Ex Posición
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Ex Posición
JEREMY ADELMAN
CUANDO EL Criollo venezolano FRANCISCO DE MIRANDA llev una
fuerza expedicionaria a las orillas de su tierra natal para liberarse de la domi
nacin espaola en el verano de 1806, trajo consigo una nueva arma para hacer
revoluciones: una imprenta. El orador espera que su banda de blancos, negros y m
ulatos
patriotas comenzara una revuelta para liberar a un continente con una alianza de
espadas y las ideas. Despus de callejeo durante diez das, Miranda se enter de que l
as tropas reales (tambin blancos,
negros y mulatos) marchaban desde Caracas. l se retir antes de las dos
fuerzas multirraciales podra chocar. Considerar Miranda las razones de retiro: la
nacin
busc para liberar de sus cadenas no era, en su opinin, una nacin en absoluto. Mient
ras que
los venezolanos anhelan "Libertad Civil", no saban cmo captar y
protegerlo. Necesitaban una liberacin que tutor en los caminos de la libertad
y la fraternidad, para crear una nacin de virtuosos ciudadanos de una colonia de
temas.
Por esta razn Miranda tratadas con la imprenta, un porttil de la fbrica de palabras
sobre la libertad y la soberana, como parte del arsenal de cambio: quera crear
opinin pblica donde no haba ninguna. Pero ante la perspectiva de un
enfrentamiento violento y un flagelo de "la oposicin y las divisiones internas",
de una guerra librada principalmente
con espadas, prefiri tirar y bide su tiempo.
Miranda -el dilema de si debe o no avanzar sabiendo cmo
revoluciones trabaj en la configuracin imperial cuando sus protagonistas no presum
ir
que su causa era evidentemente enlazado a Triumph-evoca preguntas acerca de la
poltica incrustados de lo que podramos llamar ahora, con wince, el "cambio de rgime
n".
Como los imperios dio paso al sucesor de sistemas en sus colonias, esos regmenes
comenz a llamarse unidas a fin de no provocar crisis imperial, sino como el resul
tado
de tales crisis. El estudio de la crisis imperial y el estudio de los orgenes del
nacionalismo en las sociedades coloniales deben informarse mutuamente ms que ello
s.
Traer a estos dos campos separados de la beca juntos, y cuestionando la
tcita y no-tan-creencias tcito sobre el cual descansan, puede ayudarnos a replante
ar los
complejos pasajes de los imperios a los Estados sucesores, libre de algunos de l
os
teleologies de disminucin y el triunfo. En primer lugar, presunciones sobre la in
evitabilidad de la
decadencia imperial en la "era de revoluciones" han arrojado las tensiones y tra
stornos
de la poca como un signo de la esclerosis y desaparicin de sistemas transatlntico,
cuando
puedan ser mejor pensado como respuestas a adaptaciones imperial. Era
poco lo que era inevitable sobre desaparicin imperial. Segundo, revoluciones fuer
on
imperial en la naturaleza; es decir, que fueron parte del imperio-wide transform
aciones
en que arrojen nuevas prcticas sociales en la definicin de la vida interna de la
poltica soberana, como esfuerzos para poner a los imperios, y sus piezas, desde u
na perspectiva diferente con el fin de enfrentarse a las presiones externas. Las
revoluciones no comienzan como episodios secesionistas;
"unidas" surgi como productos de tensiones wro ught mediante esfuerzos para redef
inir el
marco institucional de la soberana imperial.
