Poesia y Capitalismo Iluminaciones 2 Walter Benjamin

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POESA

YCAPITALISMO
Iluminaciones 11

TAURUS

TEORA Y CRTICA LITERARIA

WALTER BENJAMIN

Director: DARlo VILLANUEVA

OTRAS OBRAS DE WALTER BENJAMIN


publicadas por
TAURUS
Discur~os interrumpidos 1 (Col. Ensayistas, n. 0 91).
HaschlSch (Col. Ensayistas, n.o 120).
Walter Benjamin/Gershom Scholem, Correspondencia 19331940(Col. Ensayistas, n.o 281).
Irr;aginacin Y sociedad (Iluminaciones 1) (Col. Persiles
numero 47).
'
~entati~as sobre Brecht (Iluminaciones 3) (Col. Persiles. Se n~ T~ona y Crtica Literaria, n.o 83).
Dtarw de Mosc (Col. Ensayistas, n. 0 286).

POESA
y CAPITALISMO
Iluminaciones JI
,

Prlogo y traduccin
de
JESS AGUJRRE

taurus

l[

1980, Suhrkamp Verlag, Frankfurt aro Main

NDICE

Cubierta
de
ALcoRTA/MARQutNEZ

Primera edicin: 1972


Reimpresiones: 1980, 1988

Prlogo: Walter Benjamin: Fantasmagora y objetividad,


por Jess Aguirre ..... .......... .......... ......... .............. .. .
EL PAIS DEL SEGUNDO IMPERIO EN BAUDELAIRE .......

Esta publicacin nToodp osedlos derechos reservados.


.
.
.
u e ser reprod .d
d .::J: regst~ada en, o transmitid
uc a, m en todo ni en parte
e ' orm~n, en ninguna fo a ~r, un ~ISt~ma de recuperacin ,
fotoqulmco, electrnico m rma !!' por mngun medio sea mecni
o cualquier otro, sin el Pe~~tlco, electroptico, p~r fotocopia, co,
P~eV~o por escnto de la editorial

21

l. La bohemia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
11. El flaneur . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
111. Lo moderno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .

23
49
85

SOBRE ALGUNOS TEMAS EN BAUDELAIRE : .. :

121

PARis, CAPITAL DEL SIGLO XIX

............ .......

171

Fourier o los pasajes .. .. .. ... . .. .. ... .. . . . ... .. ... . . .. .. . ...


Daguerre o los panoramas .... .. .. ... ......... :. ....... ...
Grandville o las Exposiciones Universales . . . . .. .. . .
Luis Felipe o el interior......................... .... .......
Baudelaire o las calles de Pars....... ...................
Haussmann o las barricadas........... ...... .. ... ... .. ...

173
176
179
181
184
187

l.

1980, TAURUS EDICIONES S A


1988' ALTEA, TAURUS, ALFAGUARA
'

S A
Juan Bravo, 38. 28006 MAoRm' . .
ISBN: 84-306-2051-6
Depsito legal: M. 30.727-1987
PRINTED IN SPAIN

11.
III.
IV.
V.
VI.

EL PARS DEL SEGUNDO IMPERIO


EN BAUDELAIRE

Une capita/e n'est pas abso/ument ncesaire ii


l'homme.
SENANCOUR

LA BOHEMIA

La bohemia figura en Marx en un contexto muy instructivo. Cuenta en ella a los conspiradores profesionales,
de los que se ocupa en la detallada resea de las memorias del agLntc de Polica De la Hodde publicada en
1850 en la Neue Rheinische Zeitung *.Actualizar la fisonoma de Baudelaire significa hablar de la semejanza que
ste presenta con ese tipo poltico. Marx le parafrasea
como sigue: Al formarse las conspiraciones proletarias,
hace su aparicin la necesidad de la divisin del trabajo;
quienes eran miembros se repartan en conspiradores de
ocasin, esto es, trabajadores que ejercan la conjura slo
a la par que sus otras ocupaciones, que nada ms asistan
a las reuniones y que estaban dispuestos a aparecer, si lo
mandaba el jefe, en el sitio convenido para la cita, y en
conspiradores profesionales que dedicaban toda su actividad a la conjura y que vivan de ella ... De antemano
la posicin en la vida de dicha clase condiciona enteramente su carcter... Su oscilante existencia, ms dependiente en cada caso del azar que de su actividad, su vida
desarreglada, cuyas nicas paradas fijas son las tabernas
de los vinateros (lugares de citas de los conjurados), sus
inevitables tratos con toda la ralea de gentes equvocas,
Proudhon, que quiere distanciarse de los conspiradores profesionales, se llama a si mismo en oca.slones "un hombre nuevo, un
hombre cuyo asunto no es la barricada, sino la polmica; un hombre que cada tarde puede sentarse a la mesa con el jefe de la polica y ganarse la confianza de todos los De la Hodde del mundo"
(cit. en GUSTAVE GEFFROY : L'enjerm, Parls, 1897, pgs. 180 y SS.).

-23-

les colocan en ese crculo vital


boheme 1
que en Pars se llama la
De pasada advertiremos ue N
l ,
su ascenso en un medio
b' q
apo eon III comenz
,
am lente que tien
h d
e mue o e com un con el descrito Es b. d
tos de su tiempo d~ Pre s~d 1 o 1ue uno de los instrumendiciembre, cuyos cuadro:~ e~!e u_e la sociedad del 10 de
rados por toda la ma
~ ~an sido, segn Marx, procutrada Y llevada de aqua a~: ete~minada, desmembrada,
llaman la boheme 2 Du p
all~, a la que los franceses
.
.
rante su Imperio N
l , . .,
perfecc10nando costumb
.
apo eon sigUio
razn de Estado del S resd conspiratorias. Propias de la
sorprendentes y las egun o Imperio son las proclamas
.
mercachifler
as secretas, las salidas
ve leidosas y las ironas .
ricos de Baudelaire enc~:penetrables. En los escritos tegos. En la mayora de lo ramos a su vez los mismos rasdcticamente La discu .s. casos expone sus opiniones apo
d U
.
SIOn no es asu t
~ o_ suyo. Se escapa
e e a cuando las escarpadas co
hace suyas una tras otra e . .n!radiCCiones tticas, que
los burgueses su Salon
~~~Ian un careo. Dedic a
voz y su gesto no es el d 1 d ' aparece como su portapor ejemplo en su inve~ti:: vocatus diaboli. Ms tarde,
sens encuentra para el h condtra la escuela del bon
tario ' para 1os personaje onra o burgues,

para el no
hemio ms rabioso a. Ha~ar~~~~tables los acentos del bo~
es separable de la utilidad.
pro~lama que el arte no
el_ a_rt pour l'art. En tod ;~~s anos despus defiende
pu~hco por una mediacin i 1e esfuerza poco ante su
casi de noche y a espalda' ra que Napolen III pasa
proteccionismo aduanero ~ el Parlamento francs de
a comercio libre. Estos so~ los

de

1
K. MARx-F. ENGELs Be
Pa_rs, 1850, und Lucien , e spr. von Chenu Le
tJ~que en fvrer 1848 pde, la Hodde, La nafssa s consprateur., ,
~6), p. 555.
' ans, 1850,.; cit. sem'n D~e de la Rpu.
K. MARx D
.,....... re Neue Z ., 4
d R.
' er achtzehnt B
e ,
e 'a ba;anBov, pg. 73, Viena e191;umaire des Louis B
AUDELAIRE 0
'

onaparte
PJiade, Pars 1931 J2 euvres completes
. .
'
1
cin, indicand~ nic:a~e'!n adelant~ se d~ b!iotheque de la
se encuentra en II, pg. 4~5 sus pgmas. Este t:~~mpre esta edi.
o ahora citado

rasgos que nos hacen entender por qu la crtica oficial


-y en primer lugar la de Jules Lemaitre- rastrea tan
parvamente las energas tericas afincadas en la prosa de
Bauddaire.
En su descripcin del <<Conspirateur de profession
Marx prosigue: <<La condicin nica de la revolucin es
para ellos la organizacin suficiente de su conjura ... Se
lanzan a invenciones que han de lograr milagros revolucionarios; bombas incendiarias, mquinas destructivas de mgica eficacia. Motines que han de sorprender
tanto ms maravillosamente cuanto menor es su motivacin racional. Ocupados con semejantes trebejos proyectivos, no tienen otra meta que la prxima de derribar al
gobierno existente, despreciando en lo ms hondo la ilustracin terica de los trabajadores acerca de sus
intereses de clase. De ah les viene su irritacin no proletaria, sino plebeya, contra los habits noirs (levitas oscuras), gentes ms o menos cultivadas, que representan
ese lado del movimiento, del cual los otros sin embargo,
igual que de los representantes oficiales del partido, jams
podrn independizarse por entero'. Los atisbos polticos
de Baudelaire no sobrepasan en el fondo los de estos
conspiradores profesionales. Ofreci sus simpatas al retroceso clerical o las otorg al levantamiento del 48? Su
expresin jams lo puso en claro y su fundamento era
quebradizo. La imagen que present en los das de febrero, blandiendo un arma en la esquina de una calle de
Pars al grito de Abajo el general Aupick! , resulta
fehaciente. En cualquier caso hubiese podido hacer suyas las palabras de Flaubert: De toda la poltica slo
entiendo una cosa, la revuelta. As hubiese habido que
entenderlo segn el paso final de una anotacin que transmite con sus bosquejos sobre Blgica: Digo "viva la
revolucin!, igual que dira "viva la destruccin!, viva
la penitencia!, viva el castigo!, viva la muerte!". No slo
sera feliz como vctima; no me desagradara hacer el
' MARX-ENGELS, Bespr. von Chenu und De la Hodde, l. c., pgina 556.
El general Aupick era el padrastro de Baudelaire.

-24-25-

fjel de verdugo, para sentir la revolucin desde ambos


.a os. Todos tenemos espritu republicano en la san re
Igual que tenemos la sfilis en los huesos. es tamo . gf '
tados de mocratica
, y SI"f"Ilticamente 5

s In ecEst~ ~ue Baudelaire seala podra designarse como la


metafisica del provocador En B 'l .
cribi la tal anota . , h . b
e gica, que es donde esCIOn, u o un moment
1
tom por sopln de la Poi" , f
o en que se e
jantes componendas no era ICia rances_a. De suyo, semelaire el 20 de diciembre den 1~~~ extr~b~s, ya que Baudeescn Ia a su madre en
relacin a 1
.
ms
os_ pe~siOnados literarios de la Polica. <aaparecera m 1 nombre
.
.

Lo que en Bl ica
en_ sus Ignommiosas listas'.
difcil que slog
ocas~on~le semejante fama es
claras en contra de Hu o enemist~ que puso bien a las
brado all En q d" hg ' proscnto entonces y muy cele.
ue IC o rumor
1
devastadora irona. qu. , . h se evantase tuvo parte su
derlo l mismo. E CU~:s de ara llegara a caer en extenencontrar en Georges Sorel
: blague, que ~olvemos a
te consistente, inalienable
e se ha convertido en parroa en Baudelaire uno de s a P_ropaganda fascista, fordidad. El espritu en q
C~I- pnmeros nudos de fecunles pour un massacre ~~ t'te ;ne h_a escrito sus Bagatelinmediatamente a una 'an tI ~o mis~o,_ nos reconducen
Podra organizarse u bo a~I n del diano baudelairiano:
na omta cons . . ,
exterminar la raza . d, 7
PiraciOn con el fin de
JU Ia . El bl
.
.
. d anquista Rigault, que
concluy su carrera de co
en la Comuna parisina nspira or como jefe de Polica
macabro, del cual se h~~arece haber tenido igual humor
nios sobre Baudelaire A ~ mu~~o por cierto en testimorvolution de 1871 de. ChSI sle Ice en Les hommes de la
to d os los asuntos adem , ares
d Prol'.
es. R"Igault tena en
,
'
as
e
una
gra
, una
socarronena asoladora L
n sangre fna,
hasta en su fanatismo le rlesultaba sta imprescindible
. nc uso la 1 ,
1a que topa Marx en los
c
.
I USion terrorista, con
onspirateurs,., tiene en Baude-

fue!ut:

Je j

II, pg. 728.


BAUDELAIRE, Lettres a
,
; II, pg. 666.
sa mere, Pars, 1932, pg. 83.
CHARLEs PRotts L
rs, 1898, pg. 9.
' es hommes de la rvolution de 1871, Pa6

laire su contrapartida. El 23 de diciembre de 1865 escribe a su madre: Si vuelvo a hallar la fuerza de tensin
y la energa que he posedo algunas veces, har que mi clera respire por libros que provoquen horror. Quiero poner en contra ma a toda la raza humana. Sera esto un
placer tan grande, que me resarcira de todo 1 Esta ira
sauda -la rogne- ha sido la actitud que durante
medio siglo ha alimentado en las luchas de las barricadas
a los conspiradores profesionales de Pars.
De dichos conjurados dice Marx: Ellos son los que
alzan y dirigen las primeras barricadas 10 De hecho la
barricada est en el punto fijo del movimiento conspirador. En la revolucin de julio atravesaron la ciudad ms
de cuatro mil barricadas 11 Cuando Fourier busca ansiosamente un ejemplo de <<travail non salari, mais passionn, no encuentra otro mejor que el del levantamiento de
barricadas. En Les Misrables retiene Hugo de manera
impresionante la red de barricadas, dejando en las sombras a los que las ocupan: Por doquier vigilaba la invisible Polica de la revuelta. Mantena el orden, esto es la
noche... Unos ojos que desde arriba se hubiesen fijado
en tales sombras hacinadas hubiesen quiz tropezado en
sitios dispersos con una apariencia poco clara, en la que
se reconocan contornos quebrados, de lnea arbitraria,
perfiles de curiosas construcciones. En estas ruinas se
mova algo que se asemejaba a unas luminarias. Y all
era donde estaban las barricadas 12 En un fragmento que
nos ha quedado de arengas a Pars, y que por cierto deba
haber concluido Les Fleurs du mal, no se despide Baudelaire de la ciudad sin evocar sus barricadas; recuerda
sus adoquinados mgicos que como fortines se encrespaban hacia lo alto 13 Mgicos son desde luego esos
BAUDELAIRE, Lettres a sa mere, pg. 278.
MARX-ENGELS, cBespr. von Chenu und De la Hodde,
l. c. pg. 556.
11
Cfr. A.JASSON DE GRANDSAGNE y MAURICE PLAUT, Rvolution
de 1830. Plan des combats de Pars aux 27, 28 et 29 juillet, Pars, s. a.
12
VICTOR HuGo, Oeuvres completes. Edition dfinitive. Roroan VIII: Les Misrables, Pars, 1881, pgs. 522 Y ss.
13
1, pg. 229.
9

10

-26-

-27-

adoquines, ya que el poema de


.
manos que los pusieron en
~a~delaire desconoce las
pudiera muy bien estar obl" ~ovu;uento. Pero tal pathos
que el blanquista Trid Iga lo a blanquismo. Puesto
on exc ama. 0 f
. d
b,arnca
es, toi qui brilles d
, , .
orce, reine des
e est vers toi que les riso a~s 1 eclair et dans I'meute ...
chaines u. Al final
la ~mers tendent leurs mains enun animal tocado de m
omuna el proletariado, como
pro .
uerte en su gu .d
Pio retroceso tras las b . d
an a, palpaba su
cu_lpa que los obreros ad~rr;cad as. De la derrota tuvo la
rn~adas, no fuesen f~vor:~~ ra ~s en las luchas en baThiers no hubiese tenido m:s a c~mbate abierto que
ll_os obreros preferan se .
re~ediO que atajar. AqueCientes historiadores de 1~n escnbe uno de los ms repo abierto la pelea en
om_una, al encuentro en camsa~io, la muerte tras lo: ~~Opi~ barrio ... y, de ser necernca~a en una calle de Pa .oq~mes amontonados en haEl Jefe , .
ns
.
mas Importante de 1 b. .
fUI, se hallaba entonces en as ;r~Icadas parisinas, Blanaureau. En l y
su u hma crcel en F t d
t~ospeccin de la r:~o~~~i~:mar~d~s vio Ma~, en ~~ r~
nge~tes del partido prolet ~e J1?mo, los verdaderos di: a Id~ demasiado alta de~no .. ~esulta difcil hacerse
A anqUI posea entonces y prestigio revolucionario que
ntels de Lenin no hubo nadq?-e conserv hasta su muerte
en e proletana
. d o rasgos m , Ie que ' com0 e'1 , h aya tenido.
1
~:rl:n tam~in en Baudelai::. ~:r~~- Los cuales se estam1
bque, JUnto a otros dibujo . nos queda una hoja
a ca eza de Blanqui.
s Improvisados, se exhibe
L~s conceptos que Marx
~~~Ient~ conspirador en Par~~u~e en su exposicin del
, acen que nos
meJor que bien d 1
adoptara Blanqu p
e a posicin hbrid
percatequ ,
I.
or un lado h
b
a que en l
e este entrase en la tradicin ay uenas razones para
1 .
como putschista. Para la

de

Cit. por Ci1ARLE B


Revue des deux
~ ENOIST, Le 'mythe' d
; GEORGEs LA";.~;z:sJis~e. marzo de 1914 e ;:gcl~~;e o'!-vriere,
192 , P g. 532.
'
Olre de la Com:n

16
K. MARx D
une de 1871, Pars
l. c., pg. 28. , er. achtzehnte Brumaire des
,
Louis Bonaparte,

-28-

tradicin representa el tipo de poltico que, como Marx


dice, considera su misin la de <<adelantarse al proceso
revolucionario en desarrollo, empujarle artificiosamente
a la crisis e improvisar una revolucin, sin que haya condiciones para ella>> 17 . Pero si por otro lado nos atenemos
a descripciones que se conservan sobre Blanqui, aparece
ste ms bien semejante a los <<habits noirs en los que
los conspiradores profesionales tenan sus desacreditados
competidores. Un testigo ocular describe del modo siguiente un club- blanquista: <<Si queremos tener una idea precisa de la impresin que, desde el primer instante, causaba el club revolucionario de Blanqui en comparacin
con los otros dos clubs de que dispona entonces el partido del orden, lo mejor es que pensemos en el pblico
de la Comdie Fran<;aise en una tarde en que se representen a Racine o a Corneille, a la par que nos imaginemos
a la multitud popular que llena un circo en el que los acrbatas exhiben nmeros de arte mortal. Por as decirlo, se
encontraba uno en una capilla consagrada al rito ortodoxo
de la conspiracin. Las puertas estaban abiertas para cualquiera, pero slo volva el que era adepto. Tras el malhumorado desfile de los oprimidos ... se alzaba el sacerdote de aquella morada. Su pretexto era resumir las quejas de sus clientes, del pueblo representado por la media
docena de imbciles presuntuosos e irritados a los que
acababa de escucharse. En realidad explicaba la situacin.
Su aspecto era distinguido; su indumentaria impecable;
fino era el cuidado de su cabeza; su expresin tranquila;
slo un relmpago hirsuto, nuncio de desgracias, atravesaba a veces por sus ojos. Eran stos pequeos, afilados
y penetrantes, y normalmente miraban ms bien con benevolencia que con dureza. Su modo de hablar era mesurado, paternal y claro; el modo de hablar menos declamatorio que junto con el de Thiers he odo jams>> 18 Blanqui aparece aqu como un doctrinario. Las seas del <<habit noir se confirman hasta en pequeos detalles. Era
17 MARx-ENGELS, Bespr. von Chenu und De la Hodde, l. c., .Pgina 556.
18
Informe de J. J. WEISS, cit. por GUSTAVE GEFFROY, L'enferm,
op. cit., pgs. 346 y ss.

-29-

sabido que el viejo acostumbraba a ensear con guantes negros *. Pero la seriedad medida, la impenetrabilidad,
que le son a Blanqui propias, aparecen distintas a la luz
en la que las coloca una advertencia de Marx, que escribe
de estos conspiradores profesionales: Son los alquimistas de la revolucin y comparten por entero el desconcierto de ideas y las orejeras y las ideas fijas de los al19
quimistas antiguos La imagen de Baudelaire se establece as como por s misma: el artculo enigmtico de la
alegora en unos, y en los otros la mercadera de misterios
del conspirador.
Despreciativamente, y no era de esperar otra cosa,
habla Marx de las tabernuchas en las que el conjurado
inferior se senta como en su casa. A Baudelaire le era familiar el vaho que en ellas se sedimentaba. En ese vaho
se desarroll ese gran poema que se intitula Le vin des
chiftonniers. Podramos datar su redaccin a mitad de
siglo. Se discutieron entonces pblicamente asuntos que
resuenan en estos versos. Se trat, por ejemplo, del impuesto de los vinos. La Asamblea Constituyente de la Repblica haba acordado su abolicin, como la acord en
1830. En Las luchas de clases en Francia muestra Marx
cmo en la marginacin de tales impuestos las reivindicaciones del proletariado urbano saltan al encuentro de las
de los campesinos. Los impuestos que sobrecargan al vino
comn en tan alta medida como al ms refinado aminoraban el consumo, ya
a las puertas de todas las ciudades de ms de 4.000 habitantes se haban erigido fielatos y
cada ciudad se haba transformado en un pas extranjero
con aduanas preventivas contra el vino francs 20 Marx
dice que en los impuestos del vino el campesino degusta
el "bouquet" del gobierno. Pero tambin perjudicaban
a los habitantes urbanos y les obligaban, para encontrar

que

Baudelaire sabia estimar estos detalles. Y aunque se la encaje


a un innominado, la siguiente fonnulacin es suya: "Por qu los
pobres628).
no se ponen ruantes para menc:ligu? Harian fortuna" (op. cit.,
pg.
19

M.uu-ENGELS,

gina 556.
10

Bespr. von Chenu und De la Hodde ' l . e., p-

K.Berln,
MARx, 1895.
Die Klassenkampfe in Frankreich 1848 bis 1850'
pg. 87,

r hasta los comercios de las afueras.


vino barato, a sa Ir b 1 vino libre de impuestos al ~ue
En ello~ se. despacha a .~ Si damos fe a H. A. Frgier,
se llamo Vm de la barr~ere :, General de la Polica, los
jefe de seccin e~ la DI~ecc_w~o ue se les conceda, sus
trabajadores poman e~ e~, u; o;gullosa, exhibicionista.
delicias de manera o stma a, ros en seguir a la "ba.
no ponen repa
,
.
s hiJ"os que ya podnan
Hay muJeres qu.e
., "
maridos JUnto con su
h
rnere a sus
, esan a casa me d"o
,
I borrac os y se
e estn para que quede datrabajar ... D~spue~ regr
muestra~ mas ebnos de 1: ~::n bebido y no poco. A veces
ro a la VISta de todos qu d
21 Un observador conterolos hijos imit.an a los pa res . es seguro que el vino
porneo escnbe: Por lo menos 1 a arato del gobierno
de las "barrieres" ha ahorrad~ a 1 ~esheredado sueos
no pocos golpes 22 . El v~no, a f~~u:o As en Le vin des
de futura venganza Y senono

chiffonniers:
.
. t hochant la tete,
On voit un chiffonmer qUl;~~; ~omme un poete
Buttant, et se cogna~tdaux uchards, ses sujets,
Et sans perdre souct es mo .
. ts
'
gloneux proe
Epanche tout son coeur. en d lois sublimes
Il prete des serments, dtcte esl
. t mes
, h t releve es vtc t
,
dais suspendu
Terrasse les mee an s,
Et sous le firmament comme un re vertu>> s:~.
S' enivre des splendeurs de sa prop
.
n ma or nmero en las ciuLos traperos aparecieron e
e~imientos industriales
dades desde que lo~ ~uevos re:~~ valor. Trabajaban pa~a
dieron a los desperdicios unbc una especie de industna
.
representa an
,

intermed Ianos Y
El trapero fascino a su epa11
casera que estaba en la ca. e. s investigadores del pauca. Las miradas de .los pr~::r~omo embrujadas por una
perismo estn pendientes
dangereuses de la population
21
H. A. FRtGIER, Des classeso ens de les rendre meilleures,
.
,.
.
dans les grandes vi~les et des m y
Pars, 1840, vol. I, pag. 86. . . venteur. Physiologie de l mdustne
22
EDOUARD FOUCAUD, Parts m
fran~aise, Pars, 1844, pg. 10
23

-30-

I , pg. 120.

-31

Le acompaan camaradas; tambin en toro<? a ellos hay


aroma de barriles y tambin ellos han encanec~d? peleado.
Su bigote le cuelga hacia abajo como una vleJa han e~a.
En su ronda le salen al paso los cmouchard~. 1o.,s sopones sobre los cuales sus sueos le dan domimO dYa ~
Sai~te-Beuve se encuentran temas sociale~ toma os e
1
la vida cotidiana de Pars. Eran una conquista ~e ~ p~
sa lrica, pero no lo eran ~odava de ~a P.ersplcr~l~~h~
el espritu del rentista cultivado, la misena Y ed.
se interpenetran en una relacin es~ncialmente versa a
como lo hacen en el de un Baudelaire.

pregunta muda: cundo se alcanza el lmite de la miseria humana? En su libro Des classes dangereuses de [a
population, Frgier le dedica seis pginas. Le Play da el
presupuesto de un trapero parisino y su familia en el
tiempo que va de 1849 a 1850, presumiblemente tiempo
en el que surge el poema de Baudelaire .
Naturalmente el trapero no cuenta en la bohemia. Pero
todos los que formaban parte de sta, desde el literato
hasta el conspirador profesional, podan reencontrar en
el trapero algo de s mismos. Todos estaban, en una protesta ms o menos sorda contra la sociedad, ante un maana ms o menos precario. A su hora poda el trapero
sentir con aquellos que daban tirones a las casacas fundamentales de la sociedad. En su sueo no est a solas.

Dans ce cabriolet de classe i' examine


h.
L'homme qui me conduit, qui n'est plus que ml~~ .me,
Hideux, a barbe paisse, a longs cheveux co ~:~
Vice, et vin et sommeil chargent ses yeux sou es.

El presupuesto es un documento social no tanto por las encuestas realizadas en una determinada familia como por el intento
de que la ms honda miseria aparezca como menos escandalosa
porque se la clasifica limpiamente. Con la ambicin de no dejar
a ninguna de sus faltas de humanidad sin el prrafo legal que hay
que observar a su respecto, han hecho florecer los Estados totalitarios una semilla que presumimos latente en un periodo ms temprano del capitalismo. La cuarta seccin de este presupuesto de un
trapero -necesidades culturales, diversiones e higiene- es la siguiente : "Instruccin de los hijos : el que da trabajo a la familia paga
el dinero para la escuela : 48 francos ; compra de libros : 1,45 francos. Ayudas y limosnas (los obreros de este estrato social no dan
generalmente limosnas) ; fiestas y celebraciones : comidas en las
que toda la familia toma parte en una de las "barrires" (8 excursiones al afio) : vino, pan y patatas: 8 francos; comidas consistent~s en macar:ones aderezados con mantequilla y queso, adems del
vmo, en el d1a de Navidad, en el martes de carnaval, por Pascua
Y en Pentecosts : estos gastos estn consignados en la primera
seccin; tabaco de mascar para el hombre (colillas que recoge el
mismo obrero) ... representa desde 5 hasta 34 francos; rap para
la mujer <se compra) ... 18,66 francos; juguetes y otros regalos para
los nifios : 1 franco ; correspondencia con los parientes : cartas
a los hermanos del obrero que habitan en Italia : un promedio de
una al afio. El recurso ms importante de la familia en casos de
desgracia consiste en la beneficencia privada ... Ahorros anuales (el
obrero no tiene previsin alguna ; lo que sobre todo le importa es
procurar a su mujer y a su hijita todas las comodidades compatibles con su estado ; no ahorra en absoluto, sino que gasta dia a
dia todo lo que gana" (FRiDuc L& PLAY : Les outniers, Paris, 1855,
pgs. 274 Y ssJ. Un comentario sarcstico de Buret ilustra el espiritu
de semejante encuesta: "Como el humanitarismo, incluso la decencia, prohiben dejar que un hombre muera como un animal no
podr negrsele la limosna de un atad" <EualNE ~URET : De la msere
des classes laborieuses en Angleterre et en France Parla 1840 vol 1
pg. 266.)

