SASTRE GARCIA, J. - El Acompañamiento Espiritual - San Pablo, 3 Ed, 1993 PDF
SASTRE GARCIA, J. - El Acompañamiento Espiritual - San Pablo, 3 Ed, 1993 PDF
SASTRE GARCIA, J. - El Acompañamiento Espiritual - San Pablo, 3 Ed, 1993 PDF
ESPIRITUAL
EL ACOMPAAMIENTO
ESPIRITUAL
Para la pastoral juvenil y vocadonal
3 a edicin
SAN PABLO
Primera Parte
Dimensiones teolgico-pastorales
del acompaamiento espiritual
INTRODUCCIN
La definicin y el contenido de la palabra acompaamiento adquieren en nuestro tiempo u n a gran actualidad; con
todo, tenemos que decir que su acepcin fundamental
expresa u n a praxis de gran raigambre bblica y en la
historia de la espiritualidad cristiana, tanto oriental
como occidental.
Etimolgicamente indica el hecho de que alguien
acompae a otro u otros en la tarea de llegar a u n a meta
o a conseguir algo. Como el crecimiento humano no es
puramente biolgico, los aspectos psicolgicos, intelectuales, relacinales, ticos, religiosos, etc., cobran u n a importancia capital. Y sabemos que en todos estos aspectos no
se madura sin la presencia, gua y estmulo de los grupos
y de alguno como experto en el camino que se pretende
recorrer. Esta relacin personalizadora se hace cada vez
ms urgente en nuestro mundo robotizado, estandarizado y masificado; la sabidura como saboreo del sentido
y significado de la existencia slo se puede transmitir de
corazn a corazn. El mayor problema de la juventud
est en que como colectivo se encuentra abandonada a s
misma porque no hay dilogo en profundidad con el
mundo adulto al faltar maestros que les den razones
para vivir y motivos para esperar.
La misin de los padres, educadores y catequistas es
acompaar a los nios, adolescentes, jvenes y, en su
caso, a adultos en el proceso de hacerse persona, de
madurar, de llegar a la identidad propia del cristiano. En
u n a sociedad numricamente cristiana se reserv el
9
acompaamiento dentro de la Iglesia a grupos minoritarios y especficos bajo la modalidad de direccin espiritual, dentro o fuera del mbito del sacramento de la
penitencia. El mantenimiento del pueblo cristiano a partir de la catequesis de nios se haca fundamentalmente
a travs de la pastoral sacramental y de medios espirituales ocasionales con carcter ms o menos colectivo.
1. Acompaamiento y maduracin personal
Todo proceso de crecimiento humano est condicionado
por la historia vivida, las relaciones que se tienen, los
planteamientos nuevos y la forma de proyectar el futuro.
La persona est en u n contexto sociocultural que le condiciona positiva y negativamente; la clebre frase de
Ortega y Gasset yo soy yo y mi circunstancia es plenamente vlida. Al mismo tiempo, la fe cristiana afirma
que la salvacin de Dios puede hacerse presente en cualquier situacin como llamada liberadora o como afianzamiento de humanizacin. Tarea tan compleja no puede
ser abordada individualmente; si en todo necesitamos
maestros, mucho ms en los aspectos relacionados con la
maduracin personal, el sentido de la vida, la relacin fevida, el discernimiento y el proyecto de vida. La mediacin de creyentes adultos que u n a a la fidelidad de vida
el conocimiento psicopedaggico de la relacin de ayuda
y el carisma personal del acompaamiento espiritual
es insustituible en la pastoral juvenil-vocacional. No se
trata de prescindir de la funcin decisiva del grupo en los
itinerarios catecumenales, sino de completar con el acompaamiento personal todo lo que se descubre y vive en el
grupo de fe.
La clsica direccin espiritual cay en desuso despus
del Vaticano II por mltiples razones, y no fue reformulada ni reemplazada. Desde hace unos aos se viene
sintiendo la necesidad de recuperarla con las debidas
actualizaciones, y hay experiencias vlidas de lo fructfera que puede ser en los procesos catecumenales, pues la
10
fe fundamentalmente es decisin personal como respuesta total a la llamada de Dios, que se descubre en la
propia vida.
El Vaticano II supuso u n a nueva visin eclesiolgica
y consiguientemente u n a comprensin de la evangelizacin en trminos de proceso, conversin, comunidad y
presencia-compromiso en el mundo en el que hay que
construir el reino de Dios. Todo ello nos lleva a replantearnos el itinerario de la fe que precisa seguir el hombre
de hoy y cmo acompaarlo para que se encuentre con
Cristo resucitado y se ponga en actitud de misin. A los
catequistas y agentes de pastoral se les pide que se preparen y estn dispuestos a acompaar este proceso de
maduracin de la fe.
Si ser cristiano es seguir al Maestro, y los evangelios
constituyen el camino espiritual que a travs de la catequesis irn recorriendo los catecmenos, la tarea fundamental de la catequesis es animar este proceso para que
los acompaados lleguen a lo ms ntimo del misterio
revelado por Dios como sabidura para el hombre. En
el seguimiento de Cristo, tres son los protagonistas: el
Espritu Santo que mueve los corazones y sopla como y
donde quiere, el grupo o comunidad cristiana con sus
bsquedas, relaciones y experiencias, y el catequista que
orienta el proceso de la conversin personal. La dialctica
entre lo que suscita el Espritu como expresin de la
voluntad de Dios, el itinerario de cada creyente y los
signos de los tiempos, indica cmo debe ser la actuacin
del animador de la fe que desde su vivencia interior trata
de ayudar a los otros.
El acompaamiento espiritual supone la recuperacin
de un servicio humano y de un ministerio eclesial
insustituible. Ayudar a la persona a madurar y respetar
la obra de Dios, en cada uno exige mucho tacto, confianza
mutua, encarnacin en el tiempo que nos toca vivir y
experiencia de Dios, que acta de forma insospechada
y desconcertante. Si el gran protagonista de la vida cristiana es el Espritu, el modo de proceder del acompaante debe evitar todo paternalismo y autoritarismo
11
Condicionamientos socioculturales
de la j u v e n t u d
12
13
14
15
v^aptulo
Flindamentacin teolgica
del acompaamiento espiritual
17
mental. A este cambio existencial que estructura la persona de otra forma se llama conversin y constituye la
clave para entender el hombre nuevo que orienta todo el
quehacer de la catequesis. Este recorrido no se aprende
ni se vive en solitario, sino en grupo, en comunidad que
peregrina y construye el Reino (cf IPe 2,11). Peregrinacin y carrera (cf ICor 9,24-27) que parten de la iniciativa de Dios, superan el voluntarismo prometeico (cf Flp
3,13-14) y se recorren bajo la accin del Espritu y las
mediaciones eclesiales.
2.
El acompaamiento espiritual
e n la historia de la Iglesia
somos criaturas nuevas, pero no hemos llegado a la plenitud y la vida resulta un doloroso alumbramiento del
hombre nuevo (cf Rom 8,23). Este proceso incluye la
asuncin de la condicin humana e historia personales, y
de sus componentes de libertad, solidaridad, esperanza,
superacin, etc. La personalidad es original e irrepetible;
dentro del seguimiento del nico Maestro, cada persona
tiene su peculiar itinerario que debe ser alentado individualmente. Esta relacin de acompaamiento evitar
la dicotoma que hoy existe muy generalizada entre la
madurez, el itinerario de fe y la celebracin de los sacramentos. Para armonizar este proceso, el Vaticano II en la
constitucin SC n.64 restaura el Catecumenado. Su finalidad es ayudar al catecmeno a r e e s t r u c t u r a r su
personalidad desde una nueva mentalidad y unos nuevos
valores. En el caso de jvenes o adultos bautizados de
nios, el objetivo del acompaamiento es ayudarles a que
asuman las exigencias bautismales y se sientan pueblo
de Dios en marcha con la humanidad para construir la
utopa del Reino (cf LG 9). Este compromiso con el
mundo se vive desde la pertenencia eclesial cuyo centro
es la eucarista y la actitud de servicio a la comunidad
por el don de s.
Todas estas t a r e a s educativas tienen mucho de
testimonial, experiencial y totalizante; no son posibles sin
la gracia de Dios que acta de mltiples formas y sin la
presencia del catequista que va por delante y al paso del
catecmeno.
Desde el hacer de Dios y la situacin del creyente se
perfila la misin del acompaamiento espiritual, tanto a
nivel personal como de grupo.
3.
26
JOS URBIETA, Bajo el impulso del Espritu, SM, Madrid 1986, 45.
2
C. ROGEKS, El proceso de convertirse en persona, Biblioteca de psiquiatra, psicopatologa y psicoanaltica, Paids, Barcelona 1989.
3
J. F. VALDERRBANO, El acompaamiento espiritual en la formacin
para la Vida Religiosa, I.V.R., Madrid 1983.
27
Captulo 2
El hombre es un ser temporal que madura psicolgicamente en el espacio y en el tiempo a travs de las relaciones que con l establecen y de las que l mismo es
protagonista. Es la seleccin de posibilidades lo que hace
que el hombre se apropie de aquello que elige y lo incorpore a su ser; esta apropiacin va creando en l una
forma estable de conformarse que constituye su talante
personal. Su tarea principal es ser l mismo en un mundo
complejo que condiciona la libertad e impone modos de
pensar y de vivir sujetos a intereses hbilmente manejados. Los aspectos ms importantes de la vida, es decir, los
que la dotan de sentido y significados, no se aprenden,
reciben o aparecen por azar; por el contrario, la felicidad exige bsqueda, reflexin, compartir y decisiones.
Recuperar el protagonismo de la persona para dirigir
responsablemente la vida, ver con claridad lo que hay
que hacer, teniendo como horizonte la humanidad a
la que se contempla desde el proyecto de Dios revelado en
Jess y continuado- por la Iglesia, es el contenido de la
vida espiritual.
Estos d i n a m i s m o s s u p e r a n lo conceptual y el
voluntarismo, y se generan sobre todo desde la apertura,
la gratuidad, la contemplacin y la disponibilidad. Desde
la afirmacin, llena de confianza y esperanza, de que
Dios es Padre de un Pueblo de hermanos, cada creyente
29
2.
Catequesis y acompaamiento
La comunidad,
mbito de la maduracin vocacional
piritualidad cristiana y de la accin pastoral: Fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente sin conexin alguna de unos con otros, sino
constituyendo un pueblo que le confesara en verdad y le
sirviera santamente (LG 9).
En el mbito comunitario es donde mejor se puede
sentir la cercana de Dios Padre, aprender la fraternidad
y estar atento a la voz del Espritu que llama sin cesar.
Este aprendizaje de la vida nueva lo celebra la comunidad en la liturgia y lo manifiesta en el compromiso en
medio del mundo; la comunidad cristiana impacta en el
medio ambiente donde est inserta cuando puede decir a
las gentes con verdad ven y vers y estos pueden exclamar mirad cmo se aman. Esta mstica comunitaria
es hogar y taller del nacimiento a la vida cristiana y de
su mantenimiento; es decir, es lugar de formacin permanente que mantenga viva la bsqueda de la voluntad de
Dios a travs de los cambiantes signos de los tiempos.
Las relaciones interpersonales, el dilogo en profundidad, la aceptacin incondicional, la celebracin de la vida
en el misterio cristiano, el discernimiento comunitario y
la presencia comprometida en el entorno, son los elementos debidamente conjuntados a travs de los cuales la
comunidad acompaa y sostiene el crecimiento de sus
miembros. Toda esta labor exige u n animador de grupo
que pueda acompaar personalmente a cada uno de los
miembros y les ayude a lograr sus aspiraciones en el
seguimiento de Jess.
