9 La Observación Participante Nueva Identidad para Una
9 La Observación Participante Nueva Identidad para Una
9 La Observación Participante Nueva Identidad para Una
que le ha tocado intervenir; desde este ngulo parece que estuviera adentro de la
sociedad estudiada. En el polo contrario, la observacin parece ubicarlo fuera d la
sociedad, pues su principal objetivo es obtener una descripcin externa y un registro
detallado de cuanto ve y escucha. Es como si estuviera tomando nota a medida que se
desarrolla una pelcula, sin desempear ningn papel en su argumento. Desde el ngulo
de la observacin, el investigador est alerta permanentemente pues, aunque participe,
lo hace con el fin de observar y registrar los distintos momentos de la vida social.
Segn los enfoques positivistas, al investigador se le presenta una disyuntiva entre
observar y participar cuando pretende aplicar ambas tcnicas simultneamente: sucede
que cuanto ms participa menos [172] registra, y cuanto ms registra menos participa
(Tonkin 1984: 218); o, lo que es casi lo mismo, cuanto ms participa menos observa y
cuanto ms observa menos participa.
Esta paradoja que contrapone ambas actividades confronta dos formas de acceso a la
informacin, como si una, la observacin, fuera externa, y la otra, la participacin, fuera
interna; como si no se pudieran llevar a cabo simultneamente, como si no proveyeran
distintos aspectos de un mismo conocimiento. Unos afirman que no es posible conocer
cientficamente "siendo parte de", esto es, desde adentro; otros sostienen que lo social
no puede ser conocido mantenindose al margen o desde afuera. Segn" cada postura
epistemolgica, la tarea de la observacin participante se concibe desde ngulos
prcticamente opuestos.
Adelantndonos a algunos desarrollos posteriores, diremos que tanto una como otra
actividad suministran al investigador una perspectiva diferente; pero esta diferencia no
es tanta como para afirmar que mediante la participacin se termina siendo uno ms, o
que por la observacin se permanece afuera como un testigo neutral. Si bien ambas
actividades tienen sus peculiaridades y proveen informacin diversa por canales
alternativos, es preciso justipreciar los verdaderos alcances de estas diferencias. Ni el
investigador puede ser uno ms entre sus informantes, ni su presencia puede ser tan
exterior como para no afectar en modo alguno el escenario y a sus protagonistas. Este
punto es decisivo para reconocer la incidencia del investigador y su reflexividad en el
trabajo de campo y en la elaboracin de datos a partir de la informacin recogida. Estos
sealamientos no excluyen cierta distincin en los estilos, canales de acceso, materiales
e interpretaciones, cuando se recurre a la observacin y a la participacin, actividades
que pueden resultar complementarias a la vez que contrapuestas en su prctica concreta.
En esta seccin indagaremos con mayor detenimiento de qu modo el positivismo y el
interpretativismo conciben la contraposicin entre observacin y participacin. En vez
de seguirlas pensando como actividades separadas y antagnicas, en las secciones
siguientes intentaremos fundamentar la unicidad y globalidad de la observacin
participante.
Participar para observar
Segn los lineamientos del positivismo, el ideal cognitivo es la observacin neutra,
externa, desimplicada, lo cual garantizara la objetividad cientfica en la aprehensin del
objeto de conocimiento. Dicho objeto, ya dado en el referente emprico, debe ser
recogido [173] por el investigador tal cual es. La herramienta por excelencia es,
entonces, la observacin y otras operaciones de la percepcin; la observacin directa
tendera a evitar las distorsiones introducidas por los legos que carecen de precisin
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cientfica y de preceptos metodolgicos. Por eso, el trabajo de campo debe ser realizado,
inexorablemente, por el investigador. La observacin directa es similar a la que aplica el
bilogo cuando observa especies en su medio natural, y ya vimos que los primeros
trabajadores de campo de la antropologa moderna eran, ciertamente, naturalistas. "El
concepto de 'naturalismo' significa en trminos etnogrficos el compromiso de observar
y describir fenmenos sociales de manera similar a como los naturalistas estudian la
flora y la fauna y su distribucin geogrfica" (Hammersley 1984: 48). En este sentido,
el antroplogo prefiere observar a sus informantes en sus contextos naturales; el campo
sera su laboratorio.