'

'

'

'

Comment l'homme peut- il ainsi tom~er? fensais-je,


Et je me reculais a l' autre coin du stege
m la rebelin se abre lentamente ca Es fascinante seguir e o 1 ltimos versos del poema. Estos
mino en las diversas versiones de os

dicen en la primera versin :

. e dans ses bienfaits,


C'est ainsi que le v~n 1 gne
de l'homme.
Et chante ses explotts pdar ele g?s~~e tout nomme,
1
Grandeur de la bont e e ut
1
Qui nous avait dja d~nn _le :ou;of~'('met '
Et voulut ajouter le Vtn, ftls l~er la 'soutfrance
Pour rechauffer le coeur . et ca ent en silence (op. cit., 1551).
De tous ces innocents qut meur

En 1852 dicen :

lmer la souffrance
Pour apaiser . le coeur et .c~eurent en silence.
De tous ces t~noc~nts qut le doux sommeil;
Dieu leur avat! d~a donn d Soleil (op. cit., 1552).
11 ajouta le vtn, ftls sacr
u
iand0 radicalmente el sentido :
y por fin en 185'l dicen camb
t bercer l'indolence
Pour noyer la rancoeurd~
ui meurent en silence,
115
De tous ces vieux mau
q it fait le sommeil;
.
Dieu, touch de remo~ds, ~vasacr du Soleil (op. ctt., 102).
L'Homme ajouta le Vtn, ftls
strofa encuentra su forma ms
Se sigue obviamente que la e
segura junto con el contenido blasfemo. Les consolations. Penses
14

CHARLEs-AUGUSTIN SAINTE-BEUVE,

d'aot, Parls, 1863, pg. 193.

-33-32-

~asta aqu el comienzo del poema. lo

una

I?,te1ret~cin

edificante. Sainte-B;uve

~:~::~~c:e:~ ~~ :l~~~l!r~u alma t~n

ue s.

~ pla~: ~=

desamparada como

La letana intitulada Abel et e .


