La Estaca - Richard Laymon
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Richard Laymon
La estaca
ePub r1.1
17ramsor 15.07.14
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Prlogo
Charleston (Illinois)
23 de junio de 1972
Haba seguido a la diablesa hasta su cubil. Ahora, esperaba. Aguardaba la llegada
del alba, momento en que la presa sera ms vulnerable.
La espera constitua la parte ms enojosa. Porque no ignoraba lo que iba a
suceder. La experiencia le haba demostrado que no se puede hacer caso de las
leyendas. Las leyendas estn equivocadas en muchos aspectos.
Los vampiros duermen en camas, no en atades: una estratagema ingeniosa para
equivocar a los ignorantes. Y aunque la luz del da socava sus poderes, no los
convierte en criaturas inofensivas. Incluso despus de la aurora, podan despertar de
su sueo de difuntos. Podan combatirle, herirle
Se frot la mejilla. Le temblaron los dedos al deslizarse por los bordes irregulares
de la costra. Tena uas afiladas, aquella fiera de Urbana.
Le sacudi un escalofro al recordado.
Tuvo mucha suerte al salir con vida.
Tal vez all se agotaron sus reservas de buena suerte. Quizs en esta ocasin no le
desgarraran la mejilla unas uas. Acaso, esta vez, unos colmillos encontraran su
garganta.
Se agach, hasta que el rostro tropez con el volante, la mano tante por debajo
del asiento del conductor y luego ascendi con una botella de whisky de centeno.
Quit el tapn. Tom un trago. El licor, tibio mientras descenda por la garganta,
derram un calor impregnado de sosiego al llegar al estmago. Quiso echar otro
sorbo.
Despus, se prometi: ni una gota ms hasta haber cumplido la tarea.
No debes perder la cabeza pens. La semana anterior, el alcohol estuvo a
punto de costarte el pellejo.
Volvi a acariciarse el araazo de la mejilla.
Pero tom un nuevo sorbo. Luego se oblig a tapar la botella. La deposit debajo
del asiento. En el instante en que se incorporaba, un automvil dobl la esquina.
Llevaba los faros encendidos, pero el cielo de la madrugada esparca la suficiente
claridad como para que pudiera distinguirse el soporte de los indicadores del techo.
Un coche patrulla.
Se ech sobre el asiento del conductor.
Tena la boca seca. Retumbaban los latidos de su corazn. No es justo pens
. No debera vivir como un fugitivo. Soy tan til a la sociedad como esos policas
de ah.
Contuvo la respiracin mientras el coche patrulla pasaba de largo. Transit tan
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cerca que pudo or el crepitar chirriante de los parsitos y la voz en falsete de la radio.
Se arrepinti de haber dejado abiertas las ventanillas. Era posible que les pareciera
sospechoso. Pero, de tener los cristales corridos, la atmsfera del coche habra
resultado sofocante.
Volvi a respirar cuando los ruidos se desvanecieron.
Continu tendido sobre los asientos y cont despacio hasta cien. Luego se sent y
ech un vistazo por la ventanilla de atrs. Las luces piloto posteriores eran simples
puntitos rojos.
Abri la portezuela y se asom para examinar el cielo. An apareca gris ms all
del tejado de la morada de la vampiro. Apoy un pie en la acera, se ape y ote el
espacio por encima del techo de su automvil. Hacia el este, el cielo presentaba un
tono azul plido.
Su larga experiencia le indic que el sol no tardara en aparecer por la lnea del
horizonte.
Habra salido del todo cuando l estuviera en posicin. Se meti de nuevo en el
vehculo. Tena sobre el pecho su crucifijo de plata. Pas los dedos por la cadena y
sac la cruz de debajo de la camisa. A continuacin, cogi la cartera de cuero que
descansaba en el piso del coche, delante del asiento. De esa cartera de mano sac un
collar de dientes de ajo. Se lo pas por la cabeza.
Con la cartera en la diestra, se ape del automvil.
Una cerca de estacas rodeaba el prado de hierba demasiado crecida. Abri el
portillo y form con el pie pequeos montculos de csped para mantenerlo abierto.
Tendra que pasar por all cuando volviese cargado con el cuerpo. No deseaba que el
portillo retardara la operacin.
Los escalones del porche crujieron bajo su peso. Chirri la antepuerta de tela
metlica. En el porche, apoy contra ella una silla de mimbre para que se mantuviera
abierta.
Al probar el picaporte, comprob que la puerta frontal no estaba cerrada con
llave. Eso facilitaba las cosas. No necesitara la palanqueta. Entr en la casa sin hacer
el menor ruido y se abstuvo de cerrar la puerta.
Conoca la situacin de la alcoba. Aquella noche, poco despus de que entrara la
demonaca criatura, se iluminaron las ventanas de la fachada, a la derecha del porche.
La vampiro se haba acercado a cada una de ellas, para bajar las persianas.
Reinaba el silencio en toda la casa. La tenue claridad que irrumpa en el saln
proyectaba un sudario grisceo sobre el viejo sof, la mecedora, las lmparas y el
piano. El papel pintado de las paredes apareca descolorido y salpicado de manchas.
Colgado sobre el piano se vea un paisaje pintado al leo, que representaba un claro
de bosque surcado por la pacfica corriente de un arroyo. En aquella lbrega
borrosidad, pareca oscuro y sombro, como si la aurora an no hubiese llegado a
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Exploradores
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Captulo 1
Y si volviramos a casa dando un pequeo rodeo? sugiri Pete.
Puso en marcha la furgoneta. Chirriaron los neumticos sobre la gravilla de la
zona de aparcamiento.
Un rodeo. A Larry le pareca bien. Pero no dijo nada. Saba que la propuesta de
Pete iba dirigida a las ocupantes de los asientos de atrs. Si las esposas no daban el s,
asunto concluido.
Te mueres de ganas de que volvamos a perdernos, verdad? insinu Brbara.
Quin, yo?
Le encanta lanzarse por carreteras que nadie sabe dnde terminarn.
Pero siempre llegamos a casa, no?
A veces.
Pete lanz una ojeada a Larry. Una comisura de la boca se curv hacia arriba e
hizo que se levantara aquel extremo del bigote.
Qu he hecho yo para merecer esto? Te pregunto.
Antes de que Larry tuviese tiempo de responder, Brbara se inclin hacia adelante
y un bronceado antebrazo se cerr como un gancho en torno a la garganta de su
marido.
Estar colado por m, no?
Le mordisque el lbulo de la oreja.
Eh! Eh! Calma. Quieres que me salga de la carretera?
La mujer llevaba una blusa sin mangas. La atezada morenez del hombro apareca
salpicada de pecas. Aunque el acondicionador lanzaba un continuo chorro de aire
fresco al interior de la furgoneta, bajo el rizado vello del labio superior relucan las
gotitas de humedad. Larry no deseaba que le sorprendiesen en plan de mirn, as que
desvi la vista. Delante de ellos, un anciano vestido como los antiguos buscadores de
oro conduca un burro por el arcn de la carretera.
Larry se pregunt si aquel individuo sera de verdad. Encrucijada de la Plata, el
pueblo del que acababan de salir, estaba lleno de sujetos vestidos con prendas tpicas
del viejo Oeste. Algunos parecan gnero autntico, pero era indudable que la mayor
parte de ellos se limitaban simplemente a interpretar su papel en honor de los turistas.
Bueno, en qu quedamos? pregunt Pete cuando Brbara le solt. Os
place ir a explorar un poco por ah?
Creo que sera divertido opin Jean. Tienes prisa por volver a casa,
Larry?
Yo? No.
Le molesta horrores perder un da explic la mujer. Me paso media vida
tratando de arrastrarle fuera de casa.
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discusiones exentas de veneno que se montaban Pete y Brbara. Pero tambin haban
sido testigos del avinagramiento de las mismas y a veces escucharon, en la casa de al
lado, disputas de la pareja realmente enconadas.
Por qu no probamos esa carretera? sugiri Larry.
No es esa.
Djolo el prncipe Enrique el Navegante murmur Brbara.
Tal vez sea cuestin de echarlo a cara o cruz apunt Jean.
No tienes un mapa? fue Larry, a lo prctico.
Pete no cree en los mapas le dijo Brbara en tono plcido. Era asombrosa la
forma en que reservaba el sarcasmo en exclusiva para su marido. T decides, Pete.
Yo he dado mi opinin. Eres libre de aceptarla o desecharla.
Oh, rayos! murmur l.
Inici la maniobra para dar la vuelta y Larry observ que en el rostro de Jean
apareca una expresin de alivio.
Si ese desvo no es el bueno Larry se dirigi a Brbara, te consideraremos
responsable personal del error.
Ella le ense los dientes y luego emiti una suave risita.
Recurdaselo, colega.
Pete dobl para adentrarse con la furgoneta por la carretera lateral y aceler.
Condujo por el centro, sin hacer caso de la descolorida raya blanca de separacin. En
la seal que indicaba el lmite de velocidad no quedaba suficiente espacio para que se
pudieran leer los nmeros. El metal estaba acribillado a balazos. Algunos agujeros
parecan recientes, pero el xido cubra el borde de muchos. Pete indic con el dedo
la seal:
Hay bastante color local para ti. La vieja Barb lo pasar fatal si no slo hemos
tomado el desvo que no es, sino que, encima, nos llevamos algn balazo en esta
liquidacin de saldos.
Bueno, si vemos cazadores de saldos, nos agacharemos dijo Larry.
Ja! Muy bueno, lo tuyo! Me molesta decrtelo, pero van en el asiento de atrs.
A esta distancia no se puede fallar el tiro afirm Jean.
Somos carne de sacrificio.
No tienes nada de qu preocuparte, Pete. No eres ningn saldo.
Ya lo s. No tengo precio. Y tambin soy lo bastante inteligente como para
saber que esta no es la carretera que conduce a Llano de la Artemisa. Pero, de todas
formas, aqu estamos.
Fue una buena decisin le asegur Larry. Mi vasta experiencia me
demuestra que, en toda circunstancia, lo ms sensato es aceptar el consejo femenino.
Ello se debe a que normalmente es el bueno dijo Jean.
Por otra parte continu Larry, dirigindose otra vez a Pete, no puedes
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perder. Primero, las haces felices al seguir al pie de la letra sus palabras. Eso es lo
principal. Dejarlas que crean que son ellas las que empuan las riendas. Las encanta.
Luego, si resulta que estaban en lo cierto, no pasa nada. Si se da el caso de que se
equivocaron
Caso que se da normalmente aadi Pete.
Saben estos sujetos lo delgada que es la capa de hielo sobre la que patinan?
pregunt Jean.
Si se equivocan continu Larry, entonces uno tiene el placer de baarse a
gusto en los luminosos rayos del sentimiento de superioridad.
Pete sonri e inclin la cabeza.
Eh, deberas incluir eso en alguno de tus libros.
Figuraba en uno de sus libros dijo Brbara. Si no me falla la memoria, uno
de esos mseros polizontes blancos del Sur soltaba ms o menos esas mismas palabras
en Muerto nocturno.
S?
No me tomas el pelo? pregunt Larry, admirado de que la mujer recordara
una cosa as.
No te acuerdas?
Haba tomado la cita de uno de sus personajes sin percatarse de ello? Pens que
era extrao. Y un poco inquietante.
No lo s reconoci. Si t lo dices, supongo que estar all.
La filosofa en funciones laborales dijo Pete.
No, quiero decir Escribe uno tanto Ese libro se public hace una
eternidad.
Juego con ventaja confes Brbara. Lo le el mes pasado.
Vaya, tal vez te ests metamorfoseando en ese fulano. Metindote en la piel de
tu msero polizonte blanco del Sur. Ah tienes una idea para una historia, eh? Un
escritor empieza a convertirse en el personaje que ha creado.
Ofrece posibilidades.
Estupendo; si la utilizas, recuerda de dnde sali la idea.
Aj! exclam Brbara. A la izquierda.
Al mirar hacia el otro lado de la carretera, Larry divis las ruinas de una vieja
estructura. El edificio ya no tena tejado. La puerta y los cristales de las ventanas, si
alguna vez estuvieron all, haban desaparecido. Al desmoronarse, la parte superior de
las paredes maestras que otrora constituyeron el rectngulo bsico haba quedado
reducida a montones de escombros, que ahora yacan junto al resto de los muros: las
piedras y cascotes volvan al desierto de donde los tomaron.
Bueno se dio Pete por vencido, sospecho que esta es la carretera buena.
Prncipe Enrique.
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nuestra imaginacin.
Una ciudad fantasma fantasma.
Eso es! Qu os parece? Otra idea para ti. Vas a tener que empezar a pagarme
honorarios de asesor.
Te traera ms a cuenta escribir tus propias obras.
Eh, quiz deba intentarlo! Cunto tiempo tardas t en sacarte del caletre uno
de esos rollos?
Seis meses, tal vez, para escribirlo. Pero necesit unos veinticinco aos para
aprender a hacerlo.
Ser mejor que contines reparando televisores aconsej Brbara.
Tomamos el desvo de acceso? pregunt Pete.
Ya te lo dir.
La ltima vez, no tuvimos ocasin de explorar el pueblo explic Pete.
Pasamos demasiado tiempo follando entre esos montones de cascotes de ah atrs.
Cuidado, batidor.
De todas maneras, tenamos que volver en seguida para hacer acto de presencia
en una de esas fiestas que organizis, as que prcticamente nos limitamos a atravesar
Llano de la Artemisa.
Dios pens Larry, eso es lo que hicieron, literalmente. Si no, Brbara no habra
reaccionado como lo hizo.
Realmente, se haban dedicado a joder sobre aquellos escombros. Entre los muros
derruidos. Sin puertas. Sin tejado. En descampado, casi.
Durante un momento, l estuvo all. Encima de Brbara.
Que tena los ojos entrecerrados, separados los labios mientras retorca su cuerpo
desnudo bajo el impulso de los achuchones con que l se la tiraba.
Expuls de la mente aquella imagen, avergonzado de su leve traicin y del deseo
que la agit. Se dijo, no obstante, que tampoco perjudicaba a nadie soando
despierto. Le asaltaban a menudo tales fantasas, y no slo con Brbara. Pero nunca
enga a Jean. Y pretenda seguir sindole fiel.
Ests llegando anunci Brbara.
Pete redujo la velocidad y casi haba detenido totalmente el vehculo cuando tom
el desvo de la derecha. A juzgar por el aspecto que presentaba aquella carretera,
varias generaciones de cuadrillas de reparacin de caminos la haban despreciado
olmpicamente. De la lnea central de separacin slo quedaba el recuerdo de unos
pocos trazos, espaciados y dbiles. El asfalto, grisceo y abrasado por el sol, estaba
cuarteado, desmenuzado, sembrado de profundos baches.
La furgoneta rebotaba y traqueteaba, entre virajes a un lado y a otro para eludir
los hoyos. Larry se encontr aferrado al brazo del asiento.
Te molestara ir un poco ms despacio? le sugiri Brbara.
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Captulo 2
No es precisamente Beverly Hills, eh? coment Pete.
Encantadora dijo Larry.
Arrea! Nos hemos olvidado los pulverizadores dijo Jean. Cmo vamos a
dejar la impronta gamberra de nuestro paso por aqu si no contamos con las pistolas
de pintura?
Podramos soltar unos cuantos balazos.
Pete rebusc bajo el asiento y sac la mano, armada con un revlver. Iba
enfundado en una pistolera sin cinturn. Larry reconoci el Smith & Wesson 357 que
haba disparado unas cuantas veces el mes anterior, cuando fueron al polgono de tiro.
Una preciosidad.
Aparta eso protest Brbara. Por el amor de Dios.
Slo era una broma. No te amontones. Tranquila.
Mientras volva a guardar el arma bajo el asiento, Brbara coment:
Los hombres y sus juguetes!
Pete sac la furgoneta de la carretera y la detuvo junto a un par de surtidores de
gasolina. Dio dos bocinazos como si solicitara que le atendiesen.
Santo Dios! murmur Brbara.
Eh! No sera alucinante si, de pronto, apareciese alguien?
La mirada de Larry fue ms all de las bombas de gasolina. Los escalones de la
veranda llevaban a una tienda rural cuya puerta de rejilla colgaba de una sola bisagra.
Sobre el umbral, un descolorido letrero de madera informaba que aquel
establecimiento era de Holman. Una fila de ventanas se abran de cara a la carretera.
No quedaba sano ni un solo cristal. Las ventanas parecan bocas abiertas que
presentaban los dientes afilados e irregulares de sus vidrios rotos.
Lo mismo podemos empezar por ah propuso Pete.
Estupendo dijo Larry. Supuso que tal vez resultara interesante visitar de
arriba abajo algunas de las casas que encontraran en su camino, pero las dems
podan esperar a otro da. Lo que ms deseaba explorar era la zona del centro urbano.
Paralelos a la carretera que llevaba a Llano de la Artemisa se alineaban los restos
de las cabaas que el viento del desierto haba desmantelado. Las casas de piedra,
adobe y ladrillo resistieron mejor los embates meteorolgicos, pero incluso estas
aparecan destartaladas, con las puertas colgando o brillando por su ausencia y
destrozados los cristales de las ventanas. Aqu y all, tablas rotas yacan por el suelo
cerca de los umbrales y los huecos de las ventanas. Larry supuso que aquellas
maderas se haban utilizado para cegar las entradas a las viviendas.
Las paredes de las viejas casas azotadas por los elementos atmosfricos tenan
numerosos agujeros de bala, pintadas y dibujos trazados con pulverizador. Era la
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aportacin de los visitantes de aquella ciudad muerta, que convertan los restos
urbanos en campo de juego.
Cercas medio cadas bordeaban muchos de los patios. En la parte delantera de no
pocas casas, junto a cactos y matorrales, Larry vio diversos muebles viejos: un sof,
un par de sillones de mimbre, una silla de jardn con su armazn de aluminio doblada
y retorcida Al lado de un edificio haba una baera. Otra casa tena el lavabo en el
suelo, vuelto del revs, y todo indicaba que alguien lo aprovech para hacer prcticas
de tiro. Apoyada en un porche se vea la capota de un automvil y, a escasa distancia,
un par de neumticos, lo que le hizo recordar a Larry el abandonado coche sin ruedas
que haba visto pocos minutos antes.
Se ape de la furgoneta. Recibi un ramalazo de viento y una rfaga de calor.
Jean esboz una mueca al echar pie a tierra. El aire lanz hacia atrs su negra melena
y le ci por delante la blusa y la falda, pegndoselas al esbelto cuerpo como si
estuvieran empapadas.
Ser mejor echar la llave advirti Pete.
Por aqu no hay nadie que pueda robamos le dijo Brbara.
No sera mejor para ti que me encargase de tu quitapenas?
Est bien, est bien, cerraremos las puertas.
Larry cerr su lado. Se reunieron con Pete y Brbara delante de la furgoneta.
Me sentira ms tranquilo si nos llevsemos el arma coment Pete.
Bueno, pues yo no.
Uno nunca sabe lo que puede presentarse en un sitio como este.
Si crees que es peligroso, entonces maldito lo que pintamos aqu.
Brbara agit la cabeza para apartarse de la cara los mechones de pelo que el aire
le pona ante los ojos. El mismo aire que le abri el escote de la blusa, desabrochada
hasta el ltimo botn, circunstancia que permiti a Larry echar una ojeada a un
bronceado tringulo de pecho y vientre.
Puede que haya serpientes de cascabel aventur Pete.
Es cuestin de mirar dnde ponemos los pies le dijo Jean.
Igual que Larry, deseaba que cualquier discusin quedase abortada antes de que
pudiera degenerar en sauda pelea.
S dijo Larry. Y si nos tropezamos con algunos chicos malos, te
enviaremos a ti en busca de la artillera.
Oh, gracias. Mientras vosotros, los hombres, os escondis.
No te importara que lo hiciramos, verdad, cielo mo?
Subray la respuesta aplicando la mano a los glteos de Brbara. Por la forma que
tuvo la mujer de dar un respingo y apartarse, el azote de Pete debi de ser bastante
fuerte. Brbara gir en redondo sobre l.
ndate con OJO, vale?
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No debi ir sola.
Tal vez no quiera espectadores explic Jean.
Maldita sea! Barb! grit Pete.
No obtuvo respuesta. Repiti la llamada, y Larry capt un asomo de preocupacin
en sus ojos.
Es probable que no te oiga tranquiliz Larry. El viento y eso.
Toma estas botellas, quieres? Voy a asegurarme de que no le pasa nada.
Jean y Larry cogieron dos botellas cada uno de los brazos de Pete.
Slo hace un par de minutos que se march.
S, bueno
Pete se alej a paso ligero, hacia el extremo de la fachada del edificio.
Espero que no le arranque la cabeza dijo Jean.
Al menos, est preocupado por ella. De cualquier modo, eso ya es algo.
Te garantizo que me gustara que dejasen de tirarse los trastos verbales a la
cabeza.
Deben pasrselo en grande.
Jean deambul hacia la carretera, con Larry a su lado.
Notaban en las manos el frescor hmedo de las botellas de cerveza. Larry tom
un trago de la que llevaba en la diestra.
T tambin tendrs que ir, como no te andes con ojo.
No dejes que Pete acuda a rescatarme dijo Larry, y proyect su atencin
sobre la ciudad.
La calzada central tena amplios arcenes de gravilla en los que aparcar. Las aceras
eran de cemento, nada de las tarimas elevadas comunes en los pueblos del viejo Oeste
como Encrucijada de la Plata, donde estuvieron por la maana. Los ciudadanos
haban hecho algunas mejoras y modernizaciones antes de abandonar Llano de la
Artemisa para que el desierto se apoderase de la ciudad.
Me pregunto por qu se marcharan de aqu dijo Larry.
T no te iras?
Yo no vivira en ningn lugar en el que no hubiese cines.
Bueno, pues no veo ninguno por las cercanas.
Tampoco lo vea Larry. Desde el punto donde estaba, en mitad de la carretera,
poda contemplar toda la poblacin. De ningn edificio sobresala por encima de la
acera la tpica marquesina propia de las salas cinematogrficas. Vio el coloreado
cilindro vertical de una peluquera delante de un pequeo establecimiento; en un
edificio, a la izquierda, un letrero descolorido proclamaba que aquella era la Taberna
de Sam; en total, habra all cosa de una docena de negocios comerciales. Supuso que
en otro tiempo debieron de ser ferreteras, cafs, una panadera posiblemente, tiendas
de ropa, acaso una farmacia y un local de todo a cinco y diez centavos, el consultorio
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Captulo 3
Dnde estn? susurr Jean, apretada contra el costado de Larry.
Este mene la cabeza. No poda creer que la pareja se hubiera realmente
volatilizado en el aire.
Seguramente andarn vagando por alguna parte dijo.
La idea de que pudiera haberlos sorprendido retozando impdicamente fue sin
duda producto de sus propias ilusiones y, por otro lado, saba que sus temores acerca
del asesinato eran tan rebuscados como inverosmiles. Pero subsista el temor de que
hubiesen desaparecido.
Vale ms que los encontremos manifest Jean.
Un plan estupendo.
Pero lo nico que vieron fue las paredes traseras de las otras casas y el desierto
que se extenda hacia una cadena de montaas que elevaba sus cimas por el sur.
Puede que hayan tramado alguna jugarreta contra nosotros insinu Jean.
Qu quieres que te diga? Pete estaba loco por su cerveza.
La gente no se filtra as como as por una grieta y desaparece de la faz de la
Tierra.
Slo llegado el momento.
No tiene gracia.
A Jean le temblaba la voz.
Mira, no tardarn en aparecer.
Quiz sera mejor que fusemos por la pistola.
La furgoneta est cerrada con llave. Y no creo que a Pete le diera un alegrn
encontrarse al volver con que le hemos roto el cristal de una ventanilla.
PETE! se puso Jean a chillar de pronto. BARB!
Yujuuu! respondi una voz a lo lejos.
Las cejas de Jean se dispararon frente arriba. Lade la cabeza y entorn los
prpados para otear el desierto.
A unos cincuenta metros de distancia, la cabeza y los hombros de Pete
emergieron de la superficie del erial.
Eh, tenis que ver esto! grit, al tiempo que agitaba los brazos para
animarlos a que se aproximasen.
Jean mir a Larry, elev los ojos al cielo y hundi hombros y pecho como si se
hubiera quedado sin oxgeno.
Larry sonri.
Creo que le matar con mis propias manos dijo Jean.
Ir a buscar el arma.
Rompe todas las ventanillas, de paso.
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gramola.
Debe de haber salido de ese caf dijo, mientras, con el zapato, aplicaba un
flojo puntapi al aparato.
Cmo ha llegado hasta aqu? pregunt Jean.
Cualquiera sabe.
Ese cacharro tampoco vale nada, de todas formas dijo Brbara.
Ha vivido tiempos mejores confirmo Larry, con un toque de nostalgia al
imaginarse aquel fongrafo nuevo, flamante y reluciente junto al mostrador del
Holmans. Supuso que alguien lo haba arrastrado hasta all y utilizado para hacer
prcticas de tiro. Sera un blanco perfecto, todo decorado de plstico y cromo
brillante Si el tirador era tan imbcil como para encontrar placer en la destruccin
de algo tan bonito como aquella gramola. Una vez agujereada como un colador la
caja del mueble, probablemente despearon el aparato cuesta abajo para divertirse
vindolo rodar, chocar contra las peas y hacerse pedazos.
Larry se puso en cuclillas junto a la cubierta de plstico hecha aicos. Las filas de
ranuras donde se albergaban los discos estaban vacas. El brazo de la aguja colgaba
de su montura, sujeto slo por un par de hilos.
Seguro que vala unos cuantos grandes evalu Pete.
Olvdalo repuso Brbara.
Opino que debemos llevrnoslo con nosotros.
Es una hermosura dijo Pete. Un Wurlitzer.
Crees que se podra arreglar y que volvera a funcionar? quiso saber Jean.
Desde luego que s.
Larry pens que era probable que se consiguiera. La casa de aquel hombre estaba
llena de aparatos resucitados: televisores, equipos estereofnicos, un horno, una
tostadora, lmparas, un lavavajillas y una aspiradora, todos ellos desechados por
intiles, pero que Pete recogi, restaur y puso de nuevo en funcionamiento.
Uno podra conseguir que tocase de nuevo dijo, pero est demasiado
abollado y escacharrado para recuperar su bonito aspecto. Sus embellecedores de
cromo aparecan mellados y oxidados; un lado de la caja, hundido; la rejilla de los
altavoces pareca haber sufrido varias andanadas de escopetas de perdigones y los
balazos haban destrozado ms de la mitad de los botones del cuadro de seleccin de
canciones. Pete aadi: Probablemente ni siquiera habr modo de encontrar piezas
de recambio para muchas partes del aparato.
Aunque seguro que quedar bastante presentable.
S.
Larry lade la cabeza y sopl para limpiar de arena la relacin de ttulos que
ofreca la gramola. Balas y perdigones de escopeta haban destrozado algunas
etiquetas. La lluvia y los aos de sol haban comido el color de las restantes y apenas
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podan leerse los nombres de las piezas. Sin embargo, muchos ttulos y artistas
resultaban descifrables. Jean se puso en cuclillas y mir por encima del hombro de
Larry.
Ah estn Hound Dog indic l, I Fall to Pieces y Stand by Your Man.
Dios mo, esa me encantaba evoc Jean.
A m me parece que casi todo esto es ms bien pueblerino dijo Pete.
Bueno, pues aqu tienes algo de los Beatles, Qu noche la de aquel da!, The
Mamas and the Papas.
Ah, esos eran buenos! se anim Brbara.
Siempre me pongo melanclica cuando pienso en Mama Cass.
Est bien! Larry esboz una mueca. The Battle of New Orleans, Johnny
Hartan. Hombre, yo deba de estar en el instituto. Me la saba de memoria.
Aqu tenemos a Haley Mills observ Jean, y su aliento agit el pelo de Larry,
por encima de su oreja. Lets Get Together. Y, mira, Soldier Boy.
Y est tambin Surfing USA, de los Beach Boys.
Ahora nos entendemos dijo Pete.
Dennis Wilson, que no poda faltar aadi Brbara. Muchos de ellos ya
han muerto. Mama Cass, Elvis, Lennon. Jess, esto empieza a resultar deprimente.
Patsy Klein tambin ha muerto le record Jean.
Y Johnny Hartan, creo dijo Larry.
Qu esperabais, muchachos? dijo Pete. Este material tiene por lo menos
veinte o treinta aos.
Brbara retrocedi unos pasos y dio un traspi al tropezar la zapatilla deportiva
con una piedra, pero se las arregl para no perder el equilibrio. Con una sonrisa en el
sudoroso rostro, propuso:
Por qu no salimos de este agujero del infierno y vamos a echar una ojeada a
la ciudad? A eso hemos venido, no?
Tambin es verdad.
Jean se apoy en el hombro del agachado Larry y se impuls para incorporarse.
Vamos a ver si podemos levantar este aparato murmur Pete.
Ah, no, ni hablar! salt Brbara. De ninguna manera! No vas a llevar
este trasto con nosotros. Uj!
Bueno, mierda.
Si tienes el capricho de una vieja gramola tan escacharrada como esta, vas y te
la compras. Dios mo, seguramente tendr un nido de escorpiones ah dentro.
Me parece que es mejor que te olvides del asunto aconsej Larry, al tiempo
que se enderezaba. Ese aparato es irrecuperable de todas, todas.
S, me temo que s. Mierda! Dirigi a su esposa una agria mirada. Un
milln de gracias, Brbara adorada.
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La mujer pas por alto el sarcasmo y empez a trepar cuesta arriba. Por debajo de
la arrugada blusa, la espalda apareca bronceada y hmeda de sudor. El polvo
amarillento de la piedra sobre la que estuvo sentada manchaba el fondillo de sus
pantalones. La tela se pegaba a las nalgas y Larry vio la silueta de las bragas: una tira
de escasos centmetros de anchura bajo el cinturn de los pantalones, con un
diminuto tringulo curvndose por la entrepierna. Jean, que suba detrs de Brbara,
se encorvaba ligeramente. An no se haba abrochado la blusa. Flotaba hacia atrs y
el faldn le cubra el trasero.
Pete tambin era todo ojos.
Vaya par de preciosos guayabos coment.
No estn mal.
Pero no te ha asaltado nunca la sensacin de que gobiernan nuestras jodidas
existencias?
Slo el noventa por ciento del tiempo.
Mierda.
Es por nuestro bien.
Pete ahog una risita, palme el brazo de Larry y tom un largo trago de cerveza.
Me parece que vale ms que seamos buenos chicos y vayamos con ellas.
Volvi la mirada hacia la gramola. Suspir. Se encogi de hombros. Adis. Se
acab la msica para ti, vieja compaera.
Eso s que es una provocacin coment Larry al ver el candado que
aseguraba el pestillo de la puerta de doble hoja del Hotel Llano de la Artemisa.
Pete pas el dedo por el candado.
No parece que sea muy viejo.
Tal vez vive alguien ah aventur Brbara.
Eh, Sherlock, est cerrado por fuera. Qu te dice ese detalle?
Me dice que no debemos entrar.
S confirm Jean. Las puertas estn cerradas con llave, las ventanas
cegadas con tablas. Alguien pretende evitar que la gente se meta en el edificio.
Pues esto es algo que dispara mi curiosidad. Qu me dices, Larry?
Tambin despierta la ma. Pero no s qu decirte en lo que se refiere a entrar
por la fuerza.
Quin lo va a saber? Pete se apart de la entrada. Baj de la acera, se
agach y volvi la cabeza, despacio, para mirar a un lado y a otro de la calle, en
pardica pantomima de exploracin de la nica calle de la ciudad. Yo no veo a
nadie. T ves a alguien?
Captamos la idea le dijo Brbara.
Me llegar a la furgoneta. Pete ech a andar a travs de la calzada,
dirigindose en diagonal hacia el establecimiento de Holman.
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oscuridad, la parte desnuda de la espalda de Brbara, as como sus piernas, eran casi
invisibles. La blusa y los pantalones blancos, plidas borrosidades, parecan flotar por
su cuenta sobre el suelo. Jean, vestida con prendas ms oscuras, era una mancha
tenue delante de Larry.
Oy a Pete golpear el suelo y apretar el paso tras l, con la arena crujiendo bajo
sus zapatos. El rayo de luz de la linterna bailote en las espaldas de las mujeres, se
proyect luego sobre la escalera y, al deslizarse hacia arriba, lanz sombras alargadas
contra la pared. Un pequeo descansillo interrumpa el tramo de escalones en la
mitad de su trayecto. Los restantes peldaos ascendan hasta la estrecha abertura del
pasillo del segundo piso.
No pretenders ir delante, verdad? pregunt Pete con su voz normal,
cuando Brbara se aprestaba a subir la escalera.
Si te espero a ti, nos vamos a pasar aqu todo el da.
La luz se movi hacia abajo, resbal por el borde de los escalones y en la parte
lateral centelle algo como una aureola dorada. Un sbito hlito de sorpresa brot de
la garganta de Pete. La luz oscil de un lado para otro, arriba y abajo. Al final, su
foco se centr sobre un crucifijo.
Cristo! susurr Pete.
Exactamente corrobor Larry.
El crucifijo, inmediatamente debajo del rellano, estaba sujeto al panel de madera
que recubra el tabique que cerraba el hueco de debajo de la escalera.
Qu es eso? pregunt Brbara, al tiempo que se inclinaba por encima de la
barandilla, casi al pie de la escalera.
Alguien dej un crucifijo en la pared le inform Larry.
Nada ms que eso? se asom ms por encima de la barandilla, luego
sacudi la cabeza: Extraordinario.
Jean dio la vuelta al pie de la escalera, para echar una mirada de cerca.
Alguien quiere un recuerdo? pregunt Pete.
Dio un par de zancadas en direccin al crucifijo.
No, no lo hagas advirti Larry.
Bueno, alguien lo dej olvidado. Las cosas son de quien las encuentra.
Djalo ah dijo Brbara desde su altura en los escalones. Por el amor de
Dios, uno no va por ah robando crucifijos. Es nauseabundo.
Podemos ponerlo en nuestro dormitorio. Mantendr a raya a los vampiros.
Hablo en serio, Pete.
La cruz estaba hecha de madera. La suspendida figura de Jesucristo pareca
chapada en oro. Pete alarg la mano.
Por favor, no lo cojas rog Jean.
l se la qued mirando.
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Captulo 4
Dios mo! exclam Pete.
Jean sali disparada escaleras arriba.
Aguanta un poco!
Me caigo! Daos prisa!
Larry se precipit hacia el pie de la escalera. No oy a Pete seguirle.
Dnde ests, hombre?
Sube ah y aguntala! refunfu Pete.
Oh, mierda! gru Brbara. Larry rode el poste del eje de la escalera.
Mientras corra a la zaga de Jean, vislumbr el nebuloso resplandor de la linterna de
Pete, a la derecha de los escalones. Es que el fulano no era capaz de moverse?
Segua all abajo, petrificado delante del crucifijo?
Jean se arrodill en el borde del rellano.
De espaldas al primer tramo de peldaos, Brbara pareca alguien a quien las
arenas movedizas se estn engullendo. Encorvada hacia delante, oprima el pecho
contra las tablas del piso que an no se haban hundido y trataba de sostenerse
apoyada en los codos.
Jean se arrastr lateralmente, para dejar sitio a Larry, y luego pas un brazo por
debajo de la axila izquierda de Brbara.
Vale jade. Ya te tengo. No te vas a ir abajo.
Ests bien? pregunt Pete.
No, maldita sea!
Larry se dej caer en el suelo, entre el rellano y la escalera. Mir a travs de la
grieta de quince centmetros que separaba la blusa blanca de Brbara y el filo de las
tarimas rotas. Negrura.
Un pozo sin fondo pens. Un abismo.
Ridculo, se contradijo. Probablemente no habra ms de dos metros de cada
desde el descansillo hasta el piso del vestbulo. El cuerpo de Brbara haba cubierto
ya la mitad, aproximadamente.
Pero y si debajo de la escalera no haba suelo? Y si el peso de Brbara lo
hunda y lo atravesaba tambin? Incluso aunque slo fuera una cada de metro y
cuarto, la mujer quedara atrapada debajo de la escalera. Y las tablas astilladas le
desgarraran la carne durante la cada.
Avanz contorsionndose hasta que su rostro toc el pelo de la parte posterior de
la cabeza de Brbara. La rode con los brazos. Estos apretaron los pechos de la
muchacha. Tras murmurar un Lo siento, baj un poco ms los brazos y los ci
alrededor de la caja torcica.
Pete! chill entonces.
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Ya la tienes?
La voz de Pete an llegaba de la planta baja.
Casi. Si fueras tan amable de echamos una mano, maldita sea!
Oy un chasquido de madera que se quebraba. Temi por unos segundos que
cediese un poco ms del suelo del rellano. Pero no ocurri nada.
Yaaa! chill Brbara, a la vez que daba un respingo al sentir el abrazo de
Larry. Algo me ha agarrado!
He sido yo, encanto.
Una pincelada de luz lami fugazmente la oscuridad por la parte del hombro
derecho de Larry. La luminosidad se haba filtrado desde abajo, a travs de las
tarimas partidas.
Pete est debajo de nosotros, comprendi.
Cmo llegaste ah? pregunt Jean. En su voz haba asombro. Y alivio.
Cuestin de varita mgica repuso Pete. Est bien. Ya te sostengo, cielo.
Ahora, a bajar despacito.
No, no, no, no me soltis! Me destrozar al caer!
Bueno, te sacaremos por arriba.
Vale, subidme, de acuerdo? Su voz son controlada, aunque la matizaban el
dolor y el miedo. Si tratara de bajar, me hara ms dao an.
Conforme. Lo intentaremos. Estis listos ah arriba? A la de tres.
T la empujars por los pies? pregunt Jean.
Esa es la idea. Uno. Dos
Tranquilos pidi Brbara, apremiante, tomoslo con calma si no queris
que acabe debajo de una montaa de astillas.
Muy bien. Uno. Dos. Tres.
Brbara fue elevndose despacio por el boquete, como si subiera en un ascensor.
Todava rodendola por la zona inferior del pecho, Larry breg para ponerse de
rodillas. La espalda de Brbara choc contra l. Larry desliz una mano por la
resbaladiza piel del vientre de la muchacha, que abri la boca y dio un respingo. La
mano de Larry se cerr en torno a la hebilla del cinturn, tir hacia arriba, la acerc
de golpe a l y Brbara pudo por fin descansar sentada en el borde del agujero.
Bueno jade. Me encuentro bien. Dadme un segundo para que recobre el
aliento.
Larry y Jean la sujetaron por los brazos.
Todo arreglado por ah arriba? quiso saber Pete. El rayo de luz de la linterna
se movi de un lado a otro, despus de atravesar la brecha por delante de las rodillas
de Brbara.
Brbara no respondi.
Est sana y salva inform Jean.
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El rayo de luz se desliz hacia un lado y por el boquete slo pudo verse un leve
resplandor.
Quiero irme a casa murmur Brbara.
Larry y Jean la sostuvieron, mientras la mujer se echaba hacia atrs y sus piernas
abandonaban la brecha. Plant los zapatos con fuerza en el borde de la quebrada
madera, al otro lado del agujero.
Jess! susurr, asustado.
Barbara se puso rgida.
Pete! Qu pasa!
Santo Dios hombre ahora no pareca tan asustado, solo sorprendido.
Hey, no van a creer esto. Santa madre de Dios. Larry ven aca abajo.
Qu?
Brbara se inclino hacia delante, y mir por entre sus piernas extendidas.
Qu es?
No querrs saber.
No es momento para juegos, Peter.
Tuviste la maldita fortuna de no caer aqu.
Por un momento nadie dijo nada.
Entonces la voz de Peter subi a travs de la grieta.
Habras tenido compaa.
Escalofros recorrieron la espalda de Larry.
Aqu hay un cadver antiguo.
Est bromeando, pens Larry, pero su cuerpo saba que Pete estaba diciendo la
verdad. Su escroto se encogi como si alguien lo hubiera estrujado con una mano
helada.
Oh Jess musit Brbara. Jean y Larry la siguieron, bajando la escalera.
Saba que no me gustaba este lugar susurr Jean.
Brbara abri la puerta del hotel. La luz del da se esparci en el recinto.
Se qued en la entrada, mirando de reojo. A pesar de que Larry estaba a varios
metros, pudo ver que temblaba y tiraba nerviosamente de su blusa.
Sus pechos lucan muy blancos, a travs de sus ropas.
Larry se sinti como un voyeur barato, aprovechndose de su momento de
indefensin, pero a pesar de sentir culpa no pudo dejar de mirarla.
Haba un cuerpo muerto bajo las escaleras, pero por alguna razn, la visin de la
piel de Brbara a travs de su escote disminuy su enfermizo pavor.
Pero se forz a bajar la mirada. La pierna derecha de sus shorts se haba subido
ms alto que la izquierda. Ambas presentaban raspones, sus espinillas sangraban, la
derecha ms que la izquierda: haban sido araadas en la cada.
Dnde estn todos? la voz de Peter son apagada.
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tambin la entrepierna.
El rubio vello pbico. Larry gimi.
Luego se desplaz en pos de Brbara. El fondillo de los pantalones blancos de la
mujer segua con la mancha amarilla que dej en la tela la pea sobre la que Brbara
se sent a descansar en el lecho del arroyo seco.
Cosa que pareca haber ocurrido un siglo atrs. Por qu hicimos esto?
Larry la sigui a travs del agujero del revestimiento de madera. Jean an
continuaba en el vestbulo. Tena los puos prietos, con los brazos cados a los
costados, y haca pequeas cabriolas como si se estuviera orinando.
Vmonos! Vmonos de una vez! imploraba. Larry esper a Pete.
Colocaron en su sitio, entre los dos, el panel de madera. Cerraron la puerta de la
tumba.
Pete retrocedi, caminando de espaldas, como si temiese apartar la vista de all.
Bajo el rayo de luz de la linterna, el crucificado cuerpo de Jesucristo fulgur.
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Captulo 5
Pete pis a fondo el acelerador al abandonar Llano de la Artemisa, sin que
Brbara pronunciase una sola palabra acerca de la velocidad.
Nadie dijo nada acerca de nada.
Retrepado en el asiento, Larry se senta aturdido y exhausto. Aunque sus ojos
miraban, a travs del parabrisas, la carretera y el desierto, iluminados por el brillante
sol, la verdad es que segua viendo el cadver. Y la estaca hundida en su pecho. Y el
crucifijo.
Ya ha quedado atrs se confesaba. Nos alejamos de eso. Estamos bien.
Tena el cuerpo pesado. Notaba en el pecho y en la garganta una tensin trmula
que pareca una mezcla peculiar de terror, terror declinante y exaltacin jubilosa.
Recordaba haber experimentado sensaciones similares unos aos atrs. En el curso de
un vuelo a Nueva York, el 747 encontr un bache de aire y descendi a plomo
durante un par de segundos. Algunos pasajeros chocaron con el techo. Jean, Lane y l
llevaban abrochados los cinturones y no sufrieron el menor dao. Pero despus sinti
lo mismo, ms o menos, que senta ahora.
Sobresalto, probablemente pens. Sobresalto combinado con una gran
sensacin de alivio.
Senta eso y, si no tuviese el dominio de s que tena, lo ms probable era que
empezase a llorar y a rer tontamente.
De ah debi de salir la expresin asustado como un imbcil.
Tras emitir una carcajada satnica, Pete le dirigi una sonrisa por encima del
hombro.
Mira por dnde conduces reproch Brbara.
No creo que sea buena idea avisar a los polis opin Larry. Incluso aunque
lo hiciramos de manera annima, sigue existiendo la posibilidad de que nos
complicaran en el asunto.
No s cmo repuso Jean.
Puedes tener la absoluta certeza de que no nos vio nadie? Alguien pudo
atravesar el pueblo y localizar la furgoneta mientras nosotros admirbamos la
gramola.
O el vampiro aadi Pete.
Y hasta es posible que anotaran el nmero de la matrcula.
Esa s que es una idea agradable murmur Brbara.
Uno nunca sabe. Eso es lo que digo.
Eh, puede que incluso nos estuviera espiando alguien desde una ventana o
desde cualquier otro punto de observacin.
Gracias, Pete. Verdaderamente, eso es lo que necesitaba or.
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est muerta. A quin le interesa el tiempo que pueda llevar debajo de la escalera?
Pete volvi a alzar la mano.
A m me parece que averiguar eso tiene un inters que rebasa la condicin de
pasajero.
A la polica le parecer lo mismo aadi Larry. Creo que, segn el modo
en que enfoquen la cuestin, la diferencia puede ser grande. Si ha muerto hace medio
siglo y los polis disponen de medios para determinar esa cuestin, la moza es casi un
monumento histrico. Si la mataron hace slo veinte aos, puede ser que inicien una
activa investigacin de homicidio.
Desde luego dijo Brbara. Quienquiera que le clav esa estaca puede
andar por ah vivito y coleando.
Hablando de eso dijo Pete. Mir a Larry, arque una ceja y se acarici la
barbilla. Esperad a or a este caballero.
Lo sabemos dijo Brbara. Fuiste t.
Eh, hablo en serio.
Para variar.
No not nadie nada extrao respecto a las puertas de la fachada del hotel?
Aparte la circunstancia de que las forzamos para entrar? pregunt Brbara.
Muy bien, corazn mo. Ah est la cosa. Al llegar, nos encontramos ese sitio
sellado. Todos los dems edificios del pueblo estaban abiertos y bien abiertos. La
gente poda entrar y explorados a gusto. Pero el hotel, no. Qu ms?
Se trata del juego de las Veinte Preguntas? Es mayor que una panera?
Te dar una pista. Brilla, reluce y es nuevo, flamante.
El candado dijo Larry. El cerrojo.
Correcto! Segn el aspecto que presentaban, me juego lo que queris a que
hace un mes estaban en el estante de una ferretera, a la espera de comprador.
Y qu? pregunt Jean.
Quin los coloc en las puertas? Quin quera impedir que entraran curiosos
en el hotel?
S, es posible que haya habido alguien deseoso de impedirlo.
Eso es. Y tambin es posible que haya habido alguien que escondi una
vampira debajo de la escalera. Alguien que an anda rondando por all con la sana
intencin de asegurarse de que nadie descubre su secretito.
La misma persona que colg el crucifijo de la pared adujo Larry.
Exacto.
Una especie de guardin, de celador de la vampira.
Es muy probable dijo Brbara que quienquiera que cerrara las puertas con
el candado y el cerrojo ignore lo de la vampira.
Si lo sabe repuso Pete, sera ms interesante.
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dirigida a Brbara.
Esa libertad acaba donde empiezan mis odos replic la mujer.
Pete sonri a Larry, pero no aadi nada ms. Condujo en silencio.
Larry contempl el desierto. An se senta un poco mareado y nervioso, si bien
un poco mejor que antes. Supuso que la conversacin haba contribuido a ello.
Expresarlo en palabras. Compartir las preocupaciones. Sobre todo el tono
desenfadado con que Pete convirti aquella espantosa experiencia en una historia de
vampiros. Y la trifulca verbal entre Pete y Brbara. Su pelotera corriente, simptica y
cotidiana. Todo ayud mucho. Disolvi el horror del encuentro del cadver. Como la
luz del sol diluye una pesadilla.
Pero su inquietud aument a medida que se aproximaban al Recodo de la Cabeza
de Mula. Ni siquiera las vistas familiares del paseo de la Ribera fueron suficientes
para disipar los temores que se crecan en su interior.
Pete avanz despacio a travs del trnsito: unos cuantos automviles envueltos en
la habitual mezcla de vehculos aparcados al borde de la calzada, caravanas,
furgonetas, camiones de reparto y motocicletas. Flanqueaban la carretera moteles,
estaciones de servicio, bancos, centros comerciales, restaurantes, bares y
establecimientos de comidas rpidas. Larry vio el horno donde aquella misma
maana haba comprado una docena de rosquillas; el supermercado donde Jean
adquiri los comestibles; la tienda de ordenadores donde sola proveerse
regularmente de disquetes, papel y cintas de impresora para su procesador de textos;
la sala cinematogrfica donde todos los mircoles por la tarde iba a ver su programa
doble de pelculas de terror.
De vez en cuando, vislumbraba fugazmente el ro Colorado, que discurra al este
del distrito comercial. Unas cuantas personas andaban todava por all dedicadas a la
prctica del esqu acutico. Vio una casa flotante. Un barco de servicio regular
transportaba pasajeros hacia los casinos de la orilla del ro perteneciente a Nevada.