Estos argumentos sugieren un enfoque diferente para el desplazamiento axial de l
os
imperios del Atlntico a los estados-nacin. Plantean la posibilidad de alteracin de
secuelas histricas,
la posibilidad de inversiones y backslidings, histrico comienza que iban a ningun
a parte
y otros que nunca capturado a pesar de los esfuerzos por imponer los convenios n
acionales
y estructuras sobre ellos. Si el estado-nacin no se considera la contabilizacin au
tomticacursor al imperio, a la variedad de rutas, incluyendo una serie de "podra --beens
",
necesita ser restaurado a la narrativa sobre la edad de las revoluciones. De hec
ho, para
muchos rincones del mundo atlntico, lo que surgi de las revoluciones imperial no e
ra la anttesis al imperio, pero la revitalizacin de la nocin del propio imperio;
a muchos contemporneos, la nacin no definen necesariamente a s mismo en oposicin
al imperio. Haba un sentido de la poltica imperial de revoluciones, su "cadena de
desequilibrios", lo que era ms importante que la unidad nacionalista cohering
para poner fin al imperio. En la era de las revoluciones imperial, eventos y sus
significados no eran tan fcilmente comprimido en una nocin del tiempo histrico que
cedi a la aparicin, si no el triunfo, de naciones.
La suerte de los imperios Y DE LAS DECISIONES DE LAS NACIONES en la era de
las revoluciones fueron centrales en el campo de la "historia" del Atlntico desde
el comienzo mismo de
su propia formacin como un campo de bsqueda de becas para trascender idiographic
enlazado nacionalmente, narrativas acerca del surgimiento de "Occidente". Cuando
R. R. Palmer
compuso su clsico de dos volmenes de la era de la Revolucin Democrtica sobre los
cuarenta aos de epic que culminaron en la derrota de Napolen, sostuvo que estos tr
astornos
eran esencialmente democrtico, que l defini como significando "un nuevo sentimiento
o
tipo de igualdad, o al menos una molestia con viejas formas de estratificacin soc
ial
y categora oficial." La transformacin fue lo suficientemente amplias para Palmer a
la gama
desde Polonia a Pernambuco al procesar estos cambios En el singular, como una
transformacin en la composicin del mundo atlntico impulsado por una abarcadora
lgica. Aqu fue un "movimiento" contra la posesin del gobierno por
camarillas cerradas de hombres privilegiados, un levantamiento de Oceanic demcrat
as contra aristcratas.
Palmer intentaron trascender arraigada, exceptionalist, narrativas nacionales; p
or
una buena razn, l es visto como uno de los fundadores de la historia del Atlntico.
Ahora que la
guerra fra ha terminado, Palmer ha sido recuperado para un post-nacionalista, pos
tsocialist
gire en la historia de la delincuencia, el Atlntico, global o mundial en escala,
en consonancia
con el temperamento de los tiempos, que considera que la difusin de la democracia
liberal como el proceso de marea dominante.
Sin embargo Palmer's esfuerzos para trazar una narrativa que escaparon del sujet
o agarre de
destinos nacionales, para evocar la edad de revoluciones como algo ms que la expr
esin
de la visin nica de "fundadores" o philosophes incuestionable, se basaban en
suposiciones acerca de la nacin: que era la secuela al imperio una vez la fuerza
de la
democracia apareci en el escenario. La nacin fue el evolucionado, la nica forma en
que la democracia podra darse cuenta de s mismo, porque unidas fueron los peerless
unidades limitadas en que co-miembros podra reconocer la igualdad de derechos de
los
expansin hacia fuera de los estados europeos. Los imperios haba crisis, pero no po
rque no podan adaptarse; no fue tanto la negativa a cambiar como el cambio mismo
que cedi a las
tensiones del imperio. A mediados del siglo XVIII, los gobernantes y ministros
estaban discutiendo sobre cmo adaptar su forma y emprender cada vez ms ambiciosos
planes para modificar las instituciones, pblicas y privadas, que celebraron su
emporia juntos. Los esfuerzos realizados por el Parlamento para reformar la situ
acin de monopolio de
empresas comerciales y la transformacin de los instrumentos fiscales del imperio
para conectar a las
"piezas" ms directamente en el servicio de la "totalidad" son bien conocidos por
los lectores de Anglo - Americana; en cierta medida, lo mismo es cierto de los m
inistros y consejeros
de Pars el ancien r'egime quien acu el trmino "mercantilismo" como una etiqueta para
las polticas de la soberana imperial. No fue por pura coincidencia que Madrid y Li
sboa hizo lo mismo. Calificado como el Bourbon (para Espaa) o
Pombaline (Portugal) reformas, tenan mltiples medios para perseguir un
objetivo amplio: para reconstituir los imperios para que los alquileres privados
y los ingresos pblicos fluy en forma ms eficaz para apoyar y defender los contorno
s territoriales de
Estados imperiales. No todas las directivas encajado de forma. Algunos eran ms ef
icaces que otros. Y algunos
fueron stopgaps disfrazados como brainchildren de una visin amplia. Pero el compr
omiso en favor de la reforma no puede ser negado. Como Josep M. Fradera y John H
. Elliott
han argumentado, los ejemplos de reforma en Iberia fueron emulados y b los britni
cos despus de
la debacle de 1770, precisamente porque haba sido requerido para la reforma con e
l
fin de ponerse al da.
