SASTRE GARCIA, J. - El Acompañamiento Espiritual - San Pablo, 3 Ed, 1993 PDF

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ACOMPANAMIENTC

ESPIRITUAL

ess Sastre Qarca

JESS SASTRE GARCA

EL ACOMPAAMIENTO
ESPIRITUAL
Para la pastoral juvenil y vocadonal
3 a edicin

SAN PABLO

A Maite, Javier, Ramn,


grupo de Arcos, y a cuantos he acompaado
en el discernimiento vocacional.

SAN PABLO 1993 (Protasio Gmez, 11-15. 28027 Madrid)


Tel. 917 425 113 - Fax 917 425 723
Jess Sastre Garca 1993
Distribucin: SAN PABLO. Divisin Comercial
Resina, 1. 28021 Madrid * Tel. 917 987 375 - Fax 915 052 050
ISBN: 84-285-1577-8
Depsito legal: M. 2.714-2001
Impreso en Artes Grficas Gar.Vi. 28970 Humanes (Madrid)
Printed in Spain. Impreso en Espaa

Primera Parte

Dimensiones teolgico-pastorales
del acompaamiento espiritual

INTRODUCCIN

La definicin y el contenido de la palabra acompaamiento adquieren en nuestro tiempo u n a gran actualidad; con
todo, tenemos que decir que su acepcin fundamental
expresa u n a praxis de gran raigambre bblica y en la
historia de la espiritualidad cristiana, tanto oriental
como occidental.
Etimolgicamente indica el hecho de que alguien
acompae a otro u otros en la tarea de llegar a u n a meta
o a conseguir algo. Como el crecimiento humano no es
puramente biolgico, los aspectos psicolgicos, intelectuales, relacinales, ticos, religiosos, etc., cobran u n a importancia capital. Y sabemos que en todos estos aspectos no
se madura sin la presencia, gua y estmulo de los grupos
y de alguno como experto en el camino que se pretende
recorrer. Esta relacin personalizadora se hace cada vez
ms urgente en nuestro mundo robotizado, estandarizado y masificado; la sabidura como saboreo del sentido
y significado de la existencia slo se puede transmitir de
corazn a corazn. El mayor problema de la juventud
est en que como colectivo se encuentra abandonada a s
misma porque no hay dilogo en profundidad con el
mundo adulto al faltar maestros que les den razones
para vivir y motivos para esperar.
La misin de los padres, educadores y catequistas es
acompaar a los nios, adolescentes, jvenes y, en su
caso, a adultos en el proceso de hacerse persona, de
madurar, de llegar a la identidad propia del cristiano. En
u n a sociedad numricamente cristiana se reserv el
9

acompaamiento dentro de la Iglesia a grupos minoritarios y especficos bajo la modalidad de direccin espiritual, dentro o fuera del mbito del sacramento de la
penitencia. El mantenimiento del pueblo cristiano a partir de la catequesis de nios se haca fundamentalmente
a travs de la pastoral sacramental y de medios espirituales ocasionales con carcter ms o menos colectivo.
1. Acompaamiento y maduracin personal
Todo proceso de crecimiento humano est condicionado
por la historia vivida, las relaciones que se tienen, los
planteamientos nuevos y la forma de proyectar el futuro.
La persona est en u n contexto sociocultural que le condiciona positiva y negativamente; la clebre frase de
Ortega y Gasset yo soy yo y mi circunstancia es plenamente vlida. Al mismo tiempo, la fe cristiana afirma
que la salvacin de Dios puede hacerse presente en cualquier situacin como llamada liberadora o como afianzamiento de humanizacin. Tarea tan compleja no puede
ser abordada individualmente; si en todo necesitamos
maestros, mucho ms en los aspectos relacionados con la
maduracin personal, el sentido de la vida, la relacin fevida, el discernimiento y el proyecto de vida. La mediacin de creyentes adultos que u n a a la fidelidad de vida
el conocimiento psicopedaggico de la relacin de ayuda
y el carisma personal del acompaamiento espiritual
es insustituible en la pastoral juvenil-vocacional. No se
trata de prescindir de la funcin decisiva del grupo en los
itinerarios catecumenales, sino de completar con el acompaamiento personal todo lo que se descubre y vive en el
grupo de fe.
La clsica direccin espiritual cay en desuso despus
del Vaticano II por mltiples razones, y no fue reformulada ni reemplazada. Desde hace unos aos se viene
sintiendo la necesidad de recuperarla con las debidas
actualizaciones, y hay experiencias vlidas de lo fructfera que puede ser en los procesos catecumenales, pues la
10

fe fundamentalmente es decisin personal como respuesta total a la llamada de Dios, que se descubre en la
propia vida.
El Vaticano II supuso u n a nueva visin eclesiolgica
y consiguientemente u n a comprensin de la evangelizacin en trminos de proceso, conversin, comunidad y
presencia-compromiso en el mundo en el que hay que
construir el reino de Dios. Todo ello nos lleva a replantearnos el itinerario de la fe que precisa seguir el hombre
de hoy y cmo acompaarlo para que se encuentre con
Cristo resucitado y se ponga en actitud de misin. A los
catequistas y agentes de pastoral se les pide que se preparen y estn dispuestos a acompaar este proceso de
maduracin de la fe.
Si ser cristiano es seguir al Maestro, y los evangelios
constituyen el camino espiritual que a travs de la catequesis irn recorriendo los catecmenos, la tarea fundamental de la catequesis es animar este proceso para que
los acompaados lleguen a lo ms ntimo del misterio
revelado por Dios como sabidura para el hombre. En
el seguimiento de Cristo, tres son los protagonistas: el
Espritu Santo que mueve los corazones y sopla como y
donde quiere, el grupo o comunidad cristiana con sus
bsquedas, relaciones y experiencias, y el catequista que
orienta el proceso de la conversin personal. La dialctica
entre lo que suscita el Espritu como expresin de la
voluntad de Dios, el itinerario de cada creyente y los
signos de los tiempos, indica cmo debe ser la actuacin
del animador de la fe que desde su vivencia interior trata
de ayudar a los otros.
El acompaamiento espiritual supone la recuperacin
de un servicio humano y de un ministerio eclesial
insustituible. Ayudar a la persona a madurar y respetar
la obra de Dios, en cada uno exige mucho tacto, confianza
mutua, encarnacin en el tiempo que nos toca vivir y
experiencia de Dios, que acta de forma insospechada
y desconcertante. Si el gran protagonista de la vida cristiana es el Espritu, el modo de proceder del acompaante debe evitar todo paternalismo y autoritarismo
11

y debe potenciar con el dilogo la interiorizacin y el


discernimiento para encontrar lo que agrada al Seor,
que es el bien de los hermanos a travs de mltiples
modalidades.
2.

Condicionamientos socioculturales
de la j u v e n t u d

En la dcada final del segundo milenio estamos viviendo


tiempos apasionantes, pues algo nuevo est surgiendo en
medio de ambigedades y contradicciones. La cada de
algunas ideologas y el poco entusiasmo que suscitan
otros humanismos que por el momento se mantienen,
nos hacen pensar en la urgencia de reformular las cosmovisiones y sus concreciones en los aspectos polticos, econmicos y sociales. En esta encrucijada entre la esperanza en u n futuro mejor y la instalacin en los logros del
presente, el joven se siente orientado por los poderes
que manejan los medios de comunicacin e invitado constantemente al supermercado del consumismo de todo
tipo. El xito que se propone a los jvenes va unido al
hedonismo insolidario, y en bastantes ocasiones est profundamente erotizado.
La situacin que globaliza la nueva condicin en que
jvenes y adultos vivimos se denomina cada vez ms con
el trmino posmodernidad. Segn J. Muoz l esta cultura
ambiental presenta seis caractersticas principales: crisis de un sujeto concebido como producto de la mquina
de representacin y que desaparece con ella; disolucin de
la semitica en energtica, con la consiguiente reabsorcin de toda posible idea de significado o verdad; despedida de los grandes relatos legitimadores (de la dialctica
del espritu a la hermenutica del sentido, de la emancipacin de la clase obrera al desarrollo econmico y a la
pica del progreso); renuncia a toda posible utopa de
1
J. MUOZ, Inventario provisional (Modernos, posmodernos y antimodernos), Revista de Occidente 66 (1980) 7.

12

unidad, reconciliacin o armona universal; contestacin


del irreconciliable pluralismo de los juegos lingsticos (o
formas de vida); crtica de la razn total, omni-identificadora.
Por eso los trminos que definen la posmodernidad en
su mayor parte tienen prefijos que indican negacin,
discontinuidad, particularismo y pluralismo divergente.
En el ambiente hay sntomas claros de desengao,
nuevos ideales (salud, dinero y sexo), despreocupacin
de las cuestiones pblicas, ocios pasivos, inmediatez
en los logros, falta de resistencia al fracaso, la ausencia de metas de largo alcance y la fragmentacin de la
existencia.
La consecuencia de todo esto es el vaco existencia!,
tristeza y aburrimiento en la vida de muchos jvenes que
a primera vista parecen alegres y festivos.
Ramn Nieto, editor y escritor 2 , en u n artculo
periodstico describe as la versin espaola de la posmodernidad: La posmodernidad a la espaola, por el contrario, se parece a la espesa cocina de nuestros pueblos,
a un potaje en el que se mezclan las alubias de un descredo, el tocino de un patn, la pechuga de u n a experta en sexologa, el azafrn de una virgen, el perejil de
u n homosexual, el chorizo de u n dem y la morcilla de un
pintor neosurrealista. Tal guiso puede resultar suculento,
pero, para algunos estmagos, rotundamente indigesto.
Un nuevo tipo de sociedad se est gestando; muchos
de los valores tradicionales han cado, pero no han sido
reemplazados por otros. Hay varios estudios sociolgicos
sobre la juventud espaola: valores y religiosidad, que
aportan datos ciertamente preocupantes. A modo de
muestra citaremos algunos: el 5 1 % de los espaoles
(16-X-1988) no sabe lo que est bien y lo que est mal;
el 88 % piensa que sus compatriotas slo piensan en vivir
mejor y ganar dinero; el 76 % no se fa de otras personas.
El 57 % de los jvenes tiene en la TV el campo de ocio
principal y a ella dedica 3 horas diarias. El 67 % de los
2

RAMN NIETO, Posmodernidad a la espaola, El Pas (1/7/1991).

13

jvenes entre 17 y 18 aos bebe el equivalente de un litro


de vino al da (cantidad superior a la ingerida por los
adultos). Tambin los comportamientos sexuales y la
actitud de permisividad ante los mismos han crecido
mucho.
Estos datos y otros ms que podramos aportar indican penuria tica, falta de hbitos de orden y disciplina
y actuaciones poco acordes a la razn. Esto explica muchos fracasos escolares que padecen sobre todo adolescentes y jvenes; incluso las reivindicaciones sociales que no
hace mucho protagonizaron los estudiantes tenan unos
matices muy distintos de los de otras pocas. Moncho
Alpuente lo refleja as en un artculo titulado Rebeldes
sin nusea: Los jvenes de hoy, cuando toman las calles,
no reivindican la utopa, y si sus proyectiles se dirigen
contra el sistema, no es para derribarlo, sino para pedirle
mejores expectativas de integracin 3 .
Los ltimos estudios sobre la juventud manifiestan
claramente cmo el joven creyente y practicante tiene u n
perfil y una axiologa distinta del joven que no es creyente ni practicante. Con todo, hay tambin u n a forma posmoderna de entender y vivir la fe. J u a n Gonzlez Anleo 4
la ha definido as: religiosidad light, genrica, blanda,
cmoda, y coexistente con otras convicciones ideolgicas o
ticas. En muchos creyentes el centro de su vida no lo
ocupa Dios y todo lo que esto conlleva. Esta actitud profundamente subjetiva o de supermercado, que lleva a
cada uno a coger y dejar del depsito de la fe lo que le
parece mejor o le apetece, produce una fragmentacin
que desvirta la actitud religiosa cristiana. A. Fierro, ya
en el ao 1984, lo describa en estos trminos: Mientras
los diez mandamientos formaron un bloque, no caba
desenlazar el no matar del no fornicar, y este bloque tico
o prctico, a su vez, no se poda aislar e independizar de
la dimensin de culto o de creencia; hoy u n a y otra uni3

MONCHO ALPUENTE, Rebeldes sin nusea, Cambio 16 (3-XII-90).


J. GONZLEZ ANLEO, LOS jvenes y la religin light: Comentario
sociolgico, Estructura social de Espaa 59-60 (1987) 1166-1182.

dad, la de cada una de las dimensiones integrantes de la


religin y la que en su conjunta asociacin componen,
han quedado rotas, pulverizadas 5 .
A pesar de todo lo expuesto, no todo es negativo en la
posmodernidad. Desde una actitud de dilogo con los
signos de los tiempos, la teologa y la pastoral valoran la
posmodernidad por la importancia que da al sentimiento,
la purificacin del discurso excesivamente racional o
moralizante sobre Dios, la predisposicin a lo experiencial, el protagonismo de lo humano impresentable y la
posibilidad de encontrarse con el Dios de los pobres.
Los retos que tenemos en la formacin humana y
cristiana de los jvenes son los siguientes:
Rehacer una cosmovisin con pretensiones de
universalidad, enriquecida por las diferentes visiones de la realidad y con posibilidades de convergencia. La relacin entre ontologa y tica
como la verdad bsica que el ser humano debe
reconocer y practicar.
Apostar por la unicidad del yo desde la bsqueda del sentido de la vida, la integracin de los
diferentes mbitos de la existencia y la jerarqua
de valores.
La urgencia de la solidaridad humana y la
lucha por la justicia. La utopa pendiente y actual
es la bsqueda de condiciones humanas de vida
para una gran parte de la humanidad. El planteamiento del futuro personal no puede hacerse
al margen de la humanidad.
La nueva configuracin de los educadores
como integradores al servicio de la persona y de
su proyecto de vida, no como intermediarios de
saberes o destrezas. La cultura actual tiene que
esforzarse mucho por compaginar la eficacia con
la intimidad, la vida pblica y la vida privada.
La vida en los grupos naturales y en las
instituciones debe ser completada por la relacin

14

A. FIERRO, La religin en fragmentos.

15

personal que ayude a interiorizar valores, a responder personalmente y a proyectar el futuro. El


pluralismo social, los condicionamientos psicolgicos y las dificultades de cara al futuro solicitan el
acompaamiento personal de los adolescentes y
jvenes como acogida, motivacin y propuesta.

v^aptulo

Flindamentacin teolgica
del acompaamiento espiritual

Desde las primeras pginas del Gnesis y del xodo


aparece Dios "con" el hombre y cercano a su pueblo "en"
medio de la historia. Yav marchar delante de ti. l
estar contigo. No te dejar ni te abandonar. No temas
ni te asustes (Dt 31,8). Antes que nada Dios es para el
hombre presencia, confianza, ayuda y esperanza; esta
forma de estar se personaliza y llega a cada hombre a
travs de Jess, la Palabra hecha carne que ilumina a
todo hombre (cf Le 19,9). La iniciativa es de Dios que
sale al encuentro del hombre y sin violentar su libertad
se autocomunica dando as pleno sentido a la existencia
humana; por eso la respuesta del hombre encuentra su
expresin ms adecuada en las palabras de san Pablo:
...por si consigo alcanzarlo, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jess (Flp 3,12). La accin salvadora
de Dios nos remite a los dems (cf J n 20,22); lo que
comenz siendo vivencia de filiacin termina en misin de
fraternidad conducida y sustentada por el Espritu de
Jess que todo lo ordena al bien comn (cf ICor 12,7).
Dios en Jess ha tomado la iniciativa y va por delante
hasta el extremo de dar la vida para que todos tengamos
vida en abundancia (cf J n 19,28). Dios educa sobre todo
por su forma de estar con los hombres; sus palabras y
gestos traducen esta presencia como acontecimiento.
16

17

La Iglesia es heredera de esta pedagoga divina y


continuadora de la misin de Jess; cada catequista est
tambin obligado a testimoniar la accin de Dios en l y
a acompaar la salvacin de Dios en el aqu y ahora de
cada catequizando.
El acompaamiento siempre h a existido en la historia
de la Iglesia bajo diversos nombres y en distintas modalidades expresadas muchas veces en corrientes o escuelas
de espiritualidad. Todas han tenido un fondo comn: liberar al hombre de lo negativo y ayudarle a conseguir su
perfeccin humana y cristiana a travs de un camino
bajo la gua de un creyente experimentado en la vida
espiritual.
1. Base bblica
La Sagrada Escritura es la manifestacin fiel de Dios a
travs de la historia; el pueblo israelita, precursor de la
Iglesia y anticipo de la humanidad vive en permanente
dilogo con el Dios vivo que libera de la esclavitud de
Egipto, acompaa por el desierto, hace alianza y conduce
a la tierra prometida. En el Antiguo Testamento Dios
vivo sale al encuentro del hombre (Sal 42,3), est en
medio del pueblo (Is 7,14), habla y comprende a los hombres (Sal 135,115,3-7), se presenta como padre (Dt 1,3133) y pastor (Sal 80,2; Is 40,11). La accin^de Dios llega
a travs de sus enviados (Gen 17,7; 28,15; x 3,2; Jos 1,5
y 6,16; 2Sam 7,9; Jer 1,8.19; Is 6,6). Los profetas anuncian un tiempo en que aparecer el Mesas como mediador nico, pleno y definitivo (Dt 18,15; Jer 31,31-34).
Dios no anula los interrogantes del hombre; por el
contrario, suscita preguntas, interpela, ahonda la visin
humana y desborda las expectativas de la mente y el
corazn humano.
La literatura sagrada habla de camino, sendero, va
(cf Dt 30,15-16) y de la necesidad de escoger un camino
u otro, salvacin o perdicin para el hombre. La salida de
los israelitas de Egipto (cf x 13,17-18; Dt 8,2) se presen18

ta como u n a decisin y el comienzo de un camino con


muchas etapas; para los israelitas esa experiencia tuvo
siempre un carcter paradigmtico como se manifiesta
en la relectura que hace el pueblo desde el destierro de
Babilonia. Los libros profticos y la literatura sapiencial
tratan de ayudar al pueblo israelita a responder a la
Alianza desde situaciones distintas que exigen una mentalidad y unas actitudes diferentes de las requeridas en
otros momentos histricos.
En el Nuevo Testamento, Jess aparece como el camino, la verdad y la vida (Jn 14,16), el nuevo mediador de
Dios (Me 3,14) y la definitiva revelacin de Dios (Heb 1,13; J n 17,22). Jess forma un pequeo grupo a quienes va
revelando la voluntad del Padre, el rostro doliente de la
humanidad y la realidad nueva del Reino (Me 4,11.33).
La pedagoga de Jess une la fidelidad al proyecto salvador, la encarnacin histrica y la paciencia con la lentitud
de los apstoles en comprender la novedad del evangelio
(Me 6,52; 7,18; Le 24,25-27). Cristo resucitado pasa el
testigo a los discpulos para que ellos continen su obra.
Para saber lo que tienen que hacer y contar con las
fuerzas necesarias, les promete y enva el Espritu Santo
que os ensear todo y os recordar lo que yo os he
dicho (Jn 14,25). Este Espritu gua al creyente que vive
en disponibilidad y alienta a la Iglesia para que sea
germen de nueva humanidad (Jn 14,17). La presencia
del Seor ser constante, hasta el final de los tiempos y
en todos los lugares de la tierra, como dicen las palabras
finales del evangelio de san Mateo. La presencia de Dios
es ntima y trinitaria (Jn 7,38 y 14,16), todo buen deseo
parte de l (Dt 31,8; Jer 1,5 y Gal 1,65) y su accin libera
y salva.
En los evangelios el seguimiento de Jess se presenta
como u n itinerario con condiciones de entrada para
quienquiera iniciarlo (cf Me 1,15; Le 13,5); el camino es
Jess en expresin de san J u a n y el creyente debe optar
por situar el proyecto del Reino en el centro de su existencia (cf Me 2,4; 10,21; Le 9,57-62; J n 1,43; 15,16); todo
lo dems es relativo y debe estar supeditado a lo funda19

mental. A este cambio existencial que estructura la persona de otra forma se llama conversin y constituye la
clave para entender el hombre nuevo que orienta todo el
quehacer de la catequesis. Este recorrido no se aprende
ni se vive en solitario, sino en grupo, en comunidad que
peregrina y construye el Reino (cf IPe 2,11). Peregrinacin y carrera (cf ICor 9,24-27) que parten de la iniciativa de Dios, superan el voluntarismo prometeico (cf Flp
3,13-14) y se recorren bajo la accin del Espritu y las
mediaciones eclesiales.

2.

El acompaamiento espiritual
e n la historia de la Iglesia

Los textos neotestamentarios indican, al hablar de la


organizacin de las primeras comunidades, que en ellas
estaban los ancianos, personas que por su experiencia,
sabidura y edad podan sostener la fe de los hermanos
y alentarles en su caminar en medio de las dificultades
del momento, propias de una sociedad donde los cristianos eran minoritarios y padecan persecucin en muchas
ocasiones.
Con la oficializacin de la Iglesia y el reconocimiento
del cristianismo como religin del Imperio, muchos
creyentes sinceros se sienten incmodos y buscan otros
mbitos y modos de vivir la fe. Los eremitas y cenobitas
siguen o se agrupan alrededor de alguien que tiene fuerte
experiencia de Dios, atestiguada por su propia vida y
saber; aparece con toda claridad cmo el seguimiento de
Jess no es asunto individual o de interpretacin privada. Seguir radicalmente a Jess se inserta en la Iglesia,
la Tradicin y el vivo deseo de imitar la vida apostlica.
En el cristianismo oriental el acompaamiento se
expresa a travs de la relacin maestro o padre/discpulo
o hijo; normalmente se realiza entre laicos que, apartados de u n a manera u otra de la sociedad, tratan de vivir
el cristianismo en total radicalidad. La finalidad de esta
relacin es ayudar a que el discpulo saque de s todos los
20

recursos posibles para ser ms dcil a la gracia de Dios


y se vea ms libre de impedimentos para seguir a Jesucristo imitando la vida de los apstoles.
En los primeros siglos de la Iglesia tanto en Oriente
como en Occidente el catecumenado constituye u n a
autntica escuela de espiritualidad o noviciado de la
vida cristiana marcado por la exigencia, la mistagogia, el
sentido de proceso y la relacin de la comunidad apadrinante con los catecmenos.
En Occidente tambin se dan cauces para que el
hombre descubra mejor su ser y llegue a ser santo. La
espiritualidad fraguada en los monasterios inspira gran
parte de la vida cristiana; pronto surgen escuelas cuya
nota comn es la bsqueda de la perfeccin segn el
momento histrico. La espiritualidad occidental es ms
sobria, prctica y teolgica.
San Benito denomina abad al superior de la comunidad
monstica por su misin respecto de los monjes: mantener la primaca de Dios, la caridad entre los hermanos y
la comunicacin de la vida del Espritu. El superior de
u n a comunidad monstica rene elementos de vala
humana y espiritual, rasgos carismticos y encomienda
jurdica.
En todas las familias religiosas y en todas las corrientes espirituales que han ido surgiendo en la historia de
la cristiandad, se ha dado mucha importancia a la funcin de orientar en los caminos del Espritu. Los ideales
de vida que se proponan solan ir acompaados de modelos de identificacin y cauces comunitarios que acumulaban experiencia y ayudaban en el caminar a los que se
iban incorporando. Veamos algunos ejemplos:
Francisco de Ass encarna una espiritualidad que valora
mucho la contemplacin de la humanidad de Cristo (Beln, Viacrucis) para llegar al Misterio de Dios y del pobre.
Uni ternura, jovialidad, libertad, bsqueda de la verdad
como vida, pasin por el pobre y discernimiento en un
momento de profundo cambio social y cultural. Francisco
21

sabe que todo lo importante pasa por el corazn y en l


reside; ha experimentado que slo convence lo que primero conmueve. Por eso, slo si Dios y el pobre alcanzan el
corazn del hombre es posible la conversin y la santidad.
Santa Teresa y san Juan de la Cruz. Santa Teresa sufri
en sus propias carnes la necesidad de encontrar confesores santos y doctos que la pudieran orientar en sus
experiencias espirituales y decisiones evanglicas. En los
Dichos de luz y amor n. 5, san Juan de la Cruz dice: El
que slo quiere estar sin arrimo de maestro y gua ser
como el rbol que est solo y sin dueo en el campo, que
por ms fruta que traiga, los viadores se la cogern y no
llegar a la sazn. El mismo santo habla en la Subida
al monte Carmelo de los momentos (noches) por las que
el creyente pasa, y que son paradigma en el seguimiento
de Jess: el abandono de las influencias negativas del
ambiente y de los deseos de los sentidos, la bsqueda de
Dios sin consuelos afectivos y en soledad y la experiencia de Dios, que produce paz y fuerza, como quien se
nutre de una tierra que mana leche y miel.
Santa Teresa y san Juan de la Cruz desde sus
itinerarios de creyentes en momentos de crisis y reforma ensean cmo la vida espiritual es lo que hace
cristiana la vida. El Misterio llega hasta lo profundo de
la psicologa de la persona y dinamiza todos sus comportamientos. El hombre es definido como una aventura en
lo interior donde lo importante es Cristo como indicativo
y la gracia como don del amor desbordante de Dios.
Somos elevados a la santidad de Cristo, hay desproporcin entre gracia y esfuerzo, y la nica ascesis cristiana es la que prepara la accin de Dios. Slo el amor de
Dios en nosotros da el verdadero crecimiento, que se
enraiza en la Iglesia y en el momento histrico en que
vivimos.
El concilio de Trento. La preocupacin de los Padres
Conciliares por la creacin de seminarios y la formacin
de los futuros presbteros, llev al cultivo terico y prc22

tico de la espiritualidad. La variedad de congregaciones


de clrigos regulares son una manifestacin de una
nueva forma de entender la vida religiosa, la presencia
del sacerdote en el mundo renacentista y el apostolado
con la juventud, los necesitados y en el mundo escolar.
J. Olier, del seminario de San Sulpicio que tantos frutos dio en la renovacin teolgica y pastoral, dice que
la confesin como manifestacin de los pecados al confesor no basta para caminar en la vida espiritual, pues se
necesita la ayuda de guas experimentados en el camino
hacia el ideal de santidad.
San Ignacio de hoyla. Es otro hito en la historia de la
espiritualidad cristiana. En las Constituciones escritas
por san Ignacio se deja constancia de que los miembros de
la Compaa de Jess abran la conciencia al rector cada
cierto tiempo o en situaciones especiales. Para llevar adelante este cometido el rector est asistido por maestros
de espritu que ayuden a discernir rectamente. Tres son
los principios que podran sintetizar el camino espiritual
que propone san Ignacio: conocer el misterio de Cristo
para ms amar y ms seguir, personalizacin de las
experiencias de fe y de oracin a travs de las consolaciones y desolaciones y dejarse alcanzar por Dios antes de
ver qu tiene que responder cada persona. La comprensin afectiva y el amor estn antes de cualquier decisin.
En este camino la figura del director espiritual y/o director de ejercicios es decisiva, pues ayuda a discernir. Los
Ejercicios de mes, escritos por san Ignacio, son una cristologia en clave de seguimiento para la eleccin de estado.
En la edad moderna se acu para el sacerdote la expresin cura de almas y padre espiritual a travs sobre
todo de la direccin espiritual. Estos planteamientos
han dado su fruto y al mismo tiempo han facilitado otras
formas de espiritualidad en el siglo XX. Se supera la
visin, tantos aos vigente, de los dos caminos en
la vida cristiana, deja de identificarse vida espiritual con
vida religiosa y se produce una crisis en la forma tradi23

cional de entender la direccin espiritual: todo ello viene


motivado tambin por las aportaciones de las ciencias
modernas y la renovacin conciliar. En el momento actual estamos viviendo la recuperacin del acompaamiento espiritual en lo que ha tenido de genuino desde el
principio de la era cristiana. Teniendo en consideracin y
respetando la especificidad de la espiritualidad de las
diferentes escuelas y movimientos cristianos, hay que
afirmar pensando en la catequesis la necesidad de la
relacin catequista-catequizando, grupo-animador, creyente-acompaante, para que sea posible la formacin de
la identidad cristiana. Tras unos aos en que la pastoral
se ha resuelto fundamentalmente trabajando con pequeos grupos, se ha sentido la necesidad de personalizar
ms el proceso de maduracin de la fe.
El concilio Vaticano II. Las preocupaciones de los Padres
Conciliares en O.T. es doble: conseguir la unidad en la
accin de todas las personas que intervienen en la formacin, la importancia de la comunidad cristiana de la que
se forma parte y la formulacin del acompaamiento
espiritual que evite tanto el autoritarismo como el simple
compartir del igual, amigo y compaero. En el posconcilio
ha primado la acentuacin en los aspectos de relacin fecultura, apertura, secularizacin, autoformacin, realizacin personal, autodeterminacin, etc. Esto unido al auge
de las pedagogas no-directivas, ha puesto al sujeto como
el nico artfice de su propio proceso. El rechazo de la
espiritualidad de la fitga mundi, la apertura a los signos
de los tiempos y la importancia de la autonoma personal
y el papel nuevo de la comunidad, hicieron que el modelo
clsico de direccin espiritual entrara definitivamente en
crisis. Surgen los grupos de revisin de vida y anlisis de
la realidad que de alguna forma complementan e incluso
reemplazan a la direccin espiritual.
Planteamiento actual. Desde el momento del bautismo
del nio, toda la vida cristiana es un descubrir y crecer
en el seguimiento de Jess (cf ICor 1,22; 5,5; Rom 8,23);
24

somos criaturas nuevas, pero no hemos llegado a la plenitud y la vida resulta un doloroso alumbramiento del
hombre nuevo (cf Rom 8,23). Este proceso incluye la
asuncin de la condicin humana e historia personales, y
de sus componentes de libertad, solidaridad, esperanza,
superacin, etc. La personalidad es original e irrepetible;
dentro del seguimiento del nico Maestro, cada persona
tiene su peculiar itinerario que debe ser alentado individualmente. Esta relacin de acompaamiento evitar
la dicotoma que hoy existe muy generalizada entre la
madurez, el itinerario de fe y la celebracin de los sacramentos. Para armonizar este proceso, el Vaticano II en la
constitucin SC n.64 restaura el Catecumenado. Su finalidad es ayudar al catecmeno a r e e s t r u c t u r a r su
personalidad desde una nueva mentalidad y unos nuevos
valores. En el caso de jvenes o adultos bautizados de
nios, el objetivo del acompaamiento es ayudarles a que
asuman las exigencias bautismales y se sientan pueblo
de Dios en marcha con la humanidad para construir la
utopa del Reino (cf LG 9). Este compromiso con el
mundo se vive desde la pertenencia eclesial cuyo centro
es la eucarista y la actitud de servicio a la comunidad
por el don de s.
Todas estas t a r e a s educativas tienen mucho de
testimonial, experiencial y totalizante; no son posibles sin
la gracia de Dios que acta de mltiples formas y sin la
presencia del catequista que va por delante y al paso del
catecmeno.
Desde el hacer de Dios y la situacin del creyente se
perfila la misin del acompaamiento espiritual, tanto a
nivel personal como de grupo.
3.

Planteamiento e n la teologa espiritual actual

Hoy no hablamos de direccin espiritual, sino de


acompaamiento. El documento final del Segundo Congreso Internacional de Vocaciones Eclesisticas (Roma,
1981) habla del acompaamiento como un servicio de
25

escucha, de misericordia y de esperanza. Juan Pablo II


en la carta con motivo del Ao Internacional de la Juventud (1985) define el acompaamiento como escuela
sistemtica de vida interior. Jos R. Urbieta 1 dice que el
acompaamiento ayuda al joven al descubrimiento de s
mismo y de sus posibilidades, a la bsqueda de la voluntad de Dios en su vida, a superar los momentos de oscuridad y a valorar la progresiva personalizacin de la
opcin fundamental por seguir a Jess.
La relacin personalizada y personalizadora propia
del acompaamiento ayuda a que el joven descubra la
sabidura que le lleve a saborear el sentido de la vida.
Jess de Nazaret, como sentido globalizador de la existencia y opcin fundamental desde la que se hace el
proyecto vocacional de vida, supone descubrimiento progresivo, superacin de dificultades, realismo y aprendizaje de las actitudes fundamentales cristianas. Nadie se
hace cristiano a partir de cero, pues todos llevamos en
nuestra propia historia frustraciones, desajustes y angustias que producen desestructuracin de la personalidad.
Sintonizar la propia personalidad con las caractersticas
de la fe cristiana es una labor difcil, pero ineludible. La
integracin de la razn, las emociones y los comportamientos es lo que hace crecer la madurez humana y
espiritual. La sociedad tcnica, mecanizada y masificada
en la que vivimos da por supuesta la formacin de la
personalidad y desplaza los aprendizajes y exigencias a
los mbitos profesionales y econmicos. El problema fundamental que tienen muchas personas especialmente
jvenes, es el ajuste personal y la pregunta por el sentido de la vida. El ansia de tener, de consumir y de placer
sensual, sin estar integrados en una jerarqua de valores,
perjudican a la persona y la sumen en la desmoralizacin
y la infelicidad. Con todo, ms al fondo de estas manifestaciones de superficialidad, fragmentacin y egosmo, el
ser humano necesita ser feliz. En la lnea de V. Frankl,
M. Buber y C. Rogers el acompaamiento espiritual
1

26

JOS URBIETA, Bajo el impulso del Espritu, SM, Madrid 1986, 45.

parte de lo que se llama optimismo antropolgico, pues


el hombre halla en su existencia concreta e histrica un
valor estructurador; existen rupturas, limitaciones y fracasos, pero tambin hay una inclinacin innata a la
unidad y al sentido que ella aporta a la vida. La reflexin
crtica y compartida de lo vivido ayuda a reestructurar el
presente y a proyectar de manera distinta el futuro2.
La madurez humana es un proceso en el cual, en el
caso del creyente, no se puede separar en la prctica lo
que es humano y lo que es cristiano, pues funcionan como
un todo nico e inseparable. S podemos definir los rasgos
de la madurez humana, ver en qu medida aparecen
en las personas que estn madurando su fe y facilitar el
que la fe sea el elemento que d unidad y dinamismo a
toda la persona. La meta, como indica Powell, est en el
equilibrio entre interioridad y exterioridad, el centro de la
reaccin por la accin y la capacidad de comunicarse
desde los sentimientos y afectos.
En este contexto el papel del acompaante u orientador consiste en: ayudar a una persona a desarrollar y a
hacer efectivas sus posibilidades y capacidades, neutralizar sus defectos y suplir sus carencias, en orden a descubrir el tipo de actividad que mejor puede desarrollar, las
relaciones que estn ms acordes con sus posibilidades.
En definitiva, que vaya haciendo su vida en base a un
proyecto conscientemente asumido o presentido inconscientemente 3. Ayudar a la persona que se orienta a que
haga su experiencia, unifique percepcin y conductas
subsiguientes y encuentre cauces eficaces de realizacin
personal.

2
C. ROGEKS, El proceso de convertirse en persona, Biblioteca de psiquiatra, psicopatologa y psicoanaltica, Paids, Barcelona 1989.
3
J. F. VALDERRBANO, El acompaamiento espiritual en la formacin
para la Vida Religiosa, I.V.R., Madrid 1983.

27

Captulo 2

Vida espiritual y catequesis

El hombre es un ser temporal que madura psicolgicamente en el espacio y en el tiempo a travs de las relaciones que con l establecen y de las que l mismo es
protagonista. Es la seleccin de posibilidades lo que hace
que el hombre se apropie de aquello que elige y lo incorpore a su ser; esta apropiacin va creando en l una
forma estable de conformarse que constituye su talante
personal. Su tarea principal es ser l mismo en un mundo
complejo que condiciona la libertad e impone modos de
pensar y de vivir sujetos a intereses hbilmente manejados. Los aspectos ms importantes de la vida, es decir, los
que la dotan de sentido y significados, no se aprenden,
reciben o aparecen por azar; por el contrario, la felicidad exige bsqueda, reflexin, compartir y decisiones.
Recuperar el protagonismo de la persona para dirigir
responsablemente la vida, ver con claridad lo que hay
que hacer, teniendo como horizonte la humanidad a
la que se contempla desde el proyecto de Dios revelado en
Jess y continuado- por la Iglesia, es el contenido de la
vida espiritual.
Estos d i n a m i s m o s s u p e r a n lo conceptual y el
voluntarismo, y se generan sobre todo desde la apertura,
la gratuidad, la contemplacin y la disponibilidad. Desde
la afirmacin, llena de confianza y esperanza, de que
Dios es Padre de un Pueblo de hermanos, cada creyente
29

trata de descubrir la continuidad entre la voluntad de


Dios y la propia existencia, lo cual supone la superacin
de intereses egostas y la opcin preferencial por el pobre.
1. Educar e n la fe e s ayudar
a madurar vocacionalmente
Crecer como persona cristiana significa estructurar y
fundamentar la personalidad humana en cada una de las
etapas evolutivas segn los valores del evangelio como el
centro que da unidad y armona a todas las facetas de
la vida de la persona. La vocacin marca la direccin
en la que se quiere caminar, y todo lo dems queda
relativizado, es decir, referido y supeditado a esta opcin
fundamental. La vocacin cristiana como expresa el
Credo es trinitaria, cristocntrica, eclesial y ecumnica.
Este don de Dios se acoge en la vida e historia de los
hombres a travs de los acontecimientos liberadores vividos desde el misterio de Cristo que da a la vida del
creyente un horizonte escatolgico.
Dominar y seorear la naturaleza en u n mundo
tecnificado, convivir con los otros hombres sintindose
hermano de todos y adorar a Dios como hijo, son los ejes
fundamentales de la vocacin del cristiano. Por lo tanto,
la labor de acompaamiento est en ayudar a conjuntar
las necesidades e intereses de la persona con las vivencias cristianas para llegar a la identificacin vocacional;
este proceso se compone de etapas, elementos, experiencias y accin del animador.
La relacin educativa del acompaamiento espiritual tiene tres dimensiones en relacin dialctica: la
interioridad, la comunitariedad y el compromiso. Estas
dimensiones han de ser propuestas, descubiertas y asumidas como valiosas para que progresivamente se vaya
formando la persona con vida interior, fraterna y solidaria. El catequista ayudar a explicitar y situar cada una
de estas dimensiones en el conjunto de la vida de la
persona.
30

2.