Todo muy corriente, muy normal. Larry pens que deba sentir cierto alivio por el
hecho de volver al verde csped de su casa y dejar atrs la rareza y la desolacin de
las carreteras secundarias.
Pero no senta ese alivio.
Lo comprendi al despedirse de Pete y Brbara. No deseaba separarse de ellos.
Tena miedo. Como un chiquillo que, despus de escuchar relatos de fantasmas, ahora
deba volver solo a casa por un camino oscuro.
Pero no soy ningn nio se dijo. No est oscuro. Vivimos en la casa de al lado. Y
no vuelvo a casa solo, Jean me acompaa y probablemente Lane ya est de regreso.
Por qu no os quedis con nosotros un rato? sugiri Brbara.
Prepararemos unos combinados y nos quitaremos el polvo de la garganta.
Formidable! aprob Larry; se pregunt si tambin a ella le inquietaba la
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botellas.
Todo era muy familiar, acogedor y reconfortante.
Voy a asearme un poco dijo Brbara. En cuestin de un minuto me tenis
aqu y entonces os servir unas golosinas.
Pete tarare unas estrofas de Margaritaville mientras verta en la batidora tequila
y triple seco. La batidora era uno de sus hallazgos. Alguien la dej para que se la
llevaran los empleados del servicio de recogida de basuras, Pete la localiz cuando
conduca rumbo al trabajo, la recogi y la restaur para ponerla de nuevo en
funcionamiento.
A Larry le record la gramola tirada en el lecho seco del arroyo. Se vio a s
mismo agachado junto al aparato y, luego, de rodillas al lado del atad, con los ojos
clavados en el marchito cadver de color pardo.
Not que se contraa interiormente.
Eso es historia, trat de convencerse. Estamos en casa. Todo ha concluido. Ese
maldito asunto est a ochenta, a cien kilmetros de distancia.
No cabe duda de que es estupendo estar aqu dijo en voz alta.
Mucho mejor que tener un palo clavado en el ojo. O en el corazn, que para el
caso es lo mismo.
Jean hizo una mueca.
Pete parti por la mitad un par de limas y las exprimi en la batidora. Luego ech
unos cubitos de hielo. Tom del aparador unas copas de tallo largo para la margarita.
Frot el borde de las copas con las limas. Luego introdujo esos bordes en un salero de
plstico.
Muy bien, nena, a cumplir con tu obligacin.
Puso la tapadera de la batidora y oprimi un botn. Al cabo de unos ruidosos
segundos, el aparato se qued silencioso. Pete llen las copas con su espumoso
brebaje y las llev a la mesa.
Se sentaba en el momento en que Brbara regres.
Te encuentras bien? pregunt Jean.
Infinitamente mejor.
Su aspecto tambin haba mejorado mucho.
Iba descalza, llevaba unos rojos pantalones cortos de gimnasia y una camiseta gris
de manga corta, cortada justo debajo de los pechos. Larry supuso que se haba pasado
una toalla hmeda por el estmago y por las piernas. La sangre y la suciedad haban
desaparecido, aunque la piel apareca enrojecida alrededor de las erosiones. La
madera rota la haba araado como un felino salvaje y haba anchas zonas de piel que
parecan haber recibido unas pasadas de papel de lija.
Larry la observ mientras la mujer preparaba una bandeja de queso y galletas
saladas.
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Captulo 6
Larry se despert estremecido. Estaba destapado, la ropa de la cama se cea en
torno a Jean, que no paraba de revolverse y gemir. Le agit suavemente los hombros.
La mujer dio un respingo. Jade.
Qu qu pasa?
Tenas una pesadilla susurr Larry.
S? Ah! Bueno. Se puso boca arriba. An jadeaba, escasa de aire. Vaya
sofoco! murmur, luego breg para librarse de las mantas y las sbanas. Las
empuj y las impuls a patadas hasta los pies de la cama.
Yo voy a necesitar algo de ropa dijo Larry, y se sent en el lecho.
S? Oh! Lo siento.
No hay problema. Arrojar un poco de luz sobre la cosa advirti. Concedi a
Jean unos instantes para que se cubriera los ojos, antes de alargar la mano hacia la
mesita de noche y encender la lmpara.
Espera. Yo me encargar de eso. Te armaras un lo.
Muy bien sonri Larry.
Segundos antes, Jean se encontraba en las garras de una pesadilla terrorfica.
Ahora se preocupaba de que l pudiese convertir en un laberinto la sencilla tarea de
arreglar las sbanas y las mantas. Se ech hacia atrs, se cogi los brazos por encima
de la cabeza y observ a Jean, que saltaba de la cama.
Pareca que acababa de darse una ducha con el camisn puesto. Su corta cabellera
estaba enmaraada y los hmedos rizos de las puntas le caan sobre las orejas y la
nuca. La tela blanca de la camisa de dormir se le pegaba a la espalda y las nalgas.
Ests empapada coment Larry. Ha debido de ser una pesadilla de mil
demonios.
Seguramente. No me acuerdo de nada.
Jean se agach por un lado de la cama para tirar del extremo superior de la sbana
y desenredada. Oscilaron ligeramente sus pechos bajo el encaje del escotado camisn.
Crees que era algo referente a lo de hoy?
No me extraara.
Tir de la sbana hacia la cabecera de la cama. Cuando la tela caa, Larry se
incorpor y agarr el borde. Estir la sbana sobre su cuerpo desnudo y se tendi de
nuevo en el colchn. Fue suficiente para cortar el paso a la frescura de la suave brisa
nocturna. Pero todava fue mejor cuando Jean aadi la cobertura de la manta ligera.
La alis cuidadosamente en la parte de la cama que le corresponda a ella y despus
rode el lecho para ir al lado de Larry. Se inclin sobre l mientras estiraba la manta.
Larry alarg la mano y le aplic un cachete en las posaderas. El tacto sedoso del
camisn era hmedo. Debajo, la piel estaba tersa y muy clida. Jean le mir, al
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tiempo que enarcaba las cejas. La mano de Larry descendi por los muslos y pas por
debajo del dobladillo de la camisa de dormir.
De pie, erguida, Jean apag la lmpara. El camisn, una plida mancha borrosa a
la tenue claridad de las ventanas, pas por encima de la cabeza de Jean, abandon el
cuerpo de la mujer y desapareci. Larry tir hacia atrs la ropa de la cama que con
tanto esmero haba dispuesto la mujer. Pero Jean no protest.
Subi a la cama, separ las piernas de Larry y se acomod encima de l. Mientras
se besaban, Larry acarici la espalda y las pequeas y firmes nalgas. Ella alz
entonces las piernas. Apret el pene, que aumentaba paulatinamente de tamao, entre
sus muslos y los contorsion contra l. Los senos de Jean eran lisas y clidas
almohadillas que frotaban su pecho y aunque el contacto de aquel cuerpo que se
retorca sobre el suyo despertaba una dolorosa necesidad, tuvo la sensacin de que los
huesos de la cadera de Jean se le hundan en la carne.
Se dio la vuelta, puso a Jean sobre el colchn y la cubri con su cuerpo. Se apoy
en los codos y las rodillas, a fin de que su peso no recayera sobre la mujer. Jean se
retorci. Mientras Larry la besaba en el cuello y gema al bajar un poco y aplicar
luego los labios a un pezn y despus al otro.
Se levant. Con las rodillas entre las separadas piernas de Jean, murmur:
Un segundo.
Los dedos de Jean se deslizaron acariciadoramente a lo largo de la verga de Larry.
No creo que esta noche lo necesites.
Seguro?
S.
Fantstico. Odio esas malditas gomas.
Lo creo sonri Jean.
Rutilante blancura de unos dientes en el difuminado contorno del rostro. Puntos
de oscuridad donde deban de estar los ojos.
De sbito, Larry se encontr de nuevo debajo de la escalera, arrodillado sobre el
cadver. Not que se tensaba y que el fro iba a apoderarse de l.
No pienses en eso!
Comprendi que Jean tena aproximadamente las mismas medidas, la misma
estatura y las mismas proporciones que aquel horrible ser.
Basta!
Qu ocurre, cario?
Nada respondi Larry.
La sombreada piel de Jean era oscura, pero el suyo no era aquel tono oscuro. Los
senos de Jean eran turgencias, no planos. A pesar de la penumbra, poda distinguir los
perfiles de las costillas de Jean. Bajo la caja torcica, el cuerpo pareca contraerse.
Los huesos de las caderas sobresalan.
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Cielo?
La mano de la mujer pareca de cuero alrededor de su pene pequeo y suave.
La mano de aquello.
Se imagin apartndola de un golpe.
Pero saba que era Jean. Su mujer no se haba convertido en un cadver y l
tampoco estaba alucinando. La que en aquel momento comparta su cama no era
nadie ms que Jean. La imaginacin le estaba jugando una mala pasada.
No voy a permitir que me avasalle, se prometi.
Se ech hacia atrs en el colchn. La mano de Jean se apart. Larry bes el
vientre femenino. Caliente, suave, escurridizo a causa del sudor. Ni reseco ni
correoso.
Deja ya de hacer comparaciones!
Pero cuando restreg la cara por los hmedos rizos de Jean, a su mente acudi
aquella mata rubia de vello pbico de la vampira. Un escalofro le recorri de pies a
cabeza.
Jean introdujo los dedos en su cabellera.
Larry descendi un poco ms. Jean gimi y se retorci, al tiempo que se oprima
contra l y le agarraba del pelo. De la cabeza de Larry desapareci todo recuerdo,
toda idea del cadver.
Jean no tard en estar gimoteando.
Pero no a causa de una pesadilla, pens Larry, mientras la mujer le tiraba de la
cabellera y l resbalaba hacia arriba. Cerr su boca sobre la boca de Jean. Introdujo
toda la longitud y dureza del falo en el calor interno de la mujer y Jean pareci
absorberle a fondo, como si anhelara verse llena de l.
Debera tener pesadillas ms a menudo le confes Jean despus.
Pues, s.
Jadeaba debajo de Larry, al que acariciaba mimosamente la espalda. Luego,
apart la cara, frunci los labios de una forma extraa y se llev una mano a la boca.
Con el ndice y el pulgar, cogi algo y lo retir de all.
Qu es eso? Un pelo.
De dnde ha salido?
De tu boca dijo Jean, y se estremeci, debajo de Larry, a impulsos de la risa.
Se limpi la mano frotndola en la sbana, pas los brazos alrededor del cuerpo
de Larry y lo apret con fuerza. Fue como si aplicase todas las fuerzas que le
quedaban a aquel abrazo. Al cabo de unos segundos, le solt y se qued tendida,
inerte. Se pellizc los labios. Larry los bes. Despus se apart, se desliz quitndose
de encima de ella.
Tir hacia arriba de la sbana y de la manta, y se ados rpidamente a Jean. Pos
una mano sobre la clida curva interior del muslo. Las yemas de sus dedos se
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Captulo 7
Buen viaje! dese su padre, y le dio una azote carioso en las posaderas
cuando ella sala por la puerta.
Lane le dirigi una sonrisa afectada.
Saluda a Roy y Dale aadi el padre.
Deberas tener un aspecto tan bueno como ellos dijo Lane, antes de dar
media vuelta y echar a correr hacia el automvil.
El Mustang rojo reluca bajo el sol de la maana. Rode el vehculo para subir
por la parte del conductor. Se senta viva y fresca ataviada con sus prendas nuevas: la
camiseta de manga corta jaspeada de rosa y azul; la falda de mahn desteido, a base
de estampado de diseo, con sus adornos de encaje blanco y de ramilletes de flores
rosadas en el peto, tirantes y dobladillo; y las botas blancas con flecos.
Su padre siempre le tomaba el pelo a cuenta de su forma de vestir. Supuso que
aquel conjunto le daba toda la apariencia de una vaquera.
Una vaquera exaltada y radical, se dijo, y sonri mientras suba al coche.
Al menos no haba hecho ningn comentario acerca de la longitud de la falda. Al
sentarse, not la tapicera del asiento bastante arriba por detrs de las piernas. En
tanto esperaba a que se calentase el motor, se inclin por encima del volante y baj la
mirada. La falda era corta, desde luego. Un poquito ms y resultara embarazosa.
Tena la longitud exacta.
Sexy, pero no escandalosa.
Le gustaba sobre todo el encaje que bordeaba el dobladillo de la falda, la manera
en que los picos caan contra los muslos como puntas de lanza en forma de volantes.
Cuando me vea con este modelo, Jim se va a volver tarumba.
Como si necesitase que le animaran en ese aspecto.
Lane emiti una suave risita, mientras daba marcha atrs para salir a la carretera,
y temblaba de placer al disfrutar por anticipado de la sensacin que iba a causar en la
escuela, en aquel da esplendoroso, vestida con su conjunto tope guay, encendi la
radio del coche y sintoniz la Ochenta y seis punto dos matinal, el mejor country
las veinticuatro horas del da! Randy Travis estaba en antena. Aument el volumen y
sac el codo por la ventanilla para recibir la clida corriente de aire.
Dios, se senta de miedo!
Era casi un crimen sentirse tan formidablemente. Apoy el hombro en la
portezuela, asom la cabeza y dej que el aire le acariciara el rostro y le agitara la
cabellera hacia atrs.
Pensar que haba armado un jaleo de todos los diablos para no tener que
marcharse de Los ngeles. Deba de estar loca: empearse en seguir viviendo en
aquel asqueroso apartamento, en una ciudad saturada de aire contaminado y donde
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una no ganaba para sustos. Pero se haba criado, haba crecido all. Estaba
acostumbrada. Supo que iba a echar de menos a sus amigos, las playas y
Disneylandia. Aunque esto era mucho mejor. Haba hecho nuevas amistades, le
encantaba el ro y los espacios abiertos le proporcionaban una constante sensacin de
libertad que lograba que todos los das amaneciesen cuajados de infinitas promesas.
Lo mejor de todo, supona, era verse al margen del miedo. En Los ngeles, una
tena que andarse con mucho cuidado. La ciudad era un criadero de violadores y de
asesinos. Da tras da los telediarios relataban tantas y tan espantosas historias de
terror y brutalidad, que una no se atreva a salir a la calle. Nios desaparecidos, cuyos
cadveres se encontraban al cabo de varios das, desnudos, mutilados y sometidos a
diversos abusos sexuales. Y no slo nios. Lo mismo les ocurra a los adolescentes, e
incluso a los adultos. Si no te secuestraban y torturaban, podan descerrajarte un tiro
en un restaurante, en un cine o en unos grandes almacenes. Abundaban los lunticos
que, al volante de un coche, circulaban por la urbe y, cuando les apeteca, disparaban
contra las ventanas de las casas y los edificios de apartamentos.
Nadie estaba a salvo.
La alegra de Lane se volatiliz como por ensalmo al recordar repentinamente
aquellas demoledoras rfagas de disparos que llegaron en plena noche. Estaban en su
piso de la planta baja, sentados todos juntos en el sof, entretenidos con la serie
televisiva de Dallas. Lane tena un bote de palomitas de maz en la falda. Su madre
ocupaba un lado del sof, el padre, el otro. Los tres iban picando del bote y, a veces,
sus manos se tropezaban. A la primera descarga, Lane dio un salto tan brusco, que el
bote sali despedido y las palomitas de maz se desparramaron por todas partes. La
noche estall como si, en la calle, alguien hubiese apretado el gatillo de una
ametralladora infernal. La madre empez a chillar. El padre grit: AL SUELO!,
pero no concedi a Lan ni una dcima de segundo para que reaccionara, sino que
rpidamente la cogi por el cogote y casi le rompi el cuello al empujarla con
violencia hacia adelante. El canto de la mesita de caf le despellej la frente. Ella
rompi a llorar, bajo la cabeza, y estuvo temblando todo el tiempo, mientras el fragor
de los disparos segua repercutiendo en sus odos. Luego, todo lo que pudo or fue un
continuo timbrazo. Las detonaciones se interrumpieron. Pap segua apretndole la
nuca. Jean?, pregunt con voz extraa y aguda. Mam no respondi. Pap repiti:
Jean!. Autntico pnico. Entonces, mam dijo: Ha terminado?.
Permanecieron tendidos en el suelo.
Luego llegaron las sirenas y el repetitivo bap, bap, bap de un helicptero de la
polica tableteando por encima de ellos. El centelleo de los focos encendi de rojo y
azul las cortinas de la fachada. Pap se arrastr hasta la ventana y mir al exterior.
Por Jesucristo! exclam. Ah fuera debe de haber por lo menos veinte coches
de la polica!
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Result que los disparos iban dirigidos a una familia negra que viva en un dplex
de la acera de enfrente. El fuego de una Uzi automtica se llev por delante la vida de
los padres y de tres hijos. Slo una criatura sobrevivi al tiroteo. Nunca conocieron
los motivos de la masacre.
Lane no conoca a aquella familia. Esa era otra de las cosas de Los ngeles, hasta
los vecinos del piso de al lado resultaban unos perfectos desconocidos. Pero el hecho
de que los hubiesen eliminado a tiro limpio, justo al otro lado de la calle, era
aterrador.
Demasiado cerca de una.
Pap les record entonces el caso de otra familia a la que haban ametrallado por
error unos aos antes. Un asunto de drogas. Los asesinos se equivocaron de casa y
descargaron su golpe en la residencia contigua a la de sus pretendidas vctimas.
Nos vamos de aqu determin pap, con la calle an rebosante de vehculos
policacos.
Quince das despus, se encontraban ya camino de Recodo de la Cabeza de Mula.
Conocan la ciudad porque un mes antes del tiroteo estuvieron all de vacaciones.
Pasaron la noche en un motel y luego ocuparon durante una semana una casa flotante
del ro. A todos les encant la zona, ante su mente se presentaba como algo nuevo y
refrescante y pareca un sitio estupendo como santuario en el que olvidar el
enloquecido y superpoblado terreno de caza que constitua Los ngeles.
A veces, el viento y el calor eran lo bastante intensos como para volver loca a
una. Y tambin haba que andarse con cien ojos para evitar los escorpiones, las araas
de la especie viuda negra y las diversas clases de serpientes venenosas. Pero las
probabilidades de que un pervertido cualquiera le metiese a una un balazo en la
cabeza eran prcticamente nulas.
Lane consideraba ahora Los ngeles como una crcel de la que su familia y ella
haban logrado fugarse. La libertad era la gloria.
Desvi el Mustang por el camino de tierra y gravilla que conduca al domicilio de
Betty, fren y toc la bocina una vez. Betty viva en una casa mvil, como la mayor
parte de los habitantes de Recodo de la Cabeza de Mula. Se asentaba firmemente
sobre unos cimientos. A la caravana le haban aadido un porche y una habitacin
adicional. Vista desde fuera, tena todo el aspecto de una casa normal, aunque en el
interior reinaban las estrechuras; al menos, a Lane se lo pareca as cada vez que la
visitaba.
Betty descendi laboriosamente la escalera del porche, como si le costase Dios y
ayuda trasladar el peso de su cuerpo, que era considerable. Se las arregl para
levantar la cabeza y moverla un poco, a guisa de saludo.
Inclinndose sobre el asiento del pasajero, Lane le abri la portezuela. Betty
arroj la mochila de los libros en el asiento posterior.
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se apreciaban cardenales purpreos bajo los flecos de las perneras cortadas de los
vaqueros.
Qu me dices? insisti Lane.
Jessica se encogi de hombros y Lane oy que Henry respiraba hondo,
probablemente ante la forma en que el gesto de la chica hizo moverse el seno bajo la
ceida tela de la blusa.
Slo se vea uno. El otro quedaba oculto discretamente bajo el cabestrillo que
sostena el brazo roto. El visible se agit al ritmo de los andares de Jessica, que se
acerc al coche.
Tal vez le arre estopa una banda.
Estupendo, Lane. Realmente estupendo.
Sera culpa suya.
Corta ya.
Se inclin por encima del asiento contiguo, accion el cierre y abri la portezuela.
Gracias dijo Jessica.
Henry se retir del respaldo del asiento delantero sin duda con la colaboracin de
Betty y perdi la ocasin de verla subir. Mala suerte pens Lane. Al chico le hubiera
gustado ver la pierna de Jessica a travs de la abertura lateral de los vaqueros cortos.
Las contusiones habran moderado su entusiasmo, pero no mucho. Cerr la puerta.
Lane mir por el retrovisor lateral, aguard a que pasara un Volkswagen y luego
arranc.
Ests segura de que quieres ir a clase? pregunt.
Mierda. Lo estaras t, si tuvieses este aspecto?
Me parece que telefoneara diciendo que estaba enferma.
S. Bueno, pues es mejor que tener delante a la fieja todo el santo da dando la
fadila. Menudo plomo.
Lane apret los labios; luego se pas la lengua por ellos. Escuchar a Jessica era
casi como conseguir que le dolieran.
Lleg la voz de Betty desde el asiento trasero.
Entonces, nos vas a explicar la cosa o tendremos que hacer cbalas?
Fruncido el entrecejo, Jessica los mir por encima del hombro.
No es asunto nuestro dijo Lane.
S. Fien, me arrearon una fuena solfa.
Quin? interrog Henry.
Quin leches lo safe? Un par de tos. Autnticos cabronazos. Me sacudieron a
modo y me rofaron el bolso.
Dnde fue eso?
Detrs del Parada Rpida.
Detrs del Parada Rpida? pregunt Betty. Qu estabas haciendo all?
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Captulo 8
Cuando Lane se fue al colegio, Larry tom un caf y ley durante una hora una
nueva novela en rstica de Shaun Hutson. Luego dej el libro a un lado y dijo:
Ser mejor que me lance de una vez. Se levant de la butaca anatmica.
Que te diviertas le dese Jean. Levant los ojos por encima del peridico
cuando Larry pas por su lado.
El hombre cerr la puerta de su estudio y se sent delante del procesador de
textos.
Ya haba decidido no trabajar en Extrao en la noche. El libro marchaba viento en
popa. Dos semanas ms y estara listo.
Y despus, qu?
Ah pens, esa es la cuestin.
Normalmente, cuando se encontraba tan cerca de la conclusin de una novela, ya
tena la siguiente ms o menos estructurada en la cabeza. Dispona de pginas llenas
de notas en las que se describan en lneas generales la trama argumental y los
personajes, e incluso varias de las escenas principales estaban ya pergeadas.
Pero esta vez no.
Habr que empezar a guisarlo, se dijo.
Cuando llegase el da de colocar la palabra Fin en la ltima pgina de Extrao
en la noche, quera meter un disquete nuevo en el ordenador y empezar con Captulo
Primero. De lo que fuera.
Dentro de quince das.
Tiempo de sobra.
Tendr que ocurrrsete algo.
Ms te vale.
Le quedaban ochenta, noventa pginas. Luego se encontrara ante un disquete
virgen, un vaco, una burlona pantalla en limpio que le llevara al borde de la
desesperacin.
Le haba ocurrido aquello algunas veces. Tema pasar de nuevo por tan terrible
experiencia.
No me suceder, se dijo.
Formate un disquete y puso en pantalla el directorio: 321536 bytes disponibles.
Utilizar hoy un par de miles, pens.
Una o dos pginas, eso es todo. Quiz.
Puls la tecla de Intro y la pantalla qued limpia. Unos cuantos segundos despus,
haba eliminado la justificacin del margen derecho, que hubiera dejado espacios
sobrantes entre las palabras, espacios que le habran vuelto loco en la copia impresa
sobre papel. Puls unas cuantas instrucciones ms. Notas novela Lunes, 3
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Captulo 9
Lane puso los libros en el estante de la taquilla, cogi la bolsa del almuerzo y
cerr la puerta metlica. Estaba dndole un giro a la combinacin del cerrojo cuando
un brazo se desliz alrededor de su vientre y unos labios se apretaron sobre su nuca.
Se encogi mientras los escalofros le recorran la piel.
Basta dijo, al tiempo que giraba en redondo.
No puedo evitarlo se excus Jim.
Lane mir por encima del muchacho. El pasillo estaba de bote en bote. Los
estudiantes circulaban por all, charlaban y rean. Los que iban solos, los que carecan
de compaeros, daban la impresin de tener mucha prisa. Se oan los portazos de las
taquillas que se cerraban. Los profesores permanecan cerca de los umbrales de sus
aulas, a la expectativa por si se presentaba algn problema. Nadie pareca prestar
atencin a Lane y Jim.
Me echaste de menos? pregunt Jim.
He sobrevivido.
Aj. Ests de uas?
No me hace ninguna gracia que me abracen en pblico. Cuntas veces tengo
que decrtelo?
Huy, huy, huy, qu susceptible. Estamos con la regla?
Lane not el clido sonrojo que ascendi a su rostro.
Muy simptico murmur. Quin se ha muerto para que te coronen a ti rey
de los idiotas?
Jim sonri, aunque en sus ojos no haba el menor asomo de humor.
Slo estaba de guasa. No puedes aguantar una broma?
Evidentemente, no.
A Jim, la sonrisa se le cay de los labios.
No necesito eso.
Bueno. Adis.
Enarcadas las cejas, el muchacho murmur algo que Lane no pudo entender, dio
media vuelta y se alej para integrarse en la riada de estudiantes que avanzaban hacia
el vestbulo. Anduvo cosa de seis metros y luego mir por encima del hombro, como
si esperase que Lane echara a correr tras l.
Los ojos de Lane echaron chispas al mirarle.
Jim esboz una sonrisa forzada, como si dijese: T te lo pierdes, zorra, y luego
continu pasillo adelante.
Desgraciado, pens Lane.
Con la regla. Mira que soltarle semejante cerdada!
Apoy la espalda en el armario y respir hondo, mientras intentaba tranquilizarse.
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espalda. El corazn haba acelerado sus latidos, y notaba que la cara le arda.
Vamos, profesor. Dnde ests?
Coito caliente.
La cabeza de Lane se dispar bruscamente hacia Riley.
Ve a que te la meta un pez, Benson!
En aquel momento repic el timbre y Lane se ech atrs. Riley curv los labios
hacia arriba.
Te ver despus de clase. Cuenta con ello.
Oh, qu susto tan espantoso. Mira cmo tiemblo.
Pues deberas temblar.
La verdad es que temblaba. Ya est hecho pens. Por qu no mantuve la
boca cerrada?
El que entonces entrara en clase el seor Kramer result pobre consuelo.
Si hubiese aparecido un par de minutos antes
Sosteniendo la lista en la mano, el profesor apoy el trasero en el borde frontal de
su escritorio y su mirada se pos en Riley.
Creo que se ha equivocado de sitio, seor Benson.
Algn inconveniente en que me siente aqu?
Lo cierto es que s, tengo inconveniente.
Lane se dio cuenta de que una sonrisa se le extenda por el rostro.
Duro con l, Kramer.
Por favor, vuelva al sitio que tiene asignado. Ahora mismo.
Del fondo de la sala lleg la voz de Jessica.
Le ped a Riley que cambiara el sitio conmigo explic.
A pesar de Durante unos segundos, el profesor mostr su sorpresa. Luego,
la preocupacin le hizo fruncir el entrecejo. Dios mo! Qu le ha pasado?
Sufr un accidente. Fale? Puedo seguir aqu?
Eso es obra de alguien?
No, me ca por las escaleras.
Tal vez tena una historia distinta para cada persona.
Lo lamento mucho, Jessica. Pero me temo que debo insistir en que cada uno
ocupe el asiento que le corresponde.
Riley murmur algo, recogi sus libros y se dirigi al fondo del aula.
Estupendo!, pens Lane.
No era de extraar que Kramer fuese uno de los profesores ms populares del
instituto Buford. No slo era joven, apuesto e inteligente, sino que tambin tena
agallas para imponer la disciplina. Muchos de los otros preceptores se hubieran
arrugado y habran permitido que Riley se quedase donde estaba.
De sbito, Lane record la amenaza de Riley. Volvi a sentirse nerviosa y
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acalorada.
Jessica se desliz en su asiento. Muy erguida, de cara a Kramer.
Un milln de gracias, profesor murmur.
Ahora no est en la calle. Qutese las gafas de sol.
Eso es pasarse, pens Lane.
Jessica deposit las gafas encima del pupitre. Lane slo poda ver el ojo derecho.
La hinchazn casi lo cerraba por completo. El prpado, brillante y amoratado,
abultaba como si alguien hubiese introducido debajo media pelota de golf.
Kramer se pellizc los labios. Sacudi la cabeza.
Puede volver a ponerse las gafas permiti.
Muchsimas gracias.
Est bien, ya hemos perdido bastante tiempo. Abran sus libros por la pgina
cincuenta y ocho.
Lane consult el reloj. Era la ltima clase del da. Faltaban tres cuartos de hora
para salir.
No intentar nada, trat de convencerse. No se atrevera. Si consigo llegar al
coche, saldr bien librada.
Media hora para salir.
Diez minutos.
Pese al aire acondicionado, Lane estaba baada en sudor. La camiseta de manga
corta se haba empapado debajo de las axilas y su contacto era viscoso. Frescas gotas
de transpiracin resbalaban entre sus pechos. Tena las bragas pegadas a las nalgas.
Cuando faltaba un minuto para la salida, coloc sus libros encima de la carpeta,
lista para dispararse hacia la puerta.
Son el timbre.
Oprimi los libros contra el pecho, abandon el asiento y se puso en pie.
Los ojos de Kramer se clavaron en los suyos.
Seorita Dunbar, me gustara hablar con usted.
No!
S, seor dijo Lane.
Se hundi en la silla y dej los libros sobre el pupitre.
Por qu le haca una cosa as? Le molestaron las evidentes prisas que ella
mostr por salir?
Estoy sentenciada, pens.
El seor Kramer rode su mesa para situarse al otro lado y fue colocando sus
libros dentro de una cartera de mano. Los estudiantes abandonaron rpidamente la
clase. El aula tena una puerta delantera y otra posterior. Riley no sali por la de
delante. Probablemente utiliz la otra, pero Lane se haba esforzado en no volver la
cabeza.
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Quiz se olvid de m.
Muy difcil.
El seor Kramer rode de nuevo la mesa y se apoy en el borde delantero, frente
a la muchacha. Sostena en la mano unas cuartillas mecanografiadas.
Querr tratar uno de mis temas?
Pero Lane observ en seguida que no era suyo. Pareca papel de borrador.
Hojas de material un tanto pegajoso, en las que la tinta tiene tendencia a correrse
en cuanto la tocas, pero que ella haba utilizado hasta que su padre le dijo que tirase
aquella basura y empleara papel decente. Lleg a aadir que slo los aficionados
tonteaban con papel de borrador y que los editores lo odiaban con pasin.
Eso no es mo dijo Lane.
El seor Kramer sonri.
Lo s. Lo que tengo en la mano es un informe sobre un libro, que me ha
parecido interesante. Lo ha redactado Henry Peidmont. Es amigo suyo?
S.
Lane saba que Henry tena tambin a Kramer en su segunda clase.
Es un buen estudiante, pero sus gustos literarios resultan peculiares. Parece
regodearse en lo macabro.
S, ya lo he notado.
Kramer hoje las cuartillas.
Este informe preciso se refiere a una obra titulada El vigilante de la noche, de
Lawrence Dunbar.
Lade la cabeza y sonri a Lane.
As que se trata de eso, pens la chica.
No estoy en apuros, despus de todo. Slo en lo que respecta a Riley.
Es mi padre reconoci, con una mezcla de orgullo y bochorno.
Henry lo dice en su informe.
Gracias, Hen.
En Recodo de la Cabeza de Mula no residen muchos autnticos escritores. A
decir verdad, de su padre es del nico que tengo noticia. Cree que estara dispuesto a
venir aqu, en algn momento, y pronunciar unas palabras?
Puede. Est abrumado de trabajo, pero
De eso no me cabe la menor duda. No quisiera imponerle nada, pero creo que
la clase disfrutara mucho escuchando lo que nos dijera. Por mi parte, confieso que no
he ledo ningn libro suyo. El gnero que cultiva no es precisamente lo que a m me
vuelve loco.
Infinidad de personas opinan lo mismo dijo Lane. Claro que he visto sus
novelas en los quioscos. Y a cierto nmero de alumnos con ellas en la mano.
Necesitan ms supervisin paterna.
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Captulo 10
Practicaba en el ro el esqu acutico nocturno. Hubiera deseado no encontrarse
all. Estaba asustada.
Quera dejado, pero no se atreva. La cosa del agua la alcanzara antes de que la
lancha tuviese tiempo de virar e ir a recogerla.
Ignoraba qu era lo que haba en el agua. Pero haba algo.
Algo terrible.
La motora navegaba cada vez ms deprisa, como si pretendiera ayudarla a
escapar.
Ella se deslizaba sobre la lisa superficie negra, agarrada a la barra transversal del
cable de arrastre, lloriqueando de terror.
De una manera u otra, estaba segura de que la lancha motora no iba a ser lo
bastante rpida. La cosa del agua ganaba terreno.
Si estuvieran ms cerca de la orilla! Si la embarcacin la llevase a las
proximidades de un embarcadero, ella podra soltarse del cordn de arrastre y
deslizarse y ponerse a salvo merced a la inercia de la velocidad.
Pero no se vea la orilla.
Slo oscuridad, a un lado y a otro.
Eso es imposible pens. El ro slo tiene cuatrocientos metros de anchura.
Dnde estamos?
Enferma de pnico, pens: Ya hemos salido de Colorado.
Aferr la diestra a la madera de la barra transversal y agit el brazo izquierdo para
indicar a la lancha que se dirigiese a la orilla.
Dondequiera que pudiesen estar.
La motora sigui en lnea recta.
Mrame!, chill la mente de la joven. Maldita sea, prstame atencin!
Comprendi de pronto que no saba quin pilotaba la lancha motora.
Despus comprob que la embarcacin se alejaba de ella. Como si el cable de
arrastre fuera de goma y se estirara.
Poco a poco, las luces de situacin de la motora fueron perdindose en la
distancia, hasta desaparecer por completo. Incluso se apag el sonido de los
fueraborda.
Se hizo un silencio que hubiera sido absoluto de no subrayarlo el siseo de los
esqus.
El cordn de arrastre la condujo a las tinieblas.
Estaba sola.
Salvo por la cosa de debajo del ro.
Oh, Dios, qu vaya?
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Unas manos glidas la cogieron por los tobillos y tiraron de ella hacia abajo.
Continuaba con los esqus puestos, an arrastrada por el cable, pero bajo la
superficie. El agua la envolva. Le llen la boca, sofoc sus gritos mientras el tacto de
las manos ascenda a lo largo de sus piernas.
Not contra su espalda la carne helada de la cosa. Estaba sobre los esqus, detrs
de ella, deslizndose, tratando de rodearla con los brazos, de cogerle las manos, de
arrancar de ellas la barra transversal. La muchacha se resisti a soltarla. Con todas
sus fuerzas.
Si la dejo, me tendr en su poder!
La cosa le golpe en el brazo izquierdo. Se lo rompi por el codo. La mano de la
joven an retuvo la barra de madera durante un momento, tiraba del antebrazo
fracturado. Luego, la corriente los arrastr.
Una mano le cubri la boca. Le apret los orificios de la nariz.
La muchacha breg para conseguir un poco de aire.
Hasta entonces haba logrado respirar, pese al agua que inund su garganta, pero
la mano era algo distinto. Era slida. A la chica le ardan los pulmones.
Agarr la mano, se despert y la mano segua all, cubrindole los magullados
labios, apretndole las ventanillas de la nariz.
No hagas ningn ruido, Jessica.
La chica asinti, frentica por inhalar un poco de aire. La mano se levant. Los
anhelantes pulmones aspiraron a fondo.
Tenas una pequea pesadilla?
El hombre estaba en la cama, sentado encima de ella, inclinado hacia adelante
mientras la sujetaba por los hombros. La sbana ya no cubra a Jessica. La claridad
lunar que entraba por las ventanas le permiti ver que Kramer no llevaba puesta la
camisa. A juzgar por el clido contacto de su piel, en el punto donde se sentaba sobre
ella, Jessica comprendi que se haba desnudado antes de ponrsele encima. Tambin
le haba quitado a ella el camisn. El antebrazo de Jessica descansaba sobre su pecho,
not el peso y el frescor de la escayola.
Hijo de puta.
Chissst. Si despiertas a tus padres, me ver obligado a matarlos. Lo mismo que
a ti. Tendr que mataros a todos. No querrs que suceda eso.
No susurr Jessica.
Ya me imagino que no.
Qu quieres?
La pregunta ms estpida del ao. Saltaba a la vista lo que quera. Pero Jessica
crey que aquello se haba acabado.
Se lo dijo el sbado por la noche, que todo haba acabado, que se buscara otra
chica, y le amenaz con conseguir que lo despidieran si no dejaba de molestarla.
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Tambin aquella haba sido la amenaza ms estpida del ao. Pero, como remate a la
pequea leccin que Kramer le imparti, el profesor dijo: De todas formas, estoy
hasta las narices de ti, putn asqueroso.
He estado pensando murmur Kramer. Muy preocupado.
No voy a contarlo.
Cmo puedo estar seguro?
No me hagas dao. Por favor.
No he venido aqu para hacerte dao, Jessica. Estoy aqu por una sola razn.
Bueno, quiz por dos. Se ech a rer en tono bajo. Se retorci mientras su mano
resbalaba desde el hombro hasta el seno de Jessica. Lo apret. Estoy aqu para
darte una leccin ms. Una leccin acerca de la seguridad. Para ti, no hay seguridad.
Comprendes?
Jessica asinti.
Si alguna vez, por casualidad, se te ocurre hablarle a alguien de m, vendr a tu
casa del mismo modo que lo he hecho esta noche. Aunque habr cierta diferencia.
Llevar en la mano una navaja barbera. Empezar por degollar a tus padres mientras
estn dormidos y luego me encargar de ti. La ua de uno de sus dedos traz un
crculo en torno a uno de los pezones. Te descuartizar de mala manera. Te ir
cortando trozos de todo el cuerpo. Puede que dedique toda la noche a eso. Y cuando
est a punto de amanecer, te cortar el cuello de oreja a oreja. Has entendido?
S.
Muy bien. La mancha borrosa y plida de su rostro descendi. Kramer bes
los lastimados labios de Jessica. Susurr otra vez: Muy bien.
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Captulo 11
Con excepcin de la lucha del lunes por la maana para esbozar una nueva
historia, Larry dedic toda la semana a Extrao en la noche. La novela estaba
saliendo de maravilla.
Pero y la siguiente?
No le apeteca rastrillarse el cerebro en busca de una nueva idea. Le resultaba
mucho ms fcil seguir en el territorio familiar de Extrao en la noche. Conoca el
destino argumental de esa obra, y disfrutaba conduciendo el desarrollo de la trama
hacia ese colofn.
Era viernes.
No poda eludir el problema eternamente.
Pensar en lo muchsimo mejor que se senta uno se dijo, cuando ha planificado
ya la estructura general del siguiente libro.
Una estructura general que no incluye un fiambre depositado debajo de una
escalera, con una estaca clavada en el corazn.
Busc el disquete del lunes, lo introdujo en el procesador de textos y tecle las
instrucciones correspondientes hasta que en el rincn de la pantalla apareci: Notas
novela Lunes, 3 octubre. Mientras limpiaba la pipa y cargaba la cazoleta con una
nueva provisin de tabaco ech una ojeada a las lneas color mbar. Unas tres pginas
de material. Y nada.
Un montn de porquera acerca de su vampira.
Efectivamente ley, tienes por esclava a esa preciosidad.
Posibilidades reales..
Seguro.
A ver si hoy tengo ms suerte.
Larry encendi la pipa. A continuacin de Posibilidades reales., tecle: Notas
Viernes, 7 octubre.
Y si metemos una tribu de basureros del desierto?, escribi, al recordar la idea
con la que haba estado jugueteando poco antes de que la furgoneta llegara a Llano de
la Artemisa. Preparan accidentes en carreteras secundarias y luego caen como
aves de presa sobre los desdichados viajeros.
Se parece demasiado a Los montes tienen ojos. Adems, ya hice algo sobre eso
en El bosque salvaje.
Larry contempl el monitor con el entrecejo fruncido. Se arrepinti de haber
recordado El bosque salvaje. Aquella maldita novela, la segunda que public, estuvo
en un tris de arruinarle la carrera. Un lanzamiento a lo grande y todo lo que consigui
fue que los ejemplares se murieran de risa en los estantes de las libreras, todo por
culpa de una maldita cubierta abigarrada, verdosa y repugnante como una ventosidad.
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en el cuadriltero y jur no volver a pelear?). No, eso sera pasarse. Y adems est
bastante trillado. Pero es posible que la caja ofrezca otras facetas aprovechables.
Hay que seguir explorndola.
Oy los pasos de Jean, que se aproximaba. A lo mejor se acercaba a mirar por
encima del hombro, de modo que Larry puls la tecla apropiada para que lo de Una
caja de sexo ascendiese hasta quedar fuera de la pantalla.
Jean dio unos golpecitos a la puerta del estudio y luego la abri. La mujer llevaba
en la mano una bolsa de Correo Nocturno que pareca lo bastante grande como para
contener un manuscrito entero.
Acaba de llegar esto para ti dijo. Es de Chandler House.
El editor de Larry.
Jean se qued observndole, mientras abra la bolsa. Dentro haba un voluminoso
original, cuyas hojas sujetaban gruesas bandas de goma elstica. Tambin se inclua
una nota de la editora:
Larry:
Te remito el original corregido de Casa de locos. Como vers, slo
hemos hecho ligeros cambios, por lo que estoy segura de que vas a
sentirte encantado.
Haz t las modificaciones que consideres oportunas y devulvenos el
original, de ser posible, antes del 13 de octubre.
Te saluda y desea lo mejor,
SUSAN
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Las jornadas siguientes pertenecan a Casa de locos, una novela que haba
terminado ao y medio antes. Un libro que ya se haba publicado en Inglaterra, y
casi todas las modificaciones de los ingleses consistieron en cambiar guardabrisas
por parabrisas, en poner el ingls whisky en lugar del estadounidense-irlands
whiskey y cosas as.
Quin fue el que dijo que la vida es justa? murmur Larry, y apag el
ordenador.
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Captulo 12
Tengo que comunicarles una noticia especial manifest el seor Kramer, dos
minutos antes de que sonara el timbre. Como ya dije hace un momento, la seccin
de arte dramtico del colegio mayor de la ciudad interpretar Hamlet la semana que
viene. Tengo la certeza de que ser una representacin que merece la pena que vean
todos y cada uno de ustedes y les recomiendo que asistan a ella, a poco que puedan.
He conseguido cuatro localidades gratuitas para la funcin del sbado por la
noche. Slo disfrutarn de ellas cuatro de ustedes, pero a los estudiantes afortunados
les proporcionar entradas y transporte. Sonri. As no tendrn que dar la tabarra
a sus padres para que les dejen el coche. Varios chicos soltaron la risa. Si alguno
de ustedes desea aprovechar esta oportunidad, permanezcan en su sitio despus de
que suene el timbre.
Lane se mordisque el labio inferior. Deba quedarse?
Era posible que Jim le preguntara si quera salir con l.
Siempre podemos salir la noche del viernes, se dijo.
Sera estupendo asistir a la representacin de la obra, sobre todo con el seor
Kramer. Tampoco le perjudicara de cara al departamento otorgador de puntos y
medallas.
Repic el timbre. Lane continu en su asiento.
Cuando Jessica pas por su lado, lanz una mirada a Lane y mene la cabeza.
Probablemente piensa que soy idiota al mostrarme dispuesta a renunciar a una
noche de sbado para ver a Shakespeare.
Quiz lo sea. Si luego resulta que Jim tiene trabajo el viernes por la noche, me
voy a dar de bofetadas. Estuvo fuera el fin de semana pasado, yo estar fuera este fin
de semana. O sea, que sern tres semanas seguidas, si voy a esa funcin y l no puede
salir el viernes.
Aquel sbado por la noche era cuando Lane deseaba salir con l. Durante toda la
semana, Jim se le mostr especialmente simptico y obsequioso. Lane pens que
intentaba compensarla por lo repugnantemente que se port el lunes por la maana.
Volvi la cabeza. Otros cinco alumnos se haban quedado en el aula.
En total, somos seis, y Kramer slo puede aceptar a cuatro.
Si no me elige, el problema quedar resuelto ahora mismo.
Veo que hay ms incondicionales de Shakespeare que entradas disponibles
observ el seor Kramer. Lo cual es ciertamente gratificante, pero plantea un
pequea dificultad. Tendremos que jugar limpio. Hundi una mano en el bolsillo
del pantaln y sac una pieza de veinticinco centavos. Lanzar la moneda. Los dos
primeros que pierdan, tendrn que retirarse. Les parece justo a todos?
Nadie puso objeciones.
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Est bien, Lane, usted primero. Elija cuando tire la moneda al aire.
Pos los veinticinco centavos en la ua del pulgar y los arroj a bastante altura.
Cara pidi Lane.
Kramer recogi la moneda en la palma de la mano derecha. La coloc sobre el
dorso de la mano izquierda y mantuvo cubierta la moneda, mientras sonrea a Lane.
Quiere cambiar de idea?
No. Sigo pidiendo cara.
Kramer mir debajo de la palma de la mano.
Es cara dijo, alz la mano derecha y dej que la moneda se deslizara a la
palma de la izquierda.
Lane se dio cuenta de que no haba dejado que nadie la viera.
Qu diablos, las localidades eran suyas.
Vale, George. Le toca a usted.
George gan y tambin Aaron y Sandra.
Jerry y Heidi, los perdedores, tambin se jugaron a cara o cruz quin de los dos
sera la primera alternativa, caso de que alguno de los ganadores no pudiera ir por
cualquier razn.
Gan Heidi.
Muy bien dijo el seor Kramer. Ya les informar de los detalles ulteriores.
Entretanto, les deseo un buen fin de semana. No hagan nada que no hiciera yo.
El comentario provoc unas cuantas risitas.
Lane recogi sus libros y se puso en pie.
Me alegro de que haya sido una de los cuatro afortunados dijo el profesor.
Tal vez tenga ocasin de conocer a su padre, cuando vaya a recogerla para ir a la
representacin.
Estoy segura de que l se alegrar de conocerle.
Llevar uno de sus libros y le pedir que me lo dedique.
Eso le har feliz.
Y quiz podamos determinar en firme la fecha de su conferencia aqu.
S. Dijo que cualquier da, despus del primero de mes.
Bueno, tal vez sea posible concretarlo definitivamente.
Lane asinti con la cabeza.
Feliz fin de semana, seor Kramer.
Lo mismo le deseo. Procure no meterse en los. Dedic un guio a la chica.
Qu tendra eso de divertido? se ruboriz Lane.
Mientras el profesor se echaba a rer, Lane se despidi agitando el brazo y
abandon el aula.
El pasillo estaba lleno de ruidosos estudiantes que cerraban las taquillas dando
portazos, gritaban y rean. Se apoy en una pared y esper a Jim. Se present al cabo
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de unos minutos.
Tengo que coger una cosa de mi armario dijo Lane.
Caminaron juntos por el pasillo.
Cundo sales para Los ngeles? pregunt Jim.
En cuanto llegue a casa.
Vaya coazo.
Siempre nos queda el fin de semana que viene. El prximo viernes, de
cualquier modo. El sbado por la noche tengo que ir con el seor Kramer a ver una
obra de teatro.
S? Jim la mir, alzada una ceja. No es un poco mayor para ti?
Pon los pies en el suelo. Se trata de una funcin escolar.
Se lleva a cuatro alumnos de su clase de sexto.
Magnfico!
Oh, vamos, no saques la trompeta. No tengo nada para el viernes por la noche.
Nada, eh. Me gustara verlo.
Apuesto a que s. Not una mano que resbalaba por la parte posterior de su
falda. Deja eso.
Lo siento. Slo intento refrescarte la memoria. Han pasado dos semanas
completas, sabes?, y con esta sern tres.
Tampoco a m me gusta. Pero no puedo hacer nada.
Haban llegado a su taquilla y empez a darle vueltas al dial de la combinacin.
Podras fingirte enferma sugiri Jim. Por qu no lo haces y consigues que
te dejen sola en casa? Podra ir a visitarte maana por la noche y
Sigue soando, Macduff.
Lane abri el armario, removi unos libros y cogi los que necesitaba para hacer
los deberes. Despus cerr la puerta metlica.
Incluso aunque me quedara en casa, no se me permite recibir chicos cuando
mis padres estn fuera.
Quin iba a enterarse?
Yo me enterara. De todas formas, vale ms que lo olvides. Eso no va a ocurrir.
Echaron a andar pasillo adelante. Lane concedi: Si prometes portarte como es
debido, te llevar a casa en coche.
