WITOLD, Kula-Problemas y Métodos de La Historia Económica-Ediciones Península (1977) PDF
WITOLD, Kula-Problemas y Métodos de La Historia Económica-Ediciones Península (1977) PDF
WITOLD, Kula-Problemas y Métodos de La Historia Económica-Ediciones Península (1977) PDF
LA HISTORIA EC O N M IC A
historia, ciencia, sociedad, 100
Witold Kula
PROBLEMAS Y MTODOS DE
LA HISTORIA ECONMICA
ediciones pennsulaM R
Introduccin
I.
100. 2
17
L. Febvre y M. Bloch, y que desde el ao 1939 se titularon Annales d Histoire Sociale; en los aos 1942-1944, por razones de
censura y editoriales, aparece de una form a interm itente con el
ttulo de Mlanges dhistoire sociale, reapareciendo en 1945
como Annales dHistoire Sociale, y, ya por fin desde 1946, con
el ttulo de Annales Economies, Socits, Civilisations46 En el
ao 1^31 y hasta la fecha, con una interrupcin en los aos 1940
1945, se publica en Polonia el prim er tomo de los anuarios de la
historia social y econmica de F. Bujak y Jan Rutkowski. La
historia econmica se emancipa de modo definitivo desde el
punto de vista universitario teniendo acceso incluso a las uni
versidades ms tradicionales como la de Cambridge en 1928 y la
de Oxford en 1931.47 Mientras que en los pases latinos se ensea
principalmente en unin de las ciencias histricas, en Inglaterra
y en Alemania se asocia mucho ms a los estudios econmicos.4*
En Polonia, la creacin de ctedras especializadas pertenece a los
estudios histricos, la nica m anera posible de hacerlo con la es
pecial formacin cientfica de los investigadores (Bujak en Lvov,
Grodecki en Cracovia, Amold en Varsovia, Gasiorowska en la
Universidad Libre Polaca de Varsovia y de Lodz) teniendo en
cuenta la carencia de estudios econmicos independientes en sus
Universidades. Poznan fue una excepcin, ya que en ella los es
tudios econmicos, ligados a a Facultad de Derecho, dieron un
campo de accin a Rutkowski.
La emancipacin de la H istoria econmica se expresa asimis
mo en la creacin de secciones especiales que le son consagradas
en los congresos nacionales e internacionales y en la asignacin
de una seccin propia en la bibliografa internacional de las
ciencias histricas. En algunos pases (USA, Inglaterra, Escandinavia) se han fundado sociedades cientficas especializadas en
esas disciplinas.
30
100. 3
33
Despus de la guerra la reconstruccin de la ciencia histricoeconmica se oper formalmente con bastante rapidez. Junto
con la apertura de las Universidades funcionaron las ctedras,
volvieron a su actividad las publicaciones, y los temas histricoeconmicos al foro de los congresos y conferencias a veces no
sin ciertas tendencias imperialistas.96
Pero en la realidad esta reconstruccin no se hizo con tanta
facilidad.
Es preciso recordar sobre todo que en la tem porada inmedia
ta a la preguerra, de la guerra y de la posguerra haba desapa38
* V
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-i-j--
47
II.
49
100.
66
La historia econmica
y las dem s disciplinas histricas autnomas
80
III.
81
92
IV.
La periodificacin de la
historia econmica
LA PERIODIFICACIN Y LA TERMINOLOGA
DE LA VALORACIN
100.
EL EM P IR IS M O Y EL RE A L IS M O E N LA PERIODIFICACIN
111
V.
Los problemas de la
historia econmica y de su sntesis
100. S
LA D IM E N SI N DE LA R E N T A NACIONAL
Regin
(N . del T .)
de Polonia
alrededor de
Poznan.
117
Superficie general
32.393 km*
Superficie de los bosques y pantanos a finales del
siglo xvi
13.266 km*
Superficie de los bosques y pantanos a finales del
siglo xvm
9.956 km*
Superficie
les del
Superficie
les del
tie
Aqu hay que tener en cuenta sobre todo dos clases de pro
blemas: la capitalizacin y la utilizacin de los ahorros, que
en teora son de los m s trascendentales desde el punto de vista
de la concepcin de la sntesis de la historia econmica, ya que
son ellos los que nos perm iten hacer una investigacin dinmica
de la misma.
No toda la renta social es consumida, ya que hay que sacar
de ella la parte destinada a la reconstruccin de las fuerzas
productivas o al incremento de las posibilidades de produccin
en el futuro. Al no producirse el fenmeno de la recesin eco
nmica, esta parte debe ser lo suficientemente im portante como
para aum entar la renta nacional al menos de modo proporcio
nal al aumento de la poblacin. Pero a veces nos encontramos
con que no slo no existe un proceso de inversin sino que se
produce el fenmeno contrario de la no renovacin de las insta
laciones existentes, la no amortizacin de las mismas, la dismi
nucin de las reservas, el consumo del trigo destinado a la siem
bra, etc. Esto equivale a vivir con los ahorros y al mismo tiem
po a m erm ar la capacidad productiva en el futuro.
Mas estos problemas no tienen la misma im portancia en
todas las pocas. La renta nacional producida y la renta nacio
nal consumida por una sociedad determ inada no deben yuxta
ponerse, pero cuanto m s nos remontemos en el pasado (o cuan
do pasamos de los pases econmicamente desarrollados a los
pases ms atrasados) ms han de yuxtaponerse. Cuanto ms
122
125
Los servicios
127
EL REPARTO DE LA R E N T A NACIONAL
100.
4.
Segundo reparto de la renta naci
(correcciones introducidas en el reparto por la participacin
en el m ism o del Estado y de otras instituciones pblicas
como son los municipios y la Iglesia )
Aqu, han de tomarse en consideracin las prestaciones en
beneficio del Estado y de otras organizaciones pblicas, y en
especial las diferencias en la reparticin de estos gravmenes
entre las distintas clases sociales25 pues si stos se repartieran
proporcionalmente, podramos abstraem os de ellos para el an
lisis de otros problemas. Pero, por lo regular, tienen un carcter
de clase. As, entran en estos problemas todos los de las
finanzas y con la particularidad de que en contra de la prctica
tradicional, en esta concepcin deben de tener ms importancia
esas desigualdades en los gravmenes y las cuestiones como la
desgravacin fiscal, el aprovechamiento distinto por parte de las
diferentes clases de los servicios del Estado, la financiacin
por ste de determinados grupos de las clases privilegiadas (dis131
CRITICAS Y R E SE R V A S
E N TORNO A LOS PUNTOS A N TE R IO R E S
137
VI.
*
E n el sistema econmico polaco actual, la Unin
empresas de una misma rama industrial. (N . del T.)
J44
la constituyen las
100. 10
148
En
En
En
En
En
En
En
En
En
En
X+
x +
y +
y +
(y
(y
(x
(x
b
a
a
b
%
%
%
%
y)
x)
x)
y)
Hacienda
H oczew
Hacienda
Moczerady
Renta en metlico
Gastos en dinero
13.82620
3.988.14
7.388.27
3.35422
6.980.3
4.373.6
Beneficio en dinero
Trabajo obligatorio
Otras prestaciones
de los campesinos
9.838.6
12.703.10
4.034.5
7223.18
2.606.27
4.180.24
3.533.4
129024
330.15
16.236.15
160.000
62%
24%
8.514.12
?
?
32%
4.511.9
61.000
4,3 %
51%
2,5 zl.
3.988.14
12 zl.
3.35422
0,6 zl.
4.373.6
12.703.10
7223.18
4.180.24
16.69124
13.82620
10.578.10
7.388.27
8.554
6.980.3
2.865.4
3.189.13
1.573.27
100.
11
164
175
En el siglo xvm las tendencias ideolgicas modernas, comercializadoras de los grandes latifundistas coexisten con las tenden
cias contrarias menos perceptibles y que aspiran al aislamiento
de las grandes fincas del resto del mundo, todo lo cual tiene
gran importancia para el anlisis de las empresas.
A medida que se multiplican los contactos mercantiles de las
empresas, el historiador puede conocer mucho ms sobre las
mismas a travs del mercado. Un hecho muy expresivo es la
produccin realizada para un cliente concreto o desconocido
y que tiene toda una serie de etapas intermedias como son la
produccin de utensilios de cristal para los juegos de mesa
que son adornados segn los deseos del comprador. Tambin
es elocuente la organizacin de la venta, la red de almacenes
y de tiendas, la existencia o la carencia del intermediario co
mercial independiente, el beneficio que ste obtiene del comercio
al por menor, la financiacin del intermediario por el productor
o viceversa como lo es la propia especializacin de la produccin
de los artculos de lujo, medianos o de consumo masivo; lo es
tambin la estandardizacin de la produccin que atestigua el
grado de desarrollo del mercado. Por fin, es importante la am
plitud del surtido de las mercancas producidas y que en cierto
grado es inversamente proporcional al grado de estandardizacin.
Muy elocuente en todos los casos, la publicidad: a quin
se dirige? Qu argumentos utiliza?
El anlisis del proceso productivo de la empresa no es nunca
para el historiador econmico un objetivo en s. La seleccin
de la empresa tipo a la cual prefiere es una tarea inconmen
surablemente difcil, en especial porque las posibilidades de elec
cin son muy limitadas por la base documental archivada. Lo
caracterstico de una empresa es tanto ms difcil de conse
guir en cuanto que se acelera el desarrollo econmico y que
desaparecen los reglamentos corporativos o mercantiles, acen
tundose las diferencias entre las empresas que coexisten en el
mercado.
El examen del proceso de produccin en el marco de la em
presa debe perm itir al historiador establecer toda una serie
de factores dependientes (y en los casos ms afortunados los coe
ficientes) que, como variables en el tiempo, son cada uno una
orientacin sintomtica y se refieren no slo a la empresa ana
lizada sino a su medio socio-econmico.
24,4%
21,3
11,0
10,4
8,1
10,3
. 14,5
100,0
185
VII.
Microanlisis (2):
El consumo y el nivel de vida
100. 13
193
en el ao X
en el ao X + l
en el ao X +2
art. a
art. b
art. c
5 zl/kg
6
7,5
15 zl/m.
16,5
19,9
20 zl/imidad
20
22
O sea un ndice:
art. a
art. b
art. c
100
120
150
100
110
132
100
100
110
en el ao X
en el ao X + l
en el ao X +2
6 X 100 =
16,5 X 20 =
20 X 10 =
600
330
200
1.130
para el ao X +2
7,5 x 100 =
19,3 x 20 =
750
396
22
220
10 =
1.366
Esto significa un ndice del coste de vida:
para el ao X
100
para el ao X + l 113
para el ao X + 2 136,6
200
120 x 50 =
110 x 30 =
100 x 20 =
6.000
3.300
2.000
11300
en el ao X +2
150 x 50 =
132 x 30 =
110 x 20 =
7.500
3.960
2.200
13.660
50 %
53,1 %
54,9 %
30 %
29,2%
34,2 %
20 %
17,7%
10,9 %
1521-1525 (base)
1521-1530
1531-1540
1781-1790
1791-1800
Alim.
Vest.
Vivienda
Coste de vida
100
130
129
100
98
109
100
112
102
100
1202
121
3263
3722
505
290
278
2261
2557 27
Vestido
Vivienda
1521-1530
1531-1540
69,8
633
14,6
16,3
15,7
14,4
1781-1790
1791-1800
93,8
98,1
4.0
-----
2,2
0,9
Indice
salarial
Indice
poder adq.
1521-1525
1525-1530
1531-1540
100
120
121
100
100
99
100
83
82
1781-1790
1791-1800
2261
2557
240
281
11
11
art. alimenticios
art. industriales
Total
en el pas A
en el pas B
900 rupias
200 rupias
1.000 rupias
2.000 rupias
1.100 rupias
3.000 rupias
art. alimenticios
art. industriales
Total
90 dlares
10 dlares
100 dlares
en el pas B
100 dlares
100 dlares
200 dlares
209
212
esto sea una base como para, despus de Bujak, negar la representatividad de su presupuesto, en el que el capitulo de gastos
alimenticios es tan enorme?
E ntre las obligaciones de las clases privilegiadas estaba la
de alim entar a los dems: en casa del magnate coman los ser
vidores, los huspedes, la m ultitud de nobles que acudan a las
sesiones de las Dietas provinciales, y en casa del noble de mo
desta condicin, todos los parientes y los transentes. E ra un
smbolo del lujo. En unas condiciones sociales en que el mer
cader o el cannigo tienen un standard de vida estrictam ente
reglamentado por la ley o las costumbres, en toda una serie de
elementos, como son la vestimenta, los medios de locomocin,
a veces la casa y el nm ero de servidores, etc., el com er con
lujo era casi el nico signo de una vida suntuosa.
Todos estos fenmenos no son raros actualm ente en los pa
ses atrasados aunque puedan sorprender a los investigadores
que se ocupan de ellos.
222
225
hcs
100. 15
M p o n n y i indic
comunica elon compiei
t 1
iMnto
in
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1100
SS
Levels,
VIII.
b)
de la abundancia y verosimilitud de las fuentes docu
mentales. Los precursores irreemplazables como son King y
Vauban, pueden constituir un campo infinito para la polmica
de su interpretacin, pero es el caso que slo la utilizacin ma
siva de los datos facilitados por los institutos estadsticos na
cionales de los Estados democrtico-burgueses constituye las ba
ses de un serio anlisis de la evolucin histrica de la renta na
cional. El hecho de que el sistema estadstico de la antigua Suecia
destacara a escala mundial por su elevado nivel ha permitido
que las averiguaciones histricas sobre la renta nacional pudie
ran situarse en un nivel destacado.
Desde los primeros y sugestivos trabajos de Colin Clark hasta
hoy, son ya numerosos los pases que emprendieron la indaga
cin de sus rentas nacionales, al menos desde la segunda mitad
del siglo xix.7 Tambin se ha tratado de explorar las pocas
ms remotas* y de efectuar sus comparaciones.9
A causa de la im portancia de estas bsquedas, es imprescin
dible examinar aqu ciertos problem as de ndole metodolgica
y sobre todo, contestar a la pregunta: Qu nos han de dar y
qu pueden darnos? Una de las condiciones para la correcta
aplicacin de los mtodos estriba en sentar sus lmites, con
la preocupacin de no defraudar las esperanzas que no pudieran
colmarse dadas las posibilidades inherentes a estos mtodos.
Durante largo tiempo, las bsquedas sobre la renta nacio
nal no gozaron entre los tericos de la economa de buena
fama.10 No crean en la posibilidad de efectuarlas ni en la de
sentar sus fundamentos tericos. Los progresos de la ciencia
han llevado al convencimiento de que tales posibilidades existen
aunque con limitaciones esenciales, lo que, incluso en el presen
te, hay quien se resiste a creerlo, y F. von Hayek opina que
ellas son ni ms ni menos que un camino hacia el totalita
rismo! 11
No se trata de que pretendamos afirm ar que las crticas
que se form aran acerca de la exactitud de los resultados obte
nidos en el anlisis de la renta nacional no sean justas. Al con
trario. Muchas de las imputaciones aparte de las del estilo
de von Hayek se hallan profundamente justificadas. Es verdad
que la economa es la investigacin cientfica de la riqueza, la
cual, a pesar de ello, no sabemos medirla.12 Pero no puede
esperarse a que los resultados de estas investigaciones tengan
un grado de exactitud mayor que lo que los datos analizados
pueden ofrecernos.
Como renta social denominamos todo el producto neto de
una sociedad y en un perodo determinados. En esta definicin
las palabras produccin y neto no son sinnimas. Examine
mos este problema.
En el concepto de la produccin, existe una diferencia entre
la ciencia m arxista y la no m arxista consistente en que esta
228
100
200
39
zea 100. 16
241
230
IX.
La estadstica histrica
QU E S LA ESTADISTICA HISTRICA?
marcamos para evitar cualquier incomprensin, mu iuum winvestigaciones numricas son investigaciones cientficas. El an
lisis de la contabilidad de una m anufactura polaca determinada
en el siglo xvn puede realizarse por mediacin de las categoras
puramente cuantitativas, pero no ser sin embargo un anlisis
estadstico, ya que slo se analiza una unidad determinada y
slo ella.
En cambio, el anlisis de la rentabilidad de una sociedad por
acciones en la Polonia de entre las dos guerras, sera un anlisis
plenamente estadstico ya que dicha sociedad es en ese perodo
una colectividad. Asimismo, si tuvisemos que analizar alguna
de las m anufacturas del siglo x vm que ocupaban a un gran n
mero de trabajadores, como la de Lowicz que empleaba a cinco
mil personas, podramos efectuar una investigacin cuantitativa
de los salarios de los obreros, de acuerdo con las categoras
salarales y sus oscilaciones en el tiempo temporal o ao tras
ao, lo que constituira una clsica indagacin estadstica ya
que el objeto del anlisis sera un agregado, es decir, los sala
rios de los operarios.
Por otra parte, la colectividad o el agregado analizado no
debe componerse de unidades similares o por lo menos simila
res desde el punto de vista de la investigacin.
