ESPANA. HISTORIA
Volumen 11
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
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TOMO 11
GUADALAJARA,2002
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Este libro ha sido editado con la colaboracin de la JUNTA DE COMUNIDADES DE CASTILLA-LA MANCHA.
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NDICE
TOMO 1
Pgina
PRLOGOS
Jos Mara BARREDA ........................................................................................
Jos Francisco GALLO LEN ............................................................................
Manuel M. MARTN GALN ............................................................................
Riansares SERRANO MORALES ......................................................................
13
19
21
23
CONFERENCIA INAUGURAL
PREZ GARZN, Juan Sisinio. Usos y abusos de la historia ...................... 27
PRIMERA PONENCIA
VIZUETE MENDOZA, 1. Carlos. La Iglesia en la Edad Moderna. Sobre
el nmero y la condicin de los eclesisticos ................................................. 41
COMUNICACIONES
,
,
MEJIA ASENSIO, Angel. La bula de la santa cruzada de 1618.
Aproximacin a la estructura socioeconmica de la ciudad de Guadalajara a principios del s. XVII ........................................................................ 73
CASTN ESTEBAN, Jos Luis. La Cofrada de San Fabin y San
Sebastin: religin y conflictividad social en la Comunidad de Albarracn durante el siglo XVI ...................................................................................... 109
CASTN ESTEBAN, Jos Luis. La religiosidad en las sierras ibricas
durante la Edad Moderna: la Dicesis de Albarracn ................................ 125
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GARCA LPEZ, Consuelo. Real Capilla y monasterio de las Descalzas Reales de Madrid. Evolucin econmica y jurdica de las fundaciones de Doa Juana de Austria: del Patronato Regio al Consejo de
Administracin del Patrimonio Nacional .............................................. ........... 145
CALLADO ESTELA, Emilio. Rivalidades entre obispos e inquisidores en
el siglo XVII. El caso del arzobispo Aliaga y el Santo Oficio de Valencia ........ 159
DONDERIS GUASTAVINO, Amparo. La religiosidad en Sigenza: una
obra pa en su archivo municipal ........................................................................ 175
MONTERO, Feliciano. El impacto social de la poltica secularizadora repupublicana. La religiosidad espaola en 1936 ................................................ 189
IRIGOYEN LPEZ, Antonio y GARCA HOURCADE, Jos Jess. La dicesis de Cartagena tras la Guerra de la Independencia: visita ad limina
del obispo Jos Ximnez (1818) ....................................................................... 205
PRADILLO y ESTEBAN, Pedro Jos. Iglesia y restauracin. Cofradas,
culto y procesiones en la ciudad de Guadalajara (1875-1931) ................ 223
SANZ HOYA, Julin. Una fuerza de choque a las rdenes de la Iglesia.
La Accin Catlica montaesa frente a la II Repblica (1931-1936) ........ 253
GONZLEZ DE LA CRUZ, Jess y CAMARENA MERINO, Vicente. Nacimiento y desarrollo de la Accin Catlica en la dicesis de Sigenza (1934-1943) .................................................................................................... 271
I
I
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nia (s.
IV-VIl!).
TOMO 2
TORRES JIMNEZ, Raquel. Religiosidad laica en tierras calatravas: Co-
sitas en los seoros santiaguistas de Galicia a fines de la Edad Media ........ 695
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BARRANQUERO CONTENTO, Jos Javier. Don Alonso Snchez Maldonado y el Colegio de la Compaa de Jess de Almagro ..................... 1009
.741
SIERRA MACARRN, Leonor. Tipologas documentales del Monasterio de Sobrado de los Monjes ....................................................................... 1027
771
GARCA FLORES, Antonio. El Monasterio Jernimo de la Armedilla (Cogeces del Monte, Valladolid): dispersin y prdida de su patrimonio
artstico, bibliogrfico y documental ............................................ ................. 1041
805
825
ESPINO MARTN, Javier. La gramtica latina como trasfondo educativo de las luchas ideolgicas de jesuitas, escolapios e ilustrados durante
el siglo XVIII espaol ............ .............................................................................. 1075
l45
81
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SEXTA PONENCIA
JARAMILLO GUERREIRA, Miguel ngel. La documentacin eclesistica en los Archivos Pblicos .......................................................................... 1111
COMUNICACIONES
SERRANO MOTA, M3 de la Almudena. La documentacin de clero en el
Archivo Histrico Provincial de Cuenca ...................................................... 1145
ARIAS REBENAQUE, Celia y SERRANO MOTA, M3 de la Almudena.
La documentacin del Convento de San Bernardo (Cuenca) en el Archivo Histrico Provincial de Cuenca .... ....................................................... 1173
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TOMO 3
11
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LEIVA SOTO, Francisco. Santa Clara de la Paz de Antequera (Mlaga): Archivos para la reconstruccin de su historia ............................... 1301
FLMING, Joseph. Fuentes archivsticas sobre San Juan de Mervinia ...... 1309
ALBARRN MARTNEZ, Mara Jess. Fuentes para el estudio de la
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MADSEN VISIEDO, Christian e Infante Prieto, Manuela. La documentacin de Cofradas y Hospitales en el Archivo Histrico Provincial
de Ciudad Real ................................................................................................. 1359
SECO CAMPOS, Isabel. Fuentes documentales para el estudio de la
Iglesia en los Archivos Municipales .............................................................. 1373
SERRANO MORALES, Riansares y CALVO BVEDA, Rosa M a . Los
procesos desamortizadores y su reflejo documental en el Archivo Historico Provincial de Guadalajara ..................................................................... 1383
ALONSO BLANCO, Ana. Judos y conversos en Avila en el siglo xv. Los
albores de la Santa Inquisicin ...................................................................... 1407
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1243
1265
301
BRIGIDO GABIOLA, Baldomero. Archivos y religin. El poder eclesiastico y su decisiva influencia social en la poca moderna en la villa
de Laredo ............................................................................................................ 1499
ZOZAYA MONTES, Leonor. El Monasterio de Santo Domingo el Real
de Madrid como custodio de un arca de! Archivo de la Villa durante la
poca de Felipe II (1561-1572) ..................................................................... 1513
DAZ GONZLEZ, Francisco Javier. La represin de los clrigos furtivos
en los Reales Sitios durante la poca de los austrias ............................... 1527
VIAMONTE LUCIENTES, Ernesto. Un ejemplo de oratoria antiilustrada: el sermn del padre Bruno al incencio del Coliseo de Zaragoza ....... 1535
.,
309
47
RICO CALLADO, Francisco Luis. Apuntes para el estudio de las misiones interiores en la Espaa de los siglos XVII-XVIII ................................. 1591
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COMUNICACIONES
MUNSURI ROSADO, Ma Nieves. El Archivo Parroquial de San Esteban
Protomrtir de Valencia ......... ........................................................................... 1755
BARROSO ARAHUETES, Anabella. El Archivo Histrico Eclesistico
de Vizcaya .......................................................................................................... 1765
CASTILLO PREZ, Cristina y ROMERO ANDONEGI, Asier. El tratamiento archi-vstico del Archivo Histrico Eclesistico de Vizcaya:
una propuesta de adaptacin de la norma Isad (G) .................................. 1787
CASTILLO FERNNDEZ, Javier y GALDN, Miguel ngel. Fondos
conventuales del Archivo de la Provincia Franciscana de Cartagena:
propuesta de cuadro de clasificacin ............................................................ 1805
CASTILLO PREZ, Cristina y ROMERO ANDONEGI, Asier. La coleccin de Pergaminos del AHEV-BEHA: un caso concreto de aplicacin de la norma ISAD (G) ............................................................................ 1823
LPEZ VILLAVERDE, ngel Luis. Violencia anticlerical en dos provincias divididas por el frente durante la Guerra Civil: Toledo y
Guadalajara ....................................................................................................... 1841
GUTIRREZ GARCA-BRAZALES, Manuel. Iglesia espaola y revolucin francesa: el exilio en Espaa del clero francs (1791-1814) ...... 1865
CASANOVA NUEZ, Ester. La religiosidad popular durante el primer
tercio del siglo xx en su papel durante la Guerra Civil espaola .......... 1885
VILLALBA LORENZO, Gustavo. Estudio de la Accin Catlica en la
Dicesis de Cuenca tras la Guerra Civil ..................................................... 1893
PRADA RODRGUEZ, Julio. Matadlos a todos, que Dios distinguir a los suyos. Iglesia, guerra y represin (Ourense, 1936-1939) ........ 1907
ALARIO SNCHEZ, Ramn. Religiosidad en Espaa: 1931-39. Un
anlisis de poca .............................................................................................. 1933
CASANOVA NUEZ, Ester. Articulando espacios y vidas: la conformacin de la Iglesia local en la posguerra espaola ................................ 1949
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de tales hermandades nos llega fundamentalmente a travs de los Libros de las Visitas
de la Orden de Calatrava, realizadas a la villa -en nombre ya de la Corona- en 1491,
1493, 1495, 1502 y 1509. Ha parecido interesante seleccionar una poblacin concreta,
destacada en la zona (quizs con unos 2.000 a 3.000 habitantes, en el period0 2) pero
prototpica de la poblacin semirrural dependiente de la Orden; la deliberada limitacin espacial del estudio permite profundizar mejor en el conocimiento de sus cofradas, numerosas e ilustrativas de fenmenos de la poca.
La exposicin seguir este esquema: en el marco de un planteamiento metodolgico
del tema, se tratar sobre las fuentes, con ciertas consideraciones sobre su valor; ya en el
ncleo del trabajo, seguir la identificacin de las cofradas documentadas y su carcter;
y sern estudiadas intentando una aproximacin a) a las dimensiones de estas hermandades; b) a su organizacin interna, y e) a sus actividades, en la medida ms bien escasa en
que emergen en la documentacin; el estudio se cerrar con una referencia a la administracin eclesistica en que se encuadran y un balance de sus fines y su proyeccin.
1. PLANTEAMIENTO Y FUENTES
1.1. COFRADAS, HISTORIA DE LA IGLESIA, HISTORIA DE LA RELIGIOSIDAD
En una perspectiva amplia el trabajo pretende contribuir, siquiera de forma aproximativa, al conocimiento de uno de los cauces de la religiosidad laica medieval ms caracters-
"
Han sido bien estudiados los procesos de constitucin del seoro de la Orden de Calatrava en su Campo; la delimitacin, el poblamiento y la red de encomiendas, y la proyeccin feudal de la autoridad seorial
con la organizacin jurdica del territorio, la apropiacin de rentas, etc. Vid. en la obra colectiva La provincia de Ciudad Real (Il): Historia, Coord.: I. Snchez Snchez, Ciudad Real, 1996 (2" ed.), los captulos de:
RUIZ GMEZ, F., La repoblacin de Ciudad Real en los siglos XIl y XIl!, pp. 149-179; IZQUIERDO BENITO, R., La explotacin del territorio y la distribucin de la remafeudal, pp. 181-197; LOPOTN, M" J., Organizacin seijorial, pp. 199-220. En un espacio ms amplio: DE AYALAMARTNEZ, c., Las rdenes Militares y la ocupacin del territorio manchego (Siglos XII-XlIl), en Alarcos 1J95. Actas del Congreso lntemacional conmemorativo del VIU Centenario de la batalla deAlarcos, coords.: R. Izquierdo Benito y F. Ruiz Gmez,
Univ. Castilla-La Mancha, Cuenca, 1996, pp. 47-104. Y como investigaciones en detalle del seoro en el
Campo de Calatrava, en el marco de las posesiones de la Orden en Castilla: RODRGUEZ-PICAVEA, E., La
formacin del feudalismo en la Meseta Meridional castellana. Los seiloros de la Orden de Calatrava el! los
siglos XIl-XI/l, Madrid, 1994; y SOLANO RUIZ, E., La Orden de Calatrava en el siglo Xv. Los seiioros castellanos de la Orden alfin de la Edad Media, Sevilla, 1978. Rebasando la Edad Media, CORCHADO SORIANO, M., Es/udio histrico-econmico jurdico del Campo de Calafmva, 3 vols., Ciudad Real, 1982-1984.
2 Utilizamos el coeficiente multiplicador convencional, 4' 5, para pasar ci fras de vecinos a habitantes. Sabemos que Valdepeas es una de las poblaciones mayores del Campo de Calatrava,junto con (o tms ellas) Almagro
y Daimiel. Para estas dos villas hay datos aproximados hacia 1515: 1.000 y 500 vecinos, o bien 4.500 habitantes y 2.250 (SOLANO RUIZ, E., Ob. cit., p. 317), lo que las distancia mucho de los dems pueblos (no pasan
de los 250 vecinos, salvoAlmodvar y Almadn). Y parece que en Valdepeas en 1535 se cuentan 673 familias
-unos 3.028 habitantes- (GMEZ VOZMEDIANO, M. F., La hermandad de la Vera Cruz de Valdepeas en
el Quiniel1tos, Veracruz. Revista oficial de la Hermandad de la Veracruz y Ntra. Sra. de la Soledad de
Puertollano, 12 (2001), p. 45). El crecimiento prosigui hasta los 5.000 h. de 1551 (vid. inira). En suma, no
parece descabellada la estimacin de los 2.000-3.000 h. para la dcada tinal del XV y la inicial del XVI.
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ticos, las cofradas. Su estudio ha resultado potenciado en el marco del auge de las investigaciones sobre la llamada religiosidad popular producido en la historia de la Iglesia -yen
el medievalismo hispnico en particular- desde el ltimo cuarto del siglo XX, grosso modo3
Todo ello se inscribe en el fenmeno historiogrfico de la necesaria, y an no totalmente
consolidada, renovacin de la historia de la Iglesia -sobre la cual recientes reflexiones han
aportado sugerencias importantes 4- , que se decanta progresivamente por una serie de ten} La bibliografa sobre religiosidad es ya muy abundante. Contribuyen a ello organismos como el CEIRA
(Centro de Estudios e Investigaciones sobre la religiosidad andaluza, de la Universidad de Sevilla);
publicaciones suyas (dir. J. Snchez Herrero) han incluido estudios de cofradas (1990, 1997) o fiestas
en el siglo XV (1991). De otro lado, concebidas en un arco cronolgico amplio que rebasa la Edad Media,
baste recordar cinco convocatorias de congresos, con publicaciones: el Encuentro sobre Religiosidad Popular
(org. Fundacin Machado de Sevilla), recogido en LVAREZ SANTAL, c., BUX, M a J., y
RODRGUEZ BECERRA, S. (coords.), La religiosidad popular, Barcelona, 1989,3 vols, el 3 dedicado
a Hermandades. romeras y santuarios. En segundo lugar: ARANDA DONCEL, J. (ed.), Congreso de
religiosidad popular ell Andaluca, Crdoba, 1994. y otros tres, muy recientes: Religiosidad popular ell
Espaa. Actas del Simposiu/ll (El Escorial, sept. 1997), Madrid, 1997, 2 vols.; las Actas de las Jornadas
de Almera, 1996: RUIZ FERNNDEZ, J. Y SNCHEZ RAMOS, V. (coords.), Jornadas de Religiosidad Popular, Almera, 1998. Por ltimo, celebrado en septiembre de 2000 en Zaragoza-Tarazana, el XVI
Congreso de la Asociacin de Archiveros de la Iglesia en Espmla.Religiosidad popular y Archivos de
la Iglesia, cuyas Actas se publicarn en la revista Memoria Ecclesiae, vols. XX-XXI (en prensa). Muchas
son tambin las obras centradas en la Edad Media, dedicadas a la religiosidad popular globalmente o
aislando aspectos suyos, con orientacin local o regional. Han sido crecientes en las dos ltimas dcadas,
suministrando as estudios de base tan necesarios para la realizacin de sntesis, tarea pendiente para la
Iglesia hispnica medieval. Para una exhaustiva informacin bibliogrfica al respecto, puede recurrirse a
LADERO QUESADA, M.A., Historia de la Iglesia de Espll/la lIIedieml (2001), cit. injia. La conciencia
de lo imprescindible de abordar estos temas se apreciaba ya en el periodo medieval de la an insustituible
Historia de la Iglesia ell Espmla editada por la B.A.C.: vid. los captulos de F.l. Fernndez Conde y de
J.L. Gonzlez Novaln en los tomos 11-1 Y 11_2, 1982-83. Hoy, obras colectivas sobre historia de Espaa
incluyen estas cuestiones (vid. el estudio de F.J. Fernndez Conde sobre la transmisin de la fe a las masas
analfabetas, en el vol. XVI de la Historia de Espmla Menlldez-Pidal, Madrid, 1994).
4 En particular, las de Iluminado Sanz y de Miguel ngel Ladero. Vid. SANZ SANCHO, l., Para el
estudio de la Iglesia medieval castellana. Estudios eclesisticos. Revista teolgica de investigacin e
informacin, 73 (1998), pp. 61-87. Es una ponderada propuesta metodolgica (enfoques, posibilidades
temticas, periodizacin) para la historia de la Iglesia, hacindose eco de los debates al respecto. Incluye
una buena sistematizacin crtica de las lneas renovadoras en la historiografa europea y espaola, iniciadas respectivamente en el segundo y en el ltimo tercios del siglo XX (desde Annales y la eclesiologa
del Concilio Vaticano 1I). Con un carcter ms amplio, por cuanto las reflexiones metodolgicas se
acompaan de una exhaustiva revisin bibliogrfica o estado de la cuestin segn un esquema temtico,
vid. el muy reciente trabajo de ~DERO QUESADA. M. A., Historia de la Iglesia de Espmla medieval.
en La historia de la Iglesia en Espwla y elm/llulo hispano. Editor: Univ. Catlica San Antonio de Murcia
(Ctedra de Ciencias Sociales, Morales y Polticas), Murcia, 2001. Completa balances anteriores del autor,
con otros colaboradores, sobre el estudio de la Iglesia y el hecho religioso en el Medievo: LADERO
QUESADA, M.A. Y NIETO SORIA, 1.M., Iglesia y sociedad ell los siglos XIII al XV (mbito castellanoleons), En la Espaa medieval , 11 (1988), pp. 125-151; Y LADERO QUESADA, M.A. Y SNCHEZ
HERRERO, J., Iglesia y ciudades. en Las ciudades andaluzas (siglos XIII al XVI). VI Coloquio Internacional de Historia Medie\'{[ de Andaluca, Mlaga, 1991, pp. 227-264. En una lnea de sugerencia renovadora selectiva, centrada en objetos de estudio particulares: MARTN, J.L., Iglesia y vida religiosa. en La Historia Medieval en Espwla. Vn balance historiogrjico (1968-1998), Pamplona, 1999.
pp. 431-456.
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5 SANZ SANCHO, 1., Para el estudio de la Iglesia medieval castellana, Estudios eclesisticos ... (1998),
pp. 75; 80. La misma postura era defendida por el autor en la Introduccin de su obra La Iglesia y el obispado de Crdoba en la baja Edad Media (1236-1426), Universidad Complutense, Madrid, 1989,2 vols.
6 LADERO QUESADA, M.A., Historia de la Iglesia de Espaa medieval... Murcia, 200!.
7 Se han sucedido controversias sobre el trmino y los temas de la religin popular, planteadas desde la
historia, la antropologa, la teologa y la sociologa de la religin, sin que parezca existir inconveniente para usar
la expresin siempre que se precise el sentido. Entre las alternativas destaca la de religiosidad local (para el
siglo XVI) en CHRISTIAN Jr., w.A., Religiosidad local en la Espaia de Felipe 11, Madrid, 1991; en otros casos,
se prefiere hablar de mentalidad. Vid. algunas reflexiones al respecto (aqu, defendiendo la integracin y
permeabilidad entre lo popular y lo oficial-clerical de la fe vivida en la parroquia) en TORRES JIMNEZ,
R., Liturgia y espiritualidad en las parroquias calatravas (siglos XV-XVI), en Las rdenes Militares en la
Pennsula Ibrica, vol. I: Edad Media, coords.: R. Izquierdo Benito y F. Ruiz Gmez, Univ. Castilla-La Mancha, Cuenca, 2000, en especial pp. 1090-1093; vid. la bibliografa citada en las notas. Es muy clarificadora la
sistematizacin de las posturas sobre la religin popular de SERRANO MARTN, E., Muerte, religiosidad
y cultura popular. A modo de introduccin, en Muerte, religiosidad y cultura popular. Siglos XIII-XVIII, ed.: E.
Serrano Martn (Actas del Congreso en Univ. Zaragoza, 1990), Zaragoza, 1994, pp. 5-12. Y son enriquecedoras las propuestas de r. SANZ SANCHO, Para el estudio de la Iglesia medieval castellana, pp. 84-87. Vid. las
acotaciones de F. Martnez Gil y de F.-J. Campos y Fernndez de Sevilla en sendos estudios relativos a la Edad
Moderna incluidos en Religiosidad popular y modelos de identidad en Espaia y Amrica (cit. i/llra).
8 Modos del pensamiento, el sentir y la vivencia de la relacin con Dios, en el comn de los cristianos, casi
nunca puestos por escrito de modo sistemtico.- VAUCHEZ, A., La espiritualidad del Occidente medieval,
Madrid, 1985. Es la orientacin de la historiografa francesa apreciable en DELARUELLE, ., La pit populaire
au Moyen Age, Torino, 1975; MANSELLI, R., La rligion populaire au Moyen Age. Problhnes de mthode et
d'histoire, Montreal-Pars, 1978; CHLINI, J., Histoire religieuse de ['Occidem mdival, Pars, 1968; RAPP,
F., La Iglesia y la vida religiosa en Occidente afines de la Edad Media, Barcelona, 1973; y PAUL, J., La 19lesia y la cultura en Occidente (siglos IX-XII), Barcelona, 1988. Igualmente, recogen la vivencia religiosa del pueblo
las partes dedicadas a la Edad Media en la reciente coleccin (14 vols.) Histoire du Christianisme des origines
nos jours, dirs.: J.M. Mayeur, Ch. Pietri, A. Vauchez y M. Venard, ed. Descle-Fayard, Pars, desde 1990.
9 Varios encuentros dedicados a la religiosidad popular, citados arriba, se plantearon sin acotar periodos
histricos; la Edad Media, con fuentes menos explcitas y menos explotadas, cede importancia, entonces, a la
Edad Moderna; y a veces, al enfoque antropolgico o sociolgico. Muy orientada a la interdisciplinariedad de
las ciencias sociales est la obra de lvarez Santal y otros (coords.), Ob. cit. Ms an, las actas del coloquio
de la Casa de Velzquez Fiestas y liturgia. Fetes et liturgie, Madrid, 1988. Y tambin, abarcando desde la Edad
Moderna castellana a la religiosidad rural de hoy, e incluyendo la de Amrica, la obra reciente Religiosidad
popular y modelos de identidad en Espa;/a y Amrica (coords. J.e. Vizucte Mendoza y P. Martnez-Burgos Garca), Univ. Castilla-La Mancha, Cuenca, 2000. Como modelo de dilogo entre especialidades: RUIZ MATEOS,
A. y otros, Arte y religiosidad popular. Las ennitas en la baja Extremadura (siglos XV Y XVI), Badajoz, 1995.
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Las cofradas han resultado, por lo tanto, objeto de atencin en el marco de la eclosin
(demasiado atomizada a veces) de las investigaciones en el terreno de la religiosidad,
abarcando tiempos largos o bien con trabajos centrados en la Edad Media; y por la
naturaleza de estas asociaciones, tambin han sido tratadas en el campo de la beneficencia y la asistencia social, e igualmente como exponente del corporativismo laboral
urbano a partir del pleno medievo!o.
Aqu, a diferencia del ltimo enfoque citado (cofradas como corporaciones profesionales en el marco urbano), la orientacin del estudio sita las hermandades en la temtica
religiosa: aparecen como una va adecuada para penetrar en la religiosidad laica en un
terreno de interseccin entre la organizacin eclesistica y las mentalidades religiosas;
entre lo celebrati vo-litrgico y lo devocional popular del culto a los santos; entre la bsqueda de seguridades terrenas dadas por la solidaridad mutua y la preparacin para el ms all.
En cuanto a la poca, aqu se ha optado por uk periodo (1491-1509) que, aunque supera el lmite convencional entre las edades Media y Moderna, responde plenamente a la
primera en cuanto a la orientacin de la piedad (realmente, la religiosidad del Medievo,
en mentalidades y usos, se extiende hasta Trento). La brevedad del ajuste temporal la ha
determinado un volumen de datos adecuado a la pretensin de contar con informacin
comparativa para diferentes cofradas -y con cierta visin evolutiva-, pero asequible para
un estudio de detalle a partir del manejo exhaustivo de las referencias. (No se ha desdeado el recurso puntual a fuentes algo posteriores.) Pensamos que manifestaciones de la
piedad como cofradas, devociones o fiestas tienden a requerir un enfoque cronolgico de
larga duracin, pero no necesariamente habr de ser as, si se quiere adecuar el arco temporal abarcado por las fuentes a un microanlisis previo a posteriores sntesis, aparte de
la posible distorsin de la realidad que la imprecisin cronolgica podra entraar!!.
10 Complementando lo referido en notas anteriores, citamos slo algunos ttulos representativos. Vid. en el
contexto de la asistencia a la pobreza, las Actas de las Jornadas Luso-Espaolas A pobreza e a assistencia a os
pobres na Peninsula Iberica durante a ldade Mdia, Lisboa, 1973; las Actas delIll Coloquio de Historia
Medieval Andaluza. Los grupos /10 privilegiados, Jan, 1984; y HEVIA BALLINA, A. (ed.), Beneficencia y hospitalidad en los archivos de la Iglesia. Memoria Ecclesiae. X-Xl, Oviedo, 1997. Adase los estudios promovidos
desde el CEIRA (1 y lII, dir. J. Snchez Herrero) y publicaciones peridicas de cofradas actuales como Veracruz
de la cofrada homnima de Puertollano (Ciudad Real). Entre las monografas, vid. CAVERO DOMNGUEZ.
G, Las cofradas en Astorga durante la Edad Media, Universidad de Len, Zamora, 1992; GARRIDO AGU1LERA, J.c., Religiosidad popular en Jan durante los siglos XV)' XVI. Las cofradas, Jan, 1997; BENTEZ
BOLORINOS, M., Las cofradas medievales en el Reino de Valencia (1329-1458), Alicante, 1998; TORRES
JIMNEZ, R., Religiosidad populC!fen el Campo de Calatrava. Cofradas y ho.\pitales alfinal de la Edad Media,
Ciudad Real, 1989; SNCHEZ HERRERO, J., Cofradas, hospitales)' beneficencia en algunas dicesis del valle
del Duero. Siglos XIV)' XV, Hispania, XXXIV, 126 (1974), pp. 5-50; IDEM, Las dicesis del Reino de Len,
siglos XIV)' XV. Len, 1978, capt. V. Varios de estos trabajos estudian cofradas profesionales junto a otras de
tipo religioso y abierto; estn centrados en las primeras los de Cofradas, gremios)' solidaridades en la Europa
medieval. Actas de la XIX Semana de Estudios Medievales de Estella Uul. 1992), Pamplona, 1993.
11 La orientacin de la investigacin del hecho religioso en marcos cronolgicos muy amplios puede derivar en lo acronolgico o presentista, con el peligro de que la etnohistoria del folcklore oculte los procesos de
cambio. A nuestro juicio, conviene ajustarse a una vertebracin cronolgica de los fenmenos religiosos: para
comprenderlos mejor en su contexto histrico (cuya complejidad en factores y ritmos no cabe olvidar) y, tambin, para que la historia de la Iglesia pueda realizar con eficacia su deseable aportacin a la historia en general.
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1.2. FUENTES
Las cofradas objeto de estudio se encuentran en Valdepeas, en el Campo de
Calatrava. Y la peculiar organizacin eclesistica de esta zona, ya que en ella proyectan una jurisdiccin eclesistica compartida dos instituciones, la Orden de Calatrava
y el arzobispado de Toledo, explica la existencia de un tipo de fuente muy rico: los
Libros de Visitas o inspecciones hechas por la Orden al seoro l2 . Dejan constancia
de la tarea de los visitadores generales, que supervisan la vida y situacin del territorio
en distintas vertientes: el estado de las encomiendas; la actuacin de los comendadores; la de los oficiales concejiles en las cosas pblicas de las villas; y tambin
instituciones y aspectos religiosos: las iglesias parroquiales y los hospitales, las ermitas y las cofradas. La perspectiva de los visitadores, representantes de la Orden militar,
es la propia de unos administradores que dan primaca a lo econmico; pero tambin
se hace notar el punto de vista de la autoridad eclesistica que vigila, corrige, castiga
y deja mandatos en lo disciplinar y lo moral.
La ventaja metodolgica de las Visitas radica en su seriacin y su homogeneidad
tipolgica. Pero slo las del ltimo tercio del siglo XV (yen especial desde 1491)
ofrecen datos ricos para la vida religiosa. Entre sus limitaciones se encuentran los
formulismos que pueden ocultar la realidad, el hecho de que no son inspecciones
exhaustivas ni siempre sistemticas, el potencial desajuste -cuando se estudian los
mandatos y prohibiciones de los visitadores- entre el ser y el deber ser, algo comn
a cualquier fuente normativa, y por ltimo, en cuanto a las cofradas, el hecho de que
las Visitas reflejan su dimensin econmica con predominio sobre la vida interna de
aqullas. Adase que, con excepciones (as los inventarios), ofrecen una realidad
tamizada por el punto de vista de la Orden, o de los freiles calatravos que realizan la
inspeccin.
Con todo, estas Visitas con su informacin sobre la religiosidad de las gentes de los
seoros de las rdenes Militares, conservadas en la Seccin de ese nombre en el Archivo Histrico Nacional, vienen a suplir la ausencia de registros de visitas episcopales -o
de los Visitadores diocesanos-, que tericamente cabra esperar encontrar en el Archivo
Diocesano de Toledo pero que son muy tardos, existentes desde el siglo XVII, en todo
12 Sus posibilidades como fuente han sido a menudo objeto de comentario especfico en trabajos que
han explotado el contenido de tales Libros de Visitas para estudiar seoros de rdenes Militares (desde
las dcadas finales del siglo XV en adelante): as, el de E. Solano Ruiz para los seoros calatravos y
el de P. Porras Arboledas para el de Santiago, ambos en Castilla; igualmente en la investigacin de D.
Rodrguez Blanco para la Orden de Santiago en Extremadura. Tambin hay estudios metodolgicos que
se han referido a las caractersticas de las Visitas como fuente de informacin histrica, como el de LADERO
QUESADA, M. A, Comentario sobre los se/lodos de las rdenes Militares de Santiago y Calatrava en
Castilla la Nueva y Extremadura a fines de la poca medieval, en Las rdenes Militares en el Mediterrneo Occidental (s. XII-XVIII), Coloquio de mayo de 1983, Casa de Velzquez-Instituto de Estudios
Manchegos, Madrid, 1989, pp. 169-180; vid., centrado en la Orden de Santiago, ORTIZ RICO, 1. M a ,
Los Libros de Visitas de rdenes Militares como fuentes historiogr(ificas. La Orden de Santiago en CastillaLa Mancha, en La Investigacin y las fuentes documentales de los Archivos, Actas de las I y 1I Jornadas
sobre Investigacin en Archivos, Guadalajara, 1996, t. 11, pp. 1101-1112.
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caso!3 (en realidad, son raras las visitas pastorales pre-tridentinas conservadas en la Pennsula I4 ). Aparte de ello, este Archivo Diocesano cuenta con documentacin relativa a
cofradas del territorio, pero no anterior al final del siglo XVI salvando excepciones muy
concretas (aprobacin de algunas ordenanzas, aisladamente), y desde luego mucho ms
nutrida desde la centuria siguiente l5 . Yen suma, las Visitas de las rdenes Militares, aqu
la de Calatrava, cubren la habitual laguna en el conocimiento documental de lo eclesistico y lo religioso devocional-sobre todo, de lo segundo- para zonas rurales durante la Edad
Media l6 an en el periodo final, a lo que suele contribuir el carcter fragmentario yescaso de los fondos de archivos parroquiales para entonces.
- Por lo tanto, la informacin para este trabajo procede fundamentalmente de tales Visitas de la Orden de Calatrava; se deban realizar una vez cada dos aos a cada villa, pero no
era as. Las efectuadas a Valdepeas en las dos d,~c~das citadas son discontinuas 17
13 Las Visitas Eclesisticas se hallan en el fondo del Archivo del Consejo de Gobernacin, integrado
en el Diocesano de Toledo. A falta de instrumentos de descripcin ms detallados, vid. GUTIRREZ GARCABRAZALES, M., Historia yfondos del Archivo General Diocesano de Toledo, en I Congreso de Historia de
Castilla-La Mancha, t. 1: Fuentes para la Historia de Castilla-La Mancha, Ciudad Real, 1988, pp. 115-121;
Y la referencia a este Archivo Diocesano de Toledo en Gua de los Archivos y las Bibliotecas de la Iglesia
en Espaa, Ed. Asociacin Espaola de Archiveros Eclesisticos, Len, 1985, pp. 475-476.
a
14 CRCEL ORT, M M., Las visitas pastorales de Espwla (siglos XVI-XX). Propuesta de inventario y
bibliografa, Asociacin de Archiveros de la Iglesia en Espaa, Oviedo, 2000.
15 Debemos un exhaustivo e insustituible trabajo de descripcin de los fondos de cofradas en este Archivo (las correspondientes a territorios de rdenes Militares de la actual provincia de Ciudad Real) a GONZLEZ ROMERO, J.R., Documentacin cofradiera de los maestrazgos ciudarrealdios en el Archivo Diocesano
de Toledo, en Las rdenes Militares ellla Pennsula Ibrica, vol. 11: Edad Moderna. coord.: 1. Lpez-Salazar
Prez, Cuenca, 2000, pp. 1357-1388.
16 Naturalmente, no siempre existe ese vaco documental. Dejamos aparte las tierras de los dominios
monsticos, cuya realidad religiosa puede reflejarse en fondos generados o recibidos por el monasterio respectivo. Y tampoco puede olvidarse la valiosa informacin procedente de textos conciliares y sinodales, aunque puede
adolecer de la consabida reiteracin legalista y no necesariamente reflejar situaciones reales de las dicesis.
17 Se conservan en el Archivo Histrico Nacional, en la Seccin de Ordenes Militares, Real Consejo de las
Ordenes Militares, Serie Orden de Calatrava. En adelante, para las referencias de fuentes documentales: A.H.N.,
aa.MM., Cjo., Ctva. En el caso de que acabe de realizarse una cita de esta procedencia, y a continuacin deba
indicarse otra, utilizaremos A.H.N., Ibidem, especificando despus la signatura (Legajo: Leg., y nmero de
cuadernillo en el legajo, Illm.), con el nmero de folio (lo!.) que se seguir de la indicacin de anverso (r) o reverso
(v). Las visitas registradas para cada cofrada se distribuyen en la documentacin como sigue:
Santa Maria de Gracia: 1491, febrero 13. A.H.N., OO.MM., Cjo., Ctva., Leg.6.075, nm. 3.
Santa Mara de Agosto: 1502, enero 14. Ibidem, Leg.6.075, nm. 24.
149<mayo 22. Ibidem, Leg. 6.109, nm. 37.
Santiago:
1502, enero 14. Ibidem, Leg. 6.075, nm. 24.
San Sebastin:
1495, mayo 22. Ibidem, Leg. 6.109, nm. 37.
1502, enero 14. Ibidem, Leg. 6. 075, nm. 24.
1509, noviembre 23. Ibidem, Leg. 6.076, nm. 7.
San Bartolom:
1495, mayo 21.1bidem, Leg. 6.109, nm. 37.
1502, encro 14. Ibidem, Leg. 6.075, nm. 24.1509, noviembre 23. Ibidem, Leg.
6.076, nm. 7.
San Juan:
1502, enero l5.Ibidem, Leg. 6.075, nm. 24.
San Nicasio:
1502, enero 14. Ibidem, Leg. 6.075, nm. 24.
1509, noviembre 23. Ibidem, Leg. 6.076, nm. 7.
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18 Al tomar cuentas al prioste de San Bartolom para el periodo de agosto de 1808-agosto de 1811,
se constata que en 1809 no se celebr la fiesta del santo por hallarnos todos huidos por la entrada de
las tropas. En aquel ao y los dos siguientes no hubo misas rezadas de la cofrada, ni sta reparti comida
a los pobres.- Archivo Parroquial de Nuestra Seora de la Asuncin (en adelante: A. P. Nra. Sra. ASUlzcjn)
de Valdepeas. Libro de la cofrada de San Bartolom y San Andrs, donde constan sus ordenanzas y
cuentas hasta 25 de agosto de 1812. 1811, agosto 26. Valdepeas. Fols. 53r-v. Dicho libro ser citado,
en adelante, como Libro de la cofrada de San Bart%m y San Andrs.
19 1811, septiembre 8, Valdepeas. Ibidem, fols. 55r-56v.
20 1811, octubre 5, Valdepeas. Ibidem, fols. 57r-60v.
21
1811, noviembre 1, Valdepeas. Ibidem, fols. 6Ir-62v. En lajunta se advierte que las constituciones
sern remitidas a los tribunales eclesisticos y reales para su aprobacin. Sin ser algo imprescindible, muchas
ordenanzas de cofradas pasaban por la supervisin de estas autoridades ya desde el Medievo; con ello
cobraban mayores prestigio y fuerza. En el caso de las cofradas gremiales s era preceptiva la aprobacin
real de sus normas, dado el recelo de los monarcas ante una reglamentacin econmica que escapaba a
su control. Sin embargo, frente a la eventual prohibicin de las cofradas profesionales (por ejemplo, en
las Partidas de Alfonso X), fue constante el apoyo de la Corona a las de tipo religioso-benfico.- RUMEU
DE ARMAS, A., Historia de la previsin social en Espmla. Cofradas, gremios, hermandades, monte-
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que en la villa haba ms). Cuatro de ellas tienen a su cargo un hospital, y tres estn
vinculadas a una ermita.
Se trata de Santa Mara de Gracia, Santa Mara de Agosto, San Bartolom, San
Juan, Santiago, San Sebastin y San Nicasio. Las tres primeras ejercen su advocacin
en la iglesia parroquial, la nica en esta poca, conocida despus como Nuestra Seora
de la Asuncin y, que, de momento, aparece simplemente como iglesia mayor de Santa
Mara en las fuentes. Y las hermandades de Santiago, San Sebastin y San Nicasio
se congregan en torno a santos titulares en ermitas del mismo nombre. Los cuatro
hospitales corresponden a las de San Bartolom, San Juan, Santiago y San Sebastin.
Digamos de entrada que se trata de cofradas estrictamente religiosas y, al parecer,
abiertas (en cuanto a estamento, sexo, profesin); nada permite caracterizarlas como
asociaciones profesionales, ni seguramente tampoco de clase o grup027. As, no ocurrira aqu como en otros lugares muy urbanizados, donde las hermandades son autnticas corporaciones de oficios y por ello una va de estudio del mundo artesanal 28 Ahora
bien, si es cierto que entonces cabra clasificarlas entre las devocionales y benficas
(por oposicin a las gremiales), debe distinguirse entre las puramente cultuales o
piadosas y las piadosas-benefactoras, siguiendo la acertada matizacin de J. Snchez
Herrero, quien aduce que no todas las cofradas piadosas tenan como finalidad la
beneficencia aunque hicieran limosnas espordicamente, igual que no todas buscaron
la defensa mutua 29 Podramos considerar piadosas-cultuales todas las cofradas de
Valdepeas estudiadas para el final del Medievo, en especial Santa Mara de Gracia,
Santa Mara de Agosto y San Nicasio; y benefactoras adems de piadosas las cofradas de San Bartolom, San Juan, Santiago y San Sebastin, en el sentido de que atienden
a los pobres en sus hospitales (ms adelante se intentar valorar en qu medida es ste
su fin primordial). De otro lado, sin duda sera comn a todas las hermandades la
actividad benefactora interna, o auxilio a los componentes de la hermandad en su
enfermedad, acompaamiento del Vitico llevado a cofrades moribundos, entierro y,
despus, en la vida eterna por medio de la oracin y sufragios por los difuntos 3o Quizs
en esta lnea hay que admitir un tipo ms de cofradas segn los fines, donde cabran
las de nuestra villa: las funerarias, que, por otra parte, seran todas en la baja Edad
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27 Hay varias tipologas para clasificar las cofradas, pero suele establecerse esta divisin bsica: de
un lado, las puramente religiosas, con fines culruales, que acogen a todo tipo de miembros; y de'otro,
las profesionales (pueden integrar varios oficios o uno solo) y las de grupo social (pecheros, hidalgos ... ).
Pero no slo su composicin, sino tambin sus fines las diferencian: militares, fundadas para construir
iglesias, penitenciales, caritativas ... Vid. la voz Cofrada en TERUEL GREGORIO DE TEJADA, M.,
Vocabulario bsico de la historia de la Iglesia, Barcelona, 1993, p. 83. A veces se distinguen
especficamente las de clrigos, como en el estudio dedicado a las cofradas medievales de Astorga de
G. CAYERO DOMNGUEZ, Ob. cit., p. 41.
28 As es en el caso de las cofradas valencianas, en su mayor parte surgidas y plenamente imbricadas
en el marco del mundo artesano bajomedieval, cauces de defensa mutua de los gremios de oficios.BENTEZ BOLORINOS, M., Las cofradas medievales en el Reino de Valencia (1329-1458), p. 15.
29 Las dicesis del Reino de Len, siglos XlV y XV, pp. 381-382.
JO J. Snchez-Herrero entiende estas actividades como motivo suficiente para hablar de cofradas benefactoras: el auxilio a los cofrades vivos, incluido el reparto de distribuciones y comidas.-1bid., p. 387.
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incorpora poblados 35 y dehesas a expensas de encomiendas preexistentes, como
Manzanares 36 ; un proceso prolongado al siglo XVI a base de pleitos con el vecino El
Moral. Se vio favorecida el rea de Valdepeas, llana y ocupada por vias, olivares
y cereal (entre la zona volcnica de Campo de Calatrava y la planicie de La Mancha
en el Campo de Montiel), por un lado por la relativa abundancia de un riego tambin
subterrneo; y por otro lado, la propia villa se benefici de su posicin en una de las
vas de comunicacin entre Toledo y Andaluca (aqu, desde Malagn y Almagro, por
Valdepeas y El Viso hacia beda o Mlaga) que, cruzadas por vas transversales, tanto
valor la Orden de Calatrava para el control del paso de tropas, mercancas y ganados 37 (la Clavera cobraba portazgo en Valdepeas 38 ). As, al final de la Edad Media
Valdepeas era la cabecera de una rentable encomienda cuya principal heredad era la
dehesa de Corralrubi0 39
De acuerdo con esa relevancia, en la localidad hallamos un fiel reflejo del fenmeno o corriente de religiosidad descrito, tan caracterstico entre las formas medievales de expresin y prctica religiosa. En el conjunto del Campo de Calatrava, por los
mismos aos slo aparece documentado un nmero mayor de cofradas en Almagro,
Almodvar, Daimiel y El Moral 40 Adems de estar en consonancia con el buen nmero de pobladores que tendra la villa -aparece con ms de cinco mil a mediados del
siglo XVI4 1-, la presencia de estas siete cofradas indica al menos una piedad
diversificada, una riqueza de tradiciones devocionales.
Pero adems, podemos afirmar que seguramente haba varias hermandades ms ya
en la misma poca del final de la Edad Media. Conocemos con seguridad la existencia
de las cofradas mencionadas arriba, si bien nada sabemos de la fecha de sus fundaciones (slo podemos afirmar que la de Santa Mara de Gracia existe al menos desde
1486, y al menos desde 1493 el resto); pero ello no implica en absoluto que conozcamos la totalidad de las asociaciones presentes en la localidad. Muy probablemente,
en Valdepeas la relacin de cofradas era ms amplia.
La sospecha de que las visitas no agotan toda la realidad asociativa de la villa se ve
confirmada al detectar ciertas omisiones. As, ha podido conocerse la existencia de otra
Como el poblado de Corralrubio.- MADRID y MEDINA, A., Ob. cit., p. 26, nota 23.
RODRGUEZ-PICAVEA, E., La formacin del feudalismo ... , p. 71.,
37 Estas diversas comunicaciones entre Toledo y Andaluca, partiendo de los Montes toledanos desde
Malagn o, ms al oeste, desde El Milagro hacia Crdoba, eran atravesadas horizontalmente por las vas
entre Extremadura y Zaragoza y entre Mrida y Chinchilla; la ltima inclua Chilln, Abenjar, Almodvar,
Calatrava La Nueva y Valdepeas.- GONZLEZ, J., Repoblacin de Castilla La Nueva, Madrid, 1976,
II, p. 396.
38 CORCHADO SORIANO, M., Estudio ... del Campo de Calatrava, III: Los pueblos, p. 481.
39 SOLANO, E., La Orden de Calatrava en el siglo XV, p. 231.
40 As se expone en TORRES JIMNEZ, R., Religiosidad popular en el Campo de Calatrava. Cofradas
y hospitales al final de la Edad Media.
41 Cuando el rector de la iglesia de Valdepeas solicita del Captulo General de 1551 el auxilio de
un clrigo que lo ayude, argumenta que en su parroquia hay ya ms 5.000 feligreses.- HERVAS Y
BUENDIA, l., Ob. cit., p. 461. Pero el autntico crecimiento demogrfico se produjo durante la segunda
mitad del siglo XVI.
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cofrada, la de San Andrs (al menos en 1502) a partir de una cierta referencia aislada.
La menciona un inventario de posesiones de la cofrada de San Sebastin, a propsito del
trueque de una tierra entre ambas 42 ; pero, al contrario que los dems -San Sebastin y
los seis restantes-, el cabildo de San Andrs no haba sido objeto de inspeccin particular
por parte de los enviados de la Orden. Esto no resulta tan extrao; si se examinan inspecciones sucesivas a las mismas villas, en ocasiones se comprueba que las instituciones supervisadas no aparecen con la continuidad que cabra esperar, sino intermitentemente; la
tarea de los visitadores no siempre es exhaustiva, en definitiva.
AlIado de lagunas como sta, por aadidura encontramos que en 1537 -es decir,
slo dieciocho aos despus de las ltimas visitas a las que ahora nos referimos- constan,
junto a las cofradas anteriores (incluida San Andrs) seis hermandades ms 43 :
Corpus Christi
Santa Magdalena
San Lorenzo
San Marcos
Nuestra Seora de las Aberturas
San Agustn
Las de Santa Magdalena, San Marcos y Nuestra Seora de las Aberturas estaban
adscritas a la ermita de su titular respectivo. En concreto, el trmino del antiguo lugar
de Aberturas (despoblado desde el siglo XIV) poda ser aprovechado econmicamente
por vecinos de Valdepeas ya antes de 1482, junto con los de Moral, Daimiel y Manzanares, y en 1496 Aberturas fue sometido a la jurisdiccin parcial del concejo de
Valdepeas 44 En suma, no sera extrao que ya por estos aos cofrades de Valdepeas
se hubieran congregado en torno a esta advocacin. De hecho, su popularidad en la
villa iba a ser tanta que la Virgen de las Aberturas, conocida con el nombre de Nuestra
Seora de la Consolacin desde fines del siglo XVII 45 , o Nuestra Seora de la Consolacin de Aberturas46, se convertira en patrona de Valdepeas. En cuanto a las hermandades del Corpus Christi y San Lorenzo (quizs tambin la de San Agustn),
ejerceran su advocacin en la iglesia parroquial. En efecto, coetneamente hemos
documentado en la iglesia mayor de Santa Mara de Valdepeas la existencia de un
altar de San Lorenzo, decorado con un cielo estrellado (el inventario parroquial cita
un velo negro con estrellas questa en el altar de San Loren<;;047); y de la cofrada
1502, enero 14, Valdepeas. A.H.N., OOMM., Cjo., Ctva., Leg. 6.075, nm. 24, fol. 69v.
1537, desde el 29 de agosto al 6 de septiembre. Valdepeas. A.H.N., OO.MM., Cjo., Ctva., Leg.
6.079, nm. 9, fols. Illr y siglfientes.
44 CORCHADO SORIANO, M., Ob. cit., p. 488.
45 En el siglo XVII, Valdepeas y El Moral dedicaban su fiesta a Nuestra Seora de las Aberturas,
con asistencia de sus ayuntamientos. Se ignora el motivo por el que los vecinos de El Moral renunciaron
a sus derechos, defendidos en pleitos durante largo tiempo. Se desconocen tambin las causas del cambio
de advocacin de la imagen.- Vid. CORCHADO SORIANO, M., Ob. cit., p. 490, YHERV S y BUENDA.
l., Ob. cit., p. 473.
46 En el Archivo Diocesano de Toledo hay documentacin, desde los acuerdos de 1726, de la cofrada
as nombrada, adscrita a la ermita en Aberturas (Cofradas y Hermandades, Leg. CR.3).
47 1537, septiembre 6, Valdepeas, igl. mayor Santa Mara. A.H.N., OO.MM .. Cjo., Ctva., Leg. 6.079,
nm. 9, fol. 227r.
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48 En efecto, por los mismos aos, la extensin media de viedos de las cofradas del Campo de Calatrava
es de unas 1000 a 1600 vides, repartidas en dos o tres pedac;os de via (TORRES JIMNEZ, R.,
Religiosidad popular en el Campo de Calatrava. Cofradas y hospitales al final de la Edad Media, pp.
34-35). Pues bien, Santa Mara de Gracia, en 1491, cuenta con 7.000 vides; San Bartolom, con 3.350
(1495); San Sebastin, con 3.200 (1509); Santa Mara de Agosto, con 3.000 (1502); Y San Nicasio, con
1.800 (1502).
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con censos cobrados en dinero o bien en una parte de la produccin en especie, que
se venda despus a los mayores precios posibles. En cambio, en el caso del nico
arrozar mencionado, el de la cofrada de San Juan, consta su explotacin directa por
los cofrades 49
En cuanto a las vas de ingresos, se sabe que las propiedades rsticas de estas
asociaciones procedan de donaciones efectuadas por bienhechores, cofrades probablemente o familiares suyos, y que se beneficiaban de sufragios y oraciones por sus
almas. Los donantes aparecen a veces con sus nombres, hombres y mujeres, como ocurre
a propsito de la media casa que mand a la cofrada de San Nicasio, cerca de la propia
ermita, Rodrigo Alonso de Pascual Garca; el inventario de 1509 anota que lo hizo
50
despues de los dias de su muge!" y que el testamento quedaba en poder del prioste
(as, fue ella la donante, como cofrade o esposa ele cofrade). La fragmentacin y disperrelacin con estas donaciones, gesin de las propiedades de las cofradas estn
neralmente de proporciones pequeas. Junto con mandas de tierras o casas, aparecen
limosnas recogidas espordicamente en las ermitas durante las funciones religiosas y
envos de ropa a los hospitales. Las cuotas de entrada de los cofrades y su contribucin anual completaran los ingresos.
Nos interesa conocer la capacidad de liquidez de las cofradas. Deban cubrir unos
gastos fijos de culto, entierros de hermanos, asistencia y mantenimiento de sus edificios; y encontramos que, con frecuencia, el balance final entre ingresos y gastos,
recogido en las cuentas tomadas en las visitas, resulta negativo: San Bartolom, San
Juan, San Nicasio y San Sebastin aparecen endeudadas con su mayordomo, aunque
en pequeas cntidades. En todo caso, los balances positivos arrojan saldos exiguos:
slo el cabildo de Santiago supera los dos mil maravedes en cuanto a efectivos disponibles, en una ocasin.
. Se detecta, as, el desequilibrio entre una plataforma econmica aceptable y la limitada
disponibilidad econmica efectiva de las cofradas. Ello puede explicarse, entre otras
cosas, por las irregularidades derivadas de la prctica del arrendamiento, donde el cobro
de los censos se atrasaba (San Nicasio, en 1509, es un ejempl05!); o por las deficiencias
de la gestin de los priostes que, en varios casos, an no han realizado la venta del trigo
y el vino obtenidos. En general, los visitadores se quejan del mal estado de las cuentas y
detallan el modo en que se deben asentar, para que les puedan ser presentadas de un modo
claro. A veces, aluden expresamente a la incompetencia del prioste para realizar todo esto.
En la visita de 1495 a San .~artolom, se manda que el prioste, Alonso Garca Carpintero, escriva con persona que lo sepa bien haser los resc;ibos e gastos que hiziere, e tenga
de todo mejor claridad e rasan que no agora hallamos52.
Se trata, en definitiva, de cofradas de pequeas dimensiones, con una disponibilidad econmica a menudo precaria, y que no suelen atender con holgura a todas sus
en
~02, enero 15, Valdepeas, cofr. S.Juan. A.H.N., OO.MM., Cjo., Ctva., Leg. 6.075, nm.24, fol. 61r.
so 1509, noviembre 23, Valdepeas, cofr. San Nicasio. A.H.N., Ibidem, Leg. 6.076, nm. 7, fol. 117r.
5lIbidem.
52 1495, mayo 21, Valdepeas, cofr. San Bartolom. A.H.N., Ibidem., Leg. 6.109, nm. 37, fol. 120r.
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s
- Las actividades de las cofradas de Valdepeas se concentran, como en otros
lugares, en torno a la celebracin de la fiesta del sallto titular.
Los patronazgos bajo los que se acogen son representativos de los cultos medievales. Dos de las cofradas son marianas, de acuerdo con el desbordamiento, creciente
desde los siglos XII y XIII, de la devocin a Mara; ambas estn en relacin con la
advocacin ms importante de la Virgen, la Asuncin (el ttulo de Santa Mara de Gracia
hace referencia a este misterio: su asuncin al cielo en cuerpo y alma es la mayor gracia
que Dios le concede; tambin, como se sabe, alude a ello la denominacin de Santa
Mara de Agosto, tan comn). La Asuncin fue una de las fiestas ms celebradas en
todas partes. Otras cofradas en la villa se colocan bajo el patrocinio de apstoles: San
Bartolom (a menudo asociado en esta zona a funciones asistenciales) y San Juan, cuya
fiesta alcanz una enorme popularidad en la Iglesia desde el siglo IV. Tambin, bajo
la imprescindible proteccin de San Sebastin: abogado contra las pestes, y el santo
titular del mayor nmero de ermitas y cofradas en el Campo de Calatrava en esta poca,
despus de la Virgen. Y otra asociacin piadosa es la de Santiago, al que se acogen
nobles y caballeros en muchas ciudades castellanas. Aunque aqu no podemos asegurar, como se dijo, la adscripcin de un grupo social determinado a ninguna cofrada,
no dejamos de constatar que slo en las villas ms importantes del Campo de Calatrava
aparecen cofrades de Santiago: Almagro, Daimiel, El Moral, Valdepeas. La cofrada
de Santiago, en Ciudad Real, estaba integrada por caballeros hidalgos 57 .
La fiesta patronal se celebraba con la mayor solemnidad posible: en la iglesia mayor
las cofradas de Santa Mara de Gracia, Santa Mara de Agosto, San Bartolom y San
Juan; y en sus ermitas las de Santiago, San Sebastin y San Nicasio.
Todos los cofrades estaban obligados a asistir a los actos, que comenzaban el da
anterior con la vigilia o las vsperas. En el inventario de Santa Maria de Gracia de 1491
figura, excepcionalmente, un Libro de Horas de Nuestra Seora58 . Al da siguiente tena
lugar la procesin, quiz desde la casa del prioste, con profusin de hachas encendidas, el pendn y la cruz. En 1493 los visitadores mandaban al concejo de Valdepeas
tirar un cuerpo de casa que estaba <~unto a la capilla de la iglesia, con objeto de
ensanchar la calle y la plaza y as facilitar el paso de las procesiones; todo ello,
aprovechando las obras que en ese momento se realizaban en el templ059.
Despus de la procesin tena lugar la Misa mayor, el ncleo de la fiesta, brillante
oficio religioso que se reconstruye a travs de las relaciones de gastos de los primeros
aos del siglo XIX para el cabildo de San Bartolom; los elementos sustanciales de
la funcin, segn aparecen reflejados en esas listas de gastos de la fiesta, coinciden
con los de las celebraciones patronales de cofradas en el medievo, en general. En el
--s7VILLEGAS DAZ, L.R., Ciudad Real en la Edad Media. La ciudad y sus hombres (1255-1500),
Ciudad Real, 1981, p. 89.
58
1491, febrero 13, Valdepeas, cofr. Santa Mara de Gracia. A.H.N., OO.MM., Cjo., Ctva., Leg. 6.075,
nm. 3, fol. 45v.
59 1493, marzo 6, Valdepeas, iglesia mayor. A.H.N., lbidem, Leg. 6.075, nm. 17, fol. 239r.
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templo, el santo es colocado en el altar. Participan el cura parroquial y todos los dems
presbteros -capellanes- de la villa; y adems, un predicador especial que pronuncia
el sermn solemne ensalzando las virtudes del santo. La msica, los cantos, el toque
de campanas, los arreglos de la iglesia, velas, cirios y hachas, todo contribuye a realzar la solemnidad, a la que asiste la cofrada en pleno con sus emblemas, estandartes
y pendones.
Las cofradas contaban con todo lo necesario para celebrar la fiesta de su patrono,
fueran o no propietarias de los ornamentos y objetos de culto utilizados. Lo que pudiera
faltar lo supla la iglesia parroquial, pero el cabildo de Santa Mara de Gracia posea
incluso una casulla (de raso blanco, el color habitual para las fiestas marianas), la de
San Sebastin un alba, y la de San Nicasio la vestidura completa del celebrante; las
dos ltimas, clices. Casi todas tenan manteles, sbanas y paos de altar. Destaca el
ajuar de las ermitas de San Sebastin y San NidlSio; en cambio, en el inventario del
cabildo de Santiago slo aparecen dos pendones y un arca para la cera. Y desde luego,
sobresale el nutrido vestuario de la imagen de la Virgen en la iglesia parroquial, con
objetos lujosos de adorn0 60 , que seguramente sacaran en procesin los cofrades de Santa
Mara de Gracia y de Agosto en su fiesta; a menudo producto de donaciones, reflejan
la costumbre de vestir imgenes, tan querida popularmente si bien no tan del gusto de
algunos eclesisticos. Hemos visto que el poder adquisitivo de las cofradas no era
grande, en general. Los paos de seda de Santa Mara de Gracia, o el cliz y la patena
de plata y el pao de holanda con cabos de oro que San Nicasio posee deban de proceder
de la generosidad de los fieles.
Despus de la Misa mayor, los cofrades se reunan en una junta plenaria a la que
segua un banquete. Era algo habitual en los siglos medievales para todas las cofradas. Pero esta comida de hermandad, ocasin de diversin y de gastos excesivos, era
vista con recelo tanto por los visitadores como por los snodos diocesanos (en concreto, los del arzobispado de Toledo, al que pertenece el partido del Campo de Calatrava).
Las ordenanzas de 1811, al prescribir la colacin acostumbrada para los doce pobres,
prohben por el contrario realizar otro gasto, convite, refresco, comida o diversin, pues
el fin es honrar a Dios en sus santos sin mezcla de profanidad61.
La prctica de dar de comer a doce pobres el da de la fiesta patronal era comn
a muchas cofradas, y aparece como una costumbre arraigada en las de San Bartolom
y San Andrs siglos despus. Es muy probable que ya se diera en Valdepeas al final
del siglo Xv. y lo mismo cabe decir de la misa de difuntos del da siguiente, celebrada
por todos los cofrades fallidos.
60 Tiene camisas, sayas, gorgueras, garvines o cofias, almaizares, velos, tocados, mangas, sayuelos,
mantos (uno de tafetn guarnecido de terciopelo), etc., en tejidos ricos o con aplicaciones lujosas: bordados en hilos de oro, terciopelos, sedas y tafetanes, todo ello en colores variados y vistosos, combinando
el blanco, negro, carmes y colorado, etc., junto con joyas de coral y de plata.- 1537, septiembre 6,
Valdepeas. Ibidem, Leg. 6.079, nm. 9, fols. 229r-229v.
61 A.P. Nra. Sra. Asuncin, Valdepeas. Libro de la cofrada de San Bartololll y San Andrs, constitucin 13", fol. 60r.
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En todo caso, la preocupacin por el ms all marca la vida de todas las cofradas.
Entre sus actividades figura la funcin funeraria: sobre todo, el entierro de los cofrades a cargo del cabildo (y de sus familiares ms cercanos segn la documentacin
de cOmienzos del siglo XIX). Adems, deban celebrar misas votivas por los cofrades vivos y difuntos; doce rezadas a lo largo del ao, al menos en San Bartolom, segn
las cOnstituciones antiguas de los fundadores. Se sabe que tambin la Misa patronal
era aplicada a menudo por el alma de los benefactores; y como se vio, al da siguiente
podan celebrar otra misa de difuntos para rogar por los cofrades muertos.
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tabla de mesa y lo que seguramente son cuatro bancos, junto con un arca de pino
vieja donde se guardara la ropa; slo una sarten vieja atestigua la funcin de dar
comida a los pobres asumida por el hospital.
Parece que la forma ms comn de adquirir los bienes necesarios para estos hospitales era la recepcin de donaciones y limosnas. Con ello, el carcter fragmentario
de sus escasos y por lo general deteriorados enseres, como se acaba de comprobar,
conduce a dar la razn a los visitadores cuando encargan a los priostes que se ocupen
del cuidado de los hospitales, reparando los edificios y tenindolos bien provistos de todo
lo necesario. Y ello lleva tambin a pensar que esta labor asistencial a pobres y enfermos (y, adems, peregrinos, segn se dice en la visita realizada en 1509 a la hermandad de San Sebastin) era slo marginal en la vida de las cofradas; aunque muy
meritoria, en el decir de los calatravos.
Cofradas religiosas, de ayuda mutua y asistenciales, prestan en realidad la mayor
atencin a su actividad propiamente devocional, y, paralelamente, al socorro o ayuda
de los propios cofrades; un socorro que en la documentacin de la Orden de Calatrava
se nos muestra sobre todo como espiritual o, mejor, de carcter funerario, ms que
material. Al parecer, las hermandades estudiadas atienden particularmente a esos dos
fines con preferencia sobre el tercero en el caso de cofradas hospitalarias: la tarea
asistencial ejercida a travs del sostenimiento de hospitales. Dicha actividad parece
constituir slo una labor complementaria para ellas; y en cuanto procedimiento para
afrontar la pobreza (o mejor, paliarla de algn modo), podemos calificarlo de puramente
testimonial, dada la condicin modesta de estas casas de acogida y de sus ajuares.
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siguientes, hasta que en 1875 se creara el obispado priorato de las rdenes Militares,
identificado con la provincia civil de Ciudad Real 69
El tema ms espinoso era el reparto de los derechos econmicos, a pesar de la fijacin
del tercio pontifical. Y las cofradas de Valdepeas se vieron afectadas por este problema. Eran constantes las prohibiciones tajantes de los visitadores en ese sentido:
E defendemos vos que no seais osados de dar ni dedes cuentas ni tasas de ninguna
cosa de la dicha cofradia a obispo ni arcediano ni a otra persona que sea, salvo a los
visytadores o a quienes sus al tesas vos mandaren, so pena de cinco mil mrs. para su
camara70.
El hecho es que en ocasiones el arcediano, el arcipreste, o sus delegados, recorrieron el Campo de Calatrava inspeccionando no s12 las iglesias parroquiales, sino tambin las cofradas y las ermitas, revisando cuentas, recabando contribuciones y percibiendo costas.
En un nivel institucional inferior, el de la villa, las cofradas funcionan con una mayor
autonoma que los templos parroquiales, dependientes en muchos aspectos de los
oficiales concejiles (en detrimento de las competencias del cura o rector, fuera de la
labor litrgica), pues a stos encarga la Orden el cuidado de las iglesias. Sin encontrarse fuera de los cauces institucionales, las cofradas ofrecen la impresin de quedar
ms ajenas al control de la Orden que las clulas del tejido de la administracin
eclesistica; es decir, las iglesias parroquiales. Tal consideracin resulta lgica, dada
la autonoma que marcaba a estas asociaciones (lo que explica que, en la Edad Media,
muchas cofradas piadosas tuvieran estatutos no aprobados por autoridad civil ni
eclesistica alguna; distinto era el caso de las profesionales, estrechamente vigiladas
y sus ordenanzas confirmadas por la Corona7l ), que encauzaban aspiraciones religiosas que, en cierto modo, desbordaban las prcticas estrictamente previstas en el seno
de la parroquia. O las sustituan con xito, dado que el cumplimiento del precepto
69 Es fundamental el estudio clsico de los conflictos en los siglos XII y XIII de O'CALLAGHAN,
J., The Order of Calatrava and the ArchbisllOps of Toledo. 1147-1245, en Studies in Medieval Cistercian
history presented to Jeremiah F. O 'Sullivan, Spencer, Massachussets, 1971, pp. 63-87. Encuadrados estos
conflictos en el conjunto de problemas (y soluciones arbitradas) entre este arzobispado y todas las rdenes Militares asentadas en la actual provincia de Ciudad Real, vid. TORRES JIMNEZ, R., Edad Media.
Organizacin eclesistica, en la obra colectiva citada La provincia de Ciudad Real (11): Historia, pp. 221243. Y tambin, comparando los c;ntenidos de la jurisdiccin eclesistica de la Orden de Calatrava en
dos seoros, el del Campo de Calatrava y el de Zorita, en relacin con la misma jurisdiccin arzobispal
toledana, R. TORRES JIMNEZ, Modalidades de jurisdiccin eclesistica en los dominios calatravos
castellanos (siglos XI/-X///), en Alarcos 1195, pp. 433-458.
70 La frmula se repite muy a menudo. Vase, por ejemplo, en el mandamiento dirigdo a la cofrada
de San Bartolom. 1495, mayo 21, Valdepeas. A.H.N., Ibidem, Leg. 6109, nm. 37, fols. 120r-120v.
71 Al parecer, ninguna de las ordenanzas elaboradas en poca medieva" en las cofradas de Astorga
nevaba aprobacin superior; slo la del cabildo u omes buenos confrades.- CAVERO DOMNGUEZ,
G., Ob. cit., p. 259. En cambio, otros estudios sobre cofradas han sido posibles gracias a las ordenanzas
otorgadas por los reyes, en concreto los de la Corona de Aragn a las del Reino de Valencia
(Significativamente, tienen un fuerte carcter profesional).- BENTEZ BOLORINOS, M., Las cofradas
medievales en el Reino de Valencia.
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dominical-festivo distaba de ser pleno 72 Las cofradas tendan a escapar a los controles de la Orden de Calatrava, como a los de cualquier autoridad, episcopal, concejil
o parroquial; sin embargo, en el caso de la villa estudiada no hemos encontrado indicios -como tampoco en el resto del Campo de Calatrava- que justifiquen un posible
recelo hacia aqullas, que en otros lugares s se vea fundamentado, cuando eran
utilizadas al servicio de sus objetivos por grupos de poder ciudadanos 73 o cuando
encarnaban desviaciones profano-supersticiosas de la religiosidad reprobadas desde la
Iglesia, como pudieran ser, entre otros, los excesos de los disciplinantes. Otras prcticas que s hemos visto denunciadas por los visitadores calatravos en el territorio,
peligrosamente prximas a lo profano, podan ser compartidas por los cofrades, pero
de suyo no integraban esencialmente la naturaleza de las hermandades. Eran usos
propios, ms bien, de los lugares sacros como las ermitas, y de las ocasiones de
confraternizar como las comidas colectivas caractersticas de toda fiesta, que propios
en s de las cofradas, aunque stas se vincularan a ermitas y celebraran colaciones en
la festividad patronal. Son elementos populares y ldicos de una religiosidad sensorial,
emotiva e imbricada en la vida social, que conviven con los fines predominantes de
salvacin 74 que detectamos en las cofradas de Valdepeas y en general del Campo de
Calatrava.
Ahora bien, las cofradas no siempre y necesariamente actuaban al margen de la
vida parroquial. Y no slo por el hecho de que algunas veneraran a su titular en la iglesia
mayor, sino porque, segn observamos en el Campo de Calatrava -quizs por ser
uniparroquiales prcticamente todas las villas- la iglesia parroquial conserva entre las
gentes el estatuto de centro natural de la vida religiosa. Esto es compatible con lo que
podemos llamar la descollcentracin de los canales de la piedad manifestada en la
diversificacin de cofradas. Hay un ejemplo ilustrativo de ello: las hermandades
colaboraban en la laboriosa tarea de engrandecer los templos parroquiales y dotarlos
de lo necesario, una empresa a menudo imposible de costear del todo con los propios
de cada iglesia, y asumida entonces por las gentes de cada localidad (aunque en estricta lgica debera hacerse con los bienes de la Orden o, en todo caso y por delegacin, los concejiles). En Valdepeas, la iglesia mayor de Santa Mara pudo llevar
adelante cierta obra de importancia gracias a la aportacin, entre otras, de cofradas
de la villa. De ello se congratularon los visitadores calatravos, dirigindose a los oficiales
del concejo:
Vid. TORRES JIMNEZ, R., Liturgia y religiosidad en las parroquias calatravas ...
Como cierta cofrada piadosa de Palencia, que sera prohibida hasta ser reconducida a su inofensiva
naturaleza cultual: a mediados del siglo XV, la cofrada del Cuerpo de Dios, integrada por 1.000 pecheros.
fue foco de subversin y revueltas.- SNCHEZ HERRERO, J., Las dicesis del Reino de Len, pp. 476-477.
74 Pero dentro de esa finalidad salvfica, son ms de devocin hacia santos intercesores que
cristocntricas ni pasionistas, ni son participativas en la Pasin al modo de las hermandades penitenciales
surgidas en otros lugares desde el siglo XIV, y que en nuestra zona proliferarn desde mediados del XVI.Vid. por ejemplo GONZLEZ ROMERO, J.R. La Sallgre y la Fe: disciplinantes y penitentes en las
cofradas manchegas (siglos XV/-X V/lI) , en Religiosidad popular en Espwla. Actas del Simposiul1l, El
Escorial, Madrid, 1997, 1, pp. 609-626.
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Otrosy visytando la dicha yglesya hallamos que se avia hecho en ella una capilla
grande, e muy honrrada, hazia la parte de la sacristia, la qual da mucha anchura en la
dicha yglesia. E supimos que ansy para la hazer, como para un retablo que se haze para
el altar mayor della, muy suntuoso e rico, aveys ayudado e favorec;ido todo lo que aveys
podido ansy algunas cofadrias como otras personas, e por ello en nonbre de su magestad
e horden os damos grac,;ias, e de su parte os lo encomendamos y encargamos ... 75.
As, a pesar de que, como se ha visto, el poder adquisitivo de las cofradas no era
grande, colaboraban econmicamente en las mejoras de la iglesia parroquial de la villa.
La conciencia de lo necesarios que eran el retablo y la buena capilla muy honrrada
era compartida por los fieles no slo en cuanto feligreses de su parroquia, sino tambin constituidos en cofradas. Todo un smbolo de que la relativa autonoma organizativa de las hermandades y lo especfico de sus actividades no supone contraposicin
con lo litrgico; los fieles, an divididos en grupos de cofrades, se veran identificados
con la circunscripcin parroquial, a lo que acompaara seguramente un fuerte sentido
de familiar pertenencia a la iglesia mayor y de asociar a ella lo esencial de la vida de
fe. O lo que es lo mismo, el dato al que aludimos es representativo -para cerrar esta
intervencin aludiendo al mismo tema que inicialmente se planteaba- de lo que podemos llamar la insercin de la religiosidad popular, hecha de devociones vividas
en las hermandades, en la religiosidad sacramental, institucionalizada en la parroquia.
En resumen, las cofradas estudiadas son un exponente caracterstico de la religiosidad laica, segn tendencias originadas en la Plena Edad Media: asociaciones para vivir
comunitariamente devociones desbordando lo sacramental, con funciones de encuadramiento social, solidaridad, fines funerarios, y un ejercicio asociado de la caridad
subordinada a lo devocional. Su proyeccin sobre la poblacin no llega a caracterizarlas
como elementos dinamizadores de la vida econmica (son cofradas modestas), pero
s es indudable en los anteriores aspectos: canalizan necesidades sociales (asistencia
mutua) y religiosas (proteccin, salvacin) en un panorama diversificado de piedad;
su dimensin pblica queda garantizada el da de la fiesta patronal, y, dentro de su
autonoma, parecen bien imbricadas con los cauces parroquiales de la religiosidad local.
~37, septiembre 6, Valdepeas, igl. mayor Santa Mara. AHN, Ibidem, Leg. 6079, nm. 9, fol. 240r.
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1. INTRODUCCIN
Como es bien conocido, la Orden del Hospital u Orden de San Juan fue una de las
rdenes religioso-militares nacidas en el Oriente Latino durante la poca de las cruzadas. A lo largo de los siglos XII y XIII tambin se implant por toda Europa y se
I La presente comunicacin ha sido realizada con la ayuda de una beca postdoctoral de la Consejera de
Educacin de la Comunidad de Madrid. Las siglas y abreviaturas utilizadas son las siguientes:
AHN - Archivo Histrico Nacional de Madrid.
AYALA MARTNEZ, Carlos de (Compilador), Libro de privilegios ... - AYALA MARTNEZ, Carlos
de (Compilador), Libro de privilegi'5s de la Orden de San Juan de Jerusaln en Castilla y Len (siglos
XII-XV), Editorial Complutense, Madrid, 1995.
BARQUERO GOI, Carlos, Los hospitalarios ... - BARQUERO GOI, Carlos, Los hospitalarios
en el Reino de Len (siglos XIl y XIIl) en El Reino de Len en la Alta Edad Media IX, Centro de Estudios
e Investigacin San Isidoro, Len, 1997, pp. 219-634.
DELAVILLE LE ROULX, Joseph, Cartulaire ... - DELAVILLE LE ROULX, Joseph, Cartulaire gnral
de l'Ordre des Hospitaliers de Saint Jean de Jerusalem, 1100-1310, Ernest Leroux, diteur, Pars, 18941906. 4 volmenes.
GARCA LARRAGUETA, Santos, El gran priorado ... - GARCA LARRAGUETA, Santos, El gran
priorado de Navarra de la Orden de San Juan de Jerusaln (siglos XIl-XIIl), Institucin Prncipe de Viana.
Pamplona, 1957. 2 volmenes.
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convirti en una Orden internacionaF. En el caso de Espaa, los hospitalarios comenzaron a asentarse aqu a partir de comienzos de la decimosegunda centuria3
El Hospital era, ante todo, una Orden religiosa. Por este motivo, al implantarse en Espaa forzosamente tena que entrar en contacto con la Iglesia espaola en sus diferentes
niveles. En esta comunicacin nos proponemos estudiar el caso concreto de las relaciones
que la Orden de San Juan estableci con los obispos espaoles durante la Edad Media.
Habitualmente, los vnculos entre las rdenes Militares y el episcopado son calificados como conflictivos en el periodo medieval 4 La mayor parte de los estudios sobre
dichas rdenes en Espaa tambin se suelen fijar casi exclusivamente en los pleitos
con los obispos al tratar este temas. Sin embargo, el principal propsito de esta comuniGUTIRREZ DEL ARROYO. Consuelo, Catlogo ... - GUTIRREZ DEL ARROYO, Consuelo,
Catlogo de la documentacin navarra de la Orden de San Juan de Jerusaln en el Archivo Histrico
Nacional. Siglos XI/-XIX, Gobierno de Navarra, Pamplona, 1992. 2 volmenes.
MARTN MARTN, Jos Luis y otros, Documentos ... - MARTN MARTN, Jos Luis y otros, Documentos de los Archivos Catedralicio y Diocesano de Salamanca (siglos XI/-XII/), Universidad de
Salamanca, Salamanca, 1977.
RILEY-SMITH, Jonathan, The Knights ... - RILEY-SMITH, Jonathan, The Knights of Sto Jolm in
Jerusalem and Cyprus, C. 1050-1310, Macmillan, Londres, 1967.
2 RILEY-SMITH, Jonathan, The Knights ofSt. John in Jerusalem and Cyprus, C. 1050-1310, Macmillan,
Londres, 1967.
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4 FOREY, Alan, The Military Orders. From the Twelfth to the Early Fourteellth Cellturies, Macmillan,
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Corona de Aragn, Oxford University Press, Londres, 1973, pp. 168-181. CASTILLN CORTADA, Francisco, Discusiones elltre los obispos de Lrida y los templarios de Monzn, llerda, XXXVI (1975), pp. 4 96. DAZ IBEZ, Jorge, Las rdenes Militares y la iglesia de Cuenca durante la Edad Media, y LOP
OTN, Mara Jos, Las autoridades eclesisticas de Toledo y las rdenes Militares afines del siglo XV, en
Las rdenes Militares en la Pennsula Ibrica. Volumen 1: Edad Media, Coordinadores: Ricardo Izquierdo
Benito y Francisco Ruiz Gmez, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, 2000, pp.
1049-1069 Y 1071-1085. TORRES JIMNEZ, Raquel, Modalidades de jurisdiccin eclesistica en los dominios calatravos castellanos (siglos XII-XIII), en Actas del Congreso Internacional CO/ll/lle/1lorativo del V/II
Centenario de la Batalla de Alarcos, Coordinadores: Ricardo Izquierdo Benito y Francisco Ruiz Gmez,
Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, 996, pp. 433-458. VIRGILI 1 COLET, Antoni,
Les relacions entre la Catedral de Tortosa i els ardes Reliioso-Militars durant el segle XI/, 'segons el
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cacin va a ser demostrar que no siempre fue as, al menos en el caso del Hospital,
y que tambin pudieron mantener buenas relaciones 6
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papa como Sixto IV poda, a peticin del obispo Pedro de Tarazona, dejar sin efecto los
privilegios pontificios de exencin concedidos a la Orden del Hospital en el interiorde la
dicesis de Tarazona en 1473, pero en seguida otro pontfice, Inocencio VIII, revocaba la
carta de su antecesor en 1491 y reintegraba a su estado anterior a dicha disposicin los
citados privilegios y exenciones dentro de la mencionada dicesis l2 .
Especialmente importante fue el hecho de que el pontificado frecuentemente impulsase al episcopado hispano a proteger al Hospital durante los siglos XII y XIII. En
efecto, ya a comienzos del siglo XII sabemos que las autoridades pontificias apoyaron
ante los obispos el asentamiento de la Orden en Espaa 13 . Posteriormente, a fines de
la misma centuria y a lo largo de toda la siguiente, los papas se dirigieron con cierta
frecuencia al episcopado espaol para que defendiera a los freires sanjuanistas. En 1189
el pontfice Clemente III invit a los arzobispos y obispos de Aragn a que protegieran
a los hospitalarios de sus dicesis y a que animasen a sus feligreses a darles limosnas l4 El papa Gregorio IX en 1227 rog al arzobispo de Toledo que cuidase y defendiera al comendador del Hospital en Espaa, a sus casas y a las personas que en ellas
vivan l5 Clemente IV mand al obispo de Tortosa en 1268 que no permitiera que fueran
molestados los hospitalarios del reino de Navarra l6 Por su parte, Martn IV orden al
obispo de Pamplona que protegiera a los freires sanjuanistas en 1283 17 Finalmente,
en 1299 el papa Bonifacio VIII mand al obispo de Zaragoza que defendiera a los
hospitalarios contra cualquiera que los molestase y que hiciera respetar sus privilegios
y libertades l8 .
13
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Adems, el episcopado espaol hace uso de la excomunin y del entredicho en favor del
Hospital durante los siglos XIII y XIV. Son ejemplos de ello el obispo de Pamplona en 1216
y 1232, el obispo de Zaragoza en 1221 y el obispo de Barcelona en 134021
Mucho ms interesante es el hecho de que varios miembros del episcopado espaol
acogiesen favorablemente a la nueva Orden y realizaran donaciones en su favor. En
especial, llaman la atencin las numerosas concesiones de iglesias efectuadas por los
obispos a la Orden en Espaa. Por supuesto, se trata de donaciones en las que generalmente se hace una reserva expresa de los derechos episcopales sobre el templo.
Sin embargo, no por ello deja de sorprender su abundancia. Se concentran sobre todo
en los siglos XII y XIII.
Los obispos de Zaragoza fueron especialmente generosos con los hospitalarios a este
respecto. Sabemos que les donaron la iglesia de Aliaga en 1181, otra en Daroca en 1192,
el templo de Fortaner en 1234 y las iglesias de Samper de Calanda y de Hjar en 1235 22 .
Adems, conocemos que en 1184 1185 el papa Lucio III confirm a la Orden la
posesin de la iglesia de Remolinos, que les haba dado un obispo de Zaragoza23 .
Otras sedes episcopales que realizaron varias donaciones a los hospitalarios fueron
las de Tarazana y Pamplona. El obispo de Tarazana concedi al Hospital la iglesia de
An en 1140 y la de Buuel en 1265 24 . El mismo prelado declar en 1279 que este
ltimo templo perteneca a la Orden25 Por su parte, el obispo de Pamplona don a los
freires sanjuanistas la iglesia de San Miguel de Zufa entre 1207 y 1216, Y la de Santa
Mara de las Huertas, en Puente la Reina, en 1443 26
En numerosas dicesis conocemos la existencia de al menos una concesin de iglesias
a la Orden por parte de sus obispos. En 1140 el obispo Pedro de Urgell confirm a
la Orden de San Juan la posesin de la iglesia de Santa Mara de Susterris que un
antecesor suyo, San Odo, haba donado a los hospitalarios 27 En 1157 el obispo de Lrida
concedi al maestre del Hospital las iglesias situadas en el trmino del castillo de
Algadara y adems le confirm la posesin de los templos de Siscar y de Arra0 28 Por
su parte, el obispo de vil a di la iglesia de Santa Mara de la Vega, en Olmedo, a
21 GARCA LARRAGUETA, Santos, El gran priorado ... , JI, p. 168, na 163 y p. 237, na 239.
DELAVILLE LE ROULX, Joseph, Cartulaire ... , n, p. 284, na 1711. CARRERAS Y CAND!, Francesch,
Ordinacions urbanes de bOIl govem a Catalunya. Ordinacions de Sant Celolli (Ally 1370), Boletn de
la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, 12 (1925-26) p. 123.
22 ESTEBAN MATEO, Len (editor), Cartulario de la encomienda de Aliaga, Anubar Ediciones,
Zaragoza, 1979, pp. 18-19, na 6 loI"pp. 23-24, na 11. DELAVILLE LE ROULX, Joseph, Cartulaire ... , I1,
p. 471, n 2083 y p. 485, na 2113.
23 DELAVILLE LE ROULX, Joseph, Cartulaire ... , 1, p. 460, na 696.
24 DELAVILLE LE ROULX, Joseph, Cartulaire ... , 1, pp. 108-109, na 132; nI, p. 122, na 3183.
25 GARCA LARRAGUETA, Santos, El gran priorado ... , n, p. 487, na 456.
26 GARCA LARRAGUETA, Santos, El grall priorado ... , n, p. 141, na 137. GOI GAZTAMBIDE,
Jos, La iglesia del Crucifijo de Puente la Reina, en Homenaje a don Jos Mara Lacarra de Miguel
en su jubilacin del profesorado. Estudios medievales IV, Anubar, Zaragoza, 1977, pp. 110-111, na 1.
27 BERTRAN 1 ROIG, Prim, L'Orcle de 1'Hospital al cOllltat de Pallars (segle XII). Notes i documents,
Analecta Sacra Tarraconensia, 53-54 (1980-1981) pp. 236-237, na 2.
28 DELAVILLE LE ROULX, Joseph, Cartulaire ... , L pp. 191-192, na 252.
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la Orden en 118 29. En 1198 el arzobispo de Tarragona concedi al monasterio hospitalario femenino de Sijena todos los templos del castillo de Montroig y sus trminos 30 .
El episcopado espaol tambin hizo concesiones de otro tipo a la Orden de San Juan.
Por ejemplo, algunos obispos cedieron a la Orden parte de sus derechos de ndole
eclesistica soqre determinados lugares. Es lo que hicieron el obispo de Salamanca en
Fresno el Viejo en 1121, el obispo de Zaragoza en Bujaraloz en 1238 y el obispo de
Valencia en Silla en 126431 . Otros prelados, como el obispo de Huesca en 1204 y el
de Zaragoza en 1211, concedieron a los hospitalarios el derecho a tener cementerios
en algunos de sus templos32. ASmismo, encontramos donaciones de casas y posesiones, como las que hizo el obispo de Pamplona a la Orden entre 1173 y 120433 .
Especialmente en relacin con las iglesias hospitalarias, el episcopado hispano hizo
mltiples concesiones a los freires sanjuanistas. En primer lugar, sabemos que permitieron la apertura al culto de algunas de ellas, como la de Santa Cruz de Toledo en
1186, la de Villafranca del Peneds en 1309 o la de San Juan de Monzn en 1408 34 .
Adems, conocemos que otorgaron indulgencias a los fieles que visitaran o dieran
limosnas a varios templos hospitalarios durante el siglo XlV. As ocurri en los casos
de las iglesias de Sijena en 1303, de VilIafranca del Peneds en 1309, de Santa Mara
del Monte y de Cizur Menor en 1343, y del hospital de la Magdalena de Pamplona
en 1346 35 . Finalmente, una sede episcopal como la pamplonesa lleg a aprobar y
confirmar la cesin del patronato sobre dos iglesias, las de Galar y Oriz, efectuada por
sus feligreses en favor de la Orden de San Juan en 1290 y 1351, respectivamente 36 .
29 BARRIOS GARCA, ngel, Documentacin medieval de la Catedral de Avila, Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 1981, pp. 15-17, n 18.
30 UBJETO ARTETA, Agustn, Documentos de Sigena 1, Anubar Ediciones, Valencia, 1972, pp. 6162, n 28. En 1242 el obispo de Zaragoza puso al cenobio en posesin de dichos templos, que le eran
disputados por el comendador calatravo de Alcaiz. Vase DELAVILLE LE ROULX, Joseph, Cartulaire ... ,
n, p. 599, n 2287.
31 AYALA MARTNEZ, Carlos de (Compilador), Libro de privilegios ... , pp. 157-158, n 14.
DELAVILLE LE ROULX, Joseph, Cartulaire ... , n, p. 528, n 2197 y rn, pp. 85-86, n 3091.
32 DURN GUDIOL, Antonio, Coleccin diplomtica de la Catedral de Huesca, Escuela de Estudios
Medievales, Zaragoza, 1965-1969, n, pp. 614-616, n 640. AHN. rdenes Militares. Carpe,a 584, n 79.
33 GARCA LARRAGUETA, Santos, El gran priorado ... , n, pp. 45-46, n 44 y p. 134, n 129.
34 GONZLEZ, Julio, El reino de Castilla ell la poca de Alfonso VIl!, Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, Madrid, 1960, n, pp. 779-780, n 455. COY Y COTONAT, Agustn, La nclita
y sagrada Orden de San Juan de Jerusaln en el Penads. Encomienda y Capilla de San Juan de Vilafranca,
Imprenta de Francisco J. Alts y Alabart, Barcelona, 1910, p. 52, n XIII. CASTILLN CORTADA,
Francisco, El castillo de Monzn, Zaragoza, 1989, pp. 487-488, n 12.
)5 DELAVILLE LE ROULX, Joseph, Cartulaire ... , IV, pp. 56-57, n 4611 y p. 224, n 4881. AGUIRRE,
Domingo, El gran priorato de San Juan de Jerusaln en Consuegra, en 1769, Consejo Superior de
Investigaciones Cientficas, Toledo, 1973, p. 86. GUTIRREZ DEL ARROYO, Consuelo, Catlogo de
la documentacillllavarra de la Orden de San Juan de Jerusaln en el Archivo Histrico Nacional. Siglos
Xl!-XIX, Gobierno de Navarra, Pamplona, 1992, n, pp. 73-74, n 2677 y pp. 359-360, n 3922.
)6 GARCA LARRAGUETA, Santos, El gran priorado ... , I1, p. 575, n 514. GUTIRREZ DEL
ARROYO, Consuelo, Catlogo ... , n, p. 77, n 2690.
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.. j,
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esta causa sabemos que la Orden mantuvo enfrentamientos con el obispo de Pamplona
en 1252 y 1253, Y con el obispo de Lrida en 1318 54
Una ltima clase de conflictos fueron las simples disputas patrimoniales. Parece que
los hospitalarios tuvieron problemas con el obispo de Yich en 1228 por el control del
castillo de Dua Castella, con el obispo de Huesca en 1289 por el derecho a percibir
sobre la casa sanjuanista de Lrida una determinada cantidad de avena, con el obispo
de Badajoz en 1292 por una heredad en Caya y con el obispo de Lrida en 1353 por
la posesin del agua del ro Cinca que sala de unos molinos del prelado 55
Durante la Baja Edad Media continuaron suscitndose pleitos entre la Orden del
Hospital y el episcopado hispano. Dos buenos ejemplos pueden ser los litigios que enfrentaron a los freires sanjuanistas con el obispo de Zaragoza en 1350 y con el obispo de
Salamanca en 1401 56 Sin embargo, en general, da la impresin de que los conflictos son
ahora mucho menos numerosos. Los privilegios de exencin episcopal de la Orden siguen
siendo la causa de disputas de los hospitalarios con el arzobispo de Zaragoza en 1325 y
con el obispo de Barcelona entre 1327 y 134057 Con todo, parece que los motivos de
enfrentamiento del Hospital con los obispos cambian. Ahora las causas ms frecuentes de
disputa son bsicamente dos: En primer lugar, nos encontramos con que el episcopado
pretende ejercer un derecho de visita sobre las iglesias y monasterios sanjuanistas. Los
conflictos que esto genera los hallamos documentados en la primera mitad del siglo
XIy 58 El segundo motivo de enfrentamiento frecuente durante el periodo bajomedieval
es la negativa de la Orden a pagar los subsidios extraordinarios que los prelados imponan
al clero de sus dicesis. Conocemos que por este motivo los hospitalarios tuvieron problemas con el arzobispo de Tarragona en 1248 y 1398, con el obispo de Lrida en 13551356 Y 1368, con el obispo de Tarazona en 1374, y con los arzobispos de Tarragona y
54 GARCA LARRAGUETA, Santos, El gran priorado ... , JI, p. 337, n 343 y pp. 344-347, n 347.
CASTILLN CORTADA, Francisco, Los sanjuanistas de Monzn (HlIesca) (1319-1351), Cuadernos de
Historia Jernimo Zurita, 47-48 (1983), pp. 157-159.
55 DELAVILLE LE ROULX, Joseph, Cartulaire ... , JI, p. 385, na 1915 y III, p. 551, na 4067. SOLANO DE FIGUEROA y ALTAMIRANO, Juan, Historia eclesistica de la ciudad y obispado de Badajoz,
Badajoz, 1931, la parte, Tomo lI1, pp. 205-208. CASTILLN CORTADA, Francisco, Poltica hidrulica
de templarios y sanjuanistas en el valle del Cinca (Huesca), Cuadernos de Historia Jernimo Zurita, .
35-36 (1979), p. 386.
56 AHN. rdenes Militares. Carpo 590, n 201. MARCOS RODRGUEZ, Florencio, Catlogo de
documentos del Archivo Catedralicio de Salamanca (siglos XII-XV), Universidad Pontificia de Salamanca,
Salamanca, 1962, p. 147, na 778.
57 GUTIRREZ DEL ARROYO, Consuelo, Catlogo ... , 1, p. 179, na 595. FIGUERAS FONTANALS,
L1uis M"., El senyoriu de Celma (Una aproximaci historica), Institut d'Estudis Vallencs, Valls, 1985,
pp. 102-104.
58 COy y COTONAT, Agustn, La nclita y sagrada Orden de San Juan de Jerusaln en el Penads.
Encomienda y Capilla de San Juan de Vilafranca, Imprenta de Francisco J. Alts y Alaban, Barcelona
1910, p. 51. GUERRERO VENTAS, Pedro, El Archivo prioral-sanjuanista de Consuegra. Resumen de
sus fondos documentales, Toledo 1985, p. 90, n 6. VINCKE, Johannes, Documenta selecta mlltuas civitatis
Arago-Catalaunicae et ecclesiae relationes illustrantia, Barcelona 1936, p. 288, na 399.
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Zaragoza as como con los obispos de Lrida, Huesca, Tortosa, Valencia, Urgell y Tarazona en 139659
A fines de la Edad Media creemos constatar un rebrote de la conflictividad entre
la Orden del Hospital y el episcopado en Espaa. Por entonces se documenta un
resurgimiento del enfrentamiento del arzobispo de Sevilla con los freires sanjuanistas
por el tercio del diezmo que corresponda a la iglesia sevillana en los seoros de la
Orden en la archidicesis 60 . Quizs se trate del inicio de un nuevo periodo de tensiones entre el episcopado y la Orden de San Juan que abarcara buena parte de la Edad
Moderna, segn nos muestran los casos del arzobispado de Toledo entre los siglos XVI
y XVIII, Y del obispado de Len a mediados del siglo XVIII 61 En todo caso, se trata
de un tema pendiente de investigar.
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Cronolgicamente, los acuerdos entre los freires sanjuanistas y los obispos comienzan a producirse a partir de finales del siglo XII. El primero que hemos encontrado
es uno con el obispo de Zaragoza sobre diezmos del ao 1178 62 . Las avenencias con
el episcopado espaol se concentran sobre todo entre fines del siglo XII y comienzos
del siglo XlV. La decimotercera centuria fue, sin duda, el periodo en el que se realizaron un mayor nmero.
En los reinos orientales es donde la Orden hizo pactos con el episcopado en fechas
ms tempranas. En esta zona, la proporcin del diezmo de los templos hospitalarios
que reciba el episcopado segn los acuerdos oscila entre un cuarto y la mitad. En
Aragn, despus del acuerdo con el obispo de Zaragoza de 1178 que ya hemos citado,
sabemos que los hospitalarios alcanzaron otros acuerdos con el obispo de Huesca en
ll80 y con el obispo de Tarazona en 1181 63 Por su parte, el obispo de Pamplona hizo
dos concordias con los freires sanjuanistas acerca de la iglesia de Castiliscar en 1180
y 120764 En Catalua sabemos que el obispo de Tortosa y la Orden llegaron a acuerdos en los aos 1191, 1243 Y 125965
En los casos de Valencia y Mallorca las avenencias del Hospital con el episcopado
se verifican, naturalmente, con posterioridad a la conquista cristiana de estos territorios durante el siglo XIII. El castelln sanjuanista de Amposta y el obispo de Valencia
realizaron un convenio acerca de las iglesias de Cullera, Silla, Torrente, Montroy y
Macastre en 1243 y otro sobre el diezmo de Silla en 126466 Por su parte, el comendador hospitalario de Mallorca hizo una concordia con el obispo de la isla en 125667
En la Corona de Castilla los acuerdos entre la Orden de San Juan y el episcopado
comienzan a producirse un poco despus que en Aragn. En virtud de dichas avenencias, en esta zona el Hospital suele quedarse con dos tercios de los diezmos de sus
iglesias y los obispos con el tercio restante. La primera concordia que hallamos documentada es la que la Orden efecta con el obispo de Len en ll82 68 Precisamente
62 CANELLAS, ngel, Coleccin diplomtica de La Almunia de Doiia Godina, 1J76-1395, Institucin Fernando el Catlico, Zaragoza, 1962, pp. 23-24, n 3.
63 DURN GUDIOL, Antonio, Coleccin diplomtica de la Catedral de Huesca, Escuela de Estudios
Medievales, Zaragoza, 1965-1969, I, pp. 350-352, n 354. DELAVILLE LE ROULX, Joseph, Cartulaire ... ,
l, pp. 410-411, n 601. Vase tambin a LEDESMA RUBIO, Mara Luisa, Templarios y Hospitalarios
en el Reino de Aragn, Guara Editorial, Zaragoza, 1982, p. 81.
64 DELAVILLE LE ROULX, Joseph, Cartulaire ... , l, pp. 402-404, n 592 y n, p. 69, n 1260.
65 DELAVILLE LE ROULX, Joseph, Cartlllaire ... , l, p. 576, n 908. BONET DONATO, Mara, La
Orden del Hospital en la Corona de Aragn. Poder y gobierno en la Castellana de Amposta (ss. XIlXV), Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, Madrid, 1994, pp. 286-287.
66 OLMOS Y CANALDA, Elas, Pergaminos de la Catedral de Valencia, Direccin General de
Archivos y Bibliotecas, Valencia, 1961, pp. 19-20, n 136-138 y 140; p. 46, n 359. Vase tambin a
GUINOT RODRGUEZ, Enrie, La Orden de San Juan del Hospital en la Valencia medieval, Aragn
en la Edad Media, XIV-XV (1999), p. 734.
67 MIRALLES SBERT, Jos, Catlogo del Archivo Capitular de Mallorca, Consejo Superior de
Investigaciones Cientficas, Palma de Mallorca, 1941-1943, III, p. 22, n 13460.
68 FERNNDEZ CATN, Jos Mara, Coleccin documental del Archivo de la Catedral de Len (7751230). V (Il09-1J87), Centro de Estudios e Investigacin San Isidoro, Len, 1990, pp. 521-524, 1i 1629.
0
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es dentro del mbito del antiguo reino leons donde encontramos testimoniados los
siguientes pactos de los freires sanjuanistas a fines del siglo XII. As, conocemos que
hicieron uno con el obispo de Zamora en 1186 y otro con el obispo de Ciudad Rodrigo
en 1195 69 Sin embargo, es sobre todo en el siglo XIII cuando se producen la mayora
de las avenencias de la Orden de San Juan con el episcopado castellano.
Los hospitalarios mantuvieron relaciones especialmente intensas con dos sedes
episcopales castellanas: Zamora y Toledo. Con ellas verificaron varios acuerdos. La
razn era que en el interior de estas dos dicesis se encontraban los ms importantes
seoros de la Orden en Castilla: la comarca zamorana de Valdeguarea y el Campo
de San Juan en La Mancha70 Con el obispo de Zamora sabemos que, aparte del pacto
ya citado de 1186, la Orden de San Juan realiz dos concordias en 1208 y otra ms
130271 Por su parte, el arzobispo de Toledo lleg a acuerdos con los hospitalarios en
los aos 1228, 1229, 1510 Y 151672
.
Sin embargo, esto no suele ser lo habitual. Lo ms normal es que la Orden haga
una sola avenencia con el episcopado de cada dicesis castellana en el siglo XIII en
la que se resuelvan definitivamente todos los problemas suscitados por la presencia de
iglesias sanjuanistas en la dicesis. As, sabemos que el Hospital realizo pactos de este
tipo con el obispo de Sigenza en 1200, con el obispo de Palencia en 1225, con el
obispo de Salamanca en 1232 y con el obispo de Astorga en 1233 73
Tan slo se redactaba una nueva avenencia cuando la Orden adquira alguna nueva
iglesia en la dicesis. En este caso era necesario redactar un acuerdo para regular el
estatuto del templo hospitalario en la dicesis. Es lo que ocurri, por ejemplo, cuando
los freires sanjuanistas obtuvieron las iglesias de Riosequillo y de Villaverde. Entonces tuvieron que efectuar otra concordia con el obispo de Len sobre los derechos
eclesisticos de dichos templos en 124]74. Un caso bastante similar fue el de Villar del
69 BARQUERO GOI, Carlos, Los hospitalarios ... , pp. 555-556, n 11. AYALAMARTNEZ, Carlos
de (Compilador), Libro de privilegios ... , pp. 364-366, n 182.
70 OJEDA NIETO, Jos, Comendadores y vasallos (La Orden de San Juan y el Partido de
Valdeguareia), Instituto de Estudios Zamoranos Florin de Ocampo, Zamora, 1997. GUERRERO
VENTAS, Pedro, El gran priorato de San Juan en el Campo de La Mancha, Diputacin Provincial, Toledo,
1969.
71 MARTN, Jos Luis, Documentos Zamoranos. /. Documentos del Archivo Catedralicio de Zamora.
Primera Parte (/128-/261), Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 1982, p. 58, n 67. AYALA
MARTNEZ, Carlos de (Compilador), Libro de privilegios ... , pp. 381-383, n 198. Archivo Catedralicio
de Zamora, legajo 36, n 9.
l'
72 AYALA MARTNEZ, Carlos de (Compilador), Libro de privilegios ... , pp. 438-439, n 247 y pp.
441-444, n 249. SALUDADOR MERINO, Francisco, La Casa de Alba en el Priorato de San Juan, Noria.
Cuadernos de temas alcazareos, 1 (1962), pp. 26-32.
73 MINGUELLA y ARNEDO, Toribio, Historia de la dicesis de Sigenza y de sus obispos, Imprenta
de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, Madrid, 1910-1913,1, pp. 507-508, n 145. ABAJO
MARTN, Teresa, Documentaci de la Catedral de Palencia (1035-1247), Ediciones J. M. Garrido Garrido, Palencia, 1986, pp. 303-304, n 160. MARTN MARTN, Jos Luis y otros, Documentos ... , pp. 269270, n 186. AYALA MARTNEZ, Carlos de (Compilador), Libro de privilegios ... , pp. 459-461, n 262.
74 RUIZ ASENCIO, Jos Manuel, Coleccin documental del Archivo de la Catedral de Len. V/ll
(1230-1269), Centro de Estudios e Investigacin San Isidoro, Len, 1993, pp. 80-81, n 2034.
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Pozo. Esta localidad fue comprada por la Orden del Hospital en 1250 y en 1254 el
comendador sanjuanista de Consuegra hubo de realizar un nuevo pacto con el arzobispo de Toledo para repartirse los derechos eclesisticos de la iglesia de la localdad 7s .
Aparte de los acuerdos de ndole ms propiamente eclesistica, tambin se produjeron otras avenencias entre la Orden y el episcopado espaol para resolver algunos
problemas concretos de naturaleza patrimonial. Fue el caso del acuerdo de 1198 con
el obispo de Zaragoza sobre unos bienes situados en Juslibol, de la concordia de 1204
con el obispo de Astorga acerca de las propiedades de la iglesia de San Martn de Montes
y del convenio de 1295 tambin con el obispo de Astorga sobre diferentes posesiones
en la dicesis 76.
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VIII. CONCLUSIN
En definitiva, las relaciones de una Orden Militar como el Hospital con el episcopado espaol no fueron tan malas como tradicionalmente se ha pensado. Hay que tener
en cuenta que el pontificado impulsaba a los obispos a proteger a los freires sanjuanistas.
De hecho, hubo muchos prelados que, efectivamente, realizaron concesiones a los
hospitalarios en Espaa. La Orden de San Juan, adems, procur granjearse del apoyo
de determinados obispos. Por supuesto, tambin se produjeron numerosos enfrentamientos
entre la Orden y el episcopado. El motivo era la disputa por los derechos eclesisticos
de las iglesias hospitalarias. Sin embargo, hay que tener en cuenta que estos litigios se
produjeron sobre todo durante los siglos XII Y XIII. En la Baja Edad Media ya no fueron
tan frecuentes.
La causa de ello fue que la Orden normalmente no deseaba resolver estos pleitos
por la va judicial, sino que prefera llegar rpidamente a acuerdos con el episcopado.
En virtud de dichas avenencias los hospitalarios y los obispos se repartan los derechos eclesisticos de los templos sanjuanistas. Estos pactos se redactaron en numerosas dicesis entre fines del siglo XII y comienzos del siglo XlV. Las concordias de
la Orden con el episcopado normalmente fueron observadas por ambas partes. De esta
forma, los siglos XIV y XV fueron bsicamente un periodo de buenas relaciones entre
los hospitalarios y los obispos. Con todo, a finales de la decimoquinta centuria quizs
se produzca un rebrote de la conflictividad con el episcopado. Este resurgimiento de
la tensin puede haberse prolongado durante la Edad Moderna.
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La existencia de los Libros de Visitas de la Orden de Santiago hace posible que podamos conocer aspectos interesantes sobre la prctica religiosa y otras cuestiones relacionadas con la vida cotidiana en los prioratos y encomiendas de la Orden a fines de la Edad Media.
Estas visitas generales, reguladas documentalmente desde el Captulo General de
Ucls de 1440, tenan como finalidad la inspeccin administrativa de las encomiendas
y el cuidado de iglesias y clrigos, en todos sus aspectos, as como la salvaguarda de
la moralidad de clrigos y...taicos, el grado de conocimiento de la Regla por parte de
los freires, la provisin de los utensilios necesarios para el culto, fbrica de las iglesias, etc. Cuando los visitadores detectaban cualquier anomala -algo muy frecuente
debido a la relajacin de la vida religiosa que se dio en sus seoros-, emitan una serie
de recomendaciones finales que anotaban en estos Libros de Visitas para que fuesen
enmendadas de cara a prximas visitas. Estas instrucciones, que responden en gran parte
al espritu reformador de los Reyes Catlicos, constituyen la base fundamental para
la elaboracin de la presente Comunicacin.
Pretendemos realizar en nuestro estudio una aproximacin general a la planificacin de las visitas en las encomiendas de la Orden de Santiago, para pasar a continua-
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cin a una descripcin ms detallada de la moralidad de clrigos y laicos en los seoros santiaguistas, junto con un somero comentario final sobre la realidad material
empleada en el culto, referido al mbito geogrfico de Galicia a fines de la Edad Media
utilizando, para ello, esta fuente de informacin tan valiosa al historiador como son
los Libros de Visitas.
La religiosidad de clrigos y laicos en las encomiendas santiaguistas eran aspectos
fundamentales que preocupaban a los rganos institucionales de la Orden y de ah que
el inters mostrado por su adecuado cumplimiento en sus territorios -en este caso en
Galicia- fuese uno de los temas recurrentes de los visitadores en sus inspecciones
peridicas a ellas.
I En la Bula de confirmacin dada por Alejandro III a la Orden de Santiago el 5 de julio de 1175,
a instancia de los reyes de Len, Castilla y Portugal, se estableca: Eligantllr et tUlle Visitatores idonei,
qlli Domos fratrum per alllli circlIlulIl fideliter visitellf ... (LPEZ AGURLETA, Jos [et aliil. Bu/lariulIl
Equestris Ordinis Salleti aeohi de Spatha. Madrid, 1719. [Anno 1175. Script. JI. p. 15, na 14).
2 Vid. de modo especial el Captulo General de 1271 (BN. Ms. 8.582, fols. 46 y 63).
3 AHN. OOMM. Santiago. Lib. 1235 C. fol. 253.
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zas que correspondan a los prioratos y encomiendas, entre ellas las situadas en Galicia:
a Vilar de Donas se le asignaron 2 lanzas, 1 a San Munio de Veiga y 3 a La Barra,
denominada esta ltima como encomienda de Galicia!2. Dicho nmero de lanzas se
mantuvo en la misma cuanta en el Captulo de 1480 de don Alonso de Crdenas, siendo
poco numerosos si se compara con el de las 30 lanzas de la Casa central de San
Marcos que la Orden tena en el reino de Len!3. Y exiguo en relacin al potencial
militar de algunas Casas nobles gallegas como la de los Ulloa, muy directamente
relacionada con las encomiendas santiaguistas, la cual alcanz a tener un total de 80
lanzas en tiempos de don Lope Snchez de Ulloa (1402-1465), al igual que las que
poseyeron algunos caballeros a su servicio como Pedro Pardo el Mariscal, en tiempos
de su hijo Sancho Snchez de Ulloa (1465-1505), que posey 50 lanzas!4.
Cuando las quejas de los comendadores arreciaron por la carga que les supona pagar
la manutencin de los visitadores y sus acompaantes, el gasto se dividi entre las
encomiendas y los concejos del entorno!5.
Una vez en la encomienda, los visitadores deban convocar a cabildo al prior o
comendador respectivo con todos sus freires para conocer la dispensa de la Casa,
estructurando la realizacin de la visita en tres partes a fin de comprobar que la
encomienda se mantena en buen estado: la visita de la iglesia con sus bienes y administracin, la de las casas de la Orden y sus rentas y la de las personas!6. Con respecto
a la primera de las obligaciones encomendadas, los visitadores santiaguistas atendan
el estado de la fbrica y economa de las iglesias, as como el recto proceder en la
administracin de los servicios divinos tanto del comendador como de los curas que
servan las diferentes parroquias de la encomienda. Igualmente pedan cuenta del grado
de conocimiento de la Regla al comendador y freires, solicitando al primero de ellos
el estado de las rentas de su encomienda y los ttulos expedidos por ste para detectar,
en su caso, aquellas propiedades que pudieran haber sido usurpadas y empeoradas por
su incorrecta administracin.
En sus recomendaciones finales, los visitadores dejaban por escrito en un Libro que
habran de entregar en el prximo Captulo, aquellas cosas que se deban reparar con
presteza o en un tiempo razonable, as como los consejos para corregir las desviaciones cometidas en los aspectos religiosos y morales en los seoros de la Orden.
Desde la visita efectuada a Galicia en 1210 por Pedro Arias, no volvemos a encontrar documentacin alguna que consigne visita alguna hasta los ltimos aos del siglo
XV, exceptuando la alusin de visitadores a esta regin en el Captulo de 1440. Ya
121bidan, Cdices. 922 B Y 940 B, fols. 85 y 84, respectivamente.
Ibidem, Libros 1241 C, fols. 21-2, y 1242 C, fols. 209-210.
l ' Sobre la nobleza gallega vid. APONTE, Vasco de, Recuento de las casas antiguas del Reino de
Galicia, Xunta de Galicia, ed. crt., Santiago de Compostela, 1986, pp. 164-166.
15 Sirva de ejemplo la aportacin realizada por el concejo de La Barra en la visita realizada a dicha
encomienda en agosto de 1503, donde los visitadores cobraron por un da de estancia 317 maravedes
y 7 cuartillos de pan, de los cuales pag el concejo la mitad (AHN. OOMM. Lib. 1093 C, fol. 91).
16 NICOLS CABO, Juan Martn de, La Mancha salltiaguista seglnlos Libros de Visitas (1480-15/1),
Anuario de Estudios Medievales, 11 (1981), pp. 469-491, esp. 471.
!3
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o', .
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ayuno y las fiestas de la Virgen, San Juan Bautista y los Apstoles, junto con otras
grandes festividades y sus vigilias 20 .
En Galicia la Orden de Santiago lleg a poseer dos prioratos a lo largo de la Edad
Media; uno el de Vilar de Donas, donado a la Orden en 1194 y cercano a la villa lucense
de Palas de Rey, y convertido en Casa mayor santiaguista que a fines del Medievo
mantuvo entre dos y tres freires; el otro, el de San Munio de Veiga, en la regin de
Limia, al oeste de la provincia de Ourense, y cuyo origen se remonta al siglo IX, cont
en las postrimeras de finales del siglo XV con tan slo un freire. Ambos conventos
estuvieron regidos por un prior, cuya misin era ante todo espiritual, puesto que su
funcin consista en atender las almas de los freires y cuidar de los clrigos 21 Adems
de la asistencia espiritual a sus freires, el prior estaba obligado a la asistencia material
de aquellos que vivan juntamente con l en el convent0 22 .
Asimismo los santiaguistas tuvieron tambin en la provincia de Ourense la encomienda
de La Barra -coto de A Barra- que a fines de la Edad Media aparece configurada, con su
correspondiente comendador a cargo de ella, como Cabeza de todas las baHas o cotos
territoriales menores que a ella se fueron agregando como Courel, Quintela con Crescente
y Roas, Codesedo, Vilar de Santos, Garabanes y Rocha de Narla23.
Todos los freires santiaguistas gallegos, tanto clrigos como legos, dependan espiritualmente del convento de Vilar de Donas desde los primeros tiempos de implantacin de la Orden. Su prior era el encargado, tal y como qued nuevamente de
manifiesto en el Captulo de UcIs de 1440 celebrado bajo el maestrazgo del infante
don Enrique (1409-1445), de la confesin -que se deba de realizar tres veces al aode todos los caballeros religiosos del Reino o, en su defecto, el que poda otorgar la
autorizacin para hacerlo con otros confesores que no perteneciesen a la Orden 24 .
De la misma forma, el prior estaba obligado a velar por que los freires viviesen de
acuerdo a la recta moralidad que la Regla prescriba, recomendando el Captulo de 1440
que los priores visitasen con ms asiduidad las iglesias de su jurisdiccin para evitar la
forma de vida desordenada que muchos clrigos llevaban en ellas. La relajacin de costumbres y vida moral en las encomiendas a lo largo del siglo XV parece haber sido un mal
20 LOMAX, Derek W., op. cit., pp. 91-92. La Regla era estricta en este mismo aspecto de la castidad
con respecto a los freires conventuales: Ali do fuere el convento de los freires que no han mugieres
(AHN. Cdices. 1281 B, s. foliar).
21 Funcin que estipula la Regla santiaguista (vid. AHN. Cdices. 128 I B, s. foliar).
22 Conocemos, desde las primeras visitas de 1494, que la renta que el prior de Vilar de Donas destinaba a los freires para su manutencin se realizaba de forma anual y consista en 40 fanegas de centeno,
2 carneros y 6 capones, adems de darles de comer a diario dos tablas de alimentos, si bien desconocemos que productos integraban estas ltimas raciones (vid., por ejemplo, la informacin que facilitan
los siguientes Libros de Visitas: AHN. OOMM. Librs. 1090 C, fol. 49 para el ao 1494; 1091 C, fol.
38, para 1498; y 1095 C, fol. 102, para 1508).
2J Aunque dependiente de una encomienda ajena a Galicia, como lo era la zamorana de Castrotorafe,
la Orden de Santiago tambin cont en los lmites de la zona este de la antigua provincia de Ourense,
con la feligresa de los lugares de Portas y Pas, y, en su zona central, con el coto de Campobecerros.
24 En dicho Captulo al que asisti el prior de Vilar de Donas se ratific que la confesin ( ... ) en Galicia
que se confiesen al prior de Donas a quien su licencia tubiere (AHN. OOMM. Libr. 1241 C. fol. 14 Y ss.).
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Normas en el vestir que se fueron alterando en los siglos finales del Medievo, tras
la continua relajacin que se aprecia en la Orden, y que oblig a que los Captulos
Generales del siglo XV, como el celebrado en 1440, rei terasen lo que la Regla dispona sobre las prendas en el vestir de los freires, prohibiendo cualquier otro tipo de
32
vestimentas ; y obligando a que los freires portasen la cruz de Santiago en el pecho
de sus hbitos y nunca en los lados 33 .
La transgresin en el vestir por los freires era ya algo muy generalizado en tiempos
del maestrazgo de don Alonso de Crdenas en lo relati vo a ropas y trajes, segn el
34
Captulo de 1480 . Se prohibe a los freires que non puedan traher ni trayan jubones,
ni abitos de seda, ni beneras de oro ni doradas, salvo de plata35. Infraccin que afectaba a la Casa central de Galicia, puesto que en la visita efectuada en 1498 los visitadores
obligaban a sus freires llevar al convento giraldeta y nO vestido ni <<jubn de seda,
recomendndoles que en caso de poseerlo lo vendiesen. Tambin se insta al prior y
freires que hagan, en sus mantos y ropas, collares altos que pudiesen abrocharse y fuesen
cerrados por delante, sin duda para mantener el decoro. Asimismo, se les ordenaba
36
cortarse el cabell0 . El modo ms usual de vestir los freires en estos tiempos sera con
peto e blando e predillo, echndose en falta las sobrepellices 37
La vida en comunidad en ambos prioratos gallegos debi de experimentar un profundo deterioro a fines del Mediev0 38 . El mismo voto de obediencia que salvaguardaba la autoridad del prior en los conventos de la Orden, considerado el ms importante
de los tres votos, era cuestionado por los propios freires.
De ello se derivaba que normas tan esenciales en la vida conventual como el silencio y el rezo de las horas cannicas fuesen sistemticamente infringidas. Sobre el
cumplimiento de la primera, los visitadores insistan a menudo sobre la necesidad de
que se guardase silencio en la iglesia, coro, claustro y refectori0 39
Las horas del Oficio Divino deban rezarse con devocin por todos los freires de
la comunidad en el coro de la iglesia, cantando a maitines cuando se tratase de fiestas
32 ( ... ) sy non blanquetas prietas o blancas e <;argas o valencinas pardas o blancas, e sean fuertes prietas
o blancas e los paos que agora traen que los trayan fasta Todos Sanctas (AHN. Cdices. 922 B, fol. 14).
33 AHN. OOMM. Libr. 1235 C, fol. 170 (cap. VI).
34 ( ... ) lo qual todo es quebrantado e no se guarda por la mayor parte de los dichos caballeros e freyles,
antes traen rropas de colores, e joyas, e collares, e cadenas, e enforros, e cabellos largos e trajes desonestos
e proybidos a ellos, en tal manera e tan ssueItamente que a un para legoS andan desonestos mayormente
siendo rreligiosos professos (Ibidem, Lib. 1241 C, fol. 27 [tt. XXVI]).
35 bidem, Libr. 1242 C, fol. 215 (tt. XXXIX).
36 bidem, Libr. 1091 C, fol. 38.
37 bidem, Librs. 1095 C, fol. 102; Y 1092 C, fol. 92.
38 En la visita efectuada al priorato de San Munio de Veiga en 1494 los visitadores expresaron sus
dudas ante la certeza de encontrarse en un convento de la Orden: ( ... ) parecionos que era monasterio
de freyles por el refetorio, dormitorios y celdas (Ibidem, Libr. 1090 e, fol. 55).
39 En Vilar de Donas se dej encargado para que se cumpliese segn estipula la Regla: ( ... ) desde
Pascua de Resure<;in fasta da de San Miguel, en el mes de setyenbre, en esta manera: despus de comer
fasta (... ), que es una ora despus del medioda, tenga el dicho sylen<;io segnd manda nuestra regla, y
dende que tangan a conpletas fasta dicha prima (Ibidem, Libr. 1090 C. fol. 50).
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principales para la Orden, segn la Regla prescriba. El rezo de estas horas, as como
el recato que deban mantener los freires, muy pocas veces debieron hacerse de forma
conjunta a fines del Mediev040
La prctica del concubinato y las relaciones lujuriosas fueron algo comn entre los
freires santiaguistas en la inmensa mayora de sus seoros peninsulares durante los
siglos bajomedievales y verdadera plaga moral en Galicia a lo largo del siglo XV como
consecuencia de la prolongada anarqua en que haba discurrido la vida gallega durante ms de un siglo. Ello a pesar de la obligacin que tena el prior, ya comentado con
anterioridad, de supervisar que los freires viviesen de acuerdo a la recta moralidad que
la Regla prescriba y evitar que cayesen en prcticas de vida desordenada. As, uno
de los vicios ms generalizado que se recoge en las visitas es el de la manceba -otros
muy sin vergenc;as tienen manc;ebas e fijos-, vicio extrapolable a todo el reino de
Galicia donde estaba muy arraigado desde la Baja Edad Media y del cual, curiosamente, no escapaban ni los mismos priores.
Esta generalizacin del concubinato por parte de freires y clrigos no era, por otra
parte, algo exclusivo de estos ltimos siglos, sino que su prctica por el orden clerical
arrancaba de tiempos muy anteriores en los diferentes reinos hispnicos, como qued
claramente de manifiesto a travs de las repetidas condenas en concilios, snodos,
asambleas clericales y Cortes41
Durante el siglo XV los Reyes Catlicos, conscientes de la necesidad de la reforma
monstica, dictarn normas ms firmes para Castilla en las Cortes de Toledo de 1480
que las dictadas anteriormente por Juan 1 en las Cortes de Soria de 1380 y Briviesca
de 1387, y ms severas an para Galicia, algunos aos despus, que hasta entonces
haba quedado excluida de su aplicacin42
En la visita que los Reyes realizaron a Galicia en octubre de 1486, durante los escasos
quince das que permanecieron en el Reino, pudieron contemplar in situ el estado
deplorable en que se encontraban la mayor parte de los monasterios gallegos, entre cuyos
males destacaban la ausencia de organizacin comunitaria y el abandono de la vida
litrgica y espiritual. La constatacin personal de dicha realidad les hizo tomar conciencia del problema y demandar autorizacin a la Santa Sede para reformarlos, obteniendo de ella al ao siguiente la bula Quanta in Dei Ecclesia. La bula encargaba
a los obispos comisionados de vila, Crdoba, Segovia y Len autorizacin para que
introdujesen en los monasterios gallegos las reformas adecuadas acordes con el gnero
de vida de las congregaciones castellanas de Observancia como eran la Congregacin
de San Benito de Valladoli~ la Congregacin Observante castellana del Cster. Adems
40 Un buen ejemplo de tal situacin se recoge en la visita realizada al priorato de San Munio en 1503,
donde sus freires vivan por este tiempo en gran desasosiego ante la tirana que ejerca sobre ellos su prior
Luis Feijoo (Ibidem, Libr. 1093 C, fol. 86).
41 Para un planteamiento general del problema del concubinato clerical en los reinos de Castilla y Len
resulta imprescindible el estudio de Jos SANCHEZ HERRERO, Las dicesis del Reino de Len. Siglos
XIV y XV, Centro de Estudios e Investigacin San Isidoro, Len, 1978, esp. pp. 150-166.
42 Cortes de los Antiguos Reinos de Len y de Castilla, ed. de la R.A.H., vol. IV, Madrid, 1882. pp.
144-145.
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se encargaba a los obispos comisionados la reforma de los cannigos regulares de San
Agustn e igualmente se haca extensible a las rdenes mendicantes y militares, cuya
organizacin ms centralizada favorecer su reforma43 .
Los Reyes se propusieron igualmente un plan de organizacin que mejorase la vida
eclesistica y religiosa en Galicia, donde la honestidad del clero se encontraba muy
degradada con la prctica de vicios muy extendidos como el concubinato de los clrigos, lo que obligara a los monarcas a dictar normas severas para tratar de erradicar
dicha plaga amoral. En esta lnea se inscribe la provisin que los Monarcas enviaron
al gobernador y alcaldes mayores del Reino en mayo de 1499, en que se aprecia un
endurecimiento de la condena contra clrigos y freires concubinarios, cuya pena ascendi a 1 marco de plata, 100 azotes y destierro por 1 ao de la ciudad, villa o lugar,
cuando de forma reiterada se hiciese ms de tres veces 44 .
Por lo que respecta a la Orden de Santiago, sabido es que los freires clrigos tenan que
guardar el voto de castidad y, por tanto, les estaba prohibido el contacto carnal con las
mujeres como prescriba la Regla: Ali do fuere el convento de los freires que no han
mugieres45. Tal abstinencia no hubo de resultar nada fcil y las recadas y
amancebamientos de priores, comendadores y freires debieron ser frecuentes. Los Captulos de la Orden no dejaron de recoger en sus disposiciones la urgente necesidad de no
poseer por parte de ningn freire de la Orden, clrigo o caballero, manceba pblica, y, en
caso de tenerla, abandonarla de inmediato. As lo recoge el celebrado en Ucls en 1440
b3jO la direccin del infante don Enrique y al que acudieron el prior de Vilar de Donas y
el comendador de La Barra, en el que adems se dispuso que en caso de no cumplir la
prohibicin se perdiese el priorazgo, encomienda, vicara, curato o beneficio que se poseyese; si fuese freire de convento habra de hacer penitencia por un ao, y, si estuviese
casado, adems de perder la encomienda, hara tambin penitencia por el mismo tiemp0 46.
Las medidas adoptadas no debieron surtir efecto, puesto que en el siglo XV, como
ya hemos comentado anteriormente, la prctica de tener pblicamente mujeres e hijos
era algo habitual en el reino de Galicia. Son los propios visitadores quienes en la visita
de 1498 nos recuerdan que a ello tampoco escapaban los prioratos de Vilar de Donas
y San Munio de Veiga47 .
En la Casa mayor santiaguista los visitadores haban ordenado por estos mismos aos
a su prior, lvaro Vzquez de Palacio, que construyese un muro delante de las dependencias de los freires cannigos con el propsito de que stos no saliesen del recinto mona43 Vid. GARCA ORO, Jos, La reforllla de los Monasterios gallegos en tiempos de los Reyes Catlicos, Cuadernos de Estudios Gallegos, 21 (1966), pp. 42-58, esp. 45 y ss.; tambin del mismo autor,
Cimeros y la reforllla del clero espmlo1 en tiempos de los Reyes Catlicos, C.S .LC., Madrid, 1971, pp.
83-96.
44 AGS. Cmara de Castilla. Leg. 2.763, s. foliar.
45 AHN. Cdices. 1281 B, s. foliar.
46 AHN. OOMM. Libr. 1241 C, fol. 55.
47 (oo.) en todo el reyno de Galizia es costunbre que los clrigos poseen mugeres e fijos pblicamente
e ansy lo usaban los priores de este conbento de Billar de Donas e de Sant Munio de Bega e otros clrigos
de nuestra bisyta~in (AHN. OOMM. Libr. 1091 C, fol. 38).
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cal a realizar prcticas presumiblemente deshonestas. El prior tambin acept la recomendacin de los visitadores, con determinadas modificaciones, para construir un segundo piso
de estancias donde dormiran los freires, alumbrados por una lmpara de aceite encendida durante toda la noche con la firme intencin de dificultar la libre circulacin de aqullos, tapiando adems dos de las tres puertas que abran al camp048.
Situacin similar era la vivida en el otro priorato de San Munio de Veiga donde
era frecuente que el servicio domstico del monasterio fuese realizado por mozas y
mujeres, lo que debi de conllevar la realizacin de prcticas deshonestas por sus freires
que fueron de dominio pblico fuera del recinto monacal 49 . Los visitadores insistan
en sus visitas, una y otra vez, en que los servicios a la comunidad conventual fuesen
realizados por mozos y cocineros varones, con el fin de evitar los pecados de la carne
y las murmuraciones consiguientes que se hacan por parte de los feligreses del lugar.
Se lleg a disponer que, en caso de extrema necesidad por enfermedad, aquellas mujeres
que visitasen al enfermo fuesen autorizadas por el administrador del monasterio y nunca
se quedasen a dormir en el interior del convento.
En el claustro del monasterio de San Munio viva a fines del Medievo un freire lego
casado con hbito de la orden, llamado Esteban, que comparta casa con una mujer
vieja, especie de celestina, y una hija suya soltera, el cual era pariente de uno de los
freires de la Casa. La mujer deba de desempear actividades de alcahuetera en el
interior del priorato, por lo que era visitada de continuo por otras mujeres en busca
de sus consejos. Los visitadores, puestos al corriente de la situacin que all se viva
y an a pesar de estar familiarizados con el problema, no regatearon esfuerzos en tratar
de acabar con dicho espectculo al ordenar a su prior que mandase fuera del monasterio al freire lego y le quitase la casa donde moraba con su concubina e hija. Adems,
dispusieron que la puerta de la iglesia que comunicaba al claustro estuviese siempre
bajo llave y que la otra puerta de la casa del freire lego que comunicaba al claustro
fuese tapiada para evitar las entradas y salidas de mujeres al monasteri0 50 .
La incontinencia sexual no slo se limitaba a los freires de San Munio, sino que
alcanz por igual a determinados priores de comportamientos dantescos como Luis
Feijoo, de quien se nos informa que conviva con una manceba pblica llamada Ins
Alvarez con quien tuvo, segn indica la visita, hasta 23 hijos, a los que habra que aadir
otros 2 3 de otra concubina llamada Isabel, esta ltima apodada la Portuguesa51.
48/bidem, Librs. 1090 C, fol.~O; 1092 C, fols. 91-92; y 1093 C, fol. 98.
49 Compartimos la propuesta de J. Snchez Herrero, segn la cual las prcticas concubinarias de clrigos
y freires se explican por la ya larga tradicin que exista de ella desde tiempos inmemoriales y la aceptacin de stas por parte del pueblo, que termin admitindolas (op. cit., p. 163).
50 AHN. OOMM. Librs. 1091 C, fol. 27; Y 1093 C, fol. 86.
51 En la provisin real de su destitucin en el cargo de prior en 1526 se comenta textualmente de l
lo siguiente: ( ... ) sepades que ames fecha rrela~in quel prior de San Munyo de Vega, tleyre de la dicha
Horden, a ecedido el voto de la castidad y es ynformado que tiene continen~ia e pblicamente man"eba
. e hijos en ella, e que a dado abitos de la dicha Horden a muchas personas y, entre ellos, a algunos
malhechores e que acostumbra arrendar rremas e hazerlar y cobrarlas pblicamente, e que a cometido e
hechos otros delitos y e"esos (AHN. AJT. Pleito n 19.219, fols. I Y 7).
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por los feligreses- por los comendadores respectivos, los ingresos por los servicios
divinos pasaron a ser administrados por estos clrigos para su subsistencia.
Entre ellos era tambin frecuente que abundasen los amancebamientos con mujeres. Buena prueba de ello puede ser el caso manifiesto del clrigo que serva Santa
Mara de Codosedo en 1503 -perteneciente al dominio territorial de la encomienda de
A Barra- nombrado por el comendador haca unos 25 aos, a quien los visitadores,
adems de declararle ynhabile por no conocer los mandamientos y administrar
correctamente los sacramentos, le encontraron amancebad0 56
La provisin de los clrigos en los beneficios curados de sus seoros corresponda
hacerla con entera exclusividad a la Orden de Santiago por medio del prior o comendador respectivo, si bien los obispados de la Iglesia en Galicia trataron de hacer valer
sus derechos a travs de sus vicarios. Los conc~j()s estaban autorizados a no recibir
a nadie que no contase con la autorizacin de la Orden, aunque tambin proveyeron
el cargo cuando la debilidad de sta se hizo manifiesta en determinados cotos 57 .
Estos clrigos eran asistidos en sus iglesias por los mayordomos, quienes, adems
de estar encargados de las cuentas de las iglesias, cada 15 das deban barrer y limpiar
los templos y, cada mes, hacer lo propio con sus ornamentos y paos.
Con respecto a la religiosidad de los laicos en las encomiendas santiaguistas, son escasas las noticias que los Libros de Visitas nos transmiten sobre sus actitudes religiosas para
que podamos tener una idea pormenorizada de lo que se ha venido en llamar religiosidad popular. Se trata de escuetas recomendaciones, dadas en ocasiones limitadsimas por
los visitadores en sus mandamientos, que tan slo permiten acercarnos de forma parcial
a determinadas normas religiosas habituales de los laicos en los dominios santiaguistas.
A finales de la Edad Media el grado de cumplimiento por parte de los fieles de las
normas eclesiales en los distintos seoros de la Orden era ms bien escaso. Ello
obedeca a un doble motivo; por una parte, a la escasa formacin del clero que, como
ha hemos comentado, dificultaba el adoctrinamiento de los propios fieles hasta el punto
de que en diversas ocasiones estaban incapacitados para impartir los Oficios Divinos;
y, por otra, a la misma actitud de los creyentes que en muchos casos trataban de
incumplir los preceptos religiosos establecidos. En este segundo aspecto, era la asistencia obligatoria a la iglesia los domingos y das festivos la que ms veces se incumpla.
Los Captulos de la Orden ya haban regulado en sus disposiciones sobre el particular,
para que en fechas tan sealadas no se trabajase en ninguna faena agrcola ni se ejerciese
oficio alguna hasta que fin~izase la misa mayor. Entre los ms asiduos incumplidores
de los preceptos religiosos se encontraban los casados 58
Dos de los sacramentos que parecan preocupar de modo especial a los visitadores en
las encomiendas eran el bautismo y el matrimonio. El primero por la costumbre en Galicia
56 ( ... ) abia sido amancebado e tenya, no solamente una manceba sla, ms dos, y tres y qatro e honse
o doze hijos e hijas (Ibidem, Libr. 1093 e, fol. 79).
57 En 1503 el cura de Vilar de Santos, cuya iglesia era entonces visitada por los representantes del
obispado de Ourense, fue provisto por el propio concejo del lugar (lb idelll , Libr. 1093 e, fol. 81).
58lbidem, Libr. 1090 e, fol. 65.
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de no emplear el leo y crisma con los recin bautizados, ya que era una prctica habitual
de los obispos administrarlo cuando visitaban sus respectivas dicesis; con respecto al
segundo, el matrimonio para ser vlido deba ser consumado por el cura u otro clrigo
autorizado por el sacerdote u obispo, adems de contar con la presencia de 2 3 testigos
que lo ratificasen. Siempre que no se hizo de esta forma, lo cual debi de ocurrir con
frecuencia, el matrimonio no tena validez alguna ante la Iglesia, pudiendo ser excomulgados los que se encontrasen unidos de forma ilcita. Con respecto a los forneos se prevena a los curas que indagasen concienzudamente por si fuesen casados en otros lugares 59 .
Hubo ciertas prcticas monacales que se hicieron extensivas de forma ms rotunda
a los feligreses cercanos a los prioratos. Es as como los fieles de Vilar de Donas, junto
con sus freires, tenan que ayunar por Adviento y Cuaresma, lo que por otra parte
contribua a enriquecer su dieta alimenticia con la ingestin por este tiempo de pescado, del que eran deficitarios en el priorato 60 . La concesin de indulgencia para el
ayuno, muchas veces impuesto por la carencia de pescado en determinados cotos, traa
aparejado el pago de un gravamen pecuniario para la remisin de la falta; as, en
Campobecerros, por no ayunar durante las quatro tenporas, tena que pagarse una
torga de centeno equivalentes a 3 celemines o Y2 real, prctica que, al igual que ocurri
con otros tributos, termin convirtindose en habitual aunque se ayunase 61
Los seglares tampoco se resistieron a la prctica del juego. Sabemos que algunos
moradores del priorazgo de San Munio de Veiga acudan a la casa de citas que se
encontraba en el interior del claustro, donde resida el freire lego amancebado con una
mujer vieja, a practicar determinados juegos de azar como los dados, naipes y el herrn 62 .
No resulta nada extrao suponer que en estos juegos participasen los mismos freires,
junto con los seglares, con apuestas dinerarias de por medio. Evidentemente, los
visitadores, en su visita a la Casa en 1503, ordenaron a su prior que no permitiese juego
alguno en el interior del monasteri0 63
Prohibicin que, por otra parte, estaba en consonancia con lo dispuesto en alguno
de los Establecimientos de la Orden contra la existencia de tahres y de todos aquellos
individuos que favoreciesen las condiciones necesarias para el juego como casas donde
asistir o los propios tableros y dados. La razn de tales prohibiciones por la Orden estaba
no tanto en el juego en s, sino en los perversos efectos que de su prctica se derivaban
para las personas y la convivencia vecinal como malos pensamientos, ruina de las
haciendas, escndalos, blasfemias y hasta muertes, entre otros muchos males 64
AHN. AJT. Pleito na 54.729, s. foliar.
AHN. OOMM. Libr. 1094 C, fols. 176 y 177.
61 Ibidelll, Libr. 1098 C, fol. 125.
62 Sobre este ltimo juego nos indica Sebastin de Covarrubias que ( ... ) es una rodaja de hierro cn
forma de un pan en rosca, con un agujero en medio, y con l tiran a cierto puesto, do est hincado un
clavo que sobre la tierra tiene descubierta sola la cabec;a y tiran a poner el herrn dentro o lo ms cerca
que pueden, y ass se llama juego del herrn (Tesoro de la lel/gua cas/el/al/a, o espmlola, Madrid, 1611
[reimp. Alta Fulla, Barcelona, 1987], s.u.).
63 AHN. OOMM. Libr. 1093 C, fol. 87.
64 Vid. al respecto las disposiciones del Captulo del Infante de 1440 (Ibidelll, Librs. 1235 C, fols. 277
y 278; Y 1241 C, fol. 86).
59
60
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fue la primera construccin del convento cuando fue cenobio femenino. La capilla se
utiliz tambin como sala capitular de la Orden hasta que fue transformada en sacrista,
de la cual hasta entonces careCa el convento, para guardar los ornamentos y libros de
la iglesia en dos arcas de madera70 .
En torno a los corredores del claustro se situaban las otras dependencias para servicio
de los freires como el refectorio y varias cmaras ms para aposento del prior, freires
y huspedes.
El claustro se comunicaba con la portera del monasterio, donde moraba un casero,
y junto a la cual estuvo situada la antigua hospedera del monasterio, ya derruida en
1494.
El conjunto arquitectnico lo completaba una torre de cantera adosada a la iglesia
de 17 tapias de alto, con dos campanas que marcaran las horas cannicas y que haban
sido adquiridas recientemente por el prior.
La Casa central de los santiaguistas se encontraba a fines del Medievo suficientemente
dotada de los objetos litrgicos necesarios para la prctica religiosa. Para la celebracin
de la misa posea varios crucifijos, candelabros, vinajeras y tres clices; los libros utilizados en ella eran el oficionario, oracionero, epistolario y evangeliario 71 Entre las ropas
empleadas en los oficios litrgicos se encontraban varios vestidos de zarzahn, casullas,
dalmticas y capas; adems, posean varias sobrepellices que, junto con las capas negras,
eran la indumentaria propia de los freires clrigos para la asistencia a los oficios divinos,
tal y como lo estipulaba el uso de los Cannigos Regulares.
Para la confirmacin y extremauncin eran utilizados el leo y crisma, sobre cuyo
aprovisionamiento no parece que pusiera especial celo su prior por la falta de uso en
el Reino 72 ,
El otro priorato de San Munio de Veiga, en honor del cuerpo de San Munio que
all se veneraba, estaba constituido arquitectnicamente por la iglesia y un claustro a
ella adosado. El monasterio debi de ser fundado en el siglo X por San Munio para
posteriormente pasar a depender de la Orden de Santiago. En la cabecera de su iglesia
se encontraba como altar mayor un ara consagrada que se apoyaba sobre cuatro columnas labradas, en cuya capilla de la izquierda descansaba el cuerpo de su fundador,
--mJbidem. Librs. 1091 e, fol. 36; 1092 C, fol. 89; y 1093 e, fol. 97.
