Miércoles de Ceniza
Miércoles de Ceniza
Miércoles de Ceniza
J. ALDAZABAL
MISA DOMINICAL 1993, n 3
PERE LLABRS
MISA DOMINICAL 1995, n 3
1.
-CAMBIA EL AMBIENTE: EMPIEZA EL CAMINO CUARESMAL DE LA PASCUA
Todo debe apuntar hoy al inicio de la Cuaresma como camino hacia la Pascua. Los varios elementos clsicos en esta ambientacin
-que trataremos de nuevo el domingo prximo- deben estar ya presentes desde hoy: el color morado, la ausencia de las flores y del
aleluya, el repertorio propio de cantos...
Al comienzo de la celebracin se omite el acto penitencial: se reza o canta, por tanto, el Seor ten piedad, sin intenciones.
Y cosas que si siempre son importantes, lo son ms todava cuando se inicia un tiempo con significado ms intenso: proclamar de
un modo ms expresivo y cuidado las lecturas del da, cantar el salmo responsorial, al menos su antfona entre las varias estrofas, y
hacer una breve homila, ayudando a entrar en el clima de la Cuaresma. La Plegaria puede ser una de las de Reconciliacin.
-LA CENIZA, UN GESTO QUE PUEDE SER EXPRESIVO
El gesto simblico propio de este da es uno de los que ha calado en la comunidad cristiana, y puede resultar muy pedaggico si se
hace con autenticidad, sin precipitacin; con sobriedad, pero expresivamente. Como ya ha resonado y se ha comentado la Palabra
de Dios, la imposicin de la ceniza comunica con facilidad su mensaje de humildad y de conversin.
El sacerdote se impone primero l mismo la ceniza en la cabeza -o se la impone el dicono u otro concelebrante, si lo hay- porque
tambin l, hombre dbil, necesita convertirse a la Pascua del Seor. Luego la impone sobre la cabeza de los fieles, tal vez en forma
de una pequea seal de la cruz. Si parece ms fcil, se podra imponer en la frente, por ejemplo a las religiosas con velo. Es bueno
que vaya diciendo en voz clara las dos frmulas alternativamente, de modo que cada fiel oiga la que se le dice a l y tambin la del
anterior o la del siguiente.
Si no va a resultar complicado, se podra introducir una manera nueva de realizar el gesto.
Una frmula apunta a la conversin al Evangelio: Convertos y creed el Evangelio (que parecera ms propio que se dijera en
singular, como la otra es ms interpelante). Mientras que la otra alude a nuestra caducidad humana: Acurdate de que eres polvo
y al polvo volvers. Ahora bien, parece que sera ms educador acompaar estas palabras con dos gestos complementarios: el
sacerdote impone la ceniza a cada fiel, diciendo la frmula de la ceniza y el polvo, y a continuacin el fiel pasa a otro ministro que
est al lado y que le ofrece el evangelio a besar, mientras pronuncia sobre l la frmula que habla del evangelio.
No creo que complique mucho el rito, y podra resultar ms expresivo de la doble dimensin de la Cuaresma. Ya se ha
experimentado con xito en algunas comunidades, tanto parroquiales como ms homogneas y reducidas.
-LA CONVERSIN Y SUS OBRAS
Las tres lecturas de hoy expresan con claridad el programa de conversin que Dios quiere de nosotros en la Cuaresma: convertos y
creed el Evangelio; convertos a m de todo corazn; misericordia, Seor, porque hemos pecado; dejaos reconciliar con Dios; Dios es
compasivo y misericordioso...
Cada uno de nosotros, y la comunidad, y la sociedad entera, necesita or esta llamada urgente al cambio pascual, porque todos
somos dbiles y pecadores, y porque sin darnos cuenta vamos siendo vencidos por la dejadez y los criterios de este mundo, que no
son precisamente los de Cristo.
Es bueno que en la homila se haga notar la triple direccin de esta conversin que apunta el evangelio:
a) la apertura a los dems: con la obra clsica cuaresmal de la limosna, que es ante todo caridad, comprensin, amabilidad, perdn,
aunque tambin limosna a los ms necesitados de cerca o de lejos,
b) la apertura a Dios, que es escucha de la Palabra, oracin personal y familiar, participacin ms activa y frecuente en la Eucarista
y el sacramento de la Reconciliacin, c) y el ayuno, que es autocontrol, bsqueda de un equilibrio en nuestra escala de valores,
renuncia a cosas superfluas, sobre todo si su fruto redunda en ayuda a los ms necesitados.
Las tres direcciones, que son como el resumen de la vida y la enseanza de Cristo, nos ayudan a reorientar nuestra vida en clave
pascual.
J. ALDAZABAL
MISA DOMINICAL 1993, 3
2.
Una ceniza sin sentido?
Hablando de la ceniza qu queremos significar?
La caducidad de la vida? "Acurdate, hombre, que eres polvo..." Ser bueno decirle al hombre moderno, que tiende a disfrutar y a
centrarse en el presente, que todo pasa y tiene fin. Pero digmoslo con un lenguaje ms optimista y esperanzado. No vamos ahora
a coger calaveras para los sermones. Vivimos en la temporalidad, pero estamos tocados de eternidad. Estamos amenazados no de
muerte, sino de resurreccin.
Mircoles de la solidaridad
La penitencia. Es otro significado de la ceniza. Sola acompaar a los ayunos y tambin se usaban vestidos de saco. Mortificar la
carne y sus concupiscencias. Seguimos diciendo que hoy ms que nunca es bueno predicar la austeridad, que gastamos y
consumimos demasiado, que es injusticia y locura el tren de vida que llevamos. Pero hagmoslo en lnea de vivificaciones.
Digamos que la austeridad es libertad y que el compartir es una fiesta. Digamos que los odos de la justicia escucha los gemidos de
los pobres. Digamos que la Iglesia ejerce el ministerio de la alegra, no el de la muerte. En lnea de vivificacin, adems de tomar
la ceniza abramos una cuenta corriente para la caridad.
Mircoles de la humildad
La ceniza es humilde y nos humilla, desde luego. La ceniza no tiene el esplendor y la fuerza del fuego, ni la vitalidad o fecundidad
del agua y la tierra. La ceniza no tiene la belleza de las piedras o la fragancia de los perfumes. La ceniza no sirve para nada. Y
bueno es que sintamos nuestra incapacidad. A esta generacin orgullosa y soberbia le hace falta una cura de humildad. Pero la
ceniza no es lo nuestro.
La humildad debe ir de la mano de la verdad. Y la verdad no es que estemos destinados a ser pura ceniza. Sobre este polvo nuestro
Dios ha soplado, y su soplo es Espritu de vida. Sera mejor para ayudarnos a ser humildes, que, adems de tomar la ceniza
invitramos a besar la tierra de donde procedemos, pero que fue tambin besada por el mismo Dios.
CARITAS
UN CAMINO MEJOR
CUARESMA 1987
3.
Los "signos" Qu hacemos con la ceniza y el ayuno? En s no son nada. Hay que mirar el signo y el significado. Las cosas, los ritos,
los gestos, no valen tanto por s mismos, sino por el signo y el significado, por el fin para lo que se hacen y por el espritu con que
se hacen. Es lo que bellamente nos ensea hoy Jess en el evangelio. La limosna en s no es nada. La limosna puede ser un ropaje
del orgullo. La limosna slo vale si procede de la misericordia y el amor. La oracin en s no es nada. La oracin puede ser un acto
de autocomplacencia o un afn por fabricarte tu aureola. La oracin slo es buena si es fruto del Espritu y el amor. El ayuno en s
no es nada. El ayuno puede servir para alimentar tu vanidad. El ayuno que agrada al Padre es el que se hace desde la humildad y la
caridad. Ayunos, oraciones y limosnas, pero no por la mera ley, ni siquiera buscando la recompensa, sino porque te salga del alma.
-Llamada a la austeridad: AYUNO/AUSTERIDAD
En cuanto a nuestro ayuno. Hoy es ms necesario que nunca, por aquello del consumismo. Nuestro ayuno es una llamada a la
austeridad y a la solidaridad. No ayunamos para mortificar el estmago, sino el egosmo. Ayunamos para ser ms libres, contra el
dictado consumista. Ayunamos para compartir con los que ayunan forzosamente todos los das. Ayunamos desde el amor y para el
amor.
-La condicin humana
La ceniza nos habla de nuestra fragilidad, de nuestra condicin humana: mortal y pecadora. Pero las palabras que acompaan
iluminan el rito y elevan nuestra mirada: Convertos y creed en el evangelio. As pues, la ceniza nos convence de la necesidad del
evangelio, de la necesidad de aceptar y creer la Buena Noticia. Un evangelio que nos salva de la fragilidad y de la muerte; por eso
es Buena Noticia. Un evangelio capaz de transformar nuestras cenizas en luz. Hoy nos imponemos la ceniza para propiciar nuestra
conversin y para ayudarnos a creer ms en el evangelio. Hoy nos imponemos la ceniza para convencernos de que nuestra propia
ceniza puede ser redimida y resucitada, ceniza enamorada, ceniza iluminada, ceniza consagrada.
CARITAS
RIOS DEL CORAZON
CUARESMA Y PASCUA 1993.Pgs. 37 s.
4. SIGNOS
La Cuaresma, un atrio de entrada que nos ayuda a dar el paso desde la vida cotidiana (y ms si el carnaval ha sido un tanto
movido) hacia la conversin preparatoria de la Pascua. Siempre nos va bien aligerarnos de cosas superfluas y recapacitar sobre la
direccin que lleva nuestra vida, para entrar as en la marcha hacia la Pascua.
Ceniza, camino de Pascua
El simbolismo de la ceniza es muy antiguo y muy popular. La ceniza, recordndonos que el hombre est hecho del polvo de la tierra
y es caduco, nos hace humildes. Abrahn, al dialogar con Dios sobre la salvacin de Sodoma y Gomorra, reconoce que no tiene
derecho a nada, porque es polvo y ceniza.
La humildad aumenta y se tie de sentido penitencial cuando recordamos que adems somos pecadores. No es extrao que ya en
el AT la penitencia se expresara con la ceniza. Al inicio de la Cuaresma, ya desde hace muchos siglos, la comunidad cristiana recibe
en la frente el austero signo de la ceniza, despus de que la lectura de la palabra nos ha invitado a la conversin.
El camino de la conversin pascual empieza con el smbolo de la ceniza y acaba en la Vigilia con el del fuego, el agua y la luz. Es
una unidad dinmica, que quiere comprometer a cada cristiano en su seguimiento de Cristo y comunicarle la gracia pascual: a
travs de la renuncia y la cruz, hasta la nueva existencia de resucitados.
El destino es la Pascua, la vida. Pero el camino pasa tambin por la renuncia y la humildad. El hombre viejo tiene que dejar paso
al hombre nuevo. No est mal que el signo de la ceniza nos lo recuerde.
J. ALDAZABAL
ENSAME TUS CAMINOS
La Cuaresma da tras da
Barcelona 1997. Pg. 12
5.
* Hoy, debido a la imposicin de la ceniza, se suprime el acto penitencial del comienzo. Por tanto, del saludo y las palabras
introductorias, se pasa directamente al "Seor, ten piedad" (sin invocaciones) y luego a la oracin colecta.
La gracia y el amor de Jesucristo, que nos llama a la conversin, estn con todos vosotros.
(- Hoy, Mircoles de Ceniza, todas las comunidades cristianas se renen para iniciar la Cuaresma. Nosotros, tambin. Y es que
todos necesitamos una preparacin para la Pascua. Necesitamos un tiempo de conversin. Un tiempo para abandonar todo lo que
nos distrae de lo esencial. Un tiempo para darnos cuenta que ninguno de nosotros se encuentra a la altura de esta gran vocacin
que tenemos, la de cristianos.
- Todos necesitamos constantemente la gracia y el perdn de Dios. Hoy, todos juntos, como comunidad, lo expresamos en esta
celebracin: por la imposicin de la ceniza, y pidiendo a Dios que nos sea provechoso este "tiempo de la gracia" que nos conducir
a la alegra de la Pascua de Jesucristo. Aclammosle, a l, que es Seor de nuestras vidas.)
PRIMERA LECTURA
A la vista del sentido profundo de una desgracia colectiva, el profeta hace una intensa llamada a conversin. Los ritos
penitenciales tienen sentido, si traducen el sentir del espritu: sentir de creaturidad y de culpabilidad, que acta un movimiento
de retorno al Dios creador y salvador. El movimiento es ya un signo de que Dios est cerca. Est con el pueblo que suplica.
Jl 2, 12-18
1.
Impresionado el auditorio por la descripcin que hiciera el profeta de la plaga y su proyeccin escatolgica, Joel cree llegado el
momento de insistir en su llamamiento a la penitencia y a la conversin. A ninguna culpabilidad concreta alude. Pero quien estar
limpio a los ojos de Dios? En autntica lnea tradicional y proftica, el gran promulgador de la solemne liturgia penitencial descubre
el verdadero sentido de la misma: la conversin del corazn a travs "del ayuno, llanto y luto". Lo que hay que rasgar son "los
corazones y las vestiduras", por este orden. Nada nuevo aadir el Nuevo Testamento a esta concepcin de la penitencia. Jess se
har eco de Joel cuando diga a sus discpulos: "Cuando ayunis..." (Mt 6, 16ss).
Dos palabras entran en juego en esta verdadera penitencia. El clsico imperativo "sub" = conversin, vuelta a Dios, ya que al
pecado se le considera un alejamiento hasta el destierro y "de todo corazn", ya que esta vuelta no puede ser ocasional, interesada
y menos an ficticia. "De corazn" es lo que nosotros llamamos un firme y sincero propsito de la enmienda.
Que motivos ofrece Joel para esta penitencia-conversion? Tres claramente especificados. El primero por parte de Dios, el segundo
por parte de la plaga de Israel y el tercero con miras a todos los pueblos espectadores de Israel.
Por parte de Dios, se le describe en trminos proverbiales en todo el Antiguo Testamento: "Es compasivo y misericordioso lento a la
clera, rico en piedad; se arrepiente de las amenazas".
Es el fundamento de su esperanza y oracin. Nada est definitivamente perdido mientras el hombre no se rinda. Jess recordar:
"Pedid y se os dar, llamad y se os abrir" (Mt 7,7ss).
Por su parte, la plaga an no lo ha asolado todo. "Quizs nos deje -Yahveh- todava su bendicin", la posibilidad de algo con que
poder realizar la ofrenda y libacin al Seor. Es el mismo pensamiento anterior visto ahora desde la creatura. Siempre hay algo
bueno en el hombre y lo que importa es aprovecharlo, salvarlo.
Finalmente, el profeta pone en tela de juicio al mismo Dios con un recurso literario y teolgico a la vez, clsico en la tradicin
bblica. El desastre de su pueblo ser un espectculo ignominioso ante los pueblos de la incapacidad de su Dios para salvarlos. Y se
dirn: "Donde est su Dios?" En definitiva, lo importante no es tanto la desgracia y castigo del pueblo, siempre pecador, sino el
honor del mismo Dios que entra en juego. "Seor, ten celos por tu tierra". La respuesta de Yahveh fue positiva. Y en los versculos
siguientes Yahveh responde a su pueblo prometindole abundancia de todo aquello que haba destruido la plaga.
Pero, no olvidemos, que para ello fue necesario un esfuerzo supremo de conversin desde los ancianos hasta los nios, desde los
sacerdotes hasta los recin casados, legalmente dispensados de ciertas obligaciones (Dt 24,5). La infalibilidad de la promesa divina
est en proporcin directa de la sinceridad y firmeza de la conversin y confianza humanas en Dios.
2.
Joel es un profeta del que no se sabe prcticamente nada. Pero por lo que se deduce de su breve librito, parece que proclam su
profeca despus del exilio, cuando la vida en Jerusaln y Jud est ya restaurada y el pas vive tranquilo en situacin de provincia
autnoma del imperio persa.
Pero en aquel momento tranquilo, sobreviene lo inesperado: una plaga de langostas y otros animales amenaza con destruirlo todo.
Y el miedo a perderlo todo se apodera del pueblo, y nadie sabe qu hacer. Los sacerdotes son incapaces de convocar a la oracin
ante el Seor.
Y un hombre, de nombre Joel, se siente empujado a remover al pueblo e invitarlo a ponerse ante Dios pidiendo su ayuda. Ayuda y
perdn, porque es la poca en que an se ve todo mal y toda catstrofe como una consecuencia del pecado.
Joel quiere que todo el pueblo se mueva, empezando por los sacerdotes. Quiere que se hagan signos pblicos y rituales de peticin
de perdn, y quiere, sobre todo, que se rompa la pasiva tranquilidad del pueblo para renovar la fidelidad al Seor. Y quiere que se
utilice ante Dios el gran argumento: si el pueblo cae en la miseria, se perder la libertad (la gente tendr que venderse como
esclavos a los persas para poder comer) y Dios mismo quedar en ridculo ante "los gentiles".
En el captulo siguiente del texto que hoy leemos, Joel llevar su llamada muy lejos, y anunciar la salvacin plena de Dios con el
don de su Espritu, como recoger Lucas en los Hechos de los Apstoles al describir Pentecosts (Joel 3,1ss = Hechos 2,17ss). El
Salmo 50 es el salmo penitencial por excelencia, atribuido a David como peticin de perdn despus de sus relaciones con Betsab
(2Samuel 12). Es peticin de perdn, y de deseo de alabar a Dios por este perdn y por el corazn puro que Dios puede crear. En
aquellos lugares que dispongan de tiempo (no hay que olvidar que hoy es da laborable!) quiz se podra leer el salmo entero, en
lugar de la seleccin que figura en el leccionario.
J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1994, 3
3. /Jl/02/12-27
Invitacin a la penitencia. Jud ha de sacar una leccin de la plaga de langostas. Debe reconocer la necesidad de volver a Yahv y a
su templo para escapar del enemigo. Este retorno exige los actos de culto: el ayuno, el llanto y las lamentaciones formaban parte
de la liturgia penitencial. Pero los actos rituales no bastan. Dios quiere que nos rasguemos el corazn ms que los vestidos. Se trata
de volver a Dios, no de quedarse en el mismo sitio cambiando slo la postura externa.
La conversin de Jud atraer la benevolencia divina, ya que la misericordia es uno de los atributos propios de Yahv. Dios se ha
comprometido voluntaria y perpetuamente, mediante un pacto, a procurar el bienestar del pueblo. Por eso es posible que el castigo
sea, en ltimo trmino, una bendicin, palabra que incluye todo lo que el hombre puede desear, especialmente la vida y la
abundancia de bienes.
La conversin del pueblo no es simplemente la suma de las conversiones individuales, sino la de todos colectivamente: nios,
jvenes, ancianos, sacerdotes..., incluidos los recin casados, pese a que estn dispensados de otras obligaciones (Dt 24,5). La
respuesta divina no se hace esperar. A la vez, se ampla la perspectiva: las langostas pierden su significacin propia e histrica y
pasan a representar la tribulacin del da de Yahv escatolgico. El (pueblo) del norte era, al parecer, una expresin tcnica
para designar al invasor apocaliptico. La mayora de las invasiones de Palestina haban procedido del norte, y tal hecho histrico da
origen a la frase. Pero aqu ha perdido el significado geogrfico. En toda la percopa se juega con la doble significacin, histrica y
simblica, de la plaga. Cuando Jud se reconcilie con Dios no habr obstculo para que se manifieste su bendicin. No faltar la
lluvia en la siembra ni en primavera, poca en que grana el trigo. La frase porque os dar la lluvia tarda con regularidad puede
traducirse tambin: os dar al maestro de justicia; en este caso significara que la lluvia enviada a su debido tiempo ser el
testimonio de la fidelidad de Dios. Tambin puede entenderse como una alusin a una persona, futuro jefe espiritual del pueblo.
J. ARAGONES LLEBARIA
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegtico a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pg. 316
4.
Joel acta probablemente despus del retorno del exilio, cuando el pas est ya restaurado y tranquilo. En aquella situacin, no
obstante, una plaga de langostas est a punto de destruirlo todo. Entonces, ante la pasividad de los sacerdotes y de los
responsables del pueblo, surge este hombre del que no sabemos prcticamente nada y llama al pueblo a pedir auxilio a Dios. Una
peticin de ayuda que ir unida a una peticin de perdn, porque aquella tragedia es interpretada como una consecuencia del
pecado. Joel convoca a todo el mundo: los sacerdotes no pueden quedarse cruzados de brazos, los ms dbiles (ancianos y nios de
pecho) tambin deben participar en el clamor, los esposos deben "salir de la alcoba y del tlamo". Todos se postrarn ante Dios y
pedirn perdn.
El profeta quiere que se hagan signos pblicos, rituales de arrepentimiento. Pero quiere sobre todo que se "rasguen los corazones"
y renueven la voluntad de ser fieles al Seor. Y el gran argumento para conseguir la benevolencia divina ser recordar que Dios
mismo est ligado a su pueblo, de modo que si el pueblo cae en la miseria (lo que comportara la muerte por hambre o el venderse
como esclavos a los persas con el fin de poder comer) ser Dios quien quedar desacreditado ante los dems pueblos. Los "celos"
de Dios salvarn al pueblo.
El salmo 50 es el salmo penitencial por excelencia, atribuido a David como peticin de perdn despus de sus relaciones con
Betsab (2 S 12). Es peticin de perdn, y es deseo de alabar a Dios por este perdn y por el corazn nuevo que l es capaz de
crear.
MISA DOMINICAL 1995, 3
5. MONICIN:
Es el mismo Dios quien, a travs del profeta, llama a su pueblo a la conversin. Ahora, en el prtico de la Cuaresma, estas
insistentes palabras son su invitacin a no quedarnos meramente en la penitencia exterior, sino a cambiar en lo ms profundo del
corazn, de las actitudes, de la vida.
MISA DOMINICAL 1990, 5
SALMO RESPONSORIAL
Sal 50,3-4. 5-6a. 12-13. 14 y 17
10
1. MI PECADO Y TU MISERICORDIA
Contra ti, contra ti solo pequ. Ese es mi dolor y mi vergenza, Seor. S cmo ser bueno con los dems; soy una persona
atenta y amable, y me precio de serlo; soy educado y servicial, me llevo bien con todos y soy fiel a mis amigos. No hago dao a
nadie, no me gusta molestar o causar pena. Y, sin embargo, a ti, y a ti solo, s que te he causado pena. He traicionado tu amistad
y he herido tus sentimientos. Contra ti, contra ti solo pequ.
Si les preguntas a mis amigos, a la gente que vive conmigo y trabaja a mis rdenes, si tienen algo contra m, dirn que no, que
soy una buena persona; y s, tengo mis defectos (quin no los tiene?), pero en general soy fcil de tratar, no levanto la voz y soy
incapaz de jugarle una mala pasada a nadie; soy persona seria y de fiar, y mis amigos saben que pueden confiar en m en todo
momento. Nadie tiene ninguna queja seria contra m. Pero t s que la tienes, Seor. He faltado a tu ley, he desobedecido a tu
voluntad, te he ofendido. He llegado a desconocer tu sangre y deshonrar tu muerte. Yo, que nunca le falto a nadie, te he faltado a
ti. Esa es mi triste distincin. Contra ti, contra ti solo pequ.
Fue pasin o fue orgullo, fue envidia o fue desprecio, fue avaricia o fue egosmo...; en cualquier caso, era yo contra ti, porque era
yo contra tu ley, tu voluntad y tu creacin. He sido ingrato y he sido rebelde. He despreciado el amor de mi Padre y las rdenes de
mi Creador. No tengo excusa ante ti, Seor.
Contra ti, contra ti solo pequ, comet la maldad que aborreces. En la sentencia tendrs razn, en el tribunal me condenars
justamente. Condena justa que acepto, ya que no puedo negar la acusacin ni rechazar la sentencia. En la culpa nac; pecador
me concibi mi madre: Yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado. Confieso mi pecado y, yendo ms adentro,
me confieso pecador. Lo soy por nacimiento, por naturaleza, por definicin. Me cuesta decirlo, pero el hecho es que yo, tal y como
soy en este momento, alma y cuerpo y mente y corazn, me s y me reconozco pecador ante ti y ante mi conciencia. Hago el mal
que no quiero, y dejo de hacer el bien que quiero. He sido concebido en pecado y llevo el peso de mi culpa a lo largo de la cuesta
de mi existencia.
Pero, si soy pecador, t eres Padre. T perdonas y olvidas y aceptas. A ti vengo con fe y confianza, sabiendo que nunca rechazas a
tus hijos cuando vuelven a ti con dolor en el corazn.
Misericordia, Dios mo, por tu bondad; por tu inmensa compasin borra mi culpa. Lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Rocame con el hisopo y quedar limpio; lvame y quedar ms blanco que la nieve. Hazme or el gozo y la alegra, que se
alegren los huesos quebrantados. Aparta de mi pecado tu vista, borra en m toda culpa.
Hazme sentirme limpio. Hazme sentirme perdonado, aceptado, querido. Si mi pecado ha sido contra ti, mi reconciliacin ha de
venir de ti. Dame tu paz, tu pureza y tu firmeza. Dame tu Espritu.
Oh Dios, crea en m un corazn puro, renuvame por dentro con espritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu
santo espritu; devulveme la alegra de tu salvacin, afinzame con espritu generoso.
Dame la alegra de tu perdn para que yo pueda hablarles a otros de ti y de tu misericordia y de tu bondad. Seor, me abrirs
los labios, y mi boca proclamar tu alabanza. Que mi cada sea ocasin para que me levante con ms fuerza; que mi alejamiento
de ti me lleve a acercarme ms a ti. Me conozco ahora mejor a m mismo, ya que conozco mi debilidad y mi miseria; y te conozco
a ti mejor en la experiencia de tu perdn y de tu amor. Quiero contarles a otros la amargura de mi pecado y la bendicin de tu
perdn. Quiero proclamar ante todo el mundo la grandeza de tu misericordia. Ensear a los malvados tus caminos, los
pecadores volvern a ti.
Que la dolorosa experiencia del pecado nos haga bien a todos los pecadores, Seor, a tu Iglesia entera, formada por seres
sinceros que quieren acercarse a unos y a otros, y a ti en todos, y que encuentran el negro obstculo de la presencia del pecado
sobre la tierra. Bendice a tu Pueblo, Seor.
Seor, por tu bondad, favorece a Sin; reconstruye las murallas de Jerusaln.
CARLOS G. VALLS
BUSCO TU ROSTRO
ORAR LOS SALMOS
Ed. SAL TERRAE, Santander, pg. 101s.
11
2.
El salmo 50 es el salmo cuaresmal por excelencia. Merece la pena que nos detengamos en l para captar el simbolismo que lo
impregna y la teologa que transmite. Se le sita entre los salmos de splica individual y data del final de la poca monrquica.
Habra sido compuesto para una liturgia penitencial presidida por el rey. Pero es obvio que ha servido de sustento a la oracin de
innumerables personas lo suficientemente religiosas para reconocerse en l.
Desde el primer versculo es notable la orientacin de esta oracin. Lejos de querer declarar inocente al salmista, como hacen
tantas "endechas", la splica se dirige de entrada a Dios para pedir su misericordia, su amor. La salvacin del pecador est por
completo en las manos de ese Dios que el amor define radicalmente. Por supuesto, no se ignora que Dios es justo, que quiere la
verdad y la sabidura en el corazn del hombre, pero precisamente esta "justicia" de Dios se manifestar, ante todo, en el perdn
concedido al pecador. Se podra decir que se trata nada menos que de su honor, ya que el pecador perdonado se convertir en
testigo de Dios: podr mostrar a los pecadores el camino de la verdad, y "hacia Dios volvern los extraviados". El reconocimiento
del pecado tiene, pues, tambin una dimensin proftica. Forma parte de la "confesin" de las obras de Dios.
Adems, el salmista reconoce su falta sin rodeos. No teme contemplar ese pecado que siempre "est ante l". Culpabilidad
exagerada? nfasis literario? No, ya que el sentido profundo del pecado slo existe para poder captar mejor la dimensin del
perdn divino. El hombre ha pecado "contra Dios" y slo contra l... Sin duda, conoce las repercusiones sociales de su falta, pero en
el acto litrgico de la confesin pone el acento sobre Dios, que est en el origen de todas las cosas, tanto del perdn como del
sentido ltimo de todo pecado. No se puede expresar mejor hasta qu punto est de acuerdo Dios con la vida humana y su
condicin existencial! La conciencia del salmista es tan viva que se reconoce "nacido en la culpa", "pecador desde el vientre de su
madre". No parece que sea necesario buscar en estas expresiones una teologa explcita del pecado original, y menos an del modo
como se transmite, ya que el que ora se sita aqu a un nivel existencial; tiene conciencia de pertenecer a una humanidad
pecadora, a un pueblo pecador en el que ninguna existencia podra escapar al peso de la miseria. Lo veremos mejor cuando apele
al Dios creador para que le salve de su culpa. La conciencia de pecado supera absolutamente la dosificacin aparentemente justa
que un juez podra hacer de las responsabilidades y las circunstancias atenuantes. Se trata nada menos que de la existencia "frente
a Dios". Israel es un pueblo santo, y el pecado obstaculiza al mismo Dios.
Son importantes los versculos 4, 9, 12 y 14. Si los dos primeros hacen probablemente alusin a un bao ritual de purificacin, los
otros interiorizan el proceso e indican que el rito es la cara visible de una profunda renovacin del ser. De esta manera, el salmo se
inscribe en una gran corriente de pensamiento que va desde los discpulos de Isaas hasta los evangelistas, para definir en trminos
de bautismo la restauracin del hombre y del cosmos.
Recordemos las grandes etapas de esta corriente de pensamiento. El tercer Isaas (65, 17) haba anunciado la "creacin de unos
cielos nuevos y una tierra nueva". Jeremas haba hablado de la restauracin del pueblo y del individuo. Proclamaba una nueva era
en la que la ley sera grabada en el corazn del hombre, subrayando as la comunin profunda que unira a la humanidad nueva con
Dios (32, 39).
Ezequiel retoma la idea para hablar de una creacin nueva y un espritu nuevo (36, 25-27). Es el quien explicita mejor los lazos
temticos entre el agua y la vida. En su predicacin deba de acordarse del ro que, segn el Gnesis, ascenda del subsuelo para
regar toda la superficie de la tierra. Segn el profeta, llegar un da en que en la nueva Jerusaln manar una fuente que fecundar
el desierto, y de la fuente brotar un torrente impetuoso en cuyas orillas nacern rboles frutales maravillosos (cap. 47). De este
modo, la vuelta de Yahv estar marcada por la abundancia, simbolizada en los torrentes. Ms tarde, el cuarto evangelio retomar
este tema aplicndolo al cuerpo de Cristo, el nuevo templo.
El agua es, pues, fuente de vida. Cuando el salmista suplica a Dios que le lave, lanza una llamada a la vida y a la renovacin.
Consiguientemente, puede imaginar el perdn como una danza de resurreccin y un himno de alabanza (cfr. Ez. 37). Si Dios recrea
el corazn del hombre borrando su pecado, hay que ver en el perdn una reanudacin de toda la obra creadora. Los tiempos
nuevos, manifestados por el don del Espritu, son tiempos de resurreccin y fiesta. La "confesin" es un acto en el que se manifiesta
el Dios de la vida.
Ante esto, qu puede hacer el hombre sino maravillarse y dar gracias? Proclamar la justicia de Dios! Lo har con sacrificios al
modo antiguo? El salmo previene contra los cultos hipcritas en los que el corazn del hombre no queda totalmente comprometido.
El hombre debe saber que el perdn de Dios no se compra, ya que supera toda medida humana. La nica ofrenda que agrada a
Dios es un espritu convertido, roto y triturado: es decir, consciente de lo que es, sin pretensin de hacerse valer ante el Creador.
DIOS CADA DIA
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL
CUARESMA Y TIEMPO PASCUAL
SAL TERRAE/SANTANDER 1989.Pg. 14 s.
3.
12
4. CRITICA/JUICIO
De los sermones de SAN Agustin
(Sermn 19, 2-3; CCL 41, 252-254).
Mi sacrificio es un espritu quebrantado
Yo reconozco mi culpa, dice el salmista. Si yo la reconozco, dgnate t perdonarla. No tengamos en modo alguno la presuncin de
que vivimos rectamente y sin pecado. Lo que atestigua a favor de nuestra vida es el reconocimiento de nuestras culpas. Los
hombres sin remedio son aquellos que dejan de atender a sus propios pecados para fijarse en los de los dems. No buscan lo que
hay que corregir, sino en qu pueden morder. Y, al no poderse excusar a s mismos, estn siempre dispuestos a acusar a los dems.
No es as como nos ensea el salmo a orar y dar a Dios satisfaccin, ya que dice: Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre
presente mi pecado. El que as ora no atiende a los pecados ajenos, sino que se examina a s mismo, y no de manera superficial,
como quien palpa, sino profundizando en su interior. No se perdona a s mismo, y por esto precisamente puede atreverse a pedir
perdn (...).
Mi sacrificio es un espritu quebrantado; un corazn quebrantado y humillado; t no lo desprecias. Este es el sacrificio que has de
ofrecer. No busques en el rebao, no prepares navos para navegar hasta las ms lejanas tierras a buscar perfumes. Busca en tu
corazn la ofrenda grata a Dios. El corazn es lo que hay que quebrantar. Y no temas perder el corazn al quebrantarlo, pues dice
tambin el salmo: Oh Dios, crea en mi un corazn puro. Para que sea creado este corazn puro, hay que quebrantar antes el
impuro.
Sintamos disgusto de nosotros mismos cuando pecamos, ya que el pecado disgusta a Dios. Y, ya que no estamos libres de pecado,
por lo menos asemejmonos a Dios en nuestro disgusto por lo que a l le disgusta. As tu voluntad coincide en algo con la de Dios,
en cuanto que te disgusta lo mismo que odia tu Hacedor.
5.
13
6.
MISERICORDIA, DIOS MO, POR TU BONDAD
Por tu infinita bondad, Seor, ten misericordia de m:
As te han invocado tantas generaciones creyentes,
al vivir el tiempo de cuaresma,
quiz con tonos demasiado lgubres,
entre colores morados y ayunos estrictos.
Misericordia, Seor, por tu bondad:
este debe ser tambin nuestro ruego,
al iniciar un nuevo camino cuaresmal,
en un clima rebosante an de carnavales
y de proyectos para la Semana Santa.
Porque todo ser humano,
todo creyente en Jesucristo,
tiene que sentir ayer, hoy y siempre,
sin neurticos sentimientos de culpa,
que no sabemos responder a lo que t nos pides;
que no damos salida a nuestros sentimientos ms humanos;
que no podemos encerrarnos en nuestras estrechas culpas
en un mundo marcado por hambre, guerra y sangre.
Tenemos necesidad de acudir hoy a ti,
no con cilicios y ayunos,
sino con la verdadera realidad de nuestra vida:
14
con
con
con
con
7.
Ten piedad de m, oh Cristo, y purifcame
* El salmo 50, con el que cada viernes empezamos la oracin de la maana, es, para la Iglesia, el salmo penitencial por excelencia.
El sentido de la penitencia 'cristiana' es siempre un anhelo de convertirse a Dios, de descubrir su amor misericordioso. Siendo
Cristo, a los ojos de la fe, la epifana encarnada de Dios, las almas penitentes hallan en el rostro paciente y benigno de Jess, la
fuente inagotable de conversin.
Por eso, del mismo modo que Jess inici su predicacin en Palestina exhortando al arrepentimiento, as tambin la Iglesia -cada
viernes, en recuerdo de la Muerte del Seor- inicia su Liturgia con el salmo penitencial por antonomasia. El arranque de la salmodia
de esta maana supone, pues, una llamada a "vivir in statu conversionis, que es la componente ms honda de la peregrinacin
que todo hombre realiza por la tierra in statu viatoris.155
** Al recordar que somos en el mundo el Cuerpo de Cristo, en este en m entendemos la Cabeza de un cuerpo profundamente
pecador y en la expresin mi pecado nos parece abarcar cada uno de los agravios personales de todos los hombres, que el Seor
asume generosamente en su Pasin. l quiso crucificar en su Carne las injurias del entero linaje humano.
Con tales disposiciones podemos dirigirnos a Jess con palabras que un da salieron de la pluma de Anselmo-SAN:156
"Ten piedad, Seor, porque ste es tiempo de misericordia y en tu Evangelio has dicho que no has venido para juzgar al mundo,
sino para salvarlo. Tu misericordia es mucho mayor que mi miseria; por eso has salvado tantas veces a tu pueblo -a nuestros
15
padres-, incluso cuando fueron ingratos y murmuraron contra ti. Lava, pues, borra mi pecado, T que en la Cruz cancelaste de una
vez por todas el quirgrafo que me era contrario."157
*** Si nos sumergimos en el dinamismo de la 'historia salutis', mirndola en su conjunto como una accin nica de Dios que va
progresando a travs del tiempo, al considerar estos versculos fcilmente descubriremos que, llegada la plenitud de Cristo,
nosotros, para reparar por nuestros pecados, disponemos de un Sacrificio infinitamente superior y plenamente agradable al Padre:
la Santa Misa, el Sacrificio de su Hijo, "que se ofrece una sola vez para quitar los pecados de muchos, pues con una sola oblacin ha
hecho perfectos para siempre a los que l santifica."158
Pero este Sacrificio no viene a ser tambin el nuestro sino en tanto en cuanto incorporemos en nosotros los mismos sentimientos de
Cristo Jess. El sacrificio que Dios Padre espera de nosotros es nuestra muerte personal, con Cristo, al pecado, hasta aniquilar en
nosotros al hombre viejo.