Esta es una advertencia evidente en apariencia. Respecto al
objetivo de la investigacin ese mismo agregado puede ser o no
ser a veces similar. Los fusiles producidos en serie para el
ejrcito nacional en las arm eras de Kozienicka, son, desde el
punto de vista de la historia m ilitar de su eficiencia y de su
alcance del tiro unidades similares que no entran a form ar
parte de los anlisis estadsticos. Pero si conociramos las dife
rentes arm as de fuego individuales que equipan al ejrcito na
cional podramos analizar ese conjunto utilizando los mtodos
estadsticos. No obstante, con el criterio de la historia de la
tcnica, los fusiles de Kozienicka de haberse conservado hasta
nuestros das una gran cantidad de ellos pudieran considerar
se como un agregado de unidades no similares ya que las dimen
siones exactas de esas armas, al m ostrar las oscilaciones que
apareceran en la escala de las diferentes unidades, podran per
m itir el anlisis bastante exacto de la precisin de las instala
ciones fabriles que las produjeron.
Por ltimo, se puede hacer una advertencia en cuanto a las
limitaciones de la esfera de aplicacin del anlisis estadstico
de los agregados. Este agregado no puede componerse de unida
des sinnimas pero tampoco de unidades heterogneas. Las uni
dades que lo componen, deben poderse adicionar en cualquier
grado, poseer algn d e n o m in a d o r comn.
Este problema es uno de los ms difciles y de los ms con
trovertidos. El carcter heterogneo de los distintos fenmenos
sociales se presenta de modo diferente para el investigador se
253
254
ICO.
17
261
264
una rica fuente documental sea inutilizable para los fines anal
ticos que en cierto momento nos parecen ms determinantes.
Suponiendo que el registro de los impuestos nos facilite el
nombre de las personas imponibles (categora institucional), el
pasar de esta categora a la categora analtica (nm ero de habi
tantes, de objetos econmicos, etc.), requiere toda una serie de
elaboraciones a veces arriesgadas y que han de someterse a la
crtica cientfica.
Suponiendo que el registro de impuestos rurales contenga la
relacin de los nobles propietarios que han satisfecho el impues
to y las sumas pagadas por ellos (coeficiente de la magnitud de
los bienes de cada uno de ellos), para pasar de estos datos a las
categoras analticas hemos de recordar que la institucin que
cre la citada fuente documental prevea ciertas exenciones fis
cales, por ejemplo, en atencin a las destrucciones sufridas por
una finca determ inada y que su aplicacin no se extenda de
modo uniforme a todo el pas: las fincas situadas en las regio
nes del nordeste estaban sujetas a mayores calamidades y una
parte d ellas no pagaban impuestos.
Pero se dan casos peores. As, cuando en un censo aldeano se
hace inventario de los bienes de los campesinos en varias cate
goras, se trata de una categora institucional que divide a la
poblacin rural de acuerdo con los grupos tradicionales; pero
ms tarde, al cam biar la situacin, es my difcil hallar el equi
valente de tales agrupaciones en la poblacin. Para los anlisis
de la indagacin de la estructura social en el campo, necesita
ramos los datos de la tierra que cada campesino posee, sus
aperos, empezando por la fuerza de traccin, y la magnitud de
cada gravamen feudal que pesa sobre l. Este ltimo dato siem
pre lo encontramos en los inventarios, pero no los anteriores.
He ah las dificultades que supone el pasar de las categoras
institucionales contenidas en las fuentes documentales a las ca
tegoras que exigen las necesidades del anlisis cientfico, etc.
La dificultad de traducir las categoras institucionales de las
fuentes a las categoras analticas es conocida por cada histo
riador que se ocup de tales cuestiones. Tambin ha sido pues
ta de relieve por los tericos de la estadstica histrica (Kuznets).
Al llam ar la atencin sobre ella querramos advertir, no obs
tante, contra la exageracin de tal obstculo. Las categoras ins
titucionales anejas a las fuentes fueron creadas por la vida, as,
han de reflejar alguna realidad, alguna necesidad de la existencia.
No basta con afirm ar que son categoras diferentes a nuestras
categoras analticas: hay que descubrir las causas de esa dife
rencia y esclarecer la realidad contenida en esas categoras.
Estas dificultades crecen a medida que un sistema determi
nado se desmorona. En el perodo de su florecimiento, las ca
tegoras instituciones se hallan penetradas de un contenido so270
ir u c la u u i a
100.
18
mente otro valor. Las distancias van teniendo otro sentido social,
lo mismo que el tiempo en s. 1 capitalismo existe desde un
tiempo mucho ms corto y los cambios que en el se operan son
mucho ms rpidos. sos mismos elementos que acabamos de
enumerar con relacin al feudalismo seran profundamente va
riables en el curso de siglo y medio de capitalismo. De manera
que los marcos de las formaciones son demasiado extensos para
la comparabilidad.
Sin embargo, y esto es lo peor, son a la vez demasiado es
trechos. Los lmites de las formaciones socio-econmicas son infi
nitamente profundos. Cada historiador se ha convencido de lo
universal de su contenido. Pero a pesar de esto existe la con
tinuidad del discurso histrico. Al tener que elegir entre el con
cepto, generalizado en Occidente, de la uniformidad de los cam
bios en el cual las divisiones cronolgicas no son ms que con
venciones, u n a necesidad didctica y el reflejo de la endeblez
cognoscitiva del pensamiento humano, y la concepcin del m ar
xismo vulgar, respecto a la idea de las gentes que no gustan
de hacer comparaciones,50 tenemos que saber hallar el justo
camino entre tales extremos, ya que tanto uno como el otro
contradicen la realidad histrica.
1 crecimiento de los elementos del capitalismo antes de la
Revolucin francesa y las tentativas de restauracin del feuda
lismo que la siguieron no bastan para nivelar la profundidad
y la multilateralidad de esos cambios. Sin embargo, desde el pun
to de vista social, Octavio Augusto no era otro que Napolen,
ya que hay algo en estos dos fenmenos que permite calificarlos
de cesarismo.
La necesidad de las comparaciones entre las formaciones so
cio-econmicas dimana de la propia metodologa marxista y ms
de una de estas comparaciones se encuentra implcitamente en
en la teora marxista del desarrollo social. Pues si decimos que
las._sucesYas_.formaciones, .se. -distineyen .unas. _deotras, jipn _eL.co
rrespondiente nivel de la productividad del trabajo, no deja de
encerrarse en tal afirmacin una generalizacin audaz y trascen
dental con el criterio supraformacional. Esto lo hizo Marx sobre
la base del anlisis de las consecuencias, es decir de analizar
unos fenmenos que hubieran sido intraducibies sin el supuesto
del aumento de la productividad del trabajo. Pero esta cuestin
sigue siendo un extenso campo de exploracin para los historia
dores econmicos, y seguir siendo analizada de un modo intui
tivo mientras no se apliquen para su examen los mtodos esta
dsticos. Las comparaciones interformacionales son una necesi
dad cientfica en general y en particular para la ciencia marxista.
Los lmites formacionales como lmites de la comparabilidad
son demasiado estrechos y demasiado anchos.
275
276
del T .)
El historiador debe utilizar para los anlisis histrico-estadsticos toda la gama de procedimientos de la tcnica estads
tica moderna. No es cierto que la indigencia y la falta de mate
riales documentales con los que trab aja el historiador slo per
mite la utilizacin de los ms elementales procedimientos esta
dsticos. Por el contrario, es frecuente que por el carcter de
fectuoso y fragm entario de las fuentes, la utilizacin de los
mtodos ms sublimados haga posible el logro de unos resulta
dos correctos.
.
En cambio, los elementos especficos de la labor indagadora
del historiador, resultantes tanto de las particularidades de su
esfera analtica carcter fragm entario e incertidum bre de las
fuentes como de sus objetivos especficos anlisis de los
cambios en especial en los largos perodos hacen que al ope
ra r con todos los procedimientos estadsticos existentes, el histo
riador tenga que sentir una preferencia por algunos determina
dos. Cada estadista al utilizar los mtodos estadsticos para el
anlisis de la realidad social tiene que referirse a veces a irnos
materiales fragm entarios e inseguros ya que tambin aspira a des
cubrir los cambios en las largas pocas. Pero en las investiga
ciones histricas estos elementos se sitan en un prim er plano,
dominan y hacen que unos procedimientos sean ms o menos
provechosos.
Como al principio de este trabajo hemos remitido al lector
a los manuales fundamentales del mtodo estadstico, slo de
seamos sealar la preferencia a la que hemos aludido, con un
par de ejemplos: cules son los mtodos que pueden utilizarse
280
285
286
100.
ll
100.
20
unas cifras exactas hasta las unidades como mnimo, sin com
prender que el grado de exactitud se halla determinado por el
objetivo de la investigacin. Creen que estn en lo seguro y lo
preciso al confirm ar los pequeos hechos individuales, cuando
en realidad se hallan sujetos a la falsedad eventual de l&s in
formaciones contenidas en las fuentes documentales, y ponen
en tela de juicio los resultados estadsticos aproximativos en los
cuales la masa del m aterial utilizado representa una garanta
de su veracidad. Fascinados por un acontecimiento nico, por
un momento, por un instante histrico, sumidos en el particula
rism o de un breve espacio cronolgico elaborado por ellos, trai
cionan la verdadera vocacin del historiador, que es la de explo
ra r la variabilidad de los fenmenos sociales en el tiempo y se
arrogan el derecho a subestim ar las tendencias histricas com
probadas por el estadista, tendencias que aunque aproximadas
no dejan de dar luz a esos cambios sociales. Tales historiadores
no tienen ningn reparo en usar expresiones altisonantes: a los
valores y a las cualidades1* o al hom bre con mayscula,
como objeto de la historia.102 Pero no pensaron que las compro
baciones de la estadstica histrica sobre la media de la dura
cin de la vida humana, la m ortalidad infantil en las diferentes
clases de la sociedad, el poder adquisitivo del salario, la estruc
tura del reparto de la renta nacional, etc., habla de las cualida
des, de los valores y del hombre con mayscula.
312
X.
La demografa histrica
314
100.
21
P ir m id e de edades
(a p ro x im a tiv a )
de
la
p o b la c i n
fra n c e sa
en
b l
a o
1791
P i r A m id e d e e d a d es de l a p o b la c i n de l a c iu d a d d e W u r z b u r g
1701.
324
en la poca feudal. Suponiendo que lleguemos a conocer el carrcter socio-econmico de la localidad de donde proceden las
fuentes y el perodo al que stas se refieren nadie nos prohbe
pensar que en miles de localidades anlogas de esa misma
poca los coeficientes se configuraron de muy diferente manera
en principio. A condicin, sin embargo, de que dispongamos de
unos datos constantes para un espacio de tiempo relativamente
largo, ya que durante el feudalismo los coeficientes demogr
ficos, bastante estables en las largas series de tiempo, a corta
escala, de ao a ao, oscilan a veces con una amplitud asom
brosa y ya que se trata de la vida humana, es tremendo.
%60
P ir Amibe
40
20
20
40
60/o
de edades de l a p o b la c i n de e s t o c o lm o e n e l a o
1950
Uppsala
P ir m id e de edades de l a
p o b la c i n f r a n c e s a e n e l a o
1940
Millares
80-
Millares
68
17
76-79 136
80
163 75-79
70-74 260
305 70-74
Mil
65-69 356
417 65-69
inlt
60-64 449
518 60-64
tiltil
tiltil
tillli
llntlltl
tttiftttlti
55-59 528
50 54 614
45-49 710
40-44 853
35-39 1097
616 55-58
71 : 50-54
813 45-49
976 40-44
1222 35-39
W Hm m m .
30-34 138B
Itlitliiiiitlttiti
iHMiiiiiiiiil
iMiitiiiii
25-29 1641
20-24 1457
15-19 1387
' Wbfl-'a*
1681 25-29
M llH llliif f|
isa-
1356 15-19
111
4. 4 4 4 4 4 4
4 4 4 4 4 4
*,
VVVVVVVVVVVVVVV1
1919 5- 9
0- 4 1890
V
1897
P ir m id e de
1936.
1768
1897
1897
y en
el ao
Las figura* al ao
resaltar la regulari
y dos brechas en el
Mundial y la crisis.
F u e n t e : Ludwik L a n d a u ,
80
P ir m id e
60
60
80
1958
n o s is para e l ao
40
20
20
40
y prog
1975.
330
100.
22
337
excluye, naturalmente, los fasgoS peculiares de un fenmeno cocreto. La correcta aplicacin de este principio le evitar al in
vestigador la tan frecuente elaboracin de teoras separadas ea
relacin con cada material concreto, de unas teoras elabora
das sobre un caso determinado y que por lo tanto no pueden
ser comprobadas y por no poderse aplicar a las indagaciones
siguientes, no enriquecen nuestros conocimientos.
La cuarta indicacin metodolgica se asienta en el principio
de los cambios fundamentales propios de la vida social, sobre
la base del cual todas las relaciones, aparte de las ms gene
rales que se manifiestan en ella, sufren un cambio con el tiempo
y el conocimiento de los cuales constituye precisamente la prin
cipal tarea del investigador. La historia es la ciencia de los
cambios afirma M. Bloch. De ah que todo conocimiento acer
ca de la sociedad y por lo tanto de la demografa, sea histrico.
La correcta aplicacin de este principio ahorrar al cientfico
el cometer los errores que no suelen ser raros resultantes del
esclarecimiento de la situacin en la poca antigua a travs de
la poca moderna y de los tiempos modernos a travs de la
antigedad.127
La quinta indicacin radica en el principio de que la vida
social representa un conjunto absolutamente interdependiente
que hay que aclarar desde el interior. La demografa como cien
cia social, histrica, debe considerarse por tanto como un instru
mento que solamente puede utilizarse junto con el conocimiento
de los dems elementos de la vida social y, en primer lugar, de
su elemento fundamental: las fuerzas productivas de la sociedad
y las relaciones entre los hombres resultantes de la actividad
productiva.
A lo largo de toda la poca feudal en la ms amplia acep
cin de la palabra el problema se simplifica considerablemen
te por cuanto el individuo no es entonces un miembro aislado
de la sociedad como sucede en la sociedad burguesa, sino ligado
a ella a travs de la corporacin a la cual pertenece. As, no
es posible analizar correctamente la poblacin de un pas cual
quiera sobre la base de imas grandes fuentes documentales de
terminadas sin reproducir al mismo tiempo la estructura socio
econmica de esa sociedad. Esto es justo tanto en lo que respecta
al Domesday Book como para Gregory King.12
El investigador no debe conformarse por tanto con las cate
goras contenidas en las fuentes sino que debe traducirlas a nues
tras categoras analticas y compararlas con otros datos sobre
las actuales fuerzas y relaciones de produccin.
Partiendo de estos principios correctamente aplicados, el cien
tfico no ha de tener la menor duda de que el esclarecimiento,
por ejemplo, de la disminucin del grado de desarrollo de la
poblacin en los Estados de la Europa Occidental debe buscar
lo no en unos supuestos ciclos demogrficos de un tipo cual
353
hcs
100. 23
Probabilidad
Duracin Cifra de super de una mayor
Divisin de % de defun de la vida vivientes sobre duracin de
la vida
probable 100 nacimientos
ciones
las edades
0
1-4
5-9
104
15-9
204
25-9
304
35-9
404
45-9
504
55-9
604
65-9
704
75-9
804
85-9
15
11
4.35
4.65
5.68
12.6
13.66
11.01
12.7
18.44
16.67
25
25.66
43.86
39.39
45
69.56
71.43
100
85
89
95.65
95.35
94.32
87.4
86.34
88.99
873
81.56
83.33
75
74.34
56.14
60.61
55
30.44
28.57
0
1.000
850
756
723
689
650
568
490
436
381
311
259
194
144
81
49
27
8
2
31.30
35.76
35.65
32.16
28.62
25.19
23.47
21.8
19.19
16.61
14.78
12.25
10.52
8.3
7.81
6.29
4.37
3.75
2.5
Inglaterra
Suecia
Francia
1800
1820
1840
1860
1880
1900
1920
1930
1940
1950
1960
34,0
38,0
39,0
40,0
42,0
46,3
55,6
58,7
62,0
66,5
69,0
35,0
39,0
40.0
40,5
47,0
52,7
60,0
61,5
65,7
70,0
. 71,0
34,0
38,0
39,0
42,0
42,8
46,7
52,5
543
56,0
63,6
68,0
Noruega . . . .
71,1 aos
Holanda.................. .........71,0
S u e c i a .................. ......... 70,5
P o lo n ia.................. ......... 61,8
E s p a a .................. .........58,8
G r e c i a .................. .........49,1
la India . . . .
32,5155
Poblacin urbana
Ao
1940
1930
1920-1922
1910
1901
1J81-1890
1841-1850
1840
1750
1689
1650
1550
iprox. 300
300
>10.000
a.n.e.
50.000
a.n.e.
