Carta de Simone Weil A Georges Bernanos

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Cartas en la noche
Revista de creacin literaria epistolar

m a r t es, 18 de sept i em br e de 2012

Carta de Simone Weil a Georges Bernanos

43

Qu i n es som os

Carlos Morales
Ver todo mi perfil

De dn de v en i m os

Poesa de El Toro de Barro


"El pas de la lluvia", de
Mariel Manrique

Hace 2 das

Acceder

"...cuando las autoridades temporales y espirituales han puesto una categora de seres
humanos fuera de aquellos cuya vida tiene un precio, no hay nada ms natural para el
hombre que matar. Cuando se sabe que es posible matar sin arriesgarse a un castigo ni
reprobacin, se mata; o al menos se rodea de sonrisas alentadoras a aquellos que matan.
Si por casualidad se experimenta primero cierto desagrado, se calla y pronto se lo sofoca
por miedo a parecer que se carece de virilidad. Hay ah una incitacin, una ebriedad a la
que es imposible resistirse sin una fuerza de nimo que me parece excepcional, puesto
que no la he encontrado en ninguna parte. He encontrado en cambio franceses pacficos,
que hasta ese momento yo no despreciaba, a los que no se les habra ocurrido ir por s
mismos a matar, pero que se sumergan en esa atmsfera impregnada de sangre con un
visible placer. Nunca podr sentir por ellos, en el futuro, ninguna estima."

El libro de las fascinaciones


Mujer fumando

Hace 4 das

Literatura del Holocausto


"Raz", de Mikls
Radnti

Hace 2 semanas

Cartas en la noche

Simone Weil
3, ru Auguste-Comte, Pars.
[1938?]

Carta suplicante de
Miguel Hernndez a
Federio Garca Lorca
Hace 2 meses

El Toro de Barro
Fusilara yo a Leni
Riefenstahl?, por
Carlos Morales

Estimado seor:

Hace 2 meses

El hierro y la seda

Por ridculo que sea escribir a


un escritor, que est siempre, por
la naturaleza de su oficio,
inundado de cartas, no puedo
resistirme a hacerlo despus de
haber
ledo
Los
grandes
cementerios bajo la luna. No es la
primera vez que un libro suyo me
afecta; el rural Diario de un cura
es a mis ojos el ms hermoso, al
menos de los que he ledo, y
ciertamente un gran libro. Pero
aunque me hayan podido gustar
otros libros suyos, no tena
Georges Bernanos
ninguna razn para importunarle
escribindole.
En cuanto a este ltimo es otra cosa; he tenido una experiencia que
responde a la suya, aunque mucho ms breve, menos profunda, situada en otro
lugar y vivida, en apariencia solamente en apariencia en un espritu muy
distinto.
Yo no soy catlica, aunque lo que voy a
decir parecer presuntuoso a cualquier
catlico, dicho por un no catlico, pero no me
puedo expresar de otra manera nada
catlico, nada cristiano me haya parecido
nunca ajeno. A veces me he dicho que si se
fijara a las puertas de las iglesias un cartel
diciendo que se prohbe la entrada a
cualquiera que disfrute de una renta superior
a tal o cual suma, poco elevada, yo me
convertira inmediatamente. Desde la infancia,
mis simpatas se han dirigido hacia los grupos
que se identificaban con las capas
despreciadas de la jerarqua social, hasta que
he tomado conciencia de que tales grupos son
de una naturaleza que hace extinguirse
cualquier simpata. El ltimo que me haba

"Un futuro de
turbulencias y negros
presagios", de Jeronimo
Pez
Hace 7 meses

La Prensa y El Toro de Barro


"La cicatriz del humo":
los nios de Auschwitz

Hace 1 ao

Libros de El Toro de Barro


Arturo del Villar, "La
poesa de Ernestina de
Champourcin: esttica,
ertica y mstica"
Hace 1 ao

Autores de El Toro de Barro


Marga Clark

Hace 1 ao

Narrativa de El Toro de Barro


"Ejecutar a Schubert",
de scar Alonso

Hace 1 ao

El buscador de joyas
"Fugaz", de Juan
Ramn Mansilla

Hace 1 ao

Crnicas del alba...


Presentacin en
Madrid de "La fiesta
de los infiernos", de
Juan Jos Delgado
Hace 9 aos

inspirado alguna confianza era la CNT


espaola. Haba viajado un poco por Espaa
antes de la guerra civil; muy poco, pero lo suficiente para sentir el amor que es
difcil no experimentar hacia ese pueblo; yo haba visto en el movimiento
anarquista la expresin natural de sus grandezas y sus defectos, de sus
aspiraciones ms legtimas y de las menos legtimas. La CNT, la FAI eran una
mezcla asombrosa, donde se admita a cualquiera, y donde, en consecuencia, se
podra encontrar inmoralidad, cinismo, fanatismo, crueldad, pero tambin amor,
espritu de fraternidad y, sobre todo, la reivindicacin del honor tan hermosa
entre los hombres humillados; me pareca que aquellos que iban all animados
por un ideal prevalecan sobre aquellos a los que impulsaba la violencia y el
desorden.
En julio de 1936 yo estaba en Pars.
No me gusta la guerra, pero lo que siempre
me ha provocado ms horror que la guerra
es la situacin de los que se encuentran en
retaguardia. Cuando comprend que, a
pesar de mis esfuerzos, no poda dejar de
participar moralmente en esa guerra, es
decir, desear todos los das, a todas horas,
la victoria de unos y la derrota de los otros,
me dije que Pars era para m la
retaguardia, y tom el tren para Barcelona
con la intencin de comprometerme. Era a
principios de agosto de 1936.
Un accidente me hizo abreviar
forzosamente mi estancia en Espaa. Estuve algunos das en Barcelona, despus
en pleno campo aragons, junto al Ebro, a una quincena de kilmetros de
Zaragoza, en el mismo lugar en que recientemente las tropas de Yage han
pasado el Ebro. Despus en el palacio de Sitges transformado en hospital;
despus nuevamente en Barcelona; en total, aproximadamente dos meses. Dej
Espaa a mi pesar y con la intencin de regresar; ms tarde, voluntariamente no
he hecho nada. No senta ya ninguna necesidad interior de participar en una
guerra que no era ya, como me haba parecido al principio, una guerra de
campesinos hambrientos contra propietarios terratenientes y un clero cmplice
de los propietarios, sino una guerra entre Rusia, Alemania e Italia. He conocido
ese olor de guerra civil, de sangre y de terror que desprende su libro; lo haba
respirado. No he visto ni odo nada, debo decirlo, que alcance la ignominia de
algunas historias que usted cuenta, esos asesinatos de viejos campesinos a
golpes de garrote. Sin embargo, lo que o bastaba. Estuve a punto de asistir a la
ejecucin de un sacerdote; durante los minutos de espera, me preguntaba si
simplemente iba a mirar o hara que me fusilaran al tratar de intervenir; todava
no s qu habra hecho si una feliz casualidad no hubiera impedido la ejecucin.

La s ca r t a s m s l e da s de l a sem a n a

Una jovencsima Simone Weil

Cartas de Salvador Dal a


Federico Garca Lorca.

