Realismo Moral: Una Perspectiva Naturalista
Realismo Moral: Una Perspectiva Naturalista
Realismo Moral: Una Perspectiva Naturalista
Revista de Filosofa
Vol. XVI, N0 2, 2004
pp. 185-206
Michael Devitt
City University of New York
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Esta respuesta tiene un problema que abordar luego. No obstante, muchos considerarn que mi respuesta tiene otro problema: no es
semntica en absoluto. Compresela con la siguiente, y ms popular,
respuesta de Geoffrey Sayre-McCord: Encuntrese donde se encuentre el realismo supone aceptar slo dos tesis: (1) las afirmaciones en
cuestin, cuando son interpretadas literalmente, son literalmente verdaderas o falsas (cognitivismo), y (2) algunas de ellas son literalmente
verdaderas. Nada ms.1 Qu quiere decir que algo sea interpretado
literalmente? Para responder a esto, segn Sayre-McCord, necesita-
1
Sayre-McCord, Geoffrey, Introduction: The Many Moral Realisms, en: Sayre-McCord,
Geoffrey (ed.), Essays on Moral Realism, taca: Cornell University Press, 1988, pp. 123, la cita se halla en la p. 5 (en adelante indicaremos primero las pginas entre las
que figura el texto aludido y a continuacin las pginas en las que se encuentra la
mencin especfica en cuestin).
Cf. Sayre-McCord, Geoffrey, Being Realist about Relativism (in Ethics), en:
Philosophical Studies, 61 (1991), pp. 155-176, p. 157.
3
Railton, Peter, Moral Realism: Prospects and Problems, en: Sinnott-Armstrong,
Walter y Mark Timmons (eds.), Moral Knowledge: New Readings in Moral Epistemology,
Oxford: Oxford University Press, 1996, pp. 49-81, pp. 49-50. Cf. tambin, Boyd,
Richard N., How to be a Moral Realist, en: Sayre-McCord, G. (ed.), Essays on Moral
Realism, o.c., pp. 181-228, p. 182; Mason, H.E., Realistic Interpretations of Moral
Questions, en: French, Peter A., Theodore E. Uehling, Jr. y Howard K. Wettstein
(eds.), Midwest Studies in Philosophy, XII: Realism and Antirealism, Minneapolis:
University of Minnesota Press, 1988, pp. 413-432, p. 413; Nagel, Thomas, The View
From Nowhere, Oxford: Oxford University Press, 1986, p. 139.
4
Cf. Leplin, Jarrett, Introduction, en: Leplin, Jarettt (ed.), Scientific Realism, Berkeley:
University of California Press, 1984, pp. 1-7, pp. 1-2.
5
Algunos ejemplos adicionales: Hesse, Mary, Laws and Theories, en: Edwards, Paul
(ed.), The Encyclopedia of Philosophy, Nueva York: Macmillan, vol. IV, 1967, pp. 404410, p. 407; Hooker, Clifford A., Systematic Realism, en: Synthese, 51 (1974), pp. 409497, p. 409; Papineau, David, Theory and Meaning, Oxford: Clarendon Press, 1979, p.
126; Ellis, Brian, Rational Belief Systems, Oxford: Basil Blackwell, 1979, p. 28; Boyd,
Richard N., The Current Status of Scientific Realism, en: Leplin, J. (ed.), Scientific
Realism, o.c., pp. 41-82, pp. 41-42; Miller, Richard W., Fact and Method: Explanation,
Confirmation and Reality in the Natural and Social Sciences, Princeton: Princeton University
Press, 1987; Fales, Evan, How to be a Metaphysical Realist, en: French, P.A., T.E.
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Uehling, Jr. y H.K. Wettstein (eds.), o.c., pp. 253-274, pp. 253-254; Jennings, Richard,
Scientific Quasi-Realism, en: Mind, 98 (1989), pp. 223-245, p. 240; Matheson, Carl,
Is the Naturalist Really Naturally a Realist?, en: Mind, 98 (1989), pp. 247-258; Kitcher,
Philip, The Advancement of Science: Science without Legend, Objectivity without Illusions,
Nueva York: Oxford University Press, 1993; Brown, James Robert, Smoke and Mirrors:
How Science Reflects Reality, Nueva York: Routledge, 1994.
