Introd. A La Novela Semanal

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Doce cuentos para leer en el tranva.

Una antologa de La
Novela Semanal. Seleccin y prlogo de M. Pierini, Bernal,
EDIUNQ, 2008.

ESTUDIO PRELIMINAR
LA NOVELA SEMANAL: UN CAPTULO IMPRESCINDIBLE EN LA HISTORIA DE
LA LITERATURA ARGENTINA
Margarita Pierini

Parafraseando el estudio pionero de Federico Sinz de Robles (1975) sobre las novelas
semanales espaolas origen y modelo de las que se multiplicaron en Amrica Latina
en la dcada de 1920, el estudio de la primera coleccin del gnero creada en la
Argentina en 1917 y prolongada por ms de tres dcadas1 La Novela Semanal (LNS)
revela la pertinencia de poner al alcance de los lectores de hoy estos relatos
generalmente relegados a un lugar marginal, como tantas otras manifestaciones de la
cultura popular (Garca de Enterra, 1983, p. 9).
Los cruces entre la alta literatura y la literatura popular, las perspectivas
ideolgicas que sustentan las valoraciones culturales y estticas que definen el canon,
el estado del campo editorial en la Argentina de los inicios del siglo XX hasta el
surgimiento del escritor profesional, pasando por el fenmeno de la incorporacin de
los nuevos lectores al campo de la cultura letrada, la representacin de las nuevas
identidades que surgen a partir de la inmigracin masiva, la adaptacin de los gneros
ya conformados en la narrativa europea, la recreacin de escenarios y personajes que
caracterizan a la nueva cultura urbana, y, fundamentalmente, la capacidad para
atraer a un pblico masivo con lecturas de ficcin, son algunos de los elementos que
despiertan y justifican el inters hacia esta coleccin.
Con esta antologa se ofrece al lector contemporneo la posibilidad de abordar
un corpus escasamente conocido donde se ponen de relieve los diversos gneros,
En la investigacin que desarrollamos en la Universidad Nacional de Quilmes entre 1999 y
2004 localizamos ejemplares correspondientes a la dcada de 1950, si bien ya con
caractersticas formales y temticas bastante alejadas del modelo inicial.

lenguajes, formas de representacin que conforman un imaginario colectivo cuyos


tpicos pueden rastrearse en otras manifestaciones culturales de la poca: el teatro, el
cine nacional, la cancin popular.
La bibliografa sobre las novelas semanales Lafleur et al. (1962), Rivera (1968,
1980-1986), Sarlo (1985), Eujanian (1999), por citar slo algunos referentes de especial
relevancia se ha concentrado en el estudio del campo cultural en que se insertan, en
los paradigmas estticos, los gneros y movimientos a los que adscriben, los receptores
de estas publicaciones.
La reedicin de los propios textos tarea que iniciamos en 1999 en la
Universidad Nacional de Quilmes, en colaboracin con Pgina/12 se propone ofrecer a
los lectores y estudiosos de hoy la posibilidad de acceder a una coleccin ms citada
que leda, ms mitificada que analizada desde los parmetros de la crtica literaria.
Retomamos ahora el proyecto de una dcada atrs, ofreciendo una mnima
seleccin de los 450 relatos que edit La Novela Semanal durante su etapa como
publicacin literaria (1917-1926).

EL CONTEXTO DE LA NOVELA SEMANAL: EL CAMPO EDITORIAL ARGENTINO


EN LOS INICIOS DEL SIGLO XX

La industria editorial argentina puede fechar sus comienzos ms all de algunas


instituciones de los ltimos tiempos de la Colonia y las primeras dcadas de vida
independiente a mediados del siglo XIX. Es entonces cuando se radican en el pas
varias casas dedicadas a la impresin de libros, folletos, carteles; son, por lo general,
empresas familiares de origen europeo. El hecho de contar con un pequeo capital y
sobre todo con la tecnologa moderna que importan de sus pases de origen asegura su
xito, dado que vienen a cubrir una demanda cada vez ms requerida. Es el caso de la
familia Coni, de origen bretn; Kraft, alemana; Lajouane y Espiasse, franceses; Bosch,
Casavalle, Ramn Espasa, espaoles; Maucci, Tommasi, italianos.2
Pero la labor de estas empresas nacionales no alcanza a cubrir la demanda
siempre creciente de los lectores argentinos. Su produccin, por otra parte, no puede
Para el estudio de estos antecedentes, nos remitimos al documentado trabajo de Sergio
Pastormerlo (2006) sobre el surgimiento de un mercado editorial entre 1880 y 1899.

