Reflexiones Sobre Didáctica de La Filosofía PDF
Reflexiones Sobre Didáctica de La Filosofía PDF
Reflexiones Sobre Didáctica de La Filosofía PDF
Didctica de la Filosofa
Directorios
Universidad Michoacana
de San Nicols de Hidalgo
Facultad de Filosofa
Dr. Samuel Ramos Magaa
ndice
Presentacin
I. Filosofa y didctica
Los oficios del filsofo
Adn Pando Moreno
Senderos didcticos para una filosofa emergente
(y en emergencia)
Rolando Picos Bovio
Reflexiones sobre una educacin filosfica
Vctor Hugo Valds
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73
93
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163
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203
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239
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281
Presentacin
Presentacin
10
Presentacin
Esta publicacin es resultado de la colaboracin y los esfuerzos coordinados de los estudiantes, profesores e investigadores y personal
del Departamento de Publicaciones, todos ellos miembros de la Comunidad de Filosofa de la Universidad Michoacana de San Nicols
de Hidalgo. Esta obra ha sido realizada en el marco del programa de
investigacin Didctica de la Filosofa y Facultades Mltiples 20152016 con el aval de la Coordinacin de la Investigacin Cientfica de
la umsnh.
Esperamos que nuestras reflexiones y aportaciones permitan a los
lectores encontrar recursos didcticos que puedan implementar en sus
respectivas experiencias de aprendizaje filosfico.
Ral Garcs Nobleca
Carlos A. Bustamante Penilla
11
I. Filosofa y didctica
15
***
En las dos acepciones ms usuales en nuestro idioma, la nocin de oficio tiene sendos sentidos: un sentido restringido y otro ms amplio.
El primero refiere a trabajos predominantemente manuales tales como
carpintera, albailera, etc., sentido que en un espaol un tanto arcaico
sobrevive en la palabra menestral. En su sentido lato, el segundo, se
entiende como cualquier actividad que constituye la forma de ganarse
alguien la vida.
En otras pocas y en otras lenguas, empero, la nocin de oficio se
ramifica de formas distintas. An en espaol, trminos como oficial,
oficioso, oficina, entre otros, no se derivan inmediatamente de oficio, aunque conservan el timo comn.
En latn clsico officium es servicio, funcin, cargo, deber, obligacin, incluso sentimiento mismo del deber.2 De ah que la correcta
traduccin del ttulo de la obra de Cicern De officiis sea De los deberes
(o Sobre los deberes). Este sentido se conserva en el sustantivo oficial,
referido a aquel que posee un cargo, sobre todo de jerarqua militar
o del servicio pblico (sentido presente con el mismo uso en, por lo
menos, las lenguas francesa y portuguesa). Tambin cuando se habla de
un oficio religioso u oficio divino en la acepcin de realizacin de un
rito por la persona autorizada, o sea, un servicio (por ejemplo, oficiar
misa, caso en que adopta la forma verbal).
Nuestro adjetivo oficial (como cuando decimos documento oficial), en cambio, viene de aquello que ha sido elaborado en la oficina. Oficial y oficioso emanan del mismo sitio pero tienen un carcter distinto, el primero proviene de una autoridad impersonal e
institucional mientras que el segundo es actuacin de aquel que ocupa
el cargo pero a ttulo personal, fuera de sus funciones. Oficina en los
siglos xvi y xvii eran los cuartos anejos a los aposentos del rey o el
prncipe, en los cuales se despachaban sus decretos, edictos y dems
documentos (en espaol de nuestros das los oficios, otro sustantivo
16
que denota los escritos de carcter oficial). Pero era oficina porque
constituan los cuartos de servicio de escritura del monarca, uno de los
lugares donde ejerca el cargo que tena.3
Comparemos el universo semntico de oficio con otras dos lenguas
romances. En francs contemporneo, nuestra actual oficina es bureau, mientras que officine tiene una acepcin muy precisa de rebotica
(donde se preparan los remedios que no son de patente), cercana a una
vaga idea de taller, de atelier. De ah tambin que en el nombre cientfico de algunas plantas figure officinalis como especie (por ejemplo,
Melissa officinalis, Salvia officnalis, etc.) que quiere decir que tiene un
uso apotecario. Pero officine en francs tiene adems la connotacin peyorativa de centro de intrigas o espionaje. Algo similar ocurre en portugus: el espaol oficina debe traducirse por escritrio, mientras que
el portugus oficina debe traducirse al espaol por taller, laboratorio o
estudio (como lugar, tal cuando decimos el estudio de un pintor, no
como actividad ni esbozo).
En tanto la palabra oficio lleva la misma ambigedad en espaol
que en portugus, en francs, por su parte, el sentido que oficio tiene
en espaol se divide en dos palabras: office y mtier. La primera implica
el rol que desempea alguien (el ejemplo que pone Moliner de alguien
que acta como: oficiar de mediador o aun en situaciones teatrales:
Fulano en el oficio de Tal). Office era una palabra mucho ms usual y
especfica en el medievo y la modernidad temprana cuando se aplicaba
a funciones de gobierno y cortesanas: loffice de roi era una expresin comn en los escritos polticos. Pero en la actualidad la palabra que con
ms frecuencia traduce al francs nuestra oficio es mtier, un modo de
hacer u obrar.
Moliner da como palabra emparentada de oficio la de mester, de uso
antiguo, como cuando se habla del mester de juglara y el de clereca
(en plural mesteres). El mester del antiguo castellano y el francs mtier
tienen la misma raz en menester, y estn emparentadas tambin la ya
mencionada menestral as como ministro y sus derivadas.
17
Ahora bien, en el caso de que fuera una virtud intelectiva, las dos
partes de la razn eran, la una, epistmica, que se ocupa de aquellas
cosas que no pueden ser de otra manera (esto es, lo necesario y lo apodctico); la otra, deliberativa y calculadora (suputativa), que se ocupa
de aquello que puede ser de una u otra forma.
Si el oficio no es una ciencia, no puede ser de la primera razn. Se
ofrecen varias vas para concebir de qu razn es que se acompaa este
arte. La primera posibilidad es que el conocimiento implcito en el
oficio es de carcter retrico, una combinacin entre una buena deliberacin y clculo, conjeturas felices e intuicin.15 Otra posibilidad es
entender el conocimiento puesto en juego en el oficio como mimtico,
un conocimiento propio de la tejn poitica, un saber emic, desde el interior del quehacer y al mismo tiempo desde el interior de la persona.
El oficio no es nicamente una virtud tica ni una virtud intelectiva
sino una conjuncin de ambas, segn Aristteles: De ah que sin intelecto y sin reflexin y sin disposicin tica no haya eleccin, pues el
bien obrar y su contrario no pueden existir sin reflexin y carcter.16
Podra incluso pensarse en el oficio como una especie de frnesis
aplicada a una actividad particular. Por supuesto que un oficio conlleva la sabidura prctica de la frnesis pero en la medida en que esto
que llamamos oficio est ligado a un fin distinto de s mismo, sera,
segn la clasificacin aristotlica, un hbito productivo acompaado
de razn, y no un hbito prctico pues su fin es la operacin, la buena
accin misma, tal la prudencia, la frnesis. Aunque estn emparentados, el oficio sigue estando ms cerca de tejn (hbito productivo
acompaado de razn) que de frnesis (hbito prctico).
El tercer y ltimo eje semntico se relaciona con la ndole moral del
oficio, el oficio como deber, servicio, obligacin. Dice Cicern:
Hay todava otra divisin del deber, porque se habla del deber medio y del
deber perfecto. Creo que el deber perfecto podemos llamarlo recto en s,
puesto que los griegos lo llaman katrzoma, y este deber comn, officium, lo
llaman kazkon. Los definen diciendo que el deber recto en s, es absoluto; el
deber medio dicen que se cumple por una razn plausible.17
25
26
***
Hoy en da estamos inmersos en una paradoja educativa: por una parte,
se ofrecen y se piden cursos para cualquier aspecto de la vida, tal parece
que todo debiera y pudiera ser enseado a travs de cursos, en escuelas
fsicas o en programas virtuales. Lo que antes eran saberes del arte de
vivir (sobre todo del buen vivir) y que se adquiran con la experiencia
del mundo ahora tiene que acreditarse con un diploma: apreciar un vino
o una comida, conseguir pareja o separarse de ella, afrontar las alegras
y disfrutar las tristezas Tenga usted cuidado: no tomar un curso antes
puede ser penado con tener que tomar terapia despus.
Pero, por otra parte, la educacin escolar se abarata continuamente.
Se exigen cada vez ms altos grados pero estos grados cuestan cada vez
menos esfuerzo. Hay licenciaturas de casi cualquier cosa y su duracin
tiende a reducirse tanto como los requisitos de titulacin a bajar.
Pues bien, creo que el concepto de oficio puede sernos de gran ayuda para navegar entre las corrientes de esta paradoja, en particular en
el tringulo que se forma entre educacin, filosofa y oficio.
Hay que subrayar en primer trmino y con un carcter ms bien
ambiental que las carreras o profesiones universitarias no son excluyentes del oficio. Se puede aducir como indicio los ttulos de obras en que
ambas esferas se interrelacionan al margen del contenido concreto de
cada texto. Ejemplos: de Pierre Bourdieu, El oficio de socilogo; de Marc
Aug, El oficio de antroplogo; y de Louis Pinto, La vocation et le mtier de
philosophe. Pour une sociologie de la philosophie dans le France contemporaine.21
27
31
Corominas reporta officina hacia 1600 de n.e. como taller, fbrica, ms o menos como sigue siendo hoy en portugus. Mientras que Moliner (Diccionario de uso
del espaol, Madrid, Gredos, 1992) incluye la entrada office como galicismo con el
significado de antecocina, porque ah se prepara el servicio de comedor y, por ende,
emparentada con la oficina como cuartos de servicio del prncipe.
4
Ortega y Gasset, Jos, Sobre las carreras (y otras conferencias), Buenos Aires,
Primera edicin digital 2002, pp. 7-8.
5
Ibid., p. 9.
6
Ibid., p. 10.
7
Ibid., p. 12.
8
La tcnica, con el significado de una ratio instrumental social, es producto de la
revolucin industrial, del capitalismo desarrollado. La revolucin industrial fue precedida de los sistemas de metrologa y calibracin de las artes militares y de marear.
Sin al menos unos pocos de esos instrumentos de medicin y control la expansin de
la industria hubiera sido impensable. La estandarizacin, esto es, la normalizacin
regulada conforme a baremos promediados de los procedimientos, de las materias
primas y de los productos es indispensable para que el dinero, equivalente general
del valor de las mercancas, cumpla su funcin econmica social.
9
Con el fin de evitar confusiones, utilizar las palabras tcnica y arte en su sentido habitual contemporneo y reservar tejn y ars para casos especficos.
10
Foucault, Michel, Seguridad, territorio, poblacin. Curso en el Collge de France
(1977-1978), Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 2006.
11
Entendemos por epitctico el sentido de tener un efecto o resultado eficaz
acorde con los propsitos u objetivos previos de la accin. Cfr. Gmez Robledo,
Antonio, Ensayo sobre las virtudes intelectuales, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1996, pp. 196 y 199.
12
Aristteles, tica nicomaquea, Madrid, Gredos, 1998, p. 270.
13
Hobbus, Joo, Sobre a disposio em Aristteles: hexis e diathesis Dissertatio
(31), inverno de 2010, pp. 221-233.
14
Gmez Robledo, Antonio, Ensayo sobre las virtudes intelectuales, op. cit., p. 195.
15
Aristteles, tica nicomaquea, op. cit.; sobre la deliberacin cfr. pp. 281-283,
sobre las conjeturas felices y la intuicin cfr. pp. 283-284.
16
Ibid., p. 271.
17
Cicern, Sobre los deberes, Madrid, Tecnos (Clsicos del pensamiento), 2002,
p. 8.
18
Pereda, Carlos, Crtica de la razn arrogante, Mxico, Taurus (Pensamiento),
1999. Cfr. en especial las pp. 84-85.
19
Cicern, Sobre los deberes, op. cit., p. 32.
3
32
La tica del decet como la del munus humanum es una tica del officium, de
la realizacin de s en el ejercicio de la funcin que se ha elegido asumir (Trad.
A.P.M.). Auvray-Assayas, Clara. Le cosmos et lethique du prince: une relecture du De Clementia de Snque et du Songe de Scipion de Ciceron. En Lachaud &
Scordia (dir.). Le prince au miroir de la littrature politique de lAntiquit aux Lumires.
Mont-Sainte-Aignan, Universits de Rouen et du Havre, 2011 (1. ed. 2007). Cfr.
p. 30.
21
En este sentido y en la lnea de lo que he venido tratando vase el fragmento
de un Seminario impartido en Pars por Pierre Bourdieu vaciado a la prensa con el
ttulo de Transmitir el oficio. En Bourdieu, P. & Loc J.D. Wacquant, Respuestas.
Por una antropologa reflexiva, Mxico, Grijalbo, 1995.
20
Bibliografa
Aristteles, tica nicomaquea, Madrid, Gredos, 1998.
Auvray-Assayas, Clara. Le cosmos et lethique du prince: une relecture du De
Clementia de Snque et du Songe de Scipion de Ciceron. En Lachaud & Scordia
(dir.). Le prince au miroir de la littrature politique de lAntiquit aux Lumires.
Mont-Sainte-Aignan, Universits de Rouen et du Havre, 2011 (1. ed. 2007).
Bourdieu, P. & Loc J.D. Wacquant, Respuestas. Por una antropologa reflexiva,
Mxico, Grijalbo, 1995.
Cicern, Sobre los deberes, Madrid, Tecnos (Clsicos del pensamiento), 2002.
Corominas, Joan, Breve diccionario etimolgico de la lengua castellana, 4. Reimpresin de la tercera edicin de 1973, Madrid, Gredos, 1987.
Gmez Robledo, Antonio, Ensayo sobre las virtudes intelectuales, Mxico, Fondo de
Cultura Econmica, 1996.
Foucault, Michel, Seguridad, territorio, poblacin. Curso en el Collge de France (19771978), Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 2006.
Hobbus, Joo, Sobre a disposio em Aristteles: hexis e diathesis Dissertatio (31),
inverno de 2010, pp. 221-233.
Moliner, Mara, Diccionario de uso del espaol, Madrid, Gredos, 1992.
Ortega y Gasset, Jos, Sobre las carreras (y otras conferencias), Buenos Aires, Primera edicin digital 2002.
Pereda, Carlos, Crtica de la razn arrogante, Mxico, Taurus (Pensamiento), 1999.
33
Senderos didcticos
para una filosofa emergente
(y en emergencia)
Rolando Picos Bovio
Facultad de Filosofa y Letras,
Universidad Autnoma de Nuevo Len
La profesionalizacin de la filosofa,4 concepto anidado en la modernidad, implic, en su particularidad, dentro del orden de la propia
tradicin, pero tambin al interior de la estructura de las relaciones
sociales y su contexto histrico, nuevos retos al campo de la formacin
filosfica. sta se proyecta ahora como un proceso que involucra al
formador (el maestro/profesor y su competencia como tal) y al alumno
(con su particularidad, su historia, su nivel) en un esquema donde
se presentan y practican, alternativamente, de acuerdo con la contextualidad, modelos fundados en esquemas didcticos que retoman
elementos formativos (Paideia) y autoformativos (Bildung) soportados
institucionalmente.5 En un contexto dialgico y hermenutico, plantear una didctica crtica de la Filosofa es, al tiempo que problematizar
el contexto relacional y contextual que involucra el encuentro entre
profesores y estudiantes en torno al complejo objeto de estudio de la
filosofa, propiciar la reflexin sobre las tensiones que dan entidad al
campo de su enseanza como problema filosfico. Un acercamiento
crtico propicia describir, ms all del telos deseable de la formacin,
sus problemticas, posibilidades, contradicciones y transformaciones.
La didctica crtica destaca la necesidad de pensar la formacin.
Este trabajo parte del supuesto de que ensear a ensear filosofa comporta un conjunto de problemas que es necesario revisar crticamente para definir un tipo de intervencin didctica. Conlleva,
por un lado, la comprensin de distintas concepciones del proceso de
enseanza en materia filosfica y la lectura crtica sobre dicho proceso y, por el otro, el desarrollo de habilidades para planificar, conducir
yevaluaren los distintos niveles de la enseanza estrategias y senderos
emergentes para una filosofa que se encuentra tambin en emergencia. La emergencia conlleva un doble sentido: por un lado refiere a
un estatus, un estado de cosas en que la filosofa se encuentra ante una
fuerte necesidad de (aparente) autolegitimacin como parte del saber
necesario; por otra, implica un sentido de novedad, de acontecimiento
y resignificacin de los saberes de aquello que se sabe o se cree saber
bajo la ptica filosfica.
