Marmoles Partenon
Marmoles Partenon
Marmoles Partenon
NAVASCUS
UNQUE SE TRATA DE UN episodio bien conocido por todos, no estar de ms dar entrada en estas peripecias a
las vicisitudes del doloroso despojo de
los mrmoles del Partenn, una de las
pginas ms tristes de la historia del
expolio del patrimonio cultural de todos los tiempos.
El sueo de la devolucin de las esculturas de Fidias que un da vistieron
el Partenn, los llamados "Elgin Marbles", hoy en el Museo Britnico deLondres, fue el ltimo empeo no satisfecho de la que fuera Ministra griegade Cultura, Melina Mercuri, fallecida
en 1994. Desde entonces este asunto
no ha cedido en inters ni actualidad,
en Grecia e Inglaterra, en particular, de
lo que son buenos testimonios los li
bros aparecidos en 1998, como los de
William Saint Clair, Christopher Hit
chens y otros autores, que plantean el
difcil problema de su devolucin a Gre
cia.
Ante esta cuestin ya se manifest
tajante y negativamente el nuevo ministro laborista de Cultura, Chris
Smith, si bien la formacin de comits
para la devolucin de los mrmoles, la
Fundacin Melina Mercuri, las campaas de prensa, televisin y va Internet,
as como la insistente reivindicacin
del gobierno griego, vinculada al reto
del Nuevo Museo de la Acrpolis, hace
de esta triste historia una cuestin
abierta y revisable en una Europa que
se dice unida y solidaria.
El despojo de los relieves del Partenn resulta paradigmtico porque represent un dao en cadena, pues no
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vuestros mrmoles no
son tan valiosos como parecen; ni siquiera son
griegos, sino romanos,
del tiempo de Adriano".
En este punto puede decirse que las esculturas
del Partenn estaban a la
baja, pese a que la Academia Real las estimaba
como efectivas obras de
Fidias. Elgin, a quien todo
este negocio le haba costado una fortuna y necesitaba resarcirse, termin
poniendo en venta el conjunto de los mrmoles.
Ante las reticencias del
Museo Britnico para su adquisicin
llegaron a Londres, en 1814, Luis de
Baviera y Visconti, director del Museo
Napolen de Pars, interesndose ambos por aquel tesoro que se mova entre el aprecio y el desprecio, ahora
ofrecido al mejor postor.
Result providencial la llegada a
Londres del gran escultor del Neoclasicismo, Antonio Canova, quien vino a
sentenciar la autenticidad y excepcional inters de aquellas obras, a cuya
opinin se sum Flaxman, como antes
lo haban sostenido Fssli y el propio
Haydon, entre otros. Hay que decir que
Canova salv dos veces los mrmoles
del Partenn, pues con anterioridad ya
haba desaconsejado la prevista restauracin de las esculturas, lo que sin duda hubiera terminado con ellas.
Convencidos los polticos, aunque
no sin reticencias, la Cmara de los Comunes se pronunci, en 1816, a favor
de su adquisicin para el Museo Britnico, si bien an conocera Elgin un ltimo disgusto: su precio. Se estimaba,
como recogen distintos autores, que
toda la operacin haba supuesto entre
gastos e intereses 74.000 libras. Pues
bien, los Comunes slo aprobaron el
pago a lord Elgin de 35.000 libras, el
precio de una traicin.
Mientras hoy se discute histricamente la accin de Elgin, su espritu
pervive y su ejemplo cunde, pues otros
partenones, como los templos del Sudeste asitico, estn siendo igualmente despojados de sus dioses, de un modo criminal, en un elginismo que no cesa.