71 Los libros empleados para el culto eran, en 1494: 1 oficionario de cantara; 2 evangeliarios. santorales
y dominicales; 2 epistolarios; 1 manual para misas privadas; 2 oracioneros; 2 libros para administrar los
sacramentos; 2 salterios; 2 responsorios; 2 dominicales y santorales de cantara de una Regla; otro santoral y dominical al que le faltaban algunas hojas que haban sido arrancadas por Gonzalo de UUoa; 1
dominical de lectura; 1 capitulario, dominical y santoral de lectura y cantara de una Regla; 1 diurnal de
oraciones; 1 cuaderno de fiesta del Corpus Christi y otras fiestas; 1 Regla para el rezo de los oficios;
1 breviario de molde de papel. cedido por el entonces prior del monasterio y 1 Regla de San Agustn
en papel (lbidem. Libr. 1090 e, fols. 44-45). En la visita de 1503 se solicit tambin la compra de I
misal mixto romano, con letras de molde, de los utilizados en los obispados de Ourense y Lugo (Ibidem,
Libr. 1093 e, fol. 97).
72 Era frecuente en el reino de Galicia que los nios que se bautizaban no recibiesen leo ni crisma.
Sola aplicarse a los fieles por el obispo o su delegado en las visitas que realizaban cada cuatro aos (Ibidem,
Libr. 1090 C. fol. 65).
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an no canonizado73 El altar mayor, separado por una verja de madera, estaba presidido por un crucifijo grande flanqueado por las imgenes de la Virgen y San Juan, y
tambin haba una imagen de bulto redondo de Santo Toms, aunque careca de Corpus
Christi, todava en 1503, por la escasez de renta de la Casa que no alcanzaba a cubrir
todas sus necesidades.
El resto de la iglesia, cuyo aspecto a fines del Medievo presentaba una gran suciedad al modo de Galizia -lo que debi de ser algo muy comn en todo el Reino
a juicio de los visitadores 74_ era de una sola nave con dos puertas que comunicaban
al campo y claustro, respectivamente. En sus cuatro corredores se haban hecho sepultar algunos priores y freires del convento. Adyacente a uno de ellos estaba la torre de
10 tapias de altura con sus dos campanas.
Entre los ornamentos del priorato para la celebracin de los oficios litrgicos haba
varias cruces -en madera y metal- entre la que d~stacaba una de latn con crucifijo
dorado, adornada con topacios y turquesas, que contena varias reliquias y a la que
rendan especial devocin los freires y fieles; junto con vinajeras, incensarios, candeleros, porta paz y dos clices. Entre las vestiduras predominaban los vestidos de lienzo
con todo su aparejo.
Los libros que posea el priorato de San Munio eran en nmero sensiblemente
inferiores a los de Vilar de Donas, encontrndose por entonces mal encuadernados 75
Por lo que respecta a la encomienda de A Barra, fue la iglesia de Santa Mara de
A Barra la que a fines de la Edad Media aparece como Cabeza de todos los anexos
o cotos que a ella pertenecan, es decir, todas aquellas bailas o encomiendas menores
como Courel, Quintela con Crescente y Roas, Codesedo, Vilar de Santos, Garabanes
y Rocha de Narla.
La iglesia de Santa Mara -en cuyas inmediaciones fij la residencia el comendador de A Barra- tena tambin un ara consagrada como altar mayor. La iglesia no tena
tampoco sagrario en su interior, lo que deba ser algo habitual en las pequeas iglesias
gallegas76 Cuando las iglesias dependientes de la Orden no tenan a su patrn entre
sus advocaciones religiosas, los visitadores se vean obligados a mandar a su mayordomo, como ocurre en Santa Mara, a poner en algn altar la imagen de Santiago 77 .
13/bidem, Librs. 1090 C, fol. 52; y 1091 C, fol. 25.
14De la iglesia de Quintela, dependiente de la encomienda de A Barra, se dice textualmente lo mismo:
( ... ) est al modo de Galizia muy suzya y mal ataviada (/bidelll, Libr. 1091 C, fol. 32).
1S El priorato tena 6 dominical{s y santorales de lectura; 2 oficionarios de cantora de una Regla; 2
manuales para administrar los sacramentos; 2 salterios; 1 epistolario y 1 evangeliario dominical. Aqu los
visitadores, al igual que lo haban hecho en el priorato de Vilar de Donas, recomendaron a su prior la
compra de un misal mixto (/bidem, 1090 C, fols. 52-53).
16 En la visita de 1498 se indica al respecto que ( ... ) en todo este rreyno de Galizia no se acostunbran
ver Corpus Xristi en lugares por ser pequeos (/bidelll, Libr. 1091 C, fol. 28). Las recomendaciones de
los visitadores eran siempre que se hiciese un cofrecillo donde se guardase el Corpus Christi y fuesen
alumbradas con candelero las tinieblas hasta que lo soportase la renta de la iglesia (/bidem, Libr. 1093
e, fol. 90). Otro tanto ocurra en las iglesias de Quintela, Santa Mara de Codesedo y San Pedro de
Garabanes (Ibidelll, Librs. 1090 C, fols. 59 Y 6 J; Y 1093 C, fol. 91).
11 Es exactamente lo mismo que se socilicita en la iglesia de Quintela (/bidem, Libr. 1091 C, fol. 32).
.,
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Adosada a ella se encontraban dos pequeas casas donde residan el cura y un casero
que labraba las tierras cercanas a la iglesia, y, algo ms lejano, estaba el campanario
con su campana.
Sus ornamentos y libros eran pobres y escasos como corresponda a una pequea
iglesia ruraF8. Todas las otras pequeas iglesias pertenecientes a cada uno de los cotos
dependientes de A Barra eran de caractersticas arquitectnicas similares y se hallaban
dotadas con escasos medios materiales para la celebracin del culto religioso, lo que
nos obliga a no seguir insistiendo an ms en este aspecto. Tan slo habra que indicar, para finalizar con respecto a todas ellas y de forma genrica, que los curas que
las atendan se negaban en ocasiones a cerrar las iglesias, tanto de da como de noche,
por temor a que en ellas se refugiasen quienes haban cometido delitos, lo que debi
de ser harto frecuente 79
4. CONCLUSIONES
Los Libros de Visitas de la Orden de Santiago constituyen una fuente de informacin de gran importancia en tanto que permiten una aproximacin detallada a la prctica religiosa y a las actitudes morales en sus seoros a finales del Medievo.
La primera de las conclusiones que obtenemos de su lectura sera la relativa a la
relajacin de costumbres y vida moral de freires y clrigos en los ltimos aos del siglo
Xv. Entre los freires las faltas ms comunes parecen haber sido el desconocimiento
e ignorancia de la Regla de la Orden, la ausencia de una verdadera vida comunitaria
en la Casa y la prctica habitual del concubinato. Por su parte, los clrigos seculares
que servan las iglesias bajo la jurisdiccin de las encomiendas pertenecan mayoritariamente al hbito de San Pedro, es decir, eran presbteros seculares, y presentaban una
escasa formacin intelectual, tenan insuficientes recursos y era norma habitual encontrarlos amancebados.
Por otra parte, una somera aproximacin a las actitudes de los laicos en los seoros permite tambin detectar el escaso cumplimiento de las normas eclesiales entre
stos y la aficin que tenan por diversas prcticas de juegos de azar.
Por ltimo, constatamos que en cuanto a los medios materiales para el culto, salvo
determinadas deficiencias, los dos prioratos santiaguistas --exceptuando a la encomienda
de A Barra- no se encontraban mal dotados de ornamentos y de libros litrgicos a fines
de la Edad Media.
78 De ornamentos tan slo posea unas vinajeras, crismeras y un cliz de plata con su patena. Los libros
eran 3 dominicales y santorales; 1 oficionario y epistolario; 1 libro para administrar los sacramentos; 1
salterio con sus himnos; 1 misal mixto; 1 diurnal y 1 dominical que se encontraba prestado en 1494.
79 AHN. OOMM. Libr. 1091 e, fol. 30.
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Priorato
81 Centro de encomienda
10
20
30
Km
x Coto
1: 1.000.000
PRINCIPALES POSESIONES:
1. Priorato de Vilar de Donas
2. Priorato de San Munio de Veiga
3. Encomienda de La Barra (A Barra)
3.1. Coto de Courel
3.2. Coto de Quintela
3.3. Coto de Crescente
3.4. Coto de Rosende o Ros
3.5.
3.6.
3.7.
3.8.
Coto
Coto
Coto
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1. EL EPISCOPADO Y SU ENTORN0 2
Nuestra comunicacin pretende recoger a travs del estudio de las ltimas voluntades de diversos prelados y eclesisticos la idea e imagen de la muerte vigentes entre
el alto clero peninsular. El trabajo, centrado en la Castilla de los siglos XIV y XV, ofrece
adems un interesante contrapunto por medio del anlisis de algunos testamentos
pertenecientes al clero cataljn.
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El contenido de codicilos y testamentos del episcopado y de su entorno ms inmediato presenta una excelente panormica de la evolucin del fenmeno de la muerte,
la ms permanente de las realidades sociales, en el seno del estamento eclesistico.
EL CLERO TOLEDANO
Toledo es la ciudad clerical por antonomasia junto a Santiago de Compostela. Un
sinfn de personajes vinculados a la Iglesia Catedral muestra sus temores y precauciones ante el umbral de la muerte.
As, el arzobispo Vasco Fernndez, exiliado por sus desavenencias con Pedro I (13501369) Y conocido por algunos episcopologios con el nombre de BIas, hizo testamento
en el convento de Sao Domingos de Coimbra, el 20 de enero de 1371. En l lega tres
dineros al da al capelln que celebrare la misa del alba en la capilla de San Ildefonso
de la catedral toledana. Funda dos capellanas perpetuas en la misma y deja 25.000
maravedes para su fbrica. El arzobispo, administrador de la dicesis conimbricense 3,
manda que sean repartidas una serie de pitanzas entre los miembros del clero toledano: 2.000 maravedes para el cabildo, 200 para los capellanes, 50 para los clerizones,
200 para los curas y beneficiados, 50 para los componentes de la capilla real, 20 para
los cannigos de Santa Leocadia Extramuros, 20 para los de Santa Leocadia del Alczar
y 80 florines para el prior de los dominicos y para el guardin de los franciscanos, a
cambio de que ordenaren decir misas por su alma en sus respectivos captulos. Entre
las donaciones cabe destacar los 5.000 maravedes para las monjas de Madrid a cambio de un aniversario y una conmemoracin y la serie de libros en favor de su sobrino
Suero Gmez. Entre otros cita varios de derecho cannico, un Rosario y Pablo sobre
las Clementinas, una Tabulam y un breviario peque04
Luis Alfonso, racionero de Toledo manda el 8 de septiembre de 1426 una misa de
requiem en el novenario a cargo de los capellanes de la catedral. Durante el mismo
seis mujeres debern acudir a su sepultura, por lo que sern recompensadas con 4
maravedes cada una. Por ltimo dona 100 maravedes a la cofrada de San Andrs 5 .
Juan Fernndez de Mora, cannigo toledano, manda el 4 de julio de 1386 ser
enterrado ante la capilla de San Juan de la catedral. En su entierro han de participar
los frailes y representantes de las cinco parroquias acostumbradas. Establece aniversarios en memoria de los prelados Vasco de Toledo, Pedro de Segovia, Suero de Santiago
y Gmez de Toledo. Para la festividad de la degollacin de San Juan Bautista, que se
celebraba a finales del mes de agosto, ordena que se realicen a su cargo una pitanza
716
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JI
Si.
de seis capas con procesin y rganos, precedida de su vigilia y misa. Por ltimo dona
una serie de partidas para la reparacin de iglesias en las localidades de Alcal de
Henares, La Guardia y La Sagra.
Alfonso Garca de Alcaraz, doctor y cannigo de Toledo, redacta su testamento el 8
de noviembre de 1433. En l establece su sepultura en la catedral ante las imgenes de
Santa Mara y San Pedro Mrtir. Durante el novenario sus familiares debern portar luto,
vindose recompensados con una comida diaria. Dona 600 maravedes al Convento de San
Pedro Mrtir a cambio de una misa diaria por su alma. Las beatas de Mari Garca son
agraciadas con un importante ajuar en el que destaca un cliz de plata. El testador no olvida
dotar a las fbricas de las iglesias de San Pedro de Ciudad Real, Munera -de donde era
natural- y Casarrubios del Monte. Por ltimo lega 100 maravedes y tres camas al Hospital de San Pedro, tambin conocido como de Lfls Cuatro Calles 6
Juan Alfonso Casero, racionero de Toledo, habla en su testamento de 1434 de las
chico parroquias acostumbradas. stas son las de San Miguel, Santiago del Arrabal,
San Yuste, Santa Mara Magdalena y Capilla de San Pedro. Encarga que se digan 100
misas y que se donen 500 maravedes a la Capilla de San Ildefons0 7 .
Gonzalo Snchez, arcediano de Calatrava, cuyo testamento data del 4 de agosto de
1448, manda ser sepultado en la capilla del arzobispo don Sancho, junto al altar dedicado
a San Benito y a Santo Toms de Aquino. Funda una capellana por valor de 4.000
maravedes y encarga tres aniversarios en memoria de Aldonza Pantoja, enterrada en
el Convento de la Trinidad, de quien haba sido albacea. Entrega 120 maravedes a los
cofrades de San Pedro a cambio de la celebracin de una serie de fiestas en honor del
arzobispo don Sancho, a saber: el tercer da despus de Navidad, el segundo da de
la Candelaria, el tercer da despus de Pascua de Resurreccin, el tercer da despus
de Pascua de Espritu Santo, el da de San Pedro y el da de Santa Mara de septiembre. Ofrece un importante tributo a las beatas de Gaitn, cuya sede se encontraba cerca
del Convento de San Pedro Mrtir, y declara herederos universales a los cenobios de
la Sisla y Santa Mara de Sin, a cambio de oraciones en favor de su alma y la de su
protector el arzobispo don Sancho.
Un ao ms tarde (118/1449), en un codicilo, da cuenta de la venta de una Biblia
y de unas concordancias del Decreto y de la Biblia en favor de la redencin de cautivos, de la cruzada, de las rdenes de la Merced y de la Trinidad y de la financiacin
de una peregrinacin a Santiag0 8
Alfonso Martnez, bac~ller en decretos y cannigo de Toledo, hizo testamento el
23 de septiembre de 1403. Encarga un aniversario a celebrar en todos los conventos
y monasterios masculinos de la ciudad. Tambin dota con 1.000 maravedes por cabeza al beaterio de Teresa Fernndez, San Antoln, San Romn e iglesia de Illescas.
Por ltimo, Vasco Ramrez de Guzmn, arcediano de Toledo, redact su ltima voluntad el20 de septiembre de 1438. En ella da cuenta de su importante biblioteca personal,
6[bid., fols. 150r-151 V.
7 [bid., fols. 151r-152v.
8 [bid., fols. 153r-154r.
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----------------------------~-cedida a sus allegados y familiares. Su confesor Juan Fernndez, capelln de San Pedro,
es agraciado con un De Summo Bono de San Isidoro y un Ad Eugeniu de San Bernardo.
La iglesia de Torrejn de Illescas obtiene un Speculum Clericorum, por donde sean informados los curas9. Por su parte, la iglesia de Huecas consigue una partida de 750 maravedes para la compra de un Psalterio. Su sobrino Tello de Guzmn recibe 7.000 maravedes para la compra de los libros que necesitare durante su formacin. Por ltimo, da cuenta
de la realizacin de un inventario en su biblioteca, valorada en unos 1.500 florines.
El arcediano dona su ajuar a la capilla de Santa Mara del Pilar de la catedral toledana
y declara heredero universal al Hospital de la Misericordia. Lbica su sepultura a los
pies del altar de Santa Mara del Pilar y ruega que no se atienda a solemnidades ni
a lutos durante su sepelio, so pena de la maldicin de Dios y de la Virgen.
En un codicilo posterior lega a su hermano Alfonso de Guzmn el Regimiento de
Prncipes de Egidio Romano y un tratado en romance escrito por un converso 10. Exige
que se devuelva a sus herederos un libro del Maestre Ramn (Llull?) y realiza una breve
memoria de los libros del arzobispo don Vasco, de los comprados en pblica almoneda, de la novela del arzobispo Juan Contreras y de los Enriques del arzobispo don
Sancho. Por ltimo, lega unas concordancias de la Biblia al Monasterio de la Sisla ll .
718
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EL CARDENAL ALBORNOZ
La figura de Don Gil de Albornoz (1302-1367) representa el paradigma del prelado
castellano de la Baja Edad Media, involucrado en los asuntos polticos nacionales e
internacionales y vinculado a la reforma espiritual desde las ms altas instancias del
poder.
Tras estudiar en Zaragoza y Toulouse, accedi a una canonja en Cuenca y al
arcedianato de Calatrava, gracias a la proteccin de su to Jimeno de Luna, obispo de
Zaragoza y Tarragona y arzobispo de Toledo. Desde 1335 particip activamente en la
diplomacia castellana, tanto en los acuerdos con la Santa Sede como en los alcanzados
con Aragn. En 1338 fue nombrado arzobispo de Toledo tras la muerte de su to y
obtuvo el ttulo de Canciller de Castilla, entrando as de lleno en el Crculo de consejeros de Alfonso XI (1312-1350). Por ello, 1. Beneyto considera crucial su participacin en la preparacin del Ordenamiento de Alcal ls .
Su actividad pastoral no fue menor. Celebr un concilio provincial en Toledo en
1339 y diversos snodos en fechas posteriores, que dieron alimento espiritual a su obra
De vita et honestate clericorum. Fund un monasterio para cannigos regulares, San
BIas de Villaviciosa, que ms tarde se convertira en fundacin jernima. Su obra
catequtica tambin es destacable, sobresaliendo su Catecismo, las Instituciones para
visitadores y el Escrutinio de pecados pblicos. Su rigor moral le condujo a encarcelar
a Juan RUz, arcipreste de Hita, por su calamitosa actuacin como visitador del primado a los clrigos de Talavera.
Tras su estrecha colaboracin con la realeza durante el reinado de Alfonso XI, que
le llev a participar junto al rey en la Campaa del Estrecho contra los benimerines,
el acceso al trono de Pedro I supuso una ruptura de las relaciones entre la monarqua
y el prelado, fenmeno que termin por generalizarse a todo el mbito eclesistico. Don
Gil tuvo que marchar al exilio avions, donde alcanz el grado de cardenal y fue el
elegido para reorganizar los estados pontificios en Italia.
Precisamente, su testamento fue redactado en la ciudad de Npoles, el 24 de septiembre de 1364 16 El cardenal se compromete a devolver libros y ornamentos litrgicos
que haba tomado prestados de la sede toledana y a revisar sus cuentas pendientes.
Escasas son las cosas que deja a sus parientes, salvo a su sobrina Catalina, quien se
beneficia de una suma de 5.000 florines. La mayor parte de sus bienes se dedican a
la restauracin de iglesias ~ Roma y a la dotacin de becas para estudiantes de todas
las dicesis en las que obtuvo algn beneficio en el Colegio de San Clemente en Bolonia,
fundacin albornociana. En su ltima voluntad no olvida dar un repaso a lo que fue
su vida, recordndonos sus primeros estudios en Zaragoza y su carrera beneficial, de
la que mantena en el momento de su muerte los arcedianatos de Arvalo ( vil a),
15BENEYTO PREZ, Juan, El Cardenal Albomoz. Hombre de Iglesia y de Estado en Castilla yen
Italia, Fundacin Universitaria Espaola, Madrid, 1986 (la edicin: Espasa-Calpe. Madrid. 1950. bajo el
ttulo El Cardenal Albomoz: Canciller de Castilla y Caudillo de Italia). p. 69.
16 Ibid., pp. 332-346. Se trata de una traduccin del original latino al castellano.
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..
------------------------------------~
Ledesma (Pontevedra), Niebla (Huelva), Moya (Cuenca) y Daroca (Teruel) y las canonjas de Compostela, Crdoba, Lisboa, Oviedo, Osma (Soria) y Palencia.
El testamento incluye la bula de Inocencio VI, con la que el papa otorga al cardenal
libertad absoluta para testar sobre sus bienes.
El texto consta de un encabezamiento sencillo, reflejo de la provisionalidad del
mismo!7. En la declaracin de fe da cuenta del dogma cristiano y adems incorpora
a las figuras sagradas a las que encomienda su alma a San Clemente, patrn de su colegio
universitario en Bolonia l8
Por lo que respecta a su enterramiento, manda que su cuerpo sea enterrado en la
iglesia del convento franciscano del lugar donde finare. El franciscanismo como modus
moriendi haba calado hondo en la realeza, en la nobleza y, como no, en las altas
jerarquas eclesisticas. Su condicin de vicario del papa en los territorios italianos de
la Santa Sede y su exilio de su tierra castellana le hacan imposible mantener una
residencia fija, lo que le imposibilitara decidirse por un lugar concreto l9 . A pesar de
todo el Cardenal tena en mente que sus restos fueran finalmente trasladados a la
Pennsula Ibrica y por ello dispone que su enterramiento definitivo se ubique en la
capilla de San Ildefonso de la catedral de Toled0 20 .
Encarga un total de 50.000 misas por su alma, repartidas por iglesias y monasterios
de Romaa, Lazio, Avin, Zaragoza y Cuenca. Llama poderosamente la atencin la
no presencia de centros toledanos entre los citados por el testament0 21 El cardenal no
olvida plasmar algunas mandas para el provecho de mujeres pobres casaderas 22 , para
los cautivos en tierras de moros 23 y para los pobres de solemnidad 24
En Toledo funda un total de seis capellanas, de las que tena dotadas cuatro en el
momento de redactar su ltima voluntad. Para financiar las dos restantes aparta unas
rentas por valor de 30.000 maravedes 25 . La catedral y sus sucesores en la ctedra
episcopal se benefician de la devolucin de algunas imgenes 26 y ornamentos litrgicos
que el cardenal haba llevado consigo a su exilio avions 27
La catedral de Cuenca tambin se beneficia de algunos legados en favor del cabild0 28
y de la capilla de los Caballeros 29 A lo largo de su exilio, el cardenal acumul gran nmero de reliquias y ornamentos, cuyo destino final se asigna a la dicesis conquense 30 .
bid.,
bid.,
19 bid.,
20 bid.,
21 bid.,
22 bid.,
23 bid.,
24 bid.,
25 bid.,
26 bid.,
27 bid.,
28 bid.,
29 bid.,
30 bid.,
17
18
p. 334.
p. 334.
p. 334.
p. 335.
pp. 335-336.
p. 336.
p. 336.
p. 342.
p. 336.
p. 338.
p. 338.
p. 336.
p. 337.
pp. 337-338.
720
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aI,
Por lo que respecta a sus libros, muchos de ellos pertenecan a las iglesias de Toledo
y Cuenca, por lo que, en una clusula de descargo, dispone que regresen a sus lugares
de origen31 . El resto de los legados se destinan a varios conventos y a la fundacin
de dos capellanas en Ancona (Italia). El prelado ruega encarecidamente que no se
cometan excesos en sus funerales, aunque stos deben estar en consonancia con lo
acostumbrado en las exequias de los cardenales avioneses 32 .
Finalmente, el Colegio de San Clemente, hoy Colegio de Espaa, es declarado su
heredero universaP3.
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36Ibid.. p. 155.
37Ibid., p. 216.
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PEDRO TENORIO, ARZOBISPO DE TOLEDO: EL TESTAMENTO DE UN PRELADO VINCULADO A LA MONARQUA
El arzobispo Don Pedro Tenori0 42 rigi la sede toledana a lo largo del ltimo cuarto
del siglo XIV (1377-1399), viviendo de forma directa los principales acontecimientos
de la escena poltica castellana del momento.
Nacido en torno a 1328 en el seno de una familia de la nobleza media afincada en
el Reino de Toledo aunque procedente de Galicia43 , inici su carrera eclesi stica con
la promocin al arcedianato de Toro y a una canonja en el cabildo zamoran0 44
Tom partido por el partido trastamarista en la guerra civil junto a dos de sus
hermanos. Condenado al exilio por el rey Pedro 1, estudi derecho cannico en Toulouse
y Perugia. En 1371 fue nombrado obispo de Coimbra, gracias al apoyo del CardenalLegado Guido de Boulogne. Al morir el arzobispo de Toledo Don Gmez Manrique
en 1375, Tenorio fue designado su sucesor, pese a la oposicin de Enrique II y del obispo
de Orense, Don Juan Garca Manrique 45
El nuevo arzobispo comenz una labor de reforma en la dicesis toledana, apoyndose en un amplio grupo de colaboradores. Estas inquietudes reformadoras le llevaron
a convocar un snodo diocesano en Alcal de Henares (1379), con el propsito de
modificar algunos aspectos de la vida del clero toledan0 46 .
Tras el acceso al trono de Juan 1, Tenorio se incorpor al Consejo Real y al equipo de
reformadores eclesisticos respaldados por el nuevo monarca. Durante el reinado del
segundo de los Trastmara la figura de Tenorio cobr un gran protagonismo en todos los
aspectos de la vida pblica castellana. As, sus dictmenes fueron seguidos por la Iglesia
del reino durante los primeros aos del Cisma de Occidente47 Tambin fue notable su
participacin en la actividad militar de la corona, ya que actu como regente encargado
del abastecimiento de los ejrcitos castellanos enfrascados en las guerras con Portugal 48 .
Por ltimo, su labor de mecenazgo result sumamente prolfica49
42 Di versas fuentes cronsticas nos informan sobre la figura del prelado. LPEZ DE AYA LA, Pero, Crnicas de Pedro l. Enrique 11. Juan y Enrique 111, B.A.E., Madrid, LXVI y LXVIII, 1953; PREZ DE GUZMN,
Fernn, Generaciones y Semblanzas, Editor: J. Domnguez Bordona, Espasa-Calpe, Madrid, 1979, pp. 57 -59.
43 NARBONA, Eugenio, Historia de Don Pedro Tenorio. arzobispo de Toledo, Toledo, 1624, Libro 1, Captulo r.
44 Algunos autores apuntan como primer beneficio el arcedianato de Calatrava. ALDEA VAQUERO,
Q., MARN MARTNEZ, T y VIVES GATELL, J. (dirs.), Diccionario de Historia Eclesistica de EspWla, C.S.r.C., Madrid, 1975, vol. IV, p. 2549.
45 Fernn Prez de Guzmn considera que el origen del enconado enfrentamiento entre Tenorio y Garca
Manrique radica en la distinta extraccin social de ambos personajes. Op. cit., pp. 51-52, a propsito de
la semblanza de Juan Garca Manrique.
46 Las disposiciones sinodales han sido editadas por SNCHEZ HERRERO, Jos, Concilios provinciales y snodos toledanos de los siglos X/V y XV, Tenerife, 1976, pp. 53-59.
47 La actuacin de Tenorio durante el transcurso del Cisma ha sido analizada por GOI GAZTAMBIDE.
J., La embajada de Simn de Cralllaud a Castilla en /396, Hispania Sacra, 15 (1962), pp. 165-176.
48 SNCHEZ SESA, Rafael, Notas sobre la participacin de 1lI1 eclesistico en la guerra afinales del siglo
X/V. Don Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo (/377-/399), Archivos Leoneses, 97-98 (1995), pp. 281-292.
49 En torno a la figura del prelado surge una escuela de entalladores, pintores y arquitectos en la que descollaron artistas como Rodrigo Alfonso, lvar Martnez y Alfonso Ferrndez. SNCHEZ-PALENCIA MANCEBO, Almudena, La Escuela Toledana de Don Pedro Tenorio, Anales Toledanos, XXVI (1989), pp. 61-153.
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prueba de alguna forma la afinidad existente entre la personalidad del prelado y la ejecucin del proyecto arquitectnico. Siguiendo la costumbre del momento, las mandas acerca
de las exequias fnebres son muy escuetas, ya que se limitan a disponer que los ceremoniales se lleven a cabo de acuerdo con las constituciones de la dicesis y con lo acostumbrado en los funerales de sus predecesores. Se trata de un rasgo distintivo de la Castilla
Trastmara, que algunos atribuyen, para el caso de la realeza, a la inexistencia de una
voluntad legitimadora en las honras funerarias. Todo ello supona la prohibicin de
muestras exageradas de dolor y lamento por parte de parientes y familiares y de la manifestacin de los mismos en el vestid0 57 . Esta disposicin sirve al prelado como excusa para
hacer una reflexin muy significativa en torno a la muerte, como trnsito salvador hacia
la vida eterna. Tenorio, ya anciano afirma que a nos plaze de sallir deste mundo e nos pesa
porque tan tarde del salimos58. Igualmente considera que ya farto somos de vevir e assaz
avernos vivido, pues nos acordamos de Reyes59, haciendo referencia a la memoria de los
monarcas castellanos que conoci a lo largo de su vida: Alfonso XI, Pedro I, Enrique n,
Juan I y Enrique III, quien le sobrevivir siete aos. Sus reflexiones no se limitan al campo moral, sino que abordan tambin el mundo de la poltica, escenario natural de las
actuaciones del prelado durante muchos aos. Tenorio ruega a Dios para que Castilla pueda
gozar de mas paz e justic;ia ... que fasta aqui60, acordndose quizs de las innumerables
guerras externas e internas que asolaron el reino entre 1367 y 1388. Pese a mostrarse
desilusionado con los avatares de la poltica, no renuncia a su condicin de hombre poltico, al sentenciar al final de su reflexin si populo Dei sumus necessarius non recusamus labore61. El arzobispo no recurre al canto a la fama y al valor personal a la hora de
enjuiciar su actividad poltica, sino al ideal de servicio a la comunidad, necesitada de
auxilio.
Tenorio realiza diversas donaciones como la entrega de una naveta de plata a la
iglesia toledana de Santa Mara la Blanca, antigua mezquita, o la cesin de 1.000
maravedes a la obra y fbrica de la catedral. Tambin realiza algunos legados simblicos en favor del consabido santuario de Santa Olalla de Barcelona y de la Cruzada, cuya cantidad alcanza 20 maravedes 62 .
El arzobispo ordena a sus albaceas que se salden las deudas pendientes con dos de
sus sobrinos, Pero Tenorio y Martn Nieto. El primero de ellos haba sido conducido
a Portugal en condicin de rehn, como garanta del mantenimiento de las treguas
57 A lo largo de la Baja Edad Media se impone el negro (hombres) y el morado (mujeres) sobre otros
colores como el azul en la vestimenta para el duelo. De cumplimiento obligado en el mundo institucional
laico, el luto es rechazado por el estamento eclesistico, como expresin de apego a la vida fsica Y olvido
de la vida del alma. SABAT r CURULL, Flocel, Lo sen)'or rei es mort. Actitud i cerimonies deis mUllicips
catalan s baix-medievals davant la 1I10rt de/monarca, Universitat de L1eida, L1eida, 1994, pp. 33-49.
58 SNCHEZ-PALENCIA MANCEBO, Almudena, Fundaciones del arzobispo Tenorio ... , p. l 12.
59 Ibid., p. 112.
60 Ibid., p. 112.
6JIbid.,p.112.
62 bid., p. 112. La escueta cantidad destinada a la Cruzada contrasta con la febril actividad militar
del arzobispo en la frontera con el Reino de Granada, en donde levant varias torres como prevencin
contra las incursiones granadinas en el Adelantamiento de Cazarla.
726
JII
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a
pactadas entre las coronas castellana y portuguesa63 . Durante su estancia en el pas
vecino, Tenorio haba dispuesto de sus rentas, cuya suma ascenda a 98.400 maravedes;
en compensacin el prelado pretenda devolverle tal cantidad y ayudarle en su casamiento con la cantidad de 10.000 maravedes. El segundo de los mismos, familiar de
la casa arzobispal, haba servido al prelado durante varios aos y se le adeudaban los
salarios correspondientes a tal labor, as como 6.000 maravedes por la venta de unas
tierras a su to.
El documento prosigue con la anulacin de testamentos anteriores, como el realizado algunos meses antes en el vestuario de la Capilla de Reyes Nuevos de Toledo.
Dicho testamento fue redactado apresuradamente, ya que el prelado fue requerido de
improviso por Enrique IIJ. En l, el reparto de mercedes entre sus criados y servidores
fue delegado en los albaceas. Por el contrario, ep el testamento de noviembre de 1398
Tenorio realiza personal y detalladamente la adjudicacin de legados entre los miembros de su casa, comenzando por los ames de pie64, quienes a su vez recibirn una
quitacin para renovar su vestuario.
Los escuderos de pie65 reciben cantidades comprendidas entre los 200 y los 500
maravedes. Entre los mencionados cabe destacar la figura de Alfonso de Madrid,
encargado de las obras impulsadas por el arzobispo en la villa de Alcal de Henares 66 .
Los mo~os de la cavalleriza67 se benefician de sumas que oscilan entre los 30
maravedes, correspondientes al joven Juanillo de Illescas, y los 500, legados a Martn
de Guadalajara.
Las cantidades repartidas entre los escuderos de cavallo68 aumentan notablemente entre 400 y 1.000 maravedes. Dichos escuderos detentan cargos especficos dentro
de la casa arzobispal como los de maestresala, despensero o aposentador. Incluso aparece
entre los mismos algn nombre extranjero, como el de Guilln de Normanda. El
arzobispo destina algn dinero a la compra de paos e adobos69, con motivo de las
bodas de alguno de sus escuderos como lvar Rodrguez de Sevilla.
63 La relacin de la familia Tenorio con la corona portuguesa se inicia con la promocin al obispado
de Coimbra de Don Pedro. ste particip en las conversaciones de paz entre Enrique II y Fernando 1 por
su conocimiento del medio portugus. Su hermana Urraca cas con Arias Gomes Da Silva, dando lugar
a la rama castellana de los Silva. tras su exilio despus de la derrota del bando castellano en las guerras
entre Juan 1 y Juan de Avis. No es por ello extrao la presencia de un miembro de los Tenorio en la firma
de treguas entre Castilla y Portugal durante el reinado de Enrique m.
64 SNCHEZ-PALENCIA MJ.NCEBO. Almudena. Fundaciones del arzobispo Tenorio .... p. 113.
M/bid. p. 113.
66FRANCO MATA. ngela. El arzobispo Pedro Tenorio ... p. 79. La ciudad arzobispal se vio beneficiada por diversas obras civiles impulsadas por Tenorio: construccin de un puente sobre el Henares.
reparacin del castillo de Alcal la Vieja y amurallamiento de la villa. Hoy en da. una de las torres del
recinto amurallado. sita en el ngulo sureste del Palacio Arzobispal, se conoce como Torre de Tenorio.
al aparecer en una de sus fachadas el escudo del arzobispo. un len rampante sobre fondo de plata. Vid.
V.V.A.A . Castillos. fortificaciones y recilltos amurallados de la Comullidad de Madrid. Comunidad de
Madrid. Madrid. 1994, pp. 96-107.
67 SNCHEZ-PALENCIA MANCEBO. Almudena, Fundaciones del arzobispo Tenorio .... p.114.
68/bid., p. 114.
69/bid., p. 114.
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'1
1,
El
Los capellanes del arzobispo reciben sumas entre 1.000 y 25.000 maravedes. Se
trata de los personajes ms prximos al prelado fsica e intelectualmente, entre los que
destacan su confesor, fray Garca de Roales, o su mdico, Maestre Pedro, quien consigue la cesin de 1.000 florines de oro, unos 25.000 maravedes, para la compra de
unas propiedades en Pezuela de las Torres (Madrid).
Entre los camareros e donzeles70, favorecidos con cuantas entre 500 y 1.500
maravedes, se nombra a Pero Nez, hijo del Maestre de Calatrava criado en la casa
del arzobispo. Otros servidores incluidos en el reparto son los clerizones71 y los
moc;os de capilla72, entre los que destaca el jovencsimo lvaro Maza, encomendado
al administrador de la Capilla de San BIas para que se le faga abezar a leer e cantar 73.
Los ofic;iales74 se ven favorecidos con cantidades entre 50 y 2.000 maravedes
en concepto de soldadas y quitaciones. De su elenco podemos extraer una idea de la
condicin de los servidores que rodeaban al prelado en el palacio arzobispal de Toledo
o de Alcal de Henares y en sus desplazamientos: contadores, notarios, c;evaderos
-encargados de cebar y adiestrar las aves de cetrera-, botelleros, c;atiqueros -responsables de la distribucin del pan y del cuidado de la ropa de mesa-, reposteros,
porteros, trompetas, herreros, panaderas, barrenderas, cocineros, arenteros, carniceros, acemileros, etc ... Los cazadores, al igual que los ballesteros de cavallo75, ocupan en la distribucin de legados un epgrafe aparte. En l reciben un tratamiento
especial los halconeros, entre los que encontramos a Iohani Franc;es, a quien se le
paga el viaje de vuelta a su pas de origen, y a un cetrero especializado en la caza con
el halcn sacre, ave de dorso pardo y cabeza clara, caracterstico de Europa Oriental
y Asia Menor, muy apreciado en las cortes occidentales.
En el testamento se especifica que todas las mandas reseadas deben recaer exclusivamente sobre los titulares que en el momento de la muerte de Tenorio se encuentren
al servicio del prelado. Slo en tres casos, los del camarero Juan Gonz lez de Madrid,
el trompeta Bernal Alfonso y el fsico Maestre Pedro, las cuantas podrn engrosar las
rentas de sus hijos o herederos, si su muerte se adelantara a la del arzobispo.
Seguidamente el arzobispo enumera sus bienes y los beneficiarios de los mismos.
Se trata de un pasaje sumamente interesante para los estudiosos del arte litrgico y
ceremonial, pues en l se describen, con todo lujo de detalles, numerosas piezas textiles y de orfebrera.
En primer lugar Tenorio da cuenta de toda una serie de objetos que le fueron
regalados por personalidades tan importantes como los reyes de Navarra o Portugal.
Cabe destacar piezas tales como un gubel 76 o cubilete de oro, perteneciente a Carlos
7lbid..
71Ibid .
72 Ibid.
73 lb id.
74Ibid.
75 Ibid.,
76 Ibid.
p. 115.
p. 115.
p. 115.
p. 11 5.
p. 115.
p. 116.
p. 11 7.
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s
III de Navarra (1387-1425); una copeta77 de oro ofrendada por su amigo y colaborador ya citado, Gutierre de Toledo, obispo de Oviedo; dos tazas doradas, regalo del
Duque de Benavente78 ; un total de 19 sortijas, obsequio, entre otros, de Juan 1 y del
cardenal-legado Guido de Boulougne 79 ; paos donados por los ya citados Juan 1 y por
Carlos III 80 ; y una silla y freno de plata, donativo de Fernando 1 de Portugal (13671383).
En segundo trmino el prelado divide la suma de 200.000 maravedes, merced de
Enrique III a su persona, entre el condestable Ruy Lpez Dvalos 81 y el citado Alfonso
Tenorio, adelantado de Cazorla y sobrino del arzobisp082. ste, a su vez, se beneficia
de todo aquello que sobrare de las recaudacin de las rentas reales cedidas al prelado as como de los dineros de sueldo83; dichas rentas se integran en el patrimonio
personal del adelantado, ya que el testamento establece que stas puedan ser legadas
a sus herederos.
A continuacin, Tenorio dispone que ha de hacerse con dos de sus legados ms
importantes y, quizs, ms queridos por el propio arzobispo: las fortalezas del arzobispado y su biblioteca personal. Entre ambas disposiciones se citan otras mandas
concernientes a algunos de sus parientes 84 .
Tenorio llev a cabo durante los aos de su pontificado la reconstruccin de los principales castillos y bastiones de su dicesis. La mayora de ellos haban sido destruidos por
77 /bid., p. 117.
78/bid., p. 117. El texto refleja el ttulo de conde, que no se corresponde con el asignado al seor
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1I
el rey Pedro 1 a lo largo de la guerra civil y los que quedaban en pie se encontraban en un
estado lamentable. En Toledo, el prelado reconstruy el puente de San Martn y el castillo de San Servando, actuaciones que consolidaron las defensas de la ciudad arzobispal;
en Alcal de Henares, restaur las murallas y repar el cercano castillo de Alcal la Vieja; por ltimo reform castillos como el de Almonacid (Toledo), el de La Guardia (Toledo),
el de Alamn (Toledo) o el de Canales (Toledo) y construy fortalezas de nueva planta
como las de Santorcaz (Madrid)85 o Cazorla (Jan). El testamento establece que se suministren pertrechos, adquiridos por el arzobispo y reunidos en las armeras de Talavera,
Alcal y Toledo, a los castillos de Canales, Alamn y Cazorla. Tenorio considera imprescindible que el abastecimiento de la torre de Cazorla se lleve a cabo con celeridad y diligencia, puesto que su emplazamiento fronterizo y el acecho de los enemigos de la fe
hacen necesaria la presencia de una guarnicin fuertemente armada86 . Para llevar a buen
puerto tal empresa, el arzobispo incluso reserva una partida de escudos y ballestas procedentes de Valladolid para el bastin del Adelantamiento.
Por lo que respecta a su biblioteca personal, germen de la actual Capitular, Tenorio
menciona la donacin que realiz de todos sus libros al cabildo toledano el15 de octubre
de 1383 87 . El testamento recoge la temtica de los mismos: teologa, derecho cannico,
leyes y materia eclesistica en general. Igualmente recuerda como el prelado hizo construir una librera para que se colocaran los libros, sujetos a sus correspondientes cadenas.
La intencin de este recordatorio de Tenorio es la de confirmar su donacin y disponer que
queda fuera de la misma el misal con el que sola decir misa, que pasa a manos de los
capellanes de San BIas; a cambio, la biblioteca capitular se ve favorecida con el donativo de dos misales, realizados en los talleres toledanos durante el mandato de Tenorio.
No cabe duda de que el legado de Pedro Tenorio marca el inicio del funcionamiento de la actual biblioteca capitular88 . A pesar de la existencia de donaciones precedentes, el volumen de las obras cedidas por personajes como el arzobispo Gonzalo Garca
Gudiel (1280-1299)89, el den Maestre Esteban Alfonso (1305-1307)90 o el cannigo
'5 V.V.A.A .. Castillos. fortificaciones .... p. 220. Para algunos autores las labores iniciadas por Tenorio
fueron slo de reforma. Durante el pontificado del arzobispo Carrillo (1445-1482). el castillo se convirti
en crcel de clrigos.
86 SNCHEZ-PALENCIA MANCEBO. Almudena. Fundaciones del arzobispo Tenorio .... p. 119. El
armamento reunido incluye ballestas. cascos <ba<;:inetes). escudos. flechas <viratenes e dardos). venablos. bombardas y plvora.
8? LPEZ CANEDO. L.. El arzobispo Don Pedro Tenorio y la Biblioteca Capitular de Toledo. Archivo
Ibero-Americano. IV (1944). pp. 107-113.
88 FORADADA y CASTN. 1.. Reseiia histrica de la Biblioteca del Cabildo de la Catedral de Toledo.
Revista de Archivos. Bibliotecas y Museos. VII (1877). pp. 49-54.
89 GONZLVEZ RUIZ. Ramn. La Biblioteca Capitular de Toledo en el siglo XlV. <<Toletum. XLVII.
n 6 (1970/1971). p. 42. Garca Gudiel compr varios libros de materia diversa (derecho. astrologa. poesa
y tica) durante su exilio en el extranjero en 1286. Algunos de ellos. depositados por el arzobispo en
Montpellier como fianza de las deudas contradas con unos banqueros italianos. fueron recuperados por
el cabildo aos ms tarde.
90 bid. pp. 38-39. Su donacin mortis causa se conoce a travs de las estipulaciones notariales entre
su sobrino Alfonso Gonzlez y el cabildo. conservadas en el Archivo Catedralicio (CTArch. V.2.A.1.l5
y CTArch. I.ll.C.3.l8).
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ser enterrado; un ostiario, recuerdo de su paso por el obispado de Coimbra94 ; y su
breviario personal, legado al capelln de San BIas Miguel Garca.
El arzobispo nombra albaceas a varios de sus ms estrechos colaboradores: Juan Serrano, obispo de Sigenza (1389-1402)95; Juan, obispo de Zamora; Fray Pedro, prior del
monasterio jernimo de la Sisla; Vicente Arias, arcediano de Toledo (+ 1414)96; Fernando Y ez, prior de Guadalupe; Fray Pascual, monje jernimo de Lupiana; Pedro Gonzlez, tesorero de la catedral; Fray Garca de Roales, confesor personal; Juan Alfonso de
Madrid, doctor en decretos (+ 141O?7; Y Blasco Ferrndez, den de Calahorra. No es
extraa la presencia de varios religiosos pertenecientes a la Orden Jernima, institucin
sumamente protegida por Tenorio como vehculo de su poltica de reforma eclesistica9x .
El arzobispo ruega encarecidamente a sus testamentarios que cumplan diligentemente sus
mandas como l mismo hizo cuando actu como albacea de algunos perIados99.
Prosigue el texto con un curioso epgrafe en donde se enumeran los mritos alcanzados por Tenorio durante su administracin de la archidicesis toledana. El elenco
94 NOGlJEIRA, Pedro lvares, Livro das vidas dos bispos de Coimbra, Archivo y Museo de Arte de
la Universidad. Coimbra. 1942, pp. 127-139. ste se caracteriz por sus malas relaciones con los cannigos del cabildo. Para ms detalles sobre la estancia de Tenorio en Portugal. SNCHEZ SESA. Rafael,
Don Pedro Tenorio (e. 1328-1399). Aproximacin a la vinculacin eclesistica. familiar y poltica de un
arzobispo toledano al reino de Portugal. en IV Jomadas Luso-Espanlzolas de Histria Medieval. As
relar;oes de fromeim IZO sculo de Alcanices (Porto-Braga. 27/29 de Novembro de 1997). Revista da
Faculdade de Letras-Historia, JI Srie. XV (1998). pp. 1479-1492 Y ID . Obispos procedentes de Castilla ... ,
pp. 770-776.
95 NIETO SORIA. Jos Manuel. Iglesia y gnesis del estado moderno en Casti/la( 1369-/480), Editorial Complutense. Madrid. 1993. p. 459. Ocup con anterioridad otros beneficios como el priorato de
Guadalupe, antes de pasar a la rden Jernima. y el episcopado de Segovia (1386-1389). Particip
activamente en la vida poltica del reino como Canciller del Sello de la Paridad (1386) y como embajador
ante Portugal entre 1392 y 1393. Consejero y privado de Enrique III, se vio envuelto en una conspiracin
cortesana que acab con su vida.
%1 bid., p. 425. Antes de acceder al arcedianato de Toledo en 1394, fue cannigo de Plasencia y
arcediano de Alcaraz. En 1403 fue consagrado obispo de Plasencia. Su slida formacin como jurista le
hizo escalar varios peldaos en la escena poltica castellana. Embajador de Enrique III en Avignon, oidor
de la Audiencia Real y miembro del Consejo Real, particip en la comisin de juristas encargada de la
defensa de los derechos de Fernando de Antequera al trono aragons.
97 lbid., p. 423. Fue uno de los ms estrechos colaboradores del arzobispo. de quien lleg a ser capelln.
Ocup diversos beneficios en Burgos, Toledo, Salamanca, Cuenca, Segovia, Alcaraz y Compostela antes
de ingresar en 1395 en el crculo de familiares de Benedicto XIII. Entre 1404 y 1410 fue nombrado chantre
de Segovia, den de Santiago. cannigo de Talavera, notario pontificio, arcediano de Briviesca y porcionero
de vila. Jurista de primera fila -bachiller en Leyes y Artes. profesor de Prima de Decretos en Salamanca
y doctor en ambos derechos-, actu como procurador de Enrique 1/[ ante Benedicto XIII. Fue miembro
del Consejo Real durante los reinados de Enrique III y Juan II y canciller de este ltimo. No sorprende
la presencia de eminentes juristas en el elenco de albaceas, ya que pertenecan de alguna forma al mundo
del que proceda Tenorio.
98 SNCHEZ SESA. Rafael. Don Pedro Tenorio y la rejrma de las rdenes lI10nsticas en el tltimo
tercio del siglo XlV. La vinculacin del prelado a la espiritualidad jernima, En la Espaa Medieval,
18 (1995). pp. 289-302.
99 SNCHEZ-PALENC[A MANCEBO, Almudena, Fundaciones del arzobispo Tenorio .... p. 121.
Tenorio haba sido albacea, entre otros. de Gutierre de Toledo. obispo de Oviedo.
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se Imcla con el aviso a sus sucesores de que el arzobispo no tom nunca para sus
fundaciones piadosas -Monasterio de Santa Catalina de Talavera (Toledo)IOO y Capilla
de San Blas- la quincuagsima parte de las rentas del arzobispado, segn establecan
los estatutos de la Iglesia Toledana, ni enagen bienes de la mesa arzobispal, como
haban hecho anteriormente sus antecesores Don Gil de Albornoz y Don Gmez
Manrique con el fin de beneficiar respectivamente a San BIas de Villaviciosa
(Guadalajara) 101 y a Santa Mara de Sopetrn. Seguidamente da cuenta de otras fundaciones como son los hospitales de Villafranca lo2 , que encomienda a la buena voluntad y disposicin de sus sucesores. No faltan entre los mritos alegados los frutos de
su actividad constructiva y as se mencionan sus palac;ios 103, la reparacin de los
castillos que derribo el rey don Pedro, la puente sobre el ro Tajo -Puente del
Arzobispo-, denominada en el texto fermosa joya et fortaleza 104, y otros dos puentes
en tierras toledanas l1l5 Tambin se alude a la inorporacin a las rentas del arzobispado de la mitad de la aldea de Camarena de Suso, de los trminos de Alcolea de Torote
y de Quesada, fuente de numerosos quebraderos de cabeza para Tenorio, ya que su
consecucin se sald despus de ocho o diez aos a pleito con el concejo de beda
(Jan)I06. Asimismo los proyectos del arzobispo tambin afloran, como son la finaliza-
100 SUREZ LVAREZ, M.J., La villa de Talavera y su tierra en la Edad Media (1369-1504),
Universidad, Oviedo, 1982, p. 99. Tenorio transform la Colegiata de la localidad, servida por cannigos
regulares, en monasterio jernimo, ya que aquella era muy mal servida e los cannigos por morar apartados
non bivan casta nin limpiamente.
101 REVUELTA, Jos M", Los jernimos, una orden religiosa nacida ell GlIadalqjara: 1, lafimdacin,
Instituto Provincial de Cultura Marqus de Santillana, 1982, p. 229. Fundado cn plena Alcarria por el
cardenal Albornoz como monasterio de cannigos regulares de la Orden de San Agustn en 1348, fue
traspasado a los jernimos cn 1395 por orden de Tenorio, tras comprobarse en una visita pastoral la
decadencia moral y espiritual del centro. El arzobispo confirm en 1397 el nuevo carcter de la fundacin
y eximi a la misma de la jurisdiccin de los arcedianos de Guadalajara y Madrid, del arcipreste de Hita
y del vicario de Brihuega.
102JIMNEZ DE GREGORIO, F., Tres puentes sobre el Tajo en el Medievo, Hispania, XIV (1954),
pp. 163-226. La poblacin de Villafranca surgi en torno al puente constrUido por el arzobispo sobre el
Tajo. Su primer ncleo, que hoy en da se identifica con el barrio de Toledillo, estaba integrado por las
chozas y pequeas casas de los obreros que trabajaban en las obras del puente. Tenorio hace referencia
en su testamento a los dos hospitales para pobres que fund en la nueva villa, uno dedicado al cuidado
de nios expsitos y mujeres enfermas y otro a la curacin de varones.
103 SNCHEZ-PALENCIA MANCEBO, Almudena, Fundaciones del arzobispo Tenorio ... , p. 122. El
texto hace referencia a la construtin del primitivo Palacio Arzobispal de Alcal de Henares.
I04JIMNEZ DE GREGORIO, F., Tres puentes ... , pp. 163-226. Las obras se iniciaron hacia 1380 y finalizaron ocho aos ms tarde con la construccin de las torres defensi vas del puente, hoy desaparecidas.
105 SNCHEZ SESA, Rafael, La actl'idad COll.\tructora de un arzobispo toledano a finales del siglo
XIV, Notas sobre la articulacin)' defensa del territorio, Castellum, 2 (1996), p, 72, Sin duda se trata
de los puentes de Alamn, sobre el Alberche, y de San Martn, sobre el Tajo,
I06GARCA GUZMN, M a del Mar, El Adelantamiento de Cazorla ellla Baja Edad Media, Un seiior(o
e,clesistico en la/romera castellana, Cdiz, 1985. pp,337-360, Dicho pleito se entabl entre las villas de
,Ubeda y Cazorla por los lugares de Toya, Pelos, Peal de Becerro, Dos Hermanas, Villamontn. Burunchel.
Aicoray, Belchite, Lezar, Cebas, Nubla y Santo Tom, todos ellos trminos de la poblacin de Quesada, A pesar
de la decidida intervencin de Tenorio en favor de Cazorla, el pleito sigui abierto tras la muerte del arzobispo.
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de Cazorla elementos arquitectnicos de finales del siglo XIV, correspondientes a la actuacin de Tenorio
en la misma: el aparejo, los ventanales gemelos, la tronera exterior y las bvedas de crucera de su interior.
Los restos de Toya y Pelos se reducen a unos cuantos sillares. Por ltimo la estructura primitiva del bastin
de Peal de Becerro ha sido muy transformada a lo largo de su historia; poco o nada tiene que ver con
la construccin proyectada por el arzobispo.
108 SNCHEZ-PALENCIA MANCEBO, Almudena, Fundaciones del arzobispo Tenorio ... , p. 125.
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de Aragn. Ante las presiones de don lvaro de Luna tuvo que huir del reino de Castilla
en 1423.
Hizo testamento ellO de octubre de 1436 en su fundacin hospitalaria de Santa
Mara de Aniago.
Se trata de una primera redaccin -minuta o borrador-, sin encabezamiento, slo
con mandas e incluida en un documento que reclama la recuperacin y conservacin
del rito mozrabe, defendido vehementemente por el obispo segoviano.
El texto sobre la liturgia mozrabe hace un rpido recorrido sobre los principales hitos
histricos del mismo, desde la conversin de Recaredo hasta la introduccin del rito romano en tiempos de Alfonso VI de Castilla (1065-1109)111. A continuacin, se adjunta el contrato de compra de Aniago para la ereccin del hospital, ms tarde convertido en cartuja.
Tras l, se da cuenta del testamento con una breve notificacin 112. Por ltimo, el
testamento aborda la cuestin del hospital en el que funda un oratorio para la conservacin de diversas reliquias ll3 . Entre las donaciones al hospital destacan su capilla y
ornamentos personales y sus libros, que sern utilizados por los ocho clrigos elegidos
para el mantenimiento del rito visigtico l14 .
La reina Mara, esposa de Juan n, es citada como patrona del hospital y encargada
de nombrar administrador. El texto final ratifica la validez del documento como testamento, a pesar de sus caractersticas especiales l15 .
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2. CONCLUSIONES
En trminos generales, los altos prelados repiten los modelos recurrentes en otras
lites sociales como la realeza o la aristocracia: rigidez de las frmulas notariales y
cancillerescas, acercamiento a la piedad franciscana y a la de carcter laico (emparedadas y beatas), alejamiento de la mentalidad dominica, conciencia de grupo, culto
eucarstico, trinitario y, sobre todo, mariano, etc ... No hay que olvidar que nobleza e
iglesia participaban de un patrimonio ideolgico comn, al que se sumaba y del que
se aprovechaba, en ocasiones, la realeza. Sin embargo, en ciertos casos, como el del
arzobispo Tenorio, afloran algunos elementos individualizadores, pero que poco o nada
tienen que ver con la nueva espiritualidad bajomedieval, es decir, la DevaNo ModerI34
12a
. El testamento de Tenorio es de alguna forma un canto a la vida como participacin activa en los avatares de la misma y, a su vez, un llamamiento a superar la muerte
a travs de los legados materiales, representados por los libros donados al cabildo o
por las fortalezas reconstruidas en la archidicesis. No obstante, podemos observar como
el arzobispo adopta en su caso una postura piadosa distinta a la tomada por la realeza
Trastmara, al confiar su intimidad a miembros de la nueva orden jernima.
Promocionada por Juan 1 (1379- 1390), representaba una vuelta al aislamiento y a la
meditacin monstica, alejada de los habituales circuitos de la muerte, frecuentados
por franciscanos y dominicos.
m Ibid., p. 445. MIRAMBELL BELLOC, E., El testament de Roger de Cartel/u y su notable biblioteca, Anales del Institut de E.G., 17 (1964-65), 383 Y ss.
"4 RUCQUOI, Adeline, De la resigllacilI al miedo: la muerte en Castilla en el siglo XV, en La idea
y el semimiento de la muerte en la historia y en el arte de la Edad Media, 1, Universidad de Santiago,
Santiago de Compostela, 1988, p. 55. El triunfo de los sentimientos y de las crencias ntimas no sera
del todo perceptible. al menos para el caso castellano. hasta la segunda mitad del siglo Xv.
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situacin se caracterizaba por una serie de procesos por los cuales la monarqua iba
ampliando su capacidad para actuar en diversas facetas de la vida poltica, social y econmica del reino, as como en la plasmacin de una serie de caractersticas que, si bien en
esos momentos podan no ser reales, sentaban un precedente ideolgico para el futuro.
La Iglesia tuvo, y en concreto los prelados y los miembros de la alta jerarqua
eclesistica, un importante papel en todo el proceso, al encontrarse la mayora de ellos
entre los principales colaboradores de la Monarqua. El papel que pudieron llegar a
desempear se desarroll por distintos cauces, desde la religiosidad a la propaganda
poltica e intelectual, pasando por la colaboracin poltica directa. En este contexto, los
arzobispos toledanos jugaron habitualmente un importante papel, dada su especial situacin como primado de la Iglesia castellana y por el poder que tal cargo les otorgaba.
As, los arzobispos toledanos, siendo como eran uno ms entre los prelados castellanos (si bien el ms importante de ellos), no quedaron fuera de esta corriente. En los
siglos plenomedievales no fue extrao el que se encontrasen entre los principales
colaboradores de los reyes, a veces junto a otros obispos castellanos3 Yen el perodo
anterior al que se estudia tampoco es extrao encontrar a los arzobispos toledanos en
el entorno de los monarcas, en ocasiones enfrentados a ellos, en otras como destacados colaboradores, llegando alguno a haber sido considerado como verdadero privado 4
As, la hiptesis que se plantea es si los arzobispos toledanos pudieron tener una especial
relevancia en la colaboracin poltica con Juan JI de Castilla. Para ello, tuvieron que
enfrentarse inicialmente con el hecho de que a la muerte de Enrique JII, el prelado que
ostentaba la mitra estaba desterrado del reino por el rey, al haberse llevado a cabo su
eleccin por el pontfice Benedicto XIII en contra de los deseos regios.
Una de las principales razones que podemos encontrar para la efectiva colaboracin de los prelados toledanos con la Monarqua se encuentra en la capacidad efectiva
que aqulla tena para intervenir en las elecciones de las personas para la mitra primada.
En efecto, como ya se ha demostrado en otro lugar, la participacin de Juan II en las
sucesivas elecciones arzobispales que se desarrollaron a lo largo de su reinado fue
constante y efectiva, tanto en las que se llevaron a cabo en el cabildo, como aquellas
que tuvieron lugar por reserva pontificias.
europeo ver, por ejemplo: A. BLACK, Political thought in Europe (1250-1450), Cambridge, 1992; J. H.
BURNS, (ed.), Lordship, Killgship and empire. The idea 01 Monarchy, 1400-1525, Oxford, 1992; N. BULSH,
y J. Ph. GENET, (coords), La vil/e, la bourgeoisie et la genese de l'tat moderne (XII'-XVIll' siecle), Pars,
1988; E. DELARUELLE, E. R. LABANDE, E. R. OURLIAC, Espiritualidad y poltica en la Edad Media,
vol. XIII de la Historia de la Iglesia, dirigida por A. Fliche y V. Martn, trad. Valencia, 1977; J. R. STRAYER,
Sobre los orgenes medievales del Estado moderno, Barcelona, 1981.
3 J. M. NIETO SORIA, Iglesia y poder real ... , pp. 27 Y ss.
4 Es el caso de Pedro Tenorio (del mismo autor Iglesia y gnesis ... , pp. 133 Y ss.) y, sobre todo, Sancho
de Rojas (O. VILLARROEL GONZLEZ, Las relaciones entre el arzobispado de Toledo y la Monarqua en tiempos de Juan 11 de Castilla (1406 - 1454), Madrid, 2000, Tesina indita, p. 14 Y ss.).
5 O. VILLARROEL GONZLEZ, Las intervenciones regias en las elecciones episcopales en el reinado
de Juan JI de Castilla (1406-1454): el caso de los arzobispos de Toledo, Anuario de Estudios Medievales.
31/1 (2001), pp. 147-190.
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s
Esto ltimo, sin lugar a dudas, pudo llegar a tener lugar gracias al cambio que se
estaba dando en aquellos aos en el tipo de relaciones que mantena la monarqua con
el pontificado romano, teniendo en cuenta que stas tuvieron una clara e importante
influencia sobre los vnculos que mantena cada rey con el episcopado de su reino. Esta
situacin se vio muy afectada por el final del Cisma de Occidente y por la forma en
que ste lleg a darse. Las reiteradas reivindicaciones regias en contra del acceso de
extranjeros a los beneficios castellanos, algo que las Cortes ya haban solicitado a los
monarcas 6 y era un efectivo nacionalismo eclesistico, tuvieron en estos momentos
del Cisma el mejor momento para su planteamiento por parte de la monarqua, ya desde
el inicio del mism0 7 Por todo ello, y teniendo en cuenta el momento en el que se dio
el fin de la minora de edad de Juan 11 y el comienzo de su reinado personal, coincidiendo con la realizacin del Concilio de Cqnstanza que puso fin al Cisma de
Occidente, podemos observar cmo desde 1417 en adelante se produjeron una serie
de cambios en la forma en que se daban las citadas relaciones entre monarqua y papado,
y que llev a un cambio evidente en la forma en que stas mismas se venan efectuando entre los reyes y los primados toledanos. En concreto, en lo tocante a la capacidad
del rey para influir e intervenir en las elecciones episcopales, se dio un cambio sustancial, pues, desde la delimitacin perfecta que sobre el tema se hizo en el Concordato de Constanza de 1418 8 , se pas a la concesin por el papado del derecho de
suplicacin en 1421 9
Son mltiples las facetas en las que podemos encontrar el apoyo poltico de los
prelados toledanos al rey. Como se podr comprobar, las contribuciones no se
circunscribirn slo a la colaboracin poltica estricta en diversas instituciones del poder
regio, o con la propia presencia en la Corte. Tambin se tendr muy en cuenta la
actuacin en embajadas representando al soberano (cuestin que, dados sus claros
matices de representacin poltica no se estudiar con el conjunto de la participacin
en la llamada administracin regia, sino de forma independiente), y a la contribucin
que prestaron en un campo que estaba llamado a tener tanta importancia como era la
propaganda y la escenificacin de una imagen del rey y la realeza. Como se ver, casi
todos los posibles campos de colaboracin poltica que pudiesen rodear al monarca
tuvieron la presencia de los primados. Slo quedarn fuera de ste estudio las actuaciones que los primados llevaron a cabo en lo tocante a los conflictos polticos, por
la extensin que tal estudio conlleva 1o
~ ARRANZ GUZMN, La imagen del pontificado en Castilla a travs de los cuadernos de Cortes,
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eclesistico no era todo lo avanzada que se quera ya en tiempos de los Reyes Catlicos, persistiendo ciertos defectos entre la prelaca l 4, hay un cambio evidente en la
fonnacin de muchos de ellos en cuanto a su propia educacin, siendo habitual el que
tuviesen algn ttulo universitario. El cambio no era, sin lugar a dudas, del tipo al que
aspiraba Alonso Tostado de Madrigal, pues los obispos an se dedicaban, en muchos
casos, ms a la poltica que a la labor pastoral que como prelados tenan encomendadaIS; pero evidentemente el estudio prosopogrfico de los prelados del siglo XV castellano nos muestra una notable presencia de gente letrada con estudios universitarios
ms o menos importantes. En general los arzobispos de Toledo se enmarcaron por
completo en sta corriente, y, de hecho, formaron parte del entorno de decisin del
monarca; sin embargo, no se caracterizaron por su participacin en los diversos mbitos de la administracin regia.
El caso de Sancho de Rojas es tal vez el ms significativo, junto al de Gutierre Gmez
de Toledo. El primero de ellos perteneci al Consejo Real donde sustent su poder l6 ,
adems era oidor de la Audiencia I7 , y form parte de numerosas embajadas l8 Por su
parte, Gutierre Gmez de Toledo comenz su carrera formando parte del consejo del
infante Fernando, siendo arcediano de Guadalajara l9 , y posteriormente form parte del
Consejo Real, donde, como se podr comprobar, jug un importante papel en la prdida de poder del arzobispo Sancho de Rojas, y tambin fue embajador del rey y del
infante Enrique ante el papa20
No fueron los nicos que desempearon algn papel en la administracin regia,
aparte de la pertenencia al Consejo Real, que ser estudiado a continuacin. El resto
de los arzobispos sin lugar a dudas prestaron servicios al monarca de una u otra forma.
Eso, de hecho, les obligaba a no cumplir con sus labores pastorales en la archidicesis.
Pedro de Luna, el arzobispo que se mantuvo fuera del reino mientras vivi Enrique
m, tuvo que contar con la colaboracin del den toledano para asuntos eclesisticos,
sin duda por sus ocupaciones en la poltica del momento 21 En cuanto a Juan Martnez
Contreras as nos lo informa una bula que recibi del pontfice Martn V, eximindole
14 T. de AZCONA, El tipo ideal de obispo en la Iglesia espaola antes de la rebelin luterana, Hispania
Sacra, 21 (1958), pp. 30 Y ss.
IS [bid., p. 31, sobre la visin del prelado ideal del obispo de vila, pp. 22 Y ss.
16 Vid. infra.
17 F. PREZ DE GUZMN., Crnica del serensimo prncipe don Juan, segundo de este nombre en
Castilla y Len, BAE 68, Madr;.r!, 1953, p. 277 - 284.
18 Vid. infra.
19 F. PREZ DE GUZMN., Crnica del serensimo ... , p. 316.
20 [bid., p. 388. Cuando el monarca escap del infante Enrique desautoriz la marcha del arcediano
a Roma; pero, sin saber si el arcediano recibi la comunicacin antes de embarcar en Cdiz, aunque
no plante las propuestas del infante, s lleg hasta Roma. Ello oblig al monarca a enviar a la ciudad
eterna a lvaro de Isorna, obispo de Cuenca, para informar al papa de lo sucedido desde la muerte de
Su madre y su mayora de edad, y para pedir al papa que no diese crdito a lo dicho por el arcediano,
bid., p. 403.
21 Un buen ejemplo es su participacin en las Cortes de Guadalajara de 1408, F. PREZ DE GUZMN,
Crnica del serensimo ... , pp. 302-304.
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nobiliario dominante, sin embargo en algunos de ellos habra que plantear la duda de
si pertenecan al consejo privado del monarca o al Consejo Real propiamente dicho
pues las crnicas o los documentos la mayora de las veces se limitan a indicar al
personaje como miembro del consejo o consejero29
Los arzobispos de Toledo se enmarcarn en esta tnica. Si bien se ha podido ver
que su participacin en otras esferas de la administracin regia fue ms bien escasa,
la presencia en el seno del Consejo Real a lo largo del reinado es constante, aunque
en algn caso pueda existir la duda de si pertenecan a uno u otro consejo.
No cabe duda de que Sancho de Rojas consigui mantener su poder durante cierto
tiempo, mientras se preparaba la mayora de edad de Juan Il, gracias al control que
tena sobre el Consejo, al cual perteneca. De hecho cabe pensar si no actuara en el
mismo como Presidente, pese a la falta de dato,s sobre ell0 30 . No fue el primero en
controlar el gobierno del reino desde esta posicion, ni siquiera de entre los eclesisticos 3l ; sin embargo las crnicas nos presentan su poder, as como su cada por la unin
de diversos rivales, que incluso encontraron apoyo en el rey. Lo cierto es que ya en
las Cortes de 1419 se reform la actuacin del Consejo, de forma que el arzobispo perdi
su preponderancia. El rey decidi tratar los temas con unos pocos y que el arcediano
de Guadalajara, Gutierre Gmez de Toledo, llevase todos los asuntos tocantes a ddivas y mercedes, ante lo cual Sancho de Rojas maravillase mucho porque cesaba
la forma que sola tener el arzobispo de Toledo, haciendo las cosas a su libre voluntad, de lo qual el arzobispo se quexaba mucho porque l quera tener solo la
governacin32. Los cambios, sin embargo, no hicieron que dejase de estar presente
en el Consejo, pues aparece entre sus miembros a la hora de partir la estancia de los
mismos en l, siendo elegido como el representante eclesistico del segundo turno
anuap3, De facto permanecera en l seguramente hasta la fecha de su fallecimiento
el da 24 de octubre de 1422, pues la crnica nos lo presenta acompaando a la corte
pese a su grave enfermedad pues aunque estaba en punto de muerte, se hizo llevar
en andas [de Ocaa a Alcal de Henares], con gran deseo que tena de estar y entender en la govemacin34.
Sobre la presencia de Juan Martnez Contreras en el Consejo Real tampoco cabe
ninguna duda, pero es probable que en un principio perteneciese slo al consejo privado del monarca. En 1422, en el momento de su eleccin capitular por indicacin regia,
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es presentado ante el pontfice como miembro del consejo regio 35, probablemente
del privado. Lo cierto es que, al menos en 1427 ya perteneca de hecho al Consejo
Real, sin que sepamos desde cuand036 La influencia que tena su parecer en el monarca se puede apreciar en que fue uno de los personajes a los que el rey dio permiso
para quedarse en la corte y en el Consejo cuando decidi la salida de la misma de la
mayora de los grandes por lo oneroso que resultaban las posadas 37 . Por ello, particip
en las importantes reuniones que se dieron entre noviembre de 1427 y enero de 1428,
cuando el rey, a peticin de algunos de los miembros, prohibi cualquier nueva confederacin nobiliaria y concedi perdn general a todo el rein0 38 De hecho, seguramente ejerci el cargo de Presidente al menos en 1429, mientras el rey entraba en el
reino de Aragn 39 Una de las principales labores que desempeara en el seno del
Consejo sera la participacin en la compilacin del Ordenamiento de Medina del Campo
de 1433 que se llev a cabo en el Consejo, probablemente ya desde 14324, lo que nos
lo mostrara en una actuacin jurdica de primer orden, actuando siempre por mandato
regio, y donde, sin lugar a dudas, tuvieron importancia sus estudios universitarios 41
Del mismo modo, Juan de Cerezuela, Gutierre Gmez de Toledo y Alfonso Carrillo
tambin formaron parte de sus miembros. Juan de Cerezuela, hermano del condestable
lvaro de Luna, hubo de sufrir por esa cercana los diversos vaivenes de la poltica
castellana, siendo obligado a dejar la Corte y el Consejo al mismo tiempo que su
hermano. Es el caso de 1441, cuando a mediados de junio form parte de los que
recomendaron al monarca el enfrentamiento con los infantes como forma de terminar
con los graves problemas polticos que se planteaban en el reino por el enfrentamiento
entre estos y el condestable42 Y que tras el asalto en Medina del Campo el da 28 de
junio de ese mismo ao, se vio obligado a huir en medio de la noche junto a su hermano
cuando el monarca se lo pidi ante la inutilidad de la resistencia a las tropas de los
En latn en el original, BN, Ms. 13018, f. 165r, y 13018, ff. 167 Y ss.
As aparece citado entre los miembros del mismo cuando se llevan a cabo las deliberaciones ante
la enemistad de los infantes con Fernn Alonso de Robres, y donde se decidi su arresto, F. PREZ DE
GUZMN, Crnica del serensimo ... , p. 442-443.
37 F. PREZ DE GUZMN, Crnica del serensimo ... , p. 445.
38 BN, Ms. 23, ff. 227r - 228v, documento del 28 de noviembre de 1427, la crnica lo sita en enero
de 1428, bid., p. 444.
39 No solamente aparece el primero entre los personajes del Consejo que el monarca orden quedar en
Sigenza, sino que era el de mayor jerarqua eclesistica y cercana al monarca (los otros eran el obispo de
Palencia y el den de Santiago), F. PREZ DE GUZMN, Crnica del serensimo ... , p. 461; 1. M. NIETO
SORIA, Iglesia y gnesis ... , p. 157.
40 J. M. NIETO SORIA, Legislar y gobenzar en la Corona de Castilla: el Ordenamiento Real de Medina
del Campo de 1433, Madrid, 2000, p. 26-27.
41 En los documentos aparece mencionado como licenciado en decretos y bachiller en leyes, por ejemplo
ACT, A.l.B.2.6b. De hecho no fue la nica actuacin de tipo jurdico que llev a cabo a lo largo del
reinado, siendo nombrado en alguna ocasin juez conservador por el pontfice y siendo llamado para actuar
como juez rbitro en alguna ocasin, O. VILLARROEL GONZLEZ, Las relaciones ... , pp. 116 y ss.
42 P. CARRILLO DE HUETE, Crnica ... , p. 415, en el Consejo tambin se encontraban por entonces
Gutierre Gmez de Toledo, arzobispo de Sevilla, y los obispos de Cuenca, Segovia, Burgos y Crdoba.
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IIII~;- - - - - - - - - - - - - infantes que haban forzado la entrada43 En cuanto a Alfonso Carrillo de Acua, ya
aparece mencionado como miembro del- Gensejo antes de ser elegido arzohispo (como
les ocurri a Juan Martnez Contreras y a Gutierre Gmez de Toledo), mientras fue
obispo de Sigenza44 Hay que recordar que Alfonso Carrillo era colaborador regio desde
tiempo atrs. Cuando estaba en la comitiva de su to Alfonso Carrillo de Albornoz,
cardenal de San Eustaquio, haba participado en la embajada al Concilio de Basilea,
y era un buen intermediario ante la Santa Sede, por su pasado como protonotario
apostlic0 45 A l le tocara estar presente en el Consejo Real en los momentos ms
difciles para su to el condestable, cuando, tras su cada en desgracia, se decidi en
el Consejo que haba de morir. El arzobispo, excusndose por su condicin eclesistica dejara la reunin instantes antes, para evitar condenar y sentenciar a su to y
mentor46
Como se ha podido comprobar, los arzobispos de Toledo formaron parte del Consejo
Real durante prcticamente todo el reinado de Juan 11, con la salvedad del caso de Pedro
de Luna, sin duda por el extrao momento que signific la minora regia. La importancia
del puesto eclesistico que ocupaban, as como la confianza que el monarca tena en ellos
(plasmada en las intervenciones que realiz en sus elecciones), eran razones de peso para
su estancia en el mismo. De hecho, eso aseguraba que, aunque no estuviesen presentes en
el Consejo Real propiamente dicho, s perteneciesen al consejo privado del rey con toda
seguridad. Adems, como poco dos de ellos desempearon el papel de presidentes, como
es el caso de Sancho de Rojas y Juan Martnez Contreras.
Sin embargo la administracin regia y el Consejo no fueron los nicos mbitos en
los que sirvieron al monarca castellano, pues, como se podr comprobar a continuacin, tambin colaboraron con l a travs de su participacin en embajadas y en actos
diplomticos, que tenan una indudable importancia poltica.
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unirse el aumento de la participacin castellana en los conflictos internacionales a partir
de la entronizacin de la dinasta Trastmara, fruto de la propia participacin internacional en la guerra civil castellana y de los compromisos adquiridos en ella48 Sin
embargo, la situacin de excepcionalidad poltico-religiosa que supuso el Cisma de
Occidente, que produjo una intensificacin de la actividad negociadora, conllev un
aumento notable de la participacin de miembros del estado eclesistico en las mismas, dada la especial naturaleza del conflicto en cuestin. Se ha llamado la atencin,
adems, sobre la continuidad que esta participacin tuvo tras el fin del Cisma, y la
idoneidad de la representacin de los monarcas por aquellos que tambin eran sus
procuradores en las negociaciones sobre el Cisma49
Durante el perodo en estudio los arzobispos de Toledo participaron en dos tipos
distintos de actividades relacionadas con la diplomacia: por un lado la propia intervencin en embajadas en nombre del monarca ante diversas instancias forneas, tanto
eclesisticas como regias; y por otro la realizacin de actividades de cierta importancia como era la recepcin de embajadas extranjeras, y la presencia en intentos de
mediacin entre bandos opuestos en el contexto de las luchas internas castellanas (lo
que ser analizado como participacin en ceremonias).
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que prestase uno de sus principales servicios en Aragn, formando parte de dos de las
comitivas que se enviaron a las Cortes Generales de aquella Corona, como representantes de la candidatura del infante castellano al trono vacante tras la muerte de Martn
el Human053 . Y poco despus, siendo ya rey de Aragn don Fernando, an particip
en la delegacin castellana que acudi a la Corte aragonesa en Pescola formando parte
de la comitiva que acompaaba a la infanta castellana Mara para celebrar su boda con
el infante aragons Alfonso, ya en el mes de mayo de 1415 54 . Apenas dos meses despus
de celebrarse stas, el papa Benedicto XIII provea en l, que probablemente an estaba
presente en Pescola, el arzobispado de Toled0 55 , en lo que podemos considerar
perfectamente como un premio poltico56.
La principal actuacin de un arzobispo de Toledo en actividades diplomticas en
vida de Juan II de Castilla, sin embargo, fue ja. desempeada por Juan Martnez
Contreras en el Concilio de Siena, pese a qe las razones para la presencia del prelado
castellano en Italia no era la asistencia al mismo, sino la confirmacin por el pontfice
romano de su eleccin capitular como arzobispo. Sabemos que ste lleg a Roma en
el mes de abril de 1423, presentndose ante la Curia el da 18 del mism0 57 . Si bien
los problemas surgidos en cuanto a su eleccin hicieron que su estancia se prolongase
en la pennsula itlica durante ms de un ao, tambin impidieron que asistiese al
Concilio una vez comenzadas sus reuniones 58 . Seguramente el arzobispo no se incorpor hasta bien avanzado el ao, seguramente con posterioridad a su confirmacin y
entorno al 18 de septiembre, fecha en que asumi la presidencia de la nacin hispana59 . La legacin castellana lleg sin duda antes, pero sabemos que de hecho en junio
an no haba ningn representante hispano en el concili0 60 . Tambin sabemos que el
pontfice escribi al arzobispo toledano para que, como primado de Hispania, mirase
en el Concilio por el feliz estado de la Iglesia romana y el honor suyo y de la Sede
Apostlica61 . Esto se puede interpretar como que el arzobispo se iba a incorporar, o,
lo que es ms probable, como que se acercaban reuniones importantes y el pontfice
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----------------------------~-se aseguraba la colaboracin del primado. De cualquier forma, lo que resulta indudable
es que se hallaba presente en las ltimas reuniones del Concilio y que slo se incorpor
a las mismas tras la confirmacin del arzobispado, pasando desde ese momento a
desempear el cargo de presidente de la nacin hispana el da 18 de septiembre de
1423 62 (cargo que hasta ese momento haba desempeado Juan de Cervantes, por
entonces arcediano de Sevilla63 ), y con una deuda de gratitud con el pontfice. El nuevo
clima en las relaciones entre Iglesia y Monarqua, basadas en la colaboracin mutua,
quedaba plasmada de forma patente. Nada se sabe con seguridad sobre cul fue su
actuacin en las reuniones del Concili0 64 , pero no es arriesgado afirmar que, adems
de defender los intereses de su mentor, el monarca castellano, fuese uno de los principales defensores de la posicin pontificia en el mismo, dada la deuda que recientemente haba adquirido con l en el momento de su confirmacin. Tambin mostrara
su agradecimiento el pontfice con el primado hispano, otorgndole ese mismo ao
permiso para que pudiese testar sus bienes en la persona de quien l quisiese y defendiendo sus derechos de primaca65 Poco despus del fin de las reuniones conciliares Juan Martnez Contreras regresaba a Castilla, siendo recibido por la Corte en Ocaa
en el mes de mayo de 142466
De nuevo veremos al arzobispo realizando tareas diplomticas en nombre de Juan
JI durante el ao 1431. Tras el desenlace blico que tuvo el conflicto con los infantes
de Aragn desde finales de 1429, incluida una entrada militar de Juan II en el reino
vecino por Ariza, se establecieron conversaciones para llegar a un acuerdo que llevase
a la paz entre Castilla, Navarra y Aragn. stas comenzaron en el real asentado cerca
de El Majano (cerca de Soria)67, tras lo cual el monarca dej la zona oriental del reino.
Probablemente Juan Martnez Contreras permaneciese en la zona tras el regreso del
monarca de su entrada en Aragn, cuando le haba ordenado quedarse en Sigenzajunto
a otros miembros del Consejo para despachar los asuntos del rein0 68 Tras el retorno
de Juan II aparece junto a l en El Majano, en el momento de firmar las treguas, como
se ha dicho, y desde ese momento deja de ser mencionado en la Corte junto al rey,
que preparaba ya la entrada en Granada. De hecho, el prelado toledano qued con la
M. C. MILLER, Participation ... , p. 404.
Ibid., p. 40!.
64 J. F. RIVERA RECIO, Los arzobispos ... , p. 109, de nuevo sin citar sus fuentes, dice que tuvo especial
relevancia en la designacin de Basilea como sede del siguiente Concilio.
65 ACT, A.8.L.!.!. 17; Y X.7.AA.2, respectivamente.
66 F~ PREZ DE GUZMN, Crnica del serensimo ... , p. 427, vid. supra. Sin duda el conocimiento
de ste Concilio y de la participacin castellana en l, es muy escaso, lo que slo es extensible al conjunto
de la por entonces llamada natio Izi.\pa/w (no al resto de Europa, gracias al estudio de W. BRANDMLLER,
Das Kmlzil van Pavia-Siena, 2 vals., Mnster, 1968/1976). Teniendo en cuenta que en sus reuniones se
llevaron a cabo importantes decisiones sobre la reforma de la Iglesia, y que su corta duracin no le puede
restar relevancia (M. C. MILLER, Participation ... , p. 393 y ss.), se hace necesaria una investigacin
ms profunda del mismo, labor que realizo en estos momentos.
67 F. PREZ DE GUZMN, Crnica del serensimo ... , p. 486.
68 F. PREZ DE GUZMN, Crnica del serensimo ... , p. 461; J. M. NIETO SORrA, Iglesia y gnesis ....
p. 157, vid. supra.
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misin de llevar a buen puerto las negociaciones entre los tres reinos. As, Juan Martnez
Contreras aparece al servicio regio en la frontera con Aragn 69 , y posteriormente
despachando diversos asuntos del arzobispado desde greda (localidad situada cerca
de la rayara. Es muy probable, por tanto, que desde ese momento permaneciese en
greda, para poder llevar a cabo las negociaciones, lo que le impedira estar presente
en las ceremonias que se llevaron a cabo en la catedral de Toledo cuando el ejrcito
real iba a partir hacia el reino nazar con Juan n al frente 7l
El arzobispo entr en el reino de Aragn para llevar a cabo su tarea en alguna
ocasin, momento en el que tuvo lugar un conflicto eclesistico al prohibirle entrar el
obispo de Tarazona en la ciudad con la cruz alzada, como smbolo de su primaca72 .
El problema fue apelado a Roma, pues el arzobispo de Tarazona apareca defendiendo
la supuesta preeminencia del arzobispo de Zaragoza73 , no solucionndose el conflicto
hasta el ao 1433 y con intervencin directa de Eugenio IV a favor del primado toledan0 74
Las ltimas noticias referentes a Juan Martnez Contreras y esta embajada lo sitan
en greda todava en julio de 1431, cuando atenda desde all ciertos asuntos del
arzobispad0 75 Seguramente su ocupacin en la frontera aragonesa le impidi estar
presente en las ceremonias que se llevaron a cabo de nuevo en Toledo con ocasin del
regreso victorioso del rey16. Sin duda, esto mismo tambin le hizo imposible volver
a encabezar el Consejo mientras el rey entraba en Granada. En esta ocasin el monarca situ en tal posicin a Sancho de Rojas, obispo de Astorga, que acababa de regresar
de una embajada en Inglaterra77 , al que orden acudir y permanecer en Crdoba junto
a Alonso de Cartagena, den de Santiago y Segovia y Pero Lpez de Miranda, abad
de Santander y Capelln Mayor78
Ninguna participacin ms tuvieron los arzobispos de Toledo en embajadas durante
el reinado de Juan n. Sin duda, la activa participacin de los mismos en la poltica
del reino, as como en las luchas que se sucedieron, impidi que desarrollasen tareas
de este tipo, al preferir el monarca tenerles junto a l o prestndole otro tipo de servicios. Incluso podemos pensar que el conflicto eclesistico desatado con Aragn por
ACT. A.8.L.l.3.
ACT. V.9.C.1.3. Localidad en la actual provincia de Soria, a los pies del Moncayo y cercana a
Tarazona.
71 De hecho. en las ceremonias que se realizan la misa fue realizada por el obispo de vila Diego
de Fuensalida. La principal dignidad toledana que participa es el arcediano de Toledo Vasco Ramrez de
Guzmn; F. PREZ DE GUZMN, Crnica del serensimo ... , p. 495.
72 J. F. RIVERA RECIO, Los arzobispos .... p. 110.
73 ACT. X.8.D.1.2a.
74 ACT. X.8.D.1.2; O. VILLARROEL GONZLEZ, Las relaciones ... , p. 48 Y ss.
75 ACT. V.9.C.1.3a, llegaba a un acuerdo con el Honrado Concejo de la Mesta sobre el trnsito de
ganados por tierras del arzobispado.
76 Estas han sido consideradas como el mejor ejemplo de todo un ciclo de ceremonias en torno a la
victoria regia. J. M. NIETO SORIA, Ceremonias de la realeza ... , p. 155 Y ss.
77 J. M. NIETO SORIA, Iglesia y gnesis ... , pp. 301-302.
78 F. PREZ DE GUZMN, Crnica del serensimo .. ., p. 496.
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la condicin de primado del arzobispo pudo jugar un importante papel a la hora de elegir
el monarca otros colaboradores para tales tareas. Pese a ello, se ha visto que la escasa
presencia tiene relativa trascendencia, sobre todo por la asistencia del arzobispo Juan
Martnez Contreras al Concilio de Siena.
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es significativa la presencia del arzobispo toledano, uno de los principales colaboradores en esos momentos del monarca castllano, que haba dirigido el reino mientras el
rey entraba en Aragn, y que posteriormente sera el encargado de ultimar las negociaciones, como se ha podido comprobar.
Aos despus nos encontramos con una ceremonia semejante a la llegada de los
embajadores del rey de Francia (el arzobispo y el senescal de Tolosa84 ). Es esta ocasin los nobles y eclesisticos que se encontraban en la Corte salieron a recibir fuera
de Madrid a los embajadores por encargo regio, y entre ellos se encontraba el recientemente elegido Juan de Cerezuela. Tras la recepcin, todos les acompaaron hasta el
alczar real, donde el monarca les recibi bajo pali0 85 En esta ceremonia86 , que pese
a la riqueza ceremonial que muestra se enmarca todava en una primera poca de las
mismas, pasando posteriormente a darse en ellas un despliegue mucho mayor de ornamentacin y boat0 87 , vemos que de nuevo participaron los eclesisticos, con la
presencia de dos colaboradores regios: Juan de Cerezuela y Pedro de Castilla, ambos
elegidos gracias a la intervencin regia 88 Tras todo el ceremonial comenzaran las
negociaciones y otro tipo de agasajos, como fueron las comidas que les dispensaron
el rey, otro da el condestable y por ltimo el propio arzobisp0 89. La participacin del
arzobispo de Toledo en el conjunto de estas ceremonias se puede calificar, pues, de
principal. No slo estuvo presente en la recepcin y la entrada solemne en la villa y
en el alczar regio, sino que fue uno de los personajes de la corte que particip de forma
ms activa en el agasajo de que se hizo objeto a los embajadores, lo que no dejaba
de colaborar en la misin propagandstica de la imagen de Juan 11 de Castilla que con
todo ello se estaba dando.
En general, se puede asegurar que la participacin de los arzobispos de Toledo en
otro tipo de actos de tipo diplomtico fue tan poco abundante como en el caso de las
embajadas. La importancia no es tanto cuantitativa como cualitativa, pues las intervenciones que llevaron a cabo fueron destacadas por la imagen que podan dar de ellos
en cuanto a la confianza que el monarca les mostraba. De nuevo vemos como en todo
esto tendra gran relevancia la cercana al monarca, pero en estos casos la pertenencia
de los arzobispos a la familia y al grupo poltico del condestable tuvo que jugar tambin un importante papel.
~abe
destacar que durante ~u estancia en Madrid el senescal Bernard du Rosier termin su obra
Breve tratado de los embajadores, que se ha considerado como el primer libro de enseanza prctica de
la diplomtica, G. MATTINGLY, La diplomacia del renacimiento, Madrid, 1970, p. 65.
85 L. BARRIENTOS, Refundicin ... , pp. 168 - 169, P. CARRILLO DE HUETE, Crnica ... , p. 179.
86 La recepcin de los embajadores por personas acordes a su dignidad era una de las caractersticas
de stas en el contexto occidental, G. MATTINGLY, La diplomacia ... , p. 77.
87 J. M. NIETO SORIA, Ceremonias de la realeza ... , p. 139.
88 Sobre la eleccin de Juan de Cerezuela ver mi Las intervenciones regias ... , pp. 179 Y ss.; sobre
Pedro de Castilla, mi otro trabajo Pedro de Castilla (1394-1461): un obispo de Osma y sus relaciones
con la Monarqua, Celtiberia (en prensa).
89 L. BARRIENTOS, Refundicin ... , pp. 169.
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90 J. M. NIETO SORIA, Ceremonias de la realeza ... , pp. 159 Y SS.; del mismo autor Iglesia y gnesis..., p. 223.
91 J. M. NIETO SORIA, Iglesia y gnesis ... , p. 224.
92 Sobre la toma de postura del episcopado en el conjunto de la poca bajomedieval, y en concreto
de la poca Trastmara, ibid., pp. 251 Y ss.
,93 L. SUREZ FERNNDEZ, Nobleza y Monarqua. Puntos de vista sobre la historia poltica
castellana del siglo XV, Valladolid, 1975 (2" edicin).
94 J. M. NIETO SORIA, Ceremo/lias de la realeza ... , pp. 69 Y ss.
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y los planteamientos que la Monarqua utilizaba. La presencia en ellos de miembros
del episcopado no era casual, siendo normalmente personajes del entorno regio.
Todo ello es perfectamente aplicable al extenso reinado de Juan JI. Ya durante la
minora encontramos ejemplos de ello, y posteriormente, cuando el rey tome el poder,
seguir ocurriendo.
El primer ejemplo lo encontramos con Pedro de Luna, el arzobispo, que probablemente acababa de incorporarse a la vida poltica del rein0 9 S, particip en las Cortes
que se celebraron en Guadalajara a principios de 1408, donde habl, en su condicin
de arzobispo de Toledo, como representante del clero castellano 96
Mucho ms importante result el papel jugado por Sancho de Rojas en la apertura
de las Cortes de Madrid de 1419. En ellas se iba a producir el acceso del monarca a
la mayora de edad, con lo que tenan una espeGiaLrelevancia como inicio efectivo del
reinado, a lo que se aada la situacin poltica confusa que se planteaba por la divisin de los infantes de Aragn 97 Esto no dejaba de darles un aspecto semejante a
un ascenso al trono, pues de hecho se trataba de un inicio manifiesto del ejercicio del
poder98 En ste acto destac la gran participacin que hubo de miembros del episcopado castellano: los arzobispos Sancho de Rojas de Toledo, Lope de Mendoza de
Santiago y Diego de Anaya de Sevilla, y los obispos: Pablo de Santa Mara de Burgos
(que tambin era Canciller Mayor), lvaro de Isorna, obispo de Cuenca; Juan de
Tordesillas, obispo de Segovia; Juan de Morales, obispo de Badajoz y maestro del rey;
y por ltimo Gutierre Gmez de Toledo, arcediano de Guadalajara 99 Es decir, se
encontraban presentes las principales dignidades eclesisticas del reino, junto a colaboradores de Enrique I1I, del infante-regente Fernando, y miembros de los bandos que
empezaban a formarse en la Corte (buen ejemplo de estos dos ltimos casos sera
Gutierre Gmez de Toledo, arcediano de Guadalajara). La presencia del arzobispo
Sancho a la cabeza es significativa, no slo era el principal eclesistico del reino, sino
que tambin era quien, hasta ese momento, haba tenido mayor cabida en el poder junto
al rey, an menor de edad, desde la muerte de la reina. Esto se vera plasmado por
el hecho de que fuese el arzobispo quien diese el discurso inicial de las Cortes, estando reunidas en su persona aparentemente el poder regio y la cabeza del estamento
eclesistico. El discurso se enmarca perfectamente dentro de lo que se ha dado en llamar
discurso ceremonial, pues se trataba del acto solemne de inauguracin de las Cortes
que, adems, significaban el acceso de hecho al poder del monarca 100. De esta forma
f
~.
VILLARROEL GONZLEZ, Las intervenciones regias ... , pp. 155 Y ss.; Y Las relaciones ... ,
pp. 6-7.
96 F. PREZ DE GUZMN, Crnica del serensimo ... , pp. 302-304, A. GARCA DE SANTA
MARA, Crnica de Juan 11 de Castilla, ed. Juan de Mata Carriazo y Arroquia, Madrid, 1982, pp. 202
Y ss.
97 Situacin que no dej de ser aprovechada por las Cortes, J. V ALDEN BARUQUE, Las Cortes
de Castilla y las luchas polticas del siglo XV (1419-1430), Anuario de Estudios Medievales, 3 (1966),
pp. 298-299.
98 J. M. NIETO SORIA, Ceremonias de la realeza ... , p. 29.
99 F. PREZ DE GUZMN, Crnica del serensimo ... , p. 377
100 J. M. NIETO SORIA, Ceremonias de la realeza ... , p. 69.
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El texto del discurso en F. PREZ DE GUZMN, Crnica del serensimo .... pp. 377-378.
El arzobispo desde que vida esta novedad. e que ninguna cosa le haba seydo dicho ante que
este mandamiento se hiciese, maravillase lIlucho, ibid. p. 378.
103 Cortes de los antiguos reinos de Len y Castilla. editadas por la Real Academia de la Historia, Madrid, 1866, Tomo III, pp. 23 Yss. el original de donde fue transcrito en BN. Ms. 13259, ff. 23v.; (oo.) las qua les
dichas ocho monedas la vuestra sennora manda coger este dicho anno sin ser primeramente otorgadas por
las c;ibdades e villas de los vuestros regnos e por sus procuradores en su nombre.
101
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~sa cercana, vista como perjudicial para el reino, sera alegada por el infante Enrique en la carta
que escribi a los concejos para dar su versin del Golpe de Tordesillas, AGS, Cmara de Castilla,
,
Diversos, lego 11, n 9.
105 ( ... ) que bien sabe vuestra alteza commo por su mandado, en la vuestra rreal presenr,ia 110S fue
dicho e declarado el lunes que pas que fue veynte das de mayo, por el arr,obispo de Toledo la rrazn
del dicho llamamiento, Cortes, III, p. 23.
106 J. M. NIETO SORIA, Ceremonias de la realeza ... , p. 69-70.
107 bid., p. 71.
108 S. de DIOS, La evolucin de las Cortes de Castilla durante el siglo XV, Realidad e imgenes del
poder. Espaa afines de la Edad Media, Valladolid, 1988, coord. Adeline Rucquoi, pp. 137-169, p. 160.
Hl9 F. PREZ DE GUZMN, Crnica del serensimo ... , p. 387.
110 Vid. supra, apartado 3.2.
111 F. PREZ DE GUZMN, Crnica del serensimo .... p. 486: y L. BARRIENTOS, Refundicin ....
pp. 168 - 169, P. CARRILLO DE HUETE, Crnica ... , p. 179: respectivamente.
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vena a darse por la propia condicin de eclesisticos que tenan, al ser intermediarios
eficaces para la negociacin con los embajadores extranjeros, que habitualmente tambin eran clrigosl1 2, aunque por lo general en las recepciones predominasen los nobles
en el cortejo de recibimiento ll3 .
Sin embargo, hemos de destacar aqu la importancia que su participacin en stas
ceremonias poda poseer a la hora de potenciar la capacidad que estas solemnidades
tenan para mostrar una imagen del rey que fuese perceptible tanto por los embajadores que eran recibidos, como por el conjunto del reino que poda acceder a ellas. Desde
nuestro punto de vista, la situacin poltica especfica que rode a cada una de las dos
recepciones que se han comentado tuvo una especial influencia en la forma en que stas
se realizaron. El que la primera de ellas se llevase a cabo sin especial ceremonia de
recibimiento, como comenzaba a no ser comn en aquella poca ll 4, se debe sin lugar
a dudas a que se estaba recibiendo a los embajadores de dos reinos con los que en
ese momento exista un conflicto en curso. Esto explica la austeridad con que se desarroll la misma, solamente con la bienvenida de los mismos por el rey, acompaado
por el Consejo y prescindiendo del recibimiento de los embajadores a las afueras de
la villa. Adems, la presencia del Consejo, con el arzobispo de Toledo a la cabeza,
aparenta ser un intento de mostrar la unidad del grupo nobiliario en torno al monarca,
as como de los principales jerarcas de la iglesia castellana lIS.
Frente a esta austeridad con la que se acogi a los embajadores aragoneses y
navarros, choca la fastuosa ceremonia que se realiz para recibir a los franceses.
Comenz con la recepcin de los mismos a las afueras de Madrid por los principales
personajes del entorno regio, donde, de nuevo, nos encontramos al arzobispo de Toledo.
El espectculo pblico que todo esto signific, as como el desfile que debi sucederle
por las calles de la villa hasta llegar al alczar regio, tuvo que resultar de gran atractivo por la participacin de grandes personajes. sta parte de la ceremonia es la que
ms capacidad de propaganda hacia el pueblo refleja, mostrndose en ella cmo los
grandes del reino aparecan unidos prestando un servicio a su soberano. La participacin del estamento eclesistico tampoco tuvo que pasar desapercibida, colaborando en
la plasmacin, y en un cierto aumento, de los efectos deseados por la Monarqua.
Tras todo ello, y en un plano de inters distinto, seguiran las solemnidades privadas en el alczar, donde Juan 11 recibi a los embajadores y a la comitiva bajo palio,
smbolo religioso de gran importancia al plasmar la soberana regia l16 , as como las
celebraciones que se dieron en los das siguientes, donde el arzobispo particip de forma
activa en el agasajo. Todo esto continuaba con la tnica que la recepcin a los emJ. M. NIETO SORIA, Iglesia y poder real ... , pp. 48-58.
J. M. NIETO SORIA, Ceremonias de la realeza ... , p. 139.
114 G. MATTINGLY, La diplomacia ... , p. 77.
115 No olvidemos que adems se encontraba el arzobispo de Compostela, Lope de Mendoza, F. PREZ
DE GUZMN, Crnica del serensimo ... , p. 486.
116 Siendo un smbolo de orden religioso pas a lo largo del siglo XV a ser utilizado por la Monarqua, llegando a ser un atributo ms de la realeza, realizndose un traslado de la soberana divina a la
regia, J. M. NIETO SORIA, Ceremonias de la realeza ... , p. 195.
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bajadores haba tenido hasta ese momento: con los principales personajes del entorno
regio (nobles y eclesisticos). As, se explica que los emisarios primero comieran con
el rey, luego con el condestable y por ltimo con el arzobispo de Toledo l17 Los principales colaboradores regios en cuestiones polticas en ese momento, entre los que se
encontraba indudablemente el prelado toledano, participaron para dar una clara imagen de grandiosidad de la corte castellana, as como de unin en torno al monarca.
4.3. LAS ENTRADAS REGIAS
Las entradas reales han sido estudiadas desde tiempo atrs, tambin en el caso
castellano, siendo buenos ejemplos de la capacidad que estas ceremonias tenan para
plasmar una idea especfica de la Monarqua, y.. cmo sta en concreto era muy til
al ser un acontecimiento comn que se daba por todo el reino. Ciertamente las entradas reales eran unos fastos que utilizaban el espectculo como forma de propaganda,
dado el carcter popular que podan tener, y a travs de las cuales se daba una
plasmacin de la soberana regia l18 . Si bien una entrada regia poda tener un carcter
ms modesto que otro tipo de festejos que la Monarqua realizaba, sin duda su repeticin y su talante de exposicin de la dignidad regia les daba una gran importancia l19 .
Tambin en este caso nos encontramos con la participacin arzobispal, de nuevo,
de Juan de Cerezuela, en una ceremonia regia. Se trata de la entrada que llev a cabo
el monarca en la villa de Tordesillas en 1439 acompaado por un numeroso squito
de nobles, entre los que se encontraba el primado, para llevar a cabo las reuniones que
se haban acordado con el fin de buscar una salida negociada al conflicto poltico 120.
Ante la llegada del rey a la villa el conde de Haro orden a su hermano Fernando de
Velasco salir a recibir al cortejo regio, acompaado de muchos caballeros que iban
ataviados y pertrechados con un lujoso equipo de guerra l21 . stos, se pusieron en guarda
del monarca y le acompaaron hasta la puerta de la villa, donde les recibi el conde
de Hara. ste acudi al rey tambin vestido en hbito de guerra, le hizo reverencia,
y record a todos los presentes que haban de dejar las armas que llevaban y prestar
juramento como se haba acordado.
L. BARRIENTOS, Refundicin ... , pp. 169.
J. M. NIETO SORIA, Ceremonias de la realeza ... , pp. 130-131.
119 R. de ANDRS DAZ, >-as 'entradas reales' castellanas en los siglos XIV y XV, segn las crmcas de la poca, En la EspCl/ia medieval, 4 (1984), 1, pp. 47-62, p. 47.
120 N. F. MARINO, El Seguro de Tordesillas ... , p. 76, se le menciona como Juan de Luna, que
evidentemente no poda ser el hijo del condestable al contar por entonces con cuatro aos (haba nacido
en 1435, L. BARRIENTOS, Rejillldicin del Halconero, p. 186; Crnica de don lvaro de Luna, p. 146;
F. PREZ DE GUZMN, Crnica del serensimo ... , p. 534; P. CARRILLO DE HUETE, Crnica del
Halconero ... , pp. 211-212). Tambin acompaaron al monarca castellano: el rey de Navarra, Ruy Daz
de Mendoza, Pero Ruiz Sarmiento, Pero Garca de Herrera, Juan de Silva, Perafn de Ribera, Pedro de
Acua. Gmez Carrillo de Acua, Luis de la Cerca, Diego Hurtado y el doctor Periez.
121 N. F. MARINO, El "SegU/v de Tordesil!a.\ ... , p. 76, COllunCl gran esquadra de gente de armas muy
bien aderezados ass de ameses como de caballos, y cubiertas. y paramentos, a le rescebir muy gran trecho
de la vil/a.
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R. de
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N. F.
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[bid.,
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-mp. PREZ DE GUZMN, Crnica del serensimo ... , p. 586; O. VILLARROEL GONZLEZ, Pedro
de Castilla ... .
128 L. BARRIENTOS, Refundicin ... , p.223.
129 J. M. NIETO SORIA, Ceremonias de la realeza ... , p. 131.
130 R. de ANDRS DAZ, Las 'entradas reales' ... , p. 55.
131 J. M. NIETO SORIA, Ceremonias de la realeza ... , pp. 130 Y ss.
132 Clemesyn: color carmes, aparece como tal en los siglos XIV y XV. M. ALONSO, Diccionario
medieval espmlol, Salamanca, 1986, l, p. 704.
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metal precioso. El rey se postr para adorar la cruz, momento en el que el den la cogi
en sus manos y comunic al monarca la costumbre que exista de que antes de entrar
un monarca por primera vez en la catedral jurase guardar las libertades, privilegios,
fueros y costumbres de la misma. El rey acept y jur poniendo su mano derecha sobre
la cruz 133.
A la hora de analizar las entradas reales, se las ha dividido en entradas en tiempos
de paz, en tiempos de guerra y las entradas tras una victoria l34 Los actos que se
realizaron en la catedral de Toledo en el momento de la entrada del monarca en la
catedral recuerdan ms a una entrada en tiempos de guerra que a los de tiempos de
paz. Esto es achacable a la situacin concreta del momento, pues nos encontramos ante
el inicio efectivo del reinado tras alcanzar el monarca la mayora de edad.
Como se sabe, era costumbre al inicio de los reinados que tanto las ciudades como las
iglesias solicitasen al nuevo monarca la confirmacin de los privilegios que les haban sido
concedidos por sus antecesores. La posicin privilegiada de la Iglesia, sobre todo en
aspectos econmicos y fiscales, qued definida en la segunda mitad del siglo XIII 13S ,
mientras que en el perodo Trastmara la tendencia que se manifest fue la de asegurar esa
condicin privilegiada tal y como haban quedado definidas, sobre todo despus de situaciones de usurpacin como se haban dado en la guerra civil 136 En esta tnica, el propio
archivo capitular de Toledo nos muestra cmo la Iglesia toledana mostr su preocupacin
en ver confirmados sus privilegios cuando comenz el reinado, solicitando la misma a los
regentes 137. E, incluso, ocurri lo mismo una vez que comenz el reinado efecti va de Juan
n, probablemente aprovechando la presencia del monarca en Toledo 138 Dentro de este
contexto, la ceremonia realizada en la catedral de Toledo tendra un objetivo evidente, por
parte del den y cabildo de la Iglesia, como era el de conseguir asegurar de forma directa
y del propio monarca la permanencia de todos sus privilegios y derechos. Adems, la
ceremonia de recepcin no desentonara con el lujo mostrado por la que el concejo haba
realizado y parecera todo incluido en el mismo contexto.
Pero el acto no era una prestacin unidireccional de servicios. A raz de l la
Monarqua tambin vea asegurados ciertos objetivos, con un eminente carcter propagandstico. Hay que tener en cuenta que el personaje que va a participar en la
ceremonia como uno de los principales, adems del rey, era Juan Martnez Contreras,
el posterior arzobispo que en esos momentos era den de Toledo 139 , que, como se ha
podido comprobar, fue un gran colaborador regio en los aos sucesivos. Por medio de
un acto semejante no cabe duda que quedaba perfectamente plasmada la figura ya
mencionada del rey cristiansimo, en este caso concreto como protector de su Iglesia l40 .
m ACT. VA.A.l.60.
R. DE ANDRS DAZ. Las 'entradas reales' ... . p. 48.
135 Ver al respecto J.M. NIETO SORIA. Iglesia y poder real..., pp. 102-110.
Uf> J. M. NIETO SORIA. Iglesia y gnesis .... pp. 95-96.
137 ACT. Ll1.A.l.l1. O.8.E.5.5. por ejemplo.
lJ8 ACT. O.8.E.5.7.
U9 Ya aparece con tal cargo desde julio de 1409, ACT, A.l.B.2.6a.
140 J. M. NIETO SORIA, FlIndamento,\' ideolgicos..., pp. 80 Y ss.
U4
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La presencia en l del cabildo al completo, as como del den, que, adems, era vicario
general de la archidicesis de Toledo en nombre del arzobispo Sancho de Rojas l41 ,
vestidos con lujosos ropajes, y en un marco de eminente carcter religioso tambin
adornado de forma muy rica, hara que fuese un espectculo, lo que al tiempo la haca
muy til para la plasmacin de esas caractersticas regias. Si bien las ceremonias de
recepcin por parte de las ciudades eran organizadas y costeadas por las ciudades, pero
bajo la direccin y las indicaciones regias, esta ceremonia no parece que haya sido
indicada por la Monarqua (pues responde a unos objetivos implcitos de evidente
beneficio para la iglesia toledana), hemos de pensar que el monarca estaba informado
de ello, pudiendo ser aprovechado por el mismo para aumentar el efecto causado por
la recepcin de la que haba sido objeto por parte de la ciudad, al ser realizadas una
tras otra.
Otro aspecto importante de esta ceremonia es que en ella no estuviese presente el
arzobispo de Toledo Sancho de Rojas. Siendo como haba sido uno de los principales
colaboradores regios, y el principal personaje de la corte en los ltimos aos de la
minora de edad, es muy significativo el que no se encuentre en la serie de actos que
se desarrollaron en torno al joven monarca y que iban a significar una notable exposicin del mismo. Aparentemente la causa de todo ello parece encontrarse en el evidente y momentneo alejamiento del poder poltico que haba sufrido el primado
toledano tras las Cortes de Madrid, ya mencionado l42 Sin embargo se puede comprobar que no es tal, y que tal alejamiento no es tan real como parece (como ya se ha
podido comprobar al hablar de los discursos). La no presencia estuvo causada por la
organizacin que hizo el monarca del Consejo. La decisin por parte de Juan 11 de dividir
la presencia de los grandes en el mismo hizo que la asistencia de eclesisticos quedase
reducida a tres personajes, uno por cada cuatrimestre en que se dividiran las estancias. La primera sera para el arzobispo de Santiago Lope de Mendoza, la segunda para
Sancho de Rojas, y la tercera para el arcediano de Guadalajara, Gutierre Gmez de
Toledo 143. Esta medida, que fue tomada por el monarca a finales del verano del ao
1419 en Segovia l44 , hace probable que el arzobispo de Toledo an tuviese que estar
ausente del Consejo, y por tanto de la Corte, a finales de ese ao, momento en el que
se dio la entrada en Toledo del rey y las ceremonias consiguientes. Debi entrar en
la misma poco tiempo despus, pues en el mes de mayo de 1420 se encontraba en la
Corte, donde lleg a un acuerdo con el infante Enrique sobre la jurisdiccin del arzobispado y la de la OrdenIe Santiago, y donde ofreci el discurso de apertura de
las Cortes de Valladolid 145. Por ello, no pudo estar presente en las solemnidades que
se realizaron a la entrada de Juan JI, sin embargo, la presencia de su vicario general
ACT, Y.2.D.1.27.
Vid. supra.
143 F. PREZ DE GUZMN, Crnica del serensimo ... , p. 379.
144 A finales del mismo Sancho de Rojas an estaba en la Corte cn Segovia, pues aparece pidiendo
al monarca que defienda las rentas del arzobispado de posibles abusos, ACT, Y.S.B.1.4.
145 AGS, Cmara de Castilla, Diversos. lego 1. n 16: sobre cl discurso dado por el prelado en Valladolid, vid. supra.
141
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en la archidicesis, Juan Martnez Contreras, que tambin era un eminente colaborador regio, haca que, en cierto modo, su persona estuviese presente en las mismas.
5. CONCLUSIONES
La colaboracin poltica entre el poder arzobispal de Toledo y la Monarqua en
tiempos de Juan II de Castilla, fue estrecha y constante a lo largo de todo el perodo
con los diversos prelados que se sucedieron en la mitra. Se ha podido comprobar cmo
fueron mltiples las facetas en las que se dio esta cooperacin, y tambin cmo algunos de los primados participaron de forma ms estrecha que otros. Esta forma de
actuar de los arzobispos de Toledo fue prcticamente constante, como se ha podido
comprobar, y, evidentemente, en ello jug un importante papel el que el propio Juan
II hubiese podido dirigir la eleccin hacia aquellas personas que l estimaba ms
convenientes, lo que llev a que siempre pudiese encontrar en ellos a colaboradores
dispuestos y eficientes.
La presencia en el entorno regio de los arzobispos de Toledo, as como su colaboracin en diversos mbitos con el monarca, fue prcticamente constante a lo largo de
todo el reinado. La importante presencia de todos los primados en el seno de la Corte
y en especial en el Consejo Real, hizo de todos ellos personajes de gran relevancia
poltica en la Corona de Castilla. Sin duda, su presencia en el entorno regio les haca
candidatos idneos ante los ojos del monarca para una estrecha colaboracin, sobre
todo a partir de Juan Martnez Contreras (por las razones ya aludidas sobre sus elecciones). Son destacables los datos que nos muestran a algn prelado junto a Juan II
en la vida cotidiana 146 , lo que, sin duda, podra influir de forma ms eficaz en su nimo
a la hora de buscar colaboradores, y que vendra a unirse a la confianza ya demostrada
y a la importancia del cargo que ostentaban.
Sin embargo, como se ha podido comprobar, sta participacin tuvo una escasa
relevancia en lo tocante a rganos de la administracin regia, que, en general, fue
reducida en comparacin con el resto del episcopado. Buen ejemplo es el caso de la
Audiencia Real, rgano de la justicia regia, donde slo Sancho de Rojas aparece como
oidor. Se ha podido comprobar que su actividad se centr principalmente en el Consejo Real, donde tuvieron una cierta importancia. Incluso, desempearon funciones de
gran relevancia, como era la gobernacin del reino en caso de ausencia del monarca,
1"6 L. BARRIENTOS, Refundicin ... , p. 197-205 Y P. CARRILLO DE HUETE, Crnica ... , p. 231,
en ocasin de su salida de Madrid por la Virgen de Agosto en 1436; en 1437 es mencionado como uno
de los acompaantes del rey en su entrada en el Burgo de Osma, L. BARRIENTOS, Refundicin ... , p.
215, Y F. PREZ DE GUZMN, Crnica del serensimo ... , p. 529; posteriormente P. CARRILLO DE
HUETE, Crnica ... , p. 247. menciona las dificultades que pasaron al atravesar los puertos del Sistema
Central en febrero, y su permanencia junto al rey en el Burgo de Osma y Aranda de Duero, participando
junto a l en jornadas de caza, mientras el prncipe Enrique acuda a tomar las manos a la princesa
Blanca de Navarra.
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como vimos hacer a Juan Martnez Contreras mientras el rey entraba en Aragn, y
que podra considerarse, sin duda, como un ejercicio del cargo de Presidente del Consejo.
Aunque en ningn caso se le mencione como tal, cabe pensar que s lo ostent por
la semejanza de las funciones que realiz con las que llev a cabo Sancho de Rojas,
obispo de Astorga, quien poco despus las ejerci con el dicho cargo en los momentos
de la entrada en la Vega de Granada. Adems, tambin hemos visto como en su seno
realizaron importantes tareas de tipo jurdico al servicio regio. Esto, indudablemente,
da gran relevancia a sus labores de colaboracin con Juan II, dado que era el principal
rgano de la administracin de la Monarqua, y que desde l se poda influir de forma
efectiva en el gobierno de la Corona de Castilla. Todo esto no es ilgico, pues la alta
posicin poltica que el arzobispado daba a los distintos personajes que ostentaron la
mitra les haca proclives a ser colaboradores reg}Qs en su ms alta escala, por lo que
era extrao que pasasen en ese momento a participar en instancias de la administracin regia, por decirlo de alguna manera, menores.
Su presencia en la corte de forma continuada, as como la cercana a Juan I1,
plasmada en las acciones que el monarca llev a cabo en sus nombramientos, fueron
condiciones importantsimas para su capacidad de intervencin en la poltica del reinado, tanto por su colaboracin en los planes regios, como por su capacidad de influir
en los mismos a travs del Consejo. Todo esto hizo que, por su pertenencia a determinados linajes, se viesen ms o menos influidos por los conflictos polticos que se
fueron sucediendo a lo largo de toda la primera mitad del siglo. Juan Martnez Contreras
sera el nico caso que quedara fuera de esta tnica, al tener una ascendencia humilde
que lleg a ser calificada de oscural 47 . Sin embargo el resto de los prelados o pertenecieron a importantes familias del momento, o su larga carrera eclesistico-poltica
les haba llevado a mantener fluidas relaciones con los bandos en litigio, a veces con
ambos, como era el caso de Gutierre Gmez de Toledo. En algunos casos signific su
salida del entorno regio, no ya por el deseo de Juan II, sino por imposiciones polticas,
lo que nos muestra una especial faceta que nos impide relacionarlas con un alejamiento
autntico del nimo del monarca. El principal ejemplo lo vemos en Juan de Cerezuela,
que, al ser hermano del condestable lvaro de Luna, se vio muy afectado por los
avatares polticos de su hermano.
Pero la participacin en el gobierno no fue la nica tarea de relevancia poltica que
desempearon los primados. Se ha podido comprobar cmo intervinieron de diversas
formas en las nuevas formas fiue tena la Monarqua de asegurar fidelidades y apoyos:
las labores diplomticas y las actividades propagandsticas. Sin duda los primados
toledanos no fueron los ms activos en ambas; pero su participacin tuvo una especial
consideracin por la importancia que tena el cargo en s, y por los propios momentos
y actos en los que se dieron.
Efectivamente, la participacin de los arzobispos al servicio de Juan II de Castilla
en diversas labores de ndole diplomtica se ha podido comprobar que no fue muy asidua
y que lleg a ser, incluso, coyuntural. Segn se ha planteado, su presencia en emba-
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jadas fue muy escasa, centrndose tan slo en la persona de Juan Martnez Contreras.
De hecho, aunque podemos encontrar colaboraciones iIn~ortantes, como la asistencia
al Concilio de Siena en 1424, podemos considerar que Sta se dio tan slo a partir de
que tuviese que realizar el viaje a la Curia romana con rJ1(Jtivo de su confirmacin. De
hecho, la presencia de una numerosa representacin encabezada por Juan de Cervantes
indica que el monarca ya se haba preocupado por tener una buena representacin l48
No se puede decir lo mismo de su embajada en Arag n .
En un momento en el que la paz con los reinos vecinas fue caracters tica esencial,
la labor diplomtica de Juan Martnez Contreras en Arag\)n tiene una especial conveniencia. Lo que en principio era un conflicto interno deg~ner en guerra fronteriza, y
la labor de pacificacin del primado hispano a favor del l1)onarca castellano no dejaba
de tener la facultad de presentar al principal miembro d~ la jerarqua eclesistica de
la pennsula colaborando con el rey de Castilla, que acababa de rechazar y contestar
una invasin aragonesa. Sin duda el conflicto surgido en totno a la actuacin arzobispal
hizo que el monarca no volviese a contar con l en mis ione ; de este tipo en la pennsula
ibrica, por las susceptibilidades que levantaba, muy unidas a un cierto nacionalismo
eclesistico que comenzaba a hacerse patente desde el C:oncilio de Con stanza.
Todo ello no quita importancia a tales actuaciones, pues no dej de cumplir con ello
una relevante labor de representacin del monarca castellal)o tanto ante la Iglesia como
ante los reinos vecinos. Es decir, podemos considerar que la trascendencia de la
participacin del prelado toledano en las mismas es ms c:ualitativa que cuantitativa.
Es na buena muestra de que la confianza puesta por el fllt)narca en l en el momento
de su eleccin no se basaba simplemente en el intento de que ninguno de los grandes
del reino lograsen situar en la sede a un colaborador que podra llegar a oponerse a
l mismo; sino que, de hecho, nos encontramos ante un ~fectivo aliado regio, capaz
de enfrentarse a diversos tipos de tareas, y que cooper activamente con Juan II.
Por ltimo, si de hecho la representacin que se haca del poder era una forma de
propaganda de gran importancia, no cabe duda que el aPtlyo prestado por medio de
la presencia y participacin en ceremonias deba tener u')a relevancia indudable. Si
tenemos en cuenta que muchos de los actos de gobierno del momento tenan un carcter ilusorio, ms representativo que rea1 149 , no parece Ptlsible albergar dudas sobre
la magnitud representativa que la sola asistencia de los arZObispos poda tener a la hora
de que la Monarqua pudiese plasmar ciertas concepcione~ de s misma, lo que, adems, poda verse reforzado por la actuacin que pudiese desempear en su transcurso.
A partir de todo ello se venan a dar una serie de interferencias litrgico-polticas que
podan resultar muy beneficiosas para el monarca y para la imagen con la que era visto
por el reino en general.
Como se ha podido comprobar, las distintas formaS en 1as que tanto los arzobispos
de Toledo como los diversos miembros del cabildo pudierob colaborar con el monarca
M. C. MILLER, Participation ... , pp. 401 Y ss.
J. M. NIETO SORIA, Legislar y gobernar en la Corona de Castilla. El Ordenilmiento Real de
Malina del Campo de 1433, Madrid, 2000, p. 121.
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se plasmara la armona de las relaciones rey-reino, as como la majestad del rey. La
asistencia de smbolos de origen litrgico, as como la presentacin de una imagen
religiosa de las acciones del monarca venan a aumentar esa demostracin que se haca
de l. El poder regio, plasmado en los hechos, quedaba respaldado en las ceremonias,
adems de pblicamente expuesto.
Nos encontraramos, pues, ante una de las formas posibles de colaboracin aparentemente de menor importancia, siendo simplemente presencias y actuaciones en diversos actos que llevaba a cabo el rey; pero que cobraban una especial importancia como
formas de propaganda de la institucin monrquica y de conformacin de una base
ideolgica, que por un lado respaldaba sus aspiraciones y por otro haca divulgacin
de las mismas por los diversos estratos de la sociedad castellana. El carcter pblico
de muchas de las ceremonias comentadas haca de ellas una forma idnea para la
comunicacin entre el rey y su pueblo, para la demostracin de fidelidad que ste haca,
y la de poder que aquel representaba.
La colaboracin poltica de los arzobispos de Toledo con la Monarqua de Juan II
de Castilla no ha de verse, pues, como una mera prestacin de servicios administrativos. Se ha podido ver cmo la actuacin de los primados en esta faceta es menor en
comparacin con otros prelados castellanos; pero hemos de ver esta menor importancia como normal a tenor de la colaboracin en otros mbitos indudablemente ms
urgentes para el soberano, tanto del gobierno del reino, como en el intento de alcanzar
las aspiraciones de poder que la institucin monrquica tena para s misma.
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.'
LA TRADICIN DIPLOMTICA
DOCUMENTAL A PARTIR DEL ANLISIS DE
LOS SIGNOS Y SMBOLOS RELIGIOSOS
Rogelio Pacheco Sampedro
Universidad de Alcal
Todos sabemos que gracias a los archivos eclesisticos, ya la callada pero eficaz labor de sus archi veros durante siglos, se han podido conservar muchos de los documentos
que hoy conocemos de poca medieval!, Fue este un perodo de tiempo en el que la religin estuvo presente en prcticamente todos los aspectos de la vida cotidiana de las personas, ya fueran laicos o eclesisticos, nobles o campesinos, hombres o mujeres,
Como no poda ser de otra forma, esta influencia se va a ver reflejada en los testimonios escritos que se han conservado de aquella poca. En todos y cada uno de ellos,
adems de ciertas alusiones y clusulas diplomticas vinculadas a la religin y a la
divinidad. siempre estar presente la figura del Mesas en forma de Cristograma. Los
crismones suelen aparecer...,tanto en la invocacin simblica inicial como en las confirmaciones de otorgantes y testigos del escatocolo.
1 Quiero agradecer desde aqu las facilidades y comprensin con la que estos archiveros de la Iglesia
me han tratado siempre que he acudido a ellos, incluso cuando no era mas que un estudiante de los ltimos
cursos de la licenciatura de Historia. Resultara muy extenso enumerar aqu, uno por uno, a todos los
archiveros con los que he tenido la fortuna de contactar. Todos fueron correctos y amables y siempre me
ayudaron y orientaron en la medida de sus posibilidades. Por eso, quiero dedicarles este trabajo, y nada
mejor que la oportunidad que me brinda la celebracin de estas V Jornadas de Castilla-La Mancha sobre
Investigacin en Archivos para hacerlo,
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Puesto que los signos son elementos que se repiten de manera sistemtica en todos los
documentos, evaluar sus rasgos y observar su evolucin, sin duda nos ayudar a comprender mejor la verdadera tradicin diplomtica de los diplomas objeto de estudio. Su estudio,
adems, nos ayudar a interpretar correctamente su funcin dentro del propio documento.
Ahora bien, cules son los documentos objeto de estudio? Para muchos historiadores
de la escritura, medievalistas y fillogos los documentos del perodo altomedieval hace
tiempo que son conocidos y, por ello, tambin hace tiempo que dejaron de tener inters. A
lo largo del ltimo siglo los pergaminos medievales fueron objeto de numerosos y profundos estudios de los ms destacados investigadores y especialistas en paleografa, diplomtica, etc., que sentaron las bases del registro que hoy da se conoce y se da por vlido.
Las opiniones y conclusiones de estos expertos han sido tomadas como irrefutables
dogmas de fe, lo que hasta la fecha ha impedido abordar el estudio de esos mismos documentos con una nueva ptica ms moderna y objetiva.
Muchos se preguntarn de dnde proviene la osada para, llegado el caso, dudar de la opinin de personajes tan importantes en nuestras disciplinas y materias como Claudia SnchezAlbornoz, Emilio Sez, Agustn Millares o Antonio Floriano Cumbreo, entre otros muchos
que rigieron y sentaron las bases del estudio histrico de la Alta Edad Media Hispana.
Lo que a continuacin nos proponemos no es criticar la labor de aqullos a quienes
admiramos y respetamos y de los que hemos aprendido mucho de lo que sabemos. Por eso,
no vamos a entrar a valorar su trabajo; no estamos capacitados para ello y ni mucho menos
a su altura y nivel de especializacin en paleografa, diplomtica o historia en general; pero,
flaco favor les haramos si nos salimos del camino que ellos desbrozaron y abandonamos
sus enseanzas a lo largo de todo el siglo XX, de ah el inters por este tipo de documentos.
Lo que el lector de estas pginas va a descubrir a continuacin no es ms que una
pequea parte de las conclusiones a las que podemos llegar si eludimos los planteamientos hasta ahora tenidos por irrefutables e iniciamos, desde sus primeros niveles, una nueva visin diplomtica documental basada en la tcnica del anlisis de los signos y en el
aspecto externo o formato de los pergaminos altomedievales.
La Paleografa, en su poca de esplendor, estuvo muy preocupada en el anlisis de las
letras y nexos como para prestar atencin a los signos grficos. Lo mismo ocurri con la
Diplomtica, que no ha salido, en la mayora de los casos, de la mera enumeracin y
comprobacin de las clusulas formales de los textos. Ni que decir tiene que para los
medievalistas el contenido, y no la forma, es lo que ha primado hasta hoy en sus estudios
histricos basados en la documentacin medieval que, no olvidemos, prcticamente toda
se ha conservado en archivos eclesisticos.
Pues bien, qu pensaran los especialistas de todas estas ramas de la Historia de la
Escritura si llegaran a descubrir que los mimbres con los que estn hechos algunos de sus
cestos, en ocasiones los ms preciados, no son tales?2.
2 No se trata de que los dems estn equivocados y de que nosotros tengamos la solucin. De ser
cierto lo que ms adelante apuntamos, y lo que hemos venido diciendo desde que iniciamos esta serie
de trabajos, la nica conclusin vlida que podemos extraer es que los estudios sobre estos documentos,
lejos de estar agotados, como muchos suponen por su propio inters personal y acadmico, necesitan de
profundas revisiones y ampliaciones.
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-Barrau-Dihigo
'
fue uno de los primeros que a principios del siglo XX recopil y clasific los documenJ
tos reales asturleoneses: L. BARRAU-DIHIGO, tude sur les actes des rois asturiens (718-910), Revue
Hispanique XLVI (1919), pp. 1-192; Notes etdocuments sur I'Histoire du Royuame de Len. Chartes royales.
912-1037, Revue Historique X (1903), pp. 349-454. Ms tarde, Floriano, MilIares, E. Sez y finalmente
M. Lucas, entre otros, nos han legado un amplio y detallado registro de los mismos: A. C. FLORIANO
CUMBREO, Diplomtica espaola del perodo astur, 2 vals., Oviedo 1949-1951. L. SNCHEZ BELDA,
Documentos reales de la Edad Media referentes a Calicia, Catlogo de los conservados en la Seccin de Clero
del A.H.N., Madrid 1953. A. MILLARES CARLO, La cancillera real en Len y Castilla hasta fines del
reinado de Fernando Ill, Anuario de Historia del Derecho Espaol III (1926), pp. 227-306; El diploma del
~ Silo, en Joyas Bibliogrficas, Mdrid 1971; Tratado de Paleografa Espaola, 3 vals., Madrid 1983. E.
SAEZ, Coleccin documental del archivo de la Catedral de Len (775-1230).1 (775-952), en Fuentes y
Estudios de Historia Leonesa, 41, Len 1987; Los ascendientes de San Rosendo. Notas para el estudio de
la monarqua astur-leonesa durante los siglos 1X y X, Hispania XXX (1940), pp. 1-133. M. LUCAS
LVAREZ, Cancilleras reales Astur-Leonesas (718-1072), en El Reino de Len en la alta Edad Media. VlIl,
en Fuentes y Estudios de Historia Leonesa, 57, Len 1995.
4 Todos sabemos que es ms fcil destruir que crear, de igual manera, tambin es ms fcil descalificar
y eliminar un supuesto pergamino original que encontrar uno nuevo. No obstante, queremos creer que
'lo que aqu se intenta no es destruir, sino aclarar un cmulo de errores generados y admitidos con la mejor
de las intenciones, que de seguir vigentes impediran nuevos enfoques de nuestras disciplinas; como es
el caso del estrictamente semitico que fue el que nos introdujo en esta revisin.
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Como muestra, queremos presentar el siguiente estudio sobre varios de estos documentos. Comenzaremos por el diploma otorgado por Silo en el ao 775 y finalizaremos con el que Alfonso III otorg un siglo ms tarde, en el ao 875. Es decir, vamos
a abarcar todos los documentos reales conocidos hasta hoy, datados en los siglos VIII
Y IX5 .
Como ha quedado reflejado, nuestro principal objetivo y argumento es el estudio
de la evolucin de los signos grficos. Slo mediante una visin global del registro
documental nos podemos aproximar a vislumbrar la complejidad del problema.
En anteriores trabajos hemos intentado poner de manifiesto la importancia de estudiar e interpretar correctamente los signos grficos que aparecen en los documentos
y pergaminos medievales. Para ello es imprescindible tener clara una mnima secuencia en la evolucin sufrida por el diseo de estos signos a lo largo de su historia 6
Hasta la fecha, los documentos y sus contenidos han sido estudiados desde el punto
de vista histrico, lingstico, paleogrfico o diplomtico. A todas estas posibles interpretaciones tradicionales, y a sus conclusiones, deseamos sumar la que se puede
desprender del anlisis semitico de los documentos. Ni que decir tiene que para ello,
como para cualquier estudio paleogrfico o diplomtico, es imprescindible contar con
una serie fiable de documentos originales.
Aqu es donde surge el primero de nuestros problemas. Hoy en da existe un registro de documentos reales originales medievales aceptado por la mayora de los
investigadores. Del reino o perodo Astur (711-910) se conocen, hasta la fecha, seis
pergaminos supuestamente originales, otorgados por diversos monarcas cristianos del
noroeste peninsular:
1. 775-08-23, Silo (Archivo de la Catedral de Len, 1)
2. 812-11-16, Alfonso JI (Archivo de la Catedral de Oviedo, cuadernillo)
5 En esta ocasin, como en otras, debido a la obligada brevedad de este trabajo, slo podemos presentar los resultados del anlisis de unos pocos documentos, cuando lo necesario sera hacerlo con toda
la serie de documentos reales. En esto consisti la investigacin que desarrollamos en nuestra Tesis Doctoral,
Registro de la documentacin real original Asturleonesa (Signos, formato documental y registro de los
pergaminos reales originales Asturleoneses (775-1032). Coleccin fotogrfica), Universidad de Alcal,
2000 (indita). En otros trabajos, y en un futuro prximo, esperamos hacerlo con otros documentos que
presentan similares caractersticas anacrnicas, desde nuestro punto de vista.
6 El mtodo de descripcin y anlisis de los signos invocativos cristianos lo hemos expuesto en diversos
trabajos; por orden cronolgico estos son: R. PACHECO SAMPEDRO, Registro de la documentacin
real original asturleonesa (775-1032), Universidad de Alcal, julio del 2000, Tesis Doctoral (indita);
R. PACHECO y E. SOTELO, Crismones y smbolos invocativos cristianos Hispano- Visigodos, AnMal
electrnica 6, Actas del Congreso Internacional Cristianismo y tradicin latina, Mlaga, 25 a 28 de abril
de 2000 (en prensa) --comunicacin que se puede consultar en la pgina de Internet http: www.anmal.uma.es/
numero6/indice6.htm-; R. PACHECO y C. SEZ, El origen y evolucin de la cruz como smbolo nvocativo
cristiano, Actas del 11 Congreso Internacional de la Vera Cruz, Caravaca de la Cruz (Murcia), 12 al
15 de diciembre del ao 2000 (en prensa); R. PACHECO SAMPEDRO, El diploma de Silo. Datos de
semitica para un estudio diplomtico, Signo 8 (2001) (en prensa). Adems de estos, preparamos una
obra recopilatoria global sobre los crismones, que esperamos que vea pronto la luz: R. PACHECO
SAMPEDRO, Evolucin grfica del crismn cursivo asturleons desde su origen hasta el siglo XJJ. Mtodo
de estudio semitico analtico.
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',-
-----------------------------
-;~..
3.
4.
5.
6.
860-06-28,
875-07-10,
904-10-22,
905-04-03,
Hasta aqu lo admitido por Historiadores y, en general, por los especialistas en las
Ciencias y Tcnicas Historiogrficas. Cuando nos iniciamos en el tema nunca pas por
nuestra imaginacin que pudiera ser de otra forma. Estaba claro, se haban salvado media
docena de originales, de los cientos que debieron existir en su momento, otorgados por
los monarcas astures. Junto a ellos, varias copias, algunas coetneas, las ms de pocas posteriores 7 Con estos escasos testimonios debamos aproximarnos, o al menos
intentarlo, a lo que fue la evolucin de los signos lltilizados por los escribas altomedievales, para as comprender mejor su significado y funcin dentro del documento.
En primer lugar obtuvimos copias de los documentos considerados originales,
reproducidos en facsmiles y en publicaciones de diversa ndole. Lo mismo hicimos
con las copias coetneas o de momentos prximos a los de la escrituracin original
de los documentos perdidos. Finalmente, en una segunda fase del proyecto, viajamos
por media Espaa para estudiar in situ los pergaminos 8 .
Para llevar a cabo nuestro estudio y anlisis semitico, lo primero que hicimos fue
descartar muchas de las copias posteriores de los documentos originales desaparecidos. stas presentaban sustanciales diferencias al compararlas con los escasos originales conservados, tanto en el tipo y forma de la escritura y signos, como en el concepto global del formato y aspecto final del documento. Pareca claro que no intentaban ser un fiel reflejo del documento original, sino una transcripcin del contenido;
aunque las letras y signos eran parecidas, en general, carecan del rigor necesario para
considerarlos representativos de aqullos de los que se tomaron. Por otra parte, estaba
claro que algunos rasgos y diseos especficos de los signos de estas copias, e incluso
la ausencia de los mismos, no podan corresponder al momento de escrituracin de los
originales, sino al de la copia, por lo que sus signos no podan utilizarse para observar
la evolucin semitica en el reino Asturleons 9 .
7 Quienes estn interesados en una relacin pormenorizada y actualizada de todos estos documentos
y de su comentario pueden verlo en M. LUCAS, Cancilleras reales ... cit. Obra de recopilacin imprescindible para afrontar cualquier eftudio relacionado con este tema.
s Fue durante este viaje cuando ms sentimos el calor y la cordialidad de la mayora de los archiveros
de la Iglesia. La estancia en diversos centros y archivos eclesisticos, que albergan parte de la memoria
escrita de nuestro pas, difcilmente ser olvidada por quien esto escribe. De nuevo: Gracias! a todos los
archiveros en general, y a los eclesisticos en particular, por su inestimable colaboracin con los investigadores.
9 Basta comparar los documentos considerados originales de Alfonso III con los que se creen copias
posteriores de este mismo monarca para comprobar lo que decimos -ver ejemplos en M. LUCAS, Ob .
.cit.- El diseo de los signos es distinto y anacrnico, la distribucin de testigos y confirmantes resulta
chocante para la poca y ... expertos medievalistas, palegrafos y diplomatlogos nos advertan, esta vez
s, sin lugar a dudas, de que los documentos eran copias de otros pergaminos originales desaparecidos.
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No haba razn, por tanto, para incluir en nuestro pretendido estudio semitico, al
menos en una primera fase, los signos de los documentos no originales. As pues, tan
slo quedaron los 6 originales referidos como nicos representantes de la evolucin
documental y semitica de los dos siglos de nacimiento y afianzamiento del reino Astur
en el noroeste peninsular; muy poco, aunque, por desgracia, lo nico disponible 10.
Hora es ya de centrar la atencin en el documento propuesto para esta comunicacin, el ms antiguo de los pergaminos altomedievales, el diploma del rey Silo, supuestamente otorgado en el ao 775 de la era Cristiana.
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.j;
La suscripcin de Nepotianus, por encima de este espacio en blanco, parece apoyar este supuesto,
de lo contrario no creemos que hubiera estado tan apretada respecto al texto superior.
13 Segn la sucesin conocida de los reyes astures seran: Pelayo (718-737), Fafila (737-739), Alfonso
1 (739-757), Huela 1 (757-768) y Aurelio (768-774). Los siguientes a Silo (774-783) son Mauregato (783789) Y Bermudo 1 (789-791).
14 Prximo a esta poca tan slo contamos con el documento privado de Fakilo del ao 803, conservado en la Catedral de Oviedo, en el que creemos que tanto los signos como los crismones son ms
parecidos a los del documento de Alfonso 11 del ao 812 que a cualquiera de los que aparecen en el de
Silo. Ver el facsmil del documcn~ de Fakilo y su transcripcin en S. G" LARRAGUETA, Coleccin de
documentos de la catedral de Oviedo, Oviedo 1962. El facsmil del documento de Alfonso 11 del ao
812, est reproducido en J. CUESTA, Crnica del milenario de la Cmara Santa. MCMXLlI, Oviedo
1942.