competir en costos con los textos impresos en Europa: Francia, Italia y Espaa siguen
siendo los proveedores de la mayor parte de las lecturas fundamentalmente de
ficcin de que disfruta el pblico lector de clase media. Tambin los libros de texto de
la escuela argentina proceden, en muchos casos, de las prensas europeas. Ms an: los
manuales de historia, ciencias naturales y dems rubros son en gran proporcin
traducciones de obras extranjeras.3
Un testigo privilegiado, por ser l novelista, periodista y sobre todo promotor
activo del libro argentino, el escritor Roberto Payr (1867-1928), pone en escena en
una de sus crnicas (Conservas de Chicago) un dilogo sostenido hacia 1909 con un
librero de Buenos Aires. El texto plantea una serie de tpicos sobre lo que aos ms
tarde se llamar literatura barata y da una voz de alarma sobre la invasin de las
publicaciones extranjeras, gracias a sus bajos costos, sin el menor prurito de cuidar los
valores estticos o morales:

El comercio de novedades literarias, tradas en corto nmero de


ejemplares, proporciona una utilidad tanto ms crecida cuanto mayor es la
actividad del librero y sus corresponsales de Europa. [...] La literatura,
sobre todo la novela, es lo que ms se busca. Vienen despus muy lejos
los libros de viaje, de cuentos, el teatro. Al ltimo [sic] las obras cientficas
especiales, las de filosofa, sociologa, etc. [...] Pero el gran negocio de libros
es, en la actualidad, el de las ediciones econmicas de novelas, hechas en
Espaa y en Francia (reediciones) nos dice nuestro interlocutor. Son las
obras que alcanzan mayor difusin, sin que en ello influya su mrito sino su
baratura. No puede competirse. [...] Y nos da detallados informes acerca de
la invasin de los malos libros, peor traducidos, que desbordan de Buenos
Aires sobre las ciudades de provincia, las aldeas apartadas, y llegan,
acarreados por los mercachifles, hasta los ltimos rincones del pas, all
donde no se creera encontrar un lector ni con la linterna del cnico (Payr,
1909, pp. 24-25).

Cuando no se lean en el idioma original; Can evoca en Juvenilia (1884) los textos que
utilizaban en el Colegio Nacional, en su mayor parte en francs.

Citamos extensamente esta crnica porque, a la vez que ofrece un panorama de la


situacin del campo editorial en los primeros aos del siglo XX y denuncia los
problemas que afectan a los editores y lectores argentinos, sintetiza elocuentemente la
percepcin de una realidad de la que dan cuenta muchos otros escritores en sus
memorias, si bien no siempre con una visin tan desconsoladora. Desde el lugar del
vido lector algunos consideran que esta proliferacin de literatura barata, venga de
donde venga, es siempre un beneficio, y como tal se disfruta su acceso, sin detenerse a
cuestionar la mayor o menor fidelidad de las traducciones o la esttica de los diseos.
El escritor Bernardo Gonzlez Arrili (1892-1987), hijo de un dibujante asturiano y
tpico representante de una familia numerosa y de escasos ingresos, hace el elogio de
aquellos compaeros baratos de nuestra juventud, entre ellos, los que provea la
clebre Biblioteca Blanca de Sempere:

Todos aquellos anaqueles [de una librera de la calle Corrientes] estaban


ocupados por las ediciones de una biblioteca que ofreca revelaciones
infinitas, y adems, era barata, era barata! Su elogio debo hacerlo sin
retaceos [por] todo lo bueno que nos dio durante aos enteros, poniendo la
revelacin al alcance de nuestra curiosidad sana y de nuestros bolsillos
enfermos. [...] Un volumen cada semana era lo menos que poda leerse y
rumiarse eligiendo entre historia y literatura, entre sociologa y arte
(Gonzlez Arrili, 1983, pp. 173, 174).

Los ejemplos pueden multiplicarse.4 Con una mirada ya crtica, ya laudatoria, desde el
homenaje emocionado hasta la evocacin humorstica, es de rigor, entre los escritores
de la poca, rememorar ese mundo libresco de comienzos del siglo XX donde el consumo
de lectura est ntidamente diferenciado segn el mayor o menor poder adquisitivo del
lector.

La construccin de un pas moderno, objetivo de la Generacin del 80, tena en cuenta,


entre otros aspectos, la necesidad de ponerse a la altura del movimiento cultural de

As, las memorias de Fernndez Moreno, Glvez, Castelnuovo, Giusti, entre otros.

sus modelos europeos. En tal sentido, ya se haban iniciado en esos aos algunos
intentos por lograr ediciones nacionales a bajo costo.

