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CONFLUENZE Vol. 1, No. 2, pp 71-80, ISSN 2036-0967, 2009, Dipartimento di Lingue e Letterature
Straniere Moderne, Universit di Bologna
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extraordinario si se piensa que lo criollo, erigido por las clases dirigentes como
monumento nacional a fin de contrarrestar lo que sentan ser el brbaro aluvin
transatlntico, fue especialmente tentador como frmula de redefinicin (y
sobrevivencia) identitaria para los sectores inmigrantes. El registro elegaco que
en los sainetes y otros exponentes del gnero chico criollo toma, precisamente,
lo criollo (siempre a punto de evanescerse frente a los brbaros
recienllegados) es otro sntoma de esta suerte de culpa por aquello que el
discurso social sobre la inmigracin soli representar como una lisa y llana
usurpacin1.
Nada de esto ocurre en Porchia, cuya propuesta esttica (plasmada en
Voces, una serie de aforismos comenzada a publicar en 1943) se encuentra, a su
vez, muy lejos del colorido cocoliche con el cual el sainete y la tradicin del
teatro popular argentino representaron usualmente la lengua de los
inmigrantes italianos. Lengua bestial e ndice (como en el antolgico Don Chicho
de Novin) de bajeza y degradacin espiritual, el macarronismo se lee en esta
tradicin menos como posibilidad de encuentro o (como en el Ju Bananre
brasileo) de cida crtica social, que como marca de una tenaz opacidad
lingstica que sus autores (sintomticamente, en su gran mayora,
descendientes de inmigrantes) buscaran vanamente redimir.
Quizs no haya mejor ejemplo de la limpidez lxica de Porchia que
aquellas voces que operan una especie de lexicografa de lo inefable; voces que
(de forma semejante a las nomenclaturas con las cuales, tal vez, Porchia
aprendiera en Italia su lengua referencial)2 adquieren el formato de la definicin
conformando un verdadero diccionario del espritu:
Ser es obligarse a ser. Y obligarse a ser es obligarse a ser. No es ser. (Porchia,
2002, p. 99)
Nada no es solamente nada. Es tambin nuestra crcel. (Porchia, 1978, p. 22).
Todo: lo grande de los pequeos. Nada: lo grande de los grandes. (Porchia,
1978, p. 55)
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Gasparini, Pablo Adnde vamo a par cun lidioma?: sobre inmigrantes y extranjeros en las
letras argentinas en Insula. Dossier sobre malas escrituras. Organizacin: Julio Prieto (en
prensa).
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supo hacer a Dios; Porchia, 1978, p. 51)4 y de su falta de una literal voz poltica
(slo una de sus voces, en todo caso, podra leerse de esta manera: En todas
partes mi lado es el izquierdo. Nac de ese lado; Porchia, 1978, p. 88).
Del anarquismo (que, a travs de figuras como Carlo Pisacane,
promovi, principalmente al sur de Italia, una revolucin nacional que fuese
antes que nada una revolucin social capaz de liberar a los campesinos del
yugo de los terratenientes)5 podra decirse que encontraramos la limpidez del
lema poltico (intercalado en los textos doctrinarios anarquistas cual axiomas
listos a ser gritados/utilizados: La propiedad es un robo!, escribe y declara el
precursor Proudhon) y una enunciacin que pasa, por lo comn, por la
expresin categrica y sinttica de un saber cuyo nico valor es el de conducir a
la praxis, el de afectar y alterar el curso de la vida6. Del cristianismo,
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Sobre la misma cuestin, podramos apuntar estas otras dos voces: Dios le ha dado mucho al
hombre; pero el hombre quisiera algo del hombre (Porchia, 1978, p. 31); Cuando no me ves
perdido quisieras verme perdido, para salvarme. Eres igual a tu dios, (Porchia, 1978, p.119).
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El inters de los anarquistas italianos en la incorporacin de los campesinos es permanente en
la historia de este movimiento en la pennsula itlica. En el congreso anarquista de Bologna de
1873 se lleg a la conclusin de penetrar en los catorce millones de campesinos de la
Lombarda y de las provincias del sur, que sufren debido a la fiebre y el hambre y aguardan
ansiosamente la hora de la emancipacin (Apud Woodcock, 2002, p. 158).