Tres cartas de Amor de


Frida Kalho a Diego
Rivera

Cartas "sucias" de James


Joyce a su esposa Nora
Bernacle

Carta de amor de Juan


Rulfo a Clara Aparicio

Dos cartas tumultuosas


de Henry Miller a Anas
Nin

Carta de Julio Cortzar a


Alejandra Pizarnik

Carta a su esposa de un
soldado britnico en la
Primera Guerra Mundial

Carta del
Subcomandante Marcos
a Joaqun Sabina...

Carta (dursima) de
Friedrich Nietzsche a Lou
Andreas Salome

Carta de despedida de
Henry Miller a Anas Nin

La s ca r t a s m s l e da s de CA RT A S EN LA
NOCHE

Tres cartas de Amor de


Frida Kalho a Diego
Rivera

Cartas de Salvador Dal a


Federico Garca Lorca.

Carta de Ramn
Fernndez Larrea a
Carlos Marx. desde
Barcelona...
"Carta en mano" de Julio
Cortzar a Felisberto
Hernndez

Carta de despedida de
Henry Miller a Anas Nin

Primera carta de Henry


Miller a Brenda Venus...

Carta de amor de Juan


Rulfo a Clara Aparicio
Sim one Weil en su poca de m iliciana republicana.

Cuntas historias se agolpan bajo mi pluma... Pero sera demasiado largo;


y para qu? Una sola bastar. Estaba en Sitges cuando llegaron, vencidos, los
milicianos de la expedicin de Mallorca. Haban sido diezmados. De cuarenta
muchachos jvenes que haban salido de Sitges, haban muerto nueve. Slo se
supo a la vuelta de los otros treinta y uno. La misma noche siguiente se hicieron
nueve expediciones punitivas, se mat a nueve fascistas, o supuestamente tales,
en esta pequea ciudad donde, en julio, no haba pasado nada. Entre esos
nueve, un panadero de unos treinta aos, cuyo crimen era, me dijeron, haber
pertenecido a la milicia de los somatn; su anciano padre, del que era hijo
nico y el nico sostn, se volvi loco. Otra: en Aragn, un pequeo
grupo internacional de veintids milicianos de todos los pases cogi, despus de
una escaramuza, a un joven de quince aos que combata como falangista. Nada
ms ser cogido, temblando por haber visto cmo moran sus camaradas junto a
l, dijo que se le haba enrolado a la fuerza. Se le registr, se le encontr una
medalla de la Virgen y un carn de falangista. Se le envi a Durruti, jefe de la
columna, que tras haberle expuesto durante una hora las bellezas del ideal
anarquista le dio la eleccin entre morir y enrolarse inmediatamente en las filas
de aquellos que lo haban hecho prisionero, contra sus camaradas de la vspera.
Durruti dio al muchacho veinticuatro horas de reflexin; al cabo de veinticuatro
horas, el chico dijo no y fue fusilado. Durruti era, sin embargo, en algunos
aspectos, un hombre admirable. La muerte de este joven hroe no ha dejado
nunca de pesar sobre mi conciencia, aunque no lo haya sabido sino despus. Y
esto otro: en una aldea que rojos y blancos haban tomado, perdido, retomado,
vuelto a perder, no s cuntas veces, los milicianos rojos, habindola vuelto a
tomar definitivamente, encontraron en las cuevas un puado de seres
despavoridos, aterrorizados y hambrientos, entre ellos tres o cuatro jvenes.
Razonaron as: si estos jvenes, en lugar de venirse con nosotros la ltima vez
que nos hemos retirado, han permanecido aqu y han esperado a los fascistas, es
que son fascistas. Por lo tanto, los fusilaron inmediatamente, despus dieron de
comer a los dems y se creyeron muy humanos. Una ltima historia, sta de la
retaguardia: dos anarquistas me contaron una vez cmo, con otros camaradas,
haban cogido a dos sacerdotes; a uno se le mat en el sitio, en presencia del
otro, de un disparo de revlver; despus se dijo al otro que poda marcharse.
Cuando estaba a veinte pasos, se le abati. El que me contaba la historia se
asombr mucho de no verme rer.
En Barcelona se mataba como
media, en forma de expediciones
punitivas, a una cincuentena de
hombres
por
noche.
Proporcionalmente,
era
mucho
menos que en Mallorca, puesto que
Barcelona es una ciudad de casi un
milln de habitantes; por otra parte,
se desarroll all durante tres das
una sangrienta batalla callejera. Pero
tal vez las cifras no sean lo esencial
en semejante materia. Lo esencial es

Carta de Julio Cortzar a


Alejandra Pizarnik

Dos cartas tumultuosas


de Henry Miller a Anas
Nin

Carta (dursima) de
Friedrich Nietzsche a Lou
Andreas Salome

La s ca r t a s m s l e da s del l t i m o m es

Tres cartas de Amor de


Frida Kalho a Diego
Rivera

Cartas de Salvador Dal a


Federico Garca Lorca.

Carta de amor de Juan


Rulfo a Clara Aparicio

Carta a su esposa de un
soldado britnico en la
Primera Guerra Mundial

Carta (dursima) de
Friedrich Nietzsche a Lou
Andreas Salome

Carta del
Subcomandante Marcos
a Joaqun Sabina...

Dos cartas tumultuosas


de Henry Miller a Anas
Nin

Carta de Julio Cortzar a


Alejandra Pizarnik

Cartas "sucias" de James Joyce a su


esposa Nora Bernacle

la actitud con respecto al hecho de


matar a alguien. Ni entre los
espaoles, ni siquiera entre los
franceses
llegados,
sea
para
combatir, sea para darse un paseo
estos ltimos con mucha frecuencia
intelectuales blandos e inofensivos,
he visto nunca expresar, ni siquiera
en la intimidad, la repulsin, el
desagrado
ni
tan
slo
la
desaprobacin por la sangre vertida
intilmente. Usted habla de miedo.
S, el miedo ha tenido una parte en
esas matanzas; pero all donde yo
estaba no he visto la parte que usted
le atribuye. Hombres aparentemente
valientes de uno de ellos, al menos,
Jvenes anarquistas
he constatado personalmente su
asesinados en Barcelona
valor contaban con una sonrisa
por los com unistas catalanes
fraternal, en medio de una comida
llena de camaradera, cmo haban
matado a sacerdotes o a fascistas, trmino muy amplio.

Carta de despedida de
Henry Miller a Anas Nin

T em a s

*.Cartas de amor
*.Cartas de condenados a muerte
*.Cartas de escritores suicidas
*.Cartas de ficcin
*.Cartas de la Guerra Civil Espaola
*.Cartas del Holocausto
*.Cartas en la guerra
*.Cartas Escogidas
*.Cartas morales
*.Cartas polticas
*.Cartas pornogrficas
Pr ot a gon i st a s

.Abrasha Blum
.Adolf Hitler
.Adolfo Bioy Casares
.Adriano
.Albert Cohen
.Alejandra Pizarnik
.Alessandro Barico
.Alfredo Cahn
.Alfredo Quspez Asn
.Alicia Dujovne Ortiz
.Alonso Quijano
.Amador Palacios
.Amanda
.Amela Einat
.Ana Arzoumanian
.Ana Bolena
.Ana Gaviera
.Ana Santos Payn
.Anais Nin
.Anna Quero
.Anne Finnegan
.Antero Pelaz
.Antonin Artaud
.Antonio Braas
.Antonio Gramsci
.Antonio Tello
Enem igos polticos son conducidos al paredn

