Celam Cristologia y Soteriologia PDF
Celam Cristologia y Soteriologia PDF
Celam Cristologia y Soteriologia PDF
-CELAM-
El es
nuestra
Salvacin
Cristologa y Soteriologa
El es nuestra
Salvacin
Cristologa y Soteriologa
por
P. Carlos Ignacio Gonzlez, S.l.
Bogot
CELAM
1986
mex.
20cm.
(Col. T . E . L . A . L . ,
V o l . III)
1. Cristologa - Manuales
2. Jesucristo 3. Soteriologa.
4. Teologia de la liberacin - Crtica y ensayos
I. C E L A M
I I . Teo logia
para la evangelizacin liberadora en Amrica Latina.
I I I . Castrilln
Hoyos, Daro, ob., 1 9 2 9 , col., prl.
Derechos Reservados
CON LAS D E B I D A S L I C E N C I A S E C L E S I S T I C A S
CONTENIDO
Parte I
Tema I:
Parte II
13
15
33
51
79
107
TemaV:
109
141
167
185
215
235
7
Parte IH
CRISTOLOGIA Y SOTERIOLOGIA EN
LA ANTIGUA TRADICIN DE LA
IGLESIA
291
321
355
387
389
423
445
Apndice I:
Bibliografa
ndice
INTRODUCCIN
289
471
513
549
569
10
Dei Verbum
Gaudium et Spes
Lumen Gentium
Nostra Aetate
Optatam Totius
Presbyterorum Ordinis
Sacrosantum Concilium
3. REVISTAS
Bb
BF
Co
Com
CT
CH
DC
DT
EB
EE
Et
EV
Gr
LV
MA
Me
NRT
OR
PT
RB
RevB
RF
RTL
RT
Sal
SdeT
Bblica
Biblia y Fe
Concilium (espaol)
Communio (espaol)
Ciencia Tomista
Christus (francs)
Documentation Catholique
Divus Thomas
Estudios Bblicos
Estudios Eclesisticos
Etudes
Esprit et Vie
Gregorianum
Lumire et Vie
Misin Abierta
Medelln
Nouvelle Revue Thologique
Osservatore Romano (espaol)
Perspectiva Teolgica
Revue Biblique
Revista Bblica
Razn y Fe
Revista Teolgica Lmense
Revue Thomiste
Salmanticensis
Selecciones de Teologa
11
SE
Sem
SM
ST
Str
Std
TD
Teol
TT
TX
Sciences Ecclsiastiqes
Seminarium
Studia Missionalia
Sal Terrae
Stromata
Studium
Theology Digest
Teologa (Buenos Aires)
The Thomist
Theologica Xaveriana
ANTIGUO TESTAMENTO:
YAHVE SALVA
4. OTRAS
CTI
DS
PCB
PG
PL
12
Parte I
Al hacer el mundo, Dios cre a los hombres para que participramos en esa comunidad divina de amor: el Padre con el Hijo Unignito en el Espritu Santo. Este designio divino, que en bien de los
hombres y para gloria de la inmensidad de su amor, concibi el Padre
en su Hijo antes de crear el mundo (Ef 1,9), nos lo ha revelado conforme al proyecto misterioso que El tena de llevar la historia humana
a su plenitud, realizando por medio de Jesucristo la unidad del Universo, tanto de lo terrestre como de lo celeste f'Pue. 182s).
Sumario
La fe es solamente un saber o afirmar ciertas verdades; sino es ante
todo la aceptacin de una persona, en la que se pone completamente la
confianza, y por ello tambin se acepta cuanto ella nos dice sobre si misma.
1. Nuestra fe en Jesucristo ante todo acepta la persona misma de
Jesucristo, en totalidad, tal y como le ha sido revelada; y por esa persona acepta igualmente aquellas verdades que se refieren tanto a su persona
como a su misin.
2. Pero como punto de partida, Jesucristo se nos ha revelado como
nuestro Salvador: es l quien responde a los anhelos ms profundos de
salvacin que el hombre ha experimentado y experimenta en todos los
tiempos, como don de Dios y como cumplimiento de una promesa divina. As, pues, nuestro conocimiento de Jesucristo parte de su misin;
pero no se detiene ah, sino va hasta su persona misma.
3. Ya desde el AT tenemos una larga historia de fe, cuyo prototipo
es Abraham: los Padres del AT se salvaron por su fe en Yahv y en su promesa de Salvacin. JC igualmente exige en el NT la fe y el cumplimiento
de la salvacin por l, para ser salvos.
15
4. La verdadera fe en el AT exige el seguimiento de Yahv: si Abraham es nuestro padre en la fe, se debe a que respondi al llamado de Yahv, dejando su tierra y su parentela, para seguirlo hasta la tierra prometida.
JC igualmente en el NT exige seguirlo como la expresin de la fe en l
y en su obra salvifica.
5. Por lo mismo la fe cristiana es aquella que est centrada totalmente en Jesucristo como Salvador: tal fe incluye necesariamente la
entrega vital completa, y por lo mismo el seguimiento de Jess.
6. El cristiano descubre tambin en el mismo Jess, quin es Dios.
Preparada esta revelacin en el A T, slo tras la resurreccin de Jess
conocemos plenamente al Padre como Aqul que lo ha enviado y resucitado, y como trmino definitivo de nuestra salvacin.
7. Tambin descubrimos al Espritu Santo por su participacin en la
obra salvifica realizada por Jesucristo. Es la tercera persona de la Trinidad la que ha actuado la encarnacin en el Verbo de Mara, quien ha inspirado y guiado a Jess durante su vida pblica, y quien, tras el retorno
de Jess al Padre, hace presente en la Iglesia la obra salvifica.
La revelacin en Jess y su obra salvifica son pues trinitarias.
16
1. La fe en Jesucristo
1.1. Supone un conocimiento de Jesucristo. Porque el conocimiento se extiende a su objeto, que en este caso es Jesucristo;
pero slo as podemos tomar una opcin libre ante El. Siendo
Jesucristo un ser personal, descubre su interioridad solamente
a nuestra fe 2 .
1.2. Es una fe libre. Segn la teologa clsica, el motivo
de la fe es la "autoridad de Dios que se revela a s mismo" 3 .
El acto de fe es por lo mismo totalmente libre de parte del
hombre, pues encuentra la firmeza de la verdad no en datos
que se le imponen, sino que libremente de parte de Dios se le
proponen. Por eso mismo el hombre mismo encuentra su pleno
significado humano y su plenitud en la aceptacin de ese "T"
trascedente al que libremente se abre todo su ser. Por ese motivo la fe es al mismo tiempo cierta (supone una entrega total
y libre) y oscura (porque siendo Jesucristo una persona, nunca
llegamos a conocerlo totalmente. No nos admiremos, lo mismo
pasa en toda fe verdaderamente humana.
1.3. La fe se refiere tambin a hechos comprobables. Porque tiene un desarrollo histrico. Ms an, se refiere a la historia misma, como historia de salvacin. Pero no se basa en la
comprensin humana de la historia, ni en las comprobaciones
positivas de los hechos histricos, por ms que le sirvan de valiosos auxiliares. Ciertamente Dios se hos ha revelado por Jesucristo de manera histrica. Pero su revelacin va ms all de la
historia y de toda manifestacin histrica. Por lo mismo la fe
no se detiene en la comprobacin de datos histricos; sino que
tambin los otros enunciados (por ejemplo sobre el valor redentor de su muerte) tienen un valor objetivo (aunque no com-
"Querer reconquistar a un Jess histrico a costa de un Cristo dogmtico es confundir las dimensiones y comprender errneamente la fe
como forma inadecuada e imperfecta de conocer. Puede el propio
Jess histrico ser entendido fuera de la dimensin de la fe, si l mismo, Jess de Nazareth, entendi toda su vida como vida de fe?:
L. BOFF, Jesucristo el Liberador. Buenos Aires, Latinoamericana
Libros, 1976, p. 34.
VAT I, De la Fe, canon 2. DS 1811.
17
probable por ciencias histricas) para la fe. La fe no contradice la historia; pero va ms all de ella:
El Nuevo Testamento es unnime: la salvacin ya apareci y se
llama Jesucristo; es l el nuevo hombre, el primero que lleg al trmino. Nosotros lo seguiremos .
Por tanto la fe no se queda en los condicionamientos positivos; sino que por encima de los hechos materiales logra descubrir la realidad interna de los sucesos; y por una decisin libre
y total del hombre acepta el sentido que tienen dichos enunciados, siguiendo en ello como norma la fe apostlica:
Estando la fe cristiana fundada en el Verbo encarnado, su carcter
histrico y prctico se distingue esencialmente de una forma de historicidad en la cual slo el hombre sera el creador de su propio destino 5 .
6.
4
5.
18
7
teol-
20
21
rael" (Is 41, 13-14). Por eso tena derecho Jess de exigir
la total confianza y entrega en sus manos.
Tras la resurreccin, San Pablo comprende que la fe en Jesucristo es una obediencia, exactamente como la fe del antiguo
Israel era la aceptacin del plan divino manifestado en la ley
de la Alianza (Dt 1, 6.11). Slo que ahora esa obediencia le
indica el nuevo camino: el proclamar el evangelio entre las
gentes (Rom. 1, 5). Y Jess exigir a aquellos que han credo
en EL, que difundan la Buena Nueva en todas las naciones.
No es pues una fe que se encierre en s misma, sino una fe para
proclamarse: en efecto, no se enciende una luz para colocarla
debajo de la mesa, sino sobre ella para que alumbre a todos los
hombres (Mt. 5 , 1 5 ; Le. 8, 16). Y esa fe dinmica, que ha de
proyectarse iluminando el camino de la historia de los hombres
de tal manera exige al hombre completo, que se mostrar en
un seguimiento de Jess incluso hasta la muerte.
3.4. Llega hasta el asentimiento. No porque la fe sea primordialmente de naturaleza intelectual. Sino porque, fundada en el amor completo, requiere a la persona total: slo el
amor conoce de integridad. Por eso tambin llega hasta lo objetivo: hasta aceptar, aun sin verlo, quin es Jesucristo, cul
es su misin, de qu tipo es su salvacin, etc. Y no por ciencia
humana, sino porque El lo ha revelado; o mejor, porque El se
nos ha revelado, y ello no por ciencia, sino por amistad: "Ya
no os llamo siervos sino amigos, porque cuanto el Padre me ha
comunicado, os lo he dado a conocer'YJn, 15,15). Slo pues
quien sabe de amistad comprende lo que nos ha revelado Jess.
De hecho constantemente se nos exige en el Nuevo Testamento
(Jess mismo o la fe apostlica en nombre de Jess) un asentimiento libre a verdades como son en s, y que nosotros aceptamos slo porque el Seor lo ha dicho. Por eso "desde sus
orgenes la Iglesia expres su fe mediante determinados enunciados" que conservamos en el Nuevo Testamento como las
confesiones de fe primitivas (I Tes 1, 10; 4, 14; I Cor 1, 8; 12,
3; Rom. 1, 4; Flp. 2,6-11, etc.). 15 No fue una traicin a Jess.
El mismo lo haba exigido durante su vida: cuando Jess se
23
4. Fe y seguimiento
Cuando un creyente ha solidificado suficientemente su fe,
Jess le exige ya no slo que acepte su poder, o lo que El es,
sino tambin que lo siga: "Deca a todos: si alguno quiere
24
25
5.2. Todo misterio centrado en Cristo es salvfico. En efecto, no hay un solo principio de nuestra fe que se haya enunciado para que conociramos nicamente la ontologia de Jesucristo. Sino que conocemos el ser de Jesucristo en su misin
salvfica. Lo hemos dicho antes: si Dios es amor, no podemos
conocer slo una estructura "esttica" de su ser, sino que se
nos revela su ser amando. Y ese amor se nos ha manifestado en
las dos grandes obras de Dios: la creacin y la redencin. En
otras palabras, no se nos ha revelado en el Nuevo Testamento
solamente un Jess, ni siquiera solamente un Jesucristo, sino
un Jesucristo Salvador.
20 R. SCHULTE, "La accin salvfica del Padre en Cristo", en Mysterium Salutis, vol. III. I, Madrid, Cristiandad, 1969, p. 75.
27
29
lia ms plenamente esta teologa, aunque la encontramos tambin en Lucas y Pablo. Bstenos por el momento citar a Mollat:
El evangelio de San Juan, tras haberse abierto con la proclamacin
de la encarnacin del Verbo (1,14), se cierra con el pasaje de la insuflacin del Espritu en los discpulos por Cristo resucitado (20,22). De la
carne al Espritu: tal es, pues, merced a Cristo, el proceso de este evangelio. De la una al otro se da en Jess, segn San Juan, trnsito y
continuidad: la misin del Verbo hecho carne se consuma con el envo
y donacin del Espritu. Sintetizando un texto de San Atanasio, escriba recientemente un autor: "El Verbo ha asumido la carne para
que nosotros pudiramos recibir el Espritu Santo". 2 2
22 D.'MOLLART, "Cristo, Emisor del Espritu en San Juan". En VARIOS, La Trinidad en la Biblia Salamanca, Secretariado Trinitario.
1973, P- 162.
30
9. Gua pastoral
9.1. Crculo Bblico. Discutir el siguiente tpico: vivimos
una fe cristolgica en la comunidad en que nos movemos? Es
decir: vivimos prcticamente como antiguos israelitas, un monotesmo centrado en Yahv, al que slo le hemos cambiado
de nombre para llamarlo Jesucristo? O verdaderamente nos
dirigimos hoy a la Trinidad por la humanidad de Jesucristo?
Un caso clave, la Eucarista: somos conscientes de que nos
acercamos a la Trinidad por el cuerpo de Cristo? o en realidad
recibimos la comunin como si en ella se nos diese "Dios",
y no el Hijo de Dios hecho carne? Es esto una mera consideracin terica, o tiene importancia para nuestra pastoral y espiritualidad?
31
Los hombres de las varias religiones esperan la respuesta a los recnditos enigmas de la condicin humana que ayer como hoy turban
profundamente el corazn humano: la naturaleza del hombre, el sentido y el fin del dolor, el camino para llegar a la verdadera felicidad,
la muerte, el juicio y la sancin tras la muerte (NA, 1).
Sumario
La promesa de salvacin que Yahv hizo en el ATy su cumplimiento
trinitario por Jesucristo en el NT no han cado en un vacio de esperanzas;
sino que corresponden a las ms ntimas y legtimas aspiraciones de los
hombres de todos los tiempos:
1. Porque todos los hombres han experimentado y experimentamos
el mal, en todos los tiempos: Pero ni conocemos plenamente las causas
del mal, ni cmo liberarnos (por ms que, aun sin la revelacin, se conozcan algunas causas y se puedan intentar ciertas liberaciones legtimas
pero parciales).
2. Por ello los hombres de todos los tiempos han intentado buscar
las races del mal y poner a ellas un remedio. Sin la revelacin el hombre
puede encontrarlas slo parcialmente. La revelacin no es pues contradiccin de los anhelos humanos, sino su cumplimiento.
3. Todas las religiones de la historia han intentado afrontar este problema, y ofrecerle una solucin: algunas buscan el camino de liberacin
en el hombre mismo, otras en un auxilio de lo alto.
4. No siendo posible encontrar en el lenguaje humano aquellas expresiones que plenamente revelan la divinidad y su intervencin en el mundo
33
para la salvacin del hombre, todas las religiones han usado para manifestar estas verdades trascendentes algunos instrumentos simblicos de expresin: tales son por ejemplo las parbolas, mitos, signos de tipo "sacramental" (como los sacrificios), etc. Tales expresiones corresponden a lo
ms ntimo del ser humano.
q u e la A m r i c a p r e c o l o m b i n a o f r e c e u n a g a m a r i q u s i m a ) ,
p r o p o n e n al h o m b r e algn t i p o d e salvacin. P e r o t i e n e n distintos matices:
La diferencia de matices entre divinidades 'salvadoras' en cuanto divinidades, y de divinidades 'ms particularmente salvadoras' en cuanto
puestas tradicionalmente en situaciones singulares o especialmente
peligrosas, no nos autoriza aun para hablar de soteriologfa como de una
forma religiosa bien distinta y definida: en efecto, en todas las religiones se espera la intervencin de las potencias sobrehumanas, ora de
manera ms constante y menos espectacular, ora en forma inmediata
y concreta. Tal vez se puede aun precisar la distincin entre salvacin
'de todo tipo de males' y salvacin 'del mal', en cuanto sta precisa
que se trata de un mal encarnado en la misma naturaleza: no se tratara por tanto de buscar el remedio a males y peligros contingentes
que pueden acaecer a cualquiera, sino la salvacin de aquello que es
una connotacin fundamental de la normal condicin humana. 2 4
La fe b b l i c a es b s i c a m e n t e u n a fe en la salvacin q u e viene
d e Y a h v . A d i f e r e n c i a d e o t r a s religiones.
Es la idea de salvacin que implica en general dos elementos: uno
negativo: salvar a alguno es liberarlo de un estado de sufrimiento, de
una enfermedad, de un peligro, etc. Otro elemento es positivo: Yahv
eleva al hombre salvado a un estado nuevo que supone la salud, el
bienestar, la seguridad, etc., segn la naturaleza del peligro del que ha
sido salvado. Pero debemos an precisar esta nocin general para
poder entenderla con todas las particularidades que la cualifican en la
revelacin cristiana. En efecto, la salvacin se encuentra tambin en
otros sistemas religiosos que le dan un contenido notablemente diverso. Debemos por tanto descubrir: 1) qu distingue la nocin
cristiana de salvacin, de las concepciones no cristianas; 2) cul es, en
la prospectiva de la revelacin, la relacin de la economa de la salvacin con la historia humana. 2 5
a veces supone que dicho mal depende de uno o de varios dioses, a veces no: sera entonces una estructura mala del mundo,
simplemente porque es as. Por ejemplo, en el antiguo Egipto
la salvacin dependa de las inundaciones fertilizantes del Nilo,
pues vivan en una estructura agrcola; para otras religiones el
mundo es bueno, pero envejece, de manera que necesita 'resucitar' cada primavera (he aqu el mito de Apolo, el dios siempre joven), b) El mal es tico, de tipo o individual o social (a
veces se acepta que la ley tica proviene de Dios, a veces no);
es una concepcin muy difusa en crculos racionalistas, c) El
mal es existencial. A veces (como en el maniquesmo) se cree
que la materia es mala, mientras el espritu es bueno; otras
veces (como en el caso de Sartre y de otros existencialistas
ateos) se piensa que la existencia del hombre es absurda, insalvable, d) La raz de la mayor parte de los verdaderos males, segn la revelacin, es el pecado, el mal moral, que corrompe el
corazn del hombre, y afecta las estructuras creadas por el
hombre bajo el signo del pecado, por ejemplo en el orden social.
2.2. A toda concepcin del mal corresponde una de liberacin. Es importante captar en cada interpretacin del mal,
no solamente la concepcin del mal mismo, sino tambin su
explicacin (sobre todo de sus causas), porque luego depende
de esto segundo el tipo de liberacin que se busca. La liberacin es siempre liberacin de, y liberacin para. Naturalmente
se libra uno del mal; pero tambin por contraste con l, se comprende cul es el bien que se busca como trmino (para) de dicha liberacin. El siguiente esquema nos ayudar a formarnos
una idea comparativa:
Medios de liberacin
b) Explicaciones racionalistas de
todo tipo. Por ej. desorden tico debido a diversos motivos, como ignorancia, estructuras sociales o polticas deficientes, psicologa "desviada" de la "conducta
antisocial" de quien ha cometido
un delito, etc.
d) Redencin y conversin.
36
3>
Marietti,
mas all de los dioses. Buda es "el doctor iluminado que ofrece
la diagnosis y la terapia" 28 . No es salvador, pero revela al hombre que la insatisfaccin y el sufrimiento se deben a la ignorancia. Luego el remedio est en la contemplacin para descubrir
la verdad, hasta llegar al estado ddNirvana, o liberacin de todos los deseos individuales. He aqu un texto clsico del budismo :
He aqu, oh monjes, la santa verdad sobre el sufrimiento: su causa
es la sed de ser... la sed de placeres, la sed del devenir, la sed del poder.
He aqu, oh monjes, la supresin de toda necesidad mediante la total
aniquilacin del deseo... Yo lo he descubierto, yo lo he visto: la redencin de mi espritu es definitiva 29 .
28 N. SMART, "The work of Budda and the work of Christ". En VARIOS, The Saviour God...; p. 161.
29 Del famoso "Sermn de Benares", citado por J. RIVIERE,e dogme
de la Rdemption. Pars, Lecoffre, 1931, p. 18.
39
Pero no le es suficiente al hombre representar lo trascendente: tambin tiene necesidad de unirse con la divinidad, o
al menos con el mundo de lo divino. Y representa este hecho
"sacramentalmente" en el culto, que se celebra en el mundo
de lo profano, para sacralizarlo. Es el valor, por ejemplo, de un
templo: es el lugar de la presencia de la divinidad (cfr. Ex 26,
sobre la 'tienda de la reunin').
Una gran parte de estos smbolos (representativos o cultuales) se refiere claramente a las concepciones diversas de la salvacin, que es un elemento central de las religiones; por ejemplo,
ritos de purificacin, de liberacin de la muerte (que simbolizan
la supervivencia), etc.
5. El mal y las culturas contemporneas
Muchas veces el hombre de hoy busca ms la seguridad, que
la salvacin. Con frecuencia perdido el sentido del pecado y de
lo trascendente, quisiera dominar el mal (considerado ms como
una carencia o, con una mentalidad radicalmente evolutiva,
como un paso necesario y por superar en el progreso del hombre), por medio de las ciencias. Por ello tambin le parece no rara vez que es intil el recurso a Dios. He aqu algunos ejemplos:
5.1. El hombre racionalista reduce en mltiples ocasiones
el mal humano a faltas a la norma tica, que trata de explicar
de mltiples maneras que tienen una cosa en comn: no van
mas all, en sus races, de los elementos naturales con que cuenta el hombre. Y as tambin busca la correccin (ms que la
salvacin), en una conducta recta y digna del hombre, segn
las justas leyes de la convivencia humana. Se trata generalmente de una nueva forma de pelagianismo, presentada bajo colores
humanistas.
Habra que preguntar en primer lugar si verdaderamente
el hombre, sea individual o colectivamente, cuenta con las
fuerzas suficientes para librarse de sus propias pasiones. Y en
segundo lugar, a quienes quisieran explicarlo todo como un producto moral de la evolucin histrica o biolgica, habra que
cuestionarles si no han olvidado (para ser verdaderamente humanistas) elementos tan ntimos al hombre como la propia
fragilidad y el perdn.
30 R. SCHNACKENBURG cita a F.J. STEINMETZ: '.'el hombre moderno ya no sufre en primer ligar por no cumplir las leyes religiosas, o
por las presiones que dimanan de stas. Su sufrimiento deriva ms
bien de la opresin del trabajo, de la sociedad eficientsta, de los sistemas polticos. Siempre busca la libertad y la liberacin; ms no la
busca tanto en la sola fe, como la ofrece San Pablo, sino en el cambio
concreto de la situacin y en la transformacin de la estructura social". En "la liberazione secondo San Paolo, nell'oderno orizzonte
del problema", en VARIOS, Redenzione ed emancipazione. Brescia,
Queriniana, 1975, p. 67.
40
41
Si la Biblia considerase el mal como algo inserto en la naturaleza, entonces nos propondra medios de salvacin de tipo
natural. Como hecho histrico voluntario, el pecado es, segn
la revelacin, una accin personal que, adems de producir
una grave perturbacin en el orden natural, hiere la relacin
de amistad entre Dios y el hombre. Correspondientemente
la salvacin revelada es una intervencin personal, libre e histrica de Dios, en la existencia humana. Es adems un hecho
de pura gracia que tiene como nica fuente y causa la iniciativa gratuita del amor de Padre: por lo mismo puede ser
conocido nicamente por revelacin, no por nuestra pura
reflexin o por la ciencia (aunque stas nos ayudarn a comprenderlo mejor, y a profundizar en su misterio: cf. Ef 1, 9-10).
Encontramos aqu el fundamento de una distincin tradicional
entre la salvacin objetiva y subjetiva: el evento salvfico por
excelencia, la intervencin divina en la historia humana por la
encarnacin, misin apostlica, muerte y resurreccin de Jesucristo, tiene sentido solamente por la plena solidaridad del Hijo
con los hombres reales. Esta solidaridad se expresa, por ejemplo, mediante la doctrina de los "dos Adanes" (cf. Rom 5): dos
eventos histricos y reales: el pecado de Adn y la intervencin
del Hijo, son el fundamento objetivo de nuestro pecado y de
nuestra salvacin. Y cada uno de nosotros, hombres concretos
e histricos, libremente o peca o acepta incorporarse (o rechaza hacerlo) en esa historia de salvacin, como se ha tambin
incorporado solidariamente en la historia de pecado. Esta ltima es la base teolgica de nuestra salvacin subjetiva.
La Escritura nos revela que Dios cre al hombre para dominar
la tierra y transformarla (Gen 1, 28-29; 2,8.19-20; Ps 8, 7-8).
El hombre debe reconocer las cosas, "dar un nombre" a los
animales y servirse de ellos. La tcnica es, pues, digna del hombre segn la Escritura. Lo mismo vale de la vida social: el hombre y la mujer fueron creados para vivir juntos, para multiplicarse y llenar la tierra (Gen 1,28; 2,18). P. Grelot afirma que la
conciencia personal del hombre se desarrolla a partir de estos
hechos: la evolucin de la tcnica lo hace consciente de sus capacidades; el desarrollo social, de sus cualidades como per44
La Escritura, que no reconoce una "historia paralela", descubre en el seno de la historia humana: a) el fin divino de la
creacin original, slo conocible si Dios quiere revelar libremente su voluntad; b) la reparacin de esta finalidad (una vez violentada por el pecado) tambin por iniciativa divina, aunque
slo conocible igualmente por revelacin; porque ha dependido totalmente de la libre decisin de la Trinidad entrar o no
en la historia humana sealada por el pecado, mediante la encarnacin de su Hijo, para realizar la obra de salvacin. Por ello
para el israelita la fe no se limita a reconcer en Dios al Creador
y al Legislador; sino que creer "es aceptar como un hecho que
Dios realiza aqu y ahora su designio de salvacin; y reconocer
su presencia en la historia de su Pueblo" 3 3 .
7. El Antiguo Testamento como Historia de Salvacin
7.1. Una historia no slo positiva. Jams pretendi ninguno de los escritores sagrados proporcionarnos un conjunto de
datos positivos sobre los hechos del Antiguo Testamento. En
realidad la historia como asignatura de escuela es muy reciente,
y no entraba en las categoras de Israel. Desde sus orgenes, los
libros del AT son libros sagrados, escritos en funcin de una
ley, que abarca una expresin vital de fe, una esperanza, un
culto.
En el Antiguo Testamento toda exposicin histrica est abierta en
si misma, de la forma que sea, hacia un futuro. Con razn se ha definido la apertura radical hacia el futuro como lo caracterstico de la
concepcin de la existencia. Tanto del Antiguo como del Nuevo
Como veremos en las lneas siguientes, todo el relato veterotestamentario, a partir de la creacin, est escrito en vista a una
salvacin que se espera. Un somero anlisis de esta afirmacin
es el objetivo del presente tema.
7.2. Una nica historia de salvacin. Se trata de una historia
continuada, de la que somos herederos. Estamos an injertados
en dicho proceso. En cada hecho se descubre una salvacin: por
ejemplo, la predicacin de los profetas no es sino una declaracin de los hechos salvficos de Yahv en el pasado, una firme
aseveracin de que contina salvando a su pueblo, y esto es
garanta de la futura salvacin. Por ello exigen fidelidad. Ciertamente confesamos hoy que dicha historia lleg a su zenit en la
revelacin de la Palabra del Padre hecha carne (Heb 1,1). Pero
en la Iglesia continuamos el peregrinaje de la historia hasta su
consumacin definitiva. Por eso afirma Krinetzki:
El Antiguo Testamento es el libro de la Iglesia en cuanto documento
de la historia de la salvacin que lleva a Cristo y que, junto con la
historia de la Iglesia, constituye una sola y nica historia, dirigida
por Dios, y en la que Dios ofrece y transmite al hombre su salvacin. 3 5
34 G. VON RAD, Teologa del Antiguo Testamento. Salamanca, Sigeme, 1975, vol. II, p. 446.
35 L. KRINETZKI, "Relacin entre el Antiguo Testamento y el Nuevo",
en J. SCHRINER (ed.), Palabra y mensaje delAT. Barcelona, Herder,
1972, p. 459.
46
As, pues, para poder comprender los temas bblicos cristolgicos, hemos de acudir constantemente al Antiguo Testamento, como lo haca San Mateo por ejemplo, quien permanentemente nos dice: "para que se cumpliesen las Escrituras" (p.e.
Mt. 1,22; 2, 15). Posteriormente comentaremos ms en detalle
ANTIGUO TESTAMENTO: Y A H V E S A L V A -
9.4. Liturgia.
Lecturas para meditar, de la Liturgia de las Horas:
8. Profundizacin
Discutir las citas siguientes: "El conocimiento histrico de Jess se
funda en datos empricos, o en la experiencia a la que se puede tener
acceso mediante documentos. Pero la 'Historia de Salvacin' no se
fundamenta de la misma manera. Pues aunque incluye la experiencia
comn, supone sin embargo una comprensin a la que slo se puede
tener acceso por la fe" (PCB, 1.2.6.1.). Y: "La pro-existencia de
Cristo por todos los hombres consiste en que l tom la forma de
siervo (cfr. Plp 2,7), muri y resucit a la vida verdadera por los hombres. Ella nos hizo saber que la verdadera autonoma del hombre
no consiste en una super-existencia (con la cual uno se muestra superior y seor de los dems), ni en una contra-existencia (que reduce
a los dems a servidores del propio provecho). Tal modo de vivir segn
Cristo, que primero causa escndalo, exige en seguida una conversin
entera del hombre, no solamente al inicio sino tambin durante todo
el decurso de su vida y hasta el fin de ella; tal conversin debe nacer
de la libertad inspirada por el amor" (CTI, III.5).
9. Gua pastoral
9.1. Crculo Bblico. Discutir sobre la idea de Dios que funfamenta la fe de una de nuestras comunidades concretas: se
trata de una imagen solamente csmica? de un Dios alejado al
que slo podemos acercarnos por una serie de mediadores?
de un Dios inmanente? de un Dios-idea? de un Dios curandero o milagrero, cuyo oficio sera estar ayudando a los hombres? De un Dios salvador que interviene en nuestra vida individual y comunitaria para transformarla? Puede ayudar de gua
el art. de J.L. IDIGORAS, "Imgenes de Dios en nuestro pueblo". En RTL 18 (1984), 535-554.
9.2. Lectura espiritual. Sugiero "Visin cristiana del hombre
renovado en Cristo" (Pue,330-339).
9.3. Actividad pastoral. Con la ayuda de "Visiones incompletas del hombre en Amrica Latina" (Pue, 305-315), analizar
(tal vez mediante un sondeo) qu concepto del hombre inspira
la actividad humana y cristiana de mi comunidad eclesial.
48
49
Sumario
El hombre siente pues el mal y anhela liberarse; pero es incapaz de
hacerlo, al menos de manera integral. He aqu que Dios se presenta en su
historia para revelarle la raz del mal; e interviene, en primera persona, para
salvarlo, por medio de su Hijo Jesucristo.
1. El hombre sufre males naturales, sobre los cuales Dios tiene tambin dominio: estn bajo su providencia. Pero el dao ms grave es el histrico, que el hombre, produce responsablemente, y su raz es el pecado.
Ya desde el primer hombre existi esa triste realidad, que consisti no en
la violacin de una ley formal; sino en la desconfianza e infidelidad del
hombre, que rompi con su creador. Israel continu pecando segn este
pecado prototipo. Pero la rotura con Dios es pues la raz de toda injusticia, de toda esclavitud.
2. Movido de misericordia, Yahv prometi ser el salvador de su pueblo, Isarael, al que escogi gratuitamente. Este es el corazn de su Pala.
bra reveladora. Toda la Sagrada Escritura, Antiguo y Nuevo Testamento
son una serie de promesas y cumplimientos parciales de esta salvacin, que
llega a su plenitud en Cristo, y se realizar totalmente al final de los
tiempos.
51
3. Yhav cumpli esa promesa ya en el AT. Tenemos en l una multitud de acciones salvficas de Dios, de las cuales la prototipo es la liberacin de Egipto. Tal liberacin no termina en slo la formacin (poltica)
de un pueblo, sino en el establecimiento de una Alianza con l, para hacerlo su pueblo; el cual finalmente ser portador de dicha salvacin a todas
las naciones.
4. Toda la religin de Israel, manifiesta sobre todo en el culto (oracin y sacrificios), no es sino la expresin de dicha Alianza, y slo en sta
tiene sentido. Sin ella el ritual es vacio.
"La culpa humana es la alteracin del orden existencial, la perturbacin de una realidad objetiva, que el hombre debe restablecer con el
sufrimiento y con la miseria que se sigue, y algunas veces incluso con
la propia muerte. No es la culpa moral del hombre que tiene la libertad de decidir entre el bien y el mal; sino es ceguera naturalmente
insertada en la propia existencia" 3 9
d) Kaka (Kaka), o "el mal". Por influjo de las religiones mistricas fcilmente se personific el mal, como una fuerza sujeta al destino,
del que no escapan ni hombres ni dioses, El hombre puede estar
forzado a obrar el mal, y sin embargo ser culpable.
En la Escritura encontramos no una teologa sistemtica sobre el pecado (no es su estilo); sino diversas narraciones que nos ofrecen en
conjunto la teologa revelada sobre tal tema.
1.1. El mal que no es pecado. La Escritura habla con frecuencia del hombre que sufre en consecuencia de males "naturales" como la sequa, la enfermedad y la muerte (Gen 42,1-2;
Jue 13, 2; 2 Sam 4,4; etc.). Aunque atribuye los ms graves males a la responsabilidad del hombre; por ejemplo, el mal tpico
de la esclavitud de Egipto, que no depende de la naturaleza,
sino de ambiciones y decisiones injustas. Tratndose de los
males debidos a causas naturales, la Biblia est lejos de ser pesimista, o de sujetar la accin de la naturaleza a las fuerzas de un
destino impersonal. Los considera elementos que entran dentro
del dominio del seoro de Dios, y por tanto la liberacin de
ellos es un signo de la relacin salvfica de Yahv con los hombres necesitados de auxilio. El israelita reconoce que el seoro
universal de Dios dirige tambin la naturaleza: nada es independiente de ese "reinado de Dios", del poder de Yahv.
Es muy comn la idea sapiencial que poco a poco tom carta de ciudadana en la literatura bblica: las desgracias seran
efecto de la malicia humana (cf. Dt 31, 29 Prov 17, 13; Is
"prototipo"
54
55
de la que la primera es signo), lo que indica una profunda herida en lo ms ntimo de la personalidad del hombre. Junto
con sta, la enajenacin de Dios, al perder la intimidad de quien
hablaba con El como un amigo. Y como consecuencia de ambas,
la enajenacin del mundo, el sufrimiento, y finalmente la muerte 4 2 , no como condena de un Yahv airado, sino como consecuncia de la irresponsable decisin del hombre: "por haber
hecho esto".
riamente ligado a una especie de vocabulario tcnico muy preciso. As se habla de:
la Voluntad divina manifestada en la Ley, rompiendo asf aquella estrecha unin de amoV con su Dios, manifestada por la alianza... Una
alianza pactada por Yahweh no con el individuo, sino con el Pueblo. Se comprende pues, el carcter esencialmente intersubjetivo del
pecado. Si los preceptos de aquella regulan la relacin de Israel con
Dios, su trasgresin individual tiene resonancia intersubjetiva o consecuencias sociales.
Alianza, que el mismo autor de algn modo organiza bajo distintos encabezados principales: a psima administracin de justicia en los tribunales (cf. Am. 5, 9-12; el soborno, Is 1,23;
Miq 3,11; Ez 22,12, etc.), que lleva a condenar al inocente y
a absolver al culpable, (Is 5,23), al perjurio, etc. Luego viene
el comercio que tiene al "imperialismo econmico" (en expresin de Sicr) condenado por Ez 27 (cf. Am 8, 4-6; Os 12,8;
Miq 6,9-11). La esclavitud mencionada por pocos profetas (Am
1,6-9; 2,6; 8,6; Jer 34,8-12): nada justifica esclavizar a un
hombre. El latifundismo es importante en una economa agrcola. El salario: Jeremas acusa al rey Joaqun de construirse
un palacio sin pagar jornal a los obreros (Jer 22, 13-19), y Malaquas denuncia a los propietarios que no pagan el justo jornal
a quien trabaja para ellos (3,5). Amos (2,6; 5,11) denuncia
los impuestos que deben pagar los campesinos pobres. Las garantas y prstamos con usura (Am 2,8; Ez 18,16; -Is 58,3).
El robo mediante el fraude del comercio o los impuestos injustos (Os 4,2; Jer 7,9), o el robo por despojo de los campos (Zac
5,3-4; Miq 2,2), e Isaas llama "ladrones" a los poderosos de
Jerusaln. El asesinato (Os 4,2; Jer 2,34; 7,9). El lujo y la riqueza, denunciados por Amos (3,10.15; 4,1; 5,11; 6,4-7) relacionados con el orgullo y la ambicin poltica (Is 3,18-21;
5,8-13), muchas veces con opresin del prjimo (Ez 22,12).
Y concluye: "El afn de enriquecerse es pecado de todo el pueblo segn Jeremas (6,13; 8,10) y Ezequiel (33,31), aunque
incurren especialmente en este pecado los poderosos (Is 56,11)
y el rey (Jer 22,17)" 4 8 .
2. Promesa de salvacin y cumplimiento
Por ms que la Escritura describa con trminos tan fuertes
el pecado, da mayor importancia al hecho de que Yahv es salvador: no es el pecado del hombre, sino el seoro de Yahv,
quien tiene la ltima palabra. Es por ejemplo el misterio de la
gracia de Mara: en medio de un mundo corrupto denunciado
por los profetas, el ngel saluda a Mara como la "agraciada",
la llena del favor de Yahv (pues Mara pertenece an al Antiguo Testamento cuando recibe la misin por el ngel: Le
48
Debo este rico resumen a J.L. SICRE, "Con los pobres de la tierra".
La justicia social en los profetas de Israel. Madrid, Cristiandad, 1985,
p p . 4 3 9 y 444-447.
59
2.1. La promesa en la Palabra reveladora. Hay una verdadera promesa proftica, que por su rico contenido reservamos
para el tema prximo. Bstenos por ahora indicarla con P.
Grelot:
La salvacin no puede sobrevenir sino despus de la consumacin de
este juicio (sobre la infidelidad), no como armnico desenvolvimiento
de una historia tan bien comenzada, sino como gracia inmerecida concedida por Dios a un pueblo de pecadores. Tal es el objeto preciso de
las promesas profticas: el designio de Dios no puede ser frustrado
por la mera voluntad de los hombres; pero su realizacin queda diferida a un futuro indeterminado: constituir la conclusin escatolgica de la historia. 49
2.2. El esquema promersa-cumplimiento. No podemos ingenuamente considera el Antiguo Testamento como pura promesa, y el Nuevo como puro cumplimiento. Sino que toda la Histoia de Salvacin sigue la ley promesa-cumplimiento. Es decir,
constantemente cumple el Padre la promesa hecha; y este cumplimiento es garanta de que en el futuro seguir cumplindola.
Cada cumplimiento deja pues abierto el corazn a la esperanza.
As, por ejemplo, el Gnesis nos habla de la promesa hecha a
Abraham: "Establecer mi alianza entre nosotros dos, y con tu
descendencia despus de ti, de generacin en generacin; una
alianza eterna, de ser yo el Dios tuyo y el de tu posteridad"
(17,7); signo de esa alianza es la promesa de que aun en su ancianidad le nacer un hijo, Isaac (Gen 17, 17 19). Ahora bien,
el nacimiento de Isaac es para Abraham un cumplimiento de
esa promesa, y al mismo tiempo es promesa nueva: "por tu
descendencia sern benditas todas las naciones de la tierra"
(Gen 22,18). Isaac no es ms que un tipo de Jess. Por eso en
Isaac, Abraham ha contemplado (aunque de lejos) a Jess, que
es la plenitud del cumplimiento de la promesa: "Abraham se
regocij pensando en ver mi da; lo vio y se alegr" (Jn 8,56).
Ms an, los cristianos seguimos viviendo dicho esquema: Jesucristo es ya objetivamente el cumplimineto mximo de la
60
61
bre de Dios va unida ntimamente, pues, a su cualidad de salvador. Pero al mismo tiempo la Alianza queda abierta a una
esperanza futura: la establecida con mil generaciones (cf. Dt
7, 6-12). Una Alianza que en el Sina se ha sellado con la sangre de los novillos (Ex 24, 5-8); pero que ha permanecido
abierta a la Alianza definitiva que sellar Dios con el Nuevo
Israel mediante la Sangre de su Hijo (cf, Le 22,20; Mt 26,
28 Heb 10, 14-18) 51 . Como el motivo de esta liberacin, hace
notar N. Lohfink, es el hecho no de que Yahv sac a Israel
de Egipto para hacerlo su pueblo, sino porque ya era su pueblo,
como heredero de la promesa hecha a Abraham y a los otros
patriarcas 52 .
3.2. Liberacin de la esclavitud, debida al pecado. No es
una esclavitud "natural" (que no existe) sino debida a la ambicin del Faran (Ex l,8ss). Como hace notar Gonzlez
Ruiz 53 , se trata de una verdadera alienacin laboral, que despoja el trabajo de toda dignidad personal; y deberamos aadir,
la esclavitud no es slo un problema laboral; sino que est en
juego todo el significado de la dignidad de la persona humana
creada por Dios. En efecto, la creacin, como veremos en seguida, est ntimamente ligada a la salvacin como teologa fundante de la dignidad del hombre. Dicha esclavitud impide a los
Israelitas formar un pueblo, y adorar a Yahv "en santidad y
justicia" (cuyo ideal proclama Zacaras como el fin de la salvacin: Le. 1, 74-75; dicha liberacin no es separable del "conocimiento de la salvacin como liberacin de sus pecados":
Ibid, v.77).
3.2.1. Liberacin del pecado. La narracin del xodo presenta al Faran en toda su fuerza, que junto con su corte se
siente omnipotente y dueo absoluto: usurpa el seoro sobre
54 G. GUTIRREZ, Op. cit., p. 205. L. ALONSO SCHOEKEL estudia este dato tan interesante: el pecado de la resistencia de Israel a su libertad, que Yahv tiene que vencer, para salvarlo a pesar de s mismo. El
autor centra su estudio en los siguientes siete textos: Ex 14, 11-12;
16,2-3; 17,2-3; Num 14, 2-4; 16,12-15; 10,3-4; 2 1 , 4-5: no es el pueblo el que lucha por su liberacin; sino la recibe como un regalo de
Dios a pesar de su resistencia: Salvacin y liberacin. Apuntes de soteriologa del Antiguo Testamento. Valencia, Inst, S. Jernimo,
1980, pp. 107-112.
55 A. MORENO CASAMITJANA, "De l'Exode au 'Nouvel Exode' ",
en PCB, Bible et Christologie, p. 138. '
62
63
En esta alianza son elementos claves: primeramente la iniciativa (el llamado, la vocacin) divina, por pura gracia; y en
seguida la libre aceptacin del pueblo, que hace de Yahv su
Seor, que se da todo a El. El pacto es mutuo: inquebrantable
de parte de Yahv, que acepta ser el salvador de su pueblo;
lleno de infidelidades y de conversiones de parte del pueblo,
64
65
hombre a "hacer el bien y evitar el mal", sin embargo no explicitaba suficientemente el estado real del hombre: es decir, el
estado de pecado que lo enajena de Dios. El hombre senta (o
mejor presenta) esa enajenacin, pero no poda interpretarla
sin una revelacin. La ley pedaggicamente hace caer en la cuenta al hombre de ese estado. As, la ley de Antiguo Testamento
(Dt 4,5-8; Sal. 119) instruye al hombre sobre su situacin real,
y le hace capaz de advertir que es incapaz de cumplirtla por
sus propias fuerzas, aunque el precepto es bueno (Rom 7,12).
De ah a captar la necesidad de una salvacin que venga de
Yahv, hay slo un paso. La ley nos hace conocer el pecado
(Rom 3,20); pero no tiene la virtud de hacernos triunfar sobre
l. La ley del Antiguo Testamento, pues, pedaggicamente
ense a los Israelitas por una parte la realidad del pecado como
la razn de ser de la enajenacin humana,, y por otra la profunda debilidad, por la que el hombre es incapaz de ser fiel a la
voluntad divina por sus propias fuerzas.
As la economa de la ley y hasta cierto punto la economa primitiva
en la que la conciencia "tiene lugar de ley" enfrentan al hombre con
un problema que l solo no puede resolver; ponen su existencia bajo
el golpe de un juicio al que l no puede sustraerse y de una maldicin que l es incapaz de alejar 61 .
3.3.2. Una ley para la salvacin de un pueblo. Esa pedagoga enseaba fundamentalmente a respetar los derechos de
todos y cada no de los israelitas, como aliados de Yahv: si
bien llamados por gracia, son sin embargo participantes de la
dignidad divina, y como aliados caen bajo la proteccin y defensa del seoro de Dios. Por eso, adems del declogo (las
diez "palabras"), el cdigo de la Alianza contiene las leyes de
defensa de todos los aliados de Yahv, especialmente de los ms
dbiles: los esclavos, las viudas, los hurfanos, los extranjeros,
los pobres. As, al practicar la justicia con ello (al observar la
ley) se "conoce" (en el sentido bblico: se entra en plena relacin con) Yahv. Este es un mensaje constante en los profetas, y al que por ejemplo J.L. Sicr se refiere frecuentemente.
He aqu un texto sobre Jeremas:
La enseanza de Jeremas, y la del redactor que ensambl estos orculos (si no fue el mismo profeta) es clara: la justicia slo es posible en
el mbito de la verdad y del conocimiento de Dios; y slo se conoce a
Dios verdaderamente cuando se practica la justicia, la lealtad, el derecho. Una cuestin distinta es si sus contemporneos (y nosotros)
' estn dispuestos a aprender la leccin. La amenaza con que termina
el bloque (9, 24-25) parece negarlo, dando una amarga respuesta
a las preguntas formuladas al comienzo (8, 4-5a) .
66
67
Otros salmos (e himnos) tpicos de salvacin son los que proclaman la "salvacin en Sion" (cf Sal 46; 48; 76, etc.) concebida como "paz", "bendicin", "justicia", "orden". Suponen
un pueblo ya establecido y un trono de Yahv (el templo) desde
donde ejercita El su seoro para mantener salvo su pueblo 6 4 .
Pero son igualmente importantes los salmos a himnos
penitenciales; ellos no nos permiten reducir la salvacin de Israel a slo una estructura, porque hablan explcitamente de conversin interior, como "retorno" a Dios y aceptacin de la ley
divina. No se trata de oraciones o ritos que por s y automticamente realizan el perdn del pecador. Segn A, Mattioli la
palabra metanoia en el N.T. traduce la palabra hebrea que indica "el acto de quien, habiendo obrado de un determinado modo, vuelve a considerar su accin, la juzga de modo diverso, y
se arrepiente de haberla cometido" 65 . Es pues un trmino estrictamente religioso y existencial: no se trata slo de una amargura egosta de quien ha perdido la imagen del propio yo, ni
slo de una reconstruccin de una vida honesta -ticamente:
sino es la tristeza por haber roto una intimidad personal con
Yahv, que ahora se trata de reconstruir. Como tal, esta experiencia es tpica de la religin revelada (pues supone relaciones
personales mutuas y libres entre Dios y el hombre). Los profetas usan diversas frmulas grficas para expresar esta verdad,
como "buscar a Yahv"(ylm 5,4; Os 10,12), "buscar su rostro"
(Os 5,15; Sal 24,6; 27,8), "fijar en El el corazn" (1 Sam,
7,3). Slo con esta conversin puede el hombre pecador encontrar la salvacin. Quizs ningn profeta como Ezequiel insisti
tanto en esta transformacin del corazn. Pero para el profeta
La verdadera conversin no coincide con la simple abstencin del
mal. Esta es solamente su aspecto negativo. Slo existe conversin
verdadera donde, por razn de la presencia de nuevos principios interiores de operacin, como son 'un corazn' o 'un espritu nuevo'
(Ez 36, 26ss), el hombre ha tomado la decisin de dar una nueva
orientacin a su vida; o mejor, a su existencia (Ez 18, 31 ) 6 6 .
Tanto los salmos penitenciales como los sacrificios de expiacin (que veremos en seguida) difieren fundamentalmente
de los ritos penitenciales paganos (cf Os 7, 14; Is 15, 2-3, etc.),
en cuanto son solamente signos de conversin a Yahv, quien
quiere como verdadero sacrifico "un corazn contrito" (Sal
51,19;/s66,2;Dn3,39ss).
4.2. El sacrificio. Un tema muy complejo que slo puede
comprenderse ms profundamente mediante un estudio del desarrollo histrico de su teologa; pero necesario, porque los autores del N.T. usaron frecuentemente esta categora para explicar
teolgicamente la obra salvfica de Jesucristo6 7 . Qu es el sacrificio? Un fenmeno tan complejo y en desarrollo se resiste a
una definicin muy precisa. Me atengo a la descripcin de sus
caractersticas fundamentales qu nos ofrece R. de Vaux:
El sacrificio es una accin esencial de culto externo. Es una oracin
en accin, una accin simblica que hace eficaces los sentimientos
interiores del oferente y la respuesta de Dios a stos. Se puede parangonar a las acciones simblicas de los profetas. Mediante los ritos sacrificiales, Dios acepta el don, se restablece la unin con Dios, y se
perdona el pecado del creyente. Pero no se trata de una accin mgica : es esencial que la accin exterior exprese los verdaderos sentimientos del oferente y encuentre la benvola disposicin de Dios. Si no
existe esto, tal sacrificio no sera ya una accin relogiosa 68 .
68
69
1-5; 6,17-23) o de reparacin (Lev 5,14-16; 7,1-6). Es importante el uso de la sangre, que se crea la sede de la vida, para simbolizar el ofrecimiento de la propia vida al Seor 70 . Atendemos aqu principalmente al ms importante de ellos: el sacrificio del gran da de la expiacin (el "gran kippur") que se celebraba una vez al ao (cf. el ritual en Lev 16).
El sacrificio es pues el sello o firma de la Alianza; independientemente de sta, es un signo vaco. Pero como tampoco es
repetible, los dems sacrificios (de comunin, de paz, de expiacin) sern sus memoriales, es decir, segn el pensamiento hebreo, signos que hacen presente de nuevo, efectiva aqu y ahora,
la realidad del sacrificio de la Alianza. He aqu por que los
profetas son tan duros, como en seguida veremos, contra los
sacrificios que no renuevan, sino rompen el pacto entre Yahv
y su pueblo.
4.2.2. El sacrificio de expiacin. Pero si Yahv era fiel al
pacto, los israelitas, pecadores, deban tornar a esa fidelidad
constantemente. El sacrifico de expiacin serva a los fieles pecadores para volver su corazn a la Alianza de la que se haban
separado por debilidad. Aunque existen ciertas trazas de expiacin en los pueblos cananeos, la inspiracin. del Espritu hizo
que en Israel se desarrollara hasta una gran profundidad la idea
de la expiacin, que supone la conversin del corazn. Puede
hacerse, de acuerdo con el ritual, o "por el pecado" (Lev 4,
69 Segn S. LYONNET, es fundamental el uso de la sangre en este sacrificio, pues "la sangre une o vuelve a unir las dos partes que establecen un pacto, a la manera como solan establecerse los pactos de
amistad, en los cuales se mezclaban la sangre del uno y del otro, de
manera que de ambos surgiese una vida nica": De peccato et redemptione. Roma, PIB, 1972, v. II, p. 123. Para J. LECUYBR, "El sentido del rito de la aspersin parece ser el manifestar que el nexo que
une a Israel a su Dios no es menos slido que el nexo de la filiacin
por la carne y por la sangre" Le sacrifice de la Nouvelle Alliance.
Le Puy-Lyon. Mappus, 1962, p. 17.
70
Elementos importantes: a) lo ofrece solamente el Sumo Sacerdote en favor de Israel, primero por sus propios pecados y
luego, una vez purificado el mismo, por los pecados del pueblo,
b) Son dos los animales sacrificados: primero un becerro para
expiar los pecados del sacerdote pues deber luego entrar en el
Sancta Sanctorum, y nada manchado puede entrar a la presencia del Seor; el otro animal es el cabro escogido por suerte
entre dos que se le presentan (el segundo ser enviado al desierto), c) Inmola el cabro, recoge su sangre y con ella roca el propiciatorio (que es la cubierta del arca, signo de la presencia de
Yahv, y el lugar desde el que comunicaba su palabra a Moiss:
as roca el kapporeth siete veces con la sangre del becerro y del
cabro): hace pues "brillar" de nuevo (o "purifica", que es lo
que significa expiar,t\aoneodca, en sentido amplio tambin
tener misericordia, ser propicio) 71 ; as el Sumo Sacerdote indica la reconciliacin con el Seor, el restablecimiento de la Alianza, por la misericordia de Yahv, que se propicio (es decir
"expa") a su pueblo, y de nuevo le da vida: "la sangre expa
70 Hay otros sacrificios unidos ntimamente al de expiacin, pero privados; como el sacrificio de paz o de comunin, que ofrece el fiel cuando lo desea para dar gracias a Yahv, y para gozar de su amistad y
salvacin. En este caso el tipo de animal que se ofrece es menos regulado, ms libre (cf. Lev 7, 12-17; 22,18-23). Lev 3 describe el ritual:
el oferente pone las manos sobre la vctima para indicar que es l
quien la ofrece, luego la inmola l mismo. El sacerdote ofrece (quemndola sobre el altar) la parte correspondiente a Yahv; el resto se
divide entre el sacerdote y el fiel, quienes comiendo la parte propia
indican la comunin con Yahv.
71 Con el significado de purificar se encuentra por ejemplo en Mal 1,
9; Zac 7, 2; 8,21-22. Incluso en el Nuevo Testamento, Le 18,14 usa
el mismo verbo para decir que el publicano sali del templo "expiado", es decir purificado, mientras el fariseo no. Como se ve, es una
desviacin muy posterior usar el trmino expiacin para indicar un
castigo: idea fuertemente acentuada (pero poco escriturfstica) en los
reformadores. No se encuentra en la Biblia un sacrificio de castigo.
71
en cuanto es vida" (Lev 17, 11). d) Finalmente impone simblicamente las manos sobre el otro cabro, y lo manda al desierto,
a Azazel: con una accin altamente simblica, indica la renuncia de Israel a sus pecados, que son enviados al desierto donde
se deja perecer el cabro; no parece pues que este animal (mal
llamado tradicionalmente "cabro expiatorio", pues el verdaderamente expiatorio es el primero) sea propiamente sacrificado, pues no lo inmola el Sacerdote, ni mucho menos sobre el
altar, ni su sangre es ofrecida a Yahv: ms bien viene echado
fuera, expulsado, como quien no tiene ms parte en el pueblo 7 2 .
Excursus: Denuncias profticas contra los sacrificios, A principios
de este siglo varios luteranos liberales propusieron la teora (despus
recogida por algunos telogos, y que an despunta aqu y all ocasionalmente) de que la religin revelada deba ser una religin sin culto,
y esto ya desde el tiempo de los profetas: bastara una religin tica 7 3 .
En realidad estudios posteriores han descubierto un nuevo panorama: Como hemos dicho arriba, los profetas quieren hacer volver al
pueblo a la fidelidad a la Alianza. Y es que la teologa del sacrificio
presupone por fuerza un cierto concepto de Dios y del hombre. Por
ej. un sacrificio humano negara por principio la Alianza entre Yahv
y el hombre, para hacer de ste un total esclavo de aqul; y Yahv
sera no el Dios misericordioso que salva, sino el reconroso que se
venga. Por ello encontramos en los profetas graves denuncias de todos
los sacrificios contrarios al significado (y por tanto no memoriales)
del sacrificio del Sina. He aqu unos ejemplos, entre los ms notables:
a) Profoisaas. En el texto clsico de 1,10-17 condena no slo el sacrificio, sino tambin la oracin, la observancia sabtica y las fiestas
en el templo: sera absurdo si se tratara de una simple y pura prohibicin. De hecho si condena el culto es porque "vuestras manos estn
llenas de sangre" (v. 15). Por tanto llama a la conversin: "hacer justicia, reformad lo malhecho, escuchad la splica del hurfano, defended a la viuda" (v.17); entonces Yahv mismo os purificar (v. 18).
