Marmoles Partenon

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eripecias del Arte

Los mrmoles del


Partenn
PEDRO

NAVASCUS

Catedrtico de Historia del Arte.


Escuela de Arquitectura,
Madrid

El despojo de los mrmoles del Partenn es una de las


pginas ms tristes de la historia del expolio del
patrimonio cultural de todos los tiempos

UNQUE SE TRATA DE UN episodio bien conocido por todos, no estar de ms dar entrada en estas peripecias a
las vicisitudes del doloroso despojo de
los mrmoles del Partenn, una de las
pginas ms tristes de la historia del
expolio del patrimonio cultural de todos los tiempos.
El sueo de la devolucin de las esculturas de Fidias que un da vistieron
el Partenn, los llamados "Elgin Marbles", hoy en el Museo Britnico deLondres, fue el ltimo empeo no satisfecho de la que fuera Ministra griegade Cultura, Melina Mercuri, fallecida
en 1994. Desde entonces este asunto
no ha cedido en inters ni actualidad,
en Grecia e Inglaterra, en particular, de
lo que son buenos testimonios los li
bros aparecidos en 1998, como los de
William Saint Clair, Christopher Hit
chens y otros autores, que plantean el
difcil problema de su devolucin a Gre
cia.
Ante esta cuestin ya se manifest
tajante y negativamente el nuevo ministro laborista de Cultura, Chris
Smith, si bien la formacin de comits
para la devolucin de los mrmoles, la
Fundacin Melina Mercuri, las campaas de prensa, televisin y va Internet,
as como la insistente reivindicacin
del gobierno griego, vinculada al reto
del Nuevo Museo de la Acrpolis, hace
de esta triste historia una cuestin
abierta y revisable en una Europa que
se dice unida y solidaria.
El despojo de los relieves del Partenn resulta paradigmtico porque represent un dao en cadena, pues no
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slo sufrieron las esculturas de Fidias


al arrancarlas de su lugar, sino que el
propio templo de Atenea, la Acrpolis y
la historia toda del arte y de la cultura
de la Grecia clsica, quedaron en una
situacin de invalidez permanente.
Todo empez en 1799 con el nombramiento de Thomas Bruce (17661841), sptimo conde de Elgin, como
embajador britnico en Constantinopa. Aquel cometido diplomtico permitira a Elgin acercarse a tierras que
entonces formaban parte del Imperio
turco, como era Grecia. All, en su capital Atenas, obtuvo el firman o autorizacin del sultn para, primero, hacer
unos dibujos y vaciados de los relieves
del Partenn (1801) y, posteriormente,
para arrancar gran parte de las metopas, friso de las Panateneas y esculturas de los frontones. Para ello se vali
Elgin de un competente equipo de artistas y artesanos, a cuyo frente se encontraba el paisajista italiano Lusier.
No cabe siquiera resumir aqu la

que hoy llamaramos corrupcin, soborno y compraventa de favores para la


obtencin de estos permisos, en los
que tambin estuvieron involucrados
Phillip Hunt, capelln de la embajada
britnica, y el secretario William Richard Hamilton, luego Subsecretario
de Estado de Asuntos Exteriores. El hecho es que durante cerca de un ao
trabajaron en esta operacin entre 300
y 400 hombres que, desde sus andamios, apalancaron las metopas, arrancaron el friso de las Panateneas y desmontaron los frontones, los bajaron de
la Acrpolis para arrastrarlos en pesados carromatos hasta el puerto, para
su posterior embarque hacia
Inglaterra en abultadas cajas de madera. Esto ocurra
en 1803, cuando Elgin fue
llamado de nuevo a Londres.
Con ese motivo, en el viaje
de regreso, se detuvo en
Atenas para inspeccionar su
mercanca embalada en
doscientas cajas que venan
a contener, gran parte de las
esculturas del frontn oriental, quince metopas, cincuenta y seis fragmentos de
las Panateneas, as como
una de las caritides del
Erecteion, cuatro fragmentos del friso del antepecho del templo
de Atenea Nik y otros muchos elementos arquitectnicos e inscripciones, todos de la Acrpolis.
Resulta estremecedor pensar en lo
que, seguro, muchos atenienses debieron de sentir al ver aquel expolio de su
ms preciado pasado, camino del Preo, por el que Grecia se desangraba
en vsperas de su independencia.

a propia Historia que fue injusta


con Grecia, pues de haberse
producido unos aos ms tarde
no habra sido posible semejante fechora, quiso modificar el curso feliz de este acontecimiento y, a partir de
aqu, todo fueron amarguras para todos, muy especialmente para Elgin,
pues de regreso a Inglaterra y despus
de una estancia en Roma donde pudo
ensear al escultor Canova los dibujos
de los mrmoles raptados, fue hecho
prisionero por los franceses durante
dos aos, entre 1805 y 1807. No se ol-

vide que estamos en la Europa de Napolen.