La reforma recombinado aspectos importantes de imperios y les dio la
resistencia suficiente para sugerir que las predicciones de su inevitable cada, y
ciertamente su ajuste imposible, eran por lo menos prematuro. Para los beros, lo
s
cambios son ms dramtica porque las viejas formas estaban ms profundamente arraigado
s, pero los
contrastes son ms de grado que de tipo. Maderaje convoyes fueron suspendidos en f
avor de los sistemas de concesin de licencias para los buques mercantes. Hbitos vi
rreinal cedi espacio a una
multitud de nuevos distritos judiciales y oficiales, adems del pluralizing capas
espaciales
de la autoridad pblica. Apenas patrullaron las fronteras se militariz y fortificac
iones construidas, y las milicias fueron entrenados, compuesto de plebeyo
poblaciones coloniales, a menudo gratis negros y mulatos. Entretanto, la APIC fy
revoltosa
zonas grises, "tratados" fueron firmados con el indio borderlanders, incluso por
las potencias
como Espaa que estaban acostumbrados a esta convencin legal. De hecho, toda la
nuevas prcticas de comercio, regalar y tratar fueron concebidas sin
suprimir totalmente las formas anteriores de "reduccin de indios" -para crear red
es de aliados
en las tierras fronterizas de imperios, especialmente cuando esos imperios rival
es adosado. La
motivacin para el cambio fue defensiva, por supuesto-una reaccin y respuesta a las
presiones compuesto de rivalidad con otros imperios y uno con el otro. Cada
imperio a delimitar y defender el alcance territorial de su dominio, y dentro de
cada uno para promover el comercio, ms inversin en la minera, la liquidacin de
las fronteras, y el aumento en el trfico de eslavos africanos es para crear un su
strato de
obreros sobre cuyos hombros el destino de imperios descansara.
La reconstitucin de los regmenes provoc un riptide de oposicin, menos a los principi
os y las prcticas de la nueva soberana imperial, tanto dentro de la
metropoles y, ms ominosamente en las colonias. Desde la dcada de 1760, los colonos
britnicos
y sus patronos bridled comercial en Gran Bretaa en el aluvin de demandas comercial
es y fiscales. Pero estos apenas eran nicos. Pombal encontr resistencia en
Lisboa, que dieron feroz cuando su patrn, el Rey Jos'e I, muri en 1777, dejando
el Ministro expuso a los muchos detractores. En Madrid, pan revueltas puso fin a
los experimentos en el libre comercio del grano. En las Amricas, incluso hubo ms
disturbios. El Tu'pac Amaru revuelta en la Central de Ande s, levantamientos Com
unero
ms al norte, la actividad sediciosa en la Nueva Espaa, y el abortado Tiradentes mo
vimiento en Brasil, todo un ejemplo de las diversas formas en que los pueblos co
loniales
vieron las reformas como efectivo suficiente para perturbar y tcito de notso tcito
s pactos coloniales entre gobernantes y perifricos entre ellos y agentes subalter
nos.