En este sentido, si el Oficio de Laudes precediera a la Santa Misa, las palabras de Jernimo seran una ayuda eficaz para
disponernos a celebrar el Santo Sacrificio de la Cruz: "El sacrificio que nos hace justos es, oh Jess, tu oblacin al Padre. Por eso, yo
mismo me ofrecer tambin al Padre como hostia viva." 159
..................
155 JUAN PABLO II, Dives in misericordia, 13.
156 S. ANSELMO, Proslogion, Opera omnia, edicin Schmitt, Seckau (Austria), 1938. 2, 34.
157 Col 2: 14: '... perdonndonos todos los delitos, borr todo lo que estaba contra nosotros, el quirgrafo (el pliego
de cargos) que nos era contrario, el cual quit de en medio y lo clav en la Cruz.'
158 Hb 9: 28; 10: 14.
159 S. JERONIMO, Breviarium in psalmos, 50, 19; PL 26.
FLIX AROCENA
EN ESPRITU Y VERDAD, I
Ediciones EGA, Bilbao 1995.Pgs. 73-74
8.
Ten piedad de m, oh Cristo, y purifcame
* Un comentario cristolgico al salmo 50 debera aproximarse al abismo del amor de Jess por la gloria de su Padre y al abismo de
la malicia que es cada pecado y su nmero inconmensurable. Sin embargo, para ello sera preciso comprender la profundidad de
estas palabras de la Escritura: Puso en l la iniquidad de todos nosotros.255 Jess no slo vea los pecados como en espectculo
horrendo, pero exterior y lejano que lastimaba su mirada y hera su Corazn, sino como algo de lo que era responsable, pues Dios
puso en 1 las iniquidades de todos nosotros. Resulta ya de por s misterioso en la Persona del Verbo que se unan la majestad de la
naturaleza divina y la pequeez de la humana; pero que se junten en el Corazn de Cristo la pureza y el pecado, el amor y el
mal ..., que en ese abismo de todas las virtudes haya puesto Dios el abismo de todos las iniquidades quin puede comprenderlo?
Quin puede adivinar el dolor que causara tan extrao consorcio en 1?
Imaginemos un sitio en donde fueran a concentrarse todas las cloacas y todos los desages de las aguas sucias del mundo; un sitio
en donde fueran a acumularse todas las inmundicias de la tierra. Sera, ciertamente, un lugar espantoso. As, el Corazn de Jess. A
l han ido a parar todas las miserias humanas. El Padre puso en l las iniquidades de todos nosotros. Qu sentira una persona
pursima a quien sumergiesen all?
** El comentario de Gregorio Magno256 al salmo 'Miserere' avivar nuestra oracin en la maana de este viernes:
"Un hombre fuerte que ha sido herido, siente que se le acerca la muerte y yace desnudo cubierto las heridas sangrantes. En esta
situacin, invoca con todas sus fuerzas la llegada del mdico.
La herida del alma es el pecado: Oh pobre herido, reconoce a tu Mdico! Mustrale las llagas de tus culpas. Y puesto que a l no se
le esconden nuestros secretos pensamientos, hazle sentir el gemido de tu corazn. Muvele a compasin con tus lgrimas, con tu
insistencia, importnale! Que oiga tus suspiros, que tu dolor llegue hasta l de modo que, al fin, pueda decirte: El Seor ha
perdonado tu pecado.257
16
Clama con David: Misericordia, Dios mo, por tu bondad, por tu inmensa compasin (v. 1) Lo cual equivale a decir: Muero a causa
de una herida atroz y ningn mdico puede curarme, salvo Aqul que es Omnipotente. Para l ningn mal es incurable y, con una
sola palabra, restaura la salud. Desesperara a causa de mi herida, si no pusiera mi esperanza en el Omnipotente."
Luego, GREGORIO-MAGNO-SAN inicia una oracin dirigida directamente a Cristo, que interpreta la parbola del Buen Samaritano en
sentido espiritual: /Lc/10/33 "Seor Jess, dgnate acercarte a m, movido por tu misericordia.258 He partido de Jerusaln hacia
Jeric, del cielo a la tierra, de la vida a la enfermedad: he cado en manos de los ngeles de las tinieblas, que me han despojado del
vestido de la gracia y me han abandonado medio muerto, cubierto de llagas. No me niegues la esperanza de curarme; por la
desesperacin se agravarn las heridas de mis pecados, si T no las curas. Ungeme con el leo del perdn y el vino de la
compuncin. Y si quieres montarme sobre tu propia cabalgadura, habrs ayudado, ciertamente, a un pobre.
T que sobrellevas nuestros pecados, que has pagado por nosotros la deuda, si me conduces a la posada de tu Iglesia,
alimentndome con tu Cuerpo y con tu Sangre, me curars. Mientras permanezco en esta carne corruptible, necesito que me
guardes. Escchame, oh Buen Samaritano!, escchame que estoy desnudo y herido, gimiendo y llamndote con el grito de David:
Misericordia, Dios mo, por tu bondad, por tu inmensa compasin. (v. 1)"
...................
255 Is 53: 6: 'Posuit Deus in eo iniquitatem omnium nostrum'.
256 S. GREGORIO MAGNO, In septem psalmos poenitentiales expositio, 50; PL 79.
257 2 Sam 12: 13.
258 Lc 10: 33.
FLIX AROCENA
EN ESPRITU Y VERDAD, I
Ediciones EGA, Bilbao 1995.Pgs. 118-119
9.
Ten piedad de m, oh Cristo, y purifcame
* Sabemos que en la Liturgia, Cristo asocia la oracin de toda Iglesia a su plegaria ininterrumpida al Padre. El viernes, en la Liturgia
de las Horas, la Iglesia escucha en el salmo 50 la voz de su Seor que, agonizante, mientras pende del trono de la Cruz, carga sobre
S el peso inconmensurable de los pecados de cada uno de los hombres, a los que substituye con el fin de expiarlos y suplicar al
Padre para obtener la gracia del perdn para su pueblo penitente.347
"Al subir al rbol de la Cruz para atraerse todas las criaturas, Jess dio a ese Leo, fertilizado con su Sangre, la virtud de dar frutos
de vida eterna, en compensacin por la fertilidad para la muerte que tuvo el rbol del fruto maldito. Dediquemos un momento a la
consideracin de las virtudes de ese fruto. Las conocemos ya; son las virtudes contrarias a los males del fruto venenoso de la
desobediencia; son la amistad con Dios, la gracia, la filiacin divina, la victoria sobre el Enemigo del linaje humano y sobre el
pecado, la posibilidad, y an la facilidad para dominar las pasiones; y, finalmente, la inmortalidad gloriosa en el reino de la felicidad
eterna."348
Misericordia, Dios mo, por tu bondad, por tu inmensa compasin borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo
conozco mi culpa, tengo presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequ, comet la maldad que aborreces. Es la voz misma de
Cristo "a quien, sin conocer pecado, Dios le hizo pecado"349 y ahora confiesa ante su Padre las injurias de toda la humanidad
que, en ese momento, gravan sobre l.
** Un antiguo escritor interpreta:350 "En lugar de la sangre se cita el hisopo porque la aspersin de la sangre del cordero inmolado
-que prefiguraba a Cristo, el Cordero de Dios- se llevaba a cabo, segn el precepto que el Seor haba mandado, mediante un
hisopo. Dice el Apstol: El nos liber de nuestros pecados con su Sangre. Entonces, rocame con hisopo viene a indicar:
Justifcame, oh Padre, mediante la Sangre de tu Hijo."
*** Pero el salmo 'Miserere', que la Liturgia de las Horas viene proponiendo tradicionalmente35~ en todos los viernes del ao
confirindoles un carcter penitencial, es tambin -en los labios de la Iglesia en oracin- un canto de victoria, en el que Jess
implora a su Padre la resurreccin a una vida nueva: Hazme or el gozo y la alegra, que se alegren los huesos quebrantados. Eso
parece que sugiere la antfona prevista para el tiempo de Pascua:352 ella nos invita a meditar en el salmo Miserere desde la
perspectiva del Buen Ladrn. Junto a Dimas entendemos que, con su Resurreccin, el Seor ha mostrado a los pecadores -a
nosotros- el sendero para entrar en la gloria de su Reino. Slo en Cristo el sufrimiento forma parte de su misteriosa Pascua.
17
Una secuencia, que data del siglo XI, consigue exponer de una manera escueta pero grandiosa, el misterio que estamos
contemplando:353 La muerte y la vida lucharon un duelo admirable; el Seor de la vida, despus de muerto, reina vivo.
................
347 P. SALMON OSB, Les 'Tituli psalmorum' des manuscrirs latins, Pars, 1959, Serie I (S. Columbano) y Serie V
(Pseudo-Orgenes), 50, p. 62 y 141: Vox Christi pro populo paenitente'; 'quod ipse sine peccato pro peccatis populi
iudicatus vicerit iudicantes'.
348 C. CARDO, Emmanuel, Madrid, 1989, p. 286-287.
349 2Cor 5:21.
350 BRUNO DE ASTI, Expositio in psalmos, 50; PL 152.
350 Este salmo era casi estrictamente diario; slo se sustitua los Domingos por el salmo 92, salvo en el Breviario
monstico, que se conservaba incluso en este da.
352 LITURGIA DE LAS HORAS, Laud Viem T de Pascua ant 1: 'Acurdate de mi, Seor, cuando llegues a tu reino.
Aleluya.'
353 MISSALE ROMANUM, Sec Vistimae paschalis laudes, Dom Resurreccin: 'Mors et vita duello conflixere mirando:
Dux vitae mortuus regnat vivus'.
FLIX AROCENA
EN ESPRITU Y VERDAD, I
Ediciones EGA, Bilbao 1995.Pgs. 161-162
10.
PRIMERA LECTURA: CON ISRAEL
* Este salmo est dedicado a David. Este pecado del rey (2 Samuel 11 y 12) que hizo matar a Uras para tomar a su mujer Betsab
y el arrepentimiento admirable de David, son el smbolo del "mal" y del "perdn". Pero en el trasfondo de este salmo, est tambin
la destruccin trgica de Jerusaln que inaugura la deportacin a Babilonia: la repercusin del pecado es colectiva: lo es tambin la
conversin ("... vuelve a levantar los muros de Jerusaln").
El grito de arrepentimiento que se expresa aqu es de una pureza admirable: este pecador se siente desgraciado nicamente por su
pecado... Este pecado es la ofensa de Dios. No hay nada morboso aqu, porque Israel tiene una concepcin muy positiva del
pecado. El pecador no est abandonado a sus remordimientos, l est "ante alguien" que lo ama. Todo se origina en el amor. Veinte
verbos en imperativo se dirigen a Dios... Y cada uno indica que Dios va a obrar en favor del penitente para "borrar", "lavar",
"absolver" "purificar", "devolver la alegra", "renovar", etc....
SEGUNDA LECTURA: CON JESS
** Para hacer comprender la maravilla del perdn de Dios, Jess invent la parbola del "Hijo prdigo", y espontneamente utiliz
expresiones del salmo 50: "He pecado contra el cielo y contra ti"... Como el salmista, expres el perdn mediante "cantos festivos"
y "danzas"...
Al instituir el bautismo para la remisin de los pecados, Jess toma una vez ms el smbolo de la purificacin: "lvame, que yo
quede ms blanco que la nieve".
Cuando Jess perdon a Mara Magdalena, la pecadora, la hizo su apstol, como dice este salmo: "ensear a los malvados tus
caminos". Ella, la antigua prostituta, fue el primer testigo de la resurreccin y adems enviada o misionera a sus hermanos (Juan
20,17). Y cuando el Espritu Santo renov a los apstoles mediante su soplo de Pentecosts, los vemos tambin "desligar la lengua,
y cantar las alabanzas de Dios".
Finalmente, Jess aprueba la afirmacin del escriba que basado en este salmo dice: "Amar a Dios y amar al prjimo valen ms que
todos los sacrificios" (Marcos 12,33).
18
11.
Para mucha gente, todava hoy, el salmo 50 es una msica de tono menor, tejida de melodas tristes y ecos sombros. Durante
largos siglos haba sido el tpico salmo de los tiempos penitenciales, de los das de ayuno y abstinencia. El salmo Miserere -cantado,
semitonado, o simplemente rezado y, por cierto, con un aire siempre arrastrado- acompaaba invariablemente a los difuntos hasta
la sepultura.
19
Por esta asociacin de recuerdos, debido a la presin del pasado sobre el presente, para muchas personas el miserere arrastra en
su seno, todava hoy, alas de muerte, iras divinas, sombras amenazantes, cualquier cosa parecida a depresin y abatimiento. Para
mucha gente es un salmo triste, el salmo oscuro de la culpa y el pecado. No obstante, como veremos, es todo lo contrario.
Todo esto me trae a la memoria el caso de esas preciosas ermitas romnicas de piedra desnuda, a cuyas paredes agregaron, en
pocas tardas, un revestimiento de cal con el fin de embellecerla. Lleg la hora de revocar ese revestimiento para que aparezca el
rostro original de la ermita. As mismo, el salmo 50 necesita de un revocamiento enrgico para que se desprendan las escamas
postizas, se lleve el viento los ecos sombros, y pueda aparecer a la vista de todos lo que el salmo en realidad es: el gran salmo de
las misericordias del Seor. Son muchas las personas que necesitan hacer esta limpieza purificadora.y redescubrir sus entraas de
misericordia.
*****
Contra esa impresin generalizada, la de ser un salmo sombro, podemos afirmar de entrada que, entre los 150 salmos, no
encontraremos otro que contenga tanta profundidad, belleza y consolacin. Desde la primera hasta la ltima palabra, un binomio
maravillosamente evanglico recorre sus entraas: confianza-humildad. Este binomio es como un ro de vida que atraviesa el salmo
de parte a parte cubriendo todo de frescura y esperanza.
Si de sus versculos retiramos la palabra Dios, y la sustituyramos por la palabra Padre, nos encontraramos en el corazn mismo
del Evangelio, junto a las grandes parbolas de la misericordia del Seor, en el mismsimo captulo 15 de Lucas. Y, desde luego, es
el salmo ms evanglico entre los 150 salmos. Ms an, uno queda sorprendido al constatar cmo tantos siglos antes del Evangelio
se hubiere escrito un salmo tan evanglico.
A pesar de que aparece tantas veces el concepto y la palabra pecado (o su equivalente: culpa, iniquidad) sobre todo en los
primeros versculos, simultnea y paralelamente se levanta la misericordia de Dios como una realidad mucho ms slida y visible;
si la altura del pecado es como la de una montaa, la misericordia del Altsimo es como la altura de la cordillera ms encumbrada.
Complejos de culpabilidad
A pesar de que sentimos palpitar a lo largo del salmo la pertinaz y obsesiva presencia del pecado, jams, sin embargo, nos llega ni
el ms lejano eco de los complejos de culpabilidad. En ningn momento advertimos que los sentimientos de culpa ronden los muros
del salmista. Jams vemos a ste caer en el remolino de la autopunicin.
HUMILDAD/HUMILLACION: Una cosa es la humildad, y otra, la humillacin. La humildad es hija de Dios, y la humillacin, hija del
orgullo. La humildad es una actitud positiva; la humillacin, en cambio, autodestructiva. En el fondo de los complejos de
culpabilidad aletea incesantemente aquel binomio de muerte: vergenza-tristeza. Efectivamente, en su ltimo anlisis, los
complejos de culpa se reducen a estos dos sentimientos combinados.
Y, en el fondo de estos complejos, se agita un instinto de venganza en contra de s mismos: se irritan en contra de s mismos
porque se sienten tan poca cosa; se indignan y sienten rabia por ser as, tan incapaces de actuar segn los criterios de Dios y de la
razn, segn los cnones de un ideal. Se humillan, viven ensandose en contra de s mismos por no aceptar sus limitaciones e
impotencias, avergonzndose y entristecindose de ser tan poca cosa, tan impotentes para actuar segn los principios de la
rectitud. Y, probablemente, en el ltimo anlisis de estos complejos, la madre que da a luz a estos sentimientos es el complejo de
omnipotencia, lastimado, herido y derrotado al comprobar que no puede volar por las cumbres del ideal y de la santidad.
Y estos sentimientos se han cultivado deliberadamente entre nosotros, como si se nos dijera: humllate, castgate, avergnzate,
arrepintete, eres un miserable, un rebelde que no merece misericordia... Naturalmente no se decan estas palabras, pero, en el
fondo, era una tcita invitacin a ensaarse en contra de s mismo por ser pecador; y, como pecador, se mereca el castigo, y,
antes de ser castigado por Dios como lo merecan sus pecados, era preferible castigarse (psicolgicamente) a s mismo. Y
castigndose uno mismo (mediante los sentimientos de culpa) se tena la impresin de que se estaba satisfaciendo a la justicia
divina y aplacando su ira. Haba que hacer penitencia para merecer la misericordia divina, olvidndose de que, aunque se haga
penitencia hasta el fin del mundo, la misericordia no se merece, se recibe.
Desde que despert en nosotros el uso de la razn, se nos inculcaron de tal manera estos conceptos que han llegado a constituir en
nosotros como una segunda naturaleza, hasta llegar su influencia a las ltimas latitudes del inconsciente.
*****
Y as hemos ido ciendo nuestra cabeza con una corona de hostilidad. Y toda esta obra demoledora se haca en el nombre de Dios,
creyendo que, con esta autopunicin psicolgica, se ofreca a Dios un sacrificio agradable, que satisfaca su ira y sus impulsos de
venganza. Pero no eran, ni son, cosa agradable a Dios, sino, muy al contrario, se trata del lado ms negativo del corazn humano,
los fondos sado-masoquistas, los instintos autodestructivos, no muy lejos de la necrofilia, y emparentados con el instinto de la
muerte.
20
En el fondo, pues, de estos complejos de culpa, deliberadamente inculcados y cultivados, en la base de esta actitud
autodestructiva, palpita -y esto es lo ms grave- una teologa profundamente desenfocada. Satisfacer la justicia divina y calmar los
impulsos vengativos de Dios? Cul Dios? Un Dios vengativo, sanguinario y cruel? De dnde sali ese Dios? Un Dios a quien hay
que aplacar con penitencias y con castigos mentales en contra de s mismos? De qu monte, de qu selva sali ese Dios? Del
Sina? El verdadero Dios nunca fue vengativo; fueron los hombres los que proyectaron en Dios sus bajos impulsos. Y, de todas
formas, ni Moiss ni los profetas tienen la ltima palabra para decirnos quin y cmo es Dios. El nico que conoce a Dios desde
dentro es Jess; es El el nico que viene de Dios, slo El tiene autoridad moral y categora de testigo para decirnos quin y cmo es
Dios.
Y ah vemos a Jess en los evangelios inventando cuentitos, comparaciones y parbolas para decirnos que en fin de cuentas, Dios
no es nada de lo que nos han metido en la cabeza, sino que, muy al contrario, es ternura y cario, perdn incondicional, amor
eterno y gratuito, que Dios es como el pap ms querido y amante de la tierra, que, para El, perdonar es una fiesta, y que los ms
frgiles y quebradizos, aquellos que tienen la historia ms infeliz en el terreno moral y los ltimos, esos son los que se llevan las
preferencias del Pap Dios.
A veces pienso que hemos traicionado al Seor Jess, que no fue otra cosa en este mundo sino el Misionero de la Misericordia, que
hemos dejado de lado su mensaje central del Abb y nos hemos quedado con el Dios del Sina.
Pienso tambin que continuamos en nuestras fragilidades porque estamos encerrados y atrapados en un crculo vicioso, a saber:
con estos complejos de culpa bloqueamos el amor de Dios, no nos dejamos amar; y, al no dejarnos amar, al no experimentar su
amor, continuamos en nuestras fragilidades porque, despus de todo, la nica fuerza transformante del mundo es el amor.
Y, siendo el Evangelio una alegre novedad, una feliz noticia, nosotros hemos transformado el cristianismo en un cdigo de culpas,
en una religin obsesiva y triste, dejando de lado las insistencias conmovedoras de Jess sobre la ternura de Dios. Y as, uno mismo
ha constatado innumerables veces y con dolor en el corazn, que una de las fuentes ms importantes de angustia y tristeza para
las personas piadosas son los sentimientos de culpa, cultivados esmeradamente cual si fueran sacrificios de suave perfume para
Dios.
Y, naturalmente, constituyndose estas personas en enemigas de s mismas debido a estos complejos, se puede suponer qu sern
ellas en sus relaciones fraternas: enemigas unas de otras. Y as, debiendo ser las comunidades religiosas oasis de feliz armona,
frecuentemente no lo son, debido, entre otras razones, a que transfieren a los dems, las enemistades incubadas en s mismos,
contra s mismos.
Las estadsticas mundiales sobre la depresin nos dicen que uno de los grupos sociales en que ms se eleva el ndice depresivo es
el de los cristianos piadosos, debido al cultivo de los complejos de culpa.
Lleg, pues, la hora de creer en el Amor, y de superar las fragilidades, no en virtud de la culpa represiva sino en virtud de la
dinmica transformante del Amor, y en el nombre de aquella revelacin central, trada por Jess, sobre el amor eterno y gratuito del
Padre Dios para con cada uno de nosotros. As, pues entristecerse? De nada. Avergonzarse? De nada. Humillarse? Por nada.
Entonces, qu hacer? Como nos dir admirablemente el salmo 50, reconocer con humildad y confianza nuestra radical impotencia,
no fijndonos obsesivamente en nuestra condicin pecadora sino en la condicin misericordiosa y comprensiva de Dios, en su amor
y ternura nunca desmentidos.
Lneas teolgicas
Por otra parte, las grandes lneas teolgicas de la Biblia, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, atraviesan las entraas del
salmo 50 con los items siguientes:
1. He sido constituido en pecado desde el seno de mi madre (v. 7). El hombre, esa pura contingencia!, en cuanto comienza a
descender en espiral hacia sus latitudes ltimas, se encuentra, casi de entrada, con esa sombra que cubre sus horizontes: el
pecado. Ya al iniciar sus primeros pasos por las sendas de la historia, los pies del hombre son atrapados por un cepo, y queda
paralizada su marcha hacia la libertad.
P/FRUSTRACION-H: El pecado!; la incapacidad del hombre para actuar segn los principios de la razn y de la voluntad de Dios:
hace lo que no quiere, y deja de hacer lo que le gustara hacer. Se oye decir: llevo treinta aos tratando de ser humilde y no
puedo! Quisiera perdonar, pero no puedo! He combatido durante cuarenta aos para suavizar tal rasgo negativo de mi
personalidad mediante la oracin y los sacramentos, y hoy, despus de tantos aos, ese defecto est tan vivo como siempre y, al
menor descuido, me doblega sin remedio. Es la ley del pecado que mueve desde abajo los resortes y mecanismos, quedando la
libertad, maniatada y sin autonoma.
Esta ley del pecado, en el lenguaje de hoy, es equivalente a los rasgos negativos de la personalidad, gravados bioqumicamente en
la frontera final del ser, en los componentes ltimos de la clula, llamados genes. Ah estn escritos los rasgos fundamentales,
tanto positivos como negativos, que conforman esa realidad inalienable y nica que llamamos persona, individuo.
Esos rasgos negativos (como el rencor, irascibilidad, hipersensualidad, timidez, obsesin, reacciones primaras, compulsabilidad ... )
dominan la conducta del hombre, haciendo lo que no quiere y comportndose de manera contraria a lo que desea y se esfuerza.
21
Ahora bien, si el hombre hace lo que no quiere, dnde est la libertad? La libertad existe, naturalmente, pero en ciertas zonas de
la personalidad puede estar condicionada, en otras maniatadas y, hasta, en alguna zona, casi anulada. Por eso dice Pablo: Hago lo
que no quiero.
El pecado! No es una persona, tampoco un ser. Simplemente es la incapacidad para caminar por las sendas del amor, porque la
libertad ha sido atrapada entre los anillos del egosmo, y porque todos los hilos conductores encaminan al hombre hacia el centro
de s mismo: He sido constituido en pecado desde el seno de mi madre.
2. Son, pues, las races las que estn heridas de muerte. Ahora bien; hasta esas latitudes no puede bajar ninguna mano liberadora.
Las sicoterapias, por ejemplo, actan y funcionan tan slo a flor de piel.
A profundidades tan definitivas slo puede llegar Aquel que desciende hasta la ltima soledad del ser: Dios. Slo Dios puede
hacerse presente en las races. Slo Aqul que me estructur, puede reestructurarme. Slo Dios puede ser mi salvador.
3. El tercer item teolgico, a partir de los dos principios anteriores, es: si slo Dios puede ser mi salvador; si yo soy impotencia, y El
omnipotencia; si yo soy fragilidad, y El misericordia, la salvacin consiste en salir de m mismo en alas de la confianza,
transformarme en un poquito de barro y ponerme, humilde y sumiso, en sus manos y repetir incesantemente: lvame (v. 9),
purifcame (v. 4), lmpiame (v. 3) crea en m un corazn nuevo (v. 12). Y a esto se reduce el salmo 50: no quedarme mirando
absorto mis negras vertientes sino los espacios infinitos de la misericordia.
Humildad-confianza
He aqu el alma del salmo 50. Frente a aquel binomio de muerte (vergenza-tristeza), el salmo 50 levanta en alto el binomio de
vida: humildad-confianza. Aqu est la salvacin y la vida, y se abren ante nuestros ojos cielos azules y noches estrelladas: la
salvacin est a las puertas.
El salmista irrumpe en el escenario, casi precipitadamente, llevando en alto la bandera de la humildad-confianza, implorando y
apelando a la misericordia eterna. En una actitud de xodo, el salmista, en lugar de detenerse en s mismo lamentando sus
miserias, sale y se remonta hasta la cumbre misma de la esencia divina, su bondad, su inmensa compasin, en una
concentracin interior hecha de intimidad, confianza, ternura y humildad: Misericordia, Dios mo, por tu bondad; por tu inmensa
compasin borra mi culpa (v. 3). Este es el acorde que da el tono (y tono mayor) a toda la sinfona del salmo. El salmista no apela
a sus penitencias, lgrimas o torturas mentales sino a la inmensa compasin divina. La fuente de la confianza est, pues, en tu
bondad.
Un sentimiento poderoso y estimulante, y que jams se ausenta, sentimiento tejido invariablemente de confianza-humildad, se
hace presente montonamente, persistentemente, a lo largo del salmo: Lava del todo mi delito; limpia completamente mi pecado
(v. 4).
Y, despus de abrir un parntesis en los versculos 5-8, en que el salmista realiza una serena y severa autocrtica, retorna el escritor
sagrado, a partir del versculo 9, a la carga: con apoyo de metforas, variadas y coloridas, en que el salmista toma siempre una
actitud pasiva, T en m, implora la accin salvadora de su omnipotencia sobre mi impotencia.
*****
Derrama sobre m, Dios mo, las aguas de todas las fuentes sagradas para que yo quede puro como una criatura recin nacida.
Insisto: no te canses: vuelve a sumergirme en las aguas purificadoras de tu misericordia, lvame una y otra vez, y vers cmo mi
alma queda ms blanca que la nieve de las montaas (v. 9).
Despierta en m, Dios mo, todas las arpas de la alegra; pulsa las cuerdas del gozo en mis entraas ms ntimas; los huesos
humillados levanten la cabeza para entonar el himno de la alegra; mi alma que fue abatida por la tristeza y la vergenza, ahora, al
ser visitada por la Misericordia, pueda beber el agua fresca de la alegra (v. 10).
Retira tu mirada de estas llagas coaguladas, o mejor, mralas con ternura, tu ternura sanadora. De nuevo te pido: barre y borra las
seales, las cicatrices que dejaron en m los quebrantos y las culpas (v. 1l).
Dios mo, toca la substancia ms lejana de mi ser, y realiza en m una nueva creacin; T que todo lo puedes, repite en m el
prodigio de la primera maana del mundo: pon en m una naturaleza nueva, recin salida de tus manos; deposita en el nido de mi
intimidad un corazn distinto, amasado de bondad, mansedumbre, paciencia y humildad; y revstelo de una firmeza de acero (v.
12).
Por favor, no me expulses de tu patria, de la luz de tu mirada; no retires de m, por favor, tu mano consoladora y la asistencia de tu
espritu (v. 13). Un da, mi Seor, la alegra, asustada como una paloma, huy de mi casa; devulvemela, Seor; que ella regrese
feliz a mis aleros para que mi vida sea msica a tus odos; y no te olvides de poner en mis cimientos un material noble y generoso
(v. 13).
22
Lbrame de la sangre, Dios mo, y de sus tiranas; lbrame de estas leyes que, inexorablemente, me llevan hacia dentro y hacia el
centro, donde est erigida la estatua de m mismo. Lbrame de las ataduras, cadenas y reclamos de mi egosmo, T que eres mi
nico libertador, y vers cmo mi lengua suelta a los cuatro vientos el himno de la liberacin (v. 16).
S muy bien que un corazn arrepentido, pobre y humilde, T nunca desprecias, Dios mo (v. 19). Y lo nico que puedo ofrecerte, el
mayor homenaje que puedo hacerte, es creer por encima de todo en tu ternura, y echarme en tus brazos reconocido y confiado.
Autocrtica, liberacin y testimonio
Notable. Una vez que el salmista, en los dos primeros versculos, implora, con acentos conmovedores, la misericordia, y, una vez
que se siente seguro de ella, lo primero que hace es una autntica autocrtica.
Y por eso se salv, porque la autocrtica es, tanto a nivel evanglico, como psiquitrico, el prtico de toda salvacin, as como, al
contrario, la racionalizacin es, tambin a todos los niveles, el prtico de toda perdicin. Es, en efecto, la racionalizacin,
verdaderamente, el pecado contra el Espritu Santo: no significa precisamente que no se perdona, ya que Dios perdona todo (y
perdonar es una fiesta para el Padre), sino que se da una situacin tal (en ese juego entre la gracia y la libertad) que Dios no tiene
nada que hacer.
*****
Y, en los versculos 5-8 el salmista avanza, inexorablemente pero sin masoquismos, hacia la profundidad total de una autocrtica
descarnada.
Yo reconozco mi culpa, Seor. No tengo por qu avergonzarme, pero el pecado est patente y evidente ante mis ojos como la luz
del medioda (v. 5). No racionalizar, mi Seor, ni me disculpar. No hablar del pecado contra la comunidad. Qu es la
comunidad? Un ente abstracto. No hice nada contra la comunidad. Lo que hice fue contra este hermano, y un juego sucio y
maquiavlico para que l nunca se diera cuenta de quin lo traicion. Pero este hermano es tu hijo; y si a m me quieres tanto, a l
lo quieres otro tanto. Por eso, lo que hice contra este hermano, a Ti te doli mucho. Por eso, lo que hice contra el hermano, en
realidad lo hice contra Ti, y slo contra Ti (v. 6).
Yo s que si T y yo somos convocados a un tribunal para un careo, s que yo ser declarado reo, y T resultars inocente (v. 6).
Peor todava: mis races estn podridas. Cuando inici mi peregrinacin en el seno de mi madre, cuando todava no haba claridad
en mi mente ni luz en mis ojos, la culpa me envolvi como una noche oscura, y todava estoy en la noche (v. 8). La fragilidad me
cubri con un manto desde el primer momento, y hago lo que no quiero, y no puedo caminar por las rutas de la luz, y ni siquiera
puedo moverme. Estoy maniatado e inmvil, amarrado a las cadenas de la impotencia. Infeliz de m, quin me librar de esas
cadenas? As nac, y as vine desde el seno de mi madre (v. 7).
Pero, a pesar de todo, en mi interior me inculcas la sabidura (v. 8), sabidura que es una visin objetiva y proporcional de la
realidad, sabidura que me dice que si el volumen de mi pecado es como una montaa de granito, la misericordia del Seor
sobresale por encima de las cordilleras. Slo, pues, con mirarte a Ti, mi Seor, me siento libre de la angustia y el horror, y puedo
respirar. Gracias.
*****
Interesante. Desde el versculo 10 comienza a desaparecer el concepto y la palabra pecado y, en su sustitucin, aparece y
resplandece la alegra.
Y no poda ser de otra manera. Los complejos de culpa pueblan de tristeza el alma, una tristeza salada y amarga. Pero al despuntar
la Misericordia sobre el alma, al enterarse el hombre de que, a pesar de sus excesos y demasas, no obstante est cercado por los
brazos de la predileccin, y de que la ternura, una ternura enteramente gratuita, inunda de perfume su casa, eran previsibles las
consecuencias: la tristeza desaparece igual que desaparecen las aves nocturnas a la aclarada, y todo, los muros y los recintos
interiores, se visten de un aire primaveral, perfumado de gozo y alegra.
Dios mo, mi alma se muere de nostalgia por aquella alegra que huy de mi casa; te ruego que me la devuelvas, Seor, para que
yo pueda entonar el himno de la salvacin (v. 14).
En los versculos 15-17 el salmista sube a la azotea ms alta para gritar a los cuatro vientos la noticia de su salvacin y las
maravillas del Seor. No poda ser de otra manera: all donde hubo un acontecimiento, aquel que experiment algo, no podr callar:
hablar con la boca, con los gestos, con un no s qu, pero los alejados de los brazos de Dios sern informados y retornarn al
hogar del Padre (v. 15).
23
El salmista se transforma, pues, en un testigo, y su boca en una trompeta para soltar a los cuatro vientos los prodigios de amor (v.
16). Tu amor, Seor, romper mis cadenas y cerrojos, me abrirs los labios, y mi boca se transformar en un clarn de plata que
resonar por encima de las colinas para informar al mundo sobre quin es el Gran Libertador (v. 17).
*****
Esta gesta de salvacin, este magnfico drama del salmo 50 acaba, como era de esperar, en un desenlace de gloria.
Cuando los espacios interiores estaban habitados por la tristeza-vergenza, todas las tareas divinas como la plegaria, los ritos y las
ofrendas, todo apareca a nuestros ojos cubierto de sombra. Pero ahora que hemos sido visitados por la Misericordia y nuestras
moradas se han inundado de luz, desde este momento una nueva primavera resplandece por doquier, y el mundo entero se cubre
de un manto de gloria. .
Ahora todo tiene sentido. La Eucarista es un banquete; el rezo del Oficio Divino, un festn; la vida consagrada, una fiesta de
libertad; las dificultades se asumen con facilidad; la existencia misma es un privilegio; la vida, un himno de alegra; todo se ve
diferente porque todo aparece revestido del manto de Misericordia.
El largo y lgubre lamento por el pecado se ha trocado en una danza de jbilo por obra y gracia del amor nunca desmentido de
nuestro Dios Padre.
LARRAAGA
SALMOS PARA LA VIDA
Publicaciones Claretianas
Madrid-1986. Pgs. 97-110
24
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J. M. VERNET
DOSSIERS-CPL/22
13.
Para una semana de cuaresma
Lunes
Misericordia, Dios mo, por tu bondad,
por tu inmensa compasin, borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Al comienzo del da, a media jornada , y al atardecer, te hago presente, Seor, la realidad de mi vida pecadora... Al besar la cruz
que llevo sobre mi pecho, ella me habla de tu amor, de tu amor de padre y de redentor, de que me buscas con entraas de
misericordia...
Desde tus llagas y tu costado mana la sangre que lava mi espritu y que me dejar limpio... Gracias, amor!, gracias, amor!.
Martes
Yo reconozco mi culpa, Seor,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequ,
comet la maldad que aborreces.
Sigo ante ti, mi Seor, y reconozco mi debilidad y pecado. Debilidad que me hace frgil, pecado que me turba interiormente porque
de l soy responsable... Quiero ser sincero, reconocerlo con verdad, y ponerlo en tu presencia, para que la sinceridad en hacerlo
solamente mo me abra las puertas de tu misericordia y perdn, pues viniste al mundo en busca de los pecadores arrepentidos.
Contra ti, contra tu bondad pequ! Ten misericordia y dame tu luz!.
Mircoles
Mira, en la culpa nac,
pecador me concibi mi madre...
Pero a ti te gusta un corazn sincero,
y en mi interior me inculcas sabidura...