36
El proceso didctico generado bajo una perspectiva crtica y participativa permite el desplazamiento de los lugares comunes de la formacin. Una puesta al da que pretende recuperar el dinamismo de la
realidad en la enseanza de la filosofa: una filosofa como ontologa
del presente con plena intencionalidad, pues de lo que se trata no es de
que el proceso pedaggico termine en los lmites del mero aprendizaje
intelectual,6 sino que se interiorice, se haga bios actuante.
(esa zona oscura y aparente que confunde la razn), ocasiona la confusin y la incertidumbre. La metodologa filosfica es el instrumento
del cual se debe apropiar quien aspira a filosofar. El maestro direcciona
y habilita, no (debe) determina(r) y condiciona(r).
El ejercicio filosfico de parte del maestro es siempre ejercicio persuasivo, de seduccin y convencimiento; en el alumno es posibilidad
de resistencia y contraargumentacin. Lo que diferencia la actividad
filosfica de la doctrinaria, esa sostenida por la tradicin, es precisamente la libertad de sus participantes y la posibilidad del disenso. La
elucidacin a la que aspira la formacin filosfica es un proceso singular
y colectivo que, contextualizado en el aula, no elude sino incorpora la
dialctica del pensamiento.
Kant y Hegel expresan, cada uno en su forma, la necesidad de la
autonoma del pensamiento como producto de la emancipacin del
sujeto pensante. La soberana del yo no es mera condicin epistmica,
sino principio moral que fundamenta y da sustento a la libertad. La
voluntad es, en este caso, expresin de la voluntad, decisin del sujeto
que trasciende las determinaciones de su corporalidad.
En el pensamiento que funda la filosofa clsica alemana, la concepcin de la filosofa como transmisin se modifica para hacer intervenir la actividad crtica como eje del aprendizaje de la filosofa: no
se ensea filosofa, se ensea a filosofar.7 La filosofa es acompaamiento no exento de complejidad, complicidad y contradiccin.
El extravo referido de la filosofa como actividad crtica del pensamiento sobre s mismo tiene hipotticamente su origen en la crisis del
sujeto. La ruta fcil pudiera ser adjudicar a una etiqueta (la posmodernidad) que refiere una temporalidad (la denominada posthistoria) el
origen de la incertidumbre del saber.
El asunto quizs pudiera ser, al mismo tiempo que ms sencillo,
ms complejo. No se trata quizs de una crisis de la racionalidad (como
potencia), sino de una crisis de la razn y de la accin (como horizonte
y posibilidad). De este modo, cuando nos referimos a las complejidades
que rodean ese constructo llamado enseanza/formacin/transmisin
39
del saber filosfico, ignorar la contextualidad, el escenario donde se posibilita el acontecer reflexivo, es abandonar, s, una variable fundamental,
pero ignorar las posibilidades y las motivaciones del sujeto reflexivo (el
peso de su emotividad y motivaciones) y su deseo de construir la elucidacin desde este yo (dejando de lado lo que Kant identifica como los
lmites autoimpuestos de la autonoma) es dejar de lado la parte que
representa el aspecto esencial de todo proyecto filosfico.
40
en un proceso dialgico, de aprendizaje mutuo, quin es el maestro y quin el alumno? Pueden transferirse dichas propiedades en
un sentido no determinista?; la posibilidad del acontecimiento, ledo
en este contexto, con Cerletti (2008) como la novedad que quiebra
la monotona de los saberes instruidos, de lo esperable y predecible
(61) dinamiza las posibilidades de un pensamiento que trasciende la
linealidad. El proceso pedaggico crtico se constituye por los elementos consignados por Deleuze en Diferencia y repeticin (1988) en la
bsqueda de una metafsica de la diferencia donde los roles tradicionales (como el de quien ensea y quien aprende) pueden ser y es
deseable que sean trasgredidos.
El segundo escenario refiere una relacin desde el horizonte de la
tradicionalidad o, si se prefiere, de la historia. La filosofa est llamada
a ser, cuando se presenta el escenario ms afortunado, una posibilidad
de articulacin de saberes, no un (deseable) horizonte reflexivo para
pensar el mundo desde la diferencia. El telos es trascendente al deseo. El
sujeto, la subjetividad, es slo un medio para la afirmacin del principio. Es la operatividad de un dispositivo pedaggico que, a decir de
Foucault (1991) representa: Un conjunto decididamente heterogneo, que comprende discursos, instituciones, instalaciones arquitectnicas, decisiones gubernamentales, leyes, medidas administrativas,
enunciados cientficos, proposiciones filosficas, morales, filantrpicas [que] pertenecen tanto a lo dicho como a lo no dicho. Escenario
de guerra, el dispositivo pedaggico es un soporte que permite: Unas
estrategias de relaciones de fuerzas soportando unos tipos de saber,
y soportadas por ellos (128). El dispositivo encajona la filosofa a
un saber ms entre saberes, a un orden del discurso con voluntad
de verdad, destinado, segn lo refiere el propio Foucault (2002), a
conjurar la aleatoriedad del acontecimiento. Es la filosofa encerrada como discurso/prctica netamente acadmica a la que hace alusin
Onfray (2008) bajo la etiqueta de la institucionalizacin.
En una formacin no profesionalizante en el campo, una filosofa
como saber en s, autoconstituida y autolegitimada, difcilmente
41
parntesis el deseo y las expectativas determinadoras de los dems respecto a s mismo, incluso las del maestro (Lenis Castao, 2011:33).
44
modelo adecuado a los retos de la enseanza de la filosofa y las humanidades en el siglo xxi.
La problematizacin que enfrenta el docente, es, en s misma, una
eleccin filosfica. Implica responderse, en medio de las tensiones de
la institucionalidad que lo acota, entre otros tpicos:
1. Cules son los saberes, conocimientos o competencias en los que
se debe formar al estudiante de filosofa?
2. Qu tipo de prcticas y mtodos pedaggicos deben privilegiarse
en esa formacin?
3. Cul es el sentido de la innovacin en la enseanza filosfica y
cmo se traduce sta en una formacin pertinente y de calidad?
La filosofa, es sabido, presume ms preguntas que certezas. En
lo que sigue ejemplificaremos un modo de responder, con Obiols, a
ese dilema.
Un modelo (tentativo)
para la enseanza de la filosofa
De dnde partir para el diseo de un modelo adecuado de formacin
filosfica en los tiempos del discurso postmoderno y neoliberal?
El esquema que nos propone Guillermo Obiols (2008) toma como
referentes el saber clsico (y sus prcticas) enriquecidas con ideas y
teoras del pensamiento pedaggico contemporneo, en particular del
enfoque constructivista.
Obiols reconoce dos prcticas negativas de la formacin filosfica que
inciden en la tradicionalidad de dicha formacin: a) ensear la filosofa como una serie de conceptos, teoras o historias que producen en el
alumno una cultura general y b) entender y practicar la enseanza de
la filosofa de manera poco rigurosa, carente de una perspectiva metodolgica clara: ensear a pensar en el vaco o, lo que es lo mismo, a pensar
a partir del leal saber y entender de cada uno (Obiols, 2008:82). En
46
Consideraciones finales
La labor del profesor de filosofa puede ser conceptualizada, entre otras
formas, como el intento de procurar la autonoma conceptual y vivencial del alumno. Remite a un acontecimiento cuya finalidad ltima se
encuentra orientada por un ideal emancipatorio y de ascesis intelectual
y espiritual en el sentido clsico del trmino. En su larga tradicin, y
aun en tiempos de emergencia y de negacin del saber filosfico, la potencialidad del pensamiento permite reconocer senderos posibles, alternativas del camino en la construccin de un modo de ser, vivir, pensar
y actuar, que es propio de la propuesta de la va filosfica.
Una didctica crtica de la filosofa entiende la capacidad de autorreconocimiento del profesor sobre su propia prctica y sus finalidades. En
torno a la idea del socratismo, como expresin de un ideal educativo del
48
49
extravo, de la eleccin correcta o incorrecta toda vez que la disolucin del sentido se
puede convertir en disolucin de los mtodos para clarificar la verdad.
4
Sobre el punto de la profesionalizacin de la filosofa vale destacar que sta se
da, sobre todo, en la medida en que quien la ejerce se encuentra habilitado para ella
y es reconocido y aceptado por su comunidad epistmica. De cierto modo, en ese
ejercicio de formacin entre maestro y alumno se da asimismo la continuidad de
cierta tradicin, de cierto modo de entender y profesar la filosofa. Esto es particularmente notable cuando esta profesionalizacin supone la obtencin de un grado
acadmico en la disciplina: Al decir de alguien que es un profesional estamos estableciendo quin puede llegar a serlo y la manera como debe ejercerse esta actividad
correctamente, lo cual determinan aquellos que ya estn habilitados. Se trata de lo
que se ha denominado la autonoma en el ejercicio de la profesin. No cabe duda
de que se puede protestar sobre este punto pero, de hecho, quienes juzgan al momento de determinar qu manera de ejercer la profesin es la que corresponde, son
los propios profesionales de ella. Esto se verifica en el caso de la filosofa, sobre todo
en la formacin misma de los futuros profesionales y en su inclusin o marginacin
de las fuentes de trabajo. Los estudiantes son formados por los que podran llegar a
ser sus futuros colegas y son moldeados, por no decir determinados, para que trabajen en filosofa de una forma precisa que para ellos es la correcta. Jos G. Santos
Herceg, El trabajo filosfico en la poca de la profesionalizacin, en La presencia de
la filosofa en la universidad, V. Durn (Edit.), Porto Alegre, Edipucrs, 2003, p. 147.
5
Con la nocin de soporte institucional nos queremos referir a la estructura
acadmica, programtica, curricular e incluso fsica en la que ocurren los procesos
formativos. Esto es, a las caractersticas definidas por la institucin como las deseables para la formacin de sus alumnos y sobre el perfil y habilitacin (profesionalizacin) de los docentes en consonancia con tales fines institucionales.
6
Sobre esta incorporacin del saber filosfico a la propia existencia como forma
de autosubjetivacin frente a los determinismos del poder, es decir, como instrumento de libertad, Foucault desarrolla en la Hermenutica del Sujeto una perspectiva
que, recuperando el saber filosfico de la antigedad Scrates, Marco Aurelio,
Sneca, el estoicismo, etc., establece el vnculo entre el aprendizaje de la filosofa
y la transfiguracin de la existencia. Sobre ese punto, cabe pensar de qu manera
la enseanza de la filosofa y los medios didcticos destinados para ella actan para
configurar una perspectiva tica en los estudiantes: pueden pensarse los efectos
prcticos de la filosofa en general (no slo moral) en los estudiantes? Est llamada
la filosofa a transformar a los individuos y sus relaciones con el mundo y consigo
mismos, o se trata de que slo aprendan teoras y conceptualizaciones filosficas
para recitar de memoria? (Lenis Castao, 2011:25).
50
En general, no puede llamarse filsofo nadie que no sepa filosofar. Pero slo
se puede aprender a filosofar por ejercicio y por el uso propio de la razn () El
verdadero filsofo tiene que hacer, pues, como pensador propio, un uso libre y
personal de su razn, no servilmente imitador. Pero tampoco un uso dialctico,
esto es, tal que slo se proponga dar a los conocimientos una apariencia de verdad
y sabidura. Esa es la labor de los meros sofistas Immanuel Kant, Sobre el saber
filosfico, Madrid, Universidad Complutense, 1998.
8
Lenis Castao, op. cit., p. 26.
9
Cfr. el artculo de Andrea Daz, Cmo se llega a ser el que se es? Hacia una
genealoga del cuidado de s en el contexto educativo, en Puchet E., Daz, Andrea
(comps.), Inquietud de s y educacin. Hacia un replanteo de la filosofa de la educacin,
Montevideo, Vimagro Editores, 2010.
10
Guillermo Obiols, Una introduccin a la enseanza de la filosofa, Buenos Aires,
Libros del Zorzal, 2008, p. 91.
7
Bibliografa
Cerletti, Alejandro, Repeticin, novedad y sujeto en la educacin. Un enfoque filosfico
y poltico, Buenos Aires, Del Estante, 2005.
Descartes, Ren, Discurso del Mtodo. Meditaciones metafsicas, Madrid, Espasa
Calpe, 2003.
Durn, V. (Edit.), La presencia de la filosofa en la universidad, Porto Alegre, Edipucrs, 2003.
Foucault, Michel, El orden del discurso, Buenos Aires, Tusquets, 2002.
_________, Saber y verdad, Madrid, Ediciones de la Piqueta, 1991.
Lenis Castao, John Fredy, Relacin pedaggica y enseanza de la filosofa, en
Crdenas Meja, Luz Gloria y Restrepo, Carlos Enrique (eds.), Didcticas de la
Filosofa. Para una pedagoga del concepto, Bogot, Editorial San Pablo/Universidad de Antioquia, 2011.
Obiols, Una introduccin a la enseanza de la filosofa, Buenos Aires, Libros del
Zorzal, 2008.
51
Otras referencias
Brousseau, Guy, Iniciacin al estudio de la teora de las situaciones didcticas, Buenos
Aires, Libros del Zorzal, 2007.
Coll, C, et al., Los contenidos en la reforma. Enseanza y aprendizaje de conceptos y actitudes, Buenos Aires, Aula xxi/Santillana, 1994.
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52
Reflexiones sobre
una educacin filosfica
Vctor Hugo Valds
Universidad Michoacana de San Nicols de Hidalgo
Educacin y filosofa
cuestin cmo generar un aprendizaje que permita ser feliz y al mismo tiempo entender, arreglar, asimilar o hasta evitar lo que resulta
amenazante? La filosofa ha tomado como suyos estos problemas desde
sus orgenes en las culturas antiguas: la bsqueda de la Felicidad y la
Sabidura frente a lo irremediable.
Educare: acompaar o dirigir el camino de alguien con afn de
aprendizaje. Ya por s misma, la palabra educacin implica un uso filosfico. El significado etimolgico indica significantes de origen latino.1
Dividiendo la palabra referida a sus expresiones originales tenemos lo
siguiente: E - duca - cin. E, significa en; duca, deriva del verbo griego
duko, llevar y del verbo latino docere, ensear; la terminacin cin, indica accin de. De tal manera que educar implica la accin de ensear
y acompaar el camino de quien debe aprender a caminar por s mismo.
La educacin, como este proceso de darle forma al ser humano mediante la direccin de su conducta y la enseanza de conocimientos
constituye un elemento transmisor y transistor de la informacin generada por la sabidura humana en su paso por los caminos del tiempo.
El acto de educar pone en juego la emisin del conocimiento pensado a
travs de todos los seres humanos que han participado en su generacin
canalizndolo en la figura de personas dedicadas a su demostracin. Estas personas tomarn el conocimiento y lo pasarn a otras asegurando la
continuidad en el flujo de la informacin necesaria para estar en el mundo de la vida. Por eso decimos que la educacin es un elemento transmisor. Transmite las cosas que le son tiles o placenteras al ser humano.
En similar forma, cuando el conocimiento llega a una persona y
sta lo aplica a la satisfaccin de sus necesidades se genera el aprendizaje. Para que una cosa sea aprendida es necesario que, o bien le d
el placer suficiente a quien lo experimente como para repetir lo que
se aprende, o que le cause el suficiente dolor como para que lo evite.2
Despus, el instinto gregario, la necesidad de convivir en grupo, se
encargar de que el aprendizaje sea comunicado a otros, poniendo en
ciernes la formacin de sentimientos de procuracin de cuidados y
proteccin de los semejantes con quienes se comparte la existencia y que
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Frola, consistente en la movilizacin de saberes en el estudiante a travs de conocimientos, habilidades, actitudes y valores, para generar
una satisfactoria convivencia con y en el mundo.
Por muy diversos que sean estos modelos pedaggicos aqu descritos
en la realidad educativa mexicana del incipiente siglo xxi, todos ellos
dependen de la corriente terica llamada Constructivismo, la cual con
distintas versiones de s misma se planta como un enfoque cientfico
educativo de emergencia histrica y cultural, diseado para la educacin
de un sujeto humano inmerso en una crisis de valores universales como
consecuencia precisamente de los dos grandes colapsos blicos mundiales, que son un sntoma de que algo malo sucede con la formacin de la
subjetividad occidental y que existe la urgencia de modificar las procesos con los que el ser humano se relaciona con el mundo.
b) La forma de subjetividad: otro aspecto importante derivado de la
educacin es la cuestin sobre qu tipo de ser humano es el que se quiere formar. Qu se espera de la persona que recibe los conocimientos
propios de su entorno cultural? Recordando lo que se menciona lneas arriba, que cada cultura colecciona sus propios valores para darle
identidad al sujeto que representa, hay que agregar el hecho de que el
modelo pedaggico siempre estar sustentado en la forma de subjetividad que se quiere disear. Es ms o menos fcil desde una perspectiva hermenutica comprender cmo cada formacin cultural demanda
formas especficas de subjetividad o modelos de ser humano.