4.
La pedagoga divina
inspira la pedagoga catequtica
cin de la fe: por lo mismo, marca la actuacin del creyente que desempea este servicio en la comunidad cristiana. Veamos en qu consiste, etapas y condiciones para
realizar este ministerio.
Como tratamos de los niveles ms profundos del ser
humano, que se desean estructurar segn la identidad
cristiana, no podemos menos de decir que el acompaamiento es una oferta por la que se opta libremente. No
es posible esta eleccin sin un conocimiento e inters por
lo que constituye el contenido de aquello que se elige.
El primer paso es el descubrimiento de que merece
tomarse la vida en serio y dotar de sentido los actos;
ahora bien, el descubrimiento no es posible sin la actitud
de bsqueda, y sta nicamente se da cuando la persona
sale de su indiferencia o dispersin y con afn procura
respuesta a los problemas ms importantes de su vida.
Mover los corazones de tantos hombres y mujeres, sobre
todo jvenes, llenos de muchas cosas, pero insatisfechos
en lo fundamental, es recuperar el talante misionero y
evangelizador de la Iglesia; si no se da esta primera
convocatoria no hay proceso subsiguiente.
Los interrogantes vitales que se han de responder en
grupo y en dilogo personalizador son los siguientes: qu
busco, quin soy, cmo vivo, dnde estoy, cmo me
relaciono, cules son mis ideales, qu significan para m
Jess de Nazaret y la Iglesia, cmo puedo encauzar mis
problemas, qu puedo hacer por los dems, etc. Las respuestas no se pueden dar de una vez y para siempre;
tanto la pregunta como la respuesta tienen ms de vital
que de conceptual, de riesgo que de seguridad, de aprendizaje que de posesin. El testimonio de los educadores de
la fe es la oferta ms convincente y eficaz, slo ella puede
animar a los reticentes a ponerse en marcha con confianza e ilusin.
El paso siguiente es crucial y exige una labor personalizada en mayor grado y con ms tino. Los valores que se
van descubriendo en la catequesis deben incorporarse
34
ordenadamente, es decir, segn la axiologa del evangelio. Hay u n valor o valores que situados en el centro de
la persona organizan y relativizan todos los dems, dando a la vida orientacin y unidad; desde esta opcin fundamental se tomarn las dems decisiones en el futuro.
Este momento del proceso es estructurante de la personalidad cristiana en sus aspectos fundamentales y se
vive normalmente en la adolescencia y juventud. La relacin peridica y sistemtica con el acompaante no est
an valorada lo suficiente en los planes catecumenales.
La experiencia evanglica de la conversin radical, clave
del seguimiento de Jess, tiene en la catequesis posconciliar u n puesto relevante, pero no se ha articulado lo
suficiente su pedagoga. Si el catecmeno no consigue
asumir la jerarquizacin axiolgica del hombre nuevo
ser muy difcil que llegue a formular un proyecto de vida
especficamente cristiano; este fallo se relaciona sin duda
alguna con la crisis vocacional que arrastra la Iglesia
desde hace aos.
El tercer paso. Metodolgicamente, de la realidad se
parte y a la realidad se vuelve, previa iluminacin desde
la fe; no se trata de interpretar mejor la historia, sino de
hacerla ms libre, justa y solidaria, y esto slo es posible
cuando se lucha desde las propias convicciones que se
ofrecen como el mejor cauce para la realizacin de todo
hombre y de todos los hombres. El final consiste en la
verificacin de la fe en la vida cotidiana; nos referimos a
la confesin de fe, la celebracin sacramental y la praxis
transformadora de la realidad. Esta ltima etapa supone
las dos anteriores, pues slo se puede socializar lo que se
ha descubierto como valioso y se ha incorporado a la
persona no como un aspecto ms, sino como el elemento
organizador.
5. Acompaamiento del proceso de conversin
El acompaamiento como accin catequtica especfica
principia cuando la persona decide ponerse en camino e
35
iniciar un proceso (conversin inicial); para ello debe tener edad suficiente y conocimiento mnimo de las exigencias que esto lleva consigo. La primera dificultad est
en la necesidad de asumir el pasado desde la ptica de
la gracia que sita al hombre en una dimensin nueva; la aceptacin personal responsabiliza y abre a la
experiencia de confianza radical en Aquel que todo lo
puede desde el amor incondicional que nos tiene.
El punto de llegada se da cuando la persona formula
un proyecto de vida desde la fe que engloba los aspectos
personales, relacinales y estructurales en los que se
desarrolla la existencia de los hombres. A travs de todo
ello vida, accin y palabra, se trata de extender el
reino de Dios, eje y meta de la identidad cristiana. Al
llegar este momento culminante del caminar cristiano, el
acompaante debe ayudar a que el acompaado responda personal y existencialmente a la cuestin decisiva en
el seguimiento: cmo y dnde servir ms y mejor a los
hombres?. La propia historia, las aptitudes personales,
la interpelacin de Dios, la apertura a la fraternidad
universal, las necesidades eclesiales, el discernimiento
comunitario, etc., ayudarn a cada miembro del grupo a
encontrar su vocacin. La concrecin vocacional tendr garanta evanglica si se hace desde la actitud
de disponibilidad total y radical para hacer la voluntad de Dios; este descentramiento de los planes propios
y el centramiento en Dios y su justicia constituyen el
ncleo de la madurez cristiana y marcan los perfiles de
la espiritualidad evanglica.
Las etapas de la conversin son sucesivas, complementarias, armnicas y convergentes. Cada etapa
supone la anterior y prepara la siguiente; es decir, se
siguen por el principio de gradualidad dentro de un proces unitario. En cada etapa deben cultivarse todos los
aspectos de la maduracin de la personalidad cristiana,
aunque en cada una de ellas se acente ms uno o varios
de los elementos constitutivos. El modelo grfico de este
proceso no es el lineal yuxtapuesto sino el cclico concntrico representado en la figura de la espiral, que expresa
36
38
Oaptulo 3
Espiritualidad
y pastoral de personalizacin
El concilio Vaticano II supuso un esfuerzo grande y acertado para definir las lneas generales de la espiritualidad
del bautizado, la superacin de las dependencias monstico-clericales y la resituacin de lo propio de la espiritualidad en el ministerio trinitario y en la eclesiologa de
comunin. Para llevar a cabo esta tarea el captulo 2 y
4 de LG, as como GS y AA son documentos imprescindibles. Posteriormente la encclica Christifideles laici de
Juan Pablo II ha venido a completar esta nueva visin.
Los contenidos teolgicos y vivenciales estn claramente
expuestos en los documentos del magisterio y en los tratados teolgicos.
La pastoral juvenil tambin ha dado un gran avance
al referenciar los proyectos pastorales a los procesos de
conversin, la maduracin vocacional, la incorporacin
progresiva a la comunidad cristiana y la espiritualidad
cristiana. Este procedimiento pastoral est claro a nivel
de criterios orientadores; en la prctica la pastoral juvenil
es excesivamente plural y, en algunos casos, no cuida lo
suficiente alguno de los elementos constitutivos y estructurantes de la misma. Sigue faltando a nivel general de
la Iglesia una pastoral juvenil que termine en opciones
vocacionales, es decir, que facilite a los jvenes que en
ella estn y que de ella salen el vivir segn la espirituali39
2. Afectividad y espiritualidad
Todo lo expuesto en el apartado anterior sobre la espiritualidad del cristiano necesita u n trasfondo afectivo.
Sabemos la importancia que tienen en la configuracin
de la imagen de Dios en el nio la figura materna y
paterna. El poso que la vida, las personas y las relaciones
van dejando en el ser humano, a lo largo de las etapas
de evolucin psicolgica, hace que ste se configure por la
actitud de confianza y optimismo ante el futuro, o bien
por la actitud de repliegue y temor ante todo lo que le
transciende. La experiencia de sentirnos incondicionalmente aceptados y queridos es decisiva para tener una
relacin afectiva con Dios.
Muchos jvenes viven la relacin con Dios centrada en
Jess, modelo de creyente y ejemplo de persona comprometida por una causa. Se sienten ms vinculados a la
causa de Jess que a su persona. Aqu es muy importante descubrir el absoluto de Dios en la persona y mensaje
de Jess para identificarse con los misterios de su vida y
vincularse a Cristo resucitado, seor de la historia. El
evangelio de J u a n puede ser de mucha ayuda en el camino de la relacin afectiva con Dios a travs de Jess,
que se manifiesta vinculado al Padre y a nosotros en
unidad de amor y entrega.
Desde el punto de vista pedaggico, el acompaante
buscar que el joven viva equilibradamente:
Lo afectivo y lo reflexivo en la relacin con
Dios. Esto supone armona existencial entre oracin y compromiso, fe y vida, interioridad y socializacin de los valores.
La apertura a la palabra de Dios, y la subjetividad de la experiencia religiosa. Lo afectivo y lo
subjetivo siempre tienden a ser reduccionistas y
utilitaristas. La objetividad de la palabra de Dios
ayuda a superar los propios deseos y metas, y
favorece el surgimiento de la actitud de disponibilidad.
La docilidad al Espritu (Rom 5) para que el
42
3.
La experiencia de Dios:
reto de la pastoral de j u v e n t u d
4.
J. GARRIDO, Una espiritualidad para hoy. Educacin y personalizacin, SAN PABLO, Madrid 1988.
46
Vyaptulo 4
El cauce psicopedaggico
de la relacin de ayuda
50
51
52
2.
La persona orientada
53
3.
El orientador
Se define ante todo como una persona cercana, acogedora, de escucha atenta y sensible respecto de todo lo que
vive la otra persona. Dice C. Rogers: Cuando el cliente
percibe, en grado mnimo la autenticidad del orientador
y la aceptacin y empatia que el orientador experimenta
hacia l, se puede predecir el desarrollo de la personalidad y el cambio en el comportamiento. El orientador
ayuda sobre todo por lo que es; de ah la importancia de
que haya unidad en su persona, entre el mundo interior
y el exterior, entre lo mental y lo afectivo, entre su vida
personal y profesional. No puede tomar conciencia de la
otra y su situacin problemtica si antes no ha tomado
conciencia de su propia situacin.
Ms importante que las tcnicas son las actitudes
personales de la persona que orienta y el tipo de persona
que es. Para el orientador lo fundamental es cmo me
sito frente a la realidad del otro; la forma de situarse es
la tendencia constante a percibir y a responder a los
dems de una manera determinada. El orientador necesita tres actitudes bsicas 2 :
La congruencia o acuerdo interno entre la conciencia (darse cuenta) y la vivencia de lo que es aprehendido
por la conciencia. Cuando no hay desacuerdo entre lo
interior y lo exterior tenemos u n a persona bien comunicada que puede dar al otro su mundo interior sin absolutizarlo en juicios valorativos o normativos.
La aceptacin incondicional para aceptar al otro
tal y como es, en la situacin en que se encuentra
prescindiendo de toda evaluacin y crtica. Esta imparcialidad es necesaria para poder hacerse cargo de la realidad
personal; es una cordialidad no-posesin que permite ser
neutral ante los hechos y situaciones. Esta actitud permi2
54
4.
La relacin de ayuda
55
56
V_vaptulo O
El acompaamiento espiritual
1. La interrelacin h u m a n a
e s el lugar de la experiencia cristiana
La revelacin cristiana manifiesta de forma reiterada y
continuada que la historia, el pueblo y el hombre son los
mbitos privilegiados del encuentro con Dios y de explicitacin de su revelacin. El acceso a Dios siempre comporta la intercomunin solidaria. En este contexto se sitan
las mediaciones dentro de la Iglesia: testimoniar y acercar la salvacin de Dios al hombre como invitacin y
actualizar la acogida-dilogo de la Iglesia como sacramento de Cristo para la salvacin del hombre.
