Leccionario para Las Exequias - A4

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LECCIONARIO PARA LAS EXEQUIAS

DE ADULTOS

LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO


LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO
SALMOS RESPONSORIALES
ALELUYA y VERSCULOS ANTES del EVANGELIO
EVANGELIOS

LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO


I
Yo s que est vivo m Vengador

Lectura del libro de Job 19, 1. 23-27


Respondi Job:
Ojal se escribieran mis palabras,
ojal se grabaran en cobre,
con cincel de hierro y en plomo
se escribieran para siempre en la roca!
Yo s que est vivo mi Vengador
y que al final se alzar sobre el polvo:
despus que me arranquen la piel,
ya sin carne, ver a Dios;
yo mismo lo ver, y no otro,
mis propios ojos lo vern.
Desfallezco de ansas en mi pecho!

Palabra de Dios.

II
Los recibi como sacrificio de holocausto
El texto entre [ ] puede suprimirse por razones pastorales.

Lectura del libro de la Sabidura 3, 1-9


La vida de los justos est en manos de Dios
y no los tocar el tormento.
La gente insensata pensaba que moran,
consideraba su trnsito como una desgracia,
su partida de entre nosotros, como una destruccin;
pero ellos estn en paz.
La gente pensaba que eran castigados,
pero ellos esperaban seguros la inmortalidad.
Sufrieron un poco, recibirn grandes favores,
porque Dios los puso a prueba,
y los hall dignos de s:
los prob como oro en crisol,
los recibi como sacrificio de holocausto.
[El da de la cuenta resplandecern ellos
como chispas que prenden por un caaveral.
Gobernarn naciones, sometern pueblos,
y su Seor reinar eternamente.
Los que en l confan conocern la verdad
y los fieles permanecern con l en el amor,
porque sus elegidos encontrarn gracia y misericordia.]

Palabra de Dios.
3

III
La edad avanzada, una vida sin tacha

Lectura del libro de la Sabidura 4, 7-15


El justo, aunque muera prematuramente,
tendr el descanso.
Vejez venerable no son los muchos das,
ni se mide por el nmero de los aos;
que las canas del hombre son la prudencia,
la edad avanzada, una vida sin tacha.
Agrad a Dios, y Dios lo am,
viva entre pecadores, y Dios se lo llev;
lo arrebat, para que la malicia no pervirtiera su conciencia,
para que la perfidia no sedujera su alma.
La fascinacin del vicio oscurece lo bueno,
el vrtigo de la pasin pervierte una mente sin malicia.
Madurando en pocos aos, llen mucho tiempo.
Como su alma era agradable a Dios,
lo sac aprisa de en medio de la maldad.
Lo vieron las gentes, pero no lo entendieron,
no reflexionaron sobre ello;
la gracia y la misericordia son para los elegidos del Seor
y la visitacin para sus santos.

Palabra de Dios.

IV

Aniquilar la muerte para siempre

Lectura del Profeta Isaas 25, 6a. 7-9


En aquel da, preparar el Seor de los Ejrcitos,
para todos los pueblos, en este monte,
un festn de manjares suculentos.
Y arrancar en este monte
el velo que cubre a todos los pueblos,
el pao que tapa a todas las naciones.
Aniquilar la muerte para siempre.
El Seor Dios enjugar
las lgrimas de todos los rostros,
y el oprobio de su pueblo
lo alejar de todo el pas.
Lo ha dicho el Seor.
Aquel da se dir:
aqu est nuestro Dios,
de quien esperbamos que nos salvara;
celebremos y gocemos con su salvacin.

Palabra de Dios.

Es bueno esperar en silencio la salvacin del Seor

Lectura del libro de las Lamentaciones 3, 17-26


Me han arrancado la paz
y ni me acuerdo de la dicha;
me digo: se me acabaron las fuerzas
y mi esperanza en el Seor.
Fjate en mi afliccin y en mi amargura,
en la hiel que me envenena;
no hago ms que pensar en ello
y estoy abatido.
Pero hay algo que traigo a la memoria
y me da esperanza:
Que la misericordia del Seor no termina
y no se acaba su compasin;
antes bien se renuevan cada maana.
Qu grande es tu fidelidad!
El Seor es mi lote, me digo,
y espero en l.
El Seor es bueno para los que en l esperan
y lo buscan;
es bueno esperar en silencio, la salvacin del Seor.

Palabra de Dios.

VI

Los que duermen en el polvo despertarn

Lectura del Profeta Daniel 12. 1-3


En aquellos das, yo, Daniel, estaba llorando
y o esta palabra del Seor:
En el tiempo aquel se levantar Miguel,
el arcngel que se ocupa de tu pueblo:
Sern tiempos difciles, como no los ha habido
desde que hubo naciones hasta ahora.
Entonces se salvar tu pueblo:
todos los inscritos en el libro.
Muchos de los que duermen en el polvo despertarn:
unos para vida perpetua,
otros para ignominia perpetua.
Los sabios brillarn como el fulgor del firmamento,
y los que ensearon a muchos la justicia,
como las estrellas por toda la eternidad.

Palabra de Dios.

VII

Pensando con gran rectitud y nobleza en la resurreccin

Lectura del segundo libro de los Macabeos 12, 43-46

En aquellos das, Judas, prncipe de Israel, hizo una colecta y envi a


Jerusaln dos mil dracmas de plata, para que ofreciesen un sacrificio por los
pecados de los cados: obrando con gran rectitud y nobleza, pensando en la
resurreccin.

(Si no hubiera esperado la resurreccin de los cados, habra sido intil y


ridculo rezar por los muertos.)

Pues vea que a los que haban muerto piadosamente les estaba reservado un
magnfico premio.

Es una idea piadosa y santa rezar por los difuntos para que sean liberados
del pecado.

Palabra de Dios.

LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO

Dios lo ha nombrado Juez de vivos y muertos


El texto entre [ ] puede suprimirse por razones pastorales.

Lectura de los Hechos de los Apstoles 10, 34-43


En aquellos das, Pedro tom la palabra y dijo:
Est claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la
justicia, sea de la nacin que sea. Envi su palabra a los israelitas anunciando la
paz por Jesucristo, el Seor de todos.
[Conocen lo que sucedi en el pas de los judos, cuando Juan predicaba el
Bautismo, aunque todo empez en Galilea. Me refiero a Jess de Nazaret, ungido
por Dios con la fuerza del Espritu Santo, que pas haciendo el bien y curando a
los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con l.
Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusaln. Lo
mataron colgndolo de un madero. Pero Dios lo resucit al tercer da y nos lo hizo
ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que l haba designado: a nosotros, que
hemos comido y bebido con l despus de su resurreccin.]
Nos encarg predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha
nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unnime: que
los que creen en l reciben, por su nombre, el perdn de los pecados.

Palabra de Dios.

II
Justificados ahora por su sangre, seremos por l salvos de la clera

Lectura de la carta del Apstol San Pablo a los Romanos 5, 5-11

Hermanos:
La esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones con el Espritu Santo que nos ha dado.
En efecto, cuando estbamos todava sin fuerza, en el tiempo sealado,
Cristo muri por impos en verdad, apenas habr quien muera por un justo; por
un hombre de bien tal vez se atrevera uno a morir; mas la prueba de que Dios
nos ama es que Cristo, siendo nosotros todava pecadores, muri por nosotros.
Con cunta ms razn, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por
l salvos de la clera!
Si cuando ramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte
de su Hijo, con cunta ms razn, estando ya reconciliados, seremos salvos por
su vida!
Y no slo eso, sino que tambin nos gloriamos en Dios, por nuestro Seor
Jesucristo; por quien hemos obtenido ahora la reconciliacin.

Palabra de Dios.

10

III
Donde rein el pecado, reinar la gracia

Lectura de la carta del Apstol San Pablo a los Romanos 5, 17-21


Hermanos:
Por el pecado de un solo hombre
comenz el reinado de la muerte.
Cuanto ms ahora, por un solo hombre, Jesucristo,
vivirn y reinarn todos los que han recibido
un derroche de gracia y el don de la salvacin.
Por tanto, si el pecado de uno
trajo la condena a todos,
tambin la justicia de uno
traer la salvacin y la vida.
Si por la desobediencia de uno
todos se convirtieron en pecadores,
as por la obediencia de uno
todos se convertirn en justos.
La ley se introdujo para que creciera el pecado;
pero si creci el pecado,
ms desbordante fue la gracia.
Y as como rein el pecado causando la muerte,
as tambin, por Jesucristo nuestro Seor,
reinar la gracia
causando la salvacin y la vida eterna.
Palabra de Dios.
11

IV
Andemos en una vida nueva
El texto entre [ ] puede suprimirse por razones pastorales.

Lectura de la carta del Apstol San Pablo a los Romanos 6, 3-9


Hermanos:
Los que por el Bautismo nos incorporamos a Cristo, fuimos incorporados a
su muerte.
Por el Bautismo fuimos sepultados con l en la muerte, para que, as como
Cristo fue despertado de entre los muertos por la gloria del Padre, as tambin
nosotros andemos en una vida nueva.
[Porque, si nuestra existencia est unida a l en una muerte como la suya, lo
estar tambin en una resurreccin como la suya.
Comprendamos que nuestra vieja condicin ha sido crucificada con Cristo,
quedando destruida nuestra personalidad de pecadores y nosotros libres de la
esclavitud al pecado; porque el que muere ha quedado absuelto del pecado.]
Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que tambin viviremos con
l; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no
muere ms; la muerte ya no tiene dominio sobre l.

Palabra de Dios.

12

V
Aguardando la redencin de nuestro cuerpo

Lectura de la carta del Apstol San Pablo a los Romanos 8, 14-23


Hermanos:
Los que se dejan llevar por el Espritu de Dios,
sos son hijos de Dios.
Han recibido, no un espritu de esclavitud,
para recaer en el temor,
sino un espritu de hijos adoptivos,
que nos hace gritar: Abba! (Padre).
Ese Espritu y nuestro espritu dan un testimonio concorde:
que somos hijos de Dios;
y si somos hijos, tambin herederos,
herederos de Dios y coherederos con Cristo.
Considero que los trabajos de ahora no pesan
lo que la gloria que un da se nos descubrir.
Porque la creacin, expectante, est aguardando
la plena manifestacin de los hijos de Dios;
ella fue sometida a la frustracin no por su voluntad,
sino por uno que la someti;
pero fue con la esperanza de que la creacin misma
se vera liberada de la esclavitud de la corrupcin,
para entrar en la libertad de los hijos de Dios.
Porque sabemos que hasta hoy la creacin entera
est gimiendo toda ella con dolores de parto.
Y no slo eso; tambin nosotros,
que poseemos las primicias del Espritu,
gemimos en nuestro interior,
aguardando la hora de ser hijos de Dios,
la redencin de nuestro cuerpo.

Palabra de Dios.

13

VI
Quin podr apartarnos del amor de Cristo?

Lectura de la carta del Apstol San Pablo a los Romanos 8, 31b-35. 37-39
Hermanos:
Si Dios est con nosotros, quin estar contra nosotros?
El que no perdon a su propio Hijo,
sino que lo entreg a la muerte por nosotros,
cmo no nos dar todo con l?
Quin acusar a los elegidos de Dios?
Dios es el que justifica.
Quin condenar?
Ser acaso Cristo que muri,
ms an, resucit y est a la derecha de Dios,
y que intercede por nosotros?
Quin podr apartarnos del amor de Cristo?;
la afliccin?, la angustia?, la persecucin?, el hambre?,
La desnudez?, el peligro?, la espada?
Pero en todo esto vencemos fcilmente por aqul que nos ha amado. Pues
estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ngeles, ni principados, ni
presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna,
podr apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jess, Seor nuestro.