A este respecto, se ver por ejemplo que el ideal pedaggico de la
cultura griega ronda en torno a la idea de definir la existencia como
un continuo devenir entre lo humano y lo divino. Lo propio de la educacin griega ser entonces formar a los seres humanos como semidioses, capaces de gobernar el mundo de los humanos pero al mismo
tiempo de gozar los laureles del Olimpo.
Algo similar sucede en la poca medieval en donde la figura de Cristo
se constituye como el tipo de subjetividad idealizada por el sistema educativo escolstico, o como en la poca de la Ilustracin que demandaba
con cierta inercia una forma de subjetividad adulta, masculina y europea.
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c) La carta de valores que se quieren transmitir. Este es otro elemento importante en un sistema educativo; lo compone la variedad
de valores que se le ofrecen a las subjetividades en formacin. No hay
que pasar por alto que stas se refieren en general a los nios que estn
cotidianamente en las escuelas. En la misma situacin que las variables arriba descritas, cada forma cultural ofrece una serie distinta de
valoraciones para determinar la identidad del sujeto que est siendo
educado. As tenemos valores como la Heroicidad clsica antigua, la
Caridad medieval, la Libertad moderna, etc.
En la actualidad es importante inculcar en las nuevas infancias valores como el respeto, la responsabilidad por los dems, la diferencia
cultural y de gnero ante las necesidades que se presentan con la emergencia de una sociedad mundializada cegada por la inercia de otros
valores como el dinero o el poder poltico y arrastrando con ello a gran
parte de los seres humanos del planeta hacia los callejones lejanos de la
violencia y la miseria.
La educacin mexicana requiere de esta valoracin filosfica del sentido del porqu es necesario tener una perspectiva tanto local de la cultura como una perspectiva mundializada de la misma, dadas las nuevas
condiciones de una sociedad conectada planetariamente por relaciones
de conocimiento entramadas en una red global de informacin.
d) El currculo de materias que se ofrecen como objeto de aprendizaje representa otro elemento crucial en la definicin de un sistema
educativo. Se compone de los diferentes tpicos de conocimiento necesarios para que el ser humano cubra sus consabidas necesidades de
felicidad y sabidura ante lo irremediable. En los Dilogos de Platn
hay constancia de cmo Scrates enseaba el arte de la Ertica, que
es el de interesarse por las cosas bellas6 aunado por otras dos materias
subsecuentes que eran la retrica y la dialctica. Sistemticamente la
educacin bsica de los nios griegos estaba liderada por el arte de
amar la realidad para luego aprender a nombrarla y despus a compartirla con los dems mediante el dilogo.
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Lo mismo sucede en la Edad Media en donde hay una clara distribucin de las materias enseadas en los conventos y en los monasterios, recibiendo el nombre genrico de Trivium y Quadrivium.7 Una
compuesta de las materias de Gramtica, Retrica y Dialctica, y la
otra de las materias de lgebra, Trigonometra, Msica y Astronoma.
La modernidad cuenta asimismo con sus propios ejemplos de diseo
de materias para la conformacin de la subjetividad. Tal es el caso de la
divisin entre Ciencias del Espritu (Geistenwissenschaften) y Ciencias de
la Naturaleza (Naturwissenschaften), lo que en la actualidad corresponde
a Ciencias sociales y Ciencias naturales. Los sistemas de educacin bsica en todo el mundo siguen privilegiando la enseanza del idioma y la
matemtica como base de toda educacin.
e) Los grados de escolaridad. En todos los sistemas educativos es detectable la estratificacin y dosificacin de los conocimientos a transmitirse por su complejidad, desde los ms bsicos hasta los ms complejos.
Comenzando con los que tienen que ver con el dominio de las propias
funciones corporales, luego los que preparan a la persona para la vida,
despus para el trabajo y por ltimo para las tareas ms especficas o
complejas que la cultura pueda solicitar. La estructura general de un
sistema educativo de acuerdo con sus grados de escolaridad parte de la
educacin inicial en el seno materno, por lo regular hasta los siete aos
que es la edad en que el nio logra cierta autonoma con respecto a
quien lo ha criado. A continuacin hay un periodo de educacin bsica
durante la infancia, seguido de un periodo de educacin media durante
la adolescencia coronando finalmente el proceso de formacin de la subjetividad con la educacin superior.
f) El tipo de instituciones encargadas de ofrecer la transmisin eficiente de los conocimientos. Esta es una variable en la que se debe tomar
en cuenta que las culturas tambin tienden a determinar la forma de
educar a las subjetividades, en ocasiones bajo el dominio del poder poltico, en otras ocasiones bajo el dominio del poder religioso, en algunas
ms bajo el dominio de los paradigmas cientficos.8 En general habr de
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notarse que todo sistema educativo corresponde a algn tipo de ideologa instituida desde la base de la cultura, es decir, el estado.
g) Los edificios propios de cada sistema educativo. Por ejemplo, la Academia de Platn, el Liceo de Aristteles; las catedrales medievales, los salones universitarios y las sinagogas judas. Tambin, en otras culturas
como la azteca, encontraremos que existan edificios distintos para cada
tipo de educacin, como los cuicacalli, que eran escuelas de artes y oficios,
los calmecac para las castas nobles y los telpochcalli para la gente del pueblo.
En la actualidad se conserva la idea de las universidades como centros fsicos de distribucin y refuerzo del conocimiento humano, aunque
la estructura molecular de la universidad la constituye el saln de clases.
Esto en el supuesto de que el estudiante represente el tomo sustancial
en el gran compuesto de la sociedad del conocimiento. Adems de que
el concepto Universidad tiende a evolucionar en otras formas institucionales tales como la Multiversidad, cuyo supuesto formativo esencial es la
generacin de conocimientos a partir de mltiples fuentes y no slo de
una, como sugieren los sufijos multi y uni, insistiendo con esto en evitar
un origen ideolgico rgido o totalitario del conocimiento.9
h) Las estrategias didcticas. Finalmente, los modelos pedaggicos con
los que cada sistema educativo forma a sus subjetividades proponen sus
propias estrategias de enseanza de conocimientos y direccin de las conductas humanas con el fin de satisfacer sus necesidades originarias de felicidad en el mundo y sabidura ante las situaciones difciles o irremediables.
El mtodo socrtico llamado Mayutica sigue siendo el mejor ejemplo de una estrategia didctica diseada desde la filosofa que atraviesa
el orden de los tiempos hasta nuestros das replicado en dominios del
conocimiento como la terapia psicoanaltica. Lo mismo sucede con el
Peripatetismo, que es una forma de practicar el conocimiento filosfico dando paseos en los que se sostiene un dilogo pedaggico con uno
o varios interlocutores. Notable es el peripatetismo de los griegos,
quienes aplicaban esta estrategia para hacer sus rondines por las calles
del centro de Atenas, sin embargo tambin es de resaltar algunas otras
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versiones histricas sobre filsofos que replicaron esta forma de enseanza en otros tiempos y lugares.
Este sera el caso de Fray Alonso de la Veracruz, gran educador novohispano y practicante de la filosofa peripattica.10 Su labor de evangelizacin la realiz en buena parte a pie, o al menos sin vehculos modernos, recorriendo los grandes caminos de la Nueva Espaa en el siglo
xvi y dejando una herencia filosfica sin igual para la cultura mexicana.
Cabe destacar adems que fray Alonso fue miembro del Primitivo Colegio de San Nicols, fundado por fray Vasco de Quiroga en 1531, cuna
de la actual Universidad Michoacana de San Nicols de Hidalgo.
En conjunto, la cultura produce subjetividades, stas se configuran
de acuerdo con los valores sistematizados por un modelo pedaggico
que almacena, potencializa y redisea la forma de la humanidad en
funcin de sus necesidades existenciales diversas. He ah el principal
vnculo entre la filosofa y la educacin: ambas se nutren y trabajan en la
fuente y produccin del conocimiento humano. Cada una con tareas distintas, pues mientras la filosofa se dedica esencialmente a la generacin
del conocimiento, la educacin se encarga de mostrarlo y compartirlo.
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los. Ah eran testigos de los espectculos misteriosos que la Naturaleza ofreca acompaados de danzas rituales y cantos religiosos. Esos
templos estaban al alcance de todo el pueblo, sin embargo establecan
jerarquas para que los asistentes pudieran estar cerca del lugar donde
se representaban los rituales. Asimismo dieron origen a los primeros
sabios encargados de hacer entendibles al pueblo los misterios de los
dioses. Es increble en la vida contempornea la cantidad de eventos
culturales basados en el modelo del orculo de Delfos: no slo las iglesias, sino los gobiernos, los parlamentos, las cmaras la Democracia
en s, los estadios deportivos y hasta los teatros comparten la misma
vocacin ancestral.
Segundo modelo. La alegora platnica de la caverna. Figrate pues, la situacin del ser humano respecto a la ignorancia y al
saber. La Alegora de la caverna presente al inicio del libro 7 de La
Repblica de Platn es el segundo gran modelo que la filosofa griega
hereda a la tradicin educativa de Occidente. En dicha alegora, se narra la situacin de seres humanos que viven en una doble obscuridad,
fsica e intelectual. Esto en virtud de que se encuentran maniatados
a las paredes de una caverna de manera que no pueden moverse mucho, salvo para ver en las paredes el reflejo lumnico de las cosas que
suceden por fuera del recinto en donde hay personas que, con el fin de
ayudar a la liberacin de los esclavos de sus ataduras, les transmiten
los conocimientos del mundo real mediante la proyeccin de objetos
hacia el interior de la caverna, haciendo uso de una fogata.
Es interesante en la filosofa platnica la analoga que se hace patente
entre la luz, la verdad y el conocimiento como agentes de la vida buena
que slo se descubre al recorrer los escarpados caminos que nos prometen la libertad al salir de la caverna, o bien de nuestra propia ignorancia.
Cabe sealar que aqu tambin se plantea el dilema tico acerca de lo
que deben proyectarle a los esclavos para lograr su libertad. Esta alegora no dista mucho de describir algunas situaciones contemporneas
en donde los seres humanos se esclavizan en sus propios hogares a ver en
el televisor los reflejos de lo que sucede en el mundo exterior, cayendo a
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menudo en las garras de los medios de comunicacin masivos que manipulan la informacin a favor de sus intereses particulares.
Tercer modelo: La educacin en Atenas. Por si fuera poco, el
diseo de las ciudades-estado griegas obedeca a los vaticinios hechos
en los orculos. Es decir, la gente se pona de acuerdo con la Naturaleza
para disear las ciudades. De esa manera, el filsofo Platn describe en
sus Dilogos, as como en los libros de su Repblica, la distribucin de los
espacios educativos dedicados a la formacin de ciudadanos de la polis.
Es un buen ejercicio imaginar al maestro Scrates encargado de la educacin bsica en los nios griegos, a Aristteles en su Liceo enseando a
los adolescentes y al propio Platn al frente de la Academia. Tal serie de
instituciones culturales en el centro de Atenas debi ser un gran aporte
a la gloria de la emblemtica ciudad cuna de la filosofa occidental.
Cuarto modelo: la misa catlica y los servicios religiosos. La
poca medieval, desde sus inicios, propuso un modelo pedaggico que
luego se instituy por ms de diez siglos hasta tomar su forma actual con increble transformacin. Nos referimos al servicio religioso
dominical llamado comnmente misa, y que representa la puesta en
acto de los conocimientos fundamentales de la cultura cristiana en una
estructura didctica importante que dar origen a las sesiones de clase
acadmicas que aun ahora realizamos en las escuelas, aunque ahora en
un sentido privilegiadamente laico que, sin embargo, conserva estrategias como la catequesis o instruccin, la repeticin como estrategia
de memoria o la administracin de los conocimientos a lo largo de
un ciclo. Las mismas funciones cumplen los servicios religiosos de las
iglesias no catlicas, en donde hay asimismo un gran inters en formacin de subjetividades de acuerdo con el modelo religioso.
Quinto modelo: la educacin prehispnica mexicana. Aunque
es criticable la idea de un sistema filosfico de origen no griego, algo similar sucede en la educacin de los antiguos mexicanos, quienes contaban con sistemas escolares tanto bsicos como avanzados, diseados para
el cultivo de una subjetividad diversa como lo es la azteca. Las mltiples
formas de educacin implicaban un alcance inslito en las sociedades
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precolombinas al contar con educacin dirigida para las condiciones especficas de cada persona. Educacin para los nios pequeos, para los
nios y nias mayores. Para los hombres y mujeres adultos. Educacin
para el trabajo, para la transformacin esttica de las comunidades, para
la guerra, para los oficios religiosos, para la salud, etc.
As, de alguna manera, la filosofa en Mxico, heredera de dos grandes tradiciones de pensamiento, la europea y la precolombina, siempre
versar en gran medida sobre la diversidad cultural. Asimismo tenemos
que la filosofa sistematiza, reflexiona y analiza crticamente aquellos
conocimientos que le dan sentido y forma a la existencia del ser humano
como un ser cultural. Las grandes culturas de la humanidad occidental
han generado sendas tradiciones filosficas que consolidan los conocimientos sobre los que se fundan. Si pensramos algunos temas que han
caracterizado el discurso filosfico mexicano, desde la poca de la colonia hasta nuestros das, de manera temprana ubicaremos dos: el por qu
y cmo del mestizaje y el por qu y cmo de la diversidad cultural.
Sexto modelo: la educacin novohispana. El problema del ser
del mexicano est implcito en los cuestionamientos que se hicieron
los primeros colonizadores del territorio nacional. Quin es el indgena?, tiene alma?, merece ser evangelizado? Son preguntas comunes
en los filsofos de la poca de la conquista. Tiempo ms adelante, en
la prosperidad cultural y econmica de los siglos xvii y xviii,11 la pregunta se perfila hacia el sentido del mestizaje en la formacin de una
subjetividad nacional. Asimismo, las guerras de independencia y revolucin han cuestionado severamente la necesidad de tener una identidad nacional vlida para un pueblo tan diverso como el mexicano.
ser los mexicanos, ni tampoco que solamente suscriba los hechos histricos como algo determinante para la evolucin de la cultura. La vida
actual del pas requiere de una educacin que est presente en todos los
mbitos de la existencia y que como prerrogativa fundamental tenga la
de generar individuos libres, emancipados de toda forma de dominio
y coercin ajena a la propia voluntad de gestionarse una vida feliz y
sabia. Para ello es importante que la filosofa deba ensearse en todos
los niveles educativos, desde cmo inducir el pensamiento crtico en la
educacin inicial de los bebs, o cmo canalizar el pensamiento lgico
en educacin bsica, o bien cmo llevar a cabo la transformacin de la
conducta por mor del pensamiento tico en educacin media, as hasta llegar a promover el pensamiento cientfico-poltico en la educacin
superior. De la misma manera, la filosofa debe ensearse en todas las
materias de estudio posibles. Nos referimos a todo el espectro curricular
profesiogrfico, debido a que todas las carreras requieren tanto sustento
epistemolgico como tico y cientfico-poltico.
La educacin para la convivencia pacfica incluyente. La idea es
tener una educacin activa formando sujetos resilientes, que resistan a
los cambios y transformaciones sociales que la existencia contempornea
demanda y que a la vez se adapten asertivamente a las nuevas condiciones del mundo de la vida, generando as una buena conciencia tanto
de s mismos como de sus realidades inmediatas y lejanas, capaces de
ejercer una convivencia pacfica incluyente basada en la aceptacin de las
diferencias culturales as como en el privilegio de los acuerdos comunes.
La prerrogativa fundamental de un modelo pedaggico de educacin
para la convivencia pacfica incluyente es la de formar sujetos con valores basados en la multiculturalidad, capaces de llevar a cabo relaciones
humanas con facilidad as como de conciliar la gran diversidad de diferencias culturales.
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El siguiente paso en el proceso docente de la filosofa es la didctica. Esta corresponde a la forma en que sern abordados los contenidos
diseados en la planificacin mediante la construccin de conocimientos que movilicen los saberes de quienes participan del programa de
estudios mediante el uso de estrategias de enseanza-aprendizaje elaborados en una secuencia. En otros trminos, la didctica depende de
cmo administra el docente su tiempo en clase con el grupo para tomar asistencia, escuchar la participacin de los estudiantes, proponer
temas de investigacin mediante la exposicin de contenidos, revisar
tareas y evaluar los saberes adquiridos.
Las actividades realizadas durante el tiempo de clase con los estudiantes a su vez deben tener un sentido orgnico de secuenciacin
progresiva desde la introduccin de la clase, el desarrollo de la misma
y su conclusin.