l
1
azn muestra e subsuelo s b
o ~e e que se apoya el concepto ms libre ms
~~~~~~nsiv~ que tena Baudelaire de los deshere~ados
agomsmo entre los hermanos bhlicos h
.

ace un antagonis
d d
mo e os razas eternamente irreconciliables.
~ace d'Abel, dors, bois et mange
Dzeu te sourit complaisamment.
,

vol te . Las tres piezas que lo componen mantienen un


tono fundamentalmente blasfemo. No hay que tomar demasiado en serio el satanismo baudelairiano. Si tiene alguna importancia, la tiene slo en cuanto que es la nica
actitud en la que Baudelaire estaba en situacin de mantener a la larga una posicin no conformista. La ltima
pieza del ciclo, Les litanies deSatan, es, por su contenido
teolgico, el miserere de una liturgia ofdica. Satn se
manifiesta en su corona de rayos luciferinos: como guardin del saber profundo, como instructor en las destrezas
prometeicas, como patrn de los empedernidos y de los
inexorables. Entre lneas relampaguea la tenebrosa cabeza de Blanqui.

Race de Cain, dans la fange


Rampe et meurs misrablement 25.
El poema consiste en d . d. .
zo, alternando es el . Ieciseis Ishcos, cuyo comienCan, antepasado de r;:~sr:;: hquedel de los precedentes.
como el fundador d
s ere ados, aparece en ellos
e una raza y sta
d
que 1a proletaria. En el ao s
~o pue e ser otra
3
Cassagnac su Histoire d
8 publicaba Granier de
bourgeoises Esta oh es e1asses ouvrieres et des classes
.
ra supo dar a e
1 .
onocer e ongen de
1os proletarios form b
ba surgido d~ un a anduna clase infrahumana que hanaci Baudelaire e;t~ce e lafrones y prostitutas. Coy es cierto que Marx toes!'ecu aciones? Es muy posible.
de Cassagnac al pensad~~c~~ ellas Y s~!ud en Granier
En El Capital fija su teor
. la reaccwn bonapartista.
raza de autnticos propie~:r~~~sta en el conc.epto de una
l~s que cuenta al proletariado y de mercancias 21, entre
hdo aparece en Baudelaire la. exactamente en este senClaro que l no hubiese podi;az: ?u~ procede de Can.
raza de aquellos que no
o e mirla. Se trata de la
pia fuerza de trabajo poseen otra mercanca que su pro-

El poema de Baudelaire est en el ciclo intitulado R15

211

1, pg. 136.
K. MARX, Das Kapital ed K
, . orsch, pg. 173, Berln, 1932.

-34-

Toi qui fais au proscrit ce regard calme et haut21


Qui damne tout un peuple autour d'un chafaud
Ese Satn, al que el rosario de las invocaciones conoce tambin como confesor ... de los conspiradores, es
distinto del intrigante infernal al que los poemas llaman
con el nombre de Satan Trismgiste, de demonio, y las
piezas en prosa con el de Su Alteza cuya morada subterrnea est cerca del bulevar. Lemaitre ha sealado la
escisin que hace del diablo por un lado autor de todo
Sigue al ttulo una advertencia previa suprimida en adiciones
posteriores. Califica este grupo de poemas como una imitacin
sumamente literaria de lOS "sofismas de la ignorancia y de la clera".
En realidad no puede hablarse de imitacin. Los procuradores del
Estado del Segundo Imperio asi lo entendieron y sus sucesores lo
entienden tambin asi. Como con mucha negllgencia lo descubre el
baron Seillire en su interpretacin del poema inicial. Se llama
Le reniement de Saint Pierre y contiene los versos:
Rvais- tu de ces 1ours ...

Ou, le coeur tout gonjl cl'espoir et de vaillance,


Tu jouettais tous ces vils marchands el tour de bras,

Ou tu jus maitre enjin? Le remorcl n-a-t-il pas

Pntr dans ton Jlanc plus avant que la lance? (op. cit., 114).

En ese remordimiento atisba el irnico hermeneuta autorreproches "por haber dejado escapar una ocasin tan buena para introducir la dictadura del proletariado" (ERNEST SEILLibE : Baudelare,
Paris, 1931, pg. 193).
27

1, pg. 138.

-35-

--~- ---------

------- ------

~~malo y luego gran derrotado, gran vctima 28 Al proema se le da la vuelta, pero nada ms si se antea la
pr~~ta de qu le obligaba a Baudelaire,a dar Jna forma
ra Ica mente teolgica a su radical repudio de los pod erosos.
La protesta contra los conceptos de orden y de honra d ez se conservaba me.
t
1 d
en la lucha de . . JOr, ras a errota del proletariado
.d
. JUmo, entre los poderosos que en los so:et~ao:~~?~~e~~~ conf~saban el derecho y la libertad vean
miento de su to no ~ em~era.dor-soldado que en seguido por la suerte ~en~ se~ el, smo a~ aventurero favorecPor su lado la bohe:I ~ti~nen su ~Igura los Chatiments.
briagadores fes te. o e oree consideraba que en los erohacan realidad sJuss co~ qude se rodeaba, en su corte, se
suenos e una vd l"b
L
moras en las ue el
.
I a I re. as medel emperadorqde. an c:~~e VI~l-~astel describe el entorno
muy honrados ~u b a Mimi y a un Schaunard como
era de buen to~o er?'l urreses, mu~ cursis. El cinismo
razonamiento rebeldeas a:es supen~res; en las bajas el
Ha~ de Byron, ha rendido hu E loa,. VIgny, so~re las h~e
al angel cado a L "f
omenaJe en sentido gnstico
asociado en ;u N:ci e~. Die otro lado, Barthlmy haba
hizo que se d..
mests. e satanismo a los poderosos
IJese una misa del agios
,
un salmo de la renta 211 T 1
Y que se cantase
a Baudelaire ms que f. ;. doble rostro de Satn le es
para los de abajo sino tami~.a-r. En l Satn habla no slo
hubiese podido Marx d am Ien :p_ara los de arriba. Apenas
siguientes: Cuando 1 esea~ meJor lector para las lneas
cilio de Constanza d:~ pu~ta~os se quejaban en el Contronaba contra ellos el~ VId a ;ce~ciosa de los Papas ... ,
diablo en persona pued ar ~na Pierre d'Ailly: "Slo el
vosotros reclamis an' el ~? var a la Iglesia catlica y
f rancesa despus del ge 1es .dAs'I exc1amaba la burguesa
'
la sociedad del lO de di~~e peb e Estado: slo el jefe de
m re puede salvar a la sociedad
JUI.Es LEMAlTRE

{n

, Les contemporains' IV srie, Pars, 1895,


d
Cfr. AUGUSTE-MARSEILLE B
omadaire, Pars, 1834 vol 1 ARTI!llLn, Nmsis. Satire hebboursea ).
'
, P g. 225 ( cL'archevech et la
pg.
30.

-36-

burguesa! Y slo el robo a la propiedad, el perjurio a la


religin, los bastardos a la familia, el desorden al orden 30
En sus horas rebeldes Baudelaire, admirador de los jesuitas, no quera rehusarse por entero y para siempre a
dicho salvador. Sus versos se contienen en lo que no se
prohiba su prosa. Por eso se instala Satn en ellos. A l
le deben esa fuerza tan sutil incluso en la irritacin desesperada por no rescindir del todo la adhesin a aquello
contra lo cual se indignaban la clarividencia y el humanismo. La confesin piadosa se le escapa casi siempre a
Baudelaire como un grito de pelea. No quiere dejarse quitar su Satn. Este es la autntica prenda en el conflicto
que Baudelaire tena que sostener con su increencia. No
son los sacramentos y la oracin los que se ventilan; se
trata de la reserva luciferiana de ultrajar a Satn, del cual
es vctima.
Con su amistad por Pierre Dupont quiso Baudelaire
profesar como poeta social. De este autor dan un bosquejo los escritos crticos de D'Aurevilly: En su talento
Y en su cabeza toma Can la delantera al dulce Abel. Can
el spero, el hambriento, el que estalla de envidia, el montaraz, Can que se ha ido a las ciudades para sorbetear
los posos del encono que se van acumulando en ellas,
para tomar parte en las falsas ideas que viven all su
triunfo 31 Esta caracterizacin expresa exactamente lo
que solidarizaba a Baudelaire con Dupont. Como Dupont,
Can se ha ido a las ciudades y se ha apartado del idilio. La cancin tal como la entendieron nuestros padres ...
32
incluso la simple romanza, le caen muy lejos Dupont
ha sentido llegar la crisis de la poesa lrica junto con la
desmembracin progresiva entre ciudad y campo. Uno de
sus versos lo confiesa sin habilidad alguna; dice que el
poeta presta alternativamente su o1do a los bosques y
a la masa. Las masas le remunerardn su atencin; hacia
30
K. MARX, Der achtzehnte Brumaire des Louis Bonaparte,
l. c. pg. 124.
31
JuLEs-~DE BARBEY o'AUREVILLY, Le XIX siecle. Les oeuvres
et les hommes, eles poetes, Pars, 1862, pg. 242.

31

PIERRE

LARoussE, Dictionnaire universel du XIX siecle,

vol. 6, Pars, 1870, pg. 1413 (artculo cDupont ).

-37-

1848 Dupont estaba en boca de todos. Y cuando las asecuciones de la revolucin fueron perdindose una tras
otra, Dupont compuso su Chant du vote. Poc~ hay en la
poesa poltica de aquel tiempo que pueda medirse con su
estribillo. Es una hoja del laurel que Karl Marx reclamara
entonces para las <<frentes amenazadoras y tenebrosas 33
de los combatientes de junio:

Fais voir, en djouant la ruse


O Rpublicain a ces pervers
Ta grande face de Mduse
Au milieu de rouges clairs 34
La introduccin con la que en 1851 contribuy Baudelaire a una entrega de poemas dupontianos fue un acto
de estrategia literaria. En ella encontramos las curiosas
sentencias siguientes: <<La utopa pueril de la escuela del
arte po~ el arte, al excluir la moral y con frecuencia incluso la pasin, tena que ser necesariamente estril. Y ms
adelante, con una referencia manifiesta a Auguste Barbier:
.. cuando un poeta, desafortunado algunas veces, pero
casi siempre grande, se puso a proclamar en un lenguaje
inflamado la santidad de la insurreccin de 1830 y a c;antar
las miserias de Inglaterra y de Irlanda ... se despach la
cuestin, y desde entonces el arte ha sido inseparable de
la moral y de la utilidad 35 Todo lo cual no tiene nada de
esa honda duplicidad que da alas a la propia poesa de
Baudelaire. Este se interesaba por los oprimidos, pero tanto por sus ilusiones como por su causa. Daba escucha a
los cantos de la revolucin, pero tambin la prestaba a la
voz superior>> que habla desde el redoble de los tambores de las ejecuciones. Cuando Bonaparte llega al poder
con el golpe de Estado, Baudelaire se pone furioso por un
momento. Luego mira los acontecimientos desde un
"punto de vista providencial" y se somete como un mon-

37
0 eran para l convicje 36. <<Teocr(lcia y comumsmo>~ ~taban
su odo: la una
ciones, sino susurros que.fse. dispel otro como l sin duda
, f.
tan luci enno
,
ho Baudelaire en abandonar su
no tan sera Ica, m ,
pensaba. No tard~ mw~
una serie de aos despus
manifiesto revolucwnano y
femenina es Pierre
.
a a esta ternura
escnbe: <<A esta graci , .
cantos Por fortuna, y
Dupont deudor .en ~~s pr~~:~~cionaria: que en aquella
t;UUY granllde, ~a ~~ti;~~:da casi todos los talentos, na? deslepoca se eva a
d
camino natural . Ta
vi por completo el ,suyo u~ l~~rt tena valor para Bauspera ruptura con <<1 art P?t d Le permita dar a conocer
delaire solamente como acti ~.
'a como literato y que
el mbito de juego del que ISP?tm es de su tiempo -sin
,

bre los escn or


poseia con ventaJa so
t ellos Con lo cual se
.
1
,
randes de en re
.
.
exclmr a os mas g
b
ma del oficio literano
pone en claro en qu esta a por enci

que le rode.
.
d'
haba movido a lo larEl oficio literano de c_ada /adsed r de las revistas. Cogo de ciento cincu~nta anos a re h:c~a el final del primer
menzaron a cambiar las cotas
de los peridicos la
tercio del siglo. En los fol etones d En la introduccin
<<belle littrature obtuvo un rrerca obios que trajo para
de los folletones se ~~sume~ .0 s ~:~ la Restauracin no
la Prensa la revoluciOn de _JU1~ Jmeros de peridicos;
se permiti vender determma os~ I"o'n Quien no poda
b,
or suscnpc
algunos slo se reci Ian ~ ochenta francos por suscripcostear la elevada cuota ~
1 cafs en los que con
cin anual, quedaba r~fen ~aa ~:a leer un ejemplar. En
frecuencia muchos hacian co p . te mil suscriptores de
1824 hubo en Pars cuarenta y Sie y doscientos mil en
. 'd"
1836 eran setenta mi
-,
peno Icos; en
.
. L Presse desempeno en
1846. El peridico de GI~a:dm Haba aportado tres innoa precio de la suscnp
este ascenso un papel decisivo.
b . del
vaciones importantes: la re aJa . y la novela por enlos anunciOs
f
cin a cuare?ta r~cos, la informacin breve, abrupta,
tregas. Al mismo tiempo

33

K.Viena,
MARX,1928.
Dem Andenken der Junikiimpfer' ed. Rjazanov,
pg. 40,
:

PIERRE DUPONT, Le chant du vote, Pars, 1850.


11, pg. 403.

-38-

36
PAuL DESJARDINS, Charles Baudelaire ' La revue bleue, Pars, 1887, pg. 19.
37
II, pg. 659.
38
II, pg. 555.

-39-

empezaba a hacerle la co mpe tencia


a 1 mforme

sosegado
Resu1tab a recomendable
"l"d
llamados " , 1
por su uti I ad mercantil. Los
tenda un rec a.~es abnan el camino: por tales se enpero en re:l~~t~cia~ :~:arece: independiente del editor,
de redac . ,
~ g,
por el, con la cual en la seccin
en el mis~oon s_e acia referencia a un libro para el que
numero o en el de la ,
anuncio. Ya en 1839 se
.
. VIspera se reservaba un
desmoralizadores "e~UeJaba Samte-Beuve de sus efectos
cin crtica" un e~ <.domo se puede condenar en la "secabajo leemos que s~e~a~~-d sobre el qu~ dos pulgadas ms
tra poca:> La f
d
e una maravillosa obra de nues.
uerza e atracc, d 1 1
por cierto cada v
,
Ion e as etras del anuncio,
presenta una mol;z. mas g~andes, lleva la delantera; reLos rclames>> est~:::t: a_ q_u~ trastorna la brjula 39.
final es la noticia de bolsa leIniCIO ~e ~n desarrollo cuyo
1
"b~ fs d~ano~ pagada por los
interesados. Es difcil
cin por separado de l:~C:\ Ir a hist?_na de la informaLa informacin necesita:a corrupc~o~ de la prensa.
el artculo poltico de fond
yoco SitiO; y era ella, no
Il~tn, la que ayudaba al ~.~u _tampoco la ~ovela del fodia, variado con astu . .P rliOdico a ese cariz nuevo cada
resida una parte d Cia me uso en pruebas, y en el cual
t
e su encanto Ten'1
antemente: cotilleos de la ciud
. a ~ue renovarse consta lo que era dig d
b
ad, mtngas de teatro hasno e sa erse ,eran sus f uentes preferi'
d as. Desde el prim
1
er momento ha
e egancia, algo barata
Y que percatarse de la
seora Girardin salud' tanl cfaracterstica del folletn. La
L
. .
a a a otografa
:zszennes como sigue: Ho
,
en sus ettres pamvento del seor D
Y en dia se trata mucho del
que las explicacionesa~e~~e y no hay nada ms chusco
saln saben dar al
ensimas que nuestros eruditos de
respecto El seD
.
t ar tranquilo no van
b. 1
nor aguerre puede esdescubrimien~o es
a ro" llar e su secreto ... De veras su
b
marav1 oso p
,
a so1uto; lo han ex licad
' ~ro no se entiende en
tan rpido ni tan gen~r 1 ~ demasiadas veces 60. No fue
S
a e acomodo al estilo del folletn.
de

AINTE-BEUVE, De la litt t
.
'!;mondes, 1839, pg. 682.
ra ure mdustrielle, Revue des
Mme. EMILE DE G
vol 4' Lett res parisiennes
IRARDIN (DELPHINE G )
1836-1840 p , AY Oeuvres completes,
' ans, 1860, pgs. 289 Y ss.

-40-

En 1860 y en 1868 se publicaron en Pars y en Marsella


los dos volmenes de las Revues parisiennes del barn
Gaston de Flotte. Se tomaban el trabajo de luchar contra
la ligereza de los datos histricos en la prensa de Pars
y muy especialmente en el folletn.
En los cafs, durante el aperitivo, se hinchaba la informacin. La costumbre del aperitivo ... se estableci junto con la llegada de la prensa de bulevar. Anteriormente,
cuando slo existan los grandes peridicos serios... no
se conoca la hora del aperitivo. Esta es consecuencia l41
gica de la "crnica parisina" y del cotilleo de la ciudad
El ajetreo del caf ejercit a los redactores en el tempo
del servicio de noticias antes de que se desarrollase el
aparato de este ltimo. Al ponerse en uso el telgrafo
elctrico hacia finales del Segundo Imperio, perdi el bulevar su monopolio. Se pudo desde entonces referir catstrofes y crmenes del mundo entero.
La asimilacin del literato a la sociedad en la que viva
se realiz, por tanto, en el bulevar. En el bulevar era donde
se mantena a disposicin de cualquier suceso, de un dicho
gracioso o de un rumor. En l desplegaba las colgaduras
de sus relaciones con colegas y calaveras; y estaba tan
pendiente de sus efectos como las pelanduscas de su arte
para vestirse . En el bulevar pasab sus horas de ocio
que exhiba ante los dems como una parte de su tiempo
de trabajo. Se comportaba tal y como si hubiese aprendido
de Marx que el valor de toda mercanca est determinado
por el tiempo de trabajo que socialmente es necesario
para su produccin. El valor de su propia fuerza de trabajo cobra, pues, casi algo de fantstico en vista del dilatado no hacer nada que a los ojos del pblico era necesario para su perfeccionamiento. Y en semejante evaluacin no estaba el pblico a solas. La elevada remune'1
GABRIEL GuiLLEMOT, Le boheme, Pars, 1868, pg. 72.
"Con una mirada un poco penetrante se percata uno de que
una muchacha, que hacia las ocho se deja ver elegante y ricamente
vestida, es la misma que a las nueve se presenta como fcil modistla y que se muestra a las diez como campesina" (F. F. A. BtRAUD:
Les filles publiques de PariiJ et la police qui les rgit, Pars-Leipzig,
1839, vol. I, pgs. 51 y ss.>.

-41-

racin del folletn de entonces muestra que estaba fundada en circunstancias sociales. De hecho exista una inter~onexin entre la baja del precio de las suscripciones,
el mcremento de los anuncios y la importancia creciente
del folletn.
A causa _de _la nueva_ disposicin -la baja del precio
de las. suscnpc10nes- tiene que vivir el peridico de los
a~u~c10s; yara recibir muchos, la pgina cuarta, que terromo des~mada a la publicidad, deba llegar al mayor n~e~o posible de suscriptores. Se hizo necesario un cebo dingido a, todos, sin miramientos por su opinin privada y
que_ t~ma su valor en la sustitucin de la poltica por la
cunosidad ... Dado el punto
de partida , un precio
d e cua.
renta f rancos por suscripcin, se lleg por necesidad casi
absoluta a travs del anuncio a la novela del folletn u.
Y esto es lo que precisamente explica la alta remuneracin
de tal_es ~ontribuciones. En 1845 ajust Dumas con Le
Co_nstztutwnnel Y con La Presse un contrato en el que se le
. mmmos
.
senalaban por cinco a-nos unos h onoranos
de
s~senta y ~res mil francos por una produccin anual mmma de dieciocho volmenes 43 Eugene Sue
b ,
Les M t'
d p
.
perci IO por
cal 1y~ erles e aris ~n pago de cien mil francos. Se han
cu a o os honoranos de Lamartine en cinco millones
de francos en el espacio de tiempo que va desde 1838 hasta ~~51. Por la Histoire des Girondins que rimero a arec~ en fo_lletn, haba recibido seiscientos pmil franc~s.
en lo:~i~~i~~:ra ~en_mneracin _de la mercanca literaria
.d
S d b conl UJO por necesidad a situaciones corromPI as. ~ a a e caso de que el editor, al ad uirir los
manuscntos, se reservase el derecho de hacerls firmar
por un autor de su elec , L
l
.
Cion. o cua presupona que alrnos ~ovebstas de xito no tenan dificultades con su
;rr;~ ond ms detalle informa al respecto un panfleto
a rzque e romans, Maison Alexandre Dumas et Cie ~~:

La Revue des deux mondes escribi por entonces: Quin


conoce los ttulos de todos los libros que ha firmado el
seor Dumas? Los conoce l mismo? Si llevase un diario,
en el "debe" y el "haber" seguro que olvidara... a ms
de uno de esos hijos de los que es padre legtimo, natural
o adoptivo 45 Corri la fbula de que Dumas ocupaba en
sus stanos a toda una compaa de literatos pobres. Todava despus de diez aos de las observaciones de la gran
revista -1855- encontramos en un pequeo rgano de
la bohemia la siguiente y pintoresca descripcin de la vida
de un novelista lleno de xito al que el autor llama De
Sanctis: Llegado a casa, De Sanctis cierra cuidadosamente ... y abre una pequea puerta oculta tras su biblioteca. Y as se encuentra en un gabinete bastante sucio,
mal iluminado. En l est sentado, con una larga pluma
de ganso en la mano, un hombre adusto, que mira sumisamente y tiene enmaraados los cabellos. Reconocemos en
l a una milla al verdadero novelista de raza, aunque no
sea ms que un antiguo empleado de ministerio que ha
aprendido el arte de Balzac leyeQdo Le Constitutionnel.
El autntico autor de La cmara de los crneos es l; l
es el novelista 46 *. El Parlamento intent bajo la Segunda
Repblica luchar contra la preponderancia del folletn.
Se cargaba con un impuesto de un cntimo las entregas,
una por una, de la novela. Pero tal prescripcin qued en
corto plazo fuera de vigor con las leyes de prensa reaccionarias que, al limitar la libertad de opinin, dieron al folletn un valor elevado .
La elevada remuneracin del folletn, junto con su
gran consumo, ayudaba a los escritores que la servan a
conseguir un gran nombre entre el pblico. Algunos no
estuvieron lejos de emplear, combinndolos, sus medios
y su fama: la carrera poltica se les abra casi automti-

ta ALFREo NEITE..\IENT Hist .


. ,
le Gouvernement de lufllet ~lr~ df ~~ lttterature franfaise sou~
13 Cfr. S. CHARLIITY
~ ~ns,
. ' vol. I, .Pg. 301.
de France contempordine de u~narchie de ~uiile!" en Histoire
de 1919, Pars 1921-1922
1 4P ls la Rvolutwn Jusqu'a la paix
.. Cf
'
' VO ' pg. 352.
r. E UGENE DE (JACQUOT) M
Maison Alexandre Dumas et Cie, p~~~~~~ .Fabrique de romans,

1s PAULIN LIMAYRAC, Du roman actuel et de nos romanciers,


Revue des deux mondes, 1845, pg. 953.
.
~ PAUL SAULNIER, cDu romanen gnral et du romanc1er moderne en particulier, La boheme, 1855, I, pg. 3.
El uso de los "negros" no estaba limitado al folletn. Scribe
ocupaba para el dilogo de sus piezas a toda una serie de colaboradores annimos.

-42-

-43-

camente. Con ello se dieron nuevas formas de corru . ,


cuyas consecuencias fueron mayores que las del m~c:~
del ~~~bre ~~ autores conocidos. Una vez des ierta la
~~?ICion pohtic~ del literato, era fcil para etrgimen
m Icarle el cammo .apropiado. En 1846 Salvand Ministro pdara las Colomas, ofreci a Alexandre Du~as empren er a costa del gobier
1
lada en d"
. f
no -y a empresa estaba calcuIez mi1 rancos- un viaJ e
T,
h
propaganda de la I'f
.
a unez para acer
se devor mucho ~~~e~~a colom~l. _La expedicin fracas,
terpelacin en la Cmara ~~=rmo _conf una pequea inadems de aume
.
ue mas a ortunado, ya que
de Paris, el nme~~a~~ a cau.sa del xito de Les Mysteres
de tres mil seiscientos susc:tptore; de Le Constitutionnel
por los obreros de Par~s vem~~;;;I , fue .elegido diputado
votos. No ganaron mu h en
con Ciento treinta mil
0
rios; Marx llama a la e~ .~on ello los electores proletaextenuante de los lo ecciOn I<comentario sentimental y
literatura poda abrir g;~~sen e f m~ndato anterior '7. Si la
ca, ser dicha carrera a
pre e~I~os una carrera poltiracin crtica de sus esc:i~ vezLutihza?le para la consideejemplo.
os. amartme depara un buen
Los xitos decisivos de La
.
monies, alcanzan a los f
martme, Mditations y Harcs estaba todava en Iempo~, en que el campesinado franlogrado. En unos verso;?sesiOn del disfrute del terruo
ta equipara su creaci mglenduos a A~~honse Karr el poen a a e un vmador:

Tout homme avec fiert


le vends ma grappe en
~eut vendre sa sueur!
Heureux quand son nectfrult comme tu vends ta fleur
d qui la foule,'
Dans mes tonneaux nombar, sous m o.n pre
Produisant a son maitr ~euxden rursseaux d'ambre coule
'
Beaucoup d'or
e rvre esa chert,
pour payer beaucoup de libert!>>".
Estas lneas en las
n

'

que Lamartine ensalza su prosperi-

K. MARX Der a ht h
e ze nte Brumaire des Lou B
l. c., pg. 68 ,
" ALPHo
zs onaparte,
Ed Guya d N~E , DE LAMARTINE, Oeuvres
.
.
r ' ans, 1936, pg. 1506 ( L
po tzques completes
ettre a Alphonse Karr ).
'

-44-

dad como prosperidad campesina y se felicita por los honorarios que su producto le procura en el mercado, son
ms que instructivas, si se las considera menos desde su
lado moral que como expresin de un sentimiento de
clase. Este era el del pequeo campesino. He aqu una
pieza .de la historia de la poesa de Lamartine. La situacin
del pequeo campesino se hizo crtica en los aos cuarenta. Estaba endeudado. Su minifundio no se hallaba
ya en la llamada patria, sino en el banco hipotecario>> ' 9
Con lo cual se desmoronaba el optimismo campesino, base
de la contemplacin transfiguradora de la naturaleza que
es propia de la lrica lamartiniana. Al surgir el minifundio eh acuerdo con la sociedad, en dependencia de los
poderes naturales y sometido a la autoridad, fue naturalmente religioso; el minifundio arruinado y desmoralizado,
desmembrado de la autoridad y de la sociedad, empujado
por encima de su propia limitacin, era naturalmente irreligioso 50 Y precisamente en este cielo hacan las poesas
de Lamartine figuraciones de nubes. En 1830 haba escrito Sainte-Beuve: La poesa de Andr Chnier ... es en
cierta manera el paisaje sobre el cual la de Lamartine
ha desplegado el cielo 51 Este cielo se derrumb para
siempre cuando los campesinos franceses votaron en 1848
por la presidencia de Bonaparte. Lamartine haba cooperado a preparar su voto**. Sainte-Beuve escribe acerca de
El ultramontano Louis Veuillot escribe en una. carta abierta.
a Lamartine: "De veras que no sabe Ud. que 'ser libre quiere decir
mucho ms que despreciar el oro? Y para. procurarse esa indole de
libertad que se compra. con oro, produce Ud. sus libros de manera
tan comercial como sus legumbres o su vino!" (LoUIS VEUILLOT:
Pages choises, ed. Albalat, Lyon, 1906, pg. 31).
' 9 K. MARX, Der achtzehnte Brumaire des Louis Bonaparte,
l. c., pg. 123.
50 /bid., pg. 122.
51

SAINTE-BEUVE,

Vie, posies et penses de Joseph Delorme,

Pars, 1863, pg. 170.


Pokrowsld ha probado con informes del entonces embajador
ruso en Pars, Kisseljev, que los acontecimientos ocurrieron tal y
como Marx los haba previsto en Las luchas de clases en Francia.
El 6 de abril de 1849, Lamartlne haba asegurado al embajador que
las tropas se agruparan en la capital -una. medida que ms tarde
buscara justificar la burguesa con las manifestaciones obreras del 16
de abril. La advertencia de Lamartine, segn el cual se necesita.-

-45-

--

su papel en la revolucin: ... estaba determinado para ser

~l Orfeo que con sus liras doradas guiase y mesurase tal

mtrusin de los brbaros 52 Secamente, Baudelaire le


llama un poquito putaero, un poquito prostituido 53
Para los lados problemticos de tan brillante fenmeno difcilmente_ podra alguien tener mirada ms penetrante que ~audela1re. ~o cual tal vez est en relacin con que
desde siempre hab1a sentido cun poca brillantez se posaba so_bre l. Porch opina que parece como si Baudelaire
no hubiese podido elegir dnde colocar sus manuscritos M.
Ernest Reynaud escribe que Baudelaire tuvo que contar
con costumbres de tunantes; tuvo que habrselas con editores que especu~a?an con la vanidad de las gentes de
~undo, de los aficionados y de los principiantes, y que
solo ace~taban manuscritos si conseguan suscriptores 55
El propio comportamiento de Baudelaire corresponde a
e~t~- estado ~e cosas. Pone el mismo manuscrito a dispoSICion de vanos editores 0 t
d .
.
.

orga segun as ImpresiOnes sm
1
:~:a ~rlas co_mo. ~ales. Temprana Y plenamente consider
nmguna Iluswn el mercado literario. En 1846 escribe:
Una ~asa puede ser muy hermosa, pero sobre todo y
antes e que nos detengamos en su belleza, tiene tan~os
mel~rtos de alta y tantos metros de larga. Igual pasa con
a 1 eratura que present
. .
sobre d ',
a una sustancia mestimable: es,
to o, hneas llenas; y el arquitecto literario al que
no s lo su nombre promet
.
.
'
a d
. ;a
e ganancia, tiene que vender
~a a pre~IO . HastQ su muerte sigui estando Baudelaire mal s~tuado en el mercado literario. Se ha calculado
que ~onl to a su ~bra no gan ms de quince mil francos
a zac se amquila con caf, M
.
ajenjo M
e;
usset se embota con
- - - ._., urger muere ... en una Casa de Salud igual que

- -

~_,_,

--

ahora Baudelaire. Y ni uno de estos escritores ha sido socialista! 57 , escribe el secretario particular de Sainte-Beuve, Jules Troubat. Baudelaire ha merecido, desde luego, el
reconocimiento que quiere tributarle esta ltima poca.
Pero no por ello dej de calar en la verdadera situacin del
literato. Era usual que le confrontase -y a s mismo en
primer lugar- con las prostitutas. De eso habla el soneto
La muse vnale. El gran poema introductorio Au lecteur
representa al poeta en la postura poco ventajosa de quien
acepta monedas contantes y sonantes por sus confesiones.
Uno de sus primeros poemas, que no tuvo acceso a Les
Fleurs du mal, est dirigido a una muchacha de la vida. Su
segunda estrofa dice:

Pour avoir des souliers, elle a vendu son ame;


Mais le bon Dieu rirait si, pres de cette infame,
le tranchais du tartuffe et singeais la hauteur,
Moi qui vends ma pense et qui veux etre auteur 58
La ltima estrofa, <<Cette-boheme- la, c'est mon tout,
incluye sin reparos a esta criatura en la hermandad de la
bohemia. Baudelaire saba lo que de verdad pasaba con
el literato: se dirige al mercado como un gandul; y piensa que para echar un vistazo, pero en realidad va para
encontrar un comprador.

rlan aproximadamente diez di


arroja de hecho una luz am~~ara. la concentracin de las tropas,
<Cfr. MICHAIL N PoKRowsKI.
a ~bre aquellas manifestaciones.
ginas 108 y &.).
Histonsche Autsatze, Viena, 1828, p-

~~INTE-Bsuvs,

Les consolations pg 118


It. por FRAN~IS PORCH La ' .
.
Bar:,delaire, Pars, 1926, pg. 248:
Vle douloureuse de Charles
Confr. ibid., pg. 156.
55
;a
EIIRNEST RAYNAUD, Charles Baudelaire p
, p g. 385.
ars, 1922, pg. 319.
:

-46-

s7 Cit. por EuGENE CRPET, Charles Baudelaire, Pars, 1906,


pg. 196.
S8
J, pg. 209.

-47-

11

EL FLANEUR

El escritor, una vez que ha puesto el pie en el mercado,


mira el panorama en derredor. Un nuevo gnero literario
ha abierto sus primeras intentonas de orientacin. Es una
literatura panormica. Le livre des Cent-et-Un, Les Franfais peints par eux-memes, Le diable a Pars, La grande
ville, disfrutaron al mismo tiempo que los panoramas, y
no por azar, de los favores de la capital. Esos libros consisten en bosquejos, que con su ropaje anecdtico diramos que imitan el primer trmino plstico de los panoramas e incluso, con su inventario informativo, su trasfondo ancho y tenso. Numerosos autores les prestaron su
contribucin. Estas obras en colaboracin son el sedimento del mismo trabajo literario colectivo que Girardin
haba albergado por vez primera en el folletn. Eran vestuarios de saln para escritos que de por s venan marcados del baratijo callejero. En ellos ocuparon sitio preferente los insignificantes cuadernos que se llamaban fisiologas. Siguen las huellas a tipos como los que le
salen al paso al que visita el mercado. Desde los tenderos
ambulantes de los bulevares hasta los elegantes en el foyer de la Opera, no hubo figura de la vida parisina que
no perfilase el fisilogo. El gran momento del gnero coincide con el comienzo de los aos cuarenta. Es la escuela
superior de los folletones; la generacin de Baudelaire
ha cursado en ella. Que a ste tuviese poco que decirle,
muestra lo pronto que anduvo su propio camino.
-494

En _1841 se lleg a contar con setenta y seis fisiologas'.


A partir de este ao decay el gnero; desapareci con la
monarqua burguesa. Era pequeoburgus desde sus races. Monnier, el maestro del gnero, era un cursi dotado
de una extraordinaria capacidad para la observacin de
s mismo. Jams traspasaron las fisiologas tan limitado
hori~onte. Despus d_e. haberse dedicado a los tipos, le
lleg? el tu:no a _la, fisiologa de la ciudad. Aparecieron
Par~s la_ nult, Pans a table, Paris dans 1'eau, Paris acheval,
Pans plt~oresque, Paris mari. Cuando se agot el filn,
se produjo un verdadero atrevimiento: la fisiologa de
los pueblos. Tampoco se olvid la fisiologa de los animales que ~esde siempre resultaban muy recomendables
com~ tema mocente. Porque lo que importaba era la inocencia. E~uard Fuchs, en sus estudios sobre la historia
~e. la ~ancatura, advierte que en los comienzos de las
fls10logms estn las llamadas leyes de setiembre es decir
las exacerbadas medidas de censura de 1836. Por med~
de _ellas se separ de golpe de la poltica a un grupo de
artistas ~a!'aces Y adiestrados en la stira. y si logr xito
~n lo graflco, con mayor razn tena que lograrlo en la
hterat~ra la tal m~niob~~ del gobierno. Ya que en sta
no habm una e~ergia pohtica que pudiese compararse con
la de un Daumier. La reaccin es, por tanto el presupuesto
por el que se explica la colosal revista de la vida burguesa que. .. ~e estab_leci en Francia. .. Todo desfilaba
como por encima ... dms alegres y das de luto, trabajo y
desca_n~o, costu_IIolbres matrimoniales y usos propios de
l?s cehbes, f~.umha, casa, hijos, escuela, sociedad teatro
tipos, profesiOnes 2
'
'
ALo apa;ible de estas pinturas se acomoda al hbito del
flaneur que va a hacer botnica al asfalto. Pero ni si-

quiera entonces se poda ya callejear por toda la ciudad.


Antes de Haussmann eran raras las aceras anchas para
los ciudadanos, y las estrechas ofrecan poca proteccin
de los vehculos. Difcilmente hubiese podido el callejeo
desarrollar toda su importancia sin los pasajes. Los pasajes, una nueva invencin del lujo industrial, dice una