Por la misma poca [c. 1880], la imprenta de La Patria Argentina diario


de Jos Mara Gutirrez lanza los famosos folletines policiales y
gauchescos de Eduardo Gutirrez, en ediciones desaliadas, a dos
columnas, impresos con caracteres desgastados y llenos de erratas, con esta
advertencia expiatoria en la portada: Sin correccin del autor (Buonocore,
1974, p. 89).

Todas las historias de la edicin en la Argentina coinciden en reconocer el giro que


produce la creacin de la Biblioteca del diario La Nacin, que, inaugurada en 1901,
edit durante dos dcadas textos cuidados y de buena calidad grfica, que an hoy es
posible encontrar en libreras de viejo en impecables condiciones. En esta coleccin de
carcter universal se publicaron 875 ttulos de autores extranjeros (en su mayora) y
algunos argentinos, a precios accesibles, en cuatro entregas al mes, con un sostenido
xito de pblico. La Biblioteca de La Nacin tendr, sin embargo, lmites bastante
acotados, que en buena medida dependen de la orientacin del peridico: se dirige a un
pblico burgus poco afecto a las lecturas serias y a los autores nacionales. En
consecuencia, el catlogo estar poblado por traducciones de novelas francesas de
carcter pasatista, aunque a veces se d cabida a las cumbres de la literatura
universal cuyo lugar en el canon ya est garantizado (Werther, de Goethe,

Resurreccin, de Tolstoi, la picaresca espaola, entre otros). Y, por supuesto, las obras
del General y fundador de la Casa, como homenaje a su produccin de historiador.

UNA FECHA LIMINAR: 1915

El ao 1915 marca un hito en la historia de la edicin argentina. Se concretan en esta


fecha, tras largos esfuerzos, dos aspiraciones que ya estaban en germen desde
principios del siglo, dirigidas al propsito de lograr la edicin de textos literarios
nacionales a precios populares (Buonocore, 1974, p. 94). Son, por un lado, la
Biblioteca Argentina creada por Ricardo Rojas, con la cooperacin del librero-editor

Juan Roldn; y por otro, La Cultura Argentina de Jos Ingenieros, con el apoyo del
editor Severo Vaccaro.5
Tanto Rojas como Ingenieros privilegian la difusin de la cultura sobre la
utilidad econmica, lo cual les produce un dficit que, en el caso del primero,
determinar que solo aparezcan 29 ttulos en trece aos (Buonocore, 1974, p. 94) y en
el caso del segundo, que este se plantee un objetivo que presumiblemente a su pesar
se vera obligado a cumplir: He resuelto perder como editor lo que he ganado en diez
aos de ejercer la medicina (Ingenieros, 1915, p. 92).
En marzo de 1917 aparece una nueva empresa de publicaciones, la Cooperativa
Editorial Buenos Aires, bajo la iniciativa de Manuel Glvez: En 1915 no exista en
Buenos Aires ni un solo editor. Los que as se llamaban eran simplemente libreros [...].
Los libros argentinos de carcter literario eran pagados por sus autores (Glvez, 1961,
p. 87).
Frente a esta situacin, el novelista se plantea realizar algo grande y prctico
por el escritor y el libro argentinos [...] y con el exclusivo propsito de ayudar a los
dems, favoreciendo tambin a nuestras letras, decid fundar una sociedad de
escritores.
En este panorama cultural y editorial va a asomar una nueva empresa, original
en su programa, pero tributaria de los afanes y propuestas que sus antecesores han
llevado a cabo con ms o menos xito. La Novela Semanal aparece en noviembre de
1917 con un impulso que seguramente sorprende a sus mismos editores (como podra
deducirse del Agradecimiento brindado al cumplir el primer ao de vida).6

La Novela Semanal llega para instalarse en un espacio cultural en el cual se


han producido radicales modificaciones respecto de la situacin de los inicios del siglo:
El desarrollo de nuevas tecnologas de impresin que permiten lograr amplias
tiradas a bajos costos (como ha demostrado la Biblioteca de La Nacin).