.Atahualpa Yupanqui
.Baltasar Garzn
.Baronesa Else Hagen von Kilvein

En cuanto a m, tuve el sentimiento de que, cuando las autoridades


temporales y espirituales han puesto una categora de seres humanos fuera de
aquellos cuya vida tiene un precio, no hay nada ms natural para el hombre que
matar. Cuando se sabe que es posible matar sin arriesgarse a un castigo ni
reprobacin, se mata; o al menos se rodea de sonrisas alentadoras a aquellos que
matan. Si por casualidad se experimenta primero cierto desagrado, se calla y
pronto se lo sofoca por miedo a parecer que se carece de virilidad. Hay ah una

.Begoa Eguiluz
.Berna Wang
.Borges
.Brenda Venus
.Buenaventura Durruti
.Calpurnia

incitacin, una ebriedad a la que es imposible resistirse sin una fuerza de nimo
que me parece excepcional, puesto que no la he encontrado en ninguna parte.
He encontrado en cambio franceses pacficos, que hasta ese momento yo no
despreciaba, a los que no se les habra ocurrido ir por s mismos a matar, pero
que se sumergan en esa atmsfera impregnada de sangre con un visible placer.
Nunca podr sentir por ellos, en el futuro, ninguna estima.

.Carles Duarte
.Carlos de la Fe
.Carlos Marx
.Carlos Morales
.Carlos Noyola Fuentes
.Carmen Balcells
.Carmen Moreno
.Carmen Rigalt
.Carmina de Luna Brignardelli
.Cartas de ficcin
.Cecilia de Hispania
.Cesare Pavese
.Charles Boukowski
.Chavela Vargas
.Cindy Sherman
.Clara Aparicio
.Concha Garca
.Csar Moro
.Dalai Lama
.Dido
.Diego Rivera
.Dimitris Christoulas

Viudas de la m atanza de Badajoz perpetrada por el ejrcito de Franco


lloran a sus m uertos

.Ditima
.Dulcinea del Toboso.
.Edgar Alan Poe
.Edgar Borges

Una atmsfera as borra pronto el objetivo mismo de la lucha. Pues no se


puede formular el objetivo ms que reconducindolo al bien pblico, al bien de
los hombres, y los hombres tienen un valor nulo. En un pas en que los pobres
son, en su gran mayora, campesinos, el mayor bienestar de los campesinos debe
ser un objetivo esencial para todo grupo de extrema izquierda; y esta guerra fue
tal vez, ante todo, al principio, una guerra por y contra la reparticin de tierras. Y
bien, esos mseros y magnficos campesinos de Aragn, tan dignos bajo las
humillaciones, no eran para los milicianos siquiera un objeto de curiosidad. Sin
insolencias, sin injurias, sin brutalidad al menos yo no vi nada de eso, y s que
robo y violacin eran merecedores, en las columnas anarquistas, de pena de
muerte un abismo separaba a los hombres armados de la poblacin
desarmada, un abismo semejante al que separa a los pobres y a los ricos. Se
senta en la actitud siempre algo humilde, sumisa, temerosa de unos, en la
soltura, la desenvoltura, la condescendencia de los otros. Se parte como
voluntario, con ideas de sacrificio, y se cae en una guerra que se parece a una
guerra de mercenarios, con muchas crueldades de ms y el sentido del respeto
debido al enemigo de menos.

.Edith Aron
.El Estudiante
.El Idrissi Mezouar
.Eladio Cabaero
.Elena Garro
.Emile Zola
.Emily Dickinson
.Eneas
.Enrique VIII
.Enzia Verduchi
.Ernesto Cardenal
.Ernesto Ch Guevara
.Esther Bendahn
.Esther Benseor
.ETA
.Eva Braun
.Eva Hibernia
.Ezra Pound
.Federico G. Lorca
.Felipe Srvulo
.Felisberto Hernndez
.Fernando Arrabal
.Fernando Solana Olivares
.Fidel Castro
.Francisco Franco
.Franklin Pierce
.Franz Kafka
.Franoise Sagan
.Frida Kalho
.Friedrich Hlderlin
.Friedrich Nietzsche
.Gala

.Garret Blake
.Georges Bernanos
.Germaine Cahen
.Gertrude Chataway
.Ghandi
.Giovanna Tornuaboni
.Gisle Celan-Lestrange
.Guillermo de la Torre
.Guy de Maupassant
.Hannah Arendt
.Henri Cazalis
.Henry Miller
.Humberto Rivas
.Hctor Berenguer
.Isabel Barcel
.Isabel II de Espaa
.Isabel Mercade
.Isadora Duncan
Un hom bre y una m ujer se protegen de un bom bardeo
en Barcelona

.Isidro Fabela.
.Ivonne Bordelois
.James Joyce

Podra prolongar indefinidamente estas reflexiones, pero debo


limitarme. Desde que estuve en Espaa, oigo, leo todo tipo de
consideraciones sobre Espaa, y no puedo citar a nadie, aparte de
usted, que se haya sumergido, que yo sepa, en la atmsfera de la
guerra espaola y lo haya resistido. Usted es monrquico, discpulo
de Drumont: qu me importa? Usted me es ms cercano, sin
comparacin, que mis camaradas de las milicias de Aragn, esos
camaradas a los que, sin embargo, yo amaba.

.Jan Saudek
.Javier Semprn
.Javier Sicilia
.Javier Villn
.Jean Paul Sartre
.Jefe Seattle
.Jenny von Westphalen
.Joan Coromines
.Joan Manuela Serrat
.Joaquin Sabina
.Joaqun Figuerola
.John Lenon
.John William Corringtonki
.Jorge Guilln
.Josefina Manresa
.Jos Antonio Primo de Rivera
.Jos Coronel
.Jos Luis Morante
.Jos Stalin
.Juan Blanco
.Juan Francisco Ferr
.Juan Ramn Mansilla
.Juan Rulfo
.Julio Cortzar
.June Mansfield
.Kahlil Gibrn
.Karl Marx
.Katherine Whitmore

Acarreo de un fretro. Fotografa de Juan Guzm n (EFE)

.Kimura Shigenari
.Lamberto Margulis

Lo que dice del nacionalismo, de la guerra, de la poltica exterior


francesa despus de la guerra me ha llegado igualmente al corazn.
Yo tena diez aos cuando el tratado de Versalles. Hasta entonces
haba sido patriota con toda la exaltacin de los nios en perodo de
guerra. La voluntad de humillar al enemigo vencido, que se
desbord por todas partes en ese momento (y en los aos que
siguieron) de una manera tan repugnante, me cur de una vez por

.Leonard Woolf
.Lewis Carrol
.Len Tolstoi
.Len Trostky
.Li-Po
.Lillian Gish
.Lou Andreas-Salom

todas de ese patriotismo ingenuo. Las humillaciones infligidas por


mi pas me son ms dolorosas que las que ste pueda sufrir.
Temo haberle molestado con una carta tan larga. No me queda
ms que expresarle mi ms sincera admiracin.