T sabes, Seor, pues soy obra de tu amor, que desde el seno materno se genera en m un tumulto de pasiones malas y que stas
luchan con el bien por ti enseado a todos los mortales... Y as, entre mis inclinaciones torpes, la sinceridad en reconocerlas, el
fracaso en no superarlas y la voz de tu sabidura que resuena en mis odos, mi conciencia se turba y busca la luz... Dmela, Seor!
Seor, que vea!
Jueves
Rocame con el hisopo, quedar limpio;
lvame, quedar ms blanco que la nieve.
Hazme or el gozo y la alegra,
que se alegren los huesos quebrantados.
Como en el Jordn, como en el campo de lluvia, como en la fuente de las lgrimas..., Seor, lmpiame. Borra mi culpa, despjame
de mis iniquidades: egosmo, insolidaridad, concupiscencias, falta de fe y amor... Deja mi cuerpo y alma como monte nevado en su
blancura; haz que la sonrisa, el gozo, la alegra, la pureza, el amor a los dems, mi filial piedad para contigo renueven mi corazn....
Viernes
Aparta de mi pecado tu vista,
y borra en m toda culpa.
26
27
Orgenes habla, al respecto, de una terapia divina, que el Seor realiza a travs de su palabra y mediante la obra de curacin de
Cristo: "Como para el cuerpo Dios prepar los remedios de las hierbas teraputicas sabiamente mezcladas, as tambin para el
alma prepar medicinas con las palabras que infundi, esparcindolas en las divinas Escrituras. (...) Dios dio tambin otra actividad
mdica, cuyo Mdico principal es el Salvador, el cual dice de s mismo: "No son los sanos los que tienen necesidad de mdico, sino
los enfermos". l era el mdico por excelencia, capaz de curar cualquier debilidad, cualquier enfermedad" (Homilas sobre los
Salmos, Florencia 1991, pp. 247-249).
5. La riqueza del salmo 50 merecera una exgesis esmerada de todas sus partes. Es lo que haremos cuando volver a aparecer en
los diversos viernes de las Laudes. La mirada de conjunto, que ahora hemos dirigido a esta gran splica bblica, nos revela ya
algunos componentes fundamentales de una espiritualidad que debe reflejarse en la existencia diaria de los fieles. Ante todo est
un vivsimo sentido del pecado, percibido como una opcin libre, marcada negativamente a nivel moral y teologal: "Contra ti,
contra ti solo pequ, comet la maldad que aborreces" (v. 6).
Luego se aprecia en el Salmo un sentido igualmente vivo de la posibilidad de conversin: el pecador, sinceramente arrepentido (cf.
v. 5), se presenta en toda su miseria y desnudez ante Dios, suplicndole que no lo aparte de su presencia (cf. v. 13).
Por ltimo, en el Miserere, encontramos una arraigada conviccin del perdn divino que "borra, lava y limpia" al pecador (cf. vv. 34) y llega incluso a transformarlo en una nueva criatura que tiene espritu, lengua, labios y corazn transfigurados (cf. vv. 14-19).
"Aunque nuestros pecados -afirmaba santa Faustina Kowalska- fueran negros como la noche, la misericordia divina es ms fuerte
que nuestra miseria. Hace falta una sola cosa: que el pecador entorne al menos un poco la puerta de su corazn... El resto lo
har Dios. Todo comienza en tu misericordia y en tu misericordia acaba". (M. Winowska, El icono del Amor misericordioso. El
mensaje de sor Faustina, Roma 1981, p. 271).
15. Catequesis del Papa en la audiencia general del mircoles, 8 de mayo de 2002
Conciencia del pecado como ofensa de Dios
1. El viernes de cada semana en la liturgia de las Laudes se reza el salmo 50, el Miserere, el salmo penitencial ms amado, cantado
y meditado; se trata de un himno al Dios misericordioso, compuesto por un pecador arrepentido. En una catequesis anterior ya
hemos presentado el marco general de esta gran plegaria. Ante todo se entra en la regin tenebrosa del pecado para infundirle la
luz del arrepentimiento humano y del perdn divino (cf. vv. 3-11). Luego se pasa a exaltar el don de la gracia divina, que transforma
y renueva el espritu y el corazn del pecador arrepentido: es una regin luminosa, llena de esperanza y confianza (cf. vv. 12-21).
En esta catequesis haremos algunas consideraciones sobre la primera parte del salmo 50, profundizando en algunos aspectos. Sin
embargo, al inicio quisiramos proponer la estupenda proclamacin divina del Sina, que es casi el retrato del Dios cantado por el
Miserere: "Seor, Seor, Dios misericordioso y clemente, tardo a la clera y rico en amor y fidelidad, que mantiene su amor por mil
generaciones, que perdona la iniquidad, la rebelda y el pecado" (Ex 34, 6-7).
2. La invocacin inicial se eleva a Dios para obtener el don de la purificacin que vuelva -como deca el profeta Isaas- "blancos
como la nieve" y "como la lana" los pecados, en s mismos "como la grana", "rojos como la prpura" (cf. Is 1, 18). El salmista
confiesa su pecado de modo neto y sin vacilar: "Reconozco mi culpa (...). Contra ti, contra ti solo pequ; comet la maldad que
aborreces" (Sal 50, 5-6).
As pues, entra en escena la conciencia personal del pecador, dispuesto a percibir claramente el mal cometido. Es una experiencia
que implica libertad y responsabilidad, y lo lleva a admitir que rompi un vnculo para construir una opcin de vida alternativa
respecto de la palabra de Dios. De ah se sigue una decisin radical de cambio. Todo esto se halla incluido en aquel "reconocer", un
verbo que en hebreo no slo entraa una adhesin intelectual, sino tambin una opcin vital.
Es lo que, por desgracia, muchos no realizan, como nos advierte Orgenes: "Hay algunos que, despus de pecar, se quedan
totalmente tranquilos, no se preocupan para nada de su pecado y no toman conciencia de haber obrado mal, sino que viven como
si no hubieran hecho nada malo. Estos no pueden decir: "Tengo siempre presente mi pecado". En cambio, una persona que,
despus de pecar, se consume y aflige por su pecado, le remuerde la conciencia, y se entabla en su interior una lucha continua,
puede decir con razn: "no tienen descanso mis huesos a causa de mis pecados" (Sal 37, 4)... As, cuando ponemos ante los ojos
de nuestro corazn los pecados que hemos cometido, los repasamos uno a uno, los reconocemos, nos avergonzamos y
arrepentimos de ellos, entonces desconcertados y aterrados podemos decir con razn: "no tienen descanso mis huesos a causa de
mis pecados"" (Homila sobre el Salmo 37). Por consiguiente, el reconocimiento y la conciencia del pecado son fruto de una
sensibilidad adquirida gracias a la luz de la palabra de Dios.
3. En la confesin del Miserere se pone de relieve un aspecto muy importante: el pecado no se ve slo en su dimensin personal y
"psicolgica", sino que se presenta sobre todo en su ndole teolgica. "Contra ti, contra ti solo pequ" (Sal 50, 6), exclama el
pecador, al que la tradicin ha identificado con David, consciente de su adulterio cometido con Betsab tras la denuncia del
profeta Natn contra ese crimen y el del asesinato del marido de ella, Uras (cf. v. 2; 2 Sm 11-12).
28
Por tanto, el pecado no es una mera cuestin psicolgica o social; es un acontecimiento que afecta a la relacin con Dios, violando
su ley, rechazando su proyecto en la historia, alterando la escala de valores y "confundiendo las tinieblas con la luz y la luz con las
tinieblas", es decir, "llamando bien al mal y mal al bien" (cf. Is 5, 20). El pecado, antes de ser una posible injusticia contra el
hombre, es una traicin a Dios. Son emblemticas las palabras que el hijo prdigo de bienes pronuncia ante su padre prdigo de
amor: "Padre, he pecado contra el cielo -es decir, contra Dios- y contra ti" (Lc 15, 21).
4. En este punto el salmista introduce otro aspecto, vinculado ms directamente con la realidad humana. Es una frase que ha
suscitado muchas interpretaciones y que se ha relacionado tambin con la doctrina del pecado original: "Mira, en la culpa nac;
pecador me concibi mi madre" (Sal 50, 7). El orante quiere indicar la presencia del mal en todo nuestro ser, como es evidente por
la mencin de la concepcin y del nacimiento, un modo de expresar toda la existencia partiendo de su fuente. Sin embargo, el
salmista no vincula formalmente esta situacin al pecado de Adn y Eva, es decir, no habla de modo explcito de pecado original.
En cualquier caso, queda claro que, segn el texto del Salmo, el mal anida en el corazn mismo del hombre, es inherente a su
realidad histrica y por esto es decisiva la peticin de la intervencin de la gracia divina. El poder del amor de Dios es superior al
del pecado, el ro impetuoso del mal tiene menos fuerza que el agua fecunda del perdn. "Donde abund el pecado, sobreabund la
gracia" (Rm 5, 20).
5. Por este camino la teologa del pecado original y toda la visin bblica del hombre pecador son evocadas indirectamente con
palabras que permiten vislumbrar al mismo tiempo la luz de la gracia y de la salvacin.
Como tendremos ocasin de descubrir ms adelante, al volver sobre este salmo y sobre los versculos sucesivos, la confesin de la
culpa y la conciencia de la propia miseria no desembocan en el terror o en la pesadilla del juicio, sino en la esperanza de la
purificacin, de la liberacin y de la nueva creacin.
En efecto, Dios nos salva "no por obras de justicia que hubisemos hecho nosotros, sino segn su misericordia, por medio del bao
de regeneracin y de renovacin del Espritu Santo, que derram sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro
Salvador" (Tt 3, 5-6).
29
Los que han experimentado el amor misericordioso de Dios se convierten en sus testigos ardientes, sobre todo con respecto a
quienes an se hallan atrapados en las redes del pecado. Pensamos en la figura de san Pablo, que, deslumbrado por Cristo en el
camino de Damasco, se transforma en un misionero incansable de la gracia divina.
5. Por ltima vez, el orante mira hacia su pasado oscuro y clama a Dios: "Lbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mo!" (v.
16). La "sangre", a la que alude, se interpreta de diversas formas en la Escritura. La alusin, puesta en boca del rey David, hace
referencia al asesinato de Uras, el marido de Betsab, la mujer que haba sido objeto de la pasin del soberano. En sentido ms
general, la invocacin indica el deseo de purificacin del mal, de la violencia, del odio, siempre presentes en el corazn humano con
fuerza tenebrosa y malfica. Pero ahora los labios del fiel, purificados del pecado, cantan al Seor.
Y el pasaje del salmo 50 que hemos comentado hoy concluye precisamente con el compromiso de proclamar la "justicia" de Dios. El
trmino "justicia" aqu, como a menudo en el lenguaje bblico, no designa propiamente la accin punitiva de Dios con respecto al
mal; ms bien, indica la rehabilitacin del pecador, porque Dios manifiesta su justicia haciendo justos a los pecadores (cf. Rm 3, 26).
Dios no se complace en la muerte del malvado, sino en que se convierta de su conducta y viva (cf. Ez 18, 23).
La audiencia general del mircoles 4 de diciembre se celebr, como las semanas anteriores, a las diez y media de la maana, en la
sala Pablo VI. Asistieron alrededor de cinco mil peregrinos. El Papa dedic su catequesis a comentar el salmo 50, versculos 3 y 1216, que se reza en las Laudes del viernes de la tercera semana. La titul "Misericordia, Dios mo!".
30
Gregorio aplica el versculo 19, que habla de espritu contrito, a la existencia terrena de la Iglesia, y el versculo 21, que habla de
holocausto, a la Iglesia en el cielo.
He aqu las palabras de ese gran Pontfice: "La santa Iglesia tiene dos vidas: una que vive en el tiempo y la otra que recibe en la
eternidad; una en la que sufre en la tierra y la otra que recibe como recompensa en el cielo; una con la que hace mritos y la otra
en la que ya goza de los mritos obtenidos. Y en ambas vidas ofrece el sacrificio: aqu, el sacrificio de la compuncin, y en el cielo,
el sacrificio de alabanza. Del primer sacrificio se dice: "Mi sacrificio es un espritu quebrantado" (Sal 50, 19); del segundo est
escrito: "Entonces aceptars los sacrificios rituales, ofrendas y holocaustos" (Sal 50, 21). (...) En ambos se ofrece carne, porque
aqu la oblacin de la carne es la mortificacin del cuerpo, mientras que en el cielo la oblacin de la carne es la gloria de la
resurreccin en la alabanza a Dios. En el cielo se ofrecer la carne como en holocausto, cuando, transformada en la
incorruptibilidad eterna, ya no habr ningn conflicto y nada mortal, porque perdurar ntegra, encendida de amor a l, en la
alabanza sin fin" (Omelie su Ezechiele 2, Roma 1993, p. 271).
(L'Osservatore Romano - 1 de agosto de 2003)
SEGUNDA LECTURA
San Pablo utiliza una frase fuerte: Dios hizo a Cristo pecado. Pecado no es solamente la culpa personal, sino el clima
contaminado producido en la convivencia humana por la acumulacin de las culpas personales. Cristo no rehuy la atmsfera
contaminada: a veces el puritanismo es la cosa ms impura del mundo.
Lectura de la segunda carta del Apstol San Pablo a los Corintios 5,20-6,2.
Hermanos:
Somos embajadores de Cristo, siendo Dios el que por medio nuestro os exhorta; os lo pedimos por Cristo: dejaos
reconciliar con Dios. El cual, por nosotros, hizo pecado al que no conoca el pecado, para que por l llegramos a
ser justicia de Dios.
Os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios. Porque l dice:
En
el
tiempo
de
en el da de la salvacin te ayudo.
la
gracia
te
escucho;
2 Co 5, 20-6, 2
1.
Al decir Pablo que "Cristo muri por todos", imagina rpidamente una objecin: no mueren ya de suyo todos los hombres? Como
se entiende que la muerte de Cristo tenga ese carcter vicario y supletorio? Pablo contesta diciendo que Cristo, al morir por todos
ha hecho posible que la vida humana supere el narcisismo moral en el que estaba encerrada, y pueda ya proyectarse a un polo
extrnseco de atraccin vital: "aquel que por ellos muri y resucit". Como siempre en Pablo, la muerte de Cristo encuentra la
eficacia en su apertura real a la resurreccin.
La "valoracin del hombre" desde la perspectiva cristiana no puede, pues, hacerse ya a base de la mera "existencia carnal", o sea
de la condicin mortal y humana sin esperanza de resurreccin. Al mismo Cristo no se le puede valorar nicamente como un hroe
sublime que dio generosamente su vida por una causa grande, sino como el vencedor pionero de la muerte: "Si Cristo no hubiera
resucitado, nuestra fe estara vaca" (1 Cor 15,14).
31
Por consiguiente, la mstica cristiana es una mstica de lo nuevo: "Si alguno est en Cristo, nueva criatura es". Por eso, la muerte de
Cristo se considera como una "reconciliacin". La raz de la palabra griega "reconciliacin" corresponde en castellano a "creacin de
lo otro". "Reconciliarse", pues, no es simplemente poner un parntesis sobre una poca desgraciada de la vida y volver al punto
cero; no es hacer borrn y cuenta nueva como si nada hubiera pasado.
Por el contrario, la reconciliacin reconoce la posibilidad y la probabilidad del mal cometido, que ha sido causa de la separacin,
pero implica la creacin de una situacin totalmente nueva, donde los hombres empiecen a caminar ms all de su propia carga
histrica.
As se explica que todos los pasajes neotestamentarios referentes a la reconciliacin afirmen con una fuerza insoslayable: ahora
todo ha cambiado. Dios, con su soberana intervencin, ha transformado la situacin del mundo.
Indudablemente, la creacin no ha tomado todava su nueva forma; esto suceder el ltimo da; pero desde ahora, como a la salida
del sol, todos los seres se iluminan con la irrupcin de la luz. La cruz ha sido como una sentencia de muerte que implica la
terminacin del pasado e inaugura lo completamente "otro": "Para el que est en Cristo aparece una creacin nueva; se destruyen
las cosas viejas, todas las cosas se renuevan".
As, pues, el ministerio de la reconciliacin -de la que los apstoles son como "embajadores"- no es nada tranquilizante, ya que no
deja las cosas como estn, sino que exige la audacia de crear una nueva situacin ms all de las fronteras, dentro de las cuales
hemos vivido hasta ahora. La reconciliacin es la negacin total no de la tradicin, sino del tradicionalismo, entendiendo por
"tradicionalismo" el intento de fijar una poca determinada de la historia y de perpetuarla a travs del acontecer inevitable de la
evolucin.
La reconciliacin es una flecha apuntada hacia lo "otro", hacia la nueva situacin, no conocida y apenas soada. Es una actitud
nada reformista, sino profundamente revolucionaria.
"Revolucin" propiamente es la bsqueda de lo "otro", no la recomposicin o el reajuste del viejo casern.
Este itinerario de la reconciliacin -de bsqueda de lo otro- es ciertamente peligroso; obliga a la Iglesia a salir de su reserva
espiritual y a mancharse con la "gente". Pero la Iglesia no ha de ser menos que Cristo, "que no conociendo pecado, Dios lo hizo
pecado para que en l llegramos nosotros a ser justicia de Dios". Hay, pues, que "empecatarse", que correr el riesgo de la prdida
del puritanismo, para conquistar paradjicamente la nica pureza cristiana: la salida de lo viejo y el caminar hacia lo nuevo, hacia lo
otro, hasta llegar hasta la situacin radicalmente "otra": la resurreccin.
COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976, pg. 1794 s.
2.
Los ltimos domingos hemos ledo la primera carta a los Corintios y hemos visto los problemas y discusiones que Pablo tuvo con
aquella comunidad a la que tanto amaba. Hoy leemos un fragmento de la segunda carta que se conserva dirigida a la misma
comunidad y escrita pocos aos despus de la primera.
Ahora los problemas son otros: quiz los de unos predicadores que se presentan como si tuvieran una especial relaci6n directa con
Dios por encima de las contingencias humanas, y como si Jesucristo hubiese vivido la vida humana casi como una comedia, sin vida
humana real. Pensar esto, claro est, lleva a menospreciar la importancia de vivir segn el Evangelio, y a creer que no hay que
preocuparse para actuar bien o mal.
Pablo, en el fragmento de hoy, y basndose en los cnticos del Siervo de Yahv (Is 49 y 53), habla de lo que ha significado
realmente la fidelidad de Jess hasta la muerte y de que hay que vivir de acuerdo con la redencin que l nos ha conseguido.
J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1994, 3
3.
En la segunda carta a los Corintios, Pablo hace la defensa de su ministerio de apstol . En la comunidad de Corinto, algunos, quiz
movidos por predicadores venidos de fuera, cuestionan el ministerio de Pablo y se presentan como si tuvieran una especial relacin
con Dios por encima de las contingencias humanas. Y con eso, adems, menosprecian la importancia de vivir segn el Evangelio.
32
En el fragmento de hoy, Pablo se presenta como embajador de Cristo. Si Cristo, el enviado de Dios, enva al ap6stol, quiere decir
que la exhortacin del apstol es la exhortacin de Dios mismo. Y entonces, basndose en los cnticos del Siervo de Yahv (Is 49 y
53), habla de lo que ha significado realmente la fidelidad de Jess hasta la muerte y de que hay que vivir segn la redencin que l
nos ha conseguido.
MISA DOMINICAL 1995, 3
4. MONICIN:
El apstol san Pablo hace una llamada en nombre de Cristo: una llamada a acercarnos a Dios, a reconciliarnos con l, a aprovechar
la oportunidad de los tiempos de la salvacin.
MISA DOMINICAL 1990, 5
EVANGELIO
La asctica cristiana debe ser practicada discretamente por los creyentes y no aireada a los cuatro vientos. Las grandes
realidades del Evangelio se pueden ofrecer a los hombres, pero jams se deben imponer.
Mt 6, 1-6. 16-18
33
1. FARISEISMO
Mateo sigue desarrollando el tema de la justicia del discpulo superior a la justicia de los escribas y fariseos (cfr. 5,20).
Despus de haber criticado la justicia de los escribas, el evangelista critica ahora la justicia de los fariseos.
Para comprender el pensamiento de Mateo es indispensable una advertencia previa: Quin es el fariseo?. La palabra significa
"separado". Fariseo es el que se separa del mundo y de sus sugestiones, del pueblo, que a menudo es su vctima, y se distingue por
su rgida adhesin a la tradiciones de los padres, por la atenta observancia de la ley y por su celo. Simplificando, pero tambin
descendiendo en profundidad, podemos reducir a tres las tendencias del farisesmo descritas por el evangelio. La tendencia al
formalismo, o sea, una observancia escrupulosa de las prcticas cultuales y legalistas, con riesgo de perder de vista lo central de la
ley, que es la caridad. La tendencia a concebir la salvacin como mrito, como conquista, en lugar de hacerlo como gracia y como
don gratuito de Dios. La tendencia a concebir a Dios como un seor que busca una gloria para s y no como un padre que encuentra
su satisfaccin en la salvacin y la liberacin del hombre.
Mateo enumera las tres prcticas clsicas de los fariseos: la limosna, la oracin y el ayuno. Jess no las rechaza, pero desea que se
practiquen con un espritu diverso. Precisamente este espritu es lo que distingue al discpulo del fariseo. Cules son sus
caractersticas ms salientes?.
CULTO/CARIDAD: Ante todo, resulta ya significativo que aparezcan agrupadas las tres prcticas juntas. El culto debe prolongarse en
la caridad, y la penitencia ha de consistir en privarse de algo en beneficio de los otros. En segundo lugar, se recuerda
reiteradamente la necesidad de la recta intencin. Hay que buscar la recompensa de Dios, no la de los hombres; hay que obrar en
secreto, y no representar un espectculo. Pero no es tambin ya una sutil bsqueda de s mismo pretender la recompensa de
Dios? Mateo est convencido de que, si buscar la aprobacin de los hombres es alienante e impide la verdad y la autntica justicia,
en cambio buscar la aprobacin de Dios libera y favorece el verdadero amor y la justicia. Cuando se obra por Dios no hay peligro
-cosa que s ocurre cuando se obra por los hombres- de caer en la demagogia, en la adulacin y en el compromiso interesado. En
presencia de Dios no queda lugar para oportunismos.
OBRAS/JUSTIFICACION: Adems Mateo pone en guardia contra el peligro de que las buenas obras se conviertan en una riqueza de
espritu. La justicia cristiana exige que las buenas obras no se realicen como si se tratara de un negocio. No hay que capitalizar y
llevar su contabilidad. La verdadera justicia requiere que la mano derecha no sepa lo que hace la izquierda; Jess, en definitiva, no
rechaza la limosna, el ayuno ni la oracin, sino que desea que se haga todo ello con espritu de gratuidad.
Finalmente, la vida cristiana -incluso en sus aspectos ms heroicos- se ha de vivir con simplicidad. El testimonio no hay que
confundirlo con la teatralidad. Los discpulos presentan la cara limpia, alegre y normal. Incluso porque el desprendimiento que exige
el seguimiento no es una carga, sino una alegra; no una prdida, sino el cntuplo.
BRUNO MAGGIONI
EL RELATO DE MATEO
EDIC. PAULINAS/MADRID 1982, pg. 68
2.
La idea central de este discurso es animar el cumplimiento de las obras tradicionales de justicia con una intencin nueva: agradar a
Dios y slo a Dios. El mvil de la limosna, de la oracin y del ayuno no puede ser la bsqueda de la gloriecilla: todo debe quedar en
el secreto de Dios.
La limosna era considerada como la obra de justicia por excelencia. Se le daba cierta publicidad con el fin de obligar a los
bienhechores a mantener sus promesas y a despertar alguna emulacin. La oracin era tambin generalmente pblica. En cuanto
al ayuno, aun cuando no estaba muy extendido en el judasmo oficial en tiempo de Jess, las sectas gustaban de practicarlo y, con
fines de propaganda, se le daba un carcter ostentatorio. Jess no quiere oponer otras prcticas a estas observancias; si propone
perfumarse cuando se ayuna o ignorar lo que hace la mano derecha es por adaptarse a un gnero literario hiperblico. Su intencin
apunta en otro sentido: evocar el espritu que debe animar el cumplimiento de estas obras y denunciar la hipocresa de quienes
creen servir a Dios buscndose a s mismos. Ya algunos profetas haban intentado esta espiritualizacin (Is 58. 1-12; Os 8. 11-13; Mi
6. 6-8; Am 5. 21-25); Cristo se sita en esta lnea y pone de relieve que esa interiorizacin desemboca en la vida filial con el Padre.
Renunciar a que la mano izquierda conozca y aprecie lo que hace la mano derecha o renunciar al conocimiento y a la apreciacin
del pblico para contar tan slo con un Dios que ve en lo secreto quiz sea la actitud moral ms necesaria en nuestro tiempo de
secularizacin. Se trata, en efecto, de ser inconsciente del bien que se hace (como en Mt 25. 31-40): el baremo del bien queda en
adelante oculto al hombre que declina ser juez de sus actos. Ms an, el nico juez capaz de hacer una estimacin es un Dios
inasible que reside en el secreto y no da cuentas a nadie.
34
MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA III
MAROVA MADRID 1969.Pg. 8
3.
-Tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagar
En la tradicin juda las tres "obras buenas" ms importantes eran la limosna, la oracin y el ayuno (relacin con los dems, con
Dios y con uno mismo). Jess aprovecha estas tres acciones tan estimadas para mostrar en qu consiste la "nueva justicia" del
Reino de Dios (cf. Mateo 5,20).
En los tres casos se trata de lo mismo, lo que resume la primera frase del texto que leemos: no se trata de practicar la justicia
buscando la aprobacin y la admiracin de la gente, porque esto ya sera la paga de la accin realizada. Si lo que esperamos es la
"recompensa" del Padre del cielo, las acciones hay que hacerlas sin ostentacin. Notemos la diferencia con lo que nos dice Mateo
5,16: no se trata de que las buenas obras queden escondidas; sino de no buscar el elogio sino la gloria de Dios. Cunta finura de
espritu se necesita!...
Las expresiones exageradas que utiliza Jess ayudan a entender el ncleo de lo que quiere decir: nada de toques de trompeta a la
hora de hacer limosna; ni la propia mano izquierda debe saber lo que da la derecha. Porque el que debe ver la accin ya la ve, por
ms secreta que sta sea.
Por lo que respecta a la oracin, no se trata de la oracin comunitaria, sino de la oracin individual que todo judo piadoso haca
tres veces al da en el lugar donde se hallase a la hora que tocaba hacerla.
En tiempos de Jess, los judos piadosos ayunaban dos das a la semana. El ayuno sola ir acompaado de signos externos. Jess
propone ayunar pero presentndose como aquel que va a un banquete: habindose lavado y perfumado.
El trmino "hipcrita" significa "actor", es decir, aquel que representa un personaje en una obra de teatro. El que hace estas "obras
buenas" para ser visto, ya recibe la recompensa de los aplausos. Ya no le hace falta la recompensa del Padre del cielo.
J. M. GRAN
MISA DOMINICAL 1993, 3
4.
Las tres prcticas bsicas de la piedad juda eran la ayuda al necesitado (llamada a veces "justicia" y otras "limosna"), la oracin y
el ayuno. Jess las hace suyas y las considera tambin prcticas bsicas que todos deben cumplir. Pero aade un elemento
fundamental: todos deben cumplirlas, pero de manera que sean acciones que broten del corazn y no acciones de mostracin
pblica de piedad, hechas para obtener consideracin de persona recta y fiel. Jess da un toque especfico a cada prctica:
- La ayuda al necesitado tiene el problema de la pura y simple ostentacin: el rico que muestra su "caridad" y un "buen corazn"
humillando en definitiva al pobre. Jess critica esta actitud sin contemplaciones.
- La oracin se refiere a la plegaria que a unas determinadas horas del da todo judo observante deba hacer, se hallara donde se
hallara (como hacen actualmente los musulmanes). Si no se exageraba, no era ostentaci6n orar de este modo: era costumbre y
prctica comn. Pero Jess prefiere que, a pesar de ello, el que ore lo haga en un lugar reservado y no a la vista de todos, porque es
ms autntico.
- El ayuno era entendido como un signo de penitencia y duelo, como un reconocimiento de la distancia entre el hombre pecador y
Dios, e inclua "desfigurarse la cara", para subrayar este duelo y este arrepentimiento. Jess prefiere que sus discpulos eviten estos
signos externos, y el ayuno sea una prctica no visible, una manera de decirle a Dios, con la privacin de alimento sin que nadie lo
sepa, el propio sentimiento de distancia y de deseo de llegar a El.
Y todo esto no es contradictorio con lo que dice pocos versculos antes (5,13-16) sobre la necesidad de las buenas obras para gloria
de Dios: Jess lo que pide es motivaciones sinceras. Y ya se notar suficientemente, entonces, la manera como acta cada uno!
J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1994, 3
35
5.
Las tres prcticas bsicas de la piedad juda eran la ayuda al necesitado (llamada a veces "justicia" y a veces "limosna"), la oracin
y el ayuno. Jess las asume y las considera tambin prcticas bsicas que todos deben realizar. Mas aade un elemento
fundamental: todo el mundo debe cumplirlas, pero de manera que sean acciones que broten del corazn y no ostentacin pblica
de piedad con la simple finalidad de ser considerado una persona recta y fiel. Jess da un toque especifico a cada prctica:
* La ayuda al necesitado tiene el problema de la pura y simple ostentacin: el rico que muestra su "caridad" y "buen corazn"
humillando en definitiva al pobre. Jess lo critica sin contemplaciones.
* La oracin se refiere a la plegaria que a unas determinadas horas del da todo buen judo tenia que hacer, se hallase donde se
hallase (como hacen actualmente los musulmanes). Si no se exageraba, orar as no era ciertamente ostentacin: era costumbre y
prctica comn. Pero Jess prefiere que, aun as, el que ore lo haga en un sitio reservado y no a la vista de todo el mundo, porque
entonces la oracin ser ms autntica.
* El ayuno era entendido como un signo de penitencia y de luto, como un reconocimiento de la distancia entre el hombre pecador y
Dios, e inclua "desfigurarse la cara" para subrayar el duelo y el arrepentimiento. Jess prefiere que sus discpulos se ahorren estos
signos externos. As, el ayuno, la privacin de alimento sin que nadie lo sepa, ser una manera de decirle a Dios el propio
sentimiento de distancia y el deseo de llegar a El.
MISA DOMINICAL 1995, 3
6. MONICIN:
El evangelio de este mircoles de ceniza presenta el trptico de las tras acciones y actitudes bsicas de la conversin: la limosna y
el servicio a los pobres, la oracin y la unin con Dios, el ayuno y la renuncia a la bsqueda del bienestar. Y, al mismo tiempo, hace
una llamada a realizar todas esas cosas no para ser honrados por los hombres, sino como camino de fidelidad a Dios.
MISA DOMINICAL 1990/5-6
1. Joel 2,12-18
El profeta Joel llama al pueblo de Israel a una jornada de penitencia. Les urge a que se conviertan de su mal y se pongan con
decisin en la lnea del seguimiento de Dios. Esto suceda unos cuatro siglos antes de Cristo.
El ambiente se ve que estaba bastante aptico y decadente. Adems, estaban padeciendo en aquellos momentos los efectos de
una catstrofe natural, una larga sequa y una plaga de langostas o saltamontes que haba arrasado toda la cosecha.
El profeta aprovecha la circunstancia para convocar en asamblea general a pequeos y mayores, sacerdotes y laicos, para que
todos juntos pidan perdn a Dios. Para l, la causa fundamental de la situacin es que se han olvidado de Dios y descuidan su
alianza. Eso s: no se tienen que contentar con un ayuno oficial, ni con unas lgrimas o con un cambio de vestidos exteriores en
seal de luto. La conversin tiene que ser interior: volverse de corazn a Dios, buscar sinceramente su voluntad y cumplirla.
El argumento con el que les anima a dar este paso es la bondad de Dios. Les recuerda una definicin de Dios que se repite muchas
veces en la Biblia: es compasivo y misericordioso, lento a la clera, rico en piedad.
El Salmo 50, el Miserere, da a este da inaugural de la Cuaresma un tono penitencial por excelencia. Es el salmo -atribuido a
David- en el que un pecador muestra su arrepentimiento e implora humildemente de Dios que le perdone y que le ayude a renovar
su vida: borra mi culpa... crea en m un corazn puro... devulveme la alegra de tu salvacin.
2. 2 Corintios 5,20-6,2
36
Pablo se lo dijo a los corintios hace dos mil aos, pero nosotros lo omos hoy: ahora es el tiempo de la gracia, ahora es el da de la
salvacin.
El se muestra orgulloso de ser embajador de Cristo, y la embajada que trae de parte de l es sta: dejaos reconciliar con Dios.
Esta reconciliacin se la ofrece Dios a todos por medio de la muerte salvadora de su Hijo Jess. Hay que aprovechar esta ocasin y
no echar en saco roto la gracia de Dios. Es el tiempo propicio para reconciliarse: o sea, para recomponer la relacin entre
nosotros y Dios, por si se hubiera roto o debilitado.
3. Mateo 6,1-6; 16-18
Jess, en el sermn de la montaa, ensea a sus discpulos cmo tiene que ser su estilo de vida. Es una hermosa pgina, con
paralelismos y anttesis muy expresivos.
Describe tres aspectos de la vida de un creyente que se puede decir que abarcan las tres direcciones de cada persona: para con
Dios (oracin), para con el prjimo (limosna) y para consigo mismo (ayuno). En las tres, el discpulo de Jess tiene que profundizar,
no quedarse en lo exterior, sino situarse delante de Dios Padre, que es el que nos conoce hasta lo ms profundo del ser, sin buscar
premios o aplausos aqu abajo:
- la limosna: no vayas tocando la trompeta para que todos se enteren; al revs: que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu
derecha; el Padre te lo recompensar;
- la oracin: no orar para que os vea la gente; al revs: entra en tu cuarto y reza; el Padre te lo pagar;
- el ayuno: no andis cabizbajos para que la gente sepa que ayunis; al revs: perfmate la cabeza; el Padre te premiar.
4. Las lecturas de hoy nos invitan a convertirnos, a ponernos en camino hacia la nueva existencia que Cristo nos quiere comunicar
en su Pascua.
a) Como en tiempos de Joel, suena la trompeta convocando a ayuno y conversin.
Muchos cristianos estn asustados de la situacin presente: la gran sequa de fe y de vocaciones, y las plagas peores que las
langostas que arrasan valores humanos y cristianos. Tiene futuro todo esto? La Cuaresma nos viene a responder que s. Ante todo
porque Dios sigue siendo rico en bondad y misericordia, y est siempre dispuesto a perdonar y empezar de nuevo. Y tambin
porque las personas, por amodorradas que estn, pueden sentirse movidas por el Espritu y cambiar.
Por eso somos invitados a emprender un camino pascual, un camino que incluye la cruz y la renuncia, y por tanto ser incmodo.
Somos invitados a reconocer que algo no va bien en nosotros mismos, adems de en la sociedad o en la Iglesia, y a cambiar, a dar
un viraje, a convertirnos. Conversin se dice en griego metnoia, que significa cambio de mentalidad.
El gesto penitencial de la ceniza que hacemos hoy, despus de la homila, nos recuerda, por una parte, que somos polvo y al polvo
volveremos, cosa que nos hace bien recordar. Y por otra, nos invita a que aceptemos el Evangelio como norma de vida, como
mentalidad propia de los seguidores de Jess.
b) La apremiante exhortacin de Pablo a los cristianos de Corinto se repite hoy para nosotros a travs de la Iglesia, cuyo ministerio
principal es el de la reconciliacin: tenemos que saber aprovechar la mano tendida de Dios, la reconciliacin que nos ofrece en este
tiempo de gracia que es la Cuaresma y la Pascua.
Ser bueno que desde ahora pensemos en el sacramento que ms explcitamente nos comunica la victoria y el perdn de Cristo: la
Reconciliacin o Penitencia. Confesar y comulgar por Pascua sigue teniendo un sentido pleno: es como mejor nos sumamos e
incorporamos los cristianos a la Pascua de Cristo.
c) Tambin nosotros necesitamos que se nos diga que la conversin ha de ser interior. En las tres direcciones que Jess apunta en el
evangelio.
Cara al prjimo, una caridad y una apertura que no busca ostentacin, sino que se basa en un amor verdadero y desinteresado.
Cara a Dios, una oracin que no se conforma con palabras y gestos exteriores, sino que brota del corazn. Cara a nosotros mismos,
un ayuno que es autocontrol, capacidad de renuncia de valores secundarios en favor de los principales.
Todo ello -dar limosna, rezar, ayunar- no lo hacemos para llamar la atencin, sino con sinceridad y profundidad, para abrirnos a los
dems, abrirnos a Dios y cerrarnos un poco a nosotros mismos. Exactamente lo contrario de lo que tendemos a hacer: abrirnos a
nosotros mismos y cerrarnos a Dios y al prjimo.