Qu haba sucedido entretanto con
los mrmoles del Partenn? Se haban
quedado bajo la custodia de su secretario W.R. Hamilton y de Lusieri en Atenas, esperando una ocasin propicia
para embarcar.
Finalmente partieron con destino a
Inglaterra en varios barcos, uno de
ellos, el bergantn, acab naufragando
y hundindose con su preciada carga
cerca de la isla Cerigo, como si los
mrmoles se resistiesen a dejar su mediterrneo paisaje. Slo se pudieron
rescatar cuatro cajas, siendo intil el
intento de reflotar el barco, permaneciendo bajo el agua algunos grupos y
relieves durante dos aos, el mismo
tiempo que dur la prisin de Elgin,
hasta que se consiguieron recuperar
definitivamente.
El resto fue llegando a distintos
puertos ingleses y, en 1807, se reunieron en Londres, donde Elgin los instal
en unas piezas accesorias de su casa
en Park Lane, formando lo que se llam el Elgin's Museum. All los pudieron
ver amigos, estudiosos y artistas como
Cockerell y Haydon, que dibujaron el
conjunto y detalle de aquellas asustadas esculturas que hasta entonces lashaba baado el sol. Ms tarde, cuando
lleg el resto del cargamento, en 1812,
se colocaran todas las obras en el jardn delantero de la Burlington House.
Durante estos cinco aos de privada exposicin, no cesaron de aumentar
las penas de Lord Elgin, pues inmediatamente se desat una doble polmica,

Tres esculturas pertenecientes al Partenn


llevadas por Thomas Bruce, conde de Elgin, a
Londres y que en la actualidad pueden
contemplarse en el Museo Britnico

ya que por una parte fue discutido el


Inters y belleza de los mrmoles, y
por otro comenzaron a llover las censuras por lo vandlico de la accin. Fue
el influyente Payne Knight y el grupo de
los "Dilettanti", quienes objetaron la
calidad de las esculturas, poniendo en
duda pblicamente no slo el valor esttico de estas obras sino el justiprecio
de las mismas. "Toda vuestra tarea ha
sido en vano, lord Elgin -le dijo Payne-,

vuestros mrmoles no
son tan valiosos como parecen; ni siquiera son
griegos, sino romanos,
del tiempo de Adriano".
En este punto puede decirse que las esculturas
del Partenn estaban a la
baja, pese a que la Academia Real las estimaba
como efectivas obras de
Fidias. Elgin, a quien todo
este negocio le haba costado una fortuna y necesitaba resarcirse, termin
poniendo en venta el conjunto de los mrmoles.
Ante las reticencias del
Museo Britnico para su adquisicin
llegaron a Londres, en 1814, Luis de
Baviera y Visconti, director del Museo
Napolen de Pars, interesndose ambos por aquel tesoro que se mova entre el aprecio y el desprecio, ahora
ofrecido al mejor postor.
Result providencial la llegada a
Londres del gran escultor del Neoclasicismo, Antonio Canova, quien vino a
sentenciar la autenticidad y excepcional inters de aquellas obras, a cuya
opinin se sum Flaxman, como antes
lo haban sostenido Fssli y el propio
Haydon, entre otros. Hay que decir que
Canova salv dos veces los mrmoles
del Partenn, pues con anterioridad ya
haba desaconsejado la prevista restauracin de las esculturas, lo que sin duda hubiera terminado con ellas.
Convencidos los polticos, aunque
no sin reticencias, la Cmara de los Comunes se pronunci, en 1816, a favor
de su adquisicin para el Museo Britnico, si bien an conocera Elgin un ltimo disgusto: su precio. Se estimaba,
como recogen distintos autores, que
toda la operacin haba supuesto entre
gastos e intereses 74.000 libras. Pues
bien, los Comunes slo aprobaron el
pago a lord Elgin de 35.000 libras, el
precio de una traicin.
Mientras hoy se discute histricamente la accin de Elgin, su espritu
pervive y su ejemplo cunde, pues otros
partenones, como los templos del Sudeste asitico, estn siendo igualmente despojados de sus dioses, de un modo criminal, en un elginismo que no cesa.

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