Krasznahorkai Laszlo - Guerra Y Guerra
Krasznahorkai Laszlo - Guerra Y Guerra
Krasznahorkai Laszlo - Guerra Y Guerra
Lszl Krasznahorkai
Guerra y guerra
1.
Siete muchachos lo rodeaban justo en el centro del puente que pasaba por
encima del ferrocarril, agachados, empujndolo contra la barandilla, seguan
exactamente igual que media hora antes, cuando lo haban atracado, pero con la
diferencia de que ya nadie quera robarle, pues, aunque resultaba evidente que era
fcil asaltar a una persona como l, no mereca la pena debido a las imprevisibles
consecuencias del hecho, porque el hombre seguro que no tena nada y lo que
poda poseer pareca ms bien un lastre insondable, o sea que, cuando esto fue
quedando claro, paulatinamente, a partir de un punto determinado del catico,
tormentoso y, para ellos, tremendamente aburrido monlogo de Korin, desde el
momento, ms o menos, en que empez a hablar de cmo haba perdido la cabeza,
los chicos no se levantaron, ni lo dejaron all como a un loco, sino que
permanecieron tal como estaban, guiados por el motivo que los haba trado al
lugar, agachados, formando un semicrculo, inmviles, ya que entretanto haba
cado poco a poco la noche sobre ellos; los acall la oscuridad que se pos con el
silencio crepuscular de las fbricas, y la mudez expresaba de la forma ms
profunda su atencin, a la que, como Korin ya no interesaba, slo le quedaba un
objeto: las vas que pasaban por debajo.
3.
Nadie le pidi que hablara, slo queran su dinero, pero l no lo solt, sino
que asegur no llevar nada encima y empez a darle a la sin hueso, tartamudeando
al principio, luego de forma ms fluida y por ltimo sin parar, aunque, eso s, se le
notaba que peroraba por el pnico que le daban los ojos de los siete muchachos o,
tal como comprendi ms tarde, porque el estmago se le encogi de miedo y l,
dijo, necesitaba desahogarse cuando el miedo le atenazaba el estmago, es ms,
como la angustia no se le iba, ya que no poda saber si portaban o no un arma, se
sumi ms y ms en su discurso, decidido a contarles todo, todo por fin a quien
fuese, pues desde que emprendiera, en secreto y en el ltimo momento!, el
gran viaje, como lo llamaba, no haba intercambiado ni una palabra con nadie, ni
una sola palabra, por cuanto hacerlo se le antojaba demasiado peligroso, y, por
cierto, tampoco se le haba presentado la ocasin, puesto que en el camino no se
haba topado con nadie que fuese inofensivo, con nadie a quien no tuviese que
temer; la verdad era que nadie le pareca lo bastante inocente, o sea que haba de
temer a todos, como dijo de entrada, en todos vea a un solo hombre, a aquel que,
de forma directa o desde un segundo plano, mantena algn contacto con sus
perseguidores, alguna relacin cercana o lejana, pero relacin al fin y al cabo, algn
trato con aquellos que, en su opinin, conocan cada uno de sus pasos, aunque l
era ms rpido, explic posteriormente, siempre llevaba como mnimo medio
da de ventaja, si bien los fugaces triunfos de los tiempos y de los escenarios
tambin se cobraban su precio; ni una palabra a nadie, realmente, slo ahora, por
miedo, bajo la presin natural del pnico, adentrndose en territorios ms y ms
importantes de su vida, ofreciendo una visin ms y ms ntima, ms y ms
profunda de sus entresijos, con el nico objeto de sobornarlos, de ganarse su
confianza, de borrar simplemente al agresor que haba en sus agresores, de
convencer a los siete de lo siguiente: no slo se renda, sino que con esa rendicin
iba incluso al encuentro de sus atracadores.
4.
Por entonces llevaba ya muchos aos viviendo solo, explic a los siete
muchachos, agachado l tambin, apoyando la espalda contra la barandilla y
sacudido por el viento de noviembre que azotaba el puente, viviendo solo, dijo,
pues su matrimonio se haba roto antes debido al asunto Hermes (con un ademn
indic que posteriormente entrara en detalles), pero luego l se quem en una
intensa relacin amorosa, tanto que decidi ya nunca ms siquiera acercarse a una
mujer, lo cual, por supuesto, no signific aislarse por completo, porque siempre
haba alguna mujer para las noches difciles, prosigui Korin mirando a los chicos,
ya que, si bien estaba solo, s tena, lgicamente, vnculos con las ms diversas
personas, relaciones laborales debido a su trabajo en el archivo, vecinales debido a
su trato con los vecinos, callejeras debido a su trnsito por las calles, mercantiles y
tabernarias debido a las compras en las tiendas y al consumo de alcohol en las
tabernas, y as sucesivamente, y, pensndolo bien, dijo, al fin y al cabo se mantuvo
en la cercana de muchas personas, aunque slo fuese en el rincn ms remoto de
esa cercana, de bastantes personas para ser exactos, hasta que stas tambin se
fueron apartando, bsicamente desde la poca en que en el archivo, en la escalera
contaba con ella, aunque no fuera la correcta desde el punto de vista de los siete
muchachos, ya que para l, que saba perfectamente cunto dinero guardaba
escondido en la manga derecha del abrigo, el hecho de esa inmovilidad, de ese
silencio, de esa inactividad, de ese no suceder nada, adquira un significado cada
vez ms grande en lugar de tener uno a cada momento ms pequeo y
tranquilizador para su persona, de modo que, mientras en la primera mitad de un
instante se dispona a levantarse de un salto y salir corriendo, al final de ese mismo
instante se quedaba all, como quien no deseaba ms que eso, y continuaba
hablando como si slo hubiese empezado a exponer su situacin, es decir, estaba al
mismo tiempo listo para huir y listo para quedarse, pero siempre acababa
decidindose por lo ltimo, por miedo, claro est, y comunicaba una y otra vez que
se senta muy a gusto por haber ido a parar a ese crculo de mxima confianza y
por ser al fin escuchado, puesto que tena cosas que decir, es ms, tena una
cantidad ingente de cosas que decir, una cantidad estremecedora, en el sentido
estricto de la palabra; hasta cundo tendra que contar su historia para que se
comprendiera que el mircoles, haca unas treinta o cuarenta horas, aunque ya no
recordaba exactamente cuntas, fue el da decisivo en que tom conciencia de que
deba emprender, en efecto, el gran viaje, el da en que tom conciencia de que
todo, desde Hermes hasta la soledad, se diriga para l en una direccin, el da en
que comprendi que estaba ya realmente en camino, puesto que todo se arregl y
todo se derrumb, es decir, todo se arregl ante l y todo se derrumb tras l, que
es lo que suele ocurrir normalmente en ese tipo de grandes viajes, dijo Korin.
8.
Las farolas slo ardan sobre las dos escaleras, proyectando su luz en
desolados y escalofriantes conos, mientras el viento las azotaba una y otra vez;
todas las dems luces de nen instaladas en los treinta y tantos metros que haba
entre ambas estaban rotas, de modo que no llegaba ni una pizca de claridad all
donde estaban agachados, aunque se distinguan mutuamente con exactitud, igual
que perciban la oscura inmensidad del cielo gracias a las luces destrozadas, aquel
cielo que acaso habra podido reflejar su masa oscura e inmensa, titilante por la
vibracin de las estrellas, en el gigantesco paisaje ferroviario que se extenda abajo,
si hubiera existido una relacin entre las temblorosas estrellas y el opaco color rojo
de los innumerables semforos esparcidos entre las vas, mas no haba entre ellos
relacin alguna, pues no exista un orden comn, ni nexo, slo rdenes distintos y
nexos distintos arriba y abajo y en todas partes, porque se miraban ciegamente el
bosque de estrellas y el bosque de semforos, como ciegos eran tambin el uno
averiguar eso all, y en ese preciso momento divis en el reflejo del vidrio del
mostrador a dos empleadas del instituto psiquitrico del distrito, a dos enfermeras
disfrazadas de idiotas humanos que no hacan ms que rezumar agresividad por
los poros de la piel, las vio a su espalda, en la entrada.
10.
Los del instituto psiquitrico del distrito, dijo Korin, nunca le explicaron por
qu haba empezado a acudir all, cmo funcionaba el sistema desde la primera
vrtebra cervical hasta el ligamento, no le aclararon nada, no se lo aclararon
porque no saban, porque no entendan nada de nada, porque una indescriptible
oscuridad reinaba en su cerebro, se quedaron mirndolo al principio como terneros
al encontrarse con una puerta nueva y luego actuaron como si la propia pregunta
fuese en s una estupidez y, al mismo tiempo, una seal, una prueba fehaciente de
su locura, el mero hecho de presentarse con una cuestin as se lanzaron
entonces miradas cargadas de significado y asintieron levemente con la cabeza
ya lo deca todo, claro que s, tras lo cual cambiaron de tema, con la lgica
consecuencia de que l se abstuvo de formularles preguntas al respecto y se dedic
a dilucidar l mismo el problema al tiempo que, imperturbable, segua cargndolo
sobre sus hombros, se dedic a comprender qu supona esa vrtebra cervical en
concreto, qu significaba ese ligamento en concreto y cmo pintaba el crtico encaje
de lo uno con lo otro, suspir Korin, cmo era posible que le encajaran el crneo
simplemente sobre la vrtebra superior, cuando lo pens en aquel momento, dijo
ahora, cuando pens que el hueso occipital se insertaba en la vrtebra cervical, la
mera idea de que su crneo estaba fijado mediante ligamentos a su columna
vertebral y que eso lo sostena todo, la mera idea de ver as su interior mientras lo
pensaba, lo estremeci, se le puso la piel de gallina y se le segua poniendo cada
vez que pensaba en ello, puesto que resultaba evidente, tras una somera inspeccin
y una breve autoobservacin, que ese encaje era el ms delicado, el ms sensible, el
ms vulnerable y desprotegido de todo el organismo y que, en consecuencia, all
radicaba el problema, en esa conjuncin, tal como pudo comprobar, all empezaba
y all acababa, puesto que si los mdicos no eran capaces de extraer ninguna
conclusin de las radiografas, que fue lo que, en efecto, ocurri, a l no le caba la
menor duda, tras sumirse en el orden un tanto ms profundo de la inspeccin y de
la autoobservacin, de que, ciertamente, el dolor provena de ese punto de
conexin, de encaje y de encuentro entre el hueso occipital y la primera vrtebra
cervical, de modo que all caba concentrar, lgicamente, toda la atencin, o acaso
en los ligamentos, aunque en aquel instante no lo saba an con certeza, aunque s
saba con exactitud, cosa esta que le transmita claramente el dolor que se iba
intensificando da tras da, semana tras semana, mes tras mes, que el proceso haba
comenzado y progresaba de forma imparable, y que, visto desde una perspectiva
objetiva, todo conduca a la destruccin definitiva de la relacin entre el crneo y la
columna vertebral, as como, en ltima instancia, y no en un sentido metafrico
por qu?, inquiri Korin mostrando su cuello, la sostendr acaso ese trocito de
piel?, a la prdida inevitable de la cabeza.
11.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve pares de rales se podan
contar abajo desde lo alto del puente, y los siete difcilmente podan hacer algo ms
que contarlos y recorrerlos una y otra vez con la mirada hasta su desembocadura
en aquella oscuridad apenas punteada por las luces rojas de los semforos,
difcilmente podan hacer algo ms mientras esperaban a que el de las seis y
cuarenta y ocho apareciera por fin en la lejana, la tensin que se dibuj de pronto
en los rostros de todos ellos tras la anterior calma slo se refera ya a la llegada del
de las seis y cuarenta y ocho, ya que la esperanza ligada al to, que as fue como lo
llamaron definitivamente tras unos cuantos intentos en el relato de sus
experiencias al da siguiente, la esperanza de abreviar el tiempo de espera
atracndolo se frustr despus de arrinconarlo durante un cuarto de hora, y no
habran sido capaces de prestar atencin ni a una sola palabra de aquel monlogo
interminable y creciente que, apretado contra la barandilla y rodeado por los
muchachos, desgranaba sin parar, porque el to se enrollaba y se enrollaba,
contaron al da siguiente, y ellos se limitaron a desconectar, pues no se poda
aguantar de otra manera, desconectaron la mente por completo, porque de lo
contrario, con la mente conectada, aadieron, deberan haberlo liquidado para no
perder la razn, y ellos, por desgracia, desconectaron para no perderla, y fue as
como tampoco lo cachearon, aunque deberan haberlo hecho, no tendran que
haber omitido eso, se acusaron mutuamente, no fue conveniente que as ocurriera,
repitieron una y otra vez, ya que los siete saban perfectamente qu suceda en un
caso normal cuando un testigo como ste no desapareca por completo, por no
mencionar el detalle de que a ellos, que empezaban a tener cierto renombre como
navajeros en los barrios ms serios, la tarea no les habra resultado una novedad ni
particularmente arriesgada.
12.
fe, tras lo cual, claro est, una riqueza inmensa y paralizante se le vino encima,
dijo, pues a partir de ese momento supo que todo cuanto haba existido segua
existiendo y l fue a parar de manera inesperada a un lugar de una gravedad
tremenda, desde el que poda verse perfectamente, ay, por dnde empezar,
suspir, poda verse, por ejemplo que Zeus segua existiendo, que an vivan
todos los dioses del Olimpo, que en el cielo continuaban Yav y el Seor y, tras
ellos, todos los fantasmas de los rincones; que no debamos angustiarnos y, sin
embargo, tenamos que angustiarnos, por cuanto nada se perda sin dejar huella,
por cuanto la no existencia posea su sistema, igual que lo existente; y seguan
vivos tanto Al como el Prncipe rebelde y las estrellas muertas del firmamento, as
como la Tierra desnuda con sus leyes sin dios y el hecho terrorfico del infierno y
tambin el reino demonaco: realidades, miles y miles de mundos, dijo Korin, cada
uno segn su orden particular, sublime o terrible, miles y miles, continu
levantando la voz, miles y miles en una nica relacin ausente, as pensaba en
aquel momento sobre las cosas, prosigui, y al llegar a ese punto y considerar una
y otra vez la plenitud ilimitada de la existencia, empez a ocurrirle algo a su
cabeza, algo cuyo previsible resultado ya haba mencionado, acaso porque no
soport esa riqueza, la inmensidad inagotable de los dioses y del pasado, pues al
fin y al cabo no saba, hasta ese mismo da no tena claro por qu exactamente,
pero lo cierto era que, paralelamente a los dolores del cuello y de la espalda, de
pronto comenz a olvidar, olvid una cosa tras otra, sin orden ni concierto, sin
sistema alguno, por rachas, primero dnde haba metido la llave que, momentos
atrs, haba llevado en la mano, despus en qu pgina haba dejado de leer el libro
el da anterior, luego qu sucedi haca tres das, un mircoles, desde la maana
hasta la noche, posteriormente lo importante, lo urgente, lo aburrido y lo
insignificante, por ltimo el nombre de su madre, olvid el aroma de los
melocotones, olvid de dnde conoca esas caras que le resultaban familiares,
olvid que haba realizado ya las tareas por realizar, en una palabra, dijo, todo
empez a desaparecer de su cabeza, el mundo entero, poco a poco, sin nexo ni
sentido alguno, como si lo que quedaba bastase o como si algo fuera siempre ms
importante que aquello que una fuerza superior e incomprensible condenaba para
l al olvido.
13.
Debo de haber bebido de las aguas del Leteo, explic Korin y, mientras sacuda la
cabeza desesperado, dando a entender que probablemente nunca comprendera
cmo haban transcurrido los hechos, sac un paquete de Marlboro: Tiene alguno
de ustedes fuego?
14.
Todo eso, toda esa historia suya, se remontaba muy lejos, dijo Korin, hasta el
da en que declar por primera vez que, como estaban haciendo de l un simple
loco en un mundo totalmente loco, l no lo consentira, pues, aunque hubiera sido
una estupidez negar que tarde o temprano se sera su final, esto es, que tarde o
temprano ocurrira algo as como la locura, tambin quedaba claro que hasta
entonces se producira alguna cosa ms, l, dijo, no vea la locura como una
amenaza funesta que comenzaba a oprimir mucho antes y frente a la cual haba de
temblar, no, en absoluto, l, personalmente, no tembl ni un instante ante tal
posibilidad, pero slo se trataba, explic luego a los siete muchachos, de que un
buen da perdi la chaveta, como quien dice, porque, pensndolo bien, su historia
no empez en la ribera del ro, sino mucho antes, muchsimo antes de los hechos
ocurridos junto a aquel ro, cuando se adue de l una desesperacin hasta
entonces desconocida, una desesperacin que, de una profundidad hasta entonces
minutos antes de la llegada del tren de pasajeros, todos ellos pensaban ms que
nada en eso, en los tres tiradores profesionales para el cebado de peces, tiradores
que, contaron, haban pillado por nueve mil florines en el mercado negro, en el
Mercado Polaco de la plaza Attila Jzsef, esos tres tiradores profesionales alemanes
que ellos entonces llevaban ocultos bajo sus chaquetas; les picaba la curiosidad por
saber cmo superaran el envite, puesto que, segn sus informaciones, con esos
tiradores se poda disparar incomparablemente ms fuerte que con los hngaros,
por no hablar de los lanzamientos a mano, pues, segn algunos, esos trastos
alemanes no solamente eran ms fuertes, sino que acertaban casi en un cien por
cien de los casos; eran, por ende, sin la menor duda los mejores, en particular,
segn las informaciones de que disponan, debido al riel que, instalado
directamente sobre el mango con la horquilla, estaba destinado a reducir al
mnimo los posibles temblores e inseguridades de la mano que sostena el tirador,
por cuanto mantena fijo el brazo hasta el codo, eso s, supuestamente, claro,
supuestamente, dijeron los muchachos, pero no pudieron imaginar en sueos
cmo sera en realidad, porque lo que poda el chisme ese era algo fenomenal,
aseguraron, lo aseguraron sobre todo los cuatro que no tuvieron la posibilidad de
estrenarlo, era algo absolutamente fenomenal.
19.
20.
resultaba muy difcil determinarlo con exactitud, aunque lo cierto era que ellos
estaban perfectamente preparados, tenan que estarlo, tenan que considerar la
posibilidad de que se accionara el freno de mano, pero como no ocurri nada en
ese minuto o, ms concretamente, en esos veinte segundos, intentaron una
segunda salva y comprobaron que tambin sta funcion, oyeron que las piedras
golpeaban a una velocidad vertiginosa, ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta, que daban en el costado
de los vagones, hasta que al final una de las ltimas dio en el blanco, en una
ventanilla que se hizo aicos a una velocidad pasmosa y con un estruendo
espantoso, pero luego, cuando se escondieron, es decir, cuando se retiraron a una
distancia prudente y empezaron a analizar el asunto a su manera, o sea, con arrobo
creciente, llegaron a la conclusin de que el segundo impacto debi de haberse
producido en el coche postal, mientras que el primero se les quebr la voz por el
entusiasmo, el primero acert de lleno, y entonces repitieron la escena una y otra
vez, a partir de entonces la escena empez a dar vueltas entre ellos como un dedo
que haca cosquillas, a circular entre el uno y el otro, a pasar del uno al otro hasta
que todos se retorcan en el suelo, jadeando, hipando y ronqueando al tiempo que
no lograban contener la estpida risa que, cuando les vena, no podan refrenar, y
ahora tampoco, mientras decan: se, cazado!, y se golpeaban el uno al otro,
mientras decan: ese otro, joder, cazado! y qu te parece, cabrn?, qu te parece,
cabrn, cabrn?, se pinchaban el uno al otro: porque se, cazado!, y as
continuaban hasta desfallecer, a distancia segura del escenario de los hechos y lejos
tambin del supuesto suceso, de la muerte de alguno de los pasajeros del tren, sin
que, lgicamente, Korin intuyera nada de nada, como tampoco lleg a saber nunca
qu ocurri despus de que los siete muchachos se levantaran de sbito y
desaparecieran de aquel puente como si los hubiera tragado la niebla, como si
nunca hubieran estado, los siete se esfumaron para siempre, mientras l sala
disparado sin siquiera mirar atrs; empez a correr en la direccin contraria, lejos,
repeta para sus adentros, cuanto ms lejos mejor, se deca jadeando, lo nico
importante era no perder la direccin en medio de aquella carrera, el centro de la
ciudad, que era precisamente el objetivo, el centro de Budapest, y all era preciso
dar con algn lugar para pasar la noche, para recogerse, para calentarse, comer un
poquito o no, sea como fuere, necesitaba un alojamiento, algn refugio nocturno
gratuito, puesto que no poda gastar dinero, puesto que no saba cunto necesitara
para comprar el billete, un lugar tranquilo, cont al da siguiente en las oficinas de
MALV, era lo nico que anhelaba cuando de pronto, sin esperarlo, se hall libre,
cuando los siete se esfumaron de golpe sin decir una palabra y l, con la pierna
dormida y tras retirar la mano de la herida, pues haba dejado de sangrar, empez
a correr aprovechando esa posibilidad inesperada, corri y corri todo lo que
pudo, avanz y avanz rumbo a la luz cada vez ms densa, camin, agotado por el
cansancio y el miedo, y le tena sin cuidado lo que dijeran de l, le importaba una
Soy un hombre as y as, empez a explicar Korin, con los brazos abiertos, ni
bien lleg a una aglomeracin y vio a una joven pareja, pero luego, al percibir todo
el peso de la imposibilidad de decir quin era y el peso tambin de que, adems,
eso no interesaba a nadie, se limit a aadir: Sabis de algn sitio para pasar la
noche?
24.
una posicin de defensa, porque, en efecto, levant una defensa ante todo cuanto
se le vino encima de forma inesperada, y l comenz a concentrarse, a centrarse en
sus pensamientos, los cuales, a pesar de haber hallado un amparo seguro aunque
infernalmente catico, se le haban desintegrado por completo en la cabeza, se le
haban disgregado a pesar de sus intiles esfuerzos por recomponerlos, antes bien,
se le descomponan ms y ms, de modo que habra preferido mandar todo el
asunto al garete y acostarse en un rincn, pero no poda, y durante un largo rato
sta fue, bsicamente, la ltima decisin que atin a tomar, o sea que sigui all de
pie, mirando, con los pensamientos en continua desintegracin en la cabeza, la
banda instalada sobre el escenario, luego la multitud, despus de nuevo la
multitud, y l segua all tratando de extraer algo inteligible de las letras que se
sucedan sin cesar, pero no pudo, slo pill algunas expresiones, todo est
acabado o el final ha llegado, as como la melancola glacial que emanaba de las
canciones, melancola que le lleg a pesar de la intensidad del ruido, o sea que
contemplaba a los tres msicos en el escenario, atrs el batera de pelo verde, que
aporreaba los tambores con mirada seria, inmvil, clavada en un punto, al lado el
bajista de pelo amarillo, que meca el cuerpo con indolencia al ritmo de la msica y
en primer plano, junto al micrfono, el cantante, quien, ms o menos de la misma
edad que Korin, por su expresin severa daba la impresin de querer hablar sin
parar sobre el cansancio mortal desde un cansancio igualmente mortal; a veces,
lleno de severidad, paseaba la vista por la muchedumbre agolpada abajo; uno crea
que, dado lo que tena ante sus ojos, bajara en el acto y abandonara el escenario
para siempre, pero el hombre segua all y continuaba cantando, o sea que Korin,
segn l mismo explic, los contemplaba y no era capaz de resistirse a esa
melancola despiadada, que lo narcotizaba, lo deprima, le haca un nudo en la
garganta, es decir que en aquellas primeras horas la sala situada en la plaza
Almssy, con su fiesta de pelcula, sencillamente no le sirvi de refugio.
25.
cagarse, genial, no?, y la pinta que tena el to, de pnico, vamos, abrigo largo de
color gris oscuro y con olor a antipolillas, y, en comparacin con su fsico, una
cabecita muy pequea, redonda y calva, con unas orejas enormes y separadas que
parecan palas, realmente, el to tena una pinta de cojones, repetan una y otra vez,
como un murcilago viejo sobre dos patas, aunque, claro, el que menos se habra
reconocido en esa descripcin era el propio Korin, y si bien no los olvid, al chico y
a la chica que le ayudaron a entrar, no vio ninguna posibilidad de volver a
encontrarse con ellos en su vida, o al menos en medio de aquel gento, porque
mucho ms tarde, al cabo de dos o tres horas, cuando haba entrado en calor y
empezaba a acostumbrarse al ambiente de la sala, se apart de la pared y fue a
buscar algo as como una barra, en primer lugar para beber algo, sin alcohol, por
supuesto, aadi, puesto que haca unos cuantos meses que haba renunciado
definitivamente a las bebidas alcohlicas, o sea que se puso en marcha en medio de
aquel terrible apelotonamiento y tom Coca-Cola, primero dos decilitros, luego
tres decilitros, no haba de botella, slo de mquina, pero le vino bien, y despus
del tercer vaso ya se le fueron del todo las ganas de comer, se le llen el estmago,
comenz a familiarizarse con el lugar, estaban ya en plena noche, empezaba a
atisbar los lugares adecuados para l en aquella sala de la plaza Almssy, pues era
eso lo que intentaba, claro, trataba de averiguar dnde recogerse hasta la maana,
dnde no lo encontraran los de seguridad si aquella fiesta de pelcula acababa
antes del amanecer; deambulaba por aqu y por all, suba las escaleras, asa algn
picaporte, y nadie le prestaba atencin, porque al final, dijo, todos, todos los chicos
y todas las chicas, sin excepcin, estaban colocadsimos, eran ms y ms los ojos
vidriosos que clavaban la vista en l, y se tropezaba con ms y ms cuerpos
mientras iba de un sitio a otro, a veces se le echaban encima como sacos y resultaba
difcil levantarlos, de modo que muy al final el establecimiento, aquella sala de la
plaza Almssy, presentaba un aspecto terrorfico, pues todos fueron a parar al
suelo tarde o temprano, a las escaleras o al mosaico de los lavabos, como si de un
extrao campo de batalla se tratase, donde la derrota maduraba de forma lenta y
por dentro, mientras el cantante segua cantando, pero el msico tambin acab, y
l, Korin, tuvo la ntida impresin de que aqul dej de cantar de golpe, no al final
de una cancin, sino en el medio, ces el canto de repente, fue como la muerte; el
hombre se desembaraz de la guitarra pasndola por encima de su cabeza y sin
decir palabra y con una mirada ms seria y severa que antes, si caba, se dirigi
hacia atrs por el costado del escenario, y a todo esto Korin saba ya exactamente
adonde ira a pernoctar cuando tuviera la sensacin de que la fiesta empezaba a
languidecer, o sea que, cuando el cantante concluy su trabajo a su extraa
manera, Korin sali rpidamente de la sala abriendo una puerta a la izquierda,
subi unos escalones, puesto que antes haba elegido ya algo as como un almacn
de decorados situado detrs del escenario, un lugar lleno de cachivaches, biombos,
de valor para dirigirse a una persona extraa, pero ella, all, a su lado, ella, la
seorita azafata con aquellos dos hoyuelos que le dibujaba la sonrisa, era tan bella
que l, desde que tomara asiento haca unos minutos, se senta impelido a mirarla
una y otra vez y a apartar la vista una y otra vez, lo cual se le antoj demasiado
disimulo, algo que no se corresponda con l, o sea que prefiri poner las cartas
sobre la mesa, explicar que sa era la situacin, l no crea que se tratase de algo
prfido u ofensivo, y ella, la seorita, tal vez tampoco se enfadara por ello ni se
considerara bruscamente abordada ni violenta o estpidamente interpelada, lejos
de l ambas cosas, pero es que la seorita azafata no slo era bella, sino
increblemente maravillosa, ante lo cual l no poda pasar sin decir palabra, y no
pretenda cortejarla, con perdn, no, no, en absoluto, l no cortejaba ya a nadie,
ocurra, sin embargo, que la belleza, esa belleza extraordinaria que l, Korin, vea
en la seorita azafata, lo avasallaba, era eso, entiende usted?, dijo Korin, l, Korin,
no avasallaba a la seorita azafata, sino que la belleza de la seorita azafata lo
avasallaba a l, y, llegado a este punto, aadi, al menos, perdn, al menos poda
presentarse, Gyrgy Korin, aunque, en lo que respectaba a su profesin, ese da
prefera callar, puesto que slo poda hablar en pretrito de cuanto l era y slo
deseaba hablar en futuro sobre l mismo y en particular a la seorita, mas no era
posible, o, a lo sumo, slo si le confesaba por qu se haba atrevido a dirigirse a
ella; el motivo era, concretamente, el deseo de contarle el sorprendente sueo,
realmente asombroso, que haba tenido esa misma noche; l no acostumbraba
soar o, mejor dicho, no sola recordar los sueos, pero esa noche haba sido una
excepcin en toda regla, no slo haba soado, sino que recordaba el sueo con
pelos y seales, o sea que la seorita azafata deba imaginar un paisaje
indescriptiblemente bello e indeciblemente tranquilo que l, Korin, perciba en
cada una de sus clulas a pesar de tener los ojos cerrados, lo senta mientras tena
los brazos estirados con suavidad, las piernas un tanto separadas, cmodamente
dispuestas, y la seorita deba imaginar, adems, un csped espeso como si fuese el
plumn ms delicado, imaginar la tibia caricia del viento, como si viniese de la
mano ms cariosa, imaginar por ltimo la luz ondulante del sol, como si fuese un
respiro proveniente de la cercana ms prxima, y, en general, continu Korin, la
suave densidad de las plantas que lo rodeaban, y los animales que descansaban a
la sombra lejana, y el cielo, esa tela azul arriba, y la tierra, esa masa fragante abajo,
y as sucesivamente, y esto y aquello, la yuxtaposicin interminable, inabarcable,
inacabable, aunque todo mantena una estabilidad inamovible, igual que l, igual
que l mismo en esa perfeccin, tumbado, estirado, clavado, extendido, sumido,
sumergido, cmo decirlo?, era increble y espeluznante verse proyectado por el
sueo a esa dulzura mareante de la paz, como si tal paz y tal dulzura existieran,
sabe usted?, pregunt Korin, como si tal paisaje y tal calma existieran, sabe
usted, seorita?, todo era, dijo, como si existiera, s como si pudiera ser!, aunque
si haba alguien en el mundo capaz de afirmar que incluso en cuanto sueo era un
absurdo, se era l, Korin, de hecho, todo lo relacionado con l estaba marcado por
el sello de lo absurdo, pues la seorita deba figurarse a un hombre, a l, a Gyrgy
Korin, en una ciudad pequea situada a doscientos veinte kilmetros al sureste de
all, cmo empezar, le resultaba realmente muy difcil empezar, pero si no la
aburra su historia, le contara uno o dos detalles para que la seorita supiese al
menos quin hablaba, quin se diriga a ella o, dicho de otro modo, a quin
toleraba que se dirigiera a ella as, sin ms.