La soberana imperial no era tan limitadas estrictamente que otras carreteras para
los
mismos fines, no podra concebirse o tropec con. En muchos aspectos, el
estancamiento en la lucha fiscal ha ocultado las maneras en que los imperios ali
mentado por
otros medios para aprovechar sus posesiones para alimentar sus rivalidades. Como
el
siglo xviii desplegada, los franceses, los britnicos y los imperios ibricos urdido
medidas para
combinar el trabajo ms a fondo con los recursos naturales. Inter-colonial, infraimperial, e incluso inter-imperial el comercio floreci como pueblos indgenas fuero
n
reclutados en el mercado de mercancas y de trabajadores. Desde el proyecto de and
inos en
obrajes textiles para la captacin de Choctaws en un ciclo de consumo y deuda,
ampli la territorialidad tuvo su reverso en el profundo e xploitation de
pueblos nativos. Pero donde las reformas para construir nuevos pilares econmicos
del imperio eran ms evidentes en el aprovechamiento de suministro de mano de obra
africana con la
demanda estadounidense, con merchant de capital cada vez ms basada en el Nuevo Mu
ndo desde
Baltimore a los puertos de Buenos Aires, sirviendo como fuente de crdito para est
e envalentonado
integracin intercontinental. A lo largo de la "edad de revoluciones", y a pesar d
el
miedo de la secesin de las trece colonias, el trfico de cautivos africanos aumenta
ron,
y no caer. De hecho, despus de la insurreccin pinchos repartidos por
santodomingue y a pesar de la intensificacin de la campaa abolicionista en Europa.
Algo de esto fue estimulado por la boyante salida de minera de plata en la Nueva
moderna mundo atlntico juntos. Qu ha sucedido? Una respuesta comn ha sido el nacimie
nto de la conciencia nacional dentro de las colonias. Tan inevitablist
cuentas de decadencia imperial subestimar la elasticidad (y Perforce los legados
) del imperio, el tratamiento del aumento de la nacin-estado como no menos
inevitable reduce la narrativa revolucionaria de resultados para el grado en qu
modelos de nacin haba permitido madurar bajo la dominacin imperial.Tal como hemos
estado acostumbrados a cerrar la brecha entre el imperio y la nacin en la era de
las revoluciones por la presuncin de que la antigua estaba condenada, ha sido des
de hace tiempo un supuesto de que los componentes de estos ltimos madurado como l
os das del
incluso a los ms
sagaces de actores, y eventualmente llev a protagonistas a la opcin "Salir" -en el
sentido de
que motiv a Albert O. Hirschman para argumentar en Salida, voz y lealtad que la
gente sobrellevar las crisis en una variedad de maneras, con un "nacido en tende
ncia hacia la
inestabilidad", incluso de la ms perfecta de las mezclas. En la prolongacin de la
improvisacin
desde 1807 a 1822, los sistemas antiguos estn cediendo el paso antes de que exist
iera un sentido claro
de encontrar nuevos, forzando a los historiadores a dispensar con la discreta fa
se S, o
pasajes suaves, que con frecuencia se invoca para dar cuenta de macro : el cambi
o social.