En cuanto a la evaluacin, sealaremos que es la observacin detallada de los logros y alcances que el sujeto pedaggico realiza durante
su participacin en el programa de estudios con fines de promover su
siguiente paso en la generacin de saberes indispensables para su carrera. El programa de estudios en general, ya que est diseado para
una diversidad de seres humanos, y de ah que tenga cierto grado
de universalidad, debe tener ciertos rasgos observables comunes estandarizados que faciliten el monitoreo del avance obtenido en el
proceso educativo.
Los rasgos comunes al ser observados y medidos por el proceso docente indicarn diferencias de aprendizaje entre los estudiantes, dando
lugar a la calificacin individual que cada sujeto pedaggico logre en
sus materias. Cada estudiante aprende los contenidos observados en los
rasgos comunes, pero con valores o medidas distintas y eso es lo que
determina la diferencia en cada persona y le genera el conocimiento suficiente para participar de forma activa en la existencia humana. Y ese,
a final de cuentas, es el sentido de toda educacin: la preparacin del ser
humano por otros seres humanos para el goce de la existencia a travs
del universo.
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algunas corrientes filosfico-ideolgicas tales como el liberalismo representado en un autor como Jos Mara Luis Mora, el conservadurismo plasmado en la obra de Lucas Alamn, el positivismo desarrollado por Gabino Barreda, el socialismo con Juan de la Mata Rivera,
y el anarquismo Ricardo Flores Magn, entre otras posiciones. Como
podemos advertir viendo las corrientes que influyeron en el pensamiento en Mxico durante el siglo xix, se trata, no de desarrollos tericoconceptuales puramente acadmicos, sino ms bien de interpretaciones
fundamentalmente ideolgicas o de utilizaciones ideolgicas para hacer
valer en un escenario social conflictivo, catico, en busca de un proyecto
de nacin; un escenario poco o nada interesado en el tratamiento filosfico puro de los problemas sociales e histricos y ms inquieto en el
uso de las ideas ms o menos constituidas para vencer a los adversarios
ideolgicos, polticos y militares.
Sin embargo, no podemos ignorar que, aunque fuese nicamente con
un uso ideolgico, y teniendo presente slo algunas expresiones del rico
espectro de manifestaciones filosficas que se estaban desarrollando en
el continente europeo durante el siglo xix idealismo alemn, romanticismo filosfico, Feuerbach, Marx, Stuart Mill, Kierkegaard, pragmatismo, Dilthey, Schopenhauer, Nietzsche, la vitalidad y combatividad
del pensamiento filosfico ms o menos autnomo estaba presente en
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I. El contexto histrico
de la filosofa en Mxico
Uno de los puntos bsicos que toda didctica de la filosofa en Mxico tiene que tomar en cuenta es el contexto histrico. El pensamiento
filosfico en nuestro pas y con seguridad en cualquier otra parte del
planeta siempre se ha nutrido del mundo sociocultural como aquello
que lo ha provocado, es decir, lo que ha impulsado a ejercer el propio
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pensamiento. La vida sociocultural en su riqueza, pluralidad y complejidad, no es meramente, como por lo general tendemos a pensar,
algo ya constituido, acabado, realizado, fijo como una realidad que slo
espera de nosotros que la reflejemos, que nos la representemos con el
intelecto. El contexto histrico y sociocultural trata de una vida no acabada, no cerrada ni muerta; no es algo nico y simple que admite una
nica interpretacin, un concepto o grupo de conceptos que la envuelven explicndola para entregarla a todos en su plena claridad y pureza.
La vida sociocultural, en cualquier periodo de nuestra historia, en
cualquier siglo, ao, mes, da, es diversidad, movimiento, intereses encontrados, expectativas diferentes, devenires que la sobrevuelan, sueos
y pesadillas; siendo as, el pensamiento filosfico no existe para reflejar
mediante conceptos la compleja y problemtica realidad una vez que se
le ha reducido a simples estados de cosas determinados y fijos, sino que
crea conceptos que no tienen sus referentes absolutos en estados de cosas
dados histrica y socioculturalmente, sino que existen sobrevolndola,
expresando-creando sus sentidos pasados, presentes y por venir. De tal
forma, el contexto histrico es un referente relativo pero indispensable
para toda forma de expresin del pensamiento filosfico.
La filosofa en Mxico no es, como se llegaba a decir antes de la
filosofa en general bajo el influjo hegeliano, la manifestacin en ideas
y conceptos de un tiempo sociocultural determinado. Puede ser esto, y
quiz en cierto sentido lo es, pero tambin y sobre todo es la resistencia
a un tiempo determinado, o la creacin de un concepto en el que ese
tiempo ya no alcanza a reconocerse fcticamente, de un modo dado,
pero s de manera virtual, como una posibilidad que le pertenece o
quiz como una posibilidad que desea combatir. La filosofa en Mxico, de tal manera, nunca es ni mera memoria conceptualizada, ni fotografa del presente, ni, finalmente, profeca, prospectiva, videncia
de hechos por venir. La creacin conceptual y los problemas filosficos
mantienen una tensa, conflictiva y nunca resuelta interrelacin con la
vida sociocultural.
No se puede ensear ni aprender filosofa en Mxico si desconocemos la historia y el presente de la vida sociocultural del pas. Esto no
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significa que la filosofa en Mxico no corra el riesgo, que evidentemente existe sobre todo para un pensamiento filosfico ideologizado, de
que se limite a reproducir lo que encontramos en los libros de historia
oficiales que monumentalizan los hechos, las personalidades, los documentos histricos, fijndolos a la continuidad de una presunta identidad
preexistente, intemporal, mtica, sustancial. Este riesgo se reduce casi en
su totalidad siempre y cuando nos mantengamos al aprender y ensear
filosofa en Mxico en el sentido estricto de la prctica de la filosofa
como una actividad creativa: no representar y no ser representada. La
filosofa no sirve, si es que puede servir, dcilmente a la vida sociocultural; pero, por otra parte, tampoco la vida sociocultural se entrega
irreflexivamente a las pretensiones y requerimientos del pensamiento
filosfico, cuando ste llega a exigir que siga sus ideas.
Ahora bien, qu tiene que conocer quien aprende y ensea filosofa
en Mxico de la vida sociocultural pasada y presente de nuestro pas?
Cmo se puede constituir su contexto histrico?
Primero, uno de los sucesos histricos que no han dejado de provocar el pensamiento filosfico mexicano durante los ltimos dos siglos
es el origen racial, histrico, social y cultural mismo de nuestro pas:
somos el resultado de una serie de eventos histricos que se desarroll
a fines del siglo xv y durante los siguientes tres siglos.
Segundo, no siempre reflexionamos que lo que denominamos Mxico no exista antes de la llegada de los espaoles. Somos el producto
histrico generado y desarrollado de las condiciones que se realizaron
con la Conquista, la Colonizacin, es decir, de la formacin, primero
de la Nueva Espaa durante los siglos xvi, xvii y xviii y despus
con la Independencia de la corona espaola junto con la fundacin de
un nuevo pas, Mxico, a partir de 1821.
Tercero, histricamente la realidad mexicana es muy compleja. Fue
y es el encuentro violento, forzado, ideolgico, simblico, religioso,
entre los espaoles y un vasto conjunto de pueblos indgenas repartidos en todo nuestro territorio. Si bien la visin civilizatoria espaola
triunf, dicho triunfo no fue absoluto ni simple: no slo sobrevivieron y sobreviven comunidades indgenas en todo el pas, sino que las
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ceptuales bsicas de toda su obra o, en su caso, de un texto representativo (es esto ltimo lo que nosotros hacemos); d) el alumnado mismo a
quien va dirigido todo el proceso, en el que se centra especialmente una
didctica de la filosofa en Mxico: los problemas y las lneas conceptuales son un medio y el fin y la finalidad siempre es el estudiante, su
propio proceso formativo, auto-formativo. Estos cuatro rubros se desarrollan ante el horizonte histrico y sociocultural mexicano.
1. Jos Vasconcelos (1882-1959)
Problema general: Mxico.
Perspectiva problemtica: el sentido racial y cultural de la historia,
presente y futuro de Mxico.
Contexto histrico general: desde la independencia de Mxico hasta
la primera mitad del siglo xx.
Contexto histrico particular: fines del siglo xix hasta la primera
mitad del siglo xx.
Algunas lneas conceptuales bsicas: la filosofa como creacin de
Ideales y como mstica transformadora y articuladora con el Ideal fundamental. El pensamiento filosfico de la mstica Iberoamericana: la Raza
Csmica: la concepcin de una metafsica de la historia. La lucha histrica
entre Sajones y Latinos: el traslado de la lucha hacia el continente americano. El carcter hispano-latino de Mxico e Iberoamrica. El sentido de
la Revolucin mexicana de 1910: detencin del triunfo completo de los
Estados Unidos sobre el destino de Mxico. Idea rectora para la articulacin mexicana a su destino universal: la existencia de un proceso universal de Mestizaje para la creacin de un nuevo tipo humano. La misin
colonizadora espaola seala a nuestro pas una misin: crear nuevos
procesos de mestizaje.
Texto bsico: La Raza Csmica.
2. Antonio Caso (1883-1946)
Problema general: Mxico.
Perspectiva problemtica: el sentido religioso del presente y futuro
de Mxico.
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IV. La enseanza-aprendizaje
de la filosofa en Mxico
Para Carlos Pereda, interrogarnos sobre cmo ensear una disciplina en nuestro caso de la filosofa depende de la manera en cmo
comprendemos tal disciplina. Ciertamente la filosofa en Mxico no es
distinta formal y prcticamente de la filosofa tal como la conocemos
desde los griegos: un trabajo conceptual, problemtico, terico, dialgico. Ahora bien, para Pereda el modo de ensear la filosofa en nuestro pas ha sido una calamidad, una triste y aburrida calamidad.
En todo proceso de enseanza se distinguen los contenidos y la metodologa. Para Pereda, los contenidos de los programas de filosofa se reducen en general a objetos de la actividad de anticuarios confundidos,
es decir, de deficiente informacin de la historia de la filosofa y de una
transmisin poco significativa de la misma. Ciertamente la filosofa supone textos y autores que la tradicin y el presente recogen. El problema
es cmo estudiarlos desde la actualidad. La propuesta de Pereda es estudiarlos mediante una lectura argumentativa que supone tres clases
de preguntas: de comprensin, de verdad y de evaluacin: qu dice, si
es verdad lo que dice y si contribuye a la resolucin del problema planteado. Tenemos, pues, un primer asunto que atender y que podemos
plantear de la siguiente manera: de ningn texto de filosofa, pasado o
presente, por muy simple o por muy evidente que parezca, podemos obviar su anlisis, el sentido de lo que dice y el problema a que responde.
No existe nada ms incmodo y molesto para quienes no estn familiarizados con la filosofa y todos llegamos a estar en tal situacin
en algn momento, que se les presente las presuntas conclusiones de
un texto filosfico que tena que ser resultado de un trabajo de anlisis,
interpretacin y crtica lo que dice y la verdad de lo que dice y no
algo con un supuesto sentido evidente de suyo, o peor, una especie de
sabidura que meramente se toma o se deja, o en la enunciacin de frases ms o menos afortunadas como si los filsofos fueran por la vida
manifestando frases hechas, sabias, inteligentes.
88
La enseanza de la filosofa, sea en el bachillerato o en el nivel superior, no tiene por qu ahorrarnos la exigencia y la dificultad propia a un
pensamiento que ha hecho, desde su aparicin, una lucha contra el sentido comn, lo fcil, lo normal, lo idntico, su razn de ser y su sentido.
Desde la perspectiva de Carlos Pereda, durante los ltimos treinta aos
nuestro pas, filosficamente hablando, se ha visto en un escenario caracterizado por lo que llama poca de los archipilagos: una poca en
donde el pensamiento ha quedado cristalizado en islas incomunicadas
entre s, en un aparente o real desamparo del pensamiento ejercido por
individuos y grupos acadmicos y no acadmicos, incapaces para formar
una tradicin filosfica, o de articularse en alguna existente, que sirva
al menos de punto de referencia que funcione de lnea convencional de
intercomunicacin del pluralismo del pensamiento filosfico en nuestro
pas. No obstante, junto a, o en la base de, esta problemtica aparece un
problema tan antiguo como la filosofa en Mxico y Latinoamrica, que
Pereda resume en la expresin pensar en espaol.
Pensar en espaol en un contexto globalizado dominado por la lengua inglesa, por los criterios de productividad acadmica e intelectual
anglosajona, por las modas intelectuales propias al mbito cientfico y
humanstico internacional. Cules han sido, y siguen siendo, las dificultades a las que la filosofa en Mxico se ha enfrentado? El primer
vicio de la filosofa en nuestro pas es el fervor sucursalero: ante la
presunta pobreza de la propia tradicin filosfica tratamos de abrevar
en otros referentes Alemania, Francia, Inglaterra. El resultado, segn
Pereda, ha sido una constante repeticin de frmulas que crecientemente pierden sus contenidos y su contexto que les daba sentido y utilidad:
Como se considera que las casas matrices del pensamiento estn en
otra parte, la reflexin se reduce a administrar el establecimiento... en el
poblado marginal y, a menudo, considerado miserable, lgubre, que nos
toc vivir. Pensar se reduce, por tanto, a un asunto de administracin de
franquicias.1 Nos convertimos de una vez y para siempre en seguidores,
imitadores, apologetas, de cualquiera de las mltiples escuelas, corrientes, autores, surgidos principalmente en Europa. Toda la produccin
89
filosfica atrapada en esta prctica viciosa configura una burbuja acadmica e institucional slo auto-inteligible y auto-consumible.
Un segundo vicio es el afn de novedades: el pensamiento no queda
atrapado como en el anterior vicio a un referente nico y absoluto, sino
que se abre a todo y queda a la deriva, sin ningn proyecto duradero;
la produccin filosfica internacional es objeto de un indiscriminado
consumo que no queda satisfecho con nada ni tampoco nutre al pensamiento para que se decida a crear sus propios devenires: para el esclavo
de novedades lo que preocupa no es conocer, comprender y explicar el
mundo o siquiera algn fragmento de ste por mnimo que sea,... sino
que le agobia y enceguece una creciente adiccin que eufemsticamente
llama lgica de estar al da.2 La tarea que concibe Pereda para este
vicio es descolonizar el pensamiento, dejar de convertir y reducir la actividad filosfica en objeto de consumo y de desecho inmediato.
El tercer vicio son los entusiasmos nacionalistas: enconcharse en
ficticias identidades colectivas. Es un vicio que afortunadamente no
afecta la academia, si lo llega a hacer el resultado es el ridculo y la
compasin. Se trata, pues, del populismo filosfico, la reduccin del
pensamiento a produccin artesanal, folclrica, localista, ideolgica.
En resumen, tenemos tres vicios que pululan en nuestros pases, sujetando el pensamiento a la esterilidad y al aburrimiento.
Cmo hacer frente a estos vicios? Pereda plantea cuatro reglas a implementar y seguir reglas metodolgicas, didcticas, filosficas: primera, transformar la prctica argumentativa en una actividad normal
y regular del trabajo filosfico en el planteamiento de los problemas.
Segunda, prestar atencin y darle el cuidado que requieren las palabras que utilizamos. Tercera, construir los mejores argumentos posibles.
Cuarta, evitar que los argumentos queden atrapados por una idea de
certeza cerrada o por un sentido de ignorancia estril, es decir, evitar lo
mismo el poder de un pensamiento demasiado confiado en s mismo,
que un pensamiento que duda de s mismo sistemticamente.
El trabajo filosfico creativo y riguroso que las cuatro reglas prefiguran deja de lado el origen de los problemas que podemos llegar a
plantear o replantear, rompen con el criterio de autoridad de los refe90
rentes absolutos y privilegiados que colonizan al pensamiento; resisten a la concepcin del estudio de la historia de la filosofa en general
y de la historia de la filosofa en Mxico en particular como fines en
s mismos; afirman, por tanto, la filosofa y su historia como medios de
mltiples y diferentes devenires: Menos historias de las ideas, menos
exmenes de las opiniones de nombres famosos o familiares y ms argumentos arriesgadamente nuevos de quien ha tomado la palabra, sobre
todo ms argumentos que se formulen a partir del punto de vista de un
plebeyo y annimo cualquiera dirigido a otro plebeyo cualquiera.3
Insistir en el planteamiento por y para nosotros mismos de los
problemas que nos interesan, tratarlos con creatividad y de manera
rigurosa. Romper con el hbito muy propio de Mxico y de los latinoamericanos de convertir las personalidades destacadas en cualquier
mbito, en este caso la filosofa, en monumentos para rendirles pleitesa y sujetarlos a una admiracin surgida no de un examen racional
sino de un sentimiento gregario. Es indispensable bajar a los filsofos
mexicanos de su pedestal o de otro espacio tan nocivo como el de la
admiracin gratuita y falsa: la indiferencia y el ninguneo: examinar
analtica y crticamente su pensamiento como una praxis contextualizada y como un movimiento en devenir.