15 En el ao 791 Alfonso 11 ocup el trono. En un primer momento, el nuevo rey cont con el apoyo
de su ta Adosinda -viuda de Silo- para alcanzar el poder en el ao 789, aunque una faccin prxima
a Bennudo J, el Dicono, le oblig a abandonarlo durante dos aos, hasta el 791. Despus de estos sucesos,
Alfonso JI mantuvo durante 50 aos la corona astur -791 a 842-. Alfonso, apodado el Casto, patrocin
. a su vez a su primo Ramiro 1, hijo de Bermudo r, quien tambin intervendr posteriormente en el diploma
de Silo -A. COTARELO, Historia crtica y documentada de la vida y acciones de Alfonso 11/ el Magno
~y de Asturias, Madrid 1933 y Oviedo 1991 (edicin facsmil). pp. 42-43-.
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que est en desacuerdo con este supuesto: el tipo de letra empleado en una y en otra
suscripcin.
Si observamos la letra de la suscripcin de Silo vemos que en nada se diferencia
del resto del texto; se utiliza la misma grafa y el mismo mdulo y tamao de letra.
Sin embargo, si nos fijamos en la suscripcin de Alfonso, vemos que sta aparece en
un formato de letra mucho ms grande, vistosa y ornamentada -elongata-, reservada
por los escribas slo para personajes principales y situaciones especiales.
Si Alfonso fuera acompaante de Silo lo lgico es que la suscripcin de Silo fuera
la ms llamativa y principal, y que la de Alfonso estuviera supeditada a sta, y no al
contrario, como as ocurre. As pues, lo lgico es pensar que Alfonso no es acompaante de Silo en el momento de otorgar el documento, sino que interviene algn tiempo despus, como sucesor de ste, confirmando el documento!6. Si esto fuera as, ahora
s sera posible admitir que los escribas de Alfonso utilizaran un tipo de letra distinta,
e incluso ms destacada, que la de Silo. Alfonso es el rey y Silo ha desaparecido, lo
que explica la grafa preponderante de la confirmacin de Alfonso.
Hasta aqu lo que tradicionalmente se ha interpretado por los expertos en Diplomtica y Paleografa, en virtud del contenido y forma de las clusulas diplomticas del
documento. Como anunciamos en el inicio del presente artculo, lo que ahora vamos
a estudiar son los elementos y signos invocativos religiosos que aparecen en el documento, en especial los crismones.
Hasta que se produce la nueva confirmacin de Alfonso n, supuestamente a finales
del siglo VIII, son varios los crismones que podemos ver en el diploma -lmina 2-:
1) Inicial.
2) Al principio de la suscripcin de Silo.
3) Semiborrado en el extremo inferior izquierdo del pergamino.
4) Antes del dibujo del signo personal de Silo.
5) Antes de las suscripciones de los testigos, a la derecha de Silo y justo despus
del signo de ste.
De estos cinco crismones, slo el que aparece semi borrado es distinto del resto; los
dems, en especial los n 1, 4 Y 5 son exactamente iguales, presentan los mismos rasgos
y, como es obvio, estn hechos por una misma mano. El nO 2, el del inicio de la
suscripcin de Silo, aunque mutilado en su parte inferior, es el tpico crismn marginal
-abarca varias suscripciones en una misma columna- y tiene como rasgo distinto del
resto la zona superior; no obstante, si nos fijamos en el signo abreviativo de us en su
parte central, es fcil concluir que tambin fue hecho por la misma mano que el resto.
Segn el mtodo descriptivo de anlisis de los crismones que hemos desarrollado
en otros trabajos, los crismones documentales tendran las siguientes partes y caractersticas!7:
16 As lo han supuesto, hasta ahora, todos los estudiosos del documento. Ver bibliografa en notas
anteriores.
17 Vase bibliografa en nota 6.
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.,j;
18
Quizs. a excepcin del semi borrado que aparece en la esquina inferior izquierda _n 3-.
779
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Biblioteca
, Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
realizados en un mismo momento. De otra forma, cmo explicar que quince aos
despus los signos dibujados por este amanuense tengan exactamente los mismos rasgos,
caractersticas y proporciones? Aunque se trate de una misma persona nada tendra de
extrao que las lneas y rasgos de los signos hubieran variado mnimamente y, sin
embargo, no es. as l9 .
Por otro lado, si el documento fue rehecho por un escriba de Alfonso 11 -no necesariamente aqul que estuvo al servicio de Silo-, se explicara qu el tipo de letra
utilizado en la confirmacin de Alfonso estuviera ms destacada que el resto, incluso
que la de Silo, y que su confirmacin ocupe un mayor espacio y en un lugar ms
destacado. Tambin se explicara que todos los crismones sean iguales o realizados por
un mismo amanuense, que ya no tendra porqu ser necesariamente aqul que, al servicio
o a las rdenes de Silo, hiciera el documento original del que se copi ste, sino
cualquier otro al servicio de Alfons0 20 .
Existe otro argumento que podra apoyar esta hiptesis o alternativa de la copia por
Alfonso de un documento previo de Silo, sobre el que ya advertimos en pginas previas.
Si observamos la suscripcin y el signo de Nepotianus, encima de Alfonso, vemos que
parece ms una lnea inserta entre el texto y la confirmacin de ste ltimo, que no
una suscripcin de un testigo al acto original como dice su contenido -Nepotianus, testis
anc escritura donationes ubi preses fui et testis (555)-.
Esto nos llevara a pensar que la suscripcin de Alfonso ya se habra escrito, o que
el espacio para sta ya estara reservado, en el momento de aadir la de Nepotianus 21
En un primer momento se copiaran el texto, la suscripcin y signo de Silo; a conti19 Es posible observar que esto puede pasar cuando contemplamos documentos pertenecientes a un
mismo escriba del que se han conservado escritos hechos en varios aos. Otra forma de ver lo difcil que
resulta que una misma persona trace signos o rbricas iguales consiste en comparar cmo era nuestra firma
hace 15 20 aos y cmo es ahora; aunque la rbrica sea la misma, y evidentemente tambin la mano,
es fcil advertir pequeas diferencias que, por el contrario, no se observan entre los crismones del documento de Silo.
20 Es aqu donde ms se echan de menos ciertos tipos de ayudas de la ciencia que se utilizan en otras
disciplinas, como por ejemplo la arqueologa, y que nunca se han ensayado en Diplomtica o en las Ciencias
y Tcnicas Historiogrficas y Archivsticas. Saldramos definitivamente de dudas si pudiramos realizar
un anlisis qumico de la tinta de las suscripciones de Silo y Alfonso n. Si ambas suscripciones fueron
hechas en un mismo momento, la composicin de la tinta debera ser la misma -entonces el documento
no sera original de Silo-; mientras que, si la composicin de la tinta fuera diferente, el escriba habra
intervenido en el pergamino en dos momentos distintos y el documento que hoy conocemos bien podra
ser el original de Silo. Como es natural, nada de esto parece posible a corto o medio plazo; somos
conscientes de que a muy pocos les interesa que talo cual documento sea original o copia -e inclusO
que exista o no-, pero eso no es bice para que, desde nuestro punto de vista de investigadores, recl~
memos todos los medios y tcnicas necesarias para completar y mejorar nuestra labor. A partir del diploma de Silo se han creado numerosas hiptesis, a las que se ha concedido el rango de teoras, propuestas por un sin fin de eruditos. Qu pasara con todas ellas si, finalmente, se demostrara que el documento
no es original, sino una copia de finales del siglo IX o principios del X?, acaso no es importante contar
con un registro de documentos fiables y bien estudiados? Por eso, creemos que es necesario, adem~s. ~e
lS
mejorar y ampliar los estudios histricos, lingsticos o diplomticos, contar con el apoyo de los anahs .
de laboratorio, tanto de pieles como de las tintas.
21 Esto sera imposible de admitir caso de estar ante el original.
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22 No obstante, hay un hecho que no podemos pasar por alto: no es fcil asumir que escribas profesionales, al servicio de Alfonso n, fueran los autores de un documento tan mal ejecutado y con una
terminacin y aspecto tan poco cuidado. Quizs esto pudiera ser el reflejo de otro tipo de amanuenses
ocasionales que trabajaron para el rey, aunque como veremos a continuacin esto no parece muy probable.
23 nicamente sera posible pensar en una suscripcin borrada por debajo de sta, pero, de quin?
Ya hemos dicho que la morfologa del crismn semiborrado es completamente distinta, por lo que no es
fcil suponer que la hipottica suscripcin fuera del momento en el que se otorg el diploma, en el ao
775, sino, ms bien, de algn !fempo despus.
24 L. SNCHEZ BELDA, La cOl1firmacin de documentos por los reyes del occidentes espQ/lol,
RABM LVIX (1953), pp. 85-116. Sobre Alfonso VII y su nuevo tipo de confirmacin dice -p. 93-: Al
mismo tiempo que Alfonso VII sigue con e! sistema heredado de sus antecesores, inicia la formacin de
uno completamente nuevo, que 110 tuvo continuadores, pero que ms tarde, perfeccionndose en la primera
mitad del siglo XIII, habra de ser el adoptado por todos los monarcas de la baja Edad Media. Consiste
en reproducir ntegramente el diploma confirmado, completndole al final con una clusula de corroboracin, a la que se aiiade la mencin de penas espirituales para los infractores, la data, los cO/lfirmantes y la suscripcin de! notario. En los documentos astures confirmados de esta manera no estaran
estas clusulas finales, pero s la copia ntegra de los textos.
25 Ibdem.
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Si el documento que conocemos fuera el original -bien de Silo o bien rehecho por
Alfonso- presentado ante Ramiro y sus escribas para su confirmacin, el problema sera
que ya no habra espacio disponible para la insercin de nuevas suscripciones. La
solucin adoptada, supuestamente, consistira en aadir la confirmacin del nuevo rey
en el reverso del documento 26
Observemos con detenimiento la forma de la confirmacin de Ramiro. sta debi
producirse en los primeros aos de su reinado, esto es, a partir del ao 842.
Hasta aqu tenemos que, por lo que a intervenciones reales se refiere, Silo otorg
el documento en el ao 775 -al menos 67 aos antes de la intervencin de Ramiro 1y Alfonso II lo confirm alrededor del ao 791 -aproximadamente 50 aos antes que
Ramiro 1-. Ambas suscripciones, de Silo y de Alfonso, fueron hechas por un mismo
escriba, bien fuera ste miembro del squito real de uno o de otro, o de ambos, o bien
perteneciera a la congregacin religiosa beneficiara de la donacin.
Nos encontramos con que el tipo y partes de las suscripciones de Ramiro y Alfonso
responden a un mismo esquema: Crismn (XPS) - Nombre - Confirmans - Signo
(SSS)27.
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Exactamente las mismas caractersticas que todos y cada uno de los crismones de
Silo y Alfonso II! Lo curioso, en este caso, es que estamos ante un supuesto escriba
que trabaja, cuando menos, entre 50 y 67 aos despus que su predecesor, el supuesto
autor del documento original.
Ciertamente, el crismn de Ramiro no muestra un parecido tan grande como el que
se aprecia entre los crismones de Silo y Alfonso 11. Como hemos dicho, esto puede
ser debido a que, al situarse esta confirmacin en una zona muy deteriorada y expuesta
a roces y erosiones, ha podido perder la nitidez con la que se conservan los otros signos.
Si bien no podemos asegurar que estemos ante un mismo escriba, tampoco lo
podemos descartar. De ser el mismo, en esta ocasin, el escriba no podra ser aquel
que, al servicio de Silo, pasara luego a formar parte del squito de Alfonso y que despus
se mantiene con Ramiro. Ha pasado mucho tieIl)po. Tampoco es factible que fuera un
mismo miembro de la congregacin religiosa, por los mismos motivos. Parecera ms
lgico pensar en una persona que interviene durante el reinado de Ramiro 1, en un nuevo
documento, copia del original de Silo.
Claro que, si esto fuera as, no entendemos como siendo Ramiro 1 el monarca reinante
y el ordenante de la copia ocupa una posicin tan secundaria en el documento, a espaldas
del mismo. Pero, no adelantemos acontecimientos. Las confirmaciones no han terminado y las sorpresas tampoco. El siguiente en confirmar el documento, si hacemos caso
de los investigadores previos de este documento, sera Ordoo 1, hijo de Ramiro 1, que
rein entre los aos 850 y 866.
Se ha dudado, no sin razn, que fuera Ordoo 1 el que despus de Ramiro confirmara el diploma otorgado por Silo. A este respecto, dice Emilio Sez29 :
Esta suscripcin ha sido atribuida a Ordoiio l/ por todos los editores del documento, sin duda a causa del lugar que ocupa, despus de la de Alfonso ll/. Snchez Belda,
sin haber visto el diploma y fundndose en que Ordoo l/ confirma con el ttulo de
rex, cree, con acierto, que corresponde, ms bien, a Ordoo l... La suscripcin es, en
efecto de Ordoio 1, como prueba el signum que acompaa a la misma, idntico al que
figura en otros documentos de este monarca y distinto al de Ordoo !l, dentro de su
parecido.
Estamos de acuerdo en suponer, como hacen Emilio Sez y Snchez Belda, que la
confirmacin es de Ordoo 1, aunque, por lo que se refiere al signo de los Ordoos,
el que aparece en el diploma de Silo no es ms distinto del signo de Ordoo 1 que
veremos en el documento 1el ao 860, que del que pueda aparecer en cualquier documento o suscripcin de Ordoo 11.
La principal diferencia entre los signos de Ordoo 1 y Ordoo II estriba en la
presencia o no del anagrama real _SR_3o. Si acaso, el signo de Ordoo II puede parecer
ms cuadrado y con remates ms ornamentados en su parte final que el de Ordoo 1,
E. SEZ, Coleccin documental... cit. p. 5, nota 4.
En pginas siguientes nos extenderemos algo ms en este signo real, exclusivo de los monarcas
asturleoneses.
29
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L,
aunque no sea esa su principal diferencia. En definitiva, el signo de Ordoo que vemos
en el diploma de Silo no se parece ni al de uno ni al de otro, sencillamente, est mal
dibujad0 3l
Tampoco creemos que el Ordoo del diploma de Silo sea el futuro Ordoo II o el
ya rey Ordoo 11, III IV, a no ser que todo el documento fuera una copia muy posterior
a lo que suponemos y muy mal ejecutada. Por otro lado, como apuntan el resto de
estudiosos, cmo es posible que la confirmacin, si es que es de Ordoo I, est a
continuacin de la de Alfonso III y no antes, como debera ocurrir en una secuencia
lgica?; no olvidemos que Ordoo I fue padre y predecesor de Alfonso III.
Imaginemos de nuevo el aspecto que tendra el supuesto original despus de la
confirmacin de Ramiro I. En ningn caso se puede admitir que un escriba de Ordoo
1 deje vaco el espacio debajo de la confirmacin de Ramiro y que utilice el inmediato
a este blanco. Qu necesidad habra de ello?, por qu no situar la confirmacin de
Ordoo por debajo o, si no, a la misma altura, en lnea con la de Ramiro?
Naturalmente, podra existir una explicacin a estas incgnitas si admitiramos -como
ocurre en otros casos- que alguien copi y desorden las confirmaciones de todos estos
reyes algn tiempo despus 32
En cuanto al crismn de la confirmacin de Ordoo, poco es lo que podemos decir.
La zona superior se ha perdido; la media, visible slo en su parte derecha, muestra los
rasgos del tipo de crismn Asturleons; y la inferior es igual a la de todos y cada uno
de los crismones vistos hasta aqu -lmina 2, n 8-.
En definitiva, poco aporta, por su mal estado de conservacin, esta nueva confirmacin. Eso s, reproduce el mismo esquema que las anteriores en cuanto a las partes
que la forman: Crismn (XPS) - Nombre - Confirmans - Signo (SSS).
De nuevo observar que tanto el tipo de letra, como las partes de la clusula de esta
confirmacin, se nos antojan demasiado parecidos a los que ya hemos visto de Alfonso 11 y Ramiro I -lmina 3_33
Para finalizar, analicemos la confirmacin de Alfonso III. El Magno -Alfonsocomenz su reinado en el ao 866. Haban transcurrido 91 aos desde que Silo otor31 Vanse, ms adelante, otras alternativas y explicaciones al comentar la confirmacin de Alfonso
en este mismo documento.
32 L. SNCHEZ BELDA, La confirmacin ... cit., p. lO: Las suscripciones que daban nuevo valor
al documento se escriban en el espacio dejado libre por los confirmantes del original, generalmente entre
dos de las colulIlnas de stos o en el ngulo inferior derecho del pergamino ... COI! frecuencia, letra y
signo aparecen contrados por la necesidad de acoplarse a Iln espacio reducido. Los copistas de cartlllarios no supieron ver, por lo general, estas adiciones y las transcriben a lnea seguida con el resto
de los personajes que estuvieron presentes cuando se redact la carta original, lo que, a veces, da lugar
a confusiones. Por nuestra parte, aadimos que esto no slo se puede aplicar a los copistas de cartularios,
sino tambin a los copistas de documentos en general.
33 En cualquier documento confirmado por dos o ms monarcas es posible apreciar ciertas diferencias
entre unas suscripciones y otras y, por supuesto, entre sus signos y crismones. Todo lo contrario de lo
que aqu vemos: los crismones son iguales, las clusulas de suscripcin son idnticas y el tipo de letra
y la forma de escribir el trmino cO/lfirmans, en todas ellas, resulta excesivamente parecido. No es lgica
la duda sobre la supuesta originalidad del documento?
In
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Sanctius rex cOllfirmalls (SSS); (Christus) Hordonius rex filillS dO/IJni Adefo/lsi confim/wls (SSS); (Chrisllls)
Ueremlldus rex cO/lfirmans (SSS); (Christlls) Adefo/lsus serenissimus prillceps confirmans (SSS);
Fredena/ldlls princeps cOl/firmans (SSS). Como se puede comprobar, las clusulas son diferentes, as como
tambin la letra y los signos de invocacin que preceden a cada una de ellas. Nada de esto ocurre con
el diploma de Silo, por qu?
35 Ver otros artculos relacionados en nota 6.
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documento de 8 de enero del ao 917, otorgado por Ordoo n. Cmo es posible que
entre los crismones de este documento y los de Silo se den tantas similitudes si distan
entre s 142 aos?36.
Cmo es posible que los crismones del documento de Silo apenas se parezcan a
los de su poca y zona geogrfica y que, sin embargo, sean casi idnticos a los de un
siglo o siglo y medio despus? Pregunta que para nosotros, lejos de tener una respuesta clara, arroja grandes dudas sobre las conclusiones que hasta ahora se han vertido
sobre la tradicin diplomtica de este y de otros documentos altomedievales.
No son pocas las sospechas sobre la falta de originalidad del diploma de Sil0 37 . Se
han puesto de manifiesto no pocas alteraciones de las normas semiticas ms habituales de la poca que se pueden observar en otros pergaminos 38 . En resumen, los motivos por los que creemos que este documento es una copia son:
1 Los crismones de Silo y Alfonso 11 son idnticos. A su vez, estos dos crismones
son muy parecidos a los tres de las confirmaciones reales del reverso -lmina
2-.
2 Todos ellos pertenecen a un tipo de crismn, el Asturleons, que apenas se utiliza
en los documentos conservados del siglo IX, en especial los de la primera mitad,
y ms concretamente la numerosa muestra existente en el documento de Alfonso
n del ao 812, donde este tipo aparece representado en menos de un 10 % de
la muestra, que supera el medio centenar de ejemplos.
3 La confirmacin de Alfonso 11 aparece en un lugar y con una forma preponderante sobre el resto, a pesar de los evidentes problemas de espacio para ubicar
las suscripciones de los testigos de Silo, lo que lleva a pensar que ya poda estar
inscrita cuando se copiaron stas.
4 El orden de los supuestos confirmantes del reverso parece estar alterado, aparece
primero Alfonso III y despus Ordoo I, ambos en una misma lnea, aunque el
segundo es el padre y antecesor del primero y, por tanto, intervino antes en el
documento.
5 Todas las confirmaciones siguen la misma frmula de suscripcin, se componen
de: Crismn, nombre del rey, la expresin confirmans, escrita de forma muy
similar en todas ellas, y el signo personal del monarca -lmina 3-. Sin embargo,
cuando en un documento confirman varios monarcas a lo largo del tiempo, es
fcil apreciar ciertas diferencias, tanto en la forma como en el contenido de los
signos y de la frmula de suscripcin.
Sera posible admitir que alguno de los hipotticos escribas pudiera mostrar ciertas
similitudes y/o carencias en su forma de trabajar, pero no que esto ocurra en todos y
36 Archivo de la Catedral de Len. 890. Eso por no hablar de que el documento de Ordoo II nos
parece una copia, si nos atenemos a sus signos y formato. Vanse justificaciones sobre este y otros supuestos
originales en el captulo 4 de nuestra Tesis Doctoral.
37 Vase bibliografa en nota 11, en especial R. P. ROBINSON y M. PREZ GONZLEZ.
38 En breve, se publicar otro trabajo en el que, sin los problemas de espacio que aqu tenemos, podremos
ampliar y detallar muchas de las dudas aqu expuestas.
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cada uno de los casos. Esto nos lleva a preguntarnos: no estaremos ante un nico
amanuense que hace una copia de un original sucesivamente confirmado?
Es difci! imaginar que los cuatro o cinco posibles intervinientes en la escrituracin
del documento posean todos tan similares rasgos. Cmo es posible que estos especialistas permitan que se produzcan confirmaciones tan poco ortodoxas en un documento real?, podra ser que en todas las ocasiones que fue confirmado el diploma de
Silo fueran escribas ocasionales, poco conocedores del sistema semitico astur, los
artfices de las mismas? A la vista de otro~ diplomas con similares caractersticas
diramos que no. No es fcil admitir, si analizamos los documentos reales originales
del perodo asturleons, que las confirmaciones se dejen en manos de escribas ocasionales poco expertos, aunque en algn caso aislado esto s pudiera ocurrir.
Es evidente que, al menos por el momento, U? ,somos capaces de aclarar todas las
incgnitas que plantea el documento de Silo. Sern necesarios estudios interdisciplinares,
en especial anlisis genticos y qumicos, que nos digan cundo una piel es anterior
y cundo posterior a otra -si es que esto es posible- y que tambin comparen la
composicin de la tinta de las diferentes confirmaciones para comprobar si es la misma39
Mientras esperamos que esto se pueda producir algn da, creemos muy difcil que
el diploma de Silo que hoy conocemos sea el original, ya que, aunque es posible mostrar
algn reparo sobre las caractersticas de los signos invocativos de las confirmaciones
del reverso y su parecido entre s, no ocurre lo mismo con la de Alfonso n, cuyo crismn
es idntico en todas y cada una de sus partes a los de Silo. De igual manera tambin
es evidente el parecido entre los crismones de Ramiro I y Alfonso III y quizs el de
Ordoo.
Cmo explicar estos parecidos entre crismones que distan unos de otros casi un siglo
y cmo explicar, por el contrario, la enorme variedad tipolgica de los signos invocativos
en el documento de Alfonso 11 del ao 812?, cmo explicar el mnimo porcentaje en
el que aparece este crismn de Silo en el documento de Alfonso II -menos de un 10
%-, si ambos documentos son de una poca, lugar y procedencia muy cercana?, finalmente, cmo explicar la enorme similitud de estos signos con los crismones de los
documentos del siglo X?
Si alguien opina que este documento es el original de Silo debera explicar porqu
los signos parecen decir todo lo contrario. Adems, no es este el nico caso en el que
los signos parecen decir lo contrario de lo que tradicionalmente se nos ha venido
diciendo acerca de la tradic~n diplomtica de un documento. Hay otros ms y tambin son muy significativos por su antigedad e importancia. Nos estamos refiriendo
a los documentos que se estudiarn y analizarn a continuacin.
En definitiva, si hacemos caso de los crismones del diploma de Silo y de la evolucin grfica de sus diseos no se puede descartar, sino todo lo contrario, que el
documento que hoy conocemos no sea una copia hecha durante o a partir del ltimo
de sus confirmantes, Alfonso I1I, que rein durante el ltimo tercio del siglo IX y los
39 Para comparar con otros estos materiales y tintas contamos con la segura autenticidad del documento de Alfonso Il del ao 812, con el cual podra ser confrontado el pergamino de Silo.
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primeros aos del X; lo que adems viene a coincidir con la forma tpica que muestran
los crismones de Silo y los que se ven en los documentos de ese momento, el siglo X.
nI (875)
En pginas anteriores hemos visto los problemas semiticos y las numerosas incgnitas que, todava hoy, plantea el diploma del rey Silo. A continuacin, vamos a seguir
con la crtica de otros diplomas reales astures supuestamente originales, en especial
aqullos que tambin pueden ser sospechosos o estar errneamente calificados, como,
por ejemplo, el documento de Alfonso III del ao 875.
Como ya advertimos previamente, es obvio que la crtica de ste y de otros documentos no puede hacerse con el nico concurso de un documento; es la visin del
conjunto de la serie la que arroja luz sobre cualquier hiptesis o supuesto que deseemos plantearAn.
De esta manera, para comentar y valorar debidamente los signos y crismones de
cualquier documento, es necesario conocer y analizar la evolucin de los cristogramas
presentes en los otros documentos coetneos y, para ello, nicamente sirven los documentos cuya tradicin diplomtica sea original.
Recordemos que del perodo altomedieval hispano, por lo que al reino Astur se
refiere, slo se conservan seis documentos supuestamente originales. Estos son 41 :
1. 775-08-23, Sil04 - 875-07-10, Alfonso III
2. 812-11-16, Alfonso II5 - 904-10-22, Alfonso III
3. 860-06-28, Ordoo 16 - 905-04-03, Alfonso III
EL DOCUMENTO DE ALFONSO
n (812)
El segundo de los documentos originales de esta serie real sera el otorgado por
Alfonso II a la iglesia ovetense en el ao 812.
40 As pues, tanto en ste como en el anterior punto, dedicado al diploma de Silo, nicamente pretendemos una aproximacin parcial a la globalidad que supone el total de la diplomtica real asturleonesa,
vista como un grupo de documentos uniformes y no aislados. Como la visin que podramos aportar de
esa diplomtica global sera muy superficial en tan pocas pginas hemos optado por presentar, individualmente, los documentos y sus principales caractersticas, dejando para otra ocasin el resumen de su totalidad.
41 En realidad, cinco, si como suponemos el diploma de Silo es una copia. Aunque nicamente se
admitiera que el documento fue copiado. respetando su contenido original, por escribas a las rdenes de
Alfonso II -primero de los monarcas posteriores que confirman el documento-, ya estaramos ante una
copia de un documento anterior. El nuevo documento sera un original diplomtico de Alfonso, confirmado y otorgado a finales del siglo VIII, pero no aquel que Silo otorg en el ejercicio de sus funciones
en el ao 775. Tampoco los signos tendran porqu ser iguales, en cuanto a su formato y diseo, que los
que aparecieran en el hipottico original.
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Por 10 que se refiere al documento de Alfonso 11, no nos cabe ninguna duda de que
es el original del ao 812 que fue otorgado por este monarca. De otra forma, sera difcil
explicar que ms de cincuenta confirmantes y testigos aparezcan en l, cada uno
confirmando de su propia mano, con distintas grafas y mdulos de letra y con sus signos
personales, todas ellas -las suscripciones de los asistentes- precedidas de un crismn,
esta vez, a diferencia de 10 que vimos en el diploma de Silo, tambin personalizado
y caracterstico de cada interviniente.
En realidad, este documento, por lo que a tipos de letra y diseos de signos se refiere,
equivale a otros cincuenta y cuatro documentos ms de la poca escritos por un nico
amanuense, como ocurra en la mayora de las ocasiones. La riqueza de la muestra
semitica de este documento parece inagotable si la comparamos con los escasos signos
del resto de originales de principios del sigloJX.
Qu es lo que se ve en estos signos y crismones? Cada uno de ellos es distinto
del anterior y tambin del posterior. Por lo que respecta a los cristogramas, se pueden
intuir los diseos y rasgos caractersticos ms frecuentes del momento.
Entre estos signos, en modo alguno se observa la completa exclusividad del diseo
del crismn Asturleons que se sigue, tanto en el diploma del rey Silo, como en
cualquiera de los documentos reales posteriores que se datan a partir del reinado de
Alfonso III -866 a 910-. El tpico crismn Asturleons del diploma de Silo y del siglo
X y gran parte del XI, apenas est representado en un 10 % de los crismones del
documento de Alfonso 11 y de sus acompaantes en el acto.
Como hemos dicho, mediaron al menos seis aos entre el momento de otorgamiento (kl diploma y el de la suscripcin de Alfonso como rey de todo el territorio Astur,
no slo como rey en Galicia, circunstancia que se produjo durante el reinado de Ordoo
al estar Alfonso asociado al trono de su padre como rey o gobernador de los territorios
occidentales del reino 42
Lo que no se puede demostrar, por el momento, es si el escriba de Ordoo en este
documento actu tambin bajo las rdenes de Alfonso o, por el contrario, Alfonso
orden copiar el documento otorgado por Ordoo 1 en un nuevo pergamino en el que
se insertara su confirmacin 43
Una tercera alternativa es que el documento, una vez otorgado y posteriormente
confirmado por Alfonso III en el inicio de su reinado, fuera copiado por algn motivo
en otro pergamino, prctica habitual y muy comn de la poca. Un detalle que llama
la atencin, y que apoya esta hiptesis, es la imperfeccin en las confirmaciones de
los acompaantes -Ramiro, Fruela, etc.- que no son propias de este tipo de documentos ni de una tradicin diplomtica original.
As pues, son tres los posibles orgenes del documento de Ordoo 1 del ao 860
que hoy tenemos por original44 :
- En primer lugar podramos estar ante el original de Ordoo 1, confirmado poco
despus por Alfonso IIl, en el que el escriba en uno y en otro momento fuera
el mismo, como parece que se desprende del anlisis de los signos y de la letra.
- La segunda posibilidad es que, con motivo de la confirmacin de Alfonso III, se
copiara el texto del documento de Ordoo en un nuevo pergamino, en el que se
aadira la nueva confirmacin de Alfonso y sus acompaantes. En este caso, el
documento no sera el original de Ordoo 1 del ao 860, sino que sera una copia
del mismo en un original de la cancillera de Alfonso III.
- La tercera hiptesis es que el documento, otorgado por Ordoo y confirmado
posteriormente por Alfonso, fuera copiado algn tiempo despus por iniciativa
de los beneficiarios en un nuevo pergamino. Estaramos entonces ante una copia
coetnea o posterior de un documento de Ordoo 145
42 Era frecuente, desde los tiempos de los primeros reyes astures que existiera un gobernante de los
territorios gallegos asociado al trono, que reciba el ttulo de rey en Galicia, eso s, supeditado al poder
del rey o gobernante absoluto que era el rey de todo el territorio Astur. Esto ocurri con Ordoo 1 y
su hijo Alfonso, igual que tambin ocurrira con Alfonso y sus sucesores. Es decir, cuando Ordoo 1
era rey, Alfonso Ordoez, futuro Alfonso III, era el rey en Galicia. No obstante, en este documento,
Alfonso no aparece confirmando como rey en Galicia sino como rey Astur. Esto lo sabemos por el pequeo
distintivo que precede al signo personal, el SignulIl Regs, del que hablaremos a continuacin.
43 Exactamente, lo mismo que creemos que debi ocurrir en el diploma de Silo y en algunos otros.
44 No entendemos porqu los especialistas en la materia slo son capaces de admitir la primera, sin
ni siquiera contemplar la remota posibilidad de las otras alternativas o hiptesis.
45 Es frecuente la copia de documentos en otros pergaminos y en cartularios, mxime si estos son
tan importantes como para estar otorgados y confirmados por varios reyes.
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Dejamos aqu, planteada la duda, sobre la que esperamos arrojar nuevas luces a
medida que progresen nuestras investigaciones sobre la evolucin semitica del perodo altomedieval 46
Llegamos as al tro de documentos otorgados por Alfonso III, el Magno, el primero de los cuales --cuarto de la lista de los originales reales astures- va a centrar nuestra
atencin en esta ocasin.
Como se ha podido comprobar, las dudas sobre la originalidad o copia de los
documentos anteriores a Alfonso III no dejan de ser importantes -si excluimos el
documento de Alfonso 11 del ao 812-. Ocurrir lo mismo con los documentos otorgados por Alfonso III?, existirn motivos para dudar de su certera tradicin diplomtica como originales? o, por el contrario, estaremos ante irrefutables documentos
originales otorgados en el momento que expre~an sus datas.
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A partir del reinado de Alfonso III es evidente que todos los monarcas asturleoneses
van a seguir la costumbre, implantada por ste, de aadir al signo personal del rey un
pequeo anagrama formado por dos letras entrelazadas: una S y una R.
Los anagramas y abreviaturas de nombres no eran desconocidos ni poco frecuentes
en la poca48 , por lo que nada tiene de extrao que la expresin que anuncia la presencia del signo real se convierta en un signo caracterstico cuyo uso va a ser exclusivo de la realeza y cuyo origen hay que buscarlo en una cancillera regia ordenada
e innovadora.
Este signo tpico asturleons, nico y extraordinario en toda la diplomtica europea
de la poca nada tiene de extrao, ya que con l se pretende diferenciar y realzar la
suscripcin regia de las del resto de intervinientes, testigos y confirmantes.
Los creadores de este distintivo debieron ser los notarios y escribas reales al servicio de Alfonso III. A partir de stos, fue adoptado como norma y regla por todos
sus sucesores en la cancillera regia, de la que aqu tenemos la principal prueba de su
existencia, puesta en duda por muchos que hasta ahora suponen que los documentos
reales asturleoneses fueron escritos por escribas ocasionales o de los propios centros
beneficiarios.
La utilidad y funcin de este anagrama estn fuera de toda duda, ya que nada ms
ver un documento, sin ni siquiera saber leer -cosa muy frecuente en la poca-, se puede
saber si est otorgado y/o confirmado por el monarca; basta con saber identificar el
signo personal del rey, que por otra parte suele coincidir con el de sus antecesores con
su mismo nombre, y el anagrama real SR -Signum Regis-.
Los escribas y copistas de documentos tambin se vieron enormemente influidos
y ayudados por la existencia de este pequeo distintivo. Dado el enorme nmero de
copias y confirmaciones posteriores que debieron existir de casi todos los documentos
otorgados por los reyes anteriores, deba ser ciertamente difcil saber quin era realmente el Alfonso, Ordoo o Bermudo que apareca en uno o en otro documento; como
tambin deba resultar difcil saber si confirmaba el documento como rey, como gobernante asociado al trono en algn territorio anejo -tambin con el ttulo de rey, como
en el caso de Galicia-, como hijo del rey o como miembro de la corte.
Con la aparicin de este distintivo, a finales del siglo IX, un primer dato ya resulta
evidente: el monarca en cuestin en cuyo signo aparece este distintivo es posterior a
48 Sin duda, el anagrama de este tipo ms extendido era el propio Crismn. Tambin eran frecuentes
los anagramas que identificaban a personas mediante el entrelazado de varias letras de su nombre. De igual
manera se abreviaron frases o trminos concretos, como por ejemplo Subscripsi, que dio origen a infinidad de diseos de signos personales. As pues, era frecuente que nombres y trminos fueran abreviados
para formar signos. Cabe resaltar que fue en el reino Asturleons donde esta tcnica semitica alcanz
un mayor grado de originalidad y complejidad de todos los reinos y cancilleras cristianas. Quizs esto
fuera debido a que, al finalizar el perodo hispano-visigodo, o quien sabe si durante las primeras dcadas
o siglo del reino Astur, se abandon por completo el uso de sellos y matrices, al menos, si lo comparamos
con otros territorios y oficinas escriturarias. No estan claros los motivos de este hecho, pero es cierto que
la creciente y evidente profusin de la tradicin semitica asturleonesa supli con creces la carencia
sigilogrfica en el territorio Astur que, por otra parte, no se dio ni en el reino Hispano-Visigodo ni a partir
del siglo XII.
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Alfonso III. Adems, como poco a poco se fueron aadiendo rasgos y elementos nuevos
a este anagrama, propios de cada notario o escriba real, es muy fcil, con cierta experiencia, distinguir a que perodo o monarca puede corresponder la suscripcin. Aun
ms, para los notarios y escribas de la poca resultara inequvoca la autenticidad de
tal o cual pergamino si este presentaba o no los elementos y caractersticas propias de
los cancilleres y notarios reales del moment0 49
El anagrama en cuestin est formado por una de las formas tpicas de la letra R
en visigtica, semejante a un pico o tringulo sin base, a la que se aade en su trazo
izquierdo una S. En el documento de Alfonso III del ao 875 precede a los signos de
todos y cada uno de los monarcas intervinientes -lmina 6-.
As pues, no nos cabe ninguna duda de que los hijos y nieto de Alfonso que aparecen en ese documento, lo hacen a ttulo de reye~ yno de acompaantes en el momento
de la donacin, como seguidamente veremos.
Volvamos al pergamino de Alfonso, supuestamente del ao 875, el primero de los
originales conservados de este monarca y el cuarto en la lista de originales reales del
perodo astur admitida hasta la fecha.
Si estamos ante el original, cosa difcil de creer, tendramos que suponer que cuando
Alfonso III y sus notarios entregaron el documento de donacin a sus sbditos, lo
hicieron en un pergamino ciertamente grande para el breve texto que contiene -seis
lneas ms la suscripcin del monarca pegada, como una lnea ms, al cuerpo del
documento-o
Si nos fijamos en la distribucin de espacios para la escritura dentro del pergamino
tenemos que el texto y la suscripcin de Alfonso aparecen en el cuarto superior del
mismo. Como el resto de confirmantes y testigos responden a actuaciones posteriores,
los 3/4 inferiores del pergamino debieron quedar en blanco cuando el pergamino fue
entregado a sus destinatarios. Esta circunstancia adems de incompresible resulta
extraordinaria en toda la diplomtica real asturleonesa.
De haber sido as -de haber dispuesto de tanto espacio-, hubiera sido mucho ms
lgico y normal que la suscripcin de Alfonso hubiera ocupado una posicin ms
centrada, separada del texto, y con un tamao y mdulo de letra mucho mayor que con
la que aparece. Algo parecido a lo que se puede ver en el documento de Ordoo I del
ao 860, en el que la letra, la posicin y la distribucin de espacios son acordes al
tamao del pergamino y a la importancia del personaje que otorga el documento.
Aun en el caso de que ISls testigos de la segunda columna fueran acompaantes de
Alfonso -como opina Floriano-so y no de sus sucesores, no existira impedimento para
que la suscripcin de Alfonso fuera algo ms vistosa y estuviera en un lugar ms
centrado y principal, y que los acompaantes se distribuyeran uniformemente a lo largo
49 La evolucin cronolgica y principales caractersticas grficas de este signo real fueron estudiadas
y dadas a conocer en nuestra Tesis Doctoral. En breve sern objeto de una ms extensa conferencia y
publicacin con motivo del VI Congreso de Historia de la Cultura Escrita, a celebrar en Alcal de Henares
-julio del 2001-, por lo que no nos detendremos ahora en una exposicin ms detallada.
50 A. C. FLORIANO CUMBREO. Diplomtica ... cit., pp. 105-106.
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sivamente por cuatro cancilleras -que ni siquiera fueron seguidas-, el que realizara
todas las confirmaciones en diferentes momentos de su vida, esto es, desde el 875 hasta
el 931.
La demostracin definitiva de que esto no es posible y de que en realidad estamos
ante una copia y no ante el original otorgado por Alfonso III en el ltimo cuarto del
siglo IX la encontramos en el estudio de los signos, crismones y anagramas reales.
Al principio de cada suscripcin suele aparecer un crismn, en ocasiones, como es
el caso, en forma de crismn marginal, vlido para toda la columna y en el que se aade
por cada persona el signo abreviativo de us, caracterstico de los crismones asturleoneses.
As ocurre en el presente documento, en el que, segn Florian0 53 :
precede a los tres nombres reales, el cual se ve clarsimamente haber sido trazado por tres
golpes de pluma el vstago vertical en cada cmifirmacin en extensin suficiente para
enlazar el desinencia!. En la prolongacin que se hizo para agregar la confirmacin de
Ramiro se ve elfin del vstago de la anterior, por bajo del arranque de esta ltima.
El que se prolongue la lnea del crismn no quiere decir que se tenga que hacer
en momentos distintos. Puede hacerse en tres veces pero en un mismo momento y por
una misma persona, cosa que creemos que en realidad ocurri.
Si nos fijamos en la factura de este pequeo signo abreviativo presente antes del nombre
de cada monarca, no nos cabe ninguna duda de que todos fueron hechos por una misma
mano. Adems, esta mano sera tambin la autora del resto de suscripciones, tanto las que
aparecen debajo de los reyes como las de la segunda y tercera columna -lmina 6-.
Por otro lado, ya hemos dicho que es difcil suponer que un mismo escriba actuara
sucesivamente en la cancillera real de todos estos monarcas a lo largo de ms de 56
aos y que, adems, mantuviera el mismo grado de destreza durante todo este tiempo.
En conclusin, todas ellas -las suscripciones del documento- debieron hacerse en un
mismo momento, que no puede ser anterior al inicio del reinado del ltimo de los reyes
que aqu aparecen, Ramiro 11 -ao 931-.
Con el otro signo, el anagrama real, ocurre lo mismo. Si observamos el aspecto y
tipo de todos ellos, en especial el de la letra S, aqu prcticamente tumbada, podemos
concluir que todos fueron trazados por una misma mano.
Aun ms, la clusula de confirmacin es idntica en todos los casos y tiene el mismo
esquema y grafa, en especial el trmino confirmalls, abreviado e insertado, casi a la fuerza,
entre el nombre y el anagram): Crismn (XPS) - Nombre - Confirmalls - Anagrama Real
(SR) y Signo personal (SSS) -lmina 6-.
Volvemos a repetir, como ya lo hicimos con motivo de la crtica del documento de
Silo, que cuando se producen confirmaciones posteriores, hechas por varios monarcas
que intervienen en diplomas de antecesores en el trono, es fcil y normal advertir
diferencias y matices que identifican distintos modos de trabajar de los notarios y
53 A. C. FLORIANO, Diplomtica ... cit., p. 105. E. SEZ, Coleccill ... cit., p. 16, reproduce esta cita
y se muestra de acuerdo con Floriano: Estas tres confirmaciones SOIl posteriores al otorgamiento del
documento, y corresponden a OrdO/lo //, Fruela // y Ramiro 1I.
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escribas reales de cada momento; a no ser, claro est, que estemos ante un nico
amanuense que copia todo el documento.
Nada de esto se advierte en el presente documento, como tampoco se advirti en el
diploma de Silo que, por similares motivos, creemos que no es el original del ao 775.
De nuevo estamos ante un documento que ha sido errneamente interpretado por
medievalistas, palegrafos y diplomatlogos, amn de fillogos y lingistas; que han
credo, sin dudas, que estbamos ante un documento original, cuando en realidad su
verdadera tradicin diplomtica es la de copia.
En modo alguno esto quiere decir, como ya advertimos en el caso de Silo y como
tambin puede ocurrir en el de Ordoo 1, que sus contenidos no puedan ser tenidos
por autnticos; pero no conviene olvidar que siempre hay que distinguir entre autenticidad histrica y originalidad diplomtica. Un documento puede ser veraz y autntico
en su contenido, pero no original; igual que un documento original, desde el punto de
vista diplomtico, puede mostrar un contenido falso o interpolado en algn extremo.
En cuanto a la crtica semitica y a la evolucin de los signos durante todo el perodo
medieval, est claro que no puede tener la misma fiabilidad un original que una copia,
por muy coetnea que esta pueda ser. El copista no siempre respeta las seas de identidad de los signos y tender a dibujar stos de acuerdo a las modas y costumbres de
su poca y lugar de trabajo, y no a las de siglos y dcadas anteriores. Por eso, si bien
conviene tener presente cualquier tipo de signo que aparezca en las copias coetneas,
nunca podrn tener el mismo valor y fiabilidad que si aparecen en un documento
original. De ah que para nosotros sea tan importante discernir correctamente la tradicin diplomtica del documento objeto de estudio.
Para el caso concreto que aqu nos ocupa, el documento de Alfonso III del ao 875
y su posible copia posterior, parece que estos si pueden ser un fiel reflejo de lo que
fueron los signos originales. No obstante, existen dudas razonables de que, por ejemplo, los crismones inicial y el de la suscripcin alfons, no puedan estar adulterados.
Como hemos expuesto en otros trabajos, durante el siglo IX la variedad de diseos
de los crismones era muy amplia, frente a la completa uniformidad que se observa en
la X centuria, en la que el nico representante del signo invocativo es el crismn que
hemos denominado Asturleons; por otra parte, el nico que aparece tanto en el diploma de Silo como en este otro de Alfonso III.
De nuevo un detallado anlisis de los crismones y dems signos se ha mostrado
determinante a la hora de arrojar luz sobre la tradicin diplomtica de un documento.
Es posible que la correcta tipificacin y descripcin de los elementos semiticos y
diplomticos no sea tan pueril y despreciable como muchos nos pretenden hacer ver.
Es tambin posible que antes de entrar en otro tipo de estudios debamos profundizar
en algunos trabajos analticos, descriptivos y comparativos.
En conclusin, por lo que llevamos visto hasta el momento, algunos de los originales del perodo Astur no son tales, al menos no todos los que hasta hoy se suponan.
El primero de ellos, el diploma de Silo, no creemos que pueda ser aquel pergamino
original que en el ao 775 otorg el rey. Se tratar, ms bien, de una copia posterior
o de una copia hecha con motivo de alguna de las confirmaciones posteriores del
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. ..........................-).,
documento, posiblemente la ltima, aunque tampoco creemos probable que un documento de tan extrao formato y con confirmaciones en el reverso pueda haber salido
de ninguna cancillera regia, por muy en mantillas que esta pudiera encontrarse54
El segundo documento original, el de Alfonso 11 del 812, es para nosotros el nico
que hasta el momento puede considerarse como irrefutable. Sus cincuenta y cuatro
intervinientes con sus distintos tipos de letra y signos as lo confirman.
Ms dudas presenta el tercero de la lista, el documento de Ordoo I del ao 860.
Si bien no puede saberse a ciencia cierta si estamos ante una copia, tampoco podemos
afirmar con rotundidad que sea el original. Unicamente podramos salir de dudas si
pudiramos comprobar si las tintas de las confirmaciones de Alfonso y Ramiro son
distintas o iguales. Si son distintas, estaramos ante un original de Ordoo confirmado
algn tiempo despus por Alfonso, y el escriba en. uno y en otro caso sera el mismo.
Caso de que estas tintas fueran iguales, es obvio que la escrituracin se producira en
un mismo momento, por lo que no podramos estar ante un original de Ordoo.
Si el panorama diplomtico Astur y su serie conocida resulta hasta aqu ciertamente sospechoso, no lo es menos al analizar el primer documento supuestamente original
de Alfonso 111. En esta ocasin nos enfrentamos a un documento otorgado por Alfonso
111 y confirmado por tres monarcas posteriores. La distribucin, orden y grafa de todas
las confirmaciones nos lleva a pensar que son obra de una misma mano que es imposible que actuara antes del comienzo del reinado del ltimo de los monarcas confirmantes, esto es, Ramiro JI -que comenz su reinado en el ao 931-. Ser a partir
de esta fecha cuando Ramiro intervenga en el documento y ser despus, o a la vez
de haber intervenido ste, cuando se produzca la copia.
Como ocurre en el caso del documento de Ordoo 1, confirmado por Alfonso 111,
por el momento no podemos estar seguros de que el documento de Alfonso 111 del ao
875 no sea obra de la cancillera de Ramiro 11, lo que s es seguro es que no se trata
del pergamino original del ao 875.
Qu ocurre con los otros dos documentos de Alfonso IJI? Recordemos que el nO
5 de la lista se databa en el ao 904 y el n 6 en el 905.
La falta de espacio nos obliga a no entrar en conjeturas respecto a los mismos. Sin
embargo, como ya expusimos en nuestra Tesis Doctoral, no nos cabe ninguna duda de
que, al menos el primero de ellos, el datado el 22 de octubre del ao 904, tampoco
es original. Ms dudas puede arrojar el nO 6, de 3 de abril del ao 905.
Concluye aqu, por el mOl1}ento, la crtica de estos y de otros documentos. En futuros
trabajos intentaremos volver sobre los mismos y ampliar y mejorar nuestros argumentos que, caso de ser ciertos, dejaran a la diplomtica Astur con tan slo un nico
documento original -como mucho dos o tres, si aadimos el de Ordoo 1 y el ltimo
de Alfonso III-, pero de ninguna manera los seis que hasta hoy se suponen.
54 Hemos visto que este no era el caso de la de Alfonso III. Sus notarios y escribas fueron los creadores del SignulIl Regis, el distintivo de la monarqua asturleonesa desde entonces hasta el siglo XII. La
utilidad de este signo es evidente y no puede ser fruto del azar ni de ningn escriba ocasional, como hasta
ahora se pretende.
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LMINA 5. DOCUMENTO DE ALFONSO III (875)
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RESUMEN
Nuestra comunicacin versa sobre el llamado Libro del Rediezmo de 1363 de la
dicesis de Pamplona, un texto indito conservado en el Archivo de la Catedral
pamplonesa que fue el protagonista del trabajo de doctorado o tesina que defendimos
en la Universidad de Oviedo hace unos aos.
Este manuscrito es el nico conservado, junto al Libro del Rediezmo de 1268, que
estudi Romn Felones hace dos dcadas, de este tipo documental que la iglesia navarra
utiliz para recaudar una serie'cle emolumentos destinados a sufragar los elevados gastos
de la corona.
El llamado Libro del Rediezmo de 1363 aporta adems un elenco de ncleos
poblacionales, algunos de ellos despoblados por entonces, y muestra la implantacin de
los seoros eclesisticos en la dicesis pamplonesa.
Por tanto, este documento ofrece una clara radiografa de esta dicesis en una poca
6e crisis como fue la segunda mitad del siglo XlV.
Hemos realizado el estudio codicolgico y paleogrfico del manuscrito, adems del
anlisis de su contenido, pudiendo averiguar que su redaccin habra que retrasarla un
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ao (1362), que la concesin del rediezmo sera por tres aos y la identidad de sus
colectores.
INTRODUCCIN
Han pasado ya casi veinte aos desde la publicacin de Romn Felones Morrs del
Libro del Rediezmo de 1268 1 A aqul trabajo pionero se une hoy el estudio del llamado Libro del Rediezmo de 13632, hasta ahora indit03 Su inters reside en que es,
con el anterior, el nico ejemplo documental conservado sobre este tipo de ayuda
extraordinaria de la iglesia navarra destinada a sufragar los cada vez ms elevados gastos
de la corona. Adems, el manuscrito proporciona un detallado elenco, que se adelanta
en varios aos al Libro de Fuegos de 13664, de los ncleos de poblacin existentes
en la dicesis pamplonesa. Algunos de los lugares citados all, que ya se haban
despoblado con anterioridad a esa fecha, conservaban su iglesia, quiz con un culto
residual, y sus heredades continuaban percibiendo rentas 5
El texto estudiado resulta en una primera lectura muy escueto, pues a la enumeracin de las iglesias de las distintas localidades le sigue simplemente la cantidad que
les corresponda pagar de Rediezmo. Pero, no resulta tan solo un elenco de nombres,
sino que tambin nos proporciona una precisa informacin sobre la implantacin de
los seoros eclesisticos en la dicesis de Pamplona en la citada fecha.
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6 El
encabezamiento de este texto es el siguiente: In Dei Nomine, Amn. 17 das de mayo Anno Domini
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- Cuadernillo 1.0: un septenin, cuadernillo formado por siete bifolios, que comprende los actuales ff. 1-12 al que se le han cortado los ff. 1 Y 10 .
- Cuadernillo 2.: un septenin regular que comprende los ff. 13-26.
- Cuadernillo 3.: un cuaternin regular que comprende los ff. 27-34.
- Cuadernillo 4.: un cuaternin que comprende los ff. 35-41, al que se le ha cortado
el ltimo folio.
Antes de acometer la copia del texto los artesanos del cabildo pamplons deban
realizar una serie de operaciones:
La mise en page!2 del llamado Liber Redecime de 1363 responde a un esquema de
dos columnas de similar anchura separadas por una lnea ms o menos vertical, excepto en el f. 10 rO, donde la primera columna es ms ancha y en el f. 19 rO, que presenta
una sola columna. Las medidas de la justificacin son de 220 por 174 mm.
El anlisis del manuscrito no nos advierte la presencia de picado!3 alguno en los
folios, ni pinchazos maestros ni de gua, ni restos del pautado!4. Por tanto, planteamos
como hiptesis la posibilidad de que, a la hora de afrontar la copia del texto, el
amanuense contara con una falsilla!5.
El propio carcter de esta pieza documental como instrumento bsico de la iglesia de la
dicesis de Pamplona para recaudar el Rediezmo, lo convirtieron en una pequea e imprescindible agenda para conocer cul sera la aportacin de cada una de sus iglesias y
prellati a este tributo eclesistico. Al tratarse de un documento administrativo la ornamentacin que muestra se circunscribe nicamente a una inicial levemente amada y a elementos decorativos adicionales como son los pargrafos, trazos de gua, llaves y recuadros.
La nica inicial amada del Liber la encontramos en el f. 41 rO, se trata de una 1 de 35
mm. de largo. Respecto a los pargrafos o calderones, cuya funcin en el texto era la de
signo de puntuacin, estos son de dos tipos: los que se asemejan a una C mayscula, similares a los del tipo C1 descrito por Elena E. Rodrguez!6, y a los tambin conocidos como
calderones angulares. Estos pargrafos siempre se colocan sealando el principio de pgina
y al comienzo de los epgrafes del texto. El otro tipo de caldern muestra un trazado rpido y cursivo y se aprecia principalmente en la primera columna del f. 10 rO.
Los trazos de gua 17 son en nuestro caso las lneas que unen el nombre de los prellati
y las iglesias y la cantidad que deben abonar, mientras que las llaves!8 son los signos
que unen a las iglesias que deben pagar una cantidad comn. Por ltimo, los recuadros!9
12 C. Bozzo!o, D. Coq, D. MuzzereIle et E. Ornato, L'artisan mdival et la page: peut-on dceler
des procds gomtriques de mise en page?, en X. Barra! i Altet (Ed.), Artistes, artisans et productio n
artistique au Moyen ge. Actes du CoIloque (Rennes, 2-6 mai 1983), III. Fabrication et consommation
de l' oevre, Paris, 1990, p. 295.
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13 P. Ostos, M. L. Pardo y E. E. Rodrguez, Vocabulario, p. 101, nm. 316.07.
14 bid., p. 103, nm. 322.0l.
15 bid., p. 83, nm. 215.1l.
16 E. E. Rodrguez Daz, El Libro de la Regla Colorada de la Catedral de Oviedo. Estudio y Edicin,
Oviedo, 1995, p. 58.
17 P. Ostos, M." L. Pardo y E. E. Rodrguez, Vocabulario, p. 117, nm. 42l.03.
18 lbid., p. 117, nm. 42l.04.
19 bid., p. 117, nm. 421.07.
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son las lneas rectangulares que encierran ciertos epgrafes del texto para resaltarlos.
por ejemplo, en el f. 10 rO se destaca Ecc1esie Religiosorum.
El anlisis arqueolgico de la encuadernacin del manuscrito G 32 del A.c.P. 20 nos
revela que los cuadernillos fueron cosidos a un revestimiento de pergamino en una fecha
indeterminada, probablemente en poca moderna, momento en el que se anot en su
parte anterior el nombre Liber Redecime y la signatura G 32 21 Las perforaciones que
se observan en el manuscrito son por su forma y distribucin similares al del tipo IV
~crito por Lon Gilissen 22 , aunque las perforaciones se distribuyen de la siguiente
manera: dos agujeros en la parte superior, dos en la central y dos en la inferior que
$erva de entrada y salida al hilo que una los cuadernillos. El responsable de esta
encuadernacin coloc tres talones de refuerzo de pergamino en el pliegue de los
cuadernillos para proteger la costura.
El paso del tiempo ha provocado que haya des-aparecido el revestimiento posterior
del cdice. A causa de esto, los ff. 41 rO y V Ohan sufrido una rotura en su parte central
izquierda y derecha debido a la humedad. Igualmente, el cosido que recorra todo el
dorso del manuscrito se ha desprendido en su mayor parte de los cuadernillos, provocando que estn prcticamente sueltos.
B. ESTUDIO PALEOGRFICO
La escritura con la se redact el llamado Libro del Rediezmo de 1363 es una Cursi va
bastarda en la nomenclatura de G. 1. Lieftinck23 La escritura bastarda francesa se form
~n Francia a finales del siglo XIII y, segn Millares 24 , penetr en Espaa a travs de
la cancillera navarra.
Nuestra escritura25 se caracteriza, siguiendo a Giorgio Cencetti, por la tendencia a
inclinarse a la derecha; los cados en punta de J, i, p, s alta; contraste acusado entre
~a importancia de este Libro del Rediezmo estriba en que estaba encadenado en la librera de la
iglesia-catedral de Pamplona: ... de Libro Redecimorum, qui libro est cathenatus in libreri a eccJesie
cathedralis pampilonensis, as lo confirma el Libro de las Constituciones. Pamplona, 1501, f. CVI VD.
21 Creemos que tanto el ttulo como la signatura G (correspondiente al arca donde se guardaba el cdice)
nmero 32 fueron escritos en poca moderna.
22 L. Gilissen, La reliure occidentale antrieure a 1400 d'aprs les manuscrits de la Bibliotheque Royale
Alben 1eT Bruxelles, Turnhout, 1983, pp. 10-12.
23 G 1. Lieftinck, Pour une nomenclature de l'ecriture livresque de la priode dite gothique? Essai
,'appliquant spcialement aux l~nuscrits originaires des Pays-Bax mdivaux, en Nomenclature des
critures livresques du IX au XVI siecle, Paris, 1954, pp. 15-34. No respetamos la denominacin de Hbrida
que da a esta escritura A. Canellas, Exempla scripturarum latinarum in usu scholarum. Pars altera,
Zaragoza, 19742, pp. 95-100.
24 A. Millares Carlo, Tratado de Paleografa, 1, Madrid, 1983, pp. 213-214.
25 Los principales manuales y obras de referencia que abordan la escritura bastarda son los de G.
Cencetti, Lineamenti di Storia del/a Scrittura Latina, Bollogna, 1957. (Reedicin de G. Guerrini Ferri,
Bologna 1997), pp. 208-211; A. Petrucci, Breve Storia del/a Scrittura Latina, Roma, 1989. pp. 151-156;
. ~. Bischoff. Latin Paleography. Antiquity & T/e Middle Ages, Cambridge, 1990, pp. 136-145. Para el
caso espaol. vid. M." del C. lvarez Mrquez, Escritura latina el! la Plena Edad Media: la llamada
gtica libraria el! Espmia, Historia. Instituciones. Documentos, 12 (1985), pp. 407-410.
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los trazos gruesos descendentes verticales, horizontales y oblicuos descendentes de
izquierda a derecha, y los trazos finos ascendentes o descendentes oblicuamente de
derecha a izquierda; rasgos en trompa de la terminacin de los cados de m, n, y, z;
reduccin a ngulo de las curvas de m, n, u; espesamiento de algunas curvas, especialmente la que cierra el ojo de la d uncial; formacin algunas veces en los trazos
superiores de b y 1 de una especie de bandera triangular; uso de una r recta o de martillo
cuyo trazado se asemeja a una v; uso de una v de cuerpo de cerrado con la forma de
b, que cuando tiene valor consonntico incurva su primer trazo a la derecha y presencia de una s con las dos curvas cerradas.
Este mismo amanuense anot el encabezamiento del Liber en el f. 10 rO (1' coL)
utilizando una Littera Textualis, Gtica Textual caligrfica redonda en la adaptacin
que ngel CaneIJas 26 hizo de la nomenclatura de Lieftinck. Una segunda mano fue la
encargada de escribir el f. 41 re_va, pero al haberlo hecho con un ductus ms rpido
ha provocado que la cursividad est acentuada en sus formas alfabticas. Quizs este
segundo escriba realiz su trabajo con un intervalo de varios meses respecto a la
redaccin de los ff. 10 rO -19 r0 27
Tanto el primero como el segundo copista utilizan un sistema abreviativo basado
en abreviaturas por suspensin: siglas de tradicin insular - e = est; palabras apocopadas
- mon = monasterii; supresin de terminacin en m n-no = IZon; abreviaturas por
contraccin: - eps = episcopus; lohnis = lohannis; signos de abreviacin: nW 9 =nullus;
came> = camere; modificaciones literales: ,Rpe =prope; letras sobrepuestas: pi = Petri;
AmuqOaynn = AmuquoaynlZ.
Las cantidades numricas se expresan de acuerdo con la numeracin cardinal romana, separando las cifras entre puntos bajos: .IX. s., .VI. d.
Los signos de puntuacin empleados por el copista son el punto bajo sobre la lnea
de rengln que tiene la funcin de pausa media y mayor. Las correcciones del texto
se realizaban generalmente despus de su copia. Nuestro copista utiliza en el f. 14 VO
(2' coL) una lnea horizontal para tachar Mendavia, palabra que haba errado en la copia,
y que sobreescribe como Menda. El segundo copista en el f. 41 VD (1' coL) tach del mismo
modo Galbarra, escribiendo a continuacin la correcta Garbala. Asimismo, en el mismo
folio, se tach la tasa que le corresponda a Amocin, 1 florn, y se sobreescribi mey
florn. Otro modo de correccin se aplic en el f. 10 VO (2' coL), donde se anot originariamente Urcoroz, pero fue borrada la slaba -co, pues la iglesia que se haba querido
escribir era la de Urroz. Finalmente, en el f. 41 VO (l" coL) sobre Resa el segundo copista
escribi Archipresbiterarus de la Solana con una letra de menor mdulo.
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C. ESTUDIO DE CONTENIDO
El cdice G 32 del A.c.P. es un manuscrito miscelneo formado por varias piezas
que fueron unidas artificialmente: en el f. 1 rO_vD incluye una serie documentos encabezado por el que hace referencia de los diezmos de la iglesia de Crcar; en el f. 3
rO se copi el testamento de Constanza de Echioz, mujer del Seor de Luxa, incompleto y sin fecha; los ff. 4 r O-9 VD contienen las cuentas de los impuestos para el
enfortimiento de la Navarrera de Pamplona; los ff. 11-19 rO y 41 albergan el llamado Libro del Rediezmo de 1363, que es el objeto de nuestro trabajo. Por ltimo, los
ff. 20-40 rO contienen la llamada Estadstica del clero navarro de la dicesis de
Pamplona, un inventario de sus clrigos agrupados por corredios y arciprestazgos
coetneo a nuestro Libro 28 Tambin habra que comentar que los ff. 2 rO_vD, 3 VD, 17
vO.18 rO, 19 VD, 26 VD, 29 VD, 30 rO y 40 VD apare~en en blanco.
El llamado Libro del Rediezmo de 1363 est estructurado segn las circunscripciones eclesisticas, los arciprestazgos coetneos de la dicesis de Pamplona: Cuenca, Yerri,
Berrueza, Lnguida, Ribera, Ibargoiti, Aibar, Anu, Orba y AraquiF9. Los arciprestazgos
pamploneses agrupaban sus parroquias o iglesias en subdivisiones llamadas corredios,
cuyo mbito no se corresponde con unidades polticas, aunque a veces coincide con
valles 30 Esta curiosa institucin debe su nombre al tributo que las iglesias deban abonar
anualmente al obispo por la visita episcopal. Al ser sta una cantidad elevada, algunas
iglesias se unan para saldar este corredio conjuntamente.
Segn esto, en el arciprestazgo de Ibargoiti se incluye el valle de Arce, el corredio
de Azcoa y el valle de Lizoin. En el de Anu, el corredio de Ulzama y Azoz; en
el de Valdorba, el de val de Ilzarbe, y, por ltimo, en el arciprestazgo del valle de Araquil,
los corredios de Burunda, Larraun y Larragaa. Estas subdivisiones de los arciprestazgos
aparecen ms desarrolladas en la citada Estadstica, incluida en el mismo manuscrito,
donde constan los arciprestazgos mencionados con sus respectivos corredios y valles.
Delante de los arciprestazgos, y tras el ttulo Liber integre redec;ime ecclesiarum diocesis
pampilonensis figuran el grupo de dignidades capitulares 31 , as como los superiores de
28 Esta pieza, fue realizada, en opinin de Juan Carrasco, previamente al Liber Redecime. All se reflejan
el nmero de iglesias (649) y clrigos (1.635) de la dicesis.
O
29 Faltan en el texto el arciprestazgo de La Solana, aunque en el f. 41 V se escribi sobre la localidad
de Resa archipresbiteratus de La Solana. Resa es hoy un despoblado de Andosilla. Este arciprestazgo,
segn el Diccionario de Pascual M!f"doz. constaba de las villas de Andosilla, Azagra, Arellano, Allo, Crcar,
Dicastillo, Lodosa, Lern, Oteiza, San Adrin, Sartaguda, Sesma, Villatuerta, y de los lugares de Aberin,
Morentin y Muniin. Estas localidades en el Libro se incluyen dentro del Arciprestazgo de La Ribera.
Pero, en el Libro de las Constituciones publicado en Pamplona en 1501, vid. supra nota 2, s aparecen
dentro del Arciprestazgo de La Solana. Hemos consignado estas diferencias en la edicin diplomtica en
nota a pie de pgina.
30 Sobre las circunscripciones eclesisticas navarras en la Edad Media, vid. L. J. Fortn, Organizacin
eclesistica, en Grall Atlas de Navarra. /l. Historia, Pamplona, 1986, pp. 138-143. Sobre los corredios,
. vid. J. Zunzunegui, El Reillo de Navarra y su obispado de Pamplolla durante la primera poca del Cisma
de Occide11le. Pontificado de Clemente VII de Avilln (1378-1394), San Sebastin, 1942. pp. 37-40.
31 Falta el arcediano de la Valdonsella, cuyo mbito de actuacin queda fuera del texto.
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los establecimientos religiosos cuyos dominios se extendan por todo la dicesis 32 ; falta,
entre stos, el prior de los Hospitalarios de San Juan. Despus del ttulo de cada
arciprestazgo se enumeran las iglesias de las poblaciones del mismo, anotndose a
continuacin lo que deben abonar en concepto de Rediezmo.
En los ff. 11 VD, 12 rO, 13 rO, 13 VD, 14 VD, 15 rO, 16 VD se incluye, en lnea aparte, la.suma total de lo que debern abonar las iglesias de los arciprestazgos de Yerri,
Berrueza, Lnguida, La Ribera, Ibargoiti, Val de Aibar y Anu respectivamente,
consignndose, asimismo en el f. 10 rO y, tras la enumeracin de los prellati, la
suma total que stos deban abonar. Al final de los arciprestazgos, excepto el de La
Cuenca, Valdorba y Araquil se anot igualmente esta suma totaP3. En el f. 41 rO_v~
se copiaron como su propio ttulo dice las iglesias no tasadas en el Libro Antiguo
del Rediezmo y que ahora de nuevo son tasadas34. En el f. 19 rO, una vez apuntadas todas las iglesias, se consign la suma total que corresponda pagar de Rediezmo a las iglesias sin contar a los prelados. A continuacin, en lnea aparte consta la
suma total de este tributo.
Toda la bibliografa consultada repite que nuestro Libro del Rediezmo se elabor
en 1363 35 , pero tanto en el manuscrito como en el Libro de las Constituciones publicado en 1501 no se menciona esta fecha. A tenor de la documentacin consultada, parece
que este Rediezmo, al igual que el de 1268, se concedi por tres aos, reflejando quizs
nuestro manuscrito la suma correspondiente al primer ao. Esta hiptesis se confirmara con la informacin que aporta un documento de la Seccin de Comptos del A.G.N.
correspondiente al ao 136436, en el que se dice que la iglesia de Berbinzana deba
cierta cantidad al rey por el Rediezmo de los aos 1362, 1363 Y 1364. Igualmente, este
Rediezmo se recaud en todo el Reino de Navarra conservndose solamente nuestro
texto, correspondiente a la dicesis de Pamplona37 . Quizs las diferencias existentes
entre los ff. 10-19 y el 41, sealadas en el captulo anterior, habra que relacionarlas
con esta concesin trianuaps.
32 El Libro denomina a todos estos eclesisticos prellati (f. 19 rO), nombre que aparece igualmente
en otros textos coetneos.
O y 16 rO figura la frase Suma Plane y una cantidad, es decir,
33 En la parte inferior de los ff. 15 V
la suma de lo que deberan pagar las iglesias apuntadas en los respectivos folios.
34
Redde~ime
Creemos que se ha fechado el Libro y la Estadstica en 1363 segn la data del primer documento
del manuscrito.
36 J. R. Castro, Catlogo del Archivo General de Navarra. Seccin de Comptos. Documentos. V,
Pamplona, 1953, n 516. El documento lo editamos en el apndice documental (n 1) de nuestro trabajo
de doctorado indito.
37 J R. Castro, Catlogo Comptos, IV, n'" 1651 y 1669. Estos documentos hacen referencia a los
colectores del Rediezmo en la dicesis de Tarazana y en la Valdorba.
38 Siguiendo con esta hiptesis, los ff. 10-19 rO se pondran por escrito en el primer ao (1362) yel
41 en el siguiente.
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y Escusaga, Najurieta y Zoroquiin y Zabalceta (Unciti), vid. Ibid, V, nO< 1.127 y 1.128.
45 Sobre las calamidades sufridas por el campo navarro en el siglo XIV, vid. M. Berthe, Famines et
pidmies dans les campaignes navarraises la fin du Moyen Age, Paris, 1984. Se ha manejado tambin
un resumen de esta obra publicado en cataln en 1991 por la Ed. L' Aven<:. Las tesis de este autor fueron
duramente criticadas por J. Carrasco Prez, Sobre las crisis agrarias en la Navarra bajomedieval. A
propsito de un libro reciente, Prncipe de Viana, 177 (1986), pp. 333-339.
46 . Martn Duque, El reino de Navarra en el siglo XIV, Anuario de Estudios Medievales, 7 (19701971), p. 155.
47 Solamente estaban exentos los obispos, comunidades de leprosos, monjes y clrigos mediante una
bula especial del Papa. Hay una extensa bibliografia general sobre el diezmo, entre otros, vid. G. Constable,
Monastic tithes. From their origins lo the twelfth century, Cambridge, 1964; Ch. Renardy, Recherclles Sllr
le restitution ou le cession de dimes aux eglises dans la diocse de Lige du XI au dbut su XVI siecle,
Le Moyen Age, 1960, pp. 205-261; J. Roy et E. Le Roi Ladurie, Las fluctuatiolls du produit de la
dime, Paris, 1972; P. Viard, Histoire de la dime jusqu 'au Dcret de Gratriell, c. n, cit. R. Naz, Dictionaire
de Droit Canollique, art. dime, Pars, 1949, p. 1.231. Para Espaa, vid. J. F. Lpez Bonet, El diezmo
en el reino de Mallorca en la estructura econmica de la Procuracin real ( 13 15- 1396), Palma de Mallorca,
1986; J. L. Martn Rodrguez, Diezmos eclesisticos. Notas sobre la economa de la Sede Zamorana (siglos
XJI-XIll), en Actas de las 1 Jornadas de Metodologa aplicada a las ciencias histricas. vol, 1: Historia
Medieval, Santiago de Compostela, 1975, pp. 69-78; J. M. Nieto Soria, La conflictividad en tomo al diezmo
en los comienzos de la crisis bajomedieval castellana (1250-1315), Anuario de Estudios Medievales,
14 (1984), pp. 211-235; J. San Martn Payo, El diezmo eclesistico en Espalla, Palencia, 1940; J. Trenchs
Odena, Los diezmos de la dicesis de Tarragona ( 1354-1355 J, en Miscelllea de Textos Medievales, JI.
Barcelona, 1974, pp. 53-64.
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~uivala
.,
48 En las Rationes decimarum Hispaniae. publicadas por J. Rius Serra en 1947, en la parte correspondiente a Navarra, se menciona la voz rediezmo en dos ocasiones: recepta del rediezmo. p. 207 Y
remembrant;a del rediezmo. p. 232.
49 Vid. supra nota l.
so Cito J. Zabalo, La Administracin. pp. 197 Y 216.
SI P. ej. en el f. 10 rO, en el caso de Echavacoiz y Eulza se dice niclzil debent Clll/l non superant facllltates;
en el f. 11 va, tras Estenoz se aadi nichil debet CUlIl sit valde tenuis.
52 J. R. Castro, Catlogo Compto.\'. IV, n'" 1.062, 1.445, 1.510, 1.513, 1.525, 1.537, 1.601, 1.630, 1.634
Y 1.642.
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que operaban en los distintos arciprestazgos. As, Garca Priz de Larraga, abad de
Mendavia, era el colector en La Berrueza, Yerri y La Solanas3 El abad de Aizpe, Sancho
Miguel, era el colector en Lnguida, Val de Aibar e Ibargoiti s4, el abad de Olloqui,
Pero Martnez en la cuenca de Pamplona, Araquil, Anu y en el Hospital de
Roncesvalles ss , y Fernando de Huarte, racionero de Falces, en La Riberas6 El propio
arcediano de San Pedro de Usn, miembro de la mesa capitular, creemos que se
encargara de recolectar la aportacin de sus compaeros del cabildo. Finalmente,
creemos que los miembros de la denominada ecclesie religiosorum pagaran al colector del arciprestazgo en el que se encontraba su establecimiento, tal y como sucede
con el hospital de Roncesvalles.
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3. Arcediano de la Cmara: miembro destacado del cabildo, era en ocasiones consejero real. En estas fechas ocupaba esta dignidad el cardenal Pedro de
Bonaco69. Las iglesias que le pertenecan se encontraban en Artazu, Orendin
(Guirguillano), Andin (Mendigorra), Arteta (Ezprogui), Tafalla, Agara (Olriz),
70
Asriz (Olriz), Obanos, Mendigorra y Murugarren (Yerri).
4. Enfermero: era Bartolom FolcauCI, pariente cercano de Bernart Folcaut que
sera obispo de Pamplona en 1364. Posea las iglesias de Azqueta (Igzquiza),
Igzquiza, Allo y Artica (Ansoin).
5. Tesorero: Martn Martnez de Azpilicueta era el cannigo Tesorero de Santa
72
Mara de Pamplona El Libro del Rediezmo nos dice que tena las iglesias de
Senosiin (OlIo), zcue (Olza) y Arguiriz (Guirguillano).
6. Hospitalero: era Pedro Garca de Yniz 73 Le corresponda las iglesias de
Imarcoin (Elorz) y Muruzbal.
7. Arcediano de Santa Gema: Ojer de Barbazn era el titular74 Posea la iglesia
de Labeaga75 (Igzquiza).
8. Arcediano de Eguiarte: era Fernando Gil de Asiin 76 , pariente del obispo Miguel
Snchez de Asiin. Eran suyas las iglesias de Eguiarte (Yerri), Lcar (Yerri),
77
Urbe (Cirauqui) y Alloz (Yerri).
9. Arcediano de San Pedro de Usn: es con el obispo, el ms documentado de
los miembros del cabildo de Santa Mara de Pamplona. Como ya se ha indicado, Pascual Priz de Sangesa fue el encargado por el Rey para recaudar este
78
Rediezmo . Era el poseedor de la localidad de Usn (Romanzado) y su iglesia.
10. Chantre: el chantre era Guillermo Amaneu 79 Posea diversas iglesias situadas
en el arciprestazgo del valle del ro Araquil: Mendicoa (Uharte-Arakil), Epeloa
69 Natural de Limoges, muri en Viterbo el 7 de octubre de 1369, vid. J. Goi, Historia, p. 240, quien
toma la referencia de C. Eubel, Hierarchia catl1Olica. I, Mnster, 19132, p. 21. Creemos que este cardenal
estuvo ausente de la dicesis en el perodo que ocup esta dignidad, ya que en la documentacin coetnea
del Archivo Catedralicio pamplons no se le menciona.
70 Los lugares de Orendin y Arteta se despoblaron en el siglo XX; Andin y Asriz entre 1300-1366,
y Agara entre 1366 y 1427, vid. . Martn Duque, Poblacin, p. 123.
71 A.C.P., Ve/ate 41, orig. en pergamino (1363), vid. J. Goi Gaztambide, Historia, p. 232.
72 bid., p. 237.
7J bid, p. 220.
75
77 Eguiarte se despobl en el presente siglo y Urbe lo hizo entre 1427 y 1512, vid. . Martn Duque,
Poblacin, p. 123.
78 Vid. supra nota 52.
79 A.C.P., Ve/ate 41, orig. en pergamino. (1363), vid. J. Goi Gaztambide, Historia, p. 227. El cha~tre
tena a su cuidado el santuario de San Miguel in Excelsis del monte Aralar (Uharte-Arakil), all ac~dlan,
ya desde los primeros siglos medievales, numerosos devotos de la comarca e incluso de Guipzcoa y Alava,
que aportaban sustanciosas ofrendas.
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B. APORTACIN ECONMICA: PRELLATI (DIGNIDADES CAPITULARES Y SUPERIORES DE LAS INSTITUCIONES RELIGIOSAS DE LA DICESIS). ARCIPRESTAZGOS
El llamado Libro del Rediezmo de 1363 indica al final de cada epgrafe (excepto
en los arciprestazgos de la Cuenca, Valdorba y Araquil) la cantidad a abonar, expresada en forma de suma 111 El tributo que las dignidades capitulares y los superiores de
las instituciones religiosas de la dicesis (prellati) deberan pagar al colector era de
1.103 libras (62'51 % del total), destacando la aportacin de 300 libras (27'20 %) del
obispo de Pamplona y de 200 libras (18' 13 %) del prior de Roncesvalles l12
La cantidad que los arciprestazgos deberan entregar a los distintos colectores era
segn nuestros clculos de 656 lib., 10 s., 4 d. (37,20 % del total): arciprestazgo de
la Cuenca: 109 lib., 4 s., 3 d (16,63 %); Yerri 47 lib., 15 s. (7,27 %); La Berrueza
49 lib., 15 s. (7,57 %); Lnguida 64 lib., 17 s. (9,87 %); La Ribera 142 lib., 19 s.(21,77
%); Ibargoiti 72 lib., 14 s.(11,07 %); Valdaibar 67 lib., 12 s. (10,29 %); Valdanu 50
lib., 5 s., 1 d. (7,65 %); Valdorba 37 lib., 6 s., 8 d. (5,68 %) y Valle de Araquil 14
lib., 2 s., 4 d. (2,21 %). De entre estas fras cifras, destaca la elevada contribucin del
arciprestazgo de la Ribera, cuya iglesias obtenan sustanciosas rentas, fruto de sus
extensas heredades. En el de Ibargoiti, las iglesias del corredio de Azcoa figuran con
una tasa comn (7 lib., 10 s.). Por su parte, en Valdeanu destaca la contribucin
conjunta del corredio de Ulzama y Alcoz (50 s.). Por ltimo, en el del valle de Araquil
los corredios de Burunda, Larrun y Larragaa abonan su tasa conjuntamente, as como
el resto de las iglesias del arciprestazgo. El Libro nos da tambin la cantidad que
109 El nuevo monarca segua la costumbre sealada en el Fuero de batir moneda nueva al inicio del
reinado, vid. J. Zabalo Zabalegui, La Administracin, p. 207. Segn este autor estos carlines eran de muy
baja ley y quedaron muy pronto sin curso. En el reino tambin circulaban otras monedas extranjeras,
vid. bid., pp. 243-244.
lIO bid., p. 236. En 1363 1 f1orn= 13 sueldos de carlines negros. Sobre el florn en Navarra, vid. el
clsico trabajo de F. Mateu y Llopis, La illtroduccin de/florn en Aragn y Navarra, Prncipe de Viana,
25 (1946), pp. 775-782. En la documentacin de Comptos coetnea se citan mltiples veces los florines
de f1orencia.
111 Hemos realizado las sumas totales y parciales de los arciprestazgos, y las cantidades anotadas han
sido redondeadas. La suma total importa una cantidad de 1.102 lib., 15 s., 4 d.
112 A la hora de realizar los porcentajes no hemos tenido en cuenta las cantidades anotadas en el f.
41 rO_v~.
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,deberan abonar las iglesias nOll tacxadas, es decir, las que figuran con el atributo llichi!
nichil debet: 12 libras, 7 dineros.
La contribucin total, 1.764 libras, 10 s., 7 d., es similar a la que aport el clero
de la dicesis al Rediezmo de 1335 113 . Esta contribucin, relativamente modesta, se
. enmarca dentro de la continua peticin de ayudas extraordinarias del monarca para
sufragar los gastos generados por la guerra, y en ocasiones los eventos del crculo
familiar del monarca (bodas, funerales, dotes, etc.), de los que ni siquiera se salv la
clereca pamplonesa. A los rediezmos ya citados, habra que unir, entre otros, la ayuda
de 10.500 libras hecha por los prelados, clrigos, hidalgos, ruanos y labradores para
la dote y casamiento de la condesa de Foix, hermana de Carlos 11114; y, adems, en 1377
el abad de Irache se encarg de recoger el rediezmo de la clereca, aportacin a la ayuda
concedida por las Cortes de 30.000 libras l15
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En un curso como ste que combina la investigacin sobre historia eclesistica con
el estudio de las posibilidades que los archivos ofrecen a la misma, nos pareci importante pararnos brevemente a reflexionar sobre uno de los temas que ms viene
interesando en los ltimos aos a los medievalistas hispanos: el de las catedrales y los
cabildos de clrigos que junto con el obispo se encargaban de regirlas y velar por su
funcionamiento. Estas instituciones generaron un volumen documental de gran inters
-tanto en el plano cuantitativo como cualitativo- en su mayor parte conservado en los
archivos que las propias catedrales custodian desde la Edad Media y que est sirviendo de base al extenso nmero de trabajos que estn viendo la luz con el fenmeno
catedralicio como teln 9; fondo.
En las prximas pginas analizaremos el contenido y la orientacin de algunas de estas investigaciones, no sin antes atender a dos cuestiones claves para comprender el verdadero alcance de las mismas: el significado que catedrales y cabildos tuvieron durante el
periodo medieval, y las caractersticas de la documentacin que stos nos han legado y
constituye el soporte de los archivos capitulares. Realmente, es difcil imaginar el
protagonismo que en el pasado tuvieron unas instituciones que hoy han perdido toda relevancia social, econmica o poltica, y se han visto convertidas -exceptuada su funcin
religiosa- en poco ms que enormes museos y en el objetivo fotogrfico de masas de turistas.
Por el contrario, hace setecientos aos la situacin era bien distinta.
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l. SIGNIFICADO DE LAS CATEDRALES DURANTE LA EDAD
MEDIA
Hay dos expresiones que ocasionalmente se han aplicado a estos templos y que resumen muy bien su pasado esplendor, ya que, mirando ms all de la espectacularidad de
sus construcciones, han sabido recoger su verdadero sentido y la vocacin universal a que
aspiraba el estamento eclesistico. Uno de esos vocablos es el de Summa, pus -segn
Duby-las catedrales sonIa proyeccin visual de esa bsqueda de la unidad que entonces persegua la escolstical. El otro trmino, de no menor alcance, aunque acuado
siglos despus, es el de Enciclopedia; as piensa, al menos, el profesor Benito Ruano
que se hubiesen referido a ellas los ilustrados del siglo XVIII si hubieran comprendido su
significado y penetrado en el complejo sistema de smbolos y valores que sobre los ms
diversos rdenes de la vida y el universo se haba reunido bajo sus bvedas 2
Precisamente por ser tan amplio el caudal de conocimientos que albergan las catedrales, su estudio se presta a un tratamiento interdisciplinar, ya que son muchas las
materias susceptibles de anlisis y muchos los profesionales que encuentran en ellas
un filn investigador de primer orden.
Desde el historiador del arte, que puede analizar una variedad inagotable de manifestaciones y expresiones artsticas, al telogo, que ve representada en ellas toda una cosmovisin y concepcin del pensamiento cristiano, pasando por el historiador de la literatura que,
amn de conocer las obras que han surgido de sus propios scriptoria y, en muchos casos,
sigue custodiando la biblioteca catedralicia, puede reconstruir en ellas el escenario en que
se han localizado alguna novelas y dramas decimonnicos 3 No obstante, el enfoque que a
nosotros nos interesa es el del historiador propiamente dicho, que, partiendo de situar a la
catedral en el contexto diocesano en que se asienta, va poco a poco desentraando el amplio conjunto de realidades que se anudan en torno a sus muros. Las lneas generales de este
anlisis histrico sern brevemente expuestas en las proximas pginas.
Aunque en una dicesis hubiera numerosas parroquias rurales y urbanas as como
prestigiosos monasterios y conventos de rdenes monsticas o mendicantes, no hay duda
de que la institucin eclesistica ms influyente que se desarrollaba en su demarcacin era
la catedral, sita en la ciudad ms importante de la misma. La catedral es la iglesia madre
de cada dicesis, donde el obispo tiene su silla o cathedra, desde la que ejerce sus funciones pastorales y procede a guar y tutelar a sus fieles 4 . Tal preeminencia de la iglesia
catedral se haca patente tanto en el plano meramente arquitectnico, pues este templo
I DUBY, G., Arte y sociedad en la Edad Media, Madrid, 1998, p. 86. Del mismo autor son de gran
inters sus reflexiones en Tiempo de catedrales. El arte y la sociedad 980-1420, Barcelona, 1983, y Europa
en la Edad Media, Barcelona, 1990.
2 BENITO RUANO, E., El legado de las catedrales, en Medievalismo, 6 (1996), p. 295.
3 La reconstruccin que del mundo catedralicio toledano hace Blasco Ibez en La Catedral (1903),
o la inquietante presencia del cannigo magistral de La Regenta (1884), son un buen exponente de ello.
4 Es precisamente esta funcin la que daba contenido al trmino catedra],>, que en un principio no
era sino el adjetivo que reconoca esa singularidad de la iglesia en la que el obispo tena su ctedra.
Poco a poco el adjetivo se sustantiv y tal iglesia pas a denominarse sencillamente catedral. .
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destacaba entre todos por sus superiores dimensiones, como en lo relativo al nivel de riqueza,
el personal eclesistico que la sustentaba o el esplendor de sus celebraciones litrgicas5 La
alta misin que debe desarrollar el obispo al frente de su sede, como pastor de la dicesis
y como prroco de su catedral le oblig desde un principio a rodearse de un
presbyterium, un grupo del clrigos que ya en estos tempranos momentos hizo suyas
algunas de las principales prcticas del emergente monacato: vida en comn, obediencia,
oracin, celibato y renuncia al uso privado de los bienes. Nacen as los cabildos
catedralicios, cuya vida se desarrolla en torno al servicio de la catedral, con la misin de
ayudar y aconsejar al obispo e incluso suplirlo, caso de vacar la sede, en la administracin
de la dicesis 6 As las cosas, en las catedrales confluyen dos instancias de poder, la del
obispo y la del cabildo de cannigos que nace en su seno, encargadas de hacer realidad las
iniciativas desplegadas desde las mismas y con muchos puntos de contacto entre s: el obispo
es, junto a otros poderes, el encargado de asignados puestos del cabildo, interviene en los
ordenamientos que habran de regir la vida interna del mismo, y escoge entre los capitulares a alguno de sus colaboradores; por su parte, el cabildo colabora estrechamente con el
prelado en la administracin de la catedral y, a veces, de sus filas salen los nuevos prelados. De acuerdo con ello, la catedral es una unidad en la cual se establecen unos lazos
del ms puro estilo feudal: los cannigos juran ser fieles del arzobispo, quien les concede a cambio unos bienes en prestimonio vitalicio. Por contra, los capitulares deben prestar,
en virtud de ese juramento, consejo y ayuda a su seior, el prelado, del cual dependen en
muchos otros aspectos7.
Catedrales y cabildos tienen su origen, pues, en los primeros siglos de vida de la Iglesia, aunque cuando verdaderamente alcanzan una definicin ms precisa y logran su autntica dimensin social es a partir de los siglos XII Y XIII; desde entonces, las primeras
se elevan al cielo en los imponentes y hermosos edificios gticos que hoy seguimos admirando y los segundos abandonan la vida en comn y escapan de la tutela econmica y
administrativa de los obispos, caminando hacia una cada vez mayor autonoma de funcionamientoS. Este desarrollo no es casual ni aislado, ya que se enmarca en el indiscutible
s LOYN, R.R., (ed.), Diccionario Akal de Historia Medieval, Madrid, 1998, pp. 104-105.
LVAREZ, P., Cabildo, en Diccionario de Historia Eclesistica de Espmla, t. 1, Madrid, 1972, p. 299;
TERUELGREGORIO DE TEJADA, M., Cabildo eclesistico, en Vocabulario bsico de Historia de la Iglesia, Barcelona, 1993, pp. 31-56. As lo sigue reconociendo el canon 503 del actual Cdigo de Derecho Cannico, cuando seala que el cabildo de cannigos, catedralicio o colegial, es un colegio de sacerdotes al que
corresponde celebrar las funcio!)Fs litrgicas ms solemnes en la iglesia catedral o en la colegiata; compete
adems al cabildo catedral cumplir aquellos oficios que el derecho o el obispo diocesano le encomienden.
7 PREZ RODRGUEZ, F. J., La Iglesia de Santiago de Compostela en la Edad Media: El Cabildo
catedralicio (lllO-1400), Santiago de Compostela, 1996, p. 13.
8 El proceso vivido por el conjunto de cabildos occidentales se analiza, entre otras, en las siguientes
obras generales: FUCRE, A. y MARTIN, v., Historia de la Iglesia, vol. XII, Valencia, 1976, pp. 390397; JEDIN, R. (dir.), Manual de Historia de la Iglesia, vol. III, Barcelona, 1966-69, pp. 421-424. Para
el caso hispano son de singular importancia algunos trabajos de conjunto: MARTN MARTN, J. L.,
Cabildos catedralicios del Occidente espaol hasta mediados del siglo XII/, en Homenaje a fray Justo
Prez de Urbel. 1/. Studia Silensia IV, Abada de Silos, 1977, pp. 125-136; CARRERO SANTAMARA,
E., Ecce quam bonum et quam iocundum habitare fratres in unum. Vidas reglar y secular en las catedrales hispanas llegado el siglo XI/, en Anuario de Estudios Medievales 30/2 (2000), pp. 757-805.
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renacimiento vivido por el conjunto de las ciudades de Occidente durante estos siglos
plenomedievales, un contexto de expansin generalizada en el que las catedrales se convirtieron en el signo visible de una poca prspera, en un smbolo del afn de superacin del
hombre medieval y en el orgullo de la ciudad que las alberga y de sus habitantes 9 Estos
ltimos, que ocupaban viviendas mucho ms modestas y precarias, quedaran forzosamente impactados, no slo por la monumentalidad del edificio, sino tambin por la luminosidad de sus naves interiores, el bello efecto cromtico de sus vidrieras y el brillo de sus
tesoros y ornamentos. Por eso, ninguna ciudad escatimaba esfuerzos y acometa las obras
de su iglesia catedral querindola ms gloriosa, an ms grande, ms alta, y ms luminosa que las vecinas!O. Precisamente por esos afanes compartidos entre tanto hombres
y mujeres de la Edad Media, estas magnificas iglesias siguen destacando hoy entre la trama
urbana de las ciudades modernas y continan siendo uno de los elementos ms representativos del pasado comn de Europa.
Pero el impacto de las catedrales en la sociedad en la que viven no radica solo en
la fastuosidad de su fbrica, sino muy especialmente en el hecho indiscutible de ser
la sede del poder eclesistico y la mejor expresin de la autoridad y prestigio de la
Iglesia secular. Obispos y cabildos proyectan desde estos templos una serie de iniciativas que van dirigidas a la poblacin que viva ms all de sus muros y con las que,
segn Duby, se pretende configurar un sistema de enseanza y de coercin destinado
a conseguir por fin la unanimidad del pueblo fiel para conducirlo a la salvacin Il.
Cules son esas actuaciones?, en qu forma el cabildo materializaba su contacto con
los fieles?, cmo perciba la ciudad los esfuerzos de cannigos y dems beneficiados
por conectar con ella y con las inquietudes de sus habitantes?
La respuesta a estas preguntas nos lleva a abordar las que, sin duda, eran las tres
funciones bsicas que la catedral cumpla en el entorno urbano en que se instalaba.
En primer lugar, una destacada funcin religiosa, ya que era papel del cabildo y del
conjunto del clero catedralicio garantizar a los fieles los servicios y celebraciones propias
de la fe que profesaban. La catedral era el ininterumpido centro de misas, procesiones,
aniversarios, sermones, rezos de las horas cannicas y magnas ceremonias que dejaban asombrados a los fieles sencillos que se reunan en torno a sus altares, coros y
capillas. Este complejo entramado de actos litrgicos tena mucho de escenificacin
teatra1'2 y, sin duda, absorba buena parte de las energas del cabildo, especialmente
9 La produccin historiogrfica sobre este desarrollo urbano es muy importante y ha dado lugar a un
gran volumen de trabajos. Buena parte de ellos estn citados en tres monografas recientes que sintetizan la evolucin de las ciudades durante la Edad Media y a cuyas referencias nos remitimos: ASENJO
GONZLEZ, M., Las ciudades en el Occidente medieval, Madrid, 1996; MONSALVO ANTN, J. M.,
Las ciudades europeas del Medievo, Madrid, 1997, y JEHEL, G. y RACINET, P., La ciudad medieval.
Del Occidente cristiano al Oriente musulmn (siglos V-XV), Barcelona, 1999.
10 DUBY, G., Arte y sociedad en la Edad Media, Madrid, 1998, p. 84.
11 Ibidem, p. 80.
12 La catedral es el marco de magnficos espectculos que se mueven bajo las bvedas de la nave
y del coro, entre los inmensos bordados o tapiceras colgantes, en el perfume del incienso y las flores
frescas esparcidas en expertas alfombras donde se despliegan las largas procesiones, los mecanismos y
los cuadros vivientes; HEERS, J., Carnavales y fiestas de locos, Barcelona, 1988, p. 39.
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cuando la solemnidad de la festividad obligaba a desarrollarlas con el mximo esplendor. Es entonces cuando la catedral ofrece lo mejor de s misma y deja patente ante el
exterior la pujanza del estamento que la gobierna.
No menos importante es la funcin cultural y educativa que los cabildos desarrollan al mantener unas escuelas catedralicias que convertan a los templos en punto
obligado de referencia en la vida intelectual de su tiempo. Las disposiciones de los
Concilios III y IV de Letrn, decretando la obligatoriedad de que las catedrales sostengan un maestro de Gramtica y, las metropolitanas, adems, uno de Teologa, propician que las escuelas catedralicias se conviertan en uno de los mejores exponentes
del renacimiento intelectual que a partir del siglo XII recorre todo el Occidente europeo I3 Parte de ellas sern germen de futuras Universidades y, desde luego, todas sern
importantes centros de saber en los que recibir formacin el estamento eclesistico
en su c o n j u n t o . '
Por ltimo, cabe sealar la labor benfico-asistencial, con las que las corporaciones catedralicias intentaban remediar en lo posible la realidad de miseria y marginacin
en que viva buena parte de la poblacin urbana que las rodea. As, tanto en los claustros como en comedores instalados al efecto se repartan limosnas, pan y otros alimentos, al tiempo que se mantenan hospitales y se recoga a los nios expsitos que eran
abandonados en el propio recinto de los templos o en sus inmediaciones. Todo ello
para cumplir con la mxima evanglica que conmina al cristiano a ser generoso con
sus semejantes y socorrer a aquel que lo necesita '4 .
Por si estas tres destacadas funciones no eran suficientes, la catedral an tena otra
forma de involucrarse en su entorno urbano y de ser un punto de referencia obligado para
sus habitantes. En efecto, estos templos eran importantes empresas, que empleaban
abundante mano de obra, de un lado, para atender las numerosas tareas y servicios exigidos para su propio mantenimiento (barrenderos, relojeros, campaneros, lampareros, etc.)
y, de otro, para poder realizar las continuas obras y reparos que se llevaban a cabo en su
interior. Las catedrales son edificios vivos en permanente crecimiento, cuyos trabajos se
arrastran durante decenios y continuamente necesitadas de los ms variados oficios relacionados con la construccin (albailes, carpinteros, vidrieros, etc.).
Cada una de las atuaciones mencionadas requera de una slida base econmica para
poder llevarse a cabo, de ah que la influencia que las catedrales ejercan sobre la
13 Son numerosos los trabajoS"'fue analizan el esplendor cultural que, estrechamente ligado al florecimiento de las catedrales y sus escuelas, se produjo desde los siglos centrales de la Edad Media, de
entre los que destacamos la obra colectiva, Renovacin intelectual del Occidente europeo (siglo XII),
Pamplona, 1998; VERGER, J., Culture, enseignemenl et socit en occident aux XII el XIII siecles, Rennes,
1999, y Les gens de savoir en Europe a la fin du Moyen ge, Paris, 1997; LE GOFF, J., Los intelectuales en la Edad Media, Barcelona, 1986.
14 Los tomos X y XI de la coleccin Memoria Ecclesiae, Oviedo, 1997, dedicados al tema Beneficiencia
y Hospitalidad en los Archivos de la Iglesia, recogen numerosos testimonios de las iniciativas asistenciales
. de los cabildos catedralicos. Interesante es tambin el amplio balance de LADERO QUESADA, M. A.,
Grupos marginales en la sociedad cristiana, en La Historia Medieval en Espmla. Un balance
historiogrfico (1968-1998), Pamplona, 1999, pp. 546-553 Y 596-601.
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la nueva actitud mostrada por los archiveros de la Iglesia hablan, entre otros, los siguientes
trabajos: MANSILLA, D., Archivos Eclesisticos, en Diccionario de Historia Eclesistica de Espaa, t.
1, Madrid, 1972, pp. 79-85; FERNNDEZ CATN, J. M. (dir), Los Archivos de la Iglesia en Espmla,
Len, 1978; PECES RATA, F.. Los archivos eclesisticos: Naturaleza. organizacin y posibilidades de
investigacin, en La investigaci/r'y las fuentes documentales de los Archivos, t. 11, Guadalajara, 1996,
pp. 771-782; RUBIO MERINO, P., Archivstica Eclesistica. Nociones bsicas, Santa F de Bogota, 1998.
De gran inters es adems el primer tomo de la coleccin Memoria Ecclesiae. Los Archivos de la Iglesia.
Presente y futuro, Barcelona, 1990.
17 La obra, publicada en Len en 1985, consta de dos volmenes dedicados respectivamente a los
Archivos y las Bibliotecas y, como indica en su presentacin uno de sus impulsores y presidente a la sazn
de la Asociacin de Archiveros de la Iglesia, Jos Mara Fernndez Catn, pretenda ser el testimonio,
si Do exhaustivo, si altamente representativo de la eficaz presencia de la Iglesia en la cultura espaola,
'desde la alta edad media hasta nuestros das, en los campos documental y bibliogrfico.
18 VZQUEZ DE PARGA, M .. DEL CORRAL, M. A. Y SIERRA. c., La documentacin eclesistica
en el Censo Gua de Archivos, en Memoria Ecclesiae, IlI. Oviedo, 1992, pp. 5-11.
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documental que la Gua recoge de forma bastante completa. Captulo especial merece
el Archivo Musical que conservan muchas catedrales con fondos de canto llano y canto
de meloda o polifnico, representativos del cada vez ms importante papel que la msica
tendr en el conjunto de celebraciones litrgicas del templo Por ltimo decir que, dado
que los archivos capitulares suelen compartir local con las bibliotecas catedralicias,
no se deben dejar de significar los importantes fondos que stas albergan. En efecto,
las bibliotecas, nacidas para cubrir las necesidades del culto y atender a la educacin
del clero que estudiaba en las propias escuelas catedralicias, ofrecen una abundante informacin sobre el pasado de los cabildos y sobre la vida cultural que floreca en torno
a ellos. Las donaciones post mortem que los propios prelados y cannigos hacan de
sus bibliotecas privadas, as como las compras y encargos realizados desde los propios
templos fueron llenando las estanterias de obras de Derecho, Teologa, Filosofa, Artes,
Sagradas Escrituras, Cantorales y Libros litrgiCos; sin duda, una manifestacin ms
de la riqueza patrimonial de nuestras catedrales20
Toda esta gran variedad documental explica que las posibilidades de estudio que
ofrece el fenmeno catedralicio en los ms diversos aspectos sean muy amplias y est
en la base de los trabajos que inmediatamente sealaremos. A ello contribuye, adems,
la circunstancia de que parte de esa documentacin procedente de las catedrales hispanas est siendo publicada en los ltimos aos, en unos casos como apndices documentales de las monografas que se van realizando sobre ellas y, de forma muy significativa, en las distintas colecciones diplomticas que se han ido elaborando sobre cada una
de ellas y de las que ofrecemos una pequea muestra21
Por ltimo, cabe significar que parte de la documentacin catedralicia no se conserva en sus archivos originales sino en aquellos a los que fue enviada como resultado
del fenmeno desamortizador que afect a las diferentes instituciones eclesisticas a
lo largo del siglo XIX, no slo en sus propiedades inmuebles, sino tambin en el rico
patrimonio artstico y documental que cada una de ellas custodiaba desde haca siglos.
Este proceso, conocido como Incautacin se fundamenta en el decreto que se promulg durante el sexenio democrtico (1868-1874), concretamente elIde enero de 1869
20 El segundo tomo de la citada Gua de Archivos y Bibliotecas de la Iglesia en Espaa recoge sus principales contenidos, al tiempo que hace un completo repaso por su sgnificado MANSILLA, D., Bibliotecas
Eclesisticas, en Diccionario de Historia Eclesistica de Espa/la, t. 1, Madrid, 1972, pp. 250-262.
21. Sirvan como ejemplo, LUCAS LVAREZ, M., La documentacin del tumbo de la catedral de
Santiago de Compostela: estud~y edicin, Len, 1997; RODRGUEZ DAZ, E., El libro de la Regla
colorada de la catedral de Oviedo. Estudio y edicin, Oviedo, 1985; FERNNDEZ CATN, J. M. (dir.),
Coleccin documental del archivo de la catedral de Len, Len, 1987-1999 (13 vals.); ABAJO MARTN, T., Documentacin de la catedral de Palencia (1035-1247), Palencia, 1986; GARRIDO GARRIDO,
J. M., Documentacin de la catedral de Burgos (1184-1222), Burgos, 1983; PEREDA LLARENA, F. 1.,
Documentacin de la catedral de Burgos (1254-1293), Burgos, 1984, y Documentacin de la catedral
de Burgos (1294-1316), Burgos, 1984; FERNNDEZ GONZLEZ, L., Archivo de la catedral de Santander
(ss. XII-XVI), Santander, 1994; VILLAR GARCA, L. M., Documentacin medieval de la catedral de
Segovia (1115-1300), Salamanca, 1990; HERNNDEZ, F. J., Los Cartularios de Toledo. Catlogo
documental, Madrid, 1985; MARTN MARTN, J. L., Documentacin medieval de la Iglesia catedral
de Coria, Salamanca, 1989.
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por el que el Estado se incautaba, entre otros fondos, de los archivos y bibliotecas a
cargo de catedrales y cabildos. Seis aos despus, apenas iniciada la Restauracin
alfonsina, un real decreto del 23 de enero de 1875 revocaba la orden anterior y decretaba la devolucin de los objetos incautados a los cabildos afectados 22 Estos caprichosos
vaivenes de la poltica no pudieron sino alterar la situacin de estos fondos documentales, parte de los cuales, o bien se perdieron durante el proceso o, cuando menos, acabaron dispersndose entre diversos organismos. Esa es la razn de que algunos Archivos
Histricos Provinciales, Archivos de Diputaciones, y, sobre todo, Archivos Generales
o Estatales -fundamentalmente, el Archivo Histrico Nacional- custodien hoy parte del
pasado documental de las catedrales hispanas 23 Investigadores y archiveros debern tener
muy en cuenta ests circunstancias si quieren reconstruir los fondos del archivo capitular en el que desarrollan su trabajo y recopilar el mayor material documental posible.
Y CABILDOS HISPANOS
Cuanto acabamos de exponer explica por si slo que en los ltimos veinticinco aos
la produccin historiogrfica sobre catedrales y cabildos medievales hispanos se haya
incrementado de forma notable. Especialmente fecunda ha sido la dcada de los noventa del pasado siglo en el que se han triplicado en nmero las monografas y artculos publicados sobre el tema, amn de ser cada vez mayor el abanico de cuestiones
objeto de estudio en los mismos. Prueba tambin del calado que la institucin capitular ha generado entre los investigadores es el hecho de que buena parte de los trabajos son fruto de las tesis doctorales que se han presentado en distintas Universidades durante los ltimos aos. En cualquier caso, no hay que ver esta cuestin como
un caso aislado, ya que responde al inters que de forma genrica vienen despertando
las investigaciones sobre historia eclesistica, tal como recogen las interesantes puestas al da que se han realizado al respect0 24
22 Publicados ambos decretos en la Gaceta de Madrid del 26 de enero de 1869 y del 25 de enero de
1875, respectivamente.
23 En la actualidad preparamos un trabajo sobre los Fondos desmortizados en los Archivos Capitulares para el XIII Congreso de la Asociacin de Archiveros de la Iglesia en Espaa que estar dedicado
precisamente al tema Exclaustracin y desamortizacin en los Archivos de la Iglesia. Las actas de tales
jornadas vern la luz, como en casos anteriores, en los correspondientes volmenes de la coleccin Memoria
Ecclesiae.
24 Las ms recientes corren a cargo de MARTN RODRGUEZ, J. L., Iglesia y vida religiosa, en La
Historia Medieval en EspU/la. Un balance historiogrfico (1968-1998), Pamplona, 1999, pp. 431-456,
Y LADERO QUESADA, M. A., Historia de la Iglesia en la Espaa Medieval, en La Historia de la Iglesia
en Espatia y el mundo hispano, Murcia, 2001, pp. 121-190. De este mismo autor, pero en colaboracin
vid. LADERO QUESADA, M. A. Y NIETO SORIA, J. M., Iglesia y sociedad en los siglos XJ1I al XV
(mbito castellano-leons). Estado de la investigacin, en En la Espaa Medieval, 11 (1988), pp. 125151; LADERO QUESADA, M. A. Y SNCHEZ HERRERO, J., Iglesia y ciudades, en Las ciudades
andaluzas (siglos XJ1I-XVI), Mlaga, 1991, pp. 227-264.
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A la hora de comentar el balance particular que ofrecen los estudios sobre cabildos
,:.y catedrales hispanos nos centraremos en los que se refieren al territorio de la Corona
'. de Castilla, sin menospreciar en modo alguno los trabajos realizados para el entorno
catalano-aragons, de singular importancia. No obstante, la gran extensin de la corona
castellana y la variedad de las tierras que integra permite ofrecer una muestra lo suficientemente representativa de lo que ha sido la produccin bibliogrfica de los ltimos
aos y de la pujanza investigadora del tema. En la presentacin de los diferentes trabajos distinguiremos, de un lado, el proceso evolutivo que stos han sufrido en su temtica
desde las primeras publicaciones hasta hoy y, de otro, la distribucin de los estudios
por reas geogrficas.
26
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los autores, que no limitan sus conclusiones al periodo medieval, recogen un abanico
muy amplio de cuestiones a cerca del funcionamiento interno de estas corporaciones: nmero y variedad de sus componentes, mecanismos de provisin de los
cargos, obligaciones de los capitulares, entre otros muchos. Paralelamente, empiezan tambien a publicarse los estatutos otorgados a algunos cabildos andaluces 28
y del rea leonesa29
Lo cierto es que al calor de esta lnea de estudio durante esa dcada y las siguientes
se elaboraron interesantes aunque no tan amplios trabajos sobre diversos cabildos -Salamanca, Palencia, Oviedo, Cdiz o Sevilla- que se han convertido en
referencia obligada para conocer el proceso de formacin de estas instituciones
y el marco en el que se desenvolvan sus miembros 30 Ms recientemente, ha sido
objeto de estudio el rgimen administrativo seguido por cabildos tan diversos como
Osma, Murcia o Calahorra31
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.j;
2. En los aos ochenta del siglo XX, sin abandonarse, como hemos visto, la lnea anterior, los investigadores comenzaron a interesarse por el podero econmico de los
cabildos y, as, vieron la luz obras sobre sus ricos patrimonios rsticos y urbanos,
las rentas obtenidas de su explotacin y, en definitiva, la organizacin econmica
catedralicia. Ello mejor notablemente nuestro conocimiento de estas instituciones
y permiti calibrar su verdadero alcance, ya que sobre esta cuestin descansa su
indiscutible poder e influencia. Entre los primeros trabajos hay que analizar los de
Manuel Gonzlez Jimnez para Sevilla, continuados por Isabel Montes a fines de
la dcada 32 ; Ricardo Izquierdo y Socorro Prous para Toled0 33 ; Jos Antonio
Fernndez Florez y Teresa Garca sobre Len 34 ; Miguel Santamara y Jos Luis
Martn para Segovia35 ; Ferrero y Manuel Ladero para Zamora36 ; Barreiro Somoza
para Santiag0 37 ; o Iluminado Sanz para Cartagena38
Sin dejar de lado este enfoque econmico, pero dando un paso ms, hay una serie
de interesantes monografas que abordan la vertiente social de los cabildos y su
32 GONZLEZ JIMNEZ, M., Propiedades y rentas territoriales del cabildo catedral de Sevilla a
fines de la Edad Media, en Cuadernos de Historia, 7 (1977), pp. 167-212; MONTES ROMEROCAMACHO, L, Propiedad y explotacin de la tierra en la Sevilla de la Baja Edad Media. El patrimonio
del cabildo catedral, Sevilla, 1988, y El paisaje rural sevillano en la Baja Edad Media. Aproximacin
a su estudio a travs de las propiedades territoriales del cabildo catedral de Sevilla, Sevilla, 1989.
33 IZQUIERDO BENITO, R., El patrimonio del cabildo de la catedral de Toledo en el siglo XIV, Toledo,
1980; Modo de explotacin del patrimonio del cabildo de la catedral de Toledo durante la segunda mitad
del siglo XIV: contratos de arrendamiento, en Hispania, 40 n 145 (1980), pp. 357-393; El patrimonio
urbano del cabildo de la catedral de Toledo durante la primera mitad del siglo XIV, en Anales Toledanos, XIII (1980), pp. 3-24; PROUS ZARAGOZA, S., La Iglesia de Toledo (/085-1247), en En la
Espaa Medieval, IV, t. 11 (1984), pp. 833-864.
34 FERNNDEZ FLREZ, J. A., El patrimonio del cabildo catedralicio de Len en la segunda mitad
del siglo XV, Valladolid, 1985; El patrimonio del cabildo catedralicio leons en el trnsito de la Edad
Media a la Moderna: cuestiones de metodologa, en Archivos Leoneses, 97-98 (1995), pgs. 9-52;
GARCA y GARCA, M. T. Y otros, La propiedad urbana del cabildo catedralicio de Len en el siglo
XV, Len, 1990.
35 MARTN RODRGUEZ, J. L. (dir.), Propiedades del cabildo segoviano. Sistemas de cultivo y modos
de explotacin de la tierra afines del siglo Xlll, Salamanca, 1981; SANTAMARA LANCHO, M., La
organizacin de la gestin econmica del cabildo catedralico de Segovia. S. XllI-XIV, en En la Espaa
Medieval, III (1982), pp. 505-540; La explotacin econmica del patrimonio urbano del cabildo
catedralicio de Segovia en el siglo XIV, en La Ciudad Hispnica durante los siglos XlII-XVI, Madrid,
1985, pp. 671-700; Lugares del seoro del cabildo catedralicio de Segovia. Notas para el estudio de
la crisis del sistema feudal en la "castilla del siglo XV, en El pasado histrico de Castilla-Len, vol. 1,
Burgos, 1983, pp. 441-461.
36 FERRERO FERRERO, A., Rentas del cabildo catedral de Zamora en el siglo Xv. Anlisis de rentas
de 1446-1451, Salamanca, 1980; LADERO QUESADA, M. F., Notas sobre las propiedades del cabildo
catedralicio de Zamora en el ltimo tercio del siglo XIV (1372-1402), en En la Espaa Medieva", V,
tI (1986), pp. 537-549; Aproximacin al proceso de formacin del patrimonio de la Iglesia zamorana
(Obispo y cabildo) 1132-1484, en Espacio, Tiempo y Forma. Historia Medieva", 1 (1988), pp. 249-270.
37 BARRERIRO SOMOZA, J., El seoro de la Iglesia de Santiago de Compostela (siglos IX-Xlll),
. La Corua, 1987.
38 SANZ SANCHO, 1., Seoro y rentas de la 19lesia de Cartagena en la Baja Edad Media. en En
la Espaa Medieval, IV, t. 11 (1984), pp. 981-1.003.
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39 BARRIOS GARCA, A., Estructuras agrarias y de poder en Castilla: el ejemplo de vila (10851320), Salamanca, 1983; CASADO ALONSO, H., La propiedad eclesistica en la ciudad de Burgos en
el siglo XV: el cabildo catedralicio, Valladolid, 1980; SANTAMARA LANCHO, M., El cabildo
catedralicio de Segovia como aparato de poder en el sistema poltico urbano deurante el siglo XV, en
Studia Historica. Historia Medieval, VIII (1990), pp. 47-78; SANTAMARTA LUENGOS, J. M., Seoro y relaciones de poder en Len en la Baja Edad Media, Concejo y cabildo catedral en el siglo XV,
Len, 1993; RODRGUEZ LLOPIS, M. y GARCA DAZ, 1., Iglesia y sociedad feudal. El cabildo de
la catedral de Murcia en la Baja Edad Media, Murcia, 1994; FERNNDEZ CONDE, F. J., El Seoro
del cabildo ovetense. Estructuras agrarias de Asturias en el tamomedievo, Oviedo, 1994; PREZ
RODRGUEZ, F. J., El Dominio del Cabildo Catedral de Santiago de Compostela en la Edad Media
(siglos XI/-XIV), Santiago, 1994.
40 GONZLEZ JIMNEZ, M., Nivel moral del clero sevillano a fines del siglo XV, en Archivo
Hispalense, 183 (1977), pp. 199-204; SNCHEZ HERRERO, J., La vida y costumbres de los componentes del cabildo catedral de Palencia a fines del XV, en Historia, Instituciones, Documentos, 3 (1976),
pp. 485-532; FERNNDEZ CONDE, F. J., La clereca ovetense en la Baja Edad Media. Estudio socioeconmico, Oviedo, 1982.
41 CARRERO SANTAMARA, E., Las construcciones de los cabildos catedralicios en los antiguoS
reinos de Len y Galicia, Tesis doctoral indita leda en la Universidad Autnoma de Madrid, 1998; La
funcionalidad espacial en la arquitectura del medievo y las dependencias catedralicias como objeto de
estudio histrico-artstico, en Medievalismo, 9 (1999), pp. 149-175.
42 Diferentes tomos de la coleccin Memoria Ecclesiae analizan, precisamente estos dos decisivos
aspectos: Memoria Ecclesiae, I/I, Iglesia y cultura en las Edades Media y Moderna, Oviedo, 1992, Y
Memoria Ecclesiae, X-XI, Beneficencia y Hospitalidad en los Archivos de la Iglesia, Oviedo, 1997.
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como ejemplo de un excelente trabajo en esta direccin, aunque fuera del mbito
medieval sealamos la investigacin de Fran~ois Reynaud sobre el desarrollo de la
polfonia en la catedral primada47 .
4. Por fin, habria que mencionar a una buen nmero de monografas que, aceptando lo mejor
de cada uno de los anteriores puntos de vista, buscan realizar trabajos de conjunto
en los que se muestra una panormica del cabildo lo ms completa posible, y en los
que se combina desde el estudio de su funcionamiento interno al anlisis sociolgico de sus componentes, pasando por la organizacin econmica o la proyeccin
de su escuela. Algunos se dedican expresamente a un cabildo concreto y otros lo
analizan en el contexto de estudios ms amplios sobre los obispados en que se integran. Son los de Soledad Surez Beltrn (Oviedo)48; Jos Rodrguez Molina
(Jan)49; Iluminado Sanz (Crdoba)50, Lpez Alsina y Prez Rodrguez (Santiago)51;
Cendn Fernndez (Tuy)52; Jos Garca Oro y Mara Jos Portela (LugO)53; Mara
Isabel Nicols, Teresa Garca y Mateo Bautista (Len)54, Jorge Daz Ibez (Cuenca)55 y una reciente tesis sobre el cabildo de Plasencia56 .
47 REYNAUD, F., La Polyphonie toldane et son milieu. Des premiers tmoignages aux environs de
i600, Brepols, 1996.
48 SUREZ BELTRN, S., El Cabildo de la Catedral de Oviedo en la Edad Media, Oviedo, 1986.
49 RODRGUEZ MOLINA, J., El Obispado de Baeza Jan, Organizacin y economa diocesanas (XIlf
XV/), Jan, 1986.
50 SANZ SANCHO, l., El cabildo catedralicio de Crdoba en la Edad Media, en En la Espaa
Medieval, 23 (2000), pp. 441-481. Recoge este reciente trabajo una parte de la que fuera su tesis do toral
presentada en la Universidad Complutensae en 1989, La iglesia y el Obispado de Crdoba en la Baja
Edad Media (1236-i426).
51 LPEZ ALSINA, F., De la magna congregatio a 1 cabildo de Santiago: reformas del clero
catedralicio (830-1110), en IX Centenario da DedicGl;ao da S de Braga. Congreso internacional, Braga,
1990, pp. 735-762; PREZ RODRGUEZ, F. J., La Iglesia de Santiago de Compostela en la Edad Media:
El cabildo catedralicio(JiOO-i400), La Corua, 1996.
52 CENDN FERNNDEZ, M., La catedral de Tuy en poca medieval, Pontevedra, 1995.
53 PORTELA SILVA, M. J. Y GARCA ORO, J., La Iglesia y la ciudad de Lugo en la Baja Edad
Media. Los sellaras, las instituciones, los hombres, Santiago de Compostela, 1997.
54 NICOLS CRISPN, M. L, BAUTISTA BAUTISTA, M. Y GARCA GARCA. M. T., La organizacin del cabildo catedral leons a comienzos del siglo XV, Len, 1990.
55 DAZ IBEZ, J., La iglesia de Cuenca en la Edad Media (siglos Xll-XV). Estructura institucional
y relaciones de poder, Tesis doctorial leda en la Universidad Complutense, Madrid, 1996; El cabildo
catedralicio conquense en el siglo Xlll, en Anuario de Estudios Meidevales 27/1 (1997), pp. 315-345.
56 MATN MARTN, M. c., El cabildo catedralicio de Plasencia en la Edad Media. Estudio social,
econmico y administrativo, Tesis doctorial leda en la Universidad de Salamanca, 1998.
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,parlo su tarea, sin que ello implique en modo alguno volver a referirnos en detalle a
uno de los trabajos. Si el estudio lo hacemos por mbitos geogrficos no hay duda
:ae la pujanza de dos reas, Castilla-Len y Andaluca, algo evidente por el gran nmero
de sedes que, sobre todo la primera, vieron nacer en su territorio. Con menor nmero
de sedes pero, sin duda, con trabajos de similar importancia destacan los realizados
n Galicia, Asturias, La Rioja, Extremadura, Murcia, y la zona castellano-manchega,
en la que, habida cuenta del lugar en que nos encontramos, nos detendremos algo ms.
. Castilla y Lon ha sido pionera en buena parte de los estudios que, desde sus diferentes enfoques, han contribuido a popularizar esta temtica historiogrfica. Buena parte de
ellos son fruto del apoyo que desde los aos 70 han prestado al tema las Universidades de
Salamanca y Len, en las que se han ledo numerosas tesis doctorales dedicadas al tema,
con las que se han abierto caminos a este tipo detrabajos. Cada una de las catedrales y
~abildos castellano-leoneses tiene uno o varios especialistas y, as, identificamos la de
Astorga con Quintana Prieto, la de vila con Lpez Arvalo y ngel Barrios, la de Burgos
con Blanco Dez y Casado Alonso; la de Len tiene muchos estudiosos desde Toms
Villacorta a Fernndez Flrez, Jos Santamarta Luengos o el equipo de trabajo compuesto
por Isabel Nicols, Teresa Garca y Mateo Bautista; la de Osma con Toms Portillo, cannigo de su catedral; Palencia con Santiago Francia Lorenzo y Jess San Martn Payo;
Salamanca con Jase Luis Martn; Segovia con Miguel Santamara Lancho; y Zamora con
Perrero y Manuel Ladero Quesada.
El otro mbito significado es Andaluca, donde destacan los ya sealados estudios
de Jos Snchez Herrero para Cdiz, Iluminado Sanz para Crdoba, Jos Rodrguez
Molina para Jan, e Isabel Montes y Javier Prez-Embid para Sevilla. Hay que hacer
constar aqui la existencia de otros cabildos que no hemos mencionado porque su
nacimiento se realiza a caballo entre los siglos XV Y XVI, tras la conquista del reino
de Granada y, por tanto, su evolucin corresponde en su totalidad al periodo moderno,
caso de Mlaga y la propia Granada57
La importancia de estas dos reas no debe oscurecer la calidad de los estudios sobre
el cabildo de Oviedo debidos a Garca Larragueta, Fernndez Conde o Surez Beltrn,
ni las monografas que recogen la evolucin de las distintas corporaciones gallegas.
Cabe destacar aqui los trabajos de Duro Pea sobre Orense, Cendn Fernndez sobre
Tuy, Garca Conde, Garca Oro y Portela Silva sobre Lugo y, sin duda, los de Barreiro
Somoza, Lpez Alsina y Prez Rodrguez sobre Santiag058 A cierta distancia se encuen'~ada
,ji
~7 GARCA MOTA, F., El primer cabildo catedral de Mlaga y el Cdice de sus estatutos aprobados
el 15 de junio de 1492, en Memoria Ecclesiae, IV, Oviedo, 1993, pgs. 241-147; PAJARES ADREDO,
L., El cabildo catedralicio de Mlaga desde su fundacin hasta la Guerra de la Independencia, bases
para un estudio de la institucin, en Gibra1faro, 30 (1981), pp. 19-28; MARN LPEZ, R., El Cabildo
de la catedral de Granada en el siglo XVI, Granada, 1998; GAN GIMNEZ, P., Los primeros capitulares
de la Santa Iglesia de Granada, en Cdice, 5 (1990), pp. 21-27.
~8 El trabajo de ste ltimo se enmarca en un proyecto ms amplio que, bajo la direccin del profesor
Portela pretende exponer el conocimiento de las dos instancias que confluyen en catedral compostelana:
arzobispos y cabildo. En ese sentido es fundamental el trabajo complementario de GONZLEZ VZQUEZ,
M., El Arzobispo de Santiago: una instancia de poder en la Edad Media (1150-1400), La Corua, 1996.
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tran los trabajos que analizan la situacin de los cabildos de La Rioja, Extremadura
o Murcia, aunque en este ltimo caso es muy valiosa la aportacin de Miguel Rodrguez
Llopis e Isabel Garca Daz.
Para el final hemos dejado la mencin a los estudios realizados sobre las tres
catedrales de la meseta sur, hoy icluidas en la regin de Castilla-La Mancha: Sigenza,
Cuenca y, por supuesto, la sede primada de Toledo.
La catedral de Sigenza, pese a su indicutible importancia, est falta de un estudio de
conjunto que analice con detalle la institucin capitular. Pese a ello son de mencionar la
clsica obra sobre la historia de la dicesis y sus obispos debida a Minguella y Arnedo,
los trabajos de Blzquez Garbajosa sobre la peculiaridad de Sigenza como ciudad
episcopal, o los del archivero de la catedral, Felipe Peces Rata sobre las funciones hospitalarias y culturales de la misma59 Por su parte, para la sede de Cuenca destacan por
delante de cualquier otro los trabajos de Jorge Daz Ibaez, cuya tesis doctoral sobre el
conjunto de la Iglesia y obispado conquense incluye un interesante captulo sobre el cabildo del que se han ido publicando estudios en diversos artculos 60 Pese a la importancia de ambas corporaciones, es innegable que la poderosa catedral de Toledo acapara un
mayor nmero de trabajos e investigaciones que, brevemente, pasamos a exponer.
El cabildo de la sede primada est a falta de un estudio de conjunto, objeto de nuestra
tesis doctoral, aunque en diversos trabajos hemos ido dando a conocer algunos aspectos 61
Al margen de ello, y sin olvidar la publicacin de algunas colecciones documentales 62 , son
de destacar las aportaciones del que fuera cannigo-archivero de la catedral, Juan Francis59 MINGUELLA y ARNEDO, T., Historia de la dicesis de Sigenza y sus obispos, 3 vols., Madrid,
1910; BLZQUEZ GARBAJOSA, A., El condominio salorial en Sigenza entre el obispo y el cabildo
catedral, en Simposio Nacional sobre ciudades episcopales, Zaragoza, 1987, pp. 91-102: El se/loro
episcopal de Sigenza: econma y sociedad (JJ23-1805), Guadalajara, 1988; PECES RATA, F., Hospitales catedralicios en Sigenw, en Memoria Ecclesiae, X, Oviedo, 1997, pp. 341-347; Universidad
de Sigenza, en Memoria Ecclesiae, XII, Oviedo, 1998, pp. 185-188.
60 DAZ IBAEZ, J., La Iglesia de Cuenca en la Edad Media (siglos XII-XV). Estructura institucional
y relaciones de poder, Tesis doctorial leda en la Universidad Complutense, Madrid, 1996; El cabildo
catedralicio conquense en el siglo XIII, en Anuario de Estudios Medievales 27/1 (1997), pp. 315345; Los oficios y servidores del cabildo catedralicio conquense durante la Edad Media, en Studia
Academica (Revista del Centro Asociado de la UNED en Cuenca), 4 (1997), pp. 169-190; Propiedades
censuales del cabildo catedralicio conquense a fines del siglo Xv. Un documento para su estudio, en
Archivo Conquense I (1998), pp. 43-85; La Iglesia conquense en la Edad Media. Estructura institucional
y relaciones de poder, en Anuario de Estudios Medievales 30/1 (2000), pp. 277-318.
61 LOP OTN, M. J., El cabildo catedralicio de Toledo en el siglo XV: Aspectos institucionales Y
sociolgos, Tesis doctoral leda en la Universidad Complutense, Madrid, 2002; El siglo XII en la historia
del Cabildo Catedral de Toledo, en R, Izquierdo y F. Ruz (coord.), Alareos 1995. Actas del Congreso Internacional Conmemorativo de la Batalla de Alarcos, Cuenca, 1996, pp. 471-493; Fuentes medievales para el
estudio del Cabildo Catedral de Toledo, en La Investigacin y las fuentes documentales de los Archivos, t. n,
Guadalajara, 1996, pp. 789-800; La labor cultural y educativa del Cabildo Catedral de Toledo afilies de
la Edad Media, en R. Villena (coord.), Ensayos Humansticos. Homenaje al Profesor Luis Lorente Toledo,
Cuenca, 1997, pp. 249-272; La inmunidad judicial del clero catedralicio toledano en la Edad Media (siglos
XI-XV), en La Administracin de Justicia en la Historia de Espaa, t. 1, Guadalajara, 1999, pp. 545-560.
62 GARCA LUJN, J. A., Privilegios Reales de la Catedral de Toledo (1086-1462),2 vols., Toledo,
1982; HERNNDEZ, F. J., Los Cartularios de Toledo. Catlogo documental, Madrid, 1985.
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,.j;
.i Rivera Reci0
63 Su abundante produccin historiografca sobre la Iglesia toledana aborda mltiples aspectos relacionados con sus arzobispos, la primaca eclesistica o el patrimonio catedralicio, pero la obra que
mejor recoge los primeros pasos de la institucin capitular y de obligada consulta antes de iniciar cualquier estudio sobre la sede toledana, es RIVERA RECIO, J. F., La Iglesia de Toledo en el siglo XII (/0861124),2 vols., Roma-Toledo, 1966-1976.
64 LPEZ CELADA, L, Evolucin de las rentas del Cabildo de la catedral de Toledo durante el ltimo
cuarto del siglo XVI, Toledo, 1980; SANTOLAYA HEREDERO, L., La Obra y Fbrica de la Catedral
de Toledo a fines del siglo XVI, Toledo, 1979.
65 Adems de los trabajos citados en la nota 44, vid. GONZLVEZ RUIZ, R., El Mundo de la catedral
y Accin social y enseiianza, en Piedras Vivas. La catedral de Toledo en 1492, Toledo, 1992, pp. 29S4 y 92-99; Dives Toletana, en Medievalismo, 6 (1996), pp. 317-320; La reorganizacin de la Iglesia
de Toledo durante el pontificado de Bernardo de Sdirac, primer arzobispo despus de la reconquista
(10861124), en F. Lpez Alsina (ed.), El Papado, la Iglesia Leonesa y la Baslica de Santiago a fines
del siglo Xl, Santiago de Compostela, 2000, pp. 157-176.
66 GARCA ORO, J., La Iglesia de Toledo en tiempo del cardenal Cisneros ( 1495-1517), Toledo, 1992.
67 MESEGUER FERNNDEZ, J., Relaciones del Cardenal Cisneros con su Cabildo catedral, en V
Simposio Toledo Renacentista, t. 1, Madrid, 1980, pp. 25-147; Cartas inditas del cardenal Cisneros al
Cabildo de la Catedral primada, en Anales Toledanos, VIII (1973), pp. 3-47; SAN ROMN, F. de
B., Cisne ros y el Cabildo Primado al finalizar el (l/lO 1503, en Boletn de la Real Academia de Bellas
Artes y Ciencias Histricas de Toledo, 3 (1919), pp. 65-96.
68 FERNNDEZ COLLADO, A., La Catedral de Toledo en el siglo XVI. Vida, arte y personas, Toledo,
1999; La limosna del pan del claustro en la catedral de Toledo, en Memoria Ecclesiae, XI, Oviedo, 1997,
pp. 237-242; Grupos de poder en el cabildo toledano del siglo XVI, en Sociedad y lites de poder en la Espaa
Moderna, Cuenca, 2000, pp. 149-162; La Capilla Mozrabe del Corpus Christi, en Piedras Vivas. La Catedral de Toledo 1492, Toledo, 1995, pp. 63-68; Eucarista y Corpus Christi en Toledo, en Toletana. Cuestiones de Teologa e Historia, I (~99), pp. 121-149; Dos lugares emblemticos en la catedral de Toledo,
en Religiosidad popular y modelos de identidad en Espaa y Amrica, Cuenca, 2000, pp. 125-151.
69 SNCHEZ GONZLEZ, R., Iglesia y sociedad en la Castilla-Moderna. El cabildo catedralicio de la
Sede Primada (siglo XVI/), Cuenca, 2000; La cultura de las letras en el clero capitular de la catedral toledana, en Sociedad y lites eclesisticas en la Esp(l/Ia Moderna, Cuenca, 2000, pp. 163-236; Religiosidad
barroca y sentimientos ante la muerte en el cabildo catedralicio de Toledo, en Studia Historica. Historia
Moderna, 18 (1998), pp. 299-320; Cabildo catedralicio y cabildo municipal en el Toledo moderno, en La
administracin municipal en la Edad Moderna. Actas de la V Reunin Cientfica de la Asociacin Espao. la de Historia Moderna, Cdiz, 1999, pp. 137-146.
70 PAREJA, A (ed.), La catedral de Toledo 1549, segn el doctor Bias Ortiz. Descripcion Graphica
y Elegantissima de la S. Iglesia de Toledo, Toledo, 1999. Adems de la publicacin del texto de BIas
Oniz, la obra cuenta con los estudios preliminares de Ramn Gonzlvez y Felipe Pereda.
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1,
I11
11
No nos resta sino decir que, vista la madurez de todos los trabajos realizados, la
situacin es idnea, y as lo han manifestado muchos de los autores citados, para realizar
obras de sntesis a nivel generala regional en las que el impresionante legado de tantos
cabildos medievales quedara perfectamente reflejado. Ello situara a la catedral en el
lugar preeminente que le corresponde y demostrara que el inters por ella va ms all
de lo que han revelado sugerentes trabajos -algunos, grandes xitos de ventas- que
apuestan por el componente ms misterioso, anecdtico o legendario que circula en tomo
a estos bellos edificios 7 !.
"
~a extensa novela de Ken Follet, Los Pilares de la Tierra, Nueva York, 1989, o los trabajos de
ROS, C., Los Fantasmas de las Catedrales de Espaa, Sevilla, 1999 y JACQ, c., El misterio de las
catedrales, Barcelona, 1999, dan testimonio de ello.
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. j;
APROXIMACIN ALOS
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Cualquier estudio histrico que intente acercarse a alguno de los aspectos econmico, social, cultural, artstico, religioso o institucional del territorio del Arzobispado no
puede dejar de consultar parte de los fondos de su archivo, especialmente para el periodo
comprendido entre 1650 y 1850, del que se conservan series completas de numerosos
asuntos, como se ver.
Por ello el objetivo de esta comunicacin es ofrecer a los investigadores alguna
informacin acerca de la organizacin del archivo y su contenido. No se pretende realizar
un trabajo especfico de fuentes documentales, tan slo una breve relacin de su
composicin a partir de la experiencia de varios aos de investigacin, en los que he
tenido la suerte de conocer algunos detalles gracias a la amabilidad del actual archivero, Juan Pedro Snchez Gamero, y de su auxiliar Ricardo Martn, a quienes agradezco la atencin y las facilidades que, como a cualquier otro investigador que frecuenta el archivo, me han brindado.
En la actualidad no existen catlogos. La labor de los archiveros ha sido la que ha
permitido, sin embargo, ir conociendo algunos aspectos de estos fondos, de manera que
en la actualidad se cuenta con una base de datos realizada a partir de los ficheros
manuales existentes, y que se centra en cuatro subfondos. A medida que se avanza
en el tiempo aumenta el porcentaje de informacin conservada en relacin al total de
la generada, pero se aprecia un descenso notable de documentos a la vez que la Iglesia
en general y el Arzobispado en particular perdan el control de instituciones al hilo de
la secularizacin del siglo XIX. Por ello la gran mayora de los documentos son de los
siglos XVI-XIX, siendo el periodo comprendido entre 1700 y 1820 el que ms huellas
ha dejado, en general el siglo XVIII es el que ofrece ms informacin y de carcter
ms variado. Las desmembraciones territoriales de la Archidicesis no parece que fuesen
negativas para el archivo, que conserva en la actualidad la documentacin histrica de
los territorios hoy incluidos en las dicesis de Ciudad Real, Madrid, Sigenza-Guadalajara,
Guadix, Jan y Coria-Cceres.
La historia de la institucin ha marcado el estado actual de la misma2 , con varios
traslados y distintos acontecimientos, como un incendio en el Palacio Arzobispal de Toledo.
Fundado por Cisneros es probable que existiesen precedentes anteriores aunque no se
cuenta con datos que apoyen slidamente esta idea, pero desde entonces existi un
archivero que se ocupaba de ordenar y conservar la documentacin.
El archivo en la actualidad funciona los das de diario de 10 al, con periodos de
vacaciones en Navidad, Semana Santa y los meses de julio y agosto en verano. Se
compone de seis salas con un nmero variable de legajos cada una, y una sala de
investigadores donde pueden realizarse las consultas de los fondos y de los ficheros.
Actualmente el archivo sigue recibiendo documentacin, ya que si bien la mayor parte
de sus fondos tienen carcter histrico, es ah donde se conservan los documentos "
emitidos por la actual administracin eclesistica, fundamentalmente las partidas
~d, GUTIRREZ GARCA-BRAZALES, Manuel, Historia y Fondos del Archivo Diocesano de
Toledo, en Actas del Primer Congreso de Historia de Castilla-La Mancha, (Vol. 1), Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Ciudad Real, 1988, pp. 115-121.
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sacramentales. En principio no hay restricciones para la consulta de fondos, ms all
del estado de conservacin o circunstancias anlogas.
1. Capellanas
Se trata de un fondo formado por ms de 2000 legajos, de los que aproximadamente
1700 estn catalogados en la base de datos. Comprende toda la documentacin relacionada con una serie de instituciones jurdicas conocidas con el nombre genrico de
capellanas, y que en fechas se extiende desde 1520 hasta 18503 , aproximadamente.
Las bsquedas permiten identificar al fundador de la capellana, la localidad donde se
encontraba, el ao de emisin y la tipologa documental.
Los documentos que forman este fondo son, en nmeros aproximados, unos 2500
de fundaciones, ms de 5500 pleitos, (de los cuales unos 2000 son apelaciones del
Arzobispado de Toledo y de los Obispados limtrofes que conformaban la Provincia
Eclesistica) y unas 17.000 provisiones de capellanes, as como otros materiales sobre
unin, extincin, o reduccin de capellanas.
En el fondo de libros se conservan 575 relativos a capellanas de todo el Arzobispado y de contenido bastante heterogneo, todas ellas radicadas en parroquias o conventos 4 de la archidicesis, que completan la informacin, ya que la mayor parte de
estos libros son de carcter contable o fiscal. Destaca por su importancia el Libro
segundo del abecedario y resumen general de capellanas fundadas en la dicesis de Toledo, precedidas de un nmero que corresponda al que los expedientes tenan en el archivo del Consejo de la Gobernacin del arzobispado, que rene
un listado general de estas fundaciones entre los aos 1559-1845.
2. Reparacin de templos
Se trata de una serie de fondos relativos a las obras de reconstruccin que se
realizaban en las iglesias de la archidicesis, por lo que la casi totalidad de los expedientes se refieren a obras de reparacin, incluyndose tambin las referentes a re. ~y un nmero de documentos posteriores a 1850 aunque muy reducido.
4 65 libros referentes a capellanas u obras pas situadas en conventos masculinos y femeninos del
Arzobispado. con fechas comprendidas entre 1572 y 1846.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
tablos, capillas, cementerios y dems lugares anejos a las iglesias. 39 legajos de Toledos,
17 de Madrid, 7 de Guadalajara, 2 de Albacete y uno de Andaluca (Granada y Jan)
componen este fondo, en el que no se conservan referencias de los pueblos de
Extremadura.
