Los ocho vientos que dan sentido a la esencia montessoriana y que nos

impulsan a regresar a nuestra propia esencia:

La transformacin de los adultos que acompaamos educativamente los
procesos de vida de nias, nios y jvenes.
Mucho se dice de la educacin cuyas bases pedaggicas estn inspiradas en el trabajo
humanista y cientfico que realiz Maria Montessori, ms lo que se sigue dando a
conocer es aquello visible a los ojos de las personas. Se conocen los materiales de
desarrollo que ella dise, y en algunos pases incluso se ofertan verdaderas
maratones para aprender a usarlos (de hecho, catlogos Montessori y videos para
saber cmo se utilizan los materiales se encuentran fcilmente en internet). A muchas
personas les resuena la torre rosa, el baco dorado, las letras de lija o el alfabeto mvil
y poco se reflexiona sobre si realmente es lo que ella anhelaba que trascendiera, nadie
cuestiona si es lo ms relevante de su propuesta. Como todo lo que se nos ensea en
esta sociedad, lo importante es lo visible, y muchas veces lo que se ve (en este caso los
materiales Montessori) se acaba convirtiendo en una ancdota que no da respuestas a
nuestra bsqueda de lograr una humanidad ms humana, ms feliz desde el espacio
educativo en el que nos encontremos. Cuando las esperanzas se ponen slo en algn
mtodo (por muy innovador que ste sea) se acaban diluyendo. Trabajar porque
creemos que la labor educativa que realizamos con nias, nios y jvenes permite una
transformacin social es algo que no se lograr depositando la energa en algo
externo: para lograrlo no necesitamos solamente invertir ms recursos econmicos, ni
buscar respuestas en Finlandia o en otros pases...ni siquiera buscar respuestas en
otras Comunidades Autnomas...ni en el colegio de al lado...ni siquiera en la clase de
mi compaera! Y justamente es aqul aspecto el que tal vez menos se conoce de Maria
Montessori: todo su planteamiento nos invita constantemente a buscar caminos en
nuestro interior, a despertar nuestro cuerpo, a unirlo con nuestra mente, con nuestras
emociones y conectarnos con nuestra propia infancia y juventud. Su propuesta nos
desafa constantemente a los adultos a vivir en el presente, a ser felices y a volver a
descubrir nuestro propio instinto, aqul instinto que se complementa con la
observacin cientfica y nos permite tomar decisiones en nuestras vidas, de una
manera agradecida e interconectada con nuestro planeta y el universo. Maria dice que
hay un trabajo importante que realizar, previo al trabajo con los materiales de
desarrollo (que por cierto facilitan muchsimo la labor docente porque abarcan
muchos aspectos curriculares, en diferentes niveles de profundidad y complejidad): el
trabajo ms difcil de lograr un cambio en la educacin, es el cambio de perspectiva
que debemos conquistar los adultos. No podemos ensear ni transmitir, ni compartir
aquello que no hemos vivenciado. Por eso nuestra vocacin renace una y otra vez,
porque la infancia nos refleja la sabidura de la vida. Lo que ms nos inspira y nos invita
continuamente a seguir profundizando en los planteamientos de Maria Montessori,
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son estos aspectos menos conocidos de su propuesta: la Educacin Csmica y la