Pas
Poblacin global
Proba
bili
dades
N. York (Blancos)
USA (Blancos)
Londres
USA (Blancos)
USA (Blancos)
Londres
Londres
64,5
58,9
56,5
493
45,9
423
36,5
Ginebra
Wroclaw
Ginebra
Ginebra
Roma
33,6
333
25,7
21,2
213
Pas
Probabilidades
7 pases Europa
Occidental
61,7
7 pases Europa
Occidental
54,4
7 pases Europa
Occidental
41,1
Egipto
Espaa
y Portugal
Bajo paleoltico
y mesoltico
Alto paleoltico
47,0
37,0
23,0
21,0
369
LA POBLACIN Y LA ECONOMA
E N LA POCA PRECAPITALISTA
a) la cifra de la poblacin,
b) el nivel de vida,
c) el intervalo entre la oferta de los bienes de consumo y su
consumicin.
,
A juicio de Keynes el tercer factor se halla sujeto a un cons
tante acortamiento (esto suena a paradoja a la luz de la genera
lizacin del consumo masivo de bienes de consumo duradero
en el mundo actual). Segn Keynes, el nivel de vida no puede
crecer en ms de un 1% anualmente ya que incluso cuando
los descubrimientos perm itieran un aumento mayor nosotros
mismos no podemos adaptam os a un cambio superior del nivel
de vida (sic!). A su parecer, la estabilizacin de la cifra de la
poblacin amenaza realmente con la disminucin de las necesi
dades en capitales, con el descenso de las inversiones y por
tanto con la baja de la renta nacional, el nivel de vida, etc.
En opinin de Hansen, el progreso econmico en el siglo xix
estuvo asegurado pon
a) las invenciones,
b) el descubrimiento de nuevos territorios y nuevas reser
vas de materias primas,
c) el aumento de la poblacin.
Dado que Hansen no esperaba (en el ao 1939!) nuevas in
venciones capaces de revolucionar la produccin, y de que ya
no existen posibilidades de nuevos descubrimientos geogrficos,
el estancamiento de la poblacin no poda dejar de amenazar,
segn Hansen, con un estancamiento del ya alcanzado nivel eco
nmico ideal.19*
Las previsiones de los partidarios del estancamiento se esfu
maron con las humaradas de la Segunda Guerra Mundial. Por
una parte, en la mayora de los pases capitalistas ricos se pro
dujo un inesperado aumento del nivel de vida y un incremento
an mayor del nivel del crecimiento natural demogrfico, y por
otra parte, el clmax de los inventos revolucionadores de las
tcnicas productivas junto con un sinfn de otros factores
como son la demanda diferida de carcter blico, la coyun
tura del armamento, despus, etc. incrementaron las necesida
des inversionistas de un modo inesperado. Y nuevamente los
problemas demogrficos interesaron a los economistas de los
pases avanzados: pues dichos economistas comprueban que en
los pases altamente desarrollados la repercusin de los cam
bios en el nivel del aumento natural sobre las relaciones eco
nmicas en nada es similar y s muy distinta,1* y que la resul
tante de todas estas influencias heterogneas es un factor bastan
te dbil en comparacin con las dems determinantes mucho
ms numerosas y poderosas. Es decir: los economistas no temen
actualmente ya ni el descenso ni el aumento del nivel de creci
miento natural en los pases avanzados. Los problemas demo
grficos constituyen desde su punto de vista ms bien un aspec
373
378
XI.
LA ESTRUCTURA FEUDAL.
LA TERMINOLOGIA Y LA REALIDAD
LA ESTRUCTURA CAP1TALU VA
por el hecho de que esta idea es muy til para la lucha revolu
cionaria contra la estructura de clases existente.* Sin embar
go, parece que el origen de este cambio hay que buscarlo tam
bin en otras categoras acaso ms importantes de fenmenos.
No hay que tom ar en consideracin, por ejemplo, el hecho de
que en la poca en que Marx escribi el tercer tomo de E l Ca
pital, el proceso de fusin de los terratenientes con la burguesa
industrial y comercial an estaba poco adelantado, incluso en
Inglaterra, como para considerar que las diferencias que divi
dan a estas dos clases haban desaparecido, m ientras que en
la poca de Lenin y de Stalin, y particularm ente frente a la
revolucin comunista, estas diferencias se relegaron pronto a un
segundo plano?20
En el caso de ser acertada esta hiptesis y a nuestro pa
recer lo es, de ello se desprendera una im portante conclusin
para la labor investigadora m arxista: con respecto al anlisis de
las sociedades de finales del siglo xix o de la prim era m itad del
siglo xx se planteara ms bien la directiva de un concepto dico
tmico de la estructura de clases de la sociedad indagada, mien
tras que para las pocas anteriores, incluso la divisin en tres
cuerpos sera, como lo seala el propio Marx, difcil de aplicar.
En su Teora del m aterialism o histrico ,2i Bukharin afirma
que en el anlisis de una sociedad de clases concreta nos encon
tramos ante los siguientes tipos:
a) Las clases esenciales de un sistema social determinado
(las clases en el exacto sentido de la palabra), o sea la nobleza
y el campesinado, la burguesa y el proletariado, etc.
b) Las clases medias, entre las cuales cuenta a los grupos
que no son una supervivencia del sistema anterior, necesarias al
sistema en el cual existen y que ocupan un puesto jerrquico
medio frente a las clases fundamentales.
c) Las clases transitorias, con lo que Bukharin entiende
las supervivencias del sistema anterior que van desapareciendo
paulatinamente, aunque a veces con mucha lentitud, y a las cuales
perteneceran los grupos carentes de libertad en los tiempos
ms tempranos del feudalismo, o los elementos de la pequea
economa de mercado en el capitalismo.
d) Las clases de tipo mixto, o sea los grupos que bajo
ciertos aspectos pertenecen a una y otra clase, como, por ejem
plo, los campesinos-obreros en el capitalismo o el noble agricultor
sin siervos durante el feudalismo.
e) Los grupos marginados, como el lumpenproletariat, los
vagabundos bajo el feudalismo, es decir, todo cuanto Czarnowski calificaba como gentes al margen de la sociedad.22
Contrariamente a lo que pudiera parecer,23 creemos que la pro
posicin de Bukharin no se sale del esquema marxista. En prin
cipio, Bukharin adopta en su anlisis terico una postura dicotomica.2'* La diferencia entre el esquema dicotmico y el esbozo
388
401
26
402
XII.
basta para despertar la confianza con las fuentes del siglo xvi.
Una vez quede terminado este trabajo dispondremos de la serie
de los precios del trigo en Pars durante el perodo de tres siglos
(de 1520 a 1820), es decir, hasta la fundacin del moderno Oficio
Central de Estadstica, siendo este trabajo tcnicamente irrepro
chable.
Alemania. M. J. Elsas recopil un m aterial anlogo acerca
de la historia de los precios en Alemania. Edit su prim er tra
bajo antes de la guerra, cuando se hallaba emigrado en Holanda.
La prim era parte del tomo segundo de su obra, editada en 1940,
estuvo escondida como obra de un desterrado alemn durante la
ocupacin nazi, y publicndose inmediatamente despus de la
liberacin de aquel pas, siendo editada en 1949 la segunda parte
de este tomo segundo.2
Basndose en una considerable cantidad de materiales de ar
chivo alemanes, Elsas aspir a reunir los mejores documentos
en cuanto a la autenticidad, la continuidad y homogeneidad de
los datos. Al publicar sus materiales, el autor se afan por expli
car y dar la mayor claridad a los datos, ligndolos con todo
cuanto era susceptible de facilitar su crtica. Elsas deja al lector
el cuidado de criticar los m ateriales publicados, facilitndole
todos los elementos indispensables para hacerlo. En resumen,
las tablas de los precios y de los pagos constituyen aproxima
damente el 20/o del total de la obra, pero el anlisis de los
resultados se contiene en unos captulos muy breves. Lo grueso
de la obra es lo que pudiramos llam ar un instrumento crtico,
lo que hace que esta publicacin sea de un manejo difcil y
pesado.?1
El tomo I de la obra de Elsas ofrece una serie de precios
y de salarios en Munich, Ausburgo y Wurzburgo, mientras que
el tomo II se refiere a Francfort del Main, Leipzig y Espira. El
libro est lleno de largas reseas sobre el dinero, las medidas
y los pesos que no dejan de rebasar considerablemente su fun
cin utilitaria con respecto al problema principal.
Inglaterra. William Beveridge, cofundador y presidente del
Comit Internacional de la Historia de los Precios, ha publicado
trabajos anlogos en Inglaterra. El subttulo de la obra iniciada
por Beveridge no deja de ser prometedor: Desde el siglo x i i al
siglo xix. El tomo primero apareci en el ao de la proclamacin
de la guerra,22 no habiendo publicado an los tornos siguientes.
El tomo aparecido contiene m ateriales relativos al perodo de
1550 a 1830. El tomo II deba estar consagrado a la era de los
castillos, es decir, desde el ao 1150 aproximadamente (!) hasta
el ao 1550. En el tomo por publicar destaca la extraordinaria
riqueza de los materiales sobre los precios en el Medievo ingls,
por lo cual su anuncio ha despertado gran expectacin.
El tomo publicado se halla compuesto en gran parte de ma
teriales originales. Lo especfico de esta obra estriba en que la
408
100.
27
del comprador entre los aos 1716 y 1753. A la luz de los datos
procedentes de esta fuente, la autenticidad de los testimonios
oficiales parece mayor o m enor segn lo que esperemos de ellos:
si queremos obtener de ellos lo que Bloch ha definido como el
objetivo de las investigaciones histrico-estadsticas, es decir, una
orientacin sobre la escala de la magnitud y el sentido de los
cambios, las anotaciones oficiales saldrn fortalecidas de esta
prueba.
Finalmente Labrousse, quien dedic gran parte de su esquissei* a la crtica de las anotaciones oficiales de los precios en
Francia durante el Antiguo Rgimen, se ocupa nuevamente de
este problema en un estudio especialmente dedicado al mismo.77
Segn la tesis de Labrousse, la autenticidad de un material tan
masivo como las listas de los precios en los mercados, puede
controlarse a travs de la utilizacin de dos criterios: el crite
rio de la concordancia especfica y el criterio de la concor
dancia geogrfica, el primero de los cuales radica en el anlisis
de la correlacin entre el nivel y los cambios de precios de los
artculos cuyos precios se hallan vinculados por alguna relacin,
tales por ejemplo, el carcter de reemplazamiento de los dife
rentes cereales panificables, la correlacin de las etapas produc
tivas como en el caso de la leche y la mantequilla, o el origen
del producto tratndose de la carne y del calzado, etc. Hace ya
tiempo que el autor centr su atencin en estos aspectos carac
tersticos.78 En su nuevo trabajo, Labrousse se refiere al criterio
de la concordancia geogrfica analizando este problema lo ms
profundam ente posible. El resultado de este anlisis vino a corro
borar la apreciacin positiva de esta categora de fuentes. Me
rece sealarse, asimismo, que mientras que la concordancia del
movimiento de los precios en el seno de un grupo regional de
productos y entre los grupos regionales vecinos es realmente
asombrosa, suele suceder lo contrario entre los grupos pertene
cientes a las diferentes provincias. Pero esto no merma el valor
de las fuentes sino que, por el contrario, lo refuerza. De esto
dimana el hecho fundamental de que, con respecto a la Francia
del Antiguo Rgimen, no es posible hablar de un mercado nacio
nal para los artculos agrcolas y que por lo tanto el promedio
del precio de un artculo dado en un ao determinado a escala
nacional tiene que ser una magnitud sospechosa la cual nivela
en s un gran nmero de disparidades y hasta de sentidos con
trapuestos. Comprendiendo esto y compartiendo a la vez la
postura de Hauser segn la cual la media en cuya composicin
entran elementos de una gran desemejanza, nivela el cuadro
de la realidad concreta en lugar de ponerlo de relieve, Labrousse
dedic un estudio especial a la disparidad de los precios de los
cereales en los distintos grupos de provincias.79 En este estudio
bas su anlisis en los datos medios por regiones. Es verdad
que en la antigua Francia, las provincias no correspondan evi
420
424
LA TEORIA DE E. J. HAMILTON
100.
28
439
en el ao 1582
1583
1584
1585
1588
1596
1597
1598
1599
1600
1 anotacin
2
1
1
1
1
1
4
3
2
702
312
364
338
(media)
346
442
1586-1590 702,0
1591-1595
1596-1600 360,5
1688 ao
1692 III trim estre
1695 I trim estre
IV trim estre
ao
1697 III trim estre
1698 I trim estre
1699 I trim estre
IV trimestre
ao
3
1
1
2
3
1
1
10
17
27
71
100
70
70
120
105
Media
56,75
270,00
100,00
70,50
82,25
100,00
120,00
120,00
118,00
119,00
fue de una anotacin del ao 1692! Vemos, por tanto, que aqu
no se trata de un error casual, sino dl mtodo utilizado no sola
mente por un autor sino por toda una escuela.
Slo puede haber una conclusin: al utilizar las investigacio
nes de la escuela de Lvov sobre la historia de los precios pode
mos aprovechar confiadamente los datos anuales, pero no las
medias peridicas.
Las m edias calculadas siem pre con los datos originales o las
m edias de las medias. Es decir, del decenio 1581-1590 se conser
varon en total seis anotaciones sobre el precio del azcar. Al cal
cular con la media de los precios decenales la media de los pre
cios en el quinquenio, la anotacin sospechosa como nica re
presentacin del quinquenio obtiene un coeficiente de 1/2, cal
culada con las medias anuales obtiene un coeficiente de 1/6 y
calculada en tanto que media ponderada con todas las anotacio
nes originales de ese decenio se obtiene el coeficiente de ape
nas 1/6.
De lo cual se desprende que siempre es ms seguro hacer
el cmputo de cada media directam ente con los datos originales.
Quien utilizase el ejemplo mencionado puede, si lo considera
til, elim inar la anotacin sospechosa y calcular la media con
otro mtodo, lo que no siempre es tan fcil y que con un gran
nmero de anotaciones relativas a un solo ao es irrealizable.
Ilustrem os el problema con un ejemplo ficticio:
Precio
N m . de
Ao
anotaciones
M ximo
x+
x+ l
x+2
3
3
3
---
20
13
M nimo
10
11
Medio
10
14
12
1600-1620
1645-1666
16004650
1651-1700
1600-1700
I
II
III
IV
19
78
69
50
5
91
70
32
60
208
169
121
76
291
202
151
136
199
371
280
444
241,0
295,2
275,3
244,7
aparecer con relacin a ciertos trim estres. As, tenemos que una
serie de ndices de precios, por ejemplo, del trigo, correspondien
te a varios aos consecutivos en los cuales un ao se calcula
sobre la base de las anotaciones en los trim estres I, II y III
y el ao siguiente sobre la base de las anotaciones en los trim es
tres I, III y IV (como lo hacen los investigadores de Lvov) ha
de desembocar en un malentendido. Esto es tanto como clasifi
car una serie de magnitudes heterogneas. El salvar esta dificul
tad es sencillo aunque suele ser muy laborioso. Es posible esti
m ar el trim estre que falta con el supuesto de qu precio ha cam
biado en l en comparacin con el precio del mismo trim estre
del ao anterior en el mismo grado que para los dems trim es
tres sobre los cuales disponemos de los datos relativos a los dos
aos. Utilizando los ndices en cadena, podemos calcular el ndice
slo con respecto a los trim estres acerca de los cuales poseemos
las anotaciones en los dos aos. En cambio, no puede procederse
como lo hacen los autores de la historia polaca de los precios.173
El problema es tanto ms im portante porque, como lo acabamos
de ver, los autores de Lvov tienen como principio el componer
unas series de ndices en los que cada componente est basado
en otra combinacin.
E l clculo de los ndices colectivos. En este aspecto, ese m
todo ha sido causa de graves errores, por lo que creemos que
en general los ndices colectivos de los investigadores de Lvov
no pueden ser utilizados.
El ejemplo ms extremado de este mtodo, descubierto por
Wisniewski,174 es el del precio de las bebidas en Varsovia a co
mienzos del siglo xix. El clculo de los ndices colectivos para
las bebidas se establece como sigue (base: 1701-1710 = 100):
Aos
Cerveza
Cerveza
extra
Vino
hngaro
1806-1810
1811-1815
199
242
75
83
147
W odka
93
ndice
general
137
121
Avena
Guisante
Trigo
Centeno
Cebada
Mijo
Smola de trigo
Smola de cebada
Harina candeal
Nabo
Berza
~
Aceite
Aceite de oliva
ndices
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
1346
1550
1551
1555
1571
1575
1576
1580
1581
1585
1596
1600
1601
1605
32
39
37
32
25
38
33
91
164
91
73
78
76
132
100
89
53
88
127
121
104
128
123
119
108
109
126
124
114
123
113
144
130
120
183
---
---
35
37
98
78
111
59
%
115
95
93
93
126
144
448
1526-1530
Trigo
Cebada
Avena
Guisantes
ndice art.
harinosos 1-4
Cerveza
ndice
bebidas 5
Arenque
Carne vaca
Sebo
22
--
38
48
37
46
A
5
30
36
44
39
B
6
7
8
36
65
39
60
61
41
1
2
3
4
46
1526-1530
1531-1535
Mantequilla 9
ndice art. pe
cuarios 6-9 C
Pimienta
10
Vino del Rin 11
Indice art.
