A. Alonso - P. Henriquez U
A. Alonso - P. Henriquez U
A. Alonso - P. Henriquez U
Primer curso
Amado Alonso Pedro Henrquez Urea (1938)
Buenos Aires: Ed. Losada, S.A., 1967
A LOS PROFESORES
Las doctrinas gramaticales del presente manual no siempre son las que uniformemente se
repiten en los dems. Es sabido que, por la enorme profusin de la enseanza gramatical, cuyo
profesorado es numerossimo y de muy varia preparacin, en ninguna otra disciplina cuesta tanto
esfuerzo desterrar un error o quebrantar "la venerable rutina" de que se lamentaba Bello. Entre
muchos profesores, cualquier diferencia con el sistema de frmulas a que se han habituado se
recibe con apasionada irritacin. Los autores del presente manual se complacen en declarar a sus
colegas del profesorado que solamente dan cabida aqu a los resultados de la Lingstica moderna
cuando puedan tenerse como seguros y sean fciles de exponer, y especialmente a los que
coinciden, por lo menos en su orientacin, con los que obtuvo hace un siglo Andrs Bello, el ms
genial de los gramticos de lengua espaola y uno de los ms perspicaces y certeros del mundo.
Con Bello coinciden los investigadores modernos que han abandonado por insostenible la vieja
explicacin de las partes de la oracin como otras tantas partes de la realidad (los sustantivos
como seres o cosas; los adjetivos, cualidades; los verbos, acciones; etc.) y que se esfuerzan en
interpretarlas como oficios oracionales. En Bello, si bien con diferente terminologa, se halla
tambin esbozada la idea de que al sustantivo corresponde un concepto independiente; al adjetivo y
al verbo, conceptos dependientes del sustantivo; y al adverbio, concepto dependiente de los ya
dependientes (adjetivo y verbo). Esta idea fue madurando muchos aos despus en los principales
investigadores de estos temas y finalmente ha sido elaborada y formulada con rigor filosfico por
Pfnder en su Lgica. Debemos agregar que, si nos hemos decidido a fortalecer y completar la
idea de las partes de la oracin como otros tantos oficios oracionales con esta otra de las formas
de los conceptos correspondientes, es porque nuestra experiencia y la de otros profesores que nos
la han confiado prueban que los alumnos comprenden y aplican fcilmente estas doctrinas.
Coincidimos igualmente con Bello en rechazar la idea del gnero como una divisin de
todos los seres o cosas en dos grupos, segn el sexo real o el que antropomrficamente se les
atribuye: lo explicamos sobre la base de la concordancia con el adjetivo. Hoy son muchos, no solo
entre los lingistas, sino tambin entre los gramticos de nuestra lengua, los que explican as el
gnero; pero tributamos a Bello el honor que se merece por haber reaccionado con clarividencia
contra la idea antropomrfica precisamente cuando el romanticismo la tena de moda.
El tercer punto en que nuestros colegas nos encontrarn en discrepancia es el de los
pronombres. Tambin aqu nos encontramos en la codiciable compaa de Bello: enteramente, en
cuanto a lo que los pronombres no son, o sea, reconocindolos, a la vez que como pronombres,
como sustantivos, adjetivos o adverbios, sin que formen otra parte de la oracin ms; en muchos
puntos importantes, en cuanto a lo que s son, especialmente en los personales, posesivos y
demostrativos1. Hemos tenido la desgracia de que se hayan introducido y generalizado en nuestra
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Nunca pediremos bastante a los seores profesores que se familiaricen con la lectura reiterada de la
Gramtica del gran maestro sudamericano, y de las finsimas notas que le puso Rufino Jos Cuervo, llenas
de sabidura segura. A pesar de que Bello inici sus investigaciones antes de la independencia de Amrica, y
enseanza ciertas complicadas distinciones entre los pronombres, nacidas en las gramticas
francesas, partiendo de que "el pronombre propiamente dicho" es el que est en lugar del nombre:
esta explicacin ha sido abandonada por unanimidad, y, sin embargo, las complicadas distinciones
se perpetan tanto en los manuales de gramtica francesa como en los nuestros. Nosotros las
hemos suprimido y hemos explicado detenidamente las razones en una de las notas finales del
libro.