28.
una vida nueva, no, sino para ponerle fin, para acabar con su vida precisamente
all, como deca el hombre una y otra vez, en el centro del mundo, era verdad o
no?, no lo saba, continu ella ya a bordo, pero en todo caso sonaba convincente, no
haba motivo para pensar que no, pero ella desconfiaba, eran tantas las cosas que
se escuchaban hoy en da y ninguna era cierta, pero, claro, el hombre no pareca de
esos de los que una no se poda fiar, es ms, al cabo de un rato, agotada por la
espera, ella misma, dijo, sealando a su propia persona, ella misma le cont cosas
que, dicho con franqueza, realmente no haba comentado nunca a nadie, de algn
modo se sincer con ese hombre, pues se mostraba tan franco, tan desesperado, en
el fondo, que ella no paraba de abrigar la sensacin de que era la ltima persona
con la que ese hombre hablaba, era, en efecto, todo muy triste, y, adems, el
hombre alab su belleza y pregunt por qu, siendo tan bella, no se presentaba a
un concurso de belleza, porque lo ganara, dijo el hombre, lo ganar usted seguro,
dijo, a lo cual ella, al final, le confes que ya haba acudido a uno, pero que todo
cuanto all vio la desilusion sobremanera, volvi sumamente amargada de aquel
concurso de belleza, y le cay muy bien que el hombre le contestara, no, usted no
mereca el segundo lugar, un puesto absurdo y completamente injusto, insisti el
hombre, sino el primero.
29.
Korin, decir que careca de visado?, vamos a ver, vamos a ver, no saba l, Korin,
que poda tardar hasta una semana en conseguirlo?, y, si no lo tena, por qu esa
necesidad de conseguir un billete de inmediato?, pues s, asinti con la cabeza, en
un gesto de tristeza, la azafata, pero, al comprobar la desesperacin de Korin, que
se sent abatido a su lado, le comunic que ella buscara una solucin, que Korin
no se deprimiera, y, dicho esto, se dirigi a un telfono y comenz a llamar,
primero a ste, luego a aqul, Korin no comprenda nada por el barullo, pero, sea
como fuere, al cabo de media hora se present un hombre que le dijo: seor, est
todo en regla, d usted por resuelto el asunto, y Korin declar entonces con tono
solemne que la seorita azafata no slo lo haba cautivado por la fuerza de su
belleza, sino tambin por su encanto, puesto que el hombre vino, en efecto, y dijo a
Korin: son quince mil florines, quince mil?, pregunt l, levantndose todo plido,
as es, respondi el hombre, si bien uno poda acudir tambin solo al consulado,
poda ponerse tambin solo en la larga cola y poda volver tambin solo a su casa
al cabo de tres o cuatro das, tambin era posible, si uno dispona del tiempo
necesario para ello, pero, de lo contrario, el precio era se, s, lo mir la azafata, no
le quedaba otra opcin, a lo cual Korin se dirigi al lavabo, extrajo tres billetes de
cinco mil del interior de su abrigo y los entreg, y el hombre le dijo que poda estar
tranquilo, que le rellenara los formularios que hicieran falta, presentara los
papeles que hicieran falta, se pondra en la fila que hiciera falta, que no se pusiera
nervioso, el asunto estaba en las mejores manos, y esa misma tarde poseera ya el
maldito visado, y durante diez aos le gui el ojo el hombre antes de tomarle los
datos y de esfumarse, durante diez aos podra dormir tranquilo, a lo cual l
inform en el mostrador que segua interesado en aquel billete inmediato, volvi a
sentarse junto a la azafata y confes que no saba, que no poda ni imaginar qu le
ocurrira cuando llegara la anciana de la silla de ruedas, que realmente no tena ni
la menor idea, no ya porque precisaba de una orientacin continua, l, que de
hecho jams en su vida se haba sentado en un avin y desconoca por tanto todos
los detalles, sino tambin, y mucho ms, porque el cielo que se le despejara gracias
a la presencia de la seorita azafata enseguida se le nublara cuando la seorita
azafata se marchara con aquella seora de la silla de ruedas.
30.
La atencin se volva hacia ellos desde todos los puntos de la oficina, desde
las empleadas sentadas detrs del mostrador, pasando por los administrativos
instalados en las alturas de la secretara, hasta los viajeros potenciales que
formaban grupos ms o menos aleatorios, no haba ojos que no los buscaran a
Mis antepasados fueron bsicamente personas tranquilas, dijo Korin tras un largo
silencio, y luego, con una expresin de amargura, al tiempo que se rascaba la
cabeza, aadi: Y yo, siempre nervioso.
32.
ella, por mucho que deseara que lo consiguiese: atravesar la ciudad, llegar al
aeropuerto de Ferihegy, la facturacin, la aduana, los controles de seguridad, luego
Estados Unidos, no, no y no, sacudi la cabeza la azafata, era inconcebible, y en ese
instante, al cabo de unas horas, ella misma tena la sensacin de haberlo soado
todo, aunque, a decir verdad, llevaba mucho tiempo sin soar cosas tan extraas, y
por el momento ni siquiera saba cmo interpretarlo, slo le era posible contarlo y
luego guardarlo entre sus recuerdos ms extraos, aunque, de hecho, sin saber
exactamente qu era lo que haba guardado, dijo, pues en ese instante lo tena todo
dentro, estaba todo tan cerca todava, que no acababa de ver nada, de modo que no
poda decir en absoluto quin era aquel hombre, en efecto, slo era capaz de
excusarlo y defenderlo, en vez de afirmar algo sobre l, es decir, lo protegera de la
acusacin, por ejemplo, de que pareca tonto a primera vista, lo haba dicho ya, no
era tonto, sino, cmo explicarlo, de alguna manera pareca muy serio aquel
hombre, muy serio, y era tan poco habitual, tan, no tema la palabra, no, tan
estremecedora esa seriedad en todo, que viniera alguien realmente decidido a
todo, por decirlo de alguna manera, y el hombre no bromeaba, no finga, no slo
deca las cosas y al da siguiente ni se acordaba, sino que las deca todas en serio, y
luego estaba al otro lado ella, dijo la azafata sealndose a s misma, con su
locuacidad y su entusiasmo, realmente, al final la tendran por tonta a ella, por
haberse apasionado tanto, no?, pues no, no, dijo, aunque comprendera, sin duda,
que sus colegas pensaran as, o sea que prefera callar, concluir el relato de su
vivencia, perdn si haba aburrido a alguien, dijo, y ella misma ri en medio de la
hilaridad general y se limit a sealar la tristeza de encontrarse con un hombre,
charlar con l, conocerlo, dejarse influir por l y despus perderlo y no volver a
verlo nunca, nunca ms, lo cual resultaba triste, realmente triste, repiti soltando
una carcajada.
34.
Hermes, dijo Korin, ese nombre ocupaba un lugar central en todo cuanto
consideraba el verdadero punto de partida de su vida, su origen espiritual ms
profundo, nunca haba hablado a nadie de ello, pero ahora quera explicar como
fuese a la seorita azafata que era l, Hermes, al que haba llegado finalmente,
despus de intentar tantas veces vislumbrar el comienzo, ms atrs del cual ya no
poda remontarse, despus de procurar tantas veces entenderlo, investigarlo,
profundizar hasta las ltimas consecuencias y despus contar a aquellos con los
cuales el destino lo haba reunido en el transcurso de su camino, contarles cmo se
haba decidido que l no acabara siendo un archivero comn y corriente, y no se
pues meta y saber no son ms que un manto rado, para usar una expresin
potica, que uno se puede poner o quitar a gusto y discrecin, eso es lo que le
ense Hermes, el dios de los caminos nocturnos, el dios de la nocturnidad, de la
noche cuyo poder, en presencia de Hermes, se extiende inmediatamente tambin al
da, pues tan pronto como se presenta en un lugar, enseguida transforma el mundo
humano, dejando en apariencia que el da sea da, reconociendo en apariencia el
poder de sus compaeros olmpicos, permitiendo que todo transcurra, en
apariencia, segn los planes de Zeus, mientras que Hermes susurra a sus sbditos
que esto no es del todo as, y los introduce entonces en la noche, les ensea el caos
increblemente complejo de los caminos, los enfrenta a lo repentino, lo inesperado,
lo imprevisible y lo casual, con las difusas ventajas del riesgo y de la propiedad, de
la muerte y de la sexualidad, en una palabra, expulsa a sus sbditos de la claridad
de Zeus y los inicia en la oscuridad hermtica, tal como hizo con l, con Korin,
despus de darle a entender que la inquietud creada por su visin nunca se
apaciguara en su corazn, el de Korin, una vez que se le haba presentado, y, al
mostrrsele, lo haba corrompido, puesto que no quera decir en absoluto que ver o
descubrir a Hermes, que dar con Hermes, equivaliera a querer a Hermes; l, dijo
Korin, no se enamor de Hermes, sino que se asust, eso fue lo que ocurri, sa era
la situacin y no otra, se asust como el hombre que comprende, el hombre que en
el momento de ser corrompido toma conciencia de haber sido corrompido, es
decir, de que se le ha permitido acceder a la posesin de un conocimiento cuya
posesin no desea en absoluto, pues s, fue eso lo que le pas a l, a Korin,
exactamente eso, pues qu quera l sino lo mismo que los dems, esto es, ni
destacar ni sobresalir, l no abrigaba tales ambiciones, anhelaba dependencia y
tranquilidad, sentirse en casa y tener las cosas claras, o sea, normalidad, que luego
perdi en un abrir y cerrar de ojos, cuando Hermes entr en su vida y, como bien
poda confesar, lo convirti en su sbdito, pues a partir de ese momento el sbdito
abandon en un santiamn a su mujer, a sus vecinos, a sus compaeros, puesto
que pareca inconcebible no ya ponerlos de su lado, sino explicarles, hacerles
comprender o confesarles que el evidente cambio de su comportamiento se deba a
un dios griego, imagnese usted, dijo Korin a la azafata, plantarse un buen da ante
la esposa o ante los compaeros del archivo y decirles, ya s que habis observado
un cambio particular en m, pues bien, detrs de ste hay un dios griego, pues eso,
imagine usted, dijo Korin, en efecto, su esposa y una confesin as!, sus
compaeros de trabajo y una explicacin as!, o sea que no pudo ocurrir ms que lo
que sucedi, precipitado divorcio en casa y de todo en el archivo, desde miradas
extraadas hasta la marginacin total, incluso acabaron por evitarlo y por dejar de
saludarle en la calle, lo cual le doli sobremanera, dijo Korin, sus propios colegas,
con los que conviva da tras da, dejaron de saludarle en la calle, hasta ese punto
lleg por culpa de Hermes, hasta ese punto, y no lo deca como queja, sino
Lleg el visado, pero ellos seguan all sentados, igual que antes, en el banco
destinado a quienes esperaban, porque la anciana no apareca todava, y en el
mostrador, cuando l les present el visado, no dijeron ms que antes sobre las
posibilidades de conseguir un billete, es decir, que dejara de impacientarse, de
preguntar y de levantarse, que aguardara tranquilamente su turno, que ya lo
llamaran cuando le tocara y que, por cierto, otros esperaban durante semanas para
esos asuntos, o sea que qu quera, a lo cual Korin asinti con la cabeza, pues s,
naturalmente, calm a la empleada asegurndole que a partir de ese momento l
no planteara ms problemas, que a partir de ese momento haba entendido de qu
iba todo, que prometa no molestarlos ms, tras lo cual volvi a sentarse al lado de
la azafata y pas unos minutos sin abrir la boca, aguardando y preguntndose,
evidentemente angustiado, si su actitud haba despertado la animadversin de los
empleados, con lo que, explic a la azafata, no haca ms que empeorar su
situacin, pero despus, como si todo se le hubiese olvidado de golpe, se volvi de
nuevo hacia ella y retom su discurso all donde lo haba dejado haca unos
instantes, para explicar que lo que ms le gustara sera quedarse ah mismo toda
una semana y contar y contar, ni l saba con exactitud qu caray le haba pasado
para que le viniera tal verborrea y no parara de hablar, de hablar, para colmo,
sobre s mismo, antes no sola hacer eso, en absoluto, jams, dijo Korin, mirando a
la azafata a los ojos, antes habra sido inconcebible, es ms, si algo lo caracterizaba,
era no decir nunca nada a nadie sobre s mismo, y ahora, quin saba por qu,
quiz por miedo a ser atacado, por miedo a ser perseguido, aunque eso no era
seguro, sino slo probable, lo cierto era que tena que hablar sin parar, lo posea la
sensacin de estar obligado a contarlo todo, la escena en la ribera del ro, el centro
psiquitrico, la jerarqua, el olvido, la libertad y el centro del mundo, de estar
obligado a iniciar a alguien, l, que jams haba sentido la necesidad de iniciar a
nadie en la historia de sus ltimos aos, de sus ltimos meses y de sus ltimas
semanas, de confesar lo que haba ocurrido en el archivo, lo que haba ocurrido en
la garita del guardafrenos, en el puente y en la plaza Almssy, o sea, realmente
todo o, mejor dicho, lo esencial, aunque precisamente eso, el relato de lo esencial,
resultaba ms y ms difcil, no slo porque la esencia se compona de detalles, y la
riqueza de los detalles en s era demencial, sino por una causa mucho ms nimia y
banal, el hecho de que le dola la cabeza, para ser preciso, porque su dolor de
cabeza, que se caracterizaba por un nivel continuo, haba superado ya ese grado y
empezaba a tornarse insoportable; no era, de hecho, su cabeza, sino el cuello, la
espalda y la nuca, aqu arriba, dijo sealando el sitio a la azafata, y cuando se le
echaba encima, se volva intolerable, dijo, en vano intentaba remediarlo, con
masajes, girando la cabeza, moviendo los hombros, nada serva, nica y
exclusivamente el sueo, la desconexin absoluta e inconsciente, pero su problema
resida precisamente en el hecho de no poder desconectar la conciencia o, para ser
exacto, la cabeza, slo poda sostenerla, mantenerla en tensin, as, con lo cual los
msculos, claro, los ligamentos protestaban, claro, es decir, all arriba todo se
rebelaba, por lo que no le quedaba ms remedio que tumbarse, como en ese preciso
lugar y en ese preciso instante, en el banco, si la seorita no se molestaba, slo se
trataba de un minuto, pero le resultaba imprescindible acostarse para ahorrar
trabajo a los msculos y a los ligamentos, a los trapecios y a los esplenios, a los
suboccipitales y a los esternocleidomastoideos, tena que quitarles la carga, pues de
lo contrario poda ocurrir lo que tema desde haca aos, concretamente, que
perdiera la cabeza, pues era eso lo que poda suceder, se le poda caer el tarro y
entonces no habra ni Nueva York, ni nada, entonces, dijo, acabara en un
santiamn.
36.
La azafata se levant para dejarle sitio, Korin se tumb boca arriba y apoy
poco a poco la cabeza en el banco, pero tan pronto como entorn los ojos, tuvo que
abrirlos, puesto que, de golpe, la puerta de la calle dio entrada a gran cantidad de
gente, aunque lo ms correcto sera decir que entraron a saco, irrumpieron en las
oficinas con violencia y brutalidad, como si quisieran tirarlo todo abajo, indicando
con rdenes proferidas en voz spera, reacias a contradiccin alguna y dirigidas a
diestro y siniestro, que la persona a la que rodeaban, la persona a la que
introducan empujando una esplndida silla de ruedas de color de madera de
bano, la persona a la que entraban para situarla entre clientes y empleados, posea
unos motivos excepcionales para irrumpir de ese modo, unos derechos
inalienables para asaltarlos de tal manera, al tiempo que nadie posea ni motivos ni
derechos para poner todo ello en entredicho, es decir que, con medio da de retraso
y para profundsima amargura de Korin y para enorme alivio de la azafata, lleg la
anciana suiza, con su cuerpecito diminuto, seco y enjuto de carnes, su cara de
mejillas hundidas y surcada por miles de arrugas, sus ojitos grises y carentes de
todo brillo, sus labios cuarteados y cerrados a cal y canto, pero eso s, con unos
pendientes de oro de gigantescas dimensiones, que le golpeaban los hombros, y as
comunic sin dilacin y sin decir palabra que con ese cuerpo, esos ojos, esa boca,
esto es, con ese silencio despreciativo y esos pendientes enormes dirigira a partir
de ese momento todas las operaciones durante unos minutos, fijara qu ocurrira y
qu no, aunque no despeg los labios, desde luego, ni poda afirmarse que los
miembros de su squito adivinaran o percibieran sus rdenes, antes bien lo que se
vio era que la movieron un poquito para adelante y un poquito para atrs, que
aceleraron un poquito y ralentizaron otro poquito, siempre clavando la vista en
ella, pendientes de ella como los pendientes, pero luego un gesto delicadsimo de
la anciana dej bien claro qu deseaba, hacia dnde quera ir, qu direccin deban
tomar para acercarse a los mostradores, de tal modo que ni los empleados ni los
clientes pudieron oponer resistencia a ese cambio de direccin, o sea, se
interrumpi el trabajo tras los mostradores, se disolvieron las colas y se dio por
concluida la extraa situacin en que haban quedado la azafata y Korin debido al
dolor de cabeza de ste, pues Korin, como mnimo, se vio obligado a incorporarse
y comprobar, tras el primer susto, que no venan por l, y la azafata tuvo que
ponerse en movimiento de inmediato y declarar que ella era la elegida por la
compaa area hngara o, mejor dicho, por su Servicio Mano Amiga, para, una
vez concluidas las formalidades necesarias, apoyar y ayudar a la seora, para
servirle de gua, en el sentido estricto de la palabra, hasta el aeropuerto de
Ferihegy.
37.
Los crepes de carne de Hortobgy eran muy buenos, tradujeron las palabras
de la anciana al nervioso empleado sentado enfrente, pero el aire, sonrieron
discretamente y a la vez los miembros del squito, no consigui gustar a Frau
Hanzl, eure Luft, repiti con su vozarrn ronco y retumbante, al tiempo que
sacuda, decepcionada, la cabeza, ist einfach unqualifizierbar, verteht ihr?,
unqualifizierbar!, y, dicho esto, indic luego que giraran hacia ella la pantalla del
ordenador y seal all una lnea, a partir de lo cual todo transcurri con una
celeridad increble: en uno o dos minutos el billete estuvo en poder del squito,
cuyos miembros explicaron a la azafata que acababa de presentarse cul sera su
papel al lado de la seora Hanzl, que organizaba siempre ella misma sus viajes y
era, por eso mismo, sumamente susceptible, dijeron y se dieron la vuelta
empujando a la sumamente susceptible seora Hanzl, sentada en la esplndida
silla de ruedas de color de madera de bano, y se dirigieron a una velocidad de
vrtigo hacia la salida de la oficina, de modo que a Korin, que, desesperado,
sacuda la cabeza hacia un lado y hacia el otro, slo le dio tiempo a correr hasta la
azafata y tratar de resumir en una nica frase todo cuanto, segn l, ella deba
saber, pues eran tantas las cosas que no haba logrado decir, dijo fijando en ella la
mirada perdida, pues no le haba dado tiempo para explicar precisamente lo
esencial, esto es, qu quera hacer, de hecho, en Nueva York, ni siquiera haba
conseguido referirse, s, continu, sealando la manga de su abrigo, referirse al
manuscrito!, no lo haba mencionado ni con una palabra y era, sin embargo, lo
ms importante, sin l la seorita azafata no entendera nada de nada, ya que el
manuscrito, prosigui, agarrndole la mano y procurando arrancar a la joven del
squito empeado en ponerse ya en movimiento, era lo ms maravilloso que se
haba escrito nunca sobre la faz de la Tierra, pero Korin poda decir lo que quisiera
a la seorita azafata, pues sta no prestaba ya atencin y se limitaba a responder,
con una sonrisa, que lo senta mucho, pero tena que marcharse, por lo que a Korin
no le qued ms remedio que adelantarse corriendo, ponerse ante la puerta,
evitando la salida de la silla de ruedas que se acercaba a gran velocidad, y confesar
a gritos, superando con el volumen de su voz el barullo del hacendoso y
desordenado squito, que aquel da haba sido bellsimo, inolvidable, y pedir a la
seorita azafata que l pudiera guardar eternamente en la memoria los dos
hoyuelos de su sonrisa, gurdelos, respondi la azafata sonriendo con los dos
hoyuelos, tras lo cual la puerta se cerr a su espalda y Korin se qued de pronto
solo con el ensordecedor silencio y con esos dos hoyuelos en el recuerdo,
eternamente.
38.
Por 119 000 florines, Islandia, una semana, desgranaba aburrido uno de los
empleados, por 99 000 florines, el Nilo, una semana, por 98 000 florines, Tenerife,
una semana, por 75 900 florines, Londres, cinco das, por 69 900 florines, Chipre,
una semana, por 55 000 florines, Tnez, una semana, o Mallorca, una semana, por
49 900 florines, Riviera turca, una semana, por 39 900 florines, Rodas, una semana,
por 34 900 florines, Corf, una semana, por 24 900 florines, Dubrovnik, una
semana, por 24 000, Atenas, Salnica con los monasterios de Meteora, una semana,
por 22 900 florines, Jesolo, una semana, por 19 900 florines, Salou, una semana, por
18 200 florines, Kraljevica, ocho das, pero si no le interesa nada de eso, aadi
dirigindose al cliente que estaba delante y que todava pareca indeciso, entonces,
dijo, volviendo la cabeza a un lado, entonces, dijo, torciendo el gesto, puede usted
ir tranquilamente a otro sitio, puls una tecla de su ordenador, se reclin en la silla
y alz la vista al techo, dando a entender que, por su parte, haba terminado la
informacin, que haba acabado de una vez para siempre.
39.
puerta que daba a los despachos contiguos, pero sobre todo para que luego,
cuando por fin lleg la seal autorizadora desde uno de los cubculos de vidrio de
arriba, se pusieran todas manos a la obra, al principio con cierta cautela,
dedicndose de forma vacilante todava a los preparativos, aunque luego, cuando
se hubieron marchado el ltimo cliente y el ltimo empleado y ste baj
definitivamente la persiana all fuera, comenzaron a todo ritmo, con los cubos y
los escobillones y las cuatro batas idnticas: dos de las mujeres avanzaron y las dos
restantes se quedaron en el lado de la calle; despus, tras sumergir en el agua de
los cubos los trapos que envolvan los escobillones y escurrirlos luego, se pusieron
en marcha, dos frente a dos, con pasos largos y estirados, con seriedad y sin decir
palabra, de tal modo que no se oa ms que el ruido de los cuatro trapos que se
deslizaban rpidamente sobre los cuadrados del suelo de mrmol artificial, y
luego, cuando llegaron al centro y pasaron la una al lado de la otra, se oy un
pequeo chasquido y volvieron los trapos a deslizarse por el suelo, hasta el final,
donde tornaron a sumergirlos y a escurrirlos, y volvieron a la carga, de la misma
manera y siempre sin abrir la boca, hasta que la nia, al tiempo que avanzaba,
meti la mano en su bata, encendi una radio de bolsillo y subi el volumen, y a
partir de ese momento siguieron movindose a travs del moco espeso de una
msica mquina glida, montona y resonante, mudas, cada una con su escobilln,
cada una con los ojos vacos e incoloros clavados en el trapo mojado.
II
NIMO FESTIVO
1.
2.
pasar de largo, y entonces, claro, se saltaba la letra deseada precisamente por esa
nerviosa cautela, con lo cual empezaba de nuevo el impaciente trabajo menudo,
haba que sujetar el diccionario de otra manera y continuar buscando hoja por hoja,
o sea que ralentizaba mucho la operacin, y acab recurriendo a la solucin del
bloc de notas, decidi apuntar las palabras supuestamente ms importantes,
inventar un orden que facilitara, esto es, acelerara el acto de hojear, y lo invent y
lo concluy durante el largo viaje, y tena que volver a sacar el bloc de notas si
quera salir de ese lo, si quera montar una frase en ingls, tena que inventar algo,
algo as como una solucin, para que no se viniera abajo en su cabeza el nimo
festivo, puesto que estaba all, haba llegado, lo haba conseguido: haba
conseguido lo imposible, por as decirlo, dijo, y por eso haba de pergear una
frase comprensible para aclarar quin era y qu quera, una frase que se refiriera
slo al futuro, porque l decidi hablar nica y exclusivamente del futuro, l se
contendra, dijo en ese momento para sus adentros, l evitara, segn cont ms
tarde, hablar de aquello que le oprima ligeramente el corazn en esos instantes de
nimo festivo, puesto que no poda mentirse a s mismo de ningn modo, su
interior contena cierta dosis de tristeza adems del nimo festivo, ya que le doli
bajar del avin y no poder mirar atrs y ver Hungra, le doli no ver Hungra
desde all, pues aparte del hecho de haber llegado, de que ya no poda atraparlo
ningn perseguidor, de que l, ese puntito en el universo, ese insignificante
historiador local salido de las profundidades de un polvoriento archivo a
doscientos veinte kilmetros de Budapest, estaba ahora all, en A-m-ri-ca!, y
pronto se pondra manos a la obra para llevar a cabo el Gran Plan, o sea, aparte de
todas esas sensaciones regocijantes apareci tambin otra, en efecto, cuando baj
por la escalerilla del avin con los dems pasajeros y, mientras stos asaltaban el
autobs, mir atrs sobre el hormign de la pista de aterrizaje azotada por un
viento retumbante, y pens: ay, nunca ms, pues con esa llegada regocijante haba
cortado definitivamente todos los hilos, dejaba de existir el pasado, dejaba de
existir Hungra, e incluso lo expres en voz alta cuando, apremiado por las
azafatas, l tambin se dirigi al autobs y volvi a mirar atrs, hacia donde
supona que estaba Hungra, y pens: ay, para l esa Hungra haba desaparecido
para siempre.
4.
5.