Fernando Degiovanni desarrolla las implicancias de estas publicaciones simultneas cuyo


lanzamiento marca el comienzo de una de las batallas ms perdurable y cruciales por la
imposicin de un canon en la historia cultural argentina: la batalla por los textos de la patria
(2007, p. 10).
6 Un ao de vida: A la prensa argentina y a nuestros lectores: Hace justamente un ao que
llenos de esperanzas basadas en francos propsitos de difusin literaria fundamos La Novela
Semanal. Aquellas esperanzas que alimentaron nuestras ideas y les dieron impulso
convirtindolas en una accin de progreso constante, se han visto coronadas por el ms amplio
xito, logrado durante todo ese periodo de brega incesante. La Direccin (LNS, 18/11/1918).
5

La constitucin de un amplio pblico lector, al que las campaas de


alfabetizacin ensearon a leer y las publicaciones peridicas han familiarizado con los
cdigos de la lectura literaria.
El sentido empresarial de editores y libreros que detectan la factibilidad de
estas empresas culturales en un contexto econmicamente favorable.
Las experiencias de los libros baratos realizadas en aos anteriores con
buena acogida del pblico.
La ideologa nacionalista preconizada y afianzada en los aos del Centenario,
que considera al libro nacional como una de las herramientas esenciales para construir
y profundizar el sentimiento de identidad.
El surgimiento de una nueva clase de escritor, el escritor profesional, forjado
a travs de la demanda de la prensa peridica en diarios y revistas, y en nmero
suficiente como para garantizar una produccin literaria consistente y sostenida.
En el campo social: una etapa de relativa prosperidad econmica que alcanza
tambin a las capas medias y estratos populares, facilitando el acceso a los bienes de
consumo cultural (libros, cine, teatro, msica) que circulan por los mbitos del barrio,
bibliotecas populares, bibliotecas ambulantes, bibliotecas al aire libre,7 sociedades de
fomento, sociedades filodramticas, etctera.8

EL PROYECTO DE LA NOVELA SEMANAL Y SU REALIZACIN

El proyecto editorial de LNS tiene sus orgenes en Espaa, donde diez aos antes el
novelista Eduardo Zamacois haba creado El cuento semanal (1907) con la intencin de
difundir entre un pblico masivo, a bajo costo, relatos breves de autores nacionales. A
pesar de los agoreros pronsticos sobre el fracaso comercial de su iniciativa, ya que al
gran pblico no le gusta leer (Zamacois, 1969, p. 238), el resultado es ms que

En los aos veinte, una ordenanza promovida por los ediles socialistas anim el proyecto de
creacin de bibliotecas en los parques de la ciudad, lo cual se llev a la prctica a partir de
1923 en el Jardn Botnico, Parque de los Patricios y Parque Avellaneda (Barrancos, 1991, pp.
100-101). No sabemos cunto tiempo pudo sostenerse la iniciativa.
8 Gutirrez y Romero (1995) han desarrollado el tema de las empresas culturales en Buenos
Aires en el perodo entre las dos guerras.
7

satisfactorio: en poco tiempo se multiplican las colecciones, dirigidas a los pblicos


ms diversos.9
En vistas del xito de la iniciativa en su pas de origen, en 1908 dos editores espaoles
intentan promover en Buenos Aires una publicacin similar. Sin embargo, como
recuerda Glvez en sus memorias, el proyecto fracasa ante la falta de un ncleo de
escritores profesionales capaz de sostener una publicacin semanal:

En 1908 el espaol Martnez Orozco intent fundar una coleccin de


novelas cortas, en forma de revista callejera. Naturalmente, no pudo ni
empezar. Entre nosotros, los narradores de algn mrito eran muy escasos
y trabajaban harto poco (Glvez, 1961, p. 48).

Una dcada ms tarde, otro editor espaol, Miguel Sans, en compaa de su socio
Armando del Castillo, retomar el proyecto, en este caso con un xito rotundo: La

Novela Semanal se sostendr a travs de varias dcadas, con tiradas crecientes hasta
llegar, en 1923, a la cifra de 400.000 lectores, segn anuncian en sus portadas. Otro
signo de su xito posiblemente ms confiable que los nmeros del editor es la
sucesiva aparicin de colecciones rivales: La Novela del Da, La Novela Breve, La

Novela de Bolsillo, La Mejor Novela, La Novela Universal, por citar solo algunos de los
ttulos. Todas ellas, bajo formatos similares, dirigidas a competir por un pblico
popular y urbano cuyos trayectos y hbitos de lectura describen los editores de La

Novela Universitaria (1920): En esta Buenos Aires de vida trabajada y nerviosa, la


lectura ha de ser preferentemente breve: pequeos cuadernos para ser concluidos en el
viaje de ida y vuelta en tranva de casa a la oficina y de la oficina a casa.