Palabra de Dios.

14

VII
En la vida y en la muerte somos del Seor

Lectura de la carta del Apstol San Pablo a los Romanos 14, 7-9. 10b-12
Hermanos:

Ninguno de nosotros vive para s mismo


y ninguno muere para s mismo.
Si vivimos, vivimos para el Seor;
si morimos, morimos para el Seor;
en la vida y en la muerte somos del Seor.
Para esto muri y resucit Cristo:
para ser Seor de vivos y muertos.
Todos comparecemos ante el tribunal de Dios,
porque est escrito:
Por mi vida, dice el Seor,
ante m se doblar toda rodilla,
a m me alabar toda lengua.
Por eso, cada uno dar cuenta a Dios de s mismo.

Palabra de Dios.

15

VIII
Por Cristo todos volvern a la vida
El texto entre [ ] puede suprimirse por razones pastorales.

Lectura de la primera carta del Apstol San Pablo a los Corintios 15, 20-24a. 25-28
Hermanos:
Cristo ha resucitado, primicia de todos los que han muerto.

Si por un hombre vino la muerte,


por un hombre ha venido la resurreccin.
Si por Adn murieron todos,
por Cristo todos volvern a la vida.
Pero cada uno en su puesto:
primero Cristo, como primicia,
despus, cuando l vuelva, todos los cristianos,
[despus los ltimos,
cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino.
Cristo tiene que reinar
hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies.

El ltimo enemigo aniquilado ser la muerte.


Porque dice la Escritura:
Dios ha sometido todo bajo sus pies,
y al decir que lo ha sometido todo,
es evidente que excluye al que lo ha sometido todo.
Al final, cuando todo est sometido,
entonces tambin el Hijo se someter a Dios,
al que se lo haba sometido todo.
Y as Dios lo ser todo para todos.]

Palabra de Dios.
16

IX
La muerte ha sido absorbida en la victoria

Lectura de la primera carta del Apstol San Pablo a los Corintios 15, 51-57
Hermanos:
Les voy a declarar un misterio: No todos moriremos, pero todos nos
veremos transformados.
En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque de la ltima trompeta;
porque resonar, y los muertos despertarn incorruptibles y nosotros nos
veremos transformados.
Porque este cuerpo corruptible tiene que vestirse de incorrupcin, y este
mortal tiene que vestirse de inmortalidad. Cuando este cuerpo corruptible se
vista de incorrupcin, y este mortal se vista de inmortalidad, entonces se
cumplir la palabra escrita:
La muerte ha sido absorbida en la victoria.
Dnde est, muerte, tu victoria?
Dnde est, muerte, tu aguijn?
El aguijn de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado es la ley.
Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Seor Jesucristo!

Palabra de Dios.

17

X
Tenemos una casa eterna en los cielos

Lectura de la segunda carta del Apstol San Pablo a los Corintios 5, 1. 6-10

Hermanos:
Es cosa que ya sabemos: Si se destruye este, nuestro tabernculo terreno,
tenemos un slido edificio construido por Dios, una casa que no ha sido
levantada por mano de hombre y que tiene duracin eterna en los cielos.

Siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras vivimos,


estamos desterrados lejos del Seor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe.

Y es tal nuestra confianza, que preferimos desterrarnos del cuerpo y vivir


junto al Seor.

Por lo cual, en destierro o en patria, nos esforzamos en agradarle.

Porque todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo para


recibir premio o castigo por lo que hayamos hecho en esta vida.

Palabra de Dios.

18

XI
Transformar nuestra condicin humilde,
segn el modelo de su condicin gloriosa

Lectura de la carta del Apstol San Pablo a los Filipenses 3, 20-21


Hermanos:
Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el
Seor Jesucristo.
El transformar nuestra condicin humilde, segn el modelo de su
condicin gloriosa, con esa energa que posee para sometrselo todo.
Palabra de Dios.

XII
Estaremos siempre con el Seor

Lectura de la primera carta del Apstol San Pablo a los Tesalonicenses 4, 12-17

Hermanos:
No queremos que ignoren la suerte de los difuntos, para que no se apenen
como los hombres sin esperanza.
Pues si creemos que Jess ha muerto y resucitado, del mismo modo a los
que han muerto en Jess, Dios los llevar con l.
Esto es lo que decimos como Palabra del Seor:
Nosotros, los que vivimos y quedamos para su venida, no aventajaremos a
los difuntos.
Pues l mismo, el Seor, a la voz del arcngel y al son de la trompeta
divina, descender del cielo; y los muertos en Cristo resucitarn en primer
lugar.
Despus nosotros, los que an vivimos, seremos arrebatados con ellos en la
nube, al encuentro del Seor, en el aire.
Y as estaremos siempre con el Seor.
Consulense, pues, mutuamente con estas palabras.
Palabra de Dios.
19

XIII

Si morimos con l, viviremos con l

Lectura de la segunda carta del Apstol San Pablo a Timoteo 2,8-13

Querido hermano:
Haz memoria de Jesucristo el Seor,
resucitado de entre los muertos,
nacido del linaje de David.
Este ha sido mi Evangelio,
por el que sufro hasta llevar cadenas,
como un malhechor.
Pero la Palabra de Dios no est encadenada.
Por eso lo aguanto todo por los elegidos,
para que ellos tambin alcancen la salvacin,
lograda por Cristo Jess, con la gloria eterna.
Es doctrina segura:
Si morimos con l, viviremos con l.
Si perseveramos, reinaremos con l.
Si lo negamos, tambin l nos negar.
Si somos infieles, l permanece fiel,
porque no puede negarse a s mismo.
Palabra de Dios.