1531-1535
58
65
56
32
57
117
32
32
74
38
53
importados
IQ-Il
D
ndice general
de los art.
alimenticios
A,B,C y D
En este caso vemos que en el grupo primero el ndice colectivo asciende en un 50% a pesar de que el nico gnero compa
rable, o sea la aven, desciende de precio y que en el grupo
cuarto la media aritmtica colectiva sube en el 130% pese a que
el nico artculo comparable (el vino del Rin) se mantiene en
el mismo precio. Si hubisemos efectuado este clculo con el
mtodo reprobado, el ndice del grupo primero hubiera descen
dido en el 2,7%, el segundo hubiese ascendido en un 8,3%, el
tercero habra bajado en el 2,2% y el cuarto hubiera permanecido
inmutable. La media aritmtica colectiva de todo el grupo de
mercancas alimenticias ha permanecido casi invariable, con un
incremento del 1% aproximadamente, mientras que con el pro
cedimiento utilizado por los investigadores de Lvov se obtiene
un cuadro con un aumento supuesto del 40%. Este resultado es
nuevamente el producto exclusivo de la aparicin y la desa
paricin de ciertos artculos en un quinquenio y en otro.
Los ejemplos citados fueron escogidos casualmente. Podran
multiplicarse con mucha facilidad. No obstante, hay que sealar
que, como resultado de la ley de las grandes magnitudes, no
siempre se observa en el producto unas deformaciones tan ex
tremadas; a veces los diferentes factores deformantes se anulan
unos a otros. Pero dado que la accin de la ley de las grandes
magnitudes borra la deformacin de los resultados, el mtodo
utilizado no puede ser corregido.
El ltimo ejemplo citado se presta igualmente al examen de
otro problema como es la estructura de la media aritmtica del
coste de vida, en la forma como la calculan los alumnos de
Bujak.
Los ndices colectivos se hallan calculados en la escuela de
Lvov como ndices no ponderados. Es difcil no asombrarse!
Como es sabido, las medias aritmticas no ponderadas no exis
ten: las que llevan este nombre se distinguen por el hecho de
que en todo el grupo sus componentes tienen el mismo valor (por
ejemplo, igual a l ) . En la elaboracin de los ndices colectivos
449
hcs
100.
29
X
x+l
400
180
198
160
176
200
220
constante
en cadena
235
198
100
110
2.
El segundo motivo consiste en que pese a las eliminacio
nes que hayan podido efectuarse en el material primitivo, es
indispensable tener presente la aparicin de transacciones no
tpicas o que no pueden compararse con las dems (otras di
mensiones, otra calidad, otras formas de pago, etc.). Con el
ndice constante, cada uno de estos errores siempre ms nu
merosos en los perodos iniciales del anlisis habr de seguir
nos hasta el final del perodo investigado, deformando todo el
curso del ndice. Con la media aritmtica en cadena es ms fcil
identificar y eliminar las deformaciones.
Tomemos un ejemplo ficticio (ver tabla de pg. siguiente).
La comparacin de los datos de la rbrica 3 con los datos de
la rbrica 5 no da lugar a dudas de que el precio de un artculo
determinado en la ciudad A ha oscilado en concordancia absolu
ta con lo que ocurri en las otras cuatro ciudades, aunque en
los datos de la ciudad A entre el quinquenio I y II se esconde
451
En la ciudad A
Precio
Indice
en groszys constante
Quinquenio
1
2
1
11
111
IV
V
VI
0,5
2
3
4
4
6
100
400
600
800
800
1200
ndice en
cadena
ndice
const.
ndice
en cad.
400
150
133
100
150
100
120
180
240
240
360
120
150
133
100
150
100
175
264
352
352
528
ndice
const.
3.
El tercer motivo se halla ligado a las largas series de
tiempo utilizadas por los autores de Lvov, las cuales abarcan dos
y hasta tres siglos para la investigacin de algunos precios en
la ciudad de Lvov.,J< Durante un periodo tan largo se producen
no solamente fluctuaciones en los precios del mercado como
resultado de los cambios en la oferta y la demanda, sino varia
ciones estructurales en la economa del pas y en la de otros
pases a los cuales se exportan o de los cuales se im portan los
productos. En el curso de los siglos xvi al xvm se producen,
con la revolucin de las rutas comerciales, la revolucin de los
precios, considerables cambios en la tcnica industrial, etc. En
resumen, que nos hallamos ante unos cambios fundamentales y
duraderos en relacin con el nivel de los precios, como, por
ejemplo, una gran baja en los precios de los artculos coloniales
en comparacin con otros productos alimenticios, un descenso
de los artculos industriales cotejndolos con los del agro, etc.
Tambin intervienen otros factores, como por ejemplo la subs
titucin de los gneros de peor calidad que seguirn llevando el
mismo nombre en las pocas ulteriores, etc. En el ndice cons
tante pueden, e incluso deben, aparecer serias perturbaciones. Lo
aclararemos con un ejemplo ficticio. Supongamos que en com
paracin con el ndice 100 tomado como punto de partida, en el
ao analizado, prximo al final del perodo investigado, los n
dices de los tres artculos que nos interesan ascienden a:
1000
100
100
los dems artculos, con los cuales sola concordar en las fluctua
ciones del mercado. Sin embargo, estos fenmenos son casuales
y deben desaparecer a corto espacio de tiempo y su influencia
puede contrarrestarse operando con las medias agrupadas y re
lativas a varios aos. En cambio, se producen irregularidades
importantes en el caso de los productos pecuarios. Si el mal
tiempo ocasiona una falta de pastos para el ganado, aumenta
el sacrificio de los animales y por consiguiente desciende el pre
cio de la carne, lo cual provoca tambin el aumento del precio
de los productos derivados de la leche. La baja de la carne
cede luego el paso al aumento del precio de la misma, mientras
que la caresta de los productos derivados de la leche se pro
longa, como lo prueban los datos que podemos hallar directa
mente en las fuentes.15 Tambin sola ocurrir que tras las de
vastaciones de la guerra, cuando todos los gneros alimenticios
encarecan, la carne segua siendo el nico producto barato como
consecuencia del incrementado sacrificio del ganado provocado
por la falta de pastos.186 Pero este desequilibrio es generalmente
de corta duracin. En tales casos podemos comprobar que los
productos lcteos comienzan a encarecer un poco antes, mientras
que los precios de la carne y de las grasas animales bajan tran
sitoriamente y durante un breve perodo.
Las interpretaciones. Hemos dejado este punto para el final,
ya que los autores de Lvov estn en su derecho al considerar
que su tarea esencial consiste en reunir, criticar, elaborar y pu
blicar los materiales y no en proceder al anlisis cientfico de
los mismos, como tambin a dejar este examen a los futuros
investigadores, porque la ejecucin misma de la tarea que se
asignaron como objetivo principal era inconmensurablemente ar
dua y porque el anlisis cientfico de la historia de los precios
puede efectuarse con los ms diversos criterios. De forma que
es posible considerar esta labor ms bien 'como la publicacin
de los materiales originales cuyo anlisis y aprovechamiento
cientfico no se enmarca en un solo trabajo. Sin embargo, como
quiera que en los tomos mencionados aparecen ciertos elemen
tos de interpretacin y que, adems, en ellos destacan ciertos
rasgos y afinidades de una escuela determinada, que por aadi
dura no fueron hasta ahora el tema de ninguna discusin cien
tfica, merece dedicarles un poco de atencin.
En prim er lugar, veamos cul es el objeto de esa tarea. Los
alumnos de Bujak examinan el desarrollo de los precios en
los diferentes grupos de mercancas y de salarios, tratando a
continuacin de subrayar el desarrollo general del nivel de los
precios y los salarios. Dedican una atencin ms limitada a las
relaciones de los precios y en particular a la ms importante:
la relacin de los precios y de los salarios. Sin embargo, los pre
cios de las diferentes mercancas, bien sean nominales o de
hecho para emplear la definicin de la escuela de Bujak,
456
476
478
480
XIII.
La metrologa histrica
LA NOCIN DE METROLOGIA
100. 31
481
484
493
32
100. 33
513
519
XIV.
El hombre y fa naturaleza
EL MEDIO GEOGRAFICO
522
529
100.
3S
545
551
100. 30
12
18
28
33
1900
1913
1937
1953
26
28
21
26
31
39
44
44
53
1895
1900
1905
1910
1913
52
68
86
111
137
1913 100
87,1
94,9
102,3
100,0
102,3
1890
1895
1900
1920
1913
109,1
110,8
120,0
146,4
116,2
1926
1930
1933
1938
141,8
149,0
173,1
166,2
1880 100
569
XV.
100.
37
100. 38
593
EL P R E SE N TE EXPLICA E L PASADO
601
602
100.
39
609
612
614
XVI.
618
625
626
Poblacin en millones
% de la poblacin mundial
Promedio de la renta anual
per capita expresada en
dlares
Longevidad humana proba
ble
% de analfabetos por enci
ma de los 10 aos de edad
Inversiones por obrero
Rendimiento del trabajo en
el agro
Pases
ricos
Pases
m edianam ente
ricos
Pases
pobres
430
16%
470
17%
1600
67%
460
150
40
63 aos
52 aos
30 aos
5%
20 %
78%
100
40
10
100
40
629
0,03
0,08
0,18
0,44
0,64
1,00
anualmente
138
223
395
1054
1421
2222
1938
1948
15,3 : 1
21,2 : 1
USA: Grecia
1938
1950
4,2 : 1
6,7 : 1 36
e)
aspirando a la tipologa y la generalizacin (descubrimien
to de las regularidades).
Se cumplirn estas previsiones? Evolucionarn en ese sen
tido las investigaciones de la historia econmica? Maana, al
m irar a nuestra poca, los problemas que a nosotros nos pare
cen ms importantes seguirn siendo considerados como tales.
La respuesta a esas preguntas pertenece al futuro. La acumu
lacin de las experiencias de la humanidad la historia y el
conocimiento de esas experiencias la ciencia histrica no faci
litan ninguna receta a nadie; a nadie eximen de la responsabili
dad de su libre eleccin y su libre opcin; a nadie le liberan
de la comisin de nuevos errores, y lo que es peor, de reincidir
en los viejos. En la mayora de los casos advierten lo que no
hay que hacer y no lo que debe hacerse. Casi siempre permiten
prever las dificultades en lugar de ofrecer los medios preventivos.
Esto es poco? Siempre es m ejor que nada.
Y sin la historia, la sociedad humana nada sabra de s mi-ma.
639
Notas
641
hcs
100. 41
6.
L. D al
P ane,
valor (t. 1, p. 169, 218, 229-230, 349), del dinero (t. 1, p. 98), de la
acumulacin (t. 111, cap. 1, p. 435), del beneficio (111, cap. 1, p. 241,
331, ?4'>> y en geneial por su apologa al capitalismo (t. 1. p. 393,
642
662, 663, t. II, p. 392). Vase asimismo M arx, Tieoria ptibo^o, nci
stoimosti, Mosc, 1957, cap. 2, p. 116, 126, 503.
29. C. B rinkmann , Guslav Schmoller und die Volkswirtschafslehie. Berln
1937.
30. G. Scmoller , Zur Geschichte der deutschen Kleingewerbe im 19, Jahrhundert. Halle 1870. Del mismo, Die Strassburger Tucher- und Heberzunft, Estrasburgo 1879. (Schmoller fue profesor de la Universidad de
Estrasburgo germanizada despus de 1871.)
31. G. Schm oller , Studien ber die wirtschaftlichen Politik Friedrich des
Grossen, 1884.
32. G. S chm oller , Uber einige Grundfragen des Rechts und der Volkswirschad.. Ein. oifpnes _ Sendschreiben. an. Herrn. P/Oifssar. di. Heiurich. von
Treitschke, Leipzig, 1874-1875.
33. Famosa disputa con Mengcr. Vase: K. M enger , Die Irrthumer des
Historismus in der deutschen Nationalkonomie , Viena 1884. Conforme
a la tradicin von Hayek, originario de Viena, escribe sobie la escuela
histrica como una doctrina desprovista de originalidad... y que en
esencia no es ni historia ni teora (F. von H ayek , Scientisme et Sciences
Sociales, Pars 1953, p. 84).
34. Dedic a Schmoller una recopilacin de sus estudios: Surveys, Historie
and Economic, 1900. Ashley y Unwin eran tambin partidarios de la
teora Wirtschaftsstufen ( uhauschold, guild , domestic y jac tory ). En Polonia, Bujak y mucho ms an S. Grabski estaban bajo la
influencia de la nueva escuela histrica. Bujak haba escuchado perso
nalmente en Leipzig a Bcher.
35. W. C unningham , Why had Roscher so little Influence in Englatul? Anna
les of the American Academy of Political Sciences, V, 1894, p. 317
334.
643
644
1947, p. 22: Por esta razn (es decir por las lagunas existentes en la
ciencia) fue preciso seguir otro camino, usado ya ms de una vez, ms
fcil aunque menos acertado.)
71. Al igual que el capital comercia! para Pokowski, para Sombart la
renta de la tierra se convierte en demiurgo de la historia econmica.
Trata de explicar casi todas sus transformaciones con ella. Por ejemplo
la gnesis de las ciudades: mientras que para Pirenne (Lorigine des Constitutions urbaines) Les villes sont l oeuvre des marchands, elles n'existent
que par eux, segn Sombart: Die Stdte des Mittelcers sirtd oekonomisch das Werk der Grunddrenten- urul Steuerbezieher: die K laufeute
existieren nur durch sie (Der moderne Kapitalistnus, t. I, cap. 1, p. 175).
72. W. S o m b a r t , Der moderne Kapitalismiu, tercera edicin, t. I, cap. 1.
73.
,
74.
75.
76.
77.
78.
79.
80.
81.
Munich 1919, p. 23. Vase tambin la polmica con las teoras jurdicas
sobre la gnesis de las urbes (ibidem, p. 134 y siguientes) o la discusin
con los historiadores de la poltica econmica (ibid. p . 374 y sig.) y mu
chas otras. Para l, Levasseur, Inam-Stemegg. Cunningham o Kowahki
son historiadores econmicos ordmmg y no lieben.
En otro aspecto el futuro sistema socialista previsto por l conforme
a las tradiciones de la escuela histrica alemana tena ms rasgos na
dnales que proletarios. Esto le facilit ms tarde su convivencia con
el nacionalsocialismo.
H. P i r e n n e , Les priodes de lhistoire sociale du capitalisme, publi
cado en el compendio del mismo autor: Histoire conomique de l'Occident mdieval, 1951, p. 15-50.
Recuerdo el artculo aparecido en la prensa hitleriana despus de la
muerte de Sombart en 1941. y que sij obra siempre estuvo cercana al
nacionalsocialismo al cual se aproxim en los ltimos das de su vida.
Esto aparece con nitidez en la totalidad de la obra realizada por esta
escuela. Smbolo de esa afinidad quiz sea la eminente figura del repre
sentante de la escuela de Durkheim, M. Halbwachs, quien hasta su
muerte en un campo de concentracin fue colaborador permanente de
Annales y de numerosas empresas cientficas, organizadas por esta
escuela.
Reunidos junto con otros trabajos en: Gesammelte Aufstze zur Religionassoziologie, 3 tomos, I edicin, Tbingen 1920-1921. Estos estu
dios fueron publicados por vez primera en las revistas a partir de 1904.
Vase asimismo, Protestantism and Capitaiism the Weber Thers and Its
Critics editado por W. Grenn, Boston 1959 (contiene numerosos artculos
polmicos y una bibliografa).
Wirtschaftsgeschichte, I edicin, Munich 1923. Existe traduccin .ingle
sa: General Economic History, Nueva York 1927.
Wirtschaft und Gesellschaft, en: Grundriss der Sozialkonomik, III
Abteilung, 2 t., edicin I Tbingen 1922. Hay una traduccin a / in g l s .
Sobre Weber, vase: Halbwachs M. Max Weber: Un homme, une oeuvre,
Annales, t. I 1929, p. 81-88 (biografa y muchas observaciones intere
santes con T e s p e c to al anlisis ideolg. o de la postura del biografiado).
No exhaustiva, presentado slo las principales posiciones, la bibliografa
de los trabajos de L. Febvre se halla al final de la recopilacin de sus
artculos editada con ocasin del 75 aniversario de su nacimiento (L.
F e b v r e , Combis pour l histoire, Pars 1953, p. 439-444). No he encon
trado ninguna bibliografa de los trabajos de M. Bloch. Para conocer
los conceptos de ambos autores sobre la historia tiene una importancia
fundamental la coleccin completa de Annales (vase la bibliografa
ya citada). Bloch dio a conocer algunas de sus concepciones en forma
sinttica en ei hermoso folleto que escribi escondido en una aldea du
rante ia ocupacin hitleriana: Apologie pour l'histoire ou mtier d histo
rien. sCahiers des Annales no. 3, Pars 1949, traducido al polaco en
Varsovia, 1959.
L. F e b v r e , La terre el l'volution humaine. Introduction gographique
i 'histoire, Lvolution de l'humanit, no. 4, Pars 1922.