La fe cristiana en s misma y por s misma tiene
pretensin de globalidad (dar unidad a todas las facetas
de la vida del creyente), de verdad (se presenta como el
nico camino para realizarse en plenitud de libertad,
felicidad y solidaridad) y de ultimidad (nos referencia a
Jesucristo, seor de la historia y juez de vivos y de
muertos). Ayudar a descubrir y vivir el sentido que la
vida cobra desde la fe, es la meta de la relacin de ayuda
y el enfoque especfico como punto de partida. El acompaamiento espiritual no puede contentarse ni quedarse
en la simple maduracin de la personalidad humana,
pues incluye como elemento nuclear la formacin de la
conciencia moral, la experiencia de oracin, el sentido
comunitario de la fe y el discernimiento vocacional. El
sentido religioso cristiano como elemento totalizante de la
vida del creyente se nutre del conocimiento interior de
Jesucristo. La fe lleva a situarse dentro de la Iglesia y el
mundo en actitud de absoluta disponibilidad.
2.
63
Captulo 6
El acompaamiento espiritual
al servicio del seguimiento de Jess
Por acompaamiento entendemos la relacin interpersonal intensa donde se intenta buscar el paso de Dios por
la historia de la persona. El ideal de toda persona es la
madurez, es decir, llegar a ser padre de s mismo; para
ello se busca la presencia y ayuda del hermano mayor
que ayude a recorrer el camino.
El mundo joven vive un ambiente que tiende a mantenerle indefinidamente como adolescente, centrado en
su propio narcisismo y vuelto a su privaticidad individualista. Todo ello lleva a un relativismo tico, la bsqueda de lo inmediato y la prdida de lo ideal-utpico.
La consecuencia es el rechazo de todo programa o plan
que conduzca a unas metas que faciliten la maduracin
y, en consecuencia, se vive instalado en lo espontneo y
hedonista.
La felicidad personal pasa por la integracin del espacio (realidad) y tiempo (historia). Para crecer hay que
asumir el pasado, proyectar el futuro y ver el presente
como la gran posibilidad de crecer y comprometerse.
El paso del ambiente que rompe y dispersa al joven
a otra situacin donde la personalidad armonizada pueda
dominar y transformar la realidad desde un proyecto de
vida y accin, exige un acompaamiento personalizado.
El seguimiento de Jess tiene en los evangelios una
65
concrecin que es normativa para el que quiera ser creyente y para el cristiano que oriente este proceso. Para
una mejor comprensin hablaremos del seguimiento de
Jess en clave de etapas sucesivas y progresivas, y en
clave de pautas experienciales, que son la interiorizacin de las etapas.
Etapas del seguimiento de J e s s 1
1.
66
69
2.
P a u t a s experienciales
del seguimiento de Jess 2
70
71
un futuro nuevo y distinto. De esta forma el ser humano en su contingencia encuentra en Dios su principio y
fundamento.
4. La libertad interior y la integracin afectiva. Desde las entraas misericordiosas del Padre el ser humano
se siente aceptado, amado y salvado. El don de Dios nos
precede y se nos presenta como invitacin; cuando Dios
es aceptado como la piedra preciosa y el tesoro escondido, todo se recompone y se ordena. En el proyecto de
Dios y su justicia el hombre descubre su verdadera libertad como referida solidariamente a los otros ms necesitados. Esta integracin afectiva de Dios en la vida es el
punto clave de la conversin; convertirse es dejarse convertir por Dios.
Indicadores de esta etapa:
Mayor facilidad para expresar los sentimientos ms ntimos y personales.
Superacin del egosmo y de etapas regresivas
de la sexualidad.
Necesidad de desinstalarse de muchas cosas
justas y legtimas, pero poco evanglicas.
Reconocimiento de las justificaciones no evanglicas y de los autoengaos.
Capacidad de introspeccin, silencio y revisin.
Sensibilidad hacia las urgencias recibidas desde situaciones de sufrimiento y pobreza.
5. Reconocimiento de la presencia y accin de Dios en
los signos de los tiempos y en acontecimientos. Las situaciones humanas y su percepcin en clave de fe se convierten en provocaciones, es decir, llamadas del Dios de la
historia para que la historia sea historia de salvacin.
Esta presencia de Dios es ms intuida y sentida que
explicitada con evidencia; lo que nos puede ayudar a
rastrear la huella de Dios es la capacidad crtica y
contemplativa que posibilita el dilogo fe-vida y fe-cultura. Al abrir los ojos y reconocer la presencia de Dios,
72
Oaptulo 7
Contenidos fundamentales
que deben ser tratados
en el acompaamiento
por las costumbres personales) a la autonoma personal (reconoce, acepta y procura superar las limitaciones
personales), paso del descontrol emocional (reacciones
desproporcionadas ante los estmulos) al suficiente control emocional (emociones constructivas) y paso del
desbordamiento o represin sexual (fijaciones en etapas
inmaduras) a la sexualidad integradora dentro del amor
superando la etapa de cosificacin.
2.
La espiritualidad cristiana
La espiritualidad es la savia que renueva la vida y quehacer de la Iglesia y del cristiano. La espiritualidad tiene
un componente mstico y otro prctico, y no se puede
prescindir de ninguno de los dos.
Rasgos de la espiritualidad: la bsqueda de la voluntad de Dios en el seguimiento de Jess, la actitud de
conversin constante, el sentido de pertenencia eclesial,
la participacin en su vida y la opcin por los necesitados.
Elementos constitutivos de la espiritualidad: la lectura cotidiana de la Palabra en actitud de discpulo y
la participacin en la eucarista, la decisin de superar
el pecado en la vida cotidiana, el trabajo por la justicia y el Reino desde Jesucristo y la oracin como la form a m s importante e insustituible de encontrarse
con Dios, la vivencia cristiana de los sufrimientos y
contradicciones y la pertenencia a la Iglesia como comunidad en misin p a r a evangelizar y construir la
fraternidad.
Lo que da unidad y sabor a la espiritualidad cristiana
es la oracin, pues sta hace al cristiano. En los grupos juveniles se oyen u n a y otra vez estas quejas: no
sabemos orar, se ora ocasionalmente, la oracin no pasa
a la vida, etc. El punto de partida para reflexionar sobre
lo que sucede en la realidad lo constituyen dos interrogantes: ayuda el estilo de vida a la oracin?, por qu no
hay continuidad entre la oracin de grupo y la oracin
personal?
76
La educacin de la afectividad
y de la sexualidad
El joven se relaciona a travs de grupos primarios estructurados desde la amistad y la empatia espontnea; no
son cosmovisiones ni tareas comunes las que aglutinan,
sino el estar juntos y pasarlo bien. Adems, en estos
grupos la presencia de adultos es prcticamente inexistente. En estos mbitos se comparte el ocio como ocupacin placentera y evasiva del tiempo; los otros aspectos
relacinales quedan reducidos a la esfera de lo privado.
En este contexto los animadores de grupo nos preguntamos: cmo llegar al grupo?, cmo conseguir que el grupo sea cristiano? La imagen de la comunidad cristiana es
la de la vid y los sarmientos, pues lo que verdaderamente
aglutina es Jesucristo y su mensaje, que cambia los corazones y redimensiona las relaciones.
Los principales pasos en la maduracin del grupo
vienen marcados por las siguientes experiencias:
Sentirse convocado a hacer con otros el camino nuevo y sorprendente. Todo parte del ven y
vers (Jn 1).
El grupo no existe, se construye con tanteos,
dudas, fracasos y tambin aciertos y alegras. Es
necesario asumir la pertenencia al grupo en bsqueda y seguimiento.
Descubrir la especificidad del grupo catecumenal afecta a toda la persona, el protagonista es el
81
Slo la accin nos saca de la pasividad y nos define; no hay que esperar demasiado; con todo, hay que
saber antes hacer, pues el reto no es realizar lo que nos
conviene sino lo que nos desafa.
Compromiso es colaborar con otros en algo hacia adelante; es fidelidad a una causa mantenida en el
futuro.
La metodologa es accin-reflexin-accin. Se parte
de lo concreto, se propone algo posible que se realiza de
forma progresiva y permanente y se puede evaluar el
cambio que ha producido. La revisin debe hacerse desde
estos dos criterios: en qu medida cambia a las personas
y en qu medida convoca a otros.
Todas las acciones se hacen desde un proyecto de
hombre nuevo y de sociedad nueva y a ella apuntan. Es
lo que llamamos la utopa que acta como dinamismo y
referente.
La fe, el amor y la esperanza que impulsan la
construccin del Reino los hemos recibido de u n a comunidad, la Iglesia, que trata de ser fermento, semilla, diseo y parbola de la nueva Humanidad. En ella sentimos la presencia del Seor y de los dems que nos
confirman en el proyecto y dan al mismo un horizonte
trascendente. La identidad eclesial nos hace celebrar por
los sacramentos el anticipo alegre y tenso del Reino.
El animador estar muy atento a mantener el
equilibrio entre la accin y la reflexin, entre la accin y
la celebracin. Esto ayudar en el momento de la evaluacin a no perder de vista que lo importante es que la
presencia comprometida nos haya hecho ms personas.
Poco a poco los diferentes compromisos y la variedad de acciones se irn globalizando en el proyecto de
vida, de forma que el compromiso sea la vida entera como
proyecto al servicio de la comunidad y de la fraternidad.
En caso contrario lo que servira como iniciacin con el
paso del tiempo ha impedido u n a maduracin mayor.
86
7.
87
v^aptulo o
normativo. Esto explica que en la vida del creyente religin y moral vayan unidas y sea muy difcil la separacin
entre ambas.
Con cierta frecuencia la catequesis ha cado en el
error de olvidar el aspecto existencial, la interioridad
humana y la relacin a la justicia y solidaridad; de esta
forma el tipo de educacin religiosa h a pecado de
formalista y privatizada.
Segn E. H. Erikson 3 , la conciencia moral est muy
ligada a la identidad personal, que depende de u n a doble
relacin simultnea: reflexin del individuo sobre su propia ipsidad y continuidad en el tiempo, y reflexin del individuo sobre cmo los otros reconocen esta misma ipsidad y continuidad. La conciencia de s que surge en la
adolescencia es la expresin y resultado de la interaccin
de un doble proceso: individuacin y socializacin. En esta
etapa del proceso psicoevolutivo el joven experimenta la
necesidad de coherencia entre la doctrina revelada y las
tendencias profundas del sujeto, entre lo que me ha dicho Dios y mis aspiraciones profundas; se vive una religiosidad del ideal, de los valores humanos, pero con poca
receptividad a la revelacin de Dios. Los jvenes tienen la
impresin de que la religiosidad es fruto de la educacin
recibida y sienten la necesidad de pasar de la fe infantil a
la fe adulta; esta crisis religiosa se expresa por una cada
de la prctica religiosa externa, que incide ms en los
chicos que en las chicas. Esta situacin facilita la presentacin de las implicaciones sociales del obrar tico humano. Las principales motivaciones psicolgicas del comport a m i e n t o religioso son las siguientes vivencias: la
angustia y el Dios Providencia, la miseria moral y el Dios
consolador, la alienacin social y la fe en el otro mundo, la
experiencia de la muerte y el deseo de inmortalidad y la
religin como respuesta a la necesidad del ms all, lo
que debo hacer para salvarme y la estructuracin organizada de la existencia. Estos conflictos hacen que el adoles-
90
3
Cf E. H. ERIKSON, Adolescente et crise, Pars 1972, 17 (trad. esp.,
Identidad, juventud y crisis, Taurus, 19903).