El documento ms antiguo en esta seccin es de 1562, y los ms modernos datan
de la poca de la Segunda Repblica. Con todo el grueso de la informacin pertenece
a los siglos XVII y XIX, especialmente a este ltimo coincidiendo con las actividades
de la Junta de Reparacin de Templos. Debe destacarse que hay catalogados ms de
un centenar de planos y dibujos de algunas de las obras realizadas.
Las bsquedas pueden realizarse a travs de la fecha, lugar o del contenido de los
documentos.
3. Cofradas
Se trata de una coleccin documental imprescindible para los estudios de religiosidad popular, compuesta por las ordenanzas de las cofradas, peticiones, solicitudes,
informes, y en general datos muy diversos agrupados en 91 legajos que se distribuyen
as: 55 corresponden a Toledo, 27 a Madrid, 3 a Guadalajara, 3 a Ciudad Real 2 a
Extremadura (Cceres y Badajoz), 1 a Albacete y 1 a Andaluca (Jan y Granada);
la informacin correspondiente puede encontrarse a partir de los descriptores: ttulo de
la cofrada, ao de emisin del documento, localidad donde radica la cofrada, templo
en el que tiene su sede, as como una breve descripcin del contenid06
El fondo de cofradas no es completo sino que en la Sala VI del archivo se conservan 278 libros de cofradas de entre 1470-1866. Su contenido es sobre todo econmico, aunque hay tambin numerosas actas de juntas, inventarios de bienes, listados
de cofrades, constituciones, etc.
4. Libros manuscritos
Hay adems un fondo de aproximadamente dos mil quinientos libros manuscritos, catalogado e informatizado pero de contenido muy heterogneo, ya que agrupa los documentos
en funcin de su forma. No obstante en la base de datos pueden realizarse bsquedas eficaces a travs de los descriptores de fecha, lugar, tipo de documento, institucin de la que
emana, persona que lo emite en su caso, y una breve descripcin del contenido.
5 Hay que incluir en ellos 103 expedientes diversos de distintas localidades de Ciudad Real que se
encuentran incluidos en los legajos de Toledo.
" Es posible conocer parte de los fondos de esta seccin. Vid. SNCHEZ GAMERO, Juan Pedro,
Fondos madrileos en el Archivo Diocesano de Toledo, en Jornadas de la Fuentes Documentales para
la Historia de Madrid, Comunidad de Madrid, Madrid, 1990, pp. 55-64. GONZLEZ ROMERO, Jos
Rafael, Documentacin cofradiera de los maestrazgos ciudarrealeos en el Archivo Diocesano de Toledo,
en Las rdenes Militares en la Pennsula Ibrica. Universidad de Castilla-La Mancha, Ciudad Real, 1996.
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. j;
Lo conservado en esta sala son manuscritos cosidos en forma de libro, por lo que
es difcil establecer unos criterios de seleccin de materiales. No obstante, y sin nimo
de describir todos ellos, sino nicamente los ms importantes, en la Sala IV se encuentran libros referentes a algunos asuntos o instituciones:
10 Hay que decir que no los datos no son nicamente de carcter econmico, sino que hay informaciones de todo tipo, incluso datos artsticos, como los relativos a los Palacios Arzobispales de Toledo,
Alcal, VentosiJla, Aldovea ...
JI En el caso de Andaluca el seoro jurisdiccional se tena sobre algunas localidades que no pertenecan en lo espiritual al Arzobispado.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
normal que al menos se nombrasen agentes para Toledo, Madrid y Alcal de Henares,
".
tambin era habitual nombrarlos para Valladolid y Granada, sedes de las
";Chancilleras, ya que su funcin primera era actuar ante los Consejos y organismos de
administracin defendiendo los intereses del Arzobispo.
': Se conservan varios libros relativos a estos funcionarios cuyas gestiones eran de
:r,~ mxima relevancia, con documentacin entre 1687 y 1829 de entre la que destaca
',~l1n Libro de gastos de la Agencia General de la Dignidad Arzobispal de Toledo,
',';\e los aos 1728-1766.
:Ia
del sistema penitenciario eclesistico, que tena en la actual ciudad argelina un presidio
en el que los reos eran eclesisticos de todas las dicesis espaolas.
Adems de ello hay 4 libros de receptora de penas de cmara, de los aos 16581672,1710-1733,1786-1805 Y 1817-1849; se conserva tambin un Registro de procesos criminales que se siguen en el tribunal del Vicario General de Toledo. 16921745. Contiene la relacin de los ministros que se enviaban a distintos lugares para formar
los sumarios de las causas criminales, pero adems se incluye un registro de las penas
de cmara que eran entregadas a los notarios de la audiencia por parte de los condenados a penas pecuniarias por ese tribunal, entre 1694 y 1745.
9. Fondos diversos
- Documentacin notarial: Escrituras de propiedad, ventas, censos, concordias, y ttulos
de propiedad Un centenar de escrituras de casas de entre 1460 y 1802, una
cincuentena de censos de entre 1580 y 1823, entre otros. Numerosos libros de
obras pas o capellanas contienen adems los testamentos de los fundadores.
- Documentacin sobre culto y clero, de la que se conservan 31 libros entre 1840 y 1883.
- Libros que recogen privilegios, conflictos o en general asuntos relacionados con
la Catedral Primada.
- La sala IV del archivo, donde se conservan los libros, guarda tambin una serie
de planos y mapas
2. Misiones populares
;'
Tres legajos con fondos del siglo XVIII (y finales del XVII) en los que se consignan los
pu:prurati'vos, desarrollo y resultados de las misiones llevadas a cabo en algunas localidades.
Clrigos franceses
Se trata de un grupo de once legajos que guardan la documentacin sobre los
;r;-"~'>JLa"lll',~U~ que fueron expulsados de Francia por negase a jurar la Constitucin, y
fueron acogidos en Espaa, donde el Cardenal Lorenzana les prest apoyo.
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'7. Desamortizacin
Se conservan ocho legajos con documentos relativos al proceso desamortizador de
, los bienes eclesisticos en el Arzobispado.
Una pequea seccin conserva las informaciones referentes a los cambios habidos
en la administracin diocesana.
le
,
fondos, especialmente los de cuentas y de carcter econmico. Junto a ello en la Sala
de Libros se conservan copias de algunos de los procesos que a lo largo de la Edad
Moderna enfrentaron a los Arzobispos de Toledo y a las rdenes Militares por cuestiones de jurisdiccin. Entre ellos cabe citar:
Diversos alegatos de la dignidad Arzobispal de Toledo y Orden de Calatrava
en el pleito seguido por ambas partes sobre la omnmoda jurisdiccin en el Campo
de Calatrava y Partido de Zorita. Es de mediados del siglo XVIII.
Apuntamiento de un pleito seguido entre la dignidad arzobispal de Toledo y
la Orden de Calatrava, sobre la jurisdiccin omnmoda en el campo del mismo
nombre. Es de 1827 pero es muy interesante porque contiene traslados de documentos
de 1183, 1474, 1508, etc ..
Parte segunda de la alegacin por jurisdiccin eclesistica en el Campo de
Montiel en el pleito seguido entre el arzobispo de Toledo y la Orden de Santiago.
Siglo XVIII.
Alegacin en derecho por el cardenal conde de Teba, sobre la propiedad de
quatro vicaras en el partido y campo de Montiel. Se trata de un documento redactado en 1763 pero que incluye traslados de un proceso iniciado en 1649.
Ejecutoria del pleito seguido en el tribunal de la Nunciatura entre el Arzobispo
de Toledo y la Orden de San Juan sobre el ejercicio de jurisdiccin ordinaria en
Villanueva de los Infantes y dems lugares del distrito del Campo de Montiel. 1671.
Sin duda es esta una de las secciones del Archivo Diocesano que ms posibilidades
tiene de cara a un trabajo de historia econmica que quiera partir de una base documental completa y sistemtica. Como el anterior no se halla catalogado pero est
ordenado por aos, lo que facilita enormemente las posibilidades de realizar un estudio
ordenado.
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ordenados por aos y/o materias, aunque no resultan excesivamente fiables las cartelas
exteriores en relacin al contenido de los legajos, que mezclan distintos procesos:
beneficiales, decimales, civiles, criminales, ejecutivos, sobre fbrica de iglesias, obras
pas, inmunidad en iglesias, o capellanas, por lo que en definitiva se est ante
Muy interesante pero con poca informacin al respecto son las apelaciones 13 Como
es sabido el Arzobispo de Toledo tena la jurisdiccin en segunda instancias de algunas
causas recurridas en apelacin de los obispados que integraban la provincia eclesisticas: Murcia, Jan, o Crdoba, entre otras.
J3 Hay que recordar que el sistema de recursos en la jurisdiccin eclesistica vari a lo largo del tiempo,
fundamentalmente a travs de los Concordatos firmados entre Espaa y la Santa Sede en el siglo XVIII.
14 Estos legajos estn numerados y clasificados. Vid. SIERRA NAVA-LASA, Luis, Los archivos de
Toledo con referencia al Cardenal Francisco Antonio de Lorenzana (1754-1800), en Homenaje a Agustn
Millares Carla (Tomo 1). Caja Insular de Ahorros de Gran Canaria, Gran Canaria, 1975, pp; 661-683.
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- 18 del Cardenal Bonel y Orbe (1849-1857)
- 31 Cardenal Alameda y Brea (1857-1872)
- 12 del Cardenal Moreno y Maisonave (1875-1884)
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1. INTRODUCCIN
La investigacin sobre archivos se ha incrementado notablemente durante los ltimos aos en nuestro pas, estudios especficos, congresos, seminarios, manuales
universitarios, son una prueba de ello. Incremento que, entre otras cosas, se ha traducido en un crecimiento de publicaciones. En este fenmeno, lgicamente, estn
inmersos los archivos eclesisticos.
El objetivo general de este trabajo es realizar un estudio sobre la produccin bibliogrfica espaola relacionada con los archivos eclesisticos. Se analizan principalmente libros, artculos de revistas, publicaciones de congresos y tesis doctorales.
El mtodo que hemos seguido es el Bibliogrfico, que -a grandes rasgos- consiste
en efectuar la bsqueda de mederiales a travs de la consulta de fuentes de informacin
y la identificacin de estos materiales mediante la comprobacin de la existencia de
ellos. .
Dentro de esta tarea bibliogrfica nos hemos centrado en investigar, identificar y
clasificar los documentos localizados. Segn este mtodo, la bsqueda no se realiza
.de manera improvisada, debe seguir un criterio riguroso y adecuado al tipo de publii~ciones que se desean localizar. Identificar supone proporcionar, segn normas pre:Clsas la rigurosa identidad del texto. Clasificar consiste en distribuir el material que
se recoge y presentarlo ordenado, atendiendo a determinados principios de clasifica861
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
cin. Tambin hemos tenido en cuenta algunas de las etapas propuestas por Rino Pensato'
para la elaboracin de un repertorio bibliogrfico.
Las fuentes consultadas para la localizacin de las publicaciones han sido las siguientes:
La Biblioteca Nacional de Espaiia, es el principal centro informativo y documental
sobre la cultura escrita espaola, por ser la institucin depositaria de las publicaciones
impresas en el territorio espaol desde comienzos del siglo XVIII recibidas a travs
del Depsito Legal. El Catlogo Automatizado de la Biblioteca Nacional Ariadna
contiene todas las monografas editadas en Espaa desde 1976 y las ingresadas en la
Biblioteca Nacional desde 1982. A este volumen de informacin, se aaden los libros
hasta 1830, manuscritos y documentos, revistas y peridicos, grabados, dibujos y
fotografas, mapas y planos, videograbaciones, partituras y grabaciones sonoras.
El Catlogo de las Bibliotecas Pblicas Espaiiolas, este catlogo permite realizar
bsquedas en lnea, a travs de Internet, en todos los fondos de las Bibliotecas Pblicas del Estado Espaol. Las bsquedas se pueden hacer en todas las bibliotecas a la
vez, o en una en particular.
El Catlogo REBIUN, catlogo colectivo de la Red de Bibliotecas Universitarias
Espaolas, recopila informacin sobre obras de 51 bibliotecas. Es el catlogo que agrupa
a un mayor nmero de bibliotecas universitarias, algunas de estas bibliotecas, adems,
estn integradas en otros catlogos como:
El Catlogo RUECA, es el catlogo colectivo de la Red Universitaria Espaola
ABSYS, formado por la U. Carlos III, U. Castilla-La Mancha, U. de Jan, U. La Rioja,
U. Murcia y U. Pontificia Comillas.
El Catlogo RUEDO, es el catlogo colectivo de la Red Universitaria Espaola
DOBIS/LIBIS, constituido por la U. Alicante, U. Crdoba, U. Deusto, U. Granada, U.
Navarra, UNED, U. Oviedo, U. Pas Vasco, U. Las Palmas, U. Politcnica de Madrid,
U. Sevilla y U. Valladolid.
El Catlogo CISNE, es el catlogo automatizado de la Biblioteca de la Universidad
Complutense de Madrid. Permite el acceso a los fondos localizados en todos los centros
pertenecientes a la Universidad Complutense, as como a los recursos de informacin
disponibles a travs de la Biblioteca.
El Catlogo Colectivo de las Bibliotecas Catalanas (CCUC), es un catlogo con
ms de 1.500.000 registros bibliogrficos y proporciona acceso a ms de 3.000.000 de
documentos fsicos conservados en unas 100 bibliotecas. Las bases del crecimiento del
CCUC son la catalogacin corriente o diaria y la catalogacin retrospectiva, -ambas
a travs del mismo Catlogo-, y la integracin de fondos de otras bibliotecas. Algunas
de stas, que no son miembros consorciados del Consorcio de Bibliotecas Universitarias Catalanas (CBUC), han incorporado sus registros al CCUC y est previsto que
otras bibliotecas continen aadiendo sus respectivos fondos.
1 Vase: PENSATO, Rino, La compilacin de bibliografas, cap. 2 de Curso de Bibliografa. Gua
para la compilacin y el uso de repertorios bibliogrficos, Gijn, Trea, 1994, pp. 46-110.
862
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El Catlogo CIRBIC, es el catlogo colectivo de los libros de las Bibliotecas del
en toda Espaa. Segn datos de enero de 2001 contiene 1.21l.291 ejemplares.
La temtica es multidisciplinar de acuerdo a las lneas de investigacin del CSIC. Incluye
tambin documentos de bibliotecas externas asociadas a la Red: (Instituto Qumico
Sarri, Real Academia de Ciencias Exactas, Fsicas y Naturales, Asociacin Espaola
contra el Cncer, Fundacin Garca Lorca, Fundacin Ortega y Gasset).
'. stas son las bases de datos analizadas:
~.. La Base de Datos ISOC, realizada por el Centro de Informacin y Documentacin
4eI CINDOC, del Consejo Superior de Investigaciones Cientficas (CSIC), se alimenta
de referencias de artculos publicados en revistas cientficas espaolas. De forma
selectiva tambin reune series monogrficas, congresos, etc. Cubre todas las reas
4isciplinares de las Ciencias Sociales y Humanas; Recoge los artculos publicados en
ros de 1.625 revistas cientficas espaolas y, parcialmente, otros documentos, como
informes tcnicos, comunicaciones a congresos, monografas, etc. En la actualidad
, ~pera las 383.000 referencias bibliogrficas, con un crecimiento anual de 25.000
...,ferencias y una actualizacin diaria. Respecto a la cobertura temporal, aunque de
Ngunas materias contiene informacin desde 1960, la base de datos ISOC cubre, en
general, desde 1975 hasta la actualidad. Ms del 50% de la base corresponde a lite,..atura publicada en los ltimos 10 aos.
La Base de Datos de Artculos Compludoc, contiene las reseas de los artculos
publicados en una seleccin de ms de mil revistas cientficas, en su mayora espa'ftolas, analizadas en la Biblioteca de la Universidad Complutense. La cobertura de los
ttulos se remonta a 1997, aunque los de Ciencias Sociales llegan a 1994 e incluyen
bastantes revistas extranjeras. Compludoc naci en el ao 1997 (en su origen se llam
CpsDoc, EconDoc e IntDoc), las bibliotecas de Ciencias de la Informacin, Econmiy Polticas empezaron a introducir referencias de artculos de revistas de Ciencias
SOciales, la mayor parte de ellas espaolas junto a algunas de las principales editadas
~ ingls y francs. A Compludoc se han incorporado el resto de las bibliotecas de
_ BUC, introduciendo artculos de revistas espaolas de las materias correspondientes
a,las Facultades de la Universidad Complutense.
, La Base de Datos de Sumarios Electrnicos del CBUC (Consorcio de Bibliotecas
rias Catalanas), se nutre de informacin proporcionada por EBSCO y la
Complutense de Madrid. Incluye buena parte de los ttulos suscritos por
''''-~''''U'''la de las instituciones integradas en el CCUC. Actualmente se reciben suma,,1
de ms de 5.000 revistas.
Para las tesis doctorales hemos consultado:
La Base de Datos Teseo, recoge y permite recuperar informacin sobre las tesis
W;lCt()rales ledas y consideradas aptas en las Universidades espaolas desde 1976.
El Catlogo Tesis de la Universidad de Valladolid, rene las tesis ledas en esta
.
Lo mismo ocurre con el Catlogo Tesis de la Universidad de Sevilla, ambos
disponibles en sus respectivas pginas web.
, Todas estas fuentes nos aseguran una representacin bastante exhaustiva y signide lo publicado en Espaa sobre el tema de nuestro inters. Lgicamente los
~SIC
cas
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lmites cronolgicos y de nmero de obras de nuestro trabajo han sido establecidos por
la cobertura de las citadas fuentes. Nosotros nicamente no hemos tenido en cuenta
las obras publicadas con anterioridad al siglo XX, por lo dems, hemos sido exhaustivos recopilando todas las publicaciones referentes a archivos eclesisticos contenidas en las citadas bases de datos y catlogos.
La estructura de este trabajo es la siguiente: despus de la introduccin, en la que
se presentan los objetivos, la metodologa y las fuentes, se desarrolla la parte dedicada
a mostrar la produccin bibliogrfica sobre archivos eclesisticos en cifras, aqu
cuantificamos los datos y los distribuimos por aos de publicacin y tipos de archivos,
distinguiendo entre libros y folletos; artculos y comunicaciones; tesis doctorales y
tesinas. Para una mejor apreciacin de las cifras hemos empleado tablas y grficos.
Los libros formados por varios volmenes o tomos, los hemos contabilizado como
una nica publicacin, incluso, aunque hayan aparecido en aos distintos. Las diferentes ediciones de una misma obra las hemos contado como publicaciones diferentes.
Despus, exponemos las conclusiones y por ltimo, incluimos un anexo bibliogrfico con las referencias de los artculos, libros y folletos publicados entre 1995 y 2000,
debido, a que por motivos de espacio, no podemos reproducir la totalidad de las
publicaciones localizadas. Esta seleccin sirve de muestra e ilustra los datos comentados a lo largo de esta comunicacin.
864
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1906
1914
1917
1918
1920
1921
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Figura 7. Libros y folletos, localizados 1990-2000
34
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Figura 10. Artculos y comunicaciones, localizados 1990-2000
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ll.3. TESIS DOCTORALES Y TESINAS
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Figura 12. Tesis doctorales y tesinas, localizadas 1990-2000
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Figura 13. Tesis doctorales y tesinas distribuidas por tipos de archivos eclesisticos
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IIl. CONCLUSIONES
Los datos globales del material recopilado son 591 publicaciones. Teniendo en cuenta
las distintas tipologas documentales, por un lado, y las variedades de archivos eclesisticos, por otro, estas publicaciones se distribuyen del siguiente modo:
-
Dentro de Otros se incluyen archivos de seminarios, cofradas, capillas, santuarios ... y tambin del Vaticano y de la Inquisicin.
Estos datos, adems de reflejar el volumen y evolucin de la produccin bibliogrfica sobre archivos eclesisticos en Espaa, muestran el estado de la investigacin
espaola sobre estos archivos, especialmente a travs de las tesis, artculos y congresos. Segn Banal Zazo 2 dentro de las tesis sobre archivos existe un predominio notable de las basadas en archivos eclesisticos (38,8 %), para este autor en el mbito
2 Vase: BONAL ZAZO, Jos Luis, La investigacin universitaria sobre archivos y archivstica en
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LA IGLESIA EXTREMENA EN LA
RECONQUISTA Y REPOBLACIN DE LOS
SIGLOS XII-XIV*
Juan Luis de la Montaa Conchia
Profesor Asociado de Historia Medieval
Universidad Extremadura
INTRODUCCIN
Desde hace algn tiempo ha crecido la preocupacin de los investigadores por
enmarcar el desarrollo de la institucin eclesistica en Extremadura bajo planteamientos metodolgicos diferentes. Sin embargo, a pesar de contar con un nmero elevado
de trabajos que abordan la problemtica desde pticas muy diversas, no existen investigaciones suficientes que argumenten desde una perspectiva globalizadora, es decir,
trabajos de sntesis que te~an como objeto de estudio a la iglesia en Extremadura en
su totalidad durante el perodo de expansin feudal que la historiografa ha calificado
con los trminos de Reconquista y Repoblacin L
* Comunicacin realizada en el marco del proyecto "Ocupacin y explotacin del espacio rural en
Extremadura desde la poca romana hasta la actualidad, (IPR98014), financiado por la Consejera de
Educacin y Juventud de la Junta de Extremadura.
I MARTN MARTN, J. L., La iglesia exfremeiia en /a Edad Media, en Actas de las 1 Jornadas de
Historia Medieval, Coord: Julin Clemente Ramos y Juan Luis de la Montaa Conchia. Cceres, 2000,
pp. 59-81.
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.*
. nea articulacin de los marcos de poder eclesisticos: obispados y parroquias. Este proceso
no fue en absoluto lineal, sino que estuvo sujeto a los ritmos que impona la variabilidad
de la frontera y el avance de la ocupacin poblacional4 . Es por ello que la conformacin administrativa de los espacios diocesanos e incluso los parroquiales se proyectarn
durante la prctica totalidad del siglo XIII.
La organizacin de las dicesis extremeas no es un proceso suficientemente transparente, aunque en su globalidad responde a una poltica de expansin colonizadora
desarrollada en los reinos de Castilla y Len desde mediados del siglo XII. Efectivamente, la andadura de la institucin eclesial en la alta Extremadura cuenta con una
cronologa que slo fuentes de naturaleza indirecta pueden ayudarnos a precisar. As
conocemos con detalle la restauracin, en 1142, del obispado de Coria y sus lmites
diocesanos que enraizaban en poca visigoda5 .. I--a primigenia dotacin de la iglesia
cauriense, realizada por Alfonso VII, est integrada por una serie de mercedes econmicas materializadas tanto por exenciones y concesiones de rentas como por propiedades que consistan en la tercera parte de las rentas reales, portazgo, pesqueras y carne,
bestias, ganado y derechos en la percepcin de caloas 6 . Documentos posteriores, como
el fechado en 1229, confirman lo contenido en el diploma de 1142 y, adems, refieren
privilegios y franquezas que aluden a la existencia de inmunidad frente a la institucin concej iF.
La fundacin de la dicesis de Plasencia hacia 11898 estuvo inmersa en una intensa
conflictividad con el obispado de vila que ya en 1187 estaba percibiendo por favor
de Alfonso VIII el quinto de las rentas reales pertenecientes a la ciudad 9. En 1190,
Plasencia todava era un arcedianato vinculado a la dicesis de vila 1o Sin embargo,
un cambio en la poltica mantenida hasta el momento por el monarca castellano anim
a los placentinos a liberarse de la presin de vila, situacin ante la que el obispo de
la ciudad requera confirmar los derechos diocesanos correspondientes a la nueva
,",
4 SANZ SANCHO. 1, Geografa del obispado de Crdoba en la Baja Edad Media, Crdoba, 1996.
Centra su estudio en esta realidad jalonada, para el caso cordobs, por diversas etapas en las que la
organizacin sufri alteraciones.
5 AHDC, Seccin Histrico. Cdice de la iglesia de Caria. Continuacin histrica de la antigedad
de la santa yglesia de Coria, escrito por el D. Pedro de Galarza, fols. 57r y fol. 58r, respectivamente. Otra
explicacin trataba de perfilar algunos puntos que no quedaban claros por las cumbres vertientes caen
las aguas al ro Tajo, comenzando por las de la sierra de Salamanca, e de la otra parte del puerto Muoz,
que es por la Alberca y Valdefuentes, que parte con el pumar o endrinal y como corren las aguas fasta
Capana, Alconetar. ESCOBAR PRIETO, E., Antigedad y lmites del obispado de Coria, Plasencia, 1912.
6 MARTN MARTN, J. L., DoclIlI1entacinll1edieval de la catedral de Coria, Salamanca, 1989, doc.
1. BAY SANTANA, M a del Sagrario. El obispado de Caria. Intereses y conflictos en su dicesis, Memoria de Licenciatura indita, Cceres, 1985, pp. 9-11.
7 MARTN MARTN, J. L., Documentacin medieval de la catedral de Caria, doc. 9.
8 PALACIOS MARTN, Bonifacio, Fundacin y organizacin de Plasencia, I Congreso histrico sobre
Plasencia y su tierra, Plasencia. 1986 (indito).
9 BARRIOS GARCA, ngel, Estructuras agrarias y de poder en Castilla: el ejemplo de vila (/0851320), T. J, Salamanca, 1983, p. 227.
10 SNCHEZ LORO, Domingo, Historias placentinas inditas, Cceres, 1982, Vol. A, p. 35.
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dicesis". As se mantuvo la situacin hasta 1193, cuando fueron realizadas las primeras donaciones a la naciente iglesia placentina, pero en esta ocasin con su obispo titular
al frente. En torno a 1216, la iglesia placentina sobresale en los documentos como
competidora de la abulense y ya en estas fechas la encontramos anexionando a su
jurisdiccin lugares y nuevas poblaciones'2.
En la Baja Extremadura, la iglesia diocesana estuvo supeditada a las privativas
caractersticas que impuso la conquista, la dinmica repobladora y jurisdiccional. Slo
Badajoz gozar del estatus realengo y es en esta ciudad en la que, mediante la poltica
de fundaciones eclesisticas desarrollada hacia 1230 por la iglesia compostelana 13 , se
procede a la instauracin del obispado con base en la iglesia de Santa Mara'4. Tenemos una vaga constancia de la dotacin de la misma hacia 1255'5 cuando la iglesia
pacense comenzaba a recibir las primeras donaciones realizadas tanto por el monarca
como por el concejo de la ciudad. De entre estos primeros bienes destacan las villas
de Ugela y Campomayor'6. Los lmites de la dicesis pacense quedaron constituidos
tras el primer snodo celebrado en Badajoz y se correspondan bsicamente con los de
la ciudad, abarcando las poblaciones portuguesas de Crato, Serpa y Mora. En su zona
norte se extendan desde las encomiendas alcantarinas de Azagala y Piedrabuena con
la totalidad del seoro de Alburquerque, y hacia el sur limitaban con el Guadajira (franja
que se extiende desde Alburquerque hasta Fregenal) y Sierra Morena, donde confluyen los trminos de Badajoz y Sevilla l7
Ms dificultades encontramos a la hora de seguir el nacimiento y desarrollo de los
cabildos. Las noticias que nos llegan de la conformacin, integrantes y funcionamiento son confusas e insuficientes. Las pautas para su anlisis las podemos establecer
analizando -siempre con reservas- constituciones sinodales y decretos. As, en Plasencia
las primeras noticias del cabildo datan de 1229, aunque insertas en un documento
BARRIOS GARCA, ngel, Documentacin de la catedral vila, Salamanca, 1981, doc. 32.
Como es el caso de la villa de Bjar. Ibdem, doc. 31.
13 ALDEA Quintn, Diccionario de Historia eclesistica, Madrid, 1972, pp. 170-177. Firme defensor
del origen mozrabe del obispado pacense es CAMACHO MACAS, Aquilino, Anotaciones crticas al
episcopologio pacense, en V Congreso de Estudios extreme;os. ponencia V, Historia 1, Badajoz, 1975,
pp. 1-65.
l. RAMN MARTNEZ, Matas, Historia del reino de Badajoz, reed. Badajoz, 1991, Ap. XXIII,
p. 381.
15 Cit. TERRN ALBARRN, Manuel, Historia de la Baja Extremadura, Badajoz. 1986, p. 141.
MANSILLA, Demetrio. La curia romana y la restauracin eclesistica, doc 71. Al respecto se han hecho
precisiones para el caso de Badajoz a cargo de LPEZ LPEZ, T. A, La dicesis de Badajoz: Origen,
restauracin y trnsito final, en Apuntes para la Historia de la ciudad de Badajoz, Mrida, 1999, pp.
111-124.
16 Ibdem, p. 126, RODRGUEZ DE LAMA, La documentacin pontificia de Alejandro IV, doc. 119,
1255, octubre 17. Agnani. Facultad dada por Alejandro IV a don Lope, legado papal, para que seale
los lmites de tres dicesis espaolas en las que el rey Alfonso X haba erigido las correspondientes
catedrales.
17 SOLANO DE FIGUEROA, Juan, Historia Eclesistica de Badajoz, 1 parte, T. III, reed. Badajoz,
1929 (en adelante Historia Eclesistica de Badajoz), pp. 64-65. Ibdem, p. 21. Se indica que esta primera
donacin es de los lugares de Alvalade y Valdesolaz, los anteriores se prometen.
II
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.. k
fechado un siglo despus. Del cabildo de Badajoz se intuye que no se encuentra plenamente constituido hasta bien entrado el siglo XIlI 18. Los datos son todava ms significativos para el caso de Coria, de cuyo cabildo se tiene una vaga referencia en 1233.
La documentacin conservada de la segunda mitad del siglo XIII anuncia el aumento
de miembros en la institucin capitular as como un incremento y especializacin en
las funciones. La falta de miembros, que sin duda debemos vincular a una ausencia
de funciones, debe relacionarse no tanto con la cantidad de renta de que disponen los
obispados y sedes catedralicias como con las dificultades por las que atraviesa el proceso
de colonizacin extremeo y el insuficiente desarrollo institucional. Ambas realidades
conllevan asociadas otras contrariedades como son la escasa o nula organizacin de
la red parroquial y la ineficacia ante la recaudacin de tributos motivada bien por la
ausencia de mecanismos efectivos y la resistencia de los nuevos pobladores ante la
exigencia de su contribucin, bien como desenlace de una poltica de aprensin del
diezmo y otras rentas ejercida por rdenes militares y grandes seores.
Segn las fuentes conservadas no es hasta 1233 cuando podemos contabilizar cinco
miembros en el cabildo de Coria. Es probable que en el reinado de Sancho IV se fraguase
su definitiva constitucin aunque no sabemos su nmero real hasta 1315 cuando son
citados un decano, cantor, tesorero, tres arcedianos, ocho cannigos y seis racioneros1 9 .
En Plasencia la realidad es distinta pues en 1229 adems del obispo, den chantre,
tesorero contara con diez cannigos y ocho racioneros 2o En Badajoz, los primeros
miembros del cabildo los conocemos en 1255 cuando en las primeras constituciones
sinodales aparece suscribiendo el documento. Hasta 1261 no hay una referencia cierta
sobre el nmero de integrantes del primer cabildo que no superaba los doce (con que
cont posteriormente), seis racioneros y siete dignidades e incluso se habla del sello
del cabild0 21 . En 1264, la donacin que el cabildo hace al obispo de la mitad de las
poblaciones de Uguela y Campomayor alude a que el <<numero de los do~e Canoligos
e seis ra~ioneros fue des~endiendo a iusso22.
La madurez de la institucin capitular que se intuye en la separacin de las mesas no se produce hasta finales del siglo XIII. El refuerzo de las comunidades
poblacionales y la progresiva consolidacin de la institucin eclesial dio como resultado la disociacin del obispo y el cabildo como entidades que si bien tienen intereses
comunes, los relacionados con los econmicos quedan firmemente separados. Los
primeros datos sobre esta razn nos llegan de Plasencia en 1229 y a travs de las
constituciones de la catedral pacense de 1279 se indica que aya el obispo sin el cabildo,
casas, bodegas, cortinales, huertos heredamientos de pan, montes, losas, molinos, aceas,
pesqueras .... e el cabildo que aya sin el obispo todas las cossas que fueren dadas por
18 MARTN MARTN, J. L, Los tiempos ... , ob. cit, p. 365. En 1256 todava no tena cabildo que ya
es citado a partir de 1264.
19 MARTN MARTN, J. L, Documentacin medieval de la catedral de Coria, doc. 10.
20 SNCHEZ LORO, Domingo, Historias placen tillas illditas, Vol. A, pp. 373-383; y pp. 75 Y 76.
21 Historia Eclesistica de Badajoz, 1 parte, T. 111, pp. 27 Y 70-71.
22 Ibdem, pp. 80-81.
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en la primera mitad del siglo XlV. Quiz el mejor ejemplo nos llegue de la poblacin
de Miajadas en 1348, lugar en el que se constituye la parroquia como resultado del
crecimiento de la poblacin 29
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excepto en las iglesias de nueva construccin localizadas ms all del Tajo, por las que
el obispo recibira la sexma de los diezmos. En cuanto a las atribuciones del obispo
cauriense en las iglesias ubicadas en la jurisdiccin alcantarina cabe resear la reserva
que haca del derecho de catedrtico y las primicias 33
El caso pacense aun no siendo muy distinto no posee la naturaleza violenta que
adquiere en el cauriense-alcantarino. Los primeros acuerdos que establece el obispo
don Pedro en 1256 con la orden del Temple parecen revelar cierta solidez 34 La misma
entidad mostrar el suscrito slo un ao despus con la orden de San Juan sobre el
cobro de diezmos en las villas de erato, Elvas, Mora y Serpa35 Los problemas en este
obispado surgieron con las rdenes autctonas. Los alcantarinos, que ya posean una
iglesia en la ciudad bajo su advocacin, violaron en repetidas ocasiones los acuerdos
en los repartos de diezmos, rentas y feligreses, y tal fue la actitud de la orden que requiri
en algn momento la intervencin reaP6. Los santiaguistas, por su lado, desarrollaron
una poltica de usurpacin de aldeas en torno a la ribera del Guadajira que slo encontr solucin en 1284 previa intervencin de Sancho IV a favor del concejo y del
obispo de la ciudad 37
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.*
La normalizacin en la percepcin del diezmo result ser una problemtica que, en
su conjunto, fue objeto de atencin por la Corona. Alfonso X fue el primero que hizo
extensivas medidas para que no se alterara bajo ningn concepto la percepcin de este
derecho en todas las iglesias del reino, especialmente las de reciente creacin 39 En
Badajoz se conserva el privilegio de Alfonso X en el que se advierte a la poblacin
el error en el que se incurre si no contribuye fielmente en las obligaciones diezmales.
Esta preocupacin se hizo rpidamente extensiva a los clrigos locales, obispos y
cabildos, y para ello en el transcurso de los siglos XIII Y XIV desplegaron un conjunto
de medidas para facilitar la percepcin de esta renta en los espacios ya colonizados
y los que an quedaban por colonizar.
Pero la institucionalizacin del diezmo era una preocupacin menor en el mbito
clerical extremeo. Una de las preocupaciones d~ los clrigos al establecer el rgimen
diezmal fue precisar una distincin neta en los diezmos que gravaban la actividad
econmica. Esta evidencia no es desde luego inmediata y debi consolidarse, al igual
que en otras partes de la Corona de Castilla, con el paso de los aos, sufriendo significativas transformaciones y adaptaciones. A travs de las constituciones catedralicias
sabemos que el diezmo en Plasencia se divide en dos categoras diferenciadas: diezmos
prediales, personales y mixtos 40 , estos ltimos integrados en el grupo de los prediales 41
De los diezmos mixtos slo tenemos antecedentes en la fundacin de la parroquia de
Miajadas en 1348. Las constituciones de Badajoz son ms precisas en su distincin
entre diezmos personales y prediales 42 En primer lugar detalla que la percepcin del
diezmo predial afecta a los frutos que cogieren en el territorio de la r;ibdad e de la
crianza de las sus animalias, aunque nascan e pascan a las devegadas en las Aldeas; e
de las abeias e de las cazas e brevemente de todas las cossas que labraren e criaren e
de todas las cosas que ganaren. Respecto a los personales, se seala que la contribucin
deba hacerse efectiva en la iglesia parroquial si se tena la residencia en la villa, y la
otra meatat a la iglesia donde rer;ibe los sacramentos eclesiasticos si era aldean043
En cuanto a las cantidades a percibir, no contamos con referencias exactas sobre
la totalidad de lo recaudado aunque, por datos indirectos, podemos aventurar que el
diezmo en estos momentos y dada su naturaleza no se ajustaba a lo que inicialmente
significaba44 La recaudacin del diezmo la hacan los denominados terceros que, tanto
~ontexto histrico en el que se han realizado anlisis similares para otras zonas de Castilla (LINAGE
CONDE, Antonio, La creacin de los obispados de Cuenca y Seplveda en el contexto de la repoblacin
foral, Cuadernos de Historia de Espai'a, 69 (1987), pp. 25-40).
40 SNCHEZ LORO, Domingo, Historias Placentinas ... , ob. cit., Vol. A, p. 375.
41 Ibdem, Vol. n, pp. 232-233.
42 GARCA y GARCA, A, Synodicon Hispanum. Extremadura: Badajoz, Coria-Cceres y Plasencia,
T. V, Madrid, 1990 (en adelante Synodicon Hispanum) pp. 12-13 paguen a la eglesia de la "ibdat fueren
parroquianos, todos sus diesmos, asi prediales como presonales.
43 Historia Eclesistica de Badajoz, 1 parte, T. III, p. 14.
44 LLOPIS, M. y GARCA, Isabel, Iglesia y sociedad feudal, Murcia, 1994, pp. 128-130. BARRIOS
GARCA, ngel, Estructuras agrarias ... , ob. cit., T. n, pp. 204-205, seala acertadamente que el diezmo puede que a estas alturas no represente la dcima parte tal y como indica la palabra, sino que cambiara tanta en cantidad como en los productos exigidos. Adems, se haca efectivo siempre en especie.
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en Plasencia como en las iglesias caurienses 45 , deban entrar en las parroquias con el
consentimiento de los clrigos prrocos, cuestin que suscit no pocos problemas entre
alcantarinos y el obispado cauriense.
Las contribuciones se realizaban normalmente en especie: pan, vino, as como
ganado, aunque el concepto tratara de adaptarse a las realidades locales. En Plasencia,
tenan que dar de cada pan una medida y de vino la primera medida que midieren, que
es, como se seala en Badajoz, la colodra. Los propietarios de ganados deban contribuir anualmente con un becerro de cada diez aojos y la mitad o su precio equivalente si eran cinco. Los animales destinados a la labranza tambin diezmaban, de cada
asno tena que darse la cuarta, lo mismo para el caso de las mulas, y un sueldo por
las cras de asn0 46 . La adaptacin del diezmo a las diversas circunstancias locales debi
redundar en un aumento de la lista de productos sujetos a contribucin. As, contamos
con el diezmo de las colmenas en Bjar, significativo ejemplo del predominio de un
producto dentro de la produccin local 47 . Sin embargo, el que ms trascendencia alcanza en Extremadura es el diezmo de los ganados.
Las constituciones sinodales aluden directamente a los colectivos sociales afectados por las contribuciones diezmales. As, en Badajoz se detallan perfectamente quines deban contribuir en el diezmo y primicias episcopales: todos los clrigos e los
hermitanos e las sorores e las enparedadas e los por~ionarios de las cofradias e los
mer~enarios e los segadores e los albarranes e los foranos e los aldeanos e los judios
e los moros48. La obligacin se extenda a la prctica totalidad de la comunidad, tocando
directamente a aquellos que ms directamente estaban relacionados con la produccin,
campesinos pecheros, colectivos menos favorecidos compuestos por asalariados rurales, segadores, albarranes y aldeanos. En Plasencia, la referencia al pago del diezmo
es todava ms sinttica pues se limita a citar a todos los vecinos49.
Sin embargo, la puesta en prctica de todo lo que anteriormente se ha examinado
y que aparece perfectamente normatizado es otra cuestin. La percepcin y reparto del
diezmo fue muy complejo toda vez que la diversidad jurisdiccional existente en el
territorio extremeo tuvo su incidencia en los numerosos y complejos acuerdos de
percepcin y reparto. El diezmo que se recauda en los territorios realengos presenta
diferencias con respecto al que se percibe en tierras de rdenes militares. Este hecho
nos permite hablar de modelos distintos de percepcin en el maestrazgo, seoros
nobiliarios y el realengo. Los primigenios acuerdos alcanzados en el marco extremeo
siguen el modelo desarrollado para otros espacios de Castilla50 . Este modelo estar sujeto
MARTN MARTN, J. L, Documentacin medieval de la catedral de Coria, doc. 36.
Historia Eclesistica de Badajoz, I parte, T. III, pp. 14-15.
47 MARTN LZARO, A, Coleccin Diplomtica de la Iglesia de San Salvador de Bjar, Revista
de Ciencias Jurdicas y Sociales, Vol. I (1921), doc. II.
48 Synodicon Hispanum, T. V, p. 11. Historia Eclesistica de Badajoz, I parte, T. III, p. 12.
49 SNCHEZ LORO, Domingo, Hislor:as Placentinas inditas, Vol. A, p. 376.
50 Poltica de repartos perfectamente detalladas para otras zonas como por ejemplo diversos marcos
jurisdiccionales andaluces (RODRGUEZ MOLINA, Jos, El obispado de Baza-Jan. Organizacin y
economa diocesanas (siglos Xli/-XVI), Jan, 1986).
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a modificaciones segn la zona y el momento, la documentacin demuestra la multitud
de acuerdos y situaciones diversas que se dieron en territorio extremeo.
En el acuerdo fechado en 1233 entre alcantarinos y el Obispo cauriense, el segundo
reciba la tercera parte del diezmo, mientras las otras dos tercias pasaban directamente
a la orden que a su vez las distribua entre los clrigos y la fbrica. Este acuerdo en
el reparto de tan polmica renta se mantuvo vigente hasta 1257, cuando la citada Orden
le reconoca al obispo la sexma de los diezmos en los espacios de nueva colonizacin.
En trminos cuantitativos el obispo reciba anualmente la cantidad de doce maraveds
por las iglesias de Cadalso, Gata, Salvalen, Ceclavn y las tres parroquias de la villa
de Alcntara. Adems de los diezmos que gravaban con claridad la produccin y las
personas, es mencionado el diezmo de los ganados.
En el obispado de Badajoz, los acuerdos ctln las rdenes militares devienen en
ejemplos modlicos y muestran una vertiente ms pacfica. Recordemos los firmados
entre el obispo y la orden del Temple en 1256 por los diezmos de Burguillos del Cerro
y otras poblaciones en las que el obispo reciba la tercia pontificaPl. Es significativo
tambin el compromiso establecido en 1257 con la orden de Alcntara por los bienes
de sta ltima en la ciudad. En los acuerdos previos la situacin no se presentaba en
absoluto conflictiva pues se estableca que el obispo ingresaba la tercia pontifical,
mientras que una tercia parte quedaba para los alcantarinos y la iglesia. La fbrica se
reparta entre obispo y orden militar52 .
Sin embargo, en el acuerdo suscrito en 1236 entre el obispo de Caria y la orden
de Santiago, el primero se reservaba (<omnes decimas dictarum ecclesiarum ex integro
perficiant preter quartam partem omnium decimacionum53. Otro ejemplo lo tenemos
en el compromiso firmado con el arzobispo de Sevilla por los diezmos correspondientes a los castillos de La Sierra en abril de 127454 en el que triunfa la pretensin del
obispo por apropiarse de ms de las dos terceras partes de las estipuladas en otros pactos.
Los repartos con los titulares de grandes seoros poseen otras directrices. El ejemplo ms detallado est documentado en el obispado de Badajoz en 1256 y atae a los
diezmos de la villa de Azagala y los castillos de Benavente y Codosera. All el obispo
perciba dos tercias, la pontifical y la de las iglesias, mientras que la tercia restante
quedaba en propiedad de los seores, en este caso don Juan Alfonso de Alburquerque 55 .
El resto de obligaciones, ofrendas y mortuorios, pasaban en su totalidad al prelado.
Empero, las dificultades en su percepcin precipitaron en 1291 la revisin de los
Ibdem, pp. 193-194; Historia Eclesistica de Badajoz, 1 parte, T. I1I, pp. 44-47.
Bullarium Ordinis Militiae Alcantara, p. 94.
53 LOMAX, D. W, La Orden de Santiago (1170-1275), Madrid, 1965, doc. 21.
54 AHN, OO.MM., Orden de Santiago, Uc1s, Encomienda de Montemoln, carpeta 213, nO 4. Publicado por BALLESTEROS BERETTA, Antonio, Sevilla en el siglo XIII, Madrid, 1913, doc. 176. Lo
ms interesante es que cita los productos que diezman: cereal, vino y la produccin de lino, no cita
el ganado.
55 SANTOS COCO, A, Documentos del archivo catedral de Badajoz, Revista de Estudios Extremeos, (1934), p. 427.
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primigenios acuerdos 56 En este caso, el obispo se quedaba con las dos terceras partes
de las iglesias de Alburquerque, Codosera, Benavente y de otras poblaciones, mientras
que la tercera parte restante quedaba en posesin de don Alfonso Tllez y don Juan
Alfonso para mantenimiento de los castillos 57
El diezmo exigido en los territorios realengos posee ciertas diferencias con respecto al modelo expuesto para el maestrazgo. Por diversos datos conocemos que el reparto estaba sujeto a matices segn los espacios afectados. Partiendo de este hecho
podemos comprobar, por ejemplo, las diferencias que surgieron hacia 1258 entre el
cabildo de Bjar y las aldeas de su trmino en un primer acuerdo, confirmado por
Alfonso X, en el que se seala la percepcin del diezmo de pan, vino e ganados,
a los que se sumaba, en 1271, el diezmo de las colmenas 58 El correspondiente de los
ganados tambin goz de cierta importancia, especialmente en zonas ganaderas como
el Campo Arauelo. La pauta es la misma en los casos de Olivenza, Tliga y Los Santos,
aldeas de Badajoz. Tras el nombramiento de los clrigos locales, se procede a la
imposicin del diezmo y su reparto para lo que se establecan tres raciones. La primera corresponda al cura prroco, una segunda estaba destinada al sacristn encargado de recaudar las primicias, y la restante se ceda al tercero o recaudador del
diezmo. En el obispado de Plasencia los diezmos personales y prediales pasan en su
integridad al obispo y cabildo de la ciudad. A falta de ejemplos, creemos que la reproduccin de este modelo en el resto de los concejos realengos extremeos no es una
extrapolacin que conduzca a errores.
El reparto del diezmo en el seno de la jerarqua eclesistica sigue una forma proporcional. En Coria se hace por duas partes mensa sua correspondiente al obispo
y terciam parte m el cabildo 59 Con el transcurso del tiempo, estos repartos contemplados en la normativa catedralicia cambiaron en muchos casos previo acuerdo entre
obispos y cabildos. El obispo de Coria sali en este caso beneficiado cuando en mayo
de 1288 el den y cabildo de la catedral llegaron a un acuerdo sobre los derechos de
Santa Cruz de Paniagua y Aldeanueva, as como los diezmos de los ganados que llegaban con la trashumancia. En el mismo documento se acordaba la entrega de las tercias
de Santa Mara de Coria y Santa Mara de Cceres. Adems, le arrendaban por 800
maraveds el tercio de los derechos que el cabildo posea en la citada villa de Cceres 60 .
56 GAIBROIS. Mercedes. Reinado de Sancho IV. Madrid. 1922. T. III. doc. 377; Historia Eclesistica
de Badajoz. I parte. T III. p. 200. Este pleito iniciado en 1291 fue revisado en 1292 por la falta de
cumplimiento (GAIBROIS. Mercedes. Reinado .... ob. cit. vol. III. doc. 439).
57 Distinto al modelo seguido en la iglesia cartaginense donde el obispo se reservaba exclusivamente
la Tercia Pontifical y lo seores las dos tercias restantes (LLOPIS. M. y GARCA. Isabel. Iglesia y
sociedad... , ob. cit. pp. l30-l31).
58 MARTN LZARO. A. Coleccin S. Salvador de Bjar. .. , ob. cit. (1921). Vol. l. doc. n. Ibdem.
doc. IV. que nos la universidat oviessemos la meitad del diezmo delas colmenas que estidiesen en las
heredades de hervas desde las casas de martin miguel ayudo contra hervas e los clerigos sobredichos que
ayan otrosi la otra meitad et de las colmenas que estidiesen en las casas de martin miguel.
59 MARTN MARTN. J. L. Documentacin medieval de la catedral de Caria. doc. 73.
60 Ibdem, doc. 30.
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En Plasencia, el reparto se haca de modo que una tercia se distribua entre el obispo
y cabildo mientras que la restante era destinada al mantenimiento de la fbrica. El caso
de Badajoz es excepcional por la claridad de los datos. Las constituciones pacenses
de 1279 sealan que los diezmos de la villa partidos por el tergero de la see del comun,
el cabildo e conpaeros juramentados res9iban cada ao quanta del pan e del vino de
la see, e de las eglesias de la villa e de las aldeas segun fuere ordenado en el cabildo,
o otro clerigo por mandado de ellos o del cabildo, salvo si de los dineros del vino,
non quesier el cabildo fager ra9iones et re9iban quenta del maiordomo61. Tenemos un
dato sobre la cesin del diezmo de los ganados que haca el obispo al cabildo a cambio
de la mitad de las aldeas de Uguela y Campo Mayor en 1264. Adems, en 1353, el
obispo de la ciudad ceda una parte de las rentas que pertenecan al cabildo de la catedral,
revalidando la concesin que haba realizado tiempo atrs 62
Los conflictos en torno al diezmo son la consec~encia directa de la naturaleza misma
de la imposicin. Las causas que conducen al desarrollo de esta conflictividad pueden
desglosarse en: usurpaciones de una parte o la totalidad de las percepciones y resistencias en las contribuciones. Todo ello guarda una concordancia con la consolidacin
de la iglesia extremea y su capacidad perceptora, pero tambin con el aumento
poblacional y el reforzamiento de los intereses seoriales en la captacin de este derecho.
La conflictividad ms importante est protagonizada por miembros de las instituciones
seoriales de la regin y tiene su inicio hacia 1230.
Las discrepancias menos numerosas tienen lugar entre obispados. Tenemos referencias documentales del conflicto entablado en 1228 entre las iglesias de Coria y
Salamanca por los diezmos de Montemayor63 La apropiacin de los diezmos de esta
villa por el obispo de Coria parece que tiene su origen en la falta de rentas y las
dificultades por las que atravesaba el obispado en su conjunto 64
Los conflictos desarrollados con las jurisdicciones de rdenes militares tuvieron
mayor trascendencia. A lo largo del siglo XIII los compromisos entre la institucin
eclesial cauriense y los maestres alcantarinos se saldaron con una poltica de acuerdos
sistemticamente violados. Los conflictos que arrancaron en torno a 1233-1244 se
prolongaron durante la prctica totalidad del perodo medieval, llegando en alguna
ocasin a la fuerza y excomunin de los freyres por interceptar la misin recaudatoria
de los hombres del obi sp0 65.
En las jurisdiccionales realengas, las desavenencias reflejadas en la documentacin
durante el ltimo cuarto del siglo XIII aumentan considerablemente para acentuarse
conforme se consolida la red parroquial. Los primeros datos sobre usurpaciones o desvos
nos llegan de Badajoz. En 1284, el obispo de la ciudad se quejaba de las recaudaciones
Historia Eclesistica de Badajoz, I parte, T. III, pp. 123-144
Ibdem, I parte, T. IV, pp. 9-13, por quanto el nuestro cabildo de la nuestra yglesia de Badajoz
es mui pobre e reduto a grant probedat asi en las Rentas e frutos, que fasta agora ovieron mui pocos,
como por la mortandad mui grande que fue espe~ialmente en esta tierra.
63 BARRIOS GARCA, ngel, Documentacin de la Catedral de Salamanca, doc. 176.
64 BELMONTE, Ort, Episcopologio Cauriense, Cceres, 1959, p. 20.
65 MARTN MARTN, J. L, Documentacin Medieval de la catedral de Caria, doc. 12.
61
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fraudulentas que Velasco Velzquez de vila estaba realizando de los diezmos y primicias en la aldea de Olivenza pidiendo para ello ayuda al rey. Ante la magnitud del
problema, Sancho IV entregaba una carta al concejo de Badajoz en la que se le instaba
a arbitrar una justa solucin 66 La apropiacin en 1310 de la tercia correspondiente a
la fbrica que haba realizado el vasallo del rey, Martn Mendes Berredo, es otro buen
ejemplo de esta realidad67 Noticias de la misma problemtica nos llegan desde Plasencia
en 1341, donde el obispo y cabildo de la ciudad tuvieron que recurrir nuevamente al
rey para la resolucin de sus problemas 68
Esta actuacin de acaparamiento y embargo de derechos se realiza con cierta frecuencia y es en el obispado de Coria-Cceres donde mayor cantidad de datos se
documenta. Esta certeza tiene como protagonistas a seores interesados en apropiarse
de esta tributacin en un ejercicio de interpretacin en el que el diezmo es considerado
como un derecho seorial. En torno a 1301 el obispo llegaba a un acuerdo con el seor
de Alburquerque y el alcalde de Coria por el que se obligaban a respetar los diezmos
y primicias que el prelado obtena en las poblaciones de Santa Cruz, Aldeanueva y la
propia ciudad de Coria69 En agosto del mismo ao, el obispo solicitaba la devolucin
de lugares, diezmos y primicias que le fueron retenidos por la reina doa Mara y su
hijo Sancho. Una dcada despus, el conflicto segua latente. Sancho IV reconoca que
haba impedido la recaudacin del diezmo y del montazgo en los lugares sobredichos.
Tenemos que volver a citar el caso de las poblaciones del seoro de Alburquerque para
insistir en la resistencia o escasa preocupacin por parte de estos seores a entregar
la totalidad de los diezmos 70. Un dato que avala esta realidad nos llega a travs de los
continuos compromisos siempre incumplidos por el seor de Alburquerque.
Parece que en la primera dcada del siglo XIV los conflictos se agudizan y se hacen
extensivos a la totalidad de las dicesis, descendiendo a los marcos de las iglesias locales
e incluso instituciones capitulares. Es el momento en el que toman cuerpo las primeras
resistencias que deben suponerse en una doble dimensin. En la que atae al plano
seorial, la documentacin nos muestra una realidad compleja y no exenta de cierta
tirantez. A esta materia responden las demandas que alzaba el obispo don Alfonso contra
el concejo de Cceres en 1315 por la usurpacin de primicias en la iglesia de Arroyo
del Puerc071
Al igual que se producan entradas ilegales y usurpaciones de derechos por miembros cercanos a la Corona identificados con las aristocracias guerreras o sencillamente
miembros de las oligarquas urbanas que competan directamente con los clrigos
Historia Eclesistica de Badajoz, 1 parte, T. I1I, pp. 170-173.
SANTOS COCO, A, Documentos del archivo catedral de Badajoz, Revista de Estudios Extreme110S, (1931), pp. 210-211.
68 MORALES, Ascensio de, Confirmacin de privilegios de Badajoz. Copia autorizada de Instrumentos y Privilegios de la iglesia de Badajoz, Madrid, 1754, AHN, seco manuscritos, n 1179b fol. 4v.
BENAVIDES CHECA, J., Prelados placentinos, Plasencia, 1907, Apnd. XXVII.
69 MARTN MARTN, J. L, Documentacin medieval de la iglesia catedral de Coria, doc. 48.
70 GAIBROIS, Mercedes, Historia del reinado de Sancho IV, vol. II1, doc. 439.
71 Ibdem, doc. 74.
(,6
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asentados en las villas y conflictos entre instancias religiosas, hubo una respuesta
continuada a la carga que supona tener que cumplir con las obligaciones tributarias
que le impona la iglesia. El resultado de todo ello fue una resistencia continuada y
silenciosa similar a la que se desarroll en el mbito de la renta seorial.
La otra vertiente de la resistencia a las contribuciones en los diezmos tienen como
protagonistas a las comunidades campesinas. La resistencia campesina en las contribuciones exigidas por la iglesia no es una novedad en el mbito de la sociedad feudal
cristiana, y, por tanto, tampoco lo es en el caso extremeo. El crecimiento poblacional
y el aumento de las parroquias estaban haciendo del diezmo una obligacin impopular. La documentacin ha dejado indicios de esta tenacidad campesina siendo la omisin
del pago la ms habitual. Ya en las constituciones sinodales de los distintos obispados
se apunta con claridad la obligacin que contra4 la totalidad de la comunidad campesina con los requerimientos diezmales. Los primeros datos que insinan una resistencia pasiva llegan directamente de jurisdicciones anejas donde en torno a 1268 ya
se estaba desarrollando el problema72 . El paso de ciertas aldeas santiaguistas al concejo de Badajoz en 1284 llev consigo la incorporacin de la jurisdiccin eclesistica
a la que parece se resistan dichas poblaciones. Efectivamente, en poco tiempo el obispo
de la ciudad fue visitando las aldeas recuperadas y nombrando a sus representantes 73
Este proceso cont con la ayuda del concejo de Badajoz que, instado por el rey Sancho
IV, advirti a las poblaciones de sus nuevas obligaciones para con la iglesia. Todo
parecera normal si no fuese por los mltiples levantamientos de actas realizados por
el escribano del concejo, obligando a las poblaciones a reconocer esta situacin ante
la que haban mostrado sntomas evidentes de rebelda.
La resistencia campesina al pago de diezmos se documenta en etapas similares en
otras poblaciones como Alburquerque. An, por diversas cuestiones de ndole poltica
y por pertenecer el seoro a otro reino, la jurisdiccin episcopal del pacense se
mantena como tal. Hacia 1291, don Juan Alfonso, seor de Alburquerque, se haca
eco de la queja que emita el obispo porque las poblaciones de la Codosera y Benavente
se negaban a contribuir ante los terceros enviados para dicho fin 74 Es factible pensar
que el cambio de jurisdiccin y de vasallaje fuera aprovechado por los pobladores para
zafarse de las contribuciones exigidas por el obispo desde 1256. Una situacin similar
se daba en el castillo y poblacin de Azagala.
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CONSIDERACIONES FINALES
Hemos intentado hasta aqu ofrecer una perspectiva de conjunto de la iglesia en el
territorio extremeo durante los perodos de conquista y repoblacin que se extiende
en el marco cronolgico de los siglos XII-XlV. Para ello hemos intentado salvar el
escollo que supone contar con una documentacin limitada y fragmentaria en sus
aspectos cuantitativos y cualitativos planteando un anlisis institucional a travs de
fuentes normativas, para terminar sugiriendo hiptesis sobre su desarrollo a travs de
la documentacin directa e indirecta conservada en los archivos locales.
Todos los datos parecen indicar que la iglesia est sujeta a la dinmica que impone
la desigual ocupacin social del espacio. El desarrollo del proceso poblacional y
formacin de la nueva sociedad cristiana en Extremadura es lento y generador de
particularidades. Es de esta forma que la conformacin de los marcos de dominio y
control social, esto es, los lmites diocesanos, las parroquias y los cabildos catedralicios
muestran una evolucin lenta y dismil condicionada por las circunstancias que impone un medio escasamente poblado que an sigue siendo considerado por la poblacin
como un espacio de paso hacia tierras meridionales. Si bien los lmites diocesanos
quedan configurados antes de la mitad del siglo XIII, no podemos decir lo mismo de
la estructura parroquial que no proporciona sntomas de consolidacin hasta un siglo
despus, es decir, la primera mitad del siglo XlV. Los cabildos tambin muestran un
desarrollo dispar y controvertido no visible hasta la ltima dcada del siglo XIII toda
vez que las rentas, que una iglesia esforzada en organizarse pero de escasa efectividad
trata de obtener, son realmente escasas.
Un ejemplo que sintetiza nuestras propuestas es el diezmo. A pesar de ser un aspecto
claramente regularizado por los clrigos, recordemos los decretos de Plasencia (1229)
y Badajoz (1255), su percepcin est sujeta a la dinmica que impone el territorio y
sus pobladores sobre los que se trata de imponer, es decir, es lenta y escasamente
efectiva. Su imposicin gener una conflictividad de signo distinto, en algunos casos
muy elevada cuando los contendientes fueron las rdenes militares. Del mismo modo,
puede observarse una resistencia explcita del pueblo a contribuir en dicha obligacin,
problemtica que va a generar un desequilibrio en las arcas eclesisticas siempre
empobrecidas y sujetas a circunstancias tanto endgenas como exgenas.
Con todo, los resultados obtenidos tras este anlisis estructurado nos muestran a una
iglesia, entendida como un marco ms de poder en el mbito de la sociedad feudal,
que atraviesa autnticas dificultades en su etapa organizativa y que no se integra
plenamente en la sociedad extremea como un poder feudal ms hasta el siglo XlV.
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----------------...............
-~~,
Obispado dg
Ciudad Rodrigo
Obispado dg
Tol~do
Obispados extremeos
Siglos XII - XIV
Obispados
mm
rHIS de conflicto
I:::::j
[J otros obispados
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1. INTRODUCCIN
A diferencia de otros lugares de la geografa hispana, la presencia de cofradas en
Valdemoro no se remont a la Edad Media sino que fue bastante tarda, ya en los albores
de la Modernidad. En efecto, el asociacionismo se vio favorecido por la combinacin
de varias circunstancias determinantes, destacando entre ellas el carcter de la economa comunitaria, bsicamente de predominio agrario. Las diferentes crisis por las que
atraves la agricultura a lo largo del siglo XVI propiciaron una necesidad creciente
en el mundo rural de acogerse ante un santo o patrn a modo de intercesor entre los
ABREVIATURAS UTILIZADAS:
ADT Archivo Diocesano de Toledo
AMV Archivo Municipal de Valdemoro
APV Archivo Parroquial de Valdemoro
En cuanto a normas de transcripcin, hemos seguido puntualmente los textos originales, aunque se
han introducido algunas modificaciones a fin de facilitar la comprensin de los documentos; las abreviaturas han sido desarrolladas y se han adoptado, en la medida de lo posible, las normas actuales respecto
a signos de puntuacin, ortografa y empleo de maysculas.
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trabajadores del campo y Dios; as, los bruscos cambios climticos y las diversas plagas
que, de modo intermitente, asolaban las cosechas contribuyeron en buena medida a
agravar la precaria coyuntura, fomentando el establecimiento de cofradas en la villa.
Fueron muchas las fundaciones instituidas en el seiscientos pero no sera hasta la
centuria siguiente cuando se produjera uno de los momentos ms florecientes dentro
del movimiento cofrade valdemoreo y, con especial pujanza, despus de la primera
dcada, periodo en que se observa un progresivo incremento de corporaciones, sin duda
relacionado con los antiguos postulados de Trento, encaminados, en esencia, a la
propagacin y catequesis de la doctrina cristiana. En el XVIII varios grupos de vecinos
siguieron solicitando al Consejo Arzobispal normativas destinadas a legalizar nuevas
hermandades, tendencia estable hasta la dcada de los cincuenta en que, debido a las
restrictivas medidas ilustradas y a la falta acuciante de medios econmicos, decayeron
paulatinamente.
Es fcil suponer que el elevado nmero de fundaciones realizadas durante el Antiguo
Rgimen y su larga permanencia en el tiempo gener un gran volumen documental de
carcter normativo, contable y judicial, esencialmente. La mayor parte se ha conservado en el Archivo Parroquial de Valdemoro', objeto del presente estudio, pero a fin
de clarificar de modo ms preciso la exposicin, hemos credo oportuno recurrir, en
determinadas ocasiones, a otros documentos custodiados en el Archivo Municipal de
Valdemoro y en el Archivo Diocesano de Toledo.
2. ANLISIS DOCUMENTAL
2.1. LIBROS DE COFRADAS
Bajo este ttulo genrico se agrupan los testimonios escritos donde se relacionan
las actuaciones llevadas a cabo por una de las instituciones socio-religiosas ms
importantes del Antiguo Rgimen; la perdurabilidad en el tiempo y la variedad de
actividades y competencias desarrolladas a lo largo de su existencia ha propiciado la
produccin de un numeroso y variado legado documental. Las fundaciones
valdemoreas, durante ms de trescientos aos, dieron lugar a multitud de expedientes
generados en el ejercicio de sus funciones, tanto de carcter legislativo, como de ndole
social y, por supuesto, econmica conservados, en su mayor parte, en el Archivo
Parroquial de la Villa y en el Diocesano de Toledo, aunque tambin es posible consultar una pequea muestra de la contabilidad cofrade en el Archivo Histrico Nacional, o de determinados legados recibidos y obras costeadas por sus arcas en el Archivo
Histrico de Protocolos de Madrid.
Dentro de la serie denominada libros de cofradas debemos distinguir bsicamente
siete tipos de documentos: ordenanzas, cuentas, inventarios, acuerdos, nombramientos
I En el archivo de la parroquia valdemorea se custodian ms de cincuenta libros de acuerdos. cuentas
y ordenanzas pertenecientes a una veintena de cofradas que ejercieron sus actividades entre 1518 y 1935.
Vase anexo III.
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_,~l
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de oficiales, pleitos y listas de hermanos 2, divisin elaborada a tenor de la documentacin perteneciente a las cofradas valdemoreas. Es habitual que los diferentes tipos
aparezcan ordenados cronolgicamente en el mismo libro, pero, en dependencia del
movimiento financiero de la cofrada, a veces producen asientos separados, sobre todo
en cuanto a inventarios de censos y otra clase de bienes se refiere 3 La especificidad
funcional y diplomtica de los distintos documentos requiere una correcta delimitacin
de los mismos:
2.1.1. Ordenanzas
Son elementales en el funcionamiento y desarrollo de las cofradas pues en ellas
aparecen contempladas con minuciosidad las obligaciones y prestaciones a las que tenan
derecho sus miembros, adems del sistema electivo de cargos, organizacin econmica
y, en general, todo aquello en ayuda tanto del servicio divino como del beneficio de la
propia hermandad, hasta el punto de ser la principal fuente jurdico-normativa de gobierno y gerencia. Las ordenanzas de las cofradas valdemoreas, igual que ocurre en
la mayora de los lugares, acostumbran a repetirse en la forma, variando el contenido
en algunas cuestiones esenciales y la totalidad de captulos. Pese a que respondieron
al sentir y parecer de la congregacin, casi siempre fueron redactadas por escribanos
profesionales, que utilizaban modelos similares para diversas fundaciones, luego resulta
imposible calcular la medida en que contribuyeron dichos funcionarios al componer los
captulos4 Mediante las normas, que despus de Trento estuvieron obligados a conservar por escrito, se regulaba la vida cofrade formando un Derecho particular al cual deba
plegarse el conjunto de asociados.
Precedidas por una invocacin iniciaP, seguida de la intitulacin y el lugar donde
estara radicada la cofrada6 , el esquema sola responder siempre a los mismos
parmetros: en primer trmino el fundamento o prlogo con la exposicin de motivos
y los fines que deseaban alcanzar7 A continuacin transcriban las reglas propiamente
dichas, divididas en apartados debidamente estructurados, a veces numerados y otras
separados por frmulas como ordenamos ms, otros ordenamos o Ytem; su
--r-consideramos estos tipos los ms elementales porque estn presentes en la documentacin de la
mayora de casos analizados.
Jlnventario de los censos y rentas de la cofrada de nimas (ss. XVII y XVIII), Fundacin de la
Hermandad de nimas, 1633, APV, sigo 1I-29 e Inventario de bienes, Cofrada de la Caridad, 1665, APV,
sigo Il-37.
4 Ciertos investigadores, incluso, se han aventurado a afirmar la falta de rigor de los estatutos, pues
al estar supervisados por el brazo eclesistico no mostraran necesariamente las intenciones y objetivos
de los cofrades, FLYNN, M., Sacred charity. Confratemities and social welfare in Spain, 1400-1700, New
York, 1989, p. 9.
5 A veces apareca al principio el nombre de Dios Nuestro Seor, seguido de su Santa Madre y, por
ltimo. la advocacin bajo la cual pretenda fundarse la cofrada
.
6 A la gloria y alabanza de nuestro seor Dios y de su bendita e gloriosa madre Santa Mara y de
los bienaventurados apstol Santiago, luz y espejo de las Espaas e San Sebastin ... .
7 Ordenanzas de la cofrada de San Sebastin, 1561, Libro 4 de fundaciones, APV. sigo 1-1. fols. 639-645.
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902
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
, Las cuentas eran presentadas por el tesorero y el cobrador de rentas y censos ante
el cabildo, al frente del cual se situaban los patronosl 2 , los mayordomos o el alcalde
de la hermandad, No acostumbraban a mantener una fecha fija para semejante cometido, pues a veces se reunan a principios de ao, otras a mediados y tambin era
frecuente que lo hicieran a finales o con motivo de la festividad principal de la cofrada. En primer lugar apuntaban los gastos o cargo y, a continuacin, los ingresos
O data; al concluir, de igual forma sera anotado el alcance a favor o en contra del
cobrador con el que, regularmente, acababa el ejercicio econmico y que debera ser
tenido en cuenta al inicio del nuevo ciclo.
La documentacin contenida en los registros de contabilidad, de tanta trascendencia para conocer el movimiento financiero cofrade, en algunas ocasiones aport una
informacin parcial al relacionar nicamente aquellos gastos e ingresos de cuanta
considerable, especificando de manera ms precisa losconcemientes a compras y ventas
de inmuebles, as como la cobranza o pago de censos. Elementos tan interesantes para
evaluar la gestin patrimonial y el cumplimiento de las obligaciones descritas en los
estatutos como, por ejemplo, cuotas de entrada, penas pecuniarias, desembolsos de las
festividades principales, gastos menudos, (normalmente englobados como varios), etc.,
no pueden ser valorados con exactidud, pues slo tenemos noticias por la regulaci6n en las constituciones, habiendo escasos testimonios escritos de si en realidad se
hicieron efectivas o no 13 Sin embargo, esta forma incompleta de reflejar las operaciones dinerarias no fue igual ni en todas las pocas ni en todas las cofradas, pues
en las fundaciones realizadas a partir de principios del siglo XVIII comienzan a registrarse en los libros aquellos ingresos correspondientes a las pechas de los hermanosl 4 y, desde entonces, suele ser una prctica generalizada 1s , Asimismo, es posible
encontrar noticias concernientes al gobierno econmico, sobre todo en cuanto a gastos
se refiere, en series documentales tales como Libros de capellanas y fundaciones
120rdenanzas de la cofrada de nimas, Libro 2 de fundaciones. Protocolos, APV, sigo 1-4, fol. 527,
13 Son infrecuentes las inscripciones relacionadas con el pago de multas abonadas por hermanos
infractores de los mandatos obligatorios especificados en las reglas. Uno de los pocos casos que pudimos
consultar pertenece a la cofrada de San Sebastin; en la toma de cuentas correspondiente al ao 1531
se anotaban en el cargo 312 maravedes cobrados a Juan Aguado de las Heras, muidor que fue de la
cofrada, por cincuenta y cuatro penas de cofrades que no acudieron a los oficios de difuntos, Libro de
cuentas de la cofrada de San Sebastin, 1518-1533, APV, sigo II-6I.
14 Son ejemplos representativos las dos cofradas instituidas en la primera mitad del siglo, Cristo de
la Salud y San Isidro, Libro de la Hennandad y cofrada del Santsimo Cristo de la Salud, 1721-1892,
APV, sig, II-42 y Cofrada de San 1sidro, 1728-1817, APV, sigo II-5I.
15 En las cuentas tomadas a los responsables de la nuevamente erecta cofrada Sacramental se
describieron tanto las cuotas de admisin, como las imposiciones a que estaban obligados a contribuir
anualmente todos los cofrades, as como las limosnas recogidas en la iglesia con la peticin del platillo,
en cuanto a ingresos y, con respecto a los gastos, sealaron con puntualidad aquellos realizados por la
celebracin del Corpus Christi, que supona el mayor dispendio anual. Por el contrario, ya no aparece
la administracin de bienes inmuebles, como consecuencia del acuerdo establecido en el captulo sexto
, de las ordenanzas en el cual se prohiba taxativamente la tenencia de bienes races, Libro de cuentas de
, la cofrada sacramental de Valdemoro, 1791-1907, AMV, caja 2-2.
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parroquiales l6 , en Libros Sacramentales l7 e, incluso, en Libros de Acuerdos del Concejo del Archivo Municipal 18
2.1.3. Inventarios
No se conservan de todas las cofradas existentes en la villa valdemorea, quiz por
no realizarse en su debido momento o por haber desaparecido. Las relaciones de bienes
patrimoniales acostumbraban a ser elaboradas por los mayordomos al tomar posesin
del puesto y representaron el procedimiento adecuado para adquirir la custodia y responsabilidad de cuantas pertenencias entraban a su cargo. En el inventario se asentaban
efectos y objetos propiedad de la cofrada, constando, adems, la descripcin de cada
uno y, a veces, su valoracin econmica l9 . Ya mencionamos con anterioridad que, de
forma habitual, aparecan intercalados en los libros contables, aunque en determinadas
ocasiones se encuentran como registros independientes, sobre todo los concernientes
a aquellas fundaciones con mayor nmero de propiedades races y de tipo hipotecario.
Por la importancia que tuvo para los establecimientos asistenciales fundados en
Valdemoro y como muestra genrica del tipo documental creemos oportuno relacionar
el inventario de bienes concernientes al Hospital de la Concepcin, efectuado por la
cofrada del Santsimo Sacramento con motivo de la solicitud al Hospital General de
Madrid de dos Hermanos Obregones bajo el propsito de gestionar y cuidar a los
enfermos all acogidos y que debera actualizarse cada vez que fueran sustituidos dichos
hermanos 2o .
De igual forma que sucede respecto al estudio de los inventarios post-mortem,
pertenecientes a las testamentaras, la informacin ofrecida por las recopilaciones
patrimoniales de cofradas permite indagar en aspectos tan diversos como el potencial
artstico, la calidad de los donantes o el ajuar domstico y, en consecuencia, el modo
de vida de un importante sector de la poblacin, en cuanto a bienes muebles se refiere.
Pero tambin podemos llegar a valorar la productividad de los terrenos y de las fincas
urbanas, as como la titularidad de los censos, respecto a bienes races.
~estacan los casos del Cabildo de San Pedro, reunido en 1647 para dar cuenta de las donaciones
realizadas por Da. Isabel Grande Gasco a sus arcas, o la manifestacin hecha por los regidores, seglares
y eclesisticos, de la compra de una custodia con peana y andas para el Santsimo a Pedro de Buitrago,
cuyo monto ascendi a 43.000 reales, Libro de memorias 1, APV, sigo 1-2, fols. 98 y 295, respectivamente.
17 Debemos mencionar las obras llevadas a cabo en la capilla de Nuestra Seora del Rosario en agosto
de 1691, cuando se pint la cpula y los cuatro misterios en los cuatro lados, Libro 10 de bautismos,
1681-1691, APV, sigo III-lO, o la compra del trono de plata en 1651 a cargo de la misma cofrada, Libro
4 de matrimonios, 1636-1664, APV, sigo III-28.
18 En ellos hallamos interesante documentacin sobre la ayuda monetaria hecha por determinadas
cofradas en el momento de restaurar el templo parroquial y, en concreto, el retablo de la capilla mayor,
26 de septiembre de 1693, Libro de acuerdos, 1692-1695, AMV, caja 5-2, fol. 109.
19 LPEZ GUTIRREZ, A. J. Y RODRGUEZ MATEOS, J., op. cit., p. 96.
20 Vase anexo n.
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2.1.4. Acuerdos
La inscripcin de los diferentes acuerdos sola estar inserta en los libros generales
de la cofrada y no obedeca a ningn criterio predeterminado, ya que, simplemente,
la junta rectora adoptaba un acuerdo cuando se produca la necesidad, previa reunin
del cabildo para tal efecto. Los asientos eran redactados por el escribano de la hermandad, como ocurra con el resto de registros documentales. Se iniciaba con la data
tpica y cronolgica, acto seguido, el nombre de los asistentes a la asamblea y el acuerdo
que la motivaba, para finalizar con las firmas de los presentes, donde deba aparecer, inexcusablemente, la del escribano como fedatario del acto. Los acuerdos
cofrades aluden a muy distintos asuntos, desde el nombramiento de comisarios para
una determinada diligencia econmica21 , la eleccin de nuevos miembros de la cofrada22 , la creacin de un nuevo cargo dentro de los rganos gestores 23 , hasta cualquier
cometido de otra ndole sometido a la aprobacin de los oficiales. A pesar de la
trascendencia que pudo suponer para el funcionamiento de la hermandad la decisin
de ciertos asuntos en los que, indudablemente, el cabildo deba tomar postura, en los
documentos consultados no aparecen mencionadas las diferentes licencias solicitadas
al concejo para la celebracin de festejos o el compromiso con la propia Parroquia
en momentos de mutua colaboracin financiera, por mencionar algunos ejemplos,
aspectos probatorios del vnculo cofrada-comunidad, tan slo encontrados en los Libros
21 Es el caso del Licenciado Francisco de Linares y Esteban Fernndez Cabello, cofrades de las nimas,
seleccionados el 5 de septiembre de 1639 para cobrar de los herederos de Alonso Aguado Serrano 200
ducados mandados a la cofrada con el propsito de hacerlos efectivos tras su muerte. Nombramiento
nada operativo, pues en el mes de febrero siguiente el cabildo aluda a la ineficacia de los comisarios
y la consiguiente prdida de beneficios. Cofrada de nimas, 1633, APV, sigo I1-29, fols. 48 y 53 respectivamente.
22 El procedimiento electoral de un nuevo miembro de la hermandad era similar en la mayora
de las fundaciones. Uno de los ejemplos ms representativos, en atencin a la abundancia testimonial, lo constituye la cofrada de nimas. Para aceptar al candidato se reuna el cabildo, al frente
del cual siempre se encontraba el cura prroco y el regidor ms antiguo del Ayuntamiento, ambos
patronos perpetuos de la cofrada; una vez juntos, evaluaban las diferentes peticiones de ingreso
y, echndose a suertes o por votos secretos, seleccionaban al elegido nombrndole cofrade en
propiedad. Ibdem., fol. 47.
23 Normalmente, el nmero de oficios en los rganos gestores de la cofrada, la duracin de sus
funciones y el sistema de relevo, sola especificarse con exactitud en las ordenanzas, pero, a veces,
el propio funcionamiento aconsejaba el nombramiento de un nuevo oficial. Los hermanos de nimas,
pese a contar con la asistencia del escribano pblico de la villa, Pedro de Arriaga, consideraban
necesario que uno de los sacerdotes pertenecientes a la cofrada, ocupara el puesto de secretario,
sin duda, para controlar de manera ms efectiva los asuntos que afectaran de modo directo al colectivo
eclesistico:
ante el cual se escribiesen todos los acuerdos, elecciones y nombramientos y todo lo dems necesario en las juntas y congregaciones del die/LO cabildo.
905
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24 Fueron continuas las peticiones al regimiento municipal realizadas por las diferentes cofradas,
sobre todo las de Nuestra Seora del Rosario, Santsimo Sacramento y San Jos, del permiso necesario
para hacer fiestas de toros y, as, poder honrar a sus respectivos patronos. De igual forma, las ayudas
a la fbrica parroquial resultaron de gran importancia en la restauracin del templo llevada a cabo en
la segunda mitad del siglo XVII.
25 Era comn la cooperacin entre la Parroquia y algunas cofradas para concelebrar determinadas
festividades religiosas. Siguiendo esta costumbre, desde principios del siglo XVII, haba colaborado con
los miembros del Rosario para honrar a Nuestra Seora de la Asuncin. Festividad de fuerte desembolso monetario por la presencia de danzas y msicos llegados desde Madrid. Por dicho motivo solicitaban licencia al mayordomo de fbrica parroquial 400 reales, cantidad con la que contribuan anualmente, 12 de agosto de 1630, Nuestra Seora del Rosario, ADT, Cofradas y Hermandades, Leg. M.
9, exp. 1.
26 Los registros corresponden a los aos 1666 y 1658, cofrada del Santsimo Sacramento, Libro de
cuentas y nombramiento de oficiales, 1632-1690, APV, sigo IV-29, S. f. y cofrada de la Resurreccin,
Libro de cuentas y ordenanzas, 1628-1776, APV, sigo IV-3, fol. 82, respectivamente.
27 Nos referimos a inscripciones en libros sacramentales (bautismos, matrimonios y defunciones),
donde, en ocasiones, suele aparecer alguna cualidad social relativa al titular del asiento y a ocupaciones
concejiles, fundamentalmente.
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2.1.6. Pleitos
Pero las asociaciones cofrades no produjeron nicamente documentos relativos a sus
estatutos y asuntos econmicos, sino que tambin se vieron envueltas en algunas ocasiones en complicados litigios destinados a resolver problemas de diversa ndole. Procesos que
afectaron a tan variados asuntos que precisan ser clasificados de la siguiente manera28 :
- econmicos 29
- incumplimiento de la normativa y aplicacin de disciplina a los cofrades
- actos litrgicos y festivos 3o
- actos procesionales 3l
- con otras cofradas, instituciones y particulares 32
28 Utilizamos el modelo propuesto por F. Lorenzo en su estudio sobre las cofradas zamoranas porque
responde claramente a la tipologa de las disputas protagonizadas por los cofrades valdemoreos, LORENZO
PINAR, F. J. Y FERRERO FERRERO, F., La conflictividad en tomo a las cofradas zamoranas de Semana
Santa en la Edad Moderna, en Actas del III Congreso Nacional de Cofradas de Semana Santa, t. I. Crdoba,
1997, pp. 161-175.
29 En 1740 los regidores de la Caridad vendan unas casas de su propiedad adjudicadas a la cofrada
en virtud de disposicin judicial como pago del principal de un censo, sus rditos y costas. Carecemos
de ms testimonios sobre este hecho pero suponemos que la hipoteca de dichos bienes y posterior embargo
de los mismos generara un proceso que terminara a favor de la congregacin, Libro de acuerdos, 1740,
AMV caja 7-1.
30 A finales de la primera dcada del siglo XVII los cofrades del Santsimo Sacramento apelaban ante el
mismo Consejo Arzobispal para defender su tradicional forma de festejar el Corpus. Tanto el cabildo de
la cofrada como el concejo quisieron continuar la costumbre de celebrar dos procesiones el da del Corpus:
una por la maana y otra por la tarde, infringiendo las constituciones sinodales. No obstante, tras varios
enfrentamientos y a pesar de las razones expuestas por los representantes arzobispales, la sentencia concluy
de modo favorable a los valdemoreos, que as vean confirmado el privilegio de hacer la fiesta y procesin
el da del Corpus y el de su octava, como lo haban realizado hasta ese momento, Ejecutoria delllustrsimo
Cardenal Arzobispo de Toledo para hacer la fiesta del Santsimo Sacramento, AMV, caja 1-8.
31 A veces el ceremonial seguido por las hermandades, en cuanto a procesiones y celebraciones de
cualquier otro tipo se refiere, result demasiado estricto y puntilloso. Y se fue motivo suficiente para
que Eugenio de Rivera, cofrade y alfrez del estandarte de San Jos, se enfrentara al cabildo por su oposicin
a aceptar las normas estipuladas en las ordenanzas dictadas al respecto. La negativa de Rivera de portar
el emblema de la cofrada, uno de los elementos externos ms representativos de la misma, en el desfile
procesional del da de San Pedro de 1705, provoc un litigio entre el infractor y el resto del cabildo,
Cofrada de San Jos, ADT, Cofradas y Hermandades, Leg. M. 9, exp. 17-2.
32 El acceso de nuevos integrantes a las cofradas o los conflictos mantenidos a veces con la Parroquia
fueron los casos ms comunes de enfrentamiento. Al primer apartado corresponde el pleito entablado por
un pretendiente a ingresar en las nimas, pues pese a haberse dictado acuerdos especficos por el cabildo
en 1658, mediante los cuales se favoreca a los hijos, nietos de hijo o hija y hermanos de sacerdote, para
entrar a formar parte de la cofrada, el Licenciado D. Francisco Salcedo Escalante, abogado de los Reales
Consejos y nieto de uno de los fundadores, Cristbal del Barco, interpona un recurso por la negativa
recibida reiteradamente de ser admitido en el lugar dejado libre despus del fallecimiento de su abuelo,
Cofrada de nimas, ADT, Cofradas y Hermandades, Leg. M. 9, exp. 11. El segundo apartado se puede
ejemplificar con uno de los procesos ms voluminosos, debido a la cantidad de pruebas que debieron aportar
ambos querellantes; se trata del mantenido en 1613 entre el mayordomo de la iglesia y el cura prroco,
por una parte, y el capelln de la capilla del Rosario y los cofrades de la cofrada homnima, por la otra,
a causa de la disputa en torno a la titularidad de la imagen de la Virgen, Cofrada del Rosario, ADT,
Cofradas y Hermandades, Leg. M. 7, exp. 58 y Libro 3 de memorias, APV, sigo 1-15, fols. 455-486.
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cantidad pagada y fecha de ingres0 36 . Sin embargo, es un tipo documental que pese
a su importancia para el control interno de la congregacin, no se conserva ningn
ejemplar perteneciente a las fundaciones valdemoreas, al menos en formato librario.
Quiz los oficiales encargados de inscribir los nombres de los asociados consideraran
ms prctico intercalar las listas de congregados en los libros de cuentas y acuerdos,
que custodiar un libro destinado a ese fin especfico. La ausencia de listados pertenecientes a todas las cofradas y la permanencia nicamente de aos aislados, confiere
a estos documentos una valoracin historiogrfica bastante limitada.
En trminos generales, las relaciones nominales de miembros de las cofradas de
Valdemoro carecen de la riqueza informativa de otros lugares; nombre y apellidos del
cofrade, acompaado, en contadas ocasiones, por el oficio desempead0 37 , son los nicos
datos encontrados en los documentos. Como singularidad de las hermandades exclusivamente femeninas destaca que, junto al nombre de la cofrada, anotaron tambin el
del marido o padre de la interesada y as se puede comprobar tanto en la cofrada de
la Lmpara de San Juan Bautista, en donde al conjunto de inscritas en 1629 aparece
unida su filiacin, como en varias de las inscripciones de las hermanas de la Lmpara
de Santa Ana, radicada en el convento carmelita en 163438
3. CONCLUSIONES
Pese a los inconvenientes mencionados (dispersin documental, en algunos casos
y desaparicin o inexistencia, en otros), ordenanzas, libros de cuentas, acuerdos y visitas
constituyen la fuente indispensable para llevar a cabo cualquier tipo de investigacin
historiogrfica o archivstica del movimiento cofrade. Desafortunadamente, no de todas
las cofradas subsisten los reglamentos que representaron el documento ms importante por el cual deban regirse todos los asociados, instrumento casi siempre dotado de
cierta validez jurdica; de otras muchas congregaciones solamente se conservan libros
de cuentas, acuerdos e inventarios, incluso de algunas otras nicamente permanecen
copias de las reglas en las recopilaciones de memorias y fundaciones de la Parroquia,
en donde tambin suele estar contenida documentacin econmica de la vida cofrade,
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sobre todo escrituras de censos, tanto a favor como en contra, acuerdos, compras de
efectos, legados testamentarios, obligaciones de misas y otros oficios divinos. Circunstancias que no deben representar impedimento alguno para emprender estudios referidos a las cofradas.
Por ltimo no queremos terminar la exposicin sin apuntar, de modo sucinto, las
lneas historiogrficas surgidas a partir del estudio de los fondos cofrades, ya que el
controvertido mundo de cofradas y hermandades es un tema que, dentro de la llamada
Historia de las Mentalidades, ha despertado un constante y creciente inters desde 1944,
fecha cuando el insigne profesor D. A. Rumeu de Armas diera a conocer su obra Historia
de la previsin social en Espaa. Cofradas, gremios, hermandades, montepos, esencial modelo a seguir en los posteriores estudios cofradieros. A partir de entonces han
sido incesantes las publicaciones aparecidas, no slo monogrficas sino tambin formando parte de compilaciones de todo tipo; en este sentido hay que destacar la importancia crucial lograda por los diversos Congresos y Jornadas celebrados en las
dcadas de los ochenta y noventa como medio difusor de esta corriente de investigacin. Fue la convocatoria del Primer Ciclo de Conferencias sobre las Cofradas Sevillanas, dictado en la Universidad de Sevilla en 1984, organizado por la Asociacin
Dante Alighieri, uno de los primeros foros de debate al que han seguido mltiples
reuniones cientficas: Primer Congreso Nacional de Cofradas de Semana Santa,
Zamora, 1987, Congreso sobre Religiosidad Popular, Sevilla, 1989, Congreso Internacional sobre Jess Nazareno y Cristbal de Santa Catalina, Crdoba, 1991, Encuentro
sobre Cofradas, Gremios y Solidaridades en la Europa Medieval, Estella (Navarra),
VII Encuentros de Historia y Antropologa: Gremios, Hermandades, Cofradas, San
Fernando (Cdiz), Las cofradas de la Santa Vera Cruz, Sevilla, estos tres ltimos en
1992, 111 Encuentro para el estudio cofradiero: en tomo al Santo Sepulcro, Zamora,
1993, Jornadas sobre las Cofradas, Dicesis de Granada y Guadix-Baza, 1995, 111
Congreso Nacional de Cofradas de Semana Santa, Crdoba, 1997 y el Simposium sobre
Religiosidad Popular en Espara, San Lorenzo de El Escorial, 1997. Encuentros donde
los participantes han expuesto los resultados de sus investigaciones en torno a los
numerosos aspectos que ofrecen las cofradas como objeto de anlisis, sealando, en
muchas ocasiones la metodologa a seguir en el tratamiento de las fuentes.
ANEXO DOCUMENTAL 1
Ordenanzas de la Cofrada de la Preciosa Sangre de Jesucristo, 1561. Archivo
Parroquial de Valdemoro, Libro 2 de Fundaciones. Protocolos, sigo 1-4, fols. 388-397.
Alberto por la gracia de Dios, Cardenal/de la Santa Iglesia de Roma del ttulo
de Santa / Cruz en Jerusaln Arzobispo de Toledo, primado / de las Espaas, canciller
mayor de Castilla, / Archiduque de Austria, duque de Borgoa de Estiria / de Carintia,
de Carniola, Witenberg, conde de / Tiro!. Por cuanto por parte de vos la / cofrada y
cofrades de la Sangre de Nuestro Seor / Jesucristo y cofrada de San Sebastin que
910
la
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..
911
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------------------------------~-.,."
/ queremos que no se extienda nuestra promesa / a que nos obligue a pecado mortal
sino que / todo lo dems sea pena temporal como en / cada ordenanza se pusiere y
que guardara estos / captulos e ordenanzas y no los quebrantara / so las penas en ellas
contenidas y que donde / viere sudario que lo arredrara. / 2 Yten ordenamos por que
Dios sea servido y su gloriossima / madre que todos los dichos que viniremos / e
despus de nos para los que sucedieren / adelante ordenamos de juntarnos todos los
/ cofrades de la cofrada a salir con nuestra / procesin o procesiones de la iglesia del
bienaventurado / San Sebastin de esta viIIa de / Val demoro a hacer nuestras devociones / hasta que tanto nuestra cofrada tenga casa / de suyo. / 3 Yten pues la devocin
de nuestra hermandad / es de la sangre de Jesucristo ordenamos que hagamos / la fiesta
de la invencin de la cruz que es / en el mes de setiembre y esta tomamos por / fiesta
principal de nuestra hermandad y que la celebremos / en la iglesia parroquial de esta
villa en esta / manera que todos los hermanos sean obligados / a venir a las vsperas
primeras / y al otro da huelguen como el da del domingo e / vengan a la misa la cual
se diga con / mayor solemnidad, e haya sermn para que nos / informen de los misterios e virtudes de la / sangre de Jesucristo e ningn cofrade falte / sin legtimo
impedimento, e con licencia / de los priostes e regidores y pague el que faltare / medio
real para cera y el que no guardare / la fiesta una libra de cera y por que si en / algn
ao viniere necesidad que no se pueda / cumplir como quisiremos queda a eleccin
/ de los dichos priostes e regidores para que se / cumplan como les parecieren e vieren
/ la posibilidad como mas sea par servir a / Dios Nuestro Seor. / 4 Yten que por tal
memoria e devocin de la / preciosa sangre que Nuestro Salvador Jesucristo / derram
en el rbol de la santa vera cruz / por nuestros pecados, ordenamos que todos los
hermanos / de este cabildo seamos obligados de ir / a la dicha iglesia de esta villa a
nos disciplinar / el Jueves de la cena en la noche con las insignias / de las plagas de
la cruz y que los hermanos que estn constituidos para iluminarias / alumbren con sus
hachas a su costa y / lleven sus tnicas vestidas y los que estn / constituidos para
disciplina se vistan sus / tnicas e se disciplinen con una disciplina / de plata o con
aquella que a su devocin les pareciere e vayan los que se haIlaren / en disposicin
para ellos descalzos y los / que no se hallaren en tal disposicin lleven / suelas o
alpargatas con sus cuerdas por encima / del pie, lo cual nos aderezaremos / e pondremos en la dicha iglesia, y el prioste / y regidores harn llevar el crucifijo a un / hermano
que el sea para ello sealado y a los otros lados / de l irn dos nios vestidos con
sendos cirios / o hachas e dirn de rato en rato en alta / voz en remembranza de la
pasin de nuestro / seor Jesucristo. Este crucifijo ha de ir en medio / de los penitentes
y al principio de la procesin ir un pendn negro e otros dos / nios como est arriba
dicho. E todos los hermanos / saldremos de la dicha iglesia concertados / en procesin
e andar las estaciones desde San / Sebastin hasta la ermita de la Sangre de Jesucristo
/ y de ah van a la iglesia y al hospital del/corpus christi e para cuando viniramos
de andar / las estaciones sean obligados el prioste / e regidores a tener vino blanco
cocido con / laurel y romero para lavar los hermanos e sus / polvos y papel como es
costumbre, y que el que faltare / pague una libra de cera o cincuenta maravedes / no
dando causa legtima para ello. / 5 Yten ordenamos que los hermanos que no / fueren
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----------------------------
.~:
:;.L.
de edad para se poder disciplinar o que / por enfermedad no estuvieren para disciplinarse / sean obligados a llevar sus tnicas vestidas / con la insignia de las cinco plagas
o con sendas / hachas de cera o cirios encendidos alumbrando / a los hermanos en la
dicha procesin. / 6 Yten por que ms aceptadas sean por Dios nuestras / disciplinas
e sangre todos nos dispongamos / e aparejemos lo mejor que pudiremos / nuestras
conciencias y por que todo mejor se haga, / todos los hermanos que vieren algn enojo
I con otro hermano sean obligados de reconciliarse y ser amigos so pena que por el
I que quedase pague media libra de cera o lo que / pareciere a los priostes y regidores
segn la / calidad de la persona y no han de entrar / en nuestra procesin ni en cabildo
con I nosotros hasta que sea amigo con el otro, / por que aquel da nos hemos de pedir
perdn unos / a otros con mucha humildad. Y para el tiempo / de la disciplina todos
hemos de estar / confesados e comulgados so pena de una libra / de cera para esta
cofrada. I 7 Yten ordenamos que porque nuestra procesin I vaya ms concertada y
no se atraviese / gente que nos haga algn estorbo, que los priostes / y regidores puedan
poner algunos hermanos / de los que no se disciplinen los cuales con su servicio / rijan
la procesin y estos sean obligados / a ir con sus tnicas vestidas insignados / y con
hachas encendidas. / 8 Yten ordenamos que los clrigos que son / nuestros hermanos
en esta cofrada vayan / vestidos con sus sobrepellices cantando los salmos / penitenciales con sus candelas en las / manos a su costa y el que faltare de estos sin impedimento / y licencia pague media libra de cera / no teniendo justa escusa. / 9 Yten
queremos que haya en poder del/mayordomo de nuestra hermandad dos hachas de
cera / y que stas ardan a la misa y a las vsperas / y procesin susodichas y que a
su tiempo como / se vayan gastando sean renovadas. / 10 Yten que por que nuestra
hermandad a servicio / de Dios sea aumentada e honrada queremos / que si algunas
personas de calidad que por su indisposicin / no se pudieren o no quisieren / hacer
la dicha disciplina o no pudieren entrar / en nuestra hermandad sean recibidos con esta
I condicin: que cada uno de ellos en la procesin / lleve una hacha encendida a su
costa alumbrando la nuestra procesin para que haciendo / esto merezcan gozar e gocen
de todas / las gracias que los hermanos que se disciplinan / gozan y que vengan con
tiempo a la dicha procesin. / 11 Yten ordenamos que haya en nuestra cofrada / un
prioste y dos regidores a los cuales / todos obedezcamos en todo los que nos mandare
I tocante a nuestra hermandad y ejerciesen las / penas en que incurriere alguno de los
hermanos / conforme a estas ordenanzas y el que no obedeciere / a estos hermanos
por la primera vez pague / una libra de cera y por la segunda dos / libras y por la tercera
no entre en nuestro / cabildo ni en nuestra procesin hasta tanto / que pague las penas
en que incurri. Y estos / dichos oficiales sean mudados en cada un / ao en el da
de la dicha nuestra fiesta. / 12 Yten ordenamos que los dichos priostes / y regidores
puedan sealar cada un ao / un mayordomo e muidor para que / tengan cargo de
aquellas cosas que pertenecen / al dicho oficio de cada uno y que / el da de la nuestra
fiesta despus de vsperas / el dicho prioste y regidores se junten con su / escribano
a sealar y sealen otros cinco / oficiales que sean tales que sepan hacer orden / las
cosas que convienen a nuestro cabildo y sean / obligados los dichos hermanos a obedecer
so pena / que sean echados de nuestra hermandad salvo si no / dieran legtima causa,
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2r
algn cofrade / tenga e se quiera apartar del dicho cabildo / ordenamos que el hermano
o hermana que por / discusin y otro enojo se quisiere apartar, vos, los / del dicho cabildo
que no le den licencia para ello / y si fuere por algn oficio que le echaren del dicho
I cabildo para que sirva al dicho cabildo pague / de pena dos reales e se vaya con su
cargo / y si otra vez quisiere volver al cabildo pague / la entrada otra vez de nuevo
y sea recibido / con voluntad de todos o de la mayor parte de ellos. / 22 Yten ordenamos que cada e cuando que alguno / de los dichos cofrades enfermare y / tuviere
el peligro de muerte que el prioste e / regidores sean obligados a nombrar dos cofrades
I y hermanos que vayan de noche a estar con el/dicho cofrade y velarle para ayudar
a bien / morir y que los cofrades que as fueren / nombrados sean obligados a ir siendo
les / dicho por el mayordomo e por cualquiera de los / cofrades por mandado de los
dichos priostes / e regidores so pena de una libra de cera / para el dicho cabildo al
que no fuere. / Las cuales dichas ordenanzas e captulos otorgaron / los cofrades por
ante m el escribano / infrascrito e prometieron de las tener / e guardar en todo e por
todo segn e como / en ellas y en cada una de ellas dichas ordenanzas / se contiene
e porque es verdad lo confirm / e as presentadas la dichas ordenanzas / de suso
incorporadas por vuestra parte nos fue pedido / las mandsemos confirmar e aprobar
I para que fuesen guardadas e cumplidas y ejecutadas. / E como bien visto nos fuese
e visto por los del dicho consejo atento que parecen ser justas y hechas / par el servicio de Dios nuestro seor, bien y utilidad de la / dicha cofrada e buen concierto de
ella tuvmosla / por bien. Por ende, por la presente atento a las / causas susodichas
confirmamos, damos y aprobamos / las dichas ordenanzas y os mando que las guardis
y cumplis / y ejecutis e hagis guardar cumplir y ejecutar / en todo y por todo como
en ellas se antepone e contra de / tenor e forma de ellas no vais ni pasis ni confrontais
/ ir ni pasar por si a mi manera alguna so las penas que ellas / y en cada una de ellas
contenidas en esta carta os de merced. / Que no usis de otras ordenanzas algunas hasta
tanto / que primero sean vistas e confirmadas por nos e por / los del dicho consejo
so pena e excomunin. / Dada en Toledo a nueve das del mes de septiembre de mil
e quinientos e sesenta / e un aos. / E fue acordado que debamos mandar dar nuestra
carta por / la cual os mandamos que veis las dichas ordenanzas las guardis / y cumplis
segn e como y so las penas en ellas contenidas = e otro / si os mandamos que juntamente con ellas pongis la doctrina / cristiana para que por vosotros y los de vuestras casas e familias / se aprendan. Dada en Toledo a doce das del nueve de junio de
mil quinientos noventa y un aos.
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L.
ANEXO DOCUMENTAL II
Inventario de bienes de la cofrada del Santsimo Sacramento, 1632. Archivo
Parroquial de Valdemoro, Libro de cuentas y nombramientos de oficiales, 1632-1690,
sigo IV-29.
El inventario relacionaba tanto los bienes pertenecientes a la iglesia del hospital como
a la enfermera. Dentro de los primeros se encontraban obras de arte
Un retablo de Nuestra Seora de la Concepcin
Unas pinturas que estn a los lados y un santo cristo de pintura
Una corona de plata sobredorada
Dos ngeles de escultura
Un nio Jess
Un santo cristo pequeo que es el que se apareci
Otro santo cristo de bronce
Dos pinturas una de San Francisco y otra de San Antonio sin marcos
Ocho pinturas de los ngeles con sus marcos negros
Otra de Nuestra Seora de la Soledad
Otra del Venerable Padre Bernardino de Obregn ...
y objetos cultuales
Seis ramilleteros con sus macetas
Dos araas de plata
Un frontal de tafetn doble verde bordado de paja
Dos cirios de cera
Un cliz con su patena de plata sobredorado
Unas casullas de damasco blanco con galn de plata falsa
Dos sbanas de altar
Un misal
Otros dos candeleros de acofar
Otros tres frontales con sus bastidores: uno de damasco blanco con su galn de plata
y otro de damasco azul con flecos y otro de damasco encarnado picado
Un pao de cliz de tafetn blanco
Otra toalla labrada de holanda ...
y, respecto a los segundos, destacan aquellos directamente vinculados a la asistencia
de los enfermos
Treinta
y seis camisas de pobres
Un arca vieja sin llave
Un arca de pino con cerraduras y llave con veinte y cinco sbanas de lienzos de
todos gneros y cuarenta y dos almohadas
Otra arca de pino con cerraduras sin llave donde hay un talego de doscientos reales
de calderillas y en un espuerta trescientos reales de moneda gruesa
Un pabelln de cama
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--------------------------~II
ANEXO DOCUMENTAL III
Fondos documentales del Archivo Parroquial de Valdemoro
Libros de Cofradas:
COFRADAS
FECHAS EXTREMAS
nimas
Caridad
Cristo de la Salud
Minerva
Misericordia
Nuestra Seora de la Concepcin
Nuestra Seora del Rosario
Resurreccin
San Isidro
San Jos
San Juan Bautista. Colegio
San Juan, San Miguel y San Antn
San Miguel
San Pedro. Cabildo
San Sebastin
Sangre de Nuestro Seor Jesucristo
Santsimo
Santo Sepulcro
1616-1841
1665-1882
1721-1892
1669-1801
1657
1677-1912
1630-1804
1628-1776
1728-1936
1664
1620-1655
1566-1746
1528-1558
1704-1802
1518-1891
1591
1568-1773
1622-1935
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ACTAS
ACTAS
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1. INTRODUCCIN
La importancia de una pieza documental como el Tumbo Viejo de Lugo es directamente proporcional a la trascendencia que caracteriza a la institucin catedralicia
lucense a lo largo de los siglos medievales. Para bien o para mal, frente a una pobreza
econmica endmica, una lucha permanente por asentar el poder diocesano y un esfuerzo constante por el control de los medios bsicos para asegurar la subsistencia del
clero capitular y de las dignidades de la dicesis, la Iglesia lucense muestra una enorme
dosis de practicidad.
Fruto de esta coyuntura peculiar surgen una serie de fuentes documentales con
algunas caractersticas comunes y otras diferenciadoras, que atienden a plasmar con
la escritura las diversas actividades desarrolladas por la institucin catedralicia lucense.
Teniendo en cuenta las carencias econmicas de esta institucin, los resultados no
son en ningn caso llamativos y carecen absolutamente de cualquier elemento decorativo que pudiese aparecer en los cdices para transmitir una manifestacin de prestigio y de poder. De esta manera, juzgar las fuentes documentales del archivo medieval lucense -y particularmente sus tumbos y cdices- atendiendo solamente a su
apariencia formal resultara claramente engaoso. Todos ellos transmiten a primera vista
una palpable austeridad en las formas y una ostensible parquedad en la elaboracin.
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.al margen de los volmenes que puedan haber desaparecido, el objeto de esta comunicacin atiende a los fondos medievales que en la actualidad pueden ser consultados
y que se conservan tanto en el Archivo Histrico Nacional de Madrid como en el
Archivo Catedral de Lug0 2
Concretamente, se conservan hoy en da un conjunto de once cdices y dos libros
cuyo contenido afecta a la historia medieval de la Iglesia lucense. De este conjunto
documental, dos de los cdices han sido elaborados en poca Moderna.
El primero de ellos es el Tumbo Nuevo de Lugo que se conserva en la actualidad
en el AHN 3 con la signatura 267 B. Cuenta con 355 hojas numeradas, aunque en realidad
existen algunos errores de foliacjn, motivo por el cual algunas de sus hojas quedaron
sin numerar y la foliacin no se corresponde adecuadamente con el nmero real de hojas.
Aparentemente los primeros documentos parecen desaparecidos, sin embargo, una
observacin pausada demuestra que esos prim~ros folios del cdice 267 B estn descosidos y alterados, habindose trastocado el orden original de los folios. El folio que
tendra que encontrarse como nmero 1, con importantes daos y sin ninguna numeracin visible, se encuentra dispuesto en la actualidad entre los folios 256v. y 257r. En
l se transcribe el principio del documento del rey Alfonso II 4 que tendra su continuacin natural en el folio 2. La continuacin de este documento, sin embargo, la
encontramos en la actualidad en el verso del primer folio que se puede leer en el cdice.
A pesar de la aparente confusin, el proceso de alteracin ha sido sencillo, ya que se
puede inferir fcilmente que el primer folio est traspapelado en la ubicacin ya
~partir de este momento, y para evitar repeticiones innecesarias, se utilizarn, tanto en el texto como
en las notas de la comunicacin, las siglas AHN para hacer referencia al Archivo Histrico Nacional y
AHC para el Archivo Catedral de Lugo. As mismo en las referencias a las colecciones documentales y
en la bibliografa ms conocida se usarn las siguientes referencias abreviadas: Tumbillo de Pablo Rodrguez
[Coleccin de los privilegios, testamentos y donaciones que contienen/os monumentos del Tumbo antiguo
de esta Santa Iglesia Catedral de Lugo y de los gticos originales que se hallan sueltos en el Archivo
de la dicha Santa Iglesia y en los diez tomos existentes en el Archivo de la Dignidad Episcopal, copiados
con la ms puntual exactitud por la notoria inteligencia de el R. P. Maestro Fray Pablo Rodrguez[. .. ]
en este presente G/io de 1763 (ACL)): Memorias de Pieiro [Coleccin diplomtica y memorias para
la historia de la ciudad e Iglesia de Lugo. Miscelnea de varios documentos, apuntes y noticias tomadas
para la historia de Lugo por el Dr. D. Jos Vicente Pilieiro y Cancio, Cannigo Doctoral, que fue de
esta Santa Iglesia donde se halla (ACL)): Caizares [Coleccin Diplomtica de D. Buenaventura
Caizares del Rey, prroco de Laln y cannigo de Lugo y Santiago (ACL)): Jorge Rubiera [Tabla
Chronologica de los documentos gticos que existen en el archivo Episcopal de Lugo, formada en el ao
de 1804 (ACL)).
3 Madrid, AHN, Cdice n. 267 B
4 El documento al que se hace referencia se fecha en 832-03-27. En este texto el rey Alfonso JI, en
agradecimiento por el favor divino en la victoria de Santa Cristina, y en compensacin por las parroquias
de que se priva a la dicesis lucense para entregarlas a la de Oviedo, le concede a la Iglesia de Lugo
las ciudades de Braga y Ourense, con la condicin de que las mencionadas parroquias fuesen devueltas
a la sede lucense en el caso de ser repobladas ambas ciudades y restauradas sus sedes episcopales. La
importancia de este documento justifica su lugar preferente en el cdice 267 B, relevancia que viene avalada
por la trascendencia histrica del contenido del texto y por la cantidad de reproducciones que se han hecho
de este mismo documento en diversos cdices y colecciones documentales.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
mencionada y que al segundo folio se le ha dado la vuelta por no contar, tampoco, con
ninguna numeracin visible. Adems, incidiendo en este aspecto, el documento anterior al ya citado de Alfonso n, teniendo en cuenta los indicios fragmentarios que se
conservan en el que figura en estos momentos como primer folio, sera el texto en el
que en el ao 1130 el conde Rodrigo V laz dona a la Iglesia de Lugo la villa de Cellario,
concesin importante tanto por el valor intrnseco de lo cedido como por el empuje
que la entrega supone para la culminacin de la obra catedralicia que en ese momento
se est acometiendo.
Este detalle, aparentemente sin importancia, no deja de ser reflejo de la situacin
de parcial olvido que afecta al conjunto documental lucense. La existencia de valiosas
y completas colecciones documentales redactadas en poca moderna e incluso en la
edad contempornea, as como la distancia fsica que el proceso desamortizador ha
impuesto entre los investigadores locales y estas fuentes documentales depositadas en
Madrid, han contribuido a mantener los documentos originales de la sede lucense en
un prolongado estado latente hasta la aparicin de importantes trabajos en estos ltimos aos. En correspondencia con e~te estado de la cuestin, en la presente comunicacin se pretende, cuando menos, contribuir a la valoracin de un corpus documental
que, si bien ha sido utilizado frecuentemente para la realizacin de notables trabajos
histricos, tambin debe ser valorado por su condicin de monumentos de la memoria
y del pasado de una Institucin cuyas actuaciones afectan en muchas ocasiones tanto
a su entorno ms inmediato como a los principales procesos histricos que se desarrollan en la Edad Media galaica y peninsular.
Por otra parte, y tras esta declaracin de intenciones, retomando el anlisis de los
cdices de la catedral lucense, el segundo de los tumbos elaborados en poca moderna
y vinculados a la documentacin medieval, es el Tumbilla de Pablo Rodrguez. el cual
se conserva en el ACL. Este cdice, estudiado por el cannigo archivero don Amador
Lpez Va1crceP, fue elaborado por el monje benedictino fray Pablo Rodrguez, cuya
labor transcriptora en la Iglesia lucense se desarrolla entre los aos 1763 y 1771, proceso
que puede documentarse con facilidad a travs de las actas capitulares. Tradicionalmente se tiende a identificar este cdice con el anteriormente comentado Tumbo Nuevo
depositado en el AHN. Incluso se tiende a pensar que alguno de los dos ha sido copiado
del otro. La distancia impuesta entre ambos tumbos ha conducido a que se estime de
mayor valor la pieza depositada en el AHN. Sin embargo, es necesario matizar esta
opinin. La apariencia, contenido y ejecucin de ambas piezas deberan obligarnos a
5 Con ocasin de mi estancia investigadora en el ACL, el cannigo archivero don Amador Lpez
Valcrcel, con objeto de facilitar mi trabajo, me permiti la consulta de los ndices que l mismo haba
elaborado sobre este tumbo. Lejos de tratarse de un simple ndice. en esos folios se desarrollaba un
documentado estudio sobre la elaboracin y los contenidos del Tumbilla de Pablo Rodrguez. Seguramente,
cualquier dato que sobre este cdice pueda proporcionarse en la presente comunicacin aparecer ya
plasmado en los completos ndices a los que se ha hecho referencia. Sirva esta nota como reconocimiento
de la erudita labor ejercida con constancia por don Amador Lpez, como apunte para la valoracin de
un trabajo que debera haber sido ya publicado y como agradecimiento por las facilidades concedidas en
las constantes consultas siempre cordialmente atendidas.
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6 Valga como ejemplo la nota que -tambin observada en su estudio por don Amador Lpez- abre
la segunda seccin del tumbillo del ACL: Noticia de los privilegios que existen en los tomos de Palacio
mezclados con los Gticos y antiguos Y que deben pasar a la Coleccion del Tumbo segundo o Nuevo.
El qual Tumbo deue empezar en la entrada, o mitad del siglo XIII, es a sauer desde el Ao de 1225 en
adelante (Tumbillo de Pablo Rodrguez, fol. 222r.)
7 JIMNEZ GMEZ, Santiago, Discurso, documento y territorializacin en el mbito de la sociedad
lucense del siglo XIII (IJ80-1302).Tesis doctoral indita; Universidad de Santiago de Compostela. 1989.
p. 134.
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II1II
tesitura no viene si no a incrementar las dudas sobre la correcta ejecucin y culminacin del proceso desamortizador ejecutado en la Iglesia de Lugo. Una impresin que,
en algunas ocasiones, se ve confirmada al comprobarse que algunos de los documentos medievales del archivo lucense aparecen fuera de aquellos archivos oficiales en los
que deberan encontrarse 8
Precisamente por haberse salvado del proceso desamortizador, se conservan hoy en
da los nicos testimonios de lo que fueron los libros de escrituras episcopales. El libro
X, tambin conocido como Libro de privilegios reales, y el libro Xl o Bulario de
la Catedral de Lugo, custodiados en la actualidad en el ACL (a pesar de tratarse de obras
relacionadas directamente con la institucin episcopal), nos muestran puntualmente lo
que en su momento debi suponer un conjunto conformado por 11 libros de escrituras.
Conviene explicar que la mayora del fondo de pergaminos que hoy en da se guardan
en las carpetas del AHN adscritas a la catedral lucense, y que suponen un nmero
superior a los 1800 pergaminos, tienen mayoritariamente su origen en la desmembracin
de la prctica totalidad de estos libros de escrituras pertenecientes a la dignidad episcopal
lucense.
Sus caractersticas podemos presuponerlas a partir del Libro X. Encuadernados todos
ellos en cuero, resulta difcil saber sus dimensiones. En el caso de los volmenes que
conservamos se presentan en un tamao aproximado de 45 x 39 cm. Es probable que,
an con variaciones en los tamaos posiblemente relacionadas con las diferentes dimensiones de los pergaminos, todos los libros se conformasen en tamao de gran folio,
caracterstica que se aprecia adems en los restantes cdices de la catedral que se
comentarn con posterioridad.
En este grupo, los 11 libros, con una apariencia probablemente similar, estaban
conformados por un conjunto de pergaminos cosidos con hilo blanco a unos ingletes
o tiras de piel que agrupaban los documentos en forma de cuadernillo, lo cual confera
a los volmenes el aspecto de un cdice en pergamino. En el caso particular del Libro
X, todos los documentos se presentan cuidadosamente estructurados en quatemiones,
y cada uno de ellos va precedido de una resea en papel escrita con letra moderna
(posiblemente del siglo XVIII) en la que se resume el contenido del documento. Se
muestra as claramente, la cuidada atencin que en estos mbitos se prestaba a una
documentacin que supona la base fundamental de una situacin de privilegio social.
Conscientes de la enorme importancia de estos textos, son muchas y costosas las
actuaciones que la Iglesia de Lugo acomete -sobre todo en los siglos XVII Y XVIIIpara garantizar la correcta conservacin de los fondos y para velar por la seguridad
8 En el pergamino fechado en 1216-04-24 el rey don Alfonso IX decide anular la concesin de 150
modios de vino hecha a los cannigos lucenses y compensarles con la donacin de la villa de Ventosela.
En el dorso de este documento nmero 8 de la Carpeta de Pergaminos del ACL -que responde tambin
a otras signaturas tales como Legajo 10, na 16, y tambin na 8, as como na 85, Estante 23, legajo
5- se puede leer la siguiente anotacin escrita por don Antonio Garda Conde: Este diploma fue de la
Catedral de Lugo, de donde lo llevaron no s cundo. Lleg a manos de D. ngel del Castillo, acadmico
de la Gallega y archivero y cronista de La Corua quien lo devolvi a este archivo en octubre de 1954.
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de los textos que suponen la nica posibilidad de demostrar los derechos y las propiedades administradas por la Iglesia a lo largo de los siglos.
Por lo comentado sobre este volumen de privilegios reales, no resultara difcil pensar
que se trata de la pieza ms importante de la documentacin catedralicia lucense. Sin
embargo, esta impresin, a pesar de la enorme importancia del Libro X, necesita ser
matizada. Atendiendo a la apariencia formal, no se puede hablar realmente de estar
ante un importante cdice ya que el libro surge de la acumulacin y encuadernacin
de un conjunto de pergaminos. Adems, su contenido responde a una seleccin subjetiva efectuada exclusivamente conforme a los criterios de la mesa episcopal, dejando
de lado otra serie de prerrogativas y derechos de importancia que tambin son concedidas a la Iglesia lucense en su conjunto por los monarcas. Tambin su restrictiva
temtica, centrada en los pergaminos reales, impide que formen parte de este volumen
otros documentos fundamentales para la Iglesia de Lugo. Por otra parte, a pesar de sus
65 documentos que alcanzan hasta el ao 1420, son muchos los pergaminos emanados
de los diversos reyes que no se recogen en este libro y que conforman otras carpetas
y legajos del fondo lucense. Incluso resulta significativo que, junto con otras donaciones
de importancia, tambin estn ausentes de esta pieza muchos de los pergaminos reales
de la alta edad media que han sido objeto de intensas discusiones en poca contempornea por resultar sospechosos de ser falsos o interpolados.
Por poner un ejemplo comparativo, al observar detenidamente el Tumbo Viejo de
Lugo, que trataremos posteriormente como el principal cdice de esta Iglesia, se puede
apreciar como en una seleccin numerosa de documentos reales anteriores al ao 1230
que supera el medio centenar, tan slo 18 de ellos tienen su original en el Libro X de
privilegios reales. Esta simple comparacin evoca perfectamente la capacidad representativa de cada uno de los dos volmenes en relacin con el fondo documental de
la Iglesia lucense.
Por su parte, esta escasa representatividad tambin afecta al Libro XI o Bulario
de la Iglesia lucense. De similares caractersticas al Libro X, y como continuacin de
ste, las caractersticas formales son muy semejantes. Sin embargo, a diferencia de su
antecesor, la mayor parte de los documentos papales que figuran en este libro son
posteriores al siglo Xv. Curiosamente, algunas de las bulas ms importantes de la Iglesia
de Lugo se encuentran archivadas en otros legajos que nada tienen que ver con el Libro
XI. La explicacin puede tener que encontrarse en ese criterio selectivo practicado por
la mesa episcopal para la conformacin de estos volmenes.
Una vez comentados los dos tumbillos de poca moderna y los dos libros conservados en el ACL, alcanzamos a presentar el ncleo principal de este trabajo: Los nueve
cdices medievales de la Iglesia de Lugo.
Todos ellos se conservan en el AHN, a donde llegaron despus de varios traslados.
La puesta en prctica del expediente de desamortizacin implic que los fondos permaneceran durante mucho tiempo en las dependencias de la Administracin de Hacienda Pblica de Lugo, desde donde fueron trasladados en 1887 al Archivo General
de Galicia y, desde all, posteriormente, a las dependencias del recin creado Archivo
Histrico Nacional de Madrid.
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Cinco de estos cdices conforman por s solos un conjunto especfico de caractersticas comunes. Signaturizados como cdices 516 B, 517 B, 518 B, 519 B Y 520 B,
tienen su origen en los antiguos libros de escrituras que en el inventario de la documentacin catedralicia lucense elaborado en el ao 1841 se situaban en los legajos
2 y 3. Todos ellos se organizaban a partir de una letra inicial que los identificaba. De
esta manera, los tres primeros se correspondan con las letras A, B Y C (formando parte
del legajo 20 ), mientras que los dos ltimos se designaban con las letras E y F (pertenecientes al legajo 30). Como resulta obvio, a pesar de la numeracin correlativa
dispuesta en el A.H.N., la serie se encuentra alterada por la desaparicin de uno de
estos libros de escrituras. A pesar de figurar en el inventario establecido en la confiscacin de los libros y su desplazamiento a los Archivos de Hacienda, nada se sabe
en la actualidad del paradero del cuarto libro de escrituras que se identificaba con la
letra D. Por otra parte, la numeracin correlativa nos indica una continuidad parcialmente alterada por la desaparicin de uno de los volmenes, pero nada sabemos tampoco de los cdices que pudiesen existir con letras posteriores a las del cdice F o
de aquellos que no obedeciesen a esta organizacin alfabtica. As sucede, por ejemplo, con el ltimo cdice que el mencionado inventario agrupa en el legajo 30. Una
pieza encuadernada en cuero y tabla escrito en pergamino hasta el folio 34 vuelto. Un
cdice cuya desaparicin es ya destacada por don Antonio Garca Conde9
Los cinco volmenes conservados presentan unas caractersticas similares tanto en
forma como en contenido -exceptuando ciertas diferencias del cdice 417 B-. Todos
ellos mantienen unas dimensiones bastante uniformes que tienden a alcanzar en torno
a los 40 cm. de altura y 30 de anchura. Adems la similitud en la encuadernacin
efectuada en madera y piel negra les otorga una apariencia de conjunto que se confirmar a la hora de analizar su contenido y finalidad en el quehacer cotidiano de la
Iglesia lucense. Por desgracia, el mal estado de alguno de estos cdices ha obligado
al AHN a restringir la consulta directa, obligando a la utilizacin de las copias
microfilmadas.
Continuando este repaso de aproximacin al corpus documental catedralicio, restan por comentar cuatro cdices. Tres de ellos constituyen con su contenido el nico
Libro de Aniversarios de la Catedral de Lugo. Encuadernados tambin en tabla y
cuero negro, y a pesar de tener un contenido comn, presentan tamaos diferentes,
tanto entre ellos mismos como con respecto a los cinco cdices de escrituras comentados anteriormente. La mayor parte de su contenido fue transcrito y publicado por
Santiago Jimnez lO en el ao 1987, y ya entonces presentaban un deficiente estado de
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conservacin que con el tiempo, tal y como ocurre tambin con otros cdices ya
mencionados, ha obligado a los responsables del AHN a impedir la consulta directa
de los originales.
Finalmente debemos tratar sobre el que, por su tamao, por su apariencia, por la
utilizacin de distintos signos que confieren al tumbo un evidente prestigio, por la
calidad del pergamino empleado, por la cuidada letra y por la importancia de su
contenido, se ha de considerar como el cdice ms importante del corpus documental
de esta Iglesia: El cdice 1043 B, tambin conocido como Tumbo Viejo de Lugo.
Cuando el historiador lucense Villaamil y Castro consegua extraerlo de las dependencias de la Hacienda Pblica para convertir sus documentos en objeto y fundamento de
muchas de las investigaciones que public entre los ltimos aos del siglo XIX y los
iniciales de la pasada centuria, implcitamente e~taba manifestando la importancia de
este manuscrito. Una trascendencia que se ve confirmada igualmente cuando -tal y como
manifiesta don Francisco Rodrguez Marn en su Gua de los archivos, bibliotecas y
museos de Espaa publicada en 1916-, en una fecha sin concretar, el propio Villaamil
decide vender el manuscrito catedralicio que es adquirido en ese momento por el AHN
de Madrid.
Sin embargo, tambin esas sealadas caractersticas del principal cdice de la catedral
lucense necesitan ser puntualizadas. El aspecto externo del tumbo no transmite la
sensacin de estar ante un volumen de gran trascendencia. Su austera encuadernacin
en tabla y cuero negro, sus frreos broches de cierre y sus dimensiones de 45 cm de
alto por 27,5 de ancho no suponen una gran diferencia de apariencia, voluminosidad
o tamao con respecto a los restantes cdices de la catedral de Lugo que han sido
comentados. Sin duda alguna, en este proceso de similitud entre los cdices lucenses
se aprecia claramente la impronta de los esfuerzos de la Iglesia de Lugo por organizar
su archivo, encuadernar sus volmenes, efectuar copias que preservasen de la desaparicin los documentos ms importantes y mantener un estricto control del acceso a los
fondos. Algunas de estas actividades se practican ya desde los siglos medievales, aunque
se pueden documentar ms fcilmente a travs de las actas capitulares de poca moderna,
sobre todo en los siglos XVII Y XVIII. Este esfuerzo es el que acab confiriendo a
los libros y cdices de los archivos capitular y episcopal una apariencia externa bastante homognea. Un proceso de encuadernacin en el que tambin se introdujeron en
cada uno de los cdices los distintos ndices en papel con letra de ese siglo que todava pueden consultarse en la actualidad.
No obstante, tambin es probable que esa homogeneidad en las formas oculte otras
realidades. Al menos en el Tumbo Viejo, resulta fcil apreciar distintas indicaciones
marginales que hoy en da son ilegibles por haber sido recortados los pergaminos del
cdice. Estos indicios contribuyen a fortalecer el papel del cdice 1043 B dentro del
conjunto documental catedralicio. Aunque sus medidas no fuesen mucho mayores de
las actuales, s se puede afirmar que en el proceso de encuadernacin, que puede datarse
en torno al ao 1740, se recortaron conscientemente las hojas del tumbo para acomodar su aspecto al de los restantes volmenes del archivo y esto supuso una merma en
el aspecto externo del cdice.
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Se ha dicho tambin que el Tumbo Viejo presenta distintos signos que pretenden
conferir a este cdice un cierto prestigio. Pero sera descabellado pensar en la presencia de lujosas miniaturas o de adornadas iniciales como las que fcilmente pueden
encontrarse en la documentacin de la vecina dicesis de Compostela. La pobreza y
austeridad que constantemente se denota en las actuaciones de la Iglesia de Lugo
tambin afecta a la elaboracin de su corpus documental y particularmente a sus
cdices.
Efectivamente la Iglesia de Lugo intenta disponer en su principal tumbo de escrituras determinados elementos que lo destaquen por encima del resto de volmenes del
archivo, sobro todo en la medida en que el Tumbo Viejo se concibe a la vez como
guardin de una memoria documental de la institucin y como testimonio pblico de
esa memoria en la posteridad. Pero todo ello debe ser interpretado y valorado dentro
de la austeridad general de un archivo en el que los nicos excesos ornamentales
aparecen -incluso de forma no muy abundante- en los privilegios de la Cancillera
Real.
Una apreciable mejora en la calidad del pergamino empleado en la elaboracin
del Tumbo Viejo, la dedicacin exclusiva de un nico copista para la transcripcin
de todos los textos -caso de Iohannes Petri-, la disposicin de una cuidada escritura
gtica con una caja de escritura suficientemente holgada -aunque se trate de una
escritura sin alardes o se intensifique desmesuradamente el aprovechamiento del
pergamino al incrementar notablemente el nmero de letras por lnea y de lneas por
folio dispuesto en el ltimo cuadernillo para evitar un mayor dispendio econmicoy, especialmente, la presencia de una doble coloracin en la tinta, combinando colores
rojos y negros para destacar la separacin de cada uno de los documentos cot1 sencillos regestos que explican el contenido de los textos, parecen razones suficientes para
destacar esta pieza documental sobre el resto de cdices del archivo lucense, valorando en su justa medida, a partir de la comparacin con los otros volmenes, el esfuerzo
desarrollado por el cabildo lucense de la primera mitad del siglo XIII.
Sin embargo, para aquellos que estn acostumbrados a las demostraciones visuales
del poder a partir de la profusa y rica decoracin de los tumbos catedralicios, las razones
alegadas anteriormente distarn mucho de resultar convincentes. Incluso para quienes
resulta habitual encontrar en los archivos eclesisticos mltiples volmenes que responden a esas caractersticas, lo expuesto hasta este momento les parecer carente de
importancia. Por esta razn, y con la intencin de acometer la difcil tarea de mostrar
el valor del Tumbo Viejo en particular, y del conjunto documental lucense en general,
resulta imprescindible afrontar una segunda lnea de anlisis desde la cual interpretar
los distintos cdices. En este sentido, a travs de la observacin del contenido de cada
uno de esos volmenes, se podr verificar la manera en que, con escasos medios
econmicos y con una ostensible austeridad, la Iglesia lucense va respondiendo progresivamente a lo largo de su historia a las distintas necesidades que la gestin econmica, la administracin del patrimonio, y el gobierno de un seoro eclesistico
exigen de una institucin seorial.
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11 El Cdice de Concilios lucense fue estudiado pormenorizada mente en la siguiente obra: GARCA
GOLDARAZ, Carlos, El Cdice Lucense de la Coleccin Cannica Hispana, Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, Roma, 1954. 3 vol.
12 Libros eclesiasticos oracionum 1 de loto anni circulo, ordinum episcopali l psalterium cum
canticorum et imnorum, perfectum, sceptra kallonulIl 1, croniga regum ro, signum ex metallo, pensante
libras C el LXXX. AH N, Seco Clero, carpo 13258 doc n 7. Tambin: Madrid. A.H.N. Cdice 1043 B, fol. 62r. - 63r.
13 GARCA CONDE, Antonio, opus cit., p. 7.
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despierta. Respecto al contenido, se alaba la diligencia y exactitud de los cnones
conciliares que conforman el libro. Vzquez del Marmol atribuye la autora probable
a dos personajes nombrados en el cdice: Aystrulfus y Migael Dens. Finalmente el
cdice desapareci al quedar abrasado en el incendio acaecido en la Biblioteca de El
Escorial en el ao 1671. Su contenido pudo ser recuperado por Carlos Garca Goldaraz
analizando diversas copias parciales tomadas con anterioridad a la prdida del manuscrito.
-----------------------
-.~!
notario desde el ao 1224, el mismo ao en que, por motivos de enfermedad, el cannigo don Romn dispone sus voluntades testamentarias.
Esta sucesin en el cargo podra estar transmitiendo la existencia de una organizacin notarial que con el paso del tiempo se ir haciendo ms compleja. Una continuidad en la funcin notarial organizada por la Iglesia lucense de la que parece inferirse
un cursus honorum prefijado para quienes aspiran a encargarse de dar fe pblica a los
documentos diocesanos. Tras un primer momento de aprendizaje en el que el aspirante
se encarga de la realizacin de las labores de escriba o amanuense, y demostrando las
capacidades adecuadas para el oficio, sera posible el ascenso al puesto de vicenotario,
pasando a convertirse finalmente en notarios de la Iglesia y del obispo de Lugo. Aunque
tal vez resulte desmesurado extraer toda esta teora a travs de una actuacin muy
concreta y puntual, lo cierto es que a travs de 10sJ>ergaminos pueden ser reconocidos
varios individuos ocupando estos cargos. Sin embargo, y de forma sucesiva, sern de
manera preferente los cannigos don Romn, Pelagius Veremudi y Fernandus Pelagii
los que, alcanzando el puesto de notario en circunstancias similares a las detalladas
y cumpliendo con las distintas fases de formacin y promocin, se encargarn de
controlar la mayor parte de los documentos generados en la dicesis durante el siglo
XIII.
Esto supone una nueva forma de interpretar el proceso documental. La atencin
prestada a los documentos y una supervisin directa de los hechos documentados
transmiten la imagen de que por fin la Iglesia de Lugo se ha percatado de la importancia de cualquier texto como documento permanente que se convierte en condicin
fundamental e imprescindible de la evolucin y del desarrollo futuro de la institucin,
una idea que, a la postre va a terminar por condicionar los hbitos notariales y
archivsticos del scriptorium lucense. Inherente a la condicin de la escritura es la
intencin de conservar lo escrito por un perodo prolongado de tiempo, buscando en
algunos casos la perduracin intemporal de los caracteres plasmados en el pergamino
yen otros muchos la simple seguridad probatoria ante la conflictividad. Los pergaminos lucenses dejan de almacenarse simplemente por su valor e importancia en cuanto
portadores de privilegios probatorios en las disputas de lmites territoriales y pasan a
consolidarse como instrumentos fundamentales en la mecnica de una institucin
eminentemente econmica. An conservando ese valor probatorio, la nueva filosofa
del archivo lucense pasar a fundamentarse en la conservacin absoluta y el registro
minucioso de todos los actos que apoyen y sostengan la posicin de poder y privilegio
de la sede episcopal.
Buen reflejo de estas nuevas pautas de actuacin se denota en que no simplemente
se conforman con reflejar los hechos contemporneos, sino que, sobre todo en el
obispado de don Miguel, el notario Fernandus Pelagii comenzar la tarea de transcribir, copiar y autentificar otros documentos importantes de pocas ms antiguas que se
suponen de un alto inters y utilidad prctica para la dicesis. A este respecto, resulta
difcil concluir si la Iglesia lucense se fortalece y organiza por la finalizacin de los
conflictos arrastrados incluso durante siglos o si la organizacin contribuye decisivamente a evitar la aparicin de conflictos que sigan manteniendo a la Iglesia de Lugo
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3.3. LAS HERRAMIENTAS DE LA ADMINISTRACIN EN UNA IGLESIA NECESITADA: EL CONTROL DE LOS ANIVERSARIOS Y DE LOS AFORAMIENTOS
El esfuerzo organizativo planteado durante el obispado de don Miguel servir de
fundamento para el resurgir econmico de la Iglesia lucense. Precisamente la necesidad inmediata de proceder con el control de la gestin econmica ser la que justifique alguno de los esfuerzos codicolgicos ms importantes realizados en la mencionada Iglesia a lo largo del s. XIIII4. Configurado como una rentable alternativa a
la donacin testamentaria, la prctica de fundacin de aniversarios instaurada por los
capitulares lucenses va a fundamentar uno de los medios principales para el incremento patrimonial y el sustento de la propia Iglesia. A pesar de las muchas fundaciones
que se conservan sin fecha -Santiago Jimnez cuantifica un total de 286 menciones
sin fecha frente a 305 datadas-, la primera que se puede datar es un aniversario dispuesto en el ao 1176. A partir de aqu comienza a estructurarse un sistema fundamental para el sostenimiento de la economa capitular. El notable aumento de este tipo
de mandas pas que implicaban la donacin de propiedades para recibir como
contraprestacin las oraciones de los cannigos, oblig a que el sistema contase con
una documentacin especfica, registrndose todas las fundaciones en el Libro de
Aniversarios en el que, conforme a una organizacin fundamentada en el calendario
anual, se anotaron los fundadores del acto, las propiedades o rentas destinadas a pagar
las oraciones y el nombre de aquellos por los que se estableca el aniversario. En algn
caso, en el libro se anotaba adems la fecha del fallecimiento del fundador, a modo
de carta ejecutoria para que el cabildo pasase a hacerse cargo de las propiedades, tal
como sucede con el bito de Pelagius Pe tri de Atrio, el cual haba cedido su casa y
cortia para un aniversario, por lo que una vez fallecido, el cabildo se convierte en
perceptor de todos los frutos de estas propiedades.
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proceso, el desarrollo de esta lucha, queda expresado a partir de la propia esencia del
cdice en tanto argumento en pro de la propiedad, libertad y respeto a los privilegios
de la Iglesia lucense, una institucin que vela por su continuidad diferenciada y privilegiada. Se quiere decir con todo esto, que muy probablemente el tumbo deba entenderse e insertarse dentro del proceso organizativo dirigido por el obispo don Miguel. Pero tampoco debemos conformarnos con esta opinin. Tambin es muy probable que ante el dinamismo demostrado por la autoridad episcopal, la propia mesa
capitular se vea obligada a clarificar de forma pormenorizada cuales son sus privilegios y derechos, as como a plasmar por escrito cual es el origen documentado de sus
propiedades, donaciones y derechos.
En relacin con esta idea enlaza a la perfeccin la imagen de un cdice conformado para ser ledo. En muchos de los documentos copiados en el pergamino del Tumbo
Viejo se denota la ausencia de las confirmaciones que, en cambio, s figuran claramente legibles en el original. Para el cabildo y el escriba no resulta fundamental el valor
probatorio de los documentos. Ms bien al contrario, el cdice transmite la sensacin
de pretender ser un objeto con eminente valor simblico, un fruto funcional producido
en el seno de un grupo social que establece unas marcadas caractersticas diferenciales
a travs de la propia ideologa con la que demuestra su identidad institucional plasmada en las palabras de los textos del cdice. Se debe tener en cuenta adems que,
a pesar de la pobreza capitular, la propia capacidad de conformar un escrito es una de
las formas de produccin simblica menos igualitaria, actividad con la que demuestran, por tanto su exclusividad social y su posicin privilegiada incluso frente a aquellos otros poderes que, aun teniendo la capacidad de escribir, no han podido desarrollar una obra de tan marcado carcter simblico.
Como consideracin final, apuntar la trascendencia de un cdice que se realiza en
el momento en que los pleitos principales que afectaban a la Iglesia lucense en sus
procesos de estructuracin territorial y espiritual han sido sentenciados. Es un cdice
cerrado, un libro que se escribe para mantener lo que ya se disfruta, en ocasiones para
lamentarse por lo que se ha perdido, pero en escasa medida con el valor probatorio
que podra exigirse a un documento a utilizar en los distintos pleitos.