gua ilustrada del Pars de 1852, Son pasos entechados
con vidrio y revestidos de mrmol a travs de toda una
masa de casas cuyos propietarios se han unido para tales
especulaciones. A ambos lados de estos pasos, que reciben
su luz de arriba, se suceden las tiendas ms elegantes,
de modo que un pasaje es una ciudad, un mundo en pequeo. Y en este mundo est el <<flfmeun> como en su
casa; agenciaba cronista y filsofo <<al lugar preferido por
los paseantes y los fumadores, al picadero de todos los
pequeos empleos posibles . A s mismo se agenciaba
un medio infalible de curar el aburrimiento que medraba
fcilmente bajo la mirada de basilisco de una reaccin
saturada. He aqu una frase de Guy que nos transmite
Baudelaire: <<. .. quien se aburra en el seno de la multitud,
es un imbcil, un imbcil y yo lo desprecio 5 Los pasajes
son una cosa intermedia entre la calle y el interior. Si
queremos hablar de un mrito de las fisiologas, citaremos el bien probado del folletn: a saber, hacer del bulevar un interior. El bulevar es la vivienda del fHineur,
que est como en su casa entre fachadas, igual que el
burgus en sus cuatro paredes. Las placas deslumbrantes
y esmaltadas de los comercios son para l un adorno de
pared tan bueno y mejor que para el burgus una pintura
al leo en el saln. Los muros son el pupitre en el que
apoya su cuadernillo de notas. Sus bibliotecas son los
kioscos de peridicos, y las terrazas de los cafs balcones desde los que, hecho su trabajo, contempla su negocio. Que la vida slo medra en toda su multiplicidad, en
la riqueza inagotable de sus variaciones, entre los ado-

' Cfr. CBARLEs LouANDRE .. stat'1 r1


. , .
tion intellectuelle en Franc~ d
. s ql:le btteraue de la producmondes, 15 de noviembre de tlJ.~1 s iumze ans, Revue des deux
1 EDUARD FucHs n
' P g. 686
nic~, 1921, vol. I, pg.te36~~rtkatur der europiiischen VOlker, MuEn el texto alemn original 1
trmino en francs Se
e autor emplea siempre el
en la referencia co~st:e~C::e p:es s~ decisin, sin duda apoyada
ace e este hombre que vagabun-

dea, que callejea, de este paseante en Cortes, que diramos en


castellano, a la ciudad de Pars (N. del T.).
FERDINAND voN GALL, Paris und seine Salons, vol. 2, Olden. burg, 1845, pg. 22.
5
II, pg. 333.

-so-

-51-

quines grises y ante el trasfondo gris del despotismo:


ste era el secreto pensamiento poltico del que las fisiologas formaban parte.
Socialmente no eran sospechosos estos escritos. Una
cosa tienen en comn las largas series de caracterizaciones, estrafalarias o sencillas, simpticas o severas, que
las fisiologas presentaban al lector: su inocencia, su bonachonera consumada. Semejante parecer sobre el prjimo estaba demasiado lejos qe la experiencia para que no
se escribiese por causas desacostumbradamente polmicas. Proceda de una inquietud de ndole muy especial.
Las gentes tenan que arreglrselas con una nueva situacin, bastante extraa, que es peculiar de las grandes
ciudades. Simmel ha retenido lo que aqu est en cuestin con una formulacin feliz: Quien ve sin or, est
mucho ms ... inquieto que el que oye sin ver. He aqu algo
caracterstico para la sociologa de la gran ciudad. Las
relaciones alternantes de los hombres en las grandes
ciudades ... se distinguen por una preponderancia expresa
de la actividad de los ojos sobre la del odo. Las causas
principales son los medios pblicos de transporte. Antes
del desarrollo de los autobuses, de los trenes, de los tranvas en el siglo diecinueve, las gentes no se encontraron
en la circunstancia de tener que mirarse mutuamente largos minutos,
horas incluso, sin dirigirse la palabra unos
6
a otros, La nueva situacin no era, segn Simmel reconoce, precisamente hogarea. Ya Bulwer instrument
su descripcin de los hombres de las grandes ciudades en
Eugen Aram refirindose a la observacin goethiana
de que todo hombre, el mejor igual que el ms miserable,
lleva consigo un misterio que, de ser conocido, le hara
odioso a todos los dems 7 Y las fisiologas eran buenas
para dejar de lado como de poca monta semejantes representaciones inquietantes. Si se nos permite decirlo as,
hacan como de orejeras para el estpido animal de ciu; GEORG SIMMEL, Soziologie, B~rln, 1958, pg. 486.
EowARD
1832, pg.
314. GEORGE BULWER LYITON' Eugen Aram . A tale' Pars'

-52-

dad s, del que habla M~rx. La limitacin


. . 'n la fundamental
muestra una
que daban, si era neces~no, a s';s v~~~~hysiologie de !'indescripcin
proletano fr~~~~Para el obrero un goce
dustrie franfatse ~e F?ucau o.s ue agotador. Ya puede
tranquilo es ni ma.s m ~e~n c~lo sin nubes, verde y esser la casa que habita, baJOde las flores y animada por los
tar penetrada P?_I' el aroma se encontrar desocupado. Es
trinos de los paJaros, que
!edad Pero si por cainaccesible a los atractivos de 1a so
. 'lbido agudos
un tono o un Sl
01'd
sualidad llega a sus
os .
ucha el sonsonete roodesde una fbrica lejana ... , ls.l escd una manufactura, se
.
e del momo e
y
. ercibe el selecto pernotono que prov1en
alegra en seguida su frente. : ~~ p chimeneas de las ffume de las flores. El humo e ads
yunques le hacen
bricas, los golpes estremecedores e 1os
los dias venturosos
temblar de gozo. Recuerda enton~~~u inventor 9. El emde su trabajo guiado por ~l :~pm e retiraba a descansar
presario que lea esta descnpcwn, s

de!

era dar a las genquiz ms sosegado que nunca.


De hecho lo que estab a ms a mano A su manera urtes, a unos de otros, una 1magen a 1egre.ra de la vida padan as las fisiologas la f~ntas~ago no poda llevar
risina. Tal procedimiento sm em atrg 0 si' como deudores
.
ocan en re
muy leJos. Las gentes se con
1' ntes como patronos
y acreedores, como vendedores Y e 1e, c'omo competidot do se conoc1an
do prometedor despery empleados y, sob re 0 ,
res. A la larga no pareca em~sla s la representacin de
tar en ellos respecto de sus co ega t e formase en este
s efectos mueh o
un ser tan inocente. De a h,1 que pront o dra
gnero otra opinin del asunto q~:s e~sonomas del siglo
ms tnicos. Se retrotrae hasta
t'ene que ver con los
dieciocho. En cualquier ,caso :oc~av~ter o en Gall entraslidos empeos de aquellas. . ~
Junto con la especu, emp1nsm0
,
ha en juego un autentl~o
f . 'logos vivan de su ereladn y la extravagancia. Los ISIO
Aseguraban que
dito sin dar na d a d e 1o q ue era suy0

e Marx und Engels ber

Marx-Engels Archiv,

~euer~~~~furt, (1926), pg. 271.

Zeitschrift des Marx-Engels-Instttuts,


9 FOUCAUD, op. cit., pg. 222

-53-

cualquiera, incluso el a
d
tema, estaba en situa . , yuno e . todo conocimiento del
rcter, la extraccin ;I~nm~d de~cif~ar la profesin, el ca0
En ellos ese don se
e VIda de los viandantes.
hadas le han puest:reselnta como una capacidad que las
ciudad. Con seme. an en a cuna al habitante de la gran
que nadie, en su elem~~toce~te~as es~aba Balzac, y ms
por enunciados sin limt .. e Iban bien a su preferencia
ejemplo, es tan perce;t~~;ones. El genio, escribe por
ms inculto cuando
I e en el hombre que hasta el
'
' SI se cruza con
un gran artista
sab ,se pasea por p ans,
.
'
ra
en
seguida
do'
d
, 10 . Delvau
n e esta
anngo de Baudela
'
Ire y e1 ms . t
m eresante entre los pequeos maestros del f ll ,
blico de Pars en
d. eton, pretende distinguir al psus Iversas e

mente como un geo'l


di .
apas sociales tan fcil.
ogo stmgue la f

rocas. S1 algo semeja t f


. s ormacwnes en las
la vida en la gran CI.udn de ~ese factible, no sera entonces
a m mucho
.
.
b menos tan mqmetante
como a algunos les pare ,
nada ms que de u fl CI.a pro able. Se trataba entonces
na ontura e
r
' uan d o B audelaire se pregunta: <<Qu son lo
comparados con los s c~~fros del bosque y de la pradera
de la civilizacin:> y
Ictos Y los choques cotidianos
a en1ace a su ,
Y~ atraviese su presa en bo
VIctima en el bulevar,
Siendo el hombre eterno ~ques .desconocidos, no sigue
1 arumal de presa ms perfecto? 11
'
Paraes
'
, . a VIchma
utiliza Baudel .
.,
el termmo designa al en a d aire la expreswn dupe;
~a nariz; es la contrapart1da ~e~' bal que se deja llevar de
res. Cuanto menos sos
d
uen conocedor de homto mayor conocimientoe~a ~ s~ hace la gran ciudad, tannecesario para operar en eel~ umano,. se pensaba, ser
lucha por la competencia lleva. E~ reahdad la agudizada
anuncie sus intereses .
. so re todo a que cada uno
d e stos sirv Impenosam
.
f
P rec1so
en t e. El conocimiento
el de1 mismo

e
con
recuen
mueh o mejor que
ser, cuando lo ue
Cia
el comportamiento de u h q b hay que hacer es valorar
que tan de buen grados~ uf:m r~. ~f! tanto, el don, del
na e aneur, es ms bien
H
ONO~ DE BALZAC L
u II, pg. 637.
, e cousin Pons, Pars, 1914, pg. 130.

lO

uno de los dolos vecinos a Baco en el mercado. Baudelaire apenas ha venerado dicho dolo. La fe en el pecado
original le haca inmune contra la fe en el conocimiento
de los hombres. Se emparejaba en esto con de Maistre,
que por su lado haba aunado el estudio del dogma con
la aficin a Baco_
Pronto quedaron abolidos los metoduelos que los fisiologistas vendan al mejor postor. Por el contrario, un
gran futuro le estaba destinado a la literatura que se atena a los lados inquietantes y amenazadores de la vida
urbana. Tambin dicha literatura tena que habrselas
con la masa. Pero proceda de otra manera que las fisiologas. Poco le importaba determinar los tipos; ms bien
persegua las funciones propias de la masa en la gran
ciudad. Entre ellas toma aires de urgencia una que ya un
informe policial destacaba en las postrimeras del siglo
diecinueve. <<Es casi imposible, escribe un agente secreto
parisino en el ao 1798, <<mantener un buen modo de vivir
en una poblacin prietamente masificada, donde por as
decirlo cada cual es un desconocido para todos los dems
12
Y no necesita por tanto sonrojarse ante nadie Aqu la
masa aparece como el asilo que protege al asocial de sus
perseguidores. Entre sus lados ms amenazadores se anunci ste con antelacin a todos los dems. Est en el origen de la historia detectivesca.
En los tiempos del terror, cuando cada quisque tena
a!~o de conspirador, cualquiera llegaba a estar en situaCion de jugar al detective. Para lo cual proporciona el
vagabundeo la mejor de las expectativas. <<El observador,
dice Baudelaire, <<es un prncipe que disfruta por doquier
de su incgnito 13 y si el flaneur llega de este modo a
ser un detective a su pesar, se trata, sin embargo, de al?o
que socialmente le pega muy bien. Legitima su paseo ocioso. Su indolencia es solamente aparente. Tras ella se oculta
una vigilancia que no pierde de vista al malhechor. Y as
es como el detective ve abrirse a su sensibilidad campos
12

Cit.

en AooLPHE ScHMIDT

Tableaux de la rvolution fran-

~ai~e, publis sur les papiers' indits du dpartement et de la


pol:~e secrete de Paris, vol. 3, Leipzig, 1870, pg. 337.
11, pg. 333.

-54-

-SS-

bastante anchurosos. Conforma modos del comportmiento tal y como convienen al tempo>> de la gran dudad.
Coge las cosas al vuelo; y se suea cercano al artista. Todo
el mundo alaba el lpiz veloz del dibujante. Balzac quiere
q~e. la maestra artstica est en general ligada al captar
rap1do .
. La sagacidad criminalista, unida a la amable negligenCia del <<fHineur, da el boceto de Dumas Mohicans de
Pari~. ~u hroe se resuelve a entregarse a las aventuras
~ers1gmendo un jirn de papel que ha abandonado a los
]Ue.gos del vie~to. Cualquiera que sea la huella que el
<<flaneur persiga, le conducir a un crimen. Con lo cual
ap~tam?s que la historia detectivesca, a expensas de su
sob~I? calc~lo, coopera en la fantasmagora de la vida
P.a~sma. Aun no glorifica al criminal pero s que glonfica a sus contrarios y sobre todo a' las razones de la
caza en que stos le persiguen. Messac ha mostrado cul
es el e~~eo en aducir en esto reminiscencias de Cooper 14
Lo. mas. Interesante en la influencia de Cooper es lo siJefte. que no se la oculta, sino que ms bien se hace
e e la ostentacin. En los Mohicans de Paris citados di
'
eh a ostent '
ac~on esta ya en el ttulo; el autor promete
al 1ector abnrle
en Pa 1
.
El
b
ns una se va VIrgen y una pradera.
gra ado del frontispicio del tercer volumen muestra
~a calle poco transitada entonces y llena de maleza la
tyenda de tal vista dice: La selva virgen en la rue Ener. El pros~ecto editorial de la obra abarca esta relacin
1
..
con una flontura de g
. la mano ran
nos permitimos presumir
d a Iento en 1a que
.
.
.
,
mismo:
Panslos m 0ehiun autor entusiasmado consigo
b
canos ... estos dos nombres reotan.duno ~ontra otro como el quin vive de dos desconoci os gigantescos A
b 1
ste
.

am os os separa un abismo;
~u f esta safcudtdo por las chispas de esa luz elctrica
h ~- ten~ su oco en Alexandre Dumas. Ya antes Fval
a la co ocado a una piel roja en aventuras urbanas. To En Sraphita Balzac h bl
cepciones ponen, e~ cambi a. a de una "visin rpida, cuyas perPaisajes ms opuestos de :: ::~~~ a disposicin de la fantasa los
u Cfr. ROGER MEssAc, Le Detectif
la pense scientifique, Pars, 1929.
novel et l'influence de

vah es su nombre y logra, durante un paseo en berlina,


arrancar la cabellera a sus cuatro acompaantes blancos
sin que el cochero lo advierta en absoluto. Les My~teres
de Pars sealan ya al comienzo a Cooper, prometiendo
que sus hroes de los bajos fondos parisinos <<n? estn
menos apartados de la civilizacin que los salvaJeS ~ue
Cooper representa tan acertadamente. Pero es especialmente Balzac quien no se cansa de referirse a Coop~r
como ejemplo. <<La poesa del terror, de. la que e~tan
llenos los bosques americanos en los que tnbus en~mtgas
se encuentran en el sendero de la guerra, esa poes1a, que
tan bien le viene a Cooper, se adeca exactamente ~asta
en los mnimos detalles a la vida parisina. Los transeuntes,
los comercios, los coches de alquiler o un hombre que
se apoya en una ventana, todo ello interesaba a las gentes
de la guardia de corps de Peyrades tan ardientemente como
un tronco de rbol una guarida de castor, una roca, una
piel de bfal~ una 'canoa inmvil o una hoja que se mueve interesan ~ lector de Cooper. La intriga de. Bal~ac
es rica en formas de juego que estn entre las .htstonas
de indios y las de detectives. Hubo quien pustera temprano reparos a sus <<mohicanos en , spencer" Y a sus
"hurones en levita" 15 Por otro lado, Hippolyt~ Babou,
siempre cerca de Baudelaire escribe retrospecttvamen~e
en el ao 1857: <<Balzac ro~pe las paredes para abnr
camino libre a la observacin ... , escucha en las puertas .. :,
.
ente nuestros vectse comporta, segn dtcen
gazmon~
nos los ingleses como police detective 16

resi"de en, una


Las historias ' de detectives, cuyo mteres
er
construccin lgica que como tal no tiene por que s .
'
propia de las narraciones
de crmenes, aparee en por pnEl
mera vez en Francia al traducirse los cuentos de
misterio de Marie Roget Los crmenes de la ca e or,
de estos mo-,
gue, La carta robada Con
la tra d ucc1on
delos adopt Baudelai;e el gnero. La obra de Poe penetdro
. subraya este esta o
por entero en la suya; y Bau d el a1re

lroe)

-15

16

efr.

. 1905 pg. 83.


ANoR~ LE BRETON, Balzac, Pans,
d M Champfleury,
BABOU La vrit sur le cas e

HIPPOLYTE

Pars, 1857, pg. 30.

'

-56-57-

d~ cosas al hacerse solidario del mtodo en el que coinCiden todos los gneros a los que se dedic Poe. Poe fue
uno de los tcnicos ms grandes de la nueva literatura.
El ha sido el primero que, como advierte Valry 17, intent
1~ .~arracin cientfica, la cosmogona moderna, la exposi.ciOn de n_tanifestaciones patolgicas. Estos gneros teman para el valor de ejecuciones exactas de un mtodo
par~ el que reclamaba vigencia general. En lo cual Baudela~re se pone por completo a su lado y escribe en el
sentido de Poe: No est lejos el tiempo en el que se
comprender que toda literatura que se rehuse a marchar
fraternalmente entre la ciencia y la filosofa es una literatura homicida Y suicida 18 Las historias de detectives,
las m '
as ncas en consecuencias entre todas las asecuciones
de Poe, pertenecen a un gnero literario que satisface
al postulado_?~udelairiano. Su anlisis constituye una
par~e. ~el anahsis de la propia obra de Baudelaire, sin
per~UICIO de que ste no escribiera ninguna historia semeJante. Les Fleurs du mal conocen como disiecta mem
bra tres de sus elementos decisivos: la vctima y el lugar
del _hecho (Une martyre), el asesino (Le vin de l'assassm), 1~ masa (La crpuscule du soir}. Falta el cuarto,
~ue permite .~1 entendimiento penetrar esa atmsfera pre~ada de ~as10n. Baudelaire no ha escrito ninguna historia
detectives, porque la identificacin con el detective
1eeresu
1taba impos"bl
1 1
I
e a su estructura pulsional. El clcu; ~ momento constructivo, caan en l del lado asocial.
B e~t~ ~ su vez total Y enteramente del de la crueldad.
adu e aire fu~ un lector de Sade demasiado bueno para
po er competir con Poe .
El contenido social originario de las historias detectila difuminacin de las huellas de cada uno en
a m htud de la gran ciudad. Poe se dedica a este tema
in~tran~emente en El misterio de Marie Roget su cuen0
e cnmenes ms extenso. Cuento que ade~s es el

tsc~ ~s

17

Cfr. la introducc'
d p
1
1928) de Les Fleurs d Mn le AUL VAL~RY a la edicin Cres. (Pars,
1t
lb '
u a.
Id., II; pg. 424.
. "Es preciso volver siempre a Sade
Pag. 694.
Para explicar el mal", II,

prototipo de la valoracin de informaciones de per~dico


en orden al descubrimiento de crmenes. El detective de
Poe, el caballero Dupin, no trabaja sobre la base de inspecciones oculares, sino sobre la de los informes de la
prensa diaria. Un peridico, Le Commerciel, sostiene la
opinin de que a Marie Roget, la asesinada, la quitaron
de en medio los criminales inmediatamente despus de
que hubo abandonado la casa materna. "Es imposible
que una persona tan popularmente conocida como_ la joven vctima hubiera podido caminar tres cuadras sm que
la viera alguien, y cualquiera que la hubiese vis~o la recordara ..." Esta idea nace de un hombre que reside hace
mucho en Pars, donde est empleado y cuyas andanzas
en uno u otro sentido se limitan en su mayora a la vecindad de las oficinas pblicas. Sabe que raras veces se
aleja ms de doce cuadras de su oficina sin ser reconocido o saludado por alguien. Frente a la amplitud de sus
relaciones personales, compara esta notoriedad c~n la de
la joven perfumista, sin advertir mayor diferenci~ ent~e
ambas, y llega a la conclusin de que, cuando _Mane salta
de paseo no tardaba en ser reconocida por diversas per~
' ser cier
. t ~ SI.
sonas, como en su caso. Pero esto' po d na
Marie hubiese cumplido itinerarios regulares Y metodicos, tan restringidos como los del redactor, Y anlogos
a los suyos. Nuestro razonador va y viene a intervalos
regulares dentro de una periferia limitada, llena de per. "den con
sonas que lo conocen porque sus intereses comci
los suyos puesto que se ocupan de tareas anlogas. Pero
'
carecian

de romcabe suponer
que los paseos de Mane
bo preciso. En este caso particular lo ms prob~b!e es ~ue
haya tomado por un camino distinto de sus Itmerano s
t'Ia en de
1a
acostumbrados. El paralelo que suponemos ~XIS
mente de Le Commerciel slo es defendible SI se trata
dos personas que atraviesan
.
. da d d e extremo
a extre.
1a cm
elaciOnes
perso.
1
mo. En este caso si imagmamos que as r
b ..
'
,
tam
Ien
0
nales de cada uno son equivalentes en numer '
.
.
.
.
.
d
da
uno
encuentre
.
seran Iguales las posibilidades e que ca
.
el mismo
nmero de personas conocida s Por mi. parte,
h
. creo posible sino muy prob a bl e, que Mane aya
no solo
1
'
calles que unen su casa con a
an dado por las diversas

-58-59-

de su ta sin encontrar a ningn conocido. Al estudiar este


aspecto como corresponde, no se debe olvidar nunca _la
gran desproporcin entre las relaciones personales ~I-n
el uso las .del hombre ms popular de Pars) y la poblacton
total de la ciudad 19
Dejando de lado el contexto que provoca en Poe estas
reflexiones, el detective pierde su competencia, pero el
problema no pierde su vigencia. Est, por cierto, un poco
entornado en la base de uno de los ms famosos poemas
de Les Fleurs du mal, del soneto A une passante:

La rue assourdissante autour


Longue, mince, en grand deuil,
Une femme passa, d'une main
Soulevant, balan~ant le feston

de moi hurlait.
douleur majestueuse,
fastueuse
et l'ourlet;

Agile et noble, avec sa jambe de statue.


Moi, je buvais, crisp comme un extravagant,
Dans son oeil, ciel livide o u germe 1'ouragan,
La douceur qui fascine et le plaisir qui tue.
Un clair... puis la nuit! - Fugitive beaut
Dont le regard me fait soudainement renaitre,
Ne te verrai-je plus que dans l'ternit?
Ailleurs, bien loin d'ici! trop tard! jamais peut-etre!
Car 'ignore ou tu fuis, tune sais ou je vais,
O toi que j'eusse aime, o toi qui le savais! 20
El soneto A une passante no presenta a la multitud
como asilo del criminal, sino como el del amor que se le
escapa al poeta. Cabe decir que trata de la funcin de la
multitud no en la existencia del ciudadano, sino en la del
ertico. Dicha funcin aparece a primera vista como negativa; pero no lo es. La aparicin que le fascina, lejos,
muy lejos de hurtarse al ertico en la multitud, es en la
multitud donde nicamente se le entrega. El encanto del
11

EDGAR Ar.uN
488, Madrid,
1970. PoE,
lbid., I, pg. 106.

Cuentos, trad. de J. Cortzar, 1, pgs. 487-

-60-

mor no tanto a primera como a


nto culminante del enhabitante urbano ~s ~ a
1 ~uariencia frustrada, broltima vista. El JamaiS~>- es
cuentro en el cual la paswn,
p ll ma y en ella se
ta en realidad del poeta e~:~ ~~~u: ni~gn ave fnix.
consume; claro. q~e no se e .
terceto abre un panoEl vivsimo nacimiento del pr~re~ muy problemtico a
rama del suceso que se mam ~s a e hace que el cuerpo
la luz de la estrofa precedente. o qul turbacin por eso
.
espasmo no es a
se contratga en un
d
d
s recintos de su ser;
cuya imagen se apodera e to. os 1~oso antojo que se le
tiene ms del choq~e de un 1 ~per:.tario. El aditamento
viene encima sin aviso alguno 1a so I sa. el tono que discomme un extravagant casi lo expr~ n femenina est
l
, el cual a apanci
h
l En realidad hay una anpone e poeta, segun
de luto, no se para en ocultar o.
ue abre la escena,
da ruptura entre el primer. cuartet~ ~ecir Thibaudet de
y los tercetos que la transfiguran.
.
una gran ciuen
estos versos que so, l o P u dieron
f .surgir
S figura
interior se
dad 21, se queda en su supy ICI~. uor mismo estigmaacrisola al reconocerse en el os e am

:n

tizado por la gran ciudad *


la burguesa el emDesde Luis Felipe encontr~mina e~el rastro de la vida
peo por resarcirse de la per~
t dentro de sus cua.
dad Lo. mten a to su honor en no
en 1a gran cm
pnvada
tro paredes. Es como si hubiese pues . no de sus das
. .
. 1os ese rastro SItculos y reqmsidejar hundirse en los sig
,
1
nos
de
sus
ar
las huellas a to d a
sobre esta tierra, s1 a me
tos de consumo. Incansable le toma fundas y estuches
una serie de objetos. ~e preoc~~~l:o;ermmetros y huepara zapatillas y reloJes de bo s f. ' las fundas de ter.
veras, cubiertos
y paraguas Pre terehuella de to d o co nciopelo y de felpa que conserven 1a
21

ALBERT THIBAUDET,

.
Pars 1924, pg. 22.
lntrzeurs,
'
. l tema del amor

tambien
n que
Un Poema del primer Georg e ~~oge
decisivo
-lae corrient ~a emultia una mujer que pasa. Se le escapa
ta es llevada por nfesarle
la mujer, que tropieza de paso c~r e1 ~ c~mo tiene qu~ c~nfiarse
tud-_ Las miradas del que ha a a 'artadas, antes e en Bera su dama "hmedas, anhelantes, P Hymnen Pilgejahrt d, que
hundindose' eu las tuyas", STEFAN GEOR~~ ar a duda acerca e
lin, 1922, pg. 23. Baudelaire no d~aa
mujer que pasa.
hubiese mirado hondamente los oj
1

50

-61-

tacto. Al estilo del final del Segundo Imperio la casa se


le convierte en una especie de estuche. La concibe como
una funda del hombre en la que ste queda embutido
con todos sus accesorios; y esparce sus rastros, igual que
la naturaleza esparce en el granito na fauna muerta. No
hay por qu pasar por alto que el proceso tiene sus dos
lados. Se subraya el valor sentimental o real de los objetos as conservados. Se sustrae a stos de la mirada
profana de quien no es su propietario y su contorno queda
especialmente difuminado y de manera muy significativa.
No hay nada de extrao en que la repulsa del control, que
en el asocial es una segunda naturaleza, retorne en la
burguesa propietaria.
En estas costumbres podemos percibir la ilustracin
dialctica de un texto aparecido en el Journal officiel en
muchas entregas. Ya en 1836 haba escrito Balzac en Modeste Mignon: Pobres mujeres de Francia! Querrais
de muy buen grado seguir siendo desconocidas para hilar
vuestra pequea novela de amor. Pero cmo vais a poder
lograrlo en una civilizacin que hace consignar en las
plazas pblicas la salida y la llegada de los carruajes, que
cuenta las cartas y las sella una vez a su recepcin Y
otra a su entrega, que provee a las casas de nmeros Y
que pronto tendr
a todo el pas catastrado hasta en su
22
mnima parcela Desde la Revolucin francesa una extensa red de controles haba ido coartando cada vez
con ms fuerza en sus mallas a la vida burguesa. La numeracin de las casas en la gran ciudad da un apoyo muy
til al progreso de la normatizacin. La administracin
nap9lenica la haba hecho obligatoria para Pars en 1805.
En los barrios proletarios esta simple medida policial
tropez desde luego con resistencias. En Saint-Antoine, el
barrio de los carpinteros, se dice todava en 1864: Si a alguno de los moradores de este arrabal se le preguntase por
su direccin, dar siempre el nombre que lleva su casa y no
el nmero oficial y fro 23 Tales resistencias no fueron
Mignon, ~ars, 1850, pg. 99.
.
Geschzchte der franzosischen ArbetterAssoczattonen, vol. 3; Hamburgo, 1863-73, pg. 126.
:

BALZAc,

Mode~~e

.SI?MUND ENGUNoER,

-62-

de nada en contra del erodesde luego a la larga capac~~ de un tejido mltiple de


peo por compensar por me IO e trajo consigo la desregistros la merma de rastros 1qu masas de las grandes
er"udicado como
aparicin de los hombres en as
ciudades. Baudelaire se encontraba ta~: ~uyendo de los
un criminal cualquiera por este e~pe lo.s de lectores. Se
.l. ,
afs y a circu
acreedores, se a f I JO a e
dos domicilios, pero
dio el caso de que habitaba a 1a ~ezpendiente pernoctaba
en los das en que la renta esta a
os y as vaga.
t cero con amig
con frecuencia e~ un er
' era desde haca tiempo,
bunde por una cmdad que ya no
'
que se acostaba
la patria del ,,flfmeur. ~ada ca;:a ~~u1aCrpet cuenta ense le haba vuelto un <<ht basar eu
. as de Baude.
es pansm
tre 1842 y 1858 catorce d Ireccwn
laire.
. en ayuda del prodel procedMedidas tcnicas tuvieron que vemr .
. .
.
d
t 1 Al comienzo
ce~o admm.Istra~I~o .~ con ro andard de entonces e~~a,
miento de Identificacwn, cuy? st est la determinaciOn
dado por el mtodo de B~rtiilon, de la fotografa reprepersonal de la firma.
el .mvent~te rocedimiento. Para
senta un paso en la histona de e
P
lo que para la
. TI.c,a menos
la criminalstica no sigm
d
. que
prenta. La fotogra1a ~m er claramente y a
escritura signific la invenciO~
fa hace por primera vez posib: re
historias detectila larga las huellas de un hom re. as asegura esta convescas surgen en el instante en que ~e el incgnito del
quista la ms incisiva de todas, so .reque terminen los
' Desde entonce~ no se apreciabras y palabras.
hombre.
esfuerzos por fijarle csicamente en b de la multitud
.
El famoso cuento de Poe El hom re hi"storia
detecti-
fa
de
una
.
d
es algo as como la ra wgr~ I.
ue presenta el cn-
0
vesca El material de revestlmient q ha permanecido

S que
men brilla en l por su ausenc~~~r la multitud, un desel mero armazn: el persegUI
:
Londres de tal
o por
conocido que endereza su If m eranen
el centro. Ese d.esmodo que sigue siempre estando
di Baudela1re,
bre Guy 1 'homme
conocido es el flaneur. y as lo enten
que ha llamado a ste en su ensayo so

'!

-:M

lbd. , pg. 115.

-63-

{n

des foules. Pero la descripcin de Poe de esta figura


est libre de la connivencia que Baudelaire le prestaba.
El <<flaneur es para Poe sobre todo se que en su propia
sociedad no se siente seguro. Por eso busca la multitud;
y no habr que ir muy lejos para encontrar la razn por
la cual se esconde en ella. Poe difumina adrede la diferencia entre el asocial y el <<flaneur. Un hombre se hace
tanto ms sospechoso en la masa cuanto ms difcil resulta encontrarlo. Reposando de una larga persecucin,
resume para s el narrador su experiencia: <<Este viejo,
dije por fin, representa el arquetipo y el gnero del profundo crimen.
Se niega a estar solo. Es el hombre de la
multitud 25
Y no slo para este hombre reclama el autor el inters
del lector; por lo menos se apega en igual grado a la descripcin de la multitud. Y ello tanto por motivos documentales como artsticos. En ambos aspectos el narrador
sigue el espectculo de la multitud. Tambin le sigue, en
una conocida narracin de E. T. A. Hoffmann, el pariente
desde su ventana de chafln. Pero qu apocada es la mirada sobre la multitud de quien est instalado en su vida
casera. Y qu penetrante es la del hombre absorto en
ella a travs de las lunas de los cafs. En la diferencia de
los puestos de observacin estriba la diferencia entre Berln Y Londres. De un lado el rentista se sienta en el
mirador como en una platea; y cuando' quiere darse una
vue~ta por el mercado, -tiene en la mano unos gemelos
de opera. De otro lado el consumidor, el innominado, que
entra en el caf y en seguida lo abandona atrado por el
imn de la masa que incansablemente le vapulea. De un
lado un gran surtido de pequeas estampas de gnero que
forman todas ellas un lbum de lminas coloristas; de
otro lado un bosquejo que hubiese podido inspirar a un
gra~ grabador; una multitud inabarcable en la que nadie
est del to~o claro para el otro y nadie es para otro enteram~nte Impenetrable. Al pequeoburgus alemn le
han
lmites. Y sin embargo, Hoffmann
era por IdiOsincrasia ele la familia de los Poe y los Baude-

fiJ~d~ ~strechos

25

E. A. PoE, op. cit., I, pg. 256.

-64-

.
'f
la edicin original de sus
!aire. En la nota bwgr_a Ica a H ffmann no fue nunca esEl hombre comuniltimos escritos se advierte: << ol

d e la natura
eza. , el mero ver a los
.
pec~almente
amigo
.,
cacin por aqu, observa~wn por ~ 11 aS paseaba durante
hombres vala para l mas
e!o ti~~po suceda diariael verano, cosa que con el ;: t b rna
confitera en
0
mente por la tarde. , no ha ~\a~= all alguien y qu
la que no entrase para 'N.ver ,si arde se quejar Dickens,
clase de personas eran M~ t .d allejero indispenestando de viaje, de la_ ~alta e r~~d~ cdecir c~nto echo
sable para su produccw_n ._ <<No
desde Lausanne, coen falta las calles, escnbia en . 846en Dombey and Son.
gido como estaba por el t~abaJOb d lo cual no puede
Es como si diesen algo a ~I cere ro e ana quince das,
ste pasarse, si ha de tr~~aJar. Un_~ ~::rnene en un lugar
s que soy capaz de escnbir ma~avin Londres para remanapartado; basta luego con un dia e
esfuerzo y el tratarme otra vez ... Pero son enormes e1 a'gica Mis fi. sm
. esa rm terna. mtas si ...
bajo de escribir a diano
no tienen
. .
quedarse qme muchas
'
cosas
guras parece que qUisieran
21
1

d
Entre
as
1
a su alrededor una mu titu
B delaire fuera de
que en la odiada Bruselas ponen a aupecial No hay
SI, hay una que le l1ena d e un encono
.
t esn grato a los pueescaparates en las tiendas. El calle~eo, a_bl en Bruselas.
bl
.
.n, es .Imposi e imposibles 28
os dotados de imagmaci
No hay nada que ver Y 1os e ammos son
quera en la mu lBaudelaire amaba la soledad; pero 1a

'V:e

titud.
d . que oscurezca.

s Poe eJa Slo con df


Al correr de sus narracwne
I I. l a luz. ,de de
gas.gas de la apaSe detiene en la ciuda d b aJO
cultad cabra separar la illliil:inacwn que se resume la
riencia de la calle como intenor e~ e1 luz de gas prenfantasmagora del <<flfmeur: !-a ~:~~:delaire se hizo el
di en los pasajes. En la mnez
--

..hlte Schriften,

N Ausgewa
Stut ERNsr THEODOR AMAoEus HoF~uius
Eduard HltZig,

Vol. 15: Leben und Nachlass. Von


. Neue
gart,
) Charles Dickens, Dte
17 1839, pg. 32.
Cit. ann. (FRANZ MEHRING
Zeit,21 30, 1911-12, vol. 1, pg. 621.
Ibd., II, 710.

-65-

intemo de utilizarla al aire libre; se dispusieron candelabros en la Place Vendme. Y bajo Napolen III crece
rpidamente el nmero de las farolas de gas en Pars 29
Lo cual aumentaba la seguridad en la ciudad; haca que
la multitud se sintiese en casa en plena calle tambin por
