Ellul, Jacques - La Ideología Del Trabajo (Anarquismo en PDF)

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DELTRABAJO
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JACQUES ELLUL

LA IDEOLOGIA
DEL TRABAJO

[Anarquismo en PDF]

Ttulo Original: L'idologie du travail


Fuente: Le Partage
Traduccin: Santiago Perales
Edicin: La Congregacin [Anarquismo en PDF]

Rebellionem facere Aude!

ANTES DE CUALQUIER investigacin o reflexin sobre el trabajo


en nuestra sociedad, es necesario ser conscientes de que todo
en ella est dominado por la ideologa del trabajo. En la casi
totalidad de las sociedades tradicionales, el trabajo no es considerado como un bien ni como la actividad principal. El valor
eminente del trabajo aparece en el mundo occidental en el siglo XVII, en Inglaterra, en Holanda y, despus, en Francia, y se
desarrolla en estos tres pases conforme al crecimiento econmico. Cmo se explica la evolucin mental y moral que consiste en pasar del trabajo como pena, castigo o necesidad inevitable, al trabajo como valor y bien? Se debe constatar que esta
reinterpretacin que termina en la ideologa del trabajo se produce en el encuentro de cuatro hechos que van a modificar la
sociedad occidental. En primer lugar, el trabajo se vuelve cada
vez ms duro, con el desarrollo industrial, y aparentemente
ms inhumano. Las condiciones de trabajo empeoran considerablemente con el paso del artesanado e incluso de la manufactura (que era ya dura pero no inhumana) a la fbrica. Esta produce un tipo de trabajo nuevo, despiadado. Y como, con la
necesidad de la acumulacin del capital, el salario es inferior al
valor producido, el trabajo se vuelve ms absorbente: envuelve
toda la vida del hombre. El obrero se encuentra al mismo
tiempo obligado a hacer trabajar a su mujer y a sus hijos para
poder sobrevivir. El trabajo es, entonces, al mismo tiempo ms
inhumano de lo que lo fue para los esclavos y ms totalitario,
no dejando lugar para ninguna otra actividad en la vida, sin
juego, sin independencia, sin vida en familia. Aparece, a ojos
de los obreros, como una suerte de fatalidad, de destino. Fue
entonces indispensable compensar tal situacin inhumana con
algn tipo de ideologa (que, por otro lado, aparece en este caso
[3]

correspondiendo exactamente a la perspectiva de la ideologa


de Marx) que hara del trabajo una virtud, un bien, una adquisicin, un ascenso o elevacin. En el caso de que el trabajo todava fuese interpretado como una maldicin, la situacin habra sido radicalmente intolerable para el obrero.
No obstante, esta difusin del Trabajo-Bien toma gran
importancia en especial porque la sociedad de entonces abandon sus valores tradicionales, lo que conforma el segundo
factor. Por un lado, las clases dirigentes dejan de creer profundamente en el cristianismo, y, por otro, los obreros, que son
campesinos desterrados, se encuentran perdidos en la ciudad y
ya sin ningn vnculo con sus antiguas creencias, la escala de
valores tradicionales. Este hecho vuelve necesaria la rpida
creacin de una ideologa de substitucin, una red de valores a
los cuales integrarse. Para los burgueses, el valor ser el fundamento de su fuerza, de su encumbramiento. El Trabajo (y
secundariamente el Dinero). Para los obreros, acabamos de ver
que es necesario proporcionarles una explicacin de lo que es
la explotacin, o la valorizacin, o la justificacin de su situacin, y al mismo tiempo el suministro de una escala de valores
susceptible de sustituir a la antigua. As, la ideologa del trabajo se produce y crece en el vaco dejado por las dems creencias y valores.
Pero existe un tercer factor: es admitido como valor, lo que
se ha convertido en la necesidad de crecimiento del sistema
econmico, esto es visto como primordial. La economa toma
su lugar fundamental en el pensamiento apenas en los siglos
XVII y XVIII. La actividad econmica es creadora de valor (econmico). Se convierte en el pensamiento de las elites, pero no
solamente de la burguesa, sino del centro del desarrollo, de
toda la civilizacin. Desde entonces, cmo no atribuirle un
lugar esencial en la vida moral. No obstante, el factor determinante de esta actividad econmica, la ms bella del hombre, es
el trabajo. Todo se basa en un trabajo duro. No habiendo sido
[4]