91
Notas
Carlos Pereda, La filosofa en Mxico en el siglo
Mxico, conaculta, 2013, p. 378.
2
Idem., p. 380.
3
Idem., p. 386.
1
xx.
Apuntes de un participante,
Bibliografa
Bartra, Roger (seleccin y prlogo), Anatoma del mexicano, Mxico, Plaza y Jans,
2002.
Caso, Antonio, Obras Completas. La existencia como economa, como desinters y como
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Zea, Leopoldo, Discurso desde la marginacin y la barbarie, Mxico, fce, 1994.
92
Aproximaciones a la concepcin
de Rafael Snchez Ferlosio
sobre la enseanza
Juan lvarez-Cienfuegos Fidalgo
Universidad Michoacana de San Nicols de Hidalgo
por la que l mismo denomina de la prosa, cuya expresin fue Alfanhu, 1951, y la de el habla, con El Jarama, como su primera obra
premiada, 1955 es la de la lengua. Ahora bien, su estudio le lleva a
interesarse por los ms variados asuntos, segn le van saliendo al paso
en sus pesquisas lingsticas, de manera que las cuestiones por las que
se interesa en esta tercera etapa de su obra son seis o siete y algunas
acaban abriendo tuberas de comunicacin, [por eso] no es raro que se
vayan fundiendo y reduciendo.1 Resultan penetrantes sus reflexiones
sobre los animales, proverbial su antipata por el mundo Disney y esclarecedores sus apuntes acerca de los nios ferinos; tambin se ocupa de
asuntos como la guerra, la identidad y la patria, la moral expiatoria y el
farisesmo, la enseanza y la religin.
En este artculo se centra la atencin en las opiniones que Ferlosio fue
vertiendo a lo largo del tiempo sobre la educacin instruccin, prefiere
l decir. En primer lugar, y a modo de introduccin, se menciona un
artculo suyo publicado en El Pas, rplica a uno anterior de Fernando
Savater; el sentido de comenzar con ese texto es el de ofrecer al lector
una primera aproximacin, ms intuitiva que sistemtica, a sus opinio-
93
nes que nos sita en el centro de su concepcin de la enseanza. A continuacin, me detengo en la distincin que establece entre instruccin y
educacin, que ya haba abordado en ese artculo, pero que en otros textos refleja con ms nitidez, si cabe, su postura. En un tercer momento,
el tpico que se tratar es el de la idea y valoracin que hace el autor de
asignatura o materia, en este sentido, destaco brevemente las menciones
a la arquitectura y a la geografa y con mayor extensin a la historia y,
en conexin con ella, de la idea de libro de texto. En cuarto lugar, me
acerco a su postura acerca de lo que debera ser segn su criterio un programa de esas materias. En quinto lugar, menciono el contexto social en
el que tiene lugar la enseanza en nuestro tiempo, una sociedad de libre
mercado donde la distincin entre vida pblica y vida privada se desdibuja cada vez ms. Por ltimo, me permito inferir de su argumentacin
lo que Ferlosio podra proponer sobre la enseanza de la filosofa en el
nivel de preparatoria.
***
En Ciudadanos o feligreses?,2 Fernando Savater sostena la pertinencia de la imparticin de la materia Educacin para la Ciudadana en la
enseanza media. Tras poner en cuestin el afn pedaggico de diversos autores, casi todos provenientes del mundo de las ciencias fsicas o
naturales, que les lleva a intentar convencer a los creyentes de que su
fe carece de sentido y de que las respuestas a sus inquietudes y dudas
estn en la ciencia, y tras rechazar las pretensiones de ciertos sectores religiosos que encuentran en la Biblia las respuestas a todas las preguntas
habidas y por haber tan crdulos son quienes utilizan la Biblia para
combatir a Darwin como los que dan por sentado que una dosis adecuada de neurociencia disipar todas las brumas teolgicas, concluye,
se encara con la jerarqua catlica espaola por sus acerbas crticas a la
materia de Educacin para la Ciudadana, crticas que llegan a instar a
docentes y alumnos a ejercer la objecin de conciencia en paralelo con
94
96
***
Aunque vuelva ms adelante a la cuestin de la historia en Ferlosio, cabe
apuntar ahora a la relativa a su distincin entre instruccin y educacin.
As, bajo el ttulo Paideia o Ilustracin? afirma, en relacin con la
historia como materia de la enseanza media, que por su complejidad
tiene que ser ms paideia, educacin, que conocimiento, ilustracin. En
efecto, ni los mismos historiadores aceptan que la historia pueda ser una
materia que se preste a lo que se denomina nociones generales, por lo
que considera que si los profesionales de esa disciplina no dejan explcita
su opinin de la imposibilidad de la enseanza de la historia en esa franja
de estudios, no dejan de ser cmplices de una carencia de deontologa
profesional. En este sentido, aprecia la sinceridad del catedrtico de Derecho Constitucional, Javier Prez Royo, cuando afirma: la enseanza
de la historia es el invento de las sociedades democrticas para ensear a
los nios-adolescentes a convertirse en ciudadanos y es, en consecuencia,
portadora no slo de unos conocimientos cientficos, sino tambin de
una voluntad poltica: la voluntad de vivir juntos y de afirmar, a travs
de dicha voluntad, nuestra identidad de manera diferenciada frente a los
dems,5 el mismo autor habla de interiorizar las ficciones explicadoras y
justificadoras de su convivencia ciudadana, [] por lo que la historia tiene que ser enseada a todos y antes de que alcancen la mayora de edad.
En este sentido, Ferlosio seala que ese frente a los dems es, precisamente, el sello ms preciso de la identidad, pues sta siempre se funda
frente a y nunca con respecto de, esto porque dicha identidad carece
de cualidades y de sentido semntico y, como las banderas, emite seales que indican otreidad,6 es decir, la bandera no dice soy as, sino
soy yo o, lo que es lo mismo, soy otro que t. Y prosigue en relacin
con la identidad, ese fetiche totalmente carente de significado que es
la identidad slo es hipostasa y se sacraliza cuando ejerce su funcin
de distintivo precisamente frente a otro, o sea en el contexto del antagonismo, al igual que el color de la bandera lo ejerce en el trance para
97
***
Otro aspecto de la enseanza abordado por Ferlosio es el de la organizacin y programacin del conocimiento en la secundaria y en el bachillerato. Trae a la memoria cmo en las universidades medievales, con
antecedentes incluso en la Roma Imperial, tuvieron que ir sometiendo
98
paulatinamente sus modos de enseanza a exigencias formales y de organizacin completamente externas y, por lo tanto, ajenas a la naturaleza
propia de los contenidos en s mismos, en la medida en que respondan
a inevitables condicionamientos administrativos,10 proceso que no hizo
sino extenderse y ampliarse cuando el Estado se arrog la facultad exclusiva de conceder ttulos acadmicos a partir de determinados criterios
que, en principio, no tenan nada que ver con cuestiones internas de los
conocimientos mismos. Estas medidas burocrticas y organizativas dan
con el invento de la nocin de asignatura o materia y una asignatura
viene a ser exactamente lo que queda de un determinado contenido de
enseanza, de un campo de conocimiento, una ciencia o una rama del
saber, tras haber sido sometidos a un prolongado e intenso tratamiento
de ortopedia administrativa o, en una palabra, de burocratizacin []
que no ha podido por menos de producir grandes destrozos en el conocimiento,11 as, el burcrata los arruina en su afn clasificatorio.
La arquitectura y la geografa tal como se ensean son enjuiciadas
por Ferlosio como lo que no debe ser una enseanza; en la primera, al
privilegiar la fachada del edificio, debido a la concepcin renacentista de
que es una de las bellas artes, se le induce al estudiante solamente a clasificar un edificio a partir de su presentacin exterior dentro de una categora estilstica determinada, por ejemplo iglesia barroca, de manera
que queda subsumida en ese estilo y pasan desapercibidas sus atipicidades propias. En relacin con la enseanza de la geografa, concretamente la relativa a los ros, no comparte la enumeracin de nombres de los
ros del mundo al modo de una letana, descuidando la nocin de cuenca
mucho ms rica e ilustrativa. Ms adelante se ofrecen dos comentarios
del autor sobre cmo corregir estas formas de enseanza.
Como se vio, es la historia como asignatura un blanco recurrente de su
diatriba. A lo ya dicho, se pueden aadir algunos desarrollos ms de
su argumentacin crtica. Destaca nuestro autor, ms aristotlico que
platnico, la importancia de comenzar su enseanza a partir de la experiencia, por lo que ya desde este comienzo se encamina por el sentido
contrario al ms habitual que tiende a ir de lo general a lo particular,
99
***
Porque podra parecer que Ferlosio aboga por la supresin de la enseanza secundaria y del bachillerato, pero no es as. De hecho propone
esbozos de alternativas. As, por ejemplo, si la enseanza de la arquitectura era objeto de crtica, lo que presenta como ms adecuado es
100
102
un all y entonces.20 Otro estudio que caera del lado del describir lo
que pasaba sera Orgenes de la burguesa de la Espaa Medieval de Luis G.
de Valdeavellano.
Para no extenderme ms, me refiero a otra obra que propone Ferlosio como monografa para introducir al educando en la historia, frente
al libro de texto, Ensayo poltico sobre el Reino de la Nueva Espaa, de
Alejandro von Humboldt. A su juicio es un texto que supone un conocimiento emprico, accesible a los sentidos y a la imaginacin, enteramente envuelto en las circunstancias contingentes de su propio acceso
y el avanzar de las averiguaciones, impregnado en la concrecin de los
ms menudos datos de su tiempo, su espacio, sus gentes, sus lugares y,
finalmente, lo bastante alejado en el ayer para ofrecer a la intuicin la
perspectiva de la temporalidad,21 y para la historia, ms que hechos
polticos o guerreros, habra que pasar revista a los 200 aos de obras
hidrulicas para evitar las inundaciones de la Ciudad de Mxico; una
monografa inicitica mucho mejor que un libro de texto.
***
Basta pasar por un quiosco de peridicos para advertir el impudor y la osada
con que la vida privada ha tomado por asalto los medios de comunicacin e invadido y ocupado con sus obscenas huestes el inters del pblico. Y para mayor
escarnio, todos comprenden que la ley persiga la divulgacin de intimidades
contra la voluntad de los particulares afectados, pero levantaran el grito al cielo
si se atreviese a restringir la divulgacin de asuntos semejantes, no por respeto
a la privacidad individual, sino por el decoro de la vida pblica y en beneficio
de sus intereses. La lente de una mentalidad privatizada ha invertido la imagen
misma del fenmeno, pues la verdad social es que la vida pblica es el agredido,
y la vida privada, el agresor.22
Por ello, aboga Ferlosio por reducir a aprobado o suspenso las calificaciones; y aade que si esta reduccin puede ser tachada de izquierdista, al poder ser interpretada como fruto de la envidia igualitaria, ms
feroz es la envidia sobrevenida por ese amplio rango de calificaciones a
la que l llama envidia competitiva.
Por ltimo, en relacin con este proceso de privatizacin o particularizacin que se observa en la enseanza, quiero referirme a las consideraciones ferlosianas sobre el papel que desempean los padres de los
educandos en el mbito educativo. Lo considera un ejemplo ms de privatizacin, dicho de otra forma, de invasin de lo pblico por lo privado.
En el pecio ms arriba citado lo deja bien claro:
105
Y expulsa a los padres de la escuela. Adems, volviendo su argumento contra los liberales que cifran en la defensa del individuo su apuesta
poltica, les recuerda que la libertad y la autonoma del alumno se vern
ms fortalecidas y defendidas con la impersonalidad y la distancia como
condiciones de la socialidad, pues se quiebran cuando se impone el indigno comercio psicolgico entre paps y profesores con el alma de los
nios o ese otro encanallamiento de los nombres de pila y el tuteo.28
Tambin a esa prctica, la de tener a los padres de los alumnos
del Curso de Orientacin Universitaria informados, sin que ellos lo
soliciten, de las faltas de asistencia de sus hijos con un parte que debern firmar, le da la vuelta Ferlosio preguntndose si no considerarn algunos padres una ilegtima intromisin por parte del centro en
las relaciones entre padres e hijos; con lo que un padre podra verse
ofendido por tener que firmar ese parte y, por su lado, un hijo sentirse
molesto por la desconfianza que conlleva tal informacin que da paso
a considerarlo como un presunto mentiroso. Es ms, el padre que finca
en la confianza y el amor la relacin con su hijo estara en condiciones de ver una injerencia en esa comunicacin postal. Tras poner en
cuestin el penoso asunto de imponerse como terceros los directivos
de un centro para comprobar la veracidad de un hijo con respecto a
su padre, se pregunta: qu gran contradiccin no le sera, queriendo
predicar con el ejemplo que es el procedimiento pedaggico genuino
e inexcusable de una moral de honor, establecer, saltando por encima
del testimonio directo de sus hijos, esa complicidad informativa con
los centros de enseanza que no es sino buscar y aceptar testimonios
de terceros acerca de los actos de sus hijos?.29 Pero el asunto va ms
106
***
En suma, estos fueron los acercamientos entrevistos en las pginas precedentes a la concepcin de la enseanza de Ferlosio. Por supuesto, los
argumentos expuestos por nuestro autor no son incontestables. As, en
relacin con su distincin entre educacin e instruccin, Fernando Savater, en su contrarrplica mencionada, no comparte que la instruccin lo
sea de saberes objetivos, pues alguna orientacin prctica tienen y estn
sujetos a juicios de valor, ni que la educacin deba ceirse nicamente a la
instruccin. Tampoco est de acuerdo con la defensa que Ferlosio hace de
la impersonalidad de los saberes, es imposible obedecer a quien sostiene
que hay que ser impersonales, ni asiente a que la ilustracin se enfrente
a la cultura vigente, pues siempre se educa desde ella, no hay otra. Asimismo, en el apartado de la divisin por asignaturas y su correspondiente
libro de texto, no caben dudas sobre la crtica que se le puede hacer a
Ferlosio, especialmente desde presupuestos burocrticos y administrativos que parten del principio tan ordenancista de un sitio para cada cosa
y cada cosa en su sitio. Al mismo tiempo, esa concepcin de la enseanza
tendra por poco prcticas, adems de considerarlas de difcil eleccin,
sus propuestas de alternativas a los libros de texto. Por ltimo, quienes
se mostraran ms crticos con l seran el gran nmero de padres que,
sin atenerse a la divisin ferlosiana entre lo pblico y lo privado, veran
107
***
Para concluir, faltara un ltimo, de acuerdo con los puntos que tena
intencin de tratar: qu se podra deducir, a partir de lo dicho, respecto a la enseanza de la filosofa en el bachillerato. Me limito a los
aspectos del contenido de la materia. En primer lugar, es claro que la
prctica de exponer la historia de la filosofa como una correa de transmisin sobre la que van representados los filsofos ms distintivos de
la historia, desde Tales de Mileto hasta Michel Foucault, por poner
un ejemplo, parecera algo absurdo e intil. Las mismas crticas que
Ferlosio le haca a la enseanza de la historia tendran sentido en este
apartado; mxime an si hubiera un apartado bajo el rubro de Filosofa Mexicana. Asimismo, partiendo del principio de primero los
sentidos, poco valor tendra el exponer sucesivamente las distintas
doctrinas ticas o polticas como si de una coleccin taxonmica de
mariposas se tratara. Algo similar se podra decir del programa que
pretendiera hacer un repaso de la historia y de la filosofa de la ciencia
si se rigiera por ese mismo criterio, el de ensartar una lista diacrnica
de nombres, leyes y descubrimientos de manera abstracta y abstrusa.
108
Entonces, qu hacer. Es claro que no est en mi mano ofrecer una alternativa a cada uno de los aspectos sealados; de todas formas, s podra
esbozar un ejemplo que podra cubrir campos diferentes como el de la
historia, la antropologa o la filosofa. Me refiero al concepto de brbaro.
Lo que por lo comn se transmite en los salones de bachillerato es que
los griegos, llamando primeramente brbaros a aquellos pueblos que al
hablar parecan decir bar, bar, por articular de muy distinto modo
que los griegos, pasaron despus al plano de la valoracin considerando
a los que no eran griegos ni hablaban este idioma incultos, brutos, no
civilizados y de costumbres que ofendan al ser humano en general.
Asimismo, como estaban tan lejos de lo que era un ser civilizado, como
los propios griegos, lo ms conveniente para ellos sera el ser educados
por los griegos salvando ese peldao de incapacidad racional que les
separaba del ser verdaderamente humanos.