37
J. ALDAZABAL
ENSAME TUS CAMINOS 2
La Cuaresma da tras da
Barcelona 1997, pg. 14-16
(1-8)
1. CV/PT/CUA:
En los siglos VIII y IX la imposicin de la ceniza se una, en el contexto litrgico, a la penitencia pblica. Aquel da se expulsaba a los
"penitentes" de la iglesia. Y este gesto repeta, de alguna manera, aqul otro de Dios arrojando a Adn y Eva, pecadores, del
paraso... En esta perspectiva se colocan las palabras del Gnesis que se refieren precisamente a este episodio: "Con el sudor de tu
frente comers el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella te sacaron; pues eres polvo y al polvo volvers... Y el Seor Dios
lo expuls del jardn del Edn, para que labrase el suelo de donde lo haba sacado" (Gn/03/19s).
Slo ms tarde la imposicin de la ceniza tom un simbolismo distinto: el de la fragilidad y brevedad de la vida. El recuerdo de la
muerte. La referencia a la tumba. Me parece, sin embargo, que es vlido, sobre todo, el significado primitivo, que expresa
penitencia, expiacin por el pecado.
"El hombre-polvo" quiere decir el hombre que se ha alejado de Dios, que ha rehusado el dilogo, que ha sido echado de su casa,
que ha rechazado el dinamismo del amor para caminar siguiendo una trayectoria de desilusin y de muerte. "El hombre-polvo" es
el hombre que se opone a Dios, da la espalda a su propio ser y se condena a la nada. Pero en este dramtico itinerario de
alejamiento y visitacin, existe la posibilidad del retorno. Retorno al origen.
En lugar de precipitarse hacia la tumba, es posible cambiar de direccin -he ah la conversin- y volver a la fuente.
"Acurdate que eres polvo y como polvo volvers... a Dios". Con tal que lo quieras. Ya, en este momento.
***
Me vuelvo tierra y me confo al constructor para que me rehaga del todo. Me he equivocado. He perdido el camino de la vida. He
perdido el reino. He comprometido incluso a los otros en mi pecado (todo pecado es un pecado "pblico" con consecuencias
desastrosas para toda la comunidad eclesial). Es justo que se me ponga a la puerta.
Pero, a la vuelta de la esquina, vuelvo a condicin de... polvo. O sea, de materia prima. Y l se inclinar an sobre este polvo para
darle el aliento de vida. As mi "nada" es tocada por la plenitud divina.
De la ceniza salta una chispa de vida. Y ahora la sutil capa de polvo ya no puede ocultar el esplendor del rostro de un hijo de Dios.
Todo, pues, comienza de nuevo. Puede ser "nuevo" si acepto no el... fin, sino el principio. No el montoncito de ceniza de la tumba.
Sino el puado de tierra en las manos del artfice. El poco de tierra dispuesta a recibir el "aliento". Y convertirse as, de nuevo, en
un "viviente".
La cita, pues, con la ceniza es fundamentalmente la cita con la vida. La ceniza me recuerda la cuna, no la tumba.
ALESSANDRO PRONZATO
EL PAN DEL DOMINGO CICLO C
EDIT. SIGUEME SALAMANCA 1985.Pg. 42
2.
Entrar en cuaresma era antiguamente un punto triste; se senta la llamada a la penitencia. Ahora la cuaresma corre el peligro de no
significar mucho. Sin embargo, la liturgia nos sigue pidiendo con tenacidad que acojamos bien esta palabra spera con todo lo que
exige: una separacin de la vida cmoda.
38
La cuaresma es sobre todo un ofrecimiento fabuloso de la palabra. Despus de abrir el misal por la pgina del mircoles de ceniza,
hojeadlo hasta el da de ramos y os sorprender la riqueza de estas cinco semanas: 15 lecturas, 5 salmos, 15 oraciones, 5
prefacios... Todo bajo el imn de la pascua: enfrentarse con las tentaciones, ponerse en camino, buscar el agua viva, curar de
nuestra ceguera, resucitar. En el misal para las misas de cada da tambin es abundante el alimento. Si buscamos una resolucin
para esta cuaresma, he aqu una que nos vendr muy bien: utilizar a fondo nuestro misal.
La cuaresma es una llamada vigorosa a la santidad y esto exige por lo menos una vez al ao un balance de salud espiritual, una
revisin de vida que, llevndonos hasta lo ms profundo de nuestro ser, nos lleve hasta Dios.
Seor Jess,
no slo me he alejado de ti,
sino de m.
Treme a m,
para que pueda llegar hasta ti.
Hazme conocer mis tinieblas
para que busque tu luz.
(Segn el beato Paolo Giustiniani)
Si me observo mejor, tendr ganas de cambiar, de cambiarme. Eso es lo que indica la palabra clave de la cuaresma, una de las
palabras centrales del evangelio: convertirse. Pero sobre todo no tomar como resolucin: "Yo quiero convertirme". Eso nunca ha
transformado a nadie. Tomar ms bien la resolucin de mirar bien a Jess y de escucharle: l nos dar unas ganas tan enormes de
ser mejores que tambin desearemos con toda el alma arrancarle gracias de conversin.
La verdad es que el primer encuentro cuaresmal con l en este da de la ceniza corre el peligro de desconcertarnos. Aquella vieja
panoplia limosna-oracin-ayuno y aquellos extraos consejos! Acaso se nos habra ocurrido alguna vez organizar un espectculo
ponindonos a dar limosna, a rezar, a ayunar?.
Pero si el contexto ha cambiado, la llamada sigue siendo la misma: das de verdad limosna, s o no? Y esto quiere decir: compartes
con los otros y vas a compartir ms an durante esta cuaresma?; rezas o no rezas, y ests dispuesto a rezar ms durante esta
cuaresma?; aceptars una vida ms asctica para salir de la comodidad... y tambin para poder compartir un poco ms? No hay
nada que nos impida escoger otros esfuerzos, otros progresos; no faltan sugerencias para ello en el evangelio. Lo que debe
animarnos y hasta entusiasmarnos es que una cuaresma tomada as, en serio, puede marcar profundamente nuestra vida.
ANDRE SEVE
EL EVANG. DE LOS DOMINGOS
EDIT. VERBO DIVINO ESTELLA 1984.Pg. 26
3.
-Reconocer nuestra debilidad
Hoy todo nos invita a reconocer nuestra debilidad. Cunta distancia hay entre nosotros y el Evangelio, entre nosotros y la vida de
fidelidad, entregada totalmente, de Jess! Hoy, si volvemos la mirada sobre nosotros mismos, sobre nuestra manera de vivir, de
actuar, brotarn desde lo ms hondo de nuestro corazn aquellas palabras que decamos en el salmo: Misericordia, Dios mo, por tu
bondad, por tu inmensa compasin borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Hoy se nos invita a ser sinceros, de verdad, con nosotros mismos. Si nos ponemos ante Dios no podremos gloriamos de nada.
Cunto nos dominan nuestros deseos y nuestros intereses! Cuntas ganas tenemos de imponer nuestro criterio y nuestra
voluntad! Qu poca capacidad de renuncia (de dinero, de tiempo, de tranquilidad) para el servicio a los dems! Qu poco nos
esforzamos por comprender a los que no son o piensan como nosotros! Cun poco presente tenemos a Dios en nuestras vidas!
-Reafirmar la confianza en Dios
Hoy todo nos invita a ser sinceros. Pero, al mismo tiempo, todo nos invita tambin a no quedarnos encerrados en nuestra
sinceridad. Si hoy slo nos dedicramos a mirar nuestras vidas para darnos cuenta de nuestros fallos y de nuestra infidelidad al
Evangelio, quedaramos, con toda seguridad, destrozados. Porque, en verdad, si nos comparamos con Jess, nuestra debilidad y
nuestra infidelidad es grande, inmensa. Por eso, hoy, reconocer la propia infidelidad es a la vez levantar los ojos a Dios con toda
con- fianza, con toda la fe: Misericordia, Dios mo, por tu bondad!
En este inicio de la Cuaresma, tenemos que lanzarnos una mirada introspectiva y reconocer nuestro pecado. Y, al mismo tiempo,
mirar hacia Dios, nuestro Padre, y reafirmar nuestra confianza en su amor. Hoy, la imposicin de la ceniza sobre nuestra cabeza
ser esta seal de reconocimiento. Ser como decir: somos dbiles, somos pecadores, no acabamos de salir de esta situacin, de
este estado.
39
Pero no ser decrnoslo a nosotros mismos, no ser decirnos que no hay nada que hacer, que no hay salida. Ser decirlo ante Dios,
reconocerlo ante Dios. Y decirlo y reconocerlo ante Dios es decir y reconocer que en l est el perdn, la vida, la salvacin, el amor
inagotable.
-Un fuerte empuje para avanzar
Y todo eso se convierte entonces en un gran empuje para avanzar, para caminar. Jess, en el evangelio, nos ha hablado de este
camino. Nos ha dicho que tenemos que dar de lo nuestro a los que lo necesitan; nos ha dicho que tenemos que orar, que tenemos
que acercarnos a Dios con todo nuestro ser; nos ha dicho que tenemos que ayunar, que tenemos que renunciar a tantas cosas
(comida, televisin, diversin, lo que sea) para dedicarnos con ms ahnco al Evangelio. Y nos ha dicho que todo eso lo tenemos
que hacer no para que nos vean y nos feliciten, sino por fe, por amor, por deseo de fidelidad. En este tiempo de Cuaresma hemos
de vivir intensamente este empuje para avanzar. Cada uno de nosotros tenemos que proponernos hacer de esta Cuaresma un
verdadero paso adelante en la vida cristiana. Reconociendo el propio pecado, poniendo toda nuestra confianza en Dios,
esforzndonos de verdad en el seguimiento de Jesucristo. Para llegar llenos de gozo a la Pascua.
JOSEP LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1992, 3
4.
HOY se abre un perodo privilegiado de 40 das: la cuaresma Durante ese tiempo, se ha escogido para el evangelio unos textos
cuyos temas son esenciales en la vida espiritual.
Para la primera lectura los temas elegidos se corresponden con los del texto evanglico. En el evangelio, Jess resume los tres
pilares de toda vida religiosa:
-el compartir... todo eso en un clima de alegra y de don.
-la oracin... ostentacin, sino solamente ante Dios.
-la renuncia...
-Volved a m de todo corazn.
Primeras palabras de Dios al empezar la cuaresma. Efectivamente es lo esencial. Una invitacin a entrar ms y ms en la intimidad
del Seor. Es un lenguaje de amor. Vuelve a m de todo tu corazn... Qu resolucin tomar para enfocar bien la cuaresma, es
decir, para poner el acento en lo esencial?
-Desgarrad vuestros corazones, y no vuestros vestidos.
El hombre tiene tendencia a poner siempre el acento en las prcticas externas. Los profetas haban insistido ya en la necesidad
de interiorizar la religin o la penitencia, pues lo que cuenta para Dios es el corazn del hombre. Jess repetir lo mismo.
Nuestros gestos, nuestras mortificaciones, nuestros sacrificios, slo tienen valor si proceden del corazn, si expresan un amor.
Que este tiempo de cuaresma sea un tiempo de interioridad. En lugar de una vida superficial, como la que llevo a menudo, por
desgracia, quiero vivir en profundidad, en plenitud. Todo lo que hago por hbito y sin pensar... quisiera vivirlo contigo, Seor, con el
mximo amor y atencin.
-Danos, Seor, un corazn nuevo, pon en nosotros un espritu nuevo.
Es la plegaria tpica de la cuaresma. Puedo repetirla incansablemente... para m, en singular -dame un corazn nuevo-... y para toda
la humanidad en plural -danos un corazn nuevo.
-En nombre de Cristo os suplicamos: reconciliaos con Dios! Dejaos configurar por Dios...
Ceded pues a Dios... La cuaresma: un tiempo en el que podramos tratar de atender mejor los deseos de Dios. Dios desea
reconciliarnos, darnos de nuevo un amor ferviente. Dios desea darnos una vida en plenitud... reanudar la alianza de amor con
nosotros. No podra yo descubrir de nuevo el sacramento de la "reconciliacin"? Volver a hacer de la confesin o penitencia un
momento de revisin de vida, de dilogo con Dios? Una conversacin con Cristo que me ama, para yo amarle ms?
40
-A quien no conoci pecado... Dios le ha identificado al pecado, por nosotros... A fin que, gracias a El, participramos en la santidad
de Dios.
Por parte de Dios, el amor es total, absoluto, desinteresado. Cristo, identificado a mis pecados... los carg sobre s. Seor, T te
has identificado a m... para, en mi lugar, cargar con mis pecados, y darme tu santidad. Gracias! Que no lo olvide jams!
NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 3
PRIMERAS LECTURAS PARA ADVIENTO
NAVIDAD - CUARESMA Y TIEMPO PASCUAL
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pg. 94
5.
-Comenzamos la ejercitacin cuaresmal
Queridos hermanos en el Seor, que camina hacia la Pascua: Comenzamos hoy la ejercitacin cuaresmal, este espacio de cuarenta
das en el que nos preparamos para la gran celebracin de la Pascua. "Ahora es tiempo favorable, ahora es da de salvacin",
resuenan las lecturas.
La Cuaresma no tiene sentido en ella misma, sino que lo cobra en relacin con la Pascua. Es preparacin para la Pascua. No se trata
de hacer penitencia por el hecho de hacerla.
-Recordamos y celebramos dos hechos de la historia de la salvacin Durante estos cuarenta das recordamos y celebramos dos
hechos de la historia de la salvacin: uno, del Antiguo Testamento: los cuarenta aos que el pueblo de Israel peregrin por el
desierto -bajo la atencin solcita de Dios- desde que fue liberado de la esclavitud de Egipto hasta que lleg a la Tierra Prometida. Y
el otro del Nuevo Testamento: los cuarenta das que Jess pas en el desierto, orando y ayunando, antes de iniciar el anuncio
gozoso de la Buena Nueva.
-Desierto, oracin, ayuno, limosna
Estas mismas actitudes del pueblo de Israel peregrino y de Jess preparndose en el desierto son las que la Iglesia nos propone que
asumamos durante este tiempo cuaresmal.
Desierto: Encuentro con Dios y con uno mismo. Sacar de nosotros todo lo superfluo. Dejar nicamente lo esencial. Hacer el vaco
interior. El silencio.
Escuchar la llamada de Dios. No la nuestra. Vaciarnos tambin de tantas cosas que llenan nuestro corazn, y dejar en l sitio para
Dios. Dios slo ocupar el lugar que nosotros estemos dispuestos a dejarle libre.
Oracin: Intensificar nuestros espacios de oracin. Pero sobre todo orar mejor.
No se trata tanto de orar mucho ms -ojal- cuanto de orar mejor, de entrar en dilogo ntimo y amoroso con el Padre que nos llama
a la conversin porque nos ama como nunca nadie nos ha amado. Contemplar serenamente y con paz de espritu la gracia que, a
travs de Jesucristo, hemos recibido, y nuestro egosmo.
Y ser agradecidos: a pesar de nuestra cerrazn, de nuestro pecado, Dios nos ama y nos llama a ser hijos suyos por la cruz de
Jesucristo.
Ayuno: Ayunar de las muchas cosas que empequeecen nuestra vida cristiana.
No dejarnos llevar por el espritu mundano. Y que el fruto de nuestro ayuno pueda socorrer a los hermanos ms necesitados:ayunofraternidad- solidaridad.
Limosna: la llamamos tambin "caridad": amor. El amor al hermano, sobre todo al necesitado, en quien Cristo se hace ms
presente, pasa por el socorro material suficiente y digno, no mezquino.
La lectura y la meditacin diaria de la Palabra de Dios nos ayudarn a salir de nosotros mismos, a superar nuestros egosmos,
nuestra cerrazn a Dios y a los hermanos y entrar en el camino de conversin, cambiando nuestro corazn de piedra por un
corazn de carne.
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Y as, renovados a la luz de la palabra siempre viva y eficaz de Dios, seremos sumergidos en el agua y la luz del misterio pascual de
Cristo en la gran noche de Pascua.
Que la ceniza que ahora nos ser impuesta nos recuerde que somos poca cosa, que no podemos sentimos orgullosos, ni tener
odios, ni egosmos... y que con la conversin cuaresmal alcancemos "por medio de las prcticas cuaresmales, el perdn de los
pecados; as podremos alcanzar, a imagen de tu Hijo resucitado, la vida nueva de tu reino".
Que nos ayude tambin a ello esta Eucarista, sacramento de reconciliacin y de amor, de fraternidad y solidaridad universales.
ALVAR PEREZ
MISA DOMINICAL 1993, 3
6.
Los tres pilares de toda vida religiosa: el compartir, la oracin y la renuncia... en la alegra y slo por Dios.
Cuando dais limosna..
Cuando oris...
Cuando ayunis...
Son las tres formas tradicionales de la penitencia, en todas las religiones. Su orden no depende precisamente del azar:
-primero "compartir", dar, pensar en los dems...
-despus "orar" pasar un poco ms de tiempo con Dios...
-en fin, por ltimo, "sacrificarse" imponerse alguna privacin...
Sobre estos tres puntos, qu he previsto para los 40 das de la Cuaresma? Tomo mi tiempo en prever... en precisar lo que estoy
dispuesto y decidido a hacer.
-Guardaos bien de hacer vuestras obras buenas en presencia de los hombres, con el fin de que os vean. De otra manera no
recibiris su galardn de vuestro Padre.
... No vayas tocando la trompeta delante de ti para ser alabado por los hombres. Tanto en lo que se refiere a la limosna, a la oracin
o al ayuno, Jess insiste ante todo en tener discrecin.
Jess nos denuncia la muy frecuente hipocresa de los que actan para "llamar la atencin" de los dems. La bsqueda de s
mismo, el egosmo, el amor propio pueden infiltrarse en los mejores gestos religiosos.
-Que tu izquierda no sepa lo que hace la derecha, para que tu limosna sea oculta y el Padre que ve lo oculto te premiar. Obrar,
actuar, slo por Dios.
Lo oculto, lo invisible! es ah donde est Dios, nuestro Padre! Es a este nivel, a esta profundidad de intimidad que Jess nos invita
a vivir, en todo tiempo, pero especialmente durante la Cuaresma.
Habitualmente y demasiado a menudo vivimos en lo superficial, lo aparente, lo exterior. Buscar la profundidad. Buscar la mirada de
Dios. Padre! Ests aqu en este momento y me ests viendo! Y esto es lo que cuenta. Y T esperas que yo "d", que yo "ore", que
yo "renuncie a".
-T, cuando ores, entra en tu cuarto y, cerrada la puerta, ora a tu Padre que est ah, invisible...
"Tu Padre est all, invisible". Estas palabras me revelan el alma profunda de Jess, y su hbito constante de comunicarse con lo
invisible.
-T, cuando ayunes, perfmate la cabeza y lava tu cara..
Uno no esperaba este consejo: "perfumaros!" Segn T, Seor, la Cuaresma no tiene nada que ver con la tristeza. Evidentemente
esta frmula quiere decirnos que hay que mostrar a los dems una cara agradable y alegre.
NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
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7.
Actualmente, el Mircoles de Ceniza es, a todos los efectos, el inicio solemne del tiempo cuaresmal. No obstante, la gran mayora
de los fieles se dan cuenta de que la Cuaresma empieza al celebrar el primer domingo. No est mal que as sea, ya que lo que
podramos llamar la Cuaresma dominical sigue un ritmo distinto del de la Cuaresma ferial. Es posible, sin embargo, que hoy acuda a
misa un nmero considerable de personas, deseosas de participar en el rito de la imposicin de la ceniza. Adems, hay que tener
presente que, si se cree oportuno, se puede organizar el rito de la ceniza en una celebracin de la palabra sin eucarista, que
incluso se puede hacer otro da distinto.
Dos son los aspectos que hay que destacar, a partir de los ritos y los textos del Mircoles de Ceniza y que hacen referencia a
dimensiones esenciales de la Cuaresma: la necesidad de la conversin y el sentido profundo del ayuno.
-LA CENIZA, SMBOLO DE CONVERSIN
Es evidente que, en la mentalidad popular, el rito de la ceniza se halla muy vinculado al pensamiento de la muerte. Pero hay que
tener presente que, hablando con propiedad, la ceniza -segn los usos bblicos- es signo de luto y arrepentimiento. As, leemos que
cuando Tamar fue violentada por su hermano "puso ceniza sobre su cabeza, rasg la tnica de mangas que llevaba, puso sus
manos sobre la cabeza y se iba gritando mientras caminaba" (2Samuel 13,19); y el profeta Isaas afirma que el Mesas ha sido
enviado "para dar a su pueblo diadema en vez de ceniza" (61,3).
Es por eso que la reforma litrgica del Vaticano II introdujo una frmula de imposicin de la ceniza como alternativa a la tradicional:
"Acurdate de que eres polvo y al polvo volvers". La nueva frmula, inspirada en el evangelio de Marcos, dice: "Convertos y creed
en el Evangelio". No obstante, no se puede olvidar que el polvo y la ceniza evocan la caducidad y, por tanto, la condici6n mortal de
los hombres y mujeres. Lo negativo sera quedarse nicamente en esta consideracin pesimista. Hay que despertar el movimiento
de conversin. El liturgista belga Adrien Nocent recomendaba que se dijeran ambas f6rmulas; por su parte, J. Aldazbal cree que el
sacerdote las podra ir alternando.
-"EL AYUNO QUE YO QUIERO"
Pese a todas las reducciones, la Cuaresma contina estando vinculada a la prctica del ayuno. Pero los textos de hoy y de otros
muchos das a lo largo del tempo cuaresmal insisten en una idea bsica: en el ayuno, lo que importa no es el ejercicio exterior sino
la disposicin interna a amar al Seor y al prjimo. Joel, en la primera lectura de hoy, exclama: "Rasgad los corazones y no las
vestiduras". Jess, en el evangelio, nos aconseja: "T, en cambio, cuando ayunes, perfmate la cabeza y lvate". Pero, quiz el
texto bblico que describe de una manera ms clara "cul es el ayuno que quiere el Seor" sea este fragmento de Isaias (58,5-7):
"Acaso es ste el ayuno que yo quiero el da en que se humilla el hombre? Haba de doblegar como junco la cabeza, en sayal y
ceniza estarse echado? A eso llamis ayuno y da grato a Yahv? No ser ms bien este otro el ayuno que yo quiero: desatar los
lazos de maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar la libertad a los oprimidos, y arrancar todo yugo? No ser partir al
hambriento tu pan, y a los pobres sin hogar recibir en casa? Que cuando veas a un desnudo le cubras, y de tu semejante no te
apartes?".
Por eso, tradicionalmente la Iglesia ha unido la prctica del ayuno con el ejercicio de la limosna. Es famosa la frase de un antiguo
Padre de la Iglesia: "La abstinencia del que ayuna sea alimento del pobre". El ayuno no sirve para nada si no conduce a la caridad.
Es un mensaje que hay que tener muy presente en el inicio del tiempo penitencial por excelencia.
JOAN LLOPIS
MISA DOMINICAL 1994, 3
8.
-Hacia la gran fiesta
Hermanos: Hace poco ms de un mes acabamos las celebraciones en torno a la Navidad con el bautismo del Seor Jess. Todos
sabemos que no es el nacimiento de Jess -aunque lo celebremos en un clima de profunda intimidad y alegra- el acontecimiento
ms importante para nuestra fe, sino su Resurreccin. El momento culminante de la vida de Jess es su pasin, su muerte y su
resurreccin.
43
Nosotros creemos vivamente que Dios se ha hecho hombre en Jess. Y si esto es de capital importancia para nuestra fe, todava es
mucho ms fundamental que la fe se adhiera a ese Jess que se mantiene fiel hasta la muerte, a quien Dios Padre resucita de entre
los muertos. Un Jess resucitado que nos ha prometido estar siempre con nosotros a travs de su Espritu.
Pues bien, todos los creyentes nos ponemos hoy de acuerdo para comenzar a preparar esa gran fiesta de la Resurreccin de Jess,
all a los comienzos del mes de abril. Una fiesta que despus se extender a lo largo de cincuenta das para concluir con la del
Espritu Santo. As pues, vale la pena que, tanto cada uno de nosotros como la pequea comunidad, nos sintamos integrados en
este esfuerzo de la iglesia universal para celebrar gozosamente la Resurreccin de nuestro Seor, Jesucristo.
-Un cambio interior
Las lecturas de este Mircoles de Ceniza nos invitan a comenzar esta preparacin mirando dentro de nosotros mismos. Para ver qu
actitudes dirigen nuestra vida. Tantas veces nuestros fallos, nuestros errores, no son sino la consecuencia de nuestro estado
interior. Y Dios lo que quiere es que corrijamos esta parte ms ntima del ser. Sabe que es la base de todo lo dems.
A Dios le interesa nuestra paz interior, nuestra libertad de espritu, nuestra tranquilidad de conciencia. Desde aqu todo es posible
para el creyente. Por eso, la invitacin constante de la Palabra de Dios en este Mircoles de Ceniza es a serenar nuestro corazn, a
concentrar nuestra atencin en lo que es esencial.
Mirad qu palabras ms sugestivas: Dios es clemente y misericordioso.
-Dios es clemente y compasivo
Tenemos la garanta de que Dios busca nuestro equilibrio. El es clemente y compasivo. Desea que nos alejemos de cuanto esclaviza
nuestro corazn, nuestro espritu y nuestra vida. Contamos con su comprensin y con su perdn. Tan slo hemos de poner nuestro
grano de arena en clave de conversin. Es decir, reconocer qu es aquello que nos empobrece como personas, que reseca nuestra
generosidad y nos asla en nuestros bnquers privados.
Podemos convertir y renovar nuestro corazn. El Seor quiere guiar nuestro cambio, quiere acompaar nuestro progreso personal y
comunitario.
-En armona hacia la Nueva Humanidad
Si queremos celebrar la fiesta del Resucitado nos conviene adecuar nuestras caractersticas humanas a las del Hombre Nuevo, que
es Jesucristo. Por ello, el evangelio nos ofrece un programa de vida cuya orientacin consiste en ayudarnos a abandonar el "yo" y el
"t" para animarnos a pronunciar el "nosotros". Pero un "nosotros" donde quede incluido el mismo Dios.
El evangelio nos pide que este camino de la Cuaresma lo inicie el creyente que desea integrar en su vida a Dios, a los otros y a s
mismo. Para ello, para conseguir este acercamiento al Hombre Nuevo, nosotros debemos abrirnos a la relacin con Dios: una
oracin profunda, ntima, cargada de fe y de esperanza. Debemos abrirnos a una relacin con los dems: una solidaridad directa,
sin engaos, con las personas que nos rodean, a base de cercana afectiva y cordial, pero tambin de tiempo y de dinero si es
necesario. Pero sobre todo -y aunque parezca extrao- una apertura incondicional a nosotros mismos para aprender a ayunar de
posturas cmodas, de servilismos destructores, de perezas facilonas. Esponjar nuestro espritu con la presencia de Dios y la de
nuestros hermanos. Conocernos por dentro, aceptar la verdad de nuestra vida, ayunar de todo aquello que nos ahoga en nuestra
soledad, es acercarnos a la verdad de Dios y de los hermanos. Y esto no es otra cosa que irnos preparando a la fiesta de las fiestas:
la del Hombre Nuevo,la del Resucitado. Desde la humildad de nuestra ceniza -que nos impondrn de aqu a unos minutos- Dios nos
va transformando en Nueva Humanidad.
Hermanos, summonos a este esfuerzo colectivo de cambio interior. Desde ahora, desde este mismo instante. El Seor nos
respalda y espera nuestro retorno. Es el tiempo oportuno que El nos ofrece. No caben miedos ni excusas. Aprovechemos la gracia
que Dios ha derramado en nosotros.
A.
9.
-Tres caras del corazn
44
M. BRIAS
MISA DOMINICAL 1994, 3
Al hablar del corazn nuevo nos har bien recordar un sencillo pensamiento de Fray Luis de Granada. Deca este clsico que el
hombre debiera tener un corazn de hijo para con Dios, un corazn de madre para con los dems, un corazn de juez para consigo
mismo. Puede ser una buena meta para el cambio cuaresmal.
Porque cul es la realidad de nuestro corazn? La realidad es que lo tenemos todo cambiado. Nosotros tenemos un corazn de
siervo para con Dios, de juez para con los dems, de madre para con nosotros mismos. Y as nos van las cosas.
Siervos. Por mucho que le digamos Padre, acudimos a Dios con desconfianza, con cierto o con mucho temor, con ciertas o muchas
exigencias, como pidiendo la paga. De siervos a hijos. Que el Seor nos cambie ese atemorizado corazn, que nos haga sentirnos
gozosos y confiados en su presencia, que seamos capaces de ponernos en sus manos incondicionalmente. Un corazn de nio ante
su Padre, que no le discute nada, que no le exige nada, que no le regatea nada. Un corazn que se siente inundado en cada
momento por un amor poderoso y gratuito.
Juez. Parece que todos hemos nacido con esta vocacin. Nos encanta juzgar a los otros, lo que hacen y dejen de hacer, lo que
dicen y dejen de decir, lo que sienten o dejen de sentir. Juzgamos hasta lo que piensan, que no siempre responde a lo que dicen. Y
nuestros juicios son hirientes, tajantes, condenatorios. Nos complace ver el lado negativo de los dems. Los miramos framente y
desde lejos, todo con lupa. Decimos que lo mejor es pensar mal. Repartimos a boleo premios y castigos; los primeros, pocos, a
contrapelo; los segundos, en abundancia.
De juez a madre. Esto s que sera un cambio de corazn. Las madres no juzgan a sus hijos, porque los miran entraablemente,
porque los conocen profundamente, porque los miran con el corazn. Ellas lo comprenden todo, porque aman. Tienen una
paciencia infinita, porque esperan. Es el corazn que ms se parece al de Dios. Si tuviramos un corazn de madre para los
dems, las relaciones humanas seran comprensivas y cordiales, nos sentiramos seguros los unos de los otros, no tendramos
necesidad de mentir y ser hipcritas. Si tuviramos corazn de madre, nuestras relaciones se llenaran de luz.
Madre. Para con nosotros mismos somos muy complacientes y benvolos, hermanitas de la caridad. Nos parece que no hacemos
nada malo, y si tenemos algn fallo es ms bien sin querer. Nos perdonamos enseguida. Algunas cosas que nos echan en cara, es
porque no nos conocen bien; en el fondo somos buenos. Lo que pasa es que yo soy as, es mi temperamento y mi manera de ser.
Tambin hay que tener en cuenta el ambiente, la falta de medios, miles de circunstancias. Yo no tengo pecado.
De madre a juez. Nos convendra un poco ms de rigor y de exigencia para con nosotros mismos. Nos convendra escuchar ms a
los dems y aceptar sus juicios. Nos convendra que, si no somos capaces de conocernos y exigirnos, alguien nos ayudara en una
cosa y en otra. Dicen que es una de las cosas ms difciles, conocerse bien y juzgarse bien. Podemos pasar de un extremo a otro.
Jzgate bien. Jzgate en verdad y con justicia, pero tambin con amor.
Juez, pero sin pasarse. Tampoco debemos ser excesivamente duros con nosotros mismos. Tambin tenemos que saber
comprendernos, valorarnos y perdonarnos. Pasa a veces que nos exigimos y condenamos demasiado. Un poquito de amor y de
compasin para ti.
CARITAS
VEN... CUARESMA Y PASCUA
1994.Pg. 39 ss.
10.
Cuando ayunes, perfmate la cabeza (A modo de inquietudes sobre el buen uso de la ceniza)
No parece muy cristiano el rito de la ceniza. Es ms un rito judo o pagano. Nos recuerda a Jeremas con sus elegas y
lamentaciones. Nos recuerda al rey de Nnive, forzando la misericordia de Dios con sus ayunos, harapos y cenizas. Podriamos
admitir el uso de la ceniza hasta Juan el Bautista, pero ms no.
Cristo prefiere el ungento y los perfumes. Le llamamos el Ungido. Acepta para sus pies el ungento de la mujer pecadora y el
perfume de Mara en sus pies y en su cabeza. Ciertos ritos de ceniza son expresin pesimista de la conversin, apoyada con el
acurdate, hombre.... Hace falta que nos recuerden tan grficamente la fugacidad de la vida? Es verdad que vuestro destino
es volver al polvo de la tierra? Es buen recurso para la conversin el miedo? De verdad San Francisco de Borja se hizo santo ante
el espectculo de un cadver descompuesto? Volveremos a predicar las misiones con calaveras en las manos o junto a los
sepulcros? Es cristiano el miedo a la vida? Se puede escribir, por ejemplo, como lo hizo algn monje medieval, que la belleza
del cuerpo est slo en la piel, y el cuerpo no es sino un odre de excrementos?; o que la maternidad no acarrea sino suciedad,
fetidez, tristeza y dolor, dificultad y trabajo...?
"Ungidos por el Espritu"
45
T, cuando ayunes, perfmate. Lo cristiano no es el miedo, sino la alegra. La visin cristiana de la vida es serena y esperanzada.
Para un cristiano el cuerpo es templo ungido por el Espritu, no simple materia avocada a la descomposicin.
La misma ofrenda del Cuerpo de Cristo y de todo cristiano es perfume de suave aroma (Ef. 5,2). Todos estamos llamados a ser
buen olor de Cristo (2Cor. 2,15). El perfume es ms cristiano, porque alegra y cautiva. Tambin el cristiano debe irradiar alegra
y encanto.
Por eso, perfmate. No se podra pensar en un cambio de rito? Imaginad que, siguiendo el consejo evanglico, el mircoles, inicio
de cuaresma vertisemos unas gotas de perfume en nuestras cabezas, pronunciando estas o parecidas palabras: Acurdate,
cristiano, que ests llamado a ser el buen olor de Cristo, o, acurdate cristiano, que ests ungido por el Espritu Santo. Y, en
consecuencia, de acuerdo con los sentimientos y actitudes de Cristo, este mircoles inicio de cuaresma no se llamase ya mircoles
de ceniza, sino mircoles de los perfumes. Es la transformacin que en nuestro rito penitencial realiza quien cambia el luto en
danzas y el sayal en traje de fiesta.
CARITAS
PASTOR DE TU HERMANO
CUARESMA 1986.Pg. 17
11.
Entre semana, este mircoles nos hemos reunido por un motivo muy especial, nico en todo el ao, para empezar la Cuaresma,
como un tiempo fuerte de la comunidad cristiana, que queremos que sea importante para nuestra fe y para nuestra comunidad
cristiana.
-Vamos a recibir la imposicin de la ceniza
La ceniza como polvo y signo de la destruccin de las cosas nos trae un mensaje de tristeza y de cansancio, nos recuerda la
fragilidad y la caducidad, a veces decimos que no somos nada, que no valemos nada, que estamos hechos polvo. Acurdate de
que eres polvo y al polvo volvers, leemos en las primeras pginas del Gnesis en el relato sobre el pecado y sus consecuencias.
Por eso, dejarnos poner hoy un poco de ceniza sobre la cabeza es reconocer ante Dios y ante la comunidad que somos pecadores y
frgiles, es como una confesin pblica de nuestra condicin humana y una invocacin humilde de la misericordia de Dios sobre
nuestro mundo, la historia humana, nuestras personas.
Dentro de poco, al acercarnos a recibir la ceniza, llevaremos con nosotros el pecado y la fragilidad humana: la violencia que mata y
aviva guerras y conflictos en tantos pases del mundo; el sufrimiento de tantos inocentes y pacficos; el desprecio de los derechos
de las personas y de los pueblos; el imperio del dinero con sus efectos perversos como la gran pobreza de los pases del tercer
mundo, la destruccin de muchos puestos de trabajo, la opresin de los pobres y de los trabajadores, las emigraciones dolorosas;
los grandes egosmos que impiden un orden mundial ms justo y una poltica ms humana y justa; la corrupcin; los errores, a
veces clamorosos, de la Iglesia y de los cristianos...
Es la crnica negra de la sociedad contempornea. Ya estamos acostumbrados a orla y verla cada da a travs de los medios de
comunicacin. Todos sabemos nombres y referencias concretas de estos acontecimientos y situaciones dramticas. Y tambin los
egosmos ms personales, pero no por ello ms pequeos, las irresponsabilidades, la falta de valores ticos y de conciencia, dentro
de las familias, en la convivencia de los barrios, pueblos y ciudades, en cada uno de nosotros.
Todo esto verdaderamente provoca el llanto e invita a vestirse de ceniza, como escuchbamos en el profeta Joel : Convertos a m
de todo corazn con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad los corazones y no las vestiduras".