645
92.
93.
94.
95.
96.
96a.
97
646
647
ligman).
R. H. T aw ney , Study o f Economic History, Economica, 1933, p. 1-21.
Ch. W. W r ig h t , The Nature and Objetives o f Economic History, Jour
nal of Political Economy, XLVI, 1938. p. 688-701.
J. U. N e f , What is Economic History? Journal of Economic History,
1944, suplem., p. 1-19, 20-24, 25-28.
T . S. A sh to n , The Relation o f Economic History to Economic Theory,
2.
3.
4.
3.
648
649
29. Se dan evidentemente en casi todos los pases, en especial entre los
ms destacados cientficos.
30. O. L ange, El objetivo y el m todo de l economa, p. 5.
31. D. M. G oodefellow . Elementos de economa en sociologa, Revista
Sociolgica, VIII, 1946, p. 75 y del mismo, Principies of Economic
Sociology. The Economics of Primitive U fe as Ilustraded from the
Bantu Peoples o f South and East Africa, Londres, 1939.
32. D. M. G oodfellow , Elementos de economa..., p. 74. Cunningham
ostentaba esta misma postura: The Growth of English Industry and
Commerce, t. I, p. 8, y asimismo L . R obbins , Essai sur la nature et la
signification de la science conomique, Pars 1947, p. 48.
650
47.
48.
49.
50.
51.
52.
1. Por ejemplo: Der chaotische Strom der Geschichte ist anders nicht zu
berblicken. L. B e u t i n , Einfhrung in die Wirtschaftsgeschichte, KolnGraz 1958, p. 137. Igualmente, N. S. B . G r a s , Stages in Economic
History, Journal of Economic and Busines History, mayo 1930, para
quien las divisiones peridicas son una triste realidad.
2. Tpico en el hegelismo. En la ciencia polaca, O. Balzer, por ejemplo, quien
esorbi que la ciencia histrica slo por la construccin de las divi
siones puede descubrir las fases reales de la evolucin histrica. (K. H .
XI, p. 36.) Tambin O. H a l e c k i , Sobre la divisin de la historia univer
sal en perodos. Revista Varsoviana, no. 14, p. 129-148.
3. E. B e r n h e i m , Lehrbuch der historischen Methode und der Geschichstphilosophie, Leipziz 1914 (existe una edicin resumida). Ch. L a n g l o is y V.
S e ig n o b o s , Introduccin a las investigaciones histricas, prembulo de S .
Zakrzewski, Lvov 1912.
4. K. L a m p r e c h t , Moderne Geschichtswissenschaft, Leipzig 1905.
5. E. T r l t s c h , Der Historismus und seine Probleme, Tbingen 1922, t. I,
p. 700.
6. M. H a n d e l s m a n , Historia, V a r s o v i a 1928, p . 31.
7. Sobre los motivos de esta polmica vase el excelente libro de K. P o p p e r :
Misre de l historicisme, Pars 1956, con una clsica formulacin de la
actitud positivista en la polmica con K. Mennheim y con Marx.
8. H a l e c k i , op. cit. p . 133.
9. Todos los conceptos fundamentales de la ciencia social se matizan de
una cierta intencin. G. M y r d a l , Teora econmica y pases no desarro
llados, Varsovia 1958, p. 26. El autor ha dedicado valiosos estudios a
esta cuestin, por ejemplo, en The Political element in the Development
of Economic Theory, Londres 1953 (edicin sueca en 1929, traduccin ale
mana en 1932). Del mismo autor: Valu in Social Theory. A Selection
of Essays an Methodology, Londres 1958; del mismo: Une Economie
Intemationle. Pars, 1958, especialmente el ltimo capitulo.
10. S o b r e l a h i s t o r i a d e l a p a l a b r a c a p i t a l i s m o , v a s e L. F e b v r e , H .
H a u s e r , Capitalisme et capitaliste, Annales 1939, p . 401-406; E. S i l BERNER, Sur le m ot Capitalisme, A n n a l e s , 1940, p . 133-134. G. P a l MADE, Capitalisme et capitaiistes franjis au X lX-e sicle. P a r s 1961.
11. H. H e a t o n , Criterio of Periodisation in Economic History , Journal of
Economic History, XV, 1955, fase. 3, p. 267-272. De modo parecido
el prof. J. Szczepanski exiga en el coloquio de la UNESCO en Pars
en 1956 la eliminacin del trmino progreso. B e n t i n , op. cit. p. 139,
reconoce con amargura que no es fcil eliminar la locucin capitalis
mo. Por el contraro F . Braudel pregunta: Si el trmino [capitalis
mo] es arrojado por la ventana, no volver a entrar por la puerta?
651
25. B.
29. Charles Verlinden trata de concordar la tesis de Mayer con >a teora de
Bcher, llegando como es natural a la teora cclica (Cn. V e r l i n d e r ,
Introduction Vhistoire conomique gnrale. Facultarte de Letras da
Universidade de Coimbra, Suplem. do t. V da Rivista Portuguesa de
Historia, Coimbra 1948).
30. H. B e c h t e l , Wirtschaftsstill des Sptmittelalters, Munich-Leipzig 1930;
A.
652
S p ie th o f f ,
p. 111-129.
33. J. R u tkow ski , Historia econmica de Polonia, t. I, 1946, p. 9.
34. J. U. N e f , Essence de la civitsation industrielle, en: Eventail de lhistoire vivante. Hommage L. Febvre, t. 1, Pars 1953, p. 63. Contra esta
actitud ya combati Marx hace cien aos (El Capital, t. 1, p. 195), per
sistiendo an esta lucha.
35. Nos referimos a estos problemas tambin en el capitulo sobre la esta
dstica histrica: Las limitaciones en el empleo de los mtodos esta
dsticos.
36. E. H . P. Brown y S. J . H andfield -J ones , The Climaterio of the 1890 s.
A Study in the xpandidy Economy, Oxford Economic Papers, octu
bre 1952.
37. W. W. Rostow , The Stages of Economic Growth, Cambridge 1960. El
concepto de Rostow sobre el despegue (take-off) ya fue criticado, por
ejemplo por D. C. N o r th , A Note on Professor Rostow's <iTake-off
en Seli-sustained Economic Growth, Mancnester School, XXVI, 1,
Enero 1958, p. 68-75. P. V ilar hace una critica de Rostow en: Cioissance conomique et analyse historique, en: Premire Confrence Inter
nationale d Histoire conomique, bstocolmo 1960, p. 35-82; ltimamente,
P. Baran y E. H obsbaum, t i Manifiesto no comunista, Cuadernos teo
rice-polticos, julio-agosto 1962, p. 100-109.
38. A. J eziersk ie , Sobre algunos problemas del desarrollo histrico de la
fundicin de hierro en el Reino polaco, 1864-1910, en: Economa mine
ra y metalrgica en el Reino de Polonia 1840-1*10, por A. J ezierk i ,
E. K aczynska, S. K owalska , K . P ie so w c z ; Varsovia 1961.
39. M. K u kiel , La ciencia histrica polaca esclavizada. Legajo Histrico,
VII, 1955, p. 43.
40. Las fuerzas productivas son... los factores ms mviles y revoluciona
rios de la produccin. Historia del P. C . (b) de la URSS, Mosc, 1945,
p. 132.
41. A. T oynbee, Lectures on the Industrial Revolution in England, Londres
1884.
42. t . M . C arrus -Wilson , An Industrial Revolution of the Thirteenth Cen
tury, Economic History Review, XI, 1941, p. 39-60.
43. H. H eaton, Criteria of Peiiodisation in Economic .History, Journal
o Economic History, XV, 1955, no. 3, p. 267-272.
44. A. G erschenkron , Economic Backwardness in Historiad Perspeaive.
The Progress of Underdeveloped Areas, edicin B. ir. Hosclitz, Chicago
1952, p. 8-9. Asimismo Rostow y muchos otros.
45. Declaraciones en el XI Congreso Internacional de Ciencias Histricas de
agosto 1960 en Estocolmo, en la Seccin 11, despus de la intervencin
de Zukow sobre la periodicidad de la historia del mundo.
46. W . K.ULA, Los comienzos del capitalismo en Polonia en la perspectiva
de a historia comparada, Roma 1960.
47. O. Lange, Ei carcter y la accin de las leyes econmicas. Ekonomista,
1958, no. 6, p. 1319.
48. Esta tendencia ha sido justamente criticada por G. M yrdal, La teora
econmica y los pases atrasados. Varsovia 1958, p. 29, 40, 53. 136, 207
y otras.
49. Este problema fue abordado durante la discusin en tomo al II tomo de
la historia de Polonia. Instituto de Historia de la Academia Polaca de
Ciencias; vase W . K u l a , Ms an sobre el optimismo y el pesimismo.
Revista Histrica Trimestral, LXIV, 1957, nos. 4-5, p. 201.
653
t. I I I , p .
192,
654
16.
17.
18.
19.
Reino de Prusia en la segunda mitad del siglo X VII. RDSG VI, 1937.
21. Trabajos de W . R u s in sk i , I. G ieystorowa , A. K am inski y S. HosZOWSKJ en: Polonia en la poca de la segunda guerra del Norte, 1655-1660,
t. II, Varsovia 1957, p. 261-434, y J. T opo lsk i , Influencias de las guerras
de mediados del siglo X VII en 1a situacin econmica de la regin de
Podlasie, en: Estudios Histricos. En el 35 Aniversario de la labor
4. El estudio de CipoOa es un ejemplo luminoso. Se refiere a la poca carolingq y es un ejemplo magnifico independientemente de sus tesis se
apoyan o no en la ciencia en el cu n o de la polmica ulterior. C. M.
C h o lla , Encor Mahomet et Charlemagne. Lconomie pditique au
secours de VUstoire. Annales 1949, p. 4-9.
5. Sobre las disputas a este respecto en la nueva ciencia econmica,
vase E. James, Historia del pensamiento econmico en el siglo XX,
Varsovia 1958, p. 88, 260, 307 y sig.
6l J . R u t k o w s k i , Bsquedas sobre d reparto de las rentas en a Poloma
moderna. L I, Cracovia 1938, p. 81-91.
7. J. R u t k o w s k i , E s necesaria la teora econmica del sistema feudal?
Infam e de la Sociedad Polaca de Ciencias. 1934, no. 1, p. 44-52.
8.
J. R
u t k o w s k i,
moderna,
t . I , R e f le x io n e s te r ic a s .
lo s g ra n d e s la tifu n d is ta s .
La
c la s if ic a c i n d e
la s r e n ta s
de
9. Ibidem. p. 6.
10. M. K n ia t, Importancia econmica de las gravmenes en el campo en la
Polonia del siglo XVIII. Poznan 1930, p. 121-184.
11. J. R u t k o w s k i , Bsquedas... p. 25.
12. Nos hemos referido extensamente a estos problemas en la introduccin
a la obra de R u t k o w s k i . Estudio sobre a historia rural de Polonia en
los siglas XV1-XVU1. Varsovia 1956, p. 5-61.
13. R u t k o w s k i , Bsquedas... p. 40.
14. Ibidem, p. 25.
15. Ibidem.
16. J . R u t k o w s k i , Estadstica profesionti de la poblacin rural en la Polo
nia de la segunda mitad del sigfo XVI, PAU. L 61, Cracovia 1918; W.
J akobcyk,
17.
18.
19.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
656
26.
27.
28.
29.
30.
657
XC
100. 42
31.
32.
33.
34.
econmico nos hallamos siempre con la regla de oro del buen administra
dor: evitar los pagos en dinero. Al leer los inventarios se tiene la sensa
cin de una obsesin al ver con qu pietismo se anota cada detalle en
las cuentas (W. K ula, Esbozo sobre las manufacturas, p. 70-71). Cada
objeto por el que haba que pagar en dinero escribe Baranowski con
respecto a la nobleza de Podlasie tena un valor especial; no se vaci
laba en incoar un proceso e incluso en apelar al rey con motivo de un
par de haches o de una tela encarnada. 1. T. Baranow ski , La regin dt
Podlasie en vsperas de la Unin de Lubtin, Revista Histrica, Vil,
p. 53-54.)
Federico Mauro lleg ltimamente a unos resultados anlogos: Le Portugai et Atlaniique au XVH -e sicle, Pais 1960, particularmente en las
p. 213 y sig.
Todo cuanto aqu hemos dicho acerca de las sociedades campesinas
investigadas por el etnlogo corresponde en sumo grado a lo que dicen
los historiadores al referirse a la vida econmica en la Edad Media
(R. h iR T H , Elements of Social Organization. Londres 1951, p. 137).
D. T h o r m e r , The Relevance of the Theory of the t'irm to Production
by Peasant touseholds; este material, no editado an, nos ha sido faci
litado amablemente por su autor.
O. K. U adgil y V. K. G adgil , A Survey of Farm Business in Wai Talu
ka, Gokhaie lnstitute o Poiitics and Economics, Poona 1940.
659
69. Esta
c u e s t i n t a m b i n p u e d e a c l a r a r s e si se q u i e r e con l a s categoras
m a r E i a l e s : e l e l e m e n t o aije e n t r a e n l a D e d u c c i n s i n D p s e e r u n Djecio
'#0.
71.
72.
73.
660
xvm .
eckow
1936, p. 16-52.
80. La produccin por los latifundistas de trigo para el mercado que se
desarrolla, en particular en el ltimo perodo de la existencia de la ser
vidumbre, y de la sujecin de los campesinos era ya un anuncio de la
cada del viejo sistema. L e n i n , El desarrollo del capitalismo en Ru
sia, en: Obras, t. 3, p. 158.
81. F. M auro, Le Portugal et l Atlantique au XVIIme siecle, Pars 1960,
parte 2a. captulos III y IV.
82. F. M auro, Thorie conomique et Histoire conomique, Recherches et
dialogues philosophiques et conomiques no. 4. Cahiers de lInstitut
de Science conomique applique, edicin F. Perroux no. 79, 1959,
p. 62-64.
83. Ibidem, p. 64.
84. W a l e k - T . C z a r n e c k i , Historia econmica del Mundo antiguo, t. 2: Grecia-Roma-VaTsovia 1948, p. 107. Los razonamientos del autor sobre el
hecho de que el nivel de vida del esclavo de tica el siglo iv era ms
alto que el del obrero polaco en el 1937 no parecen importantes.
85. Vase sobre el clculo del trabajo del esclavo: C. M arx, El Capital,
t. I, p. 581 y t. II. p. 388.
86. El problema de la rentabilidad de la economa esclavista fue desde hace
mucho tiempo una cuestin de litigio en la ciencia. En: Die Sklavenwirtschaft im modernen Amerika und in europeischen Altertume, Zeitschrift fiir Sozial u. Wirtschaftsgeschichte, IV, p. 67 y sig., A. Loria,
adopta una actitud extremada al afirmar que el trabajo esclavista en las
colonias era improductivo, no rentable y que las hecatombes dfc negros
no beneficiaban ni siquiera a los europeos. W. S o m b a r t . critica esta
postura en: Der moderne kapitalismus, t. I. capitulo 2, Munich 1919,
p. 703 y sig.
87. En el capitalismo la actividad de una firma se ajusta a la actividad de
las dems firmas o va en contra de sta. Vase: R. R. W o h l , The Sigrficance of Business History, Business History Review, XXVIII, 1954
no. 2. p. 128-140.
88. B. G i i .l e . Recherches sur la formation de la grande entreprise capitalisie
1815-1848, Pars 1959. p. 8.
CAPTULO V il: Microanlisis (2)
661
5, p. 539 540. Vase igualmente: S. Bauer, Konsumtion (nach Sozialklassen). en Handwrterbuch der Staatswissenschaften, t. III.
3. Tours 1877. t. IV, p. 551-568.
4. W. K ula, Anlisis de los presupuestos familiares. Limites histricos de
aplicacin de los mtodos, Ekonomista, 1949 nos. 1-2, p. ]68-181.
5. W. K ula. Reflexiones sobre la historia.
6. En la ciencia polaca escribi sobre las mismas antiguamente Simn
E streicher, Legislacin contra el despilfarro en la antigua Cracovia
Varsovia 1936.
19. Cuando en su crtica a las investigaciones de la escuela de Buiak A m o l
se sirvi del presupuesto elaborado sobre la base de una fuente inestima
ble hallada por l: el libro de cuentas domsticas de 1723-1724 del m e r
cader varsoviano Zieleniewicz. Bujak en una discusin mantenida en el
Congreso de Vilno le contest no sin razn que se trataba del presu
puesto de un despilfarrador y un borracho, pero si no fuera por estas
causas no e hubiera encontrado ya que fue a parar al archivo d e l Estado
a consecuencia de su... bancarrota. (S . A r n o l d , Historia de los precios
en la antigua Repblica Polaca, en: Recuerdos del VI Congreso Gene
ral de Historiadores Polacos en Vilno, t. II 1935, p. 293-295).
20. J. Wisniewski, Consideraciones sobre el clculo del ndice de los pre
cios en los largos perodos de tiempo, en Recuerdos del VI Congreso
General de los Historiadores Polacos en Vilno, t. I, 1935. p. 129, 132
y Arnold. op. cit.