20

XIV
Le veremos tal cual es

Lectura de la primera carta del Apstol San Juan 3, 1-2


Queridos hermanos:
Miren qu amor nos ha tenido el Padre
para llamarnos hijos de Dios,
pues lo somos!
El mundo no nos conoce
porque no le conoci a l.
Queridos:
ahora somos hijos de Dios
y an no se ha manifestado lo que seremos.
Sabemos que, cuando se manifieste,
seremos semejantes a l,
porque le veremos tal cual es.
Palabra de Dios.

XV
Nosotros hemos pasado de la muerte a la vida
porque amamos a los hermanos

Lectura de la primera carta del Apstol San Juan 3, 14-16


Queridos hermanos:
Nosotros hemos pasado de la muerte a la vida: lo sabemos porque amamos a
los hermanos.
El que no ama permanece en la muerte. El que odia a su hermano es un
homicida. Y saben que ningn homicida lleva en s vida eterna. En esto hemos
conocido el amor: en que l dio su vida por nosotros. Tambin nosotros
debemos dar nuestras vidas por los hermanos.
Palabra de Dios.
21

XVI
Dichosos los que mueren en el Seor

Lectura del Libro del Apocalipsis 14, 13


Yo Juan, o una voz que deca desde el cielo: Dichosos ya los muertos que
mueren en el Seor!
S (dice el Espritu), que descansen de sus fatigas, porque sus obras los
acompaan.
Palabra de Dios.
XVII
Los muertos fueron juzgados segn sus obras

Lectura del Libro del Apocalipsis 20, 11-21, 1


Yo, Juan, vi un trono blanco y grande,
y al que estaba sentado en l.
A su presencia desaparecieron cielo y tierra,
porque no hay sitio para ellos.
Vi a los muertos, pequeos y grandes,
de pie ante el trono.
Se abrieron los libros y se abri otro libro,
el registro de los vivos.
Los muertos fueron juzgados segn sus obras,
escritas en los libros.
El mar entreg sus muertos,
Muerte y Abismo entregaron sus muertos,
y todos fueron juzgados segn sus obras.
Despus Muerte y Abismo fueron arrojados al lago de fuego
el lago de fuego es la segunda muerte.
Los que no estaban escritos en el libro de los vivos
fueron arrojados al lago de fuego.
Vi un cielo nuevo y una tierra nueva,
porque el primer cielo y la primera tierra han pasado
y el mar ya no existe.
Palabra de Dios.
22

XVIII
Ya no habr muerte

Lectura del Libro del Apocalipsis 21, 1-5a. 6b-7


Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva,
porque el primer cielo y la primera tierra han pasado,
y el mar ya no existe.
Vi la ciudad santa, la nueva Jerusaln,
que descenda del cielo, enviada por Dios,
arreglada como una novia que se adorna para su esposo.
Y escuch una voz potente que deca desde el trono:
Esta es la morada de Dios con los hombres:
acampar entre ellos.
Ellos sern su pueblo
y Dios estar con ellos.
Enjugar las lgrimas de sus ojos.
Ya no habr muerte, ni luto,
ni llanto, ni dolor.
Porque el primer mundo ha pasado.
Y el que estaba sentado en el trono dijo:
Ahora hago el universo nuevo.
Yo soy el Alfa y la Omega,
el Principio y el Fin.
Los sedientos bebern de balde
de la fuente de agua viva.
El que ha vencido es heredero universal:
Yo ser su Dios y l ser mi hijo.
Palabra de Dios.
23

SALMOS RESPONSORIALES
I
Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6
R. El Seor es mi pastor, nada me falta.
O bien:

Aunque camine por caadas oscuras,


nada temo, porque t vas conmigo.
- El Seor es mi pastor,
nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R.
- Me gua por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por caadas oscuras,
nada temo, porque t vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R.
- Preparas una mesa ante m
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.
- Tu bondad y tu misericordia me acompaan
todos los das de mi vida,
y habitar en la casa del Seor
por aos sin trmino. R.

24

II

Sal 24, 6-7bc. 17-18. 20-21


R. A ti, Seor, levanto mi alma.
O bien:

Los que esperan en ti no quedan defraudados.


- Recuerda, Seor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acurdate de m con misericordia,
por tu bondad, Seor. R.

- Ensancha mi corazn oprimido


y scame de mis tribulaciones.
Mira mis trabajos y mis penas
y perdona todos mis pecados. R.

- Guarda mi vida y lbrame,


no quede yo defraudado de haber acudido a ti.
La inocencia y la rectitud me protegern,
porque espero en ti. R.

25

III
Sal 26, 1. 4. 7 y 8b y 9a. 13-14
R. El Seor es mi luz y mi salvacin.
O bien:

Espero gozar de la dicha del Seor en el pas de la vida.


- El Seor es mi luz y mi salvacin,
A quin temer?
El Seor es la defensa de mi vida,
Quin me har temblar? R.
- Una cosa pido al Seor,
eso buscar:
habitar en la casa del Seor
por los das de mi vida;
gozar de la dulzura del Seor
contemplando su templo. R.
- Escchame, Seor, que te llamo,
ten piedad, respndeme.
Tu rostro buscar, Seor,
no me escondas tu rostro. R.
- Espero gozar de la dicha del Seor
en el pas de la vida.
Espera en el Seor, s valiente,
ten nimo, espera en el Seor. R.