De igual manera el Tumbo Viejo se concibe tambin como cdice cerrado al no
admitir la posibilidad de aadir otros documentos que, sin embargo, y a la postre,
acabarn siendo insertados en encuadernaciones posteriores. En su conformacin original el manuscrito presenta una clara interpretacin de la sociedad privilegiada. A
grandes rasgos, el cdice proporciona una visin jerrquica de las fuentes de las que
emana el poder, la autoridad y la situacin de privilegio. Aclarados los orgenes
institucionales en los primeros textos copiados, pronto se centra la seleccin en los
privilegios reales a los que dedica gran parte de los cuadernillos. En segundo lugar los
textos relacionados con la autoridad papal y episcopal. Finalmente se disponen aquellos documentos que, preferentemente emanados de familias nobles, implican importantes y cuantiosas donaciones para la Iglesia. Ante esta triparticin del poder, y
conscientes de no ser del todo exactos, no se puede evitar la relacin con el imaginario
del feudalismo propuesto por Georges Duby. El tiempo, y los encuadernadores pos-
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teriores, se encargaron de romper esta visin trifuncional al aadir a los textos primigenios del cdice un documento real de Sancho IV -que, a todas luces, nada tena que
ver en el propsito inicial del Tumbo Viejo- y un grupo de 70 documentos originales
que generalizaron el espectro social de la ciudad de Lugo en poca medieval.
En definitiva, un cdice que debe ser valorado en base a unos contenidos que afectan
a personajes fundamentales en la Historia Medieval lucense y galaica como el obispo
Odoario, el conde Rodrigo Ovquiz y su importante revuelta contra Alfonso VI, alguno de los escasos documentos relacionables con el efmero reino de Garca I de
Galicia o las muestras ms patentes de las dificultades de Urraca en los momentos de
enfrentamiento con Alfonso 1 de Aragn.
Los problemas de la titularidad metropolitana de Braga; los conflictos territoriales
con las sedes de Oviedo, Mondoedo, Len y Orense; las noticias relacionadas con
las obras romnicas de la catedral o la constituC'@ndel coto lucense y de una ciudad
que pasa a estar sometida a un seoro eclesistico compartido entre obispo y cabildo,
transmiten oportunamente la trascendencia de un cdice cuya apariencia formal no
destaca sobremanera, pero cuyos contenidos guardan la clave interpretativa de muchos
procesos histricos de los siglos medievales.
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quias que existieron en la ciudad a lo largo de los tiempos, adems de los archivos del
Cabildo de Curas y Beneficiados de la Ciudad y del Cabildo de Capellanes de San
Ildefonso, amen de diversa documentacin procedente de algunas de las parroquias de
las actuales pedanas de Huete -documentacin, sta ltima, que por estar incompleta
---~
no ser tratada en este breve texto.
Las parroquias de Huete tienen su origen poco despus de su conquista por Alfonso VII,
quien organiz la villa y alfoz como un arcedianato dependiente de Toledo hasta la creacin del obispado de Cuenca en 1183, en que pasa a pertenecer a dicha dicesis. A inicios
del siglo XII se documenta ya la existencia de las diez parroquias mencionadas l.
Ante esta situacin de variedad de fondos, y una vez estudiada la documentacin
y las instituciones a las que pertenece, observamos que no se trataba de un archivo
parroquial, sino que en realidad era un archivo eclesistico que contena los archivos
de diversas parroquias e instituciones eclesisticas optenses. De este modo, el Archivo
Eclesistico de Huete se compone de diez parroquias de Huete 2, seis parroquias de
pueblos vecinos (que como decimos estn incompletos)3, y los archivos de los dos
cabildos mencionados con anterioridad.
Lo primero que hicimos en nuestro trabajo fue sacar toda la documentacin y desplegarla para clasificar por parroquias adoptando el criterio de iniciar el archivo por las parroquias extinguidas en primer lugari, y dentro de stas alfabticamente, continuando en
el tiempo con las distintas parroquias hasta la actualidad, en que slo perdura la de San
Esteban Protomrtir. Por las palabras dichas anteriormente, vemos que se trata de archivos totalmente cerrados o muertos a excepcin de esta ltima parroquia, que sigue abierta
a nuevas incorporaciones. Tras las parroquias decidimos clasificar el Cabildo de Capellanes de San Ildefonso y por ltimo el de Curas y Beneficiados s.
Para la organizacin del fondo seguimos los planteamientos tericos de Javier
Snchez Portas planteados para los archivos parroquiales de Orihuela6 , as como los
I Archivo Catedralicio de Cuenca, Libro de Estatutos, privilegio XLV, fols. 13 v. - 14 r. Citado por
DAZ IBEZ, J., El clero y la vida religiosa en Huete durante la Edad Media, Cuenca, 1996.
2 Aunque siempre fueron diez las parroquias de la ciudad (San Esteban, San Miguel, San Nicols de
Almazn, San Nicols de Medina, San Pedro, Santa Mara de Atienza, Santa Mara de Castejn, Santa Mara
de Lara, Santiago y Santsima Trinidad), durante algunos aos del siglo XIV, la iglesia de la alcazaba, llamada
San Marcos, fue considerada como una parroquia ms, segn vemos en un pergamino del Cabildo de Curas.
3 A saber: Caracenilla, Carrascosilla, La Langa, Moncalvillo de Huete, Saceda del Ro y Verdelpino
de Huete. La documentacin conservada an en las pedanas convendra, y desde aqu recomendamos,
que fuese depositada en el Archivo Eclesistico de Huete para evitar las posibles sustracciones, y mejorar
sus condiciones de conservacin, pues tenemos conocimiento de importantes fondos documentales depositados de forma insegura e inapropiada en distintas parroquias.
4 San Miguel, Santa Mara de Atienza, Santa Mara de Lara, San Nicols de Almazn, Santiago y
Santsima Trinidad.
5 Pese a que en el inventario del archivo depositado en la Parroquia de San Esteban Protomrtir la
estructura del archivo es la que describimos, en el presente texto -por razones de espacio- hemos decidido individualizar nicamente los dos cabildos de la ciudad, mientras que el resto de series documentales las hemos agrupado en un nico fondo.
6 SNCHEZ PORTAS, 1., Archivos parroquiales de Orihuela (El Salvador, Salita Justa y Santiago),
Arxius Valencians, 1, Conselleria de Cultura, Educaci i Ciencia de la Generalitat Valenciana, Valencia, 1985.
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planteados para el archivo parroquial de Las Pedroeras por Maroto Garrido? y los de
Archivos parroquiales de la Dicesis de Zaragoza 8 adaptados todos ellos al caso de
Huete.
Con estos planteamientos tericos realizamos un cuadro de clasificacin orgnicofuncional que nos sirvi, tras realizar la organizacin, para vertebrar el inventario,
inventario en el que hemos individualizado cada expediente o registro dentro de su serie.
Respecto a las entradas descriptivas, hemos intentado ceirnos lo ms posible a las
normas de la nueva archivstica y a la de los otros archivos ya citados en notas al pie,
anotando en primer lugar los expedientes y a continuacin los registros. En caso de
haber varios tipos de expedientes/registros en cada seccin o subseccin se han ordenado alfabticamente y stos a su vez por fechas. En caso de expedientes/registros sin
subdivisin posterior se han ordenado cronolgicamente.
En cuanto a las fechas, solamente hemos pu'estb las fechas extremas de la unidad
documental. Cuando nicamente consta un ao significa que toda la documentacin
corresponde al citado ao. En este sentido hay una excepcin que son los libros de
actas cuyas fechas se han puesto completas mediante la frmula de ao, mes y da
separados por un punto.
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--------------------------------~-tos emanados de s misma como los recibidos por ella, aspectos coincidentes con cualquier
definicin de archivo. Institucionalmente los archivos parroquiales son tratados
normativamente en diferentes snodos provinciales pretridentinos debido a la preocupacin de la Iglesia por recopilar las acciones extraordinarias de los cristianos y la vida
cotidiana de la comunidad, fiel reflejo de la tradicin cultural grecorromana. Ser desde
el Concilio de Trento 11 , en sus sesiones 7, 21, 24 Y 25, el que exija a los responsables
de las iglesias la inscripcin y conservacin de los libros parroquiales y de los necesarios para el ejercicio del Misterio, confirmndose as las normativas preconciliares de
algunas dicesis y el uso de los prrocos.
Las disposiciones tridentinas se confirman y amplan por la Ley Cannica de la
Iglesia, compendiada en el Cdigo de Derecho Cannico en uso hasta la promulgacin
del vigente Cdigo de 1983, el cual recoge y moderniza en mltiples cnones las
disposiciones sobre documentos eclesisticos y su custodia. De entre los cnones
destacamos, los comprendidos entre el 486-491 sobre custodia de documentos, el 535
sobre los libros parroquiales, el 877 y 878 de los bautismos, el 895 referente a la
confirmacin, 1.121-1.123 sobre matrimonios; los cnones 958 y 1.306-1.307 referentes a obligaciones y cumplimiento de fundaciones pas con su correspondiente reflejo
documental; y por ltimo los cnones 1.283 y 1.284 relativos a los derechos y bienes
de las iglesias. Como vemos esta agrupacin de cnones configura un esquema de cuadro
de clasificacin muy similar al que hemos adoptado en el caso ptense. El prroco ser
el mximo responsable de la parroquia y por lo tanto el enlace directo entre las autoridades eclesisticas, ser el que intervenga como autor de los registros sacramentales:
bautismos, confirmaciones, defunciones, matrimonios ... 12
El Archivo Eclesistico de Huete no dista mucho de cualquier archivo parroquial,
si exceptuamos la acumulacin de parroquias, en cuanto a su tipologa, lo que s destaca
es el elevado nmero de documentacin conservada as como la antigedad de la misma,
pudindonos remontar al siglo XIII, aunque el grueso de la misma se inicia en el siglo
XVI, destacando las casi inexistentes lagunas y la continuidad de las series (sirva como
ejemplo los bautismos en la parroquia de San Esteban Protomrtir que se inician en
1525 y perduran casi ininterrumpidamente hasta hoy). El fondo documental completo
abarca setenta cajas de archivo ms doce pergaminos y un libro de elevadas dimensiones que no ha podido se encajado.
Los archivos parroquiales contienen una documentacin rica y variada fundamental
para multitud de estudios; entre otros los libros sacramentales son una fuente imprescindible para la demografa, genealoga ... ; los libros de cuentas e inventario suministran datos sobre"la construccin de templos, retablos, pinturas, talleres de orfebrera;
los libros de fbrica nos detallarn la actividad de artistas y artesanos; las visitas pastorales
nos muestran la evolucin de la parroquia a travs de su religiosidad y aspectos sociales, temas que analizaremos en ms profundidad en pginas sucesivas.
La aplicacin en Espaa del Concilio de Trento fue promulgada por un Decreto de Felipe JI en 1564.
PACHECO SAMPEDRO, R., Archivo Parroquial de Anchuelo (1484-1556), Universidad de Alcal
de Henares, 1994, p. 9.
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_,.1..--------------.................
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Siguiendo el cuadro de clasificacin que hemos elaborado, el archivo de Huete se
encuentra dividido en cuatro secciones: i.OO SACRAMENTAL, 2.00 GOBiERNO Y
ACCiN PASTORAL, 3.00 ADMiNiSTRACiN DE BiENES Y RENTAS Y 4.00 OBRAS
PAS Y COFRADAS. Ser la primera seccin la que tenga mayor nmero de unidades
de instalacin debido a la importancia que para la Iglesia tienen los expedientes y
registros de esta seccin. A continuacin realizaremos un anlisis de las diferentes
secciones!3, comenzando por i.OO SACRAMENTEAL, dentro de la cual hallamos la
primera subseccin: i.Oi Bautismos, encontrando que esta serie aparece en el siglo XVI,
entre 1524 y 1563 dependiendo de las parroquias, conservndose ininterrumpidamente
en cada parroquia hasta que se extinguen, y perdurando hasta hoy en la parroquia de
San Esteban. En total se conservan 57 libros de bautismo.
Los registros contienen las inscripciones individuales de los nios que reciben dicho
sacramento. En principio slo aparece la fecha,el nombre sacerdote que lo bautiza y
el nombre del padre del nio y de los padrinos -la inscripcin de stos ltimos se debe
a que as se evitara el parentesco espiritual en caso de producirse el sacramento del
matrimonio-; con los aos se amplan los datos y se incluye a la madre, a los abuelos,
la profesin del padre y la parroquia originaria de los progenitores. En el caso optense,
en algunas parroquias, en los primeros libros aparecen mezclados los bautismos con
las confirmaciones, los matrimonios y las defunciones indistintamente, para con posterioridad realizarse las anotaciones en libros especficos. En algunos registros aparece un ndice para ayudar al prroco a la localizacin de las partidas.
Estos libros son fundamentales para estudios genealgicos y demogrficos principalmente, aunque tambin se podrn utilizar para estudios de religiosidad popular, patronmicos y en algunos casos para la historia de gremios y estamentos sociales. Como ya
hemos dicho algunos libros de bautismos contienen un ndice alfabtico de las partidas
aunque tambin encontraremos ndices alfabticos que en ocasiones se elaboran en libros
independientes y que suelen abarcar varios volmenes de registros bautismales, en Huete
nicamente contamos con un ejemplo de este tipo de registros que corresponde a la
parroquia de San Esteban y abarca los bautismos comprendidos entre 1830-1900 no slo
de esa parroquia sino tambin los llevados a cabo en las ltimas tres parroquias que se
extinguieron: San Nicols de Medina, Santa Mara de Castejn y San Pedro.
El dgito i.02 Confirmaciones, es poco numeroso en cuanto a unidades en nuestro
archivo ya que normalmente se incluyen en los mismos libros que los bautismos.
Estos registros son relaciones nominales de confirmados y slo aparece la fecha y
el nombre del obispo confirmante. Estas anotaciones en algunas ocasiones nos servirn para completar los datos aportados por las partidas de bautismo.
i.03 Cumplimiento Pascual, contiene aquellos documentos que especifican la relacin exacta de los vecinos de la parroquia, sus series son: matrcula parroquial, padrn
de feligreses, cumplimiento pascual y los padrones de cumplimiento o libros De Statu
Animorum!4. En ellos se detallan los ocupantes de las casas, pues su misin era el
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. j,
"total son 708 expedientes matrimoniales slo en San Esteban y que hemos considerado
oportuno individualizarlos tanto en la organizacin como en la descripcin, pues al ser
, una parroqui.a en activo en cualquier momento pueden ser solicitados, facilitndole as
al prroco su localizacin. Los expedientes estn ordenados por el apellido y nombre
del parroquiano, en caso de que los dos contrayentes fuesen de la parroquia de San
Esteban o ninguno de ellos perteneciesen a ella se ha optado por ordenarlos por los
apellidos y nombre del varn.
La documentacin de esta subseccin nos servir para conocer la estructura familiar del momento, para estudios genealgicos, estudios socioeconmicos o incluso sobre
oficios y relaciones entre profesionales y diferentes estamentos sociales.
La siguiente seccin 2.00 GOBIERNO Y ACCIN PASTORAL englobar las
subseccines tocantes a la accin de gobierno propiamente dicha por la que se regirn
sus designios, as como la burocracia y administracin de la parroquia. La sub seccin
2.01 Acuerdos del Clero es escasa en las parroquias optenses, destacando en Santa Mara
de Castejn y en San Pedro el expediente de supresin de seis parroquias fechado en
1777.
El resto de sub secciones referentes a esta seccin son escasas en documentacin,
por no decir nulas, salvo como siempre, en San Esteban en donde encontraremos algo
ms de documentacin incluida en la subseccin 2.05 Correspondencia que ha sido
ordenada cronolgicamente.
La segunda seccin servir de fuente para el estudio de la vida del clero, as como
para el gobierno parroquial en lo material de sus funciones.
La tercera seccin 3.00 ADMINISTRACIN DE BIENES Y RENTAS est compuesta por la documentacin tocante al dominio parroquial, siendo muy interesante para
comprender su evolucin econmica. En esta seccin toma importancia el mayordomo
de la iglesia o fbrica, ya que ser ste el que controle todo lo relacionado con la
administracin parroquial, cobra los arrendamientos, realiza los contratos con los
artesanos y artistas, recauda el diezmo, etc. En las parroquias de Huete destaca la
subseccin 3.03.01 Fbrica. En los registros de fbrica se anotarn, por parte del
mayordomo, las cuentas decimales, los gastos en obras, reparaciones, cobro de censos,
etc., es el libro terrenal de la parroquia por excelencia en el que se reflejan los
movimientos de capital as como las posesiones parroquiales tanto en bienes muebles
como inmuebles.
Suelen incluir los gastos de la funcionalidad religiosa o lo que es lo mismo todo
lo necesario para el culto, as como los gastos de conservacin del edificio que fueron
impuestos por el Concilio de Trento l5 .
En el caso del Archivo Eclesistico de Huete esta serie data de 1523 en San Nicols de Medina, aunque no ser hasta el siglo XVII cuando se generalice en la mayora
de las parroquias, siendo el ltimo de 1872 de la parroquia de San Esteban, ocupando
un total de 30 libros. A travs de esta documentacin el historiador del arte podr
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CARRILERO MARTNEZ. R" Los fondos del Archivo Histrico Diocesano de Albacete (siglos
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Medina con tres, si exceptuamos el Cabildo de Curas y Beneficiados en el que eneontramos seis memorias y una capellana que administraba esta institucin religiosa.
En relacin a la antigedad de los fondos de esta seccin diremos que el ms antiguo
es el Cabildo de San Juan Evangelista en la parroquia de Santa Mara de Atienza, cuyas
cuentas se inician en 1621. Las series se continan en el tiempo hasta 1935 con la documentacin de la Cofrada de Nuestra Seora del Rosario, ubicada cannicamente en
la parroquia de San Nicols de Medina, aunque desde finales del siglo XIX esta parroquia se suprime y pasa a ser dependiente de San Esteban. En esta cofrada encontrarnos la continuidad cronolgica ms amplia de todas las halladas, pues su nico libro
de acuerdos se inicia en 1668 para concluir un ao antes de la ltima contienda civil.
Como se habr observado hasta esta pgina, venimos hablando de diez parroquias
en la ciudad de Huete, en este punto debemo~ de decir que hemos encontrado documentacin de una parroquia ms, la parroquia'de San Marcos -situada en el castillo
de la ciudad-o nicamente conservamos un pergamino fechado en 1387, que trata sobre
la supresin de la misma, concretamente es el reparto del diezmo correspondiente a
esta efimera parroquia entre las otras diez. El documento en cuestin explica que la
supresin de la misma se debe al mal estado en que se encuentra debido a que el barrio
del castillo est poblado en su mayora por judos, convirtiendo a este pueblo en el responsable de la destruccin de la parroquia. Este es un claro ejemplo de otra posibilidad
de investigacin que puede tener el Archivo Eclesistico de Huete: el antisemitismo que
aflora en Castilla en los aos finales del XIV que tendr su culminacin en el Progrom
de 1391. Este documento, aunque es citado por Daz Ibez l6 a travs de fuentes
indirectas, sale a la luz por primera vez con lo que se documenta la existencia en Huete
de once parroquias en lugar de las diez que tradicionalmente se haban documentado
durante el perodo medieval.
Esta breve introduccin la concluiremos con una pequea mencin a los cabildos
de Capellanes de San Ildefonso y al de Curas y Beneficiados de Huete, instituciones
-sobre todo la segunda- muy fuertes poltica, social, econmica y religiosamente, y que
adems cuentan con una dilatada duracin en el tiempo, reflejada entre la documentacin del Cabildo de Curas y Beneficiados que es la ms antigua de todo el Archivo.
El Cabildo de Curas y Beneficiados de Huete, era una institucin formada por todos
los clrigos que tenan algn beneficio en cualquiera de las diez parroquias de la ciudad. Este Cabildo aparece ya documentado en 1215, aunque segn Daz Ibez, es muy
probable que existiese con bastante anterioridad 17 El cabildo se reuna regularmente
en cualquiera de las parroquias o conventos de Huete l8 , estos cabildos eran presididos
16 El clero y la vida religiosa en Huete durante la Edad Media, Diputacin Provincial de Cuenca,
Cuenca, 1996.
17 Id. p. 31. Y El clero parroquial en la dicesis conquense en la Edad Media en Archivo Conquense.
n 3, 2000, p. 104.
18 Es curioso que no tuviese sede fija para celebrar las reuniones pero que su archivo estuviese
depositado en la parroquia de San Pedro, con lo que se demuestra, una vez ms, el inters de la Iglesia
por conservar su patrimonio documental. Este dato es aportado por AMOR CALZAS, J. J., Apndice.
Curiosidades histricas de la Ciudad de Huete, Imprenta Provincial, Carabanchel Bajo, 1930, p. 22.
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por el abad mayor -cargo que en los primeros aos era ocupado por turno entre todos
los miembros del Cabildo y, que con los aos, pasar a ser elegido mediante la votacin de sus componentes. El Cabildo se rega por ordenanzas que organizaban su
funcionamiento interno, ordenanzas que por desgracia no se han conservado.
La documentacin que ha llegado hasta nosotros es de diverso tipo, cabe destacar
los libros de acuerdos que se inician en 1551 y se continan hasta 1832. Sern de gran
inters las racionales en las que se especifican las misas -cantadas, rezadas, aniversarios, ... - para la salvacin de aquella persona que la encargaba, normalmente a travs de algn vnculo o memoria. Esta documentacin lleg a tener gran importancia
hasta que se desamortizan los bienes que sustentaban este tipo de instituciones. Es un
tipo documental en el que podremos conocer las festividades a las que estaba obligado
a asistir el Cabildo en cada una de las parroquias y monasterios de Huete, aunque las
festividades propias del Cabildo se celebraban de forma rotatoria, anualmente, en cada
una de las parroquias, comenzando por la ms antigua que era la parroquia de santa
Mara de Atenza 19 El secretario del Cabildo, nombrado de entre sus miembros, ser
el que realice la mayor parte de la produccin documental, ser el encargado de redactar
las actas de acuerdo, a la vez que se reserva algn registro de carcter econmico
como los libros de entrada y salida de capital. Sin embargo los registros ms importantes de hacienda son competencia del prior, que, una vez al ao, presenta sus cuentas
al abad del ao precedente, al del ao siguiente y a los contadores nombrados para
tal efecto.
La documentacin econmica es de especial inters para la investigacin, destacando los libros de censos y de cuentas en donde encontraremos documentacin bajomedieval. Por ltimo, decir que el Cabildo de Curas administraba varias capellanas y
memorias de las que conservamos documentacin de una capellana y seis memorias.
En el Archivo Eclesistico de Huete existe documentacin de otro cabildo: el Cabildo
de Capellanes de San Ildefonso, institucin fundada por aquellos sacerdotes que no
posean beneficios parroquiales 20 . El volumen documental de este cabildo es menor que
el de curas, siendo la mayor parte de su documentacin de tipo econmico. De este
cabildo resulta difcil determinar los diferentes cargos productores de documentacin
debido a las lagunas documentales existentes, aunque pensamos que debi tener una
estructura muy similar al Cabildo de Curas y Beneficiados, nicamente sabemos con
certidumbre que el abad era el cargo que se encontraba al frente del mismo, aunque
como productor de documentacin no tena gran importancia.
La documentacin de estos dos cabildos ser fundamental para el conocimiento de
la iglesia conquense moderna, tanto en su funcionamiento interno como en su economa, y, por qu no, en las devociones populares.
950
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
Hasta aqu esta breve introduccin de este archivo, en el que lo importante son sus
que hoy se encuentran debidamente organizados y conservados esperando servir
. de fuente para todo tipo de investigaciones. Sirvan las siguientes pginas como gua
de posibles investigadores a la hora de la consulta de este archivo.
.,~fondos
CUADRO DE CLASIFICACIN
1.00 SACRAMENTAL
1.01 BAUTISMOS
1.02 CONFIRMACIONES
1.03 CUMPLIMIENTO PASCUAL
1.04 DEFUNCIONES
1.05 MATRIMONIOS
2.00 GOBIERNO Y ACCIN PASTORAL
2.01 ACUERDOS DEL CLERO
2.02 OBRA DIOCESANA DE CULTO Y CLERO
2.03 RACIONALES
2.04 VISITAS PASTORALES
2.05 CORRESPONDENCIA
2.06 ARCHIVO
3.00 ADMINISTRACIN DE BIENES Y RENTAS
3.01 AMORTIZACIN
3.02 CONTABILIDAD
3.03 FBRICA Y JUNTA PARROQUIAL
3.03.01 Fbrica
3.03.02 Junta Parroquial
3.03.03 Casas Rectorales
3.04 PROPIEDADES
3.05 OBRAS
4.00 COFRADAS Y OBRAS PAS
951
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SERIE DOCUMENTALIPARROQUIA
Expedientes
Entables
San Esteban Protomrtir
Registros
Libros de bautismos
San Miguel
San Nicols de Almazn
Santiago
Santa Mara de Atienza
Santsima Trinidad
San Nicols de Medina
SIGNATURA
1966
49/4
1554-1665 21
1663-1787 22
1544-161323
1613-l735
1736-178624
1544-l713 25
l711-178726
1524-1583
1583-1650
1650-l718
l718-l778
l778-l784
1563-1578
1586-1666
1666-1688
1688-1770
1770-1779
1534-1613
1613-l763
1763-1778
1533;1536;154827
1540?-1653
1654-1721
1721-1769
1769-1825 28
1825-184829
1848-1852
1852-187(}lO
1/1
1/2
1/4
2/1
2/2
4/1
4/2
5/4
6/1
6/2
6/3
6/4
8/3
8/4
8/5
70/1
9/1
12/1
12/2
51/1
14/2
14/3
14/4
15/1
15/2
15/3
16/1
16/2
22
952
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SERIE DOCUMENTAL/PARROQUIA
San Pedro
..
Santa Mara de Castejn
Libro ndice
San Esteban Protomrtir
FECHA
SIGNATURA
1870-189631
1542-1560;1584
1584-1705
1705-1777
1777-1827
1828-1852
1852-1881
1881-1896
1525-1613
1613-1734
1734-1789
1789-1795
1795-1815
1815-184p2
1841-185p3
1852-1899
1525-26;1533-62
1563-1580
1580-1611 34
1611-167635
1676-175236
1752-178737
1797-181638
1816-184439
1846-1851 40
1852-187341
1874-1899
1899-1913
1913-1933
16/3
22/1
22/2
22/3
22/4
23/1
23/2
23/3
27/1
27/2
28/1
28/2
28/3
29/1
29/2
30/1
49/5
50/1
50/2
50/3
50/4
51/1
51/2
51/3
51/4
52/1
52/2
53/1
54/1
1830-190042
53/2
31 Id.
32 Id.
33 Id.
34 Id.
35 Id.
36 Id.
37 Id.
38 Id.
39 Id.
40 Id.
41 Id.
42 Incluye los bautizados en San Esteban, Santa Mara de Castejn, San Nicols de Medina, y San
Pedro. Incluye tambin el ndice de matrimonios.
953
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
FECHA
SIGNATURA
Registros
Cumplimiento Pascual
San Esteban Protomrtir
Padrones
S.F.
1949
1951-1955
57/3
57/4
57/5
S.F.
S.F.
57/6
5717
S.F.
1944
57/8
58/1
FECHA
Expedientes
Registros
Libros de defullciones
San Miguel
San Nicols de Almazn
Santiago
Santa Mara de Atienza
Santsima Trinidad
San Nicols de Medina
43
44
SIGNATURA
1952
54/2
1661-1711; 1723-8
1600-160
1636-1736
1737-1784
1613-1717
1717-1788
1546-1583
1583-1636
1634-1728
1728-1795
1586-1664
1665-1717
1717-1779
1616-1684
1682-1717 43
1555-157944
1604-1656
1657-1737
71/2
31/4
2/3
2/4
4/3
4/4
6/5
6/6
7/1
7/2
9/3
9/4
9/2
12/3
12/4
14/2
16/4
17/1
954
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SERIE DOCUMENTAL/PARROQUIA
San Pedro
,.
45
46
47
48
49
SIGNATURA
1737-1825
1825-1851
1852-1869
1869-1894
1894-1896
1625-1686
1686-1743
1743-1793
1793-185245
1852-1874
1875
1876-1896
1558-1624
1625-178246
1783-1803
1803-1843
1843-1851
1852-1899
1553-1635
1637-1721 47
1722-177248
1772-1829
1829-1852
1852-1888
1855-1899
1899-192649
1926-1953
1953-1995
17/2
17/3
18/1
18/2
18/3
23/4
23/5
24/1
24/2
24/3
24/4
24/5
29/3
31/1
30/2
31/2
31/3
32/1
54/3
54/4
55/1
55/2
55/3
56/1
55/4
56/2
57/1
57/2
1806-1851
31/4
955
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SERIE DOCUMENTAL/PARROQUIA
Expedientes
Amonestaciones
Santa Mara de Lara
Matrimoniales
Santa Mara de Atienza
San Esteban Protomrtir
Registros
Libros de matrimonios
San Miguel
San Nicols de Almazn
1758
10/3
1785
1935-1995
7/3
58-64
1661-1787 50
1/2
1/4
2/5
3/1
5/1
7/4
7/5
7/6
9/3
9/4
10/1
10/2
12/5
14/2
18/4
18/5
19/1
19/2
25/1
25/2
25/3
32/2
32/3
33/1
33/2
1589
1635-1735
1740-1785
1718-1788
1586-1650
1652-1715
1715-1785
1587-166451
1665-1686
1686-1743
1744-1779
1747-176452
1550/1557 53
1565-1657 54
1656-1778
1778-1851
1852-1896
1585-1755
1755-1852 55
1852-1896
1606-1757
1757-1822
1823-1851
1852-1899
Santiago
Santa Mara de Atienza
Santsima Trinidad
San Nicols de Medina
San Pedro
SIGNATURA
956
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
FECHA
SIGNATURA
1564-1656
1656-1814
1659-172OS6
1719-172p7
1814-1852
1852-1899
1899-1940
1940-1946
1946-1990
64/16
64/17
54/4
55/1
64/18
65/1
65/2
65/3
66/1
Lista de matrimonios
San Esteban Protomrtir
1972
65/4
ndices
San Esteban Protomrtir
1830-190058
53/2
..
SERIE DOCUMENTAL/PARROQUIA
SIGNATURA
Expedientes
Pesquisas
Santa Mara de Lara
1775
1/1
Registros
Concordia
San Esteban Protomrtir
1839
66/2
~cluye
defunciones.
Id.
58 Incluye bautismos y matrimonios de las parroquias de San Esteban, San Nicols de Medina, Santa
Mara de Castejn y San Pedro entre 1830 y 1900.
57
957
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FECHA
SIGNATURA
Registros
Libro de supresin de parroquias
San Pedro
Santa Mara de Castejn
1777
1777
25/4
33/3
FECHA
SIGNATURA
Registros
San Esteban Protomrtir
Congreso Eucarstico Comarcal
1962
66/3
FECHA
SIGNATURA
Correspondencia
Santa Mara de Castejn
1902
33/4
1759
196_?
64/4
66/5
FECHA
SIGNATURA
1761
33/5
Expedientes
Excusado
Santa Mara de Castejn
958
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FECHA
Registros
Cuentas
San Esteban Protomrtir
Facturas y recibos
San Esteban Protomrtir
Recibos
Santa Mara de Castejn
..
Relacin de facturas
San Esteban Protomrtir
SIGNATURA
1944-1965
68/3
S.F.
1958-1968
68/4
68/5
1856-1858
34/2
1955
6817
FECHA
Registros
Cuentas de Fbrica
San Esteban Protomrtir
Libros de Fbrica
San Miguel
San Nicols de Almazn
Santiago
Santa Mara de Atienza
SIGNATURA
1939
1940
1941
1942
1943
1944
66/9
66110
66111
66112
66/13
66114
1686; 1700-68
1611-1732
1732-1797
1622-1746
1746-1786
1621-1672
1680-1759
1760-1788
1536-1583
1634-1754
1747-1781
1523-1550
1577-1592
1705-1748
1/3
3/2
3/3
5/2
5/3
717
8/1
8/2
10/3
1112
11/3
19/3
19/4
19/5
959
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
San Pedro
FECHA
SIGNATURA
1749-1798
1798-1861
16l3-1672
1680-1780
1781-1830
1620-1740
1762-18l3
1814-1859
1605-1685
1773-1788
1797-1831
1832-1872
20/1
20/2
25/5
26/1
26/2
33/6
34/1
34/2
67/1
67/2
67/3
68/1
SERIE DOCUMENTAL/PARROQUIA
Expedientes
Restauracin del patrimonio
San Esteban Protomrtir
1977
SIGNATURA
68/2
SERIE DOCUMENTAL/PARROQUIA
Expedientes
Adquisicin de casa en La Plaza
San Esteban Protomrtir
Registros
Inventarios
San Esteban Protomrtir
SIGNATURA
1792
68/9
1946
1947
1952-1953
1956
68/10
68/11
68/12
68/13
1948
1956
198_7
68/15
68/6
68/14
960
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
....................................
,
FECHA
SIGNATURA
Expedientes
Restauracin
Templo de la Merced
San Esteban Protomrtir
1986
68/16
Relacin de obras
San Esteban Protomrtir
195_?
68/8
FECHA
SIGNATURA
Registros
Capellanas
Libros
Santsima Trinidad
Capellanas y memorias
Libros
San Nicols de Medina
Libros de actas
Cofrada de Santa Ana
Santa Mara de Laza
Cabildo del Santsimo Sacramento o
De Charles de Amusco
San Esteban Protomrtir
Esclavitud de Na sa de los Dolores
San Esteban Protomrtir
Libros de cofra~a
Cabildo de las Animas
Santa Mara de Castejn
Cofrada de Nuestra Seora de Loreto
San Nicols de Medina
Cofrada de Nuestra Seora del Rosario
San Nicols de Medina
1573-1708 59
1684-1759 60
1761-1778 61
1646-1775
1759-1773
13/4
12/4
12/5
54/4
55/1
1795-1856
21/3
177l.Jun.24
1806.??
11/4
1634
69/1
1762-86;1862-1897
69/4
1704-1795
34/3
1845-1921 62
20/4
1668-1935
21/1
60
961
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
..........
----------------~~
4.00 OBRAS PAS Y COFRADAS
(Continuacin)
SERIE DOCUMENTAL/PARROQUIA
FECHA
SIGNATURA
Libros de cuentas
Cabildo de San Juan Evangelista
Santa Mara de Atienza
1621-1649
39/1
1563-1608
1616-25;1651-57
1628-1640
71/1
L-l
69/2
1839
1840
1841
26/4
26/5
26/6
1793-1834
1839
1840
1841
2617
26/8
26/9
26/10
1747-1807
14/1
1564-1594
L-l
1838
26/3
Memoria de Teruel
San Pedro
Registros
Libros de memorias
Memoria de la Garcesa
Santsima Trinidad
Propiedades
Cabildo del Santsimo Sacramento o
de Charles de Amusco
San Esteban Protomartir
Repartimiento de misas
Capellana de Gabriel Snclzez Buenda
San Pedro
962
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,,-J...............................
CABILDO DE CAPELLANES DE SAN ILDEFONSO
SERIE DOCUMENTAL/PARROQUIA
FECHA
SIGNATURA
Registros
Censos
[1581]63
40/1
Escrituras
[ 1530]
40/2
1625 65
41/3
Registros
Cuentas
1616-1691
" 1692-1749
41/1
41/2
1620-1737
49/3
FECHA
Registros
Libros de Acuerdos
Racionales
Censos
63
64
65
66
SIGNATURA
1551.Ene.02
1564.Abr.28
43/2
1613.Mar.26
1649.Sep.29
42/1
1649.Dic.30
1718.Mar.08
42/2
1719.Dic.30
1830.Mar.08
42/3
1774.Dic.30
1832.Dic.30
43/1
[1610]
1613
43/2
43/3
1485-1522
1570-1608
[ 1610]
44/1
44/2
43/2
963
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SERIE DOCUMENTAL/PARROQUIA
Cuentas
1650-1689
1687-1719
1720-1752
1753-1789
45/1
44/3
45/2
46/1
1668-1797
46/2
1752
1784
47/4
47/1
1762-1798
1798-1842
1828-1841
47/2
47/3
47/5
1605-1712
1714-1812
48/1
48/2
1732-1847
48/3
1615-1722
48/4
1692-1749
1750-1849
1778-1823
41/2
48/5
49/1
1649-1712
49/2
1620-1737
49/3
67
SIGNATURA
Id.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
..:--------------------.......
QUINTA PONENCIA
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
..
EL MONACATO, LA HISTORIA Y
SUS ARCHIVOS
Antonio Linaje Conde
Universidad de San Pablo, CEU
Una de las estampas acuadas en el acervo imaginario popular, las que dicen de
Epinal en la vecina Francia, es la del benedictino erudito. Corolario suyo ha sido la
expresin paciencia benedictina, el trabajo de chinos equiparado a ella en el lenguaje corriente'. Amontonar ejemplos sera demasiado fcil. Vamos a conformarnos con
una cita literaria al azar. En 1931 public Juan Antonio de Zunzunegui su primera
novela, ChiripP, de argumento futbolstico. Uno de sus personajes es un erudito local,
orgulloso de haber escrito un libro titulado Bilbao, colonia romana y cabeza de los
pueblos aman os y austrigones. El bueno de don Rafael, quien se sobresalta al recibir
carta de un benedictino desconocido en la cual le anunciaba estudiara su historia sobre
Bilbao colonia romana tambin. Con que sali a la calle y todas las faldas se le
'Alguna motivacin seria para esta aproximacin contingente entre lo benedictino y lo chino? Los
benedictinos alemanes de la Congregacin de St.Ottilien, misioneros en el Extremo Oriente, as lo creyeron, en un noble intento de buscar lo que una. Despus, el arrollador prestigio en Occidente de lo oriental,
y concretamente de la India, ha llevado, ya en un planteamiento caprichoso, a hacer del mismo san Benito
Un guru. Este no es nuestro argumento. Pero no exageremos. Sin por ello perder de vista el origen oriental
d.el monacato, y lo unitario del fenmeno, por encima de sus muchas diferencias histricas y geogrficas
SIn excluir las confesionales.
2 Manejamos la edicin de Samorn, sin ao ni lugar; pp. 266-7. El subttulo reza: Historia bufoSentimental de UI! jugador de foot-ball.
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antojaban talares. Pas un carmelita de sandalias y tembl de congoja. Siempre tuvo
cierto confusionismo en cuanto al indumento de las rdenes monsticas. El pavor le
llev a vestir de frailecitos benedictinos a los que viandaban, como si todas las abadas
del mundo hubieran soltado sobre las calles bilbanas sus moradores.
Pero nuestro argumento es genrico. Vamos a tratar del monacato sin ms, no
exclusivamente del monacato benedictino ni siquiera del cristiano. El benedictino
contemporneo lean Leclercq acu precisamente la expresin del monacato fenmeno mundial. Ello no implica una pretericin de las caractersticas especficas de cada
encarnacin de la idea monstica en los distintos credos. Yo recuerdo con desagrado
la contestacin brusca que hace unos cuarenta aos me dio un escritor benedictino, al
preguntarle yo su opinin como tal benedictino sobre determinado problema. l replic airado que cada vez se senta ms eclesial, ms estrictamente monje y menos de
una familia religiosa determinada. Una ptica despectiva que aun inspirada en motivaciones nobilsimas puede conducir a un despeadero o diluirse en una nebulosidad
carente de sustancia.
Por ejemplo, salindonos del monacato especfico, entrando en el panorama de la
vida consagrada sin ms, nos encontramos en la iglesia una proliferacin asombrosa
de fundaciones de congregaciones nuevas entre la segunda mitad del siglo XIX y la
primera del XX 3 Un ejemplo, solamente de Franciscanas de la Inmaculada se cuentan
diez. A primera vista, ello puede parecer un derroche de energas o una exacerbacin
del personalismo, ya que una diferenciacin sustancial no puede multiplicarse tanto.
Sin embargo, el fenmeno ha supuesto un enriquecimiento, y adems no se explica sin
conllevar una manifestacin de libertad en el seno de una iglesia por otra parte tan
cimentada en el principio de autoridad hasta el ltimo concilio.
Pero a propsito de la dicha dimensin mundial del monacato, vlida desde luego
histricamente, conviene apuntemos algo de su coyuntura actual. La escasez de vocaciones en Occidente ha llegado a dibujar en el horizonte del futuro inmediato el cierre
de monasterios, incluso de los ms ilustres, y la extincin de congregaciones enteras.
Una situacin a su vez debida ante todo a la mutacin de las circunstancias econmicas y sociales. Ahora bien, podemos preguntarnos si esta circunstancia de hoyes la
normalidad, de manera que habra que entender la densidad monstica anterior cual
una anomala determinada por necesidades u otras circunstancias materiales, o lo contrario, que la prdida actual de unos valores, los ligados a la contemplacin sin ms,
es una de las partidas de nuestro debe en el libro de la historia4 Aunque no tratamos
de desviar a la tica ni a la teologa un tema que aqu tenemos intencin de tratar desde
el punto de vista estrictamente histrico.
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Sin embargo, al lado de este estiaje que hace pensar por sus proporciones en un
tramonto, se estn dando otras circunstancias no por ciertamente exiguas menos estimables. Por ejemplo, la aceptacin del monacato por las iglesias protestantes, entre
los anglicanos desde mediados del ochocientos y entre los luteranos despus ya de la
segunda guerra mundial. Tambin podemos pensar en los intercambios de experiencias y en los contactos de toda ndole entre los monjes cristianos y los de otra fe. Un
dato curioso es el de Dietrich Banhoeffer, un pastor decapitado por los nazis en las
postrimeras de la guerra y de su rgimen, en abril de 1945. Siendo nio, su padre era
catedrtico de neurologa en la misma universidad, la de Berln, donde Harnack enseaba patrstica. Harnack era de los protestantes ms intransigentes en el repudio de
la vida monstica. Banhoffer fue uno de sus nostlgicos admiradores en vsperas de
su restauracin por su iglesia, aunque para l sera pstuma.
Ahora bien, en un fenmeno tan amplio
el tiempo y en el espacio como el
monstico, lo nico que legtimamente podemos preguntarnos aqu es si tendr algo de
comn en su postura hacia la historia, la conservacin de sus fuentes, los archivos y
las bibliotecas.
y no se tome a frivolidad, a houtade, la sugerencia que sigue. En el monacato budista
se da la creencia en la reencarnacin, cuidndose particularmente la que, de una cierta
manera, tiene lugar de unos lamas a otros. El desarrollo concreto de ese convencimiento
'implica a su vez el de la perduracin de ciertos saberes del reencarnado en sus sucesores. Lo cual se puede traducir a la creencia en determinados archivos vivientes de
la sabidura monstica de la tradicin recibidaS.
Mas entrando en materia, preguntmonos a boca de jarro: qu valor para la realizacin del ideal de un monasterio y sus monjes puede tener el conocimiento de cmo
a su vez lo hicieron o dejaron de hacer sus antepasados espirituales, los otros monjes,
sobre el terreno o en otras latitudes?
En la segunda mitad del siglo XX, el abad benedictino de un monasterio castellano
mand destruir la crnica del mismo de algunos aos anteriores porque a su juicio salan
en ella malparados algunos superiores. Segn su criterio, la historia monstica no tena
valor para los monjes sino cuando resultaba edificante. Pero tal opinin equivale a su
negacin pura y simple, ni ms ni menos que hacer un ideal de los monasterios sin
historia si fueran posibles. En efecto, lo edificante no puede aislarse de lo que no lo
es, de manera que sin referencia a esto no resulta posible hacer la historia de aquello.
Ahora bien, el ejemplo que acabamos de citar es una piedra de toque para confirmarnos en la realidad de que, si bien la historia cuenta especficamente para los monjes,
no del todo de una manera diversa de la que lo hace genricamente para los dems
hombres. Cotejemos la postura de este abad con el pacto de silencio que a las ms altas
esferas se ha hecho en nuestro pas a propsito de la penltima historia contempornea, con los silencios no sabemos si tambin hijos de algn pacto o no que paralelamente se dan en otros pases de Europa en cuanto a los avatares de la ltima guerra
. mundial y sus antecedentes y consiguientes. Por nuestra parte, no creemos sea con-
erl'
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entrar en el meollo de la cuestin. Podra hacerse una historia del arte fascista o
comunista sin una idea de las ideolcsas que respectivamente inspiraron al uno y al
otro? O la de la novela picaresca como gnero literario sin alguna alusin a la historia social de la poca? Nos acordamos de una de las tremendas novelas del catlico
Fran~ois Mauriac desarrollada en sus Landas natales. Se est ajustando un matrimonio
de mera conveniencia sin tener en cuenta en sus mensurabilidades concretas ms factores
que los estrictamente contables. Hasta que uno de los personajes apunta: Pero al fin
yal cabo dormirn en la misma cama.
Mas volviendo al interior. Hay que dejar sentado que la continuidad a travs de las
generaciones es un valor para los monjes, cuya vocacin estriba sobre todo en encarnar forzosamente una vocacin anticipada de eternidad en su propio tiempo. A este
propsito se nos viene a las mientes la polmica suscitada durante la crisis conciliar
en cuanto a la manera aceptada de practicar la pobreza monstica. Se objetaba a la
tradicin que la pobreza individual no llegaba a tal si se perteneca a una comunidad
que no era pobre. No viene a cuento evocar los avatares de la fundacin llevada a cabo
por san Francisco de Ass, y la posterior distincin a causa de su tira y afloja con la
iglesia establecida entre los franciscanos y el franciscanismo. El caso es que algunos
pretendieron, en los tiempos ms cercanos de que decamos, vivir por ejemplo su
monacato en cuartos de alquiler. A lo cual se les hizo ver que la miseria es
incomunicable, que en consecuencia esas situaciones careceran de valor si era posible
salir de las mismas a discrecin, y que la pobreza integral llevada a esos extremos
tambin en el plano comunitario sera incompatible con la continuidad de las encarnaciones del ideal monstico ms all de la vida de cada uno.
Pero hemos de centrarnos en nuestra materia. En la trascendencia del conocimiento
de su pasado, la conservacin por lo tanto de su memoria, para la realizacin de la
vida monstica. Esa trascendencia puede sobre todo explicar el celo por la conservacin de sus archivos, por su formacin incluso, al margen de la estrictamente necesaria
para mantener los derechos vigentes en cada actualidad renovada6 .
Por este camino no nos parece del todo frvolo, o sin ms anecdtico, aunque sea
marginal, pero por ello mismo un tanto ms significativo, sintomtico, citar el caso de
las comunidades religiosas que, al cabo de un cierto lapso de tiempo, por los avatares
de la vida han ocupado sedes que pertenecieron a otras familias espirituales, las cuales
hubieron a su vez de dejarlas por mor de la exclaustracin. Hasta en ese caso se ha
dado por parte de los nuevos ocupantes a veces algn cultivo, del que no hay que excluir
cierto aprovechamiento espiritual, de la historia anterior, por otra parte en ocasiones
muy visible sobre el terreno a travs de sus encarnacioones materiales sobrevivientes.
As los agustinos del Escorial y el pasado jernimo de la casa y la iglesia.
Pero hay otro aspecto que debe abordarse para valorar la postura de los monjes ante
la historia, y es su misma relacin con el monasterio. Pues, mantenindose genrica-
6Cfr., The Hill MOllastic Manuscript Library. Al1llual Report 1999-2000, sobre la acumulacin facsimilar
de materiales del pasado monstico en el monasterio norteamericano de St.John's de Collegeville. en
Minnesota, por cierto el poseedor de la biblioteca benedictina ms nutrida de todo el mundo.
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el lxico del notariado hoy se llamaran documentos con cuanta. Se crey dom lean
Leclercq obligado a justificarla al intervenir en el milenario monstico del Mont-SaintMichel! Si bien ello slo se puede admitir en cuanto al archivo formado automticamente, mediante lo conversin de lo actual a cuyo servicio surgi, en histrico, al servicio en ese caso no solamente de los historiadores de fuera sino tambin de los propios
monjes de dentro. Pero en un monasterio los testimonios que desbordan la utilidad
econmica y la eficacia jurdica, los de la espiritualidad sin ms, son tambin
autnomamente acreedores a ser archivados.
Sin embargo, y en virtud de la misma motivacin, junto al archivo, los monasterios
han solido llevar una crnica, esa s, fuente historiogrfica directa, historiografa ella
misma ya. Su carencia es un sntoma de decadencia en la observancia. Dom Daniel
Rees, de Downside, contestando unas peticiones mas de datos sobre monjes contemporneos, me remiti cual la mejor fuente a sus'necrologas. De algunas congregaciones modernas me consta haber dejado de escribirlas en los ltimos aos. Adems del
precedente comentario genrico es posible que hubiera espacio para otros ... Apuntemos
nada ms que esa relajacin puede pretextarse en la menor diferenciacin que en una
sociedad y una iglesia y una vida consagrada secularizadas existe entre los consagrados y los dems. Quizas tambin en la prdida del valor temporalmente definitivo de
la consagracin misma, una consecuencia de la multiplicidad de las salidas de los
claustros, sea cual sea la permanencia de la vinculacin jurdica y espiritual, en este
caso una oposicin de la prctica a la teora, de las excepciones a la regla.
Pero tambin hemos de plantearnos otra cuestin. Lisa y llanamente, la del inters
del monacato para la historia no monstica. Es evidente que al ser el monacato mismo
una parcela de la conducta del hombre en el pasado, es materia de elaboracin historiogrfica. Mas no podemos conformarnos con este recordatorio de Pero Grullo. Desde
luego que el ideal monstico pertenece a la historia de la sensibilidad y la doctrina religiosas. Sus manifestaciones concretas en el tiempo son el dominio de la historia de
la Iglesia o la de los otros credos. Un vasto campo en el que cabe tamin la contribucin de los monjes a las artes, las letras y las ciencias sagradas. Y a las profanas incluso.
Pues hay que tener adems en cuenta toda la huella de los monjes y los monasterios en el contexto de su tiempo, materialmente fuera de sus clausuras, pero adems
al margen de su ndole religiosa. Pensemos en la honda huella benedictina en la
configuracin del paisaje agrario de Europa. Llevada a cabo por unos monjes terratenientes que no slo eran propietarios de la tierra a la manera de hoy, sino plenamente
insertos en la estructura feudal y seorial. Y ah la correspondiente vertiente social y
poltica, salindonos otra vez al paso esa constante paradoja, de la intensa y extensa
irradiacin en el mundo de unos grupos humanos cuya vocacin estriba en huir de l.
Lo cual determina otro inters del monacato para el historiador totalmente ajeno,
no slo a la Iglesia y las religiones, sino tambin a las manifestaciones incluso indirectas de la existencia y actuacin de los monjes. Queremos decir que un monasterio
es un microcosmos que de alguna manera hace de espejo del ambiente que le rodea
y envuelve, por muy all que se quiera llevar, y desde luego se no ha sido siempre
el caso, su tendencia al apartamiento. Yo confieso que me di cuenta cabal de ello al
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enfrentarme con la historia de los benedictinos en los Estados Unidos. Que no remonta
ms all de la segunda mitad del siglo XIX. Y por supuesto cuantitativamente es
infinitesimal en el inmenso pas. Pero que a m me permiti darme cuenta de su gestacin
de una manera viviente, palpable, como hasta entonces la historia amplia e integral no
lo haba conseguido.
Lo mismo podramos decir del mosaico de las etnias en los BaIcanes y el Este de
Europa. Los avatares del benedictinismo en las antiguas Yugoeslavia y Checoeslovaquia
y en los territorios mixtos de germanos y eslavos, incluso de catlicos de rito latino
y bizantino, valen tambin a veces de referencias significativas, sintomticas, que no
simblicas. Las cuales, enlazadas con los desastres de la guerra en el sentido ms
material, hacen interesantes las vicisitudes de los monasterios de Europa y del Extremo Oriente en las dos ltimas guerras mundiales. Recuerdo que don Antonio Domnguez
Ortiz, al presentar mi historia benedictina en el Ateneo de Madrid, llam la atencin
hacia su contribucin a ese extremo.
Llegados aqu, se nos ocurre reprocharnos si este excursus que comenz con un
planteamiento muy ambicioso, tomando por punto de mira el monacato sin ms, no
ha discurrido luego por senderos demasiado domsticos. Hay que convenir en que ello
era inevitable a la vista de nuestras posibilidades. Sin embargo, la universalidad del
fenmeno monstico, determinada de un lado por la comunidad del genrico fenmeno religioso sin menoscabo de las diferencias, y de otro por consistir l mismo en la
respuesta a una de las constantes de la psicologa humana, creemos llegar a permitir
algunas generalizaciones. Concretamente, nosotros estamos convencidos de que el
conocimiento de su pasado por los monjes y en los monasterios, tanto individualmente
como en comunidad, tiene para ellos y en s siempre y en absoluto un valor espiritual.
De manera que su pretericin es un indicio de relajacin y decadencia.
Ahora bien, y lo reiteramos, hasta dnde se trata de una caracterstica especfica?
Desde luego no vamos a negar que la condicin de monje para la persona y de monstica
para la comunidad imprima carcter, y no lo decimos por supuesto en el sentido
sacramental ni siquiera teolgico. Apuntamos nada ms que a la diferenciacin innegable. Sin embargo no hay que exagerar ni perder el sentido de los lmites. Ignorar
que el pasado hace parte del presente implica un negativismo para cualquier hombre
o sociedad. Que ah creemos radica la verdadera trascendencia de la historia, ya lo
dijimos. Por ms que su pretendida ndole de maestra de la vida no pase de una frase
hermosa, pero desmentida por la realidad, al encontrarse con la tremenda constancia
de esa otra verdad que nos seala cmo el hombre tropieza en la misma piedra dos
veces. Pero la indiscutible verdad, bastante para que la curiosidad histrica sea una
exigencia del hombre a solas o en comunidad, es la de la diferenciacin, pero no
incomunicacin, de la actualidad del pasado y la del presente. Estando la diferencia
en que el pasado carece de retorno y nada ms. Una verdad comn, que para los monjes
se potencia por la impronta honda de su particular vocacin. Lo cual es otra de esas
paradojas del monacato. Por tender ste a superar la historia, que se desarrolla en el
tiempo, mientras ambiciona salirse de l. A pesar de lo cual, la historia reclama
imperativamente su presencia en las alas de su vuelo.
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Pero, a propsito de los ejemplos tomados para nuestro tan dificil designio de dar
una visin panormica de un fenmeno tan difundido, reparamos en que apenas si
hemos tratado ms que del monacato cenobtico, del vivido en comunidad. Mas junto
a l est el solitario, el de los anacoretas. Por cierto ms difcil de conocer para el
historiador. Los ermitaos no son archiveros, ni los angostos lugares de su habitacin
apenas permitiran la instalacin de un archivo. Uno de los problemas del eremitismo
puro, desligado de cualquier comunidad? No precisamente el ms grave. Se ha puesto
de relieve lo imposible de que un hombre totalmente aislado practique la virtud de
la obediencia, aunque el reproche slo tenga sentido en una cierta tradicin ascticomoral.
Ahora bien, hay que llamar la atencin hacia una previa distincin lxica. Ermitao es el monje que vive su vocacin en la soledad. Pero tambin tiene esta acepcin
el cuidador de una ermita, de una pequea iglesia aislada en el campo, un cuidador
que otras veces se llama santero. Y que a veces puede ser un genuino ermitao, pero
otras quedar totalmente ajeno a cualquier dedicacin monstica y convivir con su
cnyuge en el paraje. Lo cierto es que las ermitas y los ermitaos, sean stos monjes
o no, se difundieron tanto en nuestra vieja Europa como para llegar tambin a modificar de una cierta manera el paisaje geogrfico. Y su presencia en el imaginario
colectivo nos denota la pujanza del seuelo monstico en ste. Una consideracin que
la confusin que acabamos de apuntar creemos que no hace sino reforzar.
Los inconvenientes dichos de la mera anacoresis se anulan cuando sta se combina
con una cierta forma de vida comunitaria. Un fenmeno muy comn en Oriente. Es
el de las lauras. Pero que en Occidente ha sido raro, hasta el extremo de hacer la
originalidad de dos familias religiosas especficas, los camaldulenses y los cartujos,
eremitas-cenobitas esencialmente, los cartujos de una manera rigurosa, los camaldulenses
admitiendo la exclusiva soledad pero en el espacio monasterial y a guisa de pertenecientes al mismo. Una situacin la ltima que nos recuerda la de los ermitaos ligados
a los monasterios benedictinos. Pensemos en la tradicional iconografa montserratina,
en la cual son uno de los tres grupos tipificadores, con los monjes cenobitas -clrigos
y legos- y los escolans o nios cantores, adems de los donados y los capellanes, de
una presencia no constante y una ndole ms bien auxiliar.
Tampoco hemos abordado el insondable campo de la psicologa, que por cierto tiene
mucho que ver con nuestro argumento. Un caso caracterstico es el de la aceda. Evagrio
Pntico, un maestro de anacoretas del siglo IV, tom la palabra del griego dndole
el sentido de pecado tpico de los monjes. Se trata de una depresin culpable, para
l uno de los pecados capitales. Podramos caracterizarla como una infidelidad a la
propia vocacin. Depresin culpable hemos dicho. Porque poda serlo, poda ser
pecaminosa. tambin la mera tristeza. Y era la mentalidad de Casiano, doctrinalmente
algo as como el padre de los monjes occidentales, al trasladarse de Egipto a Marsella. En cambio san Gregorio Magno, el papa monje bigrafo de san Benito, ya
identifica aceda y tristeza, plantendonos en consecuencia una problemtica que
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contina la precedente, aunque deje otros casos al cuidado exclusivo del mdico, ajenos a la esfera del moralista9 La infidelidad a la vocacin de que hemos dicho, en la
armadura realista de santo Toms de Aquino se concreta en un dejarse deslumbrar por
el espejismo de los objetos concupiscentes que desvan la atencin de ella, pero segn
l se trata de una explicacin que vale para los siete pecados capitales. En definitiva
la aceda sera la traduccin al mundo claustral del pavoroso problema de la frontera
entre la enfermedad y el pecado. Recordemos que se trataba de uno de los temas
meditativos de Unamuno en su Salamanca.
Otro aspecto en el que resulta ineludible fijarse es el de la autarqua monstica. Segn
la Regla de San Benito todos los menesteres necesarios para la existencia comunitaria
deben poder ser ejercidos clausura adentro, dentro de las tapias del monasterio sin ms.
Ello es una consecuencia lgica de la vocacio de soledad, de las limitaciones consecuentes de los contactos entre aqul y el mundo exterior lO Y no cabe duda de haber
influido en la multiplicidad de saberes y oficios a los que los monjes han contribuido,
incluso, ya rozando lo pintoresco, en la multiplicidad material de esos pequeos rincones que abundan en los claustros 11. Thomas Merton, el monje ms popular del siglo
XX, en su autobiografa tan seductora, La monta11a de los siete crculos, a propsito
de la consolidacin concreta de su vocacin en el Cster, escribi un simptico prrafo
descriptivo de los cachivaches disponibles en cierto rincn de su monasterio norteamericano de Gethseman. Claro est que a la vez asegur que ningn cartujo podra haberlos
visto en su vida. Por cierto una alusin que vuelve a plantearnos la dicotoma monstica
entre lo genrico de todos los claustrales y lo especfico de cada familia, por no decir
comunidad.
De todo cuanto llevamos expuesto ya se ha podido deducir sin ningn esfuerzo esa
constante paradoja del fenmeno que nos ocupa, ni ms ni menos que la intensidad
9 J. ALLIEZ y J. P. HUBER, L'acdie ou le dprim entre le pech el la maladie, Annales MdicoPsychologiques (1987) 393-408; S.w. JACKSON, Historia de la melancola y la depresin desde los
tiempos hipocrticos a la poca lIloderna (Madrid, s.a.) 67-78.
10 Una paradoja, demostrativa una vez ms de que los extremos se tocan, es la que est teniendo lugar
en el mundo globalizado de hoy en ciertas magnas empresas. Se aspira a que el trabajador tenga cubiertas
todas sus necesidades yacios, y ello naturalmente prolongado a su familia, por la propia empresa (aunque
no enteramente a costa de ella), como en ciudades ad hoc en las que todo ello debe concentrarse. Es el
principio de la autarqua. Pero se empieza diferenciando de la monasterial en que sta tiene por destinataria una comunidad de hombres, mientras que las empresas de hoy nicamente la de los productores,
y por cierto jubilados muy tempranamente. Una vez que el retiro tiene lugar dejan de existir a esos efectos,
que son todos los suyos. Por otra parte, en la escala de valores de estas empresas parece que no cuenta
la experiencia, sino slo la agresividad adolescente. El cotejo con la Regla de San Benito no requiere siquiera
la consulta de su texto. Y, a propsito de los productores. Recordamos era la denominacin oficial de
los trabajadores en el sindicalismo oficial de la Espaa totalitaria. Su coincidencia, no lxica sino en el
significado, con el mundo democrtico y liberal del capitalismo de nuestros das, no necesita de comentarios.
11 Cfr. M. MAZZUCOTELLI, Cultura scientifica e tecnica del monachesimo in Italia (Seregno, 1999);
cfr., P. VADEKAPATTANY, Contemplative Dimension in Benedictine MOllachislll, en <<Inter Fratres 50
(2000) 69-76 ..
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cato del Extremo Oriente, se han topado con una mayor incomunicacin 17 respecto de
stos1 8
Conviene tener muy presente la observacin de San Pedro Damiano, uno de los
clsicos del monacato, a propsito del rezo del oficio por los ermitaos camaldulenses,
incluso los reclusos totalmente apartados de la vida comunitaria. Aparentemente, resultaba grotesco que ellos mismos dijeran Dominus vobiscum y se contestaran el cum
spiritu tuo. Pero si se tena en cuenta que en la soledad de su celda aislada estaba toda
la iglesia universal, el sentido resultaba pleno.
Tratando ahora de volver a una insercin del tiempo concreto, que es el teatro de
la historia, ~n un ideal que se sale de ste, por abrigar la ilusin y tener unas ciertas
pretensiones por encima de l, si atendemos al panorama del monacato occidental en
la edad contempornea, habremos de convenir epque el de la restauracin, pese a su
ndole tremendamente minoritaria comparado con el anterior, brind a los hombres de
su tiempo un reducto de aristocracia espiritual, lo repetimos, como pocos se le podan
entonces comparar, y mucho menos en ese mbito occidental, a pesar de estar entonces
dominando el mundo. Y la erudicin fue uno de los dominios en que su excelsitud brill.
Con archivos esmeradamente cuidados y bibliotecas acumuladas con paciencia y
entusiasmo benedictinos a su servicio.
Mediado el novecientos, todo cambi radicalmente. De una parte por la escasez de
vocaciones. De otra por la suplantacin del ideal magnificente por su polo opuesto.
Una opcin que a nosotros aqu no nos compete valorar.
Pero la ltima observacin no tiene una validez del todo universal. Sobre todo sirve
para el Occicente que haba sido la cuna del monacato, y desde donde el monacato
se habia extendido al resto del mundo, sobre todo a partir de esos aos de la propia
restauracin. Quiere ello decir que a lo que estamos asistiendo es a una mutacin
meramente geogrfica, de manera que la herencia europea ser recogida sin ms por
sus descendientes espirituales en otros continentes?
Desde un ngulo exclusiva, y por lo tanto excesivamente teortico, podramos
contestar afirmativamente. Cuando el abad Bras, siendo superior general de la Con17 Reflexionemos en torno a estos puntos de vista: Toda doctrina hind se basa, ante todo, en una
experiencia mstica profunda. Y slo se podr dialogar con ella en profundidad a la luz de un verdadero
misticismo cristiano o de una genuina contemplacin, B. GRIFFITHS, Premiers pas dans le dialogue,
Rythmes du Monde 41, 1967, 148; El cristianismo -por lo menos en la Iglesia Catlica- ha tenido
siempre la mstica en alta estima y, sin confundir profeca y oracin mistica, no ha querido nunca dar
Cortes insalvables entre ellas. Estaba reservado a la barbarie de nuestro tiempo -dominada por la praxisdiscutir los derechos de la contemplacin, bajo el pretexto de que esta palabra, o su equivalente griego,
theoria, no son de origen cristiano y semtico. Pero el Oriente mstico es ajeno a esta barbarie. No es
que ignore el problema de las relaciones entre la experiencia espiritual y la accin, ni que se haya abstenido de aportarle, a lo largo del tiempo, soluciones varias. Los Brbaros de Occidente harn pues bien
en cuidar su vocabulario si quieren dialogar con las grandes espiritualidades msticas de Asia, E. M.
O. LACOMBE, Rencolltre du christianisme avec l'hindollisme, bid., 141; cfr., J. E. BAMBERGER, en
Collectanea Cisterciensia 31 (1969) nms. 331 y 338, pp. 261 Y 270.
18 Cfr., J. LECLERCQ, Aspects du mOllaclzisme hier et aujourd'hlli (Para, 1968) 153-66, y Le d/!
de la vie colltelllplative (Gembloux, 1969) 164-77.
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19 Tenemos a la vista dos discos que recogen las grabaciones ms antiguas no perdidas del canto
gregoriano: Gregorian Chant. Early Recordings (Parnassus, PACD 96015/6, Nueva York; texto de Jerome
F. Weber) y Le chant grgorien retrouv. Les premiers enregistrements du choeur de Solesmes en 1930.
Direction: dom Joseph Gajard (Gramophion, 122409, SM 62; texto de dom Joseph Gajard). Un mundo
que haba llegado a su climax, al cabo de un siglo, entre 1928 y 1936, definitivamente tramontado. Claro
est que quienes estimen que la masificacin actual del gusto por el gregoriano desencarnado del contexto
viviente para el que exclusivamente surgi, o sea el culto al gregoriano muerto, tiene algo que ver con
la vitalidad anterior y extinta, no son acreedores a ninguna refutacin.
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COMUNICACIONES
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Sera imposible reducir en pocas lneas la larga trayectoria del monasterio femenino de Sant Pere de les Puelles, uno de los cenobios femeninos ms antiguos en tierras
catalanas, anterior al ao mil. De obediencia benedictina, su historia arranca en el 945
con el acta de consagracin de su iglesia por el obispo Wilara y su fundacin poco
antes por parte de los condes de Barcelona, Suer y Riquilda. Una hija de ambos,
Adaleit, sera su primera abadesa. Tras el punto de inflexin sufrido con la razzia de
Al-mansur sobre Barcelona en el ao 985, que diezm la comunidad, su archivo, y que
ha dejado rastros trgicos teidos de leyenda -tal como se demuestra en la Crnica
del monasterio- el conde Borrell procedi a la solemne restauracin de la vida
monstica, situando de nuevo a una hija de la estirpe condal, en este caso Bonafilla,
como abadesa. A lo largo de la edad media se recuper y se consolid el perfil y
caractersticas de este cenobio femenino, sus derechos y prerrogativas -confirmados
por la casa real dado el carcter condal de su fundacin- as como sus propiedades,
que se extendieron ampliamente por el rea de Barcelona y del VaIls en clara concurrencia con el radio de accin del monasterio vecino de Sant Cugat del Valls -tam983
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bin bajo regla benedictina. El monasterio de las Puelles sufri de manera acusada las
turbulencias blicas y polticas del siglo XIX, poca en la que, en 1808-1814 primero
y de manera definitiva en 1835, la comunidad abandon el antiguo emplazamiento en
el centro histrico de Barcelona -originalmente extramuros y al pie de la via franciscana. Entre 1874-1879 obtuvo permiso para construir, en unos terrenos que posea
en la zona de Sarria, un edificio de nueva planta, donde la vida monstica se mantiene
en nuestros das!.
En el fondo del archivo que conserva el monasterio, destaca la serie denominada
Libros de Abadesas, con una cronologa que se extiende del 1356 al ao 1600 y con
un total de 258 volmenes. Se trata en realidad, bajo este trmino, de los libros de
administracin del monasterio, donde se anotan los gastos e ingresos de la comunidad,
siguiendo la estructura genrica de un libro de cuentas. Esta fuente histrica permite
diversas aproximaciones. Por una lado, permite proceder al anlisis de las propiedades
del monasterio, las rentas y censos extrados, y perfilar el dominio feudal del cenobio,
centrado bsicamente en el rea del pI a de Barcelona y la comarca del Valls, y que
se mantiene con fuerza an en el siglo XVIII, centuria en que el monasterio registra
un total de 108 confesiones en 15 pueblos del Valls Oriental as como el seoro pleno
en poblaciones como Montmel y Palaudaries. Por otro, nos permite situar los gastos
de la comunidad en su quehacer cotidiano, convivencial: dispendios en el mantenimiento
general del monasterio, as como un captulo dedicado a los gastos alimentarios.
El anlisis se ha centrado en torno a los libros de la administracin del siglo XIV,
con el primer ejemplo conservado, de 1356, hasta incluir el manual de 1402. Esta lnea
cronolgica nos ha permitido advertir un cambio en la dinmica interna de la comunidad yen las caractersticas de la tipologa documental, del documento de archivo que
la comunidad produce.
En general, el libro de administracin sigue un esquema bastante similar en la
disposicin de los datos. La anotacin de las entradas (<<rebudes) corresponde a los
ingresos procedentes de los diferentes dominios del monasterio, ya sea en concepto de
arrendamiento de molinos o hornos, o de los censales, diezmos o censos debidos como
seor eminente. Estas entradas se individualizan siguiendo las zonas geogrficas o
dominios del monasterio, sobre la base de la clula o unidad administrativa de la
batllia: Barcelona, Lli(a, Polillya, la Palma, Palaudaries, Cassa, Corr Jussa,
Montmel, San! Andreu, Esplugues, San! Boi, Blancafort, Corbills, Penedes,
Viladellops , son los epgrafes que aparecen, por ejemplo, en el primer manual que
inicia la serie documental (N 1, 1356) Y que vemos mantenerse sin cambios sensibles
a lo largo de la cronologa estudiada. Se documenta la entrada de productos concretos,
bsicamente trigo, cebada, gallinas, capones y huevos, que se envan directamente al
monasterio, si bien en muchos casos estos censales o derechos aparecen monetarizados
y han sido previamente arrendados por parte del monasterio.
I PAUL MELNEZ, Antonio, El Real monasterio de san Pedro de las Puel/as de Barcelona, Barcelona, 1955. CABRE 1 PAIRET, Montserrat, El mOllaeatfemen a la Bareelolla de l'Alta Edat Mitjana:
Sant Pere de les Puelles, segles X-XI [Tesi de lIicenciatura inedita. Universitat de Barcelona, 1985].
984
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de la figura del procurador del monasterio, las partidas de los gastos van a detallarse
y a racionalizarse al incluir captulos diferenciados, o en todo caso se deja de contemplar la nica referencia cronolgica hasta entonces seguida en una nica partida general de gastos. Companatge, gastos de pescado, gastos de despensa, gastos de horno
y lea, gastos extraordinarios, gastos de bodega, son por ejemplo los epgrafes que se
documentan en el manual de 1397.
Es tambin bajo el mandato de Violant de Bellveh, a finales del siglo XIV, que
se introduce en las cuentas el epgrafe del companatge , que indica el dinero dado
a las monjas y dems personal del monasterio bajo este concepto. Conocido en otras
fuentes bajo el trmino de pital1~a alude a los alimentos que acompaan al pan (del
latn companaticum), que en este caso aparecen monetarizados. A lo largo del siglo
XIV, desde el inicio de la serie, el trmino de companatge se haba documentado
nicamente para describir lo que seran las dietas de los trabajadores del monasterio, o las de los clrigos beneficiados de la parroquia: dona a na Constan~a Vi diners
per lo companatge deis homens que havien portat blat de Li~al. <<paga lo companatge
VII clergues per lo mes de juny. A partir de 1397, el companatge ser un captulo
importante en el manual y en la administracin, traducindose documentalmente en unas
listas con los miembros de la comunidad, encabezadas por la abadesa y la priora, que
reciben cada semana una cantidad variable de dinero bajo este concepto.
El companatge , nos permite conocer el perfil de la comunidad, el nmero de
miembros, sus nombres y cargos. Sin duda este recuento ser aproximado, ya que no
siempre aparecen los mismos personajes en la lista y porque sobretodo hay un nmero
indefinido de companyes i macipes. Lo que queda claro es, en todo caso, la presencia de la abadesa, con una cambra de dones e scolanes (tres o cuatro miembros);
la priora, que cuenta igualmente con una cambra de proporciones mayores, y el resto
de la congregacin bajo el apelativo de madones o monges. Se perfilan tambin los
cargos de sacristanas, camarera, pasteleras, portera, compradora y enfermeras. En la
mayora de las listas del companatge se integran tambin el cereler i hortala del
monasterio al lado de una mujer, posiblemente su esposa, formando uno de los habituales matrimonios de domsticos que conviven en el monasterio (N 29, 1397).
Se perfila pues un nmero aproximado de 40-45 miembros, de las cuales 20-22 seran
monjas y el resto se situaran bajo el concepto de dones e escolanes, que integrara
propiamente a las monjas profesas y a las escolanes2. En este ltimo caso, el concepto define a mujeres que haban entrado de nias en el monasterio y que no se haban
integrado en el noviciado ni haban profesado. Parece ser que su nmero haba aumentado sensiblemente a finales del XV, ya que el proceso de Reforma iniciado entonces
intenta regular, entre otras cuestiones, el estatuto sin duda ambiguo que se esconde bajo
este trmino. No debemos olvidar tambin que en esta poca y a lo largo de la edad
moderna, la comunidad monstica de las Puelles acogi siempre a mujeres procedentes de la nobleza, la alta burguesa de ciudadanos honrados barceloneses, o grandes
mercaderes, tal como podemos observar en los escudos herldicos presentes en las cartas
2
En el manual de 1387 se alude directamente a 34 dones i 6 escolanes, ya que se les compra zapatos.
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Finalmente, el ayuno marca de manera muy clara este ritmo alimentario. En verano,
desde Pentecosts a las idus de setiembre (13 setiembre, equinocio), se ayunara
solamente el mircoles y el viernes, suprimiendo en este caso la cena y retardando el
almuerzo de sexta a nona. Desde el inicio del otoo hasta el mircoles de ceniza, la
nica colacin se desplaza a la hora nona, y finalmente, durante la Cuaresma (desde
el mircoles de ceniza hasta Pascua) el ayuno se alargaba hasta la colacin de vsperas. Este perodo de abstinencia incluye no solamente el ayuno temporal y el desplazamiento de la comida, sino tambin la presencia de alimentos especficamente penitenciales: pescado, legumbres, bsicamente, o tambin, vegetales crudos y huevos.
En la tipologa documental analizada, la anotacin referente a los gastos tiene siempre
un referente cronolgico, ya sea en el epgrafe genrico de las despeses, en las listas
semanales del companatge, o en otros captulos ms especficos. Este tiempo comunitario contempla dos perodos cronolgicos y litrgicos que van a marcar un punto
de inflexin en el ritmo alimentario del monasterio: Cuaresma y Adviento. Son dos
tiempos destacados, que en los primeros manuales reciben un tratamiento documental
diferenciado, con cuentas autnomas con respecto al resto del ao. A partir de 1397,
los dos tiempos interrumpen la lista del companatge y su ritmo alimentario debemos
localizarla en los gastos concretos de pescado y de despensa.
En Adviento y Cuaresma la comunidad tiene como alimento central el pescado -fresco
y seco-, acompaado bsicamente de arroz y legumbres. El pescado es tambin un
producto bsico para la limosna que realiza la comunidad en esta poca. El consumo
de pescado se constata tambin los viernes de todo el ao -excepto en Pascua- y en
las vigilias de fiestas sealadas (Santa Eulalia de Mrida, Ascensin, Sincogsima,
San Juan, San Pedro, San Jaime y San Cucufate, San Lorenzo, Santa Mara, San
Bartolom, Santa Mara de setiembre, san Mateo, San Simn y Judas, San Saturnino
y vigilia de Navidad). Son das de pescado igualmente las Cuatro tmporas, cuatro
fechas en que la iglesia confera el sacramento del orden sacerdotal. Estas fechas venan
precedidas de 3 das de preparacin en que los fieles practicaban oracin y ayuno para
que los nuevos sacerdotes fueran dignos ministros de la iglesia. En la prctica, este
esquema se concretaba en: los mircoles, viernes y sbados de la tercera semana de
Adviento, los de la segunda semana de Cuaresma, los de la semana siguiente a la fiesta
de Pentecosts, y los de la fiesta de la exaltacin de la Santa Cruz en el mes de setiembre.
Es interesante anotar finalmente, que los manuales anotan la siguiente prctica: durante la Pascua, y hasta el da de San Juan, no se come pescado en el convento, incluso
los viernes, excepto en las vigilias de las fiestas especificadas.
No siempre se concreta el tipo de pescado que se consume; en los primeros libros
de administracin, tan slo el de l364 detalla el millar de anguilas y una cantidad no
especificada de sardinas como provisin para la comunidad en el inicio de la Cuaresma. Entre las especies consumidas, destaca la presencia del pescado azul, que como
se sabe contiene un tanto por ciento de grasas ms elevado. La salazn del pescado
parece realizarse en la comunidad, ya que las partidas de sal son un componente
destacado en los gastos a lo largo de todo el ciclo. En el grupo de pescado azul, a parte
del atn (fresco y seco) se precisa el consumo de sardina, sardina salada, jurel, caballa
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y arenque. Boga, pagel o besuguete, salpa, dentn, congrio (fresco y seco), anguilas,
salmonete, corvina, son otras de las especies anotadas.
Son, en todo caso, especies mediterrneas, consumidas y presentes en la actualidad; pescados de mar, mayoritariamente, excepto en el caso de las anguilas. Este
producto puede acompaar el pan, en forma de panades, empanadas o pasteles rellenos
o bien -como se demuestra en las partidas anotadas durante la estancia de los visitadores
de la orden en 1401- fritos, a l'ast, o guisados. Desde 1397 se introduce en la administracin un comprador diferenciado para este alimento, el pescado. Con anterioridad a
esta fecha parece que una mujer, na Geraula (1365), se encargaba de proveer de pescado a la comunidad.
En los gastos que se anotan en los epgrafes generales o en las entradas concretas
dirigidas a la despensa del monasterio, se perfila un ritmo continuo y montono que
indica la entrada de trigo, legumbres (garbanzos, fahas lentejas), sal, arroz, aceite, miel,
quesos (de Mallorca y de Huesca, se especifica, tanto fresco como seco). Un ritmo
levemente alterado por la compra de algn producto especial que indica la proximidad
de alguna fiesta sealada en el calendario de la comunidad:
De este modo en Pascua, se anota la provisin de quesos (formatgades 7 de pasqua,
con queso cocido y huevos) cabritos y carnero, y el morterol8 de pasqua (plato hecho
con pan tostado, queso, canela, miel, leche, tocino y huevos). En Navidad, se alude
a las farines 9 (plato realizado con harina cocida, pimienta, jengibre y azafrn), al queso
fresco, y a las butifarras para las escolanes. El da de San Esteban, la porrada lO,
compuesta de riones y membranas de carnero, tocino, torvisco y por supuesto el
producto que le da nombre, puerros. El da de los Difuntos, se anota la sopa de morts
o seblada, compuesta de queso cocido y azafrn. Para Carnestoltes de Adviento, quesos
frescos. En mayo, vigilia de la Sincogsima, se anota la pebrada ll En junio, durante
la festividad del santo patrn, San Pedro, se prepararon las carabasses l2, plato hecho
de leche, la membrana de grasa que recubre el vientre del cabrito y riones de carnero.
Granyons, en febrero; seguramente se trata de granos de trigo cocido con canela.
A travs de los libros de cuentas de 1401 y 1402, advertimos adems los gastos
diversos que se realizan con motivo de la fiesta patronal: se han hecho obras en la cocina,
se ha comprado vajilla y bogas para engalanar el monasterio, y fruta -albaricoques e
7 Segn el diccionario Alcover-Moll, las formatjades seran tambin empanadas de queso, requesn
o carne. En Menorca se conserva el trmino y son el manjar festivo de Pascua florida.
8 En el recetario medieval Llibre de Sent Sov, aparece repetidamente este manjar: morterol amb
let ab carn (cap. CV) y morterol de carn menys de let (cap. CVI).
9 Sent Sov, cap. CX!, CXI!. Parece ser un plato bastante paracido a las gachas de Castilla y a
la polenta medieval italiana.
10 Sent Sov, cap. LXXXXV, LXXXXV!. "Porada o cebada ab let, Porada o cebada cens let.
En nuestro caso, estamos ante la segunda versin, que incorpora carne o tocino. No aparece, contrariamente, la planta aromtica (torvisco).
11 Sent Sov, cap. LXIII!. salsa picante, con sabor a pimienta, espesada con pan, que acompaa
a animales grandes de caza o a pescados. En nuestro caso, probablemente, la segunda versin, ya que
estamos en un da de pescado.
12 Este plato no aparece en el recetario aludido.
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higos- que con vino blanco se ofrecer a las personas (amics, procuradors i advocats
del monestir) que suelen visitarlas con motivo de esta festividad.
Como se ha sealado en la descripcin de la estructura de la tipologa documental,
a partir de 1397 se introduce en el esquema una variante importante: el pago a la
comunidad de una cantidad monetaria en concepto de companatge (pitanza). El
companatge o paga de convent entre madona, mO/lges, escolanes e companyes se
da cada domingo en la puerta de la bodega del monasterio, excepto en la Cuaresma
y Adviento, perodos en que el ritmo alimentario de la comunidad debe buscarse en
los gastos de pescado y en las entradas en la despensa del monasterio. Se da a todas
las integrantes de la comunidad, monjas y escolanes, que se personalizan en un listado
encabezado por la cmara de la abadesa y la de la priora. La cantidad dada se incrementa
despus del perodo de Cuaresma, y en verano se incluye una pequea cantidad en
concepto de la fruta que debe tomar la comunidad. En la relacin de companatge del
1397 se marca tambin que se han dado 2 solidos en compensacin de los huevos y
quesos que antiguamente se daban y ahora parece ser que se han reducido. En todas
las listas del companatge finalmente, se anota siempre una partida monetaria superior para la abadesa, en concepto de su autoridad (<<a madona la abadessa per se
acctoritat ho majoritat totes setmanes X solidos).
El monasterio dispone de un horno y pastador, que recibe a lo largo del ao
diferentes partidas de lea y trigo. Est claro que una parte importante del trigo, que
sirve para uno de los elementos esenciales de la dieta -el pan- se extrae directamente
de los dominios del monasterio, a travs de los censos debidos en especies. Un gasto
continuado y siempre presente en los manuales es, por otro lado, el transporte de este
producto al monasterio. En algunas pocas de caresta, y sobretodo coincidiendo con
alguna festividad importante, el monasterio es deficitario en este producto y debe recurrir
al mercado. Tambin debe recurrir a esta ayuda externa cuando se trata de conseguir
algn tipo de trigo de gran calidad, como el destinado a las hostias de la sacrista, o
la bsqueda de <iforment competent para hacer el pan blanco, un signo por otro lado
de distincin social en la alimentacin 13. Las pasteleras se encargaran finalmente
de realizar las habituales y muy populares en el recetario medieval panades14, esto
es, pasteles rellenos de carne o de pescado.
El vino, el otro componente esencial, de la alimentacin monstica, no aparece de
manera clara y directa en nuestras cuentas l5 . Est claro, en primer lugar, que el monasterio controla unas vias cercanas, a las que s se destinan diferentes partidas
concentradas en el perodo previo a la vendimia -gastos en la limpieza de las botasy en la vendimia -con las pagas a los/as vendimiadores/as y sus respectivas dietas
(companatge).
13 CRUSELLES, Josep M., NARBONA, Ramon, Los modelos alimentarios de una sociedad
jerarquizada: Occidente en la Edad Media, a Debats, 16 (1986), p. 72-83.
I. Libre del Sent Sov (receptari de cuilla) , Barcelona: Barcino, 1979.
15 Vase, contrariamente, el gasto de vino, blanco o rojo, marcado por el procurador durante la visita
de los visitadores de la orden.
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Se perfilara tambin un huerto dentro del monasterio, del que la comunidad podra
extraer algunos productos (verduras como la colo las espinacas y hortalizas como la
berenjena, los esprragos o las zanahorias); sin embargo, vemos con frecuencia el
recurso al mercado exterior sobretodo en aquellos productos esenciales en la dieta
monstica en algn perodo concreto: arroz y legumbres secas (garbanzos, habas y
lentejas) y frescas (habas).
Parece que la comunidad toma carne de cudrupedos nicamente con ocasin de
alguna fiesta sealada, bsicamente el Domingo de Pascua (1402): cabrito y butifarras
para las escolanes. El hecho, finalmente, que la Regla no prohiba explcitamente el
consumo de volatera, har que probablemente tengamos que pensar en su introduccin en la dieta monstica, si bien en nuestro caso, aparece de forma excepcional, en
forma de capones, ocas y patos consumidos en la festividad de San Pedro. No debemos olvidar, sin embargo, que gallinas, capones huevos son otros de los productos
que el monasterio parece engrosar directamente de las diferentes propiedades y de ah
pueda explicarse su poca frecuencia en el captulo de compras-gastos. Cabe destacar,
finalmente, el uso diferenciado de la volatera, como manjar suministrado a los enfermos, como se demuestra en las cuentas de lo gastado durante la enfermedad de la
abadesa Blanca de Llorach.
Para concluir, el libro de administracin o libro de cuentas del monasterio permite
una rica aproximacin a la vida de la comunidad y su relacin con el alimento. Esta
fuente nos da sin embargo una ptica concreta, pero, sin duda, sera interesante poderla
complementar con la visin que nos puede proporcionar algn tipo de Ordenaciones
sobre la mesa que interpretan y contextualizan la regla monstica en que se inscribe
la comunidad.
El tipo de alimentacin que se deriva de los libros analizados marca, por un lado,
su insercin en un ritmo cristiano y litrgico. Se sigue el ciclo del ayuno, y a primera
vista la caracterstica general de la dieta es su sobriedad, con la ausencia destacada
del vino y la escasa presencia de la carne. Esta moderacin alimentaria contrasta con
algunos de los ejemplos analizados de otras comunidades monsticas, significativamente
masculinas, que sobretodo a lo largo del siglo XV marcan una dieta que excede a
menudo los parmetros del ideal monstico. Cabe mencionar aqu el estudio entorno
a la mesa y manjares de los monjes agustinos del convento de Santa Ana de Barcelona 16, o la imagen del refinamiento de la cocina medieval y del exceso alimentario
que Francesc Eiximenis recrea en su obra magna Lo crestia a travs de la figura de
golafre ecclesiastich (el comiln/tragn eclesistico).
La introduccin a finales de siglo XIV del companatge, puede introducir cambios en la primera apreciacin. Cabe destacar, ente sentido, que a finales del siglo XV,
en el marco de la reforma, la Congregacin Claustral Tarraconense celebr un captulo
provincial, con la presencia entre otros de la abadesa de las Puelles, donde se redactaron unas ordenaciones comunes a todos los miembros. En el captulo alimentario se
16 VINYOLES, Teresa. El rebost, la t{/llla i la cuina deis rares barcelonins al 1400, en Alimentaci
i societat a la Catalunya Medieval, CSIC, Barcelona, 1988, pp. 137-166.
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subraya la necesidad que los religiosos coman juntos en el refectorio y los mismos
alimentos, al menos los mircoles, viernes, sbados, ms los das de ayuno de Adviento y Cuaresma y que nadie, excepto con expresa licencia, coma fuera del monasterioI7.
Finalmente, cabe destacar que la alimentacin que se extrae de los libros del monasterio no se aparta en general de las costumbres alimentarias de la poca. Lo hemos
anotado estableciendo un paralelismo con los manjares presentes en el recetario medieval
del Sent Sov. De este modo, aparece el pan como base alimentaria y productos
vegetales diversos si bien toman protagonismo las legumbres y el arroz. Rol destacado
del pescado, en sus diversas especies. Cuando se toma carne, aparece el carnero, y en
muchos caos, se trata de sus entraas. El cabrito y la volatera parecen manjares ms
excepcionales, reservados para las festividades. Se usa y se anotan gran variedad de
hierbas aromticas. De entre las frutas, tan solo se precisan en una ocasin el albaricoque y los higos. Se perfilan tambin las principales tcnicas culinarias de la poca:
las cuines, esto es, los guisados, con carne, entraas troceadas o pescado y acompaado de pan; las sopes o purs; y las pitances, o platos secos, de carne o
pescado, ya sea asados, fritos o empanados, y en este orden de frecuencia.
ANEXO DOCUMENTAL
1. Gastos anotados por el procurador del monasterio, Pere Tolosa, durante la estancia de los visitadores de la orden benedictina en el monasterio de Sant Pere de les
Puelles de Barcelona. El grupo, de 18 personajes, se alojaron en casa del procurador
durante 4 das. Destaca el consumo de vino, el pescado (en empanada, frito o a la
parrilla), la escudella de fideos. Se contrat un cocinero (<<coch) para la ocasin.
(Llibre d'Abadesses, N a29). Legajo suelto del a;10 1401.
Dates e despeses fetes per mi Pe re Tholosa en fer la provisi als visitadors ha
presidents qui foren per visitar lo dit monestir dijous a III del mes de maig de J'any
MCCCC primo perque madona feu a mi prechs que pres e son tengut per manaments
per los dejs honor sua reeb e aculir a menjar en mon alberch perque jo obeant als
dits prechs ha fiu de mes sobre ells fiu la messi saguent e feta ab los dits visitadors:
mas sen l'abat de Sent Lorenq del Mont del bisbat de Girana e lo camerer de Banyolle~
e ab els VI cavalletats e VI de peu, el coch que logue. Item menja aci continuadament
en Pere Prats, procurador e I seu fadr e d'altres, per di nades e desss:
Primerament lo present dia que compre d'una payeresa flaquera en pa: VI solidos
Item constaren d'altre part III quarteres e rnig de vi blanch a ra de TI sous VI diners:
VIII solidos, VIIII diners.
Item V de vi vermell a ra de XVI diners lo quarter: VI solidos, VIII diners
Item costa pex que fiu en pa e fiit en lo present dia: XVI solidos UU diners
17 COLOMBAs, Garca, Un refonnador benedictino en tiempos de los Reyes Catlicos: Carda Jimnez
de Cisneros, abad de Montserrat, s cripta et documenta, 5 (1955).
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--------------.............
--~,
Item costaren de coure les panades del dit pex al forn: VI diners
Item costa sal de pa e tarangas, VI diners, e aroe; que menjaren en scudella. XI diners,
e amellas I sou, V diners e poros I sou: III solidos, U diners
Item costaren pinyons, avelanes torades per lo present dia e per los altres que havien
aci acurar que compri en gros: VI solidos, nn diners.
Item III lliures de candelles de seu: I solidos, VI diners
Item migh liura de salsa malta: UU solidos
Item I cort d'oli: UU diners
Item divenres a UU del dit mes costa vi blanch e vermelI e pa partida migh del
monestir: XlIII solidos UU diners
Item costa pex que'ls done ax en pa com frit e graelIes que havia hic gran caresta:
XVIII solidos II d i n e r s ,
Item UU lliures de forment de coure: 1 solidos
Item canyelIa fina per al forment: I solidos VIII diners
Item ays, poros e milI e oli: I solidos XIII diners
Item disapte a V del dit mes costa vi blanch, III quarteres a ra de 1I sous VI diners:
VII solidos, VI diners
Item costaren V quarteres de vermelI a ra de XVI diners la quartera: VI solidos
VIII diners
Item UU liures de congra sech a ra de U solidos U la llira: VIII soldios VIII diners
Item pex fresch del qual agueren en pa e en graelIes: XIII solidos VI diners
Item oli X diners e (vverdudia) VIII diners e coure les panades del pex_ I solidos
X diners
Item lo digmenja apres segent Madona man que Du gracia jo los fahers la provisi
axi com havia fet los dias dess dits e ae;o per tal quant seb que tentost sich devia
partir de la ciutat e per I dia no se agues sen a mudar de ostal perque despenseren lo
present dia ax an vi blanch com vermell e vench-hi molts gots e ae;o per lo depertiment
fahent collacions: XV solidos V diners
Item costa pex fresch: XIII solidos U diners
Item oli, verdura, poros e mil entre tot: I solidos X diners
Item mengaren en scudelIa fideus e ac desps la cayelIa que era romasa: I solidos
VIII diners
Item costaren ameulles per fer let als fideus: I solidos
Item apres dinar preseren comiat de madona e de les dones del monestir e aquel
pres, faheren colIaci quant foran tornats costaren U quarteres de vi vermell car del
blanch ja ni havia romas, a ra de XVI diners lo quarter: II solidos VIII diners
Suma majar: VIII lIiures V solidos, UU diners.
2. Gastos anotados por la priora tras la muerte y entierro de la abadesa, Saura de
Rub, en 1360. La difunta fue amortajada con hbito negro, camisa blanca de lana de
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cadinsJ8 y calzas, y fue enterrada con el bculo abacial de madera y una cruz de
cera blanca. Se anota el gasto en cirios y candelabros, la misa del obispo, la timiana J9
para perfumar el cuerpo y los trabajos de diversos obreros en la obra de la sepultura
(<<vas) (Llibre d 'Abadesses, N 2 1360)
Ass comensa a ffer massi madona la prioressa a XXVII del mes de octubre mur madona l'abadesa a qui Deus perda, e madona la prioressa comensa de regir an aquest loch:
Primerament e jo la prioressa comense a ffer massions per lo monastir perque costaren
II canes e mig de drap negra de cugulla que fo vestida madona l' abadesa, a ra de XXII
sous munta: II lliures XVIII sous
Item costaren II canes e miga de cadins blanchs ops de camisa, calces: X sous
Item done al bisba qui dix la missa a la sepultura de madona l' abadessa: X sous
Item costa entre cusir e calar la cugulla, la camisa, calces: 11 sous nI diners
Item costa 1 crossa de fust que sotararen ab madona la abadesa: X sous
ftem costa 1 lliura de ansens, de timiana per fer bona aulor al cos: II sous
Item costaren XXX n ciris a le sepultura de madona la abadesa de VIII lliures per
ciri a ra de XX diners la lliura, los quals foren de'n Cayana munten
Item costa entre port de ciris e de canalobres de la Seu, a portar, tornar: XXI lJiures,
XII sous XI diners.
Item costaren als vass que feren lo vas a madona, foren-ho IIn jorns entre fer lo vas,
arrancar scons, tornar-los, a tornar lo vas, a ra de II sous, VI diners per jorn: I !liura
Item costa (ensalamonent) per ayudar arrancar los escons, tornar-los e lloc: II sous
Item costa cals, argela, arena ops del vas, III sous per I mestre nI sous que munta:
VI sous
Item costa I quartera de faves a sembrar al tapiat: VIII sous
Item costa I reya a l'ossar, podaderes adobar, I gualeda adobar del peu: UU sous
Item costaren formatges ops de covent lo dia deIs morts: XIX sous II diners
Item costa I ma de paper, cera sornada: I sou HU diners
Item costa I creu de sera blancha qui fou posada sobre al cos: X sous
Suma total: XXIX lliures XVI sous VIII diners.
3. Gastos anotados por la priora durante la enfermedad de la abadesa Blanca de
Llorach (1372-1384). Destaca la compra de volatera y frmulas farmacuticas (<<plvora) as como el recurso a las propiedades mdicas de ciertas piedras (perlas, zafires
y esmeralada), de la tradicin de los Lapidarios medievales. Llibre d'Abadesses, N
18, 1384.
Messions durant la malaltia de l'abadessa de qui mor:
Metges:
II parells de torties:
18
19
994
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__~!l------------------"""";r
1 parell de polles
11 parells de polles
11 parells de torties
1 plvora que li fero feta per restrenyer:
1 lliure de sucre de pa:
1 plvora coroposta de perles e de saffirs e de roargades e d' or:
995
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-----------------------------
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. .i;
I Este trabajo se enmarca dentro del proyecto Documento, Lengua y Cultura Escrita, PB97 -777,
subvencionado por la DGES y dirigido por Carlos Sez (Universidad de Alcal).
2 Una gua para el estudio de estos procesos en el entorno mediterrneo y desde la antigedad es la
coleccin de artculos editados por Pietro ROSSI, La memoria del sapere. Forme di conservazione e
strutture organizzative dall'antichita a oggi, Laterza, Roma-Bari 1998.
997
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998
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Por tanto, la seguridad y cuidado del archivo en el pasado del monasterio quedan
ms que probadas. Las cautelas y medidas que protegan la entrada en l demuestran
que sus propietarios valoraban con suficiencia su contenido, del que con seguridad
dependa al menos una parte de su mantenimiento. En este mismo sentido podemos
preguntarnos por el posible uso que del TC y de otros documentos del monasterio se
hizo a lo largo del tiempo.
5 Trmino y concepto que se aplica a archivos de la Alta Edad Media; vase: Concepcin MENDO
CARMONA, Los archivos y la archivstica: evolucin histrica y actualidad, en Manual de Archivstica,
ed. de Antonio ngel Ruiz Rodrguez, Madrid 1995. pp. 21y ss ..
6 Puede verse una fotografa de este corredor y galera del monasterio. an existentes, en el trabajo
de OIga GALLEGO, El archivo del monasterio de Celanova, Direccin de Archivos Estatales, Madrid
1991, p. 21.
7 Archivo Histrico Provincial de Orense (=AHPOR), Libro 535, f53r-v. En la obra de Oiga Gallego
citada antes se recoge un cuadro de clasificacin del archivo siguiendo el inventario que del mismo se
realiz en 1840 con motivo de la desamortizacin.
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Con referencia a la primera de tales cuestiones, en uno de los libros 8 del antiguo
archivo del monasterio se cometa un documento de 1076, procedente del TC, y se recoge
al margen: Libro bezerro, fol. 42, cita que resulta correcta. Hay otros casos similares
en otros folios del mismo libro. En el 25r, una cita referida al mismo documento informa
que la donacin que contiene se halla en el Libro Bezerro de Testamentos y Donaciones.
En otro libr0 9 (folio Sr), entre otras muchas citas similares entresacamos la siguiente:
vase la razn sacada del Libro Gtico, folio 63 de la fundacin del monasterio de
San Silvestre de Aurea por el venerable Cresconio, era 1049 (sic), cita que se refiere
a un diploma del ao 1010 (TC, folios 63r-65v). Aqu podemos observar que se califica de gtico al TC, cuando en realidad no lo es. En la portadilla del tumbo encontramos una nota explicativa a este hecho, en letra del siglo XVII: Llmase este libro
el tumbo gtico porque contiene copias de las escrituras antiguas que estaban en letra
gtica, aunque la de este libro no lo es. En el mismo libro (folio f42r) hay una cita
ms precisa: hasta la buelta de dicho folio 63b, columna segunda, lnea treinta y dos,
que dize as: alia villa quan dicunt Custodia ... , texto que se haBa efectivamente el
folio 63 verso del tumbo, 2a columna, y que reproduce una parte del mismo documento del prepsito Cresconio de 1010 10 .
En definitiva, podemos concluir que el TC se us con frecuencia en su larga vida.
De hecho, sus mrgenes estn tan deteriorados por la manipulacin que ya en el siglo
XVIII el libro necesit de una restauracin por parte de sus propietarios, consistente
en el encolado de tiras de pergamino en las zonas daadas, normalmente mrgenes o
dobleces ll . Otra prueba de esta reiterada utilizacin son las innumerables anotaciones
y comentarios que inundan los mrgenes del libro, que pertenecen incluso al siglo XIX.
Por otra parte, si nos referimos a otros documentos, medievales o modernos, ajenos
al TC, tambin haBamos noticias de su uso, aunque no en demasa. Pero incluso a veces
sonre la suerte de la noticia de la conservacin de un documento no contenido en el
TCI2: En el Caxn 2 de Testamentos y en un canuto de ojalata ay una escritura
que original se conserva en letra gtica y dice ass ... Se trata de un documento fechado
en el ao 991 cuyo original no ha llegado hasta nosotros. En el mismo libro, en el folio
67, se menciona otro pergamino de enero de 1195: Se halla un pergamino partido por
8 AHPOR. Clero, caja 9870. Libro de 1790 que contiene foros y apeos relativos a San Pedro de Bande
sacados del archivo del monasterio. La cita se halla en el folio 18r.
9 Ibdem, Libro 332, que contiene noticias de documentos que se encontraban en el archivo del
monasterio en 1783, curiosamente confeccionado por una persona que se autodenomina un particulap>.
10 Ms adelante, en el mismo documento, en el folio 64r, la col. se dice refirindose a estos documentos: Et sunt illas cartas in cartario maiore, cita que reproduce el mismo folio 42r del libro 332. Uno
de nuestros proyectos actuales es la edicin de esta documentacin de Celanova. Por el momento hemos
publicado dos volmenes: Emilio y Carlos SEZ, Coleccin Diplomtica del monasterio de Celanova.
1 (842-943) Universidad de Alcal 1996 y 11 (943-988) Universidad de Alcal 2000.
11 Sobre el estado de enfermedad en que se encuentran en la actualidad los pergaminos de nuestroS
archivos puede verse la obra de Peter RCK (editor), Pergament. Geschichte. Struktur. Restaurierung.
Herstellung, Historische Hilfswissenschaften vol. 2, Jan Thorbecke Verlag, Sigmaringen 1991, en especial
la presentacin de la obra por el editor.
12 AHPOR, Clero, Libro 332, f47r.
1000
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cabeza por las letras del abecedario, escrito de letra antigua, en lengua latina,
dice as ...
Pero no siempre la conservacin fue buena, como atestiguan numerosas noticias no
,,~lo celanovenses sino de la mayora de nuestros archivos eclesisticos. Por ejemplo,
,i~n el aludido libro 332, folio 7v, se lee: Nota. Que no se encuentra el foro nuevo deste
lugar, ni noticia del escribano ante quin pas por no saberse cmo se llamaba [el
aforado} ni dnde era vezino: fuerte descuido! En el folio 71 v aparece otra noticia
parecida: Que no se encuentra el foro deste lugar en el archivo ... supongo que lo
sacaron para alguna execucin de la renta que por l pagan o para alguna otra
diferencia y no tuvieron cuidado de bolverlo al archivo; lo peor es que no es ste solo
el que falta.
En definitiva, se podra hablar de una conservacin irregular y con un cierto descuido por lo menos de algunos de los papeles monacales de Celanova, probablemente
por el escaso beneficio que su contenido aportaba al monasterio. En cambio, si se cuid
con esmero el TC, que, aunque con un cierto deterioro, ha llegado hasta nosotros tal
como se encuadern en poca moderna en un solo volumen. Sin embargo, los documentos originales en visigtica que en l se copiaron se dejaron perder todos, hecho
que coincide con lo sucedido con los fondos visigticos de otras instituciones gallegas, como la catedral de Santiago o el monasterio de Sobrado, mencionables entre otros
casos. Sin embargo, este fenmeno no es general. Por ejemplo, la catedral de Len
conserva una gran cantidad de diplomas originales que fueron copiados en su tumbo.
Otro caso diferente es el de algunos centros que nunca tuvieron cartulario medieval,
como el monasterio santiagus de San Martn Pinario.
***
La siguiente cuestin que nos hemos propuesto abordar es el estudio de la produccin documental del monasterio. Consultando cualquier coleccin diplomtica es fcil
constatar que en los reinos norteos hispanos se produce un aumento de la documentacin a partir de finales del siglo X, que se intensifica en el XI y XII. No obstante, aunque
sta sea la tnica general, no siempre constituye una hiptesis cierta, como es el caso
del mismo cenobio de Celanova. Este hecho responde a la particularidad y a las circunstancias de cada institucin. As, del siglo X, en que es fundado el monasterio de
Celanova (942), y del siglo XI se conserva una gran cantidad de documentacin,
fenmeno al que podramos dar explicacin mediante varias hiptesis, y entre ellas la
apropiacin por parte de la institucin monacal, consciente del poder de lo escrito, del
control sobre la escritura con el fin de dominar a la poblacin y mantener la cohesin
de sus propiedades 13. De hecho, la mayor parte de los diplomas conservados en el
IJ Sobre esta cuestin puede verse los recientes trabajos de Leonor SIERRA MACARRN, La es
critura y el poder: el aumento de la produccin escrita en Castilla y Len (siglos X/-X/II), Signo. Revista
de Historia de la Cultura Escrita 8 (2001) pp. 249-274, Y de Luis CASADO OTAOLA, Cultura escrita,
dominio y clases populares en la Alta Edad Media en Hispania, en Cultura escrita y clases subalternas: una mirada espazola, ed. por Antonio Castillo Gmez, Sendoa, Oiartzun 2001, pp. 35-56.
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perodo a tratar tienen relacin con la propiedad de la tierra y, por tanto, este aumento
al que se intenta dar explicacin, debe tener estrechas relaciones con el mantenimiento
de la estabilidad poltica, la repoblacin y el asentamiento de la institucin monacal,
as como con una prdida parcial y progresiva de la oralidad, entre otras razones l4 Sin
embargo, aunque estas hiptesis tambin deberan ser aplicables a los siglos siguientes, en los que el fenmeno de la escritura tiene una mayor expansin, debido a la antes
aludida particularidad celanovense se produce una importante disminucin de la conservacin de textos diplomticos a partir del siglo XII, disminucin que se acenta con
la finalizacin de la poltica registral de Celanova en la segunda mitad del siglo. Vase
en este sentido el siguiente grfico distribuido por siglos (Grfico n 1):
GRAFICO 1
400
300
200
100
825-900901-1000
10011100
11011175
11751230
Cules son las circunstancias que provocan este fenmeno en el monasterio? Varias.
El descenso de la produccin, y por tanto de la conservacin documental est sin duda
vinculada a la crisis econmico-poltica que representa el modelo de monacato celanovs
y benedictino, que a lo largo del XII entra en confrontacin con el Cster, la nueva
orden que favorecida por los monarcas hace perder protagonismo a los monasterios
benedictinos, Este hecho se ve unido al creciente enfrentamiento entre Celanova y el
obispado de Orense, que tambin se produce desde el XII, y que supone una prdida
de poder tanto efectivo como territoriaj15.
14 El progreso de la escritura sobre la oralidad es un factor pendiente de estudio del que aqu no podemos
ocuparnos.
15 Razones apuntadas por Jos Miguel ANDRADE CERNADAS. O tambo de Celanova: estudio
introductorio, edicill e ndices (ss. IX-Xl/), Con sello da Cultura Galega. Santiago de Compostela. 1995.
pp. XVIII-XIX.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
Por otra parte, es necesario hacer referencia a la importancia del tumbo como mtodo
de conservacin. As, mientras dura la poltica de copia y registro de documentos en
Celanova -el ltimo documento copiado en el Te es del ao 1165- el nmero de textos
conservados es bastante alto y constante. Sin embargo, en el momento que los diplomas dejan de copiarse, cosa que debi suceder quizs a principios del siglo XIII, poco
despus de la canonizacin de San Rosendo, fundador del monasterio, la disminucin
de la documentacin conservada es clara y contundente, pues se conserva en un nmero inferior a la mitad que en el perodo inmediatamente anterior (Grfico n 2):
GRFICO 2
100
80
60
40
20
o
1101-1165
1166-1230
1003
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GRFICO 3
100
80
60
40
20
o
901-925
926-950
951-975
976-1000
950, cuando empieza a apreciarse un aumento significativo de los documentos, situacin que responde a la presencia de su fundador, protector y principal benefactor, San
Rosendo, perteneciente a la entonces familia real, quien mediante esta relacin y junto
con su poder personal como un importente personaje de la cspide eclesistica gallega, gestiona la concesin al monasterio de Celan ova de una gran cantidad de propiedades y privilegios plasmados en documentos. Esta tendencia contina durante el
siguiente perodo, 951-975, en el que se produce incluso un ligero incremento del
nmero de documentos, para sufrir un ligero descenso en el ltimo perodo del siglo
coincidiendo con la muerte de San Rosendo en el ao 977. Sin embargo, el descenso
no es demasiado brusco ya que an despus de la muerte de su principal benefactor, el
cenobio continuar siendo durante estos aos uno de los principales poderes en Galicia.
Ya en el siglo XI la produccin y conservacin se mantiene bastante ms constante,
si exceptuamos los primeros 25 aos, durante los que el nivel de documentacin es
el mayor de toda su existencia (Grfico n 4). Ello se debe a la presencia y labor de
un importante personaje, el prepsito Cresconio, quien consigue, mediante una importante poltica de encomendaciones y repoblacin, situar una gran cantidad de pequeas
propiedades bajo la jurisdiccin del monasterio, que mantiene an el poder heredado
de su fundador. Durante los aos siguientes, el nmero de documentos no sufre importantes variaciones, si acaso un ligero, aunque no significativo, descenso en el perodo
1051-1075. No obstante, desde una ptica ms general y en comparacin con la tendencia procedente del siglo anterior, se puede constatar una disminucin del nmero
de documentos, hecho que debe estar directamente relacionado con el inicio de la aludida
crisis del monasterio, que llevar a una disminucin mucho ms significativa de la
documentacin y al fin de poltica registral del monasterio.
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GRFICO 4
1001-1100
200
150
100
50
1001-1025
1026-1050
1051-1075
1076-1100
***
Por ltimo, para cumplir con los objetivos propuestos hemos de tratar de la razn
de ser del Te. La primera consideracin que es necesario hacer es que este cartulario
en realidad no es tal, sino que est formado por un conjunto de varios registros originariamente independientes entre s en el momento de su confeccin, los siglos XII
y XIII. Cada una de estas partes exigir una explicacin individual que en estos
momentos no estamos en grado de dar, por lo que nos contentamos por ahora con dar
una interpretacin a la globalidad de todos los registros y una explicacin a la iniciativa del monasterio de Celanova a copiar su documentacin, original en pergamino y
con toda probabilidad en visigtica, al libro miscelneo que la documentacin moderna llama Libro gtico o Libro becerro. Aqu topamos con la primera razn que explica
la confeccin del TC: por un lado, el progresivo abandono de una escritura que cada
16 Manuel LUCAS LVAREZ, El archivo del monasterio de San Martilla de Fra o Pinario de Santiago
de Compostela, Publicacions do Seminario de Estudos Galegos, dos vols., Sada, A Corua 1999.
17 La Tesis Doctoral de Beatriz Vaquero, dirigida por el Praf. Miguel Roman, de la Universidad de
Santiago, en vas de lectura, se dedica a la documentacin celanovense posterior al TC y mejorar sin
duda las conclusiones a las que aqu podamos llegar referidas a los siglos XIII y siguientes.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
Vez se comprende peor, de lo cual son testigos algunos errores de copia que se pueden
hallar en el TC motivados por el olvido de la visigtica por parte de los copistas; y,
por otro, la adopcin de la letra gtica de origen francs, de uso mayoritario en el
momento, segunda mitad del XII, en casi toda Europa.
Sobre la labor registral de Celanova es significativa la mencin que hallamos en
el mismo TC, en uno de cuyos documentos se cita un cartario maiore, que no puede
ser sino un registro que ya exista en aquel momento, muy a principios del siglo XI.
Queda la duda sobre el aspecto o forma que tuviera este libro. Segn J. Santa Rosa
de Viterbo J8 como cartarios se designan los libros o tumbos en que se conservaban
documentos de todo tipo o cartas, entre los que describe tres tipos. El primero consista en la encuadernacin de los propios originales, que se cosan en grandes cuadernos que se disponan en forma de libros. Esta forma debieron tener los llamados
roazos de San Martn Pinario, que no se conservan, y la tiene el conservado an en
la parroquia de Sar de Santiago de Compostela, que constituye una verdadera reliquia
del pasado. En segundo lugar los compuestos por la copia autntica de los documentos
en volmenes, como es del caso del TC y, por ltimo, los libros en los que sl~ se
copiaba un resumen de los originales, que omiten la mayor parte de su contenido. Este
sera el caso de los tumbos copiados en el aludido monasterio de Pinario a lo largo
del siglo XVI. Sin duda el cartario maiore del diploma de Cresconio era del primero
de los tipos citados.
Por tanto, la intencin registral o de conservacin en Celanova viene de antiguo,
del momento en que sus propiedades comienzan a sufrir un vertiginoso aumento debido
a la poltica expansionista del monasterio y al xito de la gestin de sus oficiales. Este
hecho enlaza con otra de las razones que justifican la existencia del Te. Se trata de
un libro que contiene tablas o ndices, encabezamientos al comienzo de muchos de sus
documentos, numeracin de los mismos, y que ha sido redactado en su mayor parte
a dos columnas. Sigue por tanto el modelo de los libros universitarios nacidos en Pars,
Bolonia y Oxford cuyo fin es el estudio y la consulta. En ellos era necesario poder
encontrar con facilidad cualquier parte de su contenido, hecho que constituye su primer objetivo.
Este tipo de libros bien organizados tiene como fin la guarda del saber ms alto
de la poca y la consulta de los datos en l contenidos, aunque en ocasiones textos
con apariencia similar pueden estar destinados a la lectura y uso ocioso. Es un tipo
de libro escrito gtica o en semigtica, confeccionado en pergamino, aunque tiende a
imitar las medidas estndar procedentes de la fabricacin del papel. Su escritura se
reduce de mdulo incluso en formatos grandes y en ellos aumenta el uso de abreviaturas. As se llega a niveles de alta densidad y contenido de texto en un slo libro,
de lo cual deriva la preferencia generalizada por las dos columnas. Esta forma de
estructurar la pgina escrita compensaba, mediante la subdivisin del texto en segmentos,
el Olejor cociente de legibilidad determinado por su espeso espacio grfico.
18 Joaquim de SANTA ROSA DE VITERBO, Elucidario das palavras, fermos e frases que em Portuxal
anfigamellte se usaram, Porto-Lisboa, 1865 2, vol. n, p. 76.
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1, Nos encontramos por tanto ante una nueva concepcin de la pgina escrita, que se
desarrolla desde el XIII con los cistercienses, y ms con la llegada de las rdenes
mendicantes, consistente en el uso de una serie de medios auxiliares, tiles para agilizar
la lectura y consulta del libro, pero que inciden de manera directa en la apariencia en
la que el texto se conserva: subdivisin de la obra en captulos y prrafos, ttulos de
los captulos -en nuestro caso de libros en los que se subdivide el TC y de documentos singulares- escritos en rojo, distincin entre iniciales mayores y menores con
alternancia de tintas diversas -normalmente azul y rojo-, sistemas de referencia entre
textos y comentario y subrayado de citas -elementos stos ausentes en el TC-, reclamos en los mrgenes -muy frecuentes en el TC en forma de manos en actitud de sealar-, y tablas e ndices orientativos, como los que anteceden a dos de los libros
en que se estructura el TC Este tipo de libros, por tanto, est pensado todo l al statim
invenire, a encontrar con facilidad cualquier pa;tede su contenido l9 .
El TC es por tanto un libro para buscar en l datos y para hallarlos con la finalidad
de resultar til a la institucin a la que sirve. Est destinado a facilitar el uso del archivo
evitando bsquedas y la utilizacin de los engorrosos diplomas en visigtica y, por tanto,
a favorecer el aprovechamiento de los derechos y beneficios proporcionados por los
documentos copiados en sus pginas.
Pero en la gestacin de todos los registros que forman el TC tuvieron que tener
influencia algunos hechos contemporneos vinculados con el discurrir del monasterio
de Celanova2o que estn sin duda relacionados entre s, y entre ellos la redaccin de
la Vita RudesindPl y la canonizacin del obispo Rosendo, fundador del monasterio,
acaecida en 1172. Tambin influyeron sin duda otros hechos ya antes apuntados, la crisis
econmico-poltica del monasterio de Celanova y su creciente enfrentamiento con el
obispado de Oren se. Asimismo, es contempornea la independencia de Portugal que
parece tener relacin con la escasez de documentos relativos a este territorio copiados
en el TC22 y debi significar un alejamiento de estas propiedades del monasterio. De
hecho no es difcil encontrar documentacin celanovense en algunos tumbos portugueses, como el de Fiaes.
Por otra parte, es indudable que el TC cumple la misin de copia de seguridad
documental en un momento de conflictos sociales y econmicos: los ttulos de propiedad sobre tierras y derechos sobre personas deben ser demostrados por escrito. Ms
an en el siglo siguiente, cuando la influencia del Derecho Romano comience a hacerse patente en la pennsula.
Asimismo, el TC tiene tambin un componente de gesta episcoporum (en este caso
abbatorum) pues resulta obvio que evoca y ensalza la memoria del fundador del
19 Sobre este proceso de transformacin formal del libro puede verse el trabajo de Guglielmo CAVALLO,
Cultura scritta e conservazione del sapere: dalla Grecia Anticcl al/'Occidente medievale, en P Rossi (ed.),
La memoria del sapere ... cit., pp. 29-67.
20 Como apunta Jos M. ANDRADE, O Tombo (cit.).
a
21 Editada y estudiada por Manuel C. DAZ y DAZ" M V. PARDO GMEZ, D. VILARIO PINTOS, Ordoo de Celanova: Vida y milagros de San Rosendo. La Corua 1990.
22 ANDRADE, cit., p. Xv.
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....
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monasterio. Pero no slo la suya, sino tambin la de los dems donantes y beneficiarios
del cenobio, reyes, miembros de la familia real o personas singulares, que contribuyeron a aumentar su patrimonio, y de otros abades (como Frnquila, Maniln y Aloito)
y de algunos de sus subordinados (entre los que destaca la labor de Cresconio, autor
de un extenso inventario que ya hemos mencionado, uno de los bsicos sobre los que
se forma el TC en poca moderna) que tambin ayudaron a la formacin del patrimonio celanovs mediante su actuacin presuraria y de gestin.
En definitiva, hemos apuntado las principales conclusiones a las que por el momento
podemos llegar. Pero como ya anunciamos todas ellas son provisionales y estn a la
espera de un estudio ms profundo de la estructura codicolgica y formal del TC, que
sin duda contribuir a mejorarlas.
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1. INTRODUCCIN
La presencia de los jesuitas en Almagro est directamente relacionada con las
donaciones que realizaron Francisco del Campo, Francisco de Sevilla y Francisco
Hernndez de Toledo entre 1.580 y 1.599. Los miembros de la Compaa aceptaron
estas mandas y decidieron asentarse en la villa. Para conseguir su objetivo, el padre
Francisco de Valdivieso, procurador general de los jesuitas, dirigi un escrito al Captulo
General de la Orden de Calatrava solicitando permiso para fundar un colegio. Tras
realizar todas las gestiones que se consideraron oportunas, los miembros del Captulo
(con el rey a la cabeza) aceptaron la propuesta y el 13 de abril de 1602 se redact el
documento por el que se conceda permiso para instituir la casal. La fecha que aportamos posee una gran importancia ya que distintos autores, como Federico Galiana y
Abreviaturas:
AHN. Archivo Histrico Nacional.
Falo r. Folio recto
Falo v. Folio visto
I AHN. Clero. Jesuitas. Legajo 4, n l.
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2 GALIANa y ORTEGA, Federico, Documentos para la historia de Almagro, Imprenta del Hospicio
Provincial, Ciudad Real, 1894. DEZ DE BALDEN, Clementina, Almagro. Arquitectura y sociedad,
Servicio de Publicaciones de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Ciudad Real, 1993.
ASENSIO RUBIO, Francisco, La Comp(l/la de Jesls de Almagro (1601-1767), en Historia de Almagro,
Ciudad Real, Biblioteca de Autores y Temas Manchegos, 1993.
3 AHN. Clero. Jesuitas. Libro 696, fol. 17v.
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--~:-------------,;
misiva que recibi el padre Tirso Gonzlez era una simple declaracin de intenciones
porque el dicho don Alonso no se havia (... ) ajustado y comvenido con dcho Preposito
General en las calidades y condiciones con que se ava de egecutar dicha ynsttucion
y fundacion ni con las que la Compaiia ava de azeptar; ni tanpoco se ava aun ajustado
y comvenido con dicho Preposito General el modo y forma que se ava de tener en
la administracion de los bienes de dicha ynstituciol1 y fundacion en ynterin que esta
se concluiese4 Todas estas cuestiones se resolvieron durante el mandato del nuevo
General: el padre Miguel ngel Tamburini.
Los pormenores del proyecto que albergaba don Alonso quedaron plasmados en un
par de documentos que vieron la luz a principios del siglo XVIII. El primero se redact el 22 de septiembre de 1.705 y recoga una descripcin bastante exhaustiva de
los cuatro legados que habran de fundarse con, el producto de sus bienes. El documento se envi a Roma y all fue revisado por el' padre Miguel ngel Tamburini, que
dio su visto bueno el 20 de enero de 1.708. Don Alonso no estaba satisfecho con el
contenido de la primera escritura y antes de recibir la aprobacin del General de los
jesuitas, redact un segundo documento en donde precisaba distintos aspectos de la
donacin. La nueva escritura, fechada elIde junio de 1.707, lleg a Roma y fue
tramitada con ms rapidez ya que, el 4 de febrero de 1.708, recibi la aprobacin del
padre Tamburini. Las gestiones culminaron el 15 de septiembre de 1.708 con la redaccin de un acuerdo por el que los jesuitas se comprometan a respetar las condiciones impuestas por don Alonso y, a cambio, reciban un buen nmero de propiedades. El documento se otorg ante Francisco de Mecolalde, escribano de Madrid, y fue
rubricado por los representantes legales de ambas partes. El General de los jesuitas
transfiri esta responsabilidad a dos miembros de la orden: el padre Antonio Portillo,
que desempeaba el oficio de provincial en Toledo, y el padre Agustn de Mesa, que
ostentaba el cargo de rector en el colegio de Almagro. Por su parte, los intereses de
don Alonso estaban representados por el padre Manuel Fernndez de la Cuadra, jesuita con el que mantena una gran amistad y que en esos momentos resida en la Casa
Profesa de Madrid5 .
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que ninguno de los religiosos que desempeasen esta funcin se podra divertir (... )
a otra parte cosa o mision con ningun pretexto. Por eso, no debe extraarnos que el
capitn intentase garantizar esta tarea articulando una forma de solventar los posibles
contratiempos que pudieran incidir sobre el nmero de misioneros en activo. Don Alonso
precis que si algn padre misionero tuviera que interrumpir o retrasar su labor por
hallarse enfermo o (entre otras cosas) porque su padre, madre o hermano (... ) se halle
a la muerte y tenga el consuelo de verle y de disponer con el sus cosas, tendra que
ser sustituido por uno de los padres operariosl 4 .
La comunidad disfrutara de 7.000 ducados de renta al ao que serviran para
garantizar el sustento de todos sus miembros. Esta suma se distribuira a partes iguales
entre todos los religiosos, por lo que cada uno de ellos percibira 1.509 reales y 27
maraveds anuales.
El segundo legado tena una doble finalidad: hacer frente a los gastos relacionados
con la dotacin material de la casa y cumplir la ltima voluntad del capitn. Este
apartado de la fundacin estara dotado con 1.000 ducados anuales que, a su vez, se
distribuiran en cuatro partidas distintas. La primera estara destinada a la compra de
libros para la biblioteca del colegio. Don Alonso precis que todos los aos deban
emplearse 2.000 reales de velln en esta tarea, acotando perfectamente las condiciones
que deban tenerse en cuenta a la hora de realizar la inversin, con la intencin de evitar
los fraudes. La documentacin dejaba bien claro que los libros deban ingresar en la
biblioteca antes de pasado el ao y precisaba que el dinero no deba gastarse en la
adquisicin de volmenes para el uso particular de las personas que residieran en el
colegio, recordando que este dinero era renta de libreria comUll l5 .
A continuacin, el capitn seal que deban invertirse otros 4.000 reales anuales
en la adquisicin de ornamentos para la sacrista de la iglesia. Siguiendo el mismo
planteamiento que vimos antes, don Alonso quera que cada partida se agotase antes
de finalizar el plazo asignado y que, por tanto, los ornamentos se comprasen antes de
pasado el ao. Sin embargo, el capitn saba que, por su gran valor, determinados objetos
no podran adquirirse con el capital asignado a un solo ao. En este caso, se podra
acumular la renta hasta que junta la cantidad nezesaria se egecute la compra de dicho
ornamento o alaja l6 . Sin embargo, antes de adquirir este tipo de objetos era necesario
dotar adecuadamente a la sacrista de todo lo necesario para que el culto divino pudiera celebrarse con el suficiente decoro y decencia. En este sentido, don Alonso se
mostr inflexible, sealando que en primer lugar se deba proveer a la sachristia de
vasos sagrados y de ornamentos con abundancia que cumplan en sus generos, colores
y calidad una abundante y honesta decencia y despues se pueden yntentar los que a
la verdad son de sumptuosidad pero muy devida a Dios y a su culto l7 .
AHN.
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blioteca del
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El espritu que animaba a don Alonso se caracterizaba por la necesidad de divulgar
la obra de los jesuitas y engrandecer el culto divino. En este sentido, el capitn declar
que por quanto espero en Dios llegar a tiempo que con el empleo de todos los a;zos
de dichos quatro mill reales en ornamentos llegue la sachristia a tener mucho de sobra
y que desechar todos los aos es mi voluntad que en llegando el caso o del desecho
o el de la abundancia con aviso e ymforme de los padres misioneros se reparen los
altares de las yglesias pobres y hermitas de sus partidos porque este socorro y reparo
del culto de Dios de su Madre y sus santos junto con que todo el mundo entienda asisten
padres de la Compaiiia en esos territorios que tanto atienden al culto divino es UllO
de los motivos que me han asistido y asisten para que yndefectiblemente todos los aiios
se haga este empleo l8
En tercer lugar, don Alonso decidi invertir. otros 200 reales anuales en premiar a
los padres misioneros. De esta forma, los jesuitas que se encargaban de predicar por
los pueblos vieron como aumentaba la renta que tenan asignada pero en caso de que
este incremento fuera insuficiente para asistir a estos religiosos sera el colegio quien
deba correr con el resto de los gastos. Finalmente, los 4.800 reales que faltaban para
completar los 1.000 ducados destinados al segundo legado, deban quedar a entera
disposicin del fundador mientras ste viviese y, a su muerte, distribuirse siguiendo
las directrices que marcara en su testamento.
El tercer legado habra de servir para instituir un colegio destinado de forma exclusiva a la educacin de los seglares. La fundacin contara con doce plazas financiadas enteramente por el fundador y su titularidad qued bajo la doble advocacin
de San Miguel Arcngel y San Francisco Javier. Don Alonso estim que, para sustentar la institucin, sera suficiente con destinar 900 ducados al ao, por lo que cada
colegial disfrutara de 825 reales con los que deba hacer frente a los gastos de alimentacin, limpieza, medico, zirujano y botica l9
El objetivo que persegua don Alonso con esta fundacin era muy interesante porque
no solo trataba de aumentar el nivel cultural de aquellas personas que no pertenecieran
al estado eclesistico, sino que adems pretenda educar a los seglares siguiendo los
principios morales de la Compaa de Jess. Sus palabras son muy ilustrativas al
respecto, sealando que pretenda formar grammaticos, filosofas y theologos en la
doctrina, govierno y educazion de la Compaia 20 .
Como la inmensa mayora de las fundaciones particulares, la creacin del colegio
beneficiaba en primer lugar a los parientes del fundador. Don Alonso seal que sus
familiares (concretamente hasta el cuarto grado) deban tener preferencia a la hora de
ocupar las doce plazas que l mismo haba dotado. Las condiciones que impuso el
capitn en torno a los futuros beneficiarios de esta institucin no se quedaron aqu sino
que fueron mucho ms all, al determinar la procedencia de las personas que podran
disfrutar de la beca. En este sentido, el documento dejaba bien claro que cuatro deban
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ser naturales de Puertollano, otros cuatro de Almodvar del Campo, dos de Argamasilla
de Calatrava y los dos ltimos de Mestanza.
El procedimiento de seleccin que deban superar aquellas personas que quisieran
ocupar una plaza de colegial financiada por el fundador era totalmente pblico y segua
unos criterios muy estrictos que primaban las cualidades intelectuales de los aspirantes. El rector del colegio de Almagro y los dems padres jesuitas tenan la obligacin
de colocar edictos en las cuatro villas que mencionamos antes para que acudieran a
examinarse todos aquellos que tubieren voluntad de estudiar y aprovecharse en letras
y virtud. Despus de hacer pblica la convocatoria se daba un plazo de tres meses para
que pudieran presentarse los candidatos. Si transcurra este perodo y no compareca
ningn pariente del fundador, los jesuitas podran pasar a proveher en otro qualquiera
de los vecinos del Campo de Calatrava y Montiel y no de otra parte 21
La fundacin estaba abierta a todas las personas que pudieran costearse su estancia en el colegio, aunque exista una restriccin relacionada con el lugar de origen de
los futuros alumnos. Don Alonso seal que los jesuitas no podran admitir en el dicho
collegio vecino alguno de Almagro. El fundador justificaba su decisin recordando que
los naturales de Almagro tenan en su casa (... ) los medios de aprovechar en letras
y en virtud de que carezen y buscan los forasteros, y afirmando que los alumnos de
esta localidad acarreaban mucho dao y perjuicio a los collegiales forasteros por tener
tan a mano sus casas, padres y parientes a quienes no se pueden excusar visiten y
otras funciones de distracio/1 a una juventud recogida 22 De todas formas, el hecho
de poder pagarse sus alimentos no era motivo suficiente para que un alumno fuera
admitido en el colegio ya que tambin deba demostrar un mnimo nivel cultural. En
este aspecto don Alonso volvi a mostrarse inflexible y precis que no deba admitirse a ningn aspirante sin que antes hubiera sido examinado con todo rigor y hubiera
demostrado que, como mnimo, conoca asta lo que toca saver (... ) en la clase de
menores 23
La necesidad de valorar los conocimientos que adquiran los alumnos tambin estuvo
muy presente en la mente del fundador; por eso afirm que no solo se han de examinar con rigor en la grammatica para pasar de una clase a otra sino con mucho mayor
para entrar en filosofia y para pasar de un curso a otro asi en dicha filosofia como
en la sagrada theologia dando cada uno quenta de lo que de viere haver aprehendido
en cada curso; y el que no satisfaciere o por yncapacidad o por malicia o jlogedad
se despida no bastando los remedios de la correccion24 Adems, todos los aos cada
alumno tendra que realizar conclusiones; precisando que los grammaticos deban
hacerlo de lo de la clase donde estan, los filosofas de lo que estudian aquel mio y los
theologos de materia distinta de las que egercieren y se examinan 25 .
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AHN.
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Clero.
Clero.
Clero.
Clero.
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Jesuitas.
Jesuitas.
Jesuitas.
Jesuitas.
Jesuitas.
Libro
Libro
Libro
Libro
Libro
696,
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696,
696,
696,
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Los estudiantes tenan una serie de obligaciones religiosas que, en buena medida,
jftarcaban el desarrollo su vida cotidiana. Algunas ceremonias eran de estricto cum:fHmiento por parte de todo el alumnado. En este sentido, los colegiales deban confesar
." comulgar para poder tomar la beca; es decir, antes de recibir el distintivo que les
acreditaba como alumnos. Sin embargo, en la mayor parte de los casos, las prcticas
.revocionales que deban realizar los estudiantes venan determinadas con su capacidad
Cognitiva o intelectual. Don Alonso precis que, antes de comenzar el curso, todos los
Colegiales que se juzgaren capaz es deban realizar en comunidad los egercicios del
glorioso San Ygnaci0 26 De la misma forma, aquellos alumnos de gramtica que reunietan los suficientes conocimientos deban recitar en su refectorio oraciones latinas;
mientras que los filsofos y los telogos tendran la obligacin de predicar como mhimo dos semanas al ao en dicho refectorio ..
Don Alonso tambin se preocup del aspecto y la indumentaria que deban llevar
los colegiales. Sus decisiones intentaban fomentar la austeridad y conseguir el mximo decoro posible; de ah que los alumnos no pudieran usar cosas de seda ni cuelleras
ni mas pelo que el que estilan los collegiales modestos, virtuosoS Y graves en las
universidades 27 Todos los alumnos deban llevar un manto de pao negro ordinario
y una beca de color encarnado pero el resto de los adornos que solan llevar cambiaba
dependiendo de los estudios que estuviesen realizando. De esta forma, los alumnos de
gramtica deban usar golillas y su beca no poda llevar rosca, los de filosofa llevaran un cuello de colegial que careciese de rosca en la beca y los de teologa cuello
de colegiales con rosca en la beca.
El resto de las cuestiones que afectasen al desarrollo de esta institucin educativa
terminaran de perfilarse con la redaccin de unos estatutos. Como era de esperar, don
Alonso estableci la necesidad de exponer a los alumnos el contenido de este documento antes de que ingresaran en el colegio.
El cuarto legado es, sin duda alguna, el ms complejo. A grandes rasgos, podemos
decir que su misin era garantizar la estabilidad econmica de toda la fundacin, pero
en realidad se trataba de un proyecto mucho ms ambicioso. Don Alonso quera dejar
constancia de su gran generosidad y expuso su postura sin ningn tipo de cortapisas.
Nuestro hombre seal que solo tena la obligacin de situar a satisfacion y contento
de la CompaFia y collegio de Almagro los ocho mil! y novecientos ducados de renta
para los tres primeros legados y que con el resto de su hacienda poda hacer lo que
quisiera. Sin embargo, su altruismo sobrepasaba con mucho lo exigible y por eso decidi
donar todos sus bienes, derechos y acciones a fin de que con el reparo de lo que sobre
28
sea en quanto se pueda perpetua en su vigor y aun mas mi ynstitucion y fundacion
Esta declaracin de intenciones nos da la clave de esta disposicin porque, como
veremos a continuacin, don Alonso no quiso que su hacienda se dedicase de forma
exclusiva a mantener los tres legados que ya haba instituido, sino que tambin decidi
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proximo extrema nezesidad venga de la causa que viniere se le pueda prestar o socorrer en lo preciso de la dicha arca y deposit0 32 De todas formas, el capitn precis
que slo se podra hacer uso de los fondos si la situacin era verdaderamente extrema.
En este sentido, la documentacin afirmaba que la necesidad deba ser tal y tan extrema que pusiera al proximo en el caso del derecho natural de hazer lo que es propio
de otros para el comun y que por otras partes y medios no pueda realmente y con efecto
remediarla. Las precauciones que adopt el fundador pueden parecer excesivas pero
don Alonso justific su actitud afirmando, con mucha irona, que podran aparecer
nezesidades paliadas y ponderadas, remediables por otros medios y baptizadas con
el nombre de estrema 33
La renta destinada a las casas que haba en la provincia de Toledo tena por su parte
una triple finalidad. En primer lugar, deba servir para yr perficionando o acavando
o haciendo las casas e yglesias de la dicha proVincia de Toledo en fabrica proporcionada a los lugares, fuerte, segura y acomodada huiendo pulchritudes e ydeas
que mas sirven de deleitar la vista, que de utilidad y provecho y en que se gastara
mas de lo comveniente de tiempo y dinero en daio del collegi0 34 Al terminar las obras,
el dinero deba emplearse en mantener a los religiosos que vivieran en cada una de
las fundaciones. Esta nueva misin habra de realizarse en dos fases distintas; en primer
lugar tendra que dotarse a cada colegio de propios y bienes races suficientes como
para sustentar a 30 religiosos y, en segundo, utilizarse para socorrer a cada colegio
mediante libramientos, de tal forma que pudieran disfrutar de todo lo necesario para
que hubiera el mayor numero que se pueda y arrime al dicho de treinta sugetos 35
Finalmente, despus de concluir la construccin y dotacin de todas las fundaciones,
la renta podra destinarse a reparar cualquier quiebra que surgiera en las casas.
Don Alonso no se limit a prestar su apoyo a toda la provincia de Toledo sino que,
adems, justific ampliamente esta decisin. El capitn pensaba que en Espaa la
Compafiia de Jesus careCa de la estimacion y singular veneracion que de otros reynos
oymos y, a su juicio, la causa que daba lugar a esta situacin estaba muy clara: no tener
numero de sugetos en los collegios bien asistidos en rigorosa distribucion y continuo
egercicio de sus empleos que la den a conozer'6 . Estos argumentos pueden parecernos
inexactos pero lo cierto es que describan perfectamente la realidad que se viva en
algunas fundaciones de los jesuitas, como la de Villanueva de los Infantes 37 , que eran
extremadamente humildes.
AHN. Clero. Jesuitas. Libro 696, fol. 31 v.
AHN. Clero. Jesuitas. Libro 696, fol. 32r. Don Alonso se est refiriendo a las propiedades que iba
a donar a los jesuitas.
34 AHN. Clero. Jesuitas. Libro 696, fol. 34r.-34v.
35 AHN. Clero. Jesuitas. Libro 696, fol. 35v.
36 AHN. Clero. Jesuitas. Libro 696, fol. 36r.
37 Sobre esta fundacin ver: BARRANQUERO CONTENTO, Jos Javier y FERRERO REDONDO,
Mara de Lis, Villanueva de los Infantes: arte, poder y religiosidad en el Campo de MOI/tiel, en Las
ciudades Histricas. Patrimonio y sociabilidad, Publicaciones Obra Social y Cultural Caja Sur,
Cordoba, 2000.
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3. LA BASE ECONMICA DE LA FUNDACIN
Los cuatro legados de la fundacin deban sustentarse con las rentas que generase la
hacienda que estaba reuniendo don Alonso para los jesuitas. Nuestro hombre invirti su
dinero durante varios aos con la intencin de conseguir una base econmica suficientemente slida para su fundacin. Sin embargo, en el momento de redactarse los documentos que estamos estudiando, el capitn no haba conseguido rematar su proyecto; por
eso, la donacin que se llev a cabo posee un perfil bastante peculiar. El acuerdo que
ha llegado hasta nosotros no es una simple escritura en la que se traspasan una serie de
bienes sino que es algo mucho ms complejo. La escritura que se firm el 15 de septiembre de 1.708 otorg a los jesuitas la propiedad y el dominio de todos los bienes que
se haban adquirido hasta ese momento y de todos los que se adquirieran en el futuro
para rematar la fundacin. Por su parte, don Alonso y sus representantes se reservaron la
tenencia, administracin y uso de todos los bienes que se haban comprado y de los
que fueran a comprarse hasta que se entregase definitivamente toda la hacienda. Se
trata, por tanto, de una donacin parcial desde el punto de vista econmico e incompleta
desde el punto de vista jurdico en donde se entregan una parte de las propiedades y, de
paso, se recogen una serie de condiciones en torno a los derechos de uso. Esta transaccin
puede parecer caprichosa pero en el fondo responda a una necesidad muy concreta.