Fijarse slo en exit, dijo Korin en voz bastante alta, slo en exit, solamente se
poda ir hacia donde pona exit, a ningn otro sitio, porque se equivocara, exit, s,
por all, todo recto, y no molestaba a nadie, pues a nadie interesaban sus
monlogos, al fin y al cabo eran unos cuantos miles los que actuaban exactamente
igual, corran indecisos de un lado a otro, con los ojos clavados en letreros y
sealizaciones, doblaban a la izquierda, se paraban, vuelta atrs, a la derecha, se
paraban, de nuevo vuelta atrs, y finalmente recto, siempre adelante, hasta
alcanzar otro momento de desconcierto, una y otra vez, igual que Korin, por tanto,
mirar la palabra exit y nada ms, basarse nica y exclusivamente en exit y no
equivocarse, prestar mucha, muchsima atencin, no distraerse, pues bastaba un
simple descuido en medio de ese trfico demencial para perderse definitivamente,
para no encontrar nunca ms el camino correcto, y nada de ponerse inseguro, se
dijo, seguir y seguir por pasillos y escaleras, nada de preocuparse por las puertas
que se abran a los lados de los pasillos y escaleras, nada de mirar para all, y
aunque se echara un vistazo, pasar luego de largo ciegamente ante esas puertas
laterales que se abran a los lados, superar la tentadora realidad de que en alguna
pona exit, aunque con otras letras, pasar, no preocuparse de las puertas laterales, y
l, en efecto, no se preocupaba y segua de largo, realmente, explic ms tarde, se
senta como en un laberinto delirante, no slo en un laberinto, sino tambin en
medio de un ritmo delirante de pasos, pues algo imprima una velocidad
despiadada a la gente, o sea que siempre haba que tomar decisiones repentinas,
eso era lo ms difcil, optar en un instante entre dos direcciones posibles, porque
de vez en cuando, mientras avanzaba por pasillos y escaleras, llegaba un punto de
esos en que uno quera continuar, pero una seal inquietante lo obligaba a
detenerse, lo confunda, una inscripcin ilgica en un lugar que se prestaba a
confusin, y entonces haba que decidir en un abrir y cerrar de ojos, decidir
adnde, cul era esa maldita direccin principal que era preciso seguir, si era sta o
la otra, la perturbadora, aqulla de la que no poda saberse si modificaba la
direccin principal, o sea, haba que decidir en un tiempo angustiosamente corto,
eso lo atormentaba, buscar y andar y avanzar sin parar, es ms, consciente de la
absoluta imposibilidad de la idea de detenerse, puesto que el acto de detenerse
quedaba completamente excluido como posibilidad, cual si hubieran grabado con
hierro candente en todas y cada una de las personas que las puertas se cerraran
enseguida y que, por tanto, haba que darse prisa, correr, cada cual segn sus
capacidades, pero, eso s, sin parar, buscar y andar y avanzar hacia la exit, que en
s, dijo Korin, era una nebulosa absoluta, pues no poda saberse qu se deba
entender por exit, fuera, s, para l significaba fuera, esto es, salir del edificio al aire
libre, a un autobs que lo llevase a la ciudad o a un taxi que no fuese demasiado
caro, ya vera, aunque no estaba muy seguro de si deba entenderse as el asunto
de la salida, en el sentido de salir y quedar en libertad, por as decirlo, no tena ni
la menor idea, se limitaba a seguir avanzando con creciente incertidumbre, como
explic luego, progresaba con incertidumbre por pasillos y escaleras, pues no saba
si eran los correctos, y estaba muy asustado ya, dijo, y cuando se dio cuenta de que
el camino empezaba a deslizarse bajo sus pies y se le ocurri que llevaba tiempo
quiz siguiendo el rumbo equivocado, entonces se asust de verdad, y ese miedo
no le permita pensar, sino slo actuar conforme a los instintos, confiarse a la
multitud, aceptar la direccin principal de la marcha, conectarse a esa direccin
principal, adoptar la velocidad de la masa y dejarse arrastrar por ella como una
hoja entre muchas, para expresarlo a la antigua, dijo, como una hoja en una
violenta tempestad, y apenas vea nada a su alrededor, todo se le antojaba
demasiado rpido, demasiado intenso, demasiado nervioso y vibrante y difcil, y
slo quedaba claro que era radicalmente diferente de como se lo haba imaginado,
porque, en efecto, as era, radicalmente diferente, con lo cual se adue de l un
miedo ms fuerte todava, explic, miedo en la tierra de la libertad,
estremecimiento en medio del alivio festivo, porque todo se le vino encima de
repente, para que lo comprendiera, para que lo captara, para que lo calara, para
intentar salir de ello, pero slo venan, en serie, pasillos y escaleras, sin cesar, uno
tras otro, y l, en aquel barullo de conversaciones, llantos, gritos, chillidos y feroces
carcajadas, en aquella marea ascendente y descendente de rumor y alboroto, se
limitaba a decir exit, s, por all, todo recto.
7.
sin poder tocar siquiera una clase inferior a las categoras IF y VVSI, se procur dar
una idea cabal del escalofriante mundo de las facetas, de la dispersin, de la
brillantez y del tallado, mediante veintiuna estrellas, deca el texto, una idea del
universo, ya que era singular tambin la intencin, escriban, de no limitarse a
hechizar a los espectadores con una o dos bellezas sin par, sino mostrar la belleza
sin par por excelencia mediante veintiuna formas distintas y muy diferentes entre
s, y en efecto haba all todo cuanto pudiera uno imaginar dentro de las calidades
cromticas River, Top Wesselton y Wesselton, veintiuna perfecciones conforme a la
determinacin de las proporciones segn el estndar de Tolkowsky, el
escandinavo o el de Eppler, haba diamantes talla Mazarino, talla Peruzzi, talla
Marquise y talla Esmeralda, haba formas ovaladas, de pera, navette y semi navette,
haba de todo entre los cincuenta y cinco y los ciento cuarenta y dos carats, y por
supuesto las dos sensaciones, el ORLOV engastado en plata y el OJO DE TIGRE de
cincuenta y cinco carats y color mbar, un fulgor realmente singular y demencial
en aquella vitrina a prueba de balas, y todo ello en el lugar ms increble, el lugar
ms sensible del aeropuerto ms concurrido de los Estados Unidos de Amrica,
donde ms difcil era proteger un resplandor as, que vala millones y millones, y,
sin embargo, se protega, concretamente gracias a cuatro cintas rojas y a cuatro
marciales guardias con las piernas ligeramente separadas.
8.
generalizado que acechaba por doquier, sea como fuere, cont das ms tarde en
un snack chino, fue lo que ocurri, la mano adopt de pronto esa postura, y cuando
l por fin atraves el denso caos del vestbulo y lleg, no a la intemperie, pero s a
unas arcadas de hormign, y la mano izquierda procuraba apartar a cuantos
pasaban por all, la mano intentaba comunicar a cuantos se le acercaban que l
estaba muy asustado, que por el susto estaba preparado para cualquier
eventualidad, o sea que convena que nadie se le aproximara, sugera
ostentosamente, e iba y vena buscando una parada de autobs, pero luego,
cuando se dio cuenta de que todo estaba lleno de paradas de autobuses pero lo que
faltaba eran los autobuses, cruz desesperado, convencido de que se quedara all
para siempre, al otro lado, a la parada de taxis y se puso a una larga cola que
conduca hasta un hombre robusto parecido a un portero de hotel, e hizo muy
bien, explic ms tarde, muy bien hizo en animarse y ponerse a la cola frente a las
arcadas de hormign, pues as se acabaron las vueltas y el desconcierto, as alcanz
un punto dentro de una gran maquinaria, en donde no deba explicar ni quin era
ni qu quera, pues su identidad y voluntad quedaron claros en el momento
mismo de ponerse a esperar su turno, acercndose paso a paso al hombre parecido
a un portero de hotel, es decir que a raz de esa decisin desesperada pero
afortunada todo fue como una seda: mostr un papelito con el nombre del hotel
que la azafata de Budapest le haba dado para el viaje, aadiendo que se trataba de
un establecimiento concurrido, probado y barato; el hombre parecido a un portero
descifr la direccin, asinti con la cabeza y dijo twenty-five dollar, y Korin se subi
a un enorme taxi amarillo, y enseguida se pusieron en marcha rumbo a Manhattan,
serpenteando entre los carriles, mientras l se apretaba el vientre con la mano en
un puo, siempre dispuesto a defenderse, a responder al siguiente ataque, si en ese
hermoso taxi grande y amarillo la reja que lo separaba del chfer hubiera cado de
repente o si alguien hubiera arrojado una bomba al interior del vehculo en un
semforo en rojo, as, sin ms, o, por ltimo, si el conductor se hubiera dado la
vuelta, el conductor que a primera vista semejaba un paquistan, un afgano, un
iran, un bengal o un banglades, y hubiera apuntado con una pistola de enormes
dimensiones y le hubiera dicho money, Korin, nervioso, ech entonces un vistazo a
su bloc de notas, or life.
10.
problemas ms serios en el camino, lo peor fue quiz que le sali un grano debajo
de la nariz y el tener que cerciorarse una y otra vez de si llevaba el pasaporte, la
tarjeta del hotel, el diccionario y el bloc de notas, comprobar si estaban, si
realmente los haba guardado all donde supona, o sea, nada, nada de nada
durante el vuelo, el primer vuelo de su vida, ni miedo, ni placer, slo un inmenso
alivio, pero luego, cuando el avin aterriz, empezaron los problemas, llegaron,
claro, la Oficina de Immigracin, el joven, la parada de autobuses y el taxi, pero
sobre todo el hecho de sentir all dentro, seal su cabeza, all dentro un
enturbiamiento total, es decir, una suspensin momentnea y completa, lo percibi
y lo comprendi en aquella primera planta del hotel y al mismo tiempo tom
conciencia de que tena que cambiar en el acto, cambiar, decidi, bajar en primer
lugar esa mano izquierda y acto seguido serenarse, esto es, despejar el camino que
tena delante, porque al fin y al cabo, se levant de la cama y volvi a dirigirse a la
ventana, todo estaba bsicamente bien encaminado, slo haba de encontrar la
llamada paz interior y acostumbrarse a estar y a quedarse all, y entonces se volvi
hacia la habitacin, dio la espalda a la ventana, y cuando ech un vistazo al
mobiliario, una simple mesa, una silla, una cama, un grifo y un lavabo, cuando
pens que all vivira y all hara realidad el Gran Plan, se aguant como
consecuencia de esa firme decisin, consigui no derrumbarse, ni echarse de nuevo
a llorar, que es lo que normalmente habra ocurrido, confes con toda sinceridad:
derrumbamiento y llanto en Nueva York, en la primera planta del Hotel Suites.
12.
Si multiplico los cuarenta dlares diarios por diez, sern cuatrocientos dlares en
diez das, lo cual es imposible, dijo Korin al ngel, cuando, despus de pasar la noche
en vela debido al jet lag, al final logr conciliar el sueo al amanecer, pero esper
en vano, no recibi respuesta, porque el ngel permaneca inmvil, mirando algo
detrs de l, por lo cual Korin se dio la vuelta y continu as: Yo tambin lo he
mirado. All no hay nada.
13.
qu importaba si era hoy, maana o pasado, o sea que as empez, cont al cabo de
unos das, se limit a controlar de vez en cuando la cadena de seguridad, a
despachar con una retahla de nou, nou a las mujeres de la limpieza que se
presentaron durante la maana y, como no abra, pretendieron abrir la puerta con
sus llaves, pero, con la salvedad de esas interrupciones, pas gran parte del da
durmiendo, como si le hubieran asestado un golpe en la cabeza, y durante la noche
se qued espiando la calle, el trozo de calle que poda ver, mirando aturdido y
durante horas qu haba entre una esquina y otra, lo recorri todo metro a metro,
identific las tiendas, la de planchas de madera, dijo, la de pinturas, y como era de
noche y apenas se observaba movimiento, vea siempre lo mismo, siempre el
estado invariable de la calle, de modo que hasta los detalles ms nimios se le
grabaron en la conciencia, la hilera de coches aparcados junto a la acera, los perros
vagabundos que olisqueaban los tarros de basura, algn vecino que volva a casa,
la luz esparcida por las tintineantes farolas mecidas por el viento, todo se le grab,
nada escap a su atencin, ni siquiera que aquel hombre instalado en la ventana de
la primera planta era l, sentado y mirando para abajo, al tiempo que se iba
diciendo, tranquilo, ese da perteneca al descanso, al acopio de energas fsicas y
psquicas, pues por bastantes cosas haba pasado, bastantes, empezando por la
persecucin en su localidad, siguiendo por el episodio del puente, por el olvido de
la obligatoriedad del visado, por los nervios en la aduana, por el aeropuerto, por el
ataque y por el viaje en taxi con la agobiante sensacin de avanzar a ciegas, todo
eso lo haba vivido una nica persona, se record a s mismo, una nica persona,
sin apoyo ni proteccin alguna, o sea, era de extraar que no quisiera salir?, no,
por supuesto que no, se preguntaba y se responda una y otra vez, al tiempo que
permaneca sentado mirando para abajo, sentado junto a la ventana, aturdido e
inmvil, y si todo ocurri as al da siguiente a su llegada, con ms justificacin
sucedi de igual modo al segundo da, y al empezar, cul?, el tercer da, despus
de dormir otra vez como si se hubiera desmayado, se dijo exactamente lo mismo
que el da anterior, esto es, que no, que en absoluto, que no era el momento, que
maana, maana seguro, y entonces se puso a deambular por la habitacin, arriba
y abajo, desde la ventana hasta la puerta, dibujando crculos en aquel lugar
estrecho, y le costara decir, explic, cuntos miles de veces o, mejor dicho, cuntas
decenas de miles de veces dio esa vuelta en el transcurso de la tercera noche, de
modo que, si quisiera definir con una sola palabra su primera jornada, dira: slo
mir, y si quisiera definir con una sola palabra su segunda jornada, dira: slo
anduvo, pues eso fue lo que ocurri, en efecto, anduvo y anduvo, aplacando de vez
en vez el hambre con unas galletas que haba conservado desde la cena del avin y
trazando crculos entre la ventana y la puerta, hasta que por fin se derrumb por el
cansancio y cay rendido en la cama sin haber tomado una decisin, a ver, el da
siguiente era el tercero, qu hacer.
14.
imbcil que anda suelto o qu?, un loco que se comporta as, sin dignidad
alguna?, tranquilo, dijo al tiempo que se sujetaba la cabeza con los pltanos en el
Bowery, todo se arreglar mientras no pierdas la dignidad, todo se arreglar,
repiti, siempre y cuando no la pierdas.
15.
efecto, la golpe para llamar, y luego se dio cuenta, demasiado tarde, de que haba
un timbre al lado, se dio cuenta porque alguien respondi a los golpes
despotricando en el interior o, al menos, cont Korin, las palabras sonaron mucho
a insultos, y acto seguido apareci al otro lado de la reja un gigantn, un hombre
robusto, pelado al rape, se le acerc, lo mir a la cara y, sin decir nada, volvi por
donde haba venido, aunque Korin oy al mismo tiempo un zumbido, y no le dio
tiempo para pensar, tena que entrar por aquel cierre que se abra y, en efecto,
entr y se encontr en una especie de estrecho vestbulo, ante una especie de
oficina tambin protegida por una reja de hierro primero y por una pared de cristal
despus, por la que tena que hablar a travs de una abertura, y dijo Hotel
Sunshine, a lo cual le respondieron, yeah, sealando hacia un costado, hacia otra
reja, Korin mir hacia all, mas se asust tanto que slo pudo verlos por un
instante, no volvi a echar un vistazo en esa direccin, tan terribles se le antojaron
aquellos personajes, Hotel Sunshine?, pregunt con cierta suspicacia la persona
desde dentro, desde detrs del cristal y de la reja, pero l qu poda decir?, aclar
luego Korin, que s?, que era eso lo que buscaba?, o no, gracias?, o sea que ni
siquiera se acordaba ya de las palabras que solt por la boca, no tena ni la menor
idea, dijo, ni puetera idea de qu responder a esa pregunta, lo cierto era que al
cabo de unos minutos volva a estar en la calle, y, mientras empezaba a plasmarse
en su interior la idea de que deba pedir ayuda, aceler los pasos cuanto pudo,
volver, le insisti una voz mientras caminaba hacia Rivington Street, volver al
Hotel Suites, deca al ritmo de sus pasos, y no vio nada ms hasta llegar a la puerta
del hotel, slo el rostro sonriente de esos personajes oscuros, no oy nada ms,
salvo una y otra vez aquel zumbido y el golpe fro y agudo de la cerradura, as
como un hedor desconocido, terrible, rancio, que asalt all su sentido del olfato y
que lo acompa en el camino de regreso desde el Hotel Sunshine hasta el Hotel
Suites, de tal manera que jams olvid el olor repugnante de aquella maana
memorable, del momento en que entr por vez primera, cmo explicarlo, dijo a su
interlocutor en la mesa del snack chino, del momento en que franque por vez
primera la terrorfica puerta de la ciudad de Nueva York.
16.
No poda hacer otra cosa, tuvo que ser as, quien recibe, devuelve, porque
eso fue lo que ocurri, recibi y devolvi, con lo cual no quera decir, por supuesto,
que estuviera todo en regla, no, pero como mnimo ingresaba seiscientos al mes
durante un tiempo, con lo cual mejoraba al menos su situacin actual, dijo
completamente deshecho el intrprete al taxista mexicano que no entenda ni jota,
mejor eso que nada, aunque haba un imprevisto, aadi sealando a Korin, que
dorma con la boca abierta en el asiento trasero, lo imprevisto era ese to a su lado,
l prevea muchas cosas, sacudi la cabeza con una sonrisa el intrprete, pero a ese
to no lo previ ni en sueos, que el to tuviera la cara de llamarlo por telfono
despus de que lo despidieran por su culpa, de que lo echaran de su empleo como
si fuese un moco, pero el to ese no le dio ms vueltas, cogi el auricular y lo llam,
creyendo que, como le haba dado la puta tarjeta de visita, poda permitirse
llamarlo por telfono, y lo llam, s, y le suplic que se encontraran y que le
ayudara, porque, dijo el imbcil ese, estaba completamente perdido en Nueva
York, cont el intrprete, me entiende?, pregunt al mexicano, el to dijo que
estaba perdido, genial, continu el intrprete dndose golpes en las rodillas, como
si interesara a alguien en una ciudad en que todo el mundo estaba completamente
perdido, o sea que se dispona ya a colgar para que el to ese le tomara el pelo a su
puta madre si quera, pero no a l, cuando el personaje solt que tena un poco de
dinero, necesitaba un alojamiento y que tal y que cual, necesitaba a alguien que
estuviera a su lado al comienzo, esas cosas dijo el tarado, exactamente eso, pues s,
que quera a alguien a su lado y que poda pagar seiscientos dlares mensuales,
ms no, se excus al telfono, porque tena que controlar el gasto, dijo, y en
general, en ese punto Korin no saba muy bien cmo expresarse ante un
desconocido, la situacin era grave, seor Srvry, estaba un poco agotado por el
viaje, y l, trat de explicar, no se consideraba un simple viajero, l no haba venido
as sin ms a Nueva York, l vena a hacer algo y se hallaba en el ltimo momento,
para lo cual precisaba ayuda, de alguien que lo apoyara, de hecho, dijo, no
necesitaba casi nada, slo saber que tena a alguien a quien dirigirse en un caso de
apuro, slo eso, y si era posible, le dijo Korin, que fuese a buscarlo personalmente,
porque estaba desorientado o, dicho de otro modo, no tena ni la menor idea de
dnde se encontraba, pero cmo?, dnde est usted?, le pregunt el otro, sabr
al menos el nombre del hotel desde el cual est hablando?, le pregunt, no haba
nada que hacer, o sea que por esos putos seiscientos dlares se fue corriendo a
Little Italy, porque all estaba el to ese, esperando a que llegara el da siguiente,
all en las inmediaciones del Bowery, seiscientos dlares, exclam el intrprete y
mir al taxista implorando comprensin, por eso cogi el metro de inmediato, por
los malditos seiscientos dlares, aunque, la verdad sea dicha, l no lo haba
imaginado as, continu, al llegar a Estados Unidos ni se le haba pasado por la
cabeza que acabara as, que su nica posesin sera un alquiler pagado con tres
aos de antelacin en la calle 159 oeste y menos an que el to ese lo sacara del
atolladero, pero fue lo que ocurri, ocurri que, tan pronto como el to solt la
pregunta, l pens que podra quedarse en el cuarto trastero, seiscientos eran una
ridiculez, pero a l le venan de perlas, all estara dentro de una hora, dijo por
telfono, dentro de un hora?, grit, exultante, Korin y aadi que l, el seor
Srvry, le haba salvado la vida, luego baj al vestbulo, pag la cuenta, unos
ciento sesenta dlares, explic despus con amargura, sali a la calle, se sent sobre
un muro junto a la tienda de planchas de madera que haba frente al hotel y
bendijo el minuto en que, tras la peligrosa aventura del Hotel Sunshine, cobr
conciencia por fin de que no caba el titubeo si se propona evitar la ruina y el
fracaso, de que tena que pedir ayuda en el acto, de que slo una persona poda
echarle una mano, y empez a hurgar en el bolsillo en busca de la tarjeta de visita,
solamente una, pens, al tiempo que sacaba la tarjeta y empezaba a leer las
ornamentales letras, l, Mr. Joseph Sharvary, tel. 212-611-1937.
17.
derrota, mientras que ante la victoria y los triunfadores una repugnancia fra,
glida, se adueaba siempre de l y lo inundaba por dentro; ocurra simplemente
que, si bien no odiaba ni despreciaba ni el triunfo ni al vencedor, no los entenda, la
alegra que senta el triunfador no supona una alegra para l, y la derrota, que era
la derrota de un vencedor, no era una derrota, pues slo ellos, los injustamente
marginados, los cruelmente expulsados, cmo definirlo?, los condenados a la
soledad y a la falta de afecto contaban con su simpata, de modo que no era de
extraar que desde aquella infancia haya sido siempre una persona dbil y
retrada, que se encoga, que retroceda, como tampoco era de extraar que a su
edad adulta se convirtiera l mismo en una nica e inmensa derrota a raz de esa
debilidad, de ese retraimiento, de esa tendencia a encogerse y a retroceder, aunque
al mismo tiempo, seal Korin dando un paso hacia la puerta de la cocina, no se
trataba de que se reconociera a s mismo en los derrotados debido a una semejanza
de los destinos y de que todo se desarrollara de esa manera por una causa tan
egosta e infinitamente repugnante, porque, declar, su destino personal no poda
calificarse en absoluto de particularmente difcil, l tuvo un padre, una madre, una
familia, una infancia y, por otra parte, porque una fuerza enorme, independiente
de su persona, determinaba la profundsima atraccin que senta por los
condenados a la derrota, un saber inquebrantable, segn el cual aquel estado de
nimo suyo de la infancia, consistente en compasin, buena voluntad y confianza
absoluta, era lo correcto, plena e irrefutablemente correcto, si bien, suspir en el
umbral tratando de llamar, al menos un poco, la atencin de la mujer, tambin
caba la posibilidad de que todo eso slo fuesen explicaciones forzadas, esfuerzos
superfluos por comprender, ya que en el fondo, para expresarlo con palabras
sencillas, dijo Korin, todo se reduca tal vez a que haba sido un nio triste, a que
existan los nios alegres y los nios tristes, y l perteneca a los tristes, a aquellos a
los que una tristeza conduce por la vida y los consume poco a poco, porque a l
tambin lo conduca algo as, era posible que de eso se tratase, no se saba, sea
como fuere, l no quera molestar ms a la seorita, dijo poniendo la mano en el
picaporte, l tena que volver de todas formas a su habitacin, aunque algo, no
saba qu, lo haba impulsado a soltar sus reflexiones sobre la tristeza y la derrota,
ni l entenda por qu ni qu le haba dado, era ridculo, pero aun as confiaba en
no haberla abrumado, en que la seorita pudiera seguir cocinando tranquilamente,
as que, dijo dirigindose a la espalda todava inmvil de la mujer, que estaba
concentrada en los fogones, l se iba, as que hasta luego.
20.
Se hallaba en el centro del archivo, para ser exacto, haba salido de donde
estaba entre los estantes traseros en busca de una mejor iluminacin, ya no
quedaba nadie en el lugar, se haban marchado todos a casa, pues haban pasado
ya las cuatro de la tarde, eran quiz las cuatro y cuarto o cerca ya de las cuatro y
media cuando sali de entre los estantes con un legajo clasificado como una serie
de documentos, concretamente como documentos de la familia Wlassich, se detuvo
bajo la lmpara grande, esparci el contenido del legajo sobre la mesa y abri,
hoje y examin el material que se le haba aparecido, con la intencin de poner
orden, ya que esos papeles haban ido a parar casualmente a sus manos despus de
varias dcadas a la sombra, hasta que entre las cartas y los apuntes de diario, los
inventarios de bienes y las copias de testamentos, entre los certificados y las
partidas de nacimiento, defuncin y matrimonio, se top, bajo la
signatura IV.3/10/1941-42, con un escrito que, como se dio cuenta enseguida, no se
corresponda con la clasificacin de documentos familiares, pues no era ni una
carta ni un apunte de diario, no era ni un inventario de bienes ni la copia de un
testamento, no era la partida de nacimiento, defuncin o matrimonio de un
familiar ni el certificado de un pariente, sino algo distinto, lo vio en el acto, tan
pronto como tuvo esas hojas en sus manos, lo vio desde el primer minuto, pero al
principio se limit a revisar el conjunto, lo hoje hacia delante y hacia atrs,
buscando un ao, un nombre o una institucin, hoje hacia delante y hacia atrs en
busca de la clave del asunto, con el fin de proponer luego una correccin, esto es,
de prepararlo para su posterior tramitacin, o sea, busc un nmero, un nombre,
algo que permitiera identificar el objeto, pero no encontr nada, el manuscrito,
consistente, calculando a ojo de buen cubero, en unas ciento ochenta pginas
mecanografiadas y sin numerar, no contena nada que no fuese l mismo, ni ttulo,
ni fecha, ni indicacin al final sobre quin lo escribi y dnde, nada de nada,
frunci Korin el ceo junto a la gran mesa del archivo, pero entonces qu caray
era eso?, pregunt, de modo que empez a examinar el tipo y la calidad del papel,
el tipo y la calidad de la mquina de escribir, el tipo y la calidad de la letra, mas lo
que hall no guardaba relacin alguna con los otros documentos encontrados en el
legajo, que s guardaban cierto parentesco y, por tanto, cierta relacin entre s,
mientras que ese manuscrito no tena, evidentemente, ningn parentesco ni
relacin con los dems, o sea que Korin procedi a elegir otro mtodo, empez a
leer el texto, lo cogi y comenz a leerlo desde el principio, al tiempo que se
sentaba sin prisa, con cautela, por temor a perder la silla debajo, se sent y ley, y
el reloj situado sobre la puerta de cristal de la entrada dio primero las cinco, luego
las seis, luego las siete, pero l no alz siquiera la vista, continu leyendo, las ocho,
las nueve, las diez, las once, pero l segua all, igual, y entonces mir hacia arriba
y vio que eran las once y siete minutos, caramba, ya eran las once y siete?, recogi
entonces rpidamente las cosas, guard lo dems en el legajo y lo at, pero meti el
manuscrito no identificado e inidentificable en una carpeta sujeta con una banda
elstica y se lo puso bajo el brazo, y as, llevando bajo el brazo el manuscrito que
haba encontrado, apag las luces, cerr al salir la puerta de cristal de la entrada y
enfil hacia su casa, decidido a volver a sentarse all y a empezar a leerlo todo de
nuevo, desde el principio.
22.
ya que quera morir de todos modos, cosa esta que era cierta, dara la vida, en el
sentido estricto de la palabra, por esa inmortalidad, y as ocurri, dijo, a partir de
ese da comenz a estudiar el instrumental de la eternidad, por expresarlo de
alguna manera, la forma de enviar algo, una nueva sagrada, una manifestacin
sagrada, por el camino de la eternidad, estudi las posibilidades y las condiciones
de la piedra, del pergamino, de la pelcula, del microfilm, etctera, etctera, todos
ellos expuestos y, en efecto, sometidos a la destruccin, qu era entonces, se
pregunt, lo indestructible, y al cabo de unos meses, es decir, haca pocos meses,
en un restaurante al que acuda de vez en cuando los domingos, escuch una
conversacin en la mesa contigua, dos jvenes, explic Korin, dos hombres jvenes
discutan, concretamente, esboz una sonrisa misteriosa, sobre el hecho de que
aquello que se llamaba Internet devena en el primer fenmeno en la historia que
implicaba en la prctica una posibilidad de inmortalidad, pues eran tantos los
ordenadores esparcidos por el mundo que el ordenador resultaba prcticamente
indestructible, de lo cual Korin dedujo una consecuencia decisiva para l mismo,
porque lo indestructible era, dicho de otro modo, eterno, claro, o sea que dej all la
comida, en el acto, evidentemente, no recordaba ya qu haba pedido, si sholet con
costillas ahumadas, se levant y se march a su casa de inmediato, para
tranquilizarse, y al da siguiente investig en la biblioteca y recopil una cantidad
ingente de material, ley un montn de libros, las obras de numerosos autores
buenos y no tan buenos en ese campo que le resultaba desconocido, hasta que se
consolid en l la conviccin de que tena que hacer eso, inscribir aquella
maravillosa obra potica encontrada dentro del archivo en esa red llamada
Internet, tan extraa, tan plenamente espiritual por el hecho de existir nica y
exclusivamente en la imaginacin sostenida por el ordenador y de ser all, sin
embargo, inmortal, tena que inscribirla all para inscribirla en la inmortalidad,
porque si lo consegua, dijo para sus adentros, no morira en vano aunque hubiera
vivido en vano, si lograba hacerlo realidad; as se animaba entonces en su casa, en
los primeros tiempos: su muerte poseera un sentido, aunque, aadi, bajando la
voz, Korin, junto a la mesa de la cocina, su vida no hubiera tenido ninguno.