26

IV
Sal 41, 2. 3. 5bcd; 42, 3. 4. 5
R. Mi alma tiene sed del Dios vivo:
Cundo entrar a ver el rostro de Dios?
- Como busca la cierva corrientes de agua,
as mi alma te busca a ti, Dios mo. R.
- Tiene sed de Dios, del Dios vivo:
Cundo entrar a ver el rostro de Dios? R.
- Y desahogo mi alma conmigo:
cmo marchaba a la cabeza del grupo
hacia la casa de Dios,
entre cantos de jbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta. R.
- Enva tu luz y tu verdad:
que ellas me guen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada. R.
- Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegra;
que te d gracias al son de la ctara,
Dios, Dios mo. R.
- Por qu te acongojas, alma ma,
por qu te me turbas?
Espera en Dios, que volvers a alabarlo:
Salud de mi rostro, Dios mo. R.

27

Sal 62, 2-3a. 3bc-4. 5-6. 8-9

R. Mi alma est sedienta de ti, Seor, mi Dios.


- Oh Dios, t eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma est sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agotada, sin agua. R.
- Cmo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale ms que la vida,
te alabarn mis labios. R.
- Toda mi vida te bendecir
y alzar las manos invocndote.
Me saciar como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarn jubilosos. R.
- Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con jbilo;
mi alma est unida a ti
y tu diestra me sostiene. R.

28

VI

Sal 102, 8 y 10. 13-14. 15-16. 17-18

R. El Seor es compasivo y misericordioso.


O bien:

El Seor es quien salva a los justos.


- El Seor es compasivo y misericordioso
lento a la ira y rico en clemencia;
No nos trata como merecen nuestros pecados,
ni nos paga segn nuestras culpas. R.
- Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Seor ternura por sus fieles;
porque l conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro. R.
- Los das del hombre duran lo que la hierba,
florecen como flor del campo,
que el viento la roza, y ya no existe,
su terreno no volver a verla. R.
- Pero la misericordia del Seor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos. R.

29

VII

Sal 114, 5. 6; 115, 10-11. 15-16ac

R. Caminar en presencia del Seor,


en el pas de la vida.
O bien:

Aleluya.

- El Seor es benigno y justo,


nuestro Dios es compasivo. R.
- El Seor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas me salv. R.
- Tena fe, aun cuando dije:
qu desgraciado soy.
Yo deca en mi apuro:
Los hombres son unos mentirosos. R.
- Mucho le cuesta al Seor
la muerte de sus fieles.
Seor, yo soy tu siervo,
rompiste mis cadenas. R.

30

VIII
Sal 121, 1-2. 3-4a. 4b-5. 6-7. 8-9
R. Qu alegra cuando me dijeron:
Vamos a la casa del Seor
O bien:

Vamos con alegra a la casa del Seor.


- Qu alegra cuando me dijeron:
Vamos a la casa del Seor.
Ya estn pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusaln. R.
- Jerusaln est fundada
como ciudad bien compacta.
All suben las tribus,
las tribus del Seor. R.
- Segn la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Seor.
En ella estn los tribunales de justicia
en el palacio de David. R.
- Deseen la paz a Jerusaln:
Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios. R.
- Por mis hermanos y compaeros,
voy a decir: La paz contigo.
Por la casa del Seor nuestro Dios,
te deseo todo bien. R.

31

IX
Sal 129, 1-2. 3-4ab. 4c-6. 7-8
R. Desde lo hondo a ti grito, Seor.
O bien:

Espero en el Seor, espero en su palabra.


- Desde lo hondo a ti grito, Seor:
Seor, escucha mi voz;
estn tus odos atentos
a la voz de mi splica. R.
- Si llevas cuentas de los delitos, Seor,
Quin podr resistir?
Pero de ti procede el perdn,
y as infundes respeto. R.
- Mi alma espera en el Seor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Seor,
ms que el centinela la aurora. R.
- Aguarde Israel al Seor,
como el centinela la aurora;
porque del Seor viene la misericordia,
la redencin copiosa:
y l redimir a Israel
de todos sus delitos. R.

32

Sal 142, 1-2- 5-6. 7ab y 8ab. 10

R. Seor, escucha mi oracin.

- Seor, escucha mi oracin,


t que eres fiel, atiende a mi splica;
t que eres justo, escchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningn hombre vivo es inocente frente a ti. R.
- Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca. R.
- Escchame en seguida, Seor,
que me falta el aliento.
En la maana hazme escuchar tu gracia,
ya que confo en ti. R.
- Ensame a cumplir tu voluntad,
ya que t eres mi Dios.
Tu espritu que es bueno
me gue por tierra llana. R.

33

ALELUYA Y VERSCULOS ANTES


DEL EVANGELIO

I
Te doy gracias, Padre,
porque has revelado los misterios del Reino
a la gente sencilla.
Mt 11, 25
II
Vengan ustedes, benditos de mi Padre,
dice el Seor;
hereden el reino preparado para ustedes
desde la creacin del mundo.
Mt 25, 34
III
Tanto am Dios al mundo,
que entreg a su Hijo nico.
Todos los que creen en l
tienen vida eterna.

Jn 3, 16

34

IV
Esta es la voluntad de mi Padre:
que no pierda nada de lo que me dio,
sino que lo resucite en el ltimo da.
Jn 6, 39

V
Esta es la voluntad de mi Padre:
que todo el que cree en el Hijo
tenga vida eterna,
y yo lo resucitar en el ltimo da.
Jn 6, 40
VI
Yo soy la resurreccin y la vida,
dice el Seor;
el que cree en m no morir jams.
Jn 11, 25a. 26

VII
Nosotros somos ciudadanos del cielo,
de donde aguardamos un Salvador:
el Seor Jesucristo.
Flm 3, 20
35

VIII

Si morimos con Cristo, viviremos con l.


Si perseveramos, reinaremos con l.
2Tm 2, 11-12

IX

Jesucristo es el primognito de entre los muertos;


a l la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amn.
Ap 1, 5-6
X

Dichosos los muertos que mueren en el Seor.