Don Alonso tema por la fragilidad de su vida y no quera que su muerte (en caso de
producirse antes de firmar esta escritura) provocase dudas, dificultades y embarazos
que retardasen o ympediesen la conclusion de dicha ynstitucion y fundacion o que se
alterase la forma de ella en que la tiene aprovada el dicho Preposito GeneraPs.
El momento que se eligi para entregar la hacienda de una forma definitiva estaba
marcado por un acontecimiento de gran importancia artstica. El capitn tena la intencin de instituir una fundacin muy ambiciosa pero tambin quera rematar la
construccin del convento. En este sentido, la donacin pasara a manos de los jesuitas
cuando estuviera terminado el recinto. Este no es el momento de analizar la compleja
historia constructiva del edificio pero lo cierto es que don Alonso financi el grandioso conjunto arquitectnico que podemos contemplar en la actualidad, precisando de
una forma bastante exhaustiva el procedimiento que deba seguirse para lograr este
objetivo. En primer lugar, habra que garantizar la renta de los tres primeros legados
adquiriendo todos los bienes que fueran necesarios para asegurar los 8.900 ducados
que tenan asignados. Don Alonso seal que no se podra fabricar nada ms sobre
lo ya fabricado en el collegio de Almagro ni se pueda hazer ni fabricar con los bienes
de la dicha mi ynstitucion sino lo que fuere redituable ynstrumental para la hacienda
de ella y su augmento asta estar ympuestos a lo menos los ocho mill y novecientos
ducados de vellon de renta con que quiero y es mi animo dotarla 39 Sin embargo,
ympuestos que esten (y no antes en ninguna consideracion ni con ningun pretexto) a
lo menos los ocho mili novecientos ducados en propios y raizes, de la renta de los tres
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primeros legados se dira (sic.) de ella solamente, sin tocar a lo que faltare que ymponer
de mi caudal derechos y acciones, fabricando yglesia, sachristia y casa hasta la ultima
perfeccion40 El texto que acabamos de transcribir presenta una errata que dificulta su
comprensin (el dira que utiliz el escribano sera en realidad un ira) pero su significado est bastante claro: las rentas que generasen los bienes que se haban comprado
para sustentar los tres primeros legados deban emplearse en levantar la iglesia y todo
el conjunto arquitectnico. El resto del capital que tena don Alonso no podra emplearse
en esta tarea sino que deba invertirse para garantizar el futuro de la fundacin.
Siguiendo esta misma lnea, el capitn quiso que las obras se desarrollaran lo ms
rpidamente posible; por eso, seal que la renta que fuere resultando de lo que faltare
que ymponer yo e fuere ymponiendo por el padre Juan de Castro Aguilera o los que
le subzedan y no por otros ni otros del resto de mi caudal derechos y acciones
(ympuestos por los dichos padres los ocho milty novecientos ducados de renta en
propios y raizes) como fuere resultando dicha mas renta del resto se aplique a lo referido
(... ) para que con mas brebedad tenga cumplido efecto la fabrica y demas prevenid0 41
Por su parte, los cuatro legados empezaran a funcionar cuando se hubieran terminado
las obras y se procediera a la definitiva entrega la donacin.
Las caractersticas de la donacin nos impiden conocer de una forma exacta su propio valor. No obstante, el conjunto de bienes que se incluyen en la escritura de 1.708
puede servirnos para hacernos una idea de la enorme importancia econmica que posea
este legado. Don Alonso reuni distintas propiedades (tanto urbanas como rsticas) y
una larga serie de bienes muebles que se utilizaban para el servicio de estas posesiones. Dentro del apartado dedicado a las propiedades urbanas tendramos que hacer una
clara distincin entre las mejoras que se haban realizado en el colegio de los jesuitas
y la adquisicin de varias propiedades dentro del casco urbano de la villa. Las referencias que aparecen en la documentacin nos sirven para constatar que en esas fechas
se estaban levantado nuevas dependencias dentro del colegio (dependencias financiadas por don Alonso) y que, adems, se haba comprado una casa que lindaba con el
edificio de los jesuitas para poder ampliarlo. A la hora de analizar estas obras, tendramos que empezar por mencionar el cuarto que se estaba construyendo junto al
colegio y ms concretamente alIado de la puerta de los carros. Para levantar este recinto
se haba utilizado parte del antiguo solar que ocupaba la casa de don Francisco Medrana
y en las obras se haban invertido 10.762 reales de velln. El resto del espacio que
haba ocupado la vivienda quedaba para augmento de dicho collegio42 , permitiendo la
realizacin de nuevas ampliaciones.
Las reformas arquitectnicas que se estaban llevando a cabo en la casa de los jesuitas
se completaban con otro cuarto que se haba construido dentro del propio colegio. En
esta ocasin, el documento recoge la funcin que iba a tener este nuevo espacio, precisando que habra de servir como vivienda para el padre que administrase las fundacio40
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nes que haba instituido don Alonso. Por otra parte, si tenemos en cuenta la inversin que
se haba realizado en este aposento, podemos afirmar que sus dimensiones eran bastante
ms pequeas que las del cuarto anterior ya que tan solo se haban gastado 3.000 reales de
velln. El apartado dedicado a las propiedades urbanas se cerraba con la donacin de dos
viviendas que pasaron a engrosar el patrimonio del colegio. En concreto, una casa valorada
en 2.600 reales de velln que haba pertenecido a don Jos Sandn y otra vivienda situada en la Calle de Villa Real que se adquiri por 12.000 reales a don Sebastin de Coca.
Las propiedades rsticas constituan la parte ms importante de la donacin. Dentro de este apartado tendramos que incluir dos huertas valoradas en 3.000 reales de
velln que estaban situadas en el camino que iba a Ciudad Real pero el grueso del legado
estaba formado por una heredad llamada Flor de Ribera. Esta gran finca tomaba su
nombre de un molino harinero que estaba situado en el ro Guadiana, entre las villas
de Carrin y Torralba de Calatrava. En realidad se trataba de una completa explotacin agropecuaria en la que no faltaban varias instalaciones artesanales. En primer lugar,
tendramos que hacer referencia al propio molino harinero que daba nombre a la
explotacin. Este ingenio posea tres piedras (dos de azea y una de rodete) que utilizaban el agua del ro para triturar el grano. Para mejorar el aprovechamiento de este
ingenio se haban construido dos presas (una de 1.600 varas de largo y la otra ms
pequea) y un desage o canal de media legua de largo con unas conpuertas y otras
fabricas que en dicho canal se han echo para encaminar siempre y como se quisiere
el agua a dicho molino. El conjunto hidrulico se remataba con un puente de quatro
ojos para encaminar asimismo por el el desague sin dao de la presa grande43 Junto
al molino se haba levantado una casa (en la escritura recibe la denominacin de quarto
grande) construida en mampostera muy fuerte. El edificio posea varias piezas o
habitaciones que podran servir de vivienda pero que tambin podran ser utilizadas
para atender las distintas necesidades del ingenio o para guardar el grano.
El rendimiento agrcola que poda generar esta explotacin resulta evidente si tenemos en cuenta que contaba con 718 fanegas y media de tierra; disfrutando tambin
de una via en la que se haban plantado 58.700 vides y 800 olivos que conformaban
la divisin en quadros de la dicha via, y de otros 5.500 olivos que se hallaban en
una parcela prxima.
La finca contaba con una era cercada que estaba valorada en 2.000 reales de velln
para satisfacer las necesidades que se derivaban de las tareas agrcolas. Sin embargo,
el apartado ms interesante de la donacin estaba formado por una serie de casas e
instalaciones artesanales que podran ser tremendamente tiles para los jesuitas. Para
empezar, a unos cien pasos del molino se haban construido unas casas que estaban
valoradas en 8.000 reales de velln. El conjunto serva de vivienda al mayordomo que
cuidaba de toda la gente de la hacienda, aunque la utilidad que se poda derivar de
este recinto era mucho mayor ya que posea un horno para cocer pan y, adems, dispona
de varios pajares y caballerizas muy capazes 44
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Un poco ms lejos, como a unos doscientos pasos del molino, se haba construido
,un verdadero complejo artesanal. El conjunto estaba destinado a la fabricacin de
materiales de construccin y posea cuatro hornos (dos para cocer teja y ladrillo y otros
dos para quemar cal), varias eras para secar los ladrillos y las tejas, un pozo con noria
y estanque que serva para conducir el agua hasta la tejera, un quarto grande con
distintas dependencias que se utilizaba para guardar la teja y el ladrillo antes de cocerlo
Y' una herrera con todo lo necesario para atender sus necesidades, incluyendo entre
SUS dependencias un cuarto para guardar el carbn.
La finca contaba con una gran casa de campo que en esos momentos todava se estaba
construyendo. Su estructura se articulaba en torno a dos patios bastante amplios. Las
cuatro alas o quartos que conformaban el primer patio estaban completamente terminadas y posean dos alturas. La descripcin de la casa es bastante escueta pero conocemos este detalle gracias a un prrafo en donde" se hace referencia a los materiales
de construccin que se emplearon en la fbrica. El documento resaltaba que las paredes maestras de todo el edificio se haban levantado en mampostera y que la separacin entre lo alto y bajo se haba realizado mediante bvedas de ladrillo. La distribucin interna que presentaban las alas era bastante similar y solo una de ellas posea
un estructura especial. Segn consta en la documentacin, uno de los quartos era un
recinto doblado en donde se haban construido diez aposentos para los religiosos que
habran de vivir en la finca 45 .
El segundo patio presentaba un aspecto bien distinto ya que solo se haba levantado
un lado y las obras an seguan en marcha. En este caso, la nica cruja que se haba
construido careca de cualquier divisin interna ya que se trataba de una gran sala que
habra de servir como cozedero y lagar para el vino. La casa contaba con una cueva
muy capaz para guardar vino y con dos pozos, uno en cada patio. El primero posea
una pila grande de piedra y el segundo una noria con su estanque. Estas instalaciones
se completaban con dos pozos de nieve valorados en 11.000 reales de velln pero lo
ms importante es que, junto a la casa, se estaba levantando una capilla con crucero
y sacrista. Las obras de este recinto religioso estaban muy avanzadas porque sus paredes posean ya ocho o nueve varas de alto.
La relacin de edificios y parcelas que posea la finca se cerraba con la referencia
a una huerta de tres fanegas de extensin que estaba dotada de casa para el hortelano
y que fue valorada en 1.500 reales de velln.
La donacin inclua adems distintas cantidades de grano y de vino, varias cabezas
de ganado mular y caballar y una larga serie de bienes muebles. Las cantidades de grano
constituan una parte del legado nada despreciable ya que en la documentacin se
incluyeron 400 fanegas de trigo, otras 400 fanegas de cebada y 600 arrobas de vino
que sumaban un total de 18.600 reales de velln. Las referencias que poseemos sobre
los animales que haba en la propiedad nos sirven para perfilar dos realidades bien
distintas: por un lado, tenemos que mencionar la existencia de doce mulas de labor
y una mula vieja que seran utilizadas para realizar tareas agrcolas; mientras que, por
4S
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otro, nos encontramos con una autntica yeguada que estaba compuesta por un garan, una garaona, ocho yeguas y dos caballos.
Los bienes muebles que formaban parte del legado constituan un apartado relativamente importante de la donacin en el que podemos encontrar objetos de muy distinto
valor. Los aperos de labranza (valorados en 1.100 reales) o las herramientas que haba
en la explotacin (valoradas en 1.800 reales) no tenan la misma importancia que el
menaje de la casa grande (tasado en 11.263 reales) o la vasija que haba en su bodega
(valorada en 6.925 reales). Sin embargo, el conjunto ms importante de este apartado
estaba directamente relacionado con el mecenazgo artstico del fundador. Junto a todos
los objetos que acabamos de mencionar, don Alonso compr cinco imgenes religiosas que se haban realizado en Italia y ms concretamente en Npoles. Este importante
conjunto escultrico estaba formado por una imagen de Nuestra Seora del Ppulo,
dos tallas de San Miguel y otras dos de San Francisco Javier. Las imgenes se colocaran en dos recintos distintos: la capilla que estaba construyndose junto a la casa
de campo de Flor de Ribera y la iglesia del colegio en Almagro, de ah la duplicidad
en las representaciones de San Miguel y San Francisco Javier. La talla de la Virgen
se podra contemplar en la capilla de Flor de Ribera, acompaada por una imagen del
arcngel y otra del santo jesuita. Por su parte, la imagen de San Francisco Javier y la
talla de San Miguel que an restaban presidiran sus respectivos altares en la iglesia
del colegio. La adquisicin de obras en Italia nos da una idea del gusto y del nivel
cultural que tena don Alonso; demostrando, al mismo tiempo, la voluntad que tena
el capitn de no escatimar en gastos a la hora de concebir su fundacin, importando
obras de arte desde Italia46
Para terminar de perfilar todos los aspectos que rodearon a esta fundacin tenemos
que hacer referencia a un par de cuestiones que anotamos al principio de este trabajo:
la escritura de donacin que firm don Alonso el 20 de diciembre de 1.704 y las misiones que deban realizar los jesuitas en Puertollano por expreso deseo del capitn. Las
condiciones que impuso don Alonso cuando entreg a los jesuitas los 308.113 reales
y 31 maraveds de velln estaban directamente relacionadas con el desarrollo de la ambiciosa fundacin que pensaba instituir en el colegio. Si el proyecto no llegaba a buen
puerto los jesuitas deban entender que la donacin se haba realizado sin condicioll
ni limitacion alguna. En cambio, si los cuatro legados permanecan y subsistan en el
colegio, el capitn seal que los religiosos tendran que pagar ( ... ) los dichos trescientos
y ocho mil! ciento y treze reales de vellon y treinta y un maravedis a dicha mi ynstitucion
para mayor augmento de renta al collegio de Almagro de la Compaia de Jesus sin
que se contasen ni quiero que se quenten en el curso natural de las cosas en el principal
47
de los ocho mil! y novecientos ducados que regulo de renta para dicha mi ynstitucioll
El desarrollo de las misiones en Puerto llano nos coloca ante una situacin muy
similar. El noviciado de Madrid tena la obligacin de enviar a varios religiosos para
46 El valor de todas las propiedades y bienes muebles que aparecen en la documentacin superaba el
1.375.000 reales.
47 AHN. Clero. Jesuitas. Libro 696, fol. 68v.
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que predicasen en la zona pero, como vimos al principio de este trabajo, don Alonso
quiso apoyar la presencia de los jesuitas y entreg 4.000 ducados a la provincia para
que sus padres realizasen misiones durante 60 das libres al ao en Puertollano y en
otros lugares de la comarca. Al plantearse su fundacin, Don Alonso pens que era
muy natural que quando llegue el caso del egercicio de dichos ocho padres misioneros en dichos territorios y sus ensanches asi la provincia como el noviciado dege en
esta carga al dicho collegio de Almagro. De aceptarse esta propuesta, el colegio tendra que dejar fuera, libres y desembarazados, a la provincia y noviciado los lugares
de su obligacin. A cambio, los jesuitas de Almagro recibiran una compensacin
econmica que les servira para hacer frente a estas nuevas obligaciones. Esta retribucin correra a cargo de las otras dos partes implicadas: por un lado, el noviciado
de Madrid tendra que resarcir a sus hermanos de Almagro con da.ente, justa y proporcionada equivalencia en cosas fijas y seguras';'rIrientras que, por otro, la provincia
deba entregar al colegio los dichos quatro mil! ducados tan promptos reales y efectivos como el mismo don Alonso se los haba dad048
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.*
1. INTRODUCCIN
Durante la Edad Media se constata, de forma general, en toda Europa Occidental
un progresivo aumento de la produccin escrita. El punto de inflexin ms importante
~e este desarrollo de la razn grfica tuvo lugar en el siglo XII, cuando comienza un
proceso de secularizacin de la escritura que afecta a todos los reinos europeos. Esta
'-
I CLANCHY, M. T., From Memory (o Written Record: England 1066-1307, Blackwell Publishers.
Oxford, 1993 (2 edicin), p. l.
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de forma precisa, pero s estn incluidos en algn siglo (generalmente el XII o el XIII)
los he situado en el ltimo cuarto de la centuria a la que pertenecen.
2. TIPOLOGAS DOCUMENTALES4
2.1. COMPRAVENTAS
Los documentos ms numerosos de los tumbos de Sobrado son aquellos en los que
estn reflejadas operaciones de compraventa. Entre los aos 801 y 1250 se producen,
en relacin con este monasterio o su rea de influencia, un total de 488 compraventas,
distribuidas de la siguiente manera: 7 en el siglo,[C.I, 34 en el X, 6 en el XI, 251 en
el XII y 157 en la primera mitad del XIII. En consecuencia, se observa que el nmero
total de documentos de este tipo aumenta sensiblemente en el siglo X, desciende en
el XI, y crece enormemente en la segunda mitad del XIII (grfica III).
Antes del ao 952, fecha de la fundacin del monasterio, se pusieron por escrito
alrededor de 26 compraventas. Estas operaciones estn relacionadas con la familia de
los condes de Prsaras, Hermengildo y Paterna, fundadores y primeros patronos del
cenobio, y fueron realizadas en dos momentos bien diferenciados. El primero de ellos
se extiende durante todo el siglo IX, cuando se desarrolla en algunas zonas de Galicia
un movimiento repoblador, favorecido por la nobleza y que trae consigo la roturacin
de nuevas tierras y la creacin de nuevos ncleos de poblacin, iglesias y monasterios.
Es entonces cuando llegan al territorio gallego los portugueses y los habitantes del sur
que huyen del Islam, as como las gentes del norte, sobre todo asturianos, que buscan
otras tierras en las que instalarse debido a la superpoblacin de sus lugares de origen.
Todos ellos participan en esta repoblacin y obtienen una porcin de tierra en la que
trabajar y vivir. El segundo momento tiene lugar en las primeras dcadas del siglo X,
principalmente en los aos 30, cuando la poblacin se ve afectada por el empeoramiento
del clima y el hambre. Esta situacin de crisis obligar a muchos pequeos propietarios de la etapa anterior a vender sus tierras para poder sobrevivirs. Los receptores de
estas adquisiciones son los condes de Prsaras que aglutinan cada vez ms territorios
en sus manos. Esta es la causa de que haya ms compraventas en el periodo 930-952
que en el siglo IX y en los primeros aos del siglo X.
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2.2. DONACIONES
Las donaciones son los actos jurdicos que con ms frecuencia, despus de las
compraventas, aparecen en los tumbos de Sobrado. Hay un total de 430 donaciones
que se dividen de la siguiente manera: 376 puras o simples y 54 sub modo. Mediante
las primeras se concede al receptor el dominio pleno de los bienes que se le entregan.
Por el contrario, en las segundas se ceden las propiedades con un fin determinado o
6 PALLA RES MNDEZ, Mari Carmen, El monasterio de Sobrado: Un ejemplo del protagonismo
monstico en la Galicia medieval, Diputacin Provincial de La Corua, 1979, p. 13.
7 PORTELA SILVA, Ermelindo, La colonizacin cisterciense en Galicia (1142-1230), p. 56.
8 PALLARES MNDEZ, Mari Carmen, El monasterio de Sobrado: Un ejemplo del protagonismo
monstico en la Galicia medieval, p. 124.
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bajo ciertas condiciones9 Es sobre todo en las donaciones puras o simples (grfica IV)
en las que se observa una evolucin similar a la de las compraventas. Esto se debe
a que ambas operaciones, junto con las permutas, son las que permiten al monasterio
adquirir nuevas propiedades y as acrecentar y consolidar su patrimonio. De esta manera,
en la primera mitad del siglo X se produce un ligero aumento de nmero de donaciones
puras o simples, ya que hay un total de 17 y en todo el siglo IX hay 10. En el caso
de las donaciones sub modo tambin se observa un desarrollo similar al de las compraventas, pero slo a partir del siglo XII, porque en los tumbos de Sobrado no hay
donaciones de este tipo fechadas en los tres siglos anteriores. Asimismo este incremento
se produce a causa de la crisis que afecta a Galicia en ese periodo. El empeoramiento
del clima trajo consigo la prdida irremediable de las cosechas y en consecuencia el
hambre. Muchos pequeos propietarios, completaq:ente arruinados tuvieron que donar
sus propiedades (con frecuencia forzados) como pago por sus deudas 10. Las donaciones
de este periodo no se refieren al monasterio de Sobrado, ya que ste todava no existe,
sino que, al igual que suceda con las compraventas, estn relacionadas con la familia
de los condes de Prsaras.
Con la fundacin del monasterio en el ao 952 aumenta tambin el nmero de
donaciones; en el periodo 951-975 se realizan 12. A lo largo de estos 25 aos y hasta
el final del siglo X, cuando comienza el declive del monasterio familiar, los fundadores del monasterio y sus sucesores donan numerosos bienes a Sobrado de los Monjes.
La mayora de estas donaciones se deben a motivos religiosos; los distintos condes de
Pr:saras donan al centro monstico parte de sus propiedades para la salvacin de su
alma, para la redencin de los pecados, etc. Pero no slo los seores del condado de
Prsaras donan sus bienes con este objetivo, sino que tambin lo harn otros nobles
y los pequeos propietarios. Adems este tipo de donaciones no se da nicamente en
este momento, ya que contina en los siglos posteriores. Sin duda las ms importantes
son las donaciones pro anima o pro remedio animae, es decir, las realizadas para la
salvacin del alma. stas arraigaron profundamente en las costumbres de la alta Edad
~edia y fueron el instrumento decisivo de la formacin de los seoros eclesisticos ll .
Sobrado de los Monjes es un claro ejemplo de esta situacin, porque primero como
monasterio familiar y despus bajo la direccin de la Orden del Cister increment en
gran medida su patrimonio gracias a estas donaciones de carcter piadoso.
De esta manera, continuando con la evolucin de las donaciones, en el siglo XI se
produce un fuerte descenso de estos actos jurdicos. La causa de esta cada no es otra
que la desaparicin del monasterio. En el caso de las donaciones el descenso es an
9 SEZ SNCHEZ. Carlos, Donaciones post obitum del monasterio de Celallova (936-JOOO).
Estudio Diplomtico en Estudis Castellonencs, 6 (1994-1995), p. 1248.
10 PALLA RES MNDEZ, Mari Carmen y PORTELA SILVA, Ermelindo, Aproximacin al estudio de
las explotaciones agrarias en Galicia en los siglos IX-Xli en Actas de las 1 jornadas de metodologa
aplicada de las Ciencias Histricas. n Historia Medieval, Universidad de Santiago de Compostela, 1975,
p. 107.
,
1! GARCIA DE VALDEAVELLANO, Luis, Curso de Historia de las instituciones espwlolas: De los
or(genes al final de la Edad Media, Alianza, Madrid, 1982, p. 247.
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4
ms acusado que en el de las compraventas, ya que al no existir el cenobio no tiene
sentido que se realicen estas donaciones de carcter religioso.
Cuando el Cister se hace cargo del centro monstico en el ao 1142 se produce un
progresivo aumento del nmero de donaciones, que harn que configure un inmenso
dominio territorial. La evolucin de esta tipologa documental durante la etapa cisterciense est sujeta a las tres fases (iniciacin, fortalecimiento y consolidacin) a lo largo
de las cuales se desarrolla el patrimonio del monasterio, y que ya he descrito en el caso
de las compraventas.
2.3. PERMUTAS
Las permutas son, junto con las compraventas y las donaciones, los actos jurdicos
que mayoritariamente permiten a los centros monsticos configurar sus dominios territoriales, y a este respecto Sobrado no es una excepcin. Sin embargo, hay que tener
en cuenta que el nmero de permutas que aparece en los tumbos es bastante inferior
al de donaciones y compraventas. Esto se debe a que el fin de la realizacin de una
permuta no es incrementar el patrimonio, sino ms bien redondearlo, desprendindose
de aquellas posesiones ms alejadas del centro de sus dominios y menos rentables
econmicamente l2 . Debido a que el nmero de permutas es muy pequeo no se puede
estudiar con detenimiento la evolucin cronolgica de esta tipologa. Pero s se puede
constatar cierto aumento en las dcadas centrales del siglo X con 6 permutas, un
descenso en el XI con 1 y una recuperacin entre 1150 y 1250 con 10.
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considerar que en el siglo X exista un aumento de este tipo de documentos, al contrario de lo que ocurra en las tipologas anteriores. Sin embargo, s se observa un gran
crecimiento de estos actos jurdicos en la segunda mitad del siglo XII con 29 y en los
primeros 50 aos del XIII con 28. Este hecho est sin duda relacionado con la formacin y expansin del monasterio cisterciense.
2.5. ENCOMIENDAS
En los tumbos de Sobrado hay un total de 80 encomiendas, de las cuales ninguna
pertenece a los siglos IX, X Y XI. La mayora de ellas estn fechadas entre la segunda
mitad del siglo XII y la primera del XIII. En consecuencia, el mayor nmero de
encomiendas tuvo lugar en la etapa en la que ef monasterio de Sobrado pertenece a
la Orden del Cister. En esta poca muchos pequeos propietarios ceden al monasterio
parte o la totalidad de sus tierras a cambio de su proteccin: ... et ipsi me defenderant
et adiuuent et si mihi necesse fuerint tribuant ea que mihi fuerint necesaria in
comedendo et libendo et vestimento et calciamento et me tota mea defendendo ... 14.
Asimismo en los tumbos hay bastantes documentos en los que se puede considerar que
la encomendacin aparece encubierta. En estos diplomas generalmente un propietario
cede al monasterio una parte o toda su propiedad, y a cambio slo recibe un animal,
una herramienta o una pequea cantidad de alimento: ... tota portione que illi conueniz
de sua matre pro X solidos et una uacca cumfilio ... lS. Lo reducido del pago hace
pensar que formara parte del acuerdo de encomendacin.
14
15
16
17
n, falso 84 v.-85
r.
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Adems en los tumbos hay 15 documentos derivados del proceso. En casi todos ellos
se describe cmo uno o varios individuos realizan la donacin de parte de sus bienes
como pago por un delito cometido, bien por ellos mismos o por un familiar: Not enim
est dubium set multis manet notissimum eo quod fecit filius noster Salomn furtum.
Unde in iudicio manifestis rauorauit et habebat pectare triginta boues ... J8.
18
19
20
21
22
Ibdem.!, fol 13 V.
Ibdem, n, fol. 36 r. y v.
Ibdem. n. fol. 163 r. y v.
Ibdem.!, fols. 16 v.-17 r.
Ibdem, 1, fol. 142 r.
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.*
2.9. DOCUMENTOS DESCRIPTIVOS23
Hay 74 diplomas en los dos volmenes de Sobrado que se pueden considerar como
descriptivos. De ellos 34 son inventarios, 29 genealogas y 15 noticias. En general estos
documentos nos pueden ser tiles para conocer cmo eran las familias que habitaban
el entorno del monasterio de Sobrado, y para saber cules eran sus propiedades 24
3. CONCLUSIN
Al examinar cronolgicamente todos los documentos de los tumbos del monasterio
de Sobrado se constata cmo la produccin escrita de este cenobio aument progresivamente entre el siglo IX y la primera niitad del siglo XIII. Este crecimiento del
DlIlero de diplomas est relacionado con las diferentes circunstancias que afectaron
~centro monstico durante el periodo de tiempo sealado. Entre los acontecimientos
que afectaran de forma ms directa a la actividad escrituraria del monasterio de Sotirado estn las siguientes: su fundacin y existencia como monasterio de carcter
familiar por los condes de Prsaras, su desaparicin en el siglo XI y su renacimiento
qnel ao 1142 cuando lo toma bajo su tutela la Orden del Cister. Asimismo hay que
~ner en cuenta que, adems de verse afectado directamente por estos acontecimientos,
$mbin recibir la influencia de otros acontecimientos que tienen lugar ms all de
Galicia, en el resto del reino castellano-leons.
Sin embargo, aunque este incremento del volumen documental efectivamente existe hay que tener en cuenta que no todos los tipos de documentos se desarrollan de la
misma manera. As, son las compraventas y las donaciones las tipologas documentales que cuentan con un mayor nmero de diplomas. Esto se debe a que son estos dos
actos jurdicos los que van a permitir, en mayor medida, que el monasterio de Sobrado
configure su gran dominio territorial. Entre las donaciones hay que destacar la importancia de las pro anima y las post obitum, ya que ambas tienen una fuerte connotacin
espiritual y religiosa, lo que har que el receptor de estas donaciones siempre sea un
centro religioso, en este caso el monasterio de Sobrado.
Por ltimo, aunque algunas tipologas documentales cuenten con un nmero suficiente de diplomas, no se puede analizar su evolucin en el tiempo, porque la mayora
de ellos no estn fechados. Este es el caso de los documentos descriptivos o el de las
divisiones territoriales.
p.94.
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GRFICA I
PRODUCCIN DOCUMENTAL (Siglos IX-XIII)
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GRFICA 11
DOCUMENTACIN PRIVADA
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tia A. Compraventas
11 B. Donaciones puras
O C. Otras donaciones
11 D. Permutas
11 E. Documentos testamentarios
L. Otros
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4
GRFICA III
COMPRAVENTAS
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Ii 2 Cuarto de siglo
03er. Cuarto de siglo
.4 Cuarto de siglo
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GRFICA IV
DONACIONES PURAS
In 2 Cuarto de siglo
D3er. Cuarto de siglo
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EL MONASTERIO JERNIMO DE LA
ARMEDILLA (COGECES DEL MONTE,
VALLADOLID): DISPERSIN y PRDIDA DE
SU PATRIMONIO ARTSTICO, BIBLIOGRFICO
Y DOCUMENTAL
Antonio Garca Flores
Universidad Autnoma de Madrid
1 MARTN GONZLEZ, J. J., Problemtica de la desamortizacin en el arte espwlo/, en 1I COIl.greso Espaol de Historia del Arte. El arte del siglo XIX, Valladolid, 1978, pp. 15-29; DONZAR DEZ
DE ULZURRUN, J. M., Los monasterios y la desamortizacin de Mendizbal, en Los monasterios
Coord: M' del Carmen Lacarra, Zaragoza, 1999, pp. 93-109; BELLO VOCES, J., La nacio~,.:~~J'IQlt<:aciI5n de los bienes de la Iglesia, ocupacin y administracin (/835-1850), Universidad Autnoma
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muchas vendidas al peso, otras enviadas a las provinciales, o del ingente caudal documental producido por estas instituciones, que tras su paso por las Delegaciones
Provinciales de Hacienda y la Real Academia de la Historia acabara ingresando en
el recin creado Archivo Histrico Nacional (R.O. de 28 de marzo de 1866)2.
El 18 de agosto de 1809 se decretaba la supresin de las rdenes religiosas masculinas, ordenndose diez das despus la elaboracin de inventarios e incautacin de
sus bienes. La comunidad de La Armedilla 3 fue expulsada el 10 de octubre de 1809 4
y el 24 de noviembre se realizaba el inventario de alhajas, pinturas y bienes muebles
y races 5 Pocos objetos de plata quedaban, ya que haban sido robados por unos
guerrilleros 6 Ms abundante era el nmero de ornamentos, vestiduras, libros y mobiliario litrgicos, etc., destacando de la lista la sillera de coro de nogal de cinquenta
y siete asientos altos y vajos. A continuacin se realiza el inventario de libros de la
biblioteca y celda prioral: 1.743 volmenes, a los que habra que aadir un nmero
indeterminado de libros maltratados, todos intiles, tirados por el suelo de la primera
estancia; adems de sus medidas nos informa sumariamente de los ttulos y autores,
pero nada dice del lugar y ao de edicin 7 Respecto a las pinturas, la iglesia -coro
incluido-, contaba con el altar mayor dedicado a San Jernimo, otros a San Lorenzo,
San Bartolom, Na sa del Rosario y la Concepcin, ms doce cuadros de santos y santas,
adems de una vista de la obra del Escorial; en los claustros )( principales dependende Madrid, Tesis doctoral, 1995; DEZ ESPINOSA, J. R., La desamortizacin eclesistica: propiedades,
derechos ceJlsales y patrimonio cultural, en Historia de la Dicesis de Valladolid, Valladolid, 1996, pp.
499-537, en especial, pp. 527 Y siguientes. El monasterio de la Armedilla perteneci hasta 1833 a la
provincia de Segovia, siendo interesante la consulta del trabajo de MORENO ALCALDE, M., Pillturas
procedentes de Segovia en el Museo de la Trinidad. Contribucin al catlogo y localizacin del Prado
disperso, en B.S.A.A., XLIX (1983), pp. 409-440. En concreto sobre losjernimos: LPEZ-YARTO
ELIZALDE, A., Consecuencias de la desamortizacin en el patrimonio artstico de los monasterios
jernimos espwloles, en La Orden de San Jernimo y sus monasterios. Actas del Simposium (11). 1/5IX-1999, San Lorenzo del Escorial, 1999, pp. 807-823.
2 DIEGO, N. de, La desamortizacin y la seccin de Clero del Archivo Histrico Nacional: culto y
clero, en Desamortizacin y Haciendo Pblica, Madrid, 1986, 45-55; IDEM, Fondos monsticos en el
Archivo Histrico Nacional, en rdenes monsticas y archivos de la Iglesia. Actas del IX Congreso de
la Asociacin celebrado en Oviedo en 1993, Ed. por A. Hevia Ballina, Oviedo, 1995, pp. 49-78.
3 Sobre este monasterio, vid. en ltimo trmino GARCA FLORES, A., La iglesia del monasterio
jernimo de Santa Mara de la Armedilla (Cogeces del Monte, Valladolid): documentos para la historia
de Sil construccin y de otros objetos artsticos, en Memoria Ecclesiae XVII. Arte y Archivos de la Iglesia.
Actas del XIV Congreso de la Asociacin celebrado en Barcelona (Segunda parte) (/3 al 17 de septiembre de /998), Ed. por A. Hevia Ballina, Oviedo, 2000, 195-218, con abundante bibliografa; al que habra
que aadir el libro de MATEO GMEZ, 1; LPEZ-YARTO, A; PRADOS GARCA, J. M., El arte de
la orden jernima: historia y mecenazgo, Madrid, 1999, pp. 300-301, aunque como veremos, sealan
errneamente que no existe inventario del monasterio cuando la Desamortizacin.
4 A.H.N., Clero, Libro 16.207, fol.8r.
5 Archivo Histrico Provincial de Segovia (en adelante, A.H.P. S.), Delegacin de Hacienda, 18,
doc. 18.
o Idem, fols. Ir-3v, incluyendo los ornamentos que por entonces haba en la granja de Vallelado.
7 Idem, fols. 4r-13v. Debido a la extensin del inventario hemos dejado para otra ocasin su publicacin, al que aadiremos un estudio sobre su organizacin y contenido.
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Ql) o celda prioral (16)8. Despus se llev a cabo el inventario de los bienes muebles
)li.,races 9 para terminar con e del archivo y arcas de la comunidad 10, por el cual sa.mos que los pergaminos y papeles encuadernados o sueltos se distribuan en legajos
_todiados en una cajonera de doce cajones numerados, mientras que los libros de
pierna interno, administracin y contabilidad se guardaban aparte en arcas de madera
pWvistas de fuertes cerraduras 11
.; Los monjes regresaron el 30 de junio de 1814, pero en octubre de 1820 nuevos
~retos los expulsaban de su casa e incorporaban sus bienes al Estado, realizndose
otros inventarios. Adems de los correspondientes a los bienes muebles, efectos
$emovientes, vales Reales, crditos contra el Estado y particulares, las escrituras o
Ct)ntratos de arriendo y los libros o asientos ele cuenta y razn l2 , y el de fincas y
capellanas l3 , hemos localizado otros dos. El inv~niario de los papeles del archivo se
~v6 a cabo entre el 20 de noviembre y el 6 de diciembre de 1820, hacindose ahora
una descripcin minuciosa de su contenido, aunque sin sealar el lugar que ocupaban
los distintos documentos en la cajonera, prestando especial atencin a los que poseen
carcter econmico y justificativos de ttulos de propiedad 14. Respecto al de pinturas,
firmado el 13 de febrero de 1821 15 , es tambin ms pormenorizado que el de 1809,
~em, fols. 14r-15r. Como en el caso anterior, la falta de espacio nos impide ahora su publicacin,
/!S como la de los inventarios de 1821 y 1835. En otra ocasin abordaremos monogrficamente el estudio
de esos tres inventarios, as como de toda la documentacin del monasterio relativa a las obras de arte
que atesor el monasterio, del que ya es avance nuestro trabajo mencionado en la nota 3.
9 Idem, fols. 15v-25v.
JO Vid. Apndice documental, doc. 1.
11 Sobre estos inventarios, su historia, tipologas y utilidad para reconstruir los archivos monsticos,
vid. BURN CASTRO, T., Los inventarios de desamortizacin: recurso para el seguimiento del patrimonio documental, Boletn de la Asociacin Espaola de Archiveros, Bibliotecarios, Muselogos y
DoCumentalistas, XLV (1995), n. 4, pp. 25-50.
12 A.H.P.S., Delegacin de Hacienda, 81, doc. 28. Los libros, custodiados en la Oficina de Arcas,
que aparecen reseados son los siguientes (6 de diciembre de 1820): Libro de patronato de las memorias
U obras pas que en este monasterio fund la Exma. sa Da Ana de Aragn, Duquesa de Alburquerque;
Treinta y dos libros antiguos de cuenta y razn de este monasterio que existan ya recogidos en el Archivo;
!in libro corriente con ttulo de recibo del Patronato; otro con ttulo de gasto de las memorias; otro con
tftulo de recibo de capellanes; otro con ttulo de gasto de capellanes; otro con ttulo de cartas cuentas;
otro libro con fechas hasta el da con ttulo de granero tanto de lo que procede de la cosecha COlllO de
lentas y diezmos; otro libro corriente tanvin con fechas hasta el da con ttulo de gasto del granero;
otro corriente con ttulo de recibo de mrs; otro con ttulo de sacas de yd; otro con el de censos; otro
que sirve para la cuellfa y razn de la casera de Vallelado; otro con ttulo de repartimiento de misas;
otro de gasto y recibo de la botica; otro con ttulo de cartas cuentas adems del de arriba.
13 A.H.P.S., Delegacin de Hacienda, 81, doc. 29.
14 A.H.P.S., Delegacin de Hacienda, 81, doc. 27. Vid. Apndice documental, doc. 2.
15 A.H.N., Consejos, Legajo 51.570-1, expte. 118. Por su parte, VALDIVIESO, E., Catlogo monumental de la provincia de Valladolid. VfII. Antiguo partido judicial de Pe/lafiel, Valladolid, 1975, pp. 7576, publica un extracto de la copia del quinto inventario que comprende los vasos sagrados, alhajas,
ornamentos y dems joyas pertenecientes al monasterio de La Armedilla ... , realizado el 28 de diciembre
de 1820, y seala que se conserva en el Archivo de Protocolos de Segovia. Lamentablemente no lo
hemos localizado. En l se anotan, entre otras cosas, el retablo de altar mayor con su mesa a la romana
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anotando sus dimensiones, los motivos representados e incluso el estado de conservacin y calidad: en la iglesia y coro se cuentan nueve lienzos -el retablo mayor se haba
vendido a la villa de Riaza!6-, doce en la sacrista, seis en la celda prioral y unos
cincuenta repartidos por los claustros y dependencias. Ni rastro del de la biblioteca.
Respecto a las alhajas, vasos y ornamentos litrgicos!?, sabemos que algunos fueron
repartidos por diversas iglesias. Por ejemplo, el 26 de junio de 1821 se depositaban
algunas piezas de plata en la parroquia de San Miguel de Cuellar: una sobrecorona
de plata con diez y seis piedras, cuatro ngeles, una media luna, una palomilla, dos
platillos y cuatro vinajeras 18 El rgano se llevara a San Lorenzo de Valladolid y la
cajonera y la imagen de Nuestra Seora de la Armedilla a Cogeces del Monte 19
La exclaustracin y prdida definitiva del patrimonio del monasterio lleg a partir
de los decretos de 1835 y 1836. Se volvieron a realizar inventarios, pero slo hemos
localizado los de pinturas y biblioteca, fechados el 12 de diciembre de 1835, pudindose comprobar fcilmente cmo haba descendido el nmero de piezas conservadas 20.
Diez lienzos quedaban en la iglesia y coro, tres en el trnsito del coro, siete en la
sacrista, cuatro en el claustro y seis en la hospedera. El estado de la biblioteca se puede
calificar de catastrfico: nicamente quedan 999 volmenes, con pocas obras completas tanto por la falta material de volmenes en algunas de ellas, cuanto por hallarse
derrivadas y confundidas un gran parte e/l el suelo, y generalmente muy maltratados.
Del archivo no sabemos ms; sera enviado a la Delegacin de Hacienda de Valladolid
y llegara aos despus al A.H.N. con prdidas importantes de documentacin, como
y varias tarjetas de pinturas; un retablo en el brazo sur del transepto que consiste en una tarjeta de pintura
de San Bartolom y ulla mesa a la romana, con un tabernculo; otros dos en la nave, dedicados a San
Sebastin y a N" Seora respectivamente; uno dedicado a la Concepcin en una capilla de este ttulo; otro
colocado en una capilla con la efigie de San Jernimo; la imagen de la Virgen de La Armedilla; etc.
16 As consta en un oficio remitido por Joaqun Maldonado, jefe encargado de la Comisin Provincial
de Monumentos de Valladolid en la villa de Iscar: El altar mayor que tenan antes de la primera expul
sin de los Monges, de grandes dimensiones y segn dicen de mucho mrito, est en la villa de Riaza,
que dio a los mismo treinta mil reales para no devolverle (Archivo Histrico Provincial de Valladolid
-en adelante A.H.P.Y.-, Seccin Histrica, 268, Comisin de Monumentos, aos 1837-1855, Legs. 1 y
2, fol. 173).
17 En el extracto del inventario publicado por VALDIVIESO, ob. cit., p. 76, menciona cuatro clices
y cuatro pares de vinajeras, todo de plata.
18 A.H.P.S., Delegacin de Hacienda, 81, doc. 26.
19 Noticia extraida de un libro mss. que se conserva en casa de Jernimo Villar (Cogeces del Monte),
pp. II Y 13; VALDIVIESO, ob. cit., pp. 61-62, 64 Y 72.
20 Archivo-Biblioteca de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid, Leg. 52-6/2.
Este inventario, remitido por el Gobierno poltico de la provincia de Segovia al Ministerio de Gobernacin, Seco 4" Objetos artsticos el 12 de febrero de 1837 (Leg. 52-4/2), fue transferido junto con el fondo
de la extinta Comisin Central de Monumentos cuando en 1859 fueron traspasadas a la Academia sus
atribuciones (NAVARRETE MARTNEZ, E., La Comisin. Central de Monumentos y la Comisin de
Monumentos de la Academia en el Archivo-Biblioteca de la Real Academia de Bellas Artes de san Fernando
de Madrid, en Bibliotecas de arte, arquitectura y diseo: perpectivas actuales. Barcelona, 18-21 de agosto
de 1993. Actas del Congreso organizado por /a Seccin de Bibliotecas de Arte de la 1FLA, el Crup de
Bibliotecaris d'Art de Cata/unya y el Museu Nacional d'Art de Cata/unya, ed. Ma L. Pons y C. Sangenis,
1995, pp. 285-296).
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se puede apreciar al comparar, por ejemplo, los libros de administracin y contabilidad recogidos en los inventarios de 1809 y 1820 con los que se conservan actualmente
en Madrid 21
Otras fuentes nos informarn a partir de este momento acerca del paradero de algunos
de los ornamentos, pinturas y mobiliario del ex-monasterio. Entre mayo y junio de 1836,
la Academia de Bellas Artes de San Fernando encarga a Jos Castelaro y Perea la
recogida de libros, pinturas y otros objetos artsticos de los conventos y monasterios
de la provincia de Segovia. De La Armedilla slo recogi cuatro: la Adoracin de los
Reyes, el Emperador Teodosio con la cruz a cuestas, San Buenaventura y la Virgen
mostrando el retrato de Santo Domingo a un religioso. stos cuadros, una mnima parte
de lo que an deba quedar en el cenobio, pasaron al Museo Nacional de Pinturas, o
de la Trinidad, en Madrid, que acoga obras p1'Qcedentes de conventos y monasterios
de Madrid y provincias limtrofes (Segovia, vila y Toledo), incorporando sus fondos
posteriormente al Prado (1870-72)22. En 1837 se haban enviado a la parroquia de
Santibez un cliz de plata y otros ornamentos 23 , y fueron llevadas las campanas a
Segovia para ser fundidas y hacer moneda. Tambin por estos aos a travs de la
Comisin Provincial de Monumentos Histricos y Artsticos de Valladolid llegaban al
Colegio de Santa Cruz, entonces Museo Provincial, beynte y tres lienzos muy rotos y
malos procedentes del monasterio 24 . Aos ms tarde (1844), esa misma Comisin
encargaba el reconocimiento de las piezas que todava permanecan en La Armedilla.
El informe emitido por Joaqun Maldonado (4 de enero de 1445) seala cmo muchos
de los lienzos haban sido ya remitidos a Valladolid, otros a Cogeces y unos pocos a
Madrid, que en la iglesia quedaban unos pocos retablos antiguos muy deteriorados, que
el mayor era obra reciente, lo mismo que el rgano, y que slo merecan conservarse
la sillera de nogal y una pintura de la Virgen de Guadalupe 25 . sta fue llevada a Cogeces
(1845) y la sillera a la de Rueda (1849)26. En cuanto al propio edificio, en junio de
1845 la Comisin de Monumentos de Valladolid al no encontrarle un destino til se
21 La documentacin de La Armedilla se halla repartida entre las carpetas nms. 1.951 y 3.411 a 3.413,
legajos nms. 7.521 a 7.527 y libros 16.204 a 16.237, 13.572, 13.574 Y 13.581 de la seccin Clero.
22 MORENO ALCALDE, arto cit., 414-418. Esta investigadora ha localizado uno de esos cuadros,
el de Teodosio, en el Seminario Conciliar de Lrida (Ibid., p. 436; Museo del Prado. Inventario general
de pinturas. 11. El Museo de la Trinidad (bienes desamortizados), Madrid, 1991, p. 235, nm. 760).
23 A.H.N., Consejos, Leg. 52.357-1, Notas de los efectos congrados al culto de los extinguidos conventos
de esta Dicesis que se hall asignado a las parroquias de la misma. Seovia, 8 de febrero de 1837.
24 Museo Nacional de Escultura, Valladolid. Inventarios de Desamortizacin, Lista de los alcaldes
constitucionales que han cumplido con la horden del S. Gefe Poltico de la Probincia en la circular de
boletn oficial para pinturas y los ynbentarios de todos los obajetos artsticos de los combentos suprimidos de sus partidos de la probincia. Agradezco a Manuel Arias Martnez, Subdirector del Museo la ayuda
prestada para localizar esta informacin.
25 A.H.P.V. Seco Histrica, 268, Comisin de Monumentos, fol. 173; 274, Libros de la Comisin de
Monumentos, Libro 1, n. 7.
26 As consta en unas cartas fechadas el 2 y 19 de febrero y 20 de octubre de 1845 (A.H.P. v., Seco
Histrica, 268, Comisin de Monumentos aos 1837-1855, Leg. 1 y 2, fols. 174-176 y 224-228).
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APNDICE DOCUMENTAL
DOC. 1
1809, noviembre, 24. Monasterio de Nuestra Seora de la Armedilla
Inventario del archivo
A.H.P. S., Delegacin de Hacienda, 18, doc.18, fols.25v-27r.
Ynstrumentos contados en el Archivo
Cajn 1. Contiene varios apeos antiguos y modernos.
Cajn 2. Contiene vulas pontificias y algunos papeles pertenecientes a los prstamos que posee el Monasterio.
Cajn 3. Contiene un legajo de diez y nuebe instrumentos de fundacin de
capellanas y memorias y algunos testamentos; otro legajo de censos; otro de escritura
de ventas, trueque y cambio; otro de escrituras de donacin; otro de algunos papeles
de pleitos; y otro de papeles simples.
Cajn 4. Todos papeles pertenecientes a el Voto de Santiago y prstamos.
Cajn 5. Contiene juros de Valladolid, Margarita de Cuellar, con los privilegios
y concesiones de dichos juros.
Cajn 6. Contiene varios censos, cesiones y escrituras pertenecientes a las obras
pas fundadas en este Monasterio.
Cajn 7. Contiene seis legajos, el primero de privilegios y papeles del escusado;
y el segundo de fundaciones; el tercero de censos; el quarto de ventas; el quinto de
donaciones; y el sesto papeles de pleitos.
Cajn 8. Contiene seis testamentos, una escritura de censo, quarenta y una piezas
de escrituras de venta, trueque y cambios, dos de donaciones, tres ynstrumentos de
liticios y varios papeles simples.
Cajn 9. Contiene seis legajos de piezas de escrituras de ventas, una ejecutoria,
un apeo, y otros papeles.
Cajn 100. Contiene cinco legajos, el primero censos; el segundo ventas; el tercero
una donacin; quarto pleitos; quinto escrituras de la fundacin de esta Casa y varios
papeles y vulas del mismo asunto.
27 A.H.P.V., Seco Histrica, 268, Comisin de Monumentos aos 1837-1855, Leg. 1 y 2, fo1s. 282 y
282 bis.
28 Libro mss. de Jernimo ViJlar, pp. 10-11.
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'
lli
.*
,', Cajri. 11. Contiene doze privilegios sobre la lea, pesca y caza, un testamento
eodicilo, quatro escrituras de ventas, una de la particin del Monte, y de un testimonio
del quebradero consavido por el Concejo de Aldealbar, quatro piezas de censos, y dos
_crituras de donacin, y en otro legajo cinco instrumentos que son ejecutorias y
$ontencias advitrarias.
,e Cajn 13. Contiene once piezas de censos, y entre ellos un legajo atado sobre el
mismo, un proceso sobre sacar piedra de la cantera; y una escritura de venta, y devajo
de todo algunos papeles simples de arriendos.
Libros de Gobierno
Un libro titulado Asiento de criados.
Yt. otro de gastos ordinarios.
Yt. otro de cortas cuentas.
Yt. otro de rtulos y cartas comunes de la l::omunidad.
Yt. dos libros de gasto de San Romn sin uso
Yt. Otro de cartas de comunes.
Yt. un expediente formado a virtud de una requisitoria despachada por D. Francis. ca Bermdez Alcalde del Crimen de la Ciudad de Valladolid y dos atados de papeles
de poca importancia.
Arcas de Comunidad
Un arca de nogal con dos cerraduras y llabes y en ella los libros siguientes:
Yt. un libro de recibos.
Yt. otro libro: dinero prestado, dinero que deven pagar
Yt. otro libro de censos.
Obras pas
Una arca de prevendas con dos cerraduras y llaves de nogal y bien guarnecida de
cantoneras, aldabas y lo dems, y en ella se hallaron los libros siguientes:
Yt. otro libro de gasto de capellana.
Yt. otro de recivos del Patronato.
Yt. otro del percibo de las capellanas.
Yt. otro del gasto de las memorias.
Arca. Yt , un arca que llaman la gtica.
Yt. otro libro de las capellanas
Yt. otro libro de repartimiento de misas.
Yt. otro libro de actas capitulares.
DOc. 2
1820, noviembre, 20-diciembre, 6. Monasterio de Nuestra Seora de la Armedilla
Inventario del archivo
A.H.P. S., D.R. 81, doc.27.
En el Monasterio de Padres Gernimos de la Armedilla dentro de la demarcacin
del Partido de la ViI1a de Cuellar, a veinte de Noviembre de mil ochocientos veinte,
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N. 29. Yt otro papel que es una carta de D. Rodrigo de Luna Arzobispo de Santiago
confirmando la manda y limosna del Voto de Santiago.
N. 30. Y. una venta judicial en folio de las vias de Cristbal Llorente Pi nacho y
Francisca de Pearanda su muger vecinos de Olivares.
N. 31. Yt. un legajo que contiene la renuncia de bienes que hizo en fabor de este
Monasterio el Donado de l D. Pedro Daza, los quales existen en el lugar de Quintanilla
de abajo con su oportuno apeo hecho en el aos de 1632.
N. 32. Yt. otro apeo tambin de heredades en el dicho Quintanilla hecho en los aos
de 1704 y 733.
N. 33. Yt. un censo empergaminado contra el Bachiller Padillo, cura que fue de la
Villa de Quintanilla de Duero.
N. 34. Yt. un traslado simple del censo del citado Bachiller Padillo.
N. 35. Yt. una escritura de compra de via en Quintanilla hecho el ao de 1639.
N. 36. Yt. una escritura autorizada de la donacin que hizo el Donado Pedro Daza
de varias propiedades en Quintanilla de Duero.
N. 37. Yt. una venta real de compra de una tierra a fabor de este Monasterio en
Quintanilla de Duero hecha el ao de 1701.
N. 38. Yt. una Egecutoria a fabor de dicho Monasterio y contra la Villa de Peafiel
sobre la posesin de la huerta empergaminada en folio.
N. 39. Yt. un cuaderno en folio autorizado reducido a el amojonamiento del territorio y heredades del circuito de este Monasterio hecho por mandado de los Seores
Oidores de la Chancillera de Valladolid el ao de 1554.
N. 40. Yt. un apeo de las heredades que este Monasterio tiene en el lugar de la
Aldehuela hecho el ao de 1635 refrendado de Garca lbarez de la Vega.
N. 41. Yt. otro apeo refrendado de Toms de Figueroa de las propiedades de este
Monasterio sitas en los lugares de la Dehesa de Dehesamayor y la Aldehuela hecho
el ao de 1737.
N. 42. Yt. un apeo empergaminado en folio de las tierras que en la Villa de Quintanilla de abajo tiene este Comunidad hecho el aos de 1757 por ante Calisto Tegedor.
N. 43. Yt. un apeo en un cuaderno de folio de las heredades de este Monasterio
en Quintanilla de arriba hecho el ao de 1770, ante el escribano Francisco Martnez.
N. 44. Yt. una escritura de venta a fabor de este Monasterio por Pedro Ybez y
su muger vecinos de Quintanilla de las tierras que en dicha Villa les pertenecieron hecha
el ao de 1772.
N. 45. Yt. una escritura de venta de unas casas a fabor de este Monasterio en el
lugar de Dehesamayor.
N. 46. Yt. un apeo de las heredades de este casa consistentes en Quintanilla de arriba
hecho el ao de 1691 ante el escribano Antonio Martnez.
N. 47. Yt. una copia de la escritura de venta que hizo Da Ysabel Pedrero de la
hazienda de Samamed a fabor de este Monasterio hecha el ao de 1690, por el escribano Y gnacio Garda Madrigal.
N. 48. Yt. un apeo de barias fincas en el lugar de la Aldehuela hecho el ao de
1542.
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" N. 49. Yt. otro apeo de varias fincas en el propio lugar hecho el ao de 1568.
N. 50. Yt. dos apeos de propiedades en el lugar de Perosillo hechos el uno en el
-afio de 1770 y el otro en el de 1737.
r,
N. 51. Yt. otro apeo de fincas del lugar de Perosillo hecho en ao de 1590 ante
, Gabriel de Partearroyo escribano en Cuellar.
N. 52. Yt. un cuaderno empergaminado que contiene el traslado del testamento que
:\otorg el Doctor Hernando Sanz, una escritura de traspaso que hizo Andrs Gutirrez
en el Doctor Fernando Calbo.
N. 53. Yt. otro cuaderno empergaminado reducido a barios reconocimientos hechos
del censo que este Monasterio tiene a su fabor en Quintanilla de arriba.
N. 54. Yt. una escritura de venta a fabor de este Monasterio de barias fincas por
Antonio Francisco Beano, vecino de la Villa qe Cuellar hecha el ao de 1588.
N. 55. Yt. una escritura de rebocacin por A~tonio Francisco Beano, vecino de la
Villa de Cuellar.
N. 56. Yt. otra escritura de barias fincas otorgada por Sebastin Muoz vecino de
Perosillo a fabor de Antonio Francisco Beano de Cuellar.
N. 57. Yt. otra escritura de venta de barias fincas otorgada a fabor del citado Antonio
Francisco Beano por Alonso de Escobar y Mariana su muger, vecinos de Perosillo.
N. 58. Yt. otra escritura de dejacin e igualacin otorgada por Mara de Torres muger
.' de Gmez de Rosal, vecino de la Villa de Cuellar.
N. 59. Yt. una copia de escritura de censo contra Simn Garda y Antonio Garda
otorgada ante Marcos Basca.
N. 60. Yt. un legajo que contiene el testamento que hizo Mara Torres y una escritura de venta de unas tierras en el lugar de la Dehesa.
N. 61. Yt. una copia de escritura de censo impuesto a fabor de Francisco Bzquez
Calbo contra Pedro Gonzlez y Elena Mazas su muger, vecinos de Quintanilla por
testimonio de Juan Gonzlez.
N. 62. Yt. un apeo hecho en el ao de 1501 de barias fincas en el lugar de la Aldehuela.
N 63. Yt. una escritura de renobacin y reconocimiento de censo que hicieron
Miguel Rodrguez y Justo Olmedo vecinos de la Villa de Olibares hecho el ao de 1616
ante Andrs de Arribas.
N. 64. Yt. un censo contra Juan Esteban y Andrs Llorente vecinos de Olibares
N. 65. Yt. el testamento y donacin que hizo Francisca de la Cuesta vecina de
Balbuena de todos sus bienes a este Monasterio.
N. 66. Yt. una escritura de venta otorgada por Pedro Nio vecino de Quintanilla
de arriba de una tierra de pan llebar a fabor de este Monasterio ante Francisco Marn
ao de 1762.
N. 67. Yt. una escritura de censo perpetuo otorgada por Bartolom Nuez y Luisa
Gonzlez su muger vecinos de la Villa de Cuellar.
N. 68. Yt. otra escritura de donacin que hizo Garda Gmez cura de Cogeces de
la sesta parte de la Acea y del monte de Juan lvarez.
N. 69. Yt. un apeo general de todos los trminos que tiene este Monasterio en el
. lugar de Cogeces, la balsa y monte con el molino de los lamos en el ao de 1553.
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N. 70. Yt. otro censo perpetuo que tiene este Monasterio con el lugar y vecinos de
Aldealbar de quince cargas de pan por mitad trigo y centeno.
N. 71. Yt. un apeo del monte y tierras que tiene esta Casa en el BaIle de Balcorba.
N. 72. Yt. otro apeo del monte de la Dehesilla y hacienda de Balcorba propio de
esta Casa.
N. 73. Yt. una escritura de censo que este Monasterio tiene contra el Concejo y
lugar de Aldealbar sobre la balsa con un traslado de letra corriente.
N. 74. Yt. una egecutoria en fabor de esta Casa en el pleito con el Concejo de
Aldealbar sobre el pasto del prado de la Balsa.
N. 75. Yt. una compra y posesin de la tercera parte de la Acea que dicen de
Caballeros Regigues en trmino de Aldealbar.
N. 76. Yt. una escritura de venta que este Monasterio hizo al Concejo de Montemayor
de la media azea o molino y media heredad y obligacin que hizo el dicho Concejo de
no venderlo a persona alguna porque siempre ha de estar para el Concejo de Montemayor.
N. 77. Yt. una egecutoria del censo de la Balsa de Aldealbar de sesenta y dos fanegas
de pan por mitad ganada el ao de 1634.
N. 78. Yt. un apeo y traslado del monte y Dehesa y tierras de los molinos de los
lamos y alzapicos.
N. 79. Yt. un apeo empergaminado de la Dehesa y monte y monte en trmino de
Balcorba hecho en 1755 ante el secretario Jos de Bruna y Abendao de Cuellar.
N. 80. Yt. una donacin que el Doctor Juan Velzquez de Cuellar hizo a este
Monasterio del Monte y Dehesa de Balcorba.
N. 81. Yt. una sentencia dada contra Pablo Martn sobre algunos agrabios contra
el molino de Aldealbar y Zapicos.
N. 82. Yt. un apeo de la Dehesa el BaIle de Balcorba hecho en el ao de 1682, ante
el escribano Angel de Burgos en Cuellar.
N. 83. Yt. una sentencia dada en virtud del pleito entre la Villa de Cuellar y este
Monasterio declarando unos mojones por donde pueda pasar ganado en cierto tiempo
dada en el ao de 1499, con una copia en letra legible.
N. 84. Yt. una copia testimoniada del apeo de las tierras que esta Casa tiene en
Cogeces y el llano sacada en el ao de 1793.
N. 85. Yt. una escritura de venta que Simn Santos y Manuel Santos su hixo vecinos
de Cogeces del monte otorgaron en fabor de este Monasterio de ocho tierras en los
trminos de Ballimn, Baldecarros y Sendero de Retuerta.
N. 86. Yt. un cuaderno empergaminado que se titula ser fundacin que a fabor de
este Monasterio hizo Sebastin Franco con el codicilo y testamento con que muri el
ao de 1637.
N. 87. Yt. un legajo que contiene las escrituras de venta a fabor de este Monasterio
hechas de barias heredades consistentes en los trminos de Baldespino, Balmanzano,
Baldelacarrera y Polboreda.
N. 88. Yt. otro cuaderno empergaminado que se titula segunda compra de tierras
que vendi Toms de Olibares; testamento de Miguel de Belastre vecino de Langayo
en Bentosilla, Ballimn de abajo y Bal de Cogeces ao de 1695.
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N. 89. Yt. un apeo de las heredades de este Monasterio en trmino de Cogeces hecho
en el ao de 1489.
N. 90. Yt. una memoria de todas las tierras y heredades que disfruta este Monas-
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N. 110. Yt. un traslado autorizado y empergaminado de la escritura de benta judicial otorgada a fabor de Francisco Becerra ante Alonso del Moral escribano del nmero de Valladolid.
N. 111. Yt. un testamento otorgado por Juan Gil del ayo vecino de Valladolid ao
de 1736.
N. 112. Yt. un censo a fabor de este Monasterio contra Da Francisca del Aguila viuda
de D. Antonio Osorio vecina de Valladolid ao de 1664.
N. 113. Yt. otro censo contra la Cofrada del Santsimo y nimas de la Catedral
de Valladolid.
N. 114. Yt. otro censo contra la ciudad de Valladolid y sus propios y rentas con
facultad real.
N. 115. Yt. otro censo de Garca de Vera contra el Duque de Alburquerque y sus
Estados con facultad real.
N. 116. Yt. una escritura de cambio que hizo este Convento de unas vias que
posehan en el trmino de la Mata con unas tierras de D. Gaspar Martnez sitas en
trmino de Ballelado y Torre.
N. 117. Yt. un escritura de venta a fabor de este Monasterio por D. Gaspar de
Guzmn vecino de Olmedo de varias tierras en los trminos de Chae, la Ferneda y
otros, y un apeo de estas heredades.
N. 118. Yt. una escritura de camvio de varias heredades que tena este Monasterio
con otras de Francisco de Burgos.
N. 119. Yt. un documento reducido a la posesin que tom esta Casa de la heredad
que fue de Pedro Snchez Mayor en los trminos de San Cristbal, Torre y Ballelado.
N. 120. Yt. una escritura de venta de la heredad que tiene este Monasterio en Torre.
N. 121. Yt. una carta de venta de una tierra en el lugar de Torre de BaIconegero.
N. 122. Yt. una venta de la via que se titula de agenjas de VaIleIado.
N. 123. Yt. una venta de varias tierras consistentes en los trminos de Torre y San
Cristbal.
N. 124. Yt. una escritura de venta de una tierra en trmino de Torres a BaIcaliente.
N. 125. Yt. otra escritura de venta de un corral y huerto en Ballelado.
N. 126. Yt. otra venta de unas tierras trmino de BilIaberde que hacen doscient~s
sesenta obradas y tres quartas.
N. 127. Yt. otra escritura de venta de un pedazo de tierra como de quatro obradas
en Ballelado y Torre.
N. 128. Yt. tres escrituras de venta y donacin que hizo a este Monasterio de varias
tierras Domingo Lpez vecino de Camporedondo y un apeo de las mismas.
N. 129. Yt. otra escritura de venta de tres obradas de tierra a las eras de Torre.
N. 130. Yt. una venta de tres obradas y media de tierras de Chae.
N. 131. Yt. una venta de un suelo en BalIelado que cost 1400 mrs en el ao de
1500.
N. 132. Yt. otra escritura de venta de cierta parte de heredad en trmino de Obilo.
N. 133. Yt. otra escritura de venta en trmino de BaIlelado de unos corrales.
N. 134. Yt. una escritura de venta de varias tierras y un censo.
,
1054
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N. 135. Yt. un censo de Juan lbarez vecino de Ballelado a fabor de este Monasterio en folio empergaminado.
N. 136. Yt. tres cartas de venta de varias tierras en Chae y la Fresneda .
. N. 137. Yt. un apeo de las fincas que eran de Elena Velasco en el lugar de Obilo.
N. 138. Yt. otro apeo de las heredades del despoblado de Obilo.
N. 139. Yt. dos apeos de las heredades que en trmino de Cae y La Fresneda vendi
a este Monasterio D. Gaspar de Guzmn.
N. 140. Yt. un apeo de las heredades de Ballelado.
N. 141. Yt. otro apeo de las tierras consistentes en el Arroyo Ruimanzano, Pesquera
y Chae.
N. 142. Yt. otro apeo de la heredad de Torregutirrez, la Cera y Bal de la Duea.
N. 143. Yt. otro apeo de las heredades de este Monasterio en San Cristbal.
N. 144. Yt. una memoria de las tierras de est~ Monasterio en el trmino del lugar
de Pinarejos.
N. 145. Yt. una escritura de trueque y cambio de varias fincas en Chae y Ballelado
con un apeo de las que hay en Ruidemanzano anexo que fue de Obilo.
N. 146. Yt. un legajo consistente de doce escrituras de venta de varias tierras en
los trmino de Ballelado y San Cristbal.
N. 147. Yt. un cuaderno que contiene las escrituras de venta y medida de la heredad que este Monasterio tiene en los lugares de Gomezrromn y Pinarejos.
N. 148. Yt. siete apeos antiguos de las fincas de este Monasterio en trmino de Obilo.
N. 149. Yt. tres apeos antiguos de las heredades existentes en el despoblado de Torre.
N. 150. Yt. un legajo de papeles que contiene diez apeos antiguos de las heredades
que esta Casa tiene en los lugares de Ballelado, San Cristbal y despoblados confinantes.
N. 151. Yt. otro legajo que contiene quatro instrumentos antiguos reducidos a apeos
de las heredades de Chae, Narras y el Campo.
N. 152. Yt. un apeo antiguo empergaminado en folio de las tierras de Ballelado,
Torre y San Cristbal.
N. 153. Yt. un cuaderno que contiene diferentes escrituras de propiedades en los
trminos de Yscar, Pedraj as y Villaberde.
N. 154. Yt. un apeo contiguo de la heredad de Ruimanzano.
N. 155. Yt. un apeo general de todas las heredades de este Monasterio en los trminos
de Yscar, Pedrajas, Villanueba, Villaberde, Santibez y Samboal que comprehende
472 obradas y media y 17 estados, hecho el ao de 1734.
N. 156. Yt. un cuaderno empergaminado en folio que contiene las ventas de la
hacienda de Yscar y Villaberde.
N. 157. Yt. otro cuaderno que contiene diferentes escrituras de tierras en Villanueba
y Santibez; un censo redimido y una escritura de trueque y cambio.
N. 158. Yt. un cuaderno empergaminado que contiene las ventas de las heredades
. Consistentes en los trminos de Y scar y Villaberde, y un apeo de las mismas hecho
el ao de 1694.
N. 159. Yt. un apeo antiguo de las heredades consistente en la Villa de Cuellar.
1055
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N. 160. Yt. otro apeo en folio empergaminado hecho el ao de 1706 de las here.
dades de Yscar, Villaberde y fuentelolmo.
N. 161. Yt. un apeo antiguo de las tierras de Obilo.
N 162 Y t. una escntura
.
antigua de traspaso.
N. 163. Yt. otra escritura antigua de las tierras de Balmaseda.
N. 164. Yt. un apeo de las tierras de Y scar y Villaberde hecho el ao de 1704.
N. 165. Yt. una escritura antigua de las tierras de Obilo.
N. 166. Yt, un testimonio del Secretario Miguel de la Puerta dado el ao de 1691
de las escrituras de venta de tierras de este Monasterio en trmino de Villanueba.
N. 167. Yt. una venta real de doce obradas de tierra en trmino de Villanueba de
los Ynfantes, y redencin de un censo a fabor de este Monasterio.
N. 168. Yt. una memoria antigua de las tierras de este Combento en trmino de
Ruimanzano.
N. 169. Yt. un apeo antiguo del trmino de Obilo.
N. 170. Yt. un legajo de papeles que contiene una porcin de testamentos con algunas
mandas de propiedades a fabor de este Monasterio.
N. 171. Yt. un censo antiguo empergaminado de 1500 mrs contra Francisca lbarez
y sus hijos, vecinos de Cuellar.
N. 172. Yt. un legajo que contiene un censo perpetuo a fabor de este Monasterio,
un traslado de un apeo de heredades.
N. 173. Yt. un censo perpetuo de dos fanegas de trigo y una gallina sobre un solar
de una casa en la Villa de Cuellar.
N. 174. Yt. un cuaderno en folio empergaminado que contiene nuebe apeos de las
tierras y fincas de Cuellar, Ballelado, San Cristbal, Torre, Obilo y Ruimanzano.
N. 175. Yt. una escritura de donacin de diez obradas de tierra en Cuellar a fabor
de este Monasterio.
N. 176. Yt. un legajo que contiene la posesin y ocho apeos de las tierras que este
Combento tena en la Villa de Cuellar.
N. 177. Yt. una escritura de trueque y cambio con Bernardo Gonzlez de una tierra
donde llaman Robledo.
N. 178. Yt. un legajo que contiene trece ynstrumentos reducidos a privilegios y
egecutorias a fabor de esta Casa.
N. 179. Yt. un legajo que contiene siete ventas antiqusimas de tierras a fabar de
este Monasterio.
N. 180. Yt. un censo al redimir en fabor del Hospital de Santa Mara Magdalena
de Cuellar, y contra este Monasterio de diez mil novecientos noventa reales de principal y trecientos y nuebe reales y veinte y quatro mrs.
N. 181. Yt. otra escritura de censo muy antigua por Francisco Nuez vecino de
Cuellar contra Pedro Ybez vecino de Fuentepelayo.
N. 182. Yt. una escritura de renobacin de censo perpetuo que renob Alonso
Escudero vecino de Zarzuela.
N. 183. Yt. una egecutoria sobre catorce mil mrs que esta Casa cobra sobre la
Martiniega de Cuellar ganada ao de 1636.
.
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;: N. 184. Yt. una carta cuenta para cobrar los juros que este Monasterio tiene sin
presentacin ni dar traslado de ningn pribilegio.
N. 185. Yt. un documento original reducido a una real cdula en que se manda al
Pagador General de Juros y dems yndibiduos de este ramo contribuyan a este Monasterio con cinquenta cargas de trigo y tres mil mrs de renta anuales sobre las alcabalas
y tercias de Valladolid.
N. 186. Yt. una egecutoria en pleito que trajo esta Casa con la Villa de Valladolid
en que por las cinquenta cargas de trigo de la medida vieja han de dar quarenta y tres
cargas y once celemines de la nueba.
N. 187. Yt. otro documento reducido a la confirmacin de las cargas de trigo de
Valladolid por el Rey D. Enrrique.
N. 188. Yt. una escritura de reserba del juro de trigo que esta Comunidad percive
en Valladolid y juntamente de los tres mil mrsoobre la misma Comunidad.
N. 189. Yt. una confirmacin del Rey D. Juan de Nabarra sobe lo dicho en el anterior
documento.
N. 190. Yt. otro pribilegio con un traslado sobre la Martiniega de Cuellar.
N. 191. Yt. otro pribilegio de confirmacin de lo mismo.
N. 192. Yt. otro igual sobre lo mismo.
N. 193. Yt. otro yd. sobre lo mismo.
N. 194. Yt. otro concesin de 1 Rey D. Juan el Segundo de las cinquenta cargas
de trigo y tres mil mrs sobre Valladolid.
N. 195. Yt. un juro perpetuo a fabor de este Monasterio sobre la venta de la lea,
paja, maderas y fruta de Valladolid.
N. 196. Yt. una confirmacin general de ciertos pribilegios este Monasterio por el
Rey D. Felipe 4.
N. 197. Yt. diez y siete ynstrumentos antiguos sobre la Martiniega de Cuellar metidos
dentro de una carpeta de pergamino.
N. 198. Yt. un traslado autorizado del censo de la ciudad de Valladolid.
N. 199. Yt. un traslado de la confirmacin de los juros de Cuellar.
N. 200. Yt. un privilegio de ciertos impuestos a fabor de este Monasterio contra
la Alcabala del vino de Valladolid.
N. 201. Yt. otro privilegio de confirmacin por la Reyna Da Juana de las cargas
de trigo de Valladolid.
N. 202. Yt. otra confirmacin de pribilegios a fabor de este Monasterio por los
Seores Reyes Catlicos.
N. 203. Yt. otro pribilegio en papel por el Rey D. Fernando.
N. 204. Yt. un legajo de papeles antiguos de poca importancia y todos ellos son
seis documentos.
N. 205. Yt. un censo otorgado por Silberio Corte vecino de Quintanilla de arriba
en fabor de las memorias que fund en este Monasterio Da Ana de Aragn y Crdoba.
N. 206. Yt. una cesin que hizo el Duque D. Francisco Fernndez de la Cueba
de un censo de diez y ocho mil reales de principal en el efecto de yerro, cobre y
plomo.
1057
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.,
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N. 207. Yt. un censo en fabor de las obras pas que fund la Duquesa de
Alburquerque de ocho milI reales de principal.
N. 208. Yt. una escritura de ymposicin de treinta mil reales de principal con rditos
de tres por ciento sobr~ la renta del tabaco en fabor de la obra pa que es este Monasterio fund la Exma. sa Da Ana de Aragn.
N. 209. Yt. otro censo en fabor de las memorias de esta Casa fundado por la misma
sa de cinco mil reales de principal.
N. 210. Yt. otro censo fundado en fabor de las dichas memorias fundadas por la
misma sa de siete mil reales de principal.
N. 211. Yt. otro censo a fabor de las dichas memorias fundadas por la misma S'
de diez y seis mil reales de principal.
N. 212. Yt. una escritura de subrrogacin de un censo de sesenta y seis mil reales
de principal otorgada por el Duque de Santisteban en fabor de las memorias de este
Monasterio.
N. 213. Yt. un testimonio de la exivicin de dos escrituras la una de Patronato y
la otra de reduccin de ciertos censos ante Manuel de Perzabal y Santisteban.
N. 214. Yt. una escritura contra la consolidacin de vales y caja de descuentos en
fabor de las memorias de esta Casa, su capital sesenta y quatro mil ochocientos cinquenta
y dos reales y diez y siete mrs sealado con el nmero 9572.
N. 215. Yt, un juro al quitar por Da Ana de Crdoba y Aragn Duquesa de
Alburquerque.
N. 216. Yt. una escritura de ymposicin de censo al redimir y quitar otorgada por
Manuel Matute y Antonio Alonso vecinos de Peafiel.
N. 217. Yt. un cuaderno en folio empergaminado que contiene la subrrogacin de
ocho censos sobre los Estados del Duque de Alburquerque y a fabor de las memorias
de este Monasterio.
N. 218. Yt. una escritura de patronato de este Monasterio.
N. 219. Yt. una subrrogacin y censo de trescientos y trece mil reales de principal
otorgada por el Duque de Alburquerque a fabor de las memorias de esta Casa.
N. 220. Yt. un ymbentario de los bienes de S.E. la sa Duquesa de Alburquerque
hecho por mandato judicial el ao de 1622.
N. 221. Yt. dos censos contra el Duque de Alburquerque uno de novecientos diez
y ocho mil mrs y otro de quinientos setenta y ocho mil mrs.
N. 222. Yt. un censo contra el Exmo. Seor Duque de Alburquerque de setecientos
ochenta y cinco mil ochocientos y doce mrs con facultad real.
N. 223. Yt. una escritura de mandas pas a fabor de cautibos, hurfanos y pobres
por la Exma. Duquesa de Alburquerque.
N. 225. Yt. un testamento autorizado de la Exma. sa Da Ana de Aragn Duquesa
de Alburquerque.
N. 226. Yt. un censo en latn hecho en Barcelona e impuesto por D. Enrique de
Cardona.
N. 227. Yt. una escritura de ratificacin que el Seor Duque de Alburquerque hizo de
todas las condiciones de la escritura de venta y compra del patronazgo de este Monasterio.
1058
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.*
N. 228. Yt. un censo para Miguel de Victoria vecino de Valladolid contra el Duque
\ide Alburquerque.
N. 229. Yt. un cuaderno con varias escrituras de cautibos, hurfanos y pobres y
fundacin de capellanas de San Francisco de Cuellar por la Seora Duquesa de
:Alburquerque .
.. . N. 230. Yt. una escritura de fundacin de memoria de cautibos en este Monasterio.
N. 231. Yt. una escritura empergaminada de las capellanas de San Francisco de
Cuellar.
N. 232. Yt. una fundacin bastante antigua de la Exma. Seora Da Ana de Aragn.
: N. 233. Yt. una escritura de venta y cesin de varios censos otorgados por Miguel
de Victoria y Da Ana Mara Carbajal su muger vecinos de Valladolid.
N. 234. Yt. un legajo de cuentas de obras pas y papeles en derecho de poco o ningn
inters.'
N. 235. Yt. un ynstrumento que contiene la frmula de dar cuentas a los Seores
Patrones; una escritura de donacin para gozar los rditos de un censo de veinte y quatro
mil seiscientas libras contra los Estados de Cardona; unos pareceres para cobrar la
Comunidad los seiscientos ducados asignados, sin embargo de no cobrarse los rditos
con otra que tiene relacin con el Exmo. Seor Duque de Medinaceli.
N. 236. Yt. un testimonio con insercin de las cabezas, clusulas y pies de varios
testamentos.
N. 237. Yt. una carta de pago y redencin de un censo que contra este Monasterio
. tenan las memorias de la Exma. Sra. Da Ana de Aragn de trece mil doscientos reales
de principal.
N. 238. Yt. una egecutoria de la Chanzillera de Valladolid a consecuencia de
egecucin que pidi el monasterio con presentacin de una escritura de censo contra
los bienes de D. Jos Albear y otros consortes.
N. 239. Yt. un traslado autntico de la sentencia de la Duquesa de Alburquerque
y Duque de Cardona hecha en la Audiencia de Catalua el ao de 1625.
N. 240. Yt. una redencin de la mitad de un censo que qued reducido a 23883
reales y 12 mrs en fabor de este Monasterio.
N. 241. Yt. otro censo en fabor de las memorias fundadas por la Duquesa de
Alburquerque.
N. 243. Yt. una escritura de imposicin de censo otorgada por Fr. Pedro de Malagn
religioso de San Gernimo en el Real Monasterio de Guadalupe.
N. 244. Yt. un censo en fabor de Da Ysabel de Mercado contra los Estados de
Alburquerque de 1500 ducados de principal.
N. 245. Yt. un documento de querella contra los vecinos de Cogeces por quebrantamiento de hitos de la mojonera de este Combento en virtud del qual se aclara que
todo lo que est hasta la Cruz de Piedra por debajo del molino es propio de esta Casa.
N. 246. Yt. una escritura de venta de las casas que este Monasterio tiene en Valladolid, cabo la Puerta de Teresa Gil.
N. 247. Yt. dos apeos de las fincas de esta Casa cuyos rendimientos ingresan en
la Casera de Ballelado.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
ZCQ
1060
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Abreviaturas:
AHPT: Archivo Histrico Provincial de Santa Cruz de Tenerife.
AHDT: Archivo Histrico Diocesano de Tenerife.
AHN: Archivo Histrico Nacional (Madrid).
AMLL: Archivo Municipal de La Laguna.
I CHRISTIAN, William A., Religiosidad local en la Espaa de Felipe /l, Madrid, 1991, p. 12.
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,
comunicacin abordaremos algunos sucesos extraordinarios o prodigiosos protagonizados por imgenes vinculadas a la Orden de San Agustn en Canarias durante el
Antiguo Rgimen, ya sea por haber acaecido en establecimientos agustinos o por tratarse
de iconografas propias de esta Regla.
La presencia de los agustinos en Canarias se remonta a las postrimeras del siglo
XV cuando fray Andrs de Goles y fray Pedro de Cea acompaaron al Adelantado Don
Alonso Fernndez de Lugo en las campaas conquistadoras de las islas de La Palma
y Tenerife, y que supusieron en 1496 la definitiva incorporacin de Canarias a la Corona
de Castilla. Aquellos religiosos habran asistido religiosamente a los conquistadores
desplegando, adems, una importante labor evangelizadora y misional con la poblacin prehispnica. La fundacin en torno a 1504 del Convento del Espritu Santo en
La Laguna, antigua capital de Tenerife, inaugur una serie de establecimientos monsticos en las Islas que aunque escasos (ocho masculinos y uno de recoletas) integraron a
partir de 1648 una provincia independiente puesta bajo el patronato de Santa Clara de
MontefaIco. Los procesos desamortizadores de la primera mitad del siglo XIX supusieron la extincin de estos conventos y la paulatina difuminacin de su presencia.
1062
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. ,i,
exista convento de ermitaos desde la segunda dcada del siglo XVII, una modesta
casa que testimoniaba la presencia de la Orden en el sur de Tenerife. En este caso la
eleccin del patriarca puede relacionarse con esta circunstancia. Fueron los cabos y
soldados de la zona los que, informados de que el santo haba salido por abogado de
dicha plaga, decidieron prometer hacerle su fiesta cada ao los cuartos domingos de
septiembre, pues efectivamente la maana despus de decidir el voto as que calent
el sol se lebant buelo [la langosta] y andubo reboleando [sic] y fue y le siguieron espas
hasta Tamada y jurisdiccin de Arico all lo perdieron5 El cumplimiento del voto decay
pasado el tiempo. En 1757 el conde de La Gomera y marqus de Adeje pudo constatar
el poco o casi ninguno fervor en la botada celebridad y la demasiada ingratitud con
que se ha puesto en olvido el beneficio tantas veces experimentado y determin como
cabeza militar de dicho lugar que las personas principales del y las correspondientes
a la Milicia [oo.} se congregaren en el sobrediclw da nueve de octubre en presencia
del mismo Gran Padre y Patriarca San Agustn su protector en su convento de Se/lar
San Juan Bautista. Aquel da se revalid el voto al santo de Hipona en agradecimiento de los beneficios recibidos y los que siempre esperan interesar por su poderosa
intercesin para con la Divina Providencia 6
Poco antes la plaga haba azotado la isla de Lanzarote, ms cercana a frica. All
no exista casa agustina pero el voto al santo coincidi con las gestiones encaminadas
a la fundacin -finalmente frustrada- de un convento de la Orden en su capitaF. En
agosto de 1694 el Cabildo a la vista del dmlo que en esta dicha ysla a hecho la plaga
de sigarra de algunos mIos a esta parte y que es bien tener devosin con el Glorioso
Patriarcha San Agustn por se quien en muchas ocasiones en los Reynos de Espaa
[ha] alcansado con la magestad de Dios Nuestro Se/lar extinguir dicha plaga, acord
celebrar anualmente una fiesta el domingo infraoctavo del da del santo con vsperas,
misa y procesin 8 . El 28 de agosto de 1695, siguiendo un mandato del obispo Vicua,
los beneficiados de la parroquial de Teguise convocaron en el templo a los vecinos para
que confirmaran el voto que haba hecho a lo que respondieron muy unnimes y
conformes por tres veces 9 Entre los promotores del acuerdo figur el beneficiado Diego
de Laguna, destacado devoto de la Regla agustina y uno de los personajes que alent
poco despus una tentativa fundadora de la Orden en la capital insular lo . No dudamos
AHN. Clero. Libro 2613. Libro de protocolos del convento de San Juan Bautista, pp. 355-356.
AHN. Clero. Libro 2613. Libro de protocolos del convento de San Juan Bautista, pp. 355-356.
7 Cfr. ALEMN RUIZ, Esteban, Una tentativa frustrada de fundacin agustiniana en Lanzarote a
finales del siglo XVII, Actas de las IX Jornadas sobre Fueteventura y Lanzarote, Puerto del Rosario,
2000, t. I, pp. 79-96.
8 Cfr. ALEMN RUIZ, Esteban, arto cit.
9 AHDT, Fondo Diocesano, Conventos 32, ,doc. 2, f. 129v-130v. Cit. ALEMN RUIZ, Esteban, art.
cit., p. 7. Vid. Apndice documental 1.
10 Abunda en este afecto del beneficiado Laguna a la religin ermitaa la fundacin en la iglesia
parroquial de Nuestra Seora de Guadalupe, en Teguise, de una capilla dedicada a San Agustn, cuya
festividad y la procesin de Retiro de la Virgen habran de pasar al nuevo convento en caso de que se
.fundase. Vid. CONCEPCIN RODRGUEZ, Jos, El beneficiado Don Diego de Laguna: su importancia
para el legado cultural y artstico en Canarias, Actas de las IV Jornadas de Estudios sobre Fuerteventura
y Lanzarote, Arrecife, 1995, t. n, pp. 623-635.
5
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.,
que la intervencin de Laguna influy poderosamente en la eleccin del santo de
Hipona; l mismo coste en 1698 junto al capitn Rodrguez Carrasco la fiesta contemplada en el voto que inclua, adems de los actos especficamente religiosos,
comedias y juegos.
A otro presbtero devoto, Juan de la Barreda, debe atribuirse la nominacin de San
Agustn como protector contra la cigarra en El Hierro tres aos despus de los votos
de Lanzarote y Tenerife. En 1560 Guilln Peraza de Ayala, Seor de la Isla, haba
concedido a los ermitaos una data de 500 fanegadas en un punto a elegir por ellos,
para fundar all convento ll . La existencia desde 1533 de un cenobio franciscano debi
disuadir a los ermitaos, pues una isla como El Hierro difcilmente poda sostener dos
casas conventuales!2. En cualquier caso, queda clara la temprana relacin de los agustinos con la menor de las Canarias, donde posteriormente florecera la devocin a su
fundador. Tras el gran azote de langosta que tuvo lugar en 1696, los vecinos tomaron
como patrn a San Agustn en mayo de 1697, obligndose a hacerle fiesta anual cada
tercer domingo de julio!3; esto se decidi a instancias del presbtero Juan de la Barreda,
abanderado de su devocin!4. En la iglesia parroquial de Val verde edific capilla bajo
su titularidad colocando en 1698 una imagen del obispo de Hipona que haba adquirido en Madrid aos antes!5. A la fiesta anual acudan muchos herreos portando aves,
frutos, flores, ramos, realizndose los adornos y regocijos tpicos de estas ocasiones
(arcos, comedias coloquios en la noche de vsperas, danzas, loas ... )16. La intervencin milagrosa de 1696 y otras atribuidas en aos posteriores a la asistencia de San
Agustn fueron recreadas en 1726 por el tinerfeo Bartolom Garca del Castillo en
una relacin impresa!7.
11 DAZ PADILLA, Gloria y RODRGUEZ YANES, Jos Miguel, El Seoro en las Canarias
occidentales. La Gomera y El Hierro hasta 1700, Santa Cruz de Tenerife, 1990, p. 217.
12 dem, p. 550.
13 DARlAS PADRN, Dacio V., Noticias generales histricas sobre la isla del Hierro, La Laguna,
1929, p. 353.
14 dem, p. 353. DAZ PADILLA, Gloria y RODRGUEZ YANES, Jos Miguel, op. cit., pp. 553-554.
15 DARlAS PADRN, Dacio v., op. cit., pp. 243 Y 274. dem, San Agustn, patrn de la Isla del
Hierro, Revista de Historia, t. n, La Laguna, 1926, pp. 158-162. Su sobrino Juan de la Barreda Padrn,
chantre de la Catedral de Las Palmas, leg en su testamento otorgado en 1745 varios cuadros con destino
a la capilla fundada por su to; entre ellos uno de la inspiracin de San Agustn. Lamentablemente, ni
esas pinturas ni la efigie del santo se conservan. Vid. CONCEPCIN RODRGUEZ, Jos, Patronazgo
artstico en Canarias en el siglo XVll/, Las Palmas, 1995, pp. 263-268.
16 DAZ PADILLA, Gloria y RODRGUEZ YANES, Jos Miguel, op. cit., p. 554.
17 GARCA DEL CASTILLO, Bartolom, Relacin de los prodigios que en la Isla del Hierro ha obrado
el guila ms elevada, el Feniz de los divinos incendios, el Sol del Cielo militante, el norte de verdaderos
catlicos, el Maestro de los maestros sagrados, el Patriarca de 34 Religiones, el Gran Padre, luz y doctor
de la Iglesia San Agustn Aurelio obispo de Hipona, escrita por-o Un ejemplar se conserva en el Museo
Canario de Las Palmas de Gran Canaria, en la Coleccin de documentos para la historia de Canarias,
t. IV, f. 49r-72v de Agustn Millares Torres. Cit. MILLARES CARLO, Agustn, Ensayo de una biobibliografa de escritores naturales de las Islas Canarias (siglos XVI, XVl/ y XVll/), Tipografa de Archivos,
Madrid, 1932, pp. 219-220.
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Distinto a estas eficaces intervenciones del santo contra la langosta fue el suceso
.protagonizado en 1706 por una efigie suya en la localidad tinerfea de Garachico, donde
',los agustinos tenan un Colegio. En aquel ao, con motivo de la erupcin volcnica
'.que asol la poblacin, los religiosos se trasladaron a la ermita de Nuestra Seora de
.la Consolacin donde en mayo tuvo lugar un prodigio raro estupendo y singular. La
riqueza de la exposicin del escribano Pedro Hernndez de Vergara nos ha llevado a
incluirla como apndice documental en este trabajo. Pero destaquemos ahora que se
advirtieron en la imagen gotas de sudor y todos los que estaban presentes bieron dicho
milagro quedando mui absortos y dando gracias a Dios de averlos dexado ver
semexante prodixio l8
La excepcionalidad del episodio quedaba reforzada por la supuesta antigedad de
la talla, una efigie que ahora se conserva en el monasterio de religiosas concepcionistas
de Garachico. Segn informaciones recogidas ert los documentos a los que nos referimos, esta pequea imagen haba sido trada desde Andaluca por los primeros agustinos establecidos en la Isla y con ella se habra fundado su primera casa en La Laguna.
De all pasara a !cad, segundo de sus establecimientos, y luego al vecino puerto de
Garachico. Al margen de la verosimilitud de este relato queda claro el alto valor simblico que los ermitaos canarios concedan a la imagen fundadora, que as era denominada 19.
A mediados del siglo se produjo un ltimo milagro asignado a San Agustn en Arafo
(Tenerife). En la ermita del lugar, dedicada a San Juan Degollado, exista entonces una
pintura del santo a la que se atribuy el descubrimiento de una copiosa acequia de
agua que con la multitud de riscos y peliascos se haba confundido en aquel lugar a
muchos aos. Ante esta situacin, en septiembre de 1751 los vecinos invocaron al santo
patriarca como serior del fundo que es y dueo de una dula de agua que los dueos
de ella le avan dado para los aseos de su Altar; iniciaron un novenario y el 21 de
septiembre trasladaron el cuadro al barranco en cuestin colocndolo en una cueva.
Esa misma noche llobi tanto que corri el barranco con tanta fuerza que rompi dicho
entullo y pedregal que ava tapado y entullado la dicha agua, y no se dud en atribuir
al santo el prodigio en cuyo honor se celebr una funcin en accin de gracias. A
instancias del agustino fray Jos Oropesa se recogi la informacin en un expediente
conservado en el archivo parroquial de Arafo y transcrito por el profesor Rodrguez
Delgad020 Los ermitaos posean en el lugar ciertas propiedades legadas al convento
de La Laguna en 1509 por el conquistador Gonzalo Mejas, y all edificaron una alquera
con su oratorio donde debi gestarse el culto a San Agustn en la zona21 En la actualidad, la parroquia de San Juan Degollado conserva dos representaciones plsticas -una
18 Apndice documental 2. Existe copia en AHN. Clero. Libro 2613. Libro de protocolos del convento de San Juan Bautista de Vilaflor, f. 338r-354v.
19 La leyenda pretende tambin la presencia de la imagen al tiempo de la fundacin del convento de
Cdiz.
20 RODRGUEZ DELGADO, Octavio, Historia Religiosa de Arafo, Arafo, 1995, pp. 110-116.
21 dem. pp. 50-54. MARTNEZ GALINDO, Pedro-Miguel, La vid y el vino en Tenerife en la primera
mitad del siglo XVI, La Laguna. 1998, pp. 498-506.
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,
escultura y una pintura- del santo. Sobresale esta ltima, un notable leo sobre lienzo
que acaso corresponda con el inventariado en 1745 22 y que en cualquier caso debe
catalogarse como obra del siglo XVIII23. Presenta al fundador en su estudio -Con el
caracterstico corazn inflamado- haciendo un alto mientras escribe el tercer captulo
de sus Confesiones. A sus pies tres figuras antropomrficas simbolizan las herejas de
Manases, Pelagio y Arria combatidas por F4. A sus espaldas, la estancia se abre al
exterior mediante una arquera claustral, quedando de fondo dos escenas propias de
la iconografa agustiniana; en la parte izquierda se representa su encuentro en la playa
con el nio que le revel la imposibilidad de comprender del misterio de la Santsima
Trinidad como tambin lo era vaciar el agua del mar en un hoyo abierto en la arena.
En la derecha, el pasaje de la vocacin del patriarca cuando, sentado a la sombra de
una higuera leyendo las Epstolas de San Pablo, escuch una voz que le instaba Tolle,
lege (toma y lee), cuya inscripcin ha sido incluida. Se trata de una de las ms completas figuraciones iconogrficas de San Agustn conservadas en Canarias cuya presencia en Arafo debe relacionarse con la vinculacin de la Orden al lugar.
PRODIGIOS MARIANOS
El afecto agustino por el ttulo mariano del Socorro tuvo temprano acomodo en las
Islas. En la primera mitad del siglo XVI fue construida una ermita en el lugar de
Tegueste el Nuevo (Tenerife) donde ha venido recibiendo culto una pintura que sigue
la iconografa de la Virgen del Perpetuo Socorro -o del Populo- venerada en la iglesia
agustina de San Mateo in Merulana, en Roma. Sobre la devocin a la imagen italiana
existe una piadosa leyenda que vincula su origen al suceso milagroso acaecido en Sicilia
en las cercanas de un convento agustin025 . Aspectos de prodigio presenta tambin la
copia o interpretacin de la imagen romana venerada en su ermita de Tegueste el Nuevo,
levantada por la comunidad agustina de La Laguna en las tierras que recibi de su inicial
propietario, el cerrajero Juan Lpez en la dcada de los aos treinta del siglo XVI. La
autora o procedencia de la pintura, e incluso su propia disposicin, se presentan
sumamente confusas. Ya en el siglo XVIII se expresaba que tena por un lado y otro
la misma ymagen que parece fue de dicho Juan Lpez que la retrat quando vino a
22 dem, p. 247. En este supuesto, podra corresponder con el cuadro que protagoniz el prodigio que
hemos referido.
23 RODRGUEZ GONZLEZ, Margarita, Estudio histrico artstico de la parroquia de Arafo, en
Homenaje a Alfonso Trujillo, Santa Cruz de Tenerife, 1982. t. l, p. 791.
24 Debe desecharse. por lo tanto, su identificacin con los genios de la inspiracin apuntada por Pedro
TARQUIS, Riqueza artstica de los templos de Tenerife. Su historia y fiestas, Santa Cruz de Tenerife, 1967,
p.83.
25 Vid. ARRlLUCEA, Diego P. de, La Virgen del Socorro, Archivo Agustiniano, XLII (1934), pp.
161-177. MENNDEZ VALLINAS, Moiss, El culto litrgico de la Virgen en la Orden de San Agustn,
Archivo Agustiniano, LVIII (1964), pp. 236-238. FERRERO, Fabriciano, Santa Mara del Perpetuo
Socorro. Un icono de la Santa Madre de Dios Virgen de Pasin. Madrid, 1994.
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la conquista o que el conbento la tubo sobre lo qual no ay tradicin, ni aber otra pintura
desta en todas las Yslas 26 Relatos de la misma centuria sealan la intervencin sobre
la pintura del religioso artista fray Miguel Lorenzo, quien era muy devoto de esta Seora
y reconosiendo la antigedad de esta lmina que fue trahda de Espmla al tiempo de
la conquista (. .. ) y que por esta razn poda perderse la pintura de dicha lmina trat
de colocarla en un marco o guarnisin para que permaneciese en lo futuro ocultando
la pintura de un lado que uni a una tabla de madera que se coloc en dicho marco 27
La propia antigedad del icono debi favorecer que se considerase portentoso, de modo
que se sostena que haba obrado muchsimos milagros (. .. ) desde el tiempo que sefund
la primera ermita el ml0 de 1540 hasta ay de presente. Entre ellos, el prodigio que
acaso desencaden su fama fue el protagonizado el 29 de noviembre de 1590, cuando
con motivo de un diluvio se derribaron muchas cassas se inundaron otras los barrancos destrosaron y llebaron al mar las villas y rboles y otros desastres que se experimentaron con dicho diluvio acometi a dicha ermita el barranco que la sircumbalaba
por delante llebndose los dos lados colaterales de dicha ermita y el de enfrente de
la puerta dejando solamente el espaldar de dicha ermita donde estava colocada la
Lmina prodigiosa de esta Sellara, O prodigio grande! que quiso manifestar esta Seora
entre tantos prodigios como ava obrado este que superase a todos pues no perdonando la violencia e in trepides del Barrranco a todo el cuerpo de la ermita que se llev
dej sin lec in el espaldar ande estaba colocada dicha Seora ass amaneci al da
siguiente en que concurrieron muchas gentes a ver este portento dando las gracias
a dicha Sellara por averlos dejado libres y con vida de tan funesto y trgico desastre
que execut el dicho diluvi0 28
La devocin a esta pintura fue considerable; en el siglo XVIII el capitn Amaro
Rodrguez Felipe coste su reedificacin lo que favoreci un nuevo impulso a los
festejos pblicos anuales que incluan, entonces, muchos regosijos de castillos, navos,
las compmlas puestas en armas, loas entremeses y feria pblica a ande concurren gran
concurso de gente de diferentes partes de esta Ysla tanta que tiene esta fiesta tanto
aplauso como la de Candelaria y las del Santsimo Christo de Tacoronte 29
La principal devocin mariana fomentada por la Orden de San Agustn en Canarias
fue, a partir de la dcada de los sesenta del siglo XVII, la de la Virgen de Gracia, un
ttulo tradicionalmente vinculado a los ermitaos que hasta entonces no haba hecho
fortuna en las Islas. Pero desde aquellos aos es constatable el impulso dado a su culto
en diversos conventos ponindose bajo su proteccin el de la Villa de La Orotava. La
imagen titular, adquirida en Madrid al reputado artfice portugus Manuel Pereira en
16703, protagoniz un fenmeno de sudor apenas cinco aos antes del ya reseado
26 AHPT. Fondo Romn. 4, f. 129r. La pretendida autora del cerrajero Juan Lpez debe quedar
totalmente desechada a pesar de esta tradicin.
27 AHPT, Fondo Conventos, 737, Libro de tributos por meses, f. 145r-147r.
28 Ibdem.
29 Ibdem.
30 RODRGUEZ GONZLEZ, Margarita, Obra de Manuel Pereira en La Orotava, Instituto de Estudios
,:/ Canarios, La Laguna, 1986 .
. ,\
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,
acaecido en Garachic031 El sbado 15 de enero de 1701, coincidiendo con la celebracin de rogativas por la falta de agua ante la imagen, algunos religiosos advirtieron
que tena el rostro diferente de lo acostumbrado. En presencia del escribano Pedro
lvarez de Ledesma32 declararon varios testigos quienes reconocieron que la efigie
sudaba por donde naturalmente nase el sudor como son frente mexillas y sobre el labio
de arriba, que estavan las gotas tan naturales que paresa estavan los poros
brotndolas, e incluso que le haba demudado el COlO~3. El prodigio, que ces al da
siguiente, fue conmemorado cada a0 34 , lo que debi contribuir a reforzar esta devocin mariana, de por s destacada al ser la protectora del cenobio patronato de la nobleza
de la Villa agrupada en un grupo cerrado, las llamadas Doce Casas 35 .
En el convento de La Laguna se vener asimismo una imagen de Gracia en torno
a la que en 1670 se fund una Confraternidad integrada por los propios religiosos. Una
relacin manuscrita del siglo XVIII deja traslucir el halo portentoso que se asignaba
a la efigie y que, como en tantos casos, reforzara su fama de milagrosa. As, se
identificaba la efigie con la que un virtuoso franciscano, fray Juan de Jess, tena sus
coloquios y xtasis en su oracin. El prrafo que transcribimos a continuacin resume
la leyenda que circulaba sobre la Virgen: El cmo y cundo vino a este mi convento
dicha Santa Ymagen para su veneracin y culto que con gran devocin de nuestros
religiosos y dems fieles se le ha dado, no se sabe o no se dize porque tendr oculto
algn prodigio que la misma Seora no querr se manifieste porque ha sido Ymagen
que se manifiesta con los justos aunque no ha dejado de usar de sus muchos prodigios
universalmente con todos sus devotos.
Entre los personajes afectos a este trasunto mariano, segn recoge la relacin
manuscrita citada, se contaban dos religiosas de vida ejemplar: Sor Mara de Jess y
Sor Catalina de San Mate0 36 Ambas habran asistido a las populares misas de los martes
oficiadas en honor a la Virgen en su capilla claustral, tenindose por hecho extraordinario que la segunda, franciscana en el convento de Las Palmas, desde all vena (. .. )
a este nuestro convento agustino de La Laguna por espritu y se apareca 37 Este
JI Dio noticia HERNNDEZ GONZLEZ, Manuel, Clero regular y sociedad canaria en el Antiguo
Rgimen: los conventos de La Orotava, La Orotava, 1983, p. 56.
32 Debemos resear que el protocolo notarial de este escribano correspondiente a 1701 no se encuentra entre los custodiados en el AHIT.
JJ AHN. Clero. Libro 2444. Libro I de protocolo del Convento de Mara Santsima de Gracia, f.
518r-523v. Sobre otros sucesos similares en las Islas puede consultase: DAZ PREZ, Ana Mara, El
fenmeno del sudan> en la plstica canaria, en Actas del X Coloquio de Historia Canario-Americana
(1992), Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 1994, t. 11, pp. 1145-1158.
J4 AHN. Clero. Libro 2444. Libro I de protocolos ... , f. 281r-288v.
35 Sobre este asunto es ineludible la consulta de: HERNNDEZ GONZLEZ, Manuel, Clero regular
y sociedad canaria ... , op. cit.
J6 Sobre la vida de estas monjas puedes consultarse los trabajos que referimos: RODRGUEZ MOURE,
Jos, La Sierva de Dios Sor Mara de Jess Delgado, OP, La Laguna, 1911. BENITO RUANO, Eloy,
Sor Catalina de San Mateo. Religiosidad popular y taumaturgia en Canarias (siglo XVIII), en Actas del
VI Coloquio de Historia Canario Americana (1984), Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de
Gran Canaria, t. 11, la parte, pp. 153-169.
37 AHN. Clero. Legajo 1777/2. Noticias de la Virgen de Gracia.
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~~)-----------------------------------ambiente fervoroso sin duda favoreci el xito devocional a la Virgen agustina, cuya
Confraternidad atesor valiosas alhajas. Prueba de esto son ciertas reproducciones de
la efigie mariana, tanto el relieve genovs de mrmol que se mantiene sobre la puerta
principal de la iglesia de la Orden en La Laguna38 , como sendas veras efigies conservadas en la ciudad 39
OTROS PRODIGIOS
Entre los santos venerados en los convento agustinos sobresalieron, por evidentes
razones y adems del fundador, algunos pertenecientes a la Orden. Entre ellos sin duda
el ms popular fue San Nicols de Tolentino".especial abogado de las nimas del
purgatorio, a quien recurran con significativa insistencia los moribundos. Pero en esta
comunicacin aludiremos a un suceso acaecido en la Villa de La Orotava, donde tena
su morada el matrimonio formado por Francisco de Valcrcel y Lugo y Mara de
Quesada y Molina. Hallndose sin sucesin, y como especiales devotos del santo
italiano, apelaron su intercesin para conseguir descendencia, y en esta coyuntura se
produjo un hecho extraordinario: a pocos das lleg un hombre no conosido a las casas
de su morada disiendo que si queran comprar una hechura del Seor San Nicols
de Tholentino y la hajustaron en corto presio y despus se fecund y pari la dicha
Doa Mara de Quesada y Malina un hixo a quien pusieron por nombre Nicols
Ventura 40
Debemos situar este hecho a finales de 1609, pues el 14 de julio del ao siguiente
fue bautizado el nio 41 Segn esta indita tradicin familiar, la imagen que obr el
prodigio es la que presida el altar que fundaron en la iglesia del desaparecido Convento de San Jos (franciscanas clarisas) de la Villa de La Orotava, junto al que se
enterraron varios miembros del linaje. A partir de aquel suceso, los Valcrcel mostraron de diversos modos su afecto por este popular santo agustino; as, algunos de los
descendientes recibieron entre sus nombres de pila el de Nicols. Pero son sus fundaciones religiosas las que dan la medida de esta devocin familiar. Al altar ya citado
en la Claras de La Orotava, debemos unir la capilla que Francisco Nicols de Valcrcel
y Ponte fund en 1733 en el convento dominico de San Benito, en la misma poblacin. Tambin la ermita que edificaron a finales del siglo XVII en la Hacienda situada
en la zona baja de la Villa, donde se conserva una de las imgenes patrocinadas por
miembros de la familia.
38 RODRGUEZ MORALES. Carlos, Dos devociones tinerfe/las y su iconografa en Lanzarote, en Actas
de las IX Jornadas sobre Lanzarote y Fuerteventura (1999), Puerto del Rosario, 2000, t. n, pp. 33-48).
39 Una de ellas pertenece a la coleccin Ossuna (depositada en el Excmo. Ayuntamiento de La Laguna) y la otra permanece en la clausura del convento de clarisas de San Juan Bautista. Vid. RODRGUEZ
MORALES, Carlos, Nuestra Se/lora de Gracia, en Catlogo de la exposicin Sacra Memoria, Puerto de
la Cruz, 2001, pp. 124-127.
40 AHDT. Fondo Diocesano. Conventos 64, n 15.
4l AA.VV., Nobiliario de Canarias. La Laguna. 1952, t. 1, p. 623.
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...
Ya hemos apuntado algn caso de invocacin para conseguir la lluvia; las situaciones de sequa se produjeron con relativa frecuencia en las Islas y suponan un fatal
contratiempo para su economa agrcola. En la iglesia agustina de La Orotava. y ante
una de estas coyunturas, se celebraron en 1651 rogativas con tal fin ante la imagen
del Seor de la Humildad y Paciencia, realizada apenas dos aos antes y no en torno
a 1680 como se ha venido sosteniendo. Debe considerarse que por entonces los ermitaos se hallaban establecidos en la parte alta de la Villa -conocida como El Farrobodonde se concentraba la poblacin labradora. La referencia documental de la que nos
valemos es muy poco elocuente, pero deja clara la celebracin de esta plegaria42 Ms
amplias son las informaciones relativas a la funcin propiciatoria de la imagen de Jess
Nazareno, titular de su Cofrada establecida en el convento agustino de La Laguna desde
principios del siglo XVII y objeto de predileccin devocional de la familia Salazar de
Fras, posiblemente el linaje local ms prspero y emprendedor durante el Seiscientos 43 Con la efigie del Seor se realizaron diversas rogativas atendiendo que siempre
se ha experimentado por la Ymagen milagrosa de Jess Nazareno haver suspendido
semejantes rigores mandando el agua 44 Tenemos noticia de varias celebraciones
penitenciales con este fin para el siglo XVIII (1703, 1721 Y 1750) atribuyndose tras
ellas a la imagen las posteriores lluvias.
CONCLUSIONES
Una vez expuesto este repertorio de prodigios podemos plantear ciertas consideraciones. Cabe distinguir entre los sucesos en cuya rareza residi todo su valor excepcional -sudor de las imgenes de San Agustn (Garachico) o la Virgen de Gracia (La
Orotava)- y aqullos de los que se deriv un milagro o provecho material. En este
segundo apartado proponemos incluir la imagen de San Nicols de Tolentino por
Francisco Va1crcel cuya adquisicin propiciara el nacimiento de su deseado descendiente. Tambin la invocacin a Dios y la solicitud de la intercesin de los santos, por
medio de las imgenes de Jess Nazareno o San Agustn, para conseguir como as
sucedi, el fin de la sequa o la extincin de las plagas de langosta. En todos estos
casos el halo milagroso favoreci, aunque con desigual fortuna, la devocin a las
imgenes protagonistas. De esta forma, y suponiendo la intervencin humana en estos
prodigios ya sea motivndolos o interpretando sobrenaturalmente hechos explicables
o circunstanciales, lo realmente interesante es aproximarnos al milagro como fenmeno til, como medio de conseguir ciertos objetivos trazados a priori, O bien como hecho
42 Dixronse esta semana ocho misas cantadas i se aplicaron las siete por un Ilovenario que se va
fasiendo a la Umildad y Patielltia de Xpo por el agua ... AHN. Clero. Libro 2449, Libro de recibo del
convento agustino de La Orotava f. 28v.
43 Al respecto puede consultarse nuestro trabajo Iglesia y sociedad ell La Laguna durante el Antiguo
Rgimen. La Cofrada de Jess Nazareno y el patronato de lafamilia Salazar de Fras. Revista de Historia
Canaria, 183 (2001), [en prensa].
44 AHPT. Conventos 999, f. 87r-87v.
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APNDICE DOCUMENTAL 1
Auto del obispo Vicua ordenando la ratificacin del voto de la isla de Lanzarote
a San Agustn, como protector contra las plagas de langosta, y cumplimiento de dicha
orden episcopal. Teguise, 27 y 28 de agosto de 1695.
AHDT, Fondo Canariense, caja 32, documento, 2, f. 129v-130v.
En la Villa de Theguise de Lanzarote en veinte y siete de agosto de mill seissientos
y nobenta y sinco su seiora ylustrsima el Seior Don Bernardo de Vicua y Suaso
mi Seor obispo de Canaria del Consejo de Su Magestad = Estando en Ssanta y General
Visita aviendo visto estos autos de los Benerables Beneficiados y Cavildo secular de
esta dicha Villa hizieron estando juntos y congregados en la Parrochial de ella para
votar por patrono y tutelar al Glorioso Patriarca y doctor de la yglessia San Agustn
por aver librado nuestro Se/lar por su intersesin a esta Ysla de la plaga de sigarra =
Dixo que los Benerables Beneficiados buelvan a conbocar el pueblo a la ora que les
paresiere ms oportuna en dicha Yglesia y hagan recuerdo del voto y promesa que
hizieron de selebrar y dar culto solemne y festivo al Ssanto y Patriarca San Agustn
en la dominica primera y ms ynmediata al da veinte y ocho en que la Ssanta Madre
y glesia manda guardarle por de fiesta devaxo de pecado mortal lo qual agan por tres
veses en las que todos redifiquen el votto que tienen echo y oyndose por tres vezes
la proclamacin de todos en lo retificar se ponga todo por diligencia al p ie de este
auto que as mismo se a de leer en altas e yteligibles boses por nottario pblico que
de todo de fee y ass lo proveo malldo y firmo.
Bernardo obispo de Canaria = Don Pedro Martnez Compan Secretario.
En la Villa de Theguise de esta Ysla de Lanzarote en veinte y ocho de Agosto de
mill ssesicientos nobenta y sinco mios estando en la parrochial de nuestra senara de
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Guadalupe de esta dicha Villa conbiene a saber su merced el seor Lizenciado Don
Diego Laguna y Aiala comissario del Ssanto Oficio de la inqquisicin y de la cruzada
Beneficiado y Vicario de esta dicha ysla , el Bachiller Don Antonio de Castro asimismo Beneficiado de ella, el Seor Don Juan de Laguna Governador y Justisia maior,
Miguel de Usana alguacil mayor y Cappitn, Matheo Peras a [... ] y otros muchos vezinos
de esta isla =Yo Anttonio de Braga cura de la Parrochial del Lugar de Hara y nottario
pblico de este obispado le en altas e yteligibles voses el autto de atrs de su seora
ylustrsima el seior Bernardo de Vicua i Suaso obispo de estas yslas mi seior y
avindolo ledo y entendido bastantemente su merced seor lizenciado Don Diego de
Laguna y Aiala dixo a todos los que presentes estavan primera ves si prometan
nuebamente de selebrar y dar cultto solemne y festivo al ssanto Patriarca San Agustn
en la Dominica primera y ms ynmediata al da veinte y ocho y respondieron muy
unnimes conformes ass lo juravan y prometan de que yo el pressente notario doi fee
averlos oydo y repitndolo segunda y tersera ves dicho seor Vicario volvieron a desir
ass lo executaranjuravan y prometan y lo dixeron de calidad que todos los que estavan
en la yglesia lo oyeron y entendieron y dicho seor vicario me pidi lo sertificase y
diese por fee la qual doy y sertifico ser ass y de que pidieron a su sseora Ylustrsima
el obispo mi seiior se sirviese de aprovar y confirmar dicho voto y ynterponer a l su
autoridad y decreto judicial para su firmesa y validcin con la obligacin dispuesta
por derecho y por la prolijidad no lo firmaron todos los que se hallaron pressentes
firmronlo los Benerables Beneficiados con otros muchos de todo lo qual doy fee ...
APNDICE DOCUMENTAL 2
1, I
1II
'11:
1
1
[Nota marginal: Fee del sudor y milagro de Nuestro Padre San Agustn =]
Yo el cappitan Pedro Hernndez de Vergara esscribano pblico del nmero de estas
partes de Daute por el Rey nuestro Seor doi fee y verdadero testimonio a los que la
pressente vieren como aviendo sido llamado por el Reverendo Padre fray Francisco
Mela ministro del Santo Officio de la Ynqquisicin, secretario de la Provincia de Santa
Clara de Montefalco orden de los ermitaos de Ssan Agustn Nuestro Padre, de orden
del Mui Reverendo Padre Maestro frai Joseph de Aguilera Calificador del Santo Officio
y Prior Provincial de dicha Provincia para que fuese a dar fee de cmo Nuestro Padre
y Patriarcha Ssan Agustn estava sudando en la ermita de Nuestra Seora de la Consolacin que est en el pago del Malpas juridisin del lugar de Garachico donde al
presente estn asistiendo los relixiosos del Colexio de San Julin de Garachico por el
franjente del bolcn que bino sobre dicho Lugar desde el da sinco de mayo de este
pressente ao que hasta ay est corriendo sobre el Lugar de Ssan Pedro que oblig
1072
11
11,11
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, su borasidad a que los religiosos, relijiosas y vezinos largsemos el dicho Lugar y nos
. binisemos a favorecer del de Ycode, avindose quemado la Parroquia, el combento
de Ssan Francisco, y el de religiosas de Ssan Diego y mucha parte del Lugar, y haciendas
por cuia caussa me hall en este lugar de Ycode y aviendo salido de mi cassa a oras
de las onse de la noche poco ms o menos del da Jueves veinte y siete de este mes
de Maio de este ao de milI y setecientos y seis; fui con dicho Padre Secretario a la
dicha ermita y abiendo llegado hall al Padre rector frai Carlos orexn y otros relijiosos
en la dicha ermita los quales dijeron que dicho santo ava sudado y reconosiendo el
rostro y manos no se bido ningn sudor y avindose recoxido dicho Padre rector y
dems religiosos, qued en dicha ermita conmigo dicho Padre Secretario y el hermano
frau Joseph Francisco y el hermano frai Antonio de Jess Lego y Domingo Gonzles
menga y Eusevio prez vecino de la Ysla de Lans;arote y Juan dorta vecino del Lugar
de Ycode y otras personas, y avindose rrecost'do sobre una silla dicho Padre Secretario en dicha ermita cant el gallo y despus, estrando yo en la Capilla de la dicha
ermita, estando resando el tercio de la Virgen en la ltima casa del rosario cox una
bela de las que estavan ensendidas y fui a rreconoser a Nuestro Padre San Agustn
por quererme benir y bide que en el ropaxe que es de escultura estavan diferentes gotas
blancas cayendo por dicho ropaxe las cuales cayan a el extremo del rroquete que es
de escultura y estando colgadas de dicho rroquete para caer como caieron algunas sobre
el pie ysquierdo y sobre la peana y biendo que por debaxo de la mano ysquierda donde
tiene dicho santo la yglesia corra el sudor para el extremo de los dedos, llam a dicho
Padre Secretario para que limpiase dicho sudor el qual con algodn limpi las dichas
gotas y me dio algodones para que yo hisiesse lo mesmo commo lo hise de las gotas
que estavan pendientes para caer de dicho roquete y de la dicha mano y del ropaxe
en tal manera que los algodones que quedaron mui mojados, y llegndolos yo a mi
cara me la mox y todos los que se hallaron presentes bieron dicho milagro quedando
mui absortos dando gracias a Dios de averlos dejado ver semejante prodijio y por decir
dicho Padre Secretario que no se hic;iese alboroto por tener lugar de ver con quietud
dicho prodijio no se llam a dichos religiosos esepto al dicho Padre rector que luego
que oy rrepicar la campana de la ermita y que fue llamado acudi y asisti a dicho
milagro el qual sucedi oy veinte y ocho de dicho mes de mayo a oras de la una de
la noche poco ms o menos porque antes del suseso ava cantado el gallo y estando
en l bolbi a cantar segunda vez y a mi pareser sera a la dicha ora con poca diferencia y qued dicho santo despus de averle limpiado el sudor mui trasparente y roxo
el rostro y por el dicho Padre Secretario y Padre rector me fue requerido les diese por
fee todo lo rreferido la qual doi y pass asss segn y como llevo dicho en el dicho
pago de la ermita de Nuestra Seora de la Consolacin en el dicho da veinte y ocho
de mayo de dicho ao de milI y setesientos y seis =
Pedro Hemndes de Vergara [e]scribano ppblico (rubricado).
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zq
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LA GRAMTICA LATINA
COMO TRASFONDO EDUCATIVO DE LAS
LUCHAS IDEOLGICAS DE JESUITAS,
ESCOLAPIOS E ILUSTRADOS DURANTE
EL SIGLO XVIII ESPAOL.l
Javier Espino Martn
Departamento de Latn. Facultad de Filologa
Universidad Complutense de Madrid
El siglo XVIII en Espaa resulta una poca convulsiva y de cambios. Las fuerzas
conservadoras representadas por ciertos sectores de la Iglesia y de la Nobleza quieren
seguir manteniendo su hegemona cultural, educativa e ideolgica, mientras que una
nueva clase social burguesa pretende abrirse paso en el camino hacia el poder y, una
vez conquistado, imponer una nueva visin del pensamiento, que transforme radicalmente las filosofas anticuadas y barrocas.
I Nuestra comunicacin se enmarca dentro de un proyecto de Tesis Doctoral que analiza las gramticas y mtodos de enseanza latinos en el panorama ideolgico del siglo XVIII espaol, el cual se inserta,
adems, dentro de un proyecto de investigacin de la Comunidad de Madrid, (ref. 06/0057/98). En las
notas a pie de pgina hemos incluido toda la bibliografa consultada. En cuanto a las obras anteriores a
. 1900 se muestran slo las ediciones consultadas y no la primera edicin de stas. Para las obras repetidas
en la bibliografa hemos preferido utilizar la abreviatura op. cit. y, a continuacin, la referencia a la nota
en que se ha citado dicha obra por primera vez.
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Este panorama se proyecta en todos y cada uno de los campos del saber. En el
que nos dedicaremos nosotros, la educacin, y, en concreto, las gramticas latinas 2, el
conflicto tradicin-renovacin se manifiesta abiertamente. Parece curioso que en las
gramticas se puedan mostrar posturas ideolgicas encontradas 3 , pero nuestro estudio
pretende demostrar cmo las transformaciones metodolgicas que se experimentaron
a lo largo del XVIII no fueron casuales, sino que estaban en relacin directa con los
cambios polticos, filosficos y culturales desarrollados durante todo este periodo de
tiempo. A continuacin, iremos viendo los puntos ms importantes de esta transformacin en los manuales gramaticales de los escolapios, que confrontaremos con las
posturas educativas de los jesuitas e ilustrados. Todo ello nos dar una serie de pautas
para comprender el complejo mundo en el que nos desenvolvemos.
La Compaa de Jess llevaba dominando prcticamente dos siglos la educacin media
y preuniversitaria en Espaa4 . Durante El Barroco, sus mtodos y procedimientos
didcticos, as como sus manuales gramaticales alcanzaron su plenitud5 Gramticas como
el Arte reformado de Juan Luis de la Cerda6 , (basado en las Institutiones de Nebrija),
y toda la gran cantidad de pequeos manuales que lo explicaban como los de los jesuitas
del colegio de San Hermenegildo de Sevilla7 , el de Ignacio de Lara8 en Galicia y en
2 LZARO CARRETER, Francisco, Las ideas lingsticas durante el siglo XV/lI en Espmla. Crtica,
Barcelona 1985; ESPINO MARTN. Javier. Evolucin de los mtodos gramaticales latinos de los jesuitas de Castilla en el panorama educativo del siglo XVIII espmlol, Memoria de Licenciatura. Univ. Complutense. Madrid 2000.; ESPINO MARTN. Javier. Un enfoque de las gramticas latinas en el panorama cultural de la Ilustracin espaiiola, Actas del X Congreso Espaol de Estudios Clasicos (Alcal de
Henares, 21-25 de Septiembre de 1999) (en prensa); ESPINO MARTN, Javier, El Brocense en la pedagoga
jesutica del latn en el siglo XVIII: Burriel e Idiquez, Actas de las IV"' Jornadas sobre el Humanismo
Extremeo. (Trujilllo, 24-26 de Noviembre de 2000) (en prensa), CLOSA y FARRS, Josep, La difusin de la Ars Minor de E. Donato en el siglo XVIII hispw1O, Anuario de Filologa 4 1978, p. 51.
2
J GIL, Luis. Panorama social del humanismo espmlol, Tecnos, Madrid 1997 (1981)
4 ORELLA UNZE, Jose Luis, La escuela jesutica del siglo XVIII en Castilla. Tesis Doctoral, Univ.
Complutense de Madrid, Madrid 1966.; GARCA PANADS, Josefa, La pedagoga catalana del Antiguo Rgimen: (la enseiianw primaria y secundaria en Barcelolla durante el siglo XVIII, libros escolares), Tesis Doctoral, Univ. De Barcelona, Barcelona 1975.
5 BARTOLOM MARTNEZ Bernab: Los seminarios de letras humanas jesuticos, autnticas escuelas de profesorado, Rev. De Ciencias de la Educacin 111 1982, (pp. 257-267); BARTOLOM MARTNEZ, Bernab, Las ctedras de gramtica de los jesuitas en las universidades de su provincia de Castilla.
Hispania Sacra XXXV 1983, (pp. 449-497); BARTOLOM MARTNEZ Bernab, Educacin y humanidades clsicas en el colegio imperial de Madrid durante el siglo XVII, Bulletin Hispanique tomo
97, 1995. pp. 109-155; BARTOLOM MARTNEZ Bernab, Historia de la accin educadora de la iglesia
en Espaiia (vol 1: Edades Antigua. Media y Moderna), Editor: BlIenavantura Delgado Criado, S. M.,
Madrid, 1995, pp. 630-682.
6LA CERDA. Juan Luis de, Aelii Antonii Nebrissensis. De Institlltione Grammaticae Libri quinqlle
iussll Philippi 1//. Hispaniarum regis catholici. a R. P. Joanl1e LlIdovico de la Cerda, Societate JeslI.
Viro emditissimo, in Epitomen redacti. Josephum de Rada Typographum, Madrid 1764.
7 Breve explicacin de Tiempos segn el Methodo con que se ense/la en las Escuelas de la Compmla
de Jess de la provincia de Andaluca, Joseph Padrino, Sevilla 1676.
8 LARA, Ignacio de, Explicacin clara y breve de los Gneros, Pretritos y Supinos de los verbos
segn el uso de los Estudios de la Compaiia de Jess. Con un modo breve de oraciones. Compuesto
por Ignacio de Lara, y ahora de nuevo corregido, y aumentado los Nombres Distinguendos de los Generos,
y Preteritos .. En la Imprenta de Manuel Martin, Madrid 1764.
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de Aragn y la Sintaxis de Torrella l7 , slo en la de Aragn. Todos aquellos tratados
que se salieran de la doctrina gramatical de estos dos autores eran vistos como sospechosos y, segn el autor al que siguieran, atentaban o no contra los intereses de la
Compaa, y, en consecuencia, de la Monarqua. Entre estos autores sospechosos se
encontraban mayoritariamente los racionalistas; aunque muchas veces con la excepcin del Brocense, primero, por ser espaol, y, segundo, por ser utilizado por el jesuita
Juan Luis de la Cerda en las notas explicativas del Libro IV de su Arte reformado,
manual oficial para la enseanza del latn en Castilla desde 1598. La Compaa recelaba, sobre todo, de la influencia no jesutica europea, especialmente francesa ls . Ellos
preferan tratados espaoles y, en concreto, escritos por miembros de la propia Compaa. Esto se justificaba por el hecho de que en Francia, el cartesianismo y el jansenismo se extendan con extraordinaria rapidez. Ambas corrientes inauguraban un tipo
de filosofa basada en el racionalismo, que afectaba a todas las ramas del saber y que
atentaba contra el sistema ignaciano basado en un escolasticismo y un aristotelismo
de gusto barroco. Dichas corrientes empezaban a tener cada vez ms adeptos en la nueva
burguesa y en aquellos que pretendan imponer un nuevo estilo de gobierno, fundamentado en un regalismo ilustrado y en la potenciacin de un saber ms cientfico y
pragmtico que socavara, a la larga, los cimientos del sistema educativo tal y como
estaba conformado hasta ese momento por La Compaa. Los cartesianos y jansenistas,
que se engoblaran a partir de mediados del siglo XVIII en La Ilustracin, pretendan
suplantar en el poder a la Orden de San Ignacio y adquirir su supremaca poltica, cultural,
educativa y religiosa. Para ello, por un lado se criticaba el modo de ensear de los jesuitas
y, por otro, se iban introduciendo nuevos modelos pedaggicos que contrastaran con el
ejercido por La Compaa y demostraran ser ms eficaces.
Si el racionalismo cartesiano representaba una nueva forma de pensar y una renovada filosofa, tambin reflejaba toda una nueva concepcin educativa y pedaggica.
En la enseanza de la gramtica, la abada de Port-RoyaJl9 dio lugar a las nuevos
mtodos de lenguas de concepcin cartesiana. De esta forma, surgen los llamados
Methodes pour apprelldre la langue (latine, fram;aise, grecque, espagnole, etc.),20 que
1598, pero su difusin lleg a toda Espaa gracias a la influyente labor de los colegios jesuticos de
toda Espaa hasta el decreto de 1768 de Carlos III que estableCa que se enseara la gramtica latina
en castellano.
17 TORRELLA, Juan, Explicacin de la La Sintaxis de Torrella, ilustrada con importantes notas,
dispuestas en claro y facilmethodo para el uso de la juventud valenciana, Valencia, Benito Monfort, 1777.
Torrella fue utilizado casi exclusivamente en la Corona de Aragn donde alcanz gran difusin por obra
de las adaptaciones del texto original usadas por los maestros jesuitas.
18 AGUILAR PIAL, Francisco, La Real Academia Latina Matritense en los planes de la Ilustracin,
Anales de Instituto de Estudios Madrileos 3 1968, pp. 183-217.
19 El estudio ms detallado sobre la labor cultural de Port-Royallo encontramos en,. SAINTE-BEUVE,
CH. A Port-Royal, Paris Gallimard, 1954.
20 Damos a continuacin los ttulos de los principales mtodos para aprender lenguas que escribi
Lancelot junto con su primer ao de edicin: Nouvelle mthode pour apprendre facilement et en peu de
temps la lallgue latine (1644); Nouvel/e mthode pour apprendre facilement et la puret de la lanxue
franr;aise (1656); Nouvelle mthode pour apprendre facilement la langue grecque (1658); Nouvelle mthode
pour apprendre facilement et en peu temps la langue espagnole (1660); Nouvel/e mthode pour apprendre
facilement et en peu temps la langue italienne (1660); Grammaire gnrale et raisonne (1660) (ste ltimo
lo hizo en colaboracin con Arnauld y tuvo una gran difusin).
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'(:. siguen las teoras lingsticas de la gramtica racionalista y filosfica como la del
Brocense, Scioppius, Perizonius o Vossius. Como se puede imaginar, dichos manuales
eran mal vistos por La Compaa, la cual intentara bloquearlos al mximo, para que
se extendieran lo menos posible. En Francia fue ms difcil, porque el mal surga de
all mismo, pero en Espaa lograron contenerlos hasta prcticamente 1767. Los
'. ignacianos no slo contrarrestaron el port-royalismo mediante la censura a sus obras,
sino tambin a travs de una reaccin reformista de su propia forma de ensear. De
esta forma, a mediados de siglo, los padres Andrs Marcos BurrieFl, Francisco Javier
de Idiquez 22 y los jesuitas de la Universidad de Cervera23 introdujeron un nuevo estilo
y una nueva concepcin en la forma de ensear el latn 24, menos reglas, menos oscuridad explicativa, y mas ediciones de autores latinos explicadas y comentadas. De alguna manera, se valieron de algunos de los aspectos de los mtodos racionalistas 25 para
renovarse y, as, enfrentarse a ellos con mayor fuerza.
Antes de 1767, hubo tmidos intentos de introducir el mtodo de Lancelot en Espaa
como en 1754 el Nuevo, breve i fcil mthodo de enseliar los ms difciles tratados
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del padre escolapio Agustn Pal de San Juan Bautista27 Esto nos hace pensar que
la metodologa gramatical de las Escuelas Pas se encontraban en una dficil situacin.
Su espritu racionalista en la enseanza gramatical, que vena de la poca de San Jos
de Calasanz, y sus deseos reivindicativos como cuerpo religioso docente 28 se vean
limitados por la supremaca jesutica que les impeda desarrollar plenamente su potencialidad como entidad educativa de relevancia. La consecuencia de esta situacin se
manifest en los manuales de Pal que hacan tmidas alusiones al racionalismo gramatical citando la Minerva 29 del Brocense, las notas explicativas de Perizonio o el
Mtodo Nuevo 30 de Lancelot3 I, aunque realmente siguiera los manuales de Nebrija (para
los gneros y pretritos) y de Torrella (para la sintaxis). Pero la influencia jesutica
hizo que en el Compendio de la gramtica latina de Nebrija 32 que en 1761 public
el padre Celma, que estaba basada en los manuales de Pal, se suprimieran de las referencias a los autores racionalistas.
Tal estado de cosas no continuara durante demasiado tiempo, puesto que en 1767
la presin de todos los enemigos de los jesuitas alcanz su logro definitivo en su
expulsin el 23 de junio. A partir de ahora, la situacin cultural, social, poltica, y
especialmente educativa, forzosamente se haba de replantear. Desde ese momento el
control de la enseanza pasara a manos del Estado y de las Escuelas Pas, las cuales
dependeran poltica e ideolgicamente de ste. Los escolapios, por fin tenan libertad
de inaugurar sus propios mtodos y gramticas. Condicionados por el racionalismo
gramatical de San Jos de Calasanz, por las alusiones de Pal al Brocense, Perizonio
o Lancelot, por el deseo de diferenciarse sin trabas de los manuales de la Compaa
de Jess, y sobre todo, por el nuevo clima ilustrado de la Corte y de los nuevos
ministros, en donde ahora primaban las ideas cartesianas y port-royalistas, todo ello
empuj a los educadores de las Escuelas Pas a adaptar el Mtodo de Lancelot en dos
27 PAL DE SAN JUAN BAUTISTA, Agustn, Etimologa de los gneros y pretritos, ilustrada COIl
los mejores autores, Laborda, Valencia 1753; Crisis sintactica hispano-latina, Joseph Toms Lucas, Valencia
1753.
28 Reproducimos de Vicente FaubeIl (op. cit. en nota 3, p. 454), la opinin de Pal acerca de su Crisis
sintactica, NlInc vero ad IIniversum Magistrorum levamen, ac directionem unifonnem typis mando Syntaxim
latinam, quae unica vobis deerat ne alienis regulis in arte grammatica uteremur; a qua expeditus totum
me vertam ad Sacram Theologiam ... (Reg. Gen., 206, Aragonia, 1751-54, c. del P. Agustn de Pal al
General P. Chelucci, fechada en Valencia en 22-II-1752).
29 BROZAS, Francisco Snchez de las, Minerva o De Causis Linguae Latinae, ed. de Eustaquio Snchez
Salor, Institucin Cultural El Brocense, Univ. De Extremadura, Cceres 1995; BREVA CLARAMONTE
Manuel, El mtodo de Pedro Chompr (1698-1760) Y la tradicin sanctiana, Serta Philologica, F. Lzaro
Carreter, Ctedra, Madrid 1983, pp. 90-91.
30 LANCELOT, Claude, Nouvelle Mthode pour apprendre facilement & en peu de temps la langue
latine, Paris, Antoine Vitre, 1653.
31 Las citas aparecen especialmente en las Causas de los gneros de su Etimologa de los gneros
y pretritos y en el apndice de las partes de las oraciones de su Crisis sintactica latino-espaiiola (pp.
14-40).
32 CELMA P, Compendio de la Gramtica de Nebrija, con notas del P. (Agustn) de San Juan Bautista,
Francisco Moreno, Zaragoza, 2" ed., 1771.
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nuevas gramticas la Gramtica latina del padre Feliu 33 (el padre Pal aparece como
el autor de la obra34 ), y el Arte de gramtica 35 del padre Calixto Hornero.
Los escolapios alcanzaban por fin su independencia de La Compaa, pero sta no
era absoluta, porque ahora tenan que someter sus intereses a los del Estado. Pero este
sometimiento no fue demasiado difcil puesto que haba gran coincidencia de ideas y
de mtodos para poner en prctica una nueva forma de enseanza, distinta a la llevada
a cabo por los jesuitas. Los manuales gramaticales de las Escuelas Pas alcanzaran
una gran aceptacin, especialmente el de Calixto Hornero que llegara a tener su ltima
edicin en 1904. Con la expulsin de la Compaa se pona fin a un conflicto que tuvo
sus primeras races la segunda mitad del siglo XVII y que alcanz su cnit en la segunda
mitad del XVIII. Como dijimos al principio, obras tan aparentemente inofensivas como
las gramticas se convirtieron en armas arrojadizas y partidistas, donde se reflejaban
las distintas tendencias polticas, religiosas y culturales cuyos objetivos, de lingsticos
se haban ido transformando en peligrosamente ideolgicos.
33
PAL DE SAN JUAN BAUTISTA, Agustn, Gramtica de la lengua latina, Benito Monfort, Valencia
1773.
34 Podemos encontrar una explicacin de esto en, FAUBELL ZAPATA, Vicente, Accin educativa de
los escolapios en Espaa (1733-1845), S. M. Madrid, 1987, pp. 459-463
35 HORNERO DE LA RESURRECCIN, Calixto; Arte de gramtica latina, corregido por el P. Calixto
Hornero de la Resurreccin del Seor, Provincial de las Escuelas Pas de las dos Castillas y Andaluca.
Jernimo Ortega, Madrid 1792.
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Gran Castelln de Amposta, fue organizado en 1827 por Martn Rodn y Simn 3 ,
secretario de la Recibidura de Zaragoza. Por Real Orden de 24 de enero de 1852 se
encomienda al Ministerio de Hacienda que reclame a los archiveros de la Orden la
documentacin econmica, tal y como se haba dispuesto en junio del ao anterior.
En 1877 se traslad la documentacin al Archivo General de Alcal de Henares, creado
pocos aos antes, desde donde pasara al Archivo Histrico Nacional entre 1897 y 18995.
En Zaragoza permaneci, sin embargo, una parte importante de este fondo, que sera
incorporado al Archivo Diocesano, dado que la jurisdiccin y administracin de la
iglesia y bienes de San Juan de los Panetes corresponda al Arzobispado de dicha ciudad
desde 1874, en virtud de la Bula Quae diversa de Po IX6.
Esta documentacin fue organizada en 1999 durante la tercera campaa de ordenacin de fondos de Archivos de la Dicesis de Zaragoza por un equipo de tcnicos
contratados por la Diputacin General de Aragn del que formaba parte la autora de
esta comunicacin. En la actualidad ocupa un total de 287 cajas normalizadas de archivo.
Gran parte de los documentos son de carcter econmico: libros de cuentas de las
encomiendas, treudos, comandas, antpocas, justificantes, etc; tambin hay expedientes de personal, correspondencia, copias de privilegios ... Cronolgicamente, abarcan
desde el siglo XV hasta el XIX, si bien son ms abundantes los documentos comprendidos entre 1600 y 1850.
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Un tipo documental interesante para el estudio de la vida econmica de las encomiendas es el expediente de espolio y mortuorio, ya que permite conocer con precisin cul era el estado de las mismas en el momento del fallecimiento del comendador.
Por otra parte, tal tipo de expedientes aporta datos sobre los bienes personales de los
comendadores y sobre su nivel social y cultural.