23.
detrs del intrprete, de modo que despus de un tiempo ya no se lo dijo ms, dej
que actuara a su antojo, cont el intrprete luego en su casa, si quera ir detrs de
l, que fuera, a l le daba igual en definitiva, porque, decidi y, adems, se lo
explic claramente a Korin, que sa era su ltima aventura conjunta, ya que l no
dispona de tiempo, estaba muy ocupado, arreglara ese asunto, pero a partir de
entonces Korin tendra que espabilarse solo, solo, entenda?, le grit, pues daba
mucho la impresin de que le importaba un rbano, de que ni siquiera prestaba
atencin, de que lo segua as sin ms, pues entonces al menos que prestara
atencin, le dijo furioso, y Korin, en efecto, prestaba mucha atencin, pero tena
que fijarse adems en cientos de cosas, en miles de detalles a la vez, ya que,
despus de su llegada y de su terrorfica excursin hasta el Hotel Sunshine, sta era
la primera vez que sala de una manera normal, por as decirlo, y la primera vez
que era capaz de registrar cuanto ocurra a su alrededor, pero a todo le tena
miedo, cont al da siguiente en la cocina, tena miedo y segua teniendo miedo,
confes, porque no saba a qu tenerle miedo y a qu no, de qu cuidarse y de qu
no, o sea que procur andar con cuidado desde el primer paso mientras segua al
intrprete, procur no quedarse rezagado, procur no apresurarse demasiado,
procur introducir el billete de metro en la ranura adecuada, poner cara de
indiferente para no llamar la atencin, en una palabra, trataba de adecuarse a algo
indefinido que no consegua identificar, de modo que lleg extenuado, detrs del
seor Srvry, a una tienda adornada con un letrero que pona Photo, en la calle
47, tan agotado que apenas poda sostenerse en pie cuando entraron y tuvieron
que subir, para colmo, unos escalones hasta llegar a la primera planta, de manera
que apenas pudo registrar cuanto suceda; el seor Srvry, explic a la mujer, se
dirigi a un vendedor judo, jasdico para ms seas, que estaba detrs del
mostrador, el hombre le contest, y tuvieron que esperar un rato, apenas haba
gente en la tienda, slo un cliente delante de ellos, pero igual tuvieron que esperar
veinte minutos hasta que el jasid sali de detrs del mostrador y los condujo hasta
un montn de ordenadores y empez a dar explicaciones, pero l, Korin, cont, no
entendi ni una palabra, slo el final, cuando el seor Srvry le comunic que
haba encontrado el aparato ideal, el aparato que l, Korin, necesitaba, y le
pregunt si quera crear una pgina web y, al ver la cara de desconcierto que
pona, hizo un gesto en broma, explic Korin, y, gracias a Dios, quien se ocup de
todos los detalles fue l, el intrprete, l, Korin, slo tuvo que pagar, un total de mil
doscientos ochenta y nueve dlares, que pag y por los que recibi, a cambio, un
paquetito liviano, y con ste emprendieron el camino a casa, pero l, Korin, no se
atreva a preguntar nada, tanto le inquietaban esos mil doscientos ochenta y nueve
dlares, por un lado, y aquel paquetito liviano, por otro, o sea que volvieron en
metro sin abrir la boca, hicieron trasbordo y as siguieron en silencio hasta la calle
159, sin decir una palabra, el seor Srvry seguro que estaba cansado ya de tanto
viaje, por eso realmente no abri la boca, el intrprete le lanzaba de vez en cuando
una mirada amenazante durante el trayecto, cuando tena la sensacin de que el
otro le iba a decir algo, eso no, que empezara de nuevo con sus estpidos
monlogos, no, por favor, que reinara el silencio, por favor, al menos hasta llegar a
casa, entonces, cont el intrprete, entonces ya le explicara lo que tena que hacer,
y as fue, le explic todo, conect el ordenador y le ense qu tecla haba de
pulsar y cundo, pero eso era todo, dijo, eso era lo ltimo, le mostr para qu
serva esta tecla y aqulla y cmo hacer para poner los acentos, y luego le pidi
prestados no doscientos, no lo previsto en un principio durante la noche anterior,
cuando acept ayudarle en la compra, sino directamente cuatrocientos dlares, el
to ese tena dinero hasta debajo de la piel o, mejor dicho, debajo del abrigo, ri en
la mesa mirando a su novia, que imaginara, le rog, el to guardaba toda su fortuna
en un bolsillo que haba cosido en la manga de su abrigo, y de all sacaba el dinero
para pagar, que imaginara, increble, como si fuera un monedero, se carcajeaba el
intrprete, enseguida lo oblig a soltar los cuatrocientos dlares, o sea que ya tena
mil en total, querida, y luego sali de su habitacin, cont, pero antes le dijo con
toda sinceridad, seor Korin, le dijo, as no podr usted seguir mucho tiempo,
porque su dinero huele y si no saca usted el dinero de la manga, lo matarn en la
esquina tan pronto como salga usted la prxima vez, por el olor que desprende.
24.
que hacer eso otro, aunque primero quiso explicar tambin por qu era cada cosa y
qu significaba, pero no tard en considerarlo completamente intil, de modo que
solamente le ense las reacciones mecnicas, lo nico que se poda hacer con l, al
fin y al cabo, cont a la mujer, obligarlo a practicar de inmediato todo cuanto le
mostraba, de modo que el to, dijo el intrprete, aprendi al cabo de tres horas
aproximadamente los secretos de la creacin de una pgina web sin entender casi
nada de nada, pero el hombre ahora ya saba cmo acceder a Word desde
Office 97, cmo escribir su textito y cmo, al final de la jornada, codificarlo primero
como hipertexto, guardarlo luego, conectarse despus con el servidor, introducir
su nombre de usuario y contrasea, su proveedor, su propio apellido, etctera,
etctera, pero todo muy paso a paso, hasta poner el material en la pgina web,
hasta saber controlar si el material estaba realmente en el servidor, si estaba
realmente disponible para los programas de bsqueda basados en determinadas
palabras clave, todo eso, y todo eso le fue embutido al personaje con los mtodos
ms primarios, dijo todava incrdulo el intrprete, porque el cerebro del to estaba
ms agujereado que un queso emmental, lo que le entraba por una oreja le sala
por la otra, cuando oa algo, frunca el ceo por el esfuerzo que le significaba, todo
el to era un enorme esfuerzo, pero se vea cmo sala lo que le acababa de entrar,
que no se le quedaba nada de lo que acababa de recibir, o sea que se poda
imaginar, dijo al da siguiente tambin Korin en la cocina, se poda imaginar la
faena que le supuso aprender todo eso, pues no solamente reconoca que su mente
no era la de antes, sino que admita que ese cerebro estaba mal, destrozado, kaputt,
hecho trizas, no serva para nada, y slo se deba a las fascinantes facultades
pedaggicas del seor Srvry y tambin, aadi Korin con una sonrisa un poco
falsa, a su paciencia, que todo ello redundara en algo positivo, porque ni que decir
tena que l era el ms sorprendido por el milagro consistente en el hecho de que
aquel aparato de unos cuantos cientos de gramos funcionara realmente, ni l
mismo se lo crea, pero as era, explic enfervorizado, que imaginara la seorita,
dijo, la mquina estaba instalada en su habitacin, sobre la mesa, en el centro de la
mesa, colocada justo en el centro, all se encontraba, y l se sentaba y listo, la cosa
se pona en funcionamiento, Korin ri de pronto, se pona en marcha porque l
pulsaba esta y aquella tecla y, en efecto, ocurra lo que le haba vaticinado el seor
Srvry, o sea que slo le quedaban unos das de prcticas, dijo en voz baja a la
mujer que, de pie ante los fogones, segua mostrndole la espalda y sin decir
palabra, y tal vez podra comenzar, dijo, slo unos das de rigurosa formacin y ya
podra empezar a trabajar, ponerse manos a la obra, dar los primeros toques y
entrar en materia, es decir, un da de esos dara por fin el primer paso y se pondra
a escribir para la inmortalidad, l, Gyrgy Korin, en Nueva York, en lo alto del
edificio nmero 547 de la calle 159, todo por mil doscientos ochenta y nueve
dlares, de los cuales doscientos treinta eran en depsito.
25.
y desaparecer de la vista de Korin, hasta que por fin, quiz porque Korin tambin
se sinti perturbado por la inesperada presencia de la mujer, ella pregunt, en voz
muy baja, apenas comprensible, sealando una fotografa de la revista: Did you see
the diamonds?, a lo cual Korin, asombrado, no fue capaz de decir ni po, sino que se
qued paralizado, con el abrigo sobre las rodillas, con las tijeritas suspendidas en
el aire entre los dedos, de manera que la mujer baj poco a poco la revista, inclin
la cabeza, dio media vuelta y cerr la puerta con la misma delicadeza con que la
haba abierto.
28.
Lo eterno slo con lo eterno, dijo Korin en voz alta y para s, luego, como se le
haba dormido un costado de tanto estar sentado, se apoy con el otro contra el
alfizar y se qued contemplando los relampagueos de la escalera de incendios en
la fachada de enfrente, observando las desrticas cubiertas y, en el cielo, el desfile
de nubes enloquecidas impulsadas por el viento de noviembre, hasta que aadi:
Maana por la maana, ms no puedo esperar.
III
TODA CRETA
1.
que todo estaba o, cuando menos, todo pareca muerto, y as deba ser, advertan
all lejos los cretenses, pues nada ni nadie poda sobrevivir a la locura infernal de
esa tormenta asesina, no exista el dios, insistan parapetados detrs de la roca, ese
dios que pudiera salvar a nadie, nadie era capaz de superar indemne tan terrible
catstrofe, ese dios, sacudan una y otra vez la cabeza all en la costa, no haba
nacido an ni era probable, segn su leal saber y entender, que naciera nunca.
2.
vez cuatro, sobrevivieron rayando el milagro, o sea que los sacaron del camarote y
los trasladaron de inmediato a la pequea embarcacin, una tras otro, y zarparon
en el acto, porque a los dems los dejaron, dejaron la nave tal como estaba, pues
saban lo que ocurrira, saban con exactitud lo que vendra a continuacin y lo
que, en efecto, ocurri, pues dos das ms tarde, precisamente, un fuerte oleaje
parti en dos, de forma tan repentina como definitiva, el casco del navio, que se
desprendi del faralln y se hundi a una velocidad de vrtigo, en escasos
minutos, de modo que al cabo de un cuarto de hora se alis la ltima ola que lo
engull y fue a parar a la playa, donde esperaba la poblacin de pescadores de
Kommos en pleno, todos los hombres, mujeres, ancianos y nios, mudos e
inmviles, porque despus de un cuarto de hora no quedaba nada, nada de nada,
de aquella nave enorme y terrorficamente extraa, ni siquiera la ltima ola, slo
tres supervivientes seguros y un cuarto que quiz sobrevivira, es decir, cuatro de
un total de sesenta, ochenta, cien, slo cuatro seres humanos despus de la
catstrofe.
4.
Era, dijo Korin a la mujer, como si todo tratara del edn, todas y cada una de
las frases que aparecieron a partir de ese momento en el manuscrito, dijo, frases
que hablaban de la aldea, de la costa, de las inimaginables bellezas de la zona, no
daban la impresin de querer comunicar nada, sino de reconducirse ellas mismas
al paraso, pues no slo mencionaban, expresaban o manifestaban esa belleza, sino
que se deleitaban largo tiempo en ella, esto es, la recreaban a su manera, de modo
que esa particular belleza, beauty, no resida nicamente en el paisaje, sino en
aquello que transmita, en la calma y en la serenidad, en esa radiante calma y
serenidad que vena a decir que todo cuanto estaba bien era asimismo, sin duda,
eterno, y all, esboz Korin, todo era muy bueno segn el texto, pues estaba bien
creado, ya que todo, el flgido rojo del sol, la ntida blancura de las rocas, el
misterioso verde de los valles, la noble simpata de los hombres que transitaban
entre rocas y valles, as como, dijo Korin, los carros tirados por mulas en los
caminos que transcurran por aquel rojo, por aquel blanco, por aquel verde y por
aquella simpata, las redes para la pesca del pulpo puestas a secar al viento, los
amuletos en los cuellos, las joyas en los cabellos, las almazaras y los talleres de
cermica, las embarcaciones de pesca y los altares situados en lo alto, en una
palabra, la tierra, el mar y el cielo, the sky, todo era tranquilo y sereno y, no
obstante, real en el pleno sentido de la palabra, as al menos describi Korin las
cosas, as intent esbozar a la mujer una idea que haba desarrollado sobre la base
de lo trabajado durante la maana, pero precisamente en ese instante result ms
que nunca un intento vano de esbozar y de describir, pues la mujer no solamente
ocupaba su posicin de siempre, sino que haba sido, adems, apaleada con saa,
de lo cual Korin se dio cuenta en un momento en que ella se dio la vuelta por
casualidad, es decir, no se trataba slo de que, una vez ms, no poda saberse qu
entenda ni si, en general, escuchaba cuanto Korin hablaba en hngaro, como todas
las maanas entre las once y las doce y media, apoyndose de vez en cuando en
alguna palabra inglesa extrada del diccionario o del bloc de notas, sino de que se
le vean moratones en la cara, hinchazn en los ojos, araazos en la boca y en la
frente, quera eso decir que haba salido por la noche?, que la haban atacado
camino de casa?, Korin no poda saberlo, pero el asunto le afect sobremanera, de
modo que, aun fingiendo no haberse enterado de nada y continuando
imperturbable su exposicin, esa misma noche, cuando el intrprete se present
por fin en la cocina despus de haber pasado das desaparecido, se arm de valor y
le pregunt de buenas a primeras qu haba sucedido, quin se haba atrevido a
hacer dao a la seorita, se lo pregunt a l, explic luego, fuera de s, el intrprete
a su novia, a l, grit enfurecido a su compaera, que, acurrucada en una esquina
de la cama, lo miraba asustada mientras l iba y vena, despotricando, por la
habitacin, que qu se figuraba el to ese, qu tena que meterse en lo que ellos
hacan o dejaban de hacer, que se lo imaginara ella, el cabrn ese trat de darle
jabn y empez a hacerle preguntas sobre su vida, eso no!, dijo el intrprete en
tono amenazante a su compaera, as que lo mand a la mierda de tal manera que
el individuo se qued sin respiracin, all se qued tartamudeando que slo quera
esto o aquello, a lo cual l, el intrprete, se limit a contestarle que si l, Korin, no
quera un sopapo, se olvidara de esas preguntas, o sea que Korin, lgicamente, se
esfum como una lagartija en su habitacin y cerr la puerta con tal suavidad que
ni siquiera una mosca se movi por el ruido, ni siquiera una mosca, resopl el
intrprete, se movi por el ruido que hizo la puerta.
6.
les haban regalado los lugareos, el pescado, los dtiles, los higos y las uvas.
7.
no haba ni peces ni fortuna en el mar, las aceitunas comenzaron a secarse, las rias
se extendieron entre las mujeres y hasta el viento enloqueci en las alturas, o sea
que en vano suban con sus ofrendas a los principales santuarios, en vano rezaban
a Eiletheia como corresponda, nada cambiaba, Mastemann se quedaba y se
proyectaba como una sombra sobre Kommos, aunque ellos confiaban mucho en
que se produjera aquello que Mastemann esperaba, porque entonces Mastemann
se ira y volvera a Kommos la vida de antes y la fortuna de antes y hasta las aves
se tranquilizaran en el cielo, porque deban imaginar, explicaron asustados los
hombres, que hasta los pjaros parecan estar como una regadera, las gaviotas, las
golondrinas, las perdices y los frailecillos revoloteaban espantados, sin orden ni
concierto, zigzagueando y bajando de pronto en picado, chillando y entrando en
las casas, buscando los rincones como si quisieran esconderse, nadie entenda lo
que les pasaba, pero todos confiaban en que llegara el da de la marcha de
Mastemann, el cual cogera a su gato pelirrojo y a los dems encerrados en las
jaulas, se subira a su carro y desaparecera por fin por el camino de Festo, por
donde haba venido.
8.
luego, a eso de las once haca una pausa, por el cuello y por la espalda, era
precisamente el momento, claro, en que tras estirarse un ratito explicaba a la
seorita los acontecimientos del da all en la cocina, despus compraba algn
alimento en conserva en la tienda vietnamita de abajo, que consuma con un
panecillo y un vaso de vino, y a continuacin no paraba hasta las cinco,
desconectaba entonces el ordenador y liberaba la lnea telefnica para los seores
intrpretes, tal como haban acordado, se pona el abrigo y sala a recorrer la
ciudad hasta las diez u once, no sin miedo, desde luego, porque tena miedo, lo
confesaba, pero se haba ido habituando, y, adems, el miedo no era suficiente para
renunciar a esas diarias excursiones vespertinas, porque no recordaba si lo haba
mencionado o no pero lo persegua la sensacin, no saba cmo expresarla, la
sensacin de haber estado ya all o, mejor dicho, sacudi la cabeza rpidamente, no
de haber estado all, sino de haber visto esa ciudad en algn sitio, era consciente de
que sonaba ridculo, pues cmo habra podido verla?, desde la orilla del ro
Krs, por ejemplo?, pero no poda evitarlo, dijo, el hecho era que tena una
particularsima sensacin cuando caminaba por Manhattan y contemplaba esos
gigantescos y pasmosos rascacielos, una simple sensacin, aunque no consegua
librarse de ella, y todos los das a las cinco decida llegar hasta el final, pero, claro,
no llegaba al final de nada, regresaba extenuado alrededor de las diez u once de la
noche a casa, donde lo esperaba su ordenador, relea el trabajo del da y slo
entonces, momentos antes de acostarse, lo guardaba si no encontraba error alguno
en el texto, guardaba el trabajo del da, como decan, as transcurran las horas o,
dicho de otro modo, as transcurra su vida en Nueva York, eso era lo que
escribira a su casa si tuviera a alguien a quien escribirle y eso era tambin lo que
deca en ese momento, deca que jams habra imaginado que pudieran ser tan
hermosas las ltimas semanas, the last weeks, despus de todo cuanto haba vivido,
jams se le habra pasado por la cabeza, pero lo contaba precisamente porque a la
seorita poda sucederle lo mismo, se produca una mala poca en la vida, bad
period, por as decirlo, dijo Korin, pero luego vena un punto de inflexin, turning
point, que poda ocurrir de un da para el otro, a cualquiera, as era, resultaba
imposible vivir eternamente, aadi mirando la espalda flaca y encorvada de la
mujer, eternamente con el mismo terror, shudder, pero luego, al darse cuenta,
espantado, de que los hombros de la mujer empezaban a sacudirse debido a un
llanto que iba en aumento, agreg que era preciso confiar en ese punto de
inflexin, hope y turning point y shudder y que l peda a la seorita que confiara,
que confiara en ese punto de inflexin porque todo cambiara a mejor, dijo bajando
la voz, seguramente cambiara a mejor.
9.
ms tarde a la mujer, el asunto fue trado a colacin con creciente frecuencia, que
qu era, que cmo deba interpretarse, hasta que de pronto lleg el instante en que
hubieron de reconocer que las seales inquietantes se observaban no slo en los
pjaros, birds, sino tambin en las cabras, las vacas y los monos, monkeys, caba
fijarse en los terribles cambios en el comportamiento de los animales, en que, por
ejemplo, las cabras no lograban sostenerse en el borde de los peascos y se
precipitaban al vaco, en que las vacas enloquecan aparentemente sin motivo y
echaban a correr, en que los monos entraban gritando en la aldea y no hacan ms
que corretear y chillar sin ton ni son, etctera, y a partir de entonces
desaparecieron, lgicamente, el buen humor y la serenidad, y si bien continuaron
trabajando codo a codo con las mujeres y los hombres, si bien acudan
peridicamente a los molinos de aceite, oil-mill, y participaban, como todos, con
antorchas en la pesca del pulpo, octopus-fishing, por las noches, all en el olivar
sobre la baha de Kommos, ninguno de ellos callaba ya que el buen humor se haba
esfumado para siempre, que era hora de decir lo que Bengazza, en efecto, expres
as en una ocasin, que, aunque les doliera, tenan que marcharse, l crea
vislumbrar en esos cambios animales los signos de una horrible guerra celestial,
heavenly war, dijo, una guerra ms destructiva que todas cuantas pudieran
imaginarse, como si existiese algo que era real, pero no idntico a la naturaleza,
algo que no permita que esa maravillosa isla permaneciera como tal, cual si fuese
intolerable que esos pelasgos hubieran instaurado all su paz y no estuvieran
dispuestos a destruirla, cual si todo ello fuese un escndalo, dijo Bengazza, un
escndalo intolerable.
10.
nunca, y era lo que le ocurri, dijo Korin, esos cuatro rostros, esas cuatro miradas,
esa dureza distinguida, amargada y cansada de los cuatro no se le borr de la
memoria, es ms, le convena admitir de entrada, all mismo, que era suficiente
pensar en ellos para que se le encogiera el corazn, pues en los primeros momentos
de la lectura ya se dio cuenta de que la situacin de los cuatro, y no quera afinar
mucho las palabras, era claramente la de unos desprotegidos, o sea, detrs de las
miradas distinguidas, amargadas, cansadas y duras estaba el hecho de que eran
todos unos undefended, unos indefensos, dijo, pues s, con eso le haba venido, que
se lo figurara, explic en la cama, a ltima hora de la noche, el intrprete a su
novia, el to no saba, dijo, cmo entretener a la gente da tras da ni, sobre todo,
por qu ni en qu lengua, pero esa vez, cuando entr desprevenido en la vivienda,
el hombre lo pill all mismo en el umbral y quiso entretenerlo con su estpida y
fantasmagrica historia, con el cuento de los cuatro tipos de aquel manuscrito, de
que estaban todos indefensos, a ver, perdname, cario, pero a quin carajo le
importaba si estaban indefensos o no, a quin diablos le interesaba lo que hacan o
dejaban de hacer en aquel manuscrito ni lo que haca o dejaba de hacer l en aquel
cuarto trastero, lo esencial era que soltara correctamente la pasta y no metiera las
narices en sus asuntos, porque, y a partir de ese momento llam ms de una vez
cariito a su novia, lo que ocurra entre ellos dos era nica y exclusivamente
asunto de ellos dos, o sea, si a veces surgan o podan surgir diferencias, eso
incumba slo a ellos, por lo cual confiaba mucho, seal, en que en esas
interminables conversaciones en la cocina, mientras l, el intrprete permaneca
fuera, no se pronunciara ni una palabra desde la perspectiva de ellos, confiaba
mucho en que a su cariito no se le ocurriera mencionar nada relativo a la
convivencia entre ellos, porque, a decir verdad, tampoco entenda de qu servan
esas largas charlas en la cocina, para colmo en hngaro, un idioma del que cariito
no entenda ni jota, pero bueno, vaya y pase, poda dejar hablar al to se, no poda
prohibrselo, pero la mujer haba de callar sobre ellos y, en particular, sobre su
nuevo trabajo, que se lo metiera bien metido en la cabeza, confiaba mucho en que a
cariito se le quedara bien grabado, dijo el intrprete al tiempo que permaneca en
la cama apoyando la cabeza en una mano, y entonces acerc la otra a la mujer, pero
a medio camino se lo pens dos veces y se llev la mano a la raya de su pelo blanco
y comprob, recorriendo mecnicamente con el dedo un trayecto que iba desde el
lomo de la nariz hacia arriba, que ningn pelo o mechn se hubiera extraviado y
pasado de un lado al otro, poniendo as en entredicho la lnea recta que separaba el
cabello.
12.
Creo que despus no hay nada, dijo Korin de forma totalmente inesperada tras
un largo silencio, y luego, sin explicar a qu se refera ni por qu se le haba
ocurrido esto entre dos frases, mir por la ventana, vio la desoladora lluvia y
aadi: Slo una gran oscuridad, un gran apagn y, despus, incluso apagan esa gran
oscuridad.
13.
esto deba entenderse, deba entenderlo Toot, en el sentido de que nadie vio
tampoco el carro, y, claro, nadie se acordaba de que el carro se marchara ni de qu
hicieron a todo esto los gatos, nadie oy ni un maullido, slo eran conscientes de
que en la primera noche de pnico, cuando empezaron a empaquetar los enseres
en las casas y a recoger las embarcaciones en la playa, el sitio de Mastemann estaba
ya fro, como si lo hubiera esperado, como si el len muerto hubiera sido para l la
seal de partir, o sea que no era de extraar que, en opinin de todo el mundo, dijo
el pescador, librarse de Mastemann fuese tan inquietante como su presencia hasta
entonces, es ms, de hecho, dijo el pescador, todo el mundo abrigaba la sensacin
de que no se haban librado de l, de que el hombre slo se haba ausentado, y as
sera a partir de entonces, afirmaban algunos, donde ese tal Mastemann proyectara
la sombra, sta no desaparecera, pues s, muchos pensaban de ese modo, concluy
el pescador, y Toot esper entonces a sus compaeros para contarles cuanto
acababa de or, pero stos no estaban en el momento dispuestos a escuchar nada
parecido, o sea que se arm de paciencia, aguard a que acabaran su conversacin,
pero finalmente ocurri que el asunto se le despint de la memoria o, mejor dicho,
escribi Korin, se le fueron las ganas de contar nada, prefiri escuchar a Kasser,
que hablaba del tiempo, as como el ruido del carro que pasaba a su lado y enfilaba
cuesta arriba por el empinado sendero, y luego la respiracin del mulo que tiraba
del carro y despus el zumbido de las abejas en el rayo de luz del sol crepuscular
encima del camino, y por ltimo el canto de un pjaro desconocido y solitario,
entre las apretadas hileras de rboles, en la oscuridad.
16.
17.
Vieron el palacio de Festo desde lejos, dijo Korin, y tambin, desde muy
cerca, la clebre escalinata en su lado occidental, mas no siguieron a los habitantes
de Kommos, que se apresuraban a entrar con sus miedos y sus noticias, sino que se
despidieron de ellos y, despus de preguntar por el puerto, enfilaron hacia all por
un camino serpenteante y en pendiente, y entonces ocurri, explic Korin a la
mujer, era todava la maana, acababa de salir el sol, los cuatro se acercaban ya al
mar, cuando de pronto se nubl el cielo, oscureci, darkness, era la hora del
amanecer, y a los cuatro los cubri una espesa, pesada e impenetrable oscuridad,
todo en un abrir y cerrar de ojos, y ellos se quedaron mirando el cielo aterrados y
siguieron luego a trompicones por las inconcebibles tinieblas, ms y ms rpido,
hasta correr incluso al final todo lo que podan, corran y miraban el cielo, pero
iban en vano, corran en vano y miraban el cielo en vano, ciegos y desesperados,
pues la oscuridad era completa y definitiva, no haba manera de escapar de ella, de
salir de ella, pues se les haba echado encima la noche eterna, grit temblando en
todos sus miembros Bengazza, perennial night, susurr Korin a la mujer a modo de
explicacin, a lo cual ella, tal vez asustada por ese repentino susurro, mir atrs,
pero se volvi despus hacia sus cacerolas y revolvi la comida, suspir y se
dirigi hacia la ventana, la abri, se pas el dorso de la mano por la frente, cerr
luego la ventana y se sent de espaldas a Korin en la silla que se hallaba junto a los
fogones, y se dedic a esperar, a esperar a que se cociera la comida en las cacerolas.
18.
Alasiya, se qued totalmente sorprendido, puesto que la historia, the story o lo que
fuera, lo haba cautivado por completo, como ya haba explicado, pero no entenda
nada de nada, la seorita tena que creerle, pues l no exageraba, no comprenda
nada en absoluto, pues al principio poda uno tener la sensacin de entender lo
que lea o escuchaba, seguro que a la seorita le pasaba lo mismo, pero despus esa
sensacin desapareca como si no hubiese existido nunca, porque despus quien
lea o escuchaba poda formular la siguiente pregunta, que desde luego se
planteaba de forma natural, la pregunta, para expresarse a la manera de Toot, vale,
perfecto, el mar los arroj a la costa, pasaron unas semanas hermosas, conocieron
el paraso en la Tierra, luego lleg el Juicio final, muy bien, perfecto, se poda
escribir una cosa as, en secreto, sin intencin de publicarla, de espaldas al mundo,
como haba hecho el autor de ese manuscrito, vale, pero: para qu? bueno,
quiz era un poco grosero, dijo Korin, un poco coarse, pero as se formul la
cuestin por primera vez en su interior, de manera as de cruda y simple, todo era
grandioso, maravilloso y fascinante, s, pero: para qu?, para qu y para qu?,
por qu inventaba alguien algo as de modo secreto, o sin intencin de publicarlo,
o de espaldas al mundo, extrayendo de pronto de la niebla y de la oscuridad a esos
cuatro hombres, arrojndolos luego de aqu para all en la lejana atemporal, en un
mundo imaginario perdido en las leyendas?, qu sentido tena?, se pregunt, dijo
Korin, y volva a preguntrselo en ese momento, siempre con el mismo resultado,
porque el resultado era la nada, no saba la respuesta, como tampoco la supo en su
momento, en el archivo, cuando ley por primera vez el manuscrito, se limit a
alzar la vista del manuscrito para respirar un instante y pensar, igual que acababa
de hacer ahora mismo aprovechando esa pausa para respirar y colocarlo todo en la
pgina web, toda Creta est ya en la pgina web, anunci Korin con tono triunfal, es
decir, estaba abierta al mundo o, para ser mucho ms exacto, abierta para la
eternidad, bien saba la seorita lo que eso significaba, o sea que cualquiera poda
leer ya el captulo dedicado a Creta, esto es, cualquiera en la eternidad, bastaba con
clicar cuando encontrara su direccin en el buscador AltaVista, bastaba con clicar y
all estara, s, dijo Korin mirando con entusiasmo a la mujer, gracias a la gua del
seor Srvry haba entregado todo el primer captulo a la eternidad, bastaba con
clicar unas cuantas veces y ya estaba, se regocij Korin, pero, si su intencin era
regocijar asimismo a la mujer sentada junto a la cocina, volvi a cosechar un
fracaso, pues ni siquiera logr llamar su atencin, ella segua all encorvada,
sentada en la silla, se volva de vez en cuando hacia el fogn, suba o bajaba el
fuego, dependiendo del momento, y luego revolva con una cuchara de madera
aquello que herva en la cacerola.