La tcnica preferida del investigador positivista es la observacin (Holy, 1984); la
participacin introduce obstculos en la objetividad, pone en peligro la desimplicacin
del investigador debido al riesgoso acercamiento personal a los informantes; el riesgo
consiste en que esta relacin se vea permeada de sentimientos y afectos, sesgando la
versin de lo observado y distorsionando su pretendida objetividad. La participacin se
justifica slo si los sujetos se la demandan al investigador ("Los azande no me habran
permitido vivir como uno de ellos; los nuer no me habran permitido que viviera de
forma diferente. Entre los azande me vi obligado a vivir fuera de la comunidad; entre
los nuer me vi obligado a ser un miembro de ella. Los azande me trataron como a un
superior; los nuer como a un igual", reflexionaba E. E. Evans Pritchard (1977: 27)
haciendo una crucial distincin entre las formas de demandar participacin por cada
cultura concreta). Tambin la participacin se justifica si garantiza el acceso a determinados campos de la vida social.
En resumen, desde el positivismo, el investigador debe observar y adoptar,
consecuentemente, el rol de observador. Si fuera imprescindible, puede comportarse
como observador-participante, asumiendo la observacin como la tcnica prioritaria y la
participacin como un "mal necesario". En las investigaciones antropolgicas
tradicionales, la participacin llevada a su mxima expresin, la corresidencia, era
inevitable debido a las distancias que separaban a las unidades de estudio de la
residencia habitual del investigador. Pero no slo por esto, sino tambin porque,
empirismo mediante, slo a travs de la observacin directa y la testificacin se poda
dar fe de distintos aspectos de la vida social desde una ptica no etnocntrica. [174]
Observar para participar
Desde el interpretativismo, los fenmenos socioculturales no pueden ser estudiados
como la conducta animal o los movimientos de la fsica; cada acto, cada gesto, por ms
fsicos que se revelen, son esencialmente sociales y culturales en la medida en que
tienen sentido para otros miembros de la misma unidad social. El nico medio para
acceder a esos significados que los sujetos negocian e intercambian, emiten y reciben,
es la vivencia, la posibilidad de experimentar en carne propia esos sentidos, como lo
hacen todos los individuos en su socializacin. Y si, como dijimos en captulos
anteriores, un juego se aprende jugando, entonces una cultura y sus significados se
aprenden vivindolos. De ah que la participacin sea condicin sine qua non del
conocimiento de un sistema cultural. Las herramientas son, pues, la experiencia directa,
los rganos sensoriales y la afectividad que, lejos de empaar, esclarecen la dinmica
cultural. Para ello, el investigador debe proceder a la inmersin subjetiva; dar cuenta de
esa cultura no es explicarla, sino comprenderla. El investigador comprende desde
adentro a los sujetos que estudia. Por eso la denominacin de la tcnica debera, en
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investigador considere que los trminos de la interaccin con sus informantes son
sociales y culturales, y que no los conozca de antemano, sino que los vaya develando a
medida que avance la investigacin.
Participacin: las dos caras de la reflexividad
Los antroplogos no se han limitado a hacer preguntas sobre la mitologa o a ver a los
nativos emprender una expedicin de caza o pesca, sino que han optado por ejercer
cierto protagonismo en las actividades de sus informantes. Este protagonismo admite
dos lneas posibles: o bien comportarse segn las propias pautas culturales del
investigador, o bien comportarse imitando las pautas de los informantes.
Al comenzar su trabajo de campo, el investigador hace lo que sabe; y lo que sabe son
sus propias pautas de conducta y de reaccin, segn sus nociones familiares. Aunque
seguramente esto le valga errores de procedimiento e infracciones a la etiqueta local, es
el nico mapa que [179] por el momento puede orientarlo hasta hacerse de nuevas
pautas, las de sus informantes. Desde entonces va incorporando otras formas de
conducta y con ello de conceptualizacin acordes con el mundo social en que se
encuentra.
Cuando se hace referencia a la "participacin" como tcnica de campo antropolgica, se
alude ms bien al hecho de comportarse segn las pautas de los informantes. Veamos
las reflexiones del fundador del trabajo antropolgico de campo, Malinowski:
Poco despus de haberme instalado en Omarakana empec a tomar parte, de
alguna manera, en la vida del poblado, a esperar con impaciencia los
acontecimientos importantes o las festividades, a tomarme inters personal por
los chismes y por el desenvolvimiento de los pequeos incidentes pueblerinos;
cada maana al despertar, el da se me presentaba ms o menos como para un
indgena [...] Las peleas, las bromas, las escenas familiares, los sucesos en
general triviales y a veces dramticos, pero siempre significativos, formaban
parte de la atmsfera de mi vida diaria tanto como de la suya [...]. Ms avanzado
el da, cualquier cosa que sucediese me coga cerca y no haba ninguna
posibilidad de que nada escapara a mi atencin (Malinowski, 1986:25).