91
cente viva la culpabilidad como peso que dificulta la libertad y que se expresa en forma de ideas fijas sobre la prdida de algo, como angustia que lleva a replegarse sobre
s mismo y a la vivencia de la falta de modo posesivo. El
fondo comn a estas vivencias es la vergenza ante los
dems y ante s mismo; la comparacin entre lo que son
y lo que deberan ser, o lo que los dems esperan de ellos,
lleva a los adolescentes a minusvalorarse; este desgarramiento interior es lo que constituye el sentimiento de culpabilidad, en la cual los componentes ticos y religiosos
estn muy mezclados entre s y con la psicologa. Los conflictos de identificacin explotan en el momento en que la
fuerza de las pulsiones expresa la maduracin sexual; en
esta situacin el adolescente ve las leyes morales como
fuerzas que le impiden la autonoma.
S. Freud y la psicologa profunda han clarificado en
parte el fondo de la vivencia tico-religiosa del ser humano; el psicoanlisis recurre a la estructura superyoica y a
la incorporacin de lo afectivo, la fantasa y el deseo a los
dinamismos importantes de la vida humana. Toda ley
remite a una ltima instancia y el Ser Supremo tiene
leyes que regulan su relacin con l; de este modo en el
origen se unen la exigencia vinculante de la conciencia y
el smbolo del padre. Hay correlacin entre la ideacomprensin de Dios y el tipo de conciencia moral que se
posee. Segn la psicologa religiosa podemos observar la
actitud de la persona frente a las realidades objetivas
absolutas y definitivas, que son Dios y la ley moral.
Desde el punto de vista cristiano, Jess de Nazaret,
su persona, vida y causa, nos purifica de lo subjetivo
y nos ayuda a u n a vivencia correcta de la fe y la moral.
Los contenidos fundamentales de la fe madura implican que Dios acta a travs de la accin humana y que
sta se desarrolla histrica y comunitariamente. Vivir
el ideal tico-religioso del cristianismo dar la vida
por el otro supone en trminos psicoanalticos un ello
sublimado y un superyo solidario.
92
2.
El ser humano por naturaleza est orientado a la felicidad a travs de lo que es bueno; cuando se procura el bien
de forma incorrecta aparece el mal, que slo existe en
relacin a la carencia o ausencia del bien. El mal puede
llegar a ser poder cuando toma rostro en la vida humana,
pero no es potencia pues consiste en la privacin del bien.
Nuestra libertad a la hora de discernir y elegir lo
honesto, est condicionada por la propia naturaleza, la
historia personal, las situaciones y los hbitos. La vida
moral se configura como totalidad indivisible, pues los
hbitos adquiridos en el pasado condicionan el presente
y el futuro; para posibilitar lo ms posible el ejercicio de
la libertad importa mucho que las decisiones justas se
conviertan en tendencias 4 . La vida moral es decisin con
metas e ideales y tarea mantenida para integrar los
impulsos desordenados, los hbitos negativos y el ambiente no favorable. Cuando el deber y la inclinacin
humana van siendo convergentes a travs del proceso
educativo de maduracin moral, la libertad se potencia y
las decisiones morales se facilitan. El acto moral como
concrecin de la inteligencia sintiente y de la volicin es
esencialmente fruicin, es decir, realizacin satisfactoria
de s mismo que expresa cmo el deber est en ntima
relacin al ser y a la felicidad. El hombre tiene que
definir la figura de s mismo a travs de la bsqueda
incesante, el tanteo de posibilidades, la alteracin de los
proyectos, a travs de la inseguridad y la exposicin al
error moral... Es la estructura inconclusa de los impulsos
que exige la libertad, son las ferencias las que colocan en
la necesidad de la pre-ferencia. Por eso no es que la vida
sensitiva pueda ser gobernada, sino que inexorablemente tiene que serlo 5 .
4
93
Los actos morales que la persona va realizando influyen en los niveles ms profundos de la persona; el pasado
no se puede cambiar como algo que ha sucedido y como
contenido honesto o inhonesto. Lo que s puede cambiarse es el sentido por el arrepentimiento y la praxis nueva,
pues el ser humano tiene la capacidad de estar ante
su propia historia y sobre s mismo. Lo que habramos tenido que ser y no hemos podido ser, es lo que
creo yo eternamente seremos 6 . As se expresa
J. L. L. Aranguren y aade que necesitamos el juicio
final en el que se nos har ver lo que habamos tenido
que ser en relacin a lo que hemos sido y hemos hecho.
En este sentido la muerte tiene valor moral, pues nos
hace comprender el tiempo no slo como duracin y posibilidades de futuro, sino como tiempo limitado en el que
hay que tomar decisiones y de las que tenemos que responder, pues la persona est irremediablemente unida a
lo que va haciendo de s a travs del cotidiano vivir. Con
lo que uno es hay que esforzarse por conseguir la mejor
y ms plena realizacin del ser; esa es la tarea moral de
cada uno. La clave de la felicidad humana y de la perfeccin est en darse. El hombre es social por naturaleza
y para vivir bien; ambos aspectos van siempre unidos.
La sociologa se funda en la tica y revierte en ella; sin
philia entre los ciudadanos no puede existir una buena
poltica 7 . En definitiva, el contenido de la tica son
nuestros comportamientos pasados y lo que estamos
haciendo cada uno y con los otros; porque somos corresponsables del ser moral y destino de los dems; he aqu
el tema verdadero, unitario y total de la tica 8 .
3.
94
Ib, 241.
Ib, 296.
Ib, 313.
Ib, 224.
95
12
13
1974.
11
96
329.
97
Las actitudes ticas se diferencian y estructuran progresivamente de acuerdo al proceso de formacin personal de
cada individuo. El trmino personalidad en la cultura
occidental expresa coherencia en los comportamientos y
conducta a travs del tiempo. El propio desarrollo personal condiciona la actitud tica y la actitud tica condiciona el desarrollo de la personalidad. En este proceso la
integracin de ambos elementos juega un papel fundamental, pues si no se da esta armonizacin prevalece el
superego autoritario y opresor, o bien el ello no dominado.
En ambos casos hay una deformacin de la estructura
moral de la persona. La vivencia de la relacin paternofilial ayuda a entender la comprensin de la ley en trminos relacinales y personalizados. Los problemas relacinales del mbito familiar se proyectan a la vivencia de la
moral por la disfuncin del yo de las dos formas siguientes:
98
99
100
182.
101
5.
102
104
M. BUBEH, o.c,
89.
19
B. QUELQUEJEU, De deux formes autoritaire et eutonome de la consciencie morle, Revue de Sciences Philosophiques et Theologiques 65
(1981) 241.
105
v_/aptulo 9
El acompaante espiritual
medios habla el Espritu, abre a cada creyente un horizonte nuevo y le encomienda una tarea cuya percepcin
no es inmediata: es necesario iluminar la conciencia y
abrir el corazn para sentir la llamada de Jesucristo,
personal e intransferible. La oracin como silencio interior, disponibilidad y contemplacin es el mejor medio
para ver con los ojos de la fe. Las funciones del acompaante son las de: servir de espejo para que el acompaado pueda percibir con ms claridad, ayudar a leer cual
experto sapiencial los signos de Dios en la vida, proponer tareas que ayuden a progresar y ensear a evaluar
los pasos dados. Es imposible hacer este ministerio sin
experiencia de Dios y sin preparacin personal; bstenos
recordar las palabras de santa Teresa cuando peda a los
directores espirituales que fueran santos y doctos. La
tarea de ser testigos excepcionales de la obra de Dios en
las personas slo se puede asumir sintindose servidores
de Cristo y enviados de la Iglesia. El meollo del acompaamiento es introducir a los catequizandos en el misterio
pascual y de pentecosts, es decir, en el conocimiento de
Jess desde dentro (cf Me 4,12.33.40; 6,52; 8,17; 9,32);
la impotencia del hombre para llegar a este saber es
grande, pero la fe es la fuerza de Dios que transforma al
discpulo en homo serviens (cf Me 8,31-37), y ahora ya es
apto para vivir y anunciar el reino de Dios hasta los
confines de la tierra.
Este misterio eclesial supone vocacin, dedicacin y
formacin especfica, adems de vida espiritual profunda
y tiempos de reflexin y contemplacin, pues difcilmente
se puede ayudar a otros a que vean lo que para uno
permanece oculto.
El acompaamiento personal y grupal estn implicados y se complementan mutuamente; cada uno tiene sus
lmites propios y contenidos especficos. Son mbitos en
relacin dentro del proceso continuado de la maduracin
vocacional. No todo lo visto en el grupo debe llevarse a la
entrevista personal, pero los aspectos importantes tampoco pueden diluirse en el tratamiento grupal. Lo que
ms ayuda a madurar a un grupo son las decisiones y
108
Superar aspectos propios de un pasado no totalmente asumido ni salvado. Las principales asignaturas
pendientes son: la excesiva distancia entre cabeza y corazn por falta de personalizacin, la experiencia de Dios
ms ideolgica que de relacin interpersonal, la afectividad-sexualidad no abierta al amor universal y la falta de
proyecto de vida.
Descubrir el valor central desde el que puede
ordenar su vida y hacer el resto de las opciones: el gape
o amor incondicional y universal.
Reorganizar la conciencia, las relaciones y los esquemas para llegar a optar por la utopa del Reino en
actitud de disponibilidad.
Concretar el estilo de vida que encarne la ternura
del Padre y el programa de las bienaventuranzas en la
profesin y el estilo de vida.
En estos problemas, as como en toda la labor de
acompaamiento no existen recetas prefabricadas, pues
cada persona es diferente y el Espritu acta de modo
sorprendente. El acompaante debe situarse como testigo de fe, y como maestro-discpulo que acompaa con
sumo respeto la accin de Dios, ayuda a clarificar cul es
su voluntad y sostiene al acompaado en las dificultades
del camino. En definitiva, hablamos de situar toda la
catequesis y pastoral bajo el soplo del Espritu para que
penetre toda la existencia cristiana, de manera especial
en el catecumenado y en los momentos especialmente
significativos de la existencia cristiana.
El acompaante espiritual no es una persona que
trabaja en solitario; su cometido es concreto y especfico,
ayuda a personalizar aportaciones que le llegan al joven
de otras mediaciones que intervienen en la formacin
cristiana de los jvenes a los que acompaa. El acompaante espiritual debe conocer el Proyecto Pastoral Juvenil en que estn los jvenes y atender los diferentes aspectos del mismo, sin paternalismos ni reduccionismos.
2.
Dimensiones de la identidad
del acompaante espiritual
110
111
El acompaante ayuda y educa desde una comunidad de fe en la que l mismo se siente acogido y orientado.
Es difcil que una persona pueda transmitir a otra la
clave de disponibilidad a Dios, a la Iglesia y a los necesitados, si l mismo no lo est buscando y no se lo confirman aquellos con los que comparte la vida, la fe y el
quehacer apostlico.
Como testigo de fe el acompaante necesita ser creyente adulto. La fe madura tiene mucho que ver con las
bienaventuranzas, la actitud proftica, el amor a la Iglesia y la lucha por la justicia. Estos elementos se viven
integrados en la unidad de la persona, y se manifiestan
en actitudes de confianza, paz interior, disponibilidad y
oracin constante. El creyente que ha madurado su fe
vive con mstica, es decir, con el gozo constante de saber
que Dios es el motor de su vida, el fundamento de su ser
y el horizonte de su esperanza.