20.
Pronto llegar la nieve, dijo Korin, mirando rgidamente hacia fuera, se frot
los ojos, ech un vistazo al reloj despertador colocado sobre el armario de la cocina,
se march sin despedirse y cerr luego la puerta de su habitacin.
IV
EL ASUNTO EN COLONIA
1.
plan original, de tal manera que mientras creca y creca por un lado, disminua
ms y ms por el otro.
2.
5.
plantarse al pie de la torre sur y verla en la realidad, comprobar que s, que era
cierto cuanto haban intuido y sospechado, aunque, claro, era preciso ponerse all,
explic Korin en la cocina, exactamente a esa distancia, en ese punto y en ese
ngulo en la esquina sudoccidental, para evitar cualquier posibilidad de error, y
ellos no se equivocaron ni de distancia, ni de ngulo, ni de punto, y vieron y
comprobaron que no se trataba nicamente de la construccin de una catedral, no
slo de la conclusin de un lugar sagrado de estilo gtico cuya edificacin se haba
interrumpido haca siglos, sino de un bloque gigantesco, de un edificio tan
increble, tan inconcebible, tan inimaginable, al que se le construira todo lo
necesario, el sagrario, el crucero, la nave principal y las dos naves laterales, las
ventanas y las puertas en todos los lados, segn mandaban los cnones, pero que
en realidad no era importante si la nave era as o as, si aquella puerta o aquella
ventana era as o as, porque de hecho el edificio se convertira en una masa nica,
enorme, inmensa, gigantesca, descomunal, como consecuencia de la cual surgira
en sus inmediaciones un punto, dijo para sus adentros unos seiscientos aos antes
Gerhard, una vista, dijeron en secreto todos los Dombaumeister hasta Voigtel, un
punto de vista, desde donde ese maravilloso modelo de lo que luego sera Amiens
parecera una nica torre, es decir, una posicin desde donde se vera su esencia,
the essence, y ellos cuatro la descubrieron en la leyenda de Gerhard, en el dibujo de
Johannes, en el grabado de Abbema-Voigtel y luego tambin, al llegar, en la
realidad, y se quedaron ciertamente pasmados, y buscaron el lugar ms adecuado
para poder seguir estudiando tal asombro, lo cual no era en absoluto difcil, no fue
en absoluto difcil hallar la cervecera para contemplar da tras da la maravilla,
para comprobar da tras da que aquello que vean no era la visin fugaz de la
imaginacin de un proyectista, sino algo verdadero, inconcebible y real.
7.
A veces me gusta mucho detenerme y dejarlo todo, as, sin ms, dijo una vez Korin
en la cocina, tras lo cual guard silencio y permaneci mirando el suelo durante
unos minutos, pero despus alz la cabeza y aadi con suma parsimonia: Porque
se ha interrumpido dentro de m y me canso.
8.
por s solo en un dos por tres, los ojos se le abran de par en par, se incorporaba
enseguida en la cama y tomaba conciencia casi en el acto del lugar en que estaba y
de los pasos que era preciso seguir: lavarse, ponerse una camisa sobre la camiseta
que usaba para dormir, a continuacin un jersey y la chaqueta de uniforme color
gris, luego los calzoncillos largos y los pantalones con tirantes y por ltimo los
calcetines que haba colocado sobre el radiador y los zapatos que guardaba debajo
de la cama, todo eso en poco ms de un minuto, como si dependiera del tiempo, y
se pona de inmediato junto a la puerta para escuchar si haba alguien fuera, pero a
esa hora no haba nunca nadie, o sea que poda abrir la puerta poco a poco,
procurando que no chirriara y sobre todo que no crujiera con fuerza cuando
apretaba la manilla, porque sta poda producir un ruido enorme, parecido a un
crujido, si no se proceda con cuidado, y luego fuera, de puntillas por el pasillo, a la
cocina y al rellano, all haba que llamar a la puerta del vter, pero, claro, no haba
nadie a esa hora, pues nada, mear y cagar, volver luego, poner el agua a hervir en
la cocina, preparar el caf molido que los dueos de casa guardaban en una caja de
t junto al horno de gas, echar el agua sobre el caf, agregarle azcar y regresar con
el mximo sigilo posible al cuarto trastero, as comenzaban las maanas y as
continuaban, siguiendo un orden continuo e invariable, y, en efecto, as suceda
siempre, pues al llegar a su cuarto se sentaba a la mesa, por ejemplo, sorba el caf,
lo revolva al tiempo que encenda el ordenador porttil, lo pona en marcha y
empezaba a trabajar bajo la luz siempre gris que entraba por la ventana, es decir,
primero comprobaba que todo cuanto haba guardado la noche anterior siguiera
efectivamente all, despus pona a su izquierda la pgina correspondiente del
manuscrito, continuaba revisando el texto y empezaba a introducirlo en el
ordenador, tecleando con dos dedos palabra por palabra, y entonces llegaban las
once, momento en que la espalda le dola tanto que se vea obligado a echarse un
rato, pero se levantaba luego, mova la cintura y sobre todo la cabeza, dibujando
un crculo, una y otra vez, y acto seguido volva al tajo, empezaba de nuevo, y a
continuacin, a modo de descanso, bajaba al vietnamita a buscar el almuerzo y
despus suba a la cocina, donde estaba la mujer y donde, con el diccionario y el
bloc de notas en el regazo, charlaba con ella durante una hora y a veces hora y
media, le explicaba los ltimos hechos, pero luego regresaba a su cuarto, a comer y
a ponerse de nuevo manos a la obra y a proseguir su trabajo hasta las cinco ms o
menos, si bien en ocasiones slo hasta las cuatro y media, pues de vez en cuando
acababa a esa hora y se tumbaba en la cama, el cuello y la espalda no aguantaban
ms o, mejor dicho, le pesaba la cabeza, aunque bastaba media hora en esos
momentos, nada que ver con pocas anteriores, y nada, volver a acercarse a la
puerta y aguzar el odo, pues, a ser posible, prefera no encontrarse con el dueo
de la casa, luego, tras considerar que eso no ocurrira, sala apresuradamente, con
el abrigo y el sombrero puestos, recorra el pasillo, atravesaba la cocina y llegaba
Un tal Kirschart, o algo por el estilo, con se le vena ahora, dijo, al tiempo
que sacuda, incrdulo, la cabeza, el intrprete a su novia, la noche anterior volvi
a toparse con l en la cocina, es ms, tena la sensacin de que el to lo persegua en
el sentido estricto de la palabra, lo espiaba entre la puerta de entrada, la cocina y el
pasillo y esperaba el momento justo para encontrarse por casualidad con l, sa
era la situacin a su juicio, y l hua de aquel hombre, en su propio domicilio se
fijaba, antes de entrar en la cocina, si el pavo estaba all, eso era desde luego
intolerable, pero, en efecto, se dio cuenta de que l mismo se esconda detrs de la
puerta y escuchaba por si apareca, y aun as no siempre consegua evitar esos
encuentros fortuitos, como ocurri precisamente la noche anterior, cariito
dorma ya cuando el tipo se le present hablando de ese tal Mischfart, de que
prestara atencin aunque fuese un minuto a la fase en que se hallaban los trabajos,
a que ese tal Firschhart le echaba una parrafada a no se saba quin, no se entenda
ni una palabra de lo que deca el to, claro, era todo confusin, el to, Korin,
hablaba como si l, el intrprete, identificara de entrada a ese tal Dirschmarsch,
nada, que el to estaba ms loco que una cabra y a esas alturas no caba ya la menor
duda de que era, adems, peligroso, se le notaba en los ojos, en una palabra, dijo,
haba que poner fin al asunto, pues albergaba la sensacin de que acabara mal, o
sea que slo atinaba a afirmar que Korin tena los das contados en su casa, porque
a Korin lo pondra de patitas en la calle en el acto si le sala la gran oferta que le
haban hecho, el negocio de su vida, que se lo creyera, insisti el intrprete a su
novia, porque si resultaba, y mucho pintaba que s, pues entonces la miseria se
habra acabado para siempre, dispondran de televisor nuevo, vdeo y mil cosas
ms, lo que ella quisiera, cocina nueva, armarios de cocina nuevos, o sea, vida
nueva hasta la ltima cacerola, que no se preocupara, a Korin le dara la patada en
el culo, no habr que evitarlo ms, no habr que esconderse ms ante l como si
uno fuese una rata en su propio piso, como tampoco tendr uno que escuchar en
su propia cocina lo que le haba ocurrido a ese tal Birschhardt, Hirschhardt, lo
corrigi Korin, turbado, pues no saba cmo concluir esa conversacin provocada
por la desafortunada situacin, se llamaba Hirschhardt, dijo, y tiene que
imaginarlo usted, seor Srvry, como alguien que odiaba la nebulosidad a su
alrededor y que consideraba que sta era idntica a la ignorancia, no slo la odiaba,
sino que le avergonzaba y trataba de hacerla desaparecer, en el caso de Kasser y
compaa,
por
ejemplo,
escuchando
observaciones
insignificantes,
malinterpretndolas, para colmo, y sacando luego conclusiones propias carentes
de todo fundamento, o completando de forma arbitraria y caprichosa la
informacin escasa y nebulosa que acababa de recibir, y as se presentaba ante los
lugareos como quien lo saba todo, as se sentaba a las mesas de stos y hablaba
de los cuatro bajando la voz para que los mentados no se enteraran, explicando
que s, que los cuatro junto a la ventana eran unos bichos raros, no abran la boca,
iban y venan, nadie saba nada sobre ellos, ni quines eran ni qu hacan, sus
nombres resultaban ajenos, se desconoca su origen, o sea que eran unos tipos
extraos, pero haba que verlos tambin como personas procedentes de la gloria de
Kniggtz o, dicho de otro modo, del infierno de Kniggtz, como quienes haban
visto haca cuatro aos, el 3 de julio concretamente, el triunfo de los prusianos y,
dentro de esa victoria, a los cuarenta y tres mil muertos, el nmero de bajas
humanas en el lado austraco, explic Hirschhardt a los bebedores de cerveza del
lugar, o sea que no deban olvidar, por favor, dijo, que quien vea en un solo da a
cuarenta y tres mil austracos muertos ya no era el que fuera, y eso que los cuatro,
continu Hirschhardt sealando a los mencionados, los cuatro provenan del
crculo ms prximo al gran general, pertenecan, en otras palabras, al consejo de
defensa, es decir que no olan plvora por primera vez, no arrostraban la muerte
por primera vez en un campo de batalla, concluy Hirschhardt haciendo resonara
ltima palabra, mas el infierno de Kniggtz los asombr incluso a ellos, el infierno
de los austracos, claro, aadi rpidamente, o sea que esos hombres eran hroes
de Kniggtz, as tenan que verlos y no haban de extraarse de que no estuvieran
precisamente de buen humor, tras lo cual, en efecto, as los miraron los lugareos y
as hablaban tambin para sus adentros cuando los observaban, pues s, pensaban,
los de Kniggtz, los lugareos entraban en la cervecera, miraban alrededor en
busca de una mesa libre y de algn conocido, elegan un lugar para sentarse,
pedan una cerveza y mientras miraban de reojo hacia la ventana para comprobar
que s, que los hroes de Kniggtz seguan sentados, como siempre, a su mesa,
volvan a escuchar por ensima vez a Hirschhardt, por ensima vez la historia de la
gloriosa batalla, de la gran victoria por un lado y del infierno por otro, de los
cuarenta y tres mil muertos, de aquellos cuatros hombres, los cuales tuvieron que
afrontar en un nico da, adems del brillante triunfo, las cuarenta y tres mil
muertes.
10.
de los logros y momentos, resplandeca el nico Dios, the God, y, una vez ms, el
hombre que lo contemplaba, que haba construido un universo entero dentro de s,
como una catedral dirigida al cielo, y que se trataba del nico ser vivo necesitado
de tales mbitos sagrados, todo eso era lo que a l, Kasser, lo asombraba en ese
evidente fracaso, en esa violenta cada hasta la derrota definitiva, porque, en
efecto, vea en ello algo pasmoso, continuaba Falke, pero lo ms inaudito era que
ese Dios fuese personal, pues el hombre, con su enorme descubrimiento de que
poda haber un Dios en el Cielo y un Cielo sobre la Tierra, no slo instal a un
Seor sobre el trono del Universo, sino a un Dios personal, al que uno poda
dirigirse, pero qu ocurri?, pregunt Falke, whats happened?, pregunt Korin,
ocurri la extensin de lo domstico a todo el mundo, vino la respuesta, he ah lo
sorprendente, dijeron, una idea insuperable, el hombre dbil y efmero que creaba
un universo muchsimo ms poderoso que l, porque eso era, en definitiva, lo
mgico, esa inmensidad que el hombre levantaba por encima de s mismo, el hecho
de crear algo sustancialmente ms grande que l, ese ser minsculo, dijo Falke, se
aferraba a la enormidad creada por l para que lo protegiera y lo expresara, y
resultaba fascinante y bello e inolvidable, pero tambin estremecedor, poignant,
porque, claro, luego no poda dominar la inmensidad, no poda manejar esa cosa
gigantesca, y entonces el hombre se vena abajo y aquello que creaba se le caa
encima, y empezaba todo de nuevo y continuaba sin un fin, pues esto, concluy
Falke, no ha cambiado en la paulatina preparacin del fracaso, el hecho de
derrumbarse ms y ms no ha variado, como invariable se ha mantenido la enorme
y abrumadora tensin entre lo monumental y su diminuto creador.
11.
espigado y flaco, de ojos celestes, que vesta una capa de seda negra, lo vieron por
la ventana, Herr von Mastemann, respondi Hirschhardt cuando le preguntaron,
pero no pudieron saber ms ni por l ni por nadie, aunque, eso s, escucharon todo
tipo de sandeces: un da se rumore, por ejemplo, que era el hombre del Staat, al
siguiente que era el hombre de la Kirche, en una ocasin aseguraron que haba
venido de allende los Alpes, en otra que provena de un ducado del noreste, y si
bien exista la posibilidad de que alguna de esas aseveraciones fuera cierta, nadie
saba nada seguro, solamente surgan ms y ms rumores, hearsays, que lo haban
visto, por ejemplo, con el director de obras y luego con el jefe de los ebanistas y por
ltimo con el propio seor Voigtel; que tena un criado muy joven, de pelo rizado,
cuya nica tarea visible consista en presentarse todas las maanas con una silla
plegable ante la catedral y ponerla justo frente al centro de la fachada, para que su
amo pudiera sentarse all cuando llegara, y pasar horas y horas en silencio y sin
moverse; se deca asimismo que las mujeres, the women, sobre todo las empleadas
del hostal en que se alojaba, estaban locas por l y perdan la cabeza, y que no
beba cerveza, es ms, que en la clebre ciudad de santa Ursula beba vino, wine,
para escndalo de muchos, o sea, menudencias, dijo Korin, pero nada que
permitiera hacerse una idea cabal, nada sobre su esencia, nada sobre su sustancia,
tras lo cual la fama de ese tal von Mastemann se menoscababa ms y ms, toda
Colonia lo observaba y le tena miedo, es decir, no caba ni la ms mnima
posibilidad de que se descubriera sobre l la verdad, the truth, puesto que, frente a
las noticias espantosas que se extendan sin freno, como que siempre haca mucho
fro a su alrededor, como que esos ojos celestes ni eran azules ni eran de verdad,
sino hechos de un acero que resplandeca de una manera especial, y que ese tal von
Mastemann estaba, en efecto, completamente ciego, o sea que, frente a esas voces,
la verdad pareca carecer de inters, como era lgico, y hasta Toot, el menos
inclinado a dar crdito a las habladuras, acababa admitiendo que se le ponan a
uno los pelos de punta al ver a Mastemann all sentado, observando la catedral
durante horas y horas con esos chispeantes ojos de acero.
12.
CAMINO DE VENECIA
1.
volva a levantarse, volva a andar, y as, en efecto, transcurri eso durante horas,
pero la cosa no precisaba de mayor explicacin, para qu, ya empez de manera
terrorfica para l, cuando hacia las nueve y cuarto el intrprete abri de pronto su
puerta y lo condujo a empujones hasta la cocina, la cual semejaba un campo de
batalla, para comunicarle que haban de tomar en el acto una salutfera cerveza en
honor a su amistad y para continuar con un monlogo lleno de turbias amenazas
que, adems de mencionar una serie de asuntos insignificantes, versaba en
particular sobre el hecho de que algo haba acabado supuestamente el da anterior
y de que un captulo haba concluido de forma definitiva, tras lo cual l tom la
palabra, pues no deseaba saber en absoluto de qu trataba aquel captulo y porque,
adems, al intrprete se le notaba que poda pasar de un momento al otro a un
estado de mxima hostilidad y violencia, de modo que tom la palabra y se puso a
hablar hasta que aguant o, mejor dicho, hasta que el intrprete se derrumb sobre
la mesa y se qued transpuesto, entonces Korin se retir a su habitacin, pero eso
no le bast para tranquilizarse, en absoluto, se acurruc en la cama, deambul por
el cuarto, intent no escuchar ni preguntarse si el intrprete segua all o si haba
vuelto a su habitacin, y esto dur hasta que, al cabo de un tiempo, en medio de
gritos y ruidos de platos rotos, todo lo cual se filtraba por las paredes, l, Korin,
decidi que era suficiente, que era hora de trabajar, trabajar, dijo, sentarse al
ordenador y retomar el hilo, y al final, explic al da siguiente, se sumergi tanto
en el trabajo que cuando lo dej hacia el final del da y se acost en la cama
tapndose los odos con las manos, slo vea a Kasser, a Falke, a Bengazza y a Toot,
y con ellos en la mente se durmi en medio de los siempre renovados gritos y
ruidos de platos rotos, exclusivamente con los cuatro en la mente, o sea que en el
fondo deba a ellos la circunstancia de que, a la maana siguiente, cuando se
present en la cocina a la hora acostumbrada, lo encontrara todo como si nada
hubiera sucedido el da anterior: lo roto estaba barrido, lo vertido haba sido
recogido, la comida volva a hervir en las cacerolas, el reloj haca tictac sobre el
mueble de la cocina, hasta la novia del intrprete segua en su puesto, dndole la
espalda e inmvil, y como todo indicaba que su compaero no estaba en casa, lo
cual, por cierto, era habitual durante el da, Korin super su asombro y torn a
ocupar su sitio a la mesa y empez de inmediato, como si retomara el hilo de su
discurso all donde lo haba dejado, asegurando haber pasado la noche con Kasser
y compaa, que durante la noche slo haba visto a Kasser y a Falke y a Bengazza
y a Toot y que se haba dormido con ellos en el cerebro, exclusivamente con ellos,
es ms, poda confesar a la seorita que no slo estaban en su cerebro, sino tambin
en su corazn, ya que por la maana, al despertar, repas el asunto y lleg a la
conclusin de que slo ellos existan para l, que sus das transcurran con ellos, y
tambin sus noches, es ms, poda asegurar que no tena a nadie en el mundo salvo
a ellos, dijo, y de este modo, quiz tambin porque lea por ltima vez su historia,
los senta muy prximos y los vea tambin muy cercanos, aadi, como en ese
preciso momento, cuando el carruaje los llevaba a Venecia, cmo describirlos a la
seorita?, pregunt en tono reflexivo, quiz uno por uno, tal vez s, all estaba, por
ejemplo, el rostro de Kasser, cejas gruesas, ojos negros y radiantes, mentn
puntiagudo y frente muy alta; o el de Falke: ojos estrechos, almendrados, nariz
enorme, aguilea, pelo rizado que le llegaba hasta los hombros; despus estaba el
de Bengazza, no?, continu Korin, con esos ojos limpios, maravillosos, de color
entre verde y azul claro, la nariz delicada, femenina, y las gruesas arrugas en la
frente; o, por ltimo, Toot, con sus ojitos redondos, la nariz chata y los profundos
surcos que parecan burilados bajo los ojos, alrededor de la nariz y en el mentn;
era lo que vea todos los das muy de cerca, lo que vea a cada momento, y acaso
era tambin el instante de confesar que, al tomar conciencia de ello cuando
despert esa maana, aflor tambin un temor inesperado, pues, tras la ensima
lectura, abrigaba la sensacin de que empezaba a intuir por qu huan, hacia dnde
los conduca, pues, el singular manuscrito, por qu no tenan nunca ni pasado ni
futuro y a qu se deba la continua opacidad a su alrededor, o sea que los miraba,
dijo a la mujer en la cocina, miraba a los cuatro, miraba esos rostros para l tan
queridos y extraordinarios, y por primera vez sinti miedo y le dio la impresin de
que lo saba, de que lo intua.
5.
Si solamente quedara una frase, sta sera, en mi caso, estimada seorita, que nada
tiene sentido, seal Korin al da siguiente tras el largo silencio acostumbrado, y se
qued mirando por la ventana, contemplando los muros medianeros, los tejados y
las oscuras y amenazantes nubes en el cielo, y al final se limit a decir: Pero an
faltan muchas frases, y ahora acaba de llegar la nieve.
6.
Nieve, explic Korin, nieve, dijo sealando los copos que revoloteaban, pero
haba dejado el diccionario en su habitacin, de modo que tuvo que ir a buscarlo y
mirar cmo se deca en ingls, fue, pues, a buscarlo y mir y encontr la palabra, y
a partir de entonces no dijo en vano snow, snow, pues no tan slo consigui que la
mujer volviera la cabeza hacia l, sino incluso que bajara el gas debajo de las
cacerolas, limpiara la cuchara de madera y la apartara, se le acercara, se inclinara y
mirara tambin ella por la ventana y, es ms, se sentara luego al otro lado de la
mesa, frente a Korin, y los dos se quedaron entonces observando los tejados que
poco a poco, gradualmente, se iban cubriendo de nieve, juntos, por primera vez, de
hecho, estaban Korin a un lado de la mesa y la mujer al otro, aunque Korin no
tard en dejar de contemplar la nieve para quedarse mirando a la mujer, cuya cara
le llam poderosamente la atencin desde esa distancia, tanto que durante un rato
le cost apartar la vista, no slo debido a una hinchazn reciente, por la cual ella
apenas poda mantener abierto el ojo izquierdo, sino tambin porque el rostro,
como poda comprobarse vindolo de cerca, estaba lleno de huellas de heridas
antiguas, de seales de golpes y raspones curados, pero an presentes en la frente,
en el mentn y bajo los pmulos, lo cual estremeci a Korin, lo perturbaba mirarla,
pero al mismo tiempo no lograba evitarlo, o sea que, cuando result evidente que
esto no cambiara y que no conseguira quitarle la vista de encima, que ese rostro
atraera una y otra vez su mirada, se levant con el propsito de escabullirse de esa
situacin, se acerc al fregadero, abri el grifo y bebi un vaso de agua, y ese vaso
le ayud, y pudo regresar a la mesa, volver a tomar asiento de tal manera que no se
sent frente a las heridas, sino ante la historia del carruaje que se diriga a Venecia,
es decir, no mir a la mujer, sino la nieve que caa con creciente densidad, y dijo
que acababa de llegar el invierno, mientras que all reinaba la primavera, Spring in
Veneto, es ms, reinaba el perodo ms maravilloso de la estacin, si tal cosa era
posible, brillaba el sol, pero no quemaba, soplaba el viento, pero no azotaba, el
cielo se presentaba sereno, azul, los bosques haban reverdecido ya en los montes
de los alrededores, o sea que los cuatro no habran podido buscar un momento
ms conveniente para viajar, y la taciturnidad de Mastemann no los importunaba
ya, aceptaron que fuera ste su deseo y no hurgaron en sus causas, permanecieron
un rato sentados en silencio mientras el coche se meca suavemente en aquel
camino bien trazado, y Kasser retom entonces el hilo de sus pensamientos
dedicados al amor puro, completamente puro, the clear love, el nico que le
interesaba, aadi, no le importaba el amor que no fuese del todo puro, porque el
amor completamente puro al que l se refera era la forma ms profunda y quiz
tambin la ms noble de la rebelin, a resistance, pues slo en ese amor se volva el
hombre completamente libre, en todos los sentidos, sin condiciones, y por tanto
tambin, como era lgico, sumamente peligroso para su mundo, porque esto era
as, intervino Falke, si uno pensaba de esa forma sobre el amor, el hombre
enamorado devena en el nico hombre peligroso, aquel que, francamente
asqueado de la mentira, se converta en alguien incapaz de decirla, aquel que
mejor senta la indignante diferencia entre el amor puro por naturaleza y el orden
por naturaleza impuro del mundo, ya que para l no se trataba de que el amor
fuera la libertad perfecta, the perfect freedom, sino de que en el amor, en ese amor, el
hecho de no ser libre resultara absolutamente insoportable, lo cual, formulado de
otra manera, coincida con lo que afirmaba Kasser, sea como fuere, retom Kasser
la palabra, esa libertad que se originaba en el amor era el estado ms elevado entre
los estados humanos creados, aunque se antojara peculiar, dijo, que esa libertad
slo estuviera dada a los hombres eternamente solitarios, es decir, el amor era uno
de los casos ms irresolubles de la soledad, de manera que nunca podan sumarse
los millones y millones de amores, los millones y millones de rebeliones, esto es,
los millones y millones de experiencias del carcter insoportable del mundo
existente en contraposicin al ideal, de suerte que a este mundo jams le sera dado
vivir su primera revolucin radical, que podra haber llegado, una revolucin
radical podra haberse producido en el mundo que siempre se opona, de hecho, a
los ideales, una revolucin que, sin embargo, ni lleg ni se produjo, dijo finalmente
Kasser bajando la voz, y se hizo entonces el silencio, y pasaron sin abrir la boca
largo rato, de modo que se oa la voz del cochero sentado en el pescante, animando
a los caballos en una subida, y luego el ruido de las ruedas mientras el carruaje
avanzaba, mientras corra con ellos por el valle de Brenta, a bastante distancia ya
de Bassano.
7.
ser humano era ms singular, onrica y mgica, magic, una ciudad que, como
consecuencia de una decisin tan increble como genial, result ser inconquistable
y, por tanto, indestructible para la fuerza humana, y sumamente hermosa, aadi
Falke, alzando ligeramente la cabeza, puesto que ese reino indescifrable del
mrmol y del moho, dijo, de la pompa y de la desintegracin, de la prpura
dorada y de la penumbra plmbea, era al mismo tiempo absurdo e intil, absurd
and useless, un lujo inasible e insuperable, una osada que no perteneca a este
mundo, obra de una imaginacin cautivadora, inaccesible e incomparable, todo un
enigma inescrutable, grave sensualidad, caprichosa fugacidad, peligroso juego,
pero tambin el almacn completo del recuerdo de la muerte, desde la tristeza
suave y andante hasta el espanto bramador, y, llegado a este punto, dijo Korin, l
ya no poda continuar, simplemente era incapaz de evocar o reproducir el lenguaje
y el espritu del manuscrito, de tal modo que, de hecho, se vea obligado a hacer
una excepcin y citarlo textualmente, o sea que ira a buscarlo y lo traera, dijo, y
leera todo el captulo palabra por palabra, pues no poda transmitirlo con sus
propias expresiones, no eran suficientes ni su pobre vocabulario ni su catica e
imperfecta sintaxis, lo arruinaran todo, y l, por tanto, prefera no forzar nada y
limitarse a pedir a la seorita que imaginara a Kasser y a Falke hablando en aquel
coche a Mastemann, explayndose sobre Bacino San Marco de maana, sobre la
novsima fachada del Ca dOro, pues fue eso lo que ocurri, en efecto, disertaban
con tal elevacin que hasta el carruaje pareca deslizarse ms rpido por aquel
castaar con los rboles en flor, slo a Mastemann no le afectaba la elevacin, slo
Mastemann semejaba alguien al que no importaban ni sus propias preguntas ni las
respuestas, al que slo le interesaba el vaivn del coche en el camino, aquel vaivn
que acunaba al fatigado viajero en su asiento de terciopelo.