Qu me dices de esos zampatortas amigos tuyos, la Gorda y el Feo?
Lane le mir, furiosa, fruncido el entrecejo.
No s a quin te refieres.
Lo sabes muy bien. Betty y Henry.
Por qu los llamas as, eh? Son amigos mos.
Dios sabe por qu.
Andas buscando camorra?
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Captulo 13
De pie en la entrada del camino de accesos, Larry agit el brazo para despedir a
Jean y Lane, mientras el automvil se alejaba por la carretera. Le resultaba extrao,
quedarse.
Saba que las iba a echar en falta. Diablos, ya las estaba echando en falta.
Por otra parte, ms bien le encantaba la perspectiva de pasar el fin de semana por
su cuenta, a solas. Poda hacer lo que le viniese en gana, sin tener que dar
explicaciones a nadie.
Libertad.
Se sinti como un cro al que han dejado en casa solo, sin padres ni niera.
El coche desapareci al doblar la esquina. Larry se dispuso a regresar a la casa y
entonces alz la mano para saludar a Brbara, que bajaba los peldaos de la escalera
de entrada a la vivienda de al lado. La mujer llevaba un bolso junto a la cadera. Larry
supuso que ira a cumplir algn recado.
De modo que se han ido sin ti.
Pues, s.
Jean me cont lo de ese original. Brbara se detuvo junto a su automvil, en
el paseo. A m me parece una faena horrible.
Me ha proporcionado una excusa magnfica para quedarme sonri Larry.
Si no te abruma el trabajo, por qu no vienes a cenar? Pondremos unos buenos
filetes en la barbacoa.
Es una seora tentacin.
Bueno. Te dejas caer hacia las cinco, de acuerdo?
Ah estar.
Brbara subi al vehculo y Larry regres hacia la casa.
Las cosas se estn animando, pens.
En el estudio, ech una mirada al manuscrito vctima de la escabechina y
comprendi que en aquel momento no tena el talante adecuado para emprenderla con
l. Ya se las haba entendido con ms de cien pginas, tachando las equivocadas
modificaciones del corrector y sustituyndolas con notas escritas a mano, acordes con
el texto impreso originalmente. Ya era suficiente para una jornada de trabajo.
Se acomod en la sala de estar, con una cerveza y la novela de Shaun Hutson que
haba empezado a leer por la maana. Pero, aunque sus ojos pasaban por las palabras,
el cerebro resbalaba sin enterarse de la trama del relato. Trat de imaginar qu diran
los familiares de Jean cuando se enterasen de que l se haba quedado en casa; luego
se pregunt qu debera ponerse para ir a casa de Pete y Brbara, y despus pens en
qu tal sera pasarse todo el da siguiente trabajndose ideas para La caja.
No tard en sumirse en especulaciones acerca de la radiogramola de la arroyada.
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Estaba sentada en un sof, frente a l, con las piernas estiradas encima de los
cojines. Las piernas, largas y bien torneadas, ofrecan una vista maravillosa, a pesar
de las zonas lastimadas. Llevaba unos pantalones cortos de color rojo y una sencilla
camiseta de manga corta. Esta caa blandamente sobre el liso vientre y los pechos. El
tejido era lo bastante sutil como para que se apreciara el tono rosado de la piel que
cubra, los puntos ms oscuros de las contusiones y araazos de encima del talle y la
blancura del sujetador.
Observ el modo en que se movan los msculos cuando Brbara se ergua en el
asiento para tomar un sorbo de su combinado, se echaba de nuevo hacia atrs y
dejaba el vaso en el disco hmedo que tena a su izquierda, inmediatamente debajo de
la pernera de sus pantalones cortos.
No quieres volver all, verdad? pregunt a Larry.
En absoluto.
No tena yo esa idea.
De todas formas, pesa demasiado para que pudiramos trasladada entre los dos
le dijo a Pete, refirindose a la radiogramola.
Brbara nos acompaara y nos echara una mano. Verdad que s, cario?
Ni lo suees.
Slo est un poco asustada por la vampira.
Ya lo sabes. Adems, no necesitamos ese armatoste estorbando en el garaje. Ya
est bastante lleno y desordenado.
Sera formidable para el libro de Larry. Podra acercarse a echarle un vistazo
cada vez que anduviera escaso de inspiracin. Mir a Larry y aadi: Y
podemos tomar fotografas. Sabes? Una imagen de la radiogramola, tal como est,
sera algo tremendo como ilustracin para la cubierta.
S, resultara bastante estupendo reconoci Larry.
Vaya! Slo falta que le animes.
Larry sonri.
No tengo intencin de volver a aquel pueblo.
Tambin la vampira te ha metido el miedo en el cuerpo, eh? dijo Pete.
Eh, no te va a pasar nada. Al menos, mientras tenga esa estaca hundida en el corazn.
No tengo miedo a ninguna vampira le replic Larry. No creo que sea
una vampira. Pero los fiambres s que me ponen la carne de gallina.
Esa es buena, viniendo de ti.
A m me asusta mi propia sombra, hombre. Por eso se me da tan bien escribir
los libros referentes a estos temas y te dir otra cosa: Llano de la Artemisa me resulta
bastante ms aterrador que mi sombra. Comparada con ese pueblo, mi sombra es
palidez pura.
Brbara celebr el retrucano con una risita.
durante unos minutos. Volvi cubierta por una bata azul que le llegaba a las rodillas.
Llen sendos vasos de Pepsi para el tro. Pete distribuy las palomitas en tres tazones.
Antes de arrellanarse de nuevo en el sof, Brbara apag todas las luces.
Masticaron palomitas, bebieron el refresco y contemplaron Camerons Closet en
una sala a oscuras, a excepcin del resplandor de la pantalla del televisor.
De vez en cuando, Larry diriga una ojeada a Brbara. La mujer tena la espalda
hundida en el respaldo del sof, el tazn de palomitas de maz en la falda y los pies
descansando en el cojn que anteriormente haba colocado encima de la mesita de
caf. Cuando se revolvi hacia un lado para dejar el tazn vaco en la mesita de la
lmpara, la falda se desliz de la pierna izquierda. Brbara llevaba un difano
camisn de color rosa. Ms corto que la bata. Apenas le cubra la parte superior de las
caderas. Dej escapar un leve gemido de fastidio al tiempo que recoga el trozo de
bata cado y volva a ponerlo en su sitio, sobre el muslo.
No cabe duda de que esto es infinitamente mejor que estar en casa, pens
Larry.
Al cabo de unos minutos, Brbara quit el cojn de debajo de sus pies.
Tras apoyarlo en el brazo del sof, la mujer se dio media vuelta y puso las piernas
sobre el asiento del divn. Se tendi de costado, con la cabeza apoyada en el cojn.
Avsame si te doy alguna patada dijo.
Tal vez deba apartarme de tu camino.
No, no, ests bien ah.
Pete volvi la cabeza.
Oh, venga! Por el amor de Dios, Barb, sintate. No aguantars ni cinco
minutos.
Me mantendr despierta.
No aguantars. Te lo advierto, no pienso rebobinar la cinta. Si te duermes, mala
suerte para ti.
No vaya dormirme.
Clebres ltimas palabras dijo Peter. Lar, si la pescas con los ojos
cerrados, pnchala.
No te atrevas.
Se introdujo la bata entre las piernas, por la parte posterior, como si pretendiera
evitar as que Larry llevase la mano hasta all para pincharla.
La clase de cosa que Jean poda hacer.
El recato y el aviso desenfadado sugeran una intimidad que era al mismo tiempo
reconfortante y excitante.
Pete utiliz el mando a distancia para rebobinar los pocos segundos de pelcula
que se haba perdido durante su quejosa recriminacin a Brbara.
La muchacha tard algo ms de cinco minutos, pero sin llegar a diez. Larry
comprendi que se haba dormido cuando, al estirar las piernas, uno de los descalzos
pies de Brbara se le apoy a l en uno de los muslos. El contacto lanz una clida
corriente por todo el cuerpo de Larry.
Aguard un momento, disfrutando de la situacin. Pero tambin se senta
culpable.
Pete dijo al final. Se ha quedado frita.
Barrrrbara!
La muchacha dio un respingo y levant la cabeza del cojn.
Qu pasa? Estoy bien.
Te quedaste dormida.
No, nada de eso. Estoy bien.
Descans nuevamente la cabeza en el almohadn. Se le cerraron los prpados.
Olvdalo dijo Pete. Si quiere, puede verla maana por la maana.
Estoy vindola murmur Brbara.
Larry intent concentrarse en la pelcula. Pero el pie derecho de la muchacha se lo
pona difcil. Lo mismo que el escote de la bata, que se haba abierto y dejaba a la
vista, a travs del transparente tejido rosado del camisn, una parte generosa del seno
derecho. Las imgenes de la pantalla del televisor estaban bien, pero las subrepticias
ojeadas eran mucho ms seductoras. A veces, el pie se frotaba contra l.
Faltaba poco para que concluyera la pelcula cuando Brbara estir la pierna
izquierda. El pie pas por encima del muslo y qued apoyado en el regazo de Larry.
La presin all le puso violento. Pas la mano alrededor del tobillo de Brbara y, con
cuidado, traslad el pie hasta colocarlo junto al otro.
Uh gimi ella. Lo siento. Te di una patada?
Todo va bien.
Pete volvi la cabeza, fruncido el entrecejo.
Por Cristo, Brbara, nos ests jodiendo la pelcula! Por qu no te vas a la
cama?
S, tal vez sea lo mejor.
Mierda!, pens Larry.
Brbara se incorpor trabajosamente y, medio tambaleante, se puso en pie.
Buenas noches, chicos. Perdona si te he dado algn golpe sin querer, Larry.
No te preocupes. Muchas gracias por la cena y todo lo dems.
Me alegro de que pudieras venir. Hasta luego.
Rode la mesita de caf. La vista de Larry pudo atravesar la bata cuando la mujer
pas por delante de l. Los pechos de Brbara oscilaron levemente cuando se agach
para dar a Pete un beso de buenas noches. Luego, se retir.
Sin ella, la habitacin pareci quedarse vaca.
Durante los momentos finales de Camerons Closet, Larry oy el ruido del agua
Captulo 14
Nos lanzamos a una pequea excursin?
Qu quieres decir?
Llano de la Artemisa.
Vas de gracioso?
Quin puede impedrnoslo?
No quiero ir all.
Pete dej caer la mano, en plan de cachete, sobre la rodilla de Larry. Un brillo
pcaro fulguraba en sus pupilas, pero no sonrea. Pareca un chiquillo con bigote,
algunas canas y grandes planes para correrse una juerga por todo lo alto.
Cogemos la furgoneta. Nos llegamos all, cargamos la gramola y volvemos. En
total, dos o tres horas. Barb est como un tronco. Ni se enterar.
Lo sabr en cuanto vea el armatoste en vuestro garaje.
Muy bien, entonces lo dejaremos en tu casa. Qu dices, Lar?
Creo que es un disparate.
Eh, hombre, una aventura. Ser algo fantstico. Puedes utilizarlo en el libro. Ya
sabes, cuentas la correra de dos individuos que se deslizan subrepticiamente en plena
noche para apoderarse de ese cacharro. Puedes relatarlo exactamente tal como se
desarrolle, sabes? No tendrs que estrujarte la imaginacin para nada.
Es una locura.
No quieres la caja?
Hasta ese extremo, no.
Qu me dices de una foto para ilustrar la cubierta del libro?
Bueno, eso sera formidable, pero
Entonces me llevar la cmara. Quiz no podamos cargar con la gramola,
sabes? Tal vez ni siquiera consigamos levantarla del suelo. Pero, al menos,
tendremos algunas fotos.
Eso podramos hacerlo durante el da.
Ya sabes el folln que me armara Brbara. Me echara encima una bronca de
mil pares de demonios. Qu te parece?
De verdad quieres ir ahora?
El reloj digital del vdeo indicaba las 12:05.
No hay mejor tiempo que el presente. Una operacin nocturna.
La idea aterraba a Larry. Pero tambin le excitaba. Not una vibracin que
pareca zumbar a travs de su sistema nervioso.
La ltima vez que hiciste algo realmente arriesgado se pregunt, cundo fue?
Si te acojonas, te arrepentirs. Y Pete te va a considerar un bragazas.
Una aventura autntica.
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un poco.
Ests en condiciones de conducir? pregunt.
Bromeas? Si apenas he probado el matarratas.
S pens Larry. Estoy un poco colocado, desde luego. Pero no es el prive.
Se trata de un ataque de anticuada excitacin. Tal vez mezclada con algo de miedo.
Pete puso en marcha la furgoneta. Mantuvo apagados los faros durante un trecho.
Los encendi tras doblar la primera esquina. Horadaron la noche.
Eh, esto es formidable, lo sabas?
Crees que eres capaz de encontrar el pueblo?
No temas.
Pero no nos acercaremos al hotel, de acuerdo?
Si t lo dices. Pete condujo en silencio durante varios minutos. Cuando
estaban en el paseo de la Ribera, mir a Larry y dijo: Hay una cosa que no
entiendo. Cmo te ha dado por escribir acerca de la radiogramola en vez de centrarte
en la vampira?
Los libros sobre vampiros estn a diez centavos la docena.
Los autnticos, no. No me interpretes mal, tu historia con la gramola como
protagonista me parece un hallazgo magnfico. Pero creo que el relato autntico
acerca de cmo encontraste un vampiro femenino en una ciudad fantasma sera
diferente, sabes?
Diferente, faltara ms.
Te acuerdas de esa pelcula titulada Terror en Amityiville? Se supona que era
una historia real.
Se supona confirm Larry. Pero tengo entendido que todo fue un invento.
Quiz, s, quiz, no. La cuestin es que afirmaron que era verdico. Y ah
estuvo el xito. A no ser por esa garanta, hubiese sido una pelcula ms de casa
encantada. Se supone que uno haba de pensar que aquello sucedi realmente, no?
Exacto.
Estaba basado en un libro, verdad?
S. Y el libro se lanz como gnero no novelesco.
Y se vendi?
Te burlas? Una tonelada de ejemplares.
Qu te impide, pues, escribir ese asunto de la vampira como literatura no
novelesca? Sacar un libro para las listas de los ms vendidos y que te compren los
derechos para hacer una pelcula. Presto! Ser rico y famoso.
Mierda!
Qu significa eso de mierda? Tienes algo en contra del dinero?
Las cosas me van bastante bien.
Seguro que te las bandeas de maravilla. Pero cuntos best-sellers has escrito?
Uno puede ir tirando estupendamente sin necesidad de que sus ttulos figuren
en las listas de los veinte o los cuarenta principales. Esos autores de las listas estn
ganando millones.
Pete dej escapar un silbido.
Tanto?
Claro. Algunos de esos muchachos cobran de entrada, como adelanto, un par
de millones. O ms. Y luego tienen los derechos de las ediciones en rstica, de
traduccin, de la versin cinematogrfica, de las videocintas
Cristo! Y eso no despierta tu inters?
No he dicho que no me interese. Lo que pasa es que no quiero liarme con
ningn vampiro.
Eh, no nos equivoquemos en eso. Esa criatura no es ninguna vampira. Slo es
una gach con una estaca clavada en el pecho. Pero no sabemos ms. No estamos
seguros de nada. Como tampoco lo saben los lectores. Eso es cosa del desarrollo de la
trama. Aguarda al final y entonces le quitas la estaca. Eso puede ser algo as como el
meollo del ltimo captulo, no te parece? Retiras la estaca de su pecho y ves lo que
sucede.
No s, no s.
Dejaron atrs las luces de Recodo de la Cabeza de Mula.
Pete abandon la calle Mayor y se dirigi hacia el oeste, a travs del desierto. Se
acabaron las farolas. Los rayos luminosos de los faros del vehculo abrieron amplias
y brillantes sendas de claridad en la calzada por delante de Pete y Larry. La luna
lanzaba un tenue resplandor sobre el yermo paisaje de peascos, matorrales y cactos,
as como sobre las dentadas cumbres de las montaas que se alzaban a lo lejos. Era
un panorama de aspecto fro y triste. A Larry le entraron de pronto ganas de volver.
Mal asunto, atravesar aquel erial, en busca de una radiogramola.
Pero tal opinin no la comparta, de ningn modo, Pete.
En realidad, qu estamos haciendo? le pregunt Larry.
Lo que hemos proyectado. Vamos a traemos la gramola. O vamos a hacerle
unas fotos, si no tenemos fuerzas para levantarla del suelo.
Y qu pasa con el asunto de la vampira?
Slo era un comentario. Eh, a ti no te gusta la idea?, pues, estupendo. No
pienso obligarte a hacer algo que vaya en contra de tus principios. Pero, Jess, por
qu dejar pasar la ocasin de ganarse un milln de pavos?
Esa criatura me asusta.
Ah est el quid. Pete alarg la mano, le cogi a Larry la botella, bebi un
trago y se la devolvi. La cuestin es que te dedicas al negocio de asustar a la
gente. No es eso?
Asustar a la gente con relatos de ficcin. No con cosas reales. La gente que
Captulo 15
Cuando el rayo de luz de los faros tropez con el Garaje de Babe, en el extremo
oriental de Llano de la Artemisa, Pete apag aquellos focos de claridad y levant el
pie del acelerador.
Entraron en la ciudad y rodaron despacio.
Larry examin la calle, iluminada por la luna, que se extenda ante ellos. Se senta
atrapado por aquel absurdo plan, pero an alimentaba la esperanza de que surgiese
algn imponderable que pusiera fin a semejante despropsito. Necesitaban soledad,
secreto absoluto. Si hubiese algn automvil aparcado por all, si saliera luz por
alguna puerta o ventana
Pero la calle pareca abandonada. Los edificios estaban a oscuras.
La furgoneta rod hasta frenar delante del Hotel de Llano de la Artemisa. Pete se
inclin hacia adelante y escudri el terreno, ms all de Larry.
Las miradas de ambos se dirigieron hacia la puerta. Pero el propio hotel
bloqueaba los rayos de la luna y proyectaba un negro sudario a lo largo de la acera.
Las tinieblas parecan algo slido.
Incapaz de ver las puertas, Larry se las imagin abiertas de par en par, imagin
que su mirada atravesaba el vestbulo, Imagin que vea el cadver, erguido sobre los
apergaminados pies, junto al atad, con los ojos clavados en ellos.
Un escalofro recorri su piel. Se le encogi el escroto, sobre el que sinti un
hormigueo estremecedor, como si sobre l se deslizaran araas.
Sigue murmur.
Vale. La caja.
La furgoneta arranc.
Larry se llev la mano al pecho y, a travs del tejido del polo, se cogi un pezn
con las yemas de los dedos. Pareca un guijarro.
Tambin les ocurre a los hombres de verdad pens. Cuando se te pone
carne de gallina, se te endurecen los pezones.
Record el aspecto de Brbara cuando refera su experiencia en la iglesia oscura.
Al proyectar el pensamiento sobre eso se le borr la imagen del cadver. Pero le
produjo cierta sensacin de culpabilidad recurrir a Brbara de aquella manera, as que
pens en Jean. Jean, la noche del domingo, despus de su pesadilla. Jean, cuando se
quit el camisn y se le puso encima. Luego, l se arrodill sobre Jean y el esbelto
cuerpo de la mujer le pareci cadavrico entre las sombras y l se vio de repente en el
hotel, de rodillas junto al fretro, dedicado a la contemplacin del cuerpo sin vida. Un
cuerpo de piel parda y reseca, con una mueca fantasmal en el rostro, pechos lisos y
vello pbico que brillaba como el oro bajo el rayo de luz de la linterna.
Sacudi la cabeza para expulsar aquellas imgenes y dej escapar una
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Luego miraron hacia adelante. A sus pies, el terreno estaba sumido en sombras.
Pete encendi la linterna. Dirigi el rayo de luz hacia la depresin y luego emprendi
el descenso. Larry se mantuvo junto a l. De vez en cuando, se detenan y Pete
exploraba con el foco de la linterna el fondo de la hondonada, como si quisiera
asegurarse de que ninguna sorpresa les aguardaba all. El lecho de la corriente no le
pareci a Larry nada familiar. Tena la certeza de que no haba cambiado desde el
domingo, pero que en la oscuridad pareca diferente. No le era posible determinar con
absoluta seguridad cul era el peasco en el que Brbara estuvo sentada.
Es muy posible que no estuviramos aqu ahora pens. Si Brbara no se
hubiese alejado del Holmans en busca de un sitio donde evacuar. No habramos
tropezado con la gramola. Quiz s que hubiramos encontrado el cadver, pero esta
noche no habramos salido, a no ser por la radiogramola.
Comprendi que tambin l tena que orinar.
Cuando llegaron al fondo del barranco, dijo:
Espera un momento. Tengo que desbeber.
ndate con ojo, no se te eche algo encima dijo Pete. Quieres la luz?
S, gracias.
Cogi la linterna. Pete esper, mientras Larry se alejaba por la izquierda y
rodeaba unos bloques de piedra. Se puso la linterna bajo el brazo para tener las manos
libres. De espaldas a Pete, se abri la bragueta. Not el viento contra su pene. Dirigi
el chorro de orines hacia adelante. El viento lo desvi a un lado, pero no lo lanz
hacia atrs, contra l.
Cuando hubo terminado, se subi la cremallera y se dispuso a dar media vuelta.
El rayo de luz de la linterna pas oblicuo a travs de un crculo negro rodeado de
piedras.
Eh, Pete. Ven aqu.
No quiero mojarme los pies.
Acrcate. Se quit la linterna de debajo del brazo mientras Pete se llegaba
hasta l. Larry indic el crculo. Mira eso.
Una fogata.
Estaba aqu antes?
No lo s. Es posible que estuviese, pero yo no la vi. Avanzaron hacia aquel
punto. El centro de la apagada lumbre apareca negro de ceniza y restos de lea
carbonizada y huesos. Larry vio media docena de huesos, intactos entre las apagadas
cenizas: grises y nudosos en los extremos.
Mierda sagrada! murmur Pete.
De conejo, crees?
Pete se puso en cuclillas. Cogi uno de los huesos: tena casi treinta centmetros
de longitud.
linterna.
Era aqu donde Brbara estuvo sentada?
Eso creo.
Barri el terreno con la luz hasta dar con un denso grupo de matorrales situado a
la derecha. A travs del follaje capt un rielar de metal cromado y sucio plstico rojo.
Ah est.
Recorrieron presurosos el trecho final.
Larry baj la mirada sobre el aparato, abollado y cosido a balazos, que yaca entre
los matojos. Imagin la fotografa de aquella radiogramola en la cubierta de su libro.
La caja, por Lawrence Dunbar.
Esa es la novela que voy a escribir se dijo. Nada de una maldita obra sobre una
mujer vampiro.
Vamos a ver si podemos levantarla propuso Pete, y se agach.
Larry vio mentalmente los esfuerzos de ambos tratando de subir la gramola por el
empinado talud. Se vio tropezar, caer, rodar por la pendiente. La radio gramola se
vino abajo y cay encima de l. Pete la levant. Ser mejor que no intentes moverte,
Lar. Ir en busca de ayuda. Pete le dej el revlver y se march. Larry qued tendido
all, solo y medio paralizado. No tard en or el rumor de alguien que se arrastraba
hacia l. Un harapiento ermitao del que goteaba sangre de coyote, con un cuchillo
en la mano. Qu me induce a creer que se trata slo de uno?, se pregunt.
En qu piensas? inquiri Pete.
No lo intentemos.
S, puede que tengas razn. Dios sabe lo que habr debajo de ese trasto. O
dentro de l, que para el caso es lo mismo. No me gustara molestar a ninguna
serpiente de cascabel. Ni alterar la paz de un nido de escorpiones o de bichos as.
Eso es lo que me gusta de ti dijo Larry. Aventurero, pero no insensato.
Mi mam no criaba retrasados mentales.
Pete se puso en pie, se alej unos pasos de la gramola y levant la cmara.
Larry se apart a un lado. De cara a la lnea del barranco, taladr su oscuridad con
el rayo de luz de la linterna. La fogata y los espeluznantes restos del coyote estaban
ms all del corto alcance del foco. Traslad la plida claridad de este de un lado a
otro. Ninguno de los peascos ni de los matorrales visibles pareca lo bastante grande
como para ocultar a una persona.
Si localizas a Ragu, la Rata del Desierto dijo Pete, danos una voz.
De dar una voz, nada. Aullar!
Pete se ech a rer.
Larry sigui vigilando, de espaldas a Pete. Por el rabillo del ojo percibi cuatro
parpadeos de luz.
Por qu no te pones en la foto? sugiri Pete. Sacaremos un par de
tremendas de poner la mayor distancia posible entre su persona y los dominios del
loco.
Volva la cabeza de vez en cuando. Tambin lo haca Pete, aunque no con tanta
frecuencia.
Llegaron por fin a la furgoneta. Larry se precipit a su asiento, cerr de golpe la
portezuela y puso el seguro. El calor resultaba maravilloso. Y tambin era estupendo
verse al abrigo del viento. Le hormigueaba todava la piel del rostro y de los brazos
como consecuencia de las rfagas de aire. Abri la botella de whiskey y se ech al
coleto un par de tragos mientras Pete suba al vehculo y se colocaba detrs del
volante.
Tendi la botella a Pete.
Este neg con la cabeza. Accion un interruptor y la luz inund el interior de la
furgoneta. Tras una mirada a Larry, plena de nerviosismo, se desliz detrs de los
asientos.
Larry le vio avanzar, agachado, hacia la parte trasera del vehculo Mova la
cabeza con rpidos giros a un lado y a otro, sus dedos se curvaban alrededor de la
culata del enfundado revlver.
Cristo, tema que alguien hubiera subido a la furgoneta. Pete registr todo el
interior y dio media vuelta.
Fro, fro dijo, al regresar.
De nuevo en su asiento, apag las luces interiores. Puso en marcha el motor.
Alarg el brazo y Larry le puso la botella en la mano. Despus de echar un trago, la
devolvi.
Estamos listos ya para la autntica diversin?
Creo que ya he tenido bastante diversin para una noche.
No irs a acongojarte y dejarme solo ahora, verdad?
Si nos lo llevamos a casa, qu vamos a hacer con el cadver?
T escribirs un libro sobre l.
Sobre qu? Sobre el tema de tener por invitada en casa a una seudovampira?
Precisamente.
All no pintar nada, slo permanecer quieta. Es decir, si las mujeres no nos
obligan a desembarazamos de ella.
Tienes razn. Tendremos que hacer algo con ella. Quiz podamos averiguar
quin es.
Cmo?
Lo primero es lo primero, Lar. Llevmosla a casa y despus pensaremos cul
ser nuestro siguiente paso.
Por qu no nos abstenemos de llevarla a casa hasta que hayamos pensado cul
ser ese paso?
Eh, ya estamos aqu. Cundo volveremos a tener una oportunidad como esta?
No te me arrugues ahora.
No me arrugo. Es que no veo qu utilidad puede tener. Nuestro libro ha de ser
mucho ms que la memez de un par de mentecatos que se llevan a casa un fiambre
para alucinar a sus esposas. Hasta una historia real necesita accin, tensin dramtica,
clmax. Especialmente clmax. No tenemos nada.
Bueno, llegado el momento, retiraremos la estaca.
Y la maldita criatura sigue all inmvil.
Tal vez, s, tal vez, no.
Ah, vamos. T mismo dijiste que no es una vampira.
No lo sabemos con seguridad. Evidentemente, alguien cree que s lo es.
De acuerdo. Vamos a suponer que le quitamos la estaca y resulta que es una
mujer vampiro.
Eso sera algo fuera de serie, eh? Entonces s que nos encontraramos con un
best-seller entre manos.
En el caso de que no nos echase el diente al cuello.
Tomaremos las debidas precauciones, cuando llegue el momento. Ya sabes,
ingentes cantidades de crucifijos y ristras de ajos al alcance de la mano. Quiz
compremos unas esposas para inmovilizarle las muecas.
Y qu pasa si le arrancamos la estaca y no sucede nada? Lo cual es la mejor
manera de que se venga todo abajo. Entonces, qu?
Pete puso en marcha la furgoneta.
Una impresionante catstrofe, eso es le dijo Larry.
Pete llev el vehculo a la carretera. Rod despacio en direccin al hotel de Llano
de la Artemisa.
Volvamos a casa y olvidmonos de la vampira.
Dijiste que debamos tocar de odo, o sea, improvisar.
Mi odo me dice que lo olvide.
Tengo una idea mejor. Pete volvi la cara hacia Larry. A la vaga claridad
lunar, sus dientes parecieron rutilantes cuando sonri. Has dicho que sufriremos
una impresionante catstrofe si le arrancamos la estaca y la vampira sigue inmvil.
Bueno, averigemos esta noche si es o no una mujer vampiro. Condujo la
furgoneta hacia el otro lado de la calle y fren delante del hotel. Entremos ah y
quitmosle la estaca.
Captulo 16
De pie, delante de la furgoneta, Larry tiritaba mientras diriga el foco de la
linterna hacia la puerta del hotel. Permanecan silenciosos. El candado colgaba del
pestillo, pero nadie haba reparado los desperfectos que caus Pete. La armella segua
arrancada de la hoja derecha de la puerta.
Pete se coloc junto a Larry. Empuaba la palanqueta.
No necesitars forzarla susurr Larry.
Pete asinti con la cabeza y se introdujo la barra de hierro bajo el cinturn. Lanz
sendas miradas a un lado y otro de la calle. Despus alz la cmara y tom una
fotografa de la puerta de doble hoja.
Cuando suba a la acera, Larry le agarr por el hombro.
Aguarda un momento.
Yo voy a entrar. Si tienes miedo
T no lo tienes?
Eh, claro que lo tengo. Pero no voy a permitir que eso me detenga. Puedes
esperarme aqu fuera, si quieres.
Larry se dio por vencido. Cruz la acera en pos de Pete. Not flojos y
temblorosos los msculos de las piernas. Le dola la barriga. El corazn lata con
sordo redoble y tuvo que aspirar con fuerza para que el aire llegase a sus tensos
pulmones.
Quin escribir el libro de Pete, si sufro un ataque cardaco y me voy
repentinamente al otro barrio?
Pete abri la puerta. Larry proyect el foco de la linterna sobre el vestbulo. El
rayo de luz vibr sobre los peldaos de la escalera, a la izquierda, fue ms all del
pasamanos y barri el espacio vaco del otro lado.
Entraron. Pete cerr la puerta.
Estoy dentro pens Larry. Cristo bendito!
El viento desapareci. Lo oa, pero ya no soplaba contra l.
Dentro del hotel, la temperatura era clida. Aunque no tan clida como la de la
furgoneta. Larry segua tiritando, sin poder evitarlo. Tena la piel tensa. La carne de
gallina, de los pies a la cabeza. Y una mano de hielo pareca estrujarle los genitales.
Llev el foco de la linterna de un lado a otro. Por el entarimado suelo cubierto de
arena. A travs del mostrador de la recepcin. A lo largo de las paredes. Se volvi
despacio para iluminar las tablas que cegaban las ventanas frontales y las dos hojas
de la puerta cerrada.
El chasquido de la cmara y el parpadeo del flash le hicieron dar un respingo.
Zumb el dispositivo de arrastre automtico de la pelcula.
Quiero hacerme con una panormica general susurr Pete.
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Tom varias fotografas ms, trazando un crculo completo con el enfoque para
captar hasta el ltimo centmetro del interior del vaco vestbulo.
Mientras pona un rollo nuevo de pelcula, Larry se sent en cuclillas para ver si
as se le aliviaba un poco el dolor intestinal.
No te encuentras bien? murmur Pete.
No mucho.
Si te cagas encima, tendrs que volver a casa a pie.
Ja, ja.
Voy a subir para tomar un par de fotos del rellano.
Larry se enderez, pero no fue con l. Dirigi el foco sobre la escalera. Pete subi
los peldaos, sostenida la cmara con las dos manos. Se detuvo bruscamente.
Muy interesante. Ven a echar una mirada.
Larry hizo una mueca y oblig a sus vacilantes piernas a trasladarle hacia la
escalera. La ascendi hasta llegar junto a Pete.
Cuatro tablas sucias y estropeadas por las inclemencias del tiempo cruzaban el
rellano. Cubran el boquete que se abri al ceder el entarimado del piso bajo el peso
de Brbara.
No tengo que decirte lo que significa esto manifest Pete.
Salgamos de aqu.
Dios santo, confo en que no se haya llevado a nuestra vampira.
Dios santo, confo en que s se la haya llevado, pens Larry.
Confo en que haya desaparecido.
Y si se trata del individuo que se comi al coyote?
Larry proyect la luz escaleras arriba. La claridad lleg hasta el pasillo del otro
piso y arroj un tenue resplandor hasta lo ms alto de la pared. Permaneci un
momento con la vista fija, medio esperando que un loco furioso anduviera por all
arrastrando los pies.
Pete lleva un arma de fuego, record.
Pero el susto probablemente me matara.
Dese poder apartar los ojos del pasillo de arriba. Pero no se atreva a hacerlo.
Pete desenfund el revlver.
Sostn esto un momento.
Larry se pas la linterna a la mano izquierda y empu el arma con la derecha.
Apunt ambas hacia la parte superior del tramo de escalera.
El contacto slido y pesado del 357 era reconfortante. Muy reconfortante.
El modo en que calm sus escalofros y le tranquiliz fue como ponerse un
abrigo. Pero mucho mejor.
No tena nada de extrao que Pete se hubiera manifestado tan fro durante todo
aquel episodio. Llevaba aquella herramienta a la cadera.
Pete tom una foto del rellano. Luego solt la cmara, dejando que colgase de la
correa, se agach y arranc una de las tablas del suelo. La apoy contra la pared.
Repiti la operacin y cuando hubo retirado las cuatro tablas, hizo un par de tomas
del agujero.
Mucho menos preocupado ya por la posibilidad de que hubiera un intruso, Larry
contempl el boquete. Observ los astillados bordes de las maderas que desgarraron y
araaron a Brbara. Evoc el tacto del cuerpo de la mujer cuando le envolvi con sus
brazos. La clida suavidad de los pechos contra sus antebrazos. El aspecto que
ofreci despus, erguida bajo el sol, en el umbral de la entrada, con la blusa abierta.
Su cerebro regres al presente en el instante en que Pete empezaba a colocar de
nuevo en su sitio las tablas que haba retirado. Se percat de que ya no tiritaba. Se
pregunt si fue la pistola o el recuerdo de Brbara lo que puso fin a los escalofros.
Probablemente ambas cosas, pens.
Muy bien dijo Pete, y se puso en pie. Alarg la mano para recuperar el arma.
Deja que la lleve yo pidi Larry.
Pete guard silencio durante unos segundos. Luego se encogi de hombros y dijo:
Claro, por qu no?
Dieron media vuelta y se dispusieron a bajar la escalera.
Vamos a tener un montn de buenas vistas de este lugar. Ese libro de
Amityville, llevaba fotos?
No.
Estupendo. El nuestro va a ser mejor.
Llegaron al pie de la escalera, rodearon el poste de la barandilla y las suelas de los
zapatos chirriaron sobre el enarenado piso.
El panel que tapaba el hueco de debajo de la escalera segua en su sitio, tal como
lo dejaron. El cuerpo de Cristo despeda su brillo dorado desde el crucifijo.
Pete retrocedi unos pasos y sac un fotograma del cerrado recinto.
Se acerc al tabique y desliz una mano a lo largo de una juntura. Trat de hundir
los dedos y, en vista de que le era imposible, sac la palanqueta. Introdujo el filo en la
grieta. Poco a poco, como si temiera hacer ruido, accion la barra de hierro.
brete, ssamo murmur.
Con un suave gemido de clavos chirriantes, el entrepao de madera se movi
hacia fuera cosa de un centmetro y medio.
Pete introdujo los dedos de la mano izquierda por el resquicio. Volvi a guardar la
palanqueta bajo el cinto. Tir del panel con ambas manos. Los clavos volvieron a
rechinar. La grieta se ampli.
Por ltimo, el panel de madera qued completamente suelto. Tena cosa de metro
veinte. Pete elev ambas manos y lo cogi por los bordes. Cuando levant el
entrepao para apartarlo a un lado, pareci una imitacin en tamao natural del
No lo hagas.
Pete sonri y levant levemente las cejas.
Dijiste que, si era falsa, no la queras.
Por el amor de Cristo, es de noche.
Pete se le acerc. Se pas la correa de la mquina fotogrfica por encima de la
cabeza.
Tal vez debas registrar esto para la posteridad.
Le colg la cmara del cuello y el peso de la misma descans en la nuca de Larry.
Pete fue a situarse en el otro lado del atad y se puso de rodillas. Cerr la mano
en torno al extremo superior de la estaca.
No lo hagas. Hablo en serio.
No seas cobardica, hombre.
Larry le encaon con el revlver.
A Pete se le borr la sonrisa de los labios.
Jesucristo!
Quita la mano de ah.
La mano se retir de la estaca como si la madera abrasara.
Ya est, ya la he soltado, Jess!
Larry baj el arma.
Sacudi la cabeza. No poda creer que hubiese amenazado a su amigo con la
pistola. Se sinti enfermo.
Lo siento. Dios, lo lamento mucho, Pete.
Jess, hombre.
Lo siento. Mira. Nos la llevaremos con nosotros. Nos la llevaremos a casa.
Escribiremos el libro. De acuerdo? Y puedes arrancarle la estaca, pero cuando llegue
el momento, no antes. Lo haremos a la luz del da. Primero la esposremos, o algo
as, tal como dijiste. Lo haremos todo a conciencia, para que nadie resulte lastimado.
Conforme?
Pete asinti y se puso en pie. Rode el fretro.
Larry fue a ponerse a su lado.
Toma, es mejor que te hagas cargo de este cacharro.
Pete cogi el revlver.
Debera estamprtelo en la cara, para ver si te gusta dijo. Maldita sea,
hombre! Sabes?
Adelante. Me lo merezco.
Nooo. Pete enfund el arma. Agarr a Larry por un brazo. Y le mir al fondo
de los ojos. Vamos a ser socios, hombre. Vamos a ser un par de socios ricos.
No deb haberte encaonado, Pete. No s lo que Lo siento. Lo siento de
verdad.
No te preocupes.
Se estrecharon la mano. Larry not un nudo en la garganta. Se daba cuenta de que
estaba a dos dedos de las lgrimas.
Est bien, compadre dijo Pete. Arrastremos esta bicha fuera de aqu y
volvamos a casa.
Encuentros
Captulo 17
No lo hagas! Te lo advierto!
Aaaah, no seas gallina.
Pete empez a tirar de la estaca para sacarla del cadver. La madera se desliz
despacio hacia arriba.
Larry dispar. El proyectil se hundi en la frente de Pete. Una rociada de sangre y
masa enceflica sali despedida hacia atrs. Mientras Pete caa de espaldas, Larry vio
que an agarraba la estaca. La sac del todo.
NO! aull Larry.
Arroj a un lado el revlver y corri hacia el atad, hacia Pete, tendido en el suelo
del vestbulo, hacia el palo puntiagudo que an empuaba la mano sin vida.
Hijo de puta! pens. Cmo pudiste hacerme esto, so cabrn?
Coge la estaca! Vuelve a clavarla donde estaba! Rpido! Antes de que sea
demasiado tarde.
Pero no corri lo suficiente. La arena pareci absorber sus pies. Unos segundos
antes, slo era una delgada capa. Ahora se haba espesado y formaba dunas como las
de una playa. Alguien haba abierto la puerta? Volvi la cabeza. La puerta, en efecto,
estaba abierta.
Un hombre se encontraba all, con los pies hundidos en la arena hasta los tobillos.
El viento agitaba su ondulante, oscura y encapuchada tnica. Una prenda que pareca
el hbito de un monje. La capucha le ocultaba el rostro. En la levantada mano derecha
esgrima un crucifijo.
Ahora s que ests jodido declar el extrao. Lo que se dice con la mierda
al cuello.
Aterrado, Larry apart los ojos del desconocido e intent acelerar el paso sobre la
suave y mvil arena.
No llegar a tiempo, pens.
An se encontraba bastante lejos del cadver. Que pareca un cuerpo momificado.
Pero le oa respirar.
Quizs ese tipo recin llegado me ceda el crucifijo.
Mir por encima del hombro. La capucha haba desaparecido. El extrao tena la
cabeza de un coyote, ensangrentada y sin ojos, con las cuencas vacas. El crucifijo,
introducido ahora en la boca, cruja como si aquel ser lo estuviera masticando.
Cuando volvi la vista hacia adelante, Larry se qued boquiabierto.
El atad estaba vaco.
Y entonces vio a Pete sentado en el suelo. Se sinti repentinamente tan abrumado
por el alivio que poco falt para que estallara en lgrimas. No le he matado,
despus de todo! Gracias a Dios! Gracias! Se encogi, se arrug interiormente.
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pantalla. Deba omitir el dilogo de Pete y Brbara acerca de los polvos con que se
regalaron en aquel lugar?
Se supona que era una historia real y verdica. Brbara y Pete dijeron aquellas
cosas.
Ya se ha apartado esto un poco de la verdad, comprendi. Ciertamente he alterado
ciertos detalles al presentar mi propia versin.
Diablos, la conversacin se produjo. Cuntala tal como se desarroll. Adems,
aclarar mucho en lo que concierne a sus relaciones, contribuir a presentados como
personas de carne y hueso, los har ms autnticos.
Pasamos demasiado tiempo follando entre aquellos montones de cascotes.
Cuidado, seor.
Por el tono de la voz de Brbara, comprend que Pete no haba hablado en
sentido figurado. Supuse que debi ocurrir tal cual y me imagin a m mismo
con Jean entre aquellas paredes medio derruidas. Probablemente el duro suelo
me destrozara las rodillas. Pero era excitante. Y me sorprend deseando que
estuvisemos all, entonces, en aquel momento, en vez de ir en la furgoneta con
Pete y Brbara rumbo a los restos de una ciudad fantasma.
Larry dedic una mueca a la pantalla. Muy bien hecho.
Continu escribiendo. Todo sali con fluidez, hasta el instante en que Brbara se
alej para atender las exigencias de la naturaleza. Deba poner eso tambin? Si no lo
inclua, cmo me las iba a componer para llegar al cauce seco del arroyo que corra
por la parte posterior del Holmans?
Decidi explicarlo exactamente como ocurri.
As lo hizo: Brbara se alej, Pete fue en su busca, la espera, la preocupacin,
Jean y l yendo finalmente a ver dnde estaban. Los cuatro en la hondonada,
dedicados a examinar la radiogramola.
Y entonces son el timbre de la puerta.
Larry consult el reloj. Las once menos diez. Gru al tiempo que se levantaba.
Recorri la distancia hasta la puerta sobre unas piernas que parecan demasiado
dbiles para soportarle.
Parpade a fin de quitarse el sudor de los ojos y abri la puerta de la calle.
Pete, con un polo de punto y pantalones vaqueros, pareca descansadsimo, alerta,
fro, jovial y animado.
Haces ejercicio? pregunt, mientras entraba.
Estaba escribiendo.
No saba que escribir resultase un trabajo tan duro. Debes salir a tomar el aire,
hombre, aqu dentro hace ms calor que en el infierno.
S murmur Larry. Separ de los glteos el fondillo de los pantalones.
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Captulo 18
De pronto, se dio cuenta de que la habitacin estaba completamente a oscuras,
salvo por el fulgor ambarino de las palabras que brillaban en la pantalla del
ordenador. Oscuridad y fro. Por la abierta ventana entraba un ms que fresco aire
nocturno. Comprob que estaba sentado, rgido y tembloroso, que le castaeteaban
los dientes a causa del vientecillo que recorra su piel desnuda.
Desorientado, entorn los ojos para consultar la borrosa esfera del reloj. Las siete
y diez.
Imposible. Qu haba pasado con el tiempo? No ignoraba que se haba
entusiasmado con el relato, pero le costaba trabajo creer que se hubiera sumergido en
l hasta el punto de permitirse el lujo de perder los combinados y la cena.
Ni siquiera se haba percatado de que estuvo una hora escribiendo a oscuras, casi
desnudo y medio congelado.
Ley la ltima frase.
Con una extraa, mezcla de tristeza y esperanzada ilusin, vi doblar la
esquina y desaparecer el coche en el que mi esposa y mi hija se alejaban, rumbo
a un fin de semana que pasaran sin m.
Santo Dios murmur.
Fue al principio del captulo. Su encabezamiento era Captulo sexto. La pgina
no estaba numerada. Cuntas haba escrito aquel da? Setenta? Ochenta?
Su produccin normal era de siete a diez pginas diarias.
La mayor cantidad que redact en un da fue treinta. Se trataba de un bodrio
romntico que tuvo que escribir aos atrs, cuando andaba escaso de fondos y su
agente le contrat dos noveluchas rosa a mil pavos por cabeza. Un trato leonino.
Acababa de duplicar su plusmarca.
Y an no he terminado, pens.
Cielos!
Cruz los brazos sobre el pecho, para entrar en calor, y mene la cabeza.
Bueno pens, esta es una historia verdica. Me limito a, ms o menos, dar
cuenta de lo que sucedi.
De todas formas, resultaba asombroso.
Larry se sec con una toalla y se embuti en sus pantalones cortos. An estaban
hmedos, pero su contacto era fresco. Se prepar en la cocina un vaso de t helado.
Puso en la bandeja un poco de salchichn, un trozo de queso y unas galletas y lo llev
todo, junto con el t, al cuarto de trabajo.
Trabajar un par de horas pens. Luego tomar una deliciosa ducha fra, me
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Se apart del telfono y abri el congelador del frigorfico. Sus ojos revisaron el
contenido. Un montn de cosas donde elegir. La lasaa sera fcil de preparar.
Cuestin de dejarla unos minutos en el microondas.
Demasiada complicacin.
Cerr el congelador y ech un vistazo al resto del frigorfico. Encontr all un
paquete de salchichas. Lo abri, sac una hmeda salchicha y se la llev a la boca. La
sostuvo entre los labios como si se tratase de un cigarro puro de color rosa; volvi a
guardar el paquete. Sac un botelln de cerveza Michelob, le quit la cpsula y
regres al estudio.
Reanud la escritura. La salchicha y la cerveza le distrajeron durante unos
minutos, pero cuando acab con ellos se sumergi a fondo en la historia. Estaba all,
en el domicilio de Pete y Brbara, primero en el patio y despus dentro de la casa, y
lo explic todo segn sucedi. Casi. Como por acto reflejo, censur toda mencin a la
atractiva presencia fsica de Brbara Y a sus propias reacciones ante la mujer.
Despus se encontr en la furgoneta, con Pete. A continuacin, en el barranco, detrs
del Holmans.
Cuando tecle: Tengo que ir a hacer aguas, se dio cuenta de que precisamente eso
era lo que necesitaba. Pas al lavabo. Mientras orinaba, pens en lo que segua.
El hallazgo de la fogata del sujeto que se comi el coyote.
Un escalofro serpente por su espalda.
Tir de la cadena, regres hacia el estudio y se qued contemplando la silla que
estaba esperndole al otro lado del umbral de la puerta.
Me parece que malditas las ganas que tengo esta noche de escribir sobre eso
pens. Ni sobre el devorador de coyotes, ni acerca de lo que ocurri en el hotel.
Se alej del cuarto de trabajo. Se encamin a la cocina y mir el reloj. Las diez y
cuarto.
Tampoco es tan tarde como para que, si empieza uno a escribir, se le pongan por
corbata, se dijo.
Y estoy muy cerca del fina!, pens.
Un par de horas ms y habrs terminado.
Vale, ve a sentarte all y dale al teclado.
Con un poco de ayuda.
Puso unos cubitos de hielo en un vaso con vodka y aadi un chorrito de zumo de
Lima Roses. Tom un sorbo.
Dej escapar un suspiro de placer. Bebi un poco ms. Luego llev el vaso al
estudio, se derrumb contra el respaldo de la silla y contempl la pantalla.
En cuanto este mejunje te sacuda el organismo, sers incapaz de escribir.
Por Satans, esto no es escribir, esto es teclear.
El efecto de la cerveza apenas hizo que los dedos actuaran sobre las teclas de un
que le haban partido la cabeza con un hacha. La lengua, seca, estaba pegada al cielo
de la boca. Tiritaba de fro y la cama pareca estar hecha de hormign armado. Alarg
una mano, al tiempo que bregaba para despegar la lengua. Cerca de la cintura, sus
dedos tropezaron con la manta y la subieron. Eso ayud un poco, pero no mucho. La
verdadera frialdad estaba debajo de su cuerpo.
Estoy tendido encima de cemento!