.Luis Gonzlez Santamara


.Luis Mara Anson
.Lzaro Crdenas
.Manuel Azaa
.Marco

S. Weil

.Marco Antonio Gonzales


.Marguerite Yourcenar
.Marie Bashkirtseff
.Mariel Manrique
.Marina Tsvietaieva
.Mario Vargas Llosa
.Martin Heidegger
.Mary Haskell
.Mara Kodama
.Mara Luisa Mora
.Matilde Urrutia
.Max Brod
.Mery Sananes
.Miguel de Cervantes
.Miguel Hernndez
.Miguel scar Menassa
.Moshe Benarroch
.Moshe Levy
.Naim Araydi
.Nathan Ionathan
.Nicholas Sparks
.Nicolas Olivari
.Nikita Kruschev
.Nora Bernacle
.Pablo Neruda
Juegos de retaguardia

.Paillaco
.Paul Celan
.Paul Eluard
.Pedro A. Gonzlez Moreno

*Carta extrada de Diario de Espaa, de Simone Weil. Tambin se


han consultado sus Escritos histricos y polticos, Editorial Trotta,
2007, Madrid. Traduccin de Agustn Lpez y Mara Tabuyo.

.Pedro Giles
.Pedro Martnez
.Pedro Salinas
.Pern
.Pier Paolo Pasolini
.Rainer Mara Rilke
.Ramn Fernndez Larrea
.Reinaldo Arenas

***

.Ren Letona
.Rodolfo Walsh

De los m iles de tex tos que se han escrito sobre nuestra guerra civ il, la carta que

.Rynosuke Akutagawa

Sim one Weil le escribi en 1938 a Georges Bernanos es uno de los m s herm osos y m s

.Salvador Dal

interesantes. Am bos v iv ieron la guerra en bandos distintos, y los dos acabaron

.Santiago Carrillo

desengandose de las ideas que tenan antes de que em pezaran las hostilidades.

.Sarah Helen Withman

Bernanos, que era catlico y conserv ador (o para ser m s precisos, un m onrquico

.Scott Fitzgerald

legitim ista), v iv i los inicios de la guerra civ il en Mallorca, a donde se haba ido a v iv ir en

.Simone de Beauvoir

1934, acosado por las deudas y porque la carne de buey y las patatas son m s baratas que

.Simone Weil

en Francia, com o le dijo en una carta a un am igo.

.Simy Benarroch

Al producirse la sublev acin m ilitar se puso de parte de los m ilitares rebeldes, y hasta

.So-Kin

su hijo Y v es se enrol en una centuria de Falange, pero m uy pronto descubri las

.Sol Genafo

atrocidades com etidas por los nacionales contra los republicanos, sobre todo a raz del

.Stefan Zweig

fracasado desem barco republicano en Porto Cristo. Desde aquel m om ento, Bernanos se

.Stphane Mallarm

em pe en denunciar con toda la fogosidad de la que era capaz y sin duda era un

.Subcomandante Marcos

hom bre m uy fogoso- la crueldad de los m ilitares sublev ados, as com o la com plicidad

.Susan Gilbert

cobarde de la Iglesia Catlica. En 1937 , Bernanos regres a Francia y un ao despus

.Susette Gontard

public en la editorial Plon Los grandes cem enterios bajo la luna, que es uno de los

.Toms Moro

m ejores libros que se han escrito sobre nuestra guerra: un largo aullido de rabia e

.Vernica Ivonne Fierro Bustos

indignacin que nadie debera dejar de leer.

.Vernica Pedemonte

Sim one Weil, por su parte, se enter del estallido de la guerra en Pars. Pacifista, pero

.Vicente Huidobro

tam bin sim patizante de los anarquistas y de los trotskistas (en 1934, en Barcelona, haba

.Victoria Walsh

conocido a Joaqun Maurn, uno de los dirigentes del POUM), cogi un tren y lleg en

.Virgilio Ferreira

agosto de 1936 a Barcelona. All se enrol en el Grupo Internacional de la Colum na

.Virginia Woolf

anarquista de Buenav entura Durruti. A m ediados de agosto, Sim one Weil lleg con la

.Vita Nicholson

colum na Durruti a Pina de Ebro, a unos 15 km s de Zaragoza, donde escribi las escuetas

.Vizconde Vardemar

anotaciones de su diario de guerra. Pocos das m s tarde tuv o que ser ev acuada a un

.Wendy Guerra

hospital de Sitges, despus de sufrir un estpido accidente dom stico en una casa

.Yaika Grossman.Janusz Korczak

abandonada en tierra de nadie: uno de sus com paeros le orden que se pusiera a
preparar la com ida, y Sim one Weil, que no deba de tener m ucha prctica en estas
cuestiones, se quem un pie con una sartn llena de aceite hirv iendo. A finales de
septiem bre del 36, una v ez curada, regres a Francia.
En la carta a Bernanos se perciben las com plejas relaciones que Sim one Weil m antuv o
con el cristianism o. Aunque perteneca a una fam ilia juda no practicante, tuv o v arias
ex periencias m sticas y sufri una especie de conv ersin en una iglesia de Ass. Pero
durante toda su v ida, Weil se m antuv o al m argen de la Iglesia Catlica y de cualquier
institucin religiosa. En este sentido, es m uy significativ o lo que le dice a Bernanos en
esta carta, cuando le com enta que no le m olestara pertenecer a una iglesia que lim itara

.Yoko Ono
.Yukio Mishima
.Zelda Fitzgeraldl
Autores contemporneos
N m er os edi t a dos de Ca r t a s en l a Noch e

*Cartas en la noche 0 (7)


*Cartas en la noche 1 (7)
*Cartas en la noche 10 (7)

los ingresos econm icos de sus m iem bros. Pero com o todos sabem os, una iglesia as no

*Cartas en la noche 11 (7)

ha ex istido nunca.

*Cartas en la noche 12 (7)

Hay una referencia en la carta de Sim one Weil que es necesario m atizar. Weil cita a un

*Cartas en la noche 13 (7)

falangista de 15 aos que fue hecho prisionero y luego fusilado por orden de Durruti. Pues

*Cartas en la noche 14 (10)

bien, este hecho no es cierto, o al m enos no lo es tal y com o lo cuenta Sim one Weil, que y a

*Cartas en la noche 2 (7)

no estaba en Pina de Ebro cuando ocurri la m uerte del falangista. Segn las

*Cartas en la noche 3 (8)

inv estigaciones de los historiadores franceses My rtille Gonzalbo y Vincent Roulet que

*Cartas en la noche 4 (8)

se hacen llam ar los gim enlogos, en honor del av enturero anarquista Antoine

*Cartas en la noche 5 (7)

Gim nez, tam bin enrolado en la Colum na de Durruti-, el jov en falangista no fue fusilado

*Cartas en la noche 6 (6)

por orden del lder anarquista. El falangista que se llam aba ngel Caro Andrs- estaba en

*Cartas en la noche 7 (7)

la crcel de Pina de Ebro cuando lleg al pueblo un grupo de m ilicianos socialistas y

*Cartas en la noche 8 (7)

anarquistas que huan del pueblo cercano de T auste, recin tom ado por los franquistas.

*Cartas en la noche 9 (7)

En la m adrugada del 24 de agosto de 1936, esos m ilicianos asaltaron la crcel y m ataron al


jov en falangista, sin que Durruti supiera nada ni diera orden alguna.
En esa m uerte estpida de un chico llam ado ngel Caro aparece, una v ez m s, el olor

Segu i dor es

Participar en este sitio

de la guerra civ il, de la sangre y del terror que tanto repugn a Sim one Weil com o a

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En caso de reproduccin, rogamos se cite su autora.