la noche; expulsaba al cielo estrellado de la imagen de
la gran ciudad ms confiadamente de como haba sucedido por causa de sus casas elevadas. Corro las cortinas
tras el sol; se ha ido ste a la cama como debe. En adelante no veo otra luz que la de la llama de gas 30 . La
luna y las estrellas no merecen ya mencin alguna.
En los tiempos florecientes del Segundo Imperio los
comercios de las calles principales no cerraban antes de
las diez de la noche. Era el esplendor del noctambulismo.
El hombre, escribi Delvau en el captulo de sus Heures
parisiennes dedicado a la segunda hora despus de medianoche, debe descansar de cuando en cuando; paradas,
estaciones
le estn permitidas; pero no tiene derecho a
31
d~m:nir Dickens se acuerda en el lago ginebrino nostalgicamente de Gnova, en donde dispona de dos millas
de calle para vagar bajo su iluminacin por las noches. Ms
tard~, al extinguirse los pasajes, caer fuera de moda el
callejeo y no resultar ya distinguida la luz de gas, lepareci a un ltimo flaneur, que arrastraba tristemente
sus pasos por el vaco pasaje Colbert, que el temblor de
los candelabros no expona ms que el miedo de su llama
a no ser ya pagada a fin de mes 32 Entonces escribi Stevenson su lamento por la desaparicin de las farolas de
gas. Se deja sobre todo llevar por el ritmo en que los faroleros van por las calles encendiendo una tras otra las
19

~~r.

transt_o~mation

La
de Paris sous le Second Empire.
E:cposrtwn ?e lf! !Jrblrotheque et des travaux historiques de la
Pans,
red1g
Pans,de1910,
pg.
65. par Maree! Poete, E. Clouzot et G. Henriot.
10

Vtll~

JULIEN

LEMER, Paris au gaz, Pars, 1861, pg. 10.

La misma imagen en Crvuscule du soir: el cielo.


se lerme lentement comme une grande alcve

u,

pg. 108).

: ALFREo DELVAU, Les heures parisiennes, Pars, 1866, pg. 206.


gina
Loms VEUILLOT, Les odeurs de Paris, Pars, 1914, p-

1~f_-

-66-

.
. h ritmo se destaca ecunimemente
farolas. Pnmero die o
. d des enteras se encuentran
del crepsculo, pero luegobcm ~ bajo el fulgor de la luz
de golpe, con un choque ruta , , icamente sobre asesielctrica. Esa luz debera c~ler ~ r los pasillos de los
'bl" s 0 1 umma
nos o crimina1es pu lCO h h
ra aumentar el terror,
.

est ec a pa
mamcomws, ya que
dicen que la luz de gas
el terror aa. No pocas razo_nes no:Oanera tan idlica como
necrologa. y sobre
slo tardamente fue sentida
la sinti Ste~enson _que ~~en t~bl~utexto de Poe. Apenas
todo lo atestigua asl, un , ls~u
te los efectos de esa
podr describirse mas lugu reme~ 'b.les al comienzo de
luz: ... los resplandores de~ gas, ef:n. ascendiente y esla lucha contra el da, gana a~ ~or deslumbrante. Todo
parcan en derredor una luz aglt~ da y omo el bano con el
era negro y sin embargo e~plne lT~r~uliano :w. y en otro
cual fue comparado el e~tilo _d r de la casa el gas es inadofende a los ojos.
lugar dice Poe que en el m~~no
misible. Su luz dura, tem . oro~a luz en la que se m~eTtrica y desmembrada, c?m
L cual no vale solo
ve aparece la multitud londmehnse. dosliza fuera de sus
' la chusma que con 1a noc e se e siguiente la e1ase
para

b d la manera
guaridas ss. Poe descn e e
11 mostraban sea1es
de los altos emple~dos: <<Tod~:~t~=da a sostener desde
de calvicie y la oreJa derecha, ,
- mente separada.
.
haca mucho un lap1cero,
ap arec1a extrana
, n el sombrero con
. han o poma
. con cortas cadenas
Not que siempre se qmta
. ,
ambas manos y que 11evahan re1OJeSS6 E su descnpcwn

forma
n Estn exagede oro de maciza y antigua
.
data
a mme 1
_
.
Poe no pretende la apanenci
ete el pequeno burradas las semejanzas a las que se somt - no dista mucho
gu
0
.
s al existir en la mu1ti.tu d' su cor eJ dente la descnp,
s sorpren
de ser uniforme. Y aun, es m d
ue tiene de mover~e.
cin de la multitud segun el mo 0 q ndo tenan un a1re
, de 1os que 1han
La gran mayona
, pasa c'an pensar en 1a
. fec h o, y solo pare
tan serio como satis

33

ROBERT LOUIS STEVENSON,

Virginibus Puerisque and Other

Papers, Londres, 1924,_ pg.JJt


:u E. A. PoE, op. ctt., 1,

!S /bd.
36
Ibd., 1, pg. 248.

-67-

manera de abrirse paso en el apiamiento. Fruncan las


cejas y giraban vivamente los ojos; cuando otros transentes los empujaban, no daban ninguna seal de impaciencia, sino que se alisaban la ropa y continuaban presurosos. Otros, tambin en gran nmero, se movan inc~nsabl~s, rojos los rostros, hablando y gesticulando consigo mismos como si la densidad de la masa que los
rodeaba los hiciera sentirse solos. Cuando hallaban un
obstculo a su paso cesaban bruscamente de mascullar,
P_ero redoblaban sus gesticulaciones, esperando con sonnsa forzada y ausente que los dems les abrieran camino.
Cuando los empujaban, se deshacan en saludos hacia los
res~onsables, Y parecan llenos de confusin aa. Se pensara que habla de individuos medio borrachos miserables. En realidad se trata de gentilhombres cdmercian~es, abogados, traficantes y agiotistas 38 Lo 'que est en
Juego no es una psicologa de clases, es otra cosa**.
31

lbd., I, pg. 247.


En Un jour de z
t

Aunque est firm d 0 P Ute encon ramos el paralelo a este pasaJe.


este poema (Cf a
por otra mano, hay que atribuir a Baudelaire
Mouquet, Pars ~92~HAP~ BAuD~AIRE: . Vers retrouvs, ed. JuJes
alusin de p '

analoga del ltimo verso para con la


poema fue esc~toa Tert_ullano es tanto ms notable cuanto que el
laire nada sabia d~oPmas tarde en 1843, en un tiempo en que Baudeoe.

i;:::::e~C:::.s /~udoyant,

sur le _trottoir glissant,


u. a passe et nous eclabousse,
~:~t:~r~~~~tr :~~s vite, en s'~"!ignant nous pousse.
No
, e ug!!. obscunte du ciel:
tr tableau qu et reve le noir Ezchiel! (I, pg. 211 ).
38
lbd., I, pg. 248.
La imagen de Amric
M
arx llevaba consigo parece ser
del mismo material u
a que
miento enfebrecido, j~v enfta dde~ipcin d~ Poe. Destaca "el movUnidos y le hace re~nsabl e d Produccin material" en Estados
biese ocasin para abolir
e. e que "no fuese el tiempo ni huDer achtuhnte Brumaireel antiguo. mundo de los espiritus" (K. MARX,
1917, pg. 30.) Incluso la ~ Louts Bonaparte, ed. Rjazanov, Viena,
en Poe algo de demoniaco ;:omdfa de las gentes de negocios tiene
oscuridad
au elaire describe cmo al negar la
Cependant des dmo
.
S'veillent lourdemen~s malsams dans l'atmosphere
comme des gens d'af!aire (1, pg. 108).
Tal vez este Pasaje d e
texto de Poe.
e rpuscule du soir est Influido por el

-68-

Hay una litografa de Senefelder que represent~ un


club de juego. Ni uno de los retratados en ella stgue
el juego de manera normal; todos estn posedos por su
pasin. Uno por su alegra despreocupada, otro por la
desconfianza hacia su compaero, un tercero por una
desesperacin sorda, un cuarto por su afn pendenciero,
otro por los preparativos que hace para marcharse de
este mundo. Esta lmina recuerda a Poe en su extravagancia. Desde luego que el tema de Poe es ma~or Y lo son
en correspondencia sus medios. El trazo magtst:al en ~u
descripcin consiste en que expresa el aislarmento sm
esperanza de los hombres en sus intereses privados, Y no
como Senefelder, segn la diversidad de su comportamiento, sino por la incongruente uniformid~~ ya sea de
su vestimenta, ya sea de sus gestos. El_ servihs~o con :1
que los que aguantan empujones encima se. disculpa ,
permite reconocer de dnde proceden los mediOs que Poe
utiliza en este caso. Proceden del repertorio del p~yas?.
Y los utiliza de manera semejante a como sucede~a ~as
tarde con los excntricos. En los ejercicios del excentnco
es patente la relacin con la economa. En sus abruptos
movimientos imita igual de bien la maquinaria que da
codazos a la materia y la coyuntura que se los da a la
d descn"ta por Poe
mercanca. Los sectores de la multitu
realizan una mmesis semejante del movimiento enfebrecido de la produccin material junto con las formas
de Poe se prepertinentes de negocio. En la d escnpc10n
"ll
figura lo que el Luna-Park, que hace de todo hombr~l 0
un excntrico pondr ms tarde en marcha con sus am l las gentes
boJeos y otras' diversiones pareci"das. s egun
se comportan como si slo pudiesen exteriorizarse aut?.
h ace el efecto de serbmas
. .
mahcamente.
Su apresuramiento
.
'1
desh umamzado
porque en Poe so o se habla de hom res.
Cuando la multitud se aglomera, no es, ponga~osJor
caso, porque el trfico de coches la detenga (a
diCO

.
.
.
otras
multitu
m SiqUiera se le menciona), smo porque
d fles
la bloquean. En una masa de tal catadura no pu 0 orecer el calle] eo

El Pars de Baudelaire
no hab'ta 11egado an a ese
b estado. Donde ms tarde hubo puentes haba todava arcas

t:

-69-

que atravesaban el Sena. En el mismo ao de la muerte


de Baudelaire pudo o~urrrsele a un empresario la idea
de hacer circular, para comodidad de los vecinos pudientes, quinientas sillas de manos. An haba aficin por
los pasajes en los que el fh1neur ni vea los vehculos
que no toleran la competencia de los peatones. Haba
transentes que se apretaban en la multitud; pero haba
adems el flaneur que necesita mbito de juego y que
no quiere privarse de su vida privada. Desocupado, se las
da de ser una personalidad y protesta contra la divisin
del trabajo que hace a las gentes especialistas. De la misma manera protesta contra su laboriosidad. Hacia 1840
fue, por poco tiempo, de buen tono llevar de paseo por
los pasajes a tortugas. El flaneur dejaba de buen grado
que stas le prescribiesen su <<tempo>>. De habrsele hecho
caso, el progreso hubiera tenido que aprender ese pas.
Pero no fue l quien tuvo la ltima palabra, sino Taylor,
que hizo una consigna de su abajo el callejeo 39 Tem!'rano pr?curaron algunos hacerse una imagen de lo que
Iba a vemr. En su utopa Paris n'existe pas, escribe Rattier
en 1857: El "flaneur", que habamos encontrado en las
c~ll~s. pavimentadas y ante los escaparates, ese tipo instgmftcante, sin importancia eternamente deseoso de ver,
siempre dispuesto a emoci~nes de cuatro perras, ignorante de todo lo que no fuese adoquines, lands y farolas
de gas. se ~a convertido ahora en agricultor, en vina~ero, en fabncante de40 telas, en refinador de azcar, en
mdustrial del hierro
En sus vagabundeos el hombre de la multitud aterriza
tarde en un bazar muy frecuentado. Se mueve en l como
u~ cliente. Haba en tiempos de Poe bazares de muchos
Pisos? Sea como sea, Poe deja que el inquieto pase en
ese b~ar como una hora y media. Iba de un anaquel a
otro,
sm comprar nada, sin decir palabra y mirando las
mercanc'
Ias con OJOS ausentes y extraviados 41 Si el pa-

---39

Cfr.
pg. 76.

GEORGES FRIEDMANN,

<ll

PAUL ERNEST

E. A.

pg. 74.

PoE,

DE

La crise du progres, Pars, 1936,

saje es la forma clsica del interior (y as es como ~1


flaneur se :imagina la calle), su forma en dec~denc1a
es el bazar. El bazar es la ltima comarca del flaneur.
Al comienzo la calle se le hizo interior y ahora se, le hace
ese interior calle. Por el laberinto de las mercanctas vaga
como antes por el urbano. Un rasgo magnfico ~n ~1, cuento de Poe es el de inscribir en la primera descnpc10n del
flaneur la figura de su final.
.
Jules Laforgue ha dicho de Baudelatre que l _fue el
primero que habl de Pars como un condenad~ dia tr~s
' a la existencia

en 1a capi't a1 42 Hubiese podido


decir
d1a
.
que tambin fue el primero que habl del o~I? que se 1~
da a se (y slo a se) condenado para su ahvto. La ~u_
titud no es slo el asilo ms reciente para el desterrado,
, es e1 narcottco
, . mas
, recten
te para el abandona, o.
ademas
El flaneur es un abandonado en la multitud. Y asi es
como comparte la situacin de las mercancas. J?efl esa
singularidad no es consciente. Pero no por ello m uye
menos en l. Le penetra venturosame nte como
.
.un estuL
.
pefaciente
que le compensa d e mueh a s humillaciOnes. a
.
ebnedad
a la que se entrega e1 fl.aneur es la de 1a mer,
.
cornente de los comcancia arrebatada por la rugiente
prado res.
Si la mercanca tuviese un alma, sa de la que a veces
habla Marx por broma 43 sera la ms delicada que edn, d e 1as a1mas Puesto que econtrarse pueda en el reino
hera ver en cada quien al comprador en cuya lmanot yra~
cuya casa quiere amoldarse. La sensi'b ITId a d es a na u la
leza de la ebriedad a la que el flanellr>> se entrega enbl
. '1egi.o incompara
multitud. El poeta disfruta de1 pnvi
almase
de poder ser a su guisa l mismo Y otro. Codmo 1a~
en
t
cuan
o
qUiere,
errantes que buscan un cuerpo, en ';a, , d desocupael personaje de cada uno. Slo para el est~ to 0 ser pordo; y si algunos sitios parece que ~e. le fi::r:nqu habla
que a sus ojos no merece la pena VI~It~r 0
;labras dan
la mercanca misma. Incluso las ultrmas P

.rulTTIER, Paris n'existe pas, Pars, 1857,


op. cit., 1, pg. 253.

42
43

JULES LAFORGUE, Mlanges post


Cfr. K. MARX, Das Kapital, ed.

h ':lmes Pars ' 1903, pg. 111.


cit., P g. 35

" lbd., I, pg. 420.

-70-

-71-

una idea bastante exacta de lo que musitan al pobre diablo que pasa por un escaparate con cosas bonitas y caras.
No quieren saber nada de l; en l no se sienten a gusto.
En las frases de Les foules, este captulo importante del
Spleen de Pars, habla el mismo fetiche con el cual la disposicin sensitiva de Baudelaire vibra al unsono tan po~erosamente que la sensibilidad para lo anorgnico constituye una de las fuentes de su inspiracin .
~audelaire era un buen conocedor de estupefacientes.
Y sm embargo se le escap uno de sus efectos socialmente
ms relevantes. Consiste ste en la gracia que los adictos
saca': a relucir bajo la influencia de la droga. Igual efecto
const~e a su vez la mercanca de la multitud a la que
embnaga Y que la rodea de murmullos. La masificacin
de los cliente~ que forman el mercado -y ste es el que
hace referencia a la mercanca- acrecienta el encanto de
la misma para el comprador medio. Cuando Baudelaire
habla. de la ebriedad religiosa de las grandes ciudades ' 5,
su SUJeto, que no nombra, bien pudiera ser la mercanca.
Y la santa prostitucin del alma comparada con eso
que l?s ~ombres llaman amor, ms bien pequeo, ms bien
restnngtdo ' ma's b"ten de'b"l
'6

1 , no puede ser otra cosa, si


Entre 1
text
os materiales reunidos en la primera parte de este
Spleen. Diffcilponda a su n un poeta antes que Baudelaire un verso que corres-

men~ec~~n~~c?;n importantsimo el segundo poema de

Je suis un vieux boudoir plein de roses janes (!, pg. 86).

t
de una ma~er~s a ent~ramente dispuesto en la sensibilidad respecto
ms est exch~d:uderla en un sentido doble. Es inorgnica, y adee Proceso de circulacin.
El poem

D~ormais tu n'est plus, 6 matiere vivante 1

r'u!:

un .f/Tanit entour d'une vague pouvdnte


:J:uxd4ns ~ /ond d'un Saharah brumeu~;
Oubli
sphmx ignor du monde insoucieux
Ne cha::: l~ carte, et dont l'humeur jarouc~
qu aux rayons du soleil qui se couche (!, pg. 86).
0

La imagen de la esfinge
sombra belleza de los ' co!l 1a cual concluye el poema, tiene la
Pasajes.
g neros Invendibles que se encontraban en los

Ibd., II, pg. 627.


lbd., I, pg. 421.

la confrontacin con el amor conserva su sentido, que la


prostitucin del alma de la mercanca. Esta santa prostitucin del alma que se da toda entera, poesa Y caridad,
a lo imprevisto que se muestra, al desconocido que pasa",
dice Baudelaire. Exactamente sa es la poesa y exactamente sa es la caridad que reclaman para s los prostituidos. Ellos han probado los misterios del mercado
abierto la mercanca no les lleva delantera. En el mercado residan algunos de sus incentivos que llegaron a convertirse en otros tantos medios de poder. Como tales los
registra Baudelaire en Crpuscule du Soir:

A travers les lueurs que tourmente le vent


La Prostutition s'allume dans les rues;
Comme une fourmiliere elle ouvre ses issues;
Partout elle se fraye un occulte chemin,
.
Ainsi que l' ennemi qui ten te un coup de mazn;
Elle remue au sein de la cit de fange
48
Comme un ver qui drobe a l'Homme ce qu'il mange
Slo la masa de habitantes permite a la prostituci?n
ese esparcimiento por amplias partes de la ciudad. Y_ solo
la masa hace posible que el objeto sexual se embnague
con los cien efectos atractivos que ejerce a la vez.
Pero no a todos embriagaba el espectculo que ofre~e
el pblico callejero de una gran ciudad. Mucho antes l e
que Baudelaire redactase su poema en prosa ~es. ~ou ~s
haba emprendido Friedrich Engels la descnpciOn e

londinenses. una ctu


dad como
aJetreo
en las calles
. Loodres, en la que se puede caminar horas enteras sm 11~gar
siquiera al comienzo del fin sin topar con el mnimo stgno
que permita deducir la cerc~na de terreno abierto, es cosa
muy peculiar. Esa centralizacin colosal, ese amontonr
miento de tres millones y medio de hombres en.lunl so o
Punto h an centuplicado la fuerza d e esos tres
, .mt ones y
medio ... Pero slo despus descubrimos las vtcdttmda~ que. r
ha costado. Vagabundeando durante un par e tas po
7
'
48

-72-

Ibd.
lbd., I, pg. 108.

-73-

!:s q:!o~~~~a~as d~alles principale~ es como se adviermejor parte d~~~n~nses .han temdo que sacrificar la
maravillas de la civili~:~~~d~d para consuma~ todas las
n . e las cuales su cmdad rebosa; se advierte tambin
taban en ellos ha
que c~ent~s de fuerzas, que dormmidas Ya el ,h n ~ermadnecido mactivas, han sido repri
orm1gueo e 1as ca11es tiene algo de repugnante .algo
,
en contra de lo e 1
d'
humana. Esos cientos m . ua se m Igna la naturaleza
1
otros, no son todo I~s que se apretujan unos a
piedades y capacid sd e11os ombres con las mismas profelices?
y si
ah es Y con el mismo inters por ser
....
nemaro
,
si nada tuviesen e
g , corren dandose de lado, como
los otros con un ? ~omun, nada que hacer los unos con
umco convenio t , .t
11
,
que cada uno se ma t
ac1 o entre e os, el de
a su derecha para n e~ga en el lado de la acera: que est
cin que se dispa que as dos corrientes de la aglomerauna 'a otra a ni'nrgan en uno! y otro sentido, no se detengan
.
,
ec.h ar una sola
miruno
d se e ocu rre d es d e 1uego dignarse
1
aislamiento insensi~l a: ot~o. La indiferencia brutal, el
vados, resaltan an ~, e ca a uno en sus intereses prique todos se aprieta as repelente, ~irientemente, cuanto
Slo en aparienci n .en un pequeno espacio".
1amiento
.
. 1ainsensibl da Irrumpe el flAaneur en ese ais
d OS a 1llenar su pro
e e. cada. uno en sus Intereses
.
.
pnvaron en l, con los pr~;:a~~:~d~d, Ia.que sus intereses creaAl lado de la clara d
. e Imagmados de los extraos.
escnpcin
0 scuro 1o que escribe B
. que d a E nge1s, suena a
las multitudes es una aud~laire: El placer de estar en
multiplicacin del , expresin misteriosa del goce por la
1a pensamos dicha numero so Pe ro l a f rase se aclara si
h omb re como desdeno
el dtanto desde e1 punto d e vista 'de1
hre, fuerza de trab . e 1a mercanca. En tanto el homa]o, es mere
'
ponerse propiament
anc1a, no necesita transciente se haga de esee endestado de tal. Cuanto ms cons

de pro d ucc1n,
cuantomo ,o de ser que 1e Impone
el orden
penetrar el escalof , mdas se proletarice, tanto mejor le
no e la eco nom1a
, mercantil tanto
49
F E

menos estar en el caso de sentirse mercanca. Pero la clase de los pequeos burgueses, a la que Baudelaire perteneca, no haba llegado tan lejos. En la escala de que ahora
hablamos se encontraba al comienzo de la bajada. Resultaba inevitable que en ella tropezasen un da muchos
de ellos con la naturaleza mercantil de su fuerza de trabajo. Pero ese da no haba llegado an. Hasta entonces
podan, por as decirlo, pasar el rato. Y que entre tanto
su mejor parte fuese el goce, jams el dominio, es lo que
haca que el plazo que les daba la historia fuese objeto
de pasatiempo. Quien pasa el tiempo, busca goces. Y desde luego se sobreentiende que los lmites trazados al goce
de dicha clase fuesen ms estrechos al querer sta entregarse a aqul en su sociedad. El goce prometa ser ms
ilimitado en tanto la tal clase estuviese en situacin de
encontrarlo en s misma. Y si quera llegar hasta el virtuosismo en esa manera de gozar, no deba entonces desairar su propia transposicin en mercanca. Tena que
apurar esa transposicin con el placer y la zozobra que
le venan del presentimiento de su determinacin en cuanto clase. Al fin y al cabo tena que presentar un sensorium
que le sacase encantos a lo deteriorado y podrido. Baudelaire, que en un poema a una cortesana dice que:
.. son coeur, meurtri comme une peche,
Est mur, comme son corps, pour le savant amour

L . . . NGELS, Die Lag d


,
eJ~ZJg, _1848, pg. 36.
e er arbeitenden Klasse in England,
lbzd., II, pg. 626.

posea ese sensorium. Y a l le deba los goces en una sociedad de la que era ya un medio desterrado.
En la actitud del que goza de este modo dej que
influyese en l el espectculo de la multitud. Pero su fascinacin ms honda consista en no despojarle, en la ebriedad en la que le colocaba, de su terrible realidad social.
La mantena consciente; claro que como <<todava son
capaces de ser conscientes de circunstancias reales los
embriagados. Por eso en Baudelaire la gran ciudad apenas
cobra nunca expresin en una representacin inmediata
de sus habitantes. A su Pars no le convena la dureza
directa con la que Shelley fij a Londres en la pintura
de sus hombres.

-74-

-75-

El infierno es ciudad pareja a Londres,


Una ciudad con humo y populosa.
Hay all toda clase de gentes arruinadas
Y poca diversin, ms bien ninguna,
Y muy poca justicia y compasin an menos 51
Un velo cubre al flfmeur en esta estampa. Ese velo
es la masa que se agita en los rugosos meandros de las
52
viejas metrpolis La masa, que hace que lo atroz le enca~te. Cuando el velo se rasgue y deje libre a la vista del
flaneur ~na de esas plazas populosas que la revuelta
ha convertido en soledad 53 , slo entonces ver sin obstculos la gran ciudad.
Si. fue~e preciso un testimonio del podero con que la
expenencxa de la multitud movi a Baudelaire, bastara
con el_ ?echo de que, en el signo de dicha experiencia, emp~endw una competicin con Victor Hugo. Para Baudelair~ era patente ~ue en ella resida la fuerza que Hugo
tuvie~e. Alaba en el un carcter potico ... interrogante 54 ,
Y r~p.Ite que no slo entiende de cmo reproducir clara
Y mtidamente lo claro, sino que tambin reproduce con
la oscuridad indispensable lo que no ha sido revelado sino
de manera oscura e _i~distinta. Uno de los tres poemas
d~ los Tableaux parzszens dedicados a Victor Hugo com~e1nza co-? una invocacin a la ciudad populosa: Fourd
~
.
mll ante Cit cite' 1
e reves 55 ; otro sigue en el
.
'
P eme
56
_fourmillant tableau de la ciudad, a travs de la multitud, a las mujeres viejas . En la lrica la multitud es un
t~ma nuevo. A honra del innovador Sainte-Beuve se deCia, como algo adecuado y conveniente a un po:ta, que
51

P ERCY BYSSHE SHELLEY

dres, 1932, pg. 346.


' The Complete Poetical Works, Lon52
lbd., I, pg. 102.
53
lbd., 11, pg. 193.
54
lbd., II, pg. 522.
55
lbd., I, pg. 100.
56
lbd., I, pg. 103.
En E'l ciclo Les pet1t
u
lidad por medi d
es Vrel es, el tercer P<>ema subraya la rivade Hugo Les F~nt~~~ a:yo literal en el tercer pOema de la serie

corresponden Por tanto uno de los poemas ms acabados


escribi Hugo.
de Baudelaire Y uno de los ms dbiles que

-76-

la multitud le resultaba insoportable 57 Hugo fue quien


durante su exilio en Jersey inaugur este tema para la poesa. En sus paseos solitarios por la costa se afili a l gracias a una de las enormes anttesis indispensables a su
inspiracin. En Hugo la multitud penetra en la poesa
como objeto de contemplacin. El ocano que bate las
rocas es su modelo y el pensador, que cavila acerca de
ese espectculo eterno, es el verdadero explorador de la
multitud, en la cual se pierde como en un estrpi~o marino. Igual que, desterrado, mira desde un arrecife solitario por sobre las tierras con grandes destinos, as con:
sidera tambin el pasado de los pueblos... Se lleva a SI
mismo y lleva sus maas a la pltora de suce~os q~e se
le vuelven vivos y que transcurren con la existenci_a de
las fuerzas naturales, con el mar, con las rocas erosiOnadas con las nubes en marcha y con todas las dems subli~idades que contiene una vida tranquila y solitaria en
contacto con la naturaleza 58 <<Incluso el ocano se aburri de l ha dicho Baudelaire de Hugo rozando con el
haz de luz' de su irona al apostado cluecamente en los
arrecifes. Baudelaire no se sinti movido a entregarse al
espectculo de la naturaleza. Su experiencia de la multitud comportaba los rastros de la iniq_uidad y . de lo_s
miles de empellones que padece el transe~te en ~l hervidero de una ciudad manteniendo tanto mas despierta su
consciencia del yo. (En el fondo es esa c?nsciencia del yo
la que le presta a la mercanca que calleJea.) Para B~~de
laire la multitud no fue nunca un aliciente que le hiciese
arrojar en la profundidad del mundo _la sonda del pe~
samiento. Hugo, por el contrario, escnbe: <<las ~ro~ndi
dades son multitudes 59 , con lo cual da a sus cavilaciOnes
un mbito de juego inconmensurable. Lo natural-sob~ena
tural, que concierne a Hugo como le concierne la m~lt1tu~,
se presenta igual de bien en el bosque que en el remo am57

1863, pg. 125.


58

,
d'aout, Pars '
consolations. Pensees
.
y t Rugo MuHOFFMANNSTIIAL, Versuch ber
te or
'

SAIN"TE-BEU VE,

H UGO VON

Les

nich, 1925, pg. 49.


59
Cit. en GABRIEL BoUNQURE, uAbimes de Victor Rugo, M esures, 15 de julio de 1936, pg. 39.

-77-

mal o en el oleaje; en ellos puede por momentos centellear la fisionoma de una gran ciudad. Pente de la reverie
da una idea magnfica de la promiscuidad imperante entre
la pluralidad de todo lo vivo:

La nuit avec la foule, en ce reve hideux,


Venait, s'paississant ensemble toutes deux
Et, dans ces rgions que nul regard ne sond~,
Plus Z'homme tait nombreux, plus l'ombre tait pro[fonde 60
<<Foule sans nom! chaos! des voix, des yeux, des pas.
Ceux qu'o~ n'a jamais vus, ceux qu'on ne connait pas.
Tous les vzvants! - cits bourdonnantes aux oreilles
Plus qu'un bois d'Amrique ou une ruche d'abeilles 61
La naturaleza ejercita con la multitud su derecho ele-

me?~al en _la ciudad. Pero no es slo la naturaleza la que


venf1ca asi su derecho. Hay en Les Misrables un pasaje
sorprendent~ en el que la ondulacin del bosque aparece

co~o arquetipo de la existencia de la masa. Lo que ocurna en esa calle no hubiese asombrado en un bosque. Los
!ronc~s altos y los rboles bajos, las hierbas, las ramas
I~extncal;>lemente enredadas unas en otras y el csped
b~en cre~Id~ llevan una existencia de especie oscura. A traves del Indiscernible hormiguero se desliza lo invisible
Lo ~ue est por debajo del homb1e verifica a travs d~
la m~bla lo que est por encima de l 62 En esta exposicin
se VIerte 1~ que fue peculiar de la experiencia de Hugo
con la mutitud. En la multitud aparece lo que est bajo
el ho~br~ en <;:ontacto con lo que sobre l impera. Esta
promiscuidad mcluye a todos. En Hugo la multitud aparece como una criatura hbrida que fuerzas deformes sobhrehumanas, gestan para aquellas otras que estn baj'o el
ombre. En el empaque VISionano

. existente
.
en su concepto de la multitud el ser social cobra su derecho mejor
60. VICTOR Ruco, Oevres completes Posie 11. Les Orientales,
Feuzlles d'automne, Pars 1880 p ,365
.
Gl
Ibd., pg. 363.
'
,
g.
y SS.
62
lbd., Roman VII. Les M'zsrables, Pars, 1881.

-78-

que en el tratamiento realista que le aplica en la poltica. Puesto que la multitud es de hecho un capricho de
la naturaleza, si es que dicha expresin puede ser trasladada a las circunstancias sociales. Una calle, un incendio, un accidente de trfico renen a gentes libres de determinacin de clase. Se presentan como aglomeraciones concretas; pero socialmente siguen siendo abstractas, esto
es, que permanecen aisladas en sus intereses privados. Su
modelo son los clientes que, cada uno en su inters privado, se renen en el mercado en torno a la Cosa comn.
Muchas veces esas aglomeraciones tienen slo una existencia estadstica. Queda en ellas oculto lo que constituye
su monstruosidad, a saber: la masificacin de personas
privadas por medio del azar de sus intereses privados. Si
esas aglomeraciones llegan a saltar a la vista (y de ello se
cuidan los Estados totalitarios en cuanto que hacen obligatoria y permanente para todo propsito la masificacin
de sus clientes), sale claramente a la luz su carcter ambiguo. Y sobre todo se pone en claro para aquellos mismos a quienes concierne. Los cuales racionalizan el azar
de la economa mercantil (ese azar que los junta) como
destino en el que la raza se encuentra a s misma. Con
ello dejan libre juego al gregarismo y a la vez a la actuacin automtica. Los pueblos que estn en la embocadura
de la escena de Europa occidental traban conocimiento con
lo sobrenatural que Hugo encuentra en la multitud. Aunque Hugo no fue, desde luego, capaz de descifrar el augurio histrico de tal magnitud. En su obra, sin embargo, s
que lo ha estampado como una dislocacin muy especial:
en la figura de los protocolos espiritistas.
El contacto con el mundo de los espritus que, como
es sabido, influy en Jersey hondamente tanto en su existencia como en su produccin, fue sobre todo, por mucho que parezca extrao, un contacto con las masas, que
era el que le faltaba al poeta en el exilio. Ya que 1~ ~ul
titud es la manera de existir del mundo de los espintus.
Y as se vio Hugo en primersimo lugar a s mismo como
un genio en la gran asamblea de genios que eran sus antepasados. William Shakespeare va a su lado, atravesando
a golpe de rapsodia la serie de prncipes del espritu que

-79-

- - - = ===-==- - ===-

comienza con Moiss y termina con Hugo. Pero slo se


trata de un pequeo tropel en la multitud imponente de los
solitarios. Para el ingenio ctnico de Hugo el ad piures
ire de los romanos no era una frase hueca. Tarde, en la
ltima sesin, llegaron cual mensajeros de la noche los espritus de los muertos. Las anotaciones de Jersey conservan sus mensajes: Cada uno de los grandes trabaja en
dos obras. En la obra que crea en cuanto viviente y en su
obra como espritu. El viviente ~e consagra a la primera
obra. Pero por la noche, en la calma profunda, despierta
en ese viviente, oh terror!, el creador de espritus. Cmo,
grita la criatura, no es esto todo? No, responde el espritu:
despierta y levntate; la tormenta est en marcha, allan
los perros y los zorros, hay tinieblas por doquier, la naturaleza se hunde, se sobresalta bajo el ltigo de Dios .. .
El creador de espritus ve la idea-fantasma. Las palabras
se resisten y la frase se aterra ... , la luna discurre macilenta, el miedo sobrecoge a las lmparas ... Gurdate viviente, gurdate hombre de un siglo, t, vasallo de un
pensamiento que procede de la tierra. Porque esto es la
demencia, esto es la tumba, esto es lo infinito, esto es la
63
idea-fantasma>> El espeluzno csmico que en la vivencia
de lo invisible sujeta a Hugo en este pasaje no tiene ninguna semejanza con el terror desnudo que domina a Baudelaire en el spleen>>. Tampoco logr Baudelaire mucha
comprensin para la empresa de Hugo. La verdadera civilizacin, deca, no reside en las mesas de los espiritistas. Pero no era la civilizacin lo que le importaba a
Hugo. En el mundo de los espritus se senta como en su
casa. Podra decirse que era el complemento csmico de
un rgimen domstico en el que tampoco marchaban las
cosas sin horror. Su intimidad con las apariciones les quitaba a stas mucho de su carcter terrorfico. No estaba
adems libre de laboriosidad y deja en ellas al descubierto
un cierto deshilachamiento. Los fantasmas nocturnos
como contrapunto son abstracciones que no dicen nada,
encarnaciones ms o menos sensibles tal y como eran ha13

GusTAVE SIMON, Chez Victor Hugo. Les tables tournantes


de Jersey, Pars, 1923, pgs. 306 y ss.

bituales en los monumentos. El drama>>, la lrica, la


poesa>>, la idea>> y otras semejantes pueden escucharse
sin trabas junto a las voces del caos en los protocolos de
Jersey.
.
Para Victor Hugo (lo cual acerca el emgma a su ,s?lucin) los tropeles inabarcables del mun?o de ~os esp1ntus
son sobre todo pblico. Que su obra acoJa motivos de mesa
espiritista resulta menos sorprendente que su cost~m?re
de producir ante ella. El aplauso, <:i~e no ~e ~scatlmo. el
ms all, le dio en el exilio una nocwn prehmmar del ~n
conmensurable que ya anciano le esJ?eraba :~ su patna.
Cuando en su septuagsimo aniversano se apmaba ~1 pueblo de la capital frente a su casa en la avenue d Elyau,
se estaban haciendo efectivos la imagen de la ol~ .que
bate el arrecife y el mensaje del mundo de los espintus.
y en ltimo trmino la oscuridad insondable de la