Aunque parezca difcil prescindir de nociones con las cuales se ha trabajado durante aos,
advertimos que las que adoptamos son para los alumnos simplificaciones y representan ahorro de
mucho trabajo mental intil.
En la Fontica, la terminologa es la que ha consagrado al admirable y clarsimo Manual
de pronunciacin espaola, de Toms Navarro Toms, ya adoptada por varias gramticas
argentinas desde hace aos. En Espaa es corriente tambin en muchas escuelas primarias,
gracias al Compendio de ortologa del mismo autor.
Hemos prestado atencin especial a la Ortologa, recogiendo para su correccin muchas
pronunciaciones defectuosas que son usuales en nuestros medios. Y solicitamos cortsmente para
esto la colaboracin de nuestros colegas del profesorado a fin de que completen nuestras listas
segn su experiencia de la pronunciacin local.
de que su libro fundamental cumplir pronto cien aos, es l, de todos nuestros gramticos, el que ms cerca
se halla del criterio actual, si bien, como es inevitable en toda obra de hombres, hay ya en sus doctrinas
gramaticales partes caducas.
INTRODUCCIN
1. Idioma o lengua es el sistema de expresiones con que se entiende una comunidad.
La comunidad que habla un idioma puede formar una sola nacin, como la hngara en
Hungra, o parte de una nacin, como la bretona en Francia, o muchas naciones, como la castellana.
El espaol se habla en Espaa y sus posesiones de frica, en la Argentina, el Uruguay, el Paraguay,
Chile, Bolivia, el Per, Ecuador, Colombia y Venezuela (Amrica del Sur), Panam, Costa Rica,
Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala (Amrica Central), Mxico, Cuba, Santo Domingo,
la isla de Puerto Rico y, en Asia, parte de las Islas Filipinas.
2. Nuestro idioma se llama espaol y castellano. Hasta el descubrimiento de Amrica
(1492), nuestra lengua se llam casi siempre castellana, rara vez espaola, porque hasta entonces
fue solamente la lengua de Castilla, uno de los reinos cristianos peninsulares. En tiempo de los
Reyes Catlicos, Espaa logra su unidad nacional bajo la direccin de Castilla. El idioma de
Castilla pasa a ser el de Espaa, no slo porque toda Espaa lo usa sino porque toda Espaa
contribuye ahora a su evolucin y perfeccin. En el siglo siguiente, nuestro idioma llega a su mayor
esplendor, y eso es obra de los escritores de todas las regiones peninsulares y de los primeros
grandes escritores de Amrica. Por aquella poca, en toda Europa se afianza la idea nacional de los
idiomas, y se llama italiano al idioma de los italianos, que hasta entonces se llamaba toscazo, y
francs al de los franceses, alemn al de los alemanes, ingls al de los ingleses y espaol al de los
espaoles, como exclusivamente se le llama todava en pases extranjeros (espagnol, Spanish, etc.).
Las lenguas europeas que se han trasplantado a Amrica conservan el nombre de la primitiva
nacionalidad: el ingls de los Estados Unidos y del Canad, el francs del Canad y de las Antillas,
el portugus del Brasil y el espaol de Hispanoamrica. Sin embargo, nuestro idioma ha conservado
tambin su antiguo nombre de castellano, que en Amrica se usa ms que espaol.
3. Dentro del idioma hay distintas modalidades que se influyen mutuamente, a saber:
a)
El lenguaje oral, que es el que todos empleamos para los menesteres diarios de la
comunicacin con nuestros familiares, con nuestras relaciones y con cualquiera a quien tengamos
que dirigir la palabra. Como lengua materna, forma en nosotros una segunda naturaleza.
b)
El lenguaje literario, que es el que cultivan los escritores en sus obras. Requiere
aprendizaje especial.
c)
Ambas modalidades tienen una gran parte de comn, como que forman las dos un
solo idioma culto; pero hay tambin entre ellas diferencias notables y hasta rasgos incompatibles.
Un escritor no puede solicitar algo de un amigo suyo con ciertas palabras, giros y frases que usa al
escribir literariamente1: se le tendra por afectado, o pedante, o de carcter profesionalmente
deformado. Y al revs: trminos y giros que nos permitimos en la conversacin, donde no necesitan
disculpa, se evitan cuidadosamente en la lengua literaria.
