No. 99 Dic. 1968

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REVISTA

CONSERVADORA
"EL PENSAMIENTO CENTROAMERICANO

LA INDUSTRIA NICARAGUENSE
y
SU PROYECClON ACENTROAMERICA

ICIEMBRE, 1968

CUALES SON
LOS REQUISITOS
RA EL DESARROLLO
INDUSTRIAL EN
NICARAGUA?

\,
LIBRO DEL MES:

INCIDE \

CENTROAMERICA,

,v VUCATAN

POR

JOHN L. STE

TOMO I \;
NICARAGUA

99

EXTRANJERO

NUMERO EXTRAORDINARIO

lO CaRDaBAS
1 50 DOLAR

/Zevi4la

CC'ItU tva lfJ'ta


Vol. XX - No. 99
DIRECTOR

SEGUNDA EPOCA

JOAOUlN ZAVALA URTECH(


ASESORES

ARTURO CRUZ
ECNOMICO

SUMARIO

JORGE IlDUARDO ARELLAN


LITERARIO
PAGINA

FRANCISCO PEREZ E5TRADJ


FOLKLORICO

1 Editorial. la industria nicaragense y su proyeccin a


Centroamrica.
3 Consideraciones para una poltica industrial
COLABORADORES
DE ESTE NUMERO

6 Vn "clima propicio" para nuestro desarrollo industrial.


7 Renexiones sobre nuestra sociologia econmica
10 El "Royalty" en la industria.
12 Posicin de nuestras industrias de transformacin y su
futuro.
13 Una llamada de atencin: la artesania nicaragense
20 Muestras de nuestra artesana.

22 Turismo internacional como industria


24 Exposicin de la Cmara de Industrias de Nicaragua al
Seor Presidente de la Repblica, sobre la importancia
del sector industrial en la Economa Nacional
27 Encuesta. lo que opinan empresarios de los diversos
rubros dli la industria.

Enrique Delgado
Emilio Alvare. Monla1vn
Eddy Lacayo Arll'e110
Pedro E Rivas Vargas
Francisco Clavero Alvarez
Alejandro Gallard Prio
C1audlo Rosales Tlffer
Edrulfo Larll'aespada
Paullno IngeJmo
Miguel Gmez
Enrique Licbtenstein
Benjamn Gallo
Mlchel Plerson
Fred Sunr
Terencfo Garca
Renalo Arll'ello
Enrique Dreyfus
Alejandro Cor!ez
Carmen J Prez
Luis Hasbanl

CREDITOS FOTOGRAFICC
ARCHIVO DE

LIBRO DEL MES;

REVISTA CONSERVADORA
PROHIBIDA LA REPRODUCCION

INCIDENTE DE VIAJE

TOTAL O PARCIAL, SIN AUTORIZAC


DEL DIRECTOR

[N

EDITADA
POR

CENTROAMERICA, CHIAPAS y YUCATAN

PUBLICIDAD DE NICARAGUA
APTDO 2108 TEL. 250-49

JOHN L. STEPHENS
TOMO I

EN
IMPRENTA NOVEDADES

CUANDO El COSTO DE LA

CONSTRUCCION ES ElEVADO NO CREA

USTED QUE LA CULPA ES DEL CEMENTO QUE PARECE SER CARO!

APROX. EL 10 O/O SERA EN CEMENTO


Y 90 010 EN OTROS ARTICULOS

10

90 ola

010

Mano de obra - Materiales .. Sanitarios y Fontanera ~ PlJertas - Pisos


Pinturas - Repellas - Techos y Maderamen - Fundaciones - Electricidad, etc.

LA ECONOMIA DEl 10

0/0

DE LA CANTIDAD DE CEMENTO QUE USTED

EMPLEA EN LA CONSTRUCCION DE SU CASA CORRESPONDE SOLAMENTE


A UN

AHORRO DEL

0 10

SOBRE El GASTO TOTAL:

CONSTRUYA

SOLIDO
Y SIN TEMOR A TERREMOTOS CON

"CEMENTO CANAL,
SU CEMENTO NACIONAL"
EN NICARAGUA LA lNDUSTRIA DEL CEMENTO NO ESTA SUBVENCIONADA
Y PAGA MUCHOS lMPUESTOS QUE UTILIZA EL ESTADO PARA OBRAS
DE lNTERES PUBLlCO
Avenida Bolvar - 1 Cuadra al Lago del Cine Gonzlez: Telfonos 2301 - 1302

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ELECTROQUIMICA PENSALT, S. A.
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ELPESA
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CLORH1DRICO
A CID O
HIPOCLOR1TO DE SODIO

MATERIAS PRIMAS PARA LA INDUSTRIA


CENTROAMERICANA
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Revista
Conservadora
del Pensamiento Centroamericano
c:Ie ffama ~ltdewad(}~a llticamelt!e el Jelttid(} de 'lue JlO ed aJttiHetifji(}Ja, 1ti aJteH

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jJM eJtcima de fad diviJi(}Jted jJa~tidiJ/ad.

PANORAMA

EDITORIAL

LA INDUSTRIA NICARAGUENSE
y SU PROYECClON ACENTROAMERICA
La Cmara de Industrias de Nicaragua, como lo han venido haciendo las dems de Cen"
tro Amrica, ha iniciado recientemente una campaa de estimulo al consumo de los productos
nacionales. Tal hecho ha sido considerado por nosotros de sumo inters porque, de acuerdo
con sus enunciados, la industria es un medio efectivo para mejorar la situacin socioecon....
mica de Nicaragua y su come.rcio con los otros pases de Centroamrica. Constituye, adems,
una fuente de trabajo irremplazable al mismo tiempo que una generadora de divisas.
De acuerdo con los Postulados de la Cmara nuestro consumidor debe apoyar las industrias nacionales, esto es consumir lo que el pas produce ya que asi tendriamos mayor produccin y, en consecuencia, ms salarios que significan mayor poder de compra -lo que genera un efecto multiplicador en la actividad econmica-, precios ms favOrables, nuevas inversiones, mejores servicios y productos, como tambin una mayor utilizacin de las materias
primas nacionales.
El sentido de la Campaa parece obedecer a un reclamo de los industriales a los ciudadanos, con el fin de que stos aporten su ayuda" aqullos, y de esa manera la Industria realice la misin de resolver el serio problema que afronta Nicaragua -al igual que los otros pases pobres del mundo, en especial los de Centroamrica-, como es el de obtener un grado
de desarrollo que pueda hacer frente a las exigencias que le impone una poblacin en crecimiento continuo y explosivo que cada da exige con ms fuerza una vida mejor.
No est dems recordar que el desarrollo indostrial ha sido el camino escogido por los
pases en vas de desarrollo para diversificar su produccin y, con tal propsito, otorgan incentivos a sus empresas industriales. En esos pases se principia por crear industrias que han de
sustituir las importaciones de bienes de consumo; luego, se encamina el esfuerzo a la expo~
tacin de dichos bienes; en seguida se substituyen las importaciones de bienes de capital y
finalmente, cuando el pas alcanza un elevado desarrollo, se aventura a exportar bienes de capital. Pero este proceso completo toma aos para llevarse a cabo: requiere enormes esfuerzos,
grandes capitales, mucha tecnologa y patriotismo porque es precisamente del patriotismo de
los consumidores que dependen, por de pronto. los industriales.
Ahora bien; el reclamo de los industriales a los consumidores nace del estado de "entredicho" en que la opinin pblica ha colocado a la industria, acusndola de inoperante, de ser
carga del fisco y la identifica con lo que llama el fracaso de Nicaragua en el Mercado Comn
Centroamericano.
Nosotros opinamos, por el contrario, que nuestros problemas son comunes a todas las
naciones pobres de la tierra, que resulta ms positivo el esfuerzo acompaado de optimismo que
encierra la frase popular "A Dios Rogando y con el mazo dando" y que Gobierno, Empresa
Privada y Pueblo tienen la obligacin de unirse para su mutua superaci"n.
Para comprender la industria nicaragense hay que empezar por conocer sus gnesis

y evolucin. La Nicaragua de los siglos XVIII y XIX slo conoci un tipo de empresa como
generadora de produccin: la agraria; porque la actividad comercial estaba al servicio de las
haciendas y de una poblacin urbana que, a pesar de su escaso poder de compra, permaneca
satisfecha. El hacendado era de tipo patriarcal y estaba muy lejos de tener problemas laborales y de sufrir grandes presiones. Su administracin -era centralizada; sus rendimientos y sus
costos no se median en estandares exigentes y el mercado de sus productos no presentaba
gran complicacin.
,
Sin tomar en cuenta el primer esfuerzo industrial de Nicaragua gestado a fines del siglo
pasado -el Ingenio San Antonio-- y los posteriores de la Compaa Cervecera de Nicaragua, la
Cementera Nacional, la Aceitera Corona, Compaa Tabacalera de Nicaragua y algunas otras empresas, la industria del pais se mantuvo a nivel artesanal hasta la dcada de 1950. Ms an:
en los comienzos de la citada dcada se da un salto, pero en la agricultura. Coincidiendo con
la guerra de Corea surge el crecimiento de la produccin algodonera: se comienza a producir
1Q.OOO pacas hasta llegar a las 500.000. Sin embargo el salto no slo es violento por pasar
sbitamente del arado de bueyelll al tractor, sino que tambin es un elemento de confusin. SI,
el algodonero se confunde. Unos cuantos aviones fumigadores volando sobre los. plantios de
Len y Chinandega, un par de barcos anclados para farg;r algodn en el puerto de Corinto,
cuatro hilos de asfalto regados sobrE> una inmensidad de polvo, todo E>so haCE> pE>rderle el sentido
de la realidad: se considera rico. Le pasa lo del muchacho campesino que, al conseguir su
primer trabajo en la ciudad, estrena sus primeros zapatos y descubre el cine. Y esa confusin
Ilncarece la vida, el costo de la tierra contribuye a subir los servicios profesionales a niveles
ab.urdos. El hombre de la baja clase media, fuera de acostumbrarse a una vida ficticia que
le proporciona el crdito, forma hbitos de consumo por encima de sus capacidades y de la
"ropia capacidad del pais. A principios del segundo lustro de la dcada Se entra a un ciclo
de "vacas flacas", hay una recuperacin del aliento durante la primera mitad de la presente
dcada y, de nuevo, en la segunda mitad vuelven las caras tristes

Hoy se lamenta dE> que Nicaragua tenga en el Mercado Comn Centroamericano un saldo desfavorablE> de 24 millones de pesos centroamericanos. A esta grave lamentacin se suman
otras: la balanza de pagos es negatIva. los problemas fiscales muy serios, la desocupacin y el
costo de la vida son los nicos que suben, etc. Al fin parece que se ha aprendido la leccin:
Somos pobres y seguiremos sindolo por varias generaCiones. Sin embargo, nuestros recursos
Son abundantes y, en caso de saberlos utilizar, han de rendirnos dividendos.
Nuestra norma debe ser la austeridad, sobre todo cuando estemos en los ciclos favorables que han de volver. Tampoco creemos que frenar los justos anhelos de un pueblo sea la
_
frmula que conduzca a su felicidad.
La solucin est en el impulso de la pro.:luccin y en disciplinar los gastos.
La Industria es, sin duda, un medio eficaz e inmediato de acelerar nuestro desarrollo.
Sobre todo el apoyo del Estado al industrial se traduce E>n una buena inversin que da rditos
muy pronto Los industriales, por su cuenta, deben S&r mejores administradores y ms agresivos mercadistas. As; lo han comprendido y aor eso estn haciendo un esfuerzo encaminado
hacia una verdadera superacin que no puede ignorarse, superacin en la que el pblico consumidor tendr que poner su parte consumiendo de preferencia los productos nacionales. Tngase en cuenta que la Industria ya representa en Nicaragua el 20% del producto nacional y,
naturalmente, es una inversin que no puede ni hay que dejarla perderse.
Muchos de nustros problemas, como dejamos dicho, son similares a los de las otras repblicas centroamericanas. Pero algunos de los nuestros difieren hasta tal punto que constituyen un caso sui gneris. Si miramos rpidamente el aspecto industrial del istmo podemos
abarcar el siguiente panorama.
Guatemala, a pesar del grave problema de las guerrillas, contina siendo beneficiada
por las inversiones extranjeras en el campo industrial. Su poblacin, indudablemente, es la
mayor del istmo y, no obstante que gran parte de ella es marginal, ofrece un nteresante mercado. Adems su clase dirigente ha recibido un fuerte influjo de inmigracin europea -principalmente alemana- que le ha dado una gran capacidad empresarial.
El Salvador, por su parte, presenta las caractersticas particulares de su clase empresarial que la pone en una situacin ventajosa dentro del Mercado Comn. Los principales capitales salvadoreos se originaron en el siglo XIX y fueron hechos con inversiones en caf por
militares acaudalados que tuvieron el acierto de preparar a sus hijos en Europa y Estados
Unidos, donde aprendieron a ser eficientes empresarios mucho antes que los nicaragenses.
La densidad de la poblacin, por otro lado, ha contribuido a darle a los salvadoreos un in-

centivo al progreso ante la adversidad como dira Toynbee. Tienen una clara comprenslon
de sus problemas y, consecuentemente, han formulado una poltica de desarrollo frente a Centroamrica, autoubicndose como Blgica dentro del Mercado Comn. Comprenden que su misin es la de productores industriales, dejando a Honduras y a Nicaragua el papel de una
Ucrania, o sea como suplidores de granos. Resulta interesante observar, por consiguiente, el
propsito comn que existe en El Salvador entre los empresarios del sector privado y los funcionarios del gobierno.
En Honduras el grupo tnico de origen rabe, que tradicionalmente ha controlado el
comercio, ha venido impulsando en los ltimos aos el desarrollo industrial tanto en Tegucigalpa como en la Costa Norte. Esto, a mediano plazo, les resultar ventafoso, pues es ms fcil
pasar de comerciante a industrial que de agricultor a industrial. Tambin merece sealarse
que los circulas de las finanzas del pas, aunq ue predominantemente de descendencia rabe,
no se cierran ante la conveniencia econmica al extremo de que observamos el nombre de
Canahuati asociado al de Goldstein.
Mientras tanto el desarrollo industrial de Costa Rica empieza a equipararse con su produccin agricola. Indudablemente su extensa clase media, con caractersticas raciales europeas y dotada de elevado nivel cultural, constituye de por s una excelente base de consumo
que le permite a sus empresas proyectarse, con su produccin incremental, en los mercados
centroamericanos. Todo parece indicar que, a la postre, Costa Rica lograr superar sus dificultades fiscales y su balanza de pagos.
La produccin industrial de Nicaragua, en nuestra opinin, debe orientarse a las expol'faciones de productos primarios ya industrializados del sector agropecuario y a enfatizar una
mayor eficencia de nuestras industrias de "transformacin" para volverlas competidoras, de
modo que el consumo naclonal se incremente. Esto pondr fin a nuestra dificil situacin que,
debido a los precios y al rgimen libre de cambio, hacen de nosotros un polo de atraccin para
la competencia de los paises del istmo. Un esfuerzo de esta clase resultar tanto o ms efectivo que los mpuestos que ltmamente, al igual que otras medidas restrictivas, se han aplicado a los productos de orgen centroamericano.
Finalmente sostenemos que los 13 millones de habitantes, a los cuales se dirige el Mercado Comn Centroamericano, pueden constituir un factor de consumo tanto para nosotros como para los salvadoreos, guatemaltecos, hondureos y costarricenses, siempre que nuestra industria, sin defar de recibir el apoyo del pueblo y del gobierno, sepa hacer uso eficiente de
nuestros recursos, el ms Importante de los cu.les es el humano.
Justo es reconocer que la industria, con el apoyo de los consumidores locales y de los
incentivos gubernamentales, se esfuerza por ofrecer artculos de la melar calidad' posible y para
que tambin, a mediano plazo, se lleguen a derivar ventajas en el precio de estos productos
nacionales.
Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano, en vista de todo lo expuesto,
presenta en este nmero totalmente dedicado al aspecto nicaragense una serie de articulas
suscriptos por empresarios y banqueros en los que abordan los principales aspectos de nuestro
desarrollo industrial, y desde ahora ofrece sus pginas para otras ediciones similares que proyecten los aspectos Industriales de cada uno y de los dems paises del Mercado Comn Centroamericano.
'

CONSIDERACIONES PARA UNA POLlTICA INDUSTRIAL


Cada vez se enfatiza ms la importancia que el desarrollo industrial tiene para los pases del conglomerado mundial, y asl, en los actuales momentos en que se confrontan diferentes intereses econmicos y se hacen esfuerzos para tratar de superar situaciones evidentes de
desigualdad, bajo la identificacin de "paises industrializados" se han agrupado aquellos de mayor desarrollo o llamados ricos, en contraposicin, a los sub-desarrollados o en proceso de d.....
sarrollo.
Alrededor del balance favorable que la actividad industrial presenta sobre otros sectores
de la produccin, se aspra generalmente a buscar un cierto grado de Industrializacin. Pero
conviene puntualizar que las ventajas de esta actividad implican supuestos, que ni son vlidos ni
son iguales en todos los paises, resultando de tal circunstancia que paises ricos en recursos materiales se mantienen en nivel de sub-desarrollo, en tanto que, pases que compran cantidades
considerables de materia prima y en lugares distantes, han logrado estructurar un avanzado proceso industral.

Las evidentes ventajas de la industrializacin tampoco sisnifican que ella tensa que buscarse a cualquier precio y en el menor tiempo posible. Es lgico buscar siempre un desarrollo industrial, pero en funcin de las posibilidades reales de cada pas; can lo cual se quiere
significar que la industrializacin responde a un proceso de largo plazo, que progresa tan rpid~mente como'se base en una adecuada programacin y ejecucin, que no imponga cambios
violentos ni interfiera o interrumpa el desarrollo normal ya iniciado y mantenido por la empresa misma.

Por otra parte, una <:Iara y precisa programacin facilita el manejo de todos los incentivos deseables, y en su hbil y efectiva aplicacin descansar el ritmo o grado industrial que
se vaya logrando. Quien maneje los instrumentos de estimulo asume la principal responsabilidad ,de orientacin industral, porque el que solicita dentro de la ley y se le concede, con su decisieSn aporta al pas trabajo e inversin.
No debe confundirse el significado y alcance de una politica industrial, que responde desde luego a un sano propsito y constituye una aspiracin de largo plazo, con el criterio de que
las actividades no fomentadas a travs de esa poltica, no pueden o no deben desarrollarse, inclusive considerarse como no deseables al desarrollo del pas. La accin dirigida por medio
de una Ley de Fomento, orienta: la libre decisin de un empresario involucra una actitud
de promoci6n y aprovechamiento de algo que existe, y que de otra manera, podra ms bien
I
perderse.
En los pases sub-desarrollados las re~lidades del ambiente para un desarrollo Industrial, estn ntimamente vinculadas al complelo de elementos que integran los hombres, como
empresarios y trabajaclores; la tecnologa y las condiciones del mercado. Corrientemente resulta dificil ordenar y precisar en ese conjun!o una accin que tienda a superar aspectos estructurales y fijar prioridades, para poder conJugar poco a poco todas las limitaciones que ellos
imponen. Los pases aqu considerados conocen y viven dicho problema pero como
la solucin exige grandes sacrificios. y mucho tiempo, s610 tratan dbilmente de
enfrentarlo, prefiriendo entonces tomar decisiones inmediatas con gran contenido nacionalista. Esta actitud difcilmente puede conducr a un proceso sostenido de industrializacin, ya que los enunciados sencillos pueden ocasionar confusiones y desestlmular las decisiones de los industriles. Una politica industrial requiere mucho anlisis para precisar todas
sus posibles implicancias y poderlas ejecutar simultneamente dentro del normal progreso de
un pas.
Bajo las anteriores circunstancias, en paises con marcado predominio del sector agrlcola se plantea la urgente necesidad de su industrializacin. Pero ese planteamiento lleva por
lo general, una definida influencia de la agricultura predominante en la economa, que .i
bien responde a una justa aspiracin, su realizaci6n involucra la superacin de escollos y la
coordinaci6n de mltiples esfuerzos. Cuando no existe esa comprensin, frecuentemente surgen planteamientos radicales, que no favorecen en nada el desarrollo industrial, antes bien, desorientan y crean desconfianza.
Consecuentemente se acentan los problemas financieros para la actividad industrial
existente, al marcarse ms la tendencia favorable al sector agrcola. En esas condiciones las
limitaciones financieras normales, hacen entonces que este elemento ocupe tal importancia,
que se afecte el panorama industrial mismo al perder importancia a su vez los otros factores.
Como se aprecia, se juntan problemas mltiples que hacen dificil la elaboracin de una
politica slidamente integrada. Cada quien trata de actuar en forma absoluta, y el desarrollo
industrial se hace necesario pero muy dematido, predominando los grandes conceptos y los grandes proyectos.
Se llegan a tomar las decisiones, desestimando a
veces los aspectos bsicos. en los cuales descansan las posibilidades reales para los paises en
desarrollo, de encontrar e impulsar una indust rializacin efectivamente complementaria.
Nicaragua no ha estado ajena a los planteamientos referidos, y a pesar de los esfuerzos
de los empresarios y del Gobierno, la actividad industrial no ha logrado encontrar una orientacin definitiva, mediante un programa de largo plazo, consistente con las propias realidades
y para iniciar un progreso sostenido y de respaldo nacional del sector.
Con la promulgacin de la Ley de Proteccin y Estmulo al Desarrollo Industrial a principios de 1958, se marc sin duda un paso tra<cendental para el futuro de la industria nicaragense. El Estado puntualiz en los primeros cuatro Artculos su politica general de amplio
apoyo, protecci6n y estmulo, para legalizar asi lo que podria llamarse su mayora de edad y su
carta da nacionalizacin.

Se declar de inters general el establecimiento en el pas, dentro de ciertas condiciones,


de plantas industriales a quienes el Estado en la medida de sus posibilidades,o por medio de
sus organismos especializados, les prestara asstencia tcnica y financiera; lo mismo que to-

mar las medidas necesarias para contrarrestar prcticas desleales de comercio que pudieran
periudicar su normal desenvolvimiento. Se dara por otra parte, preferencia a los productos
nacionales en circunstancias razonablemente competitivas, y las Municipalidades y Juntas Locales de Asistencia Social se ajustaran al espritu de la ley, para los fines de sus planes de
arbitrios
Como puede apreciarse y se repite, 1953 marc el primer paso consistente y de mayor
esperanza para el surgimiento de un verdadero auge industrial.
Pero tambin era necesario enmarcar lodos esos principios en un plan o programa de
trabajo, para que la demanda interna o el cOl1.umidor nacional consolidara en la prctica los
eonunciad05 de la poltica, y para que en el aspecto de exportacin se prog. esara en el conocimiento de las prcticas comerciales de otros mercados. La sola clasificacin ha permitido
impulsar un desarrollo industrial, que si bien constituye un avance en el progreso del pas, no
se considera representativo de una poltica nacional de industrialzacin.
Necesariamente esas circunstancias deben comenzarse a superar alguna vez, y lo que
corresponde es revisar primero lo ocurrido para formular y ejecutar un programa nacional,
en la mayor armol1a posible de intereses. Debe aceptarse el hec.ho de que lo existente del1~
tro del espritu de las leyes vigentes, debe continuar su normal desarrollo, pues si se obstaculiza puede ocasionar actitudes gravosas para el pais, especialmente por la prdida de objetividad. Ello podra conducir a que la poltica general se fundamentara en un slo aspecto especfico, por ejemplo el fiscal, cuando en realdad 110 se trata de sacrificar u obtener ventajas
de ingresos, sino de aprovechar recursos y condiciones ms favorables, y poder asi participar
en mercados que no son controlables por leyes.
Debe la poltica trazar no slo la orientacin de mayor prioridad, sino que coordinar el
desarrollo de las prioridades ms bajas, porque si bien las primeras gozarn de mayores il1centivos, las dems responden tambin a manifestaciones de inters para el pas. Bajo este
entendimiento, debe comprenderse la enorme mportancia que las condiciones del mercado tienen para el desarrollo industrial. Primero, porque se operll en un mercado regional, y segundo, porque las exportaciones de esta naturaleza al resto del mundo, no tienen perspectivas de
crecimiento en el plazo mediato. La industria nicaragense necesita de una actitud firmemente agresiva para defender su posicin competitiva en Ul1 mercado local reducido, por demanda global y por poder adquisitivo, y para conquistar parte de los otros mercados de la regin, que de partida ofrecen ventajas a sus respectivas industrias locales.
No se trata, pues, de gastar esfuerzos en pequeos detalles relativos, o de tomar decisiones de carcter netamente locales, porque el proceso de integracin est en marcha, y las
posiciones aislacionistas no caben. lmplca sacrificios la lucha para consolidar una participacin en el mercado centroamericano, acentundose sin duda ms conforme las desventajas de
cada quien; pero slo con la conviccin de esta realidad y bajo la "ejecucin de un programa
calculado" se puede llegar a algo positivo en este campo. Si bien se plantea difcil el comienzo, debe iniciarse ya que todos aspiran a obtener ventajas de la unin, y difcilmente se podra
pensar en establecer un ordenamiento para que se programe algo regional perfecto que satisfaga a todos al mismo tiempo, o que las condiciones de los mercados integrantes, como se repite, lleguen a regularse por leyes o protocolos.
Esas realidades debe afrontarlas una poltica industrial en su ms clara expresin, para
que las aspiraciones no se confundan con los hechos y las posibilidades, y para que en esencia, se busque obtener las mayores ventajas de lo que se tiene o cuenta de inmediato. Solamente as podr una politica ir acercando poco a poco lo ideal a lo posible, para llegar a estructurar un desarrollo industrial que en el aspecto nacional, satisfaga a la mayoria.
Probablemel1te este criterio sea ms consecuente con la actitud empresarial y la tecnologia existentes, y haria ms manejables los problemas que ellos plantean a la actividad industrial. El grado de participacin en los mercados depende fundamentalmente de estos elementos, pero sus cambios no pueden ser muy rpidos, y de all que para romper el crculo vicioso
dehe darse aquel paso que permita empezar lo ms pronto posible, y asegurarse q.ue el proceso marca cada ao un avance notorio, dentro de los objetivos del inters nacional.
No puede continuarse pensando en quin otorga ms, en quin debe ceder en algo o tiene la c.ulpa, o si se contina o.. no en el mercado comn.
En el aspecto centroamericano no debe olvida. se que existen mercados que estn y continllarn progresando, y en algunos casOs complemenlndose, lo cual ser ventajoso para ellos
en cualquier circunstancia. Y en cuanto al aspecto del mercado local, se necesita que las leyes
se interpreten y aplique con visin, que se arranque con un programa imperfecto pero que se
r'~"'\~'lle! que no se siga confundiendo lo que ms convendra hacer con lo que podemos hacer
ahora, y que toda actividad de produccin puede estimularse en base al mutuo inters aue
se pueda determinar.

UN "CLIMA PROPICIO" PARA NUESTRO


DESARROLLO INDUSTRIAL
ENRIQUE DELGADO
Economsta y Banquelo Nicmaguense
A NicJragua se

h~

presentan, dentro del cuadl'o de

la Integracin Econmica Centroamericana, similares

dudas en cuanto al camino del desan-ollo industrial,


a las 'que afrontan todos los dems pases de menor
desarrollo relativo en el Continente Esto es, el cons~
tant medir de las ventajas o desventajas de produch'
su propio desenvolvimiento a travs de una poltica
industrial dirigida al fomento de la industria en gene_
ral o, en forma ms restringida, al fomento preferen~
te de una rama de actividad industrial; o, por contra~
posicin absoluta, al desarrollo agrcola con prescin~
deucia del industrial, dejando a ste para etapas ms
avanzadas del desarrollo del pas.
Esto es ante la escasa disponibilidad de recursos, tan~
to huma~os como financieros, para provocar un pti~
mo crecimiento armnico de todos los sectores de la
produccin, salta la constante duda de si tales recur_
sos limitados deben aplicarse en forma concentrada
a provocar un desarrollo acelerado de un sector en relacin con el otro. Y dentro de un sector, como el
industrial, cule-;; de las actividades pueden responder
en forma ms positiva, de manera que Se cumpla el
principio de maximizacin de beneficios en .Jos resul.
tados a obtener
Pero la maximizacin de beneficios, en trminos
prcticos8 'es difcil de determinar por ,la constante pre.~
sencia de influencias ajenas al juego de factores de
produccin 'No puede eUa determinarse por la sim,;
pIe orde.nacin, de mayor o menor, de las rentabilida~
des econmicas del sector, prescindiendo de esa~ o
tras influencias de carct~l' muchas veces poltica, o~
tras histricas y, en no menor grado, d inmanentes
aspiraciones que conforman la conducta de los :mdividuos y que proyectan su influencia en el conjunto
social.
De ah parte la dificultad de hacer un uso excln~
sivo de las tcnicas conocidas de programacin para
la determinacin de politicas viables. !le desarroIl;l,
sin que los resultados de la programaclon sean analI.
zados y sopesados a la luz de los otros factores que influyen sobre el comportamiento de las sociedades
Es ante este innumerable conjunto de factores
extl"a.econmico'S que las teoras del desarrollo se proliferan, dando pOi resultado que no se cuenta con una
fl1:llula de desarrollo aplicable a todos los pases en
similares grados de desarrollo, ni a un mismo pas ell
distintas situaciones de tiempo No obstante lo ante~
liar, pareciera que en el proceso de industrializacin
hay un comportamiellto comn en todos los pases de
Amrica Latina. La industrializacin toma su p10_
pio derrotero, muchas veCes con independencia de lo
que es ms deseable desde el. punto de vista nacional,
obedeciendo ellas al juego de las (lecisiones individuales dentro de un rgimen de libre competencia (~~
lativa y actuando dentro de pre..establecidos marcos eS..
tl'uctur-ales,
En este sentido, las polticas activas de fomento
de determinadas actividades industriales, considera.
das tericamente como deseables, han tenido en la
prctica poco resultado. Ello se debe generalmente
a que los instrumentos corrientes de incentivos industriales, como han sido las leyes de fomento basadas en
rebajas o exoneraciones fiscales, han sido notoriamente insuficientes para modificar los cuadros ms
amplios en que Se mueven las decisiones de inve1sill,
tanto en el orden de competencia de recursos interna.
cionales como en el orden interno.
En el orden internacional, poco efecto tiene el que

un pas establezca un determinado grado de incentivos


fiscales para el establecimiento de illdush'ia, si 110 co~
existen en el mismo pas ventajas manifiestas para el
desalTollo dinmico de tales industrias Asimismo,
dentro del propio pas no puede esperarse un desarrollo industrial, con base en los instrumentos conocidos
de fomento industrial, si no coexisten elementos o
motivaciones propios de crecimiento que hagan atractivo el riesgo de la inversin en e[ campo de la indushia en general, y de la rama indus.trial deseable en
lo particular
Por otra parte, sometidos nuestl'os pases a fuel_
tes presiones sobre sus: balances de pagos, que dan ori~
gen a un fl'enamiento de las impol'tacionespor diverM
sos medios, al tiempo que los ingresos fiscales descansan desproporcionadamente en los aforos de importaciu, se crean en eUos estructuras desarticuladas de
precios internos que vienen a tene1' mayor influencia
en las decisiones de inversin en el campo indushial
que todos lo&' mecanismos de incentivos Ol'entados al
fomento de determinadas ramas industriales
Es por ello que si bien tollos los paises de poco
desal'rollo aspiran a la creacin de industrias bsi.
cas;, algunas, veces llamadas de bienes intermedios,
como eslabones necesal"os en la cadena de lU1 dinmi_
co proceso indu'strial, los resultados verdaderos han
sido con harta frecuencia -desalentadores, Factores
(le insuficiencia de consumo por la falta de un merca_
do inteIno amplio, as como la ausencia de industrias
menores de transformacin que absorben la produccin de [os bienes intermedios, a la parque la arrolladora influencia de la estructura general de precios ya
1efelida, o :peor an,. inestabilidades polticas, hacen
llugatollos los esfuerzos realizados en esa direccin.
De ah que el crecimiento industrial se Vea usual,.
lriente auto.dirigido a la produccin de bienes de con~
sumo final que tienen mercado relativamente suficiente; y que, denl'o de la gama de este tipo de manufacturas, la de artculos suntuarios sean l&s ms a.
hactivas, cuando el consumo intelllo es suficiente pa.
ra soportar Ima industria de poca inversin, La con~
juncin de todo esto, con la presencia de altos y a veces crecientes afmos a la importacin de esta clase
de bienes, colocan a la produccin de artculos no esenciales en e[ mercado domstico,. en ~ituaciones ms
favOl'ecidas que al resto de los bienes (le consumo co_
nientes
Tal crecimiento industrial encuentra la natural o
pO&icin de los ;dems segm~ntos de la poblacin de.
dicados a otras actividades que Ven favorecidas a la
actividad industlial, a travs de las leyes de incentivos fiscales, mientras las prollias carecen de tales o
comparables beneficios
PelO la correccin de este desajuste demanda, como todo esfuerzo de modificacin de las estructuras
de las economas nacionales, de esfuerzos positivos en
todos los rdenes de la vida nacional Por una par.
te8 no puede ni debe correglse el desajuste echando
marcha atrs mediante la supresin de los incentivos,
porque Se corre el riesgo mayor de quedarse sin 11in..
gnua industria. Ello seria fatal pal'a el crecimiento
ordenado del pas, ya que el proceso industrial es e"
minentemente acumulativo: una industria acairea a la
otra y sin la base mimaria de indusilias meROles de
tl'anSfOlmacin no puede ni siquiera pensarse en estahlecer en el futuro las industrias bsicas de bienes
intermedios y de capit~J.
.
'follo lo contrario, la pI esencia en grado maY0l"

de ~ndllsb ias ele bienes (le consllmo, y ellh'e ellas las


eminentemente suntuaI ias, es seal inequvoca de [iue
el ln'oceso illdustl'jal est apenas comenzando y que el
camino a recouer an es largo y labol'ioso Estc le
quiele, a me(lida que se pretende 1111 g1ado mayor (le
Cl. ecimiento, de bases tanto ms fiuucs de \loltica eco.
nmica y fiu3ndel3 y de un clima tanto ms segu.
lO para la illvclSin, cnanto mayores y ms cOlll]Jiejas
sean las eta]laS a CUbl'' en el desall'oUo del pas Es
como p\anea\ l11\ edificio que, en cuanto ms 1li.sOS se
}JretelU1e tenel, cuanto lls profundo y elaborado de_
be ser sU basamento pala sopoltal'lo. Que la jnsegu
l'idml institucional en el campo del <lesanollo econ
mico lU'oduce idnticos resultados qne la falta de ba.
se en una c(Justl uccin, o sta no se levanta del todo
0, una vez comenzada; 58 dCll'umbn eshepitosa y fa_
talmente
POI todo lo alltcl'iOl, y habida cuenta que el el cci_
miento almnico (le todos los sectOl'os de actividad de
Un 1ms es ]a meta mas deseable entre to(las las altelM
nativas apalentcs de poltica econmica, UD (lebe jams un pas contO el nnesb'o IU'etendcl' saclifical lo
llOCO ya consh liido, ante pel'sllectivas de dudosos calll.
!tos institucionales que conllevan la iusegm idad a to_
da nueva 1)e\'s11eetiva de inVersiu. La lazn de ello
es que los de1'loteros del crecimiento indllst1'ial son,
lJ01' una parte, poco influenciables en el sentido llosi.

tivo por la In'esencia de incentivos fiscales lUayores o


meUOles en una direccin determinada; empero tal
el ecimiento es ti emendamente susceptiblo a los ~Lbi
tos cambios de dileccin iustitucionRl y, e11 gado mximo, cuando di('.hos cambios son en el sentido de anu_
1m, llOl' cual<luiel.' va, la al mazll en que ha i\escau.
sado Oligillalmente la decisin <le i.uvcltir. El f1acaM
so <le una imlustiia, )lor callsa~ (le esta naturaleza, aca.
l"lea la global ]Ialalizncin (le todo el sectol
Si NiCiwagua Ita visto afectado adversamente su
crecimiento in<lush al en los dos ltimos aos, y si
su base industrial es l'elativamente menor que la de
los otros paises ele CenhoamLica es, POI c(JllsiguienM
te, el pas que llmyOl atencin debe prestal al fOl'tale_
cimiento (le este vital sectorle la economa Esto slo
l)uedc loglalse mediante la supelacin de tmlos los
obstculos que Ea oponen al crecimiel1to de la indusM
tria, Cuanto ms nos rezaguemos en esta can era de
competencia tanto ms difcil nos ser IOg1 al el equi.
libl'io con los dems pases del melcado comun, PelO
1)ala ello, adems de una activa )' cooldinatla accin
pblica y lU'iva<la, se loquiere, como elemento esencial,
Clem o conservar el llamado uclima plopicio" a la in
veLSin. De oha. manela, en vez de avanzar, entt'aI emos en el canllllO del franco \eboceso y autoRdestruccin. El no caer en este abismo. es responsabili.
tla(l ]Jlunatia de todos los nicalagiielLses

REfLEXIONES SOBRE NUESTRA


SOClOlOGlA ECONOMICA
"MILlO ALVAREZ MONTALVAN
Socilogo Nicaraguense
Las lclaciones entle los hechos sociales y el pro.
ceso econmico son cada vez ms, objeto de inters
Descartada la concepcin monista de Marx, pala quien
los fenmenos' sociales no S011 ms que SUllel estl'uct~l.
ras de los sistemas de produccin, las investigaciones
se Olientan ahora a establecer las l'eclllOcas influen M
cas en calidad y cantidad y a (liV01S0S niveles, enb'c
la Olganizacin de ulIa socie(la(l y sus actos econmi.
cos 'l'Olncmos por ejemplo el caso del libel alismo
econmico y su conhapaite, el fenmeno capitalista
El surgimiento del ]ll'imeio, lu el 1esulta<10 de la a M
ceptacjn de las ideas filosficas en boga en el siglo
XVllI huto a ~\\ ve'l" lle las a}llicaeiones de las teo.
las cientficas de Kepler y Newton. Cumulo estos
cientficos descubl'ielon que los astros se 1egan pOl
"leyes natl1lales" que fijaban el movimiento de los a5_
hus, los creadOles de una nueva teora del Estallo, ereym'olt"' que tambin l homble deba regitse en su
vida social, 1101' un tilJO ~inlilar de leyes naturales".
As fu posible liberarse del rgido melCantilismo l{
del monolJOlio estatal del comelcio iotal'nacional Pe~
ro asimismo, la osh uctnra social que exista en !Iasefi
como Inglaterra e11; aquella ]Joca, permiti la acepta_
dn y el desal roll de este nuevo lJlallteo de las rela_
ciones econmicas
Desde otro punto de vista, tambin }Juede aplecinr~
se esa ntima intell'elaciu entre los hechos econmi_
cos y los sociales. TOlnemos por caSo ]a influencia
que las ideas l'eJigiosas tienen sobre el comportamienM
to econmico (le sus Cleyentes. ntencionemos sola.
mente como ilt(')!l'aciu, el apOlte de la obla -de We.
ber, lJala quien existe 1111a directa c.onexin entre las
1JI cticas ticas de una comunidad y el carcter (le
IIn sistema econmico \VebCl describi un cuadro t~
lIi co del llo burgus rrdirieiendo sus negocios como si
S~ tiatase de una ,'ocacill, a quien la Providencia ha
seliala(lo como elegillo". Fu p.si posible que, vil'bl
des tan esenciales como la sobriedad, el abOl'! o, el
i~abajo asi(luo, el ascetismo <le vida, se convh Uel'on
snnultncamente, en hbitos c~timulantcs a la fOl1ll3cin de capital En cambio. oh a rama del cListianisH
mo, el catolicismo espaOl (lcl siglo XIX, sigui insis_

'l

tiendo en lo pecaminoso de la acumulacin de l'ique

zas, en el valor oel alltol'ital'smo, etc Con palabras


de la Biblia, segua afh'mando que U as ms fcil que
liase un camello por el ojo de una aguja que un lico
se salve"
Lo que est pasando ahora con la ayuda econ.
mica y tcnica de los pases jndustlializ3.dos al llama M
do terccr mundo, tambin pucde SC1'vilnos (le ejemplo,
La afluencia (le blencs de capital y de recursos (le la
tecnologa, se encllenfl a con qne, en pases sub~desa.
!rollados, no pueden dar el 1endimiento deseado, por M
que las condiciones de organizacin social y de l'ecursos ]\Umanos, resultan. inadecuados El plan l\'1arshall
para EU1'O}la. encontr en cambio, Jos elementos ne
cesarios para sacar provecho de las oportunidades re_
cibitlas. La industrializacin de estas naciones plan.
tea IJl'oblemas palecitlos. Los enca1gados <le poner en
jJrctica los ajustes neccsa1ios, se resisten, llorqlle el
brusco desplazamiento de una clientela l'Ul'al, que da
pl.'~stigio y poder, a un lluevo estalilento social que ya
110 se l'ige pOI' los tl'a<liciollales esquemas de la lealtad,
<la mucha inseguridad a los que dhigen el poder lJOM
ltico
.
Pero tl'ayendo a un plano ms inme(liato estas le.
Jaciones: socie<lad~econollla que venimos tiatando, nos
encontramos con que organizaciones tan scncillas y
eficaces en ciertas sociedades, como es el cooperati_
vismo, 1\0 lo&ran aURiga en sociedades que sienten
)!rofulUla desconfianza por el trabajo compartido en
grUIJOS, llor la eYperiencia que ticnen dentro de su cul...
hua, 1101' este tipo de organizacin, en que la l'csponsabilida(l. se halla compro.. U<la
No obstante todo lo anterior, todava sigue insisM
tinllose en la lJrimaca de las decisiones y facilidades
de tipo econmico para asegural el (lesarroUo. Con
valas razones tratan (le ex]llicar tal posicin: al-la
Pl eemincncia de los motivos econmicos en la con.
(ll1cta humana. b)-el snpuesto <linamismo de las ins.
tituciones econmicas r<pel' se", 3)-la expansin in.
depenlliente de que es capaz, por ella sola, la tecllolo
gia. Sobre el ])1'imer argnmento, debe <lecilsc, que
cada vez es mas claro liara los socilogos, que en el

ponde, para ponernos cla10 en los obstculos que se


nos ponen por delante?
A pesar de todo, algunas lneas generales de nUes~
tro "pattern cultural" pueden trazarse. Tenemos por
ejemplo la motivacin que llamamos "por prestigio"
basada en hbitos de comportamiento, que no son ni
funcionales, ni autnticos La lealtad a la familia, co~
mo extensin del espritu paternalista y protectivo,
resulta muchas veces incompatible con las bases de
una organizacin eficiente. La hospitalidad y la amistad, son todava valores intrnsecos y no medios,
para conseguir otros fines. La poca separacin entre
lo cultural y lo utilitario, que con frecuencia aparece
mencionado en las llamadas sociedades primitivas, es
otro ejemplo en nuestro medio.
Pongamos sobre esto ltimo algunos ejemplos:
en muchas fiestas patronales de Nicaragua en que se
celebra la feeha de un santo lugareo, lo religioso (cul.
tural) aparece ntimamente mezclado Con lo utilitario
!DaJ.
Se est operando pues. una verdadera revisin de Qu otra cosa significa esos convites populares donde
la postura tradicional y vemos ahora a los' industria. "el mayordomo'# reparte alimentos, como parte de su
les, preocupados por la exploracin de los gustos y obligacin aceptada de antemano? Las reuniones al
preferencias del pblico consumidor; por conocer los aire libre, en un ambiente de intenso intercambio so~
"canales mentales" por los cuales habr de penetrar cial, durante las celebraciones de la fiesta de Santo
el deseo de adquirir lo que se vende. Toda una nUe~ Domingo en Managua; el clima pastoril y festivo de
va tcnica de la propaganda del uso de mtodos au. las vaqueras, donde se juntan campistas vecinos pa~
do.visualea, PSIcolgICOS, eo est desarrollandose ra ayudarse en la seleccin de las reses de sus res.
Si penetramos .ahora en la intimidad de una oficina, pectivos dominios, para una vez tenninada la faena,
de un taller, de una empresa, de un Consejo, saltan acercarse alrededor de una hoguera a comer y echar
ms a la vista la importancia del estudio del medio so- tragos? Y en poltica, no es acaso un nmero obligacial, como elemento indispensable para procurar una do, despus o durante el intercambio de planes, el
mayor productividad. La dinmica de grupos: los e contemplar el paso de las horas consumiendo licor y
quipos de creatividad; los sociogramas; el clima de alimentos?
La formacin educacional en nuestro ambiente,
opinn y de aceptacin o rechazo, son aho't'a instrumentos de que se vale la moderna tcnica para ase. sigue todava los cartabones de la Espaa colonizado.
gurarse un mayor rendimiento del negocio, tratando ra. Todos sabemos cmo en 1680 casi dos siglos des_
si se quiere. de manipular, de moldear, el medio so- pus de fundada la Universidad, segua ensendose
cial en que aquella debe desenvolverse
como nicas ctedras, la Teologa moral y la Gram~
Lo que s podemos afirmar en trminos generales, tica Latina Y ahora. seguimos empeados en fabricar
es que resulta imposible pasar de un tipo de empresa letrados, o en acelerar la 'formacin de economistas y
de produccin a otro ms eficaz o moderno, sin que altos administradores de negocios, cuando ]0 que ms
previamente Se produzcan ciertos cambios: en la men- necesitamos es el adiestramiento tcnico de nivel metalidad, en la organizacin y en el comportamiento dio, donde los alumnos aprendan habilidades, no pasociales, frutos a su vez de [a adquisicin de nuevos ra la ciudad, sino para el campo, en donde ]a agri.
sistemas de valores, sean stos ticos, o morales, que cultura sigue siendo el 60 por ciento del quehacer ha~
le sirvan como umareo instituCional" a los nuevos es. bitual de los nicaragenses.
MEmcionemos ahora algunos de los factores del
quemas de produccin econmica.
cambio socia], especficamente el demogrfico. Nues~
tro pas sigue creciendo a un ritmo promedio anual
En Nicaragua, cuando se habla de desaIrolla eco- del 3 2%, como cifra neta ,Si ya estuviramos indus.
nmico, sin integrar este concepto con el desarrollo trializados, tal fenmeno sera favorable, pero con una
social se est distorsionando la realidad Nuestro pas produccin baja y barata de proveniencia agrcola, el
es todava fundamentalmente, una sociedad tradicio.~ nivel de vida no pueele elevarse. Ese incremento aH
na!. Esto quiere decir, que formalllos parte de un nual de 50 mil habitantes (por ms que nuestra poblaR
sistema de 6rganizacin cerrada, en equilibrio pre. cin relativa sea todava bajo), demanda cada vez ms,
cario si se quiere, pero que todava guarda el mnimo servicios, que el Estado no puede con sus escasos re.
de integracin Sin embargo, como veremos luego, cursos, dispensar adecuadamente.
em.piezan a sentirse los empujes de los agentes de camSin embargo, la propuesta planificacin familiar,
bio sobre todo los demogrficos y la acuJturizaein, tal como se la Jleva- a cabo en nuestro medio, sin inpro'ducto esta ltima del acelerado proceso de comu- veEtgacin social preliminar que la oriente, ser un
nicaciones y la influencia de los grandes intere~es in- desperdicio de dinero.
De todos modos, el impacto del fenmeno social
ternacionales
Sin embargo, cuando intentamos concretar, cules de la explosin demogrfica comjenza a manifestarse.
son los ragos caractersticos de nuestra cultura, nos Managua) nuestra capital, crece a. un ritmo casi el do~
hallamos en dificultades.. Resulta paradjico com- ble de la media del pas En el perodo comprendido
probar que, mientras a diario se publican estudios so- de 1950 a 1963, su poblacin se acrecent a la tasa
bre los diferentes aspectos de la vida econmica de promedio anual de 4- 9 %, cuandd para todo el pas t ese
nuestro pas: cifras del producto nacional bruto; la ndice fu de 29% En el Censo del ltimo ao, la
tasa de inversin nacional anual; produccin de algo- poblacin nacida en otros depa1tamentos, estaba re~
dn y caf; capacidad de ahorro; nivel de vicia, etc, pi esentada en Managua por 86,000 personas, la inmenetc., no existe prcticamente nadaJ sobre investiga~ sa mayora de la mi~ma (65%) proveniente de los de_
cin sodal. Se nos dir que de este ltimo instrumen. partamentos COn los cuales Managua tiene fronteras:
to no tuvieron necesidad las: naciones adelantadas, Masaya, Carazo LeQ.!1. Seg(m esos mismos datos, el
para llegar donde estn ahora Pero acaso ignora~ 28% de la gente que vive en Managua no naci aqu.
mas que tenemos que recuperar el tiempo perdido y Este proceso de urbanizacin acelerado de la capital,
que el abismo entre naciones industrializadas y las est llamada a ser U11 foco de tensiones sociales cada
en desarrollo. se profundiza cada vez ms y que una vez ms agudas, al aumentar la demanda de trabajo,
conducta ms racional y cientfica es lo que corres_ educacin, vivienda, sel'vicios sanitarios, alimentos y
fondo de todo ilctO econmico hay una "motivacin"
que no est necesariamente ligada al hecho econmi~
co de la posesin Los psiclogos y psico-socilogos
nos prueban hasta la saciedad, que existen comporta.
mientos de diligencia, perseverancia, etc., que produ..
cen dinero es cierto, pero que no son ms que expresiones de mecanismos compulsivos, obsesivos. para
quienes el trabajo no es ms que una derivacin de a.
gresividades no derivadas.
En cuanto al dinamismo inherente de las instituciones econmicas, si stas no estn afirmadas dentro
de la trama de un tejido social receptivo, que han
calUbiado sus va lores o los ha adaptado a las nUevas
circunstancias, no pueden lograr mucho aqullas Y
con relacin a la tecnologa, resulta evidente que sin
la adquisicin de unuevos valores socio_culturales"
que hagan al grupo social permeable a las innova.
ciones, la tcnica no es incorporada a la vida nacio~

(lems HabIa que estudiar las causas de por qu


Glanada pOI ejemplo, aport a esa corriente miglatolia hacia I\:Ianagua, un equivalente al 20% de su po~
blacn, en el pelodo de 19501963 y en qu propor~
cn los departamentos de mayol'a 11lral contlibuyen
al xodo hacia la capital y su:;; causas Oh o hecho
demoglfico que tiene repercusin sobre la economa
del pas, es la constitucin predominante de gente
joven en las ciflas totales de la poblacin nicaragen.
se, La edad mediana de vida es de 15 aos, Si tomamos en cuenta que en esa poca de la vida, no se
ha entrado todava en el ciclo de la actividad econ.
mica y que por lo tanto gravita para su mantenimien.
to en el resto de la poblacin adulta, se comprender
la carga social que ello representa,
Si repasamos rpidamente la historia poltica y
econmica de Nicaragua, nos damos perfecta cuenta
que a cada perodo ha corl eS'pondido un tipo de 01'
ganizacin social. As por ejemplo, durante el lapso
de tiempo transcurrido entre la Indepem1encia y la
Guerra Nacional, prevaleci en el pas un clima de
desorganizacin social, caracterizado por una crisis de
autoridad, Nunca la ploduccin nacional estuvo a tan
bajos niveles Fu preciso el perodo hCl'oico y do~
1000SO de la gueua contra los invasores filibusteros,
pala que emergiera de sus escombros, el nucleo fun
dador de la segunda independencia
El patriciado criollo, ligado a la tierl'a, con valoles peIsonales con un alto sentido nacionalista, 10gl
tomar las riendas de la direccin del Estado y pl'o(lu~
jo la serie de Gobernantes llamados de los 30 aos,
en que hubo estabilidad, orden y progreso sociales
:Este fu el primer perodo de construccin de un autntica nacionalhlad: se estimularon nuevos cultivos,
se abrieron nuevas fuentes de trabajo, se implant el
ferlOCall'il, el telgrafo~
pagaba cumplidamente la
deuda extel'na, se estimul la educacin popular, etc"
y como lgica consecuencia, comenz a manifestarse
un proceso sostenido de crecimiento econmico. Es.
tos gobernantes, con Dlentalidad abierta al cambio,
produjeron la primera refOlma ellucativa en Nicaragua Una plyade de profesores em opeos esparcidos
en las principales ciudades del paS', difundan las
nuevas ideas del positivismo y del liberalismo, que hi~
cieron posible aos ms tarde la formacin de una ju.
ventud que encabez la revQlucin de 93, El Gobieruo que emergi de esta contienda cvica desplaz los
viejos y tradicionales valores sociales y quiso implan~
tal' reformas que slo por la fuerza poda conseguir
Resultaba una paradoja comprendel que el cambio
hacia una mayor libertad, trajo como secuela una disminucin de la misma en el terreno poltico, Sin em.
bargo hubo progl'eso en determinadas leas, Se con~
tuvo el proceso de descomposicin que vena esbozudose con la decadencia de la oligmqua gobClnadOla

de la tcnica, el mayOl impulso de aceleramiento en


el plogreso del pas
No obstante, este desenvolvimiento nacional, no
ha sido palejo, Managua y algunas oh as cabeceras de~
partamentales, pertenecen a un mundo mucho ms
lleno de OpOl tunidades y de aceptacin del cambio,
que la imnensa mayora de los pueblos y ciudades del
illtelor del pas, Plcticameute vivimos en doble
mundo de realidades. en cuanto a organizacin social
se refiere
La clsica institucin colonial "la hacienda" sigue siendo el eje de las zonas agrcolas y ganadm as
de la nacin Este centro de actividad econmica,
impl'egnado de un sentido autl'tico y total, envuelve
desde su nacimiento hasta la muerte, fijndolo a la
tiel'la, al campesino, dentro de un rgimen que le da
todava seguridad y al cual le parece estar plenamen.
te identificado El tipo de relacin social que pIedomina en este ambiente, entre el patrn y la peona~
da es muy sui.genelis y explica 1)01' s solo, cmo puede funcionar el sistema de produccin que ah Se lo~
gra, Una serie de lealtades mutuas, de intel cambio
de servicios, de solidaridad, sostienen este tejido de
plecalo consumo y precal'ia produccin, que no pue
de sobrevivir ante los avances del cambio.
Es diferente el pauOl'ama de los cultivos mecani.
zados y en gran escala de la zona del Pacfico, La
poblacin trabajadora, en su maYOla nmada, desarlaigada, se moviliza en bandadas migratorias en los
perodos de siembra y cosecha y casi no establece una
relacin permanente con el empresalio, excepto en el
reducido equipo humano pelmanente que guarda el
patrn todo el ao para el mantenimiento y vigilancia
de la hacienda
Denh o de este panorama, el rgimen de las industl'ias modernas, est reducido a la capital y alg1.111a
que oti'a ciudad del interior del pas El futuro de
stas, est forzosamente ligado al desarrollo social
que pueda IOgI al' la gran lnasa campesina de Nicala.
gua. su lgico mercado intelno de consumo. Mienhas cieltas lefOlmas en las eshuctUlas tradicionales
no se logran, ser muy difcil que aumente su capaci.
(lad de compra y en esa medida, las posibilidades de
la expansin industrial estarn sometidas a la pro_
teccin del Estado

Se

Finalmente nos preglmtamos: qu hechos, qu ha


bitos, qu llm'mas de valores sociales de nnestra cul..
tU1'a estimulan o bloquean el cambio? Tomemos el de
ms actualidad: la integTacin econmica centroame
licano, que lenta, l)erO firmemente est producien.
do desajustes en los mtodos tradicionales y en los
cenhos de poder La preponderancia del factor po.
ltico provinciano y localista, es reacia a la abertm'a
de fronteras', es profundamente nacionalista, En los
Estados Unidos, los federalistas pudiel'on utilizar las
motivaciones econmicas que sentan la mayor parte
de las poblaciones anglosajnas, pala imponer la unificacin de las 13 colonias La plomesa de un vasto
meleado interno fu fcilmente explotado por Hamil~
ton y sus seguidores, Pero en Nicaragua como en la
mayola de los pases centro-americanos, las motiva~
ciones econmicas, no pueden ejercer un gran atracti.
vo y una concertada accin sobre un patriciado, de
gran influencia todava, que no tiene nada que ganar
de un aumento de consmllo que no le pertenece El
prestigio sigue asenta!l~ e,n el cont,lol.de clie~telas lUrales sumisas en equlhbl'lo precallo SI se qU1ele, pero
fuentes indiscutibles de pO(ler.
Pal a terminal digamos, que lo inmediato es la a~
ceptacin de que un acelClado desarlollo econmico
trael como consecuencia una lll'ofunda modificacin
de nuestla actual organizacin social; del rol de la
familia; de la posicip. de la mujer, etc Conocer la
exacta posicin que actualmente tenemos frente a eS.
toS' valores y los impedimentos que Ofl ecen, constituye una fuente fecunda de investigacin social que de~
debemos acometer. La crideologia (le la modernidad"

de fines de siglo

El siguiente pel'odo, el Ilamado (le la restauracin


conservadora estuvo marcado por la emergencia del
poder interventor de los EE UD en nuesho ambien.
te. Comenz a produchse en el pas una cOl'l'iente de
trasculturizacin presionada, que tuvo efectos en los
campos de la conoma, del orden administrativo y sobre todo, en la orientacin de una economa dirigida
especialmente hacia el comelcio intelnacional (activi.
(lad exportadora.impOl tadora).
Retirada de hecho la fuerza intel ventOla, el pas,
volvi a gravitar alrededor de una fuerza central, autoritaria, para conseguir la estabilidad y la paz, con
mengua del ejercicio de las libertades individuales
Las repelcusiones que este tipo de organizacin so~
cial ha tenido en las actividades econmicas eS indiscutible: fOl'macin de capitales ligados a la poltica;
consotcios en ejercicio monopolstico; deterioro de la
vida 11lral: pledominio de facilidades para la Cal)ital
sobre las demandas de la vida rural, etc. Es dlll'ante
este perodo en que se acelel'a por el mayor intClcam.
bio de comtmicaciones con el mundo civilizado y las
nuevas 0pOltunidades de crdito externo y reClUSOS

es el presupuesto ms importante para organizar lo


(fue Rostow llamaba la ((etapa del despegue"
OBRAS CONSULTADAS: 1. Sociologa Recansscns,
Edil POfi'a, Mxico, 1961. 2. Traite de Sociologia T 1I
GUlitch pl(~sses Universitailes Francia 1963 3 Psicologa Social, IClech et cit. Biblioteca Nueva, Madlid,
1965 4 Elementos de cambio social en A. Latina, Ro

gel s, Edic tdcer mundo, Colombia, 1966 5 Teora y


Estructuras sociales, Merion, Fondo de Cultma Ec
M~lCO, 1964 6 El futUl o de los pases sub-desarlolla_
dos, Staley Edit Roble, Mxico, 1963 7 Amerique La
tine, Lambel t, Press Univers, France, 1963 8 Boletn de Estrtdstica Dir de Est 1964, Nicalagua 9 His_
tOlia de Nic '1'0 ns Ayn, TIllO Cultural Surveys,
Richard Adams, Pan Ameli Saint, Bmeau, Wash, 1957

El "ROYALTY" EN LA INDUSTRIA
EDDY LACAYO ARGUELLO
Asesor Indushial Instituto de Fomento Nacional
INTRODUCCION:

Me: esthnul para escribir estos conceptos, el deseo de orientar ;l jos directores de empI'esas, y contribuir a evitar que la industria, incipiente. an por
estar en etapa de desarrollo sacrifique parte de sus
utilidades y debilite adems la balanza de pagos na_
cional, al pagar regalas al extranjero por el uso de
marcas prestigiosas. Esta misma industria podra elaborar artculos de ptima calidad, que se adapten
mejor a las necesidades de nuestro mercad~, investigando las causas que influyen en la creacin del
al'tculo en cuestin. Una vez conocidas esas causas,
se podran aplicar al desarrollo del l)roducto que se
tiene en' mente, y como consecuencia se podra obtener un producto de primerisima calidad y el J)J:estigio tantas veces ambicionado. El producto en esta
forma estara en capacidad de conseguir col). Su fama en otro pas menos desarr-oUado, el beneficio que
ahora tendemos a pagar, y as habra participado
en el estmulo brindado al capital humano, al ofrecerle la oportunidad de investigar y desarrollar ese
artculo. Solamente desvus de haber realizado una
investigacin de este tipo, la empresa podra decidir,
si le es o no conveniente el uso de Royalty mediante
el sacrificio de parte de sus futm'as utilidades.
DEFINICION:
La lengua inglesa define la palabra "ROYALTL", como:

"Regala, parte de las utilidades que paga el edi....


tor, fabricante, etc t' al autor, nventor o. propietario que se han res~rvado cierto privilegios".
En nuesh'o caso, consideraremos al industrial del
Arca Centroamericana, el c1;laI fabrica en sus plantas productos que gozan de prestigio, sin pensar que
produce camisas, cosmticos, textiles o cervezas, etc.
mediante el pago a propietarios de marcas prestigiosas.
Cabe mencionar, que el prestigio del que disfruta
una marca y los privilegios que se ha reservado al
ofrecer el royalty, son la resultante de un c~ulo
de esfuerzos humanos, inteligentemente coordinados,
y son producto de la observacin, del estudio y del
habajo. Los artculos que llamamos buenos y qu~
poseen una calidad invariable, son los que causan que
los hombres que los lanzan al mercado go_cen de
prestigio y lo porten con orgullo. Esa capacidad de
poder ofrecer un artculo que llama la atencin del
mercado, atrae tambin la atencin de los empresarios que desconociendo la factibilidad de fabricar y
mercadear a menor costo ese producto, mediante investigacin, estudio y trabajo, se deciden a priori a
pagar Royalty. Estos empresal'ios trabajan, Se preocupan y gastan dinero con tal de lograr esa falsafinalidad, sin considerar que el prestigio del pro...
ducto no les corresponde, que las utilidades fueron
diezmadas y que siempre tendrn el temor de que
el dueo del prestigiado producto, cualquier da le
ceda los derechos a oho empresario que le ofrez('.j1
mayores ventajas. El empresario antes de tomal' tal

determinacin debera investigar los pro y los conha de la produccin del artculo mediante el pago de
Royalty. Esta investigacin hara que su decisin tuviera fundamento y le llermitira conocer hasta dnde puede pagal' por esos servicios, los cuales defi~
nitivamente inciden en las utilidades y elevan los
costos de la empresa.
QUE OFRECE EL ROYALTY?

El propietario que se reserv el privilegio de poder cobrar l'egalas a otro industrial para que ste
pueda producir su artculo en deetrminada rea, bsicamente ofrece:
_
l. Renuncia al mercado en el Area
2. Instruccin en el manejo de materiales, equipos
y maquinarias para producir el artculo
3. El nombre del artculo para que lo use.
4. Mtodos de Control de calidad, para materiales
y para el artculo terminado.
5. Direcciones 'de abastecedores de n.mterias primas.
6. Entrenamiento del nuevo pel'SonaI ~n sus plantas.
7 Seleccin y contrato de tcnicos en su territo...
rio.
8. Contactos con laboratol'ios de su territorio que
constaten los controles efectuados por el comprador.
9. Informacin y supervisin en la evolucin y man....
tenimiento del artrc~lo.
.
10 Asistencia en publi'Jldad y afiches.
Todos los gastos crren por cuenta del pagador
adems de .la cuota por Royalty, que generalmente
va de acuerdo con las ventas del producto. En cuanto a gastos se refiere, el propietario, aunque est
anuente a viajar frecuentemente, y algunas veces
acompaado, no est dispuesto a gastar, y todo lo
que compre para el pagador le prod~ce ganancias.
Al analizar las ofertas bsicas del propietario,
nos convencemos qUe algunas veces, no se justifica
el pago del Royalty, aunque existen casos en los
cuales es necesario pl'oducir u.n articulo que est bajo
patente, 10 cual se logra solamente mediante el pago
de regalas. Otras veces las cuotas son relativamente
bajas, de modo que al cabo de muchos aos, la suma
llagada no supera al costo de la investigacin; y. 11a...,
br ocasiones en que el valor de la propaganda a
nivel internacional no compita con la publicidad exclusiva del lea. En suma siempre habr que evaluar
la situacin, pala poder formarse un juicio efectivo,
Claro y lleno de convencimiento antes de tomar cual..
q uier decisin,

A continuacin exponemos una manera de poder


sustituir las ofertas de Royalty, que no es infalible,
pero sugiere una idea del posible reemplazo V consecuente beneficio, al poder fabricar el producto sin
el pago de regalas; es entendido que cada nmero
sustituye a su igual de los ofrecimientos bsicos an...
tes expuestos:
1. Apoyo de parte del Gobierno, a travs del
Ministerio de Economa y por medio de la Ley de

10

Proteccin y Estmulo al DesarroJIo Industrial, consistente en el ciene de las fl'Ontel'as al artculo que
se plolluce fuera dei Area. En el caso de que el Pl'Odueto se fabrique llentro llel rea, la medida consistira en la. reduccin llel precio de venta del artculo
producido sin royalty, cuyo costo es menor, lo cual
se tladuce en ventaja sobre el que paga regalas.
2, Ofrecimiento de las instrucciones de manejo
hecho por las casas vendedoras de materiales, equi":
pos y maqllinal'ias,
3, Certeza de quc todo nombre escogido con
gusto, es bueno si se cuenta con la pnblicillad suficiente y con caliila(l invariable.
4. Obtcncin por medio de consultas a tcni_
cos indnshiales de los mtO(los de Control de Calilla,l.
5. Obtencin en las Cmaras de COlUCl cio de
las direcciones de los abastecedores.
6 Entrenamiento del pel'SOJlll1, a t1avs de los
fabricantes de equipos y maquinal'jas.
7, Existiendo capital humano capaz (te recibh'
enh'enamiento tcnico no se necesitara Jilpol'fal' a.
t~cni.cos ext1'a.njeros, per~. en el caso (le ser impresmndlble un tcnico cabflcado, Se poada contratar
}Jor melio de sns agrupaciones,
8, Obtencin (le los servicios de labol'atol'ios es]lecializados, que a menudo se ofrecen en las revistas
imlustl'iales.
.
9. LecttU'R de revistas de sta o (le la imlustria
en genera!" para e~tai', bien infOl'Dlado, por o11'a pal'te,
]a supel'vlsln serIa mnecesaria, si los controles de
calida(l est~ bien seleccionados.
10. Obtencin (le los sel'vicios (le una compama publicitaria de ]a regin, la cual ofrece la ventaja de estar en contacto con el pblico consumidor.
VENTAJAS DEL NOMBRE PROPIO:

La empresa propietaria de un nomIne, goza ,le


un sinnmero de ventajas, desde el derecho al goce
lle la regala hasta el dominio del conocimiento que
interviene en la fabl'icacin del producto. Este conocimiento lo da segUlidad en si mismo, que a su ve~
le pelluite elaboral' el producto le acuerda con los
ltimos avances tecnolgicos en el ramo, establecer
especificaciones ms exactas con menor gra(lo de variacin, fabl'ical' otros productos porque conoce la
causa que conduce al xito, y disminuir el costo de
pubJieida(l en un fntulo, que se traducen en luayuces utilidades, Pero, para que sto suceda, pal'a tlUe
Un flrtclllo se catalogue como uBueno" comercialmente, tiene que estar sujeto a ciertas ~ormas que l'igen
su naturaleza, que son a gran(les rl1sgos: a) S:\tjsfacel'
necesidades, b, Estal' al -alcance (1t}1 cOllsuinidor, c
Ser del conocimiento del consumi<lOl', y d, Contar COII
la confianza del consumidor. Se pueden estudiar las
lleeesidades del mercado directamente, por medio (le
encuestAs, o ms fcilmente, estudiando los efectos
que producen los artculos extranjeros, tendiendo a.
investigar las cualidades que tienen para descubrir
las necesidades del mercado, Cuando conozcamos las
necesidades que satisface, deteuninemos los ingresos
de esos consmnidores, evaluemos el posible volumen
de venta. a ttitel'cntes rnecios y sepa.lnos si el monto
l'eprese-nta un buen mel'cado, debemos ostimal' el
costo del pl'oducto; si ste es satisfactorio, iniciaremos la produccin del articulo, Es nlUY importante
haber estudiatlo minuciGsamente las especificaciones
V mtodos de contl'ol' de calidad de los artculos a
luoducirse, ya que es la base para que la empl'esa
b'iunfe o fracase, pues (le ellos depende la confianza
del consumidol'. Al establecer las especificaciones,
consideramos en plimer plano al conslilllidor sabiendo
lo que necesita sto supone el establecimiento de
las DOl'nHls de sabor, 0101', cot01', empaque, cualida(l
activa, dimensiones, pi ccio, sistema de distl'ibucin,
etc" scgi'm cada caso particular. 'Con estas especificaciones se da a conocer al consumidor, la solucin

a sus problemas, 1101' mdeio (le publicaciones, p1'omociones, etc, con la finalida(l dc fijarle la idea de como
obt.enel' benefi~i?s y hac~rle saber dnde adqu.h'u' ese
al'hcll1o tan utJl 1131a el
Cuando el consumidor
consciente de la bond.ad de la calidad de ese prO-:
ducto~ lo consume, y Sl las especificaciones estn bien
evaluadas, ~l artculo sc habr ganado la confianza.
del consumidor, y habl' alcanzado la categolia de
"n~eno" com7~'ciahnente, procurando lla13 la emllresa Jugosas utIlidades.
EL CON'rROL DE CALIDAD.

~~bla~nos antes de la. nec~sidad de establecer las


espec1flcacIOnes del producto, indicando un sinnme1'0 de detalles; cada detalle tiene Un mal'gen o una
escala dete~'minada. Por ejemplo el color escogido
para el artIculo en cuestin va a ser lnic:UUente de
Un matiz determinado, que en la escala de colores
cOl'lesponde por ejemplo al 1"1, y siempre aparecer.
en el me~c~do con osc color 1"1, y las materias prilnas ~dqull'ldas para este producto, tendl'n que tener sIempre las mismas cl1alhladcs cuantltativamen~e, pal'J! que al final sea 17 la norma del color. Si el
Illdustnal fuera menos escrupuroso, POdl' establecel'
sus normas de color cutre 16 y 18, pero cOl'fera el
llesgo de perder el mercado, Como sucede a menudo
en nuestra indusil'ia, dado que el consumidor se abstendra <le adquirir un producto que muestra sensibles variaciones en su calidad. Para ilustrar la importancia que reviste el Control de Calidad en la
}Jroduccin, ,:onsi~rese el caso (le un producto qu~
s~ elabora sm Junguua especificacin pre-detel'minada, por entle sin contt'ol de calitlad. El producto
es. acepta~o por su mercado, pero pl'onto el imlush'Jal que Ignora las cUl'actersticas de los materiales
usados en la produccin de este buen artculo acepta
materiales alterados, por ejemplo, que han' absorbid? agua, lo que ha variado el contenido de la parte
actlva, y lentamente va perdiendo el mercado para
eSe al,tculo que el consumidor 10 llega a llamar
:'malo Jl ~n la misma forma podt'amos analizar la
UllpOl'tancla que gual'da el Contl'ol de Calitlad en las
d!f~l'ent~s etapas de la produccin del artculo y la.
VigIlanCia estl'echa q uc se debe ejercer sobre las condiciones ptimas de operacin. La entp1'esa adquiel'c
as dcspresti~io Jndustrial, prdidas de dinero y telU01' de fabl'lcar oh'o producto POi' su propia cuenta.
Como se ve, el defecto l'eside en la falta del conocimiento ~e las especificaciones, tanto de las nOl'mas
que deberla tener cada materia prima, COlUO las del
proceso y las del producto. Todo material que va.
a integrar un pi'oducto qUe se pl'etemle obtener de
buena calidad, tendr que ser analizado y adaptado
a una norma. pl'i!-fijada, y si las especificaciones no
cOl'l'esponden a las requcl'idas, tendr que l'cchazarse, pues producira un a~'ticulo 4iferellte al que suponemos producir Todo al'tculo terminado (leber
ser analizado y comprobado que sus DQrmas estn
de acuerdo a las pl'efijadas, Cuando el empresario,
deS:Qonoce estos factores necesarios para lograr el
triunfo, cree que la solucin ms adecuada consiste
ell la obtencin del l'espaldo de una fl'ma de prestigio a quien le cede parte de sus utilidades. En vez
tIc asesorarse con consultores locales capaces el1 este
ramo, para soluciona,' los problemas y lograr mayal es beneficios y prestigio para su empresa, RealCense estos controles, previa seleccin de especificaciones estrictas, y se ver como Se impulsa positivamente a la Industria del rea.
Como' corolario de esta exposicin, deben sealarse los innumerables beneficios qne le proporcionai'a al pas la creacin de un Comit de NOl'mas
a travs de los ol'ganJsmos oficiales gubel'namentales, Cabe indical' que este tipo de Co-mit se encuenb'a en todos los pases industrializados cuyo mismo
dcsall'ollo exige como necesidad impel'losa la existencia de tales organismos de nOl'm.alizacin,

POSIGION DE NUESTRAS INDUSTRIAS


DE TRANSFORMAGION y SU FUTURO
PEDRO E. RIVAS VARGAS
Nunca se ha podjdo defjnjr claramente la posicin
(le las Industria~ de transformacin de Nicaragua en
{'~ Mel'ca~o Comn Centroamericano.
En los paises de El Salvador Y Guatemala, lderes
del MClCado Comn, se estudi la posicin de las innustrias cxistentC',5 en estos pases y la proyeccin que
tendrian dentro del futuro mercado comn que El Sal_
vador y Guatemala haban experimentado en un mer_
cado tripartito ('.on la Repblica de. H01Jduras
Es indudablC" que el objeto bsico de estimular la
industria de tI an.sfolmacill es acelCl'al' el progreso de
un pas. como sun. las fuentes de trabajo para obreros
especializados, tcnicos y oficinistas, todos eUas relacionados directamente con la industria (le transforma~in.

Este merc<\co tripartito formado por Guatemala,


El Salvador, y Hondu13s en el cual lJor leyes proteccionistas pro.muJg~das muchos aos antes que Nicara_
gua y Costa Rica ya te.Da sus bases slidas y la plOyeccin bacia los mercados de Nicaragua y Costa Rica,
por lo cual promovieron la Integracin CeJ]boameri~
cana por m('odio del Tratado General de Integracin
con miras a invadir nuestIos mercados con,. industrias
establecidas y desarrolladas.
Tambin saban perfectamente que Jos melcados
de mayor eonsu:J1O como son Guatemala y El Salvador
seran el atr~ctivo ms grande que tendl'an las indus_
trias extr~njeras para establecerse en el mercado Cen~
troamericano.
Fue en este momento preciso que se
Iniciaron las plticas para poner en prctica el Tratado
General de Integracin Centroamericano. y NicRl'agua
y Costa Rica tenan que decidir en esa oportunidad s
entraban f'11 las condiciones en que se eucontraban eh
esos m.omentoS' o tendran que hacerlo ms adelante. o
quedarse fneta del tratado Creo que para entrar en
la forma que Ni('.aragua lo hizo, hubiera sido prefelL
"Die quedarse fuera del Mercado Comn CentroamerL
cano.
La decisin de Nicaragua fue solamente la je 3ceptar las condiciones presentadas sin hacer un estu_
dio a fondo de la sitacin de las industrias nacionales
y los problemas que se iban a presentar una vez que
entr31an a ftm.cionar Jos protocolos del Tratado.
En ese arranoUe se debera de haber pensado en Un
Trato preferencal puesto que estbamos entrando a
un mercaao f'om(ln centroamericano de 3 pases ya de_
sarrollados y Nicaragua en esos momentos no tena in_
dustrias establecidas: ni preparadas pa.ra invadir el
mercado comn, ni Leyes adecuadas de proteccin in.
dustrial, ni hombres preparados en las dependencias
gubernamentale~ que manejaran estos asuntos, ni tcJCOS, ni estudius para ponernos en una situacin no
igual; pero s con
posibilidad de podernos desarro.
llar en el ml'l'cado comn para alcanzar un lugar muy
superior al que aetualmente tenenlO~ en el Comercio
Inter.CentloamE"rlcano y no llegar a ser lo que somos:
"Compradores de 105 otros pases Centroamericanos"
Despups vinieron las fanas" en las clasificaciones
industrialt;s tarvas e inferiores a los otros pases y
la falta de coopetacin gubernamental para los industriales como tam.bin falta de financiamiento adecua_
do que hasta ]a fecha han sido el problema ms grande
pala el d.;sarloUo lnrtustrial de Nicaragua.
El Mf'Tcado Comn Cenboamericano, es mercado
de industrias de trar~sformacin Y as lo demuestran
los 1 ubros onciales, por ejemplo de Enero a Julio de
1967 en US$~,797,258,OO cantidad que export Nicara-

,a:

Qumico e Industt al Nic313guense


gua a Cel1trD Amrica y solamente US$1.985,762 co.....
rrespoll(le a ]a Industria Agropecuaria; en ese mismo
pel'odo d~ 6 me~es importamos de los dos pases centroamericanos liS$17,926,389.o.0, lo que demuestra cla...
l"a~ente que el mercado comn Centroamel icano es
de las industrias de t'ansformacin, ya que los princi~
lJales rubloS agropecuarios tienen su mercado fuera
del area centroamericana
El criterio absurdo de querer promover solamente
las industria$ agropecuarias ya que pueden ser nues~
ti as principale~ fuentes de divisas, la ganadera y la
agricuIturz; pero en el consumo diario usamos productos de industdas de transformacin, como son: telas,
indushias de cUE."ro, en el hogar se usan muebles, escobas. platoS, ta~asJ pI:0ductos plsticos y se consumen
grandes canUdarles de medicina y cosmticos. todos s_
tos en gran mayora de industrias de transfotmacin
Tenemos el caso de la industria de cosmeticos, una
industria que se fabrjca totalmente en los pases centloamericftIlos, casi toda la materia prima y envases
SOI1 producidos en el rea centroamericana, as tenemos
sin embargo que el criterio que prevalece es que estas
industrias no deben ser protegidas y es por eso que en
los tres grupos: Al B Y e del Tratado General de Incentivos Fiscales) se le clasific en el grupo C sin in_
centivos fiscales; indudablemente porque en ese entolL
ces no se lE di la importanCia que esta industria ame_
rita ya que' e-s una de las ms importantes tanto en
cuanto al volumen de mercadeo como que est siendo
fabricada en su totalidad en el rea centroamericana.
La industria de cosmticos de Nicaragua tiene un d_
ficit con los pa~es centroamericanos, En el semestre
de Enero a "..d io de 1967 ocup el 5to lugar en el ru_
bro de exportaciones con cifra de US$3'74,91l.00, ha.
hiendo sido los importaciones de US$596,281.00
La industria. de cosmticos tiene para el pas una
gran importancia y debera estar clasificada en el grupo A del Tratado de Integracin. ya que consume un
tanto por ciento muy alto de materia prima nacional
como es el alcohol bi.rectificado, producto del suelo
nlc31'agense y f'"on un. consumo aproximado de 300,000
litros por ao, o se~ se paga a Ja Direccin General de
Ingresos por el valor de este alcohol hireetlficado la
cantidad de 0$1,125,000 00; este valor podria duplicarse y husta triplicarse si esta industria, tuviera un
~'poyo veldadero, pues toda la perfumera, desodorantes, lacas y aercsoles, contienen en Un 80 a 90% de
alcohol y el resto de los productos como cremas y otras. cantWades que van desde el 20 al 50% de este
mismo producto. As tenemos que la industria de cos_
mticos consume tambin de produccin nacional; aceite de coco, sal, soda custica "Hercasa", ceras de
abejas, pegam.entos, etiquetas, y gran cantidad de tra.bajos litogrficos, discos de promocin; adems pro_
mueve industrias conexas como son las de envases
plsticos, fbricas de cartn, industrias serigrfioas.
etc. Por lo tant, es ridculo que una industria de tal
naturaleza no tenga suficiente proteccin y est cla..
sificada en el G.rupo e del Tratado General de Incen~
tivos Fiscale-s El valor agregado tan alto de esta in.
dustria que actua1m.ente tiene en 12 plantas estudiadaS
aproximadameJi.b~ 800 personas, cabezas de familia con
salarios apl'onmados a 0$5,000.000.00 anuales, demues~
tra la gran fugJ:l de divisas por este concepto en las
importaciones que bacemos a Centro Amrica.
Resumiendo: La industria de Cosmticos al igual
que otras -de transfOlmacin dejan las siguientes ventajas:

12

l\le~os

A}
B)

fuga de divisas po! mano de obra


Cons\!lCo de materia plima nacional como cs
el alrohol bi_rectificado.
ei C01l~umo oe otros productos del suelo como son:
Sal, aceite, cera de abejas
D) FaVOlt~Cell otras industrias conexas que tienen
l'e]adn cun la industria de cosmticos.
E) Da trabaje' a gran cantidad de oblelos y tcJlicos
F) La Industria de C,psmticos da trabajo especial_
mente a las Industrias publicitalias y a los Cana\es de Televisin
rOl' tanto es nccesalio que se haga una vel'dadeI3

evaluacin df' (as Industlias de Tl'ansfOlmacin IJara


que sean debidamente protegidas y Nicaragua pueda
ocupar en el Me!.cado Comn CentroameLcano un lu_
gar que la coloque en una situacin ms significativa
y que no fgamos siendo la cola del MC1cado Comim
Centroamericano en cuanto al volumen tle exportaciones, ya qut' el ao lJUsado el tlficit de $24,000.00000
en el melcmlo comJ;l centroamel'icano, para el ao en
C111'50 esta aumentando en cifras qne posiblemente de
seguir en Ja misma m3lclla se aplOXltl1al a los
$30,000.000.00 de dficit anual.

UNA LLAMADA DE ATENCION:

LA ARTESANIA NIGARAGUENSE
CONSIDERACIONES, SUGERENCIAS Y RECOMENDACIONES
CON VISTA A UN FUTURO DESARROLLO DE SU ARTESANIA
FRANCISCO CLAVERO lVAREZ
CONSIDERACIONES GENERALES .
Es una Iealidad innegable Y de todos conoClda. el

hecho de qllf" la totalidall de los lJalses, desarrol!ados


o en vias de llesal'lol1o. se preocupan de una serie de
promociones convenientes al pas, entre las que d~s.
taca, por su impacto y ~b:aehvo, la AR~ESANIA, 111.
dustrias artesanas y achvldades, educahvas e indns
h tales de todo tillO relacionadas con ella
.
Ls pases en vas de deSal'lOllo 11an comprendl.
do que la ARTESANIA es una activi~ad o illdus!~.
conveniente y bsica, como fuente. (le 1llg1 esos y diVIsas, un metlio tle divulgar las llOslbUidades que o~l'E;.
ce el pas y una forma de conservar los valOl es tPI.
cos y autctono'i muestl'as de 1m arte popular lleno
de belleza y de ;encilla ingenuidad.
El fundamento de la ARTESANIA. es la obra .en
s misma ,11rua de mte. vita1i(lad, glaCIa, belleza, .1!1"
tlivillualidad Y ti adicin espiritual Es una .expleslon
del pueblo, sns folmas de vida, sus creenClas y sus
costumbles ancestrales.
'"d
!\lnchas vcc('s constituye el nico, medio de VI a
y ti abajo de algunos natUl ales del pals, esp.ecialmente en las zonas 1 urales donde contdbuye eflcazlU":,nte
a lJUtar el gran problema del paro estacional agrlCo-

la

Se lmedo considerat.', sin temor a ellol,. como un


gran elemento de oculta riqueza para el pals, con un
valOl, que nO :;e puede desconocel Y que hay que ha_
cel que resurJa
d 1
.
- La lllomocin e inCl"emento <!ue en to o~ os paises est experimentando el tUllsmo, cOlltrlbu~e"e.n
&I'an medida a valorar la ARTES~~A, cuyas 1UVI~l"
bies expOltaciones. a tl'avs de l~s VIsitantes extranJe.
lOS alcanzan cifras nada despleCJable~.
.
Todas estas razon.es Y otlas de d~velsa llldole, s?n
la causa de que la ll~ayola de los paises se ha.)an VISto impulsados a promover, por todos los medios a Sll
alcance y a distintos niveles, el fomento de !a ARTE.
SAldA las indlishias altesanas y las ensenanzas de
las al t~s y oficios al tsticos .comunes a .eUas
. .
:E..stos impulb"os se han ,vIsto faV01'CC1~OS y deCIdI(lamente lllomovidos por ilivelsos Olgamsmos de c~_
1 cter internacional como la UNESCO que, a traves
le sus lll'ogramas d~ ayuda y p31ticipacin en e~ (lesaltolio (le los Pases I\1icmbl'os, se ha convClhdo en
lUla glan difusoIa de la Civilizacin, la Cultma y el
ALe.

ANTECEDENTES
Dentlo tle estos ploglamas de ayutla y participa_

Espaiol
Consultol de la UNESCO en Artesana
cin V pala dar cumplimiento al contrato de consulta
dm ante un mes. concertado con UNESCO el Consu_
tal', Licenciado Francisco Clavero Alvarcz 'se ha trasladado a Nicalagua, con el fiu de captar de cerca la
realidad de su Artesana, en el momento presente ;)
el estado de sus enseanzas, aconsejando a las Auto.
ridaaes convenientes las acciones OpOl tunas, para lUl
mejOl desallollu en ambos niveles y en distintas reas
de aquel sector.
INVESTIGACION
Con dicho objeto se ha puesto en contacto con los
{w't\onal'ios tle 'Ministerio de Educacin indicando al
respecto; con Directores, Profesores y l\faestros de t'D.
seanza afines. Ha 'ealizado visitas a los centros do_
cants, tlonlle cm san enseanzas de carcter al tsti_
eo. industrial o vocacional, lindantes con las artesa
nas, concretamente la Escuela Nacional de Bellas Ar.
tes y denllo del Progl'ama (le Artes Industriales, las
Escuelas de Artes Industriales y Educacin para el
Hogar, CfRamlci Goyena" y H15 de Septiembre" Ha
efectuado viajes a aquellas localitlades doude la prc_
tica de actividades al tesanas est ms centl'alizada,
cOllcletalJlente Masaya - Monimb a fin de conocCl
los trabajos que all se 1 ealizan en jcara tallada, en
mecate, madel a tOI'neada, Con cnero, pita y palma,
hamacas y labores de ganchillo. juguetes y uSouvenh JI
de tolo tipo Ha asistido en el Ministerio a 1ellnio_
nes de alto nivE"I, con el fin de tomar conciencia de
los pIoblemas que la enseanza tiene planteados en
el I)ais, en el momer..to actual
Median.te los estudios efectuados y a travs de los
medios de illVe!:tigadn, sealados antcliOlmente, el
Consultor, tlas una rpida visin de conj~nto, ha encontl'do la sig uiente situacin de cal cter generalizado.
ESTADO ACTUAL DEL FENOMENO ARTESANO
NICARAGUENSE EN LOS ASPECTOS ADl\UNIS'l'RATIVO, ECONOl\lICO, EDUCACIONAL, LEGAL Y
SOCIAL
l-EN EL ASPECTO ADMINISTRATIVO
ia -Ine'Xistellcia de un Olgallismo de la Adminis.
tracin o del gobierno que. con cal'ctel unitario, con.
trole los plogl'umas y acciones en genelal, l'eferentes
a la pIomocin de la ARTESANIA.
Sin embalgo valios lgallos, oficiales o privados
(WIinistel io (le Educacin, l\Iinistel'io de Ecol1ona,
Banco Nacional UnivClsidad Centro Americana, ]nstituto de Fomento Nacional, etc,) luomucven sus pIOglamas, sjn que exista, enhe ellos una eficaz conexin
y colabOlucin.

13

Falta la continuidad en )a ejecucin de los plOgramas. lo que hace que las orientaciones sean gene_
....almente vacilantes y, por consecuencia, ineficaces.
En ]a estruf'tura orgnica del Ministerio de Educacin no existe realmente, ninguna subdireccin, departamento o 5'eccin donde, especicamente, estn
ubicadas las acciones propias y necesadas p.ara la pro.
mocin de las E"nseanzas artesanas Existen las de
BELLAS ARTES Y la de ARTES INDUSTRIALES, pe
ro no llna especifica para las Artes decorativas, me.
nores, aplicadas, deri vadas o artesanales
lb.-La carell.cia de un ol'ganismo unital'io de pro.
mocin y fomento de la Artesauia poda estar supl(la 'Por una Comisin Coordinadora a nivel interminis.
terial que, si existe, no parece desarrolle su cometido
con la eficacia deseada y suficiente,
2 -EN EL SECTOR ECONOMICO
2a.-No parece existir (o por lo menOs est poco
divulgada) una definicin de la ARTESANIA, ni una
determinacin cualib.tiva ni cuantitativa del al tesanado, la industria artesana o el taller artesano, ni un
Orgallo que los centralice y controle.
Al no existir estas condiciones, tampoco se cuen~
ta con un censo de empresas o talleres, ni Con ningn
dato estadstico sobre los mismos,
2b.-Las empresas con carcter de al tesano se ven
pormenorizadas, fragmentadas y desprovistas de Olga.
nizacin. Generalmente son empresas de carcter fa~
miliar. sin ninguno o poqusimos }'ecursos, con falta
de locales y utllaje apropiados a su actividad y sin
ninguna orientaci6n, proteccin y ayuda por parte de
la Administracin.
2c -La escasa atE'ncin que hasta ahol'a ha mere.
chl0 la empresa arttsana ha estado ms dirigida al
aspecto indus:tlinl con evidente olvido del aspecto artstico, s-empre fundamental en actividades de este ti.
po En realidad ambos aspectos son complementa.
rios y ninguno de ellos puede olvidarse sin perjuicio
para el otro.
2d -Se desconocen, en su mayoLa los productos
naturales aprovechables en la produccin y, con los
conocidos, se in~iste (siempre por falta de orientacin)
en las mismas formas: o modelos, lo que hace que la
variedad de objetos producidos adolezca de nna clara
limitacin, cuando podra ser mucho ms extenso
3.-EN EL ASPECTO EDUCAOIONAL.
Sa.-Dentro del marco general del planeamiento
educativo y ms concretamente en los divelsos planes
de enseanza que, a distintos niveles. Se vienen ensayando y practicando, nO.ie han incluido todava, en
ninguna ocasin, las enseanzas artesanas.
A nivel 3ltbtico la Escuela Nacional de Bellas Al.
tes, desarrolla sus programas de Pintura, Dibujo, Escultura, l\todelado, Vaciado. Cermica etc. y, a nivel
de enseanza profesional, des'arrollan los suyos las
Escuelas de Artes Industriales y Educacin para el
Hogar pero, ni la. primera descieulle a enseanzas de
tipo al tstico.utilitatlo, lindantes con la Artesana, ni
las segundas tienen ninglUla extensin o (lerivacin a
enseanza de carcter utilitario y sentido artstico, o
lo que es lo mh1.lDO artesanas
3b._En la Direccin de Extensin Cultural se en.
cuentran integrados todas las actividades encaminadas
a la difusin de la Cultura, las actividades dirigidas a
plomover las enseanzas artsticas,
Existen Dir~cciones o centros de Benas Artes, Bi~
bliotecas. Museos, Artes Plsticas, Teaho, Msica, De.
portes, pelO no bay nlngn centro docente con el fin
de cultivar, eonsel'var y extend~' las enseanzas de las'
llamadas Artes Menoles, Decol'ativas o Derivadas y
en general, enseanza arttlsanas.
En algunos centros educativos se cursan disciplinas con cierto carcter de artesanales, pero veuladera.
mente no estn sometidas a ninguna ol'ientacin en
sentido attstico, ni en sus mismos planes n en 51\ pos~
terior desarrollo,
3e -Se une a la cal'enca de centi'os docentes es-

pecificamente dedicados para las enseanzas altesa.


nas y de planes de estudio para las mismas la escaSa
preparacin de maestros y profesores suflientement~ c:alJacitados para la docencia de este tipo de espe.
clahdades.
No se dp.be olvidar, en. este sentido. que el pro.
fesor o maestro de cualquier artesana no puede ser
un 1Jeda~rogo o un especialista, por separado sino ambas cosas conjuntamente.
'
Por ello, antes Oe pensar en el fomento de la AR_
TESANIA y sus enseanzas, Se impone, con carcter
urgente e ineludible la capacitacin de maestros al tesanos aptos para la enseanza,
3d.-Se aprecia a travs de las op1ones pulsa~
das, una notoria discontinuidad en las esh ucturas v
lu'ogl'amas de ]a educacin. Las orientaciones fluc.
tan por falta de continuidad, dependiente de divelsas causas, fenmeno bastante generalizado y qUe al.
canza a cualquier clase de estructuraciones. programas y pro.~eetos que, la ma~oria de las veces, no gual'~
dan relamon con los antenores ni encuentIan contiN
nudad en los que le siguen
E.sta falta de cool'(linacin es realmell~ perjudi
cial, pero tan general que, a fuerza de ser nOl mal lle_
ga ya a considerarse inevitable.
4 -EN EL ASPECTO LEGAL
No existe, segn la opinin ms generalizada. una
definicin legal de la Artesana, ni sus condic'iolla:mientos generales y particulares Segn parece aun
110 se ha dado ninguna disp~sicin legal o 1 eglam~nta
ria sobre las condiciones del trabajo artesano, ni sobre
las especiales caractel'isttcas del taller artesano o la
industria artl"sana Parece general la opinin de Una
ausencia. casi total l de legislacin en materia de Arte_
5aoia, tallto en el a!'Specto educativo conto econmico
e industl'ial
Estas aflmaciones, como las dems, en ningn caso pl..'etenden spr categI'icaS'. Si ,no corresponden a
la realidad, acaso sea debido a la rapidez de la inves~
tigacin, o a una informacin deficiente.
5.-EN EL ASPECTO SOCIAL.
La misma laguna legislativa en Que se encuentra
el artesano en el telreno legal, se aprecia tambin en
materia social.
Este sector de la pequea industria aun no ha meJecnio la ms leve atencin, en el terreno de la le.
gislacin social, por parte del legislador, situacin na.
tural al no encontta186 todava debidamente estrucLul'ado
El Cdigo del Tlabaj~ desconoce por completo. en
su al ticuladl? este pequeno sector industrial, e inclu~
so en su artlCul<s: 99, NfJ 19, excluye de sus disposiciones a los trabajadores de los fttalleres de fanlilia" ins
tltucin semejante, aU'nque no igual, a la de los talle:
,es famJliares, antecedente inmediato de los talleres
artesanos.
En matela social, pOr lo tanto, el desampalo en
que se encuentra el sector es absoluto. raZn suficiente pUl'a que merezca la rpida atencin por parte de
]a Adminisb'acin
PANORAl\I1CA GENERAL DIl LA SITUACION
ELEMENTOS POSITIVOS Y NEGATIVOS
.
Posiblemente el inconveniente ms grave que se
pl'e~ellt';l al tl~~tar de fomentar y estructurar la Arte..
sama lllcaraguense, COn vistas a un futuro desarrollo
sea el de la :,usencia de la or,ganizacin y proteccin:
(qu.e por su unp<tdancla eoonomica y social SOn nece~
sarlas), para contloIar, proteger y dirigir a buen n.
mero. de hombres y mujeres de todas las reas, pelO
espemalm.ente I~s rurales y artesanas a las que pOI'
sus espeC]al~5 ~c}L!lstancjas geogrficas, econmi~as y
sociales, serIa dJflCd cuando no imposible, llegar de
otro modo, plocural'1es puestos de trabajo estable y
medios de ocupacin de que carecen en la actualidad
y que 1J.!J se les podra ofrecer si no es a travs de Ja

Al't~SaDta

Si se pretende apl'ovechal' esta liqueza natural y


tradicional en el pas y se consil1era un deber ilal' ocu..

14

pacin y vid(l activa a muchos de estos lmeblo& agri~


colas y al tesallos, derluch emos razones ms que sufi_
cientes que justifiquC:l1 el decidido a!Joyo a estos lleqlleflOs altesanos, imposibles de atendel) pOI un lalgo
plazo, a travS' de otros planes indushiales
Al considel al, a travs de una visin de conjunto,
la situacin genelal. aparecen a IH'imela vista una
selie de elementos qne, segn se considelen, positivan
o no la conveniencia de detelminadas acciones, cuya
eficacia o inconveniencia depende, a veces, de cilcunstanelas y eventos imponderables
Entl c los elemertos l}Ositivos que avalan y SUSM
tentan, por s mismos, la Plotf~cciJl y atencin a este
sector (le la pequea indllshia se mcde considerar la
plomociu social que sUllOne para este sector de la sociedadj la consCl'vacin de valoles ladicionales, hercM
delOS del arte popular (lel llasacloj la llositiva lepelelIsin econll1i~a en favor de multitud de familias al_
tesanas. El aU~l1ento de lmestos de tlabajo, conse_
cuencia natural de la diversificacin de los oficios

d.e una consulta y, fundamentalmente, al tiellllJO IJara


desarrollalla
Se impone, pOi lo tunto un planteamiento menos
ambicioso, lH~lO no 1101' eso necesariamente menos e_
fectivo Tratamos con ello, y siemlne siguiendo las
instrucciones ele la UNESCO, de apuntar una selie de
1 ecomendaciones y sugerencias, que puedan sel vl de
oi'cntacin a las autoridades a la hora de trazal sus
planes para el futmo Se eSLmlialn desde los mis~
mos mbitos en que queda planteada la situacin actnal {le la Al tesana, en el captulo IV
ORIbNl'Ar]yfINES y SUGERENCIAS RECOmENDABLES PARA EL FUTURO DESARROLLO DE LA
ARTESANIA DE NICARAGUA, EN LOS AIIIBITOS
ADIIIINISTRA'l'IVO, ECONOMICO, EDUCACIONAL,
LEGISLATIVO Y SOCIAL.
En los captulos al1teliOles se ha lesmuido, a glandes lasg03, el efltado actual de la Artesana llicala_
g ense y la conveniencia y ,necesilad que, al l'econo_
cer la valiosa apol tacin (lel al'tesanado a la economa
nacional y su valor mOlal y social, smge de adoptal
En contra de ellos oblall una selie de fadOles ne- las medidas necesarias, para que este sector, de antigativos, a veces difcilmente sUllelables. LoS' avan- gua tladicin en el pas, pueda desempeal, en el fu_
ces de la cipnda y las lluevas pIofesiones tcnicas e hu o, el lmesto que le cOl'responde.
En consideracin a lo anterior, des al'! olIamos, en
industriales} a ilistintos niveles, determinan una glan
falta de vocacin para los oficios aresallos Se llega el lJlCSente captulo las posibles acciones, que se suhasta el menosprecio por la profesin manual Es geM gielen, divididas e11 los apartados del epglafc.
A -EN EL ORDEN ADIIIINISTRATIVO
netal el convencimiento del bien (Jue sUllone la culal -En el Cap. IV se ba puesto de manifiesto la
tUl a Por ello se aspira a estudios superiol es, inclu_
so a nivel univelsitario, con dehimento, a veces, <le inexistencia de un rgano de la Administlacin o del
vocaciones, capacidades y economas; pelO se (leseo- GobieulO que conhole, <le manera gencral y unitalia
nace la JOsibilidad (le convel th'se en un buen artesa M la plomocin de la Artesana y, tambin, la falta de
conexin y colaboracin entre otros Olganismos que
no con aspil'aclones y posibilidades insospechadas
Una natural apata pala salir de las condiciones de lllomueven SllS propios plogramas En el V seala_
,'ida acostumbradas y la consiguiente inercia, sujeta mos tambin, como grave inconveniente, la falta de
a fOlma d~ "ida) difciles de superal. La llropia idio_ una Ol'ganizacin adecuada del sectol
Ambas ausencias, organismo y organizacin) son
sincrasia del al tesano, que como se considera "artista" es POl naturaleza, indcil a la olientacin y le. los a51lectos ms negativos de la situacin y su solucin
llodunos considerarla como el inicio de la que pu.~d~
belde a la disciplina
Sopesando unos y otros y a pesar de la influen- denominalse operacin al tesalla, entendiendo POI tal
cia negativa que los segundos puedan aportar, se hace el conjunto de acciones, soluciones y lealizaciones padesanollo y 11l'Omocin
luecisa la dedicacin conveniente a este S~<;.tOI de la la suPara
el xito de esta posible y futura operacin
industria, desplovisto, hasta ahOla de at~nclOnJ en. to. se sugiCle meacin de 1m rgano lUlitalio de gestin
dos y cada uno (le los aspectos que vemmos conSIde_ y admini5tracin, fo_mento y IJromocin, control y virando.
gilancia, coordinacin y centralizacin de todas las ac_
PROBLEMATICA DE UN PI,ANEAMIENTO
tividades directa o indirectamente ligadas a la Al teINTEGRAL.
sanl.a.
Muchos lmfes, con clara visin de la 1 calidad acTodo este comlJiejo de funciones no podran es.
tual han patroclllado el fomento de la Artesana pro
tal' integradas en uua sola Direccin, dependiente de
iegindola en todos sus. aspectoS'. En consid~l:acil1 un detClminado MinistClio, puesto que existen aspec_
a que constituye un medIo. natura~ de pI oduccwn ~e tos concernientes a Educacin, otros a Economa, Inbienes esphituaJes y materIales eXI.stentes en el .palS, dustIia, Trabajo, Hadellda, ete.
conviene cuidarla y explotarla debIdamente, de Igual
El Organismo e11 cue5tin habra de ser indellenn
manera que se fomenta y protege la llfOduccin y diente y en vinculacin directa con todos los depm tacQmelcio de ot,os bienes y productos que favorecen mentos interesados, logl'ndose, con ello mayor efican
las economas familiares y lL1.cionaI.
cia ~ flexibilidad en sus actuaciones.
Realmente donde ya existen brotes de tradicin arConsiderando necesarias estas condiciones suge.
tesana no se necesita de glandes complejos de insta_ rimos que, en principio, podra revestir las caractelslacin 'ni illvClsiones, pala su produccin y e:\.1Jansin
ticas funcionales de una Comisin Nacional y Consti.
Pero s se precisa de una organizacin, Ql'denada y pro. tllilse en el seno del Instituto del Fomento Nacional,
tegida que QI iente y beneficie la economa del sect.Ol, C01\ la denominacin y caractersticas siguientes:
al que difcilmente se puede proteger en atlo sentulo COMISION NACIONAL PARA EL FOMENTO DE LA
y si en esta activida~, que ya es t~:ulicional Natlll~l
ARTESANIA NICARAGUENSE (CONFAN)
mente, esta proteccin, que tamblen Ita de sel sO~l,al
COlVIPOf'ICION. - Sera el I'gano permanente
y moral, Ita de estar lespaldada por una ]ll'eOCUpaClon de gestin y COOl dinacin de los diferentes organiseconomica, ca1laz de llotenciar sus factol es de lque_ mos intelesados en la pI'oteccin, fomento, expansin
za.
y, en general, defensa de intereses econmico.social
Lgicamente un planteamiento integral para el fu- de la educacin. protluccill y comercio al tesanos.
tUlO desalloHo del sector, llevara consigo, como con~
COMPOSICION Debela estar integrada por
diciollamiento previo un detenido y detallado estudio representantes suficientes de los Ministerios de Edude sus condiciones y posibilidades desde ngulos tan cacin, Economa e Indllstlia, ComelCio, Hacienda,
disEl1tos como la educacin, la economa, las finan. Trabajo, Instituto del Seguro Social, Dh eccin Gel1e~
zas, la SOCil)loga, el comelCo, la industriaJ etc. Para lal de Turismo, Escuela Nacional de Bellas Altes, etc,
ello sera necesalio el COllCUlSO de un equipo de ex~ y cuantos ployectos se Cleyelan convenientes pala el
11el tos en Ingeniera Industrial, Financiacin de Em- mejor IOglO de sus fines y asphaciones
presas, Crilito Investigaciones melCatolgicas, re~
MISIONES - Misin fundamental de la Comisin
cursos humanos, COOIJerativismo, diseo iIulustlial y sela la ploteccin, estmulo, asesOlamiento, defensa
otlas mu.clta~ que, natmabnente escallan al cometido de iutel eses economiconsocial del artesanado y, en ge

15

neral, la organizaCin de todas las divelsas actividades


artesanas nicaragenses
Misiones especficas seran las de COOl dinar sus
es-fuerzos en orden a la reestructuracin y fomento de
las enseanzas y producciones artesanas nicaragen~
ses, Vincular a los diversos organismos encargados de
algunos de los aspectos indicados para que todoS' pu eR
dan benelicimse de sus respectivos aportes. Fomen~
tar el intercambio, divulgacin y difusin de noticias
e informes y, en general, toda clase de infOlmacin
que pueda beneficiar, de alguna forma la produccin
y enseanzas al'tesanas.
Cada uno de los Ol'ganismos, con l'epresentacin en
la Comisin debera aportar a la misma sus informes
en funcin 'de su competencia, El Minister~o de Educacin sobre planes y programas de ensenanzas y
formacin y capacitacin del profesorado y. en gene~
ral en los aspectos educativo Y artstico.
, El de Economia e Industria sobre datos estadsti~
cos y tcnicos sobre pr~duccin, mate!ia,s primas sus~
ceptibles de aprovechamiento, establecimiento de plantas o talleres mercados~ ferias, etc y cualquier dato
de caracter i~dustrial, econmico o comercial
El de Trabajo en materia de recursos humanos,
ofertas y demandas de trabajo y todos los dems aS11ectos afines a su competencia.
De igual forma colaboraran en la Comisin del
Instituto del Seguro Social, la Escuela Nacional de Be~
Has Artes y los dem;s Institutos y Entid?-fles que con_
viniera para el buen xito de la operaClOn
ESTRUCTURA - La Comisin podrla desenvol_
velse mediante un mecanismo bUlocrtico uue podra
articulal'se a base de una Secretara Tcnica y una Be~

rie de Servicios o Departamentos que podran ser de:


Enseanzas y Extensin Cultural
Cl'ditos y Prstamos
PIopaganda y Expansin
Informacin y Asesoramiento
Exposiciones, Ferias y MelCados
Estadstica y Censos
Proteccin y Segul'idad Social
. "Tambin podl'a al ticularse. dentro de Comls1on,
un Centlo de Estudios, Investigacin y Diseo de Pro~
ductos,
Bajo la dh e-ccin y supervisin de la SeCl'etara
Tcnica todos y cada uno de los Sel'vicios o Depal'ta~
mentos 'sealados ejelCelan las funciones lJfopias ele
s-u cometido, en esh echa colaboracin con los depal tamenios nnistel'iales afines,
En el seno de la Comisin, el CENTRO DE ES~

AR'IESANIA J bien alIado de la de Bellas Artes, o bien


al de la de Artes Industriales.

Esta Dheccitm, que se sugiere, sera el rgano bu.


de las enseanzas propiamente artesanas y
canalizara las orientaciones dndoles una estructura constructiva y racional. A ella estaran vinculados los talleres, escuelas y dems centros docentes de
enseanzas artesanas, siendo el elemento coordinador
de las mismas.
De igual manera, y siempre en el aspecto admi~
nishativo, se debera articular en el Olganigrama del
Ministerio de Economa e Industria una Subdireccin
o Departamento, dentro de la Direccin Gene'al de
Industrias. como rgano burocrtico de las PEQUE~
1 acrtico

AS INDUSTRIAS y ARTESANIA que fuma el au-

tntico caUCe df~ expresin de las necesidades econmicosocial de los agl upados en este sector y el ele_
mento potenciadol' de sus dbiles economas, Este co~
metido estara dhigido principalmente al robusteci_
miento del potencial econmico de los artesanos y pequeos induEh'iales, articulando un sistema de Cl .
(litos; a la organizacin de Cooperativas como frmula asociativa para conseguir mejores condiciones y e.
cOllmicas; al mejoramiento en la calidad de los pro_
ductos; y, en genCl'aJ, a la intensificacin de la productividad, mediante beneficios especiales a fin de
disminuir costos
Con la creaein y reglamentacin de los organis_
mos que se sugieren, a sabel': la COMISION NACIONAL PARA EL FOMENTO DE LA ARTESANIA NI_

CARAGUENSE, como rgano directivo e impulsor de


la poltica general del sector al'tesano, y las dos Dil'ec~
ciones o Departamentos, de ARTES MENORES DE~
CORATIVAS y ARTESANIA en el Ministerio de Educacin, y de las PEQUEAS INDUSTRIAS Y ARTESANIA, en el de Economa. quedara diseado, en

plincipio, el auuazn poltico~administl'ativo de la fUR


tura operacin artesania, sin perjuicio de las posteliores disposicione,;; que fueran siendo necesal'ias, en fun~
cin de la progresiva expansin del sector,
B -EN EL AMBITO ECONOMICO

bl-La importanca de la pequea indllshia y de


la industria al tesana ha sido, hasta ahol a, olvidada en
los planes de desal'l'ollo de muchos pases, cuando es
un hecho bien cierto que pueden ser un factor de I)On~
delacin entre el desall'olIo Ul bano y el rUlal y ade_
ms un excelente medio de logl al' la distribucin del
capital.
La pequea imlustiia al'tesana est ms capacita~
da (lUe la gran indushia para utilizar las aptitudes ha~
TUDIOS INVESTIGACIONES y DISEO podria in- dicionales y facUitar la adquisicin de experiencia a
tegrarse 'por personas con conocimientos y formacin muchos tcnicos y dirigentes que pueden serlo des~
tcnicos y artsticos, calificados en la investigacin y pu;) en empresas de gl'an volumen La empresa ar~
artistas del diseo indushial y artesano, con sensibili- tesalla fomenta la variedad de los productos, hace po~
dad y experiencia suficientes para renoVar o consel~ sible la l'calizacin de economas en el empleo de ea~
Val' estrllChllaS, fOlmas, materias, dibujos. colores, etc, pitales existentes, Pennite una mayor y mejor utilidenho de la amplia gama de la ploduccin al'tesana
zacon de las materia& primas nacionales, lo que su~
Los objetivos propios de este CENTRO selan vi~ pone una disminucin en los costos de ploduccin y
gilal' y cuidar la calidad artstica y tcnica de las ac~ adeins contribuye, en gran medida. a disminuir el
tividades y de los productos. Renoval' la produccin, xodo de las zonas rurales hacia las urbanas, mantemediante la investigacin y el diseo, como medio ne~ niendo un mayor equilibrio enle ambas
b2 -AlIad! de estas virtudes, la empresa artesa~
cesaro de mejorar la calidad y aumentar la producti~
vidad Descubrir los valores tradicionales pOlmlares Y na cuenta con numerosas dificultades que nacen prin_
autctonos defendiendo su conservacin Investigar y cipalmente de la limitacin de medios financieros pa
ensayar la aplicacin de tcnicas y lneas modernas a ra reno' acin de equipo y gastos de explotacin~ de
los productos tradicionales, pl'ocuramlo su actualiza~ la falta de adiestramiento O capacitacin profesional;
cin. Constituir una exposicin o muestrario perma_ de dificultailr's en la adquisicin de mateIias primas
nente, con l'iguroso critelo selectivo, con objeto de que, al no poder ser adqulhlas en glandes cantidades.
contar con un mdulo de comparacin seleccionado no 2st favOlecidas COll el beneficio del descuento Su
a2 -En el Cap IV queda reseada la ausencia, en p'oduccin suele ser escasa, en razn de los mtodos
el organigrama del Ministel'io de Educacin de una tladickl1lales y la falta de nuevas lIerramientas', equi~
Subdh'ecciI~ o Departamento, que contlole la activi_
pos, materiales, tcnicas etc y desconociJniento de
dad adminishativa refClente a las Enseanzas Al'tesa- los cambios y adaptaciones necesalios El artesano
nas
encuentra dificultad para resolver todos sus' ploble~
Consic1el'ando la necesidad de que este tipo de en- mas y adoptal lluevas tcnicas de produccin sin disseanzas sean tenidas en cuenta 1)ara los planes futu~ POUH de ayuda y asesOlamiento oficial.
ros. Se sugiel'e la conveniencia de establecer una DIR
Ante estos inconvenientes, de que adolecen los
RECCION DE ARTES DECORATIVAS, MENORES Y 1Je ql1CIOS talleres artesanos, no es extrao que. harsta

16

el momento, 110 hayan merecido atencin por parte de niquies, toda cIase de flores al tificiales, plumeros y
la Adminibtracin.
adotnos con plumas.
b3.-En consideracin al inters que la al tesalla
ARTESANIA DE LA TAXIDERMIA Y DISECy las pequeas industrias artesanas vienen despcI tau_ CION - 'l'labajos de disecado y embalsamado de ma~
VO, se sllgiNe una mayOl atencin 1101' parte del Ml~ mfelos, aves, reptiles, insectos, Iml tculalmente ma~
nlstmio de Economa hacia este amlllio sector he la liposas tl'opicak-s, ete:
pJ aduccin nical agiiense
Esta relacin solo tiene el calctcr de simple gua
Apalfe de la estructmacin de la DIRECCION DE de infOlmacn para, sobre ella, IJoder ampliar, va~
PEQUEAS INDUSTRIAS Y ARTESANIA, plOlJUes_ !ial ~ modificar! o suprimir las aItesanas que se con~
ia anteriOlmente, se sugim'e la articulacin o monta- sidelarse convenientes. Esta labor estala a cargo del
je, en el seno del Ministerio de Economa, de una Co~ depal tamento con espondiente, del propuesto Servicio
Nacional, en COQl dinacin con la Direccin de Pequemisin o Servicio Tcnico, encargado de su promocin
Este Selvicio Tcnico telUlla como misin fUl1_ as y Altesana y dems Olganismos peltinentes.
b5.-0tl'a misir. del mencionado Servicio sela la
(lamental; perfe"Jcionamiento y creacin de las artesanas, producciones al tesauas y pequeas indusilias. elaboracin de un censo de todas las industrias artesa~
nas, recabando el mayor nitmClo de datos estadsticos
III incipalme!Jte en el orden econmico
Misiones especficas sel'an la investigacin le lefelentes a elkS. De esta forma se contala con da~
ploductos, legiones e industlias especficamente alte~ tos necesalios, en el aspecto cuantitativo y cualitativo
sa11a5; la asistencia tcnica mediante estudios de m:1~ del sector de inestimable valol para fUtlllOS estudios
terias primas nacionales aprovechables; el diseo de y ployect~s a realizal No es necesario insistir sobre
Inoductos; la seleccin de maquinaria, herramientas y el valor de la estadstica en cualquer trabajo de llla~
utlaje aplollialos a cada ploduccin; determinacin llifi( acin
C.-EN EL AMBITO EDUCACIONAL
de icnicas de produccin mediante estudios lealiza~
c1 -La peculiaridad de las enseanzas. llUramen~
dos en I.Qs llequf.os talleres altesanos; asistencia tc~
llica mediante el asesolamiento a empresas; Olganiza te al tesanas, en que la intencin artstica, el carillo a
cin de cooperativas para el abastecimiento de mate. la obla realizada y el sello pelsonal reflejado en ella
las rlifelencian del aplenllizaje indushial, hace que los
l'ia~ llrjmas materiales y venta de productos; OlganL
zacin de cooperativas de crdito y consumo. Y, {'JI que a ellas se sometan deban estar sujetos a 110llllas
general, cuantas misiones puedan favOlecer la valora~ calactClstica~ qne distinguen esta clase de callacita~
mn del sector, considerando, principalmente, las al_ ein en la que la formacin puramente plofesional
dcb~ ir acompaada de una formacin artstica, cui~
tesanas ms peculia.les o calactelsticas del 11as,
b4.-A este respecto se sealan, en lneas genela- tUl al, moral y ambiental, en qne las vocaciones al tesa~
les y tras l'pida observacIn. las que pudiera mel c_ nas encuenhen su pleno deSall'ollo
cer mas atencin, por el momento, agl upadas con rt.
Este tipo de enseanzas, hasta el momento no han
ueglo a la materia plma utilizada
tenido inclu'!.in en ningn plan de estudios del I\lnis~
ARTE8ANIAS DE LA MADERA _ Calpintera terio de Educacin, por lo que se hace pI eciso que, en
en general, ebanistera, tapicel a, talla, tm lleado, ta- adc~ante se ten;all lllcsentes y se plallii'iqllcn soble
lacea, dorado, barnlzado, fablicacin de juguetes e ellas, InincilJalmen.te en las escuelas vocacionales e
instrumentos musicales, trabajos en madelas tpicas industriales, donde debieran establecel enseanzas
del }las, jcara tallada, etc.
teolieo-pl cticas de una serie de oficios artesanos, to~
ARTESANIA EN FIBRAS VEGETALES Y SmIf_ talmente desconocidos 11 olvidados A este leS}lecto,
LARES _ '1'labajos el palma, pita, mecate, rfia. se d el caso de alumnos que consiguen, tlas glandes
junco, espario, caa, coulelera, asientos de lejilla de esfuClzoS y lepeticiolles, una gladuacin pala la que
ulstico o fiblas vegetales y similares; hamacas y te~ no se sienten llamados y, en cambio, desconocen otras
jidos con gnnchilIo, encajes de bolsillos y encajes en plofesiones pala las que, posiblemente, estuvielan na_
general
tmalmcllte P1C(1Spucstos.
ARTESANIA EN METALES DIVERSOS _ Tra_
Por ello, en los futmos lllanes de estudio. debe a
bajos en !Jieuo blonce, latn, chapa, fundicin, fOl_ tendClse a la divClsificacill de las profesiones, duM
la, lepuj~do, cromad9, niquelado, laminado, mecnica dolas a conocer y fomentndolas por todos los me~
genna1. mecnica del automvil, mquinas de escl'i
dios} plollagauda, toHetos Ilustrados, confmencias,
hir y calculm; fresa, torno, hojalata, lllomo; electLici
chalias de Olienacin, entrevistas de llel'Sonas califi~
dad genClal, del automvil y de ladio y televisin, cadas en pIensa, radio y televisin, exposiciones y
muebles metlicos, alleros o utensilios aglco]as, US. concursos; estimulando a la juventud por medio de
trun1entos musicales metlicos y jug netes de metal.
recompensas, p~emios. becas de estudio, becas en el
extlanjmo pilla ampliacin de estudios, intercambios
ARTESANI<\ DE LA PIllDRA Y EL nIARMOL _
cultl1lales etc, y, en general, por todos loS' medios con~
Tl'~?aj~s de estatuaria y relieve, lpidas, mosaico, al_
b~mlei'Ia. talla y tOlneado del mrmol y la pielha, la~ venientes a la plomocin y fomento de llUevas III of'~
nu?ado de piedlas, pulimento de mrllloles y piedras, sion(s o divPl'sificacin de las conocidas, lo qne con~
tlibuila, en parte, a solucionar el grave ploblema de
obJetos de Cl'mellto y llicara aItificial, cantela
ARTESllNIA DE LA PIEL, CUERO Y CALZA- las desClcioncs escolares.
c2.-Una lilanificacin sumamente ambiciosa, pelO
no - Cmtido de pieles, guarlliciones y talabartcl'a,
:.-;apateros, tlabajos en lli~l fina para bolsos, cartelas 1101' ello poco ealista de las Enseanzas altcsanas, hia
lllC?uedClos, C)lltmolles etc, disecado de reptiles. tra~ lgicamente diligida a la creacin ex~novo. de una
Escuela de Enseanzas artesanas, con carcter de all~
baJoE en cuelO repujado o pirograbado.
ARTESANIA DE LA ALFARERIA, CERAMICA tonoma y funcionalidad plopias La peculialidad de
_y VIDRI.O - Trabajos de alfarera, cel'mica, pOi ce~ este tillO de enseanzas, descrita sucintamente e11 el
lana, alcdIa, 81(;5, caoln, esmaltes, cermica decora~ <111m tado allteliOl, as lo aconsejara
En cambio, ante los llroblemas de toda ndole,
da, hOlueadl y quemado abajos en vidrio vidrie~
ras! vidrio ~opl.ado, ladrilos, tejas, llroducto; Iefracw lllincipahnente econmico, que ello supomha un plan.
teamiento llls l'caJista, aunque menos ambicioso, con~
tallOS y samtallos.
ARTESliNIA DEL VESTIDO - Trabajos de sas. sllCla la conveniencia de la extensin y divelsificaM
frer1a en ropa pala hombre y mujer, sastres, modis~ cin de las enseanzas, que ya se cursan, en los cen~
tas, ,costurelas, sombl el eros, pcluquelOs, llcinadores, tros docente.~ en funcionamiento.
~omo campo de aplicacin para este pIan de ex~
mameuos, all'egloS' de' belleza, limpiabotas.
ARTESANIA EN PAPEL, CARTON y SmnLA_ tenSIOnes, sp.gerimos, en lll'incipio, varios cenhos e~
RES - Adornos florales, flOl'es de papel, caletas, ma~ ducativos de distinto nivel: la Escuela Nacional de Bellas Artes, a nivel al tstico; y las Escnelas de Artes

17

Industriales y Educacin para el Hogar HRamlez Go-

yena" y H15 de Sepfiembre'\ a nivel industrial.


ESCUELA NACIONAL DE BELLAS ARTES.
Desde su fundacin en 1939, la Escuela Nacional
de Bellas Artes~ es sin discusin el centro nical'agense

donde se CUlsan enseanzas del ms elevado nivel al'


tstico De ella. a impulsos de su Director, el al Usta
D Rodrigo Pealba, van saliendo paulatinamente ge..
nel acianes de pintores y escultores qUe prestigian el
al te nicarag , ense, en el interior y en el extranjel'o
Se CUl'S:1U las enseanzas hadicionales: Dibujo,
PintUla, Escultura, Modelado, Vaciado, Celmica ctc,
siempre con el sentido puramente al tstico que las
caracteriza
Mas existen una serie de Al tes que, sin menosca.
bo de su calctf.r artstico, enciellan en s un sentido
algo ms Utilitario, llor lo que se las denomina Artes
Menores, Decorativas Utilitalas, Industriales o Del'ivadas; esto ltimo pOlque se considela que todas ellas
delivan, ms o menos directamente de la Pintura, la
Escultula o la Alquitectura Estos conceptos estn
ya, como se v, tan prximos a las artesanas {objeto de este estlJdio} que, en muchos aSI)ectos se mezclan
y confunden
Partiendo de la base de la distincin de la Arte
~mna en tres graduaciones, al tstica, utilital ia y de
servicios, se sugicl'e la extensin de la enseanzas m.'_
tsticas de la Escuela Nacional de Bellas Artes, a otLas
de Artes Derivadas o Al'tesana Al tstica) como deri.
vaciones de las Artts que, en el presente, se vienn
cursando
~
En este sentido, del Dibujo, podla extendelse la
enseanza de. Grabado. De la Pintu1a, a la construccin de Vidrieras. De la Escultura artstica tanada en
madcla, a la Talla y Taracea, en maderas tpicas del
})as, De la Escultura Artstica en mlmol a la cons_
truccin de objetos artsticos de piedra artificial De_
rivado conjuntamente de la Pintura y la Cel'mica, el
Mosaico.
Estudiewos' separada pel'o brevemente cada uno Oe
ellos, sin entral en detalles histricos, tcnicos ni de
procedillliento, que escaparan al cometido del Consultor y a la brevedad de la consulta,
GRABADO _ Se podl'a considerar como Arte au_
tnomo e independiente pero~ l'ealmente deriva del
Dibujo. Su originalidad leside en la reproduccin
posterior, mediante el entint.ado de la pla~cha gra.ba_
da lo que permite la suceSlVa reproduccJon o rClmpr~sin. Existen valios procedimientos: 50bl e plan_
cha de cobre (el aguafuerte, a bul'l o "talla dulce" y
a "punta seca"), sobre piedra (litografa) y en madera
(xilografa) Hoy da. la xilografa tambin se realiza
en planchas de linoleum o similales En el gTabado
en cobl'e por cualquiera de sus procedimientos, la incisin o pequeo SUlCO que forma el bUlil, determina
los negros en el papel, por efecto del entintado de la
plancha Por el contl'a!io~ en la xiloglafa, las i~ci_
siones por medio de unetas, (a manera de pequenas
Rubias) determinan los blancos.. EstoS' plocedimien.
tos que florecieron en los siglos pasados y decayelon
despus, estn reviviendo actualmente, debido a ]a5
extensas posjbiEdades de los modernos procedimientos y a la amplia temtica del Arte de hoy.

VIDRIERAS _ La vidriera, derivada de la Pintu.


la y como auxiliar de la Arquitectura, ocupa un pues
to importantsimo en la Historia del Arte En eIla
vibla el color, por medio de la llflz que acta en fun_
cin de la tl'ansparencia del vidrio Concurren en
ella dos elementos: el color por transparencia del vi.
drio y el dibujo de linea, por medio de los soportes o
nel,os de plomo. Las clsicas vidrieras catedrlicas,
de lminas de vidlio emplomado, se sustituyen moder~
namente por toscos cristales sin tallar, ensamblados
p

en al'madUlas de 1101'Jllig-n armado.