Se oblig a abrir los prpados.
Aunque la luz era escasa, comprendi que ya haba amanecido y reconoci el
sitio donde estaba.
En su garaje.
De pronto, el corazn empez a enviar, con sus latidos, calientes pas de dolor
que se le clavaban en el cuello y en la cabeza.
Se encontraba hecho un ovillo, de lado, lo bastante cerca del atad como para
tocarlo.
Oh, Jesucristo!
Volvi la cara, apartndola del fretro, y se incorpor de golpe. El dolor de cabeza
le llen de lgrimas los ojos. Al retroceder con titubeantes movimientos, sus pies
descalzos pisaron un charco de vmitos. Se desparramaban por debajo de su cuerpo.
Sus nalgas desnudas chapotearon sobre el piso del garaje.
Sentado all, se cogi la cabeza con ambas manos y parpade para aclararse la
vista.
Vio que estaba en cueros vivos.
Observ que la manta cada en el suelo, cerca del atad, la que haba utilizado
para taparse l, era la misma manta pardusca que cubra el cadver.
Estaba sobre m! Tocndome!
Larry empez a emitir un sonido lloriqueante. Aplast una mano sobre la boca y
se contempl. No tena nada encima de la piel.
Qu esperabas? pens. Piojos?
Oh, Jess! exclam, y su voz son con agudo tono de adolescente femenina.
Separ el pie izquierdo de aquel lquido viscoso y se levant.
El marchito cadver continuaba dentro del atad, con la estaca an clavada en el
pecho. Gracias a Dios.
Al menos no haba arrancado la estaca.
Qu haba hecho? Qu estaba haciendo all?
No lo saba. Lo que s saba era que cuanto antes se marchara, mejor. Tena que
ducharse, y rpido, quitarse de encima aquella horrible sensacin cosquilleante que
dej la manta.
El pie izquierdo estaba cubierto por una pasta de vmitos. Como no deseaba
extenderlos ms, atraves cojeando el rebosante garaje hasta una puerta lateral.
Estaba abierta. La luz del sol hizo que le dolieran los ojos. Entorn los prpados y se
sostuvo agarrndose al marco de la puerta. A juzgar por la frescura del aire, supuso
que era bastante temprano. Tal vez las siete de la maana.
De qu da? Trat con todas sus fuerzas de concentrarse.
La borrachera la haba cogido el sbado por la noche. De modo que deba de ser
domingo.
Desde luego, va de ms que lo sea, pens.
Jean Y Lane no llegaran hasta la noche.
Y si volvieron antes a casa? Y Si estamos a lunes?
Mierda pens. Ya tienes bastantes problemas sin necesidad de que te
inventes ms. De estar en casa, me habran encontrado.
Desnudo en el garaje con un maldito cadver.
Eso hubiera sido No quiero ni pensarlo. No ocurri.
El patio estaba rodeado por una cerca, as que dispuso de intimidad.
Cruz el camino cojeando. Cuando lleg al csped, se limpi el pie frotndolo
contra la hierba hmeda de roco. An qued vmito entre los dedos. Se lleg a la
manguera del jardn, dio el agua y se lav bien el pie.
Luego, corri por el paseo de acceso y entr en la cocina por la puerta corredera
de cristal. Reinaba el silencio en la casa, con la excepcin del tenue zumbido del
frigorfico.
Sus pies mojados dejaron en el suelo pequeas briznas de hierba al dirigirse al
cuarto de bao. Las limpiara despus.
Tendra que limpiar muchas cosas.
Despus.
La manta. La tuve encima.
Pero tena dos caras, se dijo. El cincuenta por ciento de probabilidades de que la
cara que toc el cadver fuese la que
No era el cincuenta por ciento.
Si l quit la manta de encima del cadver de la chica
Toqu a la muchacha?
Horrorizado ante aquella idea, contempl sus temblequeantes manos.
Oh, Dios! Pude haber hecho cualquier cosa!
Fue dando bandazos hasta el cuarto de bao, cerr la puerta y se lleg
tambaleante a la baera. Se puso de rodillas, alarg la mano y abri los grifos. Sali
el agua por el cao.
Mantuvo las manos debajo del chorro.
Todos los perfumes de Arabia
No la toqu dijo Larry.
Mal asunto si me abrigu con la manta.
sucedido, pero conserva la ropa puesta. Si no, la gente va a empezar a pensar que
t.
No lo hice, se dijo a s mismo. De ninguna manera.
Qu estabas haciendo aqu?
Comprendi de pronto que le era imprescindible echar un vistazo de cerca al
cadver.
Adems, tengo que taparlo otra vez.
Entr en el garaje. El corazn aceler estruendosamente sus latidos y agit los
restos del dolor de cabeza.
Se abri paso entre estantes, bales y cajones, hasta llegar al rincn oscuro donde
descansaba el atad. La mancha hmeda del cemento casi haba desaparecido. Se
acerc a la manta y baj la mirada hacia el interior del fretro.
El cuerpo tena el aspecto fantasmal de siempre: apergaminado y huesudo, la piel
reseca y parda, los pechos aplastados, la boca abierta y los labios retorcidos en una
sonrisa espantosa, con todos los dientes a la vista.
No pareca que hubiesen movido el cuerpo. Yaca boca arriba en el fondo del
atad, con la estaca proyectada hacia arriba, en la misma posicin de antes, con una
de las enjutas manos en la cadera.
Larry frunci el entrecejo.
El brazo izquierdo, el que estaba al otro lado del cadver se doblaba por el codo.
La mano descansaba, con la palma hacia abajo, encima del hueso de la cadera. Las
yemas de los dedos parecan enredarse en los rizos rubios plido del vello pbico.
Anteriormente (Larry estaba casi seguro), ambas manos se encontraban fuera de
la vista, en el resquicio, estrecho y oscuro, que quedaba entre el cuerpo y los lados del
fretro.
Estaba seguro de que, si hubiese habido una mano a la vista, se habra dado
cuenta.
Sobre todo, teniendo en cuenta que aquella mano luca un anillo.
Larry se agach para mirar de cerca.
Un anillo escolar? Rodeaba el granate un ribete de plata deslucida que pareca
grabada.
Toledo santo! murmur.
Poda proporcionar una pista para descubrir la identidad del cadver!
Pero cmo se las arregl la mano para encontrar su camino hacia la superficie de
la cadera? Evidentemente, el propio cadver no la haba puesto all.
Deb hacerla yo, anoche, pens.
Toqu esa maldita cosa!
Larry se oy gemir.
Con una mezcla de disgusto y excitacin, se dirigi con paso rpido a la parte del
garaje donde tena las herramientas. Puede que hubiese tocado el cadver la noche
anterior, pero seguro que no tena intencin de volver a hacerlo. Encontr unos
guantes de jardinera, se los puso y regres apresuradamente junto al atad.
Arrodillado, pas la mano por encima del cuerpo. Levant con la izquierda la
huesuda mueca. Utiliz el ndice y el pulgar de la derecha para sacar el anillo.
Comprenda que, tarde o temprano, Pete ira a visitar el cadver y, con toda
seguridad, observara la nueva postura de la mano. Era cuestin, pues, de ponerla otra
vez donde estuvo antes.
Larry arrug la nariz mientras apretaba la mano en torno a la mueca, a la que
aplic un ligero empujn. El brazo resisti. Larry empuj con un poco ms de
energa, forzando el brazo. Esa vez, la mano del cadver se movi. Larry se encogi
ante los chasquidos que produjo el brazo. Sonaba como hojas secas a las que
desmenuzan. Los ojos de Larry dispararon la mirada hacia el rostro de la muerta.
Tuvo la impresin de que el cadver dibujaba una mueca de dolor, enseando los
dientes.
Cristo! murmur Larry. Hay que hacerlo, se dijo.
Solt la mueca, traslad el anillo a su mano izquierda y cogi la mueca con la
mano derecha. Empuj con fuerza y llev el brazo hacia el fondo del atad. El
hombro se elev. La cabeza empez a levantarse. Larry chill. Se produjeron
entonces unos chasquidos cartilaginosos, coronados por un taponazo. El brazo qued
inerte en la mano de Larry y el cuerpo cay para ocupar de nuevo la posicin que
tena antes. Larry puso el brazo contra el costado del cadver y se alej dando
tumbos.
Atraves el garaje, corriendo en zigzag por el laberinto de aquel desorden, y no
fren su carrera hasta verse a salvo dentro de la casa.
Empuj la puerta corredera. La cerr con llave. Oprimi la cara contra el cristal y
se qued mirando el abierto garaje.
Me he comportado como un idiota, pens.
Pero, Dios!
Cuando recobr el aliento, abri la temblorosa mano. Levant el anillo y se lo
acerc a la cara.
Labradas en el aro de plata que rodeaba el granate aparecan las palabras:
Instituto Buford, y la fecha: 1968. Mir hacia el centro del anillo.
En el interior del aro haba un nombre.
Bonnie Saxon.
Captulo 19
Contempl atnito aquel anillo. El estremecedor cadver de mi garaje
ahora tena nombre. Bonnie. Un nombre bonito, agradable y ms bien alegre.
Tal vez sea una muchacha vampira. Alguien lo crey as, la mat
clavndole una estaca y emple un crucifijo para sellar la tumba improvisada.
Pero era una vampira llamada Bonnie?
A m, ahora me parece menos espeluznante que antes. La criatura
momificada y aterradora del atad puede que sea verdaderamente un monstruo
demonaco que se bebera mi sangre si volviera del reino de los muertos, pero
en otro tiempo fue una chica. Bonnie, bonita. Una guapa chavala.
Asisti al mismo instituto al que va mi hija, Lane. Recorri los mismos
pasillos, quiz se sent en las mismas aulas, puede que incluso tuviera los
mismos profesores que Lane. Fue una muchacha que almorz en la cafetera del
instituto, que probablemente luchara a muerte contra el sueo para mantenerse
despierta durante las clases de primera hora de la tarde, que lo pasara fatal
preocupada por los exmenes, los deberes y las espinillas.
Una adolescente. Que estudiaba. Que vea la televisin. Que escuchaba los
ltimos xitos musicales con el aparato a todo volumen. Que iba al cine, a los
partidos de rugby escolares, a los guateques y a los bailes. Que tendra novios y
pretendientes.
El ser repugnante de mi garaje fue en otro tiempo una preciosa jovencita llamada
Bonnie.
Son el timbre de la puerta de la calle. Larry dio un respingo. Apret una tecla
para que las palabras de la pantalla del ordenador quedasen fuera de la vista, luego
ocult el anillo debajo de una carterita de cerillas y los papeles de encima de la mesa
en los que tena sus notas. Se apresur a travs del saln de estar.
Medio esperaba que la persona que estaba ante la puerta fuera Pete.
Acert.
Eh, compaero! Tras lanzar una mirada hacia su propia casa, Pete observ a
Larry con expresin pcara. Barb ha ido a comprar provisiones de boca. Se me
ocurri que poda darme un garbeo hasta aqu y comprobar cmo marcha nuestro
best-seller.
No demasiado mal.
Pete entr y Larry cerr la puerta.
Doy por supuesto que te diste ayer una buena paliza coment Pete.
S, va saliendo bastante bien. Y lamento no haberos acompaado anoche a
cenar. Se me fue el santo al cielo, el tiempo vol y
Captulo 20
Buenos das, seora.
Lane cerr su taquilla y se dio media vuelta.
Vaya, hola, forastero.
Las manos de Jim estaban hundidas en los bolsillos frontales de sus vaqueros.
Sonri mientras las sacaba para que Lane las viese y a continuacin volva a
hundirlas donde estuvieron.
Como ves, estn quietas.
Lo cual te conviene. Vas aprendiendo.
Tuviste buen viaje?
Bastante bueno. Te ech de menos. Qu tal te fue con Candi?
Ah, se mostr muy agradecida. Le gustara que te ausentases con ms
frecuencia.
Lane intent mantener la sonrisa, pero comprendi que se le borraba de los labios
sin que pudiese evitarlo. Apret los brazos alrededor de la carpeta y los libros
escolares que sostena contra el pecho.
Era una broma.
Lo s.
T la sacaste a relucir.
Ya lo s. Tonto, eh?
No hubiera salido con Candi. Ni con ninguna otra. No, mientras te tenga a ti.
Volvi a florecer la sonrisa de Lane. Levant una ceja.
De modo que crees que me tienes, verdad?
Rayos, sabes lo que quise decir.
S. Concdeme una mano. Se puso al lado del muchacho, dej caer uno de
los brazos que rodeaban el cargamento de libros y apret la mano que Jim le ofreca
. Me acompaas a la biblioteca?
A la biblioteca?
Tengo que cumplir un encargo.
Slo faltan diez minutos para el primer timbrazo.
Es cuestin de un momento.
Cogidos de la mano, avanzaron por el atestado pasillo.
Sigue en pie lo del viernes por la noche? pregunt Jim.
Claro. As lo espero. Preferira el sbado, pero
Hamlet
Lo s. Qu coazo.
Fuera, atajaron cruzando el patio. Jim mantuvo abierta la puerta de la biblioteca
para que pasara Lane.
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Se te olvid algo?
Tengo que ver a Henry y a Betty.
Jim elev los ojos al cielo, sufriente.
Lane le dio una palmada en el hombro y se alej presurosa.
Los encontr sentados uno frente a otro. Betty abra con los dientes una bolsa de
tacos en trozos, mientras Henry sacaba de la cartera de mano una bolsa de papel de
color castao.
Hola, chicos dijo Lane.
Henry retorci el cuerpo y le dedic una sonrisa.
Saludos, encanto.
Vete a frer monas le envi Betty.
He de quedarme hoy despus de la ltima clase inform Lane. Supongo
que tendris que volver a casa por vuestros propios medios.
No hay problema dijo Henry.
Arresto? pregunt Betty.
Ja! Yo? No me quieras tan mal.
Entonces, qu pasa?
Me quedo hasta tarde para ayudar al seor Kramer con las pruebas de grado.
Betty se llev al pecho una mano gordinflona.
Tranquilo, corazn. Cmo conseguiste ese enchufe?
Pura suerte, supongo.
No es Tom Cruise, sabis? seal Henry.
Entenders t mucho de tos. No reconoceras a un cachas ni aunque tropezases
con l dijo Betty.
Ellos tropiezan conmigo cada vez que voy a educacin fsica. Es uno de sus
deportes favoritos.
De todas formas, vale ms que vuelva junto a Jim. Slo quera deciros eso.
Betty lanz una lasciva mirada de soslayo.
No te quites los pantalones aconsej, al tiempo que se meta en la boca un
trozo de taco.
Degenerada dijo Lane.
La chica asinti con entusiasmo, sin dejar de masticar. Lane regreso a la mesa de
Jim y se sent a su lado.
Ves? Ya estoy de vuelta.
Ha sido agradable tu charla con Olivo Aceituna y Boba Bobalicona?
Si te pones en plan borde, me largo.
Vale, vale. Era una broma, paloma. Qu ocurre?
No eres t el curioso?
Jim se encogi de hombros, dio media vuelta y le tir un mordisco a su manzana.
Todos los das se almorzaba un par de manzanas y una tableta de chocolate, que
regaba con Pepsi. Iba ya por la segunda manzana. De la primera slo quedaba el
corazn. Se estaba oscureciendo ya. Contenta de disfrutar de autntica comida, Lane
desenvolvi su bocadillo de queso y salchichn. Le dio un mordisco y suspir.
Jim la mir.
Ests comiendo veneno, sabes? Todo eso son preservativos.
Cuento con ellos para preservarme.
Ja, ja.
Anmate.
Cul era el gran asunto con Heril y Betty Boop?
Me quedo despus de clase, eso es todo. Tena que decrselo.
Qu es eso de que te quedas?
He de ayudar a Kramer con los ejercicios.
Jim arrug la cara y ense los dientes superiores. Estaban calafateados con
restos blancos de las manzanas.
Judas. Ayudando en las calificaciones y eso? No basta con que renuncies a tu
noche del sbado en beneficio de ese tipo? Ahora tienes que hacer trabajo de
esclava? Mierda! De pronto, vas e ingresas en la divisin de honor de la liga de
pelotilleros cobistas.
Si no sabes de lo que hablas manifest Lane calmosamente, vale ms que
mantengas el pico cerrado a cal y canto. Adems, ya me fastidia eso bastante.
Jim abri mucho la boca y mene la cabeza.
Muy mono. Dios santo, a veces puedes ser de lo ms infantil. Y pensar que te
he besado
Y volvers a hacerlo, no te quepa la menor duda. Jim cerr la boca y empez a
masticar, con una sonrisa de dicha en los labios.
Por qu ni siquiera me enfado con l?, se pregunt Lane. Dio otro mordisco al
bocadillo, mir el reloj de la cafetera y dese que la sexta clase hubiera llegado y
hubiese concluido ya.
En la quinta clase, de fisiologa, Lane tuvo que garabatear sus notas a velocidad
de vrtigo para mantener el ritmo del dictado de la leccin. El tiempo pas volando.
El sonido del timbre la pill por sorpresa.
Sali rpidamente al corredor y se precipit a los servicios, cuya atmsfera estaba
cargada de humo. All, se acerc a un espejo y se cercior de que en su dentadura no
haba restos visibles del almuerzo. Los dientes parecan estar en buen estado. Se
arregl el pelo, solt la cintura de su falda de mahn para introducir bien la blusa,
sujetada y que quedara lisa y tensa, desde los senos hasta el talle. Los tirantes y el
encaje de las copas del sujetador se distinguan a travs de la tenue tela blanca de la
blusa. Se abroch la falda, se dio una vuelta completa para asegurarse de que todo
subirse las mangas de la camisa y fue a ocupar su posicin de costumbre delante del
escritorio. Bajo el espeso vello, los antebrazos tenan un tono bronceado. Se sent en
el borde de la mesa.
Cuando sus ojos se encontraron, Lane le sonri.
El profesor actu como si no lo hubiese visto, tom la lista y lanz una rpida
ojeada a la clase.
Parece que el seor Billings se ha concedido otro da de fiesta dijo, y seal
la ausencia de aquel alumno. Muy bien. Esta semana toca ortografa. Quin se
ofrece voluntario para salir al encerado?
Lane alz la mano. El seor Kramer eligi a Heidi.
No pasa nada, se dijo Lane. Pero no pudo evitar cierto pequeo desnimo. Para
empezar, no le haba devuelto la sonrisa. Ahora, llamaba a otra persona para que
saliese a la pizarra. A qu vena tal desprecio?
No seas ridcula pens. Ni que fueras la nica alumna del aula.
Pero la clase continu y Kramer persisti en hacer caso omiso de Lane. Apenas le
diriga una mirada. Pidi a otros estudiantes que leyesen fragmentos del libro de
poesa, contestaran preguntas sobre mtrica y ritmo, brindaran interpretaciones y
opiniones.
El desasosiego de Lane fue en aumento.
Est enfadado conmigo por algo? Qu he podido hacerle? Tal vez cree que me
aprovech de l en la biblioteca. Pero, rayos, no le ped que solicitase el libro por m.
Eso fue idea suya.
Empez a preguntarse si de verdad querra el seor Kramer que ella se quedara
despus de clase.
Venga, salga de aqu.
l no dira eso.
Lane se imagin a s misma all sola, en la clase, humillada.
Pero usted me pidi que me quedara a ayudarle.
No me importa. Djeme en paz.
Tal vez deba levantarme y salir del aula en cuanto suene el timbre pens Lane.
Pero l dijo que me quedara. No puedo irme sin ms. Pensara que estoy como una
cabra.
Lane?
Sorprendida, alz la vista hacia Kramer.
Le importara recitar la siguiente estrofa?
Uh Not que se encoga interiormente. Me temo que he perdido el hilo.
Sonaron unas risitas en el fondo de la clase.
Kramer sacudi levemente la cabeza. Pareca divertido.
Debera probar a seguir el recitado en el libro.
S, seor.
Los ojos de Lane descendieron hacia la pgina.
Aaron, quiere leer usted la estrofa que viene?
Aaron procedi a la lectura. Lane se encorv sobre su libro, se hizo pantalla con
una mano sobre los ojos y examin la pgina.
Por dnde diablos vamos?
Mierda!
No poda localizar la estrofa.
Imbcil, queras que te pidiese algo. Y lo ha hecho. Vaya si lo ha hecho.
Por qu no me muero en este preciso instante y se acaba todo de una vez?
Aaron acab.
Apareci una mano por debajo de la cara de Lane. La mano de Kramer. Le pas
la pgina, indic una estrofa situada hacia el centro de la hoja y se retir.
Gracias murmur Lane.
A todo el mundo, en el aula, aquello le pareci de lo ms divertido.
Lane mantuvo la cabeza baja.
Sera usted tan amable de obsequiarnos con la gracia de una declamacin?
pregunt Kramer.
Lane asinti, con la mano an sobre los ojos, y empez a leer en voz alta.
Iba por la mitad de la estrofa cuando repiquete el timbre.
Vale por hoy dijo Kramer. Alz la voz para anunciar: No olviden los
ejercicios de ortografa de maana. Las frases, escritas con tinta, por favor. Clase
concluida.
Lane cerr el libro y se qued con la vista fija en la tapa.
Los chicos fueron pasando por su lado. Alguien le alborot el pelo. Levant la
cabeza. Benson le sonrea.
Tienes que prestar ms atencin, mueca.
Lane le obsequi con una mirada despectiva.
El muchacho se alej con Jessica, sobre cuyas nalgas apoyaba una mano.
El aula no tard en quedar vaca, con excepcin de Lane y Kramer.
La chica se oblig a alzar la cabeza. Kramer estaba detrs de su mesa, afanado en
meter libros y carpetas en su cartera.
Pareca ajeno por completo a la presencia de Lane.
Deb marchar con el resto de la clase pens la joven. Dios, cmo me he metido
en esto?
Pap y su anuario. Un milln de gracias, pap.
Se pregunt si no debera decir algo.
Tiene un bolgrafo rojo? pregunt Kramer, que por fin, se decidi a mirarla.
La tensin abandon a Lane.
bastante presin.
Me alegro de poder serle til.
Lane an senta el tacto de la mano en el punto donde estuvo apoyada.
Ensear no es todo lo atractivo que tendra que ser A veces, me siento
consumido por el papeleo. Parece que se me va todo el tiempo en calificar ejercicios
y preparar lecciones. Sacudi la cabeza. Un verdadero latazo.
Si le parece bien, puedo quedarme a ayudarle ms a menudo.
El corazn se le desbocaba. No poda creer que hubiese dicho aquello.
Pensar que estoy colada por l.
Kramer lade ligeramente la cabeza. Apret los labios y alz las cejas.
Bueno, le agradezco mucho la oferta. Pero supongo que tiene mejores cosas a
las que dedicar su tiempo.
No me importara quedarme. De verdad.
Es cosa suya. Desde luego, a m me alegrar mucho contar con su
colaboracin. Sin dejar de sonrer, golpe con los nudillos la carpeta colocada
encima del pupitre de Lane. Ahora, a la tarea. Dejemos de perder el tiempo
charlando sin ton ni son.
Lane se ech a rer.
Es usted un autntico capataz de esclavos.
Empiece a corregir esos ejercicios, si no quiere probar el sabor de mi ltigo.
S, seor.
Kramer se volvi y anduvo hacia su mesa. Los ojos de Lane se mantuvieron sobre
l.
La camisa deportiva cea su tronco desde los anchos hombros hasta la delgada
cintura. Los faldones, un tanto sueltos, se abombaban encima del cinturn. La cartera
haca resaltar el bolsillo del glteo izquierdo. En el de la derecha no pareca llevar
nada. La parte lateral de los pantalones se ajustaba sobre el muslo y la nalga, y Lane
observ la elegancia de los andares del profesor.
Captulo 21
Jean, que pelaba patatas ante el fregadero, volvi la cabeza al entrar Larry en la
cocina.
Cierras el despacho temprano, no? coment.
Larry consult el reloj. Casi las cuatro. Normalmente, trabajaba hasta las cuatro y
media.
Termin esas malditas correcciones dijo. Sac una cerveza del frigorfico.
Demasiado tarde para meterme con otra cosa. Quit la cpsula del botelln.
Dnde est Lane?
Todava no ha vuelto a casa.
Eso ya lo s. Tena algn plan para despus de salir del instituto?
No dijo nada. Puede que se haya entretenido en casa de Betty, o algo por el
estilo.
S. Ech parte de la cerveza en una jarra, sorbi la primera capa de espuma
blanca y vaci el botelln. Qu vas a hacer con eso que ests pelando?
Patatas fritas.
Muy bien!
Solt el botelln encima del cubo de la basura. Aterriz con un golpe sordo.
Con la jarra de cerveza en la mano, se traslad a la sala de estar, se acomod en
su silln anatmico y empez a hojear el ltimo nmero de Mystery Scene, que haba
llegado en el Correo del da. Probablemente, Jean ya lo habra repasado.
De haber visto alguna alusin a l, se lo habra dicho. Se fue derecho a la seccin
Carta de Hollywood, de Brian Garfield.
Intent leerla. Era un da templado. Las ventanas estaban abiertas y el
acondicionador de aire descansaba. Cada vez que Larry oa el ruido de un automvil,
sus ojos se dirigan automticamente a la ventana.
Dnde estar Lane?
Paciencia, se recomend. Es posible que ni siquiera tuviesen el anuario del
sesenta y ocho.
Han de tenerlo.
Lamentaba que no se le hubiera ocurrido decirle a Lane que le telefonease desde
el instituto. De haberlo hecho, no se habra pasado todo el da preocupado. Pero
tampoco quiso hacer creer a la chica que el asunto era importante.
Pide el del sesenta y ocho le dijo. Es el ao en el que estoy trabajando.
Pero, si no lo tienen, el del sesenta y siete o el del sesenta y seis pueden servirme.
Incluso el del sesenta y cinco. La verdad es que, si lograra disponer de los de todos
esos aos
Eres un optimista le respondi Lane. Tendr una suerte loca si la Swanson
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me deja uno solo, uno cualquiera de ellos, conque ni suees con tener los cuatro.
El del sesenta y ocho, pues, conforme?
Oy que se aproximaba otro coche. Conoca el sonido del Mustang un rugido en
tono bajo y comprendi que no era aquel. De todas formas, mir por la ventana. Pas
una ranchera.
Tom un sorbo de cerveza, acab la seccin de Garfield y busc El rincn del
cascarrabias, de Warren Murphy. Aquel nmero no pareca llevarlo.
Mierda! murmur.
Probablemente, detrs de esa ausencia habr una historia.
Le preguntar a Ed la prxima vez que hablemos.
Al menos, no se haban saltado las crticas y reseas que Lint dedicaba al gnero
de terror. Larry examin las columnas. La mitad de los ttulos eran de autores a los
que no poda sufrir. Pero localiz artculos dedicados a los nuevos libros de: Daniel
Ransom, Joe Landsdale y Chet Williamson. Ya haba ledo las tres obras objeto de
comentario. Bueno. As, las crticas no podran estropearle nada.
Tom un sorbo de cerveza.
Empez a leer.
Oy el Mustang.
Ya era hora!
Desemboc en la calle el brillante automvil rojo, afloj la marcha, dobl por la
avenida de acceso al garaje y desapareci de la vista. El motor se qued en silencio.
Una portezuela se cerr de golpe. Cuando oy el taconeo de las botas de Lane por el
paseo, Larry dej la revista y se precipit hacia la puerta.
Hola, hola! dijo, al abrirla. Lane tena las llaves en una mano. En la otra
mano no llevaba nada. Qu tal has pasado el da?
Impresionante.
Debi de serlo. Pareca ms alegre que de costumbre.
Larry se apart de su camino y cerr la puerta. Lane llevaba el macuto de los
libros colgado del hombro, por la espalda. Esforzndose en mantener tranquilo el
tono de voz,
Larry pregunt:
Tuviste suerte con el anuario?
La Swanson no quera dejrmelo sacar de la biblioteca. Pero la verdad es que
tuviste el santo de cara. Casualmente, estaba all el seor Kramer, y la Swanson dej
que nos lo llevramos.
Pero lo has trado?
Pues, claro.
Lane dej el macuto en el sof, lo abri y extrajo un volumen delgado y largo.
Hay que devolverlo maana por la maana.
derrota del equipo del instituto, el nimo y la moral rayaron a gran altura. Nada ms
acerca de Bonnie.
Fantstico, pens Larry.
Reina de la Vuelta a Casa.
Buen viaje, Bon murmur.
Luego volvi a concentrarse en la fotografa.
Y se sobresalt al llamar alguien a la puerta.
Hora de comer avis Lane.
Vale. Ya voy.
Larry ech una ojeada a la Reina del nimo y despus cerr el libro.
Aquella noche estaba tendido en la cama, con la vista fija en el techo. Cuando el
ruido de la respiracin de Jean le convenci de que estaba dormida, Larry se desliz
fuera del lecho. El aire era fresco. Se estremeci a causa del fro y de la excitacin
nerviosa. En el ropero, cogi la bata que estaba colgada. Se la puso mientras sala al
pasillo. El velludillo tena un tacto clido sobre la piel.
En la sala de estar, encontr el macuto de los libros de Lane apoyado contra la
pared, junto a la puerta de la calle. Lo abri, busc en su interior, encontr el anuario
y lo sac. Se lo llev al gabinete de trabajo. Cerr la puerta, encendi la luz y se
acomod en su silla.
A pesar de la tibieza de la bata, estaba temblando. Senta el corazn como un
puo que le golpeara dentro del pecho.
Debo de estar loco pens. Y si Jean se despierta? O Lane. Y si
cualquiera de las dos me sorprende aqu con esto?
No se despertarn. Tranquilo.
Con el libro en el regazo, pas las pginas hasta llegar a la de la Reina del nimo.
Dios, qu preciosa.
Llevaba una especie de blusa oscura, que dejaba los hombros al descubierto.
Poda mirarla despus.
Abri un cajn de la mesa escritorio y cogi un cortador. Con el libro plano
encima de las rodillas, aplic la afilada hoja del cortador al medianil del anuario y
seccion limpiamente la hoja por el punto donde se una al canto.
Repiti la operacin con todas las pginas en las que haba una foto de Bonnie.
Cuando las tuvo todas, las guard en el archivador, colocndolas dentro de una de
las cincuenta y tantas carpetas que contenan copias de los relatos cortos que haba
escrito a lo largo de los aos.
Ahora, sus fotos estaran a salvo de Jean y Lane.
Se sent de nuevo y hoje el anuario. Algunas pginas haban quedado sueltas.
Aplic goma a los bordes de las mismas y las insert y las peg cuidadosamente.
Cerr el libro y examin la parte superior del lomo. En el canto, minsculos
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resquicios resultaban visibles all donde se quitaron las hojas. Pero slo una
inspeccin extremadamente atenta detectara el dao. Y si alguien llegaba a notarlo,
quin iba a determinar cundo se llev a cabo la profanacin? Tal vez se haba
producido aos atrs.
Larry apag la luz y sali del estudio. Volvi a dejar el anuario dentro del macuto
de libros de Lane, abroch las correas y regres a su dormitorio.
Desde el quicio de la puerta percibi la larga y lenta respiracin de Jean.
Colg la bata. Anduvo sigilosamente hasta la cama y se introdujo con cautela
entre las sbanas. Suspir. Pens en las fotografas.
Ahora ya eran suyas. Suyas para conservarlas.
Evoc el aspecto de Bonnie en cada una de las imgenes.
Pero su mente volva una y otra vez a las instantneas del coro.
Luego, la muchacha estaba sola en el campo de ftbol. Lanzaba los pompones al
cielo y se revolva, con la larga melena dorada flotando en el aire, la falda ondulando
en torno a su cuerpo, mientras ascenda cada vez ms y ms.
Captulo 22
Al despertarse por la maana, lo primero que record Larry fue que haba cortado
las pginas del libro. De pronto, tuvo la absoluta certeza de que la bibliotecaria se
dara cuenta del estrago. Se ensaaran con Lane. Y sera culpa suya.
Comprendi que, ltimamente, haba hecho una barbaridad de cosas que le
dejaron con la carga del sentimiento de culpabilidad: amenazar a Pete con un
revlver; llevar a Bonnie a casa y mantener en secreto su presencia; ir al garaje,
aparentemente sumido en estupor ebrio, y ni siquiera saber qu hizo all; y ahora,
mutilar un libro de la biblioteca y posiblemente poner a Lane en dificultades.
Antes de encontrar a Bonnie en aquella ciudad fantasma, nunca cometi tantos
actos que le hicieran sentirse avergonzado. En el peor de los casos, a lo ms que
llegaba era a alimentar pensamientos lujuriosos relacionados con otras mujeres. Pero
eso pareca bastante inofensivo.
En cambio, todo esto
Qu infiernos me est pasando?
Demasiado calor. Se puso boca arriba y apart la manta. Jean ya se haba
levantado. Bueno. En aquel momento, tampoco deseaba compaa. Y menos la de
Jean. Podra adivinar que estaba inquieto y empezar a hacer preguntas.
Ah, todo va bien. Tengo un cadver escondido en el garaje y sabes lo del libro
de la biblioteca? Bueno, cog esas fotos tremendas de la chavala muerta.
Tena que hacerme con esas fotos, se dijo. No me iban a permitir conservar el
libro. Las fotocopias no serviran de nada, valen para textos impresos, pero las
imgenes fotogrficas quedan realmente espantosas.
Me juego algo a que nadie ha abierto ese libro en los ltimos veinte aos.
Nadie se dar cuenta de que esas pginas han desaparecido.
Confa en ello.
De cualquier modo, si la emprenden con Lane, pagar el libro y en paz.
Pues s que servira eso de mucho. Lane nunca se ha visto en apuros ni ha tenido
problemas. Eso la matara.
Nadie notar nada. Lane devolver el anuario y asunto concluido.
De todas formas, preocuparse es una tontera. El dao ya est hecho. No puedes
volver a colocar las pginas en su sitio, ni aunque quisieras hacerlo.
Ahora son mas.
Cerr los ojos y dej que su imaginacin se recrease en y con las fotografas.
Recordarlas le alivi. Se llen los pulmones de aire suave de la maana. Se estir,
saboreando la sensacin slida que le produca flexionar los msculos, la morbidez
de la sbana sobre la piel, las imgenes de Bonnie.
Permaneci en la cama hasta que oy el suave gruido del motor del Mustang.
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Cruza el puente cuando llegues a l y ten mucho pero que mucho cuidado cuando
expliques el modo en que contemplaste las fotografas. Rstale importancia al asunto.
Por el amor de Dios, no dejes que parezca que los acontecimientos te han
desbordado. La chica est ahora muerta. No lo estaba cuando tomaron las fotos.
Entonces estaba viva. Era una gloria de muchacha y ahora
Con los ojos de la mente, Larry vio el aspecto que Bonnie tena ahora. Espantoso.
Una momia apergaminada, con una estaca en el corazn.
Eso no se lo hizo un novio celoso. Algn hijo de mala madre crey que era una
mujer vampiro.
La asesin.
Escondi el cuerpo bajo la escalera del hotel y puso un crucifijo en la pared como
medida de precaucin.
Y cerr con un candado la puerta frontal?
Era un candado nuevo, record Larry. Adems, alguien haba tapado con unas
tablas el agujero del rellano.
El asesino de Bonnie?
Era indudable que alguien vigilaba el hotel. El hombre que se comi el coyote?
Se haba pasado ms de veinte aos merodeando por Llano de la Artemisa un
centinela demente que guardaba la tumba del vampiro al que sacrific?
Ese individuo todava sigue all.
Pero ahora sabe que la vampira ha desaparecido.
La tengo yo, cabrn.
Cmo pudiste hacer a Bonnie una cosa as? Cmo pudiste coger a mi Bonnie y
atravesarle el corazn con una estaca?
Larry mir la pantalla del monitor.
Suspendi los dedos sobre el teclado.
Empez a teclear y aparecieron las palabras ambarinas. ALGUIEN DEBE
ARRANCARTE EL CORAZN, HIJO DE PUTA.
En algn punto de la casa reson el golpe de una puerta que se cerr de pronto.
Larry se apresur a pulsar el retroceso y borr lo escrito.
Larry se las arregl para escribir cuatro pginas a partir del momento en que Jean
regres de la tienda. Describa afanosamente su limpieza del garaje cuando son el
ruido de unos pasos que se acercaban al estudio. Una breve llamada. La puerta se
abri. Entr Lane.
A Larry se le encogi el estmago, pero sac nimos para sonrer.
Hola salud. Cre que te ibas a quedar hasta muy tarde.
S, tambin yo. La muchacha se encogi de hombros. El seor Kramer
tena que acudir a una reunin de padres, as que me vine a casa.
Llevaba una mano a la espalda.
Captulo 23
Cuando la biblioteca pblica abri sus puertas a las nueve de la maana del
mircoles, Larry ya estaba esperando.
Al acercarse a la bibliotecaria, el nerviosismo se apoder de l. Era una mujer
joven y atractiva, de sonrisa alegre. Pero Larry medio se esperaba que le respondieran
con evasivas, que le diesen un tirn de orejas.
Esa mujer no es mdium se dijo. No tiene idea de que mutil el anuario del
instituto de enseanza media.
Estoy llevando a cabo una investigacin sobre mil novecientos sesenta y ocho
explic. No tendra usted nmeros del Estandarte de Recodo de la Cabeza de
Mula de esa fecha?
Al cabo de unos minutos, la bibliotecaria le haba sacado una caja de microfichas.
Le mostr el aparato lector-impresor.
S, saba utilizarlo.
La bibliotecaria le inform de que la tarifa eran diez centavos por pgina copiada,
que debera pagar en el mostrador antes de marcharse. Se llamaba Alice. Andara por
all y tendra mucho gusto en echarle una mano si necesitaba ayuda.
Larry le dio las gracias. La mujer se retir.
Larry inici la bsqueda en la edicin del 1 de junio de 1968. La graduacin en el
instituto probablemente habra tenido efecto a mediados del mes. Basndose en el
anillo, Larry dio por supuesto que Bonnie se gradu entonces. Pero poda estar
equivocado.
El peridico del sbado, 22 de junio, zanj el asunto. Las ceremonias de
graduacin se desarrollaron la noche anterior y la lista de los ochenta y nueve
alumnos matriculados que obtuvieron el titulo inclua el nombre de Bonnie. En las
fotos de los actos aparecan el director del centro pedaggico, el presidente del
Consejo de Educacin y dos estudiantes que pronunciaron sendas alocuciones.
Bonnie, no.
Pero Larry encontr lo que le haca falta: la prueba de que la muchacha estaba
viva el 21 de junio.
Oprimi un botn en la base del aparato. Al cabo de unos segundos sali por la
ranura una copia de la pgina.
Prosigui.
Continuaba buscando el nombre de Bonnie. Crnicas sobre asesinatos y
desapariciones. Pero mantena la mente abierta, con la esperanza de descubrir
cualquier historia que pudiese tener una relacin, por remota que fuera, con el destino
de Bonnie.
La noticia que encontr en el nmero del 16 de julio no tena nada de remota. Los
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Larry reley el artculo. Increble. Dos asesinatos en el mismo hotel donde ellos
encontraron a Bonnie.
Tiene que haber alguna conexin, pens.
Copi la historia.
Al da siguiente, el Estandarte continuaba con el caso.
LOS ASESINATOS DEL HOTEL DE LLANO DE LA ARTEMISA
Las autoridades siguen sumidas en el desconcierto en lo que se
refiere al doble homicidio perpetrado poco antes de la medianoche del
pasado lunes en Llano de la Artemisa. La autopsia de las vctimas,
Elizabeth Radley y su hija, Martha, ha revelado que ambas murieron
desangradas, como consecuencia de las mltiples heridas que sufrieron.
Por el momento, las autoridades tienen pocas pistas y ningn
sospechoso.
El sheriff del condado, Herman Black, ha declarado:
Opinamos que fueron vctimas por azar. Es decir, se encontraban en
un sitio impropio en un momento inadecuado. Llano de la Artemisa no es
un lugar adecuado para vivir. En diversas ocasiones advert a los
Radley del peligro de permanecer all, cuando esa ciudad no es ms que
un pueblo abandonado. En el transcurso de los dos ltimos aos hemos
tenido numerosos problemas con las pandillas de indeseables que
destrozaban el lugar y alborotaban con sus peleas.
El sheriff seal que las bandas de motoristas acudan con frecuencia
a la poblacin y la utilizaban como centro de sus fiestas salvajes.
Durante los ltimos doce meses, se denunciaron no menos de tres
Captulo 24
Al sonar el timbre, los alumnos empezaron a desfilar hacia el pasillo. Lane
empez a recoger los libros del estante de debajo del asiento, de forma que no
resultara demasiado evidente para los dems que iba a permanecer all un rato ms.
No era menester que todo el mundo se enterase de que se quedaba para echar una
mano al profesor. Algunos compaeros creeran que era pura labor de pelotilleo. No
es que a m me importe lo que crean, se dijo. Sin embargo, siempre era ms sensato
pasar todo lo inadvertida que se pudiera.
Jessica se detuvo en el umbral y volvi la cabeza para mirarla.
Lane atrajo los libros apilados hacia el pecho, como si se dispusiera a levantarse.
Se va? pregunt el seor Kramer.
No, ejem. No, si tiene usted algo para m.
El profesor asinti, sonriente.
Tengo una cosa, si no le hace ascos al trabajo manual.
No, no tengo nada en su contra.
Lane mir hacia la puerta, donde Jessica frunci el entrecejo, dio media vuelta y
se alej.
Venga aqu indic Kramer. Introdujo las manos en la cartera, pero sin apartar
los ojos de Lane mientras la muchacha se aproximaba a l.
Confi en que su aspecto fuera bueno. Desde luego, Jim lo haba considerado as.
Durante el almuerzo, la mano del chico no dej de pretender introducirse, casi sin
tapujos, por debajo del desabrochado botn de la blusa. Hasta que Lane perdi los
estribos.
Si no te gusta haba advertido Jim, no deberas ponerte esta cosa tan
provocativa.
La blusa, de color blanco y tipo nicky, era de manga corta y el dobladillo llegaba
justo a la cintura. Sin embargo, ello no significaba que estuviese diseada para invitar
a Jim a explorar las zonas corporales que quedaban fuera de la vista por encima del
talle de Lane.
Por la maana, cuando decidi ponerse aquella blusa y la falda corta de mahn,
Lane no pensaba en la reaccin de Jim. Tena la mente puesta en el seor Kramer.
Quera estar guapa y atractiva a sus ojos. Y quizs un poco sexy.
Si Kramer apreciaba su forma de vestir, no lo dio a entender.
Concentr su atencin en la cartera de mano, mientras Lane daba la vuelta por la
parte posterior de la mesa. El profesor sac una carpeta y la abri, tras volverse hacia
Lane. Dentro de la carpeta haba unas cuantas fotos de tamao veinte por veinticinco.
Whitman? pregunt Lane, con la vista en la primera de las fotografas, que
estaba boca abajo.
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Muy bien.
De nia, jugaba mucho a Autores.
Le gustara clavar estas ah arriba? Para proporcionar a los chicos algo que
merezca la pena mirar cuando estn pensando en las musaraas.
Estupendo dijo Lane. Dnde quiere que las ponga?
El seor Kramer seal la lmina de corcho que recubra la pared, a bastante
altura, entre la pizarra y el techo.
Cree que alcanzar a ponerlas all? Me temo que tendr que subirse encima de
un taburete.
No hay problema dijo Lane.
Muy bien. Fabuloso. Le pasara unos ejercicios para corregir, pero todo lo que
tengo hoy son ensayos. No me queda ms remedio que revisarlos yo mismo.
Ah, esto vale.
El seor Kramer sac del cajn del escritorio una cajita de plstico transparente
llena de tachuelas y se la entreg a Lane, junto con la carpeta de las fotografas.
Hay que colocarlas por un orden especial?
Es indiferente.
El profesor traslad el taburete desde el rincn del aula.
Alto hasta la cintura de Lane, tena patas metlicas y un disco de madera por
asiento. Cada una de las clases pareca contar con un taburete idntico. Los
profesores solan sentarse en ellos, pero el seor Kramer nunca lo utilizaba, prefera
acomodarse en la mesa delantera al dirigirse a los alumnos.
Llev el taburete al otro extremo del encerado.
Puede que sea mejor que le sostenga algo.
Lane le tendi las chinchetas y las fotografas. El hombre permaneci de pie junto
a la chica, fruncido ligeramente el entrecejo.
No se preocupe, caerme no entra en mis planes.
Estoy seguro de que sabe lo que dijo Burns acerca de los planes y proyectos
mejor concebidos.
Me promete que me sujetar si patinan?
Har lo que pueda.
Lane apoy el pie en un travesao, plant la otra rodilla en el asiento y se agarr
al encerado para elevarse hasta colocar los dos pies en la superficie del taburete.
Se encuentra bien ah arriba?
S, creo que s.
Baj la mirada sobre l y se las arregl para sonrer. Se senta en postura precaria.
Contaba con poco espacio para asentar los pies y no poda agarrarse a nada. Pero la
lmina de corcho quedaba frente a su rostro, de modo que no tendra que estirarse
para llegar a ella.
mayor parte de estos autores tuvieron un xito y una celebridad enormes en su propia
poca. Hundi una chincheta a travs de la cartulina. Slo unos pocos no
alcanzaron el reconocimiento de su genio hasta despus de muertos. Como Poe, por
ejemplo.
Al inclinarse para tomar la efigie de Steinbeck, Lane mir por encima del
hombro. El seor Kramer asenta con la cabeza, sonriente.
Y Poe siempre estaba cocido.
El seor Kramer se ech a rer.
Supongo que deba de estarlo, para escribir lo que escriba.
Pues, no s. Lane se enderez y puso la foto en su sitio. Mi padre escribe
cosas peores que Poe y parece bastante normal. Conozco cantidad de autores de
terror que se atienen a los convencionalismos y dems. Apret una chincheta y
se volvi encima del taburete, con cuidado, para mirar al seor Kramer. Algunos
son realmente buenos amigos de mi padre, personas que he tratado durante toda mi
vida. Casi ninguno de ellos tiene nada de excntrico. De hecho, parecen ms
normales y bien adaptados que la mayora de la gente que conozco.
Eso es difcil de creer.
Ya lo s. Usted los considerara lunticos delirantes, verdad?
Al menos, un poco raros.
Sabe qu es lo nico raro? Que la mayor parte de los que trato poseen un
increble sentido del humor. Siempre estn tomndome el pelo.
Extrao. Tal vez su humor sea un reflejo de su desquiciada forma de ver el
mundo.
Es ms que probable. Lane se baj de la alta banqueta, traslad esta un poco
ms hacia el seor Kramer y se subi de nuevo. Al incorporarse, cogi un retrato de
Faulkner de la bandeja de las tizas. Ados la foto a la superficie del corcho y la fij
en su sitio con las chinchetas. Percibi un chirrido y volvi la cabeza. El seor
Kramer haba girado su silln. Tena la vista levantada hacia ella.
El hombre no dijo nada.
Lane se agach para tomar otra fotografa.
Sabe lo que decimos nosotros respecto a los escritores muertos y a la fama?
pregunt, al levantarse.
El cuento.
Exacto. Bien, quiere saber algo inslito? Lo contrario es la verdad. Al menos,
hoy en da. Fij la imagen de Frost al corcho. Cuando un escritor estira la pata es
cuando esta definitivamente escacharrado.
Oy rer al profesor. Lane volvi la cabeza y le dirigi una sonrisa.
Los editores quieren crear un escritor. Una vez est muerto, no desean ni
tocarlo.
Ms risas.
Es cierto. A menos que sea un autntico fenmeno. Como la mayor parte de las
personas, una vez muertos los escritores dejan de interesar. S de un agente literario
al que se le muri uno de sus autores estrella y lo mantuvo en secreto. Era una gran
escritora de novelas romnticas, sabe? El agente comprendi que iba a perder una
fortuna. Qu hizo? Contrat los servicios de un negro para que escribiera relatos a
imitacin de la difunta y los vendi con el nombre de esta. Puede creerlo?
Eso da un nuevo significado al trmino inmortalidad literaria.
S, yo dira que s.
Lane se volvi y cogi de la bandeja el retrato de Sandburg. Al ponerse derecha
se percat de que tena que haber movido el taburete. Frost ya haba quedado a cierta
distancia a su izquierda. Colocar a Sandburg la obligaba a estirarse demasiado. Pero
supuso que podra hacerlo.
Se ech hacia adelante y apoy el antebrazo derecho en el encerado. Inclin el
cuerpo a la izquierda. Alarg la mano con el retrato de Sandburg, lo peg a la lmina
de corcho y el taburete se volc.