Por la misma razn condena la oracin vaca en 29,13; Pero es el mismo profeta quien termina su profeca contra los reinos infieles, con
la promesa: una vez salvados, "aquellos a quienes el Seor habr redimido, retornarn a Sion cantando" (35,10: Sion es el monte del
templo y el lugar del culto).
b) Amos. En 2,6-9 condena la prostitucin sagrada, que es un rito
pagano cananeo: no es un sacrificio de Alianza, sino contrario a ella,
y refleja un concepto de Dios extrao a Yahv. En 3,14 proscribe el
culto en Bethel (a los dioses cananeos). Comparando 4,4-5 con 5,4-6,
es claro que Yahv condena el que su pueblo se vaya tras los dolos en
vez de seguirlo a El. El texto ya clsico de 5,21-27 evidentemente
condena un culto que no es expresin de la Alianza, pues mientras se
ofrece, se olvida la Ley de la que el sacrificio debera ser signo; pues
en efecto, "arrojad de vosotros a Sakkuth vuestro rey, y a Kaiwn
vuestro dios sol, las imgenes que os habis fabricado" (v.26) 7 4 .
En efecto, dicho culto sacrificial inficionado de idolatra y de infidelidad al Cdigo que protege los derechos del pueblo de Israel, no puede ser salvfico, sino condenatorio. Ah no esta presente Yahv.
5. Un Pueblo santo
Hay, en efecto, en Israel, verdadera fe, verdadera gracia,
y verdadera esperanza, que son anticipaciones concretas de la
plena salvacin en Jesucristo.
5.1. Anticipacin por la fe. La fe de Israel, escribe Grelot 7 S , es una fe en Jesucristo; aunque an confusamente Abraham y los padres del AT saludaron de lejos la divina promesa
futura. Segn Santo Toms (II-II, q.2, a.7), tuvieron sustancial,
aunque confusamente, la misma fe de la Iglesia en el Misterio
de Cristo:
Ha sido necesario en todo tiempo y para todos ciertamente la fe en el
misterio de la encarnacin de Cristo, si bien de modos diversos segn
los distintos tiempos y personas. Antes del pecado tuvo el hombre fe
74 Con estos mismos criterios lanse los textos siguientes: Jer 7,3-15;
8,5; 14, 7-10; pero en 17,26-27 prev un culto aceptable, si se cumple
el mandamiento de Yahv (y cf. 33,18). Y Os 2,8-9; 4,12-16; 6,6:
cuando se adora a Yahv como a uno de tantos dioses, o "amantes",
los sacrificios no solamente son intiles, sino un verdadero insulto.
75 P. GRELOT' Biblia y teologa, p.63.
73
explcita en la encarnacin de Cristo en cuanto ordenada a la consumacin de la gloria... Despus del pecado fue explcitamente credo el
misterio de Cristo, no slo en cuanto a su encarnacin, sino adems en
cuanto a su pasin y resurreccin, por las que es liberado el gnero
humano del pecado y de la muerte. De otra manera no se hubiera
podido prefigurar la pasin de Cristo con ciertos sacrificios antes de la
ley y bajo la ley... Y como ya se ha dicho, cuanto ms cercanos
a Cristo, ms distintamente conocan lo concerniente a sus misterios.
Hay desde la promesa del Gnesis (3,15) un proceso paulatino de explicitacin. Nosotros creemos en Jesucristo el Salvador que ha venido en carne. Ellos crean en l implcitamente
por la esperanza de la salvacin. Pero esa fe, aunque implcita,
era ya salvfica en virtud de los mritos de Jesucristo (cfr.
Gal 3,6; Rom 4,3)':
Los signos cambian, pero la fe es la misma... El papel desempeado
provisionalmente por Moiss, David, por el templo, por el cordero
pascual, por los justos dolientes de otro tiempo, etc., lo desempea
actualmente Cristo considerado bajo los diversos aspectos de su misterio. 16 .
76 P. GRELOT, La Biblia, Palabra de Dios, pp. 365s. Y cf. sobre el mismo tema G. VON RAD, Op. cit, pp. 488ss.
77 P. GRELOT, La Biblia, Palabra de Dios, p. 365, Y cf. K. RAHNERTHUSING, Cristologa. Estudio teolgico y exegtico. Madrid. Cristiandad, 1975, pp. 226-229.
Podramos decir que en general todo el Antiguo Testamento es figura del Nuevo. Todos los rasgos del Antiguo son otras
tantas preparacions histricas del Nuevo que harn a ste comprensible, incluso psicolgicamente a los cristianos: la novedad de la revelacin neotestamentaria no cae en el vaco. Pero
tambin hay en el NT muchos casos en que se toma ya no slo
la totalidad del AT, sino por ejemplo personajes particulares,
cuyos rasgos son tipos (del griego irvirot;, marca, huella). Observemos una huella, por ejemplo de un pie: nos ofrece la forma,
la figura, invertida. No es el pie mismo, pero s puede llevarnos
a identificar el pie que la ha marcado. Eso es un tipo, que nos
lleva a descubrir el antitipo, la realidad a la que corresponde
esa huella. Este recurso literario, que lleva en s igualmente una
fuerte carga teolgica, es frecuente en todos los libros Nuevo
Testamento.
Los evangelistas y apstoles del Nuevo Testamento conocieron esos
peculiares analogas veterotestamentarias, y se refirieron con gusto
a ellas, de modo distinto segn los casos, para aclarar lo especfico del
acontecimiento de Cristo o del estado del cristiano... Solamente se
explica por el hecho, bien establecido por los apstoles y evangelistas, de que el Dios de Israel no es otro que aquel, que cuando se cumpli el tiempo, envi a su Hijo (Gal 4,4). Partiendo de este hecho
tenan la certeza de que lo que haba sido revelado al pueblo de
Israel, formaba un todo con el suceso neotestamentario de Cristo.
Un medio importante para captar teolgicamente esa relacin de correspondencia, y darle valor en la predicacin y la parnesis, fue el
entender tipolgicamente el Antiguo Testamento.
Pero no deberan considerarse los tipos como signos artificial o convencionalmente elegidos. Se trata de figuras verdaderamente salvficas de Israel, que en cuanto mediadores
ofrecen al pueblo la liberacin que viene slo de Yahv; si bien
su mediacin es de un redencin an incompleta, y que apunta
como esperanza a una ms completa en el futuro. Por ejemplo,
Moiss realmente es mediador de la Ley (Gal 3,19ss) y liberarador del Pueblo de Dios. Pero su ley y liberacin son figura
de la ms plena de Cristo: por ello Moiss es tipo de Cristo,
y sirve a los evangelistas para interpretar teolgicamente, a la
luz del A.T., la obra de ste.
7. Profundizacin
Estudiar, con ayuda de la bibliografa correspondiente a este tema:
Los pecados de Israel, como infidelidad a la Alianza, en los profetas. En concreto escoger un profeta y puntualizar que pecados especficos denuncia, y compararlos con el Cdigo de la Alianza.
Estudiar directamente en el libro del xodo cada uno de los pasajes
que me responden a estas preguntas: liberacin de qu? liberacin
para qu?
Investigar el influjo de los sacrificios de los pueblos semitas en
los de Israel: qu tienen de semejante? que aade la revelacin?
cmo la diferencia de teologas del sacrificio lo es tambin del concepto de Dios?
Estudiar alguna de las grandes figuras salvficas del A.T. (Moiss,
David, Josu, Geden, etc.) en cuanto tipo del "nico mediador"
Cristo.
8. Gua pastoral
8.1. Crculo bblico. Discutir sobre la idea de liberacin del pueblo
de Dios que nos hemos formado: corresponde verdaderamente a la
idea bblica, o la hemos deformado? qu elementos debemos corregir para que nuestra bsqueda de la liberacin corresponda fielmente
a la promesa divina, y no a una ideologa? Nos podr servir como
gua EN, 27.28.30.21; Pue, 480-506; Juan Pablo II, Disc. Inaug. de
Puebla, III, 6.
8.2. Lectura espiritual. G. GUTIRREZ, "Un pueblo en busca de
Dios" (sobre Ex y Dt), en Beber en el Propio Pozo. Salamanca, Sigeme, 1984, pp. 97-119.
8.3. Actividad pastoral. Leer Pue, 185-186, sobre "el pecado, falsos
dolos", y Pue, 27-50, sobre los "rostros" del pecado en Amrica
Latina: a su luz analizar cules son en concreto los "rostros" del pecado en mi comunidad cristiana, en mi pueblo. Corresponde la
vida de mi pueblo a la propia de un "aliado" de Dios? Reconocemos
en el rostro de cada uno de nuestros hermanos el de un "aliado" de
Dios con derechos (y deberes correlativos) que dinaman del mismo
Dios como gracia?
9.4. Liturgia
9.4.1. Lecturas de la Liturgia de las Horas
* S. IRENEO, "La Alianza del Seor". Vie. II Cuar.
* S. LEN MAGNO, "La Ley se nos dio por mediacin de Moiss,
pero la gracia y la verdad por Jesucristo". Dom II Cuar.
* S. AGUSTN, "Mi sacrificio es un espritu quebrantado" Dom.
XIV Ord.
77
P. CARLOS IGNACIO G O N Z L E Z S J .
Sumario
Ante la realidad del pecado en el mundo, Dios intervino libremente
y en primera persona para salvarlo; ya desde el AT en forma real, pero que
es a su vez preparatoria de la plena liberacin en Jesucristo. A partir de la
revelacin divina, como vivi Israel esa esperanza?
1. Hemos de distinguir ante todo entre esperanza y expectativa:
aqulla es el fruto de acoger y confiar en la promesa divina; stas, las
"encarnaciones" populares de dicha esperanza, en diversos momentos
histricos y particulares, que como producto de las ilusiones del pueblo
muchas veces quedan defraudadas.
2. El objeto de la esperanza mesinica, la ms comnmente conocida,
es que Dios ha de reinar sobre su pueblo, y en tal reinado encontrar
Israel su salvacin. Segn las diversas pocas, durante un largo perodo se
espera que sea el rey-ungido (Mesas) el portador de la promesa; fallando
la monarqua-, todo el pueblo se siente el heredero y portador de las promesas mesinicas; finalmente en ciertas pocas tardas se espera un portador personal de esa promesa, no siempre bien definido en sus rasgos.
3. Se suelen por eso distinguir varias etapas en el desarrollo del mesianismo: el regio, el del exilio y el tardo.
78
79
1. Esperanza y expectativas
Toda la Sagrada Escritura est preada de esta doble dimensin: ante la promesa divina, el hombre toma por la fe la actitud
de la esperanza en el cumplimiento de la promesa. Pero al mismo tiempo se provoca una expectativa: cmo, cundo se
realizar el cumplimiento? Mientras que la esperanza es firme
e infalible (Dios no puede fallar en sus promesas), la expectativa constantemente est sujeta a correcciones, porque est
mucho ms mezclada de elementos humanos. Dios siempre
responde a la esperanza, no siempre a las expectativas. El fundamento de ambas es el esquema mismo de la Escritura, del que
ya hemos hablado: la ley de la promesa y el cumplimiento.
Esta tensin coincide con el movimiento mismo de la fe... que se
adhiere a esta doble certidumbre que define su dimensin bblica: la
salvacin es actual y es futura. 79
79 A. GELIN, "El Mesas de Dios" en VARIOS, Grandes temas bblicos. Madrid, Fax, 1968, p. 217. Sobre el "Origen de la esperanza
de salvacin veterotestamentaria", cf. W. EICHRODT, Op. cit., pp.
452-458.
80
Israel es su pueblo. As, dicha historia no es slo un vivir el presente; est abierta al futuro, que est en manos de Yahv. Lo
cual no quiere decir que Israel conozca el futuro con precisin
de datos y detalles: los escritores sagrados son profetas, no adivinos.
Por lo mismo el pueblo va buscando lentamente y a tientas
el camino del futuro. De ah surgen las diversas expectativas.
Pero es una bsqueda que, Israel est convencido, es guiada por
la luz de Yahv: "T eres, Yahv, mi lmpara, mi Dios que
alumbra mis tinieblas" (Sal. 18, 29; cf. Job 29,3; todo Sal
105, etc.).
Esta esperanza est slidamente fundada en las maravillas que
Yahv ha hecho en el pasado, especialmente en la liberacin
de Egipto, que son la prueba de que Yahv est con su pueblo,
guiando sus destinos. De esta garanta toma impulso la fe de
Israel para esperar en el futuro: ste no ser sino la repeticin
consumada (esto es, llevada a su plenitud, cumplida) de los
hechos ya histricamente vividos. Por eso
El adjetivo "nuevo" pasa a ser como el iniciador de todo lo que lleva
el sello mesinico:... nueva alianza, nuevo David, nueva Jerusalen,
nuevo templo, etc. 8 0 .
Esto quiere decir que no hay toda una novedad, sino que
hay ya algo construido por Yahv: ya hay una Jerusalen, pero
sta ha de cumplirse, llegar a su plenitud. Y as en las dems
expectativas.
2. El objeto de la esperanza mesinica
2.1. El Reino de Dios. Tema demasiado importante para
tratarlo de paso. Lo introducimos aqu solamente, reservndonos para una mayor amplitud en el tema Jess y el Reino. En
un primer momento, Israel no tiene su mirada puesta en un
mesas personal. Simplemente espera el reinado de Dios. Esto
es, que sea Yahv el Seor de la historia. En un segundo momento, como veremos despus, se nacionaliza esta esperanza,
y se espera tambin (como espectativa), un reino de Dios que
80 Ibid., p. 220
81
2.2. Un Mesas personal. Poco a poco, "siguiendo el proceder de los pueblos contemporneos, Israel comprendi que
Dios guiaba a su pueblo sirvindose de sus representantes. 8 2
As, por ejemplo, vieron en los jueces, en los reyes, otros tantos salvadores representantes de Yahv. Los jueces reciban
una investidura meramente carismtica (impulsados por el Espritu de Dios): "Los israelitas clamaron a Yahv y Yahv
suscit a los israelitas un libertador que los salv" (Jue. 3,9).
En cambio a los reyes se les unga. Eran propiamente los mesas
(los ungidos).
Israel no slo espera una "salvacin", aun cuando ah se encuentre
el objeto primero y principal de su espera. Cada vez va adquiriendo
la conciencia de que esta salvacin le vendr de alguien que ser el
instrumento humano de la misma. 83
Fueron pues purificndose sus expectativas, mantenindose firme (cada vez ms profunda) su esperanza: haba que buscar entonces los rasgos de ese futuro mesas. De ah surgen
nuevas y variadas expectativas que a su vez van purificndose;
aunque el Antiguo Testamento nunca lleg propiamente a delinear al detalle su figura. En lo ms puro de su esperanza, lleg
ciertamente a provocar el deseo y aun el ansia del que ser
el representante de la salvacin de Yahv. Esa espera tom
uncin de un nuevo rey, se esperaba que fuese l un rey extraordinario; porque se mantena la expectativa de que el verdadero y definitivo Mesas sera algn descendiente de aquellos
a quienes Yahv haba confiado la direccin de su pueblo. 86
Barcelona, Ed.
85
la idea de que ste sera un Hijo de Dios (ni en el sentido pagano, desde luego, dado el absoluto monotesmo de Israel; pero
ni siquiera en el sentido trinitario cristiano). Sin embargo, mientras perdur esta expectativa, siempre se uni a la promesa
davdica que se conoca por la profeca de Natn:
A David, que quiere construir una casa para el arca de Dios (2 Sam
7,5), Yahv le hace saber por medio del profeta Natn, que ser l,
por el contrario, el que le construir una casa ( v . l l ) , una descendencia que no tendr fin: "Tu casa y tu reino subsistirn por siempre
ante m, y tu trono se afirmar para siempre" (v. 16). As, a la promesa hecha a los padres sigue la promesa a David; al pacto del Sina,
el pacto con l: en el semen (zera) de David (v.12), a travs del "semen" de Abraham (Gen 12,7), se concretiza la promesa hecha a
la humanidad en el "linaje" de la mujer (Gen 3,15). A partir de este
momento la esperanza de Israel estar estrechamente ligada al destino de la dinasta davdica. 91
Volviendo a la poca de la monarqua, observamos un fenmeno: poco a poco fue considerndose la lnea davdica como
mesinica, aunque no necesariamente se esperase que una persina particular fuese el mesas. Sobre todo en las ceremonias
de entronizacin observamos cmo se tena al nuevo rey de la
dinasta davdica como "hijo de Dios", como se observa, por
ejemplo, en el salmo de entronizacin: "Voy a anunciar el decreto de Yahv: l me ha dicho: T eres mi Hijo, yo te he
engendrado hoy. Pdeme y te dar en herencia las naciones,
en propiedad los confines de la tierra" (Sal 2, 7-8; y cf. Sal
110) 9 3 . Por eso afirma Mowinckel que, en el judaismo primitivo,
el Mesas es simplemente el primero de la lnea sin fin de los descendientes de David que se irn sucediendo unos a otros en el trono
del glorioso reino restaurado.
Por eso, con ocasin de un nuevo reinado, los salmistas dicen todo lo
que esperan de la monarqua, todo lo que ella producir un da:
Justicia (Sal 45, 8; 72,7); progreso religioso en el mundo (Sal.
18,50); paz y fecundidad (Sal 72,7); liberacin del enemigo
(Sal 72, 8-18);-dominacin victoriosa (Sal 2..8-12) 96
86
87
leer los dos libros de Samuel y los dos de los Reyes o las Crnicas para contemplarlo como en un doloroso panorama. Por
ello las expectativas van cambiando. "No desaparece el mesianismo real, sino que se profundiza e idealiza"91 La historia se
encargaba de profundizar el abismo que separaba la realidad
monrquica de la misin que se les encargaba con su entronizacin. Entran en juego entonces los profetas, cuyo ministerio
es doble: censurar con firmeza a los reyes infieles a su misin,
y a la vez mantener en Israel la esperanza. En esta lnea se desarrollo, por ejemplo, la misin proftica del primer Isaas
(cf. Is 7, 14; 9, 5-6). De esta triste experiencia surgen nuevas
idealizaciones mesinicas:
Dios, por David, haba realizado sus promesas de hacer de las tribus
de Israel un pueblo libre en una tierra propia (2 Sam 7, 9-11). Y aunque los sucesores de David no marcharon por sus sendas, los profetas
esperaron siempre aquel Rey que como David (2 Sam 8,15) habra
de instituir la igualdad y la justicia, sobre todo en favor de los ms
pobres y pequeos del reino (Is 9, 5-6; Jer 23, 5-6; 33, 15-16). Tal
rey habra de revelar el "celo" de Dios por su pueblo (Is 9,6), y realizar la paz prometida desde el principio (Am 9, 11-12; Ez 34, 23-31;
37,24-27)'8 '
88
89
5.1. La figura proftica, "tipo" de Cristo. Desde muy antiguo apareci en Israel la mediacin proftica, cuya funcin no
debe confundirse ni con la de los reyes (encargados del gobierno) ni con la de los sacerdotes (cuyo oficio primordial es el
culto). No son tampoco legisladores como Moiss. Sino que
su misin va encaminada a "revitalizar y renovar -a partir de
su contacto personal con Dios y cada uno segn su misin
especial- las diversas instituciones y tradiciones de Israel, el
orden jurdico, el culto y la realeza, devolvindolos a su sentido original" 105 .
Son intermediarios entre Dios y los hombres. Y por otra
parte son hombres cuya actividad est destinada a transformar
la historia: actan dentro de las situaciones concretas del pueblo, para que ste sea fiel a la Alianza, y pueda as preparar
la historia futura. Por eso tienen tantas proyecciones escatologicas. Por lo mismo escribieron; porque aunque son originalmente predicadores, y hablan a un pueblo en un momento
concreto y en una situacin histrica, saben que su mensaje
tiene tambin una proyeccin para el futuro 1 0 6 .
5.2. La vocacin proftica. En un magnfico artculo W.
Vogels 107 nos hace advertir que la vocacin proftica en el
AT es un llamado de la iniciativa divina, para constituir a un
hombre en mensajero de Dios. Sin embargo, dado que se trata
de hombres con caractersticas muy personales e individuales
(que se reflejan en sus escritos, por ejemplo su carcter, las
circunstancias concretas de su vida), cada uno de ellos escuchar su vocacin de manera muy diversa, muy particular.
Von Rad 108 nos previene contra un peligro: al leer las narraciones (tal como las tenemos) de las vocaciones profticas,
podemos confundirlas con la experiencia misma personal del
profeta. En ocasiones quizs tenemos algunos rasgos para descubrir sta ltima. Pero en general las que conservamos en el
AT (p.e. Am 7-9; /s 6; Jer 1; Ez 1-3; IB 40, 1-8; Zac 1,7-6,8),
105
101
102
103
104
90
106
107
108
Q1
109
92
110
pero leyendo cuidadosamente los textos es evidente que no estn condenando el sacerdocio en cuanto institucin, sino a los sa
cerdotes sinvergenzas que abusan de su misin:
Los sacerdotes contra los cuales chocaron uniformemente los profetas eran falsos fariseos. Se encuentran en una situacin abusiva
ante la ley. El texto bblico habla con claridad: los sacerdotes no
se ven atacados por los profetas por el hecho de ser sacerdotes, sino
porque no lo son. Son mecionados junto con sus pecados. Su lista
equivale a una nomenclatura de usurpacin y de traiciones. 12
5.4.2. La denuncia proftica de la injusticia. Est enraizada en la profunda fe en la Alianza con Yahv: la injusticia
rompe esa Alianza, porque al negar al otro el derecho, no reconozco en l al aliado de Yahv. Y como circunstancialmente y de hecho es el ms pobre y pequeo quien est ms sujeto
a los abusos, tanto el cdigo de la Alianza como los profetas
en sus denuncias a las violaciones de dicho cdigo, ponen el
acento en la proteccin de los ms dbiles 1 1 3 . No es ciertamente indiferente a la Alianza el que se viva o no en justicia.
Incluso en un momento de altsima inspiracin proftica Jeremas critica duramente a quienes quisieran vivir lujosamente
a costa del ms pobre, y termina: " T u padre no coma y
beba? Hizo justicia y equidad, y le fue bien. No es esto conocerme?" (22,16). Pero hacer justicia para conocer a Yahv
(con un conocimiento que en la Biblia no es slo terico, sino
que significa una unin ntima, y un actuar como El) es comportarse con el otro como Yahv, quien lo sac de Egipto para
hacerlo partcipe de la dignidad misma de D i o s 1 1 4 . En este
contexto se entiende la constante denuncia de los profetas,
por ej. de los abusos contra los pobres (Am 6, 1-6; 2,6-7; 4,
112
113
114
111
94
L. KRINETZKI, "Relacin entre el Antiguo Testamento y el Nuevo", en J. SCHREINER (ed.) Op. cit., p. 455.
95
1; 5,11; 8,4ss), contra la "compra" de la justicia en los tribunales, de manera que quien no tiene para "comprarla" queda
desamparado (cf. Am 5,12; advirtiendo que "la puerta" indica
el tribunal, pues -ste celebra los juicios a la puerta de la ciudad)
etc. Por qu esa preocupacin de Yahv por el pobre?
Este juez severo (Dios), que no tiene "acepcin de personas", siente
debilidad por el hurfano y por la viuda. Hace justicia en favor de
ellos. Su insistencia en la justicia est motivada por su preocupacin
por el dbil y el oprimido. Precisamente porque ama al oprimido,
condena al opresor (...). La justificacin del malvado no es slo la
ofensa contra un ideal abstracto de justicia, sino la traicin prctica al
pobre y al inocente. Toda perversin de la justicia equivale a imponer
un sufrimiento a alguien que es incapaz de defenderse (...). Tolerar
la injusticia es tolerar el sufrimiento humano (...). En la raz de la exigencia de justicia est el amor al hombre 1 l s
5.5. El sufrimiento proftico. Veremos en seguida la profeca ms elevada sobre este punto, los cantos del Siervo de
Yahv. Por ahora decimos de una manera ms general que nos
ayudar a comprender el sufrimiento libremente aceptado de
Jesucristo, que poco a poco en el A.T. se desenvolvi la idea de
que el sufrimiento es parte integrante del ministerio proftico. Pero no porque el profetismo lo exija en s; sino porque el
profeta es enviado con una misin a un mundo que rechaza
la Palabra de Dios, por ms que con la boca muchas veces afirme que la busca. Esto hace sufrir al profeta, porque ve la vaciedad de su esfuerzo. Tal incredulidad y rechazo puede con frecuencia tomar formas violentas. De esta manera sufri Moiss
por su pueblo, y Jeremas paso a la historia como el prototipo del profeta sufriente: ste fue tomado totalmente al servicio de Yahv; el celibato mismo del profeta es un signo de la
total dedicacin a la Palabra del Seor (Jer 16,2). Intil citar
detalles concretos del sufrimiento de Jeremas: tanto el libro
que lleva su nombre como las lamentaciones son ejemplificaciones casi a cada pgina; se convierte as en tipo de la pasin
proftica de Jesucristo:
Tambin a los padecimiento^ del profeta se les concedi poder salvffico. Esta idea, de consecuencias sumamente ricas para el progreso
de la evolucin de la revelacin bblica, creci, al parecer, al calor de
115
96
E. BERKOVITS, Man and God, pp. 228-230. Citado por J.L. SICRE, Op. cit., p. 453.
las reflexiones sobre el destino doloroso, incomprensible, de Jeremas... Asf, pues, Jeremas no slo anunci de antemano una alianza nueva, sino que hizo mucho ms: present por adelantado, como
un nuevo Moiss, y sin saberlo, a travs de su vida y de sus sufrimientos profticos, al futuro mediador de esta alianza: a Jess, que, como
profeta doliente, y mayor que Moiss, fue tenido por algunos de sus
contemporneos, y no sin razn enteramente, como un Jeremas
reaparecido u 6 .
116
117
97
119
118
98
120
121
122
100
123
124
125
El sufrimiento del Siervo, los golpes y desprecios, son fruto del rechazo de su mensaje; pero el Siervo se mantiene fiel a Yahv; ms
an, sufre por razn de su inquebrantable fidelidad a Dios, en favor
del pueblo mismo que lo rechaza (Is 50, 4-9).
"Por sus sufrimientos mi Siervo justificar a muchos" (Is 53,11), o
"a la multitud": tmese en cuenta que el hebreo no cuenta con trminos abstractos, y as indica la universalidad por un vocablo concreto: la multitud, los muchos.
A. BRUNOT, "El poema del Siervo de Yahv", en SdeT 17 (1966),
p. 74.
101
7.2. La espera de un Mesas-sacerdote. No es tan universal en el Antiguo Testamento. Sin embargo hay algunos textos que nos indican
la existencia de dicha lnea. As, por ejemplo, el profeta Zacaras
contempla la figura mesinica en forma de un sacerdote que ofrece la
ofrenda (Zac 6, 9-14). Ms importante que algunos textos explcitos
es el hecho de que en su forma original, el rey era a su vez constituido sumo sacerdote segn el orden de Melquisedec, como sabemos por
el salmo de entronizacin (110,4). Adems la rica tradicin del templo de Sin se remonta a la estirpe davdica original, de donde concluye N. Fglister:
La mediacin cltico-sacerdotal, destinada a garantizar de modo
perdurable la presencia de la salvacin (cf. / Re 8, 22-40), en estrecha unin con el templo elegido por Yahv, toma, por lo menos
en principio, una orientacin escatolgica hacia el futuro salvfico:
se convierte, al menos en germen, en una mediacin mesinica. 127
126
102
C. WESTERMANN, El Antiguo
Fax, 1972. p . 135ss.
Testamento
y Jesucristo. Madrid,
Amn que muchos profetas ejercitaron su ministerio proftico alrededor del culto del templo (cf. Ageo y Zacaras). Y sobre todo la carta a los Hebreos contempla la figura sacerdotal del Antiguo Testamento como un tipo de la figura mesinica de Jesucristo.
8. Profundizacin
*Ayudndote de la Introduccin de los Profetas (R. DE VAUX, en
Biblia de Jerusaln, leer el Protoisaas (Is 1-40) o la parte de Jeremas
anterior al exilio (Jer 1-35). Observar en ellos la denuncia de las infidelidades de los ungidos (mesas, reyes) y de todo el pueblo; as
como las diversas idealizaciones de la figura y los tiempos mesinicos: cules son las razones y el para qu de tales denuncias? 1 2 8
127
128
Analizar cuidadosamente algunas vocaciones profticas, descubriendo en ellas los varios elementos indicados en el texto (n. 5.2). En
qu sentido pueden ser tipos de la vocacin proftica de Cristo?
*Leer el libro de Jeremas, entresacando los textos en que nos narra
sus sufrimientos; tratar de descubrir el nexo de cada uno de ellos con
su misin proftica. En qu sentido es tipo de de los sufrimientos
de Cristo?
9.4.2. Bautismo. Explicar en la preparacin prebautismal el compromiso que adquiere el cristiano, al ser bautizado, por ser llamado a una
vocacin proftica que debe ejercitar en la Iglesia. Explicar a los padres y padrinos cmo deben preparar al neobautizado para vivir esa
vocacin (servirse de los textos de Pue arriba citados).
*Leer alguno de los profetas: Os, Am: cules son en concreto sus
dencuncias de las infidelidades de Israel al Cdigo de la Alianza?
9. Gua pastoral
9.1. Crculo bblico. Tratar de distinguir entre las expectativas que
nos hemos formado en nuestra comunidad eclesial, confundindolas
tal vez con la esperanza: cules son las verdaderas promesas del
Seor en que podemos esperar? (Puede servirnos de pauta alguno de
los orculos profticos, por ej. Is 7: Ajaz ha sido infiel, y por ello
alienta falsas expectativas: Cules son? Cmo las descubre el profeta? Cmo reafirma ste la esperanza en la promesa? Por qu Mt
1,22-23 pudo interpretar este orculo como figura de la concepcin
de Jess?
* O bien analcese en el grupo alguna de las denuncias profticas
contra el culto (por ej. Os 2, 8-9; 4,12-16; 6,6): Qu condenan verdaderamente? Cules son los cultos cananeos y el concepto pagano
de Dios reflejado en ellos que no corresponden a la Alianza?
9.2. Lectura espiritual
S. AGUSTN. Obras, v. VII. Madrid, BAC, 1950. Sermn 9 1 , sobre
la mesianidad de Cristo, p. 545-557.
9.3. Actividad pastoral. Leer LG, 33-36 sobre la vocacin de los
laicos; y Pue 187, "la promesa"; 232-237, "el Pueblo de Dios", 267268 y 377, "la misin proftica"; 1213, "accin proftica de la Iglesia: Cmo hemos de ejercitar en nuestra comunidad eclesial la misin
proftica a la que todos los bautizados hemos sido llamados? Discutir cul es el papel proftico propio de los laicos, a la luz de los textos
ledos.
9.4. Liturgia.
9.4.1.Lecturas
105
NUEVO TESTAMENTO:
JESS ES "YAHVE QUE SALVA"
Parte II
Sumario
Lleg el da en que se realizaron en plenitud las promesas de Dios,
que en el AT haban tenido cumplimientos reales pero parciales y no definitivos: las ms puras esperanzas mesinicas en que Yahv salva reinando sobre la tierra fueron satisfechas en Jess: l es "Yahv que salva",
l hace presente el Reino.
1. Ya en el AT hubo una transformacin de sentido en la esperanza
del Reino de Dios: de un territorio (Israel) en el que Dios ejerciese su dominio, y mediante l a todos los pueblos, sobre todo mediante el Rey-ungido, pasa a significar (sobre todo tras la experiencia de la cada de la monarqua) el seoro de Dios sobre la tierra. Pero no se espera ms que tal
ideal sea totalmente realizable en el tiempo presente: por eso se afirma
ya presente, pero su completa realizacin se proyecta en el futuro (escatolgico).
2. Jess inicia un da su misin, que es la predicacin de que en l
se ha hecho presente el Reino de Dios, que es un reino de salvacin, dirigido a la transformacin del corazn humano (conversin); pero que debe
luego cambiar la historia misma del mundo, construida de manera contraria al proyecto divino, por razn del pecado. Tal Reino tiene como mxima ley el amor a Dios y al hermano. Pero no es totalmente realizable en
el mundo presente.
109
1. El reino de Dios en el AT
La espera del reino de Dios en el Antiguo Testamento est
en muy ntima relacin con el tema ya visto de la espera mesinica. Apuntamos sin embargo algunas ideas complementarias:
1.1. La idea del reinado de Dios. No siempre se pens en
un reino de Dios. Hubo pocas en que tambin se concentr
su esperanza en un reinado. Mas an, sta representa la esperanza ms pura del israelita fiel. El reino sera mas localizable,
porque supone un territorio donde se ejerce el poder, o por lo
menos un pueblo determinado sobre el que Dios reina. El
reinado atiende ms a la soberana de Dios que gobierna el
mundo. Conviene tener clara esta diferencia para evitar confusiones, dado que los evangelistas fcilmente hablan de reino de
Dios (ellos entendan en su tiempo lo que queran expresar)
cuando en realidad se refieren a lo que hoy llamaramos mejor
reinado de Dios, no identificable ni con un pueblo ni con un
sistema determinado.
Consta con seguridad que, para el oriental, la palabra malkuta tena
un sonido distinto al de la palabra "reino" para el occidental. Porque,
en el antiguo testamento, slo muy escasas veces designa malkut un
reino en sentido local, un territorio. Sino que designa casi siempre
el poder de gobernar, la autoridad, el podero de un rey. Pero nunca
se entiende a malkut en sentido abstracto, sino siempre como algo
que se est realizando. Por consiguiente, el reino de Dios no es ni un
concepto espacial, ni un concepto esttico, sino un concepto dinmico... Dios realiza el ideal regio de la justicia, un ideal por el que cons110
129
130
J. JEREMAS. Op. cit, p. 121. Segn J. SOBRINO, "el trmino reino sugiere una serie de interpretaciones espontneas que no son las
que se esconden en el original malkuta Yahvewh. El reino de Dios
no es algo geogrfico ni implica una situacin esttica, en la que oficialmente se reconociese a Yahv como rey. Reino de Dios tiene
ms bien dos connotaciones importantes: 1) el regir de Dios en
acto, 2) para modificar y establecer un determinado orden de
cosas": "Jess y Reino de Dios", en Jess en Amrica Latina,
Santander, Sal. Terrae, 1982, p. 138s.
"Existe una respuesta clara a lo que ocurre cuando Dios reina. Dios
es definitivamente un Dios amoroso; no es condenacin, sino amor.
Por ello Yahv aparece como Padre amoroso (Os 11,1), esposo fiel
(Os, 2,18), como madre que consuela (Is 66,13)... Pero ese amor
de Dios es visto como eficaz, capaz de hacer algo nuevo. No es slo
la declaracin intimista de que el ltimo sentido de la realidad consiste en el amor, sino la declaracin de una realidad de acuerdo al
amor de Dios": J. SOBRINO, Ibid, pp. 139s.
111
132
133
131
112
Por lo mismo la venida del reino es, por una parte, el implantamiento de la ley del amor, al hacernos advertir que Dios
ama al hombre ms que a la ley de donde, en el reino de Dios
implantado en la tierra, "la ley suprema y absoluta es la de amar
y servir a Dios, y, por su amor y servicio, amar y servir al prjimo", 134 por sobre la ley antigua, dndole as su perfeccin
y cumplimiento verdadero. Y por otra parte es el juicio del pecado, en cuanto poder satnico, poniendo as fin al reino del
adversario. Pero lo que primariamente servir para establecer
el reino de Dios ha de ser la predicacin de Jesucristo, que sus
discpulos han de llevar a todos los confines de la tierra, para
preparar el advenimiento final de Dios (Mt 24,14).
Es una conversin tan ntima que exige desapego y despreocupacin por lo terreno, como qu comer, qu vestir, el acuraulamiento de riquezas, etc., todo lo cual se sintetiza en las palabras: "buscad primero el reino de Dios y su justicia (es decir
el cumplimiento de la voluntad del Padre) y todo lo dems
se os dar por aadidura" (Mt 6, 25-33). Expresada de una manera positiva, esta conversin radical est sintetizada en el mandamiento principal: "Amars a Dios con todo tu corazn, con
toda tu mente, toda tu vida, y a tu prjimo como a t mismo"
(Me 12, 29-31; M 22, 37-40).
115
2.5.1. "El Reino de Dios est aqu" (Me 1, 15). La inauguracin del reino coincide con la presencia de Jess, quien no
nicamente es el mensajero definitivo del reino, sino que adems es quien nos ofrece el mensaje definitivo: en l se identifican el reino y su mensaje. Esto nos ayuda a comprender la problemtica del Reino y su predicacin en el evangelio, que se ha
presentado bajo diversas facetas, y que resume en tres J. Guerrero :
1. El reino de Dios se realiza nicamente en el dominio del espritu, o implica una transformacin de la naturaleza? (Concepcin espiritualista y concepcin cosmognica).
2. El reino de Dios se hace presente a partir de la predicacin de
Jess o se realizar al fin de los tiempos? (interpretacin actualista
y futurista-escatolgica).
3. El reino de Dios se desarrolla progresivamente, insertndose paulatinamente en la historia general de la humanidad, o aparecer bruscamente, de golpe, provocando una aguda crisis en el mundo? (concepcin evolucionista y revolucionaria). 31
Ciertamente la salvacin del reino se convierte en Jesucristo en una certeza. Pero al mismo tiempo abre las puertas a una
138
137
116
A. DESCAMPS, "El reino de Dios", en VARIOS, Grandes temas bblicos Madrid, Fax, 1968, p. 261.
117
139
J. JEREMAS, Interpretacin
p. 204.
119
Finalmente, aade la certeza de que al fin llegar a su madurez, como la semilla infaliblemente crece hasta el tiempo de la
cosecha. Estas son las enseanzas principales de este ncleo
de parbolas, que en seguida observamos ms de cerca.
3.1.1. Parbola del sembrador. (Me 4,3-8; Mt 13, 3-8; Le
8,5-8). Podemos entrever el doble tema de la presencia del reino en germen, y tambin la expectativa de la cosecha final.
Jess es el sembrador que siembra la palabra. Esto nos hace
advertir la ocasin de dicha parbola: parece que se trata de las dudas que surgan entre sus apstoles acerca del xito de la predicacin. Es por otra parte una parbola de contraste: Describe por
una parte el trabajo del sembrador, muchas veces intil a los
ojos humanos. Pero por otra parte presenta la alegra y confianza del sembrador (Jess): los fracasos aparentes de su predicacin (indicados por la semilla que se pierde sobre el camino,
entre las piedras o espinas) no ha hecho mella en la confianza
en Dios que tiene Jess. Porque a pesar de tales fracasos, al
final Dios hace aparecer la abundante cosecha, en contraste
con los desconsoladores comienzos. El poder de Dios acta
y obtiene el xito donde el hombre fracasa. Es evidente el poder
de Dios actuando en la debilidad humana. La invitacin de la
parbola es clara a reflexionar sobre la debilidad humana, pero al
mismo tiempo a confiar plenamente en la misericordia divina.
140
120
"El oriental tendra a la vez ante sus ojos el principio y el fin, hasta el punto de que las parbolas del reino consistirn esencialmente
en afirmar el contraste entre el principio miserable y el final grandioso... Los hombres de la Biblia se interesan tambin por el crecimiento orgnico, pero un crecimiento dirigido por el mismo Dios: de esta
manera Dios, que dirige el curso de la historia, determina el tiempo
y los plazos. Ni proceso inmanente ni catstrofe imprevista, sino
designio de Dios fiel que gua la historia hacia su fin y cuya fidelidad se expresa a travs de la regularidad de las leyes de la naturaleza", en X. LEON-DUFOUR, Los evangelios y la historia de Jess.
Madrid, Cristiandad, 1982, pp. 384s.
141
La parbola entonces ms ilustrara la gracia divina que el esfuerzo h u m a n o , y estara ms en consonancia con la del pastor
que busca a su oveja perdida, y la mujer que busca su dracma
Le. 1 5 , 1 - 1 0 ) .
142
143
122
123
Y precisamente porque no se identifica con un reino poltico 1 4 5 (y en consecuencia limitado a fronteras de espacio y
tiempo), sino con un reino religioso, trasciende toda frontera
y es universal. Por ello Jess se muestra siempre con un inmenso corazn capaz de abrazar a todo tipo de personas, incluso
a los tradicionalmente despreciados en Israel, como son los gentiles y pecadores. Por ello cumple de manera pursima las esperanzas universalistas del Deuteroisaas.
4.1. Universalidad del Reino. El reino de Dios es para todos.
En la predicacin de Jess, no conoce lmites de ningn tipo:
ni sociales, ni espaciales, ni temporales. Con ello Jess rompa
explcitamente las estrecheces de las expectativas judaicas predominantes en su tiempo, lo que positivamente provoc escndalo. La idea del "resto de Israel" en que se protegan los grupsculos, no encuentra cabida alguna en la doctrina de Jess.
Es cierto que tiene su "pequeo rebao" (Le 12, 32). Pero el
mismo grupo selecto existe slo y nicamente en funcin de
una misin universal.
Podramos decir, pues, que en principio nadie queda excluido del reino de Dios, sino aqul que quiera excluirse a s mismo
por no aceptar la conversin, que es el requisito previo a la entrada en el reino:
144
145
124
Pero el que quiera y pueda pertenecer a l, de ninguna manera supone que lo haga por sus propias fuezas, ya que se
trata de un don del Padre (cf. Mt 20,1-16; Le 15,11-32). Quedan excluidos, por consiguiente, quienes quieran poner en su
propio esfuerzo la salvacin, sea apoyados por su propia ciencia, sea hacindola depender de la propia interpretacin de la
ley (cf. Mt 23, 13-15) 1 4 7 . Y por lo mismo tampoco pueden
entrar los "ricos", los "llenos", los que "ren ahora", los que
buscan que "se hable bien" de ellos, porque ya tienen aqu
su recompensa (Le 6, 24-26).
El universalismo de esta misin aparece claramente en multitud de pasajes del evangelio, especialmente de Mateo y Lucas.
Expresamos algunos por va de ejemplo: Los benditos del Padre
son congregados de todas las naciones (Mt 25, 34ss). Ha agradado al Padre dar el reino a su pequea grey (Le. 12, 32). A
los discpulos se les han confiado los secretos del reino (Me
4,11), pero para que los prediquen a todas las naciones. En
efecto, la peticin del Padre nuestro es universalista (Mt. 6,10);
los discpulos son "luz del mundo y sal de la tierra" (Mt. 5,
13-14); el campo en que se esparce la semilla (que es la Palabra
de Dios) es el mundo (Mt 13, 38; Me 4,32); y por eso el encargo misional de los discpulos tiene como objeto la predicacin
del evangelio en todas las naciones (cf. Mt. 28,18-19; Me 16,1516). Y en las parbolas del banquete real y el banquete nupcial, el reino queda abierto a todos los hombres, sin distincin
de ninguna clase, y solamente quedan excluidos quienes por sus
propios intereses no quieren participar (cf. Mt 22, 2-10; Le
14, 16-24).
146
147
46; 2 1 , 40-46; 22, 11-14; 23, 13-14; 25, 11-13.30; 13, 30.4143. 49-50, y lugares par.).
5. Los milagros, signo de la presencia salvfica del reino
en Jess.
Segn los evangelios cannicos, Jess no hizo ningn milagro sino una vez iniciada su vida pblica (a diferencia de algunos apcrifos, que adornan con hechos milagrosos de oropel toda la infancia de Jess). Es decir, sus milagros estn enmarcados dentro del contexto de la misin que el Padre le ha
encomendado, y en relacin ntima con su predicacin del
Reino, y de su presencia (realizada por Jess) entre los hombres.
Ms an, los milagros de Jess son de un tipo muy especial
y totalmente diversos de los obrados por Dios mediante la intercesin, por ejemplo, de los santos, y mucho ms distantes
an de las narraciones de milagros de los dioses helnicos.
En efecto, como hace notar Galot, los milagros de Jess son
cristolgicos. Estn ntimamente relacionados con su presencia salvfica en el mundo:
El milagro es el signo de la persona de Cristo, la revelacin de su identidad... (Me 2, 8-11). El milagro pertenece a la obra reveladora de
Jess: est destinado a revelar el poder de salvacin que tiene en sus
manos el Hijo del Hombre. Con todo, no atestigua solamente la misin de Cristo, sino tambin su misteriosa identidad; el nombre del
Hijo del Hombre expresa, en trminos velados, la personalidad divina
del Hijo en su condicin humana. 1 4 9
Los milagros, por consiguiente, son inseparables del mensaje de Jess sobre el Reino de Dios. Tenemos varios casos claros, como la expulsin de los demonios, que en Marcos es signo de que ha llegado a su fin el reinado de Satans (Me 3,22ss);
el relato en Mateo es an ms explcito: "Si por el espritu de
Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el
Reinado de Dios" (Mt 12,28). Y tambin, al enviar a sus discpulos a la misin apostlica, les concedi el poder de hacer
milagros, como una seal de que el Reino de Dios est cercano
(C.Mt 10, 7-8; Le 10,9).
149
5.1.1. Los milagros, signos de la presencia del reino. Richardson distingue tres aspectos de la revelacin que se nos comunica
por los milagros de Jess. Estos son signos de los poderes del
mundo futuro, de la presencia del reino de Dios, y finalmente
de la misin proftica de Jess. 1 s
Ya hemos dicho una palabra sobre el signo proftico de la
misin de Jess. Centrmonos un poco ms en el reino de Dios
significado por los milagros. Es ya clsico el texto de los tres
sinpticos (con ligeras variantes). "Si yo expulso los demonios por el dedo (por el Espritu) de Dios, seal de que el reino de Dios ya ha llegado a vosotros" (Le 11,20; cf. M. 12,28).
Lon Dufour comenta:
El verbo fthasen, usado en aoristo, no deja escapatoria alguna: los
exorcismos significan que ha comenzado una nueva poca en el reino
de Dios. No se trata de una nueva institucin, sino de la irrupcin
de un acto, el acto mismo de Jess. Aqu tambin se concentra la
atencin sobre la persona mediante la cual acta el poder del reino.151
Y tambin nos advierten con bastante constancia los sinpticos que hay una relacin entre la predicacin del reino y los
150
151
128
Incluso podramos de manera extensiva llamar a los milagros "parbolas en accin", y decir con Jeremas 1 5 2 que mucho
de la doctrina de Jess se realiz no con palabras, sino con hechos. As como Jess mismo es una teologa viviente (pues su
figura nos dice quin es Dios, y cmo es, por ser l la imagen
del Padre), as tambin sus hechos son una revelacin de cmo
acta el Padre en nuestro favor. Sus milagros, pues, estn ntimamente unidos a su predicacin, y nos sealan cristolgicamente quin es Jess y cul es su misin. Incluso podramos
afirmar con Richardson que los evangelistas " n o estn interesados en Jess como taumaturgo, sino como el Mesas de
Dios esperado" l 5 3
Por otra parte nos indican qu tipo de reino es el de Dios,
y a quin pertenece. Es para los pobres, los enfermos, los que
sufren: todos ellos reciben el beneficio del poder de Jesucrist o . Y no es slo para los judos; sino para los gentiles que crean,
al igual que para los del pueblo elegido, pues Jess tambin
cur al criado del centurin, a peticin de ste (M 8, 5-13;
Le 7, 1-10), y a la hija de una sirofenicia, en la que encontr
Jess ms fe que en Israel {Me. 7, 24-30; Mt 1 5 , 21-28). Un
reino que incluso domina la muerte, y va ms all de ella, como
consta por las resurrecciones (de la hija de Jairo, Me. 5, 35-43;
M. 9,23-26; Le 8, 49-56; del hijo de la viuda de Nam, Le 7,
11-17; y de Lzaro, Jn. 11); y tambin por el encargo de la misin de los apstoles, que junto con la predicacin reciben el
poder de confirmarla con signos, incluida la resurreccin de los
muertos (cf. Mt. 10,8); as como fue precisamente una de las
seales del ministerio proftico de Jess (cf. Mt. 11,5; Le
7,22).
152
153
5.1.2. Los milagros, expresiones de fe cristolgica. Los milagros nos dicen, en efecto, quin es Jess, y cul es su poder.
As, tras el milagro de la tempestad calmada, los discpulos se
preguntan: "Quin es ste, a quien obedecen el viento y el
mar?" (Me 4,41; cf. Mt 8,27; Le 8,25). Asimismo, Jess obra
los milagros en virtud de su propio poder: "si yo expulso los
demonios..." {Le. 11,20); y obsrvese la voz de propio mandato
con que resucita a Lzaro: " Sal fuera!" (Jn 11,43; y la misma
voz de mandato en otros milagros, p.e. Mt. 9,6; 8,26.32; Me.
2,11; 5,41, etc.).
5.1.3. Matices que dan los sinpticos a sus relatos de milagros. Aunque bsicamente Mateo y Lucas siguen en conjunto las
narraciones de Marcos (excepto algunos milagros que slo aparecen en la tradicin lucana: la resurreccin del joven de Nam,
Le 7, 11-17; la mujer curada en sbado, 13,10-17, el hidrpico
curado en sbado, 14, 1-6; y los diez leprosos, 17, 11-19); sin
embargo ciertamente hay algunos matices teolgicos diversos
en el uso que de dichas narraciones hacen los sinpticos. Sobre
San Marcos, creo nos bastar escuchar a Richardson:
Tal como los hallamos en su evangelio, los relatos milagrosos son producto de meditacin profunda en el significado de la persona y acciones de Jess, y el inters se centra en su carcter teolgico ms que
en el histrico. No son ni "reminiscencias" de San Pedro u otros testigos
oculares, ni "cuentos" narrados por una orden secular de narradores. Su
motivo no es biogrfico ni literario; son materiales para uso de los predicadores y maestros cristianos en la presentacin de su evangelio.' 5 5
155
154
130 _
A. RICHARDSON, Op. cil., p. 122. Es verdad, aunque tal vez minimiza ms de lo conveniente el fondo histrico de la redaccin de
Marcos.
131
133
Pero hemos de advertir que tales exigencias no estn descoyunturadas. Por el contrario, una de ellas, y la clave, explcita en Mt 22,37-40 y en Me 12,28-31: "Amars al Seor t u Dios
con todo t u corazn, en toda tu vida y con toda tu m e n t e " ,
es el primer mandamiento; pero el segundo, que es la concretizacin del primero, "es semejante a ste: amars a tu prjimo como a ti mismo"; est tomado de Lev 19,18, donde no
se trata simplemente de un amor como accin sentimental, sino
de una proteccin en el nombre de Yahv (por eso repite en
el contexto varias veces " Y o soy el Seor") de los ms dbil e s 1 5 7 . Y termina Jess: "de estos dos mandamientos (juntos,
imposible de separar) depende la Ley y los Profetas". Este es
tambin el mandamiento nico que sirve de clave para la inteleccin del Sermn del Monte, pero tambin de todo el evangelio.
Quien ama (ley fundamental cristiana), comprende y acepta lo
mandado en el Sermn; quien no ama, no puede comprender
en absoluto, por ms que tenga principios intelectuales de inteligibilidad y comprensin. Porque el Sermn no es una ciencia positiva ni una filosofa, sino la expresin concreta de lo que
es el amor a Dios y al prjimo. As, por ejemplo, el marido
egosta que no ha captado todava el mensaje de / Cor 13 (el
amor es paciente, servicial, no celoso, no caprichoso, t o d o
lo comprende, t o d o lo sabe perdonar), naturalmente no entender por qu no ha de despedir a su esposa cuando ya no la
entiende (esto es, en el fondo, cuando ha dejado l mismo de
ser cristiano, al no amarla). Quin ama a Dios y al prjimo
157
134
135
Los que lloran. Son los que sufren, los que se sienten "encorvados" Canawim) bajo el peso del sufrimiento. Es, pues,
una especificacin (al igual que las dems bienaventuranzas),
de un tipo especial de pobreza. Est en ntima relacin con el
ministerio proftico de Jess, quien interpret su misin con el
texto de Is 6 1 , lss. (cf. Le 4,18ss.); Isaas nos dice acerca de su
misin: "Me ha enviado a anunciar a los pobres la buena nueva,
a vendar los corazones rotos, a pregonar a los cautivos la liberacin, y a los reclusos la libertad, a pregonar ao de gracia de nuestro Dios... para consolar a los que lloran...". Y no se trata de una
aadidura: la misin del profeta no es para los pobres ms para los
que lloran. Sino que segn el estilo literario hebreo hay una progresin: a los pobres, esto es, a los que lloran., etc.
Los mansos, esto es, de los que viven con una humilde paciencia (su especificacin ser Mt 5, 24-48). Es otro tipo de pobreza. De hecho Mateo, como ya hemos dicho, traduce 'anaw
(11,29) por manso y humilde.
Los que tienen hambre y sed de justicia. Esto es, los que
tienen hambre y sed de "aquella disposicin por la que el hombre se entrega del todo a Dios, sin hacer excepcin alguna".
Tiene desde luego relacin con aquella sed de que habla la sabidura: "venid a m todos los que me deseis y saciaos con mis
frutos... e t c . " (Eclo 14, 19-22). Vuelve a especificarse ms adelante esta bienaventuranza en el mismo Sermn: "Buscad primero el reino de Dios y su justicia" (Mt. 6,33). Como en la carta a los romanos, tambirr~n Mateo la justicia tiene que ver
136
8. Gua pastoral
8.1. Crculo bblico. Discutir alguno de los temas siguientes:
*A la luz de la teologa del reino en los evangelios: Por qu no puede agotarse ste en una transformacin del mundo (social, poltica,
econmica, etc.)? Esa teologa es "alienante" en cuanto nos desinteresa de nuestros deberes de transformacin del mundo, para esperarlo todo "en el otro mundo"? Puede el reino reducirse a una salvacin despus de la muerte?
Sobre el sermn del monte, Mt 6,25-34: el "abandono en la providencia" que Jess manda, es una invitacin al pasivismo? Qu
responsabilidades exige el sermn de la montaa, para hacer cristiana nuestra presencia en el mundo?
*Si lo bsico de los milagros es ser signos de la presencia salvfica del
Padre en Cristo, hay milagros an hoy?
contrario nos encarnamos tanto en ellos que perdemos de vista el aspecto trascendente de su salvacin?
O bien revisar en mi comunidad eclesial dos aspectos importantes,
que pueden necesitar nuevos enfoques apostlicos:
a) Respecto a la moralidad: vive mi comunidad un tipo de moralidad legalista, ms propia de un espritu farisaico? o vive la moralidad de la ley de Jesucristo, fiel al Seor y al prjimo, por amor?
b) Las "mandas" o "promesas" que hacen algunos cristianos como
agradecimiento por algn favor recibido: incluyen ciertas "penitencias de sangre" u otros elementos que ms bien contradiran la voluntad del Seor? (Educar a quienes tienen esa idea incorrecta; porque
Jess no pide sufrimientos artificiales, sino una fe que se manifieste en
la fidelidad al seguirlo: sta debe ser nuestra gratitud por su providencia en favor nuestro).
8.5. Liturgia de as Horas. Lecturas:
ORGENES, "Venga tu reino". Fiesta
S. CIPRIANO, "Venga tu reino". Mi
*S. LEN MAGNO, "Felicidad del
Ord.
CARTA DE BERNAB, "La nueva
XVIII Ord.
de Cristo Rey.
XI Ord.
Reino de Cristo". Sab.
XXII
138
139
Sumario
1. Jess ha afirmado que en l se hace presente el Reino de Dios.
El es pues, en su persona, en sus palabras y en sus hechos, el Reino de
Dios que nos salva. Pero por lo mismo es l, personalmente,
nuestra
ms alta teologa. Bajo este punto de vista analizaremos como teolgica la pobreza de Jess, que hemos sin embargo de encuadrar en el proceso histrico de la Palabra reveladora.
2. En el Antiguo Testamento se advierte un desarrollo teolgico en el
valor de la pobreza: al principio aparece como un castigo de la infidelidad
a Yahv; en la Ley se nos muestra como una responsabilidad de Yahv; en
la Ley se nos muestra como una responsabilidad de todo el pueblo; finalmente a partir del exilio se profundiza el pensamiento teolgico de la pobreza de espritu como total apertura a Yahv.