Esto solo denun.


cia sus infitJtas posibilidades en la Arquitectura del
fututo.
TALLA EN MADERA -

En la Escnela Nacional

de Bellas Artes hemos podido cuntemplar muy buenas


muestras debidas a la gubia de los escultores nicarag, ellses En industl'ias artesanas y comercios de a 50Uvenil" hemos podido comprobar que las riqusimas madelas del pas (caoba, guayacn, laurel, mbar, madel'o negI'O" glanadill, quebracho, roble, etc) se uti~
lizan, casi exclusivamente, en buenos tIabajos de torno PelO las pocas y malas tallas que se encuentran,
en estatuilIas y bajorelieves, generalmente no estn
"hechas en Nicaragua". Es fcil imaginal el valOl
esttico que SUl>Olldra la conjuncin de la llobleza
natural del guayacn o el mbar, por ejemplo potenciado al mximo, mediante un t1atamiento escultlico,
vel claderamente artstico. Que las madel as seall lllUY
duras, no es obstculo, Tambin lo es el marfil. y se
talla y se pule Sugerimos este tipo de experiencias,
Por lo que se refiere a la Taracea o combinacin
e iUCI ustacin de maderas finas diversas, sugerimos
fomentar y continuar la "leccin esttica, altistica y
al tesana" que encierra el plpito de la Iglesia de Dil'ialllba-Carazo, conshuido Con Cfsetenta y dos clases
de maderas diferentes'''.
PIEDRA ARTIFICIAL -

Son infinitas las posibi.

lidades que ol ece este tipo de Al'tesania, mediante la


COllS nccin de objetos decorativos y reproduccin
al tstica de obras de alteo La variedad de matel'ja~
les y procedimiento y la multitu.d de objetos a l'epl o~
ducll', extiende ampliamente la gama de sus posibili.
dades
MOSAICO - Se realiza mediante la reunin de
pequeos fra&mentos de materias dUlas, coloreadas
natural o artificialmente, fijadas un superficie, medinte un cemento o argamasa Los fragmentos o pie~
zas se deuomin:"in HTeselas" (de] opus tessellatuJU, 10mano), Se i>uede eublir, con ellas, pavimentos, mu_
ros o techos y tambin se utilizan, hoy da, en la eje.
cucin de euadlos de pequeo formato, mediante un
soporte especial.
Modernamente las CfTeselas" (que fIOlecielon en
el Arte Bizantino) Se sustituyen por pequeos baldosines cermicos (de los utilizados en }lavimentos y sa_
nitarios) que, artsticamente dispuestos, mediante la
ejecucin }lr<'via de un acartn", }>l'oducen efectos sOl
pl'endentes.
En pases de clima ttopical, con elevado ndice de
humedad en el ::Hllbiente, el mosaico cuenta con infi_
nitas l)osibilidaves, por ser refractal'o a la humedad
y la posibilidad de utilizarlo en la cobertUl'a de glan.
des y pequeos pal'amentos exteriores e inteliores, decorando edificios' pblicos. hoteles, bares, piscinas,
etc Naturalmente, lo mismo en la villl'iela que en el
mosaico, el valor esttico de la obra depende, en gI an
mec1ida tanto del tempeHunento artstico del diseador
del cartn", como de la maestl'a del ejecutor
Estas son, en principio, las Artes derivadas o Ar_
tesanas artsticas que parece conveniente, por el momento, establecer derivndolas de las que ya se cur_
san, en la Escuela Nacional de Bellas Altes
Los gastos de primer establecimiento no seran
muy elevados. La Direccin de la Escuela piensa ya
Icalizar obras de adaptacin que aumentalian el n_
mero de aubs y, para comenzar las enseanzas' tam~
propios negocios, y no teniendo quien le ayudara,
poco seran demasiado cuantiosos Quizs el mayor
inconveniente lesida en el reclutamiento de personal
docente capacitado >ara ponerse al frente de estas enseanzas. La solucin estara, por el momento, en la
ayuda tcllica de las Naciones Unidas, mediante expertos en las mencionadas Artes y contrapartes del
pas que quedaran, para el futaro, suficientemente a~
diestl'adas,

18

ESCUELAS DE ARTES INDUSTRIALES Y EDUCACION PARA EL HOGAR RAMlREZ GOYENA y


15 DE SEPTIEMBRE.
Dentro del Prog1ama de Artes Industl'iales del
l\linistel iQ <le E<lucacin y en coordinacin con las Di
recciones de Educacin Primaria y Educacin nfe.dia,
se desallollan los programas de Artes Imlustliales y
Educacin pala el Hogar, en quince escuelas, las (los
del e}lglafe en l'flal1agua y hece ms situadas en las
cabeceras . (lepa!"'talUental~s, Len} Masaya, Gl'all~llla,
Rivas. Chinandt!ga, Esteh, Somoto, I\latagalpa, Jmotega, JlIigalpa, 80aco, Oco.tal y Ciudad Dal'o.
Bajo la ol'icntacin del Director {le Al'tes IUllustl'iales, p ofeso1' D. Juan Jos Rivas, se cursan euse
aUJ~as en las reas de l\ladcla, Metal y Electlicidatl
y adems en las escnelas de Managua, Dibujo Tcni..
co La E(lucacln 1Jala el hogar comprende Alhnentacin vestido y Vivienda,
Es couln y caractelstico el sentido tcnico.. in~
tlush ial que se d a estos estudios, que ell definitiva
estn pl'oglamados bajo esta orientacin
_. "
Sin prll!(la de la misma, se sugte.. e la poslbllulatl
tle extemle).' estas mismas enseanzas a otras simila..
les dentro del mismo programa, pel'o con una O1ien..
tacin ms ~rtstica y menos indushial. Sel'ia una
flmula, casi insensible, <le intro(lucir lentamente las
enseanzas al'tesallas en el mbito de estos planes de
estudio y de acostumbrar a la juventud a considerar V
apreciar el valor artstico de la obla lenlizada, (lelltLo
(le las divesas profesiones.
Lstas exten~iones de las acUvi(lades decentes al te
neno artstico l'O(ll'all llevarse a cabo en los habajos
SigUientes:
TRABAJOS EN HIERRO - Podl'an extendel'se
a hierl'os al'tsticos en general, rejas y ventanas arts~
ticas mueblfS de hieno forjado pal'a terrazas y ja\'..
(1ine~, falol~s y apliques de hieno forjado, lmparas
V camlelabros, soportes, atriles. maceteros y apliques
de pared; cofres y arcas
TRABAJOS EN MADERA - Muebles al'tsticos
adornados con talla J taracea o incrustacin l\lader3
torneada, mal'qu('tel'a, madera tlol'a(la, lacada, policlO.
mada y estofada Cajas, cofres, estuches, ar(ms y al ..
quctas de madcI'as finas. Instrnmentos musicales (le
made.l'a. J\\~uetes, mal'COS y llloldlllas pala cuadros.
TRABAJOS EN IIIETAL LAIIIINADO. - Repnjado y
cincelado en chapa de hieno, bronce, estao, latn y
hojadelata, Fal'oles, lml)aras, apliques de paled y
adotnos florales en hojadelata. Pjaros, aves, plan~
tas, peces y flores en ltojade]ata y latn Jaulas al tis~
ticas pnra pjal'os,
nmUJO 'I'ECmCO - Podl'a amplaH.e cou los
trabajos de construccin de maquetes y modelos <le
barcos en 111adela, cOl'cho, malquetel'a. l)lsticos y
similares
Las actividades anteriores, COlUO derivadas de las
que se cursan, parecen las ms a propsito pal'a el
plan de extensin sugerido Postcriol'es estudios de.
terminaran la conveniencia de (toptarlas o modificar..
las.
d.-EN EL AMBlTO LEGAL.
A (Ufe.~ enci~ {le otros paSes {le tladicin aLtesa..
lIa, en Nicaragua no existe ';Iba nOl'mativa legal definida de] ol'lenamiento julid1co (lel sector artesano.
Para lefOlZ21r y asegurar la ms adecuada l)l'otcC
cin a la Ariesana y a los artesanos habra que sea.
lar una serie de elementos que pClmiten fijar el con
cepto o definicin de la Artesana y establecer una di.
fel'enCa de su nat~raleza y funcin, delimitando el
rea (le su extensin y los lmites de su competencia
Estos eJementos, con JigelaS valialltes, podran
ser que la aCtivhla(l al't~sana tenga por objeto la pl'O
duccin (le bienes o sel'vicios de CaI'ctel' 31 tstico, y
el trabajo se l'calice (le m'ma manual, lo que no excluY6 el empleo de maquinaria aUxiliar; la obra pro.
ducida debe ser fiel reflejo de la personalidad del al'..
tesauo y el taller mantener el ambiente tradicional elel

ll'abajo al'te~ano siendo el maestro del tallel el dueo


)' responsable (le Ja empresa,
En cousitler3Din a estos elementos, el Ministeo
de Economi~ deberia aflontar IDl estudio detallado del
scctol' artesano y l'eg]amentar los aSllcctos ms nece..
salios del mismo Tambin selia conveniente l'egla~
mental' los lmites y l"eaS de distincin enh'e la emplesn al tesaDa "1 la empl'esa industrial
Igualmente sera necesalio

]a

clasificacin de

]a

Al tcsana en artstica utilitaria de servicios, agrupan..

{lo a las divt'l'sa5. emlllesas segn las actividades que


l'calicen
A medida que se uel'an afrontando ploblemas sc..
la lleeesalio disposiciones legales del rango que eO..
1l'esponda a fin {le reglamentar los vallados aspectos
de este sectOl industrial.
e.-EN EL AMBITO SOCIAL

Todas la!'t plalufit.acloncs que~ en el aspecto social,


1 ealizan los paises en vas de desall'oIlo tienen como
ltimo objetivo el apmento del nivel de vida (le la po
blacin. Se orientan en varias direcciones y atiemlen
a la Promocin Social y a la Segul'idad Social
El sector artesano, al no est31" concebido, am, co
mo tal entidad sectorial, no ha tenido todava entrada
en ~stas beneficiosas progl'amaciones. Las pequeas
indust1ias nicalagiienses no deben quedar al margen
de este objetivo genera], por 10 que se hace preciso
Olientar al .,cetor pal'a mejorar las condiciones de vi_
da de cuantas pel'sonas (ledican sus activhlmles a to(la clase de luotluccioues al'tesanas
Paralelamente a la Plomocin Social de la Al te_
sfllla ser necesario atendCl a la Scguri<lad Social de]
artcsano, que al no es.tar todava reconocido como inte~
jil'anie de niJlgm sector laboral. no est amparado con
los beneficios y gal'antas que ]a Seguridad Social otorga a todos: los trabajadores, Las espcciales carae..
tCIsUeas en (J.ue se desall'ollan SUs actividades no permite aplical'1es todava ninguno tle los l'egimenes aC ..
tual:s de la Seguridad Social.
Se sugie-re, POl' lo expuesto~ el estudio conveniente pala albihar una frmula 3(lecuatla, me(liaute la
cual sea posible l'esolver su situacin, permitindoles
el a~ceso a ]05 beneficios mencionados
Mediantp. la articulacin conveniente y los condicionamientos necesarios, el Cdigo del TI'abajo debe
dal" cabida tambin a este sector de la produccin la_
bOlal, l'eguhJndl' Sil natUl'aleza, condiciones de baba.
,io, l'cquisitos, seglU'os, accid1'.ltes y dems aspectos Ift~
borales y sociales
VIII- CONCLUSIONES

Las

con~lusiones

de un estudio pl'evio sobre un

scctOl'. conteniendo sugerencias y orientaciones. nun-

ca pueden alcanza... el carcter de definitivas. Siem


Lo
hasta aqu eSClito compl"ende una breve visin de con.
junto sobl'e la situacin actual del sector al tesauo,
en sus divcrsos as})ectos, y unas posibles soluciones
en caminadas a af'olltarla en Sil genel'ali(lad~ Este
cal'del' las hace naturalmente 1 evisables.
En este sentido solo serian el al'mazn de uu cmu..
IJlejo mecanismo en que lJOdra sustentarse, en sus co~
mienzos, la 1110yeetada operacin Altesafa, Postel'ol'les estudios detel'minaran lo que en ellas haya de aceptable, lo que no lo es y lo que debe someterse arCa
visin
Deseamos hacel' patente nuestro agladecimiellto a
tonas las Autoridades y Fwlcionalios nical'agenses,
por la buena acogilla, atencin y facilidades que nos
han lU'estado para el desarrollo de nuesfLo cometido,
Esperemos qUe este estudio sea de utilida(l o, POl
lo me.tlos se cou:;i(1el'e como una llamada de atencin
en favol' de la Artesana nical'agiiense,

lll'e quedan sujetas a postelior examen y levisin.

19

Managua, Septiembl'e de 1968.

MUESTRAS
DE NUESTRA
ARTESA~UA

al ganizada PO}- el S} Edmundo Mm tinez V lez y con la ayuda del Cnsul


ue Ismel en Nicaragua, S}' Ma't Najnwn, se llev a cabo en ia Escuela Nacional
de Bellas A}tes, la Exposicin de Altesana Nicmagense
COllcu1lie1On a la Exposicin, [abajas p10cedentes de todas paltes de la Repblica Hubo tanta vmiedad en lo npuesto, que incluso participaJon obras
que eneajman ms en el amo de la pequea iurlushia que en lo espeefieamellrte m tesanal
As y todo, puede deeJ se que la Ec,'posiciu fue un xito En estas dos pginas g}fieas plesentamos algunos de lOs iabajos expuestos, aunque no neeesa1iamente los mejores.
La guita"a es ob1a de Jos Santos Zepeda El j(l}}n y el fluie10 de made1a, de Ulises Mm ales La pelea de gallos (ta~idel1na), de Em que Oetavio Cedeo Flanesco Gonzlez QU1oz, pesent la silla de ew:hos Los tallados sob}e
madeJa ("Leda y el Csne" y "D}agn") petenecen a Mguel Aoaea y el conjunto de objetos tlabajados S001 e made",s jJ1 eciosas (que apa eeen en la mesa)
es del Pl'ofeso} Julio C Maltez

Turismo Internacional como Industria


ALEJANDRO GALLARD fRIO
DirectOl General de Turismo
de Nicaragua

El fenmeno del desauolIo explosivo del TURIS_ menos de la mitad de la lenta ploducida pOi' el TU~
1\10, es sin lugar a dudas, una de las man~estaciones RISMO, (4%)~ OtIo dato que es preciso subrayaz
ms caractei'sticas y ms importantes de nuestro mun- siempl'c con el fin de hacel' ms evidente la impOltan~
cia econmica del TURISMO, es el que se lefiere a la
do actual
plOpolcin entre TURISMO y EXPORl'ACION, tanto
a nivel mundial como por lo que Se 1efiere a alg unos
pases en palticulal.

En la post_guel'ra~ y en el gl O de DlUY. pocos ao~,


el TURISMO, ha implicado en forma fubnmante, 'f si.
gue implicando progresiva y constantemente un Sle1l!~

pie mayor nmero de pe~s~nas: flente a los l~O ID!Hones de movimientos turlstJcos y a los 200 y mas mI.
llones de viajeroS' que utilizan actualmente los trans_
portes areos, ya se habla para los ~os setenta.de ei.
has implesionantes que van de mas de 200 mI110l!CS
de movimientos tUl'sticos a ms de 500 millones de Vla~
jeros que utilizal'n los hansportes

Considclando como ao de compalacin el de 1966,


dm ante el cual el TUltISMO ntel nacional ba produ.
cido, en trminos' de divisas, ah ededo!' de 22 mil mi.
llones de dlares (USA), el total de las expOltaciones
mundiales fu de 181 mil millones, lo cual nos da una
}lloporcin, entre el aporte de divisas del turismo y el
imllo! te de las exportaciones, de un 7 %

Los efectos del desarl'ol1o tUlstico soble la sociedad mo(lerna y sobre la del pOi venir, permiten sin lu.
gar a dudas afirmar que ni.nguna activida~ humana,
ms qU el TURISMO, implIca, contemp01:anealllel~tE?'
tantas pelsonas y tantos seetOles de una mIsma activI.
dad.

Si adems ploseguimos con el anlisis hacia algunos'


pases elegidos enhe los ms tulisticamente desarro.
Hados y otros todava en va de desal'lollo, se puede
constatar que las divisas aportadas por el TUl iSIno in~
tcrllacional en Italia ha representado el 13 % del im.
polte de las exportaciones, en Espaa el 48%, en Yu.
goeslavia el 8.5 por ciento, en Suiza 10 por ciento, en
Gl cCla el 8 por ciento y en Mlxico el 27 pOl'ciento Es
significativo notar que en este pel).odo, 1958-1966, el
lllomedio anual de aumento de las expoltacioncs mun
diales: ha sido del 11,2 por ciento y que, el pl'omedio
(le aumento anual del TURISMO dUlante el mismo lle.
liodo ha sido (le] 5,28%

EL TURISMO envuelve tambin la vida econmica


de los' pases y ciedos datos son significativos; es llle_
!lestel su confrontacin para subrayar la lealidad de
esta aselcin,Lo que emerge en primel lugal' es la le
lacin entle la renta mundial y la lenta ploducida POl
el apOltc del TURISMO~ nacional e intelllacional: La
primera ha sido, cOllsidmalldo 1965 como ao de son
<leo, de aploximadamente 1,250 mil millones de dla.
les (USA), mientras la segunda ha superado los 50 mil
m!1Jones de dlales (USA), o sea ha sido igualo ms
(lel 4% de la plimera En este lespecto queremos sub.
layar, a ttulo de comparacin, que la prodrccin de la
industria siderrgica mundial ha sWo estimada apl'oxL
madameute a 23 mil millones de dlares (USA), o s~a
igual al 1,85% de la lenta mun<lial, lo que equivale a

Toda U11a lal ga serie de datos !lodl an sel utiliza~


dos lJala una ulteIiOl clemostlacin de la fundamental
importancia del 'rURISMO en el desall'ollo econmico
como en la tlansformacin social~ en la Olganizacin
del habajo, en las lelaciones internacionales, en el de
SallOnO tecnolgico as como en el desaIl'oUo educativo y de formacin.. hasta Ilegal' a los sectores finan('.e~
lOS y COlnelciales, etc Los hechos SOn totalmente cIa.

22

lOS. la evolucin es totalmente implesionallte, los daR


tos son totalmente precisos que uno queda asombl ac10
al constatar la difusa incomprensin existente tanto a
nivel llblico como ~n la iniciativa pl'vada Esta in_
comprensin y esta insensibilidad llevan, por un lado,
a la dilapidacin progresiva y definitiva de pi eClosos
y no reconstruibles capitales tursticos potenciales,
(paisajt$, intereses histl'cos, etc.), y por otro, a la
creacin de situaciones de caos y satUl acin que vuel
ven improductivos, si no deficitalos, los ralOS esfuelzos inteligentes que se han batado de hacel belde al
fenmeno del desarrollo turstico
Dejemos de lado,

pOI

el momento, el problema de

la ausencia de- polticas de lllanificacin y concentleR

monos por ejemplo sobre la falta de conciencia a ni_


vel gubernativo comparando los gastos publicitarios de
algunas iniciativas privadas de otras categoras y es_
pecializaciones:
Si elegimos, para esta compalacin, POI un lado
las dos compaas aleas nol'teamericanas de cal'ctel
intelnacional, o sea la Pan Amelcan y la Tl'answorld
Ah lines, y las dos may01'cs em)u esas pi orluctoras de
gaseosas, la Coca Cola y la Pepsi Cola, y pOI el otlO,
un grupo de cincuenta y ocho pases, enhc los cuales
estn los Estados Unidos de Amrica, Mxico, AIgeu.
tina, Espaa, Italia, Francia, I11anda, etc" constatamos
que:
La PAA Y la TWA, han gastado en publicidad
16,5 y 15,5 millones de dlares U S A, respectiva
mente, o sea un total conjunto de 32 millones de
dlares, teniendo una facturacin de venIas g-lobal
de 754 millones de dlares, o sea han asignado pa_
la este sector una suma promedia del 4,11 %
La Coca Cola y Pepsi Cola han gastado en publiciR
dad 59 y 27 millones de dlares 1 espectivamente,
o sea
conjunto 86 minones (le illmcs, teniendo
una facturacin de ventas global de ~'51 millones
de dlares, o sea que han asignado ]Jal a este sector
una suma promedia del 11,4%

en

Cincuenta y ocho pases han gastado en publicid.ad


solamente 63.5 millones de dlares teniendo como
entladas en divisas, aproximadamente 11,5 mil millones de dlares, o sea han asignado para publi~
cidad un 0,57%.

Es evidente y los pocos ejemplos que tenemos lo


subrayan, que "el gran nmelo" y la economa de escaR
la deben hacer salir al turismo del nivel al tesanal y
de al espontaneidad con la cual ha nacido -y con la
cual sigue viviendo llJi'Y da- para llevarlo a una vel
dadera y propia transformacin industrial: los datos
comparativos mencipnados. son una clara indicacin
de que el TURISMO -eS un Hbusiness", que debe salir
tle las leducidas dimensiones emprendedoras y ol'ga~
nizativas e11 las cuales, hasta ahora, ha sido relegado,
hasta ahora, ha sido lelegado, incluso pOI la iniciativa
ptivada. Ya sea a nivel internacional o a nivel nacional o interno, el TURISMO tiene que ser enfl entado
con las mismas tcnicas de inversin, de 01 g-anizacin,
de gestin usadas por las industrias ms adelantadas
y de mayores dnensiones -se ha dicho y se sigue di_
ciendo que el TURISMO es la ms importante indusN
tria mundial y en cierto sentido, esto es cierto por ms
que. en realidad, nadie, excepcin hecha de algunas
pocas organizaciones que conocemos. haya demostla.
do haberlo entendido o de haberlo tratado como tal
Podemos dech que las dos gl andes l eas de poten.
cial tUlstico mundial son: Amrica Latina -l\'lxico
y Amrica Central inclusive- y Africa. Lo son POl_
que sobre ellos incide el aumento de turistas poten_
ciales, norteamericanos para Amrica Latina y Euro_
peos pal a Africa Hay una evidente correlacin geoglfica, es dech de distancias COltas, as como una evidente amistad que ligan los continentes generadOles
a aquellos lecibidores -ejemplo: Est<:ldos Unidos de
Amlica con Estados Unidos Mexicanos
Sin embalgo, en lo que se refiere a flujos intelnaR
ciona1es, si se examinan detalladamente las previsiones, el desarrollo turstico de Amrica Latina Se pue_
de suponer, por todo una serie de motivos, como ms
rpido que el de Africa El primero de estos motivos,
fundamental, es el de poder contar con el mel'cado de
turistas norteamericanoS, quienes tienen ms potencia
para gastar que el turista europeo.
El segundo motivo, es el de comunicaciones, visto
que queda de manifiesto que nosotros poseemos un excelente sistema panamericano de carreteras, y en caro
hio Afrca no lo tiene Lo que indica maYOles gastos
11313 el Turista que viaja a Afriea

El tercer motivo, es el de las relaciones tradicio_


nales entre Norteaml'ic3, Centro y Sur ~!l1rjcaJ que
Esta incapacidad de darse cuenta de la ausencia de aunque 110 siempre han sido serenas, mantienen una
una clara visin del fenmeno de los modos de enfren. paz envidiada mundialmente Jiabiando, as como el flu.
tallo y la falta de voluntad para hacerlo, pueden lle_ jo u orientacin del Norte hacia el Sur.
valllOS a incalculables daos y a un atraso en el COlllR
11leto desarrollo socio-econmico de nuestros pases
Estas motivaciones vlidas para el conjunto de AQueda de mauifiesto que el XURISMO ha sido uu mrica Latina. lo son con mayor razn para nuestra
fenmeno reservado a pocos aventureros: hoy da se ha Amrica e'entral, que geogrficamente.. Se encuentra
vuelto una cosa de todo el mundo, un derecho adquhi~ en una posicin de presin en esta orientacin de Esdo casi como las leyes de prevencin social y en cierta tados Unidos hacia el Sur. Amrica Latina y por con~
medida, una precisa etapa en el lugar ~n Hstatus" so:.. siguiente Amrica Central, ofrece sin lugar a dudas
cal y econmico Consecuentemente, frente a las diN una gl an gama de recursos tursticos, que no son solo
mensiones que el TURISMO ya ha alcanzado y va a aL natUl ales, sino que arqueolgicos, histricos) depol ti.
cauzar y de las cuales hemos dado algunas indicaciones vos y folklricos. El sol y el buen clima~ tropical de
muy significativas, es imposible que la sociedad en ge- nuestros pases son importantes para el turismo inter_
neral o Wl pas en particular reaccione y se enfrente nacional y soble todo para nosotros mismos
a las exigencias del fenmeno turstico como la misma
Por consiguiente, y como lo hemos dicho hlfinidad
falta de visin futurstica y con la misma espontanei~
dad que ha caracterizado su nacimiento. Basta con de veces, el xito sonre a los imaginativos y perseve.
hacel un rpido giro de horizonte en el lllundo_ pala rantes; la innovacin une el coraje y la fantasa y, la
darse cuenta como, en demasiados casos, el mpetu del innovacin en el campo del TURISMO. segn el panodesarrollo turstico ha ya cancelado las razones fisi- rama del mercado internacional.. nos tiene destinado
cas del xito turstico de cIertas regiones: Honolulu y el EXIXO.
Waikiki no recuerdan ni de lejos los motivos por los
cnales uaci su xito as como no lo recuel dan el litolal adltico italiano, parte de la Riviera Francesa. la
Costa Brava Espaola, Miami, Acapulco, Cap y, con
(Datos y estadstica mundial tomadas del Estudio
ellos otros sitios.
de aTour Consult/Italia".

23

EXPOSlc.lON DE LA; (AMARA DE INDUSTRIAS DE N:ICARAGUA


AL SR. PR!StDENTE DE' LA REPUBUCA, SOBRE: LA iMPORTAN'(IA
DH SECTOR INDUSTRIAL E't{ LA ECONOMIA NACIONAL
La Cmal.a de Industl aS de Nicaragua, como 1 e_
pl'esentante .de un fuerte sector productivo en la econOlla nacional,
abordado co-li sumo inters los
pl'oblem~ nacionales ~f(1 dficit que n~.estro P~ ha

rOl' otro lado, noS' encon~amos que el ndice de


crecimiento indust1'ial ha disminuido en el ano 1967
y 10 ms grave es, que en geqeraJ, la indushia no IJa
incrementado suS ye~itas, segn se puede observar de
la CUI'va de nuestras exportaciones a los pases del
l ea centroaUlelicana. Tambin cabe mencional que,
aunque el increm.ento total de las importaciones del
aO,6B al ~7 fu de 22 miJ10nes de Dlares, )a impol'taoion del rublQ,cn Ill~terias plimas y productos intelw
medios pal'a la Industl'ia, excluda construccin 1 eba_
j la suma de 747,000 Dlar.es; es decir, hubo u~a dis_
minucin de importacin de las materias plimas de
la: i~\dustl'ia Esta ledu.cQin no solamente lefleja la
falta de incremento en las ventas, sino t~mbin que
I~ Industl ia, progresivtimente est haciendo mejol uso
de las materias' mimas

ha

venido sufliendo
ta la Balanza de
ficit fiscal, para
.1ustrJa Nacional

en su Balanza Comelc~al, que afecPagos, y adems el pl'oblema de das determina,.. los pasos que, la !~.
debe, dar para aportar a la Soluclon

(le dicho problema Para este fin la Cmara ha COntratado un grupo tcnico que efectu un e!1'thdio que,
en resumen, se ol'ient en las siguientes bases:
a)

Se elabor y ejecut una encuesta genelal, en un


nmelo de 412 empresas industl'iales

b) Postelionnente se elabor una muestra


tativa de las elllpreSaS industriales
entrevi~tas

e)

Se celebr un nmel'q de 62
das.

d)

Se analiz la tabulacin d~ Jos (latos,

l'epresel1~

pl'ograma-

, Los estudios efectuados llO5! indjcan que la In


(lustl'ia juega un papel de alta preponderancia y pu.e~
de en el clima actual de libre empre~fl' co la cOope.
1 ain y comprensin del sector gubernamental, ser en
gran palte una solucin para e~tos p1oblemas.
Encontramos que bsi.c.amente Nicaragua tiene
montado U11 complejo ind~lstrial que se comllone de
aproximadam~nte 600 industrias~ . y ql1~ ,en 1.05 ~ltiInos
cuah o. aos se ha irnjJortado mas de un mIl mIllones
(le Crdoba~ ell bienes de Capital pal'a sn instalac.n;
que en estos ltimos aos, adems ha divels~fieadq su
concepto de prodllcin instalando indushias 110 slo
(le materias l)limas nacionales,,sino tambin para la
pi aduccin de materlps primas. qne usal'n otras in
dustrias de trl}nsformacin del rea centroamericana
(tates como: soda custica; ;101'0, ~ V .C., textile~, tl'e.
nlentina, vegamentos, mateuales ,tecrucos l)ala IDsec~
ticidaS), Este sector en la actualidad a]IOl ta al PIOducto Interno Bruto la suma de 650 millo.nes de CI
dobas' emplea' a \7.000 pel'solas con C$1354, millones
de c;dobas (cifra COl'respondiente solamente a las zonas cubiertas por el Inst Nac de SegurIdad Social);
y adems cabe hacm' nfasis de que la pi oductividad
per cpita en la industria tuvo un incremento, del ao
60 al ao 66, de 9,9%, o sea, mucho mayor que cual~
quer ob o 1 Ubl'O La industda, adems, coopera en el
empleo, as tomando su parte en el pl'oblema ~e mi..
gt.'aci1l urbana y en elevar el nivel (le vida,
w

Sobre este ac}Jite de falta; de ventas, el estudio


muestra que una de las l'eas m'jticas de la Industlia
se i(lentifica en su esfuerzo de venta y en su capaci~
da() de mercadeo Estamos sumamente consclentes Ile
este aspecto y por tanto esta Cmat a ya: ha tenido
asamblea extraoulinaria COn el objeto de recalcal~ la
lJosicin que tenemos dentJ,'o d.el Mercado Centroame~
lic~no y hacernos ver que tenemos que tamal una pal'
te ms activa dentro de este mercado, haciendo esf!JelZQs espech\les en el campo de venta y mel cadeo
En eSte tIJico en particular, la Cmat' de lndush ias
]\a totnado. ~ccione-s eSllecflcas:
a)
b)

Oousigl1i la sede del curso de comercialh:acill


internacional patrocinado por, la OEA,
Est estudiando

~a posibil~dad

de

ol'ga~zarJ

den_

tro ll ]a Cmul, personal capacitado para cono-

Cer ms a fondo las necesidades de Centl'oarnri


ca y as servil' a nuestros indushiales pasndoles
la informacin paI'a jn~rementar su exportacin
En este' punto t~~~ill se est estudiando la ff)l'~
macill (le una agencia de expOl tacin a Cenb oa
mlica (le productos fabricados en Nicaragua
e) . Se est elaborando una campaa publicitalia, e(l\l~
caUva de 1.50000 que Incluye el apoyo del Gobierno pal'a fomentar el consumo de productos producidos en Nical agua.
Esta baja venta influye dit'ectamente en que la
industria enfrenta una baja utilizacin de ca!lacldad
instalada. Por ejemplo, casi la mita4 de los indushiales indica que trabajan con el 5tl% de la capachlacl

24

de 1m turno; y al,cuas mi. 14 por ciento babaja con el


100 por ciento de capacida(l (le un turno,

En este t6pico de produccin, la Imlush ia indica


que gcnelalmente est bien <1ota(1a <1e maquinaria y

equipo y los empresarios afirman que sus mquinas


son, ell muchos casos, supCl'iol'es a las <1e sus compe.
tidores del rea y que no existen limitaciones mec.
nicas para incrementar la l)roduccin S se encontr
que los costos (le pi oduccin 5011 ms altos de l)al'te
por desventajas relativas con los otros pases del rea,
especialmente en enel ga eletl'ica, servicios de agua,
mano (le obl'a, caigas sociales y desventajas fiscales
Adems, este bajo nivel de produccin causa un ma
yor costo ya que la depreciacin de maquinada nueva se tiene que distribuir en }lOCaS unillades producidas Se pudo comprobar que esta situacin no slo
incide en la empresa en s, sino en el consumo del plO..
dueto nacional, puesto qne al tener un costo ms alto
la emlJleSa local., Sl1 plecio es mayor, ]0 que aprovecha
la competencia. {lel l'ea pal a vendel' con (lifel'enciales
de precio con lespecto a los de su propio pas y a los
locales, de tal forlUa que el consum<lor nacional y la
empr~sa nacional ulirect.amente subsidian a las em.
presas (le los otros nases,
Dentro (le este mismo l)unto de pl'oducciu se ob.
serv que la empresa requiel'e estar al da con la tecnologa pala poder desarrollalse y muohos empresarios
han hecho su industria con su pI'opio esfuel'Zo (le obsel vacin Por tanto, resulta altamente iDlpOl'tantc el
desalroJlo <le asesora tcnica a todos ]05 niveles, 110
slo para consol1<1a1' las empresas existentes, sino pal a
servil' <le sOlJOrte al <lesill'1'ol1o de nuevas empresas
Reahuente 01 Estado ha contrIbuido en forma limita.
tada en este ramo Por su lado, la Cmai'a Ita hecho
un esfuel zo eSl.lecial revitalizando el Centl o de Pro.
ductivida(l Industrial con personal ejecutivo y ya se
estn impal tiendo cursos para levantar la capacitacin
de la Industria nicaragense. Tales cowo: a) cllrsos
de administracin de bodegas; b) ClUSOS (le admillis
tracin de vendedores; c) mtodos modernos de 1)lanificacin; (1) contabilidad (le. costo; e) Organizacin
])31'a la plo(lnccin; f) evaluacin de tRabajos; g) ntau~
tenimiellto industl'ial; y otros ms.
Los puntos antel'iOl'es de venta. y pro(luccil\ sea.
lan el problema principal que nos ha pl'csentado el
estudio, que es: financiamiento,
Nuestra lmlustl'ia se ha ioullado en gran parte eles,
(le su inicio C01\ una (lbil capitalizacin, usando l'e~
cm'sos pro})ios en ter! euos, coustl'cciu, gastos de
instalacin y organizacin, habiendo obtenido clc1itos
in<lusbiales de mediano y largo plazo lJara la maquinal'ia y equi})o, {le tal modo que \\na vez moutada la
empresa comienza su produccin con escaso o nulo
capital de habajo y en el IJeOr (le lC)S' casos~ habiendo
usado reCUl'SOS a corto plazo pala las inversiones fi.
jas Esie p1'oblema causa una Cl'ali falta de liquhle~
que puede sel' lemediada con recsbuctu1'acill ele Ci.
dito o ele capital de la enlpl'eSa, Debe reconocelSC
que estaS' invelsiones se han hcqho a havs de un es~
fuerzo (le los industriales {iUe han ecbado mano lle
los medios a su alcance
El esbulio indica que los inustl'iales, pala aumen.
tal' su venta, l'equiereu capital de trabajo a plazo adecuado (le acuerdo con SIl ciclo de venta:
a)

Finallcfar materia pl'ima,

b)

Financial' produccin

c)

Financiar venta a cI'dito

El 63% indic que sns necesi(lades (le invent31io


de matel'a pl'iuta Son de 1 a 3 meses Se encuentra
que se puede conseguh' filJanclamiellto a Jalgo )lazo
pal a bienes (le capital pero muy poco a COl to plazo
pala capital de trabajo Cab~ destacar que la plO
duccin indnstl'ial para el ao 1967 fu de 1.507 milIones de Culobas y el valor de los cl'(Utos in(lustria_
les a corto )Iazo fu de 161 millones, o sea, solamen~
te 10,7%, Ac1cl11s, se destacan las siguientes obselvacioues con 1 elacin a financiamiento,
a)

Escasas lll)sibilidades pa1'a obtcnel' .financiamicnto


de materias l~limas ]oc~les.

b}

Falta de un sistema adecuauo pal'a financial ven


tas a l)lazo y l)ara la formacin (le inventarios

c)

Falta de promocin de los incentivos y programas


de financiamiento de exportaciones exi.stentes en
fOlma sistematizada que incluye lneas de. crdito
Ja1'a llleexpOl taciones y exportaciones

(1)

Dificultaeles pal a el uso (lel c1'cUto cxteulO para


las mate! ias primas de nue.stsa Ill(lust\'ia,

Este cldito de llrOveedOl'es extl'anjelos es 1Ino de


los ms positivos y genCl almente constituYe un siste~
ma de financiamiento de materias primas a 1l1a205o va~
liables, }metados Con los plovec(lOleS cuando hay es~
casos 1 ec1ll'SOS pal'a capital {le b'abajo (leutl'o de Jmestro sistema financiero, AdClns, stos Son ms saludables cuando la Industl'ia Que import.a estas lllatel'as
pi imas las pl'ocesal' en Nicaragua pal'a C:xpOI tacionos
a los otros pases del rea
Reconocemso q~e sobre este problema de finan~
ciamiento para capital de trabajo es difcil obtener soluciones inmediatas, pero s se llUede comenzar eufo
cando el financiamiento llal'a la preexpOI tacin y exportacin, y al mismo tiempo deseamos COOl (Unal nueStros l'cC]uel'imlentos con las polticas y posibilirlades
l'eales lle 1'e.CU1SOS {le nuestro sistema financiero
Por ltimo, en esta seccin que a))11ca a las O]le_
laciones intelllas de la In<1usbia~ se reconoce que la
gestin empresarial lle administracin (le emlncsas requiere llUlil'se ms Estamos segUlos que se halll
grandes logros COIl el establecimiento fIel INCAE v
el CPIN.
Pasando a las activida(les extel')l:lS' de la indusbja,
el estudio lulica oue la jndnsb'ia instala(la en Nicm a~
gua IJo<1ra compet! en mayor escala. en el lllelcado
cenh'oamelicallo, obteniemlo (le pm te (le la A(lminis
b'acin 'Pblica una coopelac.in ms estrecha
Los princillales ploblemas denho de este acpite
pueden bien ser solucionados con una mentalidad <1e~
Hlli<1,t de pal te (le la Administracin "Pblica l'econocieudo eltlilllel qne la Imlustl'ia juega e11 el desal'lolJo
equilibrado de la Nacic?n.

Nnesh'a ilUlustl'ia tiene que cOnl)etil' con 1J1'cti~


cas eleslcales del cQmel'cio <lel rea qne nOs enva 1>1'0nctos importados de fue~'a (lel rea, como fabricados
dentro de sus pases; recibimos }lro(luctos factUl'udos
a lllenOl l)l'ecio, que nos debilita nuestras l'esel'Vas;
tenemos que competir con vendedores btdlOllel'Os To~
do esto, estimamos, se llUcde solucionar con una agilizacin por parte de nucstl'as adnans en las frontel as
y que ]a ac111ana COll1p'enda que es un 1)1 oblema que
]e compete
Otros pases en el rea centl'Oantel icana uo aca_

25

tan las disposiciones del Tratdo General de Integra_


cin Econmica} pel'mitiendo libre introduccin a pro_
ductos que usan como materias plimas de sus indus~
trias de bansformacin y cuyas matelias primas Son fabricadas en condiciones apropiadas en nuestro pas.
Se conOCe el problema de la cooperativa de El Salva_
dor con relacin a la importacin de insecticidas fOImulados; es bien conocido tambin el problema de te.
las con Honduras, y cebo con Guatemala En este
punto apoyamos una poltica de rigor de pal te de nuestras autoridades.
Se 1 econoce que en el Ministel iD de Economa se
ha puesto a funcionar una maquinaria ms efectiva pa~
la la industria y el comelcio, pelo todava existen pro.
blemas ('lUe deben subsanarse en materia de requisitos
que los industriales tienen que llenar para consegu!
sus autol'izaciones para las importaciones de matela
prima An existen resabios en materia de clasifica.
cin donde se encuentra una maquinaria lenta en
comparacin a la de otros pases de Centroamrica
que clasifican usando criterio agl esivo} manteniendo
en mente cantar ms volumen del mercado centroame.
licano Teemos documentacin que en los otros pases Se ha acelerado la clasificacin y reclasificacin de
industIias en plevisin de la entrada en vigencia del
Protocolo '-General de Incentivos Fiscales
Los industriales sienten de una manera definida
que el Fisco no est fl;corde a la p~ltica de incentivos
fiscales pala el desarrollo industrIal y por tanto los
industriales tienen (me mantenerse defendiendo con
tinuamente derechos adquiridos, causando trastornos
y una gl'an prdida de tiempo a la gerencia y por tanto a la gestin de desanollo de la Indushia. En este
particular, es bien conocido que se ha creado Un con~
cepto errneo de que la Industria Nicaragense es lUl
factoS' principal en el ploblema Fiscal de nuestra Re~
pblica Las siguientes cifras desvirtan este crite~
rio:

no deben sel' tasados como capital, a como actualmen.


te se tiene concebido
Hacemos este mismo comentario para las Juntas
de Asistencia Social que a travs de sus planes de Al'bitlios han olvidado tambin la posicin de la Imlus_
tda
Resumiendo:
1)

Tenemos industlias con suficiente capacidad ins_


talada

2)

No podemos seguh adelante Con un dficit tan


gl ande en nuestra Balanza Comercial

3)

Reconocemos que tenemos problemas internos de:


a) Venta y mercadeo
b) Productividad
el Financiamiento
d} Administracin

4)

Estamos tomando medidas para subsanal algunos


de nuestros problemas.

5)

Sabemos que es posible en un corto tiempo incre.


mentar nuestras exportaciones al rea.. mejorar
nuestros productos y mercadeados dentro de nnes
tro propio pas a precios competitivos, as contribuyendo a la solucin del problema de dficit comel'cial

6)

Para lograr la solucin de los problemas plantea_


dos es necesario que de pal te del sectO! pblico
se obtenga:

a)

bl

En el ao 1967 las condonaciones d-e derechos a~


duaneros fueron de 405.6 millones de Crdobas y
solamente 71,8 millones provinieron de exenciones
ahibuidas a la Ley de Ploteccin Industrial en
sus importaciones
Por otro lado. con la industrializacin se hicieron
efectivos impuestos de consumo que pI'odujel011
en ese mismo ao 88 millones de Crdobas, sin in.
cluir otros 67 millones ms obtenidos de los I u~
bros tradicionales como: agual'diente y licores,
cerveza, tabaco y azcar, etc

cl

Es decir, la condouacin a la Industria de 718 es_


t compensado con 88 en impuestos de consumo
en esos rubros

d)

Adems, repetimos, une la IndustIia contribuy


560,0{)0 millones al Producto Bruto Nacional~ lo
cual genera impuestos al Fisco por rentas persollales, servicio. transporte, et

Estas cifras prueban que es un buen negocio pal'a


Nicaragua ed fomento de la industrializac~ll y, que
los incentivoS' fiscales vienen a ser una inversin del
Estado para la produccin nacional, la qUe recupera ~
l' con creCeS Lo anterior seala la importancia de
que al industrial se le considere como Un factor de
ploduccin que est actualmente contribuyendo y que
en futuro ser mayor contribuidor Por ejemplo, el
Fisco debe reconocer entre otras cosas que, siendo di.
fcil obtener inversin fornea y habiendo poco recur_
so de capital' local, la industria se revitaliza con cr.
ditos de materias primas del exterior y estos pasivos

26

a) Elleconocimiento de (lUe la Industria es un fac,;.


tOl' preponderante en-la economa nacional y
que lejos de ser una lastr-e fiscal, es un fuerte
ingrediente pal a el aporte al Estado
b) Se elabore una poltica definida de desarrollo
industrial con el concepto de que la Industria
no es un problema. sino que solucin a proble~
mas socio~econmicoS' nacionales.
..-e) Se obtenga la colaboracin en:
i)

Agilizacin de las aduanas en las fronteras

ii) Poltica de rigor para el fiel cumplimiento


del Tratado General de Integracin Econ.
mica.
iii) Elasticidad en el Ministelo de Economa con
relacin a materias primas y clasificacin
Hii) Cooperacin del Banco Central para los pro_
gramas de capacitacin tcnica, y agilizacin
para la tramitacin y aprobacin de im..
portaciones de materia prima del exterior a
crdito, en especial aqullas que se usan en
industrias de exportaci~
v) Mayor comprensi~ del Fisco a la posicin
industrial,
d) 1. Se establezca prioridad al financiamiento
del capital de trabajo requerido para poder
aprovechar en un mayor porcentaje la capacidad instalada de la industria
2. La creacin de un organismo que ayude a la
capitalizacin de las industrias nacionales.

CUALES SON LOS REQUISITOS PARA EL DESARROLLO


INDUSTRIAL EN El ,ME!Ri('A,DOi NII(A.RAGOEN~:E! y
CUALES OTROS PiARA PROYE:CTARSE EN EL MERCADO
COMUN (,ENTROAMER,ICANO!
lO QUE OPINAN EMPRESARIOS DE LOS DIVERSOS RUBROS DE LA INDUSTRIA

Productos Alifnentc'ios
1)

Z}
3)
4)

5)

Considero que los requisitos pata el desB-rtol1o in.


dusfrial en Nicaragua son los siguientes:
Financiamiento adecuado y a largo plazo, con su res.
pectivo tiempo de gracia.
Financiamiento pata "Capital de Trabajo". problema
que hoy s\1fren un gran porcentaje de industrias; de.
bido a esto su coso de produccin se eleva.
Control de calidad y uniformidad en las materias primas. sobre todo en las nacionales.
Regularizacin de precios en las matelias primas na.
cionales. Se ha dado el caso de que POlo falta de
previsin o regularizacin de precios entre un ao y
ctro. especialmente en los productos agrcolas, hay
diferencias hasta de un 50%.
Conseguir elemento humano e~peciaIizado y respon-

sable, pues. actualmente- hay dificultades al respecto


Para el desarrollo en el Mercado Comn Cenh'oamericano. sealo los siguientes requisitos:
1) Crear una Ley para controlar el DUMPING en el
mercado centroamericano.
2) Crear leyes uniformes centroamericanas para el registro de marcas y patentes.
3) Sera ideal que en los iraios comerciales del Merco~
mn existiera buena fe y ~ooperacih. lanto de pat'~
te de los Gobiernos comQ de las Empresas Privadas
El nacionalismo. por no decir el localismo exagerado. ha sido la mayor traba que ha de~nido y segui..
r deteniendo la buena marcha del Mercomn.
CLAUDIO ROSALES TIFFER
TIP.TOP INDUSTRIAL, S A

Textiles
Conshlero qne uno de los 1 equisitos fundamentales
para nuestro desarrollo industtial, tanto en el Melcado
Nic.fi1agense, como pala una mayor proyeccin de
nuestros pI'odnctos industliales en el Melcado Comn
Centroamericano, es la calencia de capital de habajo
COll que contamos los industliales nicaragenses Nues_
h o financiamiento en Nica:i. agua es muy alto, y a menmTo tenemos que esperar un lalgo tiempo para recUuel'al el el dito une hemos otO! gado en otros pases del
istmo.
-

Nuestro sistema de Iible cambio tambin nos afee..


ta en el sentido de que los expOltadOles de otlos pa_
ses centroamericanos rebajan sus precios en Nicalagua
pal a pl'OVeel se de dlares, lo que nos imphle frecuen_
temente poder competir en nuesh o propio mercado COn
productos importados de otros pases miemelos del
Mercollln,

EDRULFO LARGAESPADA
-FABRICA TE LASA.

Calzado y Vestu.ario
Aunque quiz sea generalizar demasiado, los requisi:l:os bsicas para un safisfactol'o desanolIo industrial.
aqu y en cualquier parte. son dos: el factor econmico
y el factor humano. Respecto al primel'o, es necesario
que las enIpreSCls establecidas o a punto de establecerse
re.:iban suficiente apoyo. En mi caso personal he con~
tado con la ayuda del INFONAC
El segundo factor
)equiele un personal tcnico GiPl'opiado
'Para rlue la industria del calzado! se proyec:Je a
nivel cel1.traomericano, la competencia sigue jugando
papel determinante
Actualmente Nicaragua exporta
cel.'ca de milln y medio de dlares anualmente en cal~
:lado. pelO impOl::ta un poco ms de esa cantidad. A pesar de la diferencia existente entre irr~oriacin y exportacin, hay ms o menos una nivelacin Y en este
srmtido puede decirse que la industl::ia del calzado en
Nicaragua est en mejores condiciones que- otras ramas
de la Industria Nosotros estamos vendiendo en Han.
dUlas, Costa Rica, y algo en El Salvador y Guatemala
Eso sin contar con lo que se vende en Estados Unidos.
Pal::a concluir, y siempre dentro de las proyecciones
de la ipaustria del calzado en CentroBmrica, la cen

dicin indispensable es fortalecer primero el desarlollo


interno. Con ese objeto, acaso el Gobierno debera
preocuparse por financiar a los pequeos [propietarios
PAULINO INGELnIO
FABRICA CECALSA
Nicaragua, al entrar en la Integlacin Cel1floame_
licana, lo hizo con TRES desventajas:
1) Nicaragua tena aranceles sumamente elevados
en compalacin a los dems pases centIoanlelicanos
El perodo entre la promulgacin de la I~ey y Sll aplicacin! fu demasiado COl to para que los oh o-s l)ases diluyelall las enOlmes existencias que tenan con aiotos
bajos; pala lJodel llngal' los aforos de integlacin, que
el an ms elevados, estos pases logl aron en el mel ca{lo lnecios de sus Ultculos muchos ms bajos que los
que Nicalagua tena, Esto vino a poner desde el comienzo en desventaja a Nicarag ua en el costo de materia plima
2.) Los encal'gados de elaboral' la Ley fueron demasiado honestos; legalistas e idealistas Creyeron en

27

la Gran Patria Centl'.oamericana; Los otr6s paises, pOI'


el contrario, actuaron con la cabeza y no Con el cora-

zn,

3} La tercera desventaja es la ms g'rave: Nues'~


tra moneda, con el Presidente del Banco Central, man
tuvo U11 libre cambio sin restricciones de ninguna eS~
pecie, Por consiguiente, Nicaragua se convirti en el
nido de abastecimiento de dlares de todo Ccntroam_
rica; o sea,' amamant, por as decirlo, a todas' las mo.
nedas de Centroall1rica, porque vendan en crdobas
y converan en dlares. (Cosa que loS' nicaragenses
no podamos hacer en los otros pases, pues en stos
se implantaron leyes restrictivas cambiarias tan estre_
chas, que la moneda centroamericana, en Nical'agua, al
quererla cambiar, si no haba cuota, el mercado negro
la demeritaba).
Segn mi opinin, cada da estas tres' desventajas
enumeradas se agrandan ms. Cabe distinguir una seR

gunda etapa en el pl'oceso de Integl'acin centroamericana, y es la constituida por el Protocolo de San Jos.
Los paises centroamericanos: fueron tomando con
mucha cautela el Protocolo y dejaron pasar mucho
tiempo para estudiarlo. Nicaragua lo puso en vigor el
19 de Agosto de 1968. Hasta el momento presente, en
que escribimos estas lneas, unos pases tienen partes
aprobadas, otros todo, otl'OS nada.
Como nicaragense me ha extraado que en una
Reunin de Presidente, no se haya logrado llegar a un
acuerdo comn para uniformar el Protocolo a un ms~
1110 tiempo' y a Un mismo precio, Ello tomando en
cuenta que el 19 de Junio de 1968, en San Jos de Costa Rica, todos los :lUinistros de Economa centroameri,;..,.
canos se comprometieron y firmaron solemnemente un
documento.
MIGUEL GOVIEZ
TRAJES GOMEZ

Cuero y Productos de Cuero


La industria tencra en Niaragua est bastante adelantada y exporta ya parte de sus prOlluctos a los
Mel'caclos Centroamericanos,Esta industria es funda-'
mental y est ntimamente relacionada con el des ano.
110 ganadero del pas. Como el fomento a la industria
ganaflera Ita sidQ consillerable,: las perspectivas de pI'O.
(1uccin e la tenel'ia son halageas y mei'eCedOI'as
de todo apoyo oficial. En el 84% de su produccin ellilllea elementos nacinoales. Los prodnctos curtentes
qlIe Se imlwrtall, son apenas de 16 % de su valor; la tenera requiere un apoyo financiero alnl)1io y oP9rtuno
para su (1esanolio, crditos stos que son muy dIfciles
de logl'ur a pesar de tratarse de una industria tan iInportante }Jal'a la Economa Nacional
El consumo de, al'tculos de cuero~ calzado, fajas,
cal'tel'as, etc. tiene- una gran l)Crsllcctva que la procluccin nacional logra abastecer slo en llarte. Es muy

importante una' poltica crediticia uis amplia para este ramo industl'ial. Nicaragua autoriza todava la exportacin de cueros sin curtir, cueros que se podran
e::qmrtar con mayor enh'ada de divisas, al curtirlos en
el pas para lograr este valor agregado nacional La
tenera "La Fl'ancesa" ha curtido cueros de rCIJtiJes Y
otros, con muy buenos l'esultadoS' y en el Ministerio de
Economa hay muy buen ambiente para limitar la eX_
portacin de cueros el'lIdos y fomentar localmente su
curticil1.
El Banco Nacional de Nical'agna ha elabm'ado un
Programa Nacional de Pieles y Cueros y, es de desear
qn.t~: las objetivos de este llrogra1l1a se logren a corto
plazo.

ENRIQ,UE LICRTENSTEIN,
TENERlA "LA FRANCESA".

Madera y Corcho
Los requisitos llara todo desarrollo industrial puco
den reunirse as: Planificacin inicial, estutlio -de factibilidad econmica y estudio de mercadeo, Luego,
vender a base de precio, calidad y servicio Tambin
la f!ymla estatal eS imlu'cscindiblc. El Gobiel'110 de Ni~
caragua ha aJ)oyado ampliamente a lluesh'a Empresa,
al grado que hemos inVel'tido varios millones de cI'dobas en eHa La lJOltica crediticia ha sic10 bastante e.
fectiva, y puede afirmarse que el Ministerio de Econo~
ma ha realizado nna magnfica la1)01': donde haba de~
SOr(lell, hay ahora Ol'den y l)lanificacin
Reslleetv a m:estra proyeccin en Ce:nh'oaml'jca,
ltimamente hemos encontrado problemas en Costa Rica y Honduras, donde exigen eeJ'tificados (le origen l)Or
cada viaje que se hace. As y todo, la exportacin d!

plywood ocupa el sexto lugar entre los renglones de exportacin de Nicaragua. El 50 % (le nnestra produccin
es exportada al rea centroamericana, Actualmente
estamos en un proceso ele expansin, y de 3.200 lminas diarias que }U"oducimos aUlllcntal'emos a 5.000.
Como conclusin, puedo agregal' que la industda
nicaragense necesita de administradores ms constanles, emprenflcdOl'es y agresivos, Centroaml'ica necesita. por otra parte., que no baya desper(licio de capital
y hay despel'llcio de capital, cuanclo se establecen in"
c1ustl'ias (fue entt'arn a coml)etil' con las ya ex~stel1tes
en elmi&mo rubro. Lo recomendable sera diversificar
la lH'oduccill industrial.
BENJAMIN GALLO
PLYWOOD DE NICARAGUA

Muebles y Accesorios
Para comenzar, hay que decir que la industria del
en Nicaragua es un ejemplo tpico del paso que
so ha dado de la etapa al':tesanal '<1' la etapa i.ndustrial.
El l."equisito indispensable para el desa.rollo de esta indusida es el l'obusfedmiento del mel'cado interno Pero
no puede existir fal robustecimienfo, si las firmas fa_
bricantes de muebles se ven ane el grave problema del
esablecimienio del Impuesfo de Consumo, que esii!pula
un impueso del 20% sobl'e el precio de vena. Enire
~m; rliversa.s dificultades que esto ha il'ado, podramos

rm,H~ble

mencionar dos:
1) La elevacin exagerada del pl'ecio al pblico, lo que
}'educe la .demanda, pone en peligl"o la estabilidad
econmica de las plantas y amenaza al sectOr obl'ero
(ms del 75% del costo del mueble terminado, es

mano de obl'a).
2} Los pequeos y medianos talleres que carecen de sis..
temas de contabilidad montados, evadirn el imlpuesto, haciendo con ello una compefencia. desleal' a las
empresas bien organizadas.
Puesto que la industria del mueble de made~a emplea el 85% de matel"ia prima nacional y Un alto pOl'~
cenaje de !llano de obra tambin nica,ragense, el Gobierno de Nicaragua debera estimularla y fav01'ecer1a
de manera especial. Por otra parte, los muebles bsi.ces son el complemento de la, vivienda. Si se exhone~
ran los materiales de construccin para no encarecer la
vivienda, es lgico que se haga lo mismo cOn los mue...
bIes.
A nivel centroamericano, nuestras firmas han lo~

28

grado eliminar en un cien por ciento la in~portacin a


Nicaragua d~ muebles producidos por nuestros compet~dores en El Salvador. Ms an: estamos exportando
a El Sa,lvador, HQnduras y Costa Rica. Hemos sido
nombrados por prestigiosas cadenas de distribucin, ma..
nufactureros pBra Centtoamrica de varias lneasfue'tes
de muebles, Y aunque de Cosfa Rica toda,va se imporan cantidades considerables de muebles. nuestras firmas han dehiPlazado a varios suplidores en total o en
parle,

Sin embargo, el panorama sera mucho mejor si no


exis:tiera el impuesto mencionado al comienzo. Debido
a l nos vemos obligados a subirle el precio a nuestros
muebles. lo que viene a entorpecer la exportacin y a
disminuir nuestra capacidad :compe:l:itiva. Es de ese
modo que el consumidor compra muebles ms baratos
U'ero de inferior calidad, cuando podra compral' muebles de superior calidad a precios razonables.
MICHEL PIERSON
PIIlRSON; .JACKMAN & CO. l,l'DA.

Papel y Productos de Papel


En re,sp,4esta a la pregunta arriba mencionada, debe tomarse en cuenta mi calidad de tcnico extranjero.
Pero como asesor tcnico de una industria nicaragense, con alrededor de un ao de estar en el pas, me parece que hay ciertas cosas que saltan a la vista en los
programas: de ir'abajo relacionados con el desarrollo.
Creo que hay en NicaraguZl una fendencia a subes..
timar el trabajo de investigacin. que es fundamental
para la poliica de inversi6n.
Como vivimos en un pas en vas de desarrollo don~
de el mercado es limitadsilpo y donde 10 ms necesario hay que importarlo,. se piensa (puesto que la inano
de obra es barata) ,que ser, fcil establecer una indus..
fria que cubra esas necesidades. De ese modo, se compra en el QKtranjero un equipo usado y comienza la
produccin de un artculo que se supone ser fcil vender. Pero al tiempo se ,dan :cuenta que los clientes siguen importando, Entonces vienen ~as Pl'eguntas: Es
nuestr_ prodl,td:o inferior al de los c'ompeUdores? To..
davan'o timemos la $ufciente 'capacidad? Cules otras
causas' podran haber? El ejemplo es' _sul'uesto. pero

creo qUe varias industria!; nicaragense se han hecho


ya estas preguntas. Y es que hubo cosas que se olvi_
daron tomar en cuenta al planificar las industrias.
Segn mi opinin, podra ser peligroso especialiZ8l'Se demasiado. Quiz se debera tender a cierto gla.
do de flexibilidad y poder acceder a la demanda de los
clientes.
Es preciso contar con una organiecirt mediante
la cual desemb'een sus funciones Jos ejecutivos. La
organizacin debe construirse sobre las funciones principales de la compaa, no sobre personas individuales
o grupos. Tambin hay que tomar ell cuenta los siguientes factores: Poltica ,de Inversin" desarrollo de
productos nuevos. poltica de compras. poltica de produccin. control de calidad~ poltica de personal, siste~
mas de contabilidad, mantenimiento y poltica de venta.
Antes de pensar en proyectarnos en el Mercomn.
necesitamos saber primero si cubr,imos el mercado lo_

cal.
FRED SUNG
IlINSA

Sustancias y Productos, Qumicos


Los requisitos que considero necesarios para (;l de~
sarrollo illdustrh\l en Nicaragua, son:
Proteccibri, efectiva contra el Dumping de los pases
industrializados: mejoramiento de vas 4e comunicacin; ferroc~rril, t~ansporte,marrtimo intercentroameri
cano; y depsito efectivo de los: instrumentos de inte~
gracin en un lmite de tiempo prudente. o exclusin
de los pases no de'positarios del mercado comn cen~
tro.americano afectando a sus produCtos-los impuestqs de
i~portacir proporcionalmente al U5.0, de materias primas importadas que sean producildas en Centroamrica.
Los requisitos que considero necesarios para la pro..
yeccin en el Mercado Comn Centroamericano. son:
Supervisin de la SIECA sobre Aduanas para garantizar' 'la aplicacin de las pi:otectiones. Y proteccin a las industrias durante el perodo de construccin
y arranqU y Contr-ol d~, iJllporiaciones.
.
TERENCIOGARCIA
ELECTROQUIMICA PENNSALT, S. A.

En el plano nacional la indstria farmacutica ha

tenido un desarrollo satisfacforio, con los confrafiempos naturales pero sin dificultades de mayor trascen
denda.
~
En el plano 'centroamericano es diferente. Encuentro dos dificultades principales. Una es que no existe
un registro farmacutico vlido !,para los cinco pases.
Sin este reqUisito. es imposible introducir productos
farmacuticos en el resto de -las Repblicas Centroamericanas. Lo ideal sera una liberalizacin de los registros por medio de una especie de Registro Central que
fuera vlldo para los cinco paises. El que mayores di.
ficultades ofrece actualmente es El Salvador.
La 6tra dificultad -eS semejante: ocurre con el ejer_
cici() pr()fesional de los propagandistas mdicos o re\prese.ntantes cientficos. Estos ,nene!1, que estar, previa.
mente inscritos en la Sociedad Farmacutica' de cada
pas. El que mayores obstculos pano ':es Honduras. ' La
solucin para este problema es como la del anterior:
crear un Registro Central de propag~ndistas mdicos.
O. ms fcil an, que el. propagandista mdico inscrito
en un PMS centroamerican'9 pueda ejercer libremente en
los afros.
.
RENATO ARGUELLO
LABORATORIOS "RARPIl".

Minerales, nO Metlicos
Requisito indispensble; para un lltimo desarrollo
industrial en el Mercado ~icaragense, es, la existen.
cia de 'ulla unidad- de propsito y de ,una lloltica general bien definida de part,e de ,los divel'sos entes gubernamentales. ,El, Mitisterio' 'de Economa, el Fisco,
los Entes Autnomosl etc.1 mantienen eI10rme~ diferencias de criterio. Esto crea, como es natura.li' gran de....
sorientacill. En la Agricultura y en la Ganadera se
sabe 10 que Se busca y hacia adnde se va, En la In-

dustria,

no.

Repito: se necesita una poltica ge"neral

bien definida.
Hay otra cosa que qUisiera manifestar, y' es que

la Cmara de ~ndustr,ia's. de Nicarag'ua 'm contratado


los servicios del ]).r., Frallcisco Lainez como consul~or
en asuntos ecnmicos y financieros.'" A. travs de, sus

conocimientos se est

estudian~o'la l\1anera

de

mejo~

1'ar el, sistema finaJ!ciero rel.acionao;~on la exportacin y la' pre-:-ex~or~~cin~ Esto l'~~ela que hay cori-

29

ciencia del problema y la cel'teza de que tiene que hacerse algo y rpidalncnte.
En el plano centroamericano yo sealara un factor
clave: los medios de comunicacin, No hay la sufi
ciente eficiencia. Es lu'eciso crear a nivel centroame.
ricano las mismas facilidades (fUe hay a nivel nicara.
gense Algo se ha hecho en este sentido, pCl'O 11.0 lo
suficiente, Con dos ejemplos concretos podran llus.
tranJe las dificultadE;.s a las que me reficro, Uno: En
El Salvmlor estn obligaml0 a sacar boletas d2 solvencia fiscal a 1Jel'sonas que tal vez permanecern nicamente 24 horas en el pas, con el consecuente atraso o
pl'(Uda de tiempo de una maana o ms, ])OS: los Cl\-

mioneros nicaragenses que van a Costa Rica y descarg'an la mercanca eri PUlltal'enas, se veu obligadoS' a
ir a la Aduana de San Jos. O -por otra pal'te- camioneros costarl'censes que descargan en Rivas y son
obligados a venir hasta la Aduana (le Managua
Opino que deben existir lucclios "positivos" pal'a
solucionar estas dificultades. Urge la facilidad de medios de comunicacin, tanto para lJersonas como pal'a
mercancas, Es la mejor manera de vender y de dar

Con mucha fl'ecuencia se habla y se discute sobre


qu deben haceJ: l1uestJ:as industdas para mejorar su
posicin en el Mercado Comn Centroamericano
La {posici6n desfavorable que Nicalagua tiene en su
Balanza de Pagos con los otros pases \de Cenhoamrica, ha llevado inclusive a pensal' en la conveniencia, falvez 110 de denunciar, pero s de limtiar la extensin del
Tratado de Integracin Econmica Centroamericana,
el'eO sinceramen:l:e que muches de nUestros empreo
sal'ios no han tenido el 'Cambio de acfitud que la l'eali ~
dad de un mel:cndo integrado exige y han continuado
opel'ando sus empresas con tcnicas y polticas que
son totalmente inadecua,das para las condiciones existentes.
De ninguna manera pretendemos negar que e.xisten
situaciones desventajosas pal'a algunas de nuestras in
dustrias que son el resultado. de un fl'atamiento inferior al de sus similares de los otros pases del l'ea y
que an existen pl'ocedimientos burocrticos que dificultan y hacen ms complicada la exportacin de nuesfros productos: fodas estas situaciones son sin embargo.
de solucin relativamente fcil y pueden y deben resoL
verse pOlO las autorida:des correspondientes,
Lo importante es que fengamos conciencia de lo
fundamental de los problemas para resolverlos en una
forma positiva.
El Mel'cado Centroamericano. puede significar pa~
1'a nuesil'as industJ:ias un facol' de estabilidad nUnca
obtenible dentro del lmite de un mercado extrictamen_
te nacional Esfa amplitud del mel'cado debe hacelnos
pensar no y&. en los altos matgines unital'ios que son
nec,esBl'ios en los mercados reduci:d09, sino en un ~nar..
gen unitario tazonab1e con lllaYOl' volumen de ventas.

ciamieno (expol'faciones al rea Cenfroamericana) es


el menos restringido.
Muchas de nuestras empresas estn desperdiciando
capacidad instalada cuya produccin el mercado Cenfroamericano puede absorbel', el aumenfo de produccin
posiblemenfe ?i.g~ifical' una reduccin en costos y gastos que pernuhra Jl la empresa ofrecer precios de eXM
porfacin que con los costos actuales se c:onsidel'en im
Iposibles,
ALEJANDRO COR'l'EZ
ACUMULADORES DE CENTRO AME RICA, S. A.

Nuestra industda ha logrado un adelanto apreciable en tcnicas de produccin, tambin se ha avanzado


en la introduccin de sisfemas de costos y control de
los mismos y se cuenta con un buen nmel'o de ejecutivos familiarizados con las prcticas modernas de administracin.
A mi juicio la falla princ~pal de nuestras indusU'ias
en el Merca:do Centroamericano ha sido en el mel'cadeo
de sus productos. Diariamente encontl'amos productos
de fabdcacin Cenh'oamericana que no son elaboradOS
por empl'esas que se puedan sUjponer son de gran efi_
ciencia.
Ha habido falta de agresividad de parte de nues
h'os empl'esarios, Creo no equivocarme al afil'mar que
todas las empresas que han hecho un esfuerzo oJ:de_
nado para entrar en el mercado Ccm:l:roamericano se han
visto ampliamente cOlnpens~das en la medida de su es
fuerzo.

En todo plan de mercadeo dirigido al mel'cado Ceniroamel'icauo nunca deben dejal'se de considel'ar sel'iamente los siguientes allpectos: a} Un estudio de Pl'ecios
realista y una poltica competitiva: b) La organizacin de un sistema de distribucin adecuado este aspecM
to es posiblemnte el ms difcil y puede ~equerir ex
pel'iencias costosas; e} Hacer 31'1'eglos financieros convenientes. Debe lenei'sepre'sente que este tipo de finan
w

servicios.
ENRIQUE DItEYFUS
CERAMICA CHILTEPE.

Lo ms importante para el desarrollo de nuestra indusfria es la total modernizacin de nuestros equipos,


cosa.que ya estamos haciendo mediante financiamiento
proplO y muy probablemente, tambin, COn el apoyo del
INFONAC, El equipo automatizado requel'ir necesa~
damente especializacin de personal y ne- simplemGJ:1te.
COlllo sucede ahol'a, semj_especializacin. Lo ms seguro es que traeremos tcnicos del extranjero Para que
adiestren a los obreros nacionales, Esto vendr a re
dundal' e13 beneficio de los obreros nicaragenses, que
aumentaran de esa manera su sfandard de vida. Lo
antel'cr se refiere a los ramos de litografa y fOfogl'abado.
Ahora bien, una invrsin de tal magnitud no se
justificara si slo se hiciel'a para incrementar los dos
mencionados ramos. Para proyectal'nos en el inercado
cenfroamericano crearemos una nueva industria: la del
cartonaje en empaque. Lo que NicaragL~,consume en
ese l'ubro es importado. Nosotros estatemos en capacidad de fabl'icar casi el 100% de fados los tipos de em,aque en cajas de cartn. Podremos llenar las nece.
sidades del mercado nicaragense y entrar a com!,)etir
favorablemente en el mercado centroamericano,

CARMEN J. PEREZ
FOTOGRABADOS PEREZ
O

La base para un satisfactOrio desarrollo, es que el


industl'ial deje a un lado la mentalidad de comerciante
y adopte la mentalidad de industrial. Es decir, que no
piense en ganancias individuales sino en ganancias por
volumen.
Respecto a la proyeccin de la indusil'ia de bate~
ras en Centroamrico, pOl' el Inomenfo no veo ninguna
necesidad de vender fuera de Nicaragua. Pienso que
muchas industdas han quebrado precisamente por estar
pensando en proyectarse a un nivel cen:l:roamericano.
Hay un hecho evidente, y es que somos industrias de
fransformacin y conseguimos las mismas materias pri..
mas, a un mismo costo y en ~os mismos lugares. Mientras exista ese hecho. creo innecesario competir en el
l'esto de los pases centroamericanos.
LUIS IlASBANI
BATERIAS HASBANI.

30

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N\' 15

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N":Zo

.'

ESTE LIBRO.
OTRA JOYA BIBLIOGRAFICA
Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano, con 100 ediciones s\t""
cesivas, el mes de enero entrante, quiere cerrar el ciclo con broche de oro: regala 11
sUs lectores en sta y en el siguiente nmero los 2 tomos del notable libro de Stephens traducido al castellano por el meritsimo guatemalteco Benjamn Mazarlego
Santizo. La edicin principe del libro, edl tada en New York, apareci en 2 tomos de
424 y 474 pginas cada uno, con los famosos dibujos que reproducimos tambin, hecitos por el arquelogo ingls F. Catherwood, compaero de viaj del Sr. Stephens.
Este libro, en 3 meses alcanz 10 ediciones; Su aulor, un extraordil1ario dipl()m~tico del Presidente Van Buren, nun ca tuvo residencia fija, porq1l8 cuando lleg a Centro Amrica nos desangrbamos en la guerra civil que sigui6 a nuestra
emancipacin de Espaa. No encontr en tre nosotros alltoridades legtimas a qllienes presentar credenciales. Fu asi c6mo este explorador diplomtico, viajando ce....
ca de 3.000 millas a lomo de burro, pereg rinando de un punto a otro, rompiendo
montaas, selvas, ros caudalosos y cineg as inmensas escribi su obra con la que
derrumb la "asta entonces universal t&o ra de los Salvajes de Amrica.
Nuestro inolvidable amigo 8 ilustre colaborador, Lic. Virgilio Rodrguez Batela; recientemenle fallecido, se hallaba en Chiie como Embajador de Guatemala,
, cuando en 1941 se' celebr e'l centenario de este libro que no poda pasar inadvertido. De don Virgilio, el gran estudioso de la civilizacin maya, es esle bello prrafo con
que cerramos pgina para que el lector abra respetuoso las del libro que ponemos
en sUs manos.
"Por mI parte" deseo colocar sobre la tumba y el recuerdo de Stephens, 8n
esle centenario, la flor de los antiguos mayas, que es la orqudea, y es hoy tambin
111 flor nacional de Guatemala. Enviada desde estas regiones de la Cruz del Sur, esa
flor ha de pasar por las tres Amricas re cogiendo un nuevo matIz bajo cada sol. Asl
llegar llena de vida, como el cocotero que Mr. Stephens plant sobre la tumba desconocida de Mr. Sltannon, el primer diplomtico de los Estados Unidos en Centroamrlca. Fu lo primero que hizo Mr. Stephens al poner los pies en las radiantes
playas del trpico: vis11,ar la tumba'del diplomtico ,desconocido y pedir para ella la
dulce sombra de un cocotero. As! era Mr. Stephens, un hombre de esos raros que
merecen la definicin de hombres h'umanos. Lo fu61 en todo, en pensamiento y en corazn. Por es hasta su diplomacia es hu mana. El nos 1096 este libro con el cual
hizo, a los centroamericanos amables al ni undo, pues disculp sus yerros presentes y
mostr el aspecto de grandeza que hablan tenido en su historia: la civillzaci6n maya.
y aI mismo tiempo uni!S un poco ms a todos los americanos en el conocimiento de
esta civillzaci6nantigua, que fu benfica para todos y hoy nos proporciona a todos
un comn motivo de inters y orgullo".

::!

"

PREfACIO DEL AUTOR

El autor hace presente su agradecimiento a Mr. Van


Buren, ex-Presidente de los Estados Unidos, por haberla
dado la oportunidad de presentar al pblico las siguientes
pginas. El cree conveniente manifestar: que fu investido de un cargo diplomtico con propsito determinado,
sin la precisa obligacin de residir en la capital y con en
tero libertad de viajar por el pas, ya fuera que su misin
tuviese o no algn xito. A su llegada a Centro Amrica,
aquel pas se encontraba trastornado por una sangrienta
guerra civil que culmin, durante su estancia all, en el
completo abatimiento del gobierno federal. Debdo a la,
proteccin y facilidades que le proporcionaba su carcter
oficial, pudo llevar a cabo lo que de ninguna otra manera habra sido posible. Su obra abarca un viaje de cerca
de tres mil millas por el interior de la Amrica Central,
Chiapas y Yucatn, incluyendo visitas a ocho ciudades en
ruinas, con ilustraciones completas de los dibujos levan
tados en los mismos lugares por Mr. Catherwood. La pu
blicacin de esta obra se ha demorado algo mentras se
hacan los grabados; pero el autor no se lamenta por tal
cosa, porque las ltimas noticas procedentes de Centro
Amrica le dan la oportunidad de decir: que el estado de
anarqua en que hubo de presentar a aquel hermoso pas
no existe ya ms; que los obscuros nubarrones que se cernan en su cielo se han desvanecido, que la guerra civil
ha cesado y que Centro Amrica puede otra vez ser bienvenida al seno de las repblicas.
Nueva York, Mayo de 184J.

CAPITULO 1
LA PARTIDA. - LA .TRAVESIA. ~ )'.RRIBO A BElJIZE. - MEZCLA IiE COLORES. - LA CASA DEL
GOBIERNO ....:. EL CORONEL M'PONALD. - EL ORIGEN DE BELIZE. ~ ESCUELAS DE NEGROS. ESCENA EN. UN JUZG)'.DO. -LEYSIN ABOG)'.DOS. - LOS CUARTELES. - EXCURSION ~N UN PITFAiN. - PRINCIPIAN LOS HONORES. - ACUMULACION DE HONORES. - PARTIDA DE BELIZE. !lAS DULZURAS DEL CARGO.

, Habi.fndosme ,confiado por el Presidente una Mi-'sin Especial Y, Confidencial a Centro Amrica, el ni.i~r~
coles tres de Octubre {le 1839, ~e embarqu a bordo del
bergatn britnico lMary Ann, Capitn Hampton, para
la 'l3aha de Hondura.s. El bergatn estaba anclado _en
el North River, largadas las vel?~, y a los _pocos mi...,...
nutos, en compaa de un amplio ;navo pescador de ballenas con destino al l;lacfico, estbamos en ruta. Esto
era antes de las siete de la maa;na: las calles y lQs
muelles; se "encontraban silencio130Sj la Battery (1). e~.,.
taba desolada; y, al it;lstante de abau,dotlaI;la en, un VIaJe
de incierta duracin pareca ms hermosa que c9mo
nunca antes yo la h~ba (.onocido.
.
Frente al, Campo ,de Cuarentena, unos POCOS aml.,~os que me haban acompaado a bondo se' despidierQ;n
de m' al cabo de iUna hora sigui el piloto; al anoce-cer la 'obscura silueta de las tierras. montaosas .de Ne~
versink era apenas visible, y a, la maana siguiente. nos
hallbamos en 'pleno mar. '
, ;
Mi .niCo compaero de pasaje, era Mr. Catherwoo~.
un experimentado viaje'ro y &migo personal, que habla
pasado ms de diez aos de sU vida en ~iligent~s estu-:c"
dios de las antigedades del Viejo Mundo; ya qmen, es....
tanda familiarizado con las ruinas de las antiguas grandezaS arquitectnicas, yo contrat tan lue~o como reci....
b mi nombramiento, para qU'e me acampanase en la exploracin de lasTuinas de Centro Amenca.
Impulsados por un fuerte ventarrn' del nordeste, ~l
nueve nos encontramos en la regin de los viento~ ah...
sios el diez en los trpicos, y el once, con el termome....
tro' a 809 pero con una brisa refrescan~e, .nos mo.vamos s:uavemente entre Cuba y Santo DomU1go; con
ambas '8. plena vIsta. Por lo dems, despus de diez. "y
ocho das de tiempo borrascoso, empapados con llUVIaS
'opicales, el veintinueve fuimos impe~dos adentro del
arrecife del faro, "1" esquiVm()s de~ tOdo el camp9 ~p.~
guIar del piloto a 1l1edia noche llegamos a la. Bahla de
San Jorge, como' a veinte millas de Balize. Un eSl?aciosp
bergantn, cafga;~o ,de c,aoba, estaba anclado,'con Un PIloto a bordo"-esperando tiempo favorable ,Pfl.ra ha~c::rse
a la vela. El' piloto lleV'apa consigo a su .hijo; up. mozalbete como de die~ y seis aos, criado sobre el agua, a
quien el. Capitn HfU11pton cono~a, y deterinin llevar-

lo a bordo....
'. .
.
La luz ,de la luna estaba el} s~ plenitud cuando el
nluchacho ,subi ~ la oubierta, y. nos di la bienvenida
del pilQto;;. Yo 'no poda distinguir su fa~cione,s, pero pu....
de ,observar que no, era blanco; y que 51,l voz era tan dul:-ce como 1'a de' una lllUjer. ,Ttp.'. su: lugar en' la rueda,
e izando el velamen, nos . l1abl de. los severos ventarrones d ,la costa, de lbs temo~es mantenidos por nuestra
segurid~d, de desastres y naufragios, y de un piloto que,
una noche. que nosotros bien rcordbam?s, hab~a conducido su embarcacin sobre un escono.
A las siete de la maan~ siguiente divisamos Beli.,.
ze, apareciendo, si no, fuera. pecado compararla con ciudades con~agradas por el tiempo y por asociaciones venerables, como Venecia y Alejandra" elevndo<:e des:le
el agua. Una hilera de <:8llas blancas extendiase una
milla a 10 larg(j de la playa, terminando en un extremo
por la Casa del Gobierno, y en el otro por los cuarteles,
e interceptados por el Rio Belize, cuyo puente que lo
atraviesa copstitua un objeto pintoresco; en tanto que
el fuert~ sobre un islote en la desembocadura del ro,
la torre de la iglesia gtica detrs de la Casa del Gobier..,.

no, y los bosquecillos de cocoteros,C!lle a esa distancia


nos tran a la ,memoria las palmeras de Egipto, le da"'ban una apariencia de efectiva belleza. Cuatro naves,
tres bergantines, varias goletas, bongos, canoas, y un
barco de va,por,estaban fondeados euel puerto; al costado de los' buques habia balsas de caot>a;, mucho ms
afuera, un negro estabaja empujando con 'un remo una
troZa de la misma valiosa madera; y el bote del gobier-'
n que nos abord cuando estaba hecho del tronco de
UI]. rbol de caba.
Desembarcamos frente al almacn de Mr. Coffin, el
consignatario del buque. No haba hotel en el lugar, pel'd Mr. Coffin tom a sil cargo el conducirnos a la rasa
de una seora quiep., pens' l, podra proporcionarn9s
habitaciones:
"
, La fuerte lluvia que' noa, hizo' sufrir en el mar haba llegado a Belize. Las calls 'se ehcontraban inundadas, y en algunos lugares, haban grandes charcos que
era difcil atravesar. Al extremo de la calle principal
encontramos a la _ "LADY Miss~, lina mulata, que poda solamente darnos la alimentacin. Mr. Coffin bondadosamente nos ofreci6 una casa desocupada' al otro
lado del ro .para .dormir all, y regresamos.
Por entonces yo ya habapasado por dos veces todo el largo de la' calle principal, y la ciudad pareca
en completa posesin de los negros. El pl,lente, la plaza
del mercado, las calles y las tiendas estaban atestadas
de ellos, y yo pod~ imaginarme que me' encontraba en
lacapital de' una 'repblica de negros. Ellos eran de
una raza biel?- parecida, .altos, derechos, y.atlticos, c-on
la piel negra, lisa y lustrosa, como terciopelo, y bien
vestidos, los hombres, con camisas y pantalones' blancos, de tela de, algodn, con sombreros de paja, y las
mujeres con batas, blancas de. manga corta y aIichos ribetes rojos y adornadas, con grandes aretes rojos y ca-llares; y no pu.do menos de sealar que la bata era su
nica prenda de y~stir, y que era de moda entre estas
negras seoras dejarla caer considerablemente desde el
p.ombro derecho y llevar .1a falda en la mano izqtlier~
da, lev;ntndola a la altura necesaria para cruzar los
charcos.
,
.(\1 l;egresar de mi Call1inO me detuve en casa de un
comerciante,_ a quien encontr :en lo que se llama el se-gundo desayu.p.o. ;Elcaballero, est:,tha sentado a un lado
de la mesa y la sepra en' el otro. En la capeeera se
encontraba un pficial. britnico, y frente a l un mula,"":'
to; a su izquierda haba, otro oficial, y del lado opuesto tambin un mulato. Por oo.$ualidad se me di lugar
entre los dos caballeros de color. Algunos de mis pai~
sanos, quiz, n.abran vacilado en ocuparlo, pero yo no;
ambos estaban bien vestdos, y eran educados y corte-ses. Hablaban de sus explotaciones de caoba, de Inglaterra, da cflceras, de ca,ballos de damas y de' vino;
y, ant~s, de una hora de estar en ,Belize ya haba aprendido que la gran obra de prctica amalgamacin, el
motivo de tan airadas controversias en mi patria, haba progresado tranquilamente por generaciones; que el
color, se consideraba cuestin de gustos; y que algunos
de los ms respetables habitantes teman esposas negras e hijos mestizos, a qmenes ellos educaban con tan-;.to esmero, y para quienes aprovechan el dinero con
tanto eelo como si sus pieles fuesen perfectamente blancas.
Yo difcilmente sabra si ofenderme o divertirme
con esta condicin de sociedad; y, mientras tantoj me

11) Fuerte en el.pnerto de Nueva York. N. del T.

junt con Mr. Catherwood, para visitar la casa ofrecida por Mr. Coffin. So hallaba situada 01 otro lado del
ro, y el camino hacia all estaba lleno de lodo que llegaba hasta los tobillos. En la entrada haba un gran
charco, que nosotros salvamos de un brinco, la casa esta construida sobre pilotes como de dos pies de altura,
y por debajo haba agua ms o menos de un pie de profundidad.. Subimos sobre un tabln hasta el umbral
'de la puerta, y penetramos en una espaciosa habitacin
que ocupaba todo el primer piso, y enteramente vacia.
El piso de arriba estaba arrendado por iUna familia de
negros; en el patio haba una casa hormigueante de
negros; y por todas partes, en el patio y en frente, haba pintorescos grupos de negritos de ambos sexos y
desnudos como ouando naceron. Ordenamos que barriesen la habitacin y que trasladasen alli nuestro e
quipaje; y, al salir de la casa, nos acordamos de la des~
cripci6n del Capitn Hampton antes de nuestro arribo,
y palpamos el punto de su concluyente observacin, que
Belize era el ltimo lugar de la creacin.
Regresamos; y, mientras anhelbamos la comodidad de un buen hotel, recibimos por intermedio de Mr.
Goff, Cnsul de los Estados Unidos, iUna invitacin de
su excelencia el Coronel M'Donald; para la c.asa del go..,..
bierno, y el ~viso que l e?J-viara el ~ote oficial al .bergantn por nuestro equipaJe. Como este era el p~lmer
nombramiento que yo jams haba tenido del gobler;n0,
y no estaba seguro de obtener nunca otro, deterrnme
sacar tddas las ventajas posibles, y acept al instante la
invitacin de su excelencia.
Haba un barco de vapor para Yzabal,. ~l .puerto
de Guatimala, ~ondeado en Be}ize;y, a! dirlglI'me a
]a Casa d~l Gobierno, pas a ver al Set;tor Comyano,
el agente, quien me dijo q~e .estaba dispuesto para
salir al da siguiente; pero anadlendo, co}1 mucha cortesa, que, si yo lo d~sea'!Ja, lo detendrla unos pocos
das para, mi convemencla. Acostumbrado a sorne.,...
terme a las despticas regulaciones de: los agentes <!e
vapores eJ;l mi pasl esto me parec.a un honor mas
alto que la invitacin de ,su excelencIa; pero, ~o queriendo poner a prueba mi fortuna tan de prIsa, supliqu la demO! a de un da, solamente.
La Casa del Gobierno est edificada en un hermoso sitio en el extremo final de, la ciudad, con un
prado que se extiende hasta el agua, y ornamentada
con cocoteros. El coronel M'Donald, un veterano de
seis pies de estatura, y un'! de lo~ hombres <.le. ,mejor pericia militar que, jamas he VlstO, me reclblO en
la puerta. Al, cabo de una hora arrib el bote con
nuestro equipaje, y a las cinco en punto nos sentamos
al banquete. Tenamos en Ja me~a. a Mr. Newport, c~
pelln y durante quince anos clerlgo de la, parroqUla
en Beiize; a Mr. Walker, secretario del gobierno, y
poseedor adems, de tal nmina de empleos que haria senth-se insignificante a' quien tuviese m~yor pluralidad de beneficis entre nosotJ:"os;~~ var1(~s. otros
caballeros de Belize, empleados de ~flclnas, cIVlles y
militares, en cuya .agradable compana nos sentamos
hasta las once de la noche.
Al siguiente da tenamos. que hacer los preparativos para nuestro viaje al interior, adems de.10 cual
tendramos la oportunidad de ver algo de Bellze. El
Almanaque de Honduras, que presume ser el cronista de esta colonia, lanza una fbula e.n derredor ~e su
historia primitiva atribuyendo su orlgen a un plra~a
escocs llamado Wallace. La fama de la opulenCIa
del Nuevo Mundo, y el retorno de los galeones espaoles cargados con las riquezas de Mxico y el Per, trajeron a las costas de Amrica hordas de aventureros
-para no aplicarles otro nombre ms severo- de
Inglaterra y Francia, de quienes Wallace, uno de los
ms clebres y osados, encontr refugio y seguridad,
detrs de los cayos y arrecifes que protegen el puerto de EeHe. El lugar donde l construy sus chozas de troncos y su fortn todava es sealado; pero el
sitio est ahora ocupado con almacenes. Fortalecido
por su estrecha alianza con los indios de la costa de
los Mosquitos, y por la adhesin de numerosos avenw

10

tureros britnicos, quienes descendieron sobre la costa de Honduras con el propsito de hacer cortes de
caoba, l hizo mofa de los 'espaoles. Desde entonces, el territorio de Belize ha sido objeto de negociaciones y contiendas, y hasta el da el pueblo de Centro
Amrica lo recl,ama como de su propiedad. Ha progresado por la exportacin de caoba; pero, como los
rboles de las cercanas casi todos han sido derribados, y Centro Amrica se encuentra tan empobrecida
por las guerras que no ofrece ms que un pobre mercado para las mercaderas britnicas, el lugar va languideciendo, y probablemente seguir decayendo hasta
que la energa e inventiva de sus comerciantes descubra otros canales para el trfico.
'
.A la fecha cu~nta con una poblacin de seis mii
habitantes, de los cuales cuatro mil son negros, que
son empleados por los comerciantes en cuadrillas como cortadores de caoba. Su condicin ha sido siempre mejor que la de los esclavos de plantacin; an
antes dol movimiento para la abolicin general de la
esclavitud en todos los dominios britnicos, ellos ya
eran de hecho libres; Y. el treinta y uno de Agosto de
1839, un ao antes del tiempo sealado para el efecto,
por medio de una reunin general y conformidad de
los pr9pietarios, aun el yugO nominal del cautiverio
fu removido.
.
El evento se celebr, dice el Almanaque de Honduras, con ceremonias religiosas, procesiones bandas
de msica, y banderas con divisas: "Los hijos' de Ham
respetaJ? la .memoria de Wilberforce"; "La'Reina, Dios
la bendiga"; "lVI'Donald para siempre"; ,"Libertad civil
y religiosa para todo el mundo". Nelson Schaw "una
campanilla bUmca de primer agua", cohtina el Almanaque, "avanz hasta Su Excelencia, el Coronel M'Donald; y habl como sigue: "De parte de mis emanci~
pados. hermanos y hermanas, me atrev(), a presentarme
ante Vuestra Excele-ncia para rogarle dar las gracias
a nuestra muy bondadosa Reina por todo lo que ella
ha hecho, por nosotros. Nosotros oraremos por ella;
nosotros pele~remos por ella; y si fuera necesario,
nosotros monremos por ella. Damos las gracias a
Vuestra Excelencia por todo lo que ha hecho por
nosotros. i Que Dios bendiga a Vuestra Excelencia!
j Que Dios bendiga a Su Excelencia, la Seora de M'Donald, y a toda la familia. real! 'Venid, mis compatriotas, viva! Bailad, vosotros pcaros negros; la
bandera de Inglatetra ondea $o~re vuestras cabezas
y cada susurro de sus pliegues hace saltar los grillo~
do los miembros dol pobre esclavo. Hubbabboo Cochalorum Gee!"
"
Las escuelas para negros estn situadas atrs de
la Casa del Gobierno; y el departamento de nios tena alrededor de doscientos, desde tres hasta quince
aos de edad, y de todos los matices, desde casi blancos hasta dos africanitos nativos que llevaban en las
mejillas las cicatrices de los, cortes que les hicieron
sus padres en el hogar. Estos ltimos fueron substrados a bordo de un barco negrero capturado por
Un crucero ingls, trados a Belize, Y'. segn lo estipulado por las leyes, en un sorteo de distribucin cay
a favor de un ciuqadano, quien, previos ciertos c6ilvenios de buen tratamiento, tiene derecho a sus servicios hasta que ellos cumplan veintin aos de edad.
Desgraciadamente, el maestro no se encontraba presente, y no tuve oportunidad de saber el resultado de
su experiencia en la enseanza; pero en esta escuela,
Se me dijo, que los muchachos ms brillantes, y los
que ms haban adelantado, eran aquellos que lleVaban en s la mayor cantidad de sangre blanca.
La mae~tra del departamntp de nias haba tenido gran e"xperiencia en la enseanza; y ella nos dij o
que, aunque haba tenido muchas nias negras muy
inteligentes a su cargo, sus' discpulas blancas eran
siempre las ms vivas y 'capaces.
De la escuela de negros nos dirigimos al Tribunal Mayor, Haca media hora que estaba abierto cuando yo entr. En la pared de atrs, en una maciza
tableta de caoba, estabal). las armas de Inglaterra; sobre una elevada plataforma abajo estaba una gran

mesa circula r alr(~.dedor de la cual haba pesada s s1115 de caob.a ~on altos respald os y cojines : La corte
se compon a de siete jueces, de quienes CInCO ya estaban en sus puestos . Uno de ellos, Mr. WaIker me
invit para ocupar un sitio vacante . Yo rehus,, basndom e en que no tenia vestido a propsi to para ocupar tan elevada posici n; mas como. l insistie ra, tom
asiento de chaque ta y en una sIlla excesiv amente
confort~ble para la ~dministracin de justicia .
Como ya he dicho antes, cinco de los jueces estaban en sus puestos ; uno de ellos era un .mulato . Se
tom el jurame nto al jurado, de cuyos mIemb ros dos
eran mulato s; uno de ellos, segn dijo el juez que
estaba sentado junto a m, era un zambo o de Unea descend ente, siendo hijo de .una mulata con un
negro. Yo no acertab a a determ mar la ca.sta de un
tercero , e inquir al juez, quien me respond I
era
su herman o, y que su madre era mulata . El gue
Juez ya
saba de los sentimi entos existen tes en los Estado
s
Unidos con respect o al color, y. dijo Q~E! en Balize no
haba ningun a distinci n en la Vida pohhca , excepto en
el terreno de las cualida des y del carcte r; y
alguna en la vida social, aun para contrae r apen~s
matrimonio.
'
b
Yo me haba fijado en los .
Jueces y mIem ros d e 1
jurado, pero ec1laba de men?s ~na parte impor! ante
de todo tribuna l ingls. Donde estab;~m. los sepor~s
abogad os? Alguno s de mis lectore s qU1za ~st~ran de
aucerdo con el Capitn Hampto n, que BelIze era el
ltimo lugar de la creaci n, cuando yo les diga que
haba un solo abogad o en el lugar, y t;lue nun~a no
10
hubo' pero temien do que algunos de IDlS entusIa stas
herm'anos profesi onales pudiese n sin. tard.anza vt:r~e
tentado s a empaca r sus bales para mvadIr la prIV1~
legiada ciudad, conside ro mi deber. el agrega r que y,0
no creo que all halla la ms mnima esperan za para
ningun o de ellos.
Como al11 no hay foro para prepar ar hombre s para el tribuna l, los jueces. por supuest o, no son abogados. De los cinco que estaban sentado s, dos eran comercian tes, uno cortado r de caoba, y el mulato , no inferior a ningun o de los otros en carcte r o cU!1lida
des era mdico . Esta corte es el suprem o tribuna lpar~ la prleba de las causas civiles y tiene jU~isd.ic
cin sobre toda cantida d arib~ de i. 15. . BelIze es
un lugar de grande s transaccIOnes comerCiales; diariamen te se hacen y se rompen contrat os, o hay, des~
venienc ia, que l'eqier en la interve ncin de aIgun trIbunal adecua do para interpr etarlos y c;o~peler a su
ejecuci n. Y all no habla escasez de litigIOS ; la li~ta
de las causas era grande y la sala es.taba llena ?e
gente. La primer a causa trada a la VIsta se r~~la
a una cuenta, y como el demand ado no co~pa~'eclO, el
veredic to lo declar en rebeld a. En .l~ slgU1en~e el
demand ante expone su caso y lo ratifIca con Juramento; el demand ado contest a, llama testigos , y la; causa es sometid a al jurado. No hub~ casos de partIcu lar
inters. En uno las partes se excitaro.n, y el deman dado intenum pi al demand ante repetid as veces, a lo
cual ste, poniend o la mano sobre el hombro de su
antagon ista le dijo, a manera de halago, "Ahora no,
Jorge; espere un poco, y"a le llega~ su tUl'~o. No me
intenum pa, y yo no lo lntelTu mptr a Ud.. Todo
se
haca de una manera familia r y en confian za; las partes se conoca n ms o menos una a otra, y los jueces
y jurados estaban grande mente influen ciados ~or
el
conocim iento del carcte r general . Yo observe que
regular mente lo') mritos del caso estaban tan claramente determ inados, que, cuando se encome ndaban al
jurado do haha duda alguna respect o al veredic
y
tan satisfac torio ha resulta do este sistema , que to;
aunque una apelaci n est pendie nte ante la Reina en
Consejo , como M). Evans, el preside nte del jurado! ~e
dijo, solame nte una causa ha sido elevada en vembds aos. An perman ece como una anomal a en la
historia de la jurispr udenci a inglesa ; porque , yo creo,
qUe en cualqui er otro lugar donde gobiern e el derecho civa no escrito, con fuerza de ley, la sabidur a

del tribuna l y la habilid ad de la barra se conside ran


necesar ias para sonsaca r la verdad.
Al clarear el da. de la maan a siguien te fui despertado por lVrr. Walkel ' para dar un paseo a caballo
hasta los cuartel es. Inmedi atamen te ms all
los
subm bias penetra mos en un campo sin cultivo,debajo
y plano pero muy frtil. Pasamo s por un hipdro mo,
ahora ~n desuso y todo cubiert o de maleza .
es
el nico camino abierto y no hay vehcul os de Este
ruedas
en Belize. Entre sta y la parte habitad a de Centro
Amric a hay un desierto no interru mpido ni aun por
una vereda de indios. No hay comuni cacin con el
interio r excepto por el Golfo Dulce o el Ro Belize;
y
dada la 'falta de ca.minos, una residen cia aU est ms
confina da que s1 se vivieSe en una isla.
En media hora llegamo s a los cuartel es, situado
sobre el lado opuesto de una peque a baha.. Los sol-s
dados son todos negros, y son parte de un antiguo regimien to de Jamaic a, y los ms deelJo s han s~do alistados en las estacio nes inglesa s de recluta mIento en
Afriea. Altos y atltico s, con levita roja, y, en lnea,
con los aceros levanta dos, sus caras de bano les daban una peculia r y aguerri da aparien cia. _ Ellos
se
portan soberoi amente . se llaman a s mismos "Caballeros de la Reina" y miran con desprec io a los "negros".
Regres amos para el desayun o, e inmedi atamen te
despu s hicimos una excursi n en el "pit...;.pan" del
gobiern o. Este es al estilo de los botes en que los indios navega ban los ros de Amric a antes que
espaoles la desc1lbriesen. El ingenio europeo los
no ha
ideado uno mejor, aunque tal vez hala embelle cido
el
modelo indgen a. El nuestra era como de cuaren ta
pies de largo, .y seis de ancho en el centro,
conver
giendo hacia un punto en ambos extremo s, y formad odel tronco de un rbol de caoba. A diez pies de la
popa, y cOlTiendo hacia adelant e, haba una liviana
cubiert a de madera , sosteni da con caprich osos puntales, con cortina s para protecc i6n contra el sol
y la
lluvia: estaba provist o de espacio sos y mullido s asienios y acomod ado casi con tanto primor como las gndolas de Venecia. Iba tripula do por ocho soldado s
negros, sentado s de a dos en cada asiento , con canaletes de seis pies de largo, y dos parado s arriba
la
parte de atrs con canalet es como pilotos. Unosenpocos golpes de canalet e dieron vigoros o impulso al "pltpan" y atraves amos rpidam ente todo el largo de la
poblaci n. Era una cosa inusita da para el "pit-pa
n"
de su excelen cia el encont rarse sobre el agua; los habitante s se detena n para mirarn os atentam ente, y todos los ociosos negros se precipi taban hacia el puente
para vitorea rnos. Esto excitab a a nuestro s african os
barquer os, quienes , con un canto extrava gante
nos traa a ]a memor ia las cancion es de los barqueque
ros
nubios sobre el Nilo, nos arrastr aron bajo -el puente.
y nos precipi taron en la tranqui la expans in de un majestuos o ro. Antes que los aplauso s de los negros
hubiese n termina do. ya nos encontr bamos
una
tan comple ta soledad como si hubise mos sidoentransportado s a millare s de millas de toda human a habitacin. El Ro Belize, proced iendo de manant iales an
ahora muy poco conocid os del 'hombr e civilizado, estaba entonce s en su plenitu d. A cada lado haba una
densa e ininter rumpid a selva; las riberas estaban
dadas; pareca que los rboles nacan dentro del inuncon sus frondos as ramas entrela zadas de tal modoagua,
que
casi imped an la luz del sol y se reflejab an en el agua
como en un espejo. Los af uentes del ro estaban ocupados por los poseed ores aborge nes, salvaje s y
como los encontr Corts. Nosotro s tenamo s unlibres
ardiente deseo de penetra r por l hasta el famoso Lago
del Petn, donde el esquele to del caballo del conqui stador espao l fu exaltad o como un dios por los asombrados indios; pero la fatiga de nuestro s barque ros
nos record que estaban remand o contra una rpida
corrien te. Volvim os el "pit-pa n", y con el pleno poder de la corrien te, una remadu ra ms fuel'te y un
canto ms ruidoso que antes, en medio del crecien
te
vitoreo de los negros, nos desliza mos bajo el puente,

11

y a los pocos minutos desembarcamos 'junto a la Casa


del Gobierno
.
A fin de que pudisemos embarcarnos' a ia hora
sealada, el Coronel M'Donald baba dispuesto al almuerzo para las dos de la tarde, y, como en los dos
das anteriores, habla invitado a una pequea tertulia
para juntarnos. Tal vez' yo est equivocado, pero
violentaria mis sentimientos si dejara de expresar aqu
mi reconocimiento por las n~nCones del Coronel. Mi
invitacin para la Casa del Gobierno era el fruto de
mi carcter oficial; pero no puedo dejar de lisonjearme que una part~ de la ben~vol~ncia que se me mastr fu el resultado: del conocimiento personal. El
Coronel 14'Donald es un soldado de lila guerra de los
veinte aos". hermano de Sir John M'Donald, ayudante-general de Inglaterra, y primo del Mariscal Macdonald de Francia. Todos sus parientes y asociados
son militares ,A los diez y ocho aos entr l a Espa...
a como abanderado, nico eiltre un. ejrcito de diez
mil hombres, de quienes, en menos de seis meses, nll
quedaban ms que cuatro mil. Despus de estar octivamente empeado en todos los penosos servicios de
la Guerra Peninsular. en Waterloo comandaba un regimiento, y sobre el campo de batalla recibi la orden
de 'Compafiero de la Orden Militar del Bafio del Rey
de Inglaterra y la de Caballero de la Orden de Santa
Ana del" Emp~rador de n~sla. AJ;>undante en reeuerdos de una larga vida militar, personalmente conocedor del carcter pblico y privado de los' ms disllnguidos militares de, la poca, :;u conversacin era como
leer una pgina de historia. Perten~ce a una raza, que
est~ '4csapareciendo" velozmente, y ct?n quien rafa vez
se:, en~u~ntra un americ~o.
Pero retornemos. La espaciosa ventana elel comed. Qr s.e abr.la en direccin al puerto; el va.pr estaba
fondeado frente a la Casa del GobIerno, y. el humo
negro, 'el~vndQse en columnas de .su chimenea, nos
daba" aviso que ya era tiempo del embarque. Antes: de
levantarse, e Coronel M'Donald, como fiel sbdito,
propuso un b;indis a la salud de la Reina; ordenando
en seguid~ llenar los vasos hasta el borde, y ponin...
dose en pi, dijo: "A la salud de Mr. Van BW'en, Presidente de 10$ Estados Unidosl l, acompaado de calufOSOS y nobles sentimientos y de l~ confianza verda",,:,
dera en una fuerte y perpetua amistad entre InglateJ;'Ta y Amrica. Yo pens al momento: "Maldita sea
la mano que int;ente romperla"; y con todo y la falta
de ,costumbre de tener al Presidente y al pueblo sobre
mis hombros, respond lo mejor que pud~. Hubo otros
brindis en seguida por la salud y prspero viaje de
Mr. Catherwood y de m mismo, y nos levantamos de
la mesa. El bote del gobierno estaba a la orilla d~l
prado. El Coront:1 M'Donald me. ~o~, d.el brazo, y,
marchando, me diJO qu~ yo IPe dirIgla a un pas perturbado; que Mr. savage, cnsul americano en Guatemala, haba, en una previa ocasin, protegido la propiedad y la vida de los sbditos britnicos; y que, si
algn peligro me amenazara, yo deb.a reunir a todos
los europeos, enarbolar mi bandera, y darle ,aviso a
l. Yo saba ,que. estas no e~an meras palabras de
cortesa, y, dada la condici:Q: del pais a donde iba.
apreciaba el valor de tal amigo tan a la mano. Con

los ms calurosos sentimientos ,do gratitud me desped


de l, y entr en el bote. .Al momento las banderas
fueron enarboladas en el asta del gobierno, del fuerte,
en el edifi.cio de la corte, y en la goleta oficial, y un
caonazo disparado desde el fuerte. A medida que: yo
cruzaba la baha hicieron un .saludo de u'eee caonazas; al pasar por e~ fuerte, los soldados presentaron
las armas, ]a gaJeta of~cial baj y levant. su bandera, Y cuando sub a la cubierta del ,vapor, el capitn.
can sombrero ~n m~no, djO~f: que l, tenia instrucclonel? de ponerlo bajo mis rdenes, y de parar donde
yo quisiera.
,
El lector pregu,ntar cmo toler yo todos estos:
honores. He visitado m,uchas ciudades, pero esta era
la primera vez que las banderas y los caones anUllCiaban al mundo que me ba. Yo era noviCio, pero
estaba empeado en conducirme como si" estuviese
educado para-ello; y, a decir verdad, mi corazn palpi41ba y me senta orgulloso; porque estos eran honores tributados a mi patria," y no a mI.
. Para coronar la gloria: de esta escena "de despedida, mi bue.n a.tt1.igo el Capitn Hampton habia cargado sus dos caones de a cuatro, y cuando el "vapor comenz a navegar 'l dispar uno pero el otro no di
fuego. El capitn del vapor te;Ja a bordo un pequelo fusil, con el cual hubiera correspondido a todas sus
cortesas; peI"o, segn me (.lij, ~on grande af1~ccin,
no tena plvora..
El bote de 'vapor donde nos embarcamos era el
ltitno resto ~e un capital invertido en negocios de
una gran SOCIedad Centro Americana de AgriCitul'a,
for~ada para edificar c.udades, aumentar el precio de
l~ .berra,. acomod;m; emIgrantes '.:f mejoras en general.
En las ricas plamcIes de la prOVIncia de Vera Paz habian fijado el sitio de la Nueva Liverpool, a la que solamente le faltaban las casas y los haDitantes para
llegar a ser una ciudad. Sobre la rueda del pote haba
una placa circular de bronce, en la que, en extraa
yuxtaposicin, estaban .las palabras "Vera Faz", "London". El capitn era un viejo espaol, pequeo, curtido y seco, con suficiente cortesa' para un antiguo
Don. El maqUinista era un ingls,y la trlpulacin
estaba compuesta de espaoles, mestizos y mulatos,
no especialmente diestros en el manejo" de un bote
de vapor.
'
Nuestro nico compaero de pasaje era un sacerdote catlico romano, joven irlands, que habia
permanecido ocho meses en Belize, y ahora se encon'tl'aba en viaje pata Guatemala con invitacin del pr~
visor, por el destierro del arzobispo, cabeza de la iglesia. El camarote era muy conortable, pero la tarde
estaba tan apacible que tomamos el te sobre cubiertao A las diez de' la noche el ca.pttn 'se me present
a pedir rdenes. Yo haba tenido mis aspiraciones,
pero' jams esperaba ser capaz de dictar rdenes al
capitn de un bote de vapor. Sin embargo, otra vez
tan serenamente como si hubiese estado bien ensedado para el caso, le design los lugares que deseaba
visitar, y. se retir. Verdaderamente. pens yo, si Stos son los frutos de los nombramientos oficiales no
es extrao que se puedan encontrar hombres incllnados a aceptarlos.

CAPITULO 2
'CADA UNO POR SI MlSl\IO.-ASTUClA DE LOS VIAJEROS.-PUN:rA GORDA.-UNA VISITA A LOS
INDIOS CARIBES.-UNA VIEJA CARIBE.-UN BAU:rIZO.-EL RIO DULCE._HERl'.IOSO pAISAJE.YZABAL.-RECEPCION DEL PADRE.-UN BARBERO EN ACCION~UNA BANDA DE "INVENCIBLES"
.-LOS PARTIDOS EN CENTRO AMERICA.-UN COMPATRIOTA.-UNA TUMBA EN TIERRA EXTRA'A.-PREPARATIVOS PARA EL PASO DE "LA MONTAA".-UNA CARRETERA SIN MACADAM_
PELIGROS POR EL CAM1NO.~UNA l'.IERIENDA BIEN SAZONADA.-PASAnA LA MQNTAA.

Habamos conseguido un sirviente, un francs-espaol, nacido en Santo Domingo y criado en Omoa,


que se llamaba Agustn; joven, y, segn pensamos al
principio, no muy astuto. Temprano pOf la mafiaoa
nos pregunt qu desea'ramos para el desayuno, Ci-

tanda huevos, pollos, etc. Le dimos las instrucciones


y a su debido tiempo nos sentamos para desayunarnos.
Durante la comida, algo ocurri que nos hizo entrar
en averiguaciones, y supimos que todo lo que estaba
sobre da mesa, salvo el te y el' caf, pertenecfa al

12

padre. Sin hacer ninguna pregunta; u olvidando


POI' completo el asunto, presuponamos que el barco
habria hecho las provisiones necesarias para los pasajeros; pero, con gran sorpresa nuestra, supimos que, el
bote no proporcionaba nada, y que esperaba que los
pasajeros cuidasen de s mismos. El padre habla cs1ado tan ignorante y descuidado como nosotros; pero
algunos buenos amigos catlicos, a quienes l haba
casado o cuyos hijos haba bautizado, le haban enviado a bordo ddivas de varias clases, Y. entre otras cosas -raro equipaje para un viajero- una jaula llena
d pollos. Nosotros felicitamos al padre por su buena suerte de tenernos con l, y a nosotros mismos por
tal tesoro como Agustn. Yo debo mencionar, entre
parntesis, que, en medio de la hospitalidad del Coronel M'Donald Mr. Catherwoo'd y yo exhibimos quiz demasiado del antiguo viajero. Cuando estbamos
comiendo el ltimo dia, Mr, C. fu llamado de la mesa
para vigilm' la remocin de un poco de equipaje, poco
despus fu llamado )'0; y, afortunadamente para el
Coronel !\-''l'Donald y para el crdito de m pas, encontr a 1\11'. C. emollando tranqulamentc, para regresarla a Nueva York, una ampUa capa azul perteneciente al coronel, pensando que era ma. Regres
a la mesa y habl a nuestro anfitrin del peligro en
que haba estado, aadiendo que yo tema alguna duda
con respecto a un saco grande de lona para acostarse
que haba encontrado en' mi cuarto, y, presumiendo
que fuese uno que me baba prometido el Cap~tn
Hampton, lo haba puesto a bordo del bote, pero este
tambin, result ser propiedad del Coronel M'Donald,
y el que por muchos anos le haba llevado su cama
de campo. El resultado fu, que el coronel insisti
en que lo tomsemos, y estoy temiendo que estar
bien gastado por el uso antes que 10 haya recibido otra
vez. El lector inferir de todo esto que Mr. C. y yo,
con la ayuda de Agustn, estbamos a propsito para
viajar en: cualquier pas.
Pero volvatnos a nuestro relato. Era un hermoso da. Nuestro rumbo se diriga casi al SUl~, directamente a lo largo de la costa de Honduras. En su ltimo viaje Coln descubri esta porcin del Continente de Amrica pei'o sus fteseas bellezas no pudieron
atraerle hacia' la playa. Sin desembarcar continl.!
hasta el Istmo de Darin, en busca de aquel pasaje
para la India que era el blanco de todas sus esperanzas, pero que estaba determinado que l nunca 10
veda.
Los botes de vapor han destruido algunas de las
ms placenteras ilusiones de mi vida. Fu precipitado al Helesponto, pas Sestos y Abidos, y el Campo
de Troya, bajo el esu'pito de una mquina de vapor;
y l hiri la raz de todo el romance enlazado con las
aventuras de Coln para seguir su huella, acompaado
del estpito del mismo palpitante monstruo. Sin embargo esto era muy agradable. Nos sentamos bajo un
toldo;' el sol estaba intensamente ardoroso, pero nosotros nos encontrbamos protegidos y tenamos una
brisa refrescante. La costa asuma una apariencia
de grandeza y hermosura ~ue rcalizaba mis ideas de
las regiones tropicales; Mas adelante se veian elevadas montafias, cubiertas hasta la cima de perpetuo
verdor, algunas aisladas, y otra,s formando cordilleras, ms y ms elevadas, hasta perderse entre las
nubes.
A las once del da avistamos Punta GOl'da,
una colonia de indios caribes, como a ciento cincuenta millas hacia abajo de la costa, y el primer lugar en
el cual yo haba ordenado al cap'ltn que se detuvicse. A. Il\edida que nos aproximabamos vimos lIn claro abierto a la orilla del agua, con una hilera de casas bajas, gue me recordaron un claro de nuestros
bosques en la patria. No era ms que un punto en:
la extensa lnea de costa; de ambos lados haba rboles primitivos. Atrs se elevaba una extraordinaria
montaa, aparentemente partida en dos, semejando el
lomo de un camello de <los gibas. Como el bote vir
hacia el 1ugal', donde jams un bote de vapor haba
antes estado, todo el pueblo se puso en conmocin:

las mujeres y los nifos conl."fan por la ribel'a, y cuatro


hombres bajaron al agua y salieron a encontrarnos en
una canoa.
Nuestro compaero de b:avesa, el padre, durante
Sll estancia en Belize, haba tenido relaciones con muchos de los caribes, y, en cierta ocasin. invitado por
su jefe, haba visitado una colonia con el propsito de
casar y bautizar a los habitantes. El nos pregunt si
no tendramos inconveniente en que aprovechase la
oportunidad para hacer aquf ]0 mismo; y, como naso...."
tras no tenamos ninguno, en el momento del desembarque apareci sobre cubierta, con una palangana
grande en una mano, y un bien repleto pauelo de
bolsillo en la otra, que contena sus vestimentas sacerdotales. Anclamos a corta distancia de la playa Y
nos dirigimos a Herra en el pequeo bote, Desembarcamos al pie de una ribera como de veinte pies de
altura, y, al subir a la cumbre, nos encontramos a la
vez, bajo un ardiente sol, entre la magnificencia de la
vegetacin tropical. Adems del algodn y el arroz, el
CAHOON, el banano, el coco, la pia, la naranja, el limn, el pltano, y muchas otras frutas que nosotros
no conocamos ni aun de nombre, crecan con tal exuberancia que su solo perfume era opresivo. Bajo la
sombra de estos rboles la mayOl' parte de los habitantes se encontraban reunidos, y el padre inmediatamente di la noticia, a modo de al por mayor que l
haba llegado para casarlos y bautizarlos. Despus
de una breve consulta fu seleccionada una casa para
la ejecucin de las ceremonias y Mr. Catherwood y yo,
bajo la direccin de un caribe que habia pescado un
poco de ingls en sus expediciones en canoa hasta Belize, dimos un paseo por la colonia,
Esta se compone como de quiniento~ habitantes.
Su lugar de nacimiento era en la costa del mar, abajo
de Truxillo, bajo el gobierno de Centro Amrica; y
habiendo tomado parte activa contra Morazn; cuando
su partido lleg a dominar, ellos huyeron a esta regin, quedando dentro de las fronteras de la autoridad
britnica Aunque vivian apartados, como una tr~bu
de caribes, no mezclando su sangre con la de sus
conquistadores, estaban completamente civilizados; reteniendo, sin embargo, la pasin indgena por las cuentas y ornamentos. Las casas o chozas estaban construidas de palos de casi una pulgada de grueso, sembrados a plomo en el suelo, amanados uno a otro con
cuerdas de cort>:"za, y techadas con hojas de COHOON~
Algunas tell[an divisiones y tarimas hechas de los
mismos materiales; en cada casa haba una hamaca de
pita y una imagen de la Virgen o de algn santo tutelar; y nosotros quedamos sumamente impresionados
con el gran progreso alcanzado en la civilizacin por
estos descendientes de canibales, los ms feroces de
las tribus indgenas que los espaoles encontl"aron.
Las casas se extendan a lo largo de la ribera, alguna distancia aparte; y el calor era tan: opresivo
que, antes de llegar a la ltima, estuvimos a punto de
regresar; pero nuestro gua nos anim para ir a var a
"una vieja", su abuela. Nosotros le acompaamos y
la vimos. Era muy anciana; nadie saba su edad, pero
era considerablemente de ms de cien aos; y, lo que
le daba mayor inters a nuestros ojos que la circuustaucia de ser la abuela de nuestro gua, era que ella
proceda de la isla de San Vicente, )a residencia de la
ms indomable porcin de su raza; y ella jams haba
sido bautizada. Nos recibi con una 50n118a idiota; su
figura era encogida; su cara arrugada. marchita y perversa; y pareca como si, en SU juventud, se hubiese
gloriado danzando en un festn de carne humana.
Regresamos y cncontramos a nuestro amigo, el
padre, ataviado con el contenido de su pauelo de
bolsillo, enteramente como un respetahle sacerdote. A
su lado se encontraba nuestra palangana del bote,
llena de agua bendita, y en su mano un devocionario.
Agustn estaba de pie, sosteniendo el cabo de una candela de sebo.
Los cal'ibes. como la mayor parte de los indios de
Centro Amrica, han recibido las doctrinas del cristianismo como les fueron presentadas por los sacer-

13

dotes y monjes de Espaa, y son, en todas las cosas,


estrictos observadores de las formas prescritas. En
esta colonia la visita de un padre era un raro pero
grato acontecimiento. Al principio ellos parecan recelosos de que nuestro amigo no fuese ortodoxo, porque no hablaba el espaol; pero ~uando lo vieron con
su vestido talar y sobrepelliz, y con el quemado Incienso, toda desconfianza desapareci.
Poco habla que hacer en la va de los casamIentos estando escasos los hombres para tal propsito,
pues los ms de ellos se encontraban fuera pescando
o en el trabajo; pero las mujeres, en una larga fila,
presentronse ellas mismas cada una con un infante
en los brazos, para el bautismo. Fueron arregladas
en semicrculo frente a la pared, y el padre principi.
A la primera le hiZo una pregunta que yo creo no se
encuentra en el 'libro, y la cual, en algunas partes se
considerarla impertinente hacer a una madre que ofrece a su hijo para la lniciacin en la iglesia, es decir.
que s1 era casada. EUa titube, sonri, se ri, y contest no." El padre le dijo que esto era muy malo e
inde~oroso par"a una mujer que fuera buena cristiana,
y le aconsej aprovechar-la presente oportunidad para
casarse con el padre del nio. _Contest ~lla que le
gustara hacerlo as, pero que l estaba ausente cortando caoba; y aqu, como las preguntas de l y las
respuestas de lla haban pasado por medo de un intrprete. el asuhw- empezaba a complicarse. Realmente tanfns de las mujeres, se interpusieron, todas
hablari.do al mismo tiempo, que el padl.. e se dio cuenta
que habla toacdo un terreno dellcado, y as! fu que
pas la' slgulimte.
En efecto, aun con los asuntos ordinarios nuestro
ango tenia bastante que hacer. ~I entendla' muy poCo espaol; S, libro estaba en latlll; y no sJendo capaz de traducirlo tan fcilmente corno la ocasin lo requeda habl. empleado el intervalo de nuestra ausencia pa~a copiar una tira de papel, de un ritual protestante1:;1 parte ceremonial del sacramento del bulfsmo. En la confusin sta se perdi, y el padre tuvo
que volver a su latIn,: para ser traducido al espa.ol
segn fue menester. Despus de aign esfuerzo l se
volvi a AgusUn y le dijo en ingls las preguntas que
deban hacerse a las mujeres. Agustn era un buen
catlico, y le esc~ch con t~nto t:~SPt;to como si hubiese sido el pal?a, pero no entendlO 111 una palabra de
10 que)e dijo.'
Yo le interprel a Aguslin en francs, quien lo interpret~ a uno de los llomb~es en espaol para que ste 10 mterpretase a las mUJeres. Esto, por supuesto, dl lugar- a mucha confusin; pero
todos eran tan 'devotos y respetuosos) que, a pesar
d sus tribulaciones, la ceremonia fu solemne. Cuando neg a las partes en latn; nuestro amigo las parlote tan' aprisa como si estuviesen recin negadas
de la Propaganda en Roma. y los caribes no se encontrasen m"uy atrasados.
El' padre nos haba infornlado de la pasin de
los caribes por la multiplicidad de nombres; y una de
las mujeres, despus de dar a su hijo tres o cuatro,
me seal a m, dicindole que se agregase el mo.
Yo no soy muy estricto, pero tampoco me importaba
asumir slo por juguete las obligaciones de un padrino; as que, parando la 'ceremonia, supliqu al padre
eximirme del mejor modo que pudiese. El prometi hacerlo as; pero el da estaba excesivamente caluroso; el cuarto se encontraba atestado, las puertas
obstruidas, y por ese entonces el padre, con su latn,
francs y espaol, estaba sudando copiosamente, y algo contuso. Pens que yo ya estara desenredado, hasta que, pocos momentos despus; me llevaron un nmo
para que lo tomase en mis br~zos; mas yo tena un
punto para librarme: supuse que sera la seora que
habla sido madre sin ser esposa, la que deseaba que
su hijo llevase mi nombre, pero result que era otra;
todava yo con la mayor descortesa me escap de recibir a la criatura Al salir, sin embargo, la mujer
me interc'ept el paso, y echando al nio hacia adelante, me llam compadre; as que sin saberlo,
llegu a ser el padrino de un l}io carbe; afortuna~

damente, su madre era una mujer honrada, y el padre estuvo presente en la ceremonia. Con toda probablUdad o ynunca tendr mucho que hacer con su
educacin; y solamente puedo tener la esperanza que
a su debido tiempo l multiplicar el nombre y lo har respetable entre los caribes.
Regresamos al bote, y a los pocos minutos est.bamos otra vez -en camino, navegando hacia el Bio
Dulce. Un anfiteatro de elevadas montaas se ex_
tiende por mucbas millas a lo largo de la costa y hacia el intelior hasta perderse de vista. En n pe_
queo lugar esta altiva cordillera se abre para dar
paso a un manso ro. Sobre la ribera derecha de la
costa quedaba uno de los lugares que yo Jntentaba vi_
sitar. Era llamado con el nombre familiar de Livingston, en honor al distinguido ciudadano de Lusiana
cuyo cdigo penal fu en ,ese tiempo establecido en
Guatemala; y se supona, tan ventajosa era su posicin, que llegan a ser el puerto de entrada a Centro
Amrica; pero estas esperanzas no fueron realizadas.
Eran las cuatro de la tarde, y, al gobernar hac1a
all, el capitn -me dijo que, si cchbamos el ancla,
sera necesario permanecer en el lugar hasta la maana siguiente. Yo me encontraba poco dispuesto a
perder la nica oportunidad que probablemente ten_
dria de parar un bote de vapor; pero tenia una ansiosa, casi ardiente curiosidad de ver el Golfo Dulce, y todos convenimos en que sera imperdonable
perder tal oportunidad de verlo con ventaja. Por
consiguiente orden al capitn aVanzar junto a la ori_
lla y seguir adelante.
La ribera se elevaba como treinta pies arriba del
agua, y era rica y exuberante como en Punta Gorda.
El sitio de la proyectada ciudad estaba ocupado por
otra. tribu de caribes, quienes, como Jos primeros, arrojados de su hogar por la guerra hablan subido por la
costa, y, con aquella visin por lo pintoresco y lo her~
moso en los paisajes naturales, que disthlgue a los in
dios en todas, partes, fijaron su residencia en este lu~
gar. Sus chozas techadas con hojas estaban en fila
a lo largo de la ribera, sombreadas por arboledas de
platanares y cocoteros; canoas con velas fijas estaban
echadas sobre el agua, y los hombres y las mujeres
estaban sentados bajo los rboles contemplndonos.
Era esta una apacible y resp1andeci~nte escena, que
bablaba de paz y libertad lejos dc los tumultos de un
mundo bullicioso.
Pero, hermosa como era. nosotros Dronte) la olvidamos; pues una estrecha abertura en una muralla
de montaas nos llama hacia adelante, y a los pocos
momentos entramos al Ro Dulce. A eada lado. ele_
vndose perpendicularmente de tres a cuatrocientos
pies, haba una muralla de perpetua verdura. Los fu_
boles crecan a la orilla del agua, con densa y no interrumpida frondosidad hasta la cima; no se divisaba
ningn lugar estril; y en ambos lados, desde la copa
de los ms altos rboles, largos zarcillos descendan
hasta el agua, para beber y llevar vida a los troncos
qne los sostenan. Este era, como su nombre 10 indica, un Ro Dulce, Un encantado paisaje de la tierra de
los ttanes, que combinaba la exquislta belleza con la
colosal magnificencia. A medida que avanzamos el
cui'so dio un rodeo, y a los pocos minutos perdimos
de vista el mar, y quedamos rodeados completamente
po.r una murllla de selva; pero el ro, aunque no nos
nl0straba por dnde, an nos invitaba .a seguir adelante Podra ser esta la portada para una tierra de
volcanes y terremotos revuelta y trastornada por la
guerra civil? Durante algn tiempo buscamos en vano un solo punto estril; al fin encontramos una muralla desnuda, de roca perpendicular, pero desde las
grietas, y aparentemente dentro de la misma roca, cre_
can rboles y _arbustos Algunas veces nos encontl'~
bamos tan circundados que pareca COlllo si el bote de~
biera atravesar entre los rboles. Ocasionalmente en
un ngulo de las vueltas", la muralla desapareci, y el
sol peg con abrasadora fuerza, pero al instante nos
encontramos de nuevo en la ms profunda sombra
Por los antojadizos relatos que haba o{do, esperaba

