Lazzarato - El Funcionamiento de Los Signos y de Las Semióticas en El Capitalismo Contemporáneo
Lazzarato - El Funcionamiento de Los Signos y de Las Semióticas en El Capitalismo Contemporáneo
Lazzarato - El Funcionamiento de Los Signos y de Las Semióticas en El Capitalismo Contemporáneo
ISSN: 0122-8285
[email protected]
Universidad de La Sabana
Colombia
Lazzarato, Mauricio
El funcionamiento de los signos y de las semiticas en el capitalismo contemporneo
Palabra Clave, vol. 15, nm. 3, diciembre, 2012, pp. 713-725
Universidad de La Sabana
Bogot, Colombia
Este texto ha sido publicado por primera vez en: VV.AA. (2007). Producta50, Generalitat de Catalunya Department de Cultura i Mitjans de Comunicaci, Barcelona. Y se incluye en este nmero con autorizacin explcita
de la casa editorial bajo la licencia Creative Commons.
Futur Antrieur
Multitudes.
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El sistema capitalista, a travs de la representacin y el significado, produce y distribuye roles y funciones, nos dota de una subjetividad y nos asigna
una individuacin (identidad, sexo, profesin, nacionalidad, etc.) de manera que todo el mundo queda atrapado en una trampa semitica significan-te y representativa.
Esta operacin de sometimiento social a identidades y roles establecidos, pasa por la subordinacin de la multiplicidad y la heterogeneidad
de las semiticas presignificantes o simblicas al lenguaje y sus funciones
de representacin y significado.
Las semiticas simblicas corporales (todo medio de expresin preverbal, corporal, icnico la danza, la mmica, la msica, una somatizacin,
una crisis nerviosa, un ataque de llanto, intensidades, movimientos, ritmos,
etc.) no dependen ni del lenguaje significante ni de la conciencia. No ponen
en juego un hablante y un oyente perfectamente discernibles, como ocurre en el modelo comunicacional y en el lingstico; y la palabra no ocupa
un primer plano. Estas semiticas son avivadas por los afectos, y dan lugar
a relaciones difcilmente asignables a un sujeto, a un yo [moi], a un individuo. Desbordan los lmites subjetivos individualizantes (de las personas, las
identidades, los roles y funciones sociales) dentro de los cuales el lenguaje
querra encerrarlos y reducirlos. El mensaje no pasa por cadenas lingsticas sino por el cuerpo, posturas, ruidos, imgenes, mmicas, intensidades,
movimientos, ritmos, etc.
El empleo de semiticas significantes tiene, segn Guattari, las siguientes consecuencias: La subjetividad ptica [afectiva] que est en la
raz de todos los modos de subjetivacin, queda ocultada (...) y tiende a
ser sistemticamente evacuada de las relaciones de discursividad, a pesar
de que los operadores de discursividad estn esencialmente cimentados en
ella (Guattari, 1992).
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El concepto de sometimiento social de Guattari coincide en muchos puntos con el concepto de gobierno por medio de la individualizacin que,
segn Foucault, caracteriza las sociedades disciplinarias. Las funciones de
servidumbre maqunica, por el contrario, no encuentran ninguna correspondencia ni en las teoras polticas ni en las lingsticas, siendo este concepto una de las contribuciones fundamentales de Deleuze y Guattari para
la comprensin de las sociedades contemporneas.
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Asservissement (en le texto original), tiene un doble sentido. a) Servidumbre: la condicin de siervo o de esclavo, el acto de subyugar (esclavitud, sujecin, sumisin) como sistema de dependencia que liga el siervo al feudo.
El siervo es un individuo que no tiene derechos, que no dispone de su persona, ni de bienes, cuyos servicios estn
adscritos a la gleba, y como sta, son transferibles. b) El sentido ciberntico de mecanismo de servidumbre: sistemas
de control automtico, con retroalimentacin (feed-back) aplicados profusamente a la industria mecnica, como
multiplicadores de energa y cuya especialidad es el control de los procesos. En este contexto, las personas son consideradas como dispositivos que procesan (transforman) informacin para una accin conforme a las necesidades
de un sistema dado. Desde este punto de vista, las acciones humanas no se limitan a ser pensadas como adecuadas o
no, en cuanto funciones de un sistema global (Guattari, 2004).
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El registro maqunico de la produccin semitica del capital funciona sobre la base de semiticas asignificantes, de los signos que, en vez de
producir un significado, provocan una accin, una reaccin, un comportamiento, una actitud, una postura. Estas semiticas no significan, pero ponen en movimiento, activan.