3. Jess opt personalmente por una vida de total pobreza, que es su
completa entrega al Padre y a los hombres. Esta se manifiesta en la total
dedicacin a la misin en favor de su pueblo, en una vida transcurrida en
pobreza real, y en la total libertad del corazn de todo cuanto pueda ligarlo e impedirle la fidelidad a la misin que el Padre le encomend en favor
de los hombres.
4. La opcin de Jesucristo nos ensea tambin quines son los pobres
(segn el evangelio) a quienes Jess ofrece la buena nueva. As estudiamos
quines son esos pobres segn Mateo y Lucas, como un ejemplo neotestamentario de quines son aquellos por quienes opta Jess: nos encontramos a todo tipo de seres humanos que representan a todos aquellos que,
141
en una u otra forma, desde uno u otro punto de vista, tienen necesidad de
ser liberados.
5. Pero no basta contemplar el ejemplo de Cristo. Este predic positivamente que de esos pobres es el Reino: para la salvacin es pues necesaria la pobreza; y por ello tambin lo es para la misin apostlica. De ah
que Jess haya exigido esta pobreza de sus discpulos y de cuantos queran
seguirlo y continuar su misin.
6. Las primeras comunidades vivieron este espritu de pobreza en diversas maneras segn las diferentes concretizaciones histricas. E igualmente los discpulos, como San Pablo, la hicieron real en su propia vida
y ministerio apostlico.
1. La figura evanglica de Jess, como teologa
Nunca debemos olvidar que los evangelios no son tratados
occidentales y contemporneos de teologa, y sin embargo nos
ofrecen la ms rica teologa. No nos dicen (sino rarsima vez)
los principios teolgicos. Ms bien nos " p i n t a n " la teologa en
una parbola, en un hecho de Jess, y sobre todo en la figura
de Jess mismo, quien, siendo el Logos del Padre en San Juan,
la imagen del Padre o su sello en San Pablo, el Hijo de Dios
en los sinpticos, es El mismo la mxima revelacin del Padre ' s 8 "
J. Jeremas nos hace advertir cmo muchas de las acciones
de Jess son ellas mismas parbolas, son predicacin, son palabra: el admitir a los despreciados a su mesa y a su casa (Le
15,1-2). El llamar con un nuevo nombre a Simn, Kephs,
Pedro, es decir la roca fundamental de su Iglesia {Mt 16,17-18).
El lavar los pies a sus discpulos (Jn 1 3 , Iss), etc.: "Jess no
dice solamente el mensaje del reino de Dios, l es al mismo tiempo ese mensaje:
El modo de actuar de Jess, sus exigencias, vinculan la participacin
en el Reino y la venida del Hijo del Hombre a la adhesin a su persona (cf. Le 12, 8-10). La reivindicacin que sostiene que con l se
ofrece la ltima oportunidad de salvacin, que con l los pobres son
158 "Jess no apela a un acontecimiento independiente de su persona;
l interpela a los hombres presentndose como la concrecin personal y la presencia histrica del reinado de Dios": D. WIEDERHEHR,
Fe, redencin, liberacin. Madrid, Paulinas, 1978, p. 42.
159 J. JEREMAS, Interpretacin de las parbolas, p. 205.
142
2.1. Prehistoria y monarqua. No hay todava una revelacin clara de los bienes eternos. An domina sobre los israelitas el valor terreno como suprema recompensa, aunque vaya
mezclada su esperanza con motivos religiosos: la prosperidad
es el premio de Yahv a la fidelidad a la Alianza. En cambio
la carencia de bienes ser el castigo pedaggico de Dios para
volver a su pueblo a la obediencia y fidelidad (cf. Ex 23, 23-26;
Dt. 8, 7-10). Se trata de promesas provisionales hechas a un pueblo muy primitivo todava, cuyo ideal es el bienestar bsico.
Es, por ejemplo, el premio de los Patriarcas (cf Gen. 13,1-4;
30,43). Por ello la pobreza se considera como un escndalo,
pues se interpreta como un castigo por el pecado (cf. Sal 112,
1-3) y de la pereza y los vicios (an perdura esta idea en Prov.
10, 4; 6,6-11; 20, 4; 24, 30-34; 28,19). Por lo mismo est incluida dentro de los castigos que caen como maldicin sobre
los infieles (cf. Dt. 28,1-68).
Al evidente desconcierto que brota espontneo de una tal
teologa: entonces por qu sufre el justo? Se ofrece una doble
respuesta: la primera, que pronto qued superada, es que el
pecado de los padres se transmite en sus consecuencias a los
hijos (cf. Ex 20,5: "Yo, Yahv, soy un Dios celoso que castiga
la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta
generacin de los que me odian"). Pronto pas esta manera de
pensar, pues ya Ezequiel insista en la responsabilidad personal (cf. Ez 18, 14ss.); sin embargo algunos crculos, especialmente entre los fariseos, seguan an en tiempo de Jess popularizando esa doctrina arcaica, de la que no se libraron del todo
ni siquiera los discpulos ("Rabb, quin pec, ste o sus padres, para que naciera ciego?" Jn 9,2).
La segunda solucin se arraiga ms, tanto en la ley como en
los profetas: el hecho de que haya pobres y desposedos en
Israel es una tara social debida a la culpabilidad de todo el pueblo, y es ste quien debe responsabilizarse para desarraigarla.
Con este objeto en mente se elaboraron la ley y los profetas.
2.1.1. La ley
La exisitencia de la miseria en el interior de este pueblo es un escndalo vivo, que a toda costa hay que hacer desaparecer. Si un miembro
cualquiera del pueblo de Israel est privado de lo necesario, hay una
anomala de la que todo el pueblo ser tenido por responsable si no
se corrige de inmediato... en este punto el Dios de Israel no tiene
144
Qu suceda? Como no se haba revelado todava a los pobres el misterio del reino, ni se conocan bien los valores de la
vida definitiva (escatolgica), al privar al pobre de los valores de
este mundo se le destrua totalmente su esperanza, En este contexto el trmino pobre (lAnaw) designa a todo aqul que se
encuentra oprimido bajo el peso de una miseria, sea actual o
permanente: pobreza econmica, enfermedad, prisin, opresin, etc.
Mas los profetas no condenan el culto ni la Ley, sino quieren que estos tengan el significado primitivo que tuvieron cuando se estableci la Alianza; su reforma es pues un retorno a la
original pureza de la revelacin.
2.2. Desde el destierro hasta Jess. El ao 596 marca un
nuevo punto de arranque a la historia de Israel, y con l tambin
el punto de partida para nuevos enfoques teolgicos. Nabucodonosor asedi a Jerusaln y la tom; tras lo cual, y habiendo
robado los tesoros del templo, deport a Babilonia a cuantos
hombres y mujeres se encontraban en edad de trabajar. Ah
vivieron los israelitas como esclavos. Hasta el ao 538 Ciro lanz un edicto por el cual los israelitas podan volver libres a su
territorio. (Esd 1,2-4). Sin embargo, el retorno llev bastante
tiempo, de manera que hasta 445 aproximadamente no volvieron a reconstruirse las murallas y el templo. En la situacin
de esclavitud (en que aparece el Segundo Isaas, cap. 40-55),
cambian bastante los enfoques teolgicos: la historia fuerza
a los telogos veterotestamentarios a repensar, bajo la inspiracin del Espritu, de la revelacin de Dios.
El destierro nivela a todos los israelitas en una situacin
de pobreza, en la que todos al parejo sienten no slo la opresin econmica, sino tambin poltica, cultural y religiosa
(con dificultad pueden ser fieles a Yahv), y muchos incluso
apostatan. Testigo es, por ejemplo, el libro de Ester. Por ello
162
146
163
164
nos, como "corazn pobre", "humilde", "pequeo", "desheredado", etc. Y pasa a suplir la antigua idea de la pobreza econmica y social (aunque sta queda tambin abarcada en el trmino, ahora mucho ms amplio). A partir de entonces esos "pobres de corazn" formarn el "resto de Israel", el verdadero
pueblo, de donde surgir la salvacin. Solamente los despojados de su orgullo y de s mismos formarn el nuevo pueblo de
Dios: "Yo dejar en medio de ti un pueblo humilde y pobre,
y en el nombre de Yahv se cobijar el resto de Israel. No cometern ms las injusticias, no dirn mentiras..." (Sof 3, 11-12).
Y es evidente en los salmos tardos que esta clse de "pobres"
forma el nuevo pueblo litrgico (cf. Sal 149, 4; 73, 13s), ya que
ellos son como nios ante Dios, o como sus hijos {Sal 131). Por
ello "a los 'anawim descubre sus secretos" (Sir 3,19), en ntima conexin con los VTJTTO^ LOS infantes, es decir, los que
an no saben expresarse, de Mt. 11, 25-27) a quienes el Padre
revela sus secretos.
En los textos... en los que hay una identificacin entre "pobre" y
"hombre religioso", subyace siempre este concepto del Dios gratuito.
Precisamente desde la pobreza y la desgracia es de donde se puede dar
un salto vlido al Dios trascendente: "el pobre y el quebrantado de
corazn", que incluso se ha permitido el lujo de quejarse de su desgracia ante Dios, est en ptimas condiciones para realizar un acto religioso qumicamente puro. Su aceptacin de Dios no es la conclusin
de un silogismo coherente, sino la superacin de un interrogante que
sigue quedando sin respuesta inmanete adecuada. 1 6 5
Ibid., p. 51.
P. GRELOT, La pauvret...
El libro de Job es el clave para hacer nacer una distinta valoracin. Cuando advierte Job que no hay tal necesaria conexin entre la riqueza, la salud, etc, y la propia santidad y
justicia, plantea el gravsimo problema de una necesaria nueva
estructura de valores, en la cual se ha de encontrar el hombre
sirviendo a Dios por motivos de otra categora. Pues aunque
Dios no retribuya con bienestar terreno, merece ser servido con
fidelidad. Empieza de esta manera a surgir una esperanza llena
de fidelidad, aunque muy confusa todava, pues apenas si se
apunta remotamente un futuro escato lgico. Y por otra parte
empieza a darse un sentido contrario a las riquezas: son vanas,
y aprisionan el corazn humano, a pesar de ofrecerle bienes
muy limitados y relativos (cf. Eclo 11, 5-6. 18-19; 30, 14-16).
Es que las riquezas son inseguras e inestables, llenas de peligros
y de envidias por doquier (Eclo 5, 1-3; 13, 24; 31, 1-11). Y
no pueden llevarse tras la muerte (Sal 49, 17-18). A lo ms se
llega en el Antiguo Testamento a valorar la riqueza, pero como
inferior a otros bienes como la amistad con Yahv o la sabidura (Sab 7, 7-14) y empieza a despuntar la esperanza de un equilibrio de la justicia tras la muerte ('Sai 2, 10; 4, 7-14; 5, 1-16).
Hay as una aurora de preparacin del camino hacia la expectativa de un reino de Dios que no se consume del todo en la
tierra, sino que est abierto a la escatologa.
Por ello el libro de los Proverbios nos ofrece en el Antiguo
Testamento la ms equilibrada expresin de la pobreza: "No
me des indigencia ni riquezas, mantnme del pan necesario;
no sea que me sacie y te niegue, diciendo: Quin es Yahv?
O que siendo indigente hurte y blasfeme el nombre de mi
Dios" (Prov. 30, 8-9).
Jess sabe que no tiene nada propio, sino todo lo ha recibido del Padre. As lo reconoce (Jn 5,30; 8,28). Tampoco busca
su gloria (Jn 6,38), ni habla de s mismo (Jn 12,49; 7,16-18;
8,28.38), ni obra por s mismo (Jn 8,28). En esta forma describe Juan, en trminos teolgicos, lo que los sinpticos expresan
en accin como una entrega total a la voluntad del Padre:
"Padre, si quieres, aparta de m este cliz, pero no se haga lo
que yo quiero, sino lo que t" Le 22, 42; M 26, 42; Me 14,
36). Y la carta a los Hebreos lo interpreta en trminos de
obediencia para el sacrificio (Heb 10,5-10).
3.2. La entrega total a su misin en favor delPueblo de Dios.
Esta pobreza demuestra en su completa entrega al trabajo no
propio sino de la comunidad:
Jess vive su existencia absorto y desposedo de s mismo. No absorbido por perseguir planes grandiosos, sino despojado por las exigencias
del instante inmediato, por las necesidades de los dems.
168
169
167
150
170
171
152
Ibid., p. 444.
153
4.2. Los pobres en Lucas. Lucas escribe en una diversa situacin: En Antioqua, para un Iglesia pobre y perseguida.
El tiene que alentar a sus cristianos predicndoles a un Jess
que abraza la pobreza aun econmica y as la predica. Por
ello el tercer evangelista presenta como pobres a los discpulos
de Jess que quieren seguirlo. Lucas habla evidentemente a
una Iglesia no slo de pobres, sino de hambrientos, de perseguidos, y con llanto en los ojos. 173 . Hade levantarles la esperanza.
Pero no puede engaarlos: reconoce pues que esta vida est
llena de pobrezas, persecuciones e injusticias. Por ello presenta
la vida eterna como un cambio de polaridad en que los hoy satisfechos sern quienes lloren, y viceversa. Por eso ataca sin
distingos a los ricos, no precisamente por ser culpables, sino
por el hecho de ser ricos, porque ya tuvieron aqu su recompensa. Por tal motivo tras las bienaventuranzas lanza tambin
otras tantas advertencias, (cf. Le 6, 24-26). La riqueza misma
parece ser el lazo de perdicin (Le. 16,9-11; y cf. la parbola del
rico epuln Le 16, 19-31, y del agricultor rico; Le 12, 16-21).
Por ello Lucas nos pone en guardia contra toda riqueza (cf.
Le 12,33;14, 33;16,12). Y nicamente la justifica cuando se
encamina a realizar obras de misericordia (Le 16,1-12; 12,33;
11,41). Pero hemos de advertir claramente que no cualquier
tipo de pobre es llamado bienaventurado por Lucas; sino slo
174
172
173
154
F. LENTZEN-DEIS, Op. cit, p. 148. Muy semejante es la interpretacin de A. BOCKMANN, "El Nuevo Testamento y la relacin de
la Iglesia con los pobres", en Co 13 (1977), p. 52.
Muy interesante el anlisis sobre quin es "la gente" que segua a
Jess en Lucas, segn C.A. MORA PAZ, en "La necedad de un rico
(Le 12,13-21)", en Anunciar a Jess, p. 148: "En ella incluye todas
las condiciones sociales: trabajadores, campesinos, mercaderes, recaudadores de impuestos y pecadores. "Esa gente no conoce la ley,
decan los fariseos, son unos malditos" (Jn 7,49): son gente que la
lite social condena porque no conoce la Ley... "La gente" (ho
ochlos) inclua tambin enfermos, mujeres, samaritanos y paganos".
Hermoso resumen tambin en F. LENTZEN-DEIS. Op. cit., p.
57s.
175
176
*Pobres: esto es, a los de corazn quebrantado, a los encarcelados, a los esclavizados, a los tristes, a los que carecen de medios y de ayuda de todo tipo, a los oprimidos, a los desamparados, a los despreciados, a aquellos de quienes se abusa, a quienes
nada tienen que esperar de este mundo, y por lo mismo todo lo
esperan de Yahv.
^Pecadores: esto es, a la gente que se considera llevar una
vida inmoral, como los adlteros y tramposos {Le 18,11), a los
que ejercan una profesin deshonrosa, y por ello se les privaba
de los derechos civiles (por ejemplo, no podan ser testigos ante
los tribunales), como los publcanos, los recaudadores de impuestos, los pastores, los borriqueros, los vendedores ambulantes y curtidores.' 7 7
En cambio Jess, contra todas las expectativas farisaicas, trata
con los pecadores y cultualmente impuros (Me 2,16), y les ofrece a todos una esperanza. Su conducta causa admiracin y escndalo en los crculos farisaicos, entusiasmo y admiracin en
las turbas. Por lo mismo a los dirigentes judos les parece un
falso profeta y un pecador (Jn 9,24), y un endemoniado (Me.
3,22-27; Mt 12,24-32; Le 11, 15-23). En cambio las turbas
de gente sencilla lo siguen y le piden ayuda (Me 1,32-34; M 8,
16; Le 4, 40-41).
Para escndalo mayor an de los fariseos (y quiz de muchos contemporneos), coma incluso con los publcanos (cf.
Me 2,16; Mt 9,11; Le 5,30), y era "amigo de publcanos y pecadores" (Mt 11, 19; Le 7,34). Hasta llegar al colmo de anunciar que los publcanos precederan en el ciclo, as como las prostitutas, a los que se consideraban soberbiamente los "legalmente puros" (Mt 21, 31; cf. parbola del fariseo y el publicano: Le
18, lOss). De un modo especial Lucas da su lugar preferentemente a los publcanos, quienes "alabaron a Dios" (Le 7, 29),
y es el nico en presentarnos la escena de la invitacin que Jess
mismo se hace a comer en casa de Zaqueo el publicano (Le
19, lss.). Y es sorprendente, porque:
esta conducta escandalosa de Jess tiene que ver muy poco de modo
inmediato con crtica social y revolucionaria en el sentido corriente
de hoy en da, como se ve por el hecho de que los publcanos no eran
los explotados, sino los explotadores, que colaboraban con la potencia ocupante romana. Jess era tambin para ellos; tambin para ellos
vala su mensaje sobre el amor de Dios. 1 7 8
179
177
156
180
criterios del mundo en que vivimos. Slo nos queda a los cristianos como la motivacin mxima nuestra fe, que nos exige
un seguimiento de Jesucristo, el cual explcitamente nos ha
mandado: "Aprended de m, que soy 'anaw" (Mt 11,29).
181
158
182
183
5.2. La pobreza efectiva, condicin de la misin apostlica. Jess no propuso la pobreza como "consejo" para quienes quieren seguir la vocacin religiosa. En primer lugar, porque
en su tiempo no haba ninguna orden religiosa. El ms bien
habla a todos los cristianos, al exponer las bienaventuranzas;
y Lucas tambin se dirige a todos los que creen en el evangelio
al predicar el peligro de las riquezas. Pero adems Jess exige
a sus discpulos el desprendimiento real de todas las cosas. No
hay compatibilidad entre la misin apostlica y la bsqueda
de la seguridad material.
En efecto, para ser su seguidor ha de renunciarse a todo
{Le 12, 33-34; 14, 28-33; 18, 24-28). Por lo mismo, siendo la
pobreza una condicin de la misin evanglica (Me 6,8-11;
Mt 10,9-15; Le 9, 3-5; 10, 3-4), exige que se transforme en un
estado permanente, lo cual lleva aun a abrazarla como condicin
social, como un valor por el reino de los cielos. En las condiciones que Jess pone al joven rico para seguirlo (Mt 19,16-22;
Me 10, 17-22; Le 18, 18-23), no descubrimos tan slo un
"consejo".
184
185
160
En esa lnea se mueve JUAN PABLO II: "A los pobres -a los que
viven en la miseria- (la Iglesia ) les dice que est esepecialmente
cercanos a Dios y a su Reino. Pero, al mismo tiempo, les dice que no
les es permitido como no es permitido a nadie- reducirse arbitrariamente a la miseria a s mismos y a sus familias; es necesario hacer
todo lo que es lcito para asegurarse a s mismos y a los suyos cuanto
hace falta para la vida y para la manutencin": Ro de Janeiro, a la
"Favela Vidigal", 2 jul. 1980, n. 4; y cfr. Pue 1148-1152, ms JUAN
PABLO II, en Salvador de Baha, a la "Favela los Alagados", 7 jul.
1980, n. 3; y en Trjalo a los "Pueblos Jvenes", 5 feb. 1985,
n. 5.
H. BRAUN, Jess, el hombre de Nazaret y su tiempo. Salamanca,
Sigeme, 1975, p. 115.
Cuando Jess, rompiendo las normas establecidas, come con publcanos y pecadores, no slo satisface su buen corazn; anuncia ante
todo profticamente que Dios est a la mesa con todos aquellos a
quienes la sociedad, y aun ellos mismos, queran alejar de El; anticipa aquel banquete de la dicha sin lmites y sin fin. Y la predileccin
constante de Jess, ser la demostracin viviente de que Dios viene
a dar y perdonar. Donde no hay pretensin alguna ni derechos adquiridos es donde mejor puede verse qu es lo que Dios trae, qu es
lo que Dios es 1 8 6 .
Al advertir este trato de Jess con los pecadores y publicanos, ms de alguno tendera actualmente a desilusionarse, como
se escandalizaron de Jess y de su conducta los fariseos, porque
esperaban otra cosa del Mesas. Muchos habr que interpreten
186
188
162
A. BOCKMAN, Op. cit., p. 53ss. Igualmente en el ya citado artculo de F. LENTZEN-DEIS, se demuestra que no es ms sostenible
la teora, que un tiempo caus entusiasmo, de que Jess pudo ser
un zelota o agitador poltico, en pp. 25-36. Creo que a la luz de los
estudios recientes no es aceptable el "punt incontrovertible" de "la
compleja relacin, de Jess con los zelotes" y como sostiene G.
GUTIRREZ, Teol. de la liberacin, p. 299, (cf. Pue. 178).
J. JEREMAS, Teol del NT, p. 144.
8. Gua pastoral
8.1. Crculo bblico. Discutir el criterio de efectividad apostlica
(contra la efectividad segn los criterios del mundo) de la pobreza
evanglica, a la luz de Med XIV,7, y de Pue 1141s y 1153.
* 0 bien, las exigencias concretas, para nuestra comunidad eclesial,
del seguimiento de Jess pobre. Ayudar Pue 1148 y 1153.
8.2 Lectura espiritual
S. JUAN CRISOSTOMO, Op. Cit, hom. sobre las riquezas, pp. 435447.
*S. AGUSTN, Obras, t. VII, Sermn sobre la pobreza de espritu,
pp. 785-797.
8.3. Actividad
pastoral
Sumario
Un mundo que vive el signo del pecado y que rechaza la intimidad
con Dios no puede sino rechazar tambin su mensaje y su mensajero. Por
ello, como dice Puebla, las fuerzas del mal se oponen al servicio de amor de
Jess. En la fidelidad de ste por obediencia al Padre hasta la muerte, y
en su asumir amorosamente las consecuencias de nuestro rechazo (tambin
hasta la muerte) encontramos la salvacin.
1. Sin embargo la cruz es un misterio demasiado
ser comprendido completamente. Siendo un misterio
reducirlo a una sola dimensin sera distorcionarlo.
no basta pues ni detenernos en los datos puramente
nuestra teologa a slo las interpretaciones.
167
4.Jess mismo indic a sus discpulos lo que para ellos deba significar la cruz: no solamente la confesin de fe terica en las interpretaciones bblicas de su muerte, sino ms todava el seguimiento hasta la cruz.
Si bien la correcta confesin de fe en la cruz de Cristo es necesaria para
una plena fidelidad, ni sta ni la fe son verdaderas si el discpulo no sigue
a Jess hasta la muerte, movido por los mismos motivos de la misin del
evangelio.
3. La historia de Salvacin: es una teologa de la historia que interpreta los hechos segn los principios teolgicos de la revelacin.
Entra de lleno en este plano la fe. Incluso pueden encontrarse en este
nivel hechos transhistricos y transfilosficos (p.e. la resurreccin),
que no necesariamente caben dentro de las categoras de las ciencias
positivas, ni siquiera de una cosmovisin racional por sana que sea.
Hay hechos que son incatalogables dentro de categoras espacio-temporales o incluso de razn, que por lo mismo necesitan para su interpretacin una metodologa muy propia. Tal es el misterio pascual
(incluimos en l, con San Pablo, la cruz y la resurreccin). Y sin embargo tales hechos definitivamente entran en nuestra historia, a la que
ofrecen un nuevo significado y orientacin, aun cuando ni puedan
captarse sino desde el punto de vista de la Historia de Salvacin. Si
tales hechos tratan de reducirse a las categoras de una historia positiva, o incluso de una filosofa de la historia, los colocamos al nivel de
gnosis cerrada en su propia "sabidura de este mundo".
190
170
Esto es lo que entendemos por obediencia radical de Jesucristo "hasta la m u e r t e " , por la que libremente acepta una
misin que lo constituye en el Siervo de Yahv. Por eso, al
asumir una carne real, y asumir con ella solidariamente las
consecuencias del pecado, tuvo que aprender a obedecer, por la
experiencia de lo que padeci (Heb 5,8):
Jess, plenamente hombre, es solidario del mundo del pecado, pero
tambin est en relacin perfecta con Dios, de tal modo que su
fidelidad radical lo mantiene en el mundo de la vida divina. Es lo que
se dice en la carta a los Filipenses: por su obediencia hasta la muerte,
obediencia que es condena del pecado, ha sido constitutido Seor. 1 9 2
192
172
Jess "despus que Juan fue preso" (Me 1,14); las tentaciones
en el desierto son un programa de fidelidad a la misin mesinica, en medio de la renuncia a otros valores; y sobre todo la
predicacin del reino de Dios a un mundo que quiere vivir de
los propios intereses y criterios, son un camino cuyo trmino
es la cruz:
a. De parte de la Trinidad, el amor del Padre y la obediencia del Hijo, que asume una existencia humana histrica (por lo
que experimenta las consecuencias del pecado, incluida la muerte).
b. De parte de la misin histrica de Jesucristo: sta tiene
que "romper" desde dentro la estructura misma de la historia
de pecado, lo que lleva a Jesucristo a una muerte violenta (que
en su tiempo se infliga por la cruz).
c. De parte de los hombres, el rechazo (tipificado en su
tiempo por la sabidura de tipo farisaico) de una salvacin que
vienen slo por gracia y por sumisin filial a la ley del amor del
Padre, sobre toda sabidura y ciencia humanas que pretendiesen
labrar su propia salvacin.
2.4. "Por eso Dios lo exalt y le dio un nombre sobre todo
nombre". La transfiguracin y la resurreccin son dos testimonios de que la misin de Jess, rechazada por los lderes de
su pueblo, es aceptada por el Padre. Si todo hubiese acabado
con la muerte de Jess, habran tenido razn los fariseos al acusarlo de blasfemo, y los discpulos al abandonarlo. Pero la resurreccin nos revela que el Padre ha rechazado la justicia farisaica y aceptado como salvfica la justicia predicada por su Hijo.
el reinado de Dios, anticipacin de la hora en que ste, arrebatando al hombre del dominio del mal, ofrecer la salvacin
completa al hombre. Estos milagros son lo que Jeremas llama
"una prolepsis del eschaton" 1 9 5 . Pero como podan interpretar tales hechos quienes no crean en la divinidad de Jess?
"Por el poder del prncipe de los demonios"; es decir, por hechicera. En efecto, segn la tradicin del Talmud, sa es la causa por la que Jess fue crucificado:
195
196
197
176
Ibid, p. 118.
Citado por W. TRILLING, Jess y los problemas de su historicidad.
Barcelona, Herder, 1975, p. 69.
Cf. J. QUASTEN, Patrologa, I. Madrid, BAC, 1968, p. 366.
3.3. Se le acusa de falso profeta. Muchos elementos nos hacen advertir que Jess vivi y muri como profeta: a) sobre su
vida, nos consta que Jess actu como un profeta: conden
como los del AT las profundas y culpables desigualdades sociales (Le 16,19-31), se puso de parte de los ms dbiles, como
los hambrientos, desnudos, encarcelados y enfermos (Mt 25,3146), y conden la riqueza "como gran rival de Dios (Mt 6,24),
que ahoga el mensaje del evangelio (Mt 13,22)" 1 9 8 , realiz
milagros que tenan un tinte tal que recordaban los signos obrados por los grandes profetas del AT: as resucit al hijo de una
viudad (Le 7,15) conforme a la tradicin de Elias y Elseo
(2 Re 4,34ss), y como Elseo (2 Re 4,42ss) Jess multiplic
los panes; por ello el pueblo ciertamente lo consideraba un profeta, pues admiradas las turbas de sus milagros y su doctrina,
esclamaban: "un gran profeta ha surgido entre nosotros" (Le
7,6), y tras su entrada mesinica en Jerusaln las muchedumbres
se decan: "Este es el profeta Jess de Nazaret" (Mt 21,11), y
si los lderes no lo haban an apresado, por ms que lo deseaban, era porque teman a la masa, "que lo consideraba un profeta" (Mt 21,46), e incluso habiendo enviado los fariseos a sus
servidores a aprenhenderlo, stos se sintieron incapaces; entonces Nicodemo trat de defenderlo pero los lderes le contestaron: "Observa bien, y vers que ningn profeta ha salido de Nazaret" (Jn 7,52); y finalmente Jess mismo tuvo conciencia de
actuar como un profeta, y de morir como tal, y esto de manera
tanto indirecta como directa: indirectamente afirmando que posea el Espritu de Dios, que en su poca era un inequvoco signo
de tener la inspiracin proftica (Cf. Mt 12,28; Le 4,18-21;
7,22), y directamente presentndose a si mismo como un profeta (Me 6,4: Mt 13,57; Le 4,24), y anunciando su muerte como
la propia del profeta (Le 13,33-55; Mt 23,37-39; y cf. Le 11,
47-51 y Mt 23,29). b) Que se le conden a muerte como a un
falso profeta, est indicado en forma grosera por las burlas de
los soldados, antes y despus del interrogatorio en el sanedrn:
"Profetiza, quin te pego?" (Me 14,65; Le 22,63-65; Mt
26,68):
198
cometido una falta contra la ley sabtica, fuese amonestado severamente antes de castigarlo, para estar ciertos de que la violacin era consciente. As leemos en Me 2,23-3,6 cmo en dos sbados seguidos Jess viol el descanso sebtico (segn la casustica de la poca) y as fue severamente amonestado: y sin embargo Jess continu ejecutando las mismas acciones en favor de
los necesitados, en da del sbado, con bastante frecuencia. Por
ello desde el principio de su ministerio pblico, los lderes del
pueblo buscaban la manera de matarlo (Me 3,6), de acuerdo
con lo mandado por Moiss (Ex 31,15, y cf. su aplicacin en
Num 15,32-36).
3.5. La entrada mesinica de Jess en Jerusaln y en el
Templo (Me 11,1-9; Mt 21, 1-17; Le 19,28-38 y 45-48; Jn
12,12-16; 2,14-16). Para los lderes del pueblo judo, la entrada
de Jess en Jerusaln era blasfema, en cuanto explcitamente
mesinica (cf. Zac. 9,9). En seguida ech del templo a los vendedores, accin proftica que lo pona en la lnea de la crtica
al culto que haban hecho los grandes profetas. Y finalmente
se puso a ensear ah todos los das (Le 19,47; y cf. Le 20,1;
21,1.37; Mt 21,12.23; Me 12,35.41; 13,1, etc.). Jams haba
observado esta conducta. Una enseanza de tal naturaleza
equivala a declararse el Seor del templo, o por lo menos un
profeta que acta en nombre de Yahv. Bien lo advirtieron
los sacerdotes, escribas y ancianos, que por ello lo recriminaron:
con qu autoridad haces esto, o quin te ha dado autoridad
para hacerlo?" (Me 11,28; M 21,23; Le 20,2).
Su comportamiento no fue admitido por las autoridades religiosas, por
ejemplo, cuando procedi a la "purificacin del templo", accin
escandalosa que desencaden una reaccin decisiva en los saduceos.
Sin duda, Jess aluda con esa accin "escatolgica" a la irrupcin
del reino de Dios, pero poda ser tomado por un violento revolucionario. El motivo de su condena no se reduce, ciertamente, al de una
agitacin solamente poltica, pero esta interpretacin poda encontrar
algn fundamento en su actitud, Lucas ha resumido muy bien el pensamiento de los contemporneos que quisieron suprimir a aquel hombre peligroso: Jess molesta, "perturba" el orden establecido. Visto
desde fuera, aquel hombre era sospechoso, provocador de sublevaciones. 2 0 2
199
Juan teologiza sobre el sentido interno de este gesto proftico, que dice, en traduccin de Jeremas: "El celo por tu casa me
va a arrastrar a la perdicin" (Jn 2,17). Y Marcos explcitamente hace coincidir esta entrada triunfal de Jerusalen y la toma del
templo con la ltima y, definitiva decisin de los jefes del pueblo, de darle la muerte a Jess (Me 11,18; Le 19,47). Y que
Marcos indique claramente que se trata de una verdadera toma
de posesin como su templo, queda explicitado no slo por la
discusin con los jefes sobre quin le haba dado tal autoridad,
sino por un gesto como de paso que indica la suprema autoridad con que Jess proceda: "Y no dejaba que nadie transportase cosas por el templo" {Me 11,16), y otro gesto tambin
como de pasada que indica la suprema autoridad: "Y entr
en Jerusalen, al templo, siendo ya tarde, y despus de observar
todo a su alrededor, sali para Betania" (Me 11,11). Gestos
tan puntualizados y tan como de paso, que no pueden sino ser
histricos y reflejar la conciencia de Jess sobre su autoridad
sobre el templo de Yahv, signo de su conciencia mesinica.
Lo anterior no poda sino aterrorizar a los lderes del pueblo. Por ello decidieron en consejo deshacerse de l (Mt 26,4;
Me 14,1; Le 22,2). Juan aade la intervencin del Sumo Sacerdote: "No veis que es mejor que muera un hombre, y no que
perezca todo el pueblo?" (Jn 11,50). Pero debe aadirse otro
dato importante, que con frecuencia pasa desapercibido: en el
contexto de esta toma de posesin como Seor del Templo,
Jess predijo la total destruccin de ste (Mt 24,2; Me 13,2;
Le 21,5-7). No se trata slo del edificio de piedra. Para los hebreos el significado era mucho ms profundo, y poda equivaler a una blsfemia: la gloria de Yahv, cuya presencia
"habitaba" en el templo (cuyo corazn era el sancta sanctorum) desaparecera de en medio de su pueblo. Era el fin de la
Alianza y de la Ley antigua. De hecho a la muerte de Jess "el
velo del templo se rasg en dos de arriba a abajo" (Mt 27,51;
Me 15,38): era el fin de la Alianza reducida a Israel, cuyo centro
era la sacralidad inviolable de aquel santuario. Y precisamente
porque la destruccin de la casa de Yahv tena un tan profundo significado teolgico, seis siglos antes, cuando Jeremas haba anunciado a Jud que si no se converta al Seor, sino segua en sus rebeliones contra la Alianza, el templo de Yahv
y la ciudad santa se convertiran en ruinas "como Shiloh"
(Jr 26,6), "los sacerdotes, profetas y todo el pueblo oyeron a
180
203
X. LEON-DUFOUR, Jess y Pablo..., pp. 76, Semejante interpretacin leemos en J. SOBRINO, "Jess y el reino", en Jess en Amrica
Latina, p. 145. Y sobre todo en H. VON BALTHASAR, "Brecha
y puente entre la actividad y el sufrimiento de Jess", en VARIOS
Cristologa y devocin a Cristo. Bogot, I.I.C.J., 1982, del que cito
el siguiente importante prrafo: "Cuando ms progresaba el trabajo
de la misin de Jess, tanto ms claramente se perfilaba su fracaso;
no quisieron cumplir con lo que peda; se escandalizaron precisamente de un mensaje central, al que se le asociaba con la dura crtica a la escala de valores que rega entre la gente influyente. Cuanto ms revelaba Jess el amor misericordioso del Padre, tanto ms
implacablemente se endureca el rechazo" (pp. 17s).
181
se seguira la muerte. Y lo que fue agradable al Padre y salvfico para los hombres no fue la muerte de Jess en s misma e
independientemente de su vida; sino su fidelidad a la misin
que acept por obediencia hasta la muerte, y que presupone
por consiguiente todo un camino histrico.
4. El seguimiento de Jess hasta la cruz, como obediencia a la
misin del discpulo
Jess ciertamente insisti mucho ms en el seguimiento,
y precisamente en conexin con su cruz, pues las exigencias
ms claras aparecen precisamente tras la primera prediccin
de su pasin: "Si alguno quiere ser mi discpulo, niegese a
s mismo, tome su cruz cada da, y sgame" (Le 9,23; cf. Mt 16,
24-27; Me 8, 34-38). Y a sus discpulos les indica con toda claridad las condiciones del seguimiento: la pobreza (Le 18, 22;
9,58; 9, 3-5 y par.); el dejar la familia por el reino de Dios (Mt
10,37; Le 18, 28-30; Mt 19, 27-29; Me 10,28-30). Pero esta
renuncia no se hace por meros motivos ascticos, es decir por
una bsqueda de "la virtud", sino para poder cumplir con toda
fidelidad una misin; puesto que Jesucristo no nos pide simplemente aceptar el sufrimiento (ya que no todo sufrimiento es
redentor, sino slo aquel que se acepta por causa del reino de
los cielos; por ejemplo, el sufrimiento "estoico" que lleva a la
resistencia y a la resignacin, no es cristiano); sino que nos exige
aceptar el sufrimiento de su cruz, que es una consecuencia de la
fidelidad y obediencia a la misin encomendada por el Padre. Y
slo en funcin de sta se comprenden las renuncias necesarias:
a una familia propia, a los bienes materiales, al gozo y a la comodidad de la vida, a la riqueza acumulada, e incluso a la vida
misma, entregada "por m y por el evangelio" (Me 8,35-38;M
10,39).
5.
6. Gua pastoral
6.1. Circulo
bblico:
Profundizacin
*Sugiero una lectura detenida de todo un evangelio sinptico, entresacando todos los aspectos del ministerio de Jess y de la manera
como fue fiel a su misin, y comparando esto con los elementos conflictivos que se siguieron de esa fidelidad: con las turbas, con los lderes del pueblo (escribas, fariseos, saduceos), con los discpulos.
JUAN PABLO II, carta apostlica sobre El valor salvifico del dolor,
de 11 feb. 1984, nn. 14-24.
Cumpliendo el mandato recibido del Padre, Jess se entreg libremente a la muerte en la cruz, meta del camino de su existencia. El
portador de la libertad y del gozo del reino de Dios quiso ser la vctima decisiva de la injusticia y del mal de este mundo. El dolor de la
creacin es asumido por el Crucificado que ofrece su vida en sacrificio por todos: Sumo Sacerdote que puede compartir nuestras debilidades: Vctima Pascual que nos redime de nuestros pecados; Hijo
obediente que encarna ante la justicia salvadora de su Padre el clamor
de liberacin y redencin de todos los hombres" (Fue, 194).
Sumario
La revelacin divina sobre la cruz no se detuvo con el final del evento histrico. Tras la resurreccin de Cristo, el Padre inspir por su Espritu a los escritores sagrados cul haba sido en su voluntad misteriosa el
designio de la cruz, y por consiguiente cmo deba ser interpretada.
1. Pero siendo tan grande este
vocablo o en una sola categora
mos en el NT un rico panorama
una de las cuales ilumina un aspecto
184
>
185
toda su plenitud la riqueza del misterio central de nuestra fe. Por ello
ya en el mismo DV encontramos una pluralidad de teologas, que contemplan el misterio desde distintos ngulos de vista, cada uno de ellos
parcial y complementario (no excluyente) del otro. Asi en el tema
presente nos detendremos en los enfoques principales de la obra de
Cristo, en los distintos libros del NT. Primeramente observaremos el
origen comn comn a todos ellos en la voluntad salvfica trinitaria,
y luego descenderemos a estudiar cada uno de los vocablos ms importantes. 2 0 4
2. La entrega de Jess
"Ya sabis que dentro de dos das es la pascua, y el Hijo
del Hombre va a ser entregado para ser crucificado" (Mt 26,2).
Podemos distinguir aqu los niveles de que hemos hablado:
l o . El hecho histrico positivamente comprobable de la crucifixin, debido a ciertas causas histricas. 2o. A nivel ms profundo, metahistrico, y como dato revelado por Dios, las causas
a nivel de Historia de Salvacin que interpretan dicho suceso:
la obediencia del Hijo y el Amor del Padre. Esta interpretacin,
intratrinitaria, escapa a los datos positivos, y slo puede conocerse por la Palabra revelada.
2.1. La accin del Padre
2.1.1. El amor del Padre por el mundo. "Tanto am Dios
al mundo, que le dio a su Hijo nico, para que todo el que crea
en l no perezca" (Jn. 3,16). No podemos menos de admitir
la absoluta historicidad de la muerte de Jess en la cruz. Es el
dato ms escandaloso de la vida pblica, su terminacin catastrfica, y que por lo mismo ms estorbara a la predicacin
kerigmtica de un Kyrios glorioso. Tal es el problema (ms
grave que el del bautismo y las tentaciones de Jess) que exigira a los evangelistas un cuadro hermenutico teolgico para
presentar el hecho junto a una correcta interpretacin.
204
Encontramos con frecuencia entre ciertos telogos cristianos (catlicos o protestantes) una especie de reduccionismo de la obra de
Cristo a slo ciertas categoras racionales o positivas (cf. advertencia
de Pue 179; EN 32,78; JUAN PABLO II Disc. Inaugural de Pue.
1,5; Disc, de Piura, 4 Febr. 1985, n. 4. Algunos no creyentes ven en
este pluralismo esfuerzos embarazantes por sostener la doctrina
"insostenible" de una muerte salvfica: cf. N. LEITES, Le meurtre
de Jess, moyant de salut?. Paris, Cerf. 1982.
187
2.1.2 La misin
Padre se traduce en
de un destino cruel.
mente la cruz. Segn
el Hijo.
que
una
No
San
205
188
casos en los cuales las partes podan aceptar los buenos oficios
de una persona imparcial. Tambin se llamaba "mediadores"
a personas encargadas de ejecutar un testamento. O bien a los
embajadores de pases que trataban de hacer un pacto de paz.
206
207
190
De este uso comn pas al religioso: un dios invocado mediante un juramento garantizaba la verdad y santificaba los
tratados, de manera que la materia sobre la que se prestaba juramento se converta en sagrada. Diversas religiones hablan de memediadores csmicos (normalmente divinidades intermedias) mediante los cuales el dios ha hecho el mundo y a veces tambin lo
gobierna. Tpico entre esos mediadores csmicos es el "Logos"
de Filn, que se extiende hasta los confines de la tierra, para
sostenerlos a fin de que no caigan de nuevo en el caos. Para
muchos antiguos el dios Mitra es el mediador del orden csmico y de la ley; y es el dios de los sacrificios porque de la muerte
nace la vida, y as se convierte en mediador de quienes creen
en l. Pero tambin son mediadores algunos hombres, como el
rey, que con frecuencia es llamado "hijo de los dioses": es mediador de la ley; los sacerdotes son mediadores del sacrificio y
de la intercesin, y finalmente los "videntes" son mediadores
que escrutan los secretos de los dioses (y el destino) para revelarlos a los hombres.
3.1. El Mediador en el AT. No existe ningn mediador csmico. En Israel Yahv se comunica directamente con los hombres, porque los ha elegido para hacer con ellos una Alianza
personal. No necesita mediadores para la creacin, porque es
Seor de todo, y as basta su palabra creadora. Para comunicarse con el Pueblo, sin embargo, elige (por vocacin) libremente
a ciertos hombres del mismo pueblo, para encomendarles alguna
misin especial en favor de la comunidad. Es un signo de la paciencia y de la condescendencia de Yahv en favor de un pueblo
de dura cerviz, que teme acercarse a su Dios por la santidad y
trascendencia de ste (cf. Ex 20,18-20). La multitud se siente
pecadora y pequea, no siempre preparada para un contacto
directo con el Seor. Por ello lo hacen mediante un intercesor,
que tambin les habla en el nombre de Yahv: este mediador
es "separado" (es decir "santo") slo para esta misin (cf. lo dicho arriba sobre los profetas, tema 4, n. 5.2). El AT supone
tambin la teologa de la solidaridad y de la "personalidad corporativa" (hoy tan difcil de entender, por nuestro egosmo individualista que nos ha invadido como una enfermedad conta191
El nico llamado explcitamente mediador, de entre las figuras del AT, es Moiss, "mediador de la L e y " (Gal 3,19), y lo
es tambin de la liberacin actuada por Yahv, de la Alianza,
y finalmente de la intercesin en favor de Israel (Ex 32,11-12.
31-34). Pero aun sin ser llamados con este vocablo, muchos
recibieron de Dios la vocacin para ejercitar un ministerio de
mediacin. Por ej. Abraham es intercesor por las ciudades corrompidas (Gen 18,22-32); el levita ofrece el sacrificio por el
pueblo, y es mediador en favor de ste de la bendicin de Yahv
(Num 6, 22-27); el rey representa a Israel ante Yahv, y por eso
es llamado "Mesas", "Hijo de Dios" (Sal 2,7; 2 Sam 7,14);
el profeta es mediador de la palabra divina, del juicio divino
sobre el pecado, de las promesas, e intercede en favor del pueblo (cf. 1 Sam 7, 7-12; 12,19-23; Am 7, 1-6; Jer 15,11, etc.).
Pero la figura mediadora ms misteriosa es la del Siervo de
Yahv: es un profeta elegido por Dios "para llevar a las naciones el d e r e c h o " (Is 42,1), para ser "luz de las naciones" (Is
42,6; 49,5-6) y alianza del pueblo (Is 49,8) por quien intercede (Is 52,14; 53,12) ofreciendo su vida en expiacin (Is 53,10,
y cf. arriba, tema 4, n. 6.2.2.).
3.2. El ''nico Mediador" del NT. El NT slo llama a Jess
mediador de la salvacin, el cual asume en s todas las misiones
mediadoras del AT: y as por toda su vida, y sobre t o d o en la
cruz, l es el Mesas (rey), el Profeta y el Sacerdote (esto ltimo
sobre todo en Hebreos; en los otros libros se le presenta como el
sacrificio). El trmino mediador aplicado a Jess se encuentra
explcitamente
slo en cuatro textos: 1 Tim 2,5; Heb 8,6;
9,15 y 12,24. Sin embargo en todo el NT se le describe ejerciendo de hecho (implcitamente) la misin de mediador (por ej.
en Juan, Jess slo dice y hace lo que ha odo y visto del Padre).
3.2.1. 1 Tim 2, 1-5. El Padre es el salvador; pero inmediamente se aade que nos ha salvado por la mediacin nica de
Jesucristo. Por qu? u) Porque "Dios quiere que todos los
hombres se salven" (v.4), y aade inmediatamente que Cristo
es el nico mediador "porque se ha dado a s mismo en rescate por todos,,: es nico en este contexto porque su obra es
universal, luego supera la de cualquier otro mediador del AT
192
208
194
J. GALOT, La Rdemption,
p. 28.
210
4.1. En el AT este concepto, y la esperanza que le corresponde, son el resultado de la reflexin teolgica sobre la experiencia del auxilio de Yahv en situaciones concretas. Pero no
fue claro desde el principio; sino que, como otros trminos teolgicos, sufri una evolucin y una gradual madurez espiritual:
en un mediador de esta salvacin: hemos encontrado ya un signo en el Siervo de Yahv (cf. Is 49,6-8); y Zacaras claramente
espera en un Mesas portador de dicha salvacin (Zac 9,9).
5.
Redencin, liberacin
198
199
hereditarias a la familia de origen. De este modo, al menos implcitamente, el Seor se constituye en go'el en ltima instancia. 213
213
214
215
200
La liberacin tiene un sentido temporal y un sentido eterno, un sentido espiritual y un sentido corporal. Es todo el hombre el que debe
ser integralmente liberado... del pecado. Pero se trata tambin de desprenderlo de todas las servidumbres derivadas del pecado: egosmo,
injusticia, ignorancia, hambre, etc. La liberacin tiene finalmente un
sentido personal y un sentido social (en cierto sentido, un sentido
csmico). No es slo el hombre el liberado. Son tambin los pueblos,
es toda la comunidad humana... El hombre es plenamente liberado,
no slo en su interioridad personal, sino en su esencial relacin a los
otros hombres y al mundo entero. El hombre es enteramente libre
cuando puede hacer libres a los dems, cuando puede construir libremente su historia. Cuando puede llevar el mundo hacia su liberacin completa. Entonces es verdaderamente 'seor' a imagen de
Cristo, 'Seor de la historia' 2 1 8 .
218
219
220
nuestra teologa de los ltimos siglos (en gran parte por influencia de
la Reforma) qu considerara la expiacin o como un castigo o como
un sacrificio para aplacar la ira divina. Ambas interpretaciones son
poco fieles a la Escritura: en primer lugar, no existe en ella ningn
"sacrificio de castigo", sino slo de reconciliacin. En efecto, el
sentido del verbo expiar es purificar, o tener misericordia. As el
verbo griego correspondiente, i\t5Ke5&oa con frecuencia se traduce
"mostrarse benvolo o perdonador" (cf. Sal 78.38). As, en el ya clsico pasaje de Le 18,13: el publicano oraba: "Seor, expame (literalmente; aunque suele traducirse "ten misericordia de m") porque
soy un pecador"; e igualmente el da del gran kippur no era el da del
gran castigo, sino de la gran purificacin. Y en segundo lugar, respecto
a la costumbre de considerar el sacrificio expiatorio como el que aplaca la ira divina, nos dice S. Lyonnet que corresponde a la idea pagana
(y en concreto griega) de sacrificio; no a la del A T 2 2 1 .
b) El cordero pascual, cuyo ritual era una ceremonia antiqusima, tomada de los pueblos pastores nmadas: se sacrificaba un cordero pequeo a los dioses (en los pueblos paganos) para pedir la proteccin
de los ganados, al emprender la peregrinacin para buscar pastos. Se
ofreca la luna llena del primer mes del ao (de primavera), cuando
todo empezaba a reverdecer. Se celebraba en esa noche llena de luz,
porque inmediatamente se iniciara la caminata. Ese fue el motivo
de emprender la gran marcha del xodo preciamente en el da de la
pascua (cf. Ex 5,3). Por eso Moiss mando que en el futuro el sacrificio de la Pascua fuese el memorial de la liberacin de Egipto (cf.
Ex 12). No es pues un simple ritual, sino el memorial que hace presente una liberacin histrica. As interpret el NT (sobre todo Juan,
y ocasionalmente Pablo) la muerte de Cristo nuestra Pascua.
6.1.2. Conviene adems recordar que lo esencial del sacrificio no es
el matar la vctima, sino su total dedicacin o consagracin a Yahv 2 2 2 .
Por eso tiene razn L. Boff cuando afirma, criticando esta nocin:
Lo trgico del sacrificio fue que se identific con los gestos y objetos sacrificiales, los cuales dejaron de ser expresin de la conversin profunda del hombre a Dios. Esta conversin es la que constituye el verdadero sacrificio, en cuanto entrega incondicional a Dios
que se exterioriza en los gestos y en los objetos ofrecidos. Como
deca S. Agustn, el sacrificio visible es el sacramento, el signo
visible del sacrificio invisible. Sin esta actitud interior de conversin el sacrificio exterior es algo vaco 2 2 3 .
221
222
223
204
224
225
206
Muchos autores, en vez de tratar de armonizar a Juan con los sinpticos (lo que parece un intento imposible) tienden a afirmar hoy que
en realidad el evangelio ms histrico en este caso seria el de Juan;
pues cmo podan haber apresado a Jess mientras tenan que estar
todos comiendo el cordero pascual? Y cmo podan el sumo sacerdote y todo el sanedrn, formado por sacerdotes, escribas y fariseos
(tan estrictamente apegados a la ley) haber celebrado la audiencia
esa noche? Los sinpticos, pues, adelantaran a la cena la teologa
de la pascua.
226
208
227
Ibid, p. 165. Aclarar el aspecto analgico de la nocin del sacrificio aplicada a la muerte de Cristo, el art. de O. SEMMELROTH,
"Sacrificio", en Sacramentum Mundi, vol. VII, pp. 181ss, donde nos
dice que el verdadero acto sacrificial no es el don, sino la entrega que el
hombre hace de s mismo, de toda su existencia, con todo lo que
sta incluye en todos los rdenes, tambin en el social: el sacerdote
ofrece y separa ("sacrum facer") un don material para representar
(no para sustituir) esa entrega. La crucifixin de Jesucristo sera
as un verdadero sacrificio, aunque no cultual, pues no es una ceremonia litrgica (por ms que Juan use para describirla categoras
de la liturgia pascual); ni se limita a la cruz, la cual es slo el signo
mximo de toda una vida vivida en entrega por amor y obediencia
hasta la cruz. De parte de los ejecutores (verdaderos verdugos) la
muerte de Jess es un asesinato: lo sacrificial es la voluntad de
ofrecerse de parte de Jess: por ello es ste la vctima y el sacerdote. Finalmente es expiacin (a semejanza del gran kippur) para todo
el pueblo de la Nueva Alianza, porque Jess se ha ofrecido como
Cabeza de la humanidad, como nuevo Adn.
209
Por ello los sacrificios del templo son ahora sustituidos por
el nico sacrificio de la Nueva Alianza; Jesucristo es el nuevo
y nico Sumo Sacerdote, compasivo y misericordioso, que se
ha hecho en todo semejante a sus hermanos (menos en la culpabilidad del pecado, por ms que solidariamente tomase sobre
s las dolorosas consecuencias del nuestro), que se ofrece a s
mismo libremente por nosotros (Heb 2,14-17; 4,15). El sacerdocio y el sacrificio del AT son pues slo figuras que preparan
pedaggicamente la comprensin de la obra de Cristo, pero que
desaparecen una vez que ste se ha ofrecido "de una vez para
siempre" (edairaZ: Heb 7,23-28; 9,11-12. 25-26; 10,11-12)
228
. Ofrecemos en seguida unos cuadros comparativos que nos
ayudarn a entender cuales elementos del sacerdocio y sacrificio antiguos acepta la carta a los Hebreos para ilustrar los de
Cristo, y cuales considera superados.
6.5.1. El Sacrificio de Melquisedec. Dice Santo Toms:
Como ya hemos dicho, el sacerdocio de la antigua ley fue figura del
de Cristo, no de una manera adecuada, sino muy imperfecta. Primero,
porque aqul no borraba los pecados; segundo, porque no era eterno
como el de Cristo. Pero la superioridad del sacerdocio de Cristo con
relacin al levtico fue simbolizada en el sacerdocio de Melquisedec,
quien recibi diezmos de Abraham, y en ste el mismo sacerdocio
legal los pag en cierta manera. Y por tanto, a causa de la excelencia del verdadero sacerdote sobre el sacerdocio meramente figurativo de la ley, se dice que el sacerdocio de Cristo es: segn el orden de
Melquisedec. 229
Como observa Rolan de V a u x 2 3 0 , Melquisedec no es mencionado
en ninguna parte del Antiguo Testamento, sino en Gen 14, 18-20, en
relacin con Abraham. La funcin de este pasaje parece doble: primera, legitimizar las relaciones que tena Israel con Jerusaln, y los derechos que el rey y el sacerdote de Jerusaln tena sobre Israel. Segunda, para legitimar (a partir del encuentro de Abraham con Melquisedec) no slo los derechos del sacerdocio, sino tambin su origen.
Romaniuck parece limitar a tres puntos de contacto la figura-tipo de
Melquisedec con el Antitipo Cristo:
228
229
230
210
"Y porque el sacerdocio de la antigua ley es una figura del sacerdocio de Cristo, no quiso ste nacer de la estirpe de los sacerdotes que
lo figuraban, para mostrarnos as que su sacerdocio no era idntico
al antiguo, sino que difera de l como la verdad de su smbolo":
Sto, TOMAS DE AQUINO, S.T., III, q.22, a.l, ad 2.
S.T. III, q.22, a 6.
R. DE VAUX, Instituciones del AT, pp. 166 ss.
231
232
porque
10,1.
d) Luego 80 declaran
10, 6-9.
abolidos:
El sacerdocio de Cristo
a) Instituido
para una
eterna: 8,6 ;9, 15ss.
alianza
b) Jesucristo
7,26.
pecado;
no
tuvo
su
es
propia
para siem-
233
212
des telogos, se ver que no se trata de una nocin circunscrita a lo ritual. Por el contrario, el elemento ritual es la expresin del verdadero sacrificio, que es la vida toda consagrada
por obediencia a una misin encomendada por el Padre, en favor y por amor de los hombres. Sin este elemento de entrega
a la salvacin real de los hermanos, el sacrificio se convertira
en una expresin religiosa vaca (y por ello alienante); pero
sin el ofrecimiento religioso de s a una misin sagrada (y por
ello con un compromiso an ms profundo (significado por el
sacrificio) nuestra entrega a la transformacin del hombre se
quedara en los lmites estrechos de lo mandado (cf. Pue
193,322 y 329).