Snchez lvarez Insa (1996) enumera ms de 200 colecciones de novela corta entre 1907 y
1957 entre las cuales se incluyen las de inspiracin anarquista como la Biblioteca de los Sin
Dios, las de los aos del franquismo Flechn y Pelayn, destinadas al entretenimiento infantil
bajo las normas del rgimen, las infaltables aunque menos visibles dedicadas a la novela
ertica (Biblioteca Lesbos, Fru-Fru).
9

EL PROGRAMA DE LA NOVELA SEMANAL

Las publicaciones de la poca suelen ofrecer con mayor o menor extensin, con mayor o
menor pretensin teorizadora, una Proclama inicial dirigida, por lo general, a los
lectores, donde se exponen los objetivos centrales. En ese esquema retrico se exponen
los propsitos, el pblico al que se apunta y el elemento identificador respecto de sus
colegas y/o competidores.
En el nmero 1 de LNS, aparecido el lunes 19 de noviembre de 1917, La
Direccin enuncia, en cuatro breves prrafos, su programa de trabajo:
1) El propsito de la revista: armonizar conveniencias entre lectores y
escritores. Los editores de LNS se proponen hacer de mediadores para acercar a estos
actores del hecho literario.
2) Los contenidos: ofrecer una produccin interesante de nuestros ms
prestigiosos literatos cuidadosamente seleccionada.
3) El diagnstico de situacin: la publicacin de LNS se impona en nuestro pas
como una necesidad ya que la mayora del pblico prestaba su atencin a las lecturas
importadas.
4) La estrategia: ofrecer una publicacin semanal, a un costo nfimo y nico
para propalar por medios fciles la obra de escritores consagrados.
Al cumplirse un ao de su creacin, los directores se dirigen nuevamente a su
pblico. Esta segunda proclama ratifica el cumplimiento de sus propsitos centrales:
la creacin de un medio para la nacionalizacin de la literatura y el establecimiento
de una tribuna fcil y accesible para la difusin de nuevas producciones.

Nacionalizacin de la literatura + divulgacin masiva, gracias a un sistema de


edicin de bajos costos: la frmula ha revelado la validez de las hiptesis que rigieron
la creacin de LNS. Se agrega ahora un nuevo objetivo: si en los comienzos se propuso
difundir autores nacionales consagrados, el desarrollo de la publicacin ha mostrado la
necesidad, el inters y la conveniencia de difundir tambin escritores menos
reconocidos. Esta apertura a escritores inditos constituye una de sus facetas ms
originales y destacables; una clara opcin que la diferencia de otras publicaciones
anlogas, como las Lecturas selectas (1922) que se proponen publicar a todos los
grandes novelistas contemporneos y traducir a los ms grandes autores
extranjeros.

LAS CARACTERSTICAS DE LA COLECCIN

La Novela Semanal aparece en los kioscos en 1917 con el formato de un cuadernillo de


24 pginas, en papel prensa de baja calidad, sin ilustraciones y con escasas
publicidades. Siguiendo el modelo de las colecciones espaolas, las portadas ostentan
el retrato de los autores. Por lo general se ilustran con una fotografa; en algunos casos
que corresponden a un seudnimo se apela a un dibujo a lpiz, como ocurre con
Elsa Norton o Rolando Durandal.
El nmero inicial, donde se publica Una hora millonario,10 del clebre
comedigrafo Enrique Garca Velloso, tiene una tirada de 60.000 ejemplares
prontamente agotados.
El xito comercial permite, en los aos sucesivos, incrementar el nmero de
pginas que llegan a 106 a partir de 1922 e incorporar nuevas secciones, donde se
da lugar a la crnica costumbrista, a las noticias de actualidad, a la nota roja y a los
comentarios sobre cine, ilustrados con fotografas de las estrellas del momento.
El sostenido incremento de las tiradas y el apoyo de los anunciantes permiten
mejorar la calidad de las revistas, asignando mayor espacio al aspecto grfico:
numerosas fotografas, avisos ilustrados, portadas a color con escenas costumbristas.
En el proceso de renovacin con que buscan adaptarse a los nuevos
requerimientos del mercado editorial, a fines de 1926 LNS modifica su formato y sus
contenidos. Se presenta desde entonces como la revista ms completa para la mujer y
la casa, siguiendo el modelo de semanarios femeninos como Para Ti, y abandona el
carcter de publicacin literaria que le diera su identidad original.

LOS ESCRITORES DE LA NOVELA SEMANAL

En el primer nmero, la Direccin de LNS se dirige a sus receptores en los siguientes


trminos: Uno de nuestros propsitos al dar a la publicidad la obra que nos ocupa es el
de armonizar conveniencias entre lectores y escritores. Frente a las inclinaciones de la
mayora del pblico por las lecturas importadas, descuidando la literatura nacional, los

10

Reeditado en el volumen 1 de la coleccin de LNS publicada por UNQ-Pgina/12, 1999.