Oh, mierda! se oy Lane jadear.
Una parte de su cerebro pareca haberse desconectado, retroceder unos pasos para
contemplar aquel suceso ridculo y embarazoso. Se vio a s misma caer, agitar los
brazos en el aire por encima de la cabeza y levantar mucho la pierna derecha como si
al caer el taburete la hubiese proyectado a ella hacia el techo. Se le levantaron las
faldas por encima de las caderas. La blusa dej al descubierto la mitad del tronco.
Maravilloso maravilloso.
Oy un golpe, pero no era ella. An no. Quiz la silla de Kramer que chocaba
contra la pared.
Viene a rescatarme?, se pregunt. O slo trata de quitarse de en medio?
Que acuda a rescatarla lo comprendi Lane al sentir que una de las manos del
hombre se le introduca bajo las axilas y que la otra chocaba con la carne de la
levantada pierna, por la parte interior del muslo. Not que aquellas manos tiraban
hacia arriba. Luego, la muchacha choc contra el suelo y el impacto le arranc un
gemido.
Las manos se apartaron.
Dios mo, se encuentra bien?
Entre jadeos y asentimientos de cabeza, Lane rod sobre s misma para quedar
boca arriba. El seor Kramer se arrodillaba a su lado. El hombre tena el rostro
encarnado, los ojos desorbitados, los labios torcidos para formar una grotesca mueca.
Me parece que sobrevivir murmur Lane. Empez a incorporarse.
No. El profesor la empuj suavemente por los hombros. La chica se relaj.
No intente levantarse. Descanse un momento. Le dio masaje en el hombro. Fue
As lo har.
Por la noche, Lane esper hasta que acabaron de cenar y luego se fue al cuarto de
bao. An llevaba puesta la ropa con que fue al instituto. Se tendi en el suelo. All,
levant la falda y la blusa para situarlas como estaban cuando se cay del taburete.
Dispuso las piernas para que coincidiesen con la postura que adoptaron entonces: la
izquierda recta y llana sobre la alfombra; la derecha levantada ligeramente, con la
rodilla doblada, apuntando hacia afuera. Se incorpor, apoyada en los codos, y baj la
mirada sobre s.
En esta posicin mir al seor Kramer. Vaca sagrada.
Observ entonces que en la pierna derecha haba un pequeo moretn purpreo.
La impronta del seor Kramer? Ese debe de ser el punto por donde me agarr para
detener mi cada, comprendi Lane. Un poco ms abajo de la ingle.
Hombre murmur.
Le pareci que an notaba all la mano, como si el seor Kramer hubiese dejado
un fantasma de la misma.
Si Jim me hubiese cogido el muslo por ah
Olvdate de Jim, se dijo.
Se levant, fue a colocarse delante del espejo y se levant otra vez las faldas. Las
bragas, tersas, ceidas y ajustadas, eran de tela azul, casi transparente.
Lane hizo una mueca al reflejo de su propia imagen. Tena la cara coloradsima.
Seguro que se dio una buena racin de vistas murmur Lane.
Pero en ningn momento se propas. Se ha comportado como un perfecto
caballero. Esa es la diferencia entre un hombre maduro y sensible como el seor
Kramer y un jovenzuelo calentn como Jim.
Lane tap el desage de la baera y abri el grifo. Mientras la baera se llenaba
de agua, la muchacha se desnud. Se puso de nuevo ante el espejo. Haba
magulladuras encima del saliente del hueso de la cadera izquierda y en la parte
inferior de la caja torcica.
Se contempl el seno izquierdo. Se inclin hacia atrs para examinar la parte
inferior del pecho, donde la mueca del seor Kramer lo frot a travs del sostn. La
piel apareca tersa y blanca.
Qu esperabas?, se pregunt.
Pero no le pareca bien que all no se apreciase prueba visible alguna del contacto
del profesor.
Lane mene la cabeza y se volvi hacia la baera. Se agach para cerrar el grifo.
Luego pas por encima del borde de la pileta.
Se sumergi en el agua caliente. Se estir debajo de ella, se retorci entre la
caricia lquida y, una y otra vez, dispuso el cuerpo para que adoptase la misma
postura que tuvo en el piso del aula. Cerr los ojos.
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Captulo 25
Jessica se despert. Mantuvo cerrado un ojo, mientras entreabra el otro para
atisbar la lmpara de la mesita de noche. Luego mir el reloj despertador. Casi las
tres. De la madrugada?
Qu ocurre?, se pregunt. Qu hace la lmpara encendida?
Se dio media vuelta, para colocarse boca arriba y luego sentarse.
Kramer, desnudo, estaba de pie, con la espalda apoyada en la cerrada puerta del
dormitorio. La mano izquierda descansaba en la placa del interruptor. La derecha,
cada a lo largo del costado, empuaba una navaja barbera.
A Jessica le dio un vuelco el corazn.
No te alegras de verme? le pregunt Kramer. Lo dijo en un tono de voz
normal, no susurrando. En la quietud de la noche, sonaba muy alto.
Jessica tuvo que hacer un esfuerzo para respirar.
Mis padres pueden orte murmur finalmente.
T crees? Kramer habl todava ms alto.
Puede que no, se dijo Jessica. La puerta estaba cerrada.
La habitacin de sus padres se encontraba en el otro extremo del pasillo. Adems,
tenan el sueo muy pesado.
Kramer apart la mano del interruptor de la luz. Avanz despacio hacia los pies
de la cama.
Jessica contempl la navaja que se balanceaba junto al costado del hombre.
Por qu llevaba una navaja aquella noche?
Le haba advertido que poda volver con una navaja barbera.
La chica jade. Al parecer, no lograba introducir suficiente aire en sus pulmones.
No dije balbuce. No he dicho nada de ti. Qu quieres?
Kramer no contest. Se curv hacia arriba una comisura de su boca. Se detuvo al
llegar a los pies del lecho. Con los ojos clavados en Jessica, alarg la mano izquierda
y tir hacia s de la ropa de la cama.
La muchacha no se movi.
La manta y la sbana de arriba se deslizaron a lo largo de su cuerpo, descendieron
por las piernas y cayeron al llegar al final del colchn. El corto camisn de Jessica,
arrugado y retorcido durante el sueo, la dejaba al aire de cintura para abajo.
Magnfico dijo Kramer. Ahora, chate de espaldas y reljate.
La muchacha sacudi la cabeza. Desplaz el brazo izquierdo y dej que la
escayola descansara encima del muslo mientras bloqueaba con la mano la vista del
profesor.
Ese no es modo de comportarse. Tendrs notas muy bajas en la disciplina de
colaboracin.
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sacudi a Jessica. El hombre la agarr del pelo. Dio un tirn, se agit debajo de las
rodillas de la chica y la impuls hacia atrs. Jessica fue a estrellarse contra el piso. El
impacto la dej estremecida y sin aliento.
Kramer haba apresado una de sus rodillas, tir de Jessica y le levant la pierna.
La muchacha alz la mirada y vio que la pantorrilla derecha se haba elevado de
forma que el taln rozaba el borde superior del lecho. Antes de que pudiera moverse,
Kramer le descarg un terrible golpe en la rodilla. Como si la pierna fuese una rama
de rbol, oy el agudo chasquido, vio derrumbarse la pierna bajo el pie de Kramer y
sinti un estallido agnico que le torn su visin primero roja y despus negra.
Al despertarse, Jessica se encontr en la cama. Encima de su cuerpo, dentro de
ella, Kramer grua, afanado en sus impulsos penetrantes. Un fuego interior quemaba
la pierna izquierda de la muchacha, como si los huesos estuvieran ardiendo. El dolor
era tan intenso, que el empuje del pene de Kramer pareca algo incidental. Jessica
dese que Kramer terminase de una vez y dejara de rebotarle sobre la pierna.
Cuando trat de mover los estirados brazos, se dio cuenta de que los tena atados
por las muecas. Seguramente a los postes de la cama.
No tena ni la menor posibilidad de resistirse. Por fin, Kramer acab.
Pero Jessica saba que no iba a darse por satisfecho.
Eso no pareca importar mucho. Se daba cuenta de que deba importarle, de que
deba preocuparse. Pero su entendimiento estaba nublado, todo era borroso y, salvo
en el dolor, no poda concentrarse en nada.
El dolor no poda agudizarse ms. Pero se agudiz.
Fue todava mucho peor cuando Kramer empez con la navaja. Fue tan
espantoso, que Jessica grit, al tiempo que se preguntaba por qu no haba chillado
antes. Su padre la oira. Su padre acudira a salvarla.
Kramer le meti un trapo en la boca.
Sigui cortando.
Dnde est pap?
Jessica se desmay.
Cuando recobr el sentido, Kramer estaba agachado sobre ella. Le lama y
chupaba las heridas. Alz la cara y mir a la joven. Todo el rostro, salvo los ojos,
estaba teido de sangre. Hasta la dentadura apareca roja.
Quit el trapo de la boca de Jessica. Lo arroj a un lado, se tendi en la cama y
retorci el cuerpo de la joven. El pene entr de nuevo en Jessica. La lengua de
Kramer llen la boca de la muchacha. La cabalg con furia, como si pretendiese que
el cuerpo de la chica traspasara el colchn.
Posteriormente, Jessica le vio de pie junto a la cama. Iba limpio. Se haba vestido.
Llevaba debajo del brazo un fajo de peridicos. Se agach y ella dej de verle.
Luego oy el crujido que producen los papeles cuando los arrugan.
Captulo 26
Bonnie se le acerc. Se encamin silenciosa hacia su cama. Tena un aspecto
adorable, radiante, con la rubia cabellera ondulando en torno a su preciosa carita.
Llevaba la falda azul plisada y el jersey de color ureo que eran parte del atuendo de
corista, pero iba descalza.
Se detuvo junto a la cama de Larry y le mir con expresin solemne en las
pupilas.
Te he estado esperando dijo, en tono tan suave como una caricia. Por qu
no acudiste a m?
No, no s. Deseaba ir, pero
No sabes que te quiero?
Las palabras de Bonnie aceleraron los latidos del corazn de Larry.
Que me quieres?
Claro. Por qu no iba a quererte?
Y por qu ibas a quererme? pregunt Larry a su vez. Ni siquiera nos
conocemos.
Una sonrisa dulce alete en las comisuras de la boca de Bonnie.
Nos conocemos con el corazn. Te quiero tanto, Larry! Y t tambin me
quieres, verdad?
S confes l, y not un arrebato de alegra. S, te quiero.
En su mente brot entonces una idea que le oprimi el corazn.
Pero ests muerta, Bonnie.
La clara risa de la muchacha fue un suave hlito.
No seas tonto. Tengo aspecto de muerta?
Tu aspecto es tan hermoso!
Bonnie se le acerc ms. Se inclin sobre l hasta que los mechones de su
cabellera rozaron las mejillas de Larry. Los labios de Bonnie encontraron los suyos.
Eran dulces, clidos, hmedos. Se entreabrieron y Larry sinti entrar en su boca el
aliento de la muchacha.
Sac los brazos de debajo de la sbana. Coloc ambas manos en los costados de
Bonnie, la acarici por encima del jersey, percibi el calor de la carne, la suave curva
de las costillas.
Bonnie separ sus labios de los de Larry.
Tengo tacto de muerta?
Desde luego que no murmur l a travs del nudo que se le haba formado en
la garganta. Tienes un tacto de maravilla.
Hace mucho que suspiro por ti, Larry.
Yo tambin por ti.
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Desliz las manos por debajo del jersey de Bonnie. Un temblor recorri todo su
ser al tocar la aterciopelada piel, por encima de las caderas.
Entonces record otra cosa y, de nuevo, su alegra se contrajo hasta convertirse en
angustia. Aunque anhelaba dolorosamente a Bonnie, retir las manos de debajo del
jersey y las dej caer sobre el colchn.
Estoy casado, Bonnie.
La amas?
Hubiera deseado decir No. Pero le resultaba imposible.
S declar. Lo siento. Dios, cmo lo lamento! Quiero a Jean, pero
tambin te quiero a ti.
No tiene nada de malo susurr Bonnie, y el calor de su respiracin toc los
labios de Larry. Puedes tenernos a las dos.
No creo que a Jean le gustara.
No se enterar. Te lo prometo. Ser nuestro secreto.
Larry not que la ropa de la cama se apartaba de encima de su cuerpo y que el
fresco aire de la maana incida sobre su piel. Bonnie le bes en el cuello. Le bes en
el hombro, en el pecho
No susurr Larry.
Eso que dices, no lo sientes, cario.
Los suaves labios se pegaron al pezn de una tetilla. Larry gimi entre la agona
del deseo y la sensacin de prdida.
No estara bien dijo.
El amor siempre est bien.
No s.
S susurr Bonnie. S, cario mo.
Gate y se le puso encima. A horcajadas, erguida sobre las rodillas, de forma que
el delgado algodn de la falda cubra a Larry, protegindole de la frescura de la
maana. El calor de sus cuerpos pareci mezclarse en el aire, debajo de la prenda.
Sea como fuere, Larry saba que Bonnie no llevaba bragas. Se mora de ganas de que
ella bajase el cuerpo, se empalara por s misma, dejase que l ascendiese hasta lo ms
alto del calor viscoso y prieto que Bonnie ofreca dentro de s.
Pero ella no descendi. Todava no.
Sonri a Larry y se quit el jersey. l vio como la prenda se deslizaba despacio
hacia arriba, desvelando la tersura del vientre, las lneas de las costillas, los pechos
Eran dos prominencias gemelas, de color crema, con pezones rosados y erectos. Se
levantaron ligeramente cuando Bonnie pas el jersey por la cabeza. Mantuvo los
brazos en alto y desliz las mangas por ellos. Despus arroj el jersey al suelo.
Larry alz las manos hacia los senos. Los acarici levemente. Pens que jams
haba tocado nada tan fino y delicado.
Bonnie le dedicaba una sonrisa mientras conduca una de las manos de Larry por
el canalillo entre las dos turgencias. La desliz arriba y abajo, al tiempo que ella
misma se acariciaba con la yema de los dedos.
Ni una cicatriz susurr. Larry record la estaca.
Ah! articul. Es verdad.
Nueva, como recin surgida a la vida. Y soy tuya. Tuya para siempre y empez
a descender sobre l.
Larry dej escapar un gemido.
Esto est mal pens. No puedo hacerlo. Incluso aunque Jean no llegara a
enterarse.
Pero Bonnie segua movindose despacio, bajaba ms y ms. Larry oprimi sus
pechos. Ms bajo. Tuvo la sensacin de que su pene se vea atrado, absorbido hacia
el centro oscuro y expectante de Bonnie.
Retumb el timbre del despertador.
Los prpados de Larry se abrieron de golpe.
Bonnie haba desaparecido.
Un sueo. No haba sido ms que un sueo, y el despertador acababa de birlarle el
momento cumbre. Le dola el pecho. Le entraron ganas de echarse a llorar.
Pero tambin haba tenido suerte. Unos cuantos segundos ms y habra dejado la
cama perdida.
Se encontr tendido boca arriba, cubierto slo por una sbana. Una sbana que
tena montada una pequea tienda de campaa sobre la ingle de Larry.
Si Bonnie se le hubiera deslizado encima
Se dio media vuelta. Jean estaba sobre un codo, de espaldas a l. Pero cuando la
alarma del despertador dej de sonar, la mujer se puso boca arriba y cerr los ojos.
Larry alarg el brazo y pos una mano sobre el vientre de la mujer. La piel tena
un tacto caliente a travs de la tela del camisn. Jean volvi la cara hacia Larry.
Entreabri ligeramente los prpados y le sonri perezosamente.
Buenos das, compaero susurr.
Hummm dijo l, y su mano serpente por encima del camisn hasta el pecho
de Jean. No era como el de Bonnie. Ninguna corriente de fuego se desencaden por
su cuerpo cuando lo toc. Pero el seno de Jean era suave, clido y familiar, y cuando
el pezn se puso rgido al contacto con la palma de la mano de Larry, este not que la
ereccin recobraba vida.
Apart el tirante del hombro de Jean e introdujo la mano por la bolsa que dejaba
el tejido. Jean gimi. Se retorci como a impulso de las caricias de l. Luego, se peg
a Larry.
No cabe duda de que esta maana estamos animados, eufricos y rebosantes de
energa murmur.
S.
Los dedos de la mujer se curvaron alrededor de la verga.
Ser mejor que cierres la puerta. Lane puede levantarse en cualquier momento.
Cuando volva de cerrar la puerta, vio a Jean echar la ropa de la cama por los pies
del mueble y quitarse el camisn por encima de la cabeza. En el momento en que la
prenda le cubra la cara, por la mente de Larry pas en un fogonazo la imagen de
Bonnie desprendindose del jersey de corista.
Los cuerpos de ambas eran muy parecidos.
No pienses en Bonnie, se recomend. Eso no fue ms que un sueo y es perverso
pensar en ella. Es como engaar, como cometer un adulterio.
Pero no poda evitarlo.
No deseaba evitarlo.
Cerr los ojos, hizo el amor con Jean y la mujer que tena debajo dej de ser su
esposa. Era Bonnie, la Bonnie de las fotos del anuario, la Bonnie de sus sueos:
dieciocho aos, preciosa, inocente; vida, jadeante, retorcindose de lujuria,
comprimindose contra l para recibir mejor y disfrutar ms de los achuchones. Su
Bonnie. Su Reina del nimo.
Larry pareci estallar. La inund.
Cumplido el acto, Jean mantuvo las piernas en torno al cuerpo de Larry, como si
tratara de retenerlo perpetuamente dentro de ella. Le abraz con fuerza. Larry abri
los ojos. Jean alz la vista y se le qued mirando, ojerosa y feliz. Larry la bes en la
boca.
Se senta basura total.
Ocurre algo? pregunt la mujer.
Larry neg con la cabeza.
Nada. Es que tengo que volver hoy otra vez a la biblioteca. Me fastidia perder
tanto tiempo con esta investigacin documental.
Te preparo un desayuno de no te menees antes de que te vayas?
Formidable.
Mientras se embuta en los vaqueros, Lane olfate el aroma del tocino frito.
Estn desayunando? se extra. Qu fiesta ser hoy?
Se abstuvo de subir la cremallera a fin de concederse un poco de espacio y
respirar y, sentada en el borde de la cama, procedi a ponerse las nuevas botas azules
que se haba comprado el da anterior, al salir del instituto.
De pie, admir el magnfico efecto que causaban con los vaqueros blancos.
Mala suerte no haber podido llevar ayer este conjunto, pens. Se ruboriz al
recordar la escena: ella encima del taburete, con su minifalda y su blusa suelta, el
seor Kramer a sus pies y, luego, el desorden de las prendas cuando se vino abajo.
Evoc luego el contacto de las manos del profesor. An senta cierto bochorno, cierta
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Captulo 27
A solas en el coche, durante el trayecto a la biblioteca pblica, Larry dispuso por
fin de tiempo para s mismo, de tiempo para ponderar lo que haba hecho aquella
maana y para mitigar la vergenza que le abochornaba.
Haba traicionado a Jean.
En realidad, no se dijo. Tampoco era tan grave. Tu viste una pequea fantasa,
nada ms.
Lo cierto es que amabas a Bonnie.
Jean no lo saba. Crey que fue algo colosal.
La chica est muerta, por el amor de Dios.
Debo de andar tocado del ala, tener sueos como ese.
Rayos, es perfectamente natural. He estado estudiando a esa pobre chica
mirando fotos suyas, leyendo cosas que se refieren a ella Y la tengo en el garaje!
Quin no empezara a soar con ella? Debo alegrarme de que no fuera una pesadilla.
Y si se me hubiera presentado con el aspecto que tiene ahora?
Quizs habra sido mejor. Puede que el susto me los hubiera puesto por corbata,
pero al menos no habra acabado empinndomela y dejndome hecho polvo con esta
psicosis de culpabilidad.
Tmatelo con calma se dijo. Fue el subconsciente. Uno no puede controlar el
subconsciente.
Mierda. Fue un sueo destinado a satisfacer un deseo. Yo deseaba que viniese a
mi cama. Y no fue el subconsciente lo que me indujo a volcar mi lascivia sobre
Las noticias de la radio interrumpieron sus meditaciones.
Haban asesinado a una familia, formada por tres personas, en Recodo de la
Cabeza de Mula. Prendieron fuego a su casa.
Uno de los miembros de esa familia era una joven de diecisiete aos.
Se pregunt si Lane conocera a aquella muchacha. El nombre no le sonaba
familiar, pero sin duda cursara el ltimo ao en el instituto Buford. Lane tena que
conocerla, seguro.
Pens que no deban de ser buenas amigas porque, en tal caso, l habra odo ese
nombre antes. Jessica. No. No le sonaba.
Incluso aunque slo la conociera de pasada, para Lane sera todo un choque. Una
chica de su curso asesinada.
Es que no hay seguridad en ninguna parte?
Claro que no. Qu eres t? Un idiota?
Sabes condenadamente bien que Recodo de la Cabeza de Mula no es
precisamente un refugio de paz y sosiego. Bonnie, Linda y Sandra constituyen buena
prueba de ello. Y no olvides a Martha Radley. Viva en Llano de la Artemisa, pero
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Buenos das, Alice dijo Larry. Aqu estoy de nuevo, dispuesto a echar otra
mirada a esos Estandartes del sesenta y ocho.
Ah, creo que eso puede arreglarse.
La mujer se desvaneci dentro de su despacho, para volver al cabo de un
momento con la caja de microfichas.
Tras darle las gracias, Larry se acomod delante de la mquina lectora-impresora.
Fue pasando fichas en la caja hasta llegar a la que tena la etiqueta de Estandarte de
la Cabeza de Mula, 15 de agosto de 1968, da siguiente al de la noticia de la
desaparicin de Bonnie. Sac de su sobre la tarjeta de plstico, la insert en el visor y
puso en pantalla la primera pgina del peridico. Fotografas de las tres jvenes
desaparecidas. El titular rezaba:
SE BUSCA A URIAH RADLEY EN RELACIN CON LAS TRES ADOLESCENTES
DESAPARECIDAS
Oh, cielos murmur Larry. Haba esperado que las historias continuasen,
pero no aquello.
En el curso de las investigaciones relacionadas con la reciente
desaparicin de tres adolescentes de Recodo de la Cabeza de Mula, las
autoridades han emprendido la bsqueda de Uriah Radley, cuya esposa e
hija de diecisis aos fueron misteriosamente asesinadas en el hotel de
Llano de la Artemisa, el 15 de julio.
De este sorprendente giro del caso ha informado a primera hora de la
maana el jefe de polica, Jud Ring, quien declar que un testigo ha
identificado al antiguo propietario del hotel como el hombre al que vio
a bordo de una camioneta de reparto cerca de la residencia de Bonnie
Saxon, poco antes de que la muchacha desapareciera.
Un primer intento de detener a Uriah Radley concluy en fracaso
cuando, esta maana temprano, una partida de agentes de la polica de
Recodo de la Cabeza de Mula, en colaboracin con comisarios del sheriff
del condado, realizaron una incursin en el hotel de Llano de la
Artemisa, sin poder localizar al sospechoso.
Se cree que, a estas horas, Uriah Radley habr huido de la zona. Las
autoridades han remitido solicitudes de arresto a travs de California,
Nevada y Arizona.
Bonnie Saxon, de dieciocho aos, antigua Reina del nimo del
instituto Buford, desapareci de su domicilio de la avenida Usher en la
noche del viernes. El hecho de que el cristal de la ventana de su
cuarto apareciese roto indicaba que hubo allanamiento de morada y, por
otra parte, en la cama se encontraron manchas de sangre. Bonnie Saxon
es el caso ms reciente de las tres jvenes de la localidad que han
desaparecido en misteriosas circunstancias.
El 10 de agosto, se produjo el secuestro de Linda Latham, cuando
volva a su domicilio de casa de una amiga. Con anterioridad, el 26 de
julio, Sandra Dunlap desapareci de su hogar en circunstancias casi
idnticas a las que concurrieron en la desaparicin de la joven Saxon.
La informacin de que Uriah Radley fue visto cerca de la residencia
Bonnie.
Larry supuso que se la llev al hotel y escondi su cadver debajo de la escalera
antes de escapar hacia lugares desconocidos. Pero qu fue de Sandra y Linda? Con
ellas no hubiera tenido que correr tanto. Tal vez llev al desierto sus cuerpos
atravesados por la estaca y los enterr en sepulturas annimas.
Por otra parte, quiz las escondi en la ciudad, lo mismo que hizo con Bonnie.
All no haba ms que casas abandonadas. Poda haberlas albergado entre paredes o
debajo del suelo.
Me gustara saber si podremos encontrarlas, pens Larry. Los policas no
tuvieron suerte.
Diablos se dijo, ni siquiera fueron capaces de dar con Bonnie y eso que la tenan
delante de sus narices cuando registraron el hotel
Delante de sus narices.
Bueno, el recinto de debajo de la escalera se encontraba tapiado. Caliente y seco.
Al estar momificada, Bonnie no se descompuso mucho: eso era evidente, bastaba
echarle una mirada. As que quiz no heda demasiado.
Larry record el olor de debajo de la escalera. rido, polvoriento, un poco como
el de esos libros viejos cuyas pginas se han vuelto amarillentas.
Los aromas de su sueo volvieron al olfato de Larry. La fragancia ntima y
agradable de la lana del jersey. El pelo, revoloteando sobre su rostro, tena el perfume
de la brisa matinal. La piel despeda un tenue olor a canela. La respiracin era
mentolada, como si Bonnie se acabara de limpiar los dientes.
Larry se ech hacia atrs en la silla. Cerr los ojos. Casi poda oler a Bonnie en
aquel momento.
Tu olfato no percibi absolutamente nada reflexion. Todo fue un invento
de tu imaginacin.
Tan real, pens.
Tan real que el recuerdo bast para que la anhelase de nuevo.
Ola as, se pregunt, cuando estaba viva?
Olera as si resucitara y volviera a vivir?
No es ninguna vampira se dijo Larry. Pero supongamos que s lo es.
Supongamos que le arranco la estaca y resulta que es verdaderamente una vampira.
Sera igual que la Bonnie que vino a m esta maana?
Olera del mismo modo? Tendra idntico aspecto? Se comportara tal como lo
hizo? Me amara?
Captulo 28
Lane entr en el aula un minuto antes de que empezara la sexta clase. La mitad de
los asientos estaban desocupados. Incluido el de Benson. Incluido el de Jessica.
Mientras se encaminaba a su pupitre, Lane lanz un vistazo al vaco sitio de
Jessica.
La chica no volvera a sentarse all jams.
La idea le pareci tenebrosa y abrumadora. Produjo a Lane una calurosa
sensacin de vrtigo en la boca del estmago. Se sent, se encorv hacia adelante y
apoy los codos en la superficie del pupitre y las manos en las mejillas, fija al frente
la mirada.
Observ que el seor Kramer haba terminado de clavar en el corcho las
fotografas de escritores. Ella se cay del taburete cuando trataba de poner all la de
Sandburg, cuyo rostro tranquilo y solemne, con un mechn de pelo blanco
cubrindole un ojo, se encontraba ahora junto al de Frost.
A continuacin de Sandburg, el seor Kramer haba colocado a T. S. Elliot, F.
Scott Fitzgerald y Thomas Wolfe. Slo me faltaban cuatro para acabar, pens Lane.
Desplomarse pareci un asunto de gran importancia: su torpeza al permitir que
sucediese, la vergenza que sinti por la forma en que buena parte de su cuerpo
quedara a la vista del seor Kramer, el emocionado estremecimiento que experiment
cuando l la toc. Ahora, nada de eso importaba gran cosa. La muerte de Jessica
pareca haber quitado trascendencia a todo lo dems.
Apenas haba tratado a aquella muchacha. Ni siquiera le caa simptica.
Pero, desde el mismo instante en que oy la noticia del asesinato, Lane se haba
sentido pequea e insignificante, como si su propia vida no fuese ms que una
representacin.
Interpretaba su breve y estpido papel. Y mientras se extenda en la mezquindad
de sus problemas, ilusiones, deseos y esperanzas, a salvo en su minsculo escenario,
cosas reales sucedan en un mundo real prximo. En un lugar espantoso, extrao,
lleno de oscuridad y de muerte violenta.
No le gustaba en absoluto aquella sensacin. Lograba que todo lo que ella haca
pareciese insustancial. Pero incluso era peor el punzante miedo de que de algn
modo, en algn momento, se pudiese ver ella arrastrada al interior de ese mundo real,
en el que Jessica y tantas otras personas (todas, quiz, tarde o temprano) concluan
aplastadas.
Eso la aterraba.
A lo largo de todo el da, cada vez que recordaba a Jessica, Lane rompa a sudar.
Camino de la sexta clase, hizo un alto en los servicios y se vente las axilas. No olan
mal, gracias al desodorante, pero la blusa estaba all hmeda. Ahora, en el aula, la
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Las manos se retiraron de debajo del cuello de la blusa. Empezaron a apretarle los
hombros.
En otro momento. Eh, alguien puede entrar y formarse una idea equivocada.
Lane supuso que eso era cierto. Ella no tena derecho a esperar que el seor
Kramer arriesgase su empleo por aplicarle un inocente masaje.
El profesor le dio una palmada en el hombro, como poda hacerlo el entrenador
del equipo.
Pngase ya a calificar esos ejercicios.
Se apart de la muchacha y se encamin rpidamente hacia su escritorio.
Seor Kramer?
El hombre volvi la cabeza y mir a Lane, enarcadas las cejas, ligeramente rojo el
semblante.
Me encuentro muchsimo mejor ya. Gracias.
Me alegro de haberla ayudado.
Sigui hasta su mesa, se sent y empez a hojear los papeles que tena delante.
Lane procedi tambin a revisar las oraciones gramaticales. El cuello y los
hombros parecan conservar an el calor del contacto de las manos del seor Kramer.
Senta como si en su interior algo estuviese al rojo vivo.
Se dio cuenta de que an llevaba desabrochado el primer botn del escote.
Encorvada sobre el pupitre, mir hacia all. Por debajo del punto donde el botn se
desabroch, vislumbr la parte ensombrecida de su seno derecho.
La habra visto el seor Kramer?
Lo ms probable era que no, decidi. Al fin y al cabo, estaba detrs de ella.
No abroch el botn ni se arregl la blusa y, mientras correga los ejercicios,
disfrut del placentero conocimiento de la existencia de aquel pequeo hueco abierto
all.
Esperaba que el seor Kramer tambin tuviera conciencia de ello.
Cada vez que Lane levant la cabeza, sin embargo, 1o vio enfrascado en sus
papeles.
Por fin, el hombre se levant y fue a llevar una carpeta al extremo de la mesa. La
introdujo en la cartera.
Cmo va eso, Lane?
Me quedan unos pocos.
Bueno, me temo que es hora de cerrar la tienda. Los acabar yo esta noche.
Muy bien.
Lane los coloc ordenada y pulcramente en la carpeta, abandon el asiento y se
acerc a la mesa. Inclinndose a travs de la misma, tendi al profesor la carpeta y el
bolgrafo.
La muchacha observ que, mientras los tomaba, los ojos del seor Kramer
Captulo 29
La maana del viernes, el timbre del despertador sobresalt a Larry. Mientras
Jean interrumpa aquel retintn, Larry se dio media vuelta y apret el rostro contra el
calor de la almohada. Una leve sacudida agit la cama. Jean se levantaba.
Oy el tenue rumor de sus pasos sobre la alfombra y luego el chasquido que
produjo la puerta al cerrarse.
A solas en el dormitorio, se pregunt si habra soado con Bonnie. De ser as, no
lo recordaba. Se sinti un poco decepcionado. Aunque, ciertamente, lo que ms senta
era alivio. Le brot un nudo en la boca del estmago al acordarse de la decisin que
haba adoptado la noche anterior.
Pete le haba telefoneado despus de cenar.
Eh, hombre! dijo. Qu pasa? Me ests dejando fuera del asunto o qu?
No, ejem. Lo que pasa es que he tenido mucho trabajo, nada ms.
Ya, bueno, pero podas mantenerme informado de cmo van las cosas. Sigues
trabajando en nuestro libro?
Va tirando adelante.
No puedes hablar? Tienes alguien cerca y no quieres que se entere de la
conversacin?
No. Aqu todo est bien.
Larry haba cogido el supletorio de la alcoba. Saba que Jean estaba fregando los
platos en la cocina. Y que Lane segua sentada en la sala de estar, entregada a la
lectura de un libro de poemas que le haba dejado su profesor de ingls.
Yo por mi parte, ahora dispongo de un rato de intimidad declar Pete.
Barb est tomando uno de sus baos maratonianos. As que me dije que podamos
charlar un poco acerca de la cosa. El fin de semana debe de serte tremendo. Ests
muy liado?
Bastante.
Bueno, y ahora qu? Me parece que deberamos levantar el teln y empezar el
espectculo. He ido de compras. Me he mercado una estupenda videocmara. Viene a
costarme unos mil trescientos, pero supongo que vale la pena, puesto que as
podremos grabar en vdeo el momento histrico en que arranquemos la estaca. Cosa
que debemos hacer ya. Qu te parece maana por la noche?
Maana por la noche? Larry no pudo eliminar la alarma que satur sus
palabras.
Por qu no? Hasta ahora, todo ha ido bien, no? Por qu aplazar lo de la
estaca?
Quedan algunos cabos sueltos.
Silencio. Cuando Pete volvi a hablar, el tono apremiante haba desaparecido de
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familia?
Todo lo indica as.
Jess, nuestro libro va a ser un bombazo sensacional, no cabe duda! Ahora, si
esta noche le arrancamos la estaca y resulta que es una vampira para qu las
prisas?
El corazn de Larry se desboc.
Esta noche no.
Por qu diablos no? Hemos de redondear la historia. Lo tenemos todo, menos
el final.
Queda un cabo suelto.
Vale. Tu famoso cabo suelto. De qu se trata?
Larry no lo saba. Pero era cosa de encontrar una razn para retrasar la extraccin
de la estaca.
De pronto, vio el cabo suelto. Era tan evidente
Quin puso el candado nuevo en la puerta del hotel? pregunt. Quin
cubri el agujero del rellano de la escalera? Creo que muy bien pudo ser Uriah. Creo
que ha vuelto a Llano de la Artemisa.
Pete, que se estaba limpiando los labios con una servilleta, se qued con la vista
clavada en Larry. Baj la servilleta. Se atus un lado del bigote. Entorn los
prpados.
Dios todopoderoso! murmur. Apuesto a que tienes razn. Quiz sea
nuestro amigo, el devorador de coyotes.
Y si conseguimos dar con l?
Y si logramos cazarlo? Un arresto efectuado por un ciudadano! La detencin
del maldito Judas, menuda publicidad! Lar, eres lo que se dice un genio!
Un genio? Se senta como si acabara de apartarse del borde de un acantilado.
Iremos all maana determin Pete. Diremos a las parientas que vamos a
hacer ejercicios de tiro. No quisieron venir la otra vez, se alegrarn de librarse de
nosotros. Nos acercaremos a Llano de la Artemisa y cazaremos a nuestro asesino.
Captulo 30
He pedido a Henry y a Betty que nos acompaen esta noche anunci Lane.
Jim, que masticaba el mordisco que acababa de propinarle a la manzana, puso
cara de haberle hincado el diente a un gusano.
Su voz son ahogada.
Ests de coa.
No te importa, verdad? pregunt Lane.
Importarme? Mierda! Vas de vacile conmigo, no?
Creo que ser estupendo.
Cmo puedes hacerme esto? Llevamos semanas sin salir los dos solitos, y
ahora resulta que tenemos que llevar de carabina a esos dos desperdicios clnicos.
Son mis mejores amigos, Jim.
Eso no significa que ests obligada a llevarlos contigo a todas partes. Mierda.
Lo van a estropear todo.
No, no estropearn nada.
Oh, vale. Claro. Maldicin. No puedes decirles que cambiaste de idea?
Lane neg con la cabeza.
Saba que ibas a ponerte en los cuernos de la Luna.
Por qu lo hiciste, entonces?
Me dio por ah, un capricho, conforme?
Con cara de pocos amigos, Jim se apart de Lane y asest otro mordisco a la
manzana. Puso en los dientes toda la rabia que le embargaba.
Lane contempl el resto de su bocadillo de jamn. Pens que poda atragantarse
si intentaba comer un poco ms.
Era toda una faena la que le estaba haciendo al chico. Quiz debera decir a Henry
y a Betty que haba cambiado de opinin.
Maldita sea, pens. No quera estar a solas con l. Pedir a Henry y a Betty que
fueran con ellos era un modo de solucionar la papeleta: o Jim anulaba la salida, o la
presencia de los amigos de Lane le mantendra a raya. Al menos mientras estuvieran
en el coche. Una vez se hubiesen apeado, el asunto correra de su cuenta.
Puedo manejarle, se dijo.
Pero quiz no tenga que hacerlo.
Prefieres dejarlo correr todo? pregunt.
Jim se dio media vuelta. Ya no tena el entrecejo fruncido.
En sus ojos haba una expresin dolida.
Es eso lo que quieres?
Le intereso se record Lane. Es posible, incluso, que est enamorado de m.
Lane saba que ella no estaba enamorada de l. Quiz le quiso alguna vez. Pero ya
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Empuj al chico, impulsndole hacia atrs, a la vez que le soltaba. Benson vacil,
dio un traspi con sus propias botas de motorista y fue a quedar tendido en el suelo.
Algunos estudiantes se echaron a rer, pero la mayora contempl la escena en
silencio.
Benson se levant y corri hacia la puerta de atrs.
Lo vais a lamentar! grit, aguda y temblorosa la voz. Los dos lo vais a
lamentar! Ya lo veris!
Luego sali disparado al pasillo.
En cuanto desapareci, Heidi se puso a batir palmas. El resto de la clase imit su
ejemplo y en cuestin de segundos una atronadora ovacin reson en el aula.
Basta! cort el seor Kramer. Todo el mundo en su sitio. Se acerc a
Lane. Le pregunt: Se encuentra bien?
La muchacha asinti.
Me gustara lavarme la cara.
Tal vez deba ver a la enfermera.
No, me encuentro bien. No estoy herida. De verdad. Slo quiero lavarme la
saliva. Si me diera permiso para ir al servicio
La acompaar yo mismo, y luego me acercar al despacho del director para
decirle unas palabras acerca de nuestro amigo. Se encar con la clase y anunci:
Estar ausente unos minutos. Cojan sus libros y aprovechen el tiempo. Cuando
vuelva, quiero encontrarlos a todos silenciosos y atareados. Entendido?
Sigui a Lane al pasillo. La chica mir en uno y otro sentido. Ni el menor rastro
de Benson, ni de nadie.
Uno junto a otro, caminaron hasta los aseos. Lane notaba las piernas dbiles y
temblequeantes.
Qu es lo que le hizo saltar a Benson? pregunt el seor Kramer.
No lo s. Le dije que lamentaba lo de Jessica, nada ms. Intentaba ser amable
con l y, de pronto, me agarr del brazo.
A ciertas personas es mejor dejarlas en paz.
Supongo que s. Gracias por acudir a rescatarme.
Lo que siento es no haber sido ms rpido. Parece que nunca consigo llegar del
todo a tiempo para ayudarla cuando est en apuros.
Ah, s pens Lane. Mi cada.
Siento mucho seguir crendole problemas se excus.
Nada de eso. Pero empiezo a preguntarme si no tendr una tendencia o algo as
a los accidentes.
Nunca la tuve.
Slo le ocurre en mi clase, eh? Sonri Kramer.
As parece.
Lleg a su taquilla.
Es slo un segundo dijo.
No hay prisa.
Se pas los libros al brazo izquierdo y los sostuvo apretndoselos contra el pecho.
Dmelos, se los aguantar
Ah, puedo
An no ha muerto la caballerosidad dijo el seor Kramer.
Dej la cartera en el suelo. Puso la mano izquierda en el fondo el montn de
libros. Pas la mano entre el volumen superior Y el seno de Lane. Al introducirse por
all, la tibieza de la mano atraves la tela de la blusa. Uno de los nudillos roz el
pezn erecto. Lane experiment un ramalazo de calor. Luego, la mano ya no estuvo
all.
La muchacha se volvi hacia el armario, inclin la cabeza y procedi a marcar en
el dial los nmeros de la combinacin del candado.
Me ha tocado a propsito?, se pregunt. No. Slo fue accidental. Pero, desde
luego, no caba posibilidad alguna de que el seor Kramer ignorase lo que haba
rozado su mano.
Lane se equivoc con la combinacin.
Volvi a equivocarse.
Seguro que es esta su taquilla?
S. Es que no me concentro en lo que hago.
Un da duro.
Lane le sonri.
Es la historia de mi vida. Cuando no me estoy cayendo de un taburete, me las
arreglo para provocar a alguien y que me agreda.
Prob de nuevo con la combinacin. Esa vez funcion. Abri la taquilla. El seor
Kramer no la roz cuando le devolvi los libros. Lane apart algunos, retuvo otros y
trat de concentrarse para determinar qu textos del armario necesitara para hacer los
deberes. Por ltimo, cogi el macuto de los libros. Cuando lo tuvo lleno, at la boca y
cerr la taquilla. Cogi el macuto por las correas.
Todo listo? pregunt el seor Kramer, y recogi su cartera.
S. Lamento haberme entretenido tanto.
Le garantizo que en mi inmediato futuro no existe nada ms importante ni
placentero que la tarea de acompaar a una preciosa jovencita a su automvil.
Lane se ruboriz.
Apuesto a que lo hace con frecuencia le sonri Lane. Ech a andar junto a l.
Si he de ser sincero, no tengo mucha vida social.
Ah, vamos.
Es cierto, me temo.
portezuela, arroj el macuto de los libros en el asiento del otro lado y subi al coche.
Mientras doblaba la persiana, dijo: No se ver en dificultades por haber pegado a
Benson, verdad?
Lo dudo. Se lo busc l.
Lane se retorci y ech la doblada persiana de cartn en el asiento posterior.
Luego dedic una sonrisa al seor Kramer, a travs de la abierta portezuela.
Sabe una cosa? Va a ser usted toda una leyenda cuando se corra la voz de que
le sacudi el polvo.
Bien, eso sera una desdicha. Resulta vergonzoso que admiren a alguien porque
llev a cabo un acto violento. Preferira con mucho que se me conociera como
alguien sensible y preocupado por el bien general.
Ya es ese alguien dijo Lane. Al menos, en lo que a m concierne.
Gracias, Lane.
Durante un buen rato, estuvo mirando al fondo de los ojos de la muchacha.
Luego, cerr la portezuela.
Lane baj el cristal de la ventanilla.
Quiere que le deje en alguna parte?
Mi coche est en el aparcamiento de al lado.
Puedo llevarle hasta l.
Tonta! No puedes ser un poco ms clara?
No, gracias. Tmeselo con calma, ahora. La ver maana por la noche.
Vale. Adis, seor Kramer.
Lane le estuvo mirando mientras se alejaba: el viento despeinaba su oscuro
cabello y le cea la camisa a la espalda. Contempl la anchura de sus hombros, la
curva de sus omoplatos, la forma en que la camisa se iba estrechando hasta la cintura.
La tela se tensaba sobre su espalda. Al caminar, el bulto de las nalgas formaba
relieves flexibles.
Tambin yo observo cosas, pens Lane.
Luego, el seor Kramer se perdi de vista detrs de un automvil aparcado.
Lane introdujo la llave en la ignicin.
Captulo 31
Lane llam, abri la puerta y se asom al estudio de su padre.
Jim estar aqu dentro de un momento anunci. Quieres salir y acosarle
un poco?
Le dar un toque a ese chico esta noche dijo Larry, y puls una tecla que
dej en blanco la pantalla del monitor, mientras la muchacha entraba en la estancia.
Escribiendo ms porqueras de las tuyas?
S.
Lane baj el dedo hacia la tecla de Re Pg, que llevaba al principio de la pgina
anterior.
Aj!
Larry le apart el dedo de un manotazo.
Venga, venga. Ya soy mayorcita.
Larry la mir, sonriente. Pero, en seguida, la sonrisa desapareci de su rostro.
Tendrs cuidado, verdad?
S, pap.
Hablo en serio. No estoy muy seguro de que debas salir esta noche, con ese tal
Benson suelto por ah y todo lo dems.
Esto no es ninguno de tus libros, sabes?
S, lo s. Es la vida real, y eso es peor. Mira lo que le pas a esa chica, a
Jessica.
Benson no lo hizo.
Qu te hace estar tan segura?
Bueno, la polica le dej en libertad.
La polica a veces comete errores, cario. Pero incluso aunque no tenga nada
que ver con eso, hoy se mostr violento en clase. Y te amenaz. De modo que no
pretendas que todo va bien. Quiero que vayas con mucho cuidado.
Ir. Y tampoco es como si anduviera sola. Nadie va a atacarme estando con
Betty.
Larry se ech a rer.
Infecto!
Lo he heredado de ti, junto con mis alergias.
Lane oy el timbre de la puerta.
Ya est aqu dijo. Se inclin sobre su padre y le dio un beso. Nos veremos
luego.
Que te diviertas. Y haz caso de lo que te he dicho, mantn los ojos abiertos.
Vale repuso la chica, mientras se alejaba. Adis!
Cerr la puerta y entr corriendo en la sala de estar. Jim hablaba con Jean. Sonri
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a Lane. Estaba guapo con su camisa de gamuza color castao, sus pantalones de pana
y sus zapatillas deportivas. La muchacha se alegr de verle, a pesar de sus constantes
peloteras.
Hola! salud.
Lane articul Jim. Un tono rojizo colore su rostro. La chica se pregunt a
qu se debera. Jim no era un chico que se ruborizase a menudo. Ests preciosa.
Gracias dijo ella.
Si Jim se senta decepcionado, no lo daba a entender. Pero Lane saba que no era
posible que estuviese muy satisfecho, dado que ella se haba puesto unos vaqueros
azules ajustados, en vez de falda, y un jersey con cuello en uve encima de la blusa.
Lane bes a su madre.
Que lo pasis bien dijo Jean. Y no andis por ah hasta muy tarde.
Haremos lo primero y no haremos lo segundo respondi Lane.
La madre mene la cabeza y elev los ojos al cielo.
Buenas noches, seora Dunbar dese Jim.
La mujer le dio las gracias. Cuando cruzaban el patio, Lane oy el golpe de la
puerta frontal al cerrarse. Volvi la cabeza. La luz del porche se haba encendido para
inundar la entrada de claridad amarilla.
El coche de Jim estaba estacionado junto al bordillo de la acera. Abri la
portezuela para que subiese Lane, despus pas por delante del vehculo y se
acomod tras el volante. Introdujo la llave en la cerradura de ignicin, pero no puso
el motor en marcha. Se volvi hacia Lane.
Tienes un aspecto tremendo dijo.
Me figur que hara demasiado fresco para llevar falda.
Eso est bien. Jim guard silencio durante unos segundos. Despus pregunt
: Te lo has puesto?
Ponerme qu?
Ya lo sabes.
Lane sonri.
No eras t el lince capaz de distinguir esa clase de cosas a dos kilmetros de
distancia?
S. Pero el jersey
Alarg el brazo. La mano se curv en torno a la nuca de Lane. La chica se inclin
a travs del asiento, se encar con Jim y le bes. La mano de la nuca ascendi un
poco, los dedos se entrelazaron con la cabellera y, obligando a la cabeza a acercarse,
Jim oprimi con ms fuerza sus labios contra la boca de Lane. La otra mano se cerr
sobre el seno derecho.
S dijo Jim, dentro de la boca de Lane.
Contento?
S.
No tena nada que ver con el roce suave y accidental de la mano del seor
Kramer. Jim se ceb con aquel pecho, por encima del jersey y de la blusa. La lengua
explor la boca de la muchacha. Los dedos apretaron el pezn. El dolor hizo
contraerse a Lane. Apart la mano de Jim y liber la boca.
Ya vale susurr. Vamos. Tenemos que recoger a los dems.
S, est bien. Mierda.
Prometiste ser bueno le record.
Lo s. Espera y vers. Te quiero mucho, Lane.
Al menos, a mis tetas, eh?
Vaya ordinariez que se te ha ocurrido soltar, comprendi Lane. Si hay quien se
convierte en manaco sexual, Jim tampoco puede evitar reaccionar como lo hace. Al
fin y al cabo, es un adolescente calentn.
Adoro todo lo tuyo dijo Jim, sin que su voz denotara que se senta ofendido
por el comentario de Lane. Y me gustara besarte en todas tus partes.
