No. 99 Dic. 1968
No. 99 Dic. 1968
No. 99 Dic. 1968
CONSERVADORA
"EL PENSAMIENTO CENTROAMERICANO
LA INDUSTRIA NICARAGUENSE
y
SU PROYECClON ACENTROAMERICA
ICIEMBRE, 1968
CUALES SON
LOS REQUISITOS
RA EL DESARROLLO
INDUSTRIAL EN
NICARAGUA?
\,
LIBRO DEL MES:
INCIDE \
CENTROAMERICA,
,v VUCATAN
POR
JOHN L. STE
TOMO I \;
NICARAGUA
99
EXTRANJERO
NUMERO EXTRAORDINARIO
lO CaRDaBAS
1 50 DOLAR
/Zevi4la
SEGUNDA EPOCA
ARTURO CRUZ
ECNOMICO
SUMARIO
Enrique Delgado
Emilio Alvare. Monla1vn
Eddy Lacayo Arll'e110
Pedro E Rivas Vargas
Francisco Clavero Alvarez
Alejandro Gallard Prio
C1audlo Rosales Tlffer
Edrulfo Larll'aespada
Paullno IngeJmo
Miguel Gmez
Enrique Licbtenstein
Benjamn Gallo
Mlchel Plerson
Fred Sunr
Terencfo Garca
Renalo Arll'ello
Enrique Dreyfus
Alejandro Cor!ez
Carmen J Prez
Luis Hasbanl
CREDITOS FOTOGRAFICC
ARCHIVO DE
REVISTA CONSERVADORA
PROHIBIDA LA REPRODUCCION
INCIDENTE DE VIAJE
[N
EDITADA
POR
PUBLICIDAD DE NICARAGUA
APTDO 2108 TEL. 250-49
JOHN L. STEPHENS
TOMO I
EN
IMPRENTA NOVEDADES
CUANDO El COSTO DE LA
10
90 ola
010
LA ECONOMIA DEl 10
0/0
AHORRO DEL
0 10
CONSTRUYA
SOLIDO
Y SIN TEMOR A TERREMOTOS CON
"CEMENTO CANAL,
SU CEMENTO NACIONAL"
EN NICARAGUA LA lNDUSTRIA DEL CEMENTO NO ESTA SUBVENCIONADA
Y PAGA MUCHOS lMPUESTOS QUE UTILIZA EL ESTADO PARA OBRAS
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A CID O
HIPOCLOR1TO DE SODIO
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Revista
Conservadora
del Pensamiento Centroamericano
c:Ie ffama ~ltdewad(}~a llticamelt!e el Jelttid(} de 'lue JlO ed aJttiHetifji(}Ja, 1ti aJteH
PANORAMA
EDITORIAL
LA INDUSTRIA NICARAGUENSE
y SU PROYECClON ACENTROAMERICA
La Cmara de Industrias de Nicaragua, como lo han venido haciendo las dems de Cen"
tro Amrica, ha iniciado recientemente una campaa de estimulo al consumo de los productos
nacionales. Tal hecho ha sido considerado por nosotros de sumo inters porque, de acuerdo
con sus enunciados, la industria es un medio efectivo para mejorar la situacin socioecon....
mica de Nicaragua y su come.rcio con los otros pases de Centroamrica. Constituye, adems,
una fuente de trabajo irremplazable al mismo tiempo que una generadora de divisas.
De acuerdo con los Postulados de la Cmara nuestro consumidor debe apoyar las industrias nacionales, esto es consumir lo que el pas produce ya que asi tendriamos mayor produccin y, en consecuencia, ms salarios que significan mayor poder de compra -lo que genera un efecto multiplicador en la actividad econmica-, precios ms favOrables, nuevas inversiones, mejores servicios y productos, como tambin una mayor utilizacin de las materias
primas nacionales.
El sentido de la Campaa parece obedecer a un reclamo de los industriales a los ciudadanos, con el fin de que stos aporten su ayuda" aqullos, y de esa manera la Industria realice la misin de resolver el serio problema que afronta Nicaragua -al igual que los otros pases pobres del mundo, en especial los de Centroamrica-, como es el de obtener un grado
de desarrollo que pueda hacer frente a las exigencias que le impone una poblacin en crecimiento continuo y explosivo que cada da exige con ms fuerza una vida mejor.
No est dems recordar que el desarrollo indostrial ha sido el camino escogido por los
pases en vas de desarrollo para diversificar su produccin y, con tal propsito, otorgan incentivos a sus empresas industriales. En esos pases se principia por crear industrias que han de
sustituir las importaciones de bienes de consumo; luego, se encamina el esfuerzo a la expo~
tacin de dichos bienes; en seguida se substituyen las importaciones de bienes de capital y
finalmente, cuando el pas alcanza un elevado desarrollo, se aventura a exportar bienes de capital. Pero este proceso completo toma aos para llevarse a cabo: requiere enormes esfuerzos,
grandes capitales, mucha tecnologa y patriotismo porque es precisamente del patriotismo de
los consumidores que dependen, por de pronto. los industriales.
Ahora bien; el reclamo de los industriales a los consumidores nace del estado de "entredicho" en que la opinin pblica ha colocado a la industria, acusndola de inoperante, de ser
carga del fisco y la identifica con lo que llama el fracaso de Nicaragua en el Mercado Comn
Centroamericano.
Nosotros opinamos, por el contrario, que nuestros problemas son comunes a todas las
naciones pobres de la tierra, que resulta ms positivo el esfuerzo acompaado de optimismo que
encierra la frase popular "A Dios Rogando y con el mazo dando" y que Gobierno, Empresa
Privada y Pueblo tienen la obligacin de unirse para su mutua superaci"n.
Para comprender la industria nicaragense hay que empezar por conocer sus gnesis
y evolucin. La Nicaragua de los siglos XVIII y XIX slo conoci un tipo de empresa como
generadora de produccin: la agraria; porque la actividad comercial estaba al servicio de las
haciendas y de una poblacin urbana que, a pesar de su escaso poder de compra, permaneca
satisfecha. El hacendado era de tipo patriarcal y estaba muy lejos de tener problemas laborales y de sufrir grandes presiones. Su administracin -era centralizada; sus rendimientos y sus
costos no se median en estandares exigentes y el mercado de sus productos no presentaba
gran complicacin.
,
Sin tomar en cuenta el primer esfuerzo industrial de Nicaragua gestado a fines del siglo
pasado -el Ingenio San Antonio-- y los posteriores de la Compaa Cervecera de Nicaragua, la
Cementera Nacional, la Aceitera Corona, Compaa Tabacalera de Nicaragua y algunas otras empresas, la industria del pais se mantuvo a nivel artesanal hasta la dcada de 1950. Ms an:
en los comienzos de la citada dcada se da un salto, pero en la agricultura. Coincidiendo con
la guerra de Corea surge el crecimiento de la produccin algodonera: se comienza a producir
1Q.OOO pacas hasta llegar a las 500.000. Sin embargo el salto no slo es violento por pasar
sbitamente del arado de bueyelll al tractor, sino que tambin es un elemento de confusin. SI,
el algodonero se confunde. Unos cuantos aviones fumigadores volando sobre los. plantios de
Len y Chinandega, un par de barcos anclados para farg;r algodn en el puerto de Corinto,
cuatro hilos de asfalto regados sobrE> una inmensidad de polvo, todo E>so haCE> pE>rderle el sentido
de la realidad: se considera rico. Le pasa lo del muchacho campesino que, al conseguir su
primer trabajo en la ciudad, estrena sus primeros zapatos y descubre el cine. Y esa confusin
Ilncarece la vida, el costo de la tierra contribuye a subir los servicios profesionales a niveles
ab.urdos. El hombre de la baja clase media, fuera de acostumbrarse a una vida ficticia que
le proporciona el crdito, forma hbitos de consumo por encima de sus capacidades y de la
"ropia capacidad del pais. A principios del segundo lustro de la dcada Se entra a un ciclo
de "vacas flacas", hay una recuperacin del aliento durante la primera mitad de la presente
dcada y, de nuevo, en la segunda mitad vuelven las caras tristes
Hoy se lamenta dE> que Nicaragua tenga en el Mercado Comn Centroamericano un saldo desfavorablE> de 24 millones de pesos centroamericanos. A esta grave lamentacin se suman
otras: la balanza de pagos es negatIva. los problemas fiscales muy serios, la desocupacin y el
costo de la vida son los nicos que suben, etc. Al fin parece que se ha aprendido la leccin:
Somos pobres y seguiremos sindolo por varias generaCiones. Sin embargo, nuestros recursos
Son abundantes y, en caso de saberlos utilizar, han de rendirnos dividendos.
Nuestra norma debe ser la austeridad, sobre todo cuando estemos en los ciclos favorables que han de volver. Tampoco creemos que frenar los justos anhelos de un pueblo sea la
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frmula que conduzca a su felicidad.
La solucin est en el impulso de la pro.:luccin y en disciplinar los gastos.
La Industria es, sin duda, un medio eficaz e inmediato de acelerar nuestro desarrollo.
Sobre todo el apoyo del Estado al industrial se traduce E>n una buena inversin que da rditos
muy pronto Los industriales, por su cuenta, deben S&r mejores administradores y ms agresivos mercadistas. As; lo han comprendido y aor eso estn haciendo un esfuerzo encaminado
hacia una verdadera superacin que no puede ignorarse, superacin en la que el pblico consumidor tendr que poner su parte consumiendo de preferencia los productos nacionales. Tngase en cuenta que la Industria ya representa en Nicaragua el 20% del producto nacional y,
naturalmente, es una inversin que no puede ni hay que dejarla perderse.
Muchos de nustros problemas, como dejamos dicho, son similares a los de las otras repblicas centroamericanas. Pero algunos de los nuestros difieren hasta tal punto que constituyen un caso sui gneris. Si miramos rpidamente el aspecto industrial del istmo podemos
abarcar el siguiente panorama.
Guatemala, a pesar del grave problema de las guerrillas, contina siendo beneficiada
por las inversiones extranjeras en el campo industrial. Su poblacin, indudablemente, es la
mayor del istmo y, no obstante que gran parte de ella es marginal, ofrece un nteresante mercado. Adems su clase dirigente ha recibido un fuerte influjo de inmigracin europea -principalmente alemana- que le ha dado una gran capacidad empresarial.
El Salvador, por su parte, presenta las caractersticas particulares de su clase empresarial que la pone en una situacin ventajosa dentro del Mercado Comn. Los principales capitales salvadoreos se originaron en el siglo XIX y fueron hechos con inversiones en caf por
militares acaudalados que tuvieron el acierto de preparar a sus hijos en Europa y Estados
Unidos, donde aprendieron a ser eficientes empresarios mucho antes que los nicaragenses.
La densidad de la poblacin, por otro lado, ha contribuido a darle a los salvadoreos un in-
centivo al progreso ante la adversidad como dira Toynbee. Tienen una clara comprenslon
de sus problemas y, consecuentemente, han formulado una poltica de desarrollo frente a Centroamrica, autoubicndose como Blgica dentro del Mercado Comn. Comprenden que su misin es la de productores industriales, dejando a Honduras y a Nicaragua el papel de una
Ucrania, o sea como suplidores de granos. Resulta interesante observar, por consiguiente, el
propsito comn que existe en El Salvador entre los empresarios del sector privado y los funcionarios del gobierno.
En Honduras el grupo tnico de origen rabe, que tradicionalmente ha controlado el
comercio, ha venido impulsando en los ltimos aos el desarrollo industrial tanto en Tegucigalpa como en la Costa Norte. Esto, a mediano plazo, les resultar ventafoso, pues es ms fcil
pasar de comerciante a industrial que de agricultor a industrial. Tambin merece sealarse
que los circulas de las finanzas del pas, aunq ue predominantemente de descendencia rabe,
no se cierran ante la conveniencia econmica al extremo de que observamos el nombre de
Canahuati asociado al de Goldstein.
Mientras tanto el desarrollo industrial de Costa Rica empieza a equipararse con su produccin agricola. Indudablemente su extensa clase media, con caractersticas raciales europeas y dotada de elevado nivel cultural, constituye de por s una excelente base de consumo
que le permite a sus empresas proyectarse, con su produccin incremental, en los mercados
centroamericanos. Todo parece indicar que, a la postre, Costa Rica lograr superar sus dificultades fiscales y su balanza de pagos.
La produccin industrial de Nicaragua, en nuestra opinin, debe orientarse a las expol'faciones de productos primarios ya industrializados del sector agropecuario y a enfatizar una
mayor eficencia de nuestras industrias de "transformacin" para volverlas competidoras, de
modo que el consumo naclonal se incremente. Esto pondr fin a nuestra dificil situacin que,
debido a los precios y al rgimen libre de cambio, hacen de nosotros un polo de atraccin para
la competencia de los paises del istmo. Un esfuerzo de esta clase resultar tanto o ms efectivo que los mpuestos que ltmamente, al igual que otras medidas restrictivas, se han aplicado a los productos de orgen centroamericano.
Finalmente sostenemos que los 13 millones de habitantes, a los cuales se dirige el Mercado Comn Centroamericano, pueden constituir un factor de consumo tanto para nosotros como para los salvadoreos, guatemaltecos, hondureos y costarricenses, siempre que nuestra industria, sin defar de recibir el apoyo del pueblo y del gobierno, sepa hacer uso eficiente de
nuestros recursos, el ms Importante de los cu.les es el humano.
Justo es reconocer que la industria, con el apoyo de los consumidores locales y de los
incentivos gubernamentales, se esfuerza por ofrecer artculos de la melar calidad' posible y para
que tambin, a mediano plazo, se lleguen a derivar ventajas en el precio de estos productos
nacionales.
Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano, en vista de todo lo expuesto,
presenta en este nmero totalmente dedicado al aspecto nicaragense una serie de articulas
suscriptos por empresarios y banqueros en los que abordan los principales aspectos de nuestro
desarrollo industrial, y desde ahora ofrece sus pginas para otras ediciones similares que proyecten los aspectos Industriales de cada uno y de los dems paises del Mercado Comn Centroamericano.
'
Las evidentes ventajas de la industrializacin tampoco sisnifican que ella tensa que buscarse a cualquier precio y en el menor tiempo posible. Es lgico buscar siempre un desarrollo industrial, pero en funcin de las posibilidades reales de cada pas; can lo cual se quiere
significar que la industrializacin responde a un proceso de largo plazo, que progresa tan rpid~mente como'se base en una adecuada programacin y ejecucin, que no imponga cambios
violentos ni interfiera o interrumpa el desarrollo normal ya iniciado y mantenido por la empresa misma.
Por otra parte, una <:Iara y precisa programacin facilita el manejo de todos los incentivos deseables, y en su hbil y efectiva aplicacin descansar el ritmo o grado industrial que
se vaya logrando. Quien maneje los instrumentos de estimulo asume la principal responsabilidad ,de orientacin industral, porque el que solicita dentro de la ley y se le concede, con su decisieSn aporta al pas trabajo e inversin.
No debe confundirse el significado y alcance de una politica industrial, que responde desde luego a un sano propsito y constituye una aspiracin de largo plazo, con el criterio de que
las actividades no fomentadas a travs de esa poltica, no pueden o no deben desarrollarse, inclusive considerarse como no deseables al desarrollo del pas. La accin dirigida por medio
de una Ley de Fomento, orienta: la libre decisin de un empresario involucra una actitud
de promoci6n y aprovechamiento de algo que existe, y que de otra manera, podra ms bien
I
perderse.
En los pases sub-desarrollados las re~lidades del ambiente para un desarrollo Industrial, estn ntimamente vinculadas al complelo de elementos que integran los hombres, como
empresarios y trabajaclores; la tecnologa y las condiciones del mercado. Corrientemente resulta dificil ordenar y precisar en ese conjun!o una accin que tienda a superar aspectos estructurales y fijar prioridades, para poder conJugar poco a poco todas las limitaciones que ellos
imponen. Los pases aqu considerados conocen y viven dicho problema pero como
la solucin exige grandes sacrificios. y mucho tiempo, s610 tratan dbilmente de
enfrentarlo, prefiriendo entonces tomar decisiones inmediatas con gran contenido nacionalista. Esta actitud difcilmente puede conducr a un proceso sostenido de industrializacin, ya que los enunciados sencillos pueden ocasionar confusiones y desestlmular las decisiones de los industriles. Una politica industrial requiere mucho anlisis para precisar todas
sus posibles implicancias y poderlas ejecutar simultneamente dentro del normal progreso de
un pas.
Bajo las anteriores circunstancias, en paises con marcado predominio del sector agrlcola se plantea la urgente necesidad de su industrializacin. Pero ese planteamiento lleva por
lo general, una definida influencia de la agricultura predominante en la economa, que .i
bien responde a una justa aspiracin, su realizaci6n involucra la superacin de escollos y la
coordinaci6n de mltiples esfuerzos. Cuando no existe esa comprensin, frecuentemente surgen planteamientos radicales, que no favorecen en nada el desarrollo industrial, antes bien, desorientan y crean desconfianza.
Consecuentemente se acentan los problemas financieros para la actividad industrial
existente, al marcarse ms la tendencia favorable al sector agrcola. En esas condiciones las
limitaciones financieras normales, hacen entonces que este elemento ocupe tal importancia,
que se afecte el panorama industrial mismo al perder importancia a su vez los otros factores.
Como se aprecia, se juntan problemas mltiples que hacen dificil la elaboracin de una
politica slidamente integrada. Cada quien trata de actuar en forma absoluta, y el desarrollo
industrial se hace necesario pero muy dematido, predominando los grandes conceptos y los grandes proyectos.
Se llegan a tomar las decisiones, desestimando a
veces los aspectos bsicos. en los cuales descansan las posibilidades reales para los paises en
desarrollo, de encontrar e impulsar una indust rializacin efectivamente complementaria.
Nicaragua no ha estado ajena a los planteamientos referidos, y a pesar de los esfuerzos
de los empresarios y del Gobierno, la actividad industrial no ha logrado encontrar una orientacin definitiva, mediante un programa de largo plazo, consistente con las propias realidades
y para iniciar un progreso sostenido y de respaldo nacional del sector.
Con la promulgacin de la Ley de Proteccin y Estmulo al Desarrollo Industrial a principios de 1958, se marc sin duda un paso tra<cendental para el futuro de la industria nicaragense. El Estado puntualiz en los primeros cuatro Artculos su politica general de amplio
apoyo, protecci6n y estmulo, para legalizar asi lo que podria llamarse su mayora de edad y su
carta da nacionalizacin.
mar las medidas necesarias para contrarrestar prcticas desleales de comercio que pudieran
periudicar su normal desenvolvimiento. Se dara por otra parte, preferencia a los productos
nacionales en circunstancias razonablemente competitivas, y las Municipalidades y Juntas Locales de Asistencia Social se ajustaran al espritu de la ley, para los fines de sus planes de
arbitrios
Como puede apreciarse y se repite, 1953 marc el primer paso consistente y de mayor
esperanza para el surgimiento de un verdadero auge industrial.
Pero tambin era necesario enmarcar lodos esos principios en un plan o programa de
trabajo, para que la demanda interna o el cOl1.umidor nacional consolidara en la prctica los
eonunciad05 de la poltica, y para que en el aspecto de exportacin se prog. esara en el conocimiento de las prcticas comerciales de otros mercados. La sola clasificacin ha permitido
impulsar un desarrollo industrial, que si bien constituye un avance en el progreso del pas, no
se considera representativo de una poltica nacional de industrialzacin.
Necesariamente esas circunstancias deben comenzarse a superar alguna vez, y lo que
corresponde es revisar primero lo ocurrido para formular y ejecutar un programa nacional,
en la mayor armol1a posible de intereses. Debe aceptarse el hec.ho de que lo existente del1~
tro del espritu de las leyes vigentes, debe continuar su normal desarrollo, pues si se obstaculiza puede ocasionar actitudes gravosas para el pais, especialmente por la prdida de objetividad. Ello podra conducir a que la poltica general se fundamentara en un slo aspecto especfico, por ejemplo el fiscal, cuando en realdad 110 se trata de sacrificar u obtener ventajas
de ingresos, sino de aprovechar recursos y condiciones ms favorables, y poder asi participar
en mercados que no son controlables por leyes.
Debe la poltica trazar no slo la orientacin de mayor prioridad, sino que coordinar el
desarrollo de las prioridades ms bajas, porque si bien las primeras gozarn de mayores il1centivos, las dems responden tambin a manifestaciones de inters para el pas. Bajo este
entendimiento, debe comprenderse la enorme mportancia que las condiciones del mercado tienen para el desarrollo industrial. Primero, porque se operll en un mercado regional, y segundo, porque las exportaciones de esta naturaleza al resto del mundo, no tienen perspectivas de
crecimiento en el plazo mediato. La industria nicaragense necesita de una actitud firmemente agresiva para defender su posicin competitiva en Ul1 mercado local reducido, por demanda global y por poder adquisitivo, y para conquistar parte de los otros mercados de la regin, que de partida ofrecen ventajas a sus respectivas industrias locales.
No se trata, pues, de gastar esfuerzos en pequeos detalles relativos, o de tomar decisiones de carcter netamente locales, porque el proceso de integracin est en marcha, y las
posiciones aislacionistas no caben. lmplca sacrificios la lucha para consolidar una participacin en el mercado centroamericano, acentundose sin duda ms conforme las desventajas de
cada quien; pero slo con la conviccin de esta realidad y bajo la "ejecucin de un programa
calculado" se puede llegar a algo positivo en este campo. Si bien se plantea difcil el comienzo, debe iniciarse ya que todos aspiran a obtener ventajas de la unin, y difcilmente se podra
pensar en establecer un ordenamiento para que se programe algo regional perfecto que satisfaga a todos al mismo tiempo, o que las condiciones de los mercados integrantes, como se repite, lleguen a regularse por leyes o protocolos.
Esas realidades debe afrontarlas una poltica industrial en su ms clara expresin, para
que las aspiraciones no se confundan con los hechos y las posibilidades, y para que en esencia, se busque obtener las mayores ventajas de lo que se tiene o cuenta de inmediato. Solamente as podr una politica ir acercando poco a poco lo ideal a lo posible, para llegar a estructurar un desarrollo industrial que en el aspecto nacional, satisfaga a la mayoria.
Probablemel1te este criterio sea ms consecuente con la actitud empresarial y la tecnologia existentes, y haria ms manejables los problemas que ellos plantean a la actividad industrial. El grado de participacin en los mercados depende fundamentalmente de estos elementos, pero sus cambios no pueden ser muy rpidos, y de all que para romper el crculo vicioso
dehe darse aquel paso que permita empezar lo ms pronto posible, y asegurarse q.ue el proceso marca cada ao un avance notorio, dentro de los objetivos del inters nacional.
No puede continuarse pensando en quin otorga ms, en quin debe ceder en algo o tiene la c.ulpa, o si se contina o.. no en el mercado comn.
En el aspecto centroamericano no debe olvida. se que existen mercados que estn y continllarn progresando, y en algunos casOs complemenlndose, lo cual ser ventajoso para ellos
en cualquier circunstancia. Y en cuanto al aspecto del mercado local, se necesita que las leyes
se interpreten y aplique con visin, que se arranque con un programa imperfecto pero que se
r'~"'\~'lle! que no se siga confundiendo lo que ms convendra hacer con lo que podemos hacer
ahora, y que toda actividad de produccin puede estimularse en base al mutuo inters aue
se pueda determinar.
h~
'l
Se
de fines de siglo
El "ROYALTY" EN LA INDUSTRIA
EDDY LACAYO ARGUELLO
Asesor Indushial Instituto de Fomento Nacional
INTRODUCCION:
Me: esthnul para escribir estos conceptos, el deseo de orientar ;l jos directores de empI'esas, y contribuir a evitar que la industria, incipiente. an por
estar en etapa de desarrollo sacrifique parte de sus
utilidades y debilite adems la balanza de pagos na_
cional, al pagar regalas al extranjero por el uso de
marcas prestigiosas. Esta misma industria podra elaborar artculos de ptima calidad, que se adapten
mejor a las necesidades de nuestro mercad~, investigando las causas que influyen en la creacin del
al'tculo en cuestin. Una vez conocidas esas causas,
se podran aplicar al desarrollo del l)roducto que se
tiene en' mente, y como consecuencia se podra obtener un producto de primerisima calidad y el J)J:estigio tantas veces ambicionado. El producto en esta
forma estara en capacidad de conseguir col). Su fama en otro pas menos desarr-oUado, el beneficio que
ahora tendemos a pagar, y as habra participado
en el estmulo brindado al capital humano, al ofrecerle la oportunidad de investigar y desarrollar ese
artculo. Solamente desvus de haber realizado una
investigacin de este tipo, la empresa podra decidir,
si le es o no conveniente el uso de Royalty mediante
el sacrificio de parte de sus futm'as utilidades.
DEFINICION:
La lengua inglesa define la palabra "ROYALTL", como:
determinacin debera investigar los pro y los conha de la produccin del artculo mediante el pago de
Royalty. Esta investigacin hara que su decisin tuviera fundamento y le llermitira conocer hasta dnde puede pagal' por esos servicios, los cuales defi~
nitivamente inciden en las utilidades y elevan los
costos de la empresa.
QUE OFRECE EL ROYALTY?
El propietario que se reserv el privilegio de poder cobrar l'egalas a otro industrial para que ste
pueda producir su artculo en deetrminada rea, bsicamente ofrece:
_
l. Renuncia al mercado en el Area
2. Instruccin en el manejo de materiales, equipos
y maquinarias para producir el artculo
3. El nombre del artculo para que lo use.
4. Mtodos de Control de calidad, para materiales
y para el artculo terminado.
5. Direcciones 'de abastecedores de n.mterias primas.
6. Entrenamiento del nuevo pel'SonaI ~n sus plantas.
7 Seleccin y contrato de tcnicos en su territo...
rio.
8. Contactos con laboratol'ios de su territorio que
constaten los controles efectuados por el comprador.
9. Informacin y supervisin en la evolucin y man....
tenimiento del artrc~lo.
.
10 Asistencia en publi'Jldad y afiches.
Todos los gastos crren por cuenta del pagador
adems de .la cuota por Royalty, que generalmente
va de acuerdo con las ventas del producto. En cuanto a gastos se refiere, el propietario, aunque est
anuente a viajar frecuentemente, y algunas veces
acompaado, no est dispuesto a gastar, y todo lo
que compre para el pagador le prod~ce ganancias.
Al analizar las ofertas bsicas del propietario,
nos convencemos qUe algunas veces, no se justifica
el pago del Royalty, aunque existen casos en los
cuales es necesario pl'oducir u.n articulo que est bajo
patente, 10 cual se logra solamente mediante el pago
de regalas. Otras veces las cuotas son relativamente
bajas, de modo que al cabo de muchos aos, la suma
llagada no supera al costo de la investigacin; y. 11a...,
br ocasiones en que el valor de la propaganda a
nivel internacional no compita con la publicidad exclusiva del lea. En suma siempre habr que evaluar
la situacin, pala poder formarse un juicio efectivo,
Claro y lleno de convencimiento antes de tomar cual..
q uier decisin,
10
Proteccin y Estmulo al DesarroJIo Industrial, consistente en el ciene de las fl'Ontel'as al artculo que
se plolluce fuera dei Area. En el caso de que el Pl'Odueto se fabrique llentro llel rea, la medida consistira en la. reduccin llel precio de venta del artculo
producido sin royalty, cuyo costo es menor, lo cual
se tladuce en ventaja sobre el que paga regalas.
2, Ofrecimiento de las instrucciones de manejo
hecho por las casas vendedoras de materiales, equi":
pos y maqllinal'ias,
3, Certeza de quc todo nombre escogido con
gusto, es bueno si se cuenta con la pnblicillad suficiente y con caliila(l invariable.
4. Obtcncin por medio de consultas a tcni_
cos indnshiales de los mtO(los de Control de Calilla,l.
5. Obtencin en las Cmaras de COlUCl cio de
las direcciones de los abastecedores.
6 Entrenamiento del pel'SOJlll1, a t1avs de los
fabricantes de equipos y maquinal'jas.
7, Existiendo capital humano capaz (te recibh'
enh'enamiento tcnico no se necesitara Jilpol'fal' a.
t~cni.cos ext1'a.njeros, per~. en el caso (le ser impresmndlble un tcnico cabflcado, Se poada contratar
}Jor melio de sns agrupaciones,
8, Obtencin (le los servicios de labol'atol'ios es]lecializados, que a menudo se ofrecen en las revistas
imlustl'iales.
.
9. LecttU'R de revistas de sta o (le la imlustria
en genera!" para e~tai', bien infOl'Dlado, por o11'a pal'te,
]a supel'vlsln serIa mnecesaria, si los controles de
calida(l est~ bien seleccionados.
10. Obtencin (le los sel'vicios (le una compama publicitaria de ]a regin, la cual ofrece la ventaja de estar en contacto con el pblico consumidor.
VENTAJAS DEL NOMBRE PROPIO:
a sus problemas, 1101' mdeio (le publicaciones, p1'omociones, etc, con la finalida(l dc fijarle la idea de como
obt.enel' benefi~i?s y hac~rle saber dnde adqu.h'u' ese
al'hcll1o tan utJl 1131a el
Cuando el consumidor
consciente de la bond.ad de la calidad de ese prO-:
ducto~ lo consume, y Sl las especificaciones estn bien
evaluadas, ~l artculo sc habr ganado la confianza.
del consumidor, y habl' alcanzado la categolia de
"n~eno" com7~'ciahnente, procurando lla13 la emllresa Jugosas utIlidades.
EL CON'rROL DE CALIDAD.
,a:
12
l\le~os
A}
B)
LA ARTESANIA NIGARAGUENSE
CONSIDERACIONES, SUGERENCIAS Y RECOMENDACIONES
CON VISTA A UN FUTURO DESARROLLO DE SU ARTESANIA
FRANCISCO CLAVERO lVAREZ
CONSIDERACIONES GENERALES .
Es una Iealidad innegable Y de todos conoClda. el
la
ANTECEDENTES
Dentlo tle estos ploglamas de ayutla y participa_
Espaiol
Consultol de la UNESCO en Artesana
cin V pala dar cumplimiento al contrato de consulta
dm ante un mes. concertado con UNESCO el Consu_
tal', Licenciado Francisco Clavero Alvarcz 'se ha trasladado a Nicalagua, con el fiu de captar de cerca la
realidad de su Artesana, en el momento presente ;)
el estado de sus enseanzas, aconsejando a las Auto.
ridaaes convenientes las acciones OpOl tunas, para lUl
mejOl desallollu en ambos niveles y en distintas reas
de aquel sector.
INVESTIGACION
Con dicho objeto se ha puesto en contacto con los
{w't\onal'ios tle 'Ministerio de Educacin indicando al
respecto; con Directores, Profesores y l\faestros de t'D.
seanza afines. Ha 'ealizado visitas a los centros do_
cants, tlonlle cm san enseanzas de carcter al tsti_
eo. industrial o vocacional, lindantes con las artesa
nas, concretamente la Escuela Nacional de Bellas Ar.
tes y denllo del Progl'ama (le Artes Industriales, las
Escuelas de Artes Industriales y Educacin para el
Hogar, CfRamlci Goyena" y H15 de Septiembre" Ha
efectuado viajes a aquellas localitlades doude la prc_
tica de actividades al tesanas est ms centl'alizada,
cOllcletalJlente Masaya - Monimb a fin de conocCl
los trabajos que all se 1 ealizan en jcara tallada, en
mecate, madel a tOI'neada, Con cnero, pita y palma,
hamacas y labores de ganchillo. juguetes y uSouvenh JI
de tolo tipo Ha asistido en el Ministerio a 1ellnio_
nes de alto nivE"I, con el fin de tomar conciencia de
los pIoblemas que la enseanza tiene planteados en
el I)ais, en el momer..to actual
Median.te los estudios efectuados y a travs de los
medios de illVe!:tigadn, sealados antcliOlmente, el
Consultor, tlas una rpida visin de conj~nto, ha encontl'do la sig uiente situacin de cal cter generalizado.
ESTADO ACTUAL DEL FENOMENO ARTESANO
NICARAGUENSE EN LOS ASPECTOS ADl\UNIS'l'RATIVO, ECONOl\lICO, EDUCACIONAL, LEGAL Y
SOCIAL
l-EN EL ASPECTO ADMINISTRATIVO
ia -Ine'Xistellcia de un Olgallismo de la Adminis.
tracin o del gobierno que. con cal'ctel unitario, con.
trole los plogl'umas y acciones en genelal, l'eferentes
a la pIomocin de la ARTESANIA.
Sin embalgo valios lgallos, oficiales o privados
(WIinistel io (le Educacin, l\Iinistel'io de Ecol1ona,
Banco Nacional UnivClsidad Centro Americana, ]nstituto de Fomento Nacional, etc,) luomucven sus pIOglamas, sjn que exista, enhe ellos una eficaz conexin
y colabOlucin.
13
Falta la continuidad en )a ejecucin de los plOgramas. lo que hace que las orientaciones sean gene_
....almente vacilantes y, por consecuencia, ineficaces.
En ]a estruf'tura orgnica del Ministerio de Educacin no existe realmente, ninguna subdireccin, departamento o 5'eccin donde, especicamente, estn
ubicadas las acciones propias y necesadas p.ara la pro.
mocin de las E"nseanzas artesanas Existen las de
BELLAS ARTES Y la de ARTES INDUSTRIALES, pe
ro no llna especifica para las Artes decorativas, me.
nores, aplicadas, deri vadas o artesanales
lb.-La carell.cia de un ol'ganismo unital'io de pro.
mocin y fomento de la Artesauia poda estar supl(la 'Por una Comisin Coordinadora a nivel interminis.
terial que, si existe, no parece desarrolle su cometido
con la eficacia deseada y suficiente,
2 -EN EL SECTOR ECONOMICO
2a.-No parece existir (o por lo menOs est poco
divulgada) una definicin de la ARTESANIA, ni una
determinacin cualib.tiva ni cuantitativa del al tesanado, la industria artesana o el taller artesano, ni un
Orgallo que los centralice y controle.
Al no existir estas condiciones, tampoco se cuen~
ta con un censo de empresas o talleres, ni Con ningn
dato estadstico sobre los mismos,
2b.-Las empresas con carcter de al tesano se ven
pormenorizadas, fragmentadas y desprovistas de Olga.
nizacin. Generalmente son empresas de carcter fa~
miliar. sin ninguno o poqusimos }'ecursos, con falta
de locales y utllaje apropiados a su actividad y sin
ninguna orientaci6n, proteccin y ayuda por parte de
la Administracin.
2c -La escasa atE'ncin que hasta ahol'a ha mere.
chl0 la empresa arttsana ha estado ms dirigida al
aspecto indus:tlinl con evidente olvido del aspecto artstico, s-empre fundamental en actividades de este ti.
po En realidad ambos aspectos son complementa.
rios y ninguno de ellos puede olvidarse sin perjuicio
para el otro.
2d -Se desconocen, en su mayoLa los productos
naturales aprovechables en la produccin y, con los
conocidos, se in~iste (siempre por falta de orientacin)
en las mismas formas: o modelos, lo que hace que la
variedad de objetos producidos adolezca de nna clara
limitacin, cuando podra ser mucho ms extenso
3.-EN EL ASPECTO EDUCAOIONAL.
Sa.-Dentro del marco general del planeamiento
educativo y ms concretamente en los divelsos planes
de enseanza que, a distintos niveles. Se vienen ensayando y practicando, nO.ie han incluido todava, en
ninguna ocasin, las enseanzas artesanas.
A nivel 3ltbtico la Escuela Nacional de Bellas Al.
tes, desarrolla sus programas de Pintura, Dibujo, Escultura, l\todelado, Vaciado. Cermica etc. y, a nivel
de enseanza profesional, des'arrollan los suyos las
Escuelas de Artes Industriales y Educacin para el
Hogar pero, ni la. primera descieulle a enseanzas de
tipo al tstico.utilitatlo, lindantes con la Artesana, ni
las segundas tienen ninglUla extensin o (lerivacin a
enseanza de carcter utilitario y sentido artstico, o
lo que es lo mh1.lDO artesanas
3b._En la Direccin de Extensin Cultural se en.
cuentran integrados todas las actividades encaminadas
a la difusin de la Cultura, las actividades dirigidas a
plomover las enseanzas artsticas,
Existen Dir~cciones o centros de Benas Artes, Bi~
bliotecas. Museos, Artes Plsticas, Teaho, Msica, De.
portes, pelO no bay nlngn centro docente con el fin
de cultivar, eonsel'var y extend~' las enseanzas de las'
llamadas Artes Menoles, Decol'ativas o Derivadas y
en general, enseanza arttlsanas.
En algunos centros educativos se cursan disciplinas con cierto carcter de artesanales, pero veuladera.
mente no estn sometidas a ninguna ol'ientacin en
sentido attstico, ni en sus mismos planes n en 51\ pos~
terior desarrollo,
3e -Se une a la cal'enca de centi'os docentes es-
Al't~SaDta
14
15
tntico caUCe df~ expresin de las necesidades econmicosocial de los agl upados en este sector y el ele_
mento potenciadol' de sus dbiles economas, Este co~
metido estara dhigido principalmente al robusteci_
miento del potencial econmico de los artesanos y pequeos induEh'iales, articulando un sistema de Cl .
(litos; a la organizacin de Cooperativas como frmula asociativa para conseguir mejores condiciones y e.
cOllmicas; al mejoramiento en la calidad de los pro_
ductos; y, en genCl'aJ, a la intensificacin de la productividad, mediante beneficios especiales a fin de
disminuir costos
Con la creaein y reglamentacin de los organis_
mos que se sugieren, a sabel': la COMISION NACIONAL PARA EL FOMENTO DE LA ARTESANIA NI_
16
el momento, 110 hayan merecido atencin por parte de niquies, toda cIase de flores al tificiales, plumeros y
la Adminibtracin.
adotnos con plumas.
b3.-En consideracin al inters que la al tesalla
ARTESANIA DE LA TAXIDERMIA Y DISECy las pequeas industrias artesanas vienen despcI tau_ CION - 'l'labajos de disecado y embalsamado de ma~
VO, se sllgiNe una mayOl atencin 1101' parte del Ml~ mfelos, aves, reptiles, insectos, Iml tculalmente ma~
nlstmio de Economa hacia este amlllio sector he la liposas tl'opicak-s, ete:
pJ aduccin nical agiiense
Esta relacin solo tiene el calctcr de simple gua
Apalfe de la estructmacin de la DIRECCION DE de infOlmacn para, sobre ella, IJoder ampliar, va~
PEQUEAS INDUSTRIAS Y ARTESANIA, plOlJUes_ !ial ~ modificar! o suprimir las aItesanas que se con~
ia anteriOlmente, se sugim'e la articulacin o monta- sidelarse convenientes. Esta labor estala a cargo del
je, en el seno del Ministerio de Economa, de una Co~ depal tamento con espondiente, del propuesto Servicio
Nacional, en COQl dinacin con la Direccin de Pequemisin o Servicio Tcnico, encargado de su promocin
Este Selvicio Tcnico telUlla como misin fUl1_ as y Altesana y dems Olganismos peltinentes.
b5.-0tl'a misir. del mencionado Servicio sela la
(lamental; perfe"Jcionamiento y creacin de las artesanas, producciones al tesauas y pequeas indusilias. elaboracin de un censo de todas las industrias artesa~
nas, recabando el mayor nitmClo de datos estadsticos
III incipalme!Jte en el orden econmico
Misiones especficas sel'an la investigacin le lefelentes a elkS. De esta forma se contala con da~
ploductos, legiones e industlias especficamente alte~ tos necesalios, en el aspecto cuantitativo y cualitativo
sa11a5; la asistencia tcnica mediante estudios de m:1~ del sector de inestimable valol para fUtlllOS estudios
terias primas nacionales aprovechables; el diseo de y ployect~s a realizal No es necesario insistir sobre
Inoductos; la seleccin de maquinaria, herramientas y el valor de la estadstica en cualquer trabajo de llla~
utlaje aplollialos a cada ploduccin; determinacin llifi( acin
C.-EN EL AMBITO EDUCACIONAL
de icnicas de produccin mediante estudios lealiza~
c1 -La peculiaridad de las enseanzas. llUramen~
dos en I.Qs llequf.os talleres altesanos; asistencia tc~
llica mediante el asesolamiento a empresas; Olganiza te al tesanas, en que la intencin artstica, el carillo a
cin de cooperativas para el abastecimiento de mate. la obla realizada y el sello pelsonal reflejado en ella
las rlifelencian del aplenllizaje indushial, hace que los
l'ia~ llrjmas materiales y venta de productos; OlganL
zacin de cooperativas de crdito y consumo. Y, {'JI que a ellas se sometan deban estar sujetos a 110llllas
general, cuantas misiones puedan favOlecer la valora~ calactClstica~ qne distinguen esta clase de callacita~
mn del sector, considerando, principalmente, las al_ ein en la que la formacin puramente plofesional
dcb~ ir acompaada de una formacin artstica, cui~
tesanas ms peculia.les o calactelsticas del 11as,
b4.-A este respecto se sealan, en lneas genela- tUl al, moral y ambiental, en qne las vocaciones al tesa~
les y tras l'pida observacIn. las que pudiera mel c_ nas encuenhen su pleno deSall'ollo
cer mas atencin, por el momento, agl upadas con rt.
Este tipo de enseanzas, hasta el momento no han
ueglo a la materia plma utilizada
tenido inclu'!.in en ningn plan de estudios del I\lnis~
ARTE8ANIAS DE LA MADERA _ Calpintera terio de Educacin, por lo que se hace pI eciso que, en
en general, ebanistera, tapicel a, talla, tm lleado, ta- adc~ante se ten;all lllcsentes y se plallii'iqllcn soble
lacea, dorado, barnlzado, fablicacin de juguetes e ellas, InincilJalmen.te en las escuelas vocacionales e
instrumentos musicales, trabajos en madelas tpicas industriales, donde debieran establecel enseanzas
del }las, jcara tallada, etc.
teolieo-pl cticas de una serie de oficios artesanos, to~
ARTESANIA EN FIBRAS VEGETALES Y SmIf_ talmente desconocidos 11 olvidados A este leS}lecto,
LARES _ '1'labajos el palma, pita, mecate, rfia. se d el caso de alumnos que consiguen, tlas glandes
junco, espario, caa, coulelera, asientos de lejilla de esfuClzoS y lepeticiolles, una gladuacin pala la que
ulstico o fiblas vegetales y similares; hamacas y te~ no se sienten llamados y, en cambio, desconocen otras
jidos con gnnchilIo, encajes de bolsillos y encajes en plofesiones pala las que, posiblemente, estuvielan na_
general
tmalmcllte P1C(1Spucstos.
ARTESANIA EN METALES DIVERSOS _ Tra_
Por ello, en los futmos lllanes de estudio. debe a
bajos en !Jieuo blonce, latn, chapa, fundicin, fOl_ tendClse a la divClsificacill de las profesiones, duM
la, lepuj~do, cromad9, niquelado, laminado, mecnica dolas a conocer y fomentndolas por todos los me~
genna1. mecnica del automvil, mquinas de escl'i
dios} plollagauda, toHetos Ilustrados, confmencias,
hir y calculm; fresa, torno, hojalata, lllomo; electLici
chalias de Olienacin, entrevistas de llel'Sonas califi~
dad genClal, del automvil y de ladio y televisin, cadas en pIensa, radio y televisin, exposiciones y
muebles metlicos, alleros o utensilios aglco]as, US. concursos; estimulando a la juventud por medio de
trun1entos musicales metlicos y jug netes de metal.
recompensas, p~emios. becas de estudio, becas en el
extlanjmo pilla ampliacin de estudios, intercambios
ARTESANI<\ DE LA PIllDRA Y EL nIARMOL _
cultl1lales etc, y, en general, por todos loS' medios con~
Tl'~?aj~s de estatuaria y relieve, lpidas, mosaico, al_
b~mlei'Ia. talla y tOlneado del mrmol y la pielha, la~ venientes a la plomocin y fomento de llUevas III of'~
nu?ado de piedlas, pulimento de mrllloles y piedras, sion(s o divPl'sificacin de las conocidas, lo qne con~
tlibuila, en parte, a solucionar el grave ploblema de
obJetos de Cl'mellto y llicara aItificial, cantela
ARTESllNIA DE LA PIEL, CUERO Y CALZA- las desClcioncs escolares.
c2.-Una lilanificacin sumamente ambiciosa, pelO
no - Cmtido de pieles, guarlliciones y talabartcl'a,
:.-;apateros, tlabajos en lli~l fina para bolsos, cartelas 1101' ello poco ealista de las Enseanzas altcsanas, hia
lllC?uedClos, C)lltmolles etc, disecado de reptiles. tra~ lgicamente diligida a la creacin ex~novo. de una
Escuela de Enseanzas artesanas, con carcter de all~
baJoE en cuelO repujado o pirograbado.
ARTESANIA DE LA ALFARERIA, CERAMICA tonoma y funcionalidad plopias La peculialidad de
_y VIDRI.O - Trabajos de alfarera, cel'mica, pOi ce~ este tillO de enseanzas, descrita sucintamente e11 el
lana, alcdIa, 81(;5, caoln, esmaltes, cermica decora~ <111m tado allteliOl, as lo aconsejara
En cambio, ante los llroblemas de toda ndole,
da, hOlueadl y quemado abajos en vidrio vidrie~
ras! vidrio ~opl.ado, ladrilos, tejas, llroducto; Iefracw lllincipahnente econmico, que ello supomha un plan.
teamiento llls l'caJista, aunque menos ambicioso, con~
tallOS y samtallos.
ARTESliNIA DEL VESTIDO - Trabajos de sas. sllCla la conveniencia de la extensin y divelsificaM
frer1a en ropa pala hombre y mujer, sastres, modis~ cin de las enseanzas, que ya se cursan, en los cen~
tas, ,costurelas, sombl el eros, pcluquelOs, llcinadores, tros docente.~ en funcionamiento.
~omo campo de aplicacin para este pIan de ex~
mameuos, all'egloS' de' belleza, limpiabotas.