10

editores se proponen propalar la obra de los escritores argentinos consagrados en


crculos intelectuales pero con escasa difusin entre el pblico masivo.
Con buen sentido comercial, que revela a la par un conocimiento del canon de la
poca, los editores eligieron para iniciar su coleccin los nombres de escritores que ya
gozaban de reconocimiento en el medio. Para los primeros cinco ttulos convocan a
Enrique Garca Velloso, Hugo Wast, Enrique Larreta, Belisario Roldn y Manuel Glvez.
Uno de los autores invitados, el mdico socilogo Jos Ingenieros, apoyar decididamente
la simptica iniciativa editorial pero, confesndose ignorante en absoluto del difcil
arte de escribir novelas ofrecer colaborar con una de sus conferencias inditas sobre
psicologa de los sentimientos.11
Por su parte, Ricardo Rojas contribuye con dos relatos La psiquina y El
ucumar mostrando una faceta de su produccin que, hasta donde conocemos, no ha sido
reeditada.
Revisar el catlogo de colaboradores de la coleccin que incluimos en un estudio
anterior sobre LNS suele resultar sorprendente, por la pluralidad de orgenes,
tendencias, escuelas estticas y filiaciones ideolgicas, revelando as la amplitud de la
convocatoria y el eclecticismo de los editores. Al lado del mximo creador argentino de

best seller de la primera mitad del siglo

XX

el catlico ultranacionalista Hugo Wast, o

de Josu Quesada secretario de Manuel Carls y militante y vocero de la Liga


Patritica, encontramos al diputado socialista Mario Bravo o a los anarquistas
Alejandro Sux y Federico Gutirrez, por citar solo algunos casos de una convivencia que
los avatares del siglo volveran infrecuente.
A los autores ya convertidos en clsicos como Enrique Larreta, Pedro Echage,
Estanislao Zeballos o el folletinista Julio Llanos12les acompaan escritores noveles,
generalmente surgidos del periodismo, que hacen en estas colecciones semanales su
primeras armas en la ficcin como Enrique Richard Levalle, Carlos Muzio Senz Pea,
Julio Fingerit.

Su primera colaboracin se publica en el nmero 7, del 31/12/1917, bajo el ttulo Werther y


Don Juan; posteriormente aparecen otros ensayos como Psicologa de los celos, Cmo nace el
amor, y una reedicin, por entregas, de Las fuerzas morales.
12 Julio Llanos, esposo de Emma de la Barra (Csar Duayen), cuya Stella (1905) LNS publica
abreviada (nms. 61 y 62) en enero de 1919, cuando los acontecimientos de la Semana Trgica,
poco propicios para la inspiracin literaria, obliguen a los editores a echar mano de reediciones.
11

11

Horacio Quiroga, autor de novelas semanales y l mismo director de una coleccin


El Cuento Ilustrado adoptar una postura muy crtica frente a estos autores a los que
considera improvisados:

Cuando las novelas llamadas semanales gozaban entre nosotros de gran


auge, pudo comprobarse que la mayora de las colaboraciones espontneas de
dichos rganos procedan de seres totalmente ajenos a la profesin. En sus
ratos de ocio haban escrito una novelita para ganar unos pesos [...]. Nunca
haban escrito, ni reincidiran. Gozaron un instante de la fortuna, y para
ellos, sin duda, la literatura fue una mina de oro.13

Quiroga, cuyo sostenido empeo por lograr el reconocimiento del estatus de escritor
profesional ha sido prolijamente documentado,14 instala aqu una acusacin que
tendr arraigo en la crtica posterior. Muchos aos ms tarde, en un balance del
gnero publicado en La Prensa, se reitera esta perspectiva:

Los mejores escritores del gnero le prestaron su apoyo [a estas


publicaciones]. Otros, sin antecedentes literarios, iniciaron con la novela
breve su carrera en las letras. Los ms, es lo cierto, desaparecieron con ella
para no surgir nunca ms (Crdenas Behety, 1957. El subrayado es mo).

Sin embargo, al investigar el campo cultural del perodo esta crtica se revela poco
fundamentada. En las publicaciones de la poca (La Nacin, La Razn, Crtica, Ideas y

Figuras, Caras y Caretas, PBT, Revista Popular, El Hogar, Plus Ultra), encontramos
la mayor parte de los nombres que luego sern las estrellas de las novelas
semanales: Csar Carrizo, Soiza Reilly, Josu Quesada, Julin de Charras, Ernesto
Barreda, Sara Montes, Hctor Olivera Lavi, Hctor P. Blomberg, Arturo Cancela,
Pilar de Lusarreta. Muchos autores alternan su labor periodstica con la creacin
teatral: Garca Velloso, Saldas, Roldn, Cione, Duhau, entre otros. Todo ello da
cuenta de un importante nmero de escritores que ya desde la segunda dcada del
H. Quiroga, La profesin literaria, El Hogar, 6/1/1928.
Vanse Rocca (1994), Orgambide (1994) y los estudios crticos reunidos en la clsica edicin
de los cuentos de Quiroga realizada por la Coleccin Archivos (1996).