El autor destaca aqu la ntima relacin entre la observacin y la participacin, dado que
el hecho de estar all lo involucraba en actividades y en el ritmo de vida, tornando
significativo el orden sociocultural nativo. Malinowski se fue integrando gradualmente
al ejercicio pleno de la participacin: aquel por el cual se comparte y se practica la
reciprocidad de sentidos del mundo social. Pero esto no habra sido posible si el mismo
investigador no hubiera valorado cada hecho cotidiano como un aspecto digno de
anlisis y registro. Esta transformacin de los -hechos en datos puede hacerse, como
veremos en otro ejemplo, por el contraste reflexivo de lo familiar y lo extico. Lo que
nos parece crucial es pensar en las dos acepciones de la participacin, o sea, no como
etapas sucesivas ni como formas excluyentes: el pasaje de una participacin en trminos
familiares a otra participacin en trminos desconocidos significa, de por s, que el
investigador est avanzando y profundizando su conocimiento sobre esa sociedad. Adems de impracticable y vanamente angustiante, en un primer momento del trabajo de
campo, la participacin correcta (es decir, hacer "buena letra" y cumplir con las normas
y valores locales) no es ni la nica ni la ms deseable en este aprendizaje; la
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transgresin (o lo que entendemos por un error) es, tanto para el investigador como para
el informante, un medio imprescindible para problematizar distintos ngulos de la
conducta social y evaluar su significacin en la cotidianidad de los informantes. En este
pasaje de la participacin en trminos [180] del investigador a la participacin en
trminos del informante existima serie de requerimientos y de situaciones que pueden o
no favorecerlo, y en las que puede verse ms o menos desprotegido y amenazado.
En el uso de la tcnica de observacin participante, la participacin requiere
desempear ciertos roles locales. Este desempeo tiene un par de consecuencias cuya
tensin estructura el trabajo de ampo antropolgico. En primer lugar, implica un
esfuerzo del investigador por integrarse a una lgica que no le es propia. Ello puede
resultar, desde la perspectiva de los informantes, en una doble lectura. Por una parte, es
el intento de hacer suyos los sentidos prevalecientes en esa unidad; de este modo, sus
prcticas y nociones se vuelven ms inteligibles y se facilita la comunicacin. Estando
en Pinola, la aldea maya mexicana, Esther Hermitte cuenta que:
[...] a los pocos das de llegar a Pinola, en zona tropical, fui vctima de picaduras
de mosquitos en las piernas. Ello provoc una gran inflamacin en la zona
afectada -desde las rodillas hasta los tobillos-. Caminando por la aldea, me
encontr con una pinolteca que despus de saludarme me pregunt qu me
pasaba y, sin darme tiempo a que le contestara, ofreci un diagnstico. Segn el
concepto de enfermedad en Finla, hay ciertas erupciones que se atribuyen a
una incapacidad de la sangre para absorber la vergenza sufrida en una
situacin pblica. Esa enfermedad se conoce como "disipela" (keshlal en lengua
nativa). La mujer me explic que mi presencia en una fiesta la noche anterior
era seguramente causa de que yo me hubiera avergonzado y me aconsej que
me sometiera a una curacin, la que se lleva a cabo cuando el curador se llena la
boca de aguardiente y sopla con fuerza arrojando una fina lluvia del lquido en
las partes afectadas y en otras consideradas vitales, tales como la cabeza, la
nuca, las muecas y el pecho. Yo acat el consejo y despus de varias
"sopladas" me retir del lugar. Pero eso se supo y permiti en adelante un
dilogo con los informantes de tono distinto a los que haban precedido a mi
curacin. El haber permitido que me curaran de una enfermedad que es muy
comn en la aldea cre un vnculo afectivo y se convirti en tema de
prolongadas conversaciones (Hermitte, 2002:272-273).
