LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA - Guerássimov
LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA - Guerássimov
LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA - Guerássimov
GUERÁSIMOV
LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
(En qué trabajan y sobre qué discuten los filósofos)
IMPRESO EN LA ARGENTINA
____________
INTRODUCCIÓN
1
(1) “Materiales del XXIV Congreso del P.C.U.S.”, Moscú, 1971, pág. 206.
Este análisis ayudará a superar insuficiencias en la planificación de los
trabajos de investigación científica, en la elaboración de los criterios más
eficaces para evaluar el trabajo de los científicos y en la preparación de
personal científico. También facilitará el desarrollo de las investigaciones
sobre metodología de la ciencia.
__________________
CAPÍTULO I
2
(1) C. Marx, “El Capital”, t. I. C. Marx y F. Engels, “Obras”, t. XXIII, pág. 396. (C.
Marx, “El Capital”, Fondo de Cultura Económica, México, 1968, t. I, pág. 315).
No es fácil evaluar y prever actualmente todas las consecuencias sociales
provocadas por la revolución científico-técnica. Difícil es planificar los
descubrimientos científicos, pero todavía lo es más prever sus consecuencias
sociales y científicas. Muchos descubrimientos llevan a situaciones y
consecuencias sociales inesperadas. Bastará recordar dos descubrimientos de
ese tipo: la creación del arma atómica y la de las máquinas de calcular
electrónicas (M.C.E.). A pesar de todo, es posible inferir algunas conclusiones
acerca de las perspectivas y de las tendencias del progreso científico-técnico.
Durante siglos enteros las cabras se llevaron a pacer en las laderas de las
montañas de Grecia sin pensar en las consecuencias que esto acarrearía. El
resultado fue que las laderas de las montañas, de rica y variada vegetación,
poco a poco quedaron desiertas, y desapareció el manto boscoso. En muchas
regiones de la India y de otros países de Asia, colosales sistemas de
irrigación convirtieron poco a poco en pantanosos, fértiles territorios; la
salinización del suelo ha transformado muchos territorios en estéril desierto.
3) Cantidad de científicos.
Cada uno de los índices por separado y sobre todo todos ellos en conjunto
registran un crecimiento enorme de los ritmos de desarrollo de la ciencia.
4
(5) G. M. Dóbrov, V. N. Klimeniuk, L. P. Smirnov, A. A. Savéliev, “El potencial de la
ciencia”, pág. 19.
A la vez que crecen los ritmos de desarrollo de la ciencia, se producen
cambios profundos en la propia actividad de investigación científica. El
aumento colosal de la información da origen a numerosas dificultades
relacionadas con su cómputo, conservación, análisis y utilización eficaz en el
trabajo de investigación científica. Con frecuencia, en la búsqueda de
información sobre resoluciones de problemas ya halladas y propuestas se
consume gran cantidad de tiempo y energías de algunos hombres de ciencia
y hasta de grupos de científicos. El nacimiento de una nueva problemática
científica y la formación de nuevas ciencias exigen la revisión y la re-
evaluación de las representaciones teóricas establecidas, de los métodos
elaborados y de los medios de conocimiento existentes. Cada vez con más
frecuencia surgen en la ciencia “situaciones inesperadas” y “puntos de
crecimiento” no previstos.
3. El potencial de la ciencia
5
(8) G. M. Dóbrov, V. N. Klimeniuk, L. P. Smirnov, A. A. Savéliev, “El potencial de la
ciencia”, pág. 19.
6
(9) Ibídem.
Entre ellos figura, ante todo, la preparación experimental, teórica, filosófico-
metodológica y matemática – de los científicos. Tal preparación influye en
gran manera sobre la maestría para analizar con espíritu crítico los sistemas
existentes de conocimientos así como para delimitar y formular problemas
científicos, sobre la búsqueda y elaboración de métodos y procedimientos
para resolver esos problemas, sobre la aplicación de métodos de
fundamentación lógica y de comprobación empírica de las hipótesis o de las
resoluciones técnicas propuestas.
7
(10) C. Powell, “Esperanzas y problemas de la ciencia contemporánea”. “El futuro
de la ciencia”, pág. 57.
A principios del siglo XX no se veía con claridad cuál sería la influencia que
una y otra ejercerían sobre las investigaciones y las ideas científicas de la
época subsiguiente. Sólo ahora nos damos cuenta de su alcance y carácter.
Todo ello hace que la dirección del desarrollo de la ciencia actual exija que
ésta se estudie con todo detenimiento y en todos sus aspectos. La dirección
que no se apoye en un estudio semejante puede llevar a consecuencias tan
indeseables como el desarrollo espontáneo de la ciencia.