an formulado claramente en el siglo XVIII, muchos ya entendan que el trabajo produca el valor econmico. El pasaje de
este valor al otro (moral o espiritual) ocurre rpidamente. Era
imprescindible que esta actividad tan esencial materialmente
fuera igualmente justificada moral y psicolgicamente. Creador de valor econmico: se emplea la misma palabra para expresar que es creador del valor moral y social.
Un ltimo factor viene a asegurar esta supremaca. La ideologa del trabajo aparece cuando hay una separacin ms grande
y decisiva entre el que manda y el que obedece en el interior de
un mismo proceso de produccin, entre el que explota y el que
es explotado, correspondiendo a categoras radicales diferentes
de trabajo. En el sistema tradicional, tenemos el que no trabaja
y el que trabaja. Hay una diferencia entre el trabajador intelectual y el trabajador manual. Pero no hay oposicin radical entre las tareas de organizacin o hasta de mando y las de ejecucin: al trabajador manual se le dejaba ms iniciativa. En el
siglo XVIII, el que organiza el trabajo y el que explota es tambin un trabajador (y ya no un no trabajador, como lo era el seor) y todos estn dentro del circuito del trabajo, pero con la
oposicin total entre el ejecutante explotado y el dirigente explotador. Existen categoras totalmente diferentes del trabajo
en el dominio econmico. Estos son, creo, los cuatro factores
que conducen a la elaboracin (espontnea, no maquiavlica)
de la ideologa del trabajo, que juega el rol de todas las ideologas: por una parte la de disimular la situacin real trasladndola a un campo ideal, atrayendo toda la atencin hacia el
ideal, el ennoblecido, el virtuoso y honrado, por la otra, la de
justificar esta misma situacin tindola de los colores del bien
y del sentido. Esta ideologa del trabajo ha penetrado por doquier, y domina todava y en gran parte nuestras mentalidades.

[5]

Cules son, pues, los principales componentes de esta ideologa? Primero est la idea central, que se convierte en una
evidencia: que el hombre est hecho para el trabajo. No hay
otra posibilidad para vivir. La vida no puede ser llenada ms
que por el trabajo. Recuerdo una lpida cuya nica inscripcin,
bajo el nombre del difunto, era el trabajo fue su vida. No haba nada ms que decir sobre toda la vida de un hombre. Y al
mismo tiempo, en la primera mitad del siglo XIX, apareca la
idea de que el hombre se diferenciaba de los animales, se converta realmente en hombre, porque desde sus orgenes haba
trabajado. El trabajo haba hecho al hombre. La distancia entre
el primate y el humano fue establecida por el trabajo. Y, de
forma significativa, mientras que en siglo XVIII se le llamaba
generalmente al hombre prehistrico homo sapiens, a principios del siglo XIX el que va a prevalecer ser el homo faber: el hombre que hace o fabrica tiles de trabajo (yo s que,
por supuesto, eso estaba relacionado con descubrimientos
efectivos de tiles prehistricos, pero ese cambio de nfasis es
esclarecedor). Al igual que en los orgenes del hombre est el
trabajo, es este el nico que puede dar un sentido a la vida.
Esta no tiene sentido en s: el hombre se lo aporta, por sus
obras y la realizacin de su persona en el trabajo, que en s
mismo no necesita ser justificado, legitimado: el trabajo tiene
su sentido en s mismo, comporta su recompensa, a la vez por
la satisfaccin moral del deber cumplido, y por los beneficios materiales que cada quien extrae de su trabajo. Porta en s
su recompensa, y adems una recompensa complementaria
(dinero, reputacin, justificacin). Labor improbus omnia vincit 1. Esta divisa se convierte en la ms importante del siglo
XIX. Porque el trabajo es el padre de todas las virtudes, como
la ociosidad es la madre de todos los vicios. Los textos de Voltaire, uno de los creadores de la ideologa del trabajo, son, en
1

El trabajo agotador todo lo vence (Virgilio, Gergicas).


[6]