Que descansen de sus fatigas,
porque sus obras los acompaan.
Ap 14, 13

36

EVANGELIOS
I
Estn alegres y contentos, porque la recompensa ser grande en el cielo

Lectura del santo Evangelio segn San Mateo 5, 1-12

En aquel tiempo, al ver Jess el gento, subi a la montaa, se sent, y se


acercaron sus discpulos; y l se puso a hablar ensendolos:
Dichosos los pobres en el espritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarn la Tierra.
Dichosos los que lloran, porque ellos sern consolados.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarn
saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarn misericordia.
Dichosos los limpios de corazn, porque ellos vern a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarn los Hijos de
Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el
Reino de los Cielos.
Dichosos ustedes cuando los insulten y los persigan, y los calumnien de
cualquier modo por mi causa. Estn alegres y contentos, porque la recompensa
ser grande en el cielo.

Palabra del Seor.

37

II

Has escondido estas cosas a los sabios y


se las has revelado a la gente sencilla

Lectura del santo Evangelio segn San Mateo 11, 25-30

En aquel tiempo, Jess exclam:


Te doy gracias, Padre, Seor de cielo y tierra, porque has escondido estas
cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla. S,
Padre, as te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie
conoce al Hijo ms que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a
quien el Hijo se lo quiera revelar.

Vengan a m todos los que se sientan cansados y agobiados, y yo los


aliviar. Carguen con mi yugo y aprendan de m, que soy manso y humilde de
corazn, y encontraran descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga
ligera.

Palabra del Seor.

38

III
Que llega el esposo, salgan a recibirlo!

Lectura del santo Evangelio segn San Mateo 25. 1-13

En aquel tiempo, dijo Jess a sus discpulos esta parbola:


El Reino de los Cielos se parecer a diez doncellas que tomaron sus lmparas y
salieron a esperar al esposo.
Cinco de ellas eran necias, y cinco eran sensatas.
Las necias, al tomar las lmparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se
llevaron botellas de aceite con las lmparas.
El esposo tardaba, les entr sueo a todas y se durmieron.
A medianoche se oy una voz:
Que llega el esposo, salgan a recibirlo!
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus
lmparas.
Y las necias dijeron a las sensatas:
Dennos un poco de aceite, porque se nos apagan las lmparas.
Pero las sensatas contestaron:
Por si acaso no hay bastante para ustedes y nosotras, mejor es que vayan a la
tienda y lo compren.
Mientras iban a comprarlo lleg el esposo, y las que estaban preparadas entraron
con l al banquete de bodas; y se cerr la puerta.
Ms tarde llegaron tambin las otras doncellas, diciendo:
Seor, Seor, brenos.
Pero l respondi:
les aseguro: no las conozco.
Por tanto, velen, porque no saben el da ni la hora.

Palabra del Seor.

39

IV
Venid vosotros, benditos de mi Padre

Lectura del santo Evangelio segn San Mateo 25, 31-46

En aquel tiempo, dijo Jess a sus discpulos:


Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre, y todos los ngeles con l,
se sentar en el trono de su gloria y sern reunidas ante l todas las naciones.
El separar a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
Y pondr las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dir el rey a los de su derecha:
Vengan ustedes, benditos de mi Padre; hereden el reino preparado para
ustedes desde la creacin del mundo:
Porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber,
fui forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me
visitaron, en la crcel y vinieron a verme.
Entonces los justos le contestarn:
Seor, cundo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te
dimos de beber?, cundo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te
vestimos?, cundo te vimos enfermo o en la crcel y fuimos a verte?
Y el, rey les dir:
Les aseguro que cada vez que lo hicieron con uno de estos mis humildes
hermanos, conmigo lo hicieron.
Y entonces dir a los de su izquierda:
Aljesen de m, malditos, vayan al fuego eterno preparado para el diablo y
sus ngeles. Porque tuve hambre y no me dieron de comer, tuve sed y no me
dieron de beber, fui forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me
vistieron, enfermo y en la crcel y no me visitaron.
Entonces tambin stos contestarn:
Seor, cundo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o
enfermo o en la crcel, y no te asistimos?
Y l replicar:
Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con uno de stos los
humildes, tampoco lo hicieron conmigo.
Y stos irn al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.
Palabra del Seor.
40

V
Jess, dando un fuerte grito, expir
El texto entre [ ] puede suprimirse por razones pastorales.

Lectura del santo Evangelio segn San Marcos 15, 33-39; 16, 1-6

Al llegar el medioda toda la regin qued en tinieblas hasta la media tarde.


Y a la media tarde, Jess clam con voz potente:
Elo, Elo, lam sabactan.
(Que significa: Dios mo, Dios mo. Por qu me has abandonado?)
Algunos de los presentes, al orlo, decan:
Mira, est llamando a Elas.
Y uno ech a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujet a una
caa, y le daba de beber diciendo:
Dejen, a ver si viene Elas a bajarlo.
Y Jess, dando un fuerte grito, expir.
El velo del templo se rasg en dos, de arriba abajo.
El centurin, que estaba enfrente, al ver cmo haba expirado, dijo:
Realmente este hombre era Hijo de Dios.
[Pasado el sbado, Mara la Magdalena, Mara la de Santiago y Salom
compraron aromas para ir a embalsamar a Jess. Y muy temprano, el primer da
de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decan unas a otras:
Quin nos correr la piedra de la entrada del sepulcro?
Al mirar vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande.
Entraron en el sepulcro y vieron un joven sentado a la derecha, vestido de
blanco. Y se asustaron. El les dijo:
No se asusten. Buscan a Jess el Nazareno, el crucificado?
No est aqu.
Ha resucitado. Miren el sitio donde lo pusieron.]

Palabra del Seor.

41

VI

Muchacho, a ti te lo digo, levntate!