La tendencia al desequilibrio estaba incrustado dentro de una cada vez ms combust
ible del sistema interestatal, desgarrada por la guerra en los 1790s, y escalar
a un
enfrentamiento pico y el cambio total del Atlntico-gran guerra despus de 1805, no u
na
cebadura tempest dentro de cada imperio. De hecho, la creciente debilidad de las
estructuras estatales no provocar movimientos secesionistas, cuando habra sido
ms fcil de "salida." Justo como la reconstitucin de los imperios fue una respuesta
a
las presiones competitivas de los finales del siglo XVIII, la desintegracin de lo
s imperios ibricos fue el efecto de an mayor rivalidad, no slo alimentada por la br
ega por posesiones mercantilista, pero en 1800, con una lucha para transla hegemona regional. A este punto, redes autnomas de intercambio en el
Atlntico Sur, combinada con las adaptaciones en imperial, alimentada por un gobie
rno cada vez ms vibrante comercio de esclavos, significaba que las declaraciones
de lealtad a la monarqua haba sido
respaldada por grandes conglomerados de alquileres comerciales. El resultado fue
una renegociacin de los
pactos entre colonial fortines y capitales y dentro de las coaliciones de fuerza
s
en la periferia. Para los letrados physiocratic en Cartagena y Buenos Aires,
todo lo que se necesita para las autoridades para activar los ajustes ad hoc en
un nuevo
modelo. Esto es lo que acontece en el imperio portugus: Rodrigo de Souza Coutinho
, el ms influyente miembro de la corte de Braganza desde el decenio de 1790 a
Mxico, Lima, Buenos Aires, y en otros lugares) o puede permitirse una prensa para
empezar a echar races en el primer lugar (en Brasil, Caracas, Venezuela, Chile y
en otros lugares) a re-sacralize la
monarqua y reconstruir la confianza en sus ministros. El gobierno provisional en
Espaa, huyendo de la persecucin de los ejrcitos franceses en Andaluca, aboli la inqui
sicin y declar el fin de la censura estatal. De hecho, lo que Miranda haba pensado
que sera el arma decisiva en la guerra, la imprenta sirvi inicialmente para promov
er colonial y su lealtad al rey de Espaa. Sin embargo, con el tiempo, el mismo in
strumento
que era libre para legitimar el gobierno espaol dio paso a ms y
ms espeluznante cuentas de administradores coloniales" faltas y eventualmente un
medios para transmitir malas noticias procedentes de la metrpoli. En Brasil, el p
apel de la prensa
fue diferente; el tribunal trajo la primera imprenta con ella a la colonia con
un ojo hacia el uso como un medio para promover el acercamiento entre los sbditos
coloniales y la corte de Braganza. De cualquier manera, los gobiernos han tenid
o que arreglrselas con el nacimiento de
la opinin pblica; esto significaba que lidiar con el disenso con celo inquisitoria
l o
indiferencia era probable para producir mucho ms que el mero consentimiento de lo
s gobernados.
Por supuesto, la opinin pblica era gratis en grados: es ms abierta en algunos rinco
nes,
como Buenos Aires y Bogot', pero fue censurada en Brasil y Per. Pero
incluso esos bastiones contra la opinin pblica sin trabas finalmente dio forma.
Hubo una segunda gran esfuerzo para refundar la soberana imperial. En un esfuerzo
para recombinar las partes del imperio sobre las espaldas de la "opinin pblica",
los gobiernos metropolitanos en Espaa en 1808 y Portugal en 1820, llamado a
Los imperios ibricos, como sus rivales, estaban bajo la amenaza de diversas maner
as por 1814, pero
no haba roto. En vez de descomponerse, se recompone. Guardar los
valores atpicos de las trece colonias y leales a Santo Domingo, tuvo la mano supe
rior
sucesores podran llenar ese vaco. Este es un punto importante. Las declaraciones d
e
"independencia" en el nombre de las Naciones cedi a la misma propensin a la
desintegracin de los imperios rechazaron. Fue el turno de la lealtad a la voz, y
finalmente para salir de usar la trada de Hirschman -que inaugur una bsqueda de nue
vos
modelos de soberana. Nada de esto se desarroll como una secuencia natural, una eta
pa conduzca necesariamente a la siguiente. De hecho, durante la desintegracin, al
gunas etapas fueron invertidos. Entre muchos, por ejemplo, los imperios estaban
en una situacin ms slida en 1812
que en 1807; la ocupacin francesa de Iberia haba enardecido declaraciones de
lealtad ms que aviv las instan a la secesin. Elasticidad de esas soberanas polimorfa
, y no la rigidez, el imperio dio ms durabilidad que los historiadores
a menudo han acreditado con ella. En efecto, fue el esfuerzo por imponer la cent
ralidad metropolitana
despus de 1815 que agot las filas de coaliciones imperiales y revivi coaliciones se
cesionistas. Como los imperios del Atlntico implosion sobre s mismos, y a la vezpiezas integradas se rompi en pedazos, los nuevos conceptos de soberana surgi,
heredando los mismos rasgos complejos del regionalismo, racializada del trabajo,
sistemas y
modelos de representacin improvisada durante la lucha para apuntalar los imperios
.