9.
tambalendose una y otra vez, y se detuvo justo detrs de la mujer, pues llevaba
tiempo queriendo decirle, explic muy turbado, muchsimo tiempo deseando
hablar, aunque nunca lo haba conseguido, pero esta vez lo hara como fuese, pues
sobre l ya poda saberse, lgicamente, todo, ya haba contado todo lo referente a
su persona, o sea que para la seorita no supona ningn secreto lo que l buscaba
en Estados Unidos, lo que haca y por qu, y lo que sucedera cuando acabara, lo
haba expuesto en diversas ocasiones y maneras, pero haba algo que jams haba
mencionado, esto es, lo que ellos, en particular la seorita, significaban para l
personalmente, o, dicho de otro modo, quera decir que los habitantes de esa
vivienda, y en particular la seorita, significaban para l el nico contacto con los
vivos, o sea que las dos ltimas personas de su vida eran la seorita y el seor
Srvry, y que no se enfadara, aadi, porque l trataba de comunicar esto de un
modo tan confuso, tan entrecortado, tan sin orden ni concierto, pero, realmente,
slo as poda confesar la importancia que posean para l, todo cuanto les ocurra
revesta importancia para l, y si la seorita sintiera alguna tristeza, l, Korin, la
comprendera profundamente y lo lamentara mucho, y a l tambin le dolera ver
triste a alguno de ellos, slo eso, slo eso quera decir, aadi bajando la voz, y se
qued un rato detrs de la mujer, pero como ella se volvi hacia l por un segundo
y se limit a decir, con su particular acento y con tono apenas audible, rtek, esto es,
entiendo, en mal hngaro, Korin, percibiendo que ya no aguantaba tanta
cercana, retrocedi rpidamente, se sent a la mesa y, tratando de olvidar la
turbacin que sin duda haba causado, retom el asunto de siempre y comunic
que el carruaje se haba acercado entretanto a Padua y hasta que llegaron a los
lindes de la ciudad slo se oyeron nombres, diversos nombres y adivinanzas, que
quin sera el nuevo dogo, que cul sera el resultado de la eleccin, es decir, quin
sera el seor de Venecia tras la muerte de Tommaso Mocenigo, Francesco Barbo?,
insinuaban, Antonio Contarini?, Marino Cavalio?, o quiz Pietro Loredan?, o
acaso Leonardo Mocenigo, el hermano menor de Mocenigo?, no era inconcebible,
opin Toot, ninguno estaba excluido, se sum Bengazza, pues s, asinti Falke,
cualquiera poda ser, slo una cosa no poda ocurrir, concretamente, que la
eleccin recayera en un tal Francesco Foscari, partidario de la alianza milanesa y,
por tanto, partidario de la guerra, poda recaer en cualquiera menos en ste, tom
la palabra Kasser, mirando a Mastemann a los ojos, en el riqusimo procurador de
San Marcos, en el nico ante el cual Tommaso Mocenigo haba prevenido a la
repblica y a la paz en un memorable discurso, las haba prevenido con xito,
puesto que el organismo elector, compuesto por cuarenta y un miembros,
demostr ya en el primer da la fuerza de las palabras de Mocenigo y su propia
sabidura al conceder tan slo tres ridculos votos al tal Foscari y ese nmero se
reducira sin duda a dos y luego a uno en los das sucesivos, no se poda saber,
explic Kasser a Mastemann, pues carecan de noticias nuevas desde el resultado
silln cmodo, bien provisto de mantas y vuelto hacia la ventana abierta, as como
un escabel, era lo que mejor le sentaba, la mejor forma de descansar cuando estaba
muy fatigado y no poda ni pensar en dormir en la cama, o sea que as fue, las
criadas le prepararon un silln de esa guisa, que el seor Mastemann, despus de
ser acompaado a su habitacin y de asearse y comer un poco, ocup en el acto, y
luego, tras dormitar unas tres horas, o sea, a eso de las cuatro, lo despert, le
orden que se acercara, a l, al cochero, que gracias a su amo saba leer y escribir, y
lo honr al ascenderlo al rango de secretario dictndole algo as como una nota de
una pgina, la sustancia escrita de un mensaje, un mensaje, explic el cochero, que
esa misma madrugada, o sea, en ese mismo momento, deba entregarles sin falta,
aclarndoles, si fuese necesario, diligentemente su contenido y respondiendo de
inmediato a las eventuales preguntas, y eso era cuanto l quera, obedecer con
exactitud a la orden recibida, cumplir con la tarea, de modo que les rogaba que si
apareciera alguna expresin, palabra o pensamiento que no se entendiese a la
primera, interviniesen enseguida y le preguntasen; esto dijo a manera de
introduccin el cochero y les alarg la hoja que tena en la mano, pero lo hizo de un
modo general, de forma que al principio nadie la cogi, slo cuando la acerc con
un poco ms de decisin a Kasser, y ste no quiso cogerla, Bengazza s lo hizo,
mir dnde comenzaba y empez a leer esa carta de una sola pgina, escrita con la
ms pulcra letra de cochero, y la pas luego a Falke, el cual tambin la ley, y as
sigui la ronda hasta volver a Bengazza y hasta que un enorme silencio se pos
sobre ellos, y las preguntas comenzaron a formularse de manera titubeante, puesto
que en vano las formulaban y en vano las responda el cochero con paciencia y
diligencia, la carta no revelaba nada de su sustancia, si es que poda definirse como
carta, the letter, dijo Korin al da siguiente a la mujer, que se hallaba instalada ante
los fogones, pues todo consista en trece declaraciones ms o menos largas,
independientes la una de la otra, como, por ejemplo, NO TEMAN A FOSCARI, a lo
cual el cochero, cuando le preguntaron por el significado, se limit a contestar que
el seor Mastemann slo le haba encarecido que acentuara este pasaje
correctamente, es decir, que pusiera el acento en la palabra TEMAN, que era lo que
haca en ese preciso instante, y de all no pas la explicacin, no lograron
sonsacarle nada ms al cochero, y lo mismo ocurri con la lnea que principiaba
as: LA VIDA HUMANA ES EL ESPRITU DE LA GUERRA, puesto que, llegados
a ese punto, el cochero comenz a cantar inopinadas loas a la guerra, the
glorification of war, asegurando que los grandes actos elevaban a los hombres, que el
hombre ansiaba la grandeza, que la condicin previa de la grandeza no era la
capacidad para emprender grandes acciones, sino la gran accin en s, que slo
poda brotar, desarrollarse y llevarse a cabo en medio del peligro, concretamente,
explic el cochero, si bien resultaba evidente que no utilizaba sus propias palabras,
en el punto lgido del peligro, cuando la vida quedaba en entredicho de forma
12.
Ay, todo posee idntico peso y todo es igual en cuanto a urgencia e importancia,
declar Korin a las once en punto del da siguiente, y, puesto que pronunci las
palabras con suma lentitud, hizo luego una larga pausa, tras la cual, como quien ha
dicho todo cuanto quera decir, se limit a repetir con tono solemne: Idntico,
seorita, e igual en cuanto a urgencia.
VI
1.
Iban por West Side Elevated Highway, y los cuatro parecan muy alegres
por la catrafuse, o sea, en rumano, por el botn del da anterior, que tena para ellos
una importancia inestimable, una buena jugada, se decan el uno al otro
golpendose mutuamente los hombros y se carcajeaban una y otra vez en la cabina
del conductor, coger los trastos del hngaro y, en vez de llevarlos al vertedero,
trasladarlos a su alojamiento situado detrs de Greenpoint result mucho ms fcil
de lo imaginado, porque nadie se dio cuenta de que el certificado del vertedero era
falso, a quin iba a llamarle la atencin, esa gente iba a tirar de todos modos la
catrafuse, y a mister Manea, su benefactor, las cosas no le interesaban, insistan, o
sea que ahora lo tenan todo, sonrean satisfechos, la cama, el armario, la mesa, las
sillas, la cocina y los detalles, todo cuanto necesitaban, haban conseguido un
mobiliario completo, los enseres de una casa, desde las tazas de caf hasta el
cepillo para los zapatos, todo a cambio de un penique que Vasile tir para atrs,
por supersticin, en el momento de la despedida, nada de vertederos!, haban
dicho el da anterior, tirar la mesa, y las sillas, y la cocina, y las tazas de caf, y el
cepillo de los zapatos?, ni hablar!, decidieron, se lo llevaran todo a casa por la
noche, ni a Cristo le llamara la atencin, si lo importante era hacerlo desaparecer,
Vallum, cuatro veces lo mismo sobre cmo cambiaron los caballos en Condercum,
sobre la primera impresin de Kasser y compaa respecto a los bastiones del
Vallum, a las fortificaciones y a las guarniciones situadas entre ellas, sobre cmo los
detuvieron a seis millas de Vindovala, donde slo la intervencin decidida del
comandante del escuadrn de caballera que los acompaaba y el salvoconducto
del Praefectus fabrum lograron convencer al centurin de la fortaleza de que deban
dejarlos pasar rumbo a Vindovala, aunque tambin poda decirse lo mismo sobre
el captulo dedicado a Gibraltar, donde la descripcin, sin embargo, utilizaba otra
forma peculiar de la repeticin, evocando una y otra vez una imagen, picture,
dibujada con sumo detalle, de tal modo que, al mantenerla continuamente viva, lo
grababa todo en la mente del lector, y as se registraba en la quinta parte, por
ejemplo, el espectculo que Kasser y compaa contemplaron al llegar a Calpe
desde tierra firme, despus de encontrar alojamiento en la gigantesca alberguera,
de bajar luego a la planta baja a cambiar dinero y mirar entonces por la ventana y
ver all por primera vez la fantasmagrica reunin de galeones, fragatas y corbetas,
de navichuelas, carabelas y carcamanes entre los pesados bancos de niebla de la
baha, la rigidez e inmovilidad de ultratumba, aparentemente, de todas esas
embarcaciones venecianas, genovesas y castellanas, bretonas, argelinas y
florentinas, vizcanas, pisanas y lisboetas, que revelaba de inmediato qu
representaba la calma chicha en aquel lugar, dijo, all en el peligroso estrecho de
Gibraltar, all entre las mortferas rocas, pues s, a todo eso se enfrentaba el cerebro
del lector, a los perfiles cada vez ms profundos de sa y de otras imgenes
similares, y lo mismo tuvo que ir arrostrando l mismo, pues mientras copiaba el
cuarto y el quinto captulo la comprensin comenz a bajar a una velocidad
vertiginosa, por as decirlo, camino ya del terreno ltimo de la comprensin.
4.
Existe una relacin fuerte entre las cosas cercanas, una dbil entre las lejanas y
ninguna entre las muy distantes, y esto es Dios, dijo Korin tras cavilar largo rato, pero
como no saba si lo haba dicho en voz alta o slo para sus adentros, se aclar la
garganta unas cuantas veces y, en lugar de retomar el relato interrumpido,
permaneci un rato callado, escuchando nicamente el crujido del papel del folleto
publicitario que hojeaba la novia del intrprete.
6.
7.
8.
Los dos captulos, dijo Korin, el continuo realce de la figura de Kasser, el uso
exagerado y desmesurado de los instrumentos de la repeticin y profundizacin en
las partes cuarta y quinta, ya deberan haberlo orientado en la primera lectura
respecto a las verdaderas intenciones del autor y a la autntica esencia del
manuscrito, pero su mente obtusa, enferma y en absoluto preparada no
comprendi nada, nada de nada hasta los ltimos das, el origen inexplicable y
nebuloso del texto, la fuerza potica de su irradiacin, el hecho de dar la espalda
decididamente a las tradiciones utilizadas en ese tipo de literatura, lo
ensordecieron y lo enceguecieron, es ms, lo destruyeron, como si le hubieran
disparado con un can, cannon, desde una distancia corta, aunque, a decir verdad,
dijo meneando la cabeza, la explicacin estaba all todo el tiempo delante de sus
narices, se vea con claridad, es ms, la vea y la admiraba, pero no entenda lo que
vea y lo que admiraba, es decir, al manuscrito slo le interesaba, de hecho, una
cosa, circunscribir la realidad hasta la locura, burilar en la imaginacin una
situacin dada con detallismo delirante y con repeticiones maniticas, y esto lo
deca literalmente, explic Korin, lo deca en el sentido de que el autor no pareca
escribir, as sin ms, con pluma y con palabras, sino grabar las cosas con la ua en
el papel y en la imaginacin, pues los miles de detalles y repeticiones y
profundizaciones dificultaban la lectura, pero al mismo tiempo lo detallado,
repetido y profundizado quedaba grabado como con hierro candente in aeternum
en el cerebro, brain, siempre se utilizaban las mismas frases en esos pasajes, mas
siempre recurriendo a los sutiles instrumentos de la variacin y de la
complementacin, de la ampliacin y de la revocacin, de la simplificacin y del
oscurecimiento, aunque, por otra parte, esas repeticiones y dems no incomodaban
ni irritaban ni aburran, dijo Korin aparentemente pensativo, sino que permitan
ocultarse, continu mirando al techo, como si reflexionara, perderse y esconderse
en el mundo evocado, dijo, pero bueno, sobre esto ya hablara ms adelante, se
interrumpi, porque era el momento de recordar que el recorrido de ida y vuelta
entre Onnum y Maia empez realmente, y quien no poda estar cerca de ellos en
los descansos o en sus improvisados alojamientos slo vea en el camino entre
Onnum y Maia lo mismo que entre Maia y Onnum, esto es, tres decuriones delante
y cuatro jinetes detrs, seguidos por los treinta y dos soldados del escuadrn
montados en caballos fuertemente acorazados, pero no, sacudi Korin la cabeza,
era todo un nico camino, un continuo avanzar por la largusima y serpenteante
lnea del Vallum y, adems, una interminable conversacin, talking, despus de caer
la noche, mientras descansaban en los refugios caldeados de los fuertes de Aesica,
asiento trasero, que diera una vuelta y, cuando volviera a la calle 159, quitara el
puto pie del acelerador y pasara muy lento por delante de las casas, porque no
poda ser que no la encontraran, no poda ser que esas putas casas se parecieran
como un huevo al otro, cmo mierda iban a reconocerla, tenan que reconocerla
como fuese, y la reconoceran, claro que s, dijeron, tarde o temprano la
reconoceran, pues estaban dispuestos a dar vueltas toda la noche, la casa estaba
all a la derecha, era sa, dijo uno, o aqulla, al lado del vietnamita, dijo otro, no
haca mucho haban dado tres vueltas, cmo carajo pudo ocurrir que no prestaran
atencin, de verdad, dijo el conductor volvindose hacia atrs, no era posible que
dos madres normales parieran por separado a dos tos tan gilipollas, tres veces
dieron la vuelta con l, el to se baj, y ellos siguieron luego sin mirar, y ahora
nadie saba ni dnde era ni dnde tenan que buscarlo, y a l, continu el
conductor, que no le vinieran en plan mandn, que si el acelerador y que tal y que
cual, porque entonces los dejaba all plantados sin ms, que condujeran y que lo
encontraran ellos solitos, al fin y al cabo, observaron entonces desde atrs, daran
vueltas y vueltas hasta que la rata hedionda esa sacara el morro de la casa, que se
pararan all, propuso uno, no, terci el otro, que avanzaran un poco, ya estaba,
intervino el conductor golpeando con rabia el volante, realmente queran que se
pasaran la noche dando vueltas y vueltas por esas putas calles sucias y apestosas?,
y continuaron lentamente por la calle 159, tan lentamente que hasta los peatones
los adelantaban, luego doblaron, dieron una vuelta a la manzana, retornaron a la
calle 159, un Lincoln con tres pasajeros, observ el verdulero vietnamita cuando, al
cabo de un tiempo, decidi salir y mirar qu diablos estaba ocurriendo, porque
aquel coche pasaba una y otra vez delante del escaparate de la tienda, y el vehculo
volvi a aparecer despus de unos minutos, y todo comenz de nuevo, un Lincoln
Continental MK III color azul claro, cont ms tarde a su mujer, con listones de
adorno cromados, tapicera de cuero, faros traseros esplndidos y, claro, una
suspensin parsimoniosa, solemne, fascinante.
10.
pasadizos, un pasillo por aqu, un pasillo por all, una estructura absolutamente
incomprensible, y, en uno de esos corredores, de pronto, una cocina o un lavadero
de mbito de accin nebuloso, las puertas retiradas, y, por los vanos, saliendo sin
cesar, el vapor, the steam, o luego, en alguno de los pisos, de repente un bao
abierto con unas tinas enormes entre dos habitaciones, y en las tinas unos hombres
que vaporeaban, rodeados de jvenes y delgados bereberes que iban y venan con
toallas cubrindoles las partes, y las escaleras conducan tambin desd el interior
de esas dependencias hacia todos los dems sitios, de modo que se creaban
diversos niveles, y en esos planos aparecan a veces algo as como oficinas, offices,
con los rtulos de las empresas en las puertas, ante las cuales se apostaban en
largas e impacientes filas los provenzales, los sardos, los castellanos y los
normandos, los bretones, los picardos, los gascones y los catalanes, y as una ristra
interminable, y tambin los curas, los marineros, los notarios, los vendedores, los
cambistas y los intrpretes, y en las escaleras y los pasillos las prostitutas, whores,
granadinas y argelinas, de todas partes, el conjunto pareca tan gigantesco, confuso
y complejo que nadie era capaz de abarcarlo, porque no slo haba un propietario,
sino varios, y cada uno solamente controlaba el territorio que le perteneca y no se
preocupaba de los dems, de manera que no poda hacerse una idea general ni le
interesaba, de hecho, y haba que aadir, dijo Korin frotndose la nuca, que si esto
era as en las diversas plantas, mucho ms lo era abajo, down below, es decir, el caos
y la situacin impenetrable, the impenetrable situation, que tambin reinaba en la
planta baja, pues resultaba imposible determinar qu era eso, esas,
aproximadamente, cincuenta columnas rabes que sostenan un maravilloso techo
pintado y, debajo del techo, un enorme espacio sin divisiones, parecido a un
establo, qu era?, un comedor?, una aduana?, un consultorio mdico?, una
oficina de cambio?, un confesionario?, un despacho para la contratacin de
marineros?, un burdel?, una barbera?, o todo eso a la vez?, pues s, todo eso a la
vez, respondi Korin, la planta baja, downstairs, era todo eso junto, un alboroto
inconcebible por la maana, al medioda, por la tarde y por la noche, multitudes de
personas, un continuo ir y venir, y para colmo, aadi Korin guiando el ojo, la
escena daba la impresin de transcurrir un poco al margen de la historia, porque
all estaban apelotonados los enemigos y los refugiados, los escondidos y los
perseguidores, los defenestrados haca tiempo y los defenestrados haca poco, en
resumen, el espa fisgn de los piratas argelinos con el agente secreto de la
inquisicin aragonesa, los moriscos clandestinos que vendan plvora con los
vendedores ambulantes medinenses que comerciaban con figuritas de la Stella
Maris, capocorsinos que se dirigan a Tadchura, Misura y Argel y, a su lado,
hermosos y tristes sefardes sin hogar expulsados por Isabel haca apenas un ao y
abatidos judos sicilianos desterrados de la propia Sicilia, todos ellos entre los
abismos de la esperanza y de la desesperacin, de la repugnancia y del sueo, del
12.
ese captulo: repetirlo todo, en tres ocasiones concretamente, una tras otra, de tal
modo que al final la escena se vea con nitidez, se vea cmo Kasser, Bengazza,
Falke y Toot, echados los cuatro en las tumbonas del comedor adornado con
enormes ramas de laurel, escuchaban, con los ojos iluminados por la excitacin, a
ese tal Castus, que, segn haba prometido, desaparecera luego como Corax, como
Cuervo, se vea detrs de ellos a la asombrada servidumbre y delante los dtiles,
las uvas pasas, las almendras y las nueces entre los relucientes productos de los
pasteleros del Castrum de Corstopitumm, o sea, todo se grababa muy hondo en el
lector, igual que las frases entrecortadas de ese tal Castus, si bien no llevaban a
ningn sitio, it didnt lead nowhere, slo a las tinieblas, a la oscuridad ms absoluta,
aunque a lo mejor poda sealar, seal Korin, que como mucho conducan a la
oscuridad indivisible del llamado mithraeum, puesto que, hacia la conclusin de su
discurso, cuando Kasser asinti mudamente en nombre de todos, Castus dio la
impresin de insinuar que un Pater sin precisar los esperaba el da del
renacimiento del Sol en el mithraeum de Brocolitium, que sera l, dijo Castus
sealndose a s mismo, u otro, un Corax, un Nimphaeus o un Miles, quien vendra a
buscarlos y los llevara a la cueva, no se saba an, alguien vendra y ese alguien
sera el gua, the guide, dijo alzando los brazos y mirando hacia el techo, y luego
pronunci las siguientes palabras: haz el favor de querer tambin t que como rojo
Sol Invictus te evoquemos, a la bella manera de Acimeius, o como Osiris el
alimentador o como el santsimo Mitra, y ase t entonces bajo las rocas de la
caverna persa los cuernos del toro, que se pondr en pie y te seguir; dicho esto,
baj los brazos, inclin la cabeza y aadi en voz baja: outum soluit libens merito, y
se march, leave-taking, o sea, en una palabra, secreto, arcano, misterio, enigma, que
cubra por completo la conclusin del cuarto captulo y supona un elemento
sustancial de la siguiente parte, donde el secreto, el arcano, el misterio y el enigma
adquira idntica importancia, aunque en ese caso serva para caracterizar a uno de
los grupos que aguardaban en la alberguera, a los sefarditas y a sus hermanos
sicilianos, una imagen volva una y otra vez, un sefard o un siciliano, fuese cual
fuese su ocupacin, se tratase de un mendigo, un impresor, un sastre o un
zapatero, tradujera de forma oral o por escrito del griego, del turco, del italiano o
del armenio, cambiara dinero o sacara muelas, daba igual, never mind, dijo Korin, lo
nico que se vea era que de repente interrumpa su rol y se trasladaba a otro
mundo, in an other world, de un modo inopinado, en sus manos se detenan las
tijeras del sastre o el trinchete del zapatero, la mantequera o los maravedes ya
contados, y ni siquiera por un instante, sino a veces durante largos minutos, de
suerte que podra decirse que la persona se ensimismaba, brood, dejaba por
completo de ser sastre o zapatero, mendigo o intrprete, se converta en algo
completamente distinto, en un hombre de mirada meditativa, en vano lo llamaban,
no se daba cuenta, y como la escena duraba tanto, su interlocutor tambin callaba,
Por aquel entonces, Kasser estaba ya muy enfermo, Kasser was ill, explic
Korin, pasaba gran parte del da en la cama y slo se levantaba para cenar, pero
nadie saba qu mal lo haba afectado, pues su enfermedad se caracterizaba por un
solo sntoma, por una sensacin de fro tremenda; no tosa, no le dola nada, no
tena fiebre, slo escalofros da y noche, le tiritaba el cuerpo, las manos, los pies,
todo, y eso que le caldeaban el ambiente, dos esclavos encargados a la sazn no
paraban de aadir lea y generaban tal calor que sudaban y sudaban, pero a
Kasser eso no le serva, l continuaba temblando de fro, y no se poda hacer nada,
lo examin el mdico de Corstopitum, vinieron a estudiar su caso desde
Eburacum, le recetaron tisanas de races, le dieron de comer carne de lagartija, lo
intentaron de las formas ms diversas, nada serva, y para colmo los tres visitantes
y los tres informes, sobre los frumentarios dedicados a controlarlo todo y sobre
Mastemann, empeoraron visiblemente su estado, lo empeoraron de manera
decisiva, de tal modo que despus de la visita del Praefectus Fabrum ya no volvi a
salir a cenar, eran los otros los que iban a verlo, pero, de hecho, no podan hablar,
talk, con l de verdad, porque o bien tiritaba de tal manera bajo las mantas y pieles
que ni siquiera poda pensarse en charlar con l, o bien lo encontraban sumido en
un mutismo tan hondo que ni siquiera intentaban sacarlo de all, o sea que las
noches, the nights, transcurran ms bien en silencio o con pocas palabras, igual
que, de hecho, los das, Bengazza, Falke y Toot pasaban las maanas redactando el
informe y por la tarde acudan a los baos para luego, al atardecer, regresar a la
calma de la villa, es lo que ocurra en la superficie, dijo Korin, porque en realidad,
explicaba el manuscrito, lo nico que hacan Kasser tiritando en la cama y los
dems escribiendo el informe o metidos entre las espumas de los baos era callar
respecto a Mastemann, nadie lo mencionaba, ni siquiera se pronunciaba su nombre
y, sin embargo, hasta el aire pesaba por l, su figura y su historia, presentes de
forma palpable ante ellos gracias a las detalladas descripciones de los tres
visitantes, se posaron literalmente sobre sus pensamientos, de tal modo que al cabo
de una semana resultaba evidente que no slo callaban sobre l, sino que lo
esperaban, contaban con su llegada, daban por seguro que vendra a verlos como
magster britnico del cursus publicus, el texto repeta una y otra vez cmo
observaban los acontecimientos que se producan delante de la villa, cmo se
estremecan cada vez que los sirvientes anunciaban una visita, pero Mastemann no
vena, he was not coming, pues eso slo sucedi en el captulo siguiente, cuando, en
la noche misma de su llegada, se present como enviado especial de la Dominante
Gnova, pidi poder sentarse a su mesa al tiempo que su cuerpo emanaba una
exquisita fragancia, inclin ligeramente la cabeza, los mir por un instante a los
ojos y antes de que ellos pudieran identificarse comenz a elogiar al rey Juan,
como si supiera con quines se encontraba, afirmando que, en su opinin y en la de
Gnova, el rey de Portugal era el tiempo futuro, el nuevo espritu, la Nuova
Europa, esto es, el perfecto gobernante, aquel que basaba sus decisiones no en sus
pasiones, ni en sus obligaciones ni en los azares del destino, sino en la pasin, en la
obligacin y en el azar supeditados a su razn, y luego pas a analizar la Gran
Nueva, llamando a Coln ora signor Colombo, ora nuestro Cristforo y
asombrando a los cuatro, pues hablaba de la clebre expedicin como si hubiera
concluido ya con xito, despus pidi a la posadera un fuerte vino tinto de Mlaga
para todos y declar que vena un mundo nuevo, a new world is coming, en el que
no triunfaba simplemente el almirante Colombo, sino el espritu genovs en s, es
decir, dijo levantando la voz y la copa al alimn, lo impregnara todo y se
extendera a todo, el espritu genovs que, explic Korin a la mujer, a juzgar por las
miradas que siguieron a los ms mnimos gestos de Mastemann, era odiado de
forma amplia y absorbente all en la alberguera.
16.
Las prostitutas se volvieron locas, continu luego, y eso se explicaba tan slo
por la aparicin del signor Mastemann, nadie vea con claridad cul era el motivo
ni, sobre todo, en qu consista la energa mgica que emanaba, pero el hecho no
poda relacionarse con otra cosa, lleg Mastemann y la alberguera cambi, l se
aloj en una de las plantas superiores y la planta baja se sumi en un silencio
incomparable, el silencio dur hasta que descendi en la primera noche y se sent
dijera todo y lo diera todo por acabado, y, una vez ms, Gnova, aada, y se pona
a enumerar nombres, Ambrosio Boccanera, Ugo Vento y Manuel Pessagno, pero al
percatarse de que esas personas no decan nada a sus oyentes, se inclin hacia
Bengazza y le pregunt en voz baja si Bartolomeo, Daniel y Marco Lomellino les
resultaban acaso conocidos, no, sacudi la cabeza Bengazza, no, he said, a lo cual
Mastemann se volvi hacia Toot e inquiri si le sugera algo la clebre frase de
Baltasar Surez, segn la cual eran tales hombres que no consideraban el mundo
entero suficientemente grande para sus ansias de conquista, no, no le sugera
nada, respondi Toot, turbado, el mundo entero, insisti Mastemann levantando el
dedo ndice y sealando a Toot, eso deca la frase completa, afirm, pues pronto no
solamente les pertenecera, sino que se producira el siguiente caso sin parangn: la
gran poca de Gnova llegara y pasara, segn la naturaleza de las cosas, pero no
desaparecera el espritu genovs, the spirit, de tal modo que tras la desaparicin de
Gnova el mundo seguira funcionando conforme al resorte genovs, y queran
saber qu era el resorte genovs?, pregunt alzando la copa hacia la luz, pues bien,
era cuando el mundo de los Nobili Novi, el de los simples comerciantes, acababa
vencido por el de los Nobili Vecchi, el de los comerciantes que se ocupaban nica y
exclusivamente del dinero, es decir, el genio genovs, bram Mastemann, el genio
que creaba un globo completamente nuevo al elaborar un sistema de asientos y de
juro de resguardo, de letras y crditos, de valores e intereses, en una palabra, el
sistema de la borsa generale, donde el dinero y sus operaciones no se basaban ya en
la realidad, sino en el intelecto, y donde la ocupacin en la realidad slo competa
ya a los desafortunados y descalzos, en los triunfadores genoveses recaa tan slo
la negoziazione dei cambi, o sea, en resumen, dijo Mastemann con voz estentrea, se
cre un orden nuevo en la Tierra, donde se transfiguraba aquello que mandaba y
donde los banchieri di conto, los cambiatori y los heroldi, esto es, unas doscientas
personas en Lyon, Besangon o Plasencia se reunan de vez en cuando con el fin de
poner de manifiesto que el mundo era suyo, que el dinero era suyo, que tras las
liras, las onzas, los maravedes, los ducados, los reales y las libras tournois, el poder
ilimitado era suyo, doscientos hombres en total, aadi Mastemann bajando la voz,
luego meci el vino en la copa, inclin la cabeza dirigindose hacia la concurrencia
y apur hasta la ltima gota.
20.
cruzar el Canal, lo que les esperaba en las costas de Normanda, what comes at the
beach of Normandy, slo Kasser no podia saber si llegara alguna vez al otro lado, los
otros tres lo envolvieron en las pieles ms abrigadas, lo condujeron a la carruca
dormitoria puesta especialmente a su disposicin por el cursus publicus, lo ayudaron
a subirse y lo instalaron con cuidado, despus ellos montaron en sus respectivos
caballos, rodearon a Kasser y se pusieron en marcha, mientras el terrible viento les
soplaba de cara; la niebla los cubri a partir de Condercum, los lobos los atacaron
antes de llegar a Pons Aelius, despus encontraron la esmirriada nave en el puerto
romano, el mar embravecido con enormes olas y, por ltimo, la oscuridad que se
pos durante el da sobre la costa, el sol desterrado, dijo Korin, nada de luz, ni una
gota de luz.