21. Ibidem.
22. Esto lo percibi Winiewski en su calidad de especialista de la Estadstica,
pero su declaracin parece que pas desapercibida.
23. Sobre los errores en sus mtodos vase el captulo sobre las estadsticas
de los precios, en el prrafo relativo al anlisis de los precios en Polonia
24. S. H o szo w sk i , Los precios en a ciudad del Lvov de 1701 a 1914. -Lvo*
1934. p. 193.
25. S. H o szo w sk i , Los precios en la ciudad del Lvov de 1701 a 1914. Lvov
1934, p. 193.
26. Debe ser: 121.
27. No se sabe cmo se obtuvo esta cifra. Si en aquel decenio no se conoca
el nivel del ndice del coste de la ropa y hubo que ponderarlo de algn?
manera, en ese caso, el ndice del coste de vida tena que ser ms bajo
Si slo se tuvieron en cuenta dos grupos de artculos, en ese caso ascen
dera a 3.008. Magnitud ms aproximada ya que la cifra de 2460 se
obtiene a travs de la multiplicacin de los dos grupos de artculos poi
su coeficiente verdadero y la divisin del resultado por cien (en lugar di
la suma del supuesto, es decir por 82), lo que es un error aritmtico.
28. Debido a la confusin a la cual nos hemos referido en la nota anterior
la estructura para este decenio est calculada de una forma insegura.
29. S. H o szo w sk i . Los precios en la ciudad de Lvov de 1701 a 1914,
p. 193.
30. G. L uzzato, II costo della vita a Venezia nel Trecento, en: Stori
662
664'
52.
53.
54.
55.
665
p. 255-259.
74. J. A. K uczynski, Short History o f Labour Conditions under Industrial
'Capitalism, Londres 1942-1946.
75. J. K uczy n sk i . Die Geschicftte der Lage der Arbeiter unter dem Kapitalis
mus. Berln. 1954-1956 (4 vol.).
76. Berln, edicin iniciada en el ao 1960. Hasta la fecha han sido publ>
cados 11 tomos.
'
77. T. S. A shton, Some Statistics of the Industrial Revolution in Britain
Transaction of the Manchester Statistical Society, Session 1947-1948, 14-1
1948; del mismo autor: The Standard of Life of the Workers in England,
Journal of Economic Historv. IX. 1949, suplem. 19-38 as como tam
bin: Capitalism and Historians. edicin F. A. Hayek, Londres 1954
p. 127-159: del mismo autor: The Industrial Revolution, Londres 1948;
An Economic History of England: The 18th Century, Londres 1955;
Le dvelopDement de lindustrie et du commerce anelais au xvin
sicle, en: X Conpresxo Internationale di Scienze Storiche. Relazioni.
Roma 1955. Vol. IV. p. 275-284: Economic Fluctuations in England.
1700-1ROO, Oxford 1959. Acerca del problema es igualmente provechoso
el trabajo de E. G ilboy, Wages in Eighteenth Century England. Har
vard Economic Studies, vol. XLV. Cambridge. Mas. 1934. y The Cos
of Living and Real W azes in Eighteenth Century England, Review o
Economic Statistics, XVIII, 1936, p. 134-143.
78. Captulo sobre la estadstica histrica.
79. A shton, The Industrial Revolution, Oxford 1948, p. 2.
80. A shton, Some Statistics o f the Industrial Revolution in Britain Transao*
tion of the Manchester Statistical Society.
escrita en el ao 1699. Hasta comienzos del siglo xix esta obra era co
nocida por los fragmentos publicados por Ch. D avenant, Essays upon
the Probable Methods of Making a People Gainers in the Balance of
Trade, Londres 1699. Por ejemplo, Smith slo conoca esos fragmentos.
3. En los EE UU, por ej.: Studies in Income and Wealth XII, 1950, ente
ramente dedicado a esta problemtica. En Polonia, se halla ligado coa
estos trabajos el llamado problema del inventario general.
4. Colin Clark, National Income and Outlay, Londres 1937 (cap. X).
5. A. L. B o w l e y . Wages and Incomc in the United Kingdom since 1860,
Cambridge 1937.
6. E. Lindahl, E. D ahlgren, K . K ock: National Income of Sweden, 1861
1930, 2 tomos. Londres 1937.
7. W. Hoffman y J. H. M ufler , Das deutsche Volkseinkommen 1951-1957,
Tbingen 1959. Para Italia: Indagine statistica sullo sviluppo del rdito
nazionale deUItalia dal 1861-1956, Annali di Statistica, anno 86, serie
VIII, vol. 9, Roma 1957. Para Rusia: A. L. Wajnstein, Narodnoe
bogatswo i narodnochozjaistwienie nakoplenje dorewohicjonnoj Rosii, con
una introduccin de S. Strumilin. Mosc 1960.
667
8.
p. 159-174.
9. S. K u z n e t s , Quantitative Aspects o f the Economic Growth of Nations,
Economic Development and Cultural Change, V, 1956, no. 1, V, 1957,
no. 4, VI, 1958, no. 4, VII, 1959, no. 3, VIII, 1960, no. 4, y asimismo
IX, no. 4.
,
10. Schriften des Vereins fr Sozial Politik, t. 173.
11. F. von H a y e k , Scientisme et sciences sociales, Pars 1953, cap. VI.
12. J. R o b i n s o n , La acumulacin del capital, Varsovia 1958, p. 43.
13. Y despus de Colin Clark el popularizador de sus ideas en la ciencia
francesa, Jean F ourasti en numerosos trabajos y en especial en: La
dvilisation de 1960, Pars 1947.
14. S. K uznets, National Income, Endclopaedia of Social Srences, XI
p. 212. Se suman a esta comprobacin M. K alecki y L. L andau en:
Estimadn de a renta social en el ao 1929, Instituto de Investigacin
de las Coyunturas Econmicas y los Precios. Indagadones sobre la renta
sodal en Polonia, t. I, Varsovia 1934, p. 10. B. M inc adopta una pos
tura crtica ante este problema en: Problemas de la renta nadonal, Var
sovia 1950, p. 210-211.
15. N o se puede excluir que con una ulterior evolucin y a medida que se
desarrolla la uniformidad de los aranceles, etc., sea necesario revisar
esta postura.
16. W. K ula, La configurarn del capitalismo en Polonia; Varsovia 1955,
p. 21-22; del mismo autor: Esbozo sobre las manufacturas ; H. M adurowicz y A. Podraza: La regin econmica de Malopolska en la
segunda mitad del siglo XVIII, Wroclaw 1958.
17. Aqu modificamos y reelaboramos el ejemplo dado por L. L andau en el
artculo titulado Sobre la problemtica del clculo de a renta sodal,
Ekonomista, 1930, no. 1.
18. L. L andau, Sobre la problemtica..., p. 81.
19. Son de un extremado pesimismo, Corrado G ini, La comparabilit dans
le temps et dans lespace des volutions du revenu national, conomie
Applique, t. II, 1949, no. 1, p. 7-26; D. Seers en: The Role of
National Income Estimates in the Statistical Policy of an U nderdeveloped
Area, Revue of Economics and Statistics, 1952-1953 no. 53, as como
tambin S. H. F rankel en: The Economic Impact on Vnderdeveloped
Societies, Oxford 1955.
1955, p. 44.
37. Ibidem, p. 46.
38. Ibidem, p. 77-78.
39. S. K uznets, Statistical Trends and Historical Changes, Economic His
tory Review, 1951, t. III, p. 275. Aunque los xesultados de C. Clark
exageran las diferencias, vase: S. K uznets, Economics Change, Nueva
York 1935.
40. Concuerdan con esto los ms grandes optimistas de la comparabilidad. Vase F. Benham , Income and Product in Underdeveloped Coun
tries. Comments on the Paper by Professor Frankel, Income Wealth,
111, edicin M. Gilbert, Cambridge, 1953, p. 177. Asimismo: D. C reamer, Uses of National Income Estimates in Underdeveloped Areas, ibi
dem p. 223 y asimismo F. Perroux citado ms arriba.
41. Colin C lark , National Income..., p. 4.
42. L. Landau, La economa mundial. La produccin y la renta nacional
en cifras. Varsovia 1939.
43. C. C lark , Conditions of Economic Progress, cre la asi llamada Inter
669
670
671
Statstk, cap. 1: Von dem Urspnrng der Statstk tris auf Quetelet,
Stuttgart 1884; The History o f Statistics. Their Development and Pro gress in many Countries, John K o r e n , Nueva York 1918; M. W. P t u c h ,
Esbozo de a Historia Estadstica en los siglos XVII-XVIII, Mosc 1945
t. III, p. 348-349.
56. Eli. F. H eckscher , Quantitative Measurement in Economic History,
Quarterly Journal of E c o n o m i c s , L ili Feb. 1939, p. 167-193.
57. No vamos tan lejos evidentemente como Usher quien afirma, que en
general la labor del historiador consiste en analuar el giado de los
cambios y no las magnitudes absolutas (art. cit. p. 1%).
58. Por lo visto no es un argumento decisivo el que lo que no les importa
ba a los coetneos no ha de importarnos a nosotros. Presentamos dicho
elemento slo como uno de los rasgos caractersticos del coeficiente en
cadena.
59. Por ejemplo, J akow lew , La crisis econmica en Rusia en el siglo XIX
y a comienzos del siglo X X, Mosc 1955. En el prlogo polemiza de un
modo simplificado, pero en principio justo, con las teoias apologticas de
las crisis. Sin embargo, al final del libro se da un cuadro que muestra
los ndices de la produccin de carbn, de hieir fundido y de acero
en Rusia en los aos 1800-1917. Este diagrama en el que las curvas
siguen hacia arriba casi sin interrupcin hace que las crisis sean casi
imperceptibles en l. Ninguno de los autores criticados en el libro se
hubiese permitido tal apologa. La razn es muy sencilla: la muy baja
base de partida del coeficiente constante y de la escala aritmtica.
60. J. R utkow ski , La Historia econmica de Polonia, T. I. II edicin, p. 12.
61. W. K u l a , Reflexiones sobre la historia.
62. Vase ms adelante en e l' capitulo sobre los mtodos comparativos.
63. F. Simiand resait sobre este aspecto el mtodo estadstico en: Statis
tique et exprience. Remarques de mthode, Pars 1922.
64. A. P iganiol, La statistique en histoire. Histoiie ancienne, en el com
pendio ya citado: La statistique, ses apiieations... p. 83.
65. J. MitkOWSki, Consideraciones acerca de la poblacin de Polonia a co
mienzos del reinado de Casimiro el Grande. RDSG, X, 1948.
66. T. L adenberg, La poblacin de Polonia a comienzos del reinado de Ca
simiro el Grande, Lvov, 1930.
67. M . Bloch , L'Histoire des prix. Quelques remarques critiques, Annales
d'Histohe Sociale, 1 (XI), 1939.
68. E. H eckscher , op. cit. t n l se encuentra tambin un sugestivo cuadro
que ilustra el mtodo al cual aludimos aqu.
69. h . H eckscher , Quantitative Measurement in Economic History, Q uarterly Journal of Econom ics, L III, 1939, p. 167-193. E. E smonin da un
673
uc*
100.
43
p. 1-17.
82. Esta definicin la utiliza C. E. Labrousse (vase la entrevista suya para
Les Lettres) para distinguir al grupo de Annales y su escuela.
83. Vase el trabajo de S. Czarnowski sobre este tema.
84. H a l b w a c h s , La statistique en sociologie, en el comp. citado: La
statistique, ses applications... p. 119-120.
85. Por ej. ltimamente Ch. Moraz promovi en la cole Pratique un
seminario dedicado a la historia de las cifras en el cual el anlisis
de las diferentes relaciones sociales con respecto a estas magnitudes apa
rentemente convencionales se situ en piimer plano. El mismo autor
se pronunci ya en su obra: Trois Essais sur Histoire et Culture. Pars
1948, p. 63, as como tambin en la conferencia: Les mthodes en his-
674
L e n in ,
t. I I I ,
p. 157.
89. LVi -Strauss , Les mathmatiques de l'homme, Bulletin Inte: national
des Sciences Sociales, VI, 1954, p. 647 (cuaderno especial: Les math
matiques et les sciences sociales).
90. Este problema es conocido desde hace mucho tiempo en h historia
de las investigaciones estadstico-econmicas. Vase por ej. T. K oopmans ,
Measurement without Theory, Review of Economics a n d Statistics,
agosto 1947 (art. publicado despus de publicarse la obia d e A. F. B u r n s
y W. C. M itchell , Measuring Business C ycles, Nueva York, 1946,
estrictamente emprica). Vase tambin R. Stone , The Role of Measurerement in Economics, Cambridge 1951, sobre lo estril d e la medicin
sin teora y la teora sin medicin.
91. K. P o p e r , Misre de l historicisme, P a r s 1956.
92. E. H eckscher , en la op. cit. afirm a que la sola estadstica no basta
y que la teo ra es indispensable para pasar de la com probacin de la
correlacin a la aclaracin causal.
675
17.
18.
19.
20.
21.
22.
23.
sicles, Parts 1956. El autor ha reunido en esta obra numerosas huellas que
25.
26.
27.
28.
29.
30.
31.
32.
677
44.
45.
46.
47.
48.
49.
678
1941).
72. D. S. T homas , Social and Economic Aspects of Swedish Population Mo-
679
680
milar de O. Gorka.
89. En los ltimos tiempos han aparecido vaiios trabajos importantes en el
terreno de la historia de las plagas elementales y de sus contornos demo
grficos: Y. R e n o u a r d , Consquences et intrt dmographiques de la
peste noire de 1348, Population, 1948. no. 3, p. 459-466;
S a l t m a r s h , Plaque and Economic decline in England in the latter
Middle Ages, Cambridge, Historical Journal, VII, 1941;
A. C o v i l l e , La grande mortalit de 1348-1350: les documents d'origine
franfaise contemporaine, en: Vil Congreso Historico, t. II, Varsovia,
J.
1933, p. 60-63.
R. S . S m i t h , Barcelona Bills of Mortalityy and Population, 1457-1590,
Journal of Political Economy, XLIV, 1936, p. 84-93.
90. La enorme mortalidad provocada por la Peste negra de 1348 aparece
cada vez ms como uno de los hechos ms importantes de la historia
de nuestro milenio, se escribe en una nota de redaccin encabezando el
trabajo de Renouard (Population, 1948, no. 3, p. 459). La misma
exageracin de la importancia de la Peste negra, por ejemplo, en la
historia de Inglaterra (Th. R o g e r s , History of Agriculture, t. I, p. 77-83,
Six Century..., P- 218-224, 253), fue reducida a su justa medida por un
especialista tan insigne como K o s m j n s k i , Investigaciones en torno a la
historia agraria de la Inglaterra del siglo XIII, Mosc 1947, especial
mente p. 388-389.
91. Constituye una valiosa excepcin, J. M e u v r e t , Les crises de subsistance et la dmographie de la France sous lancien rgime, Population
1946, no. 4, p. 643-650. Tambin hay pasajes acerca de este problema
en la obra de O . F e s t y , L agriculture pendant la Rvolution Franfaise.
Les conditions de producon et de rcolte des crales, tude d histoire
conomique, 1789-1795, Pars, 1947. De lo difcil que resulta el anlisis
Mosc 1960.
93. Vase, por ejemplo, los interesantes materiales que R. C. Smith cita
acerca de la mortalidad en Barcelona en los aos 1457-1590 vvase ante
riormente la nota no. 88); el intento de Smith de diferenciar la morta
lidad normal en relacin con la mortalidad provocada por las epi
demias no es suficientemente convincente.
94. Por ejemplo, el papel de las investigaciones demogrficas en tomo a las
familias reinantes.
681
95. G.
112. Por lo dems, existe una prueba concreta de correlacionar los cambias
de los factores demogrficos con los cambios astrofsicos (manchas sola
res): C. C o n y e r s - M o r e l l s , A n Investigation and Theory Concerning
cyclo-periodicity in Vital Rates and its Possible Relationship to Meteorological and Astrophysiccd Cycles. Hay un resumen de Wagenfhr; Intemationaler Kongress fr Bevlkerungsforschungen, Jahrbcher fr Na-
682
cydes. Whitin one and the same cycle, and in a spatially limited orea
or universe, growth in the first half of the cycle starts slowly but the
absolute increment per unit of time increases steadily until the mid-point
of the cycle is reached. A fter that point the increment per unit of time
becomes steadily smaller until the end of the cycle . (P earl , Biology--P. 22.)
683
125. Tampoco quisiramos que lo que afirmamos sea entendido como una
crtica extremada de todo el trabajo cientfico de estos autores, ya que
sobre todo en algunos casos sera muy injusto. No obstante, esas postu
ras metodolgicas no dejan de tener consecuencias negativas a menudo
incluso para las investigaciones muy especficas.
126. B. J. Sm u lew icz . Crtica de las teoras y de la poltica burguesas sobre
el desarrollo de la poblacin, Mosc 1959.