112
113
l^aptulo 10
Principales problemas
que surgen en el acompaamiento
Entendemos por problemas dificultades reales que aparecen en el itinerario del seguimiento de Jess. Son de
diversa ndole, pues unas afectan a los planteamientos de
la pastoral juvenil, otras al proceso de conversin y otras
a los momentos de identificacin vocacional. Estas
dificultades requieren atencin especial por parte del
acompaante, ya que de la superacin de las mismas
depende la continuidad en el proceso de maduracin cristiana y la culminacin del mismo.
1.
una antropologa sin la cual la persona no puede entender ni vivir al Dios cristiano revelado en Jesucristo, punto
culminante y definitivo de la autocomunicacin de Dios y
de la revelacin de lo que significa ser hombre.
En un mundo que de forma prometeica centra todo en
la autonoma humana como nica referencia se corre el
peligro de no admitir o malentender la cosmovisin cristiana. Los puntos bsicos del Credo cristiano: somos creados, redimidos y en comunidad vamos hacia la plenitud
de la vida eterna, tienen mucho que ver con la concepcin
del hombre, la solidaridad, la visin de la historia, etc.
Sin estos hilos conductores otros temas nucleares no son
entendidos, como por ejemplo: somos pecadores y necesitamos conversin, hay que respetar lo que uno es para
ser feliz, los otros son imperativos ticos, hay que vivir
responsablemente porque seremos juzgados, la Iglesia
como sacramento de Cristo, la utopa como pensamiento
y pasin, la funcin imprescindible de la gracia para la
salvacin, la necesidad de mediaciones de lo religioso, etc.
Damos por supuesta la cosmovisin cristiana bsica
cuando, en realidad, muchos jvenes no la han recibido
ni en sus casas, siendo nios, ni en los centros escolares
de adolescentes y jvenes. Muchas veces hay que comenzar casi de cero reconstruyendo el entramado bsico de la
historia de salvacin para poder insertar all otros temas
como el seguimiento, la conversin, la comunidad, el
Reino, las bienaventuranzas, el compartir, el servicio, etc.
Todas estas experiencias dicen algo cuando la persona
vive la apertura a lo trascendente, personaliza la relacin
con Dios y se define como hombre desde la centralidad de
la fe. No es precisamente esta urdimbre bsica del hombre segn Dios y el hombre er la presencia de Dios lo que
constituye lo nuclear de la conversin que se debe revisar
en los ejercicio espirituales de cada ao? Al final de la
jornada el hombre que se salva, sabe, y el que no, no sabe
nada (Santa Teresa). Saber y salvarse es caer en la
cuenta de lo que somos y vivir en tensin ilusionada y
gozosa de realizarlo con la mayor plenitud posible, pues
Dios es el nico y definitivo Absoluto ante el cual no cabe
116
elementos; estudio sistemtico, accin militante y organizacin que d estabilidad y facilite la evangelizacin. Todo
ello con u n mtodo inductivo, encarnado y que busque no
slo la preservacin de lo negativo, sino la transformacin
de la realidad. Esta formacin integral asume valores, los
jerarquiza y desde ellos ve y acta en la sociedad. Escasea
en muchos jvenes y grupos esta formacin integral que
configura al militante en un ambiente concreto.
Los proyectos de pastoral, los materiales que se utilizan y el cauce de las reuniones no suelen incluir aspectos
formativos tales como: los rasgos del joven creyente, las
virtudes propias del cristiano, las obligaciones de la fe, los
ejes de la espiritualidad, la formacin de la conciencia,
el sentido de pertenencia a la comunidad parroquial, el
proyecto de vida anual, la proyeccin de la vida de fe en
el ambiente, la disponibilidad vocacional, etc.
4. En muchos jvenes creyentes el esquema bsico de
lo que entendemos por actitud religiosa est desfigurado.
La actitud religiosa permite acoger la presencia de lo
trascendente en lo inmanente y la apertura de lo humano
a lo sagrado. Supone pasar el umbral de ser protagonista
de la vida a sentir una presencia que nos resulta fascinante y tremenda al mismo tiempo y ante la cual slo
cabe sobrecogerse y adorar en actitud de rendimiento
total. Y todo ello desde la cercana y familiaridad que nos
revela la cruz, la eucarista y la comunidad eclesial.
Sin esta actitud difcilmente se entra en clima de
oracin o se puede celebrar u n sacramento en todas sus
dimensiones. Cuando esto falta caemos en la tica o la
esttica de lo religioso como proyeccin de las aspiraciones o logros humanos, y la valoracin de las celebraciones
se hacen depender sobre todo del grado de conexin
afectiva-sentimental entre los asistentes, protagonismo
humano de los mismos o de la esttica del rito.
Cuando la actitud religiosa no madura, el creyente
vive desde la psicologa religiosa caracterizada por una
experiencia de Dios formulada desde los deseos, la
heteronoma y la accin mgica de la gracia. Esta forma
118
2.
125
vyaptulo
11
Acompaamiento espiritual
y discernimiento vocacional
u n a y otra pastoral deben estar perfectamente entroncados y ser convergentes. Dentro de este planteamiento
general cabe hacer una precisin: es necesario y urgente
intensificar lo vocacional especfico en las etapas posteriores a la convocatoria e iniciacin. La pastoral a las vocaciones especficas supone lo genrico, no es u n aadido,
sino la concretizacin de la globalidad. El carisma comn
a todo bautizado es vivir como tal en medio de los retos
de la historia; esto debe actualizarse y concretarse en
cada uno segn la voluntad de Dios expresada en la
llamada vocacional. El sujeto fundamental de la pastoral
vocacional es la comunidad convocante, pues ella es la
que interroga (provoca), acompaa (proceso de maduracin) y recibe (identificacin vocacional). La propuesta del
reino de Dios se traduce en ser hermano y discpulo, y la
comunidad cristiana aparece como el lugar e instrumento
privilegiado al servicio del Reino; la comunidad cristiana,
cualquiera que sea en sus mltiples formas y modalidades, debe ser una invitacin y cauce concreto para encontrar el propio proyecto de vida.
2.
En esta etapa se profundizan los aspectos ms importantes de la vivencia de la fe, como son la cristologa, la
oracin y los sacramentos, las exigencias de la comunidad y los aspectos del compromiso (afectividad, profesin y pertenencia). En este momento del proceso de
maduracin la pregunta central consiste en ver con quin
vivir, amar, dar la vida, trabajar y pertenecer. Responder a esta pregunta exige un acompaamiento-discernimiento personal segn el proyecto de formacin y la
presencia del acompaante, pues ambos constituyen los
elementos de contraste personal que facilitan el crecimiento. P a r a ello:
129
3.
4.
Vocacin
Todos los hombres estamos llamados a acoger el amor de
Dios revelado en Cristo Jess, muerto y resucitado por
nuestros pecados, y presente por el Espritu en la Iglesia
y en el mundo. Intentar vivir desde este amor y por este
amor hace de Dios el centro de la persona, el motor de la
vida y el horizonte de la historia. Podemos amar porque
primero hemos sido amados por Dios de una forma insospechada y desbordante. Aprender a ser queridos por Dios
y desde ah amar a los otros con el corazn, la cabeza y
la voluntad es la vocacin a la que todos estamos llamados por el bautismo y la confirmacin.
132
Compromiso
Si somos queridos por Dios y queremos a los dems, si el
horizonte del reino de Dios es la fraternidad universal, si
hay que transformar el mundo, qu hacemos con nuestra vida y posibilidades? Para poder responder a este
interrogante necesitamos or y sentir los gritos de los
hombres de nuestros das, sus angustias y aspiraciones,
sus fracasos y frustraciones, sus engaos e idolatras.
Para hacer de toda la vida una accin comprometida hay
que empezar por analizar la realidad desde los datos que
nos proporcionan las ciencias humanas iluminadas por la
palabra de Dios. La meta es situarse de forma empeativo-transformadora ante la realidad h u m a n a pero
para ello necesitamos saber qu pasa y qu tenemos que
hacer, lo cual requiere un mtodo de anlisis creyente
de las situaciones plurales y cambiantes. Realidad humana interpelante, iluminacin con la palabra de Dios y
actitud comprometida son los elementos de la liberacin
cristiana.
Proyecto
En la medida en que se pone el amor de Dios en relacin
con las realidades histricas y eclesiales, se va descubriendo lo que personalmente y de manera concreta se
puede hacer para no ser conformistas y pactar con la
injusticia. Lo que cada uno puede hacer previo conocimiento personal de aptitudes, anlisis de la realidad circundante y discernimiento de la voluntad de Dios, se
convierte en deber, es decir, en exigencia personal libremente asumida como camino de salvacin y realizacin
humana en solidaridad con los ms necesitados.
A la hora de elaborar el proyecto, el miedo a comprometernos, a comprometer el futuro que es el autntico compromiso, nos lleva a vivir de apariencias y
sucedneos que nos impiden radicalmente ser felices, ya
que la felicidad supone la integracin del espacio (reali133
137
compartir a travs de la solidaridad con los pobres, enfermos, pecadores y marginados. De la conducta de Jess
podemos sacar los siguientes criterios de discernimiento:
No es suficiente optar por u n fin bueno, pues
tan importante como eso es la eleccin de los
medios.
Jess no eligi los medios ms eficaces segn
la mentalidad e inters de los hombres; al contrario, todo lo plante desde la solidaridad con el
dbil.
Eligi una solidaridad parcial (preferencial
respecto del pobre, sin lmites (am a todos) y
conflictiva (hasta el extremo de dar la vida).
2. Actitudes previas para un buen discernimiento.
Con las palabras previas se indican las actitudes sin
las cuales no se puede dar un discernimiento libre de
intereses racionales o afectivos y en consonancia con la
voluntad de Dios. Las principales actitudes son:
Buscar ante todo y sobre todo la voluntad de Dios.
El reino de Dios es el horizonte nico desde el que se
encuentra lo que Dios pide para cada uno.
Es necesario integrar y utilizar las aportaciones de
las ciencias humanas, pues el evangelio no da respuesta
a los problemas, aunque s los ilumina y redimensiona.
Descentrarse de los esquemas e intereses personales que actan a modo de ideologa justificadora para
centrarse en Dios y su justicia. nicamente se puede
romper este crculo ideolgico desde la opcin preferencial
por los pobres.
Plantearse todas las pequeas opciones desde la
opcin fundamental cristiana: Jesucristo, su causa y
mensaje. Sin este centro de consistencia es difcil la fidelidad, la coherencia y el sentido de la vida.
3. Etapas del proceso de discernimiento.
Entramos ahora en el aspecto metodolgico que asegura que el proceso llegue al final:
Lo primero de todo es centrar bien el contenido
140
Estamos ante la experiencia que acta como hilo conductor de todo el proceso de maduracin de la fe al que sirve
la pastoral juvenil-vocacional. En este hilo conductor se
van a ir colgando todas las dems piezas y elementos,
vlidos en s mismos, pero que si no tienen soporte no
encajan bien y terminan por desaparecer.