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.Abrasha Blum (1)


.Adolf Hitler (3)
.Adolfo Bioy Casares (1)
.Adriano (1)
.Albert Cohen (1)
.Alejandra Pizarnik (2)
.Alessandro Barico (2)
.Alfredo Cahn (1)

El buscador de joyas

.Alfredo Quspez Asn (1)


.Alicia Dujovne Ortiz (1)
.Alonso Quijano (1)

.Amador Palacios (1)


.Amanda (1)
.Amela Einat (1)
.Ana Arzoumanian (1)
.Ana Bolena (1)
.Ana Gaviera (1)
.Ana Santos Payn (1)
.Anais Nin (3)
.Anna Quero (1)
.Anne Finnegan (6)
.Antero Pelaz (1)
.Antonin Artaud (5)
.Antonio Braas (1)
.Antonio Gramsci (1)
.Antonio Tello (2)
.Atahualpa Yupanqui (1)
.Baltasar Garzn (2)
.Baronesa Else Hagen von Kilvein (1)
.Begoa Eguiluz (1)
.Berna Wang (1)
.Borges (1)
.Brenda Venus (4)
.Buenaventura Durruti (1)
.Calpurnia (1)
.Carles Duarte (1)
.Carlos de la Fe (1)
.Carlos Marx (1)
.Carlos Morales (6)

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Etiquetas: *.Cartas de la Guerra Civil Espaola, *.Cartas polticas, *Cartas en la noche 2, *Cartas polticas,

.Clara Aparicio (3)

.Georges Bernanos, .Simone Weil

.Concha Garca (1)

Ubicacin: Francia

.Csar Moro (1)


.Dalai Lama (1)

23 comentarios:
Administrador dijo...
Extraordinaria carta. Su vigencia estremece!!
3 de junio de 2012 23:51

.Dido (1)
.Diego Rivera (1)
.Dimitris Christoulas (1)
.Dulcinea del Toboso. (1)
.Edgar Alan Poe (1)
.Edgar Borges (1)

Carlos Morales dijo...


Anoche muri Santiago Carrillo, el veterano dirigente comunista de mi pas. Se merece mi ms
profundo respeto y admiracin por su distanciamiento de la Unin Sovitcia, por la aceptacin
de la democracia como normalizada de acceso al poder, y por el papel jugado durante la
transcin poltica a la democracia en Espaa, que ni siquiera los suyos supieron valorar. Pero
no ser yo quien le rinda un homenaje por el que fue su pasado: ni a l ni a quienes, enfermos
del animal oscuro del totalitarismo, condujeron a Espaa a
la tragedia. Es verdad, s: el fue un hijo de una poca enferma; pero hubo otros hijos de esa
misma poca que eligieron, aun a riesgo de sus propias vidas, decir un NO!!! rotundo y
bello a la barbarie. Ellos s, ellos fueron autnticos HIJOS DEL VALOR, ellos s merecen el
recuerdo de los hombres.

.Edith Aron (2)


.El Estudiante (1)
.El Idrissi Mezouar (1)
.Eladio Cabaero (1)
.Elena Garro (1)
.Emile Zola (1)
.Emily Dickinson (1)
.Eneas (1)
.Enrique VIII (1)
.Enzia Verduchi (1)

Esta carta lo dice todo. Para quien lo quiera or.

.Ernesto Cardenal (1)

19 de septiembre de 2012 13:59

.Esther Bendahn (1)


.Esther Benseor (1)
.ETA (1)

Alberto Ramos lvarez dijo...


Totalitarismo y fascismo solo hubo uno en Espaa: el FRANQUISTA, el golpista. Holocausto
slo hubo uno: el nazi-fascista, del que nos libraron ms de 25 millones de soviticos que
dieron su vida por ello. Un saludo.
19 de septiembre de 2012 14:14

.Eva Braun (1)


.Eva Hibernia (1)
.Ezra Pound (1)
.Federico G. Lorca (2)
.Felipe Srvulo (3)
.Felisberto Hernndez (1)
.Fernando Arrabal (1)

Diana lvarez dijo...

.Fernando Solana Olivares (1)

Estos de acuerdo con la carta, por supuesto. Es inconcebible que, a estas alturas de la
Historia, se intente justificar lo injustificable. Y Carrillo, con todos mis respetos, no era ningn
santo, como tampoco lo fue Franco.

.Fidel Castro (1)

19 de septiembre de 2012 14:15

.Francisco Franco (2)


.Franklin Pierce (1)
.Franz Kafka (2)
.Franoise Sagan (1)
.Frida Kalho (2)

Chrystal Luna dijo...


Impresionante misiva. "Cuando se sabe que es posible matar sin arriesgarse a un castigo ni
reprobacin, se mata" Lo haramos nosotros igual? No, no quiero siquiera suponer que eso
sea posible, pero esas personas eran seres normales, como cualquiera de nosotros Tanto
puede arrastrar la crueldad? Yo escrib una novela con la historia de la muerte de mi abuelo y
la lucha por la supervivencia de mi padre, hurfano de guerra. La muerte de mi abuelo fue
totalmente gratuita. Obedeci al plan franquista de eliminar a toda persona que pudiera ser un
opositor peligroso. Mi abuelo era un gran hombre, un buen hombre. La primera noche de la
guerra fueron los falangistas a buscarle a su casa. Despus de un mes en un calabozo de su
propio pueblo, lo desaparecieron. Nadie sabe donde est, mi ta dice que al principio ni
siquiera los enterraban en fosas. Ella y mi padre vieron a un perro arrastrando la pierna de un
hombre. Despus, la crueldad de los hombres, de nuevo, violaron y torturaron a su hermana
delante de su familia, exigindola que les dijera donde estaba su hermano, el que ellos mismos
haban matado. Imagino el miedo, el ansia de venganza de las vctimas. Solo as podra
entender todo lo que hubo despus. Somos humanos... debemos ser humanos, humanos
compasivos y libres.
19 de septiembre de 2012 14:16

.Friedrich Nietzsche (1)


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.Humberto Rivas (1)
.Hctor Berenguer (1)

Carlos Morales dijo...


Me felicito de ello, Diana. A Carrillo lo salva su actitud en los difciles aos de la transicin
poltica espaola hacia la democracia, pero no su pasado. Cuando Alberto relea la carta, y vea
-por ejemplo- una fotografa de los jvenes anarquistas fusilados en Barcelona durante la
guerra civil, se dar cuenta -porque inteligencia le sobra, y mucho- de lo que tuvo nuestra
guerra de combate de muchos tipos de totalitarismos, el fascismo y el comunismo -que
tambin lo es, sin duda- entre ellos. Y quien sufri la consecuencia de esa dialctica perversa
de la revolucin y de la contrarevolucion no fue nadie ms que la "otra Espaa", y -en medio
de ella- esa "tercera Espaa" de la que nadie habla y que se atrevi a decir NO a los unos y a
los otros, no porque se sintieran equidistantes ante el conflicto social, sino porque abominaban
ticamente de las transformaciones derivadas del ejercicio arbitrario de la violencia.
19 de septiembre de 2012 14:18

.Isabel Barcel (2)


.Isabel II de Espaa (1)
.Isadora Duncan (1)
.Isidro Fabela. (1)
.Ivonne Bordelois (1)
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.Jan Saudek (1)
.Javier Semprn (1)
.Javier Sicilia (2)
.Javier Villn (1)
.Jean Paul Sartre (2)
.Jefe Seattle (1)
.Jenny von Westphalen (1)

Carolina Rey dijo...