ARTESANIA EN PAPEL, CARTON y SmnLA_ tenSIOnes, sp.gerimos, en lll'incipio, varios cenhos e~
RES - Adornos florales, flOl'es de papel, caletas, ma~ ducativos de distinto nivel: la Escuela Nacional de Bellas Artes, a nivel al tstico; y las Escnelas de Artes
17
En la Escnela Nacional
18
]a
clasificacin de
]a
Las
con~lusiones
19
MUESTRAS
DE NUESTRA
ARTESA~UA
El fenmeno del desauolIo explosivo del TURIS_ menos de la mitad de la lenta ploducida pOi' el TU~
1\10, es sin lugar a dudas, una de las man~estaciones RISMO, (4%)~ OtIo dato que es preciso subrayaz
ms caractei'sticas y ms importantes de nuestro mun- siempl'c con el fin de hacel' ms evidente la impOltan~
cia econmica del TURISMO, es el que se lefiere a la
do actual
plOpolcin entre TURISMO y EXPORl'ACION, tanto
a nivel mundial como por lo que Se 1efiere a alg unos
pases en palticulal.
pie mayor nmero de pe~s~nas: flente a los l~O ID!Hones de movimientos turlstJcos y a los 200 y mas mI.
llones de viajeroS' que utilizan actualmente los trans_
portes areos, ya se habla para los ~os setenta.de ei.
has implesionantes que van de mas de 200 mI110l!CS
de movimientos tUl'sticos a ms de 500 millones de Vla~
jeros que utilizal'n los hansportes
Los efectos del desarl'ol1o tUlstico soble la sociedad mo(lerna y sobre la del pOi venir, permiten sin lu.
gar a dudas afirmar que ni.nguna activida~ humana,
ms qU el TURISMO, implIca, contemp01:anealllel~tE?'
tantas pelsonas y tantos seetOles de una mIsma activI.
dad.
22
pOI
el momento, el problema de
en
23
ha
venido sufliendo
ta la Balanza de
ficit fiscal, para
.1ustrJa Nacional
en su Balanza Comelc~al, que afecPagos, y adems el pl'oblema de das determina,.. los pasos que, la !~.
debe, dar para aportar a la Soluclon
(le dicho problema Para este fin la Cmara ha COntratado un grupo tcnico que efectu un e!1'thdio que,
en resumen, se ol'ient en las siguientes bases:
a)
e)
Se celebr un nmel'q de 62
das.
d)
l'epresel1~
pl'ograma-
~a posibil~dad
de
ol'ga~zarJ
den_
24
b)
Financial' produccin
c)
b}
c)
(1)
25
2)
3)
4)
5)
6)
a)
bl
cl
d)
26
Productos Alifnentc'ios
1)
Z}
3)
4)
5)
Textiles
Conshlero qne uno de los 1 equisitos fundamentales
para nuestro desarrollo industtial, tanto en el Melcado
Nic.fi1agense, como pala una mayor proyeccin de
nuestros pI'odnctos industliales en el Melcado Comn
Centroamericano, es la calencia de capital de habajo
COll que contamos los industliales nicaragenses Nues_
h o financiamiento en Nica:i. agua es muy alto, y a menmTo tenemos que esperar un lalgo tiempo para recUuel'al el el dito une hemos otO! gado en otros pases del
istmo.
-
EDRULFO LARGAESPADA
-FABRICA TE LASA.
Calzado y Vestu.ario
Aunque quiz sea generalizar demasiado, los requisi:l:os bsicas para un safisfactol'o desanolIo industrial.
aqu y en cualquier parte. son dos: el factor econmico
y el factor humano. Respecto al primel'o, es necesario
que las enIpreSCls establecidas o a punto de establecerse
re.:iban suficiente apoyo. En mi caso personal he con~
tado con la ayuda del INFONAC
El segundo factor
)equiele un personal tcnico GiPl'opiado
'Para rlue la industria del calzado! se proyec:Je a
nivel cel1.traomericano, la competencia sigue jugando
papel determinante
Actualmente Nicaragua exporta
cel.'ca de milln y medio de dlares anualmente en cal~
:lado. pelO impOl::ta un poco ms de esa cantidad. A pesar de la diferencia existente entre irr~oriacin y exportacin, hay ms o menos una nivelacin Y en este
srmtido puede decirse que la industl::ia del calzado en
Nicaragua est en mejores condiciones que- otras ramas
de la Industria Nosotros estamos vendiendo en Han.
dUlas, Costa Rica, y algo en El Salvador y Guatemala
Eso sin contar con lo que se vende en Estados Unidos.
Pal::a concluir, y siempre dentro de las proyecciones
de la ipaustria del calzado en CentroBmrica, la cen
27
zn,
gunda etapa en el pl'oceso de Integl'acin centroamericana, y es la constituida por el Protocolo de San Jos.
Los paises centroamericanos: fueron tomando con
mucha cautela el Protocolo y dejaron pasar mucho
tiempo para estudiarlo. Nicaragua lo puso en vigor el
19 de Agosto de 1968. Hasta el momento presente, en
que escribimos estas lneas, unos pases tienen partes
aprobadas, otros todo, otl'OS nada.
Como nicaragense me ha extraado que en una
Reunin de Presidente, no se haya logrado llegar a un
acuerdo comn para uniformar el Protocolo a un ms~
1110 tiempo' y a Un mismo precio, Ello tomando en
cuenta que el 19 de Junio de 1968, en San Jos de Costa Rica, todos los :lUinistros de Economa centroameri,;..,.
canos se comprometieron y firmaron solemnemente un
documento.
MIGUEL GOVIEZ
TRAJES GOMEZ
importante una' poltica crediticia uis amplia para este ramo industl'ial. Nicaragua autoriza todava la exportacin de cueros sin curtir, cueros que se podran
e::qmrtar con mayor enh'ada de divisas, al curtirlos en
el pas para lograr este valor agregado nacional La
tenera "La Fl'ancesa" ha curtido cueros de rCIJtiJes Y
otros, con muy buenos l'esultadoS' y en el Ministerio de
Economa hay muy buen ambiente para limitar la eX_
portacin de cueros el'lIdos y fomentar localmente su
curticil1.
El Banco Nacional de Nical'agna ha elabm'ado un
Programa Nacional de Pieles y Cueros y, es de desear
qn.t~: las objetivos de este llrogra1l1a se logren a corto
plazo.
ENRIQ,UE LICRTENSTEIN,
TENERlA "LA FRANCESA".
Madera y Corcho
Los requisitos llara todo desarrollo industrial puco
den reunirse as: Planificacin inicial, estutlio -de factibilidad econmica y estudio de mercadeo, Luego,
vender a base de precio, calidad y servicio Tambin
la f!ymla estatal eS imlu'cscindiblc. El Gobiel'110 de Ni~
caragua ha aJ)oyado ampliamente a lluesh'a Empresa,
al grado que hemos inVel'tido varios millones de cI'dobas en eHa La lJOltica crediticia ha sic10 bastante e.
fectiva, y puede afirmarse que el Ministerio de Econo~
ma ha realizado nna magnfica la1)01': donde haba de~
SOr(lell, hay ahora Ol'den y l)lanificacin
Reslleetv a m:estra proyeccin en Ce:nh'oaml'jca,
ltimamente hemos encontrado problemas en Costa Rica y Honduras, donde exigen eeJ'tificados (le origen l)Or
cada viaje que se hace. As y todo, la exportacin d!
plywood ocupa el sexto lugar entre los renglones de exportacin de Nicaragua. El 50 % (le nnestra produccin
es exportada al rea centroamericana, Actualmente
estamos en un proceso ele expansin, y de 3.200 lminas diarias que }U"oducimos aUlllcntal'emos a 5.000.
Como conclusin, puedo agregal' que la industda
nicaragense necesita de administradores ms constanles, emprenflcdOl'es y agresivos, Centroaml'ica necesita. por otra parte., que no baya desper(licio de capital
y hay despel'llcio de capital, cuanclo se establecen in"
c1ustl'ias (fue entt'arn a coml)etil' con las ya ex~stel1tes
en elmi&mo rubro. Lo recomendable sera diversificar
la lH'oduccill industrial.
BENJAMIN GALLO
PLYWOOD DE NICARAGUA
Muebles y Accesorios
Para comenzar, hay que decir que la industria del
en Nicaragua es un ejemplo tpico del paso que
so ha dado de la etapa al':tesanal '<1' la etapa i.ndustrial.
El l."equisito indispensable para el desa.rollo de esta indusida es el l'obusfedmiento del mel'cado interno Pero
no puede existir fal robustecimienfo, si las firmas fa_
bricantes de muebles se ven ane el grave problema del
esablecimienio del Impuesfo de Consumo, que esii!pula
un impueso del 20% sobl'e el precio de vena. Enire
~m; rliversa.s dificultades que esto ha il'ado, podramos
rm,H~ble
mencionar dos:
1) La elevacin exagerada del pl'ecio al pblico, lo que
}'educe la .demanda, pone en peligl"o la estabilidad
econmica de las plantas y amenaza al sectOr obl'ero
(ms del 75% del costo del mueble terminado, es
mano de obl'a).
2} Los pequeos y medianos talleres que carecen de sis..
temas de contabilidad montados, evadirn el imlpuesto, haciendo con ello una compefencia. desleal' a las
empresas bien organizadas.
Puesto que la industria del mueble de made~a emplea el 85% de matel"ia prima nacional y Un alto pOl'~
cenaje de !llano de obra tambin nica,ragense, el Gobierno de Nicaragua debera estimularla y fav01'ecer1a
de manera especial. Por otra parte, los muebles bsi.ces son el complemento de la, vivienda. Si se exhone~
ran los materiales de construccin para no encarecer la
vivienda, es lgico que se haga lo mismo cOn los mue...
bIes.
A nivel centroamericano, nuestras firmas han lo~
28
cal.
FRED SUNG
IlINSA
tenido un desarrollo satisfacforio, con los confrafiempos naturales pero sin dificultades de mayor trascen
denda.
~
En el plano 'centroamericano es diferente. Encuentro dos dificultades principales. Una es que no existe
un registro farmacutico vlido !,para los cinco pases.
Sin este reqUisito. es imposible introducir productos
farmacuticos en el resto de -las Repblicas Centroamericanas. Lo ideal sera una liberalizacin de los registros por medio de una especie de Registro Central que
fuera vlldo para los cinco paises. El que mayores di.
ficultades ofrece actualmente es El Salvador.
La 6tra dificultad -eS semejante: ocurre con el ejer_
cici() pr()fesional de los propagandistas mdicos o re\prese.ntantes cientficos. Estos ,nene!1, que estar, previa.
mente inscritos en la Sociedad Farmacutica' de cada
pas. El que mayores obstculos pano ':es Honduras. ' La
solucin para este problema es como la del anterior:
crear un Registro Central de propag~ndistas mdicos.
O. ms fcil an, que el. propagandista mdico inscrito
en un PMS centroamerican'9 pueda ejercer libremente en
los afros.
.
RENATO ARGUELLO
LABORATORIOS "RARPIl".
Minerales, nO Metlicos
Requisito indispensble; para un lltimo desarrollo
industrial en el Mercado ~icaragense, es, la existen.
cia de 'ulla unidad- de propsito y de ,una lloltica general bien definida de part,e de ,los divel'sos entes gubernamentales. ,El, Mitisterio' 'de Economa, el Fisco,
los Entes Autnomosl etc.1 mantienen eI10rme~ diferencias de criterio. Esto crea, como es natura.li' gran de....
sorientacill. En la Agricultura y en la Ganadera se
sabe 10 que Se busca y hacia adnde se va, En la In-
dustria,
no.
bien definida.
Hay otra cosa que qUisiera manifestar, y' es que
conocimientos se est
estudian~o'la l\1anera
de
mejo~
1'ar el, sistema finaJ!ciero rel.acionao;~on la exportacin y la' pre-:-ex~or~~cin~ Esto l'~~ela que hay cori-
29
ciencia del problema y la cel'teza de que tiene que hacerse algo y rpidalncnte.
En el plano centroamericano yo sealara un factor
clave: los medios de comunicacin, No hay la sufi
ciente eficiencia. Es lu'eciso crear a nivel centroame.
ricano las mismas facilidades (fUe hay a nivel nicara.
gense Algo se ha hecho en este sentido, pCl'O 11.0 lo
suficiente, Con dos ejemplos concretos podran llus.
tranJe las dificultadE;.s a las que me reficro, Uno: En
El Salvmlor estn obligaml0 a sacar boletas d2 solvencia fiscal a 1Jel'sonas que tal vez permanecern nicamente 24 horas en el pas, con el consecuente atraso o
pl'(Uda de tiempo de una maana o ms, ])OS: los Cl\-
mioneros nicaragenses que van a Costa Rica y descarg'an la mercanca eri PUlltal'enas, se veu obligadoS' a
ir a la Aduana de San Jos. O -por otra pal'te- camioneros costarl'censes que descargan en Rivas y son
obligados a venir hasta la Aduana (le Managua
Opino que deben existir lucclios "positivos" pal'a
solucionar estas dificultades. Urge la facilidad de medios de comunicacin, tanto para lJersonas como pal'a
mercancas, Es la mejor manera de vender y de dar
En todo plan de mercadeo dirigido al mel'cado Ceniroamel'icauo nunca deben dejal'se de considel'ar sel'iamente los siguientes allpectos: a} Un estudio de Pl'ecios
realista y una poltica competitiva: b) La organizacin de un sistema de distribucin adecuado este aspecM
to es posiblemnte el ms difcil y puede ~equerir ex
pel'iencias costosas; e} Hacer 31'1'eglos financieros convenientes. Debe lenei'sepre'sente que este tipo de finan
w
servicios.
ENRIQUE DItEYFUS
CERAMICA CHILTEPE.
CARMEN J. PEREZ
FOTOGRABADOS PEREZ
O
30
OF
f(~
JIJ
r .,,', ,'!
Sra!(
,
'?! .l":r~luhFi(A
JO
JiJrfl
'
"
N\ lll
1'\1\112
N\' 15
"
N":Zo
.'
ESTE LIBRO.
OTRA JOYA BIBLIOGRAFICA
Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano, con 100 ediciones s\t""
cesivas, el mes de enero entrante, quiere cerrar el ciclo con broche de oro: regala 11
sUs lectores en sta y en el siguiente nmero los 2 tomos del notable libro de Stephens traducido al castellano por el meritsimo guatemalteco Benjamn Mazarlego
Santizo. La edicin principe del libro, edl tada en New York, apareci en 2 tomos de
424 y 474 pginas cada uno, con los famosos dibujos que reproducimos tambin, hecitos por el arquelogo ingls F. Catherwood, compaero de viaj del Sr. Stephens.
Este libro, en 3 meses alcanz 10 ediciones; Su aulor, un extraordil1ario dipl()m~tico del Presidente Van Buren, nun ca tuvo residencia fija, porq1l8 cuando lleg a Centro Amrica nos desangrbamos en la guerra civil que sigui6 a nuestra
emancipacin de Espaa. No encontr en tre nosotros alltoridades legtimas a qllienes presentar credenciales. Fu asi c6mo este explorador diplomtico, viajando ce....
ca de 3.000 millas a lomo de burro, pereg rinando de un punto a otro, rompiendo
montaas, selvas, ros caudalosos y cineg as inmensas escribi su obra con la que
derrumb la "asta entonces universal t&o ra de los Salvajes de Amrica.
Nuestro inolvidable amigo 8 ilustre colaborador, Lic. Virgilio Rodrguez Batela; recientemenle fallecido, se hallaba en Chiie como Embajador de Guatemala,
, cuando en 1941 se' celebr e'l centenario de este libro que no poda pasar inadvertido. De don Virgilio, el gran estudioso de la civilizacin maya, es esle bello prrafo con
que cerramos pgina para que el lector abra respetuoso las del libro que ponemos
en sUs manos.
"Por mI parte" deseo colocar sobre la tumba y el recuerdo de Stephens, 8n
esle centenario, la flor de los antiguos mayas, que es la orqudea, y es hoy tambin
111 flor nacional de Guatemala. Enviada desde estas regiones de la Cruz del Sur, esa
flor ha de pasar por las tres Amricas re cogiendo un nuevo matIz bajo cada sol. Asl
llegar llena de vida, como el cocotero que Mr. Stephens plant sobre la tumba desconocida de Mr. Sltannon, el primer diplomtico de los Estados Unidos en Centroamrlca. Fu lo primero que hizo Mr. Stephens al poner los pies en las radiantes
playas del trpico: vis11,ar la tumba'del diplomtico ,desconocido y pedir para ella la
dulce sombra de un cocotero. As! era Mr. Stephens, un hombre de esos raros que
merecen la definicin de hombres h'umanos. Lo fu61 en todo, en pensamiento y en corazn. Por es hasta su diplomacia es hu mana. El nos 1096 este libro con el cual
hizo, a los centroamericanos amables al ni undo, pues disculp sus yerros presentes y
mostr el aspecto de grandeza que hablan tenido en su historia: la civillzaci6n maya.
y aI mismo tiempo uni!S un poco ms a todos los americanos en el conocimiento de
esta civillzaci6nantigua, que fu benfica para todos y hoy nos proporciona a todos
un comn motivo de inters y orgullo".
::!
"
CAPITULO 1
LA PARTIDA. - LA .TRAVESIA. ~ )'.RRIBO A BElJIZE. - MEZCLA IiE COLORES. - LA CASA DEL
GOBIERNO ....:. EL CORONEL M'PONALD. - EL ORIGEN DE BELIZE. ~ ESCUELAS DE NEGROS. ESCENA EN. UN JUZG)'.DO. -LEYSIN ABOG)'.DOS. - LOS CUARTELES. - EXCURSION ~N UN PITFAiN. - PRINCIPIAN LOS HONORES. - ACUMULACION DE HONORES. - PARTIDA DE BELIZE. !lAS DULZURAS DEL CARGO.
, Habi.fndosme ,confiado por el Presidente una Mi-'sin Especial Y, Confidencial a Centro Amrica, el ni.i~r~
coles tres de Octubre {le 1839, ~e embarqu a bordo del
bergatn britnico lMary Ann, Capitn Hampton, para
la 'l3aha de Hondura.s. El bergatn estaba anclado _en
el North River, largadas las vel?~, y a los _pocos mi...,...
nutos, en compaa de un amplio ;navo pescador de ballenas con destino al l;lacfico, estbamos en ruta. Esto
era antes de las siete de la maa;na: las calles y lQs
muelles; se "encontraban silencio130Sj la Battery (1). e~.,.
taba desolada; y, al it;lstante de abau,dotlaI;la en, un VIaJe
de incierta duracin pareca ms hermosa que c9mo
nunca antes yo la h~ba (.onocido.
.
Frente al, Campo ,de Cuarentena, unos POCOS aml.,~os que me haban acompaado a bondo se' despidierQ;n
de m' al cabo de iUna hora sigui el piloto; al anoce-cer la 'obscura silueta de las tierras. montaosas .de Ne~
versink era apenas visible, y a, la maana siguiente. nos
hallbamos en 'pleno mar. '
, ;
Mi .niCo compaero de pasaje, era Mr. Catherwoo~.
un experimentado viaje'ro y &migo personal, que habla
pasado ms de diez aos de sU vida en ~iligent~s estu-:c"
dios de las antigedades del Viejo Mundo; ya qmen, es....
tanda familiarizado con las ruinas de las antiguas grandezaS arquitectnicas, yo contrat tan lue~o como reci....
b mi nombramiento, para qU'e me acampanase en la exploracin de lasTuinas de Centro Amenca.
Impulsados por un fuerte ventarrn' del nordeste, ~l
nueve nos encontramos en la regin de los viento~ ah...
sios el diez en los trpicos, y el once, con el termome....
tro' a 809 pero con una brisa refrescan~e, .nos mo.vamos s:uavemente entre Cuba y Santo DomU1go; con
ambas '8. plena vIsta. Por lo dems, despus de diez. "y
ocho das de tiempo borrascoso, empapados con llUVIaS
'opicales, el veintinueve fuimos impe~dos adentro del
arrecife del faro, "1" esquiVm()s de~ tOdo el camp9 ~p.~
guIar del piloto a 1l1edia noche llegamos a la. Bahla de
San Jorge, como' a veinte millas de Balize. Un eSl?aciosp
bergantn, cafga;~o ,de c,aoba, estaba anclado,'con Un PIloto a bordo"-esperando tiempo favorable ,Pfl.ra ha~c::rse
a la vela. El' piloto lleV'apa consigo a su .hijo; up. mozalbete como de die~ y seis aos, criado sobre el agua, a
quien el. Capitn HfU11pton cono~a, y deterinin llevar-
lo a bordo....
'. .
.
La luz ,de la luna estaba el} s~ plenitud cuando el
nluchacho ,subi ~ la oubierta, y. nos di la bienvenida
del pilQto;;. Yo 'no poda distinguir su fa~cione,s, pero pu....
de ,observar que no, era blanco; y que 51,l voz era tan dul:-ce como 1'a de' una lllUjer. ,Ttp.'. su: lugar en' la rueda,
e izando el velamen, nos . l1abl de. los severos ventarrones d ,la costa, de lbs temo~es mantenidos por nuestra
segurid~d, de desastres y naufragios, y de un piloto que,
una noche. que nosotros bien rcordbam?s, hab~a conducido su embarcacin sobre un escono.
A las siete de la maan~ siguiente divisamos Beli.,.
ze, apareciendo, si no, fuera. pecado compararla con ciudades con~agradas por el tiempo y por asociaciones venerables, como Venecia y Alejandra" elevndo<:e des:le
el agua. Una hilera de <:8llas blancas extendiase una
milla a 10 larg(j de la playa, terminando en un extremo
por la Casa del Gobierno, y en el otro por los cuarteles,
e interceptados por el Rio Belize, cuyo puente que lo
atraviesa copstitua un objeto pintoresco; en tanto que
el fuert~ sobre un islote en la desembocadura del ro,
la torre de la iglesia gtica detrs de la Casa del Gobier..,.
junt con Mr. Catherwood, para visitar la casa ofrecida por Mr. Coffin. So hallaba situada 01 otro lado del
ro, y el camino hacia all estaba lleno de lodo que llegaba hasta los tobillos. En la entrada haba un gran
charco, que nosotros salvamos de un brinco, la casa esta construida sobre pilotes como de dos pies de altura,
y por debajo haba agua ms o menos de un pie de profundidad.. Subimos sobre un tabln hasta el umbral
'de la puerta, y penetramos en una espaciosa habitacin
que ocupaba todo el primer piso, y enteramente vacia.
El piso de arriba estaba arrendado por iUna familia de
negros; en el patio haba una casa hormigueante de
negros; y por todas partes, en el patio y en frente, haba pintorescos grupos de negritos de ambos sexos y
desnudos como ouando naceron. Ordenamos que barriesen la habitacin y que trasladasen alli nuestro e
quipaje; y, al salir de la casa, nos acordamos de la des~
cripci6n del Capitn Hampton antes de nuestro arribo,
y palpamos el punto de su concluyente observacin, que
Belize era el ltimo lugar de la creacin.
Regresamos; y, mientras anhelbamos la comodidad de un buen hotel, recibimos por intermedio de Mr.
Goff, Cnsul de los Estados Unidos, iUna invitacin de
su excelencia el Coronel M'Donald; para la c.asa del go..,..
bierno, y el ~viso que l e?J-viara el ~ote oficial al .bergantn por nuestro equipaJe. Como este era el p~lmer
nombramiento que yo jams haba tenido del gobler;n0,
y no estaba seguro de obtener nunca otro, deterrnme
sacar tddas las ventajas posibles, y acept al instante la
invitacin de su excelencia.
Haba un barco de vapor para Yzabal,. ~l .puerto
de Guatimala, ~ondeado en Be}ize;y, a! dirlglI'me a
]a Casa d~l Gobierno, pas a ver al Set;tor Comyano,
el agente, quien me dijo q~e .estaba dispuesto para
salir al da siguiente; pero anadlendo, co}1 mucha cortesa, que, si yo lo d~sea'!Ja, lo detendrla unos pocos
das para, mi convemencla. Acostumbrado a sorne.,...
terme a las despticas regulaciones de: los agentes <!e
vapores eJ;l mi pasl esto me parec.a un honor mas
alto que la invitacin de ,su excelencIa; pero, ~o queriendo poner a prueba mi fortuna tan de prIsa, supliqu la demO! a de un da, solamente.
La Casa del Gobierno est edificada en un hermoso sitio en el extremo final de, la ciudad, con un
prado que se extiende hasta el agua, y ornamentada
con cocoteros. El coronel M'Donald, un veterano de
seis pies de estatura, y un'! de lo~ hombres <.le. ,mejor pericia militar que, jamas he VlstO, me reclblO en
la puerta. Al, cabo de una hora arrib el bote con
nuestro equipaje, y a las cinco en punto nos sentamos
al banquete. Tenamos en Ja me~a. a Mr. Newport, c~
pelln y durante quince anos clerlgo de la, parroqUla
en Beiize; a Mr. Walker, secretario del gobierno, y
poseedor adems, de tal nmina de empleos que haria senth-se insignificante a' quien tuviese m~yor pluralidad de beneficis entre nosotJ:"os;~~ var1(~s. otros
caballeros de Belize, empleados de ~flclnas, cIVlles y
militares, en cuya .agradable compana nos sentamos
hasta las once de la noche.
Al siguiente da tenamos. que hacer los preparativos para nuestro viaje al interior, adems de.10 cual
tendramos la oportunidad de ver algo de Bellze. El
Almanaque de Honduras, que presume ser el cronista de esta colonia, lanza una fbula e.n derredor ~e su
historia primitiva atribuyendo su orlgen a un plra~a
escocs llamado Wallace. La fama de la opulenCIa
del Nuevo Mundo, y el retorno de los galeones espaoles cargados con las riquezas de Mxico y el Per, trajeron a las costas de Amrica hordas de aventureros
-para no aplicarles otro nombre ms severo- de
Inglaterra y Francia, de quienes Wallace, uno de los
ms clebres y osados, encontr refugio y seguridad,
detrs de los cayos y arrecifes que protegen el puerto de EeHe. El lugar donde l construy sus chozas de troncos y su fortn todava es sealado; pero el
sitio est ahora ocupado con almacenes. Fortalecido
por su estrecha alianza con los indios de la costa de
los Mosquitos, y por la adhesin de numerosos avenw
10
tureros britnicos, quienes descendieron sobre la costa de Honduras con el propsito de hacer cortes de
caoba, l hizo mofa de los 'espaoles. Desde entonces, el territorio de Belize ha sido objeto de negociaciones y contiendas, y hasta el da el pueblo de Centro
Amrica lo recl,ama como de su propiedad. Ha progresado por la exportacin de caoba; pero, como los
rboles de las cercanas casi todos han sido derribados, y Centro Amrica se encuentra tan empobrecida
por las guerras que no ofrece ms que un pobre mercado para las mercaderas britnicas, el lugar va languideciendo, y probablemente seguir decayendo hasta
que la energa e inventiva de sus comerciantes descubra otros canales para el trfico.
'
.A la fecha cu~nta con una poblacin de seis mii
habitantes, de los cuales cuatro mil son negros, que
son empleados por los comerciantes en cuadrillas como cortadores de caoba. Su condicin ha sido siempre mejor que la de los esclavos de plantacin; an
antes dol movimiento para la abolicin general de la
esclavitud en todos los dominios britnicos, ellos ya
eran de hecho libres; Y. el treinta y uno de Agosto de
1839, un ao antes del tiempo sealado para el efecto,
por medio de una reunin general y conformidad de
los pr9pietarios, aun el yugO nominal del cautiverio
fu removido.
.
El evento se celebr, dice el Almanaque de Honduras, con ceremonias religiosas, procesiones bandas
de msica, y banderas con divisas: "Los hijos' de Ham
respetaJ? la .memoria de Wilberforce"; "La'Reina, Dios
la bendiga"; "lVI'Donald para siempre"; ,"Libertad civil
y religiosa para todo el mundo". Nelson Schaw "una
campanilla bUmca de primer agua", cohtina el Almanaque, "avanz hasta Su Excelencia, el Coronel M'Donald; y habl como sigue: "De parte de mis emanci~
pados. hermanos y hermanas, me atrev(), a presentarme
ante Vuestra Excele-ncia para rogarle dar las gracias
a nuestra muy bondadosa Reina por todo lo que ella
ha hecho, por nosotros. Nosotros oraremos por ella;
nosotros pele~remos por ella; y si fuera necesario,
nosotros monremos por ella. Damos las gracias a
Vuestra Excelencia por todo lo que ha hecho por
nosotros. i Que Dios bendiga a Vuestra Excelencia!
j Que Dios bendiga a Su Excelencia, la Seora de M'Donald, y a toda la familia. real! 'Venid, mis compatriotas, viva! Bailad, vosotros pcaros negros; la
bandera de Inglatetra ondea $o~re vuestras cabezas
y cada susurro de sus pliegues hace saltar los grillo~
do los miembros dol pobre esclavo. Hubbabboo Cochalorum Gee!"
"
Las escuelas para negros estn situadas atrs de
la Casa del Gobierno; y el departamento de nios tena alrededor de doscientos, desde tres hasta quince
aos de edad, y de todos los matices, desde casi blancos hasta dos africanitos nativos que llevaban en las
mejillas las cicatrices de los, cortes que les hicieron
sus padres en el hogar. Estos ltimos fueron substrados a bordo de un barco negrero capturado por
Un crucero ingls, trados a Belize, Y'. segn lo estipulado por las leyes, en un sorteo de distribucin cay
a favor de un ciuqadano, quien, previos ciertos c6ilvenios de buen tratamiento, tiene derecho a sus servicios hasta que ellos cumplan veintin aos de edad.
Desgraciadamente, el maestro no se encontraba presente, y no tuve oportunidad de saber el resultado de
su experiencia en la enseanza; pero en esta escuela,
Se me dijo, que los muchachos ms brillantes, y los
que ms haban adelantado, eran aquellos que lleVaban en s la mayor cantidad de sangre blanca.
La mae~tra del departamntp de nias haba tenido gran e"xperiencia en la enseanza; y ella nos dij o
que, aunque haba tenido muchas nias negras muy
inteligentes a su cargo, sus' discpulas blancas eran
siempre las ms vivas y 'capaces.
De la escuela de negros nos dirigimos al Tribunal Mayor, Haca media hora que estaba abierto cuando yo entr. En la pared de atrs, en una maciza
tableta de caoba, estabal). las armas de Inglaterra; sobre una elevada plataforma abajo estaba una gran
mesa circula r alr(~.dedor de la cual haba pesada s s1115 de caob.a ~on altos respald os y cojines : La corte
se compon a de siete jueces, de quienes CInCO ya estaban en sus puestos . Uno de ellos, Mr. WaIker me
invit para ocupar un sitio vacante . Yo rehus,, basndom e en que no tenia vestido a propsi to para ocupar tan elevada posici n; mas como. l insistie ra, tom
asiento de chaque ta y en una sIlla excesiv amente
confort~ble para la ~dministracin de justicia .
Como ya he dicho antes, cinco de los jueces estaban en sus puestos ; uno de ellos era un .mulato . Se
tom el jurame nto al jurado, de cuyos mIemb ros dos
eran mulato s; uno de ellos, segn dijo el juez que
estaba sentado junto a m, era un zambo o de Unea descend ente, siendo hijo de .una mulata con un
negro. Yo no acertab a a determ mar la ca.sta de un
tercero , e inquir al juez, quien me respond I
era
su herman o, y que su madre era mulata . El gue
Juez ya
saba de los sentimi entos existen tes en los Estado
s
Unidos con respect o al color, y. dijo Q~E! en Balize no
haba ningun a distinci n en la Vida pohhca , excepto en
el terreno de las cualida des y del carcte r; y
alguna en la vida social, aun para contrae r apen~s
matrimonio.
'
b
Yo me haba fijado en los .
Jueces y mIem ros d e 1
jurado, pero ec1laba de men?s ~na parte impor! ante
de todo tribuna l ingls. Donde estab;~m. los sepor~s
abogad os? Alguno s de mis lectore s qU1za ~st~ran de
aucerdo con el Capitn Hampto n, que BelIze era el
ltimo lugar de la creaci n, cuando yo les diga que
haba un solo abogad o en el lugar, y t;lue nun~a no
10
hubo' pero temien do que algunos de IDlS entusIa stas
herm'anos profesi onales pudiese n sin. tard.anza vt:r~e
tentado s a empaca r sus bales para mvadIr la prIV1~
legiada ciudad, conside ro mi deber. el agrega r que y,0
no creo que all halla la ms mnima esperan za para
ningun o de ellos.
Como al11 no hay foro para prepar ar hombre s para el tribuna l, los jueces. por supuest o, no son abogados. De los cinco que estaban sentado s, dos eran comercian tes, uno cortado r de caoba, y el mulato , no inferior a ningun o de los otros en carcte r o cU!1lida
des era mdico . Esta corte es el suprem o tribuna lpar~ la prleba de las causas civiles y tiene jU~isd.ic
cin sobre toda cantida d arib~ de i. 15. . BelIze es
un lugar de grande s transaccIOnes comerCiales; diariamen te se hacen y se rompen contrat os, o hay, des~
venienc ia, que l'eqier en la interve ncin de aIgun trIbunal adecua do para interpr etarlos y c;o~peler a su
ejecuci n. Y all no habla escasez de litigIOS ; la li~ta
de las causas era grande y la sala es.taba llena ?e
gente. La primer a causa trada a la VIsta se r~~la
a una cuenta, y como el demand ado no co~pa~'eclO, el
veredic to lo declar en rebeld a. En .l~ slgU1en~e el
demand ante expone su caso y lo ratifIca con Juramento; el demand ado contest a, llama testigos , y la; causa es sometid a al jurado. No hub~ casos de partIcu lar
inters. En uno las partes se excitaro.n, y el deman dado intenum pi al demand ante repetid as veces, a lo
cual ste, poniend o la mano sobre el hombro de su
antagon ista le dijo, a manera de halago, "Ahora no,
Jorge; espere un poco, y"a le llega~ su tUl'~o. No me
intenum pa, y yo no lo lntelTu mptr a Ud.. Todo
se
haca de una manera familia r y en confian za; las partes se conoca n ms o menos una a otra, y los jueces
y jurados estaban grande mente influen ciados ~or
el
conocim iento del carcte r general . Yo observe que
regular mente lo') mritos del caso estaban tan claramente determ inados, que, cuando se encome ndaban al
jurado do haha duda alguna respect o al veredic
y
tan satisfac torio ha resulta do este sistema , que to;
aunque una apelaci n est pendie nte ante la Reina en
Consejo , como M). Evans, el preside nte del jurado! ~e
dijo, solame nte una causa ha sido elevada en vembds aos. An perman ece como una anomal a en la
historia de la jurispr udenci a inglesa ; porque , yo creo,
qUe en cualqui er otro lugar donde gobiern e el derecho civa no escrito, con fuerza de ley, la sabidur a
11
CAPITULO 2
'CADA UNO POR SI MlSl\IO.-ASTUClA DE LOS VIAJEROS.-PUN:rA GORDA.-UNA VISITA A LOS
INDIOS CARIBES.-UNA VIEJA CARIBE.-UN BAU:rIZO.-EL RIO DULCE._HERl'.IOSO pAISAJE.YZABAL.-RECEPCION DEL PADRE.-UN BARBERO EN ACCION~UNA BANDA DE "INVENCIBLES"
.-LOS PARTIDOS EN CENTRO AMERICA.-UN COMPATRIOTA.-UNA TUMBA EN TIERRA EXTRA'A.-PREPARATIVOS PARA EL PASO DE "LA MONTAA".-UNA CARRETERA SIN MACADAM_
PELIGROS POR EL CAM1NO.~UNA l'.IERIENDA BIEN SAZONADA.-PASAnA LA MQNTAA.
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13
damente, su madre era una mujer honrada, y el padre estuvo presente en la ceremonia. Con toda probablUdad o ynunca tendr mucho que hacer con su
educacin; y solamente puedo tener la esperanza que
a su debido tiempo l multiplicar el nombre y lo har respetable entre los caribes.
Regresamos al bote, y a los pocos minutos est.bamos otra vez -en camino, navegando hacia el Bio
Dulce. Un anfiteatro de elevadas montaas se ex_
tiende por mucbas millas a lo largo de la costa y hacia el intelior hasta perderse de vista. En n pe_
queo lugar esta altiva cordillera se abre para dar
paso a un manso ro. Sobre la ribera derecha de la
costa quedaba uno de los lugares que yo Jntentaba vi_
sitar. Era llamado con el nombre familiar de Livingston, en honor al distinguido ciudadano de Lusiana
cuyo cdigo penal fu en ,ese tiempo establecido en
Guatemala; y se supona, tan ventajosa era su posicin, que llegan a ser el puerto de entrada a Centro
Amrica; pero estas esperanzas no fueron realizadas.
Eran las cuatro de la tarde, y, al gobernar hac1a
all, el capitn -me dijo que, si cchbamos el ancla,
sera necesario permanecer en el lugar hasta la maana siguiente. Yo me encontraba poco dispuesto a
perder la nica oportunidad que probablemente ten_
dria de parar un bote de vapor; pero tenia una ansiosa, casi ardiente curiosidad de ver el Golfo Dulce, y todos convenimos en que sera imperdonable
perder tal oportunidad de verlo con ventaja. Por
consiguiente orden al capitn aVanzar junto a la ori_
lla y seguir adelante.
La ribera se elevaba como treinta pies arriba del
agua, y era rica y exuberante como en Punta Gorda.
El sitio de la proyectada ciudad estaba ocupado por
otra. tribu de caribes, quienes, como Jos primeros, arrojados de su hogar por la guerra hablan subido por la
costa, y, con aquella visin por lo pintoresco y lo her~
moso en los paisajes naturales, que disthlgue a los in
dios en todas, partes, fijaron su residencia en este lu~
gar. Sus chozas techadas con hojas estaban en fila
a lo largo de la ribera, sombreadas por arboledas de
platanares y cocoteros; canoas con velas fijas estaban
echadas sobre el agua, y los hombres y las mujeres
estaban sentados bajo los rboles contemplndonos.
Era esta una apacible y resp1andeci~nte escena, que
bablaba de paz y libertad lejos dc los tumultos de un
mundo bullicioso.
Pero, hermosa como era. nosotros Dronte) la olvidamos; pues una estrecha abertura en una muralla
de montaas nos llama hacia adelante, y a los pocos
momentos entramos al Ro Dulce. A eada lado. ele_
vndose perpendicularmente de tres a cuatrocientos
pies, haba una muralla de perpetua verdura. Los fu_
boles crecan a la orilla del agua, con densa y no interrumpida frondosidad hasta la cima; no se divisaba
ningn lugar estril; y en ambos lados, desde la copa
de los ms altos rboles, largos zarcillos descendan
hasta el agua, para beber y llevar vida a los troncos
qne los sostenan. Este era, como su nombre 10 indica, un Ro Dulce, Un encantado paisaje de la tierra de
los ttanes, que combinaba la exquislta belleza con la
colosal magnificencia. A medida que avanzamos el
cui'so dio un rodeo, y a los pocos minutos perdimos
de vista el mar, y quedamos rodeados completamente
po.r una murllla de selva; pero el ro, aunque no nos
nl0straba por dnde, an nos invitaba .a seguir adelante Podra ser esta la portada para una tierra de
volcanes y terremotos revuelta y trastornada por la
guerra civil? Durante algn tiempo buscamos en vano un solo punto estril; al fin encontramos una muralla desnuda, de roca perpendicular, pero desde las
grietas, y aparentemente dentro de la misma roca, cre_
can rboles y _arbustos Algunas veces nos encontl'~
bamos tan circundados que pareca COlllo si el bote de~
biera atravesar entre los rboles. Ocasionalmente en
un ngulo de las vueltas", la muralla desapareci, y el
sol peg con abrasadora fuerza, pero al instante nos
encontramos de nuevo en la ms profunda sombra
Por los antojadizos relatos que haba o{do, esperaba
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carav~ma
La caut~I3; de las mulas ~ra extraordinaria.
Durante tina hora bser,v los movimientos de una que
iba adelante del l1H~ ,A' veces apoyaba la pata d adelaitte sobre una raiz 'o una piedra, y la tanteaba como
10 hara un hombre; .de cuando en cuando: sacaba las
patas delanteras ~de UQ lecho de cieno hasta Jos brazuelos, y otras veC,es' era una constante a1ternativa de
hundidas y sacadas.
.'
'
en
Este. es el gran camino real para la ciudad de Guatemala, la que siempre.' ha sido. un lugal!' de distincin
en Hisp(il1o Amrica. Casi todo el trfico de mercade~
ras de. E!Jropa pasa por all; y nuestro guia dijo que
l razn para que e$tuviese en tan malas condiciones
era porque lo atrav~ijaban tan mulas. En algunos pases esta habrfa sl~o una razn para, mejorarJo; pero
era placentero encontrar que el pueblo ante quien yo
estaba acreditado estuviese relevado de uno de los rgimes ~e contiendas en casa, y, que no se molestase
con. las complicadas cuestiones de atender a las mejoras interiores.
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"
.:'.
CAPITULO 3
UN CANONIGO. - COMO SE ASA UNA GALLINA.- ZAPATERIA IMPROVISADA - EL RIO MOTAGUA - BELLO PANORAMA - CRUZANDO EL RIO - LAS DELICIAS DEL AGUA - COSTUMBRES
PRIMITIVAS - COMO HACER TORTILLAS - MADERA VALIOSA - GUALAN .,..... CALOR OPRESIVO.
- UN TIlM.BLOR DE TIERRA - UN PASEO POR EL PUEBLO - UN ARRIERO IMPERTINENTE _.
UN PROCESO - IMPORTANTES NEGOCIACIONES - UNA MODERNA BONA DEA _ COMO CONSE.
GUIR MARIDO - UN REINO DE FLORA._ .zACAPA TRATANDO SIN CEREMONIAS AL HOSPEDADOR
Antes del ~hnanecer ya estaba yo fuera de la ca- taln, y entre el ded gordo del pie y :l que le sisa Veinte o treinta hombres, arrieros y" sirvientes, gue, ya estuvo, calzado.
estaban dormidos en el suelo cada uno boca atriba,
De 1;luevo nuestL;o camino se extHm9.e sobre una
envuelto en su negra chamarra, que' les cbi'a 'desde cOndena de elevadas montaas, .con un valle a cada 'la_
la cabeza hasta los pies. Al clarear se levantaron, do, A lo lejos se velan helnlosas ,.laderas y~rqes y
Muy p'Tanto se levant el francs), tom chocolate, 'Y~ ornamentadas con pinos y ganados pastando en ellas,
despus' de una hora de preparativos, se puso en mar- J6 qu nos haca recordar el paisaje de un par<tue incha. En seguida parti el' cannigo. El haba cru gls. A menudo presentbanse 'p3J;ajes, los cuales en
zado la montaa veinte aos antes. en su primer arri- nuesb'o pas se habl'fan escogido' como lURares para
bo al pas, y todava conservaba un pleno recuerdo de viviendas,. y embellecido, por' el arte y por el gusto. Y
sUs horrores. Parti sobre las espaldas de un indio, esta era lUla tierra de perpetuo verano; las rfagas :de
en una: silla con un alto respaldo y cubierta para invierno r,un~a llegan hasta ella; pero, a pesar de tda
protegerlo del sol. Otros tres indios lo seguan como su dulzuhl y su belleza, estaba triste 'y desolada.
conductores de relevo, y una magnfica mula para su
A las dos de la tarde comenz l 'llover; al cabo de
alivio por si se cansaba de la silla. El indio iba en- una hora aclar. y desde la elevada cordillera divisacorvado, casi doblado, pero el cannigo estaba de buen mos el Ro Motagua, uno de los ms esnlndidos en
humor fumando su cigarro, y moviendo la mano has_ Centro Amrica, movindose majestuosamente a tra~
ta perderse de vista. Los Pavones partieron por lti.. vs del valle a nuestra izquierda. Descendiendo por
mo, y nosotros .nos quedamos 50105.
un spero y precpitado:sendero, a las cuatro de)a
An no haba llegado ninguno de nuestros cria- tarde llegamos a la ribera directamente al lado opuesdos. Como a las ocho aparecieron dQs; haban dormi- to de Encuentros. Era este uno de los ms hermosos
do en un rancho inmediato, ,y los otros seguido ade- panoramas -que yo jams haba contemplado: en todo
lante coh el equipaje. Nosotros estbamos excesiva.. el derredor habia' gigantescas montaas, y ;el} ro, anmente enojados; pero, soportando como pudimos la cho y profundo, movindose por entre ellas cn la
incomodidad de nuestros vestidos tiesos de lodo, en.. fuerza de un poderoso to1'l'ente.
sillamos y emprendimos la marcha.