Una segunda lectura de esta cita nos muestra que el esfuerzo de la investigadora por
integrarse a una lgica diferente deriva en una consideracin especial y un respeto hacia
ella. Este punto asume una importancia crucial cuando el investigador y los informantes
ocupan posiciones desiguales en una estructura social asimtrica, como ha ocurrido
tradicionalmente entre los antroplogos procedentes de las metrpolis y sus informantes
habitantes de las colonias. Pero vuelve a aparecer en las investigaciones con sectores
subalternos de la misma [181] sociedad del investigador. Desde Malinowski no son
pocas las ocasiones en que el antroplogo narra una experiencia que se transforma en un
punto de inflexin en su relacin con los informantes. No se trata de exaltar las
situaciones de riesgo fsico y personal, ni de emprender simulaciones para acceder a la
confianza, sino de reparar durante el ingreso del investigador -generalmente a travs de
situaciones casuales y rutinarias en la lgica de los sujetos, en sus formas de resolver
problemas y hacer frente a la cotidianidad. Lo relevante de la "disipela" de Hermitte no
fue su sufrimiento por la inflamacin, sino que aceptara interpretarla en el marco del
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ms an para Graciela y, por qu no, para Chiquita. Desde esta distancia entre mi
conceptualizacin de la situacin y la que manifestaban Chiquita y Graciela, en su
prctica, bajo la apariencia de una tcita complicidad pas a indagar el sentido, no tanto
de la actitud de Chiquita como de la de Graciela; pero esta indagacin pudo plantearse y
encararse a partir de y en relacin con una reflexin sobre mi punto de vista, mis
intereses y preocupaciones, humanitarios en general, no slo de la investigacin.
Ahora bien, mi gesto mostr una participacin en trminos que pueden ser adecuados en
sectores medios profesionales progresistas y, ms an, universitarios, a los que yo
pertenezco, pero no entraba dentro de la participacin en trminos de los vecinos de un
barrio colindante a la villa, habitado por una vieja poblacin de obreros calificados y
pequeos comerciantes, amas de casa y jubilados. Tampoco parecan integrar la batera
de reacciones posibles de los pobladores de la villa. La pregunta era entonces en qu
consista el sentido de "villero" y la conducta hacia este actor en ese escenario concreto
e, implcitamente, dnde resida la diferencia con mi propio sector social. Esto se puso
en evidencia cuando una semana ms tarde Graciela me transmiti los comentarios
negativos de Chiquita sobre mi mueca: "Ya ella qu le importa? Si no es de ah... [de la
villa]". Desde su perspectiva no le faltaba razn, pero tampoco estaba errada Graciela
con su actitud: tiempo despus entend qu cosas tena en juego [183] con Chiquita -un
armario, un empleo y otros beneficios secundarios-como para enfrentrsele por una
cuestin de principios. A partir de aqu, comenc a observar las reacciones de otros
habitantes de Villa Tenderos ante estas actitudes prejuiciosas y descubr que una misma
persona poda obrar de distinto modo segn la situacin. Los contextos que revelaban
una marcada e insuperable asimetra forzaban a los estigmatizados a guardar silencio y,
de ser posible, a ocultar su identidad; si la situacin no remita a esta desigualdad, la
reaccin poda ser abiertamente contestataria.
Estas observaciones me dieron algunos indicios acerca de cul era el manejo que,
concretamente, se haca de los prejuicios de clase en las relaciones sociales, y me
ayudaron a no caer en explicaciones exteriores o simplistas como, por ejemplo, que los
miembros de las clases subalternas replican -como si hubieran sufrido un lavado de
cerebro- la llamada "ideologa dominante". En todo caso, pareca ms apropiada una
explicacin de tipo transaccional, en una articulacin subordinada de los residentes de
una villa miseria respecto de otros actores sociales (Guber, 1994). Segn estas
explicaciones era comprensible, aunque estuviera fuera de lugar, mi gesto antiptico
hacia Chiquita, al punto que poda haber lesionado los trminos de negociacin en que
se haban ubicado Graciela y su marido. Por otra parte, cuando tiempo despus decid
hacer entrevistas con no villeros acerca de su concepcin de los residentes de Villa
Tenderos, hubiera querido encontrarme con Chiquita, pero mi evidente y espontnea
toma de partido lo hizo imposible de modo que, tambin en este caso, qued encerrada
en el puesto de observacin "villero" y perd el acceso a una perspectiva ms global que
incluyera la posicin contraria.
En resumen, la observacin participante ha sido replanteada en su lgica interna, en
tanto tcnica de obtencin de informacin y metodologa de produccin y elaboracin
de datos; en una y otra el investigador desempea un papel central que se orienta a
registrar -por cualquier va- material del referente emprico. Si la participacin es
entendida como una instancia necesaria de aproximacin a los sujetos, que entraa la
reciprocidad de comunicacin y de sentidos, no tiene por qu ubicarse en las antpodas
de la observacin, la cual puede ser entendida, a su vez, como la disposicin general del
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En la tradicin antropolgica, una localidad o poblado son estudiados por un solo investigador. Son
escasos los estudios de la misma comunidad por otro investigador. Una de las primeras experiencias al
respecto fue en la localidad mexicana de Tepoztln, trabajada inicialmente por Robert Redfield y luego
por Osear Lewis. Para designar su reestudio, Lewis se refera a "Tepoztln revisited".
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