14

ver monos saltando eqtre los rboles, y loros volando


sobre nuestras cabezas; pero todo estaba tan apacible
como si el hombre jams hubiera estado antes all.
El pelcano, la ms silenciosa de las aves, fu el nico
ser viviente que mixamos, y el nico sonido era el ruido artificial de nuestra mquina de vapor. El so1ita~
rio desfiladero que conduce a la excavada ciudad de
Petra no es ms silencioso ni ms extraordinario, pero
en extrao contraste por su estril desolacin, mien_
tras que aqu todo es exuberante, romntico y bello.
Por una extensin de nueve millas el pasaje continu en medio de una escena de invariable hermosu_
ra, hasta que sbitamente el angosto ro se ensanch
entre un gran lago circundado de montaas y tachonado de islas, que el sol en su ocaso iluminaba con magnfico esplendor. Permanecimos sobre cubierta hasta
la ltima hora, y despertamos a la maana siguiente
en el puerto de Yzabal. Una simple goleta de ms o
nienos cuarenta toneladas indicaba el pobre estado de
su comercio. Desembarcamos antes de las siete de la
mailana, y aun entonces ya haca calor. All no habia occiso en la ribera. y el empleado de la aduana fu
la nica persona que nos recibi.
El pueblo est edificado sobre una suave elevacin a orillas del Golfo Dulce, con montaas apiladas
sobre montaas detrs. Subimos la calle hasta la pla~
za en uno de cuyos lados quedaba la casa de los sca'res Ampudia y Purroy, la ms grande y, exceptuan_
do una que ellos estaban entonces ocupados en cons_
truir la nica casa de madera aserrada en el lugar.
Las ~estantes todas eran chozas, construidas con palos y caas, y techadas con hojas de palmera. Frente
a su puerta estaba un amplio cobertizo, bajo el cual
haha bultos de mercaderas, y mulas, arrierps e in~
dios, para transportarlas a travs de la Montaa del
Mico.
El arribo del padre produjo una gran sensacin,
Fu anunciado por un alegre repique de campanas en
la iglesia, y una hora ms tarde estaba vestido con su
sobrepelliz y diciendo misa. La iglesia quedaba al
fondo de la plaza, y, as como las casas, estaba construida con palos y techada con hojas. Enfrente, a una
distancia de diez o quince pies, habia una gran cruz
de madera. El piso era de pura tierra, pero bien barrido y regado con hojas de pino; los costados tenian
adornos de ramas y festones de flores, y el altar estaba
ornamentado con imgenes de la Virgen y de los santos y guirnaldas de flores. Ya haca mucho tiempo
que el pueblo haba tenido el privilegio de or misa, y
todos los habitantes, espaioles, mestizos e indios, correspondieron al inesperado pero agradable toque de
la campana matutina. El piso estaba cubierto de mu_
jeres arrodilladas con blancos chales sobre la cabeza,
y detrs, reclinados contra los rudos pilares, estaban
los hombres; y su fervor y humildad, el terroso piso
y el techo de hojas, eran ms imponentes que la pompa de adoracin en las ricas catedrales de Europa o
bajo la cpula de la de San Pedro.
Despus del desayuno preguntamos por un barbero y nos enviaron con el recaudador del puerto,
quien, se nos dijo, era el mejor cortador de pelo en el
lugar. Su casa no era ms grande que la de sus vecinos, pero adentro colgaba una silla militar, con pis_
toleras y pistolas, y una enorme espada, los aprestos
de colector cuando sala a la cabeza de su comisario
a infundir terror en el corazn de un contrabandista.
Desgraciadamente el honrado demcrata no estaba en
casa;. pero el comisario ofreci sus propios servicios.
MI' C. y yo nos conformamos; pero el padre, que necesitaba su tonsura, de acuerdo con las reglas de su or_
den, dispuso esperar el regreso del colector.
Yo en seguida visit al comandante con mi pasa_
parte. Su casa quedaba al lado opuesto de la plaza.
Un soldado como de catorce aos de edad, con un sombrero de petat con la copa en forma de campana cayndole sobre los oJos como un apagador sobre una
candela, estaba parado en la puerta como centinela.
Las tropas, que se componan como de treinta hom-

bres y muchachos. estaban enfl'ente ordenadas en for_


macin, y un sargento, fumndose un cigarro, les daba la instruccin de reclutas. El uniforme pretenda
ser un sombrero blanco de petate, pantalones de tela
de algodn y camisa exterior, mosquete y cartuf'hera.
En un particular la uniformidad se observaba estric_
tamente, es d~cr, en que todos eran descalzos. El pri_
mer procedimiento de llamarlos a las filas y alinear
los se omiti; y, sucedi que un muchacho de piernas
largas, de seis pies de estatura, estaba parado junto a
un muchacho de doce o trece aos de edad. El em~
pIcado de la aduana estaba con el sargento, aconsejndole; y, despus de una mar..' \obra y una consulta
el sargento se acerc a la fila, J. con la palma de 1~
mano peg a un soldado en aquella parte del cuerpo
que, en los dfas de mi juventud, se consideraba por el
maes!~o de escuela como el canal por donde la instrucClOn penetraba en el cerebro del muchacho.
El comandante de esta prometedora bandR era Don
Peol, un caballero por nacimiento y (~ducacin
qUlen, con otros de su familia, habia sido desterrad
por el General Morazn, y buscado refugio en los Es.
tados Unidos Su predecesor, que era un oficial de
Morazn, haba sido expulsado por el partido de Ca_
rrera, y haca slo veinte das que l se encontraba en
su lugar.
Tres grandes partidos perturbaban a Centro Am_
rica en esa poca: el de Morazn, el anterior presi
dente de .la Repblica, en San Salvadorj el de FelTe~
ra en Honduras, y el de Carrera en Guatemala. FerI'era era un mulato, y Carrera un indio; y aunque no
luchaban por la misma causa, simpatizab~n en su oposicin a Morazn. Cuando Mr. Montgomery visit Guatemala, sta se encontraba en efervescenoia por
el levantamiento de Carrera, quien era entonces re_
putado como el cabecilla de una tropa de bund~os un
ladrn y un asesino; sus seguidores eran llamados' ca_
churecos (que significa moneda falsa), y Mr. Montgomery me inform que ante l un pasaporte oficial no
sera proteccin de ningn modo. Ahora l era la cabeza del partido que gobernaba a Guatemala. El seor Peol nos hizo una triste descripcin del estado
del pas. Una batalla se acababa de librar a inmedia.
ciones de San Salvador, entre el General Morazn y
Ferrera, en la cual el primero fu herido, pero Ferrera sali derrotado y sus tropas destrozadas, y l tema
que :Nlorazn estuviese a punto de marchar sobre Guatimala. Solamente poda darnos pasaporte hasta di_
cha ciudad, el cual dijo no sera respetado por el General lVlorazn.
Ju~n

Nosotros nos sentamos interesados por la situa~


cin del seor Peol; joven, pero llevando en el rOS~
tro las seales de la zozobra y la ansiedad, conocedor
de la nriserable condicin del presente, y con espanto_
sos presentimientos para el futuro. Para nuestro gran
pesar, los informes que recibimos indujeron a nuestro
amigo el padre a abandonar, por el presente, su intento de ir a Guatemala. El haba odo todas las te_
rribles historias de la persecucin y proscripcin de
los sacerdotes por Morazn, y pens que sera peli~
groso caer en sus manos; y yo tengo mis razones para
creer que fu este recelo el que por ltimo le hizo abandonar el pas.
Por la tarde d un paseo por el pueblo. Est habitado poco ms o menos por mil quinientos indios,
negros, mulatos mestizos y de sangre mezclada en todos los grados, con unos pocos espaoles. Muy pronto fu saludado por un hombre que dijo que era mi
paisano, un mulato de Baltimore, cuyo nombre era
Felipe. El haba estado ocho aos en el pas, y dijo
que ya haba pensado una vez regresar a la patria como criado por la va de Nueva Orleans, pero que haba, dejado el hogar con tal premura que no se acord
de traer sus llpapeles cristianos"; de donde yo colegI
que era lo que se llamara en Marilandia un esclavo
fugitivo. Era l un hombre de considerable posicin,

15

que la pasaba de fogonero a bordo de un bote de va.


por con $23 al mes; adems de lo cual hacia trabajo.
de poca monta en carpinterfa. y era, en efecto, el prin
cpal arquitecto de Yzabal, pues tena entonces en sus
manos un contrato po]: $3.500 para edificar la nueva
casa de los Seores Ampudia y Purroy. En otros respectos. tengo la pena de manifestarlo: Felipe no era
del todo tan respetable; y solamente puedo esperar
que no sea su educaci6n americana la que le haya con
ducido a tales irregularidades en las cuales pareela
pensar l que no babia agravio. Me suplic que fuera
a su casa a ver a su esposa, pero en el camino supe
por l mismo que no (?ra casado;'y dijo, 10 que espero
sea un calumnia contra la buena gente de Yzabal, que
solamente haCa lo que hacan todos los dems. Era
duefio de la casa donde viva, y por ella, con todo y terreno, haba pagado doce dlares; y siendo un amo de
casa y un americano, trat de inducirlo ,a que aprove..;,
chase la oportunidad de la visita del padre, para po~
ner un buen ejemplo casndose; pero l era testaru_
do y me dijo que no le agradaba tener impedimentos,
y que asi l podr ir a cualquier parte y ver otra muchacha qlie le pareciese mejor.

de la tumba de Mr. Shannoll, y m amigo el padre


prometi plantar a .al cabeza un cocotero.
Al romper el da los arrieros comenzaron a cargar para el paso de uIa montaa". A las siete de la
maana toda la recua, compuesta de alrededor de cien
mulas y de veinte a treinta arrieros estaba ya en camino. Nuestro grupo inmediato constaba de cinco
mulas: dos para MI'. Catherwood y para m,. una parjl
Agustin, y dos para el equipaje: adems de lo cual,
tenia mas cuatro indios cargadores. Si se nos hubiese
consultado, quizs en aquella poca habramos tenii
do escrpulo de usar a los hombres, como bestias de
carga; pero el Seor Ampudia haba hecho todos los
arreglos para nosotros. Los indios estaban desnudos,
salvo una pequea pieza de tela ,de algodn alrededor
de los ijares, que les cruzaba por delante entre las
piernas. Las cargas se compusieron de modo que, les
quedase de un lado una supedicie plana. Los indios
scnt{ronse en el' suelo Con la espalda ,contra esta superficie; se pasaron una correa de travs sQbre la frente; la que sostena la carga; y, acomodndola sobre sus
hombros, con la ayuda de un palo o la mano de algn
mirn se pusieron en pie. Esto. pareca cruel; pero,
antes que se hubiese gastado mucha sImpata por ellos,
Mientras estbamos parados en su puerta, pas haban desaparecido.
MI'. Catherwood, que iba a visitar a MI'. Rush, el maA las ocho en punto Mr. C. y yo .mon,tQ.mos, Cada
quinista del vapor, quien habia estado enfermo .a bor~
do. Lo encontramos en una de las chozas del pueblo, uno' armado con un par de pistolas y un largo cuchL
en una hamaca, con su vestido pueSto. .Era up, hom_ 110 de monte, que llevbamos .en un cintur(m alredebre de hercleas formas de s~is pies y. tres Q. cuatro dor del cuerpo; adems de ,lo cual, temiendo confiar
pulgadas de estatura, y fornido en, proporcin, pero lo en oh'as manos, yo llevaba un b~rmetro de monyacfa imposibiJitado como un nio. Una so~a candela taa colgado en el hombro. Agustn llevaba pistolas
puesta sobre el sucio piso daba una mezqulJ)a luz, y y espada; nuestro arriero. principal, q~e iba montado,
varios hombres de diferentes razas y co~ors, desde llevaba un machete y un p~r de sallguinarias es~
puelas, con rodajuelas de dos pulgadas de largo, so~
el sajn de rostro blanco 'hasta el indio y el africano,
estaban de pie a su alrededor: rudos enfermeros para bre sus desnudos talones; y otros dos arrieros, cada
un hombre habituado a las comodidades de un hogar uno con una escopeta, nos acompaaban a pie~
ingls. Yo traje a la memoria que Yzabal era seaUn grupo de amistosos mirones nos dijeron aclis
lado como un lugar malsano; Mr. Montgomery, que
public. un interesante relato de su visita a Guatema- dcsendonos buen viaje; y pasando unas casas disper_
la en 1838, me haba referido que era poner en pe- sas que constituan los arabales, entramos en un ce~
ligro la vida an el pasa' por aHI, y tembl por. el po- nagaso Hano salpicado de arbustos y pequefios rbo_
bre ingls. Recuerdo adems, lo que es extrano que les y a los pocos minutos estuvimos en una no intehaya olvidado antes, que aqu muri Mr Shannon, nues- numpida selva. A cada paso las mulas se. hundan
tro encargado de negocios en Centro Amrica. Felipe hasta las cernejas entre el fango,.y muy pronto llegaestaba conmigo, y conocfa dbnde se -:ncontraba sepul- mos! a grandes lodazales y hoyos de cieno, qu~ me re..
tado Mr. Shannoh, pero en la obscurIdad no pudo se~ cardaron la terminacin del invierno y la solitaria sen
alar el sitio. Yo tena el prop6sito de ponerme en da para bestias en una de n~estras primitiyas selvas
marcha en la madrugada; y temiendo que, en el apre- de la patria. A medida que avanzbamos, la sombra
suramiento de la salida pudiese olvidar enteramente de los rboles se haca ms densa, y los hoyos ms
el sagrado deber de visitar, en este apartado lugar, la grandes y profundos, y las raices, que sobresalan dos
tumba de un americano, regres a la casa y rogu al o tres pies arriba del suelo, cruzaban el sendero en
Seor AmPudia que me acompaase. Atravesamos]a todas dIrecciones. Le di el bal'qmetro- al arrIero, ha~
plaza, pasamos por los suburbios, Y a los pocos minu- ciendo todo lo posible para mantenerme sobre la silla.
tos nos encontramos fuera del pueblo. Era tanta la Toda conversacin termin, ~ procul"bamos seguir tan
obscuridad que yo apenas poda' ver mi camino. Cru- de e;etca como nos era pO$lble la huella del. arriero;
zando tina honda zanja sobre un tabln, llegarnos a un cuando l descenda a un hoyo de cieno y salia arrasterreno elevada abi.erto hacia la derecha, que se ex- trndose, con las patas de su mula pavonadas de lodo.
tenda hasta el' Golfo Dulce, y por el frente limita- nosotros le seguiamos, sallendo tan pavonados como
do por un bosque sombro. Sobre' la cumbre haba l.
La recua de mulas, que haba salido antes que
una ruda empalizada de toscos palos sembrados verticalmente, que acercaban la tumba de algn deudo nosotros, no iba sino a poca distancia por, delante, y
del ~eor Ampudia; y a un lado de sta se encontra- al ratito omos repercutiendo por los. montes la fuerte
ba el sepulcro de MI'. Shannon. All no- haba pie_ gritera de los arrieros y el agudo chasquido d~l lti_
dra ni valla, ni siquiera alguna elevacin, ~ara distin_ go. Nosotros los alcanzamos a la orilla de un arroyo
guirlo del suelo en derredor. Era una triste tumba que prorrumpa rpidamente sobre un lecho de piepara un compatriota, e involuntadamente sent ulIa dras. Toda la caravana se mova hacia arriba del le_
aepresin de espiritu. Una fatalidad se habla cernino cho de la corriente; el agua estaba obscurecida por la
sobre nuestros diplomticos nombrados para Centro sombra de los rboles que pendan sobre ella; los arrie_
Amrica: MI'. WilUams, Mr. Shannon, Mr. Dewitt) Mr. ros, sin camisa, y con sus largos pantalones arremanLeggett, todos los que haban sido designados siem gados hasta el muslo y abajo de: la cIntUl'a, estaban
pre, hablan fallecido. Acudi a mi memoria la ex- dispersos entre las mulas: uno andaba persiguiendo
presin en la carta de un pariente cercano de Mr. De_ a una bestia extraviada; otro precipitndose hacia una
witt: "Ojal que Ud. sea ms afortunado que cual- cuya carga se estaba resbalando; un tercero levantando
quiera de sus predecesores". Daba tristeza que uno una que se haba cado; otro con el pie apoyado contra
que haba muerto en el exterior sirviendo a su pas, el costado de la mula estirando la atadura; todos grifuese abandonado as en una solitaria montaa" sin tando, maldiciendo y azotando; el todo era una masa de
una piedra pal'a seI{llar su sepultura. Regres a la inextricable confusiin) que presentaba una escena casi
casa) orden que se construyese una valla en derredor atelTadora.
4

16

Nosotros nos detuvimos para dejarlos pasar; y


cruzando la corriente, caminamos una corta distancia
sobre un camino plano, pero con el fango arriba de
las cernejas; mas cortando una vuelta volvimos a la
corrienle nosotros mismos en lnedio de la caravana.
Las ramas de los rboles se unan sobre nuestras ca~
bezas, y el lecho del arroyo era tan quebrado y pe_
(Ilegoso que las mulas constantemente tropezaban y
caan. Dejando esto y siguiendo para adelante el ca_
mino como antes, al cabo de una hora llegamos al pie
de la montaa. El ascenso empez muy pendiente y
VOl' un camino extraordinario. Era ste un estrecho
hananco, gastado por el paso de las mulas y por el
agua de los ton'entes de la montaa, tnn hondo que
sus lados eran ms altos que nuestras cabezas, y tan
angosto que apenas podamos caminar sin tocarlos.
Toda nuestra caravana andaba de uno en uno a travs
de estos cenagosos desfiladeros, los arrieros dispersos
entre ellos y arrJba sobre la orilla, desenredando a las
mulas cuando se trababan, levantndolas cuando catan,
aneglnctoles las cargas, maldiciendo, gritando y azo w
tndolas. Si uno se paraba, todos los de atrs que
daban bloqueados, e imposibilitados para regresar.
Cualquier repentino sobresalto nos olldma contra las
paredes del barranco, y no era pequeo el peligro de
resultar Con una pierna molida. Al salir de este desfiladero nos encontramos oll'a vez en medio de profundos atolladeros y salientes races de rboles, con
la dificultad adicional de un escarpado ascenso. Los
i1rboles, adems, eran ms grandes, y sus raiees ms
altas y de mayor extensin; y, sobre todo, el rbol de
caoba echaba hacia fuera sus gigantescas races, arriba del tronco y piramidales, no redondas, como las rafces <le otros rbo1es, sino rectas, con puntas agudas,
atravesando las rocas y las rafees en derredor. Era el
final de la estacin lluviosa; los fuertes aguaceros que
habamos sufrido en el mar, haban inundado la mono
taa. y sta se encontraba en las peOl'es condiciones
para pasarla; algunas veces no se puede pasar de ningn modo. Durante los ltimos pocos dias no habia
llovido; pero apenas nos felicitbamos por nuestra bue~
na suerte de tener un da claro, cuando la selva se
obscureci y comenz a llover. El bosque era de im~
penetrable espesura; y all no haba vistas salvo Ja de
la detestable senda ante nosotros. Durante cinco ini~
terminables horas fuimos avanzando penosamente en
medio de atascaderos, estrujados en las zanjas, gol
peados contra los rboles, y cayendo sobre las rafces;
cada paso requera cuidado y gran esfuerzo fsico; Y.
a ms de esto. yo presenta que nuestro vergonzoso
epitafio podra ser: "arrojados de cabeza por una mula,
saltada la tapa de los sesos sobre el tronco de un Al'bol de caoba. y sepultados entre el fango de la Mon_
taa del Mico". Intentamos andar a pie, pero las ro_
cas y races eran tan resbaladizas, los atascaderos tan
hondos, y las subidas y bajadas tan difciles que nos
fu imposible continuar.

y patas arriba; l sac los pies de los estribos e inten


t resbalarse pera atrs; pero la mula rod, y le dej
debajo de la pierna izquierda, y, a no ser por sus pa~
tadas yo habra pensado que todos los huesos de su
cuerpo estaban rotos. La mula pateaba peor que l;
pero se levantaron juntos. y sin ningn dao excepto
el del tango, el cual, si antes slo eran manchas, ahora
parecia un repello en toda forma.
Avanzbamos penosamente hacia la cumbre de la
montaa, cuando, en una vuelta inesperada, nos encon_
tramos con un solitario viajero. Era un hombre alto,
de tez morena, con un sombrero de Panam de ala an_
cha, enrollada en los lados hacia an'iba; una chaqueta guatemalteca de lana listada ribeteada de abajo' pantalones cuadriculados, polaina.s de cuero, espueias y
espada; vena montado en una magnifica mula con
una silla de pico alto y las cachas de un par de pistolas de cnballera asomando en las pistoleras. Su rostro estaba cubierto de sudor y de fango' su pecho y
piernas estaban salpicadas y su costado' derecho' era
una completa encostradura' en un todo su apariencia
era terrible. Pareci sorpl:endido de eilcontrarse con
algun? en .tal ~amino; y. para nuestra sorpresa, nos
saludo ...t;'n mgles. El J1aba emprendido la marcha en
c?mpam~ de unos ameras y unos indios, pero los habla perdido en una de las vueltas de la selva, y estaba bu~calldo su camino solo. Habla atravesado la
montana por dos veces antes, pero jams la haba encontrado en }}eor estado; ya habia sido deribado dos
veces; una vez su mula rod sobre l, y por poco lo
despachrurra; y ahora ella iba tan asustada que apenas poda. lograr que ~aminara. Se ape, y la temblo~
rosa bestia y su propiO estado de agotamiento confir_
1l'aban todo cuanto l habia dicho Nos pidi aguardiente, vino, o agua, algo para reanimarse' pero des
gracia5lamente, nuestras pl:ovisiones iban 'adela~te, y
para el regresar un paso, nl pensado. Imagnese nues~
tra sorpresa, cuando, con los pies sepultados entre el
lodo, nos refiri que haba permanecido dos aos en
Guatemala "negociando" el establecimiento de un ban..co. Recin venido como estaba yo de la tierra de los
bancos, casi pens que intentaba buslarse de m' pero
l no pareca estar de humor para chanzas y pa~a be..
neficio de aquellos a quienes atae como u~a evidencia de incipiente progreso, puedo dedr que l ya tena asegurado el establecimiento cuando rod por el
fango, y que a la sazn Se encontraba en viaje rumbo
a Inglaterra para vender las acciones. Nos dijo adems, lo que mejor se avena con la escena, que Carre..
l'a haba marchado sobre San Salvador, y que diria..
mente se esperaba una batalla entre l y Morazn.
Pero ninglmo de nosotros tenfa tiempo que per..
der y separndonos, aunque algo de mala gana casi
tan precipitadamente como nos habIamos encontrado,
continuamos nuestro ascenso. A la una de la tarde.
para nuestra indecible satisfaccin, llegamos a la cima
de la montaa. Aqu encontramos un claro como de
doscientos pies de dimetro, hecho en beneficio de los
arrieros a quienes coga la noche; en diferentes lugars haba montones de cenizas y pedazos de troncos
quemados, los restos de sus fuegos. Este era el ni...
ca lugar de la montaa al cual el sol poda llegar y
aqu el suelo estaba seco; pero la vista quedaba limi..
tada por el claro.

Las mulas iban solamente con media. cal'ga, y an


as varias se inutilizaron; el ltigo no pudo hacerlas
mover; y apenas pasaba una sin caerse. De las de
nuestra partida, la ma cay primero. Juzgando que
no podra salvarla con la rienda, por un esfuerzo que
puso en tensin todos mis nervios me levant retirandome de sus lomos, y salt libre de las races y los
rboles pero no de fango; y me haba escapado de un
riesgo mayor: mi daga salida de la vaina estaba llerpendicular, con la cacha entre el fango y con un pie
. Nos apeamos y habramos merendado, pero no te..
desnudo de la hoja. MI'. Cathel'wood fu lanzado con mamas agua para beber; y. despus de unos pocos mital violencia, que por unos momentos, sintiendo el des- nutos de descanso, reanudamos nuestro viaje. El desamp31'o de nuestra condicin, me qued horrorizado censo era tan mato como la subida; r en vez de dete~
Mucho antes de esto l haba interrumpido el silencio Hernos para dejar a JtlS mulas respu:.:1l', como haban
1,ara proferir una exclamacin que pareca salir del ell~s hech~ en el ascenso, los arrieros, por lo visto, paw
fondo de su alma, que, si l hubiera sabido de esta reclan ansIOSOS de vet' en cuan corto tiempo podan
Umontaa", yo poda haber venido a Centro Amrica hacerles rodar para abajo de la montaa. En uno de
solo; en caso que yo hubiera tenido alguna tenden~ los ms fangosos desfiladeros quedamos encerrados
cia a sentirme algo orgulloso por los honores que reci- por la cna de una mula adelante y por el tropel so~
b en Belize, aqu fu humillado por este camino real bre 110501..105 d(~ todas las de atrs; y en el prmer lu_
pal a mi capital. A poco rato la mula de Agustn ca- gar adecuado, fl()S detuvimos hasta que pas toda la

carav~ma
La caut~I3; de las mulas ~ra extraordinaria.
Durante tina hora bser,v los movimientos de una que
iba adelante del l1H~ ,A' veces apoyaba la pata d adelaitte sobre una raiz 'o una piedra, y la tanteaba como
10 hara un hombre; .de cuando en cuando: sacaba las
patas delanteras ~de UQ lecho de cieno hasta Jos brazuelos, y otras veC,es' era una constante a1ternativa de
hundidas y sacadas.
.'
'

Escogimos e hic;imos excavaciones. para uso inmediato.


p~ro. el resto de nuestras provisiones se perdi.
Terminado esto, montamos, y, vade.anq.o la ci.riente, contiullamos nuestr.o descens9. Sigu~endo por una
estribacin de la montaa, salirnQs -a lin cerro, dominando la vista de \lna ext~nsa pr-ader~: Muy pronto
llegamos a una esplndida meseta, don,de una gran
partida de arrieros
viaje para Yzabal haba acampad poi' la noche. Fa'r<:tos' de ~i,l, que formaban sus
cargas s.e encontraban apilados coJ;llo una, muralla; sus
mulas pastaban tra,p.quilamente cerca de eUos, y sus
fuegos estaban ardierido para cocina.r la cena. Era
una gran satiSfaccin: el 'estar 'una V:~Z ms en campo
abierto, y ver la mort~aa, con su, espesa selva, iluminada por el sol que, declinaba grand~ y tenebroso, y
nosotros. felizmente' fuera, de ella. Con diez horas de
lamas penosa cabalgata' que yo jams hahla sUfrido,
solamente; habamos andado' 'd9C~ mil}as.

en

Este. es el gran camino real para la ciudad de Guatemala, la que siempre.' ha sido. un lugal!' de distincin
en Hisp(il1o Amrica. Casi todo el trfico de mercade~
ras de. E!Jropa pasa por all; y nuestro guia dijo que
l razn para que e$tuviese en tan malas condiciones
era porque lo atrav~ijaban tan mulas. En algunos pases esta habrfa sl~o una razn para, mejorarJo; pero
era placentero encontrar que el pueblo ante quien yo
estaba acreditado estuviese relevado de uno de los rgimes ~e contiendas en casa, y, que no se molestase
con. las complicadas cuestiones de atender a las mejoras interiores.

Al batU- de eshf meseta, entramos en una llanura


densamente arbolada, y.a los pocos minutos llegamos a
, Al ~abo de d.os horas llegamos a un turbulc'nto ro un bosquecillo de palmjaras' silvestres de singular be_
o torrente de .l~. mOllta~al espQmoso y rompindose so- lleza. Desde :Ja copa' de un elevado y desnudo tallo
bre su Jecho de pIedras, sombreado por grandes rbo- se extendan las ramas de veinte o treinta. ,pies de larles.,: Se llamaba EI.Arroyo del Muerto. Los arrieros gq, 4espregIi~d9.s~ d~sde ~l tropc~, y cayendo hacia (ueya estaoan distribuidos sobre las rocas o bajo la SOffi_ ra con .una. gr(lCIOSa comba como enormes plumaJes
Ql~a <;le los rboles, comiendo su frugal alimenfo de los' rboles estaban tan Wlidos que las encorvadas ratortil.las; las mulas estaban en, el ro, o dispe:rsas a 10 mas se juntaban, formando arcos, en alguJ?os lugares
largo de la ribera; y nosotros escogimos un rbol gran_ con tanta simetra comQ si hubi'~s.en sido artificial-de, quEt extendia sus TaI:DaS sQbre nuestras cabezas como m'en'te formados; y mientl"as caminbamos por en meun techo. y tan cel'c~ del arroyo que podamos sumer_ dio de eiIos, haba un~,. tan sol~lD:ne qui~tud y un tal
aife de de~91aci(Jh que' nos trajo a la incm9ria las cogir nuestros vaso~ entre ~l aglJa.
lumnas de un te~pl0 egipcio.
'. .,
.,.",. "
,
'..'roda la sol~,~itud! que ,fu capaz de economiZar duH~~ia,.el anoche<;~r !.legaino~ al Rancho del vIico.
rant~ el da para xp. mismo la h,aba empelado en el,
barmetro que iba sobre las ~spaldas del gua. El He Erq ,U:~a pequea c~sa, constrmda con palos y ,repevaba! adems, un pequ~o jarro blanco, con un borde l1~da ct;ln lodo. Inmediata ~ ella y. unida ppr un corojo, en el cinturn de su machete, qel cual iba l muy' bertizo techado con ralpas, haQ~ una caSa ms ~ran
de, COD&truid del inisJl1Q lnaterial,exP~'~~amf;l1~~ 'p~ra
~mio'y muy cllidadoso; Y varias veces, despus de un
el uso de los vhjerosl .. E~,ta ya se: erwol}tr~ba o'cupada
resb~ln y de una escapada 'difIcil, se volvia y levantaba el jarro <;on '~,ma sonrisa, lo cual me daba espe- por dos partid,os. pJ.;o(;~qentf.$ de, Guatem~l,a) una de
las cuales fO"Illaban el Capnigo Castillo',. ~u comranz~s c~n respec.~o aJ barmetro y, en efecto, lo haba
sostenldo sin que se quebrara; pero, por desgracia, el paliero' eclesAstlco o ~e:c'l'e~ariQ, y. 40s jvel:le.s Pavn~
azogue, no estilba bien seguro, y, todo se haba escapa- La otra la constitpa' un com~l:c.Iante fran<;~ en ~u.
do.. Era imposible repararlo en: Guatemala, y la pr_ viaje a Pa's. Mi". C. y yo ~ramos. unos. objetos de as-:'
dida de este b~rmetro fu un motivo de pesadumbre pe.cto p~ioresco.,' no. salpl~~dos,. s4I9 rpella~os cp. lo..;
dW'arite todo nuestro. vhde; porque nosotros ascendi- do des4e .la cabeza .has~.Ios PlE!Si;per~, pt:.qnto. fuimos
mos'a muchas montas. cuyas alturas jams han sido conocido.s,'y ~~Cibi~QS ~e ~9C;l8:)a co~p~ma u~a ~!Jr
dial bienvenida a c.erttto Amnca.
averiguadas:'
. Su apariencia era ta~ como par&: darme una sumaPero tuvimos otra desventura que, por de pronto; mente .favorable opinin de 'la clase de persoIias que
nos "tocaba ms de cerca. Nos sentamos en el suelo, yo hJIara en -Guatemala. El, Cannig~ _era uno de
a la moda ,turca, con Wl ~spacio vaco entre nosotros. los principales ho~bres del paIS e!I .posICln y carcAgustn coloc a nuestro frente una bien llena servi- ter y entonces se encontraba en VIaJe para La Haballeta; :Y, mientras! tombamos el agua del cristalino, na ,'en una delicada misin poltica, siendo enviado por
arroyo a nuestro, lado, un espiritu de otros tiempos lle- la Asamblea Constituyente para invitar al arzobispo
g sobre nosotros, y hablamos con desdn de los fe_ a que volvies~) . qu~en hab,iSl , sido desterrado p~r el
rrocarriles, de las ciudades"y de los hoteles; pero oh General MOl'a~an die~ aftas antes. ,El tom llar su
m.esoneros! vosotl~os fuis~eis venga,dos. Desenrolla- c~enta el hacer los h()n.~res, y puso ante nosotro~ chomos la servilleta, y la vista que ella present fu de_ colate y lo que l lla,itl6 'll, plato naci.onal", frijoles,
masiado espantosa, aun para,los nervios ms vigorosos. "judas fritas, ~on ' ,~os ;~ua1es, por.. f,?~tun~ para
Habamos preparado pan para tres .dias, huevos duros, nuestros subsigulent~$ vII:lJes, 110S "encarmamos" de
y d,s gallinas asadas para tqdo .el tiempo que pudieran una vez. Nosotros estbamos muy cansados, pero una
dUrar, Agustn habf~ oJ..v;dado la sal) pero haba pues- a~radable compala era mejor que :dormir. El canto en la servilleta un gran papel de plvora como una nigo se haba .educa~o ~n Roma, y pasado .l~ prime~'a
ancheta de su pertenencia. El papel se rompi, y el parte de su VIda en Europa; el. francs era de Pans;
pan. las gallinas y los huevos quedaron enteramente los jvenes Pavn se habian educado en Nueva York
sazonados con este nuevo condimento. Toda la be- y 1IOS sentarnos hasta una llOra avanzada, con nuestros
lleza de la escena, toda nu~stra ecuanimidad, todo ex- vestidos tiesos: d lodo, hablando de Francia, de Italia y
cepto nuestro tremendo ap~tito, nos abandon en un de la patria. .Por fin colgamos nuestras hamacas. Hainstante. Las tabernas campesinas surgieron ante bamos estado tan ocupados que no pusimos mucha
nuestra vista; y nosotros, que habamos sido tan ama~ atencin en nuestro equipaje; y <;uando ~uisimos conbIes, denostamos a Agustn y le deseamos el ms ho_ seguir un vestido para mudarnos. no pudImos hallar a
micida condimento sobre su p.ropio cuerpo. No pudi_ nuestros sirvientes, y nos vimos obligados a arrojarmos e~coger lo suficiente para satisfacer el hambre. nos a la cama com estbamos; pero COIl el satisfactoEsta c,ra, sjn duda, la manera ms inocente de probar rio sentimiento de haber pasado Ula montaa", pronto
la pJY,or:: pero todava as era una amarga pldora. nos dormimos.
..

18

"

.:'.

CAPITULO 3
UN CANONIGO. - COMO SE ASA UNA GALLINA.- ZAPATERIA IMPROVISADA - EL RIO MOTAGUA - BELLO PANORAMA - CRUZANDO EL RIO - LAS DELICIAS DEL AGUA - COSTUMBRES
PRIMITIVAS - COMO HACER TORTILLAS - MADERA VALIOSA - GUALAN .,..... CALOR OPRESIVO.
- UN TIlM.BLOR DE TIERRA - UN PASEO POR EL PUEBLO - UN ARRIERO IMPERTINENTE _.
UN PROCESO - IMPORTANTES NEGOCIACIONES - UNA MODERNA BONA DEA _ COMO CONSE.
GUIR MARIDO - UN REINO DE FLORA._ .zACAPA TRATANDO SIN CEREMONIAS AL HOSPEDADOR

Antes del ~hnanecer ya estaba yo fuera de la ca- taln, y entre el ded gordo del pie y :l que le sisa Veinte o treinta hombres, arrieros y" sirvientes, gue, ya estuvo, calzado.
estaban dormidos en el suelo cada uno boca atriba,
De 1;luevo nuestL;o camino se extHm9.e sobre una
envuelto en su negra chamarra, que' les cbi'a 'desde cOndena de elevadas montaas, .con un valle a cada 'la_
la cabeza hasta los pies. Al clarear se levantaron, do, A lo lejos se velan helnlosas ,.laderas y~rqes y
Muy p'Tanto se levant el francs), tom chocolate, 'Y~ ornamentadas con pinos y ganados pastando en ellas,
despus' de una hora de preparativos, se puso en mar- J6 qu nos haca recordar el paisaje de un par<tue incha. En seguida parti el' cannigo. El haba cru gls. A menudo presentbanse 'p3J;ajes, los cuales en
zado la montaa veinte aos antes. en su primer arri- nuesb'o pas se habl'fan escogido' como lURares para
bo al pas, y todava conservaba un pleno recuerdo de viviendas,. y embellecido, por' el arte y por el gusto. Y
sUs horrores. Parti sobre las espaldas de un indio, esta era lUla tierra de perpetuo verano; las rfagas :de
en una: silla con un alto respaldo y cubierta para invierno r,un~a llegan hasta ella; pero, a pesar de tda
protegerlo del sol. Otros tres indios lo seguan como su dulzuhl y su belleza, estaba triste 'y desolada.
conductores de relevo, y una magnfica mula para su
A las dos de la tarde comenz l 'llover; al cabo de
alivio por si se cansaba de la silla. El indio iba en- una hora aclar. y desde la elevada cordillera divisacorvado, casi doblado, pero el cannigo estaba de buen mos el Ro Motagua, uno de los ms esnlndidos en
humor fumando su cigarro, y moviendo la mano has_ Centro Amrica, movindose majestuosamente a tra~
ta perderse de vista. Los Pavones partieron por lti.. vs del valle a nuestra izquierda. Descendiendo por
mo, y nosotros .nos quedamos 50105.
un spero y precpitado:sendero, a las cuatro de)a
An no haba llegado ninguno de nuestros cria- tarde llegamos a la ribera directamente al lado opuesdos. Como a las ocho aparecieron dQs; haban dormi- to de Encuentros. Era este uno de los ms hermosos
do en un rancho inmediato, ,y los otros seguido ade- panoramas -que yo jams haba contemplado: en todo
lante coh el equipaje. Nosotros estbamos excesiva.. el derredor habia' gigantescas montaas, y ;el} ro, anmente enojados; pero, soportando como pudimos la cho y profundo, movindose por entre ellas cn la
incomodidad de nuestros vestidos tiesos de lodo, en.. fuerza de un poderoso to1'l'ente.
sillamos y emprendimos la marcha.
En la ribera opuesta estaban urras cuantas casas y
, No vimos ms de nuestra' recua de mulasj y nues~ dos o tres canoas echadas en el agua; pero ni un solo
tro arriero: del barmetro haba desaparecido sin avI'\" individuo a la vista. Por medio de fuertes gritos hiciso, dejndonos en manos de dos. substitutos.
mos llegar a un hombre a la orilla, quien entrando en
una canoa 1a puso a flote; inmediatamente fu arrasNuestro camino se extendi~ sobre una regin mon- trado lejos por la corriente; pero, .aprovechndose de
t.8.losa, pero generalmelJ.te libre de bosque: 'Y como a un reflujo del a~un, logr llevarla hasta el lugar donlas dos horas llegamos a un conjuo to de ;ranchos de DOS encontrabamos. Nue~tro equipaje, las sillas,
denominado El Poso. Uno de nuestros criados se bridas, y otros atreos de las mulas. fueron puestos a
dirigi a una choza y se ap~ como 'si estuviera en su bordo, y nos enbarcamos. Agustn sentse en la pocasa. La mujer. de la casa lo rega por no hal;Jer lle~ pa, agarrando el cabestro de una de las mulas, y c.on~
gado la noche anterior, l~ que l speramente ~os ach~_~ ducindola como a.'un pato de reclamo; pero las resc a nosotros; y era eVld.ente que estbamos en peh- tantes no estaban dispeustas a seg)lil"la. El arriero las
gro de 'perderlo a l tambin.. Pero tenamos un asun_ hizo entrar con el agua hasta el pescuezo, pero retroto de inters' ms inmediato en la falta de til desayu. cedieron a la playa. Varias veces, arrojndoles palo~
no.. Nuestro te y caf, todo 10 que nos haba queda- y piedras logr que entraran. como antes. Por lti.ri:lo
do despus de la destruccin de nuestras proyision~s se desnud, y, vadeando hasta la altura de su pecho,
por la plvora, hab pasado adelante, y por algn con una vara de dlez o doce pies de largo, logr llev~
tiempo no pudimos conseguir pada. Y aqU al prjncj las toas a flote y en ,lIDa fila al alcance de suvara.
piar nuestro viaje, encontramos una escasez de vive. Cualquiera de eUas que retrocedi~ hacia la playa,recires mayor que la que habamos haUado en ninguna ba un golpe en la nariz, y al fin toda$ fijaron la cara
regin habitada. La gente vIva exclusivamente de con direccin a la opuesta orilla; sus pequeas cabezas
tortillas -tortas planas hechas de maz molido, y, era todo lo que nosotros podamos mirar, apuntando
cocidas sobre una tartera de _barro - y frijoles ne- directaI'l1ente de t~aVsj' pero arrastpidas por la <;0gros. Agustin compr un pocp de stos, pero reque- rriente. Una fue lmpe Ida ms abaJO que las dernas;
ran varias horas, de estar en remojo ,antes de que se y, cuando vio a sus compaeras saltar en tierra, lanz~
Dudieran comer Al fin l.logr comprar una gallina, un grito de espanto y por poco se ahoga en su lucha
la atraves con una vara, y la ahum sobre el fuego, por alcanzarlas.
s:n aderezos de ninguna clase, la que, con tortillas,
Durante todo este tiempo nosotros estuvimos sen_
hara una buena comida para un sistema de dieta tados en la canoa, can el sol batiendo sobre nuestras
penitenciaria. Segn lo que nos;otros esperbamos, cabezas. En las 1timas dos horas habiamos sufrido
nuestro arriero principal no pudo arr~ncal'se del lugar; excesivamente por el calor; nuestras ropas estaban sa_
pei', como marido sumiso, envi, con el nico que ha- turadas de sudor y endurecidas por el barro, y esper_
ha quedado, un amoroso mensaje para su mujer en bamos en adelante casi cOn arrobamiento un bao en
Gualn.
el Moiagua y e~ cambio de ropa interior. Saltamos
En el momento de la partida, el sirviente que nos en tierra y nos encaminamos a. la casa en donde pasa~
quedaba dijo que no podra seguir hasta que hubiera rfamos la noche. Estaba repellada y encalada, y ahecho un par de zapatos, y nos vimos obligados es dornada con listas coloradas en forma de festones; y
peral'; pero no le tomaron mucho tiempo. Parndose al frente haba un cerco formado con largas caas, de.
sobre un cuero sin curtir. marc la medida de sus pies seis pulgadas de grueso, rajadas en dos; la apariencia
Con un pedazo de carbn. los cort COn su mache l e,
era del todo favorable. Para nuestro nlayor enfado,
les hizo los agujeros convenientes. y, pasando una ca. nuestro equipaje babia seguido adelante hasta un ran
l'rea de cuero por debajo del empeine, alrededor del cho tres leguas ms all. Nuestros arriel'os rehu-

19

saron caminar ms lejos. Nos encontrbamos desagra_


dablemente colocados, pero no queramos dejar' tan
pronto el ro Motagua. Nuestro posadero nos dijo que
su casa y todo lo que all haba estaba a nuestra dis_
posicin; pero que no poda darnos nada para comer;
y dicindole a Agustn que buscara por el pueblo, regresamos al ro. Por todas partes ]a corriente era demasiado rpida para un tranquilo bao. Llamando a
nuestro barquero, volvimos al otro lado, y a los pocos
minutos estbmos gozaildo de una ablucin, cuya de~
licia puede ser apreciada solamente por quienes, como
nosotros, h~yan cruzado la Montaa del Mico sin tirar los vestidos.
En este bao haba un goce an mayor que el de

refrescar nuestros acalorados cuerpos. Era el momento


de una dorada puesta de sol. Nos encontrbamos l11:e~
tidos hasta el cuello dentro del agua cIara como el CflStal y tranquila como la de una diminuta laguna, al
m~gen de un canal a cuYO largo la corriente Se precipitaba con la rapidez de una flecha. A cada lado haba montaas de millares de pies de elavacin, con sus
cimas alumbradas por el sol al declinar; .en. un punto
arriba de nosotros habia una choza de hOJas de palmera, y frente a ella, sentado un indio desnudo qUe. nos
contemplaba; entre tan~o bandadas de loros, de brillan
te plumaje, casi a mIllares, volaban sobre nuestras
cabezas, alcanzando nuestras palabras, Y llenando el
aire con su olamarosa burla. Era esta una de aque~las
hermos's escenas que tan rara vez ocurren en la .vIda
humana convirtiendo los sueos casi en una realidad.
Viejos como ramos, nos podamo~ hab~; vuelto ~oetas,
si no hubiera sido porque Agustln ?aJo a .la; orllla opuesta, y, con un grito que sobrepaso, al chl1lido ?e los
loros y al turbulento murmullo del no, nas Hamo para
la cena.
. cuand
IVlmos
'
Tuvimos un momento de agollla
o vo
a
nuestras ropas. Yacan extendidas so?re l~ orilla,.cual
emblemas de unoS hombres que hablan VIsto meJores
das. La puesta del sol que derramaba sobre roda una
suave y tierna brillantez, exhiba desnudas las arrugas
de fango y suciedad hacindolas repugnantes.. No t~~
oamos ms que una alternativa, y esta era el l1llos sm
ellas. Ms, como esto pareca ser un ataque a la. de~
cenoia de la vida, las levantamos Y nos las puslmos
con repugnancia. Yo no estoy seguro, como qUlera que
sea sino de que nosotros hicimos un sacrificio innece~
saro 'de nuestra personal comodidad. La decencia de
la vida es .materia de costumbres convencionales. Nues~
tro posadero era un don: y cuando le presentamos
nuestra carta nos recibi con gran dignidad en una senoin~ prenda de vestir, suelta, blanca, y m.uy corta, que
apenas le llegaba a las rodillas. El vestldo de su esposa no era menoS desahogado; algo as por el estilo de
las batas cortas y enaguas del tiempo de Maricastaa,
solamente la bata y cualquiera otra cosa que se usara
debajo regularmente ha~an falta, y su lugar estaba
substituido por un cardan de cuentas, can un~ gran
crU2l al extremo. Una docena de hombres y chIcuelos,
desnudos salvo la pequea cubierta formada por los
pantalon~s enrollados de arriba y abajo del modo ya
indicado, estaban de holgazanes cerca de la cas.a; y las
mujeres y muchaohos en tt;l extremo. de traplllo que
un cordn de cuentas pareela un vestldo completo pata el pudor.
Mr. C. y yo nos encontrbamos, ~ara la noche,. E}n
Una situacin algo embaraz'Osa. La pIeza de recepclOU
general contena tres camas hechas de fajas de cuero
entrelaZ'adas. El don ocupaba una; l nos tenia mucho que hacer para desnudar-se, pues lo poco que tena lo hizo quitndose la c,amisa. Otra cama estaba al
pe' de mi hamaca. Estaba yo dormitando, cuando
abr los ojos y vi a una muchacha como de diez y siete
aos sentada de lado sobre ella, fumndose un cigarro.
Tena atado alrededor del talle un pedazo de tela de
algodn listada que le caa hasta abajo de las rodillas;
el resto de. su traje era el mismo que la naturaleza otorga por igual a la seorita de rango y a la ms pobre
muchacha; en otras palabras, ste era el mismo que

aqul de la mujer del don con excepciil del collar


de cuentas. Al principio cre que sera algo que yo
habra evocado en mis ensueos; y al despertar, quiz
levant la cabeza, porque ella dando unas cuantas ligeras fumadas a su cigarro, Se ech una sbana de algodn sobre la cabeza y los hombros y se acost a dormir. Yo procur hacer 10 mismo. Traje a la memoria
el proverbio, que "los viajes hacen compaeros de cama a los extraos". Yo ya haba dormido en confusin
con griegos, con turcos y con rabes. Estaba principiando a viajar por un nuevo pas; era mi deber el conformarme a las costumbres de sus habitantes; estar
preparado para lo peor, y someterme con resignacin
a 10 que pudiera sobreveninne.
Como huspedes, nos fue agradable el sentir que
la familia no nos trataba como a extraos. La esposa
delldon se retir con las mismas ceremonias. Varias veces durante la noche me despert el retiir del
pedernal y del acero y vi a uno de nuestros vecinos en~
cendiendo un cigarro. A la luz del da la mujer del
don estab81 gozando de su sueo matinal. !Mientras
yo me vesta ella me dio los buenos das, Se quit la
ropa de algodn de sobre los hombros y se levant ya
vestida para el da.
Partimos temprano, y por alguna, distancia nuestro camino sigui a lo largo de las orillas del Motagua,
casi tan hermoso por la maana como a la luz de la
tarde. Al cabo de una hora principiamos a subir la es~
tribacin de una montaa; y, llegando a la cumbre, seguimos por la serrana. Esta era elevada y angosta y
por ambos lados dominaba una vista casi ilimitada que
parec,ia escogida para un efecto pintoresco. El paisaje
era grandioso, peto la tierra desierta y sin cultivo, sin
vallados, ni huertos, ni viviendas. Un~s cuantas cabezas de ganado vagaban libremente por la gran expansin, pero sin impartir ese aspecto domstico que en
otros pases acompaa a la presencia del ganado. Encontramos unos pocos indios, con sus macheies que
iban a su trabajo matutino, y a un hombre cabalgando
en una mula, con una mujer por delante, rodendole
con su brazo la cintura.
Yo iba cabalgando a la c~beza de mis compaeros,
y sobre la cima de la serrana, un poca hacia un lado
del camino, mir a una muchachita blanca, enteramente desnuda, jugando frente a un rancho. Como la
mayor parte de las gentes que encontrbamos eran indios o ladinos, su apariencia llamme 131 atencin y
me encamin hacia el rancho. . El propietario, en el
cmodo traje de nuestro posadero de Encuentros, Se estaba meciendo en Una hamaca bajo el prtico y fumndose un cigarro. A corta distancia haba un cobertivo techado con tallos y hojas de maz, llamado la
cucinera o cocina. Como siempre, mientras el don estaba recostado en su hamaca) las mujeres trabajaban.
Me dirig a la cucinera (cocina) y desmont. El
grupo se compona de la madre y de una linda nuera
como de diez y nueve aos, y de dos hijas como de
quince y diez y siete. El lector tal vez tendr curiosidad con respecto a los vestidos; pero habindole dado
ya una idea de los de esta regin, no requerir .ms
descripciones. En honor a mi visita, la madre arrebat a la nia que me haba atrado hacia el rancho,
la llev para adentro y ech sobre su cabeza una
prertila de vestir, la cual, yo creo, usan generahnente
las nias; pero. a los pocos mnutos mi pequea amiguita se desembaraz de su atavo y se bamboleaba
por ah con la prenda bajo el brazo.
Toda la familia estaba ocupada haciendo .tor.til1as.
Este es el pan. de toda la Amrica Central y de toda
la Amrica Espaola, y la nica especie que se encuentra, salvo en las ciudades principales. En un extremo de la cucinera haba una elevacin, sobre la cual
estaba un comal o tartera, descansando sobre tres
piedras, con un fuego flameante por debajo. La nuera tenia ante s una vasija de barro conteniendo maz
remojado en agua de cal para removerle la cscara; y,
poniendo un puado sobre una piedra oblonga encor~
vada para adentro, lo moli can un rodillo de piedra

20

hasta convertirlo en pasta espesa. Las muehachas 10 media hora lleg un alguacil citndome de orden del
tomaban al estar amasado, y golpendolo ligeramente alcalde. .MI'. Catrerwood, que en ese momento escon sus manos lo convertan en tortitas planas, ponindo_ taba limpiando sus pistolas, me conso16 con la amenalas sobre el comal para cocerlo. Esto se repite en ca- za de bombardear la poblacin si me ponan en la crda comida, y una gran parte de la ocupacin de las cel. El cabildo.. o casa municipal, quedaba a un
mujeres consiste en hacer tortillas
lado de la plaza. Entramos en una gran sala, uno de
Cuando lleg MI'. Catherwood las tor:l:illas ya
cuyos extremos estaba dividido por medio de una baestaban humeando, y nos detuvimos para tomar el desa- randilla de madera. Adentro estaba sentado el a~calde
yuno. Nos dieron el nico manjar delicioso que tenan. con su secretara, y afuer:a el arriero, con un grupo
caf hecho de maz tostado, el cual, en obsequio a su de individuos medio desnudos como sus sostenedores.
bondad, tomamos. Lo miSmo que yo, MI'. Catherwood Ya haba reducido su demanda a un dlar, sin duda suqued impresionado con la belleza personal de este poniendo que yo lo pagara antes de tener ninguna mogrupo familiar. Con las ventajas del traje y de la edu- lestia. No era muy honroso el ser ejecutado por un
caCon, ellas podran ser ornamentos en una culta ~C! dlar; pero le mir la cara al entrar, y resolv no paciedad; pel'o estaba decretado de Qtro,modo, y estas JO- gal'le ni un centavo. No obstante que :ro no me atuvenes muchachas seguirn haciendo todillas todo
ve a mis privilegios como diplomtko, smo que defend la accin por sus propios mritos, el alcalde fael resto de su vida.
Durante una hora larga seguimos caminando sobre ll a mi favor; despus de lo cual le mostr mi pasala cima de la montaa, entrando en seguida en un cam- porte, y l me rog entrar a la barra y me ofreci un
po ms arbolado, y a la media hora llegamos a una cigarro.
Concludo este asunto yo tena otros de mayor impuerta grande que estaba exactamente a travs del camino como una barrera de peaje. Esta era la primera portancia. El primero era alquilar las mulas, que no
seal que veamos de un lindero individual o terri~o pudieron conseguirse sino dos das despus. En seguirial y en otros pases habra formado una entrada dIg- da tena que arreglar el lavado de la ropa, lo que era
na de una regia propedad; pues el macizo cerco, con un asunto muy complicado, porque haba necesidad de
especificar qu piezas deban ser lavadas, cules plantodos sus postes y soportes, era de slida caoba. El
calor era ahora intenso. Penetramos en Un espeso bos- chadas, y cules almidonadas, y pagar separadamenque y vadeamos una impetuosa corriente en medio de te por lavado, planchado, jabn y almidn; y, por ltila cual se encontraban unos cerdos nada?;do. Inmt::- mo, trat con un sastre un par de pantalones, comdiatamente despus llegamos a una plantaclOn de COChi- prando por separado el gnero, el forro, los botones y
nilla. y pasamos por una larga senda espesame~te bOl- el hilo, poniendo el sastre por su parte las agujas y el
deada y sombreada con rboles y a~bustos, unldos has- dedal.
Por la tarde bajamos otra vez al ro, regresamos, y
ta sofocar. Salimos a un llano ablerto, sobre el cual
bata el sol con poder casi intolerable; y atravesando enseamos a Doa Bartola cmo preparar el t. Por
el llano como a las tres de la tarde entramos en Gua- entonces todo el pueblo se encontraba en conmocin
ln. Ali no haba ni un soplo de aire; las casas ~ la pleparatoria para la gran ceremonia del rezado a Santa
tierra parecan despedir calor. Yo er(taba confundIdo, Luca. En la maana temprano, los disparos de mosse me andaba la cabeza, y me sent en peli~ro de una quetes, petardos y cohetes, haban anunciado la llegainsolacin. En aquel momento hubo ,un lIgero tem- da de esta inesperada pero bienvenida visitante, una
blor de tierra. No me di cuenta de el, pero me- en- de las ms santas entre las santas del calendario, y,
contr casi subyugado por el excesivo calor y por la despus de San Antonio, la ms celebrada por el poder de hacer milagros. La subida de Morazn al poder
condensacin de la atmsfera que lo acampanaba.
Nos encaminamos a casa de Doa Bart.~la, pa~ fue sealada por una persecucin al clero: sus amigos
1'a quien tenamos una carta de recomendaclOn, y me decan que era la purificacin de un cuerpo corrompies imposible describir la satisfacoin con 9U me ano- do; sus enemigos, que era una guerra contra la moral y
j sobre una hamaca. La sombra y la qUl~tud me res- la religin. El pas se encontraba en ese tiempo plagatablecieron. por primera vez desde qUE; salImos de ~za do de sacerdotes, frailes y monjes de diferentes rdebal nos mudamos los vestidos; y tambien, por la pnme- nes. Por todas partes los edificios ms suntuosos, las
tierras mejor cultivadas. y la mayor parte de la riquera ve2J, comimos.
,
Por la tarde dimos un paseo por el pueblo. Esta z'a del pas estaban en sus manos. Muchos, sin duda,
situado sobre una meseta de piedras cO~lglutinada~ o eran buenos hombres; pero algunos usaban sus sagracompuestas, en la confluencia de dos maJestuosos 110S, das vestiduras como una capa de la bellaquera y del
vicio, y la mayor par'te eran znganos, que cosechay se encuentra circundado por una cadena de. montaas. Una calle principal, las casas de un PIS? con ban donde no haban sembrado, y vivan fastuosamenportales al frente, terminando en un~ pla~a pubhca, en te con el sudor de la frente de otros hombres. De tocuya parte prinoipal se levanta una IgleSIa grande con das maneras, y sea cual fuere la causa, la primera parportada gtica; y frente a ella, a una distan~ia de .diez o te de la administracin de MQl'azn se distingui pOl'
doce yardas, estaba una cruz como .de ve.mte ple~ de su hostilidad hada ellos como clase; y desde el Arzoaltura. Los habitantes son como diez ~ll, pllnclpal- bispo de Guatemala para abaio hasta el ms pobre
mente mestizos. Saliendo de la plaza, baJamos al Mo- fraile, todos conan peligro; algunos huyeron, otros
tagua. En la orilla estaban consb~uyendo un bote, ca fueron deportados, y muchos arrancados por la ruda
soldadesca de sus conventos e iglesias, llevados por la
IDO de cincuenta pies de largo por diez de ancho, todo
de caoba. Cerca de alli, un grupo de hombres y lnu- fuerza a los puertos y embarcados para Cuba y la
jeres vadeaban la corriente, nevando sus vestidos so- vieja Espaa, con sentencia de muerte si Volvan. El
bre la cabeza; y alrededor de un promontorio tres mu- pas qued comparativamente abandonado; muchas de
jeres se estaban baando. No hay refer.et;lcias antiguas las iglesias cayeron en ruinas; otras permanecieron, perelacionadas cu este lugar; pero la rustICIdad de la es- ro sus puertas rara vez se abran; y la prctica y el recena, las nubes, los tintes del cielo y el sol en su oca- cuerdo de sus ritos religiosos desapareca poco a poco.
so rliflejndose sohre las montaas, eran hermosos. Al CaTrera y sus indios, con los msticos ritos del catolicismo injertados sobre las supersticiones de sus anteanochecer volvimos a la casa. Exceptuando la cornn,
a de algunos millares de hormigas que ennegrecan pasados, haban adquirido una poderosa influencia solas candelas y cubran todo lo perecedero, tuvimos una bre los sentimientos del pueblo por el esfuerzo que hacan para el regreso de los rlesterrados clrigos y para
habitacin para nosotros.
el restablecimiento del poder de la iglesia. La pere~
Por la maana temprano se nos sirvi chocolate y
un pequeo bollo de pan dulce. Mientras que nos desa- grinacin de Santa Luca se consideraba como un inyunbamos lleg nuestro aniero, reiterando su deman- dicio del cambio de sentimientos y de gQbierno; como
da de ajuste y pidiendo tres dlares ms de lo debido. un preludio de la restauracin de la influencia de la
Nosotros rehusamos pagarle y se retir furioso. A la iglesia y del avivamiento de las ceremonias predilectas

21

para el. corazn de los indios. ,De. ah ,que ella haba


llamar jvenes;. pero que nO por eso re'zaban cn lUenos
sido aolaro'ada porltados los' pueblos por doriae pasaba; y fe'rvor. En algunos lugareS la gente rechazara la imaquella noche recibira las plegarias de los cristianos de putacin de estar deseosa de conseguir 'marido 'o muGualn.
jer; no as en Gualn: ellos oraban pblicamente por lo
Santa Luca gozaba' de uria peculiar popularidad que consideraban ser una bendicin. Algunos de los
por su' milagroso poder sobre JoS: afectos de los jvenes, hombres lo hacan con tapta vehemencia qUe el '~udor
porquecttalquier mozalbete que oraba pidindole una caa a grandes gotas sobre SUS rostros; .3'. nadie' pensaesposa, o cualquier muchacha que le peda un marido, ba que al orar por un marido tuvieran . que teirse. de
estaban seguros de 'obtener 10 que deseaban; y si el pe- rubor las mejillas de una modesta doncella: Yo obserticiol}ario indicaba a la santa la persona que quera, la vaba el semblante. de una, joven india, radiaht'e de enpeticin eta atendida, siempre' que tal' p'ersona no fue- tusiasmo y esperanza; y, mientras sus miradas descnra ya casada. Nada sorprendente era. pues que una saban sobre la imagen <:le 1'1 santa sus, labios se movan
santa con sos extraordinarios pod/2;res,' qe tocaban tan en oracin, nopude'nlerlos que imagin.arme que su ca'"
directamente las ms tiernas fibras de los corazones, razn se encontr,ara .lleno con el amar cte algn holgaCl'eara ~al sensacin. en un lugar en donde los senti- zn y quiz indigno; pretendieri:te.'
mientos, o mejor di'ch,; las pasiones, estn particularFue'ra de la' choza la escena era del todo diferente.
mente .inclinadas hacia el amor.'
Por ah cerca haba filas de hombres y :mujeres arroDoa Bartola nos invit para que la acompase- dilladoS, pero. ms all se encontraban desordenados
mos, y, saliendo, pasamos a visitar a Ulla su amiga; du.:. grupos de: hombres y' muchachos semidesnudos, soltanrante toda la visita, una criada se sent con la falda do cohetes y quemando fuegos artificiales. Cuando pallena de tabaco, hacendo cig.arros de doblador para uso s entre ellos, un relmpago se 'elev desde abajo de
inmediato. Era la. primera. veZ, qUe fumbamos con llljs pies, y un petardo estall tan cerca 'que la plvoSeOl'S, y, al principio, se noS haca algo ditcil el ra me chamusc; y,. mirando alrededor, 'vi salir precipedirles lumbre; pero quedamos' tan acostumbrados esa pitadamente a mi bribn ariero. Ms adelante haba
nclie que despus ya nunCa tu.vimos ningn escrpulo plirejas de jvenes, hOlubres oy mjeres, bailando a la
en hacerlo. La conversacin gir' sobre la santa y
luz de flamearites rajas de pino. En una choza, a corta
sus :milagrosos poderes; y cuando' nosotros nos decla- distarici~, estaban dos macilentas 'viejas, con grandes
rbamos algo escpticos, la criada; con aquella fami- calderas sobre atdieD1.;es fogatas,. 'mene~ndolas y sirliaridad, aunq,ue no exenta de respeto,' que existe POi' viendo el contenido con largos cucharones de madera,
todo Centro Amrica, 'nos. dijo que' era"maJo el dl,ldar, con 'apariencia de bl'ujas que repal'ten veneno en vez
qUe ella misma haba orado a la santa, y dos meses de pociones amorosas.
despus ya era casada, y con el hombre por quien oraA las die:!] de .la noche cesaron' las plegarias a la
ba, aunque en la actualidad l Xa no'se acordaba de santa y la muchep.um'9re se apart en' g{lupos y parejas,
ella, y, en efecto, l quera a otra 'muchacha.
cayendo muchas en lo' que en ingls se llarnarian fi:l'fa~
Con este incentivo, cerrand la casa, y acompa- tian.: Para nuestra comitiva Se extendi un ptaados de los nios y los criados, s~limos para rendir te a un lado de la choza, 'y todos encendimos nuestros
nuestro homenaje a la santa. El sonido d?l violn y cigarros' y nos sentartlos sobre l. Vasos hechos de peel disparo de cohetes indicahan la direccin de su tem- queas calabazas, y "llenos con el contenido de las
por'ario "domicilio. Haba establecido' su residencia en calderas con una preparacin de maz hervido endulla choza de un pobre indio de los arrabales; y durante zada con varios dulces, fueron paseando ,de boca en
algn tiempo antes de llegar a ella, encontramo-s gen- boca, tomando un sorbo cada uno y pasndold a su ve~
tes de ambos sexo~, y de todas las edades y colores, c~n cino; siguiendo estQ as, sin interrupcin, por ms de
diversidad de vestidos y desmid/2;ces, fumando y plah- Una hora. Permanecimos en el suelo' hasta despus de
calld' y. seIltads o echados en el suela: en toda clase meldia noche, y' en seguida fuimos de los primeros En
de actudes. Se abri paso a' nuestra comitiva y en- 1'("1tirarnos. En resumen, nosotros juzgamos que las
plegarias a Santa Luca deban conduc.ir al matrimotramos ell la choza.
, Esta era como' de veinte pies en cuadlo, forrada por nio; y yo no pude sino observar que, tratndose de conencima ya' los lados con' hojas de milIJa, y ll~na de una seguir marido o mujer, la mayor parte de ellos paredensa masa de mujeres y de hombres arr~d1l1ado...!. . A can dispuestos a hacer algo por s mismos;; y no dejaruri lado estaba un altar, como de cuatro ples de altura, lo iodo a merced de l santa.
cubierto con una limpia tela blanca d algodn. Sobre
ef altar haba una armazn, con tres elevaciones, pa~
El da siguiente fue excesivamente caluroso, y nosrecidas a un florero, y encima de ellas una caja, que otros permanecimos en casa.. Por la tarde visitamos al
contena una mueca gtande d ceta, vestida de seda padre. quien' acababa de regl'esar de un pueblo inazul y ornamentada con lminas de oro, lentejuelas y mediat. Era l mn hombre gordo y de baja estatura; y
flores artificiales; Esta era Santa Luca. An-iba de tena puesto W1 gorro blanco de dormir, una chaqueta H---Ja cabeza tena un dosel de tela roja de algodn, sobre sada d azul,' y pantalones blancos, y lo encontramos lUeel cual estaba. blasonada una cruz bordada en oro. A
ciedose en un hamaca y fumndose un cigarro; Tena.
la' derecha estaba una silla' de manos" adornada con te- una gran f.amilia de mujeres y nios; pero con respecto
la roja y lminas de oro, que :constitua el equipo ?e a las "elaciones en que ellos ~staban hacia l, la g~mte
viaje de la santa; e inmediatos a ella estaban unos ~n se contradeca. El nos dio ms informes de los que
dios en traje semisacerdotal, sobre cuyos hombres VIa- hasta aqu habamos podido obtener con respetco al
jaba; festones de naranja pendan ~el techo,,,,y los rl!- pas y particularmente relativos a Copn, ciudad en
dos pilares estaban envueltos 'en hOjas de cana de azu- ruinas que desebamos visitar. Estaba familiarizado
cal'. Al pie del altar haba un petate, sobre el cual ju- con la historia de los indios y comprenda perfectamengaban muchachas y muchachos; y un pequenuelo co- te el carcter de la raza actual; y, respondiendo, a nuesrno de seis aos de edad, ataviado con el pintoresco tra- tra pregunta de si todos ellos eran cristianos, dijo que
je de un sombrero de paja, 'y con sto nada ms, esta- eran devotos y religiosos, y que, tenan sumo respeto
ba frescam'ente inspeccionando a la multitud.
hacia los sacerdotes y los santos Dicho esto Se sujet
La ceremonia del rezo ya haba principiado, y la los deceidos pantalones y encendi: otro cigarro. N osmsica de un tambor; un violn y un pito, bajo ,la di- otros podramos habernos sonredo de su idea al conreccin de un indio maestro de ceremonias, ahogaba el fundir su confortable figura con los santos; pero tena
sonido de las voces. Doa Bartola, que era viuda, y
l tan buen sentido y bueno~ sentimientos que no nos
l3s otras seoras de nuestra compaa, Se arrodillaron; sen~imos inclinados a contradecirle.
y, encomendndome a sus oracioes, yo miraba sin haA la maana siguiente neg nuestro arriero, pero,
cer nada por m mismo, pero estudiaba atentamente las por causa de alguna equivocacin, no tena suficientes
caras de los que me rodeaban. All haba algunos de mulas para conducir todo nuestro equipaje, En vez
ambos sexos a quienes estridtamente no se les podra de aguardarlo, partimos sin l, dejndole parte de nues-

22

b'o bagaje p~ra que nos lo codujese a Zaca.pI: al da si-:


guiente,
Saliendo de Gualn tenamos a nuestra derecha el
Ro Motagua, el cual ahora ya era nuestro amigo, y
ms ,all la gran. cordillera de montaas de Vera Paz,
de seis a ocho mil pies de elevacin, Al c.abo de una
hora comenzamos el ascenso, Pronto nos encontramos
en un campo de flores; los arbustos y mal.orrales esta
ban vestidos de prplira y de ,rojo; y sobre las faldas
de la montaa, y en los banancos que bajaban hasta el
ro, en las ms extraas posiciones, haba grandes rboles tal! -cubiertos de l'OjO que parecian ua sola nOl
En tres horas descendimos d nuestra elevada_montaa,
y llegamos' una vez ms a la o:dlla del ro, donde ste
corra velozmente, y"en algunos lugares rompindose
en rau,dales. , Seguimos caminando como una hora, elevndonos otr~ ve2J varios millares depies. A las des
de la tarde llegamos 'al pueblo de San Pablo, situadq_soblC 'una elevada meseta, mirando hacia el ro, can su
pel'spe.ctiva limttada por las mor(taas de Vera Paz. La
iglesia ~staba si.tuada en la entrada del pueblo, Salta
mas nuestras mulas para que pastaran y tomamos nuestra comida en el portal El'a: esta una Qella posicin. y
dos cascadas. brillantes como regueros de plata sobre la
falda de la montafia en lontananza. nos trajeron a la
memoria las cascadas de Suiza,
Por' medio del alcalde conseguimos un gua pal'a
conducirns a Zacapa; y, reanudando nuestra jornada,
dutante dos horas ms tuvimos a nuestra derecha la
misma vasta extensin. El sol estaba nublado, pero
ocasionalmente apareCa y alumbraba las faldas' de la!?
montaas, mientras las cimas se encontraban 'cubiertas
de Dupes, A las cuatro de~]~ tarde tuvimos una vi~'ta
lejana del gran llano' de Zacapa, limitado hacia el lado
opuesto por un cinturn tringular de montaas, a cuyo
pie estaba situ~da la. ciudad, I?escendimos y cruzamos
la planicie que estaba velde y bIen cultivada; y vadeando una corriente, subimos por una spera ribera y entrall10S en la poblacin.
, Esta' era con mucho la mejor que habamos visto,
Las calles estaban 'bien ordenadas y las casas repelladas
y blanqeadas, con grandes ventanas con balcones y ca
rredores, ~a iglesia- ~ra d doscientos cincuenta pies,

de largo, con;ll1u.'os de diez pies de esposor y una sas.1~el"a, y el otro e~taba destechado, En una 'esquina ha-

bla W1 campanallo, formado por cuab. rudos troncos


de rboles que soportaban un puntiagudo techo cubier-

to con tejas. D'os campanas estaban suspendida de una


tosca viga; y, cuando pasbamos, un indio medio desnudo se encontraba parado sobre una plataforma en la
parte inferior. llamando a vsperas,
Nos encamina.mos a casa de don Mariano Duarte
una de las ms grandes y mejores del lugar como d~
cien pies de frente, y con un corredor que s~ extenda
a todo ellal'go, pavimentado con piedras cuadl.. adas. La
puerta fue abjer:ta ~or U!1. negro de. ,santo Domingo, de
lcspetable aparIenCIa, qUIen nos dIJO, en francs que
el Sr, Duarte se encontraba ausente~ pero que la caSa estaba a Iiuestra disposicin; y dando la vuelta a' Una
porte cohere al c{)stado, nos dio entrada a un amplio patio ornamentado con. rbles y flores en uno de
cuyos lados haba una cabellera o estable. DejajI)),OS nuestras mulas en manos de los criados, y entramos en la' sala o saln de recepcin que ocupaba ca"":
si todo el frente, con grandes ventanas que llegaban hasta: el piso y balcones' de hierro. amueblada can mesas.
un armado europeo y sUlas, Dql centro de la. sala y de
las ventanas pendan jaulas, primorosamente hechas y
doradas, conteniendo 'bellos pjaros cantores del pas.
y dos preciosos canarios.de La Habana, Et'a esta la
residencia de dos hermanos solteros, quienes, condolidos de las necesidac;ies de los viajero$ en un pas enteramente destituido d~ hoteles, mantenan siempre lila
puerta abierta para SU comodidad,' Tenamos candelas
encendidas. y estbamos como en nuestra casa, ME!
hallaba yo sentado 'ente a una mesa escribiendo, cuando oimos afuera el tropel de unas mulas, 'y entr un
caballero, se quit la espada y las espuelas, y puso sus
pistolas sobre la mesa. Suponiendo que sera un viajero como nosotros, le rogu que se sentara; y cuando
se sirvi la cena, le invit parq acompaaxnos. No fu
sino hasta la hora de dormir cuando supimos que est~
barnoa haciendo los honores a uno de los dueos de la
casa, El debe haber pensado que nosotros ramos muy
fros, pero yo me lisonjeo que na tendra l'azn para
quejarse de ninguna falta de aten.cin,

. CAPITULO 4
COMPRANDO UNA BRIDA.~UNA ESCUELA y SUS REGLAMENTOS.~CQNVERSACIONQON UN INDIO,~TRADUCCIONESPA1\10LA DE "EL ESPIA"._CffiQUIlfULA_UNA, IGLESIA EN RUlNAS.-UN
VETERANO DEL IMPERIO FRANCES.-SAN ESTEBAN.-UNA TIERRA DE MONTA1\1AS.-LANCE CON
UN ARRIERO.-UN PUEBLO DESIERTO.-RUDO ASAV.rO.-ARRESTO.'-PRlSION.-LmERTAD:

Al da siguiente nos vimos obligados a esperar a


nuestro arriero. Nuestro gua de la noche anterior se
haba robado una de nuestras bridas; y aqu encontramos el principio de una molestia que nos acompa
por todo Centro Amrica, por la dificultad de comprar
alglina cosa ya hecha. Haba un herrero que tena un
freno a medio hacer, perono tenia el carbn suficiente para terminarlo. Afortunadamente, dw'ante el da
lleg un indio con una carga, y el freno qued concluido La cabezada se la 'compramos a un talabarte10, :1 las riendas, que ern de cuero trenzado como la
punta de un chicote, fuimos bastante afortunados de
obtenerlas ya hechas, La llegada del carbiI facilit
al herrero el proveernos de un par de espuelas,
En acapa por primera vez, vimos una casa para
<'scula. Era sta un edificio de aspecto respetable,
con columnas aL frente, y pegado a la pared un gran
cartel, encabezado asi:
j

"lel'. Decurin (un estmliaute que estaba al cuidado de


(Uez de sus compael'o~). 29 DecurIn".

MONITOR, &0.
"Reglamento interior para el buen gobierno de la
escuela de pl'mel'as letras de esta poblaciD, que debe
ser observado f.'stl'ictamente por todos los nios que
la componen"! &c;,

Con una larga lista de complicados artculos, der.iarando los premios y castigos. La escuela para cuyo
gobierno se haban dado estos reglamentos, se compona de cinco muchachos. dos adems de los decuriones y el monitor. Era casi medio da, y el maestro,
que era secretario del ALCALDE an no haba
aparecido. Los nicos libros que yo v fueron un devocionario catlico y una traduccin del ESPIRITU
DE LAS LEYES de Montesquieu, Los muchachos eran
chicuelos bien pal'ecidos, medio blancos; y con uno
tic ellos hicimos un ensayo de sumar, y despus de
escdtura, en el que se mostr muy adelantado. escfi,biendo en espaol, con una letra que no }Joda ser
confundida, "Deme un real",
Nos encontrbamos algo indecisos SObl'C lo que

deberamos hacer, pero en la tarde nuestro hospedador llam a un indio con el propsito de facilitarnos
la hechura de un vocabulario de palabras indgenas.
La primera pregunta que le hice fu el nombre de
Dios, a la cual respondi, SANTISIMA TRINIDAD.
Por medio de nuestro hospedador le expliqu que
yo no deseaba el nombre en espaol, sino en lengua
indigena, y contest como antes, SANTISIMA TRINIDAD o DIOS Formul mi pregunta de diferentes
modos, pero no pude obtener otra respuesta. El pe!'tenecia a una tribu llamada CHINAUTE, y la inferencia fu, que, o ellos nunca haban tenido conocimiento de algn Gran Espritu que gobierno y dirige el
universo, o que haban sufrido tan completo cambio
en materia de religin que haban olvidado su propio
nombre para la Divinidad.
Por la tarde la poblacin se puso en movimiento
con la llegada de un destacamento de soldados de Can'era, que se dirigia a Yzahal para recibir y escol.tar
Un compra de mosquetes. La casa de nuestro amIgo
era un punto de reunin para los residentes, y, como
de costumbre, la conversacin gir sobre el estado revolucionario del pas. Algunos de ellos, tan pronto
como supieron mi carcter oficial. se mostraban inquietos por mi da directa a San Salvador, el cuartel
general de Morazn o del partido federal, y me aseguraban que el camino para Guatemala se encontraba
ocupado por las tropas de Carrera, siendo peligroso el
basar por ~l. Yo conoca demasiado el efecto del esuritu partidarista para prestar implcita fe a lo que
los partidarios me decan y procuraba . da~ otro
giro a la conversacin. Nuestro hospedero me pregunt si haba~mos t~nido algunas guerr~s dn mi pas,
diciendo que el sabIa que habamos tenIdo una revolucin porque baba ledo LA HISTORIA DE LA REVOLUCION DE LOS ESTADOS UNIDOS DF.L NORTE
en cuatro tomos, en la que el General Washington
apareca bajo el nombre de Harper, y. J~ck Lawton y
el DI' Sitgreaves eran dos de los prmclpales personajes; de donde yo deduce~ lo que talvez ser. p.uevo
para algunos de mis lectores, que en la traducCIOn esnaola del cuento de "El ESPa" se llama HISTORIA
DE LA REVOLUCION AMERICANA.
Nuestro arriero no apareci sino hasta el da siguiente fuera de tiempo. . ~[ientras t~nto, yo !t,aba tenidt1 oportunidad de adqUIrIr mucha Informac1 0n aperf'.a de los caminos y del estado del pas; y, estando sa1isfecho aUe. en lo relativo a mi misin, no era necesario proseguir inmediatamente para Guatemala y, en
efecto, que era mejor esperar un poco y ver el resultado de las convulsiones que por entonces perturbaban
al pas, determinamos visitar Copn. Esta se encontraba enteramente fuera de la ruta, y, aunque a una
distancia de pocos das de camino en una regin del
pas poco conocida, aun en Zacapa: per? nuestro arriero dijo que l conoca el camino, e~zo un contrato
nara conducirnos all en tres das, arreglando de antemano las d-lferentes jornadas, y desde all directamente a Guatemala.
A las siete de la maana siguiente partimos. Aunque nuestro equipaje estaba mal empacado para viajar
a lomo de mula sobre un pas montaoso _difcil para
cargarlo y fcil de caer;- y, para cuidar de esto, no
tenamos sino un par de espuelas entre los dos. En una
hora vadeamos el Motagua, todava un ancho ro. profundo y con una rpida. corriente; y el salir de all
con los pies y las piernas mojadas disminuy en algo
la pesadumbre con que nos despedimos por algn tiempo del hermoso ro. Durante una hora larga continuamos sobre el llano de Zacapa, cultivado para maz
y cochinilla, y dividido por setos de arbustos y cactus. Ms adelante, el terreno se torn quebrado, rido y estril, y muy pronto comenzamos el ascenso de
una escarpada montaa. A las dos horas llegamos a
la cumbre, a tres o cuatro mil pies de elevacin, y,
mirando hacia atrs tuvimos una hermosa perspectva dei llano y del pueblo de Zacapa. Atravesamos la

serrana, llegamos a una alta y precipitada estribacin, y muy pronto divisamos ante nosotros otro extenso llano, y, all a 10 dejos, la poblacin de Chiquimula, con su gigantesca iglesia A cada lado haba
inmensos barrancos, y las alturas opuestas se encontraban cubiertas con mimosas de color rosa y plido.
Descendamos por una larga y serpenteante vereda, y
negamos a la planicie, sobre la cual crecan el maz,
la cochinilla y el pltano. Una vez ms vadeando una
c01:riente, subimos a la orilla y a las dos de la tarde
entramos a Chiquimula, al cabecera del departamento
del mismo nombre. En el centro de la plaza haba
una hermosa fuente, sombreada por palmeras, en la
que las mujeres llenaban sus cntaros, y a los lados
estaban la iglesia y el CABILDO. En una esquina
habia una casa, hacia la cual fuimos atrados por la
apariencia de una mujer en la puerta. Yo puedo llamarle dama, porque vesta una bata no abierta por
detrs, zapatos y mdeias, y tena una cara interesante,
morena, y de cejas primorosamente dibujadas. Para
realzar el efecto de su apariencia, ello nos <li una cordial bienvenida a su casa, y a 105 pocos minutos se
amontonaba bajo el cobertizo nuestro variado equipaje.
Despus de una ligera meriE!nda tomamos nuestras
armas de fuego, y, encaminndonos hacia abajo hasta
la orilla de la meseta, vimos, lo que nos habia llamado la atencin desde una gran distancia: una gigantesca iglesia en ruinas. Tena setenticinco pies de frente y doscientos cincuenta de fondo, siendo los muros
de diez pies de espesor. La fachada estaba adornada
con ornamenos e imgenes de santos, ms grandes que
lo natural. El techo se haba cado, y en el interior
haba grandes masas de piedra y argamasa, y una espes vegetacin de rboles. Fu edificada, por los espaoles en el sitio del antiguo pueblo indgena; pero
habiendo sido dos veces destrozada por los terremotos, sus habitantes la abandonaron, edificando el puecblo donde ahora existe. El pueblo arruinado se utilazaba actualmente como CAMPO SANTO, o cementerio; adentro de la iglesia se encontraban las
tumbas de los principales habitantes y, en los nichos
del muro estaban los restos de los sacerdotes y monjes, con sus nombres escritos abajo. Del lado de afue~
ra estaban las tumbas de la gente comn, desatendidas y descuidadas, con las angarillas de palos amarrados que habian llevado el cuerpo a la sepultura colocadas encima: y ligeramente cubiertas con tierra. Los
cuerpos se haban podrido, la tierra estaba hundida y
los sepulcros abiertos En derredor de esta escena de
desolacin y muerte, la naturaleza se encontraba excesivamente bella; el campo estaba cubierto de flores, y
los loros en cada rbol o arbusto, volando en bandadas sobre nuestras cabezas, jugueteando en alegria
de colores. con insensato parloteo perturbaban el silencio de la tumba.
Regresamos a la poblacin y encontramos como a
mil doscientos soldados formados en la plaza para la
revista de la tarde. Su aspecto era feroz como de bandidos, y sentase alivio al ver a los reos atisbando por
las rejas de la crcel, y andando encadenados por la
plaza, pues esto daba una idea que algunas veces los
crmenes se castigaban. Con toda su ferocidad de apariencia, los oficiales, montados sobre mulas cerreras
o caballos muy pequeos, casi ocultos por el mantilln
y la armadura, gastaban un aire rayano en herosmo
falso. Mientras nosotros los mirbamos, el General
Cscara. comanda.nte del departamento, lleg a las fiJas a caballo, acompaado de un asistente. El era un
italiano, de ms de sesenta afias. que haba servido bjo
ls rdenes de Napolen en Italia, y que a la cada del
emperador habia hudo a Centro Amrica. Desterrado
por Morazn, despus de ocho aos de ostracismo, hada poco tiempo que haba regresado al pas habiendo sido designado seis meses antes para esta comandancia. Era plido como un muerto. y evidentemente
delicado de salud; y no pude sino pensar en que, si los

24

Iecuerdos de la pompa de la guerra a las rdenes del mas seguirle. A las ouce alcanzamos la umbre de la
emperador cruzaban siempre por su imaginacin, l montaa, y, mirando l}acia atrs vimos a gl'an dis....
tancia, y a lo lejos abajo de nosotros la poblacin de
debera abochol'narse de su descalzo destacamento.
Regres a su domicilio, adonde nosotros le segui- Chiquimula; a la derecha, arriba del' valle el pueblo
mos y le presentamos nuestro pasaporte. Lo mismo de Santa Elena; y, elevndOSe sobre unas c~antas choque el comandante de Yzabal, pareca descontento, y zas de paja, otra gigantesca y destechada iglesia. A
habl mucho de la perturbada condicin del pas. No cada lado haba montaas todava ms elevadas que
estaba satisfecho, adems, con la ruta que yo pensa- la nuestra, algunas sublimes y ttricas, con sus cimas
ba tomar; y aunque le dije que era nicamente para sepultadas en las nubes; otras en forma de conos y pi~
visitar las l'uinas de Copn, se encontraba evidente_ rmides, oan salvajes y 'fantsticas que parecan reto....
mente receloso de que yo intentara ir a San Salvador zando con los cielos, y yo casi deseaba tener alas para
a presentar mis credenciales al gobierno federal. Sin volar y descansar sobre sus cimas. Aqu, sobre altuembargo, vis el pasaporte como yo lo queria; aunque ras en apariencia inaccesibles, vimos la solitaria chodespus que salimos, llam a Agustn y le interrog za de Un junco, con su MILPA o pedazo de terreno
minuciosamente con respecto a nuestros propsitos. sembrado de maz. Las nubes Se condesaron alreYo estaba indignado, pero demor mis sentimientos en dedor de las montaas, y durante una hora caminamos
consideracin a la trastornada situacin del pais, y a bajo la lluvia; cuando reapareci el sol divisamos las
la partida de vida o muerte que por entonces se juga- cumbres de los cerros todava elevndose sobre noso~
ba en todo el territorio.
tras, y, a nuestra derecha, all abajo a lo lejos, un
Volvimos a la casa con la interesante seora que profundo valle. Descendimos y lo hallamos ms annos di la bienvenida en ella. An no sabamos si era gosto y ms bello que ninguno de los que habiamos
SEORA o SEORITA; Pero, desafortunadamente, visto circundado por filas de montaas de varios miencontramos que un hombre que suponamos ser su les de pies de elevacin, y teniendo a su izquierda
padre; era su esposo. Cuando la interrogamos acerca Una extensin de extraordinaria hermosura, con un
de un simptico muchacho de diez aos de edad, que rojo terreno de piedra arenisca, sin ningn arbusto ni
~unusimos que era su hermano. nos respondi, HES
maleza, y cubierto de pinos gigantescos. Al frente,
MIO"; y, como si estuviese decretando que el en... elevndose por encima de las miserables chozas de' la
canto de su apariencia se interrumpiera. cuando, de aldea, y en apariencia montada sobre el) valle, estaba
ncuerdo con las re:{las de cortesa, le ofrec para que la enorme iglesia de San Juan de la Ermita, recordnescogiera un cigarro y un PURO acept el segundo. dome la iglesia de San Juan en 'el desierto de Judea,
Pero haca tanto tiempG que YO no haba visto una pero en situacin an ms hermosa. A las dos de la
mujer que fuera del todo atractiva. y su rostro era tan tarde atravesamos la corriente y entramos en la aldea.
jnteresante. sus modales tan bondadosos, su voz tan Enfrente de la iglesia el arriero nos dijo que el da de
dulce. las palabras espaolas fluian tan perfectamente trabajo haba terminado, pero, con todas nuestras fade sus labios, y su bata la tena tan bien tallda por tigas, habramos hecro solamente quince millas, y no
rl.otrR.q que a nesar del muchacho de diez abas y del estbamos dispuestos a parar tan pronto. La excesiVa
belleza del lugar pudo habernos tentado, pero la nica
PURO, me adher a mis primeras impresiones.
A la maana siguiente nos levantamos temprano. choza bien repellada se. encontraba ocupada por una
banda de rufianes y soldados, y seguimos adelante.
NU~. ;:tl':t intpre;::mtl'" hospedadofa y su paternal mar-ido
se haban levantado con tiempo para atendernos. :;H'u- El arriero nos sigui echando pestes y desahogaba su
b;era s'do una ofensa a las leyes de la hospitalidad rencor azotando a las mulas. De nuevo cruzamos la
el ofre{'erles dinero; pero Mr. C. le dio al muchacho corriente, y, siguiendo yalle arriba a lo largo del seco
un cort:toTumas. y yo puse en el dpdn dl" la Rli:'ORA lecho, que presentaba seales de la inundacin que 10
un anillo de oro, con la inscripcin 'Souvenir d' anegaba en la estacin lluviosa, en una hora lo atra....
amiti". Estaba en francs. y su esposo no pudo en_ vesamos meda docena de veces. Pesadas nubes des..
cansaban sobre los cerros, y nos llovi otra vez. A
tenderla. y desgraciadamente, ella tampoco.
A las siete de la maana emprendimos la mar- las cuatro de la tarde divisamos sobre una elevada
cha Pasando por la iglesia en ruinas y la antigua meseta el pueblo deHACOTA..N, con otra enorme
pohlacin caminamos sobre un frtil valle tan bien iglesia. De acuerdo con la ruta convenida con el acultivado con maz que' l nos di la clave de la pre- rriero, este debia ser el final de nuestra primera jor.....
gunta del muchacho: que si hablamos llegado a Chl- nada. Se nos haba advertido que el CURA poda
ouimula a comprar maz. A una legua de distancia darnos mucha informacin acerca de las ruinas de Collegamos al pueblo de San Esteban. donde en medio PW1, y le dijimos que atravesara el pueblo y se de!u....
de una miserable coleccin de chozas techadas con viera all; pero l no quiso, y arreando las m~las, anara.ia. se hallaba una gigantesca iglesia como la de di que as como nosotros no habamos quendo parar
Chiquimula, sin techo. y convertida er{ ruinas. Nos cuando l lo deseaba, ahora no se detendria por naso....
encontrbamos ahora en una regin que hapia sido tros. Yo no pude hacer andar a mi mula' ms de lo
azotara por la guerra civil. Un afio antes el pueblo natural, e, incapaz de alcanzarlo, salt a tierra y corr
tras l a pie. Accidentalmel)..te l.lev la ,mano a m.i~
haba sido desolado por las tropas de Morazn.
Pasando la poblacin, Ilegamos a la orilla de un pistolas para asegUf\arlas en el cmto, y el r.etrocedlO
arroyo, dividido en algunos lugares en ramales para desenvainando su MACHETE. Tuvimos una dishTigar 'a tierra: y hacia el otro lado del arroyo se en- cusin. Dijo l que si nos bamos all, no podramos
yO, se encontraba una cadena de elevadas montaas. llegar a Copn al siguiente da, asi que, deseando eviSiguiendo a lo largo de l, encontramos a un indio, tar un conflicto, y no queriendo dejarle excusa para
quien inform a nuestro arirero que el CAMINO REAL faltar, seguimos adelante.
A las seis de la tarde nos elevbamos sobre una
para Copn quedado del otro lado del rio, y a travs de montaas. Regresamos y vadeamos la corrien- hermosa meseta en la que Se encontraba otra gigan....
te; una gran parte del lecho estaba seco, y caminamos tesca iglesia. Era la sptima que habamos visto en
a 10 largo de l por algn tiempo, pero no pudimos aquel da y llegando a ellas en una regin desolada,
encontrar un paso que nos guiase a la montaa. Por y por sen'de~os de montaa que manos humanas nun.....
fin descubrimos uno, pero result ser una senda de ca intentaron mejorar, su colosal grandeza y suntuoganado, y andorreamos por ms de una hora antes de sidad era alarmante y daba la evidencia de un pueblo
dar con el CAMINO REAL; Y este real camino era, que retroceda yi expiraba. 'Esta se ergua en un paapenas un rastro por el que una sola mula poda tre~ raje ms desolado que ninguno de los, que ya. habfE!;mos
par. Era evidente que nuestro arriero no conoca el visto. La yerba estaba verde, el cesped sIn senales
camino, y la regin en que bamos entrando era tan ni siquiera del paso de una mula, no se divis:Ol~a un
de sierta que tuvimos algunas dudas sobre si debera... serl humano, y ni en las rejas de la crcel habla a1-

25

guien mfrndonos tras ella. Era st, en fecto, la


imagen de un pueblQ. desierto. Nos dirigimos al CABIllDO, cuya puerta se encontraba c.errada y el ~~
portal empalizado, 'probablemente para evitar la entrada del ganado disperso. Arrancamos la cerradura,
rompimos la puerta para abrirla, y descagando las mulas mandamos a Agustn en busca de vveres y orr:aje. Al cabo de media hora regreso con un huevo,
que fue .todo 10 qu :pu"do; conseguir~ ,pel'o l haba
excitado al ,pueblo, y; el ALCALDE un indio con
bastn de pomo de plata, y varios alguaciles con largas y delgadas varas o inSignias de autorid~d, llega-o
ron a examinarnos. Nosotris les mostramos nuestro
pasaporte. y les dijimos adonde ibamos. a lo cual, con
su caracteristica y habitual indiferencia, no manifes-"
taran' sorpresa. "' No pudieron leer .el pasapOrte, pero
examinaron el sello y. nos lo devolvieron; Les pedimos que nos proporcionaran huevos, gallinas, leche,.
etc., a "todo: lo cual ,contestaban, lo que ~.despus nos
fue muy familiar," UNO HAY" Y a los pocos minutos se retiraron dejndonos al cuidado de :nosotros
I

mismos.

'

El cabildo tenia como ,cuarenta pies de largo pOl


veinte de ancho, con paredes enyesadas; su mobiliario se compona de una mesa larga y dos bancos de
alto respaldo, y el a]~alde nos envi un 'jarro de agua.
Denostamos al arriero por, detenerse en un lugar donde no podlamos conseguir nada p~ra comer, y coro'"
pusimos nq,estra <ntida:y cena: :con pan y chocolate,
teniendo cuidado de no darre, a l nada; Habla clavos en: las pa:redes para colgar las ,hamacas, 'y al ano':'"
checer nos preparamos pata dormir. Mr. C. estaba: en:
su hamaca, ,y 'yo' me encontraba medio tlesvestido,
cuando 'la puerta fu repentin~l1nente abierta con vio~
lencia, y velntichico o treinta hombres se pi"eCipitaron
al interiorr, 'el alcalde, los "alguaciles, soldados, indIos
y mestizos, individuos trapientos y; de aspecto feroz,
armados: COn 'varas de servicio, espadas, garrotes, mosquetes y MACHETES y con rajas de pino encendida.s. A la cabeza de ellos estaba un o~icial: como de
veintiocho a treinta aos de edad, Con sombrero gla~eado y espada; y'de expresin inteligente y malvada,
quien: ms tarde supimos que era capitn de! una de
una! de las compaias de Carrera,. El alcalde evidentemente estab ebrie, y dijo que quera ver mi pasaporte otra ve~.' S lo d y l lo puso en manos del
joven: oficil, quien lo exan'lin'y dijo que na era v....;
!ido. Mientras tanto Mt Catherw<iod y' yo nos< habiamas vestido: '.y 'no era muy versado en la lengua. espaola; y, por niedio de Agustn, manifest mi carc...
ter Qficia), sealando espedalJnEmte la autrizaci6n
del Comandante Peol y del General Cscara. El no
prest atencin a mis explicaciones; el alealae dijo
que ya antes haba visto Un pasaporte, y que estaba
impresO, y ef!. un ,pequeo pedazo de pape~ no ms
grande" que su mano~ mientras que el mIo era el que
me haba ddo el gobierno en tina"hoja'en cuarto. A
rits de esto, elloS dij~l:on' <i.'4e el sello del General
Cscara era s610 del departamento de Chquimula, y
que ste debia ser el del Estado de Guatimala. yo
hice todo lo posible para demostrar la insuficiencia de
estas 'objeciones; mas; despus de una acalorada discusin, el joven nos manifest que no proseguiramos
nuestro 'viaje, sino que deberamos quedarnos en Comotn hasta que. se pudieran enviar infrmes a Chiquimu18, y se recibiesen rdenes - de' aquella plaza.
Nosotros no estbamos dispuestos a permanecer en tales inanos; los amenazamos can las consecuencias de
poner obstcuJg5 en nuestro camino: y por ltimo dije
yo' que, antes qUe ser detenido all' con prdida de
tiempo, abandonaria ppr cOIp.pleto mi viaje a Copn,
y regresara por el cmino por donde haba llegado;
pero ambos, el oficial y el alcalde, dijeron perentoriamente qu~ no saldriamos de Comotn.
En seguida el joven :rrte'dijo que le entregara mi
pasaporte. Le respond que' el pasaporte me haba
sido' dado por mi propio gobiern.o; que l evidenciaba
I

26

mi carcter oficial, necesario para mi seguridad persona] y que yo no lo entregara. Mi. Catherwool hi;..
zo una docta exposicin de- las' leyes internacionales,
de los privilegios de un embajador, y\ del peligro que
podra acarrearles la venganza del gobierno DEL NORTE Jo cual yo sostuve "con algn calo!', pero todo
fue intil-o Por' fin yo le dije una vez ms que no le
entregara mi pasaporte, pero 'le' ofrec llevarlo yo
mismo, bajo la' custodia de soldados, a Chiquimula, o
a cualquier otri parte qUe" quisieran enviarlo; l respondi on, insolencia que nosotros no iramos a Chi:....
quimula ni 'a ningn: otro lugar; ha para adelante ni
para 'atrs; que 'deberlamos permanecer donde estbamos y entregar el pasaporte. Reconociendo que los
argumentos y las objeciones eran ineficaces, coloqu
el' paPel deoajo de rtJ.i. chaleco, me abo"ton "bien -la
chaqueta en -medio del lechal y le dije que dber.a
tomarlo por la :fuerza; y' el oficial con Un destello de
satisfacin que cruz por su villano rostro, respondi
que a'si lo haria. Yo aad que, eu.alquiera que fue~
ra el :re~ultado inmediato, a la postre sera fatal para
ellOs; a lo q~e' contest, "COJ1. desprecio, que eUos correran el riesgo. Durante todo' ese tiempo, la banda
de cobardes rufiane~ estuvo con las manos en la em....
puad"ura de sus espadas y machetes, y dos bribones
con aspecto de asesinos sentados sobre un banco oon
sus mosquetes ontra el hombro,' y la boca de sus caones' apuntndome a tres pies de distancia del pe:...
cho. Si' hubiramos tenido ms tiempo- de estar en
e' lpafs habramos estado' ms alarmads; pero como
todava no coriocamos el carcter sanguinario del pue--blo" .y. todos' los procedimientos eran tan ofensivos
e insultantes, sublevaron nuestra Indignacin ms que
nuestros temores. Agustn, quien, desde que haba
sufrido una herida de machet~ eh la cabeza, que no
lo mat~ era' siempre belicoso, trie suplicaba en francs que ordenase el hacer fuego, dicindome que una
descarga los dispersara a, todos. 'l'eniatnos once cargas,' todas seguras; estbamos excitados, y, ,si el mis....:
mo joven hubiera puesto 'las manos, sobre mi; pienso
que 10 habra' deribado en tierra por lo menos; pero,
muy afortunadamente, antes que l hUbiese tenido
tietnpo de dar sus rdenes para caer sobre nosotros un
hombre que entr despus De los dems, de :mejor
clase, con sombrero gJ.asea~o y ch~queta,' par6se ade~
lante y pidi 'ver el pasaporte. Yd estaba determina"':
do a no soltarlo de mis ma.nos y lo tuve en alto frente'a la luz de una' raja de pin<> mientras l Id lea. y,
a peticin de Mi'. Ca~erwoO"~, en voz alta. . Desde entonces he dudado si aUn el oficial lo habra leido, o, de ser asf, si l habrfa comunicado su
contenido, porque produjo efecto so~re ~I alcalde y
suS alguaciles; y, q.e.sp\ls de algunos momentos de
ansiosa I ex-pecadi.n, para nosotros, se abstuvieron de
ejecutar sus amenazas,' pero dijeron que debamos permanecer bajo custodia. Ped un expreso, para llevar
inmediatamente una carta al General Cscara, lo cual
rehusaron; pero, "a: mi *,edmiento de pagar ~l costo
de dicho expreso, el alcalde- me prometi enviarlo. Sabiendo que el General Cscara era italiano, y temeroso' de confiar en mi espaol, escrlb una nota, que
Mr. C. tradujo al italiano, informndole de nuestro
arresto y de nuestra prisin;' que habia exhbido mi
pasaporte especia:! de mi propio gobierno al alcalde
y a los soldados' que nos arrestaron, con las firmas
dl Comandante Peol y la de l, que daoan fe de
mi carcter oficial. las que no se juzgaron sufiieutes; pedla ser puesto en libertad inmediatamente, Y
que se nos permitiera seguir nuestro viaje sin ulteriores molestias; y agregando, por supuesto, que mani~
festariamos al gobierno de' Guatemala, y tambin al
mo, la manera en que habamos sido tratados. Para
darle' mayor importancia, Mr. Catherwood firm la
nota como secretario; y, no llevando yo conmigo el
sello oficial; la 'sellamos, sin que nadie lo viera, con
un medio dlar americano nuevo, y se la dimos al alcalde. El guila extenda S\lS alas, y las estrellas res~

plandecian a la luz de la antorcha. Todqs se juntaron alrededor para examinada, y retirndose, nos dejaron encerrados en el cabildo, apostaron doce hombres en la puerta con espaads, mosquetes y machetes
y al partir, el oficial dijo al acade que si escapbamos durante la noche, su cabeza respondera p'or nosotros.
- ,
Pasaba. la excitacin, Mr. C. V yo quedamos exhaustos. Habamos tenido Wl bello principio de nues_
tros viajes; no ms que un mes fuera de la patria, y
en manos de hobres que habran sido arrojados de
cualquier decente prisin de estado pOl.' temor de que
crontaminasen a los pensionistas. Una espiada a Hues'tras simpticos guardianes no nos alent. Estaban
sentados bajo el cobertizo, directamente al frente de
li!. puerta, alrededor de una fogata., con 'sus armas al
alcance y fumando cigarros. Todos sus vestidos ~n
conjunto nO' valfan un pat' de botas viejas; y con snS
harapos, sus armas y -sus morenas caras ;enrojecida~
por la luz del fuego, su aspecto era feroz; y no hay
duda, si hubisemos' intentado escapar, habran sirlo
felices de tNter la excusa para asesinarnos. Abrimos
I ma cesta de vino can que el Coronel M'Donald HaS
haba provedo V bebhno-s a su salud; ,Estbamos relevados de inmediatos temores, pel'o nuestras pers~
pectivas, no eran agrada'bles; y asegurando la puerta
por denti'o lo mj'or 'que pudimos; de nuevo ac.udimos
a nuestras hamacas.' .
Durante la noche, la puerta fu violentameIlte abierta otra vez, y toda la banda ,de rufianes penetr
como antes, con espadas, mosquetes y machetes, y rajas de pino encendidas. Al instante nos pusim~s en
pie, y una rpida impresin fti que legaban para apoderarse del pas~portej inas, para'-nllestro sorpresa, el
alcalde devolvindOme la'carta con el gr~n ~no, dijo
que era intil enviada, y que quedpamos en libertad
para proseguir nuestro viaje' cuando quisiramos

~os encontrbamos demasiado contentos para hacer nInguna pregunta, y hasta este da ignoramos por
qu fuimos arrestados.. Mi creencia es, que si nosotros
h~birat11os perdi.do el valor por completo, y no hu~
blramos mantenIdo un tono aro gante y amenazador
hasta el fin, no habramos sido puestos en libertad, Y
yo no dudo que el sello grande hizo mucho en nues~
bo favor. No obstant~, nuestra indignacin no el'a
menos fuerte para que nos considcl'semos relevados
ele manifestarla Insistimos en que el asunto no debera terminar aqu, y que la crta debia ser enviada
al General Cscara. El a,lcalde objet; pero le dijimos que si no la rem.itia, sera peor para lj y, despus
de alguna demora, la ,meti en las manos de un indio,
lo lanz hacia fuera con su vara;
los pocos
minutos retiraron la gU\rdia Y todos ellos itas dejaron.
Ya estaba casi amaneciendo, y no sabIa mas qu
hacer; continua!' era exponernos a una reueticin del
mismo tratamiento, y quiz, a meidda. que avanzramos hacia el interior, con peores resultados. Indecisos, por, la tercera vez volvimos a nuestras hamacas.
En pleno dia fuimos otra vez levantados por el al~al
de y sus alguaciles, pero :?hora venan ellos a hacernos
una visita de ceremonia. Los soldados que accidentalmente habian pasado por el pueblo, y. que ocasionaron todo el alboroto, se haban ido. Despues de alguna deliberacin determinamos seguir; y~ encargando de lluevo al alcalde lo relativo a a carta para el
General Cscara, le volvimos 11' espalda a l y a sus
alguaciles. A los pocos minutos todos ellos se retiraron. Tomamos una taza de chocolate, cargamos
nuestras mulas, y, cuando salimos, el lugar estaba tan
desolado como cuand llegamos. Ni una sola persona
habia estado all para dal'nos la bienvenida, y nadie
haba tampoco para decirnos adis.

CAPITULO S
UN ENTIERRO INDIGENA. - EL RIo COPAlN. - MUJER BONDADOSA. - LA HACIENDA DE SAN
ANTONIO. - EXTRA'AS COSTUMBRES. - UNA M ONTA"'A DE ALOES. - EL ESTADO DE HONDURAS.
LA AlJDEA DE COPAN. - UN HOSPEDADERO DES CORTES. - LA MURALLA DE COPAN._ HISTORIA
DE COPAN. - PRIMERA VISTA DE LAS RUINAS. - VANAS ESPECULACIONES. _ PETlCION DE MEDICINAS. - EN BUSCA DE UNA HABI'I"ACION. _ UNA MUJER ENFERMA. - MAJADERIAS DE UN
ARRIERO. - UNA SITUACJON DESAGRADABLE. TEMPESTAD DE TRUENOS. - PROYECTANDO LA
COMPRA DE COPAN.

Apartndonos de la iglesia, pasamos la" cumbre de


una colina, detrs de la cual haba una coleccin de
chozas casi escondidas a la vista, yo :ocupad~s por nUes~
h os amigos de la noche anterior. Muy pronto empe~
'loamos a subir una montaa. A corta distancia nOS en..
contramos con un cadvet conducido sobre un tosco f
retro de palos, en hombros de unQ's indios desnudos, sal~
vo una tira de tela de algodn sobre los hij81:es, y sacudindose solemnemente con los movimientos de sus portadores. Luego despus encontramos otro, llevado de
]a misma manera, pero envJ1elto en petate y acompaa~
do por tres o cuatro hombres y una muchacha. Ambos iban en camino para el rementerio de la iglesia del
lugar. Ascendiendo, llegamos a la cumbre de la montaa, y miramos atrs de nosotros un hermoso valle extendindose hacia Hocotn, pero todo baldo, inspirando un sentimiento de pesar el que tan bello pas estu~
viera en manOs tan infelices.
A las doce y media del da descendimos a las mr~
genes del Ro Copn. El'a ancho y l'pido, y en medio
tena una gran ban-a de arena. Tuvimos dificultad en
vadearlo; y parte del equipaje, especialmente las camas y ropa de dormir, se mojaron. Del lado opuesto de
nuevo comenzamos a subir ot.ra elevacin, y desde la
cumbre divisamos el ro serpenteando por el valle.
Cuando cruzbamos, por una vuelta repentina, corra

2'1

a lo largo de la base, y lo miramos directamente abajo


de nosotros. Descendiendo de esta montaa, llegamos
a un hermoso a.rroyO, donde una india e-anada y una linda muchachita, emblemas d2 la juventud y de la vejez,
estaban lavando ropa. Nos apeamos y nos sentamos a
la oriU del ro para esperar" al arriero. Me olvidaba
mencionar que l tena consigo un muchacho como de
trece a catOl'ce aos, bien parecido mozalbete, a quien
haba impuesto lo ms pesado del trabajo, el de perseguir a las mulas, y que realmente paleca, cOmo el perro del Barn Munchau~~n, en peligro de quedarse sin
piernas de tanto correr.
Nuestro desagrado con el arde'o no haba terminado, y al principio le atribuimos a l alguna parte de
nuestras molestias en Comotn. De todas maneras, si
no hubiera sido por l no nos habramos detenido all.
Todo el dia haba estado especialmente furioso con las
mulas, y ellas particularmente perversas, y ahora se
haban descarria0.o; y haca una hora que estbamos
oyendo Sll renCorosa V02:, llenndolas de maldiciones.
Montamos de nuevo y a las cuatro de la tarde, divisamos a algunas distancia una hacienda. al lado opuesto de un valle. Est.aba solitaria y prometa un tranquilo sitio de descanso para la noche. Nos desviamos
del camino real hacia una rstica vereda, pedregosa y cubiel ta de breas, y tan escarpada que nos vimos

obligados a desmontar, echando a las mulas por, delan~ nosotros, no quisieron cobrarn'os nada:; pero, adems' de
te; y; agarrndonos de' las mataa p.ara bajar;: Al, pie de recompensades' n dinero, distribuimos entre ellos va'la loma' montamos y, 'atravesamos un arroyo, donde un vias, bagatelas, y, cuando les dijimos adis, mir con pepequeo muchacho, que:jugaba en el ,agua, me salud sadumbre un anillo que' yo le haba dado a ella chiscruzando los brazos sobre el pecho, y en seguida pas peando en el dedo deI.' Despus que habamos moncOIl Mr. Catherw't0d. Este era un, buen agero; y, tado, el ohicueloque encontramos en el arroyo lleg
mientras trepbamos por una escarpada colina, sent tambalendose bajo el peso de una carga de seis recin
que aqu, en este solitario paraje; _lejos, de los lugares cortadas pias; y an cuando ya habamos partido, la
frecuentados. por el h9ffib~ej deberamos hallar benevo mujer corri tras m con un pedazo de fresca caa de
lencia. En la cumbre de la colina una mujer, con un azcar.
Todos partimos de la hacienda de San Antonio con
nio desnudo en los brazos y con la cara sonriente, es
taba observando nuestro penoso ascenso; -y cuando le benvolos sentimientos, salvo nuestro spero arriero,
preguntamos si podramos tener posada ?-1, ella res que estaba indignado, como l dec~ de que nosotros
pondi, con la ms afectuosa frase del pas y con una les hubiramos hecho regalos a todos menos a l. El
cara qUe' demostraba aun mejor acogida que sus pala pobre muchacho era el ms agradec-ido, y, desgraciadabras,ucmo nqn?" ("por qu no?")'y al ver que nues~ mente para l, le habamos dado un cuchillo, que puso
tro criado llevaba pias en sus alforjas, pregunt por envidioso al arriero.
Casi inmediatamente que salimos de la hacienda
qu las haba trado, y si no saba que ella tena mu
penetramos en una espesa selva, densa como la Monehas.
La, situaoin de la hacienda de San Antonio era taa del Mico, y casi tan cenagosa. El ase,enso fue peagrestemente hermosa. Tena un claro para el corral noso, pero la cumbre era abierta, y tan copada de aquedel ganado, una plantacin de maz, tabaco y pl4tanos, lla hermosa planta que la llamamos la Montaa de
y la abertura proporcionaba una vista de las elevadas Aloes. Algunos apenas se asomaban sobre la superfimontaas que la rodeaban. ,La caSji estaba construida cie del terreno, otros tenan como veinte o treinta pies
de p.alos repellados con lodo, y junto a la pared enfrente de altura, y varios gigantescos tallos estaban muertos;
de la puerta haba una imagen del Salvador en la cruz, flores que hubieran extasiaclo en el pecho de una bel~
sobre una tela blanca! de algodn suspendida y rodeada dad, haban florecido y m1,l.erto sobre esta desolada ll?-0nde ofrendas votivas. La criatura desnuda que la ma- taa, sin ser vistas de nadie a excepcin de algn indre llevaba en los brazos se llamaba Mara de los an- dio pasajerQ.
;,
;
En el descenso perdimos la senda., y erramos por algeles. Mientras prepB,ra,ban la cena lleg el dueo ,
de la casa, un moreno de torvo ce~o, con un sombrero gn tiempo. antes de "r~cobrar1a. Casi al momento c~
de ala ancha y grandes patillas, y montado en un, p~e menzamos. a subir otra montaa; y desde su ciJ;lla ml~
roso potro que ahora est~ba doman~o ~n \08 c~mmos ramos completamente. sopre llna tercera, y, a' gra:n disde la montaa; cuando el supo que nos~tros eramo$ tancia divisamos una; extensa hacienda.,; Nuestro caextraneros que pedamos l1o~~~alidad! su~ ~~peras fa~ mino continuaba directamente a 10 largo de la orilla de
dones se ablandaron, Y rfJPltIo ]a blenvemda que la 'un precipicio, desde (}~nde mirbamos a una inn.}el}Sa
distancia abajQ de nosotros -las ,copas de pinos, glganmujer nos haba dado.
Desgraciadamente, el muchacho del arriero se puso teseos. Muy pronto el sendero se hizo tan quebrado, y
muy enfermo; su patrn no le prestaba atencin, y, corra tan cerca del borde del precipio, que llam a
mientras el pobre chico se quejaba c0!L una violenta Mr. Catherwood para que se apeara. El despeadero
fiebre, l coma con perfecta indiferencla. NosotJ;o$.lE: quedaba al lado izquierdo, y yo avanc tanto que, soarreglamos una confortable cama en el corredor, y Mr: bre el lomo de una perversa mula, no me aventuraba
Catherwood le dio una dosis de medicamento. Nues- a hacer ningn movimiento irregular, y camin por altra noche pas muy diferent~mente .de ~a 3;p.terior. gunos momentos'con gran ansiedad. En alguna parte
Nuestro hospedador y hospedadora eran una benvola de este camino, pero sin ninguna seal que Ja de~ar
case, cruzamos 'la lnea divisoria del E.stado (le Guatey sencilla pareja. Era ~sta la primera' vez que se encontraban con hombres de otro pas, y hacan muchas rilala y penetramos a Honduras. ,
. A las dos del a tarde llegamo$ a la ald~a de Copn.
preguntas, y exatnirtaban nuestros pequeos aparatos
de viaje, particularmente nuestras copas plateadas, cu- que se compona de media docena de. mise;rables ch02:as
chillos, tenedores y cucharas; les mostramos. nuestros techadas con hojas de maZ. Nuestra llegada caus
relojes brjula, sextante, cronmetro, termmetro, te- gran sensacin. Todos los hombres y mujeres se junlescopio, etc., y 13, mujer con, gran discernimiento, dijo taron a. nuestro a4'ededor para mirarnos. Inmediataque nosotro.s debamos seJ; :rp'uY J;'ieos, y que tenamos mellte .nosotros pregllnta,ms por Jas ruinas, pero nin~
"muchos idesIJ (uinuchaS- Ideas"). Nos preguntaron gtmo de los aldeanoS pudo dirig.irnos. hacia ellas, y toacerca de nuestras esposas, y' supimos qlle n.uestrocn- dos 'nos ~C()ns~j~on que fur~os a ~.a hacie~da de don
dido hospedador tenia dos, que una de ellas viya en Gregario. No tenamos deseos 4e parar en una aldea,
Rocotn, y que. l pasaba alternativamente lUna semana y le ordenamos al lfrrlero que. siguiera adelante, pero
con oada una. Le dijimos que en Inglaterra l sera de- ; l rehus, diciEmdo q.u~ su compromiso era conduoir~
portado, y e~ el Norte prisionero .t,oda la vida por t8;- l1b~. a Copn, Desp~ J. de ,lln gran altercado nosotros
les indulgencIas, a lo cual respop.dlO que esos eran Pal- prevalecimos, y, cami'ltan<to a travs de un trecl!..o de
ses brbaros; y la mujer, aunque p~nsaba que un hom- bosque, vadeamos una vez ms el Ro' Copn, y salibre deba contentars'e con una, dijo que. no era pecato mos sobre un claro, en une;> de cuyos lados estaba una
o crimen el tener dos; pero leS .(j decir soUo vece, hacienda, con un techo de tejas de barro, con cucinera
que nosotros ramos ums. cristiai1os", o mejores cris- (cocina) y otras dependencias. evidentemente la resitianos que ellos~ El nos ayud a colgar nuestras ha- dencia de un rico propietario. Fuimos saludados por
macas y como a las nueve de la noche echamos fuera un conjunto de perros .1adradore.sJ y todas las e~tradas
a los perros y marranos, encendimos nuestros cigarros, estaban llenas de mUJeres y nmos, que pareclan, en
y nos fuimos a....dorll}ir. Incluyendo a los. Gri~dos, las muy alto grado, sorprendidps de nuestra aparicin. No
mujeres y los nmos, eramos once en la habltaclOn. Por se vea a ningn hombre; pero las mujeres nos recibietodo el derredor se vean pequeas bolas de fuego, bri~ ron benignamente, y nos dijeron que don Gregorio rellando y desapareciendo COn el fumar de los cigalTos. gresaria pronto, y qu.e nos conducira a las ruinas. En
Uno a uno se fueron apagando, y nosotros nos dormi- el acto -se encendi de nuevo el fuego en la cocina, el
sonido de las palmaditas de las manos anunciaba que
mo~.
Por la maana todos nos levantamos al mismo se hacan las tortillas, y a la media hora la comida estiempo. El muchacho segua mucho mejor, pero nos~ taba preparada. Fu. servida en una fuente de plata
maciza, y el agua en un cntaro de plata, pero sin cuotros no le creamos en condiciones de viajar. Su bru
tal amo, sin embargo, inSisti en su marcha. Por todo chillo, tenedor rii cuohara; la sopa o caldo se sirvi
]0 . que nuestros bondadosos amigos haban hecho por
en tazas para beberlo. No obstante, nos congratulamos
I

28

a nosotros mismos de habel' cado en tan buen aloja- tearon la cara como si hub~eran sido reprendidas por
recibirnos; y todos los hombres, ciendo su conducta a
miento. :
A poco rato lleg un ioven a caballo, c;legr~mente la del don, nos miraron con tanto desprecio, que yo le
vestido,; con una camisa bordada, y acampanado de va- dije a Mr. Catherwood que botramos nuestro equiparios hombres conduciendo un hato de ganado, Esco- je en el camino y lo maldijramos a l como inhospitagindose un buey, se le arroj el lazo a los cuernos, y
lario pak.n; pero Mr. Catherwood me amonest en conel animal fu arrastrado hacia arriba a un lado de la tra de ~no, sostenienclo que. si nosotros tenamos una
casa, Y. por medio,de otro lazo ah~ededor de las patas, abierta disputa con l, despus de tanta molestia se nos
echado en tierra. Se le ataron las patas Una con otra, la impedira ver las ruinas. El don probablemente sos~
cabeza se le hizo pal'a atrs por medio de una cuerda pechaba algo de lo que pasaba; Y. temeroso de haber
desde los cuel'nos a ]a cola. y con una estocada de ma- llevado las cosas demasiado lejos y de echar un borrn
chete se le cort la al'teria de ]a vida, . La jaura de sobre su nombre, me se:al una silla y me rog que
hambrientos perros estaba lista, y, con un horrible so- me sentID'a. Haciendo un gran esfuerzo, resolv sofonido acompasado, breve y seco, lamieron la sangre con
cal" mi indignacin hasta que pudiera darle rienda suelsus lenguas. Todas. las mujeres estuvieron obsel vando ta sin peligro. Agustin estaba muy indigna.do por el
y una muchacha cogi un perrillo y le estreg el hocico trato que recibimos; por el camino. algunas veces au~
en la c::orriente carmesi, para acostumbralo desde tier- ment su propia importancia contando de las bande~
no al sabor de la sangre. El buey fu desollado, sepa- ras enarboladas y de los disparos de c~n cuando sar6se la carne de los huesos, y, para la completa des~ limos de Belize, y aqu1 l izaba ms banderas y distruccin de las tajadas, lomos, y pi~zas para asar, en paraba ms caones que los de costumbre, principiando
una hora todo el animal estaba colgado en largas cuer- con cuarenta caonazos y despus con un nutrido caodas alineadas frente a la puerta.
neo; pero no sucedi as. El don no nas quera y proDurante esta operacin lleg don Gregario. Era bablemente estara deseoso de enarbolar b~nderas. y
como de cincuenta aos, tenia grandes patillas negras y tambin de disparar caonazos. como en Balize, cuanbarba de varios das; y por los modales de todos alrede- do nos hubisemos marchado.
.
dor era fcil comprender que era un domstico tira.no.
Por la tarde el cuero del buey fue extendido en el
La ojeada que nos ech antes de apearse pareca decir. corredor, se echaron sobre l mazorcas de maiZ', y todos
"Quines son ustedes?", pepo, sin chistar una palabra los hombres, con el don a la cabeza, sentronse para
entr en la casa. Nosotros esperamos hasta que termi- desgranarlo. Los alotes se llevaron a la cocina para el
n su comida. y cuando supuse que sera el momento fuego, el m.aiz s~ recogi en canastos, ~ tres cerdos faoportuno, entr yo tambin. En mi trato con el mun- voritos que hablan estado afuera grunendo en espera
do ms de una vez he hallado mis insinuaciones a un del fe;tn, entraron para coger los granos esparcidos.
conocido l;"eCoibidas con tibieza, pero jams experiment Dwante la tarde no se preocuparon de nosotros, salvo
nada tan completamente fro como la recepcin que el que la esposa del don nos mand a decir con Agustn
don tuvo para mi. Le inform que habiamos lleque se estaba preparando la cena; y nuestro amor progado a aquellas cercanias para visitar las ruinas de Co- pio herido fue aliviado, y nuestro descontento mitigapn, y en su ademn me dijo, Qu me importa a m? do con un mensaje adicional: que ellos tenan un horpero respondi que estas quedaban al otro lado del rio, no' y harina. y que nOS harian algo de pan si queraLe pregunt que dnde podramos conseguir un gua, mos comprarlo.
.
y de nuevo contest que el nico hombre que conoca
Despus de la cena todos se prepararon para doralgo de ellas vivia al otro lado del rio. An no haba- mir La casa del don constaba de dos partes, una intemos tomado suficientemente en cuenta la perturbada rior: y otra exterior. El don y su fa.tU;ili~ ocupaban la
condicin del pas ni el peligro que podria acarrersele primera y nosotros la segunda; pero m aun sta era paa un hombre por dar albergue a individuos sospechosos; ra nosotros. En todo el largo de la pared haba armapero, confiando en la reputacin del palS como hospita- zoes hechas de palos' como de una pulgada de grueso,
lario, y las pruebas de ello que ya habiamos encontraatadas una a otra con cuerdas de corteza. sobre las cuado, me resista de llegar a la desagradable conclusin les tendan los trabajadores cueros sin curtir para sus
de que no ranlos bienvenidos, Sin embargo, esta con- camas. Haba tres hamacas adems de las nuestras, y
clusin era irresistible. Al don no le agradaba nues- yo tenr tan poco espacio para la ma que mi cuerpo,
tra apariencia. Mand al arriero que ensillase las mu- con los talones tan altos camal a cabeza. describia una
las; pero el bellaco gozaba con nuestra confusin y
parbola invertida. ~to !!ra enfadoso y rid~ulo; o, con
abiertamente rehus ensillar sus bestias otra vez en las palabras del turIsta Ingls en Fra Diavolo, era
ese da. Acudimos al mismo don Gregario, ofrecin- "chocante! positivamente chocante!".
dole paga; y segn dijo Agustn, con la esperanza de
En la maana don Gregario se encontraba del misdesembaraZ'arse de nosobos, nos prest dos, para que mo humor. No hicimos caso de l, peto nos vestimos
regresramos a la aldea. Por desgracia, el gua que y arreglamos baio el cobertizo. con tapto respeto como
buscamos se hallaba ausente; una alegre ria de gaitas nos fue posible para los feroenmos mlembros de la faestaba entonces por verificarse, y no fuimos estimu- milia que constantemente pasaban y repasaban, Se nos
lados, ni por la apariencia de las gentes ni por invita- habia metido en la cabeza el proseguir y ve! las ruicin, para regresar riuestro equipaje a aquel lugar. Y
nas' y afortunadamente, temprano en la manana, uno
comprendimos, lo que era muy enojoso, que don Gre- de ios' hijos del spero don, un afable joven, tI'ajo de
gario era el gran hombre de Copn el ms rico y el la aldea a Jos, el guia que necesitbamos..
tiranuelo del lugar; y que sera de lo ms jnfortunado
Por causa de muchas enojosas dilaciones, aumenel tener un rompimiento con l; o an el dejar traslutadas con dificultades entre Jos y el mriero, no salicil' en la aldea que no habamos sido bien recibidos en mos sino hasta las nueve de la maana. Muy pronto
su casa. De mala gana, pero con la esperanza de hacer dejamos la vereda o camino. y entramos en un extenuna ms favor.able impresin, volvimos a la hac:;ienda. so campo parcialmente cultivado con maz, pertene!M:r. C. se ape en las gradas y se sent en el corredor. ciente a don Gregorio. Caminando alguna distancia a
Yo, POlo casualidad desmont del lado de afuera; Y. an- travs de ste, llegamos a Una choza. techada con hojas
tes de moverme, inspeccion al grupo. El don sentado de maiz a la orilla del bosque. en donde algunos traen una silla, con nuestro detestable arriero a su lado, y bajapor~s estaban preparando su desayUJ;o. All nos
Con una media oC\llta sODl'isa de mofa en el rost\'o, ha- apeamos, y, atando nuestras mulas a los arboles cercablando de los lfdolos" y mirndome a mi. En estos nos, nos internamos en la selva con Jos por delante
momentos ocho o diez hombres, hijos. criados y traba- abriendo paso con un machete; pronto llegamos a la
jadores, haban llegado de sus labores del da, pero nin- orilla de un ro. y directamente al lado opuesto vimos
guno se ofreci a tomal' mi mula, ni hizo alguna de una mm"aUa de piedl'S, quizs de cien pies de altura.
aquellas demostraciones de atencin que siempre se ma- con tojo crecindole hasta arriba y que se extenda de
nifiestan a un husped bienvenido. Las mujeres vol- norte a sur a lo largo del ro, cada en algunos lugares,

29

pero en otros entera. Tena ms el carcter de llna


estructura que ninguna de las que habamos visto antes, atribuida a los aborgenes de Amrica, y formaba
parte de la muralla de Copn; una antigua ciudad, sobre cuya historia los libros no arrojan sino poca luz.
Estoy entrando precIpitadamente en un nuevo campo. Innumerables volmenes han sido escritos con re.'
lacin a los' primeros pobladores de la Amrica. Para
algunos, los habitantes de, este continente han sido con
siderados corri una raza: sep8.1'ada, que no descIende del
mismo padre comn con 'el resto del gnero humano;
otros han atribuido su origen a algn 'resto de los habitantes antediluvianos de la tierra, que sobrevivieron
al diluvio' qUe arrebat a la mayor parte de la especie
humana en los das de No', y de ah que los cons.ideren
como la' mS antigu"raza de gentes sobre la tierra.
Dentr del ancho espaeo que abarcan los descendientes
de No: los judos. los;cananitas, los fenicios, loscartaginesesj los griegos, los escitas en los antiguos tiempos; ls chinos, los suecos, los n?ruego~, l~s galos y los
espaoles en los modernos, ha SIdo atnbUldo a ellos el
honor de pobladores' d Amrioa. ,Los dos continentes
han sido iI,lnidos y han sido separados, por, un gran gatclismo' la fabulosa isla Atlntica ha surgido del oceano; y, p~ra no quedarse atrs, un atrevidoamericaf!.o le
devueliTe la pelota al Viejo Mundo, y, planta el arca
misma dentro del Estado de Nueva York
Los .'monumentos y restos arquitectnicos de 10,s
aborgenes no' han formado hastad da sino u.na pequea part 'del fllndamen~o' d~ estas esJ'~culacIo,:es, El
Dr. Robertson, en su H1Slot18 de Amenca, ,s<?sttene corrio "un principi incontestable, que la Amenea I?-0 fue
poblada poI' llingurta nacin del Antiguo aontme?~e
que hubiese heeho considerables, progresos en la CIVIlizacin". "Los habitantes del Nuevo Mundo", ,dice l,
"s enconhban eh un estado social' tan extremadamenc
te rudo que ignoraban an aquenas artes, ,que son los
priluei"os ensayos del ingenio humano en su avance hacla el progreso". Desacreditando los ar(lientes relatos
d' Corts v d sus compaeros, de soldados, sacerdotes
y civiles, todos conformes en r~p~eentar .el ,esplendo.!,'
exhibido' en los edifiCios de MexIco, l dIce que "las
casas del,puebl 'eral1 meras chozas, hechas de turb,a, .0
ldo, o' de ramas de arboles, como las de los, ms, rt(shcos indios".. QU l templo de Cholula no era I?as qu,?
"un montn de tierra, sin nngunas gradas m para".
mento de piedra, 'cubierto de arbustos:.: de hierbas", y,
basado en la autoridad de personas reSidentes. por nlUcho tiempo en Nueva Espaa, y que dec!ar.9cn haberla
visitado por todas partes, dice que "no existe, en toda
la' extensin de ese vasto 'imperio, un., solo monumento o vestigio de algn edificio ms antiguo que la con~
quista". En aquella, pocll, la. desconfianzF\ era quizs
la salvaguardia del historiador; pero desde que el Dr.
Robertson escribi, una nueva inundacin de lU7J se ha
derramdo sobre el mundo, y se ha ab~erto el campo
de las antigedades americanas, ,
"
'
. La ignorancia, el descuido y la indiferencia de los
habitantes de HisJlano Amrica sobre, este asunto es
cosa que adml'a. En nuestro propio pais, el des~ejo <le
las selvas y el descubrimiento de,lmulos o montes y
fortificaciones, que se extienden en filas delide los lagos atravesando los valles del Oho y. Mi~sis~!ppi, de
momias en una cueva de Kentucky, la mscnpClOn sobre
la roca de Dighton, que se supone estar en cara<;teres
fenicios, y las ruinas de murallas y de una gran CIudad
en Arkansas y en el territorio de Wsconsin, han sugerido extraas y vagas ideas con respecto a los primeros
pobladores de este pas, y la firme cre~ncia qUe naciones poderosas y populosas lQ han ocupado y desaparecido, cuyas historias son enteramente desconocidas Las
mismas evidencias continan en Tejas, y en Mxico
ellas asumen una forma an ms definida.
La primera nueva luz lanzada sobre esta materia
en 10 que. respecta a Mxico es debida al g,ran Humbold t, quien visit aquel pas en un tiempo en que,
por la celosa poltica del gobierno, estaba tan cerrado
a los extranjeros como la China en la acetuMidad. Nn-

30

gn hombre pudo haber merecido mejor esa fortUna.