6
Mackie, John, The Subjectivity of Values, en: Sayre-McCord, G. (ed.), Essays on
Moral Realism, o.c., pp. 95-118, p. 95 (se trata de una reimpresin de Ethics: Inventing
Right and Wrong, Nueva York: Penguin, 1977, captulo 1).
7
Devitt, Michael, Realism and Truth, Princeton: Princeton University Press, 2a. ed. con
un nuevo eplogo, 1997, captulo 4 y seccin A.2.
8
Cf. Sayre-McCord, Introduction: The Many Moral Realism, o.c.
9
...the disquotational property of the term... (N. del T.).
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tra argumentacin ha sido errneo: en lugar de utilizar la doctrina semntica como evidencia en contra del realismo, deberamos utilizar el
realismo como evidencia en contra de tal doctrina. Deberamos, como
me complace decir, poner a la metafsica en primer lugar.
El naturalismo respalda esta respuesta mooreana. Las doctrinas
semnticas que figuran en los argumentos en contra del realismo son
tpicamente presentadas como si se las conociera a priori. Pero el aspecto epistemolgico del naturalismo rechaza del todo el conocimiento a
priori: de este modo, la filosofa se hace continua con la ciencia11. Asimismo, las problemticas doctrinas semnticas no tienen un estatus
especial: son simplemente algunas de entre las diversas hiptesis empricas sobre el mundo en el que vivimos. Como tales, no son comparables con el realismo moral en cuanto al fundamento de evidencias que
puedan ofrecer. La experiencia nos ha enseado bastante sobre lo que
es bueno y correcto, pero ms bien poco sobre el lenguaje que usamos
para hablar de lo que es bueno y correcto. As, la semntica es, simplemente, un punto de partida incorrecto para nuestro argumento12.
Hasta el momento he venido sosteniendo lo que no es el realismo
moral, no es una doctrina semntica. Es tiempo de decir algo ms sobre
11
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lo que es. Este realismo, como muchos otros, tiene dos dimensiones:
una dimensin de existencia y otra de independencia13.
La idea general de la dimensin de independencia es que la realidad moral es independiente de la mente. RM1 captura esto al afirmar
que los hechos morales son objetivos. Son objetivos en la medida en
que no estn conformados por nuestros sentimientos, opiniones, convenciones sociales, por la capacidad de sntesis de nuestra mente, ni
por nuestra imposicin de conceptos, teoras o lenguajes. Todas las variedades de subjetivismo y relativismo rechazan la dimensin de independencia de RM1.
RM1 captura la dimensin de existencia en su compromiso con los
hechos morales; y se es su problema. Quien defiende el realismo moral, debera comprometerse realmente con los hechos, a los que Quine
considerara criaturas de la oscuridad? Ciertamente no. Con seguridad, se puede ser una defensora del realismo moral sea cual fuere la
posicin que se tenga en el controversial asunto del estatus ontolgico
de los hechos. Podemos entonces tomar el discurso sobre los hechos
como un simple modo de hablar, conveniente, pero parafrasearlo en el
momento decisivo? Por supuesto que podemos:
RM2: Existen personas y acciones que son, en trminos objetivos, moralmente buenas, malas, honestas, engaosas, amables,
poco amables, etc. (virtudes y vicios); acciones que, objetivamente, deberan o no llevarse a cabo (deberes); personas que
objetivamente tienen un derecho moral a la privacidad, a tener
ingerencia en sus propias vidas, etc. (derechos).
No hay una controversia relevante sobre la existencia de personas
y acciones. De esta forma, RM2 coloca la controversia en el lugar apropiado: en torno a si algunas personas son objetivamente honestas, si
algunos actos son objetivamente aqullos que deberamos realizar, etc.
De todos modos, el discurso de RM1 sobre los hechos produce un atajo
muy conveniente. En consecuencia, seguir utilizando ese discurso teniendo en cuenta que, de ser necesario, puede ser siempre parafraseado siguiendo la lnea de RM2.