Educacin para la paz a partir de la transformacin de los adultos.
En sus palabras (ao 1939): Este concepto transportado, en la vida colectiva de la
infancia, al lugar que llamamos Escuela, transforma enseguida dos cosas: la maestra y
el ambiente. La causa transformadora y la gua de la transformacin es una: el nio.
Nuestro objeto es de llevar al centro su personalidad, dejarle obrar, permitirle, mejor
dicho, facilitarle una expansin libre y armoniosa, conforme a las leyes de su vida. El
orgullo de la nueva maestra debe consistir en haber ayudado al nio a proceder por s
mismo y en haber preparado el camino a su andar espontneo. El triunfo de la
educacin nueva consiste en ayudar a las grandes energas de la vida a obrar y
expresarse. Este concepto no es nuevo, al contrario: representa el modo ms antiguo
de concebir tericamente la educacin. En efecto, la palabra educacin quiere decir
sacar, o sea, ayudar al desenvolvimiento de lo que est escondido en los misterios del
alma, puesto que el valor de toda fuerza potencial es el de llegar a ser actual.
Evidentemente un error que ha ido aumentando poco a poco, en los ltimos tiempos
ha cristalizado en la prctica y ha reducido la educacin a un arte de hacer penetrar las
nociones de la inteligencia infantil, perdindose el concepto que dio lugar a la palabra
educar. Y as nos hemos habituado a indicar con la palabra sacar su contraria de
meter. Luego, si hoy exponemos un mtodo que trastorna las concepciones actuales,
hacemos ms obra de renacimiento que de verdadera innovacin.i
Y aade (ao 1948): En este sentido, diremos que el maestro debe ser iniciado. Se
preocupa demasiado de las malas tendencias del nio, de la manera de corregir los
actos indeseables. Debera por el contrario, comenzar por buscar sus propios
defectos, sus propias tendencias al mal. La preparacin interior no es una preparacin
genrica. Es una cosa muy diferente de buscar la propia perfeccin, como la
entienden los religiosos. No es necesario, para llegar a ser educadores, convertirse en
seres perfectos, exentos de toda debilidad...no se trata pues slo de desarrollar los
caracteres ya existentes, sino, ante todo, de descubrir la naturaleza; entonces
solamente se puede facilitar el desarrollo del carcter normal. Estas condiciones se
realizaron entre nosotros por azar. Una de las caractersticas ha sido la creacin de
este ambiente placentero ofrecido a los nios. stos, viviendo en lugares miserables,
eran particularmente sensibles a esta casa limpia y blanca donde encontraban mesas
nuevas, pequeos asientos construidos para ellos y el csped del patio soleado. Otra
condicin esencial fue el carcter negativo del adulto: los padres analfabetos, la
maestra-obrera, sin ambiciones ni prejuicios. Esta situacin realizaba un estado de
calma intelectual. Se ha reconocido siempre que un educador deba tener calma.
Pero no se consideraba esta calma ms que desde un punto de vista de su carcter, de
sus impulsos nerviosos. Se trata aqu de una calma ms profunda: de un estado de vida
o ms bien de una falta de obstculos mentales, de donde surga una limpidez interior,
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un alejamiento de toda presin intelectual. Esta es la humildad espiritual que

prepara para comprender al nio y que debera ser la preparacin esencial de la
maestra. Otra circunstancia favorable fue el ofrecimiento a los nios de un material
cientfico atractivo, ya perfeccionado para la educacin sensorial. Todo esto era capaz
de concentrar la atencin. Y nada habra podido tener xito, si en esta enseanza en
voz alta, se hubieran suscitado las energas desde el exterior. As pues, el Ambiente
adaptado, el Maestro humilde y el Material cientfico son los tres puntos exterioresii.
La formacin que se plantea en muchas facultades de educacin, se ocupa de buscar
estrategias didcticas para lograr competencias y capacidades, la mirada est
focalizada en el qu ensear y cmo innovar; asimismo, los estudios psicolgicos que
incluyen los programas de formacin del profesorado se centran en estereotipos que
generalizan una manera de entender el mundo y en especial de conocer la infancia,
olvidando la idea de comprender la naturaleza de la infancia y la adolescencia, la cual
comienza por la comprensin de nuestra propia vida. Ocupamos nuestra energa en
mantener una estructura de escuela que muchas veces se aleja del sentido comn: la
disciplina la relacionamos con xito acadmico y se ve reflejada en una serie de
normas que van en una direccin opuesta al ritmo de la vida. Nos olvidamos de las
necesidades fisiolgicas y emocionales que deben estar satisfechas para dar paso
recin al aprendizaje. Cmo un nio puede concentrarse si tiene sed? si necesita ir al
bao? con qu criterios pedaggicos decidimos cundo pueden comer, cundo se
pueden sentar en una silla, cundo caminar, cundo pueden descansar o cundo
deben trabajar?. Hemos perdido seguridad al intentar tecnificarlo todo, normar la
escuela en exceso y continuamos sintiendo un vaco en nuestro interior porque
nuestro ser sabe que estamos educando en un sinsentido continuo que nos lleva a
evadir lo verdaderamente importante... cmo podemos replantearnos el da a da con
nuestros estudiantes a pesar de las presiones externas que intentan convencernos
sobre lo que deben lograr las escuelas?... pues por siglos y siglos se ha vendido la idea
de que el amor es debilidad, que libertad es signo de caos y desorden por qu
debemos creer aquello? No es sorpresa que estamos en un sistema educativo que
mantiene dormida la voz de muchos adultos que siendo nios, nias y jvenes han
vivido aletargados, aprendiendo a obedecer a los dems (a obedecer a los adultos
porque s). Maria Montessori nos propone un concepto de obediencia que est
relacionado con las leyes de la naturaleza y una obediencia con nosotros mismos, que
nos permite desarrollar nuestra voluntad y despertar as el amor por todo y por todos.
Nos invita de esta manera a descubrir la psique del nio. Ella lo explica de la siguiente
forma (ao 1968): Pero lo que permite comprender mejor la importancia del
movimiento es el conocimiento de la conexin directa que existe entre las funciones
motrices y la voluntad. Todas las funciones vegetativas del organismo, aunque se
hallan ligadas al sistema nervioso, son independientes de la voluntad. Cada rgano
tiene su propia funcin fija, que ejecuta constantemente, y las clulas y los tejidos
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poseen la estructura adecuada a las funciones que deben realizar, como algunos
profesionales u obreros especializados hasta tal punto que son incapaces de hacer algo
que escape a su especialidad. La diferencia fundamental entre estos elementos y las
fibras musculares reside en el hecho que, aunque en las fibras musculares las clulas
son aptas para su trabajo especializado, no funcionan de modo continuo por s
mismas, sino que precisan una orden para entrar en accin, y sin esa orden no
actanLas clulas de que hablbamos ms arriba tienen funciones determinadas,
como por ejemplo la de secretar leche o saliva, fijar el oxgeno, eliminar las sustancias
nocivas o combatir los microorganismos, y entre todas, con su perpetuo trabajo
mantienen la economa orgnica. Igual como actan las organizaciones del trabajo en
el organismo social. Su adaptacin a un trabajo determinado es esencial para el
funcionamiento conjunto. En cambio, la multitud de clulas musculares debe ser libre,
gil y rpida para siempre estar dispuesta a obedecer rdenes. Pero para obedecer
rdenes hay que estar preparado, y como la preparacin se consigue a travs de un
prolongado ejercicio, para obtener la coordinacin entre los varios grupos que
debern actuar conjuntamente y ejecutar con exactitud las indicaciones de la orden, es
indispensable realizar ese ejercicio. Esta perfecta organizacin se basa en una
disciplina que permite que una orden procedente del centro llegue hasta cualquier
punto perifrico y a cada individuo; y en estas condiciones el organismo en su conjunto
puede realizar verdaderos milagros. De qu servira la voluntad sin su instrumento?
Por medio de este movimiento, la voluntad se difunde por todas las fibras y se realiza.
Asistimos a los esfuerzos que realiza el nio y a las luchas que sostiene para
conseguir esta finalidad. La aspiracin, o mejor, el impulso del nio tiende a
perfeccionar y dominar el rgano sin el que no sera nada, sin el que no sera ms que
la imagen del hombre falto de voluntad. En este caso, no slo no podra exteriorizar los
frutos de su inteligencia, sino que sta tampoco dara ningn fruto. El rgano de la
funcin volitiva no es slo un instrumento de ejecucin, sino tambin de construccin.
Una de las ms inesperadas, y por tanto ms sorprendentes, manifestaciones de los
nios que actuaban libremente en nuestras escuelas, fue el afn y exactitud con que
ejecutaban sus trabajos. En el nio que se halla en condiciones de vida libre se
manifiestan los actos con los que intenta no slo apresar las imgenes visibles del
ambiente, sino que tambin el afn por la exactitud de la ejecucin de las acciones.
Entonces, el espritu aparece como impulsado hacia la existencia y la realizacin de s
mismo. El nio es un descubridor: un hombre que nace de una nebulosa, como un
ser indefinido y esplndido en busca de su propia forma.iii