13
14

12

siglo hacen un oficio de la produccin cultural. Concluido el furor de las novelas


semanales, y por lo tanto la sostenida demanda de nuevas colaboraciones, estos
autores continan su tarea en otros medios: en la produccin teatral, siempre abierta a
nuevas obras; en el campo incipiente del cine, como guionistas, directores o
productores;15 en el ms moderno de los medio de comunicacin, la radio donde
ratifican y acrecientan su popularidad Josu Quesada y Juan Jos de Soiza Reilly, en
programas que quedaron grabados en la memoria de varias generaciones; o en el
campo de la msica popular (Blomberg) o en los medios periodsticos de reciente
creacin Muzio Senz Pea ser el director de El Mundo que evoca Roberto Arlt en
sus Aguafuertes.16
Ms all de los colaboradores espontneos y efmeros de LNS, el ncleo de sus
autores ms representativos, los ms asiduos, hacen de la literatura una profesin. Y
aunque en algn momento abandonen lo que algunos crticos caracterizan como la va
ancha y cmoda17 de los relatos semanales, no inician ni clausuran con ellos su tarea
de creacin. Cabe acotar, tambin, que ninguno encontr una mina de oro en su
colaboracin con LNS; s una fuente de ingresos que se sumaba a su actividad
profesional en los mbitos antes mencionados. Resulta poco habitual entonces y
ahora que se revelen las cifras con que se remunera el Arte; en este caso, puede servir
como indicador la que proporciona en sus memorias Conrado Nal Roxlo, integrante de
las huestes martinfierristas en los aos en que colaboraba con La Novela Semanal:

Yo tena un amigo, poeta bastante popular entonces, al que le solicitaban


constantemente novelitas. Pero como no se le ocurran argumentos o no
tena ganas de trabajar, yo le escriba algunas que con su nombre y su
retrato vean la luz pblica. Repartamos equitativamente los ciento
cincuenta pesos que le pagaban [...] y en dos noches me ganaba $75, buena
suma para la poca (Nal Roxlo, 1978, pp. 186-187).
Por ejemplo, Enrique Garca Velloso, Josu Quesada, Belisario Roldn, Gustavo Caraballo,
Oscar Beltrn. Vase Couselo (1967).
16 Donde a veces lo presentar como una figura tirnica y difcil de complacer; pero tambin le
dedicar un cabal homenaje en una crnica de 1928: Muzio Senz Pea, cosa que ningn
director de diario hace, me dio plena libertad para escribir. Esto es todo, y es mucho para quien
entiende algo de periodismo. [...] Cierto es que mi director presenta que yo no le fallara, pero
dnde encontrar un director as? (Arlt, 1992, pp. 27-28).
17 Al decir de Lafleur et al. (1962, p. 68).
15

13

Sirvan como referencia, para comparar el valor adquisitivo de esa suma, dos datos que
ofrece la misma publicacin: el precio de cada ejemplar, tanto para LNS como para las
dems colecciones del gnero, es por esas pocas de $0,10. Y los avisos publicitarios
nos informan que los 75$ obtenidos por Nal, en su funcin de negro de la literatura,
le hubieran permitido adquirir un traje de confeccin, en casimires extranjeros de
ltima novedad en la gran sastrera de A. de Micheli y Ca., situada en Avenida de
Mayo y Bernardo de Irigoyen. (El sostenido apoyo de este anunciante a LNS confirma
la amplitud del pblico de la revista, gracias a lo cual se alternan los avisos dirigidos a
las damas perfumeras, joyeras, con los de artculos de la moda masculina.)