La primera exigencia del acompaamiento es que no
es u n a actividad voluntaria, sino el elemento constitutivo
que da unidad a todo lo dems a travs de la personalizacin; por ello J u a n Pablo II define el acompaamiento
142
sobre todo si va unido al sacramento de la reconciliacin como una escuela sistemtica de vida interior
(Mensaje a los jvenes en el ao de la juventud 1985). Si
es algo sistemtico debe estar perfectamente estructurado, no para ahogar la creatividad, sino para liberar
energas y facilitar la consecucin de los objetivos propuestos. Vamos a describir brevemente la estructura del
acompaamiento personal, es decir, lo que tiene que ir
viviendo la persona en lo profundo de su vida y que est
ms all de los temas y actividades, y donde el grupo
como tal o cada uno por sus propios medios o posibilidades difcilmente puede llegar. Para ello vamos a recopilar
y organizar muchas cosas sabidas y expuestas para verlas de manera orgnica y funcional:
1. Punto de partida.
Ser cristiano se define como la bsqueda de la voluntad de Dios en la vida y su concrecin en cmo, dnde
y con quin va a ser vivida. A ello nos ayuda el seguimiento de J e s s vivido en grupo catecumenal y el
conocimiento interior del misterio cristiano que hay que
sentir y gustar.
El acompaamiento asegura la objetividad, tanto en
el encuentro con uno mismo como en el conocimiento de
Cristo. Se pide al acompaado cierta docilidad al Espritu
que impida cualquier manipulacin de lo que Dios quiere.
La bsqueda seria y sincera de la voluntad de Dios exige
someterse a una cierta disciplina que lleva a compartir
peridicamente la vida desde lo profundo del yo, pues
tanto el acompaante como el acompaado tratan de
guiarse y fiarse de la fe. Es fundamental asumir este
proceso de mutuo acuerdo.
2. El rol del acompaante.
En el proceso de rastrear el paso de Dios por la vida
de las personas el rol del acompaante es el de:
Objetivizar lo que pasa con la mayor fidelidad posible; para ello acta como espejo de lo que ocurre y
testigo de la fidelidad a Dios.
143
8.
racin de las mismas comunidades. Lo propio de la comunidad cristiana es la corresponsabilidad, pero de forma
diferenciada; toda la comunidad es ministerial, pero no
todos ejercen las mismas funciones ni de la misma manera. El cmo y dnde del proyecto personal debe ser
discernido desde el modo peculiar como nos interpela el
Reino a travs de las mociones del Espritu y de las
llamadas de los ms prximos y necesitados.
La catequesis de los jvenes ha de tender a la creacin de comunidades cristianas juveniles, en las que la
presencia de jvenes matrimonios militantes pueden
ayudarles a enfrentarse con su propio futuro, y, adems,
ha de fomentar que los propios jvenes sean catequistas
de otros jvenes (CC 248).
1. Elementos constitutivos de la identificacin vocacional.
El proyecto cristiano de vida, cualquiera que sea, se
articula alrededor de estos tres ejes: la opcin fundamental por Cristo y su evangelio desde u n conocimiento experiencial, la incorporacin a la comunidad cristiana
adulta por el sacramento de la confirmacin, la participacin en la e u c a r i s t a , y la a s u n c i n de opciones
comprometidas y vividas vocacionalmente, que llevan a
asumir de forma estable y pblica el compromiso por el
Reino. El ejercicio responsable y constante de los ministerios y servicios laicales debera ser la va principal de
acceso al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada.
Con los elementos comunes y constitutivos se articulan las vocaciones especficas de la forma siguiente:
Presbtero. Ser hermano ante los hermanos
presencializando a Cristo cabeza, el Seor resucitado que
convoca, alimenta y sostiene a la comunidad en el
peregrinar por el mundo para que sea mbito e instrumento privilegiado de la nueva humanidad.
Religioso. Ser hermano con y desde los hermanos
menos hermanos, presencializando a Cristo en su opcin
preferencial por los ms pobres y necesitados, como
denuncia proftica y alternativa de vida que perfora
147
potente y atractiva ayuda a mantener la tensin y super a r el d r a m a t i s m o que lleva consigo la existencia
comprometida. No es posible sin comunidades referenciaes y testigos-mrtires que sostengan y animen; slo
desde ah se puede invitar a los jvenes a vivir gestos
solidarios y acciones comprometidas que terminen en
proyecto de vida.
La motivacin anterior no se puede mantener desde
cualquier estado de vida. Dejarse encontrar por Jess y
su proyecto supone haber optado previamente por el no
tener como estilo de vida para superar la unidimensionalidad de la existencia y abrirse a lo trascendente y
solidario.
La desposesin efectiva y afectiva pide grupos donde
se comparta, no se capitalice y se crezca en austeridad
para ser ms sensibles al dolor y estar ms prontos al
servicio. Sin ascesis no hay purificacin ni crecimiento, y
tampoco puede haber amor verdadero ni justicia social.
Una vez superados los obstculos anteriores, para
poder discernir la propia vocacin:
Hay que recuperar y plantearlo todo desde lo genuino
y especfico del amor cristiano: el gape. El misterio que
contemplamos y que nos transforma es la sorprendente
relacin de Jesucristo con cada persona, con la historia
humana, con la Iglesia, con el Reino. El amor de Dios
revelado en Cristo Jess es un amor primero, hasta el
final y para siempre. Vivir de esta vida es lo nico que
da consistencia y estabilidad al afecto humano para que
guindose por lo poquito que se haya descubierto cada
da, y, a pesar de los pecados y limitaciones, fiarse de
Aquel que llama y pide nicamente disponibilidad, porque l es el que hace, y para l no hay nada imposible.
Descubrir el amor y vivir desde l es un camino largo y
difcil, pero es el nico camino; no hay otro, y si no lo
decimos as somos infieles a nuestra vocacin ms radical
y profunda de personas bautizadas.
149
Capacidad para decidir la vida en una direccin libremente fijada en un momento de gracia, es decir, de conversin y disponibilidad. No es fcil porque el ambiente
no ayuda, pero no hay identidad y felicidad sin fidelidad
a uno mismo. El vivir de sensaciones placenteras y/o
evasivas lleva a la pasividad y pasotismo que terminan
por incapacitar al hombre p a r a cualquier decisin
significativa.
Las decisiones que muchos jvenes toman pertenecen
normalmente al campo de los compromisos sin lnea de
continuidad; si a esto se aade el miedo a perder
seguridades, hace que la persona deje de manera constante e indefinida sus opciones y no asuma una decisin
que englobe su vida y oriente la existencia en u n a direccin concreta que saque de la dispersin y el sinsentido.
La pedagoga de la decisin para cualquiera de los tres
proyectos de vida cristiana pasa por la superacin de la
inmediatez, que eleva el capricho a la categora de principio, la exigencia en el trabajo cotidiano, el cumplimiento
de las obligaciones ticas y el apoyo de la gracia por la
oracin y los sacramentos.
perciba y la respuesta que se quiera dar desde lo profundo de la persona, en horizonte de estabilidad y asumiendo la encarnacin institucional que lo posibilite. As se
huye tanto de un falso idealismo como de un pragmatismo egocntrico que impide arriesgarse, comprometer el
futuro y asumir las mediaciones estructurales sin las
cuales es imposible la maduracin personal y la respuesta vocacional.
Contar con la aptitudes personales. A la hora de concretar y personalizar los mbitos, dimensiones y campos,
puede aparecer desproporcin entre la ilusin y las posibilidades de llevar a cabo la opcin que se desea tomar;
esto nos lleva a subrayar la necesidad de un discernimiento progresivo de las propias aptitudes, es decir, de
las cualidades, motivaciones y disponibilidad real para lo
que uno se siente vocacionado.
Las cualidades seran los elementos bsicos que se
poseen para uno y otro proyecto de vida; las motivaciones
afectan a la intencionalidad con la que se quieren
dinamizar las cualidades, y la disponibilidad afecta al
sentimiento y voluntad con el que se enfrentan las tareas, dificultades y contrariedades de la existencia. Estos
tres componentes de las aptitudes deben ser discernidos
y educados en el proceso de maduracin de fe, pues de su
combinacin depende en gran parte la llamada que se
150
151
Segunda Parte
Orientaciones prcticas
y recursos pedaggicos
9. El adolescente y el joven tienen grandes dificultades en la comunicacin interpersonal, pues sus ideas y
sus sentimientos estn confusos. El ambiente fragmentado, superficial, consumista y divergente aumenta la
extraversin y la falta de identificacin. El resultado final
es la angustia. A pesar de todas estas limitaciones y
dificultades, el joven debe ser tratado como adulto, es
decir, con profunda confianza en sus posibilidades. Los
cambios emocionales frecuentes y polarizados son los que
dificultan en mayor medida la relacin de ayuda.
10. El acompaamiento espiritual asume la relacin
de ayuda y se centra en la experiencia religiosa del sujeto
que es acompaado. La experiencia cristiana es tal cuando es reconocida como proveniente de Dios revelado en
Jess como donacin, misericordia y misterio. El humanismo cristiano pone en el ser humano, como imagen y
semejanza de Dios, el deseo de bsqueda de sentido que
unifique su persona y existencia. Este encuentro con
Jesucristo aporta un plus de significado que hace que
el ser humano se trascienda. La experiencia religiosa
lleva a comportamientos ticos y a vivir desde el amor y
la esperanza en actitud de disponibilidad vocacional.
2.
Toda la pastoral de la Iglesia est orientada a la conversin como inicio del hombre nuevo, a la eucarista como
centro de la vida de la Iglesia y a los proyectos vocacionales de vida como estilo y estado de vida. En este contexto se sita el dilogo pastoral, tanto en su vertiente de
relacin de ayuda como de acompaamiento espiritual. Si
uno y otro persiguen la madurez humana y el crecimiento espiritual, la persona entera ha de estar siempre presente, y el agente de pastoral procurar que todo lo que
se diga en la entrevista pastoral se d dentro de una
relacin interpersonal. Ms all de lo que se comunica
157
3.
Amigo. El adolescente y el joven necesitan comprensin, que alguien se haga cargo de su situacin, vivir
la comunicacin interpersonal y sentirse ayudado por lo
que l es.
El adulto debe situarse al nivel del adolescente o del
joven, pero sin dejar de actuar como adulto.
Esto implica que el orientador:
Sea consciente de las t r a n s f e r e n c i a s y
contratransferencias.
Conozca lo ms posible el mundo cotidiano del
orientado.
Respete las confidencias que reciba.
Ayude al adolescente y al joven a descubrir
la verdadera amistad basada en la aceptacin
personal, la comunicacin verdadera y la entrega
al otro.
158
4.
1. Slo se puede proponer aquello que tenga garantas de ser realizado de forma adecuada. Para proponer
la relacin de ayuda el acompaante debe disponer de
preparacin, tiempo y facilidad afectiva para este servicio
pastoral.
2. Comentrselo brevemente a los posibles destinatarios, pues la mayora apenas conocer esta mediacin educativa. Puede hacerse de forma directa o aprove160
5.
1. Para el orientador:
Actitudes que ha mantenido, especialmente
las de acogida, aceptacin incondicional, coherencia y empatia.
Respuestas que ha dado, tanto verbales como
no verbales. Se fijar si ha utilizado correctamente la respuesta reflejo como hilo conductor de la
entrevista.
Convergencia entre las intervenciones del
orientador y del orientado. Analizar en qu medida el orientador ha facilitado el proceso con sus
respuestas.
161
Para el orientado:
La evolucin que ha experimentado, tanto en
los sentimientos como en la verbalizacin y en las
pistas de solucin.
La personalizacin de lo comunicativo a travs
de la comunicacin en primera persona.
Mecanismos de defensa en expresiones,
racionalizaciones, elucidaciones, rodeos, justificaciones, etc.
Aceptacin o rechazo de los sentimientos y
experiencias personales.
Cambios experimentados en la forma de percibir lo que pasa, su interpretacin y la propuesta
de soluciones (reestructuracin).