Roger-Pol Droit, en Genealoga de los brbaros, nos da cuenta de una
historia muy distinta. En efecto, las abundantes pginas que le dedica
a los avatares del trmino brbaro en Grecia, desde su aparicin en
Homero en forma verbal, los que barbarizan al hablar, es decir, los que
hablan griego con acento extranjero, hasta los tiempos del helenismo
tardo, cuando lo brbaro es ms noble, primero y ms autntico que
lo griego, nos dejan claro qu sinuosos caminos y qu distintas y contrapuestas valoraciones experiment dicho trmino en funcin de las
circunstancias histricas, sociales y filosficas de aquel ilustre pueblo. A
continuacin, concluyo con un par de prrafos, en la estela de este autor,
uno dedicado a Herclito, otro a Jmblico.
El primero, en un texto transmitido por Sexto Emprico, afirma:
kakoi martures anthrpoisin ophtalmoi kai ota barbarous psuchas echontn,
cuya traduccin suele ser: malos testigos para los hombres, ojos y odos,
si tienen almas brbaras. Parecera, nos dice en su comentario Droit, que
al tener alma brbara, entonces se es incapaz de examinar crticamente
aquello que entra por los sentidos. Ahora bien, el logos que gobierna a
la naturaleza y nuestro pensamiento se puede percibir por los sentidos
109
al mostrarnos que todo fluye, pero sern malos testigos si no los entendemos, es decir, si nuestra alma no habla la lengua de la realidad;31 de
manera que el alma brbara no es la grosera, sino la que no entiende la
lengua de la naturaleza, por eso, el autor propone otra traduccin malos
testigos para los hombres, ojos y odos, si tienen almas que no hablan su
lenguaje. La lnea divisoria, en este sentido, no ser la que separe a quienes hablen griego de los que no lo hablen, los brbaros, sino la que viene
dada por los que acomodan su lenguaje a la realidad, los que entienden
lo que muestran los sentidos, y los que son incapaces de entender la lengua de lo real. Una segunda apreciacin heracliteana implica que de
la voz, bar-bar, se pas a la palabra-razn, logos, ya no se trata, como
en Homero, de que hablen mal o con acentos, es que razonan mal.
Adems, queda claro que puede ser un alma brbara la de un griego.
El caso de Jmblico, discpulo de Porfirio, supone una inversin total
del trmino brbaro. Parte de la pregunta: por qu preferimos los
signos brbaros a los de nuestras lenguas respectivas?,32 en referencia a
los nombres de los dioses en los rituales; el filsofo neoplatnico establece una ntima relacin entre la inmutabilidad de los dioses y esos nombres cuyo origen est en pueblos sagrados como los egipcios y asirios.
Estamos en un ambiente muy distinto, una racionalidad desprestigiada,
una lengua griega depreciada llevan a valorar por encima de todo la
tradicin y su permanencia entre los brbaros. El ms alto valor, ahora,
es el de la mstica; as es como lo transmite Jmblico:
si ahora todo est perdido en los nombres y la virtud de las plegarias, es porque
no cesan de cambiar por el afn de innovar y por la temeridad de los helenos. Por
naturaleza, en efecto, los griegos aman las novedades, van de un lado para otro,
sin lastre ninguno; y poco preocupados por mantener las tradiciones recibidas,
dispuestos a abandonarlas, lo transforman todo, en su amor voluble por las palabras nuevas. Los brbaros, por su parte, constantes en sus costumbres, tambin
son fieles en mantener las antiguas formas de hablar; por eso son bien vistos por
los dioses y les ofrecen los discursos que son de su agrado; a nadie le est permitido cambiarlos lo ms mnimo. He aqu lo que te respondemos sobre los nombres
indecibles y sobre los llamados brbaros y que son nicamente rituales.33
110
111
Ibidem, p. 48.
Ibidem, p. 38.
15
Ibidem, p. 40.
16
Ibidem, p. 38.
17
Ibidem, p. 54.
18
Ibidem, p. 56.
19
Idem.
20
Ibidem, p. 57.
21
Ibidem, p. 49.
22
Vendrn aos ms malos y nos harn ms ciegos, pp. 44-45.
23
La hija de la guerra y la madre de la patria, p. 115.
24
Ibidem, p. 25.
25
Ibidem, p. 26.
26
Ibidem, p. 27.
27
Ibidem, pp. 114-115.
28
Ibidem, p. 115.
29
Ensayos y artculos, vol. I, p. 16.
30
Ibidem, p. 17.
31
Droit, R-P., Genealoga de los brbaros, p. 40.
32
Ibidem, p. 106.
33
Ibidem, p. 107.
13
14
Bibliografa
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__________, La hija de la guerra y la madre de la patria, Barcelona, Destino, 2002.
__________, Vendrn ms aos malos y nos harn ms ciegos, Barcelona, Destino,
2008.
112
113
Libertad y formacin
Tu hechizo vuelve a unir lo que el mundo haba separado,
todos los hombres se vuelven hermanos all donde se posa tu ala suave
F. Schiller
116
Adems, la voluntad kantiana estaba regida por la razn, por lo que relegaba inevitablemente la sensibilidad. Schiller consider que la moral
deontolgica era en exceso rigorista y, por ende, marcaba una clara escisin entre deber y sentimiento, entre naturaleza y libertad.
Schiller intent reformular el concepto moral de Kant y liberarlo de
su rigidez dualista, pues en su opinin empobreca la libertad humana.13
De tal manera, la voluntad anuncia el fin de la coaccin que ejerce la
razn sobre los apetitos, por lo que oscila entre el deber y la inclinacin.
El camino para orientar la voluntad no era por medio de la razn, sino
mediante la plena coincidencia entre los dos impulsos, material y formal
(Sachtrieb y Formtrieb) que constituan la fuerza motora de la voluntad.
Sin ellos no habra posibilidad de un impulso volitivo, ya fuera bueno
o malo. Y la libertad slo apareca si exista un equilibrio y una alianza
entre ambos impulsos: No hay en el hombre otro poder que su voluntad, y slo aquello que suprime al hombre, es decir la muerte y la privacin de la conciencia, puede suprimir su libertad interior.14
El replanteamiento schilleriano nos muestra que el deber ha de ser
impulsado por la inclinacin. Y en lugar de que la inclinacin perturbe
las pretensiones del imperativo, ms bien tendra que fortalecerlas.
No es suficiente con realizar acciones de tipo moral, es indispensable
desearlas intrnsecamente.
Con la misma certeza con la que estoy convencido y justamente porque lo
estoy de que la participacin de la inclinacin en un acto libre no prueba
nada con respecto al simple ajuste de esa accin al deber, as creo poder deducir
precisamente de ello que la perfeccin moral del hombre puede slo dilucidarse
por ese participar de su inclinacin en su conducta moral. Porque al hombre no
est destinado a ejecutar acciones morales aisladas, sino a ser una persona moral.
Lo que le est prescrito no son virtudes, sino la virtud, y la virtud no es otra cosa
que una inclinacin al deber.15
120
Cmo puede el hombre armonizar sus impulsos para formar su voluntad, aprender a elegir, y alcanzar su libertad interna (condicin
de la libertad externa, y requisito para que pueda llegar a ser quien
quiere ser, y finalmente alcanzar su plena condicin humana)? Para
ello, Schiller introduce el concepto de formacin esttica (sthetische
Bildung). La Bildung no es lo mismo que educar o ensear, aun cuando
en cierta medida asocia estos conceptos y logra complementar su significado. El concepto de educacin procede de dos trminos, educare
y educere. El primero de raz indoeuropea deu guiar y ver, significa
llenar, dirigir u orientar. Nos remite a la gua, conduccin y
transmisin de conocimientos para que un individuo se desenvuelva
por s mismo moral, social y polticamente. Los sujetos carecen de conocimientos y necesitan, por medio de un educador, llenar ese vaco.
El segundo, educere, significa sacar fuera, ex ducere sacar, hacer salir
sus potencialidades, habilidades, capacidades y virtudes.
Segn la tradicin, un educador intenta comprender las experiencias y los conocimientos adquiridos por sus alumnos para hacer salir
de ellos un potencial de habilidades que saben y otras que desconocen.
Tal parece que ambos conceptos educare y educere son contrapuestos, aun
cuando se utilizan indistintamente. De esta manera, en su sentido ms
general, la educacin puede definirse como el conjunto de procesos que
dirigen la experiencia del aprendizaje, la adquisicin de conocimientos,
el desarrollo de habilidades y la actualizacin de virtudes que constituyen
la memoria cultural que transmitimos de una generacin a otra.
Pero, como afirmaba irnica y paradjicamente Oscar Wilde, la educacin es algo admirable, sin embargo, es bueno recordar que nada que
valga la pena se puede ensear. Es decir, se puede ensear o instruir sin
121
124
De alguna manera, el estado de nimo esttico nos permite comprender un diferente y singular estar en el mundo, aprender su materialidad inasible en el conflicto de sus interacciones. Nos permite
abrir un enfrentamiento con el peso de la existencia sin que nos haga
sucumbir. Es decir, desde la distancia de una metfora esttica. En el
estado de nimo esttico, el mundo se convierte en la obra de arte y lo
que importa no es el objeto, sino la percepcin del mismo. Desde esta
perspectiva, el mundo deviene obra artstica en la cual no importa el
emplazamiento objetivo que lo soporta, sino el efecto, la experiencia y
la percepcin sensible del mismo. Nos desafa a tomar una alternativa
sobre cmo decidimos percibir el mundo sin aceptar la manera en
que se nos impone fcticamente.34 La evocacin del impulso anmico
esttico es el momento en que el arte alcanza su mxima expresin,
afectndonos de manera que pareciera negar la aparente condicin de
su materialidad.35
Para poder explicar la experiencia del estado de nimo que escapa a
toda conceptualizacin definitiva, el mejor camino lo constituye el arte
125
Podemos hacer del estado anmico esttico un impulso que motive la formacin esttica? Como sealamos anteriormente al describir
el concepto de Bildung, la autoformacin no sigue un modelo para ser
enseada, ya que no es posible que un educador o un hombre culto
puedan hacer que otra persona logre acceder a l. No se trata de un
conjunto de estrategias ni tcnicas, disciplinas ni teoras, que puedan
concentrarse en el desarrollo de habilidades y capacidades, aptitudes o
destrezas. No intentamos llegar a ninguna verdad mediante un procedimiento, o instruir a alguien en el conocimiento o enseanza de una
doctrina, ya sea religiosa, filosfica, poltica o moral. En la formacin
esttica se trata de contemplarnos y percibir el mundo desde la disposicin anmica que slo es posible mediante la apariencia esttica. La
cual no se comprende sino a partir de un impulso ldico.
129
Nuestro entorno, segn Schiller, es obra de la Naturaleza, y la apariencia esttica es la huella del poder creador del hombre sobre ella. Es
decir, la apariencia es obra de la imaginacin humana que moldea lo real,
que da forma al mundo. Desde las antiguas tradiciones griega y hebrea,
el papel de la imaginacin ha tenido un sentido semejante: ha consistido
en una rebelin contra el orden divino. Dota a los hombres de una capacidad propiamente divina, lo que provoc que la armona establecida
entre el mundo humano y el mundo divino se alterara. As, Adn y Eva,
pero tambin Prometeo (el que piensa de antemano), usurparon el poder divino y le otorgaron una forma por medio de la imaginacin. El
hombre se apropi la capacidad divina de la creacin y la herramienta
que utiliz para crear fue la imaginacin.43 Esta facultad le permite crear
un futuro diferente del momento que le precede: una superacin de su
condicin de necesidad, de su estado determinado. Cuando la Torre
de Babel se alzaba ms y ms hacia los cielos, Jehov dijo: Mirad a los
hombres: nada les estar vedado a ellos, a lo que han imaginado hacer.44
La imaginacin constata la posibilidad de actualizar, por un lado,
la libertad extrnseca, pues su fuerza est libre de la necesidad y, por
el otro, la autonoma intrnseca, ya que es una fuerza que posee movimiento en s misma independiente de cualquier determinacin. Slo
en este espacio puede la humanidad intensificar y ampliar su condicin y posibilidad, ya que la imaginacin la hace verdaderamente
libre, trazando el camino donde emprende su autntica e interminable
humanizacin. Tan pronto [el hombre] empieza a preferir la forma a
la materia y a aventurar la realidad por la apariencia... se ha abierto su
cerco animal y se encuentra en un camino que jams termina.45
La modalidad subjetiva de la experiencia esttica del juego se expresa en los rasgos propios del ingenio (wit) y del humor,46 que
nos permiten que una misma accin sea interpretada de manera alternativa y distinta. Tal como sucede con el trmino ingls wit, que nos
remite a un ejercicio de la imaginacin donde se disipan la formalidad
y seriedad de los argumentos, proponindonos alternativas en otros
mbitos. Converge entonces lo que en apariencia resulta inconexo: lo
130
La razn exige por motivos trascendentales que haya una comunin del impulso
formal con el material, esto es, que exista un impulso de juego, porque slo la
unidad de la realidad con la forma, de la contingencia con la necesidad, de la pasividad con la libertad, completa el concepto de humanidad.
Notas
Como sabemos, el trmino maestro proviene del latn magistri que significa:
los que enseaban en casa a los hijos de los romanos. En ste, como en el trmino
magisterium, no se encuentra presente la raz del verbo stare, sino un antiqusimo
sufijo indoeuropeo -ter contrastivo, que marca contraste u oposicin.
2
Cfr. Friedrich Schiller, Sobre la gracia y la dignidad, Barcelona: icaria, 1985, p. 27.
3
We are constantly invited to be what we are, escribi algunos aos ms
tarde el filsofo Emerson.
4
Friedrich Schiller, Sobre la gracia p. 34.
5
El impulso formal o racional tiene la funcin que Kant le asign a la unidad
sinttica de la conciencia. Es decir, proyectaba orden en todos los niveles de la
experiencia y su manifestacin era la razn. El impulso material o sensible tena
que enfrentarse a la fuerza del impulso formal y alejarse, desprenderse del orden
impuesto por la conciencia para captar la infinita variedad de estimulacin sensible. Bajo el impulso sensible el hombre no puede llegar a ser autnomo, pues sus
elecciones no son el resultado de una reflexin sino de sus apetencias. La libertad
aparece hasta que el impulso material y el formal estn presentes al mismo tiempo,
surge cuando no hay imposiciones unvocas ni de los sentidos ni de la razn. Cfr.
1
132
Friedrich Schiller, Cartas sobre la educacin esttica del hombre, Trad. Jernimo Feijo,
edicin bilinge, Barcelona: Anthropos, 2005, pp. 17-19.
6
Cfr. Friedrich Schiller, Guillermo Tell, Madrid: Akal, 2013, pp. 24-25.
7
Alegra, hermosa chispa de los dioses / hija del Elseo! / Ebrios de ardor
penetramos, / diosa celeste, en tu santuario! / Tu hechizo vuelve a unir / lo que el
mundo haba separado, / todos los hombres se vuelven hermanos / all donde se
posa tu ala suave. En el poema original, la palabra Libertad, por razones polticas, fue sustituida por la palabra Alegra. Fragmento, Friedrich Schiller, Lrica
del pensamiento: una antologa, Madrid: Hiperin, 2009, p. 45.
8
Como dira Vctor Hugo: No temamos nunca ni a los ladrones ni a los asesinos:
esos son los peligros exteriores, los pequeos peligros. Temmonos a nosotros mismos. Las preocupaciones, sas son los ladrones; los vicios, esos son los asesinos. Los
grandes peligros existen dentro de nosotros, qu importa lo que amenaza a nuestra
cabeza o a nuestra bolsa? Pensemos con preferencia en lo que amenaza a nuestra
alma. Vctor Hugo, Los miserables, Mxico: Editores Mexicanos Unidos, 2013, p. 24.
9
Cfr. Friedrich Schiller, Cartas sobre, p. 7.
10
En Schiller la inclinacin es la participacin del sentimiento en la accin moral. Su participacin promueve que las acciones morales no respondan slo al uso de
la coaccin sino del deseo. Es decir, sean virtuosas. Cfr. Friedrich Schiller, Cartas
sobre, pp. 3-5.
11
A Kant le preocupa conservar y proteger la personalidad de la accin nociva
de los deseos y los sentidos a travs del cultivo de la racionalidad. Cfr. Luis Argudn, La espiral en el tiempo: Juicio, juego y genio en Kant y Schiller, Mxico: enap,
2008, p. 64.
12
El hombre, aunque maneje sus sentidos y obedezca ciegamente a la razn,
seguir siendo preso de la naturaleza: la razn es capaz de reprimir los deseos pero
no los puede eliminar. La contradiccin interna que sufre la voluntad nos hace
seres morales. El hombre moral se encuentra dividido entre sus deseos y su deber,
es consciente de que debe actuar conforme al deber pero tambin sabe que existe
la alternativa de satisfacer sus deseos. Cfr. Friedrich Schiller, Poesa ingenua y poesa
sentimental, Madrid: Verbum, 1995, pp. 7-9.