-Salimos con ms mpetu para el bien
Pero esto no es toda la verdad de la celebracin de hoy, ni la parte ms importante. Cuando se nos imponga la ceniza,
escucharemos una buena noticia, la buena noticia. Se nos dir: "Convertos y creed el Evangelio" . Se trata de una exhortacin a
hacer de la Cuaresma un tiempo de interiorizar fuertemente los hechos y las palabras de Jess. Hechos y palabras de Jess que,
no lo dudis -no es verdad que ya lo sabemos por experiencia?-, siempre nos animan ser ms positivos, ms felices, ms
animados y ms buenos para con todo el mundo. El profeta Joel tambin deca: Convertos al Seor, Dios vuestro, porque es
compasivo y misericordioso, lento a la clera, rico en piedad". Y san Pablo nos peda que nos reconciliramos con Dios y nos
exhortaba a "no echar en saco roto la gracia de Dios" y nos deca que ahora es tiempo favorable, ahora es da de salvacin. Y en
el evangelio hemos escuchado un fragmento del sermn de la montaa, donde el mismo Jess nos supone activos en el bien, en la
ayuda al prjimo, en la oracin y en la sobriedad y no consumismo. Pero nos insiste en que no actuemos de un modo vanidoso o
presumido, con exhibiciones como los hipcritas, sino con discrecin, simplicidad y humildad. Inmediatamente escucharemos el
mejor lema de nuestra Cuaresma: Convirtete y cree el Evangelio". Ninguna rutina, ningn conformismo, ningn desnimo.
-Por una Cuaresma que nos haga ms comunidad cristiana en medio de nuestra sociedad
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Esta Cuaresma debe renovar nuestros sentimientos de comunidad cristiana y hacernos sentir profundamente que unidos tenemos
toda una historia por construir, la historia del cristianismo en este 1995, en la ltima etapa del siglo XX. Es en la historia donde
tenemos que vivir nuestra fe. En ella Dios se hace presente y nos acompaa. Es dentro de la historia que vamos viviendo la
invitacin de Dios a que acojamos el reino de Jess y que, al mismo tiempo, movidos por su Espritu, pongamos manos a la obra
para construirlo en medio del mundo.
No os parece que est costando demasiado que nuestra comunidad cristiana sea ms comunidad activa por parte de todos,
donde mujeres y hombres bautizados seamos pueblo de Dios participante y activo, en el culto, en la accin, en la reflexin
teolgica, en la cultura, en el trabajo, en la familia? Todava no somos bastante pueblo de Dios con gran abundancia de misiones y
carismas, todava la misin y el carisma, tan valorados, de los ministerios ordenados (obispos, presbteros, diconos) no llegan a
tener la comunin y la compenetracin comunitaria suficientes. No deberamos lograr entre nosotros este crecimiento
comunitario en calidad y cantidad?
JOSEP HORTET
MISA DOMINICAL 1995, 3
12.
1. La llamada a la conversin y a un tiempo de penitencia parte (en la segunda lectura) de la Iglesia; su portavoz es Pablo con sus
colaboradores: Somos embajadores de Cristo; os lo pedimos por Cristo: dejaos reconciliar con Dios. Esto significa dos cosas:
dejaos reconciliar con Dios personalmente, cada uno de vosotros, y dejaos reconciliar con Dios por nosotros, los representantes de
su Iglesia. Son estos colaboradores de Dios los que nos exhortan y se permiten llamar nuestra atencin: Ahora es el tiempo de la
gracia; ahora es el da de la salvacin. Aunque ciertamente somos libres para hacer penitencia cuando queramos, forma parte de
nuestra obediencia a la Iglesia hacerla precisamente ahora en el marco del Ao Litrgico. El motivo que la Iglesia nos da es la
accin de Dios, que por nosotros hizo pecado al que no conoca el pecado, para que por l llegramos a ser justicia de Dios.
Esta enorme gesta, que Cristo haya hecho ya por nosotros la mayor penitencia posible, debe impulsarnos a no dejarle solo,
alegrndonos de que otro en nuestro lugar se haya convertido en el representante del pecado ante Dios, pero estimulndonos
tambin a participar en su pasin con lo poco que nosotros podemos contribuir a la expiacin del pecado del mundo.
2. Ya la Antigua Alianza invitaba al pueblo (en la primera lectura) a entrar en un tiempo general de conversin y expiacin.
Tambin aqu hay que hacer penitencia, no como obra externa, sino como actitud interior: Rasgad los corazones, no las
vestiduras. Tambin aqu no para hacer que Dios cambie sus sentimientos y actitudes con respecto a nosotros, sino para
convertirnos nosotros al Dios de la gracia y de la misericordia. Tambin en este caso como un acto litrgico comn: el ayuno
sagrado se entiende como servicio a Dios de toda la comunidad. Aqu tampoco se trata de un querer influir mgicamente sobre
Dios, sino de una oracin sencilla e intensa para implorar la compasin divina.
3. Jess no suprime, en el evangelio, esta penitencia, sino que la preserva definitivamente del farisesmo y de cualquier
devaluacin mediante la propia justicia: si queremos que esta penitencia tenga algn sentido y algn valor ante Dios, debemos
trasladarla al interior, a lo invisible. Si Jess, en los tres consejos que nos da -sobre cmo hacer limosna, cmo rezar y cmo
ayunar-, insiste en la conveniencia de la discrecin para que nuestra accin conserve todo su sentido cristiano, al enfatizar esta
invisibilidad hacia fuera nada dice contra la necesidad de tales obras, sino que subraya que esas obras son agradables a los ojos
del Padre celeste, que sabe valorarlas y recompensarlas adecuadamente. Pero que quede claro: si hacemos penitencia no es para
ser recompensados por Dios, sino ante todo simplemente porque queremos seguir a Cristo con reconocimiento y agradecimiento,
y despus porque percibimos claramente que la mejor manera de ayudar al mundo en que vivimos es hacer penitencia. Jess nos
sugiere tres formas eficaces para ello: limosna, oracin y ayuno. Se puede ayunar de muchas maneras: renunciando a la comida, a
los placeres y comodidades de todo tipo, al sueo, a los amigos, para preferir a los pobres, a los necesitados, a los enfermos: a
aquellos que no pueden pagarnos (Lc 14,14).
HANS URS von BALTHASAR
LUZ DE LA PALABRA
Comentarios a las lecturas dominicales A-B-C
Ediciones ENCUENTRO.MADRID-1994.Pg. 43 s.
13.
Comenzamos hoy el ejercicio cuaresmal que nos conducir pedaggicamente hasta la celebracin gozosa de la Pascua del Seor.
As pues, es muy conveniente que la asamblea sea convocada para la imposicin de la ceniza, cosa que tendremos que haber
previsto anteriormente estimulando a la comunidad a asistir a la reunin litrgica de hoy.
POR QU LA CENIZA?
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La tradicin bblica nos ha transmitido este signo de penitencia a travs de la prctica de la Iglesia. Significa la condicin de
hombre pecador, que pblicamente confiesa su culpa ante Dios; tambin expresa su voluntad interior de conversin, con la
esperanza de que Dios sea clemente y misericordioso, lento para el castigo y rico en perdn. Con este mismo signo comienza el
camino de conversin que llega a su meta por la celebracin del sacramento de la penitencia en los das que preceden a la
Pascua.
EL TONO GENERAL
Hoy y durante todo el tiempo cuaresmal -exceptuando el domingo IV- ha de reinar la sobriedad en las manifestaciones exteriores:
eliminamos las flores, la msica slo suena si conviene sostener el canto, los ornamentos litrgicos participan tambin de esta
sencillez, as como los mismos vasos sagrados. Todo nos ha de ayudar a conducir la mirada hacia nuestro interior siguiendo al
profeta Joel que, en la primera lectura, nos invita a rasgarnos los corazones y a convertirnos al Seor, porque es compasivo y
misericordioso.
LAS DOS PROCESIONES
Es con este espritu de penitencia que nos acercamos a recibir la ceniza sobre nuestra cabeza (convendra no disminuir el signo
limitndolo a una pequea cruz sobre la frente. A este respecto, la segunda oracin de bendicin de la ceniza dice: "dgnate
bendecir esta ceniza que vamos a imponer sobre nuestra cabeza", por tanto no se habla ni de "cruz" ni de "frente", en sintona
con las indicaciones del misal para este momento). sta es, pues, la primera procesin que realizamos en el interior de la
celebracin; nos recuerda que somos polvo y que nos encaminamos a la muerte. Es un grito de alerta, una invitacin a salir del
engao en el que tantas veces vivimos cmodamente cuando pensamos que la muerte es cosa del vecino.
Es una ayuda para volver a ser nosotros mismos, ya que a menudo nos alienamos a causa del pecado y nos dejamos atrapar por la
vanidad de las cosas pasajeras de este mundo, cediendo ante el imperio de la frivolidad y de la "fachada". La ceniza sobre nuestra
cabeza nos dice quienes somos, a la vez que nos encara con nuestro origen de criaturas modeladas por las manos de Dios.
Situados en este punto, la llamada a la conversin y a creer en el Evangelio toma todo su sentido, ya que nuestra situacin no es
desesperada, sino todo lo contrario, ya que Dios, en Cristo, ha demostrado cmo nos ama.
La segunda procesin es para ir a comulgar. Si la primera nos anunciaba nuestra condicin mortal y era una invitacin a la
conversin, ahora, recibiendo la Eucarista, acogemos la salvacin, nuestra propia resurreccin. Es la vida del hombre nuevo la que
se nos da en el pan y en el vino consagrados. Una vida que todo lo espera de Dios y slo de l, como leemos por tres veces en el
evangelio de hoy: "tu Padre, que ve en lo secreto..., que ve en lo escondido, te lo pagar".
Acercarse a recibir los dones eucarsticos con la ceniza sobre la cabeza es una estampa elocuente que podramos resumir con la
frase de san Pablo: "por todas partes llevamos en el cuerpo la muerte de Jess para que tambin la vida de Jess se transparente
en nuestro cuerpo" (2C 4, 10). Y para que pueda ser as debemos ser conscientes de que necesitamos ser reconciliados, segn la
exhortacin del apstol en la segunda lectura: "En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliis con Dios". No es porque s que
el Seor nos concede vivir una nueva Cuaresma. Por tanto, no malversemos este tiempo de gracia y, por el arrepentimiento y el
sacramento de la reconciliacin, volvamos a la alegra de la salvacin sin diferir ni un minuto el retorno a Dios, puesto que "ahora"
es el da favorable.
J. GONZLEZ PADRS
MISA DOMINICAL 1998, 3, 19-20
14.
-Accin y autenticidad
En este da en que empieza la Cuaresma venimos a celebrar la Eucarista y el rito de la imposicin de la ceniza. Y viene cada uno,
seguramente, con un montn de buenos propsitos, con ganas de aprovechar este tiempo, con ganas de cambiar algo que no
marcha en nuestra vida.
Hay dos palabras clave que pueden expresar el contenido bsico de la conversin a la que Dios nos llama en este tiempo que
iniciamos: una es "accin"; y la otra, "autenticidad". Las dos muy unidas. Ninguna de las dos sin la otra.
La oracin que hemos rezado antes de las lecturas peda para todos nosotros fortaleza en la lucha contra el mal. Sugera, por
tanto, la accin. Por otra parte, las lecturas, especialmente la primera y el evangelio, ponan el acento en la autenticidad de la
accin:
* Autenticidad de las acciones que afectan al entorno, acciones de solidaridad, representadas en la limosna de la que habla Jess;
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* Autenticidad de las acciones que nos ponen en relacin explcita con Dios, como es toda forma de oracin;
* Autenticidad de las acciones que hacen -con un estilo de vida sencillo- que nos reencontremos a nosotros mismos, tal como
somos, y que quedan representadas en lo que afirma Jess sobre el ayuno.
-Actuar desde un corazn convertido
Una autenticidad, o conversin de corazn, que hace que los tres tipos de accin se afecten mutuamente. De haber autenticidad,
con nuestras acciones solidarias no slo transformaremos el entorno sino que estaremos trabajando codo con codo con el Dios que
est presente entre los pobres, crucificado entre los crucificados; y nos percataremos de quines somos: hermanos de los
hermanos, hijos de un mismo Padre.
Si hay autenticidad, con la oracin no nos quedaremos en una relacin intimista y privada con el Dios de la vida sino que
estaremos en dilogo con el Padre "nuestro", el Dios que se hace hombre, y hombre pobre, para ofrecer a todos el camino de la
vida; y que nos llama a salir, a ponernos al lado de los dems; y la oracin nos har humildes, sencillos, hombres y mujeres
cargados de humanidad, capaces de compartir aquello que es para todos.
Si hay autenticidad, con el ayuno o cualquier otra "prctica" de austeridad, no nos quedaremos en la bsqueda de un
perfeccionamiento personal, sino que estaremos compartiendo el sufrimiento de los que nada tienen, y con ellos compartiremos lo
que nosotros poseemos -y no slo ahora sino siempre-; y haremos la experiencia de Jess, que "no tiene donde reclinar la cabeza"
y realmente es pobre; y descubriremos que la vida es ms humana cuando es ms fraterna cuando no nos creemos superiores a
los dems.
-La reconciliacin, autntica lucha contra el mal, colaborando con Dios La invitacin de Pablo a reconciliarnos con Dios es la
invitacin a vencer el mal. San Pablo nos exhorta a ser "colaboradores de Dios". Seria un mal planteamiento de la Cuaresma, con
todas sus prcticas incluidas, si pensramos que la lucha contra el mal es nuestra lucha. El apstol nos ayuda a entender que
somos colaboradores de Dios en este combate, que es en realidad suyo: "aquel que no haba experimentado el pecado" ha hecho
que "pudiramos ser justos". Nos sita en el camino hacia la Pascua: en la muerte y resurreccin de Cristo, Dios ha reconciliado al
mundo consigo mismo; y de la Pascua nace el don del Espritu Santo, que actualiza esta reconciliacin.
As pues, la tarea de la reconciliacin es obra del Padre, realizada en la Pascua del Hijo, que acta en nosotros por su Espritu. Nos
hemos de disponer a colaborar para reconciliarnos. No dejar correr ms tiempo sin reconstruir en nosotros la paz. No podemos
continuar reidos con el vecino sin intentar poner los medios para romper el hielo. No podemos vivir la Cuaresma y guardar rencor
contra alguien. No podemos ser hombres y mujeres de accin solidaria si no nos ponemos en la dinmica solidaria del Dios que
busca la reconciliacin de todos sus hijos. Y no podemos alcanzar la Pascua sin haber recorrido el camino de retorno de aquel hijo
que se haba ido, abandonando al padre y al hermano; un camino de retorno que, con toda certeza, se acaba con el abrazo del
Padre y el abrazo tambin, ojal, del hermano.
-Camino hacia la muerte y resurreccin, camino de la Pascua No olvidemos el sentido de la Cuaresma: caminar hacia la Pascua del
Seor. Eso es lo que pediremos ahora, en la oracin en la que pedimos la bendicin de Dios para los que vamos a recibir la ceniza:
que, "fieles a las prcticas cuaresmales, podamos llegar, con el corazn limpio, a la celebracin del misterio pascual de Jesucristo".
Hagamos el propsito de convertirnos y de creer en la Buena Noticia que nos anuncia la vida nueva para todos, la vida nueva que
nos viene de la cruz del Seor.
EQUIPO-MD
MISA DOMINICAL 1998, 3, 23-24
15.
El smbolo de la ceniza est muy ligado a la tradicin bblica. Desde el Antiguo Testamento hay seales de la utilizacin de este
desecho para reconocer nuestra condicin de caducidad como seres humanos y para recordar el pecado contra el que diariamente
debemos luchar. La ceniza, es el smbolo que acompaa al pueblo de Dios para manifestar pblicamente su deseo individual y
colectivo de querer volver al rumbo perdido. El problema en Israel vino despus, cuando las personas convirtieron la penitencia en
un simple ritualismo, en una norma ms que pierde significado y fuerza en la vida de las personas que lo practican.
Dios a lo largo de la historia llama al camino de la Vida a los seres creados por l. Esto sucede cuando hombres y mujeres nos
hemos alejado del camino de Dios. La voz del profeta no se hace esperar: anuncia un tiempo de penitencia, un tiempo para volver
a Dios. Joel le recuerda al pueblo que Dios es compasivo y misericordioso, pero que exige cambios profundos de vida para el bien
del individuo que se revierte en bien comunitario.
49
La ceniza no es otra cosa sino un signo externo de lo que debemos hacer en nuestro interior. Dios nos est buscando
constantemente como en el pasado hizo con el pueblo de Israel. Nosotros como Iglesia tenemos que cambiar nuestras estructuras
mentales y comenzar el camino de la conversin.
Con este da se inaugura la cuaresma, el tiempo en que los cristianos nos preparamos para la pascua. Es tiempo de gracia es
"tiempo de salvacin", como nos recuerda el apstol Pablo. El camino de la cuaresma es el camino hacia el encuentro de la Vida.
Dios no quiere que ninguna persona se pierda, por culpa de la sociedad o por culpa de su propia corrupcin individual. Dios nos ha
llamado a todos sin excepcin para que asumamos un compromiso real con la vida y demos cambios cualitativos y obras de
"penitencia": arrepentimiento, humildad de corazn, compuncin, peticin de perdn a los hermanos a quienes hemos ofendido...
A partir de hoy quedan 40 das de preparacin para la Pascua, que ser el da 12 de abril. Puede ser til pastoralmente poner en un
lugar pblico esa fecha (en la cartelera o tabln de anuncios del tempo, de la comunidad cristiana, del centro de actividades)
explicando que es la meta de la Pascua a la que nos queremos preparar. O se puede -un poco ms trabajosamente, pero ms
vivamente tambin- poner un carteln: "quedan 40 das", e ir cada da rebajando la cifra. Comienza as una "cuenta atrs" que nos
debe hacer mirar hacia la meta: la celebracin central de todo el ao, la vigilia pascual.
Pngase en marcha. Subamos a Jerusaln, a la Pascua del Seor, por el camino fervoroso de la cuaresma. Este es el "tiempo
favorable", un "kairs" de salvacin!
SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO
16.
La penltima cuaresma del siglo! Qu bien cae en estos momentos la posibilidad del cambio radical; no en lo externo, sino en el
centro de la persona, en el corazn. A esa tarea de conversin no se va solo; se tiene que convocar a la comunidad. En esta poca
de bsquedas espirituales, de ganas de Dios, vale la pena ir tras Dios, convertirse a Dios, poner el corazn en Dios.
La vuelta a Dios va desde la experiencia del perdn que se pide, la de la entrega ilimitada al Otro que se comunica a los otros.
El final del milenio nos lo pone muy claro, sin tremendismos, sin miedos: hacer lo que propone Pablo: no echar en saco roto la
gracia. No somos cualquier cosa; somos embajadores de Cristo. Salvacin, alegra, seguridad y esperanza, perdn y reconciliacin
deben ser mensajes para transmitir a los dems.
Hacer las cosas para ser vistos es la trampa ms clara que nos ha vendido este siglo XX. La moda, algunos medios de
comunicacin y el deseo de aparentar que va muy metido en el inconsciente, son la traicin ms flagrante al mensaje evanglico.
Jess pide autenticidad; somos hipcritas, si oramos, practicamos cierta justicia, ayunamos y damos limosna para que nos vean. En
contraposicin, nos presenta el camino de la intimidad, de la no publicidad (harta publicidad hemos visto en este siglo!) para que
lleguemos al corazn del Padre, o mejor, para que el Padre llegue a nuestro corazn.
SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO
17.
Hoy empezamos un camino que durar noventa das. La Cuaresma y la Pascua las vivimos en un nico y dinmico movimiento,
desde hoy hasta el 23 de mayo, Pentecosts: Cristo Jess nos quiere comunicar, en este ao 1999, su vida nueva de Resucitado.
- LA PEDAGOGA DE UNOS SIGNOS APROPIADOS
Desde hoy, se debe notar que vivimos la primera parte de este "tiempo fuerte", la Cuaresma, acompaando a Cristo en su camino
a la Cruz y a la Pascua. El ambiente nos lo tiene que recordar: el color morado de los vestidos, la ausencia de flores y el silencio
del Gloria, del aleluya y de los instrumentos musicales.
La plegaria eucarstica podra ser hoy la primera de Reconciliacin. El gesto simblico especfico es hoy la imposicin de la ceniza,
despus de la celebracin de la Palabra. Un gesto bblico que puede resultar expresivo si se hace bien y se ha comentado
brevemente en la homila. La ceniza es polvo, smbolo de la caducidad humana, una invitacin a la humildad y la conversin. El
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sacerdote tambin se impone la ceniza (o se la impone un concelebrante o un dicono): tambin l empieza el camino pascual con
la conversin.
Se podra hacer un doble gesto simblico: el sacerdote impone la ceniza diciendo a cada uno: "Acurdate que eres polvo...". Y
luego los fieles pasan a que otra persona les ofrezca a besar el Leccionario (o lo toquen con la mano y se santigen), mientras les
dice las otras palabras del Misal: "Convirtete y cree en el Evangelio" (mejor en singular). Resulta ms expresivo de la doble
dimensin de la Cuaresma.
- UNAS LECTURAS ESTIMULANTES
Hoy, tanto las lecturas como las oraciones y cantos, nos proponen con insistencia un programa de conversin pascual: "convirtete
y cree en el evangelio", "que nos mantengamos en espritu de conversin" (colecta), "convertos a mi de todo corazn" (Joel),
"misericordia, Seor, hemos pecado" (salmo), "dejaos reconciliar con Dios" (Pablo).
Para ser convocados a la conversin, no hace falta que seamos grandes pecadores. Todos necesitamos convertirnos, porque todos
somos dbiles y pecadores, y a lo largo del ao se nos pega mucho ms la mentalidad del mundo que la de Cristo, lo
"anticristiano" que lo "cristiano", y "el hombre viejo" nos crece ms fcilmente que el nuevo. La celebracin de hoy, para que nos
dispongamos a recorrer este camino de conversin hacia la Pascua, nos recuerda que "ahora es el tiempo de la gracia, ahora es el
da de la salvacin", y que "Dios es compasivo y misericordioso, lento a la clera y rico en piedad".
- UN PROGRAMA CLSICO Y ACTUAL
Clsicamente, las "prcticas cuaresmales" se han formulado segn el triple programa que hoy nos ofrece Jess en el evangelio: la
limosna, la oracin y el ayuno. Es un programa que puede parecer anticuado, pero que siempre nos resulta concreto y actual.
La limosna es la apertura a los dems; puede concretarse en una ayuda econmica a los ms pobres, pero tambin se tiene que
conocer en la caridad fraterna, la comprensin, la amabilidad, el perdn, empezando por la propia familia o comunidad.
La oracin es la apertura a Dios, y tiene que traducirse en una escucha ms atenta de su Palabra, en una oracin personal y
familiar ms cuidada, y en la participacin ms activa y frecuente en la Eucarista y el sacramento de la Reconciliacin. Tenemos
que hacer sitio a Dios en nuestra vida.
El ayuno significa autocontrol, renuncia a tantas cosas superfluas a que nos invita la sociedad de consumo en la que vivimos. Saber
decir "no" a los valores secundarios, para que nuestro nimo est ms dispuesto a acoger los principales.
Las tres direcciones resumen toda nuestra existencia: cara a nosotros mismos, nos controlamos ms; cara a Dios, nos abrimos a l
y le tenemos ms en cuenta en nuestro programa de vida; cara a los dems, nos comprometemos ms en la caridad fraterna.
Cada uno debera pensar en qu aspectos concretos de las tres direcciones necesita mejorar en la Cuaresma-Pascua de este ao
1999.
J. ALDAZBAL
MISA DOMINICAL 1999, 3-11
18.
- La ceniza: todas las cosas materiales se deshacen
A continuacin, dentro de poco, repetiremos aquel rito tan antiguo con el que iniciamos la Cuaresma: la imposicin de la ceniza.
Signo que no necesita demasiadas explicaciones, porque es muy claro: la ceniza es el resultado de la destruccin, es lo que queda
cuando algo se ha deshecho y consumido; es el destino final de todo lo material, y por tanto, tambin, es el destino final de
nuestro propio cuerpo. Puede parecer macabro, pero nos conviene recordar esta realidad de vez en cuando: nosotros, criaturas
humanas, somos dbiles; tan dbiles que un da moriremos y este nuestro cuerpo se corromper.
Por qu recordamos esto? Por qu recordar nuestra condicin mortal hoy, en el inicio precisamente de este tiempo que nos
conduce a celebrar la victoria sobre la muerte, la Pascua de Jess que es nuestra propia Pascua?
Si, parece raro. Hemos venido a iniciar el camino hacia la Pascua, y resulta que lo que hacemos es recordar que nuestras vidas
tienen por destino la disolucin, la nada. Parecera como si quisiramos negar nuestra fe en la resurreccin.
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- Vivir la vida de una manera falsa conduce a la nada Pero no, no se trata de eso de ninguna manera. Sabemos que no se trata de
eso. El signo de la ceniza que pondremos sobre nuestras cabezas no significa que estemos condenados a desaparecer, a la
disolucin, a un destino sin futuro. No. Se trata de recordar que podramos vivir nuestra existencia de una manera falsa, alucinada,
mentirosa, dedicados a lo que no merece la pena, a lo que no vale nada. Y de hacerlo as, si pusiramos el corazn en las cosas
que no valen nada, entonces s que nuestra vida se convertirla en algo sin sentido, sin valor, sin futuro. Se convertira en ceniza.
Y el momento ms decisivo de nuestra vida, que es el momento de la muerte, sera un momento totalmente oscuro, del todo
negro, seria un momento en el que slo cabria la tristeza, sin posibilidad ninguna de luz ni de esperanza.
- Nosotros queremos vivir la vida de Jess Pero estamos aqu, precisamente, porque apostamos para que no sea as. Estamos aqu
porque no aspiramos a un futuro de ceniza, sino que queremos poner el corazn en las cosas que merecen la pena. Por eso
celebramos la Cuaresma, por eso queremos escuchar la invitacin que Jess nos dirige: "Convertios y creed en el Evangelio!". Por
eso queremos seguir sus pasos, acompaados por l, por su camino de fidelidad, el camino que nos conduce hacia la Pascua,
hacia la vida que merece la pena.
l, Jess, ha querido interpelarnos con las palabras que hemos odo en el evangelio: tenemos que dedicar nuestro dinero y nuestro
tiempo a los pobres; tenemos que buscar a Dios en la oracin; tenemos que ayunar y privarnos de algunas de esas cosas que nos
tienen atenazados, para buscar con libertad aquello que es realmente importante; y todo esto lo tenemos que hacer no para
quedar bien, ni porque nos sintamos obligados, sino porque lo vemos esencial, porque de verdad hemos descubierto que slo el
camino seguido por Jess es el que nos conduce a la felicidad.
Iniciemos, por tanto, esta Cuaresma con todo el entusiasmo. Nos tenemos que proponer cosas concretas que nos ayuden a
avanzar un poco ms en el programa que Jess nos ha presentado hoy.
Y ahora, como seal de esta voluntad de seguir el camino de Jess y no aquellos otros que no conducen a ninguna parte,
recibiremos la ceniza sobre nuestras cabezas. Y despus, participaremos en la Eucarista que nos une a Jesucristo muerto en la
cruz por amor, y resucitado para darnos vida para siempre.
EQUIPO-MD
MISA DOMINICAL 1999, 3-15
19.
Homila en el inicio de la Cuaresma
Catedral San Pedro en Bologna, el Mircoles de Ceniza de 1997.
Cardenal Giacomo Biffi, Arzobispo de Bologna
Hoy iniciamos una aventura: una aventura del espritu, que puede ser ms emocionante y es ciertamente ms seria y decisiva que
cualquier aventura exterior. Justamente en estos trminos debemos afrontar la experiencia cuaresmal, que una vez ms nos
propone la Iglesia, y que comenzamos desde este Mircoles de Ceniza.
La Cuaresma - como dijimos en la oracin de apertura - es un "camino": un camino que comienza desde la oscuridad y llega a la
luz; un camino que comienza con pensamientos melanclicos sobre la muerte y la destruccin aparente del hombre ("recuerda que
eres polvo y al polvo regresars") y arriba al anuncio de la vida resucitada que iluminar de alegra y de esperanza la noche de
Pascua; un camino que en la partida nos ofrece el programa spero de la penitencia para hacernos despus llegar a la serenidad
de una transformacin de nuestro interior, como reflejo de la gran renovacin de los corazones y del universo obtenida para
nosotros por el sacrificio y el triunfo de Cristo.
Este es el "camino de Dios", y va en sentido contrario a aquel al que trata de seducirnos el "mundo"; el "mundo", comprende aqu
en el sentido de "principado de Satans" (Cf. Jn 12, 31).
El Enemigo del hombre y de la verdad "homicida" y "mentiroso", como lo llama Jess (Cf. Jn.8, 44) primero nos encandila con
los espejismos apetecibles del placer sin ley, de la prevaricacin que parece querer asimilarse a la omnipotencia del Creador, de
inslitos y afectados parasos terrestres. Pero despus nos dirige y nos incita hacia el disgusto, la desesperacin, la disgregacin
fsica, la muerte sin consolacin: de la ilusin a la desilusin, ese es su recorrido.
Dios que nos ama, en cambio, nos lleva de nuestra oscuridad a su luz; nos mueve de la consideracin amarga de nuestras culpas,
del confesar y del llorar, y de la incontestable endeblez, a la espera de un estado de felicidad sin fin, hacia el cual somos
encaminados con la vida cristiana.
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Bien mirado, este paso hacia la gratificadora certeza del perdn obtenido, de los pensamientos de muerte a la exultacin de poder
alcanzar la verdadera vida, recoge y reproduce el dinamismo que es propio del Sacramento del Bautismo.
Y, a decir verdad, nosotros sabemos que la Cuaresma es precisamente un itinerario "bautismal". Lo es ante todo para aquellos que
se preparan de hecho a ser regenerados por el agua y el Espritu Santo en la noche de Pascua (ellos son los catecmenos, por los
cuales elevamos especiales oraciones); pero tambin para todos nosotros que en estas semanas debemos redescubrir nuestra
historia de Redencin.
El Bautismo es un tema perenne en la espiritualidad de los discpulos de Jess, su riqueza es imborrable y siempre activa, y la
guardamos en la profundidad de nuestro ser. Pero en este tiempo nuestro, este tema asume una nueva actualidad.
Estamos llamados, ahora como nunca antes, a la comparacin con tantos hermanos en la humanidad que no son cristianos; y es
importante que hagamos emerger y robustecer nuestra propia identidad. Ms todava, estamos envueltos por una mentalidad
ilustrada que todo lo reduce a la pura naturaleza, y as no deja espacio a Cristo y a su accin de rescate y renovacin.
Frecuentemente nos vemos enfrentados nada menos que con el retorno de la vieja mentalidad pagana, por tanto no se distingue
ms al creyente del no creyente, y ahora se llega incluso a no hacer mucha diferencia entre los hombres y los animales.
Es urgente entonces que regresemos a la plena consciencia de nuestra dignidad y de nuestras riquezas.
Dios nos concede un nuevo nacimiento en el Bautismo As podemos reconocer en l a un Padre deseoso de hacernos partcipes de
su herencia de amor, de luz, de alegra.
El Bautismo, incorporndonos a Cristo, nos permite volver a recorrer su mismo itinerario victorioso y vivificante: "Fuimos, pues, con
l sepultados por el Bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la
gloria del Padre, as tambin nosotros vivamos una vida nueva" (Rom 6,4)
El Bautismo nos confiere el "sacerdocio real", nos agrega a la "nacin santa", nos introduce en el "Pueblo que Dios se ha adquirido"
(Cf. 1Pe.2,9); por lo tanto nos hace pertenecer a la Santa Iglesia Catlica.
Tambin somos invitados a ponernos en este camino por la sabidura pastoral del Papa Juan Pablo II, el cual propone para el ao
1997 primero de los tres aos de preparacin al Jubileo del ao 2000 junto con la meditacin sobre Jesucristo, nico Salvador
del mundo, que ser el tema de nuestro Congreso Eucarstico (en Bologna), el redescubrimiento del Bautismo como fundamento
de la existencia cristiana (Cf. Tertio millennio adveniente, 41).
He aqu entonces el programa de esta Cuaresma.
Se trata de renovar nuestro Bautismo, en toda su verdad y en toda su belleza. Debemos limpiar aquello que lo ofusca y cortar
aquello que lo aprisiona y le impide fructificar.
Una superficialidad o una ausencia de una cultura religiosa, o al menos catequtica, escondiendo a nuestra mirada las sublimes
realidades bautismales, lo ofuscan.
Las incoherencias, las componendas, las infidelidades lo tienen encadenado en la inercia.
Que en esta Cuaresma sea ms asidua y ms comprometida la contemplacin de la Palabra de Cristo, para que el Bautismo
resplandezca como merece ante nuestra mente.
Convirtmonos de una conducta culpable o incluso solamente mediocre, para que el Bautismo pueda verdaderamente desarrollar
toda su esplndida eficacia de gracia, de caridad actuante, de alegra del alma.
Giacomo Biffi
20.
Cuaresma y liturgia
Los cristianos que vivimos en 1999 estamos tan habituados a la celebracin de la CUARESMA como tiempo penitencial,
preparatorio para la PASCUA DE RESURRECCIN, que casi nos olvidamos del contexto en que este periodo litrgico fue
configurndose con caracteres propios en la historia de la religin cristiana. Cul es su lugar entre las fiestas litrgicas?
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En la ltima dcada del siglo primero, el libro del Apocalipsis (1,10) hace mencin a una primera fiesta que celebraban las
comunidades cristianas. Era el "da del Seor" o Domingo. El autor lo dice as: "Yo, Juan, ... hallndome desterrado en la isla
llamada Patmos, por haber anunciado la palabra de Dios y haber dado testimonio de Jess, fui arrebatado en espritu {ca en
xtasis} el da del Seor". Ese da, Domingo, es el mismo que, segn informan los Hechos de los apstoles, se dedicaba en las
comunidades a la oracin y a la "fraccin del pan" (2,42), y era considerado "el primer da de la semana" ( 20,7), en sustitucin del
sbado judo.
Mantenido al principio el "domingo" como da principal de encuentro comunitario, dedicado a la oracin, enseanza y caridad, las
comunidades lo estimaron insuficiente en su piedad y manifestacin de fe, y, por ese motivo, concedieron especial relieve a
conmemorar con varios das de preparacin la liturgia sagrada de la muerte y resurreccin del Seor, dando con ello origen a la
primera Semana Santa bajo la forma de Triduo Pascual.
Posteriormente, habituados ya los fieles a los encuentros celebrativos de la Semana o Triduo Santo, la piedad cristiana y la
formacin de los fieles exigieron ms, sobre todo en dos aspectos: el de intensificar la purificacin de vida de los ya creyentes, y el
de preparar a los catecmenos para el BAUTISMO en la PASCUA.
- Esa exigencia espiritual se materializ en la organizacin de otras tres semanas de especial vivencia de fe y de revisin moral
eclesial. As se observaba en la praxis del siglo IV, formando la que se cuaresma bautismal o de preparacin de los catecmenos
- Y, en pos de ella, corriendo ya el siglo VI, se redonde la CUARESMA en la forma actual, intensificando el sentido penitencial y de
conversin, y comenzando los ritos de mayor ascetismo por el Mircoles de Ceniza.
De ese modo, para la conciencia cristiana, nuestra Semana Santa -MUERTE DEL SEOR y PASCUA DE RESURRECCIN- tiene el
carcter de culminacin de un proceso espiritual y celebrativo en la fe, comenzando por el reconocimiento del PECADO,
acompaando a Cristo en la MUERTE, y saliendo msticamente con l del SEPULCRO.
Imgenes de las Cuaresma
La duracin de la Cuaresma, 40 das, es convencional. Pero tiene a su favor el reclamo y el simbolismo de la "cuarentena bblica"
cultivada por los grandes profetas (Moiss, Elas, Juan, Jess) antes de salir del desierto a cumplir su misin providencial.
En ese contexto bblico y de dureza de desierto, la Cuaresma encarece una serie de valores muy estimables para la vida segn el
Espritu, y que incluyen un tanto de ascesis : esfuerzo de superacin personal, asuncin del trabajo incluso en la adversidad,
reconstruccin de la interioridad relajada, camino fatigoso en esperanza, soledad y encuentro con la verdad, comunicacin/dilogo
sincero en amistad con Dios...
Cul sea la imagen, idea y actitud que en cada uno haya de primar en este momento personal, lo saben l y el Espritu: un rostro
alegre de conversin? la privacin de algn placer costoso? el freno a las ambiciones?
la mano alargada en solidaridad? el retorno a la oracin..?
Cuaresma, bautismo, penitencia
Dicho lo anterior, cae de su peso que en nuestra cuaresma deben estar presentes tres piezas fundamentales : - primera, el
llamamiento a la propia conversin/transformacin, sean cuales fueren las circunstancias culturales, sociales o econmicas en que
nos hallemos;
- segunda, la incorporacin explcita a la comunidad celebrativa cuya fe, esperanza y amor compartimos, por gracia de Dios;
- tercera, el sentido plenamente humanitario de los compromisos a que la espiritualidad cristocntrica y la celebracin litrgica de
la fe deben llevarnos.