Elementos dinamizadores del cambio de
comportamientos: cules son, a qu se orientan,
cmo se mantienen, etc.
Modo de evaluacin:
* Valorar cada tem independientemente de los dems y del conocimiento que se tenga de la persona. La
puntuacin es de 0-6.
* Los datos de edad, posicin familiar, estado, nivel
de estudio, etc., se tendrn presentes.
* Las frases que sean muy largas se califican con u n
punto ms; con todo, la extensin no influir en la clasificacin de la respuesta.
* Sumar los puntos y hacer la grfica; entre 95 y 115
estn los sujetos con un ajuste personal y relacional
positivo.
* Los tems se clasificarn por criterios y se indicar
la puntuacin correspondiente. Criterios: necesidad de
afecto, necesidad de personas, sumisin-agresividad, situacin vocacional, sentimientos, etc.
6.
Nombre
1. Cuestionario de frases incompletas. Ayuda a conocer
mejor las zonas de conflicto. Las respuestas pueden ser
de tres tipos:
Omisin. Hay que ver qu se oculta detrs de la
omisin: inseguridad, temor, problemas insuperables, etc.
Conflicto. Indican desajuste de elementos en el
campo afectivo y/o en el campo racional. Indicios de conflicto, pesimismo, agresividad, desagrado, olvidos, etc.
Positivas. Respuestas llenas de esperanza, optimismo y positividad. Manifiestan que la persona tiene un
marco de referencia sano y equilibrado. Algunas respuestas positivas pueden indicar conflictos. Ej: Estoy completamente seguro en todas las cosas; Cuando me siento
feliz soy mejor; No tengo miedo a nada ni a nadie.
1
162
Edad
Estado
Completa las siguientes frases expresando tus sentimientos reales. Trata de completar todas ellas. Procura
que sean frases completas.
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
Me gusta
El tiempo ms feliz
Quiero saber
Cuando vuelvo a casa
No me gusta
En la cama
Los hombres
El mejor
Me molesta
La gente
La madre
163
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
26.
27.
28.
29.
30.
31.
32.
33.
34.
35.
36.
37.
38.
39.
40.
Me siento
Mi mayor temor
En clase
Yo no puedo
Los deportes
Cuando era nio
Mis nervios
Los otros
Yo sufro
Me he equivocado
La lectura
Mi mente
El futuro
Necesito
El matrimonio
Yo soy mejor cuando
A veces
Lo que me duele
Odio
Este lugar
Yo soy muy
El nico problema
Quisiera
Mi padre
Yo, secretamente
Yo
El baile
Mi principal preocupacin es
Muchas mujeres
No he comunicado nada.
He comunicado en trminos generales.
He comunicado con precisin y detalles.
He mentido o falseado lo que he comunicado.
CUESTIONARIO DE AUTORREVELACIN
The self-Disclosure Questionnaire (S. M. Jourard y
P. Lasakow). Adaptacin: Jos M. Martnez
Beltrn
CUESTIONARIO:
Actitudes y opiniones:
1. Lo que pienso y siento sobre religin; mi punto
de vista personal.
2. Mis opiniones y sentimientos sobre otros grupos religiosos distintos del mo: protestantes,
catlicos, ateos, etc.
3. Mis puntos de vista sobre el Comunismo.
4. Mi punto de vista sobre el Gobierno, el Rey,
etc.
5. Mi punto de vista sobre educacin, la igualdad
de oportunidades, la gratuidad, etc.
6. Mi opinin sobre la bebida.
7. Mi opinin sobre la moralidad sexual: cmo
pienso que yo y los dems deberamos comportarnos en esta materia.
8. Mis criterios sobre la belleza y atraccin de
las mujeres; qu considero como atraccin en
la mujer.
165
9.
5.
167
PERSONALIDAD:
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
CUERPO:
1. Mis sentimientos sobre el aspecto de mi cara
cosas que no me gustan o podran gustarme
sobre mi cara, nariz, ojos, cabello, etc.
2. Cmo deseara que fuera mi aspecto: mi ideal
sobre mi aspecto en general.
3. Mis sentimientos sobre las diferentes partes de
mi cuerpo, piernas, caderas, busto...
168
169
Datos: EDAD:
aos. SEXO: Hombre Mujer ESTADO
CTVIL: Casado Q Soltero Religioso(a) Sacerdote TRABAJO
QUE REALIZA:
PERTENENCIA A GRUPOS DE FE: S No ES LA PRIMERA
VEZ QUE REALIZA UNA RELACIN DE AYUDA: Q S No
Cuestionario de Autorrevelacin
Hoja de respuestas
tem n.:
tem n.:
Madre
Padre
Amigo
Amiga
Pareja
Psiclogo
Profesor
Confesor
Dinero
Madre
Padre
Amigo
Amiga
Pareja
Psiclogo
Profesor
Confesor
1
2
3
4
5
6
7
9
10
Total:
Personalidad
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Total:
Cuerpo
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Total:
170
171
172
k
n
co
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u
Pico
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rH
LO
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CO
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CO
Pn-
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CAS
CO
P3
PS
K
ira
P3
CAS
co
PH
CN
as
Despersonaliza
Muestra empatia
20.
17.
19.
Ayuda la expresin
16.
18.
Mueve la interiorizacin
15.
Produce desconcierto
12.
Favorece la dependencia
Denota comprensin
Es superficial
8.
Produce la ansiedad
4.
11.
Se centra en el Cliente
Se centra en el Problema
7.
Bloquea la expresin
3.
5. Culpabiliza
Da seguridad
Provoca dinamismo
1.
PH
Se centra en el Orientador
No la acepta
6.
co
O
9.
10.
14.
13.
co
2.
Pasos metodolgicos:
1. Seleccionar u n caso y las respuestas que se h a n
dado.
2. Elegir la respuesta que se crea mejor y clarificarla
con I (interrogacin), E (evaluacin) y R (reflejo).
3. Explicar brevemente el porqu de esta eleccin.
4. Ver qu tipo de respuestas predominan en mi
persona como orientador.
5. Re-clasificacin de las respuestas teniendo en
cuenta los efectos que p u e d a n desencadenar en el
interlocutor, es decir, la reaccin que ste tendra.
A modo de ejercicio valdran cualesquiera de los casos
que Jos M. s Martnez cita en su libro El educador y su
funcin orientadora, 219-254.
lO
173
7.
Rasgos de la madurez
humana
Interrogantes bsicas para la
personalizacin
1. Historia personal
Repasar la propia historia sealando lo ms
significativo, tanto positivo como negativo (acontecimientos, personas, situaciones, hechos...).
Cules han sido los sueos ms frecuentes?
(Nos gustara que hubieran pasado).
En qu aspectos de mi vida hay choque entre
lo ideal y lo real?
Qu sentimiento se produce dentro de m
cuando pienso en el futuro? El futuro para m es
cuestin de deseos o de felicidad?
Cul es el horizonte de sentido que tiene mi
vida?
Textos: Sab 7,1-14; x 32-33; Is 55; Mt 10,46-50; Le 13,121; Mt 11,1-19; Le 24,13-35.
2. Identidad
personal
175
Sentido de la vida
Cmo sientes el pasado en esta etapa de tu
vida? Lo asumes? Hay algo que te pesa ahora?
Cul es tu nivel de optimismo, alegra y confianza existencia!?
En el vivir de cada da: arriesgas, pasas,
cumples, sueas...?
Qu experiencias vividas han sido las ms
positivas para ti? Qu horizontes nuevos te han
descubierto?
Las experiencias de dolor, culpabilidad y mal
que has tenido, te han ayudado? Has visto su
lado positivo?
La experiencia religiosa que vives da sentido
a tu vida? Expresa brevemente en qu consiste.
espiritual
Prdida
de
defensas
Quietud
xtasis
PH-3
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35 8
Meditacin
contemplativa
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VA ILUMINATIVA
(Iluminacin)
Presencia
/ de Dios
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Despertar
178
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Pruebas
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Experiencia Lucha
Tentacin
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1
1-1
3
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Contemplacin infusa.
Oracin de
unin pasiva
Unin
transformante
OtODK<
III
VA UNITI
(Contemplac
^ | \ Z O o a H
8.
179
1. Rasgos de personalidad
1.
Inmadurez
Reclamo atenciones y cario constantemente.
Utilizo a las personas para mis intereses.
Mis p e q u e o s p r o b l e m a s p o l a r i z a n mi
atencin.
No soy capaz de decidir casi nada por m
mismo.
Me dejo llevar por el ambiente, la moda y el
qu dirn.
Reacciono de forma desproporcionada ante los
acontecimientos.
Mi estado anmico cambia constantemente y
sin motivo.
Identifico lo sexual con lo genital.
2.
Madurez
Estoy atento a los otros, les presto atencin y
les doy cario.
Procuro relacionarme de persona a persona.
Aunque me cueste, procuro comprender los
problemas de los dems y ponerme en su
lugar.
Reconozco y asumo mis limitaciones, defectos
y fallos.
Voy teniendo criterios propios aunque difieran
de los criterios de los dems.
Me esfuerzo por controlar las emociones y
evito los estados extremos.
Estoy convencido de que lo sexual debe vivirse
con toda la persona y como expresin del
amor.
2.
Centros de inters
Lo que ms busco son diversiones y entretenimientos.
Verme rodeado de todas las cosas que deseo.
180
Estilo de vida
En mi vida predominan las sensaciones placenteras.
Busco casi siempre mis intereses.
En casi todas las cosas me acomodo al ambiente y la moda.
Soy calculador para conseguir lo que quiero, al
margen de los dems si es necesario.
En el futuro me vera feliz si tuviera posicin,
dinero y seguridad.
Algunas veces pienso que slo sera feliz si los
dems tambin lo fueran.
En mi estilo de vida cuentan los otros.
Me ilusiona u n estilo de vida c'onde se compartiera lo que uno es y tiene.
Pienso que el luchar por evitar las injusticias
181
Estara dispuesto a dar mi vida por testimoniar los valores del evangelio.
5. Relacin
fe-cultura
de Dios
184
disponibilidad
10. Educacin de la
afectividad-sexualidad
sacramental
Preadolescencia
Vivo la fe como algo heredado de la familia y
cultivado en la escuela y la parroquia.
Los sacramentos los entiendo como ritos y
obligaciones culturales.
El ambiente que me rodea no facilita la apertura sana a la vida.
2.
Adolescencia
Entiendo la religin como normas que reprimen la necesidad de libertad y autonoma.
Dejo la prctica religiosa y me refugio en una
fe totalmente psicolgica y subjetiva.
El ambiente consumista y evasivo me impide
descubrir los valores humanos y religiosos.
3.
Juventud
El pragmatismo me impide ocuparme de
aquello que no sea inmediato.
Relativizo la revelacin de Dios reducindola a
mis ideales o proyectos.
192
9.
En el cuadro adjunto se plantea de forma global, coherente y progresiva cmo se puede plantear la pastoral vocacional en la pastoral juvenil, que a su vez debe ser toda
ella vocacional.
Al tratar el proyecto vocaciones de vida, el acompaante espiritual tendr presente:
El momento de maduracin en la fe en que
se encuentra el joven.
Qu valores vocacionales necesitara descubrir
en ese momento.
Los indicadores que se podran trabajar ms
en la entrevista personal.
Las dificultades inherentes a la adhesin afectiva a la llamada y a la toma de decisiones.
La relacin entre afectividad, sexualidad y
proyecto de vida.
Pistas para la oracin, lectura y reflexin personal.
Preparacin para encuentros y experiencias
vocacionales.