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Cf. Blackburn, Simon, Spreading the Word: Groundings in the Philosophy of Language,
Oxford: Clarendon Press, 1984; Essays in Quasi-Realism, Nueva York: Oxford
University Press, 1993; Realism, Quasi, or Queasy?, en: Haldane, John y Crispin
Wright (eds.), Reality, Representation, and Projection, Nueva York: Oxford University Press,
1993, pp. 365-383.
15
Cf. Devitt, Michael, The Metaphysics of Nonfactualism, en: Tomberlin, James E.
(ed.), Philosophical Perspectives, 10: Metaphysics, Cambridge Mass.: Blackwell Publishers,
1996, pp. 159-176; Realism and Truth, o.c., secciones A.3-A.10.
16
Cf., por ejemplo, Ayer, Alfred Jules, Language, Truth and Logic, Nueva York: Dover
Publications, 1952, p. 89; Sayre-McCord, G., Introduction: The Many Moral Realisms,
o.c., p. 7; Boghossian, Paul, The Status of Content, en: Philosophical Review, 99 (1990),
pp. 157-184, revsese especialmente las pp. 157-161, 166; Boghossian, Paul, The
Status of Content Revisited, en: Pacific Philosophical Quarterly, 71 (1990), pp. 264-278,
especialmente la p. 266.
17
Cf., por ejemplo, Ayer, A.J., o.c., p. 103; Haldane, John y Crispin Wright,
Introduction, en: Haldane, J. y C. Wright (eds.), Reality, Representation, and Projection,
o.c., pp. 3-12, especialmente la p. 11; Hale, Bob, Can There Be a Logic of Attitudes?,
en: Haldane, J. y C. Wright (eds.), Reality Representation and Projection, o.c., pp. 337-363,
especialmente la p. 337.
18
Cf., por ejemplo, Ayer, A.J., o.c., p. 107; Wright, Crispin, Realism, Antirealism,
Irrealism, Quasi-Realism, en: French, P.A., T.E. Uehling, Jr. y H.K. Wettstein (eds.),
o.c., pp. 25-49, p. 29; Sayre-McCord, G., Introduction: The Many Moral Realisms, o.c.,
p. 4; Blackburn, S., Essays in Quasi-Realism, o.c., pp. 3, 60; Haldane, J. y C. Wright,
Introduction, o.c., pp. 11-12.
19
Cf., por ejemplo, Ayer, A.J., o.c., pp. 103, 107; Sayre-McCord, G., Introduction: The
Many Moral Realisms, o.c., p. 5; Boghossian, P., The Status of Content, o.c., pp. 160161, 164; Boghossian, P., The Status of Content Revisited, o.c., p. 266; Blackburn, S.,
Essays in Quasi-Realism, o.c., p. 60; Hale, B., o.c., pp. 337, 340; Haldane, J. y C. Wright,
Introduction, o.c., p. 11.
20
Cf., por ejemplo, Wright, C., Realism, Antirealism, Irrealism, Quasi-Realism,
o.c., p. 29; Sayre-McCord, Geoffrey, Preface, en: Sayre-McCord, G., Essays on
Moral Realism, o.c., pp. ix-xii, revsese especialmente las pp. ix-x; Boghossian, P.,
The Status of Content, o.c., p. 160; Haldane, J. y C. Wright, Introduction, o.c., p.
12.
21
Cf., por ejemplo, Ayer, A.J., o.c., pp. 103, 107; Sayre-McCord, G., Introduction: The
Many Moral Realisms, o.c., pp. 4, 8; Boghossian, P., The Status of Content, o.c., p.
160; Blackburn, S., Essays in Quasi-Realism, o.c., pp. 3, 60; Realism, Quasi, or Queasy?,
o.c., p. 365; Hale, B., o.c., p. 337; Haldane, J. y C. Wright, Introduction, o.c., p. 11.
En sentido estricto, estas descripciones del no-cognitivismo necesitan ciertas reservas,
pues tales oraciones pueden ser parcialmente aseveraciones, parcialmente oraciones
dotadas de condiciones de verdad y parcialmente fcticas. Podemos, sin embargo, ignorar
dichas reservas.
22
Cf., por ejemplo, Ayer, A.J., o.c., p. 89; Boghossian, P., The Status of Content, o.c.,
pp. 157-159, 161-162; Blackburn, S., Essays in Quasi-Realism, o.c., p. 3.