En la ribera opuesta estaban urras cuantas casas y
, No vimos ms de nuestra' recua de mulasj y nues~ dos o tres canoas echadas en el agua; pero ni un solo
tro arriero: del barmetro haba desaparecido sin avI'\" individuo a la vista. Por medio de fuertes gritos hiciso, dejndonos en manos de dos. substitutos.
mos llegar a un hombre a la orilla, quien entrando en
una canoa 1a puso a flote; inmediatamente fu arrasNuestro camino se extendi~ sobre una regin mon- trado lejos por la corriente; pero, .aprovechndose de
t.8.losa, pero generalmelJ.te libre de bosque: 'Y como a un reflujo del a~un, logr llevarla hasta el lugar donlas dos horas llegamos a un conjuo to de ;ranchos de DOS encontrabamos. Nue~tro equipaje, las sillas,
denominado El Poso. Uno de nuestros criados se bridas, y otros atreos de las mulas. fueron puestos a
dirigi a una choza y se ap~ como 'si estuviera en su bordo, y nos enbarcamos. Agustn sentse en la pocasa. La mujer. de la casa lo rega por no hal;Jer lle~ pa, agarrando el cabestro de una de las mulas, y c.on~
gado la noche anterior, l~ que l speramente ~os ach~_~ ducindola como a.'un pato de reclamo; pero las resc a nosotros; y era eVld.ente que estbamos en peh- tantes no estaban dispeustas a seg)lil"la. El arriero las
gro de 'perderlo a l tambin.. Pero tenamos un asun_ hizo entrar con el agua hasta el pescuezo, pero retroto de inters' ms inmediato en la falta de til desayu. cedieron a la playa. Varias veces, arrojndoles palo~
no.. Nuestro te y caf, todo 10 que nos haba queda- y piedras logr que entraran. como antes. Por lti.ri:lo
do despus de la destruccin de nuestras proyision~s se desnud, y, vadeando hasta la altura de su pecho,
por la plvora, hab pasado adelante, y por algn con una vara de dlez o doce pies de largo, logr llev~
tiempo no pudimos conseguir pada. Y aqU al prjncj las toas a flote y en ,lIDa fila al alcance de suvara.
piar nuestro viaje, encontramos una escasez de vive. Cualquiera de eUas que retrocedi~ hacia la playa,recires mayor que la que habamos haUado en ninguna ba un golpe en la nariz, y al fin toda$ fijaron la cara
regin habitada. La gente vIva exclusivamente de con direccin a la opuesta orilla; sus pequeas cabezas
tortillas -tortas planas hechas de maz molido, y, era todo lo que nosotros podamos mirar, apuntando
cocidas sobre una tartera de _barro - y frijoles ne- directaI'l1ente de t~aVsj' pero arrastpidas por la <;0gros. Agustin compr un pocp de stos, pero reque- rriente. Una fue lmpe Ida ms abaJO que las dernas;
ran varias horas, de estar en remojo ,antes de que se y, cuando vio a sus compaeras saltar en tierra, lanz~
Dudieran comer Al fin l.logr comprar una gallina, un grito de espanto y por poco se ahoga en su lucha
la atraves con una vara, y la ahum sobre el fuego, por alcanzarlas.
s:n aderezos de ninguna clase, la que, con tortillas,
Durante todo este tiempo nosotros estuvimos sen_
hara una buena comida para un sistema de dieta tados en la canoa, can el sol batiendo sobre nuestras
penitenciaria. Segn lo que nos;otros esperbamos, cabezas. En las 1timas dos horas habiamos sufrido
nuestro arriero principal no pudo arr~ncal'se del lugar; excesivamente por el calor; nuestras ropas estaban sa_
pei', como marido sumiso, envi, con el nico que ha- turadas de sudor y endurecidas por el barro, y esper_
ha quedado, un amoroso mensaje para su mujer en bamos en adelante casi cOn arrobamiento un bao en
Gualn.
el Moiagua y e~ cambio de ropa interior. Saltamos
En el momento de la partida, el sirviente que nos en tierra y nos encaminamos a. la casa en donde pasa~
quedaba dijo que no podra seguir hasta que hubiera rfamos la noche. Estaba repellada y encalada, y ahecho un par de zapatos, y nos vimos obligados es dornada con listas coloradas en forma de festones; y
peral'; pero no le tomaron mucho tiempo. Parndose al frente haba un cerco formado con largas caas, de.
sobre un cuero sin curtir. marc la medida de sus pies seis pulgadas de grueso, rajadas en dos; la apariencia
Con un pedazo de carbn. los cort COn su mache l e,
era del todo favorable. Para nuestro nlayor enfado,
les hizo los agujeros convenientes. y, pasando una ca. nuestro equipaje babia seguido adelante hasta un ran
l'rea de cuero por debajo del empeine, alrededor del cho tres leguas ms all. Nuestros arriel'os rehu-
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hasta convertirlo en pasta espesa. Las muehachas 10 media hora lleg un alguacil citndome de orden del
tomaban al estar amasado, y golpendolo ligeramente alcalde. .MI'. Catrerwood, que en ese momento escon sus manos lo convertan en tortitas planas, ponindo_ taba limpiando sus pistolas, me conso16 con la amenalas sobre el comal para cocerlo. Esto se repite en ca- za de bombardear la poblacin si me ponan en la crda comida, y una gran parte de la ocupacin de las cel. El cabildo.. o casa municipal, quedaba a un
mujeres consiste en hacer tortillas
lado de la plaza. Entramos en una gran sala, uno de
Cuando lleg MI'. Catherwood las tor:l:illas ya
cuyos extremos estaba dividido por medio de una baestaban humeando, y nos detuvimos para tomar el desa- randilla de madera. Adentro estaba sentado el a~calde
yuno. Nos dieron el nico manjar delicioso que tenan. con su secretara, y afuer:a el arriero, con un grupo
caf hecho de maz tostado, el cual, en obsequio a su de individuos medio desnudos como sus sostenedores.
bondad, tomamos. Lo miSmo que yo, MI'. Catherwood Ya haba reducido su demanda a un dlar, sin duda suqued impresionado con la belleza personal de este poniendo que yo lo pagara antes de tener ninguna mogrupo familiar. Con las ventajas del traje y de la edu- lestia. No era muy honroso el ser ejecutado por un
caCon, ellas podran ser ornamentos en una culta ~C! dlar; pero le mir la cara al entrar, y resolv no paciedad; pel'o estaba decretado de Qtro,modo, y estas JO- gal'le ni un centavo. No obstante que :ro no me atuvenes muchachas seguirn haciendo todillas todo
ve a mis privilegios como diplomtko, smo que defend la accin por sus propios mritos, el alcalde fael resto de su vida.
Durante una hora larga seguimos caminando sobre ll a mi favor; despus de lo cual le mostr mi pasala cima de la montaa, entrando en seguida en un cam- porte, y l me rog entrar a la barra y me ofreci un
po ms arbolado, y a la media hora llegamos a una cigarro.
Concludo este asunto yo tena otros de mayor impuerta grande que estaba exactamente a travs del camino como una barrera de peaje. Esta era la primera portancia. El primero era alquilar las mulas, que no
seal que veamos de un lindero individual o terri~o pudieron conseguirse sino dos das despus. En seguirial y en otros pases habra formado una entrada dIg- da tena que arreglar el lavado de la ropa, lo que era
na de una regia propedad; pues el macizo cerco, con un asunto muy complicado, porque haba necesidad de
especificar qu piezas deban ser lavadas, cules plantodos sus postes y soportes, era de slida caoba. El
calor era ahora intenso. Penetramos en Un espeso bos- chadas, y cules almidonadas, y pagar separadamenque y vadeamos una impetuosa corriente en medio de te por lavado, planchado, jabn y almidn; y, por ltila cual se encontraban unos cerdos nada?;do. Inmt::- mo, trat con un sastre un par de pantalones, comdiatamente despus llegamos a una plantaclOn de COChi- prando por separado el gnero, el forro, los botones y
nilla. y pasamos por una larga senda espesame~te bOl- el hilo, poniendo el sastre por su parte las agujas y el
deada y sombreada con rboles y a~bustos, unldos has- dedal.
Por la tarde bajamos otra vez al ro, regresamos, y
ta sofocar. Salimos a un llano ablerto, sobre el cual
bata el sol con poder casi intolerable; y atravesando enseamos a Doa Bartola cmo preparar el t. Por
el llano como a las tres de la tarde entramos en Gua- entonces todo el pueblo se encontraba en conmocin
ln. Ali no haba ni un soplo de aire; las casas ~ la pleparatoria para la gran ceremonia del rezado a Santa
tierra parecan despedir calor. Yo er(taba confundIdo, Luca. En la maana temprano, los disparos de mosse me andaba la cabeza, y me sent en peli~ro de una quetes, petardos y cohetes, haban anunciado la llegainsolacin. En aquel momento hubo ,un lIgero tem- da de esta inesperada pero bienvenida visitante, una
blor de tierra. No me di cuenta de el, pero me- en- de las ms santas entre las santas del calendario, y,
contr casi subyugado por el excesivo calor y por la despus de San Antonio, la ms celebrada por el poder de hacer milagros. La subida de Morazn al poder
condensacin de la atmsfera que lo acampanaba.
Nos encaminamos a casa de Doa Bart.~la, pa~ fue sealada por una persecucin al clero: sus amigos
1'a quien tenamos una carta de recomendaclOn, y me decan que era la purificacin de un cuerpo corrompies imposible describir la satisfacoin con 9U me ano- do; sus enemigos, que era una guerra contra la moral y
j sobre una hamaca. La sombra y la qUl~tud me res- la religin. El pas se encontraba en ese tiempo plagatablecieron. por primera vez desde qUE; salImos de ~za do de sacerdotes, frailes y monjes de diferentes rdebal nos mudamos los vestidos; y tambien, por la pnme- nes. Por todas partes los edificios ms suntuosos, las
tierras mejor cultivadas. y la mayor parte de la riquera ve2J, comimos.
,
Por la tarde dimos un paseo por el pueblo. Esta z'a del pas estaban en sus manos. Muchos, sin duda,
situado sobre una meseta de piedras cO~lglutinada~ o eran buenos hombres; pero algunos usaban sus sagracompuestas, en la confluencia de dos maJestuosos 110S, das vestiduras como una capa de la bellaquera y del
vicio, y la mayor par'te eran znganos, que cosechay se encuentra circundado por una cadena de. montaas. Una calle principal, las casas de un PIS? con ban donde no haban sembrado, y vivan fastuosamenportales al frente, terminando en un~ pla~a pubhca, en te con el sudor de la frente de otros hombres. De tocuya parte prinoipal se levanta una IgleSIa grande con das maneras, y sea cual fuere la causa, la primera parportada gtica; y frente a ella, a una distan~ia de .diez o te de la administracin de MQl'azn se distingui pOl'
doce yardas, estaba una cruz como .de ve.mte ple~ de su hostilidad hada ellos como clase; y desde el Arzoaltura. Los habitantes son como diez ~ll, pllnclpal- bispo de Guatemala para abaio hasta el ms pobre
mente mestizos. Saliendo de la plaza, baJamos al Mo- fraile, todos conan peligro; algunos huyeron, otros
tagua. En la orilla estaban consb~uyendo un bote, ca fueron deportados, y muchos arrancados por la ruda
soldadesca de sus conventos e iglesias, llevados por la
IDO de cincuenta pies de largo por diez de ancho, todo
de caoba. Cerca de alli, un grupo de hombres y lnu- fuerza a los puertos y embarcados para Cuba y la
jeres vadeaban la corriente, nevando sus vestidos so- vieja Espaa, con sentencia de muerte si Volvan. El
bre la cabeza; y alrededor de un promontorio tres mu- pas qued comparativamente abandonado; muchas de
jeres se estaban baando. No hay refer.et;lcias antiguas las iglesias cayeron en ruinas; otras permanecieron, perelacionadas cu este lugar; pero la rustICIdad de la es- ro sus puertas rara vez se abran; y la prctica y el recena, las nubes, los tintes del cielo y el sol en su oca- cuerdo de sus ritos religiosos desapareca poco a poco.
so rliflejndose sohre las montaas, eran hermosos. Al CaTrera y sus indios, con los msticos ritos del catolicismo injertados sobre las supersticiones de sus anteanochecer volvimos a la casa. Exceptuando la cornn,
a de algunos millares de hormigas que ennegrecan pasados, haban adquirido una poderosa influencia solas candelas y cubran todo lo perecedero, tuvimos una bre los sentimientos del pueblo por el esfuerzo que hacan para el regreso de los rlesterrados clrigos y para
habitacin para nosotros.
el restablecimiento del poder de la iglesia. La pere~
Por la maana temprano se nos sirvi chocolate y
un pequeo bollo de pan dulce. Mientras que nos desa- grinacin de Santa Luca se consideraba como un inyunbamos lleg nuestro aniero, reiterando su deman- dicio del cambio de sentimientos y de gQbierno; como
da de ajuste y pidiendo tres dlares ms de lo debido. un preludio de la restauracin de la influencia de la
Nosotros rehusamos pagarle y se retir furioso. A la iglesia y del avivamiento de las ceremonias predilectas
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de largo, con;ll1u.'os de diez pies de esposor y una sas.1~el"a, y el otro e~taba destechado, En una 'esquina ha-
. CAPITULO 4
COMPRANDO UNA BRIDA.~UNA ESCUELA y SUS REGLAMENTOS.~CQNVERSACIONQON UN INDIO,~TRADUCCIONESPA1\10LA DE "EL ESPIA"._CffiQUIlfULA_UNA, IGLESIA EN RUlNAS.-UN
VETERANO DEL IMPERIO FRANCES.-SAN ESTEBAN.-UNA TIERRA DE MONTA1\1AS.-LANCE CON
UN ARRIERO.-UN PUEBLO DESIERTO.-RUDO ASAV.rO.-ARRESTO.'-PRlSION.-LmERTAD:
MONITOR, &0.
"Reglamento interior para el buen gobierno de la
escuela de pl'mel'as letras de esta poblaciD, que debe
ser observado f.'stl'ictamente por todos los nios que
la componen"! &c;,
Con una larga lista de complicados artculos, der.iarando los premios y castigos. La escuela para cuyo
gobierno se haban dado estos reglamentos, se compona de cinco muchachos. dos adems de los decuriones y el monitor. Era casi medio da, y el maestro,
que era secretario del ALCALDE an no haba
aparecido. Los nicos libros que yo v fueron un devocionario catlico y una traduccin del ESPIRITU
DE LAS LEYES de Montesquieu, Los muchachos eran
chicuelos bien pal'ecidos, medio blancos; y con uno
tic ellos hicimos un ensayo de sumar, y despus de
escdtura, en el que se mostr muy adelantado. escfi,biendo en espaol, con una letra que no }Joda ser
confundida, "Deme un real",
Nos encontrbamos algo indecisos SObl'C lo que
deberamos hacer, pero en la tarde nuestro hospedador llam a un indio con el propsito de facilitarnos
la hechura de un vocabulario de palabras indgenas.
La primera pregunta que le hice fu el nombre de
Dios, a la cual respondi, SANTISIMA TRINIDAD.
Por medio de nuestro hospedador le expliqu que
yo no deseaba el nombre en espaol, sino en lengua
indigena, y contest como antes, SANTISIMA TRINIDAD o DIOS Formul mi pregunta de diferentes
modos, pero no pude obtener otra respuesta. El pe!'tenecia a una tribu llamada CHINAUTE, y la inferencia fu, que, o ellos nunca haban tenido conocimiento de algn Gran Espritu que gobierno y dirige el
universo, o que haban sufrido tan completo cambio
en materia de religin que haban olvidado su propio
nombre para la Divinidad.
Por la tarde la poblacin se puso en movimiento
con la llegada de un destacamento de soldados de Can'era, que se dirigia a Yzahal para recibir y escol.tar
Un compra de mosquetes. La casa de nuestro amIgo
era un punto de reunin para los residentes, y, como
de costumbre, la conversacin gir sobre el estado revolucionario del pas. Algunos de ellos, tan pronto
como supieron mi carcter oficial. se mostraban inquietos por mi da directa a San Salvador, el cuartel
general de Morazn o del partido federal, y me aseguraban que el camino para Guatemala se encontraba
ocupado por las tropas de Carrera, siendo peligroso el
basar por ~l. Yo conoca demasiado el efecto del esuritu partidarista para prestar implcita fe a lo que
los partidarios me decan y procuraba . da~ otro
giro a la conversacin. Nuestro hospedero me pregunt si haba~mos t~nido algunas guerr~s dn mi pas,
diciendo que el sabIa que habamos tenIdo una revolucin porque baba ledo LA HISTORIA DE LA REVOLUCION DE LOS ESTADOS UNIDOS DF.L NORTE
en cuatro tomos, en la que el General Washington
apareca bajo el nombre de Harper, y. J~ck Lawton y
el DI' Sitgreaves eran dos de los prmclpales personajes; de donde yo deduce~ lo que talvez ser. p.uevo
para algunos de mis lectores, que en la traducCIOn esnaola del cuento de "El ESPa" se llama HISTORIA
DE LA REVOLUCION AMERICANA.
Nuestro arriero no apareci sino hasta el da siguiente fuera de tiempo. . ~[ientras t~nto, yo !t,aba tenidt1 oportunidad de adqUIrIr mucha Informac1 0n aperf'.a de los caminos y del estado del pas; y, estando sa1isfecho aUe. en lo relativo a mi misin, no era necesario proseguir inmediatamente para Guatemala y, en
efecto, que era mejor esperar un poco y ver el resultado de las convulsiones que por entonces perturbaban
al pas, determinamos visitar Copn. Esta se encontraba enteramente fuera de la ruta, y, aunque a una
distancia de pocos das de camino en una regin del
pas poco conocida, aun en Zacapa: per? nuestro arriero dijo que l conoca el camino, e~zo un contrato
nara conducirnos all en tres das, arreglando de antemano las d-lferentes jornadas, y desde all directamente a Guatemala.
A las siete de la maana siguiente partimos. Aunque nuestro equipaje estaba mal empacado para viajar
a lomo de mula sobre un pas montaoso _difcil para
cargarlo y fcil de caer;- y, para cuidar de esto, no
tenamos sino un par de espuelas entre los dos. En una
hora vadeamos el Motagua, todava un ancho ro. profundo y con una rpida. corriente; y el salir de all
con los pies y las piernas mojadas disminuy en algo
la pesadumbre con que nos despedimos por algn tiempo del hermoso ro. Durante una hora larga continuamos sobre el llano de Zacapa, cultivado para maz
y cochinilla, y dividido por setos de arbustos y cactus. Ms adelante, el terreno se torn quebrado, rido y estril, y muy pronto comenzamos el ascenso de
una escarpada montaa. A las dos horas llegamos a
la cumbre, a tres o cuatro mil pies de elevacin, y,
mirando hacia atrs tuvimos una hermosa perspectva dei llano y del pueblo de Zacapa. Atravesamos la
serrana, llegamos a una alta y precipitada estribacin, y muy pronto divisamos ante nosotros otro extenso llano, y, all a 10 dejos, la poblacin de Chiquimula, con su gigantesca iglesia A cada lado haba
inmensos barrancos, y las alturas opuestas se encontraban cubiertas con mimosas de color rosa y plido.
Descendamos por una larga y serpenteante vereda, y
negamos a la planicie, sobre la cual crecan el maz,
la cochinilla y el pltano. Una vez ms vadeando una
c01:riente, subimos a la orilla y a las dos de la tarde
entramos a Chiquimula, al cabecera del departamento
del mismo nombre. En el centro de la plaza haba
una hermosa fuente, sombreada por palmeras, en la
que las mujeres llenaban sus cntaros, y a los lados
estaban la iglesia y el CABILDO. En una esquina
habia una casa, hacia la cual fuimos atrados por la
apariencia de una mujer en la puerta. Yo puedo llamarle dama, porque vesta una bata no abierta por
detrs, zapatos y mdeias, y tena una cara interesante,
morena, y de cejas primorosamente dibujadas. Para
realzar el efecto de su apariencia, ello nos <li una cordial bienvenida a su casa, y a 105 pocos minutos se
amontonaba bajo el cobertizo nuestro variado equipaje.
Despus de una ligera meriE!nda tomamos nuestras
armas de fuego, y, encaminndonos hacia abajo hasta
la orilla de la meseta, vimos, lo que nos habia llamado la atencin desde una gran distancia: una gigantesca iglesia en ruinas. Tena setenticinco pies de frente y doscientos cincuenta de fondo, siendo los muros
de diez pies de espesor. La fachada estaba adornada
con ornamenos e imgenes de santos, ms grandes que
lo natural. El techo se haba cado, y en el interior
haba grandes masas de piedra y argamasa, y una espes vegetacin de rboles. Fu edificada, por los espaoles en el sitio del antiguo pueblo indgena; pero
habiendo sido dos veces destrozada por los terremotos, sus habitantes la abandonaron, edificando el puecblo donde ahora existe. El pueblo arruinado se utilazaba actualmente como CAMPO SANTO, o cementerio; adentro de la iglesia se encontraban las
tumbas de los principales habitantes y, en los nichos
del muro estaban los restos de los sacerdotes y monjes, con sus nombres escritos abajo. Del lado de afue~
ra estaban las tumbas de la gente comn, desatendidas y descuidadas, con las angarillas de palos amarrados que habian llevado el cuerpo a la sepultura colocadas encima: y ligeramente cubiertas con tierra. Los
cuerpos se haban podrido, la tierra estaba hundida y
los sepulcros abiertos En derredor de esta escena de
desolacin y muerte, la naturaleza se encontraba excesivamente bella; el campo estaba cubierto de flores, y
los loros en cada rbol o arbusto, volando en bandadas sobre nuestras cabezas, jugueteando en alegria
de colores. con insensato parloteo perturbaban el silencio de la tumba.
Regresamos a la poblacin y encontramos como a
mil doscientos soldados formados en la plaza para la
revista de la tarde. Su aspecto era feroz como de bandidos, y sentase alivio al ver a los reos atisbando por
las rejas de la crcel, y andando encadenados por la
plaza, pues esto daba una idea que algunas veces los
crmenes se castigaban. Con toda su ferocidad de apariencia, los oficiales, montados sobre mulas cerreras
o caballos muy pequeos, casi ocultos por el mantilln
y la armadura, gastaban un aire rayano en herosmo
falso. Mientras nosotros los mirbamos, el General
Cscara. comanda.nte del departamento, lleg a las fiJas a caballo, acompaado de un asistente. El era un
italiano, de ms de sesenta afias. que haba servido bjo
ls rdenes de Napolen en Italia, y que a la cada del
emperador habia hudo a Centro Amrica. Desterrado
por Morazn, despus de ocho aos de ostracismo, hada poco tiempo que haba regresado al pas habiendo sido designado seis meses antes para esta comandancia. Era plido como un muerto. y evidentemente
delicado de salud; y no pude sino pensar en que, si los
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Iecuerdos de la pompa de la guerra a las rdenes del mas seguirle. A las ouce alcanzamos la umbre de la
emperador cruzaban siempre por su imaginacin, l montaa, y, mirando l}acia atrs vimos a gl'an dis....
tancia, y a lo lejos abajo de nosotros la poblacin de
debera abochol'narse de su descalzo destacamento.
Regres a su domicilio, adonde nosotros le segui- Chiquimula; a la derecha, arriba del' valle el pueblo
mos y le presentamos nuestro pasaporte. Lo mismo de Santa Elena; y, elevndOSe sobre unas c~antas choque el comandante de Yzabal, pareca descontento, y zas de paja, otra gigantesca y destechada iglesia. A
habl mucho de la perturbada condicin del pas. No cada lado haba montaas todava ms elevadas que
estaba satisfecho, adems, con la ruta que yo pensa- la nuestra, algunas sublimes y ttricas, con sus cimas
ba tomar; y aunque le dije que era nicamente para sepultadas en las nubes; otras en forma de conos y pi~
visitar las l'uinas de Copn, se encontraba evidente_ rmides, oan salvajes y 'fantsticas que parecan reto....
mente receloso de que yo intentara ir a San Salvador zando con los cielos, y yo casi deseaba tener alas para
a presentar mis credenciales al gobierno federal. Sin volar y descansar sobre sus cimas. Aqu, sobre altuembargo, vis el pasaporte como yo lo queria; aunque ras en apariencia inaccesibles, vimos la solitaria chodespus que salimos, llam a Agustn y le interrog za de Un junco, con su MILPA o pedazo de terreno
minuciosamente con respecto a nuestros propsitos. sembrado de maz. Las nubes Se condesaron alreYo estaba indignado, pero demor mis sentimientos en dedor de las montaas, y durante una hora caminamos
consideracin a la trastornada situacin del pais, y a bajo la lluvia; cuando reapareci el sol divisamos las
la partida de vida o muerte que por entonces se juga- cumbres de los cerros todava elevndose sobre noso~
ba en todo el territorio.
tras, y, a nuestra derecha, all abajo a lo lejos, un
Volvimos a la casa con la interesante seora que profundo valle. Descendimos y lo hallamos ms annos di la bienvenida en ella. An no sabamos si era gosto y ms bello que ninguno de los que habiamos
SEORA o SEORITA; Pero, desafortunadamente, visto circundado por filas de montaas de varios miencontramos que un hombre que suponamos ser su les de pies de elevacin, y teniendo a su izquierda
padre; era su esposo. Cuando la interrogamos acerca Una extensin de extraordinaria hermosura, con un
de un simptico muchacho de diez aos de edad, que rojo terreno de piedra arenisca, sin ningn arbusto ni
~unusimos que era su hermano. nos respondi, HES
maleza, y cubierto de pinos gigantescos. Al frente,
MIO"; y, como si estuviese decretando que el en... elevndose por encima de las miserables chozas de' la
canto de su apariencia se interrumpiera. cuando, de aldea, y en apariencia montada sobre el) valle, estaba
ncuerdo con las re:{las de cortesa, le ofrec para que la enorme iglesia de San Juan de la Ermita, recordnescogiera un cigarro y un PURO acept el segundo. dome la iglesia de San Juan en 'el desierto de Judea,
Pero haca tanto tiempG que YO no haba visto una pero en situacin an ms hermosa. A las dos de la
mujer que fuera del todo atractiva. y su rostro era tan tarde atravesamos la corriente y entramos en la aldea.
jnteresante. sus modales tan bondadosos, su voz tan Enfrente de la iglesia el arriero nos dijo que el da de
dulce. las palabras espaolas fluian tan perfectamente trabajo haba terminado, pero, con todas nuestras fade sus labios, y su bata la tena tan bien tallda por tigas, habramos hecro solamente quince millas, y no
rl.otrR.q que a nesar del muchacho de diez abas y del estbamos dispuestos a parar tan pronto. La excesiVa
belleza del lugar pudo habernos tentado, pero la nica
PURO, me adher a mis primeras impresiones.
A la maana siguiente nos levantamos temprano. choza bien repellada se. encontraba ocupada por una
banda de rufianes y soldados, y seguimos adelante.
NU~. ;:tl':t intpre;::mtl'" hospedadofa y su paternal mar-ido
se haban levantado con tiempo para atendernos. :;H'u- El arriero nos sigui echando pestes y desahogaba su
b;era s'do una ofensa a las leyes de la hospitalidad rencor azotando a las mulas. De nuevo cruzamos la
el ofre{'erles dinero; pero Mr. C. le dio al muchacho corriente, y, siguiendo yalle arriba a lo largo del seco
un cort:toTumas. y yo puse en el dpdn dl" la Rli:'ORA lecho, que presentaba seales de la inundacin que 10
un anillo de oro, con la inscripcin 'Souvenir d' anegaba en la estacin lluviosa, en una hora lo atra....
amiti". Estaba en francs. y su esposo no pudo en_ vesamos meda docena de veces. Pesadas nubes des..
cansaban sobre los cerros, y nos llovi otra vez. A
tenderla. y desgraciadamente, ella tampoco.
A las siete de la maana emprendimos la mar- las cuatro de la tarde divisamos sobre una elevada
cha Pasando por la iglesia en ruinas y la antigua meseta el pueblo deHACOTA..N, con otra enorme
pohlacin caminamos sobre un frtil valle tan bien iglesia. De acuerdo con la ruta convenida con el acultivado con maz que' l nos di la clave de la pre- rriero, este debia ser el final de nuestra primera jor.....
gunta del muchacho: que si hablamos llegado a Chl- nada. Se nos haba advertido que el CURA poda
ouimula a comprar maz. A una legua de distancia darnos mucha informacin acerca de las ruinas de Collegamos al pueblo de San Esteban. donde en medio PW1, y le dijimos que atravesara el pueblo y se de!u....
de una miserable coleccin de chozas techadas con viera all; pero l no quiso, y arreando las m~las, anara.ia. se hallaba una gigantesca iglesia como la de di que as como nosotros no habamos quendo parar
Chiquimula, sin techo. y convertida er{ ruinas. Nos cuando l lo deseaba, ahora no se detendria por naso....
encontrbamos ahora en una regin que hapia sido tros. Yo no pude hacer andar a mi mula' ms de lo
azotara por la guerra civil. Un afio antes el pueblo natural, e, incapaz de alcanzarlo, salt a tierra y corr
tras l a pie. Accidentalmel)..te l.lev la ,mano a m.i~
haba sido desolado por las tropas de Morazn.
Pasando la poblacin, Ilegamos a la orilla de un pistolas para asegUf\arlas en el cmto, y el r.etrocedlO
arroyo, dividido en algunos lugares en ramales para desenvainando su MACHETE. Tuvimos una dishTigar 'a tierra: y hacia el otro lado del arroyo se en- cusin. Dijo l que si nos bamos all, no podramos
yO, se encontraba una cadena de elevadas montaas. llegar a Copn al siguiente da, asi que, deseando eviSiguiendo a lo largo de l, encontramos a un indio, tar un conflicto, y no queriendo dejarle excusa para
quien inform a nuestro arirero que el CAMINO REAL faltar, seguimos adelante.
A las seis de la tarde nos elevbamos sobre una
para Copn quedado del otro lado del rio, y a travs de montaas. Regresamos y vadeamos la corrien- hermosa meseta en la que Se encontraba otra gigan....
te; una gran parte del lecho estaba seco, y caminamos tesca iglesia. Era la sptima que habamos visto en
a 10 largo de l por algn tiempo, pero no pudimos aquel da y llegando a ellas en una regin desolada,
encontrar un paso que nos guiase a la montaa. Por y por sen'de~os de montaa que manos humanas nun.....
fin descubrimos uno, pero result ser una senda de ca intentaron mejorar, su colosal grandeza y suntuoganado, y andorreamos por ms de una hora antes de sidad era alarmante y daba la evidencia de un pueblo
dar con el CAMINO REAL; Y este real camino era, que retroceda yi expiraba. 'Esta se ergua en un paapenas un rastro por el que una sola mula poda tre~ raje ms desolado que ninguno de los, que ya. habfE!;mos
par. Era evidente que nuestro arriero no conoca el visto. La yerba estaba verde, el cesped sIn senales
camino, y la regin en que bamos entrando era tan ni siquiera del paso de una mula, no se divis:Ol~a un
de sierta que tuvimos algunas dudas sobre si debera... serl humano, y ni en las rejas de la crcel habla a1-
25
mismos.
'
26
mi carcter oficial, necesario para mi seguridad persona] y que yo no lo entregara. Mi. Catherwool hi;..
zo una docta exposicin de- las' leyes internacionales,
de los privilegios de un embajador, y\ del peligro que
podra acarrearles la venganza del gobierno DEL NORTE Jo cual yo sostuve "con algn calo!', pero todo
fue intil-o Por' fin yo le dije una vez ms que no le
entregara mi pasaporte, pero 'le' ofrec llevarlo yo
mismo, bajo la' custodia de soldados, a Chiquimula, o
a cualquier otri parte qUe" quisieran enviarlo; l respondi on, insolencia que nosotros no iramos a Chi:....
quimula ni 'a ningn: otro lugar; ha para adelante ni
para 'atrs; que 'deberlamos permanecer donde estbamos y entregar el pasaporte. Reconociendo que los
argumentos y las objeciones eran ineficaces, coloqu
el' paPel deoajo de rtJ.i. chaleco, me abo"ton "bien -la
chaqueta en -medio del lechal y le dije que dber.a
tomarlo por la :fuerza; y' el oficial con Un destello de
satisfacin que cruz por su villano rostro, respondi
que a'si lo haria. Yo aad que, eu.alquiera que fue~
ra el :re~ultado inmediato, a la postre sera fatal para
ellOs; a lo q~e' contest, "COJ1. desprecio, que eUos correran el riesgo. Durante todo' ese tiempo, la banda
de cobardes rufiane~ estuvo con las manos en la em....
puad"ura de sus espadas y machetes, y dos bribones
con aspecto de asesinos sentados sobre un banco oon
sus mosquetes ontra el hombro,' y la boca de sus caones' apuntndome a tres pies de distancia del pe:...
cho. Si' hubiramos tenido ms tiempo- de estar en
e' lpafs habramos estado' ms alarmads; pero como
todava no coriocamos el carcter sanguinario del pue--blo" .y. todos' los procedimientos eran tan ofensivos
e insultantes, sublevaron nuestra Indignacin ms que
nuestros temores. Agustn, quien, desde que haba
sufrido una herida de machet~ eh la cabeza, que no
lo mat~ era' siempre belicoso, trie suplicaba en francs que ordenase el hacer fuego, dicindome que una
descarga los dispersara a, todos. 'l'eniatnos once cargas,' todas seguras; estbamos excitados, y, ,si el mis....:
mo joven hubiera puesto 'las manos, sobre mi; pienso
que 10 habra' deribado en tierra por lo menos; pero,
muy afortunadamente, antes que l hUbiese tenido
tietnpo de dar sus rdenes para caer sobre nosotros un
hombre que entr despus De los dems, de :mejor
clase, con sombrero gJ.asea~o y ch~queta,' par6se ade~
lante y pidi 'ver el pasaporte. Yd estaba determina"':
do a no soltarlo de mis ma.nos y lo tuve en alto frente'a la luz de una' raja de pin<> mientras l Id lea. y,
a peticin de Mi'. Ca~erwoO"~, en voz alta. . Desde entonces he dudado si aUn el oficial lo habra leido, o, de ser asf, si l habrfa comunicado su
contenido, porque produjo efecto so~re ~I alcalde y
suS alguaciles; y, q.e.sp\ls de algunos momentos de
ansiosa I ex-pecadi.n, para nosotros, se abstuvieron de
ejecutar sus amenazas,' pero dijeron que debamos permanecer bajo custodia. Ped un expreso, para llevar
inmediatamente una carta al General Cscara, lo cual
rehusaron; pero, "a: mi *,edmiento de pagar ~l costo
de dicho expreso, el alcalde- me prometi enviarlo. Sabiendo que el General Cscara era italiano, y temeroso' de confiar en mi espaol, escrlb una nota, que
Mr. C. tradujo al italiano, informndole de nuestro
arresto y de nuestra prisin;' que habia exhbido mi
pasaporte especia:! de mi propio gobierno al alcalde
y a los soldados' que nos arrestaron, con las firmas
dl Comandante Peol y la de l, que daoan fe de
mi carcter oficial. las que no se juzgaron sufiieutes; pedla ser puesto en libertad inmediatamente, Y
que se nos permitiera seguir nuestro viaje sin ulteriores molestias; y agregando, por supuesto, que mani~
festariamos al gobierno de' Guatemala, y tambin al
mo, la manera en que habamos sido tratados. Para
darle' mayor importancia, Mr. Catherwood firm la
nota como secretario; y, no llevando yo conmigo el
sello oficial; la 'sellamos, sin que nadie lo viera, con
un medio dlar americano nuevo, y se la dimos al alcalde. El guila extenda S\lS alas, y las estrellas res~
plandecian a la luz de la antorcha. Todqs se juntaron alrededor para examinada, y retirndose, nos dejaron encerrados en el cabildo, apostaron doce hombres en la puerta con espaads, mosquetes y machetes
y al partir, el oficial dijo al acade que si escapbamos durante la noche, su cabeza respondera p'or nosotros.
- ,
Pasaba. la excitacin, Mr. C. V yo quedamos exhaustos. Habamos tenido Wl bello principio de nues_
tros viajes; no ms que un mes fuera de la patria, y
en manos de hobres que habran sido arrojados de
cualquier decente prisin de estado pOl.' temor de que
crontaminasen a los pensionistas. Una espiada a Hues'tras simpticos guardianes no nos alent. Estaban
sentados bajo el cobertizo, directamente al frente de
li!. puerta, alrededor de una fogata., con 'sus armas al
alcance y fumando cigarros. Todos sus vestidos ~n
conjunto nO' valfan un pat' de botas viejas; y con snS
harapos, sus armas y -sus morenas caras ;enrojecida~
por la luz del fuego, su aspecto era feroz; y no hay
duda, si hubisemos' intentado escapar, habran sirlo
felices de tNter la excusa para asesinarnos. Abrimos
I ma cesta de vino can que el Coronel M'Donald HaS
haba provedo V bebhno-s a su salud; ,Estbamos relevados de inmediatos temores, pel'o nuestras pers~
pectivas, no eran agrada'bles; y asegurando la puerta
por denti'o lo mj'or 'que pudimos; de nuevo ac.udimos
a nuestras hamacas.' .
Durante la noche, la puerta fu violentameIlte abierta otra vez, y toda la banda ,de rufianes penetr
como antes, con espadas, mosquetes y machetes, y rajas de pino encendidas. Al instante nos pusim~s en
pie, y una rpida impresin fti que legaban para apoderarse del pas~portej inas, para'-nllestro sorpresa, el
alcalde devolvindOme la'carta con el gr~n ~no, dijo
que era intil enviada, y que quedpamos en libertad
para proseguir nuestro viaje' cuando quisiramos
~os encontrbamos demasiado contentos para hacer nInguna pregunta, y hasta este da ignoramos por
qu fuimos arrestados.. Mi creencia es, que si nosotros
h~birat11os perdi.do el valor por completo, y no hu~
blramos mantenIdo un tono aro gante y amenazador
hasta el fin, no habramos sido puestos en libertad, Y
yo no dudo que el sello grande hizo mucho en nues~
bo favor. No obstant~, nuestra indignacin no el'a
menos fuerte para que nos considcl'semos relevados
ele manifestarla Insistimos en que el asunto no debera terminar aqu, y que la crta debia ser enviada
al General Cscara. El a,lcalde objet; pero le dijimos que si no la rem.itia, sera peor para lj y, despus
de alguna demora, la ,meti en las manos de un indio,
lo lanz hacia fuera con su vara;
los pocos
minutos retiraron la gU\rdia Y todos ellos itas dejaron.
Ya estaba casi amaneciendo, y no sabIa mas qu
hacer; continua!' era exponernos a una reueticin del
mismo tratamiento, y quiz, a meidda. que avanzramos hacia el interior, con peores resultados. Indecisos, por, la tercera vez volvimos a nuestras hamacas.
En pleno dia fuimos otra vez levantados por el al~al
de y sus alguaciles, pero :?hora venan ellos a hacernos
una visita de ceremonia. Los soldados que accidentalmente habian pasado por el pueblo, y. que ocasionaron todo el alboroto, se haban ido. Despues de alguna deliberacin determinamos seguir; y~ encargando de lluevo al alcalde lo relativo a a carta para el
General Cscara, le volvimos 11' espalda a l y a sus
alguaciles. A los pocos minutos todos ellos se retiraron. Tomamos una taza de chocolate, cargamos
nuestras mulas, y, cuando salimos, el lugar estaba tan
desolado como cuand llegamos. Ni una sola persona
habia estado all para dal'nos la bienvenida, y nadie
haba tampoco para decirnos adis.
CAPITULO S
UN ENTIERRO INDIGENA. - EL RIo COPAlN. - MUJER BONDADOSA. - LA HACIENDA DE SAN
ANTONIO. - EXTRA'AS COSTUMBRES. - UNA M ONTA"'A DE ALOES. - EL ESTADO DE HONDURAS.
LA AlJDEA DE COPAN. - UN HOSPEDADERO DES CORTES. - LA MURALLA DE COPAN._ HISTORIA
DE COPAN. - PRIMERA VISTA DE LAS RUINAS. - VANAS ESPECULACIONES. _ PETlCION DE MEDICINAS. - EN BUSCA DE UNA HABI'I"ACION. _ UNA MUJER ENFERMA. - MAJADERIAS DE UN
ARRIERO. - UNA SITUACJON DESAGRADABLE. TEMPESTAD DE TRUENOS. - PROYECTANDO LA
COMPRA DE COPAN.
2'1
obligados a desmontar, echando a las mulas por, delan~ nosotros, no quisieron cobrarn'os nada:; pero, adems' de
te; y; agarrndonos de' las mataa p.ara bajar;: Al, pie de recompensades' n dinero, distribuimos entre ellos va'la loma' montamos y, 'atravesamos un arroyo, donde un vias, bagatelas, y, cuando les dijimos adis, mir con pepequeo muchacho, que:jugaba en el ,agua, me salud sadumbre un anillo que' yo le haba dado a ella chiscruzando los brazos sobre el pecho, y en seguida pas peando en el dedo deI.' Despus que habamos moncOIl Mr. Catherw't0d. Este era un, buen agero; y, tado, el ohicueloque encontramos en el arroyo lleg
mientras trepbamos por una escarpada colina, sent tambalendose bajo el peso de una carga de seis recin
que aqu, en este solitario paraje; _lejos, de los lugares cortadas pias; y an cuando ya habamos partido, la
frecuentados. por el h9ffib~ej deberamos hallar benevo mujer corri tras m con un pedazo de fresca caa de
lencia. En la cumbre de la colina una mujer, con un azcar.
Todos partimos de la hacienda de San Antonio con
nio desnudo en los brazos y con la cara sonriente, es
taba observando nuestro penoso ascenso; -y cuando le benvolos sentimientos, salvo nuestro spero arriero,
preguntamos si podramos tener posada ?-1, ella res que estaba indignado, como l dec~ de que nosotros
pondi, con la ms afectuosa frase del pas y con una les hubiramos hecho regalos a todos menos a l. El
cara qUe' demostraba aun mejor acogida que sus pala pobre muchacho era el ms agradec-ido, y, desgraciadabras,ucmo nqn?" ("por qu no?")'y al ver que nues~ mente para l, le habamos dado un cuchillo, que puso
tro criado llevaba pias en sus alforjas, pregunt por envidioso al arriero.
Casi inmediatamente que salimos de la hacienda
qu las haba trado, y si no saba que ella tena mu
penetramos en una espesa selva, densa como la Monehas.
La, situaoin de la hacienda de San Antonio era taa del Mico, y casi tan cenagosa. El ase,enso fue peagrestemente hermosa. Tena un claro para el corral noso, pero la cumbre era abierta, y tan copada de aquedel ganado, una plantacin de maz, tabaco y pl4tanos, lla hermosa planta que la llamamos la Montaa de
y la abertura proporcionaba una vista de las elevadas Aloes. Algunos apenas se asomaban sobre la superfimontaas que la rodeaban. ,La caSji estaba construida cie del terreno, otros tenan como veinte o treinta pies
de p.alos repellados con lodo, y junto a la pared enfrente de altura, y varios gigantescos tallos estaban muertos;
de la puerta haba una imagen del Salvador en la cruz, flores que hubieran extasiaclo en el pecho de una bel~
sobre una tela blanca! de algodn suspendida y rodeada dad, haban florecido y m1,l.erto sobre esta desolada ll?-0nde ofrendas votivas. La criatura desnuda que la ma- taa, sin ser vistas de nadie a excepcin de algn indre llevaba en los brazos se llamaba Mara de los an- dio pasajerQ.
;,
;
En el descenso perdimos la senda., y erramos por algeles. Mientras prepB,ra,ban la cena lleg el dueo ,
de la casa, un moreno de torvo ce~o, con un sombrero gn tiempo. antes de "r~cobrar1a. Casi al momento c~
de ala ancha y grandes patillas, y montado en un, p~e menzamos. a subir otra montaa; y desde su ciJ;lla ml~
roso potro que ahora est~ba doman~o ~n \08 c~mmos ramos completamente. sopre llna tercera, y, a' gra:n disde la montaa; cuando el supo que nos~tros eramo$ tancia divisamos una; extensa hacienda.,; Nuestro caextraneros que pedamos l1o~~~alidad! su~ ~~peras fa~ mino continuaba directamente a 10 largo de la orilla de
dones se ablandaron, Y rfJPltIo ]a blenvemda que la 'un precipicio, desde (}~nde mirbamos a una inn.}el}Sa
distancia abajQ de nosotros -las ,copas de pinos, glganmujer nos haba dado.
Desgraciadamente, el muchacho del arriero se puso teseos. Muy pronto el sendero se hizo tan quebrado, y
muy enfermo; su patrn no le prestaba atencin, y, corra tan cerca del borde del precipio, que llam a
mientras el pobre chico se quejaba c0!L una violenta Mr. Catherwood para que se apeara. El despeadero
fiebre, l coma con perfecta indiferencla. NosotJ;o$.lE: quedaba al lado izquierdo, y yo avanc tanto que, soarreglamos una confortable cama en el corredor, y Mr: bre el lomo de una perversa mula, no me aventuraba
Catherwood le dio una dosis de medicamento. Nues- a hacer ningn movimiento irregular, y camin por altra noche pas muy diferent~mente .de ~a 3;p.terior. gunos momentos'con gran ansiedad. En alguna parte
Nuestro hospedador y hospedadora eran una benvola de este camino, pero sin ninguna seal que Ja de~ar
case, cruzamos 'la lnea divisoria del E.stado (le Guatey sencilla pareja. Era ~sta la primera' vez que se encontraban con hombres de otro pas, y hacan muchas rilala y penetramos a Honduras. ,
. A las dos del a tarde llegamo$ a la ald~a de Copn.
preguntas, y exatnirtaban nuestros pequeos aparatos
de viaje, particularmente nuestras copas plateadas, cu- que se compona de media docena de. mise;rables ch02:as
chillos, tenedores y cucharas; les mostramos. nuestros techadas con hojas de maZ. Nuestra llegada caus
relojes brjula, sextante, cronmetro, termmetro, te- gran sensacin. Todos los hombres y mujeres se junlescopio, etc., y 13, mujer con, gran discernimiento, dijo taron a. nuestro a4'ededor para mirarnos. Inmediataque nosotro.s debamos seJ; :rp'uY J;'ieos, y que tenamos mellte .nosotros pregllnta,ms por Jas ruinas, pero nin~
"muchos idesIJ (uinuchaS- Ideas"). Nos preguntaron gtmo de los aldeanoS pudo dirig.irnos. hacia ellas, y toacerca de nuestras esposas, y' supimos qlle n.uestrocn- dos 'nos ~C()ns~j~on que fur~os a ~.a hacie~da de don
dido hospedador tenia dos, que una de ellas viya en Gregario. No tenamos deseos 4e parar en una aldea,
Rocotn, y que. l pasaba alternativamente lUna semana y le ordenamos al lfrrlero que. siguiera adelante, pero
con oada una. Le dijimos que en Inglaterra l sera de- ; l rehus, diciEmdo q.u~ su compromiso era conduoir~
portado, y e~ el Norte prisionero .t,oda la vida por t8;- l1b~. a Copn, Desp~ J. de ,lln gran altercado nosotros
les indulgencIas, a lo cual respop.dlO que esos eran Pal- prevalecimos, y, cami'ltan<to a travs de un trecl!..o de
ses brbaros; y la mujer, aunque p~nsaba que un hom- bosque, vadeamos una vez ms el Ro' Copn, y salibre deba contentars'e con una, dijo que. no era pecato mos sobre un claro, en une;> de cuyos lados estaba una
o crimen el tener dos; pero leS .(j decir soUo vece, hacienda, con un techo de tejas de barro, con cucinera
que nosotros ramos ums. cristiai1os", o mejores cris- (cocina) y otras dependencias. evidentemente la resitianos que ellos~ El nos ayud a colgar nuestras ha- dencia de un rico propietario. Fuimos saludados por
macas y como a las nueve de la noche echamos fuera un conjunto de perros .1adradore.sJ y todas las e~tradas
a los perros y marranos, encendimos nuestros cigarros, estaban llenas de mUJeres y nmos, que pareclan, en
y nos fuimos a....dorll}ir. Incluyendo a los. Gri~dos, las muy alto grado, sorprendidps de nuestra aparicin. No
mujeres y los nmos, eramos once en la habltaclOn. Por se vea a ningn hombre; pero las mujeres nos recibietodo el derredor se vean pequeas bolas de fuego, bri~ ron benignamente, y nos dijeron que don Gregorio rellando y desapareciendo COn el fumar de los cigalTos. gresaria pronto, y qu.e nos conducira a las ruinas. En
Uno a uno se fueron apagando, y nosotros nos dormi- el acto -se encendi de nuevo el fuego en la cocina, el
sonido de las palmaditas de las manos anunciaba que
mo~.