Catequesis y acompaamiento

En la prctica, evangelizacin y catequesis se confunden,


pues hay muchos bautizados que no han sido suficientemente evangelizados y en la catequesis falta el acompaamiento personal que facilite la conversin.
Del concilio de Trento al Vaticano II la catequesis
consisti principalmente en la explicacin de los contenidos de la fe o doctrina cristiana, cuidando su integridad
y ortodoxia y pensando fundamentalmente en el nio. A
principios de siglo se siente en la catequesis la influencia
del mtodo intuitivo-activo y del expositivo-dialogal; los
contenidos de la catequesis se renuevan por la influencia
de la teologa kerigmtica y se recupera la importancia
de la palabra de Dios en la transmisin del mensaje. En
los aos sesenta surge la catequesis de la experiencia no
como un medio o modalidad ms del quehacer catequtico, sino como planteamiento bsico. Esta lnea catequtica se ha desarrollado en Amrica Latina dando importancia a la situacin sociopoltica que viven los destinatarios y a la accin proftica y liberadora.
Las principales adquisiciones en la praxis catequstica
son las siguientes: la iniciacin cristiana como proceso
unitario, la educacin de la fe como algo que afecta a toda
la persona, la comunidad cristiana como el lugar idneo
de la accin catequtica, la importancia del catecumenado y la maduracin vocacional como meta y contenido del
proceso catequtico. A todos estos logros habra que aadir u n elemento, muy productivo en s mismo y que
adems puede armonizar y dar coherencia al conjunto de
la praxis catequtica y pastoral de la Iglesia; nos referimos al acompaamiento del catequista respecto al grupo
y de cada uno de sus componentes. Entendemos el acompaamiento en u n sentido amplio y en un sentido estricto; en la primera de las acepciones es la necesaria presencia del catequista en el mbito donde ejerce su ministerio,
el conocimiento de los catequizandos y de su entorno, la
preocupacin por ellos ms all de la sesin de catequesis, la animacin de actividades complementarias y la
31

entrevista personal. En la segunda de las acepciones, se


da la relacin de ayuda entre el catequista y el catecmeno con carcter peridico, sistemtico y segn metodologa apropiada; el acompaamiento en estos trminos es
propio de la adolescencia, juventud y adultez, ya sea para
asegurar el proceso catecumenal o porque la persona est
en un momento crtico de su maduracin cristiana y
necesita clarificarse antes de tomar decisiones.
3.

La comunidad,
mbito de la maduracin vocacional

La fe cristiana es una experiencia de profundidad que


empieza por el conocimiento y aceptacin integradora de
uno mismo en el plan de Dios. Ahora bien, el encuentro
personal no se da aislado del encuentro con los dems; la
persona y el grupo viven el mismo proceso, cuya clave es
la conversin y su trmino es la identificacin vocacional.
El grupo se constituye por la toma de conciencia por
parte de cada uno de sus componentes respecto de la
especificidad del grupo y de la tarea que lleva entre
manos. Para que un grupo o comunidad cristiana sea
significativo como acompaante, debe ser consciente del
lugar donde est encarnado, del fin que persigue, las
relaciones que promueve y los medios que utiliza. Cuando la comunidad vivencia los valores del Reino y trabaja
por ellos, la convivencia y el encuentro entre sus miembros es el mejor ambiente formativo. No hay maduracin
sin sentido de pertenencia; ahora bien, la pertenencia no
es algo que se consiga por planteamientos intelectuales o
normativos, sino en la relacin interpersonal de cada da.
Slo una comunidad que convoca, acompaa y recibe
puede educar en la fe; la comunidad concreta es medio
insoslayable para descubrir y vivir la pertenencia a la
Iglesia universal. No en vano el Vaticano II orient su
labor a la Iglesia como sacramento de Cristo y pueblo de
Dios unido en el amor trinitario (cf LG 7-10). Esta
comprensin conciliar cambia el planteamiento de la es32

piritualidad cristiana y de la accin pastoral: Fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente sin conexin alguna de unos con otros, sino
constituyendo un pueblo que le confesara en verdad y le
sirviera santamente (LG 9).
En el mbito comunitario es donde mejor se puede
sentir la cercana de Dios Padre, aprender la fraternidad
y estar atento a la voz del Espritu que llama sin cesar.
Este aprendizaje de la vida nueva lo celebra la comunidad en la liturgia y lo manifiesta en el compromiso en
medio del mundo; la comunidad cristiana impacta en el
medio ambiente donde est inserta cuando puede decir a
las gentes con verdad ven y vers y estos pueden exclamar mirad cmo se aman. Esta mstica comunitaria
es hogar y taller del nacimiento a la vida cristiana y de
su mantenimiento; es decir, es lugar de formacin permanente que mantenga viva la bsqueda de la voluntad de
Dios a travs de los cambiantes signos de los tiempos.
Las relaciones interpersonales, el dilogo en profundidad, la aceptacin incondicional, la celebracin de la vida
en el misterio cristiano, el discernimiento comunitario y
la presencia comprometida en el entorno, son los elementos debidamente conjuntados a travs de los cuales la
comunidad acompaa y sostiene el crecimiento de sus
miembros. Toda esta labor exige u n animador de grupo
que pueda acompaar personalmente a cada uno de los
miembros y les ayude a lograr sus aspiraciones en el
seguimiento de Jess.

4.

La pedagoga divina
inspira la pedagoga catequtica

Al hablar de la fundamentacin teolgica hemos visto


cmo Dios toma la iniciativa desde la misma situacin
que vive el hombre, se autocomunica de forma personal
y plena, asume la condicin humana ponindose en nuestro lugar y da la vida por todos sin excepcin. Esta es la
pedagoga divina y es tambin la pedagoga de la educa33

cin de la fe: por lo mismo, marca la actuacin del creyente que desempea este servicio en la comunidad cristiana. Veamos en qu consiste, etapas y condiciones para
realizar este ministerio.
Como tratamos de los niveles ms profundos del ser
humano, que se desean estructurar segn la identidad
cristiana, no podemos menos de decir que el acompaamiento es una oferta por la que se opta libremente. No
es posible esta eleccin sin un conocimiento e inters por
lo que constituye el contenido de aquello que se elige.
El primer paso es el descubrimiento de que merece
tomarse la vida en serio y dotar de sentido los actos;
ahora bien, el descubrimiento no es posible sin la actitud
de bsqueda, y sta nicamente se da cuando la persona
sale de su indiferencia o dispersin y con afn procura
respuesta a los problemas ms importantes de su vida.
Mover los corazones de tantos hombres y mujeres, sobre
todo jvenes, llenos de muchas cosas, pero insatisfechos
en lo fundamental, es recuperar el talante misionero y
evangelizador de la Iglesia; si no se da esta primera
convocatoria no hay proceso subsiguiente.
Los interrogantes vitales que se han de responder en
grupo y en dilogo personalizador son los siguientes: qu
busco, quin soy, cmo vivo, dnde estoy, cmo me
relaciono, cules son mis ideales, qu significan para m
Jess de Nazaret y la Iglesia, cmo puedo encauzar mis
problemas, qu puedo hacer por los dems, etc. Las respuestas no se pueden dar de una vez y para siempre;
tanto la pregunta como la respuesta tienen ms de vital
que de conceptual, de riesgo que de seguridad, de aprendizaje que de posesin. El testimonio de los educadores de
la fe es la oferta ms convincente y eficaz, slo ella puede
animar a los reticentes a ponerse en marcha con confianza e ilusin.
El paso siguiente es crucial y exige una labor personalizada en mayor grado y con ms tino. Los valores que se
van descubriendo en la catequesis deben incorporarse
34

ordenadamente, es decir, segn la axiologa del evangelio. Hay u n valor o valores que situados en el centro de
la persona organizan y relativizan todos los dems, dando a la vida orientacin y unidad; desde esta opcin fundamental se tomarn las dems decisiones en el futuro.
Este momento del proceso es estructurante de la personalidad cristiana en sus aspectos fundamentales y se
vive normalmente en la adolescencia y juventud. La relacin peridica y sistemtica con el acompaante no est
an valorada lo suficiente en los planes catecumenales.
La experiencia evanglica de la conversin radical, clave
del seguimiento de Jess, tiene en la catequesis posconciliar u n puesto relevante, pero no se ha articulado lo
suficiente su pedagoga. Si el catecmeno no consigue
asumir la jerarquizacin axiolgica del hombre nuevo
ser muy difcil que llegue a formular un proyecto de vida
especficamente cristiano; este fallo se relaciona sin duda
alguna con la crisis vocacional que arrastra la Iglesia
desde hace aos.
El tercer paso. Metodolgicamente, de la realidad se
parte y a la realidad se vuelve, previa iluminacin desde
la fe; no se trata de interpretar mejor la historia, sino de
hacerla ms libre, justa y solidaria, y esto slo es posible
cuando se lucha desde las propias convicciones que se
ofrecen como el mejor cauce para la realizacin de todo
hombre y de todos los hombres. El final consiste en la
verificacin de la fe en la vida cotidiana; nos referimos a
la confesin de fe, la celebracin sacramental y la praxis
transformadora de la realidad. Esta ltima etapa supone
las dos anteriores, pues slo se puede socializar lo que se
ha descubierto como valioso y se ha incorporado a la
persona no como un aspecto ms, sino como el elemento
organizador.
5. Acompaamiento del proceso de conversin
El acompaamiento como accin catequtica especfica
principia cuando la persona decide ponerse en camino e
35

iniciar un proceso (conversin inicial); para ello debe tener edad suficiente y conocimiento mnimo de las exigencias que esto lleva consigo. La primera dificultad est
en la necesidad de asumir el pasado desde la ptica de
la gracia que sita al hombre en una dimensin nueva; la aceptacin personal responsabiliza y abre a la
experiencia de confianza radical en Aquel que todo lo
puede desde el amor incondicional que nos tiene.
El punto de llegada se da cuando la persona formula
un proyecto de vida desde la fe que engloba los aspectos
personales, relacinales y estructurales en los que se
desarrolla la existencia de los hombres. A travs de todo
ello vida, accin y palabra, se trata de extender el
reino de Dios, eje y meta de la identidad cristiana. Al
llegar este momento culminante del caminar cristiano, el
acompaante debe ayudar a que el acompaado responda personal y existencialmente a la cuestin decisiva en
el seguimiento: cmo y dnde servir ms y mejor a los
hombres?. La propia historia, las aptitudes personales,
la interpelacin de Dios, la apertura a la fraternidad
universal, las necesidades eclesiales, el discernimiento
comunitario, etc., ayudarn a cada miembro del grupo a
encontrar su vocacin. La concrecin vocacional tendr garanta evanglica si se hace desde la actitud
de disponibilidad total y radical para hacer la voluntad de Dios; este descentramiento de los planes propios
y el centramiento en Dios y su justicia constituyen el
ncleo de la madurez cristiana y marcan los perfiles de
la espiritualidad evanglica.
Las etapas de la conversin son sucesivas, complementarias, armnicas y convergentes. Cada etapa
supone la anterior y prepara la siguiente; es decir, se
siguen por el principio de gradualidad dentro de un proces unitario. En cada etapa deben cultivarse todos los
aspectos de la maduracin de la personalidad cristiana,
aunque en cada una de ellas se acente ms uno o varios
de los elementos constitutivos. El modelo grfico de este
proceso no es el lineal yuxtapuesto sino el cclico concntrico representado en la figura de la espiral, que expresa
36

el crecimiento hacia la madurez por medio de sucesivos


cambios de criterios, actitudes y comportamientos.
La primera etapa se llama de sensibilizacin porque
pretende que la persona en proceso de maduracin de fe
se plantee la necesidad del proyecto de vida como objetivo y la importancia del acompaamiento como medio
para la adecuada formulacin del mismo. Nada mejor para ello que el testimonio interpelante de creyentes
adultos que ofrecen proyectos de vida especficos y distintos, al servicio de la causa del Reino.
Los ms inquietos que van cayendo en la cuenta de
lo que supone creer, los que sienten inters por encontrar
sentido a su vida y no estn instalados son las personas
idneas para ofrecerles un acompaamiento personalizado desde la bsqueda compartida y orientada. Al principio todo est confuso, predomina la emocin y se tiene
prisa en ver con claridad el modo de resolver todos los
problemas. La indefinicin propia de esta etapa exige
tiempo, paciencia y mucha libertad de espritu. Poco a
poco y en clima de oracin, conviene ir entrando en el
anlisis de aspectos concretos que facilitan la aceptacin
personal, las relaciones fraternas y la apertura solidaria
al plan de Dios en el mundo.
A medida que el evangelio se hace carne y el proyecto
de Jess nos va cogiendo por dentro es necesario afinar
el punto de mira; hemos llegado a la etapa de discernimiento, que se caracteriza por el hecho de revisar
motivaciones, medir posibilidades y contrastar puntos de
vista. Todo ello se encamina a comprobar y fundamentar
la actitud de disponibilidad respecto de la voluntad de
Dios. El discernimiento se debe aplicar a los aspectos ms
importantes de la vida y en los momentos de tomar decisiones, tales como la eleccin vocacional o la formulacin del proyecto de vida. La iniciativa le corresponde al
acompaado, pues la funcin del acompaante es asegurar las condiciones ptimas de objetividad para ver realmente lo que Dios pide a cada persona en un momento
significativo de su vida. La mejor seal de que se va por
los derroteros que el Seor quiere es la sensacin de paz
37

interior a pesar de los miedos, dudas y dificultades que


pueda suponer una eleccin concreta en la que se compromete el futuro. Cada decisin suele venir como consecuencia de determinados planteamientos de fe que
ponen en crisis al creyente y facilitan una nueva sntesis
vital que ilumina el paso siguiente en el crecimiento
personal, que nunca termina, aunque tenga perodos de
maduracin bsica.
La vocacin personal germina en la vivencia de sentirse querido por Dios de forma personal y desconcertante; este amor, amor incondicional, hace brotar el deseo de
hacer algo significativo por la humanidad. La incorporacin a grupos o comunidades con los que proyectar la vida
marca la ltima etapa del acompaamiento personal en
el perodo evolutivo en el que se estructura bsicamente
la personalidad cristiana; en la comunidad encontrar
el cristiano los apoyos y cauces apropiados para realizar el proyecto de vida como continuidad histrica de la
voluntad de Dios.

38

Oaptulo 3

Espiritualidad
y pastoral de personalizacin

El concilio Vaticano II supuso un esfuerzo grande y acertado para definir las lneas generales de la espiritualidad
del bautizado, la superacin de las dependencias monstico-clericales y la resituacin de lo propio de la espiritualidad en el ministerio trinitario y en la eclesiologa de
comunin. Para llevar a cabo esta tarea el captulo 2 y
4 de LG, as como GS y AA son documentos imprescindibles. Posteriormente la encclica Christifideles laici de
Juan Pablo II ha venido a completar esta nueva visin.
Los contenidos teolgicos y vivenciales estn claramente
expuestos en los documentos del magisterio y en los tratados teolgicos.
La pastoral juvenil tambin ha dado un gran avance
al referenciar los proyectos pastorales a los procesos de
conversin, la maduracin vocacional, la incorporacin
progresiva a la comunidad cristiana y la espiritualidad
cristiana. Este procedimiento pastoral est claro a nivel
de criterios orientadores; en la prctica la pastoral juvenil
es excesivamente plural y, en algunos casos, no cuida lo
suficiente alguno de los elementos constitutivos y estructurantes de la misma. Sigue faltando a nivel general de
la Iglesia una pastoral juvenil que termine en opciones
vocacionales, es decir, que facilite a los jvenes que en
ella estn y que de ella salen el vivir segn la espirituali39

dad cristiana la vida cotidiana. Ello se debe en buena


parte a la falta de personalizacin de la fe, a una relacin
con Dios poco afectiva y a la falta de maestros del espritu. De todo esto queremos hablar en este captulo, para
terminar ofreciendo algunas pautas de actuacin.
1. La espiritualidad cristiana
Por espiritualidad cristiana entendemos la m a n e r a
de vivir inspirada y animada por el Espritu Santo que
Cristo resucitado nos envi. A la luz del Evangelio
de Jess, vemos cmo el amor del Padre se revela en
lo menos divino el pobre, el pecador, la cruz, y cmo
no podemos encontrar a Dios fuera de la vida y de la
historia.
La espiritualidad cristiana consiste en orar, trabajar, celebrar, compartir, vivir y comprometerse desde
la Pascua de Cristo, el don del Espritu y la comunidad eclesial. El cristiano maduro procura seguir a Jess
sin perder su propia autonoma; aqu acta el Espritu
Santo y en esto consiste su importancia decisiva: potenciar la trascendencia de lo humano. Los laicos como
adoradores en todo lugar y obrando santamente, consagran a Dios el mundo mismo (LG 34). La nueva visin
de la espiritualidad de los laicos est en el Vaticano II,
principalmente en LG nn. 26,31,34 y 35; AA nn.
2,4,7,19,29; AG n. 21 y GS n. 43. La Conferencia Episcopal Alemana preparando el Snodo sobre los laicos dice:
El laico en sentido estricto es, por tanto, un cristiano que
expresa de forma ejemplar la realidad de la Iglesia y su
misin en el mundo.
En algunos momentos de la historia de la espiritualidad cristiana ha estado presente esta caracterstica de
forma significativa. El Cntico de las criaturas de san
Francisco, la Contemplacin para alcanzar amor de san
Ignacio y el Cntico espiritual de san J u a n de la Cruz,
son tres magnficas expresiones, ricas en contenidos y
plenamente actuales.
40

visin cristiana de la vida lleva a:


Descubrir el valor de las realidades humanas.
Amar todo lo humano y, especialmente, al hombre desde y por Dios, pero tambin por l mismo.
Una y otra cosa no son contrapuestas.
Vivir con gratuidad y entrega como talante
existencial que integra el sufrimiento, el riesgo, el
placer y las propias limitaciones.
Participar en la comunidad de fe creadora de
fraternidad. En el mundo y en la historia el seguidor de Jess aprende y colabora (GS 21; 75),
discierne los signos de los tiempos (GS 44) y procura mejorar las relaciones y estructuras (GS 37).
Hacer la opcin preferencial por los pobres. En
pocas anteriores, la pobreza se consideraba
como una cuestin social que se resolva desde
la moral (justicia) o la accin caritativa, pues se
consideraba como algo inherente a la naturaleza
humana; hoy la realidad de pobreza se ve como
lugar teolgico donde se puede vivir el encuentro
con el Dios de Jess y la liberacin de los hermanos. Esta opcin implica entender el compromiso
poltico como algo propio de la vocacin cristiana
(GS 75); si es as, tenemos que seguir recuperando la dimensin pblica de la fe cristiana.
Ilusionarse con la vocacin universal a la santidad que pasa por la mediacin de las realidades
terrenas: los estudios, el trabajo, la tica profesional, la afectividad, el estilo de vida, el uso del
dinero, el empleo del tiempo libre, la militancia,
etc. En todos estos mbitos, el creyente trata de
vivir el seguimiento de Jess, es decir, trata
de ver, pensar y actuar como lo hara Jess aqu
y ahora. El Espritu Santo nos capacita para esta
tarea, pero la gracia de Dios, no solamente no
suple nuestro empeo, sino que nos compromete
cada vez ms. La oracin insistente, mantiene el
don y la tarea en perfecta armona; no necesitamos pedir cosas, necesitamos a Dios para abrirnos a un nuevo horizonte (Rom 8,12-16).
41

joven creyente crezca en vida teologal; es decir,


para que site todo lo que es y tiene desde Dios.
Esta vida teologal se expresa a travs de los siguientes rasgos: la centralidad de la voluntad de
Dios en la vida personal, la fe como sentido globalizador de la existencia humana, el amor gratuito de Dios como justificacin para el creyente
ms all de las limitaciones morales y la iluminacin interior que permite ver el significado ltimo
de las cosas. La vida teologal despeja las paradojas del evangelio: preocupacin por todo lo que
humaniza y desasimiento de todo apego desordenado, la verdad humilde de las propias limitaciones y confianza total en Dios, responsabilidad en
la construccin del Reino y paz de saber que el
protagonista es Dios.
El adolescente y el joven creyente, necesitan
liberarse del superego recibido (fe sociolgicaambiental), pasar por la crisis de crecimiento que
es la autonoma y terminar en la fe personal como obediencia al Padre y disponibilidad
para entregarse a los ms necesitados. Al llegar
a este grado de madurez, podemos decir que la
relacin con Dios se vive con afectividad sana y
humanizadora.

2. Afectividad y espiritualidad
Todo lo expuesto en el apartado anterior sobre la espiritualidad del cristiano necesita u n trasfondo afectivo.
Sabemos la importancia que tienen en la configuracin
de la imagen de Dios en el nio la figura materna y
paterna. El poso que la vida, las personas y las relaciones
van dejando en el ser humano, a lo largo de las etapas
de evolucin psicolgica, hace que ste se configure por la
actitud de confianza y optimismo ante el futuro, o bien
por la actitud de repliegue y temor ante todo lo que le
transciende. La experiencia de sentirnos incondicionalmente aceptados y queridos es decisiva para tener una
relacin afectiva con Dios.
Muchos jvenes viven la relacin con Dios centrada en
Jess, modelo de creyente y ejemplo de persona comprometida por una causa. Se sienten ms vinculados a la
causa de Jess que a su persona. Aqu es muy importante descubrir el absoluto de Dios en la persona y mensaje
de Jess para identificarse con los misterios de su vida y
vincularse a Cristo resucitado, seor de la historia. El
evangelio de J u a n puede ser de mucha ayuda en el camino de la relacin afectiva con Dios a travs de Jess,
que se manifiesta vinculado al Padre y a nosotros en
unidad de amor y entrega.
Desde el punto de vista pedaggico, el acompaante
buscar que el joven viva equilibradamente:
Lo afectivo y lo reflexivo en la relacin con
Dios. Esto supone armona existencial entre oracin y compromiso, fe y vida, interioridad y socializacin de los valores.
La apertura a la palabra de Dios, y la subjetividad de la experiencia religiosa. Lo afectivo y lo
subjetivo siempre tienden a ser reduccionistas y
utilitaristas. La objetividad de la palabra de Dios
ayuda a superar los propios deseos y metas, y
favorece el surgimiento de la actitud de disponibilidad.
La docilidad al Espritu (Rom 5) para que el
42

3.

La experiencia de Dios:
reto de la pastoral de j u v e n t u d

La juventud es una etapa de la vida en la que se tiene


mucha necesidad de experimentar todo lo que se va
presentando de manera inmediata y concreta. Qu respuesta puede dar la comunidad cristiana a los jvenes?
En primer lugar, slo nos podemos encontrar con los
jvenes all donde ellos estn; la actitud misionera propia
de la nueva evangelizacin y los proyectos solidarios son
los que mejor pueden facilitar el encuentro con los jvenes y la comunicacin interpersonal con ellos. La cons43

truccin del reino de Dios es el marco privilegiado para


la pastoral juvenil, llevada a cabo por agentes de pastoral
que viven la comunidad de fe y apuestan por la evangelizacin desde presencias significativas, profticas y cercanas al hombre de hoy. Los proyectos concretos de pastoral de juventud dependern de los jvenes a quienes
vayan dirigidos: marginados, alejados, con fe sociolgica,
en proceso de fe y para pequeas comunidades juveniles.
El requisito para ser catequista de jvenes es tener una
fe consolidada y sentirse enviado por la comunidad. La
pastoral de juventud necesita seguir recuperando en sus
itinerarios catecumenales la centralidad de la vocacin
y de la comunidad. El acompaante espiritual en este
tipo de pastoral procurar que:
Los jvenes tengan una experiencia de Dios
profundamente afectiva y referenciada a los ms
pobres. En estas coordenadas redescubrirn su
vocacin bautismal de hijos y hermanos.
La propuesta vocacional se oiga ms y mejor
porque el creyente tiene puesto el corazn en el
Reino desde la vivencia comunitaria de la fe.
Identidad (Opcin fundamental por Jess), pertenencia eclesial (desde la pequea comunidad laical) y referencia (a los ms pobres) son tres aspectos que si se interrelacionan en la educacin de la
fe, facilitan el progreso catecumenal y vocacional.
Cada joven viva la seduccin del amor de Dios
para poder plantearse con libertad de corazn:
cmo y dnde me siento llamado a vivir la vocacin cristiana. Este interrogante ser el hilo conductor de todas las acciones y procesos pastorales.
En las etapas ms avanzadas del proyecto de
pastoral juvenil (cf Iniciacin cristiana de adultos), los animadores de grupos juveniles deben
plantearse las siguientes preguntas: Cmo puede surgir el dilogo vocacional? Qu experiencias
tienen que vivir los jvenes para que este dilogo
sea posible? y qu proceso hay que seguir para
llegar al discernimiento vocacional? Para que
44

vaya germinando la vocacin es menester que


entre valores interiorizados, ideales mantenidos
y deseos haya la mayor convergencia posible.
El acompaante recordar frecuentemente a
los jvenes que el descubrimiento de la voluntad
de Dios es u n a gracia que se recibe cuando se
pide insistentemente en la oracin de completa
disponibilidad.

4.

La personalizacin como mtodo pastoral

El primer presupuesto de cualquier tipo de pastoral est


en el dilogo sereno, positivo y crtico con la cultura y la
antropologa. Esta afirmacin es tal porque la revelacin
cristiana pide a los creyentes que tengamos como horizonte bsico y universal la construccin del reino de Dios
aqu y ahora. Pedaggicamente, una pastoral de personalizacin es un trabajo lento, globalizador y de ptimos
resultados a largo plazo. Tambin es una alternativa
metodolgica frente a otras formas de educar la fe; dadas
las exigencias de la espiritualidad cristiana y de la pastoral juvenil-vocacional creemos que la personalizacin es
el mejor mtodo para profundizar la fe y ayudar a madurar la vocacin.
Durante muchos aos, nuestro modelo educativo ha
consistido en la transmisin de contenidos claros y precisos y en la forma concreta de practicarlos, tanto para
aprenderlos (incorporarlos) como para vivirlos. Estos
modelos tenan referencias que funcionaban como ideales
del yo y avivaban el deseo de la persona de asemejarse
al ideal. El problema de este modelo es que apoyndose
en dos pilares importantsimos motivaciones e ideales, olvida la problemtica de la realidad personal de
cada persona, que tiene que ir creciendo poco a poco
desde s misma. En todo crecimiento humano y espiritual, lo importante es que el sujeto sea protagonista de
su vida y de su historia. Es difcil que esto se consiga con
el modelo educativo tradicional. Para mayor profundiza45

cin en estos temas, vanse las obras fundamentales de


J. Garrido \ Veamos las principales aportaciones de este
autor al llamado modelo de personalizacin.
La persona tiene estructura dinmica, y la
interioridad es fruto del paso e interrelacin de
las siguientes instancias: autoconciencia (capacidad de reflexionar), intersubjetividad (relaciones
interpersonales), praxis transformadora de la
realidad, contexto sociocultural y cosmovisin
(mundo simblico, significados y valores). La interrelacin de estos elementos que hemos citado
ayuda al adolescente y al joven que va madurando en interioridad a percibir la realidad a distintos niveles: psicolgico (capacidad de objetivar),
existencial (decisin de proyectar la vida con
otros) y espiritual (fundamentacin de la vida en
la palabra de Dios).
El acompaante debe utilizar adecuadamente
todas estas instancias en la relacin de ayuda,
segn la edad y situacin de las personas a las
que acompaa. Y esto por doble motivo: la estruct u r a dinmica de la persona es unitaria y la
personalizacin supone una comprensin integral
del ser humano.
Hay un momento decisivo en la vida de los jvenes, cuando el ideal del yo choca con la realidad
y produce ruptura existencial. Es algo profundamente doloroso, pero ayuda a resituar todo y a
avanzar en el proceso de maduracin. Es el primer paso importante para llegar a fundamentar
la vida entera en Dios.
Sin duda alguna, uno de los mbitos ms ciertos
y firmes de la manifestacin de Dios son los procesos de personalizacin, por los que nos hacemos
persona para Dios y los dems.
1

J. GARRIDO, Una espiritualidad para hoy. Educacin y personalizacin, SAN PABLO, Madrid 1988.

46

En la adolescencia y comienzo de la juventud,


el incipiente yo personal, libre y autnomo, se va
conformando a travs de la amistad, de la relacin hombre-mujer y a travs del descubrimiento
de los valores solidarios. El dilogo con los otros
y el contraste con educadores adultos ayuda
mucho a superar los problemas que se van planteando. En esta etapa hay que dar a los jvenes
abundantes pistas y sugerencias para facilitarles
el camino y la capacidad de autocrtica, y de este
modo ayudarles a ver la autenticidad de sus
motivaciones. El ser humano tiene una estructura antropolgica dinmica, pues la persona se
mueve por intereses vitales. Estos centros de inters se polarizan en un ideal (estilo, valores,
proyecto de vida), que a su vez necesita estar bien
fundamentado. Los creyentes cimentamos nuestro ser y hacer, la persona y el futuro, las
convicciones y las relaciones en Dios.
La tarea de personalizar la vida supone siempre la sntesis de contrarios, tales como:
Estima personal / autocrtica.
Pulsiones (agresividad, libido) / relaciones
interpersonales.
Autonoma (ser uno mismo) / relaciones de
cooperacin.
Inmediatez en la satisfaccin (ansiedad) /
aplazamientos de metas (integrar la frustracin).
Emotivismo (no hay objetividad) / capacidad
de objetivizar lo que se siente.
Falsa seguridad (no enfrentarse a los conflictos) / responsabilidad (afrontar los
conflictos).
Autenticidad (tomar la vida en serio) / mentira (no asumir la vida como tarea).
Se impone el ambiente (no se dirige la vida)
/ se busca el sentido de la vida.
47

Individualismo (ausencia de relaciones


significativas) / vida de grupo desde las
ideas, creencias y compromisos.
La unificacin de la vida se consigue, sobre todo,
cuando hay una personalidad sana capaz de armonizar
los elementos anteriores, descubrir afectivamente al t
(otra persona de distinto sexo, Dios) y al apostar por una
causa (los ms pobres). La llamada de Dios a la vocacin
concreta de cada uno es inseparable de la base antropolgica, pues todo ideal segn Ortega y Gasset est
constituido por valores y por intereses vitales, que se
interrelacionan mutuamente. Si los valores no se entroncan en los deseos y los potencian, terminan siendo ideologa moralizante; y si los intereses vitales no tienen la
motivacin de los valores pueden terminar en comportamientos egostas y deshumanizadores.
A mejorar este proceso de justificacin de los intereses
vitales y su relacin con los valores sirve la ascesis cristiana. No es tarea fcil ni rpida; en u n a sociedad de
pluralismo divergente, consumismo y superficialidad, los
jvenes necesitan maestros de vida y esperanza que
les ayuden a descubrir la sabidura, pues en ello les va
la felicidad personal y el compromiso solidario. Este proceso ayuda al joven en clave de conversin, de itinerario,
de grupo y con acompaamiento personal cuidado y
sistemtico.
La clarificacin de la vocacin a travs del
discernimiento presupone la tarea de personalizacin que hemos definido en lneas generales. El
proceso avanza siempre a travs de rupturas o
crisis, que al cuestionar la situacin anterior propician u n nuevo avance. Un momento de este
proceso adquiere importancia decisiva; se produce
cuando el interesado percibe la falta de correspondencia entre el ideal y su propia realidad.
Hasta ahora haba mantenido una posicin engaosamente optimista: poda cambiarlo todo y no
era consciente de las asignaturas pendientes que
48

tena en su propia vida. Al caer en la cuenta de


estos dos aspectos se produce una crisis generalizada que le desmotiva y le paraliza. Es el momento de llamar a las cosas por su nombre, descubrir los autoengaos, el lado oscuro de la
personalidad, la interpelacin de los ms pobres
que cuestionan todos los esquemas anteriores,
etc. Curiosamente, al tiempo que se pasa mal por
los sntomas enumerados, el creyente empieza a
sentir ms libertad interior, a vislumbrar un
horizonte distinto, mucho ms denso y real, y
nuevas posibilidades. Ante eso los jvenes reaccionan de manera muy distinta, y el acompaante tiene que estar muy atento para clarificar; las
reacciones ms frecuentes son: ignorar lo que
est pasando, aferrarse al idealismo narcisista
que se desmorona, pensar que toda la ayuda tiene que venir de fuera, renunciar a la tarea por
ser dura y difcil, y alegrarse por la etapa que se
est viviendo. Es difcil precisar un camino comn, pues cada creyente reclama una respuesta
personalizada, porque la relacin con Dios siempre acaece mediatizada por la psicologa humana.
Evidentemente no significa que la espiritualidad
se reduzca a madurez humana, pero no se da sin
ella. En el camino de la espiritualidad h u m a n a y
del acompaamiento no caben dualismos; el
acompaante espiritual tiene que ser u n experto
en leer la accin de Dios a travs de los procesos
de crecimiento humano y en las repercusiones
humanizadoras del seguimiento de Jess. Esta
afirmacin incluye el hecho de que la mejor etapa
del caminar creyente se produce cuando tenemos
la intuicin gozosa de que el Espritu Santo es
quien verdaderamente dirige nuestra vida. Al llegar aqu se descubre el verdadero sentido de la
vida humana, que est en amar con el amor de
Dios hasta la entrega plena del s en gratuidad y
esperanza.
49

Cmo se anima un proceso de personalizacin?


El acompaante ha de estar muy atento a las intuiciones
y a lo que suceda a nivel profundo (toma de conciencia,
apertura, decisin) y afectivo (aquello a lo que nos sentimos vinculados). Ah hay que centrar el quehacer para ir
dando respuestas adecuadas segn las fases del proceso
de maduracin. El acompaante ayuda a dar nombre a
lo que irrumpe como novedad, ayuda a asumir lo que se
crea superado y da apoyo afectivo cuando el joven tiene
la impresin de no avanzar. De esta forma cada persona
va descubriendo la riqueza interior que posee y puede
dirigir conscientemente la propia vida.
Las referencias para interpretar lo que sucede y buscar pistas de futuro son: el mundo pulsional (inconsciente), el autoconocimiento, las relaciones interpersonales, lo
psicoafectivo y la actitud religiosa (relacin con Dios).
La oracin acompaar el camino de personalizacin
con tono profundamente afectivo y con referencias constantes a la vida cotidiana, a los cercanos y a los ms
necesitados.
El joven puede poner por escrito lo que va viviendo,
pues le ayudar a objetivar muchas vivencias. Cada semana y mensualmente puede recoger lo vivido y proyectar lo que va a vivir en los prximos das. Estas notas
fruto de experiencia y reflexin objetivadora le ayudarn en el dilogo de la relacin de ayuda; el acompaante procurar clarificarle el proceso en el que se halla
por la sntesis entre lo psicolgico y lo espiritual, y la
confrontacin entre realidad e ideales. La prueba de que
el interesado quiere vivir el proceso de personalizacin
est en la alegra por los nuevos horizontes descubiertos
y en la confianza en la persona que le acompaa.

Vyaptulo 4

El cauce psicopedaggico
de la relacin de ayuda

Ayudar significa facilitar a otra persona un aprendizaje


que le lleve a mejorar progresivamente en las ideas, las
actitudes o los comportamientos. Nadie se mejora si no es
a travos de u n a percepcin positiva de s mismo y de sus
posibilidades. El cambio se inicia siempre en el sujeto, no
fuera de l; con todo, la persona orientada debe tener u n a
actitud de apertura para recibir todo aquello que le lleve
a tener conciencia ms clara de su situacin, posibilidades, aspiraciones, motivaciones y dificultades. En lo profundo del psiquismo humano hay gran cantidad de
contenidos que deben emerger y hacerse conscientes al
sujeto.
Esta tarea de tomar conciencia del propio yo es muy
difcil poderla realizar sin alguien cercano que, a travs
de la comunicacin interpersonal y el intercambio de significaciones, sea para el orientado u n espejo que le clarifique y motive. Slo lo experienciado tiene capacidad y
posibilidad de cambio. El hecho fundamental de la existencia humana no es el individuo en cuanto tal ni la
colectividad en cuanto tal. Ambas cosas consideradas en
s mismas no pasan de ser formidables abstracciones. El
hecho fundamental de la existencia humana es el hombre
con el hombre 1 .
1

50

M. BUBER, Qu es el hombre"?, FCE, Madrid 19905, 146.

51

Esta forma de entender la relacin de ayuda se llam


de no-directividad; el mismo C. Rogers nos advierte que
es ms exacto hablar de terapia centrada en la persona, es decir, en el significado subjetivo que un individuo
atribuye a todo aquello que sucede en su mundo interior
y en el de su entorno (Y. Saint-Arnaud).
1. Las fases e n la relacin de ayuda.
Las fases en la relacin de ayuda son las siguientes:
Consciencia suficiente de la situacin personal.
El conocimiento de la situacin consiste en la
percepcin del desajuste entre lo que la persona es y las referencias que tiene. Este es el primer paso para poder solucionar un problema o
conflicto.
Capacidad de reorganizacin racional. Entre
los aspectos de realidad, de emotividad y de razn
hay una distorsin que requiere iluminacin nueva para reestructurar el conjunto. La iluminacin
implica elementos de conocimiento, de motivacin
y de posibilidades.
Cambio de comportamiento. Es la puesta en
prctica de lo anterior; la nueva reorganizacin
exige medios y tiempo para que pueda ser real y
se traduzca en una mayor integracin, un sentido
nuevo y mayor realizacin personal.
Comprender a alguien es participar de la totalidad de
su vida de forma dinmica, es decir, buscando las causas
de lo que sucede, aportando luz y mirando a un futuro
nuevo.

52

2.

La persona orientada

Cada persona tiene u n a visin de la realidad y obra en


consecuencia. Al entrar en relacin interpersonal surgen
bloqueos, defensas y justificaciones. Normalmente la persona que consulta trata de resolver problemas, que se le
han presentado en el momento presente o que vienen de
los aos de infancia. Una parte del problema suele ser
consciente y otra, por mltiples causas, es inconsciente;
aqu reside u n a de las tareas importantes de la relacin
de ayuda: procurar que la persona sea consciente de sus
vivencias. A esto se llama la experiencia de las experiencias; por lo mismo, no es la clarificacin conceptual lo
primero ni lo ms importante. Es necesario que el joven
orientado logre llegar al ncleo donde e s t n los
sentimientos para ver cmo percibe los hechos y qu
reacciones tiene ante los mismos. Cuando hay convergencia interna entre la experiencia y su representacin en la
conciencia, la persona se siente integrada. Si no es as,
surge la angustia. La relacin de ayuda no trata tanto de
eliminar la angustia cuanto de facilitar el ajuste entre lo
que se vive y su representacin.
La cosmovisin que las personas tienen ayuda a integrarse en la realidad, protege del exterior y ayuda a
transformar el mundo. Las tres funciones se dan; los
problemas surgen cuando hay polarizacin en alguna de
ellas y eliminacin de las otras. Este reduccionismo es
sntoma claro de desajuste personal y acarrear constantes problemas en la vida y relaciones de la persona afectada. En la relacin de ayuda los orientadores se encuentran con jvenes cuya estructura personal est marcada
por alguno de estos rasgos: la dependencia total de los
adultos o la autoridad, la huida constante de la realidad
y el refugio en lo imaginario, la hiperemotividad que
distorsiona la percepcin objetiva de la realidad, la timidez que inhibe comportamientos deseados y la autopercepcin negativa de s mismo.

53

3.