A fin de cuentas, los gastos para alcanzar unos mismos resultados pueden
incrementarse y algunas pérdidas sólo pueden compensarse, en mayor o
menor medida, en el transcurso de largo tiempo. Cada vez que una
colectividad de científicos o alguno de ellos pasa de unos problemas a otros,
se requieren inevitablemente gastos complementarios de tiempo y de
recursos, hay que estudiar de nuevo el carácter de los problemas y las
posibilidades concretas de su resolución. De ahí que la utilización racional de
los recursos destinados a las diversas direcciones de las investigaciones
científicas se convierta en un problema de excepcional importancia social y
política.
No son menores las dificultades que surgen también al coordinar los trabajos
de investigación científica. Es rápido crecimiento de los científicos y de sus
colectividades no es aún, por sí mismo, una garantía de que se obtengan
éxitos en la ciencia.
Hay que aprender a dirigir esas colectividades, y esto es muy importante.
Toda duplicación incontrolada o injustificada de las investigaciones científicas
hace que aumenten los gastos para obtener unos mismos resultados. Resulta
de una trascendencia incalculable el estudio de la división del trabajo en la
ciencia contemporánea. Surgen grandes dificultades en la dirección de las
colectividades científicas que se organizan para resolver los problemas
denominados complejos (conquista del cosmos, dirección de los procesos
sociales, etc.).
Finalmente hay que señalar todavía otro cambio, muy importante: la nueva
relación entre las ciencias naturales y técnicas por una parte y las sociales y
humanistas por otra. Ya ahora se ven las profundas consecuencias de estos
cambios. Al estudiar los procesos sociales, los investigadores utilizan cada
vez con más frecuencia los resultados de las ciencias naturales. Los
arqueólogos recurren a distintos métodos físicos para calcular la “edad” de
los monumentos del pasado histórico. Los historiadores han de tener amplios
conocimientos de psicología, criminalística, historia de las ciencias naturales
y de la técnica, etc.
(*) Delfos: ciudad de la antigua Grecia. Según la leyenda, en ella estuvo durante
varios siglos un famoso oráculo.
CAPÍTULO II
9
(12) V. I. Kutsenko, “La ciencia como objeto de la dirección social”. “La predicción
de los procesos sociales en la sociedad socialista. La ciencia como objeto de
dirección”, fasc. 5, Kiev, 1969, pág. 205.
10
(1) J. Bernal, “La ciencia en la historia de la sociedad”, Moscú, 1956, pág. 18.
Replicando a sus oponentes, Bernal, en el libro La ciencia en la historia,
ofrece, en vez de una definición, una “descripción extensa y desarrollada” de
la ciencia. Escribe que la ciencia puede considerarse:
2) como un método;
5) como uno de los factores que más contribuyen a formar las convicciones
del hombre y su actitud ante el mundo (2) 11. A veces la ciencia se define
como una manera especial de entrenar y organizar el entendimiento (3). 12
11
(2) Ver ibídem, pág. 18.
12
(3) W. H. George, “The Scientist in Action. A Scientific Study of his Methods”,
London, 1936, p. 247.
13
(4) A. Einstein, “Obras científicas escogidas”, t. IV, Moscú, 1967, pág. 200.
14
(5) M. M. Kárpov, “Leyes básicas del desarrollo de las ciencias naturales”,
Editorial de la Universidad de Rostov, 1963, pág. 15.
V. V. Kosolápov, en Análisis lógico-informativo de la investigación científica,
escribe: “...la ciencia es un sistema, históricamente formado y en constante
desarrollo, de los conocimientos que tiene el hombre sobre la realidad que le
circunda, conocimientos cuya verdad se comprueba y se demuestra
mediante la práctica social” (6).15
15
(6) V. V. Kosolápov, “Análisis lógico-informativo de la investigación científica”,
Kíev, 1968, pág. 11.
16
(7) A. I. Rakítov, “Interpretación estadística del hecho y papel de los métodos
estadísticos en la construcción del conocimiento empírico”. “Problemas de la lógica y
del conocimiento científico”, Moscú, 1964, pág. 375.
17
(8) M. G. Iaroshevski, “Sobre las tres maneras de interpretar la creación
científica”. “La creación científica”, Moscú, 1969, pág. 103.
18
(9) Ver “La investigación de la estructura de la ciencia. Sus problemas”,
Novosibirsk, 1967.
De la concepción teórica de la ciencia depende muy esencialmente la manera
de enfocar muchas cuestiones que atañen a su origen y desarrollo.