efecto, esclarecedores sobre el tema: El trabajo aleja de nosotros tres grandes males: el aburrimiento, el vicio y la necesidad, o tambin: Fuercen a los hombres a trabajar y los transformaran en gente honesta. Y no es extrao que sea
justamente Voltaire el que pone en primer orden el valor del
trabajo, ya que este se convierte en valor justificador. Se pueden cometer muchas faltas de todo tipo, pero si se es un firme
trabajador se es perdonado. Un paso ms y llegamos a la afirmacin, nada moderna, de que El trabajo es la libertad. Esta
frmula se refleja hoy por un tono trgico, porque nos recuerda la formula en la entrada de los campos de concentracin
nazis: Arbeit macht frei 2. Pero en el siglo XIX era explicado
solemnemente que, en efecto, solo el trabajador es libre, por
oposicin al nmada que depende de las circunstancias, y al
mendigo que depende de la buena voluntad de los dems. El
trabajador, l, cada cual lo sabe, no depende de nadie. Slo de
su trabajo! De esta forma, la esclavitud del trabajo es transformada en garanta de Libertad.
Y de esta moral encontramos dos aplicaciones ms modernas: la Occidental vio en su capacidad de trabajar la justificacin y, al mismo tiempo, la explicacin de su superioridad con
respecto a todos los pueblos del mundo. Los africanos eran
perezosos. Era un deber moral ensearles a trabajar, y era una
legitimacin de la conquista. No se poda aceptar la perspectiva de que dejasen de trabajar cuando tenan lo suficiente para
comer dos o tres das. Los conflictos entre patrones occidentales y obreros rabes y africanos entre 1900 y 1940 fueron innumerables por este motivo. Pero, extraordinariamente, esta
valorizacin del hombre por el trabajo fue adoptada por movimientos feministas. El hombre mantuvo a la mujer en la inferioridad, porque solo l efectuaba el trabajo socialmente reconocido. La mujer slo es reconocida hoy si trabaja: teniendo
El trabajo libera (inscripcin en las puertas de los campos de
Auschwitz, Sachsenhausen, Dachau y Theresienstadt).
[7]
2

en cuenta que el mantenimiento del hogar y criar a los hijos no


es trabajo, ya que no es trabajo productivo y no reporta dinero.
Por ejemplo G. Halimi dice que La gran injusticia es que la
mujer ha sido excluida de la vida profesional por el hombre.
Es esta exclusin la que impide a la mujer poder acceder a la
humanidad completa. Esto hace que tambin se la considere
como el ltimo pueblo colonizado. Dicho de otra forma, el trabajo, en la sociedad industrial, es la fuente del valor, que se
vuelve en el origen de toda realidad, se encuentra transformado, gracias a la ideologa, en una superrealidad, invertida en un
sentido ltimo a partir del cual toda vida toma su sentido. De
esta forma el trabajo es identificado con toda la moral y toma
el lugar de todos los dems valores. El trabajo es el portador
del futuro. Ya sea que se trate de un futuro individual o colectivo, este se funda en la efectividad, la generalidad del trabajo. Y
en la escuela se le ensea al nio, primero y antes que nada, el
valor sagrado del trabajo. Es la base (con la patria) de la enseanza primaria de 1860 a 1940, aproximadamente. Esta ideologa va a penetrar por completo a generaciones.
Esto conduce a dos consecuencias muy manifiestas, entre
otras. Primero somos una sociedad que ha puesto progresivamente a todos a trabajar. El rentista, como antes el noble o el
monje, ambos ociosos, se convierten en personajes innobles a
fines del siglo XIX. Solamente el trabajador es digno del nombre de hombre. Y en la escuela los nios son puestos a trabajar
como nunca haban trabajado en ninguna otra civilizacin (no
hablo del atroz trabajo industrial o minero de los nios del
siglo XIX, que fue fortuito y vinculado ya no al valor del trabajo
sino al sistema capitalista). Y la otra consecuencia actualmente
significativa: no somos capaces de ver lo que sera la vida de un
hombre que no trabajase. El desempleado, aunque reciba una
indemnizacin suficiente, queda desequilibrado y como deshonrado por la ausencia de actividad social retribuida. Un
tiempo libre demasiado prolongado es perturbador, acompa[8]

ado de mala conciencia. Y todava se debe pensar en los numerosos dramas de la jubilacin. El jubilado se siente fundamentalmente frustrado. Ya no es productivo, su vida carece
de legitimacin: no sirve para nada. Es una sensacin generalizada que proviene nicamente del hecho de que la ideologa
convenci al hombre de que el nico uso normal de la vida era
el trabajo.
Esta ideologa del trabajo es de particular inters en la medida en que se trata de un ejemplo perfecto de la idea (que no
se debe generalizar) de que la ideologa dominante es la ideologa de la clase dominante. O que esta impone su propia ideologa a la clase dominada. Y es, en efecto, la ideologa del trabajo junto con la expansin de la industria, una creacin integral
de la burguesa. Esta reemplaza toda moral por la moral del
trabajo. Pero esto no es para engaar a los obreros, tampoco
para hacerlos trabajar ms. Porque la burguesa tambin cree
en ello. Es ella quien, por s misma, pone al trabajo por encima
de todo. Las primeras generaciones burguesas (los capitanes
de industria, por ejemplo) estn conformadas de hombres obsesionados por el trabajo, trabajaban ms que todos. No se
elabora tal moral para contradecir a los dems, sino como justificacin de lo que uno mismo haca. La burguesa no crea
ms en los valores religiosos de lo que crea en las morales tradicionales: esta remplaza el todo por la ideologa que legitima
a la vez lo que ella hace, su estilo de vida, as como el sistema
en s mismo que, ella, la burguesa, organiza e instala. Pero
claro, ya dijimos que como toda ideologa, esta sirve tambin
para disimular, esconder la condicin del proletariado (si trabaja, no es por obligacin u subyugacin, sino por virtud!). No
obstante, es cautivador el constatar que esta ideologa producto de la burguesa se convierte en la ideologa profundamente
arraigada y esencial de la clase obrera y de sus pensadores. Como la mayora de los socialistas, Marx cae en la trampa de esta
ideologa. Aquel tan lcido para con la crtica del pensamiento
[9]