El orientador

Se define ante todo como una persona cercana, acogedora, de escucha atenta y sensible respecto de todo lo que
vive la otra persona. Dice C. Rogers: Cuando el cliente
percibe, en grado mnimo la autenticidad del orientador
y la aceptacin y empatia que el orientador experimenta
hacia l, se puede predecir el desarrollo de la personalidad y el cambio en el comportamiento. El orientador
ayuda sobre todo por lo que es; de ah la importancia de
que haya unidad en su persona, entre el mundo interior
y el exterior, entre lo mental y lo afectivo, entre su vida
personal y profesional. No puede tomar conciencia de la
otra y su situacin problemtica si antes no ha tomado
conciencia de su propia situacin.
Ms importante que las tcnicas son las actitudes
personales de la persona que orienta y el tipo de persona
que es. Para el orientador lo fundamental es cmo me
sito frente a la realidad del otro; la forma de situarse es
la tendencia constante a percibir y a responder a los
dems de una manera determinada. El orientador necesita tres actitudes bsicas 2 :
La congruencia o acuerdo interno entre la conciencia (darse cuenta) y la vivencia de lo que es aprehendido
por la conciencia. Cuando no hay desacuerdo entre lo
interior y lo exterior tenemos u n a persona bien comunicada que puede dar al otro su mundo interior sin absolutizarlo en juicios valorativos o normativos.
La aceptacin incondicional para aceptar al otro
tal y como es, en la situacin en que se encuentra
prescindiendo de toda evaluacin y crtica. Esta imparcialidad es necesaria para poder hacerse cargo de la realidad
personal; es una cordialidad no-posesin que permite ser
neutral ante los hechos y situaciones. Esta actitud permi2

Cf J. M. MARTNEZ, El educador y su funcin orientadora, San


Po X, Madrid 1980.

54

te al orientador decidir por s mismo y en libertad lo que


quiere hacer o ser.
La empatia. Es el resultado de las dos actitudes
anteriores y trata de aunar la aceptacin incondicional
del otro con la necesaria tarea de orientarle en su situacin. La conjuncin de estos dos elementos constituye la
autntica y profunda comprensin de la otra persona. La
empatia no supone identificacin emocional (simpata), y
trata de captar el mundo del otro desde el otro, es decir,
desde su marco referencial. Slo as se puede captar su
mundo interior; captacin que empieza por la escucha
activa.

4.

La relacin de ayuda

Se centra en la persona a la que se quiere orientar y


ayudar, no en los problemas que tenga ni en el saber del
orientador. La relacin de ayuda parte de la empatia,
ayuda al orientado a ver mejor su situacin y facilita las
claves para que el interesado reformule operativamente
su vida. El orientador debe mantener u n a cierta distancia de la emocionalidad de la otra persona para evitar
cualquier dependencia afectiva en la relacin. No obstante, sin transferencia no se pueden analizar las vivencias
problemticas; en la terapia no-directiva la transferencia
est al servicio de la relacin de ayuda y en ella se diluye.
R. Carkhuft, discpulo de C. Rogers, articula el mtodo en cuatro momentos 3 :
Acogida y escucha atenta. Importa el local, la
disposicin en la conversacin y el lenguaje no
verbal.
Facilitar la comunicacin con nuevas intervenciones que posibiliten la auto-explicacin.
Ayudar a la persona a comprender y asumir
3
J. M. FUSTER, Cmo potenciar la autorrealizacin, Mensajero, Bilbao 1977.

55

la situacin, tanto en la gnesis de la misma


como en sus posibles soluciones.
Bsqueda de tareas graduales para ir superando las dificultades y solucionando los problemas.
El cambio que busca la relacin de ayuda debe darse
en los sentimientos, en la forma de experienciar lo que se
vive, en los esquemas interpretativos y en la relacin con
los dems. Es la totalidad de la vida de la otra persona
la que est en juego y a ella deben estar orientados todos
los elementos de la relacin de ayuda. La solucin est
dentro del sujeto que busca orientacin; es la autoexploracin, los nuevos significados y la motivacin lo que ms
puede ayudar al cambio. Las respuestas recetas, de
moralizacin o de simple apoyo afectivo no son apropiadas y casi siempre inoperantes.

56

V_vaptulo O

El acompaamiento espiritual

Tiene sentido hablar de acompaamiento espiritual


cuando se trata de personas que estn en un proceso
catecumenal para madurar su fe como opcin personal,
como identificacin eclesial y como compromiso por el
Reino. La palabra de Dios, la persona de Jess, la comunidad cristiana y las bienaventuranzas suscitan nuevas
formas de pensar y de situarse ante la realidad. El proyecto de Dios es llamada personal, y cada creyente responde con total libertad; nada ni nadie le coacciona, la
gracia de Dios es invitacin y nadie le puede reemplazar
en la respuesta.
La llamada de Dios a acoger la salvacin y a construir
la nueva humanidad se da desde dentro del mundo en
que vivimos (cf EN 18-19). La fe es personal y encarnada
al mismo tiempo; el elemento que facilita uno y otro
aspecto es la comunidad de creyentes, la presencia de
adultos y el testimonio de testigos cualificados de la fe.
Todos estos aspectos no suplen en el joven creyente el
proceso de interiorizacin y personalizacin que tiene que
hacer para llegar a vivir la fe como opcin fundamental
y respuesta vocacional. A travs de la personalizacin los
elementos y valores que se van descubriendo se van
incorporando a la propia personalidad y funcionan como
estructurantes de la misma. No se es persona y despus
creyente; se es persona creyente, como u n a realidad que
se nutre de dos aspectos distintos que se autoimplican
mutuamente.
57

1. La interrelacin h u m a n a
e s el lugar de la experiencia cristiana
La revelacin cristiana manifiesta de forma reiterada y
continuada que la historia, el pueblo y el hombre son los
mbitos privilegiados del encuentro con Dios y de explicitacin de su revelacin. El acceso a Dios siempre comporta la intercomunin solidaria. En este contexto se sitan
las mediaciones dentro de la Iglesia: testimoniar y acercar la salvacin de Dios al hombre como invitacin y
actualizar la acogida-dilogo de la Iglesia como sacramento de Cristo para la salvacin del hombre.
La fe cristiana en s misma y por s misma tiene
pretensin de globalidad (dar unidad a todas las facetas
de la vida del creyente), de verdad (se presenta como el
nico camino para realizarse en plenitud de libertad,
felicidad y solidaridad) y de ultimidad (nos referencia a
Jesucristo, seor de la historia y juez de vivos y de
muertos). Ayudar a descubrir y vivir el sentido que la
vida cobra desde la fe, es la meta de la relacin de ayuda
y el enfoque especfico como punto de partida. El acompaamiento espiritual no puede contentarse ni quedarse
en la simple maduracin de la personalidad humana,
pues incluye como elemento nuclear la formacin de la
conciencia moral, la experiencia de oracin, el sentido
comunitario de la fe y el discernimiento vocacional. El
sentido religioso cristiano como elemento totalizante de la
vida del creyente se nutre del conocimiento interior de
Jesucristo. La fe lleva a situarse dentro de la Iglesia y el
mundo en actitud de absoluta disponibilidad.

2.

Mediaciones e n el acompaamiento espiritual

El grupo cristiano. Sentirse congregado por la Palabra


y el Espritu, en actitud de escucha y relacin interpersonal, poniendo en comn lo que se es y tiene (vivencias,
iniciativas, interpelaciones y compromisos) ayuda a vivir
desde lo profundo de s mismo. El grupo hacia dentro
58

debe facilitar la reflexin y hacia fuera debe potenciar la


solidaridad.
El proyecto de grupo ayuda al encuentro de las personas y potencia los proyectos de cada uno de los miembros. El proyecto de grupo facilita el que cada persona
encuentre en el grupo el lugar y las funciones para los
que pueda servir mejor.
La vida de cada da en lo que tiene de novedad, de
rutina y de dificultad es el contenido fundamental de
la comunicacin en el grupo cristiano. Lo cotidiano interpela, pregunta por el significado de las cosas y es tambin
motivo de oracin y celebracin. El resultado final es la
actitud de bsqueda comn de la voluntad del Seor aqu
y ahora; llegados a este punto, el grupo tambin tiene
qu decir y proponer a cada miembro del grupo. La actitud de disponibilidad es previa a cualquier discernimiento, tanto personal como comunitario.
La revisin de vida dentro del grupo es un espacio
de enorme importancia. Se habla desde el corazn y la
conciencia, y se hacen propuestas para la realidad desde
la utopa. Es un tiempo de interpelacin y reconciliacin.
Las propuestas llegan muchas veces como insinuaciones;
por eso mismo son lenguaje privilegiado del Espritu:
claridad y fuerza en absoluta libertad. Lo que ms nos
obliga es aquello a que nos autoobligamos porque ha
tocado nuestro corazn y nuestra respuesta es ms de
amor que de obligacin.
El proyecto personal. Parte del conocimiento de
uno mismo, coge la persona entera y se formula pensando en el futuro como posibilidad de realizacin y de
mejora.
Al fondo de todo proyecto personal est el Credo, es
decir, los fundamentos que uno reconoce en su propia
vida como gracia. Dios Padre, la presencia de Cristo resucitado, la fuerza del Espritu y la comunidad cristiana
son las bases slidas de la vida personal del creyente.
La meta del proyecto personal son los ideales que uno
desea alcanzar, formulados con la radicalidad del evange59

lio y el realismo de las propias condiciones de vida. Para


pasar de donde estoy a donde quiero llegar se necesitan
medios de todo tipo: oracin, lecturas, reflexin, ascesis,
acciones comprometidas, etc. Conviene incluir un apartado donde se indique lo referente a la evaluacin:
periodicidad, modo, etc.
El acompaante espiritual. Pablo VI en una ocasin dijo: El hombre contemporneo escucha ms a
gusto a los testigos que a los maestros, y si escucha a los
maestros es porque son testigos (Ecc. 34 (1974) 1345).
Sabemos que el Espritu Santo es el nico maestro y
gua del creyente que busca cumplir la voluntad de Dios
(Ef 4,15ss), y crecer como tal en todos los aspectos de la
vida cristiana: el seguimiento de Jess, la aceptacinsuperacin, personal y la aceptacin de los otros.
El acompaante espiritual es el formador que desde
la confesin y experiencia de su fe, se pone al servicio del
hermano, en presencia de Cristo y a la escucha del
Espritu, para colaborar a discernir con l lo que es mejor
para el crecimiento del mismo hasta la adultez en Cristo
por la respuesta adecuada a las exigencias de la vocacin
a la santidad en conformidad con los dones que haya
recibido el acompaado.
Lo propio de la tarea del acompaante espiritual est
en la vivencia de la fe, su ministerio es de mediacin y
se orienta a que el acompaado discierna y asuma el
proyecto de vida propio.
El acompaante espiritual debe manifestar en todo
momento gran confianza en las posibilidades de la persona a la que acompaa; si utiliza modos directivos proyectar a los otros lo que a l le ha venido bien y crear
dependencia y pasividad. Las pedagogas directivas parece que dan resultados a corto plazo, pero a largo plazo se
revelan ineficaces y contraproducentes.
En la relacin de ayuda dentro del acompaamiento
espiritual el acompaante procura que el acompaado
reconozca su situacin y la reformule. U n a vez que se
siente animado a afrontar el cambio, formularn un plan
60

de actuacin posible y concreto. La realizacin de este


compromiso ser el comienzo de la siguiente entrevista:
cmo lo ha cumplido, cmo se ha sentido y los porqus de
los resultados obtenidos.
J. Aubry habla de diversos mtodos en la relacin de
ayuda segn la importancia dada a cada uno de los
interlocutores.
La entrevista espiritual y la direccin de ayuda:
yo-t.
La entrevista espiritual y el dilogo de ayuda:
yo-t.
El coloquio espiritual y la relacin de ayuda:
yo-T.
Evidentemente, optamos por la segunda, pues es la
que mejor recoge todo lo expuesto, y al mismo tiempo nos
ayuda a distinguirla de otros medios direccin de ayuda y coloquio espiritual en que la direccin no es simtrica ni est centrada en la persona orientada. El acompaamiento espiritual se hace especialmente necesario y
significativo en la adolescencia y la juventud, pues estas
son el tiempo de un descubrimiento particularmente intenso del propio yo y del propio proyecto de vida; es
el tiempo de u n crecimiento que ha de realizarse en
sabidura, en edad y en gracia ante Dios y ante los hombres (Juan Pablo II, Los fieles laicos 46).
La vida cotidiana. En otro tiempo se ha entendido
la vida espiritual como fuga mundi, pues se perciban las
realidades terrenas como dificultades o negacin de Dios,
y se hua de ellas para santificarse y conseguir la salvacin. Lo religioso era la alternativa de lo profano, y a lo
sobrenatural se dedicaban los ms perfectos; los creyentes que no podan apartarse de las realidades profanas
deban procurar vivir en medio de ellas sin contaminarse,
superando las pruebas en este valle de lgrimas y
haciendo mritos para la otra vida. Hoy el planteamiento
teolgico-espiritual es completamente distinto; el misterio
de la encarnacin debidamente entendido nos sita en
una nueva perspectiva. La Palabra se hace carne y Dios
61

asume la condicin humana en plenitud y totalidad; el


Credo cristiano nos recuerda que el Hijo de Dios fue
crucificado, muerto y sepultado; descendi a los infiernos
y resucit. En Jess de Nazaret Dios y el hombre estn
individualmente unidos, la historia humana es Historia
de Salvacin y el reino de Dios ha comenzado aqu y
ahora, aunque no haya llegado a su plenitud. La
existencia temporal de cada persona se convierte en la
gran oportunidad de realizarse solidariamente y apoyar
los cambios de transformacin histrica. En este contexto
la vida diaria cobra una motivacin y un dinamismo
completamente nuevos. El Nuevo Testamento habla de
la vida del hombre en trminos de seguimiento de Jess
y de continuacin de su causa. San J u a n lo expresa en
el captulo 17 de su evangelio con estas palabras: No
ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del
mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Como t me enviaste al mundo, as los envo yo tambin
al mundo y por ellos me consagro yo para que tambin
se consagren ellos en la verdad (w. 18 y 19). Estos
versculos hablan de dialctica de estar en el mundo,
sin ser del mundo, para transformar el mundo segn
los valores del evangelio sintetizados en las bienaventuranzas. La fe es u n modo de poseer ya las cosas que se
esperan, de conocer ya las cosas que no se ven (Heb
11,1); el ser creyente consiste en interpretar los acontecimientos y situarse ante ellos desde el misterio proyecto, tarea, don que la vida humana de cada persona
encierra.

El reino de Dios predicado por Jess es la


ltima referencia del creyente.
El don de Dios se hace tarea comprometida
con otros hombres.
El grupo se vive como lugar de perdn y de
fiesta, como hogar y taller.
La fraternidad con los cercanos y la solidaridad con los necesitados son algo presente y
constante.
Las pequeas decisiones de cada da responden a un porqu, para qu y con quin.
Cada ao se cultivan las tres dimensiones
de la vida cristiana: la formativa, la contemplativa y la prxica.

La vida cotidiana hay que descubrirla como proyecto


de hijo de Dios y hermano de todos los hombres, asumirla
como esfuerzo tico para que las condiciones personales
y sociales nos permitan vivir conforme a lo que somos, y
as preparar el don del encuentro con Dios, la plenitud del
amor (utopa). La vida cotidiana es el lugar, la fuente y
la meta de la espiritualidad cristiana cuando:
El hombre se sita en actitud de bsqueda y
xodo.
La existencia se entiende como don gratuito.
62

63

Captulo 6

El acompaamiento espiritual
al servicio del seguimiento de Jess

Por acompaamiento entendemos la relacin interpersonal intensa donde se intenta buscar el paso de Dios por
la historia de la persona. El ideal de toda persona es la
madurez, es decir, llegar a ser padre de s mismo; para
ello se busca la presencia y ayuda del hermano mayor
que ayude a recorrer el camino.
El mundo joven vive un ambiente que tiende a mantenerle indefinidamente como adolescente, centrado en
su propio narcisismo y vuelto a su privaticidad individualista. Todo ello lleva a un relativismo tico, la bsqueda de lo inmediato y la prdida de lo ideal-utpico.
La consecuencia es el rechazo de todo programa o plan
que conduzca a unas metas que faciliten la maduracin
y, en consecuencia, se vive instalado en lo espontneo y
hedonista.
La felicidad personal pasa por la integracin del espacio (realidad) y tiempo (historia). Para crecer hay que
asumir el pasado, proyectar el futuro y ver el presente
como la gran posibilidad de crecer y comprometerse.
El paso del ambiente que rompe y dispersa al joven
a otra situacin donde la personalidad armonizada pueda
dominar y transformar la realidad desde un proyecto de
vida y accin, exige un acompaamiento personalizado.
El seguimiento de Jess tiene en los evangelios una
65

concrecin que es normativa para el que quiera ser creyente y para el cristiano que oriente este proceso. Para
una mejor comprensin hablaremos del seguimiento de
Jess en clave de etapas sucesivas y progresivas, y en
clave de pautas experienciales, que son la interiorizacin de las etapas.
Etapas del seguimiento de J e s s 1

1.

Las decisiones que una persona toma son fruto de la


historia que va viviendo; si como evangelizadores y educadores de la fe deseamos que el catecmeno vaya concretando opciones desde la centralidad de la fe es necesario vivificar el seguimiento de Jess, para que de esta
forma llegue al conocimiento interior de Cristo y descubra que elegir es ser elegido por Aquel que me ha amado
primero. Llegar a sentir esta verdad que nos constituye
es recorrer un camino con las siguientes etapas:
1. Qu busco en la vida?
Lo que constituye la urdimbre de la vida son los centros de inters que concentran energas, las dificultades
que hacen crecer y los compromisos en los que la persona
toma la iniciativa y transforma la realidad. Ahora bien,
qu es lo que da significado y sentido a todo esto? Qu
constituye mi vida y mis proyectos? Para poder hacerse
y contestar a esta pregunta es necesario hacer silencio,
tomar conciencia de uno mismo y llegar a sentir la presencia del misterio que todo lo unifica y engloba.
2. Quin soy yo?
Al percibir una presencia totalizante en el corazn de
la vida, se percibe cada uno llamado personalmente por
su propio nombre. Saber que Dios nos ha llamado a la
vida, a la fe, al compromiso transformador, a la esperan1

Cf C. FILIPPO, Etapas del seguimiento de Jess, Sal Terrae, Santander 1972.

66

za, a la fiesta, a la vida eterna... es reencontrar el hilo


conductor de la vida como historia de salvacin. En este
contexto experiencial, el bautismo aparece como la explicitacin del nombre (hijo de Dios) y la tarea (hermano de
todos los hombres). Nuestro corazn est hecho para
amar y no descansar hasta que repose en Ti (San
Agustn).
3. Ser hombre cristiano es ordenar la propia vida
segn Dios
El mundo que nos rodea aparece lleno de dolos como
son el poseer, el dominar, el gozar, que engendran en las
personas afectos desordenados que nos impiden ser buenos y actuar bien al transformar los medios en fines.
Para descubrir la nica y absoluta prioridad de Dios en
la vida hay que relativizar las cosas y colocar a cada una
en su sitio:
* Es necesario tomar conciencia de que nuestro
centro Dios, su Reino est fuera de nuestros
intereses y egosmos. Hay que desinstalarse.
* No podemos conseguir lo anterior si Dios no
nos atrae a s. Para crecer libres de ataduras y
centrarse en Dios hay que empezar pidiendo esta
gracia en la oracin.
* Slo desde el descentramiento personal y la
liberacin del materialismo que ahoga al espritu,
la vida aparece como fiesta.
4. Ante esto, qu tengo que hacer?
La respuesta es la conversin. Al tomar conciencia del
sentido de la vida vemos que no es fcil dar una respuesta, que el mal nos domina y que hay que arriesgar
mucho. No somos nosotros los que nos convertimos, es
Dios quien convierte nuestra mente y corazn si le dejamos. Lo que impide abrir las puertas al paso de Dios por
nuestra vida son los malos hbitos y la debilidad de la
voluntad. Slo quien mira a Cristo crucificado puede
pensar y responder a: qu ha hecho Jess por m? y
qu he hecho hasta ahora yo por El?. La consecuencia
67

operativa es fcil: qu es lo que de forma prioritaria y


urgente debo cambiar en mi vida?. En este momento
tiene lugar la celebracin del sacramento de la reconciliacin, pues slo desde el perdn del Padre se puede
comenzar de nuevo; slo el amor recrea y hace nuevas
todas las cosas. No hay posibilidad de conversin sin
reconocerse ante uno mismo, ante Dios y ante los dems
como pecador.
5. Dejarse escoger por Cristo junto a otros discpulos
La vida cristiana compartida en comunidad ayuda a
superar el egosmo, es decir, facilita la sensibilidad ante
el dolor y la necesidad, y la maduracin de la afectividad.
Lo primero de todo en el seguimiento de Jess es aprender a escuchar al prjimo, a los que no tienen voz porque
nadie les escucha. Qu puedo esperar del grupo y qu
puedo aportar a los dems? El reconocimiento, la aceptacin, la confianza, el perdn, la ayuda mutua, etc., no son
posibles sin el conflicto, pero el amor cristiano impide
quedarse en el conflicto.
6. Cristo llama a todos al Reino
La llamada es universal, pero a cada uno se le expresa de modo personal, histrico e intransferible. Cristo nos
llama a trabajar por l, con l y en l.
Soy yo quien os he escogido, y os he destinado para
que vayis y deis fruto que perdure. La vocacin personal tiene la iniciativa en Dios, aparece como imperativo
para el seguimiento y exige disponibilidad.
La llamada al Reino afecta en primer lugar al ser,
no al, hacer: qu significa para cada uno tener que ver
con l? Ante el ven y sigeme personal del Seor a
cada uno, caben tres reacciones que definen tres tipos de
cristianos:
* Quieren seguir a Jess, pero lo dejan para ms
adelante o no ponen los medios pertinentes.
* Quieren seguir a Jess y desean cambiar, pero
sin renunciar a la vida anterior. Es u n a acomodacin de Dios y del evangelio a los intereses
personales.
68

* Porque se quiere seguir a Jess se est en la


absoluta disponibilidad, sea lo que sea, absoluta
confianza al sentirse en manos del Padre.
7. Sin m, no podis hacer nada
Jess es u n a persona viva y presente; cristiano es el
que vive de su vida, que consiste en hacer la voluntad del
Padre. Tener ancladas las races de la existencia en este
manantial es orar con las palabras de Jess: ...hgase t u
voluntad en la tierra como en el cielo. Orar es intentar
llegar a conocer la voluntad amorosa y solidaria del
Padre a travs de los sentimientos de Jess, de su modo
de ser, juzgar y actuar. Cmo hallar las condiciones
idneas para la oracin? Sin oracin contemplativa es
imposible la conversin, el seguimiento, la vocacin y el
compromiso. Orar es ponerse bajo la accin del Espritu
Santo, que nos lleva a ver todo con los ojos de Dios y
actuar con la intencin de agradarle.
8. Captar la llamada concreta para m
A Dios se le encuentra en el corazn de la existencia,
hecha de mltiples y pequeos acontecimientos poco significativos a primera vista. Vivir es elegir, tomar decisiones, y ninguna de ellas es neutra, pues de una u otra
forma impiden o facilitan el Reino. En el acontecer cotidiano se teje el Reino y el creyente entra en relacin con
Dios. El Espritu recibido en Pentecosts y presente en la
Iglesia nos ayuda a pasar de la duda a la toma de decisiones. Estas se producen cuando se leen los acontecimientos de manera crtico-creyente y se responde a ellos en
actitud empeativo-transformadora. A travs de este
proceso dinmico descubro las llamadas concretas para
m y discierno las decisiones que antes de ser ejecutadas
deben pasar por la oracin y el acompaamiento espiritual para ver si son confirmadas o no: lo que produce
inquietud y lo que no se vive desde la absoluta disponibilidad no viene de Dios.

69

9. La prueba est siempre presente


No hay vida cristiana sin la presencia purificadora de
la prueba en sus mltiples expresiones. Slo por la prueba se llega a la perfeccin. Hay una verdad profundamente bblica: nunca est ms cerca de nosotros el Seor
que cuando somos probados, aunque no lo sintamos. A
Pedro que naufraga, niega al Mesas y se envalentona,
Jesucristo le encomienda la tarea de confirmar a los hermanos. Para llegar a la otra orilla, al despunte de la
aurora y a la tierra prometida hay que pasar por el mar,
la noche y el desierto. Cada creyente dividido interiormente entre la fe y el miedo debe sentir la presencia del
Seor sobre la inconsistencia de las aguas y su voz firme
y cariosa que le dice: por qu has dudado?. La prueba
se supera pasando por ella.
10. Reunirse para dispersarse
El Seor nos llama y convoca no slo para alimentarnos de fe y amor, sino tambin para la misin. La Iglesia
aparece como mediacin de Dios y mediacin para la
misin, cuyo destinatario es la humanidad entera. No
basta, pues, con ser personalmente bueno y cumplidor,
es necesario estar atento a la llamada y necesidades de
los hombres, sobre todo de los no evangelizados, los dominados por el mal y los ms necesitados. Como Jess,
necesitamos sentir compasin porque muchos van como
ovejas sin pastor y orar al dueo de la mies para que
enve operarios. o se trata de pedir para otros, sino
pedir para y por la disponibilidad de cada uno a lo que
el Seor quiere manifestado a travs de las necesidades
de los hombres. Empecemos por preguntarnos: cules
son los gritos y llamadas del momento actual?; cmo
convertir las tareas cotidianas en misin?; y, cmo estar
disponibles para lo que el Seor quiera, sea lo que sea?
No olvidemos que el ms y mejor del evangelio nos interpela durante toda la vida.

2.

P a u t a s experienciales
del seguimiento de Jess 2

1. Hacer juntos el camino. El acompaante y el


acompaado inician u n a relacin interpersonal, no-directiva, madura. La comunicacin de conciencia a conciencia, de corazn a corazn, de persona a persona, es el
camino de la iluminacin, que permite caer en la cuenta
de muchas cosas y reorganizar los esquemas vitales. El
punto de partida es la aceptacin incondicional de la
persona a la que se acompaa y en la que se confa
plenamente.
2. Sentir la presencia de Dios en la vida y el caminar
juntos. Dios sale al encuentro del hombre en las
encrucijadas de su vida y de su historia. Cuando buscamos el sentido de la existencia nos sentimos conocidos,
encontrados y amados por Dios. Dios es el manantial
desde donde vive el hombre y Jesucristo es la revelacin
del hombre al hombre, por eso todo lo humano es apertura y lugar de encuentro del hombre con Dios.
3. Las contradicciones propias del hombre. El hombre resulta un misterio para s mismo; es consciente de
la falta de respuesta para problemas como el dolor, el
mal, la muerte, etc. Al mismo tiempo experimenta en lo
ms profundo de su corazn inclinaciones contradictorias
que le dejan perplejo. Este vaivn de las vivencias interiores se agranda al percibir todo lo que sucede de injusticia y explotacin en el mundo, tanto prximo como
lejano.
E n el momento de reconocer las propias cegueras, limitaciones y pecados es cuando como hombres
nos cerramos a Dios y a los dems. La salvacin de
ser u n hombre logrado pasa por la confesin confiada
de los pecados personales y sociales. Slo el perdn de
Dios nos renueva por dentro totalmente y nos posibilita
2

70

Cf Sal Terrae 863 (1985).

71

un futuro nuevo y distinto. De esta forma el ser humano en su contingencia encuentra en Dios su principio y
fundamento.
4. La libertad interior y la integracin afectiva. Desde las entraas misericordiosas del Padre el ser humano
se siente aceptado, amado y salvado. El don de Dios nos
precede y se nos presenta como invitacin; cuando Dios
es aceptado como la piedra preciosa y el tesoro escondido, todo se recompone y se ordena. En el proyecto de
Dios y su justicia el hombre descubre su verdadera libertad como referida solidariamente a los otros ms necesitados. Esta integracin afectiva de Dios en la vida es el
punto clave de la conversin; convertirse es dejarse convertir por Dios.
Indicadores de esta etapa:
Mayor facilidad para expresar los sentimientos ms ntimos y personales.
Superacin del egosmo y de etapas regresivas
de la sexualidad.
Necesidad de desinstalarse de muchas cosas
justas y legtimas, pero poco evanglicas.
Reconocimiento de las justificaciones no evanglicas y de los autoengaos.
Capacidad de introspeccin, silencio y revisin.
Sensibilidad hacia las urgencias recibidas desde situaciones de sufrimiento y pobreza.
5. Reconocimiento de la presencia y accin de Dios en
los signos de los tiempos y en acontecimientos. Las situaciones humanas y su percepcin en clave de fe se convierten en provocaciones, es decir, llamadas del Dios de la
historia para que la historia sea historia de salvacin.
Esta presencia de Dios es ms intuida y sentida que
explicitada con evidencia; lo que nos puede ayudar a
rastrear la huella de Dios es la capacidad crtica y
contemplativa que posibilita el dilogo fe-vida y fe-cultura. Al abrir los ojos y reconocer la presencia de Dios,
72

toda la vida se siente implicada en dar una respuesta


vocacional, es decir, con toda la persona y toda la vida.
Por lo mismo, llevar a Dios a los dems y descubrirle en
lo cotidiano de la vida son inseparables; al situarse de
forma implicativa ante la realidad el creyente se siente
alcanzado por el seor Jess (Filipenses), que llama de
manera personal y concreta a encarnarse y liberarse del
egosmo desde el misterio pascual.
6. Seguir a Jess: la disponibilidad. La tentacin del
creyente es ir por delante de Jess y hacer en el fondo la
propia voluntad, el proyecto propio que siempre suele ser
muy interesado. Adems, la tarea del reino de Dios se
percibe como superior a las propias fuerzas y capaz de
desanimar. Es el momento de or que Dios nos dice que
para l nada hay imposible y, en consecuencia, lo nico
que nos pide es confianza y disponibilidad. Slo quien
est indiferente ante lo que Jess quiere para l puede
llegar a conocer su vocacin. El grado de disponibilidad
mide la calidad de la maduracin de fe que tenemos como
creyentes y es el paso previo para que cada uno encuentre su lugar en la Iglesia y en el mundo. Confianza y
disponibilidad para responder al gran reto evanglico:
dnde y cmo servir ms y mejor a los hombres con los
que me toca vivir.
7. Construir la comunidad-construir un mundo nuevo. El acompaamiento termina con el descubrimiento de
la vida en comunidad y la opcin por construir el Reino
aqu y ahora. Slo desde estas opciones se pueden revisar, globalizar y orientar las actividades.
Los dos grandes ejes de la vida cristiana son el sentido
comunitario de la fe y el compromiso por la fraternidad;
el uno no se entiende sin el otro. Posibilitan la integracin de la opcin personal por Cristo, la vida en comunidad y la presencia comprometida en el mundo. Esta
es la vocacin comn de bautizados que se concreta en
las vocaciones especficas de presbtero, religioso y laico.
73

Oaptulo 7

Contenidos fundamentales
que deben ser tratados
en el acompaamiento

En el proceso de maduracin de la fe y de discernimiento


vocacional se tratarn muchos temas a nivel de grupo;
no todos tendrn la misma importancia ni exigirn
ser llevados a la relacin personal de ayuda para ser
interiorizados.
Hay algunas facetas de la persona o de la vida cristiana que por su carcter estructurante constituyen el entramado en el que se insertan de manera sana y adecuada los restantes aspectos del creyente maduro. Nos
referimos a los siguientes: rasgos de la madurez humana, la espiritualidad cristiana, la educacin de la afectividad, la formacin del grupo cristiano, la lectura crtico-creyente de la realidad y la presencia-compromiso
transformador de la realidad.
1. Los rasgos de la madurez personal
Indicamos los siguientes: paso de la afectividad captativa
(utiliza a los dems) a la afectividad oblativa (relaciones
interpersonales), paso de la incapacidad de ponerse en
lugar de otro a la capacidad de empatia, paso de la esclavitud personal (dejarse llevar por la presin social o
75

por las costumbres personales) a la autonoma personal (reconoce, acepta y procura superar las limitaciones
personales), paso del descontrol emocional (reacciones
desproporcionadas ante los estmulos) al suficiente control emocional (emociones constructivas) y paso del
desbordamiento o represin sexual (fijaciones en etapas
inmaduras) a la sexualidad integradora dentro del amor
superando la etapa de cosificacin.
2.

La espiritualidad cristiana

La espiritualidad es la savia que renueva la vida y quehacer de la Iglesia y del cristiano. La espiritualidad tiene
un componente mstico y otro prctico, y no se puede
prescindir de ninguno de los dos.
Rasgos de la espiritualidad: la bsqueda de la voluntad de Dios en el seguimiento de Jess, la actitud de
conversin constante, el sentido de pertenencia eclesial,
la participacin en su vida y la opcin por los necesitados.
Elementos constitutivos de la espiritualidad: la lectura cotidiana de la Palabra en actitud de discpulo y
la participacin en la eucarista, la decisin de superar
el pecado en la vida cotidiana, el trabajo por la justicia y el Reino desde Jesucristo y la oracin como la form a m s importante e insustituible de encontrarse
con Dios, la vivencia cristiana de los sufrimientos y
contradicciones y la pertenencia a la Iglesia como comunidad en misin p a r a evangelizar y construir la
fraternidad.
Lo que da unidad y sabor a la espiritualidad cristiana
es la oracin, pues sta hace al cristiano. En los grupos juveniles se oyen u n a y otra vez estas quejas: no
sabemos orar, se ora ocasionalmente, la oracin no pasa
a la vida, etc. El punto de partida para reflexionar sobre
lo que sucede en la realidad lo constituyen dos interrogantes: ayuda el estilo de vida a la oracin?, por qu no
hay continuidad entre la oracin de grupo y la oracin
personal?
76

Pautas para acompaar el camino de oracin.


* La clave de todo es llegar a ser testigo de oracin, pues sta ya se est realizando dentro de
nosotros, ya que Dios es el manantial de la vida.
* Superar la comprensin adolescente de orar
por necesidad, sentimiento, desahogo, etc.
* Hay miedo al silencio y al encuentro con uno
mismo y con Dios. El ambiente de recogimiento
es insustituible para encontrarse con Dios, as
como el orar con regularidad.
* Saber/poder acoger la presencia de Dios exige
mentalidad sacramental, es decir, que todo nos
hable de Dios y que todo nos remita a l.
* La mstica de la oracin est en los Himnos
Cristolgicos, los Cnticos del Nuevo Testamento y la Plegaria eucarstica. Hay que sentirse
en y haciendo Historia de Salvacin para poder
orar y celebrar.
* Las tcnicas deben entenderse en el esquema
fe ms esfuerzo, que facilita la contemplacin.
Orar supone cierta disciplina que prepare el encuentro con Dios. La oracin vale por s misma,
no por su eficacia y pide maestros de oracin y
mbitos donde se aprenda a orar.
* Orar es sentirse constantemente alcanzado
por el seor Jess; por lo mismo, la oracin crist i a n a tiene mucho que ver con la m a d u r a cin vocacional como cristalizacin del dilogo
y encuentro del creyente con Dios, que se
autocomunica y enva a los hombres que necesitan ser evangelizados. El mejor termmetro
para medir la calidad de la oracin es la disponibilidad que se va alcanzando respecto de la voluntad de Dios.
* Una vida espiritual que vaya avanzando pide y
necesita la celebracin frecuente e incluso diaria,
si es posible, de la eucarista como fuente y culminacin de la vida cristiana en su triple vertiente de proyecto, don y tarea.
77

El c a t e q u i s t a debe ver cmo estos rasgos v a n


estructurando la persona y se dan en la vida de cada da
haciendo que el pensar, sentir y actuar del creyente sea
lo ms parecido posible al de Cristo. Adems, la vivencia
de la espiritualidad cristiana ayudar grandemente a la
maduracin de la personalidad, pues el cristianismo es el
mejor y ms pleno humanismo.
3.

La educacin de la afectividad
y de la sexualidad

Hay un principio fundamental en la psicologa profunda


que dice: No ama el que quiere, sino el que puede.
Gozar del amor es fruto de un nivel de maduracin de la
afectividad. Segn Knkel, salud es la capacidad de
amar y trabajar; una persona est capacitada para el
amor y la sexualidad cuando ha alcanzado en su evolucin libidinal: la primaca de la entrega, el realismo para
asumir la realidad en sus logros y limitaciones, el encauzamiento adecuado del mundo instintivo y pulsional y un
nivel satisfactorio de renuncia y de sublimacin.
La experiencia bsica que conforma en gran parte un
proceso evolutivo sano es la de ser amados y amar, pues
el descubrimiento e identificacin con el yo es imposible
sin el t; adems el ideal de la educacin humana es
formar personas autnomas aptas para la cooperacin
(Piaget).
La madurez personal en todos los campos y de
manera significativa en el terreno de la afectividad
est en el paso de las relaciones cosificadoras a las relaciones interpersonales, y estas vividas desde la aportacin especfica del gape cristiano como amor incondicional, fraternal y universal. No es una alternativa al amor
vehiculado y mediatizado por la sexualidad, la amistad o
los lazos de sangre, sino el dinamismo desde el que se
tienen que vivir stos y el horizonte al que se abren.
Al hablar de este aspecto no podemos olvidar los
condicionamientos culturales y ambientales como pueden
78

ser: la prolongacin de la adolescencia, el vivir de


sensaciones, la instalacin en el desencanto y el consumo
de la manipulacin, que convierten al joven de hoy en u n
profundo narciso. En un mundo donde falta tanta comunicacin hay u n a vivencia del sexo con u n a fruicin
desaforada, es decir, sin compenetracin; y el sexo sin
amor es silencioso y transforma la caricia en masaje. Un
contexto sin relaciones interpersonales y sin amor de
oblacin trivializa la sexualidad hasta grados insospechados; ejemplos de lo que estamos constatando pueden ser:
los anuncios televisivos, las series llamadas culebrn,
los folletos de informacin sexual para jvenes y algunos
comportamientos sexuales de adolescentes y jvenes.
De la lectura de los datos anteriores podemos llegar a
la formulacin de algunos puntos importantes en la
educacin de la sexualidad:
La sexualidad ha quedado reducida a u n a actividad casi biolgica, que se usa como a uno le
apetece, sin valoracin alguna.
La propuesta moral ambiental es la siguiente:
todo lo que se haga de mutuo acuerdo es bueno,
ya que cada uno es dueo de su cuerpo; el nico
lmite ser la violencia o el abuso del otro.
La maduracin est en la integracin de
los componentes ertieo-fsicos de la sexualidad
y los componentes sentimentales-psquicos.
Hay regresiones o fijaciones en etapas inmaduras de la sexualidad, como pueden ser la masturbacin, la cosificacin del otro, las relaciones
prematrimoniales sin proyecto de vida, etc.
El dinamismo profundo de la sexualidad es la
apertura oblativa a los otros; aqu reside su carcter trascendente y su vivencia conflictiva. En
este horizonte el hombre se siente como imagen
e hijo de Dios.
El placer debe ser convergencia de subjetividades que incluye compartir la existencia, establecer intimidad y proyecto de vida. La realizacin del individuo y el enriquecimiento del otro
79

deben ir siempre unidos. La finalidad de la


sexualidad es creativa e integradora, y para u n
creyente supone el amar como Jess hasta el
extremo de dar la vida. Esta es la expresin temporal del aspecto sacramental del matrimonio.
Todos los cristianos, y de manera especial los
jvenes, estn llamados y tienen dentro el ideal
de la castidad cristiana. La castidad es don de
Dios y tarea humana, es condicin indispensable
del desarrollo personal y conlleva la teologa del
cuerpo humano como templo del Espritu Santo.
Para ser casto hay que superar la mera genitalidad, el autoerotismo y el hedonismo consumista.
Todo ello va encaminado hacia el compromiso
definitivo de la virginidad o el matrimonio. El
pudor debe ser entendido como la vigilancia constante para defender la dignidad del hombre y el
amor autntico.
Hay que ayudar a que el joven descubra y
aprecie el celibato y la virginidad como carismas
eclesiales al servicio del Reino, es decir, como
vocacin de amor universal, tal como Cristo am
a la Iglesia. Estos carismas son u n don de Dios
que expresan la prioridad de Dios y la importancia del Reino.
No podemos ignorar en la educacin de la
afectividad-sexualidad la radicacin social y psicolgica del amor. No son aspectos alternativos o
contradictorios, sino que parten de la misma raz
y deben ser vividos en armona. Al superar el
anlisis individualista del amor, se plantea el
amor como parte de una teora crtica de la sociedad. La referencia nica y obligada del amor cristiano es la comunidad y la humanidad; no basta
el amor meramente vivencial, sentimental, pues
entonces el amor ertico-sexual es egosmo a do.
El modelo de familia cerrada, propio de la
sociedad de consumo y centrada en los valores
liberales del disfrute en solitario, genera un tipo
80

de vida inhumano, pues reduce el sentido de la


vida. Ha producido el miedo a comprometerse para siempre, la separacin de sexualidad-matrimonio, la quiebra de la fidelidad y el furor
de vivir de m a n e r a permisiva. La alternativa vlida y cristiana es la familia abierta y
comprometida: familia abierta al dinamismo del
amor y de la fraternidad. Es decir, vive desde la
comunidad, al servicio del Reino y en actitud de
servir y compartir.
4.