Pero Carlos, creo que no eres del todo justo, y no soy yo de quien defiende a capa y espada a
Carrillo, si bien se reconocerle su capacidad para muchas cosas, pero como digo , no eres del
todo justo, pues l pertenceci al bando que intent defender y repeler un golpe de estado y
luchar contra el fascismo ms feroz que hemos visto en este pas...,y ahora en estos tiempos
que nos corren, qu quieres que te diga, ms Carrillos y menos Cospedales, y otros
elementos.
Y tambin te recuerdo que dentro del Partido Comunista Espaol hubo y habr mucha
discordancia con Carrillo, por el pasado sobre todo, pero no todos eran Carrillos...
19 de septiembre de 2012 14:19

.Joan Coromines (1)


.Joan Manuela Serrat (1)
.Joaquin Sabina (2)
.Joaqun Figuerola (1)
.John Lenon (2)
.John William Corringtonki (1)
.Jorge Guilln (1)
.Josefina Manresa (1)
.Jos Antonio Primo de Rivera (1)
.Jos Coronel (1)
.Jos Luis Morante (1)

.Jos Stalin (1)


Carlos Morales dijo...

.Juan Blanco (1)

Lo s, Carolina, lo s. Pero yo hablo de una poca perversa, y de los que protagonizaron por
su ceguera totalitaria la perversin de esa misma poca. No hablo del Partido Comunista de
hoy, sino del Partido Comunista del lejano ayer. No hablo, tampoco, del Carrilo que supo
estar a la altura de la transicin poltica hacia la democracia, sino del que crey que la
democracia era una rmora en los tiempos nefastos de la Guerra Civil. Es hacia ellos, hacia ese
pasado, al que yo apunto, no a este presente cuyas acciones ayudaron a crear. No s si me
entiendes, pero lamento no tener otra manera mejor de expresarme...

.Juan Francisco Ferr (1)

19 de septiembre de 2012 14:20

.Karl Marx (1)

.Juan Ramn Mansilla (1)


.Juan Rulfo (3)
.Julio Cortzar (5)
.June Mansfield (1)
.Kahlil Gibrn (1)
.Katherine Whitmore (1)

Diana lvarez dijo...

.Kimura Shigenari (1)


.Lamberto Margulis (6)

En cualquier guerra no hay buenos o malos, slo personas que se transforman en bestias y
algunos hroes y heronas. Pero la barbarie es igual entre ambos. Hitler fue un loco que
cometi los crmenes ms abominables, pero Stalin fue igual que l. Se puede hacer eso,
reconocerle su papel durante la Transicin, algo indiscutible, al igual que el papel de los
herederos polticos del franquismo que tuvieron su papel tambin conciliador. Lo que no me
explico es cmo es posible que, si los mismos protagonistas directos de la contienda ya
cerraron una puerta que fue vergenza para todos, de ambos bandos, an los descendientes
siguen separando un pas entero por smbolos caducos que ya no tienen vigencia (comunismo
o fascismo a estas alturas, repito, es algo que me parece cuando menos necio). Y el gran
problema de Espaa viene por ah. Lamento las desgracias y barbaridades que se pueden
narrar a ttulo individual, pero eso no debe ser un arma arrojadiza que recuerda a esas disputas
familiares por herencias sobre las lpidas de los difuntos. A mi escaso entender, es una
reaccin que no honra a todos esos hombres y mujeres de AMBOS BANDOS (esto es para
evitarme que me tachen de facha) que murieron y padecieron la barbarie, la mayora sin
siquiera pertenecer a ninguna faccin, simplemente gentes sencillas que fueron reclutados por
narices. Esas reacciones son una ofensa deleznable.

.Leonard Woolf (1)

19 de septiembre de 2012 14:21

.Marguerite Yourcenar (2)

.Lewis Carrol (1)


.Len Tolstoi (1)
.Len Trostky (1)
.Li-Po (1)
.Lillian Gish (1)
.Lou Andreas-Salom (4)
.Luis Gonzlez Santamara (1)
.Luis Mara Anson (2)
.Lzaro Crdenas (1)
.Manuel Azaa (1)
.Marco (1)
.Marco Antonio Gonzales (1)
.Marie Bashkirtseff (1)
.Mariel Manrique (3)

Chrystal Luna dijo...

.Marina Tsvietaieva (1)

Los que se encontraron inmersos en una guerra que no buscaron fueron todos vctimas, incluso
los que al fin fueron verdugos. Pero hay algo que no debe dar lugar a dudas: Los fascistas
provocaron la guerra, un golpe de estado a la repblica legalmente formada. No podemos
dejar de ver con claridad lo que fue nuestra historia. No ayuda nada decir que aquello no
sucedi,esconder la cabeza bajo la mesa camilla. Lo que fue, fue. Y si an hay heridas es
porque la poblacin fue obligada a obviar, a seguir escondiendo su dolor, incluso al llegar la
transicin. No hubo duelo, y sin duelo no hay cura. Ahora quienes participaron en aquello ya
estn muertos o muriendo. Pero somos un pas al que se ense a odiar su propia bandera por
la obsesiva represin de libertades. Al menos la historia debera ser justa y permitir a las
vctimas llorar a sus muertos.

.Mario Vargas Llosa (1)

19 de septiembre de 2012 14:22

.Miguel de Cervantes (1)

.Martin Heidegger (1)


.Mary Haskell (1)
.Mara Kodama (1)
.Mara Luisa Mora (1)
.Matilde Urrutia (2)
.Max Brod (1)
.Mery Sananes (2)
.Miguel Hernndez (3)
.Miguel scar Menassa (1)

Diana lvarez dijo...

.Moshe Benarroch (1)

Me vas a perdonar porque esto no tiene intencin de ofender en absoluto. Tengo 34 aos.
Nac en plena transicin. Una vida. Cmo que no ha habido duelo? Es que acaso mi
generacin y las que me sucedern van a tener que seguir soportando el clima inaguantable que
nuestros ancestros (repito, ambos, que el intento de golpe de estado del 34 tambin est
registrado en los anales de la Historia) generaron con una guerra absurda? No es esconder
dolor, pero yo he tenido abuelos como todo el mundo y a m no me afecta su dolor, porque
ellos fueron ejecutores de su existencia. Ni escondo la cabeza, de hecho, aqu estoy, diciendo
lo que pienso de un pasado que est ms que trillado y que me parece un lastre que debe
utilizarse para unirnos como pas ante una guerra vergonzosa e impedir que vuelva a ocurrir
algo parecido. Seguir da tras da, dcada tras dcada dando vueltas a una guerra que ocurri
cuando no haba nacido ni los padres de la mayora de los espaoles, me parece simplemente
no permitir que una herida cure, sino mantenerla abierta, sangrante y total para nada. Acaso
es tan relevante quin empezara, desarrollara o terminara? Sera tontera meterme a desarrollar
los aos que precedieron el comienzo de la guerra civil, porque es seguir un juego que slo
alimenta un momento de nuestra Historia que pas, avergonz y que ya va siendo hora de
superar. Digo yo. Al menos yo ya estoy hasta las narices de ambos bandos con esa mana de
separar.

.Moshe Levy (1)

19 de septiembre de 2012 14:23

.Pedro Salinas (1)

.Naim Araydi (1)


.Nathan Ionathan (1)
.Nicholas Sparks (2)
.Nicolas Olivari (1)
.Nikita Kruschev (1)
.Nora Bernacle (1)
.Pablo Neruda (2)
.Paillaco (1)
.Paul Celan (1)
.Paul Eluard (4)
.Pedro A. Gonzlez Moreno (1)
.Pedro Giles (1)
.Pedro Martnez (1)
.Pier Paolo Pasolini (1)
.Rainer Mara Rilke (3)

.Ramn Fernndez Larrea (2)


Chrystal Luna dijo...