23
Cf., en particular, Wright, C., Realism, Antirealism, Irrealism, Quasi-Realism, o.c.,
pp. 29-30; Sayre-McCord, G., Preface, o.c., pp. ix-x, 4; Blackburn, S., Essays in QuasiRealism, o.c., pp. 3, 52, 57; Hale, B., o.c., p. 337; Railton, Peter, What the Non-Cognitivist
Helps Us to See the Naturalist Must Help Us to Explain, en: Haldane, J. y C. Wright
(eds.), Reality, Representation, and Projection, o.c., pp. 279-300, especialmente la p. 280.
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objetivamente un derecho moral a la privacidad, a tener ingerencia en sus propias vidas, etc. (derechos). Que esto sea as
est sujeto a explicacin y cumple un papel en las explicaciones causales24.
O, retomando nuestro conveniente modo de hablar, podemos decir
brevemente: existen hechos morales objetivos que estn sujetos a explicaciones y cumplen un papel en las explicaciones causales.
2. Por qu creer en l?
Por qu deberamos creer en el realismo moral? Prima facie, l es
plausible. Constituye una parte central del punto de vista de las personas del mundo en general y, no hace mucho tiempo (antes de la plaga
posmoderna), era una parte central del punto de vista de las ciencias
sociales tambin. Las explicaciones morales parecen funcionar: que las
explicaciones den cuenta de los hechos morales parece ser exitoso; la
crueldad de una persona funciona tan bien para explicar su comportamiento como la inteligencia de otra. El realismo moral hace que la discusin y el desacuerdo morales tengan sentido. A la luz de todo esto,
deberamos ceder slo ante argumentos contundentes.
En la siguiente seccin analizar crticamente diversos argumentos en contra del realismo moral. El argumento ms inquietante lo abordar en la ltima seccin. De acuerdo a ese argumento, el realismo
24
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moral no puede encajar en un modo de ver el mundo que sea naturalista. Cmo es que los hechos morales se vinculan con los hechos relativos a las personas, a la sociedad y al mundo en general? La respuesta
debe ser que los hechos morales son parte del mundo natural. Esto equivale a afirmar que tales hechos deben depender en ltima instancia de
los hechos de la fsica, tal como sucede con los de la qumica, la biologa
y la psicologa. No se est afirmando aqu alguna burda reduccin. La idea
es, ms bien, que existe una jerarqua de niveles de hechos, cada uno
de los cuales es autnomo hasta cierto punto y, sin embargo, recaen o
sobrevienen en un nivel ms bajo hasta que llegamos a la fsica.
El proyecto naturalista consiste, entonces, en mostrar que los hechos morales sobrevienen de algn modo en los hechos psicolgicos y
sociales, particularmente en los hechos psicolgicos y sociales ejemplificados en los seres humanos y sus sociedades. No hay necesidad de dar
definiciones naturalistas a priori de los trminos morales, definiendo,
as, x es bueno como x es N, y cometiendo entonces la falacia naturalista. La tesis segn la cual un hecho moral sobreviene en determinados hechos no morales no podra ser cognoscible a priori; se trata de una
tesis emprica. En consecuencia, el proyecto naturalista no slo es naturalista en trminos metafsicos sino tambin epistemolgicos.
Finalmente, una muy buena razn en favor del realismo moral es
la imposibilidad de todas las alternativas. La teora del error tiene el
problema de todo eliminativismo: negar una realidad comnmente aceptada. Con seguridad tal negacin es correcta en algunas ocasiones el
atesmo, por ejemplo, pero suele ser difcil de defender y lo es en el caso
de la moral. Todas las versiones de subjetivismo y relativismo tienen
dificultades bien conocidas para dar cuenta de aspectos centrales de la
vida moral, as como del desacuerdo y la discusin morales. El no-cognitivismo no puede dar cuenta de las explicaciones morales y no ha logrado an ofrecernos una semntica convincente para las oraciones
complejas con contenidos morales, en particular para los condicionales
(si romper una promesa est mal, entonces Fred debera haber hecho
A). En sntesis, el realismo es la mejor teora disponible.