13
Segn Schiller, la nica manera en que la moral puede afectar al hombre es
transformando y ennobleciendo sus pasiones. As, la totalidad de su ser se elevar
a un plano superior, donde se cumplirn tanto los requisitos del impulso formal
como el del sensible. La va schilleriana para difuminar los rasgos duros del deber
sera mediante una aproximacin esttica.
14
Friedrich Schiller, Cartas sobre, p. 30.
15
Ibid, p. 41.
16
Cfr. Friedrich Schiller, Kallias, Barcelona: Anthropos, 1990, p. 11.
133
No se trata de una visin libertaria de la moral deontolgica, sino que la voluntad schilleriana es el confn que demarca los deseos, impulsos, caprichos, antojos, pretensiones humanos, sin determinarlos. Schiller no sostuvo que el campo
de accin de la libertad humana pudiera llevarse a cabo desde una voluntad que
hiciera lo que cada uno quisiera, sino que expres que la libertad humana deba
estar definida por la inclinacin: una voluntad que se rega desde una inclinacin al deber. Es decir, querer el deber y no el deber por el deber. Slo desde esta
perspectiva puede entenderse la perspectiva schilleriana. Cfr. Luis Argudn, La
espiral en el tiempo, p. 54.
18
La apariencia segn Schiller deba cumplir con dos condiciones para ser tal.
Deba ser sincera (aufrichtig) y deba ser autnoma (selbstndig). La apariencia sincera era aquella que renunciaba explcitamente a todo derecho de realidad
mientras que la falsa apariencia, que finga ser real, requiere de la realidad para
lograr su efecto y no era ms que un instrumento orientado hacia fines materiales.
No se trataba de que el objeto careciera de realidad. Para que la apariencia fuera
sincera bastaba con no tomar para nada en cuenta la realidad. Es decir, la apariencia
descansa enteramente en s misma, considera la apariencia como apariencia y no
pretende engaar a nadie pasando por ser real.
19
Friedrich Schiller, Cartas sobre pp. 43-49.
20
Iris Murdoch, The Sovereignty of God, Londres: Routledge and Kegan Paul,
1970, p. 90.
21
Tespis fue un poeta y griego de mediados del siglo vi a. C. que, por no poder
volver a Atenas, recorri todos los caminos del tica en su incitante carreta. Se dice
que Soln lo desterr porque dej entrar el dilogo en Atenas. Tespis era dramaturgo
y su teatro tena dos elementos inusuales: por un lado, el corifeo se inmiscua en las
acciones del actor como si lo conociera ms de lo que el mismo personaje se conoca
a s mismo y, por el otro, el actor tena el rostro cubierto, oculto detrs de una mscara. Al personaje o actor (cosa que sorprende y a la vez no) se le llam Hipocrites
(). El actor se ocultaba, pero el coro, que lo vea sin mscara, le enfrentaba.
Tespis, en pocas palabras, es considerado por la tradicin como el iniciador o inventor de la tragedia como forma teatral. Introdujo el dilogo entre el personaje y el
coro, y tambin se le ocurri disponer en el rostro del actor una mscara.
22
Friedrich Schiller, Kallias, op. cit.
23
Es decir, el sujeto que se ha convertido en objeto esttico. El objeto de estudio
desde un punto de vista esttico, ya no es el arte, sino cada uno de nosotros.
24
Refirindose a la belleza, Schiller sostiene que el producto bello puede, y
debe incluso, estar sometido a reglas, pero tiene que aparecer libre de reglas (regelfrei erscheinen) Cfr. Friedrich Schiller, Cartas sobre, pp. 45-47.
17
134
135
Martin Heidegger, Ser y Tiempo, Trad. Jorge Eduardo Rivera, Edicin electrnica
de www.philosophia.cl, Escuela de Filosofa Universidad ARCIS, pp. 138-146.
33
Oscar Wilde, El retrato de Dorian Grey, Madrid: akal, 2011.
34
Esa elevada serenidad y libertad de espritu, unida a la fuerza y al vigor es
la disposicin de nimo en que ha de dejarnos la autntica obra de arte, y no existe
otra prueba del valor esttico ms segura que esta. Cfr. Friedrich Schiller, Cartas
sobre, p. 34.
35
El autntico secreto magistral del artista consiste en aniquilar la materia
por medio de la forma. El gran arte es aquel donde el contenido y el material han
logrado fundirse en una forma que abarca a ambos. La escisin entre naturaleza
y creacin humana no conduce al hombre a autocrearse, slo la creacin de una
nueva forma que unifique esa materia y esa forma llevar al hombre a su libertad.
Friedrich Schiller, Kallias, p. 35.
36
Theorein, teora, as como theatron, teatro, no provienen de la raz theos,
Dios, sino de la raz de palabras como thaumazein, asombro; theastai, contemplar, o theatai, espectador. Theorein, por lo tanto, presenta ver como contemplar, el ver de la comprensin que observa en tanto espectador. Desde fuera,
atrs de la barrera y al tener esa posicin participa en la historia sin involucrarse.
Vive la historia sin pagar las consecuencias pero s sacando las conclusiones. Sin
desgastarse en un mundo real, aprende en uno aparente que lo prepara para el
momento en que se enfrente al mundo real.
37
En el teatro, el hombre puede ver con asombro, thaumazein, lo que es imposible ver en la vida. Le permite al hombre salirse de s mismo para poder retornar
a su propia comprensin. En el momento en que se contempla a s mismo como
otro, puede responsabilizarse de sus actos. Slo as puede ser libre y alcanzar su humanidad. Schiller present un concepto diverso de libertad, en que libertad no es
necesidad sino eleccin, decisin. Slo mediante el arte el hombre puede cambiar
su destino, es decir, superar su condicin de naturaleza y necesidad.
38
La gracia reside, pues, en la libertad de los movimientos voluntarios; la dignidad, en el dominio de los involuntarios. Schiller presenta la gracia por medio
del mito del cinturn de Venus. El cinturn es un adorno accidental y exterior, y
poder portarlo no es un evento de la casualidad sino de la voluntad. El cinturn no
aparece en nosotros, sino que cada uno de nosotros debe decidir llevarlo. Es decir, el
cinturn supone el movimiento de la voluntad para poseer o adquirir la gracia. La
gracia, al contrario de las cualidades del sujeto que son determinadas por la naturaleza, se adquiere. No es un elemento que se herede. Por ello, la gracia es accidental
y no necesaria. Gracia es una belleza no dada por la naturaleza sino producida por
el sujeto mismo. Cfr. Friedrich Schiller, Sobre la gracia, p. 55.
136
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139
Introduccin
Javier Dosil
de los planes de estudio, dado que las materias relacionadas con esta
disciplina se encuentran en vas de extincin; pero asimismo son muchas las voces que reclaman una formacin bsica en filosofa para
todos los alumnos, por considerarla imprescindible en una sociedad
laica y democrtica.3 La segunda pregunta resulta, si cabe, ms oportuna por cuanto nos toca de lleno en nuestra responsabilidad como
docentes; no hay que olvidar que una de las quejas recurrentes de los
maestros (no slo de filosofa) es que los estudiantes muestran escaso
inters por las materias escolares. Ambas preguntas trazan en buena
medida el escenario actual de la didctica de la filosofa y ponen sobre
la mesa dos conceptos, saber y deseo, sobre los que girar este ensayo.
La conclusin a la que queremos llegar queda resumida en la siguiente
frase: el filsofo es docente no tanto porque sabe ensear filosofa como
porque es capaz de emplear su formacin filosfica para acompaar al
estudiante en el proceso de nombrar su deseo.
Javier Dosil
pensar. Aunque en ocasiones la filosofa escolar plantea las preguntas que subyacen a la reflexin filosfica, en realidad stas tienen un
carcter impostado, ya que rara vez guardan relacin con las preocupaciones del educando y adems enseguida encuentran las respuestas.
Dicho de otro modo, tras la mscara de interrogantes con la que se
presenta la filosofa escolar no suele haber otra cosa que respuestas a
respuestas. De ser as, difcilmente el estudiante hallar en su discurso
una invitacin a asumir las incertidumbres y los peligros que entraa
toda pregunta verdadera, a transitar por senderos espinosos y desconocidos: a pensar a la intemperie. El amor a la sabidura se traduce
entonces en una exigencia dirigida al educando para que subsuma sus
inquietudes a un discurso ya formulado, que incluye las preguntas y
sus posibles respuestas. Algunos alumnos se resistirn y sern castigados por la institucin (con malas calificaciones y a veces con la expulsin del centro), pero sobre todo perdern la compaa de la filosofa
en la hora crtica de afrontar sus propios problemas. Otros cedern a
la exigencia, bien por obediencia al maestro, bien por la promesa de
un refugio intelectual seguro, pero tendrn que pagar un alto precio: desplazar sus preocupaciones vitales o forzar su significacin en
funcin de unas preguntas y unos discursos dados que amenazan con
anular su palabra.
Por otra parte, la imposicin de preguntas puede socavar en algunos estudiantes los tejidos simblicos que, mejor o peor, han venido
dando soporte a su existencia. Pareciera que la filosofa escolar da por
descontado que resulta siempre positivo favorecer en los educandos
procesos de crisis, minar las certezas para desplazar al sujeto de los lugares comunes y seguros. Desde diversos frentes el asombro aristotlico, la duda metdica cartesiana, la deconstruccin, etc., el docente
se empea en provocar zozobras en los alumnos, supuestamente para
favorecer actitudes y pensamientos crticos; en pocas palabras, trata
de convertirlos en pequeos filsofos. La iniciativa, por mucho que
obedezca a buenas intenciones, no deja de resultar cuestionable desde
la perspectiva educativa, por varias razones.
147
Javier Dosil
materias escolares, para la filosofa y la historia adquiere una importancia aun mayor, por interpelar al estudiante en cuanto sujeto y no slo
como mero aprendiz. No en vano, al menos en el mbito acadmico,
son los dos principales dispositivos de construccin (y destruccin) de
sentidos: constituyen autnticas fbricas de smbolos, de tal modo que
catalizan un reacomodo de la posicin del educando con respecto a su
vida y el mundo. Esta irrupcin educativa entraa una violencia que
puede resultar perniciosa para muchos jvenes. Por una parte, puede
generar una desestabilizacin del sujeto, un derrumbe de su tejido simblico que en ciertos casos puede derivar incluso en afnisis (desintegracin del sujeto). No hay que olvidar que el estudiante llega a nuestras
aulas con una estructura simblica que, mejor o peor, le ha permitido
sobrevivir. Una sacudida en su forma de percibir y de inscribirse en la
realidad puede comprometer la integridad del educando y provocar una
crisis, cuyo alcance traumtico se ver agravado por cuanto se mantienen en su vida las circunstancias y las demandas que propiciaron su
particular estructura simblica. Por otra parte, en el extremo opuesto,
puede provocar una sobresignificacin de su realidad, una saturacin en
la simbolizacin que genera un resto no integrado, un exceso traumtico
que ms pronto que tarde se manifestar en el imaginario de manera
violenta.9 Esta ltima reflexin quiz pueda ayudarnos a comprender,
por ejemplo, por qu el bullying no deja de crecer en las escuelas, a
pesar de que los jvenes agresores saben perfectamente que se trata de
una actitud reprobable y a menudo superan sin problemas las materias
relacionadas con la tica y la ciudadana. La respuesta habitual de los
docentes, que consiste en insistir en competencias relacionadas con la
educacin cvica, no parece estar resolviendo el problema; quiz es el
momento de cambiar de estrategia y partir de la idea de que esta insistencia en la ciudadana marca el lugar de emergencia de una violencia
provocada por la saturacin de significantes, en la que tanto incurren la
escuela y la sociedad actual.
En sntesis, si reclamamos con gravedad la importancia de ensear
filosofa en las escuelas, tambin debemos reconocer las amenazas que
149
Javier Dosil
entraa una incorrecta educacin filosfica. Hemos insistido en tres aspectos, que no son ajenos a nuestras aulas: en los riesgos que supone una
simplificacin por criterios pedaggicos de los contenidos filosficos
y en la necesidad de tomar plena conciencia del currculum oculto; en
los problemas que se derivan de una filosofa que, con la pretensin de
hacer pensar, instrumentaliza la duda metdica y la deconstruccin
para destruir el tejido simblico del educando, provocando un autismo
regresivo (en sentido figurado), y el peligro de sofocar su voz con densas
cortinas de significantes rgidos, que componen un discurso cerrado que
no requiere de sujeto, propiciando la reclusin del estudiante en un lenguaje que podra denominarse psictico.
tendr que cambiar para que nada cambie, pues por lo general no son
sino maniobras para velar el sometimiento del estudiante al deseo del
maestro: sigue siendo ste quien dicta, ahora de manera ms soterrada,
lo que conviene al alumno (que etimolgicamente significa sin luz).
Buena parte de las propuestas educativas actuales que se presentan
como alternativas y progresistas no abandonan esta perspectiva, aunque presuman de dejar al nio en libertad y de hacerlo responsable de
su aprendizaje.10 Conviene recordar que la investidura de un amo obedece a una demanda del sujeto sometido (de otro modo, podra haber
tiranos, pero no amos). Si el estudiante se mantiene en esta posicin
de demanda, el maestro de estas escuelas comparecer ante l como
un amo generoso o como un amo ausente, a quien querr satisfacer (o
decepcionar) aun sin saber lo que le pide, y no es precisamente este
amo ausente, cuyo vaco se traduce en una exigencia de goce perpetuo,
el mecanismo perverso que sostiene al capitalismo? En este punto, la
pedagoga se encuentra en el mismo callejn sin salida de la metafsica occidental, que Nietzsche vislumbr lcidamente: incluso cuando
hallamos matado a Dios, ste permanece como vaco o cadver.11
Esta reflexin nos invita de nuevo a abandonar las trincheras seguras del discurso fuerte, ahora del pedaggico, tan propenso a ofrecer
recetas y respuestas, para tantear un nuevo escenario educativo plagado
de interrogantes, ante las cuales pueden servir de ayuda las siguientes
observaciones, apoyadas en tres estudios de caso.12
Javier Dosil
heim, slo uno mismo puede juzgar cundo est preparado para cambiar.13 Esto implica respetar tambin sus resistencias al aprendizaje, pues
no en vano la ignorancia es una pasin.14 Un joven cuyos deseos nunca
han sido tomados en cuenta (o que slo es percibido cuando se rebela) y
que se siente condenado a padecer una realidad que se le presenta invariablemente como un cmulo de obstculos y exigencias, puede aferrarse
a la negacin como un ltimo bastin de defensa de una vida propia.
Sin duda, uno de los mayores peligros de nuestras escuelas consiste en esta compulsin por educar, esa pretensin de aprovechar cada
oportunidad y cada segundo en el aula para convertirlos en pedaggicos.15 Apoyndose en los planteamientos constructivistas de corte
ausubeliano, los docentes tienden a ver al estudiante como una estructura cognitiva, que con las ideas de anclaje pertinentes y una buena
motivacin puede hacer significativo cualquier aprendizaje. Se olvidan
de que muchas veces es precisamente aquello que no se comprende del
todo o que mantiene cierto enigma (es decir, aquello que no est plenamente atrapado por el sentido) lo que termina despertando nuestro
inters. Tambin pasan por alto que no existe una correspondencia
directa entre significante y significado, de tal modo que el lenguaje
siempre dice mucho ms y a la vez mucho menos de lo que quiere decir.16 Ambas observaciones presentan una cartografa de la educacin
muy distinta de la que dibujan los manuales de didctica y de pedagoga: por una parte, frente a la bsqueda de una comunicacin literal y
transparente, asume la incomunicacin esencial del ser humano, oscura y potencialmente creadora, sostenida por entendidos a medias, que
deja abierta la intervencin educativa a la posibilidad (al resultado no
esperado); por otra, pone su nfasis en la lgica del devenir y en el predicado, de acuerdo con el silogismo de Gregory Bateson: La hierba es
mortal / los hombres son mortales / luego el hombre es hierba.17 En
otras palabras, desplaza la educacin al terreno de las metforas y los
contagios (en el sentido deleuziano).