En aquella poca los monumentos del pas no eran el
principal objeto de investigacin; pero Humboldt recogi de varias fuentes informaciones y dibujos, particularmente de MUla o el Valle de ~os Muertos; de XoxichaIco, un monte cortado y terraplenado, cuyo nombre
era el Monte de Flores; y la gran pirmide o templo de
Cholula que visit l mismo, detodo lo cual su propia
elocuente narracin est al alcanCe del lector. Desgraciadamente, de las grandes ciudades allende el Valle de Mxico, ocultas entre las selvas, arruinadas, de"
siertas y sin nombre Humboldt jams tuvo noticia, o, a
lo menos, nunca las'visit. No fu sino ms tarde cuando relatos de !lU existencia llegaron Europa y a nues"
ti'o pas. Estas narraciones, 'no obstante ser vagas y
poco sa.tisfGtorias, habian excitado nuestra curiosidad;
aunque quiz yo debo confesar que ambos, Mr. C. y yo,
estbamos eSpticos, y' cuando llegamos a Copn, era
con la esperanza ms bien que con :la expectativa de encontrar maravillas;
,
Desde el descubrimiento ,de estas ciUdades arruinadas la teora predominante ha 'sido, que ellas pertenecieron a una' raza. mucho ms antigua que la que habitaba el pas 'durainte la poca de la conquista espaola. Con respecto' a Copn. se hace mencin por los
primeros historiadores espaoles de. un lugar de ese
Ilombre situado en la misma regin del pas en donde
estas minas se encUntran, que eritohces exista como
una ciudad habitada, y que opuso una formidable resistencia a las armas espaolas, auriq,ue hay circunstancias
que parecen indica!' que ~a referid~,ciudad er~ inferi?r
en forta.leza y solidez de construcclOn, y de ongen mas
moderno.
Estaba situada en' la antigua provincia de Chiquimula de Sierras, que' fue conquistada, por los, oficiales
de Pedr de AJI.varado, pero ninguno de los historiadotes espanales hadado algn detalle de esta conquista,
En 1530 los indios de esta provincia se ,rebelaron, e intehtaron sacudirse del yugo de Espaa. ,Hernando de
Chvez fue enviado para sojuzgados: y, despus de muchas sanguinarias batanas; acamp frente a Esquipula,
plaza fuerte perteneciente a un poderoso. cacique, la
cual, al cuarto da, para usar las propias palabras del
cacique "ms por respeto a la tranqUilidad pblica que
pr mido a las armas espaolas, determin rendirse",
y, con la capital, toda la prOVincia sometise de nuevo
al 'dominio de 1i1spaa.'
,
El' cacique de, Copn, cuyo nombre era, Copn Calel, haba estado activo incitando ala suble~acin y ayudando a los insurgentes. Hernando de Chvez resolvi
castigarlo, y march sobre Copn, que entonces era una
de las ms grandes, ms opulentils .y ms populosas plazas' del reino;' ,El campamento, del cacique, con Us
auxiliares, se compona' de treinta mil hombres, bien
dsciJ}linados 'y veteranos en la ,guerra; armados con sables de palo que tenan filos de piedra, con flechas y
con hondas: Haca un lado, dice el historiador, estaba
defendida por la cordillera de montaas de Chiquimula
y Gracias a Dios, y del lado opuesto por un, profundo
foso, y por un atrincheramiento formado por pesadas
vigas de madera, con los intersticios llenos de tierra, con
troneras y agujeros para disparar las flechas. Chvez,
acompaado por algunos jinetell, pien armados, se encamin hacia el foso, e 'hizo seales, que deseaba tener
una comerenci. El cacique le respondi con una flec
chao Luego sigui una lluvia, de flechas, de piedras y
de dardos, que oblig a los epaoles a retirarse. Al si.
guiente da Chve2J hizo un ataque a las trincheras. La
infanteriausaba cotas sueltas rellenas de algodn, sabIes y escudos; los jinetes llevaban petos y yelmos, y
sus caballos iban protegidos. Los copanes tenan cada
uno en el brazo un escudo forrado con cuero de danta,
y la cabeza resguardada con penachos de plumas. El
ataque dur todo el da. Los indios; eon sus flechas,
sus jbalinas y sus picas, cuyas puntas estaban endurecidas a fuego, sostuvieron el campo. Los espaoles se
vieron precisados a retirarse. Chvez, que haba peleado en lo ms reido del combate, estaba alarmado

por las dificultades de la empresa y por el ,peligro para el prestigio de las' armas espaolas, pero tuvo informes que en ciel'to lugar la profundidad de la zanja que
defenda a Copn era muy poca cosa, y al siguiente da
se dirigi a ese punto para efectuar un ataque por all.
Los copanes haban espiado sus movimientos, y guarnecieron la trinchera c(m sus ms bravos -soldados. La
infantera no ftie capaz de derribarla. Acudi en su
auxilio la caballera. Los indios hicieron avanzar toda
su fuerza, pero los espaoles se mantuvieron como
'ocas, impasables a las picas, las flechas y las piedras;
Varias veces intentaron escalar las trincheras, y fueron
lechazados hasta el foso. Hubo muchos muertos de
ambos lados, pero la batalla continuaba sin ventaja para ninguno hasta, que un valiente jinete salt la zanja y, habiendo dado su caballo violentamente con el
pecho contra lar barrera, se abri una brecha en la tierra y empalizadas" y el espantado caballo se precipit
dando coces y manotadas entre los indios. Le siguieron
otros jinetes e infundieron tal terror entre los copanes,
que se rompieron sus filas y se desbandaron. Copn
Calel se repleg a un lugar donde tena apostado ~n
cuerpo de reserva; pero, siendo incapaz de larga reSIStencia, se retir y abandon a Copn.
Este es el relato que los historiadores espaoles han
dado de Copn; y, con respecto a la ciudad, cuya mu~
ralla vimos desde el otro lado del ro, nos parece de lo
ms pobre y poco satisfactorio; porque la maciza estructura de piedra que estaba frente a nosotros tena
muy poca apariencia de pertenecer a una ciudad, cuyas
trincheras pudiesen ser 'derribadas po rla carga de un
solo jinete. En este lugar el ro no era vadeable; regresamos a donde se encontraban nuestras mulas, montamos y nos dirigimos a otro punto de la orilla, a corta
distancia ms arriba. La corriente era ancha, y en
ciertos lugares profunda, rpida y con un fondo quebrado y pedregoso. Vadendola, caminamos a 10 largo
de la ribera por un sendero estorbado por malezas, que
Jos abri cortando las rainas, hasta que llegamos al
pie de la muralla, donde de nuevo nos apeamos y amarramos nuestras inulas.
La muralla era de 'piedra cortada" bien puesta, y en
buen estado de conservacin, Subimos por, grandes escalones de piedra, en. algunos lugares perfectos, y en
otros derribados por los. rboles que haban crecido entre las hendeduras, y llegamos a una terraza cuya forma era imposible comprender, por la densidad de la
seliva en que se encontraba envuelta. Nuestro gua abri camino con su machete y pasamos, encontrando
medio sepultado entre la tierra, un gran fragmento de
piedra laboriosamente esculpido, y llegam,os a la esquina de una estructura con gradas a los lados, en fOlma
y apariencia, hasta donde los rboles nos dejaron comprender, parecida' a los lados de una pirmide. Apar"'tndonos de la base, y abrindonos camino a travs del
espeso bosque, llegamos a una columna de piedra Colla..
drada, como de catorce pies de altura y tres pies por
lado, esculpida en muy vigoroso relieve, y por los cuatro .costados, desde la' b!\se rasta la punta. El frente
y ricamente vestido; y la cara, sin duda alguna un retrato, solemne, austera, y bien conform"ada par.a infundir terror. La parte de &trs era de u:p. diseo diferente, no parecido a nada que hubisemos visto antes
jams, y los lados estaban cubiertos de jeroglficos. A
esto nuestro gua llam un "dolo"; y frente a l, a una
distancia de tres pies, se encontraba un gran bloque de
piedra, tambin esculpido con ,figuras y divisas emblemticas, a lo que l llam unaltar. La vista de este
inesperado monumento hiz'O descansar nuestra mente de una vez y para siempre, de toda incertidumbre
con respecto a las antigedades americanas, y nos dio
la seguridad que los objetos que' estbamos bUscando eran interesantes, no solamente como restos de mi
pueblo desconocido, sino como obras de arte, probando,
como 1 ecuerdos histricos nuevamente descubiertos,
que los pueblos que antiguamente ocuparon el Continente Americano no eran salvajes. Con un inters q~u-
z mayor que el que habamos experimentado pasean-

31

do. entre las ruinas de Egipto,seguimos ] nuestro gua,


qUIen, algunas veces perdiendo su cambo, con ~l uso
constante y vigoroso de su machete, nos e-onduca por
la espesa selva, entre fragmentos medio :mterr~dos, ha---:.
ca ,catorce monumentos de la misma clas~ y apariencia, algunos de ellos con ms elegantes di$eos, y otros
cuya manufactura era igual a losi ms bellos, monumentos de los egipcios; uno haba sido dislocado de su
pedestal por enormes races; otro encerrado en el estre~
cho abrazo de las ramas de los rboles, y casi levantado
de la tierra; otro arrojado al suelo, y ceido por enormes vides y enredaderas;' y: uno de pie, con su altar
frente a l, en un bosquecillo de rboles qUe crecieron
a su alrededor, y que parecan abrigarlo y guarecerlo
como un objeto sagrado; en la solemne quietud de los
bosques, pareca una divinidad lamentndose sobre un
pueblo arruinado. El nico sonido que interrumpia el
silencio de esta sepultada ciudad era la gritera de los
monos que se movan. entre las copas de los rboles, y
el ".crujijdo de las ramas secas quebradas por su peso.
Mova~se sobre nuestras cabezas en grandes' y veloces
proceSIOnes, cuarenta o cincuenta al mismo tiempo, Al~
gunos con BUS cras arrollndolas con sus largos brazos,
saliendo para la punta 'de la.:; ramas y ,agarrndolas con
sus largos brazosj saliendo para la punta de las ,mas
y agrrndolas con la pata de atrs o con la rosca de la
co~a, saltan~o a una rama del rbol cercano,. y, con un'
rUldo semeJJante a una corriente deal~e, pasaban por
entre la espesura de la selva, Era la primera vez' que
veamos a estos remedos de la humanidad" y, con los
r?ros monumentos a nuestro alredeclorj parecan. esp.,..
ntus errantes de la r~za desaparecid.a que guardaban las ruinas. de sus moradas primitivas..
Regresamos a; la 'Pase de la estructUra piramidal, y
ascendimos por sim~tricas gradas de piedra, en algunos
lugares separadas VIolentamente por arbustos y renuevos, y en otr.as derribadas al suelo por el desarrollo de
grandes rboles, en tanto que algunas permanecan enteras, En varias_ partes se encontrban ornamentadas
con figu~as esculpidas y con ril!Rlerasde' calaveras.
Encaramandonos sobre la. superf:ie arruinada llegam~s a una terraza llena, de rboles,,:t, atraye'~ndola,
baJamos por gradas de pIedra a, una area tan poblada
de rboles que al principio no pudimos ,comprender su
forma, pero la que, al limpiar el.camino" coneLm.ach,ete, descubrimos que ,era cuadranglllar, y Can gradas 'por
todos sus lados ;casi tan perfectas como las del anfiteatro
romano, Las gradas estal;l-an ornamentadas con esculturas, y sobre el lado sur, cOJnO a la mitad de la va
desquiciada de sU lugar por las races, se encontrlJ~
una cabez'a colosal, evidentemente un retrato. Ascendimos por estas gradas y llegamos a una espaciosa terraza de cien pies de altura, mirando hacia el ro,. y
sostenida por la muralla que habamos visto desde la
orilla opuesta. Toda la terraza estaba cubierta de rboles, y aun a esta l,lltura del suelo haba dbs gigantescas ceibas, o algodoneros silvestres de la India, de ms
de veinte pies de circunferencia, extendiendo sus semidesnudas raiCes a cincuenta o. cien pies en derredor. envolviendo las ruinas y sombrendolas Con sus anchas Y
extens.as ramas. Nos sentamos sobre el borde de la muralla y procuramos en vano penetrar el misterio del
cual estbamos rodeados. Quines fueron los que edificaron esta ciudad? En las ciudades .arruinaq.as de Egipto, aun en la durante tanto tie~po perdida Petra, el
extranjero conoce la historia del pueblo cuyos vestigios
s eenouentran a su alrededor. La Amrica, dicen los
historiadores, estaba habitada por salvajes; pero los 5.alvajes nunca erigieron estas estructuras, los salvajes jams cincelearon estas piedras. Les preguntamos a los
indios quines las hicieron, y su estpida respuesta fu
"Quin sabe?"
No hay asociaciones relacionadas con el lugar; nin~
guna de aquellas alentadoras memorias que consagran
a Roma, Atenas y "A la gran seora del mundo sobre el llano de Egipto": pero la arquitectura, la es....
cultura y la pintura, todas las artes que embellecen
la vida, han florecido en esta espesa selva; oradores,

guerreros y estadistas; la -'belleza, la ambicin y la


gloria, han vivJdo y desaparecIdo, y nadie supo cmo
hablan sido, ni pudo informar de su pasada existencia.
Los libros, historia de los conocimientos, guardar- silencio sobre este tema. La ciudad estaba desolada.
Ningn residuo de esta raza subsiste en derredor de
las ruinas, con tradiciones ;y transmitidas de padre~ a
hijos. y de generacin en generacin. Yacen frente a
nosotros como destrozada- embarcacin en medio del
ocano, perdidos los mstiles, su nombre bor~ado,
muerta su tripulacin, nadie para informar de donde
vino, a quin' perteneci, la duracin de su viaje, o la
calisa de su destruccin; su perdido pueblo escudrifiado solamente por alguna imaginaria semejanza en ~a
construccin de l. na'Ve, y, tal vez nunCa Sea: conoCIdo por completo.' El lugar en donde nos sentamos,
sera una ciUdadela desde la cual un pueblo desconocido habra sonado la trompeta de guerra? o un
templo para la ado:r;aci~ del Dios de I?az? iO los 11:a-bitantes; adoraban a los idolos hechos COn 'sus propiasmanos, y les ofreclan sacrificios sobre ~as J?iedras que
tenan frente a; ellos? 'I\odo:era, un misten?;, un obscuro e impenetrable misterio, Y todas "las clI'cunstan~
cas lo acrecentaban.' En Egipto, las colosales armaduras de gigantescos templos se yerguen sobre las re-:
secas arenas entoda la desnudez'de'la desolacin; aqul.
una inmnsa selva cubre las ruinas! ocultndolas a la
vista realzando la impresiny el efecto,moral, y dando tID3. intensidad y casi un desvarfo/al 'inters.
,
ya avanzada la tarde nos abrimos paso de regreso
a donde estaba~ las mulas, nos ba~mos en el. claro
rio al pie de la muralla, y volvimos a la. h~c[enda.
Nuestro agradecido muchacho ~del arrlerd;habla ;ref~
rido su' terible enfermedad,' Y. la curaci6~ extraordinaria efectuada por Mr. Catherwood; Y:'nos encontra.
mas en l~ haCienda' 'a un hombr~'seme,ante a un es"'"'
pectro consumido' por la fiebre lnterrnltente,. que nos
pidio '''REMEDIOS''. 'Un 'seora, \ anciana que' ha.,..
bla llegado a' visitar a la familia, y' que Intentaba regresar' a su hogar eftese da nos ,estaba esperando para ser curada de una: ehfermedad que' habia padecido
durante veilte aos. Sacamos nuestro botlqu(n, Y
con esto la mujer dpl don tambin se' convirti e~ .paciente. Lafama de Mr. C. Bu-ment COn las medlcmas
que distrIhuy:' Y' durante el curso ?e la t~rde tu,:,o
bajo smfrnahs a 'cuatro o cinco mUJeres e Igual ~'
mero de hombres:' 'Dsebamos muchlsimo pr~cbcar
sobre el don, Pet l fu precabid. Los pistOD:S fulminantes de nu-esttas: pistolas llam~ron'la atencl6n de
los hombres' y les mosttain'ds 'Ut brjula; y otras cosas que hici~ron a :nuestro amigo de San AntoniG supo~er que nosotros ramos "muy ric~" ~ que "ten~a
mos' Jilllchas ideas";' .:poco a poco nos fUImos relacur
ilando con todos los de' la casa exce1;'to COn el aJ!lof
quien encontr en el' _arriero un congenial espirltu~
El haba .tomado su' puesto y estaba demasia,::'lo env~
necido y obstinado para ceder. 'Nuestros nuevos aml:gos nos dejaron ms espacio para nuestras hamacas, y
tuvimos .u~ columpio, mjor par~, la ,110che.
En lamaaua seguimos asombrando, a las gentes
con nuestras rarSS,costtimbres, particularmente por cepillarnos los dientes; operacin que, probablemente,
velan entoncs por primera've~. 1'4.~enti'as,nos ocupbamos en est abri6s la puerta de ]a casa, y apare--:
ci -don Gregorio, volviendo la cara al otro lado, par.a
evitar -darnos los BUENOS DIJ\S. Nosotros, resolVImos no dormir otra' noche bajo' su te~ho, sino llevar nuestras hamacas a las ruinas, y, si all :Iio haba
edificio para gd8recem~os, eolb~r18S bajo W!. rbol. Mi.
convenio con el arriero era permanecer tres das en
Copn' pero no habia trato por el uso de las mulas
durant~ ese tiempo, y l esperab~ qU'i las molestias
qUe encontrsemos nos haran marcharnos inmediatamente. Cuando nos vi6 inclinados a quedarnos, jur
que no 1levaria las hamacas, y que no se detendra un
da ms, pero al fin consinti6 en alquilarnos las mulas
para ese cUa.

Antes de, partir, un nuevo individuo, que haba


estado conversando algn, tiempo' con don Gregorio,
se adelant resueltamente, y dijo que l era el propietario de IIls dolosu ; que nadie poda andar por el
terreno sin su permiso; y me pr~sent sus ttulos. Esta era una nueva dificultad. 'Y no me encontraba dispuesto a disputarle' sus titulos, pero le[sus papeles tan
atentamente como si meditase una accin para expulsarlo; y pareci aliviado, cuandQ le dije que su titulo
era vlido, "y que, si no nos molestaba, yo le hara un
obsequio al partir. Por fortuna, l- tenia que pedir,nos un favor. Nuestra faina como' mdicos haba ll~
gado a la aldea, y deseaba remedios para: su mujer
enferma.. Era: importante hacerlo nuestro amigo; y,
despus de un :rato de conversaci6n, se' convino en
que Mr. C. con varios trabajadores que habamos con.,...
tratado, seguira' para' las ruinas, como ,lo intentbamos, para preparar: alojamiento' all, mientras yo iba
a la aldea a visitar a su esposa.
';, 1
Nuestro nuevo conocido. don Jos Mara: Acebedo
era corno ~e cincuenta afias, lto ,y_ bien vestido; est~
es, su canllsa de algodn y sus pantalones eran lim'pios; inofensivo, aunque ignorante; y uno de los ms
respetables habitantes de Copn. Vivla en una le-las
mejores chozas de la aldea, ;construida de pal~ techada con hoijas de maz, OOn una armazn de madera
en un lado para una cama; y provisto de algunos trastos de barro para cocinar. Un fuerte aguacero haba
cado durante la noche, ~; el piso en el interior de la
choza estaba mojado. Su espOSa pareca de la misma
edad que ~l
afortW18d~m~nte, haca vario$ aos que
estab sufrIendo de reumatIsmo. ; y digo afortunadamente; pero hablo s6lo con respecto a nosotros como
mdico, y por el honor de la profesin acidentalmente confiada en nuestras manos. Le: dije a ella qUe si
su enfermedad hubiera' sido reciente, estara ms al
alcance del arte; pero qUe como Se trataba de un caso
muy antiguo, requria tiempo, habilidad y observacin
de los sintomas Y del efecto de la medicina dla tras
dia; y quej por de pronto,' le' aconsejaba mantener los
pies fuera del charco de agua en donde estaba parada,
prometindome consulta1'l con Mr; Catherwood que era
an mejor mdico que yo, y enViarle un 'linimento
para que se lo untara en el cu<ill.o.
, Concluido sto, don Jos MarIa me acompa a
las ruinas, donde encontr a MI'. Catherwood con los
indios trabajado:r:es. Otra vez anduvimos por todo el
campo en busca de algn edificio arruinado en donde
pudiramos levantar nuestra vivienda, pero no haba
ninguno. Colgar nuestt'as hamacas bajo los f~rboles
sera una locura; Jes ramas estaban todava mojadas,
el suelo lodoso y de nuevo amenazaba un prximo
aguacero; pero estbamos de<~dido~ a no regresar a la
casa de don Gregorio... Don Mariiino me dilo que
all cerca haba una choz~, y me ~ondujo a ella. Al
aproximarnos omos los griWs de una mujer en el
interior, y, al entrar, la vimos radanqo y sacudindose sobre' u?a cama de C1J.ero f loca,de fiebre y de .do..,lar; y pomndose de rodillas al, Verm~, ,oprlmindos~
las sienes con l3:s manos, y con l~grimas en los ojos,
me suplic, por:.el amar de Dios, ,que le, diera algunos remedi9s. Su piel estaba ar~iiente, y el pulso muy
agitado, ten~ una violenta ti!:!bre in~,rmitente. Mi.entras le preguntaba por los sntomas, entr su marido
a la choza, un' hom~re blanco, cPnlO de cuarenh aos,
vestido con. un par de sucios ~onciJlos de algodn,
con las faldas d~ l~ cam~sa d.e fuera, un patiuelo atado a1J:'e.dedor de la cabeza, y descalzo; se llamaba Don
Miguel. Le dije que deseiba~os pasar alguno~ das
entre las ruinas, y le ,ped perpU.so para alojarnos en
su choza. La mujer,. felicisima de tener, a un hbil
mdico cerca de eUa, respondi P9r l; y yo l'egres a
r~levar a Mr. eatberwood, y agregar otra a su ]~ta
de pacientes. Toda la compaa nos escolt hasta la
choza, trayendo con eUos solamente la mula que con-o
dujo las hamacas; y con la adicin de MI'. C. al cuerpo mdico y un misterloso de5"p~iegue de materiales

32

ri

para dibujo y varas de medir, pareci que se ahuyentaba la fiebre de la pobre mujer.
La choza estaba situada en la orilla de un claro,
sobre el terreno que en W1 tiempo ocup la ciudad,
con un fragmento de piedra, ahuecado y que serva de
abrevadero para el ganado, casi en la misma puerta.
El claro estaba sembrado con maz. y tabaco, y rodeado de todos los lados por la selva. La choza era como de diez y seis pies en cuadro. con un techo puntiagudo, techada con dobladores y que se construye fijando
en el suelo dos palos verticales con horquillas. donde se
coloca otro palo para sostener la punta del techo, y con
soportes similares a cada lado, pero solamente como
de cuatro pies de altura. El alero era el frente, y la
mitad de l estaba techada con hojas de maiz, y la otra
mitad permaneca descubierta. La pat'le de atrs estaba techada, y apilado contra ella haba maz en filas
de tres mazorcas de hondo. En un lado el montn estaba intacto, pero del otro ya SE habia utilizado una parte
hasta como a tres o cuatro pies del suelo. En la esquina
del frente estaba la cama de don Miguel y su esposa,
protegida por un cuero de toro asegurado en la cabecera y hacia un lado. El ajuar se componla de un rodillo de piedra para moler maz, y un COMAL o tartera para cocer TORTILLAS; y sobre un tosco estante sobre la cama haba nos cajas, que contenan el
guardarropa y todos los habere3 de don Miguel y de sU
esposa, excepto BartOlo. su hijo y heredero, Un mocetn de veinte aos, cuyo desnudo cuerpo pareca reventar entre un par de pantalones de muchacho, desdean\io una camisa, su estmago hinchado pOi' un angustioso mal de hgado y con su lvido rostro obscurecido
por la suc.iedad. AlU haba lugar slo para lUna hamaca,
y, en efecto, los palos atravesados no eran suficientemente fuertes para soportar dos hombres. El montn
de maz que haba sido utilizado tena buena altura y
suficiente ancho para \lna cama; con el debido consentimiento lo tom para mi lugar de dormir, y Mr. Catherwood colg su hamaca; estbamos tan felices de
habernos revelado de la grosera hospitalidad de don
Gl'egorio. y de estar tan cerca de las ruinas, que todo
nos pareca cmodo y confortable.
Despus del almuerzo mont en la. mula del equipaje, con slo el cabestro para sostenerla. y, acompaado de Agustn a pie, marchamos a casa de don Gregario, con el propsito de transportar el equipaje. Los
aguaceros haban hecho crecer el ro, y Agustn tuvo necesidad de desnudarse para vadearlo. Don Gregario no
estaba en casa; y el al'dero, como siempre, feliz con las
dificultades. dijo que era imposible atravesar el ro con
carga ese da. Regularmente, en vez. de ayudarnos en
nuestras pequeas dificultades, l hacia todo lo que poda para acrecentarlas. Saba l que. si nosotros lo deslJedamos, no nos sera posible conseguir mulas en Co
pn, salvo que envisemos por ellas a dos das de camino; que no tenamos a quien confiar ese comisin; y
que la demora sera por lo menos de una semana. Dudando cual podra ser el momento aconsejable para despedirlo, y no deseando quedar desamparado, me vi
precisado a contratarlo para quedarse, a un precio que
se consideraba hm exorbitante que me di la reputacin
de tener "mucha plata", la que, aunque podra ser
til en casa. no era apetecible en Copn; y. temeroso
de confiar en mi, el belitre estipul que la paga fuese
diaria. En aquel entonces yo no tena conocimiento del
sistema de pago al contado en los negocios que prevalecia en el pas. Los brbaros no quedaban satisfechos
Con que Ud. sea su cliente a menos que les paguc un
extra; y el total, o una gran parte, debe ser adelantado.
Accidentalmente me encontraba. yo atrasado con el a~
niego; J, en tanto que me congratulaba de esta nica
garanta de su buen comportamiento, l se torturaba
a s mismo con la idea que yo no tena la intencin de
pagarle del todo.
Entre tanto comenz a llover; y arreglando mi
cuenta con la seora, agradecindole sus bondades.
dej ordenado que nos horneasen algo de pan para el

33

da siguiente, y llevando conmigo un paraguas y un saco


azul, cuyo contenido ignoraba, perteneciente a Mr. Calherwood, y que me haba suplioado especialmente que
llevase, emprend mi regreso. Agustn me sigui con
una tetera de hojalata, y algunos otros artculos de uso
inmediato. Al entrar en la selva, el paraguas peg contra las ramas de los rboles, y asust a la mula; y, mientI as yo trataba de cerrarlo. ella Be desboc conmigo. No
teniendo ms que el cabestro. me ru imposible detenerla; y golpendome contra las ramas, corri a travs
del bosque, chapote entre el rio, perdi el vado y no
par sino hasta que se hundi hasta el pecho. 'El ro
estaba crecido e initado, y llova copiosamente. Los
raudales espumeaban a corta distancia ms abajo. En
los esfuerzos por reil'enarla solt el saco azul de Mr.
Catherwood, lo cog con el mango del paraguas, y lo
habra salvado si la bestia se hubiera estado quieta; pero cuando flot bajo su nariz, buf y salt para atrs.
Romp el paraguas en hacerla cruzar; y, al instante de
tocar la orilla, vi el saco flotando hacia los raudales, y
Agustin, con sus ropas en una mano y la tetera en la
otra, ambas arriba de Su caheza, caminando ro abajo dehs de l. Pgl1sando que contuviese algunos materiales de dibujo. indispensable, me arroj entre los
matorrales de la OrIlla, con 1a esperanza de interceptarlo, pero me enred entre las ramas y bejucos. Desmont y amarr mi muJa, y pas dos o tres minutos abl"iendome camino para el ro. donde mir las ropas de Agustn y la tetera, pero a 1 no. y, con el rugido de los raudales ms abajo, tuve horribles temores. Era imposible
continuar a lo largo de la orilla; as que, haciendo un
esfuerzo violento, salt a travs de un rpido canal a un
escabroso islote de arena cubierto de arbustos achaparrados, y, cor.t;i~ndo ha~ta su extremo ms bajo, mir
toda la superfICIe del .1"10 y los raudales, pero no vi a
Agustn. Grit con todas mis fuerzas, y, para mi indecible satisfaccin, o una respuesta, pero COn el estruendo de los raudales, demfisiado dbil; de ah a poco
l apareci en el agua, movindose con direccin a un
punto y arrastrndose sobre los maton-ales. Consola..
do respecto a l, me encontraba ahora yo en una incertidumbre. El salto de regreso era sobre un terreno
ms elevado, el ro era un torrente, y, pasada la exitacin, yo estaba temeroso de intentarlo. Habra sido un
grandsimo inconveniente para m que Agustn se hubiera ahogado. Abrindose paso por entre las malezas y bajando a la orilla opuesta con su goteante cuerpo, tendi un palo a trav6s de la corriente saltando
sobre el cual toqu el borde de la ribera, resbal, pero
me encaram por las malezas con la ayuda de una mano de Agustn. Durante todo este tiempo llova a
cntaros; y ahora yo haba olvidado dnde amarr mi
mula. Nos entretuvimos varios minutos en buscarla; y
deseimdole buena suerte al saco viejo, mont. Agus_
tn se puso sus ropas, principalmente 'Porque le resultaba ms cmodo llevarlas en la espalda.
Al llegar a la aldea, yo me aloj en la choza de don
Jos Mara, mientras Agustn, hallndose en aquel
feliz estado que no poda ser peor, continu bajo la
lluvia. No haba nadie en la choz'a. sino una muchachita, y en un momento que la lluvia disminuy segu
mi camino. Tena yo que ~travesar otra corriente, que
tambin el:itaba muy crecida y el camino se encontraba
anegado, El camino se extenda por entre una espesa
selva; muy pronto las nubes se pusieron ms negras que
nunca; a la izquierda quedaba una cordillera de peladas montaas. las antiguas canteras de piedra de Copn, a cnyo largo el trueno retumbaba espantosamente. V el relmpago escriba airadas inscripciones a sus
lados Un turista ingls en los Estados Unidos admite
la superioridad de nuestros truenos y relmp~llos Yo
soy pertinaz en todo cuanto :ttae al honor nAcional, pero hago esta concesin en favor de los trpicos. La
lluvia caa como si las compuertas del cielo hubieran
~:;r1o abiertas; y mientras mi mula se resbalaha y des_
l'zflba enh'e el fango perd mi camino. Regres alguna
distancia, y de nuevo l'epa~aba mis pasos, cuando en-

contr a una mujer, descalza" detenidose el vestido


por enCma de las rodillas, quien result ser mi reumtica paoiente, la esposa de don Jos Mara. Mientras
le preguntaba del camino, le dije que ella estaba anulando por completo la periCia del mdico, y aad, lo
que yo creo que era la pura verdad, que no esperara
mejorar con nuestro tratamiento. Camin alguna distancia y de nuevo perd el camino. Era necesario penetrar en el bosque a la derecha. Yo haba salido po"
una vereda' en la que- no' me fij esp;ecialmente. All
haba senderos de ganado en todas direcciones, y por
espacio de una milla anduve de aqu para all, sin acertar con el verdadero camino. Varias veces vi las hue~
1las de los pies de Agustn, pero pronto las perda en
tre los lodazales, y ellas solamente me confundan ms;
por fin me detuve por completo. Ya casi anocheca,
no saba yo qu camirio tomar; y como hizo Mr. Henrv
Pelham cUqndo estuvo en peligro de ahogaTse en una
de las cloacas de Paris, me qued inmvil y grit. Pd~
1'a mi gran gozo, fu respfJndido por un ronquido de
Agustn, que haba estado extraviado ms tiempo qu
yo, y se encontraba en mayor tribulacin. El tenia
tetera en la mano, un ,cabo de cigarro apagado en la
boca; todo enlodado desde la cabeza hasta los pies y
en un estado completamente infeliz. Comparamos
nuestras observaciones, y, escogiendo iUn sendero, gri~
tancio a medida que avanzbamos, nuestras voces unidas tuvieron su respuesta por ladridos de perros y por
Mr. Cathrewood, que alarmado por nuestra ausencia, y
temeroso de lo que hubiese acontecido, haba salido con
don Miguel para buscarnos. Yo no tena ropa para
cambiarme, 11 en consecuencia me desnud y ,me envolv en una manta al estna de los indios d~ NorteAmrica. Toda la tarde el estruendo de la tempestad
estallaba sobre nuestras cabezas, iluminando los relm.
pagos la obscura selva y brillando en el iriterior de la
abierta choza; el aguacero ('aa a torrentes, Y dori Miguel nos dijo qUe probablemente estaramos incomunicados durante varios das con el otro lado del ro y
con nuestro equipaje. Sin embargo, pasamos la tarde
con gran satisfaccin, fumando cigarros de tabaco de
Copn, el ms afamado en Centro Amrica, de las plantaciones del propio don Miguel y fabricados por su esposa.
Don Miguel, lo mismo que yo aquella tarde, usaba
muy pocos vestidos; pero e't'a un hombre inteligente y
educado, saba leer y escribir, sangrar, y sacar mu~l"",-,
o hacer un escrito; era adicto a la literatura) pues le pTe

gurit a Agustn s tenamos algunos libros: dijo que


aunque estuviesen eh ingls no' haba' difelencia ....o.c-.lo
libros eran cosa buerta;~ y era delicioso orle expresar
su desdn por la inteligencia de don Gregario. El ex....,.
subarrendante en la finca, pagando; una renta de cuatro dlares anuales, y generalmente se encontraba re_
trasado en sus pagos: :uos dijo que no tena much()
qu ofrecernos; pero sentimos, lo que era mejor que
una cama con dosel, que' ramos: unos huspedes bienvenidos. En efectoj todo' era agradable. Su esposa
esperaba que nosotros le curaramos sus fiebres intermitentes; Bartolo estaba seguro que le reducramos la
protuberancia del estmago; y don Miguel gustaba clf"'
nuestra compaa. En estas felices circunstancias, la
fUlia de los elementos en el exterior no nos perturbaba.
Todo el da haba yo estado pensando en los tt~
los de don Jos lMara, y, envolvindome en mi manta,
suger a Mr. Catherwood "una operacin". (Ocultad
vuestros rostros, vosotros especuladores en solares de la
parte alta de al ciudad!) Comprar Copn! Remover
los monumentos de un ;pasado pueblo de la desolada
regin en que se encontraban sepultados, exhibirlos en
el "gran emporio comercial" y fundar una institucin
que fuese el ncleo de un gran museo nacional de antigedades americanas! Pero, podran los "dolos" ser
removidos? Ellos se encontraban en las mrgenes de
un ro ql1-e desembocaba en el mismo ocano que ba a
los muelles de Nueva York. pero haba raudales ms
abajo; y, respondiendo a mi interrogacin, dijo don Miguel que estos eran impasables. No obstante eso, yo
habra sido indigno, de haber atravesado: las edades.
"que purifican el espritu del hombre" si no hubier8
tenido una alternativa; y esta era exhibirlos por partes: dividir uno y removerlo; por piezas, y hacer moldes
de los Qtros. Los moldes del, Partenn son estimados
como preciosos monumentos en el Museo Britnico, y
los moldes de Copn seran lo mismo en Nueva York
Otras ruinas ms interesantes y ms accesibles podran
descubrirse. Muy pronto su ~xistencia sera conocida
y apreciado su valor, y los amigos de la ciencia y de
las artes en Europa querran tomar, posesin de enas.
Estas nos pertenecan por derecho; y, aunque no sab8~
mas cun pronto nos arojaran a puntapis, resolv que
deberan ser nuestras; con v.isiones de gloria e indefi~
nidas fantasas de recibir los agradecimientos de la
corporacn revoloteando ante mis ojos, me envolvi
en la manta y me q,orm.

CAPITULO 6
COMO EMPE:ZAR. ~ PRINCIPIO DE LAS E:XPLORACIONES. -INTERE:S CREADO POR ESTAS RUINAS.
VISITA DEL ALCALDE. - ENFADOSAS SOSPECHAS. - UN VISITANTE: BIENVENIDO. - CARTA DE:L
GENERAL CASCARA. - COMPRANDO UNA CIUDAD. - VISITA DE LA FAMILIA DE DON GIlEGORIO.
- DISTRIBUCION DE MEDICINAS.

Al clarear el da las nubes an pendan sobre la


selva; cuando sali el sol se esfumaron; aparecieron
nuestros trabajadores; y a las nueve de la' maana salimOs de la choza. Las ramas de los rboles destilaban
agua y el suelo estaba sumamente lodoso. Andando a
pie una ve2J ms sobre la regin que contena los prin~
cipales monumentos, nos espantamos por la inmensidad del trabajo que tenamos al frente, y pronto llegamos a la conclusn de que explorar todo el terreno sera imposible; Nuestros guas slo saban de esta re_
gin; pero habiendo visto columnas ms all de la
aldea, a una legua de distancia, tenamos razn para
creer que estaran otras esparcdas en diferentes direc~
ciones, enteramente ocultas en el bosque, y desconocidas por completo. El monte era tan tupido que casi
desesperbamos de pensar en penetrarlo. La nica
manera de hacer una completa exploracin sera ialando toda la selva y quemando los rboles. Esto era incompatible con nuestros inmediatos propsitos, podra

34

creerse que nos tombamos libertades y solamente podra realizarse en la estacin seca. Despus de una
deliberacin resolvimos obtener primero dibujos de las
columnas esculpidas. ~os diseos. eran Pluy complicados, y tan diferentes de cuantos Mr. Catherwood ha_
ba jams visto anteriormente que eran por completo
ininteligibles. Los cortes estaban en muy alto relie\.T
y requeran una gran cantidad de luz para realzar las
figuras; y el foIlaje era tan denso, y la obscuridad
profunda, que el dibujo era imposible.
Despus de muchas consultas, seleccionamos unos
de los "dolos", y resolvimos derribar los rboles a su
alrededor, y as dejarlo al descubierto de los rayos del
sol, Aqu estaba otra difioultad. No haba hacha; y el
nico instrumento que posean los indios era el machete, o tajadera, que varia de forma en las distintas secciones del pas; manejado COn una mano, era til par.
despejar el bosque de arbustos y de ramas, pero casi
inofensivo para los grandes rboles; y los indios, como

en los das en que los espaoles los descubrimiento, se reflE'xion,' con angustioso peSar, qU'e debamos abanaplicaban al trabajo sin ardor, ejecutndolo con poca donar la lde~ ~e llevarnos ningn material para espe.
actividad, y, como los nios, se 3pattaban de l muy cular en anhguedades! y. que deberiamos quedar satisfcilmente. Uno macheteaba un rbol, Y. cuando
f~chos. ~on ha~erlas 'VlStO }losotros mismos. De tal sacansaba, lo que aconteca muy. pronto, sentbase a
hsfacclon nadie nos podrl8 privar. Retornamos a la
descansar, y lo lelevaba otro. Mientras uno trabaja- choza con el inters no disminuido, pero tristemente
ba, siempI e estaban varios mirndolo Yo traa a la descora2.'Onados por el l'esl,1ltado de nuestra labor
memOlia el sonido del hach:t del leador en los bosques
Nuestro equipaje no habia podido atravesar el ro
de la patria y ansiaba algunos muchachos de las gran- pero se recobl el saco azul que me haba ocasionad~
des laderas de la Sierra Verde. Pero nos habamos tantas molestias, Yo haba ofrc;cido un dlar de recom1 evestido de paciencia, y observbamos a los indios
pensa, y Bartola;. el heredero forzoso del arrendatario
mientras cortaban con sus machetes, y an nos asom- ele nuestra choza, haba pasado el da en el ro y lo enbrbamos de que acertasen tan bien. Por fin cayeron contr enredado en; un arbuuto de la orilla. ' Su ri(>:
los palos y fueron anastrados hacia un lado, se limpi nudo cuerpo pareca agradecido de su lavado accidenun espacio alrededor de la base, arreglse el bastidor ~e tal, y el saco,' que nosotros suponamos que contendra
MI C. y l se puso a trabajar. Yo tom a dos ~nesh c:~gunos :materiales para dibujo d Mr; C., al sacudirlo,
zos, Bluno y Francisco, y, ofrecindoles, ~m premIO por ~lO a luz un par de botas vieias, que, no obstante, en ese
cada nuevo descubrimiento con una bruJula en la ma_ tl~mpo valian su peso en oro, pues eran impermeables
no pm t en jira de explor~cjn. Ninguno ~aba vi~t? y alegraron el decado espritu de Mr. e., quien se h~
"los dolos" hasta la maana de nuestra prImera VIStBaba enfermo con 'un presunto ataque de fiebres intelo
ta, cuando ellos siguieron en nuestra comitiva paTa mitentes O reumatismo, por permanecer entre el fango
reirse de los ingleses: peto muy pronto mostrar~n t~do ~l da., Nuestros mozos se fueron a sus casas, y
tal inters que los puse a nii seryicio. Bruno ~traJo F edenco tena la orden de que antes de venir all trabami a.tencin porque admiraba, segu~ supuse, a n11 peljo en la ma.ana, fuera l. la casa de don Gregario a comsana; pero averigu que erA por mI casaca,. .una larga
prar pan, leche, candelas, manteca y unas cuantas yarblusa de- cacera, con muchas bolsas; y. l diJO que po- das de carne de res. La puerta de la choza miraba
dra hacer una igual exceptu:mdo los plIegues Era sas.., hacia el Poniente, y el sol se puso sobre ]a obscura seltI-e de profesin, y en los intervalos de una gran taTe3 v~ al fren,te con una magnificencia que jams haba
en una chaqueta, trabajaba con su machete. Pero. te- VIsto superada. De nue~o, por la noch~, tuvimos aguana un gusto innato por las artes. Cu~ndo atravesaqa- cero, con truenos y relampagos, pero no tan VIOH:::J.l,OS
mas la selva, nada se escapaba a su nl1rada~ y era pi o. com la noche anterior, y por la maana ya otra vez
resionalmente curioso en cuanto a los vestIdos de:. las estaba claro.
figuras esculpidas. Qued jmpresion~d~ con la primeEse da Mr. Catherwood fue mucho ms afOl tunfl_
ra revelacin de su gusto 001' las anbguedades. Fl'an- do en sus dibujos; verdaderamente. al principiar, la luz
cisco hall los pies y pierna9 de una estatua, y Bruno caa exactamente como l lQ deseaba l y venci la difilina parte del correspondiente cuerpo, V el efecto p::ua
c;ultad. Sus preparativos, adems, eran mucho ms c~
ambos fue elctrico. Registraron Y rebuscaron sob'-e modo, plles tena sus botas impermeable,$, y se par soel campo con sus machetes hasta ell(~ontJ.ar los hom- bi'e una pieza de lona engrasada, que usbamos para cubros, y la levantaron entera, menas la cab~;za; y ~m brir el equipaje en el camino. Yo pas la maana sebos se mostraban impacientes por la poseslOll de l1lS- leccionando otro monumenlo, derribando los rboles y
trumentos con qu cavar y encontrar este fragmento preparndolo para que l 10 copiara. A la una de la
que faltaba.
' . tarde lleg Agustn a llamarnos para almorzar. [)'on
Es impo::;ible describir el intels C011 que yo explol('l Miguel tena una siembra de frijoles, de l que Agusestas ruinas. El campo el'a enteramente nuevo; no tn llecogi (uantos quiso, y, con el producto de un pe~
habia guas escritas ni cond_uctores; todo era terreno dido permanente de todos los huevos de la aldea, que
virgen. No podamos distinguir a diez yardas ~le.nte a eran hes o cuatro al da, COL dones de carne de res, pan
nosotros, y nunca sabamos con lo que tropeZ31'1amOS y leche de ]a hacienda, estuvimos muy bien. Por la
despus. Una vez nos detuvimos para cortar las ra- tarde lleg otra vez Agustn, con la noticia que el almas y bejucos que ocultaban el frente de un mmw men , calde haba llegado para hacern,os una visita. Como
to y en seguida cavar alrededor para sacar a la luz un se iba haciendo tarde, dimos por terminado el da, y rerr~gmento, cuya esquina es\;ulpida sobr~sala de, ~a tie- glesamos a la choza. Estrechamos la mano del alcal~
na. Yo me adelantaba muerto de ,ansleda~ mlentr~s de, y le regalamos cigarros a l ya, BUS acompaantes,
que loS indios trabajaban, V un ojo, una orela, un pIe, y nos hallbamos dispuestos a ser, sociables. pero 8]
fJ una mano se desenterraba; y cuando el machete 50-,
dignai31'io estaba tan bonacl10 que apenas pudo hablar,
naba contra una piedra esculpida. yo apartaba a los in- Sus acompaantes sentron:3;e en cuchillas, tambalefmdios y separaba la tierra suelta con las manos. La be- dose sobre las corvas, y, aunque las posturas eran difellez~ de la f~scultura, la solemne quietud de la que se
rentes, nos recordaban a los ra.bes. A los pocos miperturbaba nicamente por ia trepa de los monos Y el nutos el alcalde se levant precipitadamente, hizo un
parloteo de los loros, la desolacin de, la c~udaC;l, .y el saludo vacilante, y nos dei, siguin,dole todos los de.
mistelio sobre ella suspendido, todo producla un LOte- ,ms, y don Miguel,en cuenta. Guando na~ encontrba
rs mayor, si fuera posible, que el que yo jams ~en mas cenando regres, y era fcil observar que l, su
en medio de las ruinas del Antiguo Munqo. . Despus mujer y Bartola estaban afligidos,' y, como lo tenade valias horas de ausencil;l regres a donde se encon- mos, se t.rataba de nosotros.
traba Mr. Cathel'wood, y cont arriba de cincuenta ob_
Mientras nos hallbamos ocupados en nuestros projetos para sel' copiados.
pios asuntos tenamos muy poco idea de la sensacin
No lo encontr tan sati3fecho de mis noticias como que estbamos creando en la aldea. Don Gregario qued
yo esperaba. Estaba l parado con los pies entle el J.U
satisfecho cou tenernos fuera de su casa, quera sa<.ar
do, y dibujando con los guantes puestos, para pi otenos de la vecindad. Por de5gracia, a ms de su instint va aversin, lo habamos ofendido distrayndole algerse las .manos contra los zancudos. Como lo tema
mas, los diseos eran tan inb incados y complicados, J.O
gunos de S\lS trabajadores con los altos precios que, cosujetos tan completamente nuevos e incomprensibles, mo exhanjeros, nos vimos obligados a pagar, y comenque tena gran dificultad para dibujarlos. Hizo varias z a mirarnos como a rivales l y deca por todas pal les
tentativas, con cmara lcida y s.n ella, pero no qued
que ramos individuos sospechosos; que nosotros seramos la causa de que se turbase la paz de Copn para
satisfecho ni an yo, que era menos severo en la crtica. El "dolo" pm'eca desafiar su arte; dos monos so~ que se introdujesen los soldados y la guerra en las
bre un rbol hacia un lado como que se mofaban de l cercanas. En confirmacin ele sto, dos indios p":lsaron
por la aldea quienes informal'on que nosotros nos hay yo me senta desanimado y desconfiado. En efecto,

35

bamos fugado de la prisin. que habamos sido perseguidos hasta la frontera de Honduras por un destaca.
mento de veinticinco soldados bajo las rdenes de Landaveri, el oficial que nos ar.rest. y que si nos hubiera
capturado habramos sido fusilados. El alcalde, que
haba estado borracho desde nuestra llegada, dispuso
visitarnos, para resolver las dudas de la aldea, y tomar
las medidas que la presencia de esas peligros.as perso_
nas y la seguridad del pas pudiesen requerIr.. ?e~o
este noble propsito se vio frustrado por una ndlCU'
circunstancia. Tenamos como regla el llevar nuestras
armas con nosotros a las ruinas, y cuando regresamos a
la choza para recibir su visita, como de c05~umbre. cada uno tenamos un par de pistolas .en ~1 cmto y Ul~,a
escopeta en la mano; y, nuestra apanencIa e~a tan fo;;
midable que el alcalde se asust !le su proPIOfuUd~ti~
al pensar en interrogarnos Y bonItameNte,se laeselva
rando a la sordina. Tan pronto como ego.a
.6 d~
sus acompaantes le reprocharon por la no eJeCUCI .n 'ba
sus propsitos, y l respondi, con dureza, que no 1
a tener algo que decir a unos hombres.. armados como
estbamos nosotros. Animados con la :dea de nuestra
teITible apariencia, le dijimos a don MildguelqqUeh~~?~~
se'ase al alcalde Y a la gente de la a ea, ue
m~jor en apartarse de nu~stro camin~ y deJ~rnos s~lds.
Don Miguel lanz una lugubre sonnsa, mas no ~ o
haba terminado Dijo. l que no dudaba de nues 1':1
hombres de bien, pero .qUtedradmosf:~~~:~~~~f:;~: se
pas se encontraba en es a o e e
'
le haba prevenido que no deba darnos al~ergUe.'y qU~
se vera en dificultades por ello. La p.O t r ~~;~~ ~e
poda ocultar su disgusto. Su cabeza es a a
aseslnatos Y extdermi~di?Sbl Ydaurq~~~trr:;~~~~r~~es~i
guridad no se escUla a e. a

.
algunos' soldf,ldos llegaban a la, aldea, ser amos aseSInados, y nos rogaba que nos fuesemos
erturbados
Nosotros estbamos muy molestos Y p .
. .
con estas comunicaci0fes, pero te:%~~eO~t~d:a~I~:~e~~:
arriesgar para consedll JI'?;?gus:lr qUe ningn dao podra
los Aseguramos a on ,LV.LJ.
. ,,
sobrevenir que todo era' falto y una equIvocac;on,. Y
ue nosotr~ estbamos por encima de tod,a S':'SPIC~CIa.
mismo tiempo y para convencerlo, ab~1 mI baul, y
le ense un gran lo de vapeles, c,red~ncIales s~~ladas
para el gobierno Y cartas privadas de llltroduc110n en
es aal para personas prominentes en Guate?1 8 a, pr e se~tndome como c'Encargado de los Negoc~os de los
Esfados Unidos del Nrte'6, y una muy esp.ecIal de dton
Antonio Aycinena, actualmel!te en esta CIUdad, au es
coronel en el ejrcito centralista, lf desterra~o por M<;,razn, para. su hermano el Marques ~e Ayclllena, confeo de dicho partido, que esta~a. dommand? en aquella
regin en la violenta ~erra c:vI1 de ese .tIempo, .re~o
mendndome con muoho ~preclO, Y, e~polllendo mI PI?psito de viajar por elpms. Esta ultIm~ cart~ fue J?as
importante que ninguna otra cosa Y SI hubl~r.a SIdo
dirigida a alguno del partido opuesto en la poltIca, ha_
bra sido en contra n~es~ra, Y c~nfirmado la sos?echa
de que ramos denemlgos'. Jamas hubo ta~ta .gran~e
za bajo un toldo. Aunque ~nojados, era ca~l dIvertldo
el vernos obligados a explicar nuestra c:ahdad a tan
miserable grupo como don Miguel, su mUJer y Bartola;
pero era indispensable el relevarlos de sus duda.s y ansiedades, facilitndonos el permanecer t~anqUllos en
su pobre choza; y el consuelo que experl~elltaron, y
el gozo del a mujer al saber que nosotros era~Os gente de alguna estimacin, no enemigos ni can nesgo de
ser fusilados fu de lo ms satisfactorio para nosotros.
A pesar 'de eso, don Miguel nos aconsej que fu:ramos a Guatemala o oon el General Cscara, a conseguir una orden para visitar las l'uinas, y que en seguida volvisemos, En ese particular nosotros habamos
dado un paso en falso. Deberamos haber ido a Gua_
temala y regresado con un pasaporte y con cartas del
gobierno; pero como no tenamos tiempo qu perder, e
ignorbamos lo que haba en Copn, probablemente si
no hubiera estado en nuestro camino, lo habramos

11

36

omitido por completo. Y nosotros no sabamos que la


regin estuviese tan enteramente aislada; la gente est
menos acostumbrada a la vista de los extranjeros que
los rabes alrededor del Monte Sina, y son mucho ms
suspicaces. El Coronel Galindo era el nico extranjero que haba estado all ante'J que nosobos, y l apenas
poda ser calificado de extranjejro porque era Coronel
en. ~ervicio en Centro AmTlca, y visit las ruinas comISIOnado por el gobierno. Nuestra visita haba quizs
tenido alguna influencia sobre los sentimientos del pueblo; en todo caso, ense 8J don Gregario que no es fcH. desembarazarse de los extranjeros; pero yo le aconseJo a cualquiera que desee visitar estas ruinas en paz,
que vaya primero a Guatemala" y solicite del gobierno
toda la proteccin que pueda darle. En cuanto a nosotros, ya era demasiado tarde para pensar en ello y
todo lo que tenamos que hacer era mantener nuetro
terreno tan pacficamente como pudiramos. N o te..
namos temor de soldados qUe vinieran de otra parte
solamente para molestarnos. Don Miguel nos dijo, lo
que ya antes habamos observado, que no haba ni un
mosquete en la aldea; la calidad y excelencia de nuestras armas era bien conocida; el arriero haba contado
que nosotros ramos sujetos desenfrenados, y que lo
habamos amenazado con matarlo; y el alcalde era ex
cesivamente cobarde.' ]"ormamos; una alianza, ofensiva
y defensiva, con don Miguel. su muje~ y Bartola, y nos
fuimos a dormir. Don Miguel y su mujer, entre parntesis, eran gente sigular: dorman con sus cabezas en
diferentes extremos de la cama, para que, con el inevitable acompaamiento de fumar, no se perturbasen
uno al otro.
En la maana fuimos aliviados de nuestra dicultad, y colocados en posicin de 1anz'ar un reto a los dtractores de nuestra reputacin. Mientras que los tra..
bajadores se juntaban afuera de la choza, lleg trotan
do por entre l milpa hasta la puerta Un indio mensajero que pregunt por el Seor Ministro; y quitndose
el sombrero de petate, sac de la copa una carta, diciendo que le haba: ordenado el General Cscara que la en~
tregase en manos propias. Estaba dirigida al I'Seor
Catherwod. a Comotn o donde Se halle", y expresaba
el sentimiento del General Cscara por el arresto en
Comotn, atribuyndolo a ignorancia o equivocacin
del alcalde y los soldados, e incluyendo, adems, un pa~
saporte separado para Mr. Catherwood. Es pal a m
muy satisfactorio el acusar recibo de esta carta; y de
la prontitud con que el General Cscara la despach
para "Comotn, o donde l pudiera hallarse", era na:da
menos de lo que yo esperaba de su carcter y posicin
oficial. Le supliqu a don Miguel que la leyese en alta
voz, le dije al indio que diera nuestros agradecimientos
al General Cscara l y 10 envi a la aldea para que se
desayunara, con una ddiva que yo saba que le hara
publicar la historia con verdadero nfasis y discrecin,
Don' Miguel se sonri, su mujer Se ri, y algunas pocas
manchas de blanco relampaguearon por entre la sucia
pel de Bartalo. Elevse el precio de nuestras acciones, y resolvi encaminarme hacia la aldea, fortalecer los
lazos de amistad con don Jos Mara, visitar a nues.
tras pacientes, desafiar a don Gregario y juntar un grupo de ayudantes en Copn,
Mr. Catherwood se fue a las ruinas para continuar
SUs dipujos, y yo a la aldea, llevando conmigo a Agustn para disparar los caones de Belize, y comprar comestibles por algo ms de lo que valan. Mi primera
visita fue para don Jos Mara. Despus de adarar
nuestra reputacin yo mencion el asunto de la compra
de las ruinas; le dije que, con motivo de mis negoclOs
pblicos, no podra quedarme todo el tiempo que deseaba, pero que quera regresar con azadones" picos, escaleras, palancas de hierro y hombres, constrUir una
choza para viVir all, y verIficar una completa exploracin; que no poda incurrir en gastos con riesgo de
que se me negase el permiso para llevarla a cabo; y,
para abreviar, n buen castellano, le pregunt: cun..
to quiere Ud. por las ruina9? Pienso que no quedara
w

ms sorprendido que si yo le hubiese propuesto comprarle a su pobre vieja mu:er, nuestra reumtica paciente, para practicar en ella medicina. Pareca dudar
quin de nosotros estara fuera de s. Lar propiedad era
tan de ningn valor que mi deseo de comprarla pareca muy sospechoso. Al examinar el documento me
enter que l no era el dueo de los bienes. sino que
los tena en arriendo de Don Bernardo de Aguila faltndole tres aos para termnar. La extensin era ms
o menos de seis rol acres por la que pagaba ochenta
dlares al ao; l no saba qu hacer. pero me dijo que
lo pensara, que consultara con su esposa y me dara
la respuesta en la choza al da siguiente. Despus visit al alcalde. pero se encontraba demasiado borracho
para ser suceptible de ninguna impresin; prescrib para varios pacientes; y en vez de ir a donde don Gre_
gorio le mand con don Jos Mara una splica corts
que se ocupara de sus propios asuntos y que nos dejara
en paz; regres, y pas el resto del dia en medio de las
ruinas. Llovi dW'ante la noche, pero aclar otra. vez
por la maana, y temprano estuvimos en el campo, Mi
ocupacin era ir con los mozos para derribar rboles y
malezas, buscar, excavar y preparar los monumentos
p"ara que los copia.se Mr'. Catherwood. Mientras me
ocupaba en esto fui distrado por una visita de don Jos
Mara, quien an no saba qu hacer, y no querienqo
aparecer demasiado ansioso, le dije que tomara mas
tiempo, y que volviera a la maana siguiente.
Lleg a la maana siguiente, y su condicin era
verdaderamente lastimosa. El estaba. impaciente por
convertir en dinero una propiedad improductible, pero
tena miedo, y me dijo que yo era extranjero, y que
sto le podr.a acarrear dificultades con el gobierno.
Otra vez le hice ver la formalidad de mi carcter, y me
compromet a salvarlo de responsabilidades con el gobierno o dejarlo en libertad. Don Miguel ley mis cartas de recomendacin, y reley la carta del General
Cscara. Qued convenddo. pero estos papeles no le
daban el derecho de vendel"nIe su tierra. Penda an
la sombra de la duda; para terminar, abri mi bal, y
me puse una levita de diplomtico, con profusin de
grandes botones con guiJas. Tena puesto un sombrero de jipijapa, empapado p01~ la lluvia y manchado de lodo una camisa listada. pantalones blancos. amarillos de
fa~go hasta las rodillas, y estaba casi tan aulr como el
rey negro que recibe a una compaa de oficiales britnicos en las costas del Africa con sombrero de tres
picos y o3saca militar, y sin pa!ltalones; pero don Jos
Mara no pudo resistir a los botones de mi levita; el
pao era de lo mejor que l haba visto; y don Miguel,
6U mujer y Bartola comprendieron ente'amente que tenian dentro de su chooz:a a un ilustre incgnito. La
nica cuestin era que quin podra hanar papel para
la hechura del contrato. Yo no repar en pelillos. y le
di papel a don Miguel, quien recibi nuestras mutuas
instrucciones, y sefial el da siguiente para la ejecu_
cin del documento.

El lector tal vez tenga curiosidad de saber cmo se


venden lag ciudades antigutls en Centro Amrica. Lo
mismo que otros articulas de comercio se regulan por
1? existen~ia en e~ ~ercado, y la det'nanda; pero no
sl~ndo artlcu~os pnnclpal~s, como el algodn y el n(hgo, se mant~enen a precIos caprichosos, y en ese tiempo estaba floJa la venta. Yo pagu cincuenta dlares
por Copn. Nunca hubo ninguna dificultad acerca del
precio. O'ec dicha suma, para que don Jos Mara
slo me creyera un tonto; si yo hubiera ofrecido ms
probablemente habra pensado de mi algo peor. .

Tenamos constantes comunicaciones COll la hacien~


da por medio de Francisco, que traa de all todas las
maanas un guacal grande de leche, llevndolo a una
distall.cia de trES millas, y vadeando el do dos veces.
Las seoras de la hacienda Toas haban mandado a decir
que pensaban hacernos una visita, y esta mafiana apareci la esposa de don Gregario, encabezando una procesi6n de todas las muja"es de la casa, criadas y nios,
y dos de sus hijos. Nosotros las recibimos en medio
de las ruinas, sentndolas lo mejor que pudimos, y,
como primer acto de urbanidad. les ofrecimos cigarros
n todas ellas. Difcilmente se me puede creer, peLO
ninguna de ellas, ni an los hijos de don Gregario, habian visto jams antes los "dolos'\ y ahora tenan mu_
cha ms curiosidad por ver los dibujos de Mr. C. En
verdad, yo creo que fue la fama de estos dibujos la que
nos proporcion el honor de su visita. En el fondo Ml'.
C. no era ms feliz de verlas que el viejo don de vernos a nosotros, pues interrumpi su trabajo, y cada da
era de gran valor. Corno yo me consideraba hasta cierto punto el propietario de ]a ciudad. estaba obligado a
hacerle los honores: y, estando limpio el paso, las llev
a dm." una vuelta, hadndoles notar todos los objetos de
inters como hace el cicerone en el Vaticano o en el Palacio Pitti; pero no pude ffidntenerlas alejada$, y, para
disgusto de Mr. C., las traje de regreso a donde l
estaba.
Obligados a dejar el trnba'jo, las invitamos para ir
a la choza a ver nuestras comodidades. Algunas de ellas
el an nuestras pacientes, y nos recordaron que no les
habamos enviado las medicinas que les prometimos. El
hecho es. que evitbamos el darles medicinas cuando
podamos, entre otras razones. por temor de que si alguna por casualidad maria en nuestras manos, cargsemos con la; responsabilidad; pero nuestra fama estaba
establecida; los honores estaban afianzados a nuestras
espaldas y estbamos obligados a llevarlos. Las seoras, a pesar de la brusque.dad de don Gregario, siemple
nos haban tratado cariosamente, y nosotros con todo
agrado les habamos manifestado nuestro reconocimieiL
to de cualquier oh'o modo que dndoles remedios; pero.
pal'a gratificarlas' CQmo queran, distribuimos entre
ellas polvos y pldoras con direcciones escritas para su
uso; y cuando se despidieron las acompaamos por al~
gn trecho, y tuvimos la satisfaccin de or que ellas
nos vengaban de don Gregario haciendo elogios de nuestra galantera y atenciones.

CAPITULO 7
DESLINDE DE LAS RUINAS. - INFORMES DE JUARROS y DEL CORONEL GALlNDO CON RES.
PECTO A ELLAS.-SU SITUACION.-SU EXTENSION.-PROYECTO DE DESLINDE.-ESTRUCTURAS
PIRAIIUDALES.-FILAS DE CALAVERAS.-RETRA TO INTERESANTE.-"LOS IDOLOS".-CARACTER
DE LOS GRABADOS.-C;\DENAS DE TERRAPLENES.-UN RETRATO.-PATlOS~CURIOSOALTAR.
-TABLETAS (lE JEROGLIFICOS.-CABEZA G1GANTESCA._CANTIlRAS DE PIEDRA.-MAS SOLICI
TUDES DE MEDlCAMENTOS.-"IDOLOS y ALTARES.-IMAGEN SEPULTADA.-MATERlAL DE LAS
ESTATUAS.-IDOLOS ORIGINALMENTE PINTADO S.-ALTAR CIRCULAR.-ANTIGUEDADES DE COPAN.

Aquella noche no llovi, y al da siguiente, como


el suelo se encontraba algo seco, comenzamos un ordenado deslinde de las ruinas. Fu mi primel' ensaso en ingeniera. Nuestros aparatos de agrimensura

37

no eran muy extensos, Tenamos una buena brjula


de agrimensor, y el resto se compona de una cinta
para medir que MI'. C. habia usado en un estudio de
las ruinas de Tebas y Jerusaln. Mi parte en el asu.n-

ta era muy cientfica.

Yo tena

que~

dirigir a ls

in-~

dios para abrir lineas rectas a travs de la selVa, hacer


que Bruno y Federo colocasen sus sombreros sobre
palos para marcar las distancias, y tamal' las niedidas
correspondientes. El segundo da nosotros estbamos
en la mejor disposicin para ejecutarlo.
Ese cta don Jos Mara rehus la ejecucin del

contra.to. Don Gregario era la causa. Haba cesado


de entre~etel'se con nosotros, pero 'a la idea de nues-

tro 3naigo en la vecindad no pudo contenerse y persuadi a dOn Jos Mara que se, vera envUelto en
dificultade$' por tener alg qu arreglar con nosotros;
hasta le'dijo 'que el pasaporte del General Cscara no

vala nada, y que el General. Cscara se haba pasado


al partido de Morazn. Por el momento logr su objeto, peto' al fin le ganmos 'y 'el contrato se llev a
efecto.
'
Despus 'de tres dsdemuy difcil pert? muy inter~sante' trabajo, terminamos, el desUriqe, con cuyos
detalles yo intentO" mlestar al lector; pero antes de
hacerlo, har mencin de' lo' poco que se saba antes
de estas' ruihas.
,
JualTCis, el h'storiador, de', Guatemala, dice: "Francisco' de Fuentes, quien esc~ibi las CrniCas del Reino de Guateniaia,:nos asegura que en su poca esto
es, eh el ao, ~ 7QO, el gran circo cie Copll an permanec~ ' entero.' Este e;ra un espacio circular rodeado
de pirmide's de piedra como de seis y.ardas de alto,
y muy bien constru,idas. En lqs baSes de estas l?irmid~s"haba"figuras de hombres y mujeres" d~"muy
excelenteescultuni,' que a: la s~z6n conservaban los
colores con' que haban sido esmaltadas, y, lo que no
era menos notable, tpdas llas se e;ncontra,ban ataviadas A !,A USANZA DE CASTlIJLA. En el centro de
esta rea,,'elevado sobre una grader.t;t,qued~ba el lugar. dl scrificio. El mismo autor a:fi~rtla q.ue a ~or'
ta distancia del circo se encontraba un portal construido de piedra, sobrt, cuyas c,ollllllna$ haba. figuras
de. hOli.1:>res ,as ,mismo r~presentados con TRA,TES
ESPAO;LES, . con medi~s, y lechuguillas alrededor
del cuello, espada, gorro y capCl. 'corta., ,A la entra~a
se. encuentran dos bella$ pirmides de piedra, mode-.,;
radamente grandes y elevadas, de las. cuales est suspendida una hamaca . que contien,e dos. figuras humanas una de cada' s.exo, ataviad~s al estilo indgena.
El~sombro s excita pod~rosamentea 1,\ vista de p.sta
estructura, porque, grande ccmw es, no, hay seales
(le que s,1,.lS partes. Gwnpollcnt.es hayan sido soldadas,
aunque
,una sol~ piedra ,'y, de" ~n eno~me p~so,
puede ser pue~ta en mOVlffilE!nto' con el mas leve llnpulso de la mano""
, . ,
Desde este tiempo, esto es, desde el ao 17DO, no
existe relacin de estas ruinas hasta la visita deL CorpneL Galindo en 1836, a la que ya me he referido,
quit:!n }as examin comisionado por el g<;>biernp de
Centro Amrica" y cuyas comunicaciones sobre el asunto fueron publicadas en las actas de la Real Sociedad Geogrfica de Pars, y en la Gaceta Literaria
de Londres, El es el-nico hombre en ese pas que
ha prestado alguna atencin, EN MODO ALGUNO, al
asunto de las antigedades, o quien ha presentado a
Copn a la consideracin de Europa y de nuestro
propio pas. No siendo l un artista, su narracin es
necesariamente poco satisfactoria e imperfecta, pela
no es exagerada. En: verdad, l se queda atrs del
maravilloso,relato dado por Fuentes ciento treinta y
cinco aos antes, y no hace mencin de la movible
harrit.ca de piedra, con las figuras sentadas, que fu
nllestro gra'n alicjente para visitar las ruinas. Ningunos planos ni dibujos se han publicado jams, ni
nada que pueda dar siquiera una idea de aquel valle
de rom"llce y maravillas, donde, como se ha expresado, los genios que sistieron al Rey Salomn parecen haber sido los artistts'.
'Est situado en la regin del pas ahora conocido
como el Estado de Honduras, uno de los ms frtiles

de

valles e~ Centro Amrica, y hasta ~l da famoso por


la superioridad de su tabaco. Mr. Catherwood hizo
varias tentativas para determinar la longitud, pero el
horizonte artificial que tomamos expresamente para
tal propsito result inclinado, y! lo mismo que el
barmetro, fu, intil. Las ruinas Se encuentran en
la mrgen izquierda del ro Copn, que desemboca en
el Motagua, y as llega a la Baha da Honduras cerca
de Omoa, a una distancia quizs de trescientas millas
del mar. El ro Copn no es navegable; ni aun por
canoas, salvo por un corto tiempo en la estacin de
lluvias. Saltos de agua interrumpen su curso antes
de desembocar en el Motagua. Corts, en su terrible
viaje desde Mxico hasta Honduras, de cuyas penalidades, an hoy, cuando ,el pas se enclientra comparativamente abierto y libre de masas de enemigos, es
dificil formarse un concepfo, debe haber pasado a' dos
das de camino de esta ciudad.
La extensin a 10 largo del ro, como lo confirman los monumentos que an existen, es de ms de
dos millas. Hay un monumento hacia, el lado opuesto del ro, a una milla de distancia, sobre la cima de
una montaa, de dos mil pies de elevacin. Si en
algn tiempo la cudad' cruzaba el ro y se extenda
hasta ese monumento, es imposible decirlo. Yo creo
que no. En el fondo Se encuentra una selva inexplo-'rada, en donde puecen haber; ruinas.' 'No existen restos de palacios o de edifiCios privados; y la parte principal es la que se extiende sobre la orilla del ro, y
la que puede, quizs, con propiedad ser llamada el
templo.
Este t~mplo'es {n cercado oblongo. El frente o
muro del ro se extiende en linea recta de norte a
sur seiscientos venticuatro pies, y es de :;;esenta a noventa. pies de altura. Es hecho de piedras iall2.das,
des4~' tres a seicS' 'pies de largo, y de pie y medio de
ancho. En muchas pa.rtes, las piedras han sido derri~
badas por los arbl,lstos que crecen entre las grietas, y
en. un lugar hay una 'pequeii.a abertura,por lo que las
rumas algunas veces son llamadas por los indios LAS
VENTANAS. Los ()tros tres lados se cornIlonen de
hileras de grada,s y estructuras piramidales, que' Se elevan desde ,treinta hasta c~entoeuarenta pies sobre el
declive. Toda Ja lnea de Qeslinde es de dos mil ochocie:ptos sesenta 'ji seis p'ies, la que, aunque gigantesca
y extraordinaria jara una construccin arruinc:da de
los aborgenes, p<;i.ra que la imaginacin del lector, no
se vaya a ,engaar,', creo necesario 'dedr que .11:0 es tan
larga como la bas.e de la gran pirmide de Ghizeh.
El grabado NQ 1 muestra el: plano de acuerdo con nuestro deslJ;lde, cuya r'eferencia ayudar a!
lector a comprender la descripCin.
Principiaremos por ,la derecha: cerca de la es-"
quina sudoeste de la murf;llla del ro y, de la ffiqra11a del sur hay un retiro que' probablemente en un
tiempo fu ocupado por un colosal monumento frente
al agua, del cual ninguna parte es visib.le ep l.a actualidad; probablemente se habr cado y quebrado,
y los fragmentos habrn sido enterrados o al'rastra~
dos por las aguas en la estacin de lluvias. l\1s all
estn 'las ruinas de dos pequeas estructuras pirami~
dales, y agregada a la ms grande de ellas hay una
muralla que se extiende a 10 largo de la margen occidental del ro; sta ps.rece haber sido una de las
principales murallas de la ciudad; y e,p. medi de las
dos pirmides parece que existi una puerta de en~
trada. principal desde el agua.
La muralla del sur Se extiende en ngulos rectos en direccin al ro, principiando con una hilera
de gradas como de treinta pies de altura, y cadagrq.~
da como de diez y ocho pulgadas en cuadro. En la
esquina sudeste hay una maciza estructura piramidal
de cientoveinte pies de altul'a sobre el declive. A la
derecha se encuentran otros restos de terraplenes y
de construcciones piramidales; y aqu probablemente
tambin hubo una entrada, por Un pasaje como de'

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veinte pies de anchura, para una superficie cuadran~


glar de doscientos cincuenta pies en cuadro, en cuyos dos lados hay slidas pirmides de ciento veinte
pies de altura sobre el declive.
Al pie de estas construcciones, y en diferentes
partes del rea cuadrangular, existen numerosos restos de esculturas. En el punto marcado E se encuentra un monumento colosal ricamente esculpido,
cado y arruinado. Detrs de l fragmentos de esculturas, derribados de su lugar por los rboles, estn esparcidos y yacen sueltos a un lado ele la pirmide desde la base hasta la punta; y entre ellos
nuestr~ atencin fu atrada' fuertemente por unas filas de calaveras de proporciones gigantescas, todava
colocadas en su lugar como a la mitad de la attura
de la pirmide; el efecto era extraordinario. El grabado N9 4 representa a una de ellas.
.
En la poca de nuestra visita, nosotros no dudabamos que estas eran calaveras; pero Se ll1e ha sugerido que el dibujo eS ms parecido al crAn,eo de un
mono que al de un hombre. Y, en conexIOno ~on .este
reparo, yo agrego lo que atrajo nues~ra atenclOll, aunque no con tanta fuerza en aquel tlempo. Entre l~s
fragmentos de este lado estaban los r~stos de un enor~
me mono o cinocfalo, con viva semeJanza en los co:r:tornos Y la apariencia a los cuatro monstruoso~ an1males que en un tiempo estuvieron enfrente ,Uludos a
la base del obelisco de Luxar, ahora en Fans, y que
con el 1l0lubre de cinocfalos, eran adorados en Tebas Este fragmento tena. como seis pies de ala. Le
falt~ba la cabeza. El tronco yaca a un lado de la
pirmide,y lo bajbam~s rodan?o varias,g'radas cuando cay entre un montan de pIedras, de donde :r~o lo
pudimos sacar. En aquel tiempo no ten~amos ta\ ]de~,
pero no es absurdo suponer qve los craneos esculpl:
dos significaran las cabezas de lYl;0nos, y que esto::.
animales fuesen adorados como deIdades por el pueblo que edic a Copn.
. .
Entre los fragmentos que yacen en tIerra, cerca de este lugar, figura un interesant~,retrato, ,del
cual el grabado NQ 5 es una r~presentaclOn., Probap:,emente es el retrato de algun rey, caudIllo, o s....bio. La boca est daada, y parte del orname~to
sobre la guirnalda que corona la cabeza. La ~xr:le
sin es noble y severa, Y todo le retrato lnam-flesta
una fiel imitacin del natural.
En el punto marcado D del grabado N9 1 se yer-;:gue una d~ las columna~ o "dolos': que d~n el
peculiar caracter de las r:Ulnas de Copan, cuyo frente
forma el frontis grabado de e~te libro, y al que ya~'
ticularmente suplico la atencion del lector. Esta SItuado con la cara hacia el oriente, con10 a seis pies
de altura, cuatro pies de _frente, y tres de fondo,
esculpido en los cuatro c05!ad~s desde la base~asta
la punta, y es uno de los ~.as neos y dct::llados eJ~n~
pIares en toda la extenslOn de las rumas. OrIgInalmente estaba pintado, siendo olaramente visible
an las seales del color l'OjO. Frente a l, a una
distancia como de ocho pies, se encuentra un gran
bloque de piedra esculpida, al que los indios dan
el nombre de altar. El sujeto del grabado NV 8
es una imagen de cuerpo entero, de rostro sin
barba y de aire femenino, aunque el traje se p3lece al de un hombre. Sobre ambos .costados hay l-llcas de jeroglficos, que probablemente refieren la
historia de este misterioso personaje.
Como los monumentos hablan por s mismos, yo
me abstendr de cualquier descripcin verbal; JI es
tanto lo qUe tengo que presentar al lector, todo can
muy grandes diferencias de detalles, que sera imposible, deniro de los lmites razonables, dar a conocer
nuestras propias especulaciones con respecto a su carcter. Solamente har notar que, desde un principio, nuestro principal objeto y esfuerzo fll conseguir
copias verdicas de los originales, no aadindoles na-da para su efecto como dibujos. MI'. Catherwood hizo

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los diseos de todos los dibujos',con la omara lcida,


y dividi su papel en sgcciones, para as preserval.' la
mayor exactitud de proporcin. Los grabados -fueron
hechos del mismo modo con respecto a la fidelidad,
de dibujos reducidos por el mismo Mr. Catherwood,
cuyos originales se encuentran tambin en manos del
grabador; y considero pertinente el manifestar que una
parte de ellos, de los cuales el frontispicio era uno,
fueron enviados a LondIes, y ejecutados por grabado~
l'es en madera cuyos nombres figuran entre los pri~
meros en Inglaterra; no obstante, aunque hechos con
exquisita habilidad, y del mejor efecto como dibujos,
fallaron en dar el verdadero carcter y expresin de
los originales, y, con alguna considerable prdida de
tiempo y de dinero, todos fueron hechos a un lado
y regrabados en acero. Se le proporcionaron a lVlr.
Catherwood las pruebas de cada plancha, quien hizo
las correciones que fueron necesarias' y, en mi opi-nin, son ellas copias tan fieles como puedan ser presentadas; y, con excepcin de las propias piedras, el
lector no puede tener mejores materiales de especulacin y estudio.
Siguiendo la muralla, en el lugar marcado C del
glahado NQ 1, hay otro monumento o dolo del mismo
tamao, y similar en muchos respectos. El grabado
N9 9 representa la parte de atrs. El carcter de, esta
imagen, como se halla al pie de la muralla piramidal,
con montones de piedras cadas descansando junto a
su base, es sublime; y sera difcil exceder la riqueza
de ornamentos y la delioadeza de la escaltura. Este,
adems, estaba pintada, y el rojo todava Se distingue
claramente.
'roda el cuadrngulo est lleno de rboles, en~
tremezclados con fragmentos de fina escultura parti~
cularmente hacia el lado oriente, y en la esqui-:"a nor~
eleste hay un estrecho pasadizo, que probablemente
era una tercera entrada.
A la derecha se encuentra una confusa ringlera
de terraplenes perdindose entre la selva, orllamenta~
dos con calaveras, algunas de ellas todava; en su Iu-'gar, y otras yaciendo alrededor como han cado o como
han sido derribadas. Volviendo hacia el norte, la fila
a mano izquierda sigue siendo una elevada y maciza
estructura piramidal, con rboles creciendo en ella
hasta en la misma punta; A corta distancia se halla
una pirmide separada, medianamente perfecta, mar~
cada en el plano Z, del grabado N9 1, como de cincuenta pies en cuadl'o y treinta pies de alto. La fila
contina por una distancia como de cuatrocientos pies,
descendiendo algo en altura, y a lo largo de ella no
existen sino muy pocas ruinas de esculturas.
La hilera de construcciones se torna en ngulos
rectos hacia la izquierda, y se dirige al ro, juntndose con el otro extremd de la muralla, en donde co~
menzamos nuestro deslinde. La ribera se elevaba ca...;
mo unos treinta pies arriba del rio, y haba sido pro~
tegiela P011 un muro de piedra, cuya mayor parte es~
taba cada. Entre los fragmentos que yacen sobre la
tierra en este lado se encuentra el grabado N9 6.
El trazo era complicado, y, -estando todo el terreno cubierto ele rboles, difcil de llevarlo a cabo. All
no haba pirmide completa, sino, a "lo ms, dos o
tres lados piramidales, y estos unidos sobre terraple
nes a otras construcciones de la misma especie. Mas
all de la nl:uralla del cercado haba murallas, terraplenes, y elevaciones piramidales pasando por entre
la selva, 10 que algunas veceS nos confundi. Probablemente todo no fu edificado al mismo tiempo,
sino~ que le hicieron adiciones y se erigieron estatuas
por diferentes reyes, o quizs, en conmempracin de
importantes acontecimientos en la historia de la ci.udad. A lo lal'go de toda la lnea haba graderas. con
elevaciones piramidales, probablemente coronadas en
la punta con edificios o altares ahora en ruinas. Todos estos escalones y lados piramidales estaban pintados, y el lector puede imaginarse el efecto cnando

todo el, campo estaba libre de la selva, y el sacerdote y el pueblo ascendiendo desde el extremo de los
terraplenes, y desde all al interior de los lugares sagrados para tributar su adoracin en el templo.
Dentro de este cercado hay dos patios rectangulares, que tienen granderas para subir a los terraplenes. El rea de cada uno es como de cuarenta pies
arriba del rio. Del ms grande y ms distante del
rio, todas- las gradas se han cado, y constituyen sim..:.
pIes montones de tierra. Hacia un lado, al pie de la
muralla piramidal, se encuentra el monumento o "ido'"
lo" marcado B, del cual el grabado NQ 9 represente
el frente. Es casi de la misma altura que los otros,
pero diferente en la forma, pues es ms gr~nde en
el remate que de abajo. Su apariencia y caracter es
de buen gusto y placentero pero la escultura es en
mucho ms -bajo relieve; la expresin de las manos
es buena aunque algn tanto formaL La figura de
un homb~e muestra la altura relativa. La parte de
atrs y los costados estn llenos de jeroglficoS.
Inmediato a este, en el punto marcado A del gra~
bada N9 1 existe un notable altar, que quiz presente
tan curios~ materia de meditacin cual ningn monumento en Copn. Los altares, como los dolos, son
todos de una sola piec4'a. En general, ellos no son
tan ricamente ornamentados y estn ms descoloridos
y gastados, o cubiertos de musgo; a1gun~s, ~staban
completamente enterrados, y de otros fue di.fIcIl sacar
ms que la forma. Todos difieren en la. hechura y
sin duda tenan alguna distancia y peculiar referen-l
cia hacia los {dolos ante los cuales - se encontrabanEste se yergue sobre cuatro',bolas fo.rmad~s_de la misma piedra; la escultura esta en baJo relIeve, y es el
nico ejemplar de esa clase de escultura hallado en
Copn, estando todas las restantes en atrevido alto
relieve. Es de seis pies en cuadro por cuatro de alto,
y la cara superior est dividida en treinta y seis tabletas de jeroglficos, que sin duda remomoran algunos
episodios en la historia del misterioso pueblo que en
un tiempo habit la ciudad. Las lineas son todavia
e,laramente visibles, y una fiel copia de ellas aparece
en el grabado NQ 7.
Las dos primeras figuras del grabado NQ 10 muestran las ouatro caras de este altar. Cada lado re~
presenta a cuatro individuos. En la cara que mira al
occidente estn los dos principales personajes, jefes o
guerreros, con sus rostros opuestos el uno al otro, y
aparentemente ocupados en argumentos o negociaciones.
Los otros catorce Se hallan divididos en los partes iguales y parece;n estar s:iguiendo a sus jefes. Cada una
de las dos figuras principales est sentada con las
piernas cruzadas al estilo oriental, sobre un jeroglfi..
ca que. probablemente designa su nombre y oficio, o
carcter, y sobre tres de ellos figura la serpiente. !En
medio de los dos principales personajes se halla un
interesante ornamento que contiene dos jeroglficos
bien preservados, Jos que nos hicieron recordar vivaro.ente el sistema egipcio de dar los nombres de los
reyes o hroes en cuyo honor se erigan los monumentos. Los tocados son notables por su curiosa y
complicada forma. Todas las figuras tienen petos, y
uno de los personajes principales sostiene en la ma-no un instrumento, que puede tal vez ser considerado
como un cetro' cada uno de los otros sostiene un objeto que solam~nte puede ser materia de especulacin
y conjetura. Puede ser que sea una arma de guerra Y si asi fuere, es la nica de su clase que se halla
rep'resentada n Copn. En otros pases, las eScenas
de batalla, los guerreros, y las armas de combate figuran entre los ms prominentes objetos de la escultura' y por la completa "ausencia de ellos aqu hay razn 'para creer que el pueblo no era belicoso, sino
pacfico, y fcil de sojuzgar.
El otro patio est cerca del ro. Derribando los
rboles descubrimos que la entrada queda del lado
norte, por un pasaje de treinta pies de ancho y como

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de trescientos pies de largo. H~cia la derecha se encuentra una alta gradera que Se levanta hasta el terrapln de la muralla del ro. Al pie de sta se hallan seis piedras circulares, desde diez y ocho pUlga_
das hasta tres pies de dimetro, quiz en otro tiempo los pE:;destales de columnas o monumentos que hoy
estn ca~dos y sepultados. Sobre el lado izquierdo
de.l. pasaje se encuentra una elevada estructura piranudal, con gradas de seis pies' de alttu'a Por nueve de
ancho, como el lado de una de las pirmides de Sacca.ta, y de ciento veintidos pies de altura sobre el declIve. La punta est cada, y tiene dos inmensas ceibas creciendo sobre ella, cuyas races ha derribado
las piedras, y ahora cien la punta de la pirmide.
Al extremo del pasaje se halla el ~rea o patio probablemente .el gran circo de Fuentes, pero que: en vez
d~ ser clrcular, es rectangular, de ciento cuarenta
PH$ de largo por noventa de ancho, con gradas por
todos lados. Este era probablemente el lugar ms sagrado en el templo. Fuera de duda este ha sido el
teatro de grandes hechos y de imponentes ceremonias religiosas; pero cules fueron esas ceremonias
o quines eran los actores en ellas, o qu los conduj
a tan tremendo fin, eran misterios imposibles de sondear~ All no haba fdolo ni altar, ni se encontraban
vestigios' de ellos. A la izquierda, irguindose sola a
d?s tercios de altura de ls gradas se encuentra' la
gIgantesca cabeza del frente. Est un poco movida
de su lugar, y una parte del ornamento de mi lado ha
sido arrojado ~ alguna distancia por la expansin del
tronco de un rbol grande, como se ve en el grabado Nq
11. La cabeza tiene como seis pies de altura y es de
buen estilo. Lo mismo que muchas de las otr~s con la
~raIl; expansin de los ojos, pareca que intentaban
InspIrar pavor. A cada lado de ella, a una distancia
como de treinta o cuarenta pies, y algo msJ abajo, se
encuentran otros fragmentos de escultura de colosales dimensiones y perfecto diseo, y al pie estn dos
enormes cabezas volteadas y parcialmente enterradas,
que bien valen la atencin de futuros artistas y viajeros. Todo el rea se encuentra lleno de rboles y
estorbada por materia vebetal en pudricin, con fragmentos de curiosas esculturas que sobresalen de la superficie, las que, probablemente con muchas otras com_
pletamente sepultadas, cavando saldran a luz.
Sobre el lado opuesto, paralelo al ro, hay otra hilera de quince gradas que conducen a un terrapln
de doce pes de ancho, y de all quince gradas ms
hasta otro terrapln de. veinte pies de ancho, extendindose hasta l muralla del ro. A cada lado del
centro d~ las gradas hay un montn de ruinas, aparentemente de una torre circular. Como a medio camino de las -gradas hacia el lado de ac se encuentra
un hoyo de cinco pies en cuadro y diez y siete pies
de profundidad cubierto con piedra. En el fondo hay
una abertura de dos pes y cuatro pulgadas de alto,
con una pared de un pie y nueve pulgadas de espe-sor, que da acceso a una cmara de diez pies de la('go, cinco pies y ocho pulgadas de ancho, y cuatro
pies de alto. A cada extremo hay un nicho de un
pie y nueve pulgadas de alto, un pie y ocho pulgadas de hondo, y dos pies y cinco pulgadas de largo.
El Coronel Galindo penetr por primera vez a esta
bveda sepulcdal, y hall los nichos y el piso llenos
de platos y ollas de loza roja .de barro, ms de cincuenta de ellos, dice l, se encontraban llenos de huesos humanos, metidos entre cal. Tambin varios afilados y aguzados cuchillos de CHAYA, una pequea
calavera cincelada en una fina piedra verde, con los
ojos casi cerrados l las bajas facciones torcidas, y la
parte de atrs simmtricamente perforada con aguje...
ros, toda de una exquisita manufactura. Inmediatamente arriba del hoyo que conduce a esta bveda se
encuentra un pasadizo que atravesando el terrapln se
dirige a la muralla del ro, por el que, como ya se
ha dichol a las ruinas se les llama algunas veces Las

Ventanas. Es de un pie y once pulgadas en la parle


inferior y un pie en la de arriba, en forma de escEJi.
nata y apenas con el espaC':o suficiente para qu ~ nI
hombre se arrastre por en mt:'dio sobre su rostro.
All no haba restos de edificios. Con respecto
a la hamaca de piedra mencionada por Fuentes, y la
que, en efecto, fu nuestro gran aliciente para visitar
estas ruinas, nosotros hicimos especiales averiguacio.. .
nes y la buscamos, pero' no vimos nada de ella. El
Coronel Galindo no la menciona. No obstante eso,
puede haber existido, y' puede estar todava alH, rota
y sepultada. El padre de Gualn nos dijo que l la
haba visto, y en nuestras preguntas entre los indios,
nos encontramos con uno que nos cont que haba
odo a su padre decir que SU padre, dos generaciones atrs, haba hablado de tal monumento.
Yo he omitido los detalles de nuestro deslinde; la
dificultad y trabajo en la apertura de lneas por entre los rboles; la trepada por los flancos de las pirmides en ruinas; la medicin de las graderas, y el
agravante de todo esto por la falta de materiales y
de ayuda, y por nuestro imperfecto conocimiento del
idioma. La gente de Copn no poda comprender 10
que estbamos haciendo, y pensaba que practicbamos algunas magia negra para descubrir tesoros escondidos. Bruno y Francisco, nuestros principales
coadjutores, se hallaban completamente desconcertados, y aun los monos parecan embarazados Y confusos; estas falsas representaciones de nosotros contribuyeron no poco; a mantener vivo el raro inters que
prevalece sobre ellug'ar. Ellos no hacan "moneras",
sino que eran graves y solemnes cual si oficiaran como
guardianes de un suelo consagrado. Por la maana se
mantenan quietos, pero en la tarde llegaban a darse
un paseo por las copas de los rboles; y de vez en
cuando, al clavar su mirada sobre nosotros, parecan
a punto de interrogarnos por qu perturbbamos el
reposo de las ruinas. He omitido, adems, lo que agravaba nuestras penalidades e inquietaba nuestro
sentimiento: el miedo a los escorpiones, y los piquetes de zancudos y garrapatas, estas ltimas, a pesar
de las precauciones (pantalones bien amarrados sobre
las botas y chaquetas abrochadas hasta el cuello), pasaban bajo nuestras ropas Y se nos metan en la carne; por la noche, tambin, la choza de don Miguel era
un vivero de pulgas, para protegernos de las cuales, a
la tercera noche de nuestro arribo, cosimos los lados
y un extremo de nuestras sbanas, y nos metiamos
entre ellas como en un saco. Y ya que menciono nuestras molestias puedo agregar, que durante este tiempo
se agot la harina en la hacienda, que nos quedamos
sin pan, y nos vimos atenidos a tortillas.
Al siguiente da que nuestro deslinde qued terminado, como un alivio salimos a dar un paseo por
las antiguas canteras de piedra de Copn. Muy pronto abandonamos la senda a lo largo del ro y tomamos hacia la izquierda. El terreno era quebrado, la
selva espesa, y en todo el camino tuvimos a un inelio
por delante con su machete cortando ramas y renuevos. La cordillera queda como a dos millas al TJ:orie
del ro, y se extiende de oriente a poniente. Al pie
de ella atravesamos una tumultuosa corriente. La
falda de la montaa estaba cubierta con rboles y
malezas. La cima era pelada, y dominaba una magnfica vista de una densa selva, interrumpida nicaluente por las sinuosidades del ro Copn, y los clClros para las haciendas de don Gregorio y don Miguel.
La ciudad se hallaba sepultada entre la selva y e~~-
condida enteramente a la vista. La imagina.cin poblaba la cantera de trabajadores y colocaba la ciudad
descubierta a sus miradas. AqU, a medida que trabajaba el escultor, tornbase hacia el teatro de su
gloria, como lo hacan los griegos para la Acrpolis
de Atenas, y soaba en la fama que lo inmortalizara.
Poco se imaginaba que vendra el tiempo en que sus
obras pereceran, su raza se extinguira, su ciudad se-

ra una desolacin y nido de reptiles, para que los extraos la contemplaran y se preguntaran por qu raza
habra sido poblada en otro tiempo.
La piedra es de una suave arena. La tierra se
extiende a gran distancia, y parece ignorar que de
sus flancos se ha tomado la piedra suficiente para
construir una ciudad. Cmo fueron transportadas las
enormeS masas sobre la superficie quebrada e irregular que habamos cruzado, y particularmente cmo
una de ellas fu colocala en la cima de una monta'a
de dos mil pies de elevacin, era imposible conjetu~
raro En muchQs lugares Se hallaban piezas que haban sino sacadas y desechadas por algn defecto: y
en un punto, a medio camino en un barranco que
conduce al ro, estaba un gigantesco bloque, mucho
ms grande que ninguno de los que vimos en la ciudad, el cual probablemente iba en camino para all,
para ser esculpido' y colocado como un ornamento,
cuando las obras de los trabajadores fueron detenidas.
Lo mismo que los incompletos bloques en las canteras de Assouan y sobra el monte Pentlico, permane~
ce como un recuerdo de los frustrados planes de la
humanidad.
Permanecimos todo el da en la cumbre de la
cordillera. La densa selva en la que habamos esta...
do trabajando nos hizo ms sensibles a la belleza del
extenso panorama. Sobre la cima de la sierra haba
una piedra labrada. Con la piedra CHAY que hallamos entre las ruinas, que supusimos ser el instrumento para la escultura, escribimos nuestros nombres sobre ella. Ellos estn solos, y pocos los vern jams.
Ya avanzada la tarde regresamos, y atravesamos el
ro como a una milla arriba de las ruinas l cerca de
un muro de piedra con un edificio circular y. un hoyo,
aparentemente para un depsito de agua. .
Al aproximarnos a nuestra choza, vimos dos caballos con sillas de mujer, amarrados afuera, y omos
el llanto de un nio en bl interior. Haba lleg'ado un
grupo, compuesto de una anciana y su hijo, su hijo,
y la esposa de ste y una criatura, y su visita era para
los MIEDICaS. Habamos tenido tantas solicitudes
de REMEDIOS, nuestra lista de enfermos baba aumentado tan rpidamente, y habamos estado tan fastidiados todas laSl ,noches pesando y midiendo los medicamentos, que, influenciados tambin por los temo
res ya referidos, habamos hecho saber nuestra intencin de suspender la prctica; pero nuestra fama se
habia extendido tan lejos que estas gentes llegaban
actualmente desde ms all de San Antonio, a: ms de
treinta millas de distancia, para ser curadas, y era
penoso despedirlas sin hacer algo por ellas. Como
Mr. C. era el MEDICO en quien el pblico tenia ms
confianza, yo apenas prestaba alguna atencin a ellas,
a menos que observara que ,fuesen mucho ms res....
petables por el traje y apariencia q,ue ninguno de los
pacientes que habamos tenido, salvo los miembros de
la familia de don Gregorio; pero durante la noche
fu atrado por el tono en que la madre habl de la
hija, y por primera vez not en sta una extrema delicadeza de figura y un bonito pie con primoroso zapato y media limpia. Tiena ella un chal echado sobre
la cabeza, y al dirigirle la palabra, quitse el chal y
dej ver un par de los ms tiernos y columbinos ojos
que los mos jams haban encontrado. Ella era la
primera de nuestras pacientes en que yo tom algn
inters, y no pude negarme el privilegio del mdiCO
de tomar su mano entre las mias. Mientras eUa pensaba que estaramos consultando con respecto a su enfermedad, nosotros hablbamos de su interesante rostro; pero el inters que tomamos por ella era melanclico y doloroso, porque presentamos que era tina
delicada flor, nacida para florecer slo en una estacin, y aun en el momento de desplegar sus bellezas,
sentenciada a morir.
El lector est enterado que nuestra choza no tena tabiques. Don Migufl y su esposa cedieron su

41

carol} ,a dos de las mtijeres; ella misma durnli sobre


un petate en el suelo"con' la otra. Mr. C. se acost
en su hamaca, yo en mi cama de IDfiz, y don Miguel
y el muchacho bajo un cobertizo en el lado de afuera.
Pas dos o tres' das ms haciendo 'los desmontes y preparativos, y luego Mr. Catherwood tuvo ocupacin por 10 mehos para uJi mes. Cuando cambia-mas de' ruta para visitar estas ruinas" no esper:bamos encontrar ocupacin p;,lra ms de dos tres das,
Yo no me considerabaep. libertad de quedarme pl'
ms tiempo. Emprend una deses~efada ca;_cerfa tras
un gobierno;. y tHmqroso que entre' estas ruinas pudiesen naufragar mis' de~tinos polticos, y acarrear reproches para mis compaero's de partido, ,col1sider
ms seguro el marchar: 'en Su persecucin., ,Se.convoc
un consejo aJ pie d~ un dolo, 'al q~e ambm~~ Mr. C.
y yo, estuvimos presentes. Este se reari'lld en la choza de don Miguel. El asunto fu discutido en todos
sus aspectos. Toda la. agitacin .en la aldea habia te~
minado; estbamos. solos y, tranquilos; Mr. C. tenm
bajo su dominio a Bruno, y ,Francisco, a don Mi,guel~
su mujer y Bartola. Tenamos muy pocas ganas de
separarnos, pero se convino; por unan~mid~d, en que
yo seguira para Guatemala, y Mr. Catherwood se qUAdara para terminar sus dibv.jos. :lYfr. ,C~thenvood se
qued, y, despus de muchas privaciones y dificultades se vio obligado a: retirar.se a c,usa ,de;;- enfermedad. Regres por segunda vez; y los termin, y. yq
doy el resultado de todos ellos.
A corta distancia del t.empl,o" entre, tnural.las te-:rtaplenadas probablemente en, otra poca (jon,;ctada.s
con el principal, edificio, se encuentra~ Jos "ldolos"
que dan el carcter distintivo a las rU,mas ?-e C01?n;
y si el lector, quiere nlirar el mapa, y segl,ur la hnea
que dice "pathway to dOIl Miguel's hOll,se", (vereda
para Id casa de don Miguel) hacia el fillal y.a la derecha ver ele ,sitio donde se baIlan. Inmedmtl;>s como estn la selva era, tan densa que no poda ver~e
uno desd~ el otro. Con objeto de ,establecer su yux~a
posicin; cortamos vistas; entre los rboles. y \omamos
los ngulos y- . las distapcia.s; y los. presento en el ~r
den "en que' se encuentran. El pr~mero est a la lZ-:,
quierda de la senda, en el punto ,15, Este monume~~o
est cado y con ~a cara destruida. Es d~ doce pies
de altma, tres pies y tres pulgada$, en un .lado, y.cuatro pies ell e1;otro.. El altar esta hUlldiclo ..entle la
tierra, y no damos dibujo de !lingUQo, de ellt?~.
A. una distancia de dOSCIentos pies se yergue el
marcado del grabado N9 lo Ti~ne once, pie!? y ocho
pulgdas de alto, tres' pies Y. :cuftro . pu~gadas en cada
lado, y queda con, su frente haCIa el orIente sobre un
pedestal de seis pies en cuadro, todo d~scansan~o ~o
bre' un cimiento de pie4ra circul~.r de ~lez y selS p~es
de' dimetro. ,F'rente,a l, a.la dIstanCia de ocho pies
y diez pulgadas, hay un altar, e:n parte seI?ultad,?, tres
pies y tres pulgadas arriba, d~l s~elc;, d~ j~!ete,~les et;
cuadro, y situado diagonalmente haCIa ~I rdoIo. Esta
en ,alto relieve, vigorosamente e,sculpldo, y en buen
estado de :preservacin.
Los 'dos grabados de la figura NQ 12. representan
una vista del frente y de la espalda~ El frente, por 1<:\
ausencia ele barba y por' el traje, supusimos q\.1.e es la
imagen <,le una mujer" y el semblante-. p:r:esenta, rasgos
de individualidad, gu~ando ~ la SupOSIClOn d~ que es
un retrato.
.
. . ,
La espalda es un sujeto cllierel1te., La cabeza esta
en el centro ,con ornamentos complicados sobre ella, la.
faz quebrad~, los bordes graciosamente dispuestos y al
pie. con tabletas de jeroglficos. El altar est represen
tado hacia un lado y consta de cuatro grandes cabezas
extraamente agrUPadas y entte)az'acias, de manera que
no es fcil compiimder. N o pudo ser presentado en su
propio lugar sin -ocultar la parte baja del "id~o". Al
dibujar el frente, Mr. CatherVfood ~iempre estuvo entre el alt~r y el "dolo". ,
un paco detrs de ste se halla el monumento mar-

cado T. Es uno de 103 ms bellos de Copn y en artificio es igual a las ms hermosa!;; escultur~s .. egipcias.
En verdad, sera imposible, con los mejores. instrumelltos de los. tiempos modernos, cincelar las. piedras con
ms perfec'cin. Est situado al pie de tina muralla de
gradas, con solo' la cabeza y parte delpecho salidos so~
bre la tierra. El resto est sepultado, y probablemente es taIi perfecto como la parte que es ahora visible.
Cuando lo descubrimos primero, estaba enterrado hasta
los ojos.. Atrados por-l. bel,leza
la escultura, y por
su solemne y melanclica actitud, -comenzamos la excavacin. Como el terreno era plano hasta el punto
indicado, se hizo la excavacin aflojando la tierra con
el machete, y sacndola con las mano13. A medida que
adelantbamos, se form una muralla de tierra en derredor y aument' nuestro trabajo: Los indios usaban
sus machetes. tan sin cuidado, _que, temerosos de dej arIos trabajar junto a la piedra los limpibamos con nuestras propias manos. Era imposible, sin embargo, 'conti~ua'r; la tierra estaba cOl11pletamente: entretejida por
las -races que entrelazaban y ligaban el monumento.
Requera que. 'se sacara por completo la tierra en un
circuito de diez o doce pies, y sin ningunas herramien~
tas apropiadas, y temerosos de daar la escultura, preferimos dejarla, para ser exravada por nosotros mismos
en alguna! poca futura o por algn viajero del porvenir. Quienqujera que sea., yo casi le envidio la satisfaccin de hacerlo; El diseo de los rboles que crecen
alrededor aparece en el grabado NQ 13.
Rmnbo al sur, a una distancia de cincuenta pies, :se
halla una mole de escultura cada, con un. altar, mar..,
cado R en el mapa del grabado NQ 1; Y a noventa
pies 'de distancia se encuentra la estatua marcada Q,
erguida con su frente hacia, el este, de doce pies de
altura y tres pies en cuadro, sobre un pedestal oblongo
de siete pies de frente y seis pies con dos pulgadas
ti los Jados. Ante l, a una distancia de ocho pies y
tres pulgadas, est un altar de cinco pies y ocho pulgadas de largo, treS pies y ocho pulgadas de ancho, y
cuatro pies de altura.
'
La cara de este "dolo"; es decididamente la de un
hombre. .La barba es de un curioso estilo, y unida a
los' bigotes y cabellos. Las orejas son .grandes, aunque
no parecidas al natural; la expresin sublime, la boca
entreabierta, y los globos de los ojps parecen saltando
de las cuencas; el propsito del eSGultor, en aparienda
debe haber sido el infundir terror. Los pies estn adornados con sandalias" probal}lemente de la piel_ de algu~
nos animales silvestres;. al estilo de aquel tiempo. ,
La espalda de este. monumento contrasta .de manera notable con el horrible retrato del frente. 'No tie_
ne nada grotesco o, perteneciente a la ruda fantasa
de los indios, sino que es digna de atencin poi" su extramad(;i gracia y su belleza. En nuestros diarios paseos,
a menudo nos detenamos a, cont~mplarla, y mientras
ms la mirba~os, mayor era el inters que despertaba
ante nosotros. Otros parecian destinados a inspirar
terr'or, y, con su altares .por delante, algunas veces sugeran 131 idea de iUn ciego, fantico Y. supersticioso pueblo, y de sacrificios de _v~timas humanas. Este siempre dejaba una grata impresillj y ah exista un inters mayor, pues nosotros considerbamos que en-las tabletas de sus medallones el. pueblo que la erigi habra
publicado sus memorias, p.or' medio de las cuales nos_
otros podramos algn da conferenciar cOn una raza.
desaparecida, y descubrir el. mist~rio que se clerne' sobre la ciudad. Ambas figuras estn dibujadas en el
grabado N9 14.
A una distancia. de ciento cuarenta y dos pies en
direccin sudeste se halla el dolo marcado P. Se levanta al pie de una muralla que se eleva en gradera a
la altura de treinta o cuarenta pies; originalmente mu~
cho ms elevada, pero el resto cado y arruinado. Su
casa mira al norte; su altura once pies y nueve pulgadas) el ancho de sus lados. de tres pies, y el pedestal
de siete pies en cuadro. Frente a l, a una distanci,
de doce pies, se halla un enorme altar. Este es de bue-

42'

de-

na ejecucin, -y ha estado pintado de rojo, aunque apenas queda algn vestigio de la pintura, y la superficie
est gastada por el tiempo. Los dos grabados, el N9 15
Y el N9 16 representan la parte de adelante y la de atrs
El primero parece representar el retrato de un rey o el
de hroe, quizs exaltado a di~inidad . .Se. 'ples~me
que es un retrato, por ciertas senales de mdlviduahdad
en las facciones tambin observables en la mayor
parte de los oho's y su sexo est determinado por la
barba, como en IC:s lllOllumentos egiPcios, aunque ste
tiene bigotes, 10 que no se enc~en.tra en los retratos
de Egipto.
.
..
La espalda de e;ste dolo, tambien, plesenta un ~
sunto entelamente distinto, consistente en tabletas,
cada una conteniendo dos figuras extraamente agrupadas, mal formadas, en ciertos casos con repugnantes cabezas mientras que en otros se conserva el aspecto natm:al. Los ornamentos, diademas "7 vesh~arios
son interesantes, pero qu. es lo .que ~stan: hac~endo
o sufriendo estos pel'sonaJes es lmpos~ble avel:lguar.
Es~a estatua ha sufrido tanto por ]a acc~6n del hem~o
y de los cambios atmosfricos, que no Siempre ela iacil decifrar los caracteres, con.tando en t,?do caso con
.muy mala luz que llegaba por las irregulales aberturas
de entre las ramas de los rboles.
La piedra de que estn hechos todo~ estos altares y
las estatuas es de una suaVe roca aremsca de las canteHIS ya referidas. En dichas canter~s ?bs~rvamos
muchos bloques con duros pedernales distnbmdos .~n~
tre ellos, que haban sido desechados por los trabaJadores despus de cantearlos. La espalda de este monumento contenia dos. Entre la segunda y tercera ta~
bleta el pedernal ha sido ~r~anca~o Y la escultura esta
confusa el otro en la penultlma fIla desde la base, permanece 'intacto. Una inferencia de esto es, que el escultor caleca de herramientas para poder l~brar tan
duras piedras, y, en consecuencia, que el, hierro era
desconocido. Nosotros, pr supuesto, habla~110S encaminado nuestras pesquisas y preguntas. parbcul~rmen_
te a este punto pero no encontramos nmguna pIeza de
hierro o de otr~ metal, ni pudim~s 011' de ~lguno q~e
jams se hubiesen encontJ.'ado alll. Don MIguel terna
una coleccin de chayes o pedernales, tallados en for~
ma de puntas de flecha, que l pensaba, y don Miguel
no era tonto, que eran los instrumentos el!1pleados ~r~l
suficientemente fuertes para rayar la piedra. QUlzas
para los hombres acostumbra~os a usarlos, todos .estos hondos ornamentos en relIeve pueden haber Sido
ejecutados, pero los propios chayes parecan labrados
con metal.
El grabado NQ 15 representa el. altar como. se
halla situado ante el monumento antenor. Es de siete
pies en cuadro y cuatro pies de altura, ricamente esculpido en todos sus lados. El, frente ~'eprese?ta una
calavera. La parte superior e~ta esculpIda y tIene I:anuras, 1al vez para que escurncr~ la sangre ,d~ .las VICtimas humanas o animales, ofreCIdas en sacnficlo. Los
rbol~s en el grabado dan una idea de la selva en que
se encuentran sepultados estos monumentos.
A la distancia de ciento veinte pies al norte se
encuentra el monumento marcado O. dibujado en el
grabado N9 16 ya sealado, el que, desgracia.damente,
est cado y quebrado. En escultura es 10 IDl.SJ'!lO que
el bello monumento medio enterrado que se cito ante"riormente, y, lo repito, en su. ej.ecucin igual a ,la~
Inejores leliquias del arte eglpc~o. La pa.r_te calda
estaba completamente ligada a la tIerra por Villas yen.
l'edaderas. y antes que pudiese ser ~ibujada fue nece89rio desenlazarlas, y anancar las fibras de entre las
hendedm'as. La pintura eS muy ~erfecta, y ha preservado a la piedra lo que hace mas lamentable el que
se encuentre rot El altar est enterrado, con la superficie escasamente visible, el cual, al excavarlo, ave1 iguamos que representa el 10Ino de una tortuga
El grabado NQ 17 muestra la frente, la espalda y
uno de los costados del monumento N, distante veinte
pies del antedor. Es de doce pies de altura, cuatro pies

en.un lado, tres pies y cuatro pulgadas en el otro, y


esta colocado sobJ;e un pedestal de siete pies en cuadro, con el frente hacia el oeste. All no se ve altar'
probablemente ,est roto y sepultado. La vista dei
(rente semeja un retrato, probablemente de algn 1 ey
o hroe deicado. Los dos ornamentos de la punta se
parecen a la trompa de Wl elefante, animal desconoci~
do en aquel pas. La cabeZ'"cl de cocodrilo est a siete
pies de all, perlo parece que no tiene relacin con l.
Esta tiene cuatro pies fuera de la tierra, y se muestra
en el grabado como uno de los mucho.s fragmentos ha..
lIados entre las ruinas.
La espalda representa un objeto muy distinto del
de adelante. En la punt;;\ se. encuentra una figura sentada con las piernas cruzadas, casi escondida bajo un
enorme tocado; y tres de los .compartimientos contieJ)en tabletas de jeroglficos.
Para no multiplicar los grabados, he omitido las
vistas de lo:;; costados, pues ellas son, en general, menos interesantes. Este es particularmente bello. Las
tableta sde jeroglficos se distuJguen muy bien.
A la distancia de veintiocho pies en la misma direccin se halla la estatua marcada' M, la cual est cada,
y yace sobre su espalda, ~on' un' rbol que la atraviesa
por casi todo_ el largo, dejando visible solamente el contorno, los pies,." y las satidali~s, ambas cosas muy escul~
pidas. El grabado N9 18 es Una representacin de

ella.

Al frente se encuentra. un altar circular con dos ra.


nuras encima, de tres pies de altura, y cinco pies con
seis pulgadas de dimetro, del cual se da aqu un di~
bujo en el grabado N9 19.
Los tres grabados de la figura NQ 20 que siguen
son vistas del frente, de la espalda y de un costado
del monumento marcado L. distantes setenta y dos
pies al norte del anterior, 1con el frente hacia el oeste,
de doce pies de altura, tres pies de frente, dos pies y
ocho pulgadas de costado, y" el pedestal de seis pies
en cuadro, Frente a l, a una distancia de once pies,
hay un altar muy desfigmado, y sepultado en la tierr~.
La VIsta del fIente es nn retrato. La espalda esta
enteramente llena de jeroglficos, y cada tableta tiene
dos jeroglficos enteramente unidos, arreglo que despus observamos ocasion~lmente ;n Pal~llque. ~l costado presenta una sola hIlera de Jerogllficos, umdos .de
la misma manera. Las tabletas probablemente contienen la historia del rey o hroe delineado, y los hechos
o circunstancias particulares que constituyen su grandeza.
,
Ahora yo he explicado los grabados de los mas interesantes monumentos de Copn, y repito. ellos son
exactas y fieles representaciones. Intencionalmente me
he abst.enido de todo comentario. Si el lector puede
deducir de ellos aunque sea una pequea parte del in..
ters que nosotros tu:vimos, quedar repaga,d~ de todo
10 que pueda hallar Slll provecho en estas pagmas.

Del efecto moral de los propios monumentos, estando como estn en el corazn de una selva tropical, silenciosos y solemnes, raros en diseo, de escultura ex.:.
celente ricos en ornamentos, diferentes de las obras
de cuaiquier otro pueblo, de sus usos y pro:psitos, c?n
toda su hi5t011a tan enteramente desconocida, con Je10glficos que lo explican todo, pero perfectamente ininteligibles yo no pretender expresar ninguna idea. A
menudo 'la imaginaci6n se acongojaba &1 contemplarlos El tono que se esparce por las ruinas es el de una
profunda solemnidad. Un.a. mente i~a~inativa podra
ser illficionada con superstiCIOSOS sentImIentos. A fuer_
za de llamarlos constantemente con ese nombre en
nuestras relaciones con los indios, nosotros reputamos
a estos solemnes monumentos como <{dolos" -leyes y
hroes divinizados- objetos de adoracin y de culto
ceremonial. No hallamos ya sea en los monumentos o
en los fragmentos esculpidos ningn dibujo de sacrificios humanos, o, en verdad, de ninguna otra clase de
inmolaciones, pero no haba duda que la gran piedra

43

esculpida invariablemente encontrada 'frente a cada


udolo" era rusada como. un altar para sacrificios. La
forma de escultura con ms frecuencia hallada era una
calavera, a veces el principal ornamento, y a veces solamente accesorio; filas enteras de ellas sobre la muralla externa, aadan tristeza al misterio del lugar,
manteniendo ante los oios de los vivientes la muerte y
la fosa, y presentando la idea de una ciudad santa -la
Meca o Jerusaln de un pueblo desconocido.

Con respecto a la an~igedad de esta desolada ciudad yo al presente no har ninguna conjetura. Alguna idea podra tal ve2l' formarse por las acumulacio~
nes de tierra y los gigantescos rboles que crece:,n ~n_
cima de las derruidas estructuras, pero esta serIa Incierta y poco satisfactoria. Tampoco ofrecer de momento ninguna conjetura con relacin al pueblo que la
edtlic o de la poca de su desocupacin y la forma en
que fu~ despoblada, y convertida en una desolacin y
ruina' ni sobre si acab por la espada, o por el hambre,
o pre~tilencia. Los rboles que la amortajan puede?
haber brotado de la sangre de sus despedazados habltantes; pueden haber tlerecido aullando por el hambre;
O la pestilencia como el clera, puede haber llenado
sus. calles de ca'dveres, y arrojado para. siempre a los
dbiles resdllos de sus hogares; de cuyas horrendas
calamidades en otras ciud~des tenemos relatos aut~
ticos en eras anteriores y subsiguientes al descubnmier:to del pas por los espaoles. Una cosa yo creo,
que su historia est grabada en sus monumentos. Nin-

gn Chamj)ollin ha trado aun hasta ellos las energas


de su mente investigadora. Quin los leer?
I'Caos de ruinas~ Quin trazar el vaco.
Sobre los obscuros fragmentos lanzar un rayo de
(luna
y dir llaqu fue o es'l, donde todo es doblemente
(obscuro?"
En conclusin yo simplemente har notar, que si
este es el lugar a que aluden los historiadores espao_
les, conquistado por Hemando de Chvez, lo que casi
dudo, en ese tiempo sus rotos monumentos, terraplenes, estructuras piramidales, portales, murallas y fi
guras esculpidas se encontraban enteros, y todos es~
taban pintados; los soldados espaoles deben haberlos
contemplado con asombro y admiracin; y parece ex
trao que un ejrcito europeo pudiese haber penetrado all sin divulgar su fama por medio de infolmes oficiales de los generales y de exageradas historias de soL
dados. A lo menos, ningn ejrCito europeo podra
entrar a tal ciudad ahora sin este resultado consiguiente; pero el silencio de los espaoles puede ser atribuido al hecho de que estos conquistadores de Amrica eran analfabetos e ignorantes aventureros, vidos
en perseguir el oro, y ciegos para toda otra cosa; o, si
se dieron los informes, el gobierno espaol, con la celosa poltica que observ hasta el ltimo instante ele
su dominacin, r~primi todo 10 que pudiese atraer 1.::1.
atencin de las naciones rivales hacia a sus posesiones americanas.

, CAPITULO 8
SEPARACION. _ UNA AVENTURA. - EL RIO COPAN. - DON cLEMENTINO. - UNAS BODAS. - UNA
CENA. _ BAILE DE BODAS. - COMPRiA DE UNA MULA. - LA SIERRA. _ VISTA DESDE LA CUMBRE
_ ESQUIPULAS. _ E'U CURA. - HOSPITALARIA Il,ECEPClON. - LA IGLESIA DE ESQUIPULAS. RESPONSABILIDADES DEL CURA. - MONTA&A DE QUEZ.ALTEPEQUE. - UN PELIGRO INMINENTE.
_ SAN JACINTO. _ flECEPCION POR EL PADRE. - UNA FIESTA D'E ALDEA. - UNA EMBOSCADA._
EL RIO MOTAGUA. - LA ALDEA DE SANTA ROSALlA. - UNA ESCENA DE DIFUNTO.

Habiendo decidido que. en tales circunstancias, era cap tan veloZ' como pude de las Toncas y gruonas
mejor separarnos, no perdimos tiempo en actuar en ese maldiciones del arriero.
Por alguna distancia el camino se extiende a lo larsentido. Yo tuve dificultad para lle~ar a un recto entendido con mi arriero, pero al fin celebramos un trata~ go del ro. El Copn no tiene asociaciones histricas,
do de paz. Se cargaron las mulas, y a las dos de la pero el Guadalquivir no puede ser ms bello. A cada
tarde mont. Mr. C. me acompa hasta la orilla del lado haba montaas, y en cada vuelta un nuevo pano~
bosque, 'donde me desped de l,' y le dej~ Para enc:on- rama. Cruzamos una elevada cordillera, y a las cuatro
trar dificultades peores que las que hab18mos temIdo. de la tarde bajamos otra Vez al ro, qUe aqu formaba
Yo pas por la aldea, cruc el ro, y, dejando al arriero la lnea divisoria con el Estado de Honduras. Era anen la ribera me encamin a la hacienda de don Grega- cho y rpido, pi"ofundo, e interrumpido por bancos de
rio; pero m~ vi privado de la satisfaccin ,que .y.o J!le arena y de cascajo. Vadendolo, entr de nuevo al Eshaba prometido a1 partir, de 8!rojar. ~obre el ml mdIg- tado de Guatemala. All no haba pueblo, ni siquiera
nacin y mi desprecio" en conslderacIon a .que Mr.. Ca- una casa a la vista, y ninguna dificultad con respecto a
pasaporte. Ya avanzada la tarde, al subir por iUna petherwood estaba todavla al alcance de su mfluencla; y
an ahora mi mano se detiene al refleccionar que cuan- quea eminencia, vi un gran campo con cercas de piedo Mr. C., en grandes apuros, robado por su criado, y dra, trancas, y corral para ganado, que lo asemejaba a
abatido por la fiebre, se refugi en su casa, el don lo una granja de Westchester. Entramos 'Por una puerta,
recibi tan bondadosamente como su ruda naturaleza y nos dirigimos por en medio de una hermosa campia
se 10 permiti. 1\rI:i nica alegra fU~ el hacer al. orgul1o~ hasta una extensa, baja, y bien ordenada hacienda. Esso patn sumar una cuenta de penlques y chelmes por ta e1"8l la residencia de don Clementina, quien yo saba
huevos leche, carne, etc., hasta la suma de dos dlares, que era pariente de don Gregario, y uno de tantos a
que yo' puse en sus manoS. Ms tarde supe que me ha_ quienes yo habra querido esquivar, pero tambin la
ba elevado muchsimo en su estimacin, y en la del nic.a en que el arriero haba maquinado el hacer alto.
vecindario en general, por mi honrada conducta de no La familia se compona de una viuda con un gran nmero de hijos, entre quienes los principales eran: don
irme sin pagar.
Mi buena armona con el arriero fue de corta du- Clementina, joven de veintin aos, y una hermana co_
racin. Al partir, Mr. ,C. Y yo habamos dividido nues- mo de diez y seis o diez y siete, bonita muchacha de catr:a. provisin de platos, cuchillos y tenedores, cucha- bello rubio. Bajo el cobertizo se hallaba una partida
ras etc., y Agustn haba 'colocado mi parte en la cesta de muchachos en taje de fiesta, y cinco o seis mulas,
en 'que haban ido todos, y stos, estando flojos hacan con elegantes monturas, estaban amarradas a los pilatal ruido que asustaron a la mula. La bestia sali co- res del corredor. Don Clementino estaba ostentosarriendo, hacjndonos partir a todos juntos con un ruido mente ataviado con chaqueta y pantalones blancos, acordonados y bordados, gOITa de algodn blanco, y sobre
estrepitoso, hasta que se meti entre los matorrales
Tuvimos una escena de terrible confusin, y yo me es- ella un lustroso sombrero de campanat con un cordn

44

plateado enrollado como cinta, ulia borla de plata con


A una distancia de dos leguas de la hacienda pa_
una pieza de acero puntiaguda como cucarda, y rayas samos por la casa donde se celebraban las bodas. El
rojas y amarillas bajo el ala. Tena el pomposo aire y baile todava no haba terminado, y yo tenia un gran
sentimientos de un muchacho que repentinamente ha antojo de volver a ver a la pelirrubia hermana de don
llegado a ser el principal de un establecimiento y me Clementina. No teniendo una mejor excusa determin
pregunt, con algo de arrogancia, si ya haba termi- llamarlo hacia afuera y hablarle de la mul~. A medinado mi visita a los udolos"; y acto continuo, sin es~ da que caminaba yo, la entrada y el espacio desde all
peral' respuesta, si poda componerle un acorden; en al centro del cuarto estaba lleno de muchachas todas
seguida, si saba tocar guitarra, despus que le vendie- vestidas de blanco, con las rosas marchitas en os cara un par de pistolas de bolsillo que haban sido la ad- bellos, y la brillantez de sus ojos algo opaca a causa de
miracin de la familia de don Gregario; y, finalmente, si una noche de disipacin. La hermana de don Clemen~
tena algo que vender.. Con este joven caballero yo ha- tiu.o fue modesta y se retir, y, como si sospechara mi
bia sido ms bienvenido como buhonero que como em- objeto se sustrajo a la observacin, mientras l hizo
que todos le abrieran camino para l y su guitarra Yo
bajador de cualquier corte europea, aunque debemos
admitir que yo no estaba viajando de una manera muy no tena idea de comprarle su mula, pero le hice una
imponente. Viendo que, no tena nada para baratear, oferta, la cual, para mi sorpreSq y dolor en aquel enagarr una guitarra, bail con su propia msica y se tonces, acept; pero la virtud lleva en s la recompen~
sent sobre el terroso suelo del corredor a jugar baraja. sa, y la mula result un fiel animal.
Montado en mi nueva compra, comenzamos a subir
En el interior se hacan los preparativos para una
la gran Sierra, la cual divide las corrientes del Atlntiboda en casa de un vecino. R dos leguas de distancia, y
un poco antes de anochecer los muchachos y lets mucha- co de las que desembocan en el Ocano Pacfico. El aschas apetrecieron vestidos para el viaje. Todos estaban censo. fue rudo y fatigoso, pero en dos horas llegamos a
montados, y, por la primera vez, adn:ir e?,tr~1?ada la cl'na. El panorama era agreste y sublime, no lo du~
mente el estilo del pais para montar. MI adrnlraclOn fue do; peI'O el hecho es que llovi muy fuerte todo el
atrada por la hermana de don Cle~entino y el feliz tiempo; y mientras yo andaba dando tumbos entre los
mancebo galanteador que la acampanaba. Ambos mon- atolladeros, habra renunciado a la fortuna de 10 su~
taban en la: misma mula y en la misma silla. Ella sen_ blime por una bien macadamizada carretera. Mr. Ca~
tada de lado adelante de l; con su brazo derecho 1'0- thel wood, que la cruz en un claro da, dice que la vis~
ta desde la cumbre, por ambos lados, fue la ms esdandole la cintura; al salir la mula estaba re!:>elde, y
l se vio obligado, por necesidad, para sostenerla en .su plndida que vio en el pas. Al descender, las nubes
asiento, a traerla hacia si lo ms posible; su oido lo l~ se levantaron, y mir hacia abajo una casi ilimitada pla
vitaba a un cuchicheo; y al volver ella su ro~tro haCIa nicie, que se extiende desde el pie de la Sierra, y ;.
l sus labios casi tocaron los suyos. Yo habna renun- gran distancia vi, irguindose solitario en el desierto
ciado a todos los honores de la diplomacia por estaT en el gran templo de Esquipulas, como el del Santo Se~
pulcro en Jerusaln, y el de Caaba en la Meca, el ms
su lugar.
.
.
Don Clementina era demasiado presumIdo para sa- sagrado de los templos. Mi arriero estaba muy ansioso
lir de ese modo; l tena una mag1fica mula luci~a de parar en una coleccin de chozas a este lado de la
mente enjaezada oscilando de una correa de la SIlla poblacin, dicindome primero que el lugar se hallaba
una larga espad~ guacaluda, afianzado sobr~ un par ocupado por soldados de Carrera, y despus que l estaba enfermo. Yo tuve un prolongado y magnfico desde enormes espuelas, y, al montar, envolviendose el
poncha alrededor del a cintura, de modo que la gUal~~ censo hasta el pie de la Sierra. La llanura me traa a
licin de la espada apareciese como se~s pulgadas 31'1'1_ la memoria los desolados parajes de Turqua y del Aba de l y aplicndole al animal un VIVO toque con la sia Menor) pero sta era ms hermosa, estando limitada
espuela, 'lo impeli sobre las gradas, atraves~nd.o el c?- por inmensas montaas. .A medida que nos aproximrredor, y al bajar del 0:1'0 lado me pregunto ~I qU~~Ia bamos, Se elevaba ms claramente definida contra las
comprrselo. Yo rehuse y, para mI ~Fan satJsfacclOn, montaas cuyas cimas se hallaban escondidas entre las
l parti para alcanzar a los otros, deJandome solo con nubes.
Ya avanzada la tarde entramos a la poblacin y
su madre una respetable anciana de cabenos blancos,
que reuni a todos los criados y a los nios indgena;s nos dirigimos al convento. Yo estaba algo nervioso, y
para las oraciones vespertinas. Tengo la pena de deCIr plesent mi pasaporte como una carta de recomendaque hasta entonces me acord que era domingo. Estaba cinj pero podra yo dudar de la hospitalidad de un
yo parado en la puerta, y era interesa.nte verlos a t~d?s padre? La recepcin de don Gregario me hizo sentir
anodillados ante la imagen de la VIrgen. Una VIeJa mas hondamente la bienvenida del cura de Esquipulas.
mula de hocico pardo se subi al corredor, y, parl,1- Nadie puede apreciar el valor de la hospitalidad sino
dos e a mi lado, meti la cabeza en la puel1.a, y, mas aquellos que han sentido la falta de ella, y jams pue
adelante que yo, entrando contemp16. por un momc?- den olvidar la bienvenida que se les da a los extranjeros
to la imagen de la Virgen, y, sin perturbar a nadIe, en una tierra extraa.
Toda la casa del cura se puso en movimiento para
volvi a salir.
asistirnos, y a los pocos minutos las mulas estaban masLuego despus fu llamado para la cena, que se
candd maz en el patio, mientras yo era instalado en el
compona de frijoles fritos, huevos fritos y ~ortil1as.
Los frijoles y los huevos fueron servidos en maCIZ'OS tras sitio de honor en el convento. Este era con mucho el
ms grande y mejor edificio del lugar. Las paredes
tos de plata, y las tortillas colocadas en rimero a mi
tenan de tres a cuatro pies de grueso; un gran prtico
lado. No haba plato, cuchillo, tenedor, ni cuchara.
extendase al frente; la entrada se haca por un amplio
Los dedos fueron hechos antes que los tenedores pelO
los malos hbitos hacen a stos, hasta cierto punto, ne- zagun, utilizado como dormitorio para los criados, y
cesarios A las aves, la calne de carnero, la de res, y a comunicado con un patio en la parte de atrsj a la izatlas palecidas, no les vienen mal los dedos, pero con quierda quedaba una gran sala o pieza de recepcin,
los frijoles y los huevos fritos esto era un embrollo.
con altas ventanas y obscuros nichos; en un lado de la
Yo no dir cmo me las arregl; pero, por las aparien~ pared haba un largo canap de madera, de alto rescias ms despus, la anciana no podra suponer que yo paldo, y braz'Os en cada extremo; frente a l estaba
no hubiera dado del todo con la tecla. Dorm en una
una maciza y tosca mesa de caoba, y arriba colgado un
dependencia construida con pequeos postes y techada cuadro de Nuestro Salvador; junto a la pared estaban
con paja, y por todo pagu diez y ocho centavos y tres
unas grandes sillas anticuadas, con el respaldo y asiencuartos de centavo. Le regal un par de aretes a una to forrado de cuero, y tachonadas con clavos con camujer que pens que era una criada, pero que result
beza grande de latn.
'
ser solamente una visita, que se fue al mismo tiempo
El cura era un joven que frisaba en los treinta, de
que yo.
figura delicada, y de cara radiante de inteligencia y
M

45

refinamiento de ideas y sentimientos. Estaba vestido


can una larga tnica negra de alepn, ajustada alrede
dar del cuerpo, con franja a7ul en el cuello, y una cruz
suspendida de su rosario. Su nombre era Jess Mara
Gutirrez. F'ue la vez; primera que yo jams 01 ese
nombre aplicado a un ser humano, y a4n en l pareca
una profanacin.
De visita para l, e interrumpiendo la monotona
de su apartada vida, se hallaba un antiguo condiscpulo
y amigo, el Coronel San Martn, de Honduras quien haba sido herido en la ltima batalla contra Morazn, y
se haba quedado en el convento para recoQrar la salud
y las fuerzas Su caso demostraba la l?erburbad~ condicin del pas. Su padre era de su mIsmO partIdo, y
su herman peleaba del atto lado en la batalla en que
l haba sido herido.
Ellos me dieron desagradables informes cop respecto a mi camino para Guatemala. Las tropas de C~
rrera se haban retirado de las fronteras de San Sa~va
dor, y ocupado toda ~a lnea de pueblos hast~ 1~ capItal.
Ellas se compoman; en su mayor parte, de ~ndlOS Ignorantes borrachos y fanticos, que no pod!an complendel' mi carcter oficial, ni podran leer ml. P!l~aporte, y!
en el efervescente estado del pas, sospechanan de n~l
como extrnjero. Ya haban cometido grand~5 atroCJ_
dades' no haba ni un curato en todo el cammo, y el
intentar atravesarlo, sera exponerme a ser rob.ado. y a~
sesinado. Yo estaba muy poco dispuesto a .diferIr nn
via~e 'pero habra sido una iocura el prose~u~r; en re<iHelad: n~ngn' arriero ~e hal;ra c,ompl'~me~ldo a a~on~
paanhe, y me vi preCIsado avqlver mIS OJOS a ~hl.qUl
mula y al camino que haba deJado. El cura dlJO que
lo 'deba dejarme guiar por l. Me puse en S};IS man03.
y a una hora vanza~ me acost a;desc~~al' cap el
raro sentimiento interior de ser un huesped blenvemdo
Fu despertado por el sonido ~eJ a ca!llpa';1a matutina,y acompa a1-' cura a la mlS8. La 19lesJa para
uso -diario se hallaba directamente opuest~ al convento,
espaciosa y lbrega, y el piso estaba pavI?1entado c~>n
grandes ladrillos ci.ladra~os o baldosas. FIlas de ml!Jeres indias estaban arrodilladas alrededor del altar, lltrL
piamente vestidas, con manii1~as blancas sobre sus ~a
bezas, pero sin zapa~s o med;ias. Unos pocos bom~les
estaban parados detras o reclmados contra los mUlOS.
Regresamos a desayunarnos, y ~n seguida salimos
para visitar el nico objeto de interes, el gran temp~o
de la _peregrinacin, el Sa.nto Lugar de Centro A~en
ca. Cada ao para el qUince de Enero, los peregrmos
lo visitan, a~ desde el Per y ~xico; la ltima ~s
una jornada no excedida en peI}a~dadeslPor la pere~r~
nacin a la Meca. Como en el orlente; no es prohlbldo negociar durante la peregrinacin", y cuando no hay
guerras que hagan los caminos insegw:,os, ochen~a mil
almas se han reunido entre las montanas a tralcar y
a rendir homenaje a "Nuestro Seor de Esquipulas".