Por la maana todos nos levantamos al mismo se hacan las tortillas, y a la media hora la comida estiempo. El muchacho segua mucho mejor, pero nos~ taba preparada. Fu. servida en una fuente de plata
maciza, y el agua en un cntaro de plata, pero sin cuotros no le creamos en condiciones de viajar. Su bru
tal amo, sin embargo, inSisti en su marcha. Por todo chillo, tenedor rii cuohara; la sopa o caldo se sirvi
]0 . que nuestros bondadosos amigos haban hecho por
en tazas para beberlo. No obstante, nos congratulamos
I
28
a nosotros mismos de habel' cado en tan buen aloja- tearon la cara como si hub~eran sido reprendidas por
recibirnos; y todos los hombres, ciendo su conducta a
miento. :
A poco rato lleg un ioven a caballo, c;legr~mente la del don, nos miraron con tanto desprecio, que yo le
vestido,; con una camisa bordada, y acampanado de va- dije a Mr. Catherwood que botramos nuestro equiparios hombres conduciendo un hato de ganado, Esco- je en el camino y lo maldijramos a l como inhospitagindose un buey, se le arroj el lazo a los cuernos, y
lario pak.n; pero Mr. Catherwood me amonest en conel animal fu arrastrado hacia arriba a un lado de la tra de ~no, sostenienclo que. si nosotros tenamos una
casa, Y. por medio,de otro lazo ah~ededor de las patas, abierta disputa con l, despus de tanta molestia se nos
echado en tierra. Se le ataron las patas Una con otra, la impedira ver las ruinas. El don probablemente sos~
cabeza se le hizo pal'a atrs por medio de una cuerda pechaba algo de lo que pasaba; Y. temeroso de haber
desde los cuel'nos a ]a cola. y con una estocada de ma- llevado las cosas demasiado lejos y de echar un borrn
chete se le cort la al'teria de ]a vida, . La jaura de sobre su nombre, me se:al una silla y me rog que
hambrientos perros estaba lista, y, con un horrible so- me sentID'a. Haciendo un gran esfuerzo, resolv sofonido acompasado, breve y seco, lamieron la sangre con
cal" mi indignacin hasta que pudiera darle rienda suelsus lenguas. Todas. las mujeres estuvieron obsel vando ta sin peligro. Agustin estaba muy indigna.do por el
y una muchacha cogi un perrillo y le estreg el hocico trato que recibimos; por el camino. algunas veces au~
en la c::orriente carmesi, para acostumbralo desde tier- ment su propia importancia contando de las bande~
no al sabor de la sangre. El buey fu desollado, sepa- ras enarboladas y de los disparos de c~n cuando sar6se la carne de los huesos, y, para la completa des~ limos de Belize, y aqu1 l izaba ms banderas y distruccin de las tajadas, lomos, y pi~zas para asar, en paraba ms caones que los de costumbre, principiando
una hora todo el animal estaba colgado en largas cuer- con cuarenta caonazos y despus con un nutrido caodas alineadas frente a la puerta.
neo; pero no sucedi as. El don no nas quera y proDurante esta operacin lleg don Gregario. Era bablemente estara deseoso de enarbolar b~nderas. y
como de cincuenta aos, tenia grandes patillas negras y tambin de disparar caonazos. como en Balize, cuanbarba de varios das; y por los modales de todos alrede- do nos hubisemos marchado.
.
dor era fcil comprender que era un domstico tira.no.
Por la tarde el cuero del buey fue extendido en el
La ojeada que nos ech antes de apearse pareca decir. corredor, se echaron sobre l mazorcas de maiZ', y todos
"Quines son ustedes?", pepo, sin chistar una palabra los hombres, con el don a la cabeza, sentronse para
entr en la casa. Nosotros esperamos hasta que termi- desgranarlo. Los alotes se llevaron a la cocina para el
n su comida. y cuando supuse que sera el momento fuego, el m.aiz s~ recogi en canastos, ~ tres cerdos faoportuno, entr yo tambin. En mi trato con el mun- voritos que hablan estado afuera grunendo en espera
do ms de una vez he hallado mis insinuaciones a un del fe;tn, entraron para coger los granos esparcidos.
conocido l;"eCoibidas con tibieza, pero jams experiment Dwante la tarde no se preocuparon de nosotros, salvo
nada tan completamente fro como la recepcin que el que la esposa del don nos mand a decir con Agustn
don tuvo para mi. Le inform que habiamos lleque se estaba preparando la cena; y nuestro amor progado a aquellas cercanias para visitar las ruinas de Co- pio herido fue aliviado, y nuestro descontento mitigapn, y en su ademn me dijo, Qu me importa a m? do con un mensaje adicional: que ellos tenan un horpero respondi que estas quedaban al otro lado del rio, no' y harina. y que nOS harian algo de pan si queraLe pregunt que dnde podramos conseguir un gua, mos comprarlo.
.
y de nuevo contest que el nico hombre que conoca
Despus de la cena todos se prepararon para doralgo de ellas vivia al otro lado del rio. An no haba- mir La casa del don constaba de dos partes, una intemos tomado suficientemente en cuenta la perturbada rior: y otra exterior. El don y su fa.tU;ili~ ocupaban la
condicin del pas ni el peligro que podria acarrersele primera y nosotros la segunda; pero m aun sta era paa un hombre por dar albergue a individuos sospechosos; ra nosotros. En todo el largo de la pared haba armapero, confiando en la reputacin del palS como hospita- zoes hechas de palos' como de una pulgada de grueso,
lario, y las pruebas de ello que ya habiamos encontraatadas una a otra con cuerdas de corteza. sobre las cuado, me resista de llegar a la desagradable conclusin les tendan los trabajadores cueros sin curtir para sus
de que no ranlos bienvenidos, Sin embargo, esta con- camas. Haba tres hamacas adems de las nuestras, y
clusin era irresistible. Al don no le agradaba nues- yo tenr tan poco espacio para la ma que mi cuerpo,
tra apariencia. Mand al arriero que ensillase las mu- con los talones tan altos camal a cabeza. describia una
las; pero el bellaco gozaba con nuestra confusin y
parbola invertida. ~to !!ra enfadoso y rid~ulo; o, con
abiertamente rehus ensillar sus bestias otra vez en las palabras del turIsta Ingls en Fra Diavolo, era
ese da. Acudimos al mismo don Gregario, ofrecin- "chocante! positivamente chocante!".
dole paga; y segn dijo Agustn, con la esperanza de
En la maana don Gregario se encontraba del misdesembaraZ'arse de nosobos, nos prest dos, para que mo humor. No hicimos caso de l, peto nos vestimos
regresramos a la aldea. Por desgracia, el gua que y arreglamos baio el cobertizo. con tapto respeto como
buscamos se hallaba ausente; una alegre ria de gaitas nos fue posible para los feroenmos mlembros de la faestaba entonces por verificarse, y no fuimos estimu- milia que constantemente pasaban y repasaban, Se nos
lados, ni por la apariencia de las gentes ni por invita- habia metido en la cabeza el proseguir y ve! las ruicin, para regresar riuestro equipaje a aquel lugar. Y
nas' y afortunadamente, temprano en la manana, uno
comprendimos, lo que era muy enojoso, que don Gre- de ios' hijos del spero don, un afable joven, tI'ajo de
gario era el gran hombre de Copn el ms rico y el la aldea a Jos, el guia que necesitbamos..
tiranuelo del lugar; y que sera de lo ms jnfortunado
Por causa de muchas enojosas dilaciones, aumenel tener un rompimiento con l; o an el dejar traslutadas con dificultades entre Jos y el mriero, no salicil' en la aldea que no habamos sido bien recibidos en mos sino hasta las nueve de la maana. Muy pronto
su casa. De mala gana, pero con la esperanza de hacer dejamos la vereda o camino. y entramos en un extenuna ms favor.able impresin, volvimos a la hac:;ienda. so campo parcialmente cultivado con maz, pertene!M:r. C. se ape en las gradas y se sent en el corredor. ciente a don Gregorio. Caminando alguna distancia a
Yo, POlo casualidad desmont del lado de afuera; Y. an- travs de ste, llegamos a Una choza. techada con hojas
tes de moverme, inspeccion al grupo. El don sentado de maiz a la orilla del bosque. en donde algunos traen una silla, con nuestro detestable arriero a su lado, y bajapor~s estaban preparando su desayUJ;o. All nos
Con una media oC\llta sODl'isa de mofa en el rost\'o, ha- apeamos, y, atando nuestras mulas a los arboles cercablando de los lfdolos" y mirndome a mi. En estos nos, nos internamos en la selva con Jos por delante
momentos ocho o diez hombres, hijos. criados y traba- abriendo paso con un machete; pronto llegamos a la
jadores, haban llegado de sus labores del da, pero nin- orilla de un ro. y directamente al lado opuesto vimos
guno se ofreci a tomal' mi mula, ni hizo alguna de una mm"aUa de piedl'S, quizs de cien pies de altura.
aquellas demostraciones de atencin que siempre se ma- con tojo crecindole hasta arriba y que se extenda de
nifiestan a un husped bienvenido. Las mujeres vol- norte a sur a lo largo del ro, cada en algunos lugares,
29
30
por las dificultades de la empresa y por el ,peligro para el prestigio de las' armas espaolas, pero tuvo informes que en ciel'to lugar la profundidad de la zanja que
defenda a Copn era muy poca cosa, y al siguiente da
se dirigi a ese punto para efectuar un ataque por all.
Los copanes haban espiado sus movimientos, y guarnecieron la trinchera c(m sus ms bravos -soldados. La
infantera no ftie capaz de derribarla. Acudi en su
auxilio la caballera. Los indios hicieron avanzar toda
su fuerza, pero los espaoles se mantuvieron como
'ocas, impasables a las picas, las flechas y las piedras;
Varias veces intentaron escalar las trincheras, y fueron
lechazados hasta el foso. Hubo muchos muertos de
ambos lados, pero la batalla continuaba sin ventaja para ninguno hasta, que un valiente jinete salt la zanja y, habiendo dado su caballo violentamente con el
pecho contra lar barrera, se abri una brecha en la tierra y empalizadas" y el espantado caballo se precipit
dando coces y manotadas entre los indios. Le siguieron
otros jinetes e infundieron tal terror entre los copanes,
que se rompieron sus filas y se desbandaron. Copn
Calel se repleg a un lugar donde tena apostado ~n
cuerpo de reserva; pero, siendo incapaz de larga reSIStencia, se retir y abandon a Copn.
Este es el relato que los historiadores espaoles han
dado de Copn; y, con respecto a la ciudad, cuya mu~
ralla vimos desde el otro lado del ro, nos parece de lo
ms pobre y poco satisfactorio; porque la maciza estructura de piedra que estaba frente a nosotros tena
muy poca apariencia de pertenecer a una ciudad, cuyas
trincheras pudiesen ser 'derribadas po rla carga de un
solo jinete. En este lugar el ro no era vadeable; regresamos a donde se encontraban nuestras mulas, montamos y nos dirigimos a otro punto de la orilla, a corta
distancia ms arriba. La corriente era ancha, y en
ciertos lugares profunda, rpida y con un fondo quebrado y pedregoso. Vadendola, caminamos a 10 largo
de la ribera por un sendero estorbado por malezas, que
Jos abri cortando las rainas, hasta que llegamos al
pie de la muralla, donde de nuevo nos apeamos y amarramos nuestras inulas.
La muralla era de 'piedra cortada" bien puesta, y en
buen estado de conservacin, Subimos por, grandes escalones de piedra, en. algunos lugares perfectos, y en
otros derribados por los. rboles que haban crecido entre las hendeduras, y llegamos a una terraza cuya forma era imposible comprender, por la densidad de la
seliva en que se encontraba envuelta. Nuestro gua abri camino con su machete y pasamos, encontrando
medio sepultado entre la tierra, un gran fragmento de
piedra laboriosamente esculpido, y llegam,os a la esquina de una estructura con gradas a los lados, en fOlma
y apariencia, hasta donde los rboles nos dejaron comprender, parecida' a los lados de una pirmide. Apar"'tndonos de la base, y abrindonos camino a travs del
espeso bosque, llegamos a una columna de piedra Colla..
drada, como de catorce pies de altura y tres pies por
lado, esculpida en muy vigoroso relieve, y por los cuatro .costados, desde la' b!\se rasta la punta. El frente
y ricamente vestido; y la cara, sin duda alguna un retrato, solemne, austera, y bien conform"ada par.a infundir terror. La parte de &trs era de u:p. diseo diferente, no parecido a nada que hubisemos visto antes
jams, y los lados estaban cubiertos de jeroglficos. A
esto nuestro gua llam un "dolo"; y frente a l, a una
distancia de tres pies, se encontraba un gran bloque de
piedra, tambin esculpido con ,figuras y divisas emblemticas, a lo que l llam unaltar. La vista de este
inesperado monumento hiz'O descansar nuestra mente de una vez y para siempre, de toda incertidumbre
con respecto a las antigedades americanas, y nos dio
la seguridad que los objetos que' estbamos bUscando eran interesantes, no solamente como restos de mi
pueblo desconocido, sino como obras de arte, probando,
como 1 ecuerdos histricos nuevamente descubiertos,
que los pueblos que antiguamente ocuparon el Continente Americano no eran salvajes. Con un inters q~u-
z mayor que el que habamos experimentado pasean-
31
32
ri
para dibujo y varas de medir, pareci que se ahuyentaba la fiebre de la pobre mujer.
La choza estaba situada en la orilla de un claro,
sobre el terreno que en W1 tiempo ocup la ciudad,
con un fragmento de piedra, ahuecado y que serva de
abrevadero para el ganado, casi en la misma puerta.
El claro estaba sembrado con maz. y tabaco, y rodeado de todos los lados por la selva. La choza era como de diez y seis pies en cuadro. con un techo puntiagudo, techada con dobladores y que se construye fijando
en el suelo dos palos verticales con horquillas. donde se
coloca otro palo para sostener la punta del techo, y con
soportes similares a cada lado, pero solamente como
de cuatro pies de altura. El alero era el frente, y la
mitad de l estaba techada con hojas de maiz, y la otra
mitad permaneca descubierta. La pat'le de atrs estaba techada, y apilado contra ella haba maz en filas
de tres mazorcas de hondo. En un lado el montn estaba intacto, pero del otro ya SE habia utilizado una parte
hasta como a tres o cuatro pies del suelo. En la esquina
del frente estaba la cama de don Miguel y su esposa,
protegida por un cuero de toro asegurado en la cabecera y hacia un lado. El ajuar se componla de un rodillo de piedra para moler maz, y un COMAL o tartera para cocer TORTILLAS; y sobre un tosco estante sobre la cama haba nos cajas, que contenan el
guardarropa y todos los habere3 de don Miguel y de sU
esposa, excepto BartOlo. su hijo y heredero, Un mocetn de veinte aos, cuyo desnudo cuerpo pareca reventar entre un par de pantalones de muchacho, desdean\io una camisa, su estmago hinchado pOi' un angustioso mal de hgado y con su lvido rostro obscurecido
por la suc.iedad. AlU haba lugar slo para lUna hamaca,
y, en efecto, los palos atravesados no eran suficientemente fuertes para soportar dos hombres. El montn
de maz que haba sido utilizado tena buena altura y
suficiente ancho para \lna cama; con el debido consentimiento lo tom para mi lugar de dormir, y Mr. Catherwood colg su hamaca; estbamos tan felices de
habernos revelado de la grosera hospitalidad de don
Gl'egorio. y de estar tan cerca de las ruinas, que todo
nos pareca cmodo y confortable.
Despus del almuerzo mont en la. mula del equipaje, con slo el cabestro para sostenerla. y, acompaado de Agustn a pie, marchamos a casa de don Gregario, con el propsito de transportar el equipaje. Los
aguaceros haban hecho crecer el ro, y Agustn tuvo necesidad de desnudarse para vadearlo. Don Gregario no
estaba en casa; y el al'dero, como siempre, feliz con las
dificultades. dijo que era imposible atravesar el ro con
carga ese da. Regularmente, en vez. de ayudarnos en
nuestras pequeas dificultades, l hacia todo lo que poda para acrecentarlas. Saba l que. si nosotros lo deslJedamos, no nos sera posible conseguir mulas en Co
pn, salvo que envisemos por ellas a dos das de camino; que no tenamos a quien confiar ese comisin; y
que la demora sera por lo menos de una semana. Dudando cual podra ser el momento aconsejable para despedirlo, y no deseando quedar desamparado, me vi
precisado a contratarlo para quedarse, a un precio que
se consideraba hm exorbitante que me di la reputacin
de tener "mucha plata", la que, aunque podra ser
til en casa. no era apetecible en Copn; y. temeroso
de confiar en mi, el belitre estipul que la paga fuese
diaria. En aquel entonces yo no tena conocimiento del
sistema de pago al contado en los negocios que prevalecia en el pas. Los brbaros no quedaban satisfechos
Con que Ud. sea su cliente a menos que les paguc un
extra; y el total, o una gran parte, debe ser adelantado.
Accidentalmente me encontraba. yo atrasado con el a~
niego; J, en tanto que me congratulaba de esta nica
garanta de su buen comportamiento, l se torturaba
a s mismo con la idea que yo no tena la intencin de
pagarle del todo.
Entre tanto comenz a llover; y arreglando mi
cuenta con la seora, agradecindole sus bondades.
dej ordenado que nos horneasen algo de pan para el
33
CAPITULO 6
COMO EMPE:ZAR. ~ PRINCIPIO DE LAS E:XPLORACIONES. -INTERE:S CREADO POR ESTAS RUINAS.
VISITA DEL ALCALDE. - ENFADOSAS SOSPECHAS. - UN VISITANTE: BIENVENIDO. - CARTA DE:L
GENERAL CASCARA. - COMPRANDO UNA CIUDAD. - VISITA DE LA FAMILIA DE DON GIlEGORIO.
- DISTRIBUCION DE MEDICINAS.
34
creerse que nos tombamos libertades y solamente podra realizarse en la estacin seca. Despus de una
deliberacin resolvimos obtener primero dibujos de las
columnas esculpidas. ~os diseos. eran Pluy complicados, y tan diferentes de cuantos Mr. Catherwood ha_
ba jams visto anteriormente que eran por completo
ininteligibles. Los cortes estaban en muy alto relie\.T
y requeran una gran cantidad de luz para realzar las
figuras; y el foIlaje era tan denso, y la obscuridad
profunda, que el dibujo era imposible.
Despus de muchas consultas, seleccionamos unos
de los "dolos", y resolvimos derribar los rboles a su
alrededor, y as dejarlo al descubierto de los rayos del
sol, Aqu estaba otra difioultad. No haba hacha; y el
nico instrumento que posean los indios era el machete, o tajadera, que varia de forma en las distintas secciones del pas; manejado COn una mano, era til par.
despejar el bosque de arbustos y de ramas, pero casi
inofensivo para los grandes rboles; y los indios, como
en los das en que los espaoles los descubrimiento, se reflE'xion,' con angustioso peSar, qU'e debamos abanaplicaban al trabajo sin ardor, ejecutndolo con poca donar la lde~ ~e llevarnos ningn material para espe.
actividad, y, como los nios, se 3pattaban de l muy cular en anhguedades! y. que deberiamos quedar satisfcilmente. Uno macheteaba un rbol, Y. cuando
f~chos. ~on ha~erlas 'VlStO }losotros mismos. De tal sacansaba, lo que aconteca muy. pronto, sentbase a
hsfacclon nadie nos podrl8 privar. Retornamos a la
descansar, y lo lelevaba otro. Mientras uno trabaja- choza con el inters no disminuido, pero tristemente
ba, siempI e estaban varios mirndolo Yo traa a la descora2.'Onados por el l'esl,1ltado de nuestra labor
memOlia el sonido del hach:t del leador en los bosques
Nuestro equipaje no habia podido atravesar el ro
de la patria y ansiaba algunos muchachos de las gran- pero se recobl el saco azul que me haba ocasionad~
des laderas de la Sierra Verde. Pero nos habamos tantas molestias, Yo haba ofrc;cido un dlar de recom1 evestido de paciencia, y observbamos a los indios
pensa, y Bartola;. el heredero forzoso del arrendatario
mientras cortaban con sus machetes, y an nos asom- ele nuestra choza, haba pasado el da en el ro y lo enbrbamos de que acertasen tan bien. Por fin cayeron contr enredado en; un arbuuto de la orilla. ' Su ri(>:
los palos y fueron anastrados hacia un lado, se limpi nudo cuerpo pareca agradecido de su lavado accidenun espacio alrededor de la base, arreglse el bastidor ~e tal, y el saco,' que nosotros suponamos que contendra
MI C. y l se puso a trabajar. Yo tom a dos ~nesh c:~gunos :materiales para dibujo d Mr; C., al sacudirlo,
zos, Bluno y Francisco, y, ofrecindoles, ~m premIO por ~lO a luz un par de botas vieias, que, no obstante, en ese
cada nuevo descubrimiento con una bruJula en la ma_ tl~mpo valian su peso en oro, pues eran impermeables
no pm t en jira de explor~cjn. Ninguno ~aba vi~t? y alegraron el decado espritu de Mr. e., quien se h~
"los dolos" hasta la maana de nuestra prImera VIStBaba enfermo con 'un presunto ataque de fiebres intelo
ta, cuando ellos siguieron en nuestra comitiva paTa mitentes O reumatismo, por permanecer entre el fango
reirse de los ingleses: peto muy pronto mostrar~n t~do ~l da., Nuestros mozos se fueron a sus casas, y
tal inters que los puse a nii seryicio. Bruno ~traJo F edenco tena la orden de que antes de venir all trabami a.tencin porque admiraba, segu~ supuse, a n11 peljo en la ma.ana, fuera l. la casa de don Gregario a comsana; pero averigu que erA por mI casaca,. .una larga
prar pan, leche, candelas, manteca y unas cuantas yarblusa de- cacera, con muchas bolsas; y. l diJO que po- das de carne de res. La puerta de la choza miraba
dra hacer una igual exceptu:mdo los plIegues Era sas.., hacia el Poniente, y el sol se puso sobre ]a obscura seltI-e de profesin, y en los intervalos de una gran taTe3 v~ al fren,te con una magnificencia que jams haba
en una chaqueta, trabajaba con su machete. Pero. te- VIsto superada. De nue~o, por la noch~, tuvimos aguana un gusto innato por las artes. Cu~ndo atravesaqa- cero, con truenos y relampagos, pero no tan VIOH:::J.l,OS
mas la selva, nada se escapaba a su nl1rada~ y era pi o. com la noche anterior, y por la maana ya otra vez
resionalmente curioso en cuanto a los vestIdos de:. las estaba claro.
figuras esculpidas. Qued jmpresion~d~ con la primeEse da Mr. Catherwood fue mucho ms afOl tunfl_
ra revelacin de su gusto 001' las anbguedades. Fl'an- do en sus dibujos; verdaderamente. al principiar, la luz
cisco hall los pies y pierna9 de una estatua, y Bruno caa exactamente como l lQ deseaba l y venci la difilina parte del correspondiente cuerpo, V el efecto p::ua
c;ultad. Sus preparativos, adems, eran mucho ms c~
ambos fue elctrico. Registraron Y rebuscaron sob'-e modo, plles tena sus botas impermeable,$, y se par soel campo con sus machetes hasta ell(~ontJ.ar los hom- bi'e una pieza de lona engrasada, que usbamos para cubros, y la levantaron entera, menas la cab~;za; y ~m brir el equipaje en el camino. Yo pas la maana sebos se mostraban impacientes por la poseslOll de l1lS- leccionando otro monumenlo, derribando los rboles y
trumentos con qu cavar y encontrar este fragmento preparndolo para que l 10 copiara. A la una de la
que faltaba.
' . tarde lleg Agustn a llamarnos para almorzar. [)'on
Es impo::;ible describir el intels C011 que yo explol('l Miguel tena una siembra de frijoles, de l que Agusestas ruinas. El campo el'a enteramente nuevo; no tn llecogi (uantos quiso, y, con el producto de un pe~
habia guas escritas ni cond_uctores; todo era terreno dido permanente de todos los huevos de la aldea, que
virgen. No podamos distinguir a diez yardas ~le.nte a eran hes o cuatro al da, COL dones de carne de res, pan
nosotros, y nunca sabamos con lo que tropeZ31'1amOS y leche de ]a hacienda, estuvimos muy bien. Por la
despus. Una vez nos detuvimos para cortar las ra- tarde lleg otra vez Agustn, con la noticia que el almas y bejucos que ocultaban el frente de un mmw men , calde haba llegado para hacern,os una visita. Como
to y en seguida cavar alrededor para sacar a la luz un se iba haciendo tarde, dimos por terminado el da, y rerr~gmento, cuya esquina es\;ulpida sobr~sala de, ~a tie- glesamos a la choza. Estrechamos la mano del alcal~
na. Yo me adelantaba muerto de ,ansleda~ mlentr~s de, y le regalamos cigarros a l ya, BUS acompaantes,
que loS indios trabajaban, V un ojo, una orela, un pIe, y nos hallbamos dispuestos a ser, sociables. pero 8]
fJ una mano se desenterraba; y cuando el machete 50-,
dignai31'io estaba tan bonacl10 que apenas pudo hablar,
naba contra una piedra esculpida. yo apartaba a los in- Sus acompaantes sentron:3;e en cuchillas, tambalefmdios y separaba la tierra suelta con las manos. La be- dose sobre las corvas, y, aunque las posturas eran difellez~ de la f~scultura, la solemne quietud de la que se
rentes, nos recordaban a los ra.bes. A los pocos miperturbaba nicamente por ia trepa de los monos Y el nutos el alcalde se levant precipitadamente, hizo un
parloteo de los loros, la desolacin de, la c~udaC;l, .y el saludo vacilante, y nos dei, siguin,dole todos los de.
mistelio sobre ella suspendido, todo producla un LOte- ,ms, y don Miguel,en cuenta. Guando na~ encontrba
rs mayor, si fuera posible, que el que yo jams ~en mas cenando regres, y era fcil observar que l, su
en medio de las ruinas del Antiguo Munqo. . Despus mujer y Bartola estaban afligidos,' y, como lo tenade valias horas de ausencil;l regres a donde se encon- mos, se t.rataba de nosotros.
traba Mr. Cathel'wood, y cont arriba de cincuenta ob_
Mientras nos hallbamos ocupados en nuestros projetos para sel' copiados.
pios asuntos tenamos muy poco idea de la sensacin
No lo encontr tan sati3fecho de mis noticias como que estbamos creando en la aldea. Don Gregario qued
yo esperaba. Estaba l parado con los pies entle el J.U
satisfecho cou tenernos fuera de su casa, quera sa<.ar
do, y dibujando con los guantes puestos, para pi otenos de la vecindad. Por de5gracia, a ms de su instint va aversin, lo habamos ofendido distrayndole algerse las .manos contra los zancudos. Como lo tema
mas, los diseos eran tan inb incados y complicados, J.O
gunos de S\lS trabajadores con los altos precios que, cosujetos tan completamente nuevos e incomprensibles, mo exhanjeros, nos vimos obligados a pagar, y comenque tena gran dificultad para dibujarlos. Hizo varias z a mirarnos como a rivales l y deca por todas pal les
tentativas, con cmara lcida y s.n ella, pero no qued
que ramos individuos sospechosos; que nosotros seramos la causa de que se turbase la paz de Copn para
satisfecho ni an yo, que era menos severo en la crtica. El "dolo" pm'eca desafiar su arte; dos monos so~ que se introdujesen los soldados y la guerra en las
bre un rbol hacia un lado como que se mofaban de l cercanas. En confirmacin ele sto, dos indios p":lsaron
por la aldea quienes informal'on que nosotros nos hay yo me senta desanimado y desconfiado. En efecto,
35
bamos fugado de la prisin. que habamos sido perseguidos hasta la frontera de Honduras por un destaca.
mento de veinticinco soldados bajo las rdenes de Landaveri, el oficial que nos ar.rest. y que si nos hubiera
capturado habramos sido fusilados. El alcalde, que
haba estado borracho desde nuestra llegada, dispuso
visitarnos, para resolver las dudas de la aldea, y tomar
las medidas que la presencia de esas peligros.as perso_
nas y la seguridad del pas pudiesen requerIr.. ?e~o
este noble propsito se vio frustrado por una ndlCU'
circunstancia. Tenamos como regla el llevar nuestras
armas con nosotros a las ruinas, y cuando regresamos a
la choza para recibir su visita, como de c05~umbre. cada uno tenamos un par de pistolas .en ~1 cmto y Ul~,a
escopeta en la mano; y, nuestra apanencIa e~a tan fo;;
midable que el alcalde se asust !le su proPIOfuUd~ti~
al pensar en interrogarnos Y bonItameNte,se laeselva
rando a la sordina. Tan pronto como ego.a
.6 d~
sus acompaantes le reprocharon por la no eJeCUCI .n 'ba
sus propsitos, y l respondi, con dureza, que no 1
a tener algo que decir a unos hombres.. armados como
estbamos nosotros. Animados con la :dea de nuestra
teITible apariencia, le dijimos a don MildguelqqUeh~~?~~
se'ase al alcalde Y a la gente de la a ea, ue
m~jor en apartarse de nu~stro camin~ y deJ~rnos s~lds.
Don Miguel lanz una lugubre sonnsa, mas no ~ o
haba terminado Dijo. l que no dudaba de nues 1':1
hombres de bien, pero .qUtedradmosf:~~~:~~~~f:;~: se
pas se encontraba en es a o e e
'
le haba prevenido que no deba darnos al~ergUe.'y qU~
se vera en dificultades por ello. La p.O t r ~~;~~ ~e
poda ocultar su disgusto. Su cabeza es a a
aseslnatos Y extdermi~di?Sbl Ydaurq~~~trr:;~~~~r~~es~i
guridad no se escUla a e. a
.
algunos' soldf,ldos llegaban a la, aldea, ser amos aseSInados, y nos rogaba que nos fuesemos
erturbados
Nosotros estbamos muy molestos Y p .
. .
con estas comunicaci0fes, pero te:%~~eO~t~d:a~I~:~e~~:
arriesgar para consedll JI'?;?gus:lr qUe ningn dao podra
los Aseguramos a on ,LV.LJ.
. ,,
sobrevenir que todo era' falto y una equIvocac;on,. Y
ue nosotr~ estbamos por encima de tod,a S':'SPIC~CIa.
mismo tiempo y para convencerlo, ab~1 mI baul, y
le ense un gran lo de vapeles, c,red~ncIales s~~ladas
para el gobierno Y cartas privadas de llltroduc110n en
es aal para personas prominentes en Guate?1 8 a, pr e se~tndome como c'Encargado de los Negoc~os de los
Esfados Unidos del Nrte'6, y una muy esp.ecIal de dton
Antonio Aycinena, actualmel!te en esta CIUdad, au es
coronel en el ejrcito centralista, lf desterra~o por M<;,razn, para. su hermano el Marques ~e Ayclllena, confeo de dicho partido, que esta~a. dommand? en aquella
regin en la violenta ~erra c:vI1 de ese .tIempo, .re~o
mendndome con muoho ~preclO, Y, e~polllendo mI PI?psito de viajar por elpms. Esta ultIm~ cart~ fue J?as
importante que ninguna otra cosa Y SI hubl~r.a SIdo
dirigida a alguno del partido opuesto en la poltIca, ha_
bra sido en contra n~es~ra, Y c~nfirmado la sos?echa
de que ramos denemlgos'. Jamas hubo ta~ta .gran~e
za bajo un toldo. Aunque ~nojados, era ca~l dIvertldo
el vernos obligados a explicar nuestra c:ahdad a tan
miserable grupo como don Miguel, su mUJer y Bartola;
pero era indispensable el relevarlos de sus duda.s y ansiedades, facilitndonos el permanecer t~anqUllos en
su pobre choza; y el consuelo que experl~elltaron, y
el gozo del a mujer al saber que nosotros era~Os gente de alguna estimacin, no enemigos ni can nesgo de
ser fusilados fu de lo ms satisfactorio para nosotros.
A pesar 'de eso, don Miguel nos aconsej que fu:ramos a Guatemala o oon el General Cscara, a conseguir una orden para visitar las l'uinas, y que en seguida volvisemos, En ese particular nosotros habamos
dado un paso en falso. Deberamos haber ido a Gua_
temala y regresado con un pasaporte y con cartas del
gobierno; pero como no tenamos tiempo qu perder, e
ignorbamos lo que haba en Copn, probablemente si
no hubiera estado en nuestro camino, lo habramos
11
36
ms sorprendido que si yo le hubiese propuesto comprarle a su pobre vieja mu:er, nuestra reumtica paciente, para practicar en ella medicina. Pareca dudar
quin de nosotros estara fuera de s. Lar propiedad era
tan de ningn valor que mi deseo de comprarla pareca muy sospechoso. Al examinar el documento me
enter que l no era el dueo de los bienes. sino que
los tena en arriendo de Don Bernardo de Aguila faltndole tres aos para termnar. La extensin era ms
o menos de seis rol acres por la que pagaba ochenta
dlares al ao; l no saba qu hacer. pero me dijo que
lo pensara, que consultara con su esposa y me dara
la respuesta en la choza al da siguiente. Despus visit al alcalde. pero se encontraba demasiado borracho
para ser suceptible de ninguna impresin; prescrib para varios pacientes; y en vez de ir a donde don Gre_
gorio le mand con don Jos Mara una splica corts
que se ocupara de sus propios asuntos y que nos dejara
en paz; regres, y pas el resto del dia en medio de las
ruinas. Llovi dW'ante la noche, pero aclar otra. vez
por la maana, y temprano estuvimos en el campo, Mi
ocupacin era ir con los mozos para derribar rboles y
malezas, buscar, excavar y preparar los monumentos
p"ara que los copia.se Mr'. Catherwood. Mientras me
ocupaba en esto fui distrado por una visita de don Jos
Mara, quien an no saba qu hacer, y no querienqo
aparecer demasiado ansioso, le dije que tomara mas
tiempo, y que volviera a la maana siguiente.
Lleg a la maana siguiente, y su condicin era
verdaderamente lastimosa. El estaba. impaciente por
convertir en dinero una propiedad improductible, pero
tena miedo, y me dijo que yo era extranjero, y que
sto le podr.a acarrear dificultades con el gobierno.
Otra vez le hice ver la formalidad de mi carcter, y me
compromet a salvarlo de responsabilidades con el gobierno o dejarlo en libertad. Don Miguel ley mis cartas de recomendacin, y reley la carta del General
Cscara. Qued convenddo. pero estos papeles no le
daban el derecho de vendel"nIe su tierra. Penda an
la sombra de la duda; para terminar, abri mi bal, y
me puse una levita de diplomtico, con profusin de
grandes botones con guiJas. Tena puesto un sombrero de jipijapa, empapado p01~ la lluvia y manchado de lodo una camisa listada. pantalones blancos. amarillos de
fa~go hasta las rodillas, y estaba casi tan aulr como el
rey negro que recibe a una compaa de oficiales britnicos en las costas del Africa con sombrero de tres
picos y o3saca militar, y sin pa!ltalones; pero don Jos
Mara no pudo resistir a los botones de mi levita; el
pao era de lo mejor que l haba visto; y don Miguel,
6U mujer y Bartola comprendieron ente'amente que tenian dentro de su chooz:a a un ilustre incgnito. La
nica cuestin era que quin podra hanar papel para
la hechura del contrato. Yo no repar en pelillos. y le
di papel a don Miguel, quien recibi nuestras mutuas
instrucciones, y sefial el da siguiente para la ejecu_
cin del documento.
CAPITULO 7
DESLINDE DE LAS RUINAS. - INFORMES DE JUARROS y DEL CORONEL GALlNDO CON RES.
PECTO A ELLAS.-SU SITUACION.-SU EXTENSION.-PROYECTO DE DESLINDE.-ESTRUCTURAS
PIRAIIUDALES.-FILAS DE CALAVERAS.-RETRA TO INTERESANTE.-"LOS IDOLOS".-CARACTER
DE LOS GRABADOS.-C;\DENAS DE TERRAPLENES.-UN RETRATO.-PATlOS~CURIOSOALTAR.
-TABLETAS (lE JEROGLIFICOS.-CABEZA G1GANTESCA._CANTIlRAS DE PIEDRA.-MAS SOLICI
TUDES DE MEDlCAMENTOS.-"IDOLOS y ALTARES.-IMAGEN SEPULTADA.-MATERlAL DE LAS
ESTATUAS.-IDOLOS ORIGINALMENTE PINTADO S.-ALTAR CIRCULAR.-ANTIGUEDADES DE COPAN.
37
Yo tena
que~
dirigir a ls
in-~
tro 3naigo en la vecindad no pudo contenerse y persuadi a dOn Jos Mara que se, vera envUelto en
dificultade$' por tener alg qu arreglar con nosotros;
hasta le'dijo 'que el pasaporte del General Cscara no
de
38
39
todo el, campo estaba libre de la selva, y el sacerdote y el pueblo ascendiendo desde el extremo de los
terraplenes, y desde all al interior de los lugares sagrados para tributar su adoracin en el templo.
Dentro de este cercado hay dos patios rectangulares, que tienen granderas para subir a los terraplenes. El rea de cada uno es como de cuarenta pies
arriba del rio. Del ms grande y ms distante del
rio, todas- las gradas se han cado, y constituyen sim..:.
pIes montones de tierra. Hacia un lado, al pie de la
muralla piramidal, se encuentra el monumento o "ido'"
lo" marcado B, del cual el grabado NQ 9 represente
el frente. Es casi de la misma altura que los otros,
pero diferente en la forma, pues es ms gr~nde en
el remate que de abajo. Su apariencia y caracter es
de buen gusto y placentero pero la escultura es en
mucho ms -bajo relieve; la expresin de las manos
es buena aunque algn tanto formaL La figura de
un homb~e muestra la altura relativa. La parte de
atrs y los costados estn llenos de jeroglficoS.
Inmediato a este, en el punto marcado A del gra~
bada N9 1 existe un notable altar, que quiz presente
tan curios~ materia de meditacin cual ningn monumento en Copn. Los altares, como los dolos, son
todos de una sola piec4'a. En general, ellos no son
tan ricamente ornamentados y estn ms descoloridos
y gastados, o cubiertos de musgo; a1gun~s, ~staban
completamente enterrados, y de otros fue di.fIcIl sacar
ms que la forma. Todos difieren en la. hechura y
sin duda tenan alguna distancia y peculiar referen-l
cia hacia los {dolos ante los cuales - se encontrabanEste se yergue sobre cuatro',bolas fo.rmad~s_de la misma piedra; la escultura esta en baJo relIeve, y es el
nico ejemplar de esa clase de escultura hallado en
Copn, estando todas las restantes en atrevido alto
relieve. Es de seis pies en cuadro por cuatro de alto,
y la cara superior est dividida en treinta y seis tabletas de jeroglficos, que sin duda remomoran algunos
episodios en la historia del misterioso pueblo que en
un tiempo habit la ciudad. Las lineas son todavia
e,laramente visibles, y una fiel copia de ellas aparece
en el grabado NQ 7.
Las dos primeras figuras del grabado NQ 10 muestran las ouatro caras de este altar. Cada lado re~
presenta a cuatro individuos. En la cara que mira al
occidente estn los dos principales personajes, jefes o
guerreros, con sus rostros opuestos el uno al otro, y
aparentemente ocupados en argumentos o negociaciones.
Los otros catorce Se hallan divididos en los partes iguales y parece;n estar s:iguiendo a sus jefes. Cada una
de las dos figuras principales est sentada con las
piernas cruzadas al estilo oriental, sobre un jeroglfi..
ca que. probablemente designa su nombre y oficio, o
carcter, y sobre tres de ellos figura la serpiente. !En
medio de los dos principales personajes se halla un
interesante ornamento que contiene dos jeroglficos
bien preservados, Jos que nos hicieron recordar vivaro.ente el sistema egipcio de dar los nombres de los
reyes o hroes en cuyo honor se erigan los monumentos. Los tocados son notables por su curiosa y
complicada forma. Todas las figuras tienen petos, y
uno de los personajes principales sostiene en la ma-no un instrumento, que puede tal vez ser considerado
como un cetro' cada uno de los otros sostiene un objeto que solam~nte puede ser materia de especulacin
y conjetura. Puede ser que sea una arma de guerra Y si asi fuere, es la nica de su clase que se halla
rep'resentada n Copn. En otros pases, las eScenas
de batalla, los guerreros, y las armas de combate figuran entre los ms prominentes objetos de la escultura' y por la completa "ausencia de ellos aqu hay razn 'para creer que el pueblo no era belicoso, sino
pacfico, y fcil de sojuzgar.
El otro patio est cerca del ro. Derribando los
rboles descubrimos que la entrada queda del lado
norte, por un pasaje de treinta pies de ancho y como
40
de trescientos pies de largo. H~cia la derecha se encuentra una alta gradera que Se levanta hasta el terrapln de la muralla del ro. Al pie de sta se hallan seis piedras circulares, desde diez y ocho pUlga_
das hasta tres pies de dimetro, quiz en otro tiempo los pE:;destales de columnas o monumentos que hoy
estn ca~dos y sepultados. Sobre el lado izquierdo
de.l. pasaje se encuentra una elevada estructura piranudal, con gradas de seis pies' de alttu'a Por nueve de
ancho, como el lado de una de las pirmides de Sacca.ta, y de ciento veintidos pies de altura sobre el declIve. La punta est cada, y tiene dos inmensas ceibas creciendo sobre ella, cuyas races ha derribado
las piedras, y ahora cien la punta de la pirmide.
Al extremo del pasaje se halla el ~rea o patio probablemente .el gran circo de Fuentes, pero que: en vez
d~ ser clrcular, es rectangular, de ciento cuarenta
PH$ de largo por noventa de ancho, con gradas por
todos lados. Este era probablemente el lugar ms sagrado en el templo. Fuera de duda este ha sido el
teatro de grandes hechos y de imponentes ceremonias religiosas; pero cules fueron esas ceremonias
o quines eran los actores en ellas, o qu los conduj
a tan tremendo fin, eran misterios imposibles de sondear~ All no haba fdolo ni altar, ni se encontraban
vestigios' de ellos. A la izquierda, irguindose sola a
d?s tercios de altura de ls gradas se encuentra' la
gIgantesca cabeza del frente. Est un poco movida
de su lugar, y una parte del ornamento de mi lado ha
sido arrojado ~ alguna distancia por la expansin del
tronco de un rbol grande, como se ve en el grabado Nq
11. La cabeza tiene como seis pies de altura y es de
buen estilo. Lo mismo que muchas de las otr~s con la
~raIl; expansin de los ojos, pareca que intentaban
InspIrar pavor. A cada lado de ella, a una distancia
como de treinta o cuarenta pies, y algo msJ abajo, se
encuentran otros fragmentos de escultura de colosales dimensiones y perfecto diseo, y al pie estn dos
enormes cabezas volteadas y parcialmente enterradas,
que bien valen la atencin de futuros artistas y viajeros. Todo el rea se encuentra lleno de rboles y
estorbada por materia vebetal en pudricin, con fragmentos de curiosas esculturas que sobresalen de la superficie, las que, probablemente con muchas otras com_
pletamente sepultadas, cavando saldran a luz.
Sobre el lado opuesto, paralelo al ro, hay otra hilera de quince gradas que conducen a un terrapln
de doce pes de ancho, y de all quince gradas ms
hasta otro terrapln de. veinte pies de ancho, extendindose hasta l muralla del ro. A cada lado del
centro d~ las gradas hay un montn de ruinas, aparentemente de una torre circular. Como a medio camino de las -gradas hacia el lado de ac se encuentra
un hoyo de cinco pies en cuadro y diez y siete pies
de profundidad cubierto con piedra. En el fondo hay
una abertura de dos pes y cuatro pulgadas de alto,
con una pared de un pie y nueve pulgadas de espe-sor, que da acceso a una cmara de diez pies de la('go, cinco pies y ocho pulgadas de ancho, y cuatro
pies de alto. A cada extremo hay un nicho de un
pie y nueve pulgadas de alto, un pie y ocho pulgadas de hondo, y dos pies y cinco pulgadas de largo.