Tomemos, por ejemplo, la del tiempo en que la ciencia aparece. Si
consideramos la ciencia sólo como una parte especial – espiritual – del
trabajo humano, habrá que fechar su origen en la época en que el hombre se
separó del reino animal. Este punto de vista es el que mantiene V. Ia.
Elméiev(10) 19. En este caso, la ciencia se convierte en la forma única del
proceso de conocimiento en la sociedad, y la actividad cognoscitiva, que
surge junto con el proceso del trabajo, se identifica con la actividad
cognoscitiva en la ciencia.
Ante todo es necesario diferenciar los fines y los resultados que caracterizan
la actividad cognoscitiva. Las condiciones y los principios de su formación y
de su comprensión han de buscarse, indudablemente, en el proceso del
trabajo. Al trabajar, el hombre opera con objetos que existen realmente, y
ello requiere determinados hábitos, destreza, esfuerzo físico, acciones
adecuadas que permitan obtener los resultados planificados. Al mismo
tiempo se va formando también una premisa tan importante de la actividad
laboral como es la existencia de conocimientos sobre los objetos utilizados y
sobre las mismas operaciones de trabajo.
4) los conocimientos.
La actividad como trabajo afecta sólo a objetos con los que el hombre está
directamente relacionado. La actividad cognoscitiva puede estar orientada
hacia objetos no incluidos en el proceso de trabajo: fenómenos celestes,
estado de salud de las personas, etc. Esto es posible gracias a que poco a
poco los conocimientos y la actividad cognoscitiva se separan de los objetos
y de los diversos hábitos de trabajo.
Las conclusiones obtenidas se confrontan luego con los objetos que se han
de conocer y sólo se escogen aquéllas que corresponden a propiedades
realmente existentes, a interacciones de los objetos cognoscibles. Esas
conclusiones se fijan en la conciencia y en la experiencia de las personas en
forma de juicios o proposiciones que expresan conocimientos.
3. Los objetos del proceso empírico espontáneo del conocimiento son ante
todo los instrumentos y los objetos de trabajo. No es casual que la atención
del hombre se dirija hacia estos cuerpos. Hay que gastar una cantidad
enorme de energías y de tiempo para elaborarlos. En la caza es necesario
estudiar y recordar la manera de comportarse de los animales; en la pesca,
la de los peces y demás pobladores de las aguas; el cultivo de la tierra obliga
a estudiar las propiedades del suelo; la domesticación y la cría de animales
exigen el conocimiento de sus particularidades, etc.
Los conocimientos relativos a los instrumentos y a los objetos de trabajo
empiezan a transferirse a todos los objetos análogos de la naturaleza. De
este modo, gradualmente, va ampliándose la serie de los objetos hacia los
que se orienta la actividad cognoscitiva del hombre.
La relación de los conocimientos con los objetos que existen realmente y con
la misma actividad humana se forma, se comprueba y se cambia en el marco
de dicho proceso; en este mismo proceso los conocimientos se van
separando, poco a poco, de otros resultados de la actividad humana; de las
representaciones religiosas, de la creación mitológica y de la creación
artística.
?4) elaborar una ideología que permitiera fortalecer y santificar las relaciones
de producción fundadas en el dominio de unas clases sobre otras, y
5) desarrollar la ciencia, el arte y otras esferas de la actividad espiritual.
En el proceso científico del conocimiento, las leyes, las teorías y las hipótesis
sólo se aceptan cuando satisfacen determinados criterios. Para dar expresión
a los conocimientos científicos se utilizan no sólo el lenguaje natural, sino,
además, medios simbólicos, lógicos y matemáticos especialmente creados.
20
(11) F. Machlup, “Producción y distribución de conocimientos en los Estados
Unidos”, Moscú, 1966, pág. 43.
La división entre esfera en que se obtienen y esfera en que se consumen los
conocimientos científicos también se relaciona con la estructura de la ciencia
como fenómeno hasta cierto punto independiente. Eso mismo condiciona
muchos cambios en la actividad cognoscitiva de los investigadores.
CAPÍTULO III
2121
(1) St. Toulmin, “Philosophy of Science. An Introduction”, N. Y., 1960, págs.
11-12.
22
(2) W. H. George, “The Scientist in Action. A Scientific Study of his Methods”; W.
I. B. Beveridge, “The Art of Scientific Investigation”, New York, 1951.
Fijémonos, además, en otra circunstancia. Los resultados definitivos de la
investigación científica se exponen o formulan como ley, teoría o hipótesis,
como descripción exacta del experimento, de la solución constructiva, etc. En
ninguno de tales resultados se registran las acciones cognoscitivas que, para
obtenerlos, ha realizado el experimentador.