, Como apunta Bonet Donat08 , mortuorio es la parte de la herencia que correspon. da a la Iglesia, equivalente a las rentas de una encomienda desde la fecha de la muerte
del comendador hasta la festividad de San Juan. Espolio, por su parte, hace referencia
a la herencia de un freire, que reverta en el convent09
En cada una de las recibiduras de la orden haba un Tribunal de Espolios de
Caballeros Profesos y Capellanes de Justicia. El tribunal contaba con el apoyo de varios
iniembros de la orden con formacin en leyes que desempeaban la funcin de asesores y de procuradores ante cualquier tribunal ~1aico o eclesistico- en las causas o
pleitos promovidos durante la tramitacin de los expedientes (Documento n 1).
Los trmites para la formacin del expediente de espolio y mortuorio se iniciaban
cuando un comendador reciba el vitico o extremauncin. En ese momento una persona autorizada por el Recibidor deba guardar a buen recaudo las pertenencias del
moribundo y dejar slo a disposicin de los encargados de atenderlo lo necesario para
sus cuidados. Este extremo queda confirmado en la autorizacin enviada por el Recibidor General de la Orden de San Juan en Aragn al Prior Curado de la Iglesia de
San Juan del Hospital en Valencia para iniciar el expediente del espolio del comendador de Castilicar, Luis Rovira y Mic, residente en la capital valenciana (Documento n 2).
El Recibidor especifica en la autorizacin qu documentos deben integrar el expediente, que quedara constituido por:
1. Autorizacin para formar el expediente.
2. Cumplimiento y nombramiento de peritos para el inventario y tasacin de bienes.
3. Licencias otorgadas al difunto para la libre disposicin de sus bienes.
4. Testamento del difunto.
5. Nombramiento de albaceas.
6. Partida de defuncin.
7. Aceptacin y juramento del cargo de perito.
8. Inventario y tasacin de bienes.
9. Anuncio de la subasta en el diario local.
10. Subasta de los bienes.
11. Cuentas de ingresos y gastos.
8 BONET DONATO, M", La Orden del Hospital en la Corona de Aragn: poder y gobierno en la
Castellana de Amposta. S. XlI-XV, Madrid, CSIC, 1994 (Biblioteca de Historia; 22), pp. 157-158.
9Ibidem, p. 158.
Segn la Real Academia de la Lengua, espolio (Del latn, spollum, despojo). Conjunto de bienes que
por haber sido adquiridos con rentas eclesisticas quedaban de propiedad de la Iglesia la morir ab intestato
el clrigo que los posea. Diccionario de la Lengua Espaola, 21" ed., Madrid, Espasa, 1992, p. 899.
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Una vez inventariados y tasados los bienes por peritos nombrados al efecto, se
insertaba en el diario local el anuncio de la subasta o se informaba de sta mediante
bando pblico. La subasta tena lugar en el domicilio del difunto o casa mortuoria.
Las cuentas justificativas de ingresos y gastos cerraban el expediente, que deba ser
remitido al Recibidor para su aprobacin.
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2.1830, SEPTIEMBRE, 6. VALENCIA
Cumplimiento de la autorizacin por Joaqun Centelles y nombramiento de peritosl 5 para la formacin del inventario y tasacin de los bienes del difunto. Certificacin del notario Vicente Zacares y Laren del 9 de septiembre de 1830.
11 En 1317 se funda la Orden de Montesa con las posesiones valencianas de las rdenes del Temple
(disuelta en 1312) y de San Juan de Jerusaln o del Hospital. Los hospitalarios slo mantuvieron las
encomiendas de Valencia y Torrente.
12 Desde el da de su fallecimiento hasta el 24 de junio, festividad de San Juan.
13 El inventario de los bienes de Luis Rovira y Mic no se ha reproducido por razones de espacio.
El estudio de la coleccin bibliogrfica es objeto de otro trabajo que est en preparacin.
14 ADZ. Orden de San Juan de Jerusaln. 181-10
1830-1831. Zaragoza-Valencia.
Expediente del espolio de Luis Rovira y Mic, comendador de la Encomienda de Castiliscar, residente en Valencia.
Cuadernillo folio. 57 fols.
15 Los peritos Son elegidos entre profesionales relacionados con los distintos tipos de bienes muebles.
As, para muebles y ropas, se nombra a Vicente Guerrero, corredor pblico; para las alhajas a Luis Domingo,
maestro platero del Colegio de la ciudad de Valencia; la tasacin de los libros se encomienda a Justo Pastor
Fuster, librero, y la del carruaje, a Mariano Bayarri, maestro de coches y carros.
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12.1830-1831. VARIOS
Justificantes de ingresos y gastos.
APNDICE DOCUMENTAL
DOCUMENTO 116
1793, julio, 22. Zaragoza
Nombramiento de Juan Francisco Martnez como asesor numerario del Tribunal de
Espolios de la Recibidura de Zaragoza y abogado de la Orden de San Juan de Jerusaln.
Nos el Bailio Frey Don Josef dela Torre Caballero Gran Cruz dela Orden Militar
del Seor San Juan de Jerusaln Ministro Recividor de su Comun Thesoro, y con esta
calidad Juez de Espolios de los Caballeros Profesos y Freires Capellanes de Justicia
de dicha Sagrada Religion y su Apoderado General en todos los limites y territorios
de esta Castellania de Amposta
Por quanto por fallecimiento del Doctor Don Sebastian Palacio se halla vacante una
de las Plazas de Assesor numerario del Tribunal de Espolio de esta Recividuria, y de
. Aboggado defensor de nuestra Sagrada Religion, y conviene nombrar persona que sirva
y desempee estos encargos o empleos, cuya Provision pertenece primitivamente a
nuestros Ministerio; Por tanto teniendo presente la literatura, pericia, y practica de Vos
el Doctor Don Juan Francisco Martinez Abogado delos Reales Consexos, y del Colegio de esta Ciudad, y usando dela sobredicha facultad os eleximos, nombramos, y deputamos por Assesor numerario de dicho Tribunal de Espolios deesta Recividuria por el
tiempo de nuestra voluntad, paraque nos consulteis, informeis y dirijais en todos los
asuntos, Expedientes, Causas Y negocios que ante Nos conla referida calidad de Ministro
Recividor de nuestra Orden se controviertan, activen, y promuevan: E igualmente os
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eleximos, y nombramos por Abogado de nuestra Sagrada Religion de San Juan para que
como tal podais defenderla en todos los Pleitos, y Causas que assi en Demanda, como
en defensa tiene y la ocurriran enqualesquiere tribunales Ecclesiasticos o Seculares en
razon de sus Bienes, Rentas, Jurisdicciones, Regalias, y demas derechos: Y os concedemos el Honorario, Gaxes, y Emolumentos que por razon dedichos Empleos os corresponda~ han percivido, y gozado vuestros antecesores: Que assi es nuestra voluntad.
y para que tenga efecto lo sobredicho acordamos despachar el presente titulo firmado por nos, sellado con nuestro sello, registrado, y refrendado por nuestro infraescrito
Secretario. Dado enla Ciudad de Zaragoza a veintidos de Julio demil settecientos
noveinta y tres.
Copia. Papel. Manuscrito. Folio.
DOCUMENTO 2 17
1830, agosto, 2l. Zaragoza
Autorizacin del Recibidor General de la Orden de San Juan en Aragn, Jernimo
Dolz, al Prior Curado de la Iglesia de San Juan del Hospital en Valencia, Joaqun
Centelles, para que, junto con el Secretario de la Comensala, forme el expediente de
espolio de Luis Rovira y Mic.
1II
El oficio y carta de V. sub fecha 10 del actual que recibo en esta maana me han
puesto en el justo sentimiento de la indisposicin de nuestro hermano el Seior Comendador de la de Castiliscar Frey Don Luis Robira y Mic havindosele suministrado por V. el dia anterior el Santsimo Vitico y hecho en el acto de mano de V. y del
Seior Comensal de la Orden Doctor Frey Don Francisco Ortiz el correspondiente
desapropio de sus bienes.
Como en el momento de ministrarse a los Caballeros y Priores conventuales de
Justicia de nuestra rden el Santsimo Vitico se esta en el caso por los Caballeros
Recividores de la misma encontrandose en la poblacion donde acontece y de lo contrario por la persona que estos autoricen de incautarse de las lIabes de las propiedades
del paciente quedando a seguro bajo de ellas todas sus pertenencias de dinero, alajas,
papeles, ropas y muebles, y solo fuera de ese caso lo preciso a los familiares para el
servicio correspondiente aunque con el oportuno inventario o descripcion a su debida
responsabilidad, y con cuenta y razon el dinero necesario a su gasto pero sin escasez
a fin de que al enfermo nada le pueda falta; vengo en autorizar a V. bastantemente para
dicho fin, con prevencin de que si el Caballero Rovira permitiese el Sellor conmutase
su vida temporal con la eterna, se hacia necesario el que V. con el Secretario de la
Reci viduria de esa Comen salia Don Vicente Zacares y Llacer formase el oportuno
expediente de expolio o inventario comprensivo de todas sus pertenencias en la
correspondiente segregacion de dinero, alajas, ropas, muebles y creditos a favor,
17
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DOCUMENTO 3 18
1829, marzo, 21-1830, enero, 15. Valencia.
Desapropio [Testamento] de Frey Don. Luis Rovira y Mic, Caballero Comendador
de Castiliscar de la Orden de San Juan de Jerusalen.
En el nombre del Seior. Amen. Yo Frey Don Luis Rovira y Mic Caballero humilde Religioso Profeso de la Sagrada Orden Militar del Hospital de San Juan de
Jerusalen, comendador de la encomienda de Castiliscar de la Castellania de Amposta,
estando por la Misericordia de Dios en mi buen juicio y entendimiento, igualmente en
buena salud, atendiendo la certeza de la muerte y la incertidumbre de la hora, ansioso
de satisfacer la obligacin de Cristiano y de Religioso.
En primer lugar encomiendo mi alma a su Divino Criador y con el mas vivo afecto
del corazon deseo que en el punto de mi muerte se una con todo el espiritu al mismo
como a su principio y a su fin. Protesto desde ahora para entonces de querer vivir y
morir como verdadero Christiano en el Gremio de la Santa Y glesia Catolica Apostolica
Romana, y como Religioso obedientisimo mi legitimo superior y Sagrada Orden y
en satisfaccion de mis pecados presento al Padre Eterno la preciosisima Sangre de mi
arnantisimo Redentor, e imploro sus liberalisimas misericordias con firme confianza
ahora y en todo el resto de mi vida, y con especial en el instante de la muerte. Confo
,en el Patrocinio de Maria Santisima Madre de Dios, de mi Angel Tutelar del Precursor
San Juan Bautista Patron de mi Orden, del Patriarca San Josef, del Arcangel San Miguel,
de los Santos de mi nombre, de todos los Angeles, y de todos los Santos y Santas del
Cielo que me asistan en vida y particularmente en el punto de mi muerte, efectos
de que mi alma purgada de las culpas, pueda conseguir aquel mismo fin para que fue
criada y redimida, y unirse su Dios para alabarle y glorificarle eternamente.
1091
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~,. Por sino viviere mi fallecimiento el Doctor Frey Don Francisco Ortiz, nombro por
~;JAlbaceas al Teniente de Prior de San Juan del Hospital al que haga sus veces, y al
;:Caballero Profeso que este eligiese. Valencia quince de enero de mil ochocientos y
;/treinta.
El comendador Fr. Don Luis Rovira.
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;~ DOCUMENTO 4
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~$DOCUMENTO 520
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19Ibidem.
ADZ. Orden de San Juan de Jerusaln. 180-26.
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temporibus, in quibus ob hodiernas Regni Galliarum perturbationes reditus communis
aerarii istius Hospitalis Sancti Joannis Hierosolymitani valde imminuti sunt, acceptum
eum expenso in ipsius Hospitalis exhibitionem, et substentationem ad modum necessario aequatur, a te, et as dilectis Filiis Consilio dicti Hospitalis nonnulli fratres milites
ejusdem Hospitalis expresse professi fuerunt delegati, qui per penso judicio, prout res
postulat, quid in tanta rerum ambage agendum esset, consulerent quorum sententia cum
omnes suffragati sitis, inde probatum est decretum tenoris qui sequitur = Die 29 mensis
Februarii 1795 ab Initii Essendo stata letta la Relazione dei venerandi Commissari
deputati li tre novembre prossimo passato del tenor seguente cioe=Altezza Eminelltissima e Sagro Consiglio= Per disimpegno della Commissione, di cui si degnorono
onorarci l'altezza vostra Eminentissima, e questo Sagro Consiglio di equilibrare I'esito
all'Introito del publico Erario nel mentre, che portiamo tutta la nostra maggior
attenzione, aminorare in quanto sia possibile le publiche spese, abbiamo creduto ancora doveroso di non perder di vista l'aumento dell'Introito, che senza allontanarci dalle
massime fondamentali della nostra Constituzione si potrebbe stabilire: poiche
accrescendo da una parte li proventi e diminuendo dall' altra le spese, e indubitalamente
il mezzo piu sic uro di pervenire al desiderato fine de bilanciare l'Esito all'Introito:=
JI Primo oggetto che ci si presento, fu l'introito del mortorio, e vacante che le nostre
Leggi stabilirono a favore del Comun Tesoro, accordandogli per tutto questo tempo
gl'intieri frutti delle Dignita, e Commende, che fossero in questo caso, colla distinzione
pero, che in quanto a quelle vacate per rassegna, o privazione si prescrive. che il
Mortorio, e Vacante sia di due anni intieri; ma rispetto aBe altre, che per morte del
possessore, o d'altro motivo vacassero, il mortorio non e che la rata dal giorno della
morte a tutto il di trenta aprile seguente, e se bene il vacante sia sempre di un anno,
cio non ostante la maggiore, o minore durata del mortorio ad anno comune reca la
differenza di un quarto intiero di questa rendita, che per le sole cinque Lingue d'Italia,
Aragona, Inghilterra, e Baviera, Alemagna, Castiglia e Portogallo rileva la somma
annuale di ventisette mila scudi a vista di che dunque stimiamo, che senza avere
risguardo al titolo per cui si trovi vacante la Dignita, o Commenda si debba stabilire
per Regola Generale, che il mortorio e vacante sia sempre di due anni intieri, da
percepirsi pero nel modo seguente= Seguita la morte di qualsiasi Dignitario, o Commendatore il Comun Tesoro entrera nel possesso della dignita, o commenda, e ne godera
secondo il solito intieramente i frutti sino il dia trenta aprile seguente, e poi per un
anno per ragione del vacante secondo l'attuale disposizione de nostri stabilimenti, al
dia primo maggio poi seguente entrerebbe nel pos ses so, e godimento de frutti della
Dignita, o Commenda il nuovo provisto; il quale pero sara tenuto nello stesso primo
anno di rendita, ed al piu tardi, colle responsioni della prima annata di pagare l'importo
di quei mesi. e giorni, che nel mortorio goduto gia dal Commun Tesoro mancan vano
per comprirsi, il tempo di un anno; ed in tal guisa il Tesoro avrebbe nel resto il sistema
statutario= Il proposto stabilimento rispetto alle Dignita, o Commende cadute in
mortorio, e vacante debe pure servire di regola per quelle, che venissero a vacare in
risulta della smutizione di quelle a favore pero del Dignatario, o Commendatore
rassegnate, di modo che vacata una dignita, o commenda della rendita di quatro mila
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scudi, se chi l' ottene per complimento dell' annata del Mortorio ebbe a pagare la rata
di tre mesi, o siano mille scudi, avendo egli, per ottenere, guesta rassegnata altra Dignita,
o Commenda dell' annua rendita di due mila scudi dovra ripetere dal suo successore
scudi cingue cento, che e la rata, che corrisponde ai tre mesi, che avrebbe dovuto averla
goduto, secondo la massima ricevuta nel sagro ordine, che no si lascia rendita, senza
perdere rendita.= [... ]
Dell' Altezza Vostra Eminentissima=Umilissimi Devotissimi Obbidientissimi Servitori, e Religiosi Ubbidientissimi=Le Bailli de Montauroux Gran Commendatore=Il Gran
Castellan de Amposta Perez de Sarrio=Le Bailli Despennes=Il Baili di Torino frey Nicola
Frisoni=Il Baili frey Mariano de Cascaxares= Bali Tommasi=Il Bali Lougolenente
Torring=Sua Altezza Eminentissima, ed il Sagro Consiglio con lo scrutinio delle palIe
hanno approvato la sudetta relazione in tutte le sue parti, ordinando l' esequzione della
medesima. Cum autem sicut eadem Expositio subjungebat, guo praeinsertum decretum
firmius subsistat, et serietur ex actius Apostolicae confirmationis patrocinio communiri
summopere desideres. Nobis propterca humiliter supplicari fecisti ut in praemisis
opportune providere, et ut infra indulgere de benignitate apostolica dignaremur. Nos
igitur te, ac Hospitale praefatum specialibus favoribus, et gratiis prosegur volentes tegue
a quibusvis excommunicationis suspensionis et interdicti, aliisgue Ecclesiasticiis
sententiis, censuris, et penis a Jure, vel ab homine guavis occasione vel causa latis si
quibus quomlibet innodatus existis ad effectum praesentium dumtaxat conseguens,
harum serie absolvens, et absolatum fore censentes, supplicationibus hujusmodi inclinati;
Tibi praeinsertum Decretum, ac omnia in eo contenta auctoritate nostra Apostolica
Confirmandi, et approbandi, illisgue inviolabilis Apostolicae firmitatis robur adiicendi;
ac omnes, et Singulos juris, et facti defectus si gui de super in eo guomodolibet
intervenerint, supplendi, et sanandi plenam, et amplam facultatem eadem auctore tenore
presentium tribuimus, et impartimus. Non obstantibus Constitutionibus, et ordinationibus
Apostolicis, nec non dicti Hospitalis etiam juramento confirmatioIle Apostolica, vel
quavis firmitate alia roboratis statutis, et consuetudinibus, stabilimentis, usibus, et
naturis, ac ordinationibus Capitularibus, privilegiis guogue indultis, et letteris apostolicis
in contrarius praemissorum guomodolibet concessis, confirmatis, et innovatis guibus
omnibus, et singulis illorum tenores praesentibus pro plene, et sufficienter expressis,
ac de verbo ad verbum insertis habentes illis alias in suo robore permansuris ad
praemissorum effectum hac vice dm[?] specialiter, et expresse derogamus, ceterisgue
contrariis guibuscumgue. Datum Roma apud Sanctum Petrum sub Annulo Piscatoris
die 6. Maii. 1796. Pontificatus nostri anno vigesimo secundo=Reverendus Cardenalis
Braschius de Honestis=a tergo=Dilecto filio Magno Magistro Hospitalis Sancti Joannis
Hierosolymitani.
Et quia ita re habet veritas; Ideo in hujus rei testimonium Bulla noslra Magistralis
in cera nigra presentibus est impressa. Datum Melite in Conventu nostro die 6 mensis
aprilis 1797.
Original. Manuscrito. Papel. 230 x 36l. Sello de placa.
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1 Alfonso VIII y su mujer Doa Leonor toman bajo su proteccin la iglesia de Santa Mara de Alcalech,
situada en el trmino de Malina, lo mismo que a sus cannigos, eximindoles de facendera y pechos,
respetando su coto y protegiendo su ganado. Facta carta in obsidione de super cOllcam. Era M. Ce. Xv.
VI. Kalendas martii.
2 Nicols YAGE, libro manuscrito Apuntes histricos.
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Concordando datos podramos asegurar que el Alonso o Alfonso del que habla la
, leyenda no poda ser el cuarto seor de Molina sino su majestad don Alfonso VIII 4
El celo con que la curia seguntina cuidaba al Cabildo de cannigos regulares Ilega
hasta San Martn de Finojosa. A pesar de su condicin de oblato cisterciense no deja
de favorecerles con cuantiosas donaciones que reciba del propio rey, quien le Ilamaba
su amado y familiar amigo. Sin embargo aunque el soberano acoge bajo su amparo
a la comunidad de AJcaIlech en 1177 en ningn momento tenemos constancia de que
hiciese 10 mismo con la comunidad de Buenafuente mas que a partir de 1193, fecha
en la que los cannigos ya estn establecidos.
El legado que nos ha Ilegado hasta hoy nos revela que dicha comunidad recoga
la buena fama que tanto el obispo como el rey se preocupaban en proporcionarle a todos
los seores molineses. Don Rodrigo, obispo de Sigenza de 1192 a 1221 toma bajo
su proteccin a todos los hombres bllenos de Bllena Fuente y lo hace constar en
pergamino. Un dato curioso: Don Rodrigo fue, antes de ser nombrado obispo, prior
del Cabildo regular de Sigenza.
Don Bernardo haba sido l mismo chantre de la Iglesia de Toledo. Fue obispo de Sigenza de 1121
a 1152.
4 La construccin a la que hacemos alusin es anterior al resto del edificio y don Alonso no ser Seor
de Molina hasta 1239.
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Tambin tuvieron el beneplcito del rey Don Fernando III el Santo. Un documento
de 1218 nos cuenta cmo recibe bajo su amparo el monasterio de Santa Mara de
Buenafuente y a sus cannigos con todas sus heredades, as como Pozuelo, Huerta
Quemada, Campillo, Alpetra, Betela y la iglesia de Alcallech con todas sus pertenencias:
Facta carta apud Briogam. Regis exprimente.
JI kalendas madii. Era M. Cc.L. VI. Anno regini nos tri primo.
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nto por el cual D. Rodrigo Ximenez de Rada y su cabildo toledano donan a la Reina
ocume el monasterio con todas sus pertenencias con la condlclOn
. " de que respe tan do el derecho
Berenguela
y la justicia al obispo de Sigenza funde all un convento de monjas. Burgos. 1242.
Alfonso VIII
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No sabemos con seguridad cual es la fecha de la fundacin. Sin embargo s sabemas d.e la existencia de dos bulas en l~s que Inocencia IV ofrece protecci,n al, mo~il, nasteno. Lo aprueba y reconoce, mencIOnando a las hermanas que ya estan alh.
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Los cenobios femeninos del Cister van a tener un xito considerable en Espaa,
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~, despus de una problemtica andadura en Francia en sus inicios durante el siglo XIP.
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Desde el primer momento Buenafuente se enriquece mediante donaciones de terri':,:',:.:.: torios, privilegios, casas y dinero. Alcallech, Campillo de Zaorejas, la Huertaquemada,
. Beteta, Alpetea en Villar de Cobeta son entre otros lares estancias habitables para ellas.
:.~.~.,.'Ir, En 1293 la quinta seora de Malina, Doa Blanca, les cedi las villas de Cobeta, el Villar
y la Olmeda. De Domingo Prez reciben la heredad completa de Esplegarejos en 1296.
Poco a poco y a medida del paso de los siglos van aumentando sus propiedades
y riquezas surgiendo al mismo tiempo en derredor un conjunto monstico que acoge
no solo a la comunidad sino a todos los servidores y aparceros del mismo.
En el siglo XV surgieron problemas internos en el monasterio. Es el momento del
cisma en el monasterio de Santa Mara de Huerta. Ello provoc que las dueas del
monasterio de Buenafuente tuviesen que abandonar su hogar para que la comunidad
escindida pudiera albergarse en l. Como alternativa, el abad de Huerta les ofreci la
casa de Alcallech. Es el momento en el que las monjas abandonan el monasterio.
Sin embargo el retorno fue muy duro. En 1455 Doa Endrequina Gmez de Mendoza,
abadesa de la comunidad, inici el traslado de sus monjas a Buenafuente. No fue tarea
fcil. Todava quedaban monjes que se resistan a abandonar el conjunto monacal. Tras
varios intentos, y con el apoyo del obispo seguntino y letras ejecutorias romanas, en
1480 consiguieron ocupar su hogar perdido.
Tras siglos de bonanza los problemas volvieron en el siglo XIX. Durante la Guerra
de la Independencia las monjas decidieron huir ante la devastacin que estaban llevando a cabo las tropas napolenicas en los alrededores. Las cuevas cercanas al Tajo
fueron su escondite.
Como previeron, el ejrcito alcanz el monasterio allanando su templo y sus moradas.
El destrozo fue muy significativo.
Por otra parte ya en 1835 la Desamortizacin de Mendizabal supuso la prdida
completa de sus bienes: tierras, casas, juros y derechos. Solo posean el edificio y sus
:; pertenencias personales.
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5 Hacia 1180 Alfonso VIII funda el monasterio de Santa Mara la Real de las Huelgas, en Burgos,
aunque hasta 1187 no se hace carta de dotacin donde se menciona la observancia cisterciense. De nuevo
nos encontramos con que es un obispo de Sigenza, Martn de Finojosa tambin monje cisterciense, el
encargado de buscar una comunidad para esta nueva fundacin. Las monjas que habitaban el primer
monasterio cisterciense de la pennsula en Tulebras -Navarra- son las encargadas de esta tarea.
En 1199 el rey Alfonso VllI dona el monasterio al Abad de Citeaux suplicndole la incorporacin
directa a la Orden. De este modo, al aceptar el abad el ruego del rey, el Captulo parece incorporar en
su seno a las mojas cistercienses, y en un acto de autoridad, ordena la sumisin al monasterio de las Huelgas
de todos los cenobios cistercienses femeninos repartidos por todo el reino,
Sin embargo no debi ser as para todos las fundaciones, El monasterio de Buenafuente dependi desde
su ocupacin por monjas cistercienses de la Abada de Santa Mara de Huerta.
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Hoy nos encontramos con un monasterio vivo que da razn de ser de su existencia.
Podemos conocer su historia mediante todos los datos que nos dan sus documentos
tan celosamente guardados formando parte de la memoria histrica de la fundacin.
Sin embargo, la expresin artstica tambin nos habla de las vicisitudes del tiempo.
Una construccin pequea conforme al tipo y dimensiones propias de los cenobios
femeninos, siempre menos numerosas y con menos presupuesto, configura la iglesia
del Monasterio. Se trata de una sencilla obra del siglo XIII, de planta rectangular y
presbiterio de la misma anchura rematado en una cabecera recta adaptada a la austeridad cisterciense, orientada a naciente. Esta nica nave denota la falta de medios para
construir un templo de mayor envergadura. De igual manera, la existencia de un nico
altar -el presidencial- nos habla de la imposibilidad de poder albergar a ms de un
sacerdote que celebrase misa diaria, ya fuese por lo inhspito del territorio o por la
carencia econmica, a diferencia de otros monasterios ms importantes, con varios
capellanes, en donde el templo deba cobijar varios altares.
Cuando los Regulares de San Agustn llegaron a Buenafuente afrontaron los problemas de nivelacin del terreno, pero en ningn momento sustituyeron la edificacin
anterior, es ms, la respetaron y la mejoraron. Realzaron el oratorio enmarcndolo con
un doble arco de medio punto sobre columnas pareadas y capiteles de temtica vegetal
cuyos bacos quedan en lnea articulndolos con la moldura en resalte que recorre la
capilla y delimita los muros de la bveda.
Crean un espacio posterior a la cabecera de la ermita con el fin de ventilarla mediante
una saetera. El uso de este pequeo espacio abovedado es incierto. Una hiptesis que
la actual comunidad sostiene es que era utilizada para cumplir pequeas condenas de
algn miembro de la comunidad. Esta medida deba corresponder a una norma estipulada entre los Regulares de San Agustn, como en Cluny y en otras Ordenes, por
la que se castigaban con la prisin los momento~ de indisciplina que pudiesen surgir.
La comunidad agustina introduce un cambio en el eje de la ermita primitiva buscando la orientacin habitual de los templos cristianos: cabecera al este, al nacimiento del sol. La nave sera de menor tamao que la cisterciense cubrindose mediante
una bveda de can apuntada sobre arcos fajones. En este tramo vemos dos accesos. Una entrada al templo en su muro norte, aprovechando sin duda la anterior portada
de la ermita. Sin embargo sta se engalana mediante arcos escarzanos bajo otros de
medio punto cegado con una expresin artstica muy ligada al estilo hispanolanguedociano (procedente de Languedoc, Francia) y salpicado de decoracin 10m bar. da. Arquetipo lgico decorativo si tenemos en cuenta que los Cannigos procedan del
monasterio gascn de Monte Bertaldo en el rea del Medioda de Francia donde se
gest el estilo.
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La separacin entre monjas y legas la podemos ver tambin en el remate de los arcos
fajones. En el tramo correspondiente a las conversas stos descansan en una pilastras
toscas, mientras que en el de las monjas unas mnsulas enjarjadas en una lnea de
. imposta que recorren el permetro del muro nos dice de la necesidad de truncar las
supuestas pilastras en dichas mnsulas para poder colocar la sillera del coro.
El aspecto exterior de la iglesia es de fortificacin. La puerta actual de acceso es
presumiblemente del siglo XVI. Carece de inters decorativo y su uso es
. totalmente funcional.
En el siglo XVII, el gusto barroco ide un retablo mayor que se adapta a la geometra de la cabecera de la iglesia. Del mismo modo, se crean pequeos altares que
se incrustan en el espesor de los muros norte y sur.
Cualquier transente que hoy visite Buenafuente encontrar un edificio vivo que
recibe el paso del tiempo de manera amable y que ofrece su historia a todo aquel que
sepa y quiera leerla.
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SEXTA PONENCIA
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slo ha acaecido cuando el productor o propietario ha desaparecido sino tambin cuando este ha sobrevivido.
Los ejemplos son muchos y la casustica muy diversa. Estn los archivos personales
o familiares que por falta o sobra de herederos e incluso por desinters o desidia se
fraccionan o desaparecen. Muchas han sido las empresas de fructfera vida que al cesar
su actividad entierran sus archivos, situacin comn en buena parte de las asociaciones
privadas. Y qu decir de los archivos de la Administracin Pblica que aun manteniendo una actividad continua, ha permitido la desaparicin casi completa de fondos enteros
o en los que la seleccin natural ha actuado como en pocos. Este es el caso de algunas
otras entidades que tanto o ms que el Estado han pervivido durante siglos, pero en cuya
evolucin se han producido alteraciones sustanciales, modificndose su organizacin o
sus funciones, llegando incluso a perderse tempo~almente o mudando su actividad hacia
otros campos de accin.
Todas estas circunstancias se han reflejado en sus archivos. Cuando estos existen,
las presencias y ausencias de documentos hablan por si mismas, son un testimonio de
primer orden de 10 que ha sido y es el productor. Pero en otras ocasiones el archivo
parece haberse evaporado y es entonces cuando podemos plantearnos el problema de
su existencia real, mejor dicho, tendremos serias dificultades para reconocer a quien en
su momento lo form.
La Iglesia, obvio es decirlo, arrastra siglos de actividad. Su implantacin en la sociedad
occidental todava hoyes muy notable. Los archivos eclesisticos se cuentan entre los
ms antiguos conocidos y sin sus documentos habra sido muy difcil poder llegar a
conocer pocas como la Edad Media. Gran parte de las parroquias, monasterios o
cofradas que por entonces se formaron no es extrao que hoy sigan en funcionamiento.
Sin embargo esta continuidad no siempre ha permitido la conservacin completa de sus
documentos, casi podra decirse que al contrario. Ha pasado tanto tiempo, han ocurrido
tantas cosas, tantos y diferentes responsables que las oportunidades para la destruccin
se han multiplicado respecto a entidades de existencia ms corta. El caso es que sus
archivos han sufrido notables mermas y una importante dispersin, en la que han intervenido diversos factores, desde desastres naturales, incendios o guerras hasta los puros
avatares de la vida, los conflictos internos y sobre todo las consecuencias de la relacin
con el poder. Y en este apartado no se puede sino marcar un hito, el proceso que en
algunos pases europeos se produjo a partir de la Revolucin Francesa y que llev a
Convertir muchos bienes eclesisticos en bienes nacionales a lo largo del siglo XIX. Hasta
entonces la situacin haba evolucionado de forma natural, pero a partir de ese momento
se produce una ruptura de tal calibre que en lo que se refiere al patrimonio documental
afectado todava no nos hemos recuperado.
Un repaso a la historia de Europa nos ilustra sobre los momentos que se suelen marcar
Como responsables de una prdida importante del patrimonio documental, y estos siempre coinciden con periodos de agitacin social y conflictos blicos as como con gobiernos anticlericales y/o dictatoriales. No es cuestin de relacionarlos todos pero obligado
es hacerlo con la ya citada Revolucin Francesa, las conquistas napolenicas, las
desamortizaciones decimonnicas o las dos guerras mundiales.
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En Espaa, aunque podran citarse ejemplos anteriores 2 , destacan dos conflictos blicos, la Guerra de la Independencia y la Guerra Civil Espaola. Durante la primera se realizaron incursiones en algunos archivos importantes con la finalidad de enviar documentos
a Francia3 y se destruyeron archivos al paso de los ejrcitos napolenicos que al hacer uso
de las dependencias eclesisticas para albergar sus tropas no dudaron en emplear los documentos all existentes para alimentar las hogueras de los soldados. Durante la segunda
las prdidas documentales fueron de gran calibre debido a las acciones de guerra y a los
saqueos de los primeros momentos 4 y unos de los ms afectados fueron los archivos eclesisticos, de los que salieron documentos destinados a fbricas de papeP pero tambin a
archivos pblicos, parte de la cual hoy permanece en ellos, a pesar de haberse intentado la
devolucin al finalizar la misma6 En medio de las dos guerras se desarrollar el proceso
desamortizador que traer destrucciones irreparables y llevar buena parte de los documentos de la Iglesia a los archivos y otras dependencias pblicas.
Este estado de cosas no se presenta nicamente en Espaa. Si atendemos a los pases
de nuestro entorno veremos cmo tambin se han producido situaciones diversas que
han afectado seriamente a la conservacin y depsito de los archivos eclesisticos. Las
guerras, por supuesto, pero por lo que afecta a la custodia y titularidad del bien, destacan
las declaraciones de los documentos de la iglesia como bienes nacionales con el consiguiente control pblico sobre los mismos.
La Francia revolucionaria nacionaliz los archivos eclesisticos en 17907 , de tal forma
que la documentacin anterior a esa fecha tiene carcter pblico y la posterior privada.
La primera pas a corresponder a los archivos nacionales, departamentales, municipales u hospitalarios, mientras la otra se conserva en los diferentes archivos de la Iglesia.
A pesar de esta aparentemente clara lnea divisoria la realidad se muestra ms compleja. Si bien es cierto que gran parte de los archivos eclesisticos quedaron en manos pblicas, no lo es menos que no lo hicieron todos ni de manera uniformes. Los archivos departa2 Algunos autores no olvidan referirse a las razzias de Almanzor, vase PECES RATA, Felipe G.
Los archivos eclesisticos: naturaleza, organizacin y posibilidades de investigacin. En La investigacin y las fuemes documentales de los archivos. Guadalajara: ANABAD Castilla La Mancha, Asociacin de Amigos del Archivo Histrico Provinvial, 1996, p. 772.
3 PLAZA BORES, ngel de la: Archivo General de Si mancas. Gua del investigador. Madrid:
Ministerio de Cultura, 1992, p. 70.
4 Algunos ejemplos pueden verse en GMEZ MARN, Rafael. Mlaga: Incendios y saqueos durante
la invasin francesa, la JI Repblica y la Guerra Civil. En Arte y archivos de la Iglesia. Actas del XIV
Congreso de la Asociacin [de Archiveros de la Iglesia en E.I'pwla} celebrado ell Barcelolla (Segunda
parte). Oviedo, 2000, pp. 511-538.
5 FITA REVERT, Ramn. Prdida y recuperacin del tesoro documental. Los archivos eclesisticos.
En Arte y archivos de la Iglesia ... , pp. 540-543.
6 Un caso claro es el actual Archivo General de la Guerra Civil Espaola en el que se encuentran
restos de archivos eclesisticos entre los documentos de particulares.
7 Les registres, les papiers, les chartes et tous atttres titres quelcollques des bnficiaires, corps,
maisolls et coml11ullauts ... seront deposes aux archives du district (Ley de 5 de enero de 1790). Manuel
d'Archivistique: Thorie et pratique des Archives publiques en France. Pars, 1970, p. 434.
8 En el caso de la iglesia refractaria a la Revolucin algunos documentos se trol/vent aujourd'hui
dans les archives des parioses, d'autres dans les Archives departamentales (srie V. ou sries F Oll J,
Se/Oll les cas), d'autres enfin entre les mais prives. Manuel ... , p. 435.
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mentales acogieron los documentos de los bienes nacionales, mientras en los archivos
municipales se recibieron los registros parroquiales 9 A pesar de eso, no son pocos los
casos de archivos parroquiales con documentacin pre-revolucionaria que se encuentran
hoy bajo jurisdiccin eclesistica, cosa que ocurre tambin con importantes archivos
diocesanos como los de Burdeos, Lyon, Rouen, Metz o de Bayeux, algunos con documen. tacin que se remonta a la Edad Media. Algo parecido puede notarse entre los archivos de
las rdenes religiosas puesto que algunas o bien no sufrieron fuertes incautaciones, logra, ron recuperar bienes tras la Revolucin o supieron esconderlos en su momento 10.
En los archivos pblicos franceses por lo tanto no se encuentran todos los archivos
de entidades relacionadas con la Iglesia, pero es que los que all estn no siempre llegaron completos. Eso se debi fundamentalmente a que la recogida de documentacin
fue parcial, debido a la incompleta ejecucin dela orden correspondiente, pero tambin
a que se ocult la existencia de algunos de los archivos. A estos factores se ha sumado
otro de gran trascendencia, el tratamiento que recibi la documentacin, la poltica
'. consistente en formar colecciones de documentos considerados importantes, sin tener en
cuenta la unidad del fondo de procedencia, lo que llev a la formacin de series facticias
en todos los archivos y especialmente en los archivos nacionales donde nos encontramos una denominada MOl1wnel1ts eclsiastiques que reune los diplomas emanados de
las principales dignidades eclesisticas 11.
Tampoco en Italia todos los archivos de la Iglesia se encuentran en sus manos. Al
igual que el francs, el Estado italiano conserva una rica documentacin como consecuencia de la supresin de las instituciones eclesisticas y corporaciones religiosas
decretada por los deferentes gobiernos con la consiguiente confiscacin de bienes l2 , que
; hoy se encuentra en sus archivos. La supresin de conventos se llev a cabo en dife rentes periodos segn el territorio de que hablemos. En Florencia!3 comenz en la segunda
mitad del s. XVIII con los jesuitas y las cofradas, siguieron las incautaciones en la poca
". napolenica, de las cuales se conservan unos 210 archivos de conventos, y finaliza en
1865 por decisin gubernamental. En Miln l4 se form el Archivio del Fondo di Religione
con la concentracin de las entidades religiosas suprimidas desde 1786 como resultado
de la accin administrativa de las entidades encargadas de los bienes nacionales. Fondos de monasterios suprimidos hay tambin en Napoles l5 , Palermo l6 , Turn l7 0 Roma l8 ,
FAVIER, lean. Les archives. [Pars], P.U.F., [1958], p. 30.
Manuel .... p. 435-440.
11 Los encargados de la seleccin trabajaron entre 1794 y 1801 Y el resultado de la misma no se
refleja por igual en los archivos ya que mientras en Pars los fondos aparecen dispersos en siete series,
en los archivos departamentales la unidad del fondo conservado en mayor, en las series G, Clero secular,
, y H, clero regular, FAVIER, lean. Les archives.... pp. 31 Y 106.
12 L'administratioll d'archives d/talie. Ministero per i Beni Culturali e Ambientali. Ufficio centrale
per i Beni Archivistice. S.I.. s.a . p. 8.
13 Archivllm. 1965, p. 224.
14 Ibidem. p. 240.
15 Ibdem. p. 243.
16 Ibdem. p. 252.
17 Ibdem. p. 259.
18 Ibdem, p. 255-256.
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en cuyo archivo di stato hay otros fondos eclesisticos importantes, el del Dicasterio
central del estado pontificio y el de la Cmara Apostlica.
Siguiendo el modelo francs vemos cmo tambin en Italia se formaron ricas colecciones documentales facticias. En Miln durante el periodo napolenico se extrajeron
los pergaminos para formar el Archivio Diplomtico, situacin que se repite en Palermo
y en algunos otros territorios, como puede constatarse en los diferentes archivos del
Estado.
No muy diferente es el caso portugus. En este pas los archivos de la Iglesia se
encuentran dispersos en diferentes depsitos, fruto de un proceso similar a los ya relatados. Junto a las catstrofes naturales y a los siniestros provocados por el hombre
hay que resear de nuevo la nefasta actuacin de los franceses durante la invasin
napolenica, que afect especialmente a los archivos parroquiales teniendo como grave
consecuencia la prdida de documentacin de gran inters. Posteriormente diferentes
normativas emanadas del espritu liberal y laicista de los diferentes gobiernos portugueses a lo largo de setenta aos llevarn a la disgregacin de muchos de estos archivos.
El proceso 19 comenz con el Decreto de 30 de mayo de 1834 por el que se extinguieron las casas de religiosos de rdenes regulares, incorporndose sus bienes a la
Hacienda Nacional, y entre ellos los documentos. Como consecuencia de esto los archivos de las rdenes de mayor antigedad se dispersaron en los archivos pblicos,
fundamentalmente del Estado, o lo que es peor, se perdieron. En 1911 y con la implantacin de la Repblica se public la ley de separacin de la Iglesia del Estado con la
consecuente nacionalizacin de gran parte de los bienes eclesisticos. El decreto de 18
de febrero de ese mismo ao supuso una alteracin trascendental para algunos de los
ms significativos archivos eclesisticos, los parroquiales, pues se oblig a entregar sus
libros sacramentales anteriores a esa fecha a los registros civiles, no siendo hasta cuatro
aos ms tarde 20 cuando se decreta el paso a los archivos estatales de la documentacin
de ms de cien aos de antigedad, obligacin que ligaba tambin a los Registros Civiles
que tuvieran papeles que no se relacionaran estrictamente con su funcin.
Es as como podemos hoy encontrar toda esta documentacin en los archivos de distrito
y en el Arquivo Nacional de Torre do Tambo, notndose en muchos casos la conservacin de un mismo fondo documental dividido entre la propia parroquia y uno o varios
archivos civiles, generalmente el archivo de distrit0 21 o en el nacional, sin que falten
a
19 Tomo los datos de ROSA, M Lurdes ; PENTEADO, Pedro. Os arquivos eclesiasticos em Portugal:
ponto da situac;ao. En Arte y archivos de la iglesia. Actas del XIV Congreso de la Asociacin [de
Archiveros de la Iglesia en Espwla] celebrado en Barcelona (Primera parte). Oviedo. 2000, p. 121-122.
a
20 Decreto de 9 de junio de 1915. ROSA, M Lurdes ; PENTEADO, Pedro. Os arquivos ... , p. 124.
21 Sirva como ejemplo el archivo de Porto que adems de los registros parroquiales, unidos a la
documentacin del registro Civil contiene lo siguiente: Cabido, S e Cartrios anexos (835-sc. XIX),
Registo Ceral (1418-1856), Mitra Primaz (950-sc. XIX), Cmara Eclesistica (1620-1910), Cmara
da S Apostlica (1734-1909), Provedoria Eclesistica (1617-1873), Relac;ao Eclesistica (sc. XVIlXIX), Colegiadas (1424-1906), Parquias, Capelas e Confrarias (sc. XVI/-XIX), Monstico-Conventual (1277-1866), Comendas (1416-1879), Outros (sc. XI-XIX), Colecc;ao dos Manuscritos (sc. XIl1860). http://www.adb.pt/fundos.htm.
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casos en los que podemos rastrear estos fondos tambin en los ayuntamientos 22 , lo que
lleva a una situacin compleja para su utilizacin ante la falta de un instrumento que
cense este tipo de archivos.
La dispersin de los archivos eclesisticos no es una situacin que podemos hallar
en la Europa meridional nicamente. En los Archives Gnrales du Royaume de Blgica entre la documentacin de carcter privado se encuentra la procedente de establecimientos eclesisticos 23 al igual que en los Archivos de Estado provinciales en que
hallaremos documentos anteriores a 1792 de ese mismo origen 24 de cada territori0 25 Si
atendemos a lo ocurrido en otras partes de Europa se repetiran los fenmenos ya
sealados, con algunas variantes 26 , especialmente interesantes las referidas a los lugares
donde triunf la Reforma protestante.
En estos pases no hubo que esperar a la Revolucin Francesa para ver cmo los
archivos de monasterios y conventos pasan a poder del Estado sino que esto ocurri
mucho antes, en plena poca de la Reforma. Es el caso de Suecia27 o Suiza donde los
archivos conventuales pasaron a ser propiedad del cantn en 152928
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32 La ocupacin de la fortaleza de Si mancas por el ejrcito francs fue muy grave ya que no solo
llevaron documentos a Pars sino que se desorganizaron fondos y se maltrataron documentos, aunque
solo por los soldados sino tambin por los paisanos que entraron tras del desalojo de las tropas del
. PLAZA BORES, ngel. Archivo ... , p. 70.
33 BCARES BOTAS, Vicente. Las bibliotecas monsticas y la desamortizacin en la provincia de
Zamora: Editorial Semuret, 1999, p. 15.
34 CRUZ HERRANZ, Luis Miguel de la. Panorama de los archivos espaoles durante el siglo XIX
primer tercio del siglo XX. En: Historia de los archivos y de la archivstica en Espaa. Valladolid:
-~.,~'u,""'v de Publicaciones e Intercambio Cientfico, Universidad de Valladolid, [1998]. Nota 1, p. 119.
35 Este decreto fue ejecutado en todas las provincias ocupadas permanentemente por las tropas
"QllllOt;~;as, lo que llev a que conventos y monasterios se empleasen para otros usos, se demolieran o
CASTELLS, Jos Manuel. Las asociaciones religiosas en la Espmla contempornea: un
jurdico-administrativo (1767-1965). Madrid: Taurus, 1973, p. 56.
36 Acuerdo de la Junta Provisional de 20 de marzo de 1820. 1bidem. p. 88.
37 Decreto de 17 de agosto de 1920.
38 Decreto de 25 de octubre de 1820, denominado ley de regulares, decreto de 29 de junio de 1822,
suprime los conventos en que haya facciosos, y finalmente otro decreto de 15 de noviembre de 1822
suprime los conventos en poblaciones de menos de 450 vecinos.
39 Decreto de 25 de julio de 1835.
40 Artculos 7 y 8. Algo parecido se haba decretado anteriormente, el 4 de ese mismo mes, con motivo
la extincin de los Jesuitas, que exceptuaron las bibliotecas y objetos de arte. REVUELTA GONManuel. La exclaustracin (1833-1840). Madrid: B.A.e.. 1976, p. 316.
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como patrimonio cultural. De esta forma vemos cmo ya en 1809 la Gaceta de Madrid
public algunas medidas para aplicar a las bibliotecas de los conventos41 , y cmo en
la ley de reforma de las casas de regulares de 25 de octubre de 1820 los archivos,
bibliotecas y cuadros se salen de la norma general establecida quedando bajo la custodia de los Jefes Polticos que tendran la obligacin de hacer que se inventariasen. Esta
excepcin volveremos a encontrarla en varias ocasiones.
A partir de la publicacin de las diferentes disposiciones de carcter general, que
extendieron la incautacin a los bienes del clero secular, fueron apareciendo toda una
serie de reales rdenes que pretendan regular la propiedad y utilizacin de estos bienes,
que no deben dejar de sealarse pues a pesar de todas sus deficiencias son las que
encauzaron hacia su conservacin a los documentos que han llegado hasta nosotros.
Como consecuencia del decreto de julio de 1835 el da 29 de ese mismo mes se dict
una Real Orden que pretenda regular esta excepcin mediante la creacin de unas
comisiones provinciales cuya misin consistira en examinar, inventariar y recoger los
archivos y bibliotecas de los monasterios y conventos suprimidos y las pinturas, esculturas u otros objetos que debieran conservarse. Las noticias que tenemos sobre su
funcionamiento no son muy buenas pues el resultado de su gestin no fue especialmente
brillante habindose observado que a una falta clara de capacidad y formacin de sus
miembros se le uni un muy escaso inters por su funcin e incluso la realizacin de
actividades lucrativas que hicieron desaparecer determinados bienes 42
No fue igual la suerte corrida por todos los bienes exceptuados del tratamiento general
ni se actu siempre de la misma manera. Los objetos de culto, al menos en parte, se
salvaron pues se decidi que se hicieran cargo de ellos los obispos para que continuaran
cumpliendo con su funcin original, mientras que resto debera pasar a Amortizacin43
Con todo parece claro que muy pronto se plantearon cmo proporcionar un trato
diferente a esos bienes, que era necesario ponerlos en manos expertas que los conservasen e hiciesen con ellos lo preciso para que rindiesen provecho a la nacin, para
lo cual se asignaron archivos, bibliotecas y dems enseres incautados a los Institutos
de ciencias y artes, las bibliotecas provinciales, los museos, las academias y otros
establecimientos de instruccin pblica44
Tampoco esta medida ofreci demasiados resultados satisfactorios o al menos no fue
suficiente, pues no dejan de encontrarse noticias de que continuaban producindose
prdidas de patrimonio incluso en las mismas reales rdenes 45 , volvindose poco desBCARES BOTAS, Vicente. Las bibliotecas monsticas ... , p. 15
Esto puede constatarse en los casos que conocemos, los de Cantabria, Guadalajara y Zamora.
BCARES BOTAS, Vicente. Las bibliotecas monsticas ... , p. 20; LPEZ TRUJILLO, Miguel ngel
y GARCA-RISCO VIGARA, Mara del Carmen. La Comisin de Monumentos de Guadalajara (18351939). Breve resea histrica y fuentes documentales para su estudio. En La investigacin y las fuentes
documentales ... , p. 444; Y ORDIERES DEZ, Isabel. Historia de la conservacin del patrimonio cultural
de Cantabria (1835-1936)[Santander]: Fundacin Marcelino Botn, [D.\. 1993], p. 16.
43 R.O. de 14 de diciembre de 1836. REVUELTA GONZLEZ, Manuel. La exclaustracin .. , , p. 327.
44 Real Orden de 9 de marzo de 1836.
4S R.O. de 25 de enero de 1837.
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va no haba pasado a los archivos histricos y no se encontraba siempre en las mejores
condiciones. A despecho de toda la normativa dictada, la Hacienda pblica mantuvo bajo
su control en buena parte de las provincias parte de los documentos incautados, que tardarn largos aos en pasar a manos de los archivos pues ser necesario que se cree la red de
Archivos Histricos Provinciales para que poco a poco estos materiales pasen a formar
parte de sus fondos, en ocasiones en fechas bastante recientes.
Estas muy abundantes seguramente por las dificultades de lectura los escritos anteriores al siglo
XVII.
59 Vase el inventario de documentos procedentes de los monasterios suprimidos de la provincia de
Santander existentes en 1857 en al Archivo de Bienes Nacionales publicado por ORDIERES DEZ, Isabel.
Historia de la conservacin ... , p. 199-206.
60 MUOZ y ROMERO, Toms. Coleccin de fueros municipales y cartas pueblas de los reinos de
Castilla y Len, Corona de Aragn y Navarra. Madrid, 1847, nota 2 de la p. 5. Citado por
TORREBLANCA LPEZ, Agustn. Noticia de los Directores del Archivo Histrico Nacional (1866-1953).
En Boletn de la ANABAD, XLVI (1996), nm. 1. p. 34.
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Sera injusto si al repasar la historia de los archivos durante el siglo XIX se presentara slo bajo el prisma negativo de lo ocurrido con esta documentacin, ya que esta
centuria fue un periodo decisivo para el desarrollo de los archivos espaoles y no slo
por lo que pas con los archivos eclesisticos sino porque coincidiendo con el proceso
desamortizador y las reformas administrativas que se desarrollaron a raz de la desaparicin del Antiguo Rgimen, se dictaron toda una serie de medidas de inters para el
mundo de los archivos que mejoraron sustancialmente la realidad existente hasta entonces, abarcando la creacin de nuevos centros, la formacin de los archiveros, su estatuto profesional y la regulacin de su actividad 61
Todo esto tuvo su reflejo en la documentacin eclesistica que haba salido de sus
depsitos naturales y que en su gran mayora haba pasado a las oficinas de Hacienda,
en las que durante mucho tiempo simplemente se a~umul sin recibir otra atencin que
la que le corresponda a los documentos que eran necesarios para la tramitacin de los
expedientes administrativos. Esta situacin, que hoy nos parece lamentable no lo fue
tanto pues de alguna manera permiti la conservacin de estos documentos, puesto que
lo que es seguro es que los que no se incorporaron a estos archivos (o a algunos de
los otros existentes) en buena parte han desaparecido, justificndose por eso que entre
la documentacin procedente de estas oficinas estn sobre todo aquella relativa a los
ttulos justificativos de propiedad y a la administracin de bienes y rentas, los ms tiles
para la Hacienda Pblica.
El tratamiento de esta documentacin mejor notablemente a partir de 1888 con la
aparicin del Cuerpo Facultativo de Archiveros y la incorporaron al mismo de los
archivos de Hacienda, en los que trabajaron muchos de sus miembros, algunos de los
cuales colaboraron en la tarea de agilizar el traspaso de los documentos eclesisticos
a los archivos histricos, cosa que no siempre se consigui62 debido a que no dej de
haber oposicin a la centralizacin de estos documentos 63, a la existencia de archivos
regionales que desde muy pronto recogieron algunos de estos fondos e incluso a la desidia
de los propios funcionarios. Hay que tener en cuenta que todava cuando en 1947 se
publica el Decreto de 24 de julio sobre ordenacin de archivos y bibliotecas y del Tesoro
Histrico Documental 64 , se regular el depsito de la documentacin histrica de Hacienda en los Archivos Histricos Provinciales, a los que tiempo despus llegarn
documentos recogidos en plena Desamortizacin65 pues en ocasiones hubo que esperar
Vase CRUZ HERRANZ, Luis Miguel de la. Panorama de los archivos espaoles ... , p. 121.
Son numerosos los casos en que se constata el ingreso de estos documentos en fechas posteriores:
Baleares en 1947( URGELL HERNNDEZ, Ricard. Arxiu del Regne de Mallorca ... , p. 177; Huesca en
1971 (RIVAS PAL, Mara. Archivo Histrico Provincial de Huesca: Gua del investigador. (Zaragoza]:
Departamento de Cultura y Educacin, D.L. 1991, p. 60; Cdiz en 1976 (RAVINA MARTN, Manuel.
Gua del Archivo Histrico provincial de Cdiz. Sevilla: Junta de Andaluca, Consejera de Cultura, 1999,
p. 179); o Huelva en 1985 (RODRGUEZ MATEOS, Joaqun; ALONSO GARCA, Amparo, Gua del
Archivo Histrico Provincial de Huelva. Huelva: Archivo Histrico Provincial, 1996, p. 87).
63 ARCHIVO HISTRICO NACIONAL, CLERO REGULAR Y SECULAR. Inventario de procedencias . Valladolid, Imprenta de la Casa Social-Catlica, 1924, p. IX.
64 BOE nm 220, de 17 de agosto de 1947. ArtO 34.
65 RODRGUEZ MATEOS, Joaqun; ALONSO GARCA, Amparo, Gua del Archivo ... , p. 87.
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'1
a que en los depsitos de las Delegaciones no cupiese un papel, o a que el propio archivo
histrico fuera creado o tuviera la capacidad suficiente.
Antes de continuar conviene volver al siglo XIX, centuria en la que se realiz otra
actuacin de gran trascendencia, la creacin de nuevos centros, que aunque ligados a
las reformas administrativas del momento, tambin lo estn a la realidad impuesta por
el amontonamiento inadecuado de un patrimonio tan rico. Son el Archivo General Central,
el ya citado Archivo Histrico Nacional y el Archivo Histrico de Toledo, habiendo
existido algunos otros proyectos que no llegaron a materializarse. Veamos brevemente
cada uno de ellos.
Archivo General Central en Alcal de Henares66 Su formacin responde a la
necesidad largo tiempo sentida de fundar un Archivo General puesto que Simancas ya
no era capaz de cumplir con esa funcin. Creado por Real Decreto de 17 de julio de
1858 comienza su andadura aos ms tarde con un doble carcter, histrico y administrativo, puesto que en primer lugar deba reunir los archivos de las rdenes Militares
y de la de San Juan de Jerusaln, los de la Inquisicin y los de las colegiatas suprimidas por el artculo tercero del concordato de 1851, as como los de los rganos
administrativos que se haban suprimido (arto. 3). Junto a estos y en buena parte como
solucin al agobio que padecan los archivos centrales se dispuso su utilizacin para
acoger los documentos administrativos de las Secretaras de Despacho que hubieran
perdido vigencia (arto. 4).
Y efectivamente, entre los primeros fondos que en realidad ingresaron estuvieron los
de la Inquisicin de Toledo y Valencia y la Iglesia metropolitana de A1cal67 , y algo ms
tarde, en 1877, ante la incapacidad para almacenarlos del ya creado Archivo Histrico
Nacional, le fueron transferidos los documentos de la Orden de San Juan de Jerusaln,
aunque esta documentacin como otra de carcter histrico terminar por ser entregada
a ese mismo archivo, consolidndose as como archivo intermedi0 68
Como es bien sabido sus fondos desaparecieron trgicamente en un incendio producido durante la Guerra Civil Espaola (1936-1939), lo que supuso una prdida de
patrimonio documental irreparable y la desaparicin durante treinta aos de un archivo
cuya necesidad era patente.
La formacin del Archivo Histrico Nacional (AHN) fue sin duda una de las
decisiones ms importantes tomadas en Espaa para contar con un sistema de archivos
completo. Creado en 1866 para reunir la documentacin fruto de las incautaciones
producidas durante las desamortizaciones, a pesar de las serias dificultades que para
conseguir el objetivo se le plantearon en los primeros momentos, poco a poco fue
creciendo y consolidndose ms all de su finalidad inicial.
La misma penuria que llev a la Academia de la Historia a plantear su necesidad
se manifest cuando empez a funcionar en sus mismas instalaciones, pues sus medios
,: II
, I,
66 La bibliografa sobre este archivo puede verse en Archivo General de la Administracin: 19691994. Madrid: Subdireccin General de los Archivos Estatales, 1995, pp. 31-34.
67 CRUZ HERRANZ, Luis Miguel de la. Panorama de los archivos espaoles ... , p. 145.
68 SNCHEZ BELDA, Luis, Gua ... , p. 11.
1126
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estaban equilibrados por lo bajo: poco personal para tanta documentacin y un espacio
de almacenamiento tambin pequeo que, como hemos visto, oblig a ceder temporalmente fondos a otros centros.
El archivo recibir a lo largo de sesenta aos documentos relacionados con la desamortizacin, desde los que ingresaron en un primer momento de la Academia hasta
los que llegan de las Delegaciones de Hacienda entre 1898 y 1923 69 . Los problemas
de espacio le acompaaron en todo momento, aun hoy lo hacen, si bien se selucionaron
en buena parte en 1898 con su traslado a una parte del Palacio de Bibliotecas y Museos,
cambio que signific una mejora sustancial pero que no fue suficiente para conseguir
reunir en sus depsitos todos los documentos existentes en las provincias.
Con todo, los fondos que all se llevaron son de una riqueza casi inigualable, siendo
imprescindible recurrir a ellos para poder conoceJ;. no solo la historia de la Iglesia en
Espaa sino muchas otras materias relacionadas con nuestro pasado, y muy especialmente con el periodo de la Edad Media. Sin embargo resulta necesario no dejarse
deslumbrar por tan impresionante acervo y analizar algunas de las caractersticas del
mismo, las relativas al mbito geogrfico que abarca, el volumen de la documentacin
conservada de cada institucin y la fragmentacin de los fondos.
La procedencia geogrfica de los documentos eclesisticos del AHN es desigual.
Snchez Belda seala que en la seccin de Clero se encuentran la casi totalidad de
los archivos monsticos espaoles 70 , pero lo cierto es que se notan ausencias notables
de varios territorios como Extremadura y muy especialmente de Andaluca, lo que se
ha explicado por la tarda reconquista7l , razonamiento este que nicamente podra resultar
vlido para los documentos de los primeros siglos medievales, pero no para todo lo
producido hasta el momento de producirse la Desamortizacin.
Junto a las ausencias hay que sealar que al lado de territorios como Castilla la Vieja
y Len, de los que en su mayora la documentacin pas al archivo, hay otros en que
este fenmeno no se dio con la misma intensidad y as podemos ver cmo de Valencia,
Baleares, Catalua e incluso de algunas provincias gallegas se conservan hoy en algunos otros archivos pblicos y privados fondos nada despreciables.
Otra caracterstica importante de la documentacin concentrada en el AHN es que
no se corresponde con los fondos completos de cada una de las instituciones cuyos bienes
fueron nacionalizados. Desgraciadamente por el camino se perdieron muchos documentos y otros pasaron a muy diferentes manos, lo que ha hecho que hoy detectemos su
presencia en todo tipo de archivos 72 : parroquiales, de catedrales, monsticos, diocesanos,
69 DIEGO RODRIGUEZ, Natividad de. La desamortizacin y la Seccin de Clero del Archivo Histrico
Nacional. En: Desamortizacin y hacienda pblica. Madrid: Secretara General Tcnica del Ministerio
de Agricultura, Pesca y Alimentacin: Instituto de Estudios Fiscales del Ministerio de Economa y
Hacienda, D.L. 1986.- Tomo 1, p. 5l.
70 SNCHEZ BELDA, Luis. Gua ... , p. 35.
7lIbidem, p. 40.
72 Una buena muestra de esta realidad puede verse en rdenes monsticas y archivos de la Iglesia
(l). Actas del IX Congreso de la Asociacin {de Archiveros de la Iglesia en EspGlla] celebrado en OviedoValdedis. Oviedo, 1995.
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1
,11
1,
municipales, privados y en los otros archivos de la red espaola, los regionales y los
provinciales.
A la desidia patente de las autoridades en relacin con el patrimonio documental desde
el comienzo del proceso desamortizador, se uni sin duda la infravaloracin de una parte
importante del mismo, de todos aquellos documentos que no entraban dentro de la
categora preferente, de los que se consideraban como documentos histricos importantes: los medievales, los pergaminos y los cdices, lo que sin duda no ayud a que los
fondos se conservaran intactos 73 Esto es tan evidente que podemos notar cmo en el
propio AHN se prima la realizacin y la descripcin de una coleccin diplomtica74 ,
a pesar de que en la primera relacin conocida de fondos se refieran a cada monasterio
con el nmero de documentos existentes sobre cada un0 75
Adems de incompletos los fondos documentales eclesisticos del AHN estn fragmentados. El desorden que rein en la acumulacin de estos fondos y el especial tratamiento que se le dio posteriormente no facilitan siempre las cosas. Tengamos en cuenta
que, como mnimo la documentacin de una misma procedencia se dividi fsicamente
en varias secciones (Clero, rdenes Militares, Cdices y cartularios) y en tres series
diferentes: pergaminos, papeles y libros, de tal forma que existen monasterios cuyos
documentos estn repartidos por cada una de ellas, la mayor parte en la seccin de Clero,
pero si tenan algn tumbo o similar este habr pasado a la de Cdices, cosa que ocurre
igual en el caso de los documentos con sellos pendientes que habran ingresado en
Sigilografa.
Esta actuacin, para la que se invocan razones de conservacin, pero que tiene
evidentes orgenes en el deseo de formar importantes colecciones diplomticas y
sigilogrficas, no siempre permite encontrar con comodidad la documentacin procedente
de una misma institucin. En teora hoy puede conocerse el paradero en el archivo de
los documentos de un mismo origen, aunque esta sea una tarea incmoda y a veces
imprecisa76
La informacin que ofrecen los instrumentos de descripcin con que hoy contamos
no siempre es amplia. Para los pergaminos tenemos una relacin individualizada en la
73 Los comisionados para analizar los documentos incautados en 1869 en Toledo parecen considerar
de menor valor el archivo de las rdenes militares pues no encontraron documento alguno anterior al
siglo XV y los existentes eran todos en papel y la mayor parte de pleitos y registros. Cuando examinan
el archivo de Desamortizacin concluyen que habra que examinarlo ms detenidamente para extraer
lo que debiera mandarse al archivo histrico. MNDEZ VIAR, Mara Victoria. Un ejemplo de incautacin ... , pp. 911-912.
74 En la memoria de 1881 ya se cita unas secciones de Diplomtica, sellos y cdices y cartularios.
CRUZ HERRANZ, Luis Miguel de la. La organizacin de los fondos en el Archivo Histrico Nacional
(1866-1989). En: Boletn de la ANABAD, XLVI (1996), n 1, p. 65.
75 Inventario del Archivo Histrico Nacional. Madrid, 1871. Citado por Ibidem, p. 64.
76 Ya en 1924 se public un inventario de procedencias (ARCHIVO HISTRICO NACIONAL, CLERO
REGULAR Y SECULAR. Inventario ... ) que pretenda agrupar por estas la documentacin, meritorio
esfuerzo que se ha ido completando con el tiempo en los nuevos instrumentos de descripcin y que ha
finalizado para los pergaminos y los libros, pero no para los papeles. los ms voluminosos, que estn
detenidos en la provincia de Salamanca.
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que se ofrece de cada pieza la fecha y el origen, si es real, eclesistico o privado, adems
de la procedencia. Los libros estn asentados uno a uno. Los papeles tienen una descripcin variada por series. Aun as debemos consultar primero los instrumentos de
cada agrupacin y juntarlos para hacernos una idea cabal de lo que de cada monasterio
se conserva, tarea enojosa que ha de realizarse en cada caso.
Una ltima caracterstica que conviene sealar respecto a los archivos de la Iglesia
conservados en el AHN es que no todos los fondos estn identificados. En 1948 se
comenz el inventario 77 y medio siglo despus aun no ha terminado. Se ha respetado
la organizacin fsica y se intentan reconstruir las procedencias. La experiencia de
cualquier usuario es que falta mucho por perfilar incluso en lo ya ejecutado.
Se ha calificado como una experiencia archivstica fracasada la protagonizada por
el Archivo Histrico de Toledo78 , y as lo fue si tenemos en cuenta que creado el 15
de febrero de 1869, no subsistir sino unos escaso's treinta aos puesto que sus fondos
se integraron en 1896 con los del AHN. Destino lgico si tenemos en cuenta que fue
una experiencia ligada a un momento poltico muy concreto y que cuando se form
se hizo con una finalidad parecida a la del centro madrileo, la de hacerse cargo de los
fondos incautados por el Estado a los archivos, bibliotecas que estuviesen a cargo de
catedrales, cabildos, monasterios, rdenes militares, en virtud de un decreto de 1869 que
fue anulado pocos aos despus, y este una vez solucionados los problemas de infraestructura reclam para si lo que no tena mucho sentido mantener separado pues
contribuira a agravar el problema de la dispersin de fondos que pretenda eliminarse
mediante la concentracin de todos en Madrid.
El archivo de Toledo lleg a contar con documentacin muy importante, la procedente de la Catedral de Toledo, informaciones de limpieza de sangre y pleitos de las
rdenes militares. Cuando, de acuerdo a lo dispuesto en el decreto de 23 de enero de
1875 se devuelvan al cabildo toledano los fondos correspondientes a su Catedral, no
podr sobrevivir sino simplemente desaparecer para contribuir a la consolidacin y
enriquecimiento del ANH.
A pesar de esto, y como queda dicho anteriormente el Estado no consigui completar de forma coherente la tarea de reunir y tratar de manera uniforme toda la documentacin eclesistica que estuvo en sus manos como consecuencia de los procesos de
exclaustracin y desamortizacin. El AHN se haba creado demasiado tarde como para
esperar que abarcase todo, aunque a pesar de eso y de las dificultades de su puesta en
marcha y funcionamiento, ya anotados, se hizo cargo de la mayor parte, pero fueron
muchos otros los documentos que tomaron caminos muy diferentes.
Una parte de ellos se perdieron irremisiblemente con los mismos monasterios y
conventos, mientras otra pas a diferentes entidades eclesisticas: parroquias, conventos subsistentes, archivos diocesanos o de catedrales. Hubo documentos que terminaron
SNCHEZ BELDA, Luis. Gua ... , p. 47.
ALVAREZ COCA GONZALEZ, M a Jess. Los fondos de las Ordenes Militares del Archivo
Histrico Nacional. Aportaciones a la historia de los archivos. En: Boletn de la ANABAD, XLVI (1996),
nm. 1, p. 104.
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en manos de particulares, bien coleccionistas interesados en el pasado, bien compradores de bienes eclesisticos con los que llegaron documentos de esa misma procedencia. Otros quedaron en poder de otras administraciones pblicas, existiendo algunos, no demasiados, en los archivos municipales 79 , y muchos ms en los de las Diputaciones en razn de la reunin en sus manos de los antiguos hospitales, mayoritariamente
eclesisticos, para organizar la beneficencia pblicaso . Junto a estos cabra citar otros
casos extraordinarios como el de la Real Academia de la Historiasl fcilmente explicable por el papel que jug en la recogida de esta documentacin y por la reunin en
la misma de documentos histricos de las ms diversas procedencias, originales o copias,
que reunieron los acadmicos a lo largo de su historia.
El propio Estado mantuvo estos documentos en diferentes dependencias, fundamentalmente en las Delegaciones de Hacienda pero tambin en universidades s2 o en la misma
Biblioteca Nacional, adems de en algunos otros archivos estatales, siendo algunos de
estos ltimos, de mbito regional o provincial, receptores de la mayor parte de los
materiales destacables ya que adems de custodiar fondos eclesisticos notables, incluso los que no los tienen, nos ofrecen la documentacin de la Hacienda Pblica que estuvo
en relacin con los mismoss 3
Los archivos de carcter regional existentes en el momento de producirse la desaparicin de las entidades eclesisticas, conservan hoy entre sus fondos documentos de las
mismas ingresados en muy diferentes fechas pero casi siempre como consecuencia de
las desamortizaciones, aunque no en todos los casos. Destaca en este aspecto el Archivo de la Corona de Aragn que desde muchos aos antes custodiaba archivos de la Iglesia
repartidos en sus secciones de Cancillera, Real Patrimonio y Consejo Supremo de
Aragn 84 , en su mayor parte procedente de actuaciones judiciales como la que haba
llevado a concentrar en el Archivo Real de Barcelona documentacin del monasterio de
Sant Joan de les Abedesses 85 ya en 1610.
En todos ellos se ha organizado una seccin que ha venido a denominarse de Clero
Secular y Regular, al modo de la existente en el AHN, en la que se han agrupado todos
79 Estos centros conservan tradicionalmente otros documentos eclesisticos, en su mayor parte procedentes de los patronatos a los que perteneca el municipio, los que le llegaron en razn de la absorcin de funciones de beneficencia y algunos ms que all se depositaron por razones de lo ms diverso.
80 Ley Provincial de 1870.
81 En el Fondo manuscrito de la biblioteca se encuentran ms de 100 series procedentes inicialmente
de antiguos archivos y bibliotecas de monasterios, conventos y establecimientos eclesisticos desamortizados. http://rah.insde.es/bibl ioteca.htm.
82 La Universidad de Barcelona conserv documentacin de los monasterios catalanes hasta 1941.
TORRA PEREZ, Alberto. Fondos documentales monsticos en el Archivo de la Corona de Aragn. En:
Ordenes monsticas y Archivos de la Iglesia (1) .... , p. 126.
8) BURRIEZA MATEOS, Jos Mara. La documentacin generada por los procesos desamortizadores
en Espaa. Fuentes para su estudio. En La investigacin y las fuentes documentales ... , pp. 109-126.
84 MANSILLA REO YO, Demetrio.Archivos eclesisticos. En: Diccionario de Historia Eclesistica
de Espa/la / dirigido por Quintn Aldea Vaquero, Toms Marn Martnez, Jos Vives Gatell.- Madrid:
Instituto Enrique Flrez, C.S.J.c., 1972. Tomo I, p. 80-81.
85 CONDE DELGADO DE MOLINA, Rafael. Fondos monsticos dispersos del Archivo de la Corona
de Aragn. En: Ordenes monsticas y Archivos de la Iglesia (1) ... , p. 147.
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los documentos de esa procedencia que en su mayor parte les llegaron de las Delegaciones de Hacienda en aos muy avanzados: 1904 en Valencia86 , 1918 en Barcelona87 , 1929 en Navarra88 o 1947 en Mallorca89
El Archivo de la Corona de Aragn adems de la seccin de Clero Regular y Secular,
en la que se reunieron documentos de la mayor parte de las entidades desamortizadas,
una cincuentena solo de monasterios y conventos desaparecidos 90, cuenta con otra
exclusivamente formada por los fondos del Gran Priorato de Catalua de la Orden de
San Juan de Jerusaln.
Un caso particular es tambin el del Archivo del Reino de Galicia, pues los fondos
de monasterios y conventos desamortizados se le incorporaron en fecha relativamente
temprana9 !, 1888, como consecuencia de las gestiones realizadas por el alcalde de La
Corua para evitar su traslado a Madrid, consig4iendo tan solo hacerlo en lo que se
refiere a las entidades de su provincia pues las dem~ pasaron en su mayor parte al AHN,
excepto en Orense92
El contenido de estas secciones de Clero nunca es completo en el sentido de que a
pesar de guardar documentos de instituciones de la Iglesia de cada regin, nunca abarcan todas las existentes o conservadas. En la mayor parte de los casos se sigue el modelo
de lo ocurrido en Galicia, de tal forma que los archivos regionales suelen conservar
nicamente lo llegado de la Delegacin de Hacienda de la provincia en la que tiene su
sede. Incluso en el caso cataln, que cuenta con un Archivo de la Corona de Aragn
con fondos notables que abarcan las cuatro provincias, debe recurrirse a otros archivos,
especialmente al AHN para tener un conocimiento cierto de la documentacin eclesistica de Catalua, cosa que ocurre tambin en los casos de archivos de regiones
uniprovinciales como el General de Navarra o el del Reino de Mallorca93
El Archivo del Reino de Valencia guarda fundamentalmente documentos de Valencia
y algunos de las otras provincias, Castelln y Alicante94 El del Reino de Galicia ni
siquiera consigui agrupar todo lo correspondiente a La Corua pues una parte pas
al Archivo Histrico Universitario de Santiago de Compostela, mientras que lo de Lugo
86 FARFN NAVARRO, Maria Cruz. Fondos monsticos del Archivo del Reino de Valencia. En:
Ordenes monsticas y Archivos de la Iglesia (/) ... , p. 158.
87 TORRA PEREZ, Alberto. Fondos documentales monsticos ... , p. 126.
88 CRUZ HERRANZ, Luis Miguel de la. La organizacin de los fondos ... , p. 135.
89 URGELL HERNNDEZ, Ricard. Arxiu ... , p. 177.
90 TORRA PEREZ, Alberto. Fondos documentales monsticos ... , p. 140.
91 QUIROGA BARRO, Gabriel. Fondos xudiciais do Arquivo do Reino de Galicia. En lmaxes da
xustiza en Galicia. Xunta de Galicia: Direccion Xeral de Patrimonio Cultural, 1998, p. 50.
92 LPEZ GMEZ, Pedro. La Real Audiencia de Galicia y el Archivo del Reino de Galicia. Xunta
de Galicia, D.L. 1996, p. 908.
93 La documentacin es incompleta, fundamentalmente de carcter econmico pues la otra pas al
AHN. URGELL HERNNDEZ, Ricard. Arxiu ... , p. 177.
94 Muchas fueron las vicisitudes de la documentacin que hoy se encuentra en el Archivo del Reino
de Valencia, fruto de un proceso que comienza en 1873 y tiene dos hitos en 1904 y 1955. FARFAN
NAVARRO, Mara Cruz. Fondos monsticos del Archivo del Reino de Valencia. En Ordenes monsticas
y Archivos de la Iglesia (/) ... , p. 157.
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--y Pontevedra se entreg al AHN y lo de Orense est repartido entre el Archivo Histrico Provincial y el de la Catedral 95 .
El Archivo de la Corona de Aragn fue el primer archivo histrico espaol del que
tenemos noticias recibi documentos desamortizados y ello debido a la incansable labor
de sus directores, muy especialmente de la de don Prspero Bofarull y Mascar, quien
consciente muy pronto de la destruccin que se estaba produciendo en el patrimonio
documental y bibliogrfico intenta ponerle coto, para lo que ya en 1922 obtuvo una orden
que le permita recoger documentos de los monasterios y conventos desaparecidos en
las provincias catalanas, desarrollando una tarea que no se vio coronada por el xito
en el sentido de que no se llev a cabo lo que pudo ser su pretensin, reunir en el ACA
toda la documentacin de estos establecimientos en Catalua, no tanto por la poltica
centralizadora que supuso la creacin del AHN como porque ni l ni sus sucesores
pudieron vencer la resistencia de los funcionarios de Hacienda96 , que a la larga tuvo
como consecuencia la prdida de parte del patrimonio que lleg a estar en sus manos,
por lo que pudo haberse evitado un dao que ni siquiera qued mitigado con la incorporacin ya muy tarda de documentacin medieval procedente de la poltica de
adquisiciones de la Administracin, que deposit en este archivo documentos sin duda
de inters de monasterios no slo catalanes.
Los Archivos Histricos Provinciales (AHP) son los ltimos centros a los que fueron a parar los documentos eclesisticos que se apropi el Estado. Por supuesto no
todos los archivos de la Iglesia que en ellos se custodian llegaron por ese medio, pero
s la gran mayora, pudindose tildar de casi anecdticos los que se saltan esta norma.
Creados en un primer momento para recoger protocolos centenarios, poco a poco fueron incrementando sus fondos con documentos de la Administracin del Estado y muy
especialmente de Hacienda97
En los archivos de casi todas las Delegaciones de Hacienda fueron quedando documentos de las entidades eclesisticas incautadas en el siglo XIX que no haban sido
entregados al AHN incumpliendo claramente las normas que para ese fin se dictaron
en su momento. Se trata en la mayor parte de los lugares de la documentacin que qued
95 LOPEZ GOMEZ, Pedro; DIAZ VAZQUEZ, Beatriz. Gua defuentes documentales y bibliogrficas
sobre instituciones eclesisticas en el Archivo del Reino de Galicia. [Santiago de Compostela): Direccin
Xeral do Patrimonio, Xunta de Galicia, D. L. 1995, p. 12. Son 570 legajos mas los pergaminos.
96 En realidad la documentacin por la que ms se interes desde un primer momento era la histrica y muy especialmente los manuscritos medievales, lo que no resta mritos a la temprana actuacin de los responsables de este archivo. A pesar de eso los documentos recogidos en 1822 hubieron de
devolverse en 1824. A partir de 1835 con las quemas de conventos se recuperaron por intervencin e
influencia de Bofarull varios importantes archivos aunque parcialmente pues unos se destruyeron y otra
parte (protocolos y papeles curiales) pasaron al ayuntamiento que no los entreg al ACA sino en 1977.
Otra orden de 1836 autoriz la recogida de documentos pero la oposicin de las oficinas de Hacienda
lo impidi en buena parte, incluso hubo que reintegrar parte de lo recogido lo que con el tiempo supondra
importantes prdidas y la entrega de fondos de monasterios importantes al AHN. TORRA PEREZ, Alberto.
Fondos documentales monsticos ... , p. 123
97 Juan Jos Generel0 Lanaspa. Fuentes para la investigacin en los Archivos Histricos Provinciales. En La investigacin y las fuentes documentales ... , p. 211-324.
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98 FERRO COUSELO, Jess. Archivo Histrico provincial de Orense: Catlogo de libros de la seccin
de Clero. Madrid: Ministerio de Cultura, 1980.
99 En la orden de 29 de octubre de 1850 se estableca que los acadmicos deban seleccionar los documentos y cdices ms interesantes. TORREBLANCA LPEZ, Agustn. Erudicin institucional en el siglo
XIX espaol: la seccin de Archivos del Cuerpo facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arquelogos.
En Erudicin y discurso histrico: las instituciones europeas (s. XVII/-XIX). Valencia, 1993, p. 250.
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II
1\,
jl
El resultado de este trabajo todava hoy no tiene cifras definitivas. En el AHN Snchez
Belda da cuenta de 2923 archivos 100, cantidad mantenida por Carmen Crespolol y N atividad de Diego 102 y que recientemente ha sido modificada de forma sustancial pues en el ltimo folleto informativo publicado sobre el archivo se relacionan en torno a cuatro mil fondos diferentes 103.
La importancia de estas cifras se ve estableciendo el contraste entre las estadsticas conocidas de entidades del clero regular existentes en el momento de comenzar la desamortizacin
y el nmero de fondos conservados en el AHN, que se ofrecen en el siguiente cuadro l!l4:
Agustinos
Basilios
Benedictinos
Brgidas
Camilos
C.R.San Agustn
C.R: Espritu Santo
C.R. So. Sepulcro
Capuchinos
Carmelitas
Cartujos
Cistercienses
Clrigos Regulares Menores
Clrigos Seculares Misioneros
Compaa de Mara
Dominicos
Escolapios
Franciscanos
Hospitalarios
Jernimos
Jesutas
J ustinianos
Mercedarios
Mnimos
Oratorianos
Premostratenses
Salesas
Servitas
Teatinos
Trinitarios
Ursulinas
Religiosos
153
14
Religiosas
60
33
5
183
11
120
5
20
3
117
196
17
53
11
29
106
221
153
58
30
651
43
10
419
4
18
20
194
17
137
11
1
1
263
1
642
22
56
80
5
21
12
16
22
3
3
2
108
10
87
14
83
48
9
83
4
101
1134
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200
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Iel Religiosos
Religiosas o Fomos
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i' Biblioteca
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diatamente anterior a su ingreso en el archivo, por lo que se distingue entre MonacalesHacienda y Monacales-Universidad segn hayan llegado de las Delegaciones de Hacienda
o de la Universidad de Barcelona, existiendo casos de un mismo fondo repartido en los dos
grupos, eso cuando se conoce su origen, cosa que no ocurre siempre. Los documentos
estn divididos por su forma en pergaminos, volmenes, legajos grandes y legajos pequeos. Yen cuanto a la descripcin el panorama no mejora demasiado: los legajos no tienen
inventarios detallados, se ofrece un inventario completo aunque sumario de los volmenes, y los pergaminos slo estn catalogados completamente hasta 1300, ignorndose en
muchos casos su procedencia, pues de estos mismos monasterios se conservan adems
varios miles de pergaminos, la mayora posteriores a 1300, en fase todava de catalogacin. De Gerona ms de 2000 pergaminos ya inventariados todava necesitan una ltima
revisin antes de incorporarse a su fondo corresppndiente 106
Por supuesto no en todos los archivos ha ocu~ido lo mismo ni se puede ignorar el
importante trabajo que en todo este tiempo se ha realizado, incluido el de los dos centros
anteriormente citados. En estos el peso de la historia y de una mal entendida tradicin
sumado a una poltica de archivos que poco o nada ha hecho porque esto cambie, en
impulso renovador y de medios, parece haber lastrado enormemente un trabajo que resulta
enormemente difcil de explicar cmo no est al da.
No son demasiados los instrumentos de descripcin, globales o por instituciones,
publicados, si bien puede notarse cmo en los archivos ms pequeos se ha avanzado
en la identificacin, clasificacin y descripcin correcta de este tipo de fondos, aunque
no son todos o al menos no se han dado a conocer. La presencia de algunos profesionales especialmente competentes sin duda ha influido, pero aunque quisiramos pensar
que esto ocurre porque se ha sido consciente de la necesidad de abordar su tratamiento
adecuado, lo que parece es que el escaso volumen de lo que tienen, especialmente si
comparamos con los otros centros, la consiguiente mayor capacidad para atenderlos
correctamente, y el hecho de que garanticen al archivo un cierto pedigr por la antigedad de algunos de sus documentos ha facilitado esta actuacin 107
Recurriendo una vez ms al censo-gua de archivos se puede constatar cmo documentos con un mismo origen reciben un tratamiento distinto segn el archivo en que se encuentren, especialmente en lo que se refiere a la clasificacin de los fondos. Atendiendo a la
informacin proporcionada por esa misma fuente relativa a los Archivos Histricos Provinciales y a los Archivos regionales, nos encontramos con estas situaciones:
1. La documentacin de las entidades desamortizadas se clasifica en el fondo de la
Administracin de Hacienda J08 o de las Delegaciones de Hacienda. Son veinte los
centros que lo declaran as.
106 Todos estos datos los ofrece TORRA PEREZ, Alberto. Fondos documentales monsticos ... , pp.
140-141.
107 Tenemos ejemplos de archivos en los que podemos consultar inventarios o catlogos convenientemente realizados y completos como son los de La Corua, Orense, Valencia, o Mallorca, pero si hacemos
caso a los datos del censo-gua son mayoritarios todava los centros que no los tienen.
J08 Opcin mayoritaria de los archivos de Castilla y Len. Gua de los Archivos Histricos Provinciales de Castilla y Len. [Valladolid]: Junta de Castilla y Len, D.L. 1999.
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Entre los miembros de este grupo tenemos a quienes mantienen unida la documentacin incautada con los expedientes de las oficinas, caso del AHP de Guadalajara!09, y quienes piensan separarla, como en el AHP de Zamora!!o.
2. La documentacin de las entidades desamortizadas se clasifica en el fondo de la
Administracin de Hacienda o de las Delegaciones de Hacienda pero formando
otra agrupacin denominada Clero o Desamortizacin. Esta opcin es declarada
por tres archivos, Albacete, Tenerife y Crdoba.
3. La documentacin se identifica institucin a institucin. As aparece en siete
archivos. Se ha optado por identificar y separar los documentos pertenecientes a
cada una de las entidades desamortizadas y presentarlos como fondos al mismo
nivel que otros archivos eclesisticos ingresados como tales.
4. Con todos los fondos desamortizados existentes se forma una agrupacin independiente!!!, que se clasifica dentro del apartado Archivos Religiosos, a la que
generalmente se denomina como Clero, siguiendo el modelo del AHNII2. Esto ocurre
en nueve archivos y entre ellos algunos de los que conservan una mayor cantidad:
los archivos del Reino de Valencia y de Mallorca.
5. Creacin de una coleccin de pergaminos. Recoge la tradicin diplomtica, coexiste con las situaciones anteriormente relacionadas y en su gran mayora est
integrada por documentos procedentes de desamortizacin, que en unos casos se
sealan en su fondo correspondiente pero no siempre. De los 51 archivos censados 16 tienen colecciones de pergaminos o de manuscritos.
En resumen, una gran variedad de situaciones, caracterizada por la falta de unidad
en la presentacin de los datos y en la realidad del tratamiento de los fondos, tanto desde
el punto de vista fsico (si se separan los documentos o no) como intelectual (si se
consideran como fondo, subfondo o parte de expedientes).
Ms all del censo-gua sera preciso recurrir a las guas de los diferentes archivos
para conocer un poco ms profundamente el contenido de esta documentacin y su
volumen, y aun as no seramos capaces de cuantificarlo puesto que no siempre se nos
dan los datos institucin a institucin, especialmente cuando nos encontramos estos
documentos mezclados con los expedientes de Hacienda.
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ha sido esa y adems creemos que despus del tiempo pasado la situacin ya debera
haber cambiado. No se olvida que en nuestros archivos y gracias a ellos se conservan
adecuadamente miles de fondos eclesisticos, que por estar all pueden ser utilizados
libremente por todo el que lo desee sin otra limitacin que su conservacin, pues aunque cabe hacer la consideracin de que si los archivos se hubieran mantenido en manos
de sus antiguos propietarios hoy estaran completos, aunque sin duda el acceso a los
mismos no se producira de la misma forma. Por supuesto si eso fuera as la historia
habra sido diferente.
En todo caso, nos hallamos ante una documentacin de un inters tan grande que
merecera la implantacin de unos planes de trabajo que la dieran a conocer, teniendo
como objetivo prioritario la identificacin de los restos de fondos conservados y el
tratamiento uniforme de los mismos. Esto exigira !,lna coordinacin entre todos los centros
que conservan estos documentos destinada a : '
1. Identificar correctamente los fondos de acuerdo a su procedencia,
2. Clasificar uniformemente los fondos,
3. Definir las principales series
4. Reconstruir intelectualmente los fondos divididos
5. Elaborar una gua que permita conocer los fondos existentes. Para esto habra que
reunir la informacin obtenida en los archivos pblicos con la de los eclesisticos y
cualquier otro donde pudieran encontrarse restos de los antiguos archivos.
Es preciso corregir el rumbo que hasta no hace mucho se ha seguido con estos
documentos. El diferente tratamiento fsico e intelectual que se le ha venido dando a
la documentacin eclesistica existente en las oficinas de la Hacienda Pblica no produce sino desconcierto. Ha de abordarse de una vez por todas la tarea de normalizarla,
de ofrecer la informacin sobre la misma de forma pertinente, clara y sencilla.
El panorama actual lo que viene a reflejar es la confusin en la que estamos los
archiveros pues aunque no lo manifestemos abiertamente no parece que tengamos muy
claro algo que por otro lado aparece como elemental y unnimemente aceptado: el
principio de procedencia, o, al menos, cmo aplicarlo. Y es que ni siquiera tenemos
resuelta satisfactoriamente la identificacin del fondo o fondos al que pertenece esta
documentacin y por consiguiente su correspondiente clasificacin ll3 . La duda se podra resumir en esta pregunta: los documentos desamortizados forman parte del fondol
os de los archivos de Hacienda o tienen su propia personalidad?
Aparentemente la respuesta a esta cuestin viene dada por la realidad de la clasificacin a que han sido sometidos, cuando esto se ha hecho. Tendramos dos posturas,
la de quienes los incluyen dentro del fondolos de Hacienda, formando parte de un archivo
pblico, y la de los que sostienen que son archivos privados, de la Iglesia. Siguiendo
con la deduccin parecera que los que defienden la segunda postura sostienen que estos
documentos no son pblicos, cuando no hay duda de que lo son pues fueron incautados
113 MARTNEZ GARCA, Luis. Los principios de la descripcin archivstica. Boletn de la ANABAD,
XLIX (1999), nm. 1,61 ss.
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por diferentes gobiernos con capacidad para ello. Consecuencia lgica: slo sera vlida
la primera postura.
Si esto fuera as de fcil habramos solucionado rpida y claramente el grave problema de delimitacin de los fondos que habitualmente se le plantea al archivero. Ya
no habra duda: un propietario, un fondo. Si una institucin cambia de nombre, evoluciona, desaparece o su documentacin pasa a otras manos no nos inquietaremos
pensando ante qu fondo documental nos encontramos y cmo lo denominaremos, ser
tan simple como asignarle el nombre de su propietario ltimo.
Evidentemente no parece que esa sea la mejor respuesta a la cuestin planteada pues
estaramos identificando la titularidad de un bien con algo muy distinto, el fondo de
archivo y la clasificacin intelectual de ese fondo. Bajo esa premisa no sera posible
que una misma persona o institucin poseyera varios archivos/fondos, yeso parece un
absurdo que no precisa ms explicacin.
Si una de las caractersticas de un fondo de archivo es que agrupa de forma organizada los documentos producidos por una entidad o persona en el ejercicio de sus
funciones, en el caso que nos ocupa lo que habra que valorar es si la documentacin
de origen eclesistico que aparece en los archivos de Hacienda se acumul para utilizarse en la gestin administrativa de los expedientes relacionados con los bienes incautados.
Hasta el momento no se han realizado estudios con profundidad sobre este asunto,
pero de los que conocemos parece deducirse que en casi todos los casos la documentacin incautada durante el proceso de Desamortizacin no est integrada en las series
de las oficinas de Hacienda sino en una mnima parte, como antecedente de ciertos
expedientes l14 , aunque s que fsicamente aparece mezclada en algunos depsitos.
Esto, qu quiere decir? Si la documentacin no forma parte de los expedientes y
no recibi dentro del fondo de Hacienda un tratamiento especfico, si no sirvi para el
desarrollo de sus funciones, podremos concluir, al menos provisionalmente, que el paso
por sus archivos no fue sino un movimiento, una mudanza de lugar de depsito, una
forma de tomar posesin de un bien, y que los documentos no se integraron ni en otros
expedientes ni en otro fondo distinto que el propio y original a pesar de haber cambiado
de propietario, razn por la cual deberan recibir un tratamiento acorde con esa realidad.
Por consiguiente lo que cabe hacer con ellos es identificar el fondo de procedencia
y dentro del mismo incluir todos y cada uno de los documentos que en su da se sacaron
de la entidad eclesistica, considerando a todos juntos como un fondo de archivo. Es
cierto que nos encontraremos con fondos incompletos y fragmentados, pero esto no es
sino consecuencia de las peripecias sufridas por el fondo a lo largo de su existencia,
algo que por desgracia no es demasiado extrao puesto que raro es el archivo que se
conserva ntegro y no por ello deja de considerarse como tal. La explicacin del por
qu de las ausencias ser necesario exponerla en el apartado correspondiente en la
114 BURRIEZA MATEOS, Jos Mara. La documentacin generada por los procesos
desamortizadores ... , p. 116.
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LA DOCUMENTAcIN DE CLERO EN
EL ARCHIVO HISTRICO PROVINCIAL
DE CUENCA
Ma de la Almudena Serrano Mota
Archivo Histrico Provincial de Cuenca
1. INTRODUCCIN
El Archivo Histrico Provincial de Cuenca l se crea en 1948 2 con el fin, como es
bien conocido, de recoger documentacin notariaP, documentacin de justicia, hacienda y otras dependencias oficiales de la provincia4, los libros de Contaduras de Hipotecas 5 y la documentacin de administracin autonmica perifrica6 .
En adelante, AHPCu.
Orden de 18 de diciembre, del Ministerio de Educacin Nacional, por la que se crea el Archivo
Histrico Provincial de Cuenca, BOE de 11 de enero de 1949.
3 Decreto de 12 de noviembre de 1931, de los Ministerios de Justicia e Instruccin Pblica y de Bellas
Artes, art. 1.
4 Decreto de 24 de julio de 1947, sobre Ordenacin de los Archivos y Bibliotecas y del Tesoro histricodocumental y bibliogrfico, art. 34.
5 Orden de 14 de diciembre de 1957, del Ministerio de Justicia.
6 Decreto 214/1991, de 26 de noviembre, de la Consejera de Educacin y Cultura, por el que se organiza
el Archivo Regional de Castilla-La Mancha.
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Debieron transcurrir cinco aos para que, definitivamente, la documentacin ingresara en el AHPCu: Sus fondos se vieron incrementados con los trados del Archivo de
la Delegacin de Hacienda.
El nmero de cajas archivadoras que resultaron tras el traslado y una descripcin
demasiado somera fue de 1.109 unidades de instalacin. Hubo que esperar a tener
personal contratado para poder trabajar con esta documentacin y realizar esta descripcin a que nos referimos (que ha sido la nica hasta que se ha acometido la indentificacin de fondos actual):
La documentacin trada de la Delegaci,n. de Hacienda, como encierra mayor
dificultad para su clasificacin, la hemos dejado para el verano, poca en que podemos contar con la ayuda de los estudiantes, segn expresa la Memoria del ao 1972.
Para entender la descripcin que se realiz, hemos de conocer los motivos que a
ello llevaron, como va quedando perfilado (falta de medios humanos y econmicos).
En el ao 1973 sigue pendiente de clasificacin la documentacin trada del Archivo de Hacienda, toda ella corresponde a Desamortizacin.
Continua en 1976 pendiente de clasificacin la documentacin recogida de Motilla
del Palancar y parte de Desamortizacin.
Seis aos ms tarde Se revis parte de la documentacin de Desamortizacin que
nos habamos trado de la Delegacin de Hacienda y estaba toda ella sin inventariar.
El total de legajos revisados fue de 400, formndose con esta documentacin 689 cajas;
tambin se redactaron de la misma 4.000 fichas. Queda otra parte por revisQ1; que
esperamos poder hacerla por el mismo procedimiento, suponiendo que se renueve el
convenio con el INEM.
Los trabajos de descripcin van avanzando: tuvimos durante cuatro meses dos
contratados del Convenio INEM-Ministerio de Cultura. Nos hicieron una gran labor,
continuaron la revisin de Desamortizacin y de los 169 legajos revisados se hicieron
333 cajas-legajos, de las cuales se redactaron 4.758 fichas, relativas a 4 ndices:
onomstico, geogrfico, asuntos o materias, y conventos. Falt muy poco, 71 legajos
para terminar de inventariar esta seccin.
Fue en 1984 cuando Se termin de inventariar la documentacin sobre Desamortizacin. Con fondos propios de la Delegacin de Cultura se contrataron 2 personas
durante 3 meses, con ellos fue posible inventariar la documentacin de Desamortizacin que quedaba pendiente.
Desde entonces, y hasta ahora, ha sido imposible emprender las tareas de identificacin de estos fondos, tan necesarias, debido a una importante falta de personal que
pudiese hacerlo, derivndose de esta situacin un perjuicio para la investigacin, teniendo en cuenta que la documentacin descrita realmente ha dejado olvidada otra
mucha que es muy importante, fundamental para conocer estas instituciones. No
obstante, queremos dejar constancia del importante trabajo que se realiz en su momento: simplemente, no se pudo hacer de otra manera debido a que hubo escasez de
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medios materiales y humanos; reconocemos la imprecisin de la primera tarea descriptiva pero, reconocemos tambin, que sin esta labor inicial habra sido muy difcil y
costoso realizar el trabajo actual y, por supuesto, ningn investigador habra tenido
acceso a estas fuentes documentales.
As las cosas, y teniendo conocimiento por los usuarios externos y por nosotros
mismos de esta realidad, cuando ha sido posible, se ha tomado la decisin de comenzar a identificar cada fondo documental.
2. LA DOCUMENTACIN
La documentacin que a continuacin se presenta corresponde tanto a clero regularlO como secular: orden benedictina, dominicos, agustinos, trinitarios, san Lorenzo
Justiniano, carmelitas, mercedarios, Compaa de Jess, Escolapios, Congregacin de
san Felipe. Tribunal de la Inquisicin del Distrito Cuenca y Sigenza, rdenes Militares, hospitales y hospicios, parroquias, ermitas, capellanas.
En la relacin de series documentales correspondientes a cada una de estas instituciones eclesisticas que ahora se publica, hemos diferenciado conscientemente los
censos del resto de documentacin notarial, siendo precisamente stos los tipos documentales que ms abundan, junto con el resto de documentacin econmica. Como se
advertir, se ha incluido conscientemente la documentacin producida por la Administracin Delegada de Hacienda, pero ya hemos hecho la salvedad de que se trata de
una comunicacin de carcter general, teniendo como base la publicidad de los fondos
de clero, hasta ahora grandes desconocidos y que forman el ncleo fundamental de
Desamortizacin, siendo la documentacin de Hacienda la menor en su cuanta. El orden
de exposicin es: Orden, lugar y documentacin que se encuentra descrita, fechas
extremas.
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Escrituras: s. XVII-XVIII
Apeo: 1731
Inventario de bienes y libros de fincas rsticas: 1818-1841
Libro de frutos: 1836
Ex. de subasta de bienes: 1849
Relacin de pertenencias del covento: 1836
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Censos: 1557-1747
Apeos: 1699-1743
Cuentas: 1786-1830
Inventario de bienes: 1836
Pertenencias: 1836
Escrituras: 1496-1739
Ex. derribo del convento: 1858
ORDEN CARMELITA
Cuenca: Convento de Santa Teresa y San Jos (religiosas descalzas)
Cartas de privilegio: 1587-1653
Censos: 1607-1824
Memoria de censos y rentas: 1632-1672
Concordias: 1607
Escrituras: s. XVI-XVIII
Libro de frutos: 1836
Inventarios de bienes: 1802, 1835-1841
Ex. de arrendamiento: 1813
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Ucls: Convento de Nra. Sra. del Carmen y San Jos (frailes descalzos)
Fundacin del convento: 1594
Ventas: 1574-1612
Inventarios de bienes: 1626-1683, 1821, 1836
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Donacin: 1639-1640
Censos: 1542-1801
Trueques de tierras: 1613
Liquidaciones: 1828-1851
Villanueva de la Jara: Convento de Santa Ana (religiosas descalzas)
Censos: 1599-1832
Memoria, arrendamiento y cesin de heredad: 1724-1824
Inventario de bienes: 1836
Villanueva de la Jara: Convento de Nra. Sra. de las Nieves (frailes descalzos)
Censos: 1626-1833
rdenes Reales: 1805-1832
Pleitos: s. XVIII
Escrituras: s. XVIII
Relacin de dbitos de censos: 1835
ORDEN MERCEDARIA
Cuenca: Convento de Nra. Sra. de las Mercedes (frailes calzados)
Censos: 1494-1818
Doc. Judicial: 1532-1822
Apeos e inventarios: 1458-1751
Diezmos: 1511-1583
Tercias reales: 1716
Donacin: 1685
Asignaciones para consumo: 1701-1710
Inventarios de bienes: 1816-1841
Ventas: 1758-1761
Ex. de cobros de rentas: 1835-1836
Relaciones de bienes: 1814
Registro de censos: 1841
Cartas de pago: 1859
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Huete
Censos: 1562-1801
Causas ejecutivas: 1787-1788
Inventario de bienes y derechos: 1821
Relacin de frutos y temporalidades: 1816
Villarejo de Fuentes
Censos: 1541
Causas ejecutivas: 1781, 1808
Inventario de bienes y derechos: 1821
Ex. sobre el traslado del colegio: 1844
ESCOLAPIOS
Almodvar del Pinar
Censos: 1667-1785
Escrituras, ttulos de propiedad y apeos de tierras: 1660-1803
Relacin de sacerdotes y legos: 1813-1836
Inventarios de bienes: 1813-1836
Liquidaciones: 1820-1851
.*
Arrendamientos: 1846
Ex. de subasta de bienes: 1851-1866
Redencin de censo: 1848
Inventario de bienes: 1812
13 El Distrito de Cuenca y Sigenza era uno de los 21 a cuyo frente haba un Tribunal que acta
por delegacin de poderes del Inquisidor General.. Recomendamos la lectura de la comunicacin presentada por Jaime Contreras Contreras en las II Jornadas de Castilla-La Mancha. sobre Investigacin
en Archivos, op. cit.., pgs. 917-928, con el fin de entender porqu el Archivo de la Inquisicin del
Distrito de Cuenca se custodia, prcticamente completo, en el Archivo Diocesano de Cuenca. Y, por
supuesto, es de necesaria consulta la Gua del Archivo Diocesano de Cuenca, elaborada por su archivero (ya jubilado), Dimas Prez Ramrez, publicada por la Diputacin Provincial de Cuenca, 1988.
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RDENES MILITARES
Orden de San Juan de Jerusaln: Encomienda de Pealn
Censos: 1679
Apeos: 1580-1760
Juicio de residencia: 1715-1785
Pleitos: 1532-1737
Registros de vias y vides: 1567, 1690, 1728
Inventarios de bienes: 1660-1664, 1771, 1847
Escrituras de fianza: 1686, 1813
Mejoramientos de encomiendas: 1708-1758
Arrendamiento de tierras: 1825-1848
Libro de pertenencias: 1847-1852
Orden de Santiago
Documentacin sobre Villamayor de Santiago, Pozorrubio y Villaescusa de Haro:
1836-1844
Inventario de bienes de la encomienda de Villaescusa de Raro: 1837
Correspondencia: 1808-1837
Ex. de nombramiento de administrador de encomienda: 1813
V. Hospital de Santiago (Hospitales y Hospicios)
HOSPITALES Y HOSPICIOS
Cuenca: Hospital de Santiago (Orden Militar de Santiago)
Censos: 1569-1847
Testamento: 1579
Estancias de enfermos militares: 1811, 1823-1824
Ex. de descubiertos: 1846
Ex. de redencin de censos: 1855
Ex. de dominio de tierras: 1856-1862
Ex. linderos: 1863
Subrogacin de censo: 1869-1871
.*
Cuenca: Hospital de la Esperanza
Censo: 1508-1747
PARROQUIAS
Cuenca 14 El Salvador Censos: 1574-1859, Ex. de obra: 1845. San Andrs Censos: s. XVIl,
Memorias: s. XVII-XVIII, Apeos: 1595, Ventas: 1608-1702, Capellanas: 1603,
Codicilos: s. XVII-XVIII, Causas ejecutivas: s. XVII-XIX, Visitas: s. XVIII, Tasaciones: 1843, Inventario de tierras: 1789, Autos sobre posesiones: 1700, 1844. San Esteban Censos: 1498-1835, Ventas: 1533-1825, Mayorazgo: 1648-1681, Testamento:
1679, Pleito: 1566. San Gil Censos, ventas, apeos, testamentos: 1523-1810. San Martn
Censos: 1546-1739, Capellanas: 1844. San Miguel Censos: 1544-1829, Apeos e
inventarios: 1655-1796, Ventas: 1817, 1855, Capellanas: 1768-1781, Causas ejecutivas: 1803. San Nicols Censos: 1699-1716, Apeos: 1761-1764. San Pedro Censos: 15221832, Causas ejecutivas: 1692-1715, Fbrica: 1565-1730, Apeos: 1743, Capellanas:
1743-1815, Venta judicial: 1770, Ex. de subasta: 1860. San Vicente, Censos: 1702-1813,
Denuncia: 1868. Santa Cruz Censos: 1666-1815, Inventario de bienes: 1798. Santa M a
14 Las parroquias o coIlaciones de Cuenca a fines del siglo XV eran las siguientes: Santa Mara
(catedral), San Pedro, San Nicols, San Miguel, San Martn, Santa Cruz, San Gil, San Esteban, San
Vicente, San Salvador, Santo Domingo, San Andrs, San Juan, Santa Mara la Nueva, segn documenta
Jos Mara Snchez Benito, El espacio urbano de Cuenca en el siglo XV. Cuenca, Diputacin Provincial, 1997, pg. 16.
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ERMITAS
Cardenete San Qulez y Nra. Sra. de los Desamparados Libro de cuentas: 1817.
Paracuellos de la Vega Santa gueda Apeos: s. XVII-XVIII. Pineda Santa Ana Apeo:
1777, San Bartolom Apeo: 1767. Ribatajada Nra. Sra. de la Estrella Libro de cuentas y rentas: 1743-1805. Ribatajadilla San Pantalen Censos: 1571-1773, Ventas: 17731781, Libro de rentas y caudales: 1764, Inventario de bienes: 1775, Memorial y venta:
1781, Ex. de subasta: 1860. Saceda del Ro Santa Isabel Censo: 1695-1745. Torralba
San Pantalen Censos: 1591-1775 Valverde del Jcar San Expsito Censo: 1780.
15 La documentacin perteneciente a la Colegiata de Belmonte, parroquia de San Bartolom, se encuentra
en proceso de identificacin.
16 Las parroquias de Huete, al final de la Edad Media, fueron catorce: Santa Mara de Lara, Santa
Mara de Castejn, Santa Mara de Atienza, San Pedro, El Salvador, San Nicols de Almazn, Santiago,
San Miguel, San Juan Evangelista, San Marcos (anulada), San Nicols de Medina, Trinidad, San Gil, San
Esteban, segn documenta Jos M a Snchez Benito Las tierras de Cuenca y Huete en el siglo XIV: historia
econmica. Cuenca, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 1994.
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CAPELLANAS 17
Cuenca San Esteban Censos: 1598-1836. Aliaguilla Subasta de heredades: 1863.
Almarcha, La Subasta: 1861. Almodvar del Pinar Fundacin: 1787-1798. Arcos de
la Sierra Heredades: 1710. Bascuana de San Pedro Ex. de subasta de finca: 18601861. Blliga Censo: 1675-1819. Buenda Censos: 1638-1765. Campillos-Para vientos
Fundacin: 1666, Apeos: 1765. Campillos-Sierra Ex. de remate de tierras: 1843.
Caada del Hoyo Apeo: 1760. Caaveras Ex. de incautacin de fincas: 1870. Ex. de
subasta de bienes: 1843. Caete Censos: 1606-1745. Caracenilla Censos: 1679-1777,
Apeos: 1642-1773. Castillejo del Romeral Censos: 1622-1777, Testamento: 1671.
Chillarn Censos: 1657-1790. Fresneda de Altarejos Ex. de subasta: 1860. Fresneda
de la Sierra Censos: 1673-1800, Ex. de redencicin de censo: 1856 Fuentelespino de
Moya Censos: 1765-1785. Garcinarro Apeo y censos: s. XVII-s.xV III. Hontecillas
Censos: 1761. Huerta de la Obispala Apeos: 1614-1810. Iniesta Censos: 1674-1805.
Ledaa Censos: s. XVII-XVIII. Monreal del Llano Apeos de tierras: s. XVIII.
Montalbo Censos: 1634-1662. Moya Censos: 1860. Naharros Censos: s. XVII-XVIII.
Olmeda de la Cuesta Censos: 1597-1748, Tasaciones de fincas: 1856. Olmedilla de
Eliz Fundacin: 1787 Ventas: 1653-1790. Olmedilla del Campo Fundacin: 1720. Osa
de la Vega Apeos: 1764. Pajarn Fundacin: 1720 Venta y censos: 1440-1747. Palomares del Campo Censos: 1861 Peraleja, La Censos: s. XVII-XIX, Arrendamiento
de olivares: 1853. Picazo, El Censos: 1646. Pineda Censos: s. XVIII
Apeos: s. XVIII. Piqueras Arrendamiento de tierras: 1852. Portilla Apeo: 1762.
Fundacin: 1652, Robras: 1775. Poveda de la Obispala Denuncia de capellana: 1854.
Rubielos Altos Censos: 1725. Rubielos Bajos Censos: 1725-1816. Saceda del Ro
Censos: 1678-1746 Apeos: 1715. Salinas del Manzano Fundacin: 1672, Censos: 17161777. Salvacaete Censo: 1725. San Martn de Boniches Censos: 1699-1768. Sotoca
Censos: 1735-1790. Inventario de bienes: 1730. Sotos Informes sobre tasacin y
medicin de fincas: 1868. Talayuelas Censos: 1677-1765. Tondos Censos: 1726-1830.
Trtola Subasta de casa: 1860, Tasacin de casa: 1868. Subasta de heredad: 1860.
Tresjuncos Censo: 1704-1830. Valdecolmenas de Abajo Apeo 1716. Valdecolmenas
de Arriba Censos: 1693-1764. Valdemoro del Rey Apeo: 1829, Permuta: s. XVIII.
Valera de Arriba Apeo: 1775. Valparaso de Abajo Fundacin: 1792, Apeo: 1709
Ventosa, La San Jernimo Censo: 1701-1749. Venta y reparaciones de la ermita:
1814,Venta de tierras: 1855. Villagarca del Llano Censo: 1672-1860. Villanueva de
los Escuderos Censo: 1706-1792, Tasaciones de bienes: 1844. Villanueva de
Guadamejud Censos: 1640-1760, Apeos: 1654. Villanueva de la Jara Censos: 16111820, Apeos: 1734-1833, Ventas: 1720. Villar del Saz de Navaln Tasaciones de tierras: 1869. Villar de Domingo Garca Apeo de fincas: 1804. Villar del Horno Apeo
17 Como documentacin complementaria a la custodiada en el AHPCu. se conserva en el Archivo
Diocesano una Seccin de Capellanas, as denominada, como puede comprobarse en Dimas Prez Ramrez,
Gua del Archivo... op. cit.
1163
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y deslinde de tierras: 1781. Villar del Humo Apeo: 1766. Villar del Saz de Navaln
Subasta: 1860. Villarejo del Espartal Censos: 1627-1826, Apeos: 1686. Villarejo
Sobrehuerta Traslado de fundacin de capellana: 1684. Villargordo del Jcar Censos: 1784-1820. Villaseca Fundacin: 1787. Vindel Subastas de tierras: 1860. Zafra
Censo: 1725-1787.
3. LA COLECCIN DE PERGAMINOS
La coleccin de pergaminos1 8 del AHPCu es una coleccin facticia, creada con el
nico propsito de preservar el estado de conservacin de las piezas documentales que
la componen debido a su soporte escriptorio (pergamino), deben instalarse en un tipo
de mobiliario especfico (planeros horizontales) puesto que, adems, algunos de estos
documentos tienen unas dimensiones extraordinarias, incluso difciles e incmodos de
manejar manualmente. Esta coleccin se compone de 140 piezas documentales descritas. No obstante, este nmero se ha visto incrementado al iniciarse las tareas de identificacin de los fondos reunidos como consecuencia de las actividades desamortizadoras, apareciendo algunos de los pergaminos protegiendo legajos y documentos, es
decir, a modo de encuadernacin: se trata, en la inmensa mayora de los casos, de
documentacin proveniente de la cancillera pontificia. En su momento, se publicar
el catlogo completo de toda esta documentacin.
La procedencia institucional de estos documentos es la siguiente:
- Cabildo de Cuenca: 1218'" 1685, 9 documentos.
- Cabildo de Huete: 1280'" 1418, 31 documentos.
- Cofrada de san Bartolom y san Andrs de Huete: 1437, 1 documento.
- rdenes religiosas (conventos y monasterios):
- Concepcin Franciscana (Cuenca): 1620, 1 documento.
- Jess y Mara (San Lorenzo Justiniano) (Huete): 1593"'1748,7 documentos.
- Jess y Mara (San Lorenzo Justiniano) (Villaescusa de Haro): 1670, 1 documento.
- Mercedarios (Cuenca): 1544, 1559, 1802, 3 documentos.
- Benedictinos (Huete): 1736, 1 documento.
- Santa Mara (San Clemente): 1685, 1 documento.
- Monsalud (Guadalajara): 1396'" 1536, 6 documentos.
- Hospitales:
- Fuentes: 1396, 1401, 1443, 3 documentos.
18 Existe en el AHPCu el catlogo de esta documentacin, realizado por Luis Caas Salvador entre
los aos 1993-1994, sobre un trabajo previo de M a del Pilar Monedero <;::aas y M a Esther Martnez
Ruiz.
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.*
4. DOCUMENTACIN COMPLEMENTARIA Y POSIBILIDADES DE INVESTIGACIN
La documentacin complementaria para abordar el estudio de las instituciones
eclesisticas que se han reseado es abundante. Los archivos que se relacionan a
continuacin ofrecen al investigador amplias posibilidades:
Archivo de la Catedral de Cuenca, Archivo Diocesano de Cuenca, Archivo Municipal de Cuenca, Archivo Municipal de Huete, Archivo Municipal de San Clemente,
Archivo Municipal de Villanueva de la Jara, Archivo Municipal de Belmonte, Archivo
de la Chancillera de Granada, Archivo Histrico Nacional y la Seccin Nobleza de
ste, Archivo General de Simancas, Archivo del Reino de Valencia, adems, por
supuesto, de la documentacin de las siguiente.<;. secciones del AHPCu:
Administracin de Justicia de Partido, Fe Pblica, Delegacin Provincial de Cultura, Administracin Local, Colecciones, Reprografa de Complemento.
Las posibilidades de investigacin (teniendo en cuenta que la documentacin relacionada ha sido utilizada puntual y escassimamente), como se puede comprender,
son abundantsimas. Adems del origen y evolucin, economa, arte, etc., de cada una
de estas instituciones, y por ende, de la propia ciudad y provincia, no debemos perder
de vista que, formando parte de las comunidades religiosas de cada convento o monasterio, se encontraban representadas las familias ms sobresalientes de la ciudad, es
decir, las lites locales 19 (Carrillo de Albornoz, Hurtado de Mendoza, Caamares, Valds,
etc) y que Cuenca, especialmente en el siglo XVI, fue una de las ciudades ms importantes de la Pennsula Ibrica: Cuenca se convierte en un gran centro fabril y buena
parte de todos estos aos sern prsperos, gracias a la ganadera y la industria textiFo.
Esta prosperidad tambin queda reflejada en la economa conventual y, de igual modo,
a travs de esta documentacin se puede comprobar el inicio de la decadencia generalizada en Espaa en el siglo XVII.
Por ello, creemos que la presentancin en estas Jornadas de esta comunicacin no
debe quedar en esta simple publicacin, sino que la documentacin existente debe ser
utilizada por los investigadores con el fin de complementar o iniciar estudios.
5. BIBLIOGRAFA
La bibliografa reunida aqu recoge los estudios histricos realizados sobre las
instituciones religiosas que son el motivo de esta comunicacin, adems de los estu-
1165
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dios sobre el territorio conquense durante la Edad Media y el Antiguo Rgimen, basados en fuentes documentales existentes en los Archivos de Cuenca (Municipal,
Catedralicio, Diocesano, Histrico Provincial y Archivos Municipales de la provincia),
ofreciendo, tambin, la edicin de las propias fuentes documentales reunidas en estos
centros, que cada vez es ms abundante, necesaria y requerida por los usuarios que ven,
as, enormemente facilitada su labor investigadora.
ARCHIVO HISTRICO PROVINCIAL DE CUENCA. Gua. Cuenca, 2000.
-, Catlogo de la coleccin de pergaminos del Archivo Histrico Provincial de Cuenca.
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APNDICE DOCUMENTAL
1536, mayo, 5. Madrid
.. k
Crdova, de Crc;ega, de Murc;ia, de Jan, de los [Algar]bes, de Algeziras, de Gibraltar, de las Yslas de Canaria, de las Yndias, Yslas e Tierra Firme del mar Oc;ano, conde
de Barc;elona, seor de [Viscaya e de ]Molina, [duque] de Atenas y de Neopatria, conde
de Ruyselln y de <::erdania, marqus de Oristn e de Goc;iano, archiduque de Austria
[e de ]Borgoa y de Brabante, conde de Flandes e de Tirol, etc, administrador perpetuo de la Orden de la Cavallera de Santiago por autoridad apostlica [por quan]to fray
Bernardo Manrrique, prior provinc;ial de la orden de los predicadores en la provinc;ia
despaa, e fray Pablo de la Cruz, fray le de la dicha [orden de]los predicadores, y en
nonbre della, me hizieron rrelac;in por su petic;in que en el mi Consejo de la dicha
Orden de Santiago fue presentada (roto) que ellos tienen devoc;in e voluntad de fundar
e hazer un monesterio dela dicha orden de los pedricadores en la villa de Villaescusa
[de Raro], o c;erca della, en el sitio e lugar que para ello pudieren aver e sea onesto
e conviniente, e porque en la tierra de la dicha Orden de Santiago (roto)es la dicha
villa no se puede hazer ni fundar monesterio alguno de otra orden e rreligin sin lic;enc;ia
del maestre general della, como [admin]istrador susodicho que me suplicavan e pedan
por merc;ed, en nombre de la dicha orden de los pedricadores mandase dar lic;enc;ia a
los dichos frayles [p]ara hazer y fundar y hedificar de nuevo el dicho monesterio en
el dicho sitio e lugar que para ello pudieren aver, con las condic;iones siguientes:
- [prime]ramente que los frayles que fundaren e hizieren el dicho monesterio e
moraren en l de aqu adelante, para siempre jams, no puedan [entr]ar ni tener ni
conprarn ni ternn en la tierra dela dicha orden de Santiago bienes rrayzes ni otra
heredad salvo aquella en que asy hizieren [el dicho] monesterio, e que si algunos bienes
rrayzes heredaren, los vendan dentro de un ao primero siguiente despus de los aver
heredado.
- Yten, que la dicha orden de los pedricadores e los dichos frayles della que hizieren
e fundaren el dicho monesterio, bivieren e moraren en l de aqu adelante rreconozcan
que lo tienen con lic;enc;ia de la dicha orden de Santiago e ma como administrador
perpetuo della, e que quando los visitadores generales dela dicha orden de Santiago
fueren al dicho monesterio el perlado e frayles dl, en rreconosc;imiento de lo suso dicho
les enbiarn las llaves dela yglesia del dicho monesterio e desapoderandose dl dirn
e confesarn que rreconosc;en tenerlo a merc;ed e voluntad dela dicha orden e ma, como
tal administrador e delos [maestres] generales o administradores que por tiempo fueren
della, sin contradic;in alguna, e que as cada e quando fuere mi merc;ed e voluntad,
o de qualquiera de los maestres generales o administradores que por tiempo fueren dela
dicha orden de Santiago dexarn para ella el dicho monesterio libremente, sin poner
en ello escusa ni dilac;in alguna.
- Yten, que cada e quando la dicha orden de Santiago enbiare sus visitadores
generales o espec;iales, los rrec;ibirn e consentirn visitar la yglesia y los ornamentos
e clizes e libros e vasos e cosas diputadas para el culto divino e bienes tenporales
del dicho monesterio, sin entrar en otra parte alguna dl e sin se entremeter direte ni
yndirete a visitar las personas de los dichos fray les nin quitar ni rremover nin poner
ninguno dellos ni de otras cosas espirituales porque esto han de hazer los perlados de
la dicha orden de los pedricadores que son o fueren del dicho monesterio.
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...,
- Yten, que guardarn e cunplirn todo lo susodicho e que no yrn ni vernn contra
ello ni contra cosa alguna ni parte deBo en tiepo alguno ni por alguna manera ni alegarn
posesin ni prescris.;in ni exsenS?in dela dicha orden de los pedricadores ni ynpetrarn
sobrello bulas apostlicas ni usarn dellas sy las tienen ganadas en perjuizio de la dicha
orden de Santiago.
y de lo suso declarado y en el dicho mi Consejo visto e platicado, lo susodicho
fue acordado que por ser el dicho monesterio para servis.;io de Dios e acres.;entamiento
del culto divino e bien e honrra de la dicha villa de Villaescusa, e de los vezinos della
que deva mandar dar la dicha liS?ens.;ia con las dichas condis.;iones. E yo tvelo por
bien. E por la presente doy e cons.;edo liS?ens.;ia e consentimiento a los dichos frayles
e a otros qualesquier de la dicha orden de los pedricadores para hazer e fundar y hedificar
el dicho monesterio en el dicho sitio e con las condis.;iones de suso declaradas e con
cada una deBas. E mando al mi governador o juez de rresidens.;ia ques o fuere del partido
de la Mancha e rrivera de Tajo, e a su lugarteniente en el dicho ofis.;io, e al cons.;ejo,
alcaldes, rregidores, ofis.;iales e omes buenos dela dicha villa de VilIaescusa, e a cada
uno e qualquier dellos que dexen e consientan a los dichos frayles hazer y hedificar
el dicho monesterio e que no les pongan ni consientan poner sobrello enbargo ni
enpedimento alguno, sopena de la mi merS?ed e de diez mill maraveds para la mi cmara
a cada uno que lo contrario hiziere. Dada en la villa de Madrid a s.;inco das del mes
de mayor, ao del nass.;imiento de Nuestro Salvador Ihesuchristo de milI e quinientos
e treynta e seys aos. Yo, la Reyna (sic). Yo Juan Bazques de Molina, secretario de
su Cesrea y Cathlica Magestad, la fize screuir por su mandado. (Rbrica, falta el
sello de placa). Lis.;ens.;ia a los frayles de la orden de los pedricadores para hedificar
un monesterio en Villaescusa de Haro, con tanto que no tengan heredamiento propio
alguno en tierra de la orden de Santiago e que lo ternn por ella e lo dexarn visitar
a sus visitadores.
.*
por una clusula dl que hizo 9ierta manda a la dicha cassa e monasterio, y porque
de ella tiene necesidad, me pidi vos mande e compela a que le dis y entreguis la
dicha clusula, y las dems que obiere en el dicho testamento tocantes al dicho
monasterio. E sobre ello me pidi justi9ia. Por tanto, yo vos mando que, luego visto
este mi mandamiento, saquis del dicho testamento la dicha clusula e clusulas tocantes al dicho monasterio, con pie y cabeza dl e signado y en pblica forma y manera
que haga fee, se lo dad y entregad al dicho fray Rodrigo de los Reyes, en nombre del
dicho monasterio, pagndoos vuestros derechos. Lo que vos mando que hagis e
cumplis, sopen a de dos milI maraveds para la cmara del marqus, mi seor. Fecho
en Escalona, a veinte y siete das de abril de milI e quinientos e 9inquenta y seis aos.
Diego de Vellonillo. Francisco Nez, escribano .
..
~errado
Cossa manifiesta es, y muy averiguada, que todos nas~emos para morir y para re~ibir
galardn o pena, de vida buena o pecadora, que en este mundo tobimos, y ninguno
ay tan bueno ni tan justo que sin l avida de la gracia de Nuestro Seor Jesuchristo,
y mediante los mritos de su santa passin, se pueda salvar. Yo, pecadora, ponindolos
ante mi Seor y Salvador Jesuchristo y mi el da postrimero de mi vida y, ansmismo,
encomendndome a la siempre Virgen, sin man~illa, mi Seora y Abogada, Santa Mara
Madre de Dios, y a los bienaventurados santos de la Corte Celestial, al Arcngel San
Miguel y al ngel a quien he sido encomendada y a tenido de m cuidado, a mi seor
San Juan Bautista y a San Juan Evangelista, a mi seor San Francisco, a San Gernimo,
a Santo Domingo, poniendo mis obras y mi alma en sus santas manos para que les llegue
ser presentes a tan estrecha quenta y ser mis abogados. Y agora, les demando su gra~ia
para que con ella enteramente pueda cumplir como soy obligada en ha~er mi testamento, descargando mi con~ien~ia en esta manera:
In Nomine Santissima Trinitatis et individue unitatis, Patris et Filii et Spiritus Sancti,
amen. Manifiesto sea a todos los que la presente escriptura de testamento vieren cmo
yo,
doa Luisa Fernndez de Cabrera e Bobadilla, marquesa de Villena e de Moya,
duquesa de Escalona, condesa de Santistevan e de Requena, etc., hija mayor de los muy
illustres seores don Juan Fernndez de Cabrera e Bobadilla, y doa Ana de Mendoza,
marqueses de Moya, mis seores y padres, que Nuestro Seor tenga en su gloria, muger
que fue del muy iIlustre seor don Diego Lpez Pacheco, duque de Escalona, marqus
de Villena e de Moya, conde de Santistevan e de Requena, mi seor y marido que santo
parayso aia ..... quiero e mando que se cumpla lo que en este mi testamento ser contenido que es en la forma siguiente:
- Yten, mando que despus de mi falle~imiento, con la mayor brebedad que fuere
posible, se junten los cuerpos o huessos del marqus y de la marquesa, mis seores
y padres, que aian gloria, en el monasterio de Santa Cruz de Carboneras, con la honrra
que tales personas merezen y, juntamente, como si a m me enterrassen en el dicho
monasterio, pongan all mi tumba conforme al testamento del marqus, mi seor y padre,
donde yo me enterrara, si el amor y lo que devo al marqus, mi seor y marido, no
me lo estorvara, porque yo he querido y quiero cumplir cerca desto lo que en su
testamento me pide y mando como siempre lo hi~e.
- Yten, mando que se paguen al monasterio de Santa Cruz de Carboneras un cliz
de plata que pesse tres marcos, el qual les devo por los dos libros que les compr, que
son la Biblia, y Morales de san Gregario, porque lo dems que nos con~ertamos ya
yo se lo tengo pagado, a de ser el cliz dorado y con las armas del marqus, mi seor,
y las mas.
1172
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INTRODUCCIN
La finalidad de la presente comunicacin es dar a conocer la documentacin del
convento de San Bernardo (Cuenca) que se custodia en el Archivo Histrico Provincial de Cuenca!, formando parte de la denominada seccin de Desamortizacin. Esta
documentacin, procedente de la Delegacin de Hacienda de Cuenca, ingresa en el
Archivo en el ao 1972. La descripcin iniciaF de toda esta documentacin procedente del clero fue bastante imprecisa, de manera que en las unidades de instalacin ha
existido siempre documentacin desconocida debido a esta incorrecta descripcin 3 La
En adelante, AHPCu.
El proceso de ingreso y descripcin de toda la documentacin se detalla en la comunicacin presentada en estas mismas Jornadas por Ma de la Almudena Serrano Mota La documentacin de clero en
el Archivo Histrico Provincial de Cuenca.
3 No queremos invalidar con estas pginas el arduo trabajo que se realiz en su momento, una vez
que la documentacin lleg al Archivo. Simplemente, las circunstancias llevaron a que no se pudiera hacer
de otra manera debido a que hubo escasez de medios materiales y humanos. Queremos dejar constancia
de la tenacidad del archivero, D. Fidel Cardete Martnez porque. gracias al empeo personal y profesioI
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documentacin del convento de las Bernardas ha quedado reducida, tras el paso del
tiempo, a 10 unidades de instalacin. La descripcin de sta es el motivo de esta
comunicacin.
1174
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39: y seis combentos de religiosas; el uno de Carmelitas Descalzas, otro de monjas benitas; otro de
Bernardas ... AHPCu, Microfilms, R-16.
/O En la descripcin de la ciudad de Cuenca, parroquia del protomrtir San Esteban dice: que en el recinto
de dicha parroquia hay tres conventos: uno de religiosos observantes de Nuestro Padre San Francisco, otro
de religiosas de la Pursima Concepcin Francisca, y otro de San Bernardo, igualmente de religiosas, ste
dentro de los muros, y los dos anteriores fuera del/os. Biblioteca Nacional, Manuscritos, n 7.298.
11 AHPCu, Desamortizacin, 1083.
12 Informacin reflejada en el Inventario realizado en 1838, AHPCu, Desamortizacin, 69.
13 AHPCu, Desamortizacin, 1083.
1. AHPCu, Desamortizacin, 1083.
1175
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3. LA COMUNIDAD DE RELIGIOSAS
En los conventos femeninos de Cuenca (benedictinas, carmelitas, franciscanas,
bernardas) es fcil comprobar cmo la representacin de las lites locales (nobleza y
familias arraigadas en cargos pblicos) dentro de las comunidades religiosas era muy
importante desde un primer momento l5 Veamos varios ejemplos, en aos diferentes,
de las monjas que formaban la comunidad bernarda en el ao 1579 16, para ver esta
representati vidad:
Abadesa: Ana Mara Campuzano
Priora: Leonor de Jess
Joanna Bautista, Jernima Romn, Ana de la Concepcin, Ana de Njera, Luisa Prez
Malo l7 , Doa Catalina de Medrano, Doa Ana de Ayora, Doa Francisca de Ayora,
Mara de la Paz, Doa Isabel de Prado, Doa Ana de Albornoz l8 , Doa Ana de Luna,
Mara de Fresneda l9 , Catalina de Fresneda, Juliana de Gonzlez, Magdalena NogueroFo,
Ana del Castillo.
15 Tenemos los nombres de las monjas que formaron la primera comunidad conocida de monjas
bernardas en Cuenca, pero con el inconveniente de que aparecen con el nombre religioso, salvo una de
ellas: Ana Bautista, abadesa; Ana de Jess, Susana de la Encarnacin, Agustina de la Cruz, Petronila
de Castilblanque, Leonor de Jess, Petronila de Santiago, Mara de los ngeles, Gernima de San
Bernardo, Luisa del Bautismo, Ana de San Gabriel, Ana de la Concepcin, Juana Bautista y Catalina
Evangelista. AHPCu, Clero, Bernardas, 3/8.
16 AHPCu, Clero, Bernardas, 1/9.
17 De esta monja se conserva este documento Tratado, escrituras y condiciones de la dote para que
despus de veinte meses de novicia, le den el velo de la profesin a Luisa Prez, siendo abadesa doa
Petronila de Castilblanque. AHPCU, Clero, Bernardas, 5/l.
18 El linaje de los Albornoz, como es sabido, aparece como el ms antiguo de la nobleza conquense
medieval, recibiendo este nombre de la donacin de la aldea llamada Albornoz. Junto con ste, aparecen
los Carrillo, como detentadores de seoro estable a fines del siglo XIII (el seoro de Priego-condado
de Priego/Cuenca). A lo largo del siglo XIV, ambos linajes se consolidan, establecindose el vnculo familiar
entre ellos con el matrimonio entre Urraca de Albornoz y Gmez Carrillo, lo que favorecera la consolidacin de una de las ms poderosas y activas lneas de la nobleza conquense: los Carrillo de Albornoz.
Adems de ellos, llegan los Mendoza que se implantarn en Cuenca a finales del siglo XIV, dando lugar
al seoro de Caete. Para una comprensin ms detallada de estas familias v. C. QuintanilIa Raso La
implantacin de la nobleza y relaciones de poder en la tierra de Cuenca en la Baja Edad Media. En:
Relaciones de poder en Castilla: el ejemplo de Cuenca. Cuenca: Ed. de la Universidad de Castilla-La
Mancha: Asociacin de Amigos del Archivo Histrico Provincial de Cuenca, 1997, pp. 103-132.
19 Mara de Fresneda y Catalina de Fresneda entran en religin por el derecho de patronazgo que tiene
sobre el convento fray Bernardo de Fresneda, y sus sucesores, segn se establece en las condiciones de
la fundacin, como se puede ver en el apndice documental de esta comunicacin.
20 Los datos que ahora aportamos de la familia Noguerol son una muestra pequea de la importancia
que tuvieron. Se establecieron en la ciudad durante el siglo XVI, constando su hidalgua segn el padrn
de exentos de contribuir en pechos, ni derramas reales, ni concejiles por ser caballeros hijosdalgo (ao
1583): Martn Noguerol, por ejecutoria de posesin y propiedad; Juan Noguerol, por hijodalgo de ejecutoria en posesin y propiedad; el licenciado Noguerol, por ejercicio y provisin en propiedad. Entre
los miembros ms destacados de esta familia en este siglo encontramos a Gil de Noguerol, alcalde del
Santo Oficio en el perodo 1579- 1590, Y al licenciado Alonso de Noguerol, doctor en leyes por las
universidades de Alcal y Salamanca, y regidor de Cuenca en 1593.
1176
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22
1177
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INVENTARIO
PRIVILEGIOS
1571
Carta de privilegio y juro sobre una heredad.
Sigo Bernardas, 1/8
Olim: D-366
25
Se trata de cuatro Inventarios de los censos que tuvo el convento, AHPCu, Clero, Bernardas,
7/16.
1178
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1649
Reserva de tres juros, concedidos por privilegio, que tiene el convento, y peticin
de que se presenten los privilegios de estos juros.
Sigo Bernardas, 5/10
Olim: D-366
CENSOS
1553-1779
Censo y reconocimientos de censo sobre unas casas de heredad en Palomera, contra
Juan Va~n, papelero 26
Sigo Bernardas 2/1
Olim: D-572
1583-1649
Censo impuesto por Miguel Jimnez y Mara Muoz, su mujer, y reconocimiento
de censo sobre unos bienes en Val paraso de Arriba.
Sigo Bernardas, 4/4
Olim: D-623
1584-1619
Censo impuesto por Juan Muoz y sus hijos, y reconocimiento de censo por Juan
Muoz y Quiteria Martnez, su mujer, sobre unos bienes en Valparaso de Arriba.
Sigo Bernardas, 2/6
Olim: D-626
1584-1701
Censo impuesto por Juan Carrasco y Quiteria de Villanueva, y reconocimiento de
censo sobre unos bienes en Val paraso de Arriba.
Sigo Bernardas, 2/9
Olim: D-626
1584-1732
Censo contra Isabel Redonda y Alonso Martnez, y reconocimiento de censo por
Miguel Cao, el mayor, sobre unos bienes en Val paraso de Arriba.
Sigo Bernardas, 2/8
Olim: D-626
26
1179
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1584-1753
Censo impuesto por Juan Yubero y Quiteria Bernalda, y reconocimiento de censo
sobre unos bienes en Valparaso de Arriba.
Sigo Bernardas, 2/12
Olim: D-626
1588-1753
Censo impuesto por Juan Lpez Torrijas, y reconocimiento de censo por Francisco
Lpez Torrijas, sobre unos bienes en Valparaso de Arriba.
Sigo Bernardas, 2/16
Olim: D-626
1589-1599
Censo y reconocimiento de censo sobre unos bienes de Francisco Muoz y Catalina Lpez, su mujer, en Valparaso de Arriba.
Sigo Bernardas, 2/7
Olim: D-626
1590-1683
Censo impuesto por Juan Carrasco y Quiteria de Villanueva, y reconocimientos de
censo, sobre una heredad en Valdeolivas.
Sigo Bernardas, 2/9
Olim: D-621
1592-1597
Censo impuesto por Juan de Piedrabuena y Mara de Cabas, y reconocimiento de
censo de unas casas en la calle de las Armas (Cuenca).
Sigo Bernardas, 3/1
Olim: D-262
1593-1672
Censo y reconocimiento de censo sobre unas casas, detrs de la Puerta de Valencia.
Sigo Bernardas, 5/4
Olim: D-366
1596-1615
Censo sobre unos bienes de Marco Martnez, y reconocimiento de censo de una heredad en Valparaso de Arriba.
Sigo Bernardas, 2/5
Olim: D-626
1601
Censo perpetuo a la ciudad del agua para el servicio del convento.
Sigo Bernardas, 3/10
Olim: D-365
1180
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.. k
1605
Censo sobre unas casas y herreal en Palomera.
Sigo Bernardas, 4/9
Olim: 0-571
1607
Censo impuesto por Marcos Gusano Briones sobre unas tierras en Valedolivas.
Sigo Bernardas, 4/11
Olim: 0-260
1609-1798
Censo y reconocimiento de censo sobre unas casas en Olmedilla de Arcas, otras
casas en la calle de la Moneda (Cuenca) y sobre una escribana.
Inserta: Testamento y patronazgo que fund Julin de Iniesta (1595).
Sigo Bernardas, 7/12
Olim: 0-692
1612-1687
Censo y reconocimiento de censo sobre unos bienes en Valparaso de Arriba.
Sigo Bernardas, 2/15
Olim: 0-626
1612-1702
Censo impuesto por Miguel Jimnez Montalbo y su hijo, y reconocimiento de censo
sobre unos bienes en Val paraso de Arriba.
Sigo Bernardas, 2/11
Olim: 0-626
1612-1833
Censo impuesto por varios vecinos y reconocimientos de censo sobre unos bienes
en Altarejos.
Sigo Bernardas, 3/12
Olim: 0-337
1614-1701
Censo, reconocimiento y renuncia de censo sobre unas casas y ollera en Cuenca.
Sigo Bernardas, 4/6
Olim: 0-365
1620-1753
Censo impuesto por Oomingo y Miguel Snchez, y Mara Serrano, y reconocimientos de censo sobre unos bienes en Val paraso de Arriba.