El Coronel Galindo penetr por primera vez a esta
bveda sepulcdal, y hall los nichos y el piso llenos
de platos y ollas de loza roja .de barro, ms de cincuenta de ellos, dice l, se encontraban llenos de huesos humanos, metidos entre cal. Tambin varios afilados y aguzados cuchillos de CHAYA, una pequea
calavera cincelada en una fina piedra verde, con los
ojos casi cerrados l las bajas facciones torcidas, y la
parte de atrs simmtricamente perforada con aguje...
ros, toda de una exquisita manufactura. Inmediatamente arriba del hoyo que conduce a esta bveda se
encuentra un pasadizo que atravesando el terrapln se
dirige a la muralla del ro, por el que, como ya se
ha dichol a las ruinas se les llama algunas veces Las
ra una desolacin y nido de reptiles, para que los extraos la contemplaran y se preguntaran por qu raza
habra sido poblada en otro tiempo.
La piedra es de una suave arena. La tierra se
extiende a gran distancia, y parece ignorar que de
sus flancos se ha tomado la piedra suficiente para
construir una ciudad. Cmo fueron transportadas las
enormeS masas sobre la superficie quebrada e irregular que habamos cruzado, y particularmente cmo
una de ellas fu colocala en la cima de una monta'a
de dos mil pies de elevacin, era imposible conjetu~
raro En muchQs lugares Se hallaban piezas que haban sino sacadas y desechadas por algn defecto: y
en un punto, a medio camino en un barranco que
conduce al ro, estaba un gigantesco bloque, mucho
ms grande que ninguno de los que vimos en la ciudad, el cual probablemente iba en camino para all,
para ser esculpido' y colocado como un ornamento,
cuando las obras de los trabajadores fueron detenidas.
Lo mismo que los incompletos bloques en las canteras de Assouan y sobra el monte Pentlico, permane~
ce como un recuerdo de los frustrados planes de la
humanidad.
Permanecimos todo el da en la cumbre de la
cordillera. La densa selva en la que habamos esta...
do trabajando nos hizo ms sensibles a la belleza del
extenso panorama. Sobre la cima de la sierra haba
una piedra labrada. Con la piedra CHAY que hallamos entre las ruinas, que supusimos ser el instrumento para la escultura, escribimos nuestros nombres sobre ella. Ellos estn solos, y pocos los vern jams.
Ya avanzada la tarde regresamos, y atravesamos el
ro como a una milla arriba de las ruinas l cerca de
un muro de piedra con un edificio circular y. un hoyo,
aparentemente para un depsito de agua. .
Al aproximarnos a nuestra choza, vimos dos caballos con sillas de mujer, amarrados afuera, y omos
el llanto de un nio en bl interior. Haba lleg'ado un
grupo, compuesto de una anciana y su hijo, su hijo,
y la esposa de ste y una criatura, y su visita era para
los MIEDICaS. Habamos tenido tantas solicitudes
de REMEDIOS, nuestra lista de enfermos baba aumentado tan rpidamente, y habamos estado tan fastidiados todas laSl ,noches pesando y midiendo los medicamentos, que, influenciados tambin por los temo
res ya referidos, habamos hecho saber nuestra intencin de suspender la prctica; pero nuestra fama se
habia extendido tan lejos que estas gentes llegaban
actualmente desde ms all de San Antonio, a: ms de
treinta millas de distancia, para ser curadas, y era
penoso despedirlas sin hacer algo por ellas. Como
Mr. C. era el MEDICO en quien el pblico tenia ms
confianza, yo apenas prestaba alguna atencin a ellas,
a menos que observara que ,fuesen mucho ms res....
petables por el traje y apariencia q,ue ninguno de los
pacientes que habamos tenido, salvo los miembros de
la familia de don Gregorio; pero durante la noche
fu atrado por el tono en que la madre habl de la
hija, y por primera vez not en sta una extrema delicadeza de figura y un bonito pie con primoroso zapato y media limpia. Tiena ella un chal echado sobre
la cabeza, y al dirigirle la palabra, quitse el chal y
dej ver un par de los ms tiernos y columbinos ojos
que los mos jams haban encontrado. Ella era la
primera de nuestras pacientes en que yo tom algn
inters, y no pude negarme el privilegio del mdiCO
de tomar su mano entre las mias. Mientras eUa pensaba que estaramos consultando con respecto a su enfermedad, nosotros hablbamos de su interesante rostro; pero el inters que tomamos por ella era melanclico y doloroso, porque presentamos que era tina
delicada flor, nacida para florecer slo en una estacin, y aun en el momento de desplegar sus bellezas,
sentenciada a morir.
El lector est enterado que nuestra choza no tena tabiques. Don Migufl y su esposa cedieron su
41
cado T. Es uno de 103 ms bellos de Copn y en artificio es igual a las ms hermosa!;; escultur~s .. egipcias.
En verdad, sera imposible, con los mejores. instrumelltos de los. tiempos modernos, cincelar las. piedras con
ms perfec'cin. Est situado al pie de tina muralla de
gradas, con solo' la cabeza y parte delpecho salidos so~
bre la tierra. El resto est sepultado, y probablemente es taIi perfecto como la parte que es ahora visible.
Cuando lo descubrimos primero, estaba enterrado hasta
los ojos.. Atrados por-l. bel,leza
la escultura, y por
su solemne y melanclica actitud, -comenzamos la excavacin. Como el terreno era plano hasta el punto
indicado, se hizo la excavacin aflojando la tierra con
el machete, y sacndola con las mano13. A medida que
adelantbamos, se form una muralla de tierra en derredor y aument' nuestro trabajo: Los indios usaban
sus machetes. tan sin cuidado, _que, temerosos de dej arIos trabajar junto a la piedra los limpibamos con nuestras propias manos. Era imposible, sin embargo, 'conti~ua'r; la tierra estaba cOl11pletamente: entretejida por
las -races que entrelazaban y ligaban el monumento.
Requera que. 'se sacara por completo la tierra en un
circuito de diez o doce pies, y sin ningunas herramien~
tas apropiadas, y temerosos de daar la escultura, preferimos dejarla, para ser exravada por nosotros mismos
en alguna! poca futura o por algn viajero del porvenir. Quienqujera que sea., yo casi le envidio la satisfaccin de hacerlo; El diseo de los rboles que crecen
alrededor aparece en el grabado NQ 13.
Rmnbo al sur, a una distancia de cincuenta pies, :se
halla una mole de escultura cada, con un. altar, mar..,
cado R en el mapa del grabado NQ 1; Y a noventa
pies 'de distancia se encuentra la estatua marcada Q,
erguida con su frente hacia, el este, de doce pies de
altura y tres pies en cuadro, sobre un pedestal oblongo
de siete pies de frente y seis pies con dos pulgadas
ti los Jados. Ante l, a una distancia de ocho pies y
tres pulgadas, est un altar de cinco pies y ocho pulgadas de largo, treS pies y ocho pulgadas de ancho, y
cuatro pies de altura.
'
La cara de este "dolo"; es decididamente la de un
hombre. .La barba es de un curioso estilo, y unida a
los' bigotes y cabellos. Las orejas son .grandes, aunque
no parecidas al natural; la expresin sublime, la boca
entreabierta, y los globos de los ojps parecen saltando
de las cuencas; el propsito del eSGultor, en aparienda
debe haber sido el infundir terror. Los pies estn adornados con sandalias" probal}lemente de la piel_ de algu~
nos animales silvestres;. al estilo de aquel tiempo. ,
La espalda de este. monumento contrasta .de manera notable con el horrible retrato del frente. 'No tie_
ne nada grotesco o, perteneciente a la ruda fantasa
de los indios, sino que es digna de atencin poi" su extramad(;i gracia y su belleza. En nuestros diarios paseos,
a menudo nos detenamos a, cont~mplarla, y mientras
ms la mirba~os, mayor era el inters que despertaba
ante nosotros. Otros parecian destinados a inspirar
terr'or, y, con su altares .por delante, algunas veces sugeran 131 idea de iUn ciego, fantico Y. supersticioso pueblo, y de sacrificios de _v~timas humanas. Este siempre dejaba una grata impresillj y ah exista un inters mayor, pues nosotros considerbamos que en-las tabletas de sus medallones el. pueblo que la erigi habra
publicado sus memorias, p.or' medio de las cuales nos_
otros podramos algn da conferenciar cOn una raza.
desaparecida, y descubrir el. mist~rio que se clerne' sobre la ciudad. Ambas figuras estn dibujadas en el
grabado N9 14.
A una distancia. de ciento cuarenta y dos pies en
direccin sudeste se halla el dolo marcado P. Se levanta al pie de una muralla que se eleva en gradera a
la altura de treinta o cuarenta pies; originalmente mu~
cho ms elevada, pero el resto cado y arruinado. Su
casa mira al norte; su altura once pies y nueve pulgadas) el ancho de sus lados. de tres pies, y el pedestal
de siete pies en cuadro. Frente a l, a una distanci,
de doce pies, se halla un enorme altar. Este es de bue-
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de-
na ejecucin, -y ha estado pintado de rojo, aunque apenas queda algn vestigio de la pintura, y la superficie
est gastada por el tiempo. Los dos grabados, el N9 15
Y el N9 16 representan la parte de adelante y la de atrs
El primero parece representar el retrato de un rey o el
de hroe, quizs exaltado a di~inidad . .Se. 'ples~me
que es un retrato, por ciertas senales de mdlviduahdad
en las facciones tambin observables en la mayor
parte de los oho's y su sexo est determinado por la
barba, como en IC:s lllOllumentos egiPcios, aunque ste
tiene bigotes, 10 que no se enc~en.tra en los retratos
de Egipto.
.
..
La espalda de e;ste dolo, tambien, plesenta un ~
sunto entelamente distinto, consistente en tabletas,
cada una conteniendo dos figuras extraamente agrupadas, mal formadas, en ciertos casos con repugnantes cabezas mientras que en otros se conserva el aspecto natm:al. Los ornamentos, diademas "7 vesh~arios
son interesantes, pero qu. es lo .que ~stan: hac~endo
o sufriendo estos pel'sonaJes es lmpos~ble avel:lguar.
Es~a estatua ha sufrido tanto por ]a acc~6n del hem~o
y de los cambios atmosfricos, que no Siempre ela iacil decifrar los caracteres, con.tando en t,?do caso con
.muy mala luz que llegaba por las irregulales aberturas
de entre las ramas de los rboles.
La piedra de que estn hechos todo~ estos altares y
las estatuas es de una suaVe roca aremsca de las canteHIS ya referidas. En dichas canter~s ?bs~rvamos
muchos bloques con duros pedernales distnbmdos .~n~
tre ellos, que haban sido desechados por los trabaJadores despus de cantearlos. La espalda de este monumento contenia dos. Entre la segunda y tercera ta~
bleta el pedernal ha sido ~r~anca~o Y la escultura esta
confusa el otro en la penultlma fIla desde la base, permanece 'intacto. Una inferencia de esto es, que el escultor caleca de herramientas para poder l~brar tan
duras piedras, y, en consecuencia, que el, hierro era
desconocido. Nosotros, pr supuesto, habla~110S encaminado nuestras pesquisas y preguntas. parbcul~rmen_
te a este punto pero no encontramos nmguna pIeza de
hierro o de otr~ metal, ni pudim~s 011' de ~lguno q~e
jams se hubiesen encontJ.'ado alll. Don MIguel terna
una coleccin de chayes o pedernales, tallados en for~
ma de puntas de flecha, que l pensaba, y don Miguel
no era tonto, que eran los instrumentos el!1pleados ~r~l
suficientemente fuertes para rayar la piedra. QUlzas
para los hombres acostumbra~os a usarlos, todos .estos hondos ornamentos en relIeve pueden haber Sido
ejecutados, pero los propios chayes parecan labrados
con metal.
El grabado NQ 15 representa el. altar como. se
halla situado ante el monumento antenor. Es de siete
pies en cuadro y cuatro pies de altura, ricamente esculpido en todos sus lados. El, frente ~'eprese?ta una
calavera. La parte superior e~ta esculpIda y tIene I:anuras, 1al vez para que escurncr~ la sangre ,d~ .las VICtimas humanas o animales, ofreCIdas en sacnficlo. Los
rbol~s en el grabado dan una idea de la selva en que
se encuentran sepultados estos monumentos.
A la distancia de ciento veinte pies al norte se
encuentra el monumento marcado O. dibujado en el
grabado N9 16 ya sealado, el que, desgracia.damente,
est cado y quebrado. En escultura es 10 IDl.SJ'!lO que
el bello monumento medio enterrado que se cito ante"riormente, y, lo repito, en su. ej.ecucin igual a ,la~
Inejores leliquias del arte eglpc~o. La pa.r_te calda
estaba completamente ligada a la tIerra por Villas yen.
l'edaderas. y antes que pudiese ser ~ibujada fue nece89rio desenlazarlas, y anancar las fibras de entre las
hendedm'as. La pintura eS muy ~erfecta, y ha preservado a la piedra lo que hace mas lamentable el que
se encuentre rot El altar est enterrado, con la superficie escasamente visible, el cual, al excavarlo, ave1 iguamos que representa el 10Ino de una tortuga
El grabado NQ 17 muestra la frente, la espalda y
uno de los costados del monumento N, distante veinte
pies del antedor. Es de doce pies de altura, cuatro pies
ella.
Del efecto moral de los propios monumentos, estando como estn en el corazn de una selva tropical, silenciosos y solemnes, raros en diseo, de escultura ex.:.
celente ricos en ornamentos, diferentes de las obras
de cuaiquier otro pueblo, de sus usos y pro:psitos, c?n
toda su hi5t011a tan enteramente desconocida, con Je10glficos que lo explican todo, pero perfectamente ininteligibles yo no pretender expresar ninguna idea. A
menudo 'la imaginaci6n se acongojaba &1 contemplarlos El tono que se esparce por las ruinas es el de una
profunda solemnidad. Un.a. mente i~a~inativa podra
ser illficionada con superstiCIOSOS sentImIentos. A fuer_
za de llamarlos constantemente con ese nombre en
nuestras relaciones con los indios, nosotros reputamos
a estos solemnes monumentos como <{dolos" -leyes y
hroes divinizados- objetos de adoracin y de culto
ceremonial. No hallamos ya sea en los monumentos o
en los fragmentos esculpidos ningn dibujo de sacrificios humanos, o, en verdad, de ninguna otra clase de
inmolaciones, pero no haba duda que la gran piedra
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Con respecto a la an~igedad de esta desolada ciudad yo al presente no har ninguna conjetura. Alguna idea podra tal ve2l' formarse por las acumulacio~
nes de tierra y los gigantescos rboles que crece:,n ~n_
cima de las derruidas estructuras, pero esta serIa Incierta y poco satisfactoria. Tampoco ofrecer de momento ninguna conjetura con relacin al pueblo que la
edtlic o de la poca de su desocupacin y la forma en
que fu~ despoblada, y convertida en una desolacin y
ruina' ni sobre si acab por la espada, o por el hambre,
o pre~tilencia. Los rboles que la amortajan puede?
haber brotado de la sangre de sus despedazados habltantes; pueden haber tlerecido aullando por el hambre;
O la pestilencia como el clera, puede haber llenado
sus. calles de ca'dveres, y arrojado para. siempre a los
dbiles resdllos de sus hogares; de cuyas horrendas
calamidades en otras ciud~des tenemos relatos aut~
ticos en eras anteriores y subsiguientes al descubnmier:to del pas por los espaoles. Una cosa yo creo,
que su historia est grabada en sus monumentos. Nin-
, CAPITULO 8
SEPARACION. _ UNA AVENTURA. - EL RIO COPAN. - DON cLEMENTINO. - UNAS BODAS. - UNA
CENA. _ BAILE DE BODAS. - COMPRiA DE UNA MULA. - LA SIERRA. _ VISTA DESDE LA CUMBRE
_ ESQUIPULAS. _ E'U CURA. - HOSPITALARIA Il,ECEPClON. - LA IGLESIA DE ESQUIPULAS. RESPONSABILIDADES DEL CURA. - MONTA&A DE QUEZ.ALTEPEQUE. - UN PELIGRO INMINENTE.
_ SAN JACINTO. _ flECEPCION POR EL PADRE. - UNA FIESTA D'E ALDEA. - UNA EMBOSCADA._
EL RIO MOTAGUA. - LA ALDEA DE SANTA ROSALlA. - UNA ESCENA DE DIFUNTO.
Habiendo decidido que. en tales circunstancias, era cap tan veloZ' como pude de las Toncas y gruonas
mejor separarnos, no perdimos tiempo en actuar en ese maldiciones del arriero.
Por alguna distancia el camino se extiende a lo larsentido. Yo tuve dificultad para lle~ar a un recto entendido con mi arriero, pero al fin celebramos un trata~ go del ro. El Copn no tiene asociaciones histricas,
do de paz. Se cargaron las mulas, y a las dos de la pero el Guadalquivir no puede ser ms bello. A cada
tarde mont. Mr. C. me acompa hasta la orilla del lado haba montaas, y en cada vuelta un nuevo pano~
bosque, 'donde me desped de l,' y le dej~ Para enc:on- rama. Cruzamos una elevada cordillera, y a las cuatro
trar dificultades peores que las que hab18mos temIdo. de la tarde bajamos otra Vez al ro, qUe aqu formaba
Yo pas por la aldea, cruc el ro, y, dejando al arriero la lnea divisoria con el Estado de Honduras. Era anen la ribera me encamin a la hacienda de don Grega- cho y rpido, pi"ofundo, e interrumpido por bancos de
rio; pero m~ vi privado de la satisfaccin ,que .y.o J!le arena y de cascajo. Vadendolo, entr de nuevo al Eshaba prometido a1 partir, de 8!rojar. ~obre el ml mdIg- tado de Guatemala. All no haba pueblo, ni siquiera
nacin y mi desprecio" en conslderacIon a .que Mr.. Ca- una casa a la vista, y ninguna dificultad con respecto a
pasaporte. Ya avanzada la tarde, al subir por iUna petherwood estaba todavla al alcance de su mfluencla; y
an ahora mi mano se detiene al refleccionar que cuan- quea eminencia, vi un gran campo con cercas de piedo Mr. C., en grandes apuros, robado por su criado, y dra, trancas, y corral para ganado, que lo asemejaba a
abatido por la fiebre, se refugi en su casa, el don lo una granja de Westchester. Entramos 'Por una puerta,
recibi tan bondadosamente como su ruda naturaleza y nos dirigimos por en medio de una hermosa campia
se 10 permiti. 1\rI:i nica alegra fU~ el hacer al. orgul1o~ hasta una extensa, baja, y bien ordenada hacienda. Esso patn sumar una cuenta de penlques y chelmes por ta e1"8l la residencia de don Clementina, quien yo saba
huevos leche, carne, etc., hasta la suma de dos dlares, que era pariente de don Gregario, y uno de tantos a
que yo' puse en sus manoS. Ms tarde supe que me ha_ quienes yo habra querido esquivar, pero tambin la
ba elevado muchsimo en su estimacin, y en la del nic.a en que el arriero haba maquinado el hacer alto.
vecindario en general, por mi honrada conducta de no La familia se compona de una viuda con un gran nmero de hijos, entre quienes los principales eran: don
irme sin pagar.
Mi buena armona con el arriero fue de corta du- Clementina, joven de veintin aos, y una hermana co_
racin. Al partir, Mr. ,C. Y yo habamos dividido nues- mo de diez y seis o diez y siete, bonita muchacha de catr:a. provisin de platos, cuchillos y tenedores, cucha- bello rubio. Bajo el cobertizo se hallaba una partida
ras etc., y Agustn haba 'colocado mi parte en la cesta de muchachos en taje de fiesta, y cinco o seis mulas,
en 'que haban ido todos, y stos, estando flojos hacan con elegantes monturas, estaban amarradas a los pilatal ruido que asustaron a la mula. La bestia sali co- res del corredor. Don Clementino estaba ostentosarriendo, hacjndonos partir a todos juntos con un ruido mente ataviado con chaqueta y pantalones blancos, acordonados y bordados, gOITa de algodn blanco, y sobre
estrepitoso, hasta que se meti entre los matorrales
Tuvimos una escena de terrible confusin, y yo me es- ella un lustroso sombrero de campanat con un cordn
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empin~da
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la las mulas. Las provIsIOnes del padre eran abundantes para m, y el mozuelo sordo mudo cort unas
costillas del costado de buey, y. prepar la cena para
l y para el arriero.
Mientras c.enbamos omos unos lamentos que salan de la casa frente a la cual estaba agrupada la
multitud. Despus de anochecer me encamin hacia
all, y encontr que se lamentaban sobre un difunto
En el interior estaban varias mujeres; una se letorca
las manos, y las primeras palabras que distingu fueM
ron: "Oh, nuestro Seor de Esquipulas, por qu
te lo llevastes?" Ella fue interru-mpida por las pisadas de cascos de caballo, y penetr un hombre, cuyas
facciones en la obscuridad no pude ver, pero quien,
sin apearse, con ronca voz dijo que el cura peda seis
dlares por' el entierro del cadver. Uno de los del
concurso exclam: "Qu vergenza! Qu vergen~
za!" y otros dijeron que ellos lo enterraran en el
campo. El jinete, con la misma ronca voz, dijo que
era igual que lo sepultasen en el camino, en la montaa, o en el ro, que al padre se le deban pagar sus de~
rechos. Hubo una gran gl'itera; pero la viuda, en
tono lloroso, declar que ese dinero deba de pagarse,
y en seguida renov sus exclamaciones: "Mi nica
ayuda, mi consuelo, mi cabeza, mi corazn; vos que
eras tan fuerte, que podas levantar un zurrn de
ail": "dijiste que iras a comprar ganado"; "yo dije,
si; trame buenos gneros y alhajas". Las palabras,
y el -penetrante tono de ~gustia, me trajeron a la memoria una escena similar que haba contemplado una
vez en las mrgenes del Nilo. Por invitacin de uno
de los amigos entr a la casa. El cadver yaca en el
suelo, con un vestido blanco de algodn extendido des_
de el cuello hasta los pies. Era de un joven, de no
ms de veintids aos, con el bigote apenas apuntando sobre su labio superior, alto" y no ms que un mes
antes tan vigoroso que poda "levantar un zurrn de
ail". Haba salido de su hogar para comprar ganado, regres con fiebre y al cabo de una semana muri
Tena una venda atada bajo la barba para sostenerle
la quijada; sus delgadas muecas las tena segurds
travs del pecho; y sus cnicos dedos sostenian un pequeo crucifijo hecho de dobladores cosidos con aguja. A cada lado de su cabeza haba una vela encendida, y las hormigas, que abundaban en el suelo, bu_
llan sobre sU rostro. La viuda no repar en m, pero
la madre y dos hermanas jvenes me preguntaron si
no tena remedios: si no podra yo curarlo, si lo habra podido curar en c,aso de haberlo visto antes.
Me desped de la acongojada familia y me retil
El hombre que me haba invitado a entrar me encontr en la puerta, y me dio un asiento entre los amigos. Inquiri con respecto a mi pas, dnde quedaba,
y si las costumbres eran como las de ellos; y muy
pronto, a no ser por los lamentos de la viuda, muchos habran olvidado que B. pocas yardas de ellos yaca un amigo muerto.
Me qued con ellos una hala y despus regres a
mi choza. El corredor estaba repleto de cerdos; el lL
terior era un perfecto chiquero, lleno de pulgas y de
nios; y la mujer, con un cigarro en la boca, y la ms
spera voz que jams o, todava trajo nio tras nio,
y los amonton en el suelo. Mis criados estaban ya
dormidos afuera; y pidiendo prestado un cuero de
buey, sin curtir, lo extend sobre el piso en el extremo del a casa; sobre l coloqu mi pelln y sobre ste
me tumb yo. La noche antes haba yo dormido ba~
jo un mosquitero! Oh, padre de San Jacinto, que un
hombre de mi "rango y mi carcter" hubiese llegado
a tal extremo! La mujer estaba falta de sueo; una
docena de veces sali a fumar un cigarro o a echar
fuera a los puercos; y su desagradable voz, y los alaridos en la casa del duelo, me hicieron regocijarme
cuando los gallos cantaron por la maana.
CAPITULO 9
CHfMALAPA. - EL CABILDO. - UNA ESCENA DE BORRACHERA. - GUSTATOYA. - PERSECUCION DE LADRONES. - APROXIMACION A GU.ATEMALA. - HERMOSO PAISAJE. - VOLCANES
DE AGUA Y DE FUEGO. - PRIMERA VISTA DE lJA CIUlDAD. - ENTRADA A LA CIUDAD. - PRIME.
RAS IMPRESIONES. - LA RESIDENCIA DIPLOMATICA. - LOS PARTIDOS EN CENTRO AMERICA. ASESINATO DEL VICE.PRESIDENTE FLORES. - SITUACION POLITICA DE GUATEMALA .- UNA
SITUACION EMBARAZOSA. - LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE. - POLICIA MILITAR.
Al romper el alba me ba en el Motagua. Mientras tanto el muchacho sOI'do-mudo preparaba el chocolate y el cadver del joven era conducido a su ltima m~rada. Pas a la desolada casa, me desped de
los dolientes y reanud mi viaje. Otra vez tenamos
a nuestra derecha el Ro l\!Iotagua y las montaas de
Vera-Paz. El camino era plano; haca excesivo ca~
101' y sufrimos Dor la sed. A medio da paramos dos
ho~as en la aldea de F'isioli. Ya avanzada la tarde llegamos a una meseta cubierta de rboles con flores,
que parecan manzanoS en flor, y cactus o tunos, con
ramas de tres a quince pies de largo. Yo iba adelante; y habiendo estado en la silla todo el da, y queriendo aliviar a mi mula, desmont y segu a pie. Un
hombre de a caballo me alcanz y me conmovi dicindome que mi mula estaba cansada. La mula, no te_
niendo costumbre de ser conducida, tiraba hacia atrs,
y mi nuevo conocido la segua azotndola; y recordanla fbula, y que yo no podra complacerlos a todos,
mont, y nos dirigimos iuntos a Chimalapa
Era un largo y descaminado pueblo, con una iglesia grande, pero all no habia cura, y me fu al cabildo. Este, adems de ser la casa del pueblo, es una es~
pecie de caravanera o lugar de parada para los via~
jeros, siendo un remanente de las costumbres orienta_
les todava existentes en Espaa, e introducidas en sus
antiguas posesiones americanas. Era un amplio edificio, situado en la plaz'a, repellado y blanqueado. En
un extremo el alcalde estaba presidiendo una especie
de corte, y en el otro se vean las rejas de una prisin. En medio de ellos quedapa una pieza como de
tr~inta pie~ por veinte, con paredes desnudas, y destitUIda de SIlla, banca o mesa. Fue entrado el equipa~
je, se suspendi la hamaca, y el aloalde me envi mi
cena. Oyendo el sonido de un tambor y un violn
me encamin a la casa de donde sala, la cual estab~
repleta de hombres y mujeres fumando, repantigados
en hamacas, bailando y bebiendo aguardiente, en celebracin de un casamiento. La noche anterior haba
yo presenciado una escena de difunto. Esta el a II
exhibicin de asquerosa borrachera, y el principal va_
lentn estaba dispuesto a armar pendencia conmigo
viendo lo cual, prudentemente regres al cabildo, cerr
la puerta y recurr a mi hamaca.
Salimos de madrugada. Dejando el pueblo, por alguna distancia a cada lado haba un vallado hecho de
barras colocadas sobre horquillas de cuatro pies de altura, y lleno con grandes pedazos de tunos El camino
era lo mismo que el que habamos tenido el da anterior, plano y abundante en cactus. De nuevo haba
un calor desesperante, y por la tarde divisamos al pie
de una elevada montaa un bosquecillo de cocoteros,
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mudo.
.
. d t'
Avanzando, pero no muy de pnsa, Y mll'a~.o a ras
ocasionalmente las lejanas luces de la poblaclOll, con
una desconocida montaa frente .a m} y ';lna o~~cura
noche, comenc a pensar que para mI sena 8uflclente
el defenderme cuando me atacaran; y, aunque el asun..
t haba ido adelante por mi cuenta, e~'a una locura
para m el pasar la noche ayudan~o a libra~ a }a poblacin de sus ladrones. En segUIda reflexlOne q~e,
si a los caballeros a quienes pei'seguamos se l~s me~le
1'a en la cabeza volverse atrs, mi gorra y mI vestldo
blanco me haran ms visible y podra ser peligroso el
encontrarlos en este lugar; y, con objeto de ganar tiempo para consderar lo que me convendra hacer mejor,
regres a la poblacin y an no haba acabado ,de resolver definitivamente mis ideas cuando llegue a la
plaza.
h.qu me detuve, y a los pocos minutos pas un
hombre quien me dijo que l haba encontrado a dos
de los ladrones eh el camino real, y que le haban
contado que me ag;u'raran.por la maana. Se les ha~
ba metido entre ceja y ceja que yo era un ayudante
so
de Carrera, de regreso de Belize con una gran cantidad de dinero para pagar a las tropas. Como a la hora regres el alcalde con sus agregados. Yo no tena
la idea de ser robado por equivocacin; y sabiendo la
faclidad con que los ladrones podan ir adelante y dispararme desde lejos, ped al alcalde que me proporcionara dos hombres para que fueran adelante y estuviesen alertas; pero yo estaba verdaderamente fastL
diado del pas y de la excitacin de sus despreciables
alarmas.
La luz del da disip la tristeza que la noche haba arrojado sobre mi buen humor, Saliendo de Gustatoya, por alguna distancia camin a travs de Un terreno cultivado donde los campos estaban divididos
por vallados. Muy' pronto olvid' todo temor de los
ladrones, y, aburrido por el lento' paso de las mul s
de carga) me adelant, dejndolas muy atrs. A las
once del da entr en un barranco tan agreste que cre
que ese no poda ser el camino real para Guatemala;
all no Se vea ningn rastro de mula; Y, regresando,
tom otra ruta) cuyo re!>ultado fue que perd ~i. cami
no y anduve todo el dIa solo. No pude adqU11'lr elaTas noticias de Agustn y del arriero, sino que segu
caminando en la creencia que ellos iban adelante de
m. Prosiguiendo rpidamente, al anochecer llegu ~
una hacienda hacia un lado del camino, en la que fm
cordialmente recibido por el dueo, que era un mulato,
y, para mi gran sorpresa, supe,que ya h~ba yo avan..
zada una larga jornada de un dla de camIno para Guatemala. -~l me puso ansioso, sin embargo, con respecto a la seguridad de mi equipaje; peto por aquella noche yo no poda" hacer nada. Me te.nd a lo largo fr 7ute a un gran escapara,te con. u~~ lmagen de la V~r
gen, el "santo tutelar de la famIlia, Como a las dl~Z
de la noche lu despertado p()r la' llegada de Agush~
y del a;rriero. Fuera de sus temores con respecto a mI,
ellos haban tenido sus propias dificultades; dos de
las mulas se cansaron, y tuvieron necesidad de parar
para que descansaran, Y para apacentadas, .
A la maana siguiente, muy temprano, dejando el
equipaje al arriero (lo. que, dicho sea ~e paso, era una
imprudencia en ese tlempo), y Camblandome el ves~
tido, seguimos el viaje con Agustn. Muy pr<:nto co,menzamos a ascender por una abrupta montana, muy
escarpada, dominando a ca~a pa~o .una vista agre~te y
magnfica y al llegar a la CIma dIVIsamoS a ~!an dIstan
cia abajo de nosotros en el fondo de un anfIteatro de
montaas el pueblo de El Puente, cuyos campos ahededr era~ blancosy muy iranstados por patachos de
mulas. (Descendimos al pueblo y atravesamos el puente construido sobre arcos de piedra, en un barranco
pr donde pasa una espurnante catarata. En este lu~
gar nos encontramos completamente rodeados de mOIL
taas agrestes hasta lo sublime, recordndome algunoS de los ms bellos paisajes de Suiza. Al otro lado
del puente principiamos el ascenso de ?t~a montaa.
El camino era ondulado; y, al estar a sulclente altura,
la vista del pueblo y del puente all a lo lejos era excesivamente bella, Descendiendo a. corta distancia,
pasamos por una pequea aldea de chozas, situada en
el filo de la montaa, dominando, por ambos lados la
vista de un extenso valle a cuatro o cinco mil pies hacia abajo. Siguiendo esta hermosa serrana descendimos a una meseta de tierra frtil, y divisamos la
puerta de un campo que se me figur el paisaje de un
parque en Inglaterra ondulante, y adornado con rbo~
les. En medio est ,situada la hacienda de San Jos,
edificio de piedra, largo y no muy alto, con corredor
al frente; era uno de aquellos lugares que, cuando me_
nos se espera) ,tocan una fibra sensible, evocando gratos recuerdos y llaciendo que el viajero se sienta como
si pudiera permanecer all para siempre, y paTa nosotros particularmente grato puesto que an no nos ha~
bamos desayunado.
Esta era un hacienda de ganado, en la que haba:
centenares de cabezas; pero todo lo qUe pudieron dar~
nos de comer fueron huevos, tortillas y frijoles coci-
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tado.
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53
54
CAPITULO 10
HACIENDA DE NARENGO.-LAZANDO GANADO.-CORRESPONDENCIA DIPTJm'lATICA.-FORMULAS.-FIESTA DE LA CONCEPCION.-TOMANDO EL VELO NEGRO.-UNA PAISANA.-RENUNCIANDO AL IIIUNDO.-FUEGOS ARTIFICIALES, .ETC.-PROCESION EN HONOR DE LA VIRGEN.-OTRA
EXHIBICION DE FUEGOS ARTIFICIALES.-UN TORO BRAVO.-SOLDADEZCA INSOLENTE.
En-
ta pOJ' la orilla del lago, y 'entramos a IDI gran corral de ganado, en cuyo centro y hacia el lado pen-
53
general no tena ni la ms mmIma autoridad en el en la que las monjas asistan a las ceremonias de la
Estado, y hago hincapi en esta circunstancia para po- iglesia. Arriba de la reja de hierro haba otra de maner de relieve la completa debilidad de la adminis- dera, y de sta, a los pocos minutos sali una suave
tr[(c[n, y las desastrosas condiciones del pais en ge- meloda de extraa msica india, y se present U'na
neral. Esto me molestaba especialmente porque me figura blanca, con largo velo tambin blanco, llevando
haca ver las dificultades y el peligro de continuar en la mano derecha una candela, y con ambos brazos
ertendidos, anda'ndo- despacio hasta Ilegal' a unos polos viajes que haba proyectado.
Desde mi a:rribo qued impresionado con el devo- cos pasos de la reja, retirndose en seguida de la misto carcter de la ciudad de Guatemala. Por la ma- ma manera. De ah a poco se oy la misma suave
i'ana y por la tarde, todas las iglesias estaban abier- meloda procedente de la reja de abajo y vimos avantas y las gentes, particularmente las mujeres, acudan zal1 una procesin de monjas vestidas de blanco, con
con regularidad a los rezos. Cada casa tena su largos velos del mismo color y llevando cada una e'n
imagen de la Virgen, del Redentor o de algn santo la mano una gran vela encendida. Termin la msituielar, y sobre las puertas haba leye'ndas con ora- ca dando principio un canto, tan suave que era nececiones: "ILa verdadera sangre de Cristo, nuestro Re- sario el odo muy atento para percibirlo. Adelantdentor, que solo representada en Egipto libr a los 1s- ronse las hermanas de dos en dos al comps de este
currimos a vos". "AVe Maria, gracia plena, y la San- suave canto hasta unos pocos pies de la reja, voltsima Trinidad nos favorezca". "El dulce nombre de vindose en seguida por diferente camino. Al final
de la procesin aparecan dos monjas vestidas de neJess sea con nosotros. Amn".
'El primer domingo despus de mi arribo fu ce- gTo y en medio de ellas la novicia, con vestido y velo
lebrada la fiesta de La Concepcin, que siempre ha blancos y una guirnalda de rosas en la cabeza. Las
sido reverenciada entre los ritos de la Iglesia Catli- monjas blancas se colocaron a los lados, ces su canto,
ca, y en ese da con mayor entusiasmo: por .la circuns- y se oy solamente la voz de la novicia, pero tan d--tancia de que una novicia del convento de la Concep- bil que ms pareca el aliento de un espritu del aire.
cin se haba decidido a tomar el velo negro. Muy Las monjas blancas derramaron flores ante ella, avande maana las campanas de la~ iglesias repicaron en zando sta en medio de las dos negras. Parse por
toda la clUdau, se U.o.1:i1JdLalon canouazos en la plaza, y tres veces arrodillndose, siguiendo su mismo suave
se prepararon cohetes y fueg'os artifIciales n las es- canto, y por ltimo las monjas blancas se agruparolJ
quinas de las calles. A las nueVe de la maana mul- a su alrededor, derramando flores sobre su cabeza y
titud de gente fu llegando a la iglesia de La Concep- por su senda. Lentamente la condujeron a la parte
cin. Frente a la puerta y a travs de las calles, de atrs de la capilla, y se arrodillaron todas frente
haban arcos adornados con siempreverde y flores. al altar.
En. estos momentos unos acordes musicales se de~
Las amplias gradas de la iglesia fueron reglldas con
hojas de pino, y sobre la plataforma, varios hombres jaron or al otro extremo de la iglesia; se abri un
soltaban cohetes. La iglesia era una de las ms her- camino entre la multitud avanzando una procesin,
mosas de Guatemala, con profusin de adornos de oro compuesta de los principales sacerdotes, ataviados con
y plata, cuadros e imgenes de santos, y adornada sus ms ricas vestiduras, y encabezados por el venecon arcos y flores. El Padre Aycinena, Vicepresiden- rable Provisor, un octogenario de cabellos blancos,
te del Estado, y el miembro principal de la Asamblea que ya vacilaba al borde de la tumba, tan digno de
Constituyente, era el predicador ese da, y su alta re- consideracin por su padosa vda como por su veneputacin atrajo un gran concurso de gente. El plpi- rable apariencia. Un lego nevaba sobre un precioso
to esfaba situado en un extremo del templo y toda la cuadro una corona de oro y un cetro tachonado de
concurrencia tena deseo de or el sermn. Esto hizo pedrera. La procesin avanz hasta una pequea
que el extremo opuesta quedara casi desocupado, y puerta a la derecha de la reja, y las dos monjas neyo me coloqu sobre una grada del altar ms inme- gras con la novicia aparecieron en la entrada. Crudiato y frente a la reja del convento. Al terminar el zro'nse algunas palabras entre ella y el Provisor, que
sermn hubo una d'escarga de cohetes y cohetillos en entend ser un examen sobre si su propsito de abanraeltas de un brazo fuerte y poderoso, librenos de la donar el mundo era o no voluntario. Terminado esto,
peste, guerra y muerte repentina. Amn". "Oh Ma- el Provisor le quit la guirnalda de rosas y el velo
ra, concebida_ sin pecado, rogad por nosotros, que re- blanco;. colocndole en la cabeza la corona y el cetro
las gradas de la iglesia, cuya humareda invadi el in- en la mano. La msica lanz estrepitosas notas de
terior, sintindose el olor de la plvora ms pronun- triunfo, y a los pocos mnutos ella reapareci en la
ciado que el del incienso. El piso haba sido regado rej a con la corona y el cetro, y con un vestido chisco:rj hojas de pino, y se encontraba cuajado de muje- pea'nte de pedrera. Las hermanas la abrazaron, y
res arrodilladas con sus mantos negros cubrindoles otra vez derramaron rosas sobre ella. Pareca horrila cabeza por completo, y sujeto por debado de la ble amontonar sobe esta joven la pompa y los plabarba. Yo nunca vi ms bello espectculo que estas cees del mundo, en los momentos en que se despeda
filas de mujeres arrodilladas, de rostro puro y expre- de ellos para siempre. Se arrodill otra vez ante el
sin sublime, realzada por el entusiasmo de la reli- altar; y al levantarse, las joyas y piedras preciosas, y
gin; y entre ellas, bella como la que ms y atractiva los ricos adornos con que fu engalanada, se le quicual ninguna, estaba una de mi propia tierra: a lo taron y en seguida se volvi hacia el Obspo, quien,
sumo de veintidos aos de- edad, casada can un caba- quitndole la corona y el cetro, psole en la cabeza el
llero perteneciente a una de las primeras familias de velo negro. De nuevo apareci ella frente a la reja;
Guatimala, que haba estado desterrado en los Esta- el ltimo l el paso fatal an no estaba dado j an no
dos Unidos. En atta tierra y entre otras gentes, ella se le haba extendido el velo negro. otra vez las
haba abrazado una nueva fe; y, con el entusiasmo de mo'njas la rodearon, y entonces por poco la devoran a
una juvenil conversacin, ninguna dama en Guatima- besos.
la era ms devota, ms puntual a la misa, o ms esYo no sabia nada de su historia. No haba odo
frista en toda la disciplina de la iglesia catlica que la decir que la ceremonia tendra lugar sino h&sta la
Hermana Susana.
misma tarde del da anterior, y me imaginaba a la
Despus de los fuegos artificiales, hubo una gran joven vieja y fea; pero no, si estaba marchita ni conceremonia en el altar, y en seguida un movimiento sumida por los pesares, ni era la imagen de un c6rageneral de la concurrencia hacia el otro extremo de zn desilucionado; por otra parte era una joven y
la iglesia. ,El convento quedaba contiguo, y en la pa- hermosa entusiasta; tendra no ms de veintitrs aos
red divisoria, como a seis pies del piso, haba una de edad, y era poseedora de uno de esos rostros salugran reja de hierro, y como cuatro pies ms all otra, dables que, aunque no vuelvan loco' a un hombre por
56
su belleza, llevan el sello .?e una bien conformada naturaleza para el desempeno de todos los deberes correspondientes a una hija, esposa y madre, y que ha
blau de la benevolencia y generosidad del COrazn de
la mujer. Estaba plida, y pareca consciente del importante paso y solemnidad de los juramentos que iba
a hacer, y no estaba apesarada; pero an asi quin
pucde saber lo que pasa en el corazn humano?
Se volvi hacia el Provisor, quien extendi sobre su rostro un velo negro; la msica lanz sus notas de alegra, por una joven que habiendo venido al
mundo para llevar sus cargas se' apartaba de l. Inmediatamente sigui ,un murmullo de voces reprimidas' y abrindose paso por entre la concurrencia, me
agregu a un grupo de seoras, siendo una de ellas
mi bella compatriota. Esta, era de un pequeo pueblo del campo de Pensylvania, y el romance de sus
afectos hacia los conventos y monjas an so habia
desaparecido. Cu'!!!do]a primera invacin .de Carrera, se refugi en el convento de [.a Concepcin, y hablaba con entusiasmo de la pureza Y piedad de las
monjas, describiendo algunas que sobrepasaban en todo a los atributos de la mujer. Conoca especialmente a la. que acababa de tomar el velo, y me cont que
dentro de pocos das aparecera junto a la ..eja del
convento para abrazar a sus amigos y despedirse de
ellos, p\"ometic'ndo llevarme para que me tocara mi
parte en la distribucin.
Durante este tiempo se quemaron cohetes en las
gradas, y en la calle al frente estaba una armazn de
fuegos artificiales, de treinta pies de altura, la cual
toda l~ concul'l'encia que haba en las grad.as y en la
calle esperaba ver en movimie'nto. Todo el mundo
criticaba lo absw'do de tal exhibicin durante el dia,
pero decian que tal era la costumbre. La pieza era
de complicada estructura y en el centro tenia una
gran caja. Se oy un silvido de ruedas, gran humareda, y d!3' vez en cuanao una roja llamarada; y al
esta quemados los extremos, para finalizar, co'n un
fuerte chasquido se abri la caja, y al disiparse el humo, se pudo ver la figura de una monjita negra a lo
cual todos se rieron! y se dispersaron.
Por la tarde tuvo lugar la procesin en honor a
la Virgen. Aunque Guatemala estaba triste, y, por las
convulsiones de la poca, privada de toda clflse de
alcgdas, las procesiones religiosas eran como siempre, y habra sido evide'ncia de ID\. estado moribundo
el descuidarlas. Todas las calles por las cuales deba pasar la procesin estaban regadas con hojas de
pino, y a travis de ellas se levantaron arcos adornados con siempI'everde y flores; los grandes balcones
de las ventan;.s fueron adornados con colgaduras de
seda carmes y banderolas de caprochosos dibujos. En
las esquinas de las calles se colocaron altares bajo enramadas de siempreverde, tan altas como los techos
ele las casas, adornados con imgenes y ornamentos de
plata de las iglesias, todos cubiertos de flores. Rica
como 10 es toda la Amrica Central en productos m:.turales, el vtlle de Guatemala se distingue por la be
lleza y variedad de sus flores; y por un da los campos fueron despojados de sus vestiduras para el1ga1:::.oar' la ciudad. Yo he visto grandes festividades en
Europa, con dinero delTamado a manos llenas' pero
nunca nada tan sencillamente hermoso. Mi paseo por
s calles antes de 111 procesin fu la parle ms interesante del aia. 'l...vs.tUS w:bitantes, con sus mejores atavos, se encontraba all: los hombres parados
en las esquinas, y las mujeres, con negras mantillas,
sentadas en largas filas a los lados; las banderas y
cortinas en los balcones de las ventanas, el verdor de
las calles, la profusin de flores, las vistas por en me-dio de los arcos, y la sencillez de costumbres que permite a las damas de primera categora mezclarse libremente con la muchedumbre y sentarse en las calles, formaban un cuadro de belleza que an hoy
5'1
Al final de la calle la procesin hizo alto en la nas visibles, se ahala'nzaba sobre lo ms denso de la
encrucijada, y la; imagen de al Virgen .fu retirada multitud atrojando todas partes torrentes de fuego.
de la~ andas y. co10cada sobre el altar. Los sacerdotes Yo estaba parado con un grupO de damas y varios
arrodIllndose rezaron ante ella, y toda la concurren..., miembros de la 4samblea Constituyente, y estps hacia tambin se arrodill. Yo estaba en la esquina cer_ blaban de una invasin de tropas de Quezaltenango
ca del altar, que dominaba una vista de las cuatro 'y de la salida de Carrera a repelerlas. Cuando los
calles, y levantndome un }Joco sobre una rodilla, pu~ toros vinieron hacia nosotros, retrocedimos hasta ms
de ver en todas las calles una densa masa de figuras no poder; las damas gritaron, y nosotros valientemenarrodilladas ricos y pobres, mujeres hermosas e in~ te volvimos las espaldas agachando las cabezas para
dios de- estpida apariencia' banderolas y cortinas agi- defenderlas de la lluvia de fuego. 'rodas decan que
tndose en los balcones de' laS! ventanas, y las figuras esto era peligroso, per"o as era la costumbre. Hubo
de los ngeles con su ligero ropaje de gasa que pare.. . ms alegra y jovialidad de la que yo nunca haba
ca flotar en el aire; mientras el estre,pitoso canto de visto 'en Guatemala y me qued triste cua-ndo termin
la multitud robustecido por el proftUldo coro de la el espectculo.