existencia de las masas fue tambin la fuente de, las es.

d e v~~ tor
peculacwnes
revolucwnanas
. Hugo El d1a de la
liberacin se describe en Les Chatrments como

Le jour oit nos pillards, oit nos tyrans sands ~orr:breb


"
Comprendront que quelqu'un remue au fon e om re
. A la representacin en signo de multitud d~ una. masa
<.
r evolucwnano meoprimida
poda correspond er un JUICIO
d
1
recedero de confianza? No es ms bien la forma c.arab
e
re
esa limitacin suya la que se perfila? El 25 de nov1em
d 1 e,
de 1848 haba echado Hugo pestes en el d~bate de
amara contra la brbara represin de Cavaignac e. a .re0 d 0 en la negoc1ac1 n
vuelta de junio. P~ro el ~
e Junlctill. la frase siguienacerca de los atehers natwnaux , a
l
'blica tiete: La monarqua tena sus h?lgazan:~fse:~:ude la opine sus gandules . El automatismo, e

. V. L Chdtiments,j Pars,
1882.
Huco, op. cit., Posie 1 . es
bohemia,
t rstlco de la. ba a
Plin, un representante carac~ Les boulets rouges. FeuUe
escribi sobre este discurso ~n su ~~~~ . "El ciudadano Hugo ha
du club pacifique des drotts . de
y se ha acreditado, segn era de
debutado en la Asamblea NaciOnal. hroe de la. frase; a tenor de
calumniante ha hablado
esperar como declamador, gestero Y
'
su lt~o cartel de propaganda, taimado Y
"

-80-

VICTOR

-816

nin superficial diaria y de la superconfiada acerca del futuro, se encuentra en Hugo junto al hondo presentimiento
de la vida que se forma en el seno de la naturaleza y del
pueblo. Jams logr una mediacin; que no sintiese su necesidad era la condicin de la imponente pretensin, del
imponente alcance y tambin de la repercusin imponente
de su obra en sus contemporneos. En el captulo de Les
Misrables titulado L'argot, chocan con tremenda brusquedad los dos lados opuestos de su naturaleza. Tras calas audaces en el taller lingUstico del pueblo bajo, el escritor concluye: Desde el 89, todo el pueblo se desarrolla
en individuos refinados: no hay ningn pobre, porque
tendra entonces su derecho y la aureola que cae sobre l;
el pobre diablo lleva en su fuero interno la gloria de Francia; la dignidad de ciudadano del Estado es una defensa
interior; quien es libre es concienzudo; y quien tiene derecho de voto, gobierna 65 Victor Hugo vea las cosas
como se las planteaban las experiencias de una carrera
literariamente triunfante y brillante polticamente. Era el
primer gran escritor que tena en su obra un ttulo
colectivo: Les Misrables, Les Travailleurs de lamer. Para
l la multitud era, casi eh el sentido antiguo, la multitud
de los clientes, esto es, de sus lectores, de sus masas electoras. En una palabra: Hugo no fue ningn flaneur.
Para la multitud que iba con Hugo, y con la cual iba
tambin l, no haba ningn Baudelaire. Sin embargo, para
ste s que exista la multitud. Verla, motivaba en l un
diario sondeo de su hondo fracaso. Y no era sta la ltima
de las razones por las que buscaba verla. En la fama de
Victor Hugo alimentaba un orgullo desesperado que padeca por as decirlo a recadas. Y es probable que le agui-

.
JOnease
a u'n con ma' s fuerza su confesin
d de
1 credo polti d d
co Era el credo del citoyen>>. La masa e a gr~~ CI~ a
no. oda equivocarle. En ella reconoca ~ ~a mu titu poy quera ser carne de su carne. Laicismo, progreso,
pudemocracia
ar.
sobre
sus
eran el estand arte que agitaba
.
.
l
Tal estandarte transfiguraba la
de a
masa. Pona en sombra el umbral ~ue sepa:a a ca a un~
de la multitud. Baudelaire en cambio protegia ese_ubmbra~.l
, de VIctor
.
H ugo. Pero
aa e
esto le distingma
. se asemeJa lt'tud
1
al no penetrar el aura social que se asienta en a,ti?ua ciomo.

n tan lpoco
IC el misPona enfrente de e11 a una I~age
h, en
e En
la concepcin de Hugo. _Esa Imagen e~e~rae~~ ~asa como
mo momento en que VIctor Hugo e.
ara el
hroe del epos mod~rno, Baudelair~e e:~ru;:n ~iudad.
hroe un luga: de hmda en la ma:~u ar de 1a multitud;
Hugo como Citoyen>>, se pone en e
g ,
Baud~laire se separa de ella en cuanto heroe.

~abezas.

existenci~

de los holgazanes, de la miseria. de los que no hacen nada, de los


'lazzaroni', de los pretorianos de la revuelta, de los condottieri :
en una Palabra ha fatigado a la metfora para terminar con un
ataque a los "ateliers nationaux".
Y Euctm: SPULLER escribe en su Histoire parlementaire ele la
Seconae Rpublique (Pars, 1891, 111 y 266) : "Vctor Hugo haba
sido elegido con los votos de la derecha." "Siempre vot con la derecha.
salvo en dos ocasiones en las que la poltica no desempeaba papel
alguno."

" Ibd., Roman VIII: Les Misrables, pg. 306.

-82-

-83-

111
LO MODERNO

Baudelaire ha conformado su imagen del artista segn


una imagen del hroe. Desde el comienzo estn uno en
favor del otro. En el Salan de 1845 se dice: Es preciso
que la voluntad sea una hermosa facultad y que sea siempre frtil, ya que basta ... para dar a obras ... de segunda
fila algo inconfundible... El espectador disfruta del esfuerzo y el ojo bebe sudor 1 En los Conseils aux jeunes
littrateurs del ao siguiente se encuentra la bella formulacin segn la cual la contemplation opiniatre de l'oeuvre de demain>> 2 ap.a rece como la garanta de la inspiracin. Baudelaire conoce la indolence naturelle des inspirs>> s; un Musset jams ha captado cunto trabajo se
necesita para hacer que de un ensueo surja una obra de
arte>>'. Baudelaire en cambio se aparta del pblico desde
el primer momento con un cdigo propio, propios. preceptos y propios tabs. Barres quiere reconocer en el vocablo ms mnimo de Baudelaire el rastro de los esfuerzos
que le ayudaron a ser tan grande 5 Incluso hasta en
sus crisis nerviosas>>, escribe Gourmont, conserva Baudelaire algo sano>> 6 La formulacin ms feliz es la del
1
2

Il, p. 26.
Il, pg. 388.
Il, pg. 531.

lntrieurs, pg. 15, Pars, 1924.


Cit. en ANDiffi GIDE, cBaudelaire et M. Fagueb, Nouvelle
Revue Fran~aise 1 de noviembre de 1910.
6 MMY DE G~URMONT Promenades littraires. Deuxieme srie,
pg. 85, Pars, 190.
'
'

ALBERT THIBAUDET,

-85-

simbolista Gustave Kah


d d"
tico se asemeaba e
n, cua? o Ice que el trabajo poPrueba de
n Baudelaire a un esfuerzo corporal 7.
o encontramos en la

b
metfora que vale 1
.
propia o ra, en una
Esa m t 'f
a pena considerar de cerca.
E 11
e a ora es la del luch d
delaire de representar co
_a _or. n e a gustaba BauCuando describe C mo artisticos los rasgos marciales.
mucho, le busca aa1 honstantin Guy' que para e'l canta ba
clinado sobre su
a ora en que los otros duermen: <<inmisma mirada q:~ penetrando una hoja de papel con la
sas, esgrimiendo su 1~c_e un momento dedicaba a las co-
la pluma en su ca . apiz, su pluma, su pincel, escurriendo
temiese que las i:I,sa, pre~uroso, violento, activo, como si
solo, y recibiendo -tg~nes e escapasen, peleador, aunque
<<escaramuza fant ~ t~lllsmo sus golpes 8 - Implicado en esta
. a si,
.
as ICa
mismo
en la estrofa
. . . se dha retra t a d o B au d e1aire
Fleurs du mal q
lllliCia1 e Soleil, nico pasaje de Les
El duelo en que ~t ~omi~estra trab~jando en su poesa.
tes de ser vencido
"t gd o todo artista
y en el cual <<an9
ca de un d1 . ' gn_ a e terror>> se concibe en el mard
I I IO, sus vwlenc
gracias las que se perciben: Ias que an al fondo y son sus

elf

<<Le long du vieux faubour


,
Les persiennes ab . d
g, ou pendent aux masures
Quand le solei cr n l es secretes luxures,
Sur la ville et 1 uhe frappe a traits redoubls
es e amps sur l t .
l
J e vais m'exercer
es ozts et es bls,
s l , ,
Flairant dans tous ~u a n:a fantasque escrime,
Trbuchant sur le es cozns les hasards de la rime,
Heurtant parfozs ds mots comme sur les pavs
es vers d epuzs
1ongtemps revs
'
10
. Dar su derecho en la ros
dica, era una de las t ~ a a esta experiencia prosen S Pleen de Pars In encwnes que Bau d e1atre
. persegma
,
' sus poemas en prosa. Junto a esta
1

BAUDELAlRE M
Gu:ta;; K?hn , pg. ~~ p~~~r ~5 a nu et Fuses. Prlogo de
'
.' pag. 334.
'
.
CJt. en RAYN
lo I, pg. 96. AUD, Charles Baudelaire, op.
cit., pg. 317.

intencin cobra expresin, en su dedicatoria de la coleccin al redactor jefe de La Presse, Arsene Houssaye, lo
que hay en el fondo de tales experiencias. Quin de
entre nosotros no ha soado, en sus das de ambicin, el
milagro de una prosa potica, musical sin ritmo y sin
rima, suficientemente gil y lo bastante bronca para adaptarse a los movimientos lricos del alma, a las ondulaciones del ensueo, a los sobresaltos de la consciencia?
Este ideal obsesivo nace sobre todo de la frecuentacin
de ciudades enormes del cruce de sus innumerables relaciones 11
,
Si presentizamos ese ritmo, si le seguimos la pista a
ese modo de trabajo, se pone de bulto que el flaneur
de Baudelaire no es, en el grado que pudiera pensarse,
un autorretrato del poeta. En esa efigie no ha entrado
un rasgo importante del Baudelaire real, a saber del entregado a su obra. Se trata de una ausencia mental.
El placer de mirar celebra en el flaneur su triunfo.
Puede concentrarse en la observacin, de lo cual resulta
el detective aficionado; puede estancarse en fisgonera,
Y entonces el <<flaneur se convierte en un simpln.
Las instructivas representaciones de la gran ciudad no
>roceden ni de uno ni de otro. Proceden de aquellos que,
por as decirlo, ausentes en su espritu, perd~dos en sus
pensamientos o cuidados han atravesado la cmdad. A stos les conviene la ima~en de la fantasque escrim~;
Baudelaire ha apuntado a esta actitud, que es cua_lqmer
otra, pero no la del observador. En su libro sobre Dtckens
ha fijado Chesterton magistralmente al que vaga por la
gran ciudad perdido en sus pensamientos. Los constantes
laberintos de Charles Dickens haban comenzado en los
aos de su niez. <<Una vez terminado su trabajo, no le
quedaba ms remedio que vagabundear, Y vagabundea?a
por medio Londres. De nio era soador; ms que nm~a otra cosa le ocupaba su triste destino. En la oscundad se detena bajo las farolas de Holborne Y en Charing Cross padeca el martirio. <<No le importaba, como
a los pedantes, la observacin; no miraba a su alrededor

-11

-86-

1, pg. 405.

-87-

en Charing Cross para informarse; no contaba las farolas


de Holborne para aprender aritmtica ... Dickens. no .tomaba en su mente las huellas de las cosas; ms bien un
prima a las cosas su espritu 12
El Baudelaire de los ltimos aos no pudo pasear con
frecuencia por las calles parisinas. Sus acreedores le perseguan, se anunciaba la enfermedad, y a todo ello se
aadan las desavenencias con sus amantes. El Baudelaire poeta reproduca en las fintas de su prosodia los
Y las
.
choques con que le acosaban sus preocupaciOnes

mil ocurrencias con que les haca frente. Percatarse, baJO


la imagen de la escaramuza, del trabajo que dedic a sus
Pemas, significa aprender a comprender stos com? una
serie ininterrumpida de las ms pequeas improvisaci?nes.
en
Las variantes de esos poemas atestiguan su
el trabajo y cmo en l le inquietaba hasta lo ms mmrmo.
No siempre fueron voluntarias las correras en las
caa, en los rincones de Pars, con los brazos de las
turas poticas de su alma. En los primeros aos de su
tencia como literato cuando habitaba en el Hotel Pimodan, sus amigos admtraban la discrecin con que haba barrido de su cuarto todas las huellas del trabajo, sobre todo
la mesa de escribir . Entonces haba, simblicamente, salido a la conquista de la calle. Despus, cuando ya se haba
dejado arrebatar trozo a trozo su existencia burguesa, la
calle fue para l cada vez ms un lugar de asilo. Pero .e?
el callejeo era desde el comienzo consciente de la fragilidad de esa existencia. De la necesidad hizo una virtud Y
en ello se muestra la estructura, caracterstica en todas
sus Partes, de la concepcin del hroe en Baudelaire.

constan.ci~
q~e
cr~a
~XIs

11

Gll.BERr KEITB CIIESTERro , Dickens, pg. 30, Pars, 1927.


Prarond, amigo de Juventud de Baudelaire, escrtbe recordando
los tlenpos de 1sts: "USbamoS Poco mesas de trabajo en las que
C&vilaenos o escrtbi&emos algo... Por mJ Parte", prosfgue aludiendo
a Baudelaire, hle vefa bien ante mJ, cuando al vuelo, calle arriba,
calle abaJo, dlponJa sua versos; no le vela sentado ante un montn
de P&Pel" <cll AuoaoNg Stcat, La vte au Fleur& du mal, pg.
Paria 1928). Banville refiere algo Parecido aobre el hotel Pimodan
"La Primera vea QUe fUi alli, no encontr dlccionarios, nJ un cuarto
de trabaJo, ni una meaa de eacrtbir ; tamPoco habla un comedor
O una alacena o aJeo Que l'eCordaae una vivienda puesta burguesamente" <T!oDO:R5 D& BAI'fVII.u, Jte 1 souventrs, Pg. 82, Parla, 1882).

-88-

. f
no es sO'lo material;.
dis raza,poetica.
, .
Las destereoh.
La necesidad,
que as seduccin
mediab.. a la pro
.
1 falta e
concierne
tam
.
s
de
Baudelaire,
ad
sus
rasgos,
1
Penencia
ma a en
pias en as ex .
la inquietud pas
reservas que
cin entre sus Ideas, . a su disposicin es.as histrica am- b an que no tema saber y una vision n deficien. .
senala
hombre
tena
gr:te.
Lo
que
abren al
plia. Como escntor
echaba: era Ignora La histo'l mo no sosp
.
as cosas.
cia que e mis f d . pero sabia
f' le fueron
saba, lo saba ? on
ueologa, la
poco;
ra, la fisiologia, lal qndo exterior le mlt
tudiaba 11.
.
E mu
. no o es
siempre
ero desde
ustificado sey ademas es J
u la necetal vez lo advrrtiera, P
d la mano
ntes ,
Est al alcance e rticos y otros semeJa.a las tramas
alar, frente a estos ~b"l"dad del que trabaJd, ccin. Pero
.
"1 . accesi 1 1
da pro u
1
sana
.
. dibles en to
. . m
s Imprescin
t o lad o. Favorece a
. . . y uti
IdiOsmcrasica
. . presenta o r
bre de un
el
estado
de
la
que
produce
en
no::
peligrosa
1
P
retensin exagera a e y es sta tanto md 1 que pro1 dor
P
ta e
rincipio: e Crea

t" do narciSIS
orden
dul do el sen I
.
ses de un
cuanto que, a
an eferencia los m~ere 1 bohemio ha
duce, defiende con
El modo de v1da
de lo creasocial que le es hosh . urso una supere enaobservacin
contribuido a poner ~n el encuentro con una para el mador a la que Marx sa e ah .o espiritual como to del provlida tanto pa:a el tr~o~osicin del prje~oda riqueza
nual. En la pnmera t~abajo es la fuente . e cLos burgu~
grama de Gotha, El d erte crticament~. r al trabaJO
y de toda cultura, a vi azones para ac adca su condiciobuenas r
rque e
ses tienen muy
brenatural; P0 b
que no posee
una fuerza creadora so.
que el boro re
que ser en
narniento natural se SI~erza de trabajo teng~e los otros
otra propiedad que s~ 1 yecultural el. escla;~s condiciones
cualquier estado soc;:' ho propietanos .e poco de lo que
hombres que s~ han 15 e~audelaire poseyo
pg. 65, Palaborales objetivas
. littraires, vo1 2'

Ie~

~m g~:udelaire

~~

aJen~s:

~na

po~
fl~soe~~saba
lueg~

cu~ti~

:e .

P~1

Souvemrs
pg 2 '
MAxlME Du CAMP,
.
littraires,
. 88
. nom1es
rs, 1906.
RENCY, PhyslOg
hen
Arbeiteru Cfr. GEORGES
der Deutsc
Bruselas, 1907. nd lossen z;um Prog~~.
u MARx, Ra g
Berlfn,
partei, ed. Korsch, pg. 22,
11

-89-

forma parte de las condiciones objetivas del trabajo espiritual: desde la biblioteca hasta la casa, nada hubo a lo
que, en el curso de su vida, que discurri tanto fuera como
dentro de Pars, no tuviese que renunciar. El 26 de diciembre de 1854 escribe a su madre: Estoy habituado
hasta tal grado a los padecimientos fsicos; s tan bien
pasrmelas con unos pantalones desgarrados y con una
chaqueta por la que sopla el viento, ir tirando con dos
camisas, arreglarme los zapatos agujereados con paja o
con papel, que ca~i slo siento como padecimientos los
morales. Con todo, confesar abiertamente que estoy a
punto de no andar mucho, de no hacer movimientos muy
repentinos, por miedo a romper mis cosas an ms de lo
que estn 16 De esta ndole eran las ms inequvocas de
entre las experiencias que Baudelaire transfigur en su
imagen del hroe.
Por este tiempo el desposedo asoma bajo la imagen
del hroe en otro pasaje; y asoma irnicamente. Es el
caso de Marx. Hablando de las ideas de Napolen 1, dice:
El punto culminante de las "ides napoloniennes" ... es
la preponderancia del ejrcito. El ejrcito era el "point
d'honneur" de los pequeos campesinos, el que los transformaba en hroes. Pero bajo Napolen 111 el ejrcito
ya no es la flor y nata de la juventud campesina, sino
que es el sumidero del miserable proletariado campesino.
En su mayor parte se compone de sustitutos ... , igual que
el segundo Bonaparte es un sustituto de Napolen 17 La
mirada que se aparta de este aspecto para volverse a la
imagen del poeta gladiador s que la encuentra, pero tras
haber quedado deslumbrada unos segundos por la del
merodeador (mercenario que pelea de otra manera),
que vaga por ah . Son sobre todo dos famosas lneas de
16

a sa

m~re

ed. Crpet,
'
17
MARx, Der achtzehnte Brumaire des Louis Bonaparte, ed.
cit., pgs. 122 y SS.
Cfr. "Pour toi, vieux maraudeur L'amour n'a plus de goftt,
non plus que la dispute" (1, pg. 89). Una de las pocas manifestaciones repelentes en la amplia literatura sobre Baudelaire, en gran
Parte por cierto descolorida, es el libro de un tal Peter Klassen. Para
dicho libro, redactado en la terminologia depravada del circulo de
BAUDELAIRE,

Dernieres lettres indites

pgs. 44 y ss., Pars 1926.

,
im rceptible resuenan
Baudelaire las que con su SID:~?; soJ:l vaca de la que
ms claramente en esa cavt d estrofa del tercer poeMarx habla. Conclu~e~ la segun ~as acompaa con estas
ma de Les petites vtetl.les. p~~~l~ d'aller au-dela 18.
palabras: il semble tropos

. . d ces petites vieilles!


Ah! que j' en ai su~Vl: e
u le soleil tombant
Une, entre autlres . ~ ze~F:s~ures vermeilles,
n banc
Ensanglante e cte e
Pensive, s' asseyait a l' cart sur u
,
ts riches de cuivre,
Pour entendre un de ces ~oncerde~t nos jardins,
.
arfois mnon
. l' on se sent revtvre,
Dont les so ld a t s P . d'
Et qui, dans ces so~rs.. or ou coeur des citadins 1'.
V ersent quelque herOtsme au
ban los hijos de los caroLas charangas en las que tocah n sonar sus tonadas
pesinos empob rec1dos, sas que .ace
dad procuran e1 hepara la poblacin pobre de 1al ciU e~conde pudibundo
' ino que que
t en
rosmo que en e1 term
tico precisamen e
su deshilachamiento Y que es aut n sociedad poda proese gesto herosmo nico que esa habita ningn sen,
h d sus hroes no
ntes
ducir. En el pec o e . . en el de las pequenas ge
timiento que no tenga sltl~
sica militar.
que se renen en torno a a m h bla en el poema coJ?o
Los Jardines de los que se a 1 habitante de la ctu,
1 s abiertos a
n!rededor de 1os gra
de los nuestros, son
dad, cuya nostalgia vaga e~b~.anoq~e acude a ellos no es
des parques cerrados: El pu ~~~l .. flaneur. cResulta imdel todo el que se agtta cerca

decirlo baJo el casco


B udelafre por asi
tro de su vida
que coloQUe en el ce~en que, segn
George Y que representa a
de Acero, resulta caracteriSU a saber el momento acia de DiOS.
la restauracin ultramon~ecido remado por la fucientes por las
la mentalidad de un re
de armas mmviles Y re vencia decislva
se lleva al SantisimO rod~~o que haber sido
vipg. 9, Welm&r,
calles de Paris. Tiene .,...a
KLASSZN Baude14 e,
para toda su exiStencia". <PBTER seis ai\os de edad.
1931) Baudelafre tenia entonces
, !aire Nouvelle Revue

pos de Bauue

18
MARCEL PROUST, cA pr~l,
Fran~aise, 1 de junio de 19
19
l. pg. 104.

un:.

-91-

-90-

posible, escriba Baudeiaire en 1851, sea cual sea _ei_p~r


tido al que se pertenezca, sean cuales fueren los preJUICios
que le hayan alimentado a uno, no conmoverse ante el
espectculo de esa multitud enfermiza que respira el polvo
de los talleres, tragando algodn, impregnndose de cerusa de mercurio y de todos los dems venenos necesarios 'a Ia creacin de Ias obras maestras ... Esa multitud
suspirante y lnguida a la que la tierra debe sus maravillas, y que siente correr por sus venas una sangre purprea e impetuosa, lanza una mirada larga y cargada ~
tristeza al sol y a Ia sombra de los grandes parques
Esa poblacin es el transfondo en el que destaca el perfil del hroe. Baudeiaire intitul a su manera Ia imagen
que as se representa. Puso encima la palabra modernit.
El hroe es el verdadero sujeto de la modernidad. Lo
cual significa que para vivir lo moderno se precisa una
constitucin heroica. Esta fue tambin la opinin de Baizac. Con ella se contraponen Balzac y Baudelaire al romanticismo. Los dos transfiguran las pasiones y la fuez:a
de resolucin; el romanticismo, en cambio, la renuncia
y la entrega. Aunque el nuevo modo de ver las cosas sea
desde luego incomparablemente ms ralo, incomparablemente ms restrictivo en el lrico que en el novelista. Dos
figuras retricas muestran de qu manera. Ambas colocan
al hroe ante el lector en su manifestacin moderna. En
Balzac el gladiador se convierte en viajante de comercio.
El gran Gaudissart se prepara para trabajar Ia Touraine.
Balzac describe sus preparativos y se interrumpe exclamando: Qu atleta,
qu arena, qu armas: l, el mundo
21
y su buena labia! Baudelaire en cambio reconoce en
el proletario al gladiador esclavo. Entre las promesas que
el vino ha de cumplir para los desheredados, nombra Ia
quinta estrofa de L'me du vin:

30
21

d ta femme ravie;
<<l'allumerai les yeu: ef ce et ses couleurs

drat sa or

A ton fils Je ren .1 athlete de la vte


22
t
Et serai pour ce re"te les muscles d es 1u tteurs
bo en su labor
L'huile qui rafferml
. ador a sueldo lleva a _e~. edad ayudaba
Lo que el traba]
lo que en la antlgu E ta imagen
. .
es menos que
aplauso. s
B
dmna no
btener fama y
.
.ciones de a ual gladiador para o
en las mejores mtm propias cires el tema de los tem~= cavilacin sobre susnos revela lo
delaire; procede de e del Salon de 1859 Cuando oigo
cunstancias. Un pas~e se la considerase~ ;; o Veronese,
bien que l quenaesqa hombres co_mo Ra:ito que se proponer por las _nub . , de disminmr el m_
mrito que
con ladvisible mtenclilon
me pregunto. Slf.u~tamente ms
, de e os ... ,
es 1n 1n1
.
dujo espues
.
1 al suyo ... no
de manera VICpor _lo ~enos es Igu:e se ha desarrollado hostiles>> 23. Baumentono, puesto ~ f rayen un terreno
el contexto
toriosa en una at~os e:samblar sus te~~s ~~nacin barrodelaire gustaba ~ , os que en una 1 u d difuminar,
, .
de esta .o siempre se
extremosamente ' d1nam n teonca
ca. Era parte de su ~a~erdependencia. ~a~ las . cartas.
cuando la haba, su ~~mbros por mediO lepasaje adus
esu interd ep~nproce d"miento,
1
aclaran esos tramos
. dicho
Sin hacer necesan~ conocer clarame_ntede ms de diez
cido de 1859 permite otro muy extra~o ones la reconsdencia indudabl~ c~n te cadena de re exi
La sigmen
1.
aos antes.
natura liD1
truye.
.
ue lo moderno oponea amala
re1aci"n
Las resistei_lcias hombre estl_l en ~el hombre se va
pulso productivo d Es comprensible, s derno tiene que
para con sus fuerza~ .a la muerte. Lo mo voluntad heparalizando Y_ huye ~c;uicidio, sello. de un:e le es hostil.
estar en el Signo d~e nada a la actltu_~ nq heroica. Es 1~
roica que no conce nuncia, sino p~siod las pasiones .
Ese suicidio no :o~:rno en el mbitO e
conquista de lo

II, pg. 408.

DE {?).
BALZAC, L'illustre Gaudissart, ed. Calmann-Lvy, pg. 5,
Pars, H.
1892

-92-

punt~

:n 1, pg. 119.
o bajo un
23
11, pg. 239.
Nietzsche el ~ci~astante al crtsti
Ms tarde aparece e!ndenar nunca o
vista semejant e : "No se

-93-

A saber, el suicidio como passion particuliere de la vie


moderne aparece en el pasaje clsico dedicado a la teora de lo moderno. La muerte libre de los hroes antiguos
es una excepcin. Dnde encontrar suicidios en los cuadros antiguos ... si exceptuamos a Hrcules en el monte
Oeta, a Catn de Utica y a Cleopatra? 2'. No como si Baudelaire los encontrase en los modernos; la referencia a
Rousseau y a Balzac, que sigue a la frase citada, es insuficiente. Pero lo moderno mantiene presta la materia prima de esos cuadros y espera un maestro. Esa materia prima se deposita precisamente en las capas que destacan
con toda claridad como fundamento de lo moderno. Los
primeros apuntes para su teora son de 1845. Por ese tiempo se hizo habitual en las masas trabajadoras la representacin del suicidio. Haba alborotos por las copias
de una litografa que representaba a un obrero ingls que,
desesperado por no poder ganarse el pan, se quita la vida.
Incluso un obrero llega a entrar en la casa de Eugene
Sue y se ahorca en ella; tiene en la mano una nota: "He
pensado que me sera ms fcil morir bajo el techo del
hombre que hace algo por nosotros y que nos ama" 25
Adolphe Boyer, un impresor, publica en 1841 un pequeo
escrito: De l'tat des ouvriers et de son amlioration par
1'organisation du travail. Era una exposicin mesurada
que buscaba ganar para la asociacin obrera a las antiguas corporaciones de operarios ambulantes presas en
costumbres gremiales. No tuvo ningn xito; el autor
se quit la vida y en una carta abierta exhortaba a sus
compaeros de sufrimiento a seguirle. El suicidio pudo
muy bien por tanto aparecer a los ojos de un Baudelaire
c~mo la nica accin heroica que les quedaba en los
tiempos de la reaccin a las multitudes maladives de
las ciudades. Quiz vio la muerte de Rethel, al que admo. por haber desvalorizado... el valor de un gran movimiento
nihilista_ purijica~i~~ que estaba en marcha : siempre ha impedido
la hazana del mhtltSmo, el suicidio" ( F'RIEDRICH NIETZSCHE : Werke,
ed Schlechta, vol. 3, pg. 792, Munich, 1956).
ill
25

miraba mucho, como un gil dibujante ante el caballete,


arrojando sobre el lienzo las maneras de morir de los
suicidas. En lo que concierne a los colores de la estampa,
la moda ofreci su paleta.
Desde la monarqua de julio comenzaron a prevalecer
en los trajes masculinos el negro y el gris. Esta nove?ad
ocup a Baudelaire en el Salon de 1845. Y en la frase fmal
de su es crito primerizo expone: El pintor, el verdadero
pintor ser el que sepa arrancar a la vida actual su lado
pico y hacernos ver y comprender, con el color o con el
dibujo, lo grandes y poticos que somos e_n ~uestras corbatas y nuestros botines acharolados. Ojala pued~n l_os
verdaderos pioneros darnos el ao prximo la alegna sm26
gular de celebrar la llegada de lo nuevo! Y_ un ao
despus: Y en cuanto al traje, la cscara del heroe mo,.
derno ... no tiene su belleza y encanto congemtos
... :> N o
es el traje necesario a nuestra poca que sufre Y que lleva
sobre sus hombros negros y flacos el smbolo de un p~r
petuo duelo? Advirtamos que el traje negro Y la le~I:a
tienen no solamente su belleza poltica, que es la expreswn
de la igualdad universal, sino que tienen ade~s_ su belleza potica, que es la expresin del alma pubhc~;. un
inmenso desfile de sepultureros, sepultureros pohticos,
sepultureros enamorados, sepultureros burgueses. Todos
celebramos un entierro. La librea uniforme de la_ de~ola
cin atestigua la igualdad; y en cuanto a !os excentncos,

.
que
denunciaban
antes f,aci.1men t e a. la vista los. colores
- en
chillones se contentan hoy con matices en el di_seno:
'
el corte ms
que en el co1or. (.. No t"Ie nen su gracia miste.
. 1antes que Juegan como sernosa
esos pliegues gestiCU
:> 27 Estas
re.,
pientes alrededor de una carne mortifIcad a..
.
.
1
honda
fascmacwn
que
presentaciOnes tienen parte en a
.
b
la muJ er del soneto que pasa ves ti"da d e luto ' eJercehso
, re
el poeta. El texto de' 1846 concluye asi: p or~u e los .eroes
de la Ilada van en pos de vosotros, Vautrm, ~astignac,
.
, que no t e has atrevido
Birotteau.
Y t Fontanares,
b a con
1
f
fne
re y contar al pblico tus sufrimientQs b aJO e rae

11, pg. 113.

L'homme de 1848, Revue des deux mondes, 1 de febrero de 1914.


CHARLEs BENOIST,

-94-

26

27

II, pg. 54.


II, pg. 134.

-95-

vulsionado que todos endosamos. Y t, Honor de Balzac, t, el ms heroico, el ms singular, el ms romntico


Y el ms potico entre todos los personajes que has sacado
de tu regazo 28 ,
Quince aos ms tarde el demcrata de Alemania del
Sur Friedrich Theodor Vischer llega en su crtica de la
moda masculina a intuiciones parecidas a las de Baudelaire. Slo que cambia el acento; lo que en Baudelaire entra
como tinta, como matiz en el prospecto crepuscular de
lo ~oderno, es en Vischer un argumento lustroso que
esta a mano para la lucha poltica. Considerando la reaccin dominante desde 1850 escribe Vischer: Declararse
partidario de los colores pasa por ridculo e ir ceido
pasa por infantil. Cmo no iba a hacerse incolora, desmadejada y encogida la indumentaria? 29 Los extremos
se tocan; la crtica poltica de Vischer se entrecruza, cuando ~cua metfo~as, con una imagen temprana de la fantasia .d~ Baudelaire. En el soneto L'Albatros (que procede
del. viaJe transocenico del que se esperaba que mejorase
al Joven poeta), se reconoce Baudelaire en esos pjaros,
cuyo desvalimiento sobre las planchas del barco donde
los depositan los marineros, describe as:

A peine le~ ont i~s dposs sur les planches,


Que ces rots de 1azur, maladroits et honteux
Laissent piteusement leurs grandes ailes bla~ches
Comme des avirons trainer a cot d' eux.
Ce voyageur ail, comme il est gauche et veule! 30
Vischer dice acerca de las mangas amplias del traje de
c~aqueta que caen sobre los puos: Ya no son brazos,
smo rudimentos de alas, romas alas de pingino, aletas
de pez, Y al andar los movimientos de sus informes adictos se asemejan a un braceo, a un como remar, a una
c?~ezn, a un ir empujando loco y simpln 31 La misma
VISin del asunto, la misma imagen.
18

11, pg. 136.

29

FRIEDRICH THEOOOR VISCHER Ve


.. ft.
Gedanken ber
die jetzige Mode, pg. 117 Stuttg'art ~~f tge
30 1, pg. 22.
,
,
.
31
VrSCBER, loe. cit., pg. 111.

-96-

Baudelaire determina ms claramente el rostro de lo


moderno, sin negar el signo de Can sobre su frente:
la mayora de los artistas que han abordado temas
~odernos se han contentado con temas pblicos y ofiCiales: con nuestras victorias y nuestro herosmo poltico.
Y enci.ma lo hacen a regaadientes y porque se lo encarga
el gobierno que les paga. Sin embargo, hay temas privados
que .son heroicos muy de otra manera. El espectculo de
l~ VIda elegante y de miles de existencias flotantes que
Circulan por los subterrneos de una grari ciudad ( criminales Y muchachas <<arrimadas), la Gazette des Tribunau.x Y el M.oniteur, nos prueban que no tenemos ms que
abnr los OJOS para conocer nuestro herosmo 32 Aqu
en~ra el apache>> en la imagen del hroe. En l tienen
asiento los caracteres que Bounoure registra en la soledad
de Baudelaire: un noli me tangere, un enquistamiento
d~l individuo en su diferencia 33 El apache abjura de las
VIrtudes y de las leyes. Rescinde de una vez por todas el
contrato social. Y as se cree separado del burgus por
todo un mundo. No reconoce en l los rasgos del compinche, esos que muy pronto dibujar Hugo en Les Chdtirnents con poderosa eficacia. Cierto que a las ilusiones
de Baudelaire deba drseles un hlito de mayor alcance.
Fundamentan la poesa del apache. Son las de un gnero cuya validez no ha sido demolida en ms de ochenta
a~os. Baudelaire es el primero que abord esa veta. El
heroe de Poe no es el criminal, sino el detective. Por su
parte Balzac conoce 'slo al gran outsider de la sociedad. Vautrin experimenta la ascensin y la cada; como
todos los hroes balzacianos tiene una carrera. La de
criminal es una carrera como las otras. Tambin Ferragus trama cosas grandes y hace planes a largo plazo; es de
la casta de los carbonarios. El apache, que durante toda
su vida est referido a los arrabales de la sociedad Y de
la gran ciudad, antes de Baudelaire no tiene sitio alguno
en la literatura. El Vin de J'assassin, la formulacin ms
aguda de este tema en Les Fleurs du mal, se ha convertido
: 11, pg. 134.

BouNouRE, Abimes de Victor Hugo, art. cit.

-97-

en punto de partida de un gnero parisino. Su taller fue

e! Chat noino: La inscripcin que llevaba en los primeros

tiempos heroicos rezaba: Passant, sois moderne.


En sus calles encuentran los poetas las basuras de la
s~:>ciedad Y. en sta su reproche heroico. Y as parece como
SI en su tipo ms preclaro se estampase otro ms bien
grosero. En l calan hondo los rasgos del trapero que tan
constantemente ocup a Baudelaire. Un ao antes de
Le Vin_ de chiffonniers apareci una exposicin en prosa
de la figura: Aqu tenemos 'a un hombre que deber re
coger las basuras del pasado da en la gran capifal. Todo
lo que la gran ciudad arroj, todo lo que perdi, todo
lo 9-ue ha despreciado, todo lo que ha pisoteado, l lo
registra _Y lo recoge. Coteja los anales del libertinaje, el
Cafarnaun de la escoria; aparta las cosas lleva a cabo
una seleccin acertada; se porta como un tacao con su
t~soro Y se de~iene en los escombros que entre las man
~I?ulas de la d10sa Industria adoptarn la forma de cosas