(8) Ver F. Engels, “Sobre la dialéctica”, del primitivo prólogo para el “Anti-
Dühring”, C. Marx y F. Engels, “Obras”, t. XX, pág. 366. (F. Engels, “Anti-Dühring”,
edición citada, págs. 399-408).
(12) Ver R. Feinman, “El carácter de las leyes físicas”, Moscú, 1968, pág. 19.
¿En qué sentido es necesario considerar los hechos como punto final
de la comprobación empírica del saber? Esto no significa, desde luego,
que los hechos establecidos agoten todo el contenido de los objetos
estudiados o que no deban someterse a ninguna precisión ulterior.
Tales hechos forman una divisoria entre la parte descubierta del
contenido del hecho estudiado y la señalada, admitida sólo como
hipótesis. Un contenido supuesto o sin verificar no puede cumplir la
función gnoseológica de los hechos en la comprobación empírica de las
leyes, de las teorías y de las hipótesis. Por otra parte, no debe
confundirse un sistema lógico de argumentos surgido de unos
principios, con la comprobación empírica. Con semejante confusión nos
encontramos en las ciencias naturales clásicas. Planck indicaba que
algunas tesis, (“los átomos son inmutables”, “el tiempo y el espacio no
dependen uno del otro”, “todos los procesos dinámicos son continuos”)
en aquella época “se consideraban por completo evidentes” y “se
admitían sin crítica alguna como base evidente de toda nueva
teoría” (14) . Esas tesis, así entendidas, desempeñaban en esencia la
función gnoseológica de los hechos. En esta confusión se manifestaba
una actitud no crítica frente a los problemas de la metodología de la
ciencia y no sólo respecto a algunas tesis de la mecánica o de la física.
(19) Ver J. Borgosh, “Tomás de Aquino”, (Apéndice), Moscú, 1966, págs. 166-
204.
CAPÍTULO IV
(15) Ver M. Arbib, “El cerebro, la máquina y las matemáticas”, Moscú, 1968.
En las ciencias empíricas, una parte capital del aparato lógico está
formada por diversas definiciones. La lógica tradicional, desde los
tiempos de Aristóteles, dedicaba mucha atención al estudio de las
funciones cognoscitivas de tales definiciones. El desarrollo de la lógica
matemática en el transcurso del último siglo muestra la importancia de
este problema también para la ciencia contemporánea. En la
investigación científica, los objetos se incluyen de uno u otro modo en
el proceso de estudio; el investigador ha de precisar conceptos,
términos y signos, ha de introducir otros nuevos, ha de sustituir
expresiones largas y complejas por otras cortas y exactas, etc. Todas
(23)
estas funciones cognoscitivas las cumplen las definiciones lógicas .
(24) Ver I. V. Davídovski, “Patología general del hombre”, Moscú, 1969, pág.
17.
(26) P. W. Bridgman, “The Logic of Modern Physics”, N. Y., 1961, pp. 108-
117.
(33) Ibídem.
Más arriba hemos examinado cuáles son las exigencias que debe
satisfacer cualquier sistema de conocimientos que pueda ser objeto de
comprobación empírica y, por consiguiente, que pueda utilizarse para
explicar y predecir hechos específicos. Esas exigencias se refieren
asimismo a las hipótesis científicas. No obstante, a éstas se les
presentan, además, otras exigencias más concretas o específicas.
Veamos algunas de ellas.
(38) Ibídem.
(46) C. Marx y F. Engels, “La ideología alemana”, “Obras”, t. III, pág. 449.
(Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1968).
(47) Ver P. L. Kapitsa, “El futuro de la ciencia”. “La ciencia, hoy”, Moscú,
1969, págs. 120-121.
La dialéctica materialista enlaza con el reconocimiento del papel
cognoscitivo de la práctica, la función gnoseológica de los hechos en el
conocimiento científico. De ahí se desprende la necesidad de estudiar y
elaborar el mecanismo de la comprobación empírica de todos los
sistemas de conocimientos. La verdad objetiva de los conocimientos no
puede establecerse mediante su confrontación con unas concepciones y
teorías filosóficas del conocimiento.
CAPÍTULO V
(7) Ibídem.
(10) Ver A. Newell y T. Simon, “El programa GPS, modelador del proceso del
pensamiento humano”. “Las calculadoras y el pensamiento”, Moscú, 1967, págs.
283-301.
FIN