La formacin del grupo cristiano

El joven se relaciona a travs de grupos primarios estructurados desde la amistad y la empatia espontnea; no
son cosmovisiones ni tareas comunes las que aglutinan,
sino el estar juntos y pasarlo bien. Adems, en estos
grupos la presencia de adultos es prcticamente inexistente. En estos mbitos se comparte el ocio como ocupacin placentera y evasiva del tiempo; los otros aspectos
relacinales quedan reducidos a la esfera de lo privado.
En este contexto los animadores de grupo nos preguntamos: cmo llegar al grupo?, cmo conseguir que el grupo sea cristiano? La imagen de la comunidad cristiana es
la de la vid y los sarmientos, pues lo que verdaderamente
aglutina es Jesucristo y su mensaje, que cambia los corazones y redimensiona las relaciones.
Los principales pasos en la maduracin del grupo
vienen marcados por las siguientes experiencias:
Sentirse convocado a hacer con otros el camino nuevo y sorprendente. Todo parte del ven y
vers (Jn 1).
El grupo no existe, se construye con tanteos,
dudas, fracasos y tambin aciertos y alegras. Es
necesario asumir la pertenencia al grupo en bsqueda y seguimiento.
Descubrir la especificidad del grupo catecumenal afecta a toda la persona, el protagonista es el
81

Espritu del Resucitado, el mensaje acogido nos


coge y pide una respuesta de fe con toda la persona y toda la vida.
Llevar la vida propia al grupo para que sea
iluminada y provocada por la palabra de Dios que
llama a la conversin.
El grupo orienta mi vida y potencia relaciones
que estructuran la conciencia. Slo es posible
cuando el grupo es y se descubre como mbito
privilegiado de formacin humana y cristiana.
Sentido comunitario y fraternal del ser cristiano. Es el paso del yo al nosotros comunitario y
solidario, el sentirse Iglesia y poner los dones
propios para el servicio comn.
El grupo orienta mi vida y potencia relaciones
que estructuran la conciencia. Slo es posible
cuando el grupo es y se descubre como mbito
privilegiado de formacin humana y cristiana.
Sentido comunitario y fraternal del ser cristiano. Es el paso del yo al nosotros comunitario y
solidario, el sentirse Iglesia y poner los dones
propios para el servicio comn.
Discernir el proyecto de vida en el grupo cristiano. Todo el proceso catecumenal es vocacional
y debe terminar ayudando a los miembros del
grupo a formular su proyecto de vida. Es difcil
llegar a esto si la eucarista no ocupa el centro de
la vida cristiana del grupo y de cada uno de sus
miembros.
El catequista es testigo de excepcin y principal animador del proceso del grupo de amigos al grupo de fe y
a la comunidad cristiana. Como no hay maduracin sin
personalizacin, el acompaamiento personal es una de
las tareas del catequista; esta debe ser aceptada por el
grupo como un elemento ms del recorrido hacia la comunidad cristiana.
En todo este proceso hay que evitar reducir la dinmica del grupo cristiano al grupo psicosociolgico, y es
82

urgente potenciar como lo ms especfico del cristiano la


oracin y los sacramentos, que es lo que da sentido a todo
lo dems.
El grupo en lnea catecumenal no slo es medio, sino
contenido para aprender a vivir el seguimiento de Jess,
la insercin eclesial y el compromiso transformador de la
realidad.
5.

El anlisis crtico-creyente de la realidad


y la revisin de vida

El clima afectivo-vital que encontramos en los grupos no


es para regodearnos en l de forma que nos aleje de la
realidad, sino todo lo contrario, nos debe llevar al mundo
que nos rodea para ser conscientes de lo que pasa, huyendo de los tpicos y superando el activismo. La presencia
cristiana en los diferentes ambientes debe ser lcida, es
decir, real (lo que sucede) y utpica (lo que la realidad
transformada puede llegar a ser).
Qu significa saber leer la realidad de forma crtica?
Ser consciente de las situaciones personales y de
las situaciones del entorno familiar, escolar, social, poltico, etc. Hay que empezar por describir bien la situacin
de forma concreta y con datos precisos.
Al percibir el carcter humanizante o deshumanizante de la misma estamos dominando la situacin. Para
ello hay que llegar a ver las causas de la misma, los
intereses que subyacen, consecuencias, ubicacin, etc.
Ver estas situaciones como lugares de encuentro con Dios, pues por medio de ellos Dios nos llama a
la conversin y a la accin. Son llamadas a no permanecer indiferentes ni pasar de largo. Desde la fe sentimos
cmo todo esto nos interpela y la palabra de Dios nos
provoca, convoca y enva.
Cuando conocemos la realidad nos estamos poniendo en contacto con la vida y nombramos lo que est
sucediendo; una situacin empieza a cambiar desde el
momento en que se valora.
83

Qu significa tener una conciencia crtica?


Enfrentarse al mundo y no adaptarse a l. En este
sentido el hombre es la conciencia crtica del mundo: lo
conoce, valora lo que existe y procura cambiar lo que
deshumaniza. Este modo de ser y estar es lo que libera
verdaderamente al hombre y lo pone en relacin solidaria
con los dems.
Alcanzar la conciencia crtica es un proceso que va
de la ingenuidad y pasividad ante lo que sucede a analizar y tomar postura para su transformacin.
Las exigencias de una conciencia son tres: anlisis
realista de lo que pasa, formulacin de objetivos segn
las posibilidades de cambio y la concrecin de las acciones
pertinentes.
No se puede llegar a la conciencia crtica sin poner
en crisis las propias evidencias; vivimos de tpicos e
imgenes que no son neutros y a travs de los cuales nos
manipulan. Es necesario destruir esta visin e ir creando
nuestra propia cosmovisin.
Hay que partir de la presencia que se tiene en los
ambientes en que se est y de la necesidad de formacin
para poder renombrar la vida. Esta teora debe nacer
de la praxis y volver a la praxis.
No sirven los anlisis crtico-creyentes de la realidad que no nos lleven a la conversin personal y que no
se vivan desde la oracin y los sacramentos. Slo desde
la fe se pueden mirar las cosas con autntica preocupacin y responsabilidad, pues lo que vemos y lo que
es, no se confunden. Necesitamos constantemente de la
experiencia evanglica de la transfiguracin. La fe no es
un esquema ideolgico, sino un estilo de vida que hizo
presente y patente Jess de Nazaret; desde este horizonte ltimo se orienta la solucin de las contradicciones
como elemento totalizador de la vida y verificador de la
realidad.
Cmo iniciar a la revisin de vida?
La revisin de vida nos ayuda a contemplar la presencia activa de la gracia en la vida. Supone encuentro de
84

creyentes que tratan de visibilizar la salvacin a travs


de un mtodo que tiene tres pasos:
Ver. contar la vida y descubrir lo que encierra.
Juzgar: contemplar al Seor, sentir su promesa y
desde ah pronunciarse.
Actuar: visibilizar la presencia y la promesa del
Seor en las acciones comprometidas.
De este modo nos sentimos dentro de la historia de la
salvacin como protagonistas con Dios, por l y con l. La
presencia crtico-creyente del animador y su formacin
son los elementos bsicos para que este pueda iniciar al
grupo.
6.

La presencia y el compromiso transformador


de la realidad

No es suficiente contemplar y valorar la vida, hay que


transformarla. La presencia transformadora no es activismo, pues lo primero que busca es el cambio profundo
de las personas porque Dios pasa por la historia a travs
de los acontecimientos. Las acciones comprometidas y
transformadoras recogen lo que otros hicieron y buscan
implicar a otros para que el reinado de Dios se vaya
abriendo paso.
Cmo vamos a cambiar la realidad?
No es posible cambio alguno sin estar presente. El
primer y gran compromiso es el de la encarnacin, que
entiende la vida entera como accin comprometida.
La realidad que vivimos tambin nos cambia a
nosotros, ya que cambiamos nuestra relacin con lo que
nos rodea. Esto nos lleva a un conocimiento ms profundo de nosotros mismos y de lo que subyace a las apariencias, pues sentimos la presencia de la utopa.
Es necesario optar por el cambio porque somos
creadores del mundo y nosotros mismos no estamos acabados, pues la presencia del Resucitado est en nosotros
viva y operante.
85

Slo la accin nos saca de la pasividad y nos define; no hay que esperar demasiado; con todo, hay que
saber antes hacer, pues el reto no es realizar lo que nos
conviene sino lo que nos desafa.
Compromiso es colaborar con otros en algo hacia adelante; es fidelidad a una causa mantenida en el
futuro.
La metodologa es accin-reflexin-accin. Se parte
de lo concreto, se propone algo posible que se realiza de
forma progresiva y permanente y se puede evaluar el
cambio que ha producido. La revisin debe hacerse desde
estos dos criterios: en qu medida cambia a las personas
y en qu medida convoca a otros.
Todas las acciones se hacen desde un proyecto de
hombre nuevo y de sociedad nueva y a ella apuntan. Es
lo que llamamos la utopa que acta como dinamismo y
referente.
La fe, el amor y la esperanza que impulsan la
construccin del Reino los hemos recibido de u n a comunidad, la Iglesia, que trata de ser fermento, semilla, diseo y parbola de la nueva Humanidad. En ella sentimos la presencia del Seor y de los dems que nos
confirman en el proyecto y dan al mismo un horizonte
trascendente. La identidad eclesial nos hace celebrar por
los sacramentos el anticipo alegre y tenso del Reino.
El animador estar muy atento a mantener el
equilibrio entre la accin y la reflexin, entre la accin y
la celebracin. Esto ayudar en el momento de la evaluacin a no perder de vista que lo importante es que la
presencia comprometida nos haya hecho ms personas.
Poco a poco los diferentes compromisos y la variedad de acciones se irn globalizando en el proyecto de
vida, de forma que el compromiso sea la vida entera como
proyecto al servicio de la comunidad y de la fraternidad.
En caso contrario lo que servira como iniciacin con el
paso del tiempo ha impedido u n a maduracin mayor.

86

7.

Pistas para v e r si estos valores


se v a n interiorizando

El cambio profundo y radical que implica la conversin


cristiana no es un voluntarismo, sino una iluminacin
nueva que genera un compromiso tal que engloba toda la
persona. No hay conversin sin compromiso con un valor
a partir del cual se jerarquizan todos los dems valores.
Para u n cristiano el valor orientador que decide una
vocacin es Jess de Nazaret, su persona, su mensaje y
su causa. Los indicativos de que u n a persona se ha
comprometido con un valor son los siguientes:
El valor es libremente aceptado, se opta por l
afectivamente y en coherencia con la razn.
El valor asumido ofrece alternativas vlidas
para la persona y la humanidad.
Se es constante en asumir el valor en situaciones distintas, nuevas e incluso contradictorias.
Vivir segn este valor produce placer y felicidad, pues da sentido y significado a las diferentes
facetas de la existencia.
Se hace publicidad del valor implcita y
explcitamente; es decir, desde el testimonio, las
acciones significativas y la propuesta.
El valor empuja a la persona a la accin en la
que expresa la reorganizacin interior (conversin del corazn) y el ideal por el que intenta
luchar.

87

v^aptulo o

Acompaamiento personal y educacin


de la conciencia moral

La conciencia humana permite reconocer lo que sucede a


nuestro alrededor y lo que sucede dentro de nosotros. La
conciencia moral aade al reconocimiento de hechos la
valoracin de los mismos desde el conocimiento del bien
y del mal. Para los creyentes la conciencia es el mbito
sagrado donde se da el dilogo de Dios con el hombre. El
ser humano tiene estructura moral, es decir, capacidad
para llegar a vivir moralmente. Esta posibilidad depender de las relaciones en que crezca, de las influencias del
medio ambiente, de su capacidad crtica y de la fuerza de
voluntad que tenga.
En la situacin actual, caracterizada por el pluralismo, la permisividad y la falta de referencias objetivas, la
formacin de la conciencia adquiere no slo importancia,
sino tambin urgencia. Por otra parte, en nuestro mundo
se afirma la autonoma humana como el criterio decisivo
de lo humano; tal hallazgo cultural ampla considerablemente el campo de la conciencia y refiere a la tica personal campos que haban estado bajo otras tutelas.
El joven actual ha perdido las tutelas que hasta no
hace mucho ejercan las instituciones educativas, el ambiente social y los poderes pblicos. Esta situacin es un
llamamiento a una mejor formacin personal y a una
mayor responsabilidad. La madurez moral no ser posi89

ble sin la relacin personal con personas honradas, que


tienen convicciones y que transmiten visiones coherentes
sobre lo que se ha de hacer o evitar.
1.

El desarrollo moral y religioso


e n los j v e n e s

Al llegar los diecisiete aos disminuyen las oscilaciones


anmicas y aparece la madurez de juicio y de conducta;
se manifiesta en la capacidad de elegir despus de una
reflexin personal y crtica, y en la fuerte aspiracin a la
libertad y autonoma. El criterio de conducta en este
momento no es tanto la norma objetiva, sino la fidelidad a la propia conciencia. Al controlar mejor la afectividad, coopera mejor con los dems y va asumiendo
responsabilidades, es decir, acepta fracasos, rehace la
vida y rompe con un pasado para ser protagonista de su
futuro; poco a poco va descubriendo los valores de la
comunidad humana y del compromiso socio-poltico. Lo
que polariza sus intereses es la incardinacin en el mundo y la necesidad de realizar la imagen ideal que se
forma de s mismo.
El desarrollo moral y religioso depende de condiciones
afectivas que, segn H. C. Rnke 1 , se podran resumir
en el sentimiento de estar inserto adecuadamente en la
totalidad del ser; religin y moral van unidas en la vivencia de muchos adolescentes, y son fuente de conflicto
y culpabilidad, de dudas y de necesidad de afirmar la
autonoma 2 .
La imagen de Dios est mediatizada por la imagen de
los padres. De la interrelacin entre ambos surge el smbolo de Dios Padre de los hombres con u n a imagen
mental y u n a imagen afectiva; por lo tanto, se mueve a
dos niveles: u n nivel mental-afectivo y un nivel simblico-

normativo. Esto explica que en la vida del creyente religin y moral vayan unidas y sea muy difcil la separacin
entre ambas.
Con cierta frecuencia la catequesis ha cado en el
error de olvidar el aspecto existencial, la interioridad
humana y la relacin a la justicia y solidaridad; de esta
forma el tipo de educacin religiosa h a pecado de
formalista y privatizada.
Segn E. H. Erikson 3 , la conciencia moral est muy
ligada a la identidad personal, que depende de u n a doble
relacin simultnea: reflexin del individuo sobre su propia ipsidad y continuidad en el tiempo, y reflexin del individuo sobre cmo los otros reconocen esta misma ipsidad y continuidad. La conciencia de s que surge en la
adolescencia es la expresin y resultado de la interaccin
de un doble proceso: individuacin y socializacin. En esta
etapa del proceso psicoevolutivo el joven experimenta la
necesidad de coherencia entre la doctrina revelada y las
tendencias profundas del sujeto, entre lo que me ha dicho Dios y mis aspiraciones profundas; se vive una religiosidad del ideal, de los valores humanos, pero con poca
receptividad a la revelacin de Dios. Los jvenes tienen la
impresin de que la religiosidad es fruto de la educacin
recibida y sienten la necesidad de pasar de la fe infantil a
la fe adulta; esta crisis religiosa se expresa por una cada
de la prctica religiosa externa, que incide ms en los
chicos que en las chicas. Esta situacin facilita la presentacin de las implicaciones sociales del obrar tico humano. Las principales motivaciones psicolgicas del comport a m i e n t o religioso son las siguientes vivencias: la
angustia y el Dios Providencia, la miseria moral y el Dios
consolador, la alienacin social y la fe en el otro mundo, la
experiencia de la muerte y el deseo de inmortalidad y la
religin como respuesta a la necesidad del ms all, lo
que debo hacer para salvarme y la estructuracin organizada de la existencia. Estos conflictos hacen que el adoles-

Cf A. VERGOTE, Psicologa religiosa, Taurus, Madrid 1968, 182.


Cf P. BABIN, LOS jvenes y la fe, Herder, Barcelona 1962; L.
GUITTARD, La evolucin religiosa de los adolescentes, Herder, Barcelona
1960, 74.
2

90

3
Cf E. H. ERIKSON, Adolescente et crise, Pars 1972, 17 (trad. esp.,
Identidad, juventud y crisis, Taurus, 19903).

91

cente viva la culpabilidad como peso que dificulta la libertad y que se expresa en forma de ideas fijas sobre la prdida de algo, como angustia que lleva a replegarse sobre
s mismo y a la vivencia de la falta de modo posesivo. El
fondo comn a estas vivencias es la vergenza ante los
dems y ante s mismo; la comparacin entre lo que son
y lo que deberan ser, o lo que los dems esperan de ellos,
lleva a los adolescentes a minusvalorarse; este desgarramiento interior es lo que constituye el sentimiento de culpabilidad, en la cual los componentes ticos y religiosos
estn muy mezclados entre s y con la psicologa. Los conflictos de identificacin explotan en el momento en que la
fuerza de las pulsiones expresa la maduracin sexual; en
esta situacin el adolescente ve las leyes morales como
fuerzas que le impiden la autonoma.
S. Freud y la psicologa profunda han clarificado en
parte el fondo de la vivencia tico-religiosa del ser humano; el psicoanlisis recurre a la estructura superyoica y a
la incorporacin de lo afectivo, la fantasa y el deseo a los
dinamismos importantes de la vida humana. Toda ley
remite a una ltima instancia y el Ser Supremo tiene
leyes que regulan su relacin con l; de este modo en el
origen se unen la exigencia vinculante de la conciencia y
el smbolo del padre. Hay correlacin entre la ideacomprensin de Dios y el tipo de conciencia moral que se
posee. Segn la psicologa religiosa podemos observar la
actitud de la persona frente a las realidades objetivas
absolutas y definitivas, que son Dios y la ley moral.
Desde el punto de vista cristiano, Jess de Nazaret,
su persona, vida y causa, nos purifica de lo subjetivo
y nos ayuda a u n a vivencia correcta de la fe y la moral.
Los contenidos fundamentales de la fe madura implican que Dios acta a travs de la accin humana y que
sta se desarrolla histrica y comunitariamente. Vivir
el ideal tico-religioso del cristianismo dar la vida
por el otro supone en trminos psicoanalticos un ello
sublimado y un superyo solidario.

92

2.

La vida moral como totalidad indivisible

El ser humano por naturaleza est orientado a la felicidad a travs de lo que es bueno; cuando se procura el bien
de forma incorrecta aparece el mal, que slo existe en
relacin a la carencia o ausencia del bien. El mal puede
llegar a ser poder cuando toma rostro en la vida humana,
pero no es potencia pues consiste en la privacin del bien.
Nuestra libertad a la hora de discernir y elegir lo
honesto, est condicionada por la propia naturaleza, la
historia personal, las situaciones y los hbitos. La vida
moral se configura como totalidad indivisible, pues los
hbitos adquiridos en el pasado condicionan el presente
y el futuro; para posibilitar lo ms posible el ejercicio de
la libertad importa mucho que las decisiones justas se
conviertan en tendencias 4 . La vida moral es decisin con
metas e ideales y tarea mantenida para integrar los
impulsos desordenados, los hbitos negativos y el ambiente no favorable. Cuando el deber y la inclinacin
humana van siendo convergentes a travs del proceso
educativo de maduracin moral, la libertad se potencia y
las decisiones morales se facilitan. El acto moral como
concrecin de la inteligencia sintiente y de la volicin es
esencialmente fruicin, es decir, realizacin satisfactoria
de s mismo que expresa cmo el deber est en ntima
relacin al ser y a la felicidad. El hombre tiene que
definir la figura de s mismo a travs de la bsqueda
incesante, el tanteo de posibilidades, la alteracin de los
proyectos, a travs de la inseguridad y la exposicin al
error moral... Es la estructura inconclusa de los impulsos
que exige la libertad, son las ferencias las que colocan en
la necesidad de la pre-ferencia. Por eso no es que la vida
sensitiva pueda ser gobernada, sino que inexorablemente tiene que serlo 5 .
4

Cf P. LAN ENTRALGO, La espera y la esperanza, Alianza, Madrid


1984, 45.
6
J. L. L. ARANGUREN, tica, Revista de Occidente, Madrid 19756, 154
y 211.

93

Los actos morales que la persona va realizando influyen en los niveles ms profundos de la persona; el pasado
no se puede cambiar como algo que ha sucedido y como
contenido honesto o inhonesto. Lo que s puede cambiarse es el sentido por el arrepentimiento y la praxis nueva,
pues el ser humano tiene la capacidad de estar ante
su propia historia y sobre s mismo. Lo que habramos tenido que ser y no hemos podido ser, es lo que
creo yo eternamente seremos 6 . As se expresa
J. L. L. Aranguren y aade que necesitamos el juicio
final en el que se nos har ver lo que habamos tenido
que ser en relacin a lo que hemos sido y hemos hecho.
En este sentido la muerte tiene valor moral, pues nos
hace comprender el tiempo no slo como duracin y posibilidades de futuro, sino como tiempo limitado en el que
hay que tomar decisiones y de las que tenemos que responder, pues la persona est irremediablemente unida a
lo que va haciendo de s a travs del cotidiano vivir. Con
lo que uno es hay que esforzarse por conseguir la mejor
y ms plena realizacin del ser; esa es la tarea moral de
cada uno. La clave de la felicidad humana y de la perfeccin est en darse. El hombre es social por naturaleza
y para vivir bien; ambos aspectos van siempre unidos.
La sociologa se funda en la tica y revierte en ella; sin
philia entre los ciudadanos no puede existir una buena
poltica 7 . En definitiva, el contenido de la tica son
nuestros comportamientos pasados y lo que estamos
haciendo cada uno y con los otros; porque somos corresponsables del ser moral y destino de los dems; he aqu
el tema verdadero, unitario y total de la tica 8 .

3.

Gnesis del sentido moral

La experiencia de las personas individualmente y de los


grupos humanos constata la experiencia del sentido
6
7
8

94

Ib, 241.
Ib, 296.
Ib, 313.

moral. El hombre se define como proyecto de ser que se


realiza en las relaciones con los dems y el entorno que
les rodea. El sentido moral consiste en un sentimiento
o modo de situarse frente a la realidad en correlacin con
la toma de decisiones y las acciones subsiguientes.
En el sustrato ms bsico de la personalidad de cada
uno existe una serie de experiencias prelgicas anteriores
a la autoconciencia; el sentido moral es inmanente a
estas experiencias y forma parte de las estructuras fundamentales del ser humano.
La confianza es el supuesto bsico de la existencia del
nio; sobre esta experiencia aparece la percepcin de que
el propio actuar est condicionado por uno mismo a travs del yo volitivo que se termina imponiendo al impulso.
El instinto es modificado y orientado por las relaciones
personales, la escala de valores que se interioriza,
la reflexin que impide la unin al ambiente y la accin
que resuelve la divergencia entre el impulso y lo que
quiere la voluntad. Si tenemos presente que el objeto
ltimo de la moral no son los actos, sino el thos o personalidad moral unitaria, y puesto que la vida moral es
tarea, quehacer y realizacin de mi vocacin o "esencia
tica", claro est que lo primero que ha de hacerse es
determinar en concreto y da tras da, al hilo de cada
situacin, mi vocacin o tarea, lo que tengo que hacer
(porque nuestro ser resulta de nuestro hacer y nos hacemos a travs de lo que hacemos. La axiologa, la moral
racional e imperativo, nacida sobre la base de la individuacin, se convierten en vctimas de las condiciones
econmicas, que han contribuido al nacimiento de u n a
moral imperativa comprensible para todos 9 . El ser humano nace con la capacidad de llegar a ser moral a
travs de las relaciones de socializacin.
El desarrollo del sentido moral de cada persona se
realiza a travs de procesos de adaptacin y de autodescubrimiento que van desde la anarqua de la psicomotricidad a la subjetividad autocontrolada, y de la re9

Ib, 224.

95

presin exterior a las relaciones interpersonales. Estos


procesos constituyen al ser psicosocial del hombre, que
incluye tres aspectos: la consistencia personal, la apertura a las relaciones y la objetivacin de la realidad.
El sentido moral tiene estructura psicolgica y como
tal necesita u n marco terico que ofrezca u n a explicacin
global. Segn Allport, en el desarrollo del sentido moral
hay dos problemas que estn ntimamente relacionados:
el desarrollo del sentido moral segn la psicologa evolutiva y la estructura del sentido moral en u n a persona
adulta. Hay tres teoras que estudian estos aspectos: la
teora psicoanaltica, la cognitivo-evolutiva y la del
aprendizaje; como sntesis de estas teoras explicativas
llegamos a los siguientes puntos comunes que funcionan
como coordenadas teoricoprcticas 10 .

orienta todo desde la consideracin del hombre


como fin en s mismo.
El contenido del sentido moral consiste en la
cualidad tica de lo humano, que se impone por
s mismo, condiciona a la persona entera en su
realizacin e incide en todos los valores respetando su autonoma. Para un creyente la tica ser
la mediacin entre el valor religioso y todos los
dems valores.
La conciencia moral no genera la moral, pero
es mediadora entre la realidad (valor objetivo) y
los comportamientos de la persona (situacin
subjetiva). La conciencia es el ncleo ms secreto y el sagrario del hombre, en el que este se
siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el
recinto ms ntimo de aquella (GS 16). Del yo
responsable brota el discernimiento moral que se
realiza en el mbito de las relaciones interpersonales y sociales. A partir de la conciencia y por
medio del discernimiento se descubren y asumen
los valores ticos; a esto llamamos estimativa
moral, que es el correlato de la axiologa moral al
hacer que los valores ticos se conviertan en actitudes personales. El sentido moral y los valores
ticos tienen un papel verdaderamente central
en el sistema de valores de una cultura, porque
son los que prescriben las normas de accin y, por
tanto, determinan en definitiva los modelos de
comportamiento, los principios de eleccin, los
criterios de apreciacin y las motivaciones a partir de las cuales se fijan objetivos concretos a
corto o a largo plazo 12 .
La educacin moral de u n a persona se va realizando al responder vitalmente a las siguientes
cuestiones segn W. Kay, uno de los autores que
ms han estudiado este tema 13 : Quin soy yo?

La moralidad en cada momento del desarrollo


brota de la sensibilidad ante diversas sanciones,
su interiorizacin y la reciprocidad-relacin como
elemento de maduracin moral.
El desarrollo moral comporta la existencia de
etapas que van marcando los niveles de madurez
moral. Cada etapa est constituida por estructuras comportamentales transitoriamente estabilizadas y que se suceden con un orden determinado 11 . De 0-5 aos se da el momento ms
decisivo en la configuracin de la estructura
moral del individuo por el predominio de las relaciones parentales de marcado carcter afectivo;
despus vienen las etapas llamadas de heteronoma y socionoma, y a partir de los 13 aos comienza la etapa de autonoma cuyas caractersticas son: aparece la subjetividad como mbito de
la conciencia moral, se valora el universo motivacional frente a otros aspectos, la universalizacin
de la norma se armoniza con las excepciones y se
10

12

Cf D. WRIGHT, Psicologa de la conducta moral, Planeta, Barcelona

13

1974.

11

96

Cf N. J. BULL, La educacin moral, Verbo Divino, Estella 1976.

J. LADRIRE, El reto de la racionalidad, Sigeme, Salamanca 1978.


Cf W. KAY, El desarrollo moral, Buenos Aires 1976, 34-35 y 326-

329.

97

(bsqueda de la identidad personal mediante las


relaciones), cmo soy, realmente? (capacidad de
autoaceptacin), cmo debo comportarme? (proceso de identificacin), qu es lo que est bien
hacer? (formacin de u n a conciencia personal
madura) y cmo me va? (logros y realizaciones).
Las fuentes del contenido moral son los ideales
universalmente compartidos y los valores ticos
fundamentales como la autonoma, la imparcialidad, la cristicidad, la reciprocidad, la cooperacin
y el horizonte utpico.
Los rasgos que tiene en cuenta la educacin
moral son los siguientes: el juicio moral basado
en las relaciones de reciprocidad y equidad, la
capacidad de diferir la satisfaccin inmediata, el
relacionarse con los otros como fines en s mismos
y la doble operacin de sacar principios ticos de
normas concretas y aplicar principios generales a
situaciones personales.
4.

Las actitudes ticas y las actitudes religiosas

Las actitudes ticas se diferencian y estructuran progresivamente de acuerdo al proceso de formacin personal de
cada individuo. El trmino personalidad en la cultura
occidental expresa coherencia en los comportamientos y
conducta a travs del tiempo. El propio desarrollo personal condiciona la actitud tica y la actitud tica condiciona el desarrollo de la personalidad. En este proceso la
integracin de ambos elementos juega un papel fundamental, pues si no se da esta armonizacin prevalece el
superego autoritario y opresor, o bien el ello no dominado.
En ambos casos hay una deformacin de la estructura
moral de la persona. La vivencia de la relacin paternofilial ayuda a entender la comprensin de la ley en trminos relacinales y personalizados. Los problemas relacinales del mbito familiar se proyectan a la vivencia de la
moral por la disfuncin del yo de las dos formas siguientes:
98

El yo dominado por el superego provoca una


experiencia de hostilidad y rebelda ante toda
norma, autoridad o exigencia a los que se percibe como dueos despticos y castrantes.
El yo dominado por el ello concibe la norma,
autoridad o exigencia como fuente de capricho,
egosmo y falta de responsabilidad.
En ambos casos las vivencias resultantes son infantiles, extrnsecas y con graves repercusiones para la moralidad del sujeto.
La actitud religiosa se diferencia y estructura
progresivamente de acuerdo al proceso de formacin personal de cada individuo. Personalidad en
la cultura occidental expresa coherencia en los
comportamientos y permanencia de los mismos a
travs del tiempo. Si por actitud religiosa entendemos la respuesta global a Dios con toda la vida,
es evidente la relacin que la actitud religiosa
guarda con la formacin de la personalidad; el
desarrollo personal condiciona la actitud religiosa, y la actitud religiosa condiciona el desarrollo
de la personalidad. La integracin de la actitud
religiosa en la vida personal es fundamental y se
realiza a travs de la resolucin de complejo de
Edipo; si la integracin no se realiza bien prevalece el superego autoritario y opresor, o bien el
ello no dominado que impiden experienciar a Dios
Padre como Ley, Modelo y Promesa. Al no integrarse bien la actitud religiosa se produce una
disfuncin del yo que provoca un rechazo de Dios
al que se percibe como un juez desptico o padre
castrante, o bien, la disfuncin del yo concibe a
Dios desde el predomino del ello como fuente de
capricho, egosmo y falta de responsabilidad.
Tambin la actitud religiosa ms que una faceta
de la vida es el ncleo central que armoniza y da
unidad a todas las facetas de la vida humana 1 4 .
14

Cf A. VERGOTE, O.C, 265-267.

99

Si la religin est bien integrada en el yo personal, ser la mayor y ms positiva fuerza en la


armona personal y en la existencia cotidiana.
La actitud religiosa surge unida al proceso dinmico del deseo. El ser humano busca a Dios
porque siente necesidad de l y Dios responde a
sus necesidades; Dios es necesario al hombre en
un sentido ontolgico. Podemos reducir a dos las
diferentes formas de bsqueda de Dios:
Bsqueda utilitaria de Dios debido a una
actitud egocntrica, y por lo mismo infantil.
La visin y experiencia de Dios tiende a
circunscribirse al propio grupo y se busca
seguridad y prevalencia a travs de los ritos
sagrados vividos como ritos mgicos. Segn
afirma Kubie, se t r a t a de u n a religin
extrnseca y de una moral heternoma.
Otra forma de vivir lo religioso experimenta
a Dios como algo intrnseco que es al tiempo
lo totalmente otro y lo inmanente a la
propia intimidad. Es lo que R. Otto llama lo
numinosum en su libro Lo santo. Esta
vivencia de lo religioso no est condicionada
por intereses egocntricos, ni dirige los
comportamientos de forma heternoma. A
esta forma de ser religioso, G. W. Allport la
llama actitud interiorizada, intrnseca u
orientada al otro.
El desarrollo de la actitud religiosa pasa por el smbolo del padre y llega a cristalizar en la relacin filial entre
el hombre y Dios; cuando se llega aqu se ha pasado de
un deseo manipulador, egocntrico y extrnseco de Dios a
sentirse plenamente libre y feliz en su presencia.
El individuo sano y con proceso evolutivo normal pasa
por estos dos momentos, pero en un determinado punto
se da el paso a la segunda forma que representa la
madurez personal, religiosa y tica. Para llegar a este

momento es necesario recorrer una serie de etapas que se


van superando e integrando de forma dialctica. Aunque
la etapa infantil sea una etapa que debe ser superada, no
por eso deja de tener importancia, ni se puede concluir
que no se da en ella autntica vivencia humana y religiosa. A este respecto A. Vergote se expresa en los siguientes trminos: El nio no posee el verdadero conocimiento
de s mismo ni del Otro. Su risa es satisfaccin y alegra
de vivir. Su ternura expresa su lazo de dependencia vital.
Y sin embargo llega realmente al Otro, aunque sea a
travs de objetos transicionales y en demandas utilitarias
e interesadas. Su relacin al Otro, pone ya en obra una
cierta forma de amor. De la misma manera puede decirse
que la conciencia religiosa constituye ya una cierta manera de comunicacin con el totalmente Otro; utilizando
una bella expresin de Martn Buber, cuando el hombre
dice t, el otro ya est presente 15 .
Esa experiencia la poseemos desde muy pequeos en
las relaciones existenciales de tipo interpersonal, y durante la adolescencia esta actitud se hace cada vez ms
consciente y autntica. La actitud religiosa debe criticar
en todo momento las ilusiones, desviaciones y alienaciones que hagan de la fe u n a vivencia inmadura y poco
comprometida con la realidad.
Las actitudes ticas y religiosas surgen al tiempo y es
muy difcil deslindar unas de otras en la vida de las personas, sobre todo de los nios, adolescentes y jvenes. La
actitud religiosa es un modo de ser ante lo sagrado, que
supone una conducta global fruto de diversos procesos
psquicos del sujeto. La postura ante Dios condiciona los
criterios y comportamientos subsiguientes, y la experiencia de Dios como causa de placer o de sufrimiento refuerza
unos u otros aspectos de los comportamientos personales.
La trascendencia nicamente se verifica correctamente desde el punto de vista teolgico y psquico
cuando lo mistrico se percibe como personal, es
A. VERGOTE, O.C,

100

182.

101

decir, como centro de la vida. El hombre busca a


Dios porque tiene necesidad de l, y Dios revela
al hombre la respuesta a sus necesidades. Podemos colegir que Dios es til al hombre en un
sentido esencialmente ontolgico16.
La imagen de u n Dios juez desptico y castrante
o como fuente de capricho y egosmo genera una
religiosidad infantilizada y con graves repercusiones para los comportamientos ticos del sujeto.
De forma positiva o negativa la actitud religiosa
condiciona la estructuracin e integracin de la
persona; G. W. Allport se pregunta si existe algn sentimiento similar al religioso en lo que se
refiere a la capacidad para integrar los intereses
humanos. Efectivamente, si la religin est integrada en el yo, supone una fuerza positiva en los
comportamientos; si por el contrario est nicamente incorporada de forma superficial al yo y
pertenece de lleno a otras instancias, resultar
una funcin de defensa y proteccin.

5.

La actitud tica est e n el yo ligado al t,


n o entre el y o y el t

La relacin yo-t es anterior al yo; por lo mismo es de


vinculacin estructurante y el contenido de esta relacin
es la propia relacin con toda la carga afectiva que lleva
consigo. El amor es la responsabilidad de un yo por u n
t 17 . Por el contrario, la relacin yo-ello es posterior al
yo y ms que relacin es una percepcin de la realidad
que se resuelve en distincin. Por contraposicin de los
dos tipos de relacin que hemos descrito, podemos concluir que la persona humana llega a ser un yo a travs
del t; por eso las cosas se componen de cualidades y el
16
Cf P. BIER, Religin et dveloppement de la personalit, Pars
1968, 83.
17
M. BUBER, Qu es el hombre?, FCE, Madrid 19905, 19-20.