Todo el da haba yo sentido particularmente la
voz de los soldados, produca una escena, mezcla de
belleza y de fealdad a la vez atrayente y repulsiva. influencia del hermoso clima; la sola aspiracin del
Terminado esto, todos se levantaron, la Virgen fu co- ahe era una delicia y la noche era digna de tal da~
locada de nuevo en su' trono, y la procesin sigui su [,os rayos de la !tIlla iluminaban la fachada de la vemovimiento. En el altar prximo di la vuelta por un nerable iglesia, mostrando con tristeza una grieta de
lado y me fu a la plazuela frente a, la iglesia de San arriba abajo causada por' Un terremoto. Al e'ncami~
Francisco, lugar sealado para el gran final de los narnos hacia nuestras casas, las calles se encontraban
honores a la Virgen: I,la e hibicin de los fuegos ar- iluminadas con Una brillantez casi sob~'enatural; y las
damas, orgUllosas de sus noches de luna, casi Ine per.. .
tificiales!
Ya anocheca cuando la procesin entr al prin- suadieron de que esa era la tierra del amor.
cipio de la calle que conduce a la plaza. Fu aproxiSiguiendo nuestra ruta pasamos por una garita
mndose con un ruidoso canto, 'no vindose a lo lejos
ms que una gran procesin' de velas encendidas, que donde varios soldados se hallaban tendidos a lo largo,
alumbraban la calle como si fuera d'e da. Los dia~ como para obligar a todos los transeuntes a bajar del
blos iban todava a la cabeza y' su llegada a la pla- andn dando la vuelta alrededor de ellos. Quiz tres
za fu anunciada por una descarga de cohetes. En o cuatro mil almas, la mayor parte mujeres, fueron
pocos minutos la primera pieza de los fuegos artifi- obligadas a bajar. Todos se daban cuenta de la insociales fu exhibida desde la balaustrada de la iglesia; lencia de esos hombres, y no dudo que algunosl senti~
las imgenes sobre el techo se iluminaron CDn el res- ran impulsos de arrojarlos de la va a puntapis pero,
plandor y, aunque no ~dificada expresamente para tal aunque pasaban suficientes jvenes para echar fuera
propsito, la iglesia corrspondi dignamente a la ex_ de la ciudad a toda la tropa, nadie protestaba, pare~
ciendo que ni se fijaban en ellos. En uno de los co~
hibicin.
El siguiente 'nmero se verific en el piso de la rredores de la plaza otro soldado estaba de espaldas,
plaza: era U'na diversin caracterstica del pueblo y tan tendido de travs con su mosquete a un lado murmu~
favorita en la exhibicin de fuegos de artificio como randa a los que, pasaban: "Pisoteme si se atreve y
ya ver!,' y todos tuvimos buen cuidado de no pasar
105 diablos en las procesiones religiosas, llamada LOS
TOROS, Y se compona de una arma-zn forrada de sobre l. Regres a mi casa a pasar la noche solo,
cartn fuerte "en forma de toro y cubierta por encima refleccionando con tristeza en la desdichada condicin
con fuegos artificiales; dentro de esta figura un hom~ en que se encontraba Guatemala, a pesar de tener tanbre meta la cabeza y los hombros, y con slo las pier_ tos elementos para ser feliz.
CAPITULO 11
EL PROVISOR. ~ COMO SE PUBLICABAN EN GUATEMALA LAS NOTICIAS - VISITA AL CONVENTO
DE LA CONCEPCION - EL COLERA, INSURREC.CIONES. - CARRERA ENCABEZA LA INSURRECCION APARECE EN" GUATEMALA - TOMA DE LA CIUDAD _ CARRERA TRIUNFANTE - LLEGADA
DE MORAZAN. - HOSTILIDADES. PERSECUCION DE CARRERA. - SU DERROTA. - PREDOMI
NA OTRA VEZ _ MI ENTREVISTA CON EL. - SUCARACTER.
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dia alguna para sus vctimas, especialmente si eran extranjeros" Y refirindose a la situacin del pas en
el momento de su partida l dice: 'Es probable. sin
embargo, que mientras escribo estas lneas, las activas
medidas que el General Morazn ha puesto en juego
para sofQcar ]a insurreccin, hayan, tenido xito y que
la 'carrera de esle "rebelde hroe" haya terminado".
Empero. la carrera de este rebelde hroe" no termin
y el "hombre llamado Can'era" era ahora dueo absoluto de Guatemala; y si no me equivoco, est llama
do a ser ms ~onspicuo que ningn otro caudillo que
se haya levantado hasta la fecha en las convulsiones
de Hispano Amrica.
El es nativo de uno de los harrias de Guatemala.
Sus amigos, por cumplimiento le llaman mulato, y yo
por lo mismo le llamo indio, considerando que esta es
la mejor de las dos sangres En 1891 era tambor del
regimiento del Coronel Aycinena Cuando el partido
liberal o democrtico prevaleci y el General Mora'
zn entr en la capital, CtuTera dej su tambor y se
retir al pueblo de Matasquintla. All se dedic a
la VEnta de puercos, y por v'arios aos continu en es
ta respetable ocupacin, probablemente tan ajeno co1'\.'\0 cualquicl'a de sus puercos a los sueos de su futura glandeza. Los excesos de los partidos polticos. las
severas exanciones para el sostenimiento del goberno, la usurpacin de las propiedades de la iglesia y
las innovacones, particularmente la introduccin del
cdigo de Livingston, estableciendo la prueba por medio de jurados y convirtiendo el matrimonio en un contrato civil, crearon el descontento en el pais. Esto ltimo fu una grande ofensa. para los curas que ejercan ilhnitada influencia sobre los indgenas. El ao
de 1837, el clera, en su marcha destructora sobre todo el mundo habitado, y que hasta entonces haba perdonado a esta porcin del Continente Americano, hizo
su terl'ible aparicin, cubriendo 'su suelo de cadveres
y dando motivo a convulsiones polticas. Los curas
convencieroIl a los indi.os que los extranjeros haban
envenenado las aguas. Glvez, que en aquel tiempo
era el Jefe delEstado, envi medicinas a los pueblos,
)as que siendo mal aplicadas por la ignorancia, en algunos casos, produjeron fatales resultados; y los sa
cerdotes. siempre opuestos al partido liberal, persua~
dieron l los indios que el gobierno estaba empeado
en envenenar y destruir a la 'raza. Todos los iridios
del pas estaban 1UUy excitados; y en Mataquescu1ntla
se levantal'on en masa, con Carrera a la cabeza. gritan~
do "Viva- la religin y muelte a los extranjeros"!
El priilier golpe se di asesinando a los jueces que haban sido nombrads conforme al cdigo de Livingston.
Glvez entonces envi una comisin, con un destacamento de c-abal1eria y bandera blanca, para or sus
quejas, pero mientras conferenciaban con los insur~
gentes, f,ueron rodeados por estos' y casi 1;odos desp~~
dazads. El nmero de desafectos al gobierno crecIa
y lleg a ser de ms de mil; Glvez envi contra ellos
seiscientos hombres que los derrotaron. incendiaron
sus pueblos, y cntre dtros xcesos, el ltimo fu en
contra de la esnosa de Carrera. Encendido en clera
por esta ofensa personal, se uni a varios jefes de los
pueblos, jurando no dar de!3canso a sus armas mientras
un oficial de Morazn pernianeclera en el Estado. Con
lUlos pocos enfurecidos seguidores f de pueblo en
pueblo, matando a los jueces y a los oficiales del go~
hierno. y cuando Je perseguan. escapaba a las mon~
taas, pidiendo tortillas en las haciendas para sus hom~
bres y perdonando y protegiendo a cuantos le ayudaban. En este tiempo l uo saba leer n\ escribir; pero
ayudado por algunos curas y particularmente por el
padre Lobo, un notorio libertino, lanz una proclama.
suscrita por l mismo, en contra de los extranjeros y
del gobierno por haber intentado envenenar a Jos irt~
dios, pidiendo la destruccin de todos los extranjeros
excepto los espaoles, la abolicin del cdigo de Li~
vingston, harer volver al arzobispo y a los frailes, la
expulsin de los herejes y In restauracin de los pri_
vilegios de la iglesia y de los antiguos usos Y costum-
S9
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tal de todo esto fu la aceptacin y sometimiento a lo piedra, con balcones de hierro y macizas puertas de
pedido por los sublevados.
varias pulgadas de espesor, resistieron los asaltos de
A las cinco de la tarde la pequea banda de las las partidas desbandadas; pero se cometieron muchas
tropas federales evacu la plaza. La infantera com- atrocidades que parecan ser precursoras del saqueo
puesta como de 300 hombres march por la calle real.
general
El Vice_presidente de la Repblica fu aseLa caballera, en nmero de setenta, exclusivamente
sinado; la casa de Flores, un diputado, fu saqueada;
de oficiales, en marcha por otra calle, se encontr con
su madre arrojada al suelo de un culatazo por un viun ayudante de campo de Carrera que les orden dejar
llano, y una de sus hijas herida con dos balas en un
las armas Yez respondi que l tena primero que
brazo.
ver a su general, pero los dragones, temiendo alguna
La casa de los Sres. Klee, Skinner & Ca. que
traicin ele parte de Valenzuela, se autorizaron y hu_
eran los principales comerciantes extranjeros en' Guayeron. Yez, con treinta y cinco hombres corri a Lemala, y que se dijo que tenan municiones y armas
galope a travesando la ciudad y escap por (~l camino fu varias veces atacada con gran ferocidad; pero te~
de Mixco. El resio de los hombres regres precipiniendo fuertes balcones en las ventanas, y estando retadamente a la plaza y con disgusto a deponer las lan_ forzada la puerta principal con bultos de mercaderas
zas, desmontando y desapareciendo cuando ya ni un
resisti los ataques de la indisciplinada turba armad~
solamente con garrotes, mosquetes, cuchillos machesolo hombre estaba sobre las armas
Mientras tanto avanzaban las hordas de Carrera. tes Los sacerdotes corran por las calles llevando el
El Comandante de los antigeos le pregunt si te- crucifijo, en el nombre de la Virgen y de los santos,
na divididas sus fuerzas en escuadrones o compaas refrenando a los desaforados indios, conteniendo sus
a lo cual Carrera respondi' "No entiendo nada de salvajes instintos, y salvando a los aterrorizados habi_
eso". Todo es uno" Entre sus principales acom- tantes Y aqu no puedo dejar de mencionar un nom_
bre que estaba en la boca de todos: Mr. Charles Savapaantes estaba Moreal y otros bien conocidos ban
didos criminales ladrones y asesinos Carrera iba a ge, ~ntonces c:qsul d~ los Estados Unidos, quien, en
medlO de los mas furIOSOS asaltos a la casa del seor
caballo con una rama verde en el sombrero, y ste con
pedazos de trapo sucio verde neel sombrero. y ste Klee, sali a la calle bajo una lluvia de balas, y recha_
con pedazos de tropa sucia colgando alrededor con zando las bayonetas y machetes, hizo retroceder a los
pinturas de santos. Un caballero que vio la entrada asaltantes de la puerta, llamndoles ladrones y aseside Carrera desde el techo de su casa, y que se haba nos" co.n sus b~ancos cabellos flotando al viento, que
familiarizado con las escenas de terror que se sucedan los IndIOS admIrados de su audacia desistieron de su
en aquella desgraciada ciudad, diome que jams en su intento Despus de esto y haciendo poco caso de su
vida la entrada de esa inmensa masa de barbarie. Lle_ propia vida, se le vi siempre en medio de todos los
nando las calles todos con ramas verdes en los som tU~l;lItos, saliendo Hes? de los peligros con gran admibreros, parecan; a cierta distancia, l.}n bosqu~ .en 1~0_ raClOn de cuantos le VIeron. Los extranjeros residentes
vimiento' armados con mosquetes OXIdados, VIeJas pIS- en la ciudad estuvie~'oJ;l unnimemente en presentarle
tolas, esdopetas, algunas con gato y otra;s sin.l, palos una carta de agradecImIento por su valiente e intereses
Peudientes an las negociaciones Carrera ataviado
conforma de fusiles atados dos o tres mIl mUJeres con
sacos y alforjas para llevar los productos del saqueo con el uniforme del general Prem , hizo lo psible por
prometido. Muchos que ~o haban salido pun~a de sus refrenar sus tumultuosas horas; pero dijo que varias
pueblos, admiraban salvaJemen~e la apapencIa de las veces haba estado a punto de proceder al saqueo de
casas e iglesias y la magnificencIa de la cmdad. Entra~ la c~sa de ISlee y de las de los otros dos ingleses.
ban todos a la plaza gritando: "Viva la religin y Habla extrano arranques de fanatismo en el carcter
muerte a los extranieros!" El mismo Carrera, at~ de este rebelde caudillo. El grito de guerra de sus
nito ante la muchedumbre que haba puesto en movi hordas era "j Viva la religin'! El Palacio del ar_
miento y guiar su caballo. Despus manifest q.ue zobispo haba sido usado como teatro por los libera_
estaba temeroso por la dificultad de controlar a esa In_ les; Carrera pidi las llaves, las coloc en su bolsillo
mensa y desordenada multitud. El traidor Barrun~,ia, y declar que, para evitar sino hasta que el episodio
el lder de la oposicin, el Catilina de esa rebellon. y declar que para evitar cualquier futura profanaCabalgaba al lado de Carrera e1;1 su entrada a la plaza. cin arzobispo volviera a ocuparla.
Finalmente se convino en los trminos por los cua_
A la oracin toda la multltud enton la salve o
himno a la Virgen. El grueso de voces humanas ne~ les Carrera consentira en retirarse, as: once mil dnando el aire haca temblar el corazn de los habitan- lares en plata efectiva, diez mil que seran distribuites de la ciudad. Carrera entr a la catedral; los in- dos entre sus seguidores y mil para si mismo mil
dios mudos de admiracin ante su magnificencia, en_ mosqu~stes y el grado de' teniente coronel. El dinero
no valla nada comparado con la salvacin de la ciudd
trar~n en tropel siguindole y colocando en derredor
del hermoso alt~r las toscas imgenes de los santos del inminente peligro en que se enconl.'aba pero er~
de sus pueblos. l\'onreal penetr a la casa del .g~ne una inmensa suma a los ojos de Carrera y d~ sus hor_
ral Prem, se apoder de una hermo?a casaca mlh~ar, das, pues entre quienes las formaban casi todos los
ricamente bordada con oro, y la llevo a Carrera qUIen encima y las armas robadas que portaban; sin embar_
se la puso, llevando todava el s~mbrero ~e petate .con go no era muy fcil conseguir el dinero; la tesorera
la rama verde Tambin le llevo un reloJ de bolsIllo, estaba sin fondos y los ciudadanos no lo daran tan
pero l no saba cmo usarlo. Pro'!?ablemente que, fcEmente. La locura de poner en manos de Carrera
desde la invasin de Roma por A\al'l.co y.los godos, mil mosqueies era s610 comparable al absurdo de haninguna ciudad civilizada haba sido invadIda por tal cerlo teniente coronel.
En la tarde del tercer da se logr pagar el dine_
inundacin de barbarie.
y solo Carrera poda controlar los salvajes ele_ ro, entregar los mil mosquetes y Carrera fu investido
mentos que le rodeaban. Tan pronto como fu pos,i~ con el mando de la provincia de Mita, distrito inmediable ,algunas autoridades l}egaron a verle y, en l~s mas to a Guatemala. El gozo de los habitantes al saber
abyectos tlminos, le ped13!1 que mal1lf~s~~se baJO qU; que pronto se retirara fu indescriptible; pero poco
condiciones evacuara la cmdad. El pldlO la depOSI_ despus circulaba el espantoso rumor de que las salcin de Glvez Jefe del Estado, y todo el dinero y las vajes hordas manifestaban el ardiente deseo de sa_
armas que el gobierno tuviese bajo su mando. Los quear la ciudad antes de abandonarla. Una inesperada
sacerdotes eran los nicos que tenan alguna influen- descarga de mosquetera confirm el rumor, y el pnL
cia sobre l, y las palabras nos pueden dar una idea co fu. inmenso. Sigui una hora de terrible calma;
exacta del terror en que se encontraba hi ciudad, te- pero a las cinco de la tarde fueron saliendo-de la plamiendo or de un momento a otro la seal para el ase- za en desordenados grupos. Al llegar a la plaza de
sinato y el saqueo general. Los habitantes se encerra_ toros hicieron alto, y, disparando al aire sus mosque_
rraron en sus casas, las que, estando construidas de tes levanta'ron nueva angustia. Se propag la noticia
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cerdotes a entreg31: las armas pagndoles cinco dlares por cada una; pero muy pronto se oy decir que
Carrera estaba ms fuerte que nunca, ocupando todos
los caminos y enviando imperiosas proclamas d gobierno. Por ltimo llegaron noticias que ya estaba en
marcha con direccin a la capital.
En tales momentos los habitantes de la ciudad tuvieron la feliz noticia que el general Morazn, Presi_
dente de la Repblica, llegaba del Salvador con mil
quinientos hombres. Pero an entonces dominaba el
espritu partidarista. El general Morazn acamp a
pocas leguas de la ciudad, vacilando entre verificar su
entrada o emplear las fuerzas del gobierno federal
para debelar una revolucin en el Estado sin el consentimiento de su gobierno particular. El gobierno del
Estado se manifestaba celoso del gobierno federal,
porfiando en mantener sus prerrogativas que no tena el valor de defender y exigiendo al Presidente de
un plan de campaa; emiti un decreto concediendo a
Carrera y a sus seguidores quince das para entregar
las armas, decreto que el general Morazn en su campamento; dos das ms tarde fu anunca'\ para actuar
conforme las circunstancias.
Mientras tanto, uno de los piquetes de Morazn
habia sido interceptado y sus oficiales asesinados, 10
cual levant gran excitacin entre sus tropas, pero ansioso de evitar ms derramamiento de sangre, envi
a la ciudad por el Cannigo Castillo y por Barrundia, encomendndoles la comisin de abocarse con los
rebeldes y persuadirlos para que entregasen las armas, ofreciendo pagarle hasta quince dlares por cada
una antes que llegar a los extremos. Los comisionados
encontraron a Carrera en una de sus antiguas guari.
das de las montaas de Matasquilla, rodeado de sus
hordas de indios y alimentndose con tortillas. El
traidor Barrundia fu recibido por los soldados de Mo_
razn con rechiflas; su pobre y cansado caballo pes~
manci atado en el campamento de Morazn, sin qu
comer nurante na y media; y para completar el pre~
mio de su traicin, Carrera se neg a recibirlo bajo sU
techo porque. como l dijo no quera hundir su nueva
lanza, que era obsequio de un sacerdote en el pecho
de Barrundia.
.La conferencia tuvo lugar al aire libre, en la cima
una montaa. Carrera rehus entregar las armas a
menos que las contribuciones que pesaban sobre los in
dios se redujesen a una tercera parte; pero suaviz su
asperidad en contra de los extranjeros declarando que
nicamente los que no fueran casados saldran del
pas y que en adelante slo se les permitir traficar
en l, pero no radicarse. El perverso cura Padre Lobo, con respecto a la insensatez de acusar al gobierno
de la tentativa de envenenar a los indios, fueron escuchados con mucha atencin por ellos, pero Carrera
cort la pltica asegurando con vehemencia que el go_
bierno le haba ofrecido a l personalmente veinte dlares por la cabeza de cada indio que l mismo enve_
nenara
Habiendo perdido toda esperanza de arreglo, el
general Morazn march hacia Matasquintla; mas, an_
tes de su llegada, ya las hordas de Carrera haban desaparecido entre las montaas. Ms tarde se oa decir
que haban aparecido en otro lugar, devastando el
pas, desolando pueblos y aldeas y, en seguida, antes
que las tropas de Morazn llegaran, escondan las armas y se iban a las montaas o permanecan quieta
y pacficamente trabajando en los campos. MI'. Hall,
Vice_cnsul britnico, recibi una carta suscrita por
once sbditos ingleses de Salarn, a una distancia de
tres das de camino, quejndose que las tropas de
Carrera les haban secuestrado de noche, despojndo
los de todo, confinndolos durante dos noches y un
da sin ningn alimento y sentenciado a ser fusila_
dos; pero que por ltimo les ordenaron dejar el -pas,
lo que ellos ahora estaban haciendo, destituidos de to_
do y mendigando en su camino hasta el puerto. Pocas
horas despus, a las diez el can de alarma anunciaba que Carrera se encontraba de nuevo a las puertas
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"AVISO
"La persona o personas. que entreguen al criminal
muerto o vIVO (si l no se presenta voluntariamente ('onforme al ltimo perdn). recibir
una recompensa de 1 000 dlares, y dos caballeras de
terreno, mas el!Jerdll' de cualquier crimen que hubie_
Se cometido".
El General en Jefe
Rafae~ Cabrera,
dido y acorralado por todos lados, entr en tratados yente; abolieron las leyes emitidas por el gobierno licon Guzmn, comprometindose a entregar mil mos- b.eral, resucitaron las antiguas leyes espaolas, los anquetes y abandonar los restos de sus salvajes hordas. tiguoS nombres de las cortes de justicia y de los ofiSin embargo, al poner en ejecucin las clusulas del ciales del gobierno emitiendo todas las leyes que les
tratado, Carrera 'entreg solamente cuatrocientos mos- parecieron sin que nadie se los impidiese. Su gran di~
quetes e intiles, y esta infraccin del tratado fu to- Iicultad consista en mantener quieto a Carrera. No
lerada por Guzmn que ni aun soaba la terrible suer- pudIendo ste permanecer inactivo en la ciudad, mar~
te que le esperaba en manos de Carrera.
ch sobre San Salvador con el ostensible objeto de
rrerminado esto, Morazn depuso a Rivera Paz, atacar al general Morazn. Los centralistas se encon
restituy en su puesto a Salazar y regres a San Sal- traban en gran ansiedad; el xito de Canera o su devador imponiendo fuerte contribucin a la ciudad n'ota era igualmente peligroso para eUos. Si era de_
para atender a los gastos de la guerra, Y llevndose rrotado, l\Iorizn podra marchar inmediatamente contodos los soldados del gobierno federal, probando as tra la ciudad y tomara una sealada venganza sobre
todo lo contrario de lo que le acusaban: de querer ellos; y si tena buen xito, Carrera regresara con
mantener su influencia en la ciudad por medio de las sus salvajes hordas que, embriagadas por la victoria
bayonetas. Guzmn regres a Quezaltenango, quedan- seran insoportables. Este pequeo detalle dar idea
do la guarnicin reducida solamente a setenta hom_ de la situacin. La madre de Carrera, una anciana
bres.
bien conocida como regatona en la plaza, muri Era
Las contribuciones y el retiro de las tropas de la costumbre que al morir alguna persona de la aristo_
ciudad crearon gran desafecto en contra de Morazn, cracia, se la sepultase en nichos construidos en las b_
y por ese tE'mpo el horizonte poltico fu nublndose vedas de las iglesias; pero desde el tiempo del clems y ms en toda la Repblica. El Marqus de Ay- ra, todos los entiel'1'os, sin excepcin, fueron prohibicinena, que habia sido expatriado por Mora~n y que dos en el interior de los templos y aun dentro del pe_
residi por varios aos en los Estados Umdos estu_ rmetro de la ciudad. puse para el efecto se haba esdiando nuestras instituciones, public una serie de ar- tablecido un campo santo en las afueras de la po
tculos que tuvieron gran resonancia, refirindose a blaci6n, en el cual todas las principales famiBas tenuestra constitucin y a nuestras leyes. apresurando nan sus mausoJeos. Pero Carrera manifest el deseo
as la crisis; Hondur,lS y Costa Rica declararon su in- de que su madre fuera sepultada en la catedral! Los
dependencia del gobierno federal; todo esto repercu- funerales se hici.eron por cuenta del gobierno, se repar_
ti en Guatemala y atiz la ya ardiente llama de la di- tieron esquelas para el entierro y el fretro fu acom_
paarlo por todos los principales habit.antes de la ciusensin
El 24 de M.rzo de 1839, Carrera lanz un boletn dad. Ningn esfuerzo se omita para conciliado y
desde su antigua residencia de Matasquntla, en el mant.enerlo de buen humor; sin embargo Carrera era
cual, refirindose a la declaracin de ind$endencia un individuo sujeto a violentos arrebatos de pasin y,
de los Estados deca: "Cuando aquellas leyes llegaron segn se deca, haba aconsejado a los miembros de
a mis manos, las le y volv a leer; como una madre su gobierno que en tales momentos no osaran contraamorosa que toma Cn sus brazos a un hijo nico Q.ue decirle en nada, sino que le dejaran hacer su volun_
crea perdido y le estrecha contra su corazn, asi hIce tad. Tal era Carrera en el tiempo de mi visita; man)'0 con el folleto que contiene la declaracin; porque
daba en Guatemala con poder ms absoluto que cualen l encuentro los principios que sustento y las re- quier monarca europeo en sus dominios, y los indios
formas que deseo". Esto, ~in embargo, era figurado, fanticos le llamaban el Hijo de Dios y Nuestro Seporque Carrera en aquel tIempo no sabia leer; pero or.
debe haber sido una cosa completamente nueva para
Cuando llegu a su presencia se encontraba con_
l y motivo de gran satisfaccin, por aclararle los prin_ tando monedas de uno y de dos reales. El coronel
cipios que l mismo sostenia. De nuevo amenaz con Monte-Rosa un mestizo de tez morena, con vistoso
su entrada a ]a ciudad. En Jos consejos todo era anar- uniforme, estaba setnado a su lado. babiendo otras vaqua y desorden. El doce de Abril aparecieron otra rias personas en la habitacin. Carrera tena ms o
vez sus hordas a las puertas de la capital. Todos es_ menos cinco pies y seis pulgadas de estatura, cabello
taban espantados y nadie se levantaba para repeler negro y liso, complexin y expresin de indio, sin barla invasin. Morazn se encontraba lejos elel alcan- ba, y pareca n:J tener ms de veintin aos de edad.
ce de su voz, y los que ms le acusaban antes de que_ Usaba una chaqueta de alepn negro y pantalones. A
rer mantener su influencia por la fuerza de las bayo- mi entrada se levant hizo a un lado la mesa con di.
netas, ahora ]0 acusaban con igual violencia por ha- nero y, probablemente por respeto a mi levita de diberlos dejado a mel'ced de Carrera. Todos los que plomtico, me recibi con cortesa sealndome un
podan escondieron sus tesoros y huyeron y los que asiento a su lado. Mi pl'1mera palabra fu una expre_
no se encerraron en sus casas reforzando las puertas sin de sorpresa por su. extremada juventud, y ciertay ~eIltallas. A las dos de la maana, derrotando a la mente no pareca tener ms de veinticinco. En seguardia entr Carrera en la ciudad con mil quinien- guida, como un hombre que saba que era extraorditos ho~bres El Comandante Salazar huy y Carre_ nario y que yo le conoda, sin esperar ninguna insi
ra, llegando a la casa de Rivera Paz toc a la puerta nuac:in continu diciendo, que l haba empezado (no
y le reinstal como Jefe del Estado Sus soldados to- dijo qu) con trece hombres armados de viejos mosmaron posesin de los cuarteles; Carrera se declar a queles que se encendan con cigarros; seal ocho
si mismo como guardin de la ciudad, y es justo re_ partes en las que habia recibido heridas y me dijo que
conocerle que. conociendo su propia incompetencia tenia tL'es balas todava metidas en el cuerpo En esos
para gobernar, puso hombres a disposicin de la mu- momentos nadie hubiera reconocido en l al mismo
nicipalidad para mantener la paz. As fue restableci_ hombre que menos de dos aos antes, haba entrado
do en el poder el partido central. El fanatsmo de a Guatemala a la cabeza de sus bordas de indios salCarrera le ataba al partido clerical; se le halag facili- vajes proclamando la-muerte de los extranjeros. Setndole relaciones con la aristocracia; se le hizo bri_ guramente que en nada haba cambiado tanto como en
gadier-general y se le obsequi con un hermoso unifor_ su opinin con respecto a ellos, una feliz ilustracin
me. Adem~ de estos vanos honores, tena los cuar_ de los buenos efectos de las relaciones personales pateles de la ciudad y )a paga de su gente, lo que era ra derribar prejuicios ~p contra de individuos o clases
mucho mejor que las chozas de los indios y las expedi_ Carrera ya haba tenido relaciones personales con vacIones de pillaje; stas, sin embargo, servan de pasa- rios extranjeros. siendo uno de ellos un mdico ingls
tiempo. La unin haba continuado desde Abril an_ que le extrajo una bala del cuerpo; y sus relaciones
terior a mi llegada. El gran lazo que los ligaba era con todos habian sido tan satisfactorias, que sus senel odio comn en contra de Morazn y de los libera_ timientos haban sufrido una completa revolucin y
les. Los centralistas tenan su Asamblea Constitu- hasta aseguraba que sta era la nica gente que nun-
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CAPITULO 12
PASEO A MIXCO.-UNA ESCENA DE PLACER.-PROCESION EN HONOR DEL SANTO PATRON DE
MIXCO.~FUEGOS ARTIFICIALES.-UN BOMBARDEO.-FUMANDO
CIGARROS.-UN CAMORRIGTA
NOCTURNO.-SURIMIENTO y PESAR.-UNA RI:NA DE GALLOS.-UN PASEO POR LOS SUBURBIOS.
-DIVERSIONES DEL OlA DO~IINGO.-REGRESO A LA CIUDAD.
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bierto.
ponente. La iglesia, estaba situ.ada sobre una eleve..cin al frente de la plaza, con Su entera fachada ri-oa en ornamentos: e iluminada por la luz de las antor_
chas; y en el gran atrio y las gradas estaban apiadas
multitud de mujeres vestidas de blanco. ,En el centro
y frente a la portada haba un espacio claro y, con
un ruidoso canto, la procesin atraves la entrada.
Primero vena el alcalde y sus alguaciles todos in~
dios, con la vara en una !pano y candelas de cera encendidas, de seis u. ocho pies de largo, en la otra; en
seguida un grupo de diablos, no tan traviesos corno los
diablos de GU8itemala, pero ms feos, y probablemente
lns parecidos, de acuerdo con las nociones de los indios; a continuacin; sostenida en alto por indios, una
gran cruz de plata, primorosamente cincelada y orna~
mentada, seguida por el cura, con un palio de seda
sostenido sobre su cabeza en los extremos de largas
prtigas llevadas por indios. A medida que avanzaba
la cruz todos se arrodillaban, y a un extranjero se
Fu despus de anochecer cuando llegamos al bol'..;. le habra considerado culpable de un insulto hacia su
de de un profundo barranco que separa a M;ixco dell1.~ santa religin si hubiese omitido el conformarse a es~
no. Descendimos, y, al subir del lado opuesto, s~h. . . ta ceremonia. Despus seguian imgenes de santos
mos de a obscuridad de un barranco a una calle Ilu- rris grandes que lo natur~l, conducdas en. hombros
minada, y, a dos o tres cuel:'pos de caballo, a una 'p~a de indios; y en seguida una imagen de la Virgen, priza resplandeciente de luces y llena de gente, pas! to- morosamente vestida, con la tnica resplandeciente
dos indios en traje de fiesta. En el centro de la. pla- de lentejuelas. A continuacin vena una larga proza haba una hermosa' fuente, y en el lugar ~omm~n cesin de indias vestidas con sus trajes tpicos, con
te un',;i.' gigantesca iglesia. Cabalgamos haCIa arrIba, una gruesa faja roja trenzada en el pelo; que pare;..:
rumbo a la casa_ que haba sido preparada p;ara . las ca un turbant~, todas llev~mdo cirios encendidos. lLa
dama:;, Y: dejndolas alU, los' caballeros se dlspers~"" procesin pas por las calles ilUminadas, bajo los arron en busca'.de alojamiento para ellos; Las puertas cos, y parndose 'de tiempo e'n tiempo frente a los al~
de toda,s las casas' estaban abiertas .y la nicp. pregun...; tares, di la v~elta al pueblo, y/ como a la hora, con
ta que se,-hacia era que dnde habra un c~arto. ~l un ruidoso canto, ascendiq las gradas de la iglesia. Su
gunos d '1os jvenes 'no se tomaban esta molesba, vuelta a entrar fu anunciada con una descarga de
pues haban dispuest(} trasnoch;ar, Y. el Sr. P. Y: yo, colletes, despus de lo cual todos se reunieron en la
habiendo asegurado un local, :regresamos. a la, casa 0-' plaza pal'a 'la exhi1?icin de los fuegos artificiales.
cupada por las damas.. En una esquiI~a. ~abia un~
TIENDA como de diez pl~S en cu~dro" dlVldld~ "Y" con
rranscurti6 algn tiempo a.ntes de que estos es~
estantes que les sirvieron para cloocar sus ,sombreros tuvieran preparados, porque los que figuraban e'u la
y chale~. El, resto de la habitacin contena sola"": procesin, particularmente los diablos, tenan que sel,'
mente una mesa larga y bancos, ,.A. los pocos momen- los principales directores. Nuestra comitiva era bien
tos las seforas estaban listas y todos, salimOfl para dar conocida en Mixco, y aunque las gradas de la igl~sia
un paseo, Todas las c~Iles, y callejones ep.tal;mn bri-'- estaban atestadas, uno de los mejores lugares fu inllantemente ,ilwninados, y a, travs de algun~s haba mediatamente desocupado para 'nosotros. Por su pro~
arcos decorados con $iep:1preverde Y luces, y en las es- ximidad a Gu.~temala, el pueblo de Mixco conoca a
quinas haba altares bajo emparrados de ramas ador- todas las principales familias de aquella ciudad, y esnados con flores. El espritu de la alegra pareca taban alegres de ver tan distinguida compa~a en su
tomar posesin de nuestras guas, quienes, cyando se FIES'IA; y la manera familiar aunqqe respetuosa con
les antojaba, entraban a cualquier casa, y despus de que en todas partes eran tratados, manifestaba una
una animada charla la dejaban, inventando salir . a, ,sencill~z de costumbres y una bondad de s.,entimkmtos
tiempo que el ltimo de los de la comitiva iba entrari...l entre el rico y pobre, que para mi fu una de las pardo. En una casa encontraron un poncho enrollado tes ms interesantes de toda la fiesta.
cuidadosamente, sobresalindole el mstil de una guitarra~ -:E.l dueo de la casa saba nicamente que ~sta
La exhibicin principi por los TOROS el homperteneca a un joven de Guatemala, que la habia de- bre que haca de toro lo hizo al agrado de todo el pjacl0 cOmO una seai de su intencin de pasar la n!Jche blico, dispersando y haciendo huir a la muchedumbre
all. Uno de los jvenes desenroll el poncho, y ca~ en la plaza; se abalanz hacia las gradas de la iglesia,
yeron algunas rebanadas de pan, las que l distribuy y, en medio de risas y de gritos, se fu. Palomas
y con media rebanada en. la boca, toc un vals, el cual vokdoras y otras piezas vinieron en seguida; y todo
fu seguido por una cuadrilla; la buena gente 4e la el: espectculo termin con la. gran pieza nacional del
casa pareca c;.omplacida c;Ie este libre uso de su techo, Castillo de San Felipe, que era una representacin del
y batiendo palmas todos. alrededor" con Jl1uchas ex~ rechazo de una flota inglesa. Una elevada estructupresiones de buena voluntad por ambos lados, salimo~ ra representaba el cas~illo, y un pequeo bergantn
tan sin ceremonia como habfamos e'ntrado. Hicimos encaramado en la punta d~ un palo, como un gallo de
una jira por todas las calles principales, y cuando re-- campanario, la flota. El berga:ntn lanzaba una andagresamos a la plaza la procesin iba saliendo de la nada, y en seguida, por un repentino salto~ giraba sobre un eje, y lanzaba otra; y mucho desP1ls; cuando
iglesia.
ya estaba acribillado, el castillo segua arrojando por
"
La procesin del pueblo n honor de su santo pa- todos lados una magnnima corriente de fuego.
trn es el gran orgullo de los indios y la piedra de
toque de su carcter religioso, Cada indio contribuCuando todo termin, regresamos a la POSADA.
ye con su trabajo y dinero para llevarla a cabo, y es Un mantel estaba extendido sobre la larga mesa, y
el ms honrado a quien se le permite la parte ms en unos pocos minutos, bajo la direccin de las seoimportante en ella. Este era un pueblo rico> en don- ras, fu cubierta con los materiales para el da de
de vivfan todos los arri_eros de Guatemala; Y en nin- campo, trados de Guatemala. Los bancos se a'rrima_
guna parte haba visto una procesin indfg~na tan im- ron a la mesa y todos los que pudieron hallar asiento
cita. IEI patio se encontraba . lleno de _caballos con
gran variedad de elegantes monturas~, Aunque bamos
solamente a nueve millas de distancia y a un pueblo
grande de indios, era necesario llevar camas, ropa de
dormir y provisiones. yn squito de, sirvi~r:tes sufi~
ciente para llevar pertrechos de una pequena exp~
dicin militar fu e'nviado por delante, y todos partt~
mas. En las afueras todas las ansiedades y peligros
que dormitaban en la ciudad se olvidaron. Nuestro,
camino se extendia sobre una extensa llanura que pa...:.
recia
medida que el sol Se ocultaba tras los volca~
nes de'Agua y de Fuego, un hermoso juego de bolos ~n
el cual nuestra comitiva, pre~edida por una larga fIla
de indios con cargas sobre sus espaldas, formaba el
cuadro. Yo me sorprend al ver que las seiloras no
eran buenas amazonas. Ellas nunca montan por placer, y, por falta de comodidad en el c.amino, rara vez
viajan.
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de sus salidas nocturnas; la madre y ia hermana lloraban, y el inuchacho, con dbil voz, Tt?gaba a su pa....;
dre que lo perdonara. Su compaero lo condujo a la
habitacin interior: pero antes que ellos pudieran ca,
locarlo sobre la cama cay otra vez y se desmay. El
padre estaba alarmadq y cuando se recobr pregunt61e si deseaba confesarse. Chico, con una voz l.nguida respondi, como Ud. guste, El .anciano mand
a su hija que fuera por el padre, pero el alboroto era
tat'} gl.'ande en la c~Ue que ella tuvo miedo da aventurarse a salir, Mientras tanto le examinamos la ca
beza, la que, no obstante la corbida a' travs del sombrero, apenas haba sido tocada; y l mismo dijo que
haba recibido el golpe en 'la mano, y; que Se la haba'n quitado, No haba all un mdico cercano' sino
hasta Guatemala, ni alguna persona que :fuera capaz de
hacer algo por L Yo haba tenido' alguna prctica en
medicina, pero ninguna en ciruga; sabia, sin embargo, que de todas maneras, era bueno lavar y limpiar la
herida, y con la ayuda del criado de don Manuel, un
joven ingls a quien ste haba trado de los Estados
Unidos, lo colocamos sobre una cama. Este joven haba tenido alguna experiencia en las camorras del pas,
pues haba matado a un muchacho en una ria motivada_por un asunto de amores, y estuvo confinado en
la casa siete meses por las heridas recibidas en el mismo encuentro. Con su ayuda desenvolv6 el ensan~
grentado pauelo; y a medida que a\!8nzaba senta
que me faltaba el valor, y C01)lO, al dar la ltima vuelta, una mano muerta cay sobre la ma, un estremecimiento y un hondo gemido corri entre todos los espectadores y estuve a punto de dejar caer la mano.
Habia sido cortada desde atrs arriba de las articu---:
laciones, y los cuatro dedos colgaban s610 de la parte
carnosa del pulgar. La piel estaba 'arremangada y
mostraba a cada lado cuatro huesos salidos, como los
dientes de un esqueleto, Los junt uno con otro y
cuando l levant el brazo, chocaron como si fueran
dientes, Yo not que el caso estaba fllera de mi habilidad, Es posible que la mano pudiera haber -sido
restaurada juntando la" piel por medio de una costu1'31 pero yo crea que lo nico que deba hacerse era
cortarla ente-ramente, y esto yo no- quera hacerlo. Incapaz de d~rle ninguna otra asistencia, la envolv otra
vez en el pauelo. El joven tena un' semblznte suave y agraable; y tan agradecido por mi infructuosa
tentativa como si yo realmente le hubiera serVido eh
algo, me dijo que no me molestara ms;~ sino que me
acostara; sU madre y su hermana, con ahogados sollozos, s~ inclinaron sobre su cabeza: su padre sostuvo la
aust~l.'idad de sus maneras, pero era 'fcil comprender
que su corazn estaba traspasado de dolor; y para m,
un extranjero, era horrible ver a un hermoso joven
mutilado para toda la vida en' una contienda callejera.
Segn cont la historia l mismo dijo; que estaba
paseando con algunos de sus amig9s, cuando encontr
a uno de los Espinosas dp. Guatemala, tambj!1 con un
grupo de amigos. Este ltimo, que era conocido como
un espadachn, se dirigi a ellos con una expresin en
espaiol, casi equivalente a la inglesa <ll'll give
ta
:vou". ("Ahora te vaya pe-gar"). Chico respondi
I<Lo veremos" e inmediatamente desenvainaron sus espadas. Chico, al intentar parar un golpe, lQ l'ecibi en
el extremo de la mano rlel'echa al past.\' por todos
Jos huesos se debilit tanfo la fuerza que solamente le
cort la copa y el ala del sombrero. La prdida de
la mano le haba indudablemente salvado la vida; porque si toda la fuerza del golpe hubiera caido sobn~ su
cabeza, lo habra matado; pero el infortunado muchacho, en vez de estar agradecido de su snlvacin, jur
venganza contra Espinosa. Este, segn Supe ms tar_
de, jur que la prxima vez Chico no escapara slo
con una mano menos: y, Con toda probabilidarl, cuan<:lo se encuentren otra vez, lmo de ellos quedar sin
vida.
it
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68
CAPITULO 13
EXCURSJON A LA ANTIGUA Y AL OCEANO PACIFICO.-SAN PABLO.-PAISAJE EN LA MONTAl'l"A.
-EL RIO PENSATIVO.-LA ANTIGUA.-RELATO DE SU CONSTRUCCION.-UN OCTOGENARIO.LA CATEDRAL.-SAN JUAN OBISPO.-SANTA MARIA.-EL VOLCAN DE AGUA.-ASCENSION A LA
MONTAJ\lA.-EL CRATER.-UN ELEVADO PUNTO DE REUNION.-EL DESCENSO.-REGRESO A LA
ANTIGUA.-EL CULTIVO DE LA COCHINILLA.- TERRENO CLASICO.-CIUDAD VIEJA.-SU FUNDACION.-VISITA DE LOS INDJOS.-SALIDA DE CIUDAD VIEJA.-PRlMERA VISTA DEL PACIFICO
- ALOTENANGO -EL VOLeAN DE FUEGO.-ESCUINTLA.-UNA PUESTA DE SOL.-MASAGUA.PUERTO DE ISTAPA.-LLEGADA AL PACIFICO.
El martes diez y siete de Diciembre, saH en excursin para la Antigua Guatemala y el Ocano Pac_
fico. Me acompaaba un joven que viva al lado 0pue~to y que deseaba ascender al volcn de Agua.
Ya
haba yo despedido a Agustn y tuve mucha dificultad para conseguir un hombre que conociera el camino. ROMALDI (ROMUALDO) tena slo un defecto:
era casado y como algunos de los de su gremio, muy
aficionado a la vida errante; pero a su esposa no le
agradaba esta inclinacin' deca ella que yo ira a EL
MAR Y que podra llevrmelo, que jams le volvera
a ver, y la afectuosa mujer lloraba ante la simple, idea
de perderlo; pero al pagarle poniendo el dinero en SUS
manos antes de la partida, accedi. Mi nico equipaje consista en una hamaca y un par de sbanas,
que Romaldi llevaba en su mula, y cada uno tenamos
uTIt par de alforjas. En la puerta encontramos a don
Jos VIDAURY (Vidaurre) a quien yo haba visto primero en la silla presidencial de la Asamblea Constituyente, que iba a visitar su hacienda a la Antigua. Aunque sta se encuentra solamente a cinco o seis horas
de distancia, el seor Vidaury, que era un hombre muy
corpulento, tena dos caballos de remuda e insisti en
mi admiracin por el animal dijo, en la frase usual de
cortesa espaola, que el caballo era mo, Esto dicho
en el mismo espritu con que un francs que ha sido
atendido hospitalariamente en una casa de campo en
Inglaterra, declara su amor a siete de las hijos por
mero cumplimiento. Y mi digno amigo se habra sorprendido en extremo si yo hubiese aceptado su oferta.
El camino a Mixco ya 10 describ. E'n el pueblo
nos detuvimos para ver a Chico. Le haban amputado la mano y ya seguia mejor. Saliendo del pueblo
ascendimos por una escarpada montaa, desde cuya
cima disfrutamos de una hermosa vista de la poblacin a sus pies~ del valle y de la ciudad de Guatemala
y del lago de AmatitIn circundado por una fila de
montaas. Descendiendo por un agreste y spero camino llegamos a una llanura,~ mirando hacia la izqierda la aldea de San Pablo y hacia la derecha, a
alguna distancia. otro pueblo. Entramos en seguida
por un sitio arbolado y, despus de subir y bajar por
la precipitada falda de una montaa con un esplndido
barranco a la derecha, llegamos a una hermosa cO~
triente. En este lugar nos encontramos rodeados de
montaas; pero las orillas del arroyo estabDn cutier~
tas con delicadas fiores y papagayos de vistoso pluma~
je posados sobre las ramas de los rho]es o volando sobre nuestras cabezas, formando, en medio del gigan~
tesco esceliario, un sitio encantador. La corriente pasaba por entre 40s filas de montaas tan estrechamente unidas, que apenas haba lugal' -para el paso de
un camino de herraduras. A medida que avanzbamos,
las montaas diriganse hacia la izquierda, habiendo
del otro lado dd la corriente algunos recodos cultivados con cochinilla entre el propio hueco de la base.