burgus, entra de lleno en la ideologa del trabajo. Los textos


abundan: La historia no es ms que la creacin del hombre
por el trabajo humano. El trabajo ha creado al propio hombre (Engels).
Y aqu tenemos bellos textos del mismo Marx:
En tu uso de mi producto, directamente gozar de la conciencia
de haber satisfecho una necesidad humana y objetivado la esencia
del hombre, de haber sido para ti el medio plazo entre t y el gnero humano, de ser pues conocido y sentido por ti como un complemento de tu propio ser y una parte necesaria de ti mismo. De
saberme confirmado tanto en tu pensamiento como en tu amor, de
haber creado, en la manifestacin individual de mi vida, la manifestacin de tu vida, de haber pues confirmado y realizado directamente en mi trabajo la esencia humana, mi esencia social. 3
Es precisamente en la elaboracin del mundo de los objetos
mediante su trabajo en donde el hombre se afirma realmente
como un ser genrico. Esta produccin es su vida activa. Mediante ella, la naturaleza aparece como su obra y su realidad. Es por
eso que el objeto del trabajo es la objetivacin de la vida genrica
del hombre, pues este se desdobla no solo intelectualmente, como idealmente en la conciencia, sino activa y realmente, y se contempla a s mismo en un mundo creado por l por medio de su
trabajo. 4

Y uno de los despiadados ataques de Marx contra el capitalismo trata justamente sobre este punto: el capitalismo ha
degradado el trabajo humano, hace de l un envilecimiento,
una alienacin. El trabajo en ese mundo no es ya el trabajo.
(Pero olvidaba que fue precisamente ese mundo quien haba
fabricado la noble imagen del trabajo!). El capitalismo debe
ser condenado, entre otras cosas, para que el trabajo pueda
3
4

Karl Marx, Manuscritos de 1844.


Ibd.
[10]

encontrar su nobleza y valor. Por otro lado, Marx atacaba


simultneamente sobre este punto a los anarquistas, los nicos
en dudar de la ideologa del trabajo. En fin: Por esencia, el
trabajo es la manifestacin de la personalidad del hombre. El
objeto producido expresa la individualidad del hombre, su
extensin objetiva y tangible. Es el medio directo de subsistencia, y la confirmacin de su existencia individual. De esta
forma Marx interpreta todo gracias al trabajo, y su clebre demostracin de que solo el trabajo es creador de valor se basa
en esta ideologa burguesa (de hecho, fueron economistas burgueses quienes, antes de Marx, haban hecho del trabajo el
origen del valor). Pero no sern solo los pensadores socialistas
quienes entrarn en esta perspectiva, sino los mismos obreros,
y los sindicatos tambin. Durante todo el final del siglo XIX, se
asiste a una progresin de la palabra Trabajadores. Solo los
trabajadores estn justificados y tienen derecho a ser enaltecidos, en oposicin a los ociosos y a los rentistas que son viles
por naturaleza. Y todava, por trabajador se comprende solamente al trabajador manual. Alrededor de 1900, tendrn lugar
duros debates en los sindicatos para saber si se les puede dar a
los funcionarios, intelectuales y empleados, el noble ttulo de
trabajador. Igualmente en los sindicatos, entre 1880-1914, se
repite sin fin que el trabajo ennoblece el hombre, que un buen
sindicalista debe ser un mejor obrero que los otros; se propaga
el ideal del trabajo bien hecho etc Y, finalmente, todava en
los sindicatos, se exige, antes que cualquier otra cosa, justicia
en la reparticin de los productos del trabajo, o la atribucin
del poder para los trabajadores. As, podemos decir, de forma
muy general, que los sindicatos y los socialistas contribuyeron
a la difusin y fortalecimiento de esta ideologa del trabajo lo
cual, por cierto, es perfectamente comprensible!

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