Vamos, hombre. Calma tus ardores, vale?
Ya est, ya los he calmado afirm Jim, y puso el coche en marcha.
Lane se ajust el cinturn de seguridad. Mientras Jim conduca, le fue indicando
el camino al domicilio de Betty.
Henry tambin estar all aadi Lane.
No puedo contener la impaciencia.
Prometiste
Soy hombre de palabra confirm Jim. Vamos a sentamos con ellos en el
cine?
S.
Dios mo, las cosas que hago por ti.
Merezco la pena, no?
Sabes que s.
Jim alarg la mano y oprimi el muslo de la chica. La mano continu all,
acariciando la pierna a travs de la tela de los pantalones. Una sensacin agradable.
Pero, cuando Jim la subi muslo arriba, Lane la guio de nuevo hacia la rodilla.
Reprtate dijo. Y tuerce a la izquierda.
Jim dobl la esquina para avanzar por la calle de Betty y Lane vio a sus dos
amigos de pie, juntos delante de la casa mvil.
Vamos a por nada murmur Jim. Detuvo el coche.
Lane se retorci en el asiento y abri la portezuela de atrs para la otra pareja.
Saludos, buena gente dijo Henry, y subi al vehculo. James, Lane. Suena
a pintoresca va pblica de Londres. James Lane. Callejn de James.
Hola, muchachos dijo Betty, colndose con grandes dificultades en el coche.
Jim se call.
Hubo un largo silencio.
Por ltimo, Lane manifest:
Supongo que tengo mucha suerte al contar con amigos como vosotros. No
quiero que nadie trate de arrearle a Benson por culpa ma, pero es muy bonito saber
que todos me apreciis lo suficiente como para escarmentarle.
Le escarmentar a modo dijo Jim.
Eh!
Est bien, est bien. No le har nada.
Adems seal Henry, a Benson probablemente le encantara una trifulca.
Estara en su elemento.
Hen dijo Jim. Empiezas a caerme bien.
A m tampoco me caes mal t.
El plasta y el pelmazo dijo Betty. Vaya par de dos.
Vosotras tambin formis una parejita de alivio manifest Henry, y algo
debi de hacerle a Betty, cuando esta solt un chillido.
Jim volvi la cabeza y sonri.
No apartes los ojos de la carretera avis Lane.
No te! grit Betty. Ufff!
Vamos, yo no te hice dao.
Yo tampoco.
Pero esto s que puede
Ni se te ocurra! chill Betty. Emiti despus una risita.
Segus divirtindoos?
No! S! No, basta ya!
Espero que no os portis as en el cine dijo Lane. Nos echaran a patadas.
Oh, seremos un modelo de decoro le asegur Henry. Betty dej escapar un
gritito de dolor. A continuacin, son el chasquido de una bofetada.
Ay! exclam Henry. No tenas por qu arrearme ese guantazo.
Quieres otro, cuatro ojos?
Jim mir a Lane y sacudi la cabeza.
La idea de que se sentaran en la ltima fila del cine fue de Henry.
As explic, uno no tiene que preocuparse de a quin tienes detrs.
El pelanas este no se sentar en ningn otro sitio dijo Betty, en tanto segua a
Lane dentro de la fila. Al ocupar el asiento, aadi: Es un paranoico.
Henry se inclin por encima de Betty, hacia Lane, y pregunt:
Has ledo Telones?
El libro de mi padre? S.
Recuerdas que haba un luntico que se sentaba en el cine y degollaba a las
personas que tena delante? Es algo que a uno le hace pensar, sabes?
A m me hace pensar que no deberas leer esa clase de libros le dijo Lane.
Vale ms tener a tu espalda una pared que un desconocido. Uno nunca sabe.
Hasta que es demasiado tarde.
Olvdame murmur Betty.
Puede que nos olvidemos todos. Pero me tendris que estar agradecidos cuando
nadie os haga un tajo en la yugular.
Se apagaron las luces de la sala y en la pantalla empezaron a desfilar los trailers
de los prximos filmes.
Quieres? susurr Betty, al tiempo que acercaba a Lane el bote de palomitas
de maz.
No, gracias.
Aunque su olor era apetitoso, las palomitas iban a darle sed y no tena nada a
mano que beber. Jim y ella haban decidido esperar el descanso antes de tomar algo.
Jim le pas un brazo por los hombros. Mientras el muchacho le acariciaba la parte
superior del brazo, Lane se arrim a l. Jim intent pasarle la mano por debajo del
brazo, pero Lane la inmoviliz contra su costado.
Nada de propasarse susurr, o cambiar la butaca con Betty.
Cualquier cosa menos eso repuso Jim. Pas los labios por la sien de Lane, y
luego volvi la cara hacia la pantalla.
Al cabo de diez minutos de proyeccin de la pelcula base, dej de acariciar el
brazo de Lane. La cinta se titulaba Persecucin en la noche y el argumento iba de una
joven a la que acosaba por el bosque un asesino armado hasta los dientes. A Jim
pareca fascinarle. La herona era una belleza impresionante y corra entre los rboles
con la ropa hecha jirones. Lane supuso que eso tena algo que ver con el modo en que
la atencin de Jim estaba prendida de la pantalla. Pero la verdad es que la tensin era
alucinante. Jim no tard en quitar el brazo de encima de los hombros de Lane y
permanecer quieto, derecho en la butaca. Al cambiar de postura en el asiento, Lane
observ que Betty haba dejado de comer palomitas, aunque el recipiente an estaba
medio lleno. La mirada de Lane fue ms all de Betty, hasta Henry. El muchacho
tena la vista atornillada a la pantalla, cuyo resplandor reflejaban los cristales de sus
gafas. Betty dej escapar un jadeo y Lane volvi a poner los ojos en la pelcula.
Pareci acabar en un vuelo. Cuando se encendieron las luces, Jim dirigi a Lane
una mirada como si lo hubiesen arrastrado fuera de aquel mbito.
Bastante aceptable dio Lane su veredicto.
Hombre
No fue tope formidable? coment Henry.
Debi de serlo dijo Lane. Betty ni siquiera pudo acabarse las palomitas.
Un pequeo despiste justific Betty y, para compensado, se puso un puado
en la boca. Se dirigi a Henry con voz sofocada: Tambin tengo sitio para un
perrito caliente.
Henry y Jim salieron al bar del vestbulo, en busca de las consumiciones.
Volvieron, cargados los brazos, en el momento en que se apagaban las luces. Lane
tom la Pepsi y los trozos de torta mexicana, llamados nachos, que llevaba Jim. El
muchacho se sent junto a ella.
Lane se inclin hacia Jim para preguntarle en un murmullo:
Qu tal te llevas con Henry?
Para ser un tarado, no es mal chico.
Lane le propin un suave codazo en el costado. El envoltorio de una paja pas
volando por delante de la cara de Lane y fue a aterrizar sobre el hombro ms alejado
de Jim. Lane sonri a Henry.
Lo siento se excus el chico. Fall el blanco.
Pretenda darme en el ojo explic Betty.
Al empezar la pelcula, Lane sostuvo el recipiente de plstico de su refresco entre
las rodillas y hundi la paja a travs de la X de la tapadera. Tom un sorbo. Se
dispuso a comer los nachos, encorvada hacia adelante y manteniendo el plato de
cartn bajo la barbilla, con todo el cuidado del mundo para evitar que alguna gota de
queso fundido cayera sobre el jersey blanco.
Desde las primeras escenas, result evidente que la otra pelcula, El baile de los
zombies, era un rollo. Henry empez a hacer comentarios sobre ella. Una vez Jim dio
cuenta de sus nachos, atrajo a Lane hacia s. La acarici en el brazo y la bes en las
mejillas, mientras la chica trataba de acabar los ltimos bocados.
Atiende a la pelcula susurr.
Es de vmito respondi Jim, y la bes en el rabillo del ojo.
Lane le puso en la boca el ltimo trozo de nacho.
Toma, y no lo vomites.
Mientras Jim lo masticaba, Lane levant la Pepsi de entre las piernas y se inund
la boca con un buche de soda fresca. No esperaba el asalto de la otra mano de Jim.
Hasta entonces esa mano haba estado descansando en el brazo de la butaca: Pero, de
sbito, se lanz en picado para presionar la entrepierna de Lane, por encima de los
vaqueros. La chica dio un respingo y casi se ahog con la Pepsi. El trago que acababa
de tomar volvi a subrsele por la garganta, sali en rociada por la boca, ascendi
abrasador por los conductos nasales y luego le brot por la nariz. Lane arroj el bote
al suelo y se cubri la cara con las manos para cortar aquel desastre.
Jim le dio palmadas en la espalda mientras Lane tosa.
Jess, chica dijo Betty, y se uni al palmeo de Jim.
Qu le ocurre? pregunt Henry. Qu ha pasado?
Por fin, Lane pudo respirar de nuevo. Se sec las lgrimas de los ojos. Se pas
por el rostro una servilleta que le proporcion Betty. Notaba hmedas las perneras de
los pantalones y la parte delantera del jersey.
Qu ha pasado? volvi a preguntar Henry.
Baj por donde no deba murmur Lane. Voy a los servicios.
Sin una sola mirada a Jim, pas por delante de Betty y Henry, rozndoles las
rodillas. Sali al pasillo y luego empuj las puertas batientes que daban al vestbulo.
En los aseos, us hmedas toallas de papel para limpiarse el roco de manchas del
jersey.
Es la segunda vez, hoy pens. Primero, Benson. Ahora, Jim. Me paso la
mitad de la vida limpiando lo que me ensucian esos desgraciados.
Por qu tuvo que hacer una cosa as?
Porque yo tena las manos ocupadas, por eso. Se figur que poda meterme mano
cuando a m me era imposible impedrselo. Maldito hijo de Satans.
Entr Betty.
Ests bien?
No. Y no pienso volver a la sala.
Qu ocurre?
Jim. El muy bastardo.
Qu hizo?
No importa. Voy a llamar a mi padre para que venga a buscarme.
Bueno, Jim est esperando ah fuera, junto a la puerta.
S?
Lane hizo una bola con las toallas de papel, la arroj al cubo de los desperdicios y
abri la puerta con el hombro. Por unos centmetros no alcanz la hoja de madera a
Jim. Henry estaba a dos pasos, con la mirada en el suelo, como si le resultase violento
participar en todo aquello.
Te encuentras bien? se interes Jim, fruncidas las cejas, preocupado.
A ti qu te parece?
Lo siento. Jess, Lane. No pretenda que te atragantases.
S, claro.
Lo siento.
Lane se alej de l y anduvo a largas zancadas hacia el par de telfonos pblicos
situados junto a la fuente de agua potable. Jim corri tras ella.
Eh, qu ests haciendo?
Llamo a mi casa. Vuelve ah dentro y disfruta de la pelcula.
Eh, venga.
Pirdete.
No hice nada.
Muy bien.
Captulo 32
Quieres hablar del asunto? pregunt Larry, cuando dejaron a Henry y a
Betty.
Derrumbada en el asiento contiguo, cruzada de brazos, Lane volvi la cabeza para
mirar a su padre.
Le sacud a Jim una patada en el trasero dijo. As que nos aconsej que
volviramos a casa andando.
Le diste una patada?
No creeras lo que me hizo.
Ah, puede que s.
Menudos cerdos son los chicos.
Gracias.
Tuuuu, no. Pero hablo en serio. Lo nico que quieren es magrear, magrear y
magrear. Tienen el cerebro lleno de sexo.
Y t, no, eh?
Yo no voy por ah agarrando sus partes ntimas.
Pues no sabes lo que me alegro.
T no eras as, verdad? De joven.
Larry pens que menos mal que dentro del coche no haba luz suficiente para que
Lane viera cmo se le enrojeca el rostro. Estaba en su estudio, con la puerta cerrada,
cuando Lane telefone desde la pizzera. Contemplando las fotos de Bonnie.
Rememorando todos los detalles de su sueo. Suspirando por ella. Una muchacha que
tendra aproximadamente la misma edad que Lane. Que incluso se pareca mucho a
ella.
Me temo que todo adolescente tiene el cerebro lleno de sexo dijo.
Pero t no ibas siempre por ah metiendo mano en las partes de las chicas,
verdad?
Cuando tena tu edad? No. A veces, sala con alguna pero no senta ningn
inters especial por las chicas con las que iba. De modo que tampoco intentaba darme
con ellas lo que se llama una fiesta.
No te interesaban las chicas con las que salas?
Estamos hablando de mi poca de instituto, no?
S.
Bueno, por entonces, no. No gran cosa. Slo sala fundamentalmente con
perros.
Pap! Eso suena mucho ms chocante que divertido.
Es cierto. Y maldita la gracia que me hacan las pulgas, as que
De verdad, no est bien que me tomes el pelo.
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Aaaaayyyyy!
Eso te servir de escarmiento, tipo duro.
Entre risas, Lane se precipit a la portezuela y se ape del vehculo. Corri hacia
la casa. Pero, en vez de utilizar la llave y entrar, aguard en el porche.
Larry se frot el brazo mientras se acercaba a la muchacha. Le escoca.
No te habr hecho dao, verdad? pregunt Lane.
Sobrevivir. Con un poco de suerte.
Lane le tendi un brazo.
Quieres pagarme con la misma moneda?
No.
Venga. Me sentir mejor si quedamos en paz.
Te pondrs a berrear y despertars a tu madre dijo Larry.
Abri la puerta y entraron en la casa sin hacer ruido. Lane mir hacia el sof.
Dnde est?
En la cama.
Aj. Cielos! Espero no haber interrumpido nada cuando telefone.
Tras quejarse de que sufra un terrible dolor de cabeza, Jean se haba ido a la
cama casi una hora antes de que se produjera la llamada, brindando as a Larry la
oportunidad de quedarse a solas con las fotografas de Bonnie.
Nunca lo sabrs dijo.
Jo, jo, jo.
En fin, es hora de que me vaya a planchar el colchn.
Y para que yo me deje caer por la ducha aadi Lane.
No te diste un bao antes de cenar?
Se desvaneci la sonrisa de la chica.
Me siento sucia.
Ah.
S. Todo eso
Apret los labios. Empez a temblarle la barbilla y las lgrimas brillaron en sus
ojos.
Se tens repentinamente la garganta de Larry.
Lo siento, cario.
Lane le rode con los brazos y se apret contra l.
Por qu tienen que complicarse tanto las cosas?
No lo s. Es la vida, supongo.
La vida es algo perro, y luego te mueres.
No digas eso, tesoro susurr Larry. Todo acabar arreglndose.
S, seguro.
Jim no es el nico chico del mundo. Espera y vers. Un da de estos, tropezars
De pronto, Larry se dio cuenta de que estaba desnudo. Baj la vista sobre su
cuerpo y suspir aliviado. Ahora llevaba la bata.
l me mat acus Bonnie, temblorosa la voz.
Vampira! rugi Uriah. Horrible mujerzuela!
Cllese! le orden Larry.
No soy ninguna vampira llorique Bonnie. Se sorbi la nariz. Uriah est
loco. Nos nos asesin a mis amigas y a m. No habamos hecho nada.
Larry mir a Uriah con el entrecejo fruncido.
Miente, estpido.
Ah, s? salt Larry. Condenado manaco y se precipit sbitamente
sobre el hombre. Acabar contigo, jodido luntico!
Uriah le arroj la decapitada cabeza de un coyote.
La cabeza, con las cuencas de los ojos vacas, surc el aire dando vueltas y la
sangre gote en varias direcciones desde la base cercenada del cuello, mientras por
las abiertas mandbulas babeaban los colmillos. Larry alz los brazos para bloqueada.
Los dientes se le clavaron en el antebrazo. Solt un gaido, dio un respingo y se
despert.
La casa estaba a oscuras y en silencio. Se encontraba tendido en la cama,
destapado, tiritando, con la piel de gallina y empapado de sudor. Se sent. La sbana
de abajo se despeg de su hmeda espalda. Dirigi la vista ms all de la forma de su
dormida esposa y entorn los prpados para consultar el despertador. Casi la una. No
poda llevar dormido ms de media hora.
Ni siquiera faltaba poco para el amanecer.
Se pas la mano por la mojada cabellera. Senta tensos y fros los msculos de los
lados del cuello. Parecan exprimir hilos de dolor que luego se le filtraban en la
cabeza.
Salt de la cama, se acerc a la alacena sin hacer ruido y se puso la bata. Se le
peg a la piel hmeda. Al tiempo que se ataba el cinturn, sali al pasillo.
Camino del cuarto de bao, pas por delante de la habitacin de Lane, que tena
la puerta abierta. La luz estaba apagada, pero Larry se pregunt si Lane estara
despierta. No se entretuvo en comprobado.
No importa se dijo. No voy a mirar las fotografas.
Qu voy a hacer?, se pregunt.
Saba lo que no iba a hacer: volver a la cama. Al menos, por ahora se senta
desvelado por completo. Adems, era intil pretender conciliar el sueo antes de que
remitiera aquel dolor de cabeza. Y tampoco deseaba correr el riesgo de sufrir otra
pesadilla. Como aquella, no.
Al final del pasillo, entr en el lavabo. Cerr la puerta pero dej la luz apagada,
sabedor de que le hara dao en los ojos. Le bastaba el tenue resplandor de la noche.
Captulo 33
Procurad no acribillaros el uno al otro recomend Brbara por la abierta
ventanilla de la furgoneta. Dio un beso a Pete y luego retrocedi.
En la ventanilla del otro lado, Jean observ a Larry, con el entrecejo fruncido, y
pregunt:
Ests seguro de que te encuentras bien?
Me encuentro bien.
Desde que se levant, los retortijones y las evacuaciones de vientre no haban
cesado. Jean sugiri que telefoneara a Pete y cancelase la salida. Estuvo tentado de
hacerlo. Pero saba que su problema era cuestin de nervios. Si aplazaba la excursin
a Llano de la Artemisa, Pete insistira en que la realizasen al da siguiente. Era mejor
acabar cuanto antes.
Cul es el problema, socio? inquiri Pete.
Una pequea indigestin aclar. No quera hablar de sus achaques. Y menos
con Brbara delante. Estoy estupendamente.
Magnfico. Nos vamos.
Jean dio un beso a Larry y se apart.
Pete accion la llave de ignicin. Clic, clic, clic. Volvi a darle media vuelta.
Nada.
Mierda!
Puede que sea la batera dijo Larry.
Pete prob de nuevo. Y repiti: Mierda!.
Larry empez a sentirse a punto de celebrarlo.
Queris un empujn? Jean se acerc a la ventanilla.
No. Maldita sea!
Pete estrell la palma de la mano contra el volante.
Calma le recet Brbara. No se hunde el mundo. Por qu no os damos un
empujoncito para que podis llegar a la estacin de servicio, donde os solucionarn el
problema?
Probablemente necesitaremos una batera nueva. Pete golpe el volante otra
vez. Nos va a llevar toda la maana.
Tampoco es tan grave insisti Brbara.
Quizs estaba escrito que las prcticas de tiro no eran para hoy dijo Larry.
Nos llevaremos tu coche dijo Pete a su esposa.
Ah, s? Alucinante. Y cmo se supone que voy a ir a comprar comida a la
tienda?
Puedes ir andando, por lo que a m
Ah, claro, faltara ms. Y por qu t no?
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desembarcar en Bataan?
No creo que fuese en Bataan.
Pues donde fuera. Aqu somos nosotros los que volvemos, SOCIO.
Muy bien murmur Larry.
Condujo el resto del camino solo en el Mustang, sali de la calzada frente al hotel
y se ape. Pete an se encontraba a unos cincuenta metros; caminaba muy despacio,
con el ojo pegado al visor de la cmara.
Abre el maletero! grit Pete. Ponte a la cintura la herramienta
escupeplomo.
Larry levant la tapa del maletero, cogi su Ruger, calibre 22, y se abroch el
cinturn muy cado alrededor de las caderas. Entorn los prpados al mirar a Pete y
se ech sobre los ojos el ala del estropeado Stetson.
Impresionante! coment Pete. Ahora, zrrale la badana!
Autntico dijo Larry.
Bueno, al menos, crgalo!
Consider que no era mala idea. Si acababan tropezndose con Uriah, ni por lo
ms remoto deseaba estar all quieto, con un revlver descargado.
Se sent en el parachoques trasero, se ech en la mano unos cuantos balines del
22 y procedi a insertarlos en el tambor. Para cuando hubo terminado, Pete se
encontraba ya a un par de metros.
Dedcame un gesto sarcstico tipo Clint Eastwood.
Si Uriah est observndonos, nos tomar por unos payasos.
Me parece muy bien. Hay que brindarle una falsa sensacin de seguridad.
Falsa, eh? Dej caer un puado de cartuchos en el bolsillo de la camisa y
volvi a dejar la caja en el portaequipajes. Tomamos una cerveza antes de
empezar?
An no. Toma esto. No quiero quedarme fuera de la obra.
Pas la cmara a Larry y le instruy acerca de su funcionamiento. Larry se separ
del automvil, encuadr a Pete a travs del visor y grab la escena mientras este se
pona el cinturn con la pistolera.
Un par de verdaderos hombres, eh? dijo hombres en espaol.
S dijo Larry.
Se daba cuenta de que era estupendo ir vestido as: las botas, los vaqueros
descoloridos, la vieja camisa de color azul y el sombrero del Oeste. Y era
especialmente estupendo notar el peso de la funda del revlver contra la pierna y
saber que dispona de un seis tiros de verdad con el cilindro cargado de proyectiles.
Era como ir de autntico vaquero.
Aunque de menor estatura que Larry, Pete pareca el doble de duro. Calzaba unas
ajadas y polvorientas botas de campaa. Las vueltas de los pantalones estaban
Vete t a saber
Se incorpor, volvi a colocar las tablas donde estaban y se puso en pie. Dirigi
nuevamente el foco de la linterna hacia lo alto de las escaleras. Luego empez a subir
por aquel tramo.
Larry alarg la zancada para no pisar las tablas. Inmediatamente delante de l,
Pete traslad la linterna a su mano izquierda. Desenfund el revlver con la derecha.
Ten cuidado susurr Larry. Quiero decir que no dispares contra cualquier
cosa que se mueva. Puede que se albergue aqu un vagabundo o alguien parecido.
No te preocupes, vale?
Los allanadores de morada somos nosotros, por si se te ha olvidado.
S, s.
A un escaln del rellano superior, Pete se inclin hacia adelante y mir a derecha
e izquierda. Lleg al pasillo. Larry le sigui. El corredor terminaba justo a la
izquierda de la escalera. Por la derecha, se estiraba, largo y oscuro, con puertas a
ambos lados.
Se detuvieron delante de la primera puerta. Pete aplic el odo a la hoja de
madera, y el sombrero de caballista se torci. Tras escuchar durante unos segundos,
retrocedi.
Quieres gozar de los honores? murmur, al tiempo que apuntaba la linterna
sobre el picaporte. Te cubrir. No temas.
Con el corazn latindole a cien por hora, Larry cogi el picaporte. Intent
accionarlo, pero no ceda.
Cerrada dijo.
Pete golpe ligeramente con la boca del can del revlver el extremo de la
palanqueta que llevaba dentro del cinto.
Larry tir de ella. La agarr con las dos manos e introdujo la punta en la
hendidura que quedaba entre la placa del picaporte y el marco de la puerta. Mir a
Pete.
Bueno, adelante.
No s
Venga, mierda.
No deberamos estar aqu.
A ver si te vas a acongojar ahora.
Tal vez tendramos que estar dndole a los ejercicios de tiro, como les dijimos a
las chicas.
El libro, hombre. El libro. Uriah es el eslabn perdido, recuerdas?
Me asesin, la voz de Bonnie otra vez. No puedes permitir que eso quede
impune. Tiene que pagarlo.
Est bien murmur Larry.
Aplic toda su fuerza a la barra de hierro. Not que se mova lateralmente unos
milmetros y se hunda en la madera y entonces son la bocina de un automvil. Se
qued petrificado.
Yiuuuu! exclam Pete.
Larry retir la palanca y gir en redondo.
Ese era nuestro coche!
Captulo 34
Corrieron escaleras abajo, Pete a la cabeza. La madera de los peldaos chirri
clamorosamente bajo el repicar de las pesadas botas. Las tablas sueltas del rellano
saltaron y entrechocaron con estrpito. Si la bocina continuaba sonando, Larry no la
oa.
Su estmago era una bola de hielo. Le dola el pecho. Apenas lograba respirar. En
la garganta tena un nudo que era como un grito bloqueado que intentara abrirse paso.
Alguien estaba en la calle. Uriah? Forasteros curiosos? Una pandilla?
Agentes de polica?
Pete se detuvo. Larry, a su espalda, le cogi por el hombro.
Tmatelo con calma bisbise Pete, al tiempo que entreabra la puerta unos
centmetros. Una cinta de luz diurna se clav en los ojos de Larry. No veo a nadie.
Ni un coche ni nada?
Slo el tuyo. La claridad solar aument. Pete asom la cabeza por el un poco
ms amplio resquicio y mir a un lado y a otro, como un chiquillo que se dispone a
cruzar una calle de trnsito rodado denso. No. Nada.
Enfund el revlver, abri la puerta de par en par y sali a la acera.
Larry, que iba pisndole los talones, entorn los prpados para mirar al Mustang
rojo brillante. Volvi la vista en ambas direcciones. La calle estaba desierta.
La bocina no toc sola murmur.
Dime algo que no sepa ya.
Esto no me gusta absolutamente nada.
nete al grupo.
Crees que est detrs del coche?
Comprobmoslo. Sin apartar los ojos del automvil, Pete se desplaz en
diagonal hacia el centro de la calzada. Desde all vio algo que le hizo fruncir el ceo
y menear la cabeza. Se dej caer de rodillas, puso la linterna en el suelo y mir por
debajo del coche. Luego se levant, anduvo hasta el vehculo por la parte del
conductor y mir a travs de la ventanilla. Respir hondo. Volvi la cabeza hacia
Larry. Dijo: Aqu no hay nadie. Pero lo que s hay es una rueda reventada.
Oh, no, Jess!
Larry tena la sensacin de que su cabeza estaba entumecida por dentro. Al poner
el pie en la calzada, las piernas le vacilaron.
El neumtico delantero izquierdo del Mustang se aplastaba contra el asfalto.
En cuclillas, Pete desliz el dedo por la parte lateral.
Rajado.
No quiere que nos vayamos dijo Larry. Su voz son remota.
O eso, o est cabreado. Llevas rueda de repuesto?
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S.
Pete se levant y se puso de espaldas al coche. Entrecerrados los prpados,
examin las fachadas de los establecimientos de la otra acera.
Seguramente andar por ah partindose el pecho de risa a costa nuestra.
Cambiemos la rueda y largumonos de aqu.
Esta es nuestra ocasin de cazarlo.
Puede que ni siquiera sea Uriah.
Me juego algo a que s.
Bueno, de todas formas, voy a cambiar esa maldita rueda. Larry hundi la
mano en el bolsillo, sac las llaves del coche y se dirigi al maletero. Mantn los
ojos abiertos, eh?
Uriah, desde luego dijo Pete. Y apuesto a que sabe que somos los fulanos
que se llevaron su fiambre. Eso explica por qu ha pinchado el neumtico. Quiere
inmovilizarnos aqu y liquidamos.
Larry gimi. Abri el portaequipajes, se inclin en su interior y sac el gato.
Quiz cree que somos vampiros.
Jess, Pete.
Lo digo en serio. Y si da por supuesto que ya le hemos arrancado la estaca a la
moza y que ella nos ha mordido?
Estamos a plena luz del da, por ejemplo.
Y qu?
Larry levant en peso la rueda de repuesto, la sac del maletero y la dej sobre el
asfalto. Mientras la llevaba rodando hacia la parte delantera del coche, explic:
Los vampiros no sobreviven a la luz del da.
Tal vez eso no sea ms que trolas de las pelculas.
Todos los libros lo dicen.
Crees todo lo que lees?
Claro que no dej caer la rueda y se dirigi con paso presuroso en busca del
gato. No creo en vampiros, por el amor de Dios.
Se imagin a Bonnie celebrando sus palabras con burlonas carcajadas, sacudiendo
la cabeza, ondulante su melena dorada.
Pero Uriah s cree en ellos continu Larry. Cree en la proteccin que le
brinda usar crucifijos, ajos y estacas. Dej el gato junto al neumtico de repuesto y
alarg la mano. Pete le tendi la palanca. De modo que seguramente sabe que los
vampiros no pueden exponerse a los rayos de sol, tal como nosotros estamos
haciendo.
A menos que tenga otra informacin.
Larry arranc el tapacubos, que tintine al chocar contra el pavimento. Cubri
una de las tuercas con la llave de pipa. Trat de hacer girar la barra. La herramienta
flecha por encima de su cabeza. Un momento despus, percibi el ruido sordo que
produjo al clavarse en algo.
Luego le ensordeci el estruendo. Tuvo la sensacin de que las palmas de unas
manos vigorosas le abofeteaban los odos, dispuestas a destrozarle los tmpanos.
Impresionantes, horrsonas explosiones. La Magnum 357 de Pete.
Pete segua de rodillas, entornados los prpados, rechinantes los dientes,
extendido el brazo y aguantando el retroceso del arma, cuando otra detonacin hizo
vibrar el aire. Larry tuvo que recurrir a toda su fuerza de voluntad para no taparse los
odos. Miraba al frente en el instante en que son otro estruendoso disparo y vio que
un agujero atravesaba la pared, por debajo del ventanal. Haba tres o cuatro orificios
ms, muy prximos, separados entre s cosa de treinta centmetros.
Abri fuego, apuntando a la derecha de los agujeros de Pete y produciendo otros
nuevos que apenas poda distinguir. Traz una lnea de puntadas hacia el hueco de la
puerta. Su revlver produca unas detonaciones planas que parecan insignificantes en
comparacin con las de la fragorosa arma de Pete. Pero saba que los proyectiles del
22 eran lo bastante potentes como para atravesar la madera. Si las paredes no estaban
recubiertas de yeso o de planchas de piedra, las balas de Larry volaran a travs de la
habitacin.
El percutor cay sobre un cartucho ya disparado.
Vuelve a cargarlo, vuelve a cargarlo! oy que voceaba Pete, entre el tintineo
que le ensordeca.
Se ech de costado y comenz a expulsar los casquillos vacos.
An arrodillado, Pete meta nuevos proyectiles en el tambor de su revlver. Acto
seguido, se levant y ech a correr hacia el ventanal.
Espera! grit Larry.
Aunque su revlver an estaba descargado, se incorpor y se precipit hacia la
puerta.
S que voy a servir de mucho, pens.
Medio esperaba que Pete se lanzara de cabeza a travs del escaparate e irrumpiera
all dentro dndole al gatillo como un vaquero de pelcula. Pero su amigo demostr
ser ms prudente, encogi el cuerpo para quedar debajo del alfizar y mir
cautelosamente por la ventana. Larry ados el hombro al marco de la puerta. Con la
espalda apretada contra la pared, expuls del cilindro del revlver los dos ltimos
casquillos.
No le veo dijo Pete.
Crees que le hemos alcanzado?
No lo s. Pete se agach ms, dio media vuelta y, en cuclillas, se derrumb
contra la pared y contempl la calle.
Larry sac cartuchos nuevos del bolsillo de la camisa. Empez a meterlos en las
cmaras. El tambor produjo leves chasquidos a medida que giraba. Una vez concluida
la recarga, encaj el cilindro.
Pete le mir.
Listo?
Para qu?
Vamos a entrar, no?
Ah?
No vamos a poder ir a ninguna otra parte, eso te lo garantizo. No estoy
dispuesto a cambiar un maldito neumtico mientras alguien dispara contra m.
Quieres que entremos?
Esa es la idea.
Pete se le acerc, despacio, caminando como un pato.
No s qu decirte.
Qu es lo que no sabes?
Y si nos est esperando?
Si tanto canguelis tienes, entrar primero.
No tengo miedo, pero
Otra vez de rodillas, Pete se desliz por delante de Larry para asomar la cabeza
por el hueco de la puerta.
Creo que se ha largado.
Pete se fue incorporando despacio, hasta quedar completamente de pie en medio
del umbral. Larry se dio media vuelta y se puso a su lado. En la estancia haba ms
claridad de la que supusieron. La luz no entraba slo por la puerta y los espacios
abiertos del escaparate, sino tambin por una ventana ms pequea del fondo de la
habitacin.
Me juego algo a que se march por esa ventana.
Qu habr ah?
Se refera al mostrador en forma de L con unos cuantos agujeros de bala cerca de
la parte superior y a la cerrada puerta de la trastienda del establecimiento, situada al
otro lado de aquel mostrador.
Si ests ah dentro conmin Pete en voz alta, entrgate ahora mismo.
No ocurri nada.
Hizo fuego tres veces. Las detonaciones sacudieron ensordecedoramente los
odos de Larry, mientras los proyectiles atravesaban el mostrador a la altura de las
rodillas.
Cristo! Tenas que hacer eso?
S.
An no se haba despegado el monoslabo de los labios de Pete, cuando el hombre
corra ya hacia el mostrador. Lo franque de un salto. Se precipit dentro de la
Ni rastro de Uriah.
Pero haba all infinidad de puntos donde esconderse: rocas, bosquecillos de
matorrales y arbustos, profundos tajos en las paredes de la quebrada, producto de la
erosin.
El muy hijo de Belceb puede estar en cualquier parte, pens Larry.
Incluso era posible que ni siquiera estuviese all.
En vez de dirigirse al fondo del barranco, despus de tirar la piedra, poda haber
subido oblicuamente por la ladera.
Un escalofro recorri la espina dorsal de Larry. Gir sobre sus talones.
No vio a nadie.
Pero se sinti expuesto, vulnerable.
Puede estar acechando en cualquier sitio. He de salir de aqu.
La culata de nogal de su revlver tena un tacto resbaladizo. Se cambi el arma a
la mano izquierda, se sec la diestra frotndola contra la pernera de los vaqueros y
volvi a empuar el arma con ella. Luego, lanzando rpidas ojeadas a su alrededor, se
dispuso a trepar por el terrapln.
Puede estar en cualquier sitio.
Con gestos bruscos, volvi la cabeza en uno y otro sentido. Mir a su espalda. A
la cima. Detrs. A la izquierda. A la derecha. Cada vez que miraba en una direccin,
imaginaba a Uriah dando un salto hacia l en la opuesta.
Es como salir marcha atrs en un aparcamiento con el espacio justo pens.
Donde no hay sitio para maniobrar y, en cambio, los coches aparecen por todas
partes, saliendo de las plazas contiguas.
Exactamente igual. Uno no sabe a dnde mirar primero.
Tendr que recordar esa idea y utilizada en algn momento, se dijo.
Cristo, este no es el momento de pensar en el maldito libro!
Pero expulsa a Uriah de tu cabeza. Al menos durante un rato. El tiempo
suficiente para llegar a lo alto de este talud! Casi tena la cabeza ya al nivel de la
superficie de la cuesta, lo que le hizo sentir un ramalazo de alivio.
An no ests arriba se dijo. Aqu es cuando te caza, cuando tienes la salvacin
al alcance de la mano.
Mir a ambos lados. Mir a su espalda. Uriah no estaba. Lo logr!
Hizo un ltimo esfuerzo para alcanzar la cima.
Uriah estaba arrodillado junto a Pete.
Apoyaba la punta de una estaca en el pecho de Pete. Se dispona a descargar
sobre ella un martillazo.
Captulo 35
Larry no afin la puntera. No tuvo tiempo para ello. Encaon a Uriah
precipitadamente e hizo fuego.
El hombre volvi la cabeza con un respingo. Solt la estaca, se llev la mano a la
mejilla, fulmin a Larry con la llameante mirada de su ojo frentico, se retorci sobre
las rodillas y arroj el martillo hacia l. Larry se apart de un salto. El martillo pas
dando vueltas por su lado, a un centmetro del hombro.
Quieto!
Aunque apuntaba al salvaje con el revlver amartillado, se abstuvo de disparar.
Haba tenido suerte con la primera bala. No quera arriesgarse con otra. No
mientras su blanco continuara arrodillado junto a Pete.
Pero Uriah no se qued quieto.
No pareci importarle que le estuviera encaonando un arma de fuego. Como
tampoco le preocup ms la herida. La sangre descenda por ambos lados de su
enmaraada barba gris mientras recoga la estaca del suelo, se pona en pie de un
brinco y se lanzaba a la carga.
Alto o disparo!
VAMPIRO! chill el salvaje, y su boca proyect una rociada de sangre. Se
abalanz sobre Larry, enarbolada la estaca en la mano derecha.
Larry apret el gatillo.
El vientre metlico de Jesucristo se hundi y la esquina superior de la gran cruz
de madera produjo un rasguo en el pecho del atacante.
Le di a Jess! Cristo ha salvado a Uriah!
El pulgar de Larry impuls el percutor hacia atrs, pero no pudo apretar el gatillo.
Cuando Uriah se le ech encima, Larry levant el brazo izquierdo para desviar la
estaca y aplic violentamente el can del revlver contra la sien del hombre. El
arma se descarg. Trozos de pelo y partculas de carne ensangrentada salieron
despedidos de la parte lateral de la cabeza de Uriah.
El peso muerto del salvaje despidi a Larry contra el suelo. Mientras se quedaba
sin resuello, alz las rodillas. Se hundieron en la barriga de Uriah.
El verdugo de vampiros rod por encima de Larry.
A juzgar por los ruidos que produca su cuerpo, continu rodando.
Larry se arrastr hasta el borde del talud y vio que Uriah se desplomaba cuesta
abajo, dando vueltas, retorcindose, rebotando contra los peascos, en tanto las
flechas volaban de su carcaj y los brazos y las piernas aleteaban a impulsos de las
sacudidas, pero inertes. Cerca del fondo del barranco, resbal sobre la espalda, con la
cabeza por delante, hasta que uno de sus hombros choc con un pen de granito. El
impacto le detuvo en seco, con un demoledor zarandeo que lanz sus piernas hacia
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arriba. Dio una vuelta de campana y aterriz de bruces en el suelo del fondo de la
hondonada. Qued all tendido, inmvil.
Larry le contempl.
Remtalo. Pareca la voz de Bonnie. Hazlo por m. Si me quieres, acaba con
l.
No puedo.
Si no te importa lo que me hizo a m, mira a tu amigo Pete. Piensa en lo que
Uriah ha intentado hacerte a ti. Tambin intent matarte.
Sera fcil, pens. Tan fcil como levantar el revlver y vaciarlo en aquel cuerpo
tendido.
Hazlo, le apremi la voz de Bonnie.
Pero Larry pens en la forma en que el crucifijo detuvo su proyectil, disparado a
quemarropa contra el pecho de Uriah.
Fue como si el propio Dios hubiera intervenido para salvar a aquel hombre.
Dios no tuvo nada que ver con eso. La suerte estuvo con Uriah, ni ms ni menos.
Remtalo o lo lamentars.
He de volver junto a Pete.
Mata a Uriah.
No! profiri en voz alta.
Enfund el revlver y se apart del borde del barranco. Recogi el sombrero y
apret el paso de vuelta hacia Pete.
Lo lamentars.
Se dej caer de rodillas y suspir aliviado al or la crispada y borboteante
respiracin de Pete. Inconsciente, pero vivo!
Deba de tener la nariz rota. Su aspecto era calamitoso. El puente de la nariz
apareca partido y abotagado. Los ojos, hinchados. Una costra de sangre recubra la
piel por debajo de las ventanas de la nariz. De la comisura de la boca sala un hilillo
de saliva granate.
Larry le sacudi suavemente por los hombros. La cabeza se bambole.
Pete. Despierta, Pete.
Nada.
A horcajadas sobre l, Larry le agarr por la pechera de la camisa y tir de l
hasta sentarlo. Cuando la cabeza adopt la verticalidad, de la boca sali una baba
sanguinolenta. Emiti una leve tos y proyect un poco ms de aquella saliva, pero no
recuper el conocimiento.
Y ahora qu?
Tendr que llevado a cuestas. No hay otro remedio.
Y sus cosas?
Tras emitir un suspiro, Larry tir de Pete hasta que el tronco qued inclinado
sobre las piernas. Pareca aguantarse as bastante bien. Larry le solt y fue a recoger
el revlver y el sombrero. Puso el arma en la funda de Pete y se encasquet el
sombrero encima de su Stetson.
Se agach ante la bolsa de lona de Uriah. Contena seis estacas de madera, con las
puntas aguzadas.
Me las llevo?
Una carga extra, nada ms, decidi.
De nuevo a horcajadas sobre Pete, trat de despertado. Al final, se dio por
vencido, lo cogi por los sobacos y lo levant. Se agach y breg con el cuerpo de
Pete hasta echrselo al hombro. Agarr las piernas de su amigo por la parte posterior,
se enderez trabajosamente y ech a andar.
Avanz con gran esfuerzo, fija la mirada en la distante hilera de edificios. No
pareca existir entre las casas pasaje alguno que acortase el camino hasta la calle.
Cargado con Pete, tendra que rodear el casco urbano o pasar a travs de una ventana.
Sus piernas ya acusaban el esfuerzo y vacilaban bajo el peso de Pete. Tendra que
colarse por alguna ventana.
Tambin poda pasar por la que utilizaron al emprender la persecucin de Uriah.
Imagin de pronto que Uriah se le acercaba por la espalda, a todo correr. Volvi la
cabeza.
All no haba nadie.
Lo ms probable es que siga en el fondo de la quebrada, se dijo Larry, y continu
avanzando penosamente hacia la ventana.
Se pregunt si habra matado al hombre. El primer balazo, de eso estaba bastante
seguro, haba alcanzado una mejilla. Desde luego, no produjo una herida mortal. El
segundo proyectil se estrell contra el crucifijo y sali rebotado. Pero el revlver se
descarg cuando golpe a Uriah con l. La bala de aquel disparo dio al hombre en la
cabeza. Ignoraba qu dao pudo haber hecho. Quiz slo le desgarr el cuero
cabelludo. O tal vez se le hundi en el cerebro. En cuyo caso, muy bien poda haber
acabado con su vida.
Por lo menos, no le remat se dijo Larry. Si el tipo ese muri a causa del ltimo
disparo, fue un accidente. Y, adems, en defensa propia.
No es que la polica vaya a enterarse de nada de todo esto pens Larry. Si puedo
evitarlo.
Estaba cerca de la ventana cuando Pete gimi y se retorci ligeramente. Larry dio
un paso ms, y otro
Yiuuh. Djame en el suelo musit Pete.
Aguanta.
Larry cubri tambalendose el trecho que le faltaba hasta la pared del edificio. Se
agach y apret a Pete contra ella, para sostenerlo.
Captulo 36
Uriah se puso en pie lentamente. Tropez con un peasco y se sent encima. Hizo
una mueca de dolor cuando pos las nalgas en la dura superficie.
Comprendi que el descenso arrastrndose por la ladera le haba arrancado
bastante piel. Pero las erosiones no eran nada en comparacin con las heridas de bala.
Se inclin hacia adelante y escupi sangre y trozos de dientes rotos. Se pas la
lengua, con precaucin, por el agujero de la mejilla izquierda. El dolor le hizo dar un
respingo pese a que el orificio era muy pequeo, bastante ms pequeo que la herida
de la mejilla derecha. La bala no slo tena all orificio de salida, sino que se llev por
delante una muela. Fue una suerte que aquel desgraciado hijo de Satans empuara
un veintids, pens.
Aunque el dolor le estaba volviendo loco.
Al tiempo que escupa un poco ms de sangre, se pas los dedos por el surco que
tena en el cuero cabelludo, encima de la oreja izquierda.
Se record que haba sufrido heridas ms graves.
Estas eran malas, pero pudieron haber sido mucho peores, como aquella vez en
que una de las vampiras le clav la estaca en un ojo.
A l le iban a decir lo que era un mundo de dolor!
Uriah se acarici el sangrante araazo que tena en medio del pecho.
Vio el crucifijo.
El cuerpo chapado en oro de Jesucristo estaba doblado por la mitad a la altura del
estmago.
Lo contempl durante largo rato.
Mi Salvador, pens.
Sabes que an tengo trabajo pendiente.
Por eso me ayudaste a escapar del manicomio. Por eso me guiaste para que
volviera a casa. Por eso me salvaste hoy de caer en poder de los perversos. Sabes que
todava me queda trabajo por cumplir.
Recluido en el sanatorio de Illinois, por demencia criminal, Uriah haba credo
que su misin estaba concluida. No acab con todas las vampiras, pero s contribuy
con su cuota correspondiente. Haba reducido bastante el ejrcito de las mismas.
Perdi un ojo. Le detuvieron. Aunque ignoraban todas sus hazaas, saban que
intent matar a aquella vampira de Charleston, lo que bast para que le quitasen de la
circulacin. Le molestaba reconocerlo, pero se haba alegrado de que todo hubiese
concluido.
Cuando se fug de la clnica mental, ya no tena la menor intencin de cazar ms
vampiras. Lo nico que deseaba era regresar a Llano de la Artemisa y vivir en su
hotel, que era donde deba estar.
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Pero, al fin y al cabo, Dios se encontraba detrs de aquello. Dios le condujo hasta
all, sabedor, en su infinita sabidura, que haba dificultades en el aire.
Apenas llevaba Uriah un mes en la ciudad cuando aquellas personas se
presentaron y descubrieron el escondite. l haba ido al desierto, a la caza de su cena.
Cuando regres, los intrusos ya no estaban. Al ver el hoyo del rellano, rez para que
no hubiesen encontrado a la vampira. Pero su oracin fue intil. El panel que cerraba
la tumba estaba suelto. La manta, tirada encima de cualquier manera.
Entonces comprendi que el diablo los haba enviado para que deshiciesen la obra
que l, Uriah, llev a cabo.
Pero por qu no arrancaron la estaca all mismo, en aquel mismo instante?
Resultaba ilgico. Es que, de una u otra manera, intervino Dios y lo impidi?
Durante los das siguientes, Uriah se mantuvo vigilante. No abandon el hotel en
ningn momento. Por la noche, en vez de retirarse a su habitacin del segundo piso,
dorma en el vestbulo. Le desconcertaba el que los intrusos no volvieran para
resucitar a aquella sucia criatura de debajo de la escalera. Tal vez no eran enviados
del demonio, despus de todo. Quizs aparecieron all por pura casualidad y no tenan
la menor intencin de volver.
Pero, si eran inocentes, por qu no informaron a la polica del descubrimiento
del cadver?
Da tras da, Uriah esper y ponder todas aquellas circunstancias. nicamente
sala del hotel para hacer sus necesidades y para ir a buscar agua al viejo pozo de la
parte trasera. Se alimentaba a base de la pequea existencia de tasajo que tena en
reserva para situaciones de emergencia. Al acabrsele, ayun dos das antes que
abandonar la vigilancia para ir de caza.
Por ltimo, corrodo por el hambre y sabiendo que iba a necesitar todas sus
fuerzas para combatir al Malfico que indudablemente acabara por presentarse,
decidi dar una batida por el desierto. El Seor no le proporcion alimento hasta
despus de anochecido. Haba guisado el coyote. Mientras se lo coma, el coyote le
habl. Le dijo que anduviera con cuidado. Que mientras l, Uriah, guardaba la
vampira de debajo de la escalera, los intrusos encontraron y liberaron a las otras dos.
Uriah tuvo la absoluta certeza de que era la voz de Dios la que le avisaba.
Empavorecido por la idea de que hubieran desatado de nuevo el mal, Uriah regres
rpidamente al hotel. Cogi velas y una vieja pala roosa y ech a correr hacia el
oeste de la ciudad. La puerta frontal de la licorera de King llevaba mucho tiempo
destrozada. Uriah entr y se encamin a la parte trasera del vaco establecimiento.
Mantuvo una vela muy cerca del suelo, lo que le permiti localizar la trampilla.
Haba sido el orgullo y la alegra de Ernie King: una entrada secreta a la bodega
donde guardaba sus ms preciosas botellas de vino. En los viejos tiempos, Ernie
acostumbraba a vanagloriarse de que nadie conoca aquella trampilla, salvo los
Con cuidado, fue bajando el cuerpo hasta que las rodillas descansaron sobre los
estrechos bordes de las paredes del atad. Se agarr con la mano al canto izquierdo y
se agach un poco ms. Alarg la mano a travs de la oscuridad.
Los dedos se deslizaron entre el reseco y suave cabello.
Sinti como si un millar de araas corrieran por su espalda.
Toc la agostada y spera piel del rostro de la vampira. Cuando la yema de los
dedos encontr el filo de los dientes, Uriah dej escapar un jadeo y retir la mano
vivamente.