utiles y agradables Si Est a d escnpcwn
. . , es una unica
, . prolong~da metfora del comportamiento del poeta segn el
sentir de B~udelaire. Trapero o poeta, a ambos les concier
ne la escona ambo
.
. .
.
h
'
s persiguen sohtanos su comercio en
c~r:s
en que los ciudadanos se abandonan al sueo; in
0
el gesto 35es en los dos el mismo Nadar habla del
epas saccad de B d 1 .

.
au e aire; es el paso del poeta que
1
vaga por a Ciudad tras su botn de rimas tiene tambin
que ser el paso del t
'
tiene en su
.
rapero, que en todo momento se depieza. Hay :~~no para rebuscar en la basura con que trohaya querido d.o~ arrmentos en favor de que Baudelaire
rentesco. En cu~~Im~ adamente poner de relieve ese pa
aos ms t d qmer caso esconde un presagio. Sesenta
poeta que d:: e j~rece con Apollinaire un hermano del
el PQete ass;:~~~ has~a ser t~ap_ero. Es Croniamantai.
deba acabar en tod' rn~era VICtima del progrom que
Una luz d d
a a tierra con la raza de los lricos.
u osa se cierne b 1
,
d
so r~ a poesia de los apa
ches. Los hr
1
----.
oes e a gran cmdad son inmundicia?
:

1, pag. 249.
Cit. en FIRMIN MAIL
.
Pars, 1905.
LARD, La crte des intellectuels, pg. 362.

O no es ms bien hroe el poeta que edifica su obra


con esa materia? . La teora de lo moderno concede ambas cosas. Pero el Baudelaire viejo insina en un poema
tardo, Les plaintes d'un Icare, que ya no siente con la
casta de hombres entre los que de joven buscaba hroes:

Les amants des prostitues


Sont hereux, dispos et repus;
Quant a moi, mes bras sont rompus
Pour avoir treint des nues 36
El poeta que, como dice el ttulo del poema, ocupa el lugar del hroe antiguo ha tenido que evitar al hroe. moderno, cuyas hazaas refiere la Gazette des Tribunaux . En
realidad esa renuncia est ya apuntada en el conce~to del
hroe moderno. Est ste predeterminado a hundirse,. Y
para exponer que esto es necesario no es preciso que surJa
un trgico. Pero lo moderno termina cuando alcanza su derecho. Entonces se .le har prueba. Despus de s~ .~in, se
probar si puede convertirse algn da en antiguedad.
Baudelaire percibi esta cuestin consta_?teme.?te. La
antigua pretensin de inmortalidad la expenme~to com?
pretensin de ser alguna vez ledo como un escntor antiguo. El acotamiento de la tarea artstica en general es para
l que toda modernidad sea digna de convertirse en antigedad 37 Gustave Kahn percibe muy certeramente en
Baudelaire un refus de l'occasion, tendu par la natui'e
du prtexte lyrique 38 La consciencia de su tarea era 0
que le haca ser esquivo a ocasiones y pretextos. En la
poca que le toc en suerte nada le parece estar m~s cerca
del cometido del hroe antiguo, de los trabaJOS de
t
de presentar dicho
Baudelaire abrig largo tiempo la in ene! n tas encontramos
ambiente en novelas. Entre las cosas que dej
d'un monstre",
huellas en figuras de ttulos: "Les enseignemen 8
"L'entreteneur", "La femme malhonnte".

inf

36

1, pg. 193.
nueva vida la confron Tres cuartos de siglo despus cobr
tacln del mamporrero con el literato.
37

38

-98-

11, pg. 336.


G. KAHN, loe.

cit., pg. 15.

-99-

Hrcules, como la tarea que l mismo se impuso como


propia: configurar lo moderno.
Entre todas las relaciones en las que lo moderno se
adentra, sta para con la antigedad es notable. Para Baudelaire quien la representa es Vctor Hugo. La fatalidad
le arrastr. .. a transformar la oda antigua y la antigua
tragedia ... en los poemas y dramas que conocemos 39 Lo
moderno designa una poca; y designa a la vez la fuerza
que trabaja en dicha poca por asemejarla a la antigedad. De mala gana y en casos contados la reconoci Baud.elaire en Hugo. Wagner en cambio le pareca un efluvio
sm barreras ni falsificaciones de esa fuerza. Al escoger
sus. t~mas y su mtodo dramtico se acerca Wagner a la
antiguedad, y por la energa apasionada de su expresin
es actualmente el representante ms autntico de la naturaleza moderna .o. Esta frase contiene in nuce la teor~a baudelairiana del arte moderno. Segn ella la ejemplandad de la antigedad se limita a la construccin la sustancia Y la inspiracin de la obra son asunto de 'la IDOdernit>>. <<Desgraciado aquel que en la antigedad estudie
otra cosa que el arte puro, la lgica, el mtodo general.
Para sumergirse mucho en todo ello... abdicar de los
privilegios que le proporciona la circunstancia 41 Y en
las f~ases finales del ensayo sobre Guy dice: Busc por
doq_mer la belleza pasajera, fugaz, de la vida presente, el
caracte~ de 1~ que el le~tor nos ha permitido llamar la
modermdad . La doctrma se presenta as como en un
:esull_len: Lo bello est hecho de un elemento eterno,
mv~na?le. Y de un elemento relativo, circunstancial que
sera, SI se quiere, en parte o todo entero, la poca, la
mod~, la moral, la pasin. Sin este segundo elemento ...
el pnmero sera indigerible, inapreciable no adaptado y
no apropiado a la naturaleza humana 03 : No puede afirmarse que esto sea cosa profunda.
La teora del arte moderno es el punto ms dbil en
39

.o
41

03
63

II, pg.
pg.
pg.
pg.
pg.

Il,
Il,
Il,
Il,

580.

508.
337.
363.
326.

la visin que de lo moderno tiene Baudelaire. Esta ltima


pone de bulto los temas modernos; asunto de la primera
hubiese sido el careo con el arte antiguo. Pero Baudelaire
jams intent algo semejante. Su teora no se ha hecho
con la renuncia, que en su obra aparece como una deficiencia de la naturaleza y de la ingenuidad. Expresin de
su apocamiento es su dependencia, hasta en la .formulacin, de Poe. Su orientacin polmica es otra; se destaca
del fondo gris del historicismo, del alejandrinismo acadmico que entr en boga con Villemain y Cousin. Ninguna de sus reflexiones estticas ha expuesto lo moderno
en su imbricacin con la antigedad, tal y como ocurre
en ciertos poemas de Les Fleurs du mal.
Entre ellos est en primer lugar el poema Le cygne.
No en vano es alegrico. Esta ciudad, que est en constante
movimiento, se pasma. Se hace quebradiza como el vidrio,
pero tambin como el vidrio transparente de su propia
significacin. (La forme d'une ville / Change plus ;ite,
hlas!, que le. coeur d'un mortel) ". La figura d.e. Pars es
frgil; est cercada por emblemas de la fragilidad. De
criaturas frgiles: la negra y el cisne; y de fragilidad histrica: Andrmaca, viuda de Hctor y mujer de Heleno.
El rasgo comn es el duelo por lo que fue y la desesperanza por lo que vendr. Pars, siempre que ocurre en
Les Fleurs du mal, lleva su marca. El Crpuscule du
matin es el sollozo de alguien que se despierta imita?o en
el material de una ciudad; Le soleil muestra a la cmdad
deshilachada como un antiguo tejido a la luz del sol; el
anciano que resignadamente coge cada da su inst~mento
de trabajo, porque ni en la ancianidad le han dejad~ ~as
preocupaciones, es la alegora de la ciu~ad Y las :V~eJaS
-Les petites vieilles- son sus nicos habitant.es espiritualizados. Que estos poemas hayan atravesado rmpunes los
decenios se lo deben a una reserva protectora. E~ la reserva fre~te a la gran ciudad. Y los distingue ?e casi tod?s
los poemas que sobre este tema han vemdo despues.
Para captar lo que aqu se ventila, basta una estrofa de
Verhaeren:

-100-

1, pg. 99.

-101-

Et qu'importent les maux et les heures dmentes


Et les cuves de vice ou la cit fermente
Si quelque jour, du fond des brouillards et des voiles
Surgit un nouveau Christ, en lumiere sculpt
Qui souleve vers lui l'humanit
Et la baptise au feu des nouvelles toiles 45
Baudelaire no conoce semejantes perspectivas. Su idea
de la caducidad de la gran ciudad est en el origen de la
duracin de los poemas que ha escrito sobre Pars.
El poema Le cygne tambin est dedicado a Hugo; tal
vez a uno de los pocos, cuya obra, segn le pareca a Baudelaire, sacaba a luz una nueva antigedad. En cuanto
pueda hablarse de ello, en Vctor Hugo la fuente de inspiracin es fundamentalmente diversa de la de Baudelaire. A Hugo le es ajena la capacidad de entumecimiento
que, si el concepto biolgico es admisible, se manifies~a
en la poesa de Baudelaire mil veces como una especie
de mmesis de la muerte. Por el contrario, de Hugo podemos decir que tena una disposicin ctnica. Sin que
la aluda con precisin, la hace valer Charles Pguy en las
frases siguientes. De ellas resulta cmo hay que buscar la
diferencia entre la concepcin de la antigedad de Hugo
Y la de Baudelaire. De eso hay que estar seguros: cuando
Hugo vea al mendigo en el camino... le vea tal y como
es, tal y como realmente es ... mendigo antiguo en el camino antiguo, antiguo suplicante. Cuando vea el revestimiento de mrmol de una chimenea o el enladrillado
con cemento en una de nuestras chimeneas modernas, los
vea como lo que son, a saber, la piedra del hogar. La
piedra del hogar antiguo. Cuando vea la puerta de una
casa Y el umbral, que corrientemente es una piedra tallada, reconoca en esa piedra la lnea antigua: la lnea del
~bral sant? ". No hay comentario mejor para el siguiente pasaJe de Les Misrables: Los establecimientos
del Faubourg Saint-Antoine se asemejaban a las tabernas
del Aventino, que estn levantadas sobre la cueva de la

dans cette plaine


Mais non tout sera mort. PI us nen
.
so
,
Qu'un peuple
vanoui dont ell e es t encore p1eme .
L, Daudet contempla
do de la ciuCien aos despus de Raumer, eon
Pars desde el Sacr-Coeur, otro lugar e1e~~ terrorfica
se re fl eJa,
en una contraccwnto presente:,
dad . E n sus OJOS
la historia de lo moderno hasta ~\:uJ;e~acios, monuDesde arriba se ve esta aglom~raci~l sen~miento de que
mentos, casas y barracas, Y se ti~ne , t ofes metereolestn predestinados a una o vanas cata~ r rvieres con la
gicas o sociales ... He pasado horas en ou
M' 'rables pg. 55.
Les. rse us Pdris und Frankreich
Brrefe .a
1831
im lahre 1830, vol. 2, pg. 127, ~eipZlg,_ Par~ 1880.
49
VICTOR Ruco, op. cit., Pos1e Ill,
'
50 lbd.
47

48

45

1904. EMILE VERHAEREN, Les villes tentaculaires, pg. 119, Pars,


"

Sibila y en vjnculacin con los astros sa.ntos; las me~as


de esas tabernas eran casi trpodes, y Enmo habla del vmo
sibilino que all se beba 47 El ciclo de poemas de Hugo
A l'arc de triomphe, en el cual aparece por ~ez primera .la
imagen de una antigedad parisina, proviene de la mis ' de ese. moma manera de ver las cosas. La g1on'f'Icacwn
.
numento parte de la visin de una campia pansma,
de una <dnmense campagne en la que slo ~erduran tres
monumentos de la ciudad derruida: la Samte-Chapelle,
la columna de Vendme y el Arco de Triunf~. La suma
importancia que este ciclo tiene en la obra de VIctor Hugo
t o de una
corresponde al lugar que ocupa en e1 surgimien
imagen del Pars del siglo diecinueve conformada a la
antigedad. Baudelaire la conoci sin duda alguna. Procede del ao 1837.
d h on
Ya siete aos antes anota el historiador Fne nc v
Raumer: Desde la torre de Notre-Dame a~arcaba ay~~
la inmensa ciudad (.quin ha edificado la pnmera casa.l~
'
la ltima
.
Y aparecera' eh sue
d o
cundo se derrumbar
48
de Pars como el de Tebas y Babilonia? Hu_go a e~. este suelo tal y como sera, cua ndo un dia esta
ncnto
d
bera en la que el agua rompe en resonantes arca !s, sea
'
. COS
devuelta
a los susurrantes y encorvados Jun

CHARLEs

~CUY, Oeuvres de prose,


-102-

pg. 388, Pars, 1916.

VIcToR Ruco, o p. cit.,


FRIEDRICH VON RAUMER,

-103-

mirada sobre Lyo


N
rada sobre Marse~~ en otre-Da~e de la Garde con la mibre Part's L
, en el Sacre-Coeur con la mirada so.

o
que
se
pe rctb'Ia mas
- e1aramente desde esas
alturas era la
amenaza Las agio
.
d h b
mer~cwnes e om res
son amenazadoras ... El.
hombre necesita del trabajo, cierto, pero tambi t.
necesidades tien~ I~e~:I ot-:a.s _necesidades ... Entre otras
la sociedad que f
smctdto, que se afinca en l y en
1
, fuerte que su instinto
de conservacin e porma ' y es mas
ha, desde Fourvere~r ~so, cuando se mira desde arr~
Coeur se admt
' otre-Dame de la Garde, el Sacre,
ra uno de que Lyon, Marse11 a, Pans
, exts.
tan todava
s1 E t
1
recibe la pas~io~ e e~ e rostro que, en el siglo presente,
el suicidio.
. mo erne que Baudelaire reconoca en
La ciudad de Pars e

dio Haussmann p
ntra este stglo en la figura que le
gen de la ciudad usolpor ob~a su revolucin de la ima
ginarse pueda: p~lon ~ medtos ms modestos que imai_Y _cul fue la des~~ PI~?s, palancas y cosas parecidas.
hmttados' y e,
hccton que provocaron medios tan
1
omo a n c-:ect"do desde entonces con las
grandes ciudades
1
Qu imgenes del oso~ed~os de acomodarlas al suelo!
p
emr no provocan! Los trabajos
de Haussmann 11
1 .
.
egaron a su p t
t eros fueron derribad
un o cu mmante. Barnos enencontraba Max
Dos. En una tarde del ao 1862 se
tme u Cam
,1
d e la tienda de su t"
P en e Pont-Neuf. No lejos
que estaba en el u!~~~~ eJperaba _sus anteojos. El autor:
uno de esos mo
e una cterta edad experimento
sobre su vida yma etntos en los que el hombre cavilando
ranscu rn"da,_ ve reflejada en
' todo su
propia melancola L
de su vista, que 1 ~ h ~~s~rsa dtsminucin de la agudeza
card la inevitable a ~a . evado a visitar al ptico, le renas ... Le vino d
ca uctdad de todas las cosas huma
,
e repente el p
vaga d o lejos por 0 .
ensamtento, a l que habta
nente
que
e

d
arena es polvo d
'
ra versa o en pramos cuya
.
r 0 d eab a con sus ruidos
e muertos
t ' d ~ que esta cmdad,
que le
tantas o~ras capitales ... 'h en_dna que morir un da coro~
extraordmario inters on~I?n muerto. Se le ocurri que
p
namos hoy en una representaSI LlloN DAUDET P
'

aris vcu, vol. 1, pg. 220, Pars, 1929.

-104-

cin exacta de Atenas en tiempo de Pericles, de Cartago


en tiempo de Barca, de Alejandra en tiempo de los Ptolomeos, de Roma en tiempo de los Csares ... Gracias a una
inspiracin a modo relmpago, que es la que a veces nos
ayuda en un tema extraordinario, concibi el plan de escribir sobre Pars el libro que los historiadores de la antigedad no haban escrito sobre su ciudad ... Ante su
mi52
rada interior apareci la obra de su edad madura En
el poema de Hugo A !'are de triomphe, en la gran exposicin tcnico-administrativa que Du Camp hizo de su ciudad, se reconoce la misma inspiracin que fue decisiva
para la idea de lo moderno en Baudelaire.
Haussmann puso manos a la obra en 1859. Proyectos
de ley le haban abierto camino y su necesidad se senta
desde tiempo ha. En la obra citada escribi Du Camp:
Despus de 1848 Pars estaba a punto de convertirse en
inhabitable. La constante expansin de la red del ferrocarril ... apresuraba el trfico y el crecimiento de la poblacin urbana. Las gentes se ahogaban en las antiguas
Y estrechas callejuelas, sucias y retorcidas, en las que no
53
tenan ms remedio que sentirse acorraladas Al comienzo de los aos cincuenta la poblacin parisina se iba haciendo a la idea de una gran limpieza inevitable de la imagen de la ciudad. Podemos suponer que en su perodo de
incubacin dicha limpieza influyera con fuerza so?re ~na
fantasa importante, que influyera incluso con mas vtgor
que el aspecto de los trabajos urbansticos realizados. Le_s
poetes sont plus inspirs par les images que p_ar la presence meme des objets, dice Joubert S'. Lo mtsmo pasa
con los artistas. Se hace imagen eso de lo cual se sabe que
pronto no estar ante nosotros. Y as ocurri con las calles
parisinas en aquel tiempo. En todo caso la. ?bra, cuy~ dependencia subterrnea con la gran revolucwn de Pans es
PAUL BouRGET Discours acadmique du 13 juin _18?5, Suc52
cesion a Maxime >u Camp, L'anthologie de l'Academ1e franraise, vol. 2, pgs. 191 y ss., Pars, 1921.
.
MAXIME Du CAMP, Paris, ses organes, ses fonctwns et ~a
53
vie dans la seconde moiti du XIX siecle, vol. 6, pg. 253, Pans,
18~

JoSEPH JoUBERT, Penses, prcdes de sa correspon ance,


vol. 2, pg. 267, Pars, 1883.
M

-105-

absolutamente indudable t
sta emprendida E
1 , es _aba acabada aos antes de ser
Meryon. A nadie Imran ~s VIstas de Pars del aguafortista
preswnaron tant 0
.
_ como a Baudelaire.
N o 1e mova, como mo ,
1
a:queolgica de la cat:~~o~s ;ue~os _de Hug?, .!a visin
ma que surgir de pronto
~- egun ella antiguedad teZeus inclume de u . , , tia una Atenas de la cabeza de
,
na meo ume
d
"d
a 1a luz el rostro ant"
d 1 mo erm ad. Meryon sac
Iguo e a d d .
~o1o de sus adoquines E
.e~~ a , sm abandonar uno
Incansablemente suge t.. stba VISIOn del asunto es la que
cuando pensaba en lo moderno Ads wna
. b a a B au d e1aire

mira a a Me
.
. Ambos tenan afinidades 1 ~on apasiOnadamente.
miento es el mism . 1
e ectivas. Su ao de nacmeses. Ambos mu ? a muerte les distancia slo unos
neron en s 1 d d
d
Cho e a Y gravemente daaos; Meryon, demente
habl_a, en una clnica pr end aren ton, y Baudelaire, sin
cammo tarde. Baud . Ivaf a. La_fama de ambos se abri
e1aire ue casi 1 , .
por Meryon cuando , t
. ,
e umco que se interes
h
es e VIVIa p
nas en prosa que puedan m . . ocas ay entre sus pgiMeryon. Tratando de M edirse con el breve texto sobre
honra en l el ro t
~ryon, honra a lo moderno pero
'
.
s ro antiguo p
~e mterpenetran la anti ed .d orque tambin en Meryon
el se presenta con todagu_ -~ Y lo moderno; tambin en
miento, la alegora En mti ~z esa forma de deslumbratante. La demencia. e t sus p anchas el rtulo es imporhace smo
. subrayar sun ra. en. el
t t
sigmfi. ex
, o Y su oscuridad no
~on bajo la vista del p
cacion. Los versos de MeCIon,
' sm
perjuicio de
ont-Neuf
e s t an
' como interpreta..
L S
su suti1Idad
.
e quelette ta.boureur:
' en vecmdad estrecha de

~i-git du vieux Pont-Neuf


L exacte ressemblance
Tout radoub de neuf
~ar rcente ordonnance.
sa_vants mdecins,
Habzles chirurgiens,
En el siglo xx M
eryon encontr
froy. No es e
biografa de :~ualidad que la obra maustn bigrafo en Gustave Gefanqul.
e ra de este autor sea una

-106-

De nous pourquoi ne faire


Comme du pont de pierre 55 *.
Gustave Geffroy acierta en su centro a la obra de Meryon y acierta tambin su parentesco con Baudelaire; pero
sobre todo acierta la fidelidad en la reproduccin de la
ciudad de Pars, que pronto se convertira en un campo
de ruinas, al buscar la singularidad de esas estampas en
que por mucho que estn elaboradas inmediatamente, segn la vida, dan impresin de una vida transcurida ya,
que est muerta o que va a morir 56 **. El texto de Baudelaire sobre Meryon da a entender subrepticiamente la
importancia de esta antigedad parisina. Raras veces hemos visto representada con ms poesa la solemnidad natural de una gran ciudad. La majestuosidad de las piedras
acumuladas, los campanarios sealando al cielo con el
dedo, los obeliscos de la industria vomitando contra el
firmamento sus coaliciones de humos***, los andamiajes
prodigiosos de los monumentos en reparacin que sobre
el cuerpo slido de la arquitectura aplican su arquitectura
de un da paradjica, arcnidamente bella, el cielo brumoso cargado de clera y de rencor, la profundidad de las
perspectivas que aumentan si se piensa en los dramas que
55
Cit. G u sTAVE GEFFROY, Charles Meryon, pg. 2, Pars, 1926.
Meryon comenz como oficial de marina. Su ltimo grabado
representa el Ministerio de Marina en la Place de la Concorde. Un
s~quito de caballos, carruajes y - delfines se precipita sobre el Mirusterlo. No faltan los barcos y los animales marinos tampoco faltan ;
tambin puede verse alguna que otra criatura de forma humana en
semejante tropel. Geffroy encuentra la "significacin" sin forzar
nada Y sin detenerse en la forma de la alegora : "Sus sueos asaltaban ese edificio que era tan firme como una fortaleza. All se
registraron en su juventud, cuando todava estaba en plena marcha,
los datos de su carrera, de su servicio. Y ahora se despide de esta
ciudad, de esta casa por las que tanto ha sufrido" (GusTAVE GEFFROY,
Charles Meryon, op. cit., pg. 161).
56
lbd.
Parte ms que decisiva en este arte tiene la. voluntad de conservar el "rastro". El titulo de Meryon para la serie de ~us grabados muestra una piedra resquebrajada con las huellas unpresas
de formas de plantas antiguas.
.
.
*** Cfr. la observacin preada de reproches, de P1erre Hamp
"El artista.. . admira las c~lumnas del templo babilnico Y _desprecia
la chimenea de la fbrica." (PlERRE HAMP, "La littrature unage de
la socit", en Eneyclopdie trant;aise, vol. 16, Pars, 1935).

-107-

contienen No olvid

de que se. com


a rmguno de los elementos complejos
civilizacin 57 p~n~ e !doloroso Y magnfico ornato de la
lamentar coro~ un re , os. planes, cuyo fracaso hay que
Delatre, que quer~a ~~~Ida, debe c.ontarse el del editor
tos de Baudel . Fp Icar una sene de Meryon con texaire. ue cosa del
b d
, gra a or que no se escribiesen estos textos no
tarea de Baudela' '
, logro ser capaz de imaginarse la
Ire mas que coro .
.
casas y las ramif
.
o un mventano de las
Baudelaire se hu~~aciOnes de calles que l reproduca. Si
ms sensible de e Iese ~uesto a esta labor, sera entonces
el papel de las a ~~o oy se lee la frase de Proust sobre
re y el color esc::l~~=s ciudades ~n. la obra de Baudelaican ss. Entre esas ciudaJue esporadicamente ~e comunito. En una carta a L
es, Ro~a ocupa el pnmer puespredileccin por d' ~co~ted de Lisie confiesa su natural
dileccin le venga ~e cm ~d .. Es probable que esa prel~s ruinas no restau~a~:s paisaJes de Piranesi en los que
cmdad.
aparecen a una con la nueva

As
co
.
mienza el soneto q f'
Simo noveno de L Fl
ue Igura como poema triges eurs du mal:

<<le te donne ces

Aborde heureu vers a m que si mon nom


Et fait rever u sem~ntl aux poques lointaines,
Vaisseau favor~ ~otr es cervelles humaines,
tse par un grand aquilon,
T a mmoire pareill
f
e.aW: ables incertaines,
Fatigue le 1~ t
e eur amst qu'un tympanon 59.
. Baudelaire quera ser 1 ,d
.
Cia venci extraordi'
. ei o como un antiguo. Su exigenpron t o. p orque ya ha lle
gad o eI futuro leja nanamente
h
nes de las que ha~~ y~ an llegado las <<poques lointaide su muerte com a ~ 1soneto, tantos decenios despus
C'
O Sig OS hubies
Ierto que Pars est
,
.
e pensa d o Baudelaire.
del desarrollo social aun endpi~; Y las grandes tendencias
m'as consistentes son son

, t to avia las mismas.


Pero cuanto
es as, tanto ms caduco es todo lo

:
59

II, pg. 293.

IPRo~sT, loe. cit., pg. 656


, pag. 53.

que hubo en su experiencia, lo que ha estado bajo el signo


de lo verdaderamente nuevo. Lo moderno es lo que
menos ha seguido parecindose a s mismo; y la antigedad, que deba esconderse en lo moderno, representa en
realidad la imagen de lo anticuado. Bajo las cenizas encontraremos de nuevo Herculanum; pero unos pocos aos
entierran las costumbres de una sociedad mejor que todo
el polvo del volcn 60
La antigedad de Baudelaire es la romana. Slo en un
pasaje penetra la antigedad griega en su mundo. Grecia
es para l la imagen de la herona digna y capaz de ser
transpuesta a lo moderno. Nombres griegos -Delphine e
Hippolyte- llevan las figuras femeninas en uno de los
ms grandes y clebres poemas de Les Fleurs du mal.
Est dedicado al amor lsbico. La lesbiana es la herona
de lo moderno. En ella una imagen ertica central en Baudelaire -la mujer que habla de clnreza y de masculinidad- est penetrada por una imagen histrica, la de la
grandeza en el mundo antiguo. El puesto de la mujer lesbiana es inconfundible en Les Fleurs du mal. As se explica por qu Baudelaire pens durante largo tiempo en
Les lesbiennes como ttulo. Por lo dems Baudelaire est
muy lejos de haber descubierto a la lesbiana para el arte.
Balzac ya la conoca en su Filie aux yeux d'or; Gautier en
Mademoiselle de Maupin; Delatouche en Fragoletta. Baudelaire la encuentra tambin en Delacroix; un poco encubiertamente habla en la crtica de sus cuadros de <<la
mujer moderna en su manifestacin heroica, en el sentido infernal o divino 61
El tema est asentado en el saintsimonismo que con
frecuencia ha valorado en sus veleidades cultuales la idea
de lo andrgino. Entre ellas cuenta el templo que deba
resplandecer en la ciudad nueva de Duveyrier. Un adepto de la escuela dice de l: El templo ha de exponer lo
andrgino, un hombre y una mujer ... Igual distribucin
debe preverse para toda la ciudad, in~luso pa~a to.do el
reino y para la tierra entera: procurara el hemisfeno del
BARBEY o'AUREVILLY, Du dandysme et de G. Brummel. Me60
moranda, pg. 30, Pars, 1887.
61

-108-

11, pg. 162.

-109-

hombre y de la mujer>> 62 En los procesos del pensamiento


de Claire Demar se capta mejor que en esta arquitectura,
nunca edificada, la utopa saintsimoniana segn su contenido antropolgico. Pero Claire Demar ha sido olvidada
por las fantasas de Enfantin que s han dejado grandes
huellas. El manifiesto que ella nos leg est ms cerca de
la mdula de la teora saintsimoniana, a saber, la hipstasis de la industria como fuerza que mueve al mundo,
que el mito de la madre de Enfantin. Tambin en su texto
se trata de la madre, pero con una opinin esencialmente
distinta de las que irrumpieron en Francia para buscarla
luego en Oriente. Su fuerza y su apasionamiento la hac~n
estar aislada en la literatura de nuestro tiempo, ampliamente ramificada, que tiene que habrselas con el futuro
de la mujer. Apareci con el ttulo Ma loi d'avenir. En su
captulo final se dice: Nada de maternidad! Nada de
ley de la sangre! Yo rligo: que no haya ya maternidad. Si
un da la mujer ... se libera de los hombres, que le pagan
el precio de su cuerpo ... , tendr que agradecer su existencia ... nicamente a su propio poder creativo. Adems
tendr que dedicarse a una obra y cumplir una funcin.
Tenis por tanto que resolveros a pasar al recin nacido
del pecho de la madre natural al brazo de la madre social, al brazo del ama estatal. Al nio se le educar mejor
as... Porque slo entonces y no antes se desligarn por
ellos mismos hombre, mujer y nio de la ley de la sangre,
de la ley que explota a la humanidad>> 6.1
He aqu, pues, cmo se acua en su versin original la
imagen de la mujer heroica que acogi Baudelaire. No
fueron los escritores los primeros que llevaron a cabo su
variacin lesbiana, sino que ocurri en el mismo crculo
saintsimoniano. Lo que como testimonio entrara en discusin, no est muy bien tratado por los cronistas de la
escuela. Con todo poseemos la curiosa confesin siguiente
de una mujer que profesaba la doctrina de Saint-Simon:
Comenc a amar a mi prjimo la mujer igual que a mi

a y la
- , al hombre su fuerza f'ISIC
,
prjimo el ho~bre. : DeJe . es ropia, pero junto a. el
ndole de inteligencia qu~ 1~ ne:a corporal de la mujer
Puse como de igual valor . ~ el
64 Una reflexin crtica
es espintua es>> .
lt
y sus especf icos d on
.
sido fcil pasar por a ~
de Baudelaire que no hubiese.
Est dedicada a la pnsuena como un eco de la antenor. e Madame Bovary, P,or
mera herona de Flaubert -~sq~mbicioso, de ms enertodo lo que en ella hay de
h
guido siendo un hom. , d e ma's soador,.l'da sedel cereb ro d e Zeus '
gico y tamb Ien
bre. Como Pallas armada; ~a I ha conservado todas las
t ura androgma
a n encantad or cue rpo
esta curiosa cna
..
1
u el escritor mis
mo
seducciones d e un a lma VID enbre
femeninO>> 6>. y ms_ adelant:le:ole agradecern que h~ya
Todas las mujeres mtelectu
alto poder, tan leJOS
elevado a la pequea hembra :elta;ombre ideal, y que la
del animal puro y tan cerca d ble carcter de clculo
haya hecho participar de ~ste oerfecto>> 66. Con un golpe
y ensueo que constituye e ser p leva Baudelaire a hede mano que eso era muy suyob, e s de Flaubert.
' esposa d e1 Pequeo
urguun buen nume~o
,
de
. ha
rona a la
En la poesa de Baudelaire
y han sido considerahechos importantes y patent~s iu~i~~ contrapuesta de los
Epaves. Lesbos es un
dos. Entre ellos cuenta la or.Ien a
,
b.
e
se
siguen
en
h.
t Hippolyte por e1 condos poemas les ICOS qu
himno al amor lesbiana; Del!' ~ne e brante de lstima, de
. 'n ' SI bien VI
trario es una con d enaciO
esa pasin.

. u usce et de l'injuste?
Que nous veulent les ~ots dho~neur de l'archipel,
.
V terges
au coeu r sublzme, autre est augus t e,
Votre religion c~mmde r.:~fer et du ciel! 61
Et l'amour se nra e
As se dice en el primer poema;

. MILLARD, La lgende de la femme


CJt.
Pars, (s. d.)
65
II, pg. 445.
66
Il, pg. 448.
6?
1, pg. 157.
64

62

HENRY-REN!l
DE ALLEMAGNE, Les Saint-Simoniens 1827-1837,
pg. 310,
Pars, 1930.
13

CLAIRE DEMAR, Ma loi d'avenir. Ouvrage posthume publi


par Su~anne, pg. 58, Pars, 1834.

-110-

y en el segundo:

-111-

mancipe, pg. 65,

Descendez, descendez, lamentables victimes,


Descendez le chemin de l' enfer ternel! 68
La escisin sorprendente se explica de este modo: mientras que Baudelaire vea a la mujer lesbiana no como un
problema, problema social, problema de disposicin natural, podra decirse que como prosista no tomaba ninguna posicin al respecto. Tena sitio para ella en la imagen de lo moderno; no la reconoca en la realidad. Por eso
escribe con toda espontaneidad: Hemos conocido a la
mujer-autor filntropo ... , a la poetisa republicana, poetisa
d~l porvenir, four~erista o saintsimoniana , y nuestros
OJOS.. no han podido acostumbrarse a todas esas fealdades acompasadas ... , a todos esos sacrilegios que no son
sino malas imitaciones del espritu masculino 69 Sera
descaminado suponer que se le hubiese ocurrido nunca
salir pblicamente en defensa de la mujer lesbiana. As lo
prueban las propuestas que hace a su abogado para su
defensa en el proceso contra Les Fleurs du mal. No separa
la proscripcin burguesa de la naturaleza heroica de dicha pasin. El descendez, descendez, lamentables vcti~es es_ la ltima palabra que Baudelaire grita a la muJer lesbiana. La abandona en su hundimiento. Es insalvable, p_orque la confusin no se desliga de ella en la concepciOn de Baudelaire.
El siglo diecinueve comenz a utilizar a la mujer, fuer~, de la casa ~ sin mir~mientos, en el proceso de producCion. Predommantemente lo hizo de una manera primitiva; la colocaba en fbricas. En el curso del tiempo tenan
que _aparecer e~ ~lla rasgos masculinos. El trabajo en la
fbnca la ~?ndicionaba y resultaba patente que la dislocaba ~amb1en. Las formas superiores de la produccin,
ademas de la lucha poltica en cuanto tal podan favorecer de forma ms noble rasgos masculin~s. Quiz haya
q~e entender en este sentido el movimiento de las vesubmnas. Puso a disposicin de la revolucin de febrero un

cuadro compuesto de mujeres. En los estatutos se dice:


Nos llamamos vesubianas, declarando con ell~ que
en cada mujer de las nuestras ~p~ra . ~m volean . revolucionario 70 En semejante modificaciOn del hab1tus
femenino cobraron vigencia tendencias que ~cuparon la
fantasa de Baudelaire. No sera sorprendente qu: su honda idiosincrasia en contra del embarazo desempenase tambin su papel . La masculinizacin de la mujer habla en
su favor. Baudelaire, por tanto, afirm el proceso_. A_ la
vez que le importaba redimirlo del domn~o econom1co.
Y as consigui dar a esta direccin evolutiva un acento
puramente sexual. Lo que nunca pudo perdonar a George
Sand fue quiz que hubiese profanado por su aventura
con Musset los rasgos de una mujer lesbiana. _
La atrofia del elemento prosaico, que se acuna en la
posicin de Baudelaire respecto de la m_u~er lesbiana, ~am
bin es caracterstica en otras composiciones. Extra~aba
a observadores atentos. En 1895 escribe Jules Lemaltr~:
<<Estamos ante una obra llena de ardides Y de contradicciones intencionadas... En el mismo momento ~n que se
, mas
' era sa de los mas descon-.
complace en la d escnpciOn
soladores detalles de la realidad, se explaya e~ un e_spi.
.
, 1eJOS
d e la 1mpresin mmed1ata
ntuahsmo
que nos d esv1a
que las cosas nos producen ... La mujer le vale ~ Baudelaire como esclava o como animal, pero le de?I.ca. l~s
mismas honras que se le tributaron a la Sant1srm~ VIrgen... Maldice el "progreso", siente horror por la md~s. del siglo
.
. emb argo d"IS f ru ta de la nota especial
tna
y sm
que esa indu;tria ha aportado a nuestra vida _actual ... Creo
, .
b au d e1a1na
no consiste en aunar
,
q ue lo especificamente
' ... , podnamos
d
siempre dos maneras opuestas e reacc10n
decir que una pasada y una presen te Una obra maestra
d e 1a vo1un tad ... , la U, ltima novedad en el terreno de la
.
E
"tion de la BiblioParis sous la Rp~bltq':'e de dl 848l. ~h~s~e Paris, pg. 28,
theque et de travaux h1stonques e a v
'o

I, pg. 161.
Tal vez sea esto una alusin a Ma loi d'avenir de Clair!'
De mar.
II, pg. 534.

Pars, 1909.
t
nto
) esulta clave en es e pu
.

Un fragmento de 1844 (1, pag. 213 r hizo a su amante muesEl conocido dibujo a pluma que Baudelair~r rendentemente a la de
tra una manera de andar que se ase:ejan co~tra de la idiosincrasia.
una embarazada. Lo cual nada prue a e

-112-

-113-

68