7.
Profundizacin
Se pueden estudiar de manera semejante algunos otros enfoques bblicos de la obra salvadora de Jesucristo, que por la necesaria brevedad hemos dejado sin tocar, como: Jesucristo nuestra a) paz,
b) justificacin, c) reconciliacin; Cules son sus fundamentos en
el AT? Cmo interpreta el NT la obra de Jess a la luz de estas nociones teolgicas?
8. Gua pastoral
8.1. Crculo bblico. Discutir cada una de las nociones arriba expuestas (mediacin, salvacin, redencin/liberacin, sacrificio) en conexin con la vida real y la necesaria transformacin del mundo:
Cmo pueden iluminar nuestro compromiso cristiano en la transformacin de las realidades temporales? Cmo lo enfocan hacia la
salvacin trascendente y definitiva?
*Discutir cmo el bautismo, al hacernos participantes del sacerdocio de Cristo, nos incorpora tambin necesariamente en su ofrecimiento al Padre hasta la muerte, y cmo lo celebramos litrgicamente en nuestra participacin en la Eucarista.
*Discutir, despus de haber ledo PO cap. 2, los siguientes puntos:
a) Alcanzamos a distinguir las diversas participaciones del sacerdocio dfe Jesucristo, en el sacerdocio ministerial y el sacerdocio comn
de los fieles? b) Dentro del sacerdocio ministerial distinguimos las
funciones que el presbtero debe ejercitar como ministro del sacerdocio de Cristo (funcin cltica, oracin intercesora y bendicin),
como ministro de la Palabra de Dios y la evangelizacin, y como ministro de la gua pastoral del pueblo? c) Cules-seran los tipos de
compromisos en el mundo y en su necesaria transformacin que deben ejercitar los laicos por razn de su sacerdocio comn de los fieles?
Y cules seran los campos ms propios de quien ha sido llamado
al sacerdocio ministerial?
213
Sumario
1. La muerte de Jess de manos de la injusticia y del pecado no es la
ltima palabra en el mundo. Por eso el Padre lo resucit de entre los
muertos. Desgraciadamente en los ltimos siglos la teologa de la resurreccin ha sido pobre, al verse reducida en la mayor parte de los casos al
aspecto apologtico; En los ltimos decenios (y claramente a partir del Vaticano II), profundizamos ms en los aspectos salvficos de la resurreccin de Cristo.
2. En los sinpticos se descubre una clara continuidad del resucitado
con el jess terreno; de la misin realizada por el resucitado con la misin
llevada adelante durante la vida pblica; y finalmente de la presencia del
Reino en la persona de Jess, continuada en la presencia del mismo, mediante la accin de la Iglesia. Es el Cristo resucitado quien nos revela el
misterio trinitario.
3. La literatura jonea nos revela la unidad perfecta entre la cruz y la
resurreccin, unidas en la "hora" de Jess. Dicha "hora"contina viva en
la pascua celeste y definitiva, donde el Cordero es cabeza de la liturgia
eterna. Aqu en la tierra, y en el "interim", la Iglesia la celebra sacramentalmente. Como en los sinpticos, tambin en Juan el Cristo resucitado
encomienda la sacramentalidad de la Iglesia a la misin de los discpulos,
215
mente y de responder libremente a la vocacin del Seor. As sucede respecto al dogma de nuestra redencin: normalmente se atender
a la muerte "expiatoria" (malentendiendo que Cristo sufri nuestro
castigo) por nuestros pecados. Poco se atender al hecho de que por la
resurreccin de Jess estamos destinados a una salvacin definitiva en
una vida nueva en este mundo, y a la resurreccin para siempre tras
la muerte: esto significa ser salvos.
y la gua del rebao al pastor primado. Subraya Juan la muerte sacrificial de Jess por nuestros pecados, que contina su eficacia en la intercesin por nosotros como abogado ante el Padre.
4. En los escritos paulinos se subraya igualmente la perfecta continuidad entre muerte y resurreccin; podramos sintetizarla en el clsico
texto "muerto por nuestros pecados, resucitado por nuestra justificacin"
/'Rom 4,25). Pero la salvacin definitiva se vive ahora realmente, mas slo
en esperanza de la plenitud, que se realizar con la resurreccin de nuestros
cuerpos a semejanza (y segn el paradigma) del cuerpo resucitado de
Cristo. Entretanto el fiel cristiano vive esa esperanza con un estilo de vida
que debe proclamar y testimoniar vivencialmente esa fe en la resurreccin,
a la que ha sido incorporado por el bautismo.
5. La carta a los Hebreos tambin contempla esta perfecta continuidad, pues el Cristo resucitado contina ejerciendo eternamente su sacerdocio, en perfecta unidad con el nico y verdadero sacrificio ofrecido
sobre la cruz "de una vez para siempre".
1. Introduccin
Supongo ya tratados en la parte correspondiente de la teologa fundamental varios de los aspectos bsicos de la resurreccin de Jess pre y
pospascual, y cmo Jesucristo resucitado es revelador del Padre. En
un libro de cristologa y soteriologa slo estudiamos los aspectos
de la resurreccin correspondiente a estas materias. As, en el presente capitul nos detenemos a contemplar con mirada atenta cmo los
escritores del NT consideran la resurreccin un misterio salvador;
en el prximo, cmo la primera Iglesia reflexion a la luz de la resurreccin en quin es ese Jess resucitado por el Padre, y cmo lo expres en sus diversas cristologas.
Desgraciadamente en los ltimos siglos nuestros tratados teolgicos
suelen presentarnos un aspecto muy poco rico de este misterio: el
apologtico. No que sea falso, pero es tan reductivo que empobrece
la revelacin. A qu se ha debido? A diversas causas, de las que me
parecen dos las ms importantes:
a) Nuestra tendencia a considerar la redencin slo desde un punto
de vista negativo: la liberacin del pecado. Se refleja aqu nuestro espritu minimalista, que busca reducir todo al mnimo posible, descuidando los aspectos de plenitud cristiana. As, muchos fieles se preguntan como el joven rico del evangelio: "Qu debo hacer para conseguir
la vida eterna?" (Xc 18,18), no se preocupan por saber qu significa
, seguir a Jess. Igualmente si preguntamos a cualquier catlico qu
cree cuando confiesa su fe en el dogma de la Inmaculada Concepcin,
casi seguramente responder: "que Mara fue concebida sin pecado",
en lugar de contemplar esta verdad en su riqueza: Mara es la primera
creatura redimida, despus de la humanidad de Cristo, y fue concebida en plenitud de gracia, con la capacidad de amar sobrenatural216
234
235
P. CARLOS IGNACIO G O N Z L E Z S J .
te de esta teologa y en sus rudimentos); sino que dicho poder introduce la era mesinica y pone la salvacin a disposicin de quienquiera
invoque el nombre de ese Jess "a quien Dios ha hecho Seor y Mesas" (Le 2,36). 23 6
237
236
218
238
220
envo del Espritu Santo: "Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre" (Le 24,49).
Con razn hace notar Alfaro 239 cmo es necesario poner
mucho ms nfasis en la presencia real de Jesucristo resucitado
en la Eucarista. Ms an, habra que aadir, y precisamente
como Cabeza de la Iglesia. Slo advertir este enfoque sera ya
provocar un cambio muy hondo tanto en la espiritualidad sacerdotal como en la misin pastoral que se realiza en la celebracin de este sacramento.
2.4. Cristo resucitado, revelador de la Trinidad. Segn el
Nuevo Testamento, es el Padre quien resucita a Jesucristo;
pero es el Hijo quien resucita y est vivo, continuando su misin ahora como Cabeza de la Iglesia; y son ambos quienes envan al Espritu Santo. Esta teologa trinitaria puede abordarse en la Escritura solamente a partir de las "misiones": El Padre enva al Hijo y ste a sus apstoles. El poder del Hijo proviene del Padre, y este poder lo ejerce Jesucristo sobre todo el
universo, lo cual lo constituye Seor. Y en virtud de este mismo
poder enva a los discpulos (Mt 28,18-19). Pero es Jess resucitado quien cumple la promesa del Padre al enviar al Espritu (Le
24,49; Jn 20,22). Ms an, es el Padre quien resucita al Hijo.
Esto est claramente explicitado, tanto por las formas directas
como por las implcitas. Directamente se afirma: "por eso Dios
lo exalt" (Flp 2,10); y ya desde la primera predicacin de
Pedro afirma que todas las obras de Jess son del Padre, y que el
Padre es incluso quien lo ha resucitado (Act 2,22-24). "Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espritu
Santo prometido, y ha derramado lo que vosotros veis y os"
(Act. 2,33). Indirectamente por la expresin pasiva, que segn
la costumbre hebrea indica una accin divina, suponiendo a
Dios como sujeto: "fue despertado". Aunque lo ms comn
es atribuir la accin directamente al Padre (cf. Rom. 8,11;
Gal. 1,1; Col 2,12). Esta manera de expresar las cosas indica
que toda la misin de Jesucristo es obediencial, tanto en el
descenso (knosis), como en el ascenso (exaltacin). As se
239
J. ALFARO, Cristologay
p. 38 y 515 nota 88.
221
necesario que el Hijo del hombre sea exaltado para que todo el que
crea en l tenga la vida eterna" (3,14) 2 4 1
fluir la sangre y el agua, que en Juan son los smbolos del bautismo y la eucarista (3,5; 6,54). 242
3.2. En su primera carta Juan sostiene fundamentalmente la
misma teologa: "la sangre de Jess nos purifica de todo pecado" (1 Jn 1,7). Obviamente se refiere al valor expiatorio de la
sangre de Cristo, ofrecida como "propiacin" (Un 2,2); pero no
es solamente la sangre derramada en la cruz, sino el valor
eternamente salvador de la sangre de Jess resucitado, porque
refirindose al hoy habla de Jess como nuestro abogado ante
el Padre, en favor de nuestros pecados y de los de todo el mundo ( U n 2,1-2).
3.3. En el Apocalipsis Jess resucitado es "el viviente"
(1,18; 10,6, y cf. Jn 5,26; 11,25; 14,6, 2tc). Y precisamente
porque tiene la vida en s, tiene tambin el poder de comunicarla: por eso estn vivientes en torno a l quienes han muerto
en testimonio de su fe en el cordero (Ap 11,8.12), identificando de tal manera la resurreccin con la vida, que llega a aformar
simplemente que "las almas de los mrtires vivieron" (Ap 20,
4-5).
La unidad del misterio pascual es igualmente clara: el Cordero (o mejor el Carnero, cf. arriba, tema 8, no. 6.3) est al
mismo tiempo degollado (sacrificado) y en pie (resucitado),
indicando as el carcter perpetuo del sacrificio de rescate pagado mediante su muerte (Ap 5,6.9-12; y,14; 12,11) en perfecta correspondencia con la teologa de Hebreos (cf. adelante
n. 5), y con el evangelio de Juan, en el cual el resucitado conserva los signos de su pasin (Jn 20,20-25). Pero tambin tiene
otro punto de ntima concordancia con el cuarto evangelio:
el Cordero salva a su comunidad sacramentalmente.
242
224
J. HEER, "La imagen jonica del traspasado en su significado soteriolgico", en VARIOS, Cristologa y devocin a Cristo. Bogot, IICJ, 1982. pp. 35ss. El autor nos hace notar que "traspasado"
no es una expresin que en Juan signifique solamente el costado
fsicamente herido, as como tampoco "exaltado" significa solamente el hecho fsico de ser levantado sobre la cruz. Juan suele
leer tras estas expresiones del mundo fsico una teologa simblica.
243
244
226
Ibid, p. 46.
245
Efectivamente, antes de la fe hay slo pecado; y sin la resurreccin de Cristo, la muerte continuara siendo para nosotros la perdicin definitiva, el dominio puro y completo del pecado, la irremediable separacin de Dios, y la ruina irreversible de sus proyectos en favor de los hombres. Pues como la vida
separada de Dios no es vida sino muerte, para Pablo jams habramos sido redimidos del pecado y de la muerte no slo sin
la resurreccin de Cristo, sino tampoco sin nuestra resurreccin con l:
Por otra parte, la promesa (de nuestra resurreccin) no se refiere a la
resurreccin como tal, sino a su porvenir para nosotros. La resurreccin es objeto de la fe; el testimonio de los apstoles es verdico:
Jess ha vencido la muerte. Lo que sigue siendo objeto de la promesa es la consecuencia de esta victoria: Jess volver a vencer la muerte
para nosotros. 2 4 7
4.4. Nuestra incorporacin en la salvacin pascual. Solamente seremos salvos si tenemos parte en la muerte y resurreccin
de Cristo. Cmo?
4.4.1. Nuestra participacin sacramental se inicia con el
bautismo {Rom 6,3-4; Gal 3,27; Col 2,12). La no resurreccin
real de Jesucristo tendra consecuencias gravsimas para el mensaje evanglico, porque en tal caso "aun los que murieron en
246
Cristo perecieron" (1 Cor 15,18). Entonces tambin pierde sentido nuestro bautismo, que nos incorpora no solamente en la
muerte, sino tambin en la resurreccin del Seor {Rom 6,4-5).
El bautismo no es pues para Pablo una mera ceremonia; sino un
verdadero signo de nuestra pertenencia al cuerpo de la Iglesia
escatolgica, de la cual nuestra membreca en la Iglesia apostlica es slo el primer paso. Ello justifica desde los comienzos
de la Iglesia el bautismo de los infantes: el Padre los admite
por pura gracia en la corriente de la resurreccin final de los
redimidos en y por Cristo. 248
4.4.2. Nuestra participacin de la vida "en" Cristo. Esta
frmula paulina indica la vida nueva que deben vivir los fieles
incorporados en el misterio de Cristo resucitado. Ordinariamente cuando Pablo habla del vivir "con" Cristo, pone el
nfasis en la obra gratuita que el Padre ha realizado en nosotros
con Cristo. Pero cuando habla de "en" Cristo, subraya nuestra
vida en calidad de redimidos, que debe seguir los caminos de
Cristo resucitado. As, nuestra justificacin consiste en nuestro
vivir y morir "en" Cristo {Col 2,11-12; Rom 6,11; 8,2; 1 Cor
15,22, etc.), porque "en" Cristo tenemos la redencin {Rom
3,24; 1 Cor 1,30; Col 1,14): pero ya no podemos ahora unirnos
al Jess terreno, que no existe ms; nuestra unin de vida "en"
Cristo lo es pues con el resucitado. Por consiguiente el cristiano
vive su salvacin actuando como quien ha resucitado "en"
Cristo. Qu significa eso? Afrontamos aqu el vastsimo panorama de la moral cristiana en Pablo, que para l no consiste en
la simple obediencia externa a la Ley (abolida ya con la muerte
de Cristo: cf. Gal 5); sino en la fe en Cristo, que se expresa
viviendo segn el camino y los criterios trazados por la resurreccin de Jess y la nuestra propia: no en la carne, sino en el
Espritu. He aqu algunas particularidades, como ejemplos de
las mltiples concretizaciones paulinas:
el cristiano no puede abusar de la libertad que le ha concedido Cristo, como pretexto para vivir conforme a los criterios de la carne {Gal 5,13);
248
229
destruccin de toda diferencia humana por razn de clase social, de raza, de credo: Cristo es todo en todos (Ibid,
w . 10-11);
abandono de toda mentira y fraude (Ibid. v.9);
fidelidad en el matrimonio, fundada en el amor (Ibid, w .
18-20);
fidelidad y obediencia de los siervos, junto con justicia y
honestidad de parte de los patrones (Col 3,22-4,1), etc.
5. En la carta a los Hebreos
Como ya dijimos antes, el sacrificio de alianza exige dos
trminos: la consagracin del don de parte del oferente, y la
aceptacin de parte de Dios. El sacrificio no es una cosa, sino el
signo de una relacin entre Dios y el hombre: por ello envuelve
las dos partes, Jess, tomando libremente sobre s la muerte,
hace de sta una ofrenda; el Padre, resucitando a su Hijo, la
consuma aceptndola, y as hace de ella un sacrificio. Es la teologa de Hebreos. Por ello en esta carta la muerte y la resurreccin de Jess son inseparables como misterio de salud. Comentando Heb 2,9 dice Durrwell: "La muerte es redentora por la
resurreccin que ha merecido; aquella no ha producido otro efecto que la resurreccin de Jess, en la cual encontramos la
salud". 249 Y ms adelante, sobre Heb 5,7-9: "El misterio de la redencin se cumple en la humanidad del Seor antes de extenderse
hasta nosotros" 2 5 0 . En realidad, afirma el mismo autor, el sacrificio de Cristo prescinde del ritual litrgico mandado en la Ley. Lo
nico que le queda es lo esencial: el ofrecimiento de s hasta la
muerte de parte de Cristo, y la aceptacin de esta oferta de
249
250
230
6. Conclusin
Hay quienes, el da de hoy, quisieran de tal manera centrarse en los aspectos histricos de Jess como los nicos salvfi251
252
Ibid. p. 91.
J. M. GONZLEZ RUIZ, Redencin y resurreccin, p. 9 1 .
231
eos, que o bien descuidan la resurreccin-(que no puede probarse por los mtodos de la historia positiva), o a lo ms la exponen como un mero smbolo de que la causa de Jess debe seguir
adelante. Quizs temen que la acentuacin de este misterio
pueda mermar importancia a la accin salvfica de Jess durante
su vida apostlica. Nada ms lejos de lo que ellos temen. La
resurreccin de Jess es la confirmacin ms definitiva que el
Padre pudo dar al evangelio de su Hijo, precisamente porque resucitndolo autentic quin era ese Jess y cul era su misin,
ambos plenamente agradables al Padre. El hecho de la insistencia de los evangelistas en que el resucitado es el mismo Jess
prepascual, y que la misin iniciada en la vida pblica quedaba
tras la resurreccin confirmada en la Iglesia, es la mejor seal
de que la resurreccin real de Jess refuerza el empeo cristiano
del Evangelio como no puede hacerlo ninguna otra ideologa
que quisiese suprimirla:
En no pocos crculos cristianos de hoy parece prevalecer la persuasin de que lo que sali viva de la tumba fue la causa de Jess, en
particular el ideal de existir para los dems, el talante de soberana
libertad frente a todo prejuicio e institucin, el anuncio de liberar
a los oprimidos. Esto es lo que ha de sobrevivir. Jess va pasando a
ser mera cifra y apoyo de ese programa. En su realizacin la accin
transformadora del mundo viene a primar sobre el recuerdo de Jess.
No es legtimo desligar a Jess de lo que l representa, del movimiento renovador que desencadena, y esto es lo que frente al puro
hechizo personal esta tendencia pretende recalcar. Pero a la inversa,
tampoco se puede independizar esa causa de Jess, de su palabra y
sus motivos, y creer que sin ellos puede sobrevivir. Si l no resucit
y vive, su causa tampoco 2 5 3 .
7. Profundizacin
Sugiero algunos temas de investigacin, apoyndose en la bibliografa
correspondiente:
Estudiar algunos de los rituales de los sacramentos: Cmo hacen
presente la gracia de Cristo resucitado en su Iglesia? Especialmente
preguntarse sobre la Eucarista: por qu est en ella presente el Cristo resucitado? por qu sigue siendo memorial del nico sacrificio
de Cristo?
*Cmo conocemos la Trinidad en los Hechos de los Apstoles, a
partir de la resurreccin de Jess?
253
232
8. Gua pastoral
8.1. Crculo bblico: puede servir para discusin el ltimo tema
apenas propuesto para la investigacin. Adems:
*Por qu la resurreccin de Cristo no puede ser solamente simblica? Por qu no puede slo consistir en la fe de sus discpulos o
en seguir la causa de Jess? Sufrira la base de nuestra misin cristiana incluso en la transformacin del mundo? (ci.Pue 176, 351).
*Cmo ilumina la fe en la resurreccin de Cristo y la esperanza en
la nuestra, el compromiso histrico cristiano? Le permite desencarnarse de este mundo? Y quedar reducido slo a la transformacin
del mundo? (sirva de gua Med 1, 5).
8.2. Lectura espiritual
S. AGUSTN,
8.3. Actividad
Sumario
Tras la resurreccin de Cristo, y a la luz del Espritu Santo, los
apstoles y luego la Iglesia comprendieron el mensaje, la misin y a persona misma de Jess, y as nos lo transmitieron en la Palabra escrita del
NT, que se convierte entonces para nosotros en la norma de fe. El tema
presente estudia la cristologa y la soteriologa de las principales obras del
NT.
1. Aunque todos los autores del NT confiesan un mismo Cristo y una
misma obra salvfica a partir de la experiencia de la pascua, sin embargo
encontramos en cuanto a la concepcin y expresin teolgica un rico
pluralismo.
2. Marcos nos presenta a Jess profundamente humano, y sin embargo
ms que humano, Hijo de Dios. Durante su vida terrena Jess conserva el
"secreto mesinico"; pero una vez resucitado los discpulos reconocen en
l al Hijo de Dios e Hijo del Hombre. Marcos contempla la obra salvfica de Jess como el perdn y la destruccin del poder del pecado; y la
pasin, muerte y resurreccin de Jess como correspondientes a un proyecto salvfico.
235
254
238
D. STANLEY, "Cristo como Salvador en los Sinpticos", en VARIOS, Palabra y Misterio. Santander, Sal Terrae, 1971, p. 71. Pero
no se trata de una unidad esttica, como si desde el principio la
Iglesia hubiese encontrado un solo camino fijo de comprensin del
misterio de Cristo; ni tampoco de un crecimiento por aadidura
de datos. Nos dice a este propsito R. SCHNACKENBURG, en "La
cristologa ms antigua de la Iglesia primitiva": "Si existieron estadios de evolucin en la comprensin de la persona y la obra de
Jess, al pasar, por ejemplo, el anuncio de la buena nueva de la comunidad judeo-palestinense al cristianismo helenstico no judo,
hubiera tenido eso consecuencias trascendentales si hubiesen llevado
a una evolucin discontinua, a saltos de abismo, a nuevos planteamientos de conceptos, debidos tal vez al mundo entorno. Si se trata,
por el contrario, slo de una cristologa que se ha desarrollado por
"grados" estrechamente vinculados entre s y que avanzan y se ensanchan unidos, cabe bosquejar un proceso histrico continuo, tal
como corresponde a la revelacin histrica y a la fe": en Mysterium
Salutis, III.I.p. 267.
Por ello afirma Rahner 256 que Dios tiene una relacin nica con la Iglesia, que sin embargo no es del todo igual con la
Iglesia primitiva, y con la Iglesia de los tiempos subsiguientes:
con sta se comunica mediante la revelacin comunicada a
aqulla.
Supuestos el estudio del desarrollo de la teologa neotestamentaria y el de los ttulos principales de Jesucristo (problemas propios de la teologa fundamental), en el tema presente
nos detenemos a considerar las cristologas de los principales
libros revelados: de los cuatro evangelios y de San Pablo. Metodolgicamente comienzo con el evangelio de Marcos, considerado comnmente como el ms antiguo.
2. Cristologa y soteriologa de Marcos
2.1. La humanidad de Jess es el rasgo que con frecuencia
se estudia ms en este evangelio. Marcos a veces nos presenta
la figura de Jess con rasgos fuertes, que Lucas tiende a suavizar en los pasajes paralelos. En el primer evangelio Jess reprende a sus compatriotas (6,6); se enoja contra quienes lo espan (3,5), y arroja violentamente a los vendedores del templo
(11,15-16). Se le presenta en ocasiones "gimiendo en su espritu" (7,34; 8,12); sus parientes afirman que est "fuera de s"
(3,21); Jess ignora el da y la hora de la parusa (13,32);
muere en angustia (15,34). El Jess de Marcos aparece con una
grande capacidad de amar (9,36; 10,16;10,21-22) y de sufrir
no slo fsica, sino tambin moralmente (14,32-42).
255
256
R. SCHNACKENBURG, Ibid.
Citado por R. SCHNACKENBURG, Ibid, p. 268.
239
2.2. Y sin embargo ms que humano. Conforme a una mentalidad profundamente semtica, no nos habla de una "esencia"
divina; sino que nos la muestra en actividad: ah estn los veinte
milagros realizados por Jess, en un ambiente supremo de dominio sobre la naturaleza (Me 4,35-41), sobre las enfermedades
(Me 6,56), sobre la misma muerte (Me 5,21 ss), y, lo que es
sobresaliente en los milagros relatados por Marcos, sobre los poderes satnicos: es en efecto el evangelista que ms insiste en las
curaciones de endemoniados, y las presenta con ms fuerza, incluso dramtica (Me 1,24; 5, 6-7; 1, 32-33; 3, 7-12), hasta
el punto de que los espritus inmundos se postran ante l
(Me 3,7-11).
mos curados (1,44; 5, 43; 7,36; 8,26) e incluso a sus discpulos (Me 8,30). Aunque quizs lo ms difcil de comprender en
esta lnea sea la incomprensin de sus discpulos {Me 4,10),
a veces hasta la obstinacin (Me 6,52; 8,17-21), que no entienden ni el significado de las parbolas (Me 4,13; 7,17ss) ni saben
interpretar del todo el signo de sus milagros (cf. la reaccin ante
la tempestad calmada, Me 6,52, totalmente diversa a la que
narra Mateo, pues segn ste los discpulos se postran y lo reconocen como Hijo de Dios; mientras segn Marcos slo se preguntan: "quin es ste a quien obedecen el viento y el mar?").
Desde que en 1901 W. Wrede propuso su teora del "secreto mesinico" en Marcos, muchas interpretaciones del mismo han tratado de
explicarlo. He aqu algunos ejemplos: B. Forte, citando a Schnackenburg, opina:
Jess es un hombre que acta como Dios. Una declaracin tal, que se
confina a s misma al orden de la actividad ms bien que al de las
esencias, es tpica de la mentalidad semtica. Para el israelita, Yahv
era el nico Dios que haba hecho algo por Israel. Cuando Marcos
presenta a Jess de Nazaret como un hombre que acta como Yahv,
est afirmando ambas realidades: la realidad de su naturaleza humana
y su divinidad. 257
No es la nica explicacin que se ha intentado. Len-Dufour la juzga de "conservadora" y propone otra a nuestro parecer ms profunda: el evangelio de Marcos trata de reflejar lo ms posible al verdadero Jess histrico prepascual, aun cuando haya "sistematizado"
los datos. En tal caso no se tratara de una mera pedagoga de parte
de Jess, sino ms bien de una condicin de la revelacin misma'.
En un escrito mas reciente, el mismo Leon-Dufour llega a la conclusin de que Marcos habra recogido, en el secreto mesinico, una teologa primitiva. Por qu Jess procedi as? El autor nos ofrece una
respuesta cristolgica de mucho inters:
Para responder a esta pregunta podemos apelar a la pedagoga de que
Jess se muestra preocupado. Efectivamente, esa discrecin evitaba
a los judos una interpretacin carnal del mesianismo y tambin atemperaba la insostenible luz de su divinidad. En realidad, no se trata en
este caso de una simpie tctica'. \o secreto es ei comportamiento general de Jess siempre que se trata de su persona y de su misin.
Por tanto, hay que completar la respuesta. La actitud de Jess se inscribe en la economa de la redencin. Jess no poda hablar claramente antes de que su resurreccin hubiera consagrado su obra y su
persona. Su misin deba estar terminada para que sus palabras y su
comportamiento pudieran aparecer a plena luz. De hecho, cuando
llega su hora, le vemos afirmarse con absoluta claridad. 2 6 '
260
261
242
*Mc 3,11; 5,7: la confesin de los demonios que salen gritando del cuerpo de los endemoniados, no parece propiamente
ser una confesin de fe (imposible en ellos), sino que contienen
slo una idea vagamente mesinica. 2 6 2
*Mc 15,39: La confesin del centurin en su idea original
e histrica pudo haber sido una simple exclamacin supersticiosa (como puede sugerirlo el hecho de que se encuentra sin
artculo), sin embargo Marcos recoge en ella la riqueza de la
confesin de fe de los gentiles en Cristo, y constituye la culminacin magistral a la que se dirige todo el segundo evangelio.
Se convierte as en una profesin de fe, que descubre tras la
muerte de Jesucristo lo que l haba sido toda su vida, y por lo
mismo ofrece la clave hermenutica para volver los ojos hacia
atrs e interpretar su historia.
*Otros textos hablan slo de "el Hijo". En el bautismo y la
transfiguracin, el Padre lo llama " m i Hijo a m a d o " (Me 1,11;
9,7). En ambos casos dicha revelacin esta ntimamente ligada
a la misin que el Padre encomienda al Hijo. Asimismo el texto
en que Jess afirma no saber ni el da ni la hora de la parusa;
porque slo la conoce el Padre, no el Hijo (Me 13,32), est
conectado estrechamente a su misin reveladora. . Marcos tambin pretende que su lector reconozca la misma confesin de fe
en la respuesta de Jess al sumo sacerdote: "Eres t el Mesas,
el Hijo del Bendito?" "S, yo soy" (Me 14,61-62). Ya no hay
aqu secreto mesinico. La revelacin del Padre ha tomado su
262
2.5. Soteriologia de Marcos. Toda la teologa de San Marcos que hemos enunciado, sobre Jesucristo, tiene por objeto
manifestar cmo es El el Salvador.
Este poder causa la conversin del hombre, la liberacin de los oprimidos, hace emerger en el mundo la calidad de vida nueva propia
del reino de Dios (calidad de vida que coincide con el ser misericordioso) e imprime a la historia humana una direccin dinmica hacia
ese Reino. 2 6 4
Stanley apunta cmo hay dos aspectos claramente soteriolgicos en toda la estructura del evangelio de Marcos: en primer
lugar, la misin de Jess est descrita en torno al perdn del pecado y a la destruccin de su poder. Y en segundo, toda la pasin, muerte y resurreccin est programadas ya desde el principio del evangelio, y especialmente a partir de los anuncios
de la pasin, como siguiendo el plan salvfico divino. 265
2.5.1. El perdn y destruccin del poder del pecado. Ya hemos indicado cmo Marcos se "especializa" en milagros de expulsin de demonios, a tal grado que lo indica el evangelista en
la sntesis programtica de la vida de Jess, desde el principio de
su evangelio: "recorra las aldeas de Galilea predicando y expulsando demonios" (Me 1,39); y las narraciones ms abundantes de sus milagros se refieren a este poder (p.e. su primer milagro, 1, 23-26: 3,22; 5, 1-20; 9, 14-29), y aun el poder de hacerlo
en su nombre es parte de la misin encomendada a los discpulos (3, 15; 6,7). En cuanto al perdn de los pecados, es claro
que Jess conecta ntimamente su poder sobre la enfermedad,
con el poder del perdn (Me 2,5-11). Y el comer con los pecadores (signo entre los judos de comunicacin con la vida del
comensal) tiene por objeto dicho perdn, que es parte de su
misin, pues no ha venido a curar a sanos sino a pecadores, ya
que los enfermos son quienes necesitan de mdico (3,17).
2.5.2. La pasin, muerte y resurreccin, estn previstas
segn un plan salvfico. Ya est prcticamente tratado al hablar
del ttulo Hijo del hombre. Vale la pena sin embargo reafirmar
264
263
244
265
266
246
3.1.1. Funcin de la genealoga. Tanto las frases de los profetas intercaladas en los dos primeros captulos [Mt 1,22-23;
2,5-6; 2,25.17.18;23) como la genealoga tienen una misma
finalidad: demostrar que Jess es el mesas prometido. LenDufour nos ofrece un magnfico estudio sobre este tema. 267
Lo que hemos traducido como genealoga en nuestro lenguaje de hoy, est propiamente expresado en el original de
Mateo por la palabra Gnesis de Jesucristo. Indica el origen de
una nueva gnesis, una nueva creacin: la primera tuvo su origen en Adn, quien engendr a su vez un hijo a su imagen (Gen
5,3). Jess es el primer hombre de la nueva creacin. Sin embargo esta nueva creacin no es de la nada; est injertada en toda
una historia que es la de Israel: es la funcin de las 42 generaciones que nos ofrece Mateo. Ni siquiera nos da la serie completa, sino la de aquellos que ms tienen que ver con el proceso
hsitrico salvfico que culmina en Cristo. Lo ms significativo
es que procede de Abraham y de David; es decir, es el heredero de la promesa, y su cumplimiento (a Abraham: "en tu nombre sern benditas todas las naciones" Gen 12,3; y a David:
2 Sam 7,12ss).
El relato de Mateo contina con el anuncio a Jos (1,1825), de parte del ngel. Est ntimamente ligado con la genealoga: en efecto, sta termina en Jos, no en Mara. Cmo
puede ser Jess heredero de la promesa davdica, si no es hijo
natural de Jos, sino concebido en el seno de Mara por obra
del Espritu? Por designio de Dios, quien ha sido desde el principio el autor de la promesa davdica, Jos ha de llamar Jess
al hijo de su esposa Mara: Jos es el padre de Jess segn la
ley de adopcin, que en Israel es perfectamente legtima (cf. la
seriedad de lo que es la adopcin, comparando con Rom 8,1517: nosotros somos hijos adoptivos de Dios, pero en tal forma
verdaderos hijos, que tenemos todo el derecho de llamarlo
267
Cf. Ibid.
247
" Abb!" tal como Jess, su unignito, del que somos coherederos).
268
269
248
270
249
271
272
273
(1,41), y por eso proclama la bendicin a Mara; as como tambin "lleno del Espritu Santo" Zacaras bendice al Seor
(1,67); asimismo Simen esperaba la consolacin de Israel porque en l resida el Espritu Santo, y ste lo condujo al templo
para que movido por l profetizara (2,25-27). A travs del evangelio observamos la misma teologa, unas veces explcita (3,22;4,1:
es conducido por el Espritu al desierto; 4,14: el Espritu lo conduce a Galilea para comenzar su ministerio; 4,18: es el Espritu
quien unge a Jess como profeta); otras veces implcita, ya que al
Espritu se atribuye el don de profeca, y Jess aparece constantemente como profeta.
274
254
275
276
Finalmente, durante el ministerio de Jess la gente lo reconoce como profeta (9,8.19). El mismo Jess interpreta la
opcin de los fariseos contra l como una persecucin proftica (Le 11, 47-51 = Mt 23, 34-36), y por lo mismo confronta
su muerte como la de un profeta: "no est bien que un profeta muera fuera de Jerusalen" (Le 13,33), y as lo reconocen
los discpulos de Emas: "un profeta poderoso en obras y en
palabras" (24,19). Incluso el milagro de la resurreccin del hijo
de la viuda de Nam est construido bajo el esquema del milagro
proftico de Elseo, quien resucit al hijo de la sunamita (Le.
7,15: "y l se lo dio a su madre", cf. 2 Re 4,36), y conforme al
milagro proftico de Elias, quien tras resucitar al hijo de una
viuda "se lo dio a su madre" (/ Re 17,23), por lo que, al ver
la multitud de Nam lo que Jess haba hecho y su gesto proftico, exclama: "Un gran profeta ha surgido entre nosotros" (Le
7,16).
4.5.2. El Seor de la casa de David. La teologa del reinado
mesinico aparece claramente en San Lucas desde la anunciacin (1,26-38), que nos recuerda la promesa hecha a David
(2 Sam 7, 12-16) y la del Emmanuel (Is 7,14). Pero supera la
promesa, porque el nio, a diferencia del profetizado por
Isaas, es concebido por obra del Espritu Santo y por el poder
divino. Y ser un reino sin fin (Is 9, 5ss), un retoo nuevo de
la rama de Jos (Is 11,1), y el portador mesinico del espritu (Is ll,2ss), que implantar el nuevo seoro de Dios en todas
las naciones. Esta universalidad del reinado de David se manifiesta desde la genealoga que Lucas hace entroncar en Adn.
En Lucas ese seoro es del mismo Jess, quien en la parbola
del rey va a tomar posesin de su seoro (19,12), ya que el
Padre le ha preparado a l el reino (22,29). Pero este reino,
aunque se consumar en la parusa, comienza sin embargo ya
aqu en la tierra. Por eso el Jess terreno de Lucas no aparece
humillado, sino sometiendo a satans (10,11; 11,20; 13,10-17).
Es Jess el maestro y Seor a quien se invoca (6,46). Tiene
poder para exigir que se le siga (9,57-62), y aun para hacer depender la salvacin del hombre de la actitud que ste tome ante El (12,8 ss: login de los ms antiguos y originales de Jess,
con el que Lucas indica la absoluta importancia de Jess mismo
y de su vida terrena).
258
277
278
Cf. A. FEUILLET, "Creencias fundamentales y vida de la comunidad primitiva segn los Hechos", en ROBERT y FEUILLET, Op.
cit, vol II, p. 730.
Cf. V. TAYLOR, La personne du Christ dans le Nouveau Testament.
Pars, Cerf, 1969, p. 2 1 .
259
pliendo ante vosotros esta Escritura"; cf.tambin 16, 16: "La Ley y
los Profetas llegan hasta Juan; desde entonces se evangeliza el reino
de Dios..."); y por otra, se inaugura el tiempo del Espritu, la fuerza
que viene de lo alto a fin de que los discpulos sean testigos "hasta
los confines de la tierra" (He. 1,8 : cf Le 24,47-48). 2 8 1
260
281
282
su fe: el Logos no es ms que "la Palabra" del Padre; el evangelio en primer lugar es el evangelio vivo, Jesucristo en cuanto
viene del Padre. El evangelio escrito (y predicado) no es sino la
expresin en palabras de lo que es Jesucristo como la Palabra
reveladora del Padre. Cierto es que en el cuarto evangelio solamente aparece explcito el significado personal del trmino
Logos en el prlogo (Jn 1, 1-18). Pero todo el desarrollo posterior supone esta teologa. Incluso algunos textos del cuerpo
del evangelio resultan pretendidamente ambiguos, de manera
que su significado de hecho es ambivalente' pueden signifcar
tanto la "palabra" predicada, como La Palabra (personal) del
Padre (cf. p.e. Jn 12,48: 17, 14.17, y su anlisis exegtico en
Gonzlez Morfn). 2 8 3
283
284
Cf. A. GONZLEZ MORFIN, Jesucristo-Palabra y palabra de Jesucristo. (Tesis doctoral). Mxico, Jus, 1962, p. 35.
A. .FEUILLET, "La encarnacin redentora en los escritos jonicos",
en ROBERT y FEUILLET, Op. cit., vol. II, p. 797.
263
externa, proferida, ad extra, salvifica; pero antes indica la paItihlit Interior, la Palabra inmanente de Dios, ya que desde el
principio (ev 'aex) exista "dirigido hacia" Dios (iref TOV
Oebv) y era Dios (Xai 6e$ r\v A'yoS) (Jn 1,1). Por ello
tiene un significado eminentemente intratrinitario. As, pues, el
Logos indica tanto un orden ntico (lo que es el Hijo) como un
orden funcional: qu es el Hijo para nosotros: su misin salvadora, y por ende reveladora.
5.1.2. El origen de Cristo. La preexistencia de Jesucristo
tambin se supone implcitamente en varias indicaciones del
corpus joanneum acerca del origen de Jess2 8 5 :
El origen de Jess aparece como un enigma: "Cuando venga el Cristo, no sabemos de dnde proceder". Jess entonces
responde: "Me conocis a m y sabis de dnde soy. Pero
yo no he venido por mi cuenta; y el que me ha enviado es
veraz; pero vosotros no le conocis. Yo le conozco porque vengo de El y El es quien me ha enviado" (Jn 7,27-29; y cfr. 8,
14; 9,29; 19,9). "Nosotros sabemos de dnde viene". "Me
conocis a m y sabis de dnde soy"; pero se trata slo de su
procedencia humana: viene de Nazaret (Jn 1,45; 18, 5.7; 19,
19). Pero es solamente un aspecto de su origen: el carnal. Sin
embargo Jess tiene tambin otro origen misterioso para sus
contemporneos: "Yo s de dnde vengo. Vosotros no lo sabis" (Jn 8, 14 cfr. 6,41). Especialmente cf. Jn 3,2, en que Nicodemo parece saber que Jess viene de Dios; pero en un sentido muy limitado. Comenta S. Juan Crisstomo: "Pens Nicodemo que haba dicho mucho sobre Cristo; pero an se arrastraba por la tierra; todava opinaba sobre Jess con juicio humano
y hablaba de l como de un profeta, sin captar los signos de lo
alto"2 86 (y cf. 16, 27-30; los discpulos descubren que "ha
salido de Dios", pero slo a travs de la gracia que supera la
carne).
Jess revela su origen misterioso, a travs de ciertos verbos
que expresan origen, como venir de, venir a: "El mesas ha de
285
286
264
287
289
290
291
Cf. D. STANLEY, "Ttulos de Cristo. Literatura jonica", en VARIOS, Comentario bblico San Jernimo, Vol. V. Madrid, Cristiandad, 1971, p. 709.
J. SOBRINO, Jess en Amrica Latina, p. 43.
VERGES y DALMAU, Dios revelado por Cristo. Madrid, BAC,
1969, p. 169.
292
Madrid,
268
269
l.ofi'N, aunque no en jess mismo. As, por ejemplo, le preguntan abiertamente los judos: "Si t eres el Cristo, dnoslo abiertamente" (Jn 10,24); la samaritana pregunta a Jess sobre el
Cristo, y ste confiesa: "Soy yo, el que habla contigo" (Jn
4 26). Y finalmente slo una ocasin se encuentra en labios
d Jess, durante la oracin sacerdotal: "Esta es la vida eterna:
que te conozcan a t nico Dios, y al que enviaste, Jesucristo"
(Jn 17,3).
5.3.2. El Hijo del hombre. Pasamos por ahora sobre el ttulo "Hijo de Dios", porque est implcitamente tratado en lo
ya dicho. Advirtamos solamente que es el preferido por San
Juan. En cuanto a "Hijo del Hombre" aparece 13 veces en Juan,
aunque con un sentido diferente al de Jos sinpticos. Slo en
una ocasin tiene sentido escatolgico: "le ha dado poder para
juzgar, porque es Hijo del Hombre" (Jn 5,27). Pero en general
Juan lo emplea para designar al Seor glorificado (Jn 1, 51;
3, 13.14; 6,27.53.62; 8,28; 12, 23.34; 13,31). Y es que corresponde este ttulo al contexto de la teologa soteriolgica de
Juan: el Hijo del Hombre tiene el poder para salvar al hombre
de su pecado y conducirlo a la vida. Incluso en un caso en que
no se indica expresamente al Seor resucitado, bajo este ttulo (Jn 9,35), conserva esta tonalidad salvfica: Jess ha curado
al ciego de nacimiento; ahora se presenta para (una vez liberado de su mal fsico) encauzarlo por el camino de la vida: "Crees
en el Hijo del Hombre?".
5.3.4. El Profeta. En pocas ocasiones lo usa Juan explcitamente para sealar a Jess. Generalmente es ttulo que le
conceden sus interlocutores o escuchas. As, por ejemplo, la
samaritana: "Seor, veo que eres profeta" (Jn 4,19); tras la
multiplicacin de los panes, la gente se pregunta: "Este ha de
ser sin duda el profeta que haba de venir" (Jn 4,14; cfr. tambin 4,44; 7,40; 9,17). Pero mucha ms rica es la teologa jonica en que tal ttulo se supone: todo lo dicho sobre Jess como revelador del Padre, es, en realidad, su misin proftica.
As, pues, si no lo nombra con frecuencia por ese ttulo, sin
embargo a travs de todo su evangelio Juan lo presenta como
tal.
5.3.5. El Rey de Israel. Juan lo usa aunque parcamente: los
discpulos lo confiesan Rey de Israel; tanto Natanael (Jn 1,49)
270
5.4.6.2. ''Permaneced en mi amor". El amor en el que debemos permanecer es en San Juan "descendente". Es decir, no
es tanto el amor de nosotros por Jesucristo, sino el de Jesucristo por nosotros; de hecho incluso el mismo amor de Jesucristo desciende del Padre; de manera que el orden sera el siguiente: del Padre al Hijo; del Hijo a nosotros; de nosotros a los hermanos, El que sea el amor que desciende del Padre se nos manifiesta como misericordioso y totalmente gratuito; es un amor
que se abaja para levantar, que renuncia a t o d o para salvar. Por
eso entrega al mundo su mejor posesin (el Hijo). Y esa es precisamente la imagen del amor que debe reproducirse en el cristiano.
6.
tiva) en ltimo criterio de lo humano, se niega un lugar a cuanto se presenta como metahistrico 294 ..
276
el ya clsico texto
tomar una carne de
los pecadores y que
pecado". 296 Segn
F. CRADDOCK, La preexistencia de Cristo en el Nuevo Testamento. Bilbao, Ei Mensajero, 1972, pp.. 163 ss.
Ibid,p. 92.
L. CERFAUX, Jesucristo en San Pablo. Bilbao, DDB, 1967, p.
151.
P. C A R L O S IGNACIO G O N Z L E Z S.J.
(2 Cor 4, 4-6), el Padre mismo se nos haya revelado en Jesucristo como Padre. Por eso tambin nosotros somos capaces
de reconocer a Dios como Padre nuestro: pues en Jess hemos
recibido toda la plenitud de la filiacin divina (cf. Ef 3, 14-19;
4,5-6; 1 Cor 8,6, y especialmente los textos ya clsicos, Rom
8,14-18 y Gal 4, 4-7).
6.3. Jesucristo, revelador del Espritu Santo.
6.3.1. Jesucristo glorioso, emisor del Espritu. Toda la obra
de Jesucristo resucitado est segn Pablo, dirigida y llevada a
su trmino por el Espritu de Dios, pues El es quien se une a
nuestro espritu "para dar testimonio de que somos hijos de
Dios, y por lo tanto coherederos con Cristo" (Rom 8, 16-17).
Pero para poder llegar a ser coparticipantes de la herencia de
Cristo, hemos primero de ser participantes de su vida, de manera que sea l quien habite en nosotros: y tal inhabitacin es
obra del Espritu (Ef 3,16-17). Por qu? Porque Jesucristo
resucitado est totalmente lleno del Espritu divino (2 Cor
3, 17-18), y se convierte as en nosotros, en Espritu de vida
(/ Cor 15, 45). Por eso tambin debemos al Espritu la gracia
de la filiacin adoptiva: por El somos hechos hijos adoptivos
de Dios (Gal 4,6). Pero en realidad el Espritu no acta independientemente de la obra salvfica de Cristo. Con Verges podramos sintetizar as su obra: "El Espritu obra en nuestro interior
subjetivamente cuanto Cristo ha realizado objetivamente por
sus mritos". 297
6.3.2. El Espritu Santo y la Iglesia. Si consideramos a la
Iglesia como el Cuerpo de Cristo (Col 1,18;Efl, 22-23), segn
la expresin paulina, advertiremos cmo segn Pablo el Espritu es el que acta en la obra del Cuerpo de Cristo. En efecto, es el
Espritu quien nos regenera y renueva por el bautismo: pero el Padre lo ha enviado a nosotros movido por la generosidad de Jesucristo nuestro Salvador (Tit. 3 5-6);asimismo es el Espritu quien
nos injerta en ese cuerpo para pertenecer a Jesucristo (Rom 8,
9); e inclusive llega Pablo a llamarnos "Templos del Espritu"
que habita en nosotros (Rom 8,9; I Cor 6,19); siendo l quien
nos otorga los diversos carismas para la construccin de la
297
278
Iglesia (/ Cor 12, 3.7-13). Por eso tambin es obra del Espritu la unidad en la Iglesia (Ef 4, 4ss).
6.4. Jesucristo, primognito de la creacin. Dentro del designio del Padre al que acabamos de aludir el papel que Pablo
le asigna al Hijo es el de recapitular (Ef 1,10). Tras esta expresin se esconde la misma idea hebrea que bulla en Juan: hay
una jerarqua de todos los seres creados. Los ngeles han de servir a Dios, sirviendo al hombre, en obediencia al Padre. El
hombre ha de servir a su vez a Dios dominando el universo.
Pero toda esa jerarqua (principados, potestades, dominaciones), a su vez ha de estar subordinada al Hijo. Todo fue creado
por El y para El (Col 1.15ss). Si el Padre ha enviado a su Hijo
es con el fin de que l lo recapitule todo; para que sea la cumbre
de todo cuanto el Padre ha creado en vista del Hijo: por y para
l. Esa recapitulacin, iniciada ya en la creacin, vuelve a ser
re-creada en la Encarnacin de su Hijo y ha llegado a su cumbre
en la resurreccin (/ Cor 15, 20ss); pero lograr su total cumplimiento en la parusa, cuando Cristo termine de someter a todos
sus enemigos, para entregarlos, junto consigo y por s, al Padre
(/ Cor 15, 28; y cf. Rom 9,5; Col 3,11; Ef 4,6).
De ah que Pablo considere que en Cristo el Padre "ha hecho residir toda plenitud" (Col 1,9); pero evidentemente no
se trata slo de la divinidad del Hijo; pues dice un poco ms
adelante: "Porque en l habita toda la plenitud de la Divinidad
corporalmente" (Col 2, 9). Es decir, en esa realidad corporal
que es Jesucristo ha quedado radicada toda la divinidad; y por
eso nosotros los hombres somos injertados en la plenitud de
Dios por Jesucristo, pues podemos llenarnos de esa plenitud de
Dios (Ef 3,19). Es decir, no es que Pablo niegue la realidad ontolgica de la divinidad de Jesucristo; sino que, afirmndola
ciertamente, la contempla desde el punto de vista salvfico:
Jesucristo est lleno para llenarnos. Por eso precisamente Dios
lo ha constituido en "Cabeza de su Iglesia, que es su cuerpo,
la plenitud del que lo llena todo en todo" (Ef 1, 22-23); y as,
somos todos capaces de llegar "al estado del hombre perfecto,
a la madurez de la plenitud de Cristo" (Ef 4,13).
Obviamente, como advierte Cerfaux, 298 San Pablo est
pensando como lo hara un buen israelita. Tiene en mente el
298
estado del mundo, representado por tres situaciones: 1) El pecado del primer hombre, que introdujo la muerte en el mundo
(Rom 5, 12; / Cor 15, 21-22). 2) El desorden de la humanidad,
que al desobedecer a Dios y no sujetarse al plan divino ha cado
en la idolatra y en las concupiscencias (Rom- l,18ss). 3) La intromisin de las potencias adversas, en el plan de Dios (Ef 6,
11; 2 Tim. 2,26; / Cor 10,20; 2 Cor 11,14; 2 Tes 2,9, etc.).
Debido a estas realidades el hombre se ha apartado del plan divino original: los paganos no conocen a Dios (/ Tes 4,5; Gal
4,8), estn por lo mismo apartados de Dios (Ef 2,12), y tienen
dioses falsos (I Cor 8,5).
6.5. Jesucristo resucitado. Cabeza de la Iglesia. En un luminoso captulo sobre el presente tpico, Y. Congar 299 nos hace
advertir cmo esta idea propiamente no existe en San Pablo
antes de las epstolas de la cautividad (aos 62-63). Cuando
habla en las grandes cartas acerca de Cristo-cabeza (sobre todo
/ Cor 12,21), simplemente se refiere a que los cristianos estn
unidos con el cuerpo pascual de Cristo, y por lo mismo deben
unirse entre s. Todava no existe la idea (ciertamente posterior)
de Cristo como cabeza de la Iglesia. Esta aparece en las cartas
a los Colosenses y Efesios. Y parece, indica Congar, que la idea
fundamental es la siguiente: los cristianos quisieran estar sujetos
a ciertos rituales religiosos de tipo judaico, por ej. ciertas prcticas alimenticias, o la circuncisin (Col 2, 11-13.16.21), o bien
a la celebracin de ciertas fiestas (Col. 2,16). Pero Pablo les afirma que estn sometidos nicamente a Jesucristo, quien es la
cabeza de todos los ngeles (tambin queran inclinarse a venerar a los ngeles: Col 2,18; Ef 2,2), y de todas las potestades
(Col 1, 15-16), su vencedor (Col 2, 15; Flp 2,9ss), y expresamente: "Dios lo ha dado como cabeza por encima de todo a la
Iglesia" (Ef 1,21-22). Por lo mismo el cristiano debe estar sujeto
solamente a Jesucristo.
299
280
Cf. J. FITZMYER, "Teologa de San Pablo", en VARIOS, Comentario Bblico San Jernimo, vol. 5, pp. 798ss.
281
6.6.2. El Cristo. Ttulo frecuentsimo en la literatura paulina, sea solo, o en combinacin: Cristo Jess, Jesucristo. Pero
normalmente est usado como nombre de Jess. Segn Sabugal
aparece en las epstolas ms de 420 veces. Sin embargo las opiniones de los exegetas son muy divergentes acerca del contenido
teolgico de este ttulo. Hay desde quienes, en un extremo,
nieguen todo significado mesinico a este ttulo en cuanto lo
usa San Pablo; hasta quienes atribuyen precisamente a Pablo
el uso de este ttulo ya no como adjetivo (el ungido, que indica
la misin), sino como nombre (Jesucristo, que indica laontologa: lo que l es).
301
282
D. STANLEY y R. BROWN, "Ttulos de Cristo. Escritos paulinos", en VARIOS, Comentario Bblico San Jernimo, p. 704.
283
P. C A R L O S IGNACIO G O N Z L E Z S.J.
6.7.2. Justificacin.
Sobre este tpico nos dice Fitzmyer:
"La justificacin, en cuanto metfora aplicada a la salvacin,
tiene su origen en el procedimiento judicial por el que se emite
un veredicto de absolucin y constituye una perspectiva de salvacin casi exclusiva de P a b l o " 3 0 3 . Ms an, nos advierte el
mismo autor que no se trata ni siquiera de un tema demasiado
importante en Pablo, en cuanto no cubre toda la literatura
paulina (slo en Rom, donde aparece 15 veces y en Gal 8 veces
y nicamente 2 en el resto de la literatura paulina). De nuevo
hemos de acudir al Antiguo Testamento para comprender este
enfoque: los antiguos israelitas consideraban a Yahv como
justo (hesed, que propiamente significa misericordia, pero que
en el Nuevo Testamento suele traducirse como justicia): Es
Dios quien por su misericordia declara justo al pecador, ya que
ste no puede justificarse por s mismo (cf. Sal 1 4 3 , 2). Pues
bien, Yahv justifica el hombre por Jesucristo; as ste se convierte en la justicia de Dios (cf. tema de toda la primera parte
de Romanos, p.e. 1,17; 3,26; 8,33; 4,25; 5,18). Pero se trata
de una mera "declaracin" de parte de Dios? O queda el hombre efectivamente
justificado en Jesucristo? Ciertamente Rom
5,19 solamente puede admitir esta segunda alternativa: "As
como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron
constituidos pecadores, as tambin por la obediencia de uno
solo todos sern constituidos justos" (S xaioi xaraoTadriooTai):
es obvio el paralelo por contraste: por el primer Adn, cabeza
de los que han desobedecido, todos los hombres han sido pecadores; por el segundo Adn, cabeza de los salvados, todos
los que le son fieles han sido justificados. Por ello el cristiano
est justificado cuando se une por le fe a Jesucristo, en el cual
encuentra la justicia de Dios (cf. Flp. 3,8-9); as no queda el
hombre justificado por su propio esfuerzo (representado por
el cumplimiento de la ley mosaica, segn la interpretacin de
los fariseos).
7.
Conclusin
303
286
8.
Profundizacin
Puede ser amplsima. He aqu sugeridos algunos temas:
9. Gua pastoral
9.1. Lectura espiritual:
S. JUAN CRISOSTOMO, Homila sobre el ev. de Mateo, t. I. Madrid,
BAC, 1955, hom. 3, sobre "La genealoga de Jesucristo, hijo de David,
hijo de Abraham", pp. 39-54.
9.2. Crculo bblico:
Tomando los textos que hemos citado en este tema en las partes correspondientes a la soteriologa de alguno de los autores del NT, discutir
qu tipo de salvacin nos ofrece el Padre en cada uno de ellos.
Leyendo el prlogo de Juan, discutir sobre la importancia de la humanidad de Jess para nuestra salvacin.