El emplear modos literarios u orales fuera de lugar es una falla frecuente y a veces causa tan
mal efecto como las incorrecciones gramaticales.
Eso no quiere decir que entre el lenguaje literario y el oral haya una completa separacin.
Muy al contrario: los escritores, al expresarse en lenguaje literario, se apoyan siempre en el oral, y
las personas educadas ponen el ideal de su hablar en las normas de la lengua literaria. Cuando se
sigue escribiendo una lengua literaria sin apoyo en el lenguaje oral, se convierte en lengua muerta,
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Amar, cuyo, rostro, advenir, canoro,, decurso, vernal, falacia, fragor, etc.; orden de palabras como
volviose, la verde llanura, etc.
como le sucedi al latn en la Edad Media. Y si el espaol, el francs o el ingls hablados han
alcanzado tal calidad y perfeccin, es por haber atendido las gentes al ideal de la lengua literaria.
Cuando el lenguaje oral se desentiende del literario, se empobrece y queda en estado dialectal.
El profesor, pues, es un gua necesario para el alumno: l le advertir cundo una palabra o
un giro son impropios del lenguaje oral, aun siendo corrientes en el literario, o al revs; y cundo,
por el contrario, es acertado el trasiego por motivos expresivos.
4. Dentro del lenguaje oral hay tambin diversas variedades. Por un lado, las personas de
cultura segura, las de cultura insegura o mediana y las ineducadas se diferencian entre s por el
modo de hablar. Por otro, los distintos grupos profesionales tienden a crearse un vocabulario
especial.
Se llama argot al vocabulario especial que en una ciudad o comarca solo usa la gente de
baja cultura.
Se llama jerga al vocabulario especial de una profesin u oficio, cuando implica a la vez
baja cultura. As se habla de la jerga de los marineros, que denuncia a la vez modo especial de
trabajo y deficiente educacin idiomtica. En cambio, la lengua especial de la marina la usan las
personas ms satisfactoriamente educadas de la carrera. Jerga indica desvaloracin o menosprecio;
lengua especial o profesional, no. Un enemigo del auge actual de los deportes hablar de la jerga
de los deportistas; uno que lo acepte, no. En diferentes grados tienen su lenguaje especial los
militares, los comerciantes, los estudiantes, los profesores, los mdicos, los literatos, etc. Pinsese
qu distinta cosa significa la palabra operacin segn la diga un financiero, un general, un cirujano
o un profesor de matemticas.
Los dialectos son modos especialmente rsticos de hablar, que suponen un rezago o un
retroceso respecto del alto grado de cultura alcanzado por la lengua general. En Francia y en Italia
hay dialectos fuertemente diferenciados del francs y del italiano, hasta el punto de que los italianos
o los franceses de diferentes dialectos se entienden entre s con dificultad o no se entienden; los
nuestros no lo son. Los dialectos de Francia y de Italia son desarrollos directos del latn; por lo
tanto, son hablas paralelas al francs y al italiano y no corrupciones de esas dos lenguas. En cambio,
los dialectos andaluces y los de Amrica son derivaciones modernas del castellano. El corto tiempo
que llevan de vida no les ha permitido diferenciarse mucho y el auge cultural de nuestra poca los
est borrando y reincorporando rpidamente al espaol general.
5. A todas estas modalidades dentro de un idioma hay que aadir en nuestro caso otra
diferencia importantsima. Como el espaol se habla en extensin tan enorme, hay que distinguir
entre lengua general y lengua regional.
Las personas educadas y cultas de Castilla, de Mjico o de la Argentina realizan en su hablar
una lengua con ciertos particularismos. Los castellanos viejos, por ejemplo, pronuncian la d final
como z (verdaz, Madriz), acentan los posesivos en m padre, t casa, y usan para algunos objetos
corrientes vocablos poco conocidos fuera de Castilla la Vieja. Estos modos no suponen all
incorreccin en quien los usa, pero tienen su limitacin geogrfica y no pertenecen al espaol
general. Cosa anloga sucede en los otros pases. Al decir lengua regional nos referimos a estos
particularismos usados por las personas educadas.
Lengua general es la hablada por las personas cultas de todas partes, una vez descontados
los regionalismos.
La lengua regional y la general no son cosas corpreas separables. Conviven en unos
mismos individuos y se diferencian por la distinta direccin de su ideal lingstico: los