~~~=ir~e ;os sentimientos n. Estaba en el sentir de Bau

la volunt=~r;sentarse esa actitud como gran hazaa de'


clari'v'de : edro su reverso es una falta de conviccin de
nc1a,
taba Baud
1 e constancia E n to d as sus emociones' es
manera de ec~~e expuesto a _un cambio sbito, cambio a
manera de . ~ue. T~nto mas atractiva se imaginaba otra
encantamien~~;r en os extremos. Esta se forma en ls
perfectos. en alg~ue ~rocleldefil de muchos de sus versos
'
nos e e os lega hasta a nombrarse.

Vois sur ces canaux


Dormir ces vaisseaux
Dont l'~umeur est vagabonde;
C est pour assouvir
Ton moindre dsir
Qu'ils viennent du bout du monde 72.
Un ritmo de cuna es el d
,
miento capta a 1 b
e esta celebre estrofa; su movos
arcos
que
est
Baudelaire aorab
n anc1a d os en e1 cana1.
es privilecno de loa sber acunado entre los extremos, como
b'
s arcos La im
d ,
cuando se ventila
f
agen e estos emerge
gen central ser llsu pdro unda, acallada y paradjica imaeva o por lo gra d
'd
1
.
grande. Esos navos, bell
n e, ser acogi ~ en o
(contonendose) e
os Y grandes, balanceandose
1
de aspecto desocun ~s aguas t_ra~quilas, navos robustos,
nos con un mud p~ 0 Y ~ostalgico, no estn dicindobenguaJe: cundo partimos hacia la
felicidad'> 73 En
1os arcos se ,

la disposicin pronta
aunan 1a despreocupacin y
proporciona una sign'af. un~ !'otencia extrema. Lo cual les
'
1 IcaciOn
CI n especial en la que t
b. , secreta H ay una conste1adeza e indolenc a y
am Ien en el hombre se unen granb re la existencia1 de B
esa dconstela
' es 1a que Impera soCIOn
.
1
lo moderno y cu ~u e aire. El la descifr y la llam

barcos en la r~da :~ 0 se pierde en el espectculo de los


,
ace para entresacarles una alegora.

71
72

73

LEMAITRE, Les
1, pg. 67.
contemporains, op. cit., IV srie, pg. 29.
11, pg. 630.

-114-

El hroe es tan fuerte, tan inspirado, tan armnico, tan


bien hecho como esos veleros. En vano, sin embargo, le
hace seas el alta mar. Porque sobre su vida hay una
mala estrella. Lo moderno se prueba como su catstrofe.
El hroe no est previsto en ello; lo moderno no tiene
utilizacin alguna para ese tipo. Le amarra seguro y para
siempre en el puerto; le entrega a un eterno no hacer
nada. En esta ltima encarnacin se presenta el hroe
como dandy. Si tropezamos con una de esas figuras, perfectas gracias a la fuerza y al sosiego de sus gestos, nos
diremos: <<he aqu tal vez un hombre rico, aunque con
ms seguridad ser un Hrcules sin trabajos u.. Da la impresin de que es su grandeza la que le mantiene. Y as se
entiende que Baudelaire creyese que en ciertas horas su
vagabundeo estaba revestido de la misma dignidad que el
tenso esfuerzo de su potencia potica.
Baudelaire se representa al dandy como un descendiente de grandes antepasados. Para l es el dandysmo
<<el ltimo resplandor del herosmo en la poca de las
decadencias75 Se complace en descubrir en Chateaubriand
una referencia a dandys indios, testimonio de los florecientes tiempos de antao de aquellas tribus. En realidad
resulta imposible pasar por alto que los rasgos que se
renen en el dandy llevan una signatura histrica muy
determinada. El dandy es una creacin de los ingleses que
mantenan la batuta en el comercio mundial. En manos
de las gentes de la bolsa londinense estaba la red comercial que abarcaba todo el globo terrqueo; sus mallas perciban las contracciones ms variadas, frecuentes e insospechadas. El comerciante tena que reaccionar ante ellas,
pero no hacer de sus reacciones un espectculo. Los dandys adoptaron para la puesta en escena por su parte la
oposicin que en l se produca. Desarrollaron el ingenioso entrenamiento que era necesario para realizarlo.
Unieron la reaccin rpida como el rayo con gestos y mmica relajados, flccidos incluso. El tic, que durante un
tiempo pas por elegante, es en cierto modo una rep1 e,. 11, pg. 352.
75
11, pg. 351.

-115-

sentacin torpe, subalterna del problema. Las frases siguientes son caractersticas al respecto: El rostro de un
hombre elegante tiene que tener siempre algo de convulsivo y desencajado. Tales muecas podemos adjudicrselas, si nos parece bien, a un satanismo natural 76 As se
imaginaba un asiduo del bulevar parisino la figura del
dandy londinense. Y as se reflejaba fisonmicamente en
Baudelaire. Su amor por el dandysmo no era afortunado.
No posea el don de agradar que es un elemento tan importante en el arte de no agradar propio del dandy. Elevando a afectacin lo que por naturaleza resultaba en l
extrao, cay en el abandono ms profundo, ya que su
inaccesibilidad se hizo mayor al crecer su aislamiento.
Baudelaire no se complaca, como Gautier, en su poca, ni tampoco se engaaba, como Leconte de Lisie, respecto de ella. El idealismo humanitario de un Lamartine
o de un Vctor Hugo no estaba a su alcance; ni le fue dado,
como a Verlaine, escaparse por la devocin. Como no
tena conviccin alguna, adoptaba apariencias siempre
nuevas. Fl:ineur, apache>>, dandy, trapero: otros tantos
papeles. Puesto que el heros moderno no es hroe, sino
que representa hroes. La heroicidad moderna se acredita
como un drama en el que el papel de hroe est disponible. Baudelaire mismo lo ha insinuado as al borde de su
Les sept vieillards, un poco a escondidas, como en una
nota:

Un matin, r:ependant que dans la triste rue


Les maisons, dont la brume allongeait la hauteur,
Simulaient les deux quais d'une riviere accrue,
Et que, dcor semblable a l'ii.me de l'acteur
1

Un brouillard sale et jaune inondait tout l'espace,


le suivais, roidissant mes nerfs comme un hros
Et discutant avec mon ame dja lasse,
Le faubourg secou par les lourds tombereaux 77
75

Les Petits-Paris. Par les auteurs des Mmoires de Bilboquet,


vol.77 10, Paris viveur, pg. 25, Pars, 1854.
1, pg. 101.

,
renen en estas estrofas de
Decorado, ac~or y ~eroe ~:}entender. Los contempormanera que es Imposible
f
"a Cuando le estaba
. b
de tal re erenc .
d
. de ue Baudelaire tiene ca a
neos no necesita an
pintando, Courb~t se que~aCha~pfleury le concede el don
da un aspecto diferent~.,
su rostro como un forzado
de disimular la expreswn d;.
78
En su maligna necroa galeras que acaba de eva Irse d. isin Valles llam a
loga buen testimonio de su agu a v
.'
'
79
Baudelaire farsante
ba el poeta que fue
,
1
, caras que usa ,
Detras de as mas . , "t Poda parecer muy proBaudelaire guardaba el mcogbm o. oceda muy circunspecvocativo en el trato; en su~ r~ pr poesa. La estructura
tamente. El incgni~o es la
~as:o de una gran ciudad
de su verso es eqmparabl_e
p tados encubiertos por
.
en la que nos movemo s s1n ser no, de puertas o patios.
asos a traves
.
1
labras su sitio exacto,
bloques de casas, por p
gna a aspa
En ese plano se 1es d esi
t lle una revuelta. Bau.
d os an t e s de que
. es
. a Calcula sus e fectos
como a conJura
.
!lenguaJe
mismo.
delaire conspira con e
"t do descubrirse f rente
.
e haya ev1 a
, ha llamado la atenpaso a paso. Que siempr
.
nte lo que mas
.
al lector es prec1same
d
uy calculado entre. Irnacin. Gide advierte un desacuer odm mo Baudelaire parte
, ha destaca
o- e a presentarse que da
gen y cosa so . Ri VIere
,
de palabras distantes, como ensena utela 81. Lemaitre ha, d
las cosas con ca
d
das de tal modo que ~en an
mente, acercan ose a ,
bla de formas, que estan trama f
e pone de reheve la
,
82 y La orgu
1
la rotura de la paswn
d" , mos desmiente a a
. . a que ' Ina
'
comparacin baud e l ainan
aguafiestas.
"La
.
d
Persona lrica y cae en e1 texto como un
on" y multitu d e
1o1s
. amsi
q u'une

nuit s'paississa1t
, eos
aade
Laforgue 83
contranam
,
otros ejemplos que en

?i

Cfr J H CHAMPFLEURY, Sou venirs et portraits de jeunesse,


,

872
'
189
Pans,
pg. 135, Pans, 1 .
L rivains de combat, pag.
,
79
Cit. ANDR BILLY, es e
78

193~.
11
82

83

Cfr.
Cfr.
Cfr.

p~t~~;s,
pg.
29.

GIDE, loe. cit.,


JACOUES RIV:d!RE,.

LEMATRE: loe. Clt~srh:~es,


LAFORGUE, Melanges p

op. cit., pg. 113.


.

De esa gran cantidad de ejemplos .

-116-

-117-

15, Pars, 1938.

La divisin de las palabra


para un uso elevado l
sen 1as _que parecan idneas
mismo influa en tod! l:s qu~ de~Ian s~r. excl~idas del
1 pro u_ccwn poetica, sm que su
validez fuese menor
En l?s primeros dec:~io~ t~:fe~I~ qu~ e~ la poe~a lrica.
vencwnalismo conser b . Sig o diecmueve dicho consentacin del Cid d;aLa~mpufe su fuerza. En la reprevant un murmullo d d_e run a palabra chambre lede Alfred de Vigny \ Is;:~to. Otelo, en una traduccin
choir, cuya menci~e enu~ ~o a ca~sa de la palabra moutable. Vctor Hugo h b'
ragedia rayaba en lo insoporla diferencia entre l~s Ia Cf~enzado a allanar en la poesa
las del elevado. En se f.~ a ras ?el lenguaje coloquial y
Sainte-Beuve, que se n I ro sem;Jante le haba precedido
a mi manera mod t exb Ica asi: Intent ... ser original
nombre a la~
es da, ur~esamente. Nombr por su
.
.
cosas e la vida nt"
Siempre estuvo ms
d
Ima, pero la cabaa
.
cerca e m qu 1 1 b tM
e. a ~-co_ a . Baudelaire fue ms all del a b. .
Hugo y de las libertad~s c~u I~i~mo lmguistico de Vctor
metforas son originales
col Icas_ de Sainte-Beuve. Sus
comparacin Mant
por_ a baJeza de los objetos de
.
Iene su mirada b
1
para acercarle el poti
H bl so re e proceso trivial
ces affreuses nuits O ~o. a a de vagues terreurs de
papier qu'on froisse 85UI~ompriment le coeur comme un
ractersticos del artista
~o~ _ademanes del lenguaje, cate significativos respectoa~ leBair~ re_sultan verdaderamenalegora esa equivocidad ~e l au .el~Ire alegrico. Dan a su
Con stas haba pobladoqLe a di~tlngue de las corrientes.
mercier el parnaso celestial;

Nous voulons au passa e u


..
Que nous pressons bien~ n plcustr clandestin.
ort comme une vieille organe (I, pg. 17).
Ta gorge triomphante es t une belle armoire (1, pg. 65).

86

Comme un sanglot cou


Le chant du coq au loi: drz;. u~ ~a'!g cumeu.x
e lrcut l a1r brumeux (I, pg. 118).

La tete avec l'ama d


.
Et de ses b ..s e sa ~rmiere sombre
Sur la table de n~gu~:reteux,
Repose (I, pg. 1 f;~e une renoncule,
CHARLES-AUGUSTIN SAINTE-B

loseph Delorme, vol. 1 p


EUVE, Vte, posie et penses de
85 1, pg. 57.
'
g. 170 Pars, 1863.

-118-

se alcanzaba as el punto ms bajo de la poesa clasicista.


Baudelaire n'O se dej afligir por ello. Se vale de multitud
de alegoras: por medio del entorno en que las coloca
modifica fundamentalmente su carcter. Les Fleurs du
mal es el primer libro que emplea en la lrica palabras de
procedencia no slo prosaica, sino urbana. Sin evitar de
ningn modo expresiones que, libres de la ptina potica, sorprenden por la brillantez de su sello. Conoce
quinquet, wagon, omnibus; no retrocede ante hilan, rverbere, voirie. Se crea as un vocabulario lrico en el que de pronto y sin preparacin alguna aparece
la alegora. Si en algn caso podemos apresar el espritu
del lenguaje de Baudelaire, ser en esta brusca coincidencia. Claudel la ha formulado definitivamente. Baudelaire, ha dicho, une el modo de escribir de Racine al de
un periodista del Segundo Imperio 86 Ninguna palabra de
su vocabulario est determinada de antemano para la alegora. Recibe ese papel en cada caso; segn de qu se
trate, segn el tema que toque, ser acechada, cercada y
ocupada. En el golpe de mano que es para l la poesa,
Baudelaire hace a las alegoras sus confidentes. Son las
nicas que estn en el secreto. Cuando se muestran la
Mort, le Souvenir, le Repentir o le Mal, se convierten en centros de estrategia potica. El surgimiento
como de rayo de esos papeles, perceptibles en sus maysculas y que se encuentran en medio de un texto que
no rechaza los vocablos ms triviales, muestra que est
en juego la mano de Baudelaire. Su tcnica es la del
putsch.
Pocos aos despus del fin de Baudelaire coronaba
Blanqui su carrera como conspirador con una operacin
magistral que es digna de ser recordada. Fue despus del
asesinato de Vctor Noir. Blanqui quera procurarse una
visin de conjunto acerca del contingente de sus tropas.
En lo esencial conoca nicamente cara a cara a sus subjefes. Falta por saber hasta qu punto le conocan a l
sus hombres. Se entenda con Granger, su ayudante, que
dio las rdenes l'ara la revista de los blanquistas. Geffroy
86

Cit. RIVItRE, loe. cit., pg. 15.

-119-

la describe as: Blanqui ... sali de casa armado, dijo


adis a sus hermanas y ocup su puesto en los Campos
Elseos. Segn .su acuerdo con Granger, all deba tener
lugar el desfile de las tropas, cuyo misterioso general era
Blanqui. Este conoca a los jefes; slo tena que ver pasar
a sus gentes detrs de ellos en paso acompasado, en formaciones regulares. Ocurri como estaba convenido. Blanqui les pas revista sin que nadie sospechase nada del curioso espectculo. En la multitud, entre las gentes que
miraban lo que l mismo miraba apoyado en un rbol,
contemplaba el viejo atentamente pasar a sus amigos que
se acercaban mudos en un murmullo cada vez ms interrumpido por las exclamaciones 87 La fuerza que haca
esto posible est a buen recaudo en la palabra de la poesa de Baudelaire.
En ocasiones Baudelaire ha q .;rido reconocer en el
conspirador la imagen del hroe moderno. No ms tragedias!>>, escribi durante los das de febrero en Salut
public. Basta de la historia de la antigua Roma! No
somos hoy ms grandes que Bruto?>> 88 Claro que ser
ms grande que Bruto era ser poco grande. Porque cuando Napolen III lleg al poder, Baudelaire no reconoci
en l a Csar. En esto Blanqui fue superior a l. Pero lo
que les era comn alcanza ms hondo que la diversidad de ambos; calan hondo la obstinacin y la impaciencia, la fuerza para indignarse y para odiar; y tambin
cala hondo la impotencia que fue cuota de los dos. En
una frase famosa Baudelaire se despide con el corazn
ligero de un
mundo en el que la accin no es hermana
89
del sueo Pero su sueo no estaba tan a solas como le
pareca a l. La accin de Blanqui ha sido hermana del
sueo de Baudelaire. Ambos estn entrelazados. Son las
manos entrelazadas sobre una piedra bajo la cual ha enterrado Napolen 111 las esperanzas de los combatientes
de junio.

88

G~FFROY, L'enferm, op. cit., pg. 276.

89

Cit. EUGENE CRPET,

87

I, pg. 136.

Charles Baudelaire pg. 81, Pars, 1906.


'

-120-

SOBRE ALGUNOS TEMAS


EN BAUDELAIRE

Los textos sobre Baudelaire que recogemos en Iluminaciones 11 son un ejemplo de los atisbos sociolgicos
que Benjamn centra en Pars como capital del siglo XIX, y en Baudelaire como poeta maldito y prisionero de
las estructuras del capitalismo en la poca de su esplendor. La ciudad, con sus calles comerciales ysus tipos
serviles u ociosos, deja su huella en la transmutacin potica de Baudelaire. Benjamn contrasta esta
experiencia con la de Poe, con la de Vctor Hugo y con la de Engels. La riqueza de sus fuentes de informacin
abarca desde los primeros textos del socialismo hasta memorias de agentes de polica y aristcratas de
abundante vida mundana. En estas Iluminaciones sobre Baudelaire se esclarecen las relaciones entre poesa
y capitalismo,cara aun poeta cuya creacin slo en apariencia est fuera de leyes no poticas.
Walter .
Benjamn (1892-1940), uno de los ms destacados pensadores europeos contemporneos, miembro de la
Escuela de Frankfurt.

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