287
pastoral
CRISTOLOGIA Y SOTERIOLOGIA
EN LA ANTIGUA TRADICIN
DE LA IGLESIA
288
Parte
Sumario
Segn los designios de la Providencia, los Santos Padres tuvieron la
misin de hacer el puente entre, por una parte, la predicacin apostlica que qued fijada en el N.T., y por otra el desarrollo teolgico de la
Iglesia. Son as los primeros testigos de la Tradicin postapostolica, y los
fundadores de la teologa sucesiva al depsito de la revelacin: he aqu
su importancia.
1. Pero si bien nos ofrecen las columnas de la cristologa y de la soteriologa (o con una mejor expresin, de la cristologa soteriolgicaj, por
diversas circunstancias histricas de los inicios carecen an de la suficiente
unidad en la doctrina y de precisin en el vocabulario. No obstante son testigos de una completa unidad de fe eclesial, que prepar el camino a las
frmulas dogmticas que consolidaran dicha unidad a nivel de toda la
Iglesia.
2. Las primeras herejas sirvieron de acicate al pensamiento de los
Padres, que debieron luchar contra los residuos de un monotesmo radical
que no dejaba espacio a la doctrina trinitaria; y contra el gnosticismo,
que pretendi reducir el misterio cristiano a los elementos de una filosofa humana. De estas races brotaron las principales herejas, como el docetismo que escandalizado, de que Dios pudiese tomar una carne (considerada mala, por ser material), afirmaba la encarnacin de Dios en una
'apariencia' de hombre. Marcin representa un extremo del escndalo
que es la doctrina de la encarnacin para un pensamiento pesimista sobre la materia.
291
1.
292
2.
CRISTOLOGA Y SOTERIOLOGIA EN L A A N T I G U A T R A D I C I N
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G I A EN L A A N T I G U A T R A D I C I N
Antiguo Testamento; y al Dios de la luz y creador del espritu, con el del Nuevo Testamento y Padre de Jesucristo 6 .
2.1.2. El gnosticismo3 En el fondo de las respuestas herticas est latente tambin el deseo de someter a juicio de la
razn el misterio revelado sobre la perfecta unidad entre el Hijo
del Padre y el Hijo de Mara. Por ello en ambos extremos sutilmente estar trabajando de fondo el deseo de reducir el misterio revelado a trminos de conocimiento (gnosis) humano.
Una tendencia que, como hemos visto arriba, bulla ya en la
comunidad primera de Corinto (cf. / Cor 1-2). La corriente
gnstica, como apunta Quasten, tiene sus orgenes remotos en
los tiempos de Alejandro Magno. Es una extraa combinacin
de religin oriental y de filosofa griega.
Hered su fe en un dualismo absoluto entre Dios y el mundo, entre
el alma y el cuerpo: su teora del origen del bien y del mal de dos
principios y sustancias fundamentalmente diferentes, y el anhelo de
la redencin e inmortalidad. De la filosofa griega, el gnosticismo
recibi su elemento especulativo. As, las especulaciones sobre los mediadores entre Dios y el mundo las tom del neoplatonismo; el neopitagorismo le leg esa especie de misticismo naturalista: y aprendi
del neoestoicismo el valor del individuo y el sentido del deber moral 4 .
3.
4.
5.
296
Para una mayor descripcin del gnosticismo, cf E. MOLINE, Los Padres de la Iglesia, vol. I. Madrid, Palabra, 1982, pp. 147-152.
J. QUASTEN, Patrologa, vol. I. Madrid, BAC, 1962, p. 251.
Cf sobre el maniquesmo E. MOLINE, Op cit., pp. 155ss.
8.
9.
que se acepte una salvacin que provenga de un Hijo de Dios hecho verdaderamente carne (ya qque la carne es mala, segn ellos).
Por lo mismo tratarn de poner la salvacin en el conocimiento (gnosis) racional, ms puro y libre de la materia: "Mientras los judos piden seales y los griegos sabidura, nosotros
predicamos a un Cristo crucificado" (/ Cor. 1,23: indispensable meditar cuidadosamente todo el cap. 1 y 2 de / Cor.).
Por una parte el anhelo natural e implcito de salvacin,
y por otra el pesimismo de la concepcin de lo que es el hombre, hacen que las herejas (en el fondo provenientes de las
mismas tendencias) tomen diversos caminos: o bien que por
un lado se niegue la realidad de la humanidad de Jesucristo
para poder poner la salvacin slo y nicamente en Dios
(docetismo) o bien que de tal manera se ponga la salvacin en
lo que divino tiene el hombre (el conocimiento) que se niegue
la realidad de la encarnacin en el hombre-Jess para hacer de
ste slo un hombre "liberado", puro, prototipo de la humanidad, que por lo mismo es adoptado por Dios como su Hijo.
2.2. Las herejas ms importantes. Estas herejas fundamentales
tomaron diferentes matices, de modo que surgieron numerosas sectas
cristianas separatistas. Dada su multitud, no es posible enumerarlas
todas, y mucho menos exponerlas. Elegimos solamente algunas de las
ms notables doctrinas crstolgicas equivocadas:
2.2.1. Los docetas. Nacen del escndalo radical que provoca en ellos
la encarnacin: Cmo es posible que el eterno, el todo espritu, el
omnipotente, se convierta en temporal, carnal, mortal?
Cierto, solamente a travs de una manifestacin sensible podemos
entender (a Dios). Pero no es posible que se trate de un hombre verdadero, nacido de la carne de una mujer; ya que muchas personas en
en aquel medio cultural consideraban como una humillacin vergonzosa la gestacin y nacimiento sangrantes, la lactacin, as como el
final de la vida de la ignominia de la cruz. Entonces la razn del
hombre, escandalizada, pone un entredicho: tal cosa es inconveniente,
es indigna de Dios; un Verbo hecho verdaderamente carne es un escndalo insoportable, es una promiscuidad de la que, a toda costa,
se debe poner a Dios al reparo. La motivacin esencial del docetismo
es la necesidad, que se cree razonable, de mantener las distancias
entre Dios y el hombre 1 0 .
10. B. SESBOE, Jsus-Christ dans la Tradition de /'Bglise. Pars. Descle,
1982, p. 72.
298
C R I S T O L O G I A Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
Conocemos estos herejes de un modo especial por las cartas de San Ignacio de Antioqua 1 1 , y por el evangelista San Juan (1 Jn 4, 2-3). San
Ignacio los refuta afirmando que Cristo no pudo morir slo en apariencia; y ello por motivos soteriolgicos: la salvacin realizada por
Cristo exige que tanto su encarnacin como su muerte sean verdaderas. De hecho tal hereja, en su forma burda, no perdur, pues a lo
que parece no cont con grandes figuras teolgicas; sino que, como
opina Gonzlez Faus 1 2 , se trataba sobre todo de un movimiento
popular que, negando el sufrimiento real de Cristo, trataba de salvar
su trascendencia divina.
2.2.2. Marcini3.
Naci en Snope del Ponto. Hijo de un obispo, muy pronto fue excomulgado por su mismo padre. March a Roma hacia el ao 140,
donde fund una secta cristiana con toda su jerarqua y liturgia.
Fue all tambin excomulgado en el ao 144. El Dios del Antiguo
Testamento es un Dios justo y cruel. Ha hundido al hombre en la miseria, porque, incapaz de crear una obra perfecta (ya que ha creado al
mundo por el demiurgo), ha tratado de liberar al hombre enviando a
Moiss para que le diese una ley. Pero sta es incapaz de liberar del
mal a su creatura. Por eso el Dios Misericordioso del Nuevo Testamento, compadecido del hombre, le enva a su Hijo. Pero verdaderamente
no es hombre. Sino que aparece en el mundo ya adulto, durante el
reinado de Tiberio Csar. Jess trata de salvar a los pobres hombres
mediante su predicacin, que conservamos slo en parte en San Lucas
y en Pablo. Los otros evangelistas no la presentan correctamente,
porque estn dominados por el Dios del mal por medio del demiurgo,
quien no se conformaba con la derrota que Jess le haba infligido
con sus poderes y milagros. El hijo del Dios bueno, tomando la figura
de un hombre, muri en la cruz para redimirlo. Pero esa redencin
afecta slo al alma del hombre, no a su cuerpo, que es materia. Pronto
despareci la secta marcionita, o se diluy en el maniquesmo 1 4 .
2.2.3. Los Adopcionistas. Tenan, segn San Ireno (Adv. Haer. I,
26) sus orgenes en Cerinto y los ebionitas de Palestina. El ms
importante de entre ellos fue Pablo de Samosata, segn afirma Euse-
299
3.
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
P. C A R L O S IGNACIO G O N Z L E Z S.J.
Finalmente usa la figura de la obra de Cristo, que como oveja llevada al matadero no abri su boca (16,7): es pues testigo
de cuan profundamente esta profeca sirvi a las primeras comunidades para comprender la cruz 2 '.
3.1.2. San Ignacio de Antioqua, cuyo nombre completo
era Ignacio Teforo ("Hombre de fuego, portador de Dios")2 2;
segn San Juan Crisstomo, fue un convertido de los Santos
Pedro y Pablo.
Su cartas reflejan ya los inicios de la larga y ardua lucha
contra las herejas cristolgicas, especialmente contra el docetismo judaizante. En su carta a los Ranos especialmente
los exhorta a precaverse de los errores y discordias de esta hereja, que lleva al cisma. Adems a su paso hacia Roma, Ignacio
encuentra esparcida por todas las Iglesias la hereja doceta:
Porque todo esto lo sufri el Seor por nosotros a fin de que nos salvemos. Y lo sufri verdaderamente, as como verdaderamente se resucit a s mismo, no segn dicen algunos infieles, que slo sufri
en apariencia: ellos si' que son apariencia! Y, segn como piensan,
as les suceder, que se quedan en entes incorpreos y fantasmales.
Y, por mi parte, s muy bien sabido, y en ello pongo mi fe, que, despus de su resurreccin, permaneci el Seor en su carne (Ad Smirn
2,3).
21. Cf EUSEBI DE CESREA, Op. cit.. III, 14.15, y 38.1-5 (ed. BAC.
pp. 147s y 188s.
22. Para situarlo histricamente cf J. VIVES, Op cit., p. 25; E. MOLINE,
op. cit., p. 58; J. QUASTEN, Op cit., pp. 71s.
302
C R I S T O L O G I A Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
Tal doctrina, tan fuertemente repetida por el grande telogo, tiene como para los dems Padres, fuertes acentos salvficos. No encuentra San Ignacio otra razn fuera de nuestra
salud, para defender tan incansablemente dicha fe:
Inmortal e invisible, se ha hecho visible por nuestra causa; incorruptible e impasible, se ha hecho pasible por nuestra causa; y por nuestra causa ha sufrido de tantas maneras" (Ad Polyc 3.2). Vivamos segn Jesucristo, muerto por nosotros, para que seamos librados de
la muerte por nuestra fe en su muerte (Ad Trall 2.1).
P. C A R L O S IGNACIO G O N Z L E Z S.J.
CRISTOLOGA Y SOTERIOLOGIA EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
ciembre del 107. Dos das antes haban sido arrojados a las
fieras sus compaeros Zzimo y Rufo 24 ..
Ahora bien, por qu causa naci hombre de una virgen por la virtud
del Verbo conforme al designio de Dios, Padre y soberano del universo, y fue llamado Jess y despus de crucificado resucit y subi al
cielo? El lector inteligente podr perfectamente comprenderlo por las
largas explicaciones hasta aquf dadas: (Ap I, 46.5).
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
He aqu algunos de los temas fundamentales en la cristologa y soteriologa de S. Ireno: a) sobre el origen del Verbo:
Si alguno dijere: Cmo puede haber sido producido el Hijo por el
Padre? Le responderamos que nadie entiende esta produccin, o generacin, o pronunciacin, o cualquiera que sea el nombre con que se
quiera llamar esta generacin, que es inenarrable, sino solamente
el Padre que engendr, y el Hijo que fue engendrado. Y supuesto que
esta generacin es inenarrable, todos los que se afanan por narrar
generaciones y producciones no estn en su sano juicio, por cuanto
intentan explicar cosas de suyo inexplicables (Adv Hear II, 28.6).
pretende que por sus secuaces habla el Parclito; pentecostales radicales, se sienten iluminados en sentido escatolgico: el reino del Parclito est prximo, y mediante ellos reinar por mil aos. Montano
sera un profeta superior a todos los anteriores, incluido Jesucristo:
l ha inaugurado el reino del Parclito. Como una profetiza del grupo,
Maximila, anunciaba guerras y cataclismos, los montaistas se mostraban ansiosos del martirio. Un gran telogo seguidor de Montano fue
Tertuliano.
30. G. AULEN, Christus Vctor. Londres, SPCK, 1950, p. 50.
307
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
ms mstica, y est ms inspirada en Platn i ; la segunda, prefiere una teologa ms fincada en la tierra, ms prctica y realista, sigue ms de de cerca el pensamiento aristotlico. Por lo
mismo los alejandrinos dieron a veces la impresin de inclinarse a un docetismo que en el fondo, si no negaba la verdadera
humanidad de Jesucristo, al menos pareca concederle menor
importancia: y es que para ellos, como buenos platnicos, el
principio fundamental es la unidad de todo, incluso en Jesucristo (por lo cual subrayaban tanto en l la primaca del Logos,
principio de su unidad personal). Por el contrario los antioquenos, al distinguir tanto las dos naturalezas de Cristo y poner el
nfasis en la realidad de su humanidad, corran el peligro de
parecer adopcionistas (al menos a los ojos de los alejandrinos).
Cierto que se trata solamente de diferencia de enfoques; pero
cuando estas tendencias se extremaron, dieron origen a las dos
herejas cristo lgicas fundamentales: por una parte el exceso en
la afirmacin de la unidad de Cristo centrada en el Logos se
concretiz en la hereja de Arrio, tpicamente alejandrina;
y en el termino opuesto del pndulo, la distincin extremada
de las dos naturalezas dio origen a la hereja de Nestorio, de
caractersticas antioquenas. He aqu dos ejemplos que nos introducen a la primera escuela:
3.4.1. Clemente de Alejandra^. p a r a l, como buen platnico, la salvacin consiste fundamentalmente en un conocer
(aunque no debe confundirse dicho concepto griego con el actual, ms racionalista: dicho conocer griego supona una grande
riqueza de relaciones personales y de la cultura integral, que inclua aun el tipo de vida). Dicho conocer es una va, un camino
para toda la actividad y la existencia humana. He aqu por qu
en Clemente es tan importante la salvacin que nos ofrece
Cristo como Pedagogo (y as llam precisamente una de sus
310
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
312
b. Enfoca, siguiendo a San Ireneo, esta unin hacia la soteriologa, por el intercambio entre la naturaleza divina y humana. Prosigue el texto:
...para la salud de los creyentes. Estos ven cmo desde entonces comenzaron a entretejerse la naturaleza divina y la humana. As, la naturaleza humana, por su comunin con la divinidad, se torna divina
no slo en Jess, sino tambin en todos los que, despus de creer,
abrazan la vida que Jess ense, vida que conduce a la amistad y
comunin con Dios a todo el que sigue los consejos de Jess (Ibid).
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
P. CARLOS IGNACIO G O N Z L E Z S.J.
d. Si ese mediador nuestro vino a la carne, fue no por necesidad, ni en la forma mtica de los otros dioces (como Dionisio que engaado por los titanes cae del cielo de Zeus para
luego ascender de nuevo: Contra Celso IV, 17) sino por el amor
a los hombres y por obediencia al Padre:
El que baj a los hombres estaba en la forma de Dios, y por amor
a los hombres, se anonad a s mismo (Flp 2, 6-7) para poder ser
comprendido de los hombres (Adv Cel 4,15).
ba toda entera en- el Hijo de Dios o haba recibido todo entero dentro
de s al Hijo de Dios (De Princ 2, 6.3).
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G A EN L A A N T I G U A T R A D I C I N
4. A manera de sntesis
Ya hemos dicho arriba cmo los Padres no tienen una doctrina unificada teolgicamente, ni acerca del ser de Jesucristo
ni acerca de su obra salvfica. Debieron afrontar una grande
serie de problemas culturales, terminolgicos, herticos. Si se
auna lo anterior al hecho de que la teologa estaba an iniciando su desarrollo, se podr entender que los Padres (sobre todo
los antenicenos) hayan tenido que buscar en medio de muchos
intentos y balbuceos la correcta expresin de la nica fe.
Pero gracias tambin a ese inmenso esfuerzo los Padres del
Concilio de Nicea no se encontraron en un vaco teolgico
para afrontar las grandes herejas que tomaban cuerpo en la
ms grave del momento, el arrianismo. En efecto, contaban con
mltiples datos que, aun faltos de unidad teolgica por no haber
an ninguna frmula de fe dogmtica, expresaban sin embargo
la unidad de fe de la Iglesia, de la cual los Padres que hemos tratado constituyen apenas un pequeo florilegio. He aqu algunos
de los puntos en que podramos resumir la contribucin de los
Padres antenicenos:
4.1. Punto de partida, la necesidad de salvar la verdadera
liberacin en Cristo, nica si bien expresable de varias maneras 42 :
42. Ms adelante desarrollaremos ms detenida y sintticamente las diversas categoras de la soteriologa patrstica: cf. el tema XVI, No. 1.
316
Profundizacin
5.1. Investigacin. Sugerimos los siguientes tpicos:
Leer uno de los Santos Padres apostlicos en su texto directo. Situar a dicho Santo Padre en su poca, y analizar su
obra leyndola desde el punto de vista cristolgico y soteriolgico.
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
6. Gua pastoral
6.1. Lectura espiritual: una de las siete cartas de San Ignacio de Antioqua, en D. RUIZ BUENO, Padres Apostlicos.
Madrid, BAC, 1967.
6.2. Prctica pastoral. Revisar en mi grupo de trabajo apostlico si la fe en Jesucristo corresponde a la esperanza de salvacin. O hay divorcio entre la fe y la esperanza, de manera que
la fe confiese a Jesucristo verdadero Hijo de Dios e Hijo del
Hombre, al mismo tiempo que se espera o una salvacin slo
6.3. Homiltica. Ms que ofrecer un guin concreto, proponemos un criterio general: siempre que prediquemos el misterio de Jesucristo hemos de integrar cada una de las percopas
sobre la figura de Jess, con su accin salvadora. Por ej. al explicar a nuestros hermanos el milagro de la curacin del paraltico (Me 2) no reducirnos a "probar" la divinidad de Jess por
su poder de hacer milagros; sino hemos de preguntarnos: En
qu manera este milagro es signo de la presencia salvadora del
Padre en Jesucristo? Qu tipo de salvacin ofrece al hombre?
Por qu puede ofrecer este tipo de salvacin (y no otro) si
Jesucristo es al mismo tiempo Hijo de Dios y verdadero hijo
de Mara? Se trata de tomar como criterio bsico de nuestra
homiltica la preocupacin de los Santos Padres por integrar
la cristologa y la soteriologa.
5.4. Liturgia de las horas. Meditacin de estas lecturas:
*S. IGNACIO DE ANTIOQUA, "Mi amor est crucificado". Mar XOrd.
*S. IGNACIO DE ANTIOQUA, "Soy trigo de Dios y he
de ser molido por los dientes de las fieras". 17 oct.
*S. POLICARPO, "Cristo nos ha dejado un modelo en su
propia persona". Mar. XXVI Ord.
*S. IRENO, "El designio de la encarnacin redentora".
19 dic.
*ORIGENES, "El sacrificio de Abraham". Mar. V Ord.
319
TEMA XII LOS SANTOS PADRES Y CONCILIOS QUE FINCARN LA DOCTRINA CRISTOLOGICA
"Dios Padre envi al mundo a su Hijo Jesucristo, nuestro Seor, verdadero Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos y verdadero
Hombre, nacido de Mara la Virgen por obra del Espritu Santo.
En Cristo y por Cristo. Dios Padre se une a los hombres, El Hijo
de Dios asume lo humano y lo creado; restablece la comunin entre el
Padre y los hombres" (Pue 188).
Sumario
Apenas decretada por Constantino la libertad para la religin cristiana, fue necesario reunirse para discutir aquellos problemas que surgan de
las primeras herejas, y para unificar los puntos fundamentales de la doctrina cristiana.
1. El concilio de Nicea (325 primero ecumnico) fue convocado sobre todo para dar respuesta al arrianismo. Esta hereja (cuyo padre era
Arrio) enseaba que el Verbo no era Dios en sentido estricto, sino una
especie de "dios intermedio", el primer "hecho", por medio del cual
Dios haba creado el mundo. Fue desde el principio lleno de gracia,
y adoptado como Hijo por el Padre en previsin de sus mritos. Contra
tal doctrina el concilio redact y proclam el credo que recitamos an
en la eucarista, y que define la unidad absoluta de Dios, pero en tres
personas, de las cuales el Hijo es engendrado y de la misma substancia
del Padre. Ese mismo Verbo se encarn en el seno de Mara, muri y resucit por nosotros, y fue constituido Seor.
2. San Atanasio, campen teolgico de Nicea, ensea que el hombre
'fue creado incorruptible por gracia, segn la imagen del Verbo. Destruida
tal imagen por el pecado, el Padre quiso reconstruirla, y para eso envi
de nuevo al Verbo, el cual se encarn en la carne de pecado, corruptible,
para hacerla participante de su incorruptibilidad.
321
1. El concilio de Nicea
44
322
CRISTOLOGIA Y SOTERIOLOGIA EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
Dios no siempre fue Padre, sino que hubo un tiempo en que fue
slo Dios, an no Padre; slo despus fue Padre. No siempre existi
el Hijo, pues todas las cosas comenzaron a existir de la nada, y todas
fueron creadas. El mismo Verbo de Dios fue hecho de la nada, y hubo
un tiempo en que no exista, sino que comenz a existir por creacin.
Entonces haba slo Dios, pero an no Verbo ni sabidura. Cuando
Dios quiso crearnos, entonces cre primero a uno, a quien llam
Verbo Sabidura e Hijo, y por medio de l nos cre.
El Verbo no es verdadero Dios. Porque aunque se le llame Dios, sin
embargo no es verdadero Dios; sino que Dios lo hizo participante de
su gracia, como a todos nosotros, pero a l le concedi el nombre
divino 4 5 .
Por su platonismo afirmaba que la divinidad, adems de no-creada,
deba ser no-engendrada. Por tanto el Hijo (Logos) no es verdadero
Dios. Si se le llama Hijo, es porque el Padre lo adopt como tal en
previsin de sus mritos. Por tanto es una creatura excelente, intermedia entre Dios y el universo, y es el instrumento de la creacin
que us el Padre. El Logos tom el lugar del alma en el cuerpo de
de Jesucristo. Y el Logos cre al Espritu Santo como primera creatura. Se trata, pues, de un gnosticismo que quiere reducir el misterio
a una interpretacin cientfica de corte platnico.
El Obispo de Alejandra, Alejandro, conden la hereja. Pero aferrado a ella Arrio despreci la condenacin de su obispo y se neg a
obedecer. Entonces Alejandro convoc un snodo de casi 100 obispos
africanos. La gran mayora (menos dos de ellos) conden la doctrina.
Y al no someterse Arrio, lo excomulgaron. Entonces ste acudi
a sus compaeros y discpulos de Luciano en el Oriente. El obispo
Eusebio de Nicomedia le dio todo su apoyo y lo recibi en su dicesis. Otros obispos lo siguieron, lo que provoc una gran ruptura
en la unidad de la Iglesia.
1.1. Situacin histrica: el arrianismo. Se trata de una hereja alejandrina de principios del siglo IV. Arrio naci en Libia en 256, y estudi
en Antioqufa, bajo Lucino, simpatizante de Marcin. Ordenado
presbtero en Alejandra por el ao 318 empez a ensear (influenciado por el neoplatonismo, y exagerando ciertas posiciones de Cirilo y
de Orgenes) que el Verbo no era Dios en sentido estricto, igual al
Padre; sino una creatura excelente, la mejor de todas; pero no eterno,
sino imagen del nico eterno. Se fundaba para ello en Jn 16,28: "Sal
del Padre y vine al mundo". Cont como seguidores a muchsimos
obispos orientales (tambin seguidores de Luciano, respetadsimo por
haber muerto mrtir bajo Diocleciano). Asimismo lo seguan muchos
intelectuales alejandrinos. Su atractivo era presentar el cristianismo
como la doctrina intelectual ms cientfica de su poca 4 4 .
Sobre el arrianismo cf. I. ORTIZ DE URBINA, Nicea y Constantinopla. Vitoria, Eset, 1969, pp. 30-53. Y cf. A. GRILLMEIER,
Christ in Christian Tradition. Londres, Mowbray, 1965, pp. 183-192.
O bien alguna buena historia de la Iglesia.
323
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
1.3. El credo de Nicea. El concilio se centr no directamente en la doctrina cristo lgica, sino en la trinitaria: estaba en
juego el concepto mismo del Dios revelado por Cristo. Pero en
cuanto la Iglesia trat de explicitar este misterio, inmediatamente se situ dentro de la revelacin acerca de la persona de
Cristo. He aqu su definicin:
Creemos en un Dios, Padre todopoderoso, hacedor (creador) de todas
las cosas, visibles e invisibles. Y en un solo Seor Jesucristo, Hijo de
Dios, nacido unignito (yei>ur}6 vra ex rov nanpt; jiovoyevr)) del
Padre; esto es, de la substancia del Padre (Tovrkorw x 7"T?f oucnaf
rov va-np^): Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero: nacido (engendrado: yewrjrkvm.) no creado, dla misma substancia (bixoobouov) que el Padre, por el cual fueron hechas todas las
cosas, las de los cielos como las de la tierra; el cual por nosotros los
hombres y por nuestra salvacin baj y se encarn (aaufXjO kvra)
hacindose hombre (evavd\p(jWrioavra), hacindose hombre (zvavQ-'
\pCirroai>Ta), y sufri y resucit al tercer da, y subi a los cielos,
y viene a juzgar a vivos y muertos. Y tambin en el Espritu Santo.
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G I A EN L A A N T I G U A T R A D I C I N
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
Pero por otra parte, el trmino unignito est inspirado totalmente en la Escritura (cf. Jn 3,1). No hay sino un solo Hijo
engendrado del Padre. Nosotros no somos hijos en la misma forma que el Hijo, ni el Hijo lo es de modo igual a nosotros por
adopcin (contra adopcionistas): por lo tanto el Hijo no es una
creatura. Tampoco es Hijo el Espritu Santo: Jesucristo es el
nico. En el mismo sentido afirma Juan, contra los primeros
gnsticos cristianos: "Y hemos visto su gloria, como del unignito del Padre" (Jn 1,14).
2. San Atanasio s 6
2.1. En su Discurso acerca de la Encarnacin del Verbos 7,
San Atanasio muy claramente pone la obra de nuestra salvacin como eje del misterio de Cristo. He aqu algunas de sus
ideas de mayor importancia para nuestro tratado: desde el principio afirma la absoluta centralidad del Verbo en la redencin
(n. 1): l se encarn por pura liberalidad para salvarnos: sta
es pues la finalidad de la decisin divina, tomada por pura gracia.
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
En efecto, el hombre, como toda creatura, tiende naturalmente a la corrupcin: si bien Dios, para conservar la ms excelente de sus creaturas, puso en ella su imagen por la participacin del hombre en el Verbo. En efecto, siguiendo la teologa
alejandrina, tiene al Verbo por la Imagen perfecta del Padre (n.
3). La amenaza de Dios a nuestros primeros padres: "moriris
de muerte" (Gen 2,17) no se refiere tanto a la muerte fsica
(pues sta, despus de todo, es natural) sino a la corrupcin
definitiva, una vez perdida la imagen del Verbo en nosotros;
ya que la incorrupcin era una gracia que se deba a la presencia
de dicha imagen, ya que el pecado es nada, y el hombre de por
s tiende a la nada (n. 4,5).
Una vez habiendo pecado el hombre, por una parte no convena que el Padre faltase a su justsima palabra. Pero tampoco
era conveniente que su obra ms amada y maravillosa pereciese
y tornase a la corrupcin (n. 6). Pero el hombre es incapaz de
retornar a la incorruptibilidad, por s mismo: la penitencia
a lo ms reconstruira el recto orden natural, pues la incorruptibilidad es gracia (n. 7). Era pues necesario que, si Dios quera
restablecer dicha gracia, interviniese el Verbo; ya que l era,
como imagen del Padre en el hombre, la semilla de incorrupcin.
Y as, el Verbo se hizo verdadera carne, uno de nosotros: no
porque lo exigiese la justicia divina (no se trata de un orden
jurdico) sino por generosidad (n. 9). Y as quiso l sujetarse,
en su cuerpo, a la corruptibilidad del hombre, para vencerla
"desde dentro". Y as volvemos a hacernos incorruptibles, por
la participacin del Verbo en nuestra naturaleza humana, y por
su presencia en nuestra humanidad. Cmo realiz el Verbocarne dicha obra salvadora? De varias maneras:
a) Como el hombre es de por s mortal, corpreo, carnal,
no poda conocer a Dios inmortal, infinito, incorpreo. Por eso
Dios lo cre a imagen de su Hijo Jesucristo: para que conocindose el hombre a s mismo como imagen del Hijo, y conociendo al Hijo en su carne, el hombre pudiese llegar al conocimiento
de Dios (n. 11). Perdido dicho conocimiento por el pecado,
Dios envi profetas, dio la Ley, pero ninguno de estos medios
poda restaurar la imagen divina, ni eran imagen del Padre:
por eso envi a su Verbo (n. 13).
332
c) Los milagros mismos son una pedagoga divina: as podemos reconocer al Verbo creador, a travs de su poder sobre
las creaturas, que l ejercitaba por su accin corporal; y contemplar al Seor del universo a travs de la delibilidad de nuestra
carne (n. 18s).
d) Muri como nosotros, para que murisemos como l;
es decir, no con la muerte eterna (ya destruida y vencida por la
cruz) sino como la semilla, que muere para vivir otra vez en un
cuerpo nuevo: por ello para San Atanasio no hay redencin
sin resurreccin (n. 21). La resurreccin de Jess es pues para
nosotros el signo de la victoria sobre la muerte (n. 30).
2.2. Su cristologa. Una tan bellsima y estructurada soteriologa, que segn testimonio del mismo santo slo puede conocerse mediante el atento estudio de las Escrituras (n. 56) exige
necesariamente la fidelidad a la confesin de fe sobre quin
es Jesucristo: el Verbo de Dios, igual al Padre, hecho carne. As
la recta doctrina soteriolgica es inseparable de la fidelidad a la
fe en Jesucristo que, siguiendo la Palabra revelada, confiesa
Niceas8. En efecto, ninguna creatura por elevadsima que sea
(y aqu se advierte su incisiva crtica del arrianismo, que vea
en el Verbo la primera y ms excelente creatura) es en s misma
58 "Para nosotros, los hombres, tan malo hubiera sido que la Palabra
no fuese verdadero Hijo de Dios, como lo hubiera sido que no fuese
verdadera la carne que ha asumido": S. ATANASIO, Adv Arian,
II, PG 26,276. Principio que aparece bajo diversas formas en los Santos Padres sucesivos: ya se ha hecho clsica la expresin lapidaria de
San Gregorio Nacianceno: "Lo que no ha sido asumido, no ha sido
redimido": Ep 101,87, PG 37,181. Y cf S. ATANASIO, Ep ad Epict
7 PG 26, 1060; S. CIRILO DE JERUSALEN, Catech 4,9, PG 33,
456; S. BASILIO Ep 261, 2, PG 32,969, etc. Y cf. Vaticano II: "Los
Santos Padres proclaman constantemente que no est sanado lo que
no ha sido asumido por Cristo": AG, 3.
333
CRISTOLOGA Y SOTERIOLOGIA EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
El Concilio de Efesoe i
3.1. Situacin histrica: el nestorianismo. Como reaccin al extremismo de Apolinar de Laodicea, que en el fondo negaba la realidad
del hombre Jess (al reducirlo slo al cuerpo sin alma), dos obispos de
62 Sobre las diferencias, confusiones, relaciones e influjo entre los trminos prsopon e hipstasis, cf von BALTHASAR H.U., Teodrammatica, vol, 3. Milano, Jaca Book, 1983, pp. 196ss.
336
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
CRISTOLOGIA Y SOTERIOLOGIA EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
Sin embargo aun el concilio de Efeso dej una puerta de escape a la heterodoxia: preocupados los Padres (sobre todo San
Cirilo) por asegurar la unin personal de las dos naturalezas de
Cristo, ciertamente descuidaron reflexionar sobre las distintas
propiedades de ambas naturalezas, sobre todo de la humana (aunque tal distincin qued fundamentalmente implcita en la
frmula de unin apenas citada). No obstante la vaguedad en
este punto dio margen para que continuasen acerbas controversias que desembocaron finalmente en la definicin del concilio
de Calcedonia (reconocido como el concilio cristologico por
excelencia), y en el III de Constantinopla?o.
4. El Concilio de Calcedonia
4.1. Situacin histrica: las ambigedades. He aqu cmo B. Sesbo describe la situacin doctrinal tras el concilio de Efeso.
Si se da por un hecho que el Verbo de Dios se ha apropiado una naturaleza humana, se podra saber qu ha hecho con ella? Qu sucede con esta naturaleza humana, a partir del hecho de la unin hiposttica? Puede mantener su realidad, o es absorbida por la divinidad?
Se puede conumerar con la naturaleza divina, y hablar por tanto
de una dualidad de naturalezas? En otras palabras: la tradicin siempre ha afirmado la verdad de la humanidad de Jess de Nazaret;
pero se puede sta mantener tras la unin hiposttica?"?i.
Aunque Proclo, segundo sucesor de Nestorio en la sede de Constantinopla, haba propuesto en el ao 435 una frmula muy aceptable:
"uno de la Trinidad se encarn", apenas dos aos despus un monje
piadoso pero ignorante radicaliz esa afirmacin, en una forma que
la realidad de la carne de Cristo de nuevo vena diluida en una enseanza que daba toda la impresin de un docetismo camuflado: Euti-
70 De nuevo el problema gravsimo que se sigui, fue debido a la ambigedad en la terminologa: para los alejandrinos (y con ellos San Cirilo) la fysis (naturaleza) singnificaba prcticamente la persona completa, mientras que para los antiquenos indicaba solamente cada una
de las naturalezas. Por ello la confesin de dos fysis en Cristo sonaba
a los alejandrinos como si fuese un empecinamiento en la doctrina
de Nestorio; porque entonces tanto el Verbo como el hombre-Jess
seran dos personas completas (y as la unin sera o slo por adopcin, o simplemente moral). En cambio a los antioquenos sonaba
a hereja apolinarista la afirmacin alejandrina de la nica fysis de
Cristo (que los norafricanos entendan en el sentido de una nica
realidad (personal).
71 B. SESBOUE, Jsus-Christ dans la Tradition de l'Eglise. Pars, Descle,
1982, p. 133. Para una panormica ms completa cfV. TH. CAMELOT, Op cit, pp. 83-146.
340
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
ques, archimandrita de un gran monasterio, quiso apegarse (sin comprenderlo del todo) al texto de San Cirilo, y manifestar as su absoluta fidelidad a Efeso; mas sin advertir que el trmino fysis de San
Cirilo tena en Antioqua una connotacin del todo diversa (cf\a. nota
22). Cierto que S. Cirilo haba condenado la doctrina de Nestorio,
diciendo que "a partir de la encarnacin de la Palabra Divina, quedaba slo una fysis" (es decir, una sola realidad personal): Eutiques
la repiti literalmente (al estilo antioqueno), entendiendo que antes de
la encarnacin haba dos naturalezas, la divina y la humana; pero tras
la encarnacin quedaba en Cristo una sola naturaleza, la divina. Incluso la ilustraba diciendo: as como el mar es inmenso y una gota de
miel es pequea, y si sta se arroja en el mar queda totalmente disuelta en la inmensidad, as la humanidad de Jesucristo, tras la encarnacin, qued disuelta en su divinidad: por ello se llam esta hereja
monofisismo (que afirma una sola naturaleza en Cristo). Se trataba,
como se ve, de una fidelidad parcial a Efeso, pues se olvidaba de leer
que Jesucristo era "de la misma substancia que el Padre, segn la
divinidad; y de la misma substancia del hombre, segn la humanidad".
Condenado y depuesto de su cargo Eutiques por el snodo local de
Dorilea (448), acudi el archimandrita (amigo de Crisafio, eunuco de
la corte) al emperador Teodosio II, quien convoc un concilio para
dirimir el asunto. El Papa Len I el Grande acept la decisin, y envi una cuidadosa carta a Flaviano, Patriarca entonces de Constantinopla, para que se leyese en el concilio que debera reunirse en Efeso:
tan magnfico documento cristologico se conoce con el Tomus ad Flavianum, que expresa, en palabras del mismo Len I, "lo que cree y
ensea la Santa Iglesia Catlica en todo el universo, acerca de la encarnacin del Seor".
l.'AfHl
H I N A C I O G O N Z L E Z S.J.
73 Ibid, p. 736.
74 Cf. el texto ntegro en A. SAENZ, Son Len Magno y los misterios
de Cristo. Paran, Mikael, 1984, pp. 323 ss. O bien, en J. MARTORELL, Mysterium Christi (Len Magno). Valencia, 1983, pp. 41-61.
De ste ltimo tomamos la cita que sigue. Tambin se encuentra
en P. TH. CAMELOT, Op cit, pp. 227-235.
75 Ibid, pp. 47 y 50s.
342
CRISTOLOGA Y SOTERIOLOGA EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
4.4. Significacin de la frmula 2. Me ha parecido til reproducir el esquema con que B. Sesbo presenta lo esencial
de la frmula de Calcedonia. La divide en dos partes fundamentales. En la primera se recapitulara la enseanza anterior sobre Jesucristo:
C R I S T O L O G I A Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
y l mismo
perfecto en humanidad
verdaderamente hombre
(hecho) de alma racional y
cuerpo.
consubstancial a nosotros segn
la humanidad, semejante en todo
a nosotros, menos en el pecado
en
los ltimos tiempos, por
nosotros y por nuestra salvacin (engendrado) de Mara la
Virgen, Madre de Dios, segn
su humanidad.
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
Como se puede observar, esta definicin dogmtica, redactada segn la instruccin del Papa San Len el Grande, afirma
que Cristo tiene dos naturalezas no mezcladas (condena as
la doctrina de Eutiques), no transformadas (contra la de Discoro), y que es una sola persona sin divisin ni separacin posible (contra la enseanza de Nestorio). Pero adems afirma la
divinidad de Cristo desde la encamacin, y del Logos desde la
eternidad, as como la igualdad substancial con el Padre, salvando al mismo tiempo la distincin de personas entre el Padre y
el Hijo. Finalmente afirma por una parte la "comunicacin de
idiomas" (propiedades) entre las dos naturalezas, en cuanto
unidas al nivel de la persona; y por otra distingue las propiedades y las acciones de cada una de las naturalezas: segn la enseanza de San Len Papa, es el mismo Jesucristo el que llora
por su amigo Lzaro y el que obra el milagro; pero llora como
hombre, y realiza el milagro en cuanto Dios. Y no debemos
confundirnos: ni Dios en cuanto tal puede llorar, ni el hombre
en cuanto tal hacer milagros.
Tampoco se trata de trminos abstractos y esquemticos. En la definicin conciliar, clarificada por el Tomus ad Flavianum, el trmino
persona corresponde a un ser viviente, responsable, libre, consciente y
uno, para responder a la pregunta: "quin es?": es Jesucristo (una persona). Y el trmino naturaleza para responder al interrogante: "qu es?":
es Dios y es hombre. Pero no se trata en el caso de Jesucristo de un Diosidea y de un hombre-definicin; sino del Hijo real y viviente de Dios, y
del Hijo real y viviente de Mara. Y el que sea una persona nos indica que
346
P. C A R L O S IGNACIO G O N Z L E Z S.J.
C B I S T O L O G I A Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
349
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
orientales y occidentales confesaban la impecabilidad de Jesucristo, fieles a Heb 4,15. El conflicto se planteaba en el orden
ontologico, no en el moral. En otras palabras se trataba de ver
si tras la unin hipostatica de las dos naturalezas permanecan
inalterables la voluntad humana y la voluntad divina de Jesucristo, o si la primera qued absorbida por la segunda; pero si
ste ltimo hubiese sido el caso, entonces no hubiese habido
unin, sino desaparicin del elemento humano. Lo que Constantinopla III defendi fue la absoluta integridad de la naturaleza humana del hombre Jess, incluidas todas sus operaciones,
aun tras la asuncin de la misma por el Verbo; y ello por motivo
de nuestra salvacin, como indica el texto de la definicin conciliar? o.
Esta declaracin era necesaria. En efecto, es claro, por lo que hemos
dicho, que el Hijo de Dios asumi una naturaleza humana completa. Pero no sera tal si le faltase la voluntad, que es una potencia
natural, al igual que el entendimiento, como se desprende de la doctrina expuesta en la Primera Parte. De esto se infiere necesariamente
que el Hijo de Dios, junto con la naturaleza humana, asumi una voluntad tambin humana. Ahora bien, por la asuncin de la naturaleza humana no sufri el Hijo de Dios menoscabo alguno en lo que es
propio de su naturaleza divina
Santo> Toms de Aquino podra ofrecernos en este momento varias pistas muy interesantes no precisamente para comprender el misterio (pues la mente humana no puede penetrar en l
completamente), pero s para atisbar su significado8. He aqu
algunos de sus principios que pueden guiar nuestra reflexin:
No hemos de leer este problema como si se tratase de una
oposicin entre la voluntad humana y la voluntad divina de
Jess: no est en juego aqu el hecho de que Jess pueda o no
pueda pecar. Desde luego todos los Santos Padres y obispos
88 I. GONZLEZ FAUS, Op cit., p. 472.
89 Cf Suma Teolgica III, pp. 18 y 19.
350
6.
Profundizacin
6.1. Investigacin.
* Comparar cada una de las afirmaciones de los concilios con diversos textos del Nuevo Testamento: fuera del necesario uso de una terminologa diversa, hay una verdadera correspondencia de fondo
en la doctrina? O es verdad la acusacin de que los concilios han falseado la Palabra de Dios?
* Hacer la misma comparacin entre la doctrina del Nuevo Testamento y alguna de las herejas que hemos visto, como el arrianismo, el
apolinarismo, el nestorianismo, el monofisismo, el monotelismo.
7. Gua pastoral
7.1. Lectura espiritual
S. LEN MAGNO, Hom. "Sobre la natividad del Seor", en Homilas del ao litrgico. Madrid, BAC, 1969, pp. 69-122.
A. ORBE, "La humanidad de Cristo merece amor sin trmino",
en Elevaciones sobre el amor de Cristo. Madrid, BAC, 1974, pp.
93-97.
7.2. Actividad pastoral. Sondear en mi grupo de trabajo si la salvacin
que cada uno espera est realmente fundada en la fe de la Iglesia. Esto
es, si no slo confiesa a Jesucristo como verdadero Hijo del Padre y
verdadero hombre; sino tambin espera una salvacin que es a la vez
e inseparablemente divina y humana, trascendente y terrenal; que espera todo para la vida eterna, y al mismo tiempo toma sobre s la
responsabilidad cristiana de la transformacin de este mundo conforme a los valores evanglicos.
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
dicar sobre l, por ejemplo sobre cmo curaba a los enfermos, viva
en pobreza, optaba por los pobres, coma con los publcanos, etc.,
hemos de presentar precisamente a ese Jess como el camino hacia
el Padre. Y en esas acciones suyas hemos de reconocer quin es el
Padre, cul es su amor, y cmo se nos manifiesta por Jesucristo.
En otras palabras, hemos de predicar a un Jesucristo verdaderamente
Hijo de Dios, y verdaderamente encarnado.
* Hemos de predicar sobre Mara, siguiendo LG 67, siempre en relacin con el misterio de salvacin en Jesucristo, sin detenernos en
"un afecto infructuoso y transitorio" hacia la Madre de Dios.
7.4. Liturgia de las Horas. Lecturas:
*S. ATANASIO, "La encarnacin del Verbo". 2 mayo.
*S. ATANASIO, "El Verbo tom de Mara un cuerpo semejante al
nuestro". 1 enero.
*S. CIRILO DE ALEJANDRA, "Dios nos ha reconciliado por medio de Cristo". Dom VI Pase.
*S. GREGORIO DE NACIANZO, " O h admirable intercambio!"
Mar I Adv.
*S. LEN MAGNO, "El misterio de nuestra reconciliacin". 25
marzo.
*S. LEN MAGNO, "Reconoce, oh cristiano, tu dignidad". 25 dic.
Se puede tambin revisar la devocin a Mara en nuestra comunidad eclesial: La hemos prcticamente desechado, deshumanizando
as al mismo Jesucristo? Nos hemos dejado llevar por el sofisma
(en el fondo gnstico, porque atiende slo a lo que descubre nuestra
razn, sin escuchar fielmente la Palabra revelada de Dios sobre cul
ha sido su libre proyecto salvfico) de que "Dios no necesita a Mara
para salvarnos, porque nos puede salvar sin ella" (tal sofisma, aplicado
en serio, destruira todo el cristianismo, porque Dios no puede salvar
tambin sin la Iglesia, sin la eucarista, e incluso sin la encarnacin
de su Hijo!).
7.3. Homiltica. De lo dicho proponemos los siguientes criterios:
* No reducir nuestra fe en el Cristo que confiesa la Iglesia a slo una
confesin de palabra, desconectada de a salvacin del hombre. Por
tanto no reducir nuestra predicacin a una exhortacin a adorar
y rendir culto a Jesucristo (es decir no reducirlo al slo nivel de su
divinidad), pues tal reduccin sera de hecho una expresin de fe monofisita. Tampoco podemos reducir nuestra predicacin a una exhortacin al activismo social o poltico a nombre de nuestra fe en Jesucristo: sera tambin un monofisismo en que su divinidad queda absorbida por lo humano (es la "hereja de la accin"). Por tanto al pre352
353
Sumario
Habiendo estudiado los puntos fundamentales e irrenunciables de nuestra fe cristolgica, que deben ser ncesariamente comunes a toda reflexin
teolgica, nos encausamos ahora por el sendero de las diversas expresiones
del misterio, que tratan de explicar en lo posible la verdad revelada sobre
Jesucristo y su obra. En el captulo presente estudiamos dos teologas clsicas que han influenciado por siglos en el pensamiento de los telogos
catlicos.
1. San Anselmo de Canterbury es el primero que ha escrito una obra
sistemtica sobre la redencin. Su finalidad era (como padre de la escolstica) tratar de aplicar el razonamiento para iluminar la comprensin
de la verdad revelada. El santo niega que el Padre haya mandado a su Hijo
morir en la cruz (seria injusto hacer morir al inocente por los pecadores)
sino lo mand al mundo con la misin de predicar el evangelio; el Hijo
encontr la muerte por fidelidad (obediencia) a esa misin, rechazada por
los hombres. Habiendo pecado los hombres, stos eran incapaces de "satisfacer" por su pecado (que consiste en deshonrar a Dios al faltar al orden
que l ha establecido); porque slo se satisface ofreciendo ms de aquello
que es debido; pero todo lo que el hombre tiene o hace (incluso la muerte)
le es debida. Luego slo puede satisfacer por l Jesucristo (si Dios quiere
mandarlo) porque su muerte (no siendo pecador) no les es debida: y as
puede aceptarla por pura generosidad y liberalidad.
2. Santo Toms de Aquino considera como la doctrina ms probable
que el Verbo se encarn (en la actual economa salvfica) slo por razn
355
CRISTOLOGA Y SOTERIOLOGIA EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
ventajas y limitaciones de un trabajo de pionero**. Si bien muchos de los inconvenientes que se le han criticado pueden en
gran parte deberse o a las interpretaciones deficientes que se
limitan con frecuencia a repetir esquemas esclerotizados que no
se toman la molestia de ir directamente a las fuentes; o bien a
las lecturas anacronistas del Cur Deus Homo, atribuyndole
preocupaciones o categoras nuestras, impensables en su tiempo. Queda el hecho de no poco valor, que su interpretacin
de la obra de Cristo como satisfaccin (si bien repensada y purificada) ha inspirado la mayor parte de las soteriologas posteriores. En la siguiente exposicin me limito a presentar lo ms
fielmente posible, aunque en forma necesariamente muy resumida, la doctrina de la obra de San Anselmo ya citada, y que
se divide en dos partes (o libros) fundamentales: a) El hombre
pecador, si ha de ser perdonado, tiene que satisfacer por su
culpa; pero se encuentra impotente, b) Solamente un Dioshombre puede satisfacer por l; cul es la eficacia de dicha satisfaccin.
356
S. RAMREZ, Introd, a Sto. TOMAS DE AQUINO, Suma Teolgica, Vol. XI. Madrid, BAC, 1960, p. 5.
San Anselmo naci en Aosta (hoy norte de Italia) en 1033/4. Entr
en el monasterio de Bec, cuyo prior era el famoso Lanfranco. Trasla-
95
358
C R I S T O L O G I A Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
1.2. Las objeciones de los infieles. El Santo comienza desbrozando el terreno de las ideas por las cuales los incrdulos,
en realidad desconocedores de nuestra fe, la acusan de irracional
y aun absurda:
1.2.1. Literariamente San Anselmo escribe su libro en forma
de dilogo. Bosn, su intrprete, la hace de "abogado del diablo" (si bien benigno), y representa los incrdulos. Ante todo.
99
100
359
C R I S T O L O G I A Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
P. CARLOS IGNACIO G O N Z L E Z S.J.
Como se ve, tal afirmacin, que por desgracia muchos consideran (y aun ensean) como doctrina de nuestra fe, en San
Anselmo (como despus en Santo Toms) no es sino una objecin de los no creyentes! El santo responde con una dialctica muy ayuda: "A mi modo de ver, no distingues bien entre lo
que hizo por exigirlo as la obediencia y lo que sufri no por
exigencias de la obediencia, sino porque guard la obediencia"! 02. Y explica en seguida: el Padre ni conden a su Hijo
101 Ibid, L. I, c.8, p. 761.
102 Ibid, L.I, c.9,p.763.
360
Ibid, p. 765. Y conviene leer las pginas siguientes, donde enfoca la misma respuesta desde diversos ngulos: si yo acepto una misin muy peligrosa de la que se me sigue la muerte (y lo hago a sabiendas de ello) no soy suicida, sino muero por "obediencia" a mi
misin hasta la muerte: es decir, por fidelidad.
361
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
mos a Dios y el que Dios nos exige. Solamente esa voluntad hace obras
agradables a Dios cuando puede obrar, y cuando no puede ella sola
basta para gradar porque sin ella ninguna obra agrada. El que no da a
Dios este honor debido, quita a Dios lo que es suyo, y le deshonra;
y esto es precisamente el pecado^oe.
104
105
362
1.3.2. Habiendo pecado el hombre, puede Dios perdonarlo sin ms? No, piensa San Anselmo. Es verdad que Dios es bueno, pero tambin es justo: el perdonar simplemente, sin castigar
lo mal hecho, sera un desorden indigno de Dios, que pondra
a la par al justo con el pecador, y en el fondo dara lo mismo
que el hombre obedeciera o no a la ley divina. San Anselmo insiste en defender el orden que llamamos hoy "objetivo", que no
puede tolerar una "bondad" arbitraria de Dios: "cuando se dice
que lo que (Dios) quiere es justo, y lo que no quiere no es justo, no hay que entenderlo como si Dios quisiera que una cosa
que es inconveniente fuese buena nada ms porque El lo quiere' 07. Ahora bien, cuando alguien ha cometido una falta, es
justo que repare el mal hecho, y adems ofrezca algo por su
culpabilidad personal. En este punto San Anselmo sigue a Tertuliano y a San Agustn, aunque remotamente 108 . Dichos telogos hablan ya de la satisfaccin en un contexto penitencial:
Dios perdona el pecado, pero no lo hace de un modo automtico, sin que cambie la voluntad del hombre (de otro modo tra-
106
CRISTOLOGA Y SOTERIOLOGIA EN L A A N T I G U A T R A D I C I N
111
Otra cosa muy distinta ser el pensamiento de Santo Toms, respecto a la infinidad objetiva del pecado mortal (cf De verit. q. 28,
a.2), pero se trata de una infinitud relativa ("offensa habuit quamdam
infinitatem ex infintate diviane maiestatis": IV Sent, d.15, q.l, a.2,
ad 1, y cfSum Teol III, q.l, a.2, ad 2). Pero el mismo Santo Toms
reconoce que subjetivamente el pecado es siempre limitado, porque
"ninguna creatura puede realizar un acto infinito": Suma Teol
I, II, q. 87,a.4.
Cur Deus Homo, L. II, ce. 1-4. Se nota claramente el influjo de
varios Santos Padres, como por ejemplo de San Atanasio, Oratio
de Incarnatione Verbi, 1,6, PG 25, 108.
364
365
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
miao los milagros, predicacin, y todo el resto de la vida histrica de Jess, como si fuese poca su relevancia para la obra redentora.
1.4.3. Finalmente un punto muy dbil en la teologa anselmiana: no logra comtemplar el cmo se inserta el hombre en
esta obra redentora, si no es de manera muy extrnseca: los
mritos de Jesucristo son infinitos; pero siendo ste Hijo de
Dios, no los necesita para s. Sera pues una prdida enorme si
no se aplicaran a alguno: y qu ms natural que el aplicarlos
a aquellos por quienes l quiso morir? {ibid, c.19). Parece no
dar importancia a la colaboracin humana.
En la obra del Santo hay dos hechos que debemos considerar como
importantes: a) La conexin de la teologa sistemtica (las "sentencias") con la Escritura: Santo Toms enseaba los dos aspectos teolgicos en horas sucesivas, y conservamos sus comentarios escriturfsticos as como los sistemticos; es por eso una pena que en general
desconozcamos su obra sobre la Escritura, porque entonces el estudio
de su doctrina se exclusiviza a la parte sistemtica, como desconexa
112
366
113
CRISTOLOGIA Y SOTERIOLOGIA EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
En efecto, no trata de demostrar, sino dice: "et hoc quidem consideran potest quantum ad promotionem hominis in bono", a lo que
siguen cinco razones salvfficas: para que mediante el Hijo hecho
carne sea posible al hombre caminar en la verdad, esperar, amar,
vivir una ley moral no meramente formal sino encarnada en un modelo, y finalmente para participar plenamente en la vida divina.
Luego contina la otra serie de razones precedidas de "Similiter
etiam hoc utile fuit ad remotionem mali", etc. Leer todo III, q. 1, a
2. y cfC.l. GONZLEZ, Amistad y Salvacin..., pp. 99-101.
117 Mucha tinta se ha gastado en la discusin sobre si el Hijo de Dios
se hubiese encarnado aun cuando el hombre no hubiese pecado,
como defiende Scoto, y los escotistas en general. Santo Toms es
muy abierto en esta materia, que trata en III, q.l, a.3: para l la
teologa se hace no a partir de lo que pudo o no pudo haber sucedido; sino a partir de lo que es real, histrico, y a lo cual ha respondido la palabra divina. El resto sera, para l especulacin posible.
Santo Toms no se cierra a una u otra opinin; pero dice que, de
acuerdo con la palabra revelada, l se inclina a creer que tienen
razn quienes opinan que el Hijo de Dios se encarn (en la presente
economa) slo por motivo de la salvacin del hombre pecador, ya
que "las cosas que dependen nicamente de la voluntad de Dios, y a
las cuales la criatura no tiene ningn derecho, no podemos conocerlas a no ser por la Escritura. Y como en todos los lugares de sta se
asigna como razn de la encarnacin el pecado del primer hombre,
es mejor decir que la encarnacin ha sido ordenada por Dios para
remedio del pecado". Pero no se- aferra a su opinin, pues "Sin
embargo la potencia de Dios no queda limitada por ello: hubiera
podido encarnarse aun sin existir el pecado", slo que esto no nos
ha sido revelado, y por lo mismo se mantiene a nivel especulativo
CfIIIsent,d.l,q.l,a3).
118 Las cuestiones 1 a 8 de la II parte estn dedicadas a este asunto.
Nos concentramos especialmente en la q. 3, que me parece clave.
369
C R I S T O L O G I A Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
C R I S T O L O G I A Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
372
2.3.2. La gracia capital: la tercera razn alegada nos conduce de la mano a este segundo aspecto de la gracia de Cristo.
Segn Santo Toms, fiel a su doctrina sobre la finalidad de la
encarnacin (que en la economa actual no fue otra sino nuestra
salvacin), sostiene que toda la razn de la gracia de Cristo somos nosotros: en efecto, l ha recibido la gracia para comunicrnosla. Por qu? Porque es cabeza de la Iglesia (q.8,a.l), y
porque es salvador de todos los hombres, segn la Escritura (q.