Lectura del santo Evangelio segn San Lucas 7, 11-17

En aquel tiempo, iba Jess camino de una ciudad llamada Nan, e iban con
l sus discpulos y mucho gento.
Cuando estaba cerca de la ciudad, result que sacaban a enterrar a un
muerto, hijo nico de su madre, que era viuda; y un gento considerable de la
ciudad la acompaaba.
Al verla el Seor, le dio lstima y le dijo:
No llores.
Se acerc al atad (los que lo llevaban se pararon) y dijo:
Muchacho, a ti te lo digo, levntate!
El muerto se incorpor y empez a hablar y Jess se lo entreg a su madre.
Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios diciendo:
Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.
La noticia del hecho se divulg por toda la comarca y por Judea entera.

Palabra del Seor.

42

VII

Ustedes, estn preparados

Lectura del santo Evangelio segn San Lucas 12, 35-40

En aquel tiempo, dijo Jess a sus discpulos:


Tengan ceida la cintura y encendidas las lmparas: Ustedes estn como
los que aguardan a que su Seor vuelva de la boda, para abrirle, apenas venga y
llame.
Dichosos los criados a quienes el Seor, al llegar, los encuentre en vela: les
aseguro que se ceir, los har sentar a la mesa y los ir sirviendo.
Y si llega entrada la noche o de madrugada, y los encuentra as, dichosos
ellos.
Comprendan que si supiera el dueo de la casa a qu hora viene el ladrn,
no le dejara abrir un boquete.
Lo mismo ustedes, estn preparados, porque a la hora que menos piensen
viene el Hijo del Hombre.

Palabra del Seor.

43

VIII

Hoy estars conmigo en el Paraso

Lectura del santo Evangelio segn San Lucas 23, 33. 39-43

Cuando llegaron al lugar llamado La Calavera, crucificaron all a Jess y


a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: No eres t el
Mesas? Slvate a ti mismo y a nosotros.
Pero el otro le increpaba:
Ni siquiera temes t a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro
es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, ste no ha
faltado en nada.
Y deca:
Jess, acurdate de m cuando llegues a tu Reino.
Jess le respondi:
Te lo aseguro: hoy estars conmigo en el Paraso.

Palabra del Seor.

44

IX
Padre, a tus manos encomiendo mi espritu
El texto entre [ ] puede suprimirse por razones pastorales.

Lectura del santo Evangelio segn San Lucas 23, 44-49; 24, 1-6

Era ya eso de medioda cuando se oscureci el sol y toda la regin qued en


tinieblas, hasta la media tarde. El velo del templo se rasg por medio.
Jess grit con fuerza:
Padre, a tus manos encomiendo mi espritu.
Y dicho esto, expir.
Viendo lo que suceda el centurin, glorificaba a Dios diciendo:
Realmente, este hombre era inocente.
La muchedumbre que haba acudido al espectculo, al ver lo ocurrido, se
volvan a la ciudad dndose golpes de pecho. Sus conocidos se mantenan a
distancia, y tambin las mujeres que lo haban seguido desde Galilea y que
estaban mirando.
[El primer da de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro
llevando los aromas que haban preparado. Encontraron corrida la piedra del
sepulcro. Y entrando no encontraron el cuerpo del Seor Jess. Mientras
estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos
refulgentes. Ellas, despavoridas, miraban al suelo, y ellos les dijeron:
Por qu buscan entre los muertos al que vive? No est aqu. Ha
resucitado.]

Palabra del Seor.

45

No era necesario que el Mesas padeciera esto para entrar en su gloria?

El texto entre [ ] puede suprimirse por razones pastorales.

Lectura del santo Evangelio segn San Lucas 24, 13-35

Dos discpulos de Jess iban andando aquel mismo da, el primero de la


semana, a una aldea llamada Emas, distante unas dos leguas de Jerusaln; iban
comentando todo lo que haba sucedido. Mientras conversaban y discutan,
Jess en persona se acerc y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran
capaces de reconocerlo.
[El les dijo:
Qu conversacin es sa, mientras van de camino?
Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofs, le
replic:
Eres t el nico forastero en Jerusaln, que no sabes lo que ha pasado all
estos das?
El les pregunt:
Qu?
Ellos le contestaron:
Lo de Jess el Nazareno, que fue un Profeta poderoso en obras y palabras,
ante Dios y ante todo el pueblo; cmo lo entregaron los sumos sacerdotes y
nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros
esperbamos que l fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos
das que sucedi esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han
sobresaltado: pues fueron muy de maana al sepulcro, no encontraron su
cuerpo, e incluso vinieron diciendo que haban visto una aparicin de ngeles,
que les haban dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron tambin al
sepulcro y lo encontraron como haban dicho las mujeres; pero a l no le vieron.
46

Entonces Jess les dijo:


Qu necios y torpes son para creer lo que anunciaron los profetas! No
era necesario que el Mesas padeciera esto para entrar en su gloria?
Y comenzando por Moiss y siguiendo por los profetas, les explic lo que
se refera a l en toda la Escritura.]
Ya cerca de la aldea donde iban, l hizo ademn de seguir adelante; pero
ellos le apremiaron diciendo:
Qudate con nosotros porque atardece y el da va de cada.
Y entr para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tom el pan,
pronunci la bendicin, lo parti y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo
reconocieron. Pero l desapareci.
Ellos comentaron:
No arda nuestro corazn mientras nos hablaba por el camino y nos
explicaba las Escrituras?
Y, levantndose al momento, se volvieron a Jerusaln, donde encontraron
reunidos a los Once con sus compaeros, que estaban diciendo:
Era verdad, ha resucitado el Seor y se ha aparecido a Simn.
Y ellos contaron lo que les haba pasado por el camino y cmo lo haban
reconocido al partir el pan.

Palabra del Seor.