.Reinaldo Arenas (1)

Diana, tranquila, no me ofende, al revs, creo que es un buen tema para debatir. Yo muchas
veces he dudado: olvidar o recordar. Pero veo gentes que an creen en el fascismo, que
aoran la dictadura, religiones que apoyaron entonces el golpe, y ahora apoyan a los ms
ricos. Deca ah atrs que comenz como una guerra entre los campesinos y los terratenientes,
para terminar siendo una guerra entre varios totalitarismos (fascismo-comunismo).
Lo ms importante es que conozcamos la historia para no volver a repetirla. A m me duele no
haber conocido a mi abuelo (como a todos los nietos de todas las vctimas de todos los
bandos) y me gustara que se supiera que no le mataron por ser mala persona, sino por ser
bueno. Que mi padre no hubiera tenido que vivir toda la vida agachando la cabeza porque su
padre fue su padre (que no lo hizo), odiando todas las guerras. Pero tambin, amiga, entiendo
que se quiera olvidar. Pero es que me da miedo, miedo de que la gente que no recuerda no
sepa en qu se puede convertir: en un asesino cualquiera.

.Ren Letona (1)

19 de septiembre de 2012 14:24

.So-Kin (1)

.Rodolfo Walsh (1)


.Rynosuke Akutagawa (1)
.Salvador Dal (4)
.Santiago Carrillo (1)
.Sarah Helen Withman (1)
.Scott Fitzgerald (2)
.Simone de Beauvoir (3)
.Simone Weil (1)
.Simy Benarroch (1)
.Sol Genafo (1)
.Stphane Mallarm (1)

Diana lvarez dijo...

.Subcomandante Marcos (4)

Claro. En el fondo pensamos lo mismo, pero para terminar con los que miran con aoranza
fascismos, comunismos radicales de corte stalinista, castrista,videlismos, etc., para terminar
con cualquier dictadura y mirar hacia adelante, debemos deshacernos del odio y construir,
crear, generar. A m me dan coraje todas las dictaduras, cualquier totalitarismo, sea cual sea la
ideologa que esgriman, porque slo destruyen y coartan. Prediquemos con el ejemplo y
centrmonos en vivir en paz. Es la mejor forma de honrar a los muertos: que no hayan muerto
para nada, que no hayan muerto para ver a sus hijos o nietos o biznietos seguir destruyendo.
Siento lo que hayas tenido que padecer, tanto t, como tu padre, como tu familia. Pero de esta
forma slo se alimenta a los que salvajemente quieren seguir alimentando el odio.
Y lo que dices, que las nuevas generaciones conozcan la Historia para que no se vuelva a
repetir. Un abrazo.

.Susan Gilbert (1)

19 de septiembre de 2012 14:26

.Vizconde Vardemar (1)

.Toms Moro (1)


.Vernica Ivonne Fierro Bustos (1)
.Vernica Pedemonte (1)
.Vicente Huidobro (2)
.Victoria Walsh (1)
.Virgilio Ferreira (1)
.Virginia Woolf (2)
.Vita Nicholson (1)
.Wendy Guerra (1)
.Yaika Grossman.Janusz Korczak (1)

Alberto Ramos lvarez dijo...

.Yoko Ono (1)

Sobre la guerra civil espaola escrito en diez minutos, ahora voy a escribir sobre la pinza de
Hitler-Stalin:
http://www.mediafire.com/view/?ka5oa1kzr1ai4p4

.Yukio Mishima (1)

19 de septiembre de 2012 14:28

.Zelda Fitzgeraldl (2)


Autores contemporneos (2)
JOYA S

Jaime Coronado Gmez dijo...

EL VISIR DE ABISINIA

Carrillo es el homlogo de Fraga en el otro bando, es decir, una persona que no fue
precisamente un santo en su juventud pero que nadie puede negarle su gran papel en la
Democracia y la Consitucin.

La fogonera

19 de septiembre de 2012 14:30

El verano
Vnculo-C.Blzquez

POESA Y TRANSICIONES
(LLAVES)...

Algo ms que palabras


Carlos Morales dijo...
Maana leer tu artculo, porque hoy anda ya mi mente muy cansada, Alberto; simplemente
quiero dejar aqu un pedazo de esta carta nacida de la decepcin, y que se detiene en cmo,
en determinadas circunstancias -y nuestra guerra las cre con una intensidad innenarrable- el
hombre se puede convertir en un lobo para el hombre. "...cuando las autoridades temporales y
espirituales han puesto una categora de seres humanos fuera de aquellos cuya vida tiene un
precio, no hay nada ms natural para el hombre que matar. Cuando se sabe que es posible
matar sin arriesgarse a un castigo ni reprobacin, se mata; o al menos se rodea de sonrisas
alentadoras a aquellos que matan. Si por casualidad se experimenta primero cierto desagrado,
se calla y pronto se lo sofoca por miedo a parecer que se carece de virilidad. Hay ah una
incitacin, una ebriedad a la que es imposible resistirse sin una fuerza de nimo que me parece
excepcional, puesto que no la he encontrado en ninguna parte. He encontrado en cambio
franceses pacficos, que hasta ese momento yo no despreciaba, a los que no se les habra
ocurrido ir por s mismos a matar, pero que se sumergan en esa atmsfera impregnada de
sangre con un visible placer. Nunca podr sentir por ellos, en el futuro, ninguna estima." Este
es un fragmento muy elocuente de la carta...En realidad, pienso que lo heroico durante
aquellos aos fue resistirse a esta animalizacin...peo eso no se dir nunca, porque no forma
parte del pensamiento polticamente correcto.
19 de septiembre de 2012 14:32

Viernes fotogrfico: 25 semana de


52

La tormenta en un vaso
La cabeza del profesor Dowell,
Aleksandr Beliiev

Glup 2.0
Algo as como el verano.

arte_facto [hereges perverses]


Anja Ganster

sol negro
PRESENTACIN DEL LIBRO
RECITALES ESE PUERTO
EXISTE MUESTRA POTICA
(2010-2011)

J. L. Morante, "Puentes de
papel"
CENTROS Y PERIFERIAS.

La mirada del Auriga


Cpula y torres desde el Valle,
Toledo
M ostrar todo

Manuel Rico dijo...


Del mismo modo que en Alemania la tragedia y la infamia tuvieron como responsable a Hitler y
al nazismo, en Espaa la responsabilidad la tuvo quien se sublev contra la legalidad
republicana. Ni ms ni menos. El totalitarismo en Espaa fueron 40 aos de dictadura y con
una cabeza visible que se llam Francisco Franco. Fuimos muchos los comunistas que en aos
difciles nos jugamos todo por la libertad aunque hoy cueste imaginarlo. La equidistancia es
enemiga del rigor. Lamento discrepar con la opinin que expones. Y lo hago desde una firme
condena de todos los totalitarismos.
19 de septiembre de 2012 14:33

Carlos Morales dijo...