8, a.3, y cita 1 Tim 4,10; Un 2,2), ya que Cristo "es cabeza de
todos los hombres, aunque en modo diverso"; e incluso es cabeza de los ngeles (Ef l,20ss; Cof 2,10), y por tal motivo aun
ellos reciben toda su santidad en virtud de Cristo, y slo por ste pueden ellos ser bienaventurados. As pues, ni hay en Cristo
gracia alguna que no sea capital (por nosotros), ni en nosotros
gracia alguna que no sea de Cristo. Pero ya que en Cristo no se
puede distinguir su gracia personal (debida a la unin con el
Verbo) de su gracia como cabeza nuestra, el Santo Doctor concluye que solamente por la unin hiposttica es posible, en el
plan del Padre, nuestra gracia, y por lo mismo nuestra salvacin:
120
CRISTOLOGA Y SOTERIOLOGA EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
121
374
III, q.8, a.5. Es pues evidente la separacin imposible entre soteriologa y cristologa en Santo Toms, si no es tambin por "una distincin conceptual", que si separa las partes es por razn nicamente
de mtodo. (Sigue en la Suma una serie de cuestiones sobre la ciencia de Cristo, que por siglos influy en el pensamiento de tantos telogos, hoy enfocada de manera un tanto diversa; por lo que por ahora prescindimos de este tema, que requerira un estudio ms amplio
y especializado. La brevedad necesaria nos obliga a pasar por alto
igualmente ciertos aspectos riqusimos como la obediencia, oracin
y sacerdocio de Cristo, as como la cristologa y soteriologa de los
misterios de su vida pblica).
res... bajo un aspecto relativo, en cuanto cooperan de una manera dispositiva y ministerial a la unin entre Dios y los hombres".
2.5. La doctrina de la redencin. Aunque contempla todo el
misterio de Cristo como salvfico, Santo Toms, como buen
telogo latino, concentra la fuerza teolgica de su reflexin
soteriolgica en el misterio pascual. Sin embargo creo que sera
imposible entenderlo sin considerar, siquiera brevemente, su
doctrina fundamental sobre el pecado.
2.5.1. El pecado. El Doctor Anglico define ciertamente
el pecado, siguiendo a San Agustn, "un dicho, hecho o deseo,
contrario a la ley eterna" (I,II, q.71, a.6c); pero dicha definicin se encuentra en el contexto del tratado sobre la ley. Ms
cuando quiere puntualizar lo que es formalmente el pecado, lo
considera siempre como un acto contrario a la candad122.
Exactamente como "la caridad es la forma de todas las virtudes" 1 2 3 , as su falta es la forma de todo pecado.
Por otra parte el pecado no puede jams hacer a Dios ningn dao objetivo. Se trata siempre de un acto contrario al bien
del h o m b r e a ; por tanto la reparacin se debe referir al amor
122
123
124
As, por ejemplo: "cuando la voluntad elige una cosa que de suyo
es contra la caridad, mediante la cual el hombre est ordenado
a su ltimo fin, tal pecado es mortal... sea contra el amor a Dios,
sea contra el amor al prjimo" (I-II, q.88, a.2c. O bien: "solamente es pecado mortal aquello que se opone a la caridad" (II-II, q.59,
a.4). Slo despus, y en un segundo momento, el pecado contra el
amor a Dios y al prjimo podr ser especificado como homicidio,
adulterio, etc., segn el tipo de acto por el que se ha faltado al amor.
Como comenta G. GILLEMAN, "el pecado como acto inmoral es sin
duda una transgresin de la ley; pero esta transgresin no es sino el
aspecto moral o exterior de un desorden actual de nuestra capacidad
de amar... El pecado actual es, se podra decir, un acto de amor, pero
esta vez de un amor contra la naturaleza": Le primat de la charit
en thologie morle. Bruselas, DDB, 1954, p. 271.
Cf por ejemplo, II Sent d.26, q.l, a.4, ad 5; C.G. III, c. 138; I I - I I ,
q.23, a.4, ad 1 y a. 7c. Asf tambin para Santo Toms la nica virtud cristiana es el amor; cuando se habla de fe, castidad, esperanza,
etc., se trata de amor, vivido en la fe, en la castidad, etc. As, por
ejemplo, una mal dicha castidad sin amor no sera tal vez sino orgullo, egosmo, etc. Una "justicia" no expresin del amor, podra ser
ideologa, poltica, etc., pero no virtud cristiana.
Cf G.G. III, c. 122.
375
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
por el hermano. Entonces por qu se ha de ofrecer una satisfaccin a Dios? Slo en cuanto el pecador, en la medida de lo
posible, ha herido al Padre en su amor de Padre que quiere el
bien de su creatura ms amada 1 2 5 . Y como por consiguiente
el pecado lastima y aun destruye el amor a Dios como Padre,
Santo Toms lo llama, con San Pablo, "enemistad" 126 . Por
consiguiente la reparacin del pecado deber consistir fundamentalmente en la restauracin, en el corazn del hombre,
de la amistad con Dios (no propiamente en el corazn de Dios,
ya que ste no ha dejado jams de amar al hombre) 1 2 7 .
125
126
127
128
129
376
131
P. C A R L O S IGNACIO G O N Z L E Z S.J.
CRISTOLOG1A Y S O T E R I O L O G I A EN L A A N T I G U A T R A D I C I N
Pero el mrito no es algo extrnseco al hombre (no es identificable con el premio que recibe por sus buenas acciones), ni
algo que se aade a su amor; sino que es la misma transformacin interna del hombre por el amor, idntica al desarrollo de
su caridad, que tiene como trmino la felicidad definitiva. Siendo pues el mrito de Cristo idntico al infinito amor (divinohumano) con que nos am hasta la muerte, y muerte de cruz,
no se trata de una nocin meramente jurdica sino de una analoga para explicar de algn modo la gracia de Cristo. En qu
sentido nos pertenece esta gracia? El Santo Doctor afirma que
el Seor nos mereci la salvacin porque
Fue dada la gracia a Cristo no slo como a persona singular, sino
como a cabeza de la Iglesia, a fin de que aquella redundase sobre todos los miembros... De suerte que Cristo mereci la salud por su pasin, no slo para s mismo, sino tambin para todos sus miembros 1 3S
Satisface por la ofensa el que ofrece al ofendido algo que ste ama
tanto o ms de cuanto aborrece la ofensa. Ahora bien, padeciendo
por caridad y obediencia, Cristo prest a Dios un servicio mayor que
el exigido para la recompensacin de todas las ofensas del gnero
humano: primero, por la caridad con que sufri... (III, q.48, a.2).
134
378
137
379
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
P. C A R L O S IGNACIO G O N Z L E Z S.J.
139
380
Finalmente en la q.49, a.l, nos ofrece un magnfico resumen de su doctrina salvfica, en tres puntos fundamentales:
La pasin de Cristo es la causa propia de la remisin de los pecados
de tres maneras: a) Por cuanto mueve a la caridad... por la que conseguimos el perdn de los pecados (y cita Rm 5, 8-9 y Le 7,47). b) Por
va de redencin. Siendo El nuestra cabeza, con la pasin sufrida por
caridad y obediencia nos libr de los pecados, en razn de miembros
suyos... Toda la Iglesia, que es el cuerpo mstico de Cristo, se considera como una sola persona con su cabeza, que es Cristo, c) Por va de
eficiencia, en cuanto la carne, en la que Cristo soport la pasin, es
"instrumento de la divinidad"; de donde proviene que los padecimientos y las acciones de Cristo obran por virtud divina en la expulsin
del pecado.
III, q.48,a.3; por eso aade en su respuesta ad 3 que quienes lo mataron no son sacerdotes, pues "de parte de ellos, la pasin de Cristo
fue un crimen; en cambio de parte del que se ofreca fue un sacrificio": la accin externa en este caso es un delito; la interna (de Cristo), una oblacin.
141 III, q.48, a.4. Santo Toms trata de obviar dos dificultades: primera,
llamando a la muerte de Cristo quoddam pretium y no un precio en
sentido propio, evita que se interprete la cruz de Cristo como un castigo de justicia conmutativa o vindicativa; y segundo, explcita que
no se trata de un pago hecho al demonio (a quien ni nosotros ni
Cristo debamos nada), sino de un ofrecimiento libre al Padre.
381
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
cin de Cristo preferentemente desde el punto de vista apologtico (o sea como el mayor milagro que comprueba su divinidad) Santo Toms subraya preferentemente el aspeco de salvacin: Jess ha resucitado por nosotros 142 : El ha resucitado
como causa de nuestra resurreccin, que es el trmino de nuestra salud. En qu sentido? Tocamos aqu apenas tres de los
aspectos riqusimos de este aspecto de la teologa del Anglico:
Mara, que ha hecho tales obras y predicado la Palabra del Padre, que ha muerto, resucitado y ascendido al Padre. Entonces
en qu sentido puede aplicarse a los misterios concretos la
calificacin de salvficos? En cuanto cada uno de ellos indica
un momento especial en la obra salvadora, y para nosotros
tiene un sentido ejemplar propio: lo que acta Jesucristo por
su humanidad (siendo sta nuestro camino al Padre) nos hace
"configurarnos" con Cristo, y mediante su humanidad participar tambin de su vida divina.
Ms an, es la divinidad de Cristo la que nos ofrece la gracia y nos justifica, pero lo hace mediante su humanidad (con
todo lo que a ella corresponde: misterios particulares, historia,
etc.). Pero cada uno de los misterios ilumina un aspecto concreto de la salvacin, que en s misma es una y total:
La muerte de Cristo es causa de la remisin de nuestros pecados:
como causa eficiente, instrumentalmente; como causa ejemplar,
sacramentalmente; y como causa meritoria. De modo semejante,
la resurreccin de Cristo es causa de nuestra resurreccin: como causa
eficiente, instrumentalmente; como causa ejemplar, sacramentalmente; pero no como causa meritoria 1 4 4
142
382
146
384
CRISTOLOGIA Y S O T E R I O L O G I A EN LA A N T I G U A T R A D I C I N
3. Profundizacin
'"Analizar desde el punto de vista salvfico una de las siguientes obras
de SAN ANSELMO: "Por qu Dios se hizo hombre", "Carta sobre
la encarnacin", ambas en Obras, vol. 1, Madrid, BAC, 1952.
Estudiar la conexin del ser de Cristo con la salvacin del hombre
en alguno de los siguientes ncleos de la Suma Teolgica, III parte:
a) Encarnacin y unin hiposttica: qq. 1-7.
b) La gracia personal y capital de Cristo: qq. 8-9.
c) Unidad y pluralidad de voluntades y operaciones: qq. 18-19.d) Oracin y sacerdocio de Cristo: qq. 21-22.
e) La mediacin de Cristo: q. 26.
f) Los misterios de la vida de Cristo: qq. 39-45.
4. Gua pastoral
4.1. Lectura espiritual: A. ORBE, "Los tesoros del evangelio no se
abren a la razn", en Op cit., pp. 136-141.
4.2. Actividad
pastoral:
Sondear cunto influye en mi grupo de trabajo la idea de que Jesucristo nos ha redimido por su cruz (en manera exclusiva), provocando
una especie de "espiritualidad del puro dolor". Vive el valor salvfico de los dems misterios de la vida de Cristo, y en particular de la
resurreccin?
Domina en mi grupo de pastoral la idea (en el fondo, de que Jesucristo muri castigado por el Padre a causa de nuestros pecados, para calmar su ira? Cmo explicar que Jesucristo muri por obediencia al
Padre (no por castigo del Padre) siguiendo SAN ANSELMO. Por qu
Dios se hizo hombre, L.I, c.9, y STO. TOMAS, Suma Teolgica III,
q. 47, aa. 1-3?
Cmo explicar el mrito no por la dificultad o el sufrimiento que
cuesta una cosa, sino por el amor con que se hace? dem el valor del
sufrimiento? Es meritorio y salvfico todo sufrimiento?
4.3. Liturgia de las horas. Lecturas:
S. ANSELMO, "Que te conozca, que te ame, para que encuentre
en ti mi gozo". 21 abril.
S . ANSELMO, " Oh Virgen, por cuya bendicin queda bendecida toda la naturaleza!". 8 dic.
STO. TOMAS DE AQUINO, "El camino para llegar a la vida verdadera". Mar. VII Ord.
385
PARA ANUNCIAR
A JESUCRISTO HOY
Parte IV
Sumario
Con el patrimonio heredado de los grandes concilios cristolgicos
y de los autores clsicos, nos esforzamos ahora por estudiar la manera de
presentar a Jesucristo a los hombres de nuestro tiempo, de manera adecuada; pero reconociendo que todos nuestros empeos sern siempre limitados en la expresin de un tan grande misterio.
1. Aun cuando el anuncio de Jesucristo debe hacerse en varios niveles adaptados a la capacidad del oyente, quien tiene la misin de anunciarlo ha de profundizar en su conocimiento terico, y no slo en sus aplicaciones prcticas.
2. A la base obligante del anuncio queda siempre la persona misma
de Jesucristo Hijo de Dios y de Mara, consustancial con el Padre e igual
a nosotros en todo menos en el pecado.
3. La razn de dicha afirmacin firme y sin compromisos es que est
en juego la verdadera salvacin del hombre, fin de toda la obra de Jesucristo y de la economa trinitaria respecto a nosotros. Si se deja de anunciar
o la divinidad de Cristo o su humanidad, se destruye su papel de mediador
entre Dios y los hombres. Por lo mismo es del todo irrenunciable el anuncio de la encarnacin y de la realidad absoluta de ambas naturalezas en
Cristo (la divina y la humana) sin divisin, separacin o confusin: lo
contrario dara lugar a una lamentable confusin entre lo divino y lo
humano, o a una separacin entre Dios y el hombre, en nuestra obra sal-
389
vfica. As tambin la afirmacin de las dos voluntades en Cristo es necesaria para proclamar que Jesucristo nos ha amado humanamente, pero con
la totalidad salvadora del amor divino.
147
392
P. C A R L O S IGNACIO G O N Z L E Z S.J.
posteriormente descendiese el Verbo; sino afirmamos que engendrado en la carne, en el mismo tero se uni a la carne, de
manera que poda reivindicar como propia la generacin en la
carne" {DS 251).
3.2.1. El concilio quiere disipar aun la sombra de lo que pudiese parecer la afirmacin de la confluencia de dos sujetos
en Jesucristo: no se trata de el Verbo ms Jess, ni de Jess
ms el Verbo, lo cual de nuevo pondra en grave riesgo su papel
mediador para nuestra salud: porque si bien el Nestorianismo
no niega las dos naturalezas en Cristo (ste por tanto estara
fincado en ambas orillas) niega sin embargo en el fondo la
unin personal entre Dios y el hombre: dicha unin tendra
que hacerse pues con otra mediacin, no con la persona misma
de Jesucristo; y entonces en esta mediacin estara nuestra
salud 150 .
3.2.2. El concilio apunta que dicha unin se consum ya
desde el seno de Mara, y en el instante de la concepcin de
Jess. Tal afirmacin toca ms de cerca un problema actual:
la tentacin de concebir a Jess como un hombre que se va haciendo Dios durante su vida; o bien que se hace Dios (o es divinizado, o equivalentemente es exaltado como Seor) solamente tras la resurreccin (algo as como un premio "desde fuera"
por su fidelidad). Esta es la tentacin de hoy, que surge de una
falla filosfico-antropolgica: la de confundir la persona (sujeto ontolgico profundo) con la personalidad (desarrollo psicolgico, social, cultural, etc. de la persona), o en muchos casos
incluso con la conciencia. Hay incluso otros autores que confunden el proceso conocitivo con las races ontolgicas: es verdad
que el Nuevo Testamento presenta un desarrollo en el descubrimiento de la divinidad de Jess. En efecto, los discpulos
por ejemplo no captaron desde el principio quin era su maestro, sino que poco a poco lo fueron aprendiendo, y slo tras
la resurreccin y con la luz del Espritu Santo confesaron su
fe en Jess como Hijo de Dios: ello no quiere decir que el ser
150
394
El nestorianismo, en sus diversas formas, en el fondo es una modalidad del docetismo: mientras el docetismo puro negaba la realidad de la carne de Jess, este docetismo ms refinado negaba la
realidad de la unin que sera slo aparente, al no tocar el ser mismo
de Jesucristo. No resuelve pues el problema doceta, sino nicamente
traspone el punto donde se encuentra la sof apariencia.
Una tal doctrina destruye igualmente la salvacin cristiana: el que un puro hombre (por ms que se llame Jess) pueda
convertirse en Dios, raya en la mitologa: ningn hombre ni
superhombre ser capaz jams de tal transformacin. Y si se
quisiera atribuir sta a la gracia divina, se caera otra vez en la
vieja hereja del adopcionismo, solamente presentada con ropaje nuevo.* En efecto, una vida de Jess puramente humana
(por santa que se presumiere, y por atractiva que pudiese parecer a humanismos superficiales) no sera ms salvfica de cuanto podra serlo la de un grande santo, o la de los grandes hroes:
su historia (supuesta slo de un hombre) no tendra valor para
nuestra salud: sino que, si por un supuesto se hubiese convertido en Dios tras la resurreccin, entoces slo por sta se convertira para nosotros en nuestro salvador, y su vida histrica
perdera todo inters soteriolgico: recaeramos nuevamente
en el lazo de los iluministas.
3.2.3. En cambio el dogma de la encarnacin introduce
radicalmente y en primera persona la presencia divina en la historia humana. Convierte toda la historia de Jess en camino de
salvacin para nosotros, y cada uno de sus gestos, de sus palabras y de sus opciones en una manifestacin de la accin salvfica del Padre: slo por la encarnacin se justifica, por ejemplo, como camino de salud, la opcin preferencial de Jess por
los pobres. En cambio si l hubiese sido un puro hombre, no
tendra por qu haber exigido durante su vida terrena su seguimiento (ms de cuanto puede recomendar un discipulado la
151
395
fuese). Por eso tan no cristiana sera la fe que confesase "ortodoxamente" lo que l es sin seguirlo en sus opciones, sus intereses, sus criterios, su valoracin de la vida, etc., como lo sera
una pretendida "fe prxica" que luego pretendiese confesar
otro Jesucristo que no es el nico revelado y que predica la
tradicin viva de la Iglesia.
3.3. Ni confunsin ni separacin de lo divino y de lo humano. Ya hemos tratado anteriormente de los riesgos para nuestra
salvacin que provendran de una doctrina que separase lo divino y lo humano en Cristo: acabara simplemente con su misin
de mediador. Si en cambio confundisemos lo divino con lo
humano o viceversa, no correramos menos peligro: en efecto,
al disolver lo divino en lo humano desaparecera toda la base
de nuestra salvacin, que reside en el poder de Dios y no en la
mera capacidad del hombre; pero al fundir lo humano en lo
divino eliminaramos aquello (lo humano) que debe precisamente ser redimido. Desde el punto de vista pastoral el dao
de la confusin de las natrualezas es evidente:
3.3.1. En primer lugar no se puede pretender separar de Jesucristo Dios y hombre su obra salvadora, sin reducir sta a
una pura gnosis y el papel tie Cristo al de un profeta comn o al
de un modelo. Jesucristo es nuestro camino al Padre l mismo
(Jn 14,6) y no solamente por la conducta que l predica (por
humana que se le suponga) ni por aquella que nosotros quisiramos deducir del evangelio (por legtima que tal deduccin
396
P. C A R L O S IGNACIO G O N Z L E Z S.J.
152
153
398
154
debajo"): tenemos de ellos una experiencia inmediata y no refleja; por tanto no podemos alcanzarlos definindolos mediante
otros trminos, sino slo siguiendo el camino de lo alumbrado por ellos 156 . As utilizamos, por ejemplo, la luz que nos
proporciona su actividad, o sus cualidades o propiedades inmediatas, ontolgicas, en cuyo ejercicio se manifiestan y por
el que se dan a conocer. Por ejemplo en matemticas la unidad
no se puede ni probar ni definir, y sin embargo sirve de base
y fundamento a toda la construccin de esa ciencia, que slo
comprendemos a la luz de la unidad: sera en este sentido un
"concepto lmite".
400
Cf la reflexin de K. RAHNER sobre cmo el misterio se nos ha revelado por la palabra, y una palabra que apunta ms all de lo que
puede mediante ella expresarse directamente; pero no por eso
puede despreciarse sin despreciar la revelacin misma: "La palabra
potica y el cristianismo", en Escritos de teologa, vol. IV, Madrid,
Taurus, 1961, pp. 453-466.
156
157
Tornamos a la metfora usada por Marcel: el misterio no es oscuridad, sino luz: pero la luz no se ve directamente (y en este sentido
es lmite), sino que ilumina todo, y por lo iluminado llegamos hasta
la fuente, si bien ni siquiera en la fuente podemos ver directamente
(y mucho menos comprender lo que es) la luz. Pero no por eso
podemos prescindir de ella sin quedarnos a oscuras!
Uso semejante hace el N.T., como por ejemplo en los siguientes
casos: "el cual preparar el camino delante de tu faz", Mt 11, 10,
cf Mal 3,1; "sus ngeles ven el rostro de mi Padre". Mt 18,10;
"Maestro, sabemos que eres sincero... porque no miras a la apariencia de las personas", Mt 26,16.
401
la "mscara de teatro", la "cara", el "personaje de una tragedia", y semejantes. He aqu por qu los Padres acabaron por no
juzgarlo suficiente, y eliminarlo en Calcedonia como expresin
de aquello que es uno en Cristo, y eso por ms que varios de
los Padres lo haban usado en sentido ortodoxo 1 5 8 . Es de notarse que el trmino hipstasis no era ni el popular, ni el que
culturalmente corresponda en la poca del concilio a la comn
expresin para indicar la persona: sta era prsopon, pero los
Padres conciliares consideraron que tal palabra (ms manifestativa de lo que es la persona que metafsica, ms fenmenolgica que ontolgica, ms expresiva de cuanto en la persona
est en desarrollo que de aquello que en ella permanece). Y
no temieron fijar un vocablo incluso extrao al uso vulgar,
pero que apuntaba hacia aquello en lo que resida la unidad
divinio-humana de Cristo, y de lo que dependa como hemos
dicho la salvacin del hombre. No vale pues la pretencin de
algunos telogos de abandonar el vocabulario consagrado por
la tradicin viva de la Iglesia, alegando el motivo de que el concepto contemporneo de persona no corresponde ms al de
aquella poca; mucho menos el dar poca importancia al estudio
ontolgico de Cristo, para entender nicamente o bien al desarrollo de la manera como se lleg a conocer la divinidad de
Cristo (o como l mismo habra desarrollado histricamente la
conciencia de su propia divinidad) 159 , o en algunos casos in-
158
159
402
4.2. Cmo acercarnos a ese limite: me parece que la compresin completa de lo que es la persona supera (al meno por
ahora) nuestras fuerzas humanas: estamos frente a un misterio
tanto en el orden natural (qu soy yo en cuanto persona?)
como en el orden revelado (qu son las personas de la Trinidad, una de las cuales se hizo hombre?). Pero el misterio no es
algo que ignoramos del todo. Encontramos en cuanto a la persona de Cristo algunas pistas en las definiciones de los concilios
cristolgicos. Efeso dice: "aunque las naturalezas son diversas,
sin embargo forman una verdadera unin, de manera que de
ambas resulta un Seor y Cristo e Hijo, divino" (JOS 250);
Calcedonia afirma que Jesucristo es "uno solo y l mismo",
"el mismo y nico Cristo e Hijo", "el nico y el mismo Logos",
que existe tras la encarnacin en dos naturalezas, la divina y la
humana (DS 301 s), y finalmente Constantino pa III especifica an ms lo que ello significa: "sus dos naturalezas resplancecen en una sola persona, en la que mostr as sus milagros
como sus padecimientos, durante toda su economa salvfica",
y acaba afirmando que el mismo Seor Jesucristo realiza sin
confusin ni separacin las dos operaciones (la divina actuada
por la naturaleza del Verbo, y la humana actuada por su carne:
DS 557). Es decir, para los tres concilios cristolgicos ser una
persona significa en Cristo: a) tener una identidad nica y propia, b) tener una existencia nica, c) ser el nico sujeto que acta por nosotros salvficamente, en forma divina y humana.
vlido es detenerse ah, sin fundar el conocimiento en el orden de
lo que es; sobre todo cuando se declara explcitamente un menor
inters, y aun se tacha esto segundo de "alienante". Y sin embargo
sta parece ser la posicin del autor, desde el principio de su libro:
"De ah que la teologa latinoamericana no tenga inters especial
en esclarecer para el entendimiento problemas tradicionales de teologa... como la unin hiposttica, la relacin entre la ciencia divina
y humana en Cristo, etc.". Y da dos razones: "la poca operatividad
social directa de cualquier esclarecimiento e este nivel", y "dedicar
tiempo y pensamiento es hacer el juego a un modo genrico de hacer
teologa, que es poco comprometido y alienante" (Ibid, p. 25).
Me parece injusto juzgar de "alientante" lo que el mismo autor
dice que esa tradicin viene desde los Santos Padres y de los concilios cristolgicos, en un esfuerzo de siglos por iluminar (en lo humamente posible) aquel misterio de la unin entre lo divino y lo humano, de lo que segn la opinin comn de los Santos Padres depende
el significado mismo de la salvacin cristiana del hombre.
403
telogos posteriores, apunta justamente al aspecto de la individualidad, originalidad, irrepetibilidad y concrecin de la persona, y en este punto es vlida para iluminar la definicin conciliar. Pero se le ha criticado y no sin razn que en su trasfondo
platnico no logra hacer luz suficiente sobre los aspectos de la
existencia concreta de la persona, que en el caso de la humana
dice necesariamente relacin a su historia 162 . Pero tambin
presenta ciertas dificultades cristolgicas: si la naturaleza humana de Cristo es individual, completa, racional, Por qu no
atribuirle la persona? Telogos posteriores tratarn de afrontar este problema.
160
161
404
Cf E. DUSSEL, "la doctrina de la persona en Boecio. Solucin cristolgica", en Sapientia 22 (1967) 101-126.
"Rationalis naturae individua substantia": en De persona et duabus
naturis, 3,PL 64,1343.
en su forma particular e individual de un modo ms especial y perfecto en las substancias racionales, que tienen el dominio de su propio
acto, y no slo son sujetos pasivos, como las dems substancias, sino
que actan por sf mismas: porque solamente los (seres) singulares
pueden actuar (I, q.29, a.l).
Al exponer la doctrina que luego desarrolla en la Suma contra los gentiles, al mostrar por qu el Espritu Santo es persona,
acude al siguiente signo:
Las formas accidentales no obran propiamente, sino ms bien obran
quienes las tienen, segn su voluntad... Pero el Espritu Santo acta
segn su voluntad, como hemos dicho (CG IV, 18.1).
165
406
En sntesis, podramos decir que segn la tradicin escolstica de varios siglos, se podra justamente definir la persona de
la siguiente manera:
Persona no significa aqu la "esencia", la "naturaleza", sino el acto
siempre singular, total e indiviso, inmediato e insustituible, la realidad,
la existencia de una naturaleza espiritualice .
Definicin justa y aproximativa, pero que sin embargo adolece de varias limitaciones que se consideran graves en nuestro
tiempo: las definiciones escolsticas se avecinan bastante al
misterio revelado, pero se limitan a definir la persona con respecto a s misma, mirando ad intra, pero dejando al oscuro lo
que la persona es hacia afuera, ad extra, en su relacin con el
mundo y con las otras personas 167 . Por eso algunos autores
actuales intentan definir la persona a partir de sus relaciones y
de su apertura trascendental, lo que sirve de camino para descubrir en la persona misma el arranque de esa tendencia hacia
el mundo y hacia el otro (incluido el Otro Trascendente como
fundamento ltimo de la posibilidad de tal apertura). En esta
166 M. MUELLER-A. HALDER, art. "Persona" en Sacramcntum Mundi,
vol. 5, c. 445.
167 Excepto en el caso de la Trinidad, pues ya desde el concilio de Toledo (en el ao 675) se definen las personas por sus relaciones intratrinitarias (cf DS 528): consltese este tema en el tratado del Dios
revelado. Por ello J. GALOT ha querido partir de una analoga entre
lo que es la persona en la Trinidad y la persona humana, para avecinarse al misterio de Cristo. Lo expondremos en seguida.
407
168
Sobre la importancia que K. Rahner da a mantener la frmula dogmtica de Calcedonia como norma de fe y base de la teologa cristotolgica, cf J. MARTORRELL, Palabra, dogma, Iglesia, Valencia,
1980, pp. 49-52. Puede adems encontrarse un buen resumen de lo que
Rhaner dice sobre este punto, en J.A. SAYES, Jesucristo, ser y persona, Burgos, Aldecoa, 1984, pp. 78-85.
169 K. RAHNER-W. THSING, Cristologa Estudio teolgico y exegtico, Madrid, Cristiandad, 1975, pp. 49-52.
170 K. RAHNER, "Problemas actuales de cristologa", en Escritos de
teologa, vol. I. Madrid, Taurus, 1961, p. 191.
408
al otro. En una antropologa (implcita o explcita) el hombre es comprendido como el ente de necesidad trascendental que, en cada accin categorial del conocimiento y de la libertad, se proyecta siempre
ms all de s mismo y del objeto categorial, orientndose hasta el
misterio inabarcable que es principio y soporte del acto y del objeto
al que llamamos D i o s ' 7 ' .
Tal vez algunos no expresen con los trminos de Calcedonia su fe en Jesucristo. Pero esa fe ser verdadera y aun ortodoxa, por ejemplo cuando se dice: "Jess es el hombre que vive
la nica entrega absoluta de s mismo a Dios", siempre y cuando
se supongan estos datos: lo. "que la entrega de s mismo supone una comunicacin de Dios con el hombre". 2o. "Que una entrega absoluta de s mismo implica una comunicacin absoluta
de Dios al hombre, la cual hace que lo efectuado por ella sea
una realidad del mismo que lo efecta". 3o. "Que esta afirmacin existencial no es algo 'pensado', una ficcin, sino que es,
de la manera ms radical, una afirmacin ontolgica 172 .
6.1.2. Reflexin teolgica. Desde luego reconoce la enorme
oscuridad de este misterio. Tanto ms oscurece este dogma el
hecho de que segn la doctrina escolstica Dios (y por lo tanto
la segunda persona de la Trinidad) es inmutable. Y por otra parte
la humanidad de Jesucristo es como la de uno cualquiera de
nosotros, con gracia, saber, virtud, visin beatfica. Lo nico
que la diferencia es que sea una realidad del Logos, pero sin
que ste sea afectado (por ser inmutable). Por ello cuanto acaece a Jesucristo le sucede "en cuanto a su naturaleza humana,
pero no en cuanto a su persona, que es la del Verbo. Esto es
esencial para la soteriologa. Pero hay un principio bsico desde
los Padres: "Cuando lo que ha de ser redimido le acaece al Redentor, est ya redemido. Pero le acaece realmente a l, si permanece intocado por el destino de lo que ha de ser redimido?" 1 7 3 Se toma en serio la knosis? Pero por otra parte,
si afirmamos que el Verbo sufre, piensa, muere, etc., igual
que nosotros, "entonces parece como cautivo con nosotros
y en nuestro destino. Qu nos aprovecha todo esto si l no es
ms que lo que nosotros somos, por muy realmente que lo
sea?" 1 7 4 . Parece, pues, que peligra la soteriologa, tanto si el
171 K. RAHNER-W. THSING, Op cit, pp. 25s.
172 K. RAHNER, Problemas actuales..., pp. 191s.
173 Ibid, 197.
174 Ibid, 198.
409
175
176
Ibid, 203.
Ibid, 204. No siendo ste un libro sobre Rahner, no podemos detenernos ms. Apunto solamente que J.A. SAYES, Jesucristo, Ser
y persona, Burgos, Aldecoa, 1984, quien ofrece por cierto una
muy buena exposicin sobre este punto de Rahner (pp. 78-87),
le critica sin embargo que parece insuficiente su concepto de persona nica en Dios, que existe en tres modalidades (Rahner intenta
"traducir" en trminos de hoy lo que los primeros concilios hicieron
en vocabulario de su tiempo), con riesgo de modalismo (p. 85),
e igualmente el intento de Rahner de definir la persona por la ciencia (Ibid y pp. 96s).
411
funciones" 182 . Y por otra parte el concilio no tom estos conceptos de una filosofa ya establecida (la griega en concreto)
que nos pudiese aclarar en qu sentido han de entenderse.
Para dar una respuesta, Galot acude al uso teolgico de esos
vocablos en dos tratados que parecen seguir caminos divergentes: el de la Trinidad y la cristologa. En cuanto a la Trinidad,
es ya muy antiguo el acuerdo de considerar la relacin como el
"constitutivo formal" de la persona; pero
en la teologa trinitaria la atencin se centra en la persona divina,
mientras que en la cristologa los telogos han tratado de definir la
persona en funcin de la persona humana... En el caso de Cristo el
problema ms especfico consiste en justificar cmo la ausencia de persona humana no implica una merma de la naturaleza humana. Y por
eso el esfuerzo de la reflexin se ha concentrado en la persona human a 1 8 3.
6.2.2. Realidad profunda de la persona. Definiciones anteriores, aunque vlidas, parecen parciales por haber atentido
a un aspecto esttico de la persona: independencia, totalidad
en s, posesin de su ser, existir por s y en s, etc. As de limitadas, fomentan el individualismo. De ah tantas espirituali-
412
413
dades individualistas en cristianos que no superan esa concepcin de la persona. En cambio cuando se advierte que sta radica en la relacionalidad, entonces slo se puede concebir al hombre en comunidad: un yo no tiene sentido sin otros yo18 6 . Pero
advirtase que Galot no habla de la persona como ser relativo
(la relatividad sera en el orden de las naturalezas) sino como
ser racional o relacin subsistente como fundamenteo ontolgico de todas las relaciones reales. Tampoco habla el autor
de una accin emprica: no se trata de una experiencia de
"hacerse persona" (mejor debiera decirse del desarrollo de la
personalidad), sino de la base ontolgica de dicho desarrollo.
Si bien el ser relacional se desenvuelve y reconoce por el conocimiento y la conciencia, y sobre todo por el amor 1 8 7 .
Mucho se ha hablado de la individualidad de la persona.
Galot prefiere subrayar su originalidad esencial e inalienable,
y por lo mismo inefable; porque si bien entendida la individualidad y la incomunicabilidad de la persona son nociones correctas, corren sin embargo el riesgo de ser interpretadas de manera
solipsista, mientras que el yo para el autor no puede jams desarrollarse independientemente del 1 8 8 . Pero este desarrollo,
que pertenece ms bien al campo psicolgico, "no se identifica
con toda la realidad de la persona; manifiesta su interioridad
oculta" 1 8 9 . He aqu una nueva razn para distinguir entre lo
fenomnico y su fundamento: el constitutivo metafsico de la
persona sera pues no la relacin psicolgica sino el ser relacional: "el principio de ser que es el ser relacional, se manifiesta
en estas relaciones, aun sin poder confundirse con ninguna de
ellas en particular'' 19 .
Pero puede justificar Galot el trnsito que hace del concepto de persona trinitaria al de persona humana, para luego aplicarlo a la persona de Cristo? El mismo expone claramente el
problema:
186
187
188
189
190
414
Si la persona divina es ser relacional, desempea en Cristo una autntica funcin de persona slo si la persona humana es igualmente ser
relacional 19 ! .
197
198
Hl hombre es en su personalidad, por as decir, la mediacin indefinida entre Dios y hombre; en Jesucristo consigue esa mediacin a partir
de Dios en su definicin, su plenitud y consumacin. Por eso, Jesucristo en persona es la salvacin del hombre 1 9 9 .
7. A manera de conclusin
7.1. Cmo ha expresado el CELAM este misterio. Acogiendo las directivas de Juan Pablo II 2 0 1 , el Episcopado Latinoamericano se propuso en Puebla "proclamar una vez ms la verdad
de la fe acerca de Jesucristo. Pedimos a todos los fieles que
416
417
acojan esta doctrina liberadora" (Pue 180). Pero luego no aparecen (por la ndole del documento, pastoral y no dogmtica)
los trminos "persona" y "naturaleza" de Calcedonia. Y sin
embargo la doctrina de este concilio est latente en las palabras
del documento final:
Dios Padre envi al mundo a su Hijo Jesucristo, nuestro Seor, verdadero Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos y verdadero hombre, nacido de Mara la Virgen por obra del Espritu Santo. En Cristo
y por Cristo, Dios Padre se une a los hombres. El Hijo de Dios asume
lo humano y lo creado, restablece la comunin entre su Padre y los
hombres 2 0 2 .
El Card. Muoz Vega, que presidi la comisin que elabor el esquema del decreto sobre la cristologa, afirm posteriormente acerca de la parte cristolgica del documento:
Es una declaracin doctrinal destinada a servir de hilo conductor
en la enseanza de la teologa en nuestros centros de estudios eclesisticos, y de espina dorsal en la confeccin de nuestros catecismos 2 0 3 .
Pue 88. Algo semejante debera decirse de las expresiones cristolgicas de muchos discursos de Juan Pablo II a la Amrica Latina.
Por ejemplo: "Jesucristo, Verbo e Hijo de Dios, se hace hombre
para acercarse al hombre y brindarle, por la fuerza de su misterio,
la salvacin, gran don de Dios": Discurso inaugural en Puebla I
1.5.
203 P. MUOZ VEGA, La declaracin cristolgica de la conferencia de
Puebla. Bogot, CELAM, 1979, p. 16.
202
418
204
ofrecen para hacer una sntesis, con un espritu fiel al dato revelado y a la tradicin viva de la Iglesia (y por ello con un ojo
despierto y sanamente crtico que sepa tambin reconocer las
posibles desviaciones). Creo que as podremos acoger la gua
del Vaticano II cuando nos dice en el decreto sobre el ecumenismo (vlido tambin al interno de nuestra teologa catlica):
homda hasta llegar al abismo de la "obediencia hasta la muert e " 2 0 9 , signo de su total y absoluta apertura al Padre; y por
otra parte su igualmente nica e irrepetible entrega al mundo
de los hombres 2 1 0 , que acaba por dar sentido tambin al de las
cosas; entrega que existiendo fundamentalmente desde el principio en su amor divino se va haciendo histrica durante el desarrollo de su vida terrena 2 l, hasta llegar a su plenitud irreversible y ya sin tiempo tras su resurreccin 2 ' 2 . Y precisamente porque en su propia persona econtramos as al mediador nico,
absoluto e irrepetible entre Dios y nosotros, por eso sabemos
y confesamos que EL ES NUESTRA SALVACIN.
"Yo soy" (Jn 4,26; 6,35; 8,12.23.28; 10,7; 11,25; 14,6; 15,1; 18,5;
Ap 1,17; 2,23; 22,16). "Yo soy, no tengis miedo" Mt 14,27).
206 "Yo ir a curarlo" (Mt 8,7). "Yo os envo" (Mt 10,16; 23,34;
Le 24,49). "Yo te digo que t eres Pedro" Mt 16,18). "Yo estoy
con vosotros" (Mt 28,20); "Yo te mando" (Me 9,25).
207 "nico mediador entre Dios y los hombres" (XTim 2,5; cf Heb
8,6; 9,15; 12,24).
208 "Mi Padre" (Mt 7,21; 10,32; 11,27; 15,13; 20,23; 25,34; 26,29.39;
Le 2,49; 21,22; 22,29; </n 2,16; 5,17). O simplemente "Padre!"
(Mt 11,25; 15,13; 22,42; Me 14,36; Le 23,34.46; Jn 11,41; 12,27;
17,1). "Si me conocierais, conocerais al Padre" (Jn 8,19; 14,7);
"Comprenderis que yo estoy en el Padre" (Jn 14,20).
8. Profundizacin
8.1. Temas de estudio
Estudiar la teora que propone alguno de los telogos para explicar
lo que constituye la persona; ayudarse para ello de la bibliografa
correspondiente al tema presente.
Leer el documento de Puebla en la parte cristolgica (nn. 170-219),
observar las afirmaciones directas sobre Jesucristo, y analizarlas hacindose preguntas como las siguientes: se refiere a l separadamente
como a hombre y como a Dios, o simplemente a l (afirmando implcitamente su unidad personal)? En las afirmaciones salvficas (cf el
ndice analtico de Puebla, palabra "Jesucristo" para localizar los
nmeros corespondientes), afirma Puebla que la liberacin integral
nos viene por Jesucristo hombre, Dios, o simplemente por ll Hacer
lo mismo con Medelln, nn. 1,3.4.5; 11,16; IV,9; IX,3; XI,12.13.14.27;
XII, 2.4.13.14; XIII, 7; XIV, 4.8.18.
8.2. Lecturas
recomendadas
205
420
209
9. Gua pastoral
9.1. Lectura espiritual. S. AGUSTN, Sermn 174, "Finalidad de la
encarnacin", en Obras, vol. VIL Madrid, BAC, 1950, pp. 117-129.
9.2. Actividad pastoral. Sondear en mi grupo si se tiende a separar en
la vida religiosa y por tanto en la existencia salvfica cristiana, el alma
del cuerpo: se piensa slo en la "salvacin del alma"? Se detienen
solamente en intereses materiales e intramundanos? Explicar luego lo
que significa el dogma de fe "creo en la resurreccin de la carne",
como esperanza de una salvacin de toda la persona humana. Si
toda la persona humana est destinada a la salvacin, cmo se vive
esa salvacin en la Iglesia? Explicar en este contexto lo que significa
en Puebla "liberacin integral".
422
Sumario
Habiendo estudiado de manera bsica lo que quiere decir la unidad
personal de Jesucristo, atendemos ahora a lo que significa que dicha unidad
exista y acte, a partir de la encarnacin, en dos naturalezas.
1. Punto de partida obligado es la afirmacin cristolgica de que
Jesucristo existe y obra real y verdaderamente como Dios y como hombre.
Si su persona me dice quin es l, sus dos naturalezas me dicen qu es l
y cmo acta.
tica, como por su misin liberadora del pecado). Y en esa gracia de Cristo
encuentra el cristiano la fuente de su propia santidad.
el tema peresente nos ocuparemos especialmente de algunos aspectos teolgicos derivados de esta verdad revelada.
213
424
(Los Padres) no dudaron en llamar Madre de Dios a la Virgen sagrada, no porque la naturaleza del Verbo y su divinidad se originasen en
ella, sino porque de ella naci aquel sagrado cuerpo completo con alma inteligente al cual se uni el Verbo de Dios segn la hipstasis y
por eso se dice de ste que naci segn la carne (Efeso, DS 251).
Quien no confesare que Nuestro Seor Jesucristo, quien fue crucificado en su carne, es verdadero Dios, Seor de la gloria y uno de la
Trinidad Santa, sea anatema (Constant. II, DS 432).
Pero como bien indica Sesbo, esta doctrina teolgica parece un tanto extraa (y no poda ser diverso, pues el caso de la
unin hiposttica es nico en la historia, y fuera de nuestra experiencia) cuando se contempla desde un ngulo puramente terico. Muy otra cosa parece cuando lo miramos desde la base de
nuestro vivir en Cristo, en la sacramentalidad de la Iglesia y de
la vida cristiana (trabajo que dejaremos al final, para la profundizacin de este tema), y como condensacin en una frmula
de lo que se encuentra expresado de diversas maneras en el Nuevo Testamento acerca de Jesucristo 2l4 . Detengmonos por un
momento en esa "comunin de propiedades" en cuanto se encuentra viva en la misma Sagrada Escritura:
2.1. Textos explcitos. Gonzlez Gil lo dice sintticamente:
Los ejemplos de esta comunicacin de idiomas no abundan, es verdad,
en el NT, pero son significativos. Helos aqu: "disteis muerte al autor
de la vida" (Act 3,15). "Si le hubiesen conocido, no hubieran puesto
en la cruz al Seor de la gloria" (1 Cor 2,8: ntese que "Seor" es ttulo divino y "gloria" es atributo de Dios). "El (Jesucristo) es la imagen de Dios..., en l fueron creadas todas las cosas en los cielos y sobre
la tierra...; l est por delante de todas las cosas y todas tiene en l
su consistencia..." (Col 1,15-18). Las propiedades y actividades son
indudablemente distintas e inconfundibles, ms an, opuestas; pero el
sujeto es idntico: un mismo " l " las posee como estrictamente suyas^is.
426
216
217
Cf J. JEREMAS, Teologa del N.T., pp. 33-56 y 80-86; W. KASPER, Jess el Cristo, pp. 97s.;S. SABUGAL, "Sobre el uso de Abb
por Jess", en Abb!... la oracin del Seor. Madrid, BAC, 1985,
pp. 379-420; W. MARCHEL, Abb, Padre, Barcelona, Herder,
1967; J. GONZLEZ FAUS, La humanidad nueva, pp. 107-109,
etc.
J. JEREMAS, El mensaje central del NT, Salamanca, Sigeme,
1972, p. 27. Y para analizar el sentido Trinitario de esta expresin
en los labios de Jess, al menos como una relacin consciente especialsima y diversa de aquella que existe entre el Padre y los dems
hombres, cf mi libro Jesucristo el Salvador, vol. I, Mxico, Osmex,
1978, pp. 203s.
427
3.1. Su plenitud de gracia est expresada en mltiples pasajes de la Escritura, como por ejemplo: "Y hemos visto su gloria
propia del Unignito lleno de gracia y de verdad" (Jn 1,16),
"de su plenitud hemos recibido todos" (Ib v.16), "en l habita
toda la plenitud de la divinidad" {Col 2,9), "y la gracia de Dios
estaba en l" {Le 2,40). etc. Esa gracia o "favor" de Dios no es
otra cosa que nuestra filiacin amorosa de Dios, fruto de la inhabitacin del Espritu Santo, y que se expresa en nuestra
consagracin total a l2 2 1 . Y siendo el Hijo de Dios hecho
carne, en su propia persona el Hijo lleno del Espritu Santo,
la teologa habla de su santidad como de una "gracia substancial", es decir no adquirida posteriormente, sino propia por derecho. Jesucristo, por su plenitud del Espritu, es congnitamente el ungido (del Espritu Santo), esto es, el mesas, el sacerdote, el consagrado {cf Mt 12,17s, 28; Le 4,17s Act 2,36,
etc.).
218
219
220
428
222
y esa obediencia del que ya era Hijo radicalmente, lo fue haciendo hijo (en el sentido de vivir esa filiacin, en mayor profundidad cada da) por su obediencia histrica. Y as esa humanidad
ya unida desde el principio al que es tres veces santo, fue llenndose cada da de gracia santificante, es decir realizando histricamente su filiacin. Especialmente la carta a los Hebreos
es rica en esta teologa: "Convena en verdad que Aqul por
quien es todo y para quien es todo, llevara muchos hijos a la gloria, perfeccionando mediante el sufrimiento al que iba a guiarlos a la salvacin" (Heb 2,10); "y aun siendo Hijo, con lo que
padeci experiment la obediencia; y llegado a la perfeccin
se convirit en causa de salvacin eterna para todos los que lo
obedecen" (Heb 5,8s) 223
430
Excursus: La impecabilidad de Cristo es una consecuencia de la comunin de propiedades: es decir, no consiste en que no es tentado;
sino en que, siendo tentado en cuanto hombre, es absolutamente
fiel como Hijo. Y no se trata (dada la unidad hiposttica) de una santidad solamente de hecho en cuanto histricamente no pec, sino de
una santidad radical: Jesucristo es el Hijo del Padre, absolutamente
fiel desde siempre, y tambin en su vida histrica de viador sujeta
humanamente a la tentacin. Y es que en ocasiones pensamos en el
pecado bajo ciertos enfoques errneos que vale la pena corregir.
Por ejemplo: a) Yendo ms a la raz del pecado, imaginamos la liber tad como la posibilidad de hacer el bien y el mal, y en ocasiones,
peor an, inconfesadamente esperamos que la libertad se manifieste
en la rebelin (como si ser libre significase ausencia de obediencia
a una ley, al padre, etc.): si nos acercamos con tales conceptos modernamente distorsionados, no comprenderemos el misterio de la
libertad de Jesucristo, o pondremos sta en contrates con su santidad,
b) Imaginamos que si Jesucristo quisiera ser verdaderamente solidario con el hombre, tendra que pecar con ste (as juzgamos muchas
veces la solidaridad, la "pertenencia a un grupo", etc., como la comunin en el pecado); sin embargo es todo lo contraro: la raz del pecado es el egosmo y el orgullo, y por ello nada hay que nos disocie
ms de nuestros hermanos; la obediencia al Padre nos hace ms hijos,
y por lo mismo ms solidarios con nuestros hermanos, c) Si Jess
pudiera pecar, no sera el mediador absoluto de nuestra salvacin:
l mismo habra tenido necesidad de un salvador de su pecado!
Precisamente el engao de los herejes monotelistas (cf arriba, tema
XII, n.5) fue el creer que la confesin de dos voluntades en Cristo
significaba la posibilidad de afirmar la posibilidad de dos voluntades (divina y humana) contrapuestas. Mientras el Concilio de Constantinopla III asegur por el contrario la genuina lectura de los datos revelados y la mediacin de Jesucristo, al hablar de dos voluntades distintas pero no separadas: Cristo tiene en s la plenitud de la libertad,
como Dios y como hombre; y la plenitud del amor, pues nos ama con
amor humano y con amor divino. Y as, el mismo que libremente y
por amor nos cre (Col 2,15-18), con amor humano (y por ello tentado en su estado de viador) nos am hasta la muerte (Jn 13,13); el mismo que es nuestro creador antes de todos los siglos, es nuestro redentor en la historia; el mismo que trinitariamente nos am con amor
eterno (Jer 31,3, y cf Is 54,8;43,4; Sof 3,17, etc.) porque es igual al
Padre, que es amor (i Jn 4; 16), es el mismo que histricamente,
"habiendo amado a los suyos que eran en el mundo, los am hasta
224
3.3. Es la base de la santidad del cristiano, ya que solamente somos hijos en el Hijo (Rm 8,14-17; Gal 4,4-7). Y es que la gracia
de Jesucristo no es individualista, no le ha sido dada para l
solo, sino como Cabeza de su cuerpo: Santo Toms la llama
"gracia capital", y otros autores "gracia fontal" 2 2 6 , ya que "de
su plenitud hemos recibido todos" (Jn 1,16).
3.3.1. La gracia de Dios en Jesucristo: ste aparece en los
sinpticos, ya desde el bautismo, como "el Hijo amado, en
quien se complace mi espritu" (cf Me 1,11; 9,7; Le 3,22;
Mt 3,17; 17,5), indica un amor especialsimo y nico del Padre
por Jess. Lucas reemplaza la expresin "mi amado" por "mi
elegido" (Le 9,36). Es que el amor singular del Padre por Jess
redunda precisamente en una eleccin tambin singular a un
ministerio proftico, ya que los evangelistas se inspiran en la vocacin de Isaas (cf Is 42,1). En ese Jess llega a su cumplimiento el amor gratuito del Padre por su pueblo. Por ello en Jess
personalmente se realiza ya aqu y ahora el reino de Dios (Me
1,15). En efecto, Jess hace presente el reino de Dios con su
palabra y con su actividad (cf p.e. Me 1,38; 2,10; 3,23-27;
9,22-24, 48-52, etc.), y es un reino de salvacin para el hombre.
Esta misma singularsima eleccin y amor se manifiesta en la
conciencia tan personal de Jess que llama Abb a Dios. Y como Jess es el acto salvador definitivo de Dios, los hombres
225
226
432
"La misericordia es un corazn que se compadece de la miseria ajena. Pero puede darse de dos maneras: primera, solamente mediante
la aprehensin, y as Dios captaba ya nuestra miseria sin sufrir,
pues conoca de qu materia estamos hechos, como dice el Ps
102,14. Segunda, por experiencia, y as Cristo, sobre todo en su pasin, experiment nuestra miseria. Y esto sucedi para que, quien era
ya misericordioso por conocer nuestra miseria, lo fuese tambin
por experiencia": Sto. TOMAS DE AQUINO, In Heb II, L. 4,153.
III, q. 8; M. GONZLEZ GIL, Op cit, p. 319s.
nos salvamos precisamente por nuestra actitud hacia Jesucristo: en nuestra opcin por o contra l encontrarnos nuestra
salvacin o condenacin (cf p.e. Me 8,35-38; 9,37; 19,29;
etc.).
San Pablo pone en la muerte y resurreccin de Jesucristo
el momento salvfico del hombre (Rm 4,25) y afirma sin ambages que en Jesucristo se han realizado ya las promesas de Dios
al hombre: es pues Jesucristo el don, la gracia por excelencia
que nos ha otorgado el Padre. Jesucristo es el "Hijo amado de
Dios" (Col 1,13), pues en l se nos revela el misterio de Dios
(Ef 3,4; Col 2,2), como iniciativa totalmente graciosa y amorosa del Padre. No hay otro motivo de la eleccin de Jesucristo,
sino el amor de Dios (Ef 1, 4-11).
Pero ese amor del Padre por el Hijo Jesucristo es un amor
que a travs de l se dirige a nosotros, y en ltimo trmino es
por nuestra salvacin; pues "por el Hijo de su amor recibimos
el amor que Dios le tiene... y somos incluidos en el amor que
Dios tiene a Jesucristo" (Ef 1,7). Y precisamente porque Jesucristo es el Hijo, por eso nosotros tenemos todo el derecho,
inspirados por el Espritu, de llamar Abb a Dios, y de ser coherederos con Cristo (cf Rm 8, 16-17; Gal 3,26; 4,4; Ef 1,5).
Pues Jesucristo fue el Hijo que se encarn, no por su propio
provecho, sino porque "siendo l rico, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza" (2 Cor 8,9).
Pero quizs el ms rico en la teologa de la gracia capital
de Jesucristo sea San Juan. Afirma sin ambages tanto la divinidad del Hijo, como su realidad humana por la encarnacin,
pero
Lo que Cristo es en s mismo (en virtud de la relacin exclusivamente
suya a Dios, su Padre) y lo que Cristo es para nosotros aparecen tan
estrechamente unidos, que las expresiones sobre lo que l es en s
mismo implican lo que l es para nosotros y viceversa 227 .
227
Verbo, de hecho no "funcionaba" como la de los dems hombres. Dicha opinin contradice datos fundamentales de la Escritura, y no resulta del todo fiel a la definicin de Calcedonia
que afirma que "la diferencia de naturalezas no fue suprimida absolutamente a causa de la unin, sino que las propiedades
de cada una deben ser salvaguardadas" (DS 302), y en concreto
ms explcitamente el Vaticano II, en el texto que encabezaba este captulo: "Trabaj con manos de hombre, pens con
inteligencia de hombre, obr con voluntad de hombre, am con
corazn de hombre" (GS 22).
3.3.2. En nuestra obediencia al Padre mediante el seguimiento de su Hijo, que es el nico camino [Jn 14,7). Y este camino
lo es no solamente por la doctrina moral que predica, sino por
su propia carne: seguir a Jess es obedecer como l al Padre
tomando sobre nuestros hombros la cruz que l se carg sobre
los suyos (Me 8,34; Le 9,23), continuando su misma misin
(Jn 20,21; Mt 28,19), amando como l am (Jn 13,12). As
tampoco la gracia del cristiano est destinada nicamente a la
salvacin de su alma; sino como la de Cristo es gracia para dar
y para darse, es comunitaria y eclesial, gracia de servicio como
el de Cristo (Jn 13,15s; Me 10,43-45;Mt 20,24-28; Le 22,2427). La santidad del cristiano jams puede ser verdadera si no
sigue el camino de la de Jess, en esa comunin de propiedades
entre lo divino y lo humano: slo es santidad legtima cuando
al mismo tiempo (sin confundir los campos, pero sin separarlos)
se entrega por una parte a la transformacin del mundo segn
el proyecto divino, en lo que pone la obediencia, y por otra
apunta sin ambigedades a la resurreccin como a su meta definitiva. En este contexto teolgico puede comprenderse la fuerza de aquella expresin de Juan Pablo II a la Conferencia Episcopal Peruana, refirindose a cmo los jvenes nos exigen el
seguimiento coherente de Jesucristo: "la santidad, la cual comienza con una renovacin interior, tiene indudables dimensiones sociales" 228
4. El conocimiento humano de Jesucristo
Por muchos aos hemos tenido en la Iglesia la tentacin
de pensar que si Jess era Hijo de Dios entonces tena que saberlo todo. Es una conclusin demasiado simplificada, que fcilmente nos lleva a un docetismo sutil y velado: suponemos entonces que la naturaleza humana de Jess, asumida por el
Y ms adelante llama "impo dogma que hemos condenado" el apolinarismo, y aade: "y si alguno disminuyese lo ms
mnimo en su divinidad o en su humanidad, se muestra a s
mismo lleno del espritu del diablo y al mismo tiempo hijo de la
gehena" (DS 149). No tenemos pues derecho de negar el conocimiento humano de Jesucristo.