21.
Se qued largo rato mirando al vaco, largo rato sin abrir la boca, luego
respir hondo, dando a entender que daba por concluida la sesin ese da, y mir a
la mujer, pero ella la haba terminado antes, dorma ya con la espalda apoyada en
la pared, la cabeza inclinada hacia delante y el cabello cubrindole la cara, Korin ni
siquiera se haba dado cuenta, slo en ese instante, al final, tom conciencia de que
haba querido acabar antes, pero ahora no necesitaba ya ninguna frmula para
concluir, o sea que se levant de la cama con cautela y sali de puntillas del cuarto,
aunque luego volvi tras pensrselo dos veces y eligi un edredn entre la ropa de
cama que los embaladores haban dejado all enrollada, tap a la mujer y acto
seguido se dirigi a su habitacin, donde se acost con ropa y todo, pero no logr
conciliar el sueo, slo lo hizo al cabo de una larga espera, aunque entonces s, se
durmi de golpe, en un abrir y cerrar de ojos, o sea que no le dio tiempo ni para
desvestirse ni para taparse, con la consecuencia de que as se despert, con la ropa
puesta y temblando de fro, an reinaba la oscuridad en el exterior, y se qued
mirando los tejados crepusculares desde la ventana y frotndose las extremidades
para entrar en calor, se sent de nuevo en la cama, encendi el porttil, introdujo la
contrasea y volvi a comprobar si todo se hallaba en la pgina web, si no haba
cometido ningn error, si estaba todo en orden, y, en efecto, lo estaba, despus de
los pasos de rigor aparecan en la pantalla las primeras frases del manuscrito,
entonces apag el aparato, lo cerr y lo guard, y se qued esperando a que
comenzara el desahucio, pero no comenz el desahucio, explic ms tarde, sino la
entrada de nuevos muebles, por as decirlo, pues a eso se asemejaba sobre todo la
operacin, a la entrada e instalacin de nuevos muebles, entraban y entraban las
cajas y los cartones, all estaban en la cocina l y la mujer, apretujados en el rincn
22.
Las frases poseen su estructura, las palabras encajan, los puntos y las comas
estn en su sitio y, sin embargo, dijo Korin, que empez de nuevo a girar la cabeza,
aquello que ocurra en la ltima parte slo se poda definir de una manera,
concretamente como derrumbamiento, derrumbamiento y derrumbamiento,
collapse, collapse and collapse, puesto que las frases parecan enloquecer, no se ponan
simplemente en marcha, sino que echaban a correr como locas a una velocidad
desesperada, crazy rush, l tampoco hablaba con pulcritud, dijo sealndose a s
mismo, no poda afirmar tal cosa, sin duda tena su modo de hablar, sin duda se
enrollaba como una persiana, sin duda quera concentrarlo todo en una nica frase,
concentrarlo con un nico, profundo y definitivo respiro, en efecto, lo saba l
perfectamente, pero lo que ocurra en el captulo sexto, the sixth chapter, era del
todo diferente, porque all el lenguaje simplemente dejaba de funcionar y no serva
para lo que haba de servir, una frase se pona en movimiento y no quera parar,
pero no por precipitarse a un abismo, como quien dice, esto es, no por incapacidad,
sino por un rigor complejo, como si, de lo contrario, se abrieran las puertas del
infierno, como si eso ocurriera siempre si se enfilaba en la direccin contraria,
porque all, en el manuscrito, la direccin era la de la disciplina, the discipline, de
eso se trataba, explic Korin a la mujer, de que vena la frase interminable y se
incitaba a ser lo ms precisa y lo ms plstica posible, poniendo a desfilar todo
cuanto el lenguaje aguantaba e incluso cuanto no aguantaba, venan las palabras en
las frases, apretadas y apelotonadas, mas eso no ocurra sin orden ni concierto
como en un accidente de trfico, sino como en un puzle que se compona a vida o
muerte, como un rompecabezas denso, como algo apretado, cerrado, irrespirable,
pues s, as ms o menos, asinti Korin, cual si todas las frases, all the sentences,
fuesen tremendamente importantes, como si de ellas dependiera la vida y la
muerte, life and death, as transcurra todo a una velocidad de vrtigo, y lo que
describan, lo que construan, colocaban y manifestaban, era tan complejo, so
complicated, que en el fondo no se entenda nada, s, declar Korin, y era mejor as,
era mejor revelar en ese momento lo ms importante, pues la Roma de la sexta
parte se mostraba inhumanamente complicada, y he ah la esencia, dijo, de modo
que a partir de esa complejidad inhumana el manuscrito se volva realmente
ilegible, ilegible y a la vez incomparablemente bello, eso fue lo que sinti desde el
comienzo, cuando, como ya cont en una ocasin, lo ley por primera vez hasta el
final, antes del diluvio, en un archivo hngaro situado a muchsima distancia, y la
misma sensacin tuvo en cada ocasin que lo reley y hoy volva a tenerla, la
sensacin de que el manuscrito era una obra incomprensible y hermosa,
lado era as, en efecto, pero por el otro, dijo Korin con los ojos encendidos, no.
24.
Toot, dnde vivieron Catulo, Cicern o Augusto, da igual dnde se alzaban los
impresionantes e insuperables palacios, no interesa qu vino bebieron, si de
Falerno o de Massilia, es decir, de Marsella, de Quos o de Aquilea, no interesa
porque carece ya de importancia, porque no existe ya ni mana ni tiene por qu, as
flua a su manera enloquecida de pgina en pgina, dijo Korin al tiempo que, un
tanto desorientado, pasaba las hojas, y, claro, aadi, en ese momento era incapaz
de transmitir el rigor vibrante que lo mova todo, pues no era cuestin de una
simple enumeracin, sino que era preciso matizar que junto al inventario fluan al
mismo tiempo miles de cosas, ya que ora uno lea, entre el Forum Boarium y las
termas de Caracalla, por ejemplo, lo que hacan los cisiarii delante de los carros,
cmo echaban los guardias el cierre la reja y la tabla de madera en la puerta,
cmo la terra sigillata pareca una carga preciosa entre las Aquae y los Saturnaliae y
el Holitorium, cmo se acumulaba el polvo en las hojas de los cipreses, los pinos,
los espinos y las moreras a ambos lados de la Va Apia, pues s, exactamente,
suspir Korin, pero estaba todo junto con lo dems, estaba todo incrustado en una
gran enumeracin, o sea que la seorita no deba entenderlo en el sentido de que
las cosas se sucedan las unas a las otras, de que haba una lista, por ejemplo, de los
personajes que se dirigan a Roma y luego, digamos, el polvo sobre los cipreses, y a
continuacin un fragmento del inventario de la cantidad ingente de productos y
despus algo referido, por ejemplo, a los cisiarii, no, no era as, sino que todo caba
en una nica, terrible e infernal frase que lo tragaba todo, se comenzaba por un
asunto determinado, pero luego vena el siguiente, despus el tercero, y entonces la
frase volva al primero, y as sucesivamente, l confiaba, dijo Korin mirando a la
novia del intrprete, en que ella se diera cuenta y le creyera que no exageraba
cuando deca que era todo ilegible y una locura absoluta!!!, al mismo tiempo que
confiaba en que la seorita fuese consciente de que aun as era todo de una belleza
estremecedora, y l, por cierto, se emocionaba cada vez que lo lea, siempre se
emocionaba hasta que lleg, haca tres das ms o menos, al captulo sexto, hasta
que volvi a leer ese pasaje, concretamente en la ltima fase de la trascripcin,
cuando ya crea que haba acabado, que todo quedara en la oscuridad, pues s,
entonces, dijo Korin y se le iluminaron los ojos, al leer las primeras oraciones del
captulo sexto, se top de pronto con la clave, slo poda expresarlo de ese modo,
porque de otra manera era imposible, haca tres das ms o menos de repente dio
con la clave de las cosas, de forma inesperada, despus de tanto y tanto leer y
maravillarse, de tanto afanarse e intentar comprender, de sbito una luz de una
fuerza extraordinaria inund su habitacin, y l se levant de la cama de un salto
y, nervioso, se puso a deambular, se levant de un salto, deambul y ya lo
entendi todo.
25.
enloqueci por completo, pues no existe la Salida, seorita, dijo Korin inclinando la
cabeza, y eso a l, que haba llegado a querer tanto a los cuatro hombres, le dola
sobremanera, los cuatro, Bengazza, Falke, Toot y el finalmente desaparecido
Kasser vivan muy en lo hondo de l, de forma tal que apenas encontraba las
palabras adecuadas para expresarlo, desde entonces los llevaba de aqu para all
en su cuarto, los llevaba a la cocina y de all de vuelta a su habitacin, porque algo
lo impulsaba, y era terrible, seorita, dijo Korin lanzando una mirada de
desesperacin a la mujer, no exista para ellos una Salida, para llamarlo as, slo
guerra y guerra por doquier, tambin en su interior, y ahora que para colmo haba
acabado y el material se hallaba ya completo en la pgina web, realmente no saba
qu le esperaba, pues en un principio crea, basaba todos sus planes en que al final
podra emprender tranquilamente su ltimo viaje, como quien dice, pero ahora
tendra que hacerlo con esa dolorosa impotencia en su alma y albergaba la
sensacin de que eso no era bueno, de que algo debera inventar, de que no poda
llevrselos as sin ms consigo, de que debera dejarlos en algn lugar, pero no, su
cabeza era estpida, hueca, loca, slo le dola, le pesaba y estaba a punto de
carsele del cuello, todo le dola y no se le ocurra nada.
26.
La novia del intrprete mir a Korin y le pregunt en voz baja, Whats there
on your hand?, pero a Korin le sorprendi tanto que la mujer hablase y, adems, ella
pronunci tan rpido las palabras que l no supo qu contestar, se limit a asentir
con la cabeza y a mirar al techo, como si pensara, luego apart el manuscrito que
tena sobre las rodillas y cogi el diccionario para buscar, al tiempo que
murmuraba, la palabra que no haba entendido, pero despus cerr el libro de
golpe y grit, aliviado, es what y there!, claro, ahora entenda, no era Whatser o qu
caray, pues s, asinti, what is there on your o sea, my hand, y entonces le mostr
las manos y las gir ante sus ojos, pero no vio nada especial, hasta que finalmente
entendi qu quera decir ella, por lo visto, suspir y seal con la izquierda una
cicatriz en el dorso de la mano derecha, vaya, esto?, pregunt torciendo el gesto,
un viejo asunto, old thing, carente de inters, no interesting, una vez haca
muchsimo tiempo estuvo muy desesperado, ya casi le daba vergenza el
infantilismo de aquella desesperacin, y lo que ocurri al final fue que la perfor
disparndole con una pistola, perforate with a Colt, dijo volviendo a echar un vistazo
al diccionario, pero era realmente una minucia, no ocurri nada grave, estaba tan
acostumbrado que ni siquiera se acordaba, aunque, eso s, llevara siempre esa
cicatriz, seguro, la seorita bien lo saba, como tambin llevara siempre la cabeza,
lo cual le pareca un problema mucho ms grave, la llevara sobre ese cuello dbil y
doliente, aadi sealndolo, demasiado cargado, continu masajendose la nuca
con la palma de la mano, ya no aguantaba la cabeza, dijo girndola hacia la
derecha y hacia la izquierda, o sea que volva a surgir el mismo problema, despus
de un perodo de alivio transitorio reapareca el torturante peso de antao, de tal
modo que se senta, en particular en los ltimos das, como si todo se le viniera
abajo realmente, dicho lo cual dej de masajearse y de girar la cabeza y volvi a
coger el manuscrito, comenz a ordenar las ltimas hojas, al tiempo que aada
que, de hecho, no sabra decir cmo acababa, ya que era todo tan denso e
impenetrable, ni siquiera se poda definir con exactitud cundo ocurra, es decir,
dnde situar el final en el tiempo, bien era cierto que se reproduca algo as como
un amargo monlogo sobre el terremoto del ao 402, as como ciertas alusiones a
los terribles logros de los visigodos, ciertas frases sobre Genserico, Teodorico,
Orestes y Odoacro y por ltimo tambin algo respecto a Rmulo Augstulo, de
hecho, slo el nombre y nada ms, dijo Korin abriendo las manos, meramente
insinuaciones y fogonazos, cuando nicamente quedaba claro que aquello de
Roma y de la Puerta Apia, en efecto, haba acabado para siempre, declar Korin,
pero no pudo continuar, ya que se oy un ruido tan enorme como inesperado
desde fuera, trpala, estruendo, escndalo, zapatazos y algo as como maldiciones,
hasta que, al cabo de un rato, no qued la menor duda respecto al origen del ruido,
ya que de aquella trpala, de aquel estruendo, de aquel escndalo, de aquellos
zapatazos y maldiciones emergi luego un hombre gritando desde la escalera, un
hombre que gritaba Buenas noches, cariito y cerraba la puerta de un golpe.
27.
calmarse y grit a Korin y a la mujer que no se quedaran all papando moscas y les
pregunt si no vean esa cantidad de bolsas y paquetes que llevaba, y entonces
ellos se acercaron raudos y se los quitaron, incluso en ese momento fue todo en
vano, en vano dio un paso adelante ya sin ninguna carga, pues no pudo con el
siguiente, porque, al recorrer de nuevo con la mirada el caos de cajas y cartones,
volvi a ser presa de la risa, y continu riendo y se limit a decir, mientras se
atoraba, start over again, y entonces seal a su alrededor y se desplom, tras lo
cual la mujer se le acerc y le ayud a levantarse, y apoyndose en ella el hombre
logr llegar a la habitacin de ambos, donde se tumb sobre la cama o, ms
concretamente, sobre el manuscrito de Korin, el diccionario, el bloc de notas y el
folleto publicitario de la mujer, solt un gran suspiro y se durmi en el acto, se le
abri la boca y enseguida se puso a roncar, pero los prpados no se le cerraron del
todo, de manera que su novia no se atrevi a moverse de all, pues no poda estar
segura de si el intrprete no les estaba tomando el pelo, cosa que no llegaron a
saber, puesto que al cabo de unos minutos volvi a abrir los ojos y a gritar: start
over again, aunque, desde luego, poda tratarse de una broma, ya que mir a la
mujer con una expresin muy burlona cuando le dijo al final que se acercara, que l
no morda, que no tuviera miedo, que se sentara a su lado en la cama, que no
tiritara tanto porque enseguida le clavara un sopapo si no lo dejaba, que
entendiera por fin que la miseria se haba acabado, que a partir de ese momento
intentara ella tambin comportarse como quien ata los perros con longaniza,
porque los poda atar, dijo el intrprete y se incorpor en la cama, no saba si la
mujer se haba dado cuenta, le dijo guindole el ojo, pero lo cierto era que haba
transformado sus vidas como por arte de magia en un santiamn, haba decidido ir
a Hutchinsons y pedir all el start over again, all donde bastaba un solo da para
deshacerse de lo viejo y traer lo nuevo, y l s, por supuesto, pidi que se llevaran
toda la mierda que haba y trajeran lo nuevo, claro que s, porque realmente lo
necesitaba, necesitaba a un genio como ese Hutchinson de los almacenes
Hutchinson, a esa mente extraordinaria a la que se le haba ocurrido una idea
bsica, la de sacar en un solo da, al completo, toda la mierda que uno tena y traer
ese mismo da lo nuevo al completo, y entonces, s, poda venir el start, para lo cual
slo se precisaba reconocer el momento oportuno y efectuar el cambio, y l
reconoci el momento oportuno y efectu el cambio, eligi el momento adecuado,
s, porque todo empezaba a pudrirse en exceso all, pero l estaba harto ya de
contar los centavos, de calcular si le alcanzaba para comprar algo en la tienda del
vietnamita, estaba hasta las narices, o sea que tom la decisin y se sac a s mismo
del barro agarrndose por los pelos, efectu el cambio y aprovech el momento
oportuno, as poda describir el asunto de la forma ms concisa, dijo
tartamudeando, pero ahora, dijo levantndose de un salto y saliendo de la
habitacin en busca de Korin, ahora, dijo alzando la voz, tocaba celebrar, eh,
dnde se ha metido mi hungarito?, grit hacia el interior del cuarto de Korin, tras
lo cual ste sali rpidamente y dijo: buenas noches, seor Srvry, pero el
intrprete ya lo arrastraba consigo, feliz y contento, grit dnde est la bolsa?, y
despus de buscar y rebuscar l mismo la encontr junto a la puerta de la entrada,
extrajo dos botellas, las alz y volvi a gritar: start over again, y entonces la mujer
tuvo que traer tres vasos, lo cual tampoco result muy sencillo, puesto que primero
hubo que encontrar, en medio del caos, la caja de los vasos, que al final
aparecieron, y luego ellos pudieron descorchar una botella, el intrprete sirvi,
verti el lquido en parte al aire, en parte en los vasos, y despus levant el suyo,
por la nueva vida!, dijo a un Korin asombrado que, no obstante, trataba de esbozar
una sonrisa, que se pierda lo que tenga que perderse!, continu brindando con la
mujer, que segua muy asustada, y dibuj un gesto amplio y dej caer el vaso, pero
pareci no darse cuenta, pues mir hacia arriba, dando a entender que se dispona
a pronunciar una declaracin solemne, y entonces se produjo un silencio tan
prolongado como efectista, tras el cual slo se oy que todo esto todo esto, y
en ese momento baj los brazos, su mirada se aclar por un instante, sacudi la
cabeza una y otra vez, pidi otro vaso, lo llen, lo apur, solicit a la mujer que se
acercara, la abraz por los hombros y le pregunt si le gustaba el champn, mas no
esper respuesta, sino que extrajo del bolsillo una cajita, la puso en la mano de la
mujer y apret los dedos de sta, acto seguido se inclin hacia su rostro, le lanz
una profunda mirada a sus ojos y le pregunt con voz susurrante si le gustaba, si le
gustaba la buena vida.
28.
Iba en taxi, llevaba das ya viajando en taxi, o sea que no era de extraar que
volviera a hacerlo, iba a casa, borracho y con un montn de paquetes, todo el
asiento trasero estaba lleno, y antes de subirse haba llenado tambin el maletero,
lo nico que no saba, dijo al taxista, era cmo carajo subir todo eso a la ltima
planta, no saba si sera capaz de hacerlo, porque era demasiado para una sola
persona, lo ve?, inquiri alzando una bolsa, esto es caviar, dijo, concretamente
caviar de beluga Petrossian, y luego hay queso Stilton, compota y qu ms?, cogi
otra bolsa del suelo, pues champn, M-Lafitte, la marca ms cara, fresas ecolgicas
de Florida y luego esto, aadi metiendo la mano en las bolsas de papel
amontonadas a su lado en el asiento, Gammel Dansk, sabe?, y chorizo y arenques
y unas cuantas botellas de vino de Borgoa, de fama mundial, por cierto, fama
mundial, y dicho esto, confiaba, dijo el intrprete al taxista, en que comprendiera
que esa noche celebrara una fiesta en casa, es ms, la fiesta ms grande de su vida,
barrio hngaro que l, el intrprete, haba definido como el mejor sitio en toda
Nueva York para comprar salami a la pprika, y el otro le insista, el intrprete
jurara que no par de preguntarle al principio, pues s, ms all de la tienda de
delicatessen de Zabars, por las calles 81 y 82, pero en qu avenida exactamente,
pregunt el otro, y as fue la conversacin, ida y vuelta, pregunta y respuesta, y
todava no saba por qu, ni lo entendi en aquel momento, slo recordaba que
deseaba explicarle cmo proceder cuando se hallaba en una encrucijada, que haba
de atender al instinto, que haba de ser valiente, valiente y valiente, eso se lo
machac, dijo sonriendo en la cama y meti entonces la cabeza en la almohada,
pero el otro comenz a explicarle que tal, seor Srvry, y que cual, seor Srvry,
que el tiempo haba concluido, que l haba terminado lo suyo, y toda una retahla
de sandeces de ese tipo, como siempre, y, adems ahora se acordaba!, le pag
el alquiler y al final, si mal no recordaba, le entreg todo el dinero que le quedaba
si era cierto, deba de estar en su pantaln, para que l, o sea, el intrprete,
pagara en su nombre un abono eterno al servidor, todo, dijo Korin, para que el
servidor le garantizara el mantenimiento eterno de la pgina, y, si mal no
recordaba, al final hasta se besaron los dos, dijo riendo el intrprete al tiempo que
esconda la cabeza en la almohada, para sellar una alianza de amistad, crea, pero
ms no saba, simplemente no se acordaba de nada, no quera que lo molestaran, se
le parta la cabeza, el lugar del cerebro lo ocupaba un cubo de mocos, que lo
dejaran en paz, deseaba dormir un poco, si no estaba, pues no estaba, a quin le
importaba, pero la mujer se hallaba en el umbral, llorando, y repeta una y otra vez
que se haba marchado, se haba marchado y lo haba dejado todo, se haba
marchado y su cuarto estaba vaco.
29.
de modo que se dej puesta la bata en esa primera noche y permaneci acostada,
sin poder dormirse por la excitacin, tumbada de costado, con las rodillas subidas
hasta el vientre, los ojos abiertos sin apenas pestaear, la mano derecha bajo la
cabeza, encima de la almohada, la izquierda a su lado, con los dedos contrados
apretando la cajita, que segua aferrando, porque no la soltaba, la apretaba feliz y
contenta y miraba, miraba hacia delante bajo aquella luz azulada que vibraba
nerviosa, miraba hacia delante y apenas pestaeaba.
VII
1.
Iba por la acera cubierta de hielo y no volva la mirada, sali del edificio y
enfil hacia la estacin de Washington Avenue sin mirar atrs ni una sola vez, y no
porque lo hubiera decidido as, explic luego, sino porque realmente todo estaba
detrs de l y nada delante, dijo, delante el vaco absoluto y la acera helada, y en su
interior tambin, nada, nada de nada, la nada y Kasser y compaa, claro est, a los
que llevaba rumbo a Washington Avenue, eso era todo cuanto recordaba de la
primera hora posterior a su salida de la casa sita en la calle 159, muy temprano
todava, an reinaba la oscuridad, slo haba una o dos personas por ah, en los
cien primeros y helados metros las cosas emergan de pronto y venan a su
encuentro, la noche anterior, cuando, despus de celebrar a lo grande y de sellar
innumerables veces su amistad, hasta el seor Srvry, su salvador, se sumi en el
silencio, y l aprovech el momento para entrar en su habitacin, entornar la
puerta y tumbarse en la cama, decidido a no llevarse nada, cerr los ojos, pero no
hubo manera de conciliar el sueo, luego la puerta se abri despacio, era la novia
del seor Srvry, su fiel oyente durante esas largas semanas, se le acerc sin hacer
ruido, para no despertarlo a buen seguro, porque l fingi estar profundamente
dormido, no quera despedirse, no saba qu decir, adonde ira, no poda decir
adonde ira, y la seorita permaneci un buen rato junto a su cama, tratando de
averiguar sin duda si dorma o no, pero como l no daba ninguna seal de estar
despierto, ella se arrodill junto a la cama y le acarici una vez la mano con suma
delicadeza, apenas tocndolo, la mano derecha para ser exacto, dijo Korin, sta,
dijo mostrndola a su interlocutor, la de la cicatriz, fue todo cuanto ocurri, y
despus ella se march, sigilosamente, tal como haba entrado, de modo que slo
tuvo que esperar con paciencia a que acabara la noche, pero las horas transcurran
con suma lentitud, no cesaba de mirar el reloj, dos y cuarto, tres y media, cinco
menos cuarto, lo recordaba perfectamente, como tambin recordaba el hecho de
levantarse, vestirse, lavarse la cara, salir al retrete, resolver all sus asuntos, y
recordaba tambin que de repente se le ocurri ponerse de pie sobre la taza del
vter y comprobar qu haba ocurrido con las bolsas, porque lo cierto era, explic,
que haba descubierto un escondite detrs de un azulejo y un montn de bolsitas
llenas de un polvillo, enseguida sospech de qu se trataba, bueno, y en ese
momento quiso comprobar, ni siquiera saba por qu, tal vez por curiosidad, qu
haba sucedido con ellas, pero, tan pronto como retir el azulejo, no encontr all
las bolsas, sino un montn de dinero, tanto que enseguida volvi a colocar el
azulejo en su sitio y regres rpidamente a la vivienda, a hurtadillas, para evitar
ser visto desde las plantas de abajo y principalmente por la persona que haba
ocultado todo aquello, entr con sigilo, cerr la puerta despacio, recogi la ropa de
cama en su habitacin, la apil con cuidado en una esquina de la cama, volvi a
mirar alrededor por ltima vez y lo dej todo como estaba, para qu tocarlo, salvo
el abrigo y los quinientos dlares, que an necesitara, no precisaba nada ms,
quedaron, pues, el ordenador porttil, el diccionario, el manuscrito y el bloc de
notas, las menudencias, as como unas cuantas camisas y la ropa interior, que ya no
volvera a lavar, o sea que no fue una despedida solemne y lacrimosa, para qu,
dijo Korin encogindose de hombros, para qu provocar sufrimiento a la seorita,
porque no caba duda de que le causara sufrimiento, de que ella se haba
acostumbrado a su presencia, y eso no, sufrimiento no, se dijo, se ira tal como
haba llegado, y entonces sali a la calle y realmente slo el vaco ocupaba su
mente, as como Kasser y compaa, y la tristeza de saber que no exista lugar
adnde llevarlos.
2.
Abri el texto, lo titul War and War y luego introdujo esas palabras tambin
como nombre de archivo, lo guard y comprob que el acceso funcionaba
realmente, puls luego la ltima tecla que quedaba por pulsar, desconect el
ordenador, lo cerr y lo puso con cuidado en la cama, y acto seguido se hallaba ya
en la calle, corra ya por la acera, casi como si hubiera perdido la cabeza, sin saber
adnde iba, o sea que al poco se detuvo, dio media vuelta y se puso en marcha en
la direccin contraria, igual de rpido que antes e igual de inseguro, de modo que
a unos doscientos metros de la casa volvi a frenarse, comenz a frotarse el cuello
y a girar la cabeza, mir hacia delante y mir hacia atrs, cual si buscara a alguien,
pero no lo encontrara, porque era temprano, apenas haba transentes, y cuantos
A l tanto le iban bien la lnea roja uno como la lnea roja nueve, porque
ambas lo llevaban de Washington Avenue a Times Square, donde haba de hacer
trasbordo a una lnea marcada con color negro, con la cual acceda a las lneas
verdes que desde la estacin Grand Central se dirigan hacia Upper East Side,
porque enseguida quiso ir all, explic Korin a su interlocutor, desde el momento
en que, en la noche anterior, dedujo de las palabras del dueo de la casa que exista
un barrio hngaro en Nueva York, enseguida decidi comprar all la pistola,
porque, al fin y al cabo, no saba ingls, necesitaba cualquier informacin en
hngaro, o sea que el discurso del dueo de la casa le vino al pelo, ya no poda
pedirle nada al pobre hombre, ya lo haba importunado bastante, ni poda dirigirse
a nadie ms, slo a un hngaro, admiti, a un hngaro al que le fuese posible, a l,
Korin, explicar con claridad su deseo, al que tuviese la ocasin de preguntar dnde
sera factible resolver su peticin, una persona confiable y que, por el idioma,
probablemente slo poda ser un hngaro, pens enseguida, pero al final, cuando
se subi a un convoy de la lnea roja nueve y se sent frente a una robusta seora
negra y comenz a estudiar el mapa de las lneas por encima de la cabeza de la
mujer, decidi hacer a pie el trayecto entre Times Square y Grand Central, ya que
no entenda a qu medio de transporte se refera la seal negra que, en el mapa,
una las dos estaciones, o sea que la decisin la tom el azar, el ms puro azar, no
l, que, sentado frente a esa gigantesca seora negra, comprendi que en vano
intentara descifrar eso, que no entenda esa raya negra entre las lneas roja y
verde, de modo que resolvi ir a pie, y as fue, sin ninguna idea concreta, no intua
que ese ltimo da an recibira un regalo especial y definitivo de la voluntad
los excav en parte y los reconstruy mediante una maqueta, de modo que no era
de extraar que Korin, cuando lleg en su da al aeropuerto John Fitzgerald
Kennedy, se subi al taxi, mir por primera vez por la ventana y vio el clebre
perfil de la ciudad, enseguida percibi todo ello, pero no supo, no atin a
nombrarlo, all permaneci en un rincn de su dolorido cerebro, mas no apareci,
no, dijo, slo ese da, l confesaba sinceramente que no entenda cmo le lleg, a
pesar de todo, en ese ltimo da, porque daba la impresin de que se le haba
plantado delante, pero esa impresin le vena dada porque desde la maana
abrigaba la sensacin de ser guiado, de ser llevado de la mano, de que ese libro,
Ely Jacques Kahn, le fue concedido, pues por qu eligi exactamente se y no otro?,
por qu se detuvo justamente ante esa librera?, por qu recorri precisamente
esa calle?, y por qu a pie?, estaba convencido, asinti sonriendo Korin en el
Mokka, que lo acompaaban, lo guiaban, le sujetaban la mano.
5.