Para aclarar la funcin de servidumbre maqunica, utilizaremos la
descripcin que Brian Massumi ha hecho de la misma. En un bello artculo, nos explica que despus del 11 de septiembre de 2001, la televisin se
ha convertido en el canal privilegiado de la modulacin afectiva, en tiempo real, en momentos socialmente crticos (Massumi, 2005, pp. 31-48),
es decir, que despus de los atentados de Nueva York y Washington, se ha
convertido en el canal privilegiado de la servidumbre maqunica.
La oficina de seguridad interna estadounidense estableci un sistema
de alerta cifrado por colores (del verde al rojo) para calibrar la ansiedad del
pblico ante la amenaza terrorista. Este sistema de alerta no va dirigido a
la cognicin y la conciencia de los sujetos, sino ms bien a la irritabilidad
de los cuerpos, es decir a los componentes preverbales y preindividuales
de la subjetividad. Las seales perceptivas se utilizan para activar directamente la sensibilidad antes que para reproducir una forma o transmitir
un contenido definido. Las alertas son seales sin significado que en s
mismas no llevan ningn sentido ideolgico, ningn discurso, pero que activan una respuesta refleja (a saber, no reflexiva) de los cuerpos.
El trmino define aqu una servidumbre mecnica. Los mecanismos
de servidumbre son normalmente diagramas de bloques que revelan la dependencia funcional entre los elementos y un sistema de control.
Esta respuesta a signos perceptivos que el sistema tiene por objeto
generar conecta, sin hilos, al gobierno con el sistema nervioso de cada individuo (Massumi, 2005, pp. 31-48).
El objeto de gobierno es an, como en Foucault, la poblacin, pero
aqu la poblacin entera ha devenido nerviosidad en red, una inmensa
red neuronal que reacciona de manera refleja a los estmulos que le son
dirigidos (Massumi, 2005, pp. 31-48).
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Dejemos la palabra a Gabriel Tarde, que a finales del siglo XIX ya haba subrayado la diferencia de este modo mudo de enunciacin con relacin al modelo de la polis griega.
Los oradores polticos griegos componan un discurso destinado a
ser pronunciado en un tiempo muy corto, en un espacio que jams exceda el alcance de la voz humana ante un restringido nmero de personas,
sustrado temporalmente a cualquier influencia circundante, elaborado
por el orador en un mismo estado de nimo (Tarde, 2003).
La labor del peridico es de un carcter muy distinto. El peridico se
dirige a un pblico mucho ms amplio, pero disperso, compuesto de individuos que, mientras leen su artculo, quedan expuestos a distracciones de
todo tipo; oyen los murmullos que llegan desde las conversaciones prximas,
en su crculo o su caf, de ideas contrarias a las del escritor (Tarde, 2003).
Los lectores, como los oyentes de la radio, no ven nunca al escritor,
ni sus gestos, sus posturas, como tampoco los rasgos de su rostro, y, a diferencia de la radio, tampoco oyen su voz ni su entonacin. A diferencia del
orador, que con un solo discurso influye en el juicio de los auditores, son
necesarios varios artculos para obtener el mismo resultado, ya que el artculo es slo un eslabn en una cadena de artculos, que provienen en general de escritores diversos que componen la redaccin del peridico.
Este largusimo y complejo discurso mudo conocido como peridico conduce nuestras democracias desde la Revolucin Francesa.
La gran dificultad para un peridico consiste en formar a su pblico
y conservarlo. No se establece un pblico ni se conserva con un cuerpo de
ideas coherentes, con un despliegue armonioso de argumentos, como ocurre con la retrica del orador.
El contenido del peridico se compone de innumerables materias,
incoherentes, suministradas cada maana por el acontecimiento del da o
de la vspera. Es como si, en el transcurso de una arenga de Demstenes
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contra Filipo, a cada instante se le hubieran acercado mensajeros con nuevas noticias y como si el relato o la interpretacin de esta informacin hubiera constituido su discurso (Tarde, 2003, p. 259).
Ya de regreso en casa veo, junto a otros ocho millones de franceses,
un telediario. Formamos una inmensa red neuronal, una red de cuerpos y
almas, afectos, emociones, pasiones simultneamente sincronizados. Constituimos un inmenso sistema nervioso expuesto a las consignas del poder.
Quin habla en el televisor? A quin se dirige?