Un alma humana sin conocimiento humano es impensable,
y slo se puede afirmar ilgicamente.
2o. Tampoco nos permite negar este conocimiento la reflexin teolgica: pues si se dan en Jesucristo amor, libertad
y tentacin verdaderamente humanos, stos seran imposibles
sin un conocimiento tambin humano.
229
228
434
3o. Sin embargo la comunin de propiedades del conocimiento humano y divino de Jesucristo (basada en la unidad de
persona) sigue siendo para nosotros un misterio al que podemos
acercarnos con respeto, sin pretender explicarlo satisfactoriamente.
436
231
existan diversas interpretaciones cuyo valor ha de juzgarse por su fidelidad a los datos de la Escritura y a la fe de la Iglesia, y por su capacidad de relacionar mejor los distintos aspectos del misterio revelado
entre s, y con los dems datos de la experiencia y el conocimiento
humanos. Nos detenemos en dos ejemplos:
4.2.1. Santo Toms de Aquino fue por varios siglos el autor ms autorizado en la materia, si bien su doctrina puede presentar diversas limitaciones. En su esquema dogmtico se plantean dos preguntas fundamentales: I o . Cmo relacionar la persona de Jesucristo (sujeto de su actividad) con su actividad humana; 2o. Cmo salvar en tal contexto la actividad humana de Jess, sin diluirla en la de la naturaleza divina 2 3 2.
Segn el Santo Doctor, la ciencia en general abarca un conocimiento
que tiene por objeto todo el ser, pues "el alma, en s misma considerada, est en potencia para conocer todo lo inteligible" (III, q.9, a
1). Desde este punto de vista, el alma de Cristo necesariamente tuvo
una ciencia diversa de la divina, pues "asumi una naturaleza humana
perfecta, esto es, con un cuerpo y un alma sensible y racional". Pero
adems debi poseer la ciencia de los bienaventurados que consiste
en la visin de Dios (a.2), puesto que Cristo en su humanidad es la
causa de la visin de Dios de todos los hombres; ya que la causa debe
tener mayor perfeccin que el efecto 2 3 3 . Y ya que la naturaleza
asumida por el Verbo es perfecta, pues est definido como de fe que
es un "hombre perfecto", goza tambin de la ciencia infusa que consiste en que el alma de Cristo recibe del Verbo de Dios, al que est
unido personalmente, las especies inteligibles de todo aquello respecto de lo cual se encuentra en potencia el entendimiento posible; por lo
mismo que tambin el Verbo de Dios infunde en la inteligencia anglica las especies inteligibles desde el momento de la creacin del mundo
(a.3).
232
438
234
conceptualizar, expresar u objetivar, y que sin embargo va dirigiendo nuestros actos conscientes. Muchas personas ni siquiera reflexionan
para advertirlo. Ordinariamente se va explicitando, sin llegar a ser del
todo claro, a travs de la experiencia y del desarrollo histrico del
saber de un hombre.
3o. La perfeccin del conocimiento humano no consiste en un saber
explcito, completo y consumado. Al contrario, en el hombre
histrico este conocimiento se va perfeccionando, y queda siempre
una "docta ignorancia": ste es el espacio que deja abierto a la liberta humana para que le sea posible decidir. La perfeccin humana del viador no es pues el saberlo todo; sino se trata de una perfeccin histrica, y por eso en desarrollo 2 3 7 . La libertad humana para
decidir en el estado de viador necesita un cierto "no saber", pues un
saber pleno la eliminara.
4o. Dentro del plano teolgico no necesariamente se ha de aceptar
una ciencia infusa en Jess (no es doctrina dogmtica, sino una opcin teolgica), por lo menos en el sentido de que Cristo tiene por
su ciencia infusa un nmero infinito de especies infusas que le daran
un conocimiento completo de todas las cosas. Tal ciencia infusa solamente se puede aceptar en la experiencia histrica de Cristo como "el
fundamento a priori de un saber que se despliega en el encuentro con
la realida de la experiencia" 2 3 8.
4.2.2.2. Esbozo de una solucin teolgica: hay un modo correcto y
uno incorrecto de representarse la "visin inmediata de Dios" que tuvo Jesucristo:
l o . No se ha de representar como un tener a Dios siempre delante de
los ojos, de modo que llenase todos los espacios libres del saber de
Cristo (y que por tanto incluyese todos los posibles contenidos de pensamiento). Esto impedira en Jess todo desarrollo humano. Menos an
se debe concebir como una visin ya de hecho beatfica como la que
goz tras la resurreccin, pues en l excluira todo sufrimiento real
(pues esta conclusin sera hertica, como lo sera por docetismo el
afirmar slo sufrimientos fsicos en Jess).
2o. Sin embargo s hay en Jess una visin inmediata de Dios, como
conciencia originaria, no objetual, de Hijo de Dios, que est ya dada
porque es unin hiposttica, ya que tal conciencia no es sino el interior esclarecimiento onto-lgico de esa filiacin, y la inmediateidad
necesariamente dada para con la persona y la esencia del Logos, como
237 Cf ibid, p. 229.
238 Ibid, p. 241. Me parece que va en a lnea con la crtica que hace VON
BALTHASAR a la doctrina de la Ene. Mystici Corporis (DS 3812),
que coincide con la del P. S. Tromp: al afirmar el conocimiento
actual ya desde la encarnacin, de todos los miembros del Cuerpo
Mstico (de parte de la humanidad de Jess), "No se distingue suficientemente el status exinanitionis y el status exaltationis de J C
en Teodrammatica, vol. III, p. 168.
441
6. Gua pastoral
3o. Conclusin: la ciencia adquirida es perfectamente armonizable con
la conciencia interior, pues sta queda siempre abierta a un desarrollo
mediante la experiencia, mediante la cual se va haciendo refleja a
travs de la hisotria de la propia autointerpretacin. Esto deja la puerta abierta incluso al desarrollo espiritual y religioso de Jess: lo que
ya era desde el principio se va encontrando a s mismo a travs de su
encuentro con el mundo que lo rodea: se hace "temtico" lo que ya
exista como fundamento "ontolgico". Entonces dicho desarrollo
no es slo "al externo", sino real, como la historia de la propia autointerpretacin. No se niega la inmediatez absoluta en el Verbo; sino se
afirma ontolgicamente, pero con posibilidad de desarrollo histrico
en su conocimiento e interpretacin. Cmo sucedi eso en el caso de
Cristo, queda al exegeta descubrirlo, al estudiar los datos que sobre
este punto puede recabar de la Escritura.
5. Profundizacin
5.1. Investigacin. Ofrezco en seguida una serie de textos del Vaticano II: Ponerlos en contexto, a la luz de la siguiente pregunta: cmo
aparece en ellos que toda santidad en la Iglesia es una vocacin, y est
enderezada a una misin? (tema de LG cap. V), cmo muestra el
concilio el fundamento cristolgico de dicho principio?
239
442
Ibid,p.
235.
443
P. C A R L O S IGNACIO G O N Z L E Z S.J.
lugar (y tambin en nuestra Amrica Latina) se muestra plasmado en distintos "rostros", en sus victimas, en las estructuras sociales y polticas,
pero que tiene su raz en el corazn del hombre que se aparta del amor
divino y humano.
3. Por eso la salvacin que Jesucristo nos ofrece como un don y que
nosotros debemos ganarnos con nuestra cooperacin, es una liberacin
integral primero del pecado de nuestro corazn, pero con una conversin ligada inmediatamente al cambio de todo aquello que en la comunidad y en la sociedad hemos construido bajo el signo de ese pecado.
4. El documento de Puebla nos ha sealado como obligante la proclamacin de esa salvacin cristiana del hombre como liberacin integral;
que sin embargo, para ser verdaderamente cristiana, deber ser libre de
toda ideologa (de las cuales, las que hoy por hoy afectan ms a la Amrica Latina, seran el colectivismo de tipo marxista, el liberalismo capitalista y el estatismo de la seguridad nacional).
5. A la luz de esta liberacin integral podemos justamente "releer"
en manera fiel y adecuada (para integrarlas), continuando asi la tradicin
viva de la Iglesia en un progresivo desarrollo teolgico, las categoras salvficas que de acuerdo a sus diversas pocas en el pasado han utilizado
nuestros antecesores en la fe.
1.1.1. La doctrina proclamada por el credo niceno-constantinopolitano es que todo el misterio de Cristo nos ha sido revelado "por nosotros los hombres y por nuestra salvacin" (DS
125), y especifica luego que "fue crucificado por nosotros"
(Ibid).
Falta esta frmula en mltiples credos anteriores al ao
381. La razn puede ser relativamente simple: el problema cristolgico no giraba en torno a la salvacin, que se daba por supuesta como el fin de toda la obra de Cristo. Tras el concilio de
Constantinopla I, en cambio, casi todos los credos locales aaden esta expresin al menos en forma reducida: 5 rfia^, o bien
vtrp r\nZ~r (cf por ejemplo los smbolos de Atanasio, DS 46,
de San Macario, DS 55, u otros semejantes: DS 50, etc.). En
ciertos smbolos la frmula "por nosotros", que indica el trmino salvfico de la obra de Cristo, se le atribuye ms restringidamente al misterio pascual (cf DS 76, 352, 801).
.1.1.2. Citas bblicas con declaraciones breves y muy simples, por ejemplo acerca de Gal 2,21 dice el concilio de Orange II: "Luego Cristo no muri en vano, sino para que fuese reparada por l la naturaleza que haba perecido en Adn" (DS
291), o el anatema de San Cirilio, que se basa en Ef 5,2; "Si
alguno dijese que l se ofreci en sacrificio por s mismo y no
por nosotros (ya que l no conoci pecado, y por tanto no tena
necesidad de sacrificio), sea anatema" (DS 261), o el concilio
de Toledo: "concebido sin pecado, nacido sin pecado, muri
tambin sin pecado, aunque fue 'hecho pecado' por nuestra salud" (DS 539), etc.
1.1.3. Otros trminos teolgicos. Poco apoco el Magisterio
us tambin un vocabulario comn a la literatura teolgica de
la poca en que se ejerca. No "canoniza" como obligatoria
tal terminologa, sino la maneja segn el uso comnmente aceptado. Por ejemplo el concilio de Florencia dice en el decreto
pro Iacobitis: "nadie... habra sido liberado del dominio del
diablo, sino por la fe del mediador entre Dios y los hombres,
Jesucristo Nuestro Seor" (-DS1347); y el concilio de Trento,
en el decreto sobre la justificacin: "por el mrito de un mediador..." (DS 1513), y cf 624, 1025); el mismo concilio habla de
la "satisfaccin" (DS 1524, 1547), sin definir dogmticamente
el trmino, que era muy comn en la poca de la reforma, y
447
desde San Anselmo (cf DS 1689, 1692, 1712, etc., y Catecismo Romano cap. V, nn. 3 y 5).
1.2.4. La realista. Si las anteriores eran teologas ms propias de la Iglesia griega (sin que por ello queramos acentuar
excesivamente la divisin doctrinal entre oriente y occidente,
sino slo hacer resaltar los puntos que en ellas destacan), la
doctrina realista es la preferida de la Iglesia latina (si bien encontramos sus races ya en Orgenes). Se le suele llamar realista en cuanto pone en la cruz el momento clave de la redencin,
ya que la cruz revelara en toda su profundidad la realidad de
la encarnacin (doctrina profundamente antidoceta). Esta doctrina, al subrayar la cruz, la contempla, segn los autores, desde
perspectivas diversas: l o . Christus Vctor (de la que nos quedan
an fuertes trazas, por ejemplo en el himno "Cristo vence,
Cristo reina"): es una teologa que resalta la victoria de Cristo
sobre la muerte, precisamente al someterse a ella; en nosotros
tambin la vence, si se trata de la muerte del pecado mediante
su gracia, y si de la muerte fsica mediante la resurreccin.
Algunos Santos Padres han hablado tambin de la cruz en
trminos de victoria de Cristo sobre el demonio: esta victoria de
Cristo es aplicable al hombre por el principio de solidaridad 240 .
2o. La sangre de Cristo ofrecida como rescate, que parte de la
metfora paulina de considerar el pecado como una esclavitud.
Correspondientemente ilumina la obra salvfica mediante otra
metfora de tipo jurdico, tomada de la costumbre legal de
rescatar a los esclavos mediante el pago de un rescate2 4 1 . 3o La
240
449
1.2.7. Del mrito. Una doctrina alguna vez insinuada por los
Padres, es ms bien tomista. El Jess viador puede merecer por
nosotros, por un doble motivo: viendo hacia Dios, por su amor
infinito que por lo mismo es meritorio sin lmites; viendo hacia
nosotros, por su unin mstica (segn la doctrina de la solidaridad y de la personalidad corporativa).
1.2.8. De la salvacin "moral". No es una teologa catlica, sino liberal racionalista, pero conviene exponerla para mayor cultura teolgica. Es la preferida de notables iluministas como Rousseau, Kant,
etc. Afirma que Cristo nos salva solamente mediante la predicacin
de una doctrina moral objetivamente pursima, y por el ejemplo que
nos da de conducta intachable. En algunos autores, como en Straus,
la muerte de Jess tambin tiene valor salvfico en cuanto ensea al
hombre como se debe morir por una causa justa, heroicamente. En
otros autores lo importante de Jess es que muri mrtir por una causa (y as nos ensea a seguir una causa hasta la muerte). Vieja doctrina, ya San Agustn la juzgaba "carnal", y la haba juzgado hertica el
concilio de Sens cuando conden una proposicin semejante de Abelardo 2 4 4 . En efecto, tal doctrina no supera el pelagianismo: el hombre
en tal caso se salvara a s mismo con sus propias fuerzas, recibiendo
a lo ms el ejemplo externo de un gran hombre (o de un gran profeta) elegido por Dios, que sera Jess. Por supuesto esta doctrina no necesita para nada la divinidad de Jesucristo.
242
450
criticados por otros Padres, sobre todo por S. Gregorio de Nacianzo y por San Juan Damasceno. Como dice J. RIVIERE, esta doctrina no fue jams una tesis universal de la Iglesia: cf. Le dogme de la
rdemption, tude historique, Pars, Lecoffre, 1905, p. 108. Tampoco ofreci Jess su sangre al Padre por nosotros en rescate, ya que
no ramos sus esclavos, ni deba liberarnos de l. En todo caso se
trata de una metfora incompleta, que no puede forzarse llevndose
a los extremos: la Escritura la usa sin indicar jams a quin fue pagado el rescate. Es como cuando decimos: "si quieres sacar una buena carrera debers pagar un alto precio" ( a quin?).
Del latin poenalis, de poena, que no significa slo castigo, sino
tambin sufrimiento; no se trata de "penal" en el sentido actual,
meramente jurdico; sino de la solidaridad (o vicariedad) de Cristo,
que toma sobre sf voluntariamente nuestros sufrimientos. Ni es lo
mismo la doctrina de la vicariedad y la de la sustitucin (el Papa es
vicario pero no sustituto de Cristo). La segunda nos lleva ms hacia
la pasividad moral, al poner nfasis en que Cristo lo ha hecho ya
por nosotros, al sustituirnos, La vicariedad no quita nuestra responsabilidad. De ah que al exagerar la doctrina de la Reforma la satisfaccin por sustitucin, haya dejado las obras del cristiano desprovistas de todo valor salvfico.
243
244
1.2.9. De los oficios de Cristo. Jesucristo es nuestro salvador porque cumple en su propia persona las mediaciones salvficas del Antiguo Testamento, como son las de Profeta, Sacerdote y Rey (en algunos este ltimo oficio experesado como
Seor, o como Pastor). Una doctrina muybblica, recoge y sintetiza lo que ya hemos dicho sobre estas funciones de Cristo al
tratar el tema correspondiente en las partes I y II de este tratado 2 4 5
1.2.10. De la liberacin, que desarrollaremos ms en las
pginas siguientes, y que describe as el Card. Eduardo Pironio:
La liberacin tiene un sentido temporal y un sentido eterno, un sentido espiritual y un sentido corporal. Es todo el hombre el que debe
ser ntegramente liberado... del pecado. Pero se trata tambin de
de desprenderlo de todas las servidumbres derivadas del pecado: egosmo, injusticia, ignorancia, hambre, etc. La liberacin tiene finalmente
un sentido personal y un sentido social (en cierto modo, un sentido
csmico). No es slo el hombre el liberado. Son tambin los pueblos,
es toda la comunidad humana... El hombre es plenamente liberado,
no slo en su interioridad personal, sino en su esencial relacin a los
otros hombres y al mundo entero. El hombre es enteramente libre
cuando puede hacer libres a los dems, cuando puede construir libremente su historia. Cuando puede llevar el mundo hacia su liberacin completa. Entonces es verdaderamente 'seor' a imagen de Cristo, 'Seor de la historia'246 .
1.3. A manera de conclusin. Hemos de meditar profundamente lo que nos dice el Vaticano II:
Esta tradicin apostlica va creciendo en la Iglesia con la ayuda del
Espritu Santo; es decir, crece la comprensin de las palabras e instituciones transmitidas cuando los fieles las contemplan y estudian repasndolas en su corazn, y cuando comprenden internamente los misterios que viven, cuando las proclaman los obispos, sucesores de los
apstoles en el carisma de la verdad. La Iglesia camina a travs de los
siglos hacia la plenitud de la verdad, hasta que se cumplan en ella plenamente las palabras de Dios (DV 8).
Esto se ha de afirmar tambin de la legtima tradicin soteriolgica, que va creciendo en comprensin de la palabra revelada. Uniendo este texto al ya citado antes (de UR 1) donde se
nos deca que las diversas teologas muchas veces son complementarias, hemos de concluir que una de las maneras importantsimas de crecer de nuestra teologa es por la analoga de la fe:
esto es, por la mejor coordinacin y sntesis de los diversos aspectos del misterio, legtimamente iluminados por las diversas
corrientes teolgicas. A mi parecer, es lo que est pasando maravillosamente en nuestro continente latinoamericano a partir de
las reuniones plenarias del CELAM: la doctrina soteriolgica
que contempla la obra salvfica de Cristo como liberacin integral del hombre puede integrar (sin renegar de sus races) lo
mejor de las soteriologas del pasado, con un espritu agradecido al Seor que las ha inspirado. Como consta del documento
final de Puebla, tal doctrina debe unificar la "cristologa descendente" (que parte de la encarnacin: Pue 187s) con la "ascendente", que arrancando de la vida histrica de Jess, y de su
camino hacia la muerte y la resurreccin, llega hasta la proclamacin del mismo como Seor y Mesas {Pue 190-197). Y en
la parte soteriolgica, de la que nos ocupamos especialmente
en el tema actual, recoge el jugo de las tradiciones y abre la
puerta para continuar por ese camino que estamos muy lejos de
haber recorrido completamente.
245
452
ltimos males son muy concretos 247 . Para comprender la realidad del pecado hay que colocar ste por, una parte, en la perspectiva de la revelacin, y por otra en las situaciones histricas
concretas en que el pecado se realiza.
2.1. La realidad del pecado segn la revelacin. Para el documento de Puebla no podemos captar la obra liberadora de
Cristo si no partimos del dato bblico: no es el hombre quien
ha amado primero a Dios, sino ste quien ha amado primero al
hombre. Y ha manifestado ese amor ante todo al crearlo a imagen de su Hijo, para hacerlo participante de la vida de la Trinidad (Pue 183), prototipo de toda vida comunitaria. As el hombre debe vivir su participacin en el misterio de la comunin
divina, en la comunin con sus hermanos.
Si regresamos a lo dicho acerca de la persona de Jesucristo
(cf tema XIV, nn. 5 y 6), siendo sta el paradigma de nuestra
propia persona, hemos de descubrir tambin en nosotros como
lo ms radical del propio yo, nuestro ser autntico, original,
irrepetible, que se expresa en sus relaciones hacia los dems
y hacia Dios, relaciones slo posibles por el conocimiento y el
amor. He aqu que el pecado es, pues, el destrozo completo
de todo cuanto hay en nosotros de ms propio y personal.
El pecado no solamente es una accin externa contra una norma
venida desde fuera; sino ms en profundidad es una decisin
nuestra contra aquello que somos nosotros mismos como personas segn el plan de Dios y la imagen comunitaria de la Trinidad que llevamos en la ms ntima estructura de nuestro ser.
Y observando la triste realidad universal de pecado en que vive
el hombre, Puebla constata que, contra esta finalidad de nuestra
existencia, hemos transformado el mundo en un campo de batalla lleno de violencias, de odio, de explotacin y de esclavitud
(Pue 184).
As el pecado no es otra cosa que una idolatra, no slo individual, sino tambin social. Negando a Dios la nica adoracin que debemos (y que al reconocerlo se transforma al mismo
tiempo en la liberacin de nosotros mismos, al hacernos ser
realmente lo que somos por destino desde la creacin), el pecado absolutiza cualquier creatra (riqueza, poder, sexo, el estado, la razn humana o las propias ideas) y se convierte en una
idolatra ms o menos camuflada. Luego cuando se absolutiza
alguno de esos valores, se relativiza la persona humana, que se
convierte en esclavo de esos bienes. Por eso Puebla llama al
pecado una esclavitud, "raz y fuente de toda opresin, injusticia y discriminacin" (Pue 517), y en cambio afirma que la
nica liberacin posible de esta idolatra y esclavitud es entonces la adoracin del nico adorable, el verdadero Dios (Mt
4,10;Dt 5,6ss).
El evangelio de Jess ofrece al hombre nuevas perspectivas
para comprenderse y transformarse en su vida individual y social. Por eso la liberacin que Cristo nos ofrece puede ser mutilada y traicionada de dos maneras, ambas debidas a una grave
desviacin en el concepto de pecado y de la esclavitud que se
le sigue: a) cuando no se llega al fondo de lo que es el pecado,
con todas sus seducciones e idolatras, como una realidad profundamente personal; b) cuando no se advierten sus consecuencias comunitarias, por ejemplo en la conculcacin de los derechos humanos que son un don del Creador mismo desde la creacin del hombre, y por tanto no simples concesiones de la generosidad de un estado o de una constitucin poltica, y por lo
mismo no pueden ser pisoteados sin injuriar al mismo Dios
(Pue 485) 2 4 8 .
248
247
EL CELAM insiste con frecuencia en el tema del pecado como realidad individual y social: una vez que el hombre prescindi de Dios y
ador las obras de sus manos y a s mismo, se sigui un "desgarramiento interior", y tras l "entraron en el mundo el mal, la muerte,
la violencia, el odio, el miedo. Se destruy la convivencia fraterna...
Roto as por el pecado el eje primordial que sujeta al hombre al dominio amoroso del Padre, brotaron todas las esclavitudes" (Pue
185s), tema ya enunciado de Pablo VI (EN 36). Juan Pablo II ha repetido varias veces que la raz de la injusticia en las estructuras sociales es el pecado en el corazn del hombre: Disc. a la poblacin de
Ayacucho, 3 feb. 85, 3. Tambin en su exhortacin apostlica Reconciliacin y Penitencia habla de la dimensin social del pecado indi455
apuntan ciertas guas que muestran la direccin en que tal concretizacin debe buscarse. Creo que fundamentalmente las reducen a tres captulos:
249
250
456
251
2.2.2. Las instituciones sociales y estatales, y muchos criterios que las guan, como el individualismo materialista (Pue 55);
el deterioro de los valores morales en la familia (Pue 57);
"el deterioro de la honradez pblica y privada" (Pue 58); la
educacin deformante y despersonalizadora, y con frecuencia
manipulada por ideologas (Pue 61); el abuso de los medios de
comunicacin social, para difundir o ideologas o criterios de
consumismo (Pue 62).
2.2.3. Las estructuras injustas construidas bajo el signo del
pecado: sistemas econmicos cuya fidelidad no es el hombre,
sino el lucro (Pue 64); la desunin de nuestros pases, que los
deja inermes ante los bloques de poder (Pue 65), la dependencia econmica, tecnolgica, poltica y cultural, y de las sociedades multinacionales, el abuso de las materias primas de parte
de las naciones ms potentes (Pue 66); la carrera armamentista
(Pue 67); la falta de estructuras agrcolas (Pue 68); la crisis de
valores morales, manifiesta en la deshonestidad pblica, en el
ansia de lucro inmoderado, en la venalidad y en la fuga al extranjero de capitales y cerebros (Pue 69).
Se encuentra en todo ello no una simple "estructura (annima) pecaminosa", sino ms en su raz el misterio del pecado,
que se da "cuando la persona humana, llamada a dominar el
mundo, impregna los mecanismos de la sociedad, de valores
materialistas" (Pue 70), cuando en lugar de adorar y servir a
Dios se adoran y se sirven dolos falsos que acaban por hacer
aicos al hombre y la fraternidad humana (Pue 85). Como comenta acerca de este punto J. Ayestern, los obispos tienen
aqu ante los ojos "la presencia multiforme y dramtica del
mal en la historia de la humanidad" y como hombres de fe descubren la raz de tantos males, tan evidentes en Amrica Latina,
no en las relaciones de produccin ni en los sistemas econmicos, sino en la libertad humana "que, situada en la historia
concreta, rompe el eje primordial de la relacin con Dios y,
consiguientemente, con el hombre 2 5 2 .
252
458
J. AYESTERN, "La cristologa en Puebla", en EQUIPO SELADOC, Panorama de la teologa latinoamericana. V. Puebla, Salamanca, Sigeme, 1981, p. 183.
4.1. La salvacin cristiana del hombre como liberacin integral podra resumirse sintticamente en esta expresin: El
Hijo de Dios ha tomado nuestra carne para intervenir en primera
persona en nuestra historia, a fin de liberarnos del pecado y de
todas sus consecuencias, la primera de las cuales es la muerte;
nosotros nos salvamos incorporndonos en ese misterio:
Jess, de modo original, propio, incomparable, exige un seguimiento
radical, que abarca todo el hombre, a todos los hombres, y envuelve
a todo el mundo y a todo el cosmos. Esta radicalidad hace que la conversin sea un proceso nunca acabado, tanto a nivel social como personal. Porque, si el Reino de Dios pasa por realizaciones histricas,
no se agota ni se identifica con ellas (Pue 193).
Hablando del documento de Puebla, en el aspecto soteriolgico de su seccin cristolgica, M. Manzanera resume la doctrina del CELAM sobre la liberacin integral, en los puntos siguientes:
Se distinguen tres planos inseparables de la liberacin integral: la relacin del hombre con el mundo, como seor; con las personas como
hermano, y con Dios como hijo (Pue 322), y se ven sus interrelaciones, que hacen que la liberacin no pueda ser reducida ni a un verticalismo de una desencarnada unin espiritual con Dios, ni a un simple
personalismo existencial de lazos entre individuos o pequeos grupos,
ni mucho menos al horizontalismo socio-econmico-poltico (Pue
329)253.
4.2. Los posibles errores que pueden desvirtuar nuestra teologa
pueden ser de dos tipos: unos tocan la confesin de fe en Jesucristo
al no ensear la verdad completa sobre Jesucristo: por una parte
pueden deberse a la tendencia ideolgica de circunscribir a Cristo en
la inmanencia de la historia como slo promotor del cambio sociopoltico; pero por otra a la ideologa no menos grave de limitarlo al
campo de la conciencia individual, y de lo meramente privado Pue
175.178). Pero sobre el ser de Jesucristo hemos tratado ya en los temas anteriores. Sin esa ntegra confesin de fe en l tampoco hay
salvacin cristiana, porque como indicaba Juan Pablo II en el discurso inaugural de Puebla, citando a Pablo VI, "no hay evangelizacin
verdadera mientras no se anuncie el nombre, la vida, las promesas,
el Reino, el misterio de Jess de Nazareth, Hijo de Dios" (1,1.2,
y cita de EN 22). Otros posibles captulos de desviacin se refieren
al tipo de salvacin que Jesucristo nos ofrece. En ambos casos tales
errores se deben a "relecturas" del evangelio impulsadas y prejuiciadas por diversas ideologas.
253
460
M. MANZANERA, "Liberacin en Puebla", en Puebla en la reflexin teolgica de Amrica Latina. Bogot, CICT-Pont. Univ. Javeriana, 1981, p. 220,
4.2.1. Las ideologas sobre las que Puebla nos pide estar alerta en la
Amrica Latina son tres:
a) el liberalismo capitalista, ya descrito por al encclica Populorum
Progressio:
Considera el lucro como motor esencial del progreso econmico: la
concurrencia como ley suprema de la economa; la propiedad privada
de los medios de produccin, como un derecho absoluto, sin lmites
ni obligaciones sociales correspondientes (PP 26, citada por (Pue
542).
b) El marxismo, que segn la descripcin de Puebla, se ha difundido
entre las masas de obreros, estudiantes, maestros, etc., con el ilusorio
ofrecimiento de una mayor justicia social, ah precisamente donde a
causa del capitalismo liberal se senta su carencia. Pero tal ideologa
slo es capaz de ofrecer ilusiones utpicas, muchas veces como un impulso para lograr la toma del poder mediante la violencia como instrumento (Pue 48). Y no obstante, el colectivismo marxista conduce
igualmente -por sus presupuestos materialistas- a una idolatra de la
riqueza pero en su forma colectiva. Aunque nacido de una positiva crtica al fetichismo de la mercanca y al desconocimiento del
valor humano del trabajo, no logr ir a la raz de esta idolatra, que
consiste en el rechazo del Dios de amor y justicia, nico Dios adorable (Pue 543).
c) La seguridad nacional, ideologa ms tpica de varios pases hermanos nuestros gobernados especialmente por regmenes militaristas.
Trata de justificar su carcter totalitario y autoritario y violador de
los derechos humanos ms fundamentales, por la necesidad de defender los valores tradicionales de un pas, y con frecuencia recurriendo
escandalosamente a "una subjetiva profesin de fe cristiana" (Pue
49). Esta ideologa se fundamenta en un concepto estatista del hombre, al que considera totalmente sujeto al servicio ilimitado "de la
supuesta guerra total contra los conflictos culturales, sociales, polticos y econmicos, y mediante ellos, contra la amenaza del comunismo" (Pue 314). Esta doctrina no es armonizable con la visin cristiana del hombre (Pue 549).
4.2.2. Influjo de estas ideologas: se advierte en una infiltracin (no
siempre evidente y explcita) de ciertas corrientes de pensamiento
que desvan la esperanza en una verdadera liberacin cristiana, ya que
sta es una liberacin que sabe utilizar los medios evanglicos con su
peculiar eficacia y que no acude a ninguna clase de violencia ni a la
dialctica de la lucha de clases, sino a la vigorosa energa y accin de
los cristianos que, movidos por el Espritu, acuden a responder al
clamor de millones y millones de hermanos (Pue 486).
El riesgo de este influjo est latente sobre todo en la posible ideologizacin de la teologa: tanto el capitalismo liberal como el marxismo
son sistemas cerrados a la trascendencia del hombre, y pueden instrumentalizar inconscientemente la teologa en favor de la politizacin
ideologizada de la vida cristiana (Pue 545s); en la consiguiente reduc461
cin de la salvacin cristiana a un cambio de estructuras sociopolfticas; en la no siempre consciente introduccin a mtodos contrarios
al evangelio, pretendiendo por ejemplo lograr la justicia mediante la
violencia, lo que contradice de frente la expresin mxima de la ley
suprema de Cristo, que es el amor sin lmites a Dios y al hermano
(Pue 37, 494s); en el exclusivismo de la opcin por los pobres como
opcin de clase, y no segn el criterio evanglico de la pobreza (Pue
1145, 1165); y finalmente en la confusin entre liberacin cristiana
del hombre y lucha poltica partidista (Pue 91).
su persona como camino al Padre nos exigir (inclusive de manera ms apremiante que cualquier ideologa) el poner el Reino de Dios al centro de toda la preocupacin de nuestra vida,
y el tomar como propia su opcin preferencial por los pobres;
pero al mismo tiempo el criterio para entender el Reino de Dios
y para discernir quines son esos pobres a quienes preferencialmente se ofrece la liberacin en Cristo, ser el mismo criterio de Jesucristo que conocemos por su Palabra 254 .
5.2. La doctrina del intercambio de naturalezas se mantendr intacta, al afirmar con nuestra fe la verdadera encarnacin
del Hijo de Dios que tom nuestra carne en el seno de Mara,
para que nosotros pudisemos mediante la gracia hacernos
"participantes de su naturaleza divina" (2 Pe 1,4). Pero no se
detendr ah; sino profundizar como San Pablo en lo que ello
significa en la concrecin de aquello en que dicha naturaleza
se expresa: "conocis bien la generosidad de nuestro Seor
Jesucristo, el cual, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin
de que os enriquecierais con su pobreza" (2 Cor 8,9). En efecto,
ese "intercambio de naturalezas" no se ha detenido en el nivel
de la recta confesin terica de la fe, sino que es de fe precisamente porque es real en la concrecin histrica del plan salvfico, y ello con todas sus consecuencias: tomar en serio pues su
encarnacin significa tambin tomar en serio que lo que debe
ser divinizado por la gracia es nuestra pobreza; y as no se trata
ni de confrontar a los pobres con los ricos, ni de hacer ricos a
los pobres; sino de hacer de nuestra pobreza humana el vehculo para la participacin del hombre en la naturaleza divina. Una
teologa tan honda nos lleva no a tomar por los pobres una "opcin de clase", sino a profundizar en todo aquello que el hom-
254
P. C A R L O S IGNACIO G O N Z L E Z S.J.
Finalmente, siendo la resurreccin de Cristo el trmino final de su encarnacin (puesto que no se detuvo sta en la concretizacin histrica de la participacin de nuestra pobreza),
hemos de tener tambin nuestra propia resurreccin como la
meta definitiva a la que se encamina nuestra participacin completa en la naturaleza divina de Jesucristo: slo ah brillar
en plena luz nuestro ser "hijos en el Hijo", "coherederos de
Cristo, ya que sufrimos con l para ser con l glorificados"
(Rm 8,17; cf Gal 3,16.26-29; FU 3,10-11), iniciado ya desde
aqu al participar con l de sus opciones, sus criterios, sus preocupaciones y su misin evangelizadora.
255
256
257
464
En sus discursos a la Amrica Latina Juan Pablo II ha descrito frecuentemente, y de manera inequvoca, muchas situaciones de pobreza en que nos encontramos, y que estn reclamando la liberacin
en Cristo. De nuevo me refiero a mi art. "La teologa de la liberacin a la luz del magisterio...", n. 3.2.1. Sera prolijo enumerar aqu
la enorme cantidad de discursos en que el Papa ha tratado este tema;
pero podramos resumirlos en cuatro captulos: l o . Los "pobres
de espritu" que son los pobres por el Reino, que saben compartir
lo que tienen (poco o mucho) con los que tienen menos; 2o.La pobreza ms honda, "que incide en la conciencia, violando el santuario ntimo de la dignidad personal" (A "ElGuasmo", Guayaquil, l,feb.85,
n.5);3o. La pobreza material de quienes carecen de lo ms necesario para vivir; 4o. La ms radical de todas, la del corazn humano donde no
habita Dios, esclavizado al poder, al dinero, al placer (A los jvenes,
Lima, 2 feb. 85. n. 10).
"La teologa reconoce como sus auxiliares preciosos las ciencias
naturales, histricas, antropolgicas. En efecto, la relacin'hombreDios' est en el centro de la economa de la salvacin en la cual la
Revelacin, y por tanto la teologa, son propter nomines. Las mencionadas ciencias, cada una a su modo, ofrecen a la teologa una
ayuda valiosa para conocer mejor al hombre, uno de los trminos de
aquella relacin": S. CONGR. PARA LA EDUC. CATOL., La formacin teolgica de los futuros sacerdotes, 22 feb. 1976, n. 54, y
cf 55-58.
Evidentemente no puede aceptarse cualquier filosofa, ni cualquier
mtodo llamado "cientfico" (o al menos postulado como tal) si
de algn modo parte de presupuestos contrarios a los del evangelio:
"Es claro que no puede aceptarse una filosofa que presente una concepcin de la realidad en contraste con la Revelacin... No es posible admitir un pluralismo filosfico que comprometa aquel ncleo
fundamental de afirmaciones que estn ligadas con la Revelacin,
como sucede en algunas filosofas afectadas por relativismo histricista o por inmanentismo, ya materialista ya idealista": Ibid 52;
el mismo criterio vale para las ciencias auxiliates y sus mtodos.
7. Profundizacin
7.1. Investigacin. Estudio crtico de algunas soteriologas:
*I. GONZLEZ FAUS, "La vigencia del hombre nuevo para nosotros" en Op cit, pp. 251-313.
*CH. DUCHOC, "Redencin", en Op cit, pp. 411-450.
*W. KASPER, "Jesucristo, hijo del hombre", en Op cit, pp, 241-280.
*P. FAYNEL, "Reflexin teolgica sobre el misterio de la redencin", en Jesucristo es el Seor. Salamanca, Sigeme, 1968, pp.
258-292.
259
466
Conclusin
SNODO EXTRAORDINARIO, Relatio finolis, n. D.3. L'Osservatore Romano, Documenti, 10 dic, 1985, p . l .
467
7.3. Lecturas
*JUAN PABLO II, Ene. Redemptor Hominis del 4 de marzo 1979,
nn. 7-12.
*CONGR. PARA LA DOCTR. DE LA FE, Instruccin sobre libertad
cristiana y liberacin, del 22 de marzo de 1986, cap. III "Liberacin
y libertad cristiana", nn. 43-60, y cap. IV "La misin liberadora de la
Iglesia", nn. 61-70.
8. Gua pastoral
8.1. Lectura espiritual
PABLO VI, Exhort. apost. sobre la evangelizacin en el mundo contemporneo, del 8 dic. 1975, nn. 25-39.
8.2. Actividad pastoral
En nuestro grupo apostlico tomar los nmeros de Pue 127-161
donde se nos trazan tres tipos de directrices para la evangelizacin
de nuestro continente. Examinemos cada una de dichas lneas a la luz
de la liberacin integral, como la hemos estudiado en este capitulo,
y examinndolas segn los tres ncleos que Puebla misma ha elegido:
a) Cules son los elementos reales en la sociedad en que histricamente vivimos hoy, en los cuales se debe hacer carne nuestra liberacin plena en Jesucristo? (Pue 127-141).
b) Cmo hemos de vivir en el seno de la Iglesia esta liberacin?
(Pue 142-149).
c) Cmo hemos de proclamar en el futuro, como cristianos, la plena
liberacin en Jesucristo para evangelizar integralmente a nuestros hermanos? (Pue 150-161).
8.3. Liturgia de las horas. Lecturas:
*S. GREGORIO DE NISA, "Tenemos a Cristo, que es nuestra paz y
nuestra luz". Jue XIX Ord.
*S. LEN MAGNO, "El Seor da a conocer su salvacin a todo el
orbe de la tierra". 6 en.
VATICANO II. "Yo salvar a mi pueblo". Mi II Ord.
VATICANO II, "Papel de los cristianos en la construccin de la paz"
Mar XXXI Ord.
468
APNDICES
Hasta aqu he propuesto la doctrina catlica sobre Jesucristo y la redencin. Han abundado los ejemplos de telogos que
han construido la tradicin de la Iglesia (Santos Padres, San
Anselmo, Santo Toms, as como varios contemporneos).
Pero en general conocemos mucho menos las cristologas y
soteriologas no catlicas, lo que nos hace no ser tan capaces,
cuando leemos algunas teologas ms o menos de actualidad,
de distinguir en ellas lo que hay de fidelidad a la Escritura y
Tradicin de la Iglesia, y lo que en cambio representa la asimilacin de ideas que provienen ms bien de la tradicin de la
Reforma. He aqu por qu me ha parecido conveniente incluir
este apndice. Naturalmente aqu (por la finalidad de estas
pginas) me reduzco a un mtodo expositivo, y trato de ofrecer
algunas guas sobre las ideas que me parecen claves en el pensamiento cristolgico y soteriolgico de varios autores elegidos.
Quisiera con estas lneas (y dada su necesaria brevedad que me
obliga a presentar estas cristologas en forma incompleta) apenas estimular el apetito para que algunos lectores se sientan
alentados a una investigacin ms profunda.
1. Martn Lutero (Eisleben, 1483 - 1546).
Cuando naci Lutero casi toda Europa (menos las regiones dominadas por el Islam y el ducado de Mosc) reconocan al Papa como
jefe supremo. Al morir el reformador, 63 aos despus, la mitad de
Europa se haba separado de la sede de Roma. Por qu? El fenmeno va mucho ms all de la obra concreta de Lutero. Habra que buscar las races ms profundas al interno de la misma Iglesia Romana,
en mltiples aspectos que sera imposible estudiar aquf260. Ha de
260
Para situar histricamente a Lutero recomiendo R. GARCA VILLOSLADA Races histricas del luteranismo. Madrid, BAC, 1976.
471
APNDICES
1.1.5. Biblicismo: es consecuencia de lo anterior: suprimida toda autoridad en la Iglesia y toda capacidad de la razn humana para conocer
la razn objetiva, no queda sino la pura fe que acepta la sola palabra
divina, de donde nace la clsica "libre interpretacin" (por falta de
norma objetiva, de autoridad y de razn) de la Biblia. Pero es injusto acusar a la Iglesia de haber sin ms olvidado la Biblia, contraponiendo a Lutero como campen de ella. Es verdad que el reformador
hizo muchsimo por divulgarla y por darla a conocer en vernculo
(es de l una clsica traduccin al alemn de su poca). Pero se debe
recordar que los primeros libros impresos (y an no exista la reforma)
fueron los de la Biblia, y que los grandes telogos (sobre todo Santo
Toms) enseaban ante todo la Sagrada Escritura cuyos comentarios
son la parte ms rica de sus escritos. Y el hecho de que San Ignacio
hubiese escrito los ejercicios espirituales (profundamente impregnados de la Palabra revelada) siendo an seglar, es claro signo de que la
Palabra de Dios no estaba tan cerrada a los laicos como a veces se
dice exagerando 2 6 '.
1.2. Doctrina de la satisfaccin. Tiene su origen en un contexto penitencial, debido tambin en parte a la angustia de Lutero por sentirse pecador: el hombre no puede dar satisfaccin
a la justicia divina, por dos motivos:
Primero, por ser el hombre pecador, y por lo mismo siempre
bajo la ira de Dios. Por igual motivo afirma la incapacidad
salvfica tanto de la razn como de la libertad humana, que
siempre dirigen al hombre hacia lo antidivino: tras el pecado
original de tal manera se ha corrompido la naturaleza humana,
que no le queda sino pecado y muerte. He aqu por qu no le
es ms posible al hombre acercarse al "Dios desnudo" (es decir
261
472
al Dios no revestido de la carne de Cristo), y por lo mismo nica y exclusivamente puede ser encontrado en su Palabra revelada. Dios siempre se oculta al pecador, que es su anttesis: es el
papel de la ley, convencernos de nuestra pecaminosidad, para
que as resalte el evangelio (o "buena nueva") que de tal manera
Dios ha querido salvarnos, que nosotros no podemos hacer nada
para lograrlo, excepto creer en su Palabra 262 .
Segundo, por parte de la accin humana: todas las obras son
vacas. Y ello por un motivo cristolgico: de tal manera quiere
Lutero hacer resaltar la absolutez de la satisfaccin que Jesucristo ha ofrecido al Padre, que segn l cualquier cosa con que el
hombre pudiese corresponder o colaborar menguara esta totalidad, y en efecto la destruira porque Cristo no sera ya el mediador absoluto y el revelador de la pura misericordia de Dios
(por ello rechaza los votos religiosos, las peregrinaciones, la misa como sacrificio, etc.):
Es necesario que magnifiquemos el artculo sobre la justicia cristiana,
contra la justicia de la ley y de las obras, cuanto no lo puede hacer
ni la voz ni la elocuencia... Si todos los pecados del mundo se encuentran en aquel hombre, Jesucristo, luego ya no estn en el mundo. Si
no estn en l, an estn en el mundo. Y si Cristo ha sido hecho reo
de todos los pecados que nosotros hemos cometido, entonces estamos absueltos de todos nuestros pecados; pero no por nosotros, por
nuestras obras o mritos, sino por l263.
262
263
474
APNDICES
264
475
APNDICES
268
APNDICES
274
479
2.1. El pecado originial (II, 1,8-11)275 es corrupcin y perversidad hereditarias e insertas en la naturaleza, principio de
pecado no vencible que nos hace objeto de la ira divina (los pecados concretos seran ms bien frutos del nico pecado que
nosotros somos invenciblemente desde el nacimiento). De ah
que todo en el hombre sea concupiscencia que lo arrastra al pecado.
Consecuencia de lo anterior es que el hombre no tenga libre albedro sino para pecar, y as el hombre est constreido
a pecar libremente (11,2,7-12). Tras el pecado original han quedado al hombre apenas aquellas luces operativas en el campo
prctico (en el gobierno poltico, el aprendizaje, las artes, jurisprudencia y literatura: ibid 14-15). En cambio respecto al conocimiento de Dios el hombre ha perdido todas sus luces naturales, y as no puede acercarse por la teologa natural (o por la
teodicea) a Dios; ni puede tener capacidad alguna de conocer
la voluntad divina ni por tanto la ley moral, a no ser como un
reproche (en cuanto el hombre advierte que hay una ley que no
puede cumplir aunque debiera: II, 2,19-22).
Por eso tras el pecado original todas las obras del hombre
son corrompidas y pecaminosas, luego todo cuanto hace lo lleva
inexorablemente a la perdicin y desesperacin. Y as aquellos
a quienes llamamos "hombres virtuosos" no lo son, sino slo
en cuanto logran contener las manifestaciones externas de sus
pecados (II, 3,2-3). Por eso el hombre peca necesariamente en
todo, y sin embargo lo hace libremente (porque debera no hacerlo, y se da cuenta de ello: II, 3,5). Luego todo cuanto es
bueno en nosotros slo puede provenir de Dios gratuitamente
y por consiguiente por eleccin (o predestinacin); pero no
es que Dios predestine a alguno a pecar al no predestinarlo a la
275
480
1555 los calvinistas se apoderaron totalmente del gobierno de la ciudad de Ginebra, y empezaron las grandes divisiones con los luteranos. En 1564 falleci tras larga enfermedad, y fue sepultado (por
propia voluntad) en una tumba annima.
Cito las Instituciones de la religin cristiana, de la edicin que tengo
a la mano que es la italiana de Turfn, Tipografa Torinese, 1971, en
dos volmenes. Por brevedad en el texto mismo indico las citas con
tres nmeros que significan el libro, el capitulo y el nmero dentro
del captulo (divisin que, por ser ya clsica, ser ms til que citar
las pginas de la ed. italiana).
APNDICES
salvacin, pues lo nico que hace es abandonar a ste a sus propias fuerzas de pecado, inexorables pero inexcusables (11,3,8).
2.2. La funcin salvfica de Jesucristo. Calvino la desarrolla bsicamente en II, 4: es un bellsimo estudio bblico. Lstima que no se detuvo ah, sino que concluy con su doctrina
preestablecida:
2.2.1. La funcin de la ley es conducirnos a Cristo. Pero
cmo? La ley ceremonial del A.T., ayudndonos a conocer el
papel de Jesucristo como mediador; la ley moral, convencindonos de nuestra pecaminosidad invencible y culpable, de tres
maneras: a) condenando nuestro pecado, para que no pongamos
la seguridad en nosotros mismos sino en la misericordia divina;
b) conteniendo la maldad de los perversos, en sus manifestaciones, mediante sanciones y amenazas; c) clarificando la voluntad divina a los predestinados (11,7, passim).
2.2.2. La redencin en Jesucristo se realiza mediante la satisfaccin por nuestros pecados, que signifca en Calvino lo siguiente: slo se satisface mediante el sufrimiento del castigo impuesto por la venganza divina:
Qu nos hubiese ganado Cristo si se nos exigiese el castigo por
nuestros pecados? Cuando decimos que l ha llevado en su cuerpo
y sobre la cruz todos nuestros pecados, no queremos decir sino que l
ha tomado sobre s toda la venganza y el castigo debido a nuestros pecados (111,4,30).
En el Pequeo catecismo, q. 55, niega a la vida de Cristo valor salvffico (y por tanto no se interesa mucho por ella, como Lutero)
ya que toda la salvacin est puesta en el castigo que Cristo sufri
en la cruz. En cambio en 11,16,5 le da algo de valor en cuanto ella
manifiesta la obediencia de Jess al Padre.
481
APNDICES
go suficiente por nuestros pecados si Jess hubiese sido nicamente condenado a la muerte fsica; y as debi tambin ser
condenado a las penas del infierno que nosotros merecamos
(11,16,10). Ni hubiese sido suficiente el castigo de la cruz, si
el Padre no lo hubiese abandonado (inicio del infierno) y si
por tanto Jess no hubiese dudado de su propia salvacin (Ibid,
11). Y que Cristo dud de su propia salvacin lo prueba Calvino
"contra sus calumniadores" en forma lgica y sin hacer exgesis bblica (curiosamente, ya que le negaba fuerza a la razn
para conocer a Dios y su plan y actividad salvfica). He aqu un
claro texto :
Hay espritus rebeldes que se oponen a esta enseanza: gente de cierto ignorante, pero movida ms de malicia que de estupidez, y que
por tanto no hacen sino ladrar. Dicen que injurio a Jesucristo, ya
que no es admisible que l haya dudado de la salvacin de su propia
alma... Que vergenza habra sido el que el Hijo de Dios hubiese
sido tan afeminado que se hubiese sentido atormentado por una
muerte normal hasta el punto de sudar sangre y de necesitar el consuelo de los ngeles...! Alguno podra preguntar si la splica que le dirigi al Padre de que lo librase de la muerte se debe interpretar como
del descendimiento a los infiernos; responder que es ya un inicio...
(11,16,12)277,
2.2.3. La aplicacin de la justificacin por la sola fe. Calvino rechaz el sacramento de la reconciliacin, alegando que segn la Escritura Dios nos perdona nuestros pecados por pura
277
482
Un conocimiento estable y cierto de la buena voluntad de Dios respecto a nosotros, conocimiento que se basa en la promesa gratuita que
se nos ha dado en Cristo, revelada a nuestro entendimiento y sellada
en nuestro corazn por el Espritu Santo (111,2,7).
Esta fe (que como se ve el reformador reduce a nuestra confianza en la bondad de Dios hacia nosotros) es lo nico que
justifica al pecador, justificacin que consiste en la sola no imputacin de nuestros pecados (111,11,2), lo que por supuesto excluye el que de hecho recibamos en nuestro ser el Espritu de
Dios (ya que somos indignos, radical e irremisiblemente pecadores). Por lo mismo quedan tambin excluidas las obras del
pecador como elementos de justificacin (ya que todas nuestras obras son pecaminosas), y por igual motivo queda fuera de
la justificacin, "contra la doctrina de los papistas" cualquier
posible renovacin real de la vida (111,13,11). Y as rechaza
todo mrito humano por nuestras obras, incluso en los hombres
santos (que no existen) ya que todo en el hombre es corrupcin y pecado, y si algo hay de bueno es slo cuanto proviene
del don gratuiro de Dios (111,15,3).
3. Los inicios del racionalismo y del liberalismo protestante
3.1. Contexto histrico. El luteranismo y calvinismo no fueron
fenmenos aislados, sino que polarizaron e hicieron aflorar muchas
inquietudes subyacentes. En un mar revuelto Lutero, sin querer
fundar otra iglesia, destruy la unidad de aquella a la que perteneca,
y Calvino (abogado laico) se convirti en jefe religioso y en una
muy autoritaria gua dogmtica (sin haber jams estudiado formalmente la teologa). Fuertes oposiciones al interior de ambos movimientos (que recibieron marejadas de espritus inquietos e inconformes) provocaron dolorosas rupturas y una casi inmediata proliferacin de sectas. Entre los espritus contestatarios que se apartaron
de la Iglesia catlica para unirse a los reformados huyendo de lo que
consideraban imposicin dogmtica y abuso de autoridad de parte
de Roma (sobre todo entre los seguidores de movimientos pietistas
que negaban toda autoridad doctrinal y apostlica a la Iglesia, en la
278
279
280
484
Segn J. LECLER, en Historie de la tolrance au sicle de la Reforme, Pars, Aubier, 1955, vol. I, pp. 282ss, en las iglesias constituidas, como la catlica, la luterana y la calvinista, la tolerancia (aunque
cada una de ellas buscara sus propias ventajas) era para la iglesia
propia: cada una est llena de desprecio por las dems, pero en general las dos iglesias protestantes exigen la tolerancia en los pases catlicos, mientras son muy reacias a concederla a la Iglesia catlica en
los pases en que ellas dominan. En cambio desde Socino se exige
una tolerancia nueva: la del libre pensamiento liberal al interno del
cristianismo.
Para situarlo histricamente, consltese mi artculo "Fausto Socino: la salvacin del hombre en las fuentes del racionalismo", en Gr
66 (1985), pp. 458-467. Brevemente: antitrinitario (calvinista)
italiano, busc refugio de la inquisicin romana en Suiza, donde
la encontr an ms violenta, por lo que se refugi en Polonia;
ah haba ya (debido a la tolerancia del rey de Cracovia) un fuerte
grupo de estos rebeldes religiosos, en general gente sencilla e ignorante, a las que Socino ofreci un cuerpo de doctrina que llegara a
ser la base de lo que luego se llam "socinismo", fuente del iluminismo del siglo XVIII y posteriormente del racionalismo y del liberalismo protestante. Muri en Polonia, y si bien l no fund ninguna
iglesia, su doctrina fue bsica en la de las iglesias que niegan la Trinidad: unitarios meninitas, etc.
APNDICES
APNDICES
281
A. von Harnack afirma que tras la reforma, slo quedaron tres corrientes dogmticas fundamentales: a) la catlica, que trat de salvar
487
APNDICES
por el arrepentimiento y el cambio de conducta; Jess no entendi ese reino sino como poltico, segn la manera de su
tiempo (1,4). En cuanto a su enseanza moral, denunci los detalles formales de la ley farisaica, y resalt "el cambio de mentalidad, el amor sincero a Dios y al prjimo, la humildad, la negacin de s mismo..." (1,6). Jess no ense ningn dogma ni
doctrina ni misterio fuera de su predicacin moral (1,8). Y toda
la fe que exigi fue en su doctrina, no en s mismo, excepto al
pedir que se deba confiar en l. En cuanto a la Iglesia primitiva: su creencia se redujo a aceptar lo anterior y a tener confianza en que Jess establecer el reino de Dios.
APNDICES
4.2. Lessing (1729- 1781 ) 2 8 7 cree que el iluminismo ha finalmente liberado al hombre, al exaltar la inteligencia, las capacidades de la voluntad, y la omnipotencia de la lgica, por lo
que se debe construir una imagen "cientfica" del hombre, y
a ella ha de corresponder la religin. Le pareci descubrir en
los manuscritos de Reimarus (de los que eligi los "Fragmentos"
para publicarlos tras la muerte de ste) el instrumental para reducir el cristianismo a sus elementos racionales. Debe en primer lugar reducirlo a los lmites de la razn natural, que limita
la religin a "reconocer a Dios, a hacerse de l nicamente los
conceptos ms dignos, y tener stos presentes en toda accin
y en todo pensamiento" 288 . El cristianismo, como las dems
religiones positivas, tienen como finalidad ayudar a la unidad
de un estado al regular el culto. Por lo mismo "todas las religio-
287
APNDICES
4.3.1. Jesucristo qu puede ser en este contexto? Ante todo hay que advertir que Kant lo ms posible evita nombrarlo,
habla ms bien del "sabio maestro de la doctrina moral".