102

ello est dispuesto dentro del hombre instaurado por el


yo-t. El hombre libre, creador y, por tanto, moral es el
que es capaz de hacer y de soportar en su vida el acto
especial, nico y significativo de entrar en relacin interpersonal con un t. Esta experiencia es todo lo contrario
a la arbitrariedad y fatalidad que van unidas, ya que
pertenecen a la esfera de lo repetitivo y cerrado; por el
contrario, lo caracterstico de la relacin yo-t es la libertad y el destino que van ligados al futuro que se vislumbra como apertura, novedad y relacin confiada por
ambas partes. Slo en este mbito puede nacer una subjetividad sana en la que surja la conciencia de solidaridad
que se traduce en la capacidad de conexin y de separacin. Desde esta vivencia el uno llega a la armona con
el todo que integra al ello dentro de la subordinacin a
la relacin yo-t.
El t innato que se realiza en cada relacin y no se
consuma en ninguna, slo se plenifica en la relacin con
el nico T que, por su misma naturaleza, nunca puede
convertirse en ello. En este salto del t al T se encuentra la conformacin de la actitud tica y de la actitud
religiosa en la persona humana. Ahora bien, como el nio
entre 0-5 aos vive la relacin paterno-filial como la estructura bsica en la relacin yo-t, esta le configura
como persona y condiciona su comprensin de la moral y
de Dios. Las dems instituciones son u n a proyeccin
matizada de la relacin bsica yo-t introyectada en estos primeros aos de la vida. Es decir, el modo de vivir
esta relacin es la fuerza estructurante y el contenido
fundamental del ser persona tica y creyente. Tanto la
absorcin del yo en el T como la afirmacin del yo que
suprima el T son dos formas de entender lo religioso y
lo moral que impiden la relacin estructurante yo-t y
expresan un repliegue sobre s mismo. El hecho histricoreligioso de Jess de Nazaret, el Cristo, es la expresin
ms clara de la relacin yo-t sin supresin de ninguno
de los dos polos, ya sea por la exclusin de uno de ellos
ya por la absorcin de uno en otro.
La moralidad se integra de forma adulta cuando te103

nemos conciencia de un yo unificado y un t ilimitado;


slo aqu se puede vivir la plenitud de la persona. Esa
realidad de sentido que abarca el universo y el propio yo,
pero que no es el mundo ni mi yo, y que por eso hay yo
y t; es lo que da intuicin de eternidad a los comportamientos morales. Si amamos al mundo real que no
puede dejarse abolir, si lo amamos con todo su horror, si
osamos abrazarlo con los brazos de nuestro espritu,
nuestras manos se encontrarn otras manos que las estrecharn 18. Es decir, en el yo ligado al t es donde est
la experiencia, no entre el yo y el t; este tipo de relacin
permite que los seres humanos se reconozcan entre s
diferentes e impide que los seres conozcan y sean totalmente conocidos y posedos por el otro.
6. Aspectos de educacin moral
que se pueden abordar en el acompaamiento
Desde el acompaamiento espiritual se pueden abordar
los siguientes aspectos referidos a la educacin de la
conciencia moral:
La conciencia se orienta y decide segn una escala de valores que se habrn descubierto en las relaciones interpersonales. Los valores dependen de la forma
de entender la realidad mundana, histrica y antropolgica. Aqu incide la fe, pues el cristianismo implica una
antropologa.
Ampliar las funciones de la conciencia a la
comprensin de lo que sucede desde la cosmovisin moral, las opciones responsables y la valoracin de los propios comportamientos. Todo ello implica informacin, formacin y contraste con personas maduras que viven
honestamente y saben formular las causas y consecuencias de estos comportamientos.
Poner en relacin la conciencia personal con la conciencia universal a travs de la reciprocidad intersub18

104

M. BUBEH, o.c,

89.

jetiva. La libertad de la conciencia que previamente pasa


por la personalizacin, que se refleja y se constituye en la
conciencia de s; pero que se eleva a continuacin a conciencia universal, conciencia individual y personal que por
principio reconoce las dems conciencias individuales y
personales, trabando con ellas la reciprocidad intersubjetiva, fundadora de derechos y deberes del sujeto libre de
la moralidad19. El dilogo y la reciprocidad son indispensables para la decisin responsable, pero tampoco suplen
nunca la identidad personal y la responsabilidad moral.
En la educacin de la conciencia moral hay que
respetar los procesos evolutivos de la psicologa evolutiva,
pues en la maduracin de la personalidad intervienen
factores cognoscitivos, emocionales y de comportamiento.
No quedarse en los aspectos de opinin y de discusin, pues lo que realmente ayuda a descubrir los valores
y a comprometerse son las decisiones concretas y la valoracin de las propias acciones.
Descubrir las normas morales como la concretizacin de los bienes y valores morales que tienen que ser
protegidos, descubiertos y vividos. Slo se viven bien las
normas morales cuando se descubre en ellas la necesaria
conexin entre las aspiraciones profundas de la persona
y las obligaciones morales, pues unas y otras buscan la
felicidad y realizacin personal.

19
B. QUELQUEJEU, De deux formes autoritaire et eutonome de la consciencie morle, Revue de Sciences Philosophiques et Theologiques 65
(1981) 241.

105

v_/aptulo 9

El acompaante espiritual

El acompaante espiritual es el catequista que realiza la


orientacin personal desde la relacin que debe
contemplarse como lugar teolgico. Tiene componentes
humanos de psicoterapia y de relacin de ayuda, pero
principalmente la relacin est abierta a la accin del
Espritu y orientada por el objetivo que le confiere su
razn de ser: encontrar la voluntad de Dios para cada
uno. Qu hace de la relacin personal un lugar teolgico?
La referencia al proyecto de Jess, el sentirse urgido por
la experiencia de fe y la necesidad de comprometerse en
favor de la justicia y la solidaridad.
1. El acompaante como mediacin
El acompaante es la mediacin sacramental para el
acompaado que busca el sentido de su vida desde la
coherencia interna, la interiorizacin de significados y las
propuestas de futuro. La actitud bsica para el orientador es la empatia o capacidad de situarse en lugar del
otro, acogerlo y mantener con l un dilogo revalorizador.
San Pablo lo expresa en Gal 5,22. La empatia supone
experiencia de aquello en lo que se va a orientar y capacidad de hablar inductivamente, es decir, desde los cambios histricos y desde las situaciones por las que pasa la
persona que se tiene delante. A travs de todos estos
107

medios habla el Espritu, abre a cada creyente un horizonte nuevo y le encomienda una tarea cuya percepcin
no es inmediata: es necesario iluminar la conciencia y
abrir el corazn para sentir la llamada de Jesucristo,
personal e intransferible. La oracin como silencio interior, disponibilidad y contemplacin es el mejor medio
para ver con los ojos de la fe. Las funciones del acompaante son las de: servir de espejo para que el acompaado pueda percibir con ms claridad, ayudar a leer cual
experto sapiencial los signos de Dios en la vida, proponer tareas que ayuden a progresar y ensear a evaluar
los pasos dados. Es imposible hacer este ministerio sin
experiencia de Dios y sin preparacin personal; bstenos
recordar las palabras de santa Teresa cuando peda a los
directores espirituales que fueran santos y doctos. La
tarea de ser testigos excepcionales de la obra de Dios en
las personas slo se puede asumir sintindose servidores
de Cristo y enviados de la Iglesia. El meollo del acompaamiento es introducir a los catequizandos en el misterio
pascual y de pentecosts, es decir, en el conocimiento de
Jess desde dentro (cf Me 4,12.33.40; 6,52; 8,17; 9,32);
la impotencia del hombre para llegar a este saber es
grande, pero la fe es la fuerza de Dios que transforma al
discpulo en homo serviens (cf Me 8,31-37), y ahora ya es
apto para vivir y anunciar el reino de Dios hasta los
confines de la tierra.
Este misterio eclesial supone vocacin, dedicacin y
formacin especfica, adems de vida espiritual profunda
y tiempos de reflexin y contemplacin, pues difcilmente
se puede ayudar a otros a que vean lo que para uno
permanece oculto.
El acompaamiento personal y grupal estn implicados y se complementan mutuamente; cada uno tiene sus
lmites propios y contenidos especficos. Son mbitos en
relacin dentro del proceso continuado de la maduracin
vocacional. No todo lo visto en el grupo debe llevarse a la
entrevista personal, pero los aspectos importantes tampoco pueden diluirse en el tratamiento grupal. Lo que
ms ayuda a madurar a un grupo son las decisiones y
108

opciones de sus miembros, pues en ellas se arriesga lo


ms profundo de la persona y se hipoteca el futuro; estos
compromisos no se suelen dar sin discernimiento personal, y sin l no hay calidad de vida cristiana. Frente a la
crisis de la tradicional direccin espiritual y de una pastoral juvenil que se queda en planteamientos de grupo,
hay que retomar el acompaamiento personal.
En la tarea de ayudar a dar nombre a las cosas hay
que tener gran intuicin espiritual y saber que la fe y la
gracia son los pilares fundamentales de este ministerio.
J u a n Pablo II define en la Carta a los Jvenes (1985) el
acompaamiento como una escuela sistemtica de vida
interior. En el acompaamiento el conocimiento de la
psicologa presta una gran ayuda, pero no es lo principal
ni ms importante, pues la fe y la gracia pueden conseguir lo que humanamente parece imposible. Es decir, la
psicologa no suple lo que pertenece a la accin del Espritu, aunque haya que tenerlo presente. Y viceversa, el
Espritu no hace lo que las ciencias humanas pueden
resolver.
Hemos visto que lo propio del acompaamiento espiritual es la acogida, la empatia, la informacin, la propuesta de tareas y la animacin hacia la maduracin
vocacional cristiana. En este misterio eclesial el acompaante acta enviado por la comunidad y es sacramento
de la comunidad en la misin de ayudar a personalizar
la fe y descubrir la voluntad de Dios.
Un buen maestro espiritual debe reunir las siguientes capacidades: disponibilidad para poder atender en el
momento que se requiera, tener hiptesis adaptables a
cada situacin personal, autoevaluacin peridica y progresiva desaparicin de la vida de la persona.
En la medida en que el acompaado se siente ms
alcanzado por el seor Jess y plantea toda su vida
desde el proyecto que Dios tiene para l, se produce una
iluminacin nueva y total de la persona; comienza la
adultez cristiana vivida como don y tarea.
El acompaante tiene que ayudar a la persona que
acompaa a:
109

Superar aspectos propios de un pasado no totalmente asumido ni salvado. Las principales asignaturas
pendientes son: la excesiva distancia entre cabeza y corazn por falta de personalizacin, la experiencia de Dios
ms ideolgica que de relacin interpersonal, la afectividad-sexualidad no abierta al amor universal y la falta de
proyecto de vida.
Descubrir el valor central desde el que puede
ordenar su vida y hacer el resto de las opciones: el gape
o amor incondicional y universal.
Reorganizar la conciencia, las relaciones y los esquemas para llegar a optar por la utopa del Reino en
actitud de disponibilidad.
Concretar el estilo de vida que encarne la ternura
del Padre y el programa de las bienaventuranzas en la
profesin y el estilo de vida.
En estos problemas, as como en toda la labor de
acompaamiento no existen recetas prefabricadas, pues
cada persona es diferente y el Espritu acta de modo
sorprendente. El acompaante debe situarse como testigo de fe, y como maestro-discpulo que acompaa con
sumo respeto la accin de Dios, ayuda a clarificar cul es
su voluntad y sostiene al acompaado en las dificultades
del camino. En definitiva, hablamos de situar toda la
catequesis y pastoral bajo el soplo del Espritu para que
penetre toda la existencia cristiana, de manera especial
en el catecumenado y en los momentos especialmente
significativos de la existencia cristiana.
El acompaante espiritual no es una persona que
trabaja en solitario; su cometido es concreto y especfico,
ayuda a personalizar aportaciones que le llegan al joven
de otras mediaciones que intervienen en la formacin
cristiana de los jvenes a los que acompaa. El acompaante espiritual debe conocer el Proyecto Pastoral Juvenil en que estn los jvenes y atender los diferentes aspectos del mismo, sin paternalismos ni reduccionismos.

2.

Dimensiones de la identidad
del acompaante espiritual

El acompaamiento espiritual es un servicio eclesial que


requiere personas vocacionadas, es decir, con carisma
propio y preparacin especfica. La identidad personal del
acompaante integra cualidades humanas, vida cristiana
y preparacin tcnica. Teniendo presente todo lo anterior
subrayaremos los aspectos ms constitutivos de la identidad del acompaante:
Conciencia vocacional de lo que hace: ayudar
al joven a personalizar e interiorizar los diferentes elementos de la madurez cristiana y a discernir su vocacin.
Su misin consiste en servir a la Palabra y a la accin
salvadora de Dios en las personas concretas a las que
acompaa.
Sus actitudes personales deben ser de disponibilidad, servicio y entrega. De alguna forma estar siempre
disponible, pues son los otros los que reclamarn constantemente su caridad pastoral. La tarea del acompaante
es de ayuda a la persona entera; por lo cual, su presencia,
persona y testimonio son decisivos. Lo que sea lo primero
y central en su vida debe aparecer constantemente en la
relacin de ayuda; la opcin por Jesucristo y el evangelio
del Reino tienen que ser el fundamento, el impulso y la
meta de su existencia. Segn Pablo VI, la vida del evangelizador es lo ms decisivo en cualquier accin pastoral.
Tcita o a grandes gritos, pero siempre con fuerza, se
nos pregunta: Creis verdaderamente en lo que anunciis? Vivs lo que creis? Predicis verdaderamente lo
que vivs? Hoy ms que nunca el testimonio de vida se
ha convertido en una condicin esencial con vistas a u n a
eficacia real de evangelizacin (EN 76).
Sentirse mediacin de la gracia de Dios y la accin
del Espritu. El acompaante tiene sumo cuidado y
extraordinario tacto para que la persona que acompaa

110

111

se encamine a Jesucristo, a la Iglesia y a los pobres. El


acompaante, como J u a n el Bautista, debe decir: Conviene que l crezca y yo disminuya. El mejor acompaante es aquel que con el paso del tiempo se necesita
cada vez menos, porque el acompaado ha llegado a la
adultez en Cristo.
Las dos fidelidades del acompaante son Dios y la
persona que tiene delante con su historia, realidad e intuiciones. El dilogo educativo que implica la relacin de
ayuda no es posible sin afecto y cario por la persona a
la que trata de ayudar. De qu amor se trata? Mucho
ms que el del pedagogo: es el amor de un padre; ms
an, el de una madre. Tal es el amor que el Seor espera
de cada predicador del evangelio, de cada constructor de
la Iglesia (EN 79). Los jvenes necesitan experimentar
y saber que sus educadores en la fe les quieren y aman
con el amor de Cristo, pues slo el amor hace personas
liberadas, felices y solidarias.

El acompaante reconoce sus limitaciones, sabe que


puede equivocarse y asume el fracaso. Hace suyas las
palabras de Pablo: Pues yo, hermanos, cuando fui a
vosotros, no fui con el prestigio de la Palabra o de la
Sabidura a anunciaros el misterio de Dios, pues no quise
saber entre vosotros sino a Jesucristo, y a este crucificado. Y mi palabra y mi predicacin no tuvieron nada de los
persuasivos discursos de la sabidura, sino que fueron
una demostracin del Espritu y del poder para que vuestra fe se fundase, no en sabidura de hombres, sino en el
poder de Dios (ICor 2,1-5). Yo plant, Apolo reg; mas
fue Dios quien dio el crecimiento. De modo que ni el que
planta es algo ni el que riega, sino Dios que hace crecer.
Y el que planta y el que riega son una misma cosa; si
bien cada cual recibir el salario segn su propio trabajo,
ya que somos colaboradores de Dios y vosotros campo de
Dios, edificacin de Dios (ICor 3,6-9).

El acompaante ayuda y educa desde una comunidad de fe en la que l mismo se siente acogido y orientado.
Es difcil que una persona pueda transmitir a otra la
clave de disponibilidad a Dios, a la Iglesia y a los necesitados, si l mismo no lo est buscando y no se lo confirman aquellos con los que comparte la vida, la fe y el
quehacer apostlico.

Como testigo de fe el acompaante necesita ser creyente adulto. La fe madura tiene mucho que ver con las
bienaventuranzas, la actitud proftica, el amor a la Iglesia y la lucha por la justicia. Estos elementos se viven
integrados en la unidad de la persona, y se manifiestan
en actitudes de confianza, paz interior, disponibilidad y
oracin constante. El creyente que ha madurado su fe
vive con mstica, es decir, con el gozo constante de saber
que Dios es el motor de su vida, el fundamento de su ser
y el horizonte de su esperanza.
112

113

l^aptulo 10

Principales problemas
que surgen en el acompaamiento

Entendemos por problemas dificultades reales que aparecen en el itinerario del seguimiento de Jess. Son de
diversa ndole, pues unas afectan a los planteamientos de
la pastoral juvenil, otras al proceso de conversin y otras
a los momentos de identificacin vocacional. Estas
dificultades requieren atencin especial por parte del
acompaante, ya que de la superacin de las mismas
depende la continuidad en el proceso de maduracin cristiana y la culminacin del mismo.

1.

Carencias e n los planteamientos


de algunos proyectos de pastoral juvenil

1. Damos por supuesta la cosmovisin cristiana que


en muchos jvenes no existe.
Llamamos cosmovisin al esquema que sintetiza la
historia de la salvacin (credo) y que es el referente bsico para la vida creyente. De este modo es la conviccin
bsica desde la que vive y acta, y en relacin a la cual
se sita o resita todo lo dems. Cualquier tema concreto
sin una buena cosmovisin se trivializa o queda descolgado del conjunto.
Los aspectos bsicos de esta cosmovisin contienen
115

una antropologa sin la cual la persona no puede entender ni vivir al Dios cristiano revelado en Jesucristo, punto
culminante y definitivo de la autocomunicacin de Dios y
de la revelacin de lo que significa ser hombre.
En un mundo que de forma prometeica centra todo en
la autonoma humana como nica referencia se corre el
peligro de no admitir o malentender la cosmovisin cristiana. Los puntos bsicos del Credo cristiano: somos creados, redimidos y en comunidad vamos hacia la plenitud
de la vida eterna, tienen mucho que ver con la concepcin
del hombre, la solidaridad, la visin de la historia, etc.
Sin estos hilos conductores otros temas nucleares no son
entendidos, como por ejemplo: somos pecadores y necesitamos conversin, hay que respetar lo que uno es para
ser feliz, los otros son imperativos ticos, hay que vivir
responsablemente porque seremos juzgados, la Iglesia
como sacramento de Cristo, la utopa como pensamiento
y pasin, la funcin imprescindible de la gracia para la
salvacin, la necesidad de mediaciones de lo religioso, etc.
Damos por supuesta la cosmovisin cristiana bsica
cuando, en realidad, muchos jvenes no la han recibido
ni en sus casas, siendo nios, ni en los centros escolares
de adolescentes y jvenes. Muchas veces hay que comenzar casi de cero reconstruyendo el entramado bsico de la
historia de salvacin para poder insertar all otros temas
como el seguimiento, la conversin, la comunidad, el
Reino, las bienaventuranzas, el compartir, el servicio, etc.
Todas estas experiencias dicen algo cuando la persona
vive la apertura a lo trascendente, personaliza la relacin
con Dios y se define como hombre desde la centralidad de
la fe. No es precisamente esta urdimbre bsica del hombre segn Dios y el hombre er la presencia de Dios lo que
constituye lo nuclear de la conversin que se debe revisar
en los ejercicio espirituales de cada ao? Al final de la
jornada el hombre que se salva, sabe, y el que no, no sabe
nada (Santa Teresa). Saber y salvarse es caer en la
cuenta de lo que somos y vivir en tensin ilusionada y
gozosa de realizarlo con la mayor plenitud posible, pues
Dios es el nico y definitivo Absoluto ante el cual no cabe
116

dilacin ni engao. Cunto necesita nuestra poca or


hablar as de Dios y presentir su presencia! No radicar
la mayor pobreza y pecado de nuestra poca en vivir en
ausencia de Dios? No ser la misin bsica de la Iglesia
ser signo, instrumento y sacramento de la presencia de
Dios para la vida y salvacin del hombre? Aceptar esta
cosmovisin lleva a situar la fe en el centro de la vida y
desde ah vivir todo lo dems.
2. Conviene explicitar mucho ms y con ms sencillez
en qu consiste la vida cristiana.
Hay cuestiones vitales bsicas que definen al creyente: cmo vivir la vida de Dios, qu significa estar convertido, tener espritu de fe, esperar contra toda esperanza,
ser feliz, etc. No podemos seguir formulando estos temas
tan decisivos en trminos genricos, exhortativos y en
esquemas que para muchos jvenes de hoy resultan vacos de contenidos aunque teolgicamente sean correctos
y muy actuales. Es necesario recuperar u n a espiritualidad cristiana integral que incluya prcticas concretas que
la impidan diluirse, y medios que la mantengan y acrecienten. Hay jvenes que llevan varios aos en procesos
catecumenales y a la hora de hacer planteamientos personales y profundos aparecen lagunas bsicas fundamentales. Usamos en exceso trminos que nunca los traducimos a la vida ni llevamos a contenidos concretos;
adems, los animadores de grupo formulamos los contenidos de fe desde nuestra formacin y experiencia de
aos, pero al catecmeno le resultan desprovistos de otro
contenido que no sea el esttico y desiderativo. En el
posconcilio, hemos recuperado la pedagoga de la
transmisin del mensaje, pero nos falta por recuperar la
pedagoga de la vida interior. Es cierto que u n a y otra
pedagoga estn intrnsecamente relacionadas, pero no se
reduce la una a la otra.
3. Reforzar la formacin en los grupos cristianos
para facilitar la sntesis fe-cultura y fe-vida.
Entendemos por formacin la resultante de estos tres
117

elementos; estudio sistemtico, accin militante y organizacin que d estabilidad y facilite la evangelizacin. Todo
ello con u n mtodo inductivo, encarnado y que busque no
slo la preservacin de lo negativo, sino la transformacin
de la realidad. Esta formacin integral asume valores, los
jerarquiza y desde ellos ve y acta en la sociedad. Escasea
en muchos jvenes y grupos esta formacin integral que
configura al militante en un ambiente concreto.
Los proyectos de pastoral, los materiales que se utilizan y el cauce de las reuniones no suelen incluir aspectos
formativos tales como: los rasgos del joven creyente, las
virtudes propias del cristiano, las obligaciones de la fe, los
ejes de la espiritualidad, la formacin de la conciencia,
el sentido de pertenencia a la comunidad parroquial, el
proyecto de vida anual, la proyeccin de la vida de fe en
el ambiente, la disponibilidad vocacional, etc.
4. En muchos jvenes creyentes el esquema bsico de
lo que entendemos por actitud religiosa est desfigurado.
La actitud religiosa permite acoger la presencia de lo
trascendente en lo inmanente y la apertura de lo humano
a lo sagrado. Supone pasar el umbral de ser protagonista
de la vida a sentir una presencia que nos resulta fascinante y tremenda al mismo tiempo y ante la cual slo
cabe sobrecogerse y adorar en actitud de rendimiento
total. Y todo ello desde la cercana y familiaridad que nos
revela la cruz, la eucarista y la comunidad eclesial.
Sin esta actitud difcilmente se entra en clima de
oracin o se puede celebrar u n sacramento en todas sus
dimensiones. Cuando esto falta caemos en la tica o la
esttica de lo religioso como proyeccin de las aspiraciones o logros humanos, y la valoracin de las celebraciones
se hacen depender sobre todo del grado de conexin
afectiva-sentimental entre los asistentes, protagonismo
humano de los mismos o de la esttica del rito.
Cuando la actitud religiosa no madura, el creyente
vive desde la psicologa religiosa caracterizada por una
experiencia de Dios formulada desde los deseos, la
heteronoma y la accin mgica de la gracia. Esta forma
118

de vivir lo religioso no ayuda a la maduracin humana y


poco tiene que ver con el evangelio.
La actitud religiosa relacionada con la intencionalidad
del creyente y su mentalidad sacramental nos ayuda
a distinguir lugares y momentos, a vivir desde la fe y a
personalizar los sacramentos.
5. Falta responsabilizarse de la propia situacin a la
liora de participar y recibir los sacramentos.
Preocupados los educadores de la fe porque las
celebraciones se adapten y gusten a los adolescentes y
jvenes, hemos olvidado con frecuencia que el sacramento es un encuentro personal con Cristo para el que hay
que prepararse. No es el olvido de este aspecto nuclear lo
que facilita la participacin, sino todo lo contrario. Adems hemos potenciado en nmero y calidad las celebraciones de la eucarista y hemos olvidado el sacramento de
la reconciliacin tan ntimamente ligado a aquella.
Es necesario redefinir con ms claridad y precisin las
condiciones para participar en la eucarista, la valoracin
responsable de los propios comportamientos y la necesidad de acercarse al sacramento de la penitencia para
desde el perdn vivir la plenitud del Resucitado. El tema
de la vida de la gracia est muy oscurecido en la pastoral
y en la espiritualidad de los jvenes; explicar en qu
consiste, cmo se pierde, se recupera y alimenta es central en la vida de fe entendida como dilogo personal con
Dios y como conversin constante.
Sorprende la novedad, profundidad y emotividad con
que los jvenes viven los sacramentos cuando se les presenta y se les prepara bien, en un ambiente adecuado,
como pueden ser las convivencias espirituales. Lo que
ms llega es la celebracin personal y comunitaria del
perdn, la eucarista y el encuentro consigo mismo en el
silencio y la reflexin.
6. La fe no ocupa el centro de la vida, sino que es
un aspecto ms de la existencia al que se dice dar ms
importancia.
119

En el mundo actual slo caben dos alternativas de


hombre: el que se contempla a s mismo como proyecto
intramundano que se acaba en el espacio y el tiempo, y
el que se comprende a s mismo abierto a la trascendencia y llamado a vivir en plenitud y eternidad. Entre los
que se dicen creyentes est el que entiende la fe como un
apartado ms de su vida que tiene dificultad en relacionarse con los otros aspectos, y el que considera la fe como
el centro de la existencia que globaliza y da sentido a
todas las facetas de la persona situndolas en su lugar e
impidiendo que alguna de ellas se absolutice. Slo este
ltimo es autntico creyente, pues no reconoce ms absoluto que Dios y su justicia.
Cuando la fe, el evangelio y la persona de Jess no es
la opcin fundamental, la mayor parte de los planteamientos cristianos no tienen razn de ser, casi nunca se
comprenden bien y no se asumen del todo. Si no se sale
de este segundo esquema de creyente no se puede llegar
a la madurez de la fe, y el lugar central y nico que no
ocupa Dios lo ocupar algn dolo como el dinero, la
fama, el poder, el sexo, etc. El hombre que tiene a Dios
como nico Seor vive la fe como vocacin, es decir, como
respuesta con toda la persona y para siempre. Slo en
este caso tiene sentido hablar de pastoral vocacional y el
discernimiento vocacional es fcil hacerlo. Quizs la gran
tarea del acompaamiento es ayudar a la persona a
pasar de un esquema a otro, lo cual en el evangelio se
llama conversin.
7. No presentar en los grupos una propuesta alternativa a la tica burguesa.
La tica prevalente viene definida por el individualismo, el goce consumista, la falta de referencias fijas y la
sustitucin de lo verdadero por lo nuevo. Tal es la influencia del ambiente permisivo, que para muchas mentes actuales vivir as es lo normal, no tiene nada negativo
y otras propuestas son alternativas voluntarias para
hroes o santos. Muchos jvenes manipulados por el consumo de sensaciones se sitan en las capas ms super120

ficiales de la existencia y poco a poco estn incapacitados,


con el paso del tiempo, para otros planteamientos. Viven
con una conciencia adormecida y aletargada que nunca
les plantea el vivir ticamente como tarea, pues sobreviven apoyados en u n a multiplicidad de muletas que alivian la tensin del presente pero oscurecen el sentido de
la vida, el significado real de las cosas y la felicidad en
ltimo trmino. Hay excepciones, pero el panorama brevemente descrito afecta a bastantes jvenes, algunos de
ellos con muy pocos recursos familiares y culturales para
poder reaccionar de otro modo. En los ltimos aos hemos reducido la moral a actitudes y todo lo hemos explicado desde esquemas psicosociolgicos que eximen de
responsabilidad al sujeto e introducen el baremo de la
normalidad segn la frecuencia estadstica. La maduracin y el crecimiento lo hemos fiado al paso del tiempo,
al descubrimiento personal y a la no presin exterior de
los comparamientos. Y todo ello envuelto en u n contexto
de mayor sensibilizacin a los aspectos de tica social,
mayor permisividad en la tica sexual y una descalificacin de las instituciones que tradicionalmente han socializado las pautas de comportamiento, tales como la familia, la Iglesia y la escuela. En medio de u n mundo de
tecnificacin, se entienden las facetas de la vida por separado y sin entrar en temas como la responsabilidad, el
sentido, la realizacin de la persona, la superacin de los
problemas, etc. As el adolescente y joven se encuentran
bastante desasistidos, un tanto divididos de manera esquizoide y a merced de la influencia ambiental y de los
medios de comunicacin que deciden negativamente en
los aspectos de la vida que padres, educadores y catequistas hemos abandonado por no saber qu decir, por no
atrevernos a decir o por esperar tiempos mejores.

2.

Autoengaos e n el proceso de conversin

Al realizar el acompaamiento surgen dificultades, que


podemos llamar autoengaos, ms o menos conscientes,
121

que dificultan la maduracin cristiana en los aspectos o


momentos ms crticos o significativos. Las dificultades
ms representativas que se les presentan a los jvenes
son las siguientes:
1. Entender la radicalidad del evangelio como algo
optativo. Sabemos que el camino que marca el evangelio
nunca lo alcanzamos del todo; cada uno percibe la llamada al seguimiento de Jess y busca en interioridad y
radicalidad la respuesta personal e intransferible. El seguimiento de Jess es un dinamismo interior que nos
puede llevar a metas insospechadas; la disponibilidad
para lo que el Seor quiera se traduce en relativizarlo
todo para responder a las invitaciones: Sigeme, Venid y veris, Os har pescadores de hombres.
El orientador no debe cometer el error de presentar el
seguimiento radical de Jess como algo optativo que no
pertenece al cristianismo comn; antes bien, todo su
empeo estar en ayudar al joven a descubrir la radicalidad del evangelio y la vocacin personal en el reino de
Dios.
Cuando el joven percibe las exigencias de la fe tiene
miedo a profundizar en su propia vocacin, pues no viendo con claridad el plan de Dios para l, tampoco se sentir llamado a seguirlo. El animador procurar que el
joven caiga en la cuenta de la falta de madurez humana
y de coherencia entre fe y vida que esta actitud suya
significa.
2. Claridad intelectual plena antes de tomar alguna
decisin. Es claro que la fe y el compromiso no son consecuencia de ideas y argumentos que lleven a conclusiones evidentes. Para comprometerse no hay que esperar a
tenerlo todo claro, porque siempre tendremos alguna
duda y la ltima confirmacin de la vocacin est en la
vivencia de la misma.
Los jvenes ms inquietos y generosos buscan a veces la seguridad total, incluso en los aspectos secundarios
de la identificacin vocacional; con este modo de proceder
122

se estn poniendo los medios como fin y el fin como


medio. As no es posible hacer u n a eleccin vocacional
evanglica. El seguimiento de Jess pide una confianza
total en Aquel que llama y por quien todo se arriesga: S
de quin me he fiado y que mi vida queda en buenas
manos (Jeremas).
3. Dejar fuera de la identificacin vocacional las facetas ms significativas de la vida o la persona. En
muchos grupos cristianos se vive multitud de pequeos
compromisos que tienen ms carcter de activismo o
beneficencia que de compromiso de vida. Con frecuencia,
estas actividades no comprometen la persona del joven ni
los aspectos ms importantes de su vida, como, por ejemplo, los estudios, el dinero, el tiempo libre, el futuro, etc.
No tenemos la impresin de que los jvenes de los
grupos cristianos terminan en su mayora haciendo una
opcin por el estilo de vida burgus, individual y consumista? Esta dificultad se supera si colocamos la opcin
por Jess como lo primero que define el futuro y condiciona el resto de las decisiones que se han de tomar.
4. Atender ms a las limitaciones personales que a la
llamada del Seor Jess. Es frecuente esta tentacin
entre jvenes creyentes que acogen el evangelio y quieren
dar una respuesta generosa, pero se encuentran con sus
limitaciones, defectos e incluso pecados. Fcilmente surge
un cierto voluntarismo moralizante que genera un narcisismo espiritual en virtud del cual nunca se est capacitado para una opcin total y definitiva.
Es ms cristiano poner los ojos en Aquel que nos
puede liberar y salvar que en nuestras pequeas posibilidades. Adems, la respuesta vocacional se apoya en la
fe, es decir, en el fiarse de Aquel que me ha llamado. Al
vivir este dinamismo espiritual es cuando mejor se superan las deficiencias, pues es Dios quien nos convierte y
transforma.
No se trata de no valorar las posibilidades humanas
ni de quemar etapas que llevan a opciones inmaduras;
123

con todo, tampoco se deben posponer indefinidamente las


opciones ms importantes. En ms de una ocasin, cuando se trata de retrasar el compromiso, lo que se hace es
no poner los medios para poder llegar ms adelante a la
clarificacin vocacional.

Si la fe no llega hasta estos reductos de la persona y


su incardinacin social, no estamos totalmente convertidos al evangelio. Opciones como estas pueden resultar
muy dolorosas, pero son profundamente significativas por
lo que tienen de testimonial y martirial.

5. Excusarse en dificultades externas a la opcin


personal. Aqu entran en fuego los obstculos surgidos en
el ambiente familiar, profesional o del grupo de amigos.
Si se tiene clara la decisin a nivel personal, estas dificultades se superan con ms facilidad que las anteriores.
Son pruebas que aquilatan la opcin personal y ponen de
manifiesto cmo la fe en el seor Jess, a veces, supone
romper con lazos de sangre, clase, amistad, cultura, etc.,
para anunciar con ms coherencia y credibilidad la fuerza del evangelio desde la debilidad humana.

7. Proyecto de futuro que no tiene en cuenta a los


pobres. Hemos afirmado que el reino de Dios tiene mucho que ver con que los pobres lleguen a ser realmente los protagonistas de la historia. La base de esta afirmacin es que Dios se ha solidarizado con su causa de
forma gratuita y desconcertante, y desde los pobres nos
llama a la realizacin de un proyecto de hombre y mundo
nuevos.
Este dato teolgico ilumina la misin de la Iglesia y
de cada cristiano. Por lo mismo, la opcin vocacional del
cristiano ser respuesta al cmo y dnde servir ms y
mejor a los pobres de este mundo.
En las sociedades democrticas con ms sensibilidad
por los problemas sociales, los ciudadanos tienden a ser
generosos con los excedentes de sus bienes y a crear
instituciones que atiendan a los menesterosos. Fcilmente justificamos nuestra preocupacin por los necesitados
con las atenciones que a nivel estructural se establecen;
el cristiano tiene que personalizar mucho ms todos los
asuntos referentes al hombre, sobre todo al hombre
necesitado.
Seguir a Jess pasa por la eleccin de una carrera o el
ejercicio de u n a profesin desde las preocupaciones por la
igualdad y participacin de todos los hombres. La familia
cristiana tiene que estar en esta onda solidaria y comunitaria para que sea tambin instrumento de fraternidad
entre los hombres y los pueblos. Las comunidades religiosas y los misioneros sern signos especficos del amor fraternal universal que expresa la utopa del evangelio sostenida por la paternidad de Dios. Ojal los jvenes de los
grupos catecumenales se sientan interiormente cogidos
por el gape cristiano y se abran a la esperanza de arriesgarlo todo, desde Dios, por u n a humanidad mejor.

6. Querer compatibilizar la llamada con cualquier


estilo de vida. En la bibliografa actual cristiana y laica
aparece con frecuencia la necesidad que tenemos de ofrecer alternativas de vida a la sociedad actual.
No se trata, evidentemente, de retirarse o marginarse
del contexto social para encarnar el estilo de vida cristiana. Antes bien, se sitan estas propuestas segn la dialctica del evangelio de san J u a n de estar en el mundo
sin ser del mundo para transformar el mundo.
El espectculo que damos gran parte de los cristianos
es el de vivir cmodamente instalados en una sociedad
que proporciona u n estilo de vida poco o nada acorde
con el evangelio. De esta forma, el reino de Dios no slo no
progresa, sino que se justifica desde la fe algo totalmente
ajeno al querer de Dios y a la humanizacin de los hombres.
En este contexto condicionante es fcil caer en la tentacin de vivir lo cristiano hacindolo compatible con los
contra-valores de nuestro mundo. Por el contrario, hoy
ms que nunca hay que presentar la opcin de fe y
compromiso cristiano como la realizacin de alternativas
de vida que dan sentido utpico a la vida humana. No
todas las profesiones, actuaciones y estilos son mnimamente compatibles con el ser cristiano.
124

125

vyaptulo

11

Acompaamiento espiritual
y discernimiento vocacional

El seguimiento de Jess nos lleva a descubrir la voluntad


de Dios para cada uno y cmo esta se concreta aqu y
ahora en las circunstancias personales e histricas. La
vocacin de cada uno es intransferible y pide respuesta
sin engaos ni dilaciones. Responder vocacionalmente
con toda la persona y en toda la vida es el objetivo de la
pastoral de la Iglesia. De alcanzar esta meta depende en
gran parte la madurez cristiana y la realizacin personal.
Dios quiere para nosotros lo mejor y nos da la gracia que
necesitamos para corresponder a lo que nos pida. Una de
las tareas prioritarias del acompaamiento personal consiste en el discernimiento vocacional. Exponemos a continuacin cmo se sita el discernimiento vocacional en la
pastoral juvenil. Cules son sus contenidos y dinamismos
y cmo debe ser el papel del acompaante.

1. La pastoral vocacional e n la pastoral juvenil


La pastoral juvenil y la pastoral vocacional no son dos
pastorales paralelas con proyectos autnomos e incomunicados, sino que la pastoral juvenil debe concebirse
y hacerse toda ella con perspectiva vocacional. Por consiguiente, las opciones de fondo y los planteamientos de
127

u n a y otra pastoral deben estar perfectamente entroncados y ser convergentes. Dentro de este planteamiento
general cabe hacer una precisin: es necesario y urgente
intensificar lo vocacional especfico en las etapas posteriores a la convocatoria e iniciacin. La pastoral a las vocaciones especficas supone lo genrico, no es u n aadido,
sino la concretizacin de la globalidad. El carisma comn
a todo bautizado es vivir como tal en medio de los retos
de la historia; esto debe actualizarse y concretarse en
cada uno segn la voluntad de Dios expresada en la
llamada vocacional. El sujeto fundamental de la pastoral
vocacional es la comunidad convocante, pues ella es la
que interroga (provoca), acompaa (proceso de maduracin) y recibe (identificacin vocacional). La propuesta del
reino de Dios se traduce en ser hermano y discpulo, y la
comunidad cristiana aparece como el lugar e instrumento
privilegiado al servicio del Reino; la comunidad cristiana,
cualquiera que sea en sus mltiples formas y modalidades, debe ser una invitacin y cauce concreto para encontrar el propio proyecto de vida.

2.

E n la etapa de profundizacin d e b e n hacerse


las propuestas vocacionales explcitas

En esta etapa se profundizan los aspectos ms importantes de la vivencia de la fe, como son la cristologa, la
oracin y los sacramentos, las exigencias de la comunidad y los aspectos del compromiso (afectividad, profesin y pertenencia). En este momento del proceso de
maduracin la pregunta central consiste en ver con quin
vivir, amar, dar la vida, trabajar y pertenecer. Responder a esta pregunta exige un acompaamiento-discernimiento personal segn el proyecto de formacin y la
presencia del acompaante, pues ambos constituyen los
elementos de contraste personal que facilitan el crecimiento. P a r a ello:

repercusin en la conciencia. El acompaante ilumina


esta bsqueda de la voluntad de Dios a travs de la
relectura de la vida desde Jess y su evangelio.
Necesidad de mbitos de silencio y ayuno que purifiquen los intereses personales y ayuden al joven a descentrarse de s y centrarse en Dios y su voluntad. Slo en el
yo profundo se puede encontrar la voz de Dios, las llamadas angustiosas de los hombres y sentir las intuiciones
del corazn.
Discernir desde los valores del Reino que son: la opcin
preferencial por los ms pobres, la pertenencia comunitaria y la actitud de disponibilidad. Estos valores no se
imponen desde fuera ni son fruto del esfuerzo voluntarista; por el contrario, deben ser descubiertos y acogidos
para que nos alcancen a nosotros.
Carcter totalizante de la vocacin. En la dimensin
psicolgica y en la dimensin de fe la persona debe sentirse alcanzada globalmente porque todos los aspectos
vitales se van a ver implicados en u n proyecto totalizante. Se pone en juego toda la persona y su futuro; con lo
cual, todo queda relativizado y subordinado a la opcin
fundamental.
Dialctica entre identidad personal y pertenencia
institucional. Los valores se encarnan en modelos y la
formacin se realiza a travs de cauces concretos que
posibilitan y mediatizan la identificacin vocacional. Slo
quien escoge y concreta puede madurar; slo quien vive
en actitud de apertura creativa sin dejarse ahogar por las
estructuras llegar a ser persona lograda y fiel al dinamismo de la gracia.