El cuadro que se ofrece ayuda a situar la labor propia
del acompaamiento vocacional en u n contexto ms
amplio en el cual el hilo conductor es doble: ayudar a que
el catecmeno se sienta alcanzado por Jess y su proyecto, y la actitud subsiguiente de disponibilidad a la
voluntad de Dios.
193
DESCUBRIMIENTO
DE LOS VALORES
VOCACIONALES
ADHESIN
PROGRESIVA
A LA LLAMADA
OPCIN E
INCORPORACIN
INICIALES
PUNTO
DE
PARTIDA
Fe como seguimiento de
Cristo y sentido eclesial
Valor de los carismas y ministerios
Inquietos
En bsqueda
Atrados
Apertura a la opcin
Profundizacin de discernimiento
Opcin concreta
Incorporacin inicial
Vocaciones especficas
Relacin con centros y personas en formacin
FASES
CONTENIDOS
ENTREVISTA
PERSONAL
(INDICADORES)
DISCERNIMIENTO
Rasgos de madurez
Centros de inters
Estilo de vida
Imagen de Dios
Personal comunitario
Relacin fe-vida
Experiencia de Dios
Grupo y proyecto de vida
Sexualidad
Presencia-compromiso
Actitud de disponibilidad
Afectividad-sexualidad
Proyecto de vida
Valores vocacionales especficos
DESCUBRIMIENTO
DE LOS VALORES
VOCACIONALES
ADHESIN
PROGRESIVA
A LA LLAMADA
OPCIN E
INCORPORACIN
INICIALES
AFECTIVIDAD
Y COMUNIDAD
Opcin especfica
Proyecto concreto
Obras y misterios en que se
vive
MEDIOS Y
SERVICIOS
Materiales
Lecturas
Audio-visuales
Jornadas
Testimonios
Actividades
Lecturas especficas
Convivencias sobre proyectos de vida
Dilogo personal
Encuentro para preseminario o postulantado
AGENTE
Catequistas
Animadores de P.J.
Padres
Educadores
Equipo coordinador
Agentes de P.J.V.
Delegados de P.V.
Formadores
MBITOS
Catequesis
P. Juvenil
Familia
Escuela
Vocacionales a la V.R. y al
Sacerdocio
Previos a la incorporacin
DIFICULTADES
Grupos vocacionales
Convivencias vocacionales
Formacin de animadores
Dilogo personal
Centro Vocacional
Movimientos
Comunidades
Seminarios menores
10.
197
DE
10
11
12
13
PUBRTAI
INF ANOIA
14
15
16
EDAD
ADULTA
Y A DOLE SCEN CA
"X"
COMPONENTES
FASE
'ASIVO
FASE
ORAL ACTIVI-ANAL
FASE
DLV
FASE
Explora ion
del
incluidob
DE TRANQUILIDAD
PREPLBERAL
Fenmeros y jugos
exhibici mistas
PSJUICISDE
Primeras
mociones de
lactante
y contacto mater-
LA
/
\
EXUAL1
SENnlMElJl^S!l
personas
qie trata: apego,
teto, cebs.
PER10X)
Ex]presiones claras
de nascuii lidad
y femin: dad
(coi uetera, "machoti!SI 10 ")
SUPERACIN DEL
COMPLEJO D|E EDIPto
"EMPICO"
CRISIS DE AlUTONOWA
PERSf NAL
PREDOMINIO
EGOTIS A'
PROBLEMA EXISTENCIAL:
La
soledad
U N I O N Y CREATI-
.OBJETIVO:
A M A R E S DAR, N O R E C I B I R
\
SOLO LA
INTEGRACIN
DE AMBAS
VERTIENTES
MARCA LA
VERDADERA
MADUREZ
SEXUAL
EN EL
AMOR
PLENO
\
/
\
EL ARTE DE AMAR
1
ADOLESCENCIA
Apetencia del
placer con el
"otro1 seso
"Pettidg' "ligue
Solucin:
VIDAD
\
/
A CRISIS E PUBEITAD
Funcioi amiento ie
las gli ndulas se:Tuales
/
Descub: imiento uel
placer solitario j
\
hornos
/
/
sensorial
\
\
SEXUALIDAD
'3ENITA1,'
Curios
bisexu
MMI-ONEUTEj
\
C T I C O ! "-FSCOS
19
18
17
/
A^ ORES
di
PLATNICOS'
a activii lad sexual
\
\
EL PROCESO
PUEDE
QUEDAR
ESTANCADO 0
ACELERARSE
- ELEMENTOS BSICOS
DEL AMOR
Cuidado:
amor - trabajo amor
Responsabilidad:
listo y
pronto p a r a responder
Respeto: v e r la i n d i v i d u a l i dad de cada persona
Conocimiento:
e n t r a r e n el
fondo del o t r o
I DIMENSIONES Y OBJETOS ,
DE AMOR
Amor materno. Me a m a n p o r q u e
soy yo (incondicional - paz y dicha)
Amor paterno. Te amo p o r q u e llen a s m i s aspiraciones, p o r q u e cumples con t u deber, porque eres como
yo (condicional - dentro del control)
Grados del amor:
Infantil: Amo porque m e a m a n
M a d u r o : Me a m a n porque amo
I n m a d u r o : Te a m o porque t e necesito
M a d u r o : Te necesito p o r q u e t e
amo
" Dimensin universal del amor. E s
la actitud y orientacin del carcter
que d e t e r m i n a el tipo de relacin de
u n a p e r s o n a con el m u n d o como totalidad
11.
\
ANTROPOLOGA TEOLGICA
La oracin personal y comunitaria es uno de los elementos centrales de la vida del cristiano. Segn la experiencia atestiguada sin interrupcin por la santidad de muchos creyentes y comunidades, e n t r e m a d u r a c i n
personal, progreso en la vida de oracin y discernimiento
vocacional hay mucha relacin. De ah la importancia de
abordar de forma sistemtica y constante este tema en el
acompaamiento espiritual.
Iniciacin a la oracin:
Anlisis de la situacin personal; dificultades,
inconstancia, mtodo, sentido que tiene, forma
de orar, etc.
Breves indicaciones metodolgicas sobre el
modo, tiempo, lugar, ambiente, etc.
mbitos y encuentros donde sea posible tener
alguna experiencia autntica de oracin que
resulta gratificante.
El testimonio de creyentes que oran habitualmente.
Propuesta
200
de un mtodo:
Hacer silencio interior y exterior.
Relajacin.
Lectura de u n pasaje bblico.
Reflexionar la Palabra con u n salmo apropiado.
Interpretar la Palabra: qu dice, cmo aplicarla a mi vida.
Contemplar un pasaje o escena, identificndose con la situacin o personajes.
Concentrarse en u n a palabra o frase que se
repite para que vaya calando hasta motivar el
corazn por la aparicin de sentimientos.
Pedir perdn, dar gracias, alabar o bendecir
segn lo que se viva.
Terminar haciendo u n compromiso para el da
que sea evaluable.
201
Camino de oracin:
1. Oracin como medio. Al principio los tiempos de
oracin y la oracin son vividos por el principiante con
finalidad moralizante: para vencer defectos, superar dificultades o evitar el pecado. En esta etapa la oracin tiene
mucho que ver con el examen de conciencia y el dominio
personal; por lo mismo, el interlocutor es Dios como proyeccin del ideal de persona que uno tiene.
2. Oracin reflexiva. A medida que el sentimiento de
culpabilidad se integra y se van superando algunas
dificultades, la oracin adquiere un talante discursivo:
lectura del texto, bsqueda de significados, aplicacin a
la vida y pistas de actuacin. En este modo de orar se
pasa con mucha rapidez de la cabeza a la voluntad,
quedando el sentimiento en segundo lugar. Sigue siendo
el orante el protagonista principal de la oracin.
3. Oracin contemplativa. Cesa la actividad mental
como razonamiento o reflexin y aparece la actitud silenciosa y contemplativa. El creyente se sita ante pasajes
o escenas tratando de que lo que contempla le hable al
corazn y le provoque sentimientos. De este modo la
oracin que hace la lengua proviene de la abundancia del
corazn. Las expresiones oracionales son breves, repetitivas y afectivas, como jaculatorias que salen de lo profundo del yo cargadas de amor y agradecimiento.
Dios y disponibilidad en la profesin, estilo de vida, estado de vida, compromiso sociocultural, compromiso
eclesial, etc.
4. La integracin de los compromisos en un proyecto personal de vida y en un proyecto comunitario o de
grupo.
5. Ayudarse de los cauces educativos del compromiso
cristiano:
Anlisis crtico-creyente de la realidad.
Dejarse interpelar por los datos de la realidad.
Toma de conciencia de lo que pasa, por qu
pasa y qu se puede hacer.
Identificacin de las acciones comprometidas
como anticipaciones profticas de una realidad
nueva.
6. La mayor dificultad para iniciarse a la presencia
y al compromiso suele ser la pasividad. Esta actitud
descomprometida puede tener varias causas; las principales son:
Ver la situacin de las cosas como algo lejano y externo que no nos afecta.
Cuando hacemos anlisis de qu pasa y los
porqus, nos quedamos en el ver, pero tardamos mucho en actuar.
Desearamos que las soluciones fueran rpidas e inmediatas. Cuesta admitir las limitaciones humanas incluidas las propias y la
lentitud de los procesos humanos. La salida
fcil es la crtica inoperante y destructiva.
Despus de un tiempo de lucha y esfuerzo, se
tira la toalla, nos declaramos incompetentes
y terminamos adaptndonos para terminar
haciendo lo que criticbamos.
7. Los compromisos son ms autnticos si se disciernen desde una presencia encarnada en la que se escu204
Dimensin
Utpica
Crtica
de la
Realidad
Contradiccin
Fe/Realidad
Papel de la Fe en la lectura de la realidad
(Desenvolvimiento del momento creyente)
Opcin de Fuentes
Nueva actitud
para el cambio
Nuevas categoras
teolgicas
I
Dimensin poltica
de la Fe
Nuevas
Experiencias
Creyentes
Realidad
Transformacin
Liberacin
de la
Praxis nueva
Proyecto racional operativo
Tctica - Estrategia
Actitud abierta
Anlisis-seleccin
del material bruto
Actitud crtica
Globalidad
Intereses
Fuerzas
Mecanismos
Utopa
Contradiccin
Realidad
Cotidiana
Actitud activa
Vuelta a la cotidianidad
tctica
estrategia
Lectura crtica y creyente de la
206
realidad
207
CONCLUSIN
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D E FIORES
NDICE
Pgs.
PRIMERA PARTE
Dimensiones teolgico-pastorales
del acompaamiento espiritual
Introduccin
1. Acompaamiento y maduracin personal
2. Condicionamientos socioculturales de la juventud
Fundamentacin teolgica del acompa a m i e n t o espiritual
1. Base bblica
2. El acompaamiento espiritual en la historia
de la Iglesia
3. P l a n t e a m i e n t o en la teologa espiritual
actual
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9. El acompaante espiritual
1. El acompaante como mediacin
2. Dimensiones de la identidad del acompaante espiritual
Principales problemas que surgen e n
el acompaamiento
1. Carencias en los planteamientos de algunos
proyectos de pastoral juvenil
2. Autoengaos en el proceso de conversin ....
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Pgs.
5. Cmo se hace el proyecto de vida?
134
6. Asegurar la dinmica propia del discernimiento cristiano
138
7. Estructuracin del acompaamiento que posibilite el discernimiento vocacional
142
8. El discernimiento de los proyectos de vida:
presbtero, religioso, laico
146
SEGUNDA PARTE
209
Bibliografa
211
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