127. Por ejemplo A. L andry , La Rvolution dmographique, Pars 1934; del
mismo autor: Quelques apergus concenuwt la dpopulation dans l'Antiquit greco-romaine, Revue historique 1936; tambin del mismo autor:
L a dpopulation dans lAntiquit et dans lpoque Contemporaine, en:
VIH Congreso Histrico, t. II, Zurich 1938, p. 422-424.
Acaso Jean Bourdon aborde este problema con unas categoras ms ra
cionales al considerar que las causas que provocan un incremento de la
mortalidad (por ejemplo, las agresiones de los Brbaros) son tan fre
cuentes que equivalen casi a un factor constante con el cual trata de
sentar la dimensin de sus efectos. Jean B o u r d o n , Le monde antique
sest-il dpeupl? Journal de la Socit de Statistique de Pars, MarzoAbril 1948, p. 102-118.
128. D. V. G lass , Gregory King and the Population of England and Wales
at the End of the Seventeenth Century, Eugenics Review, XXXVII,
no. 4 p. 170-183.
129. Vale la pena llamar la atencin sobre el desenmascaramiento del aspecto
poltico de este gnero de teoras cclicas realizado por Lenin en su crtica
a Sorokin.
130. B. C. U rlanis , El desarrollo de la poblacin en Europa, Mosc 1941 Citemos tambin, a ttulo de ejemplo, otro trabajo elaborado igualmente
con el mtodo del materialismo histrico y el cual condujo a unas
conclusiones muy valiosas, es decir, el de S. W. Bach ru szin , La pobla
cin de Mosc en el siglo X V I , Academia de Ciencias de la URSS,
serie de Historia y Filosofa, 1947 no. 3, p. 201-219.
131. Vase M. M. P ostan en: Economic History Review. XII, 1942, p. 97;
K o r h o w en: Woprosy Istorii, 1946 no. 8, 9, p. 114-121; Barg en:
Woprosy Istorii, 1947, no. 11, p. 87.
132. A. Sauvy analiza muy bien estos mitos en: Les limites de la vie humaine,
Pars 1961, p. 7-16.
133. J. G raunt , Natural and Poltical observations... mad upon the Bills of
Mortality, Londres 1662. Esta obra fue atribuida igualmente a W. Petty
(vase C. H. H u ll, Graunt or Petty, Political Science, Quarterly,
XI, 1896, p. 105-132; asimismo: M. G reenw ood , Graunt and Petty,
Journal of Royal Statistical Society, XVI, 1928, p. 79-85).
134. H W estergaard , On the History, and Prospects of Vital Statistics, Eco-
684
135.
136.
137.
138.
139.
1960.
145. A. S a u v y , Contre le coup de vieux , Express, 1-6-1961.
146. T. M O K t W N y K. . B r o w n , Medical Evidence Related to English
Population Changes in the Eighteenth Century Population Studies, IX,
1955, p. 119-141.
147. C. A n g l a d e , L vulutign conomique et sodale.-de Villeneuve-de-Rivire
du dbut du X V lll-em e side 1900, Toulouse, 1955 y asimismo J.
G
o dechot,
685
149.
150.
151.
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159.
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161.
162.
163.
164.
drawn from curious tables of Births and Fuarais at the City o f Breslaw.
With an Attem pt to ascertain the Price o f Annuities upon Lives.
165. H . H a r t y H . H e r t z , Expectation o f U fe as an Index of Sodal Progress, American Sociological Review, diciembre 1944. Esta idea tiene
una larga tradicin (Rousseau, los fisicratas).
166. N. S. B u c h a n a n y H. S. E l l i s , Approaches to Economic Development,
Nueva York 1955, p. 8-10 y 92-116.
167. De L a e t, op. cit.
686
185.
186.
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1% .
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200.
201 .
688
689
hcs
100. 44
690
1958.
15. Interesante revista y sistematizacin de estas declaraciones en S. Osso w sk i , La estructura de clase en la conciencia social, Lodz. 1957,
capitulo V: La sntesis marxista, p. 65-8!.
16. C. M arx, El Capital, t. III, 2, p. 470.
17. Lenin, Obras completas, XXIX, p. 415.
18. C. Marx, op. cit.
19. O ssowski, op. cit.
20. Este fenmeno no lo percibe Ossowski aunque comprende que la tipolo
ga de interpretacin de las estructuras sigue relacionada con la tipologa
de las estructuras, p. 152; el captulo de su libro consagrado a este
problema, es a nuestro parecer, engaoso.
21. N. Bukharin , La teora del materialismo histrico, Varsovia 1927, pgi
nas 296-298.
22. S. Czarnowski, Las gentes intiles en los servicios forzados (1935),
Obras, t. II, Varsovia 1956, p. 186-193.
23. S. O ssowski, La estructura de clase en la conciencia social, Lodzz, 1957,
p. 73.
24. Bukharin, op. cit. p. 297.
25. O. Lange, Economa poltica, t. I, Problemas generales, Vaisovia,
1959, p. 102-106.
26. Lenin, op. cit. p. 415.
27. S. Ossowski, (op. cit., p. 163-164), adelant la tesis segn la cual puede
ejercerse el poder econmico sobre los hombres no slo por mediacin
de los medios de produccin sino tambin a travs de los bienes de con
sumo, y junto a los medios de produccin y a los de consumo estn
los medios coercitivos. Desgraciadamente, ambos ejemplos, que parecen
simplificar este problema fundamental, van en contra de su hiptesis.
El ejemplo de la distribucin del pan a los ciudadanos romanos por los
Csares slo puede entenderse si tenemos presente que precisamente por
esto Egipto era una provincia del emperador y no del senado. 1 ejem
plo del pobre campesino que a la demanda de su rico hermano se sac
los ojos para obtener pan para sus hijos hambrientos sigue cultivndose
en el folklore como una reminiscencia de las diferencias de fortuna en
la aldea: el hermano iico tenia tierras mientras el hermano pobre nada
posea. Ningn marxista ha puesto en duda que puedan darse y a veces
se dan masivamente los casos en que un campesino pobre trabaje
en casa del rico por la comida (medios de consumo). Creemos que
ningn marxista ha discutido el hecho de que puedan darse y se den
situaciones en que el hombre poderoso, armado de un machete (medios
coercitivos) ataque en una calle oscura a otro hombre, le mate y le
quite el abrigo y el reloj. Todo estriba en saber si es posible durante un
determinado perodo histrico y en escala social entre las clases so
ciales y no entre los individuos utilizar el poder econmico y no
slo econmico con ayuda de los medios de consumo o los medios
represivos sin que el que disfruta de ese poder no disponga a la vez
de una determinada base de fuerzas productivas. A una pregunta as
formulada corresponde quizs una respuesta absolutamente negativa. Pero
la experiencia de los tiempos ms modernos aboga, por desgracia, en
ese mismo sentido.
28. Vase: E. N agel, On the Statement The Whole is more than the Summ
of its Parts, en: The Language of Social Research, edicin P. F. La
zar sfeld and M. Rosenberg, Glencoe, Illinois 1955, p. 519-527.
O. Lange, La magnitud y el desarrollo a la luz de la ciberntica, Varsosovia 1962.
29. Z. J ordn resea en: Reflexiones sobre la historia, W. K ula, Carta
pacio Histrico, IX, 1958, p. 107.
30. Nunca se ha visto ni se ver que las clases moribundas cedan volunta
riamente sus posiciones, J. S t a l i n , Obras completas XI, p. 181. Citacin
691
A. D aumard, Une source d'histoire sociale: L'enregistrement des mutations par dcs. Le XI-me arrondissement de Paris en 1801 et 1847.
Revue dHistoire conomique et sociale, 1967, p. 52-78.
CAPITULO X II: Las investigaciones histricas sobre os precios
7.
8.
9.
10.
11.
12.
694
28. E.
rencia 1939.
1953, p. 215-219, asi com o tam bin la polm ica entre M euvret y Baehrel
de la cual se habla m s adelante en nuestro trabajo. Constituye un com
plem ento al conocim iento de la historia de los precios en M iln la obra
de C. C ipolla , Mouvements montaires dans l'tat de Miln 1580-1700,
Paris 1952.
35. A. G. M ankow , Los precios y sus fluctuaciones en la economa rusa
del siglo XVI, Mosc-Leningrado 1951 (existe una traduccin francesa).
36. W. M. Panejach hace una resea del libro de Mankow en: Woprosy
Istorii, 1952, no. 12. Como quiera que las medidas nacionales se hallan
calculadas en base a los diferentes sistemas locales y dado que el
695
37.
38.
39.
40.
41.
42.
43.
44.
696
Lvov 1935. (Estos tomos son citados seguidamente en ete capitulo comr
L I, L II, C I, C II, CIII, Lb, V I, V , O I y G II.)
52. Vase acerca de este mtodo el apartado del cap. XII de esta obra: La
bsquedas polacas sobre la historia de los precios.
53. J. W intew ski , Los ndices de precios al por mayor en el Reino Polaco.
1894-1903. Anuario de la Escuela Superior de Comercio, III, Varsovia
1927.
54. A. Ignatiuk, El desarrollo de los precios en el Reino polaco durante el
perodo 1904-1913, ibidem., V. 1928.
55. Por ej. Georg W iebe, Zur Geschichte der Preisrevolution des X V I und
X V II. Jahrhunderts-Staats-und SozialwssenschaftHche Beitrage, edicin
Augus von Miaskowski, t. II, fase. 2. Leipzig 1895.
56. Lo esencial de estas reseas lo hemos citado anteriormente al hablar de
los diferentes trabajes.
57. G. L efebvre. Les mouvements des prix et les origines de la Revolution
Franfaise, XIV, 1937, p. 289-329. El mismo trabajo ha sido publicado
con pequeas modificaciones en Annales dHistoire conomique et So
ciale, IX, 1937, p. 139-170, asf como tambin en Bulletin de la Socit
Moderne. 35-e anne, 8-e srie. 14, diciembre 1936. p. 198-201.
58. Ibidem, discusin en las p. 201-204, y tambin en el nmero 15 (enero
1937) p. 213-214 y en el nmero 16 (febrero 1937). p. 225-227. Partici
paron en ella: H. Hauser, L. Cahen, M. Bloch, Ch. Seignobos, C. E.
Labrousse y J. Ricommard.
59. C. E. L abrousse, Le Mouvement des prix au XVIU-eme sicle. Les sources et leur emploi, Bulletin... 8-me srie. no. 17 (marzo 1937), p. 234
239. Ibidem, se publica en las pginas 239-240 as como tambin en 9-eme
srie no. 1 (abril 1937), p. 4 la discusin en la que tomaron parte:
H. Hauser, J. Ricommard, Ch. Seignobos y G. Lefebvre.
60. Anteriormente fue editado con el ttulo: tudes sur lhistoire des prix.
Revue des cours et confrences, 1936. p. 14-21, 159-166, 544-552 y
712-720, y asimismo en Scienzia, III, 1936.
61. Recherches et documents..., p. 67. La postura de Hauser no se hallaba
aislada, ya que refirindose a Simiand, Se escribe: Afirmo que el
individualismo que para Simiand es un defecto de la historia representa
para nosotros la mxima virtud. (Revue Historique, t. XLXXIII.
p. 133-134 y 150-151). A Mathiez critica la soberbia de Se frente a Si
miand: Los socilogos ambiciosos que conocen los hechos y los docu
mentos slo de segunda mano, pretenden con F. R. Simiand ensearles
su trabajo a los historiadores. M. Se es, a mi parecer, bastante come
dido puesto que reconoce que los historiadores pueden aprender algo
de los socilogos... la sociologa es la hija espuria del pensamiento jur
dico, una construccin en el, aire, creada con unos materiales aue ni son
slidos ni han sido verificados. Annales Historiques de la Rvolution
Francaise, VIII, 1931, p. 367.
62. Ibidem, p. 72.
63. Ibidem, p. 71.
64. Ibidem, p. 82.
65. Vase anteriorment el apartado del captulo XII: El estado de las
bsquedas y de las publicaciones de los materiales.
66 . B. Bloch. L Histoire des Prix. Quelques remarques critiques, Annales,
I, XI, 1939, p. 141-151.
67. C. E. Labrouse, Recherches sur l'Historie des Prix en France de 1500
1800, Revue dconomie PoTitique, LUI, 1939, p. 828-841.
68 Bloch, op. cit p, 146.
69. L abrousse, op. cit. p. 832-838.
70. Labrousse, op. d t. p. 838.
71. B l o c h , op. d t. p. 150.
72. Ibidem p. 151.
73. Robort Latouche, Le pril dubl d Grenoble au XV-me sicle, Revue
dhistoire conomique et sociale, XX. 1932, p. 337-351: del mismo
autor Le Mouvement des prix en Dauphin sous l'A nden Rgime. tude
697
74.
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155.
156.
Pars 1907; del mismo autor: Le salaire, l'volution sociale el la monrue. 3 tomos, Parts 1932.
N. A ssorodobraj, La vida y la obra de Stefan Czamowski en:
Obras completas de S. Czarnowski, t. V, Varsovia, 1956, p. 125-127.
F. S i m i a n d , Le salare-... p. 703-705.
ibidem , t. I, p. 15.
Otro problema es el que este fracaso nos hubiera parecido algo ms li
mitado si pero esto no lo podemos hacer aqu de la teora general
pasramos a las afirmaciones y puntos de vista muy concretos.
C. E. Labrousse, Esquisse du Mouvement des prix et des revenus en
France au XVIII-me sicle, 2 tomos, Pars 1933.
C. E. Labrousse, La crise de Vconomie franfaise la fin de lA nden
rgime et au dbut de la Rvolution, t. I; Aperfus gnraux. Sources,
mthodes, objectifs. La crise de la viticulture, Parts, 1944. Lamentable
mente, los tomos siguientes no aparecieron hasta la fecha. En el aparta
do de este captulo XII sobre las disputas metodolgicas citamos una se
rie de pequeos trabajos de este autor.
T. Czacki, Sobre los problemas lituanos y polacos ... Edicin J. Turowski, Cracovia 1861 y numerosas materiales manuscritos de este autor
en el Museo Cz&rtoryskicz, manuscrito 1163-1177 y otros.
Legajo Lonco, Museo Czartoryskicz, manuscrito 1706-1128.
La ms importante es la de A. Szetagowski, El dinero y la Revolu
cin de los predos eh los siglos X V I y X V II en Polonia. Vase asimismo
las reflexiones, las tablas y diagramas de J. Rutkowski, Los bosques de
abedules del obispado de Przemysl en el siglo X V III, Cracovia 1910.
B. U lanowski, Agunas ordenanzas reales y voivodales sobre el comerd o y la tasadn de los predos, Archivo de la Comisin Jurdica, I, 1895,
p. 37-144; del mismo autor: Reglamento de los predos promulgado para
los artesanos de la ciudad de Cracovia en 1538. F. Bartel, La tarifa de
predos para la voivodia de Cracovia en el ao 1565. A. C hmiel, Regla
mentacin de los predos en la dudad de Varsovia, 1606-1627, archivo de
la Comisin histrica, VII, 1894, p. 231-258; W. R olny, Dos tasas de
predos de las mercancas extranjeras en el ao 1633. Archivo de la Co
misin Jurdica, V, 18%, p. 547-574.
F. Bujak, Algunas consideradones sobre las necesidades de la historia
econmica, Nauka Polska, I, 1918, p. 285.
L. II. 48. De aqu en adelante, sealamos los tomos relativos a la in
vestigacin de la historia de los precios elaborada por la escuela de
Lvov con la primera letra de la ciudad a la cual cada uno de los tomos
se refiere. La ciudad de Lublin se halla sealada con las letras Lb
para distinguirla de la ciudad de Lvov, y las cifras romanas que siguen
significan el orden consecutivo de los tomosi desde el punto de vista del
perodo cronolgico.
L. I. 25.
Ibidem.
L. I. 34.
W altn er, Geldwert in der Geschichte, Vierteljahrscrift fr Sozialund
Wirtschaftsgeschichte*, X, 1912, p. 7.
Recuerdo del V I Congreso General de Historiadores Polacos en Vilno,
t. II, Lvov, 1935, p. 138. Esta declaracin, al igual que otras declaracio
nes al congreso, figura en la bibliografa de los trabajos de Rutkowski
por Deresiewicz, Homenaje a la memoria del profesor Jan Rutkowski,
Poznan 1950.
E. J. H amilton, Use and Mis use of Price History, Journal of Econo
mic History, IV, 1944, Task, p. 48. En su resea acerca de las obras
de Pribram y de Els$s, Heckscher reconoce igualmente que lo ms im
portante son los precios expresados en la moneda en curso (Economa,
V, 1938, p. 366-369).
Aunque tiene razn Baehrel al afirmar que a veces el clculo perfeccio
nado slo tiene un objetivo en si mismo.
V. II. 50-51.
701
157.
158.
159.
160.
G. 1. 50-51, G. II. 48
L. I. 29-30 y 32.
L. II. 104.
En este caso, adoptamos una postura en extremo contrara a la de Hau
ser, quien considera las anomalas e irregularidades como el principal ob
jeto de la historia.
L. I. 41; C. II. 3; V. I. 18.
C. I. 46.
C. I. 113.
V. I. p. 9.
Ibidem p. 94.