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De hecho, el La proprit, cest le vol! de Proudhon, constituye el incipit del clebre estudio
de este filsofo (Quest-ce que La Proprit?, 1840), tan decisivo para el pensamiento libertario.
Proudhon sabe, adems, que este lema se presta a ser gritado en las manifestaciones
revolucionarias : La proprit, cest le vol! Voici le tocsin de 93! Voici le branle-bas des
rvolutions! (Proudhon, 1926, p.132). Aunque su autora sea en verdad controvertida, este
lema expresa de forma paradigmtica una retrica poltica que, aun en textos tericos y
doctrinarios, parece no poder resistirse a la emergencia de lo aforstico, tanto como forma de
sintetizar (a manera de conclusin) las argumentaciones expuestas en los mismos como as
tambin como forma de instigar a la praxis (presentando una frase ya cristalizada para
movilizar y convencer al pblico). De esta manera, Pisacane en sus Saggi (una serie de textos
escritos durante su exilio en Francia y a travs de los cuales este militante anarquista se revela
un asiduo lector del socialismo utpico y de Proudhon) promueve una propaganda mediante
la accin, echando mano de una discursividad fuertemente poltica que aprovecha, de hecho,
la forma retrica del lema. Sentencias como Las ideas resultan de las acciones y no las
ltimas de las primeras, El pueblo no ser libre cuando tenga educacin, sino que slo tendr
educacin cuando sea libre se introducen en su escritura como mximas que, eventualmente,
pueden ser apropiadas por otros partidarios para inducir a la accin o para explicar
brevemente, como en estos ejemplos extrados de Saggio su la Rivoluzione, la doctrina: Il
despota regna con la sciabola, il re costituzionale con loro(Pisacane, 1942, p. 88), I bisogni
sono i limiti della libert (130), La dittatura debbe essere potente; se non tale non
dittatura (195). Podramos finalmente afirmar que esta praxis se desprende en Porchia de la
autoridad del lema y que en lugar de esa autoridad se instala una franca direccin hacia el otro.
Por cierto, las voces de Porchia no son producto o estn dirigidas a una nica voz, sino que se
dicen desde el vaco de los pronombres sujetos y de decticos (yo, t, aqu, aquello,
etc.). Este juego pronominal y dectico no slo deslegitima la univocidad del origen (de aquella
autoridad del gnomon de la cual Porchia prefiere prescindir) sino tambin la de su destinatario
o destinatarios: estas voces son, de pleno derecho, de cualquiera que se diga a partir de ellas;
como si lo que finalmente importase fuese menos la apropiacin o formacin de cierta voz
personal que la entrega de la propia voz a los otros, la procura de una praxis que, como dicen
muchos de los aforismos de Porchia pudiese revelar lo propio en lo ajeno y viceversa (Cuando
busco mi existencia, no la busco en m; Porchia, 1978, p. 58). La perpetuacin de estos
aforismos bajo la forma de grafittis (Juarroz dice haber encontrado una de las voces de Porchia
escrita en la pared de un hospital) o aun bajo la forma de memoria colectiva rescatada al
comienzo de este artculo, parece confirmar as esta alianza entre anonimato del autor, oralidad
y conversin de la letra privada en letra pblica permitida por el carcter dialgico y la
pluralidad enunciativa de esta escritura.