La Cuaresma nos har renacer en "nuevo bautismo", si nos purificamos de egosmos, insolidaridad, desmedido afn de poseer o
soberbia de vida; y la "penitencia" ser verdadera si la hacemos cambiando el corazn de piedra o insensibilidad -ante Dios y los
hombres- por el corazn de carne que sea ternura de hijos para con Dios y compasin ante las miserias de los dems.
Mircoles de Ceniza
En esos supuestos, el Mircoles de Ceniza no ser para los creyentes y celebrantes de la Cuaresma un da aislado ni una meta, sino
el primer aldabonazo por el que el Espritu llamar a nuestra puerta, por si le dejamos entrar.
Como es tradicional en la liturgia, lo har a travs de tres lecciones finamente seleccionadas para la Liturgia de la Palabra:
54
21.
CAPUT CUADRAGESIMAE". CABEZA DE LA CUARESMA
NOSOTROS HEMOS PECADO, PERO EL PADRE, RICO EN MISERICORDIA, NOS OFRECE SIEMPRE EL PERDON POR
JESUCRISTO Y ESPERA QUE PRACTIQUEMOS LA CARIDAD CON LOS HERMANOS.
1. Comenzamos hoy la Cuaresma, que es una invitacin oficial de la comunidad cristiana a renovar nuestra adhesin cordial al
proyecto de Jess, que es el de Dios, para comenzar de nuevo, y poder celebrar la Pascua con toda profundidad. El pueblo de Israel
naci en la Cuaresma del desierto. En atencin a esto, la tradicin religiosa de Israel haba consagrado la Cuaresma, el desierto,
para la oracin y la penitencia, y qu mayor penitencia que la soledad, observada por hombres creados para vivir en sociedad: No
es bueno que el hombre est solo (Gn 2,8), que ya haba vivido el pueblo de Israel al salir de Egipto, durante cuarenta aos
caminando hacia la tierra prometida, por el trayecto ms largo. El camino ms corto y normal era subir desde Egipto hasta la tierra
prometida, Palestina, sin dejar la tierra firme y sin tener que atravesar el mar Rojo. Pero Dios quiso preservarle, probarle y educarle,
para demostrarle su cario y hablarle al corazn. Qu hubiera sido del pueblo si entra en seguida en Palestina, y se junta con los
amorreos, cananeos, hititas, los jebuseos, amonitas, filisteos, pueblos todos paganos e idlatras? En qu habra quedado la
promesa? El designio de Dios era crear su pueblo, germen de vida, donde pudiera l, llegada la plenitud de los tiempos, culminar la
obra de la redencin por Jesucristo, nacido de ese pueblo.
2. Moiss ha vivido tambin su desierto. Como Elas camino del Horeb, y como Jess, despus de haber sido bautizado por Juan.
Ahora lo tiene que vivir la Iglesia, durante cuarenta das dedicada a la conversin, a la oracin, renuncia, y caridad. Cuando el Seor
hace dar rodeos incomprensibles a una persona, o a una familia, o a una institucin, hay que saber leer en clave de fe y de
predileccin, el rodeo, el obstculo, la persecucin del Faran, o de los varios faraones al servicio del amor.
3. La soledad es la muralla y el antemuro de las virtudes...Creed en mi experiencia, aprenderis ms en las selvas que en los
libros; los bosques y las peas os instruirn, os ensearn lo que no pueden ensearos vuestros maestros (San Bernardo). Todos
los grandes santos a ejemplo de Cristo, se han formado en la escuela de la soledad, del desierto. Y salan de l como llamas.
Nosotros no podemos resistir la soledad. Apenas nos quedamos solos, conectamos el transistor, la televisin, el Internet, nos vamos
al caf, al bar, al Pub, al cine, no somos capaces de permanecer un rato con nosotros mismos, escuchando a nuestra conciencia,
examinando nuestras acciones, nuestros planes, por eso nuestra vida es tan frvola, vaca y sin peso. El valor de las palabras no lo
da el sonido, el grito, sino el contenido...Cuntas palabras insustaciales al final de una vida moderna! Busquemos el recogimiento
donde oigamos a Dios, aislmonos de las compaas de frivolidad y de pasatiempo, busquemos amigos que nos hagan mejores,
cercenemos diversiones, seamos ms personas, ms hombres y menos masa. Al menos, en la Cuaresma.
55
4. Lo esencial de la Cuaresma es que el pueblo cristiano, se disponga a escuchar la Palabra, para convertirse. Convertirse es
volverse a Dios. Dejaos reconciliar con Dios Pablo nos recuerda que Jesucristo ha inaugurado un tiempo de salvacin, de
reconciliacin. El apstol lucha contra las ideas que quieren hacer creer a la gente que Dios es ms propenso a la clera que al
perdn. Por eso nos propone que nos reconciliemos con Dios por medio de Jesucristo, para abandonar todo temor ante el autor de
la vida. Nuestra relacin con Dios debe estar basada en la confianza y en la reconciliacin. En la 2 Corintios,5,20, San Pablo emplea
el verbo griego katallasso, reconciliarse, caracterstico del derecho matrimonial, que designa la reconciliacin de los esposos
cuando retornan a la vida ntima conyugal que haban roto. El Apstol, por tanto, est exhortando a los cristianos a volver a la unin
con Dios, rota por el pecado, y a recuperar la intimidad del que prepara para todos los pueblos el banquete nupcial de
manjares exquisitos (Is 25,6). Convertos a m de todo corazn. Es el corazn lo que nos pide el Seor, nuestra intimidad
mejor, la ms profunda, que pongamos nuestro pensamiento y cario en l. Eso es lo nico que le agrada a Dios. Los gestos y los
sacrificios slo le gustan si proceden del amor, porque slo quiere el amor de los hombres, pues, quiere hacer tan grandes como El
es, y tan dichosos y perfectos, y eso slo lo hace el amor que iguala entre s a los amantes. Bien motiva San Pablo la peticin de la
reconciliacin por el amor de Jesucristo: Pues Dios por nosotros hizo pecado al que no conoca el pecado, para que por l
llegramos a ser santidad de Dios. La gratitud a tanto amor es lo que nos tiene que mover al encuentro del Padre.
5. Convertirse es tambin volver el rostro, dirigirse a Alguien que llama, porque es compasivo, y nos est invitando a recorrer un
camino de penitencia y purificacin interior para renovar nuestra fe y vivir de acuerdo con ella. No se cansa Dios de llamarnos,
todas y cada una de las veces que experimentamos la derrota del pecado, para que volvamos a casa como el hijo prdigo, y
podernos abrazar, vestirnos de nuevo y ofrecernos el banquete de su perdn y de su eucarista. Antes me cans yo de ofenderle,
que l de llamarme...Castigabais, Seor, mis muchas maldades con nuevas mercedes (Santa Teresa).
6. Para acoger un mensaje hay que elevar los ojos al mensajero. Una mirada de fe es la que puede salvar al pecador. Para
convertirse lo primero es volver los ojos al rostro de Dios, que se compadece de todos y cierra los ojos a los pecados de los
hombres para que se arrepientan" Sabidura 11, 24.
7. Despus, y con la luz y la fuerza que emana de la Palabra, poder desprenderse del egosmo y optar por una nueva concepcin de
la vida. San Agustn en sus Confesiones, nos ha dejado un precioso testimonio de las luchas que tuvo que sostener, con todo lo
inteligente que era, hasta poder decidirse a vivir lo que tan claro vea, pero lo que tanto le costaba: A m, cautivo, me atomentaba
mucho y con vehemencia la costumbre de saciar aquella mi insaciable concupiscencia (VI, 13). Escuchaba a sus pasiones, sus
antiguas amigas, que le decan: Nos dejas? Y ya no estaremos contigo nunca? Y ya no te ser lcito esto y aquello? Y qu cosas,
Dios mo, me sugeran con las palabras esto y aquello! (VIII, 11,26). Pero hasta que no comenz a fulgurar en el corazn de Agustn
la luz de la Hermosura Nueva, no se rindi el buscador. Tarde te am, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te am...Pero
llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respir, y
suspiro por t; gust de t, y siento hambre y sed; me tocaste y me abras en tu paz (X, 27,38). Por muchos esfuerzos que haga el
hombre, si Dios no le rinde con su Belleza, no cae de bruces su alma. Por eso es necesario que con David, le grite al Seor:
"Misericordia, Seor, hemos pecado. Tengo siempre presente mi pecado. Crea en m un corazn puro. Renuvame por dentro don
espritu firme. Devulveme la alegra de tu salvacin. No me arrojes lejos de tu rostro. Lvame ms y ms de mi iniquidad. Salmo
50. Pero reconozcamos que estas voces no nacen desde la rutina, la pasividad y el culto vaco. Interiorizados estos actos
individuales y personales, hay que confesar los pecados, haciendo de ese momento un encuentro con Dios Padre por el Espritu y la
Sangre de su Hijo, que obra en nosotros la salvacin. Es verdad que el confesonario hoy ha sido sustituido por el divn del
psicoalista o del psiquiatra, o, lo que es ms novedoso y curioso, por el plat de la televisin, lo que demuestra la necesidad que
tiene la persona de comunicar sus pecados, frustraciones, y depresiones, y que al debilitarse o perderse la fe, se agarra a estos
medios cientficos, laicos y hasta pblicos, como medio de liberacin, lo que los cristianos encontramos por la fe en el sacramento
de la reconciliacin.
El profeta Joel hace un llamamiento al pueblo para que cambie de actitud. El llanto, el luto, el vestido negro no debe ser expresin
de una piedad superficial o del simple deseo de llamar la atencin. La voz del profeta desea remover los cimientos mismos de la
religiosidad y convertir los smbolos del luto en camino de conversin para todo el pueblo. Por eso se debe cambiar el corazn, y no
la ropa.
8. No vayas tocando la trompeta por delante para ser considerado por los hombres Mateo 6,1. El evangelio nos llama
a cultivar una actitud sobria, interior y religiosa. La fe en Dios y la solidaridad con los hermanos y hermanas pobres no se pueden
convertir en un espectculo frvolo. La vida del cristiano necesita estar animada por el mismo espritu de Jess. De modo que la
solidaridad se convierta en expresin de amor fraternal y la relacin con el Padre Dios en un trato clido, ntimo y profundo. Por
tanto, las expresiones religiosas llenas de malabarismos, complicaciones y ostentaciones no estn acordes con la espiritualidad
cristiana.
9. En el conjunto de los tres textos litrgicos percibimos que lo esencial del mircoles de Ceniza consiste en ser expresin de una fe
profunda. El signo que recibimos en nuestra frente no es una condecoracin que honra nuestras creencias. La cruz marcada con
ceniza nos recuerda nuestra frgil condicin humana y la necesidad de transformar permanentemente nuestro corazn. Este da
con el cual comienza la cuaresma debe avivar el deseo de cultivar una slida espiritualidad que nos reconcilie con Dios y nos ponga
al servicio de los ms necesitados. La cuaresma nos plantea la urgencia de ver la religin no como un refugio a nuestra falta de
autenticidad, sino como un camino para expresar en comunidad lo ms profundo de nuestro ser.
10. La frase clsica con la que antes se impona la ceniza era la de Recuerda que polvo eres y en polvo te has de
convertir. Durante mucho tiempo, desde los tiempos medievales, el recuerdo de la muerte, el pensamiento de la futilidad de la
vida, fue un arma para dominar al ser humano en su tentacin de olvidar a Dios y sus preceptos. El poder de conviccin se haca
estribar en el temor, en la lnea de lo que dice el salmo: el principio de la sabidura es el temor del Seor". El planteamiento
pues de la cuaresma no dejaba de ser oscuro y ttrico, de donde naci el desahogo previo de los carnavales, que tantas huellas
56
todava presentan del influjo social de este tiempo litrgico en las sociedades que estuvieron tan profundamente marcadas por la
religin.
11. La reforma litrgica propuso un cambio de frase: Convertos y creed la Buena Noticia, tomada de el primer 'sermn' de
Jess (Mc 1, 15). El cambio es profundo y conviene asimilarlo. Se pasa del temor al amor. De la amenaza a la invitacin. De la
tristeza, a la alegra de la Buena Noticia. La conversin debe sacarse del fanal del lenguaje religioso y debe encarnarse en la vida
real: convertirse es enmendarse, cambiar, emprender otro camino. La mejor penitencia, la mejor forma de redimir lo malo que
hemos hecho es entregarnos con toda fe a la Buena Noticia, a la propuesta que Dios nos hace en Jess: la preparacin de su
Reinado!, la transformacin de este mundo por la aceleracin de su venida.
12. El que hace las buenas obras, comunicacin de bienes, oracin, penitencia, o sacrificio, por miras humanas, ya ha recibido su
recompensa. Quien las hace por Dios, con sinceridad y desinters, como expresin de la fe y del amor, recibir la paga de Dios. No
encaja tampoco mucho hoy esta prohibicin de Cristo, cuando de lo que alardea es de todo lo contrario, segn las revistas del
corazn y determinados espacios televisivos airean: profesin de agnosticismo, y cambios de parejas seguidos. Ahora las
recompensas humanas se ofrecen al vicio y no a la virtud y los hay que no viven de otras rentas. Y en cuanto al reconocimiento de
Dios, nos han dado una leccin soberana, los que teniendo una religin tan pobre como los musulmanes, han hecho una profesin
de fe en Al, pblica y general en las exequias del rey Husein de Jordania. Nuestros bautizados agnsticos, y nuestros catlicos
vergonzantes podan tomar nota.
13. "Corrijamos lo que por ignorancia hemos cometido, no nos sorprenda la muerte sin haber hecho penitencia"
Baruc 3, 2.
14. "Con el ayuno corporal refrenas nuestras pasiones, elevas nuestro espritu, nos das fuerza y recompensa"
Prefacio. Y si Dios nos prepara el banquete escatolgico, cuya esperanza nos da fuerza para superar las carencias y tribulaciones
de este destierro, los cristianos, siguiendo las directrices del Papa en su documento Tertio millenio adveniente, debemos practicar
la caridad, concretada en las obras de misericordia tanto corporales como espirituales, sobre todo en favor de aquellos hermanos
nuestros que viven extrarradio del banquete de la vida. Hay muchos Lzaros que estn llamando a las puertas de la sociedad, que
viven excluidos de los beneficios de la prosperidad y del progreso (Juan Pablo II). Hagamos entre todos que todos puedan participar
del banquete preparado por el Seor para todos los pueblos en esta tierra y en el cielo. Slo as podremos todos escuchar confiados
y esperanzados en la Misa de la Cena del Seor y en la Noche de la Pascua, las palabras del Apocalipsis: Dichosos los llamados
al banquete de las bodas del Cordero (19,9). A la vez que habremos ofrecido al mundo el testimonio de que nos amamos
porque el Seor ha Resucitado.
15. San Juan Crisstomo, comentando la enseanza del Seor sobre el camino a Jerusaln, recuerda que Cristo no oculta a los
discpulos las luchas y los sacrificios que les aguardan. l mismo subraya cmo la renuncia al propio yo resulta difcil, pero no
imposible cuando se puede contar con la ayuda que Dios nos concede mediante la comunin con la persona de Cristo (PG 58,
619s). He aqu porque en esta Cuaresma deseo invitar a todos los creyentes a una ardiente y confiada oracin al Seor, para que
conceda a cada uno hacer una renovada experiencia de su misericordia. Slo este don nos ayudar a acoger y a vivir de manera
siempre ms jubilosa y generosa la caridad de Cristo, que no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se
alegra de la verdad (1 Cor 13, 5-6) (Juan Pablo II).
J. MARTI BALLESTER
22.
(Ahora es tiempo de la gracia; ahora es el da de la salvacin)
Con esta celebracin de hoy iniciamos el tiempo de Cuaresma. Se trata de un tiempo fuerte del ao cristiano que merece la pena
emprender con nimo. Nuestra condicin humana y temporal nos ofrece la oportunidad de ir marcando el paso del tiempo con
estos momentos fuertes y das sealados. Nos permiten llenar de contenido nuestras vidas, hallando y dndoles el sentido y un
buen sabor. De lo contrario caeramos en la rutina, en la dejadez, en el ir tirando sin ilusin ni contenido.
Como hemos escuchado en la carta de Pablo, ahora es tiempo favorable, ahora es da de salvacin. Que as sea para todos
nosotros la Cuaresma de este ao, la Cuaresma del ao 2000. No desaprovechemos este tiempo favorable en el que Dios nos
ofrece la salvacin, no echemos a perderla gracia de este tiempo propicio para salir al encuentro de Dios y dejar que nos
transforme a imagen de su Hijo.
(El programa de vida que Jess nos ofrece)
El evangelio de Mateo abre cada ao la Cuaresma el Mircoles de Ceniza con este texto del sermn de la montaa en el que Jess
nos ofrece tres herramientas, estas tres actividades que tan tiles nos pueden ser para renovar y confirmar nuestro seguimiento
tras sus huellas, y expresar la nueva vida que Dios ha hecho nacer en nosotros: la oracin, el ayuno y la limosna. Constituye un
buen programa de vida para este tiempo. Cada uno de nosotros debiera marchar de la celebracin de hoy concretando la prctica
57
de este ejercicio cuaresmal: Cmo y cundo rezaremos a Dios estos 40 das? De qu cosas ayunar este ao? Qu gesto de
amor har en favor de mis hermanos, en especial de los ms necesitados?
Todo esto, evidentemente, Jess quiere que lo hagamos sin caer en la vanagloria, en el orgullo. Slo Dios, por su gran amor de
padre, nos salva, mejora nuestras vidas, nos llena de su gracia, y no nuestros esfuerzos o mritos. Dios nos convierte el corazn,
nosotros tan slo ponemos nuestras pequeas obras, nuestro raqutico esfuerzo. Nuestras obras deben de serla expresin de
cambio sincero de nuestra vida, que hemos de pedir que Dios realice; deben de ser una prueba de agradecimiento por el amor que
Dios nos tiene, por las maravillas que obra en nosotros.
(La oracin, el ayuno, la limosna)
* La oracin ha de ocupar un lugar preferente en el tiempo de Cuaresma. Una oracin permanente y fiel al momento del da que
hayamos decidido elegir. Una oracin que refuerce nuestros vnculos con Jess. Una oracin que sea un dilogo amoroso con el
Seor que consiste en hablarle, en explicarle nuestras cosas, las necesidades de los hermanos, en escucharle en todo aquello que
l nos dice en el evangelio y en el fondo del corazn. Una oracin en la que expresemos cmo le amamos, y en la que sintamos su
amor, su entrega, al contemplarlo clavado en cruz y glorioso una vez resucitado. Y eso tanto en su persona, como en la de todos
los hombres y mujeres de nuestro mundo.
* En un mundo como el nuestro, enloquecido por las posibilidades del consumo, de diversin, de evasin, y que nos endurece el
corazn ante tanta creciente pobreza y tanto sufrimiento, necesitamos ayunar. No porque nos guste el ayuno por el ayuno, ni
porque esperemos acumular muchos mritos ante Dios, sino porque el ayuno nos hace capaces de abrir los ojos y de esponjar el
corazn, nos hace ms libres para amar y seguir a Jess. Ayunar de aquello que nos engorda de orgullo, de vicio, de pasiones, de
ataduras con las cosas, de ser esclavos de nosotros mismos y nos priva de amar, de llenarnos de Dios y de los dems. Cada uno
ver de qu cosas debe ayunar. Y sabemos que no siempre el ayuno deber ser de comida y bebida. Qu ayuno har cada uno
durante esta Cuaresma para ampliar su capacidad de amar?
* La limosna ha de ser tambin signo de nuestra sincera conversin cuaresmal, de la autenticidad de nuestra oracin, de los frutos
de nuestros ayunos. Dar y compartir nuestro dinero, las cosas, el tiempo, nuestras capacidades y cualidades, nuestra persona
entera. Tener demasiado hace dao. Nos hace incapaces de andar ligeros, nos esclaviza, nos distancia de los dems, nos atenaza
el corazn. Qu dar a los dems en esta Cuaresma? Ms tiempo a mi familia, mayor delicadeza a mi trato con los dems?
Vaciar algo mi bolsillo para llenar el de aquellos que lo tienen vaco? Qu har para ser ms solidario con el mundo pobre y
marginado? Con qu grupos puedo colaborar o aportar mi ayuda? Aquello que ahorre con mi ayuno y privaciones cuaresmales,
por qu no lo entrego a alguna campaa de solidaridad?
(Signos de nuestro compromiso cuaresmal)
El gesto penitencial de la imposicin de la ceniza y el acercarnos a la mesa del Seor para recibir la Eucarista han de ser expresin
ante Dios y la comunidad aqu reunida de nuestro firme compromiso de ser fieles al Seor. Han de ser, tambin, reconocimiento de
nuestra debilidad, de nuestra condicin pecadora, de nuestras ganas de renovar la vida y la necesidad que todos tenemos de la
comunin con Jess, nuestro Seor.
ORIOL GARRETA
MISA DOMINICAL 2000, 4, 53-54
23.
Nexo entre las lecturas
El texto del profeta Joel abre el perodo cuaresmal, que es un tiempo rico y fuerte en la vida de la Iglesia. El profeta invita al pueblo
con acentos dramticos a convertirse al Seor de todo corazn. No se trata de una conversin superficial y transitoria, sino de una
conversin hecha "de todo corazn" para que llegue al fondo de las actitudes y de los comportamientos y suponga un sincero
propsito de enmienda (1L). Las palabras que Pablo lanza a los corintios "reconciliaros con Dios" expresan la benvola disposicin
del Seor de otorgar perdn y misericordia a quien se acerca a l. Porque, en verdad, quin es puro a los ojos de Dios? Si el Seor
observara nuestros pecados e iniquidades, quin podra resistir a su mirada?, pero l es rico en misericordia (2L). El evangelio nos
ofrece el camino de conversin: ser el ayuno, la oracin, la limosna como caridad fraterna, ofrecida a Dios y no para vanagloria de
los hombres (EV). Los hombres miran lo exterior, pero Dios mira el corazn. La conversin que nos propone Jess es una conversin
interior. Se trata, por tanto, de volver desde la lejana y tristeza del pecado que nos apart de Dios, a la amistad de quien tanto nos
quiere y dio su vida por nosotros. Ahora es el tiempo de la gracia, ahora es el da de la salvacin!
Mensaje doctrinal
Para comprender el pecado es preciso reconocer el profundo vnculo que existe entre Dios y el hombre. Vnculo de dependencia y
de amor. Si no se presta atencin a este vnculo no se llega a la verdadera profundidad del pecado. En este sentido, la cuaresma es
un camino que revela la amistad de Dios con el hombre y la desgracia del hombre que se aleja de Dios. Es un perodo en el que el
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hombre, como los Israelitas en el desierto, experimentan la proteccin amorosa de Dios, a pesar de sus rebeliones. De aqu nace la
conversin. "La llamada de Cristo a la conversin- nos dice el Catecismo No.1428 y 1429- sigue resonando en la vida de los
cristianos. Esta segunda conversin es una tarea ininterrumpida para toda la Iglesia que "recibe en su propio seno a los pecadores"
y que siendo "santa al mismo tiempo que necesitada de purificacin constante, busca sin cesar la penitencia y la renovacin". Este
esfuerzo de conversin no es slo una obra humana. Es el movimiento del "corazn contrito" (Sal 51,19), atrado y movido por la
gracia de responder al amor misericordioso de Dios que nos ha amado primero".
El profeta Joel toma ocasin de una desgracia que se haba abatido sobre el pueblo -la plaga de langostas que destruye todos los
sembrados- para invitar a una penitencia interior. Se trata de "rasgar el corazn, no las vestiduras". Es decir, se trata de una actitud
de conversin interior a Dios para reconocer su santidad, su poder, su majestad. Joel advierte a sus coetneos que el "da de Yahv"
llegar y tendremos que estar preparados pues su poder es inmenso. Hemos de arrepentirnos sinceramente de nuestros pecados,
pues ellos nos han alejado de Dios y nos han hecho caer en un abismo de miseria. Nos invita a una conversin "de todo corazn",
es decir, sincera, estable y con un firme propsito de enmienda. Y esta conversin es posible porque Dios es rico en misericordia, es
compasivo y misericordioso. Slo Dios es capaz de crear en nosotros un corazn puro y renovarnos por dentro con espritu firme y
devolvernos la alegra de la salvacin (Cfr. Salmo 50). Dios no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y viva. As el
profeta promueve un "ambiente penitencial": hay que tocar la trompeta, congregada la reunin, llamar a las conciencias. El perodo
cuaresmal desea tambin crear este ambiente litrgico y penitencial en los fieles: un camino de cuarenta das en donde
experimentaremos de modo apremiante el amor misericordioso de Dios. Qu en esta cuaresma nadie quiera excluirse del abrazo
del Padre! (Cfr. Incarnationis Mysterium 11) El tiempo de cuaresma es el tiempo de la gracia el tiempo de la salvacin.
Sugerencias pastorales
La conversin del pecado es un proceso misterioso y escondido. Dios toca a las puertas del corazn del pecador y lo mueve a una
transformacin interior. Dicha transformacin no es fcil y requiere un proceso de conversin porque, como dice el Papa Juan Pablo
II en una de sus poesas de juventud, "la verdad tarda en sondear el error". No es, por tanto, una actitud exterior y superficial para
que la gente lo vea, como lo hacan los fariseos, sino una conversin que se hace "en la presencia de Dios que mira el corazn". Nos
dice el catecismo en el nmero 1431: "La penitencia interior es una reorientacin radical de toda la vida, un retorno, una conversin
a Dios con todo nuestro corazn, una ruptura con el pecado, una aversin del mal, con repugnancia hacia las malas acciones que
hemos cometido. Al mismo tiempo, comprende el deseo y la resolucin de cambiar de vida con la esperanza de la misericordia
divina y la confianza en la ayuda de su gracia. Esta conversin del corazn va acompaada de dolor y tristeza saludables que los
Padres llamaron animi cruciatus (afliccin del espritu), compunctio cordis (arrepentimiento del corazn)". Qu hermosa y exigente
la invitacin del Seor! Saber llevar la propia cruz, los propios sufrimientos, la oblacin de la propia vida en la sencillez del silencio y
de la amistad con Dios. No pedir ser consolados cuando el mundo nos pide consolar a los dems y estar dispuestos a ms. No
buscar ser apreciados, reconocidos, estimados, compadecidos, cuando como cristianos, nos debemos a los dems. El
desprendimiento que todo esto comporta no es pequeo y tiene un nombre preciso: conversin continua del corazn a Dios de
misericordia.
La cuaresma recuerda los cuarenta das que Moiss pas ayunando en el monte Sina antes de recibir las tablas de la ley.
Recuerdan los cuarenta aos del desierto de Israel que fueron tiempo de tentacin, pero al mismo tiempo tiempos de una especial
cercana de parte de Dios. Los Padres de la Iglesia consideran el nmero cuarenta como simblico del tiempo de la historia humana
y los cuarenta das que Jess pas en el desierto rezando y ayunando como una imagen de la vida del hombre. El hombre cruza por
este desierto en donde la tentacin se hace presente, pero tambin en donde la presencia de Dios se hace ms palpable, ms
amorosa, ms consoladora. Sugerencias pastorales Dios tiene para cada alma el momento de su conversin. Seguramente tendr
para muchas almas de nuestras parroquias esta gracia durante la cuaresma. No retrasemos nuestra conversin: "si escuchamos
hoy la voz de Dios, no endurezcamos nuestro corazn". No dejemos para maana el amor que podemos dar hoy. Advertimos que
nuestra vida es fugaz, frgil, inestable, como una flor de la maana que se seca por la tarde, por qu retrasar esta extraordinaria
gracia de la amistad con Dios? Valoremos las cosas a la luz de la eternidad, de una eternidad feliz o desdichada. Demos a cada cosa
su valor. Veamos que el tiempo nos propone a cada instante un rasgo de nuestra donacin y con l vamos construyendo la historia
de la salvacin. Por qu vivir en el pecado, si tanto mal nos causa? Tena razn san Agustn: "Tarde te am, oh Belleza tan antigua
y tan nueva. Tarde empec a experimentar el amor de Dios, tarde empec a vivir en plenitud". Se impone, por ello, en estos das un
examen sereno y profundo de conciencia, bajar al fondo del alma para arrancar toda mentira, todo engao, todo pecado y volver a
la vida en Dios, en Cristo. Dar primaca a Dios por encima de cualquier otro valor humano e interesado. La cuaresma nos ofrece la
oportunidad de practicar una renuncia personal. Se trata quiz de algo olvidado en una sociedad del "bien-estar" y del mayor
"confort" posible. Sin embargo, en la ascesis cristiana la renuncia personal tiene un lugar y muy destacado, pues las tendencias
desordenadas que combaten al hombre no pueden ser dominadas sin la gracia de Dios y la lucha espiritual. Aprendamos en estos
das de cuaresma a ofrecer pequeos o grandes sacrificios: sepamos renunciar a placeres lcitos, a gustos personales, a
comodidades y bienes superfluos, pero todo esto por amor a Dios, para manifestarle que l es el primero en nuestro corazn y para
vivir siempre con una mayor libertad de espritu en la eleccin del bien. Cunto bien podemos hacer enseando a los nios el
camino de los pequeos sacrificios ofrecidos a Jess por amor! Ofrecidos a Jess por la salvacin del mundo. El caso de una
pequea de ocho aos que ofreca los sufrimientos de su leucemia por la perseverancia de los sacerdotes, es un ejemplo hermoso y
convincente de que el amor busca donarse y ofrecerse en sacrificio por el amado.
P. Antonio Izquierdo
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P. Octavio Ortiz
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pasiones, sus antiguas amigas, que le decan: Nos dejas? Y ya no estaremos contigo nunca? Y ya no te ser lcito esto y aquello?
Y qu cosas, Dios mo, me sugeran con las palabras esto y aquello! (VIII, 11,26). Pero hasta que no comenz a fulgurar en el
corazn de Agustn la luz de la Hermosura Nueva, no se rindi el buscador. Tarde te am, Hermosura tan antigua y tan nueva,
tarde te am...Pero llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu
perfume y respir, y suspiro por t; gust de t, y siento hambre y sed; me tocaste y me abras en tu paz (X, 27,38). Por muchos
esfuerzos que haga el hombre, si Dios no le rinde con su Belleza, no cae de bruces su alma. Por eso es necesario que con David, le
grite al Seor: "Misericordia, Seor, hemos pecado. Tengo siempre presente mi pecado. Crea en m un corazn puro. Renuvame
por dentro don espritu firme. Devulveme la alegra de tu salvacin. No me arrojes lejos de tu rostro. Lvame ms y ms de mi
iniquidad. Salmo 50. Pero reconozcamos que estas voces no nacen desde la rutina, la pasividad y el culto vaco. Interiorizados
estos actos individuales y personales, hay que confesar los pecados, haciendo de ese momento un encuentro con Dios Padre por el
Espritu y la Sangre de su Hijo, que obra en nosotros la salvacin. Es verdad que el confesonario hoy ha sido sustituido por el divn
del psicoalista o del psiquiatra, o, lo que es ms novedoso y curioso, por el plat de la televisin, lo que demuestra la necesidad
que tiene la persona de comunicar sus pecados, frustraciones, y depresiones, y que al debilitarse o perderse la fe, se agarra a estos
medios cientficos, laicos y hasta pblicos, como medio de liberacin, lo que los cristianos encontramos por la fe en el sacramento
de la reconciliacin.
El profeta Joel hace un llamamiento al pueblo para que cambie de actitud. El llanto, el luto, el vestido negro no debe ser expresin
de una piedad superficial o del simple deseo de llamar la atencin. La voz del profeta desea remover los cimientos mismos de la
religiosidad y convertir los smbolos del luto en camino de conversin para todo el pueblo. Por eso se debe cambiar el corazn, y no
la ropa.
8. No vayas tocando la trompeta por delante para ser considerado por los hombres Mateo 6,1. El evangelio nos llama
a cultivar una actitud sobria,interior y religiosa. La fe en Dios y la solidaridad con los hermanos y hermanas pobres no se pueden
convertir en un espectculo frvolo. La vida del cristiano necesita estar animada por el mismo espritu de Jess. De modo que la
solidaridad se convierta en expresin de amor fraternal y la relacin con el Padre Dios en un trato clido, ntimo y profundo. Por
tanto, las expresiones religiosas llenas de malabarismos, complicaciones y ostentaciones no estn acordes con la espiritualidad
cristiana.
9. En el conjunto de los tres textos litrgicos percibimos que lo esencial del mircoles de Ceniza consiste en ser expresin
de una fe profunda. El signo que recibimos en nuestra frente no es una condecoracin que honra nuestras creencias. La cruz
marcada con ceniza nos recuerda nuestra frgil condicin humana y la necesidad de transformar permanentemente nuestro
corazn. Este da con el cual comienza la cuaresma debe avivar el deseo de cultivar una slida espiritualidad que nos reconcilie con
Dios y nos ponga al servicio de los ms necesitados. La cuaresma nos plantea la urgencia de ver la religin no como un refugio a
nuestra falta de autenticidad, sino como un camino para expresar en comunidad lo ms profundo de nuestro ser.
10. La frase clsica con la que antes se impona la ceniza era la de Recuerda que polvo eres y en polvo te has de
convertir. Durante mucho tiempo, desde los tiempos medievales, el recuerdo de la muerte, el pensamiento de la futilidad de la
vida, fue un arma para dominar al ser humano en su tentacin de olvidar a Dios y sus preceptos. El poder de conviccin se haca
estribar en el temor, en la lnea de lo que dice el salmo: el principio de la sabidura es el temor del Seor". El planteamiento
pues de la cuaresma no dejaba de ser oscuro y ttrico, de donde naci el desahogo previo de los carnavales, que tantas huellas
todava presentan del influjo social de este tiempo litrgico en las sociedades que estuvieron tan profundamente marcadas por la
religin.
11. La reforma litrgica propuso un cambio de frase: Convertos y creed la Buena Noticia, tomada de el primer
'sermn' de Jess (Mc 1, 15). El cambio es profundo y conviene asimilarlo. Se pasa del temor al amor. De la amenaza a la
invitacin. De la tristeza, a la alegra de la Buena Noticia. La conversin debe sacarse del fanal del lenguaje religioso y debe
encarnarse en la vida real: convertirse es enmendarse, cambiar, emprender otro camino. La mejor penitencia, la mejor forma de
redimir lo malo que hemos hecho es entregarnos con toda fe a la Buena Noticia, a la propuesta que Dios nos hace en Jess: la
preparacin de su Reinado!, la transformacin de este mundo por la aceleracin de su venida.
12. El que hace las buenas obras, comunicacin de bienes, oracin, penitencia, o sacrificio, por miras humanas, ya ha
recibido su recompensa. Quien las hace por Dios, con sinceridad y desinters, como expresin de la fe y del amor, recibir la paga
de Dios. No encaja tampoco mucho hoy esta prohibicin de Cristo, cuando de lo que alardea es de todo lo contrario, segn las
revistas del corazn y determinados espacios televisivos airean: profesin de agnosticismo, y cambios de parejas seguidos. Ahora
las recompensas humanas se ofrecen al vicio y no a la virtud y los hay que no viven de otras rentas. Y en cuanto al reconocimiento
de Dios, nos han dado una leccin soberana, los que teniendo una revelacin tan pobre como los musulmanes, han hecho una
profesin de fe en Al, pblica y general en las exequias del rey Husein de Jordania. Nuestros bautizados agnsticos, y nuestros
catlicos vergonzantes podan tomar nota.
13. "Corrijamos lo que por ignorancia hemos cometido, no nos sorprenda la muerte sin haber hecho penitencia"
Baruc 3, 2.
14. "Con el ayuno corporal refrenas nuestras pasiones, elevas nuestro espritu, nos das fuerza y
recompensa"Prefacio. Y si Dios nos prepara el banquete escatolgico, cuya esperanza nos da fuerza para superar las carencias y
tribulaciones de este destierro, los cristianos, siguiendo las directrices del Papa en su documento Tertio millenio adveniente,
debemos practicar la caridad, concretada en las obras de misericordia tanto corporales como espirituales, sobre todo en favor de
aquellos hermanos nuestros que viven extrarradio del banquete de la vida. Hay muchos Lzaros que estn llamando a las puertas
de la sociedad, que viven excluidos de los beneficios de la prosperidad y del progreso (Juan Pablo II). Hagamos entre todos que
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todos puedan participar del banquete preparado por el Seor para todos los pueblos en esta tierra y en el cielo. Slo as podremos
todos escuchar confiados y esperanzados en la Misa de la Cena del Seor y en la Noche de la Pascua, las palabras del Apocalipsis:
Dichosos los llamados al banquete de las bodas del Cordero (19,9). A la vez que habremos ofrecido al mundo el
testimonio de que nos amamos porque el Seor ha Resucitado.