Un nuevo rodeo del camino y despus, siguien~o recto, nos permiti una vista de ms de una milla por
entre las montaas a cuyo extremo divisamos la Antigua, situada en un delicioso valle, rodeada de mon~
taas y colinas que siempre conservan su verdor, re~
gada por dos rios que surten numerosas :fuentes, con
un clima en que ni el calor ni el fro predominan;
empero, esta ciudad rodeada de bellezas naturales ma-
yores que las que yo jams he visto, ha sufrido quizs ms calpl1idades que ninguna otra ciudad edificada nunca. Pasamos la puerta y caminamos PQj~ los
suburbios en la entrada del valle, en uno de cuyos
lados se encontraba una casa nueva que me record
una villa italiana, con una gran plantacin de cochinilla extendindose hasta la base de la montaa. Atravesamos un ro que tie'ne el potico nombre de El
Ro Pensativo; del otro lado haba una primorosq. fuenle y, en la esquina de la calle, las ruinas de la iglesia
de Santo Domingo, un recuerdo de los formidables terremotos que derribaron la angua capital arrojando a
Los habitantes de sus hogares.
A cada lado se encontraban las:' ruinas de las igle~
sias, de los conventos y, de las residencias privadas.
grandes y valiosas, algunas reducidas a escombros,
otras con las fachadas an en pie, ricamente decoradas con estuco, agrietadas y con grandes aberturas, sin
techo, sin puertas ni ventanas y con rboles creciendo
en el interior hasta arriba de los muros. Muchas de
las casas ya han sido reparadas, la ciudad est repoblada y presenta un extrao contraste de ruina y res-tauracin. Los habitantes, 10 mismo que los morado-~
loes de la sepultada Uerculaneoum, parecan no tener
temores de nuevos desastres. Me encamin a la casa
de don Miguel Manrique, la que Se encontraba ocupada
por su familia cuando ocurri la destruccin de la ciudad, y, despus de recibir una afectuosa bienvenida,
fui a dar un paseo por la plaza en compaa del seor Vidaury. El grabado del frente dar una idea,
mejor que yo, de la belleza de la escena, !Los grandes volcanes de Agua y de Fuego se destacan sobre
ella. lEn el centro se encuentra una majestuosa fuen~
te de piedra, y los edificios que la circundan, esp,":""
cialmente el palacio del Capitn General, ostentan al
frente los escudos de armas conferidos por el Empe~
radar Carlos V a la noble Y leal ciudad, y elevndose
sobre todos el Apstol Santiago a caballo, con arma~
dura y blandiendo una espada; y la maje~tuosa, aunque destechada y arruinada catedral, de trescientos
pies de largo y ciento veinte de ancho, como de seten.. .
ta pies de altura y alumbrada por cincuenta ventanas,
manifestando en la actualidad que la Antigua fu en
un tiempo una de las ms hermosas ciudades del Nuevo Mundo, merecedora del altivo nombre que le di
Alvarado, de Ciudad de Santiago de los Caballeros.
Esta fu la segunda capital de Guatemala, fundada e'n 154:;:, con motivo de la destruccin de la primera por un volcn de agua. Su historia es una serie
no interrumpida de desastres. "En 1588 una 0nfermedad epidmica, acompaada de violenta hemorragia
nasal, arrebat gran nmero de sus hahitantes; ni podan los facultativos idear mtt>do alguno para atajar
los progresos del mal. Muy severos temblores de tierra se sintieron en difere'ntes periodos; uno en 1585
que da seriamente a muchos de los principales edificios; los de 1575, 76 'Y 77 no fueron menos ruinosos.
El 27 de Diciembre de 1581 la poblacin se vi6 alarmada otra vez por el volcn, que empez a arrojar llamas, siendo tan grande la cantidad de cenizas aventadas y esparcidas por el aire, que el sol se obscureci
por completo y se hizo necesaria la luz artificial en la
ciudad al mediodia".
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'se
Alexandro Ldvertj
De San Petersburgo;
Edvardo Legh Page,
De Inglaterra;
Jos Croskey,
De FyJadelfye,
B:byrnos aqu unas Boteas:
De Champana, el da 26
de Agosto de. 1634.
Pareca ext"ao que tres hombres de tan lejanas
y diferentes partes del mundo, San Petersburgo" Inglat2rra y Filadelfia, se hubiesen juntado para bebe~
champaa en la cima de es~e volc~. ~ie!1tras que yo
me soplaba los dedos y coplaba la mscrIpcln, el vapor
se aclar lin poco, permitindome ver el interior del
crter. Era una hoya de forma ovalada, de fondo piano cubierto de hierba. Los lados eran en declive como de cien a ciento cincuenta pies de altura, y en todo
el dErredor' haba montones de rocas apiadas en es:.
plndida confusin y elevndos~ en picos inaccesibles.
No hay ninguna tradici6n respecto a que esta montaa
alguna vez haya arrojado fuego, y no existe por ningn
lado en sus con.orDOS materia calcinada o alguna otra
seal de erupcin volcnica. La historia dice: que
en 1541 un formidable torrente, no de fuego, sino de
agua y' piedras, fu vomitado del crter, destruyendo
la antigua ciudad. El Padre Remesal refiere que en
est.a ocasin la cima de la montaa se vino abajo. La
altura de esta pat.'te separada era de una legua, y de la
cima restante h!1sta el valle haba una dlstancia de tres
leguas, la que l afirma que midi en 1615. El rea,
seg(ln mis medidas, es de ochenta y tres pasos de largo por sesenta de ap..chura. De acuerdo con Torque_
mada (y tal es la tradicin, segn el Padre Alcntara,
de Ciudad Vieja), esta inmE:nsa hoya, probablemente
el crter de un volcn extinguido, con bordes mucho
ms altos que los actuales, se llen de agua por las acumulaciones de nieve y de las lluvias. All nunca
hubo una erupcin de agua, sno que uno de los lados
se rompi y la inmensa cantidad de liquido sali pre_
cipitadamente, inundando y destruyendo todo cuanto
se opuso en su camino. La i'nt'PE!llta barranca por don
de descendi, todava era espantosa~ente visible a un
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lado de la montaa. La altura de esta montaa ha sido determinada por observaciones baromtricas y es
de catorce mil cuatrocientos cincuenta pies sobre el
nivel del mar. La orilla del crter domina una her_
mosa vista de la antigua ciudad de Guatemala, de treinta y dos pueblos alrededor y del Ocano Paci~ico; a
lo menos as se me dijo, aunque yo no los v. SIn embargo no lament mi fatiga; y aunque empapado por
la lluvia y todo cubierto de lodo, me promet ~ mi mismo que en el mes de Febrero, cuando el tIempo es
bueno, ascendera otra vez, preparado para el caso y
para pasar dos o tres das en el crter.
A la una principi nuestro descenso. E~te fue
rpido y algunas veces peligroso, p.ol' el exceSIVO declive por lo resbaladizo y por el nesgo de golpearse
la c~beza contra el tronco de un rbol. A las dos de
la tarde llegamos a la cruz; y yo re~~erdo aqu, como
un aviso para otros, que por la preslOn de las .fuertes
botas impermeables ~sobre los dedo~ de los pIes, me
vea obligado a parar con ~recue:q.cla; y, despus de
cambiar la presin descendiendo de la~o y de espal~
das, agarrndome de ~as ramas de los arbolt;s, me VI
en la necesidad de qUitarme las bo~as y Se&Ulr. descalzo metido en el fango hasta los tobInOS. MIS pIes fue:ro~ severamente daados por las piedras, y me ~ra
muy difcil andar, cuango encon.tr a uno de los lU_
dios que suba la montana con mI caballo a encontrar_
me. A las cuatro de la tarde llegamos a Santa Mari~,
a las cinco a la Antigua, y un cuarto de hora despues
me acost.
.
A la maana siguiente, todav~ estaba.yo durmlen~
do cuando el seor Vidaury entro al. patIo, a caballo!
pa~a acompaarme en mi viaje.. Dejando a,r Ro~aldl
que nos siguiera, mont inmediab:~mente Y.'. salIendo
de la ciudad, entramos a campo ablel'to, me~l(~.o entre
montaas cultivadas hasta su base con coch~mna: Como a una milla de distancia giramos con 4I1'eCC16n a
la hacienda del seor Vi<!.aury. Ep el patlO, estaban
cuatro bueyes moli\ndo cana de azucar Y detras se en_
contraba su nopal o plantacin de cochinilla, una de
las ms grandes de la Antigua. La planta es un~ es~
pecie de cactus, sembrada. en surc9s como el m31z,. y,
en el tiempo a t1ue me refIero, tema como cuatro pIes
de altura. Sobre cada hoja estaba asegurada con .una
espina un pedazo de caa en cuyo hueco haba tremta
o cuarenta insectos. Estos insectos no pueden move.rse, pero se multiplican, y las. cras se arrastran. hi;lcla
fuera y se adhieren a las hOJas; una vez adhe~ldas a
ellas jams se mueven; u~a membrana !l!uy fIlla las
cubre y a medida que se ahm~ntan. las hOJas ~~ ponen
enmohecidas y blancas. Al fmal de la estaclon seca,
algunas de las hojas se quitan y se cuelgan en un almacn para semilla, y de las restantes se separ~p los
insectos con un cepillo y se ponen a secar, envl(~ndo_
les en seguida al exterior para proveer a los lUlaS Y
elegancias de la vida civilizada, y a dar vida con sus
brillantes colores a los salones de Londres, P8!-'is y San
Luis Missouri. La cosecha es valiosa, pero lllsegura,
pues una lluvia temprana puede destrUIrla; y algunas
veces a todos los trabajadores de una hacienda se los
llevan para el servicio n:i1itar, en la J?9ca en que ms
falta hacen para su culbvo. La poseslOn era encanta_
doramentc hermosa al pie y bajo la sombra del volcn
de Agua y el paisaje estaba limitado por todos lagos
con montaas de perpetuo verdor; el alr'e de la mana_
na era suave, f':agante, puro Y refrescante. Con. bue,n
gobierno y leyes y nuestros amigos alrededor, Jamas
vi lugar ms hermoso y ap~tecible. para <fue un hombre pasara el resto de su VIda sobre la tierra.
Reanudando nuestro viaje, salimos a un frtil valle cubierto de csped, donde pastaba el ganado y los
caballos en medio de las faldas de los dos grandes
vo1cane~ y hacia la izquierda, a alguna distancia, en
las ialda~ del volcan de Agua, vimos la iglesia de Ciu_
dad Vieja, la primera capital de Guatemala fundada
por Alvarado el Conquistador Yo me encontraba
ahora sobre terreno clsico. La fama de Corts y de
lH1S hazaas en Mxico Se haba divulgado entre las
catarata que como lluvia; la furia del viento, los constantes y aterradores rayos y los espantosos truenos
eran indescriptibles ... JI "A las dos de la maana del
once, las vibraciones de la tierra fueron tan violentas
que las gentes eran incapaces de tenerse en pie; las sa~
cudidas iban acompaadas de terribles ruidos subte~
nneos que infundan general pavor; momentos des~
pus, un inmenso torrente de agua Se precipit desde
la cima de la montaa, arrastrando enormes fragmen_
tos de rocas y corpulentos rboles, los que, al descendel' sobre la desgraciada ciudad, abatieron y destruye
ron casi todas las casas, sepultando un gran nmero
de sus habitantes bjijo las ruinas, entre quienes, doa
Beatriz de la Cueva, la viuda de Pedro de Alvarado,
perdi la vida' .
Por todo el camino hacia abajo de la falda del volcn vimos las grietas y barrancas abiertas por los torre~tes de agua que inundaron la ciudad. De nuevo
cruzamos la hermosa corriente del Ro Pensativo, y
nos encaminamos al convento hacia arriba. Este se en..
cuentra contiguo a la gigantesca y venerable' i~lesia
de la Virgen. Al fr.ente haba un muro alto de pIedra;
una gran 'Puerta abierta en el patio, a cuyo extremo y
a lo largo de un lado de ella se encontraban los espaciosos corredores del convento, y hacia la izquierda el
gigantesco muro de la iglesia, con una puerta de e,ntrada al extremo del corredor. El patio estaba como a
cuatl'o pies bajo el nivel del corredor, y dividigo por
arriates sembrados de flores, y en el centro habla una
gran fuente blanca de form~ circular, ,?on carpas do!,adas nadando en ena, y elevandose hacIa afuera, arrIba
de un surtidor de agua, un ngel con una trompeta y
una bandera.
_ '
El Seor Vidaury haba anunciado al Padre Alcan~
tara mi proyectada visita y l est~ba esperand~ para
recibirnos. Era como de unos tremta y tres anos de
edad inteligente, educado y enrgico, con una pasin
por ias flores como poda verse por los hermosos arre~
glos del patio. Haba sido desterrado por Morazn y
apenas haca como un ao que haba regresado a su
vicara. Se encontraba visitndolo su amigo y vecino
don Pepe Astegueta propietario de una hacienda de
cochinilla y hombre del mismo tipo y carcter" Ellos
eran de los pocos que encontr que tomaran algn in_
ters en los romnticos eventos relacionados con la
primitiva historia del pas. Despus de un breve descanso en el convento. con la ms viva emocin jams
por m sentirla exce'Pto en las ruinas de Copn, visitamos un rbol que se yergue frente a la iglesia y extic!I~
de ampliamente sus ramas, bajo cuya sombra, segun
la.. tradicin, acamparon por primera vez Alvarado y
sus soldados; la fuente de Almolonga, o, en lengua in_
dgena, la montaa de donde fluye el agua, la que pri~
mero le indujo a escoger este lugar como el sitio para
la capital, y las ruinas de la catedral, en el lugar don~
de l\an Godine'3 dijo su pl'mera misa. La fuente es
un gran estanque natural de clara y hermosa agua,
sombreada por rboles, bajo los cuales treinta o cuarenta mujeres indgenas estaban lavando. Los muros
de la catedral estaban en pie, y en una esquina haba
un aposento lleno de calaveras y huesos de los muertos por la inundacin del volcn.
Despus del desayuno visitamos la iglesia, que era
muy grande y de ms de doscientos aos de edad; su
altar es rico en ornamentos de oro y plata, entre los
que se encuentra una magnfica corona de oro, tachonada de diamantes Y esmeraldas, ofrecida por uno de
los }1'elipes a la Virgen, a quien la iglesia estaba consagrada. Regresando a la casa, me encontr con que el
Padre Alcntara haba preparado para m la visita de
una diputacin de indios, compuesta de los principales
auxiliares mexicanos de Alvarado que se llamaban a s
mismos, como los espaoles, conquistadores; ellos entraron llevar do los mismos trajes que sus antecesores
hablan usado en tiempo de Cortes, y portando sobre
una bandepa cubierta de terciopelo, un precioso libro
empastado C011 la misma tela de color rojo, con es_
quineras y broehe de plata, el cual contena la evi_
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tabao dos venerables ceibas, y desde el atrio dominbase una esplndida yista panormica de los volcanes
y montaas de la Antigua.
Por las.calles se encontraban soldados e indios honachos. Me dirig a la casa del corregidor don Juau
de Dios de Guerra y, con Romaldi sirvindome de
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CAPITULO 14
EL REGRESO. - BUSCANDO UNA MULA. - OVERO - MASAGUA - ESCUINTLA - LAS CATARA.
TAS DE SAN PEDRO MARTIR - EL mo MICHATOYA - EL PUEBLO DE SAN PEDRO - UN MAYOR
nOMO - SAN CmSTOBAL - AMATITLAN - UN AMERICANO ERR'l.NTE ~ ENTRADA A GUATE
MALA - CARTA DE MR. CATHERWOOD - VISPERA DE NAVIDAD - LLEGADA DE MR. CATHER.
WOOD _ LA PLAZA DE TOROS _ UNA CORRIDA DE TOROS - EL TEATRO - ASUNTOS OFICIA.
LES _ LA ARISTOCRACIA DE GUATEn'IALA - LA CONDICION DEL PAlS - DIA DE AO NUEVO _
FEROCIDAD DE LOS PARTIDOS.
mo,-
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sin, unos pocos cientos de espaoles, por su valor superior y su destreza, y con formidables al mamentos,
haban conquistado a toda la poblacin indgena Naturalmente pacfico y mantenido sin armas, el pueblo
conquistado permaneci quieto y sumiso durante las
tres centurias de dominacin espaola. En todas las
guerras civiles que siguieron a la independencia, ellos
haban representado un papel de segunda importan_
cia; y en los tiempos que precedieron a la insurrec_
cin de Carrera, permanecan completamente ignorantes de su propia fuerza fsica. Pero este temible descubrimiento ya estaba hecho ahora. Los indios constituan las tres cuartas partes de los habitantes de
Guatemala; r;>ran los dueos hereditarios de la Herra,
por primera vez desde que cayeron bajo el dominio
de los blancos, se encontraban organizados y armados
bajo un jefe de su propia raza, quien prcfiri por el
momento sostener al partido central Yo no shnpatizaba con este l)arttdo, pOl'que crea que en su odio hacia los liberales estaba adulando a un tercer poder qne
podra destruirlos a los dos; acompandose de una
bestia salvaje que en cualquier momento podra vol_
verse y hacerlos pedazos. Yo estaba persuadido que
ellos jugaban una partida con la ignorancia y con los
prejuicios de los indios, y por medio de los sacerdotes, con su fanatismo religioso; divirtindolos con fiestas y ceremonias de iglesia, lJersuadindolos que los
liberales intentaban la demolicin de los templos, la
muerte de los sacerdotes y hacer volvcr al pas a la
obscuridad, y on la confusin general de los elementos,
no haba un hombre de disposicin suficiente entre
ellos, con la influencia de nombre y posicin social,
para reunir a su alrededor a los hombres ms capaces
y honrados del pas, reorganizar la despedazada repblica y salvarlos de la desgracia y del peligro de humillarse a un muchacho indio, ignorante y sin educacin.
Tales eran mis sentimientos, POi:" supuesto yo evi_
taba el manifestarlos; pero como yo no denunciaba a
sus opositores, algunos me miraban con frialdad. Entre ellos las diferencias polticas rompan todos loS
vnculos. Los peores ultrajes de nuestros partidos son
moderados y suaves comparados con los trminos en
que ellos se expresan el uno del otro Nosotros rara
vez hacemos ms que llamar a los hombres ignorantes, incompetentes, pcaros, indecorosos, desleales, depravados, subversores de la constitucin y comprados
con el 01'0 britnico; all un opositor en poltica es un
ladrn, un asesino; y es una alabanza el que se admita que l no sea un sanguinario asesino. Nosotros nos
quejamos que nuestros odos se ofenden constantemente y que nuestras pasiones se exaltan con las irritadas
discusiones polticas. All sera un placer or una
buena, honrada, acalorada e irritada disputa poltica.
Yo he viajado por todos los Estados y jams o ninguna~ pues nunca encontr juntos a dos hombres de diferentes opiniones cn poltica. A los partidarios vencidos se les fusila, se les destierra, se les hacc hur o
se les considera moralmente apestados, y jams se atreven a expresar sus opiniones frente a alguno del
partido dominante. Nosotros acabamos de pasar por
ul1a lucha poltica violenta: veinte millones de almas
han estado divididas casi hombre a hombre, amigo
contra amigo, vecino contra vecino, hermano contra
hermano e hijo contra su padre; adems de las honradas diferencias de opinin, la ambicin, la necesidad
y el vehemente deseo del poder y de los cargos p-bUcos, han excitado las pasiones algunas veces hasta
la ferocidad Dos millones de hombres sumamente
excitados han hr.tblado abiertamente y sin temores. Se
contaron, y la primera regla de la aritmtica fu la
que decidi entre ~l1os; y al partido derrotado todava se le permite vivir en el pas; a sus esposas e hi~
jos se les deja en Ubertad; an ms: ellos pueden
murmurar er.. las calles y enarbolar sus banderas de
de desafo, de continua y determinada oposicin y, a
pesar de todo los pilares de la repblica no se han
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desquiciado! Entre un milln de hombres conirariados, nunca, con toda la fragilidad de las pasiones hu_
manas, ha habido el ms leve soplo de resistencia a la
constitucin ni a las leyes. Jams el mundo ha prestnciado tal espectculo, tal prueba de la capacidad del
pueblo para gobernarse a s mismo. Ojal que sea
as por mucho tiempo! Pueda la lengua marchitar las
atrevidas pr.dicas de resistencia a las urnas electorales, y que pueda la influencia moral de nuestro ejem~
plo llegar a nuestras hermanas repblicas enloquecidas, deteniendo la espada de la persecucin en manos
del vencedor y destruyendo el espritu revolucionario
en cl partido derrotado
EnelO 19 de 1840. Est~ da, tan lleno de recnerdos del hogar_nieve, y rojas narices y labios azules
fuera de las casas, y flameantes fuegos y bellos roSiros adentro-----< amaneci en Guatemala como una maana de primavera El sol pareca regocijarse ante la
hermosura de la tierra que alumbraba. Las plantas
florecan en lOS paHos, y las montaas visibles por arriba de los teiados de las casas, estaban sonrientes de
verdor. Las campanas de treinta y ocho iglesias y con~
ventos proclamaban la llegada de un nuevo ao. Las
tiendas estaban cerradas como en da domingo; no haba mercado en la plaza. Los caballeros, bien trajeados, y las seon~s con negros mantos, cruzbanla para
asistir a la misa mayor en la catedral. La msica dc
Mozari hencha las 'naves. Un sacerdote en extraa
lengua proclamaba la moralidad, la religin y el amor
a la patria. El piso del templo estaba atestado de
blancos, de mestizos y de indios. Sobre un alto banco opuesto al plpito estaba sentado el Jefe del Estado, y a su lado Carrera otra vez vestido con su valioso uniforme. Yo me reclin contra un pilar del lado
opuesto y observ su rostro; y si no me equivoco, haba olvidado la guerra y las manchas de sangre de sus
manos} y toda su alma se encontraba llena de fantico
entusiasmo; exactamente como los sacerdotes queran
mantenerlo Yo verdaderamente creo que l era sincero en sus impulsos, y que habra hecho lo justo si
hubiera sabido cmo hacerlo; Los que tomaron a su
cargo el guiarlo tienen una tremenda responsabilidad.
Terminad"a la ceremonja, se abri un camino entre la
multitud. Carrera, acompaado de los sacerdotes y
del Jefe del Estado, torpe en sus movimientos, con los
ojos fijos en el suelo, o con furtivas miradas, como inquieto de ser objeto de tanta atencin, camin bajo
la nave. Unos mil soldados de apariencia feroz estaapostados frente a la puerta. Un estruendo atrona.,.
dor de msica 10 salud, y el semblante de los hom_
bres resplandeci de devocin hacia su jefe. Desple_
gse una ancha bandera con franjas de negro y rojo,
con una divisa de una calavera y huesos en el centro,
y en un lado las palabras "Viva la Religin!" y en el
otro "Paz o muerte a los Liberalesl". Carrera se puso a la cabeza con Rivera Paz a su lado y, con la horrible bandera flotando al viento y una atronadora y
penetrante msica, y con el silencio de la muerte all'ededor, escoltaron al Jefe del Estado hasta su casa.
Cun diferente del da de Ao Nuevo en el hogar!
Fantico en religin como yo conoca al pueblo, y
violento en animosidades polticas, no cre que tal a~
frenta fuera patrocinada, como el ostentar en la plaza
de la capital una bandera que enlazara, en una sola,
el sostenimiento de la religin y la muerte o sumisin
del partido Jibera!. Mas tarde, en una conversacin
con el Jefe del Estado. me refer a esta bandera. El
no haba reparado en ella, pero pensaba que la ltima
clusula sera "Paz o muerte a los que no la quieran".
Esto no alteraba su carcter atroz, y solamente agregaba al fanatismo lo que l toma del espritu de partido.
Creo, sin embargo, que no me haba equivocado; por_
que al regreso de los soldados a la plaza, Mr. C. y yo
los seguimos, hasta que, segn pensamos, el pOftaes..
tandarte contrajo los pliegues de la bandera expresamente para ocultarla, y algunos de los oficiales nos miraron tan sospechosamenie que nos retiramos.
Por respeto a los recuerdos de la patria, fui a visitar a mi bella compatriota; com en casa de MI'. Hall,
y por la tarde fu al patio de gallos, un gran edificio
cil'cular, hermosamente proporcionado, con un elevado asiento para los jueces, quienes tocaron una campanilla como seal para la rIa, y comenz6 la algara-
CAPITULO 15
EN BUSCA DE UN GOBIERNO - DIFICULTADES DIPLOMATICAS ~ SALIDA DE GUATEMALA LAGUNA DE AMATITLAN - ATAQUE DE FIEBRE INTERMITENTE - OVERO - ISTAPA - UN BU_
QUE MERCANTE FRANCES - EL PUERTO DE ACAJUTLA - ENFERMEDAD ZONZONATE -EN
CUENTRO DEL GOBIERNO - VISITA AL VOLCAN DE IZALeO - CURSO DE LAS ERUPCIONES DESCENSO DEL VOL CAN.
El da domingo cinco de Enero, me levant para
emprender el viaje en busca de un gobierno. Don Manuel Pavn con su acostumbrada benevolencia, me
trajo un paquete de cart~s de presentacin para sus
amigos de San Salvador. MI'. CatherYood intentaba acompaarme hasta el Pacifico. No tenamos arreglado el equipaje, el arriero no haba aparecido, y no me
haban enviado mi pasaporte. El capitn De NouveHe esper hasta las nueve, y en seguida se adelant.En
medio de mi confusin recib la visita de un distingui_
do cannigo. El reverendo prelado se mostr sorpren_
dido por mi salida en ese da. Yo estaba a punto de
exponer mis necesidades como una excusa por viajar
en da domingo; pero l me relev de hacerlo agre
gando que all habra un banquete de amigos, corrida
de toros y una representacin teatral, adrnirnndose de
que yo pudiese resistir a tales tentaciones. A las once lleg el arriero, con sus. mulas~ su mujer, y :un pequeo hijo andrajoso; y Mr. Savage que era SIempre
mi amparo en las pequeas molestias que son inherentes para hacerlo todo en aquel pais lo mismo que en
los asuntos de mayor importancia, regtes de la Casa
del 'Gobierno con la noticia de que mi pasaporte ya
se me haba remitido. Yo saba que el gobierno estaba descontento por mi propsito de ir a la capital. La
noche anterior haba corrido la voz que yo intentaba
presentar mis credenciales en San Salvador, Y reconocer la existencia del gobierno federal; los peridicos
recibidos esa misma noche por el col'l'eO de Mxico es_
taban cargados con relatos de una invasin de aquel
pas por los Tejanos. Yo haba recibido antes un escrito de informacin que era nuevo para mi, y en el
cual se consideraba diplomtico que yo manifestase
ignorancia, es decir, que aunque no fuera declarado
abiertamente, los Tejanos estaban apoyados y empujados por el gobierno de los Estados Unidos. Se nos
consideraba muy empeados en la conquista de Mxico; y, por supuesto, Guatemala vendra en seguida.
El odio por nuestras ambiciosas pretensiones acrecent el sentimiento de frialdad y desconfianza hacia m,
originado por no haberme adherido al partido domi_
nante. En general se me consideraba como el sucesor
de MI'. De Witt. Era sabido entre los polticos que
los procedimientos estaban pendientes de la renova_
cin de un tratado, y que nuestro gobierno pensaba
hacer reclamaciones por la destruccin de propiedades
de nuestros ciudadanos en una de las revoluciones del
pas, pero algunos se imaginaban que el obieto espe_
cial de mi misin era muy obscuro y a favor del partido en San Salvador. Cuando Mr. Savage volvi sin
ningn pasaporte, sospechando que all haba intencin de estorbarme y hacerme perder la oportunidad
de irme por mar, me dirig inmediatamente a la Casa
del Gobierno, donde reciba la misma respuesta que
le fu dada a Mr. Savage. Yo solicit otro pasaporte, pero el Secretario de Estado me 10 neg, fundndose en que ninguno podra ser expedido en ese dia.
Haba vados empleados en ]a oficina, y yo insista
alegando mi urgente necesidad, la prxima salida del
capitn De Nouvelle, mi oportuna peticin y fundn_
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agua. Las montaas se elevaban en derredor conlO de la casa era dichosa; y como compJemeno, una gauna muralla y proyectaban sobre eIJa una lobreguez llina cobijaba una nidada de pollos sobre mi cabeza.
ms profunda que las sombras de la noche. Camina- Durante la noche lleg al pueblo una escolta de soldamos alguna distancia con la laguna a. nuestra izquier- dos, de conformidad con el pedimento hecho por el cada, y un elevado yperpendiculal' astado de la montaa pin, y se adc.l:malon pa1'3 limpiar el camino. Nosoa nuestl'a derecha. Un viento frfo sucedi al intenso ros salirnos ane~ del amanecer; pero a medida que se
calor del da. y cuando llegamos a Amatitln yo esta- levantaba el sol, la fiebre reorn6, y a las once del da,
ba completamente aterido. Encontramos al capitn en cuando llegamos a Overo, yo no pude seguir adelanc.
la casa que nos haba indicado. Eran las nueve de la
Ya antes he advertido Que esa hacienda es un gran
noche, y, no habiendo tomado ninguna cosa desde las paradero de Isiapa y de las salinas; y dcsgraciadamensiete de la maana, nos encontrbamos preparados pa_ te para mi, varias partidas de arrieros, por temor l
ra hacer justicia a la cena que l haba preparado pa_ Jos ~adrones, se haban juntado al mismo tiempo, para nosotros.
ra salir a media noche, y ya haban terminado su traPara cvItar el escarpado desccllso hasta la laguna bajo de ese da Por la tarde, nuestro arriero, con mi
con las mulas de carga, nuestro arriero haba escogido escopeta, persigui6 y mat un jabal Hubo una gran
un gua pata nosotros en el camino, yndose l direc- fiesta para cocinarlo y comerlo, y con el ruido me motamente; pero, para nuestra sorpresa, an no haba lle- lestaron el cerebro La noche no me proporcion ali~
gado. Mientras cenbamos omos un alboroto en la vio. Tranquilidad era lo que yo necesitaba, pero eso
calle, y un hombre entr corriendo a decirnos que en pareca imposible de lograr; fuera de que en el ranun tumulto estaban asesinando a nuestro arriero. El cho abundaban las pulgas ms de 10 acostumbrado.
capitn, asiduo visitante del pas, dijo que probable. Toda la noche tuve una fiebre violenta MI'. Cather.
mentc sera una ria general a machete, y nos advir wood, quien. por no haber matado a nadie en Copn,
ti que no furamos a salir. Mientras tanto, en el haba concebido una grande opinin de su habilidad
corredor, vacilante, el alboroto se diriga hacia noso- como mdico, me di6 una fuerte dosis de medicina, y
tros; la puerta se abri con violencia, y un tropel de poco mtes de amanecCr me dorm.
g:ente se arroj al interior, arrastrando con l a nues_
Al clarear el dfa nos pusimos en marcha y llegamos
tro arriero, aquel respetable esposo y padre, con su a Istapa a las nueve de la maana El capitn De
machete desenvainado y tan borracho que apenas po- Nouvelle an no haba ido a bordo Dos buques fran_
da tenerse en pie, pero queriendo luchar con todo el ceses estaban en el puerto: el Belle Paute y el Melalmundo Con rfificultad logramos enredarlo entre ne, ambos de Burdeos, siendo est ltimo cl navo del
unos aparejos, donde cay al suelo, y despus de va Capitn D. Nouvelle. El tena cuentas que aI--re~lar
con el capitn del Belle Poule, y nosotros salimos pri~
llOS esfuerzos para levantarse se qued dormido.
A la maana siguiente despert con un violento mero para su buque.
dolor de cabeza y en todos los huesos. Sin embargo,
Ya he observado anles que Istapa es una rada
salimos al clarear el da y cabalgamos hasta las cinco abierta, sin bahta, cabo, roca, arr~cife o alguna prode la tarde. El sol y el calor aumentaron mi dolor de teccin cualquiera contra el mar abierto General_
cabeza, y por espacio de tres horas antes de llegar a mente el mar, como su nombre lo indica, es pacfico,
Escunilta sufr en gran manera. Me abstuve de ir a y las olas se mueven suavemente hacia la playa, pero
donde el corregidor, porque sabia que su dormitorio en los tiempos ele ms calma hay reventazones, y paestaba abierto para todos los que llegaban y yo nece- . . a pasarlas, como una parte de los accesorios del puer_
sitaba de quietud; pero comet un gran error en apear- iO, 5e descuelga una ancla del lado de afuera con una
me en casa del amigo del capitn. El era el propieta- boya amarrada, v un largo cable que pasando de la
rio de un estanco o destilera para elaborar aguardien- boya est asegurado en la playa. La lancha del lVIe~
te, y nos di una habitacin grande directamente a es- laine estaba cerca de tierr, con la popa hacia la plapaldas de la tienda, y separada de ella por un bajo ta- ya, con un cable un traducido entre la muesca de la
bique de tabla abierto por aniba~ y esta tienda estaba proa y pasando a travs del agujero del remo en la
constantemente llena de bebedores, hombres y muje- popa. Estaba llena de mercaderas, y en medio de
res, bulliciosos y pleitistas. Mi cama quedaba pega- cI1~s tomamos asiento. El contramaestre sentado en
da al tabique y tenamos ocho o diez hombres en nues- popa, y, aprovechndose de una ola que levant la proa
tro cuarto. Toda la noche tuve una violenta fiebre, cho la orden halar. La hmeda cuerda pas zlUnban~
y por la maana fu incapaz de moverme. El capitn do, y el botl' se movi has~a que la ola, al retroceder,
De Nouvelle lo sinti muchsimo, pero l no podia es- Jo golpe fuertemente sobre la arena; otl'a oleada y
perar pues su buque estaba listo para hacerse a la mar otro tirn y !Jued a fJote y, haciendo frente a las que
sin echar las anclas. 1\,[1'. Catherwood me haba tras_ llegaban y halaudo rpidanlente sobre Ja ola de retro.
ladado a un almacn ocupado con barriles y garrafa ceso, en pocos minutos pasamos las reventazones, la
nes, donde, salvo una que otra entrada que hicieron cuerda fu sacada de la muesca y los marineros em~
para vaciar licor, estuvo tranquilo; pero el olor nau- pual.'on los remos.
seabundo.
Era uno de los ms hermosos de aquellos hermo~
Por la iarde me abandon la fiebre y caminamos sos das sohre el Pacifico. El grande ocano estaba
hasta Masaya, por un camino de cuatro leguas, plano tan tranquilo como Un lago, la frescura de la maana
y sombreado, y. para nuestra sorpresa y gran satisfac todava descansnba sobre el agua, V pronto me sent
cin, encontramos al capitn en la casa donde yo ha- rearimado. A los p...ocos minutos llegamos al BelIe
ba parado il mi regreso de Istapa. Ya haba l avan Poulc, uno de los ms hermosos buques que han flotazado dos leguas ms all, cuando supo de una banda rlo en cualquier tiempo y considerado como un modede ladrones que se encontraba a alguna distancia ms lo en la mal'ina mercante francesa. Toda la cubier_
adelante, y se !'egres a esperar compaa, enviando, ta estaba pr-:>tegJda por un toldo con tina orilla ador_
al mismo tiempo, a E5cuintla por una escolta de sol- nada con festones escarlatas jugueteados por el vien_
dados. Ms tarde suphnos que ellos eran un grupo to. El alczar de popa estaba levantado y abrigado
de desterrados, que haban sido deportados de Guate. ])01' lm caprichoso toldo, amueblado con canaps, polmala, y que pasaban de Quezaltenango para San Sal_ tronas y sillas, y sobre una barandilla de bronce, al
vadO!; pero encontrndose en desesperadas CiSCUllS_ frente, estahan dos hermosos loros del PeI . A cada
tancias, eran personas peligrosas para encontrarlas en iado haba cuatro camarotes, y la popa estaba dividida
el camino.
('n dos cmaras para el capitn y el sobrecargo cada
La choza donde paramos, apenas era suficiente pa- una con su propia venta,3 y amueblada con una' cama
ra la familia que la ocupaba, y nuestro equipaje, con (no litera), un sof, libros. gavetas, escritorio, todo lo
dos hamacas y un care de viaje, la l'cdujeron a un es- :.. . ecesario para una fastuosa vida a horda de un bupacio muy peqveo. Se dice que Jos nios llorones que; exactamente las comodidades con las cuajes le
gozan de buena salud; si eso es as, la buena mujer ugradala a uno dar la vuelt al mundo. Se encontra-
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lo
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CAPITULO 16
ENFERMEDAD Y MOTIN - CONVULSIONES DEL CAPITAN JAY - SITUACION CRITICA _ PENOSA
ASISTENCIA - UN PAISANO EN APUROS - LOS DELFINES - SUCESION DE VOLCANES. _ EL
GOLFO DE NICOYA - EL PUERTO DE CALDERA - OTRO PAISANO _ OTRO PACIENTE _ LA HACIENDA DE SAN FELIPE - EL MONTE AGUACATE - "ZILLENTHAL PATENT SELF.ACTING COLD
AMALGAMATION MACmNE" - MINAS DE ORO - VISTA DESDE LA CUMBRE DE LA MONTAA._
El lunes veintids de Enero, dos horas antes de dada en las cuerdas y con la cabeza casi tocando el
amanecer, salimos para el puerto. "Hezoos" mostra- suelo. Lf! vieja deca que el diablo haba tomado po_
el camino llevando por delante todo mi equipaje, en- sesin de l, y corri hacia afuera gritando. Afortu_
vuelto en una baquette (vaqueta), que' erasimplemen_ nadamente esto trajo al interior a Un hombre a quien
te un cuero de res, al estilo del pas. Al clarear el da yo no h~bia visto antes, Mr. Warburton, un ingeniero
omos detrs de nosotros el resonar de cascos de caba_ que habla llegado para montar la maquinaria siendo
llos, y don Manuel de Aguila, con sus dos hijos, nos al- l mismo una mquia de muchos caballos de' fuerza
canz. Antes que hubiese pasado 'la frescura de la ma- , pues tena un par de hombros que parecan hecho~
ana llegamos al puerto y nos dirigimos a la antigua ' exprofesamente para sujetar a los hombres con convuL
choza que no esperaba volver a ver jams. La hamaca s~ones. Al principio qued tan conmovido que no sase balanceaba en el mismo lugar. El miserable rancho bIa qu hacer. Yo le dije que al capitn haba que
pareca destinado a ser la morada de la enfermedad. sUJelarlo, por lo que, abriendo sus poderosos brazos
En un rincn yaca el seor D'Yriarte, mi capitn, los apret alred~dor ~e los deLcapitn con la potenci~
exhausto por una noche de fiebre, e imposibilitado pa de una prensa hldruhca, volvlendole las piernas sobre
ra darse a la W'la en ese da.
m. Estas ~ier~as eran un par de las ms robustas que
El Dr. Drivin estaba otra vez en el puerto. El no soportaran Jamas un cuerpo humano; y sinceramente
haba desembarcado. todava su maquinaria; el hecho creo que si los pies hubieran tocado una vez mis cosel'a que el trabajo haba sido suspendido por un mon_ l1as, me habrfan lanzado a travs de la pared del
Un a bordo elel bergantn ingls, cuyo cabecilla, segn rancho. Velando mi oportunidad, enroll la hamaca
queja del doctor, era un poco arriba de la seal de la alrededor de SUB piernas, y mis brazos alrededor de la
alta marea, casi barridas por las olas, estaban unas tos;. hamaca. Mientras tanto l se libr del abrazo de MI'
cas cruces de madera, marcando las tumbas de los in_ Warburton, quien, aprovechndose de mi idea envol~
felices marineros que haban fallecido lejos del hogar. vi su parte entre los pliegues de la hamaca y le di
Al regreso me encontr en el rancho con el capitn su .ten;ate desde afuera. El capit~ force'jeaba, y,
Jay, del ber~antn ingls, quien tambin se quej con- arrastrandose como una enorme serpIente, desliz su
migo del marinero americano. El capitn era un jo- cabeza fuera del extremo de la hamaca, y retorci las
ven que haca su primer viaje como patrn; su esposa, cuerdas all'ededor de su cuello, de tal modo que noso~
con quien se haba casado una semana antes de darse tros temamos que se estrangulara l mismo. Est~
a la vela, le acompaaba. Haba tenido un desastroso bamos en la mayor desesperacin cuando entraron vio_
Yiaje de ocho meses desde Londres: al doblar el Cabo lentamente dos de sus marineros, los que, estando fa~
de Hornos su tripulacin se vi6 quemada por el hie- miliarizados con las cuerdas, le desenredaron la cabelo y sus mstiles arrebatados. Con un solo hombre 7.8, lo hicieron retroceder entre la hamaca, la enrro.
sobre cubierta haba subido hasta Guayaquil, donde lIaron a ru alrededor como antes, y yo me retir com_
incurri en gran prdida de tiempo y de dinero para pletamente exhausto.
Los dos suplentes eran Tom, un marinero de ofihacer las reparaciones y embarcar una tripulacin en_
teramente nueva. En Acajutla se encontr con que cio, co~no de cuarenta aos, y el cocinero, un negro y
sus botes no eran suficientes para desembarcar la ma_ amigo particular de Tom, a quien l llamaba Darkey
quinaria del doctor, y tuvo necesidad de esperar has_ Tom tom toda la direccin para asegurar al capitn
ta que pudiera construirse una balsa. Mientras tanto y aunque el Dr. Drivin y varios indios entraron, la vo~
su tripulacin se amotin, y algunos de ellos rehusa- de 'I'om era la nica que se oa, y dirigida solamente a
ron trabajar Su esposa estaba entonces en la hacien- "Darkey" "Sostngale las piernas, Darkey!". "A_
da del doctor; y yo pude observar que, mientras le es grrelo duro!". "Firme Darkey!" pero todos juntos
criba a ella una esquela con lpiz, su atezado rostro no lo pudimos sostener. Volviendo hacia arriba la caestaba plido, y grandes gotas de sudor pendan de su ra y doblndose para adentro, se amarr la espalda y
frente. Luego despus se arroj a la hamaca, y pens empuj ambas piernas a travs de la hamaca. golpenque se haba dormido; pero a los pocos minutos not do los pies violentamente contra el suelo; todo su
que la ham"lca se sacuda, y, recordando mi propia cuerpo pas por enmedio. Sus esfuerzos eran terri.
sacudida all, supuse que estara con sus viejas maas bIes. Sbditamente la masa de cuerpos sobre el piso
de dar a la gente la fiebre intermitente; pero muy rod contra la ~ama del Capitn D'Yriarte, la que se
pronto observ que el pobre capitn tena convulsio_ quebr con un estallido, y el capitn atacado por la
nes. Exceptuando el Capitn DYriarte, que estaba fiebre se vi6 obligado a retirarse del lugar gateando.
echado junto a la pared enteramente imposibilitado, En el intervalo de uno de los ms violentos esfuerzos,
yo era el :rlco hombre en el rancho; y como haba pe- omos un extrao y estpido sonido, que pareca como
ligro de que l mismo se tirara fuera de la hamaca, yo Un intento de cantar Gomo gallo. Lbs indios que llenaprocuraba sostenerlo en ella; pero con un convulsivo ban el rancho se rieron, y el Dr. Drivin se puso tan in_
esfuerzo me arroj al otro extremo de la choza, y se dignado por su falta de piedad, que agarr una tranca
inclin de un lado de la hamaca, con una mano enre y los arroj a todos hacia fuera. Un viejo y desnudo
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ro, a ms de los chinches que siempre infestan un bu- lamente sta El capitn hizo un atrevido esfuerzo a
que viejo, yo tenia en mi camarote zancudos, araas, mi favor diciendo que l no tenia pasajeros; que l
hormigas y cucarahcas. Sin embargo, no hay parte de llevaba a bordo al Ministro de los Estados Unidos, que
mi viaje sobre la que yo pueda reflexionar con tan estaba haciendo un viaje por Centro Amrica, y a quien
tranquila satisfaccin como esta travesia en el Pacifi- be haba tratado cortesmente en Guatemala y San Sal_
co. Yo tenia a bordo a Gil BIas y a Don Quixote en vador, y que seria una indignidad para el gobierno de
el idioma original, y todo el da sentado bajo un toldo, Costa Rica el no permitir su desembarque. Le escricomparta mi atencin entre ellos y la gran fila de gi_ bi con el mismo fin al 'capitn del puerto, quien, al
gantescos volcanes que tachonan la costa. Antes que regreso del soldado, lleg personalmente. Ya estaba
esto se hiciera tedioso llegamos al Golfo de Papajayo yo casi harto de vejaciones, y el capitn del puerto
(Papagayo), la nica salida por la que los vientos del di fin a dos vasos de vino antes de que yo tuviera el
Atlntico pasan al Pacifico. El delfin, el ms hermoso valor de presentarle el asunto. Me respondi con topez que nada, jugueteaba bajo nuestra proa y popa, da cort17sa, diciendo que senta mucho que la ley fuey nos acompa lentamente al costado. Pero los mari- ra t~!l Imperativa y que le impidiera disponer a dis...
neros no respetaron sus dorados lomos. El contra- cresIOn: Yo le contest que la ley tenia por objeto
maestre, un sanguinario joven francs, se mantuvo por prevemr la entrada de personas sediciosas emigradas
horas con un arpn en la mano, arrojndoselo a varios y expulsadas de otros Estados, que pudierail perturbar
de ellos, y por fin sac uno a bordo. El rey de los ma- .la paz de Costa Ri~a, pero que ella no poda referirse
L'es pareca consciente de su decada condicin; sus a U~I caso como el mo, haciendo al mismo tiempo hin_
bellos colores se apagaron, y se puso manchado, y por cap~ en mi carcter oficial. Por. fortuna para m, l
ltimo pesado y sin brillo, como cualquier otro pesca- tema un alto concepto del respeto debido a ese carc_
ter, y, aunque en posesin de un cargo subordinado
do muerto.