El pueblo contiene una poblacin alrededor de mil


quinientos indios. Haba una calle de. una milla de
largo aproximadamente, con casas de barro a cada lado;
pero la mayor parte de ellas estaban cerradas, siendo
ocupadas slo durante el tiempo de la feria Al extremo de esta calle, sobre terreno elevado, se ergua
la gran iglesia. Como a medio camino de alli, cruzamos un puente $obre un pequeo arroyo, uno de los a.
fluentes del caudaloso Lempa. Era esta la primera corriente que yo haba visto que desemboca en el Ocano
Pacfico, y la salud con reverencia. Asce.ndiendo por
una gradera de maciza piedra frente a la iglesia llegamos a una magnifiGa plataforma de ciento cincuenta pies de anchura, pavimentada con ladrillos de un
pie en cuadro. La perspectiva desde esta plataforma
de la gran planicie y de las altas montaas alrededor
et:a esplndida; y la igl~Bia, elevndose can solitaria
grandeza en medio de una le-gin selvtica y desolada,
pareca casi una obra de' encantamiento. La fachada
era rica en ornamentos de .estuco e imgenes de santos
ms grandes que lo natural; en cada esquina haba una

46

elevada torre y ,~obre la cpula tln~ aguja, levantando


en alto por ~l atre la corona de aquel .en otro tiempo
altivo podel~ que arrebat la maY9r parte de Anrica
a ;Sus legtim9s duefios, gobernn~pla durante tres centurias con vara. de hierro; y que ahora no tiene en ella
una c~arta de ,tierra n:i un sbdito de quin jactarse.
Entramos. ~ l~ iglesia por u.na alta :portada, riCa en
esc~lturas ornaJ'llentales.. En el interior haba una nave
con dos alas, separadaS por filas de pilastras de nUeve
p.ies en cuadxo y Ul).a elevada cpu1a, guardada por ngeles con las alas ~~te:ndidas. Sobr~ los mUrOs haba
pinturas,. algunas, dipujadas por artistas de Guatemala, y otras ql1e ha,b~n ;5i4o tradas, de Espaa; y los nichos se .encontraban l~~ns de estatuas, 'varias de ellas
admirablemente bien 'ejecutadas. El plpito estaba cu~ierto con lminas de oro, y el altar protegido por un
barandal de hieno con oalaustrada de plata, 0l11amentada con seis pilar,es del niis,mo metal" como de dos pies
de a1tura, y dos angele$ parados como guardianes en
las gradas. Enfr.ente del altar, en una preciosa' Urna
estil. UllB/ imagen del; SalvadOr en la cruz', "Nuestro Seor de Esquipulas"; a quien est consagrada la iglesia,
famoso por su poder de hacer milagros. Cada ao mlllares de devotos suben las gradas de este templo de
rodillas, o cargando una pesada cruz, a quienes no les
es permitido tQcar la s~gra~a imagen, pero salen con
tentos de obtener un ,peda~o de listqn impreso con las
palabras "Dulce nombre de Jess",
Regresamos.. al convento, y inientras yo estaba sen..
tado con el Coronel San Martn,. entr el cura, y,' cerrando la puerta, me pregun~6 si mi criado e~a fiel. La
cara de Ag\lstn era una fufortunda cada ~e recomendacin. :El.Coronel M'Donald, don Francisco, y, segn
supe despus, el General Cscai'?:, le tuvieron desconfianza. Inform al cura todo lo que yo saba respecto a
l, hacindole mencin de su conducta en Comotn; sin
embargo, me advirti que tuviera cuidado con L Luego despus, Agustn, quien pareca sospechar que no
haba hecho muy favorable impresin, me pidi6 un dlar para pagar una confesin Mi inteligente amigo 110
estaba libre de los prejuicios de la equcacin; y aunque
l no poda cambiar de momento su opinin tan calurosamente expresada, dijo que Agustn ha'ba sido bien
enseado.
En el curso del da tuve una oportunidad de ver lo
que ms tarde observ por todo Centro 'Amrica: la vL
da de trabajo y responsabilidad pasada por' el cura en
una villa indgena, que se consagra fielmente al pueblo
bajo su cargo. Adems de oficiar en todos los servicios de la iglesia, visitar a los enfermos y enterrar a
los muertos, mi digno hospedador era mirado por todos
los indios de la villa como consejero, amigo y padre.
La puerta del convento estaba, siempre abierta, y los
indios constantemente 3ccudan a l;' un hombre que haba tenido un altercado con su vecino; una mujer a
quien su marido habia tratado mal; un padre cuyo hijo
se haban llevado como soldado; una muchacha abandonada por su amante; todos los que se hallaban en pena o afliccin, acudan a l en busca de consejos y
consuelo, y nadie sala des,al1lparado. y, fuera de sto,
era el principl director de todos los asuntos pblicos
de la ~oblacin; la mano derecha del alcalde; y ya
haba sido consultado si yo deba o no ser considerado
como una persona peligrcsa. Pero el cumplimiento de
estos mltiples deberes, y la agitacin y peligros de la
poca, estaban agotando su constituci6n. Cuatro aos
antes abandon la capital, y tom a su cargo esta vica~
ra, y durante ese tiempo haba vivido una vida de tra~
bajo, de ansiedad y de peligro; separado de todos los
deleites del trato social que hacen el trabajo agradable,
amado por los indios, pero sin nadie que simpatizara con
l en ideas y sentimientos. na vez las hopas de Mo..
razn invadieron la poblaCin, y durante seis meses permaneci escondido en una cueva de las montaas, sos.
tenido por los indios. Ultimamente las dificultades en
el pas hablan aumentado, y la nube de la guerra civil
estaba ms obscura que nunca. El lo lamentaba, pero,

como deca, no lo lamentara lfl:rgo tiempo; y todo el


tono de sus pensamientos y conversacin era tan bondadoso y puro, que pareca como V-~' punto verde en
un desierto arenoso. Nos sentamos en el antepecho de
una gran ventana; por dentro, la habitacin ya estaba
obscura. Tom l una pistola dl umbral de la ventana, y mirndola, dijo, con una lnguida sonrisa, que la
cruz era su proteccin; y en seguida puso su delicada
mano entre la ma, y me dijo que le tocara el pulso.
Lo tena lento y dbil, Y pareca como si cada pulsacin fuera la ltima; pero manifest, que siempre era
as; y, levantndose repentnall:l;nte,' aadi que esa
era la hora de sus devociones pr~vadas, y se retir a
su habitacin. Yo sentl como si un buen espritu hu~
biera salido volando.,
'
Mi anhelo, de llegar. a Guatemala no me permita
gozar por mucho tiempo de a hqspihtlidad de~ c~ra.
Yo intentaba despedir a mi arriero; pero" impOSIbilIta..
do para reemplazarlo inmeditamente, y no queriendo
perder otro, da, me vi obligado a ret~nerlo~ El curso
acostumbrado era salir de Esquipulas por la tarde y caminar cuatro leguas; pero teniendo siete mulas y solamente cuatro ca:rgas, dispuse hacr estas cuatro leguas
y tambin la jornada del siguiente da en uno, Sal
tempI ano por, la maana. Al despedirme, el sacerdote
y el soldadp estaban lado a lado,emhlem'as de la humildad crstian y del orgullo del hombre, y ambos, al
partir, me encomendaron a !Dios.
Cruzamos a llanura; las montaas de Esquipulas pa~
recan haber ganado en grandeza; a la, media hora comenzamos a subir la montaa de QuezaUepeque, den'
samente arbolada, y, como la del Mico, fangosa y lle_
na de zanjas y de hoyos proiundos. Pesadas nubes cer~
nanse sobre ella, y a medida que ascendamos llova
copiosamente; pero antes de llegar a la cumbre se levantaron las nubes, altnnbr el 5:01, y el llano de Esquipulas, con la gran Sierra detrs, cubierta de altos
pinos, y las nubes siguindose unas a otras sobre sus
fiancos, todo, este conjunto, formaba uno de los ms
grandiosos espectculos que jams contempl; y la enorme iglef?ia an se presentaba para la ~vista de despedi..
da del peregrino. Pero el centelleo.de 1(1 luz' del sol no
tard mucho rato, y de nuevo descendi la lluvia; pOl'
algn tiempo tuve la gran satisfaccin de ver al arrie~
1'0 empapado y de oirlo rezongar; pero Un inexplica_
ble acces de buen humor..me sobrevino, y le prest mi
sobretodo de piel de oso. -A interval~s alumbrada el
sol, y miramos 8f un~ .gran distancq. 'abajo de nosotros
el pueblo de Quezaltepequ~. El descenso era muy precipitado y los hoyos de cieno y zanjas muy profundos,
y las nubes que flotaban sobre la montaa eran el smbolo de mi fortUna. Mr. Catherwood, que sigui por este
camino como tres semanas despus, oy del Padre de
Quezaltepeque, que; Se hab~ formad() <un plan para
asesina,rme y robarme, en la ~uposicin de que yo lle~
caba conmigo una gran cantidad de dinero, cuyo laudable proyecto fu destrudo por haber atravesado en la
mabal1a en vez de por la tarde, cpmo generalmente se
~costumbra.

Pasabamos por QuezaUepeque sin apearnos Es


costumbre, al dividir +as paradas para Guatemala, hacer
una jornada por la tarde hasta este lugar y pernoctar.
Ahora apenas eran las, once, del da, claro y brillante
como un da de Septiembre en mi pas. Saliendo del
pueblo, cruzamos una hermosa corriente, en la que algunas mujeres estaban, lavando. ,Muy, pronto ascendimos otra vez, y sobre la cima de la montaa llegamos
a un abrupto precipicio, que formaba el lad.o de un profundo barranco. Bajamos por Una estrecha vereda a la
mera orilla del precipicio, parte del camino sobre un
angosto y saliente arrecifel y en otros lugares por una
senda construda contra la roca hasta el fondo del barranco. En el otro lado se elevaba otra escarpada muralla. El barranco era profundo y estrecho, y agreste
hasta la sublimidad. La corrie~te pasaba a travs de l
sobre un lecho de roca, y por alguna distancia el camino
se extenda sobre este lecho. Subimos por una vereda

empin~da

y difcil hasta la cumbre del otro lado del


barranco, y caminamos algn trecho a lo largo de su
orilla. El lado opuesto era una mole perpendicular de
piedra caliza, negra por estar a la intemperie, y algunos
lugares haba pedazos de terreno con yerba sobre el
moreno campo, alumbrados ocasionalmente por breves
centelleos de la luz del sol. Descendimos de nuevo hasta el mismo fondo del barranco, y, cruzando la corriente, subimos casi inmediatamente por' un angosto sendero construido a lo largo del precipicio hasta la cumbre,
quedando del mismo lado de' donde habamos salido.
Es imposible dar una idea de la rusticidad de este dobl
cruce del barranco. Este termin bruscamente, y en
el ltimo e.xtremo, sobre un punto, haba una pequea
hacienda, 4e un ,lado mirando en, direccin, de esta espantosa abertura, y del otro hacia, un, valle apacible.
A las tres de la tarde divisamos el rituello de San
Jacinto. Dei lact opuesto haba una' hermosa altiplanicie, con montanas elevndose a 10, lejos, y cubiertas
hasta la cspide de magestaosos pinOS. AU 110 haba
cultivos, y toda la regin estaba en su primitiva rusticidad. A las cinco d la tarde cruzamos la corriente y
entramos al poblado de Sail Jacinto. Este se compona de una. coleccin de chozas, algunas construidas con
palos y otras repelladas con lodo. La iglesia era de la
misma sencilla construccin. A cada lado haba una
enramada techada con hojas de maz, y en las esquinas
estaban los campanarios con tres campanas cada uno
Al frente. se elevpan. dos gigantescas ceibas, cuyas
races se, alargaban al nivel de la tierra ms de cien
pies, y las ramas se extendan a igual distancia.
La aldea se encontraba al cuidado:del cura de Quezaltepeque, quien entonces estaba en San Jacinto. Me
dirig a su casa y le prese~t la carta del cura de
Esquipulas. Mi arrlero, sin descargar las mulas, se arro--j al suelo en l, corredor, y: con mi sobretodo, puesto
sobre su desagradecido cuerPo,co'll1~n~' a injuriarme
porque lo estaba matando con las largas jornadas. Yo
redarg; y antes que el padre tuviese tiempo de reco"""
brarse de su sorpresa por nuestra visita, qued confundido con nuestro alboroto.
Pero l era un hombre que poda' soportar mucho,
siendo arriba de seis pies. de statura, de anchas espt:!:tdas, y con una protuberancia enfrente que necesitaba
sostn para .evitar que. se le cayera. Su ve,stido consisla en una camisa y un par de pantalones,-con los aja....
les mendigando empleo; pero tena un corazn tan
grand~ como su cuerpo) y tan abierto como sus vestidos;
y cuando le cont qUe haba camjnad desde Esquipulas
ese da, me dijo que deba quedarme Una semana pata
recuperarme. En cuanto a marchar'me al da siguiente,
l no quera or de eso; y, en efectol muy pronto hall
que era imposible sin otra ayUda, pues mi abominable
arriero colm la medida de sus iniquidades con caer enfermo de una violenta fiebre.
A mi ardiente solicitud, el padre se esforz por conseguirme m'!J.las para el da siguiente, y durante la nOche tuvimos una recepcin de l()s aldeanos. El hombre
en quien l confiaba principalmente dijo que era peligroso el viajar; que dos ingleses haban sido arrestados
en Honduras, y que haban escapado, pero que SUs arrieros y criados los haban asesinado. Yo poda quiz ha~
ber arrojado alguna luz sobre esta historia, pero no
pens que valiera la pena saber algo acerca de tales
sospechosos personajes. El padre estaba afligido de na
poder servirme, pero al fin dijo que un hombre de mi
rango y mi carcter (yo le haba mostrado mi pasapOTte, y Agustn haba disparado los caones de Balize)
deba tener toda clase de facilidades, y que l mismo
me las, proporcionara; y orden a un hombre que fuera por la maana temprano a su hacienda por unas
mulas; despus de 10 cual, fatigado por tan inusitados
esfuerzos, arroj su gigantesco cuerpo en una hamaca,
y se balance para dormir.
La familia del padre se compona de dos muchachos, el uno sordo_mudo y el otro un bobo. El primero
posea extraordinaria vivacidad y muscular poder, y

47

entretena al p.adre con sus gesticulaci~nes, historias y


COn sus arteros juegos de manos. y partlcularmente con
el acertijo de acero. Haba algo intensamente intereresante en la benevolencia con que el padre jugaba con
l, y la formalidad con que l Se entretena, con su g~
gantesco amo. LA. veces el muchacho se poma tan eXCItado que parecia querer estallar por el esfuerz.o en dar
expresin a sus pensamientos; pero todo ten:nmaba en
un dbil sonido que me molestaba los n.erVlOS, y que
pareca enlazarlo ms estrechamente con. el bondadoso
padre. Este ltimo estaba siempre cambIando el, acertijo pero la ingeniosidad del mozalbete no. pod.a ser
der~otada. El pobre simpln, ep.tre t~nto,. mn'~ba c<?n
admiracin. El padre le ofrecio medlO dolar SI podla
abrirlo, y a'mbos, l y el sordo-mudo Se l'ea~ de los
torpes ensayos del simpln. El p.adre concluyo con un
caluroso panegrico sobre el mrIto de ambos, que el
muchacho sordo-mudo pareci entender y agradecer,
pero que el que tenia oidos parec no oir.
.
Insisti el padre en que .yo ~omase S? propIO catr.e,
el cuar era inusitadamente limpIo, y te~la un mosqUitero. Fu mi mejor cama desde que deJ la del Coronel M'Donald en Belize. Antes que yo me le~antara ya
estaba l sobre mi cOn un frasco de aguardiente.
Luego en seguda vino el chocolate, con un bollo de pan
dulce. y encontrando que ~ra imposible march~r.l'1;e en
ese da, me hice voluntaria vctima de su hospitalidad
A las nueve tuvimos el desayuno; a las doce, fruta; a
las dos, el almuerzo; a las cinco, chrn;ola;te ~ pan pulc e ;
a las ocho, la ~na, Con frecuentes lDvltaclOnes mtermedias para el aguardiente, el que el padre, cqn la ma~o
puesta sobre aquella prominente part,e de su propIO
cuerpo, dijo que era bueno para el ~~t~mago. f?n todos
respectos, salvo en los buenos senb~lento8, el era ~l
completo antpoda del cura de E.sqUll?ulas. Yo h~bl~
tenido alguna sospecha de que mI arrJero no. estuvles
tan malo como l pretendla; pero su ~espreclo para la
buena comida del padre me convencl,6 que re~lmente
estaba en mala condicin. Le di algun remedIO, pero
creo que desconfiando de m tuvo miedo de tomarlo.
A las doce del da llegaron las mulas pedidas p.or
el padre con un talludo muchacho ladino como arrlerOj pero ~Ilas no se hallaban en condicin de s~lir ese
da. En la tarde me di un largo paseo por la o~l~l31 del
roS, al regreso, me detuve bajo una de las celbas, en
donde un mercader ambulante estaba mostrando sus
mercancas, consistentes en dos bales con g.~neros de
algodn rayados, cuentas, peines de cuerno, tIJeras, etc.
Su muJa estaba a..nlarrada con una larga soga, Y ~ par
de pistolas estaban colocadas sobre una de las caJas.
Pasando adelante, me encontr con. Un gr?po de
mujeres, vestidas de blanco, con chales rOJos enClffia de
la cabeza. Ya haba yo visto lo bastante de alegres ca--lores en las mujeres para alejar algunos prejuicios, pero
retena una anticuada predileccin por los rostros blancos; y aqu yo hice ver que las mujeres ms blancas eran
las ms bonitas, aunque el padre no estuvo de entero
acuerdo conmigo. Bajo el cobertiz'O de una casa deshabitada de por ah cerca estaba un~ india. vieja con
diez doce muchachas indgenas ensenndoles el catecismo. Ellas estaban vestida~ con tela de algodn roia
cuadriculadal enrollada alrededor de la cintura, y atada con un n~do al lado izquierdo, y un pauelo blanco
sobre los hombros. Otros grupos estaban afuera en di.ferentes lugares, organizndose para una fiesta elel
pueblo en honor de algn santo; y cerca del 8I1lo~hecer.
mentras estBlba sentado con el padre, ahora vestido con
su larga tnica negra. avanz una procesin, encabezada por el hombre ms anciano del pueblo, de barba y
cabellos blancos, y un hombre baldado y dos o tres
asociados tocando violines. Antes de llegar a la casa
dispararon cinco a seis cohetes, y todos subieron y saludaron al padre, besndose el revs de la mano; las
mujeres penetraron al interior, llevando los envueltos en limpias y blancas servilletas; y cuando yo eIltr para tomar mi chocolate, me encontr con la mesa
llena de pasteles y confituras. Despus todas se fueron

48

a la iglesia para los rezos vespertinos. Yo no pude


menos que pensar en lo que despus me impresion
ms y ms a cada paso de ml viaje en ese pas: en que
hendito es el pueblo que tiene un padre.
Durante el da, el muchacho sordomudo haba procurado varias veces hacerme comprender que l deseaba acompaarme, y por la noche el padre decidi
complacerlo, permitindole hacer un viaje a Guatemala. Por la maana temprano el convento se hallaba en conmocin. El buen padre no estaba acostumbrado a preparar una expedici6n para Guatemala.
muchas cosas hacan falta adems de las mulas. y al
pueblo Se le exigi lo que .faltaba. Durante el bullicio,
un solo soldado entr a la aldea causando alarma por
el hecho de ser explorador de otros que vendran a
acuarteler all. El padre le d,ijo quin era yo, y que
la guardia no deba molestarme. Al fin todo estuvo
listo; un gran concurso de gente reunido por requisitorias del padre, se hallaba en la puerta, y entre ellos
dos hombres con violines. El padre enderez sus pro.
pias gigantescas energas particularmente haCia los comestibles; l haba preparado chocolate, pan, salchichas y pollos; una caja c()n pasteles y dulces; y, como
final, el muchacho sordo"mudo sali de la casa sosteniendo de una brazada arriba de su cabeza todo el costado de un buey, quitada nicamente la piel y con las
costillas quebradas, el cual fue extendido como -una
carpeta sobre una de las cargas, y asegurado por una
red. Una olla grande, con el asiento para arriba, iba
asegurada encima le otra carga. El padre se despidi
de m afectuosamente, y con mayor afecto del mucha
cho sordo-mudo; y a las nueve de la maana, con msica de violines, y con un squito que haba asombrado a mis amigos d la ciudad, hice otro arranque para
la capital. Un sordo gemido en el corredor me hizo
recordar a mi ariero. Desmont, y, al instante de la
part~da, nos cambiamos unas cuantas palabras de afec_
to. Su musculosa figura estaba postrada por la fiebre; a veces l me haba provocado hasta casi agotarme la paciencia; pero, COn tod& la mala voluntad que
le tenia yo no poda haber desedole una ms mala
condicin. El muchacho se hallaba sentado junto a
l, aparentemente enternecido p~l' la enfermedad de su
amo, e indiferente a mi partida.
Por la primera vez en mucho tiempo tuvimos un
camino plano. La tierra era feraz y productiva; a2'car moreno se venda a tres centavos libra, y en terrn blanco. an bajo el lento proceso de su elaboracin, por ocho centavos, y el ndigo poda fabricarse
por dos chelines la libra. Yo caminaba tranquilamelL.
te, cuando cuatro.soldados saltaron al camino casi a la
cabeza de mi mula. Ellos estaban perfectamente escondidos hasta que yo me aprxim, y su repentina
aparicin fUe algo como de salt~ad9res de caminos.
No pudieron leer mi pasaporte, y dijer~n que tendran
que conducirme a Chiquimula. Mi camino quedaba
un poco retirado de aquella poblacin; y, afortunadamente, mientras me escoltaban, el soldado que yo haba visto en San Jacinto nos alcanz, los satisfizo, y
me dejaron en libertad. A corta distancia ms ade~
lante reconoc la vereda por donle nos desviamos para
ir a Copn. No haban corrido tres semanas y me parecan un siglo. Pasamos por la antigua iglesia de
Chiquimula, y, rodeando el mismo sendero en zigzag
por el cual habamos bajado. cruzamos la montaa, y
descendimos al llano de acapa y al Ro Motagua, al
cual salud como a un viejo conocido. Ya se haca
tarde, y no veamos seales de alguna habitacin Un
poco antes de anochecer, sobre la cumbre de una pe~
quea eminencia a la derecha, (fivisamos a un pequeo muchacho, quien nos conclujo a la aldea de Santa
Rosala, bellamente situada sobre un promontorio for.
mado por la vuelta del ro. La aldea se componia de
una miserable coleccin de chozas; frente a la puerta
de la mejor haba un tumulto de gentes, que no nos
invitaron a parar, y nos encaminamos a una de las
ms pobres. Todo lo que necesitbamos era sacate pa~

la las mulas. Las provIsIOnes del padre eran abundantes para m, y el mozuelo sordo mudo cort unas
costillas del costado de buey, y. prepar la cena para
l y para el arriero.
Mientras c.enbamos omos unos lamentos que salan de la casa frente a la cual estaba agrupada la
multitud. Despus de anochecer me encamin hacia
all, y encontr que se lamentaban sobre un difunto
En el interior estaban varias mujeres; una se letorca
las manos, y las primeras palabras que distingu fueM
ron: "Oh, nuestro Seor de Esquipulas, por qu
te lo llevastes?" Ella fue interru-mpida por las pisadas de cascos de caballo, y penetr un hombre, cuyas
facciones en la obscuridad no pude ver, pero quien,
sin apearse, con ronca voz dijo que el cura peda seis
dlares por' el entierro del cadver. Uno de los del
concurso exclam: "Qu vergenza! Qu vergen~
za!" y otros dijeron que ellos lo enterraran en el
campo. El jinete, con la misma ronca voz, dijo que
era igual que lo sepultasen en el camino, en la montaa, o en el ro, que al padre se le deban pagar sus de~
rechos. Hubo una gran gl'itera; pero la viuda, en
tono lloroso, declar que ese dinero deba de pagarse,
y en seguida renov sus exclamaciones: "Mi nica
ayuda, mi consuelo, mi cabeza, mi corazn; vos que
eras tan fuerte, que podas levantar un zurrn de
ail": "dijiste que iras a comprar ganado"; "yo dije,
si; trame buenos gneros y alhajas". Las palabras,
y el -penetrante tono de ~gustia, me trajeron a la memoria una escena similar que haba contemplado una
vez en las mrgenes del Nilo. Por invitacin de uno
de los amigos entr a la casa. El cadver yaca en el
suelo, con un vestido blanco de algodn extendido des_
de el cuello hasta los pies. Era de un joven, de no
ms de veintids aos, con el bigote apenas apuntando sobre su labio superior, alto" y no ms que un mes
antes tan vigoroso que poda "levantar un zurrn de

ail". Haba salido de su hogar para comprar ganado, regres con fiebre y al cabo de una semana muri
Tena una venda atada bajo la barba para sostenerle
la quijada; sus delgadas muecas las tena segurds
travs del pecho; y sus cnicos dedos sostenian un pequeo crucifijo hecho de dobladores cosidos con aguja. A cada lado de su cabeza haba una vela encendida, y las hormigas, que abundaban en el suelo, bu_
llan sobre sU rostro. La viuda no repar en m, pero
la madre y dos hermanas jvenes me preguntaron si
no tena remedios: si no podra yo curarlo, si lo habra podido curar en c,aso de haberlo visto antes.
Me desped de la acongojada familia y me retil
El hombre que me haba invitado a entrar me encontr en la puerta, y me dio un asiento entre los amigos. Inquiri con respecto a mi pas, dnde quedaba,
y si las costumbres eran como las de ellos; y muy
pronto, a no ser por los lamentos de la viuda, muchos habran olvidado que B. pocas yardas de ellos yaca un amigo muerto.
Me qued con ellos una hala y despus regres a
mi choza. El corredor estaba repleto de cerdos; el lL
terior era un perfecto chiquero, lleno de pulgas y de
nios; y la mujer, con un cigarro en la boca, y la ms
spera voz que jams o, todava trajo nio tras nio,
y los amonton en el suelo. Mis criados estaban ya
dormidos afuera; y pidiendo prestado un cuero de
buey, sin curtir, lo extend sobre el piso en el extremo del a casa; sobre l coloqu mi pelln y sobre ste
me tumb yo. La noche antes haba yo dormido ba~
jo un mosquitero! Oh, padre de San Jacinto, que un
hombre de mi "rango y mi carcter" hubiese llegado
a tal extremo! La mujer estaba falta de sueo; una
docena de veces sali a fumar un cigarro o a echar
fuera a los puercos; y su desagradable voz, y los alaridos en la casa del duelo, me hicieron regocijarme
cuando los gallos cantaron por la maana.

CAPITULO 9
CHfMALAPA. - EL CABILDO. - UNA ESCENA DE BORRACHERA. - GUSTATOYA. - PERSECUCION DE LADRONES. - APROXIMACION A GU.ATEMALA. - HERMOSO PAISAJE. - VOLCANES
DE AGUA Y DE FUEGO. - PRIMERA VISTA DE lJA CIUlDAD. - ENTRADA A LA CIUDAD. - PRIME.
RAS IMPRESIONES. - LA RESIDENCIA DIPLOMATICA. - LOS PARTIDOS EN CENTRO AMERICA. ASESINATO DEL VICE.PRESIDENTE FLORES. - SITUACION POLITICA DE GUATEMALA .- UNA
SITUACION EMBARAZOSA. - LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE. - POLICIA MILITAR.

Al romper el alba me ba en el Motagua. Mientras tanto el muchacho sOI'do-mudo preparaba el chocolate y el cadver del joven era conducido a su ltima m~rada. Pas a la desolada casa, me desped de
los dolientes y reanud mi viaje. Otra vez tenamos
a nuestra derecha el Ro l\!Iotagua y las montaas de
Vera-Paz. El camino era plano; haca excesivo ca~
101' y sufrimos Dor la sed. A medio da paramos dos
ho~as en la aldea de F'isioli. Ya avanzada la tarde llegamos a una meseta cubierta de rboles con flores,
que parecan manzanoS en flor, y cactus o tunos, con
ramas de tres a quince pies de largo. Yo iba adelante; y habiendo estado en la silla todo el da, y queriendo aliviar a mi mula, desmont y segu a pie. Un
hombre de a caballo me alcanz y me conmovi dicindome que mi mula estaba cansada. La mula, no te_
niendo costumbre de ser conducida, tiraba hacia atrs,
y mi nuevo conocido la segua azotndola; y recordanla fbula, y que yo no podra complacerlos a todos,
mont, y nos dirigimos iuntos a Chimalapa
Era un largo y descaminado pueblo, con una iglesia grande, pero all no habia cura, y me fu al cabildo. Este, adems de ser la casa del pueblo, es una es~
pecie de caravanera o lugar de parada para los via~
jeros, siendo un remanente de las costumbres orienta_
les todava existentes en Espaa, e introducidas en sus

antiguas posesiones americanas. Era un amplio edificio, situado en la plaz'a, repellado y blanqueado. En
un extremo el alcalde estaba presidiendo una especie
de corte, y en el otro se vean las rejas de una prisin. En medio de ellos quedapa una pieza como de
tr~inta pie~ por veinte, con paredes desnudas, y destitUIda de SIlla, banca o mesa. Fue entrado el equipa~
je, se suspendi la hamaca, y el aloalde me envi mi
cena. Oyendo el sonido de un tambor y un violn
me encamin a la casa de donde sala, la cual estab~
repleta de hombres y mujeres fumando, repantigados
en hamacas, bailando y bebiendo aguardiente, en celebracin de un casamiento. La noche anterior haba
yo presenciado una escena de difunto. Esta el a II
exhibicin de asquerosa borrachera, y el principal va_
lentn estaba dispuesto a armar pendencia conmigo
viendo lo cual, prudentemente regres al cabildo, cerr
la puerta y recurr a mi hamaca.
Salimos de madrugada. Dejando el pueblo, por alguna distancia a cada lado haba un vallado hecho de
barras colocadas sobre horquillas de cuatro pies de altura, y lleno con grandes pedazos de tunos El camino
era lo mismo que el que habamos tenido el da anterior, plano y abundante en cactus. De nuevo haba
un calor desesperante, y por la tarde divisamos al pie
de una elevada montaa un bosquecillo de cocoteros,

49

resplandeciente a los rayos del sol como lminas de


plata, y ocultando al pueblo de Gustatoya. A las cuatro de la tarde entramos a la poblacin, hermosamente situada, mirando hacia lln valle detrs de Un cua..
dro ondulante de maz, y nos dirigimos a la casa de
un hermano de doa Bartola, nuestra pasadora de
Gualn, a quien yo iba recomendado por ella.
Tuvimos una excelente cena de huevos, frijoles,
chocolate y tortillas, y estaba yo tendido en mi hamaca con las botas quitadas cuando entr el alcalde con
una espada bajo el brazo, seguido por mi posadero y
varias otras personas, y me refiri que una partida de
ladrones haba salido en mi seguimiento; que l ya tena hambres sobre la pista, y que deseaba que le prestalla mis armas y mis criados. A los segundos yo tena suficiente voluntad de prestarlos, porque saba que
ellos hallaran su camno para volver; pero las primeras, pens yo, estaran ms seguras bajo mi propia
vista. Encontrndome en el camino real, lo conside~
raba tan seguro que ese la haba yo quitado las cpsulas a mis pistolas y escopeta, pero, ponindome las
botas, cargando y distribuyendo mis armas sobrantes,
salimos afuera. El arriero no quera ir, pero el muchacho sordo-mudo, con una cara de fuego, desenvain
su machete y nos sigui.
Estaba sumamente obscuro, y a la primel'a salida de la luz yo no poda ver bien, pero tropezando segu a mis compaeros, quienes se movan velozmente
y sin ruido a travs de la plaza, y por todo el largo
de la poblacin. En los suburbios nos acercamos a
una choza que estaba sola; con el frente hac;ia nos_
otros, cerrada, pero la luz de un fuego sala por los
extremos; y aqu se supona que esa9_an los tadron~s.
ignorantes de la persecucin o la sospecha. !?e.;;p!les
de una breve consulta, se convino. en que se dIVIdIese
el grupo y que una mitad penetrara por cada exhemo; quedando a cargo del alcalde el dispa~ay a los
malvados antes que dejarlos escapar,. Deshzandoll.os
furtivamente hacia la choza, nos arroJamos a un mlSmo tiempo desde los opuestos lados, y capturamos ,3
una vieja mujer, que sentada en el su;e;lo estaba atlzando el fuego. Ella no se sorpre~?lO por nue~t.ra
visita; y, con una satrioa risa nos dIJO qU,e los paJa~
1'OS ya haban volado.
En eSe 1ll0~ento ?lffiOS el estallido de un mosquete, que fue, reconocl~o como la
seal de los hombres que se hablan es~aclOnado para
espiarlos. Todos nos precipitamos )'lacia afuera; otro
estallido nos hizo apresurar~os mas, y ~uy pronto
llegamos al pie de la montana. Cuando lbamos su_
biendo dijo el alcalde que l vea a un hombre trepando con las manos y los pies por la falda dEE: la mol1taza, y, arrebatando. mi escop~ta d~ dos. canones, le
dispar tan frescamente como SI hublera. ~ldo una chacha' todos se dispersaron en su persecuclOn, y yo qued ~bandonado con Agustn y el muchacho sordo-

mudo.
.
. d t'
Avanzando, pero no muy de pnsa, Y mll'a~.o a ras
ocasionalmente las lejanas luces de la poblaclOll, con
una desconocida montaa frente .a m} y ';lna o~~cura
noche, comenc a pensar que para mI sena 8uflclente
el defenderme cuando me atacaran; y, aunque el asun..
t haba ido adelante por mi cuenta, e~'a una locura
para m el pasar la noche ayudan~o a libra~ a }a poblacin de sus ladrones. En segUIda reflexlOne q~e,
si a los caballeros a quienes pei'seguamos se l~s me~le
1'a en la cabeza volverse atrs, mi gorra y mI vestldo
blanco me haran ms visible y podra ser peligroso el
encontrarlos en este lugar; y, con objeto de ganar tiempo para consderar lo que me convendra hacer mejor,
regres a la poblacin y an no haba acabado ,de resolver definitivamente mis ideas cuando llegue a la
plaza.
h.qu me detuve, y a los pocos minutos pas un
hombre quien me dijo que l haba encontrado a dos
de los ladrones eh el camino real, y que le haban
contado que me ag;u'raran.por la maana. Se les ha~
ba metido entre ceja y ceja que yo era un ayudante

so

de Carrera, de regreso de Belize con una gran cantidad de dinero para pagar a las tropas. Como a la hora regres el alcalde con sus agregados. Yo no tena
la idea de ser robado por equivocacin; y sabiendo la
faclidad con que los ladrones podan ir adelante y dispararme desde lejos, ped al alcalde que me proporcionara dos hombres para que fueran adelante y estuviesen alertas; pero yo estaba verdaderamente fastL
diado del pas y de la excitacin de sus despreciables
alarmas.
La luz del da disip la tristeza que la noche haba arrojado sobre mi buen humor, Saliendo de Gustatoya, por alguna distancia camin a travs de Un terreno cultivado donde los campos estaban divididos
por vallados. Muy' pronto olvid' todo temor de los
ladrones, y, aburrido por el lento' paso de las mul s
de carga) me adelant, dejndolas muy atrs. A las
once del da entr en un barranco tan agreste que cre
que ese no poda ser el camino real para Guatemala;
all no Se vea ningn rastro de mula; Y, regresando,
tom otra ruta) cuyo re!>ultado fue que perd ~i. cami
no y anduve todo el dIa solo. No pude adqU11'lr elaTas noticias de Agustn y del arriero, sino que segu
caminando en la creencia que ellos iban adelante de
m. Prosiguiendo rpidamente, al anochecer llegu ~
una hacienda hacia un lado del camino, en la que fm
cordialmente recibido por el dueo, que era un mulato,
y, para mi gran sorpresa, supe,que ya h~ba yo avan..
zada una larga jornada de un dla de camIno para Guatemala. -~l me puso ansioso, sin embargo, con respecto a la seguridad de mi equipaje; peto por aquella noche yo no poda" hacer nada. Me te.nd a lo largo fr 7ute a un gran escapara,te con. u~~ lmagen de la V~r
gen, el "santo tutelar de la famIlia, Como a las dl~Z
de la noche lu despertado p()r la' llegada de Agush~
y del a;rriero. Fuera de sus temores con respecto a mI,
ellos haban tenido sus propias dificultades; dos de
las mulas se cansaron, y tuvieron necesidad de parar
para que descansaran, Y para apacentadas, .
A la maana siguiente, muy temprano, dejando el
equipaje al arriero (lo. que, dicho sea ~e paso, era una
imprudencia en ese tlempo), y Camblandome el ves~
tido, seguimos el viaje con Agustn. Muy pr<:nto co,menzamos a ascender por una abrupta montana, muy
escarpada, dominando a ca~a pa~o .una vista agre~te y
magnfica y al llegar a la CIma dIVIsamoS a ~!an dIstan
cia abajo de nosotros en el fondo de un anfIteatro de
montaas el pueblo de El Puente, cuyos campos ahededr era~ blancosy muy iranstados por patachos de
mulas. (Descendimos al pueblo y atravesamos el puente construido sobre arcos de piedra, en un barranco
pr donde pasa una espurnante catarata. En este lu~
gar nos encontramos completamente rodeados de mOIL
taas agrestes hasta lo sublime, recordndome algunoS de los ms bellos paisajes de Suiza. Al otro lado
del puente principiamos el ascenso de ?t~a montaa.
El camino era ondulado; y, al estar a sulclente altura,
la vista del pueblo y del puente all a lo lejos era excesivamente bella, Descendiendo a. corta distancia,
pasamos por una pequea aldea de chozas, situada en
el filo de la montaa, dominando, por ambos lados la
vista de un extenso valle a cuatro o cinco mil pies hacia abajo. Siguiendo esta hermosa serrana descendimos a una meseta de tierra frtil, y divisamos la
puerta de un campo que se me figur el paisaje de un
parque en Inglaterra ondulante, y adornado con rbo~
les. En medio est ,situada la hacienda de San Jos,
edificio de piedra, largo y no muy alto, con corredor
al frente; era uno de aquellos lugares que, cuando me_
nos se espera) ,tocan una fibra sensible, evocando gratos recuerdos y llaciendo que el viajero se sienta como
si pudiera permanecer all para siempre, y paTa nosotros particularmente grato puesto que an no nos ha~
bamos desayunado.
Esta era un hacienda de ganado, en la que haba:
centenares de cabezas; pero todo lo qUe pudieron dar~
nos de comer fueron huevos, tortillas y frijoles coci-

dos en agua caliente; estos se parecan mucho a una


cesta de astillas frescas. Pasado esto hicimos TIues.
iro ltimo arranque para Guatemala. El camino nos
condujo sobre una meseta de terreno fl til Y cubierto
de verdura como UR prado europeo, adornado con rboles y con todas las caractersticas peculi81men1e inglesas; los arrieros que hacan salido de al ciudad a
media noche, y que ya haban terminado su tarea diaria, estaban descansando bajo la sombra de los rboles, con sus aparejos y cargas apilados como muros, y
sus mulas pastando en las innle:diaciones. A lo largo
de la llanura haba una hilera de chozas, y si estuviera adOlnada en veZ! de deformada por la mano del
hombre, esta sera una regi6n de potica belleza. 111dios, hombres y mujeres con cargas sobre las espaldas, cada grupo con un manojo de cohetes, legresaban
de "la capital" como ellos orgullosamente la llamaban,
con rumbo a sus pueblos entre las mont~as. Todos
ellos nos dijeron que dos das an'es Carrera haba e1L
trado de nuevo con sus soldados a la ciudad
Cuando nos encontrbamos slo a dos leguas de
distancia, el caballo de Agustn se dio por vencido. Yo
estaba ansioso de, ver la ciudad antes. de que obscureciera y me adelant. Ya eIa avanzada la tarde
cuandd <JI subir por una pequea eminencia, dos inmensos' volcanes se levantm'on ante mi, aparentando
desdear la lieua y elevarse hasta los cielos, Eran
los grandes volcanes de Agua y de Fuego, a .cuare.t;-ta
millas de distancia, y de quince mil pies de elavaclOn,
ms o menos, maravillosamente espln~idos y heTmosos. A los pocos momentos tuve a la VIsta el gran va_
lle de Guatemala l rodeado de montaas, y en el centro de ste, la ciudad como un pequeo punto. en la
vasta extensin, con sus iglesias, conventos y numerosas torrecillas cpulas y (ampanarios, tranquila como si el espritu de paz descansara sobre ella. Sin
histricas asociaciones, sino por su singular belleza,
dejaba una impresin en la mente del viajero que nunca se podr borrar. Desmont de mi mula y la amarr. Todava los ltimos rayos de sol alumbraban los
techos y cpulas de la ciudad dndole un reflejo tan
deslumbrante que apenas poda verla .uriivamente.
Por gl'a.dos el disco del sol fue descendiendo hasta la
cima del volcn de Agua y poco a poco todo el globo
hundise tras de l, iluminando el fondo con una at,;.
msfera intensamente roja Una dorada nube envolvi su falda, descans en la cspide y, mientras yo la
contemplaba, los dorados matices desaparecieron y la
gloriosa escena termin.
Agustn vena caminando con su pobre caballo
cojeando atrs de l~ y con una pistola en la mano
Le contaron por el camino que los soldados de Carrera
. eran muy desenfrenados, y que abundaban los ladlones por los arrabales de la ciudad, y ve.nia decidido a
disparar sobre cualquierd. que le hiciese alguna pregunta. Hice que guardata sus pistobs, y montamos
nuestras bestias Todava un inmenso barranco nos
separaba de la ciudad. Ya estaba muy obscuro cuando llegamos al fondo, faltando poco para ser airopelIados por un patacho de mulas con carga que venian
por el camino. Cuando llegamos a la cumbre del lado
opuesto, entramos 1301' la puerta exterior, todava a
una distancia de milla y media de Guatemala. Aden_
tro haba chozas miserables, con grandes fogatas al
frente, rodeadas por grupos de indios borrachos j' soldados vagabundos que disparaban al aire sus mosquetes. Agustn me dijo que espoleramos; pero su pobre
caballo ya no poda ms, y nos vimos en la necesidacl
de andar al paso. Todava no sabamos a dnde iramos a parar; no haba hottl en Guatemala Para qu
sirve un hotel en Guatemala? Quin ir nunca a
Guatemala? tal era la respuesta de un caballero de
aquel lugar a mis preguntas al respecto Tena yo
varias cartas de recomendacin, una de ellas para MI'.
Hall, vice-cnsul ingls; y por fortuna resolv acogerme a su hospitalidad.
Escogimos a un indio andrajoso, quien tom a su

c,argo el conducirnos a la casa de MI'. Hall, y guiados


por l entramos en la ciudad por una recta y larga
calle. Mi campesina mula pareca atnita a la vista
de tantsimas casas, y no queru'atravesar los desages
que eran anchos y en mitad de las calles. Al obligarla
a pasar, dio un salto que, despus de tan fatigoso viaje,
hizo que me sintiera orgulloso de ella; pero rompi
las riendas, y me vi obligado a apearme y conducirla.
La pobre bestia de Agustn ya no pudo ms con l, de
manera que l vena a pie, dando latigozos a mi mula,
y nuestro guia ayudndonos adelante y atrs. De este
modo atravesamos las calles de Guatemala Quizs
ningn diplomtico entr iams tan modestamente a
una capital. Nuestro estpido indio no saba dnde
viva MI'. Hall; era difcil encontrar por la calle a quin
preguntarle, y yo ya tena una hora de estar jalando
mi mula sobre los desages de las calles y regaando
al gua antes de dar con la casa. Al llegar toqu por
algn tiempo sin recibir contestacin; al fin un joven
ab la. cerradura de una ventana con balcn dicin_
dome que MI'. Hall no estaba en casa. Esto no me haria retroceder. Le dije mi nombre, se retir y a los
pocos momentos se abri la puerta principal, y el mismo MI'. Hall me recibi, indicndome que no haba
abierto ms pronto porque los soldados se haban amotinado ese dia por falta de pago, y amenazaban con saquear la ciudad. Carrera ha.ba hecho esfuelZos para
pacificados, y haba pedido prestados cincuenia dlares a un comerciante francs, vecino de MI'. Hall, pe_
ro los habitantes se encontraban muy alarmados, y
cuando llam a su puerta l esiaba temeroso de que
los soldados hubieran dado principio a la ejecucin de
su amenaza. MI'. Hall h3ba quitado el asta de su
bandera, porque la ltima vez que entraron los soldados, al verla enarbolada, hicieron fuego sobre ella,
llamndola bandera de guerra. Ellos eran en su mayor parte indios de los pueblos, ignorantes e insolentes,
y haca pocos das que un centinela le haba volado
el sombrero porque no se lo quit al pasar, por. cuyo
motivo haba pendiente una queja ante el gobIerno.
Toda la ciudad se encontraba amedrentada Nadie se
aventuraba a salir por la noche, y MI'. Hall se maravillaba de cmo haba podido yo vagar por las calles
sin ser molestado. Todo esto no era muy agradable,
pero no poda quitarme la satisfaccin de haber 11e.gado a Guatemala. Por la pmera vez desde 11;1 m'1'1bo al pas, tuve una buen~ cama y un par de sa1;>anas
limpias. Ese da se cumphan dos meses desde mI em_
barque en Nueva York, y solamente uno que me en~
contraba en el pas; pero me pareca por lo menos un
ao.
.
El lujo de mi descanso aquella noche todaVla permanece en mis recuerdos, y la brisa matutina fue la
ms pura y vigorizante que jam~~ huba respira <;lo;
Situada en las "Tierras iempladas en un valle a ClllCa mil pies sobre el nivel del mar, el clima de Guatemala es el de una perpetua primavera, y el aspecto
general me recordaba el de las mejores ciudades .italianas. Est edificada en bloques de tres a cuatroc\en.
tos pies en cuadro, con calles paralelas que SE; cruz'an
una a otra en ngulo recto. Las casas, constrUldas pa1 a resistiT la accin de los terremotos, son de- un solo
piso, pero m~lY espaciosas, con graI?-des puertas y ventanas protegIdas por balcones de hIerro. En el centro
de la ciudad se ostenta la Plaza,' un cuadro de cien~o
cincuenta yardas por lado, pavimentada con piedr\,
y con columnatas en tres de sus costados; en uno de
stos se levanta el antiguo palacio de los virreyes y
sala de la audiencia; en oh o se encuentra el cabildo
y vaYios edificios de la ciudad; y en el te1cero la aduana y el palacio de ci-devani marquesado de Aycinena;
por ltimo en el cuarto extremo est la catedral, hermoso edificio, del mejor estilo de arquitectura moder_
na, con el palacio arzobispal a un lado, y el colegio de
infantes por el otro. En el centro hay una gran fuente de piedra, de imponente estructura, abastecida con
agua procedente de las montaas como a dos leguas

51

de distancia; y el rea es usada para mercado. Las


iglesias y conventos corresponden a la hermosura de
la plaza, y su suntuosidad y magnificencia atraeran
la atencin de los turistas en Italia o en la vieja Espaa.
La fundacin de la ciudad se verific en 1776, ao
memorable en nuestros propios anales, y cuando nuestros antepasados pensaban muy poco en las dificultades de sus vecinos. En aquella; poca la antigua ca
pital, a veinticinco millas de distancia, arruinada y
destruida por los terremotos, fue abandonada por sus
habitantes, quienes edificaron la presente en el frtil
valle de Las Vacas, y en estilo apropiado a la dignidad de una Capitana General de Espaa. Rara vez
haba sido yo ms favorablemente impresionado con
la primera apariencia de ninguna ciudad, y la nica
cosa que me mortificaba en las dos horas de vagar
por las calles, era la vista de los soldados de Carrera,
andrajosos y de insolente mirada; y mi primer pensamiento fu, que en cualquier ciudad de Europa o de
los Estados Unidos, los ciudadanos, en vez de someterse a la imposicin de tales brbaros, se habran levantado en masa para arrojarlos fuera de sus puertas.
En el CUlSO de la maana tom posesin de la casa que haba sido ocupada por Mr. De Witt, nuestro
ex-Encargado de Negocios. Si yo haba quedado con
una favorable impresin del exterior de las casas, que_
d encantado del interior. La entrada se haca por
una gran puerta doble, por un zagun pavimentado
con pequeas piedras negras y blancas, .que conduca
a un hermoso patio pavimentado de la misma manera.
A los lados, anchos corredores embaldozados con ladrillos rojos cuadrados, y ribeteados con an:Jates de
flores. Enfrente, hacia la calle; y contigua a la entrada, una antesala con ventana y gran balcn, e inmediata a ella una sala con dos ventanas. En la
parte ms retirada una puerta abierta a un lado para
entrar al comedor, con puerta y dos ventanas para el
corredor. Al final del corredor otra puerta que conduce a un dormitorio con puerta y una ventana, y en
seguida otra habitacin del mismo tamao, todas con
puertas y ventanas abiertas hacia el corredor. El edificio y corredor seguan hasta el otro lado del sola!',
en cuyo centro haba habitaciones para la servidum_
bre y en las esquinas una cocina, y el establo, enterame~te ocultos a la vista, cada uno provisto con una
fuente separada. Este es el plano de todas las casas
en Guatemala; hay otras mucho ms grandes, por ejemplo la de la familia Aycinena que ocupa una cuadra de doscientos pies; pero en la ma se combinaban
mejor la belleza y el confort que en ninguna otra residencia que yo hubiera visto jams.
A las dos de la tarde arrib mi equipaje y qued
ms confortablemente instalado en mi nuevo domiclio. La sala estaba amueblada con una gran librera
conteniendo estantes de libros empastados de amarillo,
lo que me trajo dolorosas reminiscencias de un bufete
en mi pas. Los archivos. de la legacin tenan Un as_
pecto muy imponente; y sobre el escritorio de MI'. De
Witt penda otro recuerdo de mi patria: Un facsmil
de la Declaracin de Independencia.
"Mi primer trabajo fue el hacer los arreglos nece~
sarios para enviar una escolta de confanza para Mr.
Catherwood y en seguida {'ra mi obligacin el ver si
encontraba al gobierno ante el cual yo estaba acredi-

tado.

Desde el tiempo de la conquista, Guatemala haba


permanecido en un estado de profunda tranquilidad
como colonia de Espaa. Los indios se sometieron pa~
cficamente a la autoridad de los blancos, y todos aca
taban el derecho divino de la iglesia romana. A
principios de ]a presente centuria algunos pocos rayos
de luz penetraron en el corazn del Continente AmeN
ricano Y. en 1823, el Reino de Guatemala, como en~
tonces se llamaba, declar su independencia de Espaa,
y, despus de una corta u"1in con Mxico, se consti~
tuy por s mismo en repblica bajo el nombre de Esv

tados Unidos de Centro Amrica. Segn los artculos


del pacto de unin, la confederacin se compona de
cinco Estados, a saber: Guatemala, San Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Chiapas tena el privilegio de entrar a formar parte de la federacin en
caso de convenirle, pero nunca lo hizo. Quezalten31L
gOl distrito de Guatemala, fue despus convertido en
un Estado separado y .agregado a la federacin.
El monstruoso espritu partidarista fue mecido en
la cuna misma de us independencia, e inmediatamente se manifest la lnea divisoria entre los partidos
aristocrtico y democrtico. El nombre local de estos
partidos al principio me confundi, pues al primero se
le llamaba central o servil, y al segundo federat liberal o democrtico. Substanoia1mente ellos eran los
mismo que nuestros propios partidos federal y democr.tico. El lector tal vez encontrar dificultad en entender que en algn pas, y en sentido poltico, federal
y democrtico signiquen 10 mismo; o que cuando yo
hablo de un federalista me refiero a una demcrata; y
para evitar confusiones, al referirme a elJos de aqu
en adelante, llamar central al partido aristocrtico, y
liberal al partido democrtico. El primero, como nues
t1'O partido federal, .abogaba por la consolidacin y la
centraliZ'acin de los poderes en un gobierno general, y
el segundo peleaba por la soberana de los Estados.
El partido central lo componan algunas pocas fami_
lias principales que, por raZn de ciertos privilegios
de monopolio para la importacin bajo el antiguo gobierno espaol, asumn el aire de nobleza, sostenidas
por los curas y frailes Y por los sentimientos religiosos
del pas. El partido liberal estaba formado por hombres de inteligencia y energa que sacudieron el yugo
de la iglesia romana, y que, en el primer entusiasmo
de sus emancipadas conciencias, rasgaron de una vez
el negro manto de la supersticin que, cual pao funerario, estaba tendido sobre el espritu del pueblo
Los centralistas deseaban conservar las costumbres del
sistema colonial, y resistan cada innovacin y cada ataque, directo o indirecto, sobre los privilegios de
la iglesia y sobre sus propios prejuicios o intereses.
Los liberales, ardientes, y acariciando brillantes .pro~
yectos de reforma, anhelaban un cambio instantneo
en los sentimientos y costumbres populares, y crean
que estaban perdiendo preciosos momentos para establecer algunas nuevas teoras y barrer algunos de
los viejos abusos. Los centralistas olvidaron que la
civilizacin es una deidad celosa que no admite particiones ni puede permanecer estacionaria. Los liberales olvidaron que la civilizacin requiere una ar~ona de inteligencia, de costumbres y de leyes. El
eJemplo de los Estados Unidos y de sus liberales instituciones fu puesto en alto por los liberales; y los
centralistas argilian que, con su ignorante y heterognea poblacin, desperdigada sobre un vasto territorio, sin medios fciles de comunicacin, era un sueo tomar a nuestro pas como modelo. A la tercera
sesin del congreso, los partidos se declararon en abierta pugna, y los diputados de San Salvador, siempre el Estado ms liberall de la confederacin, Se retiraron.
Flores, Vice-Jefe del Estado de Guatemala, liberal, Se hiZ'o odioso a los curas y a los frailes por haber impuesto una contribucin sobre el convento en
Quezaltenango; y con ocasin de una visita.. que hizo
a dich8.1 plaza, los frailes del cnvento excitaran al
populacho en contra suya, como un enemigo de la religin. Pronto se form un tumulto frente a su casa
gritando "muera el hereje!" Flores huy a la iglesia; pero en la puerta un grupo de mujeres le agarr
arrebatndole de las manos el bastn y, pegndole con
l, le quitaron el gorro y le arrastraron por los cabellos. Logr escapar de estas furias y corri hacia el
plpito. La C'ampana de alarma sonaba y toda la plebe de la ciudad llen inmeniatatmente la plaza. Algunos pocos soldados trataron de cubrir la entrada de
la iglesia, pero fueron acometidos con piedras y pa-

52

los; y la multitud, venciendo toda oposicin, fOlZ la


entrada de la iglesia hacindola resonar con los gritos de "muera el hereje!" Abalanzndose hacia el
plpito, algunos trataron de descolgarlo, otros de escallarlo; otros heran al infeli7J Vice Jefe con cuchillos
atados a la punta de largos palos; mientras que un
diablico muchacho con un pie sobre las molduras
del plpito y el otro al aire, se agach y le asi por
los cabellos. El cura que estaba en el plpito con
Flores, temoroso de la tempestad que l mismo haba
ayudado a laventar, elev al Santsimo pidiendo a la
multitud que lo perdonara y prometiendo que saldra
de la ciudad inmediatamente. El infeliz Flores, atrodillado confirma estas promesas; pero los frailes _azuzaban a la plebe, que se puso tan excitada can religioso frenes, que. despus de arrodillarse ante la
imagen del Salvador, exclamando uTe adoramps, oh
Seor, te veneramos", se levantaron con el furioso
grito: upero por tu honra y gloria este blasfemo, este
hereje, debe morir!" Y entonces arrancndole del
plpito y an'astrndole por el piso de la iglesia hasta
llegar a los claustros, lo entregaron en manos de la
fantica y furiosa. horda, en donde las mujeres, como
furias desencadenadas, le dieron puetazos, pedradas
y palos hasta matarlo. Sus asesinos lo desnudaron y
dejndolo completamente desfigurado y convertido en
objeto de horro, expuesto a los insultos del populacho, dispersndose en seguida por la ciudad y pidiendo la cabeza de los liberales con el grito de
"VIVA LA RELIGION Y. MUERAN LOS HEREJES
DEL CONGRESO!". Por ese tiempo el fanatismo religioso tom incremento en el Estado y el partido liberal qued deshecho en Guatemala.
Pero el Estado de San Salvador, desde el comienzo el corifeo de los principios liberales, tom la iniciativa en el movimiento de venganza, y el 16 de
Marzo de 1827 su ejrcito apareci en las puertas de
Guatemala amenazando con la destruccin de ]a ca_
pita]; empero, el fanatismo religioso era demasiado
fuerte: los sacerdotes corran por las calles exhortando al pueblo a empuar las armas; los frailes encabezando tumultuosas masas de mujeres con cuchillos
desenvainados) juraban la destruccin de todo aquel
que intentara trastornar su religin, as que los sMvadoreos fueron derrotados y obligados a huir. Durante dos aos los partidos se mantuvieron en abierta lucha. En 1829, tropas de San Salvador al mando
del General Morazn, quien entonces era la cabeza
del partido liberal, rnarc,haron de nuevo sobre Guatemala y despus de tres
das de batalla entraron
triunfantes a la capital. Todos los corifeos del partido central, los Aycinena, los Pavones y Piales, fue_
ron derrotados o huyeron, los conventos fueron destruidos, las instituciones de frailes abolidas, los mismos frailes embarcados y expulsados del pas, y el
arzobispo, temeroso de ser deportado, o quiz en espera de peor suerte, huy para salvarse.

yor admiracin, coloc a los primelos nominalmente a


la cabeza del gobierno.
En Mayo anterior a mi llegada haba expirado el
perodo del presidente. senadores y diputados, y no
haba habido eleccin para substituidos. El vice-presidente, que haba sido electo en un perodo an no
terminado, era el nico que estaba en funciones en
el gobierno federal. Los Estados de Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica se habian declarado a
si mismos independientes de )a federacin, Los Esta_
dos de San Salvador y Quezaltenango sostenan al gobierno federal, y IVforazn como comandante en jefe
de las fuerzas federales haban derrotado a Ferrera y
establecido tropas en Honduras, lo que daba al partido
liberal el actual control de tres Estados.

En 1831 el General Morazn fucl' electo Presi-

dente de la Repblica; y al expirar su periodo se le


reeligi. Durante ocho ac::a el partido liberal tuvo
todo el poder; pero durante la ltima parte de su gobierno ya haba gran descontento a causa de los emprstitos forzosos y exanciones para sostener la administracin o, como decan los centralistas, para premiar la rapacidad de los empleados libertinos y sin
escrpulos. El partido de la iglesia estaba siempre
alerta. Los emigrados en los Estados Unidos. en Mxico y en la frontera, con la mirada siempre fija en
el hogar, se mantenan en constante comunicacin y
daban alas a los descontentos que cada da aumentaban. Algunos de ellos en completa penuria en el extranjero, Se aventuraban a regresar. y no siendo mOlestados, otros inmediatamente les seguan. Por este
tiempo empez el levantamiento de Carrera, el cual
al principio era ms temido por los centralistas que
por los liberales; pero repentinamente y paI'a su ma-

53

Virtualmente, puse, los Estados se encontraban


"tres a tres". Dnde estaba mi gobierno? El ltimo
congreso, antes de su disolucin haba recomendado
la panacea para las enfermedades politicas una Asam_
blea para reformar la constitucin. Los gobiernos de
Inglaterra y Francia estaban representados en Centro
Amrica por consulados generales. No haba ningn
tratado. Inglaterra no podra procurarse uno a nienos que renunciara a todo reclamo con respecto a la
Isla de Roatan, en la Baha de Honduras. y a Beliz,
Con Francia se haba celebrado un tratado; pero aun_
que presionado con gran formalidad por el cnsul general de ese pas, el senado rehus ratificarlo El
nuestro era el l1nico gobierno que tena algn conve_
nio con Centro Amrica y hasta la salida de Mr. De
Witt del pas, estuvimos representados por un Eneal"
gado de Negocios. El cnsul general ingls habia
publicado una circular negando la existencia del go_
bierno federal; el cnsul de Francia no estaba en buenas relaciones con nin.guno de los part~dos; y mi arribo y el curso que yo pudiera tomar, eran motivo de algn inters para los politicos,
No bab", ms que un lado para la pol1tica en Gua_
temala. Ambos partidos tenfan un bonito modo de
producir unanimidad de opinin, expulsando del pas
a todo aquel que no estuviese de acuerdo con ellos.
Si haba algunos liberales yo no me encontr con ellos,
o quiz no se atrevan a despegar los labios. El partido centraL que apenas hacia seis meses que estaba en
el poder, y todava sorprendido de encontrarse ah,
vacilaba entre la arrogancia y el temor. Las antiguas familias cuyos miembros principales habian sido
desterrados o que se encontraban en el ostracismo
poltico, y el clero) estaban gozosos por la expulsin
del partido liberal) y por su l'egreso a lo que ellos consideraban su derecho natural de gobernar al Estado;
hablaban de llamar al desterrado arzobispo de la igle_
sia, reformar los conventos) devivir las instituciones
monsticas y hacer de Guatemala lo que antes haba
sido: la joya de Hispano Amrica.
Una de mis primeras visitas. de ceremonia fue pa_
ra el seor Rivera Paz) el Jefe del Estado. Fu pre_
sentado por Mr. Henry Savage, quien haba antes ac,
tuado como cnsul de los Estados Unidos en Guatemala y que fu el nico americano residente a quien yo
m~ considero agradecido por sus constantes atenciones. Habindose declarado por sus constantes atenciones? Habindose declarado independiente del gobierno federal) el Estado de Guatemala estaba gober_
nado entonces por una organizacin transitoria llama
de Asamblea Constituyente. En la ltima entrada
de Carrera a la ciudad, en Marzo anterior a mi llegada, Salazar, Jefe del Estado, huy; y Carrera a caballo llamando a la puerta del Seor Rivera Paz antes
de 'amanecer por si y ante s lo instal como Jefe. Fu
una afortunada eleQcin para el pueblo de Guatemala.
Era como de treinta y ocho aos de edad, caballeroso
en su apariencia y modales, y en todas las difciles
posiciones en que se encontr ms tarde, di a conocer
una prudencia y juicio nada comunes.

Se me habia advertido que seria grato para l


gobierno de Guatemala que yo le presentase primero
mis credenciales al Jefe de aquel Estado, y que con
cada uno de' ellos, separadamente, tratara los asuntos
que Se me habian encomendado para el gobierno general. El objeto de esto era, impedir que yo reconociese al poder que era, o que pretenda ser, el gobierno federal La sugerencia era por supuesto descabella_
da, pero mostraba el dominio del espritu pa~ti~a~>lsta.
El Sr. Rivera Paz expres su pesar, de que nn VIsIta al
pas fuese en tan infortunada poca, asegurndome la
amistosa disposicin de aquel Estado, y que hara todo 10 que estuviera de su parte por servirme. Durante mi vislta al pas en tan infortunada poca; asegurndome la amistosa disposicin de aquel Estado, y
que hara todo lo que estuviera de su parte p0.r servirme. Durante mi visita fui presentado a vanos de
los principales miembros de la administracin" y me
desped con una favorable opinin de Rivera Paz, la
que nunca fu debilitada en 10 que respecta a l personalmente.
Por la tarde, en compaa de ]\11'. Hall, asist a la
ltima reunin de la Asamblea Constituyente. Tuvo
lugar sta eu la antigua Sala del Congreso; la pieza
era grande adornada con retratos de antiguos espao~
les distinguidos en la historia del pas, y escasamente
alumbrada. Los diputados estaban sentados en una
plataforma al extremo del saln, elevada ms o menos
a seis pies, y el Presidente. en .un puesto ms eleva~o
en un silln; dos secretarIOS Junto a Ulla J'!le~a mas
abajo. y sobre la pared el escudo de ]a Repubhca, en
cuyo fondo haban tres volcanes, simpolizando, supongo. el combustible estado de la nacin. Se fmcontra_
han presentes como treinta diputados, sentados a ambos lados, siendo ms o menos la mitad de I~JJc!S sacer_
dotes con vestido talar negro y bonete del mIsmo color' Ypor lo opaco de la luz la escena me transport
a l~ edad media, y me pareci estar presenciando una
l'eunin de inquisidores.
El asunto que se discuta era una mocin relativa
a restablecer la antigua ley del diezmo, que haba si_
do abolida por el partido liberal. La ley fu aprobada
por unanimidad' enseguida se discuti una mocin sobre separar un~ pequea parte del producto y destinarla al sostenimiento de hospitales para los pobres.
Los sacerdotvs tomaron parte en la discusin con sentimientos liberales; un miembr() no eclesistico, de
grandes y negras patillas, se 0P1.!so diciendo que la .igle_
sia era como una luz en las tmIeblas; y el marques de
Aycinena sacerdote y miembro dirigente del ,partido
dijo "qu~ lo que se recaudaba para Dios deba darse
solamente a Diosl>. Hubo otra discusin sobre si la
leyse deberl,aplicar al ganado que'y~ exista,o al que
naciera de ahI en adelante; y, por ultimo, que medIOS
se pondran en prctica para hacer efectiva dicha ley.
Un caballero argument que las medidas coercitivas
no deberan u1:;arse, Y con un bello alTanque de elocuencia, dijo que la confianza deba ciment<l;rse. en l,?s
sentimientos religiosos del pueblo, y que losmdlOS mas
pobres vendran enseguida a contribuir con su pequeflO
bolo' pero la Asamblea decidi que la ley se ejecuta_
ra de' acuerdo con Las leyes antiguas de los Espaoles
cuya severidad haba sido una de las principales
causas de la revolucin en todos los pases hispanos.
Haba algo muy horrible en esta retrgrada legislacin.
Se me hace muy difcil comprender cmo en pleno
siglo diecinueve, hombres de entendimiento Y en un
pas donde por todas partes los principios de libertad
luchaban por prevalecer, se pretendiera sujetar al pueblo bajo un yugo que, aun en los siglos de la obscuridad, fuera demasiado duro para ser soportado. El tono de los debates era respetuoso y reposado por la
completa ausencia del part do de la oposicin. La A~
sambJea significando ser un organismo popular, representaba la voz del pueblo. Era una poca de gran

excitacin y la ltima noche de sesiones; Y' n'1r. Hall y


yo, cuatro hombres y tres muchachos constituamos el
auditorio.
Como no haba seguridad al estar por las calles
pasadas las ocho de la noche, la Asamblea levant su
sesin y despus de una pequea junta a la maana siguiente fu servido un banquete de ceremonia. El
punto de reunin fu la antigua biblioteca, venerable
sala que contiene una valiosa coleccin de raros manuscritos y antiguos libros espaoles, entre los cuales
han sido descubiertos ltimamente los dos volmenes
de Fuentes que estaban perdidos, lo queme produjo
muchsima satisfaccin. Los nicos invitados eran Mr.
Hall, el cnsul general de Francia, el coronel Mont~
Rosa (un ayudante de Carrera) y yo. Carrera fu in~
"itado pero no asisti. La mesa estaba profusamen_
te adornada con flores y frutas. Muy' poco vino se
consumi y no hubo brindis n alegra. Ningn hom
bre cano habia a la mesa; todos eran jvenes y tan es_
trechamente relacionados que ms bien pareca una
reunin de fam~lia; ms de la initad de ellos haban
estado desterrados y s Morazn volviera al poder todos serfan dispersados otra vez.
Apenas tres da.s tena yo de estar en Guatemala
y ya me pareca triste el lugar. Los nubarrones que
pendan spbre el horizonte poltico pesaban sobre ~l
espritu de sus habitantes, y por la tarde me vea oblI_
gado a retirarme a mi casa solo. En medio de la incertidumbre que me haca vacilar en mis movimien_
tos, y para evitarme las molestias del manejo de los
asuntos domsticos para unas pocas' semanas quiz, yo
coma y cenaba, en casa de la seora, una joven
viuda muy interesante, duea de la casa donde yo ha~
bitaba (su marido haba sido muerto en una revolucin
secreta preparada por l mismo) y que viva casi al la~
do opuesto. La primera tarde permanec aH hasta
las nUeve de la noche; pero al cruzar la calle de regreso a mi casa un furibundo" QUin vive?" lleg re_
tumbando hasta m. En la obscuridad no poda ver al
centinela ni saba la contrasea. Por fortuna, y esto
era muy raro, repiti la pregunta dos o tres veces, pero tan fieramente que el eco de su voz repercuti en
mis odos como el disparo de un mosquete, y sin duda
en un instante ms una bala me habra alcanzado, si
no hubiera sido por una anciana que sali precipitadamente de la casa de donde yo vena, 'y, con una linterna en la mano grit "Patria ,Libre!"
Aunque callado, yo no pernianeca inactivo; y
cuando ya estuve en lugar seguro di las gracias a la se_
ora a travs de la calle, ocultndome cuanto pude en
el interior del zaguan. Desde la entrada de Carrera, l
haba colocado centinelas para preservar la paz en la
ciudad, la que era muy tranquila antes de su llegada
y sus pacificadores la mantenan en constante alarma. Estos centinelas eran adictos a disparar sus mos_
quetes. La orden que tenan era preguntar 'Quin
"Qu gentE' n Qu regimiento?" y en sevive
guida disparar Uno de ellos ya haba obedecido la
orden literalmente, y despus de hacer las tres preguntas con precipitacin, sin esperar las respuestas,
dispar matando a una 'mujer, Las respuestas eran:
Patria libre", "Paisano' y "Paz"
Ir

Esto fue un motivo de molestia durante todo el


tiempo que permanec en Guatemala Las calles no es~
taban alumbradas; y oyendo el 'Quin vive?" algunas
veces a uua cuadra de distancia con acento feroz y sin
poder ver al centinela, siempre me lo imaginaba con
el mosquete al hombro atisbando en medio de la obs_
curidad para disparar. Yo me senta menos seguro por
motivo de mi pronunciacin extranjera; pero nunca
encontr algl:no, ya fuera del pas o extranjero, que
110 se pusiera nervioso al or al centinela o que no tratase de evitarlo pasando a dos cuadras de distancia de
su camino

54

CAPITULO 10
HACIENDA DE NARENGO.-LAZANDO GANADO.-CORRESPONDENCIA DIPTJm'lATICA.-FORMULAS.-FIESTA DE LA CONCEPCION.-TOMANDO EL VELO NEGRO.-UNA PAISANA.-RENUNCIANDO AL IIIUNDO.-FUEGOS ARTIFICIALES, .ETC.-PROCESION EN HONOR DE LA VIRGEN.-OTRA
EXHIBICION DE FUEGOS ARTIFICIALES.-UN TORO BRAVO.-SOLDADEZCA INSOLENTE.

Al dia siguiente en compaa de Mr. Savage !10S


fuimos a caballo a Narengo, pequea hacienda de la
familia Aycinena como a siete millas de la ciudad

Ms all de los mlU'os todo era hel'moso, y en los


buenos tiempos de Guatemala los Aycinena rodaban
hacia El Narengo en un. enorme carruaje. cubierto de
esculturas y dorados, al estilo de los grandes de Espaa, y que ahora permanece en el patio de la casa
de familia, como un recuerdo de mejores das.

En-

tramos por una gran puerta a un camino particular


de su propiedad, ondulante y ornamentado con rboles, que pasaba cerca de un lago artificial, formado

por varias corrientes de agua represadas. Dimos vuel-

ta pOJ' la orilla del lago, y 'entramos a IDI gran corral de ganado, en cuyo centro y hacia el lado pen-

diente, estaba la casa, maciza estructura de piedra,


con un? ancha plaza al frente, y dominando una hCl-masa vista de los volcanes de la Antigua.
La hacienda era valiosa nicamente por su proximidad a Guatemala, siendo lo que nosotros llamaramos una casa de campo. Tena una extensin de.
siete mil acres de tierra solamente y tendra alrededor de setenta mulas y setecientas cabezas de ganado
vacuno. lEra la poca de marcar y contal' el ganado
y dos de los sefiores Aycinena se encontraban en la
hacienda l]a1'a dirigir las operaciones. El ganado ha-bia sido encorralado, pero como YO nunca habia visto
el proc~dimiento para lazarIo, despus de la comida,
cien cabezas que haban estado durante dos das sin
pastura fueron echadas a un campo d~ dos o tres millas de circunferencia. Ocho hombres montaron, con
espuelas de hierro de una pulgada de largo sobre sus
desnudos talones, y cada uno con un. LAZO en la
mano, hecho de un cuero entero de res col'tado en forma de cuerda como de veinte yardas de largo, uno de
cuyos extremos iba atado a la cola del caballo, la que
previamente era envuelta en hojas para evitarle lastin18duras, y el sobrante enrollado, lo tena el jinete en
la mano derecha 1 descansando sobre la manzana de la
silla. Todo el ganado se haba dispersado; nos situamos en Wla eminencia que dominaba una vista parcial
del campo) y los jinetes se esparcieron en su persecucin. Al instante, treinta o cuarenia pasaron atropelladamente, perseguidos por los jinetes a todo galope
perdindose pronto de vista. ' Nosotros deberamos escoger entre perdcl' el juego o acuerpal'lo; y en uno de
1antos rodeos teniendo especial cudado de evitar el
tropel de la furiosa novillada y de los temerarios jinetes, me hice alIado de dos vaqueros que perseguan
a un solo buey, siguindolo sobre la loma, po!' entre
breas: matorrales y malezas. Un vaquero lanz su
cuerda magistralme'nte sobre los cuernos del buey,
tornando enseguida su cabalIo mientras el animal cogido por el lazo sin sacudir al caballo ni al jinete, fu
arrojado de cabeza sobre el campo.
Etl esos momentos una manada pas violentamente, perseguida POlO todos los vaqueros. Un buey amarillo glande se apart de1 grupo y todos le siguieron.
Por una milla. se mantuvo adelante, escapando y escabullndose, pero los jinetes lo rodearon empujndolo
hacia el lago; y despus le un infructuoso intento le
saltar, se arroj6 al agua. Dos vaqueros lo siguieron
y asustndolo sacronlo de all. A los pocos momen~
tos siiv el lazo sobre su cabeza, y) Dentras que caballo Y jinete se mantuvieron firmes COmo una roca,
el buey salt de lluevo precipitadamente al campo.
Los vaqueros se esparcieron; rodando uno de ellos con
todo y caballo d@ tal modo que ",el que todos los hue.1

sos de su cuerpo se haban quebrado; pero el juego era


tan excitante que yo) aunque al principio estuve muy
cuidadoso de mantenerme fuera de peligro ya me sen~
ta dispuesto a ,que mi caballo_ tambin fura atado de
la cola y a tomar un lazo en la mano. El efecto de
la cacera era realzado por la belleza del paisaje, con
los grandes volcanes de Agua y de Fuego elevndose
sobre nosotros, y por la tarde proyectando Su obscura
son1bra sobre el llano. Ya era casi de noche cuando
reg'resamos a casa. Con esa refinada cortesa que yo
creo es exclusivamente espaola, los cabaUros nos
acompaaron por alguna distancia e'n nuestro camino.
Al ~nochece.r llegamos a Guatemala, y, con gran satis_
faCCIn, supImos en la entrada que los soldados ya haban sido encerrados en los cuarteles,
La noticia de mi arresto y prisin haba llegado a
Guatemala antes que yo, COll gran exageracin de las
ci.rcunslancias, y se me dijo que el gobierno del Estado pensaba dirigirme una comunicacin al respecto,
Esper dur~llte ~arios das, y, no recibiendo ninguna,
pres~nt nn qneJa formal, estableciendo los hechos, y
malllfestando que yo no trataba de sugerir qu debera
hac~rse, si!!? que me sentira satisfecho Can que el
gobIerno lUCiese lo que fuera conveniente a Su propia
honra y a los derechos de una nacin amiga.A los
pocos das recib la respuesta del Secretario de Estado, portadora de los sentimientos del Presidente por
lo ocurrido, y manifestando que, antes de recibir mi
nota, el gobierno. haba dictado las lnedidas que consider oportunas sobre el particular. Como esto era
muy vago, y yo estaba profundamente indignado contra los hechores, y adems ya haba odo algo por la
calle acerca de tales "medidas" y consideraba necesario, para la proteccin de los americanos que estuvieran o pudieran estar en el pas, 110 sufrir liI ttlh'aje
que ya era notorio que habia sido tratado: ligeramen~
te, dirig otra conmnicacin al secretario, pregun1ndole especialmente si el oficial y el alcalde referidos
haban sido castigados y de qu -manera. La respuesta fu que, bajo las circunstancias extraordinarias en que se encontraba el pas por la revolucin
popular, y por la desconfianza que prevaiecfa en las
poblaciones fronterizas, las autoridades locales eran
ms suspicaces que de costmnbre en materia de pasaportes, y que "el atropellamiento" que yo haba sufrido, te'11a su orgen en las rdenes de <f lln oficial
militar"l quien sospechaba que yo y mis acompaantes ramos "enemigos", y que el GeneI'al Cscara,
tan pronto como fu informado de las circunstancias,
lo haba separado del mando. La respuesta daba a
entender que el goberno, muy a su pesar, por las dificiles circunsta'llcias en que se encontraba el pais, no
1ena poder para prestar seguridades a los viajeros como lo deseaba, pero que dictara 6rdenes terminantes
a las autoridales locales para' mi seguridad en los futuros viajes.
Yo tena conocimiento (lUe el General Cscal'a
habia removido al oficial, pero apenas llegada la noticia a Guatemala, Carrera le orden que lo restitu_
yera: y ms tarde vi en San Salvador cartas en que
l haba amenazado al General Cscara con fusilarlo
si no se revocaba la degradacin. En ulteriores comunicacones con el Secretario y con el Jefe del Estado, fstos confesaron su impotencia para hacer algo; y
ests'ndo satisfecho que ellos lo deseaban an ms que
yo mismo, consider que no valdra la pena insistir en
el asunto; pues en verdad y en rigor, yo no tena derecho a acudir al goberno del Estado. El gobierno

53

general no tena ni la ms mmIma autoridad en el en la que las monjas asistan a las ceremonias de la
Estado, y hago hincapi en esta circunstancia para po- iglesia. Arriba de la reja de hierro haba otra de maner de relieve la completa debilidad de la adminis- dera, y de sta, a los pocos minutos sali una suave
tr[(c[n, y las desastrosas condiciones del pais en ge- meloda de extraa msica india, y se present U'na
neral. Esto me molestaba especialmente porque me figura blanca, con largo velo tambin blanco, llevando
haca ver las dificultades y el peligro de continuar en la mano derecha una candela, y con ambos brazos
ertendidos, anda'ndo- despacio hasta Ilegal' a unos polos viajes que haba proyectado.
Desde mi a:rribo qued impresionado con el devo- cos pasos de la reja, retirndose en seguida de la misto carcter de la ciudad de Guatemala. Por la ma- ma manera. De ah a poco se oy la misma suave
i'ana y por la tarde, todas las iglesias estaban abier- meloda procedente de la reja de abajo y vimos avantas y las gentes, particularmente las mujeres, acudan zal1 una procesin de monjas vestidas de blanco, con
con regularidad a los rezos. Cada casa tena su largos velos del mismo color y llevando cada una e'n
imagen de la Virgen, del Redentor o de algn santo la mano una gran vela encendida. Termin la msituielar, y sobre las puertas haba leye'ndas con ora- ca dando principio un canto, tan suave que era nececiones: "ILa verdadera sangre de Cristo, nuestro Re- sario el odo muy atento para percibirlo. Adelantdentor, que solo representada en Egipto libr a los 1s- ronse las hermanas de dos en dos al comps de este
currimos a vos". "AVe Maria, gracia plena, y la San- suave canto hasta unos pocos pies de la reja, voltsima Trinidad nos favorezca". "El dulce nombre de vindose en seguida por diferente camino. Al final
de la procesin aparecan dos monjas vestidas de neJess sea con nosotros. Amn".
'El primer domingo despus de mi arribo fu ce- gTo y en medio de ellas la novicia, con vestido y velo
lebrada la fiesta de La Concepcin, que siempre ha blancos y una guirnalda de rosas en la cabeza. Las
sido reverenciada entre los ritos de la Iglesia Catli- monjas blancas se colocaron a los lados, ces su canto,
ca, y en ese da con mayor entusiasmo: por .la circuns- y se oy solamente la voz de la novicia, pero tan d--tancia de que una novicia del convento de la Concep- bil que ms pareca el aliento de un espritu del aire.
cin se haba decidido a tomar el velo negro. Muy Las monjas blancas derramaron flores ante ella, avande maana las campanas de la~ iglesias repicaron en zando sta en medio de las dos negras. Parse por
toda la clUdau, se U.o.1:i1JdLalon canouazos en la plaza, y tres veces arrodillndose, siguiendo su mismo suave
se prepararon cohetes y fueg'os artifIciales n las es- canto, y por ltimo las monjas blancas se agruparolJ
quinas de las calles. A las nueVe de la maana mul- a su alrededor, derramando flores sobre su cabeza y
titud de gente fu llegando a la iglesia de La Concep- por su senda. Lentamente la condujeron a la parte
cin. Frente a la puerta y a travs de las calles, de atrs de la capilla, y se arrodillaron todas frente
haban arcos adornados con siempreverde y flores. al altar.
En. estos momentos unos acordes musicales se de~
Las amplias gradas de la iglesia fueron reglldas con
hojas de pino, y sobre la plataforma, varios hombres jaron or al otro extremo de la iglesia; se abri un
soltaban cohetes. La iglesia era una de las ms her- camino entre la multitud avanzando una procesin,
mosas de Guatemala, con profusin de adornos de oro compuesta de los principales sacerdotes, ataviados con
y plata, cuadros e imgenes de santos, y adornada sus ms ricas vestiduras, y encabezados por el venecon arcos y flores. El Padre Aycinena, Vicepresiden- rable Provisor, un octogenario de cabellos blancos,
te del Estado, y el miembro principal de la Asamblea que ya vacilaba al borde de la tumba, tan digno de
Constituyente, era el predicador ese da, y su alta re- consideracin por su padosa vda como por su veneputacin atrajo un gran concurso de gente. El plpi- rable apariencia. Un lego nevaba sobre un precioso
to esfaba situado en un extremo del templo y toda la cuadro una corona de oro y un cetro tachonado de
concurrencia tena deseo de or el sermn. Esto hizo pedrera. La procesin avanz hasta una pequea
que el extremo opuesta quedara casi desocupado, y puerta a la derecha de la reja, y las dos monjas neyo me coloqu sobre una grada del altar ms inme- gras con la novicia aparecieron en la entrada. Crudiato y frente a la reja del convento. Al terminar el zro'nse algunas palabras entre ella y el Provisor, que
sermn hubo una d'escarga de cohetes y cohetillos en entend ser un examen sobre si su propsito de abanraeltas de un brazo fuerte y poderoso, librenos de la donar el mundo era o no voluntario. Terminado esto,
peste, guerra y muerte repentina. Amn". "Oh Ma- el Provisor le quit la guirnalda de rosas y el velo
ra, concebida_ sin pecado, rogad por nosotros, que re- blanco;. colocndole en la cabeza la corona y el cetro
las gradas de la iglesia, cuya humareda invadi el in- en la mano. La msica lanz estrepitosas notas de
terior, sintindose el olor de la plvora ms pronun- triunfo, y a los pocos mnutos ella reapareci en la
ciado que el del incienso. El piso haba sido regado rej a con la corona y el cetro, y con un vestido chisco:rj hojas de pino, y se encontraba cuajado de muje- pea'nte de pedrera. Las hermanas la abrazaron, y
res arrodilladas con sus mantos negros cubrindoles otra vez derramaron rosas sobre ella. Pareca horrila cabeza por completo, y sujeto por debado de la ble amontonar sobe esta joven la pompa y los plabarba. Yo nunca vi ms bello espectculo que estas cees del mundo, en los momentos en que se despeda
filas de mujeres arrodilladas, de rostro puro y expre- de ellos para siempre. Se arrodill otra vez ante el
sin sublime, realzada por el entusiasmo de la reli- altar; y al levantarse, las joyas y piedras preciosas, y
gin; y entre ellas, bella como la que ms y atractiva los ricos adornos con que fu engalanada, se le quicual ninguna, estaba una de mi propia tierra: a lo taron y en seguida se volvi hacia el Obspo, quien,
sumo de veintidos aos de- edad, casada can un caba- quitndole la corona y el cetro, psole en la cabeza el
llero perteneciente a una de las primeras familias de velo negro. De nuevo apareci ella frente a la reja;
Guatimala, que haba estado desterrado en los Esta- el ltimo l el paso fatal an no estaba dado j an no
dos Unidos. En atta tierra y entre otras gentes, ella se le haba extendido el velo negro. otra vez las
haba abrazado una nueva fe; y, con el entusiasmo de mo'njas la rodearon, y entonces por poco la devoran a
una juvenil conversacin, ninguna dama en Guatima- besos.
la era ms devota, ms puntual a la misa, o ms esYo no sabia nada de su historia. No haba odo
frista en toda la disciplina de la iglesia catlica que la decir que la ceremonia tendra lugar sino h&sta la
Hermana Susana.
misma tarde del da anterior, y me imaginaba a la
Despus de los fuegos artificiales, hubo una gran joven vieja y fea; pero no, si estaba marchita ni conceremonia en el altar, y en seguida un movimiento sumida por los pesares, ni era la imagen de un c6rageneral de la concurrencia hacia el otro extremo de zn desilucionado; por otra parte era una joven y
la iglesia. ,El convento quedaba contiguo, y en la pa- hermosa entusiasta; tendra no ms de veintitrs aos
red divisoria, como a seis pies del piso, haba una de edad, y era poseedora de uno de esos rostros salugran reja de hierro, y como cuatro pies ms all otra, dables que, aunque no vuelvan loco' a un hombre por

56

su belleza, llevan el sello .?e una bien conformada naturaleza para el desempeno de todos los deberes correspondientes a una hija, esposa y madre, y que ha
blau de la benevolencia y generosidad del COrazn de
la mujer. Estaba plida, y pareca consciente del importante paso y solemnidad de los juramentos que iba
a hacer, y no estaba apesarada; pero an asi quin
pucde saber lo que pasa en el corazn humano?
Se volvi hacia el Provisor, quien extendi sobre su rostro un velo negro; la msica lanz sus notas de alegra, por una joven que habiendo venido al
mundo para llevar sus cargas se' apartaba de l. Inmediatamente sigui ,un murmullo de voces reprimidas' y abrindose paso por entre la concurrencia, me
agregu a un grupo de seoras, siendo una de ellas
mi bella compatriota. Esta, era de un pequeo pueblo del campo de Pensylvania, y el romance de sus
afectos hacia los conventos y monjas an so habia
desaparecido. Cu'!!!do]a primera invacin .de Carrera, se refugi en el convento de [.a Concepcin, y hablaba con entusiasmo de la pureza Y piedad de las
monjas, describiendo algunas que sobrepasaban en todo a los atributos de la mujer. Conoca especialmente a la. que acababa de tomar el velo, y me cont que
dentro de pocos das aparecera junto a la ..eja del
convento para abrazar a sus amigos y despedirse de
ellos, p\"ometic'ndo llevarme para que me tocara mi
parte en la distribucin.
Durante este tiempo se quemaron cohetes en las
gradas, y en la calle al frente estaba una armazn de
fuegos artificiales, de treinta pies de altura, la cual
toda l~ concul'l'encia que haba en las grad.as y en la
calle esperaba ver en movimie'nto. Todo el mundo
criticaba lo absw'do de tal exhibicin durante el dia,
pero decian que tal era la costumbre. La pieza era
de complicada estructura y en el centro tenia una
gran caja. Se oy un silvido de ruedas, gran humareda, y d!3' vez en cuanao una roja llamarada; y al
esta quemados los extremos, para finalizar, co'n un
fuerte chasquido se abri la caja, y al disiparse el humo, se pudo ver la figura de una monjita negra a lo
cual todos se rieron! y se dispersaron.
Por la tarde tuvo lugar la procesin en honor a
la Virgen. Aunque Guatemala estaba triste, y, por las
convulsiones de la poca, privada de toda clflse de
alcgdas, las procesiones religiosas eran como siempre, y habra sido evide'ncia de ID\. estado moribundo
el descuidarlas. Todas las calles por las cuales deba pasar la procesin estaban regadas con hojas de
pino, y a travis de ellas se levantaron arcos adornados con siempI'everde y flores; los grandes balcones
de las ventan;.s fueron adornados con colgaduras de
seda carmes y banderolas de caprochosos dibujos. En
las esquinas de las calles se colocaron altares bajo enramadas de siempreverde, tan altas como los techos
ele las casas, adornados con imgenes y ornamentos de
plata de las iglesias, todos cubiertos de flores. Rica
como 10 es toda la Amrica Central en productos m:.turales, el vtlle de Guatemala se distingue por la be
lleza y variedad de sus flores; y por un da los campos fueron despojados de sus vestiduras para el1ga1:::.oar' la ciudad. Yo he visto grandes festividades en
Europa, con dinero delTamado a manos llenas' pero
nunca nada tan sencillamente hermoso. Mi paseo por
s calles antes de 111 procesin fu la parle ms interesante del aia. 'l...vs.tUS w:bitantes, con sus mejores atavos, se encontraba all: los hombres parados
en las esquinas, y las mujeres, con negras mantillas,
sentadas en largas filas a los lados; las banderas y
cortinas en los balcones de las ventanas, el verdor de
las calles, la profusin de flores, las vistas por en me-dio de los arcos, y la sencillez de costumbres que permite a las damas de primera categora mezclarse libremente con la muchedumbre y sentarse en las calles, formaban un cuadro de belleza que an hoy

suaviza la impresin de estolidez que Guatemala dej


grabada en mi memoria.
La procesin para la cual se hiciel'on estos herInOSOS preparativos ve'na encabezada por un solo indio, viejo, arrugado, sucio y andrajoso, con la cabeza
cubierta, y bambolendose bajo el peso de un enonne
tamborn, qu~ llevaba sobre sus espaldas, y que parecia tan antiguo como la conquista, con todos los
c~)'de1es y ul1; lado del fondo rotos; le segua otro indlO tan harapiento como el primero, que con una pesa~
da baqueta tocaba de cuando en cuando el viejo tamborn. En seguida vena otro indio con un enorme
pito, que corresponda por su aspecto venerable con
el tambor, y con el cual, de tiempo .en tiempo lanzaba
un sonido violento y en seguida miraba en derredor
con un aire de cmica satisfaccin esperando e aplaus~. Iz:mediatamente segua un pequeo muchacho <.le
dle~ anos de edad, con sombrero de tres picos, botas
arrIba de las rodillas, una espada desenvainada, y la
mscara de un horrible africano. Diriga a unos vein_
te 0\ treinta individuos 110 sin razn llamados los dia.
bias, todos ellos con grotescas y repugnantes msca.. .
ras, Y. con andr~josos y fantsticos vestidos, algunos
con Plt~s t!-e cana y otros chocando palillos entre si;
y los pl'lnclpales actores eran dos pseudo-mujeres, con
sombreros em'opeos de anchas alas batas de cuello
alto, cintu~'a~ en ~l_ pecho, grandes b~tas y cada quien
con una VIeJa guItarra, danzando y bailando un fan~
d~ngo de vez en cuando. Cmo poda ser que estos
dlablos que, por supuesto, excitaban la. rlsa de la mu1-..
ti.tud, vinieran a f~rmar parte de una procesin l'eliglOsa, no sabr deCir. Los muchachos les seguan as
como entre nosotros a los militares el 4 de Julio y
en efecto, para los muchachos de Guatemala no p{ede haber buena procesin sin buenos diablos
En seguida y en admirable: contrate, ve~al1 cuatro hermosos muchachos, de seis a ocho aos de edad
vestidos con tnicas blancas, PANALETTES y ve":
los de gasa blanca sobre guirnaldas de rosas, perfec...
tos emblemas de purezaj despus cuatro sacerdotes
jvenes, llevando candeleros dorados COn cirios encendidos; y a continuacin, cuatro indios, cargando so..,.,
bre sus hombros la imagen de un ange.l m~s grande
que lo natural, con las alas extendidas hechas de gasa,
infladas en forma de nubes, y pretendiendo aparecel
como flotando en el aire, pero trajeado ms a la moda
de este mundo, con la tnica 'algo corta, y las ataderas a las medias de listn rosado. Luego, conducida
en hombros de los indios como la anterior, ms grande que lo natural, la Imagen de Judith con la. espada
desnuda en una mano y en la otra la sangrienta cabeza de Holofernes. Despus otro ngel, con um: nube de seda arriba de la cabeza; y en seguida el gran
objeto de veneracin, la Virgen de La Concepcin,
sobre unas pequeas andas, ricamente decoradas con
oro y plata y flores en profusin, protegida por un her_
moso palio de seda, sostenido en alto con cuatro doradas prtigas. Seguan los sacerdotes con sus ms ricas vestiduras, uno de ellos bajo un palio de seda,
llevando en alto la Hostia, ante cuyo imaginario esplendor todos se arrodillaban. Todo el conjunto terminaba con un grupo de diablos mucho peor que el
que encabezaba la procesi6n, compuesto como de quinientos soldados de Carrera, sucios y desarrapados,
con el fanatismo agregado a su acostumbrada expresin de ferocidad, portando sus mosquetes sin orden
alguno; los oficiales vestidos con trajes a Su antojo,
algunos con sombreros negros y listn plateado o dol'ado, como lacayos y con la cabeza muy erguida. Muchos de ellos lisiados por algn balazo mal curado; y
lUl c~ballero que estaab junto a m seal a val'ios
que haban cometido asesinatos y muertes, por las que
ya habran sido ahorcados en cualquiel' pas que tuviera alg gobierno. La ciudad se encontraba a merced de tales hombres, y Canora era el nico Sel' vivienie que tena algn poder sobre ellos.

5'1

Al final de la calle la procesin hizo alto en la nas visibles, se ahala'nzaba sobre lo ms denso de la
encrucijada, y la; imagen de al Virgen .fu retirada multitud atrojando todas partes torrentes de fuego.
de la~ andas y. co10cada sobre el altar. Los sacerdotes Yo estaba parado con un grupO de damas y varios
arrodIllndose rezaron ante ella, y toda la concurren..., miembros de la 4samblea Constituyente, y estps hacia tambin se arrodill. Yo estaba en la esquina cer_ blaban de una invasin de tropas de Quezaltenango
ca del altar, que dominaba una vista de las cuatro 'y de la salida de Carrera a repelerlas. Cuando los
calles, y levantndome un }Joco sobre una rodilla, pu~ toros vinieron hacia nosotros, retrocedimos hasta ms
de ver en todas las calles una densa masa de figuras no poder; las damas gritaron, y nosotros valientemenarrodilladas ricos y pobres, mujeres hermosas e in~ te volvimos las espaldas agachando las cabezas para
dios de- estpida apariencia' banderolas y cortinas agi- defenderlas de la lluvia de fuego. 'rodas decan que
tndose en los balcones de' laS! ventanas, y las figuras esto era peligroso, per"o as era la costumbre. Hubo
de los ngeles con su ligero ropaje de gasa que pare.. . ms alegra y jovialidad de la que yo nunca haba
ca flotar en el aire; mientras el estre,pitoso canto de visto 'en Guatemala y me qued triste cua-ndo termin
la multitud robustecido por el proftUldo coro de la el espectculo.
Todo el da haba yo sentido particularmente la
voz de los soldados, produca una escena, mezcla de
belleza y de fealdad a la vez atrayente y repulsiva. influencia del hermoso clima; la sola aspiracin del
Terminado esto, todos se levantaron, la Virgen fu co- ahe era una delicia y la noche era digna de tal da~
locada de nuevo en su' trono, y la procesin sigui su [,os rayos de la !tIlla iluminaban la fachada de la vemovimiento. En el altar prximo di la vuelta por un nerable iglesia, mostrando con tristeza una grieta de
lado y me fu a la plazuela frente a, la iglesia de San arriba abajo causada por' Un terremoto. Al e'ncami~
Francisco, lugar sealado para el gran final de los narnos hacia nuestras casas, las calles se encontraban
honores a la Virgen: I,la e hibicin de los fuegos ar- iluminadas con Una brillantez casi sob~'enatural; y las
damas, orgUllosas de sus noches de luna, casi Ine per.. .
tificiales!
Ya anocheca cuando la procesin entr al prin- suadieron de que esa era la tierra del amor.
cipio de la calle que conduce a la plaza. Fu aproxiSiguiendo nuestra ruta pasamos por una garita
mndose con un ruidoso canto, 'no vindose a lo lejos
ms que una gran procesin' de velas encendidas, que donde varios soldados se hallaban tendidos a lo largo,
alumbraban la calle como si fuera d'e da. Los dia~ como para obligar a todos los transeuntes a bajar del
blos iban todava a la cabeza y' su llegada a la pla- andn dando la vuelta alrededor de ellos. Quiz tres
za fu anunciada por una descarga de cohetes. En o cuatro mil almas, la mayor parte mujeres, fueron
pocos minutos la primera pieza de los fuegos artifi- obligadas a bajar. Todos se daban cuenta de la insociales fu exhibida desde la balaustrada de la iglesia; lencia de esos hombres, y no dudo que algunosl senti~
las imgenes sobre el techo se iluminaron CDn el res- ran impulsos de arrojarlos de la va a puntapis pero,
plandor y, aunque no ~dificada expresamente para tal aunque pasaban suficientes jvenes para echar fuera
propsito, la iglesia corrspondi dignamente a la ex_ de la ciudad a toda la tropa, nadie protestaba, pare~
ciendo que ni se fijaban en ellos. En uno de los co~
hibicin.
El siguiente 'nmero se verific en el piso de la rredores de la plaza otro soldado estaba de espaldas,
plaza: era U'na diversin caracterstica del pueblo y tan tendido de travs con su mosquete a un lado murmu~
favorita en la exhibicin de fuegos de artificio como randa a los que, pasaban: "Pisoteme si se atreve y
ya ver!,' y todos tuvimos buen cuidado de no pasar
105 diablos en las procesiones religiosas, llamada LOS
TOROS, Y se compona de una arma-zn forrada de sobre l. Regres a mi casa a pasar la noche solo,
cartn fuerte "en forma de toro y cubierta por encima refleccionando con tristeza en la desdichada condicin
con fuegos artificiales; dentro de esta figura un hom~ en que se encontraba Guatemala, a pesar de tener tanbre meta la cabeza y los hombros, y con slo las pier_ tos elementos para ser feliz.

CAPITULO 11
EL PROVISOR. ~ COMO SE PUBLICABAN EN GUATEMALA LAS NOTICIAS - VISITA AL CONVENTO
DE LA CONCEPCION - EL COLERA, INSURREC.CIONES. - CARRERA ENCABEZA LA INSURRECCION APARECE EN" GUATEMALA - TOMA DE LA CIUDAD _ CARRERA TRIUNFANTE - LLEGADA
DE MORAZAN. - HOSTILIDADES. PERSECUCION DE CARRERA. - SU DERROTA. - PREDOMI
NA OTRA VEZ _ MI ENTREVISTA CON EL. - SUCARACTER.

Ocup los tres o cuatro das siguientes ~l1; hacer y


reciii' visitas y en darme cuenta de las condiCIOnes del
pas. Una de las visitas ms interesant~s fu la del
venerable Provisor, quien, desde el. dest~erro del Arzobispo actuaba como cabeza de la 19lesJa y que, por
una reciente bula pontificia, haba sido ascendido a la
categora de Obispo; pero debido a las in9.uietudes qe
la poca no haba sido ordenado. Un ~mlgo en Baltl_
more me consigui una carta del ArzobISpO de aquella
ciudad a quien aqu rindo mis agradecimientos, recomendndome a todos sus. hermanos eclesisticos de
Centro Amrica. El venerable Provisor recibi esta
carta como de un hermano en la Iglesia, y en virtud
de ella, ms tarde, cuando sal para Palenque, 'me
di una carta recomendndome a todos los curas de
su jurisdiccin. Durante el dia pasaba el tiempo muy
contento; pero las noches, cuando me vea obligado a
encerrarme en casa, se me hacan largas y solitarias.
Mi residencia quedaba tan cerca de la plaza que yo
poda oir el quin vive! del centinela y, de vez en

58

cuando, el estallido de un mosquete. Estos tiros en el


silencio de la noche siempre infundian terror. Por al_
gln tiempo no entend la causa; pero a la postre supe
que eran motivados por algunas vacas y mulas que va
gaban por la ciudad y que al oir que se movian a dis_
tancia sin contestar el quin vive! se les disparaba sin
ms ceremonia.
No haba ms que un peridico en Guatemala y
ste era semanario y se ocupaba nicamente de los decretos y movimientos polticos. Las noticias de la ciu_
dad circulaban de viva voz. Todas las maanas cada
uno preguntaba a su vecino qu novedades haba. Un
da se trataba de una vieja sorda que no pudo or el
quin vive y la haban matado; otro, que al viejo Asturias, rico ciudadano, le haban dado de- pualadas,
y otra maana circulaba la noticia que treinta y tres
monjas del convento de Santa Teresa haban sido envenenadas. Esto fu motivo de agitacin durante varios das, hasta que las monjas restablecieron, y en_
tOlices se averigu que haba sufrido por la prosaica

circunstancia de haber tomado un: alimento que no les


sent bien.
El viernes, en compaa de mi bella comp.atl'iota,
visit el convento de La Concepcin, con el propsito
de abrazar a una monja o, mejor dicho, a la monja que
haba recibido el velo negro. La pieza contigua al
Il parlatorio" del
convento se encontraba atestada de
gente, y ella llarada en la puerta con la corona en la
cabeza y una mueca en la mano. Sera la ltima vez
que sus amigos veran su rostro; pero esta pueril exhibicin de al mueca amenguaba el sentimiento. Era
una oportunidad que se les daba especialmente a las
sefioras: algunas admirbanse de que tan joven abandonara un mundo iluminado de brillant~s y hermosas
perspectivasj otras, para quienes las ilusiones de !a
vida iban ya lejos, miraban su retiro como lo aconseJa
la sabidura. Ella las abraz y se retiraron para dar
lugar a otros. Antes que llegara nuestro turno~ h.ubo
una irrupcin de aquellos objetos de mi aborreclmlenLO los eternos soldados, quienes, dejando sus mosquetes en la puerta se abrieron paso enb'e la multitud y
se presentaron, aunque con l'espeto, para abrazarla,
retirndose enseguida. A su lado se encontraba un~
monja vestida de negro, con un velo tan denso, que nI
una sola lnea de su rostro se )Odia ver,'y a quien mi
paisana haba conocido durante su reclusl~n en el con
vento describindola como Ulla joven de Sin par belleza y atractivo a cuyo alrededor teji tal encanto .que
casi despert3ba un espritu de romance. ).'0 hubiera
hecho cualquier sacrificio por una breve mirada de su
rostro. Por fin lleg nuestro turno: mi bella compaera la abraz Y despus de muchas p'alabras de despedida recomendrne como su paisano. Yo mm'ca habia
tenido mucha prctica en abrazar monjas; en verdad,
esa era la primera vez que intentaba tal co~a, pero lo
hice con tanta naturalidad como si me hubiera criado
en ello. Con mi brazo derecho rode su cuello, su
brazo derecho el mo; descans mi cabeza sobre su
h.omhro Y ella la suya sobre el mo; pero la abuela de
un amigo jams recibi un abrazo ms, respe~uos~:
"Las alegras robadas son siempre las ms. apeteCidas .:
aH haba muchos mirando. Cerrse la reJa Y el rostro
de' la monja nunca ms se volvera a ver.
Aquella tarde Carrera regres a la ciudad. Yo tena grandes deseos de conocerle y pabamos conv~ntd.o
con el seor Pavn en que vendrla POlO m al d13 SIguiente. En efecto, a las diez de la maan~ del si_
guiente da el seor Pavn .lleg :por mi. Ya estaba
yo advertido que a este formidable Jefe le ha~a mucho
efecto la apariencia externa Y. en consecuencIa, me pu_
se la levita de diplomtico. que tenia,una gran profusin de botones y que haba producido tan buen' efecto en Copn la que, dicho sea de 1>3S0, dado el. estado
abominable del pas ya nunca tuve la oportumdad de
ponerJ11~ despus, q~edando as para m definitivamente perdido su valor.
Carrera viva en una pequea casa de una calle re_
tirada. Haba centinelas en la puerta y ocho o diez
soldados en el sol, parte de su gtiardia personal, que
vestan casacas de alepn rojo y gorras de tartn, con
tma apariencia mucho mejor de la que teman sus sol
dados que yo ya conoca. A lo largo del c~rredor ha..;
hia una fila de mosquetes, brillantes y en buen orden
Entramos en un pequeo cuarto contiguo a la sala y
vimos a Carrera sentado junto a una mesa contando
dinero.
'
Desde mi llegada al pas este nombre de terror
estaba repercutiendo en mis odos. Mr. Montgomel"Y,
a quien ya me he referido. y que lleg a Centr? Amrica como un ao antes que yo dce' "Se me dIJO que
una insurreccin haba levantdose entre los indios,
quienes, bajo la direccin de un hombre llamado Carl'era, asolaban el pas y cometan toda clase de excesos. A lo largo de la costa y en algunos departa_
mentos, la tranquilidad no haba sido turbada; pero
en el intel'lor no haba ninguna seguridad para e\ via~
jera y cada entrada de ]a capital estaba bajo el control de partidas de bandidos que no tenan mlsericor-

dia alguna para sus vctimas, especialmente si eran extranjeros" Y refirindose a la situacin del pas en
el momento de su partida l dice: 'Es probable. sin
embargo, que mientras escribo estas lneas, las activas
medidas que el General Morazn ha puesto en juego
para sofQcar ]a insurreccin, hayan, tenido xito y que
la 'carrera de esle "rebelde hroe" haya terminado".
Empero. la carrera de este rebelde hroe" no termin
y el "hombre llamado Can'era" era ahora dueo absoluto de Guatemala; y si no me equivoco, est llama
do a ser ms ~onspicuo que ningn otro caudillo que
se haya levantado hasta la fecha en las convulsiones
de Hispano Amrica.
El es nativo de uno de los harrias de Guatemala.
Sus amigos, por cumplimiento le llaman mulato, y yo
por lo mismo le llamo indio, considerando que esta es
la mejor de las dos sangres En 1891 era tambor del
regimiento del Coronel Aycinena Cuando el partido
liberal o democrtico prevaleci y el General Mora'
zn entr en la capital, CtuTera dej su tambor y se
retir al pueblo de Matasquintla. All se dedic a
la VEnta de puercos, y por v'arios aos continu en es
ta respetable ocupacin, probablemente tan ajeno co1'\.'\0 cualquicl'a de sus puercos a los sueos de su futura glandeza. Los excesos de los partidos polticos. las
severas exanciones para el sostenimiento del goberno, la usurpacin de las propiedades de la iglesia y
las innovacones, particularmente la introduccin del
cdigo de Livingston, estableciendo la prueba por medio de jurados y convirtiendo el matrimonio en un contrato civil, crearon el descontento en el pais. Esto ltimo fu una grande ofensa. para los curas que ejercan ilhnitada influencia sobre los indgenas. El ao
de 1837, el clera, en su marcha destructora sobre todo el mundo habitado, y que hasta entonces haba perdonado a esta porcin del Continente Americano, hizo
su terl'ible aparicin, cubriendo 'su suelo de cadveres
y dando motivo a convulsiones polticas. Los curas
convencieroIl a los indi.os que los extranjeros haban
envenenado las aguas. Glvez, que en aquel tiempo
era el Jefe delEstado, envi medicinas a los pueblos,
)as que siendo mal aplicadas por la ignorancia, en algunos casos, produjeron fatales resultados; y los sa
cerdotes. siempre opuestos al partido liberal, persua~
dieron l los indios que el gobierno estaba empeado
en envenenar y destruir a la 'raza. Todos los iridios
del pas estaban 1UUy excitados; y en Mataquescu1ntla
se levantal'on en masa, con Carrera a la cabeza. gritan~
do "Viva- la religin y muelte a los extranjeros"!
El priilier golpe se di asesinando a los jueces que haban sido nombrads conforme al cdigo de Livingston.
Glvez entonces envi una comisin, con un destacamento de c-abal1eria y bandera blanca, para or sus
quejas, pero mientras conferenciaban con los insur~
gentes, f,ueron rodeados por estos' y casi 1;odos desp~~
dazads. El nmero de desafectos al gobierno crecIa
y lleg a ser de ms de mil; Glvez envi contra ellos
seiscientos hombres que los derrotaron. incendiaron
sus pueblos, y cntre dtros xcesos, el ltimo fu en
contra de la esnosa de Carrera. Encendido en clera
por esta ofensa personal, se uni a varios jefes de los
pueblos, jurando no dar de!3canso a sus armas mientras
un oficial de Morazn pernianeclera en el Estado. Con
lUlos pocos enfurecidos seguidores f de pueblo en
pueblo, matando a los jueces y a los oficiales del go~
hierno. y cuando Je perseguan. escapaba a las mon~
taas, pidiendo tortillas en las haciendas para sus hom~
bres y perdonando y protegiendo a cuantos le ayudaban. En este tiempo l uo saba leer n\ escribir; pero
ayudado por algunos curas y particularmente por el
padre Lobo, un notorio libertino, lanz una proclama.
suscrita por l mismo, en contra de los extranjeros y
del gobierno por haber intentado envenenar a Jos irt~
dios, pidiendo la destruccin de todos los extranjeros
excepto los espaoles, la abolicin del cdigo de Li~
vingston, harer volver al arzobispo y a los frailes, la
expulsin de los herejes y In restauracin de los pri_
vilegios de la iglesia y de los antiguos usos Y costum-

S9

bres. Su fama corri como la de un salteador y un


asesino, Los caminos inmediatos a la capital eran inseguros; no se podia viajar con tranquilidad; los comerciantes Se afligieron pensando que todas las mercaderas enviadas a la feria de Esquipulas haban cal
do en sus manos 110 cual no result cIerto a lo menos)
y muy pronto Carrera se hizo tan fuerte que atacaba
pueblos y aun ciudades.
El lector debe tener presente que todo esto ocu~
rria en el Estado de Guatemala. El partido liberal
estaba dominando, pero en esos cl'ticos momentos, una
fatal divisin tuvo lugar entre sus miembros; Barrun~
dia que era uno de los principales, y a quien se le
neg un alto puesto solicitado para un pariente libertL
no, abandon la administracin y apareci en la asamblea a la cabeza de la oposicin, El desorden del par.
!ido y el levantamiento de Carrera, agitaron a todos
los que eran desafectos al gobierno; y los ciudadanos
de la Antigua, ciudad a veinticinco millas de distancia
de la capital enviaron un mensaje pidiendo que se decretase la amnista para los reos politicos permitindo_
les volver a la patria y la reparacin de otros agravios
Una diputacin de la Asamblea fu enviada para conferenciar con los peticionarios, ]a clIal no tuvo buen
xito y los antiguUeos amenazal'on con marchar sobre
Guatemala
El da domingo 20 de Febrero de 1838 fueron en_
contradas en las calles de la ciudad las proclamas de
los antigeos, produciendo una alarma general, porque ya venan a atacar la ciudad. Las tropas del go_
bierno general, que ascendan a menos de quinientos
hombres y las de la milicia fueron revistadas, los caones colocados en las esquinas de la plaza r centine_
las en las calles; y el General Frem mand publicar Un
bando llamando a las armas a todos los "ciudadanos.
Glvez Jefe del Estado, mont en su caballo y coniendo por 'las calles, trataba de entusiasmar a los ciudada_
nos dicindoles que Morazn estaba a punto de llegar' Y que acababa de derrotar a quinientos hombres
de ia pandilla de Carrera. El lunes todos los negocios
se suspendieron, Glvez, en gran perplejidad, llam
a varios oficiales que haban sido despedidos y nombr
a l\fexa un espaol. teniente coronel; este nombra_
miento caus disgusto tal, que Prem y todos sus ofi
ciales enviaron sus renuncias. Glvez les suplicaba
e imploraba que continuasen, reconcilindose l mismo
con cada uno individuabnente J y al fin, revocado el
nombramiento de Mexia, ellos accedieron. A las dos
de la tarde se deca que ya Carrera se haba unido a
los antigeos. Prem, public un nuevo bando para
que todos los hombres comprendidos entre la edad de
1 a 60 aos tomasen las armas, exceptundose los sacerdotes nicamente y a los que tuvieran algn impedimento fsico que los inutiUzara para tal objeto. A
las nueve de la noche se produjo una alarma dicindo_
se que parte de los seguidores de Carrera estaban en
Aceituno. La plaza fu convenientemente guarnecida
con caones y centinelas en las calles. Para colmo de
excitacin, durante la noche el Provisor muri, y se
recibieron noticias de que eL cdigo de Ljvingston habia sido quemado pblicamente en Chiquimula y que
la ciudad se haba declarado contra Glvez. El mir_
coles por la maana se empezaron a abrir fosos en
las esquinas de la plaza pblica, pero el jueves el marqus de Aycinena, corifeo del partido central, por me_
dio de una conferencia COll los liberales divididos, indujo a una mayora de diputados a firmar una conven_
cin de amnistfa, la cual produjo satisfaccin general,
y al da siguiente la ciudad estaba perfectamente tranquila
A medio da esta calma era precursora de una horrible tormenta. Las tropas del Gobierno Federal, las
nicas en quienes se poda confiar, se sublevaron y
con las bayonetas caladas, agitando las banderas y con
caones al frente, abandonaron los cuarteles y marcharon hacia la plaza. Ellos rehusaban ratificar J.g con_
vencin por la cual, segn se les babia dicho, Glvez
seria retirado, y el Vice Jefe Valenzuela, instrumento

60

de Barrundia, sera puesto en su lugar. No quel'an


servir bajo ninguno de la oposicin, diciendo que enos
podan dar proteccin y no pedirla. Se cit a los diputados para una reuni6n de la asamblea pero tuvie_
ron miedo asistir Entonces los oficiales 'conferenciaron con los soldados, y el sargento Merino hizo un documento exigiendo que se llamase al presidente Mora.
zn, y que Glvez permaneciera en su puesto hasta la
llegada de aquel. Esto fu aceptado. Se enviaron diputaciones llamando a Morazn, envindose otra a la
Antigua explicando los motivos de la violacin del convenio, pero sin ningn xito, y la misma noche la calli.
p!lna de alarma anunciaba la aproximacin de ochoCIentos hombres que iban a atacar la ciudad. Los mL
liciano~ fueron llamados a las armas, pero solamente
apareCleron como cuarenta. A las cinco y media Gl~
vez form a .l~s tropas del gobierno, y, acomp~ado
por Prern, salto de la plaza a hacer encuentro a los re~
beJdes; pero antes de llegar a la salida de Ja ciudad
hU~? u.na conspiracin entre las tropas y con el grit
de ViVa el General Merino y muera el Jefe del Es~
tado que nos ha vendido -fuego muchachosl" la
infanteria hizo fuego sobre el estado mayal". Una 'ba_
Ja atraves el sombrero del general Prem. Glvez
u a!"roiado de su caballo, pero logr escapar y se
refugi tras el altar de la iglesia de La Concepcin
Yez se ocup en dispersar a las tropas con su caba~
llera y regres a la plaza dejando quince muertos en
en la calle, Merino, con cerca de ciento veinte hom.
bres, tom posesin de un pequeo can de campo
del ~atal1n y se estacion en la plaza de Guadalupe.
Varlos grupos de las tropas dispersadas permanecieron
fuera toda la noche, disparando sus mosquetes y manteniendo a ]a ciudad en constante alarma; pero Yez
la saiv del pillaje patrullando con su cabaJIer!a. A
la mafiana siguiente Merino pidi permiso para entrar
a la plaza, Su nmero habia aumentado con la reunin o los grupos dispersos y, al formar en la plaza
l y tres o cuatro ms de los cabecillas, fueron sacado~
de las flas y remitidos al convento de Santo DomingO como prisioneros. y el lunes por la tarde Merino
fu amarrado a un poste en su propia celda 'y fusila_
do. Su tumba al pie de las curiosidades que me fueron
mostrada en Guatemala.
El domingo por la maana otra vez las campanas to_
caron alm'ma Jos rebeldes estaban en ]a puerta vieja
y se envi una comisin para tratar con ellos Pedian
que los soldados evacuaran la plaza; pero estos indignados, respondieron a los sublevados que llegaran ellos
mismos a tomarla. Prem suaviz la respuesta manifes_
tndoles, que ni l ni sus tropas podran rendirse a los
rebeldes, y finalmente, a las doce y meda de la noche
comenz el ataque. Los insurrectos se dispersaron por
Jos suburbios malgastando plvora y balas; por la maana, Yfiez con setenta hombres de caballera hiz
una salida derrotando a trescientos de ellos, regresando
a la plaza con las lanzas tintas en sangre Probable_
mente que si las fuerzas de Yez hubieran sido secundadas por los cil.1dadanos, habran rechazado a la
sublevada hasta la Antigua.
El mircoles siguiente Carrera se uni a ellos,
Haba enviado sus emisarios a los pueblos levantando
a los indios, prometindoles el saqueo de la capital;
y el jueves, compuesta de hombres, mujeres y nios
que ascendian a diez o doce mil almas, Carrera mismo
se present a las puertas de Guatimala. Los antige_
os estaban atemorizados y los ciudadanos de la capital se encontraban en un completo desorden NUe_
vamente fu enviada otra comisin para tl:atar con los
rebeldes, que pedan la deposicin de Glvez de Jefe
del Estado, la evacuaci6n de la plaza por las tropas
federales y el paso libre para entrar a la ciudad.
Es probable que, aun en estas circunstancias, si
las tropas federales hubieran sido ayudadas por los ciu...
dadanos baban podido oponer resistencia; pero la
consternacin y el temor de exasperar a las hordas de
amotinados era tan grande, que nadie se encontraba
aterrorizado y en pleno desorden, y el resultado fa-

tal de todo esto fu la aceptacin y sometimiento a lo piedra, con balcones de hierro y macizas puertas de
pedido por los sublevados.
varias pulgadas de espesor, resistieron los asaltos de
A las cinco de la tarde la pequea banda de las las partidas desbandadas; pero se cometieron muchas
tropas federales evacu la plaza. La infantera com- atrocidades que parecan ser precursoras del saqueo
puesta como de 300 hombres march por la calle real.
general
El Vice_presidente de la Repblica fu aseLa caballera, en nmero de setenta, exclusivamente
sinado; la casa de Flores, un diputado, fu saqueada;
de oficiales, en marcha por otra calle, se encontr con
su madre arrojada al suelo de un culatazo por un viun ayudante de campo de Carrera que les orden dejar
llano, y una de sus hijas herida con dos balas en un
las armas Yez respondi que l tena primero que
brazo.
ver a su general, pero los dragones, temiendo alguna
La casa de los Sres. Klee, Skinner & Ca. que
traicin ele parte de Valenzuela, se autorizaron y hu_
eran los principales comerciantes extranjeros en' Guayeron. Yez, con treinta y cinco hombres corri a Lemala, y que se dijo que tenan municiones y armas
galope a travesando la ciudad y escap por (~l camino fu varias veces atacada con gran ferocidad; pero te~
de Mixco. El resio de los hombres regres precipiniendo fuertes balcones en las ventanas, y estando retadamente a la plaza y con disgusto a deponer las lan_ forzada la puerta principal con bultos de mercaderas
zas, desmontando y desapareciendo cuando ya ni un
resisti los ataques de la indisciplinada turba armad~
solamente con garrotes, mosquetes, cuchillos machesolo hombre estaba sobre las armas
Mientras tanto avanzaban las hordas de Carrera. tes Los sacerdotes corran por las calles llevando el
El Comandante de los antigeos le pregunt si te- crucifijo, en el nombre de la Virgen y de los santos,
na divididas sus fuerzas en escuadrones o compaas refrenando a los desaforados indios, conteniendo sus
a lo cual Carrera respondi' "No entiendo nada de salvajes instintos, y salvando a los aterrorizados habi_
eso". Todo es uno" Entre sus principales acom- tantes Y aqu no puedo dejar de mencionar un nom_
bre que estaba en la boca de todos: Mr. Charles Savapaantes estaba Moreal y otros bien conocidos ban
didos criminales ladrones y asesinos Carrera iba a ge, ~ntonces c:qsul d~ los Estados Unidos, quien, en
medlO de los mas furIOSOS asaltos a la casa del seor
caballo con una rama verde en el sombrero, y ste con
pedazos de trapo sucio verde neel sombrero. y ste Klee, sali a la calle bajo una lluvia de balas, y recha_
con pedazos de tropa sucia colgando alrededor con zando las bayonetas y machetes, hizo retroceder a los
pinturas de santos. Un caballero que vio la entrada asaltantes de la puerta, llamndoles ladrones y aseside Carrera desde el techo de su casa, y que se haba nos" co.n sus b~ancos cabellos flotando al viento, que
familiarizado con las escenas de terror que se sucedan los IndIOS admIrados de su audacia desistieron de su
en aquella desgraciada ciudad, diome que jams en su intento Despus de esto y haciendo poco caso de su
vida la entrada de esa inmensa masa de barbarie. Lle_ propia vida, se le vi siempre en medio de todos los
nando las calles todos con ramas verdes en los som tU~l;lItos, saliendo Hes? de los peligros con gran admibreros, parecan; a cierta distancia, l.}n bosqu~ .en 1~0_ raClOn de cuantos le VIeron. Los extranjeros residentes
vimiento' armados con mosquetes OXIdados, VIeJas pIS- en la ciudad estuvie~'oJ;l unnimemente en presentarle
tolas, esdopetas, algunas con gato y otra;s sin.l, palos una carta de agradecImIento por su valiente e intereses
Peudientes an las negociaciones Carrera ataviado
conforma de fusiles atados dos o tres mIl mUJeres con
sacos y alforjas para llevar los productos del saqueo con el uniforme del general Prem , hizo lo psible por
prometido. Muchos que ~o haban salido pun~a de sus refrenar sus tumultuosas horas; pero dijo que varias
pueblos, admiraban salvaJemen~e la apapencIa de las veces haba estado a punto de proceder al saqueo de
casas e iglesias y la magnificencIa de la cmdad. Entra~ la c~sa de ISlee y de las de los otros dos ingleses.
ban todos a la plaza gritando: "Viva la religin y Habla extrano arranques de fanatismo en el carcter
muerte a los extranieros!" El mismo Carrera, at~ de este rebelde caudillo. El grito de guerra de sus
nito ante la muchedumbre que haba puesto en movi hordas era "j Viva la religin'! El Palacio del ar_
miento y guiar su caballo. Despus manifest q.ue zobispo haba sido usado como teatro por los libera_
estaba temeroso por la dificultad de controlar a esa In_ les; Carrera pidi las llaves, las coloc en su bolsillo
mensa y desordenada multitud. El traidor Barrun~,ia, y declar que, para evitar sino hasta que el episodio
el lder de la oposicin, el Catilina de esa rebellon. y declar que para evitar cualquier futura profanaCabalgaba al lado de Carrera e1;1 su entrada a la plaza. cin arzobispo volviera a ocuparla.
Finalmente se convino en los trminos por los cua_
A la oracin toda la multltud enton la salve o
himno a la Virgen. El grueso de voces humanas ne~ les Carrera consentira en retirarse, as: once mil dnando el aire haca temblar el corazn de los habitan- lares en plata efectiva, diez mil que seran distribuites de la ciudad. Carrera entr a la catedral; los in- dos entre sus seguidores y mil para si mismo mil
dios mudos de admiracin ante su magnificencia, en_ mosqu~stes y el grado de' teniente coronel. El dinero
no valla nada comparado con la salvacin de la ciudd
trar~n en tropel siguindole y colocando en derredor
del hermoso alt~r las toscas imgenes de los santos del inminente peligro en que se enconl.'aba pero er~
de sus pueblos. l\'onreal penetr a la casa del .g~ne una inmensa suma a los ojos de Carrera y d~ sus hor_
ral Prem, se apoder de una hermo?a casaca mlh~ar, das, pues entre quienes las formaban casi todos los
ricamente bordada con oro, y la llevo a Carrera qUIen encima y las armas robadas que portaban; sin embar_
se la puso, llevando todava el s~mbrero ~e petate .con go no era muy fcil conseguir el dinero; la tesorera
la rama verde Tambin le llevo un reloJ de bolsIllo, estaba sin fondos y los ciudadanos no lo daran tan
pero l no saba cmo usarlo. Pro'!?ablemente que, fcEmente. La locura de poner en manos de Carrera
desde la invasin de Roma por A\al'l.co y.los godos, mil mosqueies era s610 comparable al absurdo de haninguna ciudad civilizada haba sido invadIda por tal cerlo teniente coronel.
En la tarde del tercer da se logr pagar el dine_
inundacin de barbarie.
y solo Carrera poda controlar los salvajes ele_ ro, entregar los mil mosquetes y Carrera fu investido
mentos que le rodeaban. Tan pronto como fu pos,i~ con el mando de la provincia de Mita, distrito inmediable ,algunas autoridades l}egaron a verle y, en l~s mas to a Guatemala. El gozo de los habitantes al saber
abyectos tlminos, le ped13!1 que mal1lf~s~~se baJO qU; que pronto se retirara fu indescriptible; pero poco
condiciones evacuara la cmdad. El pldlO la depOSI_ despus circulaba el espantoso rumor de que las salcin de Glvez Jefe del Estado, y todo el dinero y las vajes hordas manifestaban el ardiente deseo de sa_
armas que el gobierno tuviese bajo su mando. Los quear la ciudad antes de abandonarla. Una inesperada
sacerdotes eran los nicos que tenan alguna influen- descarga de mosquetera confirm el rumor, y el pnL
cia sobre l, y las palabras nos pueden dar una idea co fu. inmenso. Sigui una hora de terrible calma;
exacta del terror en que se encontraba hi ciudad, te- pero a las cinco de la tarde fueron saliendo-de la plamiendo or de un momento a otro la seal para el ase- za en desordenados grupos. Al llegar a la plaza de
sinato y el saqueo general. Los habitantes se encerra_ toros hicieron alto, y, disparando al aire sus mosque_
rraron en sus casas, las que, estando construidas de tes levanta'ron nueva angustia. Se propag la noticia