Radicalizando a Lutero, piensa que a Dios slo podemos conocerlo en funcin del hombre, y a partir de lo ms sagrado que
hay en ste, como es el deber moral. Si pues conocemos a Dios
slo en funcin del hombre, la teologa es antropologa. Y
as dicho maestro (Cristo), si es que existi realmente (ya
que a Kant lo que le interesa es slo la " i d e a " cristiana), no es
sino
292
493
APNDICES
el modelo de hombre... es decir con su ejemplo (o sea con la idea moral que l representa) l abre la puerta de la libertad a todos aquellos
que quieren, como l, morir a todo cuanto los aprisiona, y los mantiene encadenados a la vida terrena con perjuicio de la moralidad 2 9 3 ,
Obsrvese que Kant pone aqu los cimientos para la posterior distincin entre el Jess histrico y el Cristo de la fe, propuesta en
toda su crudeza primeramente por D. Strauss, y en este siglo popularizada por R. Bultmann. Naturalmente para estos autores el verdadero objeto de la fe es el que conciben como "Cristo de la fe".
297 A partir de Kant es vlido lo que afirma J. MOELLER: "En la medida en que el hombre se considera 'autnomo', se pone en una actitud de escepticismo o de rechazo respecto a una redencin que no
provenga slo de las mismas fuerzas del hombre": en "Liberazione
dall'alienazione come critica della fede cristiana nella redenzione",
en VARIOS, Redenzione ed emancipazione. Brescia, Queriniana,
1975, p. 132.
495
298
299
496
Pero como se ve, en realidad Cristo en solamente un smbolo; por ello la unin es de toda la naturaleza humana con la
divinidad: el Cristo de la fe (es decir el verdadero significado
de Cristo, descubierto por la filosofa) es diverso del Jess de la
historia (que fue slo un "momento" particular, que nos sirve de smbolo de la verdad permanente de lo que signifca "Cristo"). Su muerte en cruz nos indica cmo Dios se encuentra
tambin en el sufrimiento y en toda otra manifestacin de lo
humano, aun en el extremo de la finidad (incluso de la que parezca ms degradante como la muerte, en la que el hombre
se siente abandonado del Espritu): entonces la resurreccin
simboliza el "momento positivo", la posibilidad de "redencin",
o sea la sntesis de la negatividad y de la enajenacin humanas
significadas por la cruz. As el cristianismo ha descubierto que el
hombre slo es finito en su manifestacin histrica finita, pero
que en ella se le revela lo infinito de su esencia, en lo cual est
su liberacin 300 .
4.5. Feuerbach (Landshut, 1804 - Rechenberg, 1872) 3 0 1 .
Los sentidos nos descubren la realidad, y nos dicen que slo
existe el hombre como ser supremo. La religin no es otra
cosa que la conciencia que tiene el hombre, de la infinidad de
sus capacidades. La idea de Dios no es sino la proyeccin errnea que el hombre limitado hace de su propia ilimitacin, como
si sta fuese algo externo a s. En cambio la razn nos ensea
que si bien cada uno de nosotros es limitado, no lo es en cuanto
a la "especie humana". Esta es pues lo nico adorable:
300
301
APNDICES
hombre hay una diferencia enorme... no se puede encontrar semejanza alguna. Dios es eterno, justo, santo, veraz, y en suma es todo
bueno. Por el contrario, el hombre es mortal, injusto, mentiroso,
lleno de vicios, pecados e indignidad. En Dios todo es bueno; en el
hombre no hay sino muerte, vicios, demonios y fuego eterno. Dios
es eterno y vive en la eternidad. El hombre permanece en sus pecados y vive en la muerte cada instante. Dios es todo gracia. El hombre
est privado de gracia y es objeto de ira 3 0 5 .
De aqu parte Feurbach para afirmar que Lutero pone ya la disyuntiva: o Dios o el hombre. Pero si el reformador "por fe ciega" y negando la razn ha escogido a Dios para poner en l la salvacin,
Feurbach no ve por qu l no puede optar por el hombre, siguiendo
los dictados de la razn, ya que el mismo Lutero cree no poder conocer a Dios sino en la cruz de Cristo, y a ste slo de manera funcional, "para m"306 .
La religin pues constituye la mayor alienacin del hombre 304 . Pero el cristianismo, al afirmar que Dios se hizo hombre
para que el hombre se hiciese Dios, abri el camino para que
pudisemos liberarnos de esa alienacin. Y esto es lo que significa que Jesucristo sea nuestro salvador: la idea que l representa como Dios y hombre devuelve al hombre la conciencia
de su propia divinidad (de ah que tantos de los seguidores de
Feuberbach se hayan proclamado ateos en nombre de Cristo).
Cuando varios aos despus Feurbach vuelve sobre el tema, para responder a quienes lo atacaban (desde dentro de la Iglesia luterana) se defiende alegando las races luteranas de su doctrina. Para ello cita el siguiente texto de Lutero:
Cuando los hombres nos imaginamos correctamente a Dios, nos situamos por o contra Dios; entonces descubrimos que entre Dios y el
498
305
306
307
499
APNDICES
308
309
500
As, lo verdaderamente histrico de la doctrina de la salvacin sera ese amor universal a todos los hombres que Jess
predicaba. En cambio la mitizacin sera la interpretacin de
la muerte de Jess como redencin (lo que da origen a la "fe
cristiana").
Cmo interpretar entonces la salvacin por la cruz? En
primer lugar se debe aceptar la historicidad de la ejecucin de
Jess, "ya que sta nada tiene de inverosmil, y porque tambin
la ha referido un historidador romano" 3 1 2 . En cambio la resurreccin es mtica por inverosmil, y porque corresponde a las
ansias de los discpulos de ver a su maestro. Y habiendo interpretado imaginativamente (por la resurreccin) la vigencia de la
doctrina de Jess aun despus de su muerte, inventaron el mito
de la expiacin influidos por los ritos expiatorios de Israel en
los que ellos encontraban la paz de espritu. Por tanto lo salvfico de la muerte histrica de Jess es que nos muestra el camino
a seguir, al morir ste como un mrtir o como un justo asesina-
310
311
312
Ibid, p. 101.
D. STRAUSS, L 'antica..., pp. 87s.
Ibid, p. 41.
501
APNDICES
316
317
APNDICES
322
318
319
320
321
504
Ibid,p. 286.
R. MARLE, Op cit., cf. p. 69.
R. BULTMANN, Primitive Christianity in its contemporary setting.
New York, Meridian Books, 1956, p. 196.
R. BULTMANN, Teologa..., p. 229 (traduccin ma del original).
323
326
324
325
506
APNDICES
P. CARLOS IGNACIO G O N Z L E Z S.J.
na, sino tambin a Jess, cuya revelacin escatolgica es el significado mismo de su resurreccin.
6.3.1 La teologa de la esperanza parte de dicho significado:
Si, merced a la resurreccin, el Cristo crucificado posee un futuro, esto significa inversamente, que todos los enunciados y juicios acerca
de Cristo tienen que decir a la vez algo sobre el futuro que hay que
aguardar de l. As, Cristo no puede ser el modo propio del logos
griego o de los enunciados doctrinales basados en la experiencia,
sino slo el modo propio de proposiciones acerca de la esperanza y
promesas para el futuro 3 3 2 .
comprende el presente del reino de Dios como la manifestacin anticipada de su futuro, como cualificacin transformada de toda experiencia presente a la luz de la certeza de la irrupcin inmediata
prxima del reino de D i o s " 3 2 9 .
Pannenberg ciertamente ha dado un paso vlido al volver los ojos al
Jess histrico para encontrar en l la fuente de la teologa. Sin embargo su reaccin contra Bultmann puede llevarlo a un extremo opuesto, para mirar como mticas muchas expresiones inspiradas (y parte
de la revelacin) del misterio de Cristo. Por otra parte corre el riesgo
de absolutizar la historia, especialmente ya que sta, como ciencia
humana, est sujeta a criteriologas muy particulares y de orden natural. Por ello Kasper, siguiendo a von Balthasar, ve en esto un peligro:
el que se quiera ajustar a Jesucristo a un esquema de pensamiento
preestablecido, lo que en el fondo puede conducirnos a una ideologa
o al menos a una filosofa, al querer reducir el misterio de Jesucristo
y de la revelacin de Dios a los lmites (quermoslo o no estrechos)
de la historia. Por la misma lnea ira la crtica que le hace Espeja:
Pannenberg cree poder afirmar que con la sola base del mtodo histrico podemos captar los hechos de Jess en su misma significacin
teolgica; que el acontecimiento histrico es unidad de hecho y de
sentido, que se transmiten simultneamente 330.
6.3. Moltmann (Hamburgo 1926 - ...) 3 3 1 Toma la escatologa como su principal principio hermenutico. Slo a travs
de ella podemos comprender no solamente nuestra vida cristiaW. PANNEBERG, Teologa y reino de Dios. Salamanca, Sigeme,
1974, p. 16.
329 Ibid, p. 15.
330 J. de ESPEJA, "Nuevos caminos para la cristologa" en CT 103
(1976), p. 108.
331 Empez sus estudios teolgicos en un campo para prisioneros en
Gran Bretaa, durante la segunda guerra mundial. Los sufrimientos
de tal guerra han marcado fuertemente su pensamiento, Se doctor en Gottinga en 1952, y del 53 al 58 desarroll en Bremen una
actividad pastoral. Ha sido profesor de historia de la teologa y de
teologa sistemtica en Wuppertal (1958-63), en Bonn (1963-67)
y desde 1957 en Tubinga.
El acontecimiento de promesas, que fue el modo como se entendieron las palabras y obras, la muerte y resurreccin de Jess, se convierte ahora en un acontecimiento de redencin, que puede ser repetido cultualmente a la manera de un drama mistrico. El acontecimiento sacramental nos hace participar en la muerte y la resureccin de la divinidad. La representacin solemne consider como
ya realizada la resurreccin de Jess entendida como su entronizacin como Kyrios exaltado y, por ello, como algo que slo debe ser
represen tado333.
328
508
332
APNDICES
335
Slo as puede Moltmann afirmar la absolutez de la resurreccin como la aprobacin de esa causa (morir por su oposicin
a los poderes religiosos y polticos constituidos) y centrar en
ello la predicacin apostlica sobre el resucitado:
no en la necesidad de una satispasin por el pecado, sino en la necesidad de la aprobacin por parte del Padre de la causa de Jess
(muerta con l) mediante la resurreccin. Y cf del mismo autor
Trinidad y Reino de Dios, Salamanca, Sigeme, 1983: "La pasin
de Jess", pp. 91ss.
339 Ibid p. 229, y cf. pp. 241ss sobre la resurreccin de Cristo en el
contexto del significado de la resurreccin de los muertos.
340 / 6 d , p . 2 2 1 .
341 Ibid, p. 222.
512
1. Introduccin
1.1. El movimiento de la Iglesia. Si tratando otros autores lo he hecho con el inters y el deseo de profundizar a travs
de sus obras en el misterio de Cristo, al llegar a este punto lo
hago como quien se siente en casa, compartiendo "los gozos y las
esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro
tiempo, sobre todo de los pobres y de los que sufren" (GS 1).
Es una experiencia de fe de toda nuestra Iglesia latinoamericana, principalmente a partir de Medelln y Puebla.
Desde la segunda reunin plenaria del CELAM, en 1968,
nuestros obispos dieron un fuerte impulso a una evangelizacin
liberadora, lo que obviamente requera tambin la elaboracin
de una teologa. A tal invitacin trataron de responder varios
hermanos nuestros 1 .
Los snodos de 1971 y 1974, y la exhortacin apostlica
Evangelii Nuntiandi nos urgieron an ms a considerar la misin de la Iglesia con aquella amplitud a la que Gaudium et
Spes nos orientaba. Y finalmente la Conferencia de Puebla nos
la indic en forma incisiva, como la lnea a seguir en nuestra
pastoral evangelizadora.
Sin embargo, como sucede ordinariamente, un movimiento
teolgico toma tiempo para madurar. Nadie nace adulto, ni
1
Entre las obras primera y ms conocida, cf. G. GUTIRREZ, Teologa de la Liberacin, Perspectivas. Lima, 1972: L. BOFF, Jesucristo
Liberador. Primera ed. en Portugus, Petrpolis, 1972.
513
2
3
514
APNDICES
De L. BOFF, Jesucristo y la liberacin del hombre. Madrid, Cristiandad, 1981, que incluye varios ttulos cristolgicos, de los que asumo
aqu: "Una cristologa desde la periferia", pp. 11-37; "Jesucristo,
Liberador", pp. 38-282; y "Pasin de Cristo y sufrimiento humano",
pp. 283-443. De J. SOBRINO, Cristologa desde Amrica Latina.
Mxico, CRT, 1977 (2a ed.), y el primer art. "Temas fundamentales
para la cristologa", de Jess en Amrica Latina. Santander, Sal Terrae, 1982, pp. 13-128.
Aadido como cap. XIII a "Jesucristo, Liberador", en la edicin de
Cristiandad, 1981. Desplaza a cap. XIV lo que es cap. XIII en la
obra original. Obviamente por su orientacin y estilo corresponde
a una poca posterior. Originalmente fue publicado en Co 10 (1974)
375-388.
515
6
7
8
9
516
APNDICES
APNDICES
mismo ha dicho en un artculo en que se ha explicado a propsito de algunas objeciones que se han puesto a su obra 1 6 . En
concreto, me parece que con frecuencia usa el lenguaje no en
forma "tcnica" teolgica, sino de un modo popular y acrtico,
y en ocasiones como si fcilmente pasase de la expresin teolgica cientfica a la potica. Algunos ejemplos:
a) En las pp. 236ss habla de los "ttulos" con que hoy llamamos a
Jesucristo. En realidad son diversas imgenes, que no se pueden
poner absolutamente en el mismo status teolgico de los ttulos revelados, como el autor parece afirmar, al decir que no hemos de adherirnos "a las frmulas arcaicas".
*Usa mucho la palabra "utopa" en confusin con la esperanza cristiana. Cierto que ha afirmado una vez que tras la resurreccin de
Jess ya no hay para el cristiano u-topa ("sin-lugar") sino slo
topia ("lugar"). Pero aun despus de la resurreccin de Jess sigue
usando (as como en las otras obras) este vocablo en forma muy libre, que puede dar lugar a muchas ambigedades; ya que la utopa se
fija un trmino ideal que se supone inalcanzable; mientras la esperanza
cristiana sabe en quin ha credo y sabe que el trmino es real y ya
presente, si bien es futuro en su plenitud.
*No es raro encontrar la palabra "sacramento" usada sin rigor teolgico, sino prcticamente como sinnimo de signo o smbolo. As,
a mi parecer, la teologa no se hace popular, sino se vaca de contenido.
2.2.3. Para quin es la obra? Para un lector cristiano de formacin media, pero que tenga ya bases cristolgicas como criterio de valoracin. La obra es seria, pero no necesariamente
cientfica desde el punto de vista teolgico (aunque reconozco
que el autor est bien preparado cientficamente, sobre todo en
cuanto respecta a la teologa positiva). Que est dirigida a un
pblico medio se advierte por la forma sencilla y breve con que
trata los problemas cientficos de fondo, ofreciendo apenas los
datos fundamentales. En cambio muchos puntos bsicos del todo indispensables para quien explcitamente estudia teologa, se
encuentran apenas indicados. Por ejemplo a la teologa patrstica dedica escasamente 5 pginas en las que ofrece slo ideas
generales, no los contenidos dogmticos y salvficos de fondo.
Al dogma de Calcedonia dedica cuatro pginas y media, y ni
siquiera habla de los otros concilios cristolgicos (como Nicea,
16 Cf. la BOFF, "la conciencia mesinica de Jess. Presencia real en la
euracista. La sucesin apostlica", en ST 70 (1982), p. 394.
520
APNDICES
Efeso o Constantinopla III), sin los cuales no se entiende suficientemente la confesin de fe de la Iglesia. Sobre todo m e
parece muy pobre su soteriologa. Si se limita la redencin a
librarnos de las estructuras alienantes polticas y religiosas, entonces Jess ha muerto ciertamente por una buena causa, pero
que a mi parecer para ello bastara un grande profeta o un hroe. Cierto que el autor insina un horizonte ms amplio, e n
algunas ocasiones en que se refiere al Reino 1 7 . En esta lnea
resulta del todo insuficiente la presentacin de la extraordinariamente rica teologa de las categoras soteriolgicas neotestamentarias, reducidas en esta obra a menos de tres pginas, demasiado minimizadas a "categoras tardas", de la cuales la mediacin no se encuentra ni siquiera insinuada 18 .
2.3. Segunda poca: algunos ensayos cristolgicos19. Estos
ensayos son ms monogrficos, y concentrados principalmente
en un punto: qu significa que Jesucristo sea Liberador para
nuestro continente. Y tratan de dar la respuesta (muy semejante en los tres) a partir de la praxis histrica de Jess.
2.3.1. La estructura de "Pasin de Cristo...". Tras proponer
sus principales lneas metodolgicas y los lmites de la obra
(que quiere leer los relatos evanglicos de la pasin a la luz del
inters que tienen los pueblos oprimidos de luchar por su liberacin), explica el "camino de la cruz" considerando sta no como un fenmeno aislado, sino como el trmino de una praxis
determinada y de un tipo de mensaje liberador de la vida
oprimida: precisamente por ello Jess choc con los poderes
polticos y religiosos constituidos, lo que histricamente provo17 Hay aqu y all algunas frases sueltas que indican una mayor completez, como "la realizacin de la utopa fundamental del corazn humano, de la total transfiguracin de este mundo, libre de todo lo que
aliena: el dolor, el pecado, la desunin, la muerte": p. 83. Id. cuando
la topi'a, tras la resurreccin se describe como aniquilacin de todos
los elementos alienantes, "el dolor, el odio y el pecado"; p. 156.
18 Cf. pp. 153-155.
19 Los tres ensayos que aqu considero, publicados entre 1974-78. son
los indicados arriba, notas 4 y 5. La edicin de cristiandad de "Una
cristologa desde la periferia", dice equivocadamente en p. 12 que
dicho ensayo se publica ah por primera vez. Yo lo conozco de la edicin en ingls de Jess Christ Liberator. Maryknoll, Orbis Books,
1978, reimpreso en 1979, pp. 264-295. Pero de las tres obras me parece que la bsica es "Pasin de Cristo y sufrimiento humano", que
tomo aqu como principal punto de referencia.
521
APNDICES
2.3.2.3. Justamente el autor ve en la praxis de Jess el criterio para juzgar el tipo de pobreza y opresin contra los que
l luch, y por tanto no reducibles a slo la pobreza material o
de clase. Y los males que l remedi mucho ms abiertos a
"todo lo que, en nuestro corazn y en la sociedad, pueda levantarse contra el derecho del otro" 2 2 .
APNDICES
23
P. C A R L O S IGNACIO G O N Z L E Z S.J.
Le que se encuentra as repetido frecuentemente y con palabras explcitas por el autor, se refleja tambin claramente en
el trayecto del anlisis que hace de los hechos histricos. Un
nmero demasiado grande de datos son (y aqu se afirman)
slo probables32.
Me he quedado un tanto perplejo al ver la facilidad con que el autor
cambia en la valoracin cientfica de un hecho, sin razn aparente;
o al menos sin indicar si ha habido un progreso en su investigacin
o si ha adquirido datos nuevos no tomados en cuenta anteriormente. No puedo pensar que lo haga porque en un caos le sirva una interpretacin y en otro caso otra, porque ello sera del todo invlido
cientficamente. Por ello, por razn de cientificidad teolgica, me gustara descubrir al interno del texto mismo las razones que justifican
esos cambios. He aqu un claro ajemplo, la condenacin de Jess por
Pilatos:
a) En "Jesucristo Liberador", pp. 133s. afirma que tras condenar
el Sanedrn a Jess por motivos religiosos (blasfemia), "con refinada
tctica diablica, las acusaciones de orden religioso se trasforman en
difamaciones de carcter poltico... Pilato, sin embargo, percibe inmediatamente que Jess no es un revolucionario poltico como los
zelotas".
b) En "Pasin de Cristo...", p. 333: "Es probable que, durante el interrogatorio, Pilato advirtiera que no se trataba de un revolucionario
poltico como los zelotas, ni de un perturbador violento del orden
romano".
c) En "Una cristologa desde la periferia", p. 33: "Las autoridades
polticas lo condenan por guerrillero. Su predicacin y sus actitudes
lo aproximan al proyecto liberador de los zelotas...". Aunque luego
aclara (ya no al nivel de la condena misma) que Jess se diferencia
de los zelotas por su renuncia al mesianismo poltico religioso.
APNDICES
problema dentro de los lmites del Jess histrico. En la aplicacin del mtodo se encuentran varios presupuestos implcitos o explcitos:
a) Para que la humanidad de Jess sea real, en su praxis
histrica no pudo pensar ni actuar de manera que superarse de
algn modo lo natural del hombre 3 7 .
b) Aplicacin del principio anterior sera que Jess habra
pensado siempre conforme a las categoras del hombre comn
de su tiempo (y por tanto de acuerdo a las concepciones apocalpticas, que Boff describe y toma por descontadas) 38 .
c) Conforme a los principios anteriores, se concluira que
cuanto se refiere a las predicciones de Jess acerca de su pasin,
muerte y resurreccin, seran solamente "vaticinia ex eventu",
y por tanto reconstrucciones de la comunidad primitiva3 9 .
d) Luego Jess no habra podido tener idea del carcter
redentor, expiatorio y sacrificial de su misterio pascual 40 .
APNDICES
Segn tales premisas, Jess slo podra haber tenido conciencia de su muerte como la de un justo que sufre o como la
del profeta doliente, porque eran las categoras propias de la
apocalptica y la rabnica de su tiempo. Tal conciencia "se
fue articulando progresivamente a lo largo de su vida, a medida
que fue descubriendo la oposicin e interpretando y asimilando
esa situacin" 41 .
De esta conciencia del Jess histrico desarrollada slo
como reconstruccin hipottica, segn la asercin del mismo
autor, ste deduce que lo nico que pudo ser salvfico del Jess
histrico fue su fe y entrega total al establecimiento del Reino,
tambin interpretado a la luz de la apocalptica 4 2 . Por eso
cuando muri Jess se haba sentido abandonado del Padre,
y credo que todas su utopas se desmoronaban. Pero entonces se mantuvo fiel a aquel misterio de Dios al que totalmente
se haba entregado 43 .
2.4.3. Algunos trminos usados con significado impreciso.
Contina ese lmite, que una mayor precisin cientfica exigira purificar. Por ejemplo en esta segunda obra Boff de manera
muy legtima quiere subrayar la humanidad de Jess, por su fidelidad a la espiritualidad franciscana. El problema es que en
APNDICES
siempre se puede lograr toda la completez necesaria cuando se trabaja sin los medios suficientes y sin la paz de que otros gozamos. En la
introduccin a su segundo libro el autor expresa que slo pretende hacer un servicio a la comunidad cristiana con varios de sus artculos,
y que el primero de ellos (que es el que escojo para este apndice,
por su importancia directa para el tema cristolgico) pretende esclarecer algunas dudas que se han suscitado en torno a la teologa de la
liberacin, pero especialmente en torno a su libro Cristologa desde
Amrica Latina^4. Creo pues que ambas obras deben leerse en mutua
relacin, para entenderlas en la perspectiva en que el autor se sita.
La intencin que ha movido al autor a escribir sobre Jesucristo, y de
la manera como lo ha hecho, son justificiadas en la introduccin a la
2a. edicin: la preocupacin por ofrecer nuevas vas de acceso a la
cristologa, de manera que se eviten las deficiencias de elaboracin
teolgicas tal vez fieles a la explicacin terica del misterio, pero que
en la prctica pueden ser utilizadas de manera que se ignoren o incluso
se contradigan valores fundamentales de la predicacin y actuacin
de Jesusas. Pretende hacerlo presente el seguimiento de Jess (a partir del Jess histrico) como la nica expresin verdadera de la fe en
Jesucristo.
APNDICES
b) El libro est dirigido "a un grupo determinado de cristianos, a aquellos que han tomado un compromiso serio en el proceso de liberacin"s6. Creo que por estas limitaciones llama su
libro un esbozo. No presenta pues una cristologa sistemtica
completa, ni toca aquellos puntos que desde otra perspectiva
nos parecen indispensables.
c) No es un libro que analice, critique y encauce las cristologas populares de la Amrica Latina, por ms que el autor reconozca la urgente necesidad teolgica de hacerlo (ibid).
d) El autor reconoce que falta mayor elaboracin a su anlisis exegtico (ibid), si bien indica que se esforz por tener en
cuenta lo que la exgesis afirma sobre los distintos pasajes5 7 .
e) No pretende que su obra sea la teologa latinoamericana,
sino slo un esbozo que "apunta a una nueva cristologa latinoamericana, que creemos est todava por hacer" 5 8 .
533
meramente para con su razn criticar o explicar las cosas, sino para
cambiarlas, porque de la misma realidad brota esa 'exigencia de transformacin')": en "La Cristologa desde Amrica Latina, de Jon Sobrino", Christus (de Mxico) 43 (Jun. 1978), p. 3 1 . Sobre este posible
punto de partida para la teologa, cf. Med 1,10; Pub 91, 544-545;
Octog. Adv. 34; Libertatis Nuntius VII, etc.
c) La hermenutica con que se lee el N.T., de modo que no slo se
expliquen sus afirmaciones, sino se establezca el puente que supere
la distancia entre el hecho de Cristo y su comprensin actual.
d) Su posicin ante la "apor metafsica", rechanzado la teologa
natural para optar por la teodicea (que para el autor es "la reconciliacin de Dios con el mundo desde lo negativo del mundo").
e) La "concentracin cristolgica" de toda la teologa y de la cristologa en una opcin "desde Jess" (histrico).
59 En la imposibilidad de tratar todos los puntos, me remito en esta
parte correspondiente ms bien a la fundamental, al estudio que hace de estos dos captulos A. PARRA en "Un 'Jess Histrico' para
una 'liberacin' " en TX 26 (1976), 433-451. Debo dejar tambin
a este artculo y al tratado de teologa fundamental el cap. IX sobre
el Jess histrico y el Cristo de la fe, y la tensin que a partir de tal
separacin deriva entre fe y religin.
60 Cristologa..., p. 34.
534
APNDICES
61 Cristologa..., p. 93.
62 Este captulo es una reelaboracin de un art. publicado en Christus
(de Mxico) 42 (Jul. 1977) 25-48.
535
APNDICES
64 Cristologa..., p. 193.
65 Por motivo de precisin, he de hacer notar que en la p. 197 que encabeza el captulo VIII (y por error tipogrfico de la 2a. edicin se
encuentra en la p. 177), al resumir el contenido teolgico de la resurreccin el autor habla ms bien de dimensin antropolgica:
"Antropo- lgicamente se ha esclarecido el sentido de la vida del hombre,
de la sociedad y del cosmos... Dicho positivamente: 'Fue resucitado
por nuestra justificacin' (Rom 4,25b)". En cambi" en el desarrollo
de esta idea teolgica (p. 199) trata ms bien de "El Carcter soteriolgico de la resurreccin de Jess". Me parece pues algo ambiguo:
Hay identidad entre antropologa y soteriologa? O en qu sentido
se afirma, sin distincin?
537
APNDICES
Con este criterio, en una segunda parte interpreta los dogmas cristolgicos fundamentales de Nicea y Calcedonia. En el
primero se afirma en directo la divinidad del Logos, pero no se
expresa todava la relacin exacta entre el Logos y Jess. En el
segundo
66 Ibid, p. 248
67 Ibid, p . 252.
68
69
70
71
Ibid,
Ibid,
Ibid,
Ibid,
p.
p.
p.
p.
254.
255.
256.
257.
539
APNDICES
3.2.1. El primero es debido a mi conviccin de que la Sagrada Escritura ha de ser "el alma de toda teologa" (OT 16),
sin otras posibles alternativas. Por lo mismo me parece que el
telogo sistemtico (aun no estando obligado a ser un exegeta)
debe sin embargo verificar cuidadosamente no slo las diversas
interpretaciones de los exegetas, sino tambin el grado de certeza con que stos interpretan un texto 74 . Y as, de interpretaciones probables no puede saltar a conclusiones sistemticas
afirmadas como ciertas, a menos que tenga otras razones teolgicas (por ejemplo la Tradicin viva de la Iglesia) que vlidamente le hagan dar el paso. Esta dificultad se encuentra frecuentemente en el caso del Jess histrico. Tampoco nos fue revelada
la verdad sobre nuestra salvacin "por compartimentos" que se
deban separar (lo histrico + la interpretacin degmtica: ya el
mismo evangelio de Marcos es el de "Jess el Cristo, el Hijo de
Dios": Me 1,1). Aunque se debe reconocer un desarrollo progresivo de la revelacin; y por lo mismo la cuidadosa verificacin de esas etapas nos ayuda a profudizar en el misterio revelado y a ponerlo en relacin con la historia del hombre.
(DV12).
APNDICES
APNDICES
79 En particular Med, Pue y el documento de CTI "Quaestiones selecta de Theologa", Gr 61 (1980) 609-632.
80 Jess..., p. 23.
81 Ibid, p. 28.
545
APNDICES
3.3.4. Advierte que si la teologa de la liberacin ha relacionado a Jess con el Reino de Dios, lo ha hecho desde el punto de vista histrico. Desde el sistemtico, habra que afirmar
que el Reino de Dios ms bien se relaciona con Jess. Por eso
la teologa es en ltimo anlisis cristolgica, no Jesuolgica.
3.3.5. Reconoce la prctica de Jess como servicio de ese
Reino, en este servicio Jess dirige su misin privilegiadamente a los pobres, a quienes ofrece los signos de la venida del
Reino (por ese motivo entra en conflicto con los poderosos y es
perseguido hasta la muerte). Pero el Dios que predica Jess es
un Dios de los pobres, por quienes siente especial predileccin y ternura. A ellos directamente se acerca Dios en su reino, sin que excluya
de l a quienes, sin ser pobres quieran hacerse pobres y entrar as en
su reino 8 2 .
85
86
87
88
Ibid, p. 40.
Citado en ibid, p. 46.
Leer el texto completo en pp. 65-67.
Me parece necesario que se lean sus textos aclaratorios directamente,
en ibid 82-84. En la Cristologa se habra pues expresado en forma
poco clara. Pero creo que ya ah nos haba dado una cierta clave (si
bien algo breve y confusa) para interpretarlo en este sentido: cf.
Cristologa..., p. 259 abajo.
547
89 Cf.-Pue 175-179.
90 AAS 70 (1978) p. 768.
BIBLIOGRAFA
1.
342
2.
Tema 1
ALFARO J., "Cristo, sacramento del Padre", Gr 48 (1967) 5-27.
BOWMAN G., El seguimiento en la biblia. Estella, EVD, 1971.
CIPRIANI S., "Cristo revelador del Padre y emisor del Espritu en San
Pablo", en VARIOS, La Trinidad en la bilbia, Salamanca, Secretariado Trinitario, 1973,p. 185-211.
CODINA V., "La abnegacin cristiana. Renuncias modernas en el seguimiento de Cristo" ST 64 (1976) 189-202.
GARCA J.A., "Vuelata a Jess! Reflexiones para una espiritualidad del
seguimiento", ST 68 (1980) 751-766.
GONZLEZ DE CARREA S., "Cristo, revelador del Padre en San Juan",
en VARIOS, La Trinidad..., p. 137-164.
JEREMAS J., Abb. El mensaje central del N.T. Salamanca, Sigeme,
19832.
BIBLIOGRAFA
Tema II
DAHNIS E., "De Filio Hominis in Vetere Testamento et in Induismo",
Gr 45 (1964) 5-59.
DALMAIS I.H., La fe cristiana en dilogo con las grandes religiones.
Santander, Sal Terrae, 1981.
DAMBORIENA P., La salvacin en las religiones no cristianas. Madrid,
BAC, 1973.
GALILEA S., "El Cristo oculto del hinduismo", Me 11 (1985) 428-432.
HERNNDEZ CTALA V., "El estado paradisaco primordial" y "La
reconciliacin final", en Expresin de lo divino en las religiones no
cristianas. Madrid, BAC, 1972, p. 183-203.
KOENIG F., Cristo y las religiones de la tierra. Madrid, BAC, 1969 2 .
MARDONES J.M. "Ofertas antihumanas de salvacin" ST 69 (1981) 175 186.
MASSON J., "Vers un recontre du boudhisme et du christianisme?"
O 45 (1964)306-326.
PANIKKAR R., El Cristo desconocido del hinduismo. Madrid, Marova,
1971.
SANTOS A., Salvacin y paganismo. Santander, Sal Terrae, 1960.
Tema III
AUZOU G., De la servidumbre al servicio. Estudio sobre el libro del xodo. Madrid, Fax, 1969.
550
551
Tema IV
BLENKINSOPP J., "Objetivo y profundidad de la tradicin del xodo
en Deutero-Isaas", Co 2 (1966) 397-407.
BONSIRVEN J., "Reino de Dios y mesianismo", en Teologa del N.T.,
Barcelona, Litrgica, 1961, p. 72-94.
BRUNOT A., "El poema del siervo de Yahv", SdeT 5 (1966) 69-75.
COPPENS J., "Le messianisme royal. Relectures christologiques", y
"Jsus et l'accomplissement de l'attente royal messianique",
NRT 100 (1968) 834-863 y 936-975.
DINGERMANN F., "Israel a la espera de Dios y de su reino", en SHCREINER J. (ed), Palabra v mensaje del A.T. Barcelona, Herder, 1962, p.
408-421.
DUPUY B., "El mesianismo", en VARIOS, Iniciacin a la prctica de la
teologa. Dogmtica I. Madrid, Cristiandad, 1984, p. 89-134.
DUSSEL E., "Universalidad y misin en los poemas del siervo de Jahveh",
Str 20 (1964), 419-464.
EICHRODT W., "Profetas" y "Esperanza en el A.T.", en Teologa del
A.T., 1.1 Madrid, Cristiandad, 1975, p. 331-345 y 432-458.
ELLIS P., "Mesianismo", en Los hombres y el mensaje del A.T, Santander,
Sal Terrae, 1970, p. 335-364.
FUGLISTER N., "Un hombre tomado por Dios a su total servicio: Jeremas", en Palabra y mensaje..., p. 247-268.
GARCA CORDERO M., "La esperanza del mesas", en Problemtica de
la biblia. Madrid, BAC, 1971, p. 161-174.
GARCA CORDERO M., "Shalom. Hacia la paz mesinica", CT 111
(1984) 211-228.
GARCA DEL MORAL A., "Mesianismo bblico y mesianismos ante la
liberacin del hombre", Com 6 (1973) 379-424.
GELIN A., "El mesas de Dios", enBOISMARD M.E. (ed), Grandes temas
bblicos, Madrid, Fax, p. 217-236.
553
Tema V
ALEGRE X., "Mi reino no es de este mundo: Jn. 18,36", EE 54 (1979)
499-525.
ALONSO DAZ J., "El fracaso o la esperanza fallida del Reino (tal como
lo esperaban) y su repercusin en el cristianismo", EE 54 (1979)
471-497.
ARENS E., "Conversin, en la perspectiva de Jess", RTL 12 (1978)
315-328.
BLANK J., Jess de Nazaret. Historia y mensaje. Madrid, Cristiandad,
1973.
BOJORGE H., "La entrada en la tierra prometida y la entrada en el reino: Ja. 3", RevB 41 (1979) 171-186.
BURGOS M. de, "El poseso de Gerasa (Me. 5,1-20): Jess portador de
una existencia liberadora", Com 6 (1973) 103-118.
CERFAUX L., Jess en los orgenes de la tradicin. Bilbao, DDB, 1970.
CERFAUX L., "El reino de Cristo", en Jesucristo en San Pablo. Bilbao,
DDB, 1967.
CORDERO M., "El misterio del reino de Dios", CT 98 (1971) 327-376.
CHEVROT G.,Las bienaventuranzas. Madrid, Rialp. 1981.
DEVIES W.D., El sermn de la montaa. Madrid, Cristiandad, 1975.
DEL AGUA PREZ A., "El cumplimiento del reino de Dios en la misin
de Jess", EB 38 (1979-80) 269-293.
DODD C.H., las parbolas del reino. Madrid, Cristiandad, 1974.
554
Tema VI
AQUINO Sto. T., Suma Teolgica, III, q.40, aa.2-3.
AVANZO M. "El compromiso con el necesitado en el judaismo y en el
evangelio", .Revi? 35 (1973) 23-41.
BOCKMANN A. "El N.T. y la relacin de la Iglesia con los pobres", Co
13/2(1977)49-60.
CASABO J.M., "La justicia en el A.T." Str 25 (1969) 3-20.
CONCILIUM, abril 1977 dedicado a Los pobres y la Iglesia.
CROATTO, J.S. "El mesas liberador de los pobres". RevB 32 (1970)
233-240.
DROUZY M., "Jess come con los pecadores", SdeT A (1965) 312-316.
GELIN A., "Bienventurados los pobres", en Grandes temas..., 121-129.
GELIN A., Los pobres de Yahv, Barcelona, Nova Terra, 1965.
GONZLEZ CARVAJAL L., "Optar por los pobres, porque as es Dios".
ST71 (1983) 109-122.
GONZLEZ MONTES A., "Los pobres como sujeto histrico salvfico",
Sal 31 (1984)207-224.
GONZLEZ RUIZ J., Pobreza evanglica y promocin humana. Barcelona, Nova Terra, 1966.
GRELOT P., "La pauvret dans l'Ecriture Sainte", CH 8 (1961) 306330.
GUILLET J., "Pauvret de Jsus-Christ", CH 6 (1959) 438-450.
GUTIRREZ G., La fuerza histrica de los pobres, Salamanca, Sigeme,
1982.
HENDRICKX H., "Los pobres y la justicia en algunos textos del N.T.",
Servir 18(1982) 189-225.
JEREMAS J., "La buena nueva para los pobres", en Teologa del N.T,
p. 133-149.
JEREMAS J., "Situacin social: ricos y pobres" y "oficios despreciados",
en Jerusaln en tiempos de Jess. Madrid, Cristiandad, 1980^,
p. 105-138 y 315-328.
LEFEVRE A., "La pauvret chrtienne", CH 6 (1959) 451-463.
LPEZ MELUS F., Pobreza y riqueza en los evangelios. Madrid, Studium,
1963.
METZ J., "Pobreza de espritu", SdeT 4 (1965) 451-463.
BIBLIOGRAFA
Tema VII
AGUIRRE R., "Jess y la multitud a la luz del evangelio de Juan". EE
56(1981)1055-1073.
AGUIRRE R., "El reino de Dios y la muerte de Jess en el evangelio de
Mateo", '54(1979)363-382.
ALONSO DAZ J., "El discernimiento entre el verdadero y el falso profeta", EE 49 (1974) 5-17.
AVANZO M., "El arresto, el juicio y la condena de Jess", RevB 35
(1973) 131-150.
BALTHASAR H. Urs von, "Brecha y puente entre la actividad y el sufrimiento de Jess", en VARIOS, Cristologa y devocin a Cristo.
Bogot, IICJ, 1982, p. 13-21.
BENOT P., Pasin y resurreccin del Seor. Madrid, Fax, 1971.
BIGO P., "Jess y la poltica de su tiempo" Me 1 (1975) 45-51.
CAMBONE., "Abandono de Cristo en la cruz", Me 7 (1980), 332-351.
CRESPY G., "Significado poltico de la muerte de Jess", SdeT 11 (1972)
210-219.
CULLMANN O., "La condenacin de Jess por el estado romano", en
Estudios de teologa bblica. Madrid, Sturium, 1973, p. 87-101.
CULLMANN O., Jess y los revolucionarios de su tiempo. Madrid, Studium, 1980 3 .
DIEZ MERINO L., "La crucifixin en la antigua literatura juda", EE
51 (1976)5-27.
ESPINEL J.L. "El pacifismo de Jess", CT 111 (1984) 229-250.
FERRANDO M.A., "Falsos profetas segn el N.T.", TV 14 (1973) 149164.
GALIZZI M., Evangelio segn San Marcos, t. 2 "Vosotros lo habis matado". Guatemala, Inst. Teol. Salesiano, 1977.
556
557
GONZLEZ A., y otros, Profetas verdaderos y profetas falsos. Salamanca, Sigeme, 1976.
GRELOT P., "La traduction et l'interprtation de Phil. 2,6-7", NRT
93 (1971) 897-922 y 1009-1027.
HENGEL M., Jess y la violencia revolucionaria. Salamanca, Sigeme,
1973.
HERRANZ M., "El proceso ante el sanedrn y el ministerio pblico de
Jess", EB 34 (1975) 83-111.
LAMARCHE P., "La blasfemia de Jess ante el sanedrn", SdeT 2 (1963),
197-199.
LEON-DUFOUR X., "Jess ante la muerte amenazadora", en Jess y Pablo ante la muerte. Madrid, Cristiandad, 1982, p. 73-98.
LOHFINK G., "Destinatarios de la exigencia de Jess a la no violencia",
SdeT 23 (1984) 3-13.
MORENO A., "Falsos profetas en el A.T.", TV 14 (1973) 129-148.
MORIN A., "Jess y la violencia: ni guerrillero ni zelota", Me 9 (1983)
163-173.
ORTEGA R., "El subversivo de Nazaret?", Me 5 (1979) 27-54.
ORTIZ MUOZ L., Cristo, su proceso y su muerte, 2 vol. Madrid, Fomento editorial, 1980.
RUIZ G., "El clamor de las piedras (Le 19,40 - Hab 2,11). El reino choca
con la ciudad injusta en la fiesta de ramos", EE 59 (1984) 297-312.
SCHEIFLER J.R.,"E1 salmo 22 y la crucifixin del Seor", EB 24 (1965)
5-83.
SCHOONNENBERG P., "Knosis-anonadamiento", Co 2 (1966) 51-71.
SCHUERMANN H., Cmo entendi y vivi Jess su muerte? Salamanca,
Sigeme, 1982.
TRILLING W., "El proceso de Jess, en Jess y los problemas de su historicidad, Barcelona, Herder, 1975, p. 156-168.
VARGAS MACHUCA A., "Por qu condenaron a muerte a Jess de Nazaret?", EE 54 (1979) 441-470.
ZEA V., "El camino del patbulo...", en Jess el Hijo de Dios, p. 103-125
Tema VIII
ALESSIO L., "Rein desde el madero", RevB 33 (1971) 327-337.
ALONSO SCHOEKEL L., "La rdemption, oeuvre de solidante", NRT
93(1971)449-472.
BALTHASAR H.U. von, "Crucificado por nosotros", en Puntos centrales de la fe. Madrid, BAC, p. 155-168.
CUESTA LEYVA M., Salvacin y cruz. Granada, Fac. de Teologa, 1980.
DAZ ALONSO J., "Historicidad del ev. de Me. en la presentacin de la
muerte de Jess como muerte redentora", EB 21 (1962) 23-36.
FIORENZA E., "El promotor y consumador de nuestra fe", en SCHREINER J. Forma y propsito del N.T. Barcelona, Herder, 1973, p.
306-327.
558
HENGEL M., "La muerte expiatoria de Jess. Orgenes de la predicacin primitiva", SdeT 20 (1981) 211-224.
JEREMAS J., "La interpretacin de la pasin", en Teologa del N T,
p. 332-346.
JEREMAS J., "La muerte sacrifical de Jess", en El mensaje central del
N.T. Salamanca, Sigeme, 1972, p. 37-58.
LEON-DUFOUR X., "Pablo ante Jess en la cruz", en Jess y Pablo...,
p. 1 7 3 - 2 0 5 .
LYONNET S., "Significado escriturstico de expiacin", en Estudios
modernos..., p. 177-186.
MAAS W., "Descendi a los infiernos, Aspectos de un artculo de fe olvidado", SdeT 21 (1982) 26-36).
PAUL A., "Interprtations de la mort du Christ dans le N.T.", LV 1 0 1 .
(1971) 18-33.
POTTERIE I. de la, "La sed de Jess moribundo y la interpretacin por
Juan de su muerte en la cruz", en VARIOS, Teologa de la cruz.
Salamanca, Sigeme, 1979, p. 57-78.
ROMANIUCK C , "El sacerdocio de Cristo en la carta a los Hebreos",
en El sacerdocio en el N.T. Santander, Sal Terrae, 1969, p. 22-33.
SABOURIN L., Redencin sacrificial. Bilbao, DDB, 1969.
SABUGAL S., "El lenguaje neotestamentario sobre la liberacin", RevB
40(1978)95-102.
SPINETOLI O. da, "El sentido de la cruz en la carta a los Hebreos",
en Teologa de la cruz, p. 144-154.
SIEGMAN E., "La muerte redentora de Cristo en San Pablo", en Palabra
y mensaje .., p. 109-132.
STAAB y BROX, "Cristo nico mediador de nuestra salvacin", en Cartas a los esalonicenses...
Barcelona, Herder, 1973, p. 116-142.
STANLEY D., "Cristo como salvador en la primitiva predicacin y en los
sinpticos", en Palabra y misterio, p. 39-90.
VANHOYE A., Cristo es nuestro sacerdote. Mxico, Renovacin, 1974.
VANHOYE A., "Estructura y teologa de los relatos de la pasin", SedT
9 ( 1 9 7 0 ) 107-118.
VANHOYE A., Sacerdotes antiguos, Sacerdote nuevo segn el N.T. Salamanca, Sigeme, 1984.
Tema IX
ALEU J., "La resurreccin de Jess", EE 45 (1970) 35-51.
ALEU J., "La resurreccin de Jess en los evangelios", EB 30 (1971)
47-76.
ALFARO J., "Cristo glorioso, revelador del Padre", Gr 39 (1958) 222270.
BONNET G., Jess ha resucitado. Barcelona, Herder, 1971.
BURGOS NUEZ M., "La resurreccin de Jess, revelacin escatolgica del poder de Dios sobre la muerte", Com 15 (1982) 155-193.
559
p.
BIBLIOGRAFA
560
561
BIBLIOGRAFA
Tema XII
T e m a XIII
AQUINO Sto. Toms de, Suma contra los gentiles, IV, 4-11.
BASEVI C , "Los textos de la Sagrada Escritura sobre la pasin de Cristo
en la exgesis arriana y agustiniana", en VARIOS, Cristo Hijo de
Dios y redentor... Pamplona, EUNSA, 1982, p. 359-385.
CAMELOT P. -Th.,Efesoy
Calcedonia. Vitoria, ESET, 1971.
DIEPEN H., "L'assumptus homo a Chalcdonie", RT 51 (1951) 573608 y 53 (1953) 254-286.
GALOT J., Hacia una nueva cristologa. Bilbao, Mensajero, 1972.
GALTIER P., "S. Athanase et l'ame humaine du Christ", Gr 36 (1955)
533-590.
GREGORIO MAGNO San, Obras. Madrid, BAC, 1958.
HEINZER F., "La humanidad doliente de Cristo como fuente de salvacin segn Mximo el Confesor", en Cristologa y devocin...,
p. 49-68.
DORE J., "Elaboracin racional de la profesin de fe cristolgica", en
VARIOS, Iniciacin a la prctica de la teologa. Dogmtica I. Madrid, Cristiandad, 1984, p. 197-231.
LEN MAGNO San, Homilas sobre el ao litrgico. Madrid, BAC, 1969.
LPEZ MARTNEZ N., "Magisterio cristolgico de los concilios I y III
de Constantinopla", en Cristo Hijo de Dios y redentor..., p. 393410.
NICOLS M.J., "La doctrine christologique de Lon le Grand", RT 51
(1951)609-662.
ORTIZ DE URBINA I., Nicea y Constantinopla. Vitoria, ESET, 1969.
PANNENBERG W., "Carcter aportico de las dos naturalezas", en
Fundamentos de Cristologa. Salamanca, Sigeme, 1974, p. 351402.
RONDET H., "El dogma de Nicea, Efeso y Calcedonia", en Op cit, p. 85112.
SAENZ A., San Len Magno y los misterios de Cristo. Paran, Mikael,
1984.
SECO M., Estudios sobre la cristologa de San Gregorio de Nisa. Pamplona,
EUNSA, 1979.
SEGUNDO J.L., "El significado de la divinidad de Jess", en Teologa
abierta, t.3 "Reflexiones crticas", Madrid, Cristiandad, 1984, p.
303-328.
SESBOUE B., Jsus-Christ dans la tradition de l'Eglise. Pars, Descle,
1982.
YANGUAS J.M., "Arrianismo cristolgico y pneumatolgico en el siglo
IV: la respuesta de San Basilio de Cesrea", en Cristo, Hijo de Dios
y redentor..., p. 541-550.
564
Temas XIV y X V
ALFARO J., "La gracia de Cristo y del cristiano", en Cristologa y antropologa. Madrid, Cristiandad, 1973, p. 45-104.
ARMENDARIZ L.M., "Los mnimos de la cristologa catlica actual",
"60(1985)181-231.
AYESTERAN J.C., "La cristologa en Puebla", en EQUIPO SELADOC,
Panorama de la teologa latinoamericana, t. 5 "Puebla". Salamanca,
Sigeme, 1981, p. 174-198.
BONSIRVEN J., "Cristo mediador recibe la gracia", en Teologa del
N.T., p. 385-480.
565
BIBLIOGRAFA
566
Tema XVI
ALESSANDRI H.,La liberacin cristiana. Bogot, CELAM, 1979.
BENTUE A., "Liberacin cristiana y pobreza", TV 17 (1976) 259-288.
DAZ MATEOS M., "La opcin preferencial por los pobres como opcin evanglica", RTL 14 (1980) 103-118.
ESPEJA J., "Las constantes de la liberacin. Reflexiones desde el dogma
cristolgico",
GONZLEZ C.I., "Liberacin cristiana y teologas de la liberacin",
Me 11 (1985)488-508.
GONZLEZ C.I., "La teologa de la liberacin a la luz del magisterio
de Juan Pablo II en Amrica Latina", Gr 67 (1968) 5-46.
GONZLEZ FAUS J.I. "Jess, figura del hombre sufriente", Co 12
(1976)390-402.
GONZLEZ RUIZ J.M., Pobreza evanglica y promocin humana. Barcelona, Nova Terra, 1966.
GUTIRREZ G., La fuerza histrica de los pobres. Salamanca, Sigeme,
1980.
GUTIRREZ G., "Pobres y liberacin en Puebla", SdeT 19 (1980) 306
321.
IDIGORAS J.L., "Pobreza evanglica y opcin clasista", R TL 13 (1979)
49-72;
LAKNER F., "Satisfaccin", en Sacramentum Mundi, t. 6, p. 266-272.
MALEVEZ L., "Anthropologie chrtienne et thologie de la croix".
NRT92 (1970) 449-467.
MANZANERA M., "Liberacin en Puebla", en VARIOS, Puebla..., p.
173-182.
MORENO J., "La salvacin en la historia", TV 12 (1971) 3-14.
MORIN A., "La Iglesia de los pobres. Antecedentes bblicos y realidad
presente", Me (1982) 447-464.
NEUENZEIT P., "Expiacin", en Conceptos fundamentales...
t.2, p.
114-128.
PIRONIO E., "Sentido, caminos y espiritualidad de la liberacin", en
Liberacin: dilogos en el CELAM, Bogot, CELAM, 1974, p. 1726.
RATZINGER J., "Sustitucin. Representacin", en Conceptos fundamentales... t. 4 p. 292-303.
RAHNER K., "Redencin", en Sacramentum Mundi, t. 5, p. 758-776.
RIVIERE J., El dogme de la rdemption. Etude historique. Pars. Lecoffre,
1905.
RIVIERE J., Le dogme de la rdemption. Etude thologique. Pars, Lecoffre, 1931.
ROYAN LARA E., "La redencin del universo material", EE 45 (1970)
237-252.
567
NDICE
Introduccin
Siglas ms usadas
PARTE I ANTIGUO TESTAMENTO: YAHVE SALVA
TEMA I:
EL SALVADOR ES EL CENTRO DE LA FE
CRISTIANA, PERO SU ACONTECIMIENTO
SALVIFICO ES OBRA TRINITARIA.
9
\\
13
15
Sumario
15
1. La fe en Jesucristo
17
568
N u e s t a salvacin en J e s u c r i s t o , c e n t r o d e la fe
cristiana
2.1 El testimonio de la Escritura. 2.2. Conocemos
a J.C. a partir de su misin. 2.3. Conclusiones
18
3.
N u e s t r a fe en J e s u c r i s t o
3.1. La fe segn el A.T. 3.2. La fe que J.C. exige.
3.3. Profundizacin de la fe. 3.4. Llega al asentimiento,
21
4.
Fe y seguimiento
4.1. El seguimiento de Yahv en el A.T. 4.2. El
seguimiento de Jess.
24
5.
L a fe cristiana t i e n e a J . C . Salvador c o m o c e n t r o
5.1. Cristocentrismo de la fe. 5.2. Todo el misterio es
salvfico.
26
569
NDICE
27
29
8. Profundizacin
31
9. Gua pastoral
31
8. Profundizacin
9. Gua pastoral
48
48
51
Sumario
51
52
33
Sumario
33
34
34
38
39
40
por la gracia.
42
45
67
5. Un pueblo santo
61
59
73
75
7. Profundizacin
77
8. Gua pastoral
77
79
Sumario
79
1. Esperanza y expectativas
80
571
NDICE
000
83
97
102
7.2. La
8. Profundizacin
9. Gua pastoral
103
104
Sumario
1. El reino de Dios en el A.T.
124
127
109
109
110
7. Profundizacin
138
8. Gua pastoral
138
141
Sumario
141
142
2. La pobreza en el A.T.
143
149
153
157
133
90
119
85
163
7. Profundizacin
164
8. Gua pastoral
165
573
NDICE
5. Redencin, liberacin
i 67
Sumario
167
168
6. Sacrificio
203
170
199
174
7. Profundizacin
213
8. Gua pastoral
213
215
Sumario
215
182
1. Introduccin
216
5. Profundizacin
182
217
6. Gua pastoral
TEMA VIII: "EL LO HIZO NUESTRA SABIDURA,
JUSTIFICACIN, SACRIFICIO Y
REDENCIN"
Sumario
183
185
186
2. La entrega de Jess
187
3. El mediador
190
4. Salvacin
4.1. En el A.T. 4.2. En el N.T.
574
195
222
225
230
6. Conclusin
231
7. Profundizacin
232
8. Gua pastoral
233
575
NDICE
TEMAX:
235
Sumario
235
236
239
246
253
292
1.2. La
294
300
4. A manera de sntesis
316
5. Profundizacin
317
6. Gua pastoral
318
262
275
7. Conclusin
286
8. Profundizacin
287
576
291
9. Gua pastoral
Sumario
291
289
287
32
Sumario
321
1. El concilio de Nicea
322
2. San Atanasio
331
577
3. El concilio de Efeso
NDICE
335
4. El concilio de Calcedonia
340
348
392
5.1. Situacin histrica: el monotelismo. 5.2. La definicin del concilio. 5.3. La interpretacin.
399
404
6. Profundizacin
351
7. Gua pastoral
352
355
Sumario
1. San Anselmo de Canterbury
355
356
367
408
7. A manera de conclusin
417
8. Profundizacin
421
9. Gua pastoral
428
423
Sumario
423
3. Profundizacin
385
424
4. Gua pastoral
385
425
387
389
Sumario
1. Contenido necesario y anuncio de la fe en Cristo
389
390
391
428
434
5.
NDICE
Profundizacin
2. Calvino
479
6. Gua pastoral
483
Sumario
446
1.1. La doctrina de la fe. 1.2. Riqueza de las interpretaciones soteriolgicas (intercambio, recapitulacin, paideia, la cruz redentora, expiacin, satisfaccin, mrito,
salvacin moral, oficios de Cristo, liberacin). 1.3. A
manera de conclusin.
486
499
502
459
513
4. La gua de Puebla
459
1. Introduccin
513
6. Conclusin
467
515
531
7. Profundizacin
467
8. Gua pastoral
468
BIBLIOGRAFA
549
471
549
550
1. Martn Lutero
471
1.3. La
581
CONTENIDO DE LA COLECCIN
A.
INTRODUCCIN
Vol. I:
EL MISTERIO R E V E L A D O
Vol. I I I :
Vol. IV:
Vol. V:
Vol.VI:
VI.
VI.
Vol. V i l :
C.
E V A N G E L I Z A C I O N LIBERADORA
Vol. V I I I : Teologa del Testimonio, la Palabra y el
sacramento.
V o l . IX: IX. 1. Los Sacramentos
IX. 2. Teologa de los Ministerios
Vol. X:
X. 1. Teologa de las Religiones
X. 2. Teologa Poltica (historia y sociedad)
D.
CONCLUSIN
Vol. X I :