Sigo Bernardas, 4/5
Olim: 0-623
1181
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...
1626
Censo impuesto por Andrs de Herrera y Juan de Tinajas, Ana e Isabel de Pareja,
sus mujeres, sobre una heredad en Valdeolivas.
Signo Bernardas, 2/3
Olim: D-621
1627-1653
Relacin de varios censos perdidos de: Villarejo de la Peuela, Villanueva de la Jara,
Valdeolivas, Cuenca, Quintanar del Rey y Palomera.
Sigo Bernardas, 1/1
Olim: D-365
1627-1742
Censo al quitar contra Bartolom Lpez y Diego Sanz, vecinos de VilIarejo de la
Peuela, y memoria de las hipotecas que se hicieron.
Sigo Bernardas, 7/3
Olim: D-719
1644-1798
Censo impuesto por Pedro Garcs de Marcilla, en cuenta de la dote de su hija, Isabel
Garcs de Mendoza, monja en el convento, y reconocimientos de censos sobre unos
bienes en Salmern.
Sigo Bernardas, 5/5
Olim: D-865
1652-1702
Censo impuesto por Juan de Crdoba e Isabel Lpez, y reconocimientos de censo
sobre unos bienes en Salmern.
Sigo Bernardas, 5/6
D-585
1660-1817
Censo impuesto por Gaspar Aylln, y reconocimientos de censo por Isabel Aylln,
sobre unos bienes en VilIar de Domingo GarCa.
Sigo Bernardas, 6/5
Olim: D-697
1660-1833
Censo y reconocimientos de censo de unas casas y colmenares en Cuenca: Carretera, barrio de Santiago, Solana de los halcones, presa de VilIalba, Cambrn, y 52
reales de la fiesta del convento de la Merced.
Sigo Bernardas, 3/6
Olim: D-365
1182
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1700-1712
Borrador de las partidas que se cobraron de los censos del convento en
Valdecolmenas de Abajo.
Sigo Bernardas, 3/16
Olim: 0-412
1750
Censo a favor de la capilla y capelln de Hernn Caja, regidor de Cuenca, sobre
la compra de unas casas en la calle de las Peuelas (Cuenca).
Sigo Bernardas, 3/8
Olim: 0-365
...
1767
Censo de escribana que vendieron a Pablo Antonio Ramrez de la Torre.
Sigo Bernardas, 1/6
Olim: 0-365
1775-1784
Censo a favor de la memoria que en la parroquial de San Andrs de Cuenca fund
el bachiller Francisco de Martos, comprada por el convento.
Sigo Bernardas, 6/9
Olim: 0-697
1800
Censo imuesto por Julin de Guzmn de Villoria y Pacheco, seor de Ribatajada,
y Santiago Guzmn de Villoria y Villanueva, regidor perpetuo de Madrid, sobre unas
tierras y una casa que tiene el convento en Mariana.
Sigo Bernardas, 6/2
Olim: 0-552
1833
Libro de los censos y casas que tiene a su favor el convento y pagos que hacen los
censatarios, siendo mayordomo Vctor Fernndez.
Sigo Bernardas, 3/4
Olim: 0-365
ESCRITURAS NOTARIALES
1536
Robra de tierras a favor del convento en Val paraso de Arriba, propiedad de Alonso
Gonzlez.
Sigo Bernardas, 2/10
Olim: 0-625
1183
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1553
Venta de unas casas a favor del convento en la calle de Solera (Cuenca).
Sigo Bernardas, 1/7
Olim: D-365
1567
Concordia entre el convento de san Esteban y el preoste y cofrades del cabildo de
Nuestra Seora y San Sebastin, sobre las casas que solan ser hospital y cofrada.
Sigo Bernardas, 5/4
Olim: D-366
1572
Patronazgo que instituy fray Bernardo de Fresneda, obispo de Cuenca, sobre el
convento27
Sigo Bernardas, 5/9
Olim: D-366
1572
Aceptacin y obligacin que hizo el convento de la donacin de prebendas de fray
Bernardo de Fresneda.
Sigo Bernardas, 4/15
Olim: D-366
1575-1599
Poderes otorgados por el convento para hacer apeo y amojonamiento de las tierras
y bienes que tienen en Valparaso de Arriba.
Sigo Bernardas, 7/1
Olim: D-625
1579-1582
Compra que hace el convento al hospital de Santa Luca, de una sala destinada a
coro que est adosada al convento.
Sigo Bernardas, 5/2
Olim: D-366
1584
Dote de Luisa Prez para profesar en el convento, tras 20 meses de novicia, siendo
abadesa Petronila de Castilblanque.
Sigo Bernardas, 5/1
Olim: D-366
-----vJserta:
1579-Codicilo en que manda que se compren 20 ducados de renta perpetua para las dos religiosas
que ha de nombrar su patrn.
1678-Cartas agradeciendo a la abadesa y monjas las honras fnebres hechas por unos familiares difuntos.
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1599
Transaccin y concierto entre Miguel Checa de Valera, Sebastin de Alczar y el
2s
monasterio, sobre los bienes del licenciado Valera
Sigo Bernardas, 1/9
Olim: D-366
1600
Venta de unas tierras a favor del convento en Val paraso de Arriba.
Sigo Bernardas, 2/4
Olim: D-625
1615
Dote de Diego de Quesada para su hija Mara, flovicia, de unas casas y una ollera.
Sigo Bernardas, 4/6
Olim: D-365
1628-1744
Poder de tasacin para vender una heredad al convento en Algarra y Casas de
Garcimolina.
Sigo Bernardas, 7/15
Olim: D-783
1656-1814
29
Compra de una heredad, y venta por el convento, en Navaln y Pineda
Sigo Bernardas, 1/11
Olim: D-567
1661
Venta por Martn del Moral y Francisca del Pozo, a Alonso Snchez de Aguilar,
cirujano de la ciudad, de unas casas al convento en la calle de los Herreros (Cuenca)30.
Sigo Bernardas, 6/1
Olim: D-366
1666-1748
Venta de unas tierras en Caaveras, a favor del convento.
Sigo Bernardas, 4/10
Olim: D-260
28
29
30
1185
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1673-1686
Venta de unas casas, a favor del convento, en Fuentes y otras en Cuenca, en la Puerta
de Valencia.
Sigo Bernardas, 6/3
Olim: 0-366
1692-1781
Trueque de unas tierras otorgado por el convento con Antonio Julin.
Sigo Bernardas, 5/11
Olim: 0-366
1703
Testamento en el que constan los bienes que dej al convento Juana Salcedo en
Cuenca y Val paraso de Arriba.
Sigo Bernardas, 4/1
Olim: 0-625
1748
Venta por los herederos de Mara Escamilla de unos bienes en Caaveras para el
convento y arrendamiento a Martn de Chavarra.
Sigo Bernardas, 4/12
Olim: 0-260
1753-1770
Testamento de Jos Montn por el que deja una casa en la calle del Trabuco
(Cuenca), la mitad al convento de las Bernardas y la otra mitad al convento de San
Lorenzo Justiniano (Petras).
Sigo Bernardas, 4/14
Olim: 0-366
1755
Compra que hace el obispo de unas casas para el convento.
Sigo Bernardas, 3/9
Olim: 0-365
1767, 1770
Venta de unas tierras en San Lorenzo de la Parrilla a favor del convento, otorgada
por Manuel Muoz Herriz.
Sigo Bernardas, 7/13
Olim: 0-682
1779-1793
Obligacin de arrendamiento de casas y tierras, que pertenecen al convento, en Santo
Oomingo (villa de Moya).
Sigo Bernardas, 4/8
Olim: 0-508
1186
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1793-1797
Arrendamiento de tierras que tiene el convento en Villar de Oomingo Garca.
Sigo Bernardas, 6/7
Olim: 0-697
1795
Venta de unas casas y una heredad a favor del convento, otorgada por Mara de
Torres, vecina de Villanueva de los Escuderos, que presenta el mayordomo.
Sigo Bernardas, 6/11
Olim: 0-700
..
1801
Cancelacin de deuda de unas tierras en San Lorenzo de la Parrilla.
Sigo Bernardas, 7/8
Olim: 0-681
1805
Escritura de obligacin y arrendamiento, a Oionisio Jimnez de la Oliva, de una
casa en la calle del Teatro, propiedad del convento.
Sigo Bernardas, 1/10
Olim: 0-552
APEOS E INVENTARIOS
1532-1779
Inventarios de las heredades que tiene el convento y que constan en las cuentas hasta
fines de 1779.
Sigo Bernardas, 7/16
Olim: 0-365
1592-1773
Inventario de bienes que tiene el convento en Olmeda de la Cuesta.
Sigo Bernardas, 3/14
Olim: 0-211
1593-1617
Inventario y pertenencias de dos yuntas de los bienes de Juan del Collado en San
Lorenzo de la Parrilla que tienen de la dote de Magdalena e Isabel de Mendoza,
sus nietas.
Sigo Bernardas, 7/11
Olim: 0-682
1187
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1617,1706,1724
Apeos de la heredad de San Lorenzo de la Parrilla, propia del convent0 31
Sigo Bernardas, 7/9
Olim: 0-681
1646-1773
Inventario de los censos y deudas contradas por vecinos de Quintanar del Rey.
Sigo Bernardas, 1/12
Olim: 0-588
1757
Apeo, deslinde y amojonamiento de una heredad que tiene el convento en San Lorenzo de la Parrilla y Villarejo de Periesteban.
Sigo Bernardas, 7/10
Olim: 0-681
PROCESOS JUDICIALES
1610
Pleito contra el convento por parte de Garca Hernndez de Anaya, motivado por
unas obras que estn produciendo humedades.
Sigo Bernardas, 4/2
Olim: D-625
1700-1701
Pleito iniciado por el convento contra Pedro de Ayala por las cuentas presentadas
mientras fue mayordomo.
Sigo Bernardas, 5/8
Olim: 0-365
1749
Concesin de agregacin del hospital de Santa Luca al convento por parte de Jos
Flrez Osario, obispo de Cuenca, al estar aqul amenazado de ruina.
Sigo Bernardas, 6/4
Olim: 0-366
31 Es un apeo y luego inserta los traslados de las copias sacadas del primer inventario, y traslado de
este inventario por haberse perdido el anterior.
1188
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. .1;
EJECUTIVOS
1534-1753
Ejecutivo sobre unos bienes acensados en Valparaso de Abajo.
Sigo Bernardas 4/3
OHm: 0-623
1590-1683
Ejecutivo contra vecinos de Priego sobre unos bienes acensados en Priego.
Sigo Bernardas, 5/7
OHm: 0-585
1598-1819
Ejecutivo por unos bienes acensados en Torrecilla, contra los heredero de Mara
Flrez y Luis Esquivel Flrez32
Sigo Bernardas, 7/2
Olim: 0-691
1599-1655
Ejecutivo por unos bienes acensados en Villanueva de la Jara.
Sigo Bernardas, 3/15
Olim: 0-644
1612-1753
Ejecutivo contra los herederos de Mara Martnez sobre unos bienes en Valparaso
de Arriba.
Sigo Bernardas, 2/14
Olim: 0-626
1620-1753
Ejecutivo de unos bienes acensados por Juan Snchez Muoz y Ana de Alczar,
su mujer, contra Manuel de Cuesta Alfara, sobre unas casas y otros bienes en
Valparaso de Arriba.
Sigo Bernardas, 2/13
Olim: 0-626
1-
1627-1701
Ejecutivo por unos bienes acensados en Villarejo de la Peuela.
Sigo Bernardas, 7/14
Olim: 0-719
32
1189
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1662-1817
Ejecutivo por unos bienes acensados por Pedro Sanz Redondo y Miguel de la Torre,
contra vecinos de Quintanar del Rey.
Sigo Bernardas, 1/14
Olim: D-558
1686-1819
Ejecutivo por unos bienes acensados en La Ventosa.
Sigo Bernardas, 7/5
Olim: D-703
1688-1810
Ejecutivo contra los herederos de Francisco Daz Montn y Gernima de Soria, su
mujer, vecinos de VilIanueva de los Escuderos, por un censo al quitarl3
Sigo Bernardas, 6/12
Olim: D-700
1688-1810
Ejecutivo contra los herederos de Miguel Martnez e Isabel de Caas, su mujer, vecinos de Villanueva de los Escuderos 34 .
Sigo Bernardas, 6/13
Olim: D-700
1697-1832
Ejecutivo por unos bienes acensados por Diego Rubio en Castillejo del Romeral.
Sigo Bernardas, 4/7
Olim: D-868
1770-1797
Ejecutivo sobre unas rentas en Altarejos.
Sigo Bernardas, 3/13
Olim: D-337
1773-1786
Ejecutivo por unos bienes acensados en San Lorenzo de la Parrilla.
Sigo Bernardas, 7/6
Olim: D-681
J3 El censo fue reconocido en 1700 por Gernima de Soria, viuda; por Pedro de Caas, en 1700, a
quien se le ejecutaron bienes y los de sus hijos, Pedro de Caas y Toms de Caas. en 1769.
34 El censo fue reconocido en 1700 por Isabel de Caas, viuda. El proceso de ejecucin se inicia en
1729, reconocindose el censo en 1810.
1190
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
:rt. .
:1
I
i
.. j,
1788-1810
Ejecutivo por un arrendamiento de tierras de Gernimo Lozano, que tiene el convento en Villar de Domingo Garca.
Sigo Bernardas, 6/6
Olim: D-697
1794-1797
Ejecutivo por una heredad en Villanueva de los Escuderos, contra Miguel y Toms
de Caas.
Sigo Bernardas, 6/10
Olim: D-700
1804-1810
Ejecutivo por una heredad en Altarejos, contra Francisco Clliga.
Sigo Bernardas, 3/11
Olim: D-337
1806-1821
Ejecutivo por un arrendamiento de tierras en San Lorenzo de la Parrilla, contra
Andrs Saiz Calleja y Juan Dionisio Navarro.
Sigo Bernardas, 7/7
Olim: D-681
1809
Ejecutivo por un arrendamiento que tiene Pedro Garca Ballesteros, vecino de Villar
de Domingo Garca.
Sigo Bernardas, 6/8
Olim: D-697
CUENTAS
1700-1824
Recibos rindecuentas.
Sigo Bernardas, 10
Olim: D-921
1765-1768
Cuaderno de gastos en alimento para el convento.
Sigo Bernardas, 4/13
Olim: D-954
1768-1785
Recibos rindecuentas presentados por el mayordomo a las monjas y al crdito pblico.
Sigo Bernardas, 8
Olim: D-892
1191
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1786-1799
Cuentas presentadas a la abadesa por Miguel Parraverde, mayordomo del convento, de los vnculos de Ramona de Torres.
Sigo Bemardas, 1/3
Olim: 0-365
1794-1848
Recibos rindecuentas.
Sigo Bemardas, 9
Olim: 0-1088 y 0-1008
1797-1798
Revisin de las cuentas presentadas por Oomingo Custodio Ruiz, mayordomo del
convento.
Sigo Bemardas, 1/2
Olim: 0-365
1797-1800
Cuentas de los vnculos de Ramona de Torres, que en su representacin posee en
convento.
Sigo Bemardas, 1/4
Olim: 0-365
1797-1800
Revisin de las cuentas presentadas por Oomingo Custodio Ruiz.
Sigo Bemardas, 1/5
Olim: 0-365
1800-1802
Cuentas que presenta el mayordomo, Manuel Camarn, al obispo de Cuenca Antonio Palafox, que es visitador del convento, pertenecientes al vnculo que posee
Ramona de Torres, monja profesa.
Sigo Bemardas, 3/5
Olim: 0-365
1800-1802
Recados y justificacin de las cuentas del convento, presentadas por el mayordomo.
Sigo Bemardas, 3/7
Olim: 0-365
1800-1809
Cuentas que da Manuel Camarn de las rentas pertenecientes al convento, segn
el mtodo mandado observar por el visitador, Juan Antonio Rodriglvarez.
Sigo Bemardas, 7/4
Olim: 0-1095
1192
....
1IBiblioteca
,
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1812-1814
Razn del pan suministrado a las monjas y justificantes de granos y arrobera.
Sigo Bernardas, 4/16
Olim: 0-1008
1813
Razn de las rentas que anualmente tiene el convento, siendo mayordomo Agustn
Martnez Molina.
Sigo Bernardas, 3/3
Olim: 0-365
APNDICE DOCUMENTAL
1572, enero, 7. Madrid
Condiciones de la donacin al convento de San Bernardo de Cuenca por parte de
fray Bernardo de Fresneda, obispo de la dicesis.
AHPCu, Clero, Bernardas, 1/8
Olim: 0-366
Primeramente, con condicin que vos, las dichas seoras abbadesa, monjas y
combento, seis obligadas a recibir, tener y mantener en vuestro combento, para siempre jams, dos monjas de nuestro linage, si las uviere y lo quisieren ser, y a falta de
no las haver de nuestro linage, las que fueren nombradas por nos o por el patrn que
por tiempo fuere de los que abaxo yrn declarados; las quales ayis de recibir dentro
de tres das que fueren nombradas y presentadas, sin llevar docte alguno, mas de tan
solamente su cama y vestidos y, muertas las dichas dos monjas, o qualquiera dellas
en lugar dellas, o de qualquiera dellas que muriere, seis obligadas a recibir otras dos
o una en lugar de la que muriere, por manera que en todo tiempo y para siempre aya
de haver en el dicho monesterio dos monjas sin docte, la nominacin de las quales quede
y pertenezca por nuestros das a nos el dicho don fray Bernardo de Fresneda, obispo
de Cuenca, y despus de nos al patrn o patrones que de yuso sern nombrados.
Ytem, con condicin que vos, las dichas seoras abbadesa, monjas y combento,
havis de hazer una memoria en cada un ao, todo el octavario del glorioso padre san
Francisco, con su vigilia y missa cantada por todos los das de nuestra vida, por nos
el dicho don fray Bernardo de Fresneda e despus de nuestros das, perpetuamente para
siempre jams, havis de hazer una memoria otro da de los difunctos en cada un ao
en esta manera, quel mismo da de los difunctos se nos ha de poner una tumba cubierta
en la capilla mayor, delante del altar mayor del dicho monesterio, y aquella tarde se
nos ha de dezir una vigilia, y otro da una missa cantada de requien por nos y por
nuestros difunctos.
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Ytem, con [condicin] que las dichas dos monjas que se han de recibir en la manera
susodicha no sean obligadas a llevar ms de sus camas y hbitos, y que lo dems
necesario para su sustentacin de alimentos, y de otras cosas, se lo han de dar las dichas
abbadesa, monjas y conbento, sin pedir ni llevar otra cosa alguna.
Ytem, con condicin que el patronadgo del dicho combento, doctacin y memoria
quede y finque en nos y, despus de nuestros das, nombramos y criamos por patrn
dello a Antonio de Prado, nuestro hermano, para que sea patrn del dicho combento
y casa, memoria y doctacin por nos hecha, as para que haga y pueda hazer la election
y nominacin de las dichas dos monjas, que en la manera sobre dicha se han de recibir,
como para todo lo dems que como patrn por doctacin y fundacin le pertenece y
pertenecer puede en el dicho monesterio, as en tener el ms principal asiento en la
capilla mayor dl como en darle la sepultura en la capilla mayor del dicho monesterio,
en el lugar ms honrrado, qua modo y decente de la dicha capilla con que no sea en
parte que impida el celebrar el culto y officios divinos, la qual dicha sepultura, aunque
eldicho Antonio de Prado no se mandasse enterrar en ella, ha de estar sealada y
desocupada en el lugar sobre dicho para el patrn y patrones que por tiempo fueren,
y se quisieren o mandaren enterrar en ella, como en todos los dems derechos y honores
que son devidos y pertenecientes a los patrones por fundacin y doctacin.
Ytem, con condicin que las dichas abbadesa, monjas y combento no puedan
enagenar la dicha capilla mayor, ni darla por sepultura, ni derecho de sepultura perpetuo ni temporal a otra persona alguna, ni poner en ella escudo de armas y blasn
que no sea de nuestro linage o de los descendientes de los dichos patrones.
Ytem, con condicin que despus de los das del dicho Antonio de Prado, nuestro
hermano, succeda en el dicho patronadgo, con las condiciones dichas y con el mismo
derecho en todo, Antonio de Prado, hijo del dicho Antonio de Prado, nuestro hermano
y, despus de los das dl, succeda en el dicho patronadgo Francisco de Prado, su
hermano y, a falta de entrambos, succedan en el dicho patronadgo los hijos de doa
y sabel de Prado, nuestra sobrina, hija del dicho Antonio de Prado, nuestro hermano,
muger de Miguel Snchez de Piqueras, que sean varones y no de otra manera; porque
faltando hijos varones de los sobredichos doa Y sbel de Prado y Miguel Snchez de
Piqueras, es nuestra voluntad que no succeda hembra, hija, ni descendiente suya y que
venga y succeda el dicho patronadgo, con las qualidades dichas, en Francisco de
Alvarado, nuestro hermano, seor de la villa de Santa Cruz del Valle, y en sus hijos
y descendientes varones legtimos de legtimo matrimonio, y a falta de varn en hembra,
succesivamente, precediendo siempre el mayor al menor y el varn a la hembra, y as
succesivamente para siempre jams, con que el dicho patronadgo succeda siempre en
una persona sola, y no se pueda dividir, y si acaso, lo que Dios no quiera, faltasen
descendientes legtimos del dicho Francisco de Alvarado, queremos, y es nuestra
voluntad, que succeda en el dicho patronadgo nuestro pariente ms propinco por va
de varn y a falta dl por va de hembra.
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Ytem, con condicin que la dicha abbadesa, monjas y combento, ahora ni en tiempo
alguno no puedan vender, dar ni donar, trocar ni cambiar, ni enagenar el dicho juro de
los ciento y noventa y un milI y quatrozientos y cinco maraveds, sino que siempre han
de estar en pie y de manifiesto y si en algn tiempo por Su Magestad, o por otra persona
que para ello su poder tenga, se redimieren y quitaren los dichos ciento y noventa y un
mill y quatrozientos y cinco marveds, pagando por ello veinte mill maraveds por cada
millar, que en tal caso la dicha abbadesa, monjas y combento no puedan recibir ni reciban
el precio de la dicha redempcin del dicho juro sino que se aya de depositar el dinero
que dello procediere en la dicha ciudad de Cuenca, con aucthoridad del perlado que a
la sazn fuere, en poder de personas llanas y abonadas, las quales han de dar fianzas
vastantes que lo tendrn en depsito para que se emplee en otros juros y rentas para
el dicho combento, abbadesa y monjas dl y se subrrogue en lugar de los dichos ciento
y noventa y un mill y quatrozientos y cinco marav"eds de juro, y los tales depositarios
no han de poder acudir con el dicho depsito a persona alguna si no fuere para lo emplear
en la dicha subrrogacin, y la compra o empleo que con ello se hiziere no se pueda hazer
sin licencia y aucthoridad del obispo que por tiempo fuere en la dicha ciudad y obispado de Cuenca, a quien encargamos la conciencia los haga emplear con la ms utilidad
y provecho de la dicha casa y monesterio, y los bienes que se compraren de los maraveds
que procedieren en el dicho juro, si se redimiere, los ayan, lleven y gozen con las cargas
sobredichas el dicho monesterio, abadesa, monjas y combento dl, segn y de la manera
y con las condiciones que havan de llevar y gozar el dicho juro que son las de suso
declaradas.
Con las quales dichas condiciones de suso declaradas, y no de otra manera, hazemos
la dicha donacin y doctacin de las dichas ciento y noventa y un mill y quatrozientos
y cinco maraveds de juro, contenidos en las dichas cartas de previllegio de suso
incorporadas, a vos el dicho monesterio, abbadesa, monjas y combento dl, y si por
vuestra parte no fuere aceptado con las condiciones sobre dichas, reservamos en nos
poder aplicar el dicho juro para otras obras pas quales nos pareciere ms convinientes,
y si haviendo aceptado ahora o en algn tiempo las dichas abbadesa y monjas, que ahora
son y por tiempo fueren, del dicho monesterio no guardaren y cumplieren las dichas
condiciones de suso contenidas o alguna dellas, queremos que en tal caso pierdan el
dicho juro y doctacin y desde ahora la s privamos dello.
y es nuestra voluntad que el guardin que por tiempo fuere del monesterio de la
orden de san Francisco de la ciudad de Santo Domingo de la Calzada, juntamente con
el patrn que se hallare de la dicha memoria, conforme a nuestro llamamiento y no
el uno sin el otro, puedan aplicar y apliquen el dicho juro de los dichos ciento y noventa
y un mill y quatrozientos y cinco maraveds, y havindose redimido el dicho juro los
bienes y rentas que en su lugar se uvieren subrrogado, en las obras pas que bien visto
les fuere, con que sean memorias perpetuas y en ellas sea patrn el por nos llamado
en esta nuestra doctacin, con las condiciones que succediera, si la dicha doctacin
y memoria y patronadgo se conservara en el dicho convento, abbadesa y monjas dl,
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AHPCu, Clero, Bernardas, 8.
Olim: D-892
- Primeramente, del refresco del da de la prueba y toma de votos, de dos libras
de chocolate, 19 reales.
- Item, azcar rosado, media libra, 3 reales, 17 maraveds.
- Item, tres docenas de vizcochos variados, 11 reales, 8 maraveds.
- Item, de tortillas, 6 reales.
- Item, diez y ocho azumbres de vevida para el da de la toma del hvito, las diez
de orchata, a 36 quartos de azumbre y ocho de agua limn, a 32 quartos, que
inportan, 72 reales, 16 maraveds.
- Item, ocho libras de vizcochos, a 5 reales y medio, 44 reales.
- Item, de quatro libras de chocolate, a 9 reales y medio, 38 reales.
- Item, de nieve, veinte libras, 2 reales, 12 maraveds.
- Item, a los alojeros que trajeron la vevida y asistieron al refresco, 8 reales.
- Item, de vino de Peralta, cinco quartillos, 10 reales, 20 maraveds.
- Item, del consumo y alquiler de las achas, 6 reales, 10 maraveds.
- Item, de tres docenas de vollos, 8 reales, 17 maraveds.
- Item, del gasto de la manutencin de los caleseros, 19 reales, 4 maraveds.
Total, 249 reales, 2 maraveds de velln.
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I
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EL FONDO DEL CABILDO CATEDRALICIO
CONQUENSE EN EL ARCHIVO HISTRICO
PROVINCIAL DE CUENCA:
LA MESA CAPITULAR
Gracia Ferre Sotos
Antonio Ruiz Ruiz
Archivo Histrico Provincial de Cuenca
I. INTRODUCCIN
Los fondos documentales de las instituciones eclesisticas, habitualmente dispersos
como consecuencia de una vida larga y llena de vicisitudes (extinciones, fusiones,
saqueos, expolios, etc.), ven agravada su situacin en nuestro pas a raz de los procesos desamortizadores del siglo XIX que supusieron el traslado de buena parte de los
archivos de dichas instituciones a manos del Estado, que no siempre los mantuvo unidos.
La mayor parte de los fondos histricos de las instituciones desamortizadas fue
depositada en el Archivo Histrico Nacional, creado por Real Decreto de 28 de marzo
de 1866 con ese fin; el resto se incorpor a las Delegaciones de Hacienda, responsables de su custodia y, junto con la documentacin generada por las mismas fueron
transferidos a los respectivos Archivos Histricos Provinciales, en cumplimiento del
Decreto de 24 de julio de 1947, de ordenacin de Archivos y Bibliotecas y del Tesoro
Histrico Documental y Bibliogrfico, que estableca el ingreso en los mismos de la
documentacin histrica de las Audiencias y Juzgados y de las Delegaciones de
Hacienda.
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II.I. ORGANIZACIN Y FUNCIONES
El Cabildo Catedralicio, rgano corporativo responsable del buen funcionamiento
de la catedral, tanto en lo referente a los oficios litrgicos como en lo que respecta
a su patrimonio, presenta una fuerte jerarquizacin en su seno. Al frente del mismo
se encontraba el den, seguido de las llamadas dignidades (arcedianos, chantre, tesorero y maestrescuela), colaboradores inmediatos del Obispo; a continuacin estaba el
cabildo de cannigos, corporacin catedralicia por excelencia, donde primaba la antigedad de sus miembros a la hora de establecer un orden interno. El ltimo escalafn
dentro del organigrama capitular, estaba ocupado por racioneros y mediorracioneros,
colaboradores habituales del cabildo en las tareas administrativas y litrgicas.
Fuera de la jerarqua capitular y por debajp de ella, se encontraban los oficiales
y servidores, laicos y eclesisticos, cuyo nmero variaba en funcin de la importancia
de la sede y del grado de complejidad en la organizacin del culto (capellanes, sacristn, enterrador, campanero, maestro de capilla, organista, notario, etc.).
La principal funcin del Cabildo Catedralicio era contribuir al engrandecimiento del
servicio litrgico de la catedral. A ella se aadan otras atribuciones, como auxiliar al
obispo en el gobierno de la dicesis, regular la organizacin interna del propio colectivo o encargarse de la gestin econmica de sus bienes. Asimismo gozaba de ciertas
prerrogativas jurisdiccionales que le permitan juzgar ciertos delitos e intervenir en el
nombramiento de los oficiales municipales de los seoros episcopales de la dicesis.
El Cabildo Catedralicio tambin participaba en la colacin de canonjas, raciones
y mediasrraciones, aparte de capellanas y otros beneficios menores, y estaba facultado
para intervenir en la eleccin del obispo y administrar los bienes de la mesa episcopal
en poca de sede vacante, si bien estos derechos no fueron regularmente ejercidos debido
a las continuas intromisiones regias y pontificias. Con frecuencia asuman tambin
funciones de tipo benfico-asistencial, para lo cual creaban hospitales de pobres o arcas
de la limosna, en el caso de Cuenca bajo la advocacin de San Julin.
En lo referente al patrimonio capitular, exista una ntida diferenciacin entre los
bienes patrimoniales que posean los miembros del cabildo a ttulo personal y aquellos
otros de carcter beneficial que pertenecan a la Iglesia. Estos bienes y rentas, de
naturaleza rstica y urbana en su mayor parte, procedan de donaciones a cambio de
memorias y capellanas. De igual manera los Cabildos Catedralicios se vean habitualmente beneficiados con la concesin de privilegios y exenciones de naturaleza econmica.
La administracin de los bienes del cabildo era llevada a cabo por dos entidades
distintas: la Mesa Capitular y la Cmara de los Cannigos. La Mesa Capitular contaba con dos tipos de ingresos: las rentas de pan, es decir, cereales, vino y dinero
procedentes de los diezmos, y las rentas de posesiones y heredades. Al frente de la
misma estaba el Mayordomo, nombrado cada dos aos, que contaba con la ayuda de
administradores comarcales y locales, cargos regularmente desempeados por
arciprestes y vecinos de las localidades. La Mesa Capitular reciba la mayor parte del
presupuesto, mientras que la Cmara de los Cannigos, administrada por el Camare1201
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
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Otro ncleo importante donde tambin se concentran los bienes de la iglesia es el
Barrio de San Martn; aqu se produce un giro en la escala social que dominantemente
ser media-baja (pecheros, hortelanos ... ). Podemos tambin sealar como zonas de
influencia econmica el Barrio de San Miguel y extramuros de la ciudad, la calle de
la Carretera.
Los bienes urbanos de la Mesa capitular, asimismo, se extienden por el resto de
la dicesis conquense, aunque en nuestro fondo no tiene una gran presencia y se localiza
preferentemente en zonas urbanas cercanas a la capital, destacando Palomera.
En lo referente a los bienes rsticos del Cabildo, de suma importancia para su
economa, hay que indicar la amplia presencia en toda la dicesis, convirtindose en
su mayor hacendado. Los cultivos de huertas, herreales, vias y cereales son los
preponderantes en la cultura agrcola, completadps a su vez, con dehesas que proporcionan pastos para el ganado. En la mayora de las ocasiones suelen estar concentradas
en las denominadas heredades. Dentro de la capital, los bienes rsticos pertenecientes
a la Mesa Capitular se localizan sobre todo en las hoces del Jcar y del Hucar, con
multitud de huertas y hocinos. Fuera del trmino de Cuenca, la presencia del Cabildo
Catedralicio se materializa a travs de diversas heredades, entre las que podemos
destacar las de Mota de Altarejos, Montalbanejo, Palomera, Canalejas, Ribagorda ...
La institucin capitular tambin se encuentra representada en las actividades de
transformacin a travs de la posesin de instalaciones hidrulicas, tiendas y talleres,
constitutivos de un patrimonio capaz de reportar considerables beneficios.
Los molinos harineros y textiles, situados en las mrgenes de los ros Jcar, Hucar
y Moscas, constituyen el bien ms preciado, cuya titularidad el Cabildo ostent desde
el periodo fundacional. El Molino del Postigo y los de Papel Viejo, en la hoz del Hucar,
y el Molino y batanes de El Castellar en la heredad de Mota de Altarejos, son los
referidos en la documentacin descrita. En torno al Hucar, aprovechando la proximidad de las aguas, se establecieron tambin multitud de teneras a las que, desde luego,
la Mesa Capitular no fue ajena.
En el casco urbano de Cuenca y sus arrabales, la Catedral tambin es propietaria
de los llamados yesares de San Francisco y de las olleras de la puerta de la Buharda,
as como de una serie de establecimientos artesanales: hornos de pan, carniceras,
bodegas e, incluso, se hace mencin a una pastelera.
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N DOCUMENTOS
1
1
14
Calle Armas
Calle Caballeros
3
6
Calle Carretera/Madereros
Calle Colmillo
Calle Correra
17
Calle de la Cruz
Calle de la Higuera
Calle Pellejera
Calle Pescadores
Calle Puenseca/Fuenseca
18
Calle Solera
Calle Teneras
Calle Tintes
Calle de Yuso
Calle Zapateras
Camino Real
Plaza Mayor
Subida al Alczar
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Ro Huecar
A.Castllo
B.lglesia de San Pedro
C.lglesia de San Miguel
D. Iglesia San Martl'n
E. Puerta de San Juan
F. Puerta de Huele
G. Iglesia de Santo Domingo
H. Puerta del Postigo
1. Puerta de Valencia
J. Hospital de Santiago
K. Convento de Agustinos
Calzados
L. Convento de Franciscanos
Observantes
tC8tedral
: I
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LA DIOCESIS DE CUENCA
DOCUMENTOS
Casasimarro
l
4
Palomera
Ribagorda
Rubielos Bajos
Valdecolmenas de Abajo
CAPITULAR EN CUENCA
DOCUMENTOS
Cerro de Buenavista
Dehesa de Alcolea
Haza de la Lagunilla
Haza en el Lavadero
Huerta de la Albuhera
Huerta de Mirabueno
l
l
Paraje de la Grillera
Paraje Verdinal
Tenera en la Hoz del Huecar
1206
1
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N
DOCUMENTOS
Alarcn
3
3
1
1
1
9
.,
1
5
1
l
4
33
6
27
Mariana (heredad)
Mota de Altarejos:
*Heredad
*Haza de la Barca
*Heredad de la Carpintera
*Molino y Batanes de El Castellar
*Puente de El Castellar
18
1
Noheda (heredad)
9
l
10
Palomera (heredad)
El Peral
Pozoseco
Ribagorda (heredad)
Rubielos Bajos
Sotos (heredad)
1
2
1
4
l
l
l
2
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n.m. TIPOLOGA DOCUMENTAL
La documentacin de la Mesa Capitular depositada en el Archivo Histrico Provincial ofrece series de gran inters para el investigador atendiendo a la continuidad
de las mismas, sus fechas extremas, soporte o contenido.
Las series ms importantes son las que hacen referencia a censos, por ser, con
diferencia, las ms numerosas y con mayor continuidad en el tiempo (siglos XIV-XIX):
escrituras de imposicin de censos, de reconocimiento, venta, cesin o traspasacin,
etc. Frente al mayor nmero de censos enfituticos, los censos al quitar apenas si estn
representados. Como series complementarias de las citadas cabra mencionar los libros
y memorias de censos, los inventarios de inmuebles con cargas censuales, las ejecuciones de bienes ...
Los expedientes de arrendamiento de bienes, resultan igualmente interesantes,
constituyendo el sistema preferido de explotacin de las grandes heredades, las dehesas y los molinos. Esta serie, junto a los documentos habituales de postura, subasta,
adjudicacin o aceptacin, nos ofrece otros relativos a la conservacin y mantenimiento
de los bienes arrendados (visitas de los arrendadores, tasacin de daos, reparaciones, etc.).
En lo que respecta a las donaciones, stas son bastante escasas, pues la mayor parte
de las escrituras de donacin se conservan en el Archivo Capitular. Sin embargo, resultan
de capital importancia, en algn caso atendiendo a la fecha del documento: el documento ms antiguo que se conserva en el Archivo Histrico Provincial es una carta
partida por A B C de donacin a favor del Cabildo Catedralicio fechada en 1218. Otras
veces se trata del renombre de los donantes: San Julin (se conserva una copia de la
donacin)6, Gil lvarez de Albornoz, arzobispo de Toledo y chanciller de Castilla, o
Sebastin de Covarrubias y Orozco, por citar algunos. Atendiendo a su soporte, la mayor
parte de las escrituras de donacin forman parte de la Coleccin de Pergaminos del
Archivo Histrico Provincial.
Los llamados Ttulos de Propiedad, que recogen toda la documentacin relativa a
la posesin de un bien (escrituras de venta, cesin, donaciones, etc.) se remontan al
siglo Xv. Los apeos, deslindes y amojonamientos de tierras, indispensables para identificar las propiedades rsticas, son muy numerosos y se repiten peridicamente con
relacin a las principales heredades de la Mesa Capitular.
Existen otros documentos cuyo inters radica en su contenido: citaremos, por ejemplo, el pleito suscitado con relacin al cobro del pontazgo en el puente de El Castellar
o el contencioso mantenido con la Mesta sobre exencin en los derechos de vereda ...
No podemos dejar de referirnos a la excelente documentacin grfica que contiene el
Expediente de construccin del Puente de la Carpintera (1744-48), que nos muestran
a color, la planta y alzado de dicho puente, o la no menos interesante planta de la
vivienda del Molino de El Castellar.
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SERIES DOCUMENTALES
FECHAS
N
DOCUMENTOS
Apeos
1351~1786
Arrendamientos
1631~1825
1399~
1527~1821
1676~1763
Correspondencia
Donaciones
Expedientes de obras
1746~1851
1218~1546
2
7
3
4
1622~1795
Expediente de resiembra
Fundacin de Patronato
1795~
1796
1668
1698
1448
1
1
1
1
9
5
1
2
3
4
2
1
4
1
2
22
1
2
1
1
3
12
1854
1484~1770
1433~1612
1477~1805
1620
1728~1811
(1352~
1743)
1603~1767
1636~1765
1713~
1481~1830
1791~1795
1630
1546~1804
1640
1797
1629
1752
1712~1716
1439~1531
1460~1784
34
29
127
1210
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III. POSIBILIDADES DE INVESTIGACIN
Debido a la importancia de este fondo las posibilidades de estudio son innumerables, sobre todo planteadas por la historiografa reciente que ha abierto amplios y
novedosos campos de investigacin en estos ltimos aos. De esta manera, mencionaremos escuetamente algunas fuentes para orientar al investigador en su estudio,
alentando as la consulta de este fondo.
En primer lugar nos ofrecen un valor testimonial de la institucin, su origen y
evolucin histrica, su estructura y funciones. Los datos proporcionados por la documentacin son eminentemente econmicos, dado el carcter de la Mesa Capitular. As
la historia econmica en una doble vertiente, local y provincial, ser la fuente primordial para la realizacin de trabajos en los que.se podra analizar la jerrquica y dependiente estructura econmica, la aplicacin de las diversas rentas e impuestos o las
relaciones entre las estructuras sociales y las econmicas, entre otras.
Otros estudios reseables seran la toponimia, tanto rstica como urbana, la agricultura en una sociedad bsicamente agraria con sus sistemas de explotacin de la tierra,
cultivos y desarrollo agrario, la industria (molinos, yesares, ... ), la historia de la arquitectura y el urbanismo, la ingeniera, la historia del arte, la sociologa y la historia de
las mentalidades, la cultura, los gremios medievales, estudios biogrficos y personalidades de la vida conquense, la historia del derecho, las relaciones iglesia-estado, la
diversidad jurisdiccional en la Edad Media y el Antiguo Rgimen, etc. Campos, en
definitiva, infinitos, abonados a la curiosidad y a la investigacin de unos fondos, que
nos ofrecen la luz a varios siglos de nuestra historia.
1211
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V BIBLIOGRAFA
AGUA D NIETO, Santiago, Molino hidrulico y sociedad en Cuenca durante la Edad
Media (1177-1300), en Cuenca y su territorio en la Edad Media. Actas del 1 Simposio Internacional de Historia de Cuenca, Consejo Superior de Investigaciones
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1214
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
APNDICE DOCUMENTAL
1345, agosto, 16. Villaviciosa (cerca de Brihuega)
Entre renglones
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
Se trata de una Coleccin compuesta por 279 unidades de instalacin, que integran
un total de 4.602 agrupaciones documentales, de las cuales hay un predominio de las
impresas (63,34%) frente a una cifra nada desdeable de manuscritas (36,66%). Se rene
documentacin desde el siglo XVI hasta el siglo XIX. En este sentido, constatamos
un predominio de los documentos fechados en el s. XVIII (61,37%), seguido de los
del s. XVII (31,15%). Al margen, encontramos documentos de los siglos XIX (4,05%)
Y XVI (3,43%). Por consiguiente, el centro neurlgico cronolgico lo encontramos en
la primera mitad del s. XVIII, aminorndose la cantidad de documentos en la medida
en que nos alejamos de este perodo.
En lo que respecta al anlisis topogrfico, nuestra miscelnea destaca por la presencia de documentacin datada en mltiples lugares de fuera de la Pennsula, lo que
define a la coleccin como sitio cosmopolita, universal y alejada del localismo provinciano. Por su parte, por idiomas, se da un preeminencia de los documentos en
castellano, seguido del latn. Marginalmente encontramos documentos en portugus,
francs e italiano.
En otro orden de cosas, la Coleccin de P. V. presenta un sugestivo inters histrico. En primer lugar, destacan sobremanera lo que venimos denominando como contenidos especficos o naturales, esto es, documentos que revelan abundante informacin
histrica sobre copiosos aspectos relacionados con la Compaa de Jess, la Orden de
Predicadores y la Universidad de Salamanca. En segundo lugar, contamos con lo que
hemos dado en llamar contenidos prioritarios o preferentes, esto es, temticas que, sin
ser especficas de la coleccin, destacan sobremanera por su copiosa documentacin.
En este sentido, son de especial inters histrico los sermones y_oraciones fnebres
y panegricas del s. XVIII, la documentacin historiografca sobre la Secesin de
Portugal 4, la stira, la ciudad de Salamanca y su partido judicial en el s. XIX, la fiesta
en los siglos XVII y XVIII, Y documentacin sobre Colegios y otras instituciones
universitarias. Yen tercer lugar, temas complementarios, esto es, contenidos relevantes en nuestra Coleccin y que podran apoyar determinadas investigaciones histricas. Destacan determinados asuntos internacionales, cuestiones de poltica nacional,
asuntos de poltica eclesistica, los conflictos jurdicos y pleitos, formas y tonos de
religiosidad, marginados y minoras, inquisicin, genealogas, arbitrismo, narraciones
de catstrofes naturales, poesa, pastorales diocesanas y abundante materiallibrario que
debieran estar en la Biblioteca.
MORENO, A. La coleccin documental de Papeles Varios del Archivo Histrico de la Universidad
de Salamanca En RODRGUEZ-SAN PEDRO BEZARES, L. E. (Coord.) Actas del V Congreso Internacional de Universidades Hispnicas. Salamanca: Junta de Castilla y Len, Universidad de Salamanca,
2000, pp. 405-424; dem. La Coleccin de Papeles Varios del Archivo Histrico de la Universidad de
Salamanca. Anlisis de la documentacin: procedencias, caractersticas e importancia histrica en Brocar.
Cuadernos de Investigacin Histrica, 24 (Logroo, 2000) (en prensa).
4 Vid. VIVAS MORENO, A. Historiografa de la Secesin de Portugal en los fondos documentales
(Mss. Y P. V. ) de la Biblioteca Universitaria de Salamanca. Una primera aproximacin al tema. En
CARABIAS TORRES, A. M". (ed.) Las relaciones entre Portugal y Castilla en la poca de los descubrimientos y la expansin colonial. Salamanca: Univ. de Salamanca. 1994, pp. 361-372.
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1
.....
"
.*
Por ltimo, y ya haciendo alusin a la temtica de nuestra comunicacin, la coleccin de P. V. se caracteriza por tener heterogneas y mltiples procedencias documentales. En este orden de cosas, la procedencia mayoritaria es la conventual (aproximadamente el 64% de las unidades de instalacin), destacando mayoritariamente la jesutica
y la dominica. En lo que respecta a las procedencias no conventuales, hay que resaltar
en primer lugar el papel destacado de los fondos colegiales. Sobresale el Colegio Mayor
de Cuenca y, en menor medida, el Colegio Mayor de Santiago el Zebedeo. Por otra
parte, merece especial mencin el fondo procedente del archivo personal de Lorenzo
Velasco Gonzlez, personaje salmantino influyente, con documentacin de finales del
s. XVIII y principio del s. XIX.
Veamos a continuacin, un breve anlisis de las procedencias conventuales mayoritarias, esto es Jesuitas y Dominicos.
"
1219
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PROCEDENCIA CONVENTUAL
N
JESUITAS
76
58,01
58,01
DOMINICOS
FRANCISCANOS
51
38,93
1,54
96,94
98,48
CISTERCIENSES
0,76
99,24
AGUSTINOS CALZADOS
0,76
131
100
100
100
TOTAL
% ACUMULADO
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PROCEDENCIA CONVENTUAL
;]JESUITAS
_DOMINICOS
FRANCISCANOS
CISTERCIENSES
E AGUSTINOS CALZADOS
80
70
60
50
40
30
20
10
O ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
N
FIGURA 1
283-317. etc. Este ltimo artculo nos ha resultado fundamental para el anlisis de la expulsin de los Jesuitas
de Salamanca. A l nos remitiremos continuamente para el desarrollo de este apartado.
7 Vid. EGIDO, T. La expulsin .... Op. Cit .. pp. 759-760.
8 En l se deca: Habindome conformado con el parecer de los de mi Consejo Real en el Extraor-
dinario, que se celebra con motivo de las ocurrencias pasadas, en consulta de veinte y nueve de enero
prximo; y de lo que sobre ella me han expuesto personas del ms elevado carcter: estimulado de
gravsimas causas, relativas a la obligacin en que me hallo constituido de mantener en subordinacin,
tranquilidad y justicia de mis Pueblos, y otras urgentes, justas y necesarias, que reservo en mi Real nimo:
usando de la suprema autoridad econmica, que el Todo-Poderoso ha depositado en mis manos para
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los Jesuitas de Castilla la Vieja, para marchar despus todos hasta Santander y salir
por mar de Espaa l5 Todo deba estar a punto para las primeras horas de la maana
del da siguiente, cuatro de abril l6 Los gastos del viaje correran por parte del Real
Colegio l7 En consecuencia, a la maana siguiente, Pereda dio a los responsables del
viaje el salvoconducto enviado por el Conde de Aranda para garantizar la libertad
y seguridad de la expedicin. Llegaron sin incidentes a la Caja de Burgos el diez de
abril, donde fueron entregados al comisionado especial don Jos de Arcocha l8 .
Deshabitado el Colegio, Pereda cerr todas sus puertas y retir todos los guardias,
excepto los de la entrada principal. En Salamanca an permanecan el grupo de Procuradores o administradores de los bienes de la Compaa l9 , que deban ser retenidos
a disposicin de las autoridades para responder y aclarar exactamente, baxo de deposiciones formales, quanto se les preguntare toc~nte a sus Haciendas, Papeles, ajuste de cuentas, Caudales y rgimen interior>,20. Estos fueron interrogados por sus riquezas, bibliotecas y archivos, de tal manera que no salieron de la ciudad hasta el 21 de
juni02 l .
Es evidente que la expulsin de la Compaa trajo importantes consecuencias consigo
en lo referente al tesoro cultural, artstico y religioso. Las transferencias, al decir de
T. Egida, beneficiaron a las dicesis, al propio Estado y a la Universidad 22
As, en la legislacin que har realidad el extraamiento de los Jesuitas, se dan
indicaciones precisas sobre los bienes y posesiones de la Compaa y, en concreto, sobre
15 Para encargarse del transporte de los Jesuitas hasta Burgos nombr Pereda a don Julin Rascn
Cornejo y a don Francisco de Paz Criado y Alfonso, regidores perpetuos de la ciudad. (Ibdem, p. 303307)
16 Ibdem. p. 303
17 Segn las Instrucciones de Aranda, si el dinero disponible en efectivo no bastaba, habra que vender
algunos frutos para conseguirlo. Si tampoco ambas cosas fueran suficientes, se deba echar mano de los
fondos de Propios y Arbitrios del municipio, con obligacin de reintegrar cuanto antes a sus arcas de
los caudales del Colegio el dinero sacado (Ibdem, p. 307).
18 Ibdem, p. 310.
19 Juan Francisco Ubegui, Domingo Larragorri, Francisco Alberdi y Juan Crisstomo. (Ibdem, p. 314).
20 Coleccin general ... Op. Cit., Art. XXII. (Cit. HERNNDEZ, B., Op. Cit., p. 315).
21 Estos tuvieron como destino Cartagena, para ser embarcados all rumbo a Italia al igual que los Jesuitas
de Madrid y de Castilla la Nueva. Tardaron en llegar quince das, y all se hizo cargo de ellos don Pedro
Len Garca. (Ibdem, p. 315).
22 Los 142 colegios y casas de residencia que quedaron vacantes a la salida de sus moradores fueron
desamortizados en buena parte y destinados a aulas y habitaciones de maestros de primeras letras,
de latinidad, gramtica, retrica, griego, etc. Otros inmuebles se dedicaron a Universidades: convictorios
(Salamanca, San Ambrosio de Valladolid, Santiago, Casa Profesa de Sevilla), a estudios generales (Irlandeses de Sevilla); Vergara (a la Sociedad Vascongada de Amigos del Pas), Orihuela, etc. Las Iglesias se convirtieron en oratorios o en parroquias; los colegios, seminarios conciliares (Burgos, Logroo,
Palencia, Salamanca, Santander, Santiago, Segovia, Zamora, Toledo, Cceres, Barcelona, Segorbe,
Teruel, Valencia, Zaragoza) o clericales (vila, Orense, Palencia, Pamplona, San Sebastin)>>. As la
expulsin de los Jesuitas traer no solo novedades en los aspectos religiosos, sino tambin en los econmicos, sociales y culturales (Cf. EGIDO, T. La expulsin ... Op. Cit., pp. 786-787).
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Por este motivo, la Universidad de Salamanca acuerda nombrar comisarios, uno por
cada facultad, para efectuar el traslado de los libros desde la Biblioteca Real de los
Jesuitas a la Biblioteca Universitaria27 No es necesario que nos extendamos al decir
que la librera de los Jesuitas guardaba abundantes manuscritos e impresos, esencialmente de los siglos XVI Y XVII Y especializada principalmente en Teologa, Filosofa
y en clsicos griegos y latinos. Al decir de F. Marcos esta gran biblioteca pas a la
de la Universidad, exceptuados unos cuantos cuerpos que pasaron al Colegio de Irlandeses, y otros que quedaron en la casa de la Compaa para formar la biblioteca
del llamado Real Convictorio Carolino28. Se calcula que pasaron a engrosar los fondos
Coleccin general ... , p. 37-40.
Real Provisin de los Seores del Consejo en el Extraordinario a consulta con S.M. en que se incluye
la Instruccin formada sobre el destino de todas las Libreras existentes en las Casas, Colegios, y Residencias que los Regulares expulsas de la Compaa dexaron en estos Dominios, con las reglas oportunas para proceder su entrega, y otras prevenciones que se han estimado convenientes. Madrid, 1767.
25 Ibdem, p. 7.
26 Ibdem, p. 38.
27 A.U.S.A. 23, ff. 25 Y ss. Vid. al respecto MARCOS RODRGUEZ, F., La Biblioteca Universitaria
de Salamanca, en La universidad de Salamanca: Universidad, 1990, vol. JI, pp. 269-294.
28 Cf. MARCOS, F., Op. Cit., p. 289.
23
24
1224
Biblioteca
Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
.....
. j;
Cuaderno 2
Cuaderno 3
Msticos y cancionatorios
Cuaderno 4
Cuaderno 5
Cuaderno 6
Cuaderno 7
Humanidades y Lenguas
Cuaderno 8
Miscelnea
y he aqu, que justamente es en el cuaderno que lleva por ttulo Miscelnea donde
encontramos los volmenes que nosotros hemos localizado en P. v., y que segn puede
leerse en la anteportada pertenecieron al P. Pedro Abarca. De esta manera, el erudito
historiador y telogo los don a la librera de los Jesuitas, stos los ubicaron en el
Cuaderno de Miscelnea y, posteriormente, pasaron a la coleccin de P. V. del A.U.S.A.
Adems, tambin hemos localizado en dicho cuaderno algunas obras de otros autores,
tanto manuscritas como impresas, que del mismo modo estn presentes en nuestra
coleccin. Es el caso de la documentacxin que hace referencia a Luis de Losada, con
29 Durante el s. XVIII la Biblioteca, de nuevo organizada con la activa intervencin de Prez Bayer,
se enriquece con la confiscacin de unos doce mil volmenes pertenecientes a los Jesuitas (SANTANDER,
T. Resefia sobre la Biblioteca y Archivo Universitarios de Salamanca durante los afias 1974-1985.
Salamanca, s.i. (Biblioteca Universitaria de Salamanca), 1985, p. 10).
0
3 No es el momento de centrarnos en el anlisis de la Biblioteca de los jesuitas. Nos remitimos a otros
trabajos nuestros. (Vid. VIVAS MORENO, A. La Biblioteca de los Jesuitas expulsos de Salamanca
en De la Salamanca libresca a su Biblioteca Universitaria. El inventario de 1755: los libros de historia.
Salamanca, 1994. 2 vals. (Memoria indita), pp. 462-504).
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
la utilizacin en la mayora de las ocasiones del pseudnimo Luis Lpez. Cura de Morille.
Todo ello nos hace pensar que el origen de la coleccin de P. V. sea este cuaderno octavo
de la Biblioteca de los Jesuitas, que seguramente reunira distintos volmenes con
agrupaciones documentales manuscritas e impresas de diversas procedencias. No obstante, dicha coleccin inicial de P. v., acogera posteriormente documentacin de otra
naturaleza, aumentando as su tamao con papeles y obras de otros cuadernos junto a
nuevas procedencias originadas por diferentes ingresos 3 !.
En definitiva, las unidades de instalacin de los P. V. procedentes de los Jesuitas
entraron a formar parte del Archivo y Biblioteca Universitarios con la expulsin de
stos en 1767, siendo de especial notoriedad, tanto por su volumen como por su riqueza histrica, el fondo personal del Padre Pedro Abarca 32 A dicho fondo privado
pertenecen los siguientes volmenes: P. V. 2, P. V. 3, P. V. 4, P. V.S, P. V. 6, P. V. 7,
P. V. 14, P. V. IS y P. V. 26. Entre las agrupaciones documentales destaca por su extenso
nmero la correspondencia con contenidos historiogrficos -dudas histricas, consultas, disquisiciones, etc.- que le sirve de base para sus obras histricas sobre el reino
de Aragn o el Condado de Sobrarbe. Tambin son destacables los cuadros genealgicos,
las consultas de contenidos morales y jurdicos, y las reflexiones teolgicas sobre temas
dificultosos y cuestionables.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
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por consiguiente, nos debemos remitir o bien a investigaciones generales sobre la
desamortizacin en el siglo XIX35 o bien a monografas sobre el Convento de San
Esteban confeccionadas desde principios de siglo, como la de J. Cuerv036 No obstante, en lo referente al nmero y calidad de los fondos de la Biblioteca del Convento
disponemos de un documento ejemplar; se trata de un Manuscrito de la Biblioteca
Universitaria que especifica de forma annima cada uno de los volmenes de que
dispona3? A l nos dirigiremos ms adelante.
Todos los especialistas en el tema de la desamortizacin coinciden en sealar que
el fenmeno hay que considerarlo en bloque, desde las medidas que se llevaron a cabo
en este sentido durante el reinado de Carlos III hasta la ley de Madoz, en 1855. As
pues, la desamortizacin eclesistica de Mendizbal no fue ms que un jaln muy
importante en un proceso ms amplio cuya culminacin no se produjo hasta finales
del siglo XIX.
El trmino desamortizacin no supone solamente el acto jurdico mediante el cual
los bienes que han estado amortizados adquieren la condicin de bienes libres para
sus propios poseedores, sino que implica tambin que stos pierden la propiedad que
pasa al Estado, bajo cuyo dominio se convierten en bienes nacionales. El Estado los
vende a particulares y, al adquirirlos los compradores, se convierten en bienes libres 38
Francisco Toms y Valiente, que ha estudiado el proceso legislativo de la desamortizacin, seala que poco antes de la subida al poder de Mendizbal se aprobaron dos
reales decretos (15 de julio de 1834 y 4 de julio de 1835) mediante los cuales se
suprima definitivamente la Inquisicin y se abola de nuevo en Espaa la Compaa
de Jess respectivamente. El mismo mes de julio de 1835 se decret la abolicin de
los conventos y monasterios, y el 11 de octubre del mismo ao Mendizbal promulg
.',
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
otro decreto mediante el cual se supriman las rdenes religiosas 39 Ms tarde, en febrero
de 1836, se declaraban en venta todos los bienes de las Comunidades y corporaciones
religiosas extinguidas y en julio de 1837 se suprimi el diezmo y se extendi la
desamortizacin a los bienes seculares.
No podemos comentar aqu ni los resultados polticos de la desamortizacin eclesistica, ni las consecuencias sociales y econmicas, y mucho menos sus vinculaciones con la denominada Revolucin Liberal. S que diremos que en el aspecto cultural
la desamortizacin obtuvo, segn todos los estudios, resultados negativos para su rico
patrimonio artstico y documental. Muchos edificios de valioso estilo arquitectnico
fueron abandonados y derruidos. Innumerables retablos, cuadros, tallas y esculturas
de imgenes religiosas se perdieron o, en el mejor de los casos, pasaron a manos de
particulares. Muchos archivos fueron destruidos y las bibliotecas sufrieron en muchos
casos un irreparable deterioro, cuando no fueron dispersados sus fondos 40
Salamanca, contaba con una importante Universidad histrica, y ello hizo salvar
en parte la biblioteca y el archivo dominicos. El siglo XIX, con sus diversas revoluciones, supuso para la Orden de Predicadores salmantina la decadencia y la desvinculacin de la institucin universitaria. El convento de San Esteban se esforz por
mantenerse unido en materia de estudio a la Universidad. Sin embargo, la expulsin
de los frailes del convento en los mios de la ocupacin francesa, las tensiones del
trienio liberal y de los ltimos aos de Fernando VII fueron debilitando aquella
vinculacin hasta romperse por completo en 183541.
As pues, la Biblioteca del Convento de San Esteban 42 pas a integrar los fondos
de la Universitaria cuando se produjo la desamortizacin de aqul, aunque no se puede
precisar su cantidad con exactitud. Se trataba de unos fondos valiossimos, con las obras
fundamentales en Teologa, Filosofa, Cnones, Historia y obras clsicas. Se puede
decir, en consecuencia, y sin temor a equivocarnos, que la Biblioteca del Convento
39 Se justificaba la medida, en tanto se consideraban desproporcionados sus bienes a los medios que
entonces tena la nacin. De esta forma: ... el nmero de casas monsticas que queda, cun intiles e
innecesarias son la mayor parte de ellas para la asistencia espiritual de los fieles, cun grande es el
perjuicio que al reino se le sigue de la amortizacin de las fincas que poseen y cuanta conveniencia pblica
de poner stas en circulacin para aumentar los recursos del estado y abrir nuevas fuentes de riqueza.
(Cf. Ibdem).
40 An no se ha estudiado a fondo este tema. No obstante, al decir de Toms y Valiente, cuando se
puedan evaluar estas prdidas nos daremos cuenta seguramente de que ste es uno de los aspectos ms
tristes y lamentables de la desamortizacin eclesistica. (Cf. Ibdem).
41 Es til para analizar las relaciones entre el convento y estudio de Salamanca y la Universidad el
breve artculo de HERNNDEZ, R. Convento y estudio de San Esteba/! en FERNNDEZ LVAREZ,
M.; RODRGUEZ-SAN PEDRO BEZARES, L. E. Y ROBLES CARCEDO, L. (Coords.) La Universidad
de Salamanca. Salamanca: Universidad de Salamanca, 1990, 3 vals., vol. I1, p. 381.
42 Cfr. VIVAS MORENO, A. La Biblioteca del convento de los Dominicos de San Esteban de
Salamanca en el s. XVIII en Revista General de Informacin y Documentacin, Vol. 10, n 2, 2000:
7-8, pp. 71-103.
1228
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
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.*
de San Esteban era uno de los espacios de acumulacin de saberes ms importantes de
la Espaa Moderna43
En este sentido, nuestra hiptesis de trabajo es que las unidades de instalacin
ubicadas en las unidades de instalacin de la coleccin de P. V. Y provenientes de los
Dominicos de San Esteban pasaron a formar parte del Archivo Universitario con la
exclaustracin que tuvo lugar durante los aos 1834-1835. Para cercionarnos, nos
adentramos en el anlisis del Manuscrito 565 sobre la Biblioteca del Convento y Estudio
de los Dominicos e intentamos localizar nuestros fondos all.
Segn dicho manuscrito, los libros estaban organizados en veinticuatro cajones
ordenados numeral mente, cada cual dividido en dos partes o senos que siguen las letras
del alfabeto latino (Cajn 1: Letras A y B; Cajn 2: Letras C y D, ... Y as sucesivamente). Expongamos qu estructura conceptualp~mos determinado tras el anlisis del
texto y qu importancia cuantitativa (nmero de libros) y porcentual tena cada cajn
con relacin al rest0 44
1229
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1,1
11
CAJONES
LETRAS
Cajn l
159
2,65
A-B
Historia Eclesistica
Catlogos de Bibliotecas Eclesisticas
Tradicin Eclesistica y Santos Padres
Cajn 2
145
2,41
C-D
Cajn 3
188
3,13
E-F
Cajn 4
158
2,63
G-H
Cajn 5
145
2,41
1- J
Cajn 6
243
4,04
K-L
Sermones y parbolas
Libros para la predicacin
l.
,1
CONTENIDOS
Homilas y sermones
Comentarios bblicos
Historia Eclesistica
Cajn 7
304
5,06
M-N
Cajn 8
313
5,21
O-P
Honras fnebres
Oraciones panegricas
Libros de retrica
Cajn 9
189
3,14
Q-R
Artes
Filosofa
Cajn 10
161
2,68
S-T
Filosofa
Obras de carcter poltico
Cajn 11
486
8,09
V-X
Cajn 12
159
2,65
Y-Z
Catlogos
Bibliografas
Bibliotecas no religiosas
Cajn 13
372
6,19
A-B
Historia
Geografa
Crnicas
C-D
Ciencias
Geometra
Medicina
Matemticas
Astrologa
E-F
Arte
Gramtica
Lenguaje
Obras clsicas
Msica
Cajn 14
Cajn 15
336
337
5,59
5,61
1230
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
.*
ORGANIZACIN Y CUANTIFICACIN DE LA BIBLIOTECA DE LOS DOMINICOS.
Ms. 565 B.U.S.A. (Continuacin)
CAJONES
LETRAS
CONTENIDOS
Obras de carcter poltico
Derecho
Leyes
Cajn 16
234
3,89
G-H
Cajn 17"
228
3,79
1- J
Cajn 18
450
7,49
K-L
Obras msticas
Obras de carcter espiritual
Catecismos
Cajn 19
461
7,67
M-N
Mora' y tica
Obras doctrinales
Cajn 20
366
6,09
o-p
Heterodoxias polticas
Heterodoxias de religin
Conservacin de la Fe
Cajn 21
152
2,53
Q-R
Virtudes cristianas
Libros de sentencias
Cajn 22
176
2,93
S-T
Bulas
Obras de Santo Toms
Fundaciones conventuales
Cajn 23
151
2,51
V-X
Atlas
Obras teolgicas generales
ndices generales
Cajn 24
97
1,61
Y-Z
Obras clsicas
Obras latinas
Obras griegas
Derecho
Leyes
Reglas conventuales
Como podemos comprobar, si bien cada cajn tiene un cierto componente conceptual a travs de temticas adyacentes, ser el contenido religioso el que integre toda
la biblioteca, hasta tal punto, que ha sido extremadamente dificultosa su descomposicin.
En lo que a nosotros concierne, hemos encontrado documentacin de P. V. en diversos
cajones, especialmente el 2, el 5, el 6, el 8 y el 11. Sin embargo, no hemos hallado
todo lo presente en nuestra coleccin, especialmente lo relativo a agrupaciones documentales vinculadas a fondos privados de carcter personal. Ello nos hace pensar, que
no se encontraba en la biblioteca en el momento de la exclaustracin todo lo que hoy
se ubica en P. v., sino que parte de ello se localizaba o bien en el archivo del colegio
-del que falta hacer un estudio- o bien en las celdas privadas, y que con la desamortizacin tambin pasaron a la institucin universitaria. Es el caso, del fondo del
Dominico y prior de San Esteban Jos Barrio, del que disponemos, como ya ha que1231
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
dado dicho en otras ocasiones, una numerosa compilacin de cartas, consultas y papeles, bien concernientes directamente al Colegio de San Gregorio de Valladolid, bien sobre
una diversidad de cuestiones teolgicas y morales 45
En conclusin, si bien las procedencias de P. V. son mltiples y variadas, vinculadas en su mayora al acrecentamiento de la Biblioteca Universitaria -lo que obliga
a una obra de alto vuelo sobre la Librera Universitaria, de sus artfices e incorporaciones, de sus directivos y organizacin, de su formacin y desarrollo- son los Dominicos y los Jesuitas los principales productores de la documentacin ubicada en dicha
seccin facticia.
45 El mrito principal del P. Barrio estriba principalmente, adems de en haber sido Prior del Convento
y catedrtico de la Universidad durante trece aos, en ser uno de los grandes historiadores del Convento
de San Esteban de Salamanca. Era natural de Si mancas. Visti el hbito dominicano en San Esteban, donde
curs los estudios de Filosofa y Teologa. En 1731 fue propuesto para la Ctedra de Vsperas de Teologa, que tena su Orden en la Universidad de Salamanca, al ao siguiente reciba en la capilla de Santa
Brbara el Licenciado en Teologa. Tena Grados por Avila y al poco tiempo incorporaba el magisterio
de Teologa en la misma Universidad. El ao 1735 ascenda a la de Prima, que haba de leer durante once
aos consecutivos. Asimismo fue Prior y Regente de Estudios de San Esteban. Sus exequias fnebres fueron
celebradas en la capilla de San Jernimo de la Universidad en 1760. Dentro de la Orden fue considerado,
y lleg a ser Maestro de Nmero de su Provincia de Espaa, y quizs tambin Visitador, pues se conservan los papeles relativos a la visita que hizo al Convento de San Pablo de Valladolid. Fue de los que
se opusieron con ms energa a la divisin de provincias, que algunos pretendan por entonces. En la
Universidad, adems de catedrtico, le confiaron diversas comisiones de inters. Algunas de sus obras
son histricas, como Primera parte de la Historia del Convento de Salamanca que posteriormente termin
Justo Cuervo, o discursos teolgicos, como Discurso sobre la obligacin de la villa y vecinos de Santa
Mara de Nieva a contribucin del debido culto a Nuestra Seiiora en la Santa Imagen, hallada en aquel
sitio ... . En cuanto a obras manuscritas tenemos en nuestra coleccin la mayor cantera, desde Paralelo
de la representacin que por el Fiscal General se ha hecho al Consejo Real y por ste a las Universidades de Espaa contra el mtodo escolstico que guarda: para que en vista del informe se representa
a su Majestad y salga decreto de lo que se ha de observar o Papel del Maestro Barrio al Nuncio sobre
los papeles que salan contra el ExpurRatorio en punto del Cardenal Morris hasta los Papeles pertenecientes a la visita que en el convento de San Pablo de Valladolid hizo el M. Barrio. hijo de S. Esteban
o el Discurso teolgico-sacro-poltico por los Carmelitas Descalzos de la Provincia de San Joaqun de
Navarra.
1232
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
PROCEDENCIAS
PAPELES VARIOS
PROCEDENCIAS
P. V. 1
JESUITAS
P. V. 47
JESUITAS?
P. V. 2
JESUITAS
P. V. 48
DOMINICOS
P. V. 3
JESUITAS
P. V. 49
DOMINICOS?
JESUITAS
P. V. 4
JESUITAS
P. V. 50
P. V. 5
JESUITAS
P. V. 51
DOMINICOS
P. V. 6
JESUITAS
P. V. 52
JESUITAS?
P. V. 7
JESUITAS
P.
V. 53
JESUITAS?
P. Y. 8
DOMINICOS
P. V. 54
JESUITAS?
P. V. 9
DOMINICOS
P. V. 55
JESUITAS?
P. V. 10
DOMINICOS
P. V. 56
JESUITAS?
P. V. 11
DOMINICOS
P. V. 57
JESUITAS?
P. V. 12
DOMINICOS
P. V. 58
JESUITAS?
P. V. 13
DOMINICOS?
P. V. 59
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P. V. 14
JESUITAS
P. V. 60
JESUITAS?
P. V. 15
JESUITAS
P. V. 61
JESUITAS?
P. V. 16
DOMINICOS?
P. V. 62
DOMINICOS
P. V. 17
JESUITAS?
P. V. 63
DOMINICOS?
P. V. 18
DOMINICOS?
P. V. 64
DOMINICOS
P. V. 20
DOMINICOS
P. V. 65
DOMINICOS
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P. V. 66
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P. V. 22
DOMINICOS
P. V. 67
JESUITAS?
P. V. 23
JESUITAS
P. V. 68
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P. V. 24
DOMINICOS
P. V. 69
DOMINICOS?
P. V. 25
DOMINICOS
P. V. 70
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P. V. 26
JESUITAS
P. V. 71
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P. V. 28
JESUITAS
P. V. 72
DESCONOCIDO
l'
P. V. 32
DOMINICOS
P. V. 73
DESCONOCIDO
~:
(
~,
P. V. 33
DOMINICOS
P. V. 74
DOMINICOS?
P. V. 34
DOMINICOS
P. V. 75
JESUITAS?
P. V. 36
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P. V. 77
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P. V. 37
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P. V. 82
JESUITAS?
P. V. 40
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P. V.41
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P. V. 42
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P. V. 89
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P. V.46
JESUITAS?
P. V. 90
JESUITAS?
1233
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
PAPELES VARIOS
PROCEDENCIAS
PAPELES VARIOS
PROCEDENCIAS
p. V. 92
DOMINICOS?
P. V. 137
JESUITAS?
P. V. 138
P. V. 139
JESUITAS
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
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P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
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P.
V. 162
JESUITAS
V. 163
JESUITAS?
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
V. 93
DOMINICOS
V. 94
DOMINICOS
V. 95
DOMINICOS
V. 96
DOMINICOS
V. 97
DOMINICOS?
V. 98
JESUITAS?
V. 99
DOMINICOS
V. 100
DOMINICOS?
V. 101
DOMINICOS
P. V. 103
P. V. 105
DOMINICOS
DOMINICOS?
P. V. 106
JESUITAS?
P. V. 108
JESUITAS?
P. V. 109
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P. V. 110
JESUITAS?
P.V.lll
JESUITAS?
P. V. 112
JESUITAS?
P. V. 1!3
JESUITAS?
P. V. 115
JESUITAS?
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
V. 116
JESUITAS
V. 118
JESUITAS?
V. 119
JESUITAS
V. 120
JESUITAS
V. 121
JESUITAS?
V. 123
DOMINICOS?
V. 136
JESUITAS?
JESUITAS
V. 165
JESUITAS
V. 166
JESUITAS
V. 167
JESUITAS
V. 185
DOMINICOS?
V. 195
JESUITAS
V. 198
JESUITAS
V. 208
JESUITAS
V. 210
JESUITAS
V. 211/1
JESUITAS
V. 213
JESUITAS
V. 217
JESUITAS
V. 218
JESUITAS
V. 229
JESUITAS
V. 232
JESUITAS?
V. 262
JESUITAS?
V. 265
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V. 266
JESUITAS?
V. 267
JESUITAS?
V. 268
JESUITAS
V. 269
JESUITAS?
V. 270
JESUITAS?
V. 271
DOMINICOS?
1234
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
l. INTRODUCCIN
El Archivo del Reino de Valencia no es un archivo eclesistico pero, por diversas
razones, contiene documentacin procedente de archivos eclesisticos y tambin de
antiguos archivos de instituciones valencianas donde, entre otras muchas cuestiones,
se tratan asuntos sobre la iglesia.
El Archivo del Reino de Valencia es esencialmente un archivo de archivos que, en
la actualidad, ejerce tambin las funciones de archivo histrico provincial. Su origen
se encuentra en una disposicin de las Cortes Valencianas de 1419, por la cual el rey
Alfonso el Magnnimo ordena que todos los procesos de cortes, registros de la Cancillera y procesos de la Real Audiencia relativos al Reino de Valencia se copien en
libros separados de los registros generales de la Corona de Aragn, y que estos registros sobre Valencia se guarden en el Palacio Real de esta ciudad. Dicha disposicin
da origen a una de las secciones ms importantes del presente archivo, la de Real
Cancillera.
Con la abolicin de los fueros del Reino de Valencia en 1707 desaparecen las
instituciones de la administracin real valenciana y se sustituyen por las de la admi1235
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
nistracin castellana. Sus archivos se cierran hasta que, por iniciativa de Fernando IV,
en 1758, se propone reunir en un solo local los archivos de las instituciones desaparecidas. Sin embargo, esto no se lleva a la prctica hasta 1810, cuando la documentacin de dichos archivos es trasladada a la Casa Profesa de la Compaa de Jess.
En este edificio va ingresando la documentacin de diversos archivos que van perdiendo su valor administrativo. En 1965 el archivo se traslada a un nuevo edificio construido para tal finalidad, con un adecuado sistema de conservacin, servicio a los
investigadores y laboratorios de restauracin y reprografa.
Teniendo presente este marco de movimiento de documentacin de unos archivos
que carecen de utilidad administrativa, entre los fondos documentales del Archivo del
Reino de Valencia encontramos diferentes fuentes para la historia de la iglesia que
podemos analizar desde dos puntos de vista: por una parte la documentacin propiamente eclesistica y, por otra, la documentacin de archivos de antiguas instituciones
donde se trataban asuntos eclesisticos.
2. DOCUMENTACIN ECLESISTICA
1;
Con las leyes desamortizadoras de mediados del siglo XIX numerosa documentacin de archivos eclesisticos pas a las delegaciones de hacienda provinciales. Por
decretos de los aos 1835 y 1836, Y por la Ley de 29 de julio de 1837 se declararon
extinguidos los monasterios, conventos, colegios y otras casas religiosas, adjudicndose el estado sus bienes. Igualmente ocurri para el clero secular, el estado se incaut
las propiedades, derechos y acciones sobre predios. Con el concordato entre la Santa
Sede y el estado espaol de 1851 se reconoci que la Iglesia posea el derecho de
propiedad en sus bienes, pero en la prctica muchos bienes ya haban sido vendidos.
La ltima ley desamortizadora, de 1855, pona a la venta los predios rsticos y urbanos, los censos del estado, del clero, de las cofradas, de los propios, etc. Por una ley
de 1860, tras un convenio con la Santa Sede realizado un ao antes, se volvi a reconocer a la Iglesia la facultad de adquirir bienes sin ningn tipo de limitacin.
La documentacin que acompaaba dichos procesos de desamortizacin llen las
delegaciones de hacienda. El decreto de creacin del Archivo Histrico Nacional, de
1866, hara posible que esta documentacin eclesistica pasase a un nuevo edificio,
pero ste no se termin hasta 1896 (el Palacio de Bibliotecas y Museos). Un ao despus,
en 1897, ingresaba en el Archivo Histrico Nacional documentacin procedente de la
desamortizacin valenciana: convento de la Zaida, Cartuja de Portacoeli, Monasterio
de San Miguel de los Reyes, Orden de Montesa, Inquisicin, etc. l. En 1898 se publica
la Real Orden de 26 de agosto por la cual se autorizaba el traslado al Archivo Histrico Nacional de los papeles de rdenes monsticas suprimidas que estn en las
I VIGNAU, Vicente: <<Inventario de los documentos y libros que han ingresado en el Archivo Histrico Nacional [13 de Septiembre de 1897], Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, Tercera poca,
Madrid 1897. pp. 465-473.
1236
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
1I
1238
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
cia de amortizacin de 1424 con la aprobacin de unos captulos que regulan la fundacin de un monasterio de la orden de San Agustn en la poblacin de Orba I3.
Adems de las diferentes series de libros registro de la seccin de Real Cancillera,
se conservan tambin otros libros donde se anotaron acciones administrativas diversas. Entre ellos, algunos hacen referencia a temas eclesisticos, como la documentacin que gener una pragmtica de Alfonso el Magnnimo, de 1448, por la cual se
obligaba a las instituciones religiosas a presentar los ttulos de bienes de realengo que
poseanl 4 , o un libro inventario para la liquidacin de los bienes del Tribunal de la Santa
Inquisicin, ordenado realizar en 1820 15 .
La seccin de Mestre Racional tiene su origen durante las cortes valencianas de 1419.
Alfonso V de Aragn cre, a peticin de los tres brazos, el cargo de mestre racional
para el Reino de Valencia, desvinculndose del oficial que resida en la corte de
Barcelona. El mestre racional de Valencia es el encargado de examinar las cuentas de
la hacienda real que hayan realizado diferentes oficiales reales, desde los bailes generales, pasando por los bailes locales, e incluso las cuentas presentadas por los justicias, en cuanto a la parte de la pena pecuniaria perteneciente al rey. De este fondo
documental cabe destacar tanto los papeles referentes al derecho real de amortizacin,
como las cuentas presentadas por el lugarteniente de tesorero general y comisario en
los hechos y causas de amortizacin donde quedan reflejadas las cantidades amortizadas
de forma anual 16 o, tambin, las visitas de amortizacin realizadas por un comisario
real, como visitador, donde las instituciones pertinentes (parroquias, cofradas, monasterios, etc.) deban manifestar las propiedades amortizadas y las licencias y privilegios
respectivos 17 . Tambin podemos resaltar otro tipo de cuentas, como las del secuestro
de las rentas del obispado de Valencia (1457-1458)18 o el libro de cuentas de 1446
relativo al corte y extraccin de piedra en una cantera de Sagunto para la obra de la
capilla del monasterio de Santo Domingo, en la ciudad de Valencia l9 .
La seccin de Real Audiencia, donde se custodian los procesos entablados ante la
misma, tiene su origen en el siglo XIV, aunque es a partir de la Nueva Planta dada
por Fernando el Catlico, en 1506, cuando los jueces -o"idors- son constituidos con
carcter permanente y conservamos la mayor parte de la documentacin. Cabe destacar, por su volumen documental, los procesos civiles, que llegan hasta el final del
13 Captols fets e fermats entre lo reverend Maestre Berthomeu Priz, prior provincial de la provncia
de Arag, deIs frares hermitans de Sent August, de la una part, e lo honorable mossen Guerau de Castellvert,
cavaller, senyor delloch e vall de Orba, de la part altra. Primerament, que lo dit honorable mossen Guerau
de Castellvert, cavaller, ordena, funda, constitueix, dna e fa a honor e reverencia de la Sancta Trinitat
... hun monestir del dit orde de sent Agust en la dita sua vila de Orba ... , ARV, Real Cancillera, libro
393, fol. 126vo-129ro.
14 ARV, Real Cancillera, libros 487-494.
15 ARV, Real Cancillera, libro 607.
16 ARV, Mestre Racional, libros 7.724-7.914, que abarcan desde 1392 hasta 1705.
17 ARV, Mestre Racional, libros 7.928-7.963, de los aos comprendidos entre 1593 y 1703.
18 ARV, Mestre Racional, libro 9.864.
19 ARV, Mestre Racional, libro 9.826, cuaderno cuarto.
1239
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
rgimen foral. La mayor parte de los procesos criminales han desaparecido. La Real
Audiencia era el mximo tribunal de justicia para el Reino de Valencia y a l acudan
por apelacin los pleitos sentenciados en tribunales inferiores, como los del Gobernador de Valencia, los del Baile General o los del Justicia de Valencia. En los procesos podemos encontrar documentacin sobre la iglesia cuando sta es parte interesada en un pleito sobre alguna reivindicacin de un derecho civil, ya que los procesos
de tipo propiamente eclesistico correspondan al Vicario General. De estos procesos
existen fichas catalogrficas donde, por el nombre del litigante, se puede conocer a las
partes eclesisticas que intervienen en el pleito. Los procesos estn registrados en unos
libros ndice, los dos primeros elaborados en el siglo XVII (conocidos como Procesos
de la Real Audiencia, I Parte y II Parte), clasificados por letras y por el nombre del
demandante, y dentro de cada letra por orden cronolgico. Junto al nombre de los
litigantes consta el tipo de proceso substanciado. Posteriormente se realiz un tercer
volumen, conocido como III Parte, con un Apndice 20 . Como ejemplo podemos citar
el proceso, apelado desde la corte del Baile General, que lleva el convento de la Cartuja
de Nuestra Seora de Portacoeli contra el curador de la herencia de Gastn Cotinyo
y Toda Centelles, en 1625, sobre el embargo de bienes de esta herencia para ejecutar
el pago de un censaj21 o, relacionada con la misma temtica, la apelacin a la Real
Audiencia, en 1606, de un proceso que se lleva en Gobernacin, sobre las ejecuciones
que pretende de la Catedral de Valencia respecto a los bienes del conde de Buoj22.
En el siglo XVIII, tras los decretos de Nueva Planta, la audiencia valenciana somete su sistema orgnico a las leyes de Castilla. A partir de 1707 los procesos se
conservan en la serie Escribanas de Cmara. Existen unos 23.000 procesos ordenados
cronolgicamente desde 1707 hasta 1920, aunque la mayor parte llega hasta 1834. Estn
registrados en 6 volmenes donde constan los litigantes, el tipo del proceso y la
poblacin de los mismos. Son, fundamentalmente, procesos civiles, y muy escasamente encontramos algunos procesos criminales. La temtica de estos procesos es similar
a la de los de la audiencia foral (reivindicaciones para cobrar pensiones de censos o
demostrar la propiedad de bienes) de forma que para la historia de la iglesia se habra
de buscar en qu casos sta es una de las partes litigantes. Como ejemplo, podemos
citar el pleito instado en 1741 por el convento de la Trinidad, de Valencia, contra el
convento del Desierto de la Palmas, sobre el derecho de propiedad de una heredad sita
en Burriana, constituida por un oratorio, una casa alquera y ciento veinte caizadas de
tierra23 , o el pleito que inicia en 1763 el clero de la parroquia de San Andrs, de Valencia,
contra la Universidad de Valencia, sobre la forma del concurso para proveer dos
capellanas de la parroquia, segn una fundacin de 1632 de Gernimo Alonso, en la
En total existen unos 59.000 procesos, la mayor parte civiles.
ARV, Procesos de la Real Audiencia, parte 1, letra S, n 2.783.
22 ARV, Procesos de la Real Audiencia, parte 1, letra S, n 1.760.
23 Con la cesin de derechos de las religiosas del Convento de la Trinidad a un procurador de la Real
Audiencia podemos conocer la identidad de las mismas, as como su nmero, ARV, Escribanas de Cmara,
ao 1741, exp. 54.
20
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....
.*
cual se estableci que el concurso de las vacantes se realizase en el teatro de la Universidad 24
En el siglo XVIII la nueva figura creada por la administracin borbnica del Intendente asume, para Valencia, las funciones que tena el cargo foral del Baile General, como gestor del patrimonio real. Entre sus competencias est la de recaudar el
derecho de amortizacin y sello, y fiscalizar a las instituciones que amortizan propiedades. De este ltimo aspecto se conservan los autos y causas substanciadas en el
tribunal de la Intendencia y las visitas de amortizacin. Es una fuente documental muy
importante para conocer la riqueza patrimonial de las instituciones eclesisticas valencianas en el siglo XVIII y principio del XIX. Existe un volumen registro de estos
expedientes, donde constan las partes litigantes o la institucin objeto de la visita. El
volumen no guarda un orden cronolgico ni alfabtico, pero conserva un ndice de las
poblaciones 25 Estos expedientes tienen una fich~ catalogrfica incorporada en un fichero general que facilita la bsqueda a partir de la localidad correspondiente.
Una seccin muy consultada en el Archivo del Reino de Valencia es la de los
registros notariales. Se conservan cerca de 16.000 libros que abarcan desde 1285 hasta
principios de este siglo. El origen de los protocolos proviene de los registros notariales
que se custodiaban en los antiguos archivos de las instituciones valencianas. Del antiguo
archivo del Palacio Real provienen 2.814 protocolos, del archivo de la Diputacin de
la Generalidad ingresaron en 1845 otros 321 volmenes, unos 500 protocolos ingresaron en 1859 provenientes del archivo del Justicia (los protocolos se depositaban all
cuando falleca el notario que lo regentaba, algunos de los cuales los posean de
generaciones anteriores de notarios), otros protocolos entraron junto a la documentacin de clero 26 y, actualmente, es una seccin abierta en el sentido de que continan
entrando los registros notariales desde el colegio notarial, cuando stos cumplen cien
aos. Los registros notariales han servido y sirven para estudiar aspectos de la iglesia
desde el punto de vista artstico (hay una gran cantidad de estudios arquitectnicos,
sobre pintores, etc. que se han beneficiado de la informacin asentada en las actas
notariales), o de la actividad econmica de la misma (arrendamiento de los derechos
dominicales de la iglesia como seor feudal, prstamo de dinero o censos, arrendamiento
del cobro de impuestos eclesisticos, etc.).
Los pergaminos forman una seccin facticia creada por razn de un adecuado sistema
de conservacin, dado su soporte material. Los pergaminos proceden de diferentes secciones del archivo y, aun hoy, no ha terminado el proceso de extraccin, restauracin, catalogacin y depsito en archivadores especiales, y otros provienen por donacin o por depsito. De esta seccin destacamos los pergaminos expedidos por la Cancillera Pontificia27
ARV, Escribanas de Cmara, ao 1763, n 87.
El volumen ndice es el ID, 13, Baila General e Intendencia, legajos. Tribunal especial del ramo
de amortizacin y sello (letra A) (1739-1842).
26 Rosa Rodrguez Troncoso: Documentacin notarial del Archivo del Reino de Valencia, en Martnez
Ferrando, archivero. Miscelnea de estudios dedicados a su memoria, Madrid (Asociacin Nacional de
Bibliotecarios, Archiveros y Arquelogos), 1968, pp. 541-558.
27 VVAA, Gua del Archivo del Reino de Valencia, Valencia: Generalitat Valenciana, 2000.
24
25
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(47 piezas), los pergaminos donados por Nicolau Primitiu, que contiene un buen nmero de pergaminos pontificios28 y los pergaminos de Segorbe, procedentes del archivo
municipal y del archivo catedralicio, que ingresaron en el Archivo del Reino de Valencia
como consecuencia de la Guerra Civil, y contienen 457 piezas del periodo comprendido entre 1232-1907 29
En otras secciones de este archivo, dadas las competencias del organismo pblico
que las gener, la documentacin con temtica eclesistica es ms escasa. Es el caso
de los antiguos archivos del Gobernador (el cargo se llamaba Portantveus de General
Governador), oficial competente en los pleitos contra los oficiales de las ciudades reales
y villas, en los requerimientos de los nobles, en las causas de los vasallos musulmanes
de estos nobles, en la justicia ordinaria donde el rey tiene el mero y mixto imperio,
etc.; o el archivo de la Diputacin de la Generalidad, institucin encargada de recaudar los impuestos que sufragan los donativos concedidos por los estamentos a la
monarqua, aprobados en cortes; o el archivo del Baile General, oficial encargado de
administrar el patrimonio real; o el archivo del Justicia de Valencia (posteriormente
Justicia Civil, Justicia Criminal y Justicia de Trescientos Sueldos), juez local encargado de las causas civiles y criminales. En cualquiera de estos archivos, actualmente
secciones del Archivo del Reino de Valencia, y fundamentalmente en sus series de
pleitos, puede aparecer documentacin de temtica eclesistica, bien porque algn
miembro de este estamento sea parte integrante de un pleito, bien porque el tema afecte
a la institucin eclesistica, pero su frecuencia es mucho ms baja.
28 Existe un catlogo especfico de estos 1.294 pergaminos donados por Nicolau Primitiu, realizado
por M a Cruz Farfn Navarro, Genoveva Almiana Garca i Irene Mancls Cuat, Collecci Nicolau
Primitiu, pergamins, catateg. Valencia 1998.
29 El catlogo est publicado por Jess VilIalmanzo: Catlogo de los pergaminos de Segorbe existentes en el Archivo del Reino de Valencia, Estudis Castellonencs, n 8 (1998-1999), pp. 471-598.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
INTRODUCCIN
Sobre la Iglesia y la Religiosidad en la Historia Espaola cada vez surgen ms y
mejores investigaciones que ponen de manifiesto la importancia que las instituciones
religiosas, preferentemente catlicas, tuvieron en la evolucin de nuestra sociedad. Este
avance en el conocimiento es producto de mltiples factores entre los cuales no son
despreciables:la llegada de nuevas generaciones de historiadores, la renovacin
metodolgica en sus planteamientos y la utilizacin de nuevas series documentales.
Es en esta ltima faceta en la que quera focalizar esta comunicacin. A la abundancia de archivos catedralicios, diocesanos, conventuales o de congregaciones religiosas, hay que aadir las recopilaciones llevadas a cabo por las iniciativas pblicas
estatal, provincial o local en orden a catalogar, inventariar y, en general, ordenar la documentacin heredada. No es preciso sealar aqu -por demasiado conocidos-, los diferentes archivos existentes y sus secciones o series, en los que es posible avanzar en
la Historia de la Iglesia y la Religiosidad en Espaa.
Sin embargo aun existen archivos y documentos escasamente utilizados y de gran
valor para la renovacin de nuestros planteamientos sobre el tema que nos ocupa en
estas jornadas. Uno de ellos, en el que me detendr especialmente, es el Archivo de
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35-17/1; 1835-36
Real decreto de supresin de conventos y monasterios de 28 de Julio de 1835.
El 31 de Agosto de 1835 la Academia faculta a Juan Miguel de IncIan (arquitecto),
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Juan Glvez (de pintura) y Francisco Elas (de escultura) para ser comisionados en el
inventariado de la riqueza monstica.
Relacin de conventos y monasterios suprimidos en la provincia de Madrid en 1835.
Nombramiento de Mateo Murga Michelena como comisionado del Crdito Pblico
y poseedor de las llaves de los conventos.
En Madrid ciudad se suprimen 6: Monserrat, La Pasin, Agustinas de Da. M' de
Aragn, S. Norberto de Premostratenses, Aflijidos y Agonizantes.
Peticin de no derribo de conventos y monasterios por parte de la Academia a las
Cortes Constituyentes el 6 de Noviembre de 1836. Anexo n.
Felicitacin a la Academia de San Fernndo por su actuacin en estos temas por
parte de la Pontificia Academia de San Luca de Roma en 1837.
35-1511; 1836
Documentos exponiendo expolio s de obras de arte por parte de particulares.
Documentos varios, cartas correspondencia de Valladolid, Canarias y otras zonas
(1836-37) .
Representacin que hace el secretario Marcial Antonio Lpez a la Reina Gobernadora el 27 de Febrero de 1836 para que no se derriben edificios religiosos. La supresin repentina de conventos y monasterios de Espaa ha causado en la Artes un efecto
que se siente mejor que se explica, seala la exposicin. Anexo 1.
35-1/1; 1836
Cartas y comunicaciones de sres. comisionados en provincias para recoger objetos
artsticos de conventos suprimidos;de Toledo, Segovia, Avila y Madrid.
Correspondencia:cuadros y objetos del Monasterio del Paular y de los bernardos
de San Martn de Valdeiglesias.
Se comisiona para visitar conventos a Dn. Valentn Cardedera en 1836.
35-2411; 1836-37
Correspondencia, cartas y escritos de provincias (Toledo Cdiz) y monumentos.
Escrito de la Academia pidiendo algunos conventos y proponiendo el futuro Museo
Nacional.
Recogida de las urnas de San Felipe el Real, San Pascual y otros conventos.
Relacin detallada de objetos que haba en San Felipe Neri de Madrid.
Escritos sin fecha de la Academia criticndo a los que se aprovechan de la exclaustracin.
Carta de la R. Academia de San Eloy de Salamanca pidiendo no se destruyan
conventos de la ciudad.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
35-10/1; 1836
Obras existentes en el M. de Monserrat de Madrid y en Sevilla, Toledo, Segovia,
Cdiz y Zamora.
Inventario de los objetos de la iglesia de San Marcos de Madrid.
Cuadros que llegaron a la Academia procedentes de los conventos de Los Angeles,
Bernardas de Pinto y San Gil. Tambien de los de Alcal de Henares.
Otros documentos relativos al establecimiento de una Sociedad de Artstas y un
Museo Histrico Nacional.
35-25/1; 1836-38
Inventario de las obras de arte de los siguientes conventos de Madrid:Caballero de
Gracia, Baronesas, Los Angeles, Bernardas de Pinto, Dominicas, Beatas de San Jos,
Magdalena. Sta. Ana, Constantinopla, San Pascual, Las Vallecas y Sta. Clara. Anexo III.
35-18/1; 1836-38
Lista general de los libros entregados al conserje de la Academia de S. Fernndo
procedentes de las bibliotecas de conventos suprimidos.
Libros recogidos en los conventos suprimidos de:Sta. Barbara, San Gil, Merced
Calzada, S. Felipe el Real, S. Basilio, Trinidad Calzada, Portaceli, El Salvador, Sto.
Toms, Recoletos, Capuchinos del Prado y S. Cayetano.
Orden de 1838 mandando a la Real Academia entregar los libros de Coro.
35-1411; 1836-38
Cuadros del tribunal de la Inquisicin y del Caballero de Gracia.
Cartas y comunicados varios y peticin de no demoliciones a las Cortes en Noviembre de 1836.
35-5/1; 1836-38
Cartas sobre la Cartuja de Granada y la de Jerez y sobre conventos de Cdiz,
Albacete, S. Pablo de Valladolid, Ceuta, Huesca, Burgos, S. Martn de Valdeiglesias,
Avila, Recoletos de Madrid, Valencia, Toledo y cosas del convento de Atocha.
Relacin de conventos que la Academia propone para su conservacin en 1836.
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35-2/1; 1836-59
Relacin de cuadros que se remiten al Museo de la Trinidad desde la R. Academia
de S. Fernndo el 15 de mayo de 1842, en total 66 cuadros de conventos de Madrid
y provincia. Otra relacin de abril del mismo ao contena 64 cuadros.
Inventarios de cuadros marcados por la R. Academia procedentes de cenobios
madrileos.
Nota de cuadros que la Academia recuper en la casa del duque de Medinaceli,
procedentes del convento de Jess (trinitarios) en total 20 pinturas.
Notas de libros procedentes de los Capuchinos del Prado.
Relacin de cuadros hallados en la Cartuja de Scala Dei de Catalua.
35-11/1; 1836
Inventarios de los cuadros procedentes de los Agonizantes de Fuencarral, S. Vicente de Paul, Portaceli, Oratorio del Salvador, S. Jernimo, Las Vallecas, S. Pascual,
Beaterio de San Jos, S. Francisco el Grande, Trinidad Calzada y mercedarios de Sta.
Barbara (tambien libros de este) .
35-19/1; 1836-1870
Peticin de 18. 000 reales para gastos de comisionados que hacen inventarios.
Exposicin que dirige a la Reina Gobernadora la Academia el 27 de febrero de 1836,
contra la demolicin de conventos.
Exposicin que se hace al gobierno en 7 de mayo de 1870 para que no se derribe
el convento de las comendadoras de Calatrava en la calle Alcal de Madrid.
35-7/1; 1836-38
Inventarios formados de las obras de artes en los conventos de:S. Felipe el Real,
dominicos de Atocha, la Victoria, Merced Calzada, Carmen Calzado, trinitarios calzados, Sta. Barbara, S. Felipe Neri, S. Basilio, Capuchinos del Prado, Capuchinos de
la Paciencia, trinitarios descalzos (Jess) y S. Gil.
35-1311; 1836
Informe hecho por Dn. Antonio Zabaleta sobre expolio s en conventos de Avila.
Relacin de obras existentes en conventos de la provincia citada, con inventarios
de los mismos.
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64-1214; 1836
35-2311;
1~36-44
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35-20/1; 1836-46
Informe de Dn. Valentn Cardedera sobre varias provincias.
Razn general de los cuadros que la Comisin de la Academia ha llevado a cabo
sobre las recogidas en cada convento (sin fecha) . Anexo IV.
Noticias de los sitios en que se hallan colocados los efectos artsticos en el convento de la Trinidad procedentes de conventos suprimidos (sin fecha) . Anexo V.
Relacin de cuadros que hay en los claustros y salones de la Trinidad y suelo de
la iglesia.
Relacin de cuadros que proceden de los mnimos de la Soledad (Madrid) , Agustinos Recoletos, S. Vicente de Paul y Sta. Catalina.
Constituan la Junta de supresin de conventos los siguientes comisionados:Manuel
Cantero, Juan Guardamino y Antonio Jord.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
35-12/1 ;1836-54
Gastos de los comisionados de la Academia en inventariar las obras de Arte.
Comisin de catalogacin de obras de Arte integrada por:Juan Miguel de Inclan,
Juan Glvez y Francisco Elias. Esta comisin actu desde el 18 de diciembre de 1835
hasta el 20 de agosto de 1837.
35-9/1; 1838-41
Estado de las cuentas de gastos del Museo de la Trinidad. Seala los ingresos que
tiene, algunos de ellos procedentes de la venta de madera, vidrio, hierro y otros objetos (1838-44) .
Exposiciones a la Academia del Ministerio de la Gobernacin sobre gestin del
Museo.
Nombramiento como responsable de las pinturas a favor de Dn. Joaquin Iigo,
durante la Regencia de Espartero.
35-6/1 ;1838-42
Relacin de las juntas habidas en el Museo de la Trinidad.
R. Orden para que se entreguen las llaves del Museo Nacional a Dn. Joaqun Iigo,
lo que se hace el 9 de enero de 1842.
Contestacin a una peticin de inventario del Museo hecha a la Academia en 1863,
cuando en 1842 dej de tener funciones sobre la referida pinacoteca.
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Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
35-3/1; 1841-42
El Ministerio de la Gobernacin pide y la Academia le remite las cuentas del Museo
de la Trinidad. Aos 1841-1842.
35-16/1; 1842-48
Escritura y relato de porqu hubo en el convento de la Trinidad alguna sesin de
la R. Academia de S. Fernando (1842) . Correspondencia de 1844 y 1848.
Carta de Dn. Juan Bravo Murillo el 11 de setiembre de 1848 ordenando a la Academia que abandone las salas que ocupa en el ex convento de la Trinidad, dado que en
l se instalar el Ministerio de Fomento. La R. Academia ocup parte de la Trinidad
de 1838 a 1848. Antes de 1838 ocup algunas salas en el de la Merced Calzada.
35-21/1; 1841-56
Nota de los efectos existentes en el Museo de la Trinidad de algunos conventos.
Expedientes y cartas entre el Ministerio y la Academia por el control del Museo,
que estaba cerrado y que Espartero ordena se abra, comisionando a Dn. Joaqun Iigo
como gestor principal del mismo.
Carta de la Academia en 1842 protestando por que se le margina de la gestin del
Museo de la Trinidad.
Se pide hacer un catlogo de las obras de Arte de la Trinidad en el bienio 1854-56.
19-22/1; 1838
Exposicin de la Academia a la Reina Gobernadora el 31 de enero de1838, quejndose del trato que se da a la misma en la gestin del referido Museo.
Contestacin del Ministerio de Gobernacin, nombrando una comisin de cinco
miembros, todos ellos acadmicos, para la gestin del Museo, en febrero de 1838.
35-22/1; 1830-1850
Trata de los bienes secuestrados al Infante Dn. Sebastian, escasamente aluden al
Museo de la Trinidad.
BREVE CODA
A sealar que son ms los asuntos que contienen estas series, nos hemos limitado
a aquellos que aluden a nuestro tema, que son la mayora bien es cierto. De las alu1250
Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2002 - Iglesia y religiosidad en Espaa, historia y archivos : actas de las V Jorn[...]
siones y relaciones a que hacen referencias los 27 volumenes de documentos se desprende su inters para el investigador. Tanto para el historiador del Arte deseoso de
conocer la riqueza en cuadros y esculturas que salieron de los conventos, como para
los historiadores de la Iglesia, que pueden hacer un anlisis de la temtica espiritual
que encerraban las preciosidades artsticas. Tambien el historiador generalista puede
encontrar datos para evaluar el proceso desamortizador en su vertiente de obras de Arte.
A todos ellos van dedicadas las precedentes pginas.
RELACIN DE ANEXOS
1) Exposicin a la Reina Gobernadora el 27 de febrero de 1836
11) Exposicin a las Cortes Constituyentes el6 de noviembre de 1836
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Academia dc Nobles Artes de San Fernando ha ere ido un deber suyo dirijirse las Cortes para evitar la demolicion y ruina de las grandes
y bellas masas arquitectnicas que son el ornamento de Madrid, y que
sin mengua de Espaa no pueden destruirse, aun dado el caso de que la
utilidad en hacerlo fuera mayor que el valor de las reas superficies;
nico, y muy corto, que vendr reducirse toda csta operacion en ltimo resultado.
Cuando por la vez primera lleg entender que podian destruirse
algunos edificios de los antiguos conventos; rcpresent enrgicanlcnte
S. M. para evitar su ruina, proponiendo fuesen aplicados usos y destinos pblicos, dignos de la Nadon, y ofreciendo su cooperacion al mismo tiempo para que se consiguieran estos y otros fines no menOs importantes; como se v por la copia de la esposicion que hizo en 27 de
0
fehrero ltimo, que se acompaa con el nmero .1.
Posteriormente y habindosele mandado por el gobierno en 5 de mayo de este ailo, diera su dictmen sobre los edificios que debian conservarse en esta Corte, espresando los motivos que hubiera para todos, y
cada uno de los que juzgase se hallaban en este caso; oida una comision especial inform en 19 del mismo con toda especificacion sobre
estc grave asunto, y propuso los que por su's bellas formas, su perreccion artstica, su grande efecto, y su inters para las Artes, debian
conservarse toda costa; como aparece del mismo iuforme, que se
presenta con el nmero 2. o
En 3 del presente, y viendo que se trataba de demoler segun se haLia manifestado ya tiempo habia pOI' el Ministerio de Hacienda, para dar
ocupacion ciertas clases, para utilizar los materiales, y para acudir las
necesidades pblicas; se diriji al Gobierno por la ltima vez en el nlOmento que vi se estaLa destl'uyendo el regular, slido, y capaz convento
de las Baroncsas, til para cualquiera cosa, menos para ser destruido; y
que se anunciaba la subasta del de S. Felipe Neri, cuya iglesia es de una
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1. INTRODUCCIN
En esta comunicacin pretendemos acercarnos al Cuerpo Eclesistico de la Armada a travs de su evolucin y sus documentos. Para ello, iniciaremos un somero estudio histrico de la jurisdiccin castrense y configuracin del Cuerpo Eclesistico,
desde el siglo XVJII hasta nuestros das, para centrarnos en los siguientes captulos
en su estructura orgnica y los centros archivsticos que han recogido esta documentacin 1
Este cuerpo eclesistico se configura para prestar unos servicios auxiliares al personal de la Armada, con una doble dependencia orgnica y funcional, en cuanto a lo
espiritual est vinculado a la Santa Sede y a su Vicario General, y en lo militar, a los
Organismos superiores relacionados con el Ejrcito y la Armada. A partir de esta
configuracin, nos centraremos principalmente en los archivos que han recogido el
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Fondo documental de la Secretara de Estado y del Despacho de Marina y su continuacin orgnica en el Ministerio del ramo, en relacin con este cuerpo y, de forma
escueta, de aquellos otros que en el mbito territorial conservan documentacin eclesistica castrense.
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practique respectivamente en los que pertenece en la Armada del Mar Ocano y Galeras
de Espaa5.
Al establecerse la jurisdiccin nica, como consecuencia de la poltica centralista
y uniformista borbnica de los Decretos de Nueva Planta, se manda destituir a los
capellanes particulares que tenan facultades de Vicario General, nombrando un nico
Teniente Vicario General del Ejrcito de Andaluca y Armada Real con jurisdiccin
eclesistica en todos sus miembros. Esta jurisdiccin, previa consulta de una Junta de
telogos e informe del Vicario General, por Orden de 24 de enero de 1716, se suprime y son nombrados por la va reservada capellanes mayores con facultades de Vicarios Generales para algunas expediciones particulares y departamentos de Marina.
La actividad del abate Alberoni fue decisiva para asentar un nuevo rgimen de
gobierno en la poltica de Felipe V, recortando eLpoder de los Consejos, desapareciendo la Secretara del Consejo de Guerra, y potenciando la va reservada en detrimento de la va ordinaria. El Real Decreto de 2 de abril de 1717 fija la nueva administracin en tres Secretaras, dando los negocios de Marina a la de Guerra y Marina
de Espaa e Indias, con don Miguel Fernndez Duran como titular, momento en que
se volver a nombrar al obispo de Cdiz Vicario General de la Armada, aunque los
dos Breves jurisdiccionales concedidos a Espaa6 estaban oficialmente caducados.
Por Real Decreto de 29 de abril de 1731, despus de varios aos de sede vacante,
es nombrado obispo de Cdiz fray Toms del Valle, que desarrollar una actividad
extraordinaria, redactando una serie de Instrucciones u Ordenanzas 7 , y se restablece
la jurisdiccin eclesistica militar por Breve de 4 de febrero de 1736.
El Marqus de la Ensenada, secretario del reciente Almirantazgo, comunica al obispo
de Mondoedo, el 3 de febrero de 1739, que se encargue del Vicariato General de la
Graa, disfrutando, al menos tericamente, en la misma forma y con las propias
facultades COIl que sirve este empleo en Cdiz el obispo de aquella ciudad.
El nombramiento, en 1741, del obispo de Barcelona vicario nico de tierra y mar,
rompe esta dicotoma de jurisdicciones, a pesar de que en la prctica el obispo
mindoniense era un mero subdelegado del gaditano. Esto dio lugar a un conflicto de
competencias. La discusin fue solucionada de manera salomnica y un tanto fuera de
la ley, permitiendo al obispo de Cdiz proseguir con su labor, aunque sin jurisdiccin,
hasta el Breve de Clemente XUP.
Real Cdula de 5 de agosto de 1705. dem p. 432.
Y ahora, he resuelto se revalide el Despacho que viene referido, para que el Obispo de Cdiz sirva
el empleo de Capelln Mayor y Vicario General de ella, en los trminos que vienen expresados, Cdula
de 16 de Abril de 1717. dem, p. 431.
7 Instrucciones u Ordenanzas eclesisticas militares que deben observar los Padres Capellanes de la
Real Armada y los de los Bajeles particulares de nuestra jurisdiccin, de 19 de agosto de 1731 (AGS.
Secretara de Marina. Leg. 202); Reglamento para la Marina que comprende, adems del Vicario General
de la Armada. el nmero y goces de los Capellanes, de 3 de febrero de 1738 (Archivo General de la Marina
lvaro Bazn (AGMAB). Cuerpo Eclesistico de la Armada, Leg. 3349.
8 De los expresados fundamentos. y por no ser razn de disminuir el lustre del Vicariato General,
que es de la Real nominacin, siente el Fiscal que subsista y no recoja el ttulo despachado a favor del
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pulo, qu personas haban de gozar de la indicada jurisdiccin 11. Con motivo de esta
ampliacin se publican dos designaciones o explicaciones: las de los Cardenales Delgado
y Sentmanat l2
Una vez establecida esta jurisdiccin castrense, bajo la direccin de un mismo
Prelado todas las tropas de mar y tierra, se ir configurando un doble cuerpo eclesistico:
Ejrcito y Armada, atendiendo al distinto pie. Un conjunto de Reglamentos e Instrucciones l3 legislarn las funciones, competencias y forma de ingresar en ellos. Al
mismo tiempo, se va perfilando la estructura orgnica del Cuerpo; junto a los antiguos
cargos de Vicario y Teniente Vicario, aparece el Auditor General, Secretario, Archivero y Portero del Vicariato, adems, de los Fiscales, Asesores y Notarios en las Subdelegaciones.
Por Real orden de 27 de octubre de 1766 se previene que los capellanes de la Armada
han de asistir a los hospitales, como ya estaba'ordenado para los del Ejrcito, no slo
para que los enfermos tengan una continua asistencia espiritual, sino para que adquieran la prctica necesaria para ejercer, con exactitud, las funciones de su ministerio.
La guerra de Independencia de los Estados Unidos marc los ltimos aos del
Ministerio de Castejn y supuso una situacin nueva para la Marina del siglo XVIII.
La llegada a la Secretara de Antonio Valds representa la culminacin del programa
naval proyectado por el Marqus de la Ensenada. Para el nuevo ministro la Marina
haba de tener primaca dentro del marco global de las fuerzas militares de la Corona
por cuanto que el enemigo esencial de Espaa era Inglaterra y el comercio martimo
y la defensa de las colonias ultramarinas el primer objetivo de nuestras armas14. Su
mayor preocupacin fueron las consignaciones asignadas a la Marina y la necesidad
de ahorrar en gastos para equilibrar el presupuesto, para ello, ante la imposibilidad de
reducir la oficialidad, propuso una serie de medidas, como la reforma de los capellanes, dejando slo los precisos para los Cuerpos militares y hospitales. En el mismo
ao de 1783 el Ministro de Guerra remita a la Secretaria de Estado y del Despacho
11 Las qua les enunciadas facultades hasta el presente. segn lo dispuesto por el Clemente, ... , se
exercian con los soldados, y otras personas de ambos sexos, que de qualquier modo pertenecen a dichos
Exrcitos, comprendidas tambin las tropas auxiliares; y Nos ahora por las presentes las extendemos y
ampliamos,. .. de suerte, que en lo sucesivo le sea lcito al actual Vicario General de los sobredichos
Exrcitos, y al que en adelante lo fuere, sin ningn escrpulo de conciencia, y tuta conscientia, declarar
las personas que hayan de gozar de los privilegios y facultades que se conceden ... . Breve de Nuestro
muy Santo Padre Po VI. Por el qual su Santidad proroga por otros siete aos las facultades del Vicariato
General de los Reales Exrcitos. Por D. Joachn Ibarra. Madrid, 1783, p. 7.
12 Declaracin general de las personas que pertenecen a la jurisdiccin eclesistica castrense, y de
los privilegios que respectivamente deben gozar: Hecha en virtud de los Breves Apostlicos por el Emmo.
Seor Cardenal de Sentmanat, Patriarca de las Indias, Vicario General de los Reales Exrcitos y Armada, y aprobada por S.M. en Real orden de la de julio de 1804. Por la viuda de Barco Lpez, Madrid,
1804.
13 Reglamento de Capellanes para Cdiz de 28 de mayo de 1765. Reglamentos de Capellanes de los
tres Departamentos de 27 de junio de 1766 y de 14 de marzo de 1773. Cfr. AGMAB. Cuerpo Eclesistico
de la Armada, Leg. 3349.
14 CEPEDA GMEZ. J., El Ejercito en la poltica espwlola (1787-1843). Madrid, 1990, p. 31.
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de Marina, una Real orden de 4 de noviembre sobre nombramiento y funciones de los
Capellanes del Ejercito 1S , para adaptarla a los de la Armada. Consultadas las Juntas
de los tres Departamentos, que emiten distintos dictmenes al respecto, el 25 de febrero de 1784 se aprueba una nueva Resolucin, en seis puntos, sobre el nombramiento y funciones de los Capellanes l6 . Cinco aos despus, el primero de mayo de 1789,
el Patriarca de las Indias dicta Instrucciones para capellanes de Marina 17.
En los ltimos aos de Val d s al frente de Marina hemos de resear la promulgacin
de las Ordenanzas Generales de la Armada de 1793 18 Realizadas bajo la direccin de
Jos Mazarredo, estn consideradas las mejores de su tiempo. Dividida en seis tratados, dedica el Ttulo IV, con sus 38 artculos, a las funciones y obligaciones de los
capellanes. Se regulan detalladamente los cometidos, derechos y deberes de los capellanes.
La poltica restrictiva que en el orden naval se sigui a la guerra con Napolen,
con la consiguiente mengua de la construccin naval, obligaron al Rey a disponer
una reforma general en todos los ramos del Estado. La Real orden de 31 de agosto
de 1825 suprime el Cuerpo de Capellanes de la Armada, despus de haber reducido
a Apostaderos los Departamentos de Ferrol y Cartagena l9 El servicio eclesistico ser
ocupado por los de clase de provisionales de los seculares o regulares que lo pretendan, quedando separados de la Marina el mismo da que desembarcasen. Para el
Patriarca de las Indias, en su exposicin de 20 de septiembre de 1848, desde esta poca
datan algunos de los males y perjuicios que en el se observan en la Armada, por
lo que le lleva a solicitar que se restablezca el til y provechoso Cuerpo de Capellanes de la Armada, en el mismo modo y forma que tena antiguamente2o.
Restablecido el Cuerpo, por un Real Decreto de 8 de noviembre de 1848, a propuesta del ministro de Marina Mariano Roca de Togores, si bien, circunscribindolo
a lo ms preciso para cubrir las atenciones del servicio en la Marina Militar, se
presentan los oportunos edictos convocando a concurso para la provisin de las
Capellanas del expresado Cuerpo, exigiendo una serie de circunstancias. Los malos
resultados, -no se ha presentado ningn aspirante con dicha circunstancia-, llevan
al Patriarca a proponer, mediante una nueva exposicin de 8 de marzo de 1849, varias
medidas para que pueda llevarse a cabo la reorganizacin del Cuerpo.
a
15 AGM (Segovia), 2 Seccin, lOa Divisin. Leg. 126. Instrucciones Reglamentarias para los Capellanes del Ejrcito. Aprobadas en 4 de Noviembre de 1783.
16 AGMAB. Cuerpo Eclesistico de la Armada. Leg. 331 l. Este ao Manuel Gasset haba publicado
un libro con instrucciones para los capellanes. Cfr. GASSET, M., El capelln de Marina instruido. Bernardo
Pla, Barcelona, 1783. Biblioteca Central de Marina. Sigo 19.847.
17 Instrucciones para Capellanes de Marina. AGMAB. Cuerpo Eclesistico de la Armada, Leg. 3361.
18 Ordenanzas Generales de la Armada Naval. En la Imprenta de la viuda de Don Joachn Ibarra, Madrid,
1793. 2 vals. Con anterioridad se haban publicado las Ordenanzas de S.M. para el Gobierno militar, poltico
y econmico de Su Armada Naval. Imprenta de Juan de Ziga, Madrid, 1748.
19 Real orden de 31 de Agosto de 1825. Arreglo y Reforma de los Cuerpos y Ramos de la Armada.
AGMAB, Cuerpo General, Leg. 499.
20 AGMAB. Cuerpo Eclesistico de la Armada, Leg. 3320.
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En 3 de octubre de 1856 se aprueba el Reglamento Orgnico para el Cuerpo Eclesistico de la Armada, que se estructura en seis captulos y 33 artculos, adems de
dos disposiciones transitorias. En el Captulo 10, artculo primero, se determinan sus
miembros: Vicario general, tres tenientes Vicarios, siete primeros capellanes, quince
segundos y veinte y cuatro terceros, de cuatro sacristanes y llueve monacillos21. El
resto de los Captulos est dedicado al Vicario General, Tenientes Vicarios de los
departamentos, Capellanes de la Armada, Sacristanes y monacillos, y Disposiciones
generales y transitorias. Tres aos despus, el 8 de abril de 1859, la Reina aprueba unas
Instrucciones para los Tenientes Vicarios de la Armada 22 Por Real orden de 3 de abril
de 1861 se aumenta el nmero de capellanes de la Armada hasta 22 de Primera clase
y 36 de Segunda.
La creacin del Almirantazgo y de su Tribpnal, por Ley de 4 de febrero de 1869,
obliga a adaptar la legislacin castrense a la nueva organizacin de la Armada. Se
aprueba el nuevo Reglamento el 18 de junio de 1869, que consta de una serie de artculos
estructurados en nueve captulos, que servir de base para las nuevas reorganizaciones
del Cuerpo23. Por una Real orden de 29 de noviembre de 1875, a propuesta del Vicario
General, se aumenta el nmero reglamentario de Tenientes Vicarios, destinando a uno
de ellos al Ministerio, para que auxilie en sus trabajos al Vicario 24 . Esta nueva plaza
que se ocupar por turnos, estar auxiliada por un capelln de segunda clase. En abril
de 1878 se reimprime el Reglamento Orgnico del Cuerpo, aprobado el 12 de marzo
de 1877, con las alteraciones dispuestas, a juicio del Consejo de Estado, por las Reales
rdenes de 2 de enero y 23 de marzo del mismo ao.
Una Real orden de 1 de marzo de 1880, como resolucin a una instancia promovida por el capelln mayor Antonio Moreda y Snchez, dispone la asimilacin al Cuerpo
General de la Armada: tenientes vicarios, a capitanes de navo, curas prrocos de
departamentos, a capitanes de fragata; capellanes mayores, a teniente de navo de primera
clase; primeros capellanes, a tenientes de navo; capellanes segundos, a alfrez de navo,
sin embargo, niegan sta al Auditor y al Secretario del Vicariato. Como consecuencia
de esta asimilacin se publica un nuevo Reglamento orgnico el 20 de junio de 1881.
La aprobacin de nuevas modificaciones de su articulado obligan a redactar nuevos
Reglamentos. Siguiendo la lnea de una mayor identificacin con los dems Cuerpos,
se hace extensiva a los capellanes de la Armada la situacin de reserva, de la que haban
sido excluidos en disposiciones anteriores 25 .
Las dimensiones de los Cuerpos de la Armada se mantienen en cifras moderadas,
sobre todo en comparacin con los recursos humanos del Ejrcito de Tierra. Pero an
21 Reglamento Orgnico para el Cuerpo eclesistico de la Armada: Aprobado por S.M., en 3 de octubre
de 1856. Lit. del Ministerio, Madrid, 1856.
22 Instrucciones para los Tenientes Vicarios de la Armada: aprobadas por S.M. en Real orden de 8
de abril de 1859. Madrid, 1967.
23 Reglamento orgnico del Cuerpo Eclesistico de la Armada, Imprenta de Miguel Ginesta, Madrid,
1869.
24 Real orden de 29 de noviembre de 1875. Aumento de un Teniente Vicario con destino al Ministerio.
25 Real decreto de 13 de agosto de 1920 (0.0. nm. 184).
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El personal castrense queda subordinado a su autoridad y adems, puede designar el nmero de Inspectores que se juzguen necesarios para el cumplimiento correcto de las disposiciones que d el mismo o
el Seor Pro-Vicario.
36 Decreto de 24 de junio de 1941 (DOMM na 155).
37 As como, al Decreto de 23 de mayo de 1947, por el que se aprueba el Reglamento provisional
de este cuerpo.
3' Regulado por Ley Orgnica 7/1980, de 5 de julio, de libertad religiosa.
3" Instrumento de Ratificacin del Acuerdo entre el Estado Espaol y la Santa Sede sobre la asistencia
religiosa a las FFAA y el Servicio Militar de clrigos y religiosos, firmado en ciudad del Vaticano el 3
de enero de 1979.
40 CARDENAL BERNARDN GANTN, Constitucin Apostlica del SUIIlO Pontfice Juall Pablo !I
sobre los Ordillariatos Militares. Boletn Oficial de la Jurisdiccin Eclesistica Castrense. Ao LI.
(Diciembre 1987). Nm. 599.
41 Real Decreto 1024/1984, de 23 de mayo, por el que se aprueban las Reales Ordenanzas de la Armada.
42 Ley 17/1989, de 19 de julio de 1989.
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44 Reglamento interior de la Secretara y Archivo de la Real Capilla y Vicariato General del Ejrcito
y Armada. Imprenta de D. Pedro Sanz y Sanz, Madrid, 1851. AGM (Segovia) Seccin 2a, Divisin lOa,
Leg. 123.
45 Esta estructura se ver confirmada en el Reglamento Orgnico del Clero Castrense de 6 de junio
de 1879.
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Guerra, y en lo espiritual, las que se establecieren de acuerdo con los Breves y disposiciones cannicas.
En 1929 el Vicariato est estructurado en siete dependencias: la primera es la
Secretara que tramita todos los asuntos de ordenacin cannica, nombramientos,
propuesta de destinos y distribucin de asuntos. La segunda, la Asesora, informa sobre
los asuntos, que por mediacin de la Secretara, o directamente, le propone el Vicario.
Al Negociado Primero corresponden las cuestiones estrictamente cannicas tramitadas
conforme al derecho cannico, adems, ordena y custodia el Archivo secreto ... tambin pertenecen a este Negociado los expedientes personales y la documentacin de
Tenientes Vicarios. El Negociado Segundo gestiona los expedientes relativos a oposiciones, propuestas generales de destino y registro general de entrada. Al Tercero le
corresponden los asuntos y expedientes de capellanes primeros y mayores. El Archivo
General del Vicariato constituye el Negociado Cuarto. La Sexta oficina es el Negociado de Marina encargada de los expedientes de todo el Clero Castrense de la Armada. Para la comunicacin de rdenes tiene el Vicario a su disposicin el Boletn
Oficial de la Jurisdiccin Castrense.
Durante el periodo de la Guerra Civil y primeros aos de la posguerra para proveer
los Servicios Religiosos Castrenses 46 , al no existir Concordato, el Gobierno del General Franco establece provisionalmente la figura del Delegado Pontificio, que ostenta
el Primado. Es el encargado de habilitar a los sacerdotes movilizados y, para ejecutar
sus disposiciones, contar con el Pro-Vicario y los Inspectores que se juzguen necesanos.
En el Acuerdo entre el Estado Espaol y la Santa Sede sobre la Asistencia Religiosa a las Fuerzas Armadas y el Servicio Militar de clrigos y religiosos, se confirma
al Vicariato como rgano para prestar este servicio. Sin embargo, queda configurado
como una dicesis personal 47 , no territorial (art.II). De esta manera el Vicario general
ser un Arzobispo, con su propia Curia, integrada por un Provicario general para todas
las Fuerzas Armadas, con facultades de Vicario general, un Secretario general, un
Vicesecretario y un Delegado de Formacin.
Arzobispado Castrense de Espaa es la nueva denominacin que recibe el Vicariato
General Castrense, regido por un Arzobispo, cannicamente Ordinariato Militar, en
virtud de la Constitucin Apostlica 5pirituali Mi/hum Curae y por autorizacin de
Roma. La sede del Arzobispado, que incluye Curia y Servicios, se fija en Madrid 48
En su condicin eclesistica goza de todos los derechos de los obispos diocesanos y
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est sujeto a las mismas obligaciones; asimismo, pertenece por derecho propio a la
Conferencia Episcopal Espaola.
Su jurisdiccin se configura como personal 49 , ordinaria50 , propia y cumulativa con
la de los Ordinarios diocesanos 51 Se extiende considerablemente el mbito de su
jurisdiccin personal, as entre otros, engloba a los miembros de la Casa Reap2.
El Tribunal de la Rota de la Nunciatura Apostlica, tanto en primera instancia como
en instancia de apelacin, en sucesivos turnos, se configura como su tribunal propio,
de acuerdo con el artculo 11 de los Estatutos.
Se aumenta la composicin de su Curia en tres Vicarios Episcopales para los Ejrcitos
de Tierra, Mar y Aire, con sede en los Cuarteles Generales respectivos, un Delegado
Episcopal de Pastoral y otro de Apostolado Seglar, dos o ms Capellanes como Oficiales de la Curia y el Rector de la Iglesia Arzobispal. En el Arzobispado Castrense
se establecen cuatro Consejos, el Episcopal, el Presbiterial, el de Consultores y el de
Asuntos Econmicos.
El Breve de Clemente XIII Quoniam in Exercitubus de 1762 otorga las siguientes
competencias al Vicario de los Ejrcitos del rey Carlos III: en primer lugar, las mismas
que gozaban los obispos ordinarios en sus dicesis, administrar todos los sacramentos
(art. 1, l7), conceder indulgencias (art. 6), nombrar y sustituir subdelegados, as como, al
clero general a sus rdenes, bendecir altares, y todo lo relacionado con la jurisdiccin
eclesistica (art. 13 y 14). Tambin se le conceden competencias especiales, relacionadas con la jurisdiccin castrense, como absolver la hereja, apostasa y cisma a todos los
extranjeros que abjurasen de sus errores antes de acceder al Ejrcito o a la Armada
(art. 2), como de cualquier culpa o delito cometido (art. 3), retener y leer libros prohibidos (art. 4), as como otras que estaban relacionadas con la situacin de guerra, tales como
celebrar misas de campaa en altar porttil, llevar el Santsimo Sacramento a escondidas,
usar vestido secular y dar licencia para comer lacticinios y carnes en Cuaresma.
En las Ordenanzas Generales de la Armada de 1793 se delimitan sus funciones, que
ya haban sido legisladas, en relacin con el Cuerpo de capellanes de la Armada. El
Vicario asume la jefatura de dicho Cuerpo (art. 1), propone los capellanes que sern
sometidos a la aprobacin real (art. 1), presenta una terna para el puesto de Cura
castrense y Capelln mayor del Hospital (art. 8) e informar las solicitudes de licencia
temporal y cambio de destino de capellanes (art. 31).
49 En la Real Orden de 16 de noviembre de 1923 se insiste en el carcter esencialmente personal de
esta jurisdiccin espiritual y el Vicario General manifiesta que al desaparecer las causas que ocasionaron
la delimitacin territorial de algunas Tenencias Vicaras de la Armada, se debe extiender la jurisdiccin
espiritual de los Tenientes Vicarios a las mismas personas y lugares sujetos al mando de los Capitanes
Generales a cuyas inmediatas rdenes se hallen destinados nuestros referidos subdelegados.
50 Tanto en el fuero interno como externo. De la Constitucin Apostlica Spirituali ... (art. IV. 2).
51 Pues las personas pertenecientes al Ordinariato militar continan siendo feligreses tambin de aquella
Iglesia particular de cuyo pueblo forman una parte por razn del domicilio o el rito. Constitucin Apostlica Spirituali ... , (art. IV. 3).
52 Debido a la condicin que el Rey ostenta de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, de acuerdo
con la Constitucin Espaola. Incluso se extiende a los parientes de militares y los empleados domsticos
que vivan en la misma casa. Constitucin Apostlica Spirituali ... , (art. X).
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Pero en caso de necesidad, cuando en el Departamento no haba el suficiente nmero
de capellanes y exista un servicio inmediato, los Tenientes Vicarios podan proponer
al Capitn o Comandante General el eclesistico que deba desempear interinamente,
dando posterior cuenta al Ministro y al Vicario. Estos cargos se entienden como meras
comisiones que no dan derecho alguno para ingresar en el Cuerpo. Se establece un
mecanismo para evitar la proliferacin de este clero provisional 61
Los ascensos eran por rigurosa antigedad desde capellanes a teniente vicario. Para
la promocin a las clases superiores de capellanes, se deba estar a la cabeza del
escalafn y contar con un nmero determinado de aos de embarc0 62 Para las clasificaciones del Cuerpo se llevan, por analoga, las mismas listas que las del Cuerpo
General de la Armada. El Vicario y el Ministro cuidan que todos los capellanes desempeen los destinos afectos a sus respectiv,os. empleos.
De acuerdo con cada categora se establece la edad de retiro forzoso, siempre que
no concurran otras causas de fuerza mayor. Los individuos del Cuerpo, una vez licenciados, no pueden volver al servicio de la Armada.
La funcin de asistencia espiritual a la gente de mar corresponde a los capellanes
que desarrollarn sus cometidos no slo en los buques, sino tambin en hospitales,
arsenales, penales y parroquias, teniendo presente en todo momento su condicin de
prrocos, padres espirituales y directores de su feligresa. Tanto en la Instruccin para
capellanes de Marina de 1789 como en las Ordenanzas Generales de la Armada6 3, se
recogen pormenorizadamente estas atribuciones religiosas, as como el control de la
administracin de los sacramentos mediante los registros parroquiales. Asimismo, se
establece que el capelln ms antiguo del buque se haga cargo de la capilla y de la
cuenta y razn de pertrechos 64 y del cuidado de los ornamentos.
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conflictos surgidos entre esta Jefatura y el Negociado de Marina del Vicariato General
Castrense provocaron la Real Orden de 30 de octubre de 1923, por la que se traslada
el Negociado y su Archivo al Ministerio. En 1931 73 , el Personal del Servicio Eclesistico pasa a depender de la Seccin de Personal encuadrada en los Servicios tcnicos
administrativos.
Tras la creacin del Ministerio de Defensa en 1977 en el que se integran todos los
Organismos y Unidades de los anteriores ministerios militares, en la Direccin de
personaF4 del mismo se van a encuadrar tanto el Vicariato Castrense como el renovado Arzobispado Castrense.
El Fondo documental de la Secretara de Estado y del Despacho de Marina, en la
actualidad, se encuentra custodiado en dos archivos 75 : el Archivo General de Simancas76
y el Archivo General de la Marina lvaro d~ Bazn.
En la Seccin de Personal, Subseccin Cuerpo patentados, Cuerpo Eclesistico de
la Armada del Archivo General de la Marina se encuentra organizada77 tanto la documentacin de este cuerpo, originada por la Secretara de Estado y del Despacho de
Marina como la del Ministerio, y, en total, suponen 112 legajos. Entre las Series
existentes podemos mencionar las siguientes: Registros 78 , Extractos de revistas, Relaciones de novedades, Expedientes de oposiciones, Estados de capellanes, Expedientes
de licencias, Expedientes de cambio de destino, Expedientes de ascensos, Expedientes
personales 79 , Hojas de servicio, Informes reservados 80 y Hojas de hechos.
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la entrega de los Archivos cannicos al Archivo del Ministerio del Ejrcito y al General
Militar (Segovia)87.
Al Archivo General de la Marina, por transferencia del Archivo Central, ha llegado parte de esta documentacin: Expedientes personales del Clero castrense de la
Armada que contienen la documentacin preceptiva que deban presentar los aspirantes, sus nombramientos, destinos, licencias y situaciones adems de las cruces, incorporados a los expedientes tramitados en el Ministerio (1886-1923)88. As mismo encontramos Expedientes de oposicin (1858-1921)89, rdenes generales (1851-1898)90,
Instrucciones y Reglamentos para el Cuerpo (1783-1881/ 1846-1903)91 Y el Boletn
Oficial de Jurisdiccin Castrense (1925-1930)92. Todos estos expedientes se remitieron
al Archivo Central del Ministerio de Marina cuando al suprimirse el Cuerpo Eclesistico, por Circular de 21 de septiembre de 1932, se determin que los documentos, que
pudiesen afectar al individuo respecto al Est"do, se mandasen a dicho Archivo.
En los Estatutos del Ordinariato Militar o Arzobispado Castrense de Espaa de 1987,
se establece la estructura de los archivos castrenses de la Iglesia93 y en concreto, la
formacin de un Archivo Diocesano, para la custodia de los documentos y escrituras,
tanto de asuntos espirituales como temporales de la jurisdiccin, radicado en la Curia
del Arzobispado.
El Capitn Generala Comandante del Departamento, como delegado territorial,
asume las competencias siguientes: le corresponde ordenar la ejecucin del nombramiento otorgado por el rey, que la Secretara asentar en un libro, adems de las
novedades de fallecimiento, retiro, salida por ascenso o traslacin de destino a otro
departamento (art. 1, 3). Le corresponde expedir el nombramiento de los capellanes
supernumerarios, que se asientan en libro propio (art. 4). Eleva informe al monarca de
las propuestas de los capellanes de arsenales y hospitales realizadas por el Teniente
Vicario (art. 8) y de las pretensiones de stos a prebendas, beneficios y capellanas de
Real Provisin o jubilaciones (art. 32). Emite los pasaportes de capellanes supernumerarios desembarcados (art. 5 ). En el caso de que se necesiten ms miembros de los
establecidos con aprobacin real, los nombra y remueve, a propuesta del Teniente Viario,
y dispone el cese de su destino provisional (art. 9). Son los encargados de comunicar
al Intendente los nombramientos de los destinados en arsenales y hospitales (art. 10)94.
Los nombramientos de los capellanes, con la orden de cumplimiento dada por el
Capitn y Comandante General del Departamento de destino, se presentan en la respectiEsta remisin nunca se lleg a efectuar.
AGMAB, Cuerpo Eclesistico de la Armada. Leg. 3342 (1) a 3342 (10).
89 Idem, Leg. 3343, 3344. Se conservan los ejercicios de las oposiciones que constan de exmenes
de teologa moral, teologa dogmtica, historia eclesistica, hermenutica o derecho cannico; y una
disertacin en latn sobre el tema dogmtico y una contestacin a los argumentos representados por dos
de los aspirantes; y por ltimo, un discurso en castellano sobre un tema de los Evangelios.
90 Idem, Leg. 3346.
91 Idem, Leg. 3345, 3361.
92 Idem, Leg. 3360.
93 Estatutos ... Captulo VIII. Tenencia de libros. Art. 28.
94 Ordenanzas Generales de la Armada de 1793.
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va Contadura de Marina para la toma de razn. sta forma los Libros de asiento, denominados Listas que, por lo general, se diferenciaban por Cuerpos95. En el Archivo General de la Marina encontramos una fraccin de la serie de Listas de capellanes de la Contadura Principal del Departamento Ferrol (1752-1850)96, transferida por el Archivo del
Departamento Martimo de Ferrol. De la misma manera, Cdiz remiti la documentacin de la Comisara de Ordenacin y Contadura principal y, por tanto, las Listas de
capellanes (1731-1850)97. Las correspondientes a la Contadura del Departamento Martimo de Cartagena an se custodian en el Archivo General de la Zona Martima del
Mediterrne098 Igualmente, procedente de los Archivos de los Departamentos Martimos,
se encuentran fragmentos de la correspondencia que mantiene el Capitn general con las
autoridades religiosas y las civiles en relacin con los asuntos castrenses 99 ; adems de
parte de los expedientes personales que se custodiaban en la Ayudanta Mayor del Arsenal
de la Carraca, procedentes de sus secciones de capellanes y penitenciara 100.
Como ya se mostr con anterioridad, el Teniente Vicario es en el enlace entre los
capellanes y sus superiores tanto religiosos como militares. Fruto de esta relacin
administrativa se ir gestado su propio archivo. Con la supresin del Cuerpo Eclesistico en 1825, asume las funciones del Teniente Vicario el Subdelegado castrense del
Ejrcito lo que origina el traslado de su archivo a Murcia. Por los inconvenientes que
esta situacin ocasionaba al personal de la Armada, en 1834 sta documentacin vuelve
a Cartagena 101. Ni las oficinas de Teniente Vicario, ni su Archivo, tuvieron una ubicacin concreta a la vista de las varias Reales rdenes que se dictaron sobre abono
de arrendamientos y pretensiones de traslado a los edificios de Marina l02 Igualmente
las oficinas y el Archivo de la Subdelegacin castrense de Ferrol, que estaba en el
Esteiro, fueron trasladas al convento de San Francisco lOJ
En Archivo General de la Marina, procedente del Departamento Martimo de
Cartagena, se encuentra la correspondencia mantenida por las autoridades eclesisticas, civiles y militares, con el Teniente Vicario (1790-1917)104, Nombramientos de
promotores fiscales y de notarios eclesisticos (1791-1816), Ttulos de curas castren95 Hasta el Reglamento e Instruccin de contabilidad de 13 de noviembre de 1850, que introduce la
cuenta colectiva por clases y cuerpos, se lleva la cuenta personal.
96 AGMAB, Fondo Documental del Departamento Martimo de Ferrol, 3350, 3353 Y 3354. Tambin se
custodia un Libro de la Contadura General de Bajeles de Cantabria, en el leg. 3350, fecha (1728-1731).
97 AGMAB, Fondo Documental del Departamento Martimo de Cdiz, leg. 3351, 3352 Y 3357. Algunas de estas listas comprenden los capellanes de los tres departamentos.
98 GARRIDO BASTIDA, J., El Archivo General de la Zona Martima del Medierraneo. Boletn Interno
SAD, O (1999), pp. 4-7.
99 Se ha identificado esta documentacin en el legajo remitido por el Archivo del Departamento Martimo
de Cartagena, AGMAB, Fondo Documental del Departamento Martimo de Cartagena ,Leg. 1045 (1808-1840).
100 AGMAB, Cuerpo Eclesistico de la Armada, Leg. 3341. Entre ellos se encuentran expedientes
procedentes de buques.
101 Idem ,Leg. 3319 y 3331.
102 Real Orden de 4 de junio de 1864, de 4 de febrero de 1888. y 4 de julio de 1888.
103 AGMAB, Cuerpo Eclesistico de la Armada, Leg. 3332.
104 Idem, Leg. 3312 a 3326. 3347, 3359, 3362. Oficios de remisin, circulares, solicitudes, Previenes
del Estado Mayor de la Comandancia.
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