Dilogo que ayuda a objetiuizar la experiencia y su


128

129

3.

Atencin a los elementos afectivos


del proceso vocacional

La maduracin de la persona tiene mucho que ver con la


coherencia entre la cabeza (razn) y el corazn (afectividad) superando toda polarizacin o reduccionismo. Hay
un saber vital que consiste en saborear la existencia y
conducir la propia vida de manera que uno sea lo que
realmente quiere y se realice plenamente como persona
libre, feliz y solidaria, tres aspectos que son inseparables
en la persona desde cualquier antropologa humanista.
Llegar a esta sabidura es u n proceso lento, con etapas y dinamismo especficos. Implica los siguientes pasos:
1. Receptividad a travs del:
a) Reconocimiento de datos personales, histricos,
religiosos, eclesiales, etc. Qu se nos quiere comunicar
en y a travs de ellos? La respuesta implica percibir las
llamadas profundas, la invitacin de Dios, los signos de
los tiempos, las posibilidades, etc.
b) Comprensin del contenido que se encierra en
un mensaje. A partir de los datos anteriores se relee
la palabra de Dios y se aceptan las interpelaciones del
evangelio. Supone afn receptor acompaado de un caer
en la cuenta y de actitud de apertura a toda interpelacin.
2. Respuesta a lo que se ha percibido y que lleva a:
a) Aplicar todo ello a una nueva situacin en la que
se quiere responder, se desea responder, se encuentra a
gusto respondiendo y puede llegar al herosmo de dar la
vida en y por el compromiso tomado.
b) Anlisis del porqu quiero responder as, aqu, en
esto, etc. Se trata de llegar a los valores que subyacen a
las respuestas que se van tomando. El valor supremo y
ltimo de Jess fue el Reino como cumplimiento de la
voluntad del Padre. Las actitudes de Jess fueron aceptar preferencialmente estos valores y comprometerse con
ellos en una entrega total.
130

3. Consecuencias de lo descubierto y aceptado para


organizar la vida a partir de ahora. Supone una nueva
sntesis vital que pasar a caracterizar el ser y actuar de
la persona que se siente alcanzada por la lectura de la
vida desde la persona y el evangelio de Jess.
Los valores, si son autnticos, cogen por dentro a la
persona, es decir, alcanzan la esfera afectiva y desde ah
se conoce, como dice san Ignacio, para ms amar y
para ms seguir; es necesario comprender y amar antes
de responder. La vocacin de cada uno es un modo de ser
que engloba al modo de relacionarse y lo que se hace; uno
y otro aspecto se viven en un contexto socio-histrico en el
que hay que encarnarse, previo un anlisis crtico-creyente. La palabra de Dios y la accin del Espritu ayudan a
anticipar la utopa del Reino a travs de actitudes testimoniales y de gestos personales y comunitarios.
Tener vocacin es sentirse llamado a algo que pone en
juego toda la persona desde una actitud de conversin y
para el anuncio-construccin del Reino. La cuestin candente de la pastoral juvenil consiste en comprobar si
ayudamos o no a los jvenes a hacer proyectos que
globalicen toda su vida y realidad. En este sentido, la
concepcin cristiana choca y es irreconciliable con determinadas antropologas reduccionistas que absolutizan u n
aspecto de la persona y cercenan otros. La antropologa
cristiana es heterocntrica, pues concibe la plena realizacin del yo en la apertura relacional comprometida con el
T de Dios y el t de los otros y para otros. Esta apertura
al Dios revelado en Jess y a los ms pobres se hace
proyecto de vida en fidelidad; ahora bien, descubrir y
optar por este proyecto vocacional exige un proceso educativo y el ejercicio del discernimiento cristiano.

4.

El acompaante espiritual ayuda a formular


el proyecto vocacional de vida

El deseo y la aspiracin bsica y fundamental de todo ser


humano es ser feliz y encontrar la felicidad por los medios
131

adecuados. Aun permaneciendo esta actitud, no siempre


se es feliz porque fallan los medios; ms an, se impide
y traiciona radicalmente la posibilidad de ser feliz cuando
los medios se transforman en fines. Los jvenes de hoy
sufren la falta de utopas globalizadoras que orienten e
impulsen el caminar y la bsqueda de sentido; padecemos tambin una abundancia informativa sin referencias
que posibiliten su valoracin y ordenacin. Si a ello aadimos el ambiente hedonista y erotizado que todo lo
envuelve, obtenemos como resultado una inseguridad
existencial por la falta de valores y modelos que propicien
la identidad personal y la toma de decisiones. Sin decisiones importantes la adolescencia se prolonga indefinidamente y puede llegar a colorear la vida entera del adulto.
La vocacin a la que todos estamos llamados es la de
ser plenamente felices respetando nuestra propia autonoma y condicin; el hombre es feliz cuando se abre al
dinamismo de amor y desde ah plantea todo lo dems.
Dentro de estas coordenadas se sita la visin cristiana
de lo que llamamos vocacin, compromiso y proyecto.
Conviene clarificar y distinguir bien estos trminos para
mejor matizar el proceso de acompaamiento encaminado al discernimiento vocacional, meta de la pastoral juvenil y del acompaamiento espiritual.

Vocacin
Todos los hombres estamos llamados a acoger el amor de
Dios revelado en Cristo Jess, muerto y resucitado por
nuestros pecados, y presente por el Espritu en la Iglesia
y en el mundo. Intentar vivir desde este amor y por este
amor hace de Dios el centro de la persona, el motor de la
vida y el horizonte de la historia. Podemos amar porque
primero hemos sido amados por Dios de una forma insospechada y desbordante. Aprender a ser queridos por Dios
y desde ah amar a los otros con el corazn, la cabeza y
la voluntad es la vocacin a la que todos estamos llamados por el bautismo y la confirmacin.
132

Compromiso
Si somos queridos por Dios y queremos a los dems, si el
horizonte del reino de Dios es la fraternidad universal, si
hay que transformar el mundo, qu hacemos con nuestra vida y posibilidades? Para poder responder a este
interrogante necesitamos or y sentir los gritos de los
hombres de nuestros das, sus angustias y aspiraciones,
sus fracasos y frustraciones, sus engaos e idolatras.
Para hacer de toda la vida una accin comprometida hay
que empezar por analizar la realidad desde los datos que
nos proporcionan las ciencias humanas iluminadas por la
palabra de Dios. La meta es situarse de forma empeativo-transformadora ante la realidad h u m a n a pero
para ello necesitamos saber qu pasa y qu tenemos que
hacer, lo cual requiere un mtodo de anlisis creyente
de las situaciones plurales y cambiantes. Realidad humana interpelante, iluminacin con la palabra de Dios y
actitud comprometida son los elementos de la liberacin
cristiana.

Proyecto
En la medida en que se pone el amor de Dios en relacin
con las realidades histricas y eclesiales, se va descubriendo lo que personalmente y de manera concreta se
puede hacer para no ser conformistas y pactar con la
injusticia. Lo que cada uno puede hacer previo conocimiento personal de aptitudes, anlisis de la realidad circundante y discernimiento de la voluntad de Dios, se
convierte en deber, es decir, en exigencia personal libremente asumida como camino de salvacin y realizacin
humana en solidaridad con los ms necesitados.
A la hora de elaborar el proyecto, el miedo a comprometernos, a comprometer el futuro que es el autntico compromiso, nos lleva a vivir de apariencias y
sucedneos que nos impiden radicalmente ser felices, ya
que la felicidad supone la integracin del espacio (reali133

dad humana) y el tiempo (historia). Para poder hacer el


proyecto personal:
No hay que dejarse dominar por el pasado que ata,
aunque haya que tenerlo en cuenta.
No hay que aplazar indefinidamente las decisiones, pues el futuro no comprometido miente, ya que detrs de nada hay nada. El futuro est en germen en el
presente que, regado por el pasado y abierto al futuro,
aparece como posibilidad kairos de gracia y salvacin.
La voluntad de Dios, a travs de las necesidades
humanas y de salvacin, pide u n a respuesta aqu y
ahora. En esta respuesta se compromete la responsabilidad, la fidelidad del creyente y la realizacin segn el
evangelio.
5.

Cmo se h a c e el proyecto de vida?

Para que un proyecto sea cristiano debe corresponder al


proyecto del Reino, que exige al creyente arriesgarse en
los aspectos importantes y fundamentales de su existencia. La expresin del riesgo y radicalidad del proyecto de
vida se mide por la convergencia y unificacin de la realidad exterior e interior de la persona. Por lo mismo, el
proyecto antes que nada es u n a actitud que unifica cabeza, corazn, voluntad y accin. Esta actitud surge como
resultante de una vida planteada y vivida desde la persona y el evangelio de Jess, es decir, desde el mandamiento del amor. Este valor acta como el valor central
desde el que se relativiza u ordena todo lo dems: conciencia, relaciones y estructuras. Al organizar el amor la
jerarqua de valores y relaciones, surgen las opciones
bsicas a nivel personal, social y poltico que son paradigma de una vida comprometida.
1.

Opciones a nivel personal.


La profesin y el estado de vida son las dos realidades
que centran la vida del adulto y le insertan de modo
significativo en la sociedad. Veamos cada u n a de ellas por
separado.
134

Profesin. Las profesiones constituyen el medio y las


plataformas de participacin en las estructuras socio-laborales desde las que se pueden mejorar las relaciones y
el modelo de sociedad. A la hora de seleccionar los criterios para elegir u n a u otra profesin, el creyente debe
primar la motivacin de influir por el trabajo qu trabajo, cmo ejercer la profesin, desde dnde, para quin,
con quin en la humanizacin de las estructuras. El
tipo de cultura que subyace a toda orientacin profesional
tiene que ver con el tipo de hombre y de sociedad que se
busca; el cristiano opta por los valores solidarios y la
participacin en todos los niveles.
Estado de vida. En esta opcin estn implicadas las
inclinaciones ms bsicas del ser humano, pues alcanza
lo ms ntimo del hombre y la mujer, la afectividad. Para
el creyente hay dos opciones: el matrimonio y el celibato
por el Reino.
El matrimonio. El surgimiento de la pareja y el
noviazgo ha supuesto para muchos creyentes el abandono del grupo, la militancia y los planteamientos evanglicos. Todo ello se ha debido a u n a concepcin del matrimonio burguesa, individualista y sometida a intereses
exclusivamente afectivos. Si el estado de vida es u n a
opcin global y totalizante, son los dos componentes de la
pareja los que deben realizar juntos un proyecto vocacional de vida segn los valores del evangelio y con referencia a la comunidad cristiana. Esto dar u n estilo nuevo
a las relaciones afectivas, presencia solidaria, vida matrimonial, insercin eclesial, etc.
El celibato por el Reino. El celibato evanglico es
signo claro de entrega, servicio y actitud proftica. La
renuncia a vivir la afectividad en un contexto erticosexual debe traducirse en una mayor presencia entre los
pobres como sacramento de Cristo y de la accin del
Espritu. Los valores de universalidad y disponibilidad
son los que mejor especifican el celibato por el Reino.
Matrimonio y celibato, como carismas y formas distintas
de vivir el amor, se complementan mutuamente. El celi135

bato recuerda constantemente que el amor cristiano es


incondicional, fraternal y universal empezando por los
ms pobres; el matrimonio recuerda de manera concreta
que la eficacia en el amor tiene que ser tambin afectiva
y concreta, para no caer en idealismos o ascetismos que
separan de la realidad y potencian el individualismo no
comprometido.
2.

Opciones a nivel social.


El barrio donde se vive, la accin sindical, el compromiso cultural-educacional y la parroquia son las estructuras donde la persona vive y acta en lo cotidiano de
cada da. La opcin base es la de la encarnacin en actitud solidaria, concientizadora y comunitaria.
El creyente y la comunidad a la que pertenece no
pueden ser meros espectadores de lo que sucede, sino que
por la presencia, el testimonio y la evangelizacin procuran construir el reino de Dios. Hoy ms que nunca se
necesita una actitud de no dejarse manipular, de superar
el consumismo y de redescubrir los valores fundamentales de la vida; ayudar a tomar conciencia de lo que significa ser hombre es imprescindible para encontrar la
propia identidad personal y social. Las mismas estructuras de las obras eclesiales deben ser modelo y referencia
de los valores evanglicos y de lo que el cristiano trata de
conseguir en la sociedad.
3.

Opciones a nivel poltico.


La salvacin cristiana es una propuesta de liberacin
total y el reino de Dios tiene su traduccin en cada
momento histrico sin identificarse con ningn modelo
concreto. Las exigencias de los valores del Reino tambin
alcanzan la esfera de lo econmico y de lo poltico. Ante
estas realidades la Iglesia y cada creyente nunca es neutral, sino que de u n a u otra manera se toma partido; la
cuestin de fondo es si las opciones tomadas son las ms
evanglicas. El mandamiento del amor tiene implicaciones polticas; en la actuacin poltica el cristiano debe
tomar partido por los ms pobres que luchan por la con136

secucin de las metas mnimas y bsicas de la existencia


humana. Estos objetivos fundamentales de humanizacin deben ser reledos en cada poca y situacin sociohistrica. Las opciones de partido que algunos cristianos
hacen, deben asumir los siguientes requisitos:
La opcin poltica debe ser la consecuencia de un
proceso de compromisos profesionales y sociales.
La poltica debe vivirse desde la cosmovisin de
la fe, sin que esto suponga negar la autonoma de lo
humano.
La opcin poltica no puede hacerse sin tener en
cuenta el dilogo con la comunidad. Si la comunidad es
el punto de partida de la vivencia de la fe, desde ella hay
que vivir tambin todas las dems opciones. Exige
comunidades maduras que asuman el pluralismo desde
la unidad en lo fundamental: la fe en Jesucristo, la primaca del amor y el horizonte de la esperanza.
Todos los compromisos del cristiano se plantean y
viven desde la fuerza interior que es Jess y su Reino; no
hay compromiso autntico que no parta de la vida interior que asegure la coherencia entre lo interior y lo exterior y posibilite el anuncio de la Buena Noticia. Es decir,
la evangelizacin en sus mltiples modalidades es lo
nuclear del compromiso cristiano. Los diferentes compromisos de las comunidades y los cristianos no pueden vivirse al margen de la animacin de catecumenados juveniles a los que los jvenes se sienten convocados
y aprenden en el seguimiento de Jess a testimoniar y
trabajar por los valores evanglicos desde la conversin
personal. Para esta labor es imprescindible la formacin
de jvenes evangelizadores y catequistas de otros jvenes, profundamente creyentes, que viven su fe en comunidades encarnadas en la realidad que hay que transformar y salvar.

137

6. Asegurar la dinmica propia


del discernimiento cristiano
Segn la definicin de J. Bots por discernimiento cristiano entendemos: Bajo qu condiciones y siguiendo qu
proceso puede u n a comunidad o grupo llegar a tomar u n a
decisin que no venga empujada por motivaciones meramente racionales o emotivas, derivadas del inters, sino
a la luz de la voluntad de Dios.
El objetivo de este apartado es definir las condiciones
y el proceso para poder hacer un buen discernimiento, y
que este sea cristiano. La preocupacin del catequista de
adolescentes y jvenes es: cmo alumbrar en cada etapa
la experiencia de Dios que vaya preparando la opcin
vocacional?
Antes de entrar en las actitudes para hacer un buen
discernimiento y en las fases del proceso de discernimiento, fijemos nuestra atencin en los requisitos previos:
a) Superar la tentacin de huir de la propia historia.
Nos referimos al ambiente, cualidades, posibilidades,
defectos y limitaciones de cada persona. No puede haber
discernimiento verdadero y apropiado si no es desde el
conocimiento propio sin dejarse agobiar por el mismo,
pues la actitud creyente se define por salir de la propia
casa, fiarse de la promesa de Dios y caminar hacia
la tierra prometida. Lo que ms nos cuesta es mantener la esperanza en medio de la realidad frustrante y
conflictiva, pero ah es donde la gracia de Dios manifiesta
ms su fuerza y su poder.
b) Enlazar pasado, presente y futuro desde el
descubrimiento de la historia de los hombres llena de
contrastes, desigualdades e injusticias.
El proyecto de fraternidad es el nico que puede hermanar, sin polarizaciones o reduccionismos, la igualdad
y la libertad. La solucin tcnica de los problemas pasa
por la solidaridad y esta slo se empuja desde la vivencia
de la fraternidad. La revolucin solidaria exige la mili138

tancia integral, es decir, testimonio y profeca como base


de toda accin para que la revolucin no se quede en
burocracia adornada por principios ticos y facilitadora
de comportamientos burgueses e insolidaris.
c) Inventar lo que est pasando para que se explicite
la historia de la salvacin.
Vivir el presente con todas sus limitaciones y contradicciones sabiendo que a pesar de todo la vida triunfa y
camina hacia la plenitud, porque Cristo resucitado es el
gran Viviente, principio y fin de la historia. Estamos
hablando de la relacin dialctica entre utopa y realidad;
hay que palpar la densidad de la historia y aventurarse
por lo no probable, pero s posible, sin rendirse a la tozudez de los hechos ni entregarse a idealismos fuera de la
realidad. Hay que inventar desde el origen, es decir,
desde la memoria del acontecimiento pascual y abrir
expectativas hacia la plenitud, sin olvidar que esto exige
una actitud martirial. El principio de todo es Amaos
como yo os he amado; desde ah hay que mantener los
medios en su sitio e impedir que se hagan fines. Importa
mucho medir los cornos: cmo ser hijo, cmo ser hermano,
cmo ser pueblo, cmo ser alternativa, cmo encarnar la
utopa, cmo poner a producir las intuiciones, cmo ser
concreto, cmo ser fiel, etc. El discernimiento se hace
siempre desde la percepcin de dnde se est, y a travs
de la sntesis de lo vivido avanzar sabiendo cul es el
paso siguiente. En este proceso necesitamos dar nombre
a lo que hemos intuido y para ello precisamos los criterios
del discernimiento que hizo Jess, actitudes adecuadas y
seguir la metodologa del discernimiento.
1. El discernimiento de Jess.
Jess era Dios desde el primer momento de la encarnacin y traa la misin de hacer la voluntad del Padre
para salvar a la humanidad. Con todo, fue viviendo el
cmo de su misin a travs de las situaciones socio-histricas que le rodearon; para ello super las tentaciones
del tener, saber y dominar y opt por el ser, servir y
139

compartir a travs de la solidaridad con los pobres, enfermos, pecadores y marginados. De la conducta de Jess
podemos sacar los siguientes criterios de discernimiento:
No es suficiente optar por u n fin bueno, pues
tan importante como eso es la eleccin de los
medios.
Jess no eligi los medios ms eficaces segn
la mentalidad e inters de los hombres; al contrario, todo lo plante desde la solidaridad con el
dbil.
Eligi una solidaridad parcial (preferencial
respecto del pobre, sin lmites (am a todos) y
conflictiva (hasta el extremo de dar la vida).
2. Actitudes previas para un buen discernimiento.
Con las palabras previas se indican las actitudes sin
las cuales no se puede dar un discernimiento libre de
intereses racionales o afectivos y en consonancia con la
voluntad de Dios. Las principales actitudes son:
Buscar ante todo y sobre todo la voluntad de Dios.
El reino de Dios es el horizonte nico desde el que se
encuentra lo que Dios pide para cada uno.
Es necesario integrar y utilizar las aportaciones de
las ciencias humanas, pues el evangelio no da respuesta
a los problemas, aunque s los ilumina y redimensiona.
Descentrarse de los esquemas e intereses personales que actan a modo de ideologa justificadora para
centrarse en Dios y su justicia. nicamente se puede
romper este crculo ideolgico desde la opcin preferencial
por los pobres.
Plantearse todas las pequeas opciones desde la
opcin fundamental cristiana: Jesucristo, su causa y
mensaje. Sin este centro de consistencia es difcil la fidelidad, la coherencia y el sentido de la vida.
3. Etapas del proceso de discernimiento.
Entramos ahora en el aspecto metodolgico que asegura que el proceso llegue al final:
Lo primero de todo es centrar bien el contenido
140

sobre lo que se quiere discernir. Acotada la materia es


preciso recalcar que se discierne sobre los medios y no
sobre el fin, que se da por supuesto: hacer la voluntad de
Dios.
Situarse mental y afectivamente en la presencia
de Dios, en actitud de indiferencia respecto del propio
querer e inters para que se pueda dar la diferencia a
favor de Dios y su causa. Ponerse en manos de Dios y
estar dispuesto a todo, sea lo que sea, en actitud de
confianza y disponibilidad.
Tiempo de anlisis y reflexin en contexto de oracin para ver qu mociones se sienten y poder comunicar
desde la propia conciencia lo que se haya intuido.
Compartir con la persona que acompaa todo lo
que se va sintiendo desde el conocimiento interior de
Jesucristo, y en la bsqueda de lo que Dios quiere. As se
asegura la objetividad en la toma de decisiones.
La toma de decisiones que se hayan discernido
como las ms apropiadas y que se leen como voluntad de
Dios; slo la puesta en prctica de estas decisiones puede
confirmar si se est en lo cierto o no.
A modo de conclusin digamos que no hay discernimiento sin ruptura con los criterios del mundo, lo cual
exige vigilancia y valenta, pues las decisiones discernidas van a afectar si se asumen todas las facetas
de la vida humana y el futuro de la persona. El quehacer de la pastoral juvenil que no llegue a estos niveles de
profundidad traiciona su presupuesto fundamental: ayudar a la maduracin de la vocacin, lo cual no se puede
hacer sin buscar y encontrar la voluntad de Dios para
cada uno que se concreta en el proyecto de vida.
4.

Tiempos para hacer sana y buena eleccin.


El discernimiento lleva tiempo porque parte del conocimiento vivencial de Jess al que no se llega sino es por
la interiorizacin y personalizacin de la fe. Es decir,
exige libertad interior para elegir algo que engloba toda
la persona y tiene carcter de radicalidad. Llegar a afirmar como san Pablo en Flp 3,8: Cualquier cosa tengo
141

por prdida al lado de lo grande que es haber conocido


personalmente a Cristo Jess, mi Seor, es una gracia
que hay que pedir desde una actitud de humildad y estando muy atento a la accin del Espritu.
No se puede llegar hasta el final si no es quitando lo
desordenado que me impide responder adecuadamente.
P a r a ello hay que ver los engaos, proyecciones y
justificaciones que uno se hace para hacer primar su
proyecto sobre el querer de Dios manifestado a travs de
los acontecimientos eclesiales e histricos. Slo superando
estos obstculos y sintindose seducido por Cristo (cf
Gal 2,20) se puede uno lanzar a la locura del seguimiento
y tomar las decisiones ms arriesgadas sustentadas en el
homo serviens y el Abb, que dan la fidelidad en los
momentos de crisis y mantienen el proyecto de ojos
nuevos y manos nuevas para que el mundo sea Reino.
Porque Yo estoy con vosotros hasta el final, no tengis
miedo y dad de balde, lo que de balde habis recibido.
Este camino se hace cada da; con todo, hay situaciones en que se intensifica el discernimiento por las decisiones que se tienen que tomar o el momento personal
que uno atraviesa; nos referimos a los encuentros o
ejercicios de discernimiento con duracin de ocho das a
un mes.
7.

Estructuracin del acompaamiento


que posibilite el discernimiento vocacional

Estamos ante la experiencia que acta como hilo conductor de todo el proceso de maduracin de la fe al que sirve
la pastoral juvenil-vocacional. En este hilo conductor se
van a ir colgando todas las dems piezas y elementos,
vlidos en s mismos, pero que si no tienen soporte no
encajan bien y terminan por desaparecer.
La primera exigencia del acompaamiento es que no
es u n a actividad voluntaria, sino el elemento constitutivo
que da unidad a todo lo dems a travs de la personalizacin; por ello J u a n Pablo II define el acompaamiento
142

sobre todo si va unido al sacramento de la reconciliacin como una escuela sistemtica de vida interior
(Mensaje a los jvenes en el ao de la juventud 1985). Si
es algo sistemtico debe estar perfectamente estructurado, no para ahogar la creatividad, sino para liberar
energas y facilitar la consecucin de los objetivos propuestos. Vamos a describir brevemente la estructura del
acompaamiento personal, es decir, lo que tiene que ir
viviendo la persona en lo profundo de su vida y que est
ms all de los temas y actividades, y donde el grupo
como tal o cada uno por sus propios medios o posibilidades difcilmente puede llegar. Para ello vamos a recopilar
y organizar muchas cosas sabidas y expuestas para verlas de manera orgnica y funcional:
1. Punto de partida.
Ser cristiano se define como la bsqueda de la voluntad de Dios en la vida y su concrecin en cmo, dnde
y con quin va a ser vivida. A ello nos ayuda el seguimiento de J e s s vivido en grupo catecumenal y el
conocimiento interior del misterio cristiano que hay que
sentir y gustar.
El acompaamiento asegura la objetividad, tanto en
el encuentro con uno mismo como en el conocimiento de
Cristo. Se pide al acompaado cierta docilidad al Espritu
que impida cualquier manipulacin de lo que Dios quiere.
La bsqueda seria y sincera de la voluntad de Dios exige
someterse a una cierta disciplina que lleva a compartir
peridicamente la vida desde lo profundo del yo, pues
tanto el acompaante como el acompaado tratan de
guiarse y fiarse de la fe. Es fundamental asumir este
proceso de mutuo acuerdo.
2. El rol del acompaante.
En el proceso de rastrear el paso de Dios por la vida
de las personas el rol del acompaante es el de:
Objetivizar lo que pasa con la mayor fidelidad posible; para ello acta como espejo de lo que ocurre y
testigo de la fidelidad a Dios.
143

Pedagogo por la propuesta de tareas que ayudan


al joven a caminar y a evaluar los logros obtenidos.
Experto sapiencial en discernimiento de espritus
que facilita la lectura de lo que pasa para encontrar el
significado-sentido de las cosas y ver por dnde se quiere
caminar.
Apoyo y estmulo que facilita la superacin de las
dificultades y sostiene los nimos.
3.

El sujeto que vive el acompaamiento.


El acompaado debe asumir el hablar desde lo profundo de su ser sabiendo que cuando se da esta comunicacin la persona es aceptada y querida incondicional e
independientemente de lo que comunique. Con todo, tiene que controlar la transferencia de emociones y sentimientos para asegurar la objetividad de la relacin. Existen unas reglas de discernimiento y acompaamiento que
deben ser voluntariamente aceptadas, ya que todo ello va
encaminado a suscitar en la persona que busca la voluntad de Dios la actitud de indiferencia para que lo que
Dios quiera pueda ser conocido y gozosamente aceptado.
Aspectos que deben ser discernidos respecto de:
El sujeto que hace la experiencia: qu historia ha
vivido, qu experiencias tiene, motivaciones, propuestas
concretas, capacidad de opcin, etc.
El momento que se est viviendo: e t a p a de
purificacin (conversin a Jess y a los pobres), etapa
de eleccin (disponibilidad para...) y etapa de confirmacin (caminar en la decisin tomada).
Las mociones que siente el sujeto, tanto de
consolacin como de desolacin. Es necesario situarse a
niveles afectivos donde surgen las intuiciones de cara al
futuro y ah preguntar: cmo brota el amor de Cristo?,
cmo se traduce en opcin por los pobres? y cmo se
percibe: con paz o agresividad?
4. Directividad I no directividad en el proceso.
El acompaante debe tomar una actitud directiva res144

pecto del mtodo y no directiva con respecto al proceso


que va siguiendo la persona.
El acompaado vive el proceso desde la actitud de
disponibilidad, es decir, de confianza y descentramiento
personal; al llegar al momento de la eleccin debe haber
un cambio de inflexin y la iniciativa le corresponde al
sujeto que hace el discernimiento.
La entrevista es el momento en que se pone en comn
lo que va sucediendo en la experiencia del orientado para
buscar acompaado y acompaante con pticas distintas,
pero complementarias, el paso de Dios por la vida de la
persona.
La entrevista debe ser peridica, con espacios mayores o menores de tiempo segn la etapa y situacin de la
persona, no excesivamente larga, centrada en la persona
que discierne y con preguntas concretas y abiertas que
faciliten la comunicacin personal y profunda.
La entrevista debe terminar proponiendo al orientado
tareas claras, factibles, programadas, evaluables y en
lnea de lo que se va descubriendo y del objeto que se
busca discernir.
Momentos en que se intensifica el proceso.
El acompaamiento requiere momentos de encuentro
donde en ambiente adecuado y con ms tiempo tanto
a nivel de grupo como de manera personal se pueda
profundizar en el discernimiento. Nos referimos a las
convivencias cristianas (l 2 y 2S BUP - FP I), ejercicios
espirituales (3S de BUP - COU - FP II) y otros encuentros
que tengan durante el curso, como Pascua juvenil o la
variedad de encuentros de verano. A partir de 3 S de BUP
y COU es muy importante el acompaamiento personal,
ya que entre la adolescencia y los primeros aos de carrera cristalizan y se dan las opciones fundamentales y,
en consecuencia, se encaminan los proyectos de vida. En
estos aos debe hacerse y surgir la propuesta de compromisos de por vida. El perodo de descubrimiento, interiorizacin y socializacin de la vocacin no debe precipitarse, pero tampoco alargarse indefinidamente, pues la
145

duda constante debilita la capacidad de decisin y entrega de la persona.


Pedaggicamente hay que hacer proyectos a corto
plazo, que sean evaluables y cuenten con el apoyo del
grupo y de la gracia de Dios. El elemento fundamental
del proceso que ayuda a la maduracin es la toma de
decisiones y las opciones comprometidas, pues ayudan a
personalizar ideas, a salir de la ambigedad y a ir marcando el camino en el futuro. El acompaante debe ser
muy flexible y paciente, pero con ideas muy claras de su
funcin y cometido, y el acompaado debe tener la humildad suficiente de saber que est en los caminos de Dios,
le queda mucho por descubrir y que la mejor actitud es
la de dejarse sorprender en el camino del Seor que ha
emprendido en muchos casos con ms voluntarismo
que confianza en la gracia de Dios.

8.

El discernimiento de los proyectos de vida:


presbtero, religioso, laico

Lo propio del proceso del que hemos estado hablando


constantemente y que hay que acompaar es el proceso
interior de iluminacin y cambio, que fundamenta la
identidad y las decisiones de cara al futuro. La identificacin vocacional la hemos definido como el hilo conductor del proceso catecumenal y la etapa culminatoria del
mismo; al servicio de la identificacin vocacional est el
discernimiento, que debe integrarse en la maduracin de
la fe como un estilo de vida que todo lo envuelve con
dinamismo y elementos propios.
La Iglesia ministerial es el mbito prximo y referencial donde todo esto se vive; hablar de la estructura
ministerial de la Iglesia es abordar el porqu de la Iglesia
en el mundo: ser sacramento de Cristo e instrumento de
salvacin. El modelo de todo ministerio es el homo serviens, que trata de liberar integralmente al hombre y as
cumplir la voluntad de Dios. Ministerios y servicios surgen en las comunidades y son necesarios para la madu146

racin de las mismas comunidades. Lo propio de la comunidad cristiana es la corresponsabilidad, pero de forma
diferenciada; toda la comunidad es ministerial, pero no
todos ejercen las mismas funciones ni de la misma manera. El cmo y dnde del proyecto personal debe ser
discernido desde el modo peculiar como nos interpela el
Reino a travs de las mociones del Espritu y de las
llamadas de los ms prximos y necesitados.
La catequesis de los jvenes ha de tender a la creacin de comunidades cristianas juveniles, en las que la
presencia de jvenes matrimonios militantes pueden
ayudarles a enfrentarse con su propio futuro, y, adems,
ha de fomentar que los propios jvenes sean catequistas
de otros jvenes (CC 248).
1. Elementos constitutivos de la identificacin vocacional.
El proyecto cristiano de vida, cualquiera que sea, se
articula alrededor de estos tres ejes: la opcin fundamental por Cristo y su evangelio desde u n conocimiento experiencial, la incorporacin a la comunidad cristiana
adulta por el sacramento de la confirmacin, la participacin en la e u c a r i s t a , y la a s u n c i n de opciones
comprometidas y vividas vocacionalmente, que llevan a
asumir de forma estable y pblica el compromiso por el
Reino. El ejercicio responsable y constante de los ministerios y servicios laicales debera ser la va principal de
acceso al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada.
Con los elementos comunes y constitutivos se articulan las vocaciones especficas de la forma siguiente:
Presbtero. Ser hermano ante los hermanos
presencializando a Cristo cabeza, el Seor resucitado que
convoca, alimenta y sostiene a la comunidad en el
peregrinar por el mundo para que sea mbito e instrumento privilegiado de la nueva humanidad.
Religioso. Ser hermano con y desde los hermanos
menos hermanos, presencializando a Cristo en su opcin
preferencial por los ms pobres y necesitados, como
denuncia proftica y alternativa de vida que perfora
147

la opacidad de la historia y anticipa los valores escatolgicos.


Laico. Ser hermano entre los hermanos, para
que los valores del Reino alcancen a las estructuras familiares, culturales, sociales y polticas. El trabajo por el
hombre nuevo se hace en actitud convergente con otros
hombres, respetando la autonoma humana y, al mismo
tiempo, desde las exigencias de la evangelizacin y los
valores especficos del Reino.
2. Condiciones bsicas para el discernimiento
vocacional.
Todos los procesos educativos, catequticos y pastorales deben dirigirse al objetivo final que es el compromiso
vocacional. Hoy vivimos en una sociedad que presenta un
modo de vivir que excluye e incapacita para el compromiso y se recrea en la ambigedad y relativizacin total. Educar en el compromiso que comporta reaccinpermanencia y fidelidad es algo que choca y cuesta.
El compromiso cristiano crea situacin y no es algo
momentneo y pasajero; por tanto, el compromiso
es distinto de la tica profesional, la generosidad espordica e incluso de la actitud de disponibilidad permanente
que no llegue a concreciones de proyecto y acciones comprometidas.
Para poder iniciar el compromiso vocacional se necesitan dos condiciones de carcter educativo y ambiental:
Una motivacin grande y fuerte que englobe y
personalice toda la existencia del joven. Hablamos de
sentirse cogido por dentro por la Buena Nueva del evangelio, hecha conciencia compartida en grupo y contrastada constantemente con la realidad histrica. Slo con
esta energa, que tambin es mediacin de gracia, se
puede ir a contracorriente de muchas formas de vida
deshumanizantes y vivir el gozo confiado en que la verdad no necesariamente pasa por la mayora, sino que
suele estar en la inmensa minora de los que suean,
cantan y luchan con talante utpico. Slo u n a motivacin
148

potente y atractiva ayuda a mantener la tensin y super a r el d r a m a t i s m o que lleva consigo la existencia
comprometida. No es posible sin comunidades referenciaes y testigos-mrtires que sostengan y animen; slo
desde ah se puede invitar a los jvenes a vivir gestos
solidarios y acciones comprometidas que terminen en
proyecto de vida.
La motivacin anterior no se puede mantener desde
cualquier estado de vida. Dejarse encontrar por Jess y
su proyecto supone haber optado previamente por el no
tener como estilo de vida para superar la unidimensionalidad de la existencia y abrirse a lo trascendente y
solidario.
La desposesin efectiva y afectiva pide grupos donde
se comparta, no se capitalice y se crezca en austeridad
para ser ms sensibles al dolor y estar ms prontos al
servicio. Sin ascesis no hay purificacin ni crecimiento, y
tampoco puede haber amor verdadero ni justicia social.
Una vez superados los obstculos anteriores, para
poder discernir la propia vocacin:
Hay que recuperar y plantearlo todo desde lo genuino
y especfico del amor cristiano: el gape. El misterio que
contemplamos y que nos transforma es la sorprendente
relacin de Jesucristo con cada persona, con la historia
humana, con la Iglesia, con el Reino. El amor de Dios
revelado en Cristo Jess es un amor primero, hasta el
final y para siempre. Vivir de esta vida es lo nico que
da consistencia y estabilidad al afecto humano para que
guindose por lo poquito que se haya descubierto cada
da, y, a pesar de los pecados y limitaciones, fiarse de
Aquel que llama y pide nicamente disponibilidad, porque l es el que hace, y para l no hay nada imposible.
Descubrir el amor y vivir desde l es un camino largo y
difcil, pero es el nico camino; no hay otro, y si no lo
decimos as somos infieles a nuestra vocacin ms radical
y profunda de personas bautizadas.
149

Capacidad para decidir la vida en una direccin libremente fijada en un momento de gracia, es decir, de conversin y disponibilidad. No es fcil porque el ambiente
no ayuda, pero no hay identidad y felicidad sin fidelidad
a uno mismo. El vivir de sensaciones placenteras y/o
evasivas lleva a la pasividad y pasotismo que terminan
por incapacitar al hombre p a r a cualquier decisin
significativa.
Las decisiones que muchos jvenes toman pertenecen
normalmente al campo de los compromisos sin lnea de
continuidad; si a esto se aade el miedo a perder
seguridades, hace que la persona deje de manera constante e indefinida sus opciones y no asuma una decisin
que englobe su vida y oriente la existencia en u n a direccin concreta que saque de la dispersin y el sinsentido.
La pedagoga de la decisin para cualquiera de los tres
proyectos de vida cristiana pasa por la superacin de la
inmediatez, que eleva el capricho a la categora de principio, la exigencia en el trabajo cotidiano, el cumplimiento
de las obligaciones ticas y el apoyo de la gracia por la
oracin y los sacramentos.

perciba y la respuesta que se quiera dar desde lo profundo de la persona, en horizonte de estabilidad y asumiendo la encarnacin institucional que lo posibilite. As se
huye tanto de un falso idealismo como de un pragmatismo egocntrico que impide arriesgarse, comprometer el
futuro y asumir las mediaciones estructurales sin las
cuales es imposible la maduracin personal y la respuesta vocacional.