47

XI

El que cree en el Hijo tiene vida eterna y yo lo resucitar en el ltimo da

Lectura del santo Evangelio segn San Juan 6, 37-40

En aquel tiempo, dijo Jess a la gente:


Todo lo que me da el Padre vendr a m, y al que venga a m, no lo echar
afuera; porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad
del que me ha enviado.
Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me
dio, sino que lo resucite en el ltimo da.
Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en l,
tenga vida eterna, y yo lo resucitar en el ltimo da.

Palabra del Seor.

48

XII
El que come este pan tiene vida eterna y yo lo resucitar en el ltimo da

Lectura del santo Evangelio segn San Juan 6, 51-59


En aquel tiempo, dijo Jess a los judos:

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan, vivir
para siempre. Y el pan que yo dar es mi carne, para la vida del mundo.
Disputaban entonces los judos entre s:
Cmo puede ste darnos a comer su carne?
Entonces Jess les dijo:
Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su
sangre, no tendrn vida en ustedes El que come mi carne y bebe mi sangre,
tiene vida eterna, y yo lo resucitar en el ltimo da.
Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre, habita en mi y yo en l.
El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo,
el que me come, vivir por m.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de sus padres, que lo
comieron y murieron: el que come este pan vivir para siempre.

Palabra del Seor.

49

XIII

Yo soy la resurreccin y la vida

El texto entre [ ] puede suprimirse por razones pastorales.

Lectura del santo Evangelio segn San Juan 11, 17-27

[Cuando Jess lleg a Betania, Lzaro llevaba ya cuatro das enterrado.


Betania distaba poco de Jerusaln: unos tres kilmetros; y muchos judos haban
ido a ver a Marta y a Mara para darles el psame por su hermano. Cuando
Marta se enter de que llegaba Jess sali a su encuentro, mientras Mara se
quedaba en casa. Y] dijo Marta a Jess:
Seor, si hubieras estado aqu no habra muerto mi hermano. Pero an
ahora s que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo conceder.
Jess le dijo:
Tu hermano resucitar.
Marta respondi:
S que resucitar en la resurreccin del ltimo da.
Jess le dice:
Yo soy la resurreccin y la vida: el que cree en m, aunque haya muerto,
vivir; y el que est vivo y cree en m, no morir para siempre. Crees esto?
Ella le contest:
S, Seor: yo creo que t eres el Mesas, el Hijo de Dios, el que tena que
venir al mundo.
Palabra del Seor.

50

XIV
Lzaro, ven afuera

Lectura del santo Evangelio segn San Juan 11, 32-45


En aquel tiempo, cuando lleg Mara (hermana de Lzaro) adonde estaba
Jess, al verlo se ech a sus pies dicindole:
Seor, si hubieras estado aqu no habra muerto mi hermano.
Jess, vindola llorar a ella y viendo llorar a los judos que la acompaaban,
solloz y muy conmovido pregunt:
Dnde lo han enterrado?
Le contestaron:
Seor, ven a verlo.
Jess se ech a llorar. Los judos comentaban:
Cmo lo quera!
Pero algunos dijeron:
Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, no poda haber impedido que
muriera ste?
Jess sollozando de nuevo llega a la tumba.
(Era una cavidad cubierta con una losa.)
Dice Jess:
Quiten la losa.
Marta, la hermana del muerto, le dice:
Seor, ya huele mal porque lleva cuatro das.
Jess le dice:
No te he dicho que si crees vers la gloria de Dios?
Entonces quitaron la losa.
Jess, levantando los ojos a lo alto, dijo:
Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo s que t me escuchas
siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que t me has
enviado.
Y dicho esto, grit con voz potente:
Lzaro, ven afuera.
El muerto sali, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta
en un sudario. Jess les dijo:
Destenlo y djenlo andar.
Y muchos judos que haban venido a casa de Mara, al ver lo que haba
hecho Jess, creyeron en l.
Palabra del Seor.
51

XV

Si el grano de trigo muere, da mucho fruto

El texto entre [ ] puede suprimirse por razones pastorales.

Lectura del santo Evangelio segn San Juan 12, 23-28

En aquel tiempo, dijo Jess a sus discpulos:


Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre. Les aseguro,
que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si
muere, da mucho fruto. El que se ama a s mismo, se pierde, y el que se
aborrece a si mismo en este mundo, se guardar para la vida eterna. El que
quiera servirme, que me siga y donde est yo, all tambin estar mi servidor; a
quien me sirva, el Padre le premiar.
[Ahora mi alma est agitada y, qu dir?: Padre, lbrame de esta hora. Pero
si por esto he venido, para esta hora, Padre, glorifica tu nombre.
Entonces vino una voz del cielo:
Lo he glorificado y volver a glorificarlo.]

Palabra del Seor.

52

XVI

En la casa de mi Padre hay muchas estancias

Lectura del santo Evangelio segn San Juan 14, 1-6

En aquel tiempo, dijo Jess a sus discpulos:


No pierdan la calma: crean en Dios y crean tambin en m.
En la casa de mi Padre hay muchas estancias, y me voy a preparar sitio.
Cuando vaya y les prepare sitio, volver y les llevar conmigo, para que donde
estoy yo, estn tambin ustedes. Y adonde yo voy, ya saben el camino.
Toms le dice:
Seor, no sabemos adnde vas, cmo podemos saber el camino?
Jess le responde:
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por m.

Palabra del Seor.

53

XVII

Este es mi deseo: que estn donde yo estoy

Lectura del santo Evangelio segn San Juan 17, 24-26

En aquel tiempo, elevando los ojos al cielo, Jess or diciendo:


Padre, ste es mi deseo: que los que me confiaste estn conmigo,
donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste,
porque me amabas, antes de la fundacin del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y stos han
conocido que t me enviaste. Les he dado a conocer y les dar a conocer tu
Nombre, para que el amor que me tienen, est en ellos, como tambin yo estoy
en ellos.

Palabra del Seor.

54

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