El mismo complejo inter-proceso de abandono que conectaba los imperios a las
revoluciones les trajo hacia abajo. La edad de las revoluciones vio imperios tra
tando de reconstituir los elementos, y a veces las fundaciones, de la soberana, c
on nuevos
repositorios de legitimidad de los poderes pblicos ensamblada con los viejos. La
combinacin de una mayor royalism con mayores poderes al Parlamento proporcionaron
una fuente de integracin, as como una divisin en el mundo Anglo-Atlantic. En el imp
erio francs, que fue la promesa de libertad y cierta autonoma dentro de la
revolucin que mantenan colonias del Caribe fiel a la metrpoli. Al final,
fue Napolen tom la decisin de restablecer la esclavitud en Saint Domingue -que desp
ojado
de apoyo de antiguos partidarios entre los ex-esclavos y liberados
de las poblaciones negra e incluso ellos finalmente proclam la independencia de H
ait como
un imperio ms virtuoso capaz de hacer realidad los principios de la
Revolucin Francesa que el antiguo imperio haba traicionado. Lo que era comn era el
esfuerzo prolongado para volver a montar las prcticas de soberana bajo el imperio
y
zo ms clara como la jerarqua social empez a temblar cuando esclavizados y folk pleb
ian
aprovecharon la oportunidad para traducir un concurso sobre el que el imperio se
regla en una
guerra ms de lo que tena que ser gobernada. Los destinos del Francs, Espaol y Portug
us, y los
imperios no podra parecerse a esos puntos de venta para una presuncin sobre except
ionalized
orgenes de la soberana moderna y de nuestra nacin. Huelga decir que la
compra de Louisiana reaviv los sueos de un modelo de expansin de un
imperio slavocratic internos que ayudaran a rescatar a la Repblica de sus problema
s.
Por lo tanto la soberana europea no deben tratarse como compuesto autopoietic y
regmenes independientes, saliendo de bases o "centros" en Europa para agrandar
autorreferencial politicastros, flecos en frica, Amrica y Asia. Puede ser visto co
mo
parte de un sistema con caractersticas extrnsecas especficas que lleg a un punto crti
co en el siglo
XVIII, creando condiciones revolucionarias que no figura en las
pginas de Palmer's epic. En este sentido, historias imperial debe tratarse ms como
los crecimientos de la historia de la "Unin" de las instituciones nacionales.
Irnicamente, esta formulacin historiogrfica tuvo la tcita, pero core, el propsito de
vincular el imperio a la nacin, a fin de ilustrar cmo ste fue algo natural,
ms benvolo de hecho "democrtico", sucesor del antiguo, para resolver las
contradicciones de la soberana de los imperios estratificado por reemplazarlos co
n un
"concierto", "Comunidad" o "liga" de auto -que rigen las naciones como un idilio
de la
modernidad.
Las historias del Imperio y nacin eran necesariamente imbricadas, como parte de u
na
estrategia ms amplia, "global" en conjuncin con los rasgos sistmicos se basa en des
nivel -la
competencia entre rivales regmenes que constituyen un sistema de estado imperial,
una
escalada que creci cada vez ms feroz como la circulacin de American Silver y el com
ercio de cautivos africanos plantearon las participaciones territoriales. Esto l
e dio una enorme
vitalidad y energa, pero tambin es inestable, la fuente de
desequilibrio crnico. En este contexto, los imperios no "rechazar", como resultad
o de leyes bsicas
de rendimientos decrecientes aplicada a regmenes incapaces de hacer frente con ms
juvenil, arriviste rivales. Se trata de una crisis de soberana y dentro de imperi
os que
engendraron revoluciones sociales, no revolucionaria afirma que plantea cuestion
es fundamentales acerca de las estructuras del estado. Para estar seguro, observ
ar que las energas democrticas
fueron liberados en el curso de la lucha, y no como causas de la misma, no es de
suponer que, una vez en el lugar de trabajo, modelos de soberana democrtica resuel
ve las