6.
modo enseguida se identificaron por el acento, enseguida se dio cuenta cada uno
de que el otro era hngaro, lo cual no resultaba en absoluto difcil en el caso de
Korin, can I help you?, pero tampoco en el del otro, no, thanks, por entonces Korin
llevaba horas ya intentando armarse de valor para dirigirse a alguien, pero no se
decida ni encontraba a nadie que se pareciera a un hngaro, hasta que de pronto
divis a un tipo extrao y observ, pasmado, que el tipo estaba apoyando un
maniqu de tamao natural contra el poste de la parada de autobs, lo apoy como
si el maniqu esperara el autobs, despus lo encaden por una mano y una pierna
al poste, le gir la cabeza de tal manera que mirara hacia el autobs entrante y le
levant el brazo de modo que pareciera estar hacindole una sea, y entonces se
dispuso a volver a su carrito para empujarlo, pero en ese momento se le acerc
Korin y le pregunt si poda empujar l tambin, que le ayudara encantado.
7.
para esa pistola, aunque no quera asustar a nadie, aadi a modo de excusa, l era
completamente inofensivo y estaba dispuesto a explicar de qu se trataba, no
haba all cerca un sitio donde pudiera hacerlo y donde pudieran comer y beber
algo?, inquiri Korin mirando alrededor, porque estaba en la calle desde la
madrugada y tena todos los miembros congelados, por lo que le convena un poco
de calor y comer algo, y tambin quera beber, y mucho, o sea que una pistola?,
pregunt el hombre y se qued mirando largo rato a Korin, que expres su deseo
de invitarlo, de agasajarlo, y entonces le explicara la situacin de cabo a rabo,
comer y beber?, pregunt el hombre, pues haba all unos cuantos locales,
continu sealando alrededor, y despus de unos minutos estaban ya en el
restaurante Mokka, aquel de platos folklricos pintados en las paredes, aquel del
techo de plstico colado, de los espejos por doquier, con un total de tres tristes
clientes en las mesas y con la duea, cara de cuervo, gafas ovaladas y peinado con
flequillo, que permaneca detrs del mostrador y que al cabo de un rato les
encareci amablemente que comieran tambin algo, pero slo Korin acept la
propuesta y comi sopa de gulys o gulasch con fideos caseros, mientras el otro no
pidi nada, se limitaba a coger de vez en cuando alguna de las bolsitas de azcar
puestas en la mesa, le arrancaba la punta, inclinaba la cabeza hacia atrs y,
ayudndose con el dedo ndice, verta en la boca el contenido hasta el ltimo
grano, no acept la comida, la bebida, en cambio, s, y la verdad es que bebieron,
Unicum con cerveza y ms Unicum con cerveza, mientras Korin hablaba y el otro
escuchaba.
8.
un rato, tras la quinta o sexta copa de Unicum, cuando el alcohol se le haba subido
ya al cerebro, comenz a hablar a los dos, porque, eso s, l hablaba, enseguida se
puso a explicar a su interlocutor el quid de la cuestin, comenz por sus problemas
con la cabeza y su descubrimiento de Babel, continu con el archivo, los Srvry y
el viaje a Estados Unidos, a continuacin vino el manuscrito, la eternidad y la
pistola y, por ltimo, Kasser, Bengazza, Falke y Toot, coment que l no
encontraba el camino de salida, que llevaba a los cuatro consigo, pero que se senta
muy inquieto, y eso que siempre haba imaginado que se sentira muy tranquilo
cuando llegara ese da, porque no poda dejarlos, se aferraban a l, y Korin senta
que no poda llevrselo todo, mas no saba qu hacer, no saba ni dnde ni cmo
resolverlo, suspir, y fue al lavabo, y despus, al salir, en el estrecho pasillo entre el
lavabo y el comedor, se le plant delante la duea con el peinado con flequillo, se
disculp y le pidi un tanto cohibida que no invitara a beber a su compaero, que
en el restaurante lo conocan, que no estaba acostumbrado ni aguantaba el alcohol,
a lo cual Korin le respondi que l tampoco, y la mujer lo interrumpi un tanto
irritada para decirle que a su compaero no le haca nada bien, le pregunt, ya con
ms familiaridad, mientras se arreglaba el flequillo, si saba que era un muchacho
muy sensible y correcto, que tena esa chifladura con los maniques, s, que llenaba
todo el barrio de maniques, porque no slo haba sentado uno en ese restaurante,
sino tambin en otros sitios, donde se lo permitieran, y se lo permitan, pues era un
hombre tan silencioso, dcil y correcto, haba ya tres maniques en la estacin
Grand Central, uno en la biblioteca pblica y uno en el McDonalds, otro en un
cine de la calle 11, otro ante los estantes de peridicos de un quiosco cercano, pero
el hombre tena tambin maniques en casa, uno sentado en un silln mirando la
televisin, otro a la mesa de la cocina y otro en la ventana mirando para fuera, o
sea, ella no negaba que el hombre tuviese esa chifladura, pero loco no estaba, eso
no, lo haca, por cierto, por una mujer, la quera mucho, decan, o sea que peda
perdn y le rogaba, adems, que l, Korin, lo cuidara si poda, pues no se le deba
dar bebida, eso, pues slo le causaba problemas, s, respondi Korin solcito, ahora
entenda y andara con mucho cuidado, por supuesto, porque a l tambin le
pareca un hombre muy simptico, y confes que le haba cado bien tan pronto
como lo haba visto, o sea que lo cuidara, prometi, pero luego no cumpli su
palabra porque en el momento en que volvi a sentarse a su lado en el restaurante
pidi otra ronda y no hubo manera tampoco de disuadirlo de las siguientes, o sea
que realmente se presentaron los problemas, pero no los previstos por la duea,
porque quien se sinti mal cuando acabaron fue l, Korin, muy mal, el vmito lo
alivi un poco, pero slo durante uno o dos minutos, despus volvi a sentirse
mal, cada vez peor, ya no empujaba el carro, sino que ms bien se aferraba a l y
aseguraba al hombre, al que entretanto llamaba ya su amigo, que la muerte no le
interesaba y se agarraba del carro y se dejaba arrastrar y resbalaba en la nieve dura
Estaban los dos en la cocina, entre cajas, la mujer tumbada boca arriba, el
cuerpo descoyuntado y la cara destrozada, y el intrprete colgando de la tubera de
la calefaccin central, aunque de la sangre acumulada en su cabeza se deduca que
haban acabado con l mediante una ametralladora disparada a quemarropa; no
consigui gritar, ni moverse, permaneci en el umbral y abri la boca poco a poco,
12.
13.
resolvera todo, Korin slo haba de serenarse, pero se notaba que Korin no estaba
presente, que el problema no le llegaba siquiera al cerebro, se qued mirando largo
rato el caos de las imgenes en la pantalla, frunca el ceo como si estuviera muy
concentrado, se levant luego del silln, se acerc a las fotografas de la pared,
seal una de ellas, se dio la vuelta hacia el hombre y le pregunt: esto dnde
est?
14.
Prepararon una cama en la sala, detrs de los sillones, pero l slo se acost,
se tap y no se durmi, esper a que el hombre empezara a respirar
profundamente y a roncar en el dormitorio, luego se levant, fue al cuarto de bao,
palp la ropa puesta a secar sobre los radiadores, se acerc luego a la pared y se
qued mirando las fotografas, tena que inclinarse mucho para ver un poco, pues
apenas se vislumbraba algo en la oscuridad, y las mir todas, iba de la una a la
otra, examinaba cada una minuciosamente y luego pasaba a la siguiente, y es lo
que hizo durante la noche, recorri toda la vivienda, despus del bao toc el
turno al dormitorio, despus del dormitorio a la sala, mientras volva una y otra
vez a la ropa puesta a secar, la palpaba, la recolocaba sobre los radiadores, pero
enseguida retornaba a las fotografas, contemplaba aquella singular y etrea
cpula, vea esos arcos de simples tubos de aluminio dibujar una gran semiesfera
en el espacio, miraba esas grandes placas de cristal de un metro o de medio metro
que cubran en gran medida la semiesfera, miraba las grapas que agarraban las
junturas y trataba de averiguar qu pona escrito en los tubos de nen que
iluminaban el conjunto, y cuanto ms acercaba la cabeza, tanto ms forzaba la vista
y era entonces cuando se vea que se concentraba de forma cada vez ms intensa
en algn detalle de esas imgenes, luego fue clareando poco a poco y result ms
fcil distinguir los pormenores, y entonces Korin vio lo siguiente: en una sala
completamente vaca, entre paredes blancas, una estructura de apariencia
sumamente ligera y sutil, tal vez una casa, dijo para sus adentros mientras se
apartaba de una foto y se acercaba a la otra, una edificacin ancestral, explic ms
tarde el hombre, una cabaa prehistrica o, ms bien, slo su armazn hecha a la
manera de un igl esquimal con tubos de aluminio y placas de vidrio rotas,
irregulares, dnde se encontraba?, pregunt en eso Korin, en Schaffhausen,
respondi el hombre, y dnde est Schaffhausen?, en Suiza, fue la respuesta, cerca
de Zrich, all donde el Rin atraviesa la cadena montaosa del Jura, y est eso
lejos?, pregunt Korin, est lejos Schaffhausen?, lejos?
15.
Llam y pidi un taxi para las dos, y el vehculo lleg, en efecto, con
puntualidad, el hombre avis a Korin, le arregl el abrigo que llevaba puesto y le
dijo que era una lstima, que estaba todava un poco hmedo, luego control
mirando el bolsillo interior que el billete de avin y el pasaporte estuvieran en su
sitio, le dio unos cuantos consejos respecto a la forma de orientarse en el
aeropuerto jfk y acto seguido se dirigieron a la planta baja, salieron del edificio, el
hombre abraz a Korin, que se sent en el taxi, y el taxi parti rumbo a la va
rpida de Brooklyn, mientras el hombre permaneca delante de la casa, alzaba la
mano y saludaba agitndola tmidamente durante un rato, pero Korin no se
percat de ello, pues no se dio la vuelta ni una sola vez, como tampoco miraba
hacia los costados, estaba sentado, encorvado, en el asiento trasero, y su mirada
fija, que pareca clavada en la calle por encima del hombro del conductor, daba a
entender que ya no le interesaba nada, salvo una cosa: saber qu haba delante, qu
haba all delante, encima del hombro del conductor.
VIII
ESTUVIERON EN AMRICA
1.
2.
Iba por la orilla del Limmat, luego por el Mythenquai rumbo al puerto,
porque l, como capitn del puerto, estaba obligado a controlar la situacin debido
a los daos que poda provocar el hielo en la ribera, comprobar si los encargados
haban retirado conforme a las instrucciones la capa de hielo, delgada y
potencialmente peligrosa, alrededor de las embarcaciones amarradas en el muelle
para su descanso invernal, o sea que iba por la orilla, cont a sus amigos en la
carnicera situada cerca de su casa, haca todo el recorrido a pie debido al buen
tiempo, cuando de pronto se dio cuenta de que alguien lo segua a la altura del
Arboretum, poda ser casualidad, pens, o sea que no se inquiet al comienzo,
algn hombre que tena cosas que hacer por esa zona, quin saba, era imaginable,
que lo siguiera tranquilamente, ya doblara en algn lugar, ya desaparecera, pero
el to ese, continu el capitn del puerto alzando la voz, no doblaba ni desapareca
ni se esfumaba, es ms, cuando llegaron a las escaleras que daban al muelle, se
puso a su lado y le dijo, Mister Captain, sealando la insignia de su chaqueta de
servicio, y empez a hablar en un idioma completamente extrao, deba de ser
dans, a su juicio, a lo cual l lo apart y le comunic que o se lo dijera en ingls o
lo dejara en paz, pero el to consigui entonces soltar una frase a trancas y
barrancas, de la que dedujo que el hombre quera navegar, vaya, navegar?, eso no
se poda por esas fechas, le respondi, era invierno, le aclar, y en la temporada
invernal la navegacin cesaba, pero el otro le insisti que s, que quera navegar, y
sac un fajo de billetes de dlar del bolsillo, y l, el capitn del puerto, le contest
que no se esforzara, que era intil, que no era cuestin de dinero, que estaban en
invierno y eso ni siquiera el dlar poda impedirlo, solamente la primavera, sta es
buena, bien dicho, Gusti, estallaron las risas en la carnicera, pero silencio, que
esperaran, acall el capitn del puerto a sus oyentes, porque el asunto comenz a
interesarle, de modo que le pregunt qu caray quera con ese barco en el lago, a lo
cual el to le contest que y ahora prestad atencin, dijo, mirando alrededor y
haciendo una pausa para conseguir el efecto deseado le contest que quera
escribir algo en el agua, de entrada crey haber entendido mal, pero no, haban de
imaginar que, en efecto, el to quera el barco para eso, quera escribir algo con la
nave en el agua, por el amor de Dios, exclam juntando las manos, al tiempo que
volvan a estallar las risas, claro, debera haberse dado cuenta de entrada de que el
to ese estaba loco, cmo braceaba, cmo cotorreaba, cmo gesticulaba, los ojos le
centelleaban como si fuesen los de un terrorista demente, s, debera haberle
bastado para calarlo, pero al final s, al final lo cal, y por broma, nica y
exclusivamente para tomarle el pelo, dijo el capitn del puerto guiando el ojo a
sus cada vez ms numerosos oyentes, decidi sonsacarle qu era tan very important
como para tener que escribirlo en el agua, y le pregunt, oiga, qu es eso?, tras lo
cual el to volvi a soltar su rollo, pero no se le entenda ni jota, a pesar de sus
denodados esfuerzos por que lo entendiera el seor capitn, como lo llamaba, se lo
mostr con manos y pies, se lo dibuj con la bota en la nieve, que all estaba el
barco, que zarpaban, que se adentraban en el lago hasta llegar al centro y que
luego navegaran como una pluma sobre el papel, like a pencil on the paper, y
simplemente escribiran con la nave en el agua las siguientes palabras, way that
goes out, primero lo intent con algo as al tiempo que examinaba la expresin del
capitn del puerto, lo entenda?, y entonces dijo: outgoing-way, pero al otro se le
notaba que no reaccionaba, de modo que por ltimo le propuso escribir con el
barco way out, de acuerdo?, pregunt esperanzado, aferrando el abrigo de su
interlocutor, pero ste se lo sacudi de encima en el sentido literal de la palabra y
comenz a bajar hacia el muelle, y all qued Korin, ayuno ya de ms ideas,
impotente, como si slo en ese momento estuviese dispuesto a reconocer la triste
situacin, y entonces le grit con qu no traffic on the lake?, y entonces el capitn
del puerto se detuvo al cabo de unos pasos, se volvi hacia l y le respondi
tambin a voz en cuello, pues ya vea, un hombre razonable al final entenda las
cosas, porque, en efecto, de eso se trataba exactamente, no traffic on the lake, no
traffic on the lake, y esas palabras, por lo visto, siguieron resonando un buen rato en
el interior de Korin, que emprendi el camino de regreso por la orilla del lago, muy
lento, como quien se siente muy deprimido, la espalda encorvada, cabizbajo, iba
por el Mythenquai, al tiempo que deca en voz alta, vale, pero en ese caso iran
todos con l, ira todo el grupo con l a Schaffhausen.
4.
decididamente Korin, ocurri a partir del siglo anterior, cuando se produjo una
enorme mezcla, de tal forma que al final no qued ni un solo hngaro, solamente
una mezcla, as como unos cuantos suabos, gitanos, eslovacos, austracos, judos,
rumanos, croatas, serbios, etctera, y sobre todo una mezcla de todos ellos, pero los
hngaros desaparecieron en ese proceso, trat Korin de convencer a la mujer, slo
permaneca Hungra en el lugar de los hngaros, Hungary yes, Hungarian not, pero
ni un solo recuerdo ntido e intacto del pueblo singular, magnfico, orgulloso e
irreprimible que haba sido, porque eso haba sido, en efecto, un pueblo muy
salvaje entre leyes muy claras, espabilado nica y exclusivamente por la
realizacin permanente de grandes hazaas, brbaros que poco a poco fueron
perdiendo el inters por el mundo organizado en torno a acciones pequeas y que
se fueron esfumando y degenerando, se extinguieron y se mezclaron, y de ellos no
qued ms que su idioma, su literatura y alguna menudencia, cmo?, inquiri la
mujer frunciendo el ceo y dando a entender que no entenda, pero as ocurri, y
lo ms extrao era que, si bien a l no le interesaba en absoluto, nadie mencionaba
su degeneracin y extincin, de todo aquel proceso slo permaneca la mentira, el
error, el malentendido y la estupidez, por desgracia, intervino amablemente la
mujer con un gesto de la mano, ella no comprenda nada de nada, de modo que
Korin lo dej y pidi a su compaera de viaje que le apuntara el nombre exacto del
museo en un papel y, una vez hecho esto y guardado el papel, call y se qued
mirando a la mujer, la cual no le quitaba de encima esa mirada amistosa y sensible
y le iba explicando algo con parsimonia para que Korin lo captase, pero Korin no
captaba, haba desconectado a ojos vistas, miraba a la mujer, su rostro amable, y
luego las luces de las pequeas estaciones que se iban sucediendo la una a la otra.
8.
despert por fin, abri la puerta y l ense el papel con el nombre del museo, el
taxista lo mir, asinti malhumorado, le indic que bien, que subiera, que lo
llevara, y as ocurri que diez minutos despus de su llegada, Korin se encontraba
ya ante un edificio grande, mudo y sombro, busc la entrada, comprob que el
nombre que figuraba en un letrero a un lado coincida con el del papel, se dirigi
despus a la izquierda, volvi hasta la entrada, se dirigi luego hasta la esquina a
la derecha, donde acababa de apearse del taxi, y entonces empez a dar una vuelta
alrededor del edificio, como si quisiera tomarle las medidas, y no les quitaba el ojo
a las ventanas mientras se masajeaba el cuello, las miraba y las miraba como quien
buscara en ellas algn relampagueo, alguna sombra, alguna vibracin que le
revelara la existencia de vida all dentro, luego regres a la entrada y llam con
decisin a la puerta, pero no ocurri nada, y el guardia de seguridad que se
encontraba en el interior se mostraba dispuesto a jurar que todo ello sucedi
exactamente a la medianoche, acababan de dar la seal horaria de las doce en su
transistor cuando oy los golpes, y no poda afirmar que supiera desde el primer
momento cmo reaccionar, pues estaba un poco desconcertado, de hecho, jams
haban llamado a la puerta ni a medianoche ni ms tarde desde que l fuese
contratado, medianoche?, alguien?, en la puerta?, dijo para sus adentros, y ya
estaba all, ya la entreabra, pero lo que ocurri luego, explic al da siguiente por
la maana tras volver a casa despus del interrogatorio, lo asombr tanto que, en
efecto, no supo qu hacer, porque lo ms sencillo, bien lo saba l, habra sido echar
a escobazos al personaje, pero las pocas palabras que entendi de su discurso,
palabras tales como sculpture, Hungarian, mister director y New York, lo turbaron de
alguna manera, pues de pronto le vino a la mente la posibilidad de que sus
superiores no le dijeran nada, pero que l debiera haber esperado al susodicho, qu
habra ocurrido, dijo sorbiendo el caf con leche, si l lo mandaba a frer esprragos
como si fuese un vagabundo y a la maana siguiente se descubra que no, que
haba tomado la decisin errnea, que el susodicho era un artista clebre al que
esperaban, pero que haba llegado tarde y no tena, por decir algo, alojamiento, ni
un nmero de telfono, porque lo haba perdido, por decir algo, porque para
colmo haba perdido, por decir algo, el equipaje en el avin, el cual haba
aterrizado tarde, y el hombre guardaba all todas sus pertenencias, cuntas veces,
cuntas, les haba ocurrido algo as a los artistas, explic el guardia de seguridad a
su madre acompaando sus palabras con un gesto de la mano que lo deca todo, de
manera que cerr la puerta y se qued pensando y lleg a la conclusin de que ni
lo echara ni lo dejara entrar en el museo, aunque tampoco poda llamar al seor
director, porque haba pasado ya la medianoche, qu hacer entonces?, qu
hacer?, reflexionaba al tiempo que volva a su sitio, cuando de repente record a
uno de los vigilantes del museo, el seor Kalotaszegi, nada, a l, daba igual que
fuera la medianoche, a l lo llamara, claro que s, decidi, y empez a buscar su
present, se llamaba Dr. Gyrgy Korin, dijo, y acto seguido explic que acababa de
llegar a la ltima estacin de un largo viaje y que apenas saba cmo expresar la
alegra de poder compartir con un hngaro y en hngaro su problema en esa
noche decisiva para l y confes entonces que era archivero en una ciudad de
provincias de Hungra y que haba viajado a Nueva York por un asunto que, dada
su importancia, iba mucho ms all de su persona, tambin dijo que acababa de
llegar de all tras una persecucin terrorfica, puesto que su meta era Schaffhausen,
concretamente, el museo Hallen fr die Neue Kunst y, dentro de ste, la obra
mundialmente clebre de Mario Merz, obra que supuestamente deba de
encontrarse all dentro, dijo el susodicho sealando el edificio, s, respondi l,
ellos exponan, en efecto, dos obras de Merz en la primera planta, pero para
entonces era ya evidente que al susodicho le temblaba todo el cuerpo, a buen
seguro se haba enfriado durante la espera, o sea que llam al guardia y le propuso
que permitiera continuar el interrogatorio en el interior porque el viento soplaba
con fuerza all fuera, el guardia acept, de modo que entraron, cerraron la puerta
de la portera, se sentaron a la mesa y Korin comenz a hablar, se remont muy
lejos, por favor, intervino entonces el director, peda que fuese lo ms conciso
posible, s, asinti el vigilante de sala, hara lo posible, pero el relato era tan
complejo y todo era tan reciente que uno no saba distinguir lo sustancial de lo
accesorio, una cosa era segura, sin embargo, dijo mirando al director, l observ al
susodicho, un hombre delgado, alto, de mediana edad, cabeza pequea, calvo, ojos
de mirada febril, orejas enormes, separadas, y enseguida se dio cuenta, tan pronto
como se sentaron en la portera, de que el hombre estaba loco, pero no entenda
cmo pudo granjearse su simpata en un dos por tres, porque se la granje, desde
luego, se lo meti en el bolsillo, pues por entonces haba quedado claro ya que, si
bien estaba loco, no era un embustero delirante, haba que prestarle atencin, ya
que su relato conduca a un punto determinado, cada una de sus palabras posea
un significado, un significado dramtico para ms inri, un significado dentro de un
drama, por cierto, del que l mismo, segn su sensacin, acababa de convertirse en
personaje, por favor, Herr Kalotaszegi, intervino de nuevo el director, pidiendo que
fuese un poco ms conciso si era posible, por consideracin a las responsabilidades
que aguardaban a ambos, s, por supuesto, asinti el vigilante de sala consciente de
su culpa, o sea que le cont su historia empezando por aquella ciudad de
provincias hngara, desde el momento en que encontr un misterioso manuscrito
en su lugar de trabajo, un archivo, hasta llevarse ese manuscrito y marcharse a
Nueva York despus de liquidarlo todo, seor director, de vender su casa y sus
bienes muebles, lo dej todo, su entorno, su trabajo, su idioma, su patria y se fue a
morir a Nueva York, seor director, y a travs de increbles laberintos y pasando
por una experiencia traumtica que ni mencion ni quera narrar, vino a parar aqu
por obra del azar, pues resultaba que se haba enterado de algo sobre una
escultura, e hizo hincapi en la palabra algo, vio, para ser preciso, la escultura en
una fotografa y decidi contemplarla en la realidad, se enamor de ella, ese
hombre, seor director, dijo el vigilante de sala, se enamor, en el sentido estricto
de la palabra, de la obra del seor Merz, y quera pasar una hora en su interior,
qu quera?, pregunt el director inclinndose hacia delante, incrdulo, quera
pasar una hora en su interior, repiti el vigilante de sala, para lo cual no le dio, por
supuesto, la autorizacin, un vigilante de sala, trat de explicarle, no poda darla,
en absoluto, de modo que rechaz la peticin del susodicho, pero escuch su
historia, y la historia, como poda comprobar el seor director, lo dej aplastado,
borr en l hasta la idea misma de oponer resistencia, de expresar una protesta,
pues haba de confesar que, mientras lo escuchaba, tuvo la sensacin, al cabo de un
rato, de que el corazn se le partira en el acto, estaba seguro de que el susodicho
no hablaba por hablar, de que realmente haba venido a Schaffhausen como ltima
estacin de su vida, un hngaro, un pobre desgraciado que tena una idea fija en el
cerebro, la de transmitir a la eternidad ese manuscrito que encontrara en Hungra y
que le pareca fascinante, lo entenda el seor director?, pregunt el vigilante de
sala, por eso se fue a Nueva York el susodicho, porque la consideraba el centro del
mundo, y l quera concluir su trabajo en el centro del mundo, su trabajo
consistente en transmitir el manuscrito a la eternidad, tal como se lo expres al
vigilante de sala, o sea, cogi un ordenador, introdujo el manuscrito en Internet y
ah se acab todo, le explic el susodicho, Internet, le oy decir unas horas antes
sentado a la mesa de la portera, era, hasta el momento, la forma ms fiable de
asegurarse la eternidad, pues s, sa era su idea fija, seal el vigilante de sala
inclinando la cabeza, as como morir, porque la vida haba perdido el sentido para
l, en eso, dijo el vigilante mirando al director a los ojos, insisti una y otra vez, no
paraba de repetir que se trataba nica y exclusivamente de l, que la vida se haba
vuelto carente de sentido slo para l, y eso lo tena meridianamente claro en la
cabeza, pero a todo esto les haba tomado cario a los personajes, explic el
susodicho, y eso era lo nico que no tena meridianamente claro, dijo, no saba qu
hacer con aquellos personajes a los que haba tomado cario y que no se
marchaban, como si quisieran quedarse con l, algo as dijo, aunque no se expres
con exactitud ni revel con exactitud qu preparaba, bien era cierto que intent
una o dos veces ms ver la obra del seor Merz, peticin esta que l, el vigilante de
sala, le tuvo que denegar, como era lgico, maana por la maana, trataba de
tranquilizarlo, el maana no exista, le respondi Korin, le agarr la mano, le mir
a los ojos y dijo: seor Kalotaszegi, dos peticiones tena l en ese caso, una, que
cuando hablara con el seor director, y cuando el seor director hablara luego con
el seor Merz, el seor director dijera a ste, al seor Merz, que su escultura le
ayud mucho a l, a Korin, pues, cuando crey no tener adnde ir, apareci en el
ltimo momento un lugar adonde dirigirse, y eso se lo agradeca de todo corazn y
peda, adems, que le dijeran que l, Gyrgy Korin, oriundo de Hungra, siempre
pensara en l como el querido seor Merz, sa era su primera peticin, y la
segunda, y bsicamente por eso estaba l all sentado, dijo al vigilante de sala
sealndose a s mismo, la segunda consista en solicitar que se le autorizara poner
una placa en el muro del museo del seor Merz, y entonces le hizo entrega de un
montn de dinero, aadi el vigilante de sala, para financiar la fabricacin y
colocacin de la placa, la cual llevara grabada una nica frase que explicara
cuanto le haba ocurrido, el susodicho la puso por escrito en un papel, dijo el
vigilante de sala, y se la dio para poder permanecer con el alma cerca del seor
Merz, argument Korin, lo ms cerca posible junto con los dems, as explic el
asunto, una placa, pues, seor director, y all estaba el dinero y all el papel, seal
el vigilante de sala ponindolos sobre la mesa, pero a l se le antoj todo
increblemente confuso cuando se lo expuso Kalotaszegi, cont el seor director en
la oficina a su esposa, llegada casi al alimn con los policas, era algo directamente
fascinante y, de hecho, tambin trgico, o sea que empez a interrogar al vigilante
de sala, repas de nuevo la historia y trat de encajar las piezas todava dispersas
del informe de Kalotaszegi con la ltima escena, en la que Korin se despeda del
vigilante y sala, y, de hecho, lo logr hasta cierto punto, encaj los diversos
elementos, y la historia resultaba realmente impresionante y estremecedora,
reconoci, aunque cuando de verdad se convenci fue al conectar el ordenador,
mirar en el buscador AltaVista mentado en el relato y comprobar con sus propios
ojos que bajo el ttulo de War and War exista, en efecto, un manuscrito, y entonces
pidi a Kalotaszegi que le tradujera las primeras frases, y aun en esa traduccin
improvisada eran tan bellas, tan cautivadoras que cuando ella lleg, dijo sealando
a su esposa, l haba tomado ya la decisin, pues para qu era director de un
museo?, pues para eso, para decidir despus de esa noche que tan pronto como
acabaran las gestiones con los policas se pondra de inmediato manos a la obra y
elegira con el vigilante de sala el lugar adecuado en el muro exterior, ya que haba
concluido, declar, que esa placa se colocara en el muro, una placa sencilla que
explicara cuanto ocurri en la ltima hora de Gyrgy Korin y que pondra palabra
por palabra la frase escrita en el papel, porque ese hombre mereca encontrar el
descanso y la paz en el texto de una placa, ese hombre, dijo el director bajando la
voz, a quien el final le lleg en Schaffhausen,el final, en efecto, en Schaffhausen.
Agredecimientos