Material Todos Los Santos
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1 lectura:
Apocalipsis 7,2-4.9-14
Apareci en la visin una muchedumbre inmensa, que nadie
podra contar, de toda nacin, raza, pueblo y lengua
Salmo:
Este
Este es el grupo que viene a tu presencia, Seor
Seor
2 lectura:
1 Juan 3,1-3
Veremos a Dios tal cual es
Evangelio:
Mateo 5,1-12a
Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa ser
grande en el cielo
Detengmonos, pues, en
en nuestras fiestas cristianas
El 1 de noviembre, fiesta de Todos los Santos, en que nos alegramos no slo
con los beatos y los santos canonizados por la Iglesia en un acto oficial y
pblico, sino que incluimos a todos aquellos que ya gozan de la plena redencin
de Jesucristo y as participan en la gloria de Dios. Entre ellos hay familiares,
amigos, conocidos o no conocidos, por ejemplo aquellos y aquellas cuyo
testimonio de vida nos ha llevado hacia Dios. Los santos son nuestros
intercesores ante Dios y nos motivan para asumir tambin nosotros el anhelo de
santidad, de modo que participemos un da en esa gloria de Dios, que ha de ser
la meta mxima de nuestra vida.
Nos ensea san Juan: Ahora somos hijos de Dios, pero an no se ha
manifestado cmo seremos al fin. Y ya sabemos que, cuando l se manifieste,
vamos a ser semejantes a l, porque lo veremos tal cual es (1 Jn 3,2). Por eso
celebramos con gozo esta fiesta de Todos los Santos, unindonos a ellos para
alabar a Dios y renovar la esperanza de gozar un da con ellos y como ellos la
visin eterna de Dios.
Al da siguiente, el 2 de noviembre, nos unimos en oracin por todos los fieles
difuntos: familiares, amigos y todos aquellos y aquellas que han muerto en el
mundo entero y que no nos consta si se han salvado o no (slo Dios lo sabe),
pero acudiendo a la misericordia divina, le pedimos al Seor que si ellos, al
morir, se han unido a la muerte de Cristo, ahora se unan para siempre a su
Resurreccin. Es normal que nos duela la muerte de los seres queridos,
especialmente si ha sido reciente, pero los seguimos entregando y
encomendando al Dios misericordioso, pidindole que ellos gocen ahora de su
presencia.
Al celebrar a todos los difuntos, tambin ofrecemos a Dios lo que nos queda de
vida, para realizarla segn Dios, y nos preparamos a nuestra propia muerte,
sabiendo que al final de nuestra vida se nos juzgar sobre el amor, no slo
manifestado de palabra o en nuestras devociones sino, sobre todo, en nuestras
buenas obras.