Contar con la aptitudes personales. A la hora de concretar y personalizar los mbitos, dimensiones y campos,
puede aparecer desproporcin entre la ilusin y las posibilidades de llevar a cabo la opcin que se desea tomar;
esto nos lleva a subrayar la necesidad de un discernimiento progresivo de las propias aptitudes, es decir, de
las cualidades, motivaciones y disponibilidad real para lo
que uno se siente vocacionado.
Las cualidades seran los elementos bsicos que se
poseen para uno y otro proyecto de vida; las motivaciones
afectan a la intencionalidad con la que se quieren
dinamizar las cualidades, y la disponibilidad afecta al
sentimiento y voluntad con el que se enfrentan las tareas, dificultades y contrariedades de la existencia. Estos
tres componentes de las aptitudes deben ser discernidos
y educados en el proceso de maduracin de fe, pues de su
combinacin depende en gran parte la llamada que se
150
151

Segunda Parte

Orientaciones prcticas
y recursos pedaggicos

1. El declogo de la relacin de ayuda


1. La relacin de ayuda debe efectuarse normalmente en un ambiente sencillo y agradable que favorezca la
acogida. Los objetos y su distribucin en el espacio influyen en los comportamientos. Entre el orientador y el
orientado no deben existir muebles interpuestos y la distancia entre uno y otro ser de 40 a 50 centmetros.
2. El aspecto acogedor del orientador es lo ms importante, junto con la intencionalidad de comunicacin
por parte de la persona que consulta. Esta debe sentirse
acogida incondicionalmente en su totalidad y respetada
en su autodecisin.
3. Las entrevistas deben estar sujetas a un tiempo
determinado de duracin, a u n q u e con flexibilidad.
Normalmente ser de una hora para evitar divagaciones
y hacer que la comunicacin gire alrededor de los centros
de inters personales.
4. La relacin de ayuda ms efectiva es la llamada
semiestructurada, es decir, aquella en que existe u n plan
(esquemas, cuestionarios, datos, etc.) para favorecer la
comunicacin, pero nicamente con el valor de ayuda y
como punto de partida. Este modo de entrevista facilita
la reflexin previa y la introspeccin de forma ms
consciente. Muy recomendada para personas que tienen
problemas en verbalizar los sentimientos.
155

5. Todo lo que se dice en la entrevista personal entra


en el terreno de la confidencialidad; de esta manera se
asegura ms fcilmente la apertura y confianza del
orientado. Si se toma nota de algunos aspectos importantes o sugerentes, debe hacerse una vez concluida la entrevista. Las entrevistas nicamente se pueden grabar
con permiso explcito del interesado. La confidencialidad
no excluye la naturalidad y espontaneidad.
6. Cuando el orientador percibe dificultades en la
comunicacin, debe comenzar por examinar sus propias
actitudes y disposiciones; despus tratar de ver en qu
medida las dificultades estn en la persona orientada. El
orientador estar muy atento a las primeras manifestaciones del sentimiento, a las expresiones en que el orientado aparezca en primera persona y a todos los aspectos
confusos o contradictorios que reclaman ms acogida que
evaluacin o interpretacin racional.
7. La relacin de ayuda no-directiva se centra en la
persona y no en el saber del orientador o en el problema
que se quiere resolver. A la persona slo se accede desde
la persona (experiencias, actitudes, motivaciones y dinamismos). No hay recetas prefabricadas, ni dos casos iguales, pues la persona es original e irrepetible. La mayor
dificultad est en cmo llega la persona que consulta
a sus propios sentimientos, cmo los conoce y asume,
para poder intuir por dnde deben ir los cambios de
comportamiento.
8. El orientador no debe tener prisa en que el
orientado progrese; es necesario respetar el ritmo personal. Al orientador le corresponde el reflejo de todo lo
que sucede y la facilitacin de la toma de conciencia. A
la persona que consulta le toca la difcil, pero irrenunciable tarea de evaluar y tomar las decisiones de cara al
futuro. El orientador se implica totalmente en el proceso
de ayuda, ms que en la emisin de datos objetivos o de
juicios de valor.
156

9. El adolescente y el joven tienen grandes dificultades en la comunicacin interpersonal, pues sus ideas y
sus sentimientos estn confusos. El ambiente fragmentado, superficial, consumista y divergente aumenta la
extraversin y la falta de identificacin. El resultado final
es la angustia. A pesar de todas estas limitaciones y
dificultades, el joven debe ser tratado como adulto, es
decir, con profunda confianza en sus posibilidades. Los
cambios emocionales frecuentes y polarizados son los que
dificultan en mayor medida la relacin de ayuda.
10. El acompaamiento espiritual asume la relacin
de ayuda y se centra en la experiencia religiosa del sujeto
que es acompaado. La experiencia cristiana es tal cuando es reconocida como proveniente de Dios revelado en
Jess como donacin, misericordia y misterio. El humanismo cristiano pone en el ser humano, como imagen y
semejanza de Dios, el deseo de bsqueda de sentido que
unifique su persona y existencia. Este encuentro con
Jesucristo aporta un plus de significado que hace que
el ser humano se trascienda. La experiencia religiosa
lleva a comportamientos ticos y a vivir desde el amor y
la esperanza en actitud de disponibilidad vocacional.

2.

La preocupacin del orientador espiritual

Toda la pastoral de la Iglesia est orientada a la conversin como inicio del hombre nuevo, a la eucarista como
centro de la vida de la Iglesia y a los proyectos vocacionales de vida como estilo y estado de vida. En este contexto se sita el dilogo pastoral, tanto en su vertiente de
relacin de ayuda como de acompaamiento espiritual. Si
uno y otro persiguen la madurez humana y el crecimiento espiritual, la persona entera ha de estar siempre presente, y el agente de pastoral procurar que todo lo que
se diga en la entrevista pastoral se d dentro de una
relacin interpersonal. Ms all de lo que se comunica
157

por las palabras, ideas, sentimientos, dudas y problemas,


lo que se pide y se debe dar es ayuda.
El acompaante espiritual debe preguntarse frecuentemente:
Si a m me pasara y sintiera lo que le pasa y siente
mi interlocutor, cmo recibira l lo que le acabo de
decir?
La persona orientada percibe adecuadamente la
comprensin que como orientador tengo de su persona y
situacin?
En la relacin de ayuda, aporto los datos suficientes y necesarios para que el interlocutor pueda poner en
prctica la autoevaluacin y ver con ms esperanza el
futuro?
Me considero mediacin de la accin de Dios, de
la significatividad de su Palabra como Buena Nueva liberadora y de la bsqueda de su voluntad?

3.

Recuerda las funciones del acompaante

Amigo. El adolescente y el joven necesitan comprensin, que alguien se haga cargo de su situacin, vivir
la comunicacin interpersonal y sentirse ayudado por lo
que l es.
El adulto debe situarse al nivel del adolescente o del
joven, pero sin dejar de actuar como adulto.
Esto implica que el orientador:
Sea consciente de las t r a n s f e r e n c i a s y
contratransferencias.
Conozca lo ms posible el mundo cotidiano del
orientado.
Respete las confidencias que reciba.
Ayude al adolescente y al joven a descubrir
la verdadera amistad basada en la aceptacin
personal, la comunicacin verdadera y la entrega
al otro.
158

Facilite al interlocutor la reformulacin de


ideas o vivencias.
Antes que nada y sobre todo debe escuchar de
forma activa, interesada y cariosa.
Hermano mayor. Es el que va por delante y sirve de
referencia no autoritaria para los hermanos ms jvenes.
Lo que une a los hermanos es sentirse en la misma
condicin; lo que les distingue es la mayor o menor experiencia en los aspectos fundamentales de la vida, que se
transmiten por el afecto desinteresado. La influencia del
hermano mayor no se busca ni se impone desde fuera,
por eso libera y es capaz de servir de gua.
El dilogo pastoral es educativo si:
Hay clima afectivo, cada persona es tratada de
forma personal y hay contenidos humanos, ticos
y religiosos.
Ayuda a clarificar la situacin que se vive y el
futuro inmediato desde una visin integral del
ser humano como proyecto (imagen), tarea (vocacin) y don (plenitud).
Apunta al dominio propio, la integracin de
lo racional, lo afectivo y lo ideal y la resolucin
de los problemas personales que se van presentando.
Facilita el que el adolescente y el joven tomen
sus opciones de acuerdo con su propia responsabilidad para que a travs de ellas se vaya
haciendo.
Huye del autoritarismo que suscita rechazo y
de la inhibicin que genera duda existencial e
inseguridad.
Hombre de Dios. Creyente adulto es la persona que
deja actuar en su vida a la gracia de Dios, al Espritu y
al dinamismo del evangelio. No es posible sin una vida de
intimidad con Jesucristo, de identificacin eclesial y de
sensibilidad ante los problemas humanos. Slo quien vive
gozosamente la vocacin bautismal puede ayudar a otros
159

a descubrir lo que significa ser hijo de Dios y hermano de


todo hombre. El creyente adulto se hace hombre de Dios
y maestro en el Espritu cuando concientiza su camino
espiritual, lo siente como universalizable y dispone del
saber sapiencial suficiente para ayudar a otros. El
acompaamiento espiritual supone:
Que el acompaante se sienta cauce de la vida
de Dios, no su manantial.
Entender la vida humana como el mayor misterio que nos revela a Dios y nos acerca a su
proyecto salvador. Y esto no como ideologa o
tica, sino como vida en plenitud.
Carisma, formacin teolgico-espiritual y ministerio eclesial. Se suscribe en la traduccin de
la Iglesia de servir a la accin espiritual de Dios
en los creyentes.
Iniciacin a la oracin, a los sacramentos, al
sentido creyente, a la educacin de la conciencia
moral y al compromiso como vocacin.
Educar en el discernimiento cristiano: inclinaciones, actitudes, cualidades, mociones, etc. La
accin de la gracia de Dios toma estos caminos
profundamente afectivos, intuitivos y racionales.
Haber vivido uno mismo el acompaamiento,
pues slo se puede acompaar el camino que uno
ha recorrido.

4.

Cmo proponer la relacin de ayuda

1. Slo se puede proponer aquello que tenga garantas de ser realizado de forma adecuada. Para proponer
la relacin de ayuda el acompaante debe disponer de
preparacin, tiempo y facilidad afectiva para este servicio
pastoral.
2. Comentrselo brevemente a los posibles destinatarios, pues la mayora apenas conocer esta mediacin educativa. Puede hacerse de forma directa o aprove160

chando otra actividad. El adolescente o el joven debe


entender que se trata de un elemento importante y comn en la formacin cristiana.
3. Aprovechar los contactos ocasionales que se puedan tener debido a alguna necesidad concreta, problema
o cualquier otra situacin. El orientador debe ver cul es
la motivacin bsica que traen (desahogarse, simpata,
curiosidad, tanteo, inters, etc.) y as poderse situar mejor. Todos deben sentirse acogidos y ver la posibilidad de
continuar de forma ms estructurada.
4. El acompaante har lo posible y pondr los medios tcnicos oportunos para facilitar la expresin personal y el dilogo fluido, tales como datos, preguntas, encuestas, redaccin libre sobre temas o experiencias,
cuestionarios, etc.
5. La continuidad depender de la libertad de los
adolescentes y jvenes, de cmo se hayan sentido y de
la cercana e intuicin pedaggica del orientador. Todos
deben sentirse invitados y cada uno podr responder
de forma distinta. La respuesta positiva que no surge en
un momento puede aparecer en otro cuando menos se
piensa.

5.

Guin para analizar las entrevistas

1. Para el orientador:
Actitudes que ha mantenido, especialmente
las de acogida, aceptacin incondicional, coherencia y empatia.
Respuestas que ha dado, tanto verbales como
no verbales. Se fijar si ha utilizado correctamente la respuesta reflejo como hilo conductor de la
entrevista.
Convergencia entre las intervenciones del
orientador y del orientado. Analizar en qu medida el orientador ha facilitado el proceso con sus
respuestas.
161

Para el orientado:
La evolucin que ha experimentado, tanto en
los sentimientos como en la verbalizacin y en las
pistas de solucin.
La personalizacin de lo comunicativo a travs
de la comunicacin en primera persona.
Mecanismos de defensa en expresiones,
racionalizaciones, elucidaciones, rodeos, justificaciones, etc.
Aceptacin o rechazo de los sentimientos y
experiencias personales.
Cambios experimentados en la forma de percibir lo que pasa, su interpretacin y la propuesta
de soluciones (reestructuracin).
Elementos dinamizadores del cambio de
comportamientos: cules son, a qu se orientan,
cmo se mantienen, etc.

Modo de evaluacin:
* Valorar cada tem independientemente de los dems y del conocimiento que se tenga de la persona. La
puntuacin es de 0-6.
* Los datos de edad, posicin familiar, estado, nivel
de estudio, etc., se tendrn presentes.
* Las frases que sean muy largas se califican con u n
punto ms; con todo, la extensin no influir en la clasificacin de la respuesta.
* Sumar los puntos y hacer la grfica; entre 95 y 115
estn los sujetos con un ajuste personal y relacional
positivo.
* Los tems se clasificarn por criterios y se indicar
la puntuacin correspondiente. Criterios: necesidad de
afecto, necesidad de personas, sumisin-agresividad, situacin vocacional, sentimientos, etc.

FRASES INCOMPLETAS (ROTTER)-ADULTOS


Instrumentos iniciales de apoyo 1

6.

Nombre
1. Cuestionario de frases incompletas. Ayuda a conocer
mejor las zonas de conflicto. Las respuestas pueden ser
de tres tipos:
Omisin. Hay que ver qu se oculta detrs de la
omisin: inseguridad, temor, problemas insuperables, etc.
Conflicto. Indican desajuste de elementos en el
campo afectivo y/o en el campo racional. Indicios de conflicto, pesimismo, agresividad, desagrado, olvidos, etc.
Positivas. Respuestas llenas de esperanza, optimismo y positividad. Manifiestan que la persona tiene un
marco de referencia sano y equilibrado. Algunas respuestas positivas pueden indicar conflictos. Ej: Estoy completamente seguro en todas las cosas; Cuando me siento
feliz soy mejor; No tengo miedo a nada ni a nadie.
1

Cf J. M.a MARTNEZ, El educador y su funcin orientadora, San


Po X, Madrid 1980, 239s.

162

Edad

Estado

Completa las siguientes frases expresando tus sentimientos reales. Trata de completar todas ellas. Procura
que sean frases completas.
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.

Me gusta
El tiempo ms feliz
Quiero saber
Cuando vuelvo a casa
No me gusta
En la cama
Los hombres
El mejor
Me molesta
La gente
La madre
163

12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
26.
27.
28.
29.
30.
31.
32.
33.
34.
35.
36.
37.
38.
39.
40.

Me siento
Mi mayor temor
En clase
Yo no puedo
Los deportes
Cuando era nio
Mis nervios

Los otros
Yo sufro
Me he equivocado
La lectura
Mi mente
El futuro
Necesito
El matrimonio
Yo soy mejor cuando
A veces
Lo que me duele
Odio
Este lugar
Yo soy muy
El nico problema
Quisiera
Mi padre
Yo, secretamente
Yo
El baile
Mi principal preocupacin es
Muchas mujeres

2. Cuestionario de autorrevelacin. Este cuestionario


persigue tres objetivos: facilitar un instrumento de medida, descubrir las zonas de no-comunicacin y sus causas,
y ser un medio que favorezca la comunicacin.
Partes del cuestionario. Consta de seis grupos de items
referidos a las siguientes zonas de autorrevelacin: actitudes y opiniones - gustos e intereses - trabajo - dinero - personalidad - cuerpo.
164

Instrucciones. Se lee cada tem, se considera en qu


medida se ha comunicado a alguien lo que se pregunta
y se pone la valoracin. La puntuacin se hace de la
siguiente manera:
0
1
2
X

No he comunicado nada.
He comunicado en trminos generales.
He comunicado con precisin y detalles.
He mentido o falseado lo que he comunicado.

CUESTIONARIO DE AUTORREVELACIN
The self-Disclosure Questionnaire (S. M. Jourard y
P. Lasakow). Adaptacin: Jos M. Martnez
Beltrn
CUESTIONARIO:
Actitudes y opiniones:
1. Lo que pienso y siento sobre religin; mi punto
de vista personal.
2. Mis opiniones y sentimientos sobre otros grupos religiosos distintos del mo: protestantes,
catlicos, ateos, etc.
3. Mis puntos de vista sobre el Comunismo.
4. Mi punto de vista sobre el Gobierno, el Rey,
etc.
5. Mi punto de vista sobre educacin, la igualdad
de oportunidades, la gratuidad, etc.
6. Mi opinin sobre la bebida.
7. Mi opinin sobre la moralidad sexual: cmo
pienso que yo y los dems deberamos comportarnos en esta materia.
8. Mis criterios sobre la belleza y atraccin de
las mujeres; qu considero como atraccin en
la mujer.
165

9.

Lo que considero como deseable en el hombre;


cmo creo que debera ser.
10. Cmo siento que deberan actuar los padres
con respecto a sus hijos.
GUSTOS E INTERESES:
1. Mis comidas favoritas, su preparacin, los alimentos que no me gustan.
2. Mis bebidas favoritas y cules no me agradan.
3. Mis gustos y rechazos en cuestin de msica.
4. Sobre mis lecturas preferidas.
5. Las pelculas que ms me gustan; mis programas favoritos de TV.
6. Mis gustos en el vestir.
7. Sobre el estilo de la vivienda, muebles que ms
me gustan.
8. Las fiestas y reuniones sociales que ms me
gustan y las que ms me aburren.
9. Mis formas preferidas de llenar el tiempo libre:
leyendo, jugando a cartas, practicando un deporte, bailando, etc.
'10. Sobre lo que ms me gustara en determinado
momento.
TRABAJO:
1. Lo que creo que son mis peores instancias y
presiones en mi trabajo.
2. Sobre los aspectos ms pesados y desagradables de mi trabajo.
3. Lo que ms me agrada y satisface en mi trabajo actual.
4. Sobre las deficiencias y limitaciones que me
impiden trabajar como quisiera y progresar en
mi trabajo.
166

5.

Lo que creo que son mis puntos fuertes y cualidades en mi trabajo.


6. Sobre mis sentimientos de ser apreciado por
los otros en mi trabajo, v. gr. jefe, compaeros,
esposa, etc.
7. Mis ambiciones y proyectos en mi trabajo.
8. Cmo me siento con el sueldo y estmulo por
mi trabajo.
9. Cmo me siento por la eleccin de carrera o
trabajo que he realizado estoy o no satisfecho de esa eleccin.
10. Cmo me siento respecto a las personas para
las que trabajo o con quienes trabajo.
DINERO:
1.
2.
3.
4.
5.

Sobre el dinero que gano en mi trabajo.


Sobre si tengo o no suficiente dinero y cunto.
Sobre mis deudas, prstamos, etc.
Si tengo o no ahorros y qu cantidad.
Sobre el dinero que otros me deben y qu cantidades.
6. Si juego o no dinero y en qu cantidades.
7. Sobre mis actuales fuentes de ingresos, sueldos, dividendos...
8. Mis haberes incluyendo bienes, propiedades,
seguros, etc.
9. Sobre mis actuales y urgentes necesidades econmicas, v. gr. cuentas pendientes, cantidades
necesitadas...
10. Cmo presupuesto mi dinero; tanto por ciento
que dedico a cosas necesarias, diversiones, etc.

167

PERSONALIDAD:

4.

1. Aspectos de mi personalidad que no me gustan, me preocupan, o los considero como limitacin.


2. Sobre sentimientos, si los tengo, qu tengo dificultad en expresar y controlar.
3. Sobre hechos de mi vida sexual actual, incluyendo mi propia gratificacin sexual; problemas que pudiera tener; si tengo relaciones con
alguien.
4. Si creo o no que soy atractivo para el otro sexo;
mis problemas, si los hay, respecto a recibir
atencin favorable de alguna persona de otro
sexo.
5. Cosas del pasado de las que me siento preocupado, avergonzado, o culpable.
6. Sobre algunas cosas que me ponen furioso.
7. Sobre lo que me hace sentir deprimido y
tristn.
8. Lo que me hace sentir preocupado, ansioso, con
temor.
9. Lo que hiere profundamente mis sentimientos.
10. Sobre aquellas cosas que me hacen sentir orgulloso de m mismo, jubiloso, lleno de autoestima y autorrespeto.

5.
6.
7.
8.
9.
10.

Preocupaciones y problemas que he tenido en


el pasado respecto a mi aspecto fsico.
Si tengo o no algn problema de salud problemas de insomnio, digestin, desarreglos femeninos, alergias, etc.
Si tengo preocupaciones duraderas concernientes a mi salud, v. gr. cncer, lceras, problemas de corazn...
Mi historial clnico sobre enfermedades y tratamiento.
Si trato en la actualidad de mantenerme en
forma, fuerte y atractivo.
Sobre mis datos fsicos peso, altura, talle,
etc.
Mis sentimientos sobre mi ajuste de comportamientos sexuales si me siento hbil en la
relacin sexual.

CUERPO:
1. Mis sentimientos sobre el aspecto de mi cara
cosas que no me gustan o podran gustarme
sobre mi cara, nariz, ojos, cabello, etc.
2. Cmo deseara que fuera mi aspecto: mi ideal
sobre mi aspecto en general.
3. Mis sentimientos sobre las diferentes partes de
mi cuerpo, piernas, caderas, busto...
168

169

Datos: EDAD:
aos. SEXO: Hombre Mujer ESTADO
CTVIL: Casado Q Soltero Religioso(a) Sacerdote TRABAJO
QUE REALIZA:
PERTENENCIA A GRUPOS DE FE: S No ES LA PRIMERA
VEZ QUE REALIZA UNA RELACIN DE AYUDA: Q S No
Cuestionario de Autorrevelacin

Hoja de respuestas

tem n.:

tem n.:
Madre

Padre

Amigo

Amiga

Pareja

Psiclogo

Profesor

Confesor

Dinero

Madre

Padre

Amigo

Amiga

Pareja

Psiclogo

Profesor

Confesor

1
2
3
4
5
6
7
9
10
Total:
Personalidad
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Total:
Cuerpo
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Total:

170

171

3. Indicaciones para el anlisis de actitudes por el tipo


de respuestas. Las respuestas que el orientador va dando
en la entrevista buscan u n a finalidad teraputica, es
decir, ayudar al interlocutor. Los tipos de respuestas son
las s i g u i e n t e s : de interrogacin, de solucin, de
interpretacin, de apoyo, de evaluacin y de reflejo.
Los objetivos que permite este anlisis consisten en
ayudar al orientador a:
Analizar de forma prctica los diferentes tipos
de respuesta.
Descubrir el talante relacional que tiene y
facilitar su mejora.
Potenciar la actitud de escucha activa respecto de los mensajes, sentimientos y hechos que
el interlocutor comunica.
Profundizar la respuesta reflejo, tanto en su
expresin verbal como afectiva, y facilitar de este
modo la acogida y la comprensin de lo que el
orientado comunica y siente.

172

k
n
co

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Pico

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ira
P3

CAS

co
PH
CN

as

Parece respuesta tcnica

Despersonaliza

Muestra empatia
20.

17.

19.

Ayuda la expresin

16.

18.

Rompe las defensas

Mueve la interiorizacin

15.

Favorece la atencin del Cliente

Produce desconcierto
12.

Favorece la dependencia

Denota comprensin

Es superficial

8.

Produce la ansiedad
4.

11.

Se centra en el Cliente

Se centra en el Problema

7.

Bloquea la expresin
3.

5. Culpabiliza

Da seguridad

Provoca dinamismo

1.

PH

Se centra en el Orientador

No la acepta
6.

co
O

9.

10.

14.

13.

co

2.

Pasos metodolgicos:
1. Seleccionar u n caso y las respuestas que se h a n
dado.
2. Elegir la respuesta que se crea mejor y clarificarla
con I (interrogacin), E (evaluacin) y R (reflejo).
3. Explicar brevemente el porqu de esta eleccin.
4. Ver qu tipo de respuestas predominan en mi
persona como orientador.
5. Re-clasificacin de las respuestas teniendo en
cuenta los efectos que p u e d a n desencadenar en el
interlocutor, es decir, la reaccin que ste tendra.
A modo de ejercicio valdran cualesquiera de los casos
que Jos M. s Martnez cita en su libro El educador y su
funcin orientadora, 219-254.

lO

173

7.

Itinerario de la madurez h u m a n a y espiritual

Rasgos de la madurez

sexualidad encuentra su sentido cuando se vive con toda


la persona, al servicio del amor y como proyecto de vida 1 .

humana
Interrogantes bsicas para la

1. Aceptacin de s mismo. Implica la aceptacin de


la propia historia y de los dems con sus cualidades y
defectos. La persona conoce sus cualidades y sus
limitaciones, no los disimula y hace lo posible por crecer.
Tiene imagen positiva de s mismo.
2. Sentido de la realidad. Hay realismo en la percepcin de los problemas y en la bsqueda de soluciones. La
repercusin afectiva de los problemas no desvirta la
objetividad de los mismos. Esto lleva a la persona a
adaptarse a nuevas situaciones.
3. Autocontrol emocional. Valoracin positiva de los
sentimientos y su importancia en la vida. Ni los reprime
ni se deja llevar de ellos. El autocontrol emocional lleva
a asumir de forma apropiada las frustraciones y a vivir
con paz y alegra.
4. Afectividad madura. Consiste en la capacidad de
compartir lo que se es, tiene y hace. Adulto es el que sabe
dar y recibir, amar y ser amado. La afectividad oblativa
implica la relacin interpersonal teida de cario, la
exclusin de cualquier cosificacin y la capacidad de ponerse en lugar del otro.
5. Capacidad de encarnar ideales. Para ello hay
que prescindir de metas inmediatas, abrirse a la esperanza y constancia y trabajar solidariamente. Los ideales tienen que interiorizarse y encarnarse, para ser reales y dinmicos. Los ideales autnticos humanizan a
la persona y desarrollan la solidaridad entre las
gentes.
6. Integracin de la sexualidad. Parte de la superacin de la genitalidad y de las relaciones cosificadoras. La
174

personalizacin

1. Historia personal
Repasar la propia historia sealando lo ms
significativo, tanto positivo como negativo (acontecimientos, personas, situaciones, hechos...).
Cules han sido los sueos ms frecuentes?
(Nos gustara que hubieran pasado).
En qu aspectos de mi vida hay choque entre
lo ideal y lo real?
Qu sentimiento se produce dentro de m
cuando pienso en el futuro? El futuro para m es
cuestin de deseos o de felicidad?
Cul es el horizonte de sentido que tiene mi
vida?
Textos: Sab 7,1-14; x 32-33; Is 55; Mt 10,46-50; Le 13,121; Mt 11,1-19; Le 24,13-35.
2. Identidad

personal

Repasar cmo y dnde transcurre la vida de


cada da: personas, lugares, relaciones, etc. Qu
sentimiento me producen?
Enumerar las principales cualidades, defectos
y problemas no resueltos que tengo en el momento presente.
A qu te sientes unido afectivamente? (Lo
que te coge el corazn aunque te cueste).
Qu cosas te producen sentimiento de culpa?
Cmo das salida a la culpabilidad?
Ante los conflictos y dificultades que se te van
presentando, cmo reaccionas?
1
Cf J. B. GHOESCHEL, Crecimiento espiritual y madurez psicolgica,
Sociedad de Educacin Atenas, Madrid 1983, 109ss.

175

Qu sentimiento o sensacin te produce


la imagen de Dios y lo relacionado con lo religioso? Cmo h a evolucionado tu relacin con
Dios?
Textos: Sal 23 (22); Sal 139 (138); Qo 3,1-15; Jer 1; Le 15;
Mt 4,1-11; U n ; ICor 13.
3.

Sentido de la vida
Cmo sientes el pasado en esta etapa de tu
vida? Lo asumes? Hay algo que te pesa ahora?
Cul es tu nivel de optimismo, alegra y confianza existencia!?
En el vivir de cada da: arriesgas, pasas,
cumples, sueas...?
Qu experiencias vividas han sido las ms
positivas para ti? Qu horizontes nuevos te han
descubierto?
Las experiencias de dolor, culpabilidad y mal
que has tenido, te han ayudado? Has visto su
lado positivo?
La experiencia religiosa que vives da sentido
a tu vida? Expresa brevemente en qu consiste.

Textos: Sal 90 (89); ISam 3; J n 1,35-51; J n 4; Le 1,2638; Ef 1.


Itinerario de la madurez

espiritual

Paso inicial: el despertar espiritual. Se produce como


fruto de alguna experiencia o experiencias de la realidad
trascendente. Es el paso a vivir de la fe, la confianza y
el asombro. La persona es consciente de que no es u n a
autosugestin.
Primera etapa: la purificacin. La vivencia anterior
ayuda a disciplinar los deseos, ordenar las actividades y
purificar las actitudes. La ilusin que conlleva esta vida
176

nueva choca con las dificultades de querer y no poder y


la incomprensin de los dems. Al principio el creyente
quiere resolverlo con la razn y la voluntad, que se
manifiestan insuficientes; despus suele recibir la gracia
de Dios que le ilumina y ayuda. Al final de esta etapa se
siente una presencia cercana, cariosa y fuerte al mismo tiempo, como sustento y sentido de la vida.
Segunda etapa: la iluminacin. La vida espiritual
abre un horizonte insospechado que, al mismo tiempo
que atrae profundamente, suscita la duda de que por ese
camino se pierde la autonoma y se desdibuja la propia
personalidad. Es el caso del joven rico del evangelio (Mt
19) y de san Agustn, a quien los vicios de su pasado le
gritaban: T nunca ms podrs tenernos. Podrs vivir
sin nosotros?. Poco a poco el amor de Dios, la persona de
Jess, la fuerza del Espritu ayudan a superar el egosmo; la culpabilidad psicolgica es sustituida por el dolor
de corazn y el arrepentimiento. La mente busca conocer
ms, el corazn ama mejor y la persona busca el silencio
y la oracin de quietud. En este momento aparecen dos
inclinaciones en el corazn del creyente: el deseo de entregarse a los ms necesitados y una oracin querida.
De repente y sin saber cmo ni por qu, todo se eclipsa, surge un sentimiento de sequedad y el yo instintivo
reclama satisfacciones sensibles e inmediatas. Las personas as probadas sienten que hacen bien a los dems,
pero su corazn est seco y sin alegra. Es el momento de
permanecer fiel a las obligaciones y de dar un s a Dios,
sencillo y desnudo de consuelos. As se est dispuesto a
recibir la gracia para vivir en el amor de unin.
Tercera etapa: la unin con Dios. No suele presentarse
de forma espectacular, sino como el sol de medioda en
cielo despejado. Este estado de gozo en el amor es tranquilo y absorbente al mismo tiempo. Sin el camino de
gracia y purificacin descrito brevemente en los apartados anteriores nos aburriramos como los nios con la
gran msica.
El cuadro que viene a continuacin esquematiza este
camino espiritual.
177

W co CV-H -< H >

Prdida
de
defensas

Quietud
xtasis

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03

35 8
Meditacin
contemplativa

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II
VA ILUMINATIVA
(Iluminacin)

Presencia
/ de Dios

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Despertar

178

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Sola
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Pruebas

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Foco

03

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Experiencia Lucha
Tentacin

la
1

1-1

3
o

9*

\ '2
\

Contemplacin infusa.

Oracin de
unin pasiva

Unin
transformante
OtODK<

III
VA UNITI
(Contemplac

^ | \ Z O o a H

8.

Indicadores para el acompaamiento

Una de las mayores dificultades para conseguir mejorar


los comportamientos y fortalecer las actitudes positivas
est en descubrir los cornos o pasos intermedios que me
lleven de la situacin en que estoy a la meta que quiero
alcanzar. Si cada uno de los grandes aspectos de la vida
creyente estuviera secuenciado sera niucho ms fcil
saber dnde nos encontramos, qu pasos hemos dado y
cules nos quedan todava por recorrer.
No se trata de temas que se pueden saber ms o
menos, entender mejor o peor, sino de interiorizacin de
actitudes y de la influencia de estas en los comportamientos humanos y cristianos de cada da.
Para el acompaamiento espiritual hemos seleccionado los siguientes aspectos:
1. Rasgos de madurez
2. Centros de inters
3. Estilo de vida
4. Relacin fe-vida
5. Relacin fe-cultura
6. Imagen de Dios - experiencia de Dios
7. Cmo se conjuga lo personal y lo comunitario
8. Actitud de disponibilidad
9. Pasos en la maduracin del grupo
10. Educacin de la afectividad-sexualidad
11. Presencia-compromiso
12. Prctica y vivencia de los sacramentos
13. Proyecto de vida
14. Valores vocacionales especficos
15. Dificultades que aparecen en cada etapa.
Los indicadores que secuencializan cada uno de estos
grandes temas se ofrecen a modo de ejemplo. Sin duda
alguna, tendran que perfilarse mucho ms las expresiones y adaptar stas a la edad y situacin espiritual de
cada persona o grupo.

179

1. Rasgos de personalidad
1.

Inmadurez
Reclamo atenciones y cario constantemente.
Utilizo a las personas para mis intereses.
Mis p e q u e o s p r o b l e m a s p o l a r i z a n mi
atencin.
No soy capaz de decidir casi nada por m
mismo.
Me dejo llevar por el ambiente, la moda y el
qu dirn.
Reacciono de forma desproporcionada ante los
acontecimientos.
Mi estado anmico cambia constantemente y
sin motivo.
Identifico lo sexual con lo genital.

2.

Madurez
Estoy atento a los otros, les presto atencin y
les doy cario.
Procuro relacionarme de persona a persona.
Aunque me cueste, procuro comprender los
problemas de los dems y ponerme en su
lugar.
Reconozco y asumo mis limitaciones, defectos
y fallos.
Voy teniendo criterios propios aunque difieran
de los criterios de los dems.
Me esfuerzo por controlar las emociones y
evito los estados extremos.
Estoy convencido de que lo sexual debe vivirse
con toda la persona y como expresin del
amor.

2.

Centros de inters
Lo que ms busco son diversiones y entretenimientos.
Verme rodeado de todas las cosas que deseo.

180

Sentirme acompaado de personas.


Puedo hacer todas las actividades que me
gustan.
Formo parte de u n grupo de amigos.
Me siento muy atrado por todo lo referente al
sexo.
Procuro no complicarme la vida.
Tengo muchos hobbies que ocupan todo mi
tiempo.
Voy cayendo en la cuenta de que hay que
comprometerse en algo que merezca la pena.
Cada vez ms me preocupa lo que sucede en
la sociedad y trato de analizar los porqus.
Los m s necesitados me preocupan e interrogan.
Me planteo el futuro: qu quiero ser y cmo
voy a vivir.
Me ilusiona la persona de Jess y su evangelio.
Quisiera en todos los aspectos de mi vida
hacer la voluntad de Dios y construir el Reino.
3.

Estilo de vida
En mi vida predominan las sensaciones placenteras.
Busco casi siempre mis intereses.
En casi todas las cosas me acomodo al ambiente y la moda.
Soy calculador para conseguir lo que quiero, al
margen de los dems si es necesario.
En el futuro me vera feliz si tuviera posicin,
dinero y seguridad.
Algunas veces pienso que slo sera feliz si los
dems tambin lo fueran.
En mi estilo de vida cuentan los otros.
Me ilusiona u n estilo de vida c'onde se compartiera lo que uno es y tiene.
Pienso que el luchar por evitar las injusticias
181

y mejorar la sociedad podra definir mi vida.


Las misiones y el ayudar en pases del tercer
mundo puede ser lo que defina mi futuro.
Que Dios es padre y los hombres somos hermanos es lo que llena ms mi corazn.
Estoy disponible para lo que Dios me llame:
laico, sacerdote o religioso.
Relacin fe-vida
La fe en Dios es slo una parte de mi vida.
Para m la fe es sobre todo prohibiciones.
Creer en Dios es principalmente ir a misa los
domingos.
La fe en Jesucristo me interpela.
La fe cristiana me empuja a buscar constantemente el significado de las cosas.
El grupo cristiano me ayuda a profundizar
la fe.
La fe me lleva a hablar frecuentemente con
Dios.
A medida que soy ms creyente, me preocupo
ms por las cosas: estudios, relaciones, compromisos, etc.
El creyente vive como tal las veinticuatro
horas del da.
Soy cristiano y as se lo manifiesto a mis
amigos.
Soy cristiano y lo manifiesto en ambientes
como las clases, el trabajo, las diversiones, en
las vacaciones, etc.
La fe me va llevando a descubrir con ms
profundidad el sentido de la vida y de la
historia.
Jesucristo est en el centro de mi vida e influye en todas las decisiones importantes.
La fe me ayuda a discernir qu voy a estudiar,
cmo quiero vivir, qu voy a hacer con mi
tiempo, dinero, etc.

Estara dispuesto a dar mi vida por testimoniar los valores del evangelio.
5. Relacin

fe-cultura

El mundo actual es muy poco creyente.


E n la sociedad que vivimos hay pocos creyentes.
La ciencia te lleva a creer menos en Dios.
Casi no se necesita a Dios para resolver los
problemas.
La religin es cosa del pasado y de mujeres
mayores.
Mis creencias se sostienen en mis padres y en
las clases de formacin religiosa.
Creo que en la base del mundo occidental
europeo est el cristianismo.
La fe y la cultura pueden dialogar para enriquecerse mutuamente.
Creo que el cristianismo puede iluminar e
inspirar la cultura, la poltica, la economa,
etc.
A medida que me siento ms cristiano, tambin me siento ms humano.
Jess de Nazaret es el mejor y ms pleno
modo de ser persona.
La Iglesia me ayuda a ser mejor persona.
La fe cristiana es la que compromete ms con
los pobres.
6. Imagen-experiencia

de Dios

Siento a Dios como juez que premia o castiga


segn las obras.
Recurro a Dios cuando me siento culpable.
Dios es para m el Ser Supremo que todo lo
dirige, pero no le siento en mi vida.
Dios es, sobre todo, creador, todopoderoso,
sabio, eterno, etc.
183

Recurro a Dios en los momentos de sufrimiento, desgracia o necesidad.


Siento a Dios como amigo, padre, hermano, salvador que me escucha, comprende y
perdona.
Al relacionarme personalmente con Dios, siento asombro, pues aparece como cercano y trascendente al mismo tiempo.
Dios me llama constantemente a la conversin: superacin de todo egosmo y apertura al
amor.
En la oracin reflexiono sobre textos y sobre
las cosas que tengo que hacer.
Me maravilla el rostro de Dios revelado en
Jesucristo.
Creer y seguir a Jesucristo me ayuda a encontrarme cada vez ms cerca de Dios y de los
dems.
La fe en Jesucristo me lleva a amar incluso a
los enemigos de manera incondicional.
El Dios cristiano se encuentra en las relaciones humanas y el caminar histrico cuando se
viven desde los valores del reino de Dios.
Mi oracin tiene bastantes momentos de silencio y escucha.
Jesucristo muerto y resucitado es la cercana
de Dios a los ms pobres, que mantiene la
esperanza y el compromiso por mejorar el
mundo.
Mi fe en Dios me lleva a estar disponible a lo
que Dios quiere expresado a travs de las necesidades humanas.
Mi oracin es de contemplacin, alabanza y
adoracin.
7.

Cmo se conjuga lo personal y lo comunitario


En mi vida predomina lo individual.
No veo la necesidad de lo comunitario.

184

El grupo me ayuda a sentirme bien, es decir,


acogido y querido.
Me parece que lo comunitario es un elemento
constitutivo de lo personal.
El grupo me ayuda mucho en formacin y
relaciones.
En mi grupo respetamos el ritmo de cada
persona.
Acepto y procuro ser amable con los que me
caen bien.
En el grupo de catequesis sentimos que es
Jesucristo quien nos rene.
Tengo la confianza suficiente como para discrepar de los otros, sin necesidad de dejar de
ser su amigo.
Admito que el grupo sea el lugar donde confronto mis opiniones, actitudes y comportamientos.
Los dems se enriquecen cuando yo doy todo
lo que puedo de m mismo.
A veces hago esfuerzos porque el grupo mejore.
Las decisiones importantes en la vida son
personales, aunque los dems me ayudan a
clarificarme.
Comparto mi vida con alguien que me ayuda a descubrir e integrar muchas cosas y
a avanzar en todos los aspectos humanos y
cristianos.
Me siento ms feliz a medida que soy ms
social y comunitario.
8. Actitud de

disponibilidad

No suelo estar disponible; hago lo que quiero.