61

que Carrera pretenda cuatro mil dlares ms y que si


no los entregaban regresara a tomarlos por la fuerza. Carrera mismo haba regresado pidiendo un can de campaa, el cual le fu concedido; y por fin
dejando un documento en el cual exigia la reparacin
de ciertos agravios, abandon la ciudad en medio del
indescriptible gozo de sus habitantes.
La alegra de los ciudadanos al verse relevados de
peligro tan inminente, era grande en verdad; pero desgraciadamente no poda volver la plena confianza por_
que an no estaban curadas las animosidades Do1ti~
caso Valenzuela fu nombrado Jefe del Estado; la
asamblea renov sus sesiones' Barrundia a la cabeza
del partido ministerial, propu~o la abolicin de to~os
los decretos inconstitucionales de Glvez; se necesItaba dinero y hubo que recurrir al antiguo sist~ma de
emprstitos forzosos. Esto exaspel:a"!?a a los. r:cos; y
en medio de esta confusin, se recIbIeron noticIas que
el departamento de Quezaltenango se haba separado
del Estado de Guatemala y Quezaltenango se haba
separado del Estado de Guatimala Y declarndose i~
dependiente En estos das tambin, el gobierno recIbi una carta de Carrera dicindole que el pueblo de
la capital se expresaba muy mal de l, y que si cont~_
nuaban hacindolo, todava contaba con cuatro mil
hombres a su disposicin para volver a la ciudad y po_
ner las cosas en su lugar. De algn indio quet por
casualidad pasaba por sus dominios. Ms tarde se supo que los seguidores de ~arrera haban renun~iado
de su autoridad y que habIan empezado operacIOnes
pOl' su propia cuenta) amenazando a la ciudad con
otra invasin determinada, de acuerdo con sus proclamas a exterminar a los blancos y establecer un gobierlO de pardos libres ("fiebras libres") f gozando
ellos mismos de las tierras que les haban sido de_
vueltas por su emancipacin del dominio de los blan_
cos Por honra de Guatemala debemos hacer constar
que al saber estas noticias un solo espritu uni a todos' sus habitantes y los hombres de todas clases sociales empuaron las, armas; pero esta unin fu momentnea. Nuevamente llegaron n.oticias que C~nera
haba enviado otra vez sus emisarIOs para reUlllr sus
hordas Y marchar enseguida sobre la ciudad: ~Varias
familias recibieron infort,nes privados, aconseJandp~es
abandonar la capital. CIentos de personas lo hIcIe~
ron as y los caminos se llen.ar~n de mulas .y caballos
y de indios cargados con equIpaJes. El domm&.o todos
los habitantes huyeron, y el lunes por la ma?-fI;na se
colocaron centinelas en las barreras. Se publIco nue_
vo decreto para que todos tomasen las armas. Se pa_
s revista a las tropas. A las diez de la noche ~el
martes se dijo que Carrera se encontraba en PalencIa;
a las nce que haba ido a sofocar una insurteccin
de sus prpios bandidos, y el mircoles por la no.che,
que estaba nen el lugar llamado Canales. El dommgo
cuatlo de Marzo passe revista a un Ejcito como de
setecientos hombres. De la Antigua remitieron trescientos cincuenta mosquetes y municiones, que ellos
no consideraron prudente retener porque all se oa
el gr.'ito de "i muera Guatemala y viva Carrera~" hahiendo aparecido tambin pegados a las paredes, carteles con las mismas siniestras palabras. En estos momentos se recibi una carta de Carrera dirigida al go_
biCI'no aconsejndole desbandar sus tropas y asegu_
rdnlo' que l estaba reuniendo fuerzas solamente para
destruir un grupo de. cuatrocientos rebeldes, encabezados por un tal Glvez (Jefe del Estado a quien l
mismo haba destituido). y pidiendo dos caones y
ms municiones. En otra ocasin, probablemente suponiendo que el gobierno estara interesado en su
suerte, probabl~mente suponiendo que el gobierno estara interesado en su suerte, mand decir que haba
estado a punto de ser asesinado; lVlorales aprovechndose de una oportunidad, sedujo a sus hombres, le at
a un rbol y ya iba a fusilarlo cuando su hermano, Sotera CarrCl'a; lleg y atraves a Monreal con su bayo_
neta. El gobierno entonces concibi la idea de inducir a los rebeldes, valindose de la influencia de los sa-

cerdotes a entreg31: las armas pagndoles cinco dlares por cada una; pero muy pronto se oy decir que
Carrera estaba ms fuerte que nunca, ocupando todos
los caminos y enviando imperiosas proclamas d gobierno. Por ltimo llegaron noticias que ya estaba en
marcha con direccin a la capital.
En tales momentos los habitantes de la ciudad tuvieron la feliz noticia que el general Morazn, Presi_
dente de la Repblica, llegaba del Salvador con mil
quinientos hombres. Pero an entonces dominaba el
espritu partidarista. El general Morazn acamp a
pocas leguas de la ciudad, vacilando entre verificar su
entrada o emplear las fuerzas del gobierno federal
para debelar una revolucin en el Estado sin el consentimiento de su gobierno particular. El gobierno del
Estado se manifestaba celoso del gobierno federal,
porfiando en mantener sus prerrogativas que no tena el valor de defender y exigiendo al Presidente de
un plan de campaa; emiti un decreto concediendo a
Carrera y a sus seguidores quince das para entregar
las armas, decreto que el general Morazn en su campamento; dos das ms tarde fu anunca'\ para actuar
conforme las circunstancias.
Mientras tanto, uno de los piquetes de Morazn
habia sido interceptado y sus oficiales asesinados, 10
cual levant gran excitacin entre sus tropas, pero ansioso de evitar ms derramamiento de sangre, envi
a la ciudad por el Cannigo Castillo y por Barrundia, encomendndoles la comisin de abocarse con los
rebeldes y persuadirlos para que entregasen las armas, ofreciendo pagarle hasta quince dlares por cada
una antes que llegar a los extremos. Los comisionados
encontraron a Carrera en una de sus antiguas guari.
das de las montaas de Matasquilla, rodeado de sus
hordas de indios y alimentndose con tortillas. El
traidor Barrundia fu recibido por los soldados de Mo_
razn con rechiflas; su pobre y cansado caballo pes~
manci atado en el campamento de Morazn, sin qu
comer nurante na y media; y para completar el pre~
mio de su traicin, Carrera se neg a recibirlo bajo sU
techo porque. como l dijo no quera hundir su nueva
lanza, que era obsequio de un sacerdote en el pecho
de Barrundia.
.La conferencia tuvo lugar al aire libre, en la cima
una montaa. Carrera rehus entregar las armas a
menos que las contribuciones que pesaban sobre los in
dios se redujesen a una tercera parte; pero suaviz su
asperidad en contra de los extranjeros declarando que
nicamente los que no fueran casados saldran del
pas y que en adelante slo se les permitir traficar
en l, pero no radicarse. El perverso cura Padre Lobo, con respecto a la insensatez de acusar al gobierno
de la tentativa de envenenar a los indios, fueron escuchados con mucha atencin por ellos, pero Carrera
cort la pltica asegurando con vehemencia que el go_
bierno le haba ofrecido a l personalmente veinte dlares por la cabeza de cada indio que l mismo enve_
nenara
Habiendo perdido toda esperanza de arreglo, el
general Morazn march hacia Matasquintla; mas, an_
tes de su llegada, ya las hordas de Carrera haban desaparecido entre las montaas. Ms tarde se oa decir
que haban aparecido en otro lugar, devastando el
pas, desolando pueblos y aldeas y, en seguida, antes
que las tropas de Morazn llegaran, escondan las armas y se iban a las montaas o permanecan quieta
y pacficamente trabajando en los campos. MI'. Hall,
Vice_cnsul britnico, recibi una carta suscrita por
once sbditos ingleses de Salarn, a una distancia de
tres das de camino, quejndose que las tropas de
Carrera les haban secuestrado de noche, despojndo
los de todo, confinndolos durante dos noches y un
da sin ningn alimento y sentenciado a ser fusila_
dos; pero que por ltimo les ordenaron dejar el -pas,
lo que ellos ahora estaban haciendo, destituidos de to_
do y mendigando en su camino hasta el puerto. Pocas
horas despus, a las diez el can de alarma anunciaba que Carrera se encontraba de nuevo a las puertas

62

de la ciudad Durante todo este tiempo las luchas de


los partidos eran tan violentas como siempre; los centralistas temblando de miedo, pero pm' otra parte re_
gocij<:tdos COIl el desorden en que el pas se encontraba bajo la ariministracin de ]os liberales y porque se
haba levantado IDl hombre capaz de infuudirles te~
nor Carrera; y los liberales dividirlos, odindose unos
a otros ellos IVfas la agita~in era tan grande que de
ambas partes enviaron peticiones separadas al gene_
ral l\1orazn, hacindole presente el deplorable estado
de inseguridad en que la ciudad se encontraua y pidindole entrar y disponer lo conveniente para la seguridad de todos. Por separado lasdillUtaciones se esforzaban por llegar al cuartel general de Morazn para rendirle homenaje y ser los pdmel'os en implorar
su proteccin. El general Morazn ya tena noticias
del desorden que reinaba en la ciudad y se preparaba
para montar a caballo cuando los diputados llegaron.
El domingo entr Morazll con una escolta de doscientos hombres, en medio del regocijo general manifestado por el vuelg de campanas, los disparos de can y otras demostraciones de alegra. El mismo dja
los comerciantes, con el lHarqus de Aycinclla y otros
de los del partido central, presentaron una peticin
haciendo ver el estado de terror en que se encontraba el nimo de los 11abitantes p didiendo a Morazn
deponer a las autoridades del Estado y asumir la direc_
cin del Gobierno, convocando una Asamblea Constituyente, como el nico medio de salvar a Guatimala de
su ruina. Por la noche los diputados de las diferen_
tes ramas del partido liberal tuvieron largos conferen_
cias con el Presidente. lVlorazn coniest a todos que
desean obrar con entera legalidad, se comunicara al
da siguiente con la Asamblea y que acatara su decisin. Desgraciadamente los procedimientos de la Asamblea eran demasiado bajos y vergonzosos para ser
referidos y, hasta donde yo pude entender las contiendas de ]a poca, el general Morazn, vadeando el
torrente de hojas sueltas y folletos emanados de ampo mantenerse en su lugar con, probidad y honor. Los
centralistas hicieron esfuerzos desesperados para atraerle hacia ellos; pero l\!J:orazll no poda aceptar el
abrazo de los que siempre haban sido sus mcs encarnizados enemigos y que ahora quisieran ser hipcritas aliados Ni tampoco poclia sostener 10 que l ell~
tenda que era un. error de sus propios partidarios".
Entre tanto Carrera ganaba terreno derrotando a
varios destacados elementos de las tropas federales,
asesinando hombres y aCl~centando sus fuerzas con
nuevas armas y municiones. Finalmente todos estuvie_
cinron de que algo deba hacerse y en una reunin de
la Asamblea. en los momentos de desesperacin, acordaron sin debate:
19-Que el gobierno del Estado se retirara a la
Antigua.
29-Que el presidente, por s o por medio de un
delegado, gobernara el dstrito de acuerdo con el
artculo 176 de la Constitucin.
En medio de estas escenas en la ciudad y del rumor de peores que venan de fuera, el domingo en la
noche se cIi un baile en honor a Morazn, al que no
asistieron los centralistas enojados por la no aceptacin de sus propuestas. Glvez, el jefe depuesto por
Carrera, hizo entonces su primera aparicin y bail
toda la noche.
Aunque Morazn era irresoluto en el gabinete, en
el campo era enrgico; y estando ya investido de ple_
nos poderes, sostuvo su alta l'eputacin de hbil militar. En el boletn del ejrcito de Mayo y Junio se
manifestaba la huella de Carrera, devastando aldeas y
pueblos, y la tenaz persecucin que le hacan las tropas del gobiel'no vencindole en todas partes en cada encuentro, pero sin logral' su captura. Entre tanto, los celos entre los pm'Udos continuaban y el gobierno del Estado se encontraba en una verdadel'a anarqua. La asamblea no lloda reunirse porque, no
asistiendo el partido del Estado corresponda al Vice~
Jefe retirarse y al ms antiguo consejero ocupar su

63

puesto. Pero no haba tat persona, el perodo del


consejo haba terminado y an no se haban verificado
las nuevas elecciones, y mientras Morazn se ocupaba en dispensar las salvajes hordas de Canera librando a los guatimaltecos del peJigro que los h~ba he_
cho arrodillarse- ante l, los antiguos celos revivieron
y las publicaciones incendiarias fueron lanzadas nueva_
mente, acusando a Morazn de empobrecer el pas por
mantener soldados holgazanes para sujetar a la ciudad
por medio de las bayonetas
El primero de Julio, considerando }"'1Q1'azn a GU8_
tirnala ya lib~'e de todo peligro exterior, regres a San
Salvador, deJando tropas en varios pueblos bajo el
comando de Carvallo y nombrando a Carlos Salazar
comandante de la dudad. Se supona a Carrera completamente vencido y para terminar de una vez Carballo public el siguiente
'

"AVISO
"La persona o personas. que entreguen al criminal
muerto o vIVO (si l no se presenta voluntariamente ('onforme al ltimo perdn). recibir
una recompensa de 1 000 dlares, y dos caballeras de
terreno, mas el!Jerdll' de cualquier crimen que hubie_
Se cometido".
El General en Jefe
Rafae~ Cabrera,

"Guatemala, Julio 20 de 1838


J N. Carvallo
No obstante eso, lo cierto era que el criminal Ca_
rrera ha escrito no estaba denotado Uno a uno 801'_
pl~cnda a los destacamentos de tropas federales y
mientras se recrudecan las luchas partidaristas se
hacan emprstits forzosos para mantener sold;dos
h?,.lgazanes, se fodmulaban planes para abolir. El gbbie'rno del Estado y para formar una junta provisio_
nal que lo sacara de su actual postracin, organizando
Una Asamblea ~onstituyente el Sr. Rivera Paz a la ca_
heza Carrera, con un nmero todava mayor de seguidores, atacaba Amatitln, tomaba la antigua y que_
dndose all solamente el tiempo necesario para saquear algunas casas, la despoj de sus caones de
sus mosquetes y municiones y lnnl'chando otra' vez
sobre Guatemala, proclam su intencin de arrasar todas las casas y de asesinar a todos los blancos.
No se puede describir la consternacin en la ciudad. Nuevamente rogaron a Morazn que volviese
a defenderla. Un papel escrito a lpiz fu enviado por
Morazll, con un hombre que lo llevaba escondido en
la manga de su chaqueta, impulsando a la ciudad a de_
fenderse a s misma y queda, impulsando a la ciudad
a defenderse a s Ipisma y sostenerse por unos das;
pero el peligro era inminente. Salazar, a la cabeza
de las tropas federales (los solelados holgazanes de
quienes se quejaban) sali a las dos de la maana y
protegido' por una espesa niebla, cay repentinamente
sobre Carrera en Villanueva, mat a cuatrocientos
cincuenta de sus hombres derrotndolo completamentey dej ndole gravemente herido en un muslo. La ciu_
dad fu salvada de la destruccin entrando al siguiente da Morazn con mil hombres. El sobresaltado
cansado por eliminatoria peligro de que haban esca_
pado, an no terminaba, los partidos estaban espantados; todos vean en el general Morazn al nico
hombre que se declarase clictadOl.
En estos das Guzmn, el general de Quezaltenan_
go lleg a la. capitl con setecientos hombres y el general Morazn hizo los arreglos convenientes para
cnccl'l'ar y aniquilar a los cachurecos. El resultado
Lu el mismo que antes: Carrera era constantemente
vencdo. pero :iiempre lograba escapar. Sus segui_
dores fueron dispersados, sus mejores h.ombres capturados y fusilados y l mismo estuvo casi muerto de
hambre en la cima de una montaa, rodeado por un
cordn de hombres en la falda logrando escapar ni_
<'.amente 1)01' descuido de la guardia. Durante tres
meses fu tenazmente perseguido de lugar en lugar,
se destruyeron .sus antiguas guaridas y vindose per-

dido y acorralado por todos lados, entr en tratados yente; abolieron las leyes emitidas por el gobierno licon Guzmn, comprometindose a entregar mil mos- b.eral, resucitaron las antiguas leyes espaolas, los anquetes y abandonar los restos de sus salvajes hordas. tiguoS nombres de las cortes de justicia y de los ofiSin embargo, al poner en ejecucin las clusulas del ciales del gobierno emitiendo todas las leyes que les
tratado, Carrera 'entreg solamente cuatrocientos mos- parecieron sin que nadie se los impidiese. Su gran di~
quetes e intiles, y esta infraccin del tratado fu to- Iicultad consista en mantener quieto a Carrera. No
lerada por Guzmn que ni aun soaba la terrible suer- pudIendo ste permanecer inactivo en la ciudad, mar~
te que le esperaba en manos de Carrera.
ch sobre San Salvador con el ostensible objeto de
rrerminado esto, Morazn depuso a Rivera Paz, atacar al general Morazn. Los centralistas se encon
restituy en su puesto a Salazar y regres a San Sal- traban en gran ansiedad; el xito de Canera o su devador imponiendo fuerte contribucin a la ciudad n'ota era igualmente peligroso para eUos. Si era de_
para atender a los gastos de la guerra, Y llevndose rrotado, l\Iorizn podra marchar inmediatamente contodos los soldados del gobierno federal, probando as tra la ciudad y tomara una sealada venganza sobre
todo lo contrario de lo que le acusaban: de querer ellos; y si tena buen xito, Carrera regresara con
mantener su influencia en la ciudad por medio de las sus salvajes hordas que, embriagadas por la victoria
bayonetas. Guzmn regres a Quezaltenango, quedan- seran insoportables. Este pequeo detalle dar idea
do la guarnicin reducida solamente a setenta hom_ de la situacin. La madre de Carrera, una anciana
bres.
bien conocida como regatona en la plaza, muri Era
Las contribuciones y el retiro de las tropas de la costumbre que al morir alguna persona de la aristo_
ciudad crearon gran desafecto en contra de Morazn, cracia, se la sepultase en nichos construidos en las b_
y por ese tE'mpo el horizonte poltico fu nublndose vedas de las iglesias; pero desde el tiempo del clems y ms en toda la Repblica. El Marqus de Ay- ra, todos los entiel'1'os, sin excepcin, fueron prohibicinena, que habia sido expatriado por Mora~n y que dos en el interior de los templos y aun dentro del pe_
residi por varios aos en los Estados Umdos estu_ rmetro de la ciudad. puse para el efecto se haba esdiando nuestras instituciones, public una serie de ar- tablecido un campo santo en las afueras de la po
tculos que tuvieron gran resonancia, refirindose a blaci6n, en el cual todas las principales famiBas tenuestra constitucin y a nuestras leyes. apresurando nan sus mausoJeos. Pero Carrera manifest el deseo
as la crisis; Hondur,lS y Costa Rica declararon su in- de que su madre fuera sepultada en la catedral! Los
dependencia del gobierno federal; todo esto repercu- funerales se hici.eron por cuenta del gobierno, se repar_
ti en Guatemala y atiz la ya ardiente llama de la di- tieron esquelas para el entierro y el fretro fu acom_
paarlo por todos los principales habit.antes de la ciusensin
El 24 de M.rzo de 1839, Carrera lanz un boletn dad. Ningn esfuerzo se omita para conciliado y
desde su antigua residencia de Matasquntla, en el mant.enerlo de buen humor; sin embargo Carrera era
cual, refirindose a la declaracin de ind$endencia un individuo sujeto a violentos arrebatos de pasin y,
de los Estados deca: "Cuando aquellas leyes llegaron segn se deca, haba aconsejado a los miembros de
a mis manos, las le y volv a leer; como una madre su gobierno que en tales momentos no osaran contraamorosa que toma Cn sus brazos a un hijo nico Q.ue decirle en nada, sino que le dejaran hacer su volun_
crea perdido y le estrecha contra su corazn, asi hIce tad. Tal era Carrera en el tiempo de mi visita; man)'0 con el folleto que contiene la declaracin; porque
daba en Guatemala con poder ms absoluto que cualen l encuentro los principios que sustento y las re- quier monarca europeo en sus dominios, y los indios
formas que deseo". Esto, ~in embargo, era figurado, fanticos le llamaban el Hijo de Dios y Nuestro Seporque Carrera en aquel tIempo no sabia leer; pero or.
debe haber sido una cosa completamente nueva para
Cuando llegu a su presencia se encontraba con_
l y motivo de gran satisfaccin, por aclararle los prin_ tando monedas de uno y de dos reales. El coronel
cipios que l mismo sostenia. De nuevo amenaz con Monte-Rosa un mestizo de tez morena, con vistoso
su entrada a ]a ciudad. En Jos consejos todo era anar- uniforme, estaba setnado a su lado. babiendo otras vaqua y desorden. El doce de Abril aparecieron otra rias personas en la habitacin. Carrera tena ms o
vez sus hordas a las puertas de la capital. Todos es_ menos cinco pies y seis pulgadas de estatura, cabello
taban espantados y nadie se levantaba para repeler negro y liso, complexin y expresin de indio, sin barla invasin. Morazn se encontraba lejos elel alcan- ba, y pareca n:J tener ms de veintin aos de edad.
ce de su voz, y los que ms le acusaban antes de que_ Usaba una chaqueta de alepn negro y pantalones. A
rer mantener su influencia por la fuerza de las bayo- mi entrada se levant hizo a un lado la mesa con di.
netas, ahora ]0 acusaban con igual violencia por ha- nero y, probablemente por respeto a mi levita de diberlos dejado a mel'ced de Carrera. Todos los que plomtico, me recibi con cortesa sealndome un
podan escondieron sus tesoros y huyeron y los que asiento a su lado. Mi pl'1mera palabra fu una expre_
no se encerraron en sus casas reforzando las puertas sin de sorpresa por su. extremada juventud, y ciertay ~eIltallas. A las dos de la maana, derrotando a la mente no pareca tener ms de veinticinco. En seguardia entr Carrera en la ciudad con mil quinien- guida, como un hombre que saba que era extraorditos ho~bres El Comandante Salazar huy y Carre_ nario y que yo le conoda, sin esperar ninguna insi
ra, llegando a la casa de Rivera Paz toc a la puerta nuac:in continu diciendo, que l haba empezado (no
y le reinstal como Jefe del Estado Sus soldados to- dijo qu) con trece hombres armados de viejos mosmaron posesin de los cuarteles; Carrera se declar a queles que se encendan con cigarros; seal ocho
si mismo como guardin de la ciudad, y es justo re_ partes en las que habia recibido heridas y me dijo que
conocerle que. conociendo su propia incompetencia tenia tL'es balas todava metidas en el cuerpo En esos
para gobernar, puso hombres a disposicin de la mu- momentos nadie hubiera reconocido en l al mismo
nicipalidad para mantener la paz. As fue restableci_ hombre que menos de dos aos antes, haba entrado
do en el poder el partido central. El fanatsmo de a Guatemala a la cabeza de sus bordas de indios salCarrera le ataba al partido clerical; se le halag facili- vajes proclamando la-muerte de los extranjeros. Setndole relaciones con la aristocracia; se le hizo bri_ guramente que en nada haba cambiado tanto como en
gadier-general y se le obsequi con un hermoso unifor_ su opinin con respecto a ellos, una feliz ilustracin
me. Adem~ de estos vanos honores, tena los cuar_ de los buenos efectos de las relaciones personales pateles de la ciudad y )a paga de su gente, lo que era ra derribar prejuicios ~p contra de individuos o clases
mucho mejor que las chozas de los indios y las expedi_ Carrera ya haba tenido relaciones personales con vacIones de pillaje; stas, sin embargo, servan de pasa- rios extranjeros. siendo uno de ellos un mdico ingls
tiempo. La unin haba continuado desde Abril an_ que le extrajo una bala del cuerpo; y sus relaciones
terior a mi llegada. El gran lazo que los ligaba era con todos habian sido tan satisfactorias, que sus senel odio comn en contra de Morazn y de los libera_ timientos haban sufrido una completa revolucin y
les. Los centralistas tenan su Asamblea Constitu- hasta aseguraba que sta era la nica gente que nun-

64

ca le haba engaado. Carrera haba, adems, hecho


algo que me pareci extrordinario: en los intervalos
de su agitada vida aprendi a eSCl'ibir su nombre y desech su sello. Yo nunca tuve la fortuna de ser presentado a un rey legtimo o usurpador que reclamara
prerrogativas de realeza a excepcin de Mahomed AH.
Anciano como l era, le d algunos buenos consejos, y
sienlo mucho qne este viejo len tenga ahora cortada
la melena. Cossiderando a Carrera como un joven de
pOI venir, le dije que, teniendo una gran carrera ante
s, indudablemente podra hacer mucho bien a su pas;
y l, ponindose la mano sobre el corazn, y con un
arranqhe de entusiasmo que yo no esperaba, dijo que
estaba dispuesto a sacrificar su vida por la patria. En
medio de todas sus faltas y sus crmenes, nadie lo poda acusar de doblez o de decir lo que no pensara; y
quiz, como tantos ilusos lo haban ltecho antes que l,
se crea a sl mismo un patriota.
Consider que este hombre estaba destinado a
ejercer una importante o quiz dominante influencia
en Centro Amrica y confiando en que el saber que
su fama se extendia p'or el mundo in(Iuyera favo:t:.ablemente en su carcter. le dije que su nombl'e era ya co
nacido en mi p'ls y-que yo haba ledo en un pe.ridico algo reff:'rente a su entrada a Guatemala, elogIando su moderacin y sus esfuerzos por evitar los atropellos. El se mostr muy satisfecho de que su nombre ya fuese conocido y que de tal concepto gozara
entre los extranjeros, diciendo que l no era ni ladrn
ni asesino como le llamaban sus enemigos. Canera
pal'eca inteligente y capaz de mejoramien~o. Le dije
que debera viajar por otros pases .Y partIcularmente
por el mo, por estar ms cerca. No tena l una cla~
ra nocin de dnde estaba mi pas. Lo conoca nica
camente por El Norte; pregunt respecto a la dis~
tancia y facilidades que hubiera para llegar all, ma_
nifestando que cU,ando las guerras terminaran, hara
el esfuerzo de hater una visita a: El Norte. Pero l
no poda fijar su atencin en otro punto que no fuera
las guerras con Morazn, y en efecto. no saba de otra
cosa Era amuchachado en sus maneras y modo de
hablar, pero siempre serioj nunca sonrefa y, conscen~
te de su poder, no hacia ostentacin de l, aunque
siempre hablaba en primera persona de 10 que haba
hecho o pensaba hacer. Uno de los ayudantes, evi~
dentemente para agradal'1e, fu a buscar un papel con

su firma para ensermela como una muestra de su


manera de escribir, pero no ]0 encontr. Mi entre_
vista con l fu mucho ms interesante de lo que yo
esperaba; tan joven, tan humilde en su origen, tan
destituido de todas las ventajas del nacimiento, con
honrados impulsos quiz, pero ignorante, fantico, sanguina.rio y esclavo de violentas pasiones; dueo absoluto de las fuerzas fisicas del pas, las cuales emplea_
ba para desahogar su natural odio hacia los blancos.
Al salir me acompa hasta la puerta y en presencia
de sus villanos soldados me ofreci sus servicios. Comprend que habia tenido la suerte de causarle una bue_
na impresin. Ms tarde, pero desgraciadamente durante mi ausencia, me hizo una visita en traje de gala
y de gran ceremonia, cosa rara que casi nunca haca.
En aquel tiempo, segn me dijo don Manuel Pavn, Carrera se consideraba a s mismo como un brigadier general, sujeto a las rdenes del gobierno. No
disfrutaba de una pensin fija para l ni para sus tro_
pas. No le gustaba ]Jevar cuentas y solamente peda
dinero cuando lo necesitaba; y de esta manera en ocho
meses no haba necesitado ms dinero que Morazn en
dos. Realmente l no deseaba dinero para s mismo
y como una medida de prudencia pagaba a los indios
una cosa insignificante. Esto agradaba muchfsimo a
la aristocracia, pues era sobre quien pesaba toda la
carga de las contribuciones. Debe ser una satisfaccin para algunos de mls amigos el saber que este
jefe sin ley est bajo el dominio de quien aun 105 ms
pacientes hombres se muestran poco dispuestos a tolerarlo. porqu.e su esposa le acompaa a caballo en to_
das sus expediciones, sin duda domin?-da por un sen~
timiento que proviene, a veces, del exceso de afecto;
y yo 01 d'tcil' que una parte no pequea d los trabajos
del Jefe del Estado, ~cmsista en mantener el equilibrio en las desavenencias familiares.
Cuando regresamos a mi casa, encontramos a un
caballero que dijo al Seor Pavn que un grupo de
soldados eshba buscando a un miembro de la Asam_
blea, que habia caldo bajo el enojo de Canera, pero
que era amigo personal de ellosj y cuando pasamos
por su casa, vimos una fila de soldados custodiando
la puerta mientras otros estaban registrando adentro.
Es~o era hecho por orden directa de Canoera sin conocimiento del gobierno.

CAPITULO 12
PASEO A MIXCO.-UNA ESCENA DE PLACER.-PROCESION EN HONOR DEL SANTO PATRON DE
MIXCO.~FUEGOS ARTIFICIALES.-UN BOMBARDEO.-FUMANDO
CIGARROS.-UN CAMORRIGTA
NOCTURNO.-SURIMIENTO y PESAR.-UNA RI:NA DE GALLOS.-UN PASEO POR LOS SUBURBIOS.
-DIVERSIONES DEL OlA DO~IINGO.-REGRESO A LA CIUDAD.

A consecuencia de las convulsiones y peligros de


la poca, la ciudad estaba triste y no hllbia alegra en
los crculos privados~ pero algunas entusiastas damas
haban hecho un esfuerzo para romper la monotona)
y un paseo, al cUll fu invitado, se prepar para aquella tarde a Mixco, un pueblo indgena como a tres
leguas de distancia, y en el que se celebrara al da
sIguiente con ritos indgenas, la fiesta de su santo patrn.
A las cuatro de la tarde sal de mi puerta a caballo para ver a Don Manuel Pavn. Su casa estaba
inmediata a la del proscrito diputado, y una fila de
soldados estaba rodeando toda la manz~na con el objeto de evitar un escape mientras se registraban todas
las casas. Yo siempre daba a estos caballeros un an~
cho espacio cuando poda, pero era necesario pasar a
caballo por toda ]a fila; y al p~sar por la casa del di-

65

putada, con la puerta cerrada y centinelas al frente


no poda sino pensar en la agona de su anguntiad~
familia, temerosa de que su escondite fuera descu-

bierto.

Don Manuel estaba esperndome, y nos dirigimos


a caballo a la residencia de una de las damas de la
comitiva, lUla joven viuda a quien ya no habla visto
antes y que, con su traje de montar, tenia una bella
ape.riencia. Su caballo estaba listo, y cuando hubo
acariciado a los ancianos para despedirse, nos la llevamos. Las criadas, con familiaridad y afecto la a....
compaaron hasta la puerta y siguieron dici"ndole adis, saludndola y encargndole que se cuidara mucho)
.. o que a d('roa res 'ondh. m:entras qu P sus voces pudjeron ser odas. Llamamos a dos o tres casas ms,
y easeguida nos juntamos todos en e Jugar de la

ponente. La iglesia, estaba situ.ada sobre una eleve..cin al frente de la plaza, con Su entera fachada ri-oa en ornamentos: e iluminada por la luz de las antor_
chas; y en el gran atrio y las gradas estaban apiadas
multitud de mujeres vestidas de blanco. ,En el centro
y frente a la portada haba un espacio claro y, con
un ruidoso canto, la procesin atraves la entrada.
Primero vena el alcalde y sus alguaciles todos in~
dios, con la vara en una !pano y candelas de cera encendidas, de seis u. ocho pies de largo, en la otra; en
seguida un grupo de diablos, no tan traviesos corno los
diablos de GU8itemala, pero ms feos, y probablemente
lns parecidos, de acuerdo con las nociones de los indios; a continuacin; sostenida en alto por indios, una
gran cruz de plata, primorosamente cincelada y orna~
mentada, seguida por el cura, con un palio de seda
sostenido sobre su cabeza en los extremos de largas
prtigas llevadas por indios. A medida que avanzaba
la cruz todos se arrodillaban, y a un extranjero se
Fu despus de anochecer cuando llegamos al bol'..;. le habra considerado culpable de un insulto hacia su
de de un profundo barranco que separa a M;ixco dell1.~ santa religin si hubiese omitido el conformarse a es~
no. Descendimos, y, al subir del lado opuesto, s~h. . . ta ceremonia. Despus seguian imgenes de santos
mos de a obscuridad de un barranco a una calle Ilu- rris grandes que lo natur~l, conducdas en. hombros
minada, y, a dos o tres cuel:'pos de caballo, a una 'p~a de indios; y en seguida una imagen de la Virgen, priza resplandeciente de luces y llena de gente, pas! to- morosamente vestida, con la tnica resplandeciente
dos indios en traje de fiesta. En el centro de la. pla- de lentejuelas. A continuacin vena una larga proza haba una hermosa' fuente, y en el lugar ~omm~n cesin de indias vestidas con sus trajes tpicos, con
te un',;i.' gigantesca iglesia. Cabalgamos haCIa arrIba, una gruesa faja roja trenzada en el pelo; que pare;..:
rumbo a la casa_ que haba sido preparada p;ara . las ca un turbant~, todas llev~mdo cirios encendidos. lLa
dama:;, Y: dejndolas alU, los' caballeros se dlspers~"" procesin pas por las calles ilUminadas, bajo los arron en busca'.de alojamiento para ellos; Las puertas cos, y parndose 'de tiempo e'n tiempo frente a los al~
de toda,s las casas' estaban abiertas .y la nicp. pregun...; tares, di la v~elta al pueblo, y/ como a la hora, con
ta que se,-hacia era que dnde habra un c~arto. ~l un ruidoso canto, ascendiq las gradas de la iglesia. Su
gunos d '1os jvenes 'no se tomaban esta molesba, vuelta a entrar fu anunciada con una descarga de
pues haban dispuest(} trasnoch;ar, Y. el Sr. P. Y: yo, colletes, despus de lo cual todos se reunieron en la
habiendo asegurado un local, :regresamos. a la, casa 0-' plaza pal'a 'la exhi1?icin de los fuegos artificiales.
cupada por las damas.. En una esquiI~a. ~abia un~
TIENDA como de diez pl~S en cu~dro" dlVldld~ "Y" con
rranscurti6 algn tiempo a.ntes de que estos es~
estantes que les sirvieron para cloocar sus ,sombreros tuvieran preparados, porque los que figuraban e'u la
y chale~. El, resto de la habitacin contena sola"": procesin, particularmente los diablos, tenan que sel,'
mente una mesa larga y bancos, ,.A. los pocos momen- los principales directores. Nuestra comitiva era bien
tos las seforas estaban listas y todos, salimOfl para dar conocida en Mixco, y aunque las gradas de la igl~sia
un paseo, Todas las c~Iles, y callejones ep.tal;mn bri-'- estaban atestadas, uno de los mejores lugares fu inllantemente ,ilwninados, y a, travs de algun~s haba mediatamente desocupado para 'nosotros. Por su pro~
arcos decorados con $iep:1preverde Y luces, y en las es- ximidad a Gu.~temala, el pueblo de Mixco conoca a
quinas haba altares bajo emparrados de ramas ador- todas las principales familias de aquella ciudad, y esnados con flores. El espritu de la alegra pareca taban alegres de ver tan distinguida compa~a en su
tomar posesin de nuestras guas, quienes, cyando se FIES'IA; y la manera familiar aunqqe respetuosa con
les antojaba, entraban a cualquier casa, y despus de que en todas partes eran tratados, manifestaba una
una animada charla la dejaban, inventando salir . a, ,sencill~z de costumbres y una bondad de s.,entimkmtos
tiempo que el ltimo de los de la comitiva iba entrari...l entre el rico y pobre, que para mi fu una de las pardo. En una casa encontraron un poncho enrollado tes ms interesantes de toda la fiesta.
cuidadosamente, sobresalindole el mstil de una guitarra~ -:E.l dueo de la casa saba nicamente que ~sta
La exhibicin principi por los TOROS el homperteneca a un joven de Guatemala, que la habia de- bre que haca de toro lo hizo al agrado de todo el pjacl0 cOmO una seai de su intencin de pasar la n!Jche blico, dispersando y haciendo huir a la muchedumbre
all. Uno de los jvenes desenroll el poncho, y ca~ en la plaza; se abalanz hacia las gradas de la iglesia,
yeron algunas rebanadas de pan, las que l distribuy y, en medio de risas y de gritos, se fu. Palomas
y con media rebanada en. la boca, toc un vals, el cual vokdoras y otras piezas vinieron en seguida; y todo
fu seguido por una cuadrilla; la buena gente 4e la el: espectculo termin con la. gran pieza nacional del
casa pareca c;.omplacida c;Ie este libre uso de su techo, Castillo de San Felipe, que era una representacin del
y batiendo palmas todos. alrededor" con Jl1uchas ex~ rechazo de una flota inglesa. Una elevada estructupresiones de buena voluntad por ambos lados, salimo~ ra representaba el cas~illo, y un pequeo bergantn
tan sin ceremonia como habfamos e'ntrado. Hicimos encaramado en la punta d~ un palo, como un gallo de
una jira por todas las calles principales, y cuando re-- campanario, la flota. El berga:ntn lanzaba una andagresamos a la plaza la procesin iba saliendo de la nada, y en seguida, por un repentino salto~ giraba sobre un eje, y lanzaba otra; y mucho desP1ls; cuando
iglesia.
ya estaba acribillado, el castillo segua arrojando por
"
La procesin del pueblo n honor de su santo pa- todos lados una magnnima corriente de fuego.
trn es el gran orgullo de los indios y la piedra de
toque de su carcter religioso, Cada indio contribuCuando todo termin, regresamos a la POSADA.
ye con su trabajo y dinero para llevarla a cabo, y es Un mantel estaba extendido sobre la larga mesa, y
el ms honrado a quien se le permite la parte ms en unos pocos minutos, bajo la direccin de las seoimportante en ella. Este era un pueblo rico> en don- ras, fu cubierta con los materiales para el da de
de vivfan todos los arri_eros de Guatemala; Y en nin- campo, trados de Guatemala. Los bancos se a'rrima_
guna parte haba visto una procesin indfg~na tan im- ron a la mesa y todos los que pudieron hallar asiento
cita. IEI patio se encontraba . lleno de _caballos con
gran variedad de elegantes monturas~, Aunque bamos
solamente a nueve millas de distancia y a un pueblo
grande de indios, era necesario llevar camas, ropa de
dormir y provisiones. yn squito de, sirvi~r:tes sufi~
ciente para llevar pertrechos de una pequena exp~
dicin militar fu e'nviado por delante, y todos partt~
mas. En las afueras todas las ansiedades y peligros
que dormitaban en la ciudad se olvidaron. Nuestro,
camino se extendia sobre una extensa llanura que pa...:.
recia
medida que el sol Se ocultaba tras los volca~
nes de'Agua y de Fuego, un hermoso juego de bolos ~n
el cual nuestra comitiva, pre~edida por una larga fIla
de indios con cargas sobre sus espaldas, formaba el
cuadro. Yo me sorprend al ver que las seiloras no
eran buenas amazonas. Ellas nunca montan por placer, y, por falta de comodidad en el c.amino, rara vez
viajan.

66

se sentaron. Antes que la cena hubiera terininado


hizo una irrupcin de muchachos de Guateinala, con
sombreros glaseados, ponchos y espadas, presentando
una apariencia algo desordenada; pero ellos eran en
su mayor parte jvenes, hermaJ10s y primos de l<lS
damas. Con sus sombreros puestos sentronse a comer en las mesas desocupadas y, tan pronto como acabaron, retiraron precipitadamente los platos, :tpi!al'on
las mesas en una esquina, un.a sobre otra, y las caudclas encima de todas, sonaron los violines y, cabaJlel'OS y seoras, encendiendo puros y cigarros, comp.nzaron a bailar. Tengo la pena de decir que generalmente las damas de Centro Amrica, no exceptuando
a Guaiemala, fuman, las seoras cas~das PUROS, o
solo tabaco, y las solteras' cigarros, o tabaco envuelto
en papel o PAJ. Cada caballero lleva en el bolsillo una caja de plata, con una larga mecha de algodn, acero y pedernal, la que- ocupa cllsi el mismo espacio que un pauelo, y uno de los actos de galantera es prendr lumbre' el hacerlo bien puede contt'.ibuir a encender una liama en l corazn de una seorita; de todas maneras el hacerlo chapuceramenle
sera mala educacin, No expresar mis sentimientos cm) respecto al fumar como upa costumbre del
bello sexo. Tengo recuerdos de bellos labios profanados. No obstante que, aun en es~o yo he visto a una
dama mostrar su- elegancia y refinamlent tocando apenas el cigarro con sus labios, como si lo besara dulcemente- y apartndolo en seguida. Cuando un caballero solicita lumbre a una dama, ella siempre remueve el cigarrillo de sus labios, Felizmente, la peligrosa proximidad que algunas veces ocurre entre caba...
lleras por la caUe no est en boga. El baile continu
hasta las dos de la maana, y su final fu como la separacin de una alegre reunin familiar, Los muchachos se dispersaron para dormir o para terminar la
noche en alegras en cualquier otr~ parte, y don Manuel y yo nos retiramos a la caa& que habamos asegurado para nosotros.
Estbamos en nuestras hamacas charlando sobre
los asuntos de la' noche, cuando omos una bulla en la
calle, un ruidoso tropel pas por.la puerta y se percibi el choque de, espadas. Al punto el criado oel
seor p. toc para eptrar, y nos dijo que a pocas
puert2s ms all haban matado a un hombre hirindole en la cabeza con una espada. En vez de salir
para satisfacer una vana curiosidad, como hombres
prudentes aseguramos la puerta. El tropel sigui calle arriba y de ah a poco Dimos estallidos de armas
de fuego. Todo el lugar pareda alborotado. Apenaos- nos habamos vuelto ,3 recostar cuando tocaron
de nuevQ la puerta. Nuestro posadero. un anciano
respetable, con su esposa; durmieron en un cuarto interior, y, temerosos de los rooti~es, habian tenido una
consulta para abrirlo. El primero no quera har.erlo,
pero la segunda, con aprensiones maternales, decia
que estaba temiendo que algo le hubiera acntecido a
Chico. Los toquidos continuaban, y ::Rafael, un conocido compaero del hijo; grit que C.hico estaba herido. IEl viejO' se levant en bU$ca de na luz, y recelando lo peor, la madre y la joven hermana p:rorrumpieron en llanto. El anciano, austeramente las
reprima, diciendo que l siempre haba prevenido a
Chico en contra rle las salidas cturnas y que Hlereca su castigo, La hermana corri y abri la puerta
y entraron dos muchachos. Nosotros podamos ver el
centelleo de sus espadas, y que uno estaba sosteniendo
al otro; y a tiempo que el anciano consigui una luz,
el herido cay al suelo, Su rostro estaba espantosamente plido, y manchado con sangre; su sombrero
cortado desde la copa hasta el ala tan perfectamente
como si hubi.era sido con navaja de baTba, y su mano
derecha y brazo estaban envueltos en un pai'iuelo de
bolsillo, el cual estaba manchado con sngre. El anejano lo mir con la :,ust~ridad de un roma~lO, dicindole que ya sabia que estas serian las consecuencias

de sus salidas nocturnas; la madre y ia hermana lloraban, y el inuchacho, con dbil voz, Tt?gaba a su pa....;
dre que lo perdonara. Su compaero lo condujo a la
habitacin interior: pero antes que ellos pudieran ca,
locarlo sobre la cama cay otra vez y se desmay. El
padre estaba alarmadq y cuando se recobr pregunt61e si deseaba confesarse. Chico, con una voz l.nguida respondi, como Ud. guste, El .anciano mand
a su hija que fuera por el padre, pero el alboroto era
tat'} gl.'ande en la c~Ue que ella tuvo miedo da aventurarse a salir, Mientras tanto le examinamos la ca
beza, la que, no obstante la corbida a' travs del sombrero, apenas haba sido tocada; y l mismo dijo que
haba recibido el golpe en 'la mano, y; que Se la haba'n quitado, No haba all un mdico cercano' sino
hasta Guatemala, ni alguna persona que :fuera capaz de
hacer algo por L Yo haba tenido' alguna prctica en
medicina, pero ninguna en ciruga; sabia, sin embargo, que de todas maneras, era bueno lavar y limpiar la
herida, y con la ayuda del criado de don Manuel, un
joven ingls a quien ste haba trado de los Estados
Unidos, lo colocamos sobre una cama. Este joven haba tenido alguna experiencia en las camorras del pas,
pues haba matado a un muchacho en una ria motivada_por un asunto de amores, y estuvo confinado en
la casa siete meses por las heridas recibidas en el mismo encuentro. Con su ayuda desenvolv6 el ensan~
grentado pauelo; y a medida que a\!8nzaba senta
que me faltaba el valor, y C01)lO, al dar la ltima vuelta, una mano muerta cay sobre la ma, un estremecimiento y un hondo gemido corri entre todos los espectadores y estuve a punto de dejar caer la mano.
Habia sido cortada desde atrs arriba de las articu---:
laciones, y los cuatro dedos colgaban s610 de la parte
carnosa del pulgar. La piel estaba 'arremangada y
mostraba a cada lado cuatro huesos salidos, como los
dientes de un esqueleto, Los junt uno con otro y
cuando l levant el brazo, chocaron como si fueran
dientes, Yo not que el caso estaba fllera de mi habilidad, Es posible que la mano pudiera haber -sido
restaurada juntando la" piel por medio de una costu1'31 pero yo crea que lo nico que deba hacerse era
cortarla ente-ramente, y esto yo no- quera hacerlo. Incapaz de d~rle ninguna otra asistencia, la envolv otra
vez en el pauelo. El joven tena un' semblznte suave y agraable; y tan agradecido por mi infructuosa
tentativa como si yo realmente le hubiera serVido eh
algo, me dijo que no me molestara ms;~ sino que me
acostara; sU madre y su hermana, con ahogados sollozos, s~ inclinaron sobre su cabeza: su padre sostuvo la
aust~l.'idad de sus maneras, pero era 'fcil comprender
que su corazn estaba traspasado de dolor; y para m,
un extranjero, era horrible ver a un hermoso joven
mutilado para toda la vida en' una contienda callejera.
Segn cont la historia l mismo dijo; que estaba
paseando con algunos de sus amig9s, cuando encontr
a uno de los Espinosas dp. Guatemala, tambj!1 con un
grupo de amigos. Este ltimo, que era conocido como
un espadachn, se dirigi a ellos con una expresin en
espaiol, casi equivalente a la inglesa <ll'll give
ta
:vou". ("Ahora te vaya pe-gar"). Chico respondi
I<Lo veremos" e inmediatamente desenvainaron sus espadas. Chico, al intentar parar un golpe, lQ l'ecibi en
el extremo de la mano rlel'echa al past.\' por todos
Jos huesos se debilit tanfo la fuerza que solamente le
cort la copa y el ala del sombrero. La prdida de
la mano le haba indudablemente salvado la vida; porque si toda la fuerza del golpe hubiera caido sobn~ su
cabeza, lo habra matado; pero el infortunado muchacho, en vez de estar agradecido de su snlvacin, jur
venganza contra Espinosa. Este, segn Supe ms tar_
de, jur que la prxima vez Chico no escapara slo
con una mano menos: y, Con toda probabilidarl, cuan<:lo se encuentren otra vez, lmo de ellos quedar sin
vida.

it

67

Todo esletiempo el alboroto continu, cambiando


de lugar, con estallidos ocasionales de armas de fue-'
go; una ta estaba retorcindose .las manos porque su
hijo andaba fuera y nosotros tenamos razn para temer una noche trgica. Nos fuimos a la cama, pero
durante largo tiempo el ruido en la calle, los gemidos
del pobre Chico y los sollozos de su madre y hermana
nos <nitaron el suefio.

esta eql una parte de la fiesta. Nosotros debemos: se-r


indulgentes teniendo en cuenta que Se -trata de' una
educacin y condicin social en todo diferente a la
n~estra. Ellas no carecan de sensibilidad y refillamIento; y atUlque no se apartaban con disgusto parecan no tomar. inters en la pelea, y no estab~n dis~
puestas a esPerarse p~ra la ~gunda;

Dejando la repugnante escena dimos un paseo. por


los suburbios, un lugar de los cuales domina una majestuosa vista de la llanura y ciudad de Guatemala COn
monta~s alrededor, y uno se pregunta cmo p~ede
ser pOSIble que, en medio de tan grandes y gloriosus
panoramas los hombres puedan crecer can sentimieutos tan vile~. Al... cruzar la plaza omos msica en una
casa grande perteneciente a qn rico arriero; y entrando nos encontramos con un joven arpista y dos frailes
mendicantes con las coronillas rasuradas vestidos de
blanco, ~on largas capas blancas y capu~has, de una
orden nuevamente revivida -en Guatemala, y bebiendo
AGUARDIENTE. MANTOS Y sombreros fueron ~rro_
jados, las mesas y asientos arrimados a la pared, y a
los pocos momentos mis amigos estaban valsando; siLa puerta de la iglesia estaba tan llena de gente guieron dos o tres cotillones y volvimos a la POSAque no pudimos entrar; y al pasar por' la casa del cura, DA, donde despus que fu servida fruta de diversas
nos paramos en una entrada a ,un lado ?el altar, El clases, todos nos sentamos en el corredor de atrs del
cura ataviado con sus ms rICas vestiduras, y con portal. Por casualidad andaba suelio un caballo en
indiS jvenes ayudantes en trajes sacerdQtales, con el patio, y un muchacho, ponindole las manos en! los
sus largos cabellos negros Y sus i.ndolentes fac~il)nes cuartos traseros, salt sobre sus lomos. Los muchaen extrao contraste con sus vestidos y ocupaclOnes, chos restantes siguieron el juego, y entonces uno de
estaba oficiante ante el altar. Sobre las gradas del ellos levant al caballo por, las ,patas delanteras; al
frente, con sus negros mantos echados sobre la cabe- soltado otro lo tom, y as $iguieron todos con gran
za y los ojos inclinados hacia el suelo, ~taban .las asombro del pobre animal. En seguida hubo una exhi-da'nzadoras de nuestra comitiva de la noche antenor; bicin en el corredor, saltando uno sobre; la cabeza del
arrodilladas a lo largo de todo el piso del inmenso otro; despus uno Se agach con las manos descansantemplo haba una densa masa de mujeres indias con do en el piso del corredor, montndose otro sobre sus
rojos tocados; y recostados contra los pilare~ y parados espaldas mientras el primero trataba de botado sin
en el fondo estaban los indios envueltos en negras retirar las manos del suelo. Siguieron otras pruebas,
todas improvisadas y cada una ms absurda que ia 'inchaDlarras.
terior; y todo termin con un? corrida de toros,: en la
Esperamos ,hasta que termin la misa y en segui- que dos muchachos se montaron sobre las espaldas de
da acompaamos a las da!TIas a la casa y. nos desay1;t- otros dos como matadores y uno, con la cabeza entre
namos. Aunque era domIngo, las ocupacI0E-es del dla los hombros, los persegUa ~omo toro. Aunque- estas
consistian en Ona' ria de gallos por la manana Y una diversiones no eran muy elegantes, todos Se mostracorrida de toros por la tarde. Nuestra comitiva ha- ban tan cordiales uno con otro, y haba all tan per...,.
ba aumentado con la llegada de una distinguida fami- fecto abandono, que la reunin termin COn gritos y
lia de Guatemala Y todos nos preparamos para la prj~ risas.
mera. Esta se verific en el patio de una casa desConcluido sto, los jvenes sacaron los ma:ntos de
habitada la <ue ya estaba repleta; y yo observ, para
honra d~ los indios y vergenza de las mejores c1a-- las damas y de nuevo salimos pata. dar un paseo; pero
ses que todos llos 'eran mestizos o blancos, y, siem- al llegar a la PLAZA los muchachos cambiaron de pen_
pr~ exceptuando a los soldados de Carrera, jams -yi Samiento; y sentando a las damas, a quienes yo me agents de peor catadura o con ms aspecto de aseSI- gregu, en la sombra, comenz el RESCATE. Todo
nos que este grupo de hombres. Por todo el largo de el que pasaba se paraba y los vecinos parecan gOZOf;Q8
las paredes del patio habia gallos amarrado:; de una con la alegra de nuestra comitiVa. Los jugadores se
pata, y hombres ~ndando alrededor con otros gallos revolcaban uno a otro entre el polvo, con gran alegria
bajo e\ brazo, ponindolos en el suelo para comparar de los mirones; y asi sigui hasta que vimos que los
su tamao' y peso, regulando apuestas' y tra~ando de azafates venan atravesando la plaza, 10 cual era un
engaarse recprocamente. Por fin se arreglo una pa- signo de comida. Por fin, pensando que ya habamos
reja- las damas de nuestra compaa tenan asientos tenido 10 suficiente para un domingo, decidf renunen el corredor de la casa, y el espacio fu aclarado ciar a la corrida de toros; y en compaa de don Mafrente a ellas. Las navajas eran instrumentos san- nuel y de otro prominente miembro de la asamblea y
guinarios, de ms de dos pulgadas de largo, macizas y su familia, prepar mi regreso a la ciudad. La maafiladas como agujas, y las aves apenas estaban en el nera de viajar era prhitiva. Todos iban a caballo, y
suelo cuando ya tenan rizadas las plumas de la nuca l mismo con un su hijo pequeo en ancas: su hija
y volando una sobre otra. En menos tiempo del que sola; su esposa sobre un silln can un criado para sossd haba empleado para ponerle el arpn, una ya es- tenerla, una muchacha sirvienta Can un nio en los
taba tendida en el suelo cap. la lengua de fuera y la brazos, y un criado encima del equipaje, Era ulla
sangre chorrendole por el pico, muerta. El ansia y hermosa tarde,. y el valle de Guatemala con su verde
vehemencia, ruido y alboroto, pendencias, apuestas, csped y obscuras montafias, presentaba una hermosa
juramentos Y' rias de la multitud, exhibfan un triste perspectiva. Al entrar eh la ciudad nos encontramos
cuadro de la naturaleza humana y de un pueblo san- con una, procesin religiosa, con sacerdotes y monjes,
guinario. Yo debo decir, en favor de las damas, que todos llevando cirios encendidos, y precedida por homellas en la ciudad jams estn presentes en tales es- bres que disparaban cohetes. Evitamos la plaza por
cenas. Aqu ellas fueron por ninguna otra razn que causa de los soldados, y a los pocos minutos me eH
yo pudiera ver, sino porque estaban fuera del hogar y contraba ya en mi casa solo.
No despertamos sino hasta cerca de las gj.~ez. Era
da domingo; la maana estaba I5'rillante y hermosa,
los arcos y floree todava adornaban las calles, y los
indios con sus vestidos limpios Se dirigan a la misa
dominical. Nadie, excepto los inmediatos interesa~os,
saba o se cuidaba de los sucesos de la noche antenor.
Al atravesar la plaza, encontramos a un indio alto,
ostentoso a caballo con una larga espada a un lado,
quien sal~.d6 al seo~ Pavn y sigui su camino pasan~o
frente a la casa de Chico. lEste era Espinosa. NadIe
intentaba molestarle Y nlnguna informacin se babia
seguido por las autoridades con respecto a lo acontecido.

68

CAPITULO 13
EXCURSJON A LA ANTIGUA Y AL OCEANO PACIFICO.-SAN PABLO.-PAISAJE EN LA MONTAl'l"A.
-EL RIO PENSATIVO.-LA ANTIGUA.-RELATO DE SU CONSTRUCCION.-UN OCTOGENARIO.LA CATEDRAL.-SAN JUAN OBISPO.-SANTA MARIA.-EL VOLCAN DE AGUA.-ASCENSION A LA
MONTAJ\lA.-EL CRATER.-UN ELEVADO PUNTO DE REUNION.-EL DESCENSO.-REGRESO A LA
ANTIGUA.-EL CULTIVO DE LA COCHINILLA.- TERRENO CLASICO.-CIUDAD VIEJA.-SU FUNDACION.-VISITA DE LOS INDJOS.-SALIDA DE CIUDAD VIEJA.-PRlMERA VISTA DEL PACIFICO
- ALOTENANGO -EL VOLeAN DE FUEGO.-ESCUINTLA.-UNA PUESTA DE SOL.-MASAGUA.PUERTO DE ISTAPA.-LLEGADA AL PACIFICO.
El martes diez y siete de Diciembre, saH en excursin para la Antigua Guatemala y el Ocano Pac_
fico. Me acompaaba un joven que viva al lado 0pue~to y que deseaba ascender al volcn de Agua.
Ya
haba yo despedido a Agustn y tuve mucha dificultad para conseguir un hombre que conociera el camino. ROMALDI (ROMUALDO) tena slo un defecto:
era casado y como algunos de los de su gremio, muy
aficionado a la vida errante; pero a su esposa no le
agradaba esta inclinacin' deca ella que yo ira a EL
MAR Y que podra llevrmelo, que jams le volvera
a ver, y la afectuosa mujer lloraba ante la simple, idea
de perderlo; pero al pagarle poniendo el dinero en SUS
manos antes de la partida, accedi. Mi nico equipaje consista en una hamaca y un par de sbanas,
que Romaldi llevaba en su mula, y cada uno tenamos
uTIt par de alforjas. En la puerta encontramos a don
Jos VIDAURY (Vidaurre) a quien yo haba visto primero en la silla presidencial de la Asamblea Constituyente, que iba a visitar su hacienda a la Antigua. Aunque sta se encuentra solamente a cinco o seis horas
de distancia, el seor Vidaury, que era un hombre muy
corpulento, tena dos caballos de remuda e insisti en
mi admiracin por el animal dijo, en la frase usual de
cortesa espaola, que el caballo era mo, Esto dicho
en el mismo espritu con que un francs que ha sido
atendido hospitalariamente en una casa de campo en
Inglaterra, declara su amor a siete de las hijos por
mero cumplimiento. Y mi digno amigo se habra sorprendido en extremo si yo hubiese aceptado su oferta.
El camino a Mixco ya 10 describ. E'n el pueblo
nos detuvimos para ver a Chico. Le haban amputado la mano y ya seguia mejor. Saliendo del pueblo
ascendimos por una escarpada montaa, desde cuya
cima disfrutamos de una hermosa vista de la poblacin a sus pies~ del valle y de la ciudad de Guatemala
y del lago de AmatitIn circundado por una fila de
montaas. Descendiendo por un agreste y spero camino llegamos a una llanura,~ mirando hacia la izqierda la aldea de San Pablo y hacia la derecha, a
alguna distancia. otro pueblo. Entramos en seguida
por un sitio arbolado y, despus de subir y bajar por
la precipitada falda de una montaa con un esplndido
barranco a la derecha, llegamos a una hermosa cO~
triente. En este lugar nos encontramos rodeados de
montaas; pero las orillas del arroyo estabDn cutier~
tas con delicadas fiores y papagayos de vistoso pluma~
je posados sobre las ramas de los rho]es o volando sobre nuestras cabezas, formando, en medio del gigan~
tesco esceliario, un sitio encantador. La corriente pasaba por entre 40s filas de montaas tan estrechamente unidas, que apenas haba lugal' -para el paso de
un camino de herraduras. A medida que avanzbamos,
las montaas diriganse hacia la izquierda, habiendo
del otro lado dd la corriente algunos recodos cultivados con cochinilla entre el propio hueco de la base.
Un nuevo rodeo del camino y despus, siguien~o recto, nos permiti una vista de ms de una milla por
entre las montaas a cuyo extremo divisamos la Antigua, situada en un delicioso valle, rodeada de mon~
taas y colinas que siempre conservan su verdor, re~
gada por dos rios que surten numerosas :fuentes, con
un clima en que ni el calor ni el fro predominan;
empero, esta ciudad rodeada de bellezas naturales ma-

yores que las que yo jams he visto, ha sufrido quizs ms calpl1idades que ninguna otra ciudad edificada nunca. Pasamos la puerta y caminamos PQj~ los
suburbios en la entrada del valle, en uno de cuyos
lados se encontraba una casa nueva que me record
una villa italiana, con una gran plantacin de cochinilla extendindose hasta la base de la montaa. Atravesamos un ro que tie'ne el potico nombre de El
Ro Pensativo; del otro lado haba una primorosq. fuenle y, en la esquina de la calle, las ruinas de la iglesia
de Santo Domingo, un recuerdo de los formidables terremotos que derribaron la angua capital arrojando a
Los habitantes de sus hogares.
A cada lado se encontraban las:' ruinas de las igle~
sias, de los conventos y, de las residencias privadas.
grandes y valiosas, algunas reducidas a escombros,
otras con las fachadas an en pie, ricamente decoradas con estuco, agrietadas y con grandes aberturas, sin
techo, sin puertas ni ventanas y con rboles creciendo
en el interior hasta arriba de los muros. Muchas de
las casas ya han sido reparadas, la ciudad est repoblada y presenta un extrao contraste de ruina y res-tauracin. Los habitantes, 10 mismo que los morado-~
loes de la sepultada Uerculaneoum, parecan no tener
temores de nuevos desastres. Me encamin a la casa
de don Miguel Manrique, la que Se encontraba ocupada
por su familia cuando ocurri la destruccin de la ciudad, y, despus de recibir una afectuosa bienvenida,
fui a dar un paseo por la plaza en compaa del seor Vidaury. El grabado del frente dar una idea,
mejor que yo, de la belleza de la escena, !Los grandes volcanes de Agua y de Fuego se destacan sobre
ella. lEn el centro se encuentra una majestuosa fuen~
te de piedra, y los edificios que la circundan, esp,":""
cialmente el palacio del Capitn General, ostentan al
frente los escudos de armas conferidos por el Empe~
radar Carlos V a la noble Y leal ciudad, y elevndose
sobre todos el Apstol Santiago a caballo, con arma~
dura y blandiendo una espada; y la maje~tuosa, aunque destechada y arruinada catedral, de trescientos
pies de largo y ciento veinte de ancho, como de seten.. .
ta pies de altura y alumbrada por cincuenta ventanas,
manifestando en la actualidad que la Antigua fu en
un tiempo una de las ms hermosas ciudades del Nuevo Mundo, merecedora del altivo nombre que le di
Alvarado, de Ciudad de Santiago de los Caballeros.
Esta fu la segunda capital de Guatemala, fundada e'n 154:;:, con motivo de la destruccin de la primera por un volcn de agua. Su historia es una serie
no interrumpida de desastres. "En 1588 una 0nfermedad epidmica, acompaada de violenta hemorragia
nasal, arrebat gran nmero de sus hahitantes; ni podan los facultativos idear mtt>do alguno para atajar
los progresos del mal. Muy severos temblores de tierra se sintieron en difere'ntes periodos; uno en 1585
que da seriamente a muchos de los principales edificios; los de 1575, 76 'Y 77 no fueron menos ruinosos.
El 27 de Diciembre de 1581 la poblacin se vi6 alarmada otra vez por el volcn, que empez a arrojar llamas, siendo tan grande la cantidad de cenizas aventadas y esparcidas por el aire, que el sol se obscureci
por completo y se hizo necesaria la luz artificial en la
ciudad al mediodia".

"Los aos de 1585 y 6 fueron espantosos en extre-

69

mo. El 16 de Enero del 85 sintironse temblores de


tierra que continuaron durante ese ao y el siguiente,
con tania frecuencia, que no pasaban ni ocho: das sin
que se sintiera un temblor ms o menos violento. La
l1l.o'ntaa arrojaba fuego sin csar durante meses ente~
ros, lo que aumentaba grandemente la general cons~
ternacin. El lnayor desastre de estas series ocurri
el 23 de Diciembre de 1586, cuando la mayor parte de
la ciudad fu reduCida de nuevo a un montn de Tui.....
nas, sepultando bajo los escombros a muchos de sus
infortunados habitantes; la tierra se sacudi con tal
violencia, que las cima3 de las ms altas coli'nas fueron derribadas, y se formaron profundos barrancos
en varias ,partes a nivel del suelo".
uEl 1601 una peste arrebat muchas vidas. Atacaba con tal magnitud que a los tres das, generalmente, acababa con la existencia de los afectados por
ella" .
HEI 18 de Febrero de 1651, como a la una. de la
tarde, se oy el ms. extraordinarip ruido subterrneo,
seguido inmediatame'nte de tres v~olentas sacudidas a
muy cortos intervalos una de otra, que derribaron pOI:
tierra muchos edificios y daaron otros;, las tejas de
los techos de las casas ,fueron dispex;.<?adas en todas
direcciones, para 'partculas de paj~ :po:t;un soplo de
viento: las cam~anas de los templos sonaron por las
vibraclones; moles de rocas se desprendieron de las
montaas, y an las bestias ,salvajes se encontraban
tan aterrorizadas, que~ perdien~o su natural instinto,
abandonaron sus guadd'as y buscaron refugio en las
habitaciones de los hombres".
"El ao 16B6 trajo cf:"msigq otra espantosa epidemia que en tres meSes barrt ~Otl. la dcima, parte de
los habitantes .... " "Desde la apita1, la peste se
esparci por loS; pueblos, circunv~ciposY ,de ah a los
ms remotos, ocasionando terribles estragos, particularmente entre los ms robustos de los habltanh~s".
"El ao 1717 Iu inernorable: 'en la noche del 27
de A:tosto, ]a montaila empez a arrojar namas,acom~
paadas de un retumbante ruido subterrneo.. La noche del 2B aument la erupcin con gran violencia alarmando .muchsimo a los ,habita'ntes Las imgenes
de los santos fueron sacadas 'en procesin, se: hicieron
rogaciones pblicas cada da; pero la terrible ert,lpcin
an continllaba, acompa:q.ada, a intervalos, de frecnel1..,.
tero temblores por ms ,de; ,e~atro meses., P01~ ~tiinO,
la noche del 2qde 'Septieinb~ei la suerte de Guatemala
pareci decidida, pues una,~nevitabldestrucc~n daba
seales de aproximarse., Grande fu la ruina de los
edificios pblicos; m,ch~s casas fuero'n derrihadafi y
c8si todas las restantes quedaron seriamente daadas;
pero ]a mayor deva.stacin s~ vio en los templos".
"El aol de 1773 fu la poca ms l'gub_re en los
anales de esta metrpoli; fu entonces destruida para
ya no' resurgir jams de sus ruinas como capital" .,.
"ComQ a las cuatro de la tarde del 29 de Julio se sinti una tremenda vibracin, y a los pocos momentos
principi la horrorosa convulsin que decidi la suer~
te de la infortunada ciudad" .. '. "IEl 7 de Septiembre
hubo otra que derrib la mayor parte de los edificios
que quedaron daados el 29 de Julio: y el 13 de Di~
ciembre, una todava ms violenta di fin al ttabajo
de destruccin" ... ,"An no estaba el pueblo restablecido de la consternacin que le produjeron los su~
cesos del fatal 29 de Julio, cuando se convoc una reu~
nin con el objeto de aunar los pareceres de los habi.~
tantes para el traslado" '. . .. HEri reunin se estableci
que todas las autoridades Se trasladaran, provisional~
mente al pequeo pueblo de La Ermita, hasta 'que los
valles de Jalapa y Las Vacas pudieran Ser deslindad0s
y que la voluntad del Rey sobre el asunto hubiese sido
averiguada" .. "ElIde Septiembre el Gobernador y
todos los tribunales se trasladaron a La Ermita; se
completaron los deslindes de los lugares ya. mencio ~
nadas y se convoc de nuevo a los habitantes para de-cidir con respecta a la traslacin. Este congreso se

verific en la capital provincial y dur del 12 al 16


de Enero de 1774: Se ley el informe de los comisionados y por mayora de votos resolvise hacer el for,mal traslado de la ciudad de Guatemala al Valle de
Las Vacas. El Rey di su asentimiento a esta lesolucin el 21 de Julio de 1771; y por un deCj'eto del 21
de Setiembre siguiente, aprob la mayor parte de los
proyectos que fueron propuestos para llevar a efecto
la determinacin, cediendo muy liberalmente el total
d/ ingresos de las aduanas, por espacio de diez aos,
para los gastos de edificaciones, etc. En virtud de
este decreto, el Ayuntamiento se estableci en debida
forma en el nuevo lugar,el d~a primero de Enero de
1776, 'y el 29 de Ju~io de 17,77 se 'emiti una proclama
en fa Antigua Guatimala, recomendando 3: la poblacin trasladarse a la nueva ciudad dentro del trmino de un ao y abandonar totalmente los restos de! la
antigua".
..,
Tal es la referencia que hace el historiador de
Guatemala con respecto a la destruccin. de esta ciudad; adems de la cual, yo vi en el mismo lugar al
Padre Antonio. Croques,. un octogenario y el ms viejo cannigo de Guatemala, quien estaba viviendo en la
ciudad cuando ocurri el terremoto que complet su
destruccin. Estaba todavia vigoroso fsica e intele(}~
hialinente, escribi su, nombrg .con mano firme <.:l11 mi
libro de notas y conservaba un vvido recuerdo del
esplendor de la ciudad cuando, en ,su niez, como l
deca, los carruajes rodaban all como en las calles d
Madrid. El da fatal Se encontraba l en la iglesia
de San Francisco con gos padres, uno. de quienes, en
el momento del temblor le tom de la mano &! 1'astr~I1dole hacia el patio; el otro quedo sepultado bajo
las ruinas de~ templo. Recordaba que las tejas volaran de los techos de las casas en todas direcciones;
las nubes de polvo eran sofocantes 'Y la gente corda a
las pilas para saciar la sed. iLas fuentes se rompieron
y un hombre le' arrebat ei sombrero para sacar el
agu a El Arzobispo durmi aquella noche en su ca.:..
rruaje en 18; plaza. Me descripi las ruinas d los
edificios particulares, los muertos que fueron extrads
de entre los escombros y la -Confusin y terror de los
habitantes; y aunque sus recuerdos, eran solamente los
de un nio, tena material suficiente para horas de
conversacin;
lEn compaa del cura visitamos el interior de la
catedral. Los gigantescos muros estaban en pie p~ro
sin techo; el interior era usado como cementerio y
las tumbas sombreadas por un bosque de dalias y r-boles de set~nta a ochenta pies de elevacin que salan
por arriba de los muros. El altar mayor se encontra~
ba en pie bajo un cpula, sostenida por diez y seis
coluro'nas forradas de carey y decorado con medallones
de bronce primorosamete trabajados. Sobre la cor~
l1iza estaban anteriormente colocadas la imagen de la
Virgen y las de los doce Apstoles,' de marfil, pero
todo esto ya no exista; y ms interesante, que los recuerdos de su antiguo esplendor o que sus melanclicas ruinas, era la bveda vacfa donde en un tiempo
reposaron las cenizas de Alvarado el Conquistador.
Por la tarde se me acerc mi joven compaerQ
y noS fuimos para Santa Maria, un pueblo de indios
a dos leguas de distancia situado en las faldas del
volcn de Agua, con el propsito de ascender a la cima al siguiente da. A medidfl: que nos aproximbamos al valle, la escena eran tan hermosa que no me
admir que ni aun los terremotos pudieran hacerlo, desolado. A una legua de distancia llegarnos al pueblo
de San Juan Obispo, cuya iglesia y convento Sou visibles desde abajo y dominan una magnfica vista del
valle y ciudad de la Antigua. Al anochecer llegamos
al pueblo de Santa Mara, encaramado a una altura de
dos mil pies arriba de la Antigua y a siete mil pies
sobre el nivel del Pacfico. La iglesia se yergue sobre un magnfico atrio con varias entradas; y frente a
ella se encuentra una gigantesca cruz blanca. Nos

70

encaminamos al convento que est a cargo del CUfa de


San Juan Obispo, pero estaba deshabitado y no habla
quien nos recibiera, expecto un pequeo viejo muy
parlanchn que haba llegado quella misma maana
Muy pronto tuvimos una irrupcin de indios, con el
Alcalde y sus alguaciles, que llegaban a ofrecernos
sus servicios como guas vara subir a la montaa.
Ellos fueron los primeros indios que encontr que no
hablaban el espaol, y su vehemencia y vociferacin
me recordaba a mis viejos amigos los rabes. Describan el ascenso como inuy dificil, con peligrosos
precipICios, y con mucha dificUltad para hallar el paso, decidindonos que era necesario, para cada uno de
nosotros, llevar diez y seis 40mbres con lazos para trepar, pagan(lo doce dlares. por cada hombre. Pareciero,n algo asombradqs cu~ri4q. yo les dije que nosotras necesitbamos dos hombres cada uno y que les
daramos medio dlar por cabeza, pero inmediatamente rebajaron a ocho hombres para cada uno y un dlar por cabeZa: y despus de un ruidoso lt~rcado, es...
cogimos seis entre cuarenta y todos se rebraron, A
los pocos minutos olmos un vJoln a'u~ra,. que pensamos seria en nuestro honor; per9 er~ el veJete que ('ra
titiritero y que pensaba dar una exhibicin e.sa noche.
E! msico penetr a la habitacin y un hombre se
par en la puerta para aOmi~ir a los visitantes. El
precio de la entrada era de t.res centa,;,os y hubo frecuentes disputas por, consegwr la rebaJ~. de un centavo o para que se admitieran dos por tres centavos. Lo
elevado, del precio impeda la entrada del populacho,
la concurrencia era muy selecta y todos se sentaron en
el suelo. Los ingresos, segn supe por,el pQrtero, fueron arriba de cinco chelines. ROIp.aldi, que era un dies_
tro aficionado dirigi la orquesta es, decir, al otro
violinisto. Los' tteres estaban en la habitaCi(m veci_
na y cuando se abri la puerta se descubd6 una chamarra negra colgando como cortina, la que al ser levan.
tada dej ver al titiritero sentado junto a una mesa
con 'sus pequeas figuras ante sI. Los juegos de ~os
tteres se nevaban a cabo por medio ~e: cnVer"saclO
nes de ventriloqua en medio de las cuales me dorm.
No salimos sino hasta las siete de la maaQ"a si_
guIente. El da tena mala apariencia y toda la mon_
taa estaba cubierta de ,nubes. Hasta aqu la falda
del volcn estaba cautivada. AIcabo de media hora el
camino se torn tan empin.ado y resbaladi~o que d~s_
montamos y comenzamos el ascenso a pie. Los indIOS
se habian adelantado llevando agua y provisiones, y
cada uno de nosotros se provey de un fuert~ cayado.
A las ocho menos cuarto llegamos a la 1."egin med.ia
que se encuentra cubierta p.or una ancha fija de espeso bosque; el camino era escarpa~o y. lodoso y c.:,d~
tres o cuatro minutos nos veamos obllgados a parar
y qescAnsar. A las nueve menos cuarto salimos a un
claro donde se encontraba. upa gran cruz de madera.
Este era el primer lugaJ;" de descanso y DOS sentamos
al pie de la cruz a merendar. Haba empez.ado. una
llovizna, pero, con la esp~ranza de un cambIO, a las
nueve y media reanudamos nuestro ascenso. El pa~
so se hizo ms empinado y fangoso, los rboles se aglo_
meraban tan densamente :que ni el m.s leve rayo de
sol -penehaba por alli y t~w~~ sus tronc(}s y ra~as ~u.
biedos de verdes excrececJ.as. .El camIno habla SIdo
abierto y mantenido por los indiqs que su.ben en in_
vierno a conseguir nieve y ,hielo para Guatemala. El
trabajo para trepar por esta ,lodosa ladera era excesivo
y muy pronto mi joven compaero ~intise fatigado
y fu impotente para continuar sin ayuda. Los indios
iban preparados con lazos l uno de e~tos se le at alre
dedor de la cintura y dos indios pasaron adelante con
el lazo sobre los hombros. A las diez.y media nos en~
contrbamos arriba de la regin de Jos bosques y sali_
mos a un lado abierto del volcn. AlU an haba r_
boles dispersos, abundante hierba y una gran variedad
de .curiosas plantas y flores aportando rico material
para los botnicos. Entre ellos haba un rbol con.
Una flor roja q.enominado el rbol de las ~anitas, pe.

ro ms parecido a la mano de un man, creciendo l


una altura de treinta o cuarenta pies, con el interiOl'
de un ligero tinte bermelln y por fuera bermelln
con listas amarillas. Mi compaero, cansado con el
trabajo de la ascensin, no obstante la ayuda del lazo,
se mont por fin sobre los hombros de un' indio. Yo
me vea obligado a parar a cada dos o tres' minutos,
siendo mis descansos casi iguales al tiempo que cami
naba. La gran dificultad consista en la humedad y
el lodo, que al ascender, nos haca perder una parte
en cada paso. Este era tan resbaladizo que aun con
el cayado y la ayuda de las ramas de los rboles y arbusts se haca dUci! evitar una cada. Como media
hora ntes de llegar a la cima y quizs a unos mil o
mil quinientos pies de ella, los rboles se volvie~'on
escasos y parecan secados por los rayos o marchita_
dos por el fro. Las nubes se aglomeraban ms espe_
sas que antes y yo perd toda la esperanza de un claro
da A las once y media llegamos a la c(spide y desce'ndimos al, l'ter. Un torbellino de nubes y vapores bata violentamente en sus contornos Estbamos
sudando' nuestros vestidos se encontraban empapad9s
por la liuvia y el fango y en pocos momentos ~ el fro
nos cal hasta los huesos. Intentamos encender una
fogata pero 'las ramas y hojas estaban mojadas y no
podia~ arder.. por unos pocos instan.tes logramos una
dbil llama y todo
abati a su alrededor; pero cay una llovizna lo sUficiente para apagarla. No podamos ver nada y los temblorosos indios me suplcaban que regresranws. Sobre la,s rocas inmediatas
haba inscripciones,' una de las cuales llevaba la fe_
6i 1548; y 'sobre una piedra cortada estaban las siguientes palabras:

'se

Alexandro Ldvertj
De San Petersburgo;
Edvardo Legh Page,
De Inglaterra;
Jos Croskey,
De FyJadelfye,
B:byrnos aqu unas Boteas:
De Champana, el da 26
de Agosto de. 1634.
Pareca ext"ao que tres hombres de tan lejanas
y diferentes partes del mundo, San Petersburgo" Inglat2rra y Filadelfia, se hubiesen juntado para bebe~
champaa en la cima de es~e volc~. ~ie!1tras que yo
me soplaba los dedos y coplaba la mscrIpcln, el vapor
se aclar lin poco, permitindome ver el interior del
crter. Era una hoya de forma ovalada, de fondo piano cubierto de hierba. Los lados eran en declive como de cien a ciento cincuenta pies de altura, y en todo
el dErredor' haba montones de rocas apiadas en es:.
plndida confusin y elevndos~ en picos inaccesibles.
No hay ninguna tradici6n respecto a que esta montaa
alguna vez haya arrojado fuego, y no existe por ningn
lado en sus con.orDOS materia calcinada o alguna otra
seal de erupcin volcnica. La historia dice: que
en 1541 un formidable torrente, no de fuego, sino de
agua y' piedras, fu vomitado del crter, destruyendo
la antigua ciudad. El Padre Remesal refiere que en
est.a ocasin la cima de la montaa se vino abajo. La
altura de esta pat.'te separada era de una legua, y de la
cima restante h!1sta el valle haba una dlstancia de tres
leguas, la que l afirma que midi en 1615. El rea,
seg(ln mis medidas, es de ochenta y tres pasos de largo por sesenta de ap..chura. De acuerdo con Torque_
mada (y tal es la tradicin, segn el Padre Alcntara,
de Ciudad Vieja), esta inmE:nsa hoya, probablemente
el crter de un volcn extinguido, con bordes mucho
ms altos que los actuales, se llen de agua por las acumulaciones de nieve y de las lluvias. All nunca
hubo una erupcin de agua, sno que uno de los lados
se rompi y la inmensa cantidad de liquido sali pre_
cipitadamente, inundando y destruyendo todo cuanto
se opuso en su camino. La i'nt'PE!llta barranca por don
de descendi, todava era espantosa~ente visible a un

71

lado de la montaa. La altura de esta montaa ha sido determinada por observaciones baromtricas y es
de catorce mil cuatrocientos cincuenta pies sobre el
nivel del mar. La orilla del crter domina una her_
mosa vista de la antigua ciudad de Guatemala, de treinta y dos pueblos alrededor y del Ocano Paci~ico; a
lo menos as se me dijo, aunque yo no los v. SIn embargo no lament mi fatiga; y aunque empapado por
la lluvia y todo cubierto de lodo, me promet ~ mi mismo que en el mes de Febrero, cuando el tIempo es
bueno, ascendera otra vez, preparado para el caso y
para pasar dos o tres das en el crter.
A la una principi nuestro descenso. E~te fue
rpido y algunas veces peligroso, p.ol' el exceSIVO declive por lo resbaladizo y por el nesgo de golpearse
la c~beza contra el tronco de un rbol. A las dos de
la tarde llegamos a la cruz; y yo re~~erdo aqu, como
un aviso para otros, que por la preslOn de las .fuertes
botas impermeables ~sobre los dedo~ de los pIes, me
vea obligado a parar con ~recue:q.cla; y, despus de
cambiar la presin descendiendo de la~o y de espal~
das, agarrndome de ~as ramas de los arbolt;s, me VI
en la necesidad de qUitarme las bo~as y Se&Ulr. descalzo metido en el fango hasta los tobInOS. MIS pIes fue:ro~ severamente daados por las piedras, y me ~ra
muy difcil andar, cuango encon.tr a uno de los lU_
dios que suba la montana con mI caballo a encontrar_
me. A las cuatro de la tarde llegamos a Santa Mari~,
a las cinco a la Antigua, y un cuarto de hora despues
me acost.
.
A la maana siguiente, todav~ estaba.yo durmlen~
do cuando el seor Vidaury entro al. patIo, a caballo!
pa~a acompaarme en mi viaje.. Dejando a,r Ro~aldl
que nos siguiera, mont inmediab:~mente Y.'. salIendo
de la ciudad, entramos a campo ablel'to, me~l(~.o entre
montaas cultivadas hasta su base con coch~mna: Como a una milla de distancia giramos con 4I1'eCC16n a
la hacienda del seor Vi<!.aury. Ep el patlO, estaban
cuatro bueyes moli\ndo cana de azucar Y detras se en_
contraba su nopal o plantacin de cochinilla, una de
las ms grandes de la Antigua. La planta es un~ es~
pecie de cactus, sembrada. en surc9s como el m31z,. y,
en el tiempo a t1ue me refIero, tema como cuatro pIes
de altura. Sobre cada hoja estaba asegurada con .una
espina un pedazo de caa en cuyo hueco haba tremta
o cuarenta insectos. Estos insectos no pueden move.rse, pero se multiplican, y las. cras se arrastran. hi;lcla
fuera y se adhieren a las hOJas; una vez adhe~ldas a
ellas jams se mueven; u~a membrana !l!uy fIlla las
cubre y a medida que se ahm~ntan. las hOJas ~~ ponen
enmohecidas y blancas. Al fmal de la estaclon seca,
algunas de las hojas se quitan y se cuelgan en un almacn para semilla, y de las restantes se separ~p los
insectos con un cepillo y se ponen a secar, envl(~ndo_
les en seguida al exterior para proveer a los lUlaS Y
elegancias de la vida civilizada, y a dar vida con sus
brillantes colores a los salones de Londres, P8!-'is y San
Luis Missouri. La cosecha es valiosa, pero lllsegura,
pues una lluvia temprana puede destrUIrla; y algunas
veces a todos los trabajadores de una hacienda se los
llevan para el servicio n:i1itar, en la J?9ca en que ms
falta hacen para su culbvo. La poseslOn era encanta_
doramentc hermosa al pie y bajo la sombra del volcn
de Agua y el paisaje estaba limitado por todos lagos
con montaas de perpetuo verdor; el alr'e de la mana_
na era suave, f':agante, puro Y refrescante. Con. bue,n
gobierno y leyes y nuestros amigos alrededor, Jamas
vi lugar ms hermoso y ap~tecible. para <fue un hombre pasara el resto de su VIda sobre la tierra.
Reanudando nuestro viaje, salimos a un frtil valle cubierto de csped, donde pastaba el ganado y los
caballos en medio de las faldas de los dos grandes
vo1cane~ y hacia la izquierda, a alguna distancia, en
las ialda~ del volcan de Agua, vimos la iglesia de Ciu_
dad Vieja, la primera capital de Guatemala fundada
por Alvarado el Conquistador Yo me encontraba
ahora sobre terreno clsico. La fama de Corts y de
lH1S hazaas en Mxico Se haba divulgado entre las

tribus indgenas del sur y los reyes kachiqueles le en_


viaron una embajada ofrecindole reconocerse como
vasayos de Espaa. Corts recibi a los embajadores
con distincin, y envi a Pedro de Alvarado} oficial dis_
tinguido en la conquista de Nueva Espaa, a recibir la
sumisin de los reyes nativos y a tomar posesin de
Guatemala. El 13 de Noviembre de 1523, Alvarado sali de la ciudad de Mxico con trescientos espaoles
y un gran cuerpo de tlascaltecas, cholotecas, chinapas
y otros indios mexicanos auxiliares; se abri paso a
travs de las populosas provincias de Soconusco y Tonal l Y el 14 de Mayo; tras una decisiva victoria sobre
los \ndios quichs, lleg a la capital del reino kachiquel, ahora conocido como el pueblo de Tecpn Guate_
mala. Despus de permanecer all unos pocos das
para recobrarse de sus fatigas, el ejrcito conquistador
sigui su ruta por los pueblos de la costa, venciendo a
todos los que se le oponan al paso, y el 24 de .ruJio de
1524, lleg a un lugar llamado por los indios AJmolon~
ga, que significa, en su lengua, manantial de agua (o
la montaa de donde fluye el agua), situado en la falda
del volcn de Agua. El parajel dice Remesal, les agrad tanto por su delicioso clima, la belleza de sus praderas deliciosamente regadas por corrientes de agua,
y particularmente por su situacin en medio de dos
altas montaas, de una de las cuales descendan c_
rrientes de agua en todas direcciones, y de la cima de
la otra brotaban columnas de humo y fuego, que de_
terminaron edificar una ciudad que sera la capital de
Guatemala.
El 25 de Julio, fiesta de Santiago p(itl'n de Espa_
a, los soldados, con msica marcial. esplndidas armaduras, ondulantes plumas, caballos soberbiamente
enjaezados con arreos resplandecientes de pedreria y
chapas de oro, 'avanzaron hacia la humilde iglesia. que
haba sido construida con tal propsito, donde Juan
Godines, capelln del ejrcito, dijo misa. Toda la comunidad invoc la proteccin del .Apstol y llam por
su nombre a la ciudad que haban fundado. El mis_
mo da Alvarado nombr Alcaldes.. Regidores y Algua_
cil Mayor. La apariencia del pas armonizaba con las
romnticas escenas de que habia sido teatro; y a medL
da que yo caminaba sobre el llano, casi poda imaginarme las faldas de las montaas cubiertas de indios,
y Alvarado con su pequea banda de intrpidos espa~
oles, soldados y sacerdote$ con marcial orgullo y
religiosa humildad, desplegando las banderas de Es_
paa y levantando el estandarte de la cruz.
A medida que no,~ aproximbamos a la ciudad, su
situacin apareca ms hermosa; pero muy al princi-'.
pio de su historia, espantosas calamidades le aconte_
cierono. "En 1532, las cercanas de la ciudad se vie
ron asoladas y sus habitantes profundamente conster~
nados, por un len de descomunal tamao y ferocidad,
que descendi de las selvas de la montaa denominada
el Volcn de Agua, y caus gran devastacin entre los
hatos de ganado. El Ayuntamiento de la ciudad ofreci un premio de veinticinco dlares oro o cien fanegas de trigo a cualquiera persona que lo matara; pero
el animal escap,. aun de una partida de caza formada
por toda la ciudad con Alvarado a la cabeza. Despus
de cinco o seis meses de. constantes depredaciones, fue
matado el 30 de Julio por un pastor de ganado, quien
recibi la recompensa prometida. El siguiente gran
desa&tre fue un incendio que aconteci en Febrero de
1536 Y caus graves daos; com' las casas estaban en
aquel tiempo casi todas techadas de pajn, una gran
parte de ellas fu destruida antes que el fuego pudiera ser extinguido. El accidente tuvo su origen en un
taller de herrera; y para evitar desgracias anlogas
en el futuro, el Ayuntamiento prohibi el uso de fraguas dentro de la ciudad".
"La ms espantosa calamidad que haba hasta aho~
ra afFgido a este infortunado lugar ocurri en la maana del 11 de Septiembre de 1541.

Habia llovIdo in.

cesantemente y con gran violencia durante los tres


das anteriores, particularmente en la noche del diez
cuando el agua descendi ms como el torrente de una

catarata que como lluvia; la furia del viento, los constantes y aterradores rayos y los espantosos truenos
eran indescriptibles ... JI "A las dos de la maana del
once, las vibraciones de la tierra fueron tan violentas
que las gentes eran incapaces de tenerse en pie; las sa~
cudidas iban acompaadas de terribles ruidos subte~
nneos que infundan general pavor; momentos des~
pus, un inmenso torrente de agua Se precipit desde
la cima de la montaa, arrastrando enormes fragmen_
tos de rocas y corpulentos rboles, los que, al descendel' sobre la desgraciada ciudad, abatieron y destruye
ron casi todas las casas, sepultando un gran nmero
de sus habitantes bjijo las ruinas, entre quienes, doa
Beatriz de la Cueva, la viuda de Pedro de Alvarado,
perdi la vida' .
Por todo el camino hacia abajo de la falda del volcn vimos las grietas y barrancas abiertas por los torre~tes de agua que inundaron la ciudad. De nuevo
cruzamos la hermosa corriente del Ro Pensativo, y
nos encaminamos al convento hacia arriba. Este se en..
cuentra contiguo a la gigantesca y venerable' i~lesia
de la Virgen. Al fr.ente haba un muro alto de pIedra;
una gran 'Puerta abierta en el patio, a cuyo extremo y
a lo largo de un lado de ella se encontraban los espaciosos corredores del convento, y hacia la izquierda el
gigantesco muro de la iglesia, con una puerta de e,ntrada al extremo del corredor. El patio estaba como a
cuatl'o pies bajo el nivel del corredor, y dividigo por
arriates sembrados de flores, y en el centro habla una
gran fuente blanca de form~ circular, ,?on carpas do!,adas nadando en ena, y elevandose hacIa afuera, arrIba
de un surtidor de agua, un ngel con una trompeta y
una bandera.
_ '
El Seor Vidaury haba anunciado al Padre Alcan~
tara mi proyectada visita y l est~ba esperand~ para
recibirnos. Era como de unos tremta y tres anos de
edad inteligente, educado y enrgico, con una pasin
por ias flores como poda verse por los hermosos arre~
glos del patio. Haba sido desterrado por Morazn y
apenas haca como un ao que haba regresado a su
vicara. Se encontraba visitndolo su amigo y vecino
don Pepe Astegueta propietario de una hacienda de
cochinilla y hombre del mismo tipo y carcter" Ellos
eran de los pocos que encontr que tomaran algn in_
ters en los romnticos eventos relacionados con la
primitiva historia del pas. Despus de un breve descanso en el convento. con la ms viva emocin jams
por m sentirla exce'Pto en las ruinas de Copn, visitamos un rbol que se yergue frente a la iglesia y extic!I~
de ampliamente sus ramas, bajo cuya sombra, segun
la.. tradicin, acamparon por primera vez Alvarado y
sus soldados; la fuente de Almolonga, o, en lengua in_
dgena, la montaa de donde fluye el agua, la que pri~
mero le indujo a escoger este lugar como el sitio para
la capital, y las ruinas de la catedral, en el lugar don~
de l\an Godine'3 dijo su pl'mera misa. La fuente es
un gran estanque natural de clara y hermosa agua,
sombreada por rboles, bajo los cuales treinta o cuarenta mujeres indgenas estaban lavando. Los muros
de la catedral estaban en pie, y en una esquina haba
un aposento lleno de calaveras y huesos de los muertos por la inundacin del volcn.
Despus del desayuno visitamos la iglesia, que era
muy grande y de ms de doscientos aos de edad; su
altar es rico en ornamentos de oro y plata, entre los
que se encuentra una magnfica corona de oro, tachonada de diamantes Y esmeraldas, ofrecida por uno de
los }1'elipes a la Virgen, a quien la iglesia estaba consagrada. Regresando a la casa, me encontr con que el
Padre Alcntara haba preparado para m la visita de
una diputacin de indios, compuesta de los principales
auxiliares mexicanos de Alvarado que se llamaban a s
mismos, como los espaoles, conquistadores; ellos entraron llevar do los mismos trajes que sus antecesores
hablan usado en tiempo de Cortes, y portando sobre
una bandepa cubierta de terciopelo, un precioso libro
empastado C011 la misma tela de color rojo, con es_
quineras y broehe de plata, el cual contena la evi_

dencia escrita de su rango y sus derechos. Estaba es_


crito en pergamino, fechado en 1639, y contena la orden de Felipe I1" reconocindolos como conquistadores
y eximindolos, como tales, del tributo pagado por los
indios nativos. Este privilegi continu hasta la revolucin de 1825, y an entonces, ellos se llamaban a
s mismos descendientes de los conquistadores y la
cabeza de la aristocracia indgena. El inters que yo
senta por estas memorias de los conquistadores fu
acrecentado, en no pequea parte, por la belleza y comodidad del convento y por la benevolencia del Padre
Alcntara. Por la tarde dimos un paseo hacia abajo
por el puente que cruza el Ro Pensativo El llano en
que los soldados espaoles haban hecho resplandecer
sus armaduras, estaba sombreado por los elevados vol_
canes, y el espritu de romance descansaba sobre l.
El da que pas en la "ciudad vieja" es uno de
aquellos que recuerdo con placer. El Seor Vidaury
y don Pepe estuvieron con nosotros todo el da. Ms
tarde, cuando el Padre Alcntara se vi de nuevo obligado a huir del coilvento por la aproximacin de un
ejrcito invasor, y cuando todos nosotros habamos pasado a travs del estallido de la revolucin, al salir
de Guatemala de regreso para mi hogar, me desvi de
mi camino para hacerles una visita y fueron los ltimos
amigos a quienes dij e adis.
En la m:lana, con gran sentimiento, sal de Ciudad Vieja. El Padre Alcntara y dcc Pepe me acom_
paaron, y, para ayudarme en mi viaje, don Pepe me
pl'est una magnfica mula y el padi'e un excelente
criado. La salida de este valle al pie de la montaa
quedaba entre los dos grandes volcanes de Agua y de
Fuego, que se elevan a cada lado aproximadamente a
quince mil pies de altura; y por en medio de los dos,
tan inesperadamente para m que casi me produjo un
arrebato de entusiasmo, miramos una inmensa llanura
y divisamos el Ocano Pacfico. A una legua de dis_
tancia llegamos al pueblo de Alotenango, donde, entre
chozas de indios, se alzaba otra gigantesca iglesia, sin
techo y arruinada por un terremoto, y en donde, con
la esperanza, en la que no fu contrariado, de volver_
los a ver, me desped del cura y de don Pepe. El camino por en medio de los dos grandes volcanes era singularmente interesante; el uno, con su falda cultivada,
ceido por un cinturn de espesa selva y cubierto de
verdor hasta la cima; el otro, con tres desnudos y es_
cabrosos picos, cubierto de lava petrificada y de cenizas, sacudido por la contienda de sus elementos inte_
riores, el trabajo de los fuegos internos. y arrojando
constantemente un humor de color azul plido. El camino muestra seales de las violentas convulsiones a
que ha estado sujeto. En cierto lugar, el camino para
bestias atraviesa una inmensa hendidura, dividida en
dos partes por una convulsin natural, sobre la que se
precipitan con violencia grandes piedras en todas direcciones, cayendo en la ms salvaje confusin; en otro
lugar cruza sobre una profunda capa de cenizas, carbo_
nes y lava escarificada; y un poco ms adelante, sobre
estratos de materia vegetal en descomposicin, cubierta
de bubstancias volcnicas, y en donde grandes arbustos y matorrales han crecido formando un espeso y
obscuro emparrado, fragante como los campos de Ara_
bia la Bendita. A cada paso haba un extrao contraste entre lo horrible y lo herm(}so. La ltima erupcin del volcn de Fuego tuvo lugar har como doce
aos, cuando del crter salan llamas que suban' a
gran altura; y arroj inmensa cantidad de piedras y
cenizas siendo casi extirpada la raza de monos que
habitaban los bosques inmediatos; pero ya nunca es~
tall otra vez; su crter ya no es ms la "Boca del In_
fierno" o sea la Boca de las Regiones Infernales, porque como me dijo una persona muy respetable, ha sido
bendecido por un sacerdote
Despus de un hermoso viaje a caballo bajo el ardiente sol. pero con el camino casi todo sombreado, a
las tres de la tarde llegamos a Escuintla. donde haba
otra magnfica iglesia, sin techo y adems con su rica
fachada hendida por un terremoto. Frente a ella es-

73

tabao dos venerables ceibas, y desde el atrio dominbase una esplndida yista panormica de los volcanes
y montaas de la Antigua.
Por las.calles se encontraban soldados e indios honachos. Me dirig a la casa del corregidor don Juau
de Dios de Guerra y, con Romaldi sirvindome de

guia, anduve hacia abajo hasta la ribera de un herma,_


so ro que hace de Escuintla, durante los meses estL
vales de Enero y Febrero, el gran balneario de Guatemala. La ribera era alta y hermosamente sombreadfl.
y, df:sce~diendo al ro por una angosta senda en medIO
de rocas perpendiculares en un romntico lugar, don_
de muchos amantes de Guatimala han sido precipitados, por las encantadoras influencias alrededor, a una
prematura efusin de sus esperanzas y temores, me
sent sobre una piedra fe lav los pies.
Al regreso me detuve en la iglesia La fachada es_
taba hendida de arriba abajo por un terremoto, y las
porciones divididas se encontraban separadas, pero las
torres estaban enteras. Sub a la pa~te alta. y mir
hacia abaio el rea destechada. Hacla el onente la
obscura linea de bosques estaba interrumpi?a por las
espirales de humo de UDas pocas chozas dlspersas, y
respaldada por verdes montaas, por conos de volcanes con sus cimas escondidas entre las nubes, y por
la Roca de Mirandilla, inm~nsa mole de pela~o granito que se eleva entre las clIDas de las montanas, hen_
dida y castigada por los rayos. Por el oeste, el sol,
al ocultarse iluminaba un bosque de sesenta millas, y
ms all de'rramaba sus moribundas glorias sobre to_
do el Ocano Pacfico.
A las dos de la maana bajo la brillante claridad
de la luna y con un S910 gua, salimos para el Pacfico.
El camino era ulano y arbolado. Pasamos POlO un tra_
piche o molino- ce azcar, movido por bueyes Y, antes
del amanecer, llegamos al pueblo de lVIasagua, a cuatro leguas de distancia, edificado en un claro del bosque, a cuya entrada ip'aramos bajo 'Iln bosquecillo de
naranjales, y a l~ luz de la luna nenaJ'!1os nuestros bolsillos y alforjas con la resplandeCIente fruta Nos
amaneci en medio de una selva de gigantescos rbo_
ies de setenta y cinco a cien pies de elevacin, y
<le veinte a veinticinco de circunferencia, con enredaderas eDl'OJJada'1 alrededor de sus troncos y colgando
de sus ramas El camino era apenas Una vereda abier
ta a travs de la selVa! cortando Iso arbustos y las ramas. La frescura de a maana era deliciosa. Noso_
tros habamos descendido de la meseta llamada las tie_
rras templadas y ahora nos encontrbamos en laS tierras calientes; pero a las nueve de la maana, el br
llo y el calor del sol no penetraban la densa sombra
de la selva. En algunos lugares, las ramas de los rboles, recortadas por el machete de un arriero de paso,
y revestidas con un ropaje de vides y enredaderas, de
frutas rojas y Durpurinas flores, formaban por largas
distancias arcos natm'ales ms hermosos que ninguno
jams formado por el hombre; y all haba loros y otros pjaros de bellisimo plumaje revoloteando entre
los rboles; entre ellos guacamayas o graneles papaga_
yos revestidos de plumas rojas, amarillas y verdes,
y q~e al volar ostentban ,un esplndido plumaje. Pe_
ro tambin alH haba zopilotes y escorpiones, y, corriendo a travs del camino y arriba de los rboles innumerables iguanas y lagartijas, desde una pulgada
hasta tres pies de largo. El camino era un simple ras_
tro entre los rboles enteramente desolado aunque
por dos veces nos encontramos con arrieros que con_
ducan mercaderas del puerto. A la distancia de doce millas llegamos a la hacienda de Narango ocupa
da por un mayordomo quien cuidaba el ganado del propietario que vagaba libremente por los bosques; la ca_
sa estaba aislada en medio de un claro. construida de
palos y con un corral de ganado al frente; y yo observ una vaca con su ternero, lo que era una seal de
leche. Pero para ordear la vaca lo primero que deba hacerse era lazarIa. El mayordomo sali6 con un
lazo y, procediendo de acuerdo con la naturaleza, laz
primero al te.rr:ero y en seguida a la vaca, asegurn-

dala por los cuernos junto a un poste. La choza tena


solamente un huacal, hecho de una calabaza, y ere.
tan pequeo que nosotros nos sentamos junto a la vaca
llara no perder mucho tiempo. Tenamos pan, chocolate y salchichas, y, despus de cabalgar veinticuatro
millas, tomamos un glorioso desayuno; pero agotamos
a la pobre vaca y yo tena vergenza de mirarle la
cara al ternero.
Reanudando nuestro viaje, a una distancia de nueve mjllas llegamos a ]a solitaria hacienda de Overo.
La totalidad de esta inmensa llanura estaba densa..,
menle arbolada y entermente sin cultivo, pero el sue_
lo era frtil y capaz de mantener, can muy poco trabajo, a millares de habitantes. Ms all de Overo, la
regin era abierta en varios lugares, y el sol bata con
ardiEnte fuerza. A la una de la tarde cruzamos un
puente rstico, y a travs de los rboles divisamos el
to Michatoya. Seguimos a lo largo de su ribera y
muy pronto omos, rompindose sobre la playa, las olas
del gran ocano del sur.
El ruido era grandioso y solemne, dando una fuerte impresin de la inmensidad de esas agu'as, que han
estao en movimiento desde la creacin, por ms de
cinco mil aos, desconocidas para el hombre civilizado. Yo estaba poco dispuesto a perder )a impresin,
y camin muy despacio por entre los rboles escuchando la sublime msica que siempre llegaba' a mis
odos. El camino terminaba sobre la orilla del rio y
yo habia cruzado el Continente de Amrica.
Sobre el lado opuesto haba una gran barra de
arena con una asta de bandera, dos chozas construidas eOIl palos y techadas Con hojas, y tres cobertizos
de la misma ruda construccin; y sobre la barra se
vean los mstiles de un buque fondeado en el Pacfico. Este era el puerto de Istapa. Gritamos por sobre
el estruendo de las olas y Un hombre baj a la ribera
y, desatando una canoa, cruz el ro hacia nosotros
Mientras tanto, el inters de la escena fu algo interrumpido por un asalto de zancudos y mosquitos. Las
mulas sufrieron tanto como nosotros; pero yo 110 pude
hacerlas cruzar y me vi obligado a amarrarlas Qajo los
rboles. Ni Romaldi ni mi gua pudieron ser persua_
didos para estarse all y cuidarlas; decan ellos que
seria ]a muerte dormir en tal lugar. Este ro es el desaguadero del lago de Amatitln y se dice que es navegable desde las cataratas de San Pedro Mrtir, a se
tenta millas de su desembocadura; pero no hay botes
sobre sus aguas y sus riberas se encuentran en su primitiva rusticidad. El paso estaba en la antigua des_
embocadw'a del ro. La barra de arena se extiende
corno a una milla de distancia y ha sido formada des_
de la conquista Al desembarcar me dirig, cruzando
la arena, a la ~asa "O choza del capitn del puerto, y
unos pocos pasos ms all vi realizado el objeto de
mi viaje: las ilimitadas aguas del Pacfico. Cuando
Nfiez de Balboa, despus de cruzar ros y pantanos,
montaas y bosques, que nUnca haban sido cruzados
sino por descaminados indios, baj a las playas de es_
te recin descubierto mar, avanz por en medio de las
olas con su escudo y sable a tomar posesin de l, en
nombre del rey su seor, jurando defenderlo en armas
contra todos sus enemigos. Pero Nez tena la seguridad de que ms all de ese mar "l encontrara
inmensas cantidades de oro, de tal modo que las gentes podran comer y beber en trastos de este metal"
Lo nico que ahora me quedaba por hacer era regresar. Ya haba cabalgado casi sesenta millas, el sol
estaba inmensamente ardoroso, ]a arena quemante,
y muy pronto entr a la choza y me tend sobre IDla
hamaca. La choza estaba construida con palos sem_
brados en la arena y techada con ramas de rboles;
amueblada con una mesa de rndera, un banco y algu_
nas cajas de mercaderias y nubes de mosquitos. El
capitn del puerto, a medida que los ahuyentaba con
una escoba, se quejaba de la desolacin y tristeza del
lugar, de su ais1amiento y separacin del mundo, de su
insaiubridad, y de la miseria de un hombre sentencia
do a vivir al11; y sin embargo tema el resultado de la

74

gucna, un cambio de administracin y que le quitaran el empleo!


Por la tarde, ya descansado y refrescado, di un
paseo por la playa El puerto es una rada abierta, sin
haha cabo, roca o an'ecife, o alguna cosa que lo dis_
tinga de la ln2a de la costa. All no hay alumbrado
de noche, y los buques en el mar toman su situacin
por los grandes volcanes de la Antigua a ms de se_
sctna millas tierra adentro. Una boya estaba anclada
ms all de las reventazones, enganchada con un cable,
y bajo los cobertizos haba tres grandes lanchas para
el embarque y desembarque de la carga. El barco,
que era de Burdeos, descarg a ms de una milla de
la playa. Su bote haba desembarcado al sobrecargo
y a los pasajeros, antes de lo cHal el buque no haba
tenido ninguna comunicacin con tierra y pareca 01'-

gullosamente independiente de tan desolado lugar.


Detrs de la barra estaban unas pocas chozas de in
dios, y algunos de ellos semidesnudos se encontraban
sentados junto a m en la playa. No obstante, este
desatado lugar fu& en un poco tiempo el foco de ambi...
ciosas esperanzas, elevadas aspiraciones, codicia de
poder y de oro y de romnticas aventuras. Aqu AI~
varado prepar sus naves y se embarc con sus segui_
dores para disputar con Pizarra las riquezas del Per.
El sol se hunda y su rojo disco rozaba el ocano; se
veal:' nuves sobre su faz, y cuando desapareci, ocano
y tierra se vieron iluminadas por una rojiza bruma
Regres a la choza y me tend en mi hamaca. Sera
posible que yo me encontrara otra vez tan lejos de
mi hogar, y que estas olas que se rompen a mis odos
fueran las del grandl" ocano del sur

CAPITULO 14
EL REGRESO. - BUSCANDO UNA MULA. - OVERO - MASAGUA - ESCUINTLA - LAS CATARA.
TAS DE SAN PEDRO MARTIR - EL mo MICHATOYA - EL PUEBLO DE SAN PEDRO - UN MAYOR
nOMO - SAN CmSTOBAL - AMATITLAN - UN AMERICANO ERR'l.NTE ~ ENTRADA A GUATE
MALA - CARTA DE MR. CATHERWOOD - VISPERA DE NAVIDAD - LLEGADA DE MR. CATHER.
WOOD _ LA PLAZA DE TOROS _ UNA CORRIDA DE TOROS - EL TEATRO - ASUNTOS OFICIA.
LES _ LA ARISTOCRACIA DE GUATEn'IALA - LA CONDICION DEL PAlS - DIA DE AO NUEVO _
FEROCIDAD DE LOS PARTIDOS.