Cmo aproximarnos entonces a la esencia de Montessori?

(palabras que vinculamos con los vientos que permiten la vida en nuestro planeta):

esencia
vocacin

movimiento
amor

respeto

observacin

trabajo

libertad

A partir del legado histrico, junto con las investigaciones cientficas de la

neurociencia aplicada a la educacin, identificamos ocho palabras clave que guiarn
nuestra propuesta. Todas estas palabras se unen en una danza csmica que viene y va,
que va y viene, y que en este momento identificamos como la esencia de la propuesta
educativa de Maria Montessori.
Durante varios aos, como Montessori Canela, hemos viajado compartiendo estos
aspectos montessorianos que por diversas falsas creencias (lo que tambin
denominamos como mitos urbanos) han quedado alejados de las personas.
Queremos promover una experiencia educativa que, ms all del aprendizaje de
contenidos curriculares especficos y fragmentados, busca vincular los aprendizajes
con las diversas vivencias y aprender a mirar ms all de lo que habitualmente estamos
acostumbrados a mirar. Encontrar este equilibrio es un desafo, y por ello, se
transforma en una Gran Aventura Educativa (GAE*). Una aventura educativa que nos
invita a replantearnos lo esencial de la vida en la escuela, el valor de aprender
conectado con las experiencias cotidianas y un despertar de la conciencia, un
despertar de nuestro mundo interior como adultos que acompaamos estos procesos
educativos de nios, nias y jvenes, pues el aprendizaje es un proceso vital y propio
de cada ser; no es ajeno a las mltiples formas de percibir el mundo y de
comprometernos con su cuidado como una manifestacin de agradecimiento. Este
agradecimiento es el que se despierta a travs de la Educacin Csmica, un eje central
en la educacin Montessori.

