41 de la edicin en papel.
Al respecto quiz fuera bueno recordar (y el recuerdo nos es difcil e incmodo a los argentinos) que,
ante la carencia de modelos, deberamos evitar nuestra inveterada tendencia a negar la historia y el
pasado, empezar de cero y copiar modelos (en especial ajenos).
Respecto de lo primero, vale aclarar que no solo se niega la historia y el pasado descalificndolos
expresamente, sino tambin y ms perversamente cuando se los neutraliza pretendiendo recuperar
nuestras tradiciones ms propias, cuando se mitifica (y coagula) el pasado en cuanto custodia y reservorio
de identidades fijas, esenciales y fuente inagotable de valores.
Con relacin a lo segundo, son evidentes los peligros de las reiteradas pretensiones de empezar de cero,
argumento de la inferioridad y del disvalor de nuestra historia mediante. Todos conocemos nuestra aficin
por las picas fundacionales y por empezar otra vez de nuevo.
Finalmente, copiar modelos ajenos es la consecuencia necesaria de las operaciones culturales anteriores.
Ya que si no tenemos una historia valiosa en la cual inspirarnos, si entonces hay que comenzar de cero,
desde dnde, con quin y cmo hacerlo? Si la respuesta no es la copia (ni propia ni ajena), slo nos
queda repensarnos como seres histricos, abiertos a los otros, dispuestos a tomar distancia de nosotros
mismos y aprender los unos con los otros. Una vez ms, redefinir nuestros modos de aprendizaje
constituye la clave no slo de nuestra educacin formal, sino que es una cuestin bisagra que articula lo
educativo con los problemas sociales y polticos, puesto que aprender supone poner en prctica un modelo
de lazo social basado en la escucha, en la confianza, el respeto y el reconocimiento mutuo. No hay
ciertamente experiencia de aprendizajes en el pensamiento nico.
Superar el pensamiento nico, entonces, requiere no slo cambiar de contenidos, sino
fundamentalmente cambiar el modo en que nos vinculamos con contenidos, actitudes, prcticas y
creencias. Y por ello, ir ms all del pensamiento nico exige modificar nuestra propia subjetividad y
relacin con los otros. Se trata de advertir el profundo nexo entre tica y conocimiento. El pensamiento
nico no se elimina por un acto de la voluntad, sino que se supera mediante el ejercicio de la reflexin y
la deliberacin: el dilogo, la conversacin, los discursos, constituyen las figuras por las cuales se
construye un pensamiento complejo que acepta sostener la ambigedad en su bsqueda de la certeza.
Superar el pensamiento nico requiere la puesta en marcha de un giro copernicano que acabe con los
vicios de la epistemologa ferroviaria, de los viejos esquemas unidireccionales de comunicacin radial
(yo/t, presente/pasado cosificado, centro/periferia) para pasar a un modelo redial que articule prcticas,
experiencias y sentidos mltiples, un modelo que promueva el dilogo entre historias y experiencias
propias y ajenas, comunicativo y deliberativo. Eliminando las posiciones de sujeto fijas, inmutables y
jerarquizadas y los flujos unidireccionales, la construccin de redes contribuir, sin dudas, a morigerar las
asimetras del poder.
Sabemos que nuestra capacidad de aprender ha sido muy lesionada en las ltimas dcadas. Si no
cuidamos lo suficiente nuestras propias vidas ni las de nuestros semejantes (como lo atestiguan los
accidentes de trnsito, la mortalidad infantil, la exclusin y la creciente desigualdad), si hemos
desaprendido estos cuidados mutuos bsicos, cmo podemos pensar que la escuela puede ser una isla de
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Versin digital del artculo publicado en pp. 36 a 41 de la edicin en papel.
aprendizajes fructferos? Aprender requiere tomarse en cuenta a s mismo y tomar en cuenta al otro y, en
este camino, estar dispuesto a ser un otro para s mismo.
No se trata, entonces, tan slo ni fundamentalmente de mtodos, teoras y currculos, aunque stos sean
crticos. Seguramente que stos siempre pueden ser mejorados, tcnicamente hablando y que es necesario
que as suceda. Pero el planteo radica en la necesidad de pensar en las condiciones estructurales y en el
humus tico desde el cual es necesario redefinir un modelo de aprendizaje que supone, siempre, un
modelo de lazo social.
Podemos dar muchas explicaciones y apuntar muchas causas del fracaso del aprendizaje escolar. Los
expertos ya lo han hecho: la cuestin social, la erosin de la autoridad, la distancia entre vida cotidiana y
escuela, la falta de capacitacin docente, la obsolescencia y descrdito de la institucin, la crisis de
valores, el cambio epocal, y la lista contina. Pero el malestar y la insatisfaccin tambin continan y las
soluciones no se avizoran.
Si no hemos tenido xito hasta ahora con las respuestas practicadas, por qu no revisar nuestros
instrumentos de anlisis y asumir la tensin entre su inutilidad y la imposibilidad de prescindir de ellos, a
fin de evitar recaer en la falaz tentacin de empezar de nuevo?
Para finalizar, la escuela se encuentra, al mismo tiempo y paradjicamente, en una situacin de privilegio
y vulnerabilidad extrema: es el lugar en el cual se hacen presentes con singular fuerza y vitalidad los
cambios y transformaciones epocales; es el lugar que debe dar respuesta a los nuevos desafos y es el lugar
en el cual estn cristalizadas por su funcin histrica las viejas prcticas y modelos. La escuela constituye
un mbito de entrecruzamiento paradigmtico entre lo privado y lo pblico, una institucin especfica y
propia de la sociedad civil en la cual se entrecruzan la familia y el Estado, pero tambin el mercado, la
cultura de masas, las nuevas tecnologas de la comunicacin y la informacin y la opinin pblica. En las
ltimas dcadas, la desercin del Estado y la histrica indiferencia del mercado dejaron a la escuela librada a
su propia suerte, sostenida por la frrea voluntad (sarmientina) de los docentes y de las instituciones de la
sociedad civil.
Estamos ante momentos de decisin. Pero esta vez deberamos evitar las tentaciones de negar nuestra
historia, empezar de cero y copiar modelos ajenos (o propios). Por qu no abrirnos con humildad a
visiones propias y ajenas, por qu no escuchar, dar la palabra,