El Seor es mi pastor musit Uriah, y se oblig a tocar de nuevo el cadver.
Tante el cuello. La clavcula. l me obliga a yacer en verdes pastos.
Toc la lisa redondez de la estaca de madera. Curv la mano en torno a ella.
La estaca segua hundida en el pecho, tal como deba estar.
Uriah supo, entonces, que el coyote haba mentido. Su voz no era la del Seor.
Satans habl a travs del animal para engaarle a l.
Uriah sali de la fosa y se desliz en la oscuridad. Subi la escalera de la bodega
y se precipit a la acera.
A tiempo de ver a los dos hombres que salan del hotel cargados con el atad.
Furioso, abrumado por la sensacin de desdicha producida por el miedo y la
culpabilidad, observ cmo introducan el fretro por la parte posterior de una
furgoneta. Subieron a los asientos delanteros. Sin encender los faros, la furgoneta
aceler a lo largo de la calle iluminada por la luna. Durante un frentico instante,
Uriah pens en salir corriendo e intentar detenerlos.
Pero el Seor le retuvo.
Aguarda tu momento pareca decir el Seor. No te fallar.
As que Uriah se quit de en medio, perdindose de vista dentro de la licorera
hasta que la furgoneta desapareci.
Haba esperado su momento.
Hoy, el Seor le llev de nuevo aquellos dos hombres a Llano de la Artemisa.
Volvan para matarle. De eso estaba seguro. Haban liberado a la vampira, para
convertirse en hermanos vivos de ella. Regresaron para destruir al nico hombre
digno y capaz de proporcionarles el eterno descanso.
Pero haban fallado.
Uriah se toc con la lengua la parte interior del su mejilla, en carne viva, y dio un
respingo.
Fracasaron pens. Pero yo no.
Bueno, l no logr enviarlos al reino de la paz perpetua.
Pero lo hara.
Acabara con ellos y con la vampira que asesin a su familia. Con todos.
Sonri. Una sonrisa que lanz una llamarada a travs de sus mejillas y puso
Captulo 37
A Lane le temblaba la mano mientras proceda a aplicarse la sombra de ojos. No
es ninguna cita, se dijo. Slo una funcin escolar. En realidad, no pasa de ser una
especie de excursin a la que estoy dando ms importancia de la que tiene.
Se haba pasado el da repitindoselo, pero no pareci servirle de gran cosa.
Probablemente ni siquiera se me presentar la ocasin de estar sola con l.
Son el timbre de la puerta y el corazn le dio un vuelco. Ya est aqu.
Lane respir hondo, mientras procuraba calmarse, y luego se pas el pincel del
rimel por las pestaas. Apart los tiles de maquillaje. Sac el bolso del tocador y
regres ante el espejo del armario.
No puedo ir vestida as!, pens de pronto. Observ que se le enrojeca la cara.
No, est bien. l no quiere que vayamos con traje de noche. Dijo que no se trataba de
una fiesta de fin de curso.
Adems, ella se haba puesto aquel conjunto varias veces para ir a misa. Si es
adecuado para ir a misa, es adecuado para asistir a una representacin de Hamlet.
Adems, estoy guapa con l pens. Y soy yo! Lane alz los brazos.
Aunque tena hmedas las axilas, en la tela azul de la blusa no se apreciaba mancha
alguna. Probablemente porque era una blusa holgada. Casi todo el sudor descenda
por los costados.
Lane! le dio una voz su madre, avisndola. El seor Kramer est aqu!
Ahora mismo voy!
Abri rpidamente los broches del escote, sac unos kleenex del cajn superior de
la cmoda, se sec las axilas y proyect una nueva rociada de locin desodorante.
Tras cerrar de nuevo los broches de la blusa, sali presurosa del cuarto.
Voy demasiado a la pata la llana, pens al ver al seor Kramer en el recibidor.
l llevaba corbata, camisa blanca, chaqueta deportiva azul y pantalones grises.
Buenas noches, Lane salud. Se encar de nuevo con el padre de la
muchacha y levant el ejemplar de El vigilante de la noche que tena en la mano
izquierda. Gracias por la dedicatoria, Larry.
Gracias por comprar el libro le replic el padre de Lane. Me alegro de que
pudiera encontrarlo.
El rostro de Larry estaba un poco ms colorado que de costumbre; su voz, un
poco ms espesa. Pero, al menos no arrastraba las palabras estropajosamente. Haba
bebido horrores antes de la cena. La chica confi en que el seor Kramer no se diera
cuenta de que Larry estaba bastante achispado.
Puedo contar con usted el treinta y uno de octubre?
All estar.
Es formidable. Tener un conferenciante como usted la vspera de Todos los
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banda de tela.
No tengo la menor intencin. Pero quizs haya observado que, cuando anda por
mis proximidades, tiene una enorme tendencia a sufrir accidentes y hacerse dao.
Ya. Me temo que la mala suerte se ceba en usted.
Tir de la cinta de tela, se la pas entre ambos senos e introdujo la lengeta
metlica en la hebilla de cierre automtico, junto a la cadera izquierda.
Ahora no tendr que preocuparse de un posible y desagradable encuentro con
el parabrisas.
S. Tendra un aspecto infame en el teatro, con toda la ropa manchada de
sangre.
Me gusta ese conjunto que lleva dijo el profesor, tras echarle un ojeada.
Verdad que en el instituto no lo ha llevado nunca?
Este, no.
Pero creo que la he visto con otro muy parecido. Un modelo sin mangas, de
mahn, con encaje blanco. Falda muy corta, segn me parece recordar.
Ah, ese! Lane not un clido aleteo de rubor, complacida al descubrir que el
seor Kramer recordaba lo que ella llevaba en el colegio, pero ligeramente
avergonzada de que fuera precisamente aquel vestido con minifalda. Dijo:
Seguramente demasiado corta.
Yo no dira eso. Cuando se tienen las piernas que tiene usted
Gracias el calor se enseore de su rostro.
El profesor desvi el automvil hacia el bordillo de la acera y fren. Lane se le
qued mirando, con el corazn latindole a toda velocidad. Para qu se haba
detenido? El seor Kramer encendi la luz del techo. Sonri a Lane. Luego se llev
la mano al interior de la chaqueta y sac del bolsillo una hoja de papel.
Va a comprobar las seas, comprendi Lane.
Muy bien dijo el hombre. Aaron vive en el 4980 de Cactos. Debe ser la
manzana que viene.
Lane experiment una punzada de desencanto. Estaba a punto de concluir el
espacio de tiempo destinado a encontrarse a solas.
Haba confiado en poder sentarse junto a l en el teatro, pero la cosa no funcion
conforme a sus deseos. Sandra, insistindole sobre no s qu, sigui al seor Kramer
por el pasillo y entr en la fila de butacas pisndole los talones. Lane no pudo
adelantarla, como no fuera montando un numerito.
El seor Kramer ocup la butaca contigua a la de un estudiante universitario,
Sandra se acomod junto al profesor y Lane qued entre Sandra y George, con Aaron
a continuacin de George.
Lane se sinti estafada.
He venido aqu a ver Hamlet. No para estar con el seor Kramer.
El chico sonri.
Ah, eso no fue nada. Yo pierdo el mo constantemente. Me pongo a pensar en
las musaraas y no se me ocurre nada que escribir.
Apuesto a que quieres ser escritor, verdad?
George levant la cabeza. Frunci el entrecejo.
Cmo lo has sabido?
Tienes todo el aire.
El chico arrug la nariz, lo que hizo que las gafas subieran ligeramente.
El aire del plasta palizas.
Que no te oiga mi padre decir eso. Es escritor.
Un escritor de verdad?
A l le gusta pensar que s. Probablemente no has odo nunca su nombre:
Lawrence Dunbar.
El fruncimiento de las cejas de George se hizo ms profundo.
No. Creo que no.
Escribe noveluchas baratas. O, como a l le encanta decir, rollos de a tres
noventa y cinco.
George solt una carcajada.
Esa es buena.
A m me gust mucho el cuento que leste en clase. El del muchacho cuyos
huesos se disolvan, no?
George se puso como la grana.
En serio? Gracias.
Tienes alguno ms?
Bromeas? Tengo montones de ellos. Mis padres creen que estoy haciendo los
deberes, cuando en realidad me paso la vida en mi cuarto escribiendo cosas. Leche,
menudos cabreos pillaran. Se encogi. Perdona. Se me escap.
No te preocupes, yo tambin hablo as continuamente.
Se apagaron las luces de la sala.
Lane se inclin hacia George.
Quiero leer alguna de tus historias, vale?
De veras?
Claro. Empez a levantarse el teln. Si quieres, le dir a mi padre que les
eche un vistazo a varias de ellas.
Jess! No s
En el escenario, es de noche y dos centinelas montan guardia en el parapeto de
Elsinore. Parecen estar helados.
George se arrellan en la butaca. Cuando su hombro volvi a rozar el de Lane, el
chico se apart para eludir el contacto. El codo de Lane pas por encima del brazo de
Captulo 38
Le importa si paro un momento en el puerto deportivo? pregunt el seor
Kramer, una vez dejaron a los otros alumnos. Se encontraban de regreso en el paseo
de la Ribera, todava a kilmetro y medio de la bocacalle que conduca a casa de
Lane. Me ahorrar el paseo hasta aqu maana por la maana.
Ningn inconveniente, por lo que a m respecta.
Magnfico. No tardar nada. Slo necesito coger un par de cosas que dej en la
barca.
Tiene una barca?
No es gran cosa, pero es ma.
Vaya, eso es guay.
Guay pens Lane. Mema. Deja ya de expresarte como una cra.
El seor Kramer condujo la ranchera por una zona de aparcamiento hasta la
fachada de la ferretera, all dio media vuelta y regres por el camino que acababan
de recorrer. Antes, a la ida, cuando pasaron por delante del colegio de la comunidad,
Lane se dio cuenta de que haban dejado atrs el puerto deportivo. Ahora pens que o
el seor Kramer no deseaba que los otros alumnos supiesen que tena una barca o se
haba acordado repentinamente de que deba recoger aquellas cosas. De cualquier
modo, Lane se alegraba. Le permitira estar con el profesor un poco ms de tiempo. Y
le haca sentirse especial el que el seor Kramer la llevara consigo, le permitiera
echar un vistazo a su autntico mundo.
Para l soy ms que una simple alumna pens. Quiere que compruebe que
l no es slo un profesor.
Vaya coment el seor Kramer, me parece que esta noche ha hecho un
nuevo amigo.
George? S. Es un chico muy agradable.
Y un buen estudiante. Parece todo un joven caballero. Le ha pedido que salga
con l?
No, difcilmente lo hara.
Bueno, en tal caso, la velada le ha salido mal: dej escapar una gran ocasin. Y
no pretendo hacer un juego de palabras.
George es ms bien apocado. Pero es posible que le lleve al instituto en el
coche. l va a consultado con sus padres.
No deja de ser una buena idea. Hablando de padres, casi es medianoche. No
quiero que se vea en dificultades.
Bueno, mis padres saben que la obra es muy larga. No creo que les importe que
vuelva a casa un poco tarde. Sobre todo, sabiendo como saben que estoy con usted.
Como es mi profesor y todo eso
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Y si mis padres se enteraran de que ando por aqu, tonteando de esta manera con
el seor Kramer?
Todo a babor le dijo el hombre al odo. La hizo torcer a la izquierda, y la
empuj a lo largo de un muelle. Pasaron por delante de un oscuro y balanceante
velero y de un catamarn. El seor Kramer detuvo a Lane frente a la proa de una
barca de motor que tendra por lo menos seis metros de eslora. Los rayos lunares
relucan sobre la cubierta de proa y el parabrisas de la cabina.
El profesor se adelant a Lane, con paso rpido, y la muchacha le sigui por una
estrecha franja de muelle que corra a lo largo del costado de la embarcacin. Cerca
de la popa, el hombre apoy el pie en la regala y salt a la barca.
Tenga cuidado al pasar dijo.
Le tendi la mano. Lane la tom, se sujet la chaqueta con la que le quedaba libre
y puso el pie en la baranda. Al tiempo que se impulsaba, el profesor dio un tirn. La
muchacha se dej ir, cay en la oscilante cubierta y se tambale contra l.
El seor Kramer la acogi en sus brazos. La apret contra s.
Brrrrr hizo el hombre.
Su rostro estaba helado contra la mejilla de Lane. El pecho, firme contra los senos
de la muchacha. Las manos subieron y bajaron al frotarle la espalda a Lane. Ella
percibi los escalofros del profesor.
Por qu no bajamos un momento? jade el seor Kramer. Para entrar un
poco en calor.
Lane asinti con la cabeza.
El profesor dio media vuelta, hizo girar la llave de la puerta de la cabina y la
abri.
Usted primero. Y mire dnde pisa.
Lane se aventur por la oscuridad. El viento se qued fuera. Al pie de la
escalerilla, se encontr en un cuarto estrecho y acogedor. La claridad de la luna
entraba por los ojos de buey y proyectaba un resplandor grisceo sobre los cojines
que haba frente a ella, a ambos lados.
Oy cerrarse la puerta corredera. El flujo del ruido que produca el viento se
interrumpi casi del todo.
Pueden dormir tres personas dijo Kramer. Si son liliputienses.
Estupendo susurr Lane.
Se volvi, con cuidado para no perder el equilibrio, y observ que la borrosa
figura del profesor se le acercaba.
Un refugio en el que protegerse de la tempestad dijo el hombre.
Seguro. Tenga, se la devuelvo.
Lane se quit la chaqueta de encima de los hombros.
chela por ah, en cualquier sitio.
No!
Te llevar a casa en cuanto hayamos terminado.
La falda cay en torno a los pies de Lane. Kramer desliz la mano debajo de la
tela de las bragas, por detrs. Los dedos apretaron los glteos de Lane.
Seor Kramer, no
Soy Hal. Recuerdas?
Desliz las bragas muslos abajo.
Maldita sea!
Lane le propin un empujn. Kramer dio un traspi hacia atrs y cay encima de
un cojn. All tendido, dijo:
Eres una verdadera desilusin para m, Lane.
La muchacha se dobl sobre s misma. Las copas del sujetador haban
abandonado los pechos y los tirantes se deslizaban por sus brazos. Tir hacia arriba
de las bragas. Se inclin un poco ms y el sostn descendi hasta las muecas
mientras la chica intentaba coger la falda. Antes de que pudiera levantarla, Hal estir
una pierna y sujet la falda contra el suelo.
Levante el pie de ah!
Hal retir la pierna con brusco movimiento. La falda, enganchada en el taln de
Kramer, dio un violento tirn a las botas de Lane. Resbalaron los pies de la
muchacha. Dej escapar un grito entrecortado, dio un tumbo y movi los brazos para
recobrar el equilibrio. El sujetador se agit en las tinieblas. En el preciso instante en
que recuperaba la verticalidad, Kramer se lanz hacia adelante, agarr la falda con las
dos manos y tir de ella.
Lane perdi pie.
No! grit mientras caa.
Las nalgas cayeron sobre el borde de un almohadn. La espalda choc contra una
superficie fra. Lane apoy las manos y se impuls hacia arriba.
Kramer se coloc entre las rodillas de la chica. Cogi a Lane por la garganta y la
aplast sobre el cojn. Con la otra mano, la punz inmediatamente debajo del
esternn.
El dolor estall por todo el cuerpo de Lane. Se qued sin aliento. Resoll, en un
intento de aspirar algo de aire, pero los pulmones parecan habrsele quedado
intiles. Tuvo la sensacin de que en su organismo nada funcionaba. Como si su
cuerpo hubiese estallado en el ncleo central.
Kramer le solt la garganta.
Lane trat de levantar la cabeza, pero no pudo.
Estars bien dentro de un minuto dijo Kramer; su voz pareca dbil al
atravesar el estruendo que ruga en los odos de la joven. Te apliqu un golpecito
en el plexo solar.
Captulo 39
Lane se pas la toalla con toda la precaucin posible, para secarse sin despertar la
furia de las heridas. Luego dej la toalla en su barra y se puso la bata. La suave tela se
le peg a la piel en las zonas a las que no lleg la toalla y an estaban hmedas.
El cepillo de dientes segua en la pileta del lavabo, con las cerdas y el mango
cubiertos de pasta blanca. Lo enjuag. Al comprender que no sera capaz de utilizarlo
nunca ms, lo tir al cubo de los desperdicios.
Dir que se me cay al suelo y se ensuci, o algo as, se dijo.
En un armarito situado debajo de la ventana encontr su neceser de viaje. Sac un
cepillo de repuesto que llevaba en l. Se limpi los dientes otra vez. Cuando la pasta
dentfrica se le espes en la boca, volvi a atragantarse y los ojos se le llenaron de
lgrimas. En esa ocasin, sin embargo, no devolvi. Escupi la pasta, se enjuag la
boca y dej el cepillo en su sitio.
Luego se tom tres cpsulas de aspirina, tragndolas con agua fra.
Tras revisar el inodoro y cerciorarse de que no haba all rastros de vmito,
recogi sus ropas y abandon el cuarto de bao.
Not fro el pasillo. An haba luz en el otro extremo. Se pregunt si su padre
continuara roncando en el sof.
Su madre siempre se daba a todos los diablos cuando l beba demasiado.
Tampoco es un crimen tan grave, pens Lane.
Mam deba sentirse contenta de estar casada con un hombre como l, y no armar
tales tremolinas por una cuestin tan insignificante como aquella.
Lane entr en su dormitorio. Encendi la luz accionando el interruptor con el
codo. Traslad sus botas al armario y las puso dentro.
Se qued mirndolas.
Su regalo, su premio por haber procurado el anuario a su padre.
Dios mo pens. Si Kramer no me hubiera ayudado a conseguir ese anuario,
yo no habra empezado a quedarme despus de clase. Y nada de esto hubiese
ocurrido.
Me han violado por ti, pap.
Mierda. Fue culpa ma.
Ella pec lastimosamente, y lastimosamente lo expi.
De quin es eso? De Shakespeare?
Kramer fue el que ech al aire la moneda para ver a quin le tocaba asistir a la
representacin de Hamlet, record Lane sbitamente. Lo tena todo planeado.
Se acerc a la cama, con las prendas en la mano. Ech la falda y la blusa encima
del lecho y alz el sostn para observarlo a la luz. No pareca estar sucio.
Pero s estaba lo bastante sucio, pens. El hijo de mala madre lo haba tocado.
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ella se sentaba en el suelo y diriga las piernas hacia la brecha, Lane le oy moverse y
salir de encima del atad.
Por qu no aguardas quieto aqu mientras bajo y enciendo la luz del garaje?
Bromeas, no? dijo Larry.
Ya volva a hablar casi como su padre.
Lane adelant el cuerpo. Baj los pies hasta que tropezaron con el travesao de
un escaln.
Ests bien? le pregunt Larry.
S.
Lane se agarr a los montantes de la escalera de mano y abandon el piso del
sotabanco. Empez a bajar despacio, de espaldas a la escala, con los peldaos
frotndole las nalgas y los faldones de la bata totalmente abiertos, de forma que, hasta
el cinturn anudado al talle, nada le cubra el cuerpo por delante.
Confiaba en que su padre no la viera as.
Durante unos segundos se imagin a s misma tendida completamente desnuda en
el atad del desvn y su padre sentado sobre ella, contemplndola al resplandor de
aquella linterna.
Quin es la momia?
Los pies de Lane llegaron a la plataforma de madera. Se baj de la escala, se
irgui y se ci la bata alrededor del cuerpo, cubrindolo antes de darse media vuelta.
Su padre bajaba de cara a la escalera de mano. Cuando lleg a la plataforma,
pleg la escala, cogi la cuerda y tir para levantar la trampilla. Se cerr con un
suave golpe.
Larry se ape de la plataforma. Lane fue a l y le pas un brazo por la espalda. El
hombre la apret fuerte contra su costado.
Caminaron juntos de regreso a la casa.
Captulo 40
Supongo que t y yo tenemos que charlar un poco dijo Larry.
Qu es eso que tienes en el garaje?
Es una larga historia. Por qu no preparas un poco de caf? Ir a llamar a tu
madre.
Vas a decrselo a mam?
S. Creo que sera mejor contrselo.
Si temes que me chive
No, no es eso. Tengo que explicarle lo que pasa.
Sali de la cocina. Larry tir el filtro usado, puso uno nuevo en el depsito de
plstico de la cafetera, aadi caf molido y encaj el depsito en su sitio. Verti
agua por la boca del recipiente. Apret el interruptor de ENCENDIDO. Brill la
lucecita roja. La muchacha se qued mirndola.
Todo se desquicia en estos tiempos.
Un eufemismo para describir este jodido ao, pens Lane.
Se sent en el borde de la cama y sacudi a Jean suavemente por el hombro. La
mujer exhal un gruido al tiempo que daba media vuelta. Mir a Larry, entornados
los prpados.
Eh? Qu pa?
Tienes que levantarte dijo Larry.
De sbito, la mujer pareci alarmada y completamente despierta.
Ocurre algo malo?
No hay fuego ni nada de eso. Nadie est enfermo ni herido. Slo ocurre que es
preciso que hablemos.
Oh, Dios mo! Qu? Vamos, dime!
Lane espera en la cocina.
Est bien?
Estupendamente. Se trata de m. Te lo explicar todo en cuestin de minutos.
Jean se incorpor. Sus ojos tenan una mirada extraa. Una expresin de miedo y
dolor. Se oprimi entre los dientes el labio inferior.
Tampoco tienes que inquietarte de ese modo.
Nos abandonas?
No, no. Santo Dios, no.
Se haba cado un tirante del camisn y el hombro y el seno derecho de Jean
estaban a la vista. Larry ahuec la mano sobre aquel pecho y bes a su mujer en los
labios.
Cuando retiraba la cabeza, Jean le mir a los ojos.
Tienes un lo?
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Larry y dijo:
Qu estabas haciendo esta noche en el garaje con el fiambre?
La pregunta le sobresalt. Not que se le suban los colores a la cara.
Nada.
Qu significa nada? T estabas all con eso, no? mir a Lane. Estaba
all o no?
Andaba dormido respondi Lane. No saba lo que estaba haciendo.
Y qu estaba haciendo?
Lane mir a su padre. Apret los labios.
Anda, dselo anim Larry. As lo sabremos todos.
Pap hablaba con el cadver. Supongo que estaba soando o algo as y
ambos mantenan una conversacin. Volvi los ojos hacia el hombre. Creo que
ella trataba de convencerte para que le arrancases la estaca.
Oh, por el amor de Dios! jade Jean. Lane gir bruscamente la cabeza hacia
su madre.
l no hizo nada se le atropellaron las palabras. Quiero decir que no se
daba cuenta de que aquella criatura fuese un supuesto vampiro, pero le despert
antes de que pudiera arrancarle la estaca.
Y qu estabas haciendo t all, jovencita?
Me preocupaba de pap. No cre que tuviera que pasarse toda la noche en el
sof slo porque se hubiese tomado un par de copas de ms. Dedic a Jean un
fruncimiento de ceo. De modo que, despus de tomar mi bao, fui a despertarle
para que se metiera en la cama. Pero no estaba en el saln. Entonces vi que se diriga
al garaje. Le segu. Tena miedo de que se hiciera dao. Una adivina cuando algo no
va bien. Pap andaba en sueos. No saba qu diablos estaba haciendo.
Seguiste a tu padre al desvn y le viste de charla con un cadver. Jean mir a
Larry. Supongo que te sientes muy orgulloso de ti mismo.
No pude evitarlo, Jean. Estaba dormido.
Estaba verdaderamente dormido, mam. Deberas haber escuchado el grito
ululante que solt cuando le despert.
Son el timbre de la puerta. Sin pronunciar palabra, Jean se levant de la mesa.
Se acerc a Lane. Le sacudi la cabeza y luego pas la mano con suavidad por la
cabellera de la chica. Despus sali apresuradamente de la cocina.
No sabes cmo lo lamento dijo Larry.
Vale. Mam est realmente mosqueada, verdad?
Me temo que s. Ha sido una buena conmocin. Para las dos.
Me alegro de que no arrancases la estaca.
Tambin yo. Iba a hacerlo, eh?
S. Ya la tenas en la mano cuando te despert.
Jess!
No creers realmente que Lane mene la cabeza.
Que resucitara? No lo s. Probablemente no. Pero con todo, me alegro de que
me lo impidieras. Logr esbozar una sonrisa. Y tambin te agradezco que me
hayas defendido.
Est bien.
Eres una buena chica, digan lo que puedan decir los dems.
Lane solt una carcajada e hizo una mueca. Desorbit los ojos como si la hubiese
sorprendido un dolor repentino. El color desapareci de su rostro.
Qu te pasa?
La muchacha dirigi a su padre una mirada extraa. Durante un momento, Larry
pens que estaba a punto de confesarle algo terrible. Pero la chica dijo:
Nada. Slo que no estoy en plena forma. Retortijones. Ya sabes.
Seguro que no es ms que eso?
No te parece suficiente?
Puedes irte a la cama. No ests obligada a seguir aqu mientras estallan los
fuegos artificiales.
Por nada del mundo me los perdera.
Pete fue el primero en entrar en la cocina. Llevaba un batn azul sobre el pijama
blanco e iba calzado con unos mocasines. La nariz, vendada. A juzgar por su rostro,
muy bien poda ser un alumno de cuarto grado al que hubieran sorprendido in
fraganti en el momento de poner una tachuela en el asiento de la silla del profesor. Al
tropezar con la mirada de Larry, sus labios se movieron como si pronunciaran un
Qu ha pasado?, pero de su boca no sali sonido alguno. Larry not que se le
curvaban los labios. Sacudi la cabeza.
No s qu es lo que habis hecho, muchachos dijo Brbara mientras segua a
su marido a travs de la puerta, pero tengo la impresin de que os habis cubierto
de mierda.
Se recost en el mostrador. Tena el cabello revuelto y enlacado en los puntos ms
extraos. Aunque saltaba a la vista que no se lo haba cepillado, s era evidente que se
tom tiempo para vestirse. Llevaba zapatillas deportivas blancas y chndal de
pantalones ajustados, de color rojo, y sudadera con la inscripcin Club de Natacin
de Alcatraz.
En otras circunstancias pens Larry, me estara preguntando si llevaba algo
debajo de esas prendas.
Comprendi que precisamente se lo estaba preguntando.
Supongo que no estoy totalmente fuera de la cuestin, pens.
En tanto Pete tomaba asiento, Jean fue al comedor en busca de otra silla. La
coloc cerca de la esquina de la mesa donde solan desayunar.
Larry le sonri.
Va a ser un buen libro, eh?
S.
Se vendern millones de ejemplares se anim Pete. Lo mismo que El
horror de Amityville. Seremos ricos y famosos.
Infames corrigi Jean. La gente que lea algo como eso opinar que sois
una pareja de mentecatos. Como ese fulano al que catequizaron unos monstruos del
espacio. Fulmin a Larry con la mirada. Quieres ser el hazmerrer de todo el
mundo? Con simulada voz de cateto pueblerino se burl: Mira, ah va Larry
Dunbar. Es el muchacho que cree en vampiros, s, seor.
No ser as repuso Larry. Se trata slo del relato de lo que ha pasado.
Tengo ya escrito una barbaridad y
Santo Dios, tengo que leerlo! se entusiasm Brbara y su mano se
inmoviliz sobre el hombro de Pete.
Cuando est terminado dijo Larry. Faltan slo unos quince das ms. Pero
la cuestin es que, en el libro, dejo bien claro que yo no creo en vampiros. Cuento
exactamente lo que sucedi ya que Pete y yo pensamos que sera una idea
estupenda para un libro. Ninguno de nosotros cree de verdad que el cadver sea una
vampira.
Yo no dijo Pete.
Pero tampoco es ahora realmente una historia de vampiros. Se ha convertido en
mucho ms que eso. Ahora es un misterio criminal. Esas tres muchachas
desaparecieron en 1968, y nadie sabe qu fue de ellas. Nadie, salvo nosotros.
Y Uriah adujo Pete.
Sabemos quin las asesin y por qu, e incluso tenemos uno de los cadveres.
En nuestro garaje murmur Jean.
Y casi lograsteis que os mataran dijo Brbara.
Pero tenemos la historia declar Larry. La hemos conseguido. No creo que
tuvisemos nada al empezar. Es como t dices, Jean. No tenamos nada salvo un par
de chalados que se llevan a casa un cadver por si da la casualidad de que se trata de
una muchacha vampiro y, para averiguarlo, no tienen que hacer ms que arrancarle la
estaca, a ver si resucita. Y entonces lo hacen y la muchacha muerta sigue tendida all.
Y sanseacab. Menudo xito. Todo se viene abajo. Pero la cuestin es que no importa
el que sea o no una vampira. La chica representa un homicidio, y podemos citar el
nombre del asesino.
Que la mat porque crea que era una muchacha vampiro subray Pete.
La esposa y la hija de Uriah murieron asesinadas dijo Larry. Y a Uriah,
vaya uno a saber por qu, se le meti en la cabeza la idea de que fueron vctimas de
un vampiro. Inciner los cadveres para que no pudiesen revivir. Luego sali de caza.
Captulo 41
Pete fue a su casa en busca de la cmara de vdeo. Jean y Lane abandonaron la
cocina para ir a vestirse. Brbara, an sentada en la silla que Jean llev del comedor,
tena los brazos cruzados por debajo de los pechos y no cesaba de menear la cabeza.
Tembloroso y temindose que de un momento a otro empezaran a castaetearle
los dientes, Larry tom un sorbo de caf. Estaba tibio. Se dio cuenta entonces de que
se haba olvidado de ofrecer una taza a sus invitados.
Quieres un poco de caf? subsan el lapsus.
Gracias, pero me parece que no. Probablemente acabara derramndomelo
encima. Dios, es emocionante.
S murmur Larry.
Es como algo salido de un libro. De uno de tus libros.
Confo en que no acabe como uno de ellos.
T y yo, muchacho. Emiti una risita nerviosa. Saldr en el libro,
verdad?
Desde luego. Ya figuras en l. Se las arregl para sonrer. T eres la que
encontr el cadver.
Lo encontr Pete. Pero yo fui quien rompi el suelo del rellano de la escalera,
no?
S.
Espero que no me describas como una patosa gorda, eh?
De eso, nada. Te encantar tu personaje.
Brbara asinti, movi la cabeza despacio varias veces en sentido vertical; luego
cambi de direccin y la mene a Un lado y a otro.
No puedo creer que vosotros dos hayis hecho de verdad todo esto.
A m tambin me cuesta trabajo creerlo.
Pero Jean s puede.
Larry gimi:
No me lo recuerdes.
Se le pasar dijo Brbara. Cuando se haya acabado todo y se d cuenta de
lo que representa. Ya sabes, el hecho de que sea verdad. Ser estupendo.
Eso espero.
Me juego algo a que hasta harn una pelcula. De Niro sera perfecto para
personificar a Pete. Necesitarn alguien grande para m. Aunque no hace falta que sea
una estrella famosa. Grande, grande.
Qu te parece Susan Anton?
La satisfaccin la inund.
Eh, eso sera imponente. Ahora, qu me dices de Jean y de ti? Alguien
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menudita y mona para Jean. Te parece bien esa moza de la voz ronca que hizo
Oficial y caballero?
Debra Winger.
Sera perfecta para Jean. En cuanto a ti, tenemos un par donde elegir.
En serio?
Nick Nolte o Gary Busey.
Larry rio entre dientes al tiempo que senta el rubor subindosele a la cara.
Un montn de gracias.
De nada, sera estupendo. Cualquiera de los dos.
Al menos no has propuesto a George Kennedy.
Larry oy aproximarse unos pasos lentos. Lane entr en la cocina, con zapatillas
deportivas, vaqueros y gruesa camisa de cuadros escoceses. Una camisa de faldones
muy largos. La llevaba embutida debajo de los pantalones.
Empuaba un crucifijo en la mano derecha. El de la pared de su habitacin.
Pareca idntico al que Larry haba visto colgando alrededor del cuello de Uriah.
El que detuvo la bala.
Que tu madre no vea eso le advirti Larry.
Probablemente tienes razn.
La muchacha lo introdujo por debajo de la pechera de la camisa y el extremo
inferior de la cruz quedaba sujeto por la cintura de los vaqueros. Cuando Lane acab
la operacin, la holgada camisa no permita observar el menor rastro del crucifijo.
No tendrs, por casualidad, uno de sobra le pidi Brbara.
Lane se desabroch el cuello de la camisa y sac una pequea cruz dorada. La
cruz, con su cadena, proceda de los padres de Larry. Se la regalaron a la chica el da
de su primera comunin. Larry no saba que la hubiese llevado encima tanto tiempo.
Acerca un vampiro dijo y la gente empezar a descubrir la religin.
Desde luego, ibas preparada dijo Brbara a Lane.
Anda, toma.
Lane empez a bregar con el cierre de la cadena, con las manos detrs del cuello.
No, no. Eh, no me preocupan los vampiros.
Tmala, de todas maneras. Y le tendi la cruz y la cadena.
Bueno Brbara mir a Larry.
Por qu no?
Bien. Por qu no? Brbara se pas la cadena alrededor del cuello y cerr el
broche. Luego dispuso la cruz de forma que quedase en mitad de la pechera del
chndal. Gracias, cielo. Si algo empieza a indicar que la nia esa se apresta a
darme un mordisco, la sacudir con esto y la enviar a hacer puetas.
Esa es la idea dijo Lane. Mam siempre lleva la suya, de modo que
siempre est protegida.
hundidas en los bolsillos del mono. Encorvados los hombros, daba la impresin de
estar rechinando los dientes. Lane, por su parte, enseaba la dentadura. Se rodeaba el
pecho con los brazos. Sus ojos tropezaron con los de Larry.
Ten cuidado, pap recomend. No vayas a caerte o algo as.
Larry murmur un Gracias y se volvi hacia la escalera en el instante en que las
botas de Pete desaparecan por el hueco de la trampilla.
No! exclam Pete. EN EL NOMBRE DE DIOS, NO! A Larry se le puso
el corazn en la boca.
Oy el jadeo de las mujeres.
Cuidado! era la voz de Jean.
Desde las alturas les lleg la risa de Pete.
Detrs de Larry, algo restall. Oy ruido de cristales rotos.
El sonriente rostro de Pete apareci en lo alto de la escala.
Slo era una broma dijo.
Cabrn! grit Larry.
Dio media vuelta y vio a Brbara cada en el suelo, boca arriba. En la entrepierna
de sus pantalones rojos apareca una mancha oscura que iba ensanchndose. La orina
se filtraba y goteaba sobre el cemento, entre las piernas de la mujer. La cmara se
encontraba tambin en el suelo, a cosa de un metro por detrs de la cabeza de
Brbara.
Qu ha pasado? pregunt Pete.
Larry le fulmin con los ojos.
Idiota! Le has dado a Brbara tal susto, que se ha cado de espaldas. Creo que
tu cmara se casc.
No!
Esa vez, el grito fue autntico.
S confirm Larry.
Mientras Pete bajaba apresuradamente por la escalera de mano, Jean y Lane
ayudaron a su esposa a levantarse. Brbara se puso en pie, sin dejar de hacer muecas
ni de frotarse los glteos, y con los ojos bajados sobre su propia persona. Su voz son
aguda, discordante y temblorosa.
No puedo creerlo.
Estall en sollozos.
Pete se puso delante de ella.
No me pegues dijo.
La mujer se le qued mirando y rompi a llorar. Despus sali corriendo del
garaje, sembr un reguero de gotas sobre el hormign del piso y se alej cojeando
paseo abajo, con las piernas separadas.
Esta vez s que la he cagado murmur Pete.
Captulo 42
Cuando Lane se despert, el sol inundaba su dormitorio. Durante un rato, se sinti
estupendamente. Luego, el recuerdo de lo ocurrido la noche anterior con Kramer se
abati demoledoramente sobre ella. Enferma de vergenza y terror, tir hacia atrs la
ropa de la cama, se incorpor y se apret el vientre.
No lograba poner en orden sus ideas. Su cerebro era un torrente de horribles
imgenes que mantenan desbocado su corazn, ardiente la piel y contrado el
estmago.
Trat de expulsar aquellas imgenes. Era como pretender empujar al fondo de una
caja docenas de serpientes que no cesaran de retorcerse. Las cabezas emergan una y
otra vez, la atacaban, le clavaban los colmillos. Pero, por fin, consigui meterlas a
todas all y cerrar la tapa. Aunque ya no las vea, continuaba oyndolas silbar y
golpear, deseosas de salir de la caja y lastimarla.
Lane se sent en la cama, jadeante, con el sudor deslizndosele por la cara y el
camisn pegado a la piel.
Matar a ese mal nacido, pens.
Ah, claro que lo matar.
Qu voy a hacer?
Con lo de la noche anterior, Kramer no haba tenido suficiente. Lo dej bien claro
y si Lane le procuraba algn problema a causa de ello, la liquidara con la navaja y
tambin a sus padres. Los matara a todos.
Lo mismo que haba asesinado a Jessica y a su familia.
Dios mo, pens Lane. De dnde ha salido esa idea? Desde luego, Kramer no
dijo tal cosa.
Pero los haba matado. De sbito, Lane tuvo la certeza de ello. Jessica asista a la
sexta clase de Kramer. Sin duda estuvo saliendo con l, hasta que empez a ponerle
en dificultades. Kramer fue quien le propin aquella paliza, quien le rompi el brazo.
No haba sido Benson, despus de todo. Kramer le dio una leccin para que
cooperase, pero eso no bast. Quiz la chica no quera tener ms tratos con l. Acaso
Kramer temi que Jessica pudiera irse de la lengua. Entr subrepticiamente en su
casa, mat a toda la familia y luego prendi fuego al edificio.
Nos har lo mismo a nosotros.
Cuando Lane entr en la sala de estar, su padre le dirigi una sonrisa turbada. El
hombre estaba en su silln, con un libro en rstica en la mano y una taza de caf en la
mesa de la lmpara, a su lado.
Buenas tardes salud Larry.
Lane le dio un beso en la mejilla. Le rasc la barba.
tres botones de la pechera. Se abri el escote de la blusa lo suficiente para que Riley
pudiera verle los senos.
Esto slo es parte de lo que me hizo murmur Lane, y se abroch de nuevo
la blusa.
Kramer te hizo eso?
Y mucho ms. Y lleva encima una navaja barbera. Dijo que la utilizara
conmigo si lo contaba. Dijo que nos matara a m y a mi familia. Creo que eso es lo
que les ocurri a Jessica y a sus padres.
Riley se encorv hacia adelante y se agarr las rodillas. Agach la cabeza.
Permaneci as un rato, sentado en la capota del automvil, hundida la mirada en el
suelo. Por ltimo, alz la cabeza y sus ojos se encontraron con los de Lane.
Jessica tambin estaba as. Despus de que le dieran aquella paliza. Explic
que una panda de gamberros la sacudi detrs del minicentro comercial.
Fue Kramer.
Le matar decidi Riley.
Y yo te ayudar.
Lane volte hacia adelante el bolso de mahn. Sostenindoselo contra el vientre,
introdujo la mano y sac un revlver.
Es de mi padre dijo. Slo es un veintids, pero
Servir estupendamente asegur Riley.
Lane aguard en el coche mientras Riley volva a entrar en su casa.
Transcurrieron varios minutos. Luego, el muchacho sali de nuevo y fue a ocupar el
otro asiento delantero, junto a Lane.
Le he dicho a la vieja que vamos al cine, a la primera sesin.
Lane sac el papel del bolsillo de la blusa. Mir la segunda direccin.
Qu es eso?
Aqu es donde vive Kramer.
Muy bien.
Lane guard el papel y emprendi la marcha.
Riley tir de la vuelta de sus vaqueros azules, baj la mano y la subi armada con
un cuchillo. Lane le ech un vistazo. Pareca un arma realmente daina. La hoja deba
de tener veinte centmetros de longitud.
El plan es el siguiente dijo Riley. T te encargars de mantener
encaonado al hijo de puta. Yo lo liquidar. No dispares a menos que intente lanzarse
sobre ti.
Cada uno ser la coartada del otro manifest Lane, con voz temblorosa.
A la mierda las coartadas. No me importa que se me carguen por esto.
A m s que me importa. Ya tu madre seguro que tambin. Si nos cogen, puede
que no nos acusen de nada o que todo acabe en sentencia suspendida. Quiero decir
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que no creo que un jurado nos vaya a quitar de la circulacin por esto. Pero, de todas
formas, procuremos hacer el trabajo de manera que la polica no venga luego a
husmear.
Ah, s? Cmo supones t que podemos llevar a cabo la operacin?
Por qu no lo hacemos de modo y manera que parezca un suicidio? Una
mierda! Voy a cortarle la polla. Voy a cortarle la cabeza.
Podramos obligarle a redactar una nota de suicida. Obligarle a confesar lo que
le hizo a Jessica. Por escrito. Despus le colgamos. All mismo, en su casa.
Lees demasiados jodidos libros.
Merece la pena intentarlo.
En la calle donde resida Kramer, a dos manzanas de donde debera de estar su
domicilio, Lane acerc el coche a la acera. Se volvi de cara a Riley. El muchacho
tena el cuchillo en la mano derecha y pasaba la hoja a lo largo de la pernera de sus
descoloridos vaqueros.
Por qu no nos acercamos a pie desde aqu? propuso Lane. As, no ser
probable que alguien relacione el Mustang con lo que le suceda a Kramer. Hizo
una pausa y trat de recuperar el aliento. No haba hecho nada, pero se senta como si
acabara de subir corriendo un tramo de escalera. Yo ir delante. Dame un par de
minutos de ventaja.
Estars all sola con l.
No s murmur Lane.
Se puso el bolso en la falda y ech dentro las llaves. Tras lanzar una rpida
mirada en torno, para cerciorarse de que no haba nadie a la vista, sac el revlver.
Dej el bolso en el suelo del coche. Se ech hacia atrs en el asiento, tir de los
faldones de la blusa, alz la parte delantera y desliz el can del revlver por debajo
del cinturn de la falda. La boca del arma slo descendi dos centmetros y medio
antes de tocar el monte de Venus. Se baj el vuelo de la blusa y mantuvo el revlver
contra el vientre. Abri la portezuela y se ape.
Buena suerte le dese Riley.
Gracias.
Cerr la portezuela. De cara al vehculo, empuj el revlver hacia abajo hasta que
qued bien sujeto entre la falda y el cuerpo. Baj la vista sobre s. Los faldones
sueltos de la blusa disimulaban los bultos.
La espalda de la blusa se le pegaba a la piel. La separ, pero en cuanto apart la
mano de all, la tela volvi a ceirse a la piel.
En aquella vecindad no haba aceras, de modo que Lane camin por la calzada. El
can del arma se le clavaba en la ingle. El punto de mira a veces le rasgaba la cara
interior del muslo izquierdo, por lo que, al cabo de un momento, empuj lateralmente
la culata. Entonces, la boca del revlver le golpeaba el muslo derecho a cada paso.
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Pero la superficie del can era lisa y no le araaba la piel como el punto de mira.
Le record la noche anterior, cuando introdujo la base del crucifijo por debajo de
la cintura de los vaqueros. Anoche, una cruz. Hoy, un revlver.
Este es un mundo condenadamente extrao, pens. Continu andando.
Un pecado mortal pens. Al asesinar a Kramer, me arriesgo a ir al infierno.
Incluso aunque sea Riley el que haga el trabajo sucio. A los ojos de Dios, ser tan
culpable como l
Qu se supone que debo hacer, dejar que Kramer me siga violando? Dejarle que
mate a pap ya mam?
Esto es defensa propia. Lane no saba gran cosa acerca de la poltica eclesistica,
pero, al parecer, las tolerancias e indulgencias estaban hechas para las personas que
mataban en defensa propia, la guerra y esa clase de cosas. Desde luego, as lo
esperaba.
Al llegar a la siguiente esquina, sac el papel del bolsillo. Lo desdobl. Entorn
los prpados ante el reflejo de la luz del sol sobre la blancura del papel y ley de
nuevo la direccin.
Ochocientos treinta y ocho.
Volvi la cabeza. Riley se haba apeado del coche.
Lane guard el papel. Se sec el sudor de la cara pasndose la manga. Sigui
adelante. El sol se abata sobre su espalda como un manto de calor. Hubiera querido
llevarse la mano a la espalda y separarse de la piel el fondillo de las bragas, pero
Riley la vera hacerlo.
La casa que tena a la derecha era la nmero ochocientos treinta y seis.
La siguiente era la de Kramer. Una casita de adobe, con ventanal. El camino de
acceso estaba vaco.
Jadeando, con el corazn latiendo desacompasadamente y los msculos de las
piernas como jalea, Lane avanz por el camino de entrada.
No haba garaje. Slo un cobertizo para automviles. La ranchera no estaba en el
cobertizo.
No se vea por ninguna parte.
Kramer no est en su casa!
Despus de todo esto pens Lane, tiene que estar. Subi al prtico de entrada.
Puls el timbre y oy suaves campanilleos dentro de la casa.
Esper.
Dese recobrar el aliento y poder respirar normalmente.
Desliz la mano por dentro de la blusa y curv los sudorosos dedos alrededor de
la culata del revlver de su padre. El can se movi, golpendole la entrepierna.
Pens en la boca de Kramer aplicada all abajo.
Vamos, hijo de puta murmur.
Captulo 43
Durante el da, Uriah permaneci en el lecho seco de un regato, a cierta distancia
de la carretera.
Por la maana haba intentado comer un poco de tasajo, pero comprob que no
poda masticarlo sin que espantosos ramalazos de dolor surcaran sus mandbulas y
sus mejillas. Pudo beber agua, eso s, aunque parte de ella goteaba por los agujeros
del rostro. Y logr dormir.
So que las vampiras le apresaban. Las reconoci a todas. Todas eran demonios
a los que haba matado, pero que ya no estaban muertos. Llegaron a travs de los
rayos de sol del desierto y, entre alaridos escalofriantes, se abalanzaron sobre l. Le
derribaron contra el suelo. Le arrancaron las pieles de animales que lo cubran. Se
apoderaron del martillo y de las estacas que llevaba en su macuto. Le inmovilizaron,
le hundieron estacas de madera a travs de las manos y de los pies. Le clavaron en el
suelo. Crucificado. Mientras se revolva a causa del tormento, una le arranc el
parche del ojo. Mir desde las profundidades de la cuenca vaca y pens: Qu
extrao! Vea con los dos ojos. Las vampiras le rodeaban, arrodilladas, con las
pupilas destilando apetito y deleite anticipado, mientras la baba caa por sus barbillas.
Las manos se deslizaban por el cuerpo de Uriah, como si pretendiesen despertar su
lujuria. Horrorizado, comprendi que lo estaban consiguiendo. Debo resistir
pens. Soy el guerrero de Dios. Los rostros descendieron sobre l. Sinti sus
bocas por todas partes. En vez de dolor, xtasis. Esto no puede ser!
Unos labios se oprimieron contra su boca. Penetr una lengua. Otras se colaron
por los agujeros de sus mejillas. Otra ms se le introdujo por el ano. Mientras se
preguntaba cmo era posible todo aquello, una lengua se le meti por el orificio del
pene, serpente y profundiz. Uriah se retorci. Se dio cuenta entonces de que no
estaba clavado al suelo por las estacas. Los astiles de madera se haban convertido en
lenguas que culebreaban dentro de los agujeros de sus manos y pies. Despus, las
lenguas se le deslizaron por el cuerpo, por donde no haba aberturas, para fundirse
con la carne, para llenarle
Uriah se contorsion y se agit en espasmdicas sacudidas, impelido por la
agona de un placer exquisito, y entonces se despert a causa del dolor que llameaba
en su mejilla derecha. Encontr la punta de su propio dedo ndice hundida dentro del
orificio de la bala. Hizo una mueca y lo sac. Se sent y, suavemente, se cogi ambos
lados de la cara.
Haba cado la noche.
En el frenes de la pesadilla se haba quitado de encima la manta. La atrajo hacia
s y se la ech en torno a los hombros, cogida con firmeza. Pero no dejaba de tiritar.
Satans le haba visitado mediante aquel mal sueo. Trataba de tentarle. Trataba
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de debilitar su resolucin.
Yo soy el guerrero de Dios se dijo. No fallar.
Se puso en pie, cogi el macuto que contena sus armas y las intiles provisiones
de boca, se envolvi en la manta y empez a subir por el piso de gravilla de la ladera
del torrente.
No tard en llegar a la carretera. Mir en ambos sentidos.
No se vea ningn faro de automvil.