A las tres de la maana me despel't Romaldi para


emprender mi viaje de regreso. Los rayos de la luna
. brillaban sobre las aguas, y la canoa ya estaba prepa_
rada Me desped de mi hospedador estando l en su
hamaca y cruc el ro Aqu me encontr con una in~
esperada dificultad. Mi mula de repuesto haba roto
el cabestro y no se la vea por ninguna parte. La bus.
camas por los alrededores entre la selva hasta el ama~
necer y, pensando que debera haber tomado el nico
sendero abierto, y emprendido el viaje a casa por su
propia cuenta. ensillamos y cabalgamos hasta Overo,
a una distancia de veinte millas. Pero ninguna mula
extraviada habia pasado por la hacienda, y yo me de~
t uve v envi a Romaldi de regreso al puedo.
Muy pronto me cans de esperar en la miserable
hacienda, ensill mi mula y parli solo El camino estaba tan sombl'f~ado (me ya no me detuve por el calor
del medio da Hasta veintiuna milla ms adelante el
{'an1ino era enteramente desolado, siendo el nico
;onido ocasional el crugido de algn rbol que caa
En el pueblo de Masagua me dirig a una casa donde
v a una muer hl1jo un cobertizo, y, desensi1Tando mi
mula, consegu que enviara a un hombre a cortar za_
cale. y que me batiera un chocolaie. Esiaba yo tan
satsifecho de mi independencia, que casi resolv viajar para siemm_'~ solo sin criado ni cambio de vestidos
'p. la media hora reanud mi viaje. Bacia la lJuesta
del sol, encontr unos indios borrachos qne venan de
Escuintla, y, mirando hacia atrs sobre la llanura vi al
Rol que se hunda veloz en el Pacfico. Poco despus
del anochecer me encamin a la casa del corregidor,
hahiendo caminado en los dos das ciento diez millas
Desgraeiadamente all no haba zaeate para mi mula
Este artculo es acarreado a los puehlos diariamente
por los indios, y cada persona compra lo suficiente pa_
ra la noche y nada ms No haba en el lugar ningn
potrero disponible. Con un criado del corregidor hice
una salida de exploracin por el pueblo y por una tierna splica a una vieja, reforzada con un precio triple,
compr en sus puras narces la racin para dos mulas
y las dej sin cenal'.
Esper hasta las dos de la tarde del da siguien_
te a Romaldi con la mula, y, despus de un vano empe_
o por conseguir un gua para las cataratas de San Pe_
dro Mrtir, E'mprendl mi viaje solo directamente para
Guatimala. A una distancia de dos leguas, ascendiendo una empinada colina, pas por un trapiche o mol...
no de azcar, magnficamente situado, dominando una

vista completa de la llanura qUe yo haba cruzado y


del ocano en lontananza. Dos bueyes estaban
liendo caa de azcar, y bajo un cobertizo haba un
gran caldero hirviendo para hacer panela un azcar
morena, en marquetas como de dos libra~ cada una
de la que se consume en el pas una enorme cantidad:
Aqu se apoder de m el capricho de hacer algunas
preguntas respecto a las cataratas de San Pedro Mrtir.
Un hombr~ con los ~odos ~e fuera, 01 mismo que toda
otra menclOnable e mmenclOnable parte de su cuerpo
contento de poder librarse de un trabajo ordenado s
ofreci a conducirme. Ya haba pasado a una legua
ms atrs, el lugar donde- yo de-bia dar la vuelta; y caminando hacia adelante, al pueblo de San Pedro, se
desvi a la derecha y regres casi en la misma direccin por una angosta vereda, descendiendo entre un
espeso bosque obstruido por matorrales, y al bajar al
barranco lleg al Ro Michatoya, que yo haba cruza_
do en rstapa A.qu era angosto y rpido, rompindo_
se impetuosamente sobre un lecho de piedras, con una
elevada montaa del lado opuesto Sigui.endo su cur_
so, llegamos a la catarata, compuesta de cuatro cadas de agua separadas por roes de granto, parcialmen_
te escondidas entre arhustos, y precipitndose desde
una altura Com(\ de doscientos pies, formando, con el
agreste escenario alrededor, una admirable y encanta_
dora perspectiva. Un poco abajo haba un molino de
azcar movido por agua, y una, hermosa hacienda po_
co comn, que domina una vista de las cataratas, y en
la que yo estaba muy dispuesto a pasar la noche. El
mayordomo, un negro, se mostr algo sorprendido de
mi visita; pero <,uando l compn~ndi6 que yo no haba
venido a ver el molino, sino solamente las cataratas,
pareci sospechar que yo no era na persona muy recomendable' y cuando le pregunt si podra llegar a
San Cristbal antes de anochecer, me respondi que
podra si parta inmediatamente Esta no era precisamente una invitacin para quedarme y me desped.
Una muestra de la falta de curiosidad e indolenca del
pueblo es qpe, 8.unque a estas cataratas se puede lle_
gar en una tarde de agradable paseo a caballo desde
Escnintla, que durante dos meses se llena de visitan_
tes de Guatimala, nadie las visita jams
Apresurando nuestro regreso por la misma agreste vereda salimos al camino real, y, como ya era tar_
de, contrat a mi gua para que fuera conmigo a San
Crisl bal Pasamos por el pueblo de San Pedro, que
era una coleccin de miserables chozas con un estan_

mo,-

75

ca o lugar para la venta de aguardiente, repleto de


indios medio borrachos. A medida que avanzbamos,
las nubes comenzaron a condensarse alrededor de las
montaas y se notaban todas las apariencias de una
copiosa lluvia. Yo no tenia capa o sobretodo, y estan_
do temeroso de las fiebres y reumatismos, despus, de
cabalgar como una milla, regres a San Pedro. Los
ms respetables habitantes del lugar se bamboleaban
alrededor del estanco e insistan en que me detuviera; pero mi gua dijo que ellos eran una mala compa_
a, y me aconsej regresar y pasar la noche en el
molino. Presumiendo que l conoceria a la gente de
quien hablaba mejor que yo, no me sent inclinado
a despreciar su aviso. Ya era de noche cuando llega_
mos al trapiche; algunos de los trabajadores se encon_
traban sentados fumando alrededor de una fogata; otros estaban tendidos durmiendo bajo un cobertizo, y
yo no tuve ms que
"Mirar alrededor, escoger mi terreno
y descansar"

Pregunt por el mayordomo y me condujeron a


una casa de adobe, donde en la obscul'idad o una Voz
spera y al punto, a la luz del ocote, vi a un viejo con
su repugnante ('ara correspondiente, y a su lado la de
una joven, tan SUave y dulce que pareca mostrarse
expresamente para establecer el contraste, y estas dos
personas eran una sola. Yo estaba dispuesto a com_
padecerla; pero el viejo mayordomo era un hombre
de noble corazn, a quien ella manejaba con tanta habilidad que jams l se daba cuenta de ello. El ya se
iba acostar, pero mand algunos hombres a que cor_
taran zacate, y ambos, l y su mujer, se manifiestaron
satisfechos del accidente que me haba conducido a su
choza. Los trabajadores simpatizaban con sus sentimientos, y nosotros nos sentamos por espacio de dos
horas ah'ededor de una larga mesa bajo el cobertizo,
con dos candelas pegadas a ella con su propio sebo.
Ellos no podan comprender que yo hubiera estado en
la cima del volcn de Agua, y despus bajado a la costa
solamente para ver el Pacfico. Un joven, bien pare_
cido y de mirarla franca, tena un gran deseo de viajar, slo que no le agradaba salir lejos de casa Yo le
ofrec llevrmelo y pagarle buen salario. El asunto
se discuti en voz alta. Era una cosa tremenda salir
del hogar, y vivir entre los extranjeros, donde nadie
cuidara de l. Su casa estaba a un lado de la choza
del mayordomo, pero su patria estaba en el corazn de
sus amigos y quiz algunos de ellos habran muerto
antes de s regreso. La mujer del mayordomo pare_
ca un buen espritu para templar el corazn y la conducta de estos salvajes y semidesnudos hombres. Yo
ofrec darle dinero para pagar sus gastos de regreso a
su hogar cuando l quisiera y l conv!n? en irse con_
migo. A las tres de la manana el VIeJO mayordomo
ya estaba gritando en mis odos. Yo no me haba acostumbrado a or mi propio nombre con el don pre_
fijo, y pens que l habra despertado a un pasajero en lugar de otro". Al muchacho que deseaba viajal' le falt el valor y no apareci. En espera de su
ida mi gua no vino y emprend m viaje solo. Antes
de amanecer pas por la tercera vez por el pueblo de
San Pedro y un poco ms adelante alcanc a unenvol_
torio a caballo, que result ser un nio y una mujer,
con un poncho encima de los dos.
El Ro Michatoya estaba espumoso, rompindose
en una sucesin de raudales sobre nuestra derecha, y
cabalgamos juntos para San Cristbal. Me encamin
al convento, ca sobre el cura a la encantada hora del
desayuno, mont de nuevo, y camin alrededor de la
base del Volcn de Agua, con sus cultivados campos y
su faja de bosques y verdura hasta la cima. Del lado
opu~sto haba otro volcn, con sus faldas cubiertas de
inmensas selvas Entre ambos pas por un solo trapi_
che perteneciente a un convento de frailes dominicos,
entr a un 'grande y hermoso valle, pas fuentes termales, humeantes por ms de una milla a 10 largo del

76

camno y penetr por en medio de los nopales o plan_


taciones de cochinil1a de Amatitln. De ambos lados
haba cercas de arcilla, y los nopales eran ms extensos que los de la Antigua, y ms valiosos, pues, aun_
que solamente a veinticinco millas de distancia, el cli~
ma toS tan difenmte que ellos producen dos cosechas en
cada estacin.
.
Al aproxim&rme a la ciudad, me acord de Mr.
Handy, que habiendo viajado desde los Estados Uni_
dos por Texas y Mxico con una partida de animales
selvticos, me haba hablado en Nueva York de un
americano empleado suyo, a quien hab~ dejado en este lugar para tomar a su cargo una plantacin de co~
chinilla, y yo tena curiosidad de ver cmo estaba y
si haba prosperado en tal empleo. Ya haba olvidado su nombre, pero, preguntando en el camino por un
americano del norte, me dirigieron a un nopal que te~
na a su cargo. Este era uno de los ms grandes del
lugar, y contena cuatro mil plantas. Me encamin
hacia un pequeo edificio en medio de la plantacin,
que pareca un cenador o glorieta de jardn, y que es_
taba rodeado de trabajadores. Uno de ellos me anunci diciendo uQ'l. espaol", como los indios generalment~ llaman a los extranjeros. Apendome y dando mi
mula a un indio, avanc y me encontr con don Hen_
riques sentado junto a una mesa, ocupado con un li_
bro de cuentas arreglando el pago de los trabajadores
Estaba vestido con el cotn o chaqueta del pas, y te_
na una barba muy larga; pero yo le habra reconocido
en cualquier parte como a un americano. Me dirig
a l en ingls, y l, clavando en m los ojos, como si se
espantara de Un sonido familiar, me rspondi en espaol. Poco a poco comprendi de lo que se trataba
El t"ma menos de treinta afos de edad, y era origina_
rio de Rhinebeck Landing, sobre el Ro Hudson, donde
su -padre tena a su cargo un almacn, y se llamaba
Henry PawHng; habia sido empleado en Nueva York
y despus en l\1xico. Inducido por un buen sueldo y
por una fuerte propensin a vagar sin rumbo fijo y,
para conocer el pas, acept una propuesta de Mr. Hau_
dy. Su obligacin era ir adelante de la caravana, alquilar un local, dal.~ aviso y hacer los preparativos para
la exhibicin de los animales. En esta condicin haba viajado por todo Mxico, y de ah hasta Guatemala.
Ya haca siete aos que haba salido del hogar, y des_
de su separacin de MI'. Handy, no haba hablado una
sola palabra en su propio idioma; y como lo hablaba
ahora, ms de ~a mitad era espaol. No necesito decir que se alegr de verme. Me condujo por la plantacin, y me explic los detalles del curioso procedimiento para elabora!.' la cochinilla. Estaba algo chasqueado en sus esperanzas, y hablaba con gran ternura de
la patria; pero cuando le ofrec llevar sus cartas, dijo
que haba resuelto no escribir jams a sus padres otra
vez, ni informarles de su existencia, hasta que hubiera
mejorado de condicin y columbrara una perspectiva
de regresar rico. Me acompa a la villa de Amatitln, y como ya era tarde y yo esperaba regresar a ese
lugar, no visit el lago, sino que segu directamente
para Guatemala.
El camino se extiende a travs de una llanura, con
un alto, escarpado y verde muro a la zquierda. A una
legua de distancia, ascendimos por una empinada cuesta a la meseta de Guatemala. Lamento el no poder comunicar al lector el altsimo placer de mi viaje por
Centro Amrica, derivado de la extraordinaria belleza de la perspectiva siempre distinta. Por entonces
yo pensaba que este era el ms delicioso viaje a caballo que haba hecho en el pas. En el camino alcanc
a un hombre con su mujer, a caballo, l con un gallo
de pelea bajo el brazo y ella con una guitarra; un pe_
queo nio estaba escondido entre la ropa de cama
sobre una mula de equipaje, y cuatro muchachos iban
con ellos a pie, cada uno con un gallo de pelea envuel
to en un petate, visibles solamente la cabeza y la cola.
Iban a Guatemala a pasar las fiestas de Navidad, y con
esta respetable compaa llegu a las puertas de la
ciudad al octavo da de mi salida. Me encontr con

nna carta de MI' Catherwood, fechada en Esquipulas,


dicindome que su sirviente le haba robado, que l
haba cado enfermo y haba abandonado las ruinas
yndose a casa de don Gregario, y que ahora se en_
contl'aba en via~e para Guatemala. Mi mensajero ha_
ba pasado por Copn y caminado sin saber adonde.
Yo me encontraba en un gran apuro, y l'esolv, despus
de un da de dpscanso, salir en busca de l
Me vest y me dirig a una tertulia en casa del seor Zebadours, antes Ministro en InglateITa, dond~ sorprend a los guatemaltecos con el relato
de la jira que haba hecho, y particularmente por haber llegado solo de Istapa. Aqu encontr a Mr Chatield, Cnsul General de Su Majestad Britnica, y a
Mr Ckinner, que haba llegado durante mi ausencia.
Era la vspera de Navidad, la noche de El Nacimiento
de Cristo. En un extremo de la sala se haba levan_
tado una plataforma, con un piso verde, y decorada
con ramas de pino y ciprs, con pjaros posando sobre
ellas, espejos, papel de lija y con figuras ele hombres
y animales, representando una escena rural, con una
enramada y una mueca de cera en una cuna; en resumen' la gruta de Beln y el Nio Salvador. Siempre,
en esta poca del ao. cada casa en Guatemala tiene
su nacimiento, de acuerdo con la riqueza y gusto del
propietario, y en tiempo de paz, la imagen del Salvador es adornada con las joyas de familia, perlas y pie_
dras preciosas, y por la noche todas las casas estn a_
biertas, y los habitantes, sin ser conocidos ni invitados,
y sin distincin de rango ni persona, van de casa en ca_
sa visitando; y la semana de El Nacimiento es la l"l1s
alegre en el ao; pero, desgraciadamente, por ahora,
se observaba solamente por frmula; la condicin de
la ciudad era demasiado incierta para permitir la entrada general en las casas y para andar por las calles
de noche. Podra ser pretexto para que entraran los
soldados de Carrera.
La reunin era pequea, pero se compona de la
lile de Guatemala, y principi con la cena despus
de la cual sigui el baile, y, me veo obligado a aadir,
la fumadera. La pieza estaba mal alumbrada, y la
compaila, dada la precaria situacin del pas, nada
alegre; pero el baile se sostuvo hasta las 12 de la noche,
cuando las clamas se pusieron sus mantos y todos nos
fuimos a la catedral donde se celebraban las imponentes ceremonias de Nochebuena. El piso del tem.plo
estaba lleno de vecinos de la ciudad, y una gran concurrencia de los pueblos alrededor. 1\'1r. Savage me
aCOlrpa a mi casa y no nos acostamos sino hasta las
tres de la maana.
Las campanas haban estado repicando, y la misa
de Navidad ya se haba celebrado en todas las iglesias
antes que yo despertara Por la tarde sera la prime_
l'a corrida ele toros de la temporada. Mi amigo Vidau
l'y haba venido a buscarme, y ya me preparaba para
irme a la Plaza de Toros, cuando o un fuerte golpe en
la puerta cochera, y entr a caballo Mr. Catherwoocl,
armado hasta los dientes, plido y flaco, lo ms feliz
de llegar a Guatemala, pero ni siquiera la mhad de lo
que yo estaba de verle a l. Se haba adelantado a
su equipaje, pero yo le proporcion un vestido y lo
llev inmediatamente a la Plaza de Toros.
Est situada cerca del templo del Calvario, al final de la calle real, de construccin y forma parecida
al anfiteatro romano, como de trescientos cincuenta
pies de largo y doscientos cincuenta de ancho, capaz de
contener, segn supusimos, cerca de ocho mil almas,
por lo menos la cuarta parte de la poblacin de Guatemala, y ya por entonces se encontraba llena de eSpectadOl es de ambos sexos y de todas las clases sociales, de las mejores y de las ms bajas de la ciudad,
sentados linos junto a otros indistintamente, desco
lIando entre ellos los puntiagudos sombreros c1e- anchas y volteadas alas y las negras sotanas de los sacer_
dotes
Los asientos comenzaban como a diez pies arriba
de la superficie, con un corredor y una valla de madera abierta al frente para proteger a los espectadores,
J

sobre la cual se montaron los desordenados soldados


de Carrera para celar el orden. A un extremo, bajo
el corredor, haba una puerta grande a travs de la
cual se dejara r,mt}'ar al toro. Al extr~mo opuesto, se~
parado por un tabIque de la parte ocupada por el res~
t de los espectadores, estaba un ~ran palco, vaco, des~
tinad.o al principio, para el Capitn General y otros
principales empleados del gobierno, y ahora reservado
para Carrera. Abajo estaba una banda militar com_
puesta de indios en su rnaYor parte. A pesar de' la in_
mensa cantidad de gente y de la espera de un excitan_
te l' ~gocijo, no se oan aplausos ni pataleos, o alguna
otl:a manifestacin de impaciencia o ansiedad por el
prlllcipio de la funcin Al fin entr Carrera al paL
ca del Capitn General. ataviado con una levita mili~
tal' de color azul, muy mal tallada por cierto, con br~
dado:" de oro, y asistido por Monte Rosa y otros oficia_
les l'lcamente vestidos, y por el alcalde y los miembros
de la municipalidad. Todas las miradas se volvieron
hacia l, como cuando un rey o emperador entra a su
palc~ en un teatro de Europa
Un ao antes era per_
segUIdo entre las montaas, y se ofreca un premio por
su cuerpo, "vivo o muerto y las nueve dcimas par~
tes de quienes ahora le adulan, entonces le habran ce~
nado la entrada a la ciudad como ladrn, como asesi.
no y como paria.
lVI amentos despus entraron los matadores ocho
en n!Uero, montados y llevando cada uno una 'pica y
un rOJo poncho; galoparon alrededor del redondel y
se pararon apuntando con sus picas hacia la pue~ta
por donde el toro deba entrar. Un padre, gran pro_
pietario de ganado, dueo de los toros de esta lidia
abri la puerta de un tirn y el animal entr a la are~
na, pateando con sus pezuas como si jugara, pero a
la vista de la fila de jinetes y de las picas se volvi
para otro lado y retrocedi con ms ligereza que como
haba entrado. El toro del padre era un buey, y como
bestia juiciosa, ms quera correr que luchar; pero la
puerta estaba cerrada frente a l y por fuerza hubo de
correr alrededor del rea, mirando a los espectadores
como implorando misericordia, y buscando por debajo
una salida para escapar. Los jinetes le perseguan pU~
yndolo con sus picas; y por todo el contorno del re~
dondel, hombres y muchachos, sobre la barrera le ano_
jaban dardos con cachinflines ,:mcendidos y amarrados
los cuales. hincndose en su carne y tronando por to~
das partes sobre su cuerpo, le irritaban, hacindole
revolverse contra sus perseguidores. Los matadores
le hacan dar vueltas por un lado y otro extendiendo
lucientes ponchos frente a l, y cuando los estrujaba,
la habilidad del matador consista en tirarle el poncho
sobre los cuernos como para cegarlo, y entonces colo_
carle en la nuca, exactamente detrs de la quijada,
una especie de bomba de fuegos artificiales; cuando esio se verificaba diestramente promova entre la multitud grit.os y aplausos. El gobierno, por un exceso
de humanidad, haba prohibido matar los toros, res_
tringiendo la lidia al laceramiento y la tortura. En
consecuencia, esta era muy diferente de las corridas
de toros en Espaa, y careca aun del excitante nte_
t's de una fiera lucha por la vida, y del riesgo del
matador de ser herido de muerte o lanzado al aire en_
tre los espectadores. Pero al observar la ansiosa espeetacin de millares de gentes, era fcil imaginarse
la intensa excitacin en una edad guerrera, cuando los
gladiadores luchaban en la al'ena ante la nobleza y
hermosura de Roma. A nuestro pobre buey, despus
ele estar reventado de cansancio, se le permiti salir.
Luego siguieron otros por el estilo. Todos los toros
del padre eran bueyes. De vez en cuando un matador de
a pie era perseguido hasta la barrera entre la risa ge_
neral de los espectadores. Despus que el ltimo buey
termin su corrida, salieron del redondel' los matadores, y los hombres y muchachos saltaron a la arena en
tal nmero que casi a empujones sacaron al buey. La
bulla y confusin, el brillo de los ponchos de color,
las carreras y volteretas, ataques y retiradas, y las nu_
bes de polvo, hicieron de esta la ms animada escena
U

77

que jams yo haba visto; pero de todos modos esta


era una pueril exhibicin, y las mejores clases, entre
quienes se encontraba mi bella compatriota, la consL
deraban nicamente como una simple oportunidad pa_
ra cultivar las relaciones sociales.
POi' la noche fuimos al teatro, que se abra por primera vez. Se haba comenzado a construir un gran
edificio en la ciudad, pero en una de las revoluciones
haba sido demolido, quedando la obra abandonada.
La representacin tuvo lugar en el patio ?-e la caSa.
El escenario se levant en una de las esqumas, el lunetaro era en el patio, y el corredor fu dividido por
tabiques provisionales' para los palcos; los asistentes
mandaron de antemano sus propios asientos o los con_
ducan los criados al llegar. Nosotros tenamos invita_
cin para el palco del seor Vidaury. Carrera estaba
alH sentado en un banco un poco elevado junto al
mu~o de la casa y a la derecha del jefe del Estado Ri_
vera Paz. Algunos de SUs oficiales le acompaaban
con vistosos uniformes, pero l haba colocado el suyo
a un lado y tena puesta su chaqueta negra de alepn
y pantalolIes. manifestndose muy modest9 e.n su por~
te. Yo lo consideraba como el hombre mas Importante de Guatemala, Y procur darle la II}ano al pasar. ~a
primera pieza era Saide, una tragedIa. La compama
estaba formada enteramente por guatemaltecos y su
representacin fu muy ~uena. No !Iubo cambio de
decoraciones Cuando baJaron el telan, todos encen_
dieron sus cigarros incltiso las damas, y, afortunada_
mente haba all u'n patio abicI'to para el escape del
humo.' Al terminar la representacin los ~e lo~ pal_
cos esperaron hasta que el lunetario quedo vaclO. Se
haba tenido especial cuidado en colocar cenllinelas y
todos se fueron a sus casas pacficamente.
Durante la semana se hicieron esfuerzos para estar alegres pero todo se hallaba ms o menos mezclado con las' solertmidades religiosas. Una de ellas era
la Novena o perodo de nueve das de rezos a la Vi~'_
gen. Una' dama, que se distingua por ~a observancIa
de 0sta devocin, tena un altar construIdo a 10 largo
de todo un extremo de la sala, con tres gradas, deco_
rado con flores. Y una plataforma adornada con espe_
jos, cuadros e imgen~s, en 1?edio de las ~uales estaba una imagen de la VIrgen r.ICame,nte atavlad~, y toda
ornamentada de una manera ImposIble para mI de descrb: pero que puede imaginarse en un lugar donde
las fl~res naturales se encuentran en la mayor profu_
sin, y las artificiales se ha~en ms perfectas que e?
Europa, y donde las damas tienen un ~gusto extraordI_
nario para arreglarlas. Cuando entre, los caballeros
estaban en una antesala, con sus sombreros, bastones
y espadines' y en la sala las seoras, con sus criadas
Iimpiament~ vestidas, estaban arrodilIadas rezando,
frente al encantado altar haba una dama que pareca
un hada' y mientras sus labios se movan, su errante
mirada ;'esplandeca y se miraba como ms digna de
que se le arrodillaran que la linda imagen que tena
al frente, y ella pareca comprenderlo as tambin
Con respeto a mis asuntos oficiales yo me encon_
traba enteramente sin saber qu hacer. En Guatema_
Ja todos estaban del mismo lado; todos dec:an que all
no haba Gobierno Federal; y MI'. Chatfleld, Cnsul
General Britnico cuya opinin yo respetaba ms, estaba de acuerdo c~n esto, y haba publicado una circu~
lar negando su existencia Pero el Gobierno Federal
pretenda existir, y la simple insinuacin de la mar_
cha del General Morazn contra Guatemala excitaba
el terror. Varias veces circularon rumores de tal cosa y una vez se dijo que ya estaba determinado a veri~
fiarla' que ni un solo sacerdote sera perdonado y que
por ]a~ canes correra sangre. Los ms atrevidos partida:dos temblaban por sus vidas. Morazn nunca ha..
ba sido derrotado; Carrera siempre hua de l; no te_
nan confianza en que pudiera defenderlos, y no po_
dran defenderse a s mismos De todas maneras, yo

hasta entonces slo haba odo a los de un lado, y no


crea justificado el presumir que all no hubiera gobierno. Yo esb1.ba obligado a verificar una ucuidado..
sa investigaci.n", y entonces podra dar cuenta, en estilo jurdico, "cepi corpus",. o "non est inventus", de
acuerdo con las circunstancIas.
Con esta mira tom la determinacin de ir a San
Salvador, que era al principio, y aun pretende ser la
capital de la confederacin y el asiento del gobierno
federal, mejor dicho, a Cojutepequc, a cuyo lugar se
haba, a la sazn, trasladado posteriormente el gobier_
no con motivo de los terremotos de San Salvador. Este proyecto no dejaba de tener sus dificultades. Un
tal Rascn, con una cuadrilla de insurgentes lanzados
al pillaje, ocupaba una regin intermedia del pas, sin
reconocer a ningn partido y peleando bajo su propia
bandera. Mr. Chatfield y MI'. Skinner haban llegado
por mar, en i'uta indirecta, para esquivarlo y el capitn De Nouvelle, patrn de un buque francs anclado
en el puerto de San Salvador arrib a Guatemala casi
huyendo, despus de haber cabalgado sesenta millas el
ltimo da sobre una regin montaosa y referia horribles atrocidades, y de tres hombres sesinados cer_
ca de San Vicente, cuando iban en camino para la fe_
ria de Esquipulas, con las caras tan desfiguradas que
no pudieron ser rec,Onocidos. Inmediatamente que lleg envi un correo ordenando a su buque navegar para
Istapa, con el nico objeto de tomarlo a bordo, evitndole el tener que regresar por tierra, Ya haha yo manifestado mi intencin al gobierno del Estado, el cual
por cierto no estaba de acuerdo con mi viaje a San
Salvador, pero me 'ofreci una escolta de soldados ad~
virhndome, sin embargo, que si encontrbamos ~JgU
nos de los de Morazn, seguramente haba lucha. Esto
no era de Jo ms agradable. Yo estaba poco dispues~
to a viajar por tercera vez en el camino de Istapa pero.
obligado por las circunstancias, acept la invitacin del
capitn De Nouvelle para tomar un pasaje en su buque.
Mientras tanto ocup mi tiempo en visitas de sociedad En nuestra propia ciudad, la aristocracia es
Hamada por el cuerpo diplomtico en Washington, la
aristocracia de las calles. En Guatemala sta es la
aristocracia de' las casas, pues ciertas familias viven
en las casas construidas por sus padres desde la fundaCin de la ciudad, siendo ellas en verdad antiguas
mansiones aristocrticas Estas familias, con motivo
de ciertos monopolios de importacin, adquirieron, ba_
jo el dominio de Espaa, inmensas riquezas y distincin
como "prncipes del comercio". Al mismo tiempo fue_
ron exceptuadas de todos los servicios y de toda obligacin en el gobierno. En tiempo de la revolucin,
una de estas familias era noble, con el ttulo de marquesado, y su jefe hizo pedazos la insignia de su dig_
nidad y se agreg al partido revolucionario. Inme_
diatos en posicin a los oficiales de la corona, pensaron que, emancipados del yugo de Espaa, tendran
ellos el gobierno en sus propias manos; y as sucedi,
pero fu solamente por breve tiempo. Los principios
de la igualdad de derechos empezaban a comprenderse
y a ellos se les hizo a un lado. Durante diez aos permanecieron en la obscuridad, pero accidentalmente
volvieron al poder y en la poca de mi visita gobernaban tanto en la vida social como en la poltica. No
es mi deseo expresarme con dureza de estas gentes,
pues eran las nicas personas que constituan la sociedad; mi comunicacin era casi exclusivamente con
ellas; mi bella compatriota era una de tantas; y yo me
encuentro obligado a estas personas por sus muchas
bondades, y, adGms, porque son personalmente amables, pero me refiero a ellos como hombres pblicos.
No simpatizaba yo con su poltica.
A m la situacin del pas me pareca de 10 ms
crtica po!' una causa que en Hispano_Amrica nunca
haba operado antes. En la poca de la primera inva~

78

sin, unos pocos cientos de espaoles, por su valor superior y su destreza, y con formidables al mamentos,
haban conquistado a toda la poblacin indgena Naturalmente pacfico y mantenido sin armas, el pueblo
conquistado permaneci quieto y sumiso durante las
tres centurias de dominacin espaola. En todas las
guerras civiles que siguieron a la independencia, ellos
haban representado un papel de segunda importan_
cia; y en los tiempos que precedieron a la insurrec_
cin de Carrera, permanecan completamente ignorantes de su propia fuerza fsica. Pero este temible descubrimiento ya estaba hecho ahora. Los indios constituan las tres cuartas partes de los habitantes de
Guatemala; r;>ran los dueos hereditarios de la Herra,
por primera vez desde que cayeron bajo el dominio
de los blancos, se encontraban organizados y armados
bajo un jefe de su propia raza, quien prcfiri por el
momento sostener al partido central Yo no shnpatizaba con este l)arttdo, pOl'que crea que en su odio hacia los liberales estaba adulando a un tercer poder qne
podra destruirlos a los dos; acompandose de una
bestia salvaje que en cualquier momento podra vol_
verse y hacerlos pedazos. Yo estaba persuadido que
ellos jugaban una partida con la ignorancia y con los
prejuicios de los indios, y por medio de los sacerdotes, con su fanatismo religioso; divirtindolos con fiestas y ceremonias de iglesia, lJersuadindolos que los
liberales intentaban la demolicin de los templos, la
muerte de los sacerdotes y hacer volvcr al pas a la
obscuridad, y on la confusin general de los elementos,
no haba un hombre de disposicin suficiente entre
ellos, con la influencia de nombre y posicin social,
para reunir a su alrededor a los hombres ms capaces
y honrados del pas, reorganizar la despedazada repblica y salvarlos de la desgracia y del peligro de humillarse a un muchacho indio, ignorante y sin educacin.
Tales eran mis sentimientos, POi:" supuesto yo evi_
taba el manifestarlos; pero como yo no denunciaba a
sus opositores, algunos me miraban con frialdad. Entre ellos las diferencias polticas rompan todos loS
vnculos. Los peores ultrajes de nuestros partidos son
moderados y suaves comparados con los trminos en
que ellos se expresan el uno del otro Nosotros rara
vez hacemos ms que llamar a los hombres ignorantes, incompetentes, pcaros, indecorosos, desleales, depravados, subversores de la constitucin y comprados
con el 01'0 britnico; all un opositor en poltica es un
ladrn, un asesino; y es una alabanza el que se admita que l no sea un sanguinario asesino. Nosotros nos
quejamos que nuestros odos se ofenden constantemente y que nuestras pasiones se exaltan con las irritadas
discusiones polticas. All sera un placer or una
buena, honrada, acalorada e irritada disputa poltica.
Yo he viajado por todos los Estados y jams o ninguna~ pues nunca encontr juntos a dos hombres de diferentes opiniones cn poltica. A los partidarios vencidos se les fusila, se les destierra, se les hacc hur o
se les considera moralmente apestados, y jams se atreven a expresar sus opiniones frente a alguno del
partido dominante. Nosotros acabamos de pasar por
ul1a lucha poltica violenta: veinte millones de almas
han estado divididas casi hombre a hombre, amigo
contra amigo, vecino contra vecino, hermano contra
hermano e hijo contra su padre; adems de las honradas diferencias de opinin, la ambicin, la necesidad
y el vehemente deseo del poder y de los cargos p-bUcos, han excitado las pasiones algunas veces hasta
la ferocidad Dos millones de hombres sumamente
excitados han hr.tblado abiertamente y sin temores. Se
contaron, y la primera regla de la aritmtica fu la
que decidi entre ~l1os; y al partido derrotado todava se le permite vivir en el pas; a sus esposas e hi~
jos se les deja en Ubertad; an ms: ellos pueden
murmurar er.. las calles y enarbolar sus banderas de
de desafo, de continua y determinada oposicin y, a
pesar de todo los pilares de la repblica no se han

79

desquiciado! Entre un milln de hombres conirariados, nunca, con toda la fragilidad de las pasiones hu_
manas, ha habido el ms leve soplo de resistencia a la
constitucin ni a las leyes. Jams el mundo ha prestnciado tal espectculo, tal prueba de la capacidad del
pueblo para gobernarse a s mismo. Ojal que sea
as por mucho tiempo! Pueda la lengua marchitar las
atrevidas pr.dicas de resistencia a las urnas electorales, y que pueda la influencia moral de nuestro ejem~
plo llegar a nuestras hermanas repblicas enloquecidas, deteniendo la espada de la persecucin en manos
del vencedor y destruyendo el espritu revolucionario
en cl partido derrotado
EnelO 19 de 1840. Est~ da, tan lleno de recnerdos del hogar_nieve, y rojas narices y labios azules
fuera de las casas, y flameantes fuegos y bellos roSiros adentro-----< amaneci en Guatemala como una maana de primavera El sol pareca regocijarse ante la
hermosura de la tierra que alumbraba. Las plantas
florecan en lOS paHos, y las montaas visibles por arriba de los teiados de las casas, estaban sonrientes de
verdor. Las campanas de treinta y ocho iglesias y con~
ventos proclamaban la llegada de un nuevo ao. Las
tiendas estaban cerradas como en da domingo; no haba mercado en la plaza. Los caballeros, bien trajeados, y las seon~s con negros mantos, cruzbanla para
asistir a la misa mayor en la catedral. La msica dc
Mozari hencha las 'naves. Un sacerdote en extraa
lengua proclamaba la moralidad, la religin y el amor
a la patria. El piso del templo estaba atestado de
blancos, de mestizos y de indios. Sobre un alto banco opuesto al plpito estaba sentado el Jefe del Estado, y a su lado Carrera otra vez vestido con su valioso uniforme. Yo me reclin contra un pilar del lado
opuesto y observ su rostro; y si no me equivoco, haba olvidado la guerra y las manchas de sangre de sus
manos} y toda su alma se encontraba llena de fantico
entusiasmo; exactamente como los sacerdotes queran
mantenerlo Yo verdaderamente creo que l era sincero en sus impulsos, y que habra hecho lo justo si
hubiera sabido cmo hacerlo; Los que tomaron a su
cargo el guiarlo tienen una tremenda responsabilidad.
Terminad"a la ceremonja, se abri un camino entre la
multitud. Carrera, acompaado de los sacerdotes y
del Jefe del Estado, torpe en sus movimientos, con los
ojos fijos en el suelo, o con furtivas miradas, como inquieto de ser objeto de tanta atencin, camin bajo
la nave. Unos mil soldados de apariencia feroz estaapostados frente a la puerta. Un estruendo atrona.,.
dor de msica 10 salud, y el semblante de los hom_
bres resplandeci de devocin hacia su jefe. Desple_
gse una ancha bandera con franjas de negro y rojo,
con una divisa de una calavera y huesos en el centro,
y en un lado las palabras "Viva la Religin!" y en el
otro "Paz o muerte a los Liberalesl". Carrera se puso a la cabeza con Rivera Paz a su lado y, con la horrible bandera flotando al viento y una atronadora y
penetrante msica, y con el silencio de la muerte all'ededor, escoltaron al Jefe del Estado hasta su casa.
Cun diferente del da de Ao Nuevo en el hogar!
Fantico en religin como yo conoca al pueblo, y
violento en animosidades polticas, no cre que tal a~
frenta fuera patrocinada, como el ostentar en la plaza
de la capital una bandera que enlazara, en una sola,
el sostenimiento de la religin y la muerte o sumisin
del partido Jibera!. Mas tarde, en una conversacin
con el Jefe del Estado. me refer a esta bandera. El
no haba reparado en ella, pero pensaba que la ltima
clusula sera "Paz o muerte a los que no la quieran".
Esto no alteraba su carcter atroz, y solamente agregaba al fanatismo lo que l toma del espritu de partido.
Creo, sin embargo, que no me haba equivocado; por_
que al regreso de los soldados a la plaza, Mr. C. y yo
los seguimos, hasta que, segn pensamos, el pOftaes..
tandarte contrajo los pliegues de la bandera expresamente para ocultarla, y algunos de los oficiales nos miraron tan sospechosamenie que nos retiramos.

Por respeto a los recuerdos de la patria, fui a visitar a mi bella compatriota; com en casa de MI'. Hall,
y por la tarde fu al patio de gallos, un gran edificio
cil'cular, hermosamente proporcionado, con un elevado asiento para los jueces, quienes tocaron una campanilla como seal para la rIa, y comenz6 la algara-

ma: Yo voy cinco pesos!" "Yo voy veinte", etc.; y


me es satisfactorio decir, que en este repleto antro s610
v a un hombre a quien jams haba visto antes; de
all me dirig a la corrida de toros, y en seguida al
teatro. El lector admitir Que YO coment del modo
ms brillante el ao de 1840.

CAPITULO 15
EN BUSCA DE UN GOBIERNO - DIFICULTADES DIPLOMATICAS ~ SALIDA DE GUATEMALA LAGUNA DE AMATITLAN - ATAQUE DE FIEBRE INTERMITENTE - OVERO - ISTAPA - UN BU_
QUE MERCANTE FRANCES - EL PUERTO DE ACAJUTLA - ENFERMEDAD ZONZONATE -EN
CUENTRO DEL GOBIERNO - VISITA AL VOLCAN DE IZALeO - CURSO DE LAS ERUPCIONES DESCENSO DEL VOL CAN.
El da domingo cinco de Enero, me levant para
emprender el viaje en busca de un gobierno. Don Manuel Pavn con su acostumbrada benevolencia, me
trajo un paquete de cart~s de presentacin para sus
amigos de San Salvador. MI'. CatherYood intentaba acompaarme hasta el Pacifico. No tenamos arreglado el equipaje, el arriero no haba aparecido, y no me
haban enviado mi pasaporte. El capitn De NouveHe esper hasta las nueve, y en seguida se adelant.En
medio de mi confusin recib la visita de un distingui_
do cannigo. El reverendo prelado se mostr sorpren_
dido por mi salida en ese da. Yo estaba a punto de
exponer mis necesidades como una excusa por viajar
en da domingo; pero l me relev de hacerlo agre
gando que all habra un banquete de amigos, corrida
de toros y una representacin teatral, adrnirnndose de
que yo pudiese resistir a tales tentaciones. A las once lleg el arriero, con sus. mulas~ su mujer, y :un pequeo hijo andrajoso; y Mr. Savage que era SIempre
mi amparo en las pequeas molestias que son inherentes para hacerlo todo en aquel pais lo mismo que en
los asuntos de mayor importancia, regtes de la Casa
del 'Gobierno con la noticia de que mi pasaporte ya
se me haba remitido. Yo saba que el gobierno estaba descontento por mi propsito de ir a la capital. La
noche anterior haba corrido la voz que yo intentaba
presentar mis credenciales en San Salvador, Y reconocer la existencia del gobierno federal; los peridicos
recibidos esa misma noche por el col'l'eO de Mxico es_
taban cargados con relatos de una invasin de aquel
pas por los Tejanos. Yo haba recibido antes un escrito de informacin que era nuevo para mi, y en el
cual se consideraba diplomtico que yo manifestase
ignorancia, es decir, que aunque no fuera declarado
abiertamente, los Tejanos estaban apoyados y empujados por el gobierno de los Estados Unidos. Se nos
consideraba muy empeados en la conquista de Mxico; y, por supuesto, Guatemala vendra en seguida.
El odio por nuestras ambiciosas pretensiones acrecent el sentimiento de frialdad y desconfianza hacia m,
originado por no haberme adherido al partido domi_
nante. En general se me consideraba como el sucesor
de MI'. De Witt. Era sabido entre los polticos que
los procedimientos estaban pendientes de la renova_
cin de un tratado, y que nuestro gobierno pensaba
hacer reclamaciones por la destruccin de propiedades
de nuestros ciudadanos en una de las revoluciones del
pas, pero algunos se imaginaban que el obieto espe_
cial de mi misin era muy obscuro y a favor del partido en San Salvador. Cuando Mr. Savage volvi sin
ningn pasaporte, sospechando que all haba intencin de estorbarme y hacerme perder la oportunidad
de irme por mar, me dirig inmediatamente a la Casa
del Gobierno, donde reciba la misma respuesta que
le fu dada a Mr. Savage. Yo solicit otro pasaporte, pero el Secretario de Estado me 10 neg, fundndose en que ninguno podra ser expedido en ese dia.
Haba vados empleados en ]a oficina, y yo insista
alegando mi urgente necesidad, la prxima salida del
capitn De Nouvelle, mi oportuna peticin y fundn_

dome en la promesa de que me sera enviado a mi casa


Despus de una desagradable conferencia, me fu
dado uno, pero sin asignarme ningn carcter oficial.
Hice notar la omisin, yel secretario me contest que
yo no haba presentado mis credenciales. Respond
que mis credenciales eran para el gobierno general y
no para el del Estado de Guatemala, nico a quien l
representaba; pero persisti en que no era la costumbre de su gobierno reconocer ningn carcter oficial a
menos que fuesen presentadas las credenciales. Su
gobierno haba estado en existencia alrededor de seis
meses, y 'durante ese tiempo ninguna persona que pre_
tendiese tenr carcter oficial haba estado cerca del
pas. Puse en sus manos mi pasaporte de mi propio
gobierno, recordndole que yo ya haba sido arrestado y hecho prisionero una vez, asegurndole que de
todas maneras emprendera mi viaje para San Salvador, y que deseaba saber si l me dara el tal pasaporte que yo tena derecho a solicitar. Despus de mucha vacilacin y con muy poca gracia, interline antes del ttulo oficial las palabras con el carcter. Yo
soy bastante indulgente con el sentimiento partidarista en un pas donde las divisiones polticas son cues_
tiones de vida o muerte, ms particularmente para con
don Joaquin Durn, cuyo hermano, un sacerdote, haba sido fusilado poco tiempo antes por el partido de
Morazn; pero este intento de dificultar mis movimientos, privndome de los beneficios del carcter oficial, excit en m un sentimiento de indignacin que
no pude reprimir. El rehusar por completo la aceptacin del pasaporte o esperar un da para protestar,
me ocasionara la prdida de mi pasaje 1'01' mar, Y
hara necesario el emprender un peligroso viaje por
tierra, o el abandono de la ida a la capital; lo cual, yo
creo, era lo que deseaban. Yo estaba resuelto a no
ser estorbado por ningn medio indirecto. Necesitaba solamente un pasaporte para el puerto -el mejor
que ellos podan darme no lo valuba yo muy aIto- en
San Salvador ya no tendra valor alguno; y con el
descorts papel dado con tan mala voluntad, regres a
la casa y a las dos de la tarde partimos. Era la hora
ms calurosa del da, y cuando pasamos por la garita,
el sol estaba abrasador. Aunque y era tarde, nuestro
arriero no habia terminado sus despedidas. Su mujer y su pequeo hijo le acompaaban; y en las afuerasras de la ciudad, a cierta distancia, nos vimos obligados a parar bajo el ardiente sol hasta que llegaron.
Sentimos una grande alegra cuando ellos cambiaron
sus ltimos abrazos, y la muje'r y el hijo regresaron
para su hogar en Mixco.
No obstante lo avanzado de la hora, nos apartamos
del camino ordinario con el propsito de pasar por la
laguna de Amatitln, pero ya era tarde cuando negamos a la cima de una elevada fila de montaas que
limitan esas hermosas aguas. Mirando hacia hacia
abajo parecan como niebla condensada en el fondo
de un profundo valle. El descenso era por montaa,
muy escarpada, y en la profunda obscuridad difcil y
peligrosa. Nos sentimos felices cuando llegamos a la
orilla de la laguna, aunque todava un poco arriba del

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agua. Las montaas se elevaban en derredor conlO de la casa era dichosa; y como compJemeno, una gauna muralla y proyectaban sobre eIJa una lobreguez llina cobijaba una nidada de pollos sobre mi cabeza.
ms profunda que las sombras de la noche. Camina- Durante la noche lleg al pueblo una escolta de soldamos alguna distancia con la laguna a. nuestra izquier- dos, de conformidad con el pedimento hecho por el cada, y un elevado yperpendiculal' astado de la montaa pin, y se adc.l:malon pa1'3 limpiar el camino. Nosoa nuestl'a derecha. Un viento frfo sucedi al intenso ros salirnos ane~ del amanecer; pero a medida que se
calor del da. y cuando llegamos a Amatitln yo esta- levantaba el sol, la fiebre reorn6, y a las once del da,
ba completamente aterido. Encontramos al capitn en cuando llegamos a Overo, yo no pude seguir adelanc.
la casa que nos haba indicado. Eran las nueve de la
Ya antes he advertido Que esa hacienda es un gran
noche, y, no habiendo tomado ninguna cosa desde las paradero de Isiapa y de las salinas; y dcsgraciadamensiete de la maana, nos encontrbamos preparados pa_ te para mi, varias partidas de arrieros, por temor l
ra hacer justicia a la cena que l haba preparado pa_ Jos ~adrones, se haban juntado al mismo tiempo, para nosotros.
ra salir a media noche, y ya haban terminado su traPara cvItar el escarpado desccllso hasta la laguna bajo de ese da Por la tarde, nuestro arriero, con mi
con las mulas de carga, nuestro arriero haba escogido escopeta, persigui6 y mat un jabal Hubo una gran
un gua pata nosotros en el camino, yndose l direc- fiesta para cocinarlo y comerlo, y con el ruido me motamente; pero, para nuestra sorpresa, an no haba lle- lestaron el cerebro La noche no me proporcion ali~
gado. Mientras cenbamos omos un alboroto en la vio. Tranquilidad era lo que yo necesitaba, pero eso
calle, y un hombre entr corriendo a decirnos que en pareca imposible de lograr; fuera de que en el ranun tumulto estaban asesinando a nuestro arriero. El cho abundaban las pulgas ms de 10 acostumbrado.
capitn, asiduo visitante del pas, dijo que probable. Toda la noche tuve una fiebre violenta MI'. Cather.
mentc sera una ria general a machete, y nos advir wood, quien. por no haber matado a nadie en Copn,
ti que no furamos a salir. Mientras tanto, en el haba concebido una grande opinin de su habilidad
corredor, vacilante, el alboroto se diriga hacia noso- como mdico, me di6 una fuerte dosis de medicina, y
tros; la puerta se abri con violencia, y un tropel de poco mtes de amanecCr me dorm.
g:ente se arroj al interior, arrastrando con l a nues_
Al clarear el dfa nos pusimos en marcha y llegamos
tro arriero, aquel respetable esposo y padre, con su a Istapa a las nueve de la maana El capitn De
machete desenvainado y tan borracho que apenas po- Nouvelle an no haba ido a bordo Dos buques fran_
da tenerse en pie, pero queriendo luchar con todo el ceses estaban en el puerto: el Belle Paute y el Melalmundo Con rfificultad logramos enredarlo entre ne, ambos de Burdeos, siendo est ltimo cl navo del
unos aparejos, donde cay al suelo, y despus de va Capitn D. Nouvelle. El tena cuentas que aI--re~lar
con el capitn del Belle Poule, y nosotros salimos pri~
llOS esfuerzos para levantarse se qued dormido.
A la maana siguiente despert con un violento mero para su buque.
dolor de cabeza y en todos los huesos. Sin embargo,
Ya he observado anles que Istapa es una rada
salimos al clarear el da y cabalgamos hasta las cinco abierta, sin bahta, cabo, roca, arr~cife o alguna prode la tarde. El sol y el calor aumentaron mi dolor de teccin cualquiera contra el mar abierto General_
cabeza, y por espacio de tres horas antes de llegar a mente el mar, como su nombre lo indica, es pacfico,
Escunilta sufr en gran manera. Me abstuve de ir a y las olas se mueven suavemente hacia la playa, pero
donde el corregidor, porque sabia que su dormitorio en los tiempos ele ms calma hay reventazones, y paestaba abierto para todos los que llegaban y yo nece- . . a pasarlas, como una parte de los accesorios del puer_
sitaba de quietud; pero comet un gran error en apear- iO, 5e descuelga una ancla del lado de afuera con una
me en casa del amigo del capitn. El era el propieta- boya amarrada, v un largo cable que pasando de la
rio de un estanco o destilera para elaborar aguardien- boya est asegurado en la playa. La lancha del lVIe~
te, y nos di una habitacin grande directamente a es- laine estaba cerca de tierr, con la popa hacia la plapaldas de la tienda, y separada de ella por un bajo ta- ya, con un cable un traducido entre la muesca de la
bique de tabla abierto por aniba~ y esta tienda estaba proa y pasando a travs del agujero del remo en la
constantemente llena de bebedores, hombres y muje- popa. Estaba llena de mercaderas, y en medio de
res, bulliciosos y pleitistas. Mi cama quedaba pega- cI1~s tomamos asiento. El contramaestre sentado en
da al tabique y tenamos ocho o diez hombres en nues- popa, y, aprovechndose de una ola que levant la proa
tro cuarto. Toda la noche tuve una violenta fiebre, cho la orden halar. La hmeda cuerda pas zlUnban~
y por la maana fu incapaz de moverme. El capitn do, y el botl' se movi has~a que la ola, al retroceder,
De Nouvelle lo sinti muchsimo, pero l no podia es- Jo golpe fuertemente sobre la arena; otl'a oleada y
perar pues su buque estaba listo para hacerse a la mar otro tirn y !Jued a fJote y, haciendo frente a las que
sin echar las anclas. 1\,[1'. Catherwood me haba tras_ llegaban y halaudo rpidanlente sobre Ja ola de retro.
ladado a un almacn ocupado con barriles y garrafa ceso, en pocos minutos pasamos las reventazones, la
nes, donde, salvo una que otra entrada que hicieron cuerda fu sacada de la muesca y los marineros em~
para vaciar licor, estuvo tranquilo; pero el olor nau- pual.'on los remos.
seabundo.
Era uno de los ms hermosos de aquellos hermo~
Por la iarde me abandon la fiebre y caminamos sos das sohre el Pacifico. El grande ocano estaba
hasta Masaya, por un camino de cuatro leguas, plano tan tranquilo como Un lago, la frescura de la maana
y sombreado, y. para nuestra sorpresa y gran satisfac todava descansnba sobre el agua, V pronto me sent
cin, encontramos al capitn en la casa donde yo ha- rearimado. A los p...ocos minutos llegamos al BelIe
ba parado il mi regreso de Istapa. Ya haba l avan Poulc, uno de los ms hermosos buques que han flotazado dos leguas ms all, cuando supo de una banda rlo en cualquier tiempo y considerado como un modede ladrones que se encontraba a alguna distancia ms lo en la mal'ina mercante francesa. Toda la cubier_
adelante, y se !'egres a esperar compaa, enviando, ta estaba pr-:>tegJda por un toldo con tina orilla ador_
al mismo tiempo, a E5cuintla por una escolta de sol- nada con festones escarlatas jugueteados por el vien_
dados. Ms tarde suphnos que ellos eran un grupo to. El alczar de popa estaba levantado y abrigado
de desterrados, que haban sido deportados de Guate. ])01' lm caprichoso toldo, amueblado con canaps, polmala, y que pasaban de Quezaltenango para San Sal_ tronas y sillas, y sobre una barandilla de bronce, al
vadO!; pero encontrndose en desesperadas CiSCUllS_ frente, estahan dos hermosos loros del PeI . A cada
tancias, eran personas peligrosas para encontrarlas en iado haba cuatro camarotes, y la popa estaba dividida
el camino.
('n dos cmaras para el capitn y el sobrecargo cada
La choza donde paramos, apenas era suficiente pa- una con su propia venta,3 y amueblada con una' cama
ra la familia que la ocupaba, y nuestro equipaje, con (no litera), un sof, libros. gavetas, escritorio, todo lo
dos hamacas y un care de viaje, la l'cdujeron a un es- :.. . ecesario para una fastuosa vida a horda de un bupacio muy peqveo. Se dice que Jos nios llorones que; exactamente las comodidades con las cuajes le
gozan de buena salud; si eso es as, la buena mujer ugradala a uno dar la vuelt al mundo. Se encontra-

81

ba en VIaje de comercio, procedente de Burdeos, con

nn surtido cargamento de mercaderas francesas; ya

habla tocado en los puertos del Per, Chile, Panam


y Centro Amrica, dejando en cada uno mercaderas
francesas; ya habia tocado en los puertos del Per,
Chile, Panam y Centro Amrica. dejando en cada uno
mercadera para su venta, cuyos productos seran in~
vertidos en la compra de producciones del pas; y es~
taba destinado a MazaUn, en la costa de Mxico, de
donde volvera, tomara su carga y a los dos aos .re_
gresaria a Burdeos. Tuvimos un djeuner a la for~
chette, abundante en lujos parisienses, con vinos y ca~
f, como en Pars, para lo cual, afortunadamente para
las provisiones del buque, Yo no traa mi acostumbra_
do vigor; y all habla estilo en todas las cosas, aun
para el nombre del mayordomo de los camareros, a
quien llamaban el maitre d'hotel.
A las dos de la tarde nos fuimos a bordo del Me_
l;mie. Este era casi del mismo tamao, y si no hu.
biramos visto primero al BeHe Pon1e, habramos es_
tado contentos con l. La comodidad y el lujo de estos wpalacios flotantes" estaba en abierto contra.ste
con la pobreza y miseria de la desolada costa. El capitn del Relle Potile vino a bordo a comer. Fu un
gran placer para nosotros mirar el gozo con que estos
dos hombres de Burdeos y sus respectivas tripulaciones se juntal'on en esta lejana playa. El Cabo de Hor_
nos Per y Chile fueron el objeto de la conversacin,
'i n'osotros hallamos a bordo un legajo de peridicos,
eme nos dieron las ltimas noticias de nuestros amL
gas en las Islas Sandwichs. Mr. C. y el capitn del
.Bella PouJe permanecieron a bordo hasta que nos pu_
Gimas en ruta. Les dijimos adis sobre la,. barandilla; la brisa de la tarde hinch nuestras velas; por
unos momentos los miramos; despus como un punto
negro sobre el agua; se hundi la ola y los perdimos
tie vista por completo,
Poco tiempo permanec sobre cubierta. Yo era
el nico pasajero. y el maitre d'hotel me hizo una cama con canaps directamente bajo las ventanas de popa, pero no pupde dormir. An con las ventan~ y
las puertas enteramente abiertas el camarote estaba
excesivamente ~aluroso. El aire era caliente y lleno
de zancudos. El capitn y los contramaestres durmie_
ron sobre cubierta. A mi se me advirti de no hacer_
lo aS, pero a las doce de la noche salf. Brillaba]a
luz de las estrenas las velas aleteaban contra los
mstiles; el ocano pareca una lmina de vidrio, y la
costa obscura e rregular, lgubre y portentosa con
sus volcanes. La osa mayor estaba casi sobre m; la
estrella polar se encontraba ms baja que como la ha_
ba visto antes. y, as como yo, en decadencia. Un
joven marino, de guardia sobre cubierta, me habl de
lo engaoso del mar, de ]a prdida de embal'cacjones,
del naufragio de un buque americano donde l se encontraba en su primer viaje por el Pacifico, y de su
hermosa y amada Francia. La frescura del aire era
agradable; y mientras l conversaba conmigo me tend sobre un canap Yme qued dormido.
Al siguiente dia me repiti la fiebre, que se sostuvo
por todo el dia, y el capitn me puso bajo la discipli~
na del buque En la maana el maitre d'hotel se par
ante m con una copa y una cuchara: "Monsieur, un
vomitif", y por la tarde, uMonsieur, une purge". Cuan_
do llegamos a AcajutIa yo me encontraba incapaz de
~altar a tie1'l'a. Tan pronto como echainos el ancla
el capitn desembarc, y antes de salir para Zonzona_
te contrat mulas y hombres para mi. El puerto de
Acajutla no es tan enteramente abierto como el de 1s_
tapa, teniendo hacia el sur un prQIPontorio de rocas ligeramente visible. En la ensenada estaba un bergaUn-goleta con destino a un puerto del Per. una gole_
ta dinamarquesa para Guayaquil y un bergatu ingls
procedente de Londres. Toda la tarde me estuve sen_
tado sobre cubierta. Algunos de los marineros se en_
contraban dUl'miendo y otros jugando baraja. A la
vista tenamos seis volcanes: uno arrojando humo cons~

82

tantemente y el otro llamas. Por la noche el volcn


de Izalco pareca una constante bola de fuego.
A la mafiana siguiente el contramaestre me con~
dujo a tierra en una lancha. El procedimiento fu el
mismo que en Istapa, y fuimos detenidos algn tiem_
po por el bote de un barco ingls que ocupaba el ca
ble. Tan pronto como encallamos, una multitud de
indios, desnudos excepto una banda de gnero de aL
godn ah'ededor de los ijares y pasada entre las pierl.as, se apoyaron contra los costados del bote. 1\1:ont~ en ].os hombros de uno de ellos; cuando regresaba
la ola l me llevaba hacia adelante varios pasos en
f3eguida se paraba y braceaba contra la ola que llegaba. Yo me adher a su cuello pero ya me iba escurriendo a toda prisa por sus' resbaladizos costados
cuando me deposit en las playas de San Salvador 11a:
mada por los indios "Cuscatln" o la tierra de l~ ri.
queza. Alvarado, en su viaje al Per fu el primer
espaol que puso los pies sobre esta piaya y como yo
tuve especial cuidado .de no. moj~rmelos, n'o pude me_
nos ~ue. pensar en la Ultrplda figura y en los nervios
de hierro de los conquistadores de Amrica
El contramaestre y los marineros se despidieron
de mi y regrf..saron al buque. Yo anduve a lo largo de
la playa y sub a una empinada colina. Apenas eran
las ocho de la maana y ya haca excesivo calor. Sobre la ribera frente al mar estaban las ruinas de ~Tan
des almacenes, usados como depsitos de lnerca~eras
bajo ~l dominio espaOl, cuando todos los puertos de
AmrIca estaban cerrados para los buques extranje_
ros En un extremo del arruinado edificio habia una
especie de cuarto de guardia, donde unos pocos solda.
d~s estaban comiendo tortillas, y uno de ellos lim_
pumdo su mosquete. Otro departamento estaba OCll.
pado por el capitn del puerto, quien me dijo que las
mulas contratadas para mi se haban soltado y que
los arrieros las andaban buscando. Aqu tuve yo el
placer de encontrarme con el Dr. Drivin, Un caballero
de la Isla de Santa Lucia, que posea una gran haciendo de azcar a pocas. l~guas de distancia, y que estaba
en ~l puerto para. VIgilar el desembarque de maqui.
na,na para un mohno, que vena en el bergatn ingls.
MIentras esperaba las mulas l me condujo a una cho_
z~ ~onde tena colgadas dos hamacas de Guayaquil, y
smtindome ya cansado de mis esfuerzos, tom posesin de una de ellas.
La mujer del rancho era una especie de gobierno
econmico de los buques; y como estaban al11 tres
barcos en el puerto, el rancho Se encontraba repleto
c?n legumbres, uutas, huevos, aVes de corral y provi510n&8 para los buques. Estaba cerrado y caliente,
pero muy pronto hube menester de toda la ropa que
pude conseguir. Tuve un violento escalofro seguido
ele fjebre. en comparacin con el cual, todo
que yo
haba sufrido antes era nada. Ped agua hasta que
~a vieja mujer se can.s de drmela, salindose y deJlindorn:e solo. :!\1e puse a delirar, aturdido por el do_
lor y vag~mdo en medio de las miserables chozas con
la sola conciencia de que mi cerebro estaba ardiente
Consrvo un vago recuerdo de que hablaba en jngl~
a algunas india", pidindoles que me consiguieran un
caballo para irme a Zonzonate; de que algunas se rean
otras me mel'iban con lstima, y otras me quitaron de
sol y me acostaron a la sombra de un rbol. A las tres
de la tarde el contramaestre vino otra ve21 a tieITa.
Ya baba yo cambiado de postura y me encontr ten~
dido boca abajo durmiendo y casi agotado por el sol
El quera regresal'me a bordo del buque, pero yo le
rogu que me consiguiera mulas y que me llevara a
ZOJlzonate, al alcance de la asistencia mdica. Dificil
sE'rfa el encontrarme peor que como estaba cuando
mont. Pase tres horas de agona, abrazado por el
intenso calor, y poco antes de anochecer llegu a ZOll'_
zQnate, afortunado, como el Dr. Drivin me dijo ms
tarde, de no haber sufrido una insolacin. Antes de
entrar a la ('iudad y al cruzar el puente sobre el Ro
Grande. encontr a un caballero bien montado que
He\ aba un rojo pellon del Pe.' sobre la silla,' cuya

lo

apariencia me impresion, y cambiamos respetuosos


8a]udos. Este caballero, segn supe despus era el
"gobierno" que yo andaba buscando
IVfe dirig a la casa del hermano del Capitn De
J{ ouveHe, una de las ms grandes del lugar, donde tu_
Vr:' aquellas comodidades escasamente conocidas en
lIaba encontrado sobre el puente, y el nico funcio_
Centro Amrica. una habitacin para m, y adems todo lo necesario. Por varios das estuve encerrado La
primera tarde que sal fu a visitar a don Manuel de
Aguila, antes jefe del Estado de Costa Rica, quien
haca como un ao haba sido arrojado del poder por
llna revolucin y desterrado para toda su vida. En esta (asa me encontr con don Diego Vigil, vice_presi~
cicnte de la Repblica, el mismo caballero a quien yo
nes y experiencias en mi propio pas, yo haba aprendido a no apreciar nunca el carcter de un hom~re
nario existente del gobierno federal, Por observaclOpblico por los dichos de sus enemigos politicos; y
no manchar estas pginas con las viles calumnias que
hombres veraces, pero cegados por los prejui2ios ~e
partido arrojaban sobre la reputacin del Senor VIgil Ei era como de cuarenta y cinco aos, de seis pies
de estatura, delgado, y sufra de una enferme?ad de
parli5is, que casi 1<; impeda el uso de. ambas pIernas;
en traje, conversacIn y modales, emmentemente un
cahallero. lJab'u viajado ms extensamente e~1 su
propio pas que la m~yor part~ de, sus compatrIota~,
y conoca todos los obJetos de Interes, y con una .COI~
tesa que yo apreciaba, no hiz? .ninguna l'eferencla a
mi posicin o a mi carcter ofICIal.
.
Sus. asuntos en Zonzonate mostraban la desdIchada condicin del pas, El haba llegado expresamentE. para tratar con Rascn, el cabecilla de la band~ que
haba impedido mi venida de Guatema~a. por tIerra.
Chico Rascn, como se le. llamaba fanllllarmen.t~ en
Zonzonate era de una antIgua y respetable famIlIa Y
habfl. gast~do una gran fortuna en disipacioD;cs en Pa_
is ~ habiendo regresado en desesperadas clrcunstan~i<l.'5;:' se hnbia vuelto patriota. Como unos seis meses
antes haba hecho una entrada a Zonzonate, matando
en lit gual1ucin hasta el ltimo hombre, ~aqueando
la aduana Y retirndose en seguida a su haCIenda. Por
entonces se encontraha de visita en la poblacin, phlicnmente, de acuerdo con el seor Vigil, y dcmandai1do como pI ecio por desbandar a sus tropas, los
d~spa~h;)" de coronel para s mismo, otros despachos
para algunos de sus seguidores y cuatro mil dlares ep.
efectivo. Vigil accedi a todo menos a los cuatro mll
dlares en efectivo, P9ro en cambio le ofreci el crdito del Edado de San Salvador el cual Rascn estuvo
de aLucrdo en aceptar. Se formularon los documen_
tos y sealse aquella tarde para firmarlos; pero cuan_
do VigE estaba esperndolo, Rascn y sus amigos, sin
una palabra de aviso} moniaron sus caballos y salieron
de lfl poblacin. El pueblo se conmovi con una grande excitacin y por la tarde v a la guarnicin activamente u~upada en levantar barricadas en la plaza recelandc un nuevo ataque.
.Al siguiente da hice una visita formal al seor
Vigil. 1 () me encontraba en una situacin embarazo_
sa Cuancll; sal de Guatemala en busca de nn gobierno, no eS)f'raba encontrarlo en el camino. En aquel
]tstado YO ha1)1a odo slo a un partido; ahora empeza_
ba a oi al otro. Si haba ah algn gobierno, ya lo
tena atrapado. Era ste una realidad o no? En
Guatemala decan que no; aqu decan que si. Era
una cuestin intrincada. Yo no era muy bien visto en
Guatemala, y al esforzarme en jugar una partida segura, correra el peligro de ser atropellado por todos
los partidos. En Guatemala ellos no tenan derecho
a pedir mis credenciales, y tomaron a ofensa el que
yO no se las presentara; aqu, si yo rehusaba el presentarlas, tendran razn de considerarlo como un insulto. En este apurado trance di principio a mis :l_
suntos con el vice_presidente, y le dije que yo me Cll.
cOHilaba en viaje para la capital, con credenciales del
gobierno de los Estados Unidos; pero que, en cl esta1

do de anarqua en que se encontraba el pas, no saba


qu hacer; que yo estaba deseoso de evitar un paso en
falso, y ansioso de saber si realmente exista el gobierno federal, o si se haba disuelto la repblica. Nuesb'a
entrevista fu larga e interesante, y la substancia de
su respuesta fue: que el gobierno exista de facto Y de
jure; que l mismo haba sido legalmente electo vicepresidente; que el hecho de que los cuatro Estados se
declarasen a s mismos independientes era inconstitu.
donal y sedicioso; que la unin no podia ser disuelta
excepto por un Congreso de Diputados de todos los
E.stados; que el gobierno tena actualmente autoridad
sobre tres de ellos; que uno haba sido reducido a Ob2_
diencia por medio de las armas y que muy pronto el
partido federal tendra ascendiente sobre los otros. El
estaba familiarizado con el caso de la Carolina del Sur,
y deca que nuestro Congreso haba sostenido el dere_
cho del gobif:'rno general de obligar a los Estados a la
obediencia, y que ellos se encontrahan en la misma situacin, Hice referencia a la despadazada condicion
del gobierno' a su absoluta impotencia en oros Estados, a la no existencia del Senado y otros ramos afi~
nes; a la falta de un secretario de estado, el funciona_
rio a quien estaban dirigidas mis credenciales; y l
respondi que tena en su squito un secretario en
fundones, confhmndome 10 que ya me haba dicho
antes' que el "gobierno" poda, a un aviso de momen_
to, crear el funcionario que yo necesitara; pero, ha_
dendo justicia al seor Vigil, debo decir que, despus
de discutir detalladamente todo el fondo de la infructuosa lucha, y aunque en aquella crtica coyuntura, El
reconocimiento del gobierno federal por el de los Estados Unidos habra sido de importancia para su partido, "Y el no reconocerlo sel'a descorts y favorecera la
causa de los Estados rebeldes o independientes, no me
exigi que presentara mis credenciales. El Congreso,
del cual se esperaba que arreglara las dificultades de:
la repblica estaba entonces prxima a reunirse en
Honduras. Los diputados de San Salvador se haban
ido a ocupar sus puestos, y era entendido que yo eD_
pe:raria la decisin de este Cuerpo. El resultado de
mi entrevista C'JU el vice-presidente fu mucho ms
agradable de lo que yo esperaba. Estoy seguro de ha_
berlo dejado sin el ms mnimo sentimiento de aversin por su parte; pero mi gran perplejidad de si yo
tena algn gobierno. todava no haba terminado.
Al mismo tiemp, mientras adelantaban las reparaciones politioas, yo permaneci en Zonzonate restableclndome, La poblacin est situada en las ribe_
ras del Ro Grande, que est formado por casi innu_
merables manantiales, y en la lengua "indgena su nom_
bre significa cuatrocientos manantiales de agua. Est edificada en uno de los ms ricos distritos del rico
Estndo de San Salvador, y tiene su plaza, con calles en
ngulos rectos, y casas blancas de un solo piso, algunas
de ellas muy grandes; pero ha llevado su parte en las
calamidades que han visitado a la infortunada repbl'ca. Las mejores casas Se encuentran desicrtas y sus
duefios en el destierro.
Yo estaba i.~npotente para emprender ningn via_
je por tierra, y sintiE'ndo el enervante efecto del clima,
me balanceaba todo el da en una hamaca. Afortuna_
damente, los p:c'opietarios del bergatin que haba yo
visto en AcajuUa, destinado al Per, cambiaron su
rumbo y determinaron enviarlo a Costa Rica, el Estado ms al sur de la confederacin. Al mismo tiempo,
un hombre SE' me ofreci como sirviente, muy altamente recomendado y cuya apariencia me agrad; y resol
v gozar del bepeficio de un viaje por mar, y, regre_
sando por tierra, explorar la ruta del canal entre el
Atlntico y el Pacfico por el lago de Nicaragua, una
cosa que yo haba deseado mucho, pero que casi haba
perdido la esperanza de poder realizar.
Antes de partir me anim para hacer una excur_
sin La ventana de mi habitacin se habra frente al
Volcn de Izaleo. Todo el da, a cortos intervalos, oa
yo las erupcioIl(-'s del volcn en actividad. y por la noche vea la columna de llamas prorrumpIendo del crR

83

ter, y torrentes de fuego rodando hacia abajo por sus


faldas. Por fortuna, Mr. Blackburn, un comerciante
escocs, por muchos anos residente en el Per, arrib
y convino en acompaarme. A la mafiana siguiente,
antes de las cinco estbamos a caballo. A una milla
de distancia vadeamos el Ro Grande, aqu un turbu~
lento ro, y cabalgando por un frtil campo, a la me_
dia hora llegamos al pueblo indgena de Naguisal, un
paraje agradable, y literalmente una floresta de frutas
y de flores. Grandes rboles estaban enteramente cubiertos de rojo, y a cada paso podamos cortar frutas.
Diseminadas entre estos hermosos rboles se encon_
traban las rris2rables chozas de los indios, y echados
en el suelo o en algn tedioso trabajo estaban los mismos infelices indios. Continuando otra legua por el
mismo frtil campo, subimos a una meseta, desde la
cual mirando h.:lCia atrs, vimos un inmenso llano al'
bolado que se extenda basta la playa, y ms all, las
ilimitadas aguas del Pacfica. Frente a nosotros, .al e~_
tremo final de tina larga calle, se encontraba la IgleSIa
de Izaico destacndose vigorosamente junto a la ba_
se del vo'len, el cual en aquel momento, con un es_
truelJdo vio10nto semejante al fragor de la tormenta,
lanz por el aire una columna de humo negro y cenizas iluminada por un solo relmpago de llamas.
1 Con dificultad conseguimos
un guia, pero estaba
tan ebrio que apenas poda guiarse a s mismo a lo
l:.ngo de una calle recta; y no quera salir sino hasta
el dguiente da, pues dijo que ya_era tan targe que
1105 entrara la noche en la montan~. y que alll haba
muchos tigres. Mientras tanto la hIJa de nuestro posadero hall otro, y, colocando cuatro cocq.s verd~~ en
sus alforjas. emprendimos la marcha. Pronto salImos
ti. un llano abierto y sin un arbusto que interrumpiera
la vista miramos' a nuestra izquierda todo el volcn
desde s{ base hasta su cima. Se yergue desde casi al
pie de la montaa , a una altura quizs de tres mil pies,
con sus faldas morenas e infecundas, y por millas en
todo ei derredor est la tierra cubierta de lava. En_
contrndose en plena erupcin, era imposible ascender
a l, pero atrs queda una montaa ms alta que fficUita una vista del al'dente crter. Todo el volean
era visible enteramente arrojando al aire una columna
de humo negro y una inmensa .canitdad de p.iedras,
mientras la tierra temblaba baJO nuestros pIes. A
las once del da nos sentamos a la orilla de una hermo_
sa corriente par3 almorzar. Mi compaero haba trado abundantes provisiones y por ),a primera vez, desde que sal de Guatemala, sent el ansia del apetito
restaurado. A la media hora montamos y 'poco despus de las doce entr~mos en la se.1va, ~aclendo una
muy empinada ascenSIn por una mdefmida vereda
que pronto perdimos enteramente. "!,!uestro guia cam_
bi de direccin varias veces, y por flll, hallndose ex_
traviado amarr su caballo y nos dej esperando mientras bus'caba el camno. Nosotros sabamos que nos
encGntrbamos cerca del volcn, porque las explosiones sonaban como el profundo refunfuo de un formi~
uabe trueno. Encerrados como estbamos en el bos~
que estas expliJsiones eran espantosas. Nuestros ca~
ball'os bufaban de terror, y la montaa temblaba de_
bajo de nuestros pies. Regres nuestro gua y a los
pocos minutos nos encontramos de pronto sobre un luw
gar abierto ms elevado que la cima del volcn, dominando una 'vista del interior del Cl'ter, y tan cerca de
l que veamos las, enormes piedras cuando se partan en el aire y caan golpeando alrededor las faldas
oel volcn. En pocos minutos nuestros vestidos se pusieron blancos {'on las cenizas que caan a nuestro alrededor con un ruido semejante al de una llovizna.
El crter tena tres orificios, uno de los cuales es_
taba inactivo; otro arrojaba constantemente un abun_
dante humo azul; y despus de un estallido, del abismo de la enorme garganta del tercero apareca un vapor azulado, y en seguida un volumen de denso humo
negro arremolinndose y agitndose en enormes coronas, y elevndose en una obscura y magestuosa columna, iluminada momentneamente por un relmpa_

go de fuego; y cuando el humo se disip, la atmsfe~


1'a fu obscurecida por una lluvia de piedras y cenizas.
Concluido esto, sigui un momento de quieutd y en
seguida hubo otro trueno y erupcin, sucedind~se as
regularmente, a intervalos, segn dijo nuestro gua de
cinco minutos exactamente, y en realidad l no estaba
muy descaminado. La vista era espantosamente sublime. Nos Tefrescamos con un trago de agua de coco
y, pensando que esta grandeza sera realzada cuando
el silencio y obscuridad de la noche fueran interrumpidos por el estruendo y laS llamas, sin tardanza re
solvimos dormir sobre la molitaa.
Un cura de Zonzonate, todava en plenitud de vida
me dijo que l recordaba cuando el terreno donde se
eleva este volcn no tenia nada que lo distinguiera de
cualquier otro lugar alrededor. En 1798 se descubri
un pequeo orificio que soplaba pequeas cantidades
de polvo y guijas.. Entonces l viva en Izaleo, y, como muchacho, tenIa la costumbre de ir a verlo; y que
10 haba observado, y marcado su crecimiento de ao
en ao, hasta llegar al tamao que tiene en la actua_
lidad, El capitn D.e Nouvelle me refiri que l pudo
notar desde el mar que habia crecido mucho durante
Jos ~ltimos dos aos. Dos aos, antes su resplandor no
podIa verse de noche al otro lado de la montaa en
queyo estaba. Noche y da hace subir por la fuerza
piedras de las entraas de la tierra, arrojndolas al
aire y recibindolas sobre sus faldas. Cada da est
creciendo, y probaqlemente continuar as hasta que
f:e extingan los fuegos internos, o hasta que una vio_
Jent'l convulsin lo haga pedazos.
Los viajeros experimentados no estn exentos de
ocas;onales rapt?s de entusiasmq, pero no pueden sostenerlos largo tiempo. Como a la hora empezamos .a
~star cavilosos y aUn vacilantes. Algunas de las erupcones eran mejores que las otras, y varias de ellas
eran comparativamente sin importancia. Gon tales
pensamientos preferimos nuestro deseo de comodidades a pasar la noche en la montaa y dispusimos re_
gresar. Mr. Blackburn y yo pensamos que podramos
evitar el rodeo de la montaa descendiendo directa_
mente a la base del volcn, y cruzndola salr al camino; real; pero nuestro gua dijo que era una tentacin a la Providencia, y no quiso acompaarnos. Tuvimos un descenso a pie muy escarpado, y en algunos
lugares nuestros caballos se resbalaban sobre sus ano
cas. Una inmensa capa de lava, detenida en su rodan_
te curso por la falda de la montaa, llenaba por com_
pleto el ancho espacio entre nosotros y la base del voL
f'n. Nosotros pasamos directamente sobre esta negra y horrorosa capa, pero tuvimos gran dificultad pa1'a hacer que nuestros caballos nos siguieran. La lava 8e extendia en ondas tan irregulares como las olas
del mar, abrupta, escabrosa y con enormes gretas, di_
fciles para nosotros. y peligrosas para los caballos.
Con mucho trabajo los hicimos avanzar hasta la base
y alrededor de la falda del volcn. Macizas piedras,
arrojadas al aire, caan y rodaban por las faldas, tan
cerca que no nos atrevimos a arriesgarnos a mayor dis_
tanc;a. Estbamos temerosos de romper las patas de
nuesttas cabalgaduras en los hoyos en que constante~
mente caan, y regresamos. Sobre el punto ms elevado desde el ;'ual habamos mirado hacia el crter
del volcn, estaba sentado nuestro gua, contemplndonDs, y, segn podamos imaginar, rindose de nosolros. RetroC'edimos penosamente atravesando la capa
de lava y subimos por la falda de la montaa, y al lle_
gar a la cima, ambos, mi caballo y yo, estbamos casi
agotados. Afortunadamente el camino de la casa era
para abajo. Ya era muy entrada la noche cuando pasamos al pie de la montaa y salimos al llano. Cada
estallido del volcn lanzaba una columna de fuego; en
cuatro lugares haba constantemente llamas, y en uno
de ellos una corriente de fuego rodaba hacia abajo por
su falda. A las once de la noche llegamos a Zonzo_
uate, habiendo raminado algo ms de cincuenta millas
adems de las fatigas que habamos soportado alrede~
dor de la base del volcn; y tal haba sido el inters

84

del da de trabajo que, aunque era mi primer esfuerzo,


nunca sufr por l.
Pronto quedaron hechos los arreglos para mi viaje por el Pacfico. El sirviente a quien me he referido era un nativo de Costa Rica, entonces en viaje para
su hogar, despus de una larga ausencia, con una car_
ga de mercaderas de su pertenencia. Era un sujeto
nito, .bien parecido, vestido con una chaqueta o cotn
guatemalteco, y un par de pantalones mexicanos, de

cuero, con botones a los lados y un sombrero pardo de


oelo; de copa alta y ala ancha, del todo superior a
cualquier sirviente de los que yo -haba visto en el pas;
y pienso que si no hubiera sido por l, yo no habra
emprendido el viaje. Al lector quiz le chocar el
saber que su nombre era Jess, que se pronuncia en
espaol "Hezoos", por cuyo segundo nombre, para evi_
tar lo que pudiera ser considerado como una irreveren_
cia, le llamar de aqu en adelante.

CAPITULO 16
ENFERMEDAD Y MOTIN - CONVULSIONES DEL CAPITAN JAY - SITUACION CRITICA _ PENOSA
ASISTENCIA - UN PAISANO EN APUROS - LOS DELFINES - SUCESION DE VOLCANES. _ EL
GOLFO DE NICOYA - EL PUERTO DE CALDERA - OTRO PAISANO _ OTRO PACIENTE _ LA HACIENDA DE SAN FELIPE - EL MONTE AGUACATE - "ZILLENTHAL PATENT SELF.ACTING COLD
AMALGAMATION MACmNE" - MINAS DE ORO - VISTA DESDE LA CUMBRE DE LA MONTAA._

El lunes veintids de Enero, dos horas antes de dada en las cuerdas y con la cabeza casi tocando el
amanecer, salimos para el puerto. "Hezoos" mostra- suelo. Lf! vieja deca que el diablo haba tomado po_
el camino llevando por delante todo mi equipaje, en- sesin de l, y corri hacia afuera gritando. Afortu_
vuelto en una baquette (vaqueta), que' erasimplemen_ nadamente esto trajo al interior a Un hombre a quien
te un cuero de res, al estilo del pas. Al clarear el da yo no h~bia visto antes, Mr. Warburton, un ingeniero
omos detrs de nosotros el resonar de cascos de caba_ que habla llegado para montar la maquinaria siendo
llos, y don Manuel de Aguila, con sus dos hijos, nos al- l mismo una mquia de muchos caballos de' fuerza
canz. Antes que hubiese pasado 'la frescura de la ma- , pues tena un par de hombros que parecan hecho~
ana llegamos al puerto y nos dirigimos a la antigua ' exprofesamente para sujetar a los hombres con convuL
choza que no esperaba volver a ver jams. La hamaca s~ones. Al principio qued tan conmovido que no sase balanceaba en el mismo lugar. El miserable rancho bIa qu hacer. Yo le dije que al capitn haba que
pareca destinado a ser la morada de la enfermedad. sUJelarlo, por lo que, abriendo sus poderosos brazos
En un rincn yaca el seor D'Yriarte, mi capitn, los apret alred~dor ~e los deLcapitn con la potenci~
exhausto por una noche de fiebre, e imposibilitado pa de una prensa hldruhca, volvlendole las piernas sobre
ra darse a la W'la en ese da.
m. Estas ~ier~as eran un par de las ms robustas que
El Dr. Drivin estaba otra vez en el puerto. El no soportaran Jamas un cuerpo humano; y sinceramente
haba desembarcado. todava su maquinaria; el hecho creo que si los pies hubieran tocado una vez mis cosel'a que el trabajo haba sido suspendido por un mon_ l1as, me habrfan lanzado a travs de la pared del
Un a bordo elel bergantn ingls, cuyo cabecilla, segn rancho. Velando mi oportunidad, enroll la hamaca
queja del doctor, era un poco arriba de la seal de la alrededor de SUB piernas, y mis brazos alrededor de la
alta marea, casi barridas por las olas, estaban unas tos;. hamaca. Mientras tanto l se libr del abrazo de MI'
cas cruces de madera, marcando las tumbas de los in_ Warburton, quien, aprovechndose de mi idea envol~
felices marineros que haban fallecido lejos del hogar. vi su parte entre los pliegues de la hamaca y le di
Al regreso me encontr en el rancho con el capitn su .ten;ate desde afuera. El capit~ force'jeaba, y,
Jay, del ber~antn ingls, quien tambin se quej con- arrastrandose como una enorme serpIente, desliz su
migo del marinero americano. El capitn era un jo- cabeza fuera del extremo de la hamaca, y retorci las
ven que haca su primer viaje como patrn; su esposa, cuerdas all'ededor de su cuello, de tal modo que noso~
con quien se haba casado una semana antes de darse tros temamos que se estrangulara l mismo. Est~
a la vela, le acompaaba. Haba tenido un desastroso bamos en la mayor desesperacin cuando entraron vio_
Yiaje de ocho meses desde Londres: al doblar el Cabo lentamente dos de sus marineros, los que, estando fa~
de Hornos su tripulacin se vi6 quemada por el hie- miliarizados con las cuerdas, le desenredaron la cabelo y sus mstiles arrebatados. Con un solo hombre 7.8, lo hicieron retroceder entre la hamaca, la enrro.
sobre cubierta haba subido hasta Guayaquil, donde lIaron a ru alrededor como antes, y yo me retir com_
incurri en gran prdida de tiempo y de dinero para pletamente exhausto.
Los dos suplentes eran Tom, un marinero de ofihacer las reparaciones y embarcar una tripulacin en_
teramente nueva. En Acajutla se encontr con que cio, co~no de cuarenta aos, y el cocinero, un negro y
sus botes no eran suficientes para desembarcar la ma_ amigo particular de Tom, a quien l llamaba Darkey
quinaria del doctor, y tuvo necesidad de esperar has_ Tom tom toda la direccin para asegurar al capitn
ta que pudiera construirse una balsa. Mientras tanto y aunque el Dr. Drivin y varios indios entraron, la vo~
su tripulacin se amotin, y algunos de ellos rehusa- de 'I'om era la nica que se oa, y dirigida solamente a
ron trabajar Su esposa estaba entonces en la hacien- "Darkey" "Sostngale las piernas, Darkey!". "A_
da del doctor; y yo pude observar que, mientras le es grrelo duro!". "Firme Darkey!" pero todos juntos
criba a ella una esquela con lpiz, su atezado rostro no lo pudimos sostener. Volviendo hacia arriba la caestaba plido, y grandes gotas de sudor pendan de su ra y doblndose para adentro, se amarr la espalda y
frente. Luego despus se arroj a la hamaca, y pens empuj ambas piernas a travs de la hamaca. golpenque se haba dormido; pero a los pocos minutos not do los pies violentamente contra el suelo; todo su
que la ham"lca se sacuda, y, recordando mi propia cuerpo pas por enmedio. Sus esfuerzos eran terri.
sacudida all, supuse que estara con sus viejas maas bIes. Sbditamente la masa de cuerpos sobre el piso
de dar a la gente la fiebre intermitente; pero muy rod contra la ~ama del Capitn D'Yriarte, la que se
pronto observ que el pobre capitn tena convulsio_ quebr con un estallido, y el capitn atacado por la
nes. Exceptuando el Capitn DYriarte, que estaba fiebre se vi6 obligado a retirarse del lugar gateando.
echado junto a la pared enteramente imposibilitado, En el intervalo de uno de los ms violentos esfuerzos,
yo era el :rlco hombre en el rancho; y como haba pe- omos un extrao y estpido sonido, que pareca como
ligro de que l mismo se tirara fuera de la hamaca, yo Un intento de cantar Gomo gallo. Lbs indios que llenaprocuraba sostenerlo en ella; pero con un convulsivo ban el rancho se rieron, y el Dr. Drivin se puso tan in_
esfuerzo me arroj al otro extremo de la choza, y se dignado por su falta de piedad, que agarr una tranca
inclin de un lado de la hamaca, con una mano enre y los arroj a todos hacia fuera. Un viejo y desnudo

85

al c~pitI?-' El Dr. Drivin haba tenido con


african o, que haba sido esclavo en Belice, y que haba bia J?uesto
tin, y,
'1.31g}lnas agrIas dISputaS a bordo del berganprecipi
olvidad o su lengua sin adquiri r mucho de ningun a otra,
de unas cuantas palabra s se levant
le
se
despues
que
quera
y
,
plumas
de
manojo
un
con
regres
Jemmy retroce di a tiempo pa~te y le peg
ra
tadame
prendie
les
se
y
capitn
al
D.ariz
la
en
jeran
introdu
aesqUIvar el pleno golpe, ~' c?mO si no estuvieyradesfuego, diciend o que ste era el remedi o en su pas; pe_ ra
SIgUi retroce diendo
cpsas,
tales
a
brado
c,?stum
retir.
se
l
y
tranca
la
ro el doctor le ense
tres VIando los golpes; pero al verse demasi ado acosado
Las convuls iones continu aron por espacio de muy
se zaf de los soldado s, y se quit la chaque ta para un~
r
conside
doctor
horas durante cuyo tiempo el
de fa~
en
iuc,ha en toda for1?a. ~o no tena la intenci n menos
insista
crtic~ la situaci6 n del capitn . La vieja
mucho
pero
cto,
l!1surre
ro
marllle
un
~.
que
ecer
y
VOl
que tenia el diablo dentro, que no lo quera dejarpens~r de permItI r que un amerIc ano fuera maltra tado a mantemIria que morir; y yo no poda menos que
salva y arrastr ado por los soldado s. Al momen to pas
en ~u joven esposa, que estara durmien~o a pocaslemIRla ira del doctor y suspen di su ataque ; entonc es Jemque
ad
calamld
la
de
te
ignoran
ia
llas de distanc
,se entreg a los soldado s, qui~nes Se lo llevaro n,
:ny
di
segn
stado,
manife
haba
se
Jaenazaba. El ataque
moSUPUSE", a la .c~sa de guardia . Esper un
osegun
espritu
de.
6n
~f.li~ci
y
d
jo el doctor, por la ansieda
en el suelo eno
sentad
Jemmy
a
VI
bajar,
al
y,
te
mento,
larmen
particu
Y
casiona da por su infortu nado v'aJe,
el
frente d~l quartel (c~artel) cone a!Ubas piernas ienpor el amotin amiento de su tripulac in. A l~s once
conocim
pleno
n13
t
~l
..
rodIU.as
las.
de
arrIba
la
s
cepo
supImo
del da se qued dormid o y de ah a poc.o
to de su desgrac~a?a SItuacIn, y se me encend i lay
causa del extrao sonido qu~ nos haba Impres ionado
ente
s:in&re. . ,Me pr~clplt adonde el capitn del puerto, de modo tan desagra dable. Tom estaba Justam
arbitra
el
ll;W qU~Je en.erglCamente de su c::onducta como
cua~~o
buque,
d~.l
bordo
a
ir
para
prepar ndose
Iria inmedi atamen te a
me
yo
que
o
le,
se
Insufnb
e
capItan
r,1a
el
,que
dIJO
le
y
playa
la
a
african o corri
os~ l
3at: .Salvador. a queJarm e en contra de l. El doctor
encontr aba borrach o en la choza. Toro, hallndcUidar
se um. a m. y .Jemmy fu sacado : del cepo,
Dr1VJD
deber
su
era
que
sinti
mismo en ese estado,
baJO custodi a en ~l cuartel . Esto probapuesto
el
P?r
pero
loro,
un
r
compra
al capitn ; pero l acabab a de
llegar ~ los OjOs de ningun o de sus
nunca
te
l0
Ue!-l1en
conf}ar
de.
so
cual haba pagado un dlar, y, tem~ro
menclQ nar su nombr e. El era del
no
yo
pero
a"lmIgo~,
mas
pIe
en otras manos, estir su basta camISa un
Esopus , sobre el Hudso n. En 1834
de
pueblo
o
fondo,
pequen
fuera de sus pantalo nes, y meti al loro en el
1\ork en la corbet a Peacoc k pa_
Nueva
.en
~
casi asfixin dolo con el pauelo .que llevaba al cue~lo. se embarcIOTI del Pacf~co; y fu transfe rido al North
la.estaC
piCO
\<-l.
el
c1~vaba
o,
enCierr
este
por
do
El loro, indigna
es- v.a~olma, y dado de baja el} Valpar aso; entr al serconstan tement e en el pecho de Torn, qUien estaba
es
tantas,
V1CI? naval chileno , y despue s de muchs imos combate~
de
una
en
y
sangre;
de
o
carifica do y cubiert
a bordo de
c
embar
Se
botn,
.el
en
partp.
a
punmgun
l.e
y
lejos!
ado
demasi
iba
cuando Toro pens que ya
de
bergant n. Le hICe ve: que l era el respon sable
so las manos encima y lo apret, lo cual pl.lodUJo los te
haba esca.
que
y
cto,
msurre
como
trata~e.
le
se
que
.
.
sonillos extraor dinario s que habam os odo.
cepo umcam ente por la caSual idad de mi es.
Al ratito Toro y Darkey lograro n que los IndlO~ los. pado. del
el puerto; que yo no poda hacer ms por l;
en
tancla
capItn
relevar an y se salieron a beber a la salud del
perman ecer en la playa hasta que el bu_
d~b~a
A su regreso tomaron. su lugar en el suelo, uno a cada v que
a la vela, y q~e. le llevar an a bordo con
hIclcl'a
se
rot.a
qu.e
la
entr~
arroj
me
Yo
ante.
comand
lado de su
momen to crt1co en l.a vida de este jo_
un
Era
cap~
el
SI.
~fl1~os.
que
ndoles
encarg
Drivin,
Dr.
hamaca ; y el
que, habIen do carecid o de
agIY
"cn,
pudIese
1 tomand o eIl; cuenta
que
nada
dijeran
le
no
tn despetr aba,
dades ~a necesi dad le habria, sin
oportum
nas
tempra
.
.
tarlo, se fu a otra choza.
ado a. una VIda descarr~ada, y, adems ,
No hnba ptlsado mucho rato cuando el capltan , duda, conden
lOt~. yo estaba an~ios o de salvarlo
compatr
un
a
ha~omo
l!ds.
estn
alzando la cabeza, grit: u Qu diablos
Indoma ;ble capric ho. El capitn
un
de
efectos
los
n~
por
d;~o
ciendo con mis piernas ?", 10 cual fu respon ! . pa r _ dijo que l era el mejor manne r? a bordo ; y como esun iuerte grito de Tom, "No suelt.e, Darkey capitn , taba e~caso de hom~r~s, conse~UI de l la promes a de
key y un indio tenan agarrad as las pIerna~ del
no
su que! 51 Je~~y volvia a cumplI r ,COn s,u deber, ' ya
dos indios los brazos 1 y Tom estaba tendIdo sobre to10 ,que haba pasado . y que le dara
de
u
,menclO
harIa
de
cuenta
plena
darse
pareca
cuerpo. El capitn
baja ~n el primer puerto donde PUdie ra conscg uir
do y se manife staba asombr ado de verse asegura do su
substItu to
un
Tom.y
l.
dijo
estoy':
contra el suelo. u En. dnde
rtc
Afortu nadame nte,.po r la tarde el capit n D'Yria
Darkey hablan convem do en no deCIrle lo que haJ:na
a la vela, y an"'"
darse
para
do
TQ.eJora
e
bastant
f'a
estaba
as
rdinap
aconlec ido: pero, despu s dE; las ms ex~r~o 10 mIr~ tes de ll'me a bprd? de mi buq'!1,e llev a .Jemmy al su~nentiras de parte de Tom, mientra s el cap~tan
.habia
YL? Era la m~s suc~a embarc ac~on qUe YO jams
ba a l y a nosotro s enteram ente perpleJO, el pohle
y ~u tnpulac l-:' una:bo nlta muest ra 'de losvill a-.
VlSto,
e~
que
Ju~ando
que
o
enredad
ta!,1
vi6
se
ho
muchac
nos marIne ros recogIdos en los. puerto s del Pacfico
doctor podrfn referir sus propIas lllstorla s, comenza!o EllO
e ellos, y ~an mal? co~o nIngU no en aparien cia,.
rado
en~0!1t
y
llegado
habJan
uesde que l y Dark~y
otro. ~alSano, comph ce del americ ano Jemmv
estaba
fue
le
capI~n
~l
y
:
llamac::a
capitn patalea ndo en l.a
el des~o.~tento de Jemm y; le dej a bor_
admIro
me
No
Dary
el
J?or
SIdo
dando a entend er que SI no h?!>lera
condlclOn, pero desgra ciadam ente des_
ma~a.
una
en
do
Yo
sesos.
propiOS
sus
les
Rey habra arrojad o a puntap
que se encon traba en peor estado.
notICIa
tuve
lms
re~ato
el
en
OS
trat de aclarar algunos puntos Ob~ClU'
de remo me condu jeron a borgolpes
pocos
Unos
s~cln.
~onver.
de Tom y sigui una genera l y rwdosa
como antes, Con la brisa de la
y,
n~vel
nuesb.a
de
do
D'
que fu cortada de improvis:o por el propIO. capltan
r. El buque en el cual
navega
a
amos
comenz
tarde
Yriarte quien no haba podIdo pegl;\r los oJos en. toda
opolit a. Era un berCosm
La
a
llaDJa~
se
u
me ~mbarq
.
la noche y nos suplica ba que lo deJram os dorm1l'
y la ~mca embar :caci n que llevaba la
goleta,
gantmcon
te
chocola
tomaba
yo
s
mientra
,
maana
Por la
Habia sido
e c::on el bander ~ centroa mencan a en el Pacifi co.
el Dr. Drivin lleg a la ch.oz el co~tramaestr
~n carbo nero, y llamad a
para
rra.
Inglate
~n
~]da
constrt
de
a
cu~todl
la
.baJo
ado,
marine ro america no amotlll
La ,~rJtanma. Po~ algun aCCid ente lleg alorOcano
~a
cuatro soldados, a quejarse_ conmIgo.. El marmca,robIen
entonPaCIfIco, la compro el Estado de San Salvad nombre
estatur
baja
de
un joven de veintio cho anos,
el
puso
le
Se
y
ala,
Guatem
con
gue'fra
en
Jem~es,
era
nombre
su
formad o Y de muy buen parecer , y
del, esta~o:Cuscatln. Mas tarde fu vendi_
my. El tambi n se quej conmigo; quera abando nar mdlgen a in.g~es,
q,we.n la llam Eugen ia; yo ste la venroca
un
a
una
el bergan tn, Y dijo que pl'eferf a quedar se en ecer a d~.
dIO al cal?ltan D Ynarte , que le di el nombr e de La
pelada en medio del ocano antes que perman
Cosmopolita.
bordo. Yo le manife st que me era penoso el encon_
te
en
Mi primer a noche a bordo no fU particu larmen
la
cabecil
como
ano
a.meric
ro
marine
un
trarme con
paSaj ero de camaro te; penico
el
l?l'a
Yo
le.
ha_
agradab
que
en
riesgo
y
o
conflict
el
ver
hice
un motn, y le

en

86

ro, a ms de los chinches que siempre infestan un bu- lamente sta El capitn hizo un atrevido esfuerzo a
que viejo, yo tenia en mi camarote zancudos, araas, mi favor diciendo que l no tenia pasajeros; que l
hormigas y cucarahcas. Sin embargo, no hay parte de llevaba a bordo al Ministro de los Estados Unidos, que
mi viaje sobre la que yo pueda reflexionar con tan estaba haciendo un viaje por Centro Amrica, y a quien
tranquila satisfaccin como esta travesia en el Pacifi- be haba tratado cortesmente en Guatemala y San Sal_
co. Yo tenia a bordo a Gil BIas y a Don Quixote en vador, y que seria una indignidad para el gobierno de
el idioma original, y todo el da sentado bajo un toldo, Costa Rica el no permitir su desembarque. Le escricomparta mi atencin entre ellos y la gran fila de gi_ bi con el mismo fin al 'capitn del puerto, quien, al
gantescos volcanes que tachonan la costa. Antes que regreso del soldado, lleg personalmente. Ya estaba
esto se hiciera tedioso llegamos al Golfo de Papajayo yo casi harto de vejaciones, y el capitn del puerto
(Papagayo), la nica salida por la que los vientos del di fin a dos vasos de vino antes de que yo tuviera el
Atlntico pasan al Pacifico. El delfin, el ms hermoso valor de presentarle el asunto. Me respondi con topez que nada, jugueteaba bajo nuestra proa y popa, da cort17sa, diciendo que senta mucho que la ley fuey nos acompa lentamente al costado. Pero los mari- ra t~!l Imperativa y que le impidiera disponer a dis...
neros no respetaron sus dorados lomos. El contra- cresIOn: Yo le contest que la ley tenia por objeto
maestre, un sanguinario joven francs, se mantuvo por prevemr la entrada de personas sediciosas emigradas
horas con un arpn en la mano, arrojndoselo a varios y expulsadas de otros Estados, que pudierail perturbar
de ellos, y por fin sac uno a bordo. El rey de los ma- .la paz de Costa Ri~a, pero que ella no poda referirse
L'es pareca consciente de su decada condicin; sus a U~I caso como el mo, haciendo al mismo tiempo hin_
bellos colores se apagaron, y se puso manchado, y por cap~ en mi carcter oficial. Por. fortuna para m, l
ltimo pesado y sin brillo, como cualquier otro pesca- tema un alto concepto del respeto debido a ese carc_
ter, y, aunque en posesin de un cargo subordinado
do muerto.
Pasamos en regular sucesin los volcanes de San tema el noble afn de no dar motivo para que a su Es~
Salvador, San Vicente, San Miguel, Telega (Telica), tado se le fuera a tildar de falto de cortesa para con
Momotombo, Managua, Nindiri, Masaya y Nicaragua, un extranjero acreditado. Por largo rato l no supo
cada un de por s un majestuoso espectculo, y todos que hacer; pero por fin, despus de mucha deliberajuntos formando una cadena con la cual ninguna otra cin, me pidi que esperase hasta la maana siguienen el mundo puede ser comparada; en verdad, esta te, mientras que l poda despachar un correo para
costa ha sido bien descrita como "erizada de conos informar al gobierno detalladamente, y entonces to_
volcnicos". Por dos das nos mantuvimos con las ve_ mar sobre s la Tesponsabilidad de permitir mi desem_
las agitadas a la vista del Cabo Blanco, el alto pro_ barque. Temeroso de cualquier accidente o de algn
montorio del Golfo de Nicoya. En la tarde del treinta cambio de propsito, y ansioso de poner mis pies en
y uno entramos al golfo. En linea con la punta del tierra, le suger que, para evitar el viaje con el calor
cabo estaba una isla de roca, con altas, desnudas y pre_ del da, me sera preferible dormir en la playa y as
cipitadas faldas y la cima cubierta de verdor. Era estar listo para salir de madrugada, a lo cual accedi.
En la tarde el capitn me llev a tierra. En la pri_
casi la puesta del sol; por cerca de una hora el cielo y
el mar parecan encendidos con el reflejo de la ago- mera casa vimos dos candelas encendidas alumbrando
nizante luminria, y la isla de rocas pareca como una el cuerpo de un muerto, Todos los que vimos estaban
fortaleza con sus torrecillas. Era un panorama de enfe:"mos, y todos se quejaban que el lugar era fatal
gloriosa despedida. Yo haba pasado mi ltima no- para la vida humana. En efecto, estaba casi desierche en el Pacfico, y las montaas del Golfo de Nico- to; y, no obstante sus ventajas como puerto) el gobierno, pocos das despus, dio una orden para desocuparya se juntaron a nuestro ah'ededor.
Temprano por la maana tenamos la marea a lo y regresar al antiguo puerto de Punta Arenas. El
nuestro favor, y muy pronto) dejando el cuerpo princL capitn todava estaba sufriendo fiebres intermitentes,
pal del golfo giramos a la derecha, y entramos en una y de ninguna manera quera quedarse despus de en_
beIla y pequea ensenada, que forma el puerto de Cal_ trada la noche. Yo estaba tan feliz de hallarme en tie_
dera Al frente quedaba la Cordillera de Aguacate, rra, que si me hubiera encontrado con una calavera a
a la izquierda el antiguo puerto de Punta Arenas, y a cada paso, stas difcilmente me habran hecho retro'la dt.recha el Volcn de San Pablo. En la playa estaba ceder.
El ltimo extranjero que estuvo en el puerto era
una casa larga y baja construido sobre pilotes, con techo
de barro, e inmediatas a ella haba tres o cuatro chozas un americano di;tinguido. Su nombre era Handy; yo
de paja y dos canoas. Anclamos frente a las casas, y haba odo primero de l en el Cabo de Buena Espeaparentemente sin llamar la atencin de ninguna al_ ranza, cazando jirafas; despus me lo encontr en Nueva York, y lament excesivamente el no hallarlo aqu.
ma en la playa
Todos los puertos de Centro Amrica sobre el Pa- Habia viajado desde los Estados Unidos atravesando
cfico son insalubres, pero este se consideraba mort- Tejas, Mxico y Centro Amrica, con un elefante y dos
fero. Yo habia entrado sin temor a ciudades donde la dromedarios como guias de sus filas! El elefante era
peste estaba en toda su 'intensidad, pero aqu, cuando el primero que se vQia en Centro Amrica, y a menume vi en tierra, haba un silencio de muerte que haca do o hablar de l en los pueblos con el nombre de El
estremecer. Para salvarme de la necesidad d dormir Demonio. Seis das antes, Mr. IIandy, con su intere,en el puerto, el capitn envi un bote a tierra con mi sante familia, se habia embarcado l'umbo al Per, y
criado para conseguir mulas con las cuales yo pudie_ quiz en estos momentos estar cruzando las pampas
ra pro'seguir inmediatamente hasta una hacienda a dos con direccin al Brasil.
Decidido a no perder de vista a mi amigo el capileguas ms all
Apenas habia partido nuestro bote cuando vimos tn del puerto, con mi equipaje en los talones baj
tres hombres bajando a la playa, quienes al punto sa_ por la playa hasta la aduana. Esta era un edificio de
lieron a la mar en una canoa, encontraron a nuestro madera aserrada, como de cuarenta pies de largo, si_
bote lo hicieron regresar Y nos abordaron ellos mis_ tuado a poca distancia arriba de la seal de la alta mamos: Eran dos remeros y un soldado, y este ltimo rea sobre pilotes como a seis pies fuera del suelo. Era
inform al capitn que, por un reciente decreto, a nin_ el punto de reunin de las diferentes personas con emgn pasajero le era permitido desembarcar sin permi- pleos del gobierno, civil y militar, y de dos o tres muso especial del gobierno, por lo cual era necesario en- jeres empleadas por ellos, La fuerza militar se comviar una peticin a la capital, y esperar a bordo la res- pona del capitn del puerto y del soldado que nos
puesta. Agreg que el ltimo barco llegado al puerto abord, de modo que yo no tenia mucho temor de ser
se encontraba lleno de pasajeros, quienes se vieron rechazado a punta de bayoneta. Durante la noche
obligados a esperar doce das antes que la licencia fue_ surgi una nueva dificultad con respecto a mi criado,
ra recibida. Yo ya estaba acostumbrado a todas las pero, considerndome yo mismo Plcdianamente segu_
molestias en los viajes, pero no pude soportar tranqui_ ro, insist en que l constitua 'mi squito, y obtuve

87

permiso para que me acompaara Mi hospedador me


di una armazn de cama con un cuero de res como
colchn. La noche era calurosa, y lo pUl~e frente a
una puerta abierta que miraba hacia afuel;a sobre las
aguas del golfo. Las ondas se rompan gentilmente
sobre la playa, y era hermoso ver a La Cosmopolita
mantenindose tranquilamente al pairo, sin ni siquie_
ra "Rezoos" o el equipaje en ella,
A las dos de la maana nos levantamos, y antes
de las tres emprendimos la marcha La marea estaba baja y por alguna distancia caminamos a 10 largo
de la playa a la luz de la luna Al clarear el da alcanzamos al correo enviado para dar aviso de' mi lle
gada; al cabo de una hora cEuzamos el ro, de Jess
Maria y a las siete de la manana noS detUVImos para
desaynarnos en la hacienda del mismo nombre.
Esta era un miserable cobertizo, con un emparra..,
do de ramas a su alrededor, pero t~na una apariencia
de limpieza y comodidad; y "Hez~)Qs" estaba como en su
propietario tena en ella dos mIl cabezas de ganado,
y que era dueo de todo el terreno que habamos caminado desde cl mar. "Hezoos" estaba como en su propia casa; y, segn me refiri m~.s tarde, en un tiempo
haba solicitado a una de las hiJas para casarse; pero
el padre y la madre no !o a.c,eptaron porque no, lo crcyeron digno de ella. Anadlo que el1o~ se habI8:11 sorprendido al verlo .~egresar en tan proSJ?eras cIrcuns
tancias, Y que la hiJa le cont que ella slmpre ha r~_
husada casarse con ningn otro con motivo de su carIo hacia l.
Mientras que nos desayunbamos, la madr.e me
cont de una hija enferma, pidindome remedIOS, y
por ltimo me suplic qqe la fuera a ver La puerta
se abra por el cobertizo, y todas las rendipas efel cuat:to sc hallaban cuidadosamente tap.adas, co~o \,~ra eVItar hasta el ms leve soplo del arre. La Invallda yaca sobre una cama en una esquina, con una tela de
algodn cubrindola como un mosquitero. pero baja
y prendida con alfileres en todo el derredor; y cuando la madre levant la cubierta, tropec con una ~asa
de aire caliente y mals:mo que por poco me. domIna.
La pobre muchacha estaba tendida boca arriba, con
una sbana de algodn bien enrollada alrededo~ del
cuerpo, Y ya pareca como preparada par:a el entIerro
No tendra ms de diez y ocho aos; la fIebre acababa
de abandonarla, su mirada to~ava era brillante, pero
su rostro estaba plido y cubIerto de m~nchas,.arru_
gas y pliegues de sueedad. Ella 'padecIa de ~ICb!,~s
intermitentes ese azote que arruma la constltuclOn
y lleva a la tumba a miles de los habit~ntes de C.e~_
tro Amrica; y, de' acuerd~ con los obstmados pr,eJUlcios del pas, no se le habla l.avado !a cara por ll?-as de
dos meses! Yo con frecuenCIa senha repugnancIa por
las largas barbas y c~ras sin lavar d~ los in~ividuos
con calenturas intermItentes, y por la IgnorancIa y los
prejucios del pueblo sobre asuntos medicinales; para
ilustrar esto. el Dr. Drivin me refiri un caso prl;cticado por una vieja curandera, que orden a su paCIente un rico propietario de ganado, que se tendIera too
d~s las maanas desnudo en el suelo, y que degollaran
un buey sobre l, para que la sangre caliente pudiera
corrtr sobre su cuerpo. El hombre se someti a la
operacin ms de cien veces, y fu baado por la san_
gre de ms de cien bueyes; ms tarde l aguant un
mucho ms desagradable procedimiento, y, cosa rara,
todava vive.
Pero retrocedamos; en lo general mi priletica m_
dica estaba confinada a los hombres, y con ellos yo me
consideraba un practicante eficaz. No me gustaba re_
cetar a las mujeres, yen este caso rebat todas las preocupaciones del pas y rebaj mi pericia mdica ordenando, primero, que deban lavarle la cara a la pobre
muchacha, pero me salv un poquito recomendndoles
que 10 hicieran con agua caliente. Si ellos me lo a
gradecieron .o no, yo no lo s, pero tuve mi recompen~
sa, porque mir un rostro agradable, y mucho tiempo
despus record la tierna expresin de sus ojos, cuan_

do se volvi hada mi y oy el consejo qUe le d a su


madre.
A las diez reanudamos nuestra jornada. El terre..
no (;l'a plano y feraz pero sin cultivo. Pasamos varias
miserables haciendas de ganado cuyos propietarios
vivan en los pueblos y tenan m~zos en la finca, para de vez en cuando reunir y contar el ganado que
vagaba libremente n la montaa. A las once pa~amos
la hacienda de San Felipe, perteneciente a un galo
ocupado en la minera. Estaba en un extenso claro,
y en una esplndida situacin, y su limpieza, orden ".>'
buenos vallados indicaban que el galo no haba olvidado lo que haba aprendido en el hogar.
Cruzamos el ro Surubris y el ro Grande o Ma
chuca, y llegamos a la ha"ienda de San Mateo, situa_
da en la Bocn del Monte del Aguacate, y desde este lu_
gar comenzamos a subir. El camino haba sido muy
mejorado ltimamente, pero el ascenso era empinado,
desierto y escabroso. A medida que subamos por el
barranco, omos delante de nosotros un retumbante
ruido, que sonaba como un trueno lejano, pero regu_
lar y continuado, y que se haca ms atronador a medida que avanzbamos; y por fin salimos a un pequeo claro y divisamos hacia un lado de la montaa un
bonito edificio de madera aserrada, de dos pisos, COIl
un liviano y gracioso balcn al frente; y a un lado se
hallaba la atronadora mquina que nos haba asusta
do con su ruido. Extranjeros del otro lado del Atln_
tico estaban taladrando los flancos de la montaa y
triturando sus piedras hasta hacerlas polvo en busca
de oro. Toda]a cordillera, el mismo terreno que nues_
tros caballos heran con sus cascos, contena ese teso_
~o por el cual el hombre abandona a la familia y a la
patrIa.
Me dirig a la casa y me present yo mismo a don
~Tuan Bardh, el sUperintendent~ un alemn de Friesburgo Eran como las dos de la tarde y haca demasiadu calor. La casa estaba amueblada COn sillas, sof
y libros, y tena a mis ojos una deliciosa apariencia;
pero la vista de afuera lo era lr\ucho ms. La corriente
que mova la inmensa mquina trituradora haba convertido el lugar, desde tiempo inmemorial, en una des_
C'ansadera, o punto de descanso para los arrieros. Todo
(,staba circundado de montaas, y dircctamente al
1rente se elevaba una a grande altura, en declive, y
cubierta de rboles hasta la cima
Don Juan Bardh haba sido superintendente de la
Quebrada del Ingenio por cerca de tres aos. La com_
paa que l representaba se denominaba la Anglo
Costa Rican Economical Minning Company. Haba
estado en operacin durante estos tres aos sin pr_
dida alguna, lo cual fu considerado tan ventajoso
que ya lJaba aumentado su capital, y estaba a punto
de continuar en mayor escala. La mquina que se
acababa de instalar, era una nueva patente alemana,
denominada Machine for extracting Gold by the Zillenlhal Patent Self-acting Cold Amalgamation Pro
cess (crco que no he omitido nada), y su gran valor
radicaba en que no requera procedimentos prelimi_
nares, sino que por una continuada y simple opera_
cin extraa el oro de la piedra. Esta era una inmen_
sa rueda de hierro fundido, por medio de la cual ]a
piedra, a medda que llegaba de la montaa, era triturada y convertida en polvo; ste pasa entre artesas
llenas de agua, y de aJ a un depsito que contiene va
sos, donde el oro se separa de las otras partculas, y
se combina con el azogue del clal los vasos estaban

88

provlstoS.

Eran varias las minas al cuidado de don Juan, y


despus de la comida me acompa a la de Corrallio,
que era la ms grande, y que, por fortuna, quedaba en
mi camino. Despus de una calurosa caminata de media hora, subiendo por tupidos bosques, llegamos al
punto.
Segn la opinin de unos cuantos gelogos que han
visitado ese pas. inmensas riquezas yacen sepultadas
en la montaa de Aguacate: y muy lejos de estar es_
condidas, los propietarios dicen qus sus lugares se ha_

agrestes y bellos lugares que jams los hombres eligieroil para sus viviendas, estaban las chozas. de los
mineros. El sol rozaba ligeramente el mar, alumbrando la superficie del agua, y suavizando las speras
montaas; era la ms hermosa escena que jams yo
"1, y esta gratsima visin fu la ltima; porque sbitamente se obscureci, y inuy pronto entr la ms ne}~\'a noche de cuantas yo haba conocido. Cuando des_
eendimos, el bosque era tan tupido que aun en pleno
dia interceptaba la luz, y en algunos lugares. el camilla estaba cortado a travs de escarpadas lomas ms
altas que nuestras cabezas, y cubierto por arriba con
denso follaje "Hezoos" iba adelante d m, con som""'"
--;rero blanco y chaqueta y caminando junto a l un
perro blanco; pero yo no poda ver los contornos de su
figura El camino era empinado pero bueno, y no
pl etend guiar la mula. En uno de los ms obscuros
pasajes" Hezoos" se detuvo, 'y, con una. voz que hizo re
sonar el bosque, grit "un len", "un' len"; Yo qued espantado, pero ~l se ape y ptndi un cigarro
Qu frescura, pens yo; pero l me tranquiliz dicin_
dome que este len era un anima1. diferente del que
ruge en los desiertos africanos, pequeo, que se asustaba con un grito y que slo coma nios. Largo codi'as.
Ya haba avanzado la tllrd cuando salimos del mo pareca, nuestro total descenso no nos ocup tres
pozo. Don Juan me condujo por una empinada senda horas, y a las dIez de la noche llegamos a la casa en la
hacia arriba por la falda' de la montaa, hasta una pe- Boca de la 1'ilo!ltaa. Estaba cernida, y todos se enquea nieseta ~obre la cual estaba un grn edificio contaban durmH:ndo; pero. tocamos fuerte, y un hom....:.
ocupado por mineros. La vista era magnfica:, abajo bl'e abri la puerta, y, antes que 'pudiramos hacerle
quedaba una inmensa barranca; arriba, encaramada algunas 'preeuntas, desapareci Medi.a vez dentro,
sobre una pmiia, 'como un nido de guilas, la casa de sin embargo" hicimos bastante ruido para despertarlos
otro superintendente; Y sobre el lado opuesto, la gran a tallos, y conseguimos lllaz para las mulas y una luz.
cadena de montaas de Candelaria. Yo aguard has.. All haba un amplio cuarto abierto a todo el que lleta que luis mulas subieron, y con muchos agradeci- gaba, con tres catres, todos ocupados, y dos hombres
mientos por su benevolencia, me desped de don Juan. durmiendo en el suelo. El ocupante de una de las caA medida que seguamos subiendo, a cada instante mas, despus de mirarme por algunos instantes, lo des_
la perspectiva sellaca ms grande y hermosa; y de ocup, y yo i am su lugar. El lector no debe suponer
repente, desde una elevaci,n de seis mil pies, lllir all que yo fuera enteram~nte falto de escrpulos, l se
abajo el Pacfico, el Golfo de Nicoya, y, asentado como llev toda su ropa de dormir,es decir, su chamarra
un ave sobre el agl,la, nuestro bergantn La Cosmopo- La cama y todo su ajuar se compona de un cuero de
Hta Y aqu, en los ms elevados 'puntos, en los ms res sin curtir.

Han tan bien marcados que todo el que busca puede


encontrarlas. Los filones () venas 'metalferas corren
regularmente de Norte a Sw:', en filas de diorita pr_
fido con estrato dE!: prfido basltico, y de un promedio
como de tres pies de anchura,. En ciertos lugares se
han practicado excavaciones laterales, de Este a Oeste y en otros se han taladrado' pozos hasta tocar la
vena, La primera abertura que visitamos fu un coe
te transversal de cuatro pies de ancho, que penetraba doscientos cuarenta pies antes de tocar el filn; pe_
ro estaba tan lleno de ,agua que no entramos. Arriba
de este haba otro corte, y ms aiTiba todava estaban
taladrando un, pozo. Bajamos. a ste por una escala
formada del tronco de un rbol, con muescas cortadas
en l hasta que llegamos a la vena y la seguimos con
una ~andela hasta donde estaba trabajada. Era como
de una yrd de ancho y sus lados rlucan -pero. no
por el oro,~ stos eran de cuarzo, y feldespato, _1m..,
pregnados de sulfuro de hierro, y oro en part~ulas tan
pequeas que eran invisibles a)a simple VIsta. Los
obj etos ms sobresalientes en estos depsitos de rique_
za eran los ctesnudos trabapjadores con sus picos, encOl'vados y sudando bajo lo~ pesados costales de pie-

CAPITULO 17
I,A GARITA - AL!HUELA - UN PUEBLO BENEVOLO - HEREDIA - RIO SEGUNDO - CAFETALES
DE SAN JOSE _ EL VIATICO PARA UN MORIBUNDO - UN ENOUENTRO FELIZ - PERPLEJIDA
DES EN EL VIAJE _ HOSPEDAJE EN UN CONVENTO - EL SEOR CARRILLO. JEFE DEL ESTADOLAS VICISITUDES DE LA FORTUNA - VISITA A CARTAGO - TRES RIOS - UN ENCUENTRO INESPERADO - ASCENSION AL VOLCAN DE CARTAGO - EL CRA'rER - VISTA DE LOS DOS MARES.
EL DESCENSO - PASEO POR CARTAGO - UN ENTIERRO - OTRO ATAQUE DE FIEBRES INTER.
MITENTES ~ UN VAG>ABUNDO- EL CUI.TIVO DEL CAFE

A la maana siguiente entramos a un campo a_


bierto, Hano y ondulado, que me trajo a la memoria
las escenas de mi tierra. A las nueve llegamos al bor_
de de un magnfico barranco, y serpenteando hacia
abajo por una empinada pendiente de ms de mil qui_
nientos pies, las montaas se juntaron a nuestro alre_
dedor y formaron un anfiteatro. En el fondo del ba_
rranco haba un tosco puente dem,adera, cruzando un
angosto arroyo que corra entre rocas perpendiculares
a ciento cine,uenta pies de altura, muy pintoresco, y
que me hizo reeordar las cataratas de Trenton.
Subimos por un camino escarpado hasta la cumbre del barranco, donde estaba una larga casa, como
para evitar todo paso excepto a travs de ella. Se flama La Garita, y domIna el caniino desde el puerto hasta la capital Algunos empleados estn estacionados
aqu para tomar nota de las mercaderas y examinar
los pasaportes. El que comandaba entonces haba per_
dido un brazo al servicio de su patria, esto es, en una
batalla entre su propio pueblo y otro a quince millas
de distan("ia, y el puesto le haba sido concedido pOl'
premio por c;;us patriticos servicios.
A medida que avanzl1amos mejoraba la regin

Y, por espacio de upa legua antes de entrar a Alihue_


la (Alajuela) haba casas de ambos lados del camino a
una distancia de tres a cuatrocientas yardas aprte,
construids con adobes, blanqueadas, y los frentes de
algunas ornamentados con pinturas. Varias tenan
pintada en rojo a cada lado de la puerta la figura de
un soldado, con su mo~quete al hombro y bayoneta calada, de tamao natural y firme como un militar bien
disciplinado. Pero todas, las imperfecciones quedaban
OCUi~as por ringleras de rboles en ambos lados del
camino, muchos de ellos cqn, hermosas flores, los que
en algunos lugares se encorvaban completamente cubriendo las .casas. L"os campos se hallaban cultivados
con caa de azcar, Y cada casa tena su pequeo tra
piche o molino de azcar; haba seales de. ruedas de
carruajes Ji r-ronto omoo? el ruido de un vehCulo que
se acel'(~aba. El crujido de sus ruedas produca casi
tanto ruido como la Zillenthal Patent Cold Amalgarnatil1g Machine en la montaa de Aguacate. Estaban
hechos de un trozo de rbol de guanacaste, como de
diez a doce pulgadas de grueso, con un hoyo en el cen_
tro, que jugaba sobre el eje casi ad libitum, y hacan
el ms lgubre ruido que pueda concebirse. La cama

89

estaba hecha dt' caa de azcar; era como de cuatro


pies de alto y tirada por bueyes amarrados por los
cuenlOS en lugar de la nUCa.
Al entrar en Alihuela me detuve para preguntal'
por uno que llevaba el nombre inmortal en la histo_
ria de la conquista espaola. Era el apellido de Alva_
rado. Si era su descendiente o no yo no lo s, ni tampoco l; y cosa extraa; aunque me encontr con varios que llevaban ese apellido, ninguno pretenda hacer constar, su linaje hasta el conquistador. Don Ramn Alvarado, .dn embargo, me fu recomendado por
cualidadef que 10 ligaban en carcter con su gran toca_
yo. El era el correo de la English Minning Company
para Serapequea (Sarapiqu) y el Ro San JuaI}. .
Adems de la ventaja del viaje por mar, mI prIn_
cipal objeto al dejar Zonzonate, era el adquirir alg~na
informacin relativa a la ruta del canal entre el Atlantico y el Pacfico, por medio del Lago de Nicaragua y
del Ilo San ~Tuan, y mi inters con Alvarado era el asgur:nlo como gua hasta el puerto de San Juan:. ,En
media hora se hicieron todos estos arreglos, se fIJ? el
da, y pagu la mitad del precio ?:l contrato. M;entras tanto "'HeZ'oos" se hallaba soh1tamente empenado
en disear una cubierta n~gr~ glasea~a sobre mi som_
brelo, y en colocarle un agulla amerlcana que yo ha_
ba comprado a bordo del barco.
En Costa Rica hay cuatro ciudades y todas ellas se
hailan situadas dentro de un. espacio d~ quin~e leguas;
no obstante eso, cada una bene un chma d1el~ente y
(l1stln!as produrciones, Incluyendo los suburbiOS, A_
lhuela contiE'ne una poblacin alrededor de ~O 000 habitantes. La plaza estaba hermosamente sIt~ada, y
la iglesia, e~ cabildo y )a~ casas del frente tem.an buena aparienCIa. Estas ulbmas eran largas Y bailas, con
nchos portales y grandes ventanas con balcones constrUidos con barrotes de madera. Era da domingo, y
los habitantes, Jimpiamente vestidos, .estaban se!1tados
en lOS portales, o, con las puertas abIertas, reclmados
en hamacas, o en canaps de madera de a~to respaldo,
en el interior. Las mujeres estaban traJeadas como
damas, y algunfis eTan hermosas y todas blancas. Un
viejo de aspeck respetable, :p~rado ~n, la puerta de
una de las mejores casas, grIto "amIgo', y nos p~e_
gunt quines ramos, de dnde venamos y. para don_
de bamos encomendndonos a Dios al partIr; y todos
a lo largo' de la calle nos saludaban amistosamente.
A una distancia de tres leguas pasamos por Hcre_
da sin apearnos. Yo haba caminado todo el da con
un ;entimiento de extraordinaria satisfaccin, y si tales eran mis sentimientos, cules seran los de Hezoos? El estaba de regreso a su tierra, c!=Jn. su amor
acrecentado por la ausencia y por los SUfrImIentos lejos del hogal. Por todo el camino se encontraba con
viejos conocidos y amigos. Era l.un muchacho de
buena presencia, ostentosamente vestzdo,.y p~rtaba una
espada peruana guacaluda de ms de seIS pIes de lar_
go. Llevaba amarrado par detrs con correas, un ma_
letll de pao escarlata, ribeteado de ne/?ro, .parte <;lel
uniforme de un soldado peruano. Habna SIdo cunoso el recordar cuntas veces refiri su historia: del
servicio militar y de los combates en el Per; de su reclutamiento forzado para la marina y de su desercin;
de su viaje a Mxico y de su regreso a Guatemala por
tierra y siempre terminaba preguntando por su mujer d~ quien no haba sabido desde que dej el hogar,
"la' p6vera~' ella pobre") erall regularmente sus ltimas palabras A medida que nos acercbamos a su
casa su ternura por "la pvera" aumentaba. No pudo
obt~ner ningunos informes directos de ella; pero un
amigo bien intencionado le sugiri que probablemen_
te ya se habra casado con algn otro, y que l sola_
mente perturbara la tranquilidad de la familia con su
re" .. eso.
Una legua ms all de Heredia llegamos a otra
gran barranca. Descendimos y cruzamos un puente
sobre el Ro Segundo. Pocos meses antes, este ro se
hflba crecida de sbito y sin ninguna causa aparente,
arrastrando una casa con todo y familia cerca del

90

puent(~,

y dejando a su paso consternacin y muerte


Pero la geografa del interior de ese pas es muy po_
co conocida, y se supuso que algn lago se lJabra desbordado. Al subir por el lado opuesto seal 'Hezoos
el SItiO de la batalla en la que el oficial de "La Gari
ta" haba perdido el 1J1'azo y en la cual l mismo haba tomado parte, y, como' era habitante de San Jos
habl de las gentes de la otra ciudad como un ingl~
del tiempo de Lord Nelson se habra 'expresado de un
lancs.
En la cumbre de la barranca llegamos a una gran
mes,eta cubierta con las ricas plantaciones de caf San
Jose. Estaban ~oIocadas en cuadros de doscientos pies,
cercadas por setos vivos de rboles en flor, con caminos de sesenta pies de anchura; y~ con excepcin de
los cortos senderos para bestias, los caminos tenan un
csped de invariable verdor. El verde obscuro de los
cafetales, la verdura de los caminos, y los paisajes a
travs de los rboles en todas las encrucijadas eran
hermosas; a cieJ:ta distancia a cada lado haba' mon_
te3, y al frente, elevndose sobre todos, estaba el gran
Volcn de Cartago. Era casi la misma hora cuando
el ria anterior, desde la cima del monte de Aguacate'
yo haba mrado los nmensos barrancos y las cumbrcd
de las elevadas montaas, y divisado el Ocano Pacfico. La perspettiva ahora era tan risuea como agreste la otra; y hablaba por s misma a todos los sentidos,
pues no se hallaba, como en el resto de Centro Amric<.l, retrogradando y marchando hacia la ruina, sino
Satlltellte, como una recompensa de su industria. Siete aos antes todo el llano era un inmenso erial.
Al final de esta meseta divisamos San Jos, en
una planicie abajo de nosotros Sobre la cima de la
loma pasamos por una casa que tena un arco de flo_
re~ frente a la :;merta, indicando que en el interior ya_
ca alguien que necesitaba recibir los ltimos sacramentos, antes de partir al otro mundo para dar cuen
ta final de su existencia. Al descender miramos a lo
lejos una larga procesin, encabezada por una cruz
con ja imagen del Salvador crucificado Se aproximaba con msica de violines y con un ruidoso coro de
voces, e iba acompaando al sacerdote hacia la casa
del hombre agonizante. A medida que Se acercaba,
los de a caballo se quitaban el sombrero y los de a pie
se arrodillaban. Nosotros la encontramos cerca de un
angosto puente al pie de la colina. El sol estaba de_
clinando, pero sus ltimos rayos eran abrasadores para la cabeza descubierta. Al CUl'a lo llevaban en una
silla de manos. Nosotros esperamos hasta que l pas, y aprovechndonos de una parada de la procesin
cruzamos el puente, pasamos una larga fila de hombres y una ms larga de mujeres, y al encontrarme ya
algo retirado me puse el sombrero. Un fantico sujeto, con semblante ceudo me grit: "quittez el sombre:'-"0". Yo respond espoleando mi caballo, y al propio
momento toda la procesin se desorganiz. Sali pre_
cipitadamente de la fila una mujer y 'Hezoos salt de
~ u caballo y la tom en sus brazos, acaricindola y be_
slluola tanto como la decencia en las calles pblicas
lo poda permitir. Con la mayor sorpresa supe que
la mujer no era ms que su prima, y ella le cont que
su esposa, que era la principal modista del lugar, ya
iba adelante en la procesin. 'Hezoos estaba fuera de
s; retroceda, regresaba, coga su eaballo y tiraba de
la bestia en pos de l; en seguida montando y espolean_
do, me suplic que me apresurara y que le permitiera regresar adonde estaba su mujel.. Al entrar en la
dudad, pasamos por una casa de apariencia respetable, donde cuatro o cinco mujeres bien vestidas estaban
sentadas en el corredor. Ellas, al vernos lanzaron
una exclamacin. y 'Hezoos, avanzando sobre las gradas con su mula, se ape y las abraz a todas por tur_
no. Despus de unas pocas precipitadas palabras, las
abraz a todas otra vez. Algunos amigos varones tra_
taban de arrancarlo de all, pero l volva a las mujeres. En verdad, el pobre muchacho pareca loco,
aunque pude observar que era una locura muy metdica, porque, despus de dos vueltas con las ms respe

tauJes ancianas, las abandon, y arrastrando hacia adelante a una muchacha muy bonita, con los brazos
alrededor de su cintura, y besndola a cada momento,
me cont que ella era la aprendiza de su esposa; y
aunque a cada beso l le hacia preguntas acerca de su
mujer, no aguardaba las respuestas, y los besos se re_
petan con ms rapidez que las preguntas. Durante
todo ese tiempo yo me estuve a caballo mirando. No
cabe duda que eso era para l muy agradable, pero ya
empezaba a impacientarme; viendo lo cual, se separ,
mont, y acompaado por media docena de sus amigos,
de nuevo tom la delantera. A medida que avanz_
bamos aumentaban sus amigos. Esto era algo fastidioso, pero yo no poda perturbarlo en los ms dulces
ulaceres de la vida, la bi~nvenida que le daban sus
amigos despus de una larga ausencia. Al cruzar la
plaza, dos o tres soldados de su antigua COI,1lPaa, reclinados contra la baranda del cuartel le grItaron compaero, y, con el sargento a la cabeza, llegaron y se
unieron a nosotros. Atravesamos la plaza -c~on quince
o veinte en nuestra compaa o, mejor dicho, en su
compaa algunos de los cuales, particularmente el
sargento, 'en obsequio a l, se mostraron atentos conmigo.
Mientras que l tena tantos amigos para darle la
bienvenida, yo no tenia niriguno.En efecto, yo no
saba dnde dormira esa noche. En las poblaciones
C1randes de Centro Amrica siempre me encontraba
desconcertado para hallar- dnde alojarme. Por todo
el pais el viajero n~ encuentra hospedaje pblic?, sal_
vo el cabildo y un Jarro de agua. Todo lo demas debe llevarlo consigo, o comprarlo en el lugar -si puede. Pero en lae;; grandes poblaciones no se tiene este
recurso porque alli no sera decente alojarse en el cabildo. Yo tenia cartas de recomendacin, pero era sumamente desagradable el presentarme sobre el lomo
de una mula, con el equipaje en los talones, como si
ellas fueran. en realidad, libranzas a la vista para conseguir habibcin Y mesa.
'~Iezoos me haba contado que all est~ba un vie_
jo chapitn, esto es, una persona de Espana, en cuya
casa yo podra conseguir un. cuarto alquil~do para ~,
pero desgraciadamente, el tIempo y las cIrcunstancIas
haban obligado al v.iejo espaol a irse tan .lejos que
los ocupantes de su casa ignoraban su paradero. Yo
contaba con l con tanta seguridad que no haba sacado mis cartas de recomendacin, y ni siquiera saba
los nombres de las personas a quienes iban dirigidas.
El cura estaba en su hacienda y su casa se encontraba
cerrada; un uadre que haba estado en los Estados UnL
dos se hallaba enfermo, y no poda recibir a nadie; los
amigos de mi criado todos me recomendaban a distintas personas, como si yo tuviera toda la ciudad a mi
disposicin; y principalmente me animaban para honlar con mi compaa al Jefe de Estado. En medio de
~sta consulta callejera, yo suspiraba por un hotel de
cien dlares al dia, y tener al gobierno como pagador.
'HezDos. que durante todo este tiempo se hallaba en
una terrible precipitacin, despus de una animada
chal la con algunos de sus amigos, espole su mula y
me hizo volver de prisa, cruz una esquina de la plaza, dobl una calle a la derecha, se detuvo frente a
una pequea casa, donde se ape, y suplicndome que
hiciera lo mismo, al momento arrebataron las monturas y las llevaron hacia el interior. Me entraron a la
casa, y. me ofrecieron una silla baja en una pequea
habitacin, donde una docena de mujeres, amigas de
'Hezoos y de su esposa, lo esperaban para darle la
bienvenida a su hogar. El me dijo que no sabia dn_
de estaba su casa, ni si tenia algn cuarto dems, has_
ta que lo supiera por sus amigos; y llevando mi equiuaje al interior de una pequea y obscura habitacin,
que yo podra c lntar con esa para m, y que l, su mujer, y todos sus amigos me serviran, y que estara .all
con ms comodidad que en nnguna otra casa en San
Jo~. Yo me encontraba sumamente cansado, por haber hecho un viaje de tres das en.dos, y muy fatigado
por la molestia de andar buscando un lugar de des_

canso; y si hubiera sido ms joven, y no hubiera te_


mido el qu dirn, no me habra tomado ninguna otra
molestia; pero, desgraciadamente, la dignidad del car_
go podra haber sido lastimada con mi permanencia
en casa de mi criado_; y, a ms de eso, que no me poda mover sin tropezar con una mujer; y, para ajuste,
que 'Hezoos le echaba los brazos a la que se le antojaba y la besaba tanto como quera. En medio de mi
perplejidad lleg "la pvera" seguida de media docena de las de la procesin, aficionadas a las tiernas escenas. No intentar describir el encuentro. 'Rezoos,
como atado por el deber, abandon a las otras, y no
obstante todo lo que haba hecho, envolvi la diminutf< figura de su esposa entre sus brazos, tan apretadamente, como si hiciera un mes que no hubiera visto a
una mujer; y "la pvera" descans en sus brazos tan
feliz como si no hubiera ni primas bonitas ni mucha.:.
chas aprendizas en el mundo.
Todo esto ya era demasiado para m: me abr paso
hacia afuera y despus de consultar con el sargento,
mand que ensillaran mi caballo, y caminando por tercera vez a travs de la plaza, me d~tuve frente al convento de don Antonio Castro. La mujer que abri la
puerta me dijo que el padre no estaba en casa. Le
respond que entrara para esperarlo, y mand colocar
mi (: quipaje en el zagun. Ella me invit a pasar al
interior y, e11 consecuencia, orden que en seguida en_
traran mi equipaje. La habitacin ocupaba casi todo
el frente delconvento, y fuera de algunas imgenes de
santos, su nico mueblaje se compona de una larga
mesa, y de u.u amplio canap de respaldo alto y asien_
to de: madera. Coloqu mis pistolas y mis espuelas sobre la mesa y arrellenndome en el canap, esper al
padre para darle la bienvenida a su casa.
Regres POyO despus deentrad~ la noche y se qued sorprendirlo y sin saber que hacer conmigo, no obs_
tante que pareca reconocer el principio de que la posesin es nueve puntos de la ley. Yo not, sin embar_
go, que su embarazo no era por falta de hospitalidad,
sino por la creencia de que no me la poda hacer muy
confortable. En Costa Rica los padres son pobres y
ms tarde supe que all es raro que Un extranjero lle_
gue a pesar sobre uno de ellos. Desde entonces he
pcm,ado que el Padre Castro debe haberme considerado xtraordinariamente fresco; pero, sea lo que fuere,
al entrar en seguida su sobrino, ellos sin tardanza me
prepararon chocolate. En cada extremo de la amplia
habitacin haba una ms pequea que ocupaban el
padre y su suhrino respectivamente. Este dej vacante la suya y con unas pocas piezas de las del padre, me
acomodaron tan bien, que cuando me acost, yo mismo
me congratulaba de haber hecho todo lo posible para
entrar all, y sin duda, antes que ellos Se hubiesen re
cobrado de la sorpresa yo ya estara durmiendo.
Pronto corri la noticia de mi llegada, y a la maana siguiente recib varias invitaciones para las ca_
sas de algunos vecinos -una de la seora de don Manuel de Aguila-; pero yo estaba tan satisfecho en el
convento que no me hallaba dishpuesto a abandonarlo.
Como era natural, pronto me di a conocer a todos los
extranjeros residentes, quienes, sin embargo no eran
ms que cuatro' los seores Steiples y Squire el uno
alemn y el otro ingls, asociados en negocios; Mr.
Wallenstein, alemn; y el cuarto era un paisano, Mr.
Lawrence, de Middletoy, Connecticut. 1'odos vivan
con MI'. Steiples; y tuve inmediatamente una invitacin
unnime para hacer de su casa mi residencia.
San Jos es, yo Cl'eo, la nica ciudad que ha crecido o mejor dicho, prosperado desde la independencia
de Centro Amrica. Bajo el dominio espaol la capital real era Cartago; pero al estallar la revoluc;n, el
fervor patritico era tan ardiente, que se resolvi abo
lir este recuerdo de_la servidumbre colonial, y establecer la capital en San Jos. Sus ventajas locales quizs
sean iguales. Cartago est ms inmediata. al Atlnti_
co, y San Jos al Pacfico; pero entre ellas slo hay una
distancia de seis leguas. Los E!difici,os en San Jos son
t )dos republicanos; all no lay ninguno grandioso ni

de Lelleza arquitectnica, y las iglesias son inferiores


a muchas erigidas por los espaoles en los ms pequ_
i'ios pueblos No obstante eso, ella exhibe un desano110 de lccmSDS y una apaliencia de comelcio ralOS en
.este letrgico pas, y en la plaza haba una residencia
que daba indicios de que el dueo haba estado en el
f'xtelior, y que haba regresado con la mente tail li-

beralizada, como para adoptar los adelantos de otros

pases y consh uir de un modo difel ente al acostumbrado por sus padl es y distinto del gusto de sus veci-

nos

Mi primer a visita de COl tesa fu pal a el se~or Ca_


rrillo Jefe del Estado El Estado de Costa RICa gozaba ~n esa poca de un gl ado de prospelidad no igua_
lado por ninguno en la desunida confederacin A :'31va pOI la distancia, sin liqueza bas,t!1nte pal f!. excItal
la codicia y con una gran extenslOll selvtlca pal a
protegerlo' contra la marcha de un ejlcito invasor, haba escapado de los tumultos y guenas que ,desolaban
y devastaban a loS otlos Estados. Y aun aSl, solo dos
aos ant.es haba tenido
propia revolucin: una tumultuosa ~oldadesca pene a la plaza, y gritando A
bas (Abajo) de Aguila, y Viva Canillo, mi amigo don
Manuel fu arrojado 'por las bayonetas y destelrado de~
Estado y Carrillo colocado en su lugar Este n01?blo
vicc,",jefe a su suegro, un pacfico y lespeta~l~ anClan?,
reuni a la soldadesca y a los empleados crvlles V mI_
lital es en la plaza, y todos pasa~on,l?or la sol~mne,far_
sa de jurar fidelidad a la constltuclOll Lleto el tlempo sealado por sta pala l~eyal a cabo as, !1uevas
elecciones, pero no fue pelmltldo que se v~rIflCalan,
pues habiendo ya ensayado esto una vez y sIendo burlado l no pensaba correr de nuevo ese nesgo, y pI 0babl~mente seguir as hasta que sea lanzad(l por la
mslila fu~rza que lo puso en el poder ~1ienh as tanto
usa de prudentes precauciones no per.nnte,que ~nt1en
a sus dominios emigrados ni levolUC1DnarlOS, m pCl_
sonas sospechosas de otr~s Estados, ha suprimido la
pIensa y encarcela o destierra bajo pena de muerte si
leglesan, a todos los que alzan la voz en conba de su
gobielno
El era como de cincuenta aos, de baia estatul a
y fOlldo, modesto, pelO cuidado~o en ~l vesth, y ~~:m
una apariencia en el rostro de ~nfleXlble resol~cln
Su residencia el a bastante republicana, y no tema nada que la distinguiera de la de cualquier abo ciudada_
no' en una parte su esposa tena una pequea tienda,
V ~n la atta estaba su oficina para los asuntos del gobierno Esta no era ms grande que el despacho de
un comerciante de tercera clase, y tena tres amanuenses, quienes en el. moment~ de mi ,entrada se l~allaba,n
empeados escribIendo, mIentras el con la levita qUItada estaba examinando papeles Ya habia tenido no_
ticia' de mi llegada, y I?e di la bienvenida a Costa Ri~a
Aunque la ley baJO la cual estuve a I?unto de ser:
detenido en el puerto era 10 que predommaba en HU
pensamiento, y estoy seguro, que l no 19 haha olvida_
do, ~lnguno rle nosotros hIZO 1efel encIa a ella, 1nquili particularmente con respecto a Guatemala, y,
aunque simpatizando. con la poltica del Estado, no te
na buena opinin de CalTera Su host,i1idad hacia
Morazn y pala el gobierno federal ela sm tlegua, y,
en efecto a m me pareci que estaba en contla de
cualquier' gobierno general, y firmemente convencido
de que Costa Rica pQda sostenerse sola, sin duda creyendo que el Estado, o, lo que es 10 mism,o, l pel~O_
nalmente, poda desembolsar l~s rentas meJOl que nIn_
guna otra autoridad En realIdad, esta es la roca en
que se eshellan todos los polticos de Cenho Amli_
ca: no hay tal cosa de sentimiento nacional, Cada Estado quena se! Un imperio; los funcionauos del Estado no pueden tolerar superiores, un Jefe de Estado
no puede sufrir a un Presidente El no haba enviado
diputados a la Convencin, ni pensaba hacerlo; pelO
deca que Costa Rica permanece1a neutral hasta que
los ohos Estados hubiesen allanado sus dificultades
Se expres c'on mucho inters de la mejora de los caminos, particularmente los que conducan a los puel_

su

tos sobre el Atlntico y el Pacfico, y manifest gran


satisfaccin POl el ployecto del gobielno britnico,
que yo le mencion, de enviar vapores pala conectar
las islas de las Indias Occidentales con la costa ame_
lcana, los que, al tocar en el pnelo de San Juan, po_
dran poner su apa(ada capital a diez y ocho o veinte
das de Nueya York En veldad, uSUlpador y dspota
como es, Carrino habaja con ahinco por el adelanto
del Estado, y por mil doscientos dlares al ailo, ms
sus extIas, y con el pelmiso de ser su propio pagador
Al mismo tiempo, protege a todo aquel que no le Ileva la contlaria Unos cuantos que no pueden sometelse al despotismo hablan de abandonar el pas; pela
la gran maYOla est satisfecha y el Estado plospela
De mi parte le admiro En aquel pas la altelnativa
es, o un gobielno fueIte o nada enteramente POI todas par tes en su Estado tuve una sensacin de seguridad pel sonal, de la que no goc en ningn oh o Pal a
beneficio de los viajeros, ojal que l viva mil aos!
En la tarde com con los residentes extranjeros en
casa de MI'; Steiples Este caballero es un ejemplo de
lo que son las vicisitudes de la fortuna El es nativo
de Hanover A la edad de quince aos dej el colegio y se alist Pon el ejrcito Prusiano; pele en Dres_
den y en Lcipzig, y en la batalla de Water loo Iccibi
una bala en el ('erebro, de resultas de 10 cual, desgraciadamente, solo un mes antes, haba perdido el uso
de un ojo Imposibilitado por la herida durante hes
aos, al lecoblar la salud se embalC para la Amrica
del Sur con tres compaeros, y entr al ejIcito pe1 uano, se cas con una "Hija del Sol", se hizo comelCiallte, y se vino a San Jos, donde estaba entonces
viviendo al estilo de la hospitalidad eUlopea Yo per_
der toda reputacin de viajelo sentimental, pelo no
pueJo deim de mencionar con honor a cada una de
lL'.s pClsonas que me blindaron una buena comida, y
con esta detcI minacin no ofendel al lector sino una
vez ms
lJOl la maiiana templano, acompaado de mi paisano Mr Lawr ence, y montado en una magnfica mula
que me pI est MI Steiples, sal I umbo a Cal tago A_
bandonamos la ciudad por una larga y bien pavimentada calle, y un poco ms all de los subUlbios pasamos una bonita plantacin de caf, la que me trajo
a la memOlia una villa Continental Esta era la 1)10piedad de un lancs que falleci a tiempo de telmi_
nada, pelO su viuda ya habia provisto otro amo pala
su casa y paclr~ para sus hijos De ambos lados ha_
ba montaas, y al flente se destacaba el maiestuoso
Volcn de Cartago Los campos estaban cultivados
con maz, pl?tanos y papas Estas ltimas, aunque ill~
dgCllUS y ahora diseminadas por toda Europa, ya no
son 11 s el alimento de los nativos, y no se encuentran
sino lalamente en Hispano Amlica Las papas de
Cariago son de buen sabOll, pelO no ms grande~ que
una nuez de nogal, sin duda por la falta d' cmdado
en su cultivo Pasamos un Campo Santo, un cuadlD
('hcu~t1dD de paledes de adobes blanqueadas, y llegamos ;J un pueblo indgena, el primero que haba visto
en Costa Rica, y mucho meior que ninguno en los o
os Estados con sus casas de tejas y ms slidas, y
SllS habitantes Lon sus vestidos puesto
A medio camino enhe San Jo y Cartago llegamos
a la a~dea de Tres Ros Desde este lugar el camino
ua rns queblado, sin cercas, y el terreno muy poco
ctllivado
Se han hallado apuntamientos en los mchivos de
e al tugo, fechados en 1598, que prueban que ella es la
ciudad ms antigua de Centro Aml ica Llegando de
San .los, su apmiencia era la de una antigua ciudad
Las is:lesias eran grandes e imponentes; las casas tenan circulados us patios con paredes tan altas como
ellas mismas; y su quietud era extlaoldinaria 1V1ar.
chamns hacia arliba por una lalga calle sin ver a una
sola persona, y las calles transvClsales, que se exten_
dan a una gran distancia de ambos lados, estaban de_
soladas Un solo jinete que cruz a alguna distancia,
fu un objeto que llam nuestla atencin