LOS GNEROS DE LA NARRACIN EN LA NOVELA SEMANAL

La imagen habitualmente difundida de los relatos de LNS es la que los adscribe, sin
excepcin, al gnero de la novela sentimental, entendida a la vez en su versin ms
complaciente, la de la novela rosa con imprescindible final feliz. Sin embargo, esta
taxonoma no se corresponde con la pluralidad de gneros que ofrece la coleccin y que
constituye uno de sus aspectos menos estudiados.
El lector comn que constituye el primer destinatario de la coleccin, formado
en la lectura de los peridicos donde est generalizada la insercin de un folletn as
como de los magazines que desde fines del XIX difunden relatos, crnicas, cuadros
costumbristas y poemas, tiene incorporado un patrimonio cultural que le permite
abordar sus nuevas lecturas insertndolas en un horizonte conocido. En la dcada de
1920 se encuentran ya conformados los gneros literarios tradicionales, y sus lectores
poseen la suficiente competencia como para reconocer los cdigos, las innovaciones, los
desvos, incluso las parodias que instalan la complicidad entre pblico y autor. Los
editores de LNS tienen en cuenta este horizonte de expectativas y suelen utilizarlo
como recurso para promocionar el siguiente nmero, enmarcndolo en el gnero
correspondiente. As, al anunciar el relato de anticipacin de Miguel Calvo Rosell
(Un pas extrao), se afirma: En esta novela tanto los personajes como la intriga, si
bien tocan los lindes de lo fantstico, en esencia son simplemente humanos y
dolorosamente trgicos.
14

La seleccin realizada para esta antologa ofrece un panorama de los gneros que
propone LNS. En un trabajo anterior, ya citado, desarrollamos en extenso este punto.18
Nos limitamos aqu a sealar algunos de los gneros con mayor presencia en la
coleccin:
a) El relato histrico, donde se ficcionalizan episodios de la historia argentina
con especial inters por la poca de Rosas, latinoamericana y europea en este ltimo
caso, sobresale el impacto de dos episodios muy recientes, la Revolucin Rusa y la
Primera Guerra Mundial.
b) El relato fantstico, que suele estar enmarcado en el mbito rural, como es el
caso de El ataja-caminos de Juan Carlos Dvalos o El sapo de oro de Rubn Daro
(h).
c) La ciencia ficcin, que refleja el debate finisecular sobre los limites de la
ciencia.
d) El gnero policial, representado en LNS por dos autores locales que se ocultan
detrs de imaginativos seudnimos John Moreira y Rolando Durandal

19

y por

traducciones de autores ingleses y norteamericanos.


e) El relato de aventuras, por lo general localizadas en escenarios lejanos o
decididamente exticos.
f) El relato costumbrista, habitualmente en tono de comedia, ubicado en el
mbito rural o, para la temtica urbana, dedicados a representar el barrio, el
conventillo, la vida bohemia de actores y poetas.
g) La novela sentimental: una de las temticas privilegiadas de la literatura
popular, por las posibilidades de identificacin que ofrece a sus lectores. No es, sin
embargo, como ya se seal, un gnero excluyente en LNS: durante su primer ao de
existencia solo diez de los relatos corresponden a esta lnea; el porcentaje se va
incrementando en los aos posteriores, pero siempre alternando con el relato histrico,
el policial, de aventuras o costumbrista.

Vase Los gneros narrativos en La Novela Semanal, en Pierini et al. (2004).


El primero, seudnimo del narrador uruguayo Yamand Rodrguez. El otro, uno de los
seudnimos del prolfico Josu Quesada.

18
19

15

PARA UNA VALORACIN DE ESTOS RELATOS

Al exponer los criterios bajo los cuales organiza el ltimo volumen de la Historia

crtica de la literatura argentina, Elsa Drucaroff seala algunos conceptos que


compartimos en esta conclusin:

Los autores y obras de que aqu se habla no estn incluidos con un criterio
consagratorio [...] sino, simplemente, porque siendo parte de ella explican
una modalidad, un giro, una inflexin que ilustra la idea general. El xito
de mercado no es un fenmeno reido con la calidad literaria, tampoco es
algo que necesariamente vaya unido a ella, pero siempre, en todos los casos,
un libro que los lectores leen masivamente forma parte de la literatura
(Drucaroff, 2000, pp. 14-15).

Queda abierta, en esta antologa de una publicacin de masas que marc una poca en
nuestra literatura, la propuesta de integrar estas historias en nuestra historia de
lectura, en esa estantera hipottica que imagina Calvino:

La labor de un escritor es tanto ms importante cuanto ms improbable sea


an la estantera ideal en que quisiera colocarse, con libros que todava no
estn acostumbrados a estar colocados junto a otros y cuya proximidad
podra producir descargas elctricas, cortocircuitos (Calvino, 1983, p. 208).

En estos circuitos al lector contemporneo le corresponde trazar nuevos recorridos,


donde

seguramente

podr

explorar

filiaciones,

homenajes,

intertextos,

que

contribuirn al descubrimiento de algunas de las regiones todava ignotas del mapa de


la literatura argentina.

Buenos Aires, julio de 2008

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