Slo en contadas ocasiones accedo a lo que me
piden.
Soy una persona colaboradora con los amigos
y con los que me ayudan a m.
185

Cumplo estrictamente con mis obligaciones.


Me gustara ayudar a otros, aunque estn
lejanos.
Sobre todo me siento en disposicin de ayudar
a los ms necesitados.
Antes de hacer esto o aquello, tengo que darme cuenta de lo que se necesita.
Asumo responsabilidades que no estaban programadas.
Cuando eres u n a persona muy disponible la vida te puede llevar por caminos insospechados.
Intuyo que la disponibilidad y la realizacin
personal estn muy relacionadas.
La actitud de servicio es propia de los creyentes maduros.
Deseo prestar servicios de forma gratuita.
Quiero discernir bien las grandes opciones de
mi vida: estudio, trabajo, estilo y estado de
vida.
Me pregunto con frecuencia: cmo y dnde
servir ms y mejor a los necesitados.
Estoy haciendo el proyecto de vida desde la
clave de disponibilidad.
9. Pasos en la maduracin del grupo
Tengo amiguetes para el deporte, el juego y la
diversin.
A mi pandilla de amigos me une la edad, la
cercana y la simpata.
En el grupo de catequesis nos sentimos convocados aunque algunos no seamos amigos.
Aunque me cuesta comunicarme, procuro relacionarme con los que no conozco.
Me estoy dando cuenta de que los grupos no
vienen dados, sino que se hacen entre todos
sus componentes.
El grupo formado por cristianos tiene caracte186

rsticas propias que le distinguen de otros


grupos.
Procuro llevar mi vida al grupo.
El grupo al que pertenezco orienta mi vida.
El animador del grupo es importante y nos
ayuda a todos a clarificarnos y a interiorizar
la fe.
Mi grupo de fe me ayuda a amar ms a la
Iglesia y a preocuparme por lo que pasa en el
mundo.
Tenemos un proyecto de grupo.
Conozco otros grupos ms grandes que estn
dando pasos hacia la comunidad.
La meta de nuestro grupo es ser comunidad.
El grupo en el que estoy me ayuda a hacer el
proyecto personal.
E n mis planes entra compartir casa, bienes, oracin, tiempo y compromiso con otras
personas.

10. Educacin de la

afectividad-sexualidad

No saba que tena que educar la afectividadsexualidad.


Siento curiosidad por estos temas.
Me preocupa la forma actual de vivir la sexualidad.
Los datos que tengo sobre este tema son
contradictorios; estoy confuso.
Vivo u n a sexualidad egocntrica (masturbacin).
Tengo dificultades para relacionarme con personas del otro sexo.
Me enrollo con otras personas buscando sobre todo sensaciones y genitalidad.
Vivo con dependencias afectivas de otras personas.
La persona a la que quiero la considero como
de dominio propio y le impido ser libre.
187

Me doy cuenta de que la forma de vivir la


sexualidad influye en otros aspectos de la
vida.
Sin ternura, cario y amor, la sexualidad
deshumaniza.
Creo que el noviazgo sirve para conocerse,
intercambiar puntos de vista y ayudarse a
madurar.
Las parejas van bien cuando poco a poco hacen un proyecto de vida donde se quiere compartir todo y para siempre.
Necesito clarificar mis comportamientos
sexuales a travs de un dilogo con alguien
que me pueda orientar.
Intuyo que la sexualidad humana tiene mucho que ver con el amor de entrega, fidelidad
y oblatividad.
El celibato es tambin una forma valiosa de
amar y de vivir la sexualidad; acenta la disponibilidad y el servicio a todos.
Siento que en el momento actual tengo que
armonizar la sexualidad, la afectividad, lo comunitario y la solidaridad.
Algn da har un proyecto de vida donde la
sexualidad est integrada de u n a manera vocacional.
Presencia-compromiso
Pienso que lo que pasa en el mundo es normal
y siempre ha sido as.
Las cosas que suceden no se pueden cambiar, pues dependen de estructuras y poderes
importantes.
Creo que la solucin a los problemas sociales est en que cada uno sea bueno individualmente.
Me duele y siento indignacin por las injusticias que hay en el mundo.

Me compadezco de los que lo pasan mal y


deseo hacer algo por ellos.
Antes que nada tengo que analizar por qu
pasan las cosas.
Si estuviera ms metido en los problemas y en
los compromisos comprendera mejor lo que
pasa.
Yo tambin tengo parte de responsabilidad
por las injusticias.
La persona de Jess y su evangelio iluminan
y transforman la realidad.
S que con otros es como se puede cambiar lo
que est mal.
Los cambios empiezan por llevar un estilo de
vida ms austero y solidario.
Voy a procurar transmitir a otros mis preocupaciones.
Tengo que asumir acciones y medios concretos.
No se trata slo de hacer, sino de que toda mi
vida sea un compromiso transformador de la
realidad.
Me siento ms feliz estando muy comprometido.
12. Vivencia

sacramental

Participo espordicamente en la eucarista.


Entiendo la misa dominical como rito y obligacin.
Cumplo con el precepto asistiendo pasivamente.
Si algn domingo no estoy motivado no participo.
Adems de la eucarista me confieso en alguna situacin especial.
Asisto a los sacramentos, pero casi nunca rezo
personalmente.
Me gustan las celebraciones donde estamos
los amigos porque son muy festivas.
189

Voy comprendiendo el sacramento como encuentro personal con Cristo.


Al participar de los sacramentos me siento
ms unido a toda la Iglesia.
Para poder participar bien en los sacramentos
me preparo.
Preparo con otros las celebraciones sacramentales.
Los sacramentos me ayudan a mantener el
aspecto dialogal y comunitario de la fe.
En las convivencias cristianas valoro mucho
la celebracin del perdn y la eucarista.
Los sacramentos se insertan en mi vida; tienen preparacin, celebracin y compromisos
posteriores.
Tambin entre semana participo alguna vez
en la eucarista.
La reconciliacin y la eucarista son centrales
en la vida cristiana y los recibo con frecuencia.
Al celebrar los sacramentos siento que se actualiza la pascua de Cristo y se anticipa el
reino de Dios.
La celebracin de la eucarista est muy unida al trabajo por la justicia.
13. Proyecto de vida
No hago proyectos y vivo al da.
El ambiente que me rodea es lo que influye
ms.
Siento que el tiempo y las oportunidades se
me escapan por falta de programacin.
El modo de vivir influye en mi modo de
pensar.
Tengo u n horario para sacar rendimiento al
tiempo.
A veces quiero caminar en una direccin, pero
no puedo; me faltan fuerzas y ganas.
Intuyo que la vida debe tener un valor central
que oriente todo lo dems.
190

Conozco mis limitaciones y s que, si no programo, no har lo que me he propuesto.


Necesito que otros me ayuden a cumplir el
proyecto.
Necesito revisar con alguien el proyecto de
vida para que me oriente.
Lo importante es descubrir lo que Dios quiere
de m.
El proyecto me ayuda a superar muchas incoherencias, limitaciones y fallos.
El horario dio paso al proyecto y el proyecto
dar paso a la opcin vocacional.
Con absoluta disponibilidad quiero plantearme la vocacin de laico, presbtero y religioso.
Al proyecto vocacional de vida llegar despus
de u n encuentro de discernimiento.
Valores vocacionales especficos
Descubro estos valores
La vida es u n don de Dios que pide respuesta.
La fe es u n modo de entender la vida humana
en su totalidad.
La Iglesia necesita vocaciones de especial
consagracin para que enseen, orienten y
santifiquen al pueblo de Dios.
Dios llama personalmente a cada uno.
La persona llega a plenitud si descubre y realiza su vocacin.
La gracia de la vocacin llega a travs de las
mediaciones eclesiales.
Me adhiero a la llamada vocacional
Estoy inquieto y busco.
Me interrogo: qu ms puedo hacer?
Todo empieza por una atraccin que me enamora y seduce.
Tengo que estar preparado para este momento: procuro superar los egosmos y abrirme a
lo que Dios quiera.
191

El compartir con creyentes que viven con gozo


su vocacin me ayuda a encontrar la ma.
3.

Tomo opciones iniciales


Las grandes opciones estn precedidas de
otras ms sencillas.
El creyente tiene una opcin central Dios y
su reino que orienta todas las dems.
Quiero discernir mi vocacin sin engaos.
Hasta que no experimente la vocacin a que
me siento llamado no sabr del todo si esa es
la voluntad de Dios.
Necesito la ayuda del acompaamiento para
discernir la vocacin.

15. Algunas dificultades que aparecen en cada etapa


1.

Preadolescencia
Vivo la fe como algo heredado de la familia y
cultivado en la escuela y la parroquia.
Los sacramentos los entiendo como ritos y
obligaciones culturales.
El ambiente que me rodea no facilita la apertura sana a la vida.

2.

Adolescencia
Entiendo la religin como normas que reprimen la necesidad de libertad y autonoma.
Dejo la prctica religiosa y me refugio en una
fe totalmente psicolgica y subjetiva.
El ambiente consumista y evasivo me impide
descubrir los valores humanos y religiosos.

3.

Juventud
El pragmatismo me impide ocuparme de
aquello que no sea inmediato.
Relativizo la revelacin de Dios reducindola a
mis ideales o proyectos.

192

La fe no es el centro de mi vida ni engloba


todas las facetas de la misma.
Me acomodo a la sociedad de consumo desde
una fe sociolgica e individualista.
No asumo la vida como vocacin de absoluta disponibilidad a la voluntad de Dios y su
reino.

9.

Cmo acompaar el discernimiento vocacional

En el cuadro adjunto se plantea de forma global, coherente y progresiva cmo se puede plantear la pastoral vocacional en la pastoral juvenil, que a su vez debe ser toda
ella vocacional.
Al tratar el proyecto vocaciones de vida, el acompaante espiritual tendr presente:
El momento de maduracin en la fe en que
se encuentra el joven.
Qu valores vocacionales necesitara descubrir
en ese momento.
Los indicadores que se podran trabajar ms
en la entrevista personal.
Las dificultades inherentes a la adhesin afectiva a la llamada y a la toma de decisiones.
La relacin entre afectividad, sexualidad y
proyecto de vida.
Pistas para la oracin, lectura y reflexin personal.
Preparacin para encuentros y experiencias
vocacionales.
El cuadro que se ofrece ayuda a situar la labor propia
del acompaamiento vocacional en u n contexto ms
amplio en el cual el hilo conductor es doble: ayudar a que
el catecmeno se sienta alcanzado por Jess y su proyecto, y la actitud subsiguiente de disponibilidad a la
voluntad de Dios.
193

PROYECTO DE PASTORAL VOCACIONAL


OBJETIVOS
NIVELES

DESCUBRIMIENTO
DE LOS VALORES
VOCACIONALES

ADHESIN
PROGRESIVA
A LA LLAMADA

OPCIN E
INCORPORACIN
INICIALES

PUNTO
DE
PARTIDA

Plataformas: P. Juvenil, Movimientos, Jornadas, etc.

Convocatoria especfica a los


"vocacionales"

Encuentro especfico para quienes llegan de la etapa anterior

Fe como seguimiento de
Cristo y sentido eclesial
Valor de los carismas y ministerios

Inquietos
En bsqueda
Atrados

Apertura a la opcin
Profundizacin de discernimiento
Opcin concreta
Incorporacin inicial

Catequesis sobre ministerios y


carismas

Aspectos vivenciales del descubrimiento de la vocacin:


Nivel psicolgico
Nivel espiritual

Vocaciones especficas
Relacin con centros y personas en formacin

FASES

CONTENIDOS

ENTREVISTA
PERSONAL
(INDICADORES)

DISCERNIMIENTO

Rasgos de madurez
Centros de inters
Estilo de vida
Imagen de Dios
Personal comunitario

La vida cristiana como vocacin en proyectos concretos

Relacin fe-vida
Experiencia de Dios
Grupo y proyecto de vida
Sexualidad
Presencia-compromiso

Actitud de disponibilidad
Afectividad-sexualidad
Proyecto de vida
Valores vocacionales especficos

Discernir el cmo, el dnde, el


cundo y el porqu de la respuesta concreta

Sentirse "alcanzado": atractivo,


desconcierto, llamada interior

PROYECTO DE PASTORAL VOCACIONAL (cont.)


OBJETIVOS
NIVELES

DESCUBRIMIENTO
DE LOS VALORES
VOCACIONALES

ADHESIN
PROGRESIVA
A LA LLAMADA

OPCIN E
INCORPORACIN
INICIALES

AFECTIVIDAD
Y COMUNIDAD

GAPE como amor fraternal y universal


COMUNIDAD como sacramento de salvacin

AMOR Y COMUNIDAD (concreciones)


Celibato por el Reino
Matrimonio
Misiones

Opcin especfica
Proyecto concreto
Obras y misterios en que se
vive

La fe como un compartimento ms de la persona


La fe como "mnimos" para
salvarse

Adhesin externa, optativa,


intelectual, moral o social

Aplazar la respuesta indefinidamente


Opcin temporal

MEDIOS Y
SERVICIOS

Materiales
Lecturas
Audio-visuales
Jornadas
Testimonios
Actividades

Lecturas especficas
Convivencias sobre proyectos de vida
Dilogo personal
Encuentro para preseminario o postulantado

AGENTE

Catequistas
Animadores de P.J.
Padres
Educadores

Equipo coordinador
Agentes de P.J.V.

Delegados de P.V.
Formadores

MBITOS

Catequesis
P. Juvenil
Familia
Escuela

Vocacionales a la V.R. y al
Sacerdocio
Previos a la incorporacin

DIFICULTADES

Grupos vocacionales
Convivencias vocacionales
Formacin de animadores
Dilogo personal

Centro Vocacional
Movimientos
Comunidades
Seminarios menores

10.

Pistas para la educacin de la sexualidad

1. En el grupo cristiano o de referencia para el joven,


hacer un anlisis de la realidad juvenil en este tema
segn los datos aportados por las encuestas, los interrogantes de los jvenes, las campaas y folletos realizados
por organismos pblicos, etc.
2. Situar la sexualidad en el proceso de maduracin
psicobiolgica de la persona (cf esquema de M. Oraison,
pg. 198).
3. Reflexin antropolgica sobre la unitariedad del ser
humano y del amor humano. Trabajar las siguientes
afirmaciones:
Los comportamientos sexuales influyen en
toda la persona y en la configuracin de la
personalidad.
Hay relacin entre la forma de vivir la sexualidad y otros comportamientos humanos, tales
como la sensibilidad social y el compromiso
con los ms necesitados.
La forma de entender la sexualidad tiene
mucho que ver con el tipo de relaciones (cosificadoras o interpersonales), la madurez afectiva (capacidad de dar y recibir) y el
dominio propio (autocontrol o dependencia de
los deseos).
4. El cristiano entiende la sexualidad desde la persona, vida y mensaje de Jess de Nazaret, Dios y hombre verdadero revelacin del hombre al hombre
(GS 22). Lo fundamental en la fe cristiana es la entrega personal, total e incondicional a todos y para siempre. En ese contexto hay que entender todos los aspectos de la vida: estudios, profesin, trabajo, ocio, uso
del dinero, afectividad, compromisos, estado de vida,
etc.
196

Esta visin resita la sexualidad h u m a n a de la


siguiente forma:
La sexualidad humana afecta a toda la persona (modo de ser persona: varn-mujer) y no
puede reducirse a genitalidad.
La relacin sexual se valora por el tipo de
relacin que expresa, la comunicacin y la entrega de las personas que la vivan (cf esquema de E. Fromm, pg. 199).
Lo primero que aparece en el ser humano es
el desarrollo fsico-genital, y lo ltimo es el
compromiso de vida como pareja, entendido y
celebrado pblica y comunitariamente. Por lo
mismo se impone un aprendizaje que pasa por
la integracin de elementos de autocontrol y
la apertura a valores nuevos. E. Fromm dice
que amar es un arte en el que va la felicidad
y realizacin humana.
La sexualidad h u m a n a se i n t e g r a en u n
proyecto de vida entendido como vocacin.
El matrimonio o el celibato se presentan como
dos formas d i s t i n t a s y c o m p l e m e n t a r i a s
de vivir el amor humano al servicio del reino de Dios. Bsicamente suponen lo mismo:
conversin a los valores del evangelio, disponibilidad a la voluntad de Dios y servicio al
Reino.
Esta forma de entender y vivir la sexualidad
enriquece la visin psicobiolgica y la libra de
los reduccionismos con que la sexualidad aparece en los medios de comunicacin y en muchas publicaciones que hacen del erotismo, la
violencia y la pornografa un negocio.
Ofrecemos a continuacin tres cuadros que sintetizan
las exposiciones anteriores.

197

ESQUEMA DE LA EVOLUCIN DE LA SEXUALIDAD


EDADES "CRONOLGICAS" (meramente aproximativas, por tanto)
Inspirado en Oswald Schwarz y M. Oraison
6
FA SE

DE

10

11

12

13

PUBRTAI

INF ANOIA

14

15

16

EDAD
ADULTA

Y A DOLE SCEN CA

"X"
COMPONENTES
FASE
'ASIVO
FASE
ORAL ACTIVI-ANAL

FASE

DLV

FASE

Explora ion
del
incluidob

DE TRANQUILIDAD
PREPLBERAL

Fenmeros y jugos
exhibici mistas

PSJUICISDE

Primeras
mociones de
lactante
y contacto mater-

LA

/
\
EXUAL1

SENnlMElJl^S!l

personas
qie trata: apego,
teto, cebs.
PER10X)

Ex]presiones claras
de nascuii lidad
y femin: dad
(coi uetera, "machoti!SI 10 ")

SUPERACIN DEL
COMPLEJO D|E EDIPto

"EMPICO"

CRISIS DE AlUTONOWA
PERSf NAL
PREDOMINIO

MARi ADAME! ITE

EGOTIS A'

PROBLEMA EXISTENCIAL:
La
soledad

U N I O N Y CREATI-

AMISTADES DEL MISMO SEXO

.OBJETIVO:

A M A R E S DAR, N O R E C I B I R
\

Damos las experiencias


D a r es h a c e r d e l o t r o u n d a d o r
S e c o m p a r t e lo q u e se c r e a j u n t o s

SOLO LA
INTEGRACIN
DE AMBAS
VERTIENTES
MARCA LA
VERDADERA
MADUREZ
SEXUAL
EN EL
AMOR
PLENO

\
/
\

EL ARTE DE AMAR
1

Necesitamos ser amados


A m o r como objeto m s q u e
como f a c u l t a d
E n a m o r a r s e - vivir e n a m o rado

ADOLESCENCIA
Apetencia del
placer con el
"otro1 seso
"Pettidg' "ligue

Actit' [des cont adietorias


seso
\
frent
contrario
Preferencias por
el propio se;o
Ji egos de conquistaj
X
afirm , cin
/
\
dil propio sexo

D! ALTO TONO AFECTIVO


Descubr miento dt 1 "T"

Indifei enciacir sexual de los

Solucin:
VIDAD

\
/

A CRISIS E PUBEITAD
Funcioi amiento ie
las gli ndulas se:Tuales
/
Descub: imiento uel
placer solitario j
\
hornos

/
/

sensorial

\
\

SEXUALIDAD

'3ENITA1,'
Curios
bisexu

MMI-ONEUTEj

\
C T I C O ! "-FSCOS

19

18

17

/
A^ ORES

di

PLATNICOS'
a activii lad sexual

\
\

EL PROCESO
PUEDE
QUEDAR
ESTANCADO 0
ACELERARSE

- ELEMENTOS BSICOS
DEL AMOR
Cuidado:
amor - trabajo amor
Responsabilidad:
listo y
pronto p a r a responder
Respeto: v e r la i n d i v i d u a l i dad de cada persona
Conocimiento:
e n t r a r e n el
fondo del o t r o

TE NECESITO PORQUE TE AMO

L A PRACTICA DEL A M O R FRATERNIDAD: AMOR


POR EXCELENCIA
A m a r a q u i e n e s no
necesitamos
S e c a r a c t e r i z a p o r s u falta d e exclusividad
Amor ertico. T i e n d e a ser exclusivo, n o u n i v e r s a l
Si el a m o r ertico no e s a l a vez
f r a t e r n a l t i e n d e a s e r orgistico y
t r a n s i t o r i o , es decir, no une a las
personas
Egosmo: una forma de odiarse. E l
e g o s t a a m a poco; el vaco y f r u s t r a c i n q u e s i e n t e lo c o m p e n s a c o n
satisfacciones
Preocuparse
mucho de los otros y
no s e n t i r s e feliz significa q u e l a capacidad de a m a r est paralizada
( S n t e s i s del libro El arte de amar

E s experiencia personal que


exige d i s c i p l i n a
H a y q u e aprender
a amar:
S u p e r a r el n a r c i s i s m o
Realismo y humildad
Activismo y p r o d u c t i v i d a d
AMOR Y SOCIEDAD DE CONSUMO
Lo i m p o r t a n t e e s e x p e r i m e n t a r s e
d e s d e el fondo d e la e x i s t e n c i a
Producir = Intercambiar = Consumir
( E n a j e n a c i n d e s, d e los s e m e j a n tes y de la naturaleza)
M a t r i m o n i o - equipo de funcionamiento
Se confunde
el egosmo con el a m o r
e intimidad
de E. Fromm).

I DIMENSIONES Y OBJETOS ,
DE AMOR
Amor materno. Me a m a n p o r q u e
soy yo (incondicional - paz y dicha)
Amor paterno. Te amo p o r q u e llen a s m i s aspiraciones, p o r q u e cumples con t u deber, porque eres como
yo (condicional - dentro del control)
Grados del amor:
Infantil: Amo porque m e a m a n
M a d u r o : Me a m a n porque amo
I n m a d u r o : Te a m o porque t e necesito
M a d u r o : Te necesito p o r q u e t e
amo
" Dimensin universal del amor. E s
la actitud y orientacin del carcter
que d e t e r m i n a el tipo de relacin de
u n a p e r s o n a con el m u n d o como totalidad

11.
\

ANTROPOLOGA TEOLGICA

Modo de entender la persona, la vida, la tica, los ideales, etc.


INSTITUCIONALIZACION
Celebracin oficial, pblica y comunitaria
%VA
PROYECTO DE VIDA: < ^ M O N I O
% y \ Compartirlo todo y para siempre
PSIQUICO-AFECTrVO
Atractivo - ternura - cario

Todos los elementos son importantes y constitutivos;


cada uno de ellos, con dinamismos propios, cobra mayor
significado desde los elementos que lo envuelven. Importa vivir cada uno de los elementos de forma que se abra
a los siguientes; la mejor manera de lograrlo est en que
las referencias de los recuadros superiores sobre todo el
5 y el 3 orienten a los dems. No significa que la lnea
del desarrollo evolutivo sea opuesta a la lnea educativa;
son complementarias, pues u n a y otra se referencian
mutuamente. Esto lleva a entender la madurez sexual
como fruto de un proceso evolutivo lento y complejo, pero
que necesita de motivaciones, referencias y orientaciones
normativas concretas.

Acompaar el camino de oracin

La oracin personal y comunitaria es uno de los elementos centrales de la vida del cristiano. Segn la experiencia atestiguada sin interrupcin por la santidad de muchos creyentes y comunidades, e n t r e m a d u r a c i n
personal, progreso en la vida de oracin y discernimiento
vocacional hay mucha relacin. De ah la importancia de
abordar de forma sistemtica y constante este tema en el
acompaamiento espiritual.
Iniciacin a la oracin:
Anlisis de la situacin personal; dificultades,
inconstancia, mtodo, sentido que tiene, forma
de orar, etc.
Breves indicaciones metodolgicas sobre el
modo, tiempo, lugar, ambiente, etc.
mbitos y encuentros donde sea posible tener
alguna experiencia autntica de oracin que
resulta gratificante.
El testimonio de creyentes que oran habitualmente.
Propuesta

200

de un mtodo:
Hacer silencio interior y exterior.
Relajacin.
Lectura de u n pasaje bblico.
Reflexionar la Palabra con u n salmo apropiado.
Interpretar la Palabra: qu dice, cmo aplicarla a mi vida.
Contemplar un pasaje o escena, identificndose con la situacin o personajes.
Concentrarse en u n a palabra o frase que se
repite para que vaya calando hasta motivar el
corazn por la aparicin de sentimientos.
Pedir perdn, dar gracias, alabar o bendecir
segn lo que se viva.
Terminar haciendo u n compromiso para el da
que sea evaluable.
201

Camino de oracin:
1. Oracin como medio. Al principio los tiempos de
oracin y la oracin son vividos por el principiante con
finalidad moralizante: para vencer defectos, superar dificultades o evitar el pecado. En esta etapa la oracin tiene
mucho que ver con el examen de conciencia y el dominio
personal; por lo mismo, el interlocutor es Dios como proyeccin del ideal de persona que uno tiene.
2. Oracin reflexiva. A medida que el sentimiento de
culpabilidad se integra y se van superando algunas
dificultades, la oracin adquiere un talante discursivo:
lectura del texto, bsqueda de significados, aplicacin a
la vida y pistas de actuacin. En este modo de orar se
pasa con mucha rapidez de la cabeza a la voluntad,
quedando el sentimiento en segundo lugar. Sigue siendo
el orante el protagonista principal de la oracin.
3. Oracin contemplativa. Cesa la actividad mental
como razonamiento o reflexin y aparece la actitud silenciosa y contemplativa. El creyente se sita ante pasajes
o escenas tratando de que lo que contempla le hable al
corazn y le provoque sentimientos. De este modo la
oracin que hace la lengua proviene de la abundancia del
corazn. Las expresiones oracionales son breves, repetitivas y afectivas, como jaculatorias que salen de lo profundo del yo cargadas de amor y agradecimiento.

adoracin. Cristo humillado y entronizado (Flp 2,6-11) es


lo nico digno de ser aclamado, vivido y adorado. Ah
encuentra el alma la felicidad, el sentido de su vida y
exclama con la confesin de fe y amor: Dios mo y todas
las cosas.
Cada una de estas etapas en el camino de oracin
supone tiempo, medios y disposiciones internas. Dios llama a todos a compartir su vida, pero normalmente slo
la reciben los que estn dispuestos para acogerla. La
postura del orante sentado, de rodillas, postrado, etc.
indica normalmente el tipo de oracin que se hace y la
etapa en que uno se encuentra.
Tarea del acompaante es ayudar a los jvenes a
hacer de su vida un camino de oracin sabiendo que esta
transformar su vida. El comentario de santa Teresa al
padrenuestro puede ayudarles mucho en este cometido.
12.

Iniciar a la presencia y al compromiso


cristiano

Lo caracterstico de la antropologa cristiana est en la


visin globalizadora del hombre, del amor y del compromiso. Esta comprensin del creyente abarca todas las
facetas y mbitos de la vida y los integra desde un centro
unificador que da sentido a todas ellas.
En el acompaamiento

4. Oracin de adoracin. Tiene mucho que ver con la


oracin unitiva, pues en ella sobran textos, escenas, palabras y variedad de sentimientos. La oracin se da por
simple contemplacin o encuentro personal con aquel
que sabes que te ama (Santa Teresa). Es encuentro
personal con Jesucristo en paz y quietud; por estar lleno
de gozo, al creyente se le pasa el tiempo con mucha rapidez, se siente un gran desapego de todo lo terrenal, se
desea un compromiso total desde los ms pobres y toda
la persona se entrega en oblacin y alabanza desde la
202

conviene tener presente:

1. P a r t i r de la comprensin u n i t a r i a del amor


cristiano: universal, incondicional, histrico y trascendente.
2. Cmo pasar de las acciones comprometidas que
hace el adolescente y el joven a entender la vida entera
como compromiso.
3.

Madurar la fe como apertura a la voluntad de


203

Dios y disponibilidad en la profesin, estilo de vida, estado de vida, compromiso sociocultural, compromiso
eclesial, etc.
4. La integracin de los compromisos en un proyecto personal de vida y en un proyecto comunitario o de
grupo.
5. Ayudarse de los cauces educativos del compromiso
cristiano:
Anlisis crtico-creyente de la realidad.
Dejarse interpelar por los datos de la realidad.
Toma de conciencia de lo que pasa, por qu
pasa y qu se puede hacer.
Identificacin de las acciones comprometidas
como anticipaciones profticas de una realidad
nueva.
6. La mayor dificultad para iniciarse a la presencia
y al compromiso suele ser la pasividad. Esta actitud
descomprometida puede tener varias causas; las principales son:
Ver la situacin de las cosas como algo lejano y externo que no nos afecta.
Cuando hacemos anlisis de qu pasa y los
porqus, nos quedamos en el ver, pero tardamos mucho en actuar.
Desearamos que las soluciones fueran rpidas e inmediatas. Cuesta admitir las limitaciones humanas incluidas las propias y la
lentitud de los procesos humanos. La salida
fcil es la crtica inoperante y destructiva.
Despus de un tiempo de lucha y esfuerzo, se
tira la toalla, nos declaramos incompetentes
y terminamos adaptndonos para terminar
haciendo lo que criticbamos.
7. Los compromisos son ms autnticos si se disciernen desde una presencia encarnada en la que se escu204

chan las autnticas necesidades. No se trata de hacer lo


que yo quiero o me parece, sino lo que ms se necesita.
La actitud de servicio humilde y disponibilidad total debe
preceder toda accin comprometida.
8. El compromiso hace relacin al futuro, a algo o
alguien y se realiza con otros. En un primer momento el
creyente generoso est abierto a todas las posibilidades,
pero poco a poco tiene que centrarse en una de ellas. Esta
definicin, que parece limitacin, es imprescindible para
poder madurar, amar en concreto y ser eficaz. Todo
compromiso y de manera especial un compromiso para
toda la vida es un riesgo, pues afecta al futuro, pide
fidelidad y exige renuncias. Esto que parece humanamente muy difcil, es posible con la gracia de Dios.
Adems en ello nos jugamos nuestra propia felicidad.
9. La lectura creyente de la realidad forma la
conciencia moral de la persona, pues le ayuda a tomar
ms conciencia de s misma y de la realidad. Este sentimiento es primordialmente de responsabilidad por lo que
sucede y de empeo en mejorar esta misma realidad. La
lectura de la realidad pasa por diferentes niveles que hay
que ir superando; son los siguientes:
La historia se vive como una sucesin de hechos y
acontecimientos que se suceden sin conexin causa-efecto. Todo queda fragmentado y reducido a mera ancdota.
No hay lectura crtica ni implicacin personal en el cambio de lo que est mal.
Se prescinde del contexto sociocultural general y
de las e s t r u c t u r a s sociales, p a r a c e n t r a r s e en el
comportamiento personal segn los mnimos morales
para justificarse ticamente, e incluso conseguir el premio eterno.
De la historia, tomada en su conjunto y como sucesin de acontecimientos, se sacan lecciones para la
vida, pero no llegan a cuestionarse los fundamentos de
la organizacin social ni sus estructuras. Se busca ms la
proteccin personal que la transformacin social.
205

Por fin se llega a una lectura que trata de llegar


al fondo de lo que est pasando para encontrar el significado de las cosas y el sentido de la vida. El creyente
sabe que la fe tiene mucho que ver con los valores y
orientaciones que se dan a la existencia. En la vida social
y en la historia de cada pueblo se hace presente la historia de la salvacin. Para que esto sea posible hay que
situarse ante los acontecimientos en actitud abierta (dejarse interpelar por los datos), crtica (utilizar el anlisis
para ver el porqu de lo que sucede) y activa (buscar el
cambio de lo que es deshumanizante).
10. La lectura creyente de la realidad tiene como
referencia ltima y total la persona de Jess, su causa y
su mensaje. El proyecto de Dios revelado en Jesucristo es
hacer una nueva humanidad basada en los valores del
Reino.
El cuadro que est a continuacin especifica los pasos
metodolgicos para poder hacer una lectura creyente de
la realidad.

Dimensin
Utpica

Crtica
de la

Realidad

Contradiccin
Fe/Realidad
Papel de la Fe en la lectura de la realidad
(Desenvolvimiento del momento creyente)

Opcin de Fuentes
Nueva actitud
para el cambio

Nuevas categoras
teolgicas

I
Dimensin poltica
de la Fe

Nuevas
Experiencias
Creyentes

Realidad

Transformacin
Liberacin
de la

Praxis nueva
Proyecto racional operativo
Tctica - Estrategia

Cf JUAN T., DOS modelos de lectura creyente de la realidad,

Actitud abierta
Anlisis-seleccin
del material bruto

TEC, pgs. 32-33.

Actitud crtica
Globalidad
Intereses
Fuerzas
Mecanismos

Utopa

Contradiccin

Realidad
Cotidiana

FE: Estilo de vida


Elemento relativizador
Elemento desideologizador
Elemento verificador
Elemento
orientador
Elemento totalizante

Actitud activa
Vuelta a la cotidianidad
tctica
estrategia
Lectura crtica y creyente de la

206

realidad

207

CONCLUSIN

Jess no se predic a s mismo ni habl de un Dios lejano


o ausente; Jess anunci el reino de Dios proclamado
como salvacin aqu y ahora. El proceso de salvacin
consiste en la solidaridad de Jess con la realidad humana hasta morir y ser glorificado por su Padre. Al resucitar nos solidariz con la salvacin y nos indic el camino para que llegara el Reino: las bienaventuranzas como
implantacin del derecho de los pobres por la justicia y
el amor.
Esto tambin debe ser lo ltimo y referencial para el
acompaante espiritual y para el acompaado. El Espritu se hace presente en la vida de cada hombre para
asociarlo a la vida y causa de Jesucristo, pues slo ah
encontrar la plenitud de su ser y de su existencia.
La bsqueda del paso de Dios por la vida, a travs de
la relacin interpersonal concebida como acompaamiento espiritual y en bsqueda de respuesta vocacional, requiere ver la presencia de Dios en la propia historia, el
esfuerzo por vivir el presente desde el absoluto de la fe
y el discernimiento del futuro como servicio al proyecto
del reino de Dios, donde el amor preferencial de Dios se
hace presente de forma desconcertante en el servicio a los
ms necesitados. Y esto no es posible sino por la accin
convergente de muchas mediaciones; entre ellas el
acompaamiento espiritual cobra importancia singular por s mismo y por la labor de globaliz acin de otras
instancias e interiorizacin de todos los dems aspectos de la vida cristiana. Esta mediacin de la accin
209

del Espritu se nos presenta a catequistas, animadores


de pastoral juvenil y responsables de la pastoral vocacional como un reto apasionante, que dar mucho fruto
en un futuro inmediato, si lo asumimos con verdad y
fidelidad.

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espiritual, entre el pasado y el futuro. Bibliografa
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Jos Damin Gaitn.

NDICE

Pgs.
PRIMERA PARTE

Dimensiones teolgico-pastorales
del acompaamiento espiritual
Introduccin
1. Acompaamiento y maduracin personal
2. Condicionamientos socioculturales de la juventud
Fundamentacin teolgica del acompa a m i e n t o espiritual
1. Base bblica
2. El acompaamiento espiritual en la historia
de la Iglesia
3. P l a n t e a m i e n t o en la teologa espiritual
actual

9
10
12

1.

2.
1.

Vida espiritual y catequesis


Educar en la fe es ayudar a madurar vocacionalmente
2. Catequesis y acompaamiento
3. La comunidad, mbito de la maduracin
vocacional
4. La pedagoga divina inspira la pedagoga
catequtica
5. Acompaamiento del proceso de conversin ...

218

17
18
20
25
29
30
31
32
33
35

Pgs.
3.
1.
2.
3.
4.

Espiritualidad y pastoral de personalizacin


La espiritualidad cristiana
Afectividad y espiritualidad
La experiencia de Dios: reto de la pastoral de
juventud
La personalizacin como mtodo pastoral ....

4.
1.
2.
3.
4.
5.
1.
2.
6.
1.
2.
7.
1.
2.
3.
4.
5.
6.
220

El cauce psicopedaggico de la relacin


de ayuda
Las fases en la relacin de ayuda
La persona orientada
El orientador
La relacin de ayuda
El acompaamiento espiritual
La interrelacin humana es el lugar de la
experiencia cristiana
Mediaciones en el acompaamiento espiritual
El acompaamiento espiritual al servicio del seguimiento de J e s s
Etapas del seguimiento de Jess
Pautas experienciales del seguimiento de
Jess
Contenidos f u n d a m e n t a l e s que d e b e n
ser tratados e n el acompaamiento
Los rasgos de la madurez personal
La espiritualidad cristiana
La educacin de la afectividad y de la sexualidad
La formacin del grupo cristiano
El anlisis crtico-creyente de la realidad y la
revisin de vida
La presencia y el compromiso transformador
de la realidad

Pgs.
7.

39
40
42
43
45
51
52
53
54
55

8.
1.
2.
3.
4.
5.
6.

57
58
58
65
66
71

Acompaamiento personal y educacin de la conciencia moral


El desarrollo moral y religioso en los
jvenes
La vida moral como totalidad indivisible ....
Gnesis del sentido moral
Las actitudes ticas y las actitudes religiosas
La actitud tica est en el yo ligado al t, no
entre el yo y el t
Aspectos de educacin moral que se pueden
abordar en el acompaamiento

9. El acompaante espiritual
1. El acompaante como mediacin
2. Dimensiones de la identidad del acompaante espiritual
Principales problemas que surgen e n
el acompaamiento
1. Carencias en los planteamientos de algunos
proyectos de pastoral juvenil
2. Autoengaos en el proceso de conversin ....

87
89
90
93
94
98
102
104
107
107
111

10.

75
75
76

11.

78
81

2.

1.

3.
83
4.
85

Pistas p a r a ver si estos valores se van


interiorizando

Acompaamiento espiritual y discernimiento vocacional


La p a s t o r a l vocacional en la p a s t o r a l
juvenil
En la etapa de profundizacin deben hacerse las propuestas vocacionales explcitas
Atencin a los elementos afectivos del proceso vocacional
El acompaante espiritual ayuda a formular el proyecto vocacional de vida

115
115
121

127
127
128
130
131
221

Pgs.
5. Cmo se hace el proyecto de vida?
134
6. Asegurar la dinmica propia del discernimiento cristiano
138
7. Estructuracin del acompaamiento que posibilite el discernimiento vocacional
142
8. El discernimiento de los proyectos de vida:
presbtero, religioso, laico
146
SEGUNDA PARTE

Orientaciones prcticas y recursos pedaggicos


1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.

El declogo de la relacin de ayuda


155
La preocupacin del orientador espiritual ... 157
Recuerda las funciones del acompaante .... 158
Cmo proponer la relacin de ayuda
160
Guin para analizar las entrevistas
161
Instrumentos iniciales de apoyo
162
Itinerario de la madurez humana y espiritual
174
8. Indicadores para el acompaamiento
179
9. Cmo acompaar el discernimiento vocacional
193
10. Pistas para la educacin de la sexualidad ... 196
11. Acompaar el camino de oracin
201
12. Iniciar a la presencia y al compromiso cristiano
203
Conclusin

209

Bibliografa

211

222

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