Es verdad que doscientos aos son un periodo demasiado largo para
el clculo de las medias. Pero esta misma situacin puede repetirse igual
mente con respecto a los quinquenios.
Sabemos que esto ocurri, por ejemplo, con las anotaciones de Wroclaw
sobre el ao 1550, presentadas por W a l a w e n d e r , Crnica de las plagas
elementales, t. I, p. 566.
A este respecto la investigacin de la historia de los precios de la es
cuela de Lvov facilita un rico material.
G. I. p. 38 y sig.
L. II. 59; C. I. 3; C. II, 38.
G. II. 34; Lb. 15.
Winiewski advierte en su resea sobre Furtak y Ciegel (Ekonomista,
I, 1937, p. 92-97) que puede darse el caso de que para cada ao tenga
mos unas anotaciones correspondientes a otra temporada. Esta adverten
cia es justa en lo que se refiere a las pocas y los artculos dbilmente
documentados.
Wisniewski llam la atencin al respecto en su resea de la obra de Fur
tak y Ciegel Ekonomista, I. 1937, p. 92-97.
161.
162.
163.
164.
165.
16t).
167.
168.
169.
170.
171.
172.
173.
174.
175.
176.
177.
178.
179.
180.
181.
182.
183.
Ibidem.
Ibidem.
187.
C. II. 132.
V. I. p. 94.
G. I. p. 131-136.
Vase anteriormente, el captulo general sobre la estadstica histrica.
L. II.
L. II. 38; tL. II, 49 y 6&61.
W i s n i e w s k i , en su resea sobre L. II. (Ekonomista, III, 1934, p. 85-90).
188.
189.
190.
191.
192.
'
193.
194.
702
195. L. V iener , International Trade and Economic Development, J. U . Glencoe, 19S2. se opone a esta afirmacin pero sus argumentos no son con
vincentes.
196. H o l t o n , op. cit.
1.
2.
3.
4.
5.
6.
loga polaca.)
704
b c s
100. 45
705
44.
45.
46.
47.
48.
49.
50.
52.
53.
54.
55.
56.
57.
T. F
p. 290-291.
58. J. M . E l s a s ciLa muchos datos al respecto en:
59. Vase la interesante obseivacin sobre el tema, que constituye una prueba
de anlisis del mecanismo de la depreciacin, en L . L a n d a u , Ensayo de
historia econmica de Polonia en lineas generales. Obras escogidas. Var
sovia 1957
60. E l s a s , op. cit. t. I, p. 137. A criterio nuestro es el nico autor que
llama la atencin al respecto.
61. A. G ilewicz : Estudio sobre la historia de los pesos y medidas en Polonia.
706
97. E.
1934, p. 153-158.
98.
99.
100.
101.
102.
Ibidem, p. 165.
Ibidem, p. 159.
707
140.
141.
142.
143.
144.
145.
p. 268-272). as como tambin en Francfort del Main setrn las tasas del
ao 1747 (M. J. E l s a s , Umriss einer Geschichte..., t. I, p. 7).
A d a m c z y k , Los precios en Varsovia. .. p. 49.
H o s z o w s k i , L os predos en Lvov en los aos 1701-1914, p. 121.
Ibidem, n. 116. Otro ejemplo de este mismo procedimiento en la ncqir'i
ciudad de Zaleszczyk en W. K u l a , Esbozo sobre las manufactura <,
p. 255.
'
Sobre el reconocimiento de la invariahilidad de las medidas limdn mn
su carcter significativo hablamos en otro lugar.
Se daba el ca*o de que las medidas de los mayoristas se diferenciaban df
las medidas al detall de tal forma que pudieran tener en cuenta la ga
nancia del mayorista ( E t. s a s , op. cit. t. II A. p. 26 y 45-46).
Libro del Tribunal Referendario, t. II, p. 261-262 y muchos otros ejem
plos en est?. misma fuente. Segn el testimonio de los campesinos el
colmo alanzaba hasta un 20, 25 V.. (I-as aldeas primaciales se aueian.
por ejemplo, del aumento de los celemines que les hace perder de seis
partes lina o de oue cuando llevamos nuestro grano al granero del
seor nos mide con colmo y de diez celemines que llevamos slo nos
cuenta ocho. Splicas campesinas, p. 243 y 322.)
F.n 'os bienes de la catedral de Gniezno. en el siglo xvi, el colmo as
cenda a veces hata el 50 % segn O rsin i -R osenberg , en Gnesis y de
P ot e ie m p l o . el M u s e o d e lo s P e s o s y M e d i d a s e n
V a rs o v ia ,
Elekto-
ralna 2.
710
2.
3.
4.
5.
711
alaw ender,
a m a czy n sk a,
45.
alaw ender,
t. I, p. 147;
a m a czy n sk a ,
p. 361.
a l a w e n d e r , t. I, p. 850.
N amaczynska, p. 99a (alm acenes de sal).
Ibid, p. 91.
Ibid. p. 32, 40, 43, 58, 24.
712
Ibid., p. 532.
Ibid., p. 523.
Ibid., p. 72.
63.
64.
W a l a w e n d e r , t . I , p . 57,
N a m a c z y n s k a , p. 57-58.
96, 1242-1245.
67.
68 .
69.
70.
71.
Ibid., p. 673.
Ibid., p. 282.
W
alaw ender,
t.
I,
p. 1291.
Ibid., p. 912.
Ibid., t. I , p. 1299; N a m a c z y n s k a , p. b b ; J. Runcowski, La reconstruc
cin del agro polaco... p. 323.
72. M. N y c z , Gnesis de las reformas financieras de la Dieta Muda. Estudio
76.77.
80.
81.
82.
83.
84.
85.
86.
87.
88.
89.
Ibid.,
Ibid.,
Ibid.,
Ibid.,
Ibid.,
Ibid.,
Ibid.,
Ibid.,
Ibid.,
Ibid,
X. II, p. 36.
p. 239.
p. 31.
p. 32.
p. 34.
p. 40.
p. 46.
p. 47.
p. 28, 49, 59.
p 64.
90.
713
ln, 1955.
108. E. L e R o y L a d u r ie , Climat et rcoltes aux X V He et X V II le sicles,
Annales, 1960, p. 434-465.
109. L e R o y L a d u r ie , Aspects historiques de la nouvelle climatologie, Re
vue Historique, CO O V , 1961, p. 1-70.
110. H. A rakawa, Climatic Change as Revealed by the Data from the Far
Est, Weather, 1957, p. 46-51.
111. H. A r a k a w a , Climatic Change as Revealed by the Freezing Dates of
Lake Suwa in Central Japan, Journal of Meteorology, 1955, p. 94 y
sig.; del m i s m o a u to T : Fujhiwara on Five Centuries of Freezing Dates of
Lake Suwa in Central Japan, Archiv fr Meteorologie, 1955, p. 152-166.
112. H. A r a k a w a , Dates of the First or Earliest Snow covering for Tokio since 1632, Quarterly Journal of the Royal Meteorological Society, abril
1956.
113 A. Sokolow , La naturaleza, 1955, p. 96-98, segn Le Roy Ladurie.
114 Ibidem.
115. L e R o y L a d u r ie , Aspects historiques de la nouvelle climatologie.
116. Ibidem.
1P . L e R oy L adurie , Histoire et climat, p. 29.
714
120. S.
C z a r n o w s k i,
Definicin
136.
137.
138.
mercuriale
de Paris, 1520-1698, t. I, 1520-1620, t. II, 1620-1698, Pars 1960-1962.
139. Por lo dems, los datos franceses se refieren a Pars y slo reflejan la
situacin en el radio de su aprovisionamiento.
140. H o s z o w s k i , op. d t p . 463-465.
141. El esclarecimiento de este fenmeno por Rutkowski en relacin con el
cambio de la estructura del reparto de la renta en benecio del seor,
nos sigue pareciendo superficial.
142. C. E. L a b r o u s s e , Esquisse du mouvement des prix et des revenus en
France au XVIIl-e sicle, Pars 1933.
143. M . B a u l a n t y J. M e u v r e t , Prix des crales extrais de la mercuriale de
Paris, 1520-1698, 2 t.
144. A. C h a b e r t , Essai sur les mouvements des prix et des revenus en France
de 1798 1820, Pars 1945. Del mismo autor, Essai sur les mouvements
des revenus et de lactivit conomique en France de 1798 d 1820, Pa
ris 1949
715
1932, p. 352-375.
147. Vale la pena citar un ejemplo: Rapport au Roi, Ministre de lIntrieur.
Paris le 27 dcembre 1817 (firmado: Laine), Pars, L Imprimiere Royale
Janvier 1818, Bibliothque Nationale, Lf 132-9; y asimismo: Rapport
au Roi sur les subsistances pendant les annes 1816 et 1817, Pars, L Imprimerie Royale. Janvier 1819 (firmado: Laine) Bibliothque National
Lf 132-10.
.
148. Esto aparece claramente en los trabajos de Bauland y M euvret , op. cit.
149. Trabajos de Labrousse y Chabert.
150. W alabender , t. I, p. VII (introduccin de Bujak).
151. W alavender : Las bsquedas sobre las plagas elementales..., p. 86 .
152. Ibid, p. 87.
153. En el captulo sobre el objetivo de la historia econmica.
154. R . Ba eh rel , Epidemie et terreur.
716
158.
R.
R om eo,
160.
10. Vale la pena notar, a ttulo de curiosidad, que la falta de una comu
nidad de intereses en la investigacin... entre el historiador de la eco
noma de Polonia y el historiador de la economa de los EE UU se ha
confirmado hace poco como un hecho real ( A . M a l e w s k i , D os modelos
de sociologa, Estudios sociolgicos, 1961, no. 3. p. SI), reconocindo
se que los historiadores de uno y otro pas pueden informarse beneficio
samente acerca de las tcnicas investigadoras y los conceptos utilizados en
el anlisis. Un ejemplo: en el 1 Congreso de Histoiia Econmica de Estocolmo se escogi entre otros temas el de los problemas de la industria
lizacin. 1 tomo publicado sohre dicho congreso contiene un gran
nmero de informes consagrados a los juicios emitidos sobre las cues
tiones relacionadas con la situacin actual de las investigaciones aceica
de la historia de la industrializacin en los diferentes paises del mundo.
Tuvo lugar un debate sobre estas cuestiones. Cules podan ser los temas
en discusin? Naturalmente en gran parte se trat de la informacin
recproca acerca de los mtodos y el anlisis de los mismos. Pero
No se debati ningn otro problema? Nadie discuti acerca de los as
pectos concretos de la industrializacin en este o en el otro pas. El
nico problema en estudio era la industrializacin. Cules son sus
caractersticas necesarias? Qu elementos del medio social la aceleran
y cuales la frenan? be pueden conocer los rasgos especficos de dicho
proceso en los pases que la acometen relativamente tarde? Cules son
las consecuencias sociales de este aspecto o de aquel otro? etc. Las men
cionadas afirmaciones no pueden hacerse ms que cuando se conoce
la ciencia histrica de tiempos de Maricastaa.
10a. M . M o n t a ig n e , Ensayos, traduccin de Boy Zlelenski, t. 1, Varsovia,
1957, p. 183.
10b. A . S m i t h Wealth of Nations, Cannan, Londres 1930, p . XXXV.
11. C. L v i -S t r a u s s , Race et Histoire, Pars 1953.
12. P. B a r a n , El desarrollo de la economa poltica, Varsovia 1958, p. 20,
se refiere a la moda en cierto sentido sociolgica y poltica de la teora
sobre la pluralidad de tendencias en antropologa, economa y filosofa.
Esto lo comprende incluso Lvi-Strauss; vase su arttulo titulado La
crisis de la antropologa. Argumentos 1962, no. 11 y 12.
13. L v i - s t r a u s s , op. cit.
L3a. F. B e n h a n , Income and Product of Under-developed Countries Income
and Wealth, Londres 1953, p. 171.
14. F. P e r r o u x , La coexistence pacifique, t. I, Pars 1958, p. 8.
15. Annales, 1958, no, 4, p. 725-753. Comprese la tesis anterior: Geor
ges Gurvitch ou la discontinuit du social, Annales 1953, p. 347-361
y la tesis ulterior: Histoire et sociologie, en el tomo Trait de Sociologie publ sous la direction de Georges Gurvitch, PUF, 1959, t. I, p.
83-98.
16. t n este caso y volveremos sobre l consideramos que F. Braudel no
tiene en consideracin los cambios que intervienen en la ciencia econ
mica.
17. Citamos segn A . P iganiol , Q uest-ce que l histoire? Revue de Mtaphysique et Morale, LX, 1953, no. 3.
.
18. M. W e b e r , Roschers historische Methode, editado por vez primera en
Schmollers Jahrbcher XXVII, 1903, reeditado en: Gesammelte Aufstze zur Wissenschaftslehre, segunda edicin, Tbingen 1951, p. 24.
19. R. A r o n , Le dveloppement de la socit industrielle et la estratification
sociale, Les cours de la Sorbonne, p. 1.
20. Esto se pudiera llamar el problema de la coexistencia pacfica.
718
21.
22.
23.
24.
25.
26.
27.
28.
29.
30.
31.
32.
33.
34.
35.
36.
37.
43. K Perroux, L introduction rapport : La croissance conomique franeaise par des membres de Iinstitut de Sciencie Economique A.pplique,
44.
45.
46.
47.
48.
49.
50.
51.
720
sea
100. 46
721
74.
75.
76.
77.
78.
79.
80. Ibidem.
81. Ibidem..
82. U re, Philosophy of Manufactures; S. C. D ube, Indian Village, Ithaca,
Comell Uty Press, 1955; Ch. W olf, Institutions and Economic De-
722
723
724
2. Eric L u n d b e r g , Capital Formation and Economic Progress Skandinavska Banken Quarterly Review, XXXVI, no. 4, oct. 1955, p. 103-109.
3. A. Sm it h , Wealth of Nations, edic. Cannan; Londres 1930, p. XXXV.
Es posible mantener la tesis sobre el optimismo de Smith, y a pesar
de la crtica deslumbrante de G a lbreith , The Affluent Society (citado
segn la traduccin francesa: L're de l opulence, Pars 1961, p. 30 y
sig.).
4. G. E. Mac L a u g h l i n y R. J. W a t k i n s , The Problem of Industrial
Growth in a Matare Economy, American Economic Review, XXIX,
1939, Suplem. p. 1-14. Uno de entre los muchos ejemplos de cmo des
pus de la gran crisis se considera con pesimismo las posibilidades de
desarrollo econmico de los paises adelantados. Adems se examina
un problema que ya han conocido los norteamericanos, y que ha de afec
tar a otros pasesi en un prximo futuro.
5. L u n d b e r g , op. cit.
6 . Clment J u g l a r (1819-1905), Obras principales. Des crises commerciales
en France de l an VIII d 1835, Annuaire de lEconomie Politique,
XIII 1856 y Des crises commerciales et leur retour priodique en Fran
ce, en Anglaterre et aux tats-Unis, Pars, 1862.
7. A.
las
en,
8 . P.
1959, p. 332.
726
1955,, p. 20-21. La tesis contraria se halla representada por T. H. O s h i A N ote on Income Distribution in Developed and Underdeveloped
Countries, Economic Journal, LXVI, 1956, p. 156-160.
39. W . S o m b a rt, L os judos y la vida econmica, Varsovia, 1913; W . J.
W a r n e r , The Wesleyan Movement in the Industrial Revolution, Londres,
1930; A. R a is t r i c k Quakers in Science and Industry, Londres, 1950;
M e ie r y B a ld w in , op. cit., p. 300.
40. A. N. Me L e o d , Trade and Investment in Underveloped Areas. A Com
ment, American Economic Review, XLI, 1951, p. 411-419.
ma ,
728
1957, p. 12.
45. W. W. Rostow, en una carta que nos dirigi el 22 de agosto de 1960,
critica esta afirmacin, sealando los casos de la Argentina, Brasil
Mjico, Turqua, Filipinas y hasta Puerto Rico. No es difcil compar
tir esa postura.
46. M. K alecki, El desarrollo de la situacin econmica en los EE UU en
el perodo de 1956-1959, en Estudios acerca de la coyuntura del capita
lismo contemporneo, no. 4, Varsovia, 1960, p. 17.
47. F. P erroux . Le Capitalisme, Pars, 1948, p. 25, define el capitalismo
Iquizs en oposicin al socialismo?! como un sistema de des
centralizacin ms bien que de socializacin de las prdidas lo cual
significa que en el sistema capitalista el empresario asume los costes de
las opciones errneas, pierde o hace bancarrota, mientras que en el
sistema socialista estos costes se hallan repartidos en toda la sociedad.
Pero esta afirmacin e ingenua, y aborda el problema superficialmente,
ya que tambin en el sistema capitalista la sociedad entera soporta en
definitiva el coste de las decisiones errneas.
729
ndice
Introduccin
............................................................................
5
11
11
14
16
19
23
25
26
31
35
38
40
81
81
84
93
81
113
113
116
116
121
122
124
127
128
128
130
131
131
133
134
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nacimientos
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historia econmica
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estructura de la fenomenologa del
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