92

El da anteliOl nos hahamos encontlado en San


Jos con el DI' Blayley, el nico extlanjero lesdente
en Cal tago, qulen haba pIometido conseguh nos un
gua, y hacel los all'eglos pala la ascensin al Volcn
de Cal tago; y nos encontramos con que, adems de
hacl2l todo lo que haba of} ecido, l mismo ya estaba
listo para acompaa! nos Mientras se prepal aba la
comida, Ml L y ya visitamos a otro paisano, MI' Lavel, un caballero a quien conoc en Nueva Y01k El
el a era l ecin casado y haba tl ado a su esposa, una
joven de Nueva YOlk, a quen, para m sol1nesa Y con
gl an placel, 1econoc como una conocida muy a la ligela, es la veldad, pela el mela conocimiento pelsonal, tan lejos de la pabia, Cla casi suficiente para cons_
tituil una intimidad Ella haba hopezado con mu_
chas dificultades y su hogar estaba en 1 ealidad en tie_
11a extraa; pero todo lo sopoltaba con la abnegacin
de la muier que lentlllcia a su bienestar por amol a
una persona, y se mostIaba contenta COll el cambio Su
casa estaba situada a un lado de la plaza, dominando
una vista del volcn casi desde la base hasta la punta,
y aunque Na una de las mejores del lugar, la lenta
c~a solamente de seis dlares al mes
Inmediatam~nte despus de la comida salimos pala subir al volcn Ela necesalio dOlml en el camino y MI Lovel me PIOVCY con un poncho mexicano
para tapalme, y una piel de oso de las IHontai1as Rocosas para cama
Bajando POl la calle pncipal, Cl uzamos fl ente a
la catedral e inmediatamente comenzamos la aSCell_
fiin Muy' pronto llegamos a una altm a que dominaba una vista de un lo, de un pueblo y de un extenso
valle no visibles dcsde el llano abajo Las faldas del
volcn son patticulallnente favOlables pala ganado,
y mientias que las llantnas de abaio elan implopias,
todo el camino pm a auiba el a de potrel05 o campos
de pastmas, y de chozas ocupadas por los individuos
que cuidaban del ganado
Nuestra nica ansiedad ela cl temor de pClde] el
camino Pocos meses antes mis COll1palelos haban in_
tentado ascender con Mr. Handy, mas, por la ignorancia de su gua, se extl aviaron, y despus de vagar to
da la noche por las faldas del volcn, leglesalon sin
llegar a la cima A medida que subamos, la tempelatma se tornaba ms fra Yo me puse mi poncho; antes de llegar a nuestro lugar de descanso me castaeaban los dientes, y antes de apealme ya senta los escaloflios de la fiebre La situacin Cla de lo ms agl es te y lomntica, suspendidos sobre el flanco de una in
mensa barranca, pero yo habla cambiado sus bellezas
por un 1csplandeciente fuego de carbn La choza
era la ms elevada SObl e la montaa, consh uida de
lodo , con ninguna otla abertura ms que la puelta V
las glietas de la paled Flente a ]a puelta estaba una
imagen de la Vil gen y a cada lado haba una allnazn
1)01' una cama, soble una de ellas, mis arnigos extendiclon la piel de oso, y tumbndome encima, me envolvie_
ron en el poncho Yo me haba prometido una noche
de sociedad, pero quin puede estar segUl o de una
hora de placer? 11e encontraba completamente in_
capacitado, pela mis amigos me plepalaron un poco
de t caliente, el lugar Cla perfectamente tlanquilo, y,
sobl e todo, yo tena un resflo y una fiebre tan confor_
tables como los que siempre haba expel imentado
Antes de clarear el da leanudamos nuesho viaie,
el camino elR SPC10 y plecipitado, en cielto lugal un
hmacn haba ballido la montaa, y los lboles yacan
a travs del camino tan t.upidos que casi lo hacan impasible, nos vimos obligados a apealllOS, epando sobre ellos algunas veces y an astt ndonos oh as por debajo Mas adelante entramos a una regin despejada,
donde no crecan ms que cedros y espinos, y aqu
v arndanos pOl la plmel a vez en Centro Amlca
En esa agreste regin ela un encanto el Vel' algo que
fuera familiar pata m en mi pahia, y quiz me hablia
entelnecido, pC10 los encontr duros y desablidos A
medida que nos elevbamos bamos entrando a una l e_
gin de nubes, muy pronto estas se tornalon tan den_

sas que no podamos distingU! nada, las figmas de


los de nuestt a plopia comitiva el an apenas pel cepti_
bles, y. pel dimos toda espel anza de alguna VIsta desd~ la ClIna del volcn
La hiel ba todava creca, y suhlmos" hasta llegar a una zona estril, de arena V lava;
y aqUl, pata nues.tIo glan gozO, salimos de la legin
de las nubes y mu amos la cumln e del volcn, limpia
de vapOles, que paleca confundilse con el ciclo azul
claro, y cn aquella hOla templana el sol no tena la alLUla suficiente pala juguetear sable su cima
MI' Law1encc, que se haba esfOlzado caminado se
tendi a descansal, y el doctor y yo seguimos adeI'an_
te El crter tena como dos miUas de circunfel encia
desgall ado y lOtO por el tiempo o POl alguna gl a11 con:
vulsin, los ftagmentos pelmanedan elevados, desnu_
dos y enolmes como montaas; y en el interiOl haba
les o cuaba clteres ms pequeos Nosohos subi":
mos sobre el lado Sur por una arl uga que cOlla de Oliente a Poniente, hasta que alcanzamos un punto elevado, donde haba un inmenso boquete en el cl tel
imposible de Cl tIzar La elevada altura donde nos en
c0!1hbamos estaba pelfectamente despejada, la at=
mosfela ela de una transparente pUleza , y mlando
ms all la desolada legin, abajo de nosobos a una
distanci quizs de dos mil pies todo el tellit'Olio se
hallaba cubiel to de nubes, y la 'ciudad al pie del vol_
cn. era invisible Por grados las nubes ms lejanas
se fueelon elevando, y sobre el inmenso lecho divisamos al mismo instante los dos ocanos: Atlntico v
Pacfico Este ela el grandioso cspectculo que haba
mas ansiado pero que dificlmente espelbamos conpIar Mis compaleros haban ascendido v31ias veces
al volcn, pela a causa de las nubes solamente una
vez 1 abarr visto antes los dos mal es Los puntos en
que estos se vean eran el Golfo de Nicoya y el puel_
to de San Juan, no al frente diteetamente, sino casi en
ngulo lecto cada uno, de modo que podamos vellos
sin voltear el cuerpo En linea lecta sable la cima
de las monhas ni uno ni otro se hallaban a ms de
veinte millas de distancia y, desde la glan altura en
donde nos cnconhbamos pmccan casi a nueshos pies
Este es el nico lugal en el mundo que domina una
vista de los dos males; y yo enfil el espectculo eon
aquellas muy intelesantes ocasiones, cuando desde la
cumbre del Monte Sina m! hacia el desielto de Al a_
bia, y vi el Mar Muel to desde el Monte Hor
No hay histOlia ni tladicin lelativa a]a elupcin
de '?ste volcn, probablemente tuvo lugar mucho tiem_
po antes que el pas fuera descubierto por los emopeas Esta fu una de las veces en que lament~ la prdida de mi bal metro, pues la altura de la montaa
jams ha sido medida, pelO se Clee que tiene ahededor
de once mil pies
Regresamos adonde estaban nuestlos caballos y encontlamos a Ml Lawrence y al gua dOlmidos. Los
despel tamos, encendimos fuego, hicimos chocolate V
baiamos En una hOla llegamos a la choza donde hamos dOlmido y a las dos de la tarde a Cm tago 1'01
la hude sal con Mr Lovel a dal un paseo Todas las
calles el an parecidas, lal gas y 1 ectas, y no haba na
die en ellas Dimos con una que pareca no tener fin,
y a ciel ta dbtancia fuimos intelceptados por una procesin que bajaba una calle transvelsal Vena encabezada 1301' muchachos tocando violines v en pos de
ellos unas pequeas andas plimolosamente decoladas
y salpicadas de flOles Ela un atad que llevaba el
cuelpo de un nio al cemenielio Nosobos lo segui_
mos, y pasndolo en la lJUel ta, entramos 1)01 una ca_
pilla, a cuya enhada se hallaban sentados ites o cuaha hombles vendiendo billetes de lotela, y uno de
ellos nos pregunt si queramos ver la tumba de nues
ho paisano Consentimos, y nos condujo al sepulclo
de un joven americano a quien yo haba conocido de
vista ,conociendo adems pel sonalmente a val ios
miembros de su familia Haba fallecido como un ao
antes de mi visita y su entierro estuvo acompaado de
tristes circunstancias El vicario se neg a dalle sepultura en suelo consagrado, y el Dl Dlayley, quc

93

eIa el nico em'opeo lesidente en Cal'tago, y en cuya na en Guatemala porque su esposa tuvo miedo de
casa muli, se fu a caballo hasta San Jos, yapa. confirmelo l y ami regreso me enconh con IHezoos
yndose en el tratado existente entre los Estados Un. que me espelaba en el convento Mientras pona mis
dos y Centro Amrica, obtuvo una orden del gohiel no cosas. en Ol den, sin mirarme la cata, me habl de las
pal a su entierlo en el cementerio Todava el fanti. penahdades que su mujer, lila pvera", haba sufrido
ca vtcmlo, actuando, como l dijo, bajo un poder ms dur~nte su ausencia, y de lo dificil que el a para una
alto, se opuso Se envi un mensajero a San Jos, y mUjer casada mantenerse sin su marido Yo adivin
dos compafias de souldados fueron mandadas a casa cul era su tendencia; y sintiendo, paltieulalmente
del doctor para escoltar el cllelpo hasta la fosa Por ~esde la reaparicin de mis fiebres intermitentes, la
la noche se estacionalon hombres al lado de eUa pala lffipOl taneia de tener un buen criado en el largo viaje
cuidro que no fuela a desentell'arlo y abotarlo fue- que tenia fl ente a m, con el egosmo propio de un
ra del recinto Al siguiente da el vicario, con la cruz viajelo, foment sus pI apensiones vagabundas, dicin_
e imgenes de santos, y con todos IC?s emblemas ~e la dole que en unas pocas semanas estara cansado del
iglesia y un gran concurso de vecrnos.. se mOVIa en hogar, y que ya no tendra otra tan buena oportunisolemne procesin rumbo al cementerIO pal a recon dad pala ausenta'lse Esto le pareci tan persuasivo
sagIar iOlmalmente el campo que haba sido mancilla- que ya no sigui con sus insinuaciones y se fu con
do con el entierro de un heleje La tumba es la ter. tento
A las tres de la tarde me enconb aba dudoso con
cera desde el conedor
En el corredor, y en un lugar de honor enn e los .l especto a mis iros, pero, decidido a no darles enprincipales muertos. de ~Cal tago, yace.n los lestos de trada, me vest y me fui a comer con MI' Steiples
OtlO extranjero, un Ingles llamado Balley El da an. Antes de sentaJ'me, lo azulado de mis labios y la ten_
tes de su fallecimiento fu llamado el alcalde para ha. denciaa usar silabas superfluas me traicionalon, y mi
cer su testamento, quien, s.egn- la form~ acostwnbra- vieja enemiga me sacudi P01' todo el camino de regl eda le pI egunt si era cristiano Mr Bal1ey respondi so hasta el convento y en la cama En seguida lleg
qu'e si; y el alcalde lo inscl~bi como cri.stiano catli~o la fiebre, y me qued acostado todo el dfa siguiente,
apostlico Y lomano El mISmo Mr Batley no ~e fiJ recibiendo muchas visitas en la puel ta, V unas pocas
en esto; l saba de ]a dificultad que habia habIdo en adentro. Una de stas fu la de 'Hezaos que regre_
el caso de mi paisano como seis meses antes, V que saba mas resuelto que antes, y al llegar al punto dijo,
riendo ahonal a sus amigos una desagl adable y, qui- que l por su parte estaba ansioso de acompaa1me.
zs infructuosa conhovelsia, ya haba indicado un r- pero que su mujer no lo consenta Yo pens que si
bol pal ticulal bajo el cual deseaba ser sepultado An. ella tomaba las almas en mi contra todo estaba perdites que le fuera ledo el testamento falleci6 Su res do, pelo le hice ver que l haba celebrado un contrapuesta al alcalde .se tuvo .como. u.na evidencia d~ su to, y que ya estaba lepagado; y le mand a ella un par
01 todoxia' sus JIDlgOS no mte2 vlmel on, se le djo se de aretes de oro para dejarla tranquila
Durante cuatro das sucesivos me repitielon los
pultUla b'ajo la dileccin especial de,los sacer~otes. y
con todas las ms sagl adas cel emomas de la IgleSIa frias y las calenturas En el convento fui tratado con
Fu el da ms grande nunca visto en Cartag(J A las toda benevolencia, los amigos me visttalon, y el Dr
exequias asistieron todos los habitantes y la procesin Blayley lleg de Cartago pala asistirme; pela por otra
march desde la puerta de la iglesia, encaebzada POI parte yo estaba desalentado Lleg el da fijado para
violines y tambol es, seguida de los sacerdotes, con too emplendel la marcha con Alvatado Ela imposible
das jas el uces, imgenes de santos y banderas que ha- pattir, el DI' Blayley me advirti que sela insensato
blan sido acumuladas desde la fundacin de la clud~d el hacello, mientras hubiese alguna tendencia a la en
En las esquh~as de la plaza y de todas las calles prin- felmedad Elan seis das de viaje por el desierto has.
cipales, la procesin se deten~a a cantar aleluyas , 1'a. ta el puel to de San Juan, sin una casa por el camino,
slo con montaas que Cl uzar y los que vadear Toda
loa manifestar el gozo en los CIelos por un pecador que
la partida se ila a pie menos yo; cuatro homblcs de
se sn epiente
.
Mientras estbamos en el corredor, Vln10S pasar ms selan nec2saIios para pasar mi mula en algunos
al hombre que haba acomp811ado el fretro, con el lugat es difciles, y siempre haba aH ms o menos Uu~
nio en los b18Z0S El eIa su padre y con la .sonrisa vias San Juan era una colecci6n de miserables caba_
en los labios 10 llevaba a la tumba Lo segUla-:r dos as, y desde este lugar era necesario embalcarse en un
muchacho~ tocando violines. y otros se estaban llendo bongo dUlante diez o quince das sable un lo insalualrededor. El nio iba vestido de blanco, con una bre Adems de todo esto, yo tenia la altel nativa de
guhnalda dp rosas en la eabeza;,Y como se ~al1aba e~ legresar a Znn'?ollate en La Cosmopolita o de ditigil
los brazos de su padre, no paJ.ecla muerto, smo dorml. me a Guatemala por tierra, en un viaje de mil dos.
do La fosa no estaba entelamente abierta y los mu cientas millas, a travs de un pas falto de comodidades
ch~chos se se-ntalon sobre W1 montn de tieua de la para los viajf'lOC;, y peligoso por las convulsiones de la
que haba sido excavada, y tocaron el violn .1~asta 9ue gueHa civil POI la noche, encontl ndome yo solo
se telmin El padre entonces coloc al nmo CUIda en el convento, y a la luz de una pequefia vela, vi los
dosamente en su ltimo lugar de descanso, con la ca murcilagos volando por el techo V me sent abatido,
beza hacia el sol naciente; le ClUZ las manitas sobre y habra sido dichoso de enconualmc ya en mi hogar
No obstant~ eso, yo no poda SOPOl tal' la idea de
el p.rJlo juntndole los dedos alrededor de un pegue_
i.o crucifijo de madera; y pareca, tal como ellos 10 perder todo lo que iba a buscal La ruta terrestre
pensaban, dichoso de e~capar de las penalidades d,e quedaba a 10 lalgo de la costa del Pacfico, y dUlante
un incietto mundo Alh no hubo derrame de lgrl. tres das era igual a la del puerto Detcl min irme
mas; por el contrario, todos estaban alegres; y aunque por tielra, pero, con la advertencia del Dr. Blayley
pareca inhumano, no era porque el padre no amara de partir a tiempo para tomar el barco y con la espe.
a su hijo, slno porque a l y a tod.os sus amigos se l.es 1 anza de no sufl ir otro ataque de fros, compr dos
habia enseado a creer, y el an fn mes en su conVlc de las mcjOl es bestias mulares de San Jos, siendo una
cin, que, separndose tan tierQ,.o" inmediatamente se de ellas en la que yo haba subido al volcn de Calta_
go, y la otra un macho, no ms que medio domado,
1 ia transpOl tado a un mundo mejor
El padre le es
palcl un puado de tiena sobre el rostro, el sepultu pela el ms fino animal que en mi vida mont
PelO volvamos a 'Hezoos. A la maana siguiente
rero empu su pala en pocos momentost se llen la
pequea fosa, Y precedidos por el muchacho tocando que le di los alctes no se haba asomado, pero me man_
d ~ decir que estaba con frias y calentUl as Al sisu vioIfn, salimos todos iuntos
A la maana siguiente, con gran pesadumbre, me guiente da estaba mucho peor, y persuadido que 10
desped1 de mis cariosos amigos y regres a San Jos haba de perder, le hice saber que si l me consegua
Ha sido mi desgracia el ser juguete de las muie. un buen substituto, que la relevara Esto le hizo leles de otros hombres Peld el mejor criado que te. vantarse de la cama, y por la tal de ap81'eci con su

94

leemplazo. quien tena todo el ahe de ser el primer


homble que haba cogido por la calle. Su vestido consista en un par de pantalones de algodn, con la cami_
sa de fuera, y un sombrero negro de petate, de copa
alta y acampanada y de ala angosta; y todo lo que
posea en el mundo era lo que llevaba encima Tena
el pelo cortado al -rape, menos por delante, de donde
le caa en largos bucles sobre la cara; en resumen,
ela el beau ideal de un tunante cenhoamericano No
me agrad su presencia; pero a la sazn me hallaba
bajo la influencia de la fiebre, y le dije que no le po_
da dar una respuesta Volvi al da siguiente en mo_
mentos en que yo necesitaba algn servicio, y POl' grados, aunque nunca lo recib como criado, poco a poco
me fu l tomando como su amo
En la maana antes de partir, me lleg a visitar
don Agustn Gutirrez, y viendo a este hombl e en la
puerta manifest su sorpresa, contndome que l era
el pillastrn de la ciudad, un borracho, fullero, ladrn
y asesino j que en la primera noche en el camino me
robara y quizs me matara Poco despus entr Mr
Lawlence, quien me dijo que l ya haba odo la misma
cosa Lo depped en el acto, cosa que, en apariencia,
no muy le sorprendi, aunque todava sigui rondando
por el convento" segn deca a mi servicio Era de
suma importancia para m salir a tiempo para tomar
el barco, y no me quedaba sino ese da para buscar
oh o sirviente 'Hezoos estaba admirado de los cam
bias que el tiempo haba hecho en el carcter de su
amigo
Me dijo que lo haba conocido cuando nio,
y que no lo haba vuelto a ver en muchos aos, hasta
el dia que tropez en la calle con l y me lo trajo No
sintindose enteramente libre, despus de muchas carreras me trajo otro, cuyo nombre era Nicols. En
cualquier otro pas yo habra dicho que este hombre
era un mulato; pero en Centro Amrica hay tan gran~
surtido de matices que no puedo encontrar cmo lIa~

marle. Su oficio era albail. 'Hezoos lo haba hallado en su trabajo y lo haba halagado con la esperanza de que conocera Guatemala y Mxico y que re
gresara tan lico como l Se plesent tal como haba dejado sU faena, con las mangas de la camisa arremangadas atriba del codo, y los pantalones arriba de
las rodillas: un diamante en bruto para criado; pero
era honrado, poda cuidar las muals y hacer un choco~
late Yo no peda ms Tambin era casado; pela
como su mujel no se il1terpuso, me pareci el ms
adecuado para el caso.
Por la tarde, la vspera de mi pal tida, en compaa de Mr Lawrence visit las plantaciones de caf
de don Mariano Mcntealegre Estaban situadas en
un lugar am0no, y con el mayor buen gusto don Maliana viva all una gran parte del ao El estaba en
su fbl ica y su hijo nos acompa montado en su caballo Era un hermoso paseo, pero en ese pas los caballeros nunca andan a pie
El cultivo del caf en los llanos de San Jos ha
aumEntado rpidamente en pocos aos Siete aos
atrs toda la cosecha no era mayor de quinientos quin~
tales, y este ao se esperaba que llegar a ms de no_
venta mil Don Mariano el a uno de los ms grandes plantadores, y posea tres cafetales en esa vecindad; el que nosotros visitamos contena veintisiete mil
rboles, y l se estaba preparando para hacer grandes
aumentos en el siguiente ao Haba invertido una
fuerte suma de dinero en edificios y maquinaria, y
aunque sus paisanos le decan que se atruinarfa, cada
ao sembraba ms cafetos. Su esposa, la Seora, estaba diligentemente empeada en vigilar los detalles
de la descascal ada y secada del grano En San Jos,
entre pal ntesis, todas las seoras eran lo que podra
llamarse buenas negociantas tenan tiendas, compraban y vendan mercaderas, buscaban gangas y eran
particularmente expertas en asuntos de caf

CAPITULO 18
SALIDA PARA GUATEMALA - ESPARZA - UN PUEBLO DE COSTA RICA - LA BARRANCA)IISTORIA DE UN PAISANO._PAISAJE SILVESTRE - HACIENDA DE ARAN.JUEZ _ EL RIO LAGAR.
TOS _ CERROS DE COLLITO - MANADA DE CIERVOS - SANTA ROSA - DON JUAN JOSE BONI.
LLA _ UN TEMBLOR DE TIERRA - UNA HACIENDA DE GANADO - BAGASES - GUANACASTE UNA AGRADABLE BIENVENIDA - LA BELLA DE GUANACASTE _ UNA GRATA POSADA - LAS
CORDILLERAS - LOS VOLCANES DE RINCON y OROSI - HACIENDA DE SANTA TERESA - UNA
PUESTA DE SOL -OTRA VEZ EL PACIFICO

El da trece de Febrero mont pala mi viaje a


Guatemala Mi equipaje se redujo a 10 ms indispen_
sable: una hamaca de tela rayada de algodn, tendida
sobre mi pelln, un par de alforjas y un poncho atado
con correas atrs Nicols haba amarrado a su albarda atravesados por detrs, un par de cochines (cojines) de cuero en forma de cubos, con la parte interior
plana, conteniendo galletas, chocolate, salchichas y dulces; y por delante, sobre el pomo de la silla, mis ves_
tidos envueltos en un cuero de buey, al estilo del pas.
Durante toda mi permanencia en el convento, las aten_
ciones del padre fueron constantes Adems de los
servicios que realmente me prest, no dudo que l
considera qUE'. me salv la vida: porque durante m en~
fermedad entr a mi cuarto cuando me preparaba pala afeitarme, y me hizo desistir de tan peligrosa operacin Yo me lav la cara a hurtadillas, pero su benevolencia aade otra a la lista de favores que yo ya
ela deudor a los padres de Centro Amrica
Sent una gran satisfaccin al encontrarme apto
una vez ms para reanudar mi jornada, contento con
lo liviano de mi equipaje y con la fogosidad de mis
mulas, y mn sin temor y de frente las mil doscien~
tas millas de mi viaje. De repente o un ruido ppr
detrs, y Nicols lleg hasta mi a todo correr Mi ma_
cho era lo que se llama espantosa o espantadizo

y se asust Como yo estaba muy dbil se desboc coll


mucha facilidad Si yo hubiera comprado mis bestias
para las carteras no habra tenido razn para quejarmej pero, por desgracia, mi silla se volte y ca al suelo, afortunadamente desenredndome de los estribos,
mientlas la bestia sigui corriendo, dejando por el ca
mino las pistolas, las pistoleras, los mantillones y la
silla, y siguiendo en pelo rumbo a la ciudad Para mi
gl an consuelo, unos arrieros la atajaron. y salvaron
mi leputacin como jinete en San Jos Nos entretuvimos ms de una hora en recobrar los objetos esparcidos y en reparar los jaeces rotos
Por tres das mi camino fu lo mismo que el que
haba dejado al llegar a Costa Rica A la cual ta ma_
ana me levant sin ninguna reaparicin de la fiebre
Ml Lawrence bondadosamente me habia acompaado
desde San Jos, y todava estaba conmigo; l me haba relevado de toda molestia haciendo mi viaje tan
fcil y confortable que, en vez de encontrarme cansado, me sentia reanimado y abandon toda idea de re
gt eso por mar
A las siete de la maana emprendimos la marcha,
y a la media hora llegamos a Esparza Desde este
lugar hasta Nicaragua, una distancia de trescientas
millas, el camino se extiende a travs de un desietto;
salvo la ciudad fronteriza de Costa Rica, no haba all

95

ms que unas pocas haciendas dispeIsas, a veinte,

hein~

ta o cual enta millas apm te las unas de las otras Re_

llen mi depsito de provisiones, y mi ltima compra


fu una yarda y media de tela americana de algodn,
denominada con el imponente nombre de Manta del
Norte y procedente de una fbrica de l\1assachusetts
En media hOla cruzamos La Earranca, un ancho,
lpida y hermoso lo, pero que peIdi a mis ojos to_
da su belleza pOlque aqu 1\11' Lawrence...Jl1e.. abando_
n Desde el da de mi arribo a San Jos l haba estado casi constantemente conmigo, me haba acompa
ado en todas las excUlsiones, y durante mi enfelmedad me haba atendido asiduamente Era l nativo
de Middletown en Connecticut, como de cincuenta
aos 'de edad, y de oficio platel o, Y., con excepcin de
una sola visita de legreso, haba pelmanecido diez y
nueve aos fuel a de la patria En 1822 se fu al Per,
donde, adems de proseguir en su lcito negocio en ma_
yor escala, su ciencia y conocimiento de los metales
pleciosos lo llevaron a plominentes puestos pblicos
En 1830 vendi una mquina de acuar moneda al gobierno de Costa Rica, y se le ofreci el puesto de di_
rector Negc,cios relacionados con este cuo lo llevaron a Costa Rica, y durante su ausencia dej sus
asuntos en lllanos de un socio, quien los administr
mal y falleci MI' Lawrence retorn al Per, pela
sin complometerse en negocios activos Entre tanto
el susudochio cuo se haba gastado por el uso y hubo
que impol tal' otro de EUlopa, tan complicado, que ninguno en Costa Rica supo manejarlo A MI' Lawrence
le fuelon hechas propuestas de tal naturaleza, que, 1elacionados con I)royectos de minas de su p10picdad, lo
induieron a regresal Don Manuel de -Aguila era el
Jefe del Estado, mas cuando MI' L lleg al puerto
Se encontr con que don Manuel haba sido desterra_
do y estaba huyendo Toda la poltica del gobier no
cambi MI' L se qued tranquilamente en San Jos,
y cuando lo dej pensaba establecelse en Punta Are_
nas para tr 1.ficar con los pescadores de pellas Tal
es, 'en brr~ve la historia de uno de lluestt os muchos
compatriotas dil'eminados en difelentes paltes del
mundu y sela un motivo de 01 gullo para el pas si
todos ellos mantuviCl an una 1 eputacin tan honorable como la de l Nos dijimos adis desde los lomos
de nueshas mulas, y, para no entelnecelnos, encendimos nuestros cigarros Si nos volvel emos a encontrar o no, nadie lo sabe
Me hallaba otra vez marchando solo Haba via_
jado tanto acompaado o en barcos, que cuando lleg
el instante de meterme en el desieIto, casi me falt el
valOl Y el a este un momento que 1 equera algo de
enel ga, POI que inmediatamente llegamos a uno de los
pasos ms salvajes con que me encontr dmante tod.o
aquel viaie desolado Los rboles estaban tan tUpI_
dos que obscurecan el camino y las lamas tan baias
que ela necesario mantener la cabeza constantemen_
te gacha para evitar un golpe contra ellas El canto
de las cigal'l as, que nos haba acompaado desde que
llegamos al monte ele Aguacate, aqu se hizo alarmante Muy pronto familias de monos, andando pesadamente sobre las copas de los rboles, pertmbaron a
estas bulliciosas auendatarias de los bosques y las
enviaron volando a nuestro ahededOl, en tal abundancia que nos vimos obligados a lechazarlas a somble_
raz'os lVli macho resopl y tir violentamente de la
brida, arrastrndome contra los rboles; y no pude
menos de pensar si es as el principio cmo sel el
fin?
Con la partida de Mr Lawrence mejol la posicin de Nicols El homble es un animal hablador
Nicols soblesala en este particular, y muy planto
SUP8 la historia de su vida
Su padre el a un all'iero,
y l pareca formado por la misma 1 uda ocupacin;
pero despus de algunos viajes a Nicar agua se habia
letitado disgustado, se cas y tuvo dos hijos El mo_
mento de pI neba en su vida fu cuando se vi6 compelido a sel vi'r como soldado Su glan lamento ela que
no sabia leel 11i eSf'l ibir y se exb aaba de que a pe

Sal de su tl abajo dm o no poda adelantar Quela ir


conmigo a Mxico y tambin a mi pas; estar fueIa dos
aos, y regresar con una suma de dinelo en mano,
como 'lIezoos lo haba hecho Saba que el Genelal
Mal azn era un gran hombre, POl que cuando lleg a
Costa Rica hubo gran estruendo de earioues y 1m baile Deca de s mismo que l era un poble hombre,
que no complenda el motivo de las guerras; y pensa_
ba 'Jue don Manuel de Aguila haba sido expulsado
porque Canillo quera ser el jefe
Seguimos por el bosque hasta como a las dos de
la tal de, hora en que, desvindonos por una veleda
haca la del echa, llegamos a un clar o, en uno de cuyos lados estaba la hacienda de Alanjuez La entra_
da a la casa se haca pOI una escalera extel ior y debajo haba una especie de almacn, Estaba ocupada
por el mayOl domo que el a un mcstizo y por su espo
sa Inmediata a la casa quedaba la cocinela (cocina),
donde la esposa y otra mujer estaban trabajando. El
mayordom.o estaba sentado en el suelo, sin oficio, y
dos fOlnidos hombres lo ayudaban
El mayordomo nos dijo que l tena un buen poti el o para las mulas, y la casa pI amela un conveniente lugar de descanso pala m Del lado de afuera
y lodeando toda la casa haba una tosca galela de
madel a, uno de cuyos lados dominaba una vista del
ocano Tom asiento en este lado, y muy pI anta
Nicols me trajo mi comida Esta se compona de tor_
tillas, allOz guisado con manteca, qu~ traio en un gua_
cal y la sal en sus manos Termin con una taza de
chocolate y me puse a pensar en las bendiciones que
este maYOl domo despel diciaba En las mismas circunstancias, uno de nuestros montaeses, con su ha
cha, su mujer y dos pares de gemelos, se lodeara en
pucos aos de todo el lujo que la prdiga tieHa le podla PlopOlcionar
Despus de la comida llev las mulas a un allOYO,
en cuyas millas haban manojos de fresca hiclba, y
mientlas yo estaba sentado all, dos pavos silvestres
volaron sobre mi cabeza y se posaron sobre un rbol
cercano Mand a Nicols por mi escopeta, y pronto
tuve un ave de tamao suficiente pala una comida de
familia, la que 1 emit inmediatamente a la casa para
ser cOllveltida en provisin Regres a la cada del
sol, y entonces descubl una deficiencia en mis prepa1 ativos, que sent dm ante todo el viaje, es decil, de
candelas Se fabric una lmpara llenando de gl asa
una vasija de barro quebrada, y emollando dentro de
ella un poco de algodn retOl cido, con la punta sali_
da CQ1l10 una pulgada Los trabajadoles de la hacienda, aplovechando la luz saCalon una balaja La muier del maYOldomo se junt con ellos, y no viendo esperanza de un planto fin de la jugada, me desvest
y me fu a la cama Cuando telmnaron, la mujer se
fu a una cama directamente al l ente de la ma, y antes de acostarse encendi otro Cigallo Los hombres
hicielon lo mismo en el suelo, y siguieron discutiendo
el juego hasta que se acabalon los Cigal ros El ma_
yordomo ya estaba dormido en la hamaca Toda la
noche la pas fumando la mujcl del maYOldomo, y
los 110mbl es gangueando y roncando A las dos de la
maana me levant y sal al ahe libre La luna es_
taba brillante, y la frescUl a del ail e matutino era a_
gladable Despelt a Nicols y pagando al mayoldomo mientras estaba en su hamaca, a las hes reanudamos nuestl o viaje Yo estaba encantado con este lugar cuando llegamos a l, y disgustado cuando lo dei La gente era amable y de tan buena disposicin
como la esperanza de la paga poda hacerla, pero sus
hbitos eran insopOl tables
Lo fl esco del ah e de la maiana 1 estableci m~
ecuanimidad, la hma derramaba una gloriosa luz so~
bre el claro, e iluminaba la ObscUlidad de la selva
Nosotlos oamos solamente la agitacin de los monos,
que, perturbados por nuestro luido, se movan sobre
las copas dE' los r boles
A las o(;ho de la maana llegamos al Ro Lagar_
tos, que se lompa impetuosamente 30bI e un lecho de

96

mena blanc; y cascajo, claro como el cristal, y 50mbl eado pOI ftrboles, cuyas ramas se juntaban en el va
do, y fOlmaban una enramada completa Nos apeamos, desensillamos nuestras mulas y las amarramos a
un tnbol, encendimos fuego en la milla y nos desayu_
namos Las escenas silvestres haca mucho tiempo que
haban perdido su novedad, pero sta yo no la habria
cambiado por un djeuner la fourchette en el meior 1 estaurante de Pars El pavo silvestre slo fue
suficiente para m y mi familia, que la folmaba Nico_
ls
Ponindonos en mal clla nuevamente, en dos ho1 as r:.alimos de la selva, y llegamos a un campo abielto
a la vista de los Cen os de Collito, un esplndido pico
pelado que se yergue solitario, de fOlma cnica, y cubiel to de hiel ba hasta la cima A las doce del da llegamos a11 ancho de un indio A un lado haba un gru_
po de naranjos calgados de fruta, y al flente un co_
beltizo techado con hojas de maz Una india vieja
se hallaba sentada en la puerta, y un indio enfermo
estaba durmiendo bajo el sotechado Haca demasia_
do calol, y entrando bajo el cobeltizo, desmont, me
mroJ en una hamaca heha jitones, y mienttas apagaba la sed con una naranja me qued dOllUido Lo ltimo que recuel do es habel visto a Nicols acarl eando a la choza un miserable pollo medio mue1 to de
hamble A las dos de la tarde me despert y puso
f1 ente a m a la infol tunada avecilla, casi quemada,
cuyo costo, con naranjas a discrecin, fu de seis y
un cuatto centavos, que la vieja deseaba pelmutar pOI
una carga de plvora Yo me encontraba muy escaso
de sta y hubiel a preferido darle un dlar, pero no
tuve ms 1emedio que aadir la carga de plvora al
dinelo
A las dos de la tal de emprendimos de nuevo la
l11aIcha Ya habamos hecho la jornada de un da, pe_
laYo tena en perspectiva un buen lugar de descanso
pala la noche Haca excesivo calol, pero muy pron_
to negamos otra vez al bosque No habamos caminado mucho cuando un venado el uz nuestl o sendero Es
te el a el primero que yo vea en el pas, el cual se hallaba casi destituido de toda clase de caza En ve1 dad,
durante todo el viaje, yo no haba dispalado sino dos
veces, exceptuando al pavo silvestre, y en tales oca_
siones slo para conseguir pjaros raros, y para mayor
infoltunio en prosecucin de mi plan de estOlbalme
lo menos posible, no dispona sino de unas cuantas
cargas de municin para patos y media docena de ba_
las de pistola Muy plonto divis dos venados juntos
y a tiro de fusil Ambos caones de mi escopeta estaban cargados con municin Desmont y los segu
por el bosque, procmalldo tenel'1os al alcance En el
curso de una hora vi tal vez una docena, y en ese tiem
po ya haba acabado con mi municin Yo estaba resuelto a no usar mis balas de pistola, y como ambos
caones quedaron vacos, me qued sosegado A me_
dida que se acercaba la noche aumentaban los vena_
dos y estoy segmo al decir que vi cincuenta o sesenta, 'y muchos a tiro de escopeta De vez en cuando
el ganado nos espiaba por entre los l boles, tan aris;
co como los venados El sol ya declinaba cuando salimoS a un extenso claro, en uno de cuyos lados se
hallaba la hacienda de Santa Rosa La casa estaba si_
tuada hacia la derecha, y dh ectamente al f1 ente, junto
a la falda de una colina, quedaba un gran corral de ganado, circulando por una maciza paled de adobe, dividido en tres pal'tes, y lleno de vacas y telnelOS A la
izquiel da haba una l1anUl a casi ilimitada, con bosquecil10s diseminados; y al avanZal nosotlos, un caballelO que estaba en el patio mand a un criado para
abl la puelia Don Juan Jos Bonilla me recibi en
el cmredor, y antes que tuviera tiempo de presentarle mi carta, me di6 la bienvenida a Santa Rosa
Don Juan ela nativo de Cartago, un caballelo po~
nacimiento y educacin y de una de las ms antiguas
familias de Costa Rica Haba viajado por todo su
pas, y lo que -?ra muy ral'O en aquella 1egin, haba
visitado los Estados Unidos, y aunque tlopezando con

la desventaja de no hablar el idioma, se expres con


sumo intels de nuesttas instituciones Haba sido
miembro activo del partido liberal y trabajado por lle_
var adelante sus principios en la administracin gu_
belnativa, y para salvar a su pas de la desgracia de
retroceder al despotismo Se le haba perseguido
imponindole adems fuertes contribuciones sobre sti
propiedad, y cuatro aos antes haba salido de Carta_
go 1 eth ndose a esta hacienda Pero la animosidad
poltica nunca se acaba. Un destacamento de soldarlos fu enviado para a~lestarlo, y, pala no .excit31
sospechas, se les mand por mar, y desembarcaron en
un puel to del Pacfico dentro de los linderos de su
propia hacienda Don Juan tuvo aviso de su aproximacin y mand un criado a cerciol al'se de la verdad
quien regles con la notiCia de que se hallaban a me~
dio da de camino Ivlont en su caballo para escapar,
pelo al saiil de la casa fu derribado por la bestia y
se le quebr una piel na Lo regresalon insensible, y
cuando llegaron los ~oldados lo hallaron en cama; pe_
lO le hicieron levantar, pusironle a caballo, lo condu_
ielon plecipitadamente a la flontera del Estado y le
abandonalon, comunicndole su sentencia de destie_
no y ]a pena de muerte si volva La linea divisoria
del Estado de Costa Rica es un ro en medio de un
desierto, y l se vi obligado a caminar a caballo has_
ta Nicalagua en un viaie de cuatro das Nunca leco~
bl el uso de la pierna, la cual qued dos o tI es pulgadas ms COl ta que la otra Permaneci dos aos en el
destiel'loj y cuando fu electo don Manuel de Aguila,
como Jefe del Estado, regres A la cada de don Ma_
nuel, se l eth de nuevo a su hacienda, y por entonces
se encontraba diligentemente empeado en hacer re_
paraciones para recibir a su familia; pero no saba en
qu momento podIa llegar otra orden para expulsar_
lo de su hogar
Mientras estbamos sentados a la mesa para cenar, omos un ruido sobre nuestras cabezas, que me
par eci como si se hendiera el techo Don Juan alz
los ojos al cielo raso y sbitamente salt de su silla,
ech los brazos al cuello de un sirviente, y con las
medrosas palablas de "temblor!", "temblor"!, todos
se arrojaron por las puertas Yo salt de mi asien
to, atIaves el cuarto de un blinco y salt al corre
dor La tierra se bamboleaba como el cabeceo de un
barco en un mar agitado Sal a grandes zancadas, mis
pies apenas tocaban el suelo, e involuntal iamente le_
vant los brazos para libranne de cael Fu el lti_
mo En salir, pero ya una vez en fuga, fu tambin el
ltimo en parar En medio patlio tropec contra un
bomble arrodillado y ca Nunca antes me sent tan
insignificante En esos momentos o a don Juan que
me llamaba Estaba reclinado sobre el homb10 de su
cliado, con la cara hacia la puerta, gritndome que
saliera de la casa Ya estaba muy obscuro; dentro estaba la mesa a que noS habamos sentado, con una sola
vela cuya luz se extenda lo suficiente pala dejar ver
unas cuantas figuras arrodilladas, con las caras mil ando hacia la puerta
Obselvamos ansiosamente pa~
la adentro, esperando el m.ovin1iento que derribala
las macizas par edes y aplastara el techo Haba algo de espantrso en nuestra posicin, con las cal as mi_
Hmdo hacia la puel ta y huyendo del lugar que en
cualquier otro momento oflece abrigo al homble Las
sacudidas continuaron quiz por dos minutos, dmante
cUYo tiempo se hizo necesario un gran esfuerzo par a
mantenelse filme El retorno de la tierra a su esta_
bilidad fu casi tan violento como la sacudida Espe1 amos algunos minutos despus de la ltima vibl acin,
hasia que don Juan nos dijo que ya haba pasado, y,
con la ayuda de su criado, ellh a la casa Yo haba
sido el ltimo en abandonal1a, pero tambin fu el
poshelo en 1egresar; y mi silla cada con el 1espaldo
:sable el piso, daba un indicio de la precipitacin con
que yo haba escapado Las casas en Costa Rica son
las ~nejOles 10'11 el pas pala 1esistir estos movim:entos,
y son como las otras, largas y baias, y constl uidas con
adobE.s o ladrilles sin secar, de dos pies de largo por

9'1

uno de ancho, hechos de arcilla mezclada con paja


para darles adherencia; y colocados cuando todava estn blandos, con postes verticales en medio, de modo
que se secan por el sol en una sola masa que se mueve juntamente coI1 la superficie de la tiell'a
Antes de la hora de acostarnos olvid el temblor
por una molestia secundaria Los terrenos incults de
Centro Amlica estn plagados de insectos peIniciosos Caminando todo el da por el bosque, y chocan_
do mi cabeza contra las ramas de los rboles, me haban llovido garrapatas en tal nmeIo que me las limpiaba con la mano Fu tanto lo que SUfI durante el
da que dos veces tuve necesidad de desnudatme jun
to ~ un arroyo para arrancrmelas del cueIpo; pero
esto me propOlcion solamente un alivio pasa.jero, me
quedaron ronchas por la ilritacin; y en medlO de selias disquisiciones con don Juan, esto no el a de bue_
na crianza, pero me vea obligad~ a n~sal las u~s
violenta y constantemente Me VI precIsado a suph_
carle que saliera y que me dejara solo en el cuarto
El se retir y al momento ech todas mis ropas fue_
ra de la ca~a, y me arranqu los insectos como pude,
y, por .fortuna, tambin don Juan me envi para
consuelo~- un muchacho sordomudo, que, tocndolos
con un bodoque de cera negla, los sacaba de su madriguera sin ningn dolor; sin embargo me dejaron e!
cUelpo lleno de llagas, de las cuales no me recobre
por largo tiempo.
Por la maan temprano ya estaban dos bestias en
la puerta y dos criados a nuestlo servicio pala un paseo a caballo Don Juan montaba el mismo caballo
que haba montado en su destierlo y estaba atendido
por los mismos criados Hasta el da yo siempre habia odo constantes quejas relativas a los criados, y
para hacerle,; justicia, pienso que en verdad son los
pCOles que en mi vida he conocido; pero los de don
Juan elan los mejores del mundo, y era evidente que
ellos pensaban que l ela el mejor amo
J

La hacienda de don Juan cubra tanto terl eno como un principado alemn, pues tena doscientos ~il
acres, y estaba limitada, qe un lado ~ por larga d.!.stancla por el ocano Pa~lco Pero. solo una pequ.ena
parte de ella estaba cultIvada, no mas que la sufIcIente para pI aducir el maz de los trabatadores,. y el !,esto
era campo libre para el ganado Mas de dIez mIl cabezas andaban enantes por el campo, casi tan ariscas
como los venados, y nunca se les miraba, salvo cuando ah avesaban un sendero por el bosque, o dUl ante
la estacin del lazo para tomar nota del aumento
No habamos andado mucho cuando vimos tres
venados juntos, y no lejos de nosotros Era excesivamente enfadoso que la primera vez que me hallaba
en un pas donde haba algo qu matar, me encontla1'a tan complptamente desprevenido, sin tener la espe
ranza de proveerme hasta salir de esa regin Don
Juan estaba incapacitado para la cacera por su cojela; en realidad, el matar un venado no se consideraba
cacera y su carne no se tenia como buena para la comida 'En el curso de una hora miramos ms de vein_

te.
Yo haba salido para este largo viaje sin una mula de caIga, por la dificultad de cons~guir al~una que
caminara al mismo paso que las bestIas de SIlla; pero
habamos sentido la inconveniencia de viajar embarazados con el equipaje y, a ms de las atenciones que
don Juan me dispens en su casa, me proporcion- una
mula que haba domado expresamente para su pI opio
uso en los viajes rpidos entre Cartago y la hacienda,
la que me garantiz que con una liviana carga, trotara y se mantendra al paso de la ma.
Ya avanzada la tarde abandon su hospitalario domicilio Don Juan, con su muchacho sordomudo, me

acompa una legua del camino, en donde nos apeamos y nos despedimos Mi nueva m:u.la, lo mismo que
yo, se mostr.3.ba muy renuente a deJar a don Juan, y
pareca tener el plesentimiento de que jams volvera
a ver a su antiguo amo Verdaderamente, era tan di_
fcil hacerla caminar, que Nicols la amatr del ca_
bestl o a la cola de sp mula, al estilo comn del pas,
y conducida de este modo segu yo tras ella pisndole
los talones Los venados eran ms numelOSOS que los
que ya haba visto, y ahora los mil aba slo por la vida
que impartan al bello panorama Al anochecer comenzamos a sentir temol es con respecto al camino
Haba un paso difcil en la montaa frente a nosotros,
y Nicols quera detenelse y esperar hasta que saHela la luna; mas como esto podra desarleglar la jOlnada del siguiente da. yo avanc durante ms de una
hora por entle la selva Las mulas tlopezaban en la
obscuridad y muy pronto pel dimos toda seal de algn
camino; mientras tratbamos de encontrarlo, omos el
estallido de un rbol que caa, el que en la obscuridad
vibl espantosamente, y nos hizo vacilar en la entra_
da al bosque Yo me decid a esperar la luna y desmont Atisbando en la obscuridad, distingu una
vacilante luz hacia la izquierda Gritamos con todas
nuestras fuerzas, y nos respondi un conjunto de pe
llos ladradores, y movindonos en esa direccin, llegamos a una choza donde tres o cuatro jOlnalelOS es_
taban tendidos en el suelo, quienes, al principio, tratalan de brnlarse de nosotros, haciendo impertinen_
tes advel tencias cuando les pI eguntamos por Un gua
para la hacienda ms cercana; pela Uno de ellos reconociendo mi mula de carga, dijo que la haba conocido desde que era nio (alabanza algo dudosa de mi
nueva compra)} y fu al fin inducido a oflecernos sus
sel vicios Trajeron un caballo, grande, cerrero y fulioso, como si nunca se le hubiera enfrenado; lesopIando, encabritndose y casi haciendo temblal el sue_
lo con sus cascos; Y antes que el jinete se hubiera acomodado sable sus lomos ya estaba corriendo velozmente por el llano en la obscuridad Despus de una
gran vuelta repes, y el gua, soltando la mula de
carga de la de Nicols, la amarr a la cola de su caballo, y enseguida tom la delantera Todava con el
al rastre de la mula de caIga le era imposible moderar el paso, y nos vimos precisados a seguirle a un
paso en verdad desagradable Este era el primer tra_
mo de mal camino con que nos habamos encontrado,
pues tena vueltas muy cerradas, y subidas y bajadas,
quebrado y pedregoso Afortunadamente, mientlas
estbamos en el bosque sali la luna, tocando con su
plateada luz las copas de los rboles, y cuando llega_
mos a la orilla del ro estaba casi tan claro como el
da Aqu mi gua me dej, y yo perd toda confian_
za en la luna, pues por su engaosa luz deslic entre
las :nanos de mi gua una pieza de oro en vez de una
de plata, sin darnos cuenta de ello ninguno de los dos
Cuando subimos por la ribera, despus de Cl uzar
la corriente. la hacienda qued a plena vista Los ocupantes se hallaban en la cama, pero don Manuel, a
quien iba yo recomendado por don Juan, se levant
para recibirme Sobre la margen del lo, celca de
la casa, estaba una gran mquina de aserrar, la pri~
mera que v en el pas, instalada, segn me refhi don
Manuel, por un americano, quien ms tarde rod hasta Guatemala, donde lo mat310n en una levuelta popula>
A la maana siguiente, al clarear el da, cuando
los jOlnaleros de la hacienda se alistaban pala ir a su
trabajo, nos pusimos nuevamente en marcha Al cabo de una hora omos el sonido de un cuerno, dando
aviso de la aproximacin de una pat tida de ganado
Nos metimos entre e? bosque pala dejarla pasar, y neg en medio de una nube de polvo y los arreadores
con las caras tapadas; y habran atlopellado mal talmente a todo aqul que se interpusiera en su camino
A las once del da entramos al pueblo de Bagases

98

Habamos efectuado hemendas jornadas, y esta eIa


la primel a vez en cuatro das que veamos algo ms
que simples haciendas; pero nosotros lo pasamos sin
detenernos, salvo para pedir un vaso de agua
Ya avanzada la taIde llegamos a una ancha ave
nida y notamos seales de ruedas. Al anochecer lle_
gamos al lo que corre por los suburbios de Guana_
caste, el pueblo frontelizo de Costa Rica El paso es_
taba obstruido por una carreta con cuatro testarudos
bueyes, que no quer~n avanzar ni podan 1 etroceder
Quedamos detenidos durante media hora, y ya estaba
obscUlo cuando entramos Atravesamos la plaza,
fl ente a la puerta de la iglesia, que estaba iluminada
pala vspelas, y nos encaminamos a una casa que se
me haba sealado pala hospedarme Nicols entr
en ella para hacer las plguntas preliminar es, y al
salir, me dijo que me apeara y descarg la mula del
equipaje Yo entr, me quit las espuelas y me ten_
d en un banco Pronto tuve la impresin de que mi
posadOla no se haba alegrado mucho al verme Varios nios eutral on y me miraron asombrados, y des
pus rctl ocediel on a otra habitacin; y a los pocos
minutos 1 ecib los cumplidos de la seora de la casa
y su excusa por no poder darme posada Yo estaba
indignado contra Nicols, que slo haba preguntado
si all viva don Fulano, y sin ms ni ms me haba
hecho entrm Sal de la casa, y con el cabestro de
mi macho en una mano y las espuelas en la otra, seguido de Nicols con las mulas, buscamos la casa del comandante Lo encontr paI ado en el corredo!', con la
llave en la mano, y toda su caSa llena de fardos afue_
1 a slo esperando que saliera la luna para marchar
a otro puesto Yo creo que l sinti mucho el no po_
der dalme alojamiento, ni tampoco dirigirme a ninguna otra casa; pero mand a su criado para buscar una,
yaguar d casi una hora esperando postor.
Mientras tanto le interrogu con respecto a mi ca
mino Yo no deseaba seguir la ruta directa hasta Nical agua, sino ir pI imero al pueJ;1:.o de San Juan en el
Paci1ico la proyectada termmaClon del canal pal a conectar los dos ocanos El comandante me dijo que
senta murho que yo no hubiera llegado un da antes
Mencion un suceso el cual yo ya saba: que MI' Bai_
ley, un caballero ingls, haba sido empleado P?l el
gobierno pala trazar la ruta del ca~al,. y que habIa re_
sidido algn tiempo en el lugar, anadrendo que desde
su pal tida ste haba quedado enteramente abandonado, nadie lo visitaba nunca, ninguna persona del lugar
conoca el camino para all, y, por mala suerte, un
hombl e que haba sido empleado de MI Bailey haba
salido esa maana para Nicaragua Por gl an fOl tuna,
al preguntar result que el homble se hallaba todava en el lugar, y que l tambin pensaba partir tan
planto como saliera la luna Yo no tena aliciente
par a quedarme, nadie pal eca muy ansioso del honor
de mi compaa, y habra proseguido inmediatamente
si las mulas hubieran estado en condiciones de seguir;
pela hice un al'1eglo con l y con su hijo pala que
aguardaran hasta las tres de la maana para conducirme al puer to y de all hasta Nicaragua Por fin re_
gles el criado del comandante y me llev a una casa
con una tiendec~ta al frente, en donde fu recibido por
una seal a anciana con un buenos noces (buenas no_
ches) que casi me sorprendi con la idea de ser un
husped bienvenido Entr por la tienda, y pas a una
sala donde haba una hamaca, una armazn de cama
entrelazada y un catrecito muy aseado con un mosquL
tero de gasa con lazas C010l de losa en las esquinas
Qued agladablemente SOl prendido con mi posada, y
mientras convelsaba con la anciana, estaba cabeceando sobre una taza de chocolate cuando o una animada
voz en la puerta y al punto entr una seolita con
dos o tres jvenes en su compaa, quien se acerc a
la mesa frente a m, y echando para atrs su negla
mantilla, me di las buenas noches y me tendi la mallO, dicindome que haba odo en la igles'.a que yo es~

taba en su casa y que se alegraba mucho de ello; que


ningn extranjero haba llegado all jams, que el lu_
gar estaba enter amente apal tado del mundo y que era
muy triste, etc, etc Yo estaba tan admirado que de_
bo haberle palecido muy estpido Ella no era tan
hermosa que digamos, pero su boca y sus ojos eran
bellos, y sus modales tan diferente del fro, zafio y
esquivo aire de sus paisanas, y tan parecidos a la franca y fascinante bienvenida que una seal ita de mi tierra le dalia a un amigo despus de laIga ausencia, que
si la mesa no hubiera estado entre nosotros, yo la habl a tomado entre mis brazos y besado Me arregl
el nudo de la COl bata y olvid todas mis tribulaciones
y pt;lplejidades Aunque viviendo en aquella pequea y remota poblacin, lo mismo que las seolitas de
las gl andes ciudades, ella senta inclinacin hacia los
exttanjeros, ]0 que en aquel tiempo estim como un
delicioso lasgo del csrcteI' en la mujer Sus preten_
dientes locales estaban denotados Ellos al principio se mostralon conmigo muy atentos; pero pronto
sz tOlnaron malhumOIados y spelos, y, para mi ma_
yor satisfaccin, se despidieron Haca ya tanto tiempo que yo no haba sentido el ms mnimo inters por
una mujer, que me hice a m mismo un beneficio Las
ms sencillas historias de otlos pases y de atlas gentes despertaban vivamente su atencin, y su mil ada
se encenda al \"scuchallas; planto lleg la tIansicin
de las realidades a las emociones, y en seguida al ms
alto placer terrenal: el de sentirse uno muy por encima de las preocupaciones de cada da por el entusias_
mo de una muchacha de elevados pensamientos
Velamos hasta media noche La madre, que al
ptincipio me habra aburrido, me paleci excesivamen_
te amable; en verdad yo rara vez haba conocido una
anciana ms interesante, pues ella me instaba a que
me lluedara dos o tres das pala descansar; deca que
el lugar era triste, pero que su hija tratara de hacer
que me agradara, y su hija no deca nada, pero daba
a entender cosas inefables
Todo placer es momentneo Llegalon las doce
de la noche, una hala inaudita para aquella tierra Mi
acostumbrada prudencia de buscar un lugar para dor_
mir no me haha abandonado Dos pequeos muchachos haban tomado posesin de la cama de cuela; la
anciana se habia letirado; el diminuto cab~cito per
maneca desocupado, y la seorita se fu, dicindome
que esta sera mi cama. Yo no s por qu, pero me
sent desasosegado Abr el mosquitero En aquel
pas no se usan las camas, y un cuelO de buey o un
petate, a menudo no tan limpio como debe ser, es el
substituto Este era un petate, muy fino y limpio como si fuera perfectamente nuevo En la cabecera ha_
ba una atractiva almohada con una funda de museli_
na color de rosa, y sobre ella una sutil sobrefunda
blanca con hechiceIos vuelos Las mejillas de quin
haban descansado en esa almohada? Me quit la chaqueta, anduve de un extremo a otro del cuarto, y des~
pert a uno de los muchachos El a como yo lo supona lVIe acost. pero no pude dormir y determin no
continuar mi viaje al da siguiente
A las tles de la maana toc la puerta el gua
Las mulas ;ya estaban ensilladas, y Nicols cargando
el equipaje Yo a menudo me haba pegado a mis aL
mohadas, pero nunca como lo hice en la de color de
r osa con su orilla rizada Le dije a Nicols que el
gua deba use a su casa y espelar un da ms Pero
ste no consinti Era el muchacho, su padre ya se
haba ido Oldenndole que lo siguiera Muy pronto
pprcib un leve paso, y una suave voz que trataba de
disuadirlo Indignado por su obstinacin le orden
que se fuera, mas pronto reflexion que no podra
consegur otro, y que sin duda perdela el principal
objeto que tena en mira al emplender este largo via_
je Lo llam pala que regresara y trat de sobornar_
lo, pero su nica respuesta fu, que su padre se habia

99

ido al salu la luna y que le haba Oldenado que lo si


guiera Por fin quedamos en que ira a alcanzar a su
padre para hacerlo regresar; pero quiz su padre no
vendria Insisti hasta llegar a este punto y en seguida
fu ms indiferente. Despus de todo qu era lo que
yo esperaba? Nicols me dijo que podramos hacer la"
val' nuestras ropas en Nicaragua. DndOlue un paseo
al aire libre resolv que era un tontera pelder la ocasin de examinar el tr azo de un canal por la bella de
Guanacaste ApresUl mis preparativos y me desped
de ella, debo decirlo, con un adis muy cariIloso No
abrIgo ni la ms mnima esperanza de volverla a ver
jams Viviendo en una apal tada poblacin, ignOlada
ms all de los liimtes de su propio desconocido Estado entre los Andes y el ocano Pacfico, probablemente 'a esta hOla ya ser la esposa feliz de algn digno
vecino, y habr olvidado al extranjero que debe a ella
algunos de los ms dichosos momentos que pas en
Centro Amrica
y ahora ya estbamos en pleno da Era muy raro que yo abandonara un lugar con tanta pesadumble;
pero converti mi tristeza en clera, y la descargu ~o_
bre Nicols y sobre el gua El viento estaba muy ViOlento y soplando sobre la glan planicie, levantaba ta_
les nubles de polvo que hacan la caminata desagl ada
ble y difcil Esto debla haber tenido algn efecto
en restablecer mi ecuanimidad, pelo no fu as Todo
el da tuvimos a nuestra derecha la gl an fila de Col'~
dilleras y corondolas en este punto, los imponentes
volcane~ de Rincn y Orosi Desde all una vasta lla~
nUla que se extenda hasta el mar y sobre la cual el
viento soplaba furiosamente A la una de la tar de
llegamos a la vista de la hacienda de SalIta Telesa,
situada sable una gran elevacin, y todava con un
largo camino a nuestro frente La hacienda era plO~
piedad de don Agustn Gutirrez, de San Jos, y, con
otras dos estaba al cuidado de su hijo don Manuel
Una cart~ de su padre le haba avisado de mi llegada,
y l me recibi como a un viejo conocido La situa_
cin de la casa era ms hermosa que ninguna de las
que yo haba visto Era elevada, y dominaba la vista
de una inmensa llanura, tachonada con l boles en gru_
pos y en floresta El ocano no ela visible, pero PU
dimos ver la costa frente al Golfo de Nicoya, y la punta del puerto de Colubre (Culebra), el ms bello del
Pacfico solamente a tres y media legus de distancia
La haci~nda contena unas mil yeguas y cuatIocientos
caballos, ms de cien de los cuales se veian desde ]a
pueI ta Era lo bastante grande para dar a su dueno
las ideas de un imperio Al atardecer cont desde la
puel ta de la casa diez y siete venados, y don Manuel
me cont que l tena un contrato para co_nseguir dos
mil pieles En la ~empo~ada un buen cazador !Ogl a
veinticinco en un dla NI aun los labradores qUIeren
comerlos y nicamente los matan por el cuero y los
cuernos ' El tenia cualenta mozos, y cada da mataban un buey Inmediato a la casa haba un lago al_
tifiClal, de ms de una milla de circunferencia, cons_
truido para abrevadero del.ganado Y cOf!- todo eso
los propietalios de estas haCiendas no son ncos; el e_
nena no vale absoltamente nada. Todo el valor lo
constituye el ganado: y abonando a diez dlares pOl
cabeza por los caballos y las yegua~, p~obablem~I?-te
daria el precio total de esta, en aparIenCIa, magmfICa
propiedad.
v

AqU, tambin, yo. pOdl a haber pas~do un~ s~ma


na con gran satisfacclOn, pero a la ma.nana SigUIente
reanud mi viaje Aunque ela el comienzo de la estacin seca el terreno estaba abrasado y los aH oyos
se haban 'desecado Nosotros llevbamos una glan
calabaza eon agua y parndonos a la sombra de un
rbol, echamos nuestI as mulas al llano Y nos desayunamos Yo caminaba por delante, con mi poncho agi_
tado por el viento, cuando v que felozmente me mi_
l aba una pat tida de novillos que se haban detenido y
que enseguida se precipitaron con furia SObl e m Pen_

s en huh, mas recordando las cOlridas de toloS en


Guatemala, me quit el poncho y, cuando apenas me
haba amparado tras una roca, la manada entera pas
atlopelladamente frente a m PIoseguimos nuestra
l uta, mirando el Pacifico de vez en cuando, hasta que
llegamos a un daro y abiel to paraje, completamente
plotegido contra el viento y llamado la Boca de la
Montaa ele Niral agua Ya haba acampado all una
gran caravana, y entIe los afliclos hall Nicols conocidos de San Jos Sus cargas se componan de pa
pas, pan dulce y dulces para NicalagUa
Por la taIc1e subl a la cumbre de una de las colinas y goc de una esplndida vista de la puesta del
sol Sable la cumbre el viento soplaba con tanta fulia que me v obligado a guarecelme a sotavento Atrs de m quedaba la gran fila de cOl'dillelas, a cuyo
largo habamos cabalgado todo el da, con sus volcanes, sobr e la izquerda los promotolios de las bahas
de Tal tugas y Salina, y al frente la gran masa del
Ocano Pacfico, y lo que ela un espectculo sumamente agladnblf' pala un viaiero, mis mulas estaban
hasta las lodillas entre la hiel ba Regres al campamento y me encontr con que mi gua me haba hecho
una casita para dormir Estaba fOlmada con dos palos cortados como de cuatro pies de altura, y tan gruesos como el brazo de un hombre, y clavados en tierra
con una 1101 quilla en la punta Puso sobre las hor_
quillas abo palo. y en seguida arlm a ste otros ses_
gados, entretegindoJos con hojos y con ramas pal a
ploiegelme del seleno, y como mediana defensa COlltra el viento
Jams tuve un cliado en Centro Amlica que no
fuera inhmano con las mulas lVle vea en la necesi
dad de atender yo mismo a su pastura, y tambin a
cuidar que sus lomos no fueran lastimados por la silla
A mi macho siempl e yo mismo 10 ensillaba Nicols
haba ensillado tan mal el da antelior a la mula de
carga, que cuando le quit el apparecho (una enOlme
silla que cubre la mitad de la bestia), tena el brazuelo desollado. y por la maana al solo sealarla se encoga como si la tocal an con un hierro candente Yo
no' estaba dispuesto a poner sobre sus lomos el appalecho, y trat de alqilar una mula a uno de los alrie_
lOS, pero no lo consegu, y, colocando la c.arga sobre
la otra mula, hice que Nicols Se fuera a pIe. dejando
eammar en libe! tad a la de cal ga Abandon el appa1 echo en la boca de la montaa: un gran acto de disi~
pacin COll Nicols y el gua 10 consideraron
SClpenteamos por una eoIta distancia entIe las
lomas que nos circundaban, subimos una pequea extensin y descendimos directamente a la playa del mal
Siempi'e me senta muy conmovido al tocar en las playas del Pacifico y nunca lo estuve tanto como en este
desolado lugar ' Las olas se movan majestuosamente,
y se rompan con solemne estruendo Las mulas estaban ~spantadas, y mi macho se apartaba de las, olas
Yo lo espoleaba para adentro, y en los momentos en
que me echaba en los bolsillos algunas conchas que
Nicols haba recobido, se escap Ya lo haba intentado antes en el bosque varias veces; y ahora, aprovechando la ocasin, le di todo el alcance de la costa
Seguimos casi durante una hora por la playa, mientr as
que Cl uzamos un elevado y es~abroso promontorio. v
bajamos otra vez al mar. Cuatro veces subimos promontorios y otras tantas descendimos a la playa, y
el calor se nos hizo casi intolel abIe El quinto ascenso era empinado, pero llegamos a una meseta cuber ta por una tupda floresta, a travs de la cual pro_
seguimos hasta salir a un pequeo clalo con dos chozas Paramos en la primela, que se hallaba ocupada
por un negro y su mujer El tenia abundancia de
maz, haba all cerca un buen potrero, tan bien cercado por el bosque, que no haba peligro que las mulas
se escapman, y pagu al hombre V a la mujer pata que
dUImielan al aire libre, y dejaran la cabaa para mi

100

CAPITULO 19
ELIDO FLORES - EL RJO SAN JUAN --; SOLEDAD DE LA NATURALEZA - COCINA PRIMITIVA_
EL PUERTO DE SAN JUAN ...... TRAZO DEL GRAN CANAL PARA UNIR EL OCEANO ATLANTICO
CON EL PACIFICO ...... NICARAGUA _ EL TRAZO DEL CANAL ...... EL LAGO DE NICARAGUA _ PLA
NO DEL CANAL - LAS ESCLUSAS - ESTIMACION DEL COSTO - ESFUERZOS ANTERJORES PARA
CONSTRUIRLO - SUS VENTAJAS - LA HOSPITALIDAD CENTRO AMERICANA _ TIERRA CALIENTE - LOS HORRORES DE LA GUERRA CIVIL

Me levant como una hora antes de amanecer, y


al clarear el da ya estaba montado Les dimos agua
a nuestras mulas en el Ro FIOl'es, .linea divisoria entre los Estados de Costa Rica y Nicaragua. En una
hora llegamos a Skamaika, nombre dado a una sola
choza ocupada por un negro, enfermo y solitario Es_
taba tendido s()bre un catre hecho de palOS, verdadera
imagen de la miseria y la desolacin, convertido en es_
queleto por los fros y calenturas. Inmediatamente
despus llegamos a otra choza, donde dos mujeres se
hallaban' enfermas con fiebre Nada poda ser ms
miserable que estas chozas a 10 largo del Pacfico.
Ellas me pidieron remedios, y les d un paGo de quinina, mas con poca esperanza de que se beneficiaran
nunca con ella Probablemente todos, el negro y
ellas estarn ahora en la tumba
A las doce del da llegam()s al Ro San Juan, cuya
desembocadura era el punto en que debera terminar
el gran cmlal El camino para Nicaragua atravesaba
la corriente, y el nuestro la segua hasta el mar, estando el perto situado en la embocadura Todo nuestro camino haba sido bastante desolado, pero ste sobrepasaba en mucho a cualquiera de los que yo haba
visto; y cuando mir la insignificante vereda que con.,.
duca a Nicaragua, sent como si estuviramos saliendo de un gran camino real. El valle del ro es como
de cien yardas de ancho, y en la estacin lluviosa to_
do se llena de agua; pero ahora la corriente era escasa,
y una gran parte de su lecho, estaba seca Las pie_
dras estaban, blanqueadas por el sol, y no hab,ia rastro
ni seal qll.e diera el ms ligero indicio de algn paso
Muy pronto este lecho de locas se estrech y desapareci; el rjo corla a travs de un terreno diferente, y
altas hierbas, arbustos y matorrales crecan frondosa~
mente sobre su,; riberas Buscamos alguna huella en
ambos lados del ro, y era evidente que desde la ltima temporada de lluvias ninguna persona haba pasado por all. Al salir del ro, los matorrales eran ms
altos que ;nuestras cabezas, y tan tupidos que a cada
dos o tres pasos me quedaba yo enredado y detenido;
por ltimo desmont, y mi gua abri un sendero de a
pie para m con su machete Pronto dimos otra vez
con la corriente, la cruzamos, y penetramos en la mis_
ma densa m~sa del lado opuesto De este PIado con_
tinuamos pOl' casi dos horas, co~ el ro como nuestra
lnea. Lo cruzamos por ms de veinte veces, y cuan~
do era poco pro{undo caminbamos sobre su cauce
Ms abajo el valle era abierto, pedregoso_ y estril,
y el sol bat!!. sopre l con prodigiosa fuelza; bandadas
de zopilotes o auras, apenas perturbados por nuestra
aproximacin se alejaban con tardo paso, o con perezoso aleteo, y se suban a una baja rama del l bol
ms cercano.En cierto lugar un hervidero de feos pa_
jarracos tenan un festn sobre el Cllel po muerto de
un caimn. Los pavos silv~stres eran ,ms nume_
lOSaS de los que habamos visto antes y tan mansos
que yo mat uno con pistola. Los venados nos miraban sin temor y a cada lado del valle, grandes monos
negros andaban sobre las copas de los rboles, o sen~
tbanse tranquilamente sobre las ramas para mirar_
nos. Al cru'!ar el ro por ltima vez, el cual se haca
ms ancho y profundo hasta desembocar en el Paci_
fico, penetramos al bosque a la derecha, y llegamos
a la primeIa estacin de Mr Bailey; pela se hallaba
cubierta. de tiernos i!rboles y malezas, el bosque era
ms tupido que antes, y 'el paso enteramente indistinguible Yo haba ledo I elatos, papeles y folletos- so-

bre el asunto del gran canal, y esperaba, por lo menos, encontrar algn c~mino para el puerto; pero el
desierto de Arabia no es ms desolado, y la huella de
los Hijos de Israel p~ra el Mar Rojo, un camino p_
blico comparado con l.
Mi hermosa parda, degradada a la categora de
mula de carga, rabiaba bajo el peso; y aqu estorbada
y tirada hacia un lado y hacia el otro, se le aflojaro~
las cinchas de la silla, la carga se le lade y entonces
se lanz ciegamente hacia adelante dando coces y se
meti entre los matorrales Se lastim el lomo gravemente, y se puso del todo amedrentada; pero. nos
vimos obligados a cargarla de nuevo, y, por fortuna,
estbamos casi al final de nuestro da de viaje
A la orilla del bosque llegamos a un arroyo, el l_
timo donde se poda obtener agua potable, y llenando nuestra calabaza, entramos en una llanura cubierta de altas hierbas 1\1 frente haba obo poco de arbolado, y a la izquierda el Ro San Juan, ahora una
gran coniente, desembocando en el Pacfico En po~
cos minutos llegamos a un pequeo claro, tan cerca de
la playa que las olas parecan romperse a nuestros
pies Atamos nuestras mulas a la sombra de un r..
bol corpulento a la orilla del claro
El sitio del ran_
de Mr Bailey estaba. sobre una eminencia inmediata
pero apenas qued~ban vestigios; y aunque dominab~
una esplndida vista (lel puerto y del mar, era tan caluroso bajo el sol de la tarde, que estableC nuestro
campamento debajo del rbol corpulento Colgamos
de sus ramas nuestras sillas, mantillonef;! y nuestras
armas; y mientras Nicols y Jos recogan lea y ha
can fuego, yo ncontr, lo que siempre era la parte
ms impOl tante y satisfactoria del da de camino, excelente pastm a para las mulas.
La siguiente cosa era cuidar de nosotros mismos
No tuvimos ninguna molestia en decidir lo que hablamos de comer. Hab,iamos hecho provisiones, segn
suponamos, para tres das; pero, como de costumbre,
siempre aconteca que, a pesar de la abundancia, no
duraban ms que uno Por el momento ya todas ha_
ban sido comidas por osotros o POl las sabandijas;
y, si no hubiera sido por el pavo silvestre, nos habrarrios visto en la necesidad de tomar solo chcolate Fu
un asunto de profunda e interesante meditacin cmo cocinaramos el pavo Hi:I;vindolo sera el mejor
modo, pero nosotros no tenamos nada para hervirlo,
excepto una pequea cafetera. Intentamos hacer una
parrilla con nuestros estribos para asarlo; pero los de
Nicols eran de madera, y solo los mos no eran suficientes Asarlo era un largo y tedioso procedimiento; pela nuestro gua se haba visto a menudo ell ta~
les aprietos; y clavando en el suelo dos palos con horquillas, les puso otro atravesado, abri el pavo y, asegurndolo ron palos en forma de cruz, lo colg flente
a un flamante fuego como una guila extendida Cuando
estuvo chamuscado de un lado lo volte del otro Al
cabo de una hora ya estaba cocinado, y en menos de
.cliez minuto.s devorado Una taza de chocolate, lo suficientemente grande para evitar que se elevara si
lo hubiramos comido con todo y alas vino en seguida, y terminado el almuerzo
Ya descansado y refrescado, baj a la playa Nues~
tro campamento quedaba casi en el centro del puer~
to, que era el ms esplndido que :vi sobre el Pacifi~
ca Este no es espacioso, pero est hermosamente
protegido, teniendo casi la forma de la letra U Los
brazos son elevados y paral~los, extendindose casi

101

de nO.l.te a SU1, y terminando en liscos altos y perpen_


diculares Segn: supe ms tarde por M Batlcy, el
agua es profunda, y bajo cada lisco, de acueldo con
el viento, los navos de mayOl categora pueden flotar
con pel fecta seguridad. Su}?oniendo que esto sea ca
Hecto, no hay ms que una objecin a este puel to, la
cual pI'ocede del Capitn D'YrjaJ te, con quien hice ]a
ti avesa de Zonzonate a Caldera El haba estado nue_
ve aos navegando por la costa del Pacifico, desde el
Per hasta el Golfo de California, y haba tomado valiosas notas que intentaba publicar en Francia; y me
cont que dUlante los meses de verano, desde Noviembre hasta Mayo, los fuertes vientos del norte que soplan sobre el Lago de Nicaragua, pasan con tal vio
lencia pOl el Golfo de Papagayo que,. dUlau.te la pIe
valencia de esos vientos, es casi imposlble pala un bu.
que el entrar al puerto de San Juan S~ esto ,es .ve.
ridico en la extensin que supone el CapItn D YI1arte hasta dnde los l emolcadores de vapor podran dar
b~en resultado para remolcar a los n~vos conh a tales
vientos queda para otros el determmarlo Mas, 1>01'
el momneto, haba dificultades que palccan ms palpables
Di un paseo a lo largo de la playa, bajando hasta
el estuario del lo, el cual era aqu ancho y plofundo
Este era el proyectado trmino del gran canal para
\mir el ocano AtlhtiCO con el Pacfico Yo haba
leido y examinado todo 10 que se haba publicado sobre este asunto en Inglaterra y en este pa[s; haba
conferenciado con pelsonas particulares, y haba estado lleno de esperanza Y casi entusiasmado con res.
pecto a esta gigantesca empresa, pero al llegar al pun.
to cayeron las escamas de mis oios El puel to se hallaba enteramente desolado; durante aos ni una embarcacin haba entrado en l; a su ah ededor crectan
antiqusimos rboles; a muchas millas de distancia no
se encontraba una sola habitacin Yo anduve por
]a playa solo Desde que Mr Bailey se fue, ninguna
persona lo habia visitado; y probablemente la nica
cosa que lo ha mantenido vivo todava en la memOl ia,
son las teoras de los hombres de ciencia, o las visitas
ocasionales de algunos pescadOles nic31agenses, quienes demasiado indolentes para el trabajo, buscan su
sustento en el mar PaI eca absurdo considel a210 como el foco de una gran empresa comercial, imaginarse
que una ciudad iba a surgir de la selva, que el desolado puerto se veda lleno de embalcaciones y llegalfa
a ser un gran portal para Ql paso de las naciones Pe.
10 el paisaje era esplndido
El sol estaba en su ocaso y el elevado promontol io occidental proyectaba
ur:a obscura sombra sobre el agua Quiz sera esta
la postlera vez en mi vida que yo vera el Pacifico;
y a pesar de mi plopensin a los pos y calenturas,
me ba una vez ms en el grande ocano
Fu despus del anochecer cuando volv a mi cam~
pamento Mis asistentes no haban estado sin oficio,
flameantcs trozos de lea, apilados a hes o cuat10 pies
de altma, ahlmbraban la obscmidad de la selva 0(mos el aullido de los lobos, el grito del gato monts
y de otras bestias salvajes del bosque Me envolvi
en mi poncho y me acost a dormir Nicols ech ms
leos soble la encendida hoguera; y, al tendel se en el
suelo confiaba en que no tendl famas necesidad de
pasar ot.l. a noche en este solitario lugro
Por la maana tuve ms molestias Mi mula par~
da se desat, y bebiendo en cada arroyo, con las cinchas apretadas, se le haba levantado una hinchazn
de ocho O diez pulgadas Yo procm poner la carga
sobre mi macho con la intencin de andar a pie; pero
me fu enteramente imposible manejado, y me vi 0bHgado a ti aslarlarla al desonado lomo de la mula de
carga
Nos pusimos en marcha a las siete de la maana,
recruzamos el arroyo donde habiamos conseguido el
agua y volvimos a l~ primera estacin de Mr Bailey.
Estaba situada en el Ro San Juan, a una y media mi_
llas del mar' Aqu ellio tena suficiente plofundidad
de agua pal a grandes navos, y desde este punto ca.

menz Mr Bailey su trazo hasta el Lago de Nicala_


gua Envi:-J Nicols con las mulas por el camino recto, y sal con mi gua para segun, hasta donde fuera posible, la lnea de su trazo Yo no sabia, hasta
que me hall en este desierto, cun fortunoso habia
sido en conseguir este guia El haba sido el gua de
Mr BaiJcy f'D toda su eXpl01"acin El a un mesti20
mOl eno que ganaba la vida buscando abejas en los rboles, y denibndolos por la miel silvestre, lo que le
habia famili3.Iizado con todas las corrientes de agua
y secretas honduras de las casi impenetrables selvas
Haba sido escogido por MI' Bailey en toda Nical agua, y en beneficio de cualquier viajero que pueda
tener inters en este sujeto, menciono su nombre que
es: Jos Dionisia de LeIda, y vive en Nica1agu~
Haca <los aos que Mr Bailcy haba hecho
sus obsel vaC'iones, y ya, en la fecunda tierl a los
clalos se hallaban cubiel tas con rboles de' doce
a quince pies de altura Mi gua limpi pala m una
senda con su machete, y abrindonos camino a travs
del llano, entramos a un valle que se extenda en una
inmf'nsa barranca denominada Quebrada Gl ande en_
ite las cO.l.diUeras de montaas de Zebadea y EI'Pla_
tina PQl medio del machete manejado vigorosamen_
te, .estuve en aptitud de seguir la lnea de M.I. Bailey
3.111ba de la hondonada hasta la estacin de Panam
as llamada por un corpulento lbol de Panam ceLc~
del cual Mr Bailey construy su rancho. Hasta este
lugar claramente no POl ia haber dificultad en abLir
un canal, ms adelante la lnea del tlazo sigue la pequeia cOlliente de El Cacao por otta legua en donde
CI uza la montal1a, pela haba aH tan exub~lante desa~rollo de tiernos rboles, que era imposible continual
Sl~l despachar hombres por delante para limpiar el cammo En consecuencia, nosobos dejamos la lnea
del ~anal, y el uza?do el valle a la del echa, llegamos
al. pIe de la montana sobre la que pasa el camino para
NIcaragua Se haba abierto una senda pala transpor_
tar la~ 'p~ovisiones de MI' Bailey a esa estacin, pela
era dIfIcIl encontrarla Tomamos un buen trago en
un helmoso all'oyo llamado Loco de Agua (El Ojo de
Agua), y mi gua se quit la camisa y comenz a tl a_
bajal con su rr..achete Yo estaba asomblado al ver
cmo encontrab:l algo para guiarlo, pero l distingua
un l bol como la cara de un hombre. La falda de la
montaa era muy escarpada, y adems de los grandes
rboles, estaba llena de zal zas, arbustos espinosos y galTapatas Yo me vi obligado a apealme y a conducir
mi macho; la obscura piel de mi guia lelumblaba del
sudor, y casi tuvimos que gatear hasta que alcanzamos la cwnbre
El cambio al salil al camino fu hel maso Este
era como de diez pies de apcho, recto y sombLeado por
)05 ms majestuosos rboles de las selvas de Nicaragua En una hora negamos a la boca de la montaa
done Nicols nos estaba esperando con las mulas ba~
jo la sombra de un rbol grande, que extenda sus ramas a cincuenta pies del tronco, y pareca cuidado por
alguna bendita man0 para abligo del cansado caminante Pronto llegamos a otl. a estacin de Mr Bailey
"Mirando hacia atrs, divis las dos gl andes COl dille_
1 as de montaas, erguidas cual gigantescos pOI tales
y no pude sino pensal cun esplndido sera el espe~
tculo al vel un barco, con todos sus mstiles v apareios, CI uzar el llano, IJaSar por la enorme pue~tta y avanzar hasta el Pacfico lvrs all toda la llanura estaba encendida; la alta hierba, agostada por el sol de
esUo, cruja, relumbraba y se incendiaba como plvora
El camino el a una sbana de llamas, y cuando el fuego
se extingui, la tierra qued negra y caliente Camina_
mos alguna distancia sobre el humeante campo a lo
lal go de la linea de llamas, y encontrando un lugar
favorable, hice pasar las mulas; pero parte del equi_
paje se quem, la cara y las manos se me chamusca_
ron, y todo el cuerpo se me inflam
Lejos del camino, a la orilla del bosque, y cerca
del Ro Las Lahas (Las Lajas), estaba oba estacin
de MI' Bailey Desde ese lugar, la lnea cone direc_

102

tamente soble un llano, hasta que toca el mismo lo


celca del Lago de Nicalagua Intent seguir las lneas nuevamente, pelO me 10 impidi el crecimiento
del monte bajo
Ya haba avanzado la tarde y m,e apresur a llegar al camino real Helmoso como habla sido todo el
pas, no hall nada jgual a estas dos horas antes de
enu31 a Nicalagua Los campos estaban cubiertos de altas hierbas, tachonados con majestuosos rboles, y bordeados a distancia por una obscura selva, mienb.as al
frente alto y desmesurado en fOlma de cono, se elevaba ~l hermoso volcn de la isla. Hatos de ganado
le daban una apaencia de bienestar.
Ya pala anochecer entramos nuevamente al bosque y durante una hora na vimos nada, pela al fin
omos el sonido lejano de una campana llamando a
vsperas Y muy pronto nos saludaron los ladlidos de
los pen~s en los suburbios de Nic~lagUa.En ~as calles
haba fuegos encendidos, que serVlal1 de cocma; a los
infelces habitantes, y donde ellos estaban cocmando
sus cenas Pasamos ahededor de una poble plaza, y
palamos frente a la casa del Licenciado Pin~da :Una
gran puel ta estaba abiel ta de par en par; el lIcencIado
se ba}ancp.aba en una hamaca, y su esposa y una ~~1
lata en otra Yo me ape y entr a su casa, y le d:1Je
que traa para l una cal ta de don Manuel de AgUIla
Me pregunt qu el a lo que yo deseaba, y cuan?-o le
dije que alojamiento para una noche, me contesto que
l podla hospedalme a m, pero que no tena local para las mulas. Le dije que yo ira adonde el cura, y
me respondi que el cura no podra hacer nada ~s
que l En una palabla, el recib~miento que me hlZ~
fu demasiado fl'io Yo estaba melignado, y me fm
a la puelta, pero afueIa estaba tan ObS.C~IO co~c;> el
Elebo Haba yo hecho un largo y fastidIOSO VIaJe a
tlavs de una desolada regin, y ese da haba sido uno
de exh eroada labor, Las primel as palabras de atencin vinieron de la seora del licenciado Yo e~taba
tan cansado que me hallaba a punto de cael: hab13 sa
lido de San Jos con frias y calenturas, haba pelma~
necido doce das caballo, y las dos ltimas noches haba dormido a campo raso Debo manifestar, no obs_
tante, que, una vez roto el hiel.o. ambos hicieron todo
lo que pudieron p~r mi C0J!l.odldad, y ~ ~n ve.rda~, me
tratalon con espeCIal atenclOD Un v)aJ~ro Jamas ~l_
vida los beneficios que se le hacen en tieIra extra na,
y :vo nunca me sent tan persuadido de esto como en
Centlo Amrlca en otros pases, con dinero, un hom_
ble puede pedir gustos; pero all, cualesquicla que
sean sus medios, se halla completamente a merced de
la hospitalidad individual
Toda la mafiana siguiente )a dediqu a hacel averiguaciones concernientes a la 1 uta del canal Se
sabe ms de ella en los Estados Unidos que en Nica~
ragua No hall un hombre que hubiera estado en el
puei:'to de San Juan, o que siquiera conociese el pu:r:tto terminal fijado por Mr. Balley sobre el Lago de Nicaragua Tuve necesidad de mandar llamar a mi antiguo gua, y despus de almuerzo pal timos para el
lago El pueblo se compone de una ID. an colecci6n
de casas dispersas, sin un solo objeto de inteIs Aun_
que es el ms rico de los Estados de la confederaci6n
en donde naturales, su poblaci6n es la ms pobre
Atravesando los arlabales, muy pronto penetra_
mos al bosque y caminamos bajo una hermosa 50mbl a
No enconb amos a nadie Antes de llegar al lago omos que sus ondas se rompan sobre la playa como las
olas del mar, y cuando nos aSomamos por el bosque la
vista a nuestro frente era sublime Hacia un lado no
se vea tierra alguna; un fuerte viento del Norte barra
sobl e el lago, y su superficie estaba violentamente agitada; las ondas retumbaban y se rompan en la playa con solemne majestad, y al frente, en el centro del
lago, estaban las islas de Isola y Madeira, con gigantescos volcanes erguidos, como escalando los cielos El
gran volcn de Omotepeque (Ometepe) me hizo rccor_
d31: el Monte Etna, elevando, como el orgullo de Sici_

lia, desde el bOlde del agua, un liso y pelfecto como


a la altura de ms o meDOS seis mil pies
Caminamos dw'ante una hora a lo largo de la playa, y tan cel(~a ~el agua que nos mojamos con la espu_
ma La ribera era toda arbolada; y en cel te lug31, en
un pequeo claro a la or111a de una corriente, estaba
una choza ocupada por un mulato cuya vista desde
all podran envidiar los prncipes l\1:s adelante pasamos frente a unas mujeres lavando, y a la distancia
de una legua y media llegamos al Rio Las L~has (Las
Lajas), segn el trazo de MI'. Bailey el punto tel minal sobre el lago Una bandada de aves sllvestres estaban posadas sobre el agua, y aves zancudas, con las
alas extendidas, andaban por la playa
Ahora yo he examinado, tan bien como las cir_
cunstancias lo permitieron, el trazo del canal desde el
Pacifico hasta el Lago de Nicaragua Fu dada una
direccin a mis investigaciones al proseguir sobre el
lastro del trazo de MI' Bailey; pero no habra estado
en aptitud de comunicar cosa alguna si no hubiera si_
do por el mi<;mo Mr Bailey a quien ms tarde encon_
tr en Grenada (Granada) este caballero es un oficial
jubilado de la Marina bl itnica Dos aos antes haba
sido empleado por el gobierno de Centro Amrica para
hacer un trazo de esta ruta del canal, y 10 habia com_
pletado todo excepto el de una par te insignificante
del Ro San Juan, cuando estall la levoluci6n Los
Estados declararon su independencia del gobierno general y decli:naIon toda responsabilidad por sus deudas Mr Bmley llabfa dado su tiempo y su habaio y
cuando yo le vi haba despachado a su hijo pal a ha~er
la ltima apelal?in ante la sombra del Gobielno Fe
deral, pero antes que l llegara a la capital este gobierno haba sido completamente aniquilado y Mr
Eailey se qued6 sin otra 1 ecompensa por sus arduos
servicios, que la satisfaccin de haber sido un explo_
1 ador de una gran obra
Cuando llegu a Granada
l puso l ente a m todos sus mapas y planos, con li_
bertad para hacer de ellos el uso que quisiel a Pas
un d:ia entero tomando notas y memorias, y 1 ecibiendo
exphcaciones, y el resultado de todo ello es como sigue
'
Las medidas comenzaron del lado del Ocano Pacfico y fueron continuadas hasta el Lago de Ncala
gua La cadena era de veinticinco val as de largo,
siendo cada vara de ti eintids y media pulgadas inglesas, y doy los niveles como fueron tomados en el haza de MI' Bailey
A una distancia de
Elevacin en
pies ingleses

Cadenas

1750
3437
5238
6750
8095
10306
12007
13494 La Despeiansedel'a de la Quebia.

da la Palma. Excavando 3 'h pies,


arena suelta; 66 pes, arcilla,
no
muy fhme

14961
16471
18534
20150 Panam, agua en la superficie Excavando 11 pies, cascajo; 24 pies 5

pulgadas, piedra de pizarra

22187
22614
23548
Primera roca caliza
253.63
26428
27318
28026
287.01
288.97 ........

103

893
1204
799
1682
2690
3812
5262

6612
7612
9466
13295
20150
22300
214 235
24135
28420
356770
389700
42595
461525
519391

Cadenas

Elevacin en
pies ingleses

29299 Cumbre de la Palma, y pice del ni

vel Excavando 5 pies. arcilla amarilla; 59 pies, piedra, suave y suelta


No hay agua

29905
Segunda roca caliza

30053
31411
31705
31927
33225
33692

615673
570157
506300
460891
442858
443899
410524

Hasta aqui tell enos nacionales 393216

34028 Tel cera


roca
caliza Excavando
31lh pies, agua, 419 pies, piedIa de
cal. suave y suelta
350776
35850
36140
37055
37385
38286
40104
40930
41351

311152
318235
291419
295160
283352
269236
258378
261486

423 75 Agua en la superficie Excavando


3 pie~, arena; 12 pies, tierra
247780
237570
250370
228237
214695
'200530

43755
44890
46478
47776
48929

Entre esta y la siguiente, eXcavando 5 pies, tierra; 10 pies, arcilla blan_


ca, 11 pies, agua; 38 pies, piedra suave
50622
51053
51947
53304
54325
54598
55385

184 511
186869
180244
170161
159311
160411
158736
En las seis estaciones pI ximas las

elevaciones no se diferencian en un
pie.
60482
61262

153461
160077

622 54 Agua en la superficie Excavando 12


pies, arena y piedra dura Esta esta~
ci6n se encuentra en un hoyo de la
Quebrada, muy hondo
62727
63032
63420
63886
64331
68555
66135
66447
67122
67586
68593
69255
69691
71285
71617
72329
72829
73995
749 JO

149553
150052
149336
157102
147044
154785
143343
155076
140243
151185
139352
150927
146977
148569
144436
149152
142994
148552
139702
164360

Cadenas
106287
106843
107769
108396
110019
111335
112897
113379
114094
114518
115644
117661
119087
119377
120321
121014
122350

Elevacin en
pies ingleses.
118042
131942
120584
125784
135709
152176
127201
163276
129776
151401
129335
140835
129396
132801
128093
140985
128243

En resumen la longitud total desde el Pacfico


hasta el Lago de NJcaragua es de 28,36'516 yardas, o
sean 15 2/3 millas

Pies, pulg declinas


La suma de los ascensos es ele 1047
5
45
La c;uma de los descensos es
de
919
2
4
La difel encia es la altura del lago
sable el ocano Pacifico en baja
marea
128
3
05

Ahora vengamos a la comunicacin con el Atln_


tico por medio del Lago de Nicaragua y el Rio San
Juan El lago tiene noventa y cinco millas de largo,
en su parte ms ancha alrededor de ti einta, y un pro_
medio segn los sondeos de lV.. Bailey, de qUince
blRzas' de agua El largo del ro, segn medidas, con
todas sus vueltas, desde la embocadura del lago hasta
el mar, es de sesenta y nueve miHas No tiene cataratas o cascadas; todas sus obsh ucciones son raudales,
y es navegable en cualquier tiempo, pal a aniba y para
abajo, por piraguas que calan de tres a cuatro pies de
agua
Desde el lago hasta el ro Los Sbalos, cerca de
diez y ocho millas, la proftmdidad es de dos a cuatro
brazas Aqu comi<mzan los laudntes ,de TOLOS, que
se extienden una mina, can una y medIa a dos brazas
de agua De aH el rio es claro en una extensin de
cuatlo millas, con un promedio de profundidad de dos
a cuatro brazas En seguida vienen los raudales del
CastlUo Viejo, s610 d un poco ms de media milla de

extensin. con agua de dos a cuatro brazas El 1 o es


cIaIo otla vez por casi dos millas, con agua de dos y
media a cinco "razas, donde comienzan los raudales
de Mico y Las Balas, unidos y descargando uno entre
ob. o y ambos Juntos de no ms de una milla, con
agu~ de una a tres brazas Despus es claro una milla y media hasta los raudales de Machuca, que se extienden u~a milla, y son los peores de todos, siendo el
agua ms violenta por correr soble un quebrado lecho
de locas En seguida el ro fluye claro y sin obstl Uccin alguna por diez millas, con agua de dos a
siete brazas hasta el ro San Carlos, y de all once
millas eon algunos islotes diseminados, con agua de
una a' seis brazas, hasta el Ro Serapequea, siendo las
medidas de una braza cerca del punto de las combas,
donde existe una acumulacin de arena y fango Con_
tina despus claro por siete millas, con agua de dos
a cinco blTazas hasta el Ro ColOl ado El 1 o Colma_
do se bifulca del San Juan en otra dileccin ])acia el
Atlntico La prdida de ste, segn las medidas to_
madas en el mes ele i\1ayo de 1839/ fu de veintiocho
inil ciento setenta y ocho yardas cbicas de agua por
minuto, y en el mes de Julio del mismo ao, dUlante
la el ecida de las aguas, fu de ochenta y cinco mil
ochocientas cm enta yin das 001' minuto, cuYO inmen-

104

so caudal podra ser ahorraqo al San Juan poniendo un


dique en la embocadura del Ro Colorado, Desde eSte punto hay trrce millas, con sondeos desde tres has
ta ocho brazas El fondo es de arena y cieno, y hay
muchos islotes y agregaciones de arena sin rboles,
muy f.ciles de limpiar Las ltimas trece millas podlan reducirse a diez restableciendo el ro a su antiguo cauce, que ha sido llenado; en ciel tos puntos de
materias flotantes Un viejo patrn de una piragua
le cont a Mr B, que segn sus. recuerdos, los. rboles se haban extendido media milla ms atrs Todos
los sondeos fueron verificados con la plotting_scale
cuando el ro estaba bajo, y el puelto de San Juan,
aunque pequeo, Mr Bailey 10 consideraba libre de
todo reparo
Los anteriores memorndums fueron puestos en
manos de un amigo, Mr Horacio Allen, (actualmente
empleado como ingeniero en nuestro Cloton Aqueduct), quien bondadosamente ha sacado de ellos el
plano del frente:;
Quiz deba yo hacer notar, en beneficio de aque
Uos que no estn famUial izados con tales planos, que
pal a reducir el perfil de la regin a un pequeo espacio las lineas verticales, que representan elevaciones
y depresiones estn en una escala muchas veces ms
grande que l~s lneas de la base o distancia~ ho~izon~
tales Para las primeras, la escala es de mIl pies, y
para las ltimas es de veint~ millas pOl p1;1~gada Esto,
por supuesto da una falsa Idea de la reglan, pero, pa..ra preservar las reltivas proporciones, habra sid,o
necesario qUE' la lnea de la base en el plano fuera mil
veces ms larga
Toda la longitud del canal desde el Lago de NI_
caragua hasta el Pacfico es de quince millas y d~s
tel cios de milla De acuerdo con el plano, en las pl'l_
mel as ocho millas a partir del lago slo una esclusa
es necesaria En la milla que sigue se requieren sesenta y cuatro pies de desnivel En las tl es millas
prximas hav casi dos de corte hondo y una de tnel,
y despus un descenso de doscientos pies el}. tres mi~
llas por diferencia de nivel, hasta el PacfICO
Hasta aqui el canal a travs del istmo El Lago
de Nicaragua es navegable para buques de la mayOl
capacidad bajan40 hasta la em~ocadura, del ro S~n
Juan Este ro tiene un promedlO de calda de un pie
v seis sptimos de pie por milla hasta el Atlntico
Si el lecho del lo no puede ser limpiado, podra ha~
celse una comunicacin por medio de esclQsa y dique,
o por un canal. a lo largo de la orilla del ro. Esto l
timo sera ms costoso, pero, teniendo en cuenta las
grandes inundadones de la estacin lluviosa, sera
preferible
w

Estoy autor'zado pal a declaral que las obstruccio_


nes fsicas de la regin no presentan impedimento pa_
la llevar a cabo esta obra Un canal lo suficielltemen_
te grande pala el paso de botes del tamao corriente
podria ser construido con muy poco costo Un tnel
del largo requerido no se considera una gran obra en
los Estados Unidos Segn el plano del canal de Chesapeake y Ohio, est proyec~a~o uJ.1,tnel de ms ~e
cuailo millas d~ largo La unica dificultad es la mIS
ma que existiera en cualquier ruta de cualquier otra.
regin, es a sa~er: las grandes dimensiones de la excavacin requerIda para un canal para buques
Los datos aqu dados son, por supuesto, insuficientes para una gran exactitud; pero yo presento un
clculo aproximado del costo de esta obra, que me fu
proporcionado con el plano Est basado en l~s pre_
cios corrientes de contratos en los Estados Umdos, y
Cl ea que estoy seguro al decir que la baratura de la
mano de obra en Ni~aragua, igualar cualquier ventaja
y facilidad que exista aqu
El Presupuesto es:

Desde el lago hasta el extremo


oriental del tnel, .
$8,000,000 a 10,000,000
Descenso hasta el Pacfico .
2,OOOjOOO a 3,000,000
Desde el lago hasta el Atlntico
por canal a lo largo de la orilla
del ro
10,000 000 a 12,000 000
$20,000,000 a 25,000,000

la que no es si.no la suma proyectada como el costo del


ensanche de nuestro canal del Erie
La idea de una comunicacin entle el Atlntico y
el Pacfico no es nueva Coln gast los lt~mos das
de su variada vida ,en busca de un pasaje natural, y
lo vasto y sublime de la emplesa se avena con la te~
melaria imaginacin de los primeros espaole,g
Desde la founacin del continente y la mengua en
la altura de la cOldille18 de los. Andes, desde entonces ha llamado la, atencin de los hombres reflexivos
Aun durante el trgico sueo del dominio espaol, se
hizo un trazo bajo la dh eccin del capitn general,
pelO los documentos quedaron sepultados en los archivos de Guatemala hasta la emancipacin de las colonias, siendo entonces obtenidos y publicados pOI MI'
Thompson, quien visit aquel pas comisionado por el
gobierno britnico
En 1825 un enviado extraordinaria de la nueva re
pblica d: Centro Amrica llam hacia l la especial
atencin de nuestro gobielno, solicitando nuestra cooperacin de p!"eferencia a la de cualquier otra nacin, y propuso. por medio de un tratado, "asegmar
eficazmente sus beneficios a las dos naciones"
Se nombr por nuestro gobierno un Encargado
de Negocios, quien fu instruido especialmente para
asegurar al gobierno de Centro Amrica el profundo
inters tomado por el de los Estados Unidos en la ejecucin de una empresa "tan sumamente a propsito pa_
ra difundir una extensiva influencia en los negocios
de la humanidad", y a investigar con el mayor cuidado las facilidades ofrecidas por la r uta, enviando los
informes a los Estados Unidos
Por desgracia, hallndose muy lejos de la capital,
ninguno de nuestros agentes diplomticos visit jams
el lugar; pero en 1826, segn apal ece en los documentos que acompaan el informe de un comit de la C
mal a de los Representantes en un memQrial 'fsuplicando la ayuda del gobierno de los Estados Unidos' para
lograr la construccin de un canal para buques o canal de navegacin a travs del istmo entre Norte y Sur
Amrica", se hizo un contrato por el gobierno de Cen_
ha Amrica con el agente de una compaa de Nueva
York, baio el nombre, ttulo y designacin de la "Cen_
tral Americall and United States" Atlantic and Pacific
Canal Company;' ,Los nombres de Dewitt Clinton y
de otros de los hombres ms distinguidos de aquel
tiempo aparecen como asociados, pero el proyecto fra~
cas
En 1830 el gobierno de Centlo. Amrica celebr
otro contrato con una sociedad de los Pases Bajos,
bajo el patronato especial del Rey de Holanda, quien
invirti en ella una gran cantidad de su propia fortu
na; pero, debido a las; dificultades entre Holanda y
Blgica, y a la separacin de los dos pases, esta tambin fracas
El 3 de MalZO de 1835, el Senado de los Estados
Unidos resolvi "comisionar al Presidente para que se
encargue de estudiar la conveniencia de abrir negocia~
ciones con los gobiernos de otras naciones, Y. particu~
lalmente con los gobiernos de Centro Amrica y Gra~
nada, con el objeto de proteger de manera eficiente por
medio de un tratado con estipulacin adecuada, a
los pal'ticulares o ccmpaas que puedan emprender
la apertura de una comunicacin entre el ocano A~
tlntico y el Pacfico, por la construccin de un canal
navegable a travs del istmo que una a la Amrica del
Norte con la del SUl, y asegurar para siempre, para
tales pactos, el libre e igual derecho pala navegar en
dicho canal a todas las naciones, pagando las tasas ra-

105

zonables que se establezcan, pala compensal a los capitalistas que puedan complometelse en tal compra y
completal la obra".
En cumplimiento de esta lesolucin el Genelal
Jackson nombr un agente especial} a quien se le dielon insh ucciones de proseguir sin dilacin por la va
ms directa hasta el puerto de San Juan, subir por el
Ro San Juan hasta el Lago de Nicaragua, y de all por
la ployectada ruta de comunicacin, por canal o fellocarril, hasta el Ocano Pacfico Despus de haber
terminado el examen del trazo del canal se le Olde_
naba que volviese .a Guatemala, capital de la lep~
bUca, y, con la ayuda de MI' De Wit, Encalgado de
Negocios de los Estados Unidos, conseguir todos los
documentos pblicos 1 elacionados con el asunto, que
pudiesen ser habidos, y especiabnente copias de todas las leyes que se hubiesen emitido con el objeto
de incorporar compaas para llevar a efecto la empresa; y de cualquier convencin o conv~nciones .que
pudiesen haber tenido con alguna potencIa extlanJera
con respecto al asunto, y de cualesquiera planos, trazos o presupuestos en relacin con l Desde Guate_
mala se le mand ploseguir hasta Panam, y hacer
observaciones y pesquisas lelativas a la ployectada
unin de los dos ocanos en ese punto Desgraciadamente, por la dificultad de conseguir medios de transport- para el Ro San Juan, el agente se fu plimelO
a Panam, por circunstancias adversas nunca lleg a
Nic31agua. y muri a su legleso a este pas, antes de
llegar a Washington, pero, de su impelfecto informe,
se deduce que el resultado de sus obsel vaciones fue:
que no ela pla~ticable un canal de navegacin a travs del Istmo de Panam Es de consiguiente valioso para volver la atencin que antes se hallal!a dividida enhe las dos 1 utas, exclusivamente hacia la del Lago de Nicaragua Con respe~o a esta ruta, mucho se
ha escrito, muchas especulacIones y aun calculos del
costo de con~truccin han sido hechos, pero el conocimiento actual del asunto es muy limitado En efecto las precedentes notas del trazo de MI' Bailey
son l~s ms seguros datos que han sido hasta el da publicados Yo no puedo menos que espelar que el
mismo espli{u liberal que impuls. el envo de un Agente, pueda inducir a nuestro gobIerno a obtener de
MI' Bailey. pala mostrarlos al mundo, todos sus mapas y dibujos
Todava el asunto de esta comunicacin no ha ejercido ninguna podlosa influencia en la opini1?- pbli~
ca Este ser discutido, mirado con malos oJos, se
burlarn de l y lo condenarn como visionario e impracticable Muchos con negocios ya establecidos se
le opondrn como trastornador del curso de su comercio Los canitalistas no arriesgarn su dinelo en un
pas inquieto y revolucionario Los exploradore;s sern denunciados Y rJdiculizados como lo fu ClInton
cuando apost sus destinos polticos en la legra!! zanja"
que iba a conectar el Hudson con el Lago Elle, pero,
si la paz de Europa n~ es pertl,1rbada, yo estoy p.e}-suadido que no est leJano el dla cuando la atenclan
de todo el mundo civilizado y mercantil se dirigir ha
cia l y -los barcos de vapor darn el primer impulso
En m~nos de un ao los botes de correo ingleses harn la
tlavesa hasta Cuba, Jamaica y a los principales puertos de Hispanoamr-Ca, tocando una vez al mes en San
Juan y Panam Para los hombles ociosos y de fOltu_
na cansados d~ vagar sobre las ruinas del antiguo
m~ndo, se abril.l un nuevo campo Despus de un via~
je pOl el Nilo, un da en Petra, y un bao en el Eufrates los tUl istas ingleses y americanos sern picados
pOl~ los zancudos en el Lago de Nicaragua, y bebern
champaa y cerveza BU! ton en las desoladas playas de
San Juan sobre el Pacfico. Los l eparos fOl tuitos de
los viajeros por diversin y las obsel vaciones de hombres pl udentes y cientficos se traern a la vista, un
coniunto de conocimientos ser acumulado y hecho pblico, y en mi opinin los dos ocanos se unirn
Con respecto a las ventajas de esta obla no ellha_

l en ningn detalle; h31' notar, sin embalgo, que


sable un punto existe un glande y muy gellelal ellOl.
En los documentos sometidos al Congreso antes lefe
lidos, est declarado que "el comelcio de los Estados
Unidos y de Emopa con la China, el Japn y el Alchipilago Indio, sela facilitado y aumentado en lazn
del acortamiento de la distancia all'iba de cuatro mil
millas", y en la usualmente con ecta obra, The lVIodeln Tlaveller, se expone: que desde Europa 'la distancIa a la India y la China se acort31a en ms de
10000 milias l " pelO por las medidas del globo, la dis_
tancia de Europa a la lndia y la China no sel dism'i
uuida en modo .alguno Esto es tan contrario a la implesin general que yo titubeo al hacer la asercin,
pelO este es un punto soble el cual el lector puede
satisfacerse a si mismo refirindose al globo El ca
mercio de Emopa con la India y Cantn, por consiguiente, no pasar necesariamente a travs de este Canal para ningn ahollo de distancia; pero, por convelsaciones ('on patrones de buques y con otros hombl es prcticos, me veo inducido a creer que, en ra_
zn de ms favorables latitudes para los inventos y co11 ientes, ser considerado preferible al paso por el
Cabo de Buena Esperanza De todas manelas, todo
el comercio de Europa con la costa O,ccidental del Pa_
cifico y con las Islas de Polinesia, y todas sus pesquedas de ballenas, y todo el comercio de los Estados Unidos con el PaC'fico, sin excepcin de un solo buque,
pasal por l; el monto de lo que se economice en
tiempo, inteleses de dinelo, gastos de navegacin y se
guros, al evitar el bOllascoso paso alrededor del Cabo
de HOlnos, 1-:.0 tengo datos pala culcularlo
Sable slid3.s bases, esLa obla ha sido bien cm8Ctel izada como Hel ms grande acontecimiento en fa_
vor etcl comercio pacfico de las naciones, que las ch
cundancias fsicas del globo plcsentan a la energa
del hombre" Este apaciguar al pel turbado pas d~
Centlo Amrica; tornar la espada, que hoy esta
empapada en sangre, en pod~dera; remover los prejuicios de los habitantes pomndolos e!1 estrecha comunicacin con gente de todas las naclOnes, los proveer' de Ilna causa Y de una lecompensa pala la indusbia, y les inspirar el g.usto de hacer dinel.o, el
cual, despus d~ todo, ?ploblOS~ ~c;!mo se le conSldela
atgunas veces, hace mas por clvlhzar y mantener al
mundo en paz que ninguna oa influencia de cualquie1~ clase que sea
Una glan ciudad se desallollm
en el corazn del pas; fluirn ros de all fel tilizando
a medida que avancen- hacia el intelor; sus esplndidas montaas y sus valles que hoy da lloran en desolaci0n y ruina, sonr.eir~n y seJ:!1 fel~~es El c0!Uerco del mundo cambIara, la estel.ll reglOn de la Tlll a
de Fuego se olvidar, Patagonia llegap a ser una tiella
de fbula, y el Cabo de Hornos vivh nicamente en
la memoria de loS malinos y aseguradores Los vapoles irn arlojando humo a 10 largo de las leas costas
de Chile Per Ecuador, Glanada, Guatemala, Cali
fornia n(~stlo 'propio TerritOlio de Oregn, y las pos(~sion~s au~as sable las ribelas del Estrecho de
1JdHlng Se a.br~rn nuevos meI carlos para los ploduct0S de la agricultura y de la industria, y el tlfico y
comunin de numerosos e inmensos grupos de la laza
h'lmana asimilarn y mejorarn el carcter de las naciones Tc.do el mundo est interesado en esta obla
Yo r_o querla hablar de ella Cal] sentimiento seccional ni aun nacional; pero si EUlopa es indifelente, se1 fa una glola supelor a la conquista de leinos llevar
a cabo esta grandios~. empresa jams intentada por el
esfuelzo humano y hacerla enteramente nuestra plopia
obra; y no slo sino hacerla, como se intent una vez,
exclusivamente'la obra de nuestIa ciudad; pOlque ella
es proveer un nuevo campo para la accin de aquel
ti emendo poder que, habiendo nacido a la vista de
nuestros P109i0'5 ojos, est ahora cambiando la faz de
mundo entero en lo moral, en lo social y en lo poltico
Es acaso mucho espelar que en honor a los sel vicios
poblemellte pagados pero jams olvidados, un baleo

106

de vapor, llevando el glorioso nombre de Fulton, pueda


par tir del lugar donde hizo su primer experimento, y
abril el gran "camino real de las naciones" hacia el
Ocano Pacfico?
Jueves, 27 de Febrero A las tres de la maana
salimos del patio del licenciado Los habitantes de la
poblacin todava estaban durmiendo. Al layar el da
pasamos por un pueblo, donde, frente a la puerta de
lll1a de las casas, un viajero estaba haciendo sus pr e_
parativos para emprender un viaje Nos acercamos
a saludarlo, y nos dijo que nos alcanzara en el cam.
no A las ocho llegamos a una casa, donde nos detu_
vimos para desayunarnos La hospitalidad de Cenha Amrica est en el campo y en los pueblos; all
jamas supe que faltara El viajero puede parar don
de le plazca, y tiene casa, fuego yagua libre, pagando solamente los al tculos que consuma Nosotros tuvimos leche en abundancia, y el costo fu de seis centavos Antes de reanudar nuestra jornada lleg el
viajero a quien habamos dejado en el ltimo pueblo,
y, despus que hubo tomado chocolate, partimos todos
juntos El era comerciante, en camino para Len,
equipado al estilo del pas, con pistolas, sable, polai_
nas y espuelas; y como por entonces sufra de fros y
calenturas, usaba un pesado poncho de lana, un pauelo de bolsillo, de algodn rayado, alrededor de la
cabeza, y sobre ella dos sombreros de paja, lUlO metido entre el otro. Un joven, montado, y armado con
una escopeta, conduca una mula de carga, y tr es mo
zos con machetes los seguan a pie
Toda esta lI;~gin a lo largo de la costa del Pacfico es llamada la Tierra Caliente. A las dos y media
de la tarde, despus de una ardiente y POlVOl osa caminata, sin nada de agua, llegamos a una hacienda
cuyo nombre he olvidado Estaba construida con palos y repellada con lodo. El mayordomo era un blanco, en mala salud, pero muy servicial, que viva de la
venta ocasional de una gallina o unos cuantos huevos
a algn viajero y maz yagua para las mulas All
no !lba ms de aquellas hermosas COl rientes que haban dado tal encanto a mi viaje por Costa Rica La
tierra estaba desecada; el agua era un lujo que costaba dinero Haba un pozo en la hacienda, y yo pagu
dos centavos por cabeza para que bebieran nuestl as
mulas. En el rancho haba un catre; a las cuatro de
la tarde me acost para reposar un momento, y no des_
p~rt sino hasta las cinco de la maana del siguiente
da En lnea con la cabecera de mi cama haba una
gran troza de madel a cuadrada y ahuecada, con una a"n_
cha tapadera encima, y asegurada con una cerradura coIl'
llave, conteniendo el maz y los objetos valiosos de la
familia, y sobre ella estaba durmiendo una mujer, algo
plida, y un~ muchachita Tom chocolate, y a los
pocos minutos e!;taba en la silla Muy pronto llegamos
a la vista de las tierras montaosas del Boumbacho
(Mombacho), una elevada y obscura cordillera de montaas, detrs de las cuales se hallaba Granada, en don_
de entramos al cabo de media hora Edificada por a
quelios osados aventureros que conquistaron la Amlica, todava ha3ta hoyes un monumento digno de su
fama Las c~sas son de piedra, grandes y espaciosas,
con balcones de madera torneada en las ventanas, y
aleros volados, con ornamentos sobresalientes de ma
dera curiosamente entallada
Me encamin a la casa de don Federico Derbys_
hire, para quien yo tena una carta de amigos en Nue_
va York El se haba ido a los Estados Unidos; pero
su dependiente un joven ingls, me ofreci la casa,
me di una habitacin, y a los pocos minutos me haba quitado el vestido de viaje. y estaba en la calle
Mi plimera visita fu para MI' Bailey, que viva cerca
al lado opuest(), con una seora inglesa, cuyo esposo
haba fallecido dos aos antes, y quien, adems de
llevar adelante sus negocios, reciba en su casa a los
pocos ingleses o extranjeros que la sue1 te conduca

a aquel lugar. Mi aparicin en G1anada plodujo sor_


presa, y fu felicitado por mi libertad o escape de la
priSIn Hasta all haban llegado las noticias de mi
allesto (ignoro de qu modo), y de qu me encontlaba preso en San Salvador, y como todas las noticias
tenan sus sesgos pal tidaristas, se refera como otra de
las tropelas del General Morazn La casa de esta
seora era una comodidad para el molido viajero Yo
podda habel pelmanecido all un mes; pero, desgraciadamente, o novedades que no me permitieron mucho tiempo para descansar Los negros nuban ones
que flotaban sobre el hOlzonte poltico haban estalla_
do, y la guerra civil se haba vuelto a declarar Las
tropas de Nicaragua, de mil cuatrocientos hombres,
haban marchado para Honduras, y unidas a las de este Estado, haban derrotado, con gran carnicera, a las
tropas de Morazn estacionadas en Taguzegalpa (Tegucigalpa). Estas ltimas se componan solamente de
cuatrocientos cincuenta hombres, a las rdenes del
General Cabanes (Cabaas) y las memorias de las gue1'1 as civiles entre los cristianos en ninguna parte pre_
sentan una pgina ms sangrienta. Ni se daba cuartel ni se peda- Despus de la batalla, catorce ofi~
ciales fueron fusilados a sangle fra, y ni un solo prisionero quedaba vivo como un monumento de miseri_
cordia Cab!lnes, luchando desesperadamente, escap
El Cm onel Galindo, a quien antes me he referido que
visit las ruinas de Copn, conocido tanto en esta nacin como en Europa por sus investigaciones de las
antigedades de aquel pas, y para quien yo tena una
carta de recomendacin de MI' FOlSyth, fu asesinado
Despus del combate, al intentar la huida, con dos
dragones y un muchacho asistente, pas por un pueblo de indios lo reconocieron, y todos ellos fuelon asesinados a machetazos Una vergonzosa ria sm gi
entre Quejano (Quijano) y Ferrera, los cabecillas de
las tropas de Nicaragua y Honduras, por los miserables
despojos; y el primero logr tener a Ferrera en su poder, y durante veinticuatro horas lo tuvo bajo sentencia de muerte. Despus el asunto qued a1'l'eglado, y
los nicaragenses regresaron triunfantes a Len, con
trescientos cincuenta mosquetes, varios equipos de
banderas, y como una prueba del modo en que haban
efectuado su obl a, sin un solo plisionero

En San Salvador haba estallado un siniestro mo~


vimiento El General Morazn haba renunciado su
cargo como Jefe del Estado, reteniendo el mando del
ejl cito, y haba enviado a su esposa y familia para
Chile La crisis estaba en su punto; las trompetas de
la guerra sonaban horriblemente, y era del todo importante para la p10secucin de mis ltimos designios
y para mi segurid.ad personal, el llegar a Guatemala
mientras que todava el camino estuviera abierto.

Yo hubiela proseguido inmediatamente, pero sen_


t que podra hacer demasiado esfuerzo y caer enfermo en algn lugar peligroso Por la tarde, en compaa de Mr Bailey y Mr Wood, baj a pasear hasta el
lago Al principio de la calle por donde entl amos,
construido sobre el lago, estaba un antiguo fuerte, desmantelado y cubierto de breas ":1. de rboles, una re_
liquia de los intrpidos espaoles que primero ahuyen~
taron a los indios del lago; probablemente la verdadera fortaleza que Crdoba edific, y ya en ruinas hermosamene pintoresca Bajo los muros, y entre la
sombra del fuerte y los rboles que crecan en las cer_
canas, las indias de Granada estaban lavando, prendas de vestir de todos colores ondeaban al viento colgano de lo,;; arbustos para secarse; las mujeres vadeaban con sus cntaros, pasando ms all de las rom_
pientes para obtener el agua limpia de arena; los hom1)1 es estaban nadando, y los criados conducan a los
caballos y mulos a beber, y todo el conjunto fOlmaba
un hermoso y animado cuadro No habla all botes
sobre el agua; pero como media docena de piraguas,
la mayor de ellas como de cuarenta pies de largo, y
de tres pies de calado, estaban echadas en la playa

107

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