3. Argumentos en contra
El argumento proveniente de la extraeza
Quizs el argumento ms popular en contra del realismo moral
naturalista provenga de la idea de que los juicios morales son parcialmente prescriptivos, directivos u orientadores de la accin, el solo hecho de conocer (realidades morales) o verlas simplemente no les dir a
los hombres qu hacer, pero asegurar que lo hagan, rechazando cualquier inclinacin contraria25. Mackie resume el punto de vista de Platn de la siguiente manera: La forma del Bien es tal que su conocimiento
provee a quien la conozca una direccin, as como un motivo imperioso,
el fin debe ser la consecucin incorporada a l mismo26. Encontramos
perspectivas similares en Kant y Sidgwick. As, el argumento en contra
del realismo moral es que cualquier hecho vinculado de esta forma a las
acciones es, como dice amablemente Mackie, extrao. Cmo podra
el naturalismo dar cabida a esta suerte de hecho extrao?
Para responder a esta pregunta debemos distinguir dos afirmaciones: (i) la que sostiene que tomar conciencia del hecho necesariamente
da una razn para la accin pues el hecho es prescriptito y normativo; (ii)
la afirmacin segn la cual tomar conciencia del hecho necesariamente motiva la accin, causando sentimientos y deseos que usualmente son
imperiosos, lo que conduce a una intencin de actuar, de manera que el
agente normalmente actuar moralmente. Railton describe esto en los
siguientes trminos: un juicio moral J slo puede ser sinceramente
formulado o aseverado por alguien que est (o cree estar) motivado hasta cierto punto para actuar de acuerdo con J o bien para sentirse culpable por no hacerlo.27
La afirmacin (i) no constituye un problema para el naturalismo.
Lo que describe es la naturaleza categrica de las razones morales. Por
qu debera yo hacer lo que debo hacer, hacer lo que es correcto, y promover el bien? sa es una pregunta intrnseca a la moral, una pregun-
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trao no tiene la opcin de ver lo amoral como emocionalmente trastornado, pues la esencia misma de la amoralidad es no estar concernida
con la moral. As, la idea debe ser que las personas amorales simplemente no son conscientes de los hechos morales. Pero, nuevamente, la
evidencia de lo que dice la gente va en contra de esto. El principal problema de las personas amorales no es que no sean conscientes de la moral,
sino que la moral no los mueve. (c) Por ltimo, los fenmenos de lo inmoral y lo amoral son simplemente ejemplos extremos de los seres humanos en cuanto fenmenos, aparte quizs de algunos santos. De vez en
cuando la mayora de nosotros reconoce algo que deberamos hacer pero
nos quedamos tristemente impasibles ante ello: s que debo pero
En contraste con ello, la perspectiva de la independencia puede tratar esos casos con facilidad, tomando en cuenta la naturaleza y la crianza
para explicar psicolgicamente esos diversos sentimientos morales: l
naci malvado, ella no fue criada de forma adecuada, y as sucesivamente. Richard Boyd ha sugerido, de manera plausible, que esos sentimientos estn vinculados con una falta de simpata28. Yo prefiero hablar
de empata. Una persona que no es capaz de ponerse a s mismo en el
lugar del otro seguramente carecer de sentimientos morales. La empata hace que los hechos morales sean relevantes desde el punto de vista
de la motivacin29. Algunas personas, sea por la razn que fuere, carecen
de esta empata y, en consecuencia, carecen de sensibilidad moral.
El argumento proveniente de la relatividad
Otro argumento popular en contra del realismo moral se concentra
en la diversidad y el desacuerdo morales. Mackie se refiere a la bien
conocida variacin de los cdigos morales de una sociedad a otra y de un
perodo a otro; consideremos, por ejemplo, la esclavitud, el canibalismo y
el infanticidio. Existen diferencias al interior de las sociedades contemporneas en torno al sexo, al aborto, a la pena capital y al vegetarianismo.
Segn Mackie, tales diferencias no parecen provenir de inferencias especulativas o hiptesis explicatorias basadas en evidencia inadecuada,
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Harman, Gilbert y Judith Jarvis Thomson, Moral Relativism and Moral Objectivity,
Cambridge, Mass.: Blackwell Publishers,1996, p. 205.
33
Harman, Gilbert, Ethics and Observation, en: Sayre-McCord, G., Essays on Moral
Realism, o.c., pp. 119-124, en especial la p. 121 (se trata de una reimpresin del
captulo 1 de The Nature of Morality, Nueva York: Oxford University Press, 1977).