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En efecto, a pesar que esta voz haya sido radicalmente suprimida por Porchia, el campo
agramatical que la misma abra, y que opera sobre cierto conflicto con la anfora pronominal,
podra encontrarse en muchas otras de sus voces. En este sentido, por ejemplo, cierto efecto de
hipercorreccin parece llevar a la supresin de toda deixis anafrica suscitando una hiperblica
reiteracin: Y si no hay nada que es igual al pensamiento y no hay nada sin el pensamiento, o
el pensamiento es slo pensamiento o el pensamiento es todo (Porchia, 1978, p. 75); Cuanto
existe con el hombre, sin el hombre, es cuanto existe con el hombre? Es como existe con el
hombre?, existe? (Porchia, 1978, p. 81); La tierra y el cielo me han dado la tierra y el cielo. Y
qu poco han necesitado darme la tierra y el cielo, para darme la tierra y el cielo (Porchia, 2002,
p. 83). Entre el pleonasmo y la supresin (y antanaclasis mediante) encontraramos, por otro
lado, cierta adulteracin de la reiteracin que permite transformar la mera anttesis (que rige la
cartesiana lengua del mundo) en paradoja y lengua del misterio, transformacin que siempre
aparece inscripta en un acto de desprendimiento por el cual lo prosaico, aun dicindose con el
mismo significante, logra referirse a lo inefable: El lodo, apartndolo del lodo, no es ms lodo
(Porchia, 1978, p. 21); Para librarme de lo que vivo, vivo (Porchia, 1978, p. 88). Por ltimo, y
teniendo en cuenta la paranomasia que las voces parecen establecer entre el pronombre
complemento lo y el artculo neutro lo (como, por ejemplo, en la rpida sucesin de estos
elementos en Lo mo y lo de todos, despus de buscarlos por todo, slo hall lo de todos;
Porchia, 2002, p. 80), el poeta parece encontrar en los mismos tanto la va para decir su estar en
el mundo (De lo que me ofende, lo nico que me ofende es defenderme; Porchia, 2002, p. 56)
como una asumida descomposicin del yo, ya que lejos de decirse como un todo unitario es
frecuente, como en el incipit de varias voces, su predicacin partitiva: Lo profundo de m es
todo, Soy lo bajo y lo alto de m, Lo que hay fuera de m; llegando, en ocasiones, a los
lmites de la trasgresin como en Lo antes que yo y lo despus que yo casi se han unido, casi
son uno solo, casi se han quedado sin yo, (Porchia, 1978, p. 97).
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En efecto, lejos de vivenciar la cultura como un elemento natural y nico (tal como la
vivenciara el sedentario o, en trminos de Flusser, el monoglota) o aun (como le sera exigido
al inmigrante) como un proceso por el cual una cultura debe ser sustituida por otra, el aptrida
sin fundamento tendra el privilegio (en Flusser fatdico) de pairar (hesitar) entre varias
culturas (Flusser, 2007, p. 69), experiencia que aqu asemejamos al paradigma universalizante
pos-criollista de Borges caracterizado por su conviccin de que la tradicin de la literatura
argentina es toda la cultura occidental.
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En lo que respecta a la posible normalizacin de la voz citada (Quien hace lo que hace como
sabiendo hacer lo que hace, no lo hace consigo lo que hace, y no es suyo lo que hace) se
perdera, de hecho, el efecto de no identidad del objeto, aquella falta de proximidad entre el
objeto del saber y el objeto del hacer, traicionando el sentido que la voz parece estar
instaurando al remitir todo objeto al mero hacer.
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En este sentido, podemos afirmar que Porchia desde mucho antes de su llegada a la
Argentina estaba ya internacionalizado, slo que en el sentido que Silviano Santiago
rubricara bajo el ttulo de cosmopolitismo del pobre. Su temprana adhesin a la primera
organizacin obrera argentina (la FORA, Federacin Obrera de la Repblica Argentina), su
participacin en la revista de izquierda La Fragua (donde, entre 1938 y 1939 publica sus
primeras voces) y la fundacin en 1941, junto a otros inmigrantes italianos, de la Asociacin de
Artes y Letras Impulso (de cuo anarco-socialista), no slo se explican por el hecho de ser un
trabajador (trabalhador e imigrante so afirma Sayad (1998, p. 54) quase um pleonasmo)
sino, y principalmente, por la clara orientacin cosmopolita y universalista del movimiento
obrero argentino, orientacin esta no slo compatible con las matrices internacionalistas que lo
fundaron (el anarquismo, el socialismo, el comunismo) sino tambin por el relevante hecho de
que la mayor parte de los obreros argentinos eran, precisamente, extra-territoriales.
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