El talking head es slo el terminal de un agenciamiento industrial de
produccin de enunciacin, cuya redaccin, periodistas, reporteros independientes, intermitentes son slo una parte (y no necesariamente la ms
importante de la cadena de produccin). La voz del presentador es una polifona, pero nada simptica. En su voz resuenan las voces de los poderes
establecidos, de los anunciadores publicitarios, de los otros medios de comunicacin escritos y electrnicos, y las de presidentes y directores generales, cuyo proyecto cultural consiste en volver preparar los cerebros para
el marketing de las empresas.
En cada casa, cada uno de los ocho millones de telespectadores se
encuentra l tambin en el centro de un agenciamiento, en la interseccin
de una serie de flujo. Los procedimientos para atraer la atencin, la manera
de organizar los programas, de presentar el material, recortan en diferentes lugares la experiencia de la lectura del peridico o de escuchar la radio.
Pero aparecen nuevos elementos, vinculados a la especificidad tecnolgica
del dispositivo. As entonces, delante del televisor soy la interseccin 1. De
una fascinacin perceptiva provocada por el barrido luminoso del aparato,
y que confina al hipnotismo; 2. de una relacin de captura con el contenido narrativo de la emisin, asociada a una vigilancia lateral con respecto a
los acontecimientos circundantes (el agua que hierve en el fuego, el grito
de un nio, el telfono...); 3. de un mundo de fantasma que habita mi ensueo... Mi sentimiento de identidad personal se desvanece as en diferentes direcciones (Guattari, 1992).
Palabra Clave - ISSN: 0122-8285 - Vol.15 No. 3 - Diciembre de 2012
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Antes de ir al cine, respondo al correo electrnico que he recibido durante el da y entro en unos dispositivos de escritura y comunicacin completamente diferentes, donde, para decirlo con Bakhtin, la comprensin y
la responsividad activa neutralizada por la televisin puede ejercerse. Entro en otro espacio pblico.
Llego al cine justo a tiempo para la ltima sesin; tengo otra experiencia de la suspensin ordinaria del mundo. Esta vez concierne a la percepcin y sus datos habituales de espacio y tiempo. Mi sistema sensomotriz
desfallece, pues las imgenes y los movimientos ya no dependen ni de un
objeto ni de mi cerebro, sino que son los productos automticos de un dispositivo maqunico. El montaje perturba las conexiones entre situacin, imagen y movimiento, hacindome entrar en otro bloque de espacio-tiempo.
En las semiologas presignificantes o simblicas, las materias y las formas de expresin son paralelas y no articuladas de forma lineal, como en la
lengua. En una pelcula hay diferentes lneas de expresin: la sonora, la visual, de la luz, del color, etc.
No es cuestin de hablar de sintaxis o de clave, lo cual volvera homognea la relacin entre sus diferentes lneas.
La cuestin poltica que debe ponerse frente a los procesos de sometimiento y de servidumbre que acabamos de tratar, es la siguiente: cmo
sustraerse a estas relaciones de dominio y cmo desarrollar, a partir de estas mismas tecnologas, prcticas de libertad, procesos de subjetivacin individuales y colectivos?
Conclusiones
Las semiticas significantes y asignificantes juegan un papel fundamental en el proceso de subjetivacin. Este ltimo es el resultado de la accin
de una multiplicidad de elementos discursivos y no discursivos, lingsticos y ticos, sociales y polticos, etc. En lugar de suponer su traducibilidad
general en la unidad de las semiticas significantes, es necesario ms bien
reconocer su disyuncin, su digresin, su diferencia esencial. Solamente
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trabajando la disyuncin, la autonoma e independencia de estas componentes, podremos cartografiar sus efectos, sus funciones, sus modalidades
de accin, su capacidad de produccin, de transformacin y de autoafirmacin existencial.
As pues, la polivocidad de las componentes de enunciacin (lingsticos y no lingsticos) implica un proceso de subjetivacin que no puede ser
reducido a un simple resultado de operacin significante o lgico-lingstica.
Se trata, al contrario, de cartografiar los componentes de subjetivacin y de enunciacin en la heterogeneidad que le es ms propia, para poder determinar las funciones, los efectos y su eventual potencia de actuar.
Referencias
Guattari, F. (1992). Chaosmose. Pars: Galile. [Trad. cast.: Caosmosis, Buenos Aires: Manantial, 1992].
Guattari, F. (1980). La Rvolution Molculaire. Pars: Recherches.
Guattari, F. (2004). Plan sobre el planeta. Madrid: Traficantes de sueos.
Massumi, B. (2005). Fear (The Sprectrum Saids). Positions. East asia cultures critique, 13, 31-48.
Cardinal, S. (2004). La radio, modulateur de laudible. Chimres, 53, p. 46.
Tarde, G. (2003). Les transformations du pouvoir. Pars: Le Seuil.
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