34
Ibid., p. 122.
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Harman comienza su libro con la pregunta: Pueden los principios morales ser probados y confirmados a la manera en que pueden serlo los principios cientficos?37. l piensa que no.
35
Sturgeon, Nicholas L., Moral Explanations, en: Sayre-McCord, G., Essays on Moral
Realism, o.c., pp. 229-255, p. 234.
36
Harman, Gilbert, Moral Explanations of Natural Facts. Can Moral Claims be Tested
Against Moral Reality?, en: Southern Journal of Philosophy, 24 (1986), pp. 57-68, p. 64.
37
Harman, G., Ethics and Observation, o.c., p. 119.
2.
38
Ibid., p. 120.
Mackie, J., o.c., p. 111.
40
Cf. Sturgeon, N.L., o.c., p. 231.
41
Harman, G., Moral Explanations of Natural Facts. Can Moral Claims be Tested Against
Moral Reality?, o.c., p. 59.
39
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posicin realista. Podemos observar los hechos bsicos de manera directa (personas que mueren, que viven en la miseria, etc.), o bien podemos
observar los sntomas de los hechos ms bsicos (del dolor, de las intenciones, del carcter, etc.). Tenemos una idea aproximada sobre la manera cmo los hechos morales sobrevienen all; por ejemplo, en el dolor
del gato quemado, en las intenciones de los maleantes. En este sentido,
la situacin es similar a la de diversos casos en los cuales los hechos
sobrevienen. En consecuencia, consideramos que podemos hablar legtimamente de observar hechos sociales en base a observar hechos ms
bsicos sobre los cuales ellos sobrevienen.
Naturalmente, las observaciones de los hechos morales estn cargadas de teora. Pero lo mismo sucede con la observacin de cualquier
hecho. Cualquier observacin que hagamos est influenciada de un modo
u otro por un trasfondo de teora y opinin; por ejemplo, por la opinin de
que no estamos bajo la influencia de una droga alucingena. Esta carga
terica ha sido cuidadosamente establecida en la filosofa de la ciencia y
la psicologa. Como Boyd dice, las intuiciones morales son como las intuiciones determinadas por la teora en la ciencia, las mismas que el
realista cientfico toma como ejemplos de juicios entrenados y epistemolgicamente confiables 42.
4. Realizando el proyecto naturalista
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Concluir con algunas breves e insuficientes sugerencias al proyecto naturalista, basndome en Boyd y Railton. Estas sugerencias no
constituyen ms que gestos al inicio del proyecto. Sin embargo, en primer lugar, cun preocupado debera estar el realista moral en relacin
con el estado incompleto del proyecto? Es sa una razn suficiente para
rehusarse a creer en el realismo moral? Tal como se presentan las circunstancias, creo que no. Por supuesto, de ser distintas las circunstancias sera racional rehusarse a creer en l:
(i)
42
Si hubiera otras razones persuasivas en contra del realismo moral. Pero he sostenido que no las hay.
(ii)
(iii)
(iv)
Si las atribuciones morales no fueran exitosas, si las explicaciones morales no funcionaran. Pero las explicaciones son exitosas.
Si hubiera alternativas persuasivas para el realismo moral. Pero
he sostenido que no las hay.
Finalmente el punto ms pertinente, si no tuvisemos idea alguna sobre cmo realizar el proyecto naturalista o, peor an, si
tuvisemos una buena razn para pensar que no podra ser realizado. Pero se est muy lejos de ser el caso. Tenemos ya una buena idea sobre los hechos psicolgicos y sociales que son
moralmente relevantes. Sabemos dnde buscar los hechos que subyacen a la moral.
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En sntesis, Boyd apela a los bienes humanos y Railton a los intereses humanos. Estas aproximaciones son aceptables en trminos naturalistas y parecen prometedoras.
He defendido una perspectiva no semntica, puramente metafsica, de la naturaleza del realismo moral. He propuesto algunas razones
para creer en l. He rechazado cuatro argumentos en su contra. Finalmente, he ofrecido algunas breves ideas sobre la realizacin del proyecto naturalista.
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