15. San Juan Crisostomo, comentando la enseanza del Seor sobre el camino a Jerusaln, recuerda que Cristo no oculta a
los discpulos las luchas y los sacrificios que les aguardan. l mismo subraya cmo la renuncia al proprio yo resulta difcil, pero no
imposible cuando se puede contar con la ayuda que Dios nos concede mediante la comunin con la persona de Cristo (PG 58,
619s). He aqu porque en esta Cuaresma deseo invitar a todos los creyentes a una ardiente y confiada oracin al Seor, para que
conceda a cada uno hacer una renovada experiencia de su misericordia. Slo este don nos ayudar a acoger y a vivir de manera
siempre ms jubilosa y generosa la caridad de Cristo, que no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se
alegra de la verdad (1 Cor 13, 5-6) (Juan Pablo II).
JESUS MARTI BALLESTER
[email protected]
Mircoles de Ceniza
Hoy empezamos la Cuaresma a travs de la imposicin de las cenizas, un smbolo que es muy conocido para todos. La ceniza no es
sino un smbolo de muerte que indica que ya no hay vida ni posibilidad de que la haya. Nosotros la vamos a imponer sobre nuestras
cabezas pero no con un sentido negativo u oscuro de la vida, pues el cristiano debe ver su vida positivamente. La ceniza se
convierte para nosotros al mismo tiempo en un motivo de esperanza y superacin. La Cuaresma es un camino, y las cenizas sobre
nuestras cabezas son el inicio de ese camino. El momento en el cual cada uno de nosotros empieza a entrar en su corazn y
comienza a caminar hacia la Pascua, el encuentro pleno con Cristo.
Jesucristo nos habla en el Evangelio de algunas actitudes que podemos tener ante la vida y ante las cosas que hacemos. Cristo nos
habla de cmo, cuando oramos, hacemos limosna, hacemos el bien o ayudamos a los dems, podramos estar buscndonos a
nosotros mismos, cuando lo que tendramos que hacer es no buscarnos a nosotros mismos ni buscar lo que los hombres digan, sino
entrar en nuestro interior: Y all tu Padre que ve en lo secreto te recompensar.
Es Dios en nuestro corazn quien nos va a recompensar; no son los hombres, ni sus juicios, ni sus opiniones, ni lo que puedan o
dejen de pensar respecto a nosotros; es Nuestro Padre que ve en lo secreto quien nos va a recompensar. Que difcil es esto para
nosotros que vivimos en una sociedad en la cual la apariencia es lo que cuenta y la fama es lo que vale.
Cristo, cuando nosotros nos imponemos la ceniza en la cabeza nos dice: Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad
delante de los hombres; de lo contrario no tendrn recompensa con su Padre Celestial. Qu recompensa busco yo en la vida?
La Cuaresma es una pregunta que entra en nuestro corazn para cuestionarnos precisamente esto: Estoy buscando a Dios,
buscando la gloria humana, estoy buscando la comprensin de los dems? A quin estoy buscando?
La seal de penitencia que es la ceniza en la cabeza, se convierte para nosotros en una pregunta: A quin estamos buscando? Una
pregunta que tenemos que atrevernos a hacer en este camino que son los das de preparacin para la Pascua; la ceniza cae sobre
nuestras cabezas, pero cae sobre nuestro corazn?
Esta pregunta se convierte en un impulso, en un dinamismo, en un empuje para que nuestra vida se atreva a encontrarse a s
misma y empiece a dar valor a lo que vale, dar peso a lo que tiene.
Este es el tiempo, el momento de la salvacin, nos deca San Pablo. Hoy empieza un perodo que termina en la Pascua: La
Cuaresma, el da de salvacin, el da en el cual nosotros vamos a buscar dentro de nuestro corazn y a preguntarnos a quin
estamos buscando? Y la ceniza nos dice: quita todo y qudate con lo que vale, con lo fundamental; qudate con lo nico que llena
la vida de sentido. Tu Padre que ve en lo secreto, slo l te va a recompensar.
La Cuaresma es un camino que todo hombre y toda mujer tenemos que recorrer, no lo podemos eludir y de una forma u otra lo
tenemos que caminar. Tenemos que aprender a entrar en nuestro corazn, purificarlo y cuestionarnos sobre a quin estamos
buscando.
Este es le sentido de la ceniza en la cabeza; no es un rito mgico, una costumbre o una tradicin. De qu nos servira manchar
nuestra frente de negro si nuestro corazn no se preguntara si realmente a quien estamos buscando es a Dios? Si busco a Dios,
esta Cuaresma es el momento para caminar, para buscarlo, para encontrarlo y purificar nuestro corazn.
El camino de Cuaresma va a ser purificar el corazn, quitar de l todo lo que nos aparta de Dios, todo aquello que nos hace ms
incomprensivos con los dems, quitar todos nuestros miedos y todas las races que nos impiden apegarnos a Dios y que nos hacen
apegarnos a nosotros mismos. Estamos dispuestos a purificar y cuestionar nuestro corazn? Estamos dispuestos a encontrarnos
con Nuestro Padre en nuestro interior?
Este es el significado del rito que vamos hacer dentro de unos momentos: purificar el corazn, dar valor a lo que vale y entrar
dentro de nosotros mismos. Si as lo hacemos, entonces la Cuaresma que empezaremos hoy de una forma solemne, tan solemne
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como es el hecho de que hoy de una forma solemne, tan solemne como es el hecho de que hoy guardamos ayuno y abstinencia
(para que el hambre fsica nos recuerde la importancia del hambre de Dios), se convertir verdaderamente en un camino hacia
Dios.
Este ha de ser el dinamismo que nos haga caminar durante la Cuaresma: hacer de las mortificaciones propias de la Cuaresma como
son lo ayunos, las vigilias y dems sacrificios que podamos hacer, un recuerdo de lo que tiene que tener la persona humana, no es
simplemente un hambre fsica sino el hambre de Dios en nuestros corazones, la sed de la vida de Dios que tiene que haber en
nuestra alma, la bsqueda de Dios que tiene haber en cada instante de nuestra alma.
Que ste sea el fin de nuestro camino: tener hambre de Dios, buscarlo en lo profundo de nosotros mismos con gran sencillez. Y que
al mismo tiempo, esa bsqueda y esa interiorizacin, se conviertan en una purificacin de nuestra vida, de nuestro criterio y de
nuestros comportamientos as como en un sano cuestionamiento de nuestra existencia. Permitamos que la Cuaresma entre en
nuestra vida, que la ceniza llegue a nuestro corazn y que la penitencia transforme nuestras almas en almas autnticamente
dispuestas a encontrarse con el Seor.
P. Cipriano Snchez
26
Homilia
Comienza el profeta Joel con las siguientes palabras: Volved a m de todo corazn. Seguramente no se podra expresar de una
forma ms breve y ms clara la invitacin que Dios nos hace para estos da de Cuaresma. Ese es el deseo de Dios: que nosotros,
que a veces nos encontramos y vivimos lejos de l, volvamos no por obligacin, no de mala gana, no por miedo... sino de "todo
corazn".
Desgraciadamente, aunque se insiste en lo contrario, para muchos la idea principal de la Cuaresma no es esta, sino la
penitencia, el ayuno, el sacrificio, que no puedo comer carne... Y es posible que sea esto lo que lleva a pensar a muchos que la
Cuaresma es un tiempo "oscuro"... Pero, desde luego, si la gran propuesta que Dios nos hace es que volvamos a l de todo corazn,
es difcil entender este tiempo como una poca "oscura".
Es posible que incluso algunos gestos como el de la ceniza no recuerden precisamente esta idea. Sin embargo, incluso este
smbolo nos habla de otra cosa muy diferente. Los primeros cristianos la usaban como una prctica penitencial en seal de
humildad y luego eran acompaados a la puerta de la Iglesia donde esperaban, en seal de penitencia, hasta el mircoles santo. La
ceniza, pues, era el gesto smbolo con el cual se comenzaba la vuelta a la comunin con la asamblea, a la comunin con Dios.
Si esto, por tanto, habla de todo, menos de algo triste, por qu hoy en da el comienzo de la Ceniza y la Cuaresma misma
parecen tener para algunos otro color, otro matiz? Imagino que cada uno tendra que responder personalmente. No obstante me
atrevo a adelantar que quiz sea visto as porque el camino que en este da se nos propone no es precisamente el ms agradable
para el mundo de hoy en da:
- Hablar de cuaresma es hablar de oracin a un mundo que en muchas ocasiones no slo se olvida de Dios sino del trato personal
con Dios.
- Hablar de cuaresma es hablar de limosna a un mundo que cada vez est ms invadido por el individualismo. Un mundo en el que
hay brotes de solidaridad, pero donde hay tambin muchos de insolidaridad. La cuaresma nos recuerda que el camino hacia Dios
para por el hombre.
- Hablar de cuaresma es hablar de ayuno a un mundo hedonista, donde lo importante, lo que cuenta es el presente, vivir a tope
cualquier acontecimiento. Es hablar a un mundo en el que muchos se olvidan del valor del sacrificio (que no tiene que ver nada con
el masoquismo).
Para quin es oscura, entonces, la cuaresma? Tal vez para los que precisamos escuchar con ms atencin este mensaje. Para los
otros, para los que mantienen la inquietud da a da, debera ser un volver a recordar ese proyecto de vida ilusionante que no se
vive slo en Cuaresma, sino durante todo el ao. Para estos, la Cuaresma es escuchar de nuevo la invitacin de Dios: "Volved a m
de todo corazn"
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27.
Homilia 2
En el da de hoy comienza la Cuaresma, que es el tiempo litrgico de renovacin interior, en que los cristianos se preparan para
celebrar el misterio Pascual, entregndose ms intensamente a or la Palabra de Dios y a la oracin.
Hoy, Mircoles de Ceniza, junto con el Viernes Santo, es uno de los das que debemos cumplir el precepto del ayuno y la abstinencia
*.
En la primera lectura de la misa de hoy se lee:
Ahora dice el Seor: Vuelvan a m de todo corazn, con ayuno, llantos y lamentos. Desgarren su corazn y no sus vestiduras, y
vuelvan al Seor, su Dios, porque l es bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico en fidelidad.
Y en el momento de la imposicin de las cenizas, durante la misa de hoy, el sacerdote nos recuerda las palabras del Gnesis,
despus del pecado original: Acurdate hombre que eres polvo, y en polvo te convertirs.
El Seor quiere que nos desapeguemos de las cosas de la tierra para volvernos a l. Quiere que retornemos a la Fuente de la Vida y
de la alegra: Jesucristo mismo es la gracia ms sublime de toda la Cuaresma. Es el mismo quin se nos presenta ante nosotros en
la sencillez admirable de los Evangelios.
En el Evangelio de hoy, San Mateo nos da tres ejemplos del secreto sin el cual no veremos a Dios: actuar slo para l, sin querer
que alguien lo sepa, y de tal manera que nosotros mismos lo olvidemos pronto.
El Seor critica a los que dan espectculo cuando realizan buenas acciones, cuando rezan o cuando ayunan. Es difcil tal vez no
actuar para los dems, pero es mucho ms difcil hacer el bien sin mirarse a s mismo; sin embargo, ese es el secreto que nos abre
la puerta de la presencia de Dios.
Jess afirma que el ayuno no tiene valor si buscamos el aprecio de los dems ms que el de Dios.
Hagamos propsitos en este mircoles que comienza el tiempo de Cuaresma de acercarnos ms al Seor. De convertirnos a El. De
seguir las recomendaciones que San Pablo nos da en la segunda lectura de hoy cuando nos dice: Os exhortamos a no echar en saco
roto la gracia de Dios. Mirad: ahora es el tiempo de la gracia; ahora es el da de la salvacin.
28.
Nexo entre las lecturas
El mircoles de ceniza a todos nos trae al recuerdo la conversin y la penitencia, pero creo que la liturgia no subraya tanto este
aspecto, cuanto la interiorizacin de los actos de penitencia y de conversin. As en la primera lectura Dios nos dice mediante el
profeta Joel: "Rasgad vuestro corazn, no vuestras vestiduras". En el evangelio Jesucristo, al ensear sobre las tres prcticas de
piedad del judasmo: ayuno, oracin y limosna, en las tres insiste: "No hagis el bien para que os vean lo hombres, y as os
recompensen". Finalmente, san Pablo exhorta a los corintios a que se dejen reconciliar con Dios para sentir su fuerza salvadora, y a
que no dejen pasar el tiempo favorable, el da de la salvacin (segunda lectura).
Mensaje doctrinal
1. Una religin interior. Religin quiere decir relacin justa y debida entre el hombre y Dios. El hombre es un ser "religado",
dependiente de Dios, y en este sentido es "religioso". Todas las religiones, de uno u otro modo, son instituciones en que el hombre
es ayudado en su dimensin "religiosa", tanto para tomar conciencia de ella como para expresarla en el culto y en la vida. La
religin cristiana es la religin fundada por Jesucristo, verdadero hombre y verdadero Dios, en la que la relacin hombre - Dios logra
su mxima interiorizacin en la vida y en el corazn de un hombre. Una interiorizacin que es a la vez suprema familiaridad con
Dios, hasta el grado de llamarle: Pap. Todos los cristianos somos invitados a reproducir en nosotros, en cuanto es posible
humanamente, la interiorizacin y la familiaridad de Jesucristo en sus relaciones con Dios, su Padre. Slo cuando hay una verdadera
interiorizacin, las manifestaciones externas de la religin y las diversas prcticas del culto y de la piedad dejan de ser objeto de
manipulacin por parte de los hombres, dejan de ser pura obligacin "religiosa", para convertirse en una necesidad del corazn y
de la vida. Es propio de la experiencia humana que, cuando algo ha calado profundamente en el alma, se sienta la necesidad de
manifestarlo y externarlo. Slo desde la religin interior el paso a las manifestaciones religiosas, a la piedad popular, es
verdaderamente autntico. En efecto, del corazn rasgado nace el impulso interior a la penitencia, el ayuno, la plegaria.
2. Dios mira la intencin. Las prcticas religiosas son necesarias, pero si no surgen del corazn, del recinto interior del hombre, son
fcilmente manipulables e instrumentalizadas por los hombres al servicio de objetivos egostas. Jesucristo en el evangelio pone el
dedo sobre este punto tan delicado. Ayunar, dar limosna, orar son prcticas buenas en s, pero se instrumentalizan cuando se llevan
a cabo slo para ser vistos y alabados por los hombres. A los ojos de los hombres, esos que dan limosna haciendo sonar una
trompeta para que todos se enteren, o que oran en las esquinas de las plazas para que todos se den cuenta de que oran y de que
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saben de memoria largas oraciones, o que ponen cara triste para dar a entender que han ayunado, pueden pasar por hombres
sumamente piadosos y santos, pero a Dios ni le engaan ni le pueden engaar. Dios mira el corazn, y ve que su corazn es
egosta, que su ayuno, limosna y oracin no surge de un corazn lleno de Dios o al menos de arrepentimiento y deseo de
converssin, sino que est lleno de egosmo.
3. Dejaos reconciliar con Dios. Todo hombre, aunque sea muy religioso, siente que su actuar y su vida no siempre estn en paz y
reconciliacin con Dios. Se da cuenta de que a veces no est religado a Dios, sino que ha roto su relacin con l. Dejarse reconciliar
es volver a aceptar nuestra condicin "religiosa", y establecer con Dios las relaciones autnticas: no de enemistad o de odio, sino
de amor y de amistad, no de separacin o apartamiento sino de cercana e intimidad. No somos nosotros quienes nos reconciliamos
con Dios, ms bien tenemos que dejarnos reconciliar; somos libres para aceptar la reconciliacin, pero no para crearla o iniciarla. A
nosotros, cristianos, quien nos reconcilia con Dios es nuestro Seor Jesucristo por medio de su cruz y de su gloriosa resurreccin.
Por eso, el domingo, en que conmemoramos tales realidades y misterios, es el tiempo propicio para que Jesucristo haga eficaz en
nosotros la obra de su reconciliacin con el Padre y, derivamente, con nuestros hermanos los hombres
Sugerencias pastorales
1. Sentido de la penitencia cristiana. Ya en la "Didach", de finales del siglo I d. C, se habla de las prcticas penitenciales cristianas.
Esas prcticas penitenciales y "religiosas" han estado siempre presente en la vida de la Iglesia, y lo continan estando. Segn las
pocas y las costumbres de los pueblos, esas prcticas eran ms rigurosas o menos, ms numerosas o ms reducidas. Cuando, hoy
en da, leemos sobre las penitencias de los monjes irlandeses o los gestos penitenciales de los hombres medievales, nos causan
sorpresa y pensamos que eran exageradas; pero no parece ser que en esas pocas y lugares pensasen de la misma manera que
nosotros. En nuestro tiempo la Iglesia ha atenuado las prcticas penitenciales prescritas, como el ayuno y la abstinencia, o la
penitencia impuesta por el sacerdote en el sacramento de la reconciliacin. Pero a la vez no ha dejado de indicar otras prcticas de
penitencia ms acordes con nuestro tiempo y sobre todo la penitencia interior, es decir, de nuestras pasiones de orgullo, de
vanidad, de deseo de tener y dominar, de la concupiscencia de la mente y del corazn, del afn de aparecer...Esta es la penitencia
que sin duda alguna ms agrada a Dios y adems la que ms nos beneficia espiritualmente a nosotros, pues nos conduce a
desprendernos de nuestro yo y de todo aquello en que el yo ocupa el lugar primero, incluso respecto al mismo Dios. Porque, qu
sentido tiene macerar el cuerpo, cuando el corazn est podrido de egosmo? Es la penitencia de nuestro egosmo y de nuestro
orgullo la que ms practicamos los cristianos? En la parroquia, en la familia, en la escuela, hay que ir enseando poco a poco a los
nios y adolescentes este tipo de penitencia, en la que reside el verdadero sentido de la penitencia cristiana.
2. Una intencin pura para Dios. En la parroquia hay muchas celebraciones y actividades. En el centro, est la celebracin de la
eucarista, de los sacramentos. Estn adems las actividades de catequesis y de ayuda y beneficencia a diversas categoras de
personas: enfermos, ancianos, emigrantes, desocupados; estn las actividades culturales, deportivas, sociales... No est mal
preguntarse alguna que otra vez con qu intencin las personas que dirigen las diversas actividades las llevan a cabo. Ojal fuese
siempre una intencin pura para Dios, pero no pocas veces se mezclarn otras intenciones muy humanas, y en caso las intenciones
humanas quiz sean las predominantes, si no las exclusivas. Tal vez Jesucristo se vea obligado a repetir de nuevo: "Os aseguro que
ya recibisteis vuestra recompensa". El periodo de cuaresma que iniciamos, debe propiciar un examen de nuestra conciencia para
ver ms a fondo y con sinceridad cules son las intenciones de nuestros comportamientos, actitudes, actividades, proyectos y
realizaciones.
29.
CLARETIANOS 2001-2002
Queridos amigos:
En todas las actividades de la vida diaria, hay pocas en las cuales intensificamos lo que hacemos de ordinario para salir de la
rutina. Los comercios ofertan las rebajas en enero, los jvenes hacen excesos en fin de semana, "Operacin triunfo" anuncia la
finalsima ...La vida resulta con frecuencia montona y necesitamos de estos momentos. No faltan tampoco momentos de vaco y
desilusin, como si nuestra msica interior quedase silenciada por los afanes de cada da. Entonces uno puede conformarse con
quedarse as, reducido al mnimo. O puede decidir crecer y vivir en plenitud. Ah se enmarca la Cuaresma.
En esta poca de concursos te invito a participar en uno. "Por 25 pesetas cada una, dgame palabras o expresiones que le vengan a
la mente relacionadas con la Cuaresma". "Un, dos tres, responda otra vez": camino, conversin, Pascua, tiempo, gracia,
misericordia, ceniza, ayuno, morado, viernes, penitencia, limosna, cuarenta das, caridad, reconciliacin, cambiar, intensificar,
desierto, charlas cuaresmales, privaciones, oracin, purificar, culpa, "memento homo", corazn, salmo 50, domingo laetare, "ni
gloria ni aleluya", cruz, torrijas,...Exceptuando las torrijas, que rozan ya con el Triduo pascual y poseen otras connotaciones ms
jugosas, de cada una de la anteriores palabras, se podra hacer una tesis doctoral. Es como una avalancha de exigencias que nos
van sonando a repetidas, entre las que no sabemos muy bien dnde poner el acento, y ante las que nos sentimos incapaces de dar
una respuesta conveniente a todas ellas.
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Os confieso que para m esta Cuaresma va a ser distinta, novedosa, especial. Ser la primera que viva como sacerdote. se va a ser
mi acento para este ao. Pero seguro que t tambin tienes algn buen motivo para vivir el acento de la novedad durante este
tiempo. Quiz ests en un nuevo destino, has cambiado de actividad, tienes un grupo nuevo, la familia ha crecido, alguien se te fue,
tienes nuevos proyectos, has conocido a una persona especial, el trabajo te sonre, el paro te acecha, la carrera ha dado un giro,
has "derrotado" a las oposiciones, vas a vivir la Pascua en otro lugar, con otras gentes,...En definitiva, Dios te ha concedido vivir
este perodo de tiempo en clave de novedad. Un tiempo que no es chronos (sucesin-duracin temporal de acontecimientos), sino
que es kairoi (oportunidad de recrear la vida y plenificarla en lo cotidiano).
Cuando hoy recibas la ceniza en la frente, recibe tambin el deseo de convertir en cenizas aquello que paraliza tu crecimiento,
obstaculiza la renovacin de tu entorno o que empobrece la misin que llevas adelante. Recibe la ceniza y disponte a vivir la
Cuaresma con tu acento, pero a fondo.
Carlos ([email protected])
30.
CLARETIANOS 2003
Queridos amigos y amigas:
Comenzamos hoy la Cuaresma como itinerario de preparacin para la Pascua. En referencia a la historia de salvacin, esta
cuarentena evoca los cuarenta das que pasa Moiss en la cima del monte Sina, los cuarenta aos de Israel en el desierto y los
cuarenta das de ayuno y oracin de Jess en el desierto, antes de iniciar su ministerio pblico.
Tengo que reconocer que gusta muy poco esa frmula de imposicin de la ceniza, que ha quedado como reliquia de la antigua
liturgia: Acurdate de que eres polvo y al polvo volvers. Prefiero la de convertos y creed el Evangelio. Me parece mucho ms
consonante con la lectura de la Palabra que vamos a hacer hoy. Efectivamente, el Seor nos dice por el profeta Joel: convertos a
m de todo corazn y ya, en la oracin colecta, le pedimos al Seor que nos fortalezca con su auxilio, al empezar la Cuaresma,
para que nos mantengamos en espritu de conversin. La Iglesia, creo yo, que quiere que nos hagamos bien conscientes de que la
conversin del corazn no es cuestin de un momento y ya est. La vida entera es corta para convertir todo el corazn!. Ms an,
si de lo que se trata es de creer en el Evangelio. Dice un buen amigo mo que una cosa es creer en el Evangelio y otra cosa es
crerselo.
Para creerse el Evangelio hay que situarse bien. Y esto implica reconocer que la conversin no es cuestin de puos y de asctica,
sino de roturar el campo, limpindolo de pedregales y zarzales, para que la semilla de la Buena Noticia caiga en buena tierra y
fructifique en abundante cosecha. Es cuestin de acoger el Evangelio en la escucha y adhesin a quien es la Palabra de Dios
(Jess), removiendo los obstculos que lo impiden. Es cuestin de dejarse hacer, ms que de hacer. Como dice la carta a los
Corintios, lo ms importante es dejarse reconciliar para ser justicia de Dios, que es sinnimo de no echar en saco roto la gracia con
la que l agracia nuestra vida. Porque, antes de que nosotros nos convirtamos a Dios, l se ha convertido a nosotros, dejndonos
su bendicin. l ha volcado sobre nosotros esa compasin, misericordia y piedad que le caracteriza. l nos ha amado primero.
Tradicionalmente la Cuaresma, en cuanto itinerario preparativo a la Pascua, se ha concretado en los tres gestos de los que nos
habla el evangelio de Mateo: limosna, oracin y ayuno. Comienza por la limosna, quiz por aquello de que quien dice que ama a
Dios, a quien no ve, y no quiere a los hermanos, que ve, es un mentiroso. Pero no se trata de dar limosnas, sino de revisar nuestra
vida solidaria y fraterna: estamos en la cercana concreta, afectiva y efectiva, con los pobres, que son quienes nos pueden
evangelizar, porque son los destinatarios prioritarios de la Buena Noticia? Tampoco se trata de hacer oraciones, sino de vivir la vida
entera religada a Dios, en la adhesin confiada del corazn, conscientes de que l es el Pastor que nos conduce a pastos ubrrimos
de plenitud y de felicidad, aun en medio de las sendas tortuosas que tengamos que recorrer. Ni se trata simplemente de hacer
ayunos corporales, que nos maceren las carnes, sino de abstenernos de que el deseo del poder, del placer y del tener dominen en
nuestra vida, conducindola por caadas oscuras. As nuestros ayunos sern agradables a los ojos de Dios y obrarn como remedio
saludable de todos nuestros males, tal como pedimos en la oracin despus de la comunin. No nos dejes caer en la tentacin y
lbranos del mal!
Vuestro hermano
Jos Vico Peinado cmf.
31.
DOMINICOS 2003
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Palabra de conversin
Lectura del profeta Joel 2,12-18:
Dice el Seor: convertos a m de todo corazn: con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad los corazones, no las vestiduras, y
convertos al seor vuestro Dios, porque es compasivo y misericordioso, lento a la clera, rico en piedad, y se arrepiente de las
amenazas... Tocad la trompeta, proclamad el ayuno, convocad a la reunin...
En este texto tenemos condensado todo el camino a recorrer espiritualmente en la cuaresma como tiempo de conversin del
pecado y de retorno al amor de Dios: despojarse, desvestirse toda iniquidad, y enfundarse en tnica nueva de justicia, amor
Lectura de la segunda carta de san Pablo a los corintios 5, 20-6,2:
Hermanos, os lo pedimos por Cristo: dejaos reconciliar con Dios. Dios, por nosotros, hizo pecado al que no conoca el pecado [a su
Hijo], para que nosotros, por l, llegramos a ser justicia de Dios. Os exhortamos: no dejis caer en saco roto la gracia de Dios...
Ahora es tiempo de gracia; ahora es tiempo de salvacin.
Retengamos algunas palabras y profundicemos en su sentido espiritual: dejaos reconciliar, Cristo se hizo pecado por nosotros, la
gracia no debe caer en saco roto cuando busca nuestro corazn...
Evangelio segn san Mateo 6,1-6. 16-18:
Dijo Jess a sus discpulos: cuidaos de no practicar vuestra justicia como espectculo delante de los hombres, para ser vistos por
ellos; de lo contrario no tendris recompensa de vuestro Padre celestial.
Vosotros, cuando hagis limosna, no vayis tocando trompetas...; procurad ms bien que vuestra mano izquierda no sepa lo que
hace la derecha... Vosotros, cuando recis, no seis como los hipcritas....; cerrad la puerta y rezad a vuestro Padre que est en lo
escondido... Y cuando ayunis, no andis cabizbajos...; perfumaos ms bien la cabeza y lavaos la cara, para que no se os note que
ayunis...
Texto magnfico. En l se apuntan los rasgos de identidad del hombre interior cristiano: el que hace las mismas cosas buenas que
hacen los dems, pero no las hace como los dems sino en la novedad de espritu, como hijo de Dios y amigo de los hombres.
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si nosotros furamos importantes ante Dios; ni un cambio rumboso en las ddivas, como si con nuestra caridad y limosna
arreglramos el mundo y gratificramos a Dios; ni un cambio teatral en la voz, para que todos sepan cun buenos somos.... Que
todo sea ms bien silencioso, magnnimo y sencillo.
32.
KOINONIA 2003
Bienvenidos a la Cuaresma!
Basta pensar por un momento nuestra vida y la realidad que nos rodea para constatar la celeridad de los cambios. Parecera que
nos hubieran negado el permiso de hacer alguna parada... El mundo parece en carreras de frmula uno... Y al terminar el da, la
noche nos envuelve en las angustias de lo que hicimos y no hicimos. Nos abraza el afn de poner en orden nuestra vida, de tener
un tiempo para nosotros y nuestra familia, de hacer algo por este barrio, por esta ciudad, por este pas que cada vez se parece
menos al cielo que todos queremos construir, pero, de nuevo... no hay tiempo, o no hay plata, o simplemente no hay ganas.
Bien, para nosotros llega la buena noticia de la Cuaresma. La Palabra de Dios que leeremos durante este tiempo nos mostrar un
Dios que nos busca para compartirnos su presencia, sus abrazos de nimo y esperanza, y su proyecto de liberacin. Ser tambin
un tiempo de gritos y regaos por parte de los profetas. Cmo vivir entonces esta Cuaresma? Cierra los ojos y vmonos al
desierto. Tenemos 40 das para recorrer los pasos del pueblo de Israel y de Jess. Recordemos que el desierto es el lugar de los
contrastes, donde estn todas las tentaciones pero al mismo tiempo la fuerza del Espritu que apoya a quien se deja acompaar.
Aprovechemos este tiempo para evaluar las tentaciones y pecados que envuelven la vida personal y comunitaria, la vida de nuestra
comunidad y de nuestro pueblo en general. Es necesario reflexionar y hablar de nuestros problemas, ser la nica manera de
resolverlos. Despus de un buen tiempo de desierto se sale ms fuerte y maduro, con mayor conciencia de tomar en nuestras
manos el rumbo de nuestra vida y de nuestro pueblo.
Comencemos esta caminata organizando las ideas. Cuando nos dicen Cuaresma se dibujan en nuestra mente las palabras
conversin, penitencia, cambio de vida.... Pero antes que esto, lo primero que debemos pensar es en la palabra Pascua. La
Cuaresma no tiene sentido por si misma, sino como preparacin a la Pascua. Los primeros cristianos celebraban la Pascua no la
Cuaresma. Y como toda fiesta, se vio la necesidad de prepararla. Siendo la mxima fiesta cristiana no se podan ahorrar esfuerzos
en su organizacin. A finales del S. II por ejemplo, esta preparacin para la pascua era de slo dos das. Para el siglo III, en Roma,
eran tres semanas de preparacin, ayunando diariamente, excepto sbados y domingos. Slo a partir del siglo IV se hablar de
Cuaresma como tal, segn el testimonio de Eusebio, quedando el ayuno establecido los das mircoles y viernes.
La Cuaresma segn San Len es un retiro colectivo de cuarenta das, durante los cuales la Iglesia, proponiendo a sus fieles el
ejemplo de Cristo en su retiro al desierto, se prepara para la celebracin de las solemnidades pascuales con la purificacin del
corazn y una prctica perfecta de la vida cristiana. Simblicamente recuerda los cuarenta das de Moiss en el Sina, los cuarenta
aos del pueblo israelita en el desierto y los cuarenta das de Jess en el desierto.
La imposicin de la ceniza va a introducirse en la liturgia slo en el siglo X, convirtindose con el ayuno en las prcticas
fundamentales de la penitencia.
La ceniza tiene desde sus inicios el objetivo de recordar nuestra terrenalidad (Gn 2,7). No somos Dios, como pretendieron serlo
Adn y Eva al aceptar el consejo de la serpiente. Y la serpiente sigue tan suelta como el egosmo personal y social de pensar slo
en intereses particulares por encima de Dios y de los hermanos. Son cuarenta das para morir a todo aquello que nos impide
resucitar con Cristo a la vida compartida con los dems.
En la primera lectura las palabras del profeta Joel son una invitacin a todo pueblo. Nadie est excluido. La invitacin tiene un
objetivo claro: volver a Dios. Por qu? Porque Dios es perdn y misericordia. Dios ratifica la Alianza. Cmo? A travs de una
penitencia real y no superficial, de un ayuno de corazn y no por la ocasin.
Pablo tiene como punto central la reconciliacin: dejar que Cristo nos reconcilie con Dios. De acuerdo al cambio de vida se da
nuestra reconciliacin con Dios. Por esto, los ayunos, abstinencias, promesas, etc., tienen sentido si ayudan a cambiar de vida, a
renovar la alianza de amor con Dios, a impulsar la reconciliacin con Dios como fruto de una vida nueva reconciliada con los
hermanos. De lo contrario es puro teatro. El otro aspecto importante de la reconciliacin es asumirlo como un regalo gratuito que se
adquiere a travs de Cristo. Y la reconciliacin como regalo de Dios que nos convierte en sujetos del cambio, no es para enterrarla
esperando mejores tiempos, sino para multiplicarla ya!, en el ahora que es siempre un tiempo favorable (kairs).
El texto del evangelio forma parte del conocido discurso de la montaa. Hace alusin a tres prcticas fundamentales de la
religiosidad juda: la limosna, la oracin y el ayuno. Para Jess son prcticas importantes, siempre y cuando se hagan desde el
corazn (primera lectura) y cambien nuestra vida (segunda lectura); de lo contrario son intiles. La palabra griega ypokrites,
designaba al actor de teatro que tena tantas caras como personajes. Aprovechemos la Cuaresma para quitarnos las mscaras. La
espiritualidad cristiana exige coherencia; tiene su fundamento en la interioridad o en la conciencia que permite hacer las cosas con
mstica y por conviccin. Esta es la novedad de Jess con respecto a la prctica tradicional juda.
69
Con qu sentimientos podramos comenzar la Cuaresma? Lo primero, interiorizar que nos preparamos para la Pascua, es decir
para la vida. En cada da de la Cuaresma tenemos que morir a algo, para que alcancemos una vida en plenitud.
En segundo lugar, la vida se hace autnticamente cristiana cuando el cambio de vida es fruto de la toma de conciencia de lo que
somos y debemos hacer, y no el catlogo de buenas intenciones que repetimos sin cumplir cada ao. Aprovechemos para quitarnos
las mscaras que nos hacen hipcritas; as dejaremos de actuar y comenzaremos a vivir como verdaderos cristianos
En tercer lugar, la reconciliacin, que es el sacramento de la hermandad, no puede dejarse para ms tarde, porque ste el es el
tiempo y la hora de comenzar.
En cuarto lugar la Cuaresma es un tiempo para recordar que por nuestra naturaleza humana estamos expuestos al egosmo que se
hace injusticia, corrupcin y muerte, pero al mismo tiempo, que contamos con la misericordia de Dios, nuestro mejor aliado si
queremos salir vencedores en la lucha por la vida, la justicia y la paz.
33. 2001
COMENTARIO 1
v. 1. Enuncia Jess el principio general: las obras de piedad no deben practicarse para ganar prestigio ante los hombres y, con ello,
adquirir una posicin de poder o privilegio. Quienes as obran se privan de la comunicacin divina, cesa la relacin de hijo-Padre con
Dios. Como en 5,12, la recompensa consiste en el ejercicio del reinado de Dios sobre los hombres. Obras de piedad: dikaiosyn
denota en el contexto la fidelidad del hombre a Dios (cf. 3,15; 5,20), expresada segn la norma farisea, en las prcticas de piedad:
limosna, oracin, ayuno.
vv. 2-4. Primera obra de piedad, la limosna. Hipcrita es el que finge ejecutando una accin que no corresponde a su actitud interior. La limosna practicada para obtener buena fama entre los hombres obtiene un premio humano, la fama misma. La limosna no
debe tener publicidad alguna, sino quedar en lo escondido, en la esfera del Padre. Su recompensa es la comunicacin personal
del Padre. Excluye Jess todo inters torcido en la ayuda al prjimo (5,7.8), segn corresponde a los limpios de corazn. Su
premio ser la experiencia de Dios en la propia vida (5,8).
vv. 5-6. Segunda obra de piedad, la oracin. La oracin de los hipcritas pretenda tambin exhibir ante los hombres su piedad
personal, con la misma finalidad que la limosna pblica. Tal oracin es intil, pues no obtiene la comunicacin divina (ya han
recibido su recompensa). Esa oracin se realiza en lo ms profundo del hombre, donde no llega la mirada de los dems. Tu
cuarto, el ms retirado de la casa, y tu puerta (echa la llave a tu puerta) son metforas para designar lo profundo de la
interioridad. El Padre que est en lo escondido est en paralelo con vuestro Padre que est en los cielos (6,1). El cielo
designa, pues, la esfera divina indicando su trascendencia e invisibilidad; lo escondido subraya solamente su invisibilidad. La
oracin que se hace en lo profundo obtiene el contacto con el Padre. La palabrera en la oracin indica falta de fe. El hecho de que
el Padre sepa lo que necesita el que ora, muestra que la oracin dispone al hombre para recibir los dones que Dios quiere
concederle.
vv. 16-18. Tercera obra de piedad farisea: el ayuno. Como en los dos apartados anteriores (6 24 5-6) opone aqu Jess el ayuno
sincero a la conducta de dan a entender que por los hombres. El ayuno ha de hacerse en secreto, sirve para expresar ante el Padre
un a actitud ntima Por ser privacin de alimento, fuente de vida es smbolo de solidaridad con el dolor de la muerte y expresa su
tristeza. Esta tiene que ser interior, no afectada como la de los hipcritas.