En el transcurso de toda la noche, mientras caminaba rumbo a Recodo de la
Cabeza de Mula, Uriah no avist la luz de un solo faro. Ni una sola vez tuvo que
abandonar la carretera y esconderse. Su ritmo de marcha fue bueno.
Cuando en el horizonte asom la lnea plida que anunciaba el amanecer, Uriah
subi a lo alto de una escarpadura. Divis desde all el ro Colorado, a lo lejos: una
ancha cinta serpenteante de color pizarra, flanqueada por luces como centenares de
estrellas que hubiesen cado sobre el desierto que bordeaba sus orillas.
Farolas urbanas. Faros de automviles que se desplazaban despacio. Luces
encendidas en porches. Tal vez incluso lmparas cuya claridad sala por las ventanas
de casas cuyos ocupantes haban iniciado ya la jornada o se haban pasado la noche
en blanco.
Uriah se pregunt qu luces de aquellas se proyectaran desde el interior de
guaridas de vampiros.
Quiz ninguna.
Al da siguiente, por la noche, se encontrara entre aquellas luces. Se colara
furtivamente en su cubil y enviara al descanso eterno a los hijos de Satans.
Captulo 44
Una mano despert a Lane, zarandendola suavemente.
Es hora de levantarse y asearse, tesoro dijo su madre. Lunes por la maana.
Se le comprimi el estmago.
Vale musit.
Cuando se qued sola, se puso de costado, se apret el vientre y levant las
rodillas.
No puedo ir al instituto pens. Sencillamente, no puedo.
Tengo que ir.
El da anterior le haba dicho a Riley que hablara con Kramer despus de clase y
concertara la cita con l.
Pero eso fue el da anterior. Resulta fcil fraguar planes audaces cuando una est a
salvo con otra persona y se habla del da siguiente. Ahora estaba sola y acababa de
empezar el da en que iba a poner en prctica el plan. No era del todo lo mismo. No
era lo mismo, en absoluto.
Mientras se ovillaba debajo de la ropa de la cama, Lane se imagin a s misma en
la clase sexta. Sentada en su sitio. Con el vaco pupitre de Jessica a su derecha. Frente
a la mesa en cuyo borde Kramer sola sentarse cuando hablaba a los alumnos. El
profesor estara all, apuesto y pagado de s mismo, comportndose como si nada
hubiera ocurrido. Pero lanzndole miradas subrepticias. Hacindole de vez en cuando
alguna pregunta sobre la asignatura. Y, durante toda la clase, se regodeara pensando
en el aspecto que ella presentaba desnuda, rememorando las cerdadas que le haba
hecho, soando en lo que le hara la prxima vez que la pillase sola.
No puedo ir pens Lane. No puedo estar all sentada, delante de l. No durante
una hora, ni durante un segundo. Me volvera loca.
As que no.
Automticamente, se sinti mejor.
Se desenrosc, se dio media vuelta y se puso boca abajo.
El colchn se oprimi contra su cuerpo maltrecho, pero no le causaba mucho
dao.
La presin sobre los pechos le record a Lane la escena cuando, el da anterior, se
abri la blusa ante Riley. Not que el calor del sonrojo se le extenda por la piel.
Cuando lo hizo no experiment ninguna vergenza, pero ahora le costaba trabajo
creer que hubiese sido capaz de aquella exhibicin. En mitad de la calle y a plena luz
del da. Le pareci que haba sido otra persona quien hizo aquello. Una Lane distinta.
La misma Lane distinta que se lleg hasta la puerta de Kramer con un revlver
bajo la cintura de la falda.
Deba de estar loca.
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Qu clase de?
Slo te digo continu Lane precipitadamente que no debes permitir que
Pete o cualquier otra persona te impulse a hacer algo en contra de tu voluntad. T
eres el nico que tendr que afrontar las consecuencias.
Crees que arrancar la estaca sera un error desde el punto de vista moral?
Si es una chica vampiro.
Naturalmente, sabemos que no lo es.
Hay algo ms en el Cielo y en la Tierra, Horacio, de lo que ha soado tu
filosofa!
Vaya, precioso!
Lane sonri.
Me voy a la cama.
Buenas noches, dulce princesa. Y que el aleteo de los ngeles sea la msica
que amenice tu descanso.
Ah, gracias. Pero no me estoy muriendo. Slo voy a echar una cabezadita.
Espero.
Abandon el saln, anot las direcciones de sus amigos, entreg el papel a su
madre en la cocina, le repiti las gracias por hacerle aquel favor y regres a su
dormitorio.
Recostada en las almohadas, trat de leer. Pero, aunque sus ojos recorran las
frases, el cerebro segua a la deriva, atormentndola con el recuerdo de Kramer. Al
cabo de un rato, apart el libro. Se acurruc entre las sbanas.
Dese tener los problemas que tena su padre. No sabe lo afortunado que es,
pens. Sera estupendo que la mayor preocupacin de mi vida consistiese en si debo o
no debo sacar el trozo de madera que tiene clavado en el pecho un cadver.
Pap dijo que la chica, Bonnie?, haba sido reina de las fiestas de Vuelta a Casa.
Debi de ser una belleza. Tal vez justo el tipo que le encanta a Kramer.
Mientras vagaba rumbo al sueo, Lane se imagin que reuna a todos sus amigos:
Betty y Henry, George y Riley. Necesito vuestra ayuda, les dijo. Explic su plan y
todos se mostraron deseosos de colaborar. De modo que se colaron en el garaje y se
llevaron a escondidas el cadver. Ataron el atad al techo del Mustang. Cruzaron la
ciudad, en plena noche, hasta el domicilio de Kramer. La ranchera no estaba all. El
profesor deba de seguir an en su barca. Mientras sus amigos permanecan ante la
fachada del edificio, Lane rompa una ventana de la parte de atrs y entraba en la
casa. Abri la puerta frontal y entraron el fretro. Lo llevaron al dormitorio de
Kramer. Tendieron el cadver en la cama y ocultaron el atad en un armario.
Lane se ofreci voluntaria para arrancar la estaca. No estoy asustada, dijo. Y no
lo estaba. Al menos, de Bonnie. Bonnie no era enemiga suya. Bonnie era su aliada, su
arma. Retir la estaca del pecho de la muchacha. El agujero se fundi, se cerr solo.
El cadver empez a dilatarse como una mueca hinchable a la que introducen aire.
Su piel reseca y apergaminada se puso tersa y adquiri un saludable lustre de vida.
Salvo en las zonas magulladas.
Lane se sobresalt el comprender que Bonnie pareca su hermana gemela. No,
pens, no es mi hermana gemela. Soy yo. Esto es an mejor de lo que haba esperado.
Kramer creer que acudo a l.
La Lane acostada en la cama de Kramer abri los ojos.
No te preocupes dijo. Me encargar de l
Lane se despert con la sensacin de que le haban quitado de encima una carga
terrible. Ignoraba el motivo, pero se senta estupendamente. Luego record el
fabuloso plan de su ensueo. Slo fue pura fantasa. Nada haba cambiado. Su moral
decay y la aprensin volvi a albergarse en su nido de la boca del estmago.
Consult el reloj situado junto a la cama. Casi la una. Haba dormido bastante
tiempo y estaba contenta. Si pudiera seguir durmiendo
Pero tena hambre. As que salt de la cama, se puso las zapatillas y la bata y sali
de la alcoba.
La casa pareca desierta.
Pero la puerta del estudio de su padre estaba cerrada llam con los nudillos. Al
abrirla, vislumbr fugazmente una pgina ilustrada con fotografas en blanco y negro
que su padre guardaba en una carpeta. Larry le sonri, pero su expresin era de susto
y su cara se haba sonrojado.
Lane se pregunt qu estara mirando. Fuera lo que fuese, pareca avergonzado de
ello. La muchacha decidi no hacer preguntas.
Siento haberte molestado se excus.
No tienes por qu. Te encuentras mejor?
Un poco. Pero tengo hambre. Has comido ya?
S. Almorzamos hace una hora. Quieres que te prepare algo?
No, est bien. Puedo arreglrmelas sola. Dnde est mam?
Fue a la tienda. Decidimos pedir a Pete y Brbara que vengan a cenar con
nosotros, por lo que ha tenido que salir a comprar algunas cosas.
Brbara se ha recuperado ya?
Aparentemente. Tu madre fue a verla. Daba la impresin de sentirse un poco
violenta por el accidente, pero est deseando continuar con la aventura. Pete se ha
agenciado ya una nueva cmara de vdeo.
Esperemos que Brbara no se la rompa tambin.
Lo ms probable es que no le ponga las manos encima.
Si Pete es lo bastante listo. A qu hora vendrn?
Hacia las seis.
Si no ando por aqu, no dejes de avisarme para que me levante. No me perdera
Captulo 45
Tras colgar el telfono de la cocina, Larry fue al saln y encontr a Hal delante de
la biblioteca, dedicado a examinar el conjunto de sus obras.
Tienes toda una bibliografa.
Diecisiete novelas, hasta el momento.
Es fantstico.
Bueno, las cosas me han ido bien. No tengo tanto xito como quisiera, pero
quin lo tiene?
En qu trabajas ahora? O es un secreto?
No es ningn gran secreto, supongo. Te apetece una copa?
Oh, no quisiera molestar. Slo vine a interesarme por Lane y
No hay motivo para tanta prisa. Me iba a preparar una tnica con vodka. Qu
puedo ofrecerte?
Pues otra para m acept Hal, y le sigui a la cocina.
El que me llam era un amigo explic Larry, mientras mezclaba las bebidas
. Otro escritor. Una verdadera coincidencia. Est preparando una antologa de
relatos de vampiros y me ha pedido una colaboracin.
Vaya, enhorabuena.
Gracias. Resulta estupendo haber llegado a un punto en que te solicitan relatos.
Yo ni siquiera escribo historias cortas, a menos que me las pidan. Esto si que es un
buen salto respecto a la vieja poca en que sola enviarlas a la revistas y me hartaba
de coleccionar cartas de rechazo.
S, tiene que ser muy gratificante. Mencionaste algo respecto a una
coincidencia?
Ah, s. Bastante singular. Quiere una historia de vampiros y da la casualidad de
que llevo varias semanas metido hasta el cuello en ese tema.
Ests trabajando, pues, en una novela de vampiros?
No exactamente.
Tendi el combinado a Hal, cogi el suyo y encabez la marcha de regreso a la
sala de estar. Se acomod en su silln.
Hal tom asiento en el extremo del sof, frente a l.
Salud brind Larry.
Bebieron. Hal sonri y dijo:
Al grano.
Estoy preparando un libro de vampiros, pero no es una novela. No es literatura
de imaginacin.
Una especie de estudio?
A decir verdad, trata de experiencias personales.
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Hal mene la cabeza y sonri como si creyera que Larry pretenda tomarle el
pelo.
Tuviste experiencias personales con vampiros?
S.
Vale ms que deje de hablar del tema, pens. Y en seguida cambi de opinin.
Por qu? El hombre no est en situacin de birlarme la historia. Y es posible que
merezca la pena observar la reaccin de alguien ajeno a todo esto.
Y, de todas formas, todo el mundo lo sabr a partir de esta noche y, por otra parte,
vamos a entregar a Bonnie a la polica.
Quieres escucharlas?
Claro!
Hal tom un sorbo de su bebida y se inclin hacia adelante como si ardiera en
deseos de or una historia ttrica.
Bueno, todo empez hace unas semanas, cuando Jean y yo fuimos al desierto a
explorar una ciudad fantasma, en compaa de unos amigos. Pete y Brbara. Vendrn
a cenar dentro de un rato, as que tendrs ocasin de conocerlos.
Estupendo.
Verdaderamente dijo Larry, por qu no te quedas a cenar con nosotros?
Confi en que Jean no pusiera ningn inconveniente. Lo ms probable era que no.
Tena un asado en el horno. Seguro que haba de sobra para alimentar a un invitado
extra.
Le diremos que se quede para presenciar el gran acontecimiento, si quiere.
Dispondremos de un observador objetivo.
No me gusta imponer mi presencia.
Nos encantar contar contigo. Es una ocasin tirando a especial. Comprenders
por qu en cuanto conozcas toda la historia.
Bueno, quedarme ser un placer. Siempre y cuando Jean no
Le alegrar que te quedes.
Hal se encogi de hombros.
Si ella no se opone
Formidable. Muy bien. Larry tom otro trago. Como iba diciendo, los
cuatro fuimos a esa ciudad fantasma, que est a una hora de aqu, en coche. Se llama
Llano de la Artemisa.
Mientras relataba los hechos, Halle miraba y beba. A veces, el profesor meneaba
la cabeza como si no pudiese dar crdito a sus odos. En varias ocasiones dej
escapar murmullos de asombro. Al rematar la parte relativa al traslado del cadver a
la casa, Larry salio brevemente de la estancia para ir en busca de nuevas bebidas.
Despus se sent de nuevo y reanud la historia. Tuvo buen cuidado en eludir todos
los detalles de su coladura por Bonnie. Se concentr en los hechos. Disfrut de las
el sostn. Cuando se abrochaba los corchetes, record las ocasiones en que se fue al
instituto sin ponerse sujetador, con la esperanza de atraer la atencin de Kramer.
La atrajiste, desde luego.
No tuvo nada que ver con eso, se record. Kramer ya me haba elegido antes de
que yo iniciase nada.
Como proteccin adicional, Lane se puso una camiseta de manga corta. Sac de
una percha del armario un par de gruesos pantalones de pana. Se estir la camiseta
hasta los muslos, pas el pantaln por encima de los faldones, abroch el botn de la
cintura y subi la cremallera. Ahora, para llegar a la piel, Kramer tendra que tirar de
la camiseta y sacarla de debajo de los pantalones. Pas una correa por las trabillas y
se abroch la hebilla. Despus se puso su holgada camisa de cuadros. Aboton la
parte delantera, pero no se meti los faldones bajo el pantaln.
Se mir en el espejo.
No era precisamente una armadura, pero s mucho mejor que la simple camisa de
dormir. Si Kramer le haca otra visita, iba a tenerlo bastante crudo para llegar a
cualquier punto de la piel situado debajo del cuello.
Lane se acost. Tir de la sbana y de la manta y se tap hasta la barbilla. Se
senta extraa completamente vestida bajo la ropa de la cama.
No slo extraa, sino tambin poco menos que achicharrada.
Mejor un poco de incomodidad, pens, que permitir que aquel asqueroso bastardo
vuelva a ponerme las manos encima.
Escuch, a la espera de or sus pasos. Saba que iba a ir all.
Supongamos que viene y yo tengo bajo la ropa el revlver de pap y le dejo seco.
Le encontraran la navaja barbera encima.
El corazn de Lane empez a martillearle en el pecho mientras meditaba en ello.
Ir a buscarlo.
Salt de la cama. Cuando abri cautelosamente la puerta, risas y voces
irrumpieron en el cuarto. Se lo estn pasando a base de bien, pens Lane.
El pasillo estaba despejado.
Corri a la habitacin de sus padres. Sin encender la luz, se encamin al armario
donde pap guardaba el revlver.
Al tenue resplandor que llegaba del pasillo vio el telfono sobre la mesilla de
noche y una riada de alivio la aneg.
Encendi la lamparita de al lado de la cama, llam a Informacin y obtuvo el
nmero de Melanie Benson. Lo marc.
Mientras escuchaba la seal del tintineo en el otro extremo de la lnea, sus ojos no
se apartaban de la puerta.
Venga, venga murmur.
Al cuarto timbrazo, alguien descolg.
S? era Riley, con tono de voz que indicaba fastidio por la interrupcin.
Soy yo, Lane.
Muy bien! Qu pasa?
Kramer est aqu. En mi casa.
No jodas!
Cena con nosotros, por Dios.
Qu diablos?
No importa. Mira, seguramente permanecer aqu un par de horas ms. Yo no
puedo salir, pero, no s, se me ocurri que deba decrtelo. Lo ms probable es que
luego se vaya directamente a su casa, sabes? Tal vez quieras estar all esperndole.
De puta madre!
Qu opinas?
Ese cabrn se va a llevar la sorpresa de su vida. La ltima sorpresa de su vida.
Ten cuidado, vale? Lleva consigo la navaja.
Cuando le hagan la autopsia a ese hijo de puta, se la encontrarn metida en el
culo.
Buena suerte, Riley.
S, claro. Ya nos veremos, Lane.
Colg.
Lane tambin dej el auricular en la horquilla. Se frot las sudorosas manos en la
pernera de los pantalones de pana, apag la lmpara y se traslad rpidamente al
cuarto de bao. Cerr por dentro.
Sentada en la taza del retrete, se apret el vientre, encorv el cuerpo e intent
dejar de temblar.
Captulo 46
A zampar! convoc Jean desde el comedor.
Salvada por la campana, reina ma coment Pete. Hal se ech a rer.
Vaya, aqu la tenemos! anunci Pete, y alz su combinado como si brindara
por Lane, en el momento en que la muchacha entraba en el saln.
Buena chica, no quiere quedarse al margen dijo Hal. Larry experiment un
ramalazo de alivio, pero mezclado con cierta aprensin.
Te encuentras mejor, tesoro? pregunt.
Mucho mejor.
Fantstico!
La partida al completo observ Brbara.
Ya puedo relajarme, se dijo Larry. Mientras todos los dems beban, masticaban
tapas de aperitivo y daban la impresin de pasrselo la mar de bien, l no haba
dejado de beber y preocuparse por Lane.
Pero la muchacha deba de haberse recuperado. Gracias a Dios.
Aunque, en cierto modo, a Larry le haba reconfortado la idea de que su hija
estara en su cuarto, apartada de la escena donde iba a desarrollarse la accin cuando
llegase el momento de arrancar la estaca.
Tal como iba ahora vestida, era evidente que albergaba la intencin de salir con
ellos. Llevaba incluso la misma camisa de la otra noche: la que aprovech para
ocultar el enorme crucifijo de su habitacin.
Brbara tambin pareci reparar en ello. Sonri a Lane, le dio unas palmaditas en
el estmago y pregunt:
Lo llevas?
Durante unos segundos, Lane se qued perpleja.
Ya sabes.
Brbara volvi a palmearla.
Ah, eso!
Lane mir en derredor.
Jean est en la cocina le inform Brbara.
Cuelga de la pared de mi cuarto. Lo coger cuando llegue el momento.
De qu se trata? le pregunt Hal.
Lane le lanz un vistazo, desvi la mirada y enrojeci como si le avergonzara
reconocer una cosa como aquella ante su profesor.
Brbara se inclin de lado y apoy una mano en la rodilla de Hal.
Hablbamos sobre nuestras medidas de proteccin. Con la otra mano, se
sac de debajo del jersey la cadena de oro y mostr a Kramer la cruz de Lane. Me
la prest para el gran acontecimiento. Tiene para s una de tamao gigante. Ha de
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Nadie habl mucho durante la cena. Larry estaba hambriento. Mientras se llenaba
la boca de carne y pur de patatas, observ que todos imitaban su ejemplo con
entusiasmo de verdaderos famlicos. Todos, excepto Lane. Los otros haban acabado
ya y el plato de la muchacha pareca seguir poco menos que intacto.
Preparado, socio? pregunt Pete.
Tan preparado como el que ms dijo Larry, y el corazn empez a latirle con
tal violencia, que se sinti mareado.
Un momento, ir en busca de la cmara.
Una servidora rendir visita al seor Mingitorio dijo Brbara.
Ambos salieron del comedor.
Una cena deliciosa, Jean encomi Hal.
Muchas gracias. Hice de postre un pastel Bosque Negro, pero creo que ser
mejor dejarlo para luego. Permitamos que los chicos acaben primero con esa tontera
que se llevan entre manos.
Pete volvi con la video cmara, que haba dejado en el saln.
Esperemos que sobreviva a esta noche dijo.
Con que te abstengas de estupideces como las de la ltima vez, habr muchas
posibilidades de ello le dijo Jean.
No cometer ninguna tontera.
Todo a punto dijo Brbara, al entrar de nuevo en el comedor.
Se dirigieron a la puerta de la cocina. Cuando Larry la abra, Lane dijo:
Me parece que yo tambin har cierta visita. Id delante. En seguida estar con
vosotros.
Muy bien dijo Pete. Extrememos las precauciones para que no se
produzcan ms accidentes.
Los dems siguieron a Larry, que sali afuera y empez a estremecerse mientras
avanzaba hacia el garaje. Se dobl sobre s mismo y se apret el estmago. Rechin
los dientes.
Oh, Bonnie pens. All vamos, preparados o no.
Se detuvo ante la puerta del garaje y hundi una mano en el bolsillo de los
pantalones. Sac las llaves. El candado le pareci de hielo puro mientras intentaba
sostenerlo con firmeza. La llave oscil, pero, al final, logr introducirla en la
bocallave. Al girar, la cerradura se abri. Retir el candado, empuj la hoja de
madera y la puerta se abri unos palmos. Se guard el candado en el bolsillo, donde
se oprimi, fro y pesado, contra el muslo.
Jean entr por delante de ellos. Al cabo de unos segundos, se encendi la
bombilla colgada del techo y los dems entraron en el garaje.
Larry se sorprendi al ver bajada la escalera de mano.
Haba estado alguien all?
intestinos. Notaba tan dbiles las piernas, que tema que le fallaran.
En cuestin de unos minutos, se dijo, todo habr ya concluido.
Ser tuya para siempre, pareca susurrarle Bonnie en el cerebro.
Y si fuese verdad?, pens.
No puede ser. Est muerta. Su voz no es ms que mi maldita imaginacin que
trata de confundirme jugndome malas pasadas.
Y si vuelve a la vida?
Mientras Larry alzaba la cabeza hacia la penumbra del sotabanco, se vio a s
mismo en la cama, con Bonnie a horcajadas sobre l, desnuda y ms hermosa que
cualquier otra mujer que hubiese visto en toda su vida.
Y si fuera as?
Hizo un alto, con el cerebro lleno de Bonnie. Senta el tacto de las manos de la
muchacha deslizndose sobre su piel, la suave humedad de los labios de la chica, el
roce de los senos contra su pecho y, luego, la tersa estrechez por la que se colaba el
miembro cuando Bonnie se empalaba por s misma.
A qu esperas? le apremi Pete. Ests perdiendo tus proverbiales
agallas?
Estoy bien murmur Larry.
Una vez en el desvn, comprendi que s estaba bien. El calor de sus fantasas
haba fundido sus temores.
No puede acabar as, se dijo. Pero no sera estupendo?
No! No tendra nada de estupendo. Qu diablos me ocurre?
A la tenue claridad que llegaba de abajo, vio a Pete arrodillado a la cabecera del
atad. Larry se traslad hacia el otro extremo. Su mano cay sobre la linterna
fluorescente que haba llevado all la noche en que Lane le sorprendi.
Lane.
Al desear a Bonnie, traicionaba a Lane. Peor an, tambin traicionaba a Jean.
Apart la apagada linterna, se desliz sobre las tablas hasta los pies del atad y
apoy las manos en la caja.
Una densa negrura llenaba el interior del atad.
Le era imposible de todo punto ver a Bonnie all dentro. Pete dijo, en un susurro:
No sera alucinante que la moza resucitara?
S musit Larry.
Fue una nena de fbula, verdad?
Ests casado con una nena de fbula.
S, pero Bonnie Me he hecho una imagen mental de la chavala, sabes?
Ningn parecido con su estado actual dijo Larry, y se alegr de no poder ver
el cadver en el tenebroso fondo del atad.
En las pelculas, los vampiros siempre reviven como nuevos.
Abri los ojos y mir a Jean. La mujer tena los puos apoyados en las caderas.
Le observaba, fruncido el ceo.
Venga, adelante apremi.
Larry dirigi la vista a Pete y luego la fij en el objetivo de la cmara.
Olvdalo dijo. No voy a hacerlo. No vamos a hacerlo. Ninguno de
nosotros. Ya est. Se acab.
Lane avanz desde la oscuridad reinante al otro lado de la puerta del garaje. Se
detuvo. Mir a Larry. Despus a Hal.
No! grit, y se precipit sobre el profesor.
Captulo 47
Cuando todos hubieron salido de la casa, Lane aguard en la puerta de la cocina y
estuvo observndolos hasta que entraron en el garaje. Slo entonces tuvo el
convencimiento de que Kramer no se separara del grupo para hacerle a ella una
visita.
Entr en su dormitorio. All, cogi la cruz que colgaba de la pequea escarpia de
la pared.
En el momento en que introduca el extremo de la cruz por debajo de la cintura,
pens en el revlver.
Poda llevar el arma en vez de la cruz.
Y qu iba a hacer con ella? Disparar contra Kramer?
Primero, le obligara a confesar. Todo quedara grabado en la cinta de vdeo.
Pero
No puedo.
No tengo que hacerlo, comprendi de pronto. Haba telefoneado a Riley. En
aquel preciso instante, estara esperndole en la casa, deseando cargarse a aquel
bastardo por el asesinato de Jessica.
Me ver libre de todo. l habr muerto y nadie se enterar nunca de lo que me
hizo.
Si Riley no mete la pata.
No la meter.
Lane sali del dormitorio y decidi ir al retrete. Se encamin al extremo del
pasillo, encendi la luz del cuarto de bao y cerr la puerta por dentro, no fuera caso
que a Kramer le diese por volver, despus de todo. Sac el crucifijo, lo dej junto al
lavabo, se baj los pantalones y las bragas y se sent en el inodoro.
Tal vez debera quedarme aqu, pens.
Termin, se sec y continu all.
Qudate aqu y no volvers a ver a Kramer jams. Te enterars de todo maana
por los peridicos. Profesor del instituto Buford brutalmente asesinado en su
domicilio.
Nadie sabr jams lo que me hizo.
A menos de que detengan a Riley por el homicidio. Entonces tendr que declarar
a su favor.
Quiz no suceda eso. A lo mejor se convierte en un caso ms de los que quedan
por resolver y mam y pap nunca sabrn nada.
Lane se pregunt si no la estaran esperando. Poda ser que decidieran no arrancar
la estaca hasta que ella estuviese all. Acaso enviaran a alguien a buscarla. Tal vez
Kramer se ofreciera voluntario.
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Captulo 48
De ninguna manera voy a permitir que cargues con el muerto dijo Pete desde
el asiento trasero del automvil, donde estaba tendido, con una toalla apretada contra
el pecho.
No te preocupes repuso Larry, a travs de la ventanilla del asiento del
conductor.
Volvemos en seguida asegur Brbara. Esto no debe llevamos ms de una
hora o as
Si no tienen que enviar en busca de ms trapitos dijo Pete.
La polica seguramente estar an aqu.
No me extraara ni tanto as. Brbara levant una mano del volante, palme
suavemente a Larry en la mejilla y dijo: No te preocupes, nadie va a meterte en la
crcel por matar a ese gusano.
Si lo hacen aadi Pete, puedes escribir un libro sobre eso.
Un milln de gracias, socio.
Vamos, nena. Pongmonos en marcha. Aqu detrs me estoy convirtiendo en
postre de vampiro.
Ve con cuidado recomend Larry.
Se retir un paso del automvil. Jean le cogi de la mano y ambos permanecieron
uno al lado del otro, mientras Brbara conduca el coche paseo abajo.
Sentada en la cama de sus padres, con el listn telefnico en el regazo, Lane cogi
el microtelfono y marc el nmero de Kramer. Oy la primera llamada y se imagin
el sbito timbrazo que retumbara en la casa a oscuras, probablemente sobresaltando
a Riley, a quien le dara un vuelco el corazn.
Dos timbrazos ms y luego la lnea qued abierta. La voz de Kramer manifest:
En este momento me encuentro ausente y no puedo atender su llamada. Por favor,
cuando suene la ltima seal, deje su nombre, nmero y recado. Me pondr en
contacto con usted lo antes posible.
Y un cuerno vas a ponerte en contacto conmigo murmur Lane, por encima
de la palabra Gracias con que conclua el contestador automtico.
Oy una especie de siseo vaco, como el del viento soplando por la noche en el
desierto.
Y si Riley no est all y los agentes encuentran esto? Lleg por fin el hipo
Eh, cgelo. Aqu, joven inocente. Te enteras? Joven inocente con el salivazo
en la cara. Descuelga el auricular. Es urgente.
Oy un click.
Lane?
De todas formas, nos fall la vampira. Nunca la hubo. Pero, incluso aunque
hubiera resultado que s, no me sera posible contar la verdad. No podra escribir
sobre Kramer. Ni explicar lo que vivi Lane. De ninguna manera.
Pete le contempl, con los ojos an a la funerala como consecuencia de su
encuentro con la piedra de Uriah. Le sigui mirando durante largos segundos. Luego,
suspir. Apret con ms fuerza la mano de Larry.
Eres un buen hombre dijo.
T tambin. Escribiremos juntos otra clase de libro. Se alz una comisura de la
boca de Pete.
Muy bien. Estoy lleno de ideas. Prepararemos
De lo que ests lleno es de estupefacientes terci Brbara, y le rode con un
brazo. Vmonos ya. Volvamos a casa y psate un buen rato con los ojos cerrados.
Cuando se marcharon, Larry apag las luces y se retir con Jean hacia su
habitacin. Vio en el extremo del pasillo una tira de claridad que asomaba por debajo
de la puerta del cuarto de bao. Oy el ruido del agua corriente.
Lane colg la toalla en su barra y se puso la camisa de dormir. La suave tela se
qued pegada a la piel en la parte baja de la espalda, donde la toalla no haba secado
el agua.
Dej las prendas colgadas en el cuarto de bao y sali al pasillo.
La casa estaba a oscuras, salvo por la claridad que se escapaba por el hueco de la
puerta del dormitorio de sus padres, que estaba de par en par.
Lane fue a su cuarto, encendi la luz y contempl la cama. Con todo el cansancio
que llevaba encima, saba que el sueo no iba a acudir ni fcil ni rpidamente.
Permanecera tendida all, desvelada, completamente despierta, recordando
No, no estoy dispuesta a eso, pens.
Permaneci en su dormitorio el tiempo suficiente para recoger la almohada y la
manta. Sostenindolas contra el pecho, apag la luz y, en silencio, sali de nuevo al
pasillo.
Lanz una ojeada al interior de la alcoba de sus padres.
No se encontraban all, pero oy el rumoroso sonido del agua que corra en el
cuarto de bao.
A travs de la oscuridad, Lane se encamin al sof del saln. Dej encima de l la
almohada y la manta, se acerc al televisor y lo encendi.
Una pelcula de Christopher Lee. Cambi de canal, reconoci a Jimmy Stewart en
una especie de historia de las Fuerzas Areas y regres al sof.
Se tendi all y all continu, cubierta con la manta. Ovillada de costado, mir la
pelcula. Cuando Kramer intentaba colarse en su mente, Lane recurra al recuerdo de
la imagen en que los funcionarios cerraban la cremallera de la bolsa de caucho en
cuyo interior le haban metido y lo trasladaban a la furgoneta, junto con Bonnie.
Captulo 49
Con las primeras claridades del alba, Uriah abandon su escondite. El silencio
reinaba en el barrio. Cruz la desierta calle y, al pasar junto a l, lanz una mirada al
Mustang rojo de los vampiros.
Echarle mano al permiso de circulacin de aquel vehculo le haba facilitado
enormemente las cosas. La primera vez que fue a por Bonnie, no cont con aquella
ventaja. El nico detalle que conoca entonces era la clase de automvil que conduca
la vampira.
Uno de aquellos escarabajos Volkswagen se haba cruzado con l en la
carretera, cuando volva a pie rumbo a Llano de la Artemisa, despus de que se le
averiase la camioneta. A la luz de la luna, el color de la carrocera era claro y
vislumbr al conductor el espacio de tiempo suficiente para ver que se trataba de una
chica.
No era gran cosa. Ni siquiera poda tener la certeza de que el escarabajo fuese de
regreso a Recodo de la Cabeza de Mula, aunque esta era la primera ciudad por el este,
la direccin que llevaba el automvil. De modo que all fue a investigar, a Recodo de
la Cabeza de Mula.
Le llev bastante tiempo, pero acab por dar con la muchacha vampiro duea del
Volkswagen amarillo. La envi a descansar. Pero luego apareci otra, y despus, otra
ms. Todas eran chicas, tenan aproximadamente la misma edad y posean su
correspondiente Volkswagen de color claro. Y, tambin, todas eran vampiras.
Durante su indagacin descubri que no se comportaban como deban
comportarse los vampiros. No dorman en atades. Los rayos del sol no las
abrasaban. Podan moverse a la luz diurna, como muchachas corrientes. Todo lo que
haca el sol era debilitarlas.
El sol permitira acabar con ellas con ms facilidad, pero l estaba por aquel
entonces tan obcecado, que continu acosndolas de noche. Con posterioridad, al
pensar en ello, se figur que deba de ser una especie de obsesin fatal por su parte.
Deseaba vengarse, desde luego, pero tampoco se preocupaba mucho de si deba o no
conservar la vida.
Fue una manera estpida de actuar. Pero el Seor estaba con l y le protegi de
todo mal.
El Seor haba asignado a Uriah una misin. Decidi enviar a su guerrero por
todo el pas, para que persiguiera a la legin de vampiros que realizaban la tarea de
Satans en todos los rincones de la tierra. De modo que l permiti que Uriah se
encargase de aquella labor, incluso a pesar del modo tan chapucero en que acab con
las tres primeras vampiras.
Uriah confiaba en que el Seor le permitira retirarse despus de la jornada de
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hoy. Si sobreviva.
No iba a resultar sencillo liquidar a aquellos cinco hijos de Belceb. Supuso que
contaba con pocas posibilidades de triunfo, en especial porque no dispona de su arco
y sus flechas.
Pero si el Seor continuaba respaldndole, hundira una estaca en el pecho de
cada uno de ellos y los transportara a Llano de la Artemisa en la furgoneta propiedad
del vampiro al que casi envi a descansar el sbado anterior. El vehculo estaba
aparcado en el camino de acceso de la casa de la derecha; ira a aquel edificio en
cuanto acabara aqu.
Uriah prob la puerta delantera. Al comprobar que estaba cerrada con llave, se
dispuso a dar la vuelta a la casa. Atraves un portillo. All delante estaba el garaje.
Tena la puerta cruzada por una cinta de plstico amarillo una de esa clase de cintas
que coloca la polica en los lugares donde se ha cometido un crimen.
All era donde los vampiros haban matado la noche anterior a aquellas dos
personas. Qu historia habran contado a las autoridades, para salir tan bien librados
de su doble homicidio?
Fuera cual fuese, la polica no los retuvo mucho tiempo. Slo hay una forma de
tratar a esas criaturas: la que yo practico con ellas.
En la parte posterior de la casa, Uriah encontr una ventana con una hendidura en
el fondo. Dej su macuto encima del suelo de hormign, sac el cuchillo e hizo una
abertura en la persiana. Intent sostener el cuchillo entre los dientes, pero apretar las
mandbulas le produca un dolor tan intenso, que en seguida envain el cuchillo y lo
puso a un lado. Luego ampli la abertura de la persiana y levant el cristal de la
ventana.
Se pas por el hombro una correa del macuto y salt al interior de la casa.
Un cuarto de bao. Un agradable olor a flores.
La puerta estaba abierta. Al otro lado del umbral, un pasillo apenas iluminado por
la claridad de la maana.
Antes de abandonar el cuarto de bao, Uriah se baj la bolsa que llevaba
colgando del hombro. Sac el martillo y una estaca, despus se carg de nuevo el
macuto y sali al pasillo.
Se detuvo ante una puerta que estaba de par en par. Un dormitorio. Pero no haba
nadie en l.
Reanud la marcha y lleg a otra alcoba. Encontr all al vampiro que le haba
disparado. Uriah introdujo la lengua en el orificio de su mejilla derecha. Le provoc
una mueca de dolor y los ojos se le llenaron de lgrimas.
El pecho de este se encontraba expuesto. El vampiro estaba tendido de espaldas,
desnudo hasta la cintura, donde se arremolinaba la ropa de la cama.
Una mujer vampiro dorma a su lado. Tapada hasta los hombros, yaca de
sangre.
Cumple tu misin!, se dijo.
Se desvi hacia un lado, pero no pudo evitar volver la cabeza. Desde all poda
ver los preciosos rizos dorados, pero no la tentacin que era la zona inferior de la
muchacha.
Se pas el dorso de la mano por los labios. Luego cogi la estaca que se haba
puesto debajo del brazo.
Mir el pecho de Bonnie.
Tengo que mirar se dijo. Tengo que ver dnde planto la estaca.
Contempl los senos de la chica, lisas protuberancias bajo la camisa de dormir,
pezones que se opriman contra la tela.
La prenda era tan fina, que Uriah comprendi que la estaca la atravesara con
suma facilidad, casi como si no estuviese all. Sin embargo, sera mejor apartarla.
La muchacha se despertara, seguro.
Pero a Uriah no le quedaba ms remedio que hacerlo.
Dej el martillo y la estaca en el suelo, a sus pies. Sac el cuchillo. Despacio,
muy despacio, a partir del cuello, procedi a cortar la camisa de dormir. Bonnie se
removi una o dos veces, pero sin llegar a despertarse.
Por fin, Uriah pudo envainar el cuchillo. Con exquisito cuidado, fue separando los
dos cortes de tela.
El cuerpo de la chica presentaba bastantes contusiones.
Alguien se haba ensaado con ella. A Uriah le sorprendi, ver aquellas lesiones.
Siempre tuvo la idea de que, salvo la estaca, nada poda lastimar a aquellos diablos.
Tenues sombras parecan manchar los pechos. Lo mismo ocurra con gran parte
de la piel que los circundaba. Vio una magulladura del tamao de un puo en la parte
inferior de la caja torcica y una forma, semejante a una cruz, en el vientre. Una cruz,
no caba duda. Aquella seal era muy parecida a la que qued en el pecho de Uriah
despus de que la cruz le salvara del balazo. Los brazos de la cruz haban dejado all
un cardenal, y los bordes se hundieron en la piel. Las zonas desgarradas relucan,
rojas y enconadas.
La herida de una cruz en el vientre de la vampira. Uriah se pregunt qu podra
significar.
La haba atacado alguien? Alguien armado con un crucifijo?
Aquellos cadveres que la polica se llev de all anoche
Es que hay otros, adems de m? Habra enviado el Seor un par de guerreros
ms, temindose que yo pudiera fracasar?
Bueno, ellos eran los que haban fracasado.
Uriah recogi el martillo y la estaca.
Bonnie no tena ninguna magulladura en el punto donde l plant la estaca la
ltima vez. All, la piel presentaba una tersura perfecta, sedosa crema bajo la escasa
claridad del amanecer.
Dej que su mirada vagase de nuevo por aquel cuerpo estilizado. Luego adelant
la estaca. Roz con la punta el pezn izquierdo y dese poder aplicar all los labios,
besar, chupar, pero eso la despertara con toda certeza y entonces le matara a l.
Adems, su boca no estaba para chupar nada.
Llev la estaca hacia el punto donde haba apoyado la otra. Se agit levemente y
la punta tembl a cosa de un centmetro por encima de la piel.
Luego alz el martillo.
Captulo 50
Aquella maana no son el despertador. Al despertarse, Larry encontr a Jean
dormida junto a l. Se incorpor y su mirada pas por encima de la mujer, hacia el
reloj. Las ocho y cuarto.
Lane llegar tarde al instituto, pens.
Despus comprendi que lo ms probable era que, aquel da, la chica no fuera a
clase. Despus de todo lo que haba ocurrido, no.
Todo lo que haba ocurrido. Kramer la viol. Oh, Jess!
Oh, Dios! Mi nia!
Mat al podrido hijo de puta.
Bueno. Bueno, bueno, bueno, bueno.
Larry rompi a llorar y salt rpidamente de la cama, antes de que sus sollozos
despertasen a Jean. Ante el armario, descolg la bata. La utiliz para secarse las
lgrimas, pero afluyeron ms. Se puso la bata y fue al dormitorio de Lane.
Estaba vaco.
Una oleada de pnico le oprimi el corazn. Lane est bien. Kramer ha muerto.
Y si la chica ha cometido alguna estupidez?
Se precipit a travs de la casa, mientras intentaba sofocar sus sollozos,
convencerse de que Lane era una muchacha fuerte, una chica valerosa, a la que le
haba sucedido algo terrible, algo tan espantoso que las palabras no podan
describirlo, pero, a pesar de todo, ella lo super y haba sobrevivido.
La encontr en la habitacin de delante.
En el sof.
Dormida, con su manta cubrindola hasta el cuello.
Gracias a Dios susurr.
Se inclin sobre el sof y le acarici la mejilla. Estaba clida, como siempre que
dorma.
Se encamin a la cocina para preparar caf.
Y se qued sin aliento, como si le hubieran asestado un puntapi. Cay de
rodillas.
Pens: Es estupendo no poder respirar. Como no puedo respirar, no puedo chillar.
No quiero despertar a Lane. No quiero que vea esto.
Uriah Radley yaca boca abajo en el suelo de la cocina, con el macuto de lona
junto a su cuerpo. Llevaba su chaleco y su falda de piel de coyote, pero el mango del
martillo que sobresala de entre sus nalgas elevaba en punta la falda.
El hombre tena la cabeza retorcida de modo que la cara quedaba sobre la espalda.
Le haban arrancado a mordiscos buena parte del cuello.
El extremo romo de una estaca le llenaba toda la boca y tena tambin una estaca
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clavada en cada ojo. No le haban quitado previamente el parche que cubra el ojo
tuerto. La propia estaca debi de empujarlo hacia abajo. Una parte lateral de la cinta
negra estaba cada sobre la frente del hombre, pero el lado contrario apareca en el
rabillo de la cuenca ocular como un gusano de sangre que pretendiera salir
arrastrndose entre la estaca y el hueso.
Larry volvi dando tumbos a la sala de estar.
Fue ella quien?
No, eso resultaba imposible.
Alguien haba retorcido la cabeza de Uriah, ponindola del revs.
Al acercarse a Lane, la punta del pie de Larry tropez con una pata de la mesita
de caf. Se le escap un quejido ante el sbito dolor, y Lane abri los prpados.
La chica enarc las cejas.
Qu ha pasado? pregunt, ronca la voz.
Tropec con la mesa dijo su padre.
Tienes un aspecto horrible.
Lane, alguien Djame la manta.
Qu ocurre?
No estoy seguro.
Al incorporarse Lane, la manta le cay sobre el regazo. La muchacha baj los
brazos y jade. Larry pudo ver sus pechos y su vientre desnudos. Lane volvi a
levantar rpidamente la manta. Mir a su padre, desorbitados los ojos, muy abierta la
boca.
Paaaap!
Oh, Dios mo murmur Larry.
Qu est pasando?
Uriah entr anoche en casa, cielo.
Uriah?
S, todo va bien. Est muerto. En la cocina.
El individuo que mat a Bonnie?
Alguien se lo carg. Alguien le Est realmente hecho una lstima. Ve a tu
cuarto, cario. Qudate con tu madre y no salgis de all ninguna de las dos hasta que
yo os avise.
Con la manta bien sostenida alrededor del cuerpo, Lane se levant del sof. Mir
a Larry. Estaba macilenta, pareca aterrorizada.
Quin lo mat, pap?
No lo s. No tengo idea. Pero creo que ninguno de nosotros corre peligro.
La chica se le qued mirando, con el labio inferior prendido entre los dientes.
Luego dio media vuelta y se dirigi al dormitorio.
Larry volvi a la cocina. Se agach junto al cadver, con toda la cautela del
mundo para no mirarlo, y sac una estaca del macuto de Uriah. Dej el martillo
donde estaba.
En el exterior, la maana era soleada y tranquila. Larry rompi el sello de la
polica, abri el garaje y avanz entre las sombras interiores. Sus pies descalzos
notaron la frialdad del suelo de cemento. Lanz una ojeada a la escalera de mano que
daba acceso al desvn y not que hasta en la espalda se le pona la carne de gallina.
Se apresur. Encontr su martillo en el banco de trabajo.
Eres t, verdad?
Larry se qued de una pieza. El martillo se le escap de la mano y fue a chocar
contra la superficie del banco. Lo empu de nuevo. Gir en redondo.
Frente a l se encontraba Bonnie.
Larry comprendi que estaba contemplando a un monstruo. Slo un monstruo
poda haber hecho a Uriah tales barbaridades. Slo un monstruo poda estar all ahora
de pie ante l, con una figura hermosa y radiante, aunque llevaba muerta veinte aos,
aunque la noche anterior no fuese ms que una bruja espantosa, reseca, consumida.
Pero se trataba de Bonnie, la muchacha de las fotografas del anuario, corista y
Reina del nimo. Bonnie, la chica que se le apareca y le cautivaba en sueos.
La mirada de Bonnie fue de la mano derecha a la mano izquierda de Larry, del
martillo a la estaca. Una sonrisa maripose por la comisura de sus labios.
Eso no lo necesitars, verdad?
A Larry le costaba trabajo respirar.
Eh, tranquilo. Vas a sufrir una trombosis coronaria.
Una de las manos de Bonnie se tendi hacia l. No haba sangre en aquella mano.
Que Larry viera, no haba sangre en ninguna parte de la vampira.
La mano de Bonnie le acarici la mejilla. Era una mano clida y tersa.
Esto no es posible. No puede ser.
Eh, venga. Le dio un tirn en la oreja. Tal como lo hizo, pareca una zalema
afectuosa y juguetona. Ests bien?
No. Y musit Jess!.
Mira. Lo lamento. Bonnie frunci el entrecejo y puso ambas manos en los
costados de Larry. Le frotaron suavemente por encima de la ropa. Pens que te
alegraras de verme. No he pretendido asustarte, ni desconcertarte ni nada.
Fuiste, fuiste t quien le hizo eso a Uriah?
La muchacha vampiro baj los ojos.
S murmur. Bastante desagradable, verdad? Sin duda crees que soy una
criatura horrible.
Cmo pudiste hacer una cosa as?
Bonnie le mir a la cara.
Vamos, soy una vampira, recuerdas? Adems, se lo haba buscado.
Latham, no yo. Rayos, una no va por ah desgarrando gente. No, si quieres perdurar.
Una, lo nico que hace es dar un besito a alguien, mientras duerme. Una pequea
libacin. Ni siquiera medio litro, quizs. Al da siguiente, esa persona se despierta y
en la mitad de las ocasiones no se entera de lo que pas. Una no va por ah
malbaratando, despilfarrando personas. Si Linda lo hizo fue porque su novio la dej
por Martha Ridley.
Una vampira celosa?
Con el ceo indignadamente fruncido, Bonnie le clav los dedos en los costados.
Larry se retorci.
Eh! No!
Qu crees? Que no tenemos sentimientos?
No s qu pensar. Ni siquiera puedo creer que ests aqu ahora.
Bonnie volvi a abrazarle.
Pues aqu estoy, Larry. Y todo marcha bien. Todo va estupendamente. Ese
sucio mal nacido ha muerto y Lane est viva.
Gracias a ti murmur Larry.
T me devolviste la vida. Si no, me hubiera sido imposible salvar a Lane.
Arrancaste la maldita estaca de m. Me siento tan Le tembl la voz. Alz la cara
y Larry vio en sus ojos el brillo de las lgrimas. Me alegro tanto de haber vuelto!
Te querr siempre, Larry, por lo que hiciste. Soy tan feliz, que podra cometer
cualquier buena accin por ti.
Larry baj la cabeza y bes los ojos de Bonnie, primero uno y luego el otro.
Estaban hmedos. Las lgrimas tenan un sabor salado.
Bonnie se sorbi.
Mira, vale ms que me vaya.
No puedes irte dijo Larry. Es de da.
Bonnie frot el rostro contra la parte delantera de la bata, volvi a sorberse y
suspir.
Me gustara quedarme, pero han pasado aqu demasiadas cosas. Ir a
cualquier otro sitio, a empezar de nuevo.
Bonnie se apart de l, pero Larry la cogi por los hombros.
Te abrasars dijo.
Has visto demasiadas, pelculas, Larry. Adoro el sol. Extendi los brazos,
ech la cabeza hacia atrs y cerr los ojos. Sus rayos son como manos clidas.
Manos clidas que me acarician. Suspir otra vez. Creo que me ir al ocano y
me convertir en vagabunda de las playas.
No quiero que me dejes.
Los ojos de Bonnie se hundieron en los de Larry. Le sonri con cierta tristeza.
Quieres conservarme en tu garaje?
Traz un crculo por encima de la cabeza de Larry, acaricindole con la tenue brisa de
su aleteo, y, a continuacin, franque la puerta del garaje y remont el vuelo para
adentrarse en la luminosidad del Sol.
Fin