Querido Manuel:
Me sorprendes tus palabras. En modo alguno soy equidistante. Entre las muchas cosas que
diferencias a los varios totalitarismos que han marcado la historia de Europa, existe un aspecto
comn que los hace caras de la misma moneda: el ejercicio arbitrario de la violencia, y la
creencia en que la consecucin de cualquier proyecto poltico -el suyo- vale ms que una, mil,
millones de vidas humanas. En este sentido, las consecuencias histricas del nazismo, el
comunismo, y el fascismo han sido las propias de aquellos a quienes los profetas visualizaban
como los ngeles exterminadores del Apocalipsis. Ninguno de ellos est exento de "culpa",
Manuel, y esa es la razn por la que no soy equidistante entre ninguno de ellos, sino un firme
colaborador de aquellos que los combaten con firmeza. A m, sin entrar ms destalles,los
ochenta millones de muertos producidos por la aplicacin del comunismo durante sus ochenta
aos de vigencia, me parecen tan muertos como los veinte millones que se dejaron la piel bajo
el yugo de Hitler. Te invito a leer, en ese sentido, un artculo de Juan Ramn Mansilla que
colgu, hace algunos aos, en el blog. Aqu est: http://carlosmoraleseltorodebarro.blogspot.com.es/2007/06/los-libros-negros.html.
20 de septiembre de 2012 09:08

Ca r t a s

abril 2013 (5)


marzo 2013 (5)
febrero 2013 (3)
enero 2013 (6)
diciembre 2012 (1)
noviembre 2012 (1)
octubre 2012 (4)
septiembre 2012 (12)
agosto 2012 (8)
julio 2012 (8)
junio 2012 (4)
mayo 2012 (9)
abril 2012 (10)
marzo 2012 (8)
febrero 2012 (12)

Carlos Morales dijo...

enero 2012 (9)

En segundo lugar, y en lo que toca a nuestra propia experiencia republicana, mantengo la


opinin de que su nacimiento, su desarrollo y su dramtico final fue la consecuencia de quienes
a izquierda y a derecha- dijeron defender la legalidad institucional no hicieron otra cosa que
utilizarla para la consecucin rpida e implacable de sus sueos totalitarios y siguiendo siempre
una estrategia de confrontacin y de falta de dilogo. As lo hicieron los socialistas en el 34 y
as lo hicieron los fascistas en 1936, y as lo hicieron tambin los anarquistas catalanes en
creo recordar- el ao 1937. Es lamentable, pero a la Repblica Espaola se le puede aplicar
ese viejo canto popular que rezaba eso de entre todos las mataron, y ella sola se muri. Aqu
te dejo las palabras que pronunci en 2006 en un programa de la Cadena Ser; si te detienen
en l y en su brevedad, tal vez te saque de dudas:
http://carlosmorales-eltorodebarro.blogspot.com.es/2012/05/la-guerra-de-los-muertos-carlosmorales.html

diciembre 2011 (8)

20 de septiembre de 2012 09:11

abril 2010 (2)

noviembre 2011 (5)


octubre 2011 (7)
septiembre 2011 (6)
agosto 2011 (10)
julio 2011 (13)
junio 2011 (2)
mayo 2011 (2)
abril 2011 (1)
mayo 2010 (1)
marzo 2010 (3)
febrero 2010 (9)

Carlos Morales dijo...


En lo que toca a los crmenes de guerra cometidos por los contendientes de ambos bandos
durante la Guerra Civil, sera bueno que se leyera la carta que le envi Simone Weil a Georges
Bernanos y que ha dado origen a este respetuoso debate, y que se recapacitara en la
degradacin humana con que se condujeron muchos combatientes. Durante aquellos aos, las
ejecuciones sumarias, los pasellos en la noche, etc., fueron un lugar comn en la prctica
poltica de ambos bandos basada en la Razn de Estado. Hay que decir, sin embargo, que fue
el bando franquista el nico que utiliz el ejercicio arbitrario de la violencia arbitraria en las
zonas de su retaguardia como una tctica precisa y definida para el adoctrinamiento de los
que quedaron bajo su tutela. No creo que necesario pedirte que leas la carta, porque estoy
seguro de que ya la conoces. En todo caso, te lo dej de nuevo aqu, colgada de mi
admiracin hacia ti, y de mi afecto. Ah te va:
http://cartasenlanoche.blogspot.com.es/2012/06/carta-de-simone-weil-georges-bernanos.html

enero 2010 (1)


diciembre 2009 (4)
noviembre 2007 (1)
octubre 2007 (4)
septiembre 2007 (1)
Ca r t a s en l a
n och e

L. H.

L.T .
Econ .

20 de septiembre de 2012 09:14


T .B.

Carlos Morales dijo...


Y finalmente, y en lo que toca a Santiago Carrillo, me mantengo en lo dicho. No puedo alabar,
ni lo har nunca, el papel todava histricamente por definir- que jug durante los aos de la
Civil. Es justo reconocer que fue un hijo de una Espaa convulsa, pero esa misma Espaa

Q.D.P

convulsa dio lugar a otros hijos que tuvieron el valor de decir no a los planteamientos
totalitarios que finalmente acabaron con el gran sueo republicano espaol. l pudo elegir. Y
eligi lo que eligi. Y yo eso no podr alabarlo nunca. Tampoco lo puedo hacer con su
manera de resolver sus complejas relaciones con otros polticos del Partido Comunista que,
viviendo en Espaa, planteaban una forma distinta de oposicin al Rgimen durante los
primeros veinte aos de posguerra. Sin, embargo, si puedo alabar, y lo har siempre, su
emancipacin de la tutela sovitica y la aceptacin -con otros lderes comunistas de occidentedel sistema democrtico como modo de acceso al poder, lo que solemos entender como
Eurocomunismo. Tambin puedo alabar, y lo har siempre, su papel clave en la Transicin
hacia la Democracia en Espaa, que no fue entendido por muchos de los que, entonces,
militbamos, simpatizbamos o votbamos por l en las elecciones generales. Lo que vino
despus, ya lo sabemos. Carrillo se vio obligado a dimitir porque sus compaeros de partido
entendan su actitud conciliadora con el Partido Socialista como una traicin unos- y como
una estrategia equivocada frente a la que otros defendan, que era la formacin de una alianza
con fuerzas sociales y polticas extraparlamentarias.
Poco ms puedo decir. No s si este es, o no, el anlisis escasamente riguroso y propio de un
espritu equidistante. Lo que s se, es que esta reflexin es la propia de quien ha hecho, como
ha sido mi caso, lo que ha podido para sacudirse el polvo de los viejos mitos sagrados con
que los unos y los otros me quisieron educar.
20 de septiembre de 2012 09:18

Vicente Mayordomo dijo...


Creo que te equivocas gravemente, Carlos. Porque no denuncias que el franquismo
sociologico ha gobernado las estructuras economicas de este pas durante mas de 50
aos.Que las Oligarquias finacieras, y economicas son heredadeas y han llevado el `pas a esta
situacin. Que hubieras hecho tu en las Espaa de los aos 30,Pregunto?
20 de septiembre de 2012 09:45

Carlos Morales dijo...


Querido Vicente Mayordomo: En qu me equivoco? Acaso debo valorar positivamente la
actitud de Carrillo durante la Guerra Civil y los primeros aos de posguerra? O, por el
contrario, debera de haber lanzado un anatema sobre la que le llev a enfrentarse al
estalinismo de la Unin Sovitica y a aceptar la democracia como forma normalizada de
acceso al poder? Te refieres a eso? Es eso lo que quieres decir? ...
20 de septiembre de 2012 09:47
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