COMENTARIO 2
Al colocarnos la ceniza se nos dice: "Convirtete y cree en el Evangelio". En esta frase est resumido el programa de Jess al
comenzar su predicacin. Este debe ser tambin nuestro programa al comenzar esta cuaresma. Qu bueno que en nuestro cuarto,
en nuestra casa, en nuestras comunidades e Iglesia, colocramos en un lugar visible la siguiente frase: "programa para cuaresma"
Objetivo general: 'convirtete y cree en el Evangelio'.
Pablo hace su aporte a nuestra programacin cuaresmal: no podemos perder este momento, que es el ms favorable, para
reconciliarnos con Dios y dejar ver, a travs de nuestras obras, la fe que decimos tener. Mateo nos comparte el criterio de la
justicia, a la hora de las prcticas religiosas (la limosna, la oracin y el ayuno). Cmo lograr una limosna que sea solidaridad entre
todos, ms que dar de lo que me sobra? Cuando se tiene de ms es que a alguien le est haciendo falta. Las familias, los barrios,
deberan implementar experiencias econmicas comunitarias, que ayuden a resolver problemas concretos de la comunidad y al
mismo tiempo posibilitara la creacin de una tica de la justicia, de la solidaridad, de la organizacin comunitaria y de la
responsabilidad. Cmo lograr una oracin que ayude a sentirnos tan seguros con su presencia, que a pesar de lo aplastante de la
teora del "fin de la historia" no perdamos la esperanza en Dios que siempre se la juega por los pobres, la liberacin y la felicidad de
su pueblo. Cmo ayunar de manera que antes de nuestras tareas comunitarias, reforcemos personalmente nuestra conversin y
cercana de Dios. No podemos seguir siendo luz en la calle y oscuridad en la calle. Eso es exactamente hipocresa. Finalmente, ni la
penitencia, ni la reconciliacin, ni las prcticas religiosas deben ser motivo de tristeza. Hay que recuperar la alegra propia de la
cuaresma. La alegra es la mejor manera de demostrar que somos hombres y mujeres de evangelio.
1. Juan Mateos, Nuevo Testamento, Ediciones Cristiandad 2 Ed., Madrid, 1987 (Adaptado por Jess Pelez)
70
34. 2002
Cuando la prctica religiosa goza de consideracin y respeto en una sociedad o en un grupo humano, se corre el peligro que ciertas
personas la instrumentalicen en vistas a lograr un ascenso en la vida social.
La cuaresma, como tiempo privilegiado de expresin de la relacin religiosa no escapa a ese peligro y por tanto, se hace necesaria
una purificacin de la finalidad de la prctica religiosa. De all que el evangelio del mircoles de Ceniza invite a la revisin de las
motivaciones de dicha prctica.
Para ello el discurso llama a los seguidores de Jess al examen de la propia justicia en general, y en particular de las tres acciones
de mayor valor para la piedad juda de la poca: limosna, oracin y ayuno.
Como es usual en el evangelio de Mateo el texto dirige su atencin a prctica de la justicia, entendida como en otros pasajes del
evangelio como todo el mbito del querer de Dios sobre la propia vida. Como en 3,15 en que est referida a la accin de Jess y en
5,20 en que se compara la prctica de escribas y fariseos con la de los discpulos se da una indicacin sobre la forma segn la cual
los discpulos deben realizarla :hacer la justicia de ustedes. La formulacin se hace de forma negativa como una advertencia
sobre un peligro a evitar: Cuidado con hacer....
Este marco general se concreta en tres acciones de la prctica religiosa con las que se pretende englobar todo ese mbito.
En primer lugar se habla de la limosna (vv.2-5), seguidamente de la oracin (vv. 5-6) y, luego de un desarrollo ms detallado de
esta prctica, se finaliza con la consideracin del ayuno (vv. 16-18).
Cada una de estas acciones se dirige, por su naturaleza, a reconocer el Seoro de Dios sobre todos los mbitos de la realidad y ,
como consecuencia la propia limitacin del ser humano. Respecto a los bienes debe reconocer que, debido a su carcter de don de
Dios, los dems tienen un derecho sobre lo que cada uno posee, la oracin y el ayuno deben ayudar a reconocer la propia
impotencia que le lleva a la peticin y a la expresin de su debilidad por medio del ayuno.
En cada uno de los casos se enuncia la accin, inmediatamente se advierte solemnemente (se lo aseguro) sobre el peligro que
entraa una forma de realizarla y se pasa a precisar para cada persona (t, en cambio) y de forma positiva el modo que se debe
adoptar en la realizacin de cada una de las prcticas examinadas.
De esa forma se pone en guardia ante el riesgo que ,para la prctica religiosa, entraan las acciones que tienen como finalidad la
consideracin social. Se habla de acciones delante de la gente para llamar la atencin (v. 1), que suscitan el que la gente los
alabe (v.2), que se dirigen a exhibirse ante la gente (vv. 5.16).
En todos los casos se trata de una representacin semejante a la que se realiza en el teatro como se refleja del vocabulario en que
ser visto (v. 1) significa dar espectculo e hipcrita significa actor, persona que recita su parte e imita un personaje.
Esta teatralidad de las acciones se acenta con la mencin de los mbitos pblicos elegidos para la actuacin o en la postura
externa asumida: Se trata de sinagogas y calles (v. 2), de sinagogas y esquinas (v. 5), del rezar de pie(v. 5) y del afear la
cara(v. 16):
Toda prctica tiene entonces como finalidad la bsqueda de consideracin social, se hace en vistas a la paga de los semejantes y
que redunda siempre en beneficio propio. De esa forma, la prctica religiosa en lugar de posibilitar la salida de s mismo encierra
an ms al ser humano en sus propios egosmos.
Frente a esta falta de diafanidad en la relacin con los semejantes y con Dios se propone el camino a seguir entendido de forma
general como paga del Padre de los cielos (v.1) o retribucin (v. 4.6.18).
El carcter de autenticidad exigida en la realizacin de estas acciones se expresa por medio del carcter de intimidad en que deben
ser llevadas a cabo. Est en juego la relacin con el Padre definido como El que est en lo escondido (vv. 4.6 y 18), y, por tanto,
de este carcter de intimidad debe derivar un cierto estilo en que deben ser actuadas: desconocimiento de la mano izquierda de lo
realizado por la derecha(v. 3),entrar en el cuarto echando la llave (v. 6), perfumarse la cabeza y lavarse la cara (v. 17) para no
poner en evidencia el ayuno.
La intimidad exigida se dirige a purificar la finalidad y al espritu de la prctica religiosa y no intenta ser una prohibicin de la
manifestacin de la religiosidad. Ella debe buscar no tanto el crecimiento del propio prestigio sino la aprobacin del Padre (vv.
1.4.6.16).
Se trata por tanto, de una purificacin de las motivaciones de la prctica religiosa a fin de situarla en el marco de la autenticidad de
vida. Esta bsqueda de autenticidad se convierte en el elemento fundamental de la religiosidad de los miembros de la comunidad y
debe distinguir a los seguidores de Jess.
Diario Bblico. Cicla (Confederacin Internacional Claretiana de Latinoamrica)
71
35. 2003
Basta pensar por un momento nuestra vida y la realidad que nos rodea para constatar la celeridad de los cambios. Parecera que
nos hubieran negado el permiso de hacer alguna parada... El mundo parece en carreras de frmula uno... Y al terminar el da, la
noche nos envuelve en las angustias de lo que hicimos y no hicimos. Nos abraza el afn de poner en orden nuestra vida, de tener
un tiempo para nosotros y nuestra familia, de hacer algo por este barrio, por esta ciudad, por este pas que cada vez se parece
menos al cielo que todos queremos construir, pero, de nuevo... no hay tiempo, o no hay plata, o simplemente no hay ganas.
Bien, para nosotros llega la buena noticia de la Cuaresma. La Palabra de Dios que leeremos durante este tiempo nos mostrar un
Dios que nos busca para compartirnos su presencia, sus abrazos de nimo y esperanza, y su proyecto de liberacin. Ser tambin
un tiempo de gritos y regaos por parte de los profetas. Cmo vivir entonces esta Cuaresma? Cierra los ojos y vmonos al
desierto. Tenemos 40 das para recorrer los pasos del pueblo de Israel y de Jess. Recordemos que el desierto es el lugar de los
contrastes, donde estn todas las tentaciones pero al mismo tiempo la fuerza del Espritu que apoya a quien se deja acompaar.
Aprovechemos este tiempo para evaluar las tentaciones y pecados que envuelven la vida personal y comunitaria, la vida de nuestra
comunidad y de nuestro pueblo en general. Es necesario reflexionar y hablar de nuestros problemas, ser la nica manera de
resolverlos. Despus de un buen tiempo de desierto se sale ms fuerte y maduro, con mayor conciencia de tomar en nuestras
manos el rumbo de nuestra vida y de nuestro pueblo.
Comencemos esta caminata organizando las ideas. Cuando nos dicen Cuaresma se dibujan en nuestra mente las palabras
conversin, penitencia, cambio de vida.... Pero antes que esto, lo primero que debemos pensar es en la palabra Pascua. La
Cuaresma no tiene sentido por si misma, sino como preparacin a la Pascua. Los primeros cristianos celebraban la Pascua no la
Cuaresma. Y como toda fiesta, se vio la necesidad de prepararla. Siendo la mxima fiesta cristiana no se podan ahorrar esfuerzos
en su organizacin. A finales del S. II por ejemplo, esta preparacin para la pascua era de slo dos das. Para el siglo III, en Roma,
eran tres semanas de preparacin, ayunando diariamente, excepto sbados y domingos. Slo a partir del siglo IV se hablar de
Cuaresma como tal, segn el testimonio de Eusebio, quedando el ayuno establecido los das mircoles y viernes.
La Cuaresma segn San Len es un retiro colectivo de cuarenta das, durante los cuales la Iglesia, proponiendo a sus fieles el
ejemplo de Cristo en su retiro al desierto, se prepara para la celebracin de las solemnidades pascuales con la purificacin del
corazn y una prctica perfecta de la vida cristiana. Simblicamente recuerda los cuarenta das de Moiss en el Sina, los cuarenta
aos del pueblo israelita en el desierto y los cuarenta das de Jess en el desierto.
La imposicin de la ceniza va a introducirse en la liturgia slo en el siglo X, convirtindose con el ayuno en las prcticas
fundamentales de la penitencia.
La ceniza tiene desde sus inicios el objetivo de recordar nuestra terrenalidad (Gn 2,7). No somos Dios, como pretendieron serlo
Adn y Eva al aceptar el consejo de la serpiente. Y la serpiente sigue tan suelta como el egosmo personal y social de pensar slo
en intereses particulares por encima de Dios y de los hermanos. Son cuarenta das para morir a todo aquello que nos impide
resucitar con Cristo a la vida compartida con los dems.
En la primera lectura las palabras del profeta Joel son una invitacin a todo pueblo. Nadie est excluido. La invitacin tiene un
objetivo claro: volver a Dios. Por qu? Porque Dios es perdn y misericordia. Dios ratifica la Alianza. Cmo? A travs de una
penitencia real y no superficial, de un ayuno de corazn y no por la ocasin.
Pablo tiene como punto central la reconciliacin: dejar que Cristo nos reconcilie con Dios. De acuerdo al cambio de vida se da
nuestra reconciliacin con Dios. Por esto, los ayunos, abstinencias, promesas, etc., tienen sentido si ayudan a cambiar de vida, a
renovar la alianza de amor con Dios, a impulsar la reconciliacin con Dios como fruto de una vida nueva reconciliada con los
hermanos. De lo contrario es puro teatro. El otro aspecto importante de la reconciliacin es asumirlo como un regalo gratuito que se
adquiere a travs de Cristo. Y la reconciliacin como regalo de Dios que nos convierte en sujetos del cambio, no es para enterrarla
esperando mejores tiempos, sino para multiplicarla ya!, en el ahora que es siempre un tiempo favorable (kairs).
El texto del evangelio forma parte del conocido discurso de la montaa. Hace alusin a tres prcticas fundamentales de la
religiosidad juda: la limosna, la oracin y el ayuno. Para Jess son prcticas importantes, siempre y cuando se hagan desde el
corazn (primera lectura) y cambien nuestra vida (segunda lectura); de lo contrario son intiles. La palabra griega hypokrits,
designaba al actor de teatro que tena tantas caras como personajes. Aprovechemos la Cuaresma para quitarnos las mscaras. La
espiritualidad cristiana exige coherencia; tiene su fundamento en la interioridad o en la conciencia que permite hacer las cosas con
mstica y por conviccin. Esta es la novedad de Jess con respecto a la prctica tradicional juda.
Con qu sentimientos podramos comenzar la Cuaresma? Lo primero, interiorizar que nos preparamos para la Pascua, es decir
para la vida. En cada da de la Cuaresma tenemos que morir a algo, para que alcancemos una vida en plenitud.
En segundo lugar, la vida se hace autnticamente cristiana cuando el cambio de vida es fruto de la toma de conciencia de lo que
somos y debemos hacer, y no el catlogo de buenas intenciones que repetimos sin cumplir cada ao. Aprovechemos para quitarnos
las mscaras que nos hacen hipcritas; as dejaremos de actuar y comenzaremos a vivir como verdaderos cristianos
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En tercer lugar, la reconciliacin, que es el sacramento de la hermandad, no puede dejarse para ms tarde, porque ste el es el
tiempo y la hora de comenzar.
En cuarto lugar la Cuaresma es un tiempo para recordar que por nuestra naturaleza humana estamos expuestos al egosmo que se
hace injusticia, corrupcin y muerte, pero al mismo tiempo, que contamos con la misericordia de Dios, nuestro mejor aliado si
queremos salir vencedores en la lucha por la vida, la justicia y la paz.
Diario Bblico. Cicla (Confederacin Internacional Claretiana de Latinoamrica)
36-41
36.
Entrada: Te compadeces de todos, Seor, y no odias nada de lo que has hecho; cierras los ojos a los pecados de los hombres, para
que se arrepientan. Y los perdonas, porque T eres nuestro Dios y Seor (Sap 11,24-25,27).
Colecta (del Misal anterior, y antes del Veronense, Gelasiano y Gregoriano): Seor, fortalcenos con tu auxilio al empezar la
Cuaresma, para que nos mantengamos en espritu de conversin; que la austeridad penitencial de estos das nos ayude en el
combate cristiano contra las fuerzas del mal.
Comunin: El que medita la Ley del Seor da fruto en su sazn (Sal 1,2-3).
Postcomunin: Seor, estos sacramentos que hemos recibido hagan nuestros ayunos agradables a tus ojos y obren como remedio
saludable de todos nuestros males.
Joel 2,12-18: Rasgad los corazones, no las vestiduras. Es ste un llamamiento del profeta Joel al pueblo de Dios para una
celebracin comunitaria de la penitencia. La respuesta de Dios a este ayuno la presenta el profeta como una vuelta a la era
paradisaca. La penitencia, el ayuno y los ritos de purificacin harn que el pueblo, en el da del juicio, entre en la era definitiva de
la felicidad.
A las condiciones de un ayuno agradable a Dios, que sea a un tiempo comunitario e interior, le aade el profeta su dimensin
escatolgica. Por l se llegar a la futura felicidad y a la vida eterna con Dios.
Para que Dios perdone es menester que exista el reconocimiento de la culpa y el consiguiente arrepentimiento. Hacemos nuestra
esa actitud espiritual con el Salmo 50: Misericordia, Dios mo, hemos pecado. Misericordia, Dios mo, por tu bondad, por tu
inmensa compasin borra mi culpa. Lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente
mi pecado.
Contra ti, contra ti solo pequ. Oh Dios, crea en m un corazn puro, renuvame por dentro con espritu firme; no me arrojes lejos
de tu rostro, no me quites tu santo espritu. Devulveme la alegra de tu salvacin, afinzame con espritu generoso. Seor, me
abrirs los labios y mi boca proclamar tu alabanza.
2 Corintios 5,206,2: Dejaos reconciliar con Dios. Ahora es tiempo de gracia. Cristo es ante todo el Reconciliador, el Prncipe de
la paz. Los Apstoles y los ministros sagrados continan su obra en el sacramento de la penitencia. Comenta San Agustn:
No tendra validez la exhortacin a la reconciliacin, si no furamos enemigos. As pues, todo el mundo era enemigo del Salvador y
amigo del que lo tena cautivo; con otras palabras, era enemigo de Dios y amigo del diablo. Tambin el gnero humano en su
totalidad estaba encorvado hasta tocar la tierra.
Comprendiendo ya quines son esos enemigos, el salmista levanta su voz contra ellos, y dice a Dios: han encorvado mi alma
(Sal 56,7). El diablo y sus ngeles han encorvado las almas de los hombres hasta la tierra, es decir, hasta el punto que, inclinados a
todo lo temporal y terreno, no buscan ya las cosas celestiales. Esto es, en efecto, lo que dice el Seor de esa mujer a la que
Satans tena atada desde haca dieciocho aos, y a la que convena ya librar de esa cadena, y en sbado precisamente. Quines
miraban con malos ojos a la que se ergua, sino los encorvados? Encorvados porque, no entendiendo los preceptos mismos de Dios,
los miraban con corazn terrenal (Sermn 162,B).
73
La cruz de ceniza, que hoy nos impone la Iglesia, es la seal de que estamos dispuestos a emprender una vida de penitencia:
Convertos y creed al Evangelio (Mc 1,15). Acurdate de que eres polvo y al polvo volvers (Gn 3,19). Es la misma llamada
que ya escuchamos al profeta Joel: Convertos a m de todo corazn con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad vuestros corazones,
no las vestiduras: convertos al Seor Dios vuestro.
Mateo 6,1-6.16-18: Tu Padre, que ve lo escondido, te recompensar. Comenta San Agustn:
Ciertos hombres hacen el bien y temen ser vistos, y ponen todo su afn en encubrir sus buenas obras. Buscan la ocasin en que
nadie los vea. Entonces dan algo en limosna con el temor de chocar con aquel precepto: guardaos de realizar vuestra justicia para
ser vistos por ellos (Mt 6,1). Pero el Seor no mand que se ocultasen las obras buenas, sino que prohibi que se pensase solo en
la alabanza humana al hacerlas para ser vistos por los hombres; que fuera se el fruto que buscaran nicamente, sin desear
ningn otro bien superior y celestial.
Si lo hicieran solo para ser alabados, caeran bajo la prohibicin del Seor. Guardaos, pues, de buscar ese fruto: el ser vistos por
los hombres. Y, sin embargo, manda: vean vuestras buenas obras (Mt 5,16). Una cosa es buscar en la buena accin tu propia
alabanza, y otra buscar en el bien obrar la alabanza de Dios. Cuando buscas tu alabanza, te has quedado en la alabanza de los
hombres; cuando buscas la alabanza de Dios, has adquirido la gloria eterna. Obremos as para no ser vistos por los hombres, es
decir, obremos de tal manera que no busquemos la recompensa de la mirada humana. Al contrario, obremos de tal manera que
quienes nos vean y nos imiten glorifiquen a Dios. Y caigamos en la cuenta de que si l no nos hubiera hecho as, nada seramos
(Sermn 338,3-4).
Fuente: Fundacin GRATIS DATE
Autor: P. Manuel Garrido Bonao, O.S.B.
37.
Nexo entre las lecturas
"En nombre de Cristo os suplicamos que os dejis reconciliar con Dios", nos exhorta san Pablo en la segunda lectura (2Cor 5, 20).
Reconciliacin es palabra clave en la liturgia del mircoles de ceniza. Reconciliacin significa cambio "desde otro", por ello, implica
la conversin a Dios y desde Dios, a la que llama el profeta Joel en la primera lectura: "Volved al Seor, vuestro Dios". Jess en el
evangelio interioriza las prcticas religiosas y penitenciales del judasmo: la limosna ha de ser oculta; el ayuno, gozoso; y la oracin,
humilde. "Y el Padre que ve en lo escondido, te recompensar".
Mensaje doctrinal
La prioridad del corazn. Con el trmino corazn se quiere decir la interioridad, no en oposicin, sino como venero de toda accin
exterior de reconciliacin y penitencia. Por ello, no hablamos de exclusividad, sino de prioridad. Con una expresin muy lograda, el
profeta Joel aboga por esa prioridad: "Rasgad vuestro corazn, no vuestras vestiduras" (primera lectura). Es evidente que el profeta
no entiende la expresin en modo excluyente, ya que en el versculo 15 contina: "Promulgad un ayuno, purificad la comunidad,
entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes", acciones todas ellas exteriores. El texto evanglico pone ante nuestros ojos a Jess
llevando al grado mximo de interioridad las tres prcticas tpicas de la religin juda - y podemos decir que de toda religin,
incluida la cristiana:
1) La limosna, que hoy podramos traducir con caridad, solidaridad, asistencia social, voluntariado, es decir, todas las formas
posibles de ayuda al necesitado. Jess nos ensea el estilo propio de hacer caridad: en secreto, sin ostentacin alguna, buscando
nicamente complacer a Dios y llevar a cabo en el mundo su santsima voluntad.
2) La oracin, es decir, todo el conjunto de actividades espirituales que ligan al hombre con Dios. Desde la santa Misa a la oracin
privada, desde la meditacin a la oracin litrgica, desde el sacramento de la penitencia a las diversas formas de religiosidad
popular. Para el cristiano lo que cuenta es que, cualquiera que sea la actividad espiritual, sea un verdadero encuentro con Dios
Padre en la intimidad del corazn.
3) El ayuno, o sea, todo aquello que implique renuncia de uno mismo, desprendimiento de s para ganar en disponibilidad para con
Dios y para con el prjimo. Pueden ser los sacrificios voluntarios, las pequeas molestias de la vida de cada da, el asumir con
decisin y coraje las pruebas de la vida, la lucha constante y valiente contra las tentaciones... Aqu lo importante es el gozo
espiritual con que se afrontan todas estas situaciones, un gozo que repercute en la actitud y en el comportamiento para con Dios y
para con los hombres.
Ministros de reconciliacin. "Somos embajadores de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por medio de nosotros", nos dice
san Pablo en la segunda lectura, y aade: "Ya que somos sus colaboradores, os exhortamos a que no recibis en vano la gracia de
Dios". San Pablo nos muestra la dimensin eclesial de la reconciliacin. Es Dios quien pone en el corazn del hombre el don de la
reconciliacin (dejaos reconciliar por Dios), y es el hombre el que lo acoge (o lo rechaza), pero la Iglesia es el instrumento elegido
por el mismo Dios para que nos est recordando por medio de sus ministros este don extraordinario, y es al mismo tiempo la
mediadora querida por Dios de toda reconciliacin. Por eso, para la Iglesia es una exigencia de su fidelidad a Dios tanto el predicar
en todas partes y de todos los modos posibles la reconciliacin con Dios y entre los hombres, cuanto administrar eficazmente esa
reconciliacin por medio del sacramento de la penitencia y del perdn. La liturgia de hoy es una advertencia ntida a los obispos y
sacerdotes para que siempre estemos preparados para promover la reconciliacin, y disponibles para reconciliar al hombre con Dios
74
75
5 Cuando recis, no seis como los hipcritas, que prefieren rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que
los vea todo el mundo. Os aseguro que ya recibieron su recompensa.
6 T, cuando reces, entra en tu habitacin, cierra la puerta y reza a tu Padre, que est presente en lo secreto; y tu Padre, que ve en
lo
secreto, te recompensar.
16 Cuando ayunis, no estis tristes como los hipcritas, que desfiguran su rostro para hacer ver a la gente que ayunan. Os
aseguro que ya recibieron su recompensa.
17 T, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lvate la cara, 18 para que los hombres no se den cuenta de que ayunas, sino tu Padre,
que est en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensar.
Reflexin para este da
Convertos a mi de todo corazn. Rasgad los corazones no las vestiduras: convertos al Seor porque es compasivo y
misericordioso.
En Cuaresma, La Iglesia, guiada por la Palabra de Dios, nos propone un programa de vida claro y exigente. El ncleo de este
programa es la conversin y la fe. La Iglesia nos invita a la conversin, a volvernos a Dios y a escucharle para que sepamos y
podamos ser testigos de su verdad y de su amor. Una conversin que nace en el corazn, en la verdad de lo que somos, sentimos y
hacemos. Una conversin como fruto de la misericordia de Dios, que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y
viva. Es la Buena Noticia que nos ha trado Jesucristo!.
Al imponer la ceniza sobre la cabeza de los cristianos, se nos est invitando a una verdadera conversin y a la fe en el Evangelio.
Convertos y creed en el Evangelio. El Seor no se conforma con las apariencias. Quiere una conversin real y sincera: La que se
origina en lo ms profundo del corazn. Eso es lo que da sentido y valor a los signos penitenciales externos. Se nos invita a ese
cambio de mentalidad, como respuesta de fe autntica. Jess en persona nos lo dice: Cuidad de practicar vuestra justicia delante
de los hombres para ser vistos por ellos. Es la rplica de Jess a tanta hipocresa y a tanta apariencia reinante en nuestra sociedad.
Jess quiere y espera que seamos verdaderos discpulos suyos, no que slo lo parezcamos. Desea que nos abramos a su mensaje y
transmitamos vida, verdad, justicia, paz...: Amor. En eso conocern todos que sois de los mos, dice el Maestro.
San Pablo, desde su propia experiencia de conversin y de fe en Jess, nos invita a reconciliarnos con la verdad del mensaje de
Jess, Evangelio de Dios: Os lo pedimos por Cristo, dejaos reconciliar con Dios.
Mircoles de Ceniza. Cuaresma de 2004. Que no sea una rutina, una costumbre vaca!. Intentemos que sea una apertura a la
verdad y a la vida que brotan del Evangelio. Y, fieles a Cristo, tomemos una decisin: Sembrar sus frutos en nuestro entorno
familiar y social.
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frutos de nuestro entrenamiento hay que ponerlos en prctica, no delante de los hombres para que nos aplaudan o se admiren de
nuestra musculatura interior, sino que el nico que ha de saber de nuestros esfuerzos es el mismo Dios.
Todo es cuestin de amor. Vamos a recorrer juntos cuarenta das en donde iremos descubriendo lo ms entraable del misterio
cristiano: un Dios hecho carne que va a entregarse, da a da, por cada uno de nosotros. Aquello que ms nos duele, lo que a veces
nos resulta insoportable, el dolor que parece nunca se va de nosotros, la traicin que hemos podido sufrir, o la incomprensin que
nos agobia en el corazn todo eso!, y mucho ms, es lo que vamos a contemplar en la vida, en las palabras y, sobre todo, en el
rostro amabilsimo de un Jess que sale a tu encuentro y te dice: nimo!, yo he vencido al mundo.
sta es la esperanza de la que nos alimentamos todos los das, y que nos hace recuperarnos de las cenizas de nuestra vida, lo nico
trascendente y que tiene valor: el amor que Dios ha depositado en ti y en m, y que hace que lo carnal entonces s tenga sentido,
porque es la misma carne que llev Jess, y an le acompaa por toda la eternidad.
40.
LECTURAS: JL 2, 12-18; SAL 50; 2COR 5, 20-6, 2; MT 6, 1-6. 16-18
Jl. 2, 12-18. Tal vez la enfermedad o las desgracias que pudieran pasarnos a nivel personal, familiar o social, nos hagan volver la
mirada hacia el Seor para pedirle que se nos manifieste como Padre amoroso, misericordioso y rico en ternura para con nosotros.
Dios siempre velar de nosotros y nos conceder an aquello que no le hemos pedido, y que sabe que nos aprovechar para
nuestra salvacin. Pero si hemos vuelto la mirada hacia el Seor no es slo para encontrarnos ritualmente con l, sino porque
realmente lo buscamos con el corazn arrepentido y con el deseo de vivir en adelante como sus hijos, fieles al amor que le hemos
de profesar. Por eso no debemos enlutar nuestros vestidos, sino nuestro corazn, volviendo al Seor nuestro Dios compasivo,
misericordioso, lento a la clera, rico en clemencia y que se conmueve ante la desgracia de sus hijos. Por eso no slo pidamos
perdn con los labios, sino que aprovechemos este tiempo especial de gracia para reiniciar nuestro caminar fiel en la Alianza nueva
y eterna entre Dios y nosotros, donde el Seor ser nuestro Padre y nosotros sus hijos por nuestra comunin de vida y de fe con
Jess, su Hijo amado en quien se complace.
Sal. 50. Reconocemos que hemos pecado y que somos dignos de ser juzgados y condenados por nuestras infidelidades a la Alianza
pactada con Dios desde el da de nuestro bautismo. Por eso, como el publicano, al fondo del templo, arrodillados y con la frente
puesta en el polvo, no nos atrevemos a levantar la mirada hacia el cielo. Slo decimos golpendonos el pecho: Padre, perdname
porque he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo, trtame como a uno de tus jornaleros. Entonces
Dios se llenar de celo por su pueblo y se levantar lleno de amor por nosotros, y lleno de ira en contra de nuestro enemigo para
vencerlo, liberarnos y hacernos sus hijos, sentados en la alegra de su mesa eternamente. Quienes estamos iniciando nuestro
camino hacia la Pascua de Cristo, caminamos hacia nuestra propia pascua. La Victoria de Cristo ser nuestra victoria; y la Gloria de
Cristo ser nuestra gloria. Que esta esperanza mantenga alerta nuestra fe y despierto nuestro amor para que no dejemos de
caminar a impulsos del Espritu Santo hasta lograr nuestra plena realizacin en Cristo.
2Cor. 5, 20-6, 2. Ahora es el tiempo favorable, ahora es el da de la salvacin. Hoy Dios vuelve su mirada compasiva, misericordiosa
y amorosa hacia nosotros, que muchas veces hemos vagado lejos de l como ovejas sin pastor. Nuestro Dios y Padre ha salido a
nuestro encuentro por medio de su Hijo, el Pastor de las ovejas; y no ha descansado hasta encontrarnos y manifestarnos que, a
pesar de nuestros grandes pecados y miserias, l jams ha dejado de amarnos; por eso carg sobre s nuestros pecados y, clavado
en la cruz, destruy el documento que nos condenaba ante el Padre Dios. Ahora somos hijos de Dios, y a nosotros corresponde vivir
como criaturas nuevas en Cristo; ms an, tenemos la misin de trabajar constantemente para que la salvacin, el perdn, la
misericordia y el amor de Dios lleguen a todos los pueblos. La Iglesia naci para reconciliar a la humanidad con Dios, pues su Seor
quiso convertirla en un Sacramento de reconciliacin, con el mismo poder salvador que l tiene como Hijo Encarnado. Volvamos al
Seor, rico en misericordia y convirtmonos en camino de reconciliacin para toda la humanidad, hasta que todos logremos nuestra
plena unin fraterna como hijos de Dios.
Mt. 6, 1-6. 16-18. Se busca el aplauso y el reconocimiento de aquello bueno que uno realiza. Se pide que se reconozca
pblicamente que uno ayud a los dems; se publica con espectacularidad lo que uno aporta a favor de instituciones de
beneficencia. Quiere uno ser reconocido como benefactor de la humanidad; as queda satisfecha la propia vanidad. Se inventan
programas para dar a conocer que una persona es piadosa y digna de estar ya en los altares, pues hay que asegurarse de que a la
Iglesia no se le vaya a olvidar que uno ha sido piadoso y que ha recibido grandes dones de parte de Dios, no sea que quede uno en
el olvido y no llegue a ser venerado como santo. Hay que publicar los grandes sacrificios que uno ha realizado para que los dems
vivan con dignidad, no sea que otros se apropien lo que a uno le cost grandes esfuerzos, sudores y desvelos. Hay que hacer las
cosas delante de los hombres para ser visto y aplaudido. En eso quedar toda la recompensa; finalmente para nada contar todo
eso en la presencia del Seor, pues no buscamos su gloria, sino la nuestra. Esta cuaresma es el tiempo propicio para centrar toda
nuestra vida en Dios. En el silencio de nuestro trabajo, donde pasamos desapercibidos para los dems, donde todo lo reportamos a
la gloria de Dios no podemos vivir amargados porque los dems ni siquiera tengan una palabra de agradecimiento ante todo lo que
realicemos a favor de ellos, sino que hemos de vivir alegres porque no agradamos a los hombres sino a Dios y su amor y su gloria,
no slo en la eternidad, sino ya desde ahora, sern nuestros, pues por encima de todo slo Dios ser amado con todo nuestro ser;
en l y por l se realizar toda nuestra vida. A l todo honor y toda gloria ahora y siempre.
En esta celebracin Eucarstica, Memorial de la Pascua de Cristo, el Seor nos ha convocado para reconciliarnos con nuestro Dios y
Padre. No podemos acudir a esta celebracin como al cumplimiento de un rito anual en el que se nos recuerda que somos polvo y al
polvo hemos de volver, y en el que se nos invita a convertirnos y a creer en el Evangelio. La Voz del Seor debe resonar sobre
nosotros para convertirnos en criaturas nuevas, capaces de amar sin egosmos, pues nuestra reconciliacin con Dios nos ha de
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volver a hacer justos y santos como l. En este momento de gracia abramos nuestro corazn para que el Seor vuelva a hacer en l
su morada y para que su Espritu nos transforme da a da en una imagen cada vez ms perfecta del Hijo de Dios que, a travs de
los diversos miembros de la Iglesia contina salvando a todos conforme a los carismas, ministerios y actividades que hemos de
desarrollar conforme a la gracia recibida, no para que la echemos en saco roto, sino para que la pongamos al servicio de los dems.
Que esta Eucarista vuelva a impulsar nuestra vida para que vivamos nuestra fe con toda lealtad, sin hipocresas, sin alardes de
grandeza que nos llevaran a buscar nuestra gloria y no la gloria de Dios. Aprendamos a caminar como Aquel que, despojndose de
su dignidad de Hijo nos la entreg para enriquecernos con su pobreza, y nos hizo partcipes de la herencia que como a Hijo le
corresponde. Que ese mismo sea nuestro camino, para que no nosotros, sino slo l sea glorificado ahora y siempre a travs del
testimonio de nuestra fe ya sea por nuestra vida, ya sea por nuestra muerte, pues tanto en vida como en muerte procuraremos ser
del Seor.
Tiempo de conversin; tiempo de volver a Dios y de volver a nuestro prjimo. No podemos continuar viviendo de un modo egosta
buscando nuestros propios intereses. La Iglesia se debe a los dems. Naci del costado abierto del Salvador no slo como un signo
romntico de cuando Dios form a la mujer del costado abierto de Adn del que sac una costilla. La Iglesia nace como fruto del
Sacrificio de la Sangre derramada del Cordero Inmaculado. Es la prueba ms grande del amor de Dios a la humanidad. No puede
slo sentirse honrada por ser "Carne de la Carne y Hueso de los Huesos del mismo Dios" (es decir: elevada a la misma dignidad del
Hijo de Dios por la participacin de la Vida y del Espritu que Dios ha derramado en ella) La Iglesia debe ser un signo autntico del
Dios Santo, Amor y Misericordia en el devenir de la historia. No podemos buscar nuestra gloria; no podemos mercar con nuestra fe;
no podemos ser santos de pacotilla, de apariencia, de simple espejismo. El Seor, que conoce lo ms profundo de las intenciones
de nuestros corazones, nos pide autenticidad en nuestra relacin con l y en el servicio de amor fraterno hacia nuestro prjimo. No
echemos en saco roto todo lo bueno que Dios nos permita hacer. Que no sea nuestro egosmo lo que gue nuestros actos, sino slo
el hacer el bien a los dems buscando en todo la gloria de Dios, sabiendo que al hacer el bien a los dems es al mismo Cristo a
quien se lo hacemos.
Que Dios nos conceda, por intercesin de la Santsima Virgen Mara, nuestra Madre, la gracia de saber aprovechar este tiempo de
gracia del Seor para encaminar nuestra vida hacia la posesin de los bienes definitivos realizando toda nuestra vida con la nica
preocupacin de que slo Dios sea conocido y glorificado, mientras nosotros desaparezcamos como siervos intiles, que slo han
hecho aquello que se les confi hacer. Amn.
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3.1 A la vista de estos llamados de la gracia en la voz de Nuestro Seor y de sus profetas entendemos la expresin apremiante de
San Pablo en la segunda lectura de hoy: " En nombre de Cristo les suplicamos que se dejen reconciliar con Dios! ".
3.2 Esta poca, esta cuaresma, es "un tiempo favorable". Lo mejor que poda sucedernos quiere sucedernos. Dios quiere llegar a
nuestra vida y reconstruirla. Dios sabe quines somos; conoce lo escondido, y as como somos nos acepta; aunque no para dejarnos
cuales somos sino para hacernos cada vez ms imagen y semejanza suya. Este es el tono sereno y profundo de gozo que se
esconde detrs de la penitencia que hoy empezamos.
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