Pasamos en regular sucesin los volcanes de San tema el noble afn de no dar motivo para que a su Es~
Salvador, San Vicente, San Miguel, Telega (Telica), tado se le fuera a tildar de falto de cortesa para con
Momotombo, Managua, Nindiri, Masaya y Nicaragua, un extranjero acreditado. Por largo rato l no supo
cada un de por s un majestuoso espectculo, y todos que hacer; pero por fin, despus de mucha deliberajuntos formando una cadena con la cual ninguna otra cin, me pidi que esperase hasta la maana siguienen el mundo puede ser comparada; en verdad, esta te, mientras que l poda despachar un correo para
costa ha sido bien descrita como "erizada de conos informar al gobierno detalladamente, y entonces to_
volcnicos". Por dos das nos mantuvimos con las ve_ mar sobre s la Tesponsabilidad de permitir mi desem_
las agitadas a la vista del Cabo Blanco, el alto pro_ barque. Temeroso de cualquier accidente o de algn
montorio del Golfo de Nicoya. En la tarde del treinta cambio de propsito, y ansioso de poner mis pies en
y uno entramos al golfo. En linea con la punta del tierra, le suger que, para evitar el viaje con el calor
cabo estaba una isla de roca, con altas, desnudas y pre_ del da, me sera preferible dormir en la playa y as
cipitadas faldas y la cima cubierta de verdor. Era estar listo para salir de madrugada, a lo cual accedi.
En la tarde el capitn me llev a tierra. En la pri_
casi la puesta del sol; por cerca de una hora el cielo y
el mar parecan encendidos con el reflejo de la ago- mera casa vimos dos candelas encendidas alumbrando
nizante luminria, y la isla de rocas pareca como una el cuerpo de un muerto, Todos los que vimos estaban
fortaleza con sus torrecillas. Era un panorama de enfe:"mos, y todos se quejaban que el lugar era fatal
gloriosa despedida. Yo haba pasado mi ltima no- para la vida humana. En efecto, estaba casi desierche en el Pacfico, y las montaas del Golfo de Nico- to; y, no obstante sus ventajas como puerto) el gobierno, pocos das despus, dio una orden para desocuparya se juntaron a nuestro ah'ededor.
Temprano por la maana tenamos la marea a lo y regresar al antiguo puerto de Punta Arenas. El
nuestro favor, y muy pronto) dejando el cuerpo princL capitn todava estaba sufriendo fiebres intermitentes,
pal del golfo giramos a la derecha, y entramos en una y de ninguna manera quera quedarse despus de en_
beIla y pequea ensenada, que forma el puerto de Cal_ trada la noche. Yo estaba tan feliz de hallarme en tie_
dera Al frente quedaba la Cordillera de Aguacate, rra, que si me hubiera encontrado con una calavera a
a la izquierda el antiguo puerto de Punta Arenas, y a cada paso, stas difcilmente me habran hecho retro'la dt.recha el Volcn de San Pablo. En la playa estaba ceder.
El ltimo extranjero que estuvo en el puerto era
una casa larga y baja construido sobre pilotes, con techo
de barro, e inmediatas a ella haba tres o cuatro chozas un americano di;tinguido. Su nombre era Handy; yo
de paja y dos canoas. Anclamos frente a las casas, y haba odo primero de l en el Cabo de Buena Espeaparentemente sin llamar la atencin de ninguna al_ ranza, cazando jirafas; despus me lo encontr en Nueva York, y lament excesivamente el no hallarlo aqu.
ma en la playa
Todos los puertos de Centro Amrica sobre el Pa- Habia viajado desde los Estados Unidos atravesando
cfico son insalubres, pero este se consideraba mort- Tejas, Mxico y Centro Amrica, con un elefante y dos
fero. Yo habia entrado sin temor a ciudades donde la dromedarios como guias de sus filas! El elefante era
peste estaba en toda su 'intensidad, pero aqu, cuando el primero que se vQia en Centro Amrica, y a menume vi en tierra, haba un silencio de muerte que haca do o hablar de l en los pueblos con el nombre de El
estremecer. Para salvarme de la necesidad d dormir Demonio. Seis das antes, Mr. IIandy, con su intere,en el puerto, el capitn envi un bote a tierra con mi sante familia, se habia embarcado l'umbo al Per, y
criado para conseguir mulas con las cuales yo pudie_ quiz en estos momentos estar cruzando las pampas
ra pro'seguir inmediatamente hasta una hacienda a dos con direccin al Brasil.
Decidido a no perder de vista a mi amigo el capileguas ms all
Apenas habia partido nuestro bote cuando vimos tn del puerto, con mi equipaje en los talones baj
tres hombres bajando a la playa, quienes al punto sa_ por la playa hasta la aduana. Esta era un edificio de
lieron a la mar en una canoa, encontraron a nuestro madera aserrada, como de cuarenta pies de largo, si_
bote lo hicieron regresar Y nos abordaron ellos mis_ tuado a poca distancia arriba de la seal de la alta mamos: Eran dos remeros y un soldado, y este ltimo rea sobre pilotes como a seis pies fuera del suelo. Era
inform al capitn que, por un reciente decreto, a nin_ el punto de reunin de las diferentes personas con emgn pasajero le era permitido desembarcar sin permi- pleos del gobierno, civil y militar, y de dos o tres muso especial del gobierno, por lo cual era necesario en- jeres empleadas por ellos, La fuerza militar se comviar una peticin a la capital, y esperar a bordo la res- pona del capitn del puerto y del soldado que nos
puesta. Agreg que el ltimo barco llegado al puerto abord, de modo que yo no tenia mucho temor de ser
se encontraba lleno de pasajeros, quienes se vieron rechazado a punta de bayoneta. Durante la noche
obligados a esperar doce das antes que la licencia fue_ surgi una nueva dificultad con respecto a mi criado,
ra recibida. Yo ya estaba acostumbrado a todas las pero, considerndome yo mismo Plcdianamente segu_
molestias en los viajes, pero no pude soportar tranqui_ ro, insist en que l constitua 'mi squito, y obtuve
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provlstoS.
agrestes y bellos lugares que jams los hombres eligieroil para sus viviendas, estaban las chozas. de los
mineros. El sol rozaba ligeramente el mar, alumbrando la superficie del agua, y suavizando las speras
montaas; era la ms hermosa escena que jams yo
"1, y esta gratsima visin fu la ltima; porque sbitamente se obscureci, y inuy pronto entr la ms ne}~\'a noche de cuantas yo haba conocido. Cuando des_
eendimos, el bosque era tan tupido que aun en pleno
dia interceptaba la luz, y en algunos lugares. el camilla estaba cortado a travs de escarpadas lomas ms
altas que nuestras cabezas, y cubierto por arriba con
denso follaje "Hezoos" iba adelante d m, con som""'"
--;rero blanco y chaqueta y caminando junto a l un
perro blanco; pero yo no poda ver los contornos de su
figura El camino era empinado pero bueno, y no
pl etend guiar la mula. En uno de los ms obscuros
pasajes" Hezoos" se detuvo, 'y, con una. voz que hizo re
sonar el bosque, grit "un len", "un' len"; Yo qued espantado, pero ~l se ape y ptndi un cigarro
Qu frescura, pens yo; pero l me tranquiliz dicin_
dome que este len era un anima1. diferente del que
ruge en los desiertos africanos, pequeo, que se asustaba con un grito y que slo coma nios. Largo codi'as.
Ya haba avanzado la tllrd cuando salimos del mo pareca, nuestro total descenso no nos ocup tres
pozo. Don Juan me condujo por una empinada senda horas, y a las dIez de la noche llegamos a la casa en la
hacia arriba por la falda' de la montaa, hasta una pe- Boca de la 1'ilo!ltaa. Estaba cernida, y todos se enquea nieseta ~obre la cual estaba un grn edificio contaban durmH:ndo; pero. tocamos fuerte, y un hom....:.
ocupado por mineros. La vista era magnfica:, abajo bl'e abri la puerta, y, antes que 'pudiramos hacerle
quedaba una inmensa barranca; arriba, encaramada algunas 'preeuntas, desapareci Medi.a vez dentro,
sobre una pmiia, 'como un nido de guilas, la casa de sin embargo" hicimos bastante ruido para despertarlos
otro superintendente; Y sobre el lado opuesto, la gran a tallos, y conseguimos lllaz para las mulas y una luz.
cadena de montaas de Candelaria. Yo aguard has.. All haba un amplio cuarto abierto a todo el que lleta que luis mulas subieron, y con muchos agradeci- gaba, con tres catres, todos ocupados, y dos hombres
mientos por su benevolencia, me desped de don Juan. durmiendo en el suelo. El ocupante de una de las caA medida que seguamos subiendo, a cada instante mas, despus de mirarme por algunos instantes, lo des_
la perspectiva sellaca ms grande y hermosa; y de ocup, y yo i am su lugar. El lector no debe suponer
repente, desde una elevaci,n de seis mil pies, lllir all que yo fuera enteram~nte falto de escrpulos, l se
abajo el Pacfico, el Golfo de Nicoya, y, asentado como llev toda su ropa de dormir,es decir, su chamarra
un ave sobre el agl,la, nuestro bergantn La Cosmopo- La cama y todo su ajuar se compona de un cuero de
Hta Y aqu, en los ms elevados 'puntos, en los ms res sin curtir.
CAPITULO 17
I,A GARITA - AL!HUELA - UN PUEBLO BENEVOLO - HEREDIA - RIO SEGUNDO - CAFETALES
DE SAN JOSE _ EL VIATICO PARA UN MORIBUNDO - UN ENOUENTRO FELIZ - PERPLEJIDA
DES EN EL VIAJE _ HOSPEDAJE EN UN CONVENTO - EL SEOR CARRILLO. JEFE DEL ESTADOLAS VICISITUDES DE LA FORTUNA - VISITA A CARTAGO - TRES RIOS - UN ENCUENTRO INESPERADO - ASCENSION AL VOLCAN DE CARTAGO - EL CRA'rER - VISTA DE LOS DOS MARES.
EL DESCENSO - PASEO POR CARTAGO - UN ENTIERRO - OTRO ATAQUE DE FIEBRES INTER.
MITENTES ~ UN VAG>ABUNDO- EL CUI.TIVO DEL CAFE
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puent(~,
tauJes ancianas, las abandon, y arrastrando hacia adelante a una muchacha muy bonita, con los brazos
alrededor de su cintura, y besndola a cada momento,
me cont que ella era la aprendiza de su esposa; y
aunque a cada beso l le hacia preguntas acerca de su
mujer, no aguardaba las respuestas, y los besos se re_
petan con ms rapidez que las preguntas. Durante
todo ese tiempo yo me estuve a caballo mirando. No
cabe duda que eso era para l muy agradable, pero ya
empezaba a impacientarme; viendo lo cual, se separ,
mont, y acompaado por media docena de sus amigos,
de nuevo tom la delantera. A medida que avanz_
bamos aumentaban sus amigos. Esto era algo fastidioso, pero yo no poda perturbarlo en los ms dulces
ulaceres de la vida, la bi~nvenida que le daban sus
amigos despus de una larga ausencia. Al cruzar la
plaza, dos o tres soldados de su antigua COI,1lPaa, reclinados contra la baranda del cuartel le grItaron compaero, y, con el sargento a la cabeza, llegaron y se
unieron a nosotros. Atravesamos la plaza -c~on quince
o veinte en nuestra compaa o, mejor dicho, en su
compaa algunos de los cuales, particularmente el
sargento, 'en obsequio a l, se mostraron atentos conmigo.
Mientras que l tena tantos amigos para darle la
bienvenida, yo no tenia niriguno.En efecto, yo no
saba dnde dormira esa noche. En las poblaciones
C1randes de Centro Amrica siempre me encontraba
desconcertado para hallar- dnde alojarme. Por todo
el pais el viajero n~ encuentra hospedaje pblic?, sal_
vo el cabildo y un Jarro de agua. Todo lo demas debe llevarlo consigo, o comprarlo en el lugar -si puede. Pero en lae;; grandes poblaciones no se tiene este
recurso porque alli no sera decente alojarse en el cabildo. Yo tenia cartas de recomendacin, pero era sumamente desagradable el presentarme sobre el lomo
de una mula, con el equipaje en los talones, como si
ellas fueran. en realidad, libranzas a la vista para conseguir habibcin Y mesa.
'~Iezoos me haba contado que all est~ba un vie_
jo chapitn, esto es, una persona de Espana, en cuya
casa yo podra conseguir un. cuarto alquil~do para ~,
pero desgraciadamente, el tIempo y las cIrcunstancIas
haban obligado al v.iejo espaol a irse tan .lejos que
los ocupantes de su casa ignoraban su paradero. Yo
contaba con l con tanta seguridad que no haba sacado mis cartas de recomendacin, y ni siquiera saba
los nombres de las personas a quienes iban dirigidas.
El cura estaba en su hacienda y su casa se encontraba
cerrada; un uadre que haba estado en los Estados UnL
dos se hallaba enfermo, y no poda recibir a nadie; los
amigos de mi criado todos me recomendaban a distintas personas, como si yo tuviera toda la ciudad a mi
disposicin; y principalmente me animaban para honlar con mi compaa al Jefe de Estado. En medio de
~sta consulta callejera, yo suspiraba por un hotel de
cien dlares al dia, y tener al gobierno como pagador.
'HezDos. que durante todo este tiempo se hallaba en
una terrible precipitacin, despus de una animada
chal la con algunos de sus amigos, espole su mula y
me hizo volver de prisa, cruz una esquina de la plaza, dobl una calle a la derecha, se detuvo frente a
una pequea casa, donde se ape, y suplicndome que
hiciera lo mismo, al momento arrebataron las monturas y las llevaron hacia el interior. Me entraron a la
casa, y. me ofrecieron una silla baja en una pequea
habitacin, donde una docena de mujeres, amigas de
'Hezoos y de su esposa, lo esperaban para darle la
bienvenida a su hogar. El me dijo que no sabia dn_
de estaba su casa, ni si tenia algn cuarto dems, has_
ta que lo supiera por sus amigos; y llevando mi equiuaje al interior de una pequea y obscura habitacin,
que yo podra c lntar con esa para m, y que l, su mujer, y todos sus amigos me serviran, y que estara .all
con ms comodidad que en nnguna otra casa en San
Jo~. Yo me encontraba sumamente cansado, por haber hecho un viaje de tres das en.dos, y muy fatigado
por la molestia de andar buscando un lugar de des_
pases y consh uir de un modo difel ente al acostumbrado por sus padl es y distinto del gusto de sus veci-
nos
su
92
93
eIa el nico em'opeo lesidente en Cal'tago, y en cuya na en Guatemala porque su esposa tuvo miedo de
casa muli, se fu a caballo hasta San Jos, yapa. confirmelo l y ami regreso me enconh con IHezoos
yndose en el tratado existente entre los Estados Un. que me espelaba en el convento Mientras pona mis
dos y Centro Amrica, obtuvo una orden del gohiel no cosas. en Ol den, sin mirarme la cata, me habl de las
pal a su entierlo en el cementerio Todava el fanti. penahdades que su mujer, lila pvera", haba sufrido
ca vtcmlo, actuando, como l dijo, bajo un poder ms dur~nte su ausencia, y de lo dificil que el a para una
alto, se opuso Se envi un mensajero a San Jos, y mUjer casada mantenerse sin su marido Yo adivin
dos compafias de souldados fueron mandadas a casa cul era su tendencia; y sintiendo, paltieulalmente
del doctor para escoltar el cllelpo hasta la fosa Por ~esde la reaparicin de mis fiebres intermitentes, la
la noche se estacionalon hombres al lado de eUa pala lffipOl taneia de tener un buen criado en el largo viaje
cuidro que no fuela a desentell'arlo y abotarlo fue- que tenia fl ente a m, con el egosmo propio de un
ra del recinto Al siguiente da el vicario, con la cruz viajelo, foment sus pI apensiones vagabundas, dicin_
e imgenes de santos, y con todos IC?s emblemas ~e la dole que en unas pocas semanas estara cansado del
iglesia y un gran concurso de vecrnos.. se mOVIa en hogar, y que ya no tendra otra tan buena oportunisolemne procesin rumbo al cementerIO pal a recon dad pala ausenta'lse Esto le pareci tan persuasivo
sagIar iOlmalmente el campo que haba sido mancilla- que ya no sigui con sus insinuaciones y se fu con
do con el entierro de un heleje La tumba es la ter. tento
A las tres de la tarde me enconb aba dudoso con
cera desde el conedor
En el corredor, y en un lugar de honor enn e los .l especto a mis iros, pero, decidido a no darles enprincipales muertos. de ~Cal tago, yace.n los lestos de trada, me vest y me fui a comer con MI' Steiples
OtlO extranjero, un Ingles llamado Balley El da an. Antes de sentaJ'me, lo azulado de mis labios y la ten_
tes de su fallecimiento fu llamado el alcalde para ha. denciaa usar silabas superfluas me traicionalon, y mi
cer su testamento, quien, s.egn- la form~ acostwnbra- vieja enemiga me sacudi P01' todo el camino de regl eda le pI egunt si era cristiano Mr Bal1ey respondi so hasta el convento y en la cama En seguida lleg
qu'e si; y el alcalde lo inscl~bi como cri.stiano catli~o la fiebre, y me qued acostado todo el dfa siguiente,
apostlico Y lomano El mISmo Mr Batley no ~e fiJ recibiendo muchas visitas en la puel ta, V unas pocas
en esto; l saba de ]a dificultad que habia habIdo en adentro. Una de stas fu la de 'Hezaos que regre_
el caso de mi paisano como seis meses antes, V que saba mas resuelto que antes, y al llegar al punto dijo,
riendo ahonal a sus amigos una desagl adable y, qui- que l por su parte estaba ansioso de acompaa1me.
zs infructuosa conhovelsia, ya haba indicado un r- pero que su mujer no lo consenta Yo pens que si
bol pal ticulal bajo el cual deseaba ser sepultado An. ella tomaba las almas en mi contra todo estaba perdites que le fuera ledo el testamento falleci6 Su res do, pelo le hice ver que l haba celebrado un contrapuesta al alcalde .se tuvo .como. u.na evidencia d~ su to, y que ya estaba lepagado; y le mand a ella un par
01 todoxia' sus JIDlgOS no mte2 vlmel on, se le djo se de aretes de oro para dejarla tranquila
Durante cuatro das sucesivos me repitielon los
pultUla b'ajo la dileccin especial de,los sacer~otes. y
con todas las ms sagl adas cel emomas de la IgleSIa frias y las calenturas En el convento fui tratado con
Fu el da ms grande nunca visto en Cartag(J A las toda benevolencia, los amigos me visttalon, y el Dr
exequias asistieron todos los habitantes y la procesin Blayley lleg de Cartago pala asistirme; pela por otra
march desde la puerta de la iglesia, encaebzada POI parte yo estaba desalentado Lleg el da fijado para
violines y tambol es, seguida de los sacerdotes, con too emplendel la marcha con Alvatado Ela imposible
das jas el uces, imgenes de santos y banderas que ha- pattir, el DI' Blayley me advirti que sela insensato
blan sido acumuladas desde la fundacin de la clud~d el hacello, mientras hubiese alguna tendencia a la en
En las esquh~as de la plaza y de todas las calles prin- felmedad Elan seis das de viaje por el desierto has.
cipales, la procesin se deten~a a cantar aleluyas , 1'a. ta el puel to de San Juan, sin una casa por el camino,
slo con montaas que Cl uzar y los que vadear Toda
loa manifestar el gozo en los CIelos por un pecador que
la partida se ila a pie menos yo; cuatro homblcs de
se sn epiente
.
Mientras estbamos en el corredor, Vln10S pasar ms selan nec2saIios para pasar mi mula en algunos
al hombre que haba acomp811ado el fretro, con el lugat es difciles, y siempre haba aH ms o menos Uu~
nio en los b18Z0S El eIa su padre y con la .sonrisa vias San Juan era una colecci6n de miserables caba_
en los labios 10 llevaba a la tumba Lo segUla-:r dos as, y desde este lugar era necesario embalcarse en un
muchacho~ tocando violines. y otros se estaban llendo bongo dUlante diez o quince das sable un lo insalualrededor. El nio iba vestido de blanco, con una bre Adems de todo esto, yo tenia la altel nativa de
guhnalda dp rosas en la eabeza;,Y como se ~al1aba e~ legresar a Znn'?ollate en La Cosmopolita o de ditigil
los brazos de su padre, no paJ.ecla muerto, smo dorml. me a Guatemala por tierra, en un viaje de mil dos.
do La fosa no estaba entelamente abierta y los mu cientas millas, a travs de un pas falto de comodidades
ch~chos se se-ntalon sobre W1 montn de tieua de la para los viajf'lOC;, y peligoso por las convulsiones de la
que haba sido excavada, y tocaron el violn .1~asta 9ue gueHa civil POI la noche, encontl ndome yo solo
se telmin El padre entonces coloc al nmo CUIda en el convento, y a la luz de una pequefia vela, vi los
dosamente en su ltimo lugar de descanso, con la ca murcilagos volando por el techo V me sent abatido,
beza hacia el sol naciente; le ClUZ las manitas sobre y habra sido dichoso de enconualmc ya en mi hogar
No obstant~ eso, yo no poda SOPOl tal' la idea de
el p.rJlo juntndole los dedos alrededor de un pegue_
i.o crucifijo de madera; y pareca, tal como ellos 10 perder todo lo que iba a buscal La ruta terrestre
pensaban, dichoso de e~capar de las penalidades d,e quedaba a 10 lalgo de la costa del Pacfico, y dUlante
un incietto mundo Alh no hubo derrame de lgrl. tres das era igual a la del puerto Detcl min irme
mas; por el contrario, todos estaban alegres; y aunque por tielra, pero, con la advertencia del Dr. Blayley
pareca inhumano, no era porque el padre no amara de partir a tiempo para tomar el barco y con la espe.
a su hijo, slno porque a l y a tod.os sus amigos se l.es 1 anza de no sufl ir otro ataque de fros, compr dos
habia enseado a creer, y el an fn mes en su conVlc de las mcjOl es bestias mulares de San Jos, siendo una
cin, que, separndose tan tierQ,.o" inmediatamente se de ellas en la que yo haba subido al volcn de Calta_
go, y la otra un macho, no ms que medio domado,
1 ia transpOl tado a un mundo mejor
El padre le es
palcl un puado de tiena sobre el rostro, el sepultu pela el ms fino animal que en mi vida mont
PelO volvamos a 'Hezoos. A la maana siguiente
rero empu su pala en pocos momentost se llen la
pequea fosa, Y precedidos por el muchacho tocando que le di los alctes no se haba asomado, pero me man_
d ~ decir que estaba con frias y calentUl as Al sisu vioIfn, salimos todos iuntos
A la maana siguiente, con gran pesadumbre, me guiente da estaba mucho peor, y persuadido que 10
desped1 de mis cariosos amigos y regres a San Jos haba de perder, le hice saber que si l me consegua
Ha sido mi desgracia el ser juguete de las muie. un buen substituto, que la relevara Esto le hizo leles de otros hombres Peld el mejor criado que te. vantarse de la cama, y por la tal de ap81'eci con su
94
marle. Su oficio era albail. 'Hezoos lo haba hallado en su trabajo y lo haba halagado con la esperanza de que conocera Guatemala y Mxico y que re
gresara tan lico como l Se plesent tal como haba dejado sU faena, con las mangas de la camisa arremangadas atriba del codo, y los pantalones arriba de
las rodillas: un diamante en bruto para criado; pero
era honrado, poda cuidar las muals y hacer un choco~
late Yo no peda ms Tambin era casado; pela
como su mujel no se il1terpuso, me pareci el ms
adecuado para el caso.
Por la tarde, la vspera de mi pal tida, en compaa de Mr Lawrence visit las plantaciones de caf
de don Mariano Mcntealegre Estaban situadas en
un lugar am0no, y con el mayor buen gusto don Maliana viva all una gran parte del ao El estaba en
su fbl ica y su hijo nos acompa montado en su caballo Era un hermoso paseo, pero en ese pas los caballeros nunca andan a pie
El cultivo del caf en los llanos de San Jos ha
aumEntado rpidamente en pocos aos Siete aos
atrs toda la cosecha no era mayor de quinientos quin~
tales, y este ao se esperaba que llegar a ms de no_
venta mil Don Mariano el a uno de los ms grandes plantadores, y posea tres cafetales en esa vecindad; el que nosotros visitamos contena veintisiete mil
rboles, y l se estaba preparando para hacer grandes
aumentos en el siguiente ao Haba invertido una
fuerte suma de dinero en edificios y maquinaria, y
aunque sus paisanos le decan que se atruinarfa, cada
ao sembraba ms cafetos. Su esposa, la Seora, estaba diligentemente empeada en vigilar los detalles
de la descascal ada y secada del grano En San Jos,
entre pal ntesis, todas las seoras eran lo que podra
llamarse buenas negociantas tenan tiendas, compraban y vendan mercaderas, buscaban gangas y eran
particularmente expertas en asuntos de caf
CAPITULO 18
SALIDA PARA GUATEMALA - ESPARZA - UN PUEBLO DE COSTA RICA - LA BARRANCA)IISTORIA DE UN PAISANO._PAISAJE SILVESTRE - HACIENDA DE ARAN.JUEZ _ EL RIO LAGAR.
TOS _ CERROS DE COLLITO - MANADA DE CIERVOS - SANTA ROSA - DON JUAN JOSE BONI.
LLA _ UN TEMBLOR DE TIERRA - UNA HACIENDA DE GANADO - BAGASES - GUANACASTE UNA AGRADABLE BIENVENIDA - LA BELLA DE GUANACASTE _ UNA GRATA POSADA - LAS
CORDILLERAS - LOS VOLCANES DE RINCON y OROSI - HACIENDA DE SANTA TERESA - UNA
PUESTA DE SOL -OTRA VEZ EL PACIFICO
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hein~
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mena blanc; y cascajo, claro como el cristal, y 50mbl eado pOI ftrboles, cuyas ramas se juntaban en el va
do, y fOlmaban una enramada completa Nos apeamos, desensillamos nuestras mulas y las amarramos a
un tnbol, encendimos fuego en la milla y nos desayu_
namos Las escenas silvestres haca mucho tiempo que
haban perdido su novedad, pero sta yo no la habria
cambiado por un djeuner la fourchette en el meior 1 estaurante de Pars El pavo silvestre slo fue
suficiente para m y mi familia, que la folmaba Nico_
ls
Ponindonos en mal clla nuevamente, en dos ho1 as r:.alimos de la selva, y llegamos a un campo abielto
a la vista de los Cen os de Collito, un esplndido pico
pelado que se yergue solitario, de fOlma cnica, y cubiel to de hiel ba hasta la cima A las doce del da llegamos a11 ancho de un indio A un lado haba un gru_
po de naranjos calgados de fruta, y al flente un co_
beltizo techado con hojas de maz Una india vieja
se hallaba sentada en la puerta, y un indio enfermo
estaba durmiendo bajo el sotechado Haca demasia_
do calol, y entrando bajo el cobeltizo, desmont, me
mroJ en una hamaca heha jitones, y mienttas apagaba la sed con una naranja me qued dOllUido Lo ltimo que recuel do es habel visto a Nicols acarl eando a la choza un miserable pollo medio mue1 to de
hamble A las dos de la tarde me despert y puso
f1 ente a m a la infol tunada avecilla, casi quemada,
cuyo costo, con naranjas a discrecin, fu de seis y
un cuatto centavos, que la vieja deseaba pelmutar pOI
una carga de plvora Yo me encontraba muy escaso
de sta y hubiel a preferido darle un dlar, pero no
tuve ms 1emedio que aadir la carga de plvora al
dinelo
A las dos de la tal de emprendimos de nuevo la
l11aIcha Ya habamos hecho la jornada de un da, pe_
laYo tena en perspectiva un buen lugar de descanso
pala la noche Haca excesivo calol, pero muy pron_
to negamos otra vez al bosque No habamos caminado mucho cuando un venado el uz nuestl o sendero Es
te el a el primero que yo vea en el pas, el cual se hallaba casi destituido de toda clase de caza En ve1 dad,
durante todo el viaje, yo no haba dispalado sino dos
veces, exceptuando al pavo silvestre, y en tales oca_
siones slo para conseguir pjaros raros, y para mayor
infoltunio en prosecucin de mi plan de estOlbalme
lo menos posible, no dispona sino de unas cuantas
cargas de municin para patos y media docena de ba_
las de pistola Muy plonto divis dos venados juntos
y a tiro de fusil Ambos caones de mi escopeta estaban cargados con municin Desmont y los segu
por el bosque, procmalldo tenel'1os al alcance En el
curso de una hora vi tal vez una docena, y en ese tiem
po ya haba acabado con mi municin Yo estaba resuelto a no usar mis balas de pistola, y como ambos
caones quedaron vacos, me qued sosegado A me_
dida que se acercaba la noche aumentaban los vena_
dos y estoy segmo al decir que vi cincuenta o sesenta, 'y muchos a tiro de escopeta De vez en cuando
el ganado nos espiaba por entre los l boles, tan aris;
co como los venados El sol ya declinaba cuando salimoS a un extenso claro, en uno de cuyos lados se
hallaba la hacienda de Santa Rosa La casa estaba si_
tuada hacia la derecha, y dh ectamente al f1 ente, junto
a la falda de una colina, quedaba un gran corral de ganado, circulando por una maciza paled de adobe, dividido en tres pal'tes, y lleno de vacas y telnelOS A la
izquiel da haba una l1anUl a casi ilimitada, con bosquecil10s diseminados; y al avanZal nosotlos, un caballelO que estaba en el patio mand a un criado para
abl la puelia Don Juan Jos Bonilla me recibi en
el cmredor, y antes que tuviera tiempo de presentarle mi carta, me di6 la bienvenida a Santa Rosa
Don Juan ela nativo de Cartago, un caballelo po~
nacimiento y educacin y de una de las ms antiguas
familias de Costa Rica Haba viajado por todo su
pas, y lo que -?ra muy ral'O en aquella 1egin, haba
visitado los Estados Unidos, y aunque tlopezando con
9'1
La hacienda de don Juan cubra tanto terl eno como un principado alemn, pues tena doscientos ~il
acres, y estaba limitada, qe un lado ~ por larga d.!.stancla por el ocano Pa~lco Pero. solo una pequ.ena
parte de ella estaba cultIvada, no mas que la sufIcIente para pI aducir el maz de los trabatadores,. y el !,esto
era campo libre para el ganado Mas de dIez mIl cabezas andaban enantes por el campo, casi tan ariscas
como los venados, y nunca se les miraba, salvo cuando ah avesaban un sendero por el bosque, o dUl ante
la estacin del lazo para tomar nota del aumento
No habamos andado mucho cuando vimos tres
venados juntos, y no lejos de nosotros Era excesivamente enfadoso que la primera vez que me hallaba
en un pas donde haba algo qu matar, me encontla1'a tan complptamente desprevenido, sin tener la espe
ranza de proveerme hasta salir de esa regin Don
Juan estaba incapacitado para la cacera por su cojela; en realidad, el matar un venado no se consideraba
cacera y su carne no se tenia como buena para la comida 'En el curso de una hora miramos ms de vein_
te.
Yo haba salido para este largo viaje sin una mula de caIga, por la dificultad de cons~guir al~una que
caminara al mismo paso que las bestIas de SIlla; pero
habamos sentido la inconveniencia de viajar embarazados con el equipaje y, a ms de las atenciones que
don Juan me dispens en su casa, me proporcion- una
mula que haba domado expresamente para su pI opio
uso en los viajes rpidos entre Cartago y la hacienda,
la que me garantiz que con una liviana carga, trotara y se mantendra al paso de la ma.
Ya avanzada la tarde abandon su hospitalario domicilio Don Juan, con su muchacho sordomudo, me
acompa una legua del camino, en donde nos apeamos y nos despedimos Mi nueva m:u.la, lo mismo que
yo, se mostr.3.ba muy renuente a deJar a don Juan, y
pareca tener el plesentimiento de que jams volvera
a ver a su antiguo amo Verdaderamente, era tan di_
fcil hacerla caminar, que Nicols la amatr del ca_
bestl o a la cola de sp mula, al estilo comn del pas,
y conducida de este modo segu yo tras ella pisndole
los talones Los venados eran ms numelOSOS que los
que ya haba visto, y ahora los mil aba slo por la vida
que impartan al bello panorama Al anochecer comenzamos a sentir temol es con respecto al camino
Haba un paso difcil en la montaa frente a nosotros,
y Nicols quera detenelse y esperar hasta que saHela la luna; mas como esto podra desarleglar la jOlnada del siguiente da. yo avanc durante ms de una
hora por entle la selva Las mulas tlopezaban en la
obscuridad y muy pronto pel dimos toda seal de algn
camino; mientras tratbamos de encontrarlo, omos el
estallido de un rbol que caa, el que en la obscuridad
vibl espantosamente, y nos hizo vacilar en la entra_
da al bosque Yo me decid a esperar la luna y desmont Atisbando en la obscuridad, distingu una
vacilante luz hacia la izquierda Gritamos con todas
nuestras fuerzas, y nos respondi un conjunto de pe
llos ladradores, y movindonos en esa direccin, llegamos a una choza donde tres o cuatro jOlnalelOS es_
taban tendidos en el suelo, quienes, al principio, tratalan de brnlarse de nosotros, haciendo impertinen_
tes advel tencias cuando les pI eguntamos por Un gua
para la hacienda ms cercana; pela Uno de ellos reconociendo mi mula de carga, dijo que la haba conocido desde que era nio (alabanza algo dudosa de mi
nueva compra)} y fu al fin inducido a oflecernos sus
sel vicios Trajeron un caballo, grande, cerrero y fulioso, como si nunca se le hubiera enfrenado; lesopIando, encabritndose y casi haciendo temblal el sue_
lo con sus cascos; Y antes que el jinete se hubiera acomodado sable sus lomos ya estaba corriendo velozmente por el llano en la obscuridad Despus de una
gran vuelta repes, y el gua, soltando la mula de
carga de la de Nicols, la amarr a la cola de su caballo, y enseguida tom la delantera Todava con el
al rastre de la mula de caIga le era imposible moderar el paso, y nos vimos precisados a seguirle a un
paso en verdad desagradable Este era el primer tra_
mo de mal camino con que nos habamos encontrado,
pues tena vueltas muy cerradas, y subidas y bajadas,
quebrado y pedregoso Afortunadamente, mientlas
estbamos en el bosque sali la luna, tocando con su
plateada luz las copas de los rboles, y cuando llega_
mos a la orilla del ro estaba casi tan claro como el
da Aqu mi gua me dej, y yo perd toda confian_
za en la luna, pues por su engaosa luz deslic entre
las :nanos de mi gua una pieza de oro en vez de una
de plata, sin darnos cuenta de ello ninguno de los dos
Cuando subimos por la ribera, despus de Cl uzar
la corriente. la hacienda qued a plena vista Los ocupantes se hallaban en la cama, pero don Manuel, a
quien iba yo recomendado por don Juan, se levant
para recibirme Sobre la margen del lo, celca de
la casa, estaba una gran mquina de aserrar, la pri~
mera que v en el pas, instalada, segn me refhi don
Manuel, por un americano, quien ms tarde rod hasta Guatemala, donde lo mat310n en una levuelta popula>
A la maana siguiente, al clarear el da, cuando
los jOlnaleros de la hacienda se alistaban pala ir a su
trabajo, nos pusimos nuevamente en marcha Al cabo de una hora omos el sonido de un cuerno, dando
aviso de la aproximacin de una pat tida de ganado
Nos metimos entre e? bosque pala dejarla pasar, y neg en medio de una nube de polvo y los arreadores
con las caras tapadas; y habran atlopellado mal talmente a todo aqul que se interpusiera en su camino
A las once del da entramos al pueblo de Bagases
98
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CAPITULO 19
ELIDO FLORES - EL RJO SAN JUAN --; SOLEDAD DE LA NATURALEZA - COCINA PRIMITIVA_
EL PUERTO DE SAN JUAN ...... TRAZO DEL GRAN CANAL PARA UNIR EL OCEANO ATLANTICO
CON EL PACIFICO ...... NICARAGUA _ EL TRAZO DEL CANAL ...... EL LAGO DE NICARAGUA _ PLA
NO DEL CANAL - LAS ESCLUSAS - ESTIMACION DEL COSTO - ESFUERZOS ANTERJORES PARA
CONSTRUIRLO - SUS VENTAJAS - LA HOSPITALIDAD CENTRO AMERICANA _ TIERRA CALIENTE - LOS HORRORES DE LA GUERRA CIVIL
bre el asunto del gran canal, y esperaba, por lo menos, encontrar algn c~mino para el puerto; pero el
desierto de Arabia no es ms desolado, y la huella de
los Hijos de Israel p~ra el Mar Rojo, un camino p_
blico comparado con l.
Mi hermosa parda, degradada a la categora de
mula de carga, rabiaba bajo el peso; y aqu estorbada
y tirada hacia un lado y hacia el otro, se le aflojaro~
las cinchas de la silla, la carga se le lade y entonces
se lanz ciegamente hacia adelante dando coces y se
meti entre los matorrales Se lastim el lomo gravemente, y se puso del todo amedrentada; pero. nos
vimos obligados a cargarla de nuevo, y, por fortuna,
estbamos casi al final de nuestro da de viaje
A la orilla del bosque llegamos a un arroyo, el l_
timo donde se poda obtener agua potable, y llenando nuestra calabaza, entramos en una llanura cubierta de altas hierbas 1\1 frente haba obo poco de arbolado, y a la izquierda el Ro San Juan, ahora una
gran coniente, desembocando en el Pacfico En po~
cos minutos llegamos a un pequeo claro, tan cerca de
la playa que las olas parecan romperse a nuestros
pies Atamos nuestras mulas a la sombra de un r..
bol corpulento a la orilla del claro
El sitio del ran_
de Mr Bailey estaba. sobre una eminencia inmediata
pero apenas qued~ban vestigios; y aunque dominab~
una esplndida vista (lel puerto y del mar, era tan caluroso bajo el sol de la tarde, que estableC nuestro
campamento debajo del rbol corpulento Colgamos
de sus ramas nuestras sillas, mantillonef;! y nuestras
armas; y mientras Nicols y Jos recogan lea y ha
can fuego, yo ncontr, lo que siempre era la parte
ms impOl tante y satisfactoria del da de camino, excelente pastm a para las mulas.
La siguiente cosa era cuidar de nosotros mismos
No tuvimos ninguna molestia en decidir lo que hablamos de comer. Hab,iamos hecho provisiones, segn
suponamos, para tres das; pero, como de costumbre,
siempre aconteca que, a pesar de la abundancia, no
duraban ms que uno Por el momento ya todas ha_
ban sido comidas por osotros o POl las sabandijas;
y, si no hubiera sido por el pavo silvestre, nos habrarrios visto en la necesidad de tomar solo chcolate Fu
un asunto de profunda e interesante meditacin cmo cocinaramos el pavo Hi:I;vindolo sera el mejor
modo, pero nosotros no tenamos nada para hervirlo,
excepto una pequea cafetera. Intentamos hacer una
parrilla con nuestros estribos para asarlo; pero los de
Nicols eran de madera, y solo los mos no eran suficientes Asarlo era un largo y tedioso procedimiento; pela nuestro gua se haba visto a menudo ell ta~
les aprietos; y clavando en el suelo dos palos con horquillas, les puso otro atravesado, abri el pavo y, asegurndolo ron palos en forma de cruz, lo colg flente
a un flamante fuego como una guila extendida Cuando
estuvo chamuscado de un lado lo volte del otro Al
cabo de una hora ya estaba cocinado, y en menos de
.cliez minuto.s devorado Una taza de chocolate, lo suficientemente grande para evitar que se elevara si
lo hubiramos comido con todo y alas vino en seguida, y terminado el almuerzo
Ya descansado y refrescado, baj a la playa Nues~
tro campamento quedaba casi en el centro del puer~
to, que era el ms esplndido que :vi sobre el Pacifi~
ca Este no es espacioso, pero est hermosamente
protegido, teniendo casi la forma de la letra U Los
brazos son elevados y paral~los, extendindose casi
101
102
Cadenas
1750
3437
5238
6750
8095
10306
12007
13494 La Despeiansedel'a de la Quebia.
14961
16471
18534
20150 Panam, agua en la superficie Excavando 11 pies, cascajo; 24 pies 5
22187
22614
23548
Primera roca caliza
253.63
26428
27318
28026
287.01
288.97 ........
103
893
1204
799
1682
2690
3812
5262
6612
7612
9466
13295
20150
22300
214 235
24135
28420
356770
389700
42595
461525
519391
Cadenas
Elevacin en
pies ingleses
29905
Segunda roca caliza
30053
31411
31705
31927
33225
33692
615673
570157
506300
460891
442858
443899
410524
311152
318235
291419
295160
283352
269236
258378
261486
43755
44890
46478
47776
48929
184 511
186869
180244
170161
159311
160411
158736
En las seis estaciones pI ximas las
elevaciones no se diferencian en un
pie.
60482
61262
153461
160077
149553
150052
149336
157102
147044
154785
143343
155076
140243
151185
139352
150927
146977
148569
144436
149152
142994
148552
139702
164360
Cadenas
106287
106843
107769
108396
110019
111335
112897
113379
114094
114518
115644
117661
119087
119377
120321
121014
122350
Elevacin en
pies ingleses.
118042
131942
120584
125784
135709
152176
127201
163276
129776
151401
129335
140835
129396
132801
128093
140985
128243
104
105
zonables que se establezcan, pala compensal a los capitalistas que puedan complometelse en tal compra y
completal la obra".
En cumplimiento de esta lesolucin el Genelal
Jackson nombr un agente especial} a quien se le dielon insh ucciones de proseguir sin dilacin por la va
ms directa hasta el puerto de San Juan, subir por el
Ro San Juan hasta el Lago de Nicaragua, y de all por
la ployectada ruta de comunicacin, por canal o fellocarril, hasta el Ocano Pacfico Despus de haber
terminado el examen del trazo del canal se le Olde_
naba que volviese .a Guatemala, capital de la lep~
bUca, y, con la ayuda de MI' De Wit, Encalgado de
Negocios de los Estados Unidos, conseguir todos los
documentos pblicos 1 elacionados con el asunto, que
pudiesen ser habidos, y especiabnente copias de todas las leyes que se hubiesen emitido con el objeto
de incorporar compaas para llevar a efecto la empresa; y de cualquier convencin o conv~nciones .que
pudiesen haber tenido con alguna potencIa extlanJera
con respecto al asunto, y de cualesquiera planos, trazos o presupuestos en relacin con l Desde Guate_
mala se le mand ploseguir hasta Panam, y hacer
observaciones y pesquisas lelativas a la ployectada
unin de los dos ocanos en ese punto Desgraciadamente, por la dificultad de conseguir medios de transport- para el Ro San Juan, el agente se fu plimelO
a Panam, por circunstancias adversas nunca lleg a
Nic31agua. y muri a su legleso a este pas, antes de
llegar a Washington, pero, de su impelfecto informe,
se deduce que el resultado de sus obsel vaciones fue:
que no ela pla~ticable un canal de navegacin a travs del Istmo de Panam Es de consiguiente valioso para volver la atencin que antes se hallal!a dividida enhe las dos 1 utas, exclusivamente hacia la del Lago de Nicaragua Con respe~o a esta ruta, mucho se
ha escrito, muchas especulacIones y aun calculos del
costo de con~truccin han sido hechos, pero el conocimiento actual del asunto es muy limitado En efecto las precedentes notas del trazo de MI' Bailey
son l~s ms seguros datos que han sido hasta el da publicados Yo no puedo menos que espelar que el
mismo espli{u liberal que impuls. el envo de un Agente, pueda inducir a nuestro gobIerno a obtener de
MI' Bailey. pala mostrarlos al mundo, todos sus mapas y dibujos
Todava el asunto de esta comunicacin no ha ejercido ninguna podlosa influencia en la opini1?- pbli~
ca Este ser discutido, mirado con malos oJos, se
burlarn de l y lo condenarn como visionario e impracticable Muchos con negocios ya establecidos se
le opondrn como trastornador del curso de su comercio Los canitalistas no arriesgarn su dinelo en un
pas inquieto y revolucionario Los exploradore;s sern denunciados Y rJdiculizados como lo fu ClInton
cuando apost sus destinos polticos en la legra!! zanja"
que iba a conectar el Hudson con el Lago Elle, pero,
si la paz de Europa n~ es pertl,1rbada, yo estoy p.e}-suadido que no est leJano el dla cuando la atenclan
de todo el mundo civilizado y mercantil se dirigir ha
cia l y -los barcos de vapor darn el primer impulso
En m~nos de un ao los botes de correo ingleses harn la
tlavesa hasta Cuba, Jamaica y a los principales puertos de Hispanoamr-Ca, tocando una vez al mes en San
Juan y Panam Para los hombles ociosos y de fOltu_
na cansados d~ vagar sobre las ruinas del antiguo
m~ndo, se abril.l un nuevo campo Despus de un via~
je pOl el Nilo, un da en Petra, y un bao en el Eufrates los tUl istas ingleses y americanos sern picados
pOl~ los zancudos en el Lago de Nicaragua, y bebern
champaa y cerveza BU! ton en las desoladas playas de
San Juan sobre el Pacfico. Los l eparos fOl tuitos de
los viajeros por diversin y las obsel vaciones de hombres pl udentes y cientficos se traern a la vista, un
coniunto de conocimientos ser acumulado y hecho pblico, y en mi opinin los dos ocanos se unirn
Con respecto a las ventajas de esta obla no ellha_
106
107
Las bellas azafatas con sus sonrisas y atenciones que hacen sentirse al pasajero
en cada momento como se dice figurativamente: ien el cielo!
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