*GAE: inspirado en un Proyecto educativo de un colegio de Conchal, Santiago-Chile. Colegio Cristbal Coln

La Educacin Csmica nos invita a transitar de lo micro a lo macro, y viceversa. En ella

se entrelazan la visin ecolgica, la unidad del todo, la interconexin de todos los
pueblos, la interdependencia de la vida y la visin global de nuestra existencia.
Solamente desde esta visin csmica se pueden comprender las necesidades
fundamentales del ser humano y cmo a partir de estas necesidades ha ido
construyendo los cdigos propios de su cultura: una cosmovisin sobre el origen del
universo, sobre el origen de la vida, sobre el origen del ser humano, sobre el origen del
lenguaje escrito, el origen de los nmeros... Esta mirada global permite abordar los
aspectos curriculares desde un enfoque holstico, desde un todo integrado y no
fragmentado en asignaturas. Por eso, los niveles de concrecin curricular adquieren
sentido cuando se entrelazan y no cuando se aslan, quedando descontextualizados y
ajenos de la realidad del grupo. Re-encantarnos con la alegra de aprender, de
descubrir y de construir nuevas realidades a partir de un viaje interior como adultos,
sa es la invitacin de esta gran aventura educativa montessoriana. Realizando un
trabajo personal, podemos volver a nuestra esencia y as lograr:

Promover y vivir la
creatividad en sus diversas
manifestaciones.

Crecer en armona con la

naturaleza y el desarrollo
sostenible, conociendo y
despertando un sentimiento
de agradecimiento por poder
habitar nuestro planeta aqu
y ahora.

Potenciar la identidad
individual y colectiva, y
vivenciando el sentido de
pertenecer a grupos
humanos.

Acompaar los procesos

educativos de todos quienes
formamos parte de la
comunidad educativa, en un
ambiente de libertad y
compromiso con el
desarrollo global /colectivo.

Establecer relaciones
educativas facilitadoras, a
partir de distintos tipos de
comunicacin.

Ser conscientes de la
responsabilidad de nuestra
propia educacin,
aprendiendo a pensar, hacer
y evaluar nuestras decisiones
y cmo influyen en los
dems.

Comprometernos con el
logro de la felicidad de los
dems, encontrando la
misin de nuestras vidas.

A veces comenzamos por aquello ms externo y visible de Montessori y es ah donde

se van creando diferentes mitos urbanos, uno de ellos relacionado con lo inaccesible
(econmicamente hablando) que resulta el material. Intentamos comenzar a hacer
Montessori y nos desanimamos porque relacionamos los Ambientes Preparados con
los materiales. Estas representaciones sociales nos han sido transmitidas por aos, y
tenemos muchas veces conocimiento de aqul Montessori para unos pocosy cuando
es de unos pocos, deja de ser un derecho y se transforma en un privilegio. Y quin
conoce Montessori en los campos de refugiados? O Montessori en algunas aldeas del
Tibet? O Montessori en barrios como el tuyo o como el mo? Experiencias educativas
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de este tipo existen y deben ser conocidas. Por eso trabajamos da a da para compartir
aquellos otros aspectos que han hecho de Montessori una visin de la vida. Hay
muchos aspectos de Montessori que no repercuten en una inversin econmica, de
nada nos sirve tener maravillosos Ambientes Preparados Fsicos si no hemos trabajado
en preparar el Ambiente Psquico de nuestras realidades educativas. Pensando en la
esencia Montessori y en estas palabras clave que de ah surgen, me pregunto:

M o n t e s s o r i: m i t o o r e a l i d a d?
Transicin
del
pensamient
o concreto a
la
abstraccin
Recuperando
el sentido
comn

Educacin
csmica

Educacin
y paz
Ambiente
preparado
psquico y
fsico
El error: una
fuente de
aprendizaje
continuo

Movimiento,
atencin y
concentracin

esencia
Montessori

Aprender
disfrutando
(el sentido de
la felicidad)
Principios
esenciales de la
naturaleza:
respeto, silencio
y orden
Libertad y
lmites/
Colaboracin/
cooperacin

La conquista
de la
autonoma

Rituales:
otro
lenguaje de
conexin
Espritu
creativo y
emprendedor
Educacin
emocional

Familia y
escuela

Una interrogante que cada un@, realizando un trabajo de auto-observacin y con el

transcurso del tiempo podr llegar a respondery en ese camino de descubrir en
nosotros estas esencias, podemos comenzar a trabajar en los aspectos metodolgicos
del modelo educativo Montessori. Es ah donde tiene sentido toda la experiencia que a
nivel metodolgico nos aporta el trabajo con los materiales de desarrollo, explorando
diferentes niveles de concrecin curricularaqu y quizs no antes.
Betzab Lillo Orellana
Montessori Canela
i

Montessori, M. 1939 Manual Prctico del Mtodo Montessori.

Montessori, M. 1948 Ideas Generales sobre mi Mtodo
iii
Montessori, M. 1968 El nio el secreto de la infancia
ii