Sirva como ejemplo el siguiente estudio de caso: Pedro, un joven
de 14 aos, est trabajando el huerto de la escuela; pone particular
152
Javier Dosil
Javier Dosil
156
157
Javier Dosil
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162
La experiencia filosfica:
entre el adentro del aula y su afuera
Erik valos Reyes
Universidad Michoacana de San Nicols de Hidalgo
165
***
El prembulo mtico de las primeras escuelas de la razn se llama, de
manera oficial, Scrates, el cual no escribi nada y representa la culminacin de una larga tradicin oral entre los griegos que, irnicamente,
slo toma sentido al ser puesta en letras por su discpulo Platn; Scrates vea en el asunto de la enseanza la obligacin tambin de animar a
pensar en asuntos estrictamente del deber, en relacin con el Estado y
hacia un compromiso propio de un autoconocimiento. No es de extraar que el mismo Estado que l defenda lo condenara a muerte, por un
lado asuma una posicin reflexiva y poco indulgente hacia los dioses,
esto es, invitaba a reflexionar, sobre todo a preguntar por esas mximas
o verdades incuestionables que se localizaban en el modo de organizacin ateniense; por otra parte, l asuma un compromiso pedaggico
con los jvenes, podemos especular que era porque se senta atrado por
ellos, o que sus propios temperamentos de mentes poco dogmatizadas
y cegadas por la tradicin los haca nicos al momento de ver de otra
manera lo ya dictaminado por el Estado.
Ya desde el famoso dilogo de la Defensa o Apologa se deja ver
el talante didctico de Scrates: el dilogo como eje esencial del pensamiento, una forma de filosofar donde se reconoce la necesidad de por lo
menos un interlocutor, lo cual lleva a suponer que el otro es condicin
necesaria para el ejercicio filosfico, claro, ese otro que slo le es til
para destrozarlo retricamente, sin embargo, ese acto violento representa
la apertura hacia los cimientos de nuevos conceptos; los interlocutores
representaran la tradicin, son los que dan voz al mito-doxa, por ello,
son fundamentales en el dilogo filosfico, ya que en la crtica que se
elabora a sus posiciones pueden nacer las figuras lgicas que arman la
arquitectura racional que tanta alegra causa a la academia antigua y
contempornea.
El dilogo es un acto pedaggico que contiene otra caracterstica
esencial en la filosofa: es inconcluso, la idea de que hay un movimiento racional en cuanto bsqueda de un algo posteriormente llamado
166
167
La anterior es una posicin comn en Scrates que utiliza como avanzada para todo dilogo: su mtodo consiste en la ironizacin del oponente y en el supuesto evento de parir ideas; sin embargo, en la cita anterior
se constata que hay una diferencia entre el filsofo y el poltico el que
dice saber, el primero no cree saber aunque hace todo lo necesario para
intentar saber, mientras que el segundo cree saber y se enfurece cuando
se le demuestra lo contrario, es decir, la actitud filosfica, la que ensea
y vivencia Scrates parte de la conjetura de que no se sabe nada pero
es importante elaborar estrategias para acceder a esa posibilidad; no se
niega el potencial de conocer, simplemente se reconoce que lo asumido
tradicionalmente por los hombres y el Estado como conocimiento y saber bien valdra la pena mirarlo con muchas aristas, ya que mientras no
se construya por parte del sujeto una explicacin propia del mtodo y las
categoras obtenidas a partir de l sencillamente estamos en el campo de
la doxa y de la ideologa.
La otra acusacin importante est relacionada con la perversin que
introduce en los jvenes porque les ensea a preguntar, a cuestionar eso
que en un Estado y en una sociedad es incuestionable: sus modos, sus
costumbres, su orden, sus fundamentos; como era de esperarse los discpulos empezaron a emular la actitud del maestro:
Por otra parte, los jvenes que espontneamente me siguen, que son aquellos
que tienen ms tiempo libre, los hijos de los ricos, gustan or a los que someto
a interrogacin, y aun ellos mismos me imitan con frecuencia y se dedican a
preguntar a otros, y, en consecuencia, encuentran, segn creo, un sinnmero
de hombres que creen saber algo, pero saben poco o nada. De resultas de esto,
los interrogados por ellos se encolerizan contra m, en vez de hacerlo contra s
168
***
Un pensador olvidado por la tradicin filosfica, no por ello menos interesante, es Demcrito, ste es recordado ms como un fsico que como
170
1
Slo la intuicin de las cosas y los seres en su realidad objetiva hace libre al
hombre y le absuelve de todos los prejuicios. El paso de lo ideal a lo real slo
tiene cabida en la filosofa prctica (Feuerbach, 2002: 30). Retomar la
vertiente llamada hedonista o sensualista es una condicin necesaria en
la reconstruccin materialista del pensamiento, es decir, asumir una responsabilidad filosfica del aqu y ahora que priorice la realidad en tanto
se nos manifiesta, sin ningn tipo de adorno sistemtico o de acomodos
acadmicos que imposibiliten la actitud prctica de la filosofa. Por ello:
173
La negacin del espacio y del tiempo en la metafsica, en el ser de las cosas, conduce a las ms perniciosas consecuencias prcticas. Slo quien se coloca, dondequiera que est, en el punto de vista del tiempo y el espacio, tiene tambin tacto
y entendimiento prctico en la vida (Feuerbach, 2002: 31).
Hay una recuperacin naturalista de los modos de saberse y aferrarse en el mundo de la naturaleza, que no ser otro ms que el mundo de
la vida, no hay distincin alguna entre ellos, aunque s una disposicin
a retomar una reflexin ontolgica y dejar de lado la metafsica o
mejor dicho: la teologa especulativa que ha contaminado a la filosofa
hace ya tiempo.
2
La nueva filosofa, la nica filosofa positiva, es la negacin de toda filosofa de escuela, y, pese a contener en s misma la verdad de la misma, es la negacin de la filosofa como cualidad abstracta, especial, es decir, escolstica; ella no tiene contrasea
ni lenguaje especial; ni nombre especial; ni principio especial; ella es el mismo hombre
pensante (Feuerbach, 2002: 39).
3
Corresponde al hombre el predicado polinmico. Todo lo que el
hombre nombra y enuncia, expresa siempre su propia esencia. El lenguaje constituye por esta razn el criterio del grado, bajo o elevado,
de la formacin de la humanidad (Feuerbach, 2002: 40-41). Por lo
menos una caracterstica nos junta el deseo por filosofar, somos sujetos de lenguaje, tal vez, como sostendrn otras tantas manifestaciones
reflexivas de las pocas, pensamos por la necesidad de comunicar mo174
4
La pregunta por el ser es precisamente una pregunta prctica, una pregunta en
que est comprometido nuestro ser, una pregunta de vida o muerte. Y si nos
atenemos a la legitimidad de nuestro ser, no dejaremos que l nos sea arrebatado
por la lgica. () La existencia, aun siendo indecible, tiene para s misma sentido
y razn (Feuerbach, 2002: 92).
175
5
El pensamiento se ejercita a travs de los sentidos, el cuerpo nos hace
pensar, presentndonos la materialidad de lo real concreto, slo los seres sensibles actan unos sobre otros. Yo soy Yo para m y a su vez
T para otros (Feuerbach, 2002: 101). No hay pensamiento sin dos,
sin otros, compartir la posibilidad de descubrir nuestra subjetividad y
la trascendencia en el mundo es posible debido a la sospecha y confirmacin de que hay otros con las mismas inquietudes que uno, la
indagacin de la propia existencia es compartida por la indagatoria de
otros de su propia existencia, si no somos capaces de asumir ese reconocimiento entramos en el mbito de la soledad, del desplazamiento hacia
un mundo imaginario que terminar por sumirnos en una soledad y
autoaniquilamiento; la nueva filosofa comienza, por el contrario, con
la proposicin: Yo soy un ser real, un ser sensible; ms an, incluso el cuerpo
en su totalidad es mi Yo, es mi ser mismo (Feuerbach, 2002: 104). La sensibilidad emptica es nuestra nica y ms fiable orientacin hacia la confirmacin de otros, hacia el autntico deseo de reconocer otro distinto de
m, ya sea para convivir, dominarlo o aniquilarlo, pero siempre con otro
y no como un objeto que aparece en mi horizonte existencial, por eso la
comunidad es otro principio elemental de la filosofa, porque establece
la condicin de experiencia inmediata entre el Yo y el T o los otros.
***
La didctica filosfica debe asumirse como un proceso catalizador del
deseo de comprender nuestra posicin de sujetos ante los dems y ante
la cultura, una condicin para hacer latir los conceptos de una nueva
forma, partiendo de la materia, del caos y el control, del implacable goce
que el sistema capitalista ha diseado para arrebatarnos la subjetividad, cuyo nico objetivo es quedarse con nuestra voluntad, con nuestra
pulsin, haciendo de nuestro movimiento una recoleccin de energa
176
177
Formacin filosfica
e interaccin electrnica
Marco Antonio Lpez Ruiz
Ral Garcs Nobleca
Universidad Michoacana de San Nicols de Hidalgo
Conocimiento y cultura en la mayor cantidad posible produccin y necesidades en la
mayor cantidad posible, felicidad en la mayor cantidad posible: sa es la frmula poco ms o menos. En este caso vemos que el objetivo ltimo de la cultura es la
utilidad, o, ms concretamente, la ganancia, un beneficio en dinero que sea el mayor
posible. Tomando como base esta tendencia, habra que definir la cultura como la
habilidad con que se mantiene uno a la altura de nuestro tiempo, con que se conocen
todos los caminos que permitan enriquecerse del modo ms fcil, con que se dominan
todos los medios tiles al comercio entre hombres y entre pueblos. Por eso, el autntico
problema de la cultura consistira en educar a cuantos ms hombres corrientes posibles, en el sentido en que se llama corriente a una moneda.1
de la relacin entre la cultura moderna y sus modalidades en la formacin educativa, as como sobre la equivocada tendencia de reducirla a
los beneficios econmicos que pueda aportar. Estas ideas expresadas por
Nietzsche, el crtico intempestivo de la modernidad, se presentaron en
un conjunto de conferencias realizadas a finales del siglo antepasado,
para mostrar, anticipar y evidenciar el giro mercantilista y cuantificador
179
182
de escuela vertical autoritario, basado en exposicin de las clases impartidas por el profesor titular que ir transitando a otro modelo distinto a cargo de la maestra sustituta. De esta manera, se nos muestran
orientaciones didcticas de la enseanza donde el profesor suministra
a los alumnos los conocimientos y datos descontextualizados, pero una
vez que la profesora enfrenta necesidades diferentes se van diseando
otras alternativas de enseanza bajo los principios del aprendizaje
horizontal comunitario, donde los alumnos empiezan a tomar parte
activa en el proceso de experiencias significativas y contextualizadas.
La profesora sustituta tambin empieza a formar parte de la comunidad y el conocimiento se construye a partir de necesidades y deseos apremiantes, entre otros, poder calcular mediante operaciones
matemticas los das de trabajo para comprar un boleto de autobs.
De esta manera se van presentando diversas ancdotas que muestran
modalidades de una didctica horizontal y alternativa que puede
construir una comunidad de aprendizaje donde los roles tradicionales
autoritarios y verticales se difuminan en favor de la atencin dialgica
y activa de los estudiantes,8 de manera que el contexto comunitario
de aprendizaje cumpla un rol fundante en la didctica horizontal cuyo
propsito es formar sujetos crticos y participativos, ciudadanos democrticos capaces de argumentar sobre las condiciones de vida social
que les favorecen o les sujetan, alienando y rebajando su condicin, tal
como puntualiza Calvo:
El medio ambiente y la interaccin social desempean un papel fundamental
en el desarrollo cognitivo e intelectual, y constituyen el nico medio de acceder
a ser individuos libres, democrticos y capaces de construir la sociedad del maana, de su propia forma de vida, y de su propia estructura social. Solamente el
dilogo que implica el pensar crtico, dice Freire, es capaz de generarlo. Sin l
no hay comunicacin y sin sta no hay verdadera educacin. La persona humana
se desarrolla y aprende nicamente en comunidad.9
Por estas razones resulta inevitable recuperar las condiciones intersubjetivas y el escenario cultural que permiten el resurgimiento y la
183
184
comprensiva del ente y el ente por ella comprendido se escinden; pierden las cosas
su forma familiar, queda su escueta presencia. Las cosas parecen ahora no corresponder cabalmente a sus significados; stos no se adecuan perfectamente a lo que
el ente, extrao, nos muestra. El ente amenaza con independizarse de los sentidos
que lo comprendan y manifestarse sin intermediarios, directamente. El mundo
se ha vuelto una inmensa pregunta y, por primera vez, nos causa asombro.10
185
aquello que define a cada uno de nosotros y nos pone en relacin con
nuestro entorno; con esto estaremos suponiendo que la didctica de la
filosofa apuntara a despertar en cada uno de los alumnos aquellas singularidades que los distinguen de los dems para reafirmar al mismo
tiempo su pertenencia a una comunidad de sujetos dialogantes.
La prctica filosfica debera plantearse no slo como una necesidad
crtica y formativa propia de los estudiantes, sino tambin como un
impulso de la filosofa misma, en tanto que el pensamiento se abre a la
vida particular de cada estudiante, quien devuelve con sus reflexiones
e inquietudes la formulacin de nuevos problemas, otorgando autenticidad a la necesidad de preguntarse por todo aquello que le rodea,
empezando por su propia formacin, dndole ese sentido crtico a la
enseanza y a los contenidos a los cuales se enfrenta. La comunidad
de dilogo debera permitir, en el contexto del aprendizaje filosfico,
dejar atrs la rigidez de las concepciones de la enseanza donde los
alumnos reciban la clase y por cuenta propia deban desentraar ideas
que en principio tendran que estar vivas, pero que en un contexto
educativo severo e inflexible permanecan como conceptos inertes
a partir de las cuales los estudiantes no tendran ms que defender
planteamientos tericos inactuales.
186
del conocimiento filosfico en las aulas y fuera de ellas. Nuestra experiencia en cursos que vinculan temas filosficos con tic nos permite
constatar que es posible, adems de emplear textos bsicos para la
discusin terica, incorporar recursos audiovisuales bajo la modalidad
de captulos de series para televisin, largometrajes, aplicaciones informticas e interaccin en redes sociales.
Por ello, los docentes de filosofa interesados en incorporar y facilitar didcticas dialgicas cuyo propsito fundamental sea crear condiciones para el saber filosfico han de vincular a los alumnos para que
se involucren con su propia formacin y con los conocimientos significativos, para que stos no sean tratados como una mera recepcin de
contenidos indiferentes ajenos al aula como espacio de aprendizaje, tal
como seala Calvo: El profesor debe ser el facilitador de este aprendizaje por descubrimiento creando las circunstancias apropiadas para
que tal aprendizaje pueda producirse en su aula.17
Hay que insistir en la necesidad de no reducir la actividad de aprendizaje filosfico a un simple trmite escolar y administrativo donde los
alumnos suplen las funciones del profesor. Y donde el docente se encarga de administrar las actividades acadmicas presentando informes
sobre los avances en la comprensin de una obra, o suministrando medios visuales para la sesin de clases, limitndose a presentar una serie
de presentaciones audiovisuales para la discusin en el aula sin ms.18
Tampoco pretendemos establecer una complicidad con la tecnologa
sin ningn corte crtico, como en el caso de utilizar los recursos tecnolgicos orientados por las necesidades del entorno, se trate del mercado
o cualquier otro determinante extrnseco. Se trata de evitar la complicidad con los recientes planteamientos tecnocrticos como la innovacin
mercantil. Un pretexto recurrente para alejarse de cualquier crtica a
los modelos reduccionistas al uso de herramientas tecnolgicas para la
enseanza, cuando tendra que considerarse su condicin meramente
instrumental, como se muestra en este ejemplo:
190
192
estarlo a todo el conocimiento que est ms all de las cuatro paredes del aula.
Por ejemplo, de Internet, videos, blogs, sitios Web y visitas de autores o cientficos a travs de Skype, solo por mencionar algunos.22
Sobre la crtica de la condicin arquitectnica inoperante de continuar con las aulas escolares cerradas y aisladas, hay que sealar la
necesidad de abrir las discusiones no slo al interior del aula, es decir,
se trata no slo de incitar al dilogo abierto entre los estudiantes, sino
tambin entre el resto de los miembros de la institucin acadmica,
empleados y administrativos, ya que la prctica filosfica es de inters
comn en la problematizacin, crtica y valoracin de nuestra condicin
y entorno. La prctica filosfica constituye, adems, una reorientacin
sobre los recursos tecnolgicos a travs de la creacin de crculos de
discusin en las redes sociales, lo que da lugar al surgimiento de nuevas
problemticas e inditas formas de concebir y ampliar el conocimiento.
Maestros que no comparten lo que hacen
Los maestros que trabajan silenciosamente, no mandan tweets, no bloguean ni
discuten ideas con gente de todo el mundo, son obsoletos. Los maestros ya no
trabajan en forma local sino global, y es nuestro deber compartir lo que hacemos y ver lo que otros estn haciendo. Si un maestro ya no aprende, entonces
no debera estar enseando a otros.23
ante esta situacin resulta imprescindible hacer valer nuestra capacidad de valoracin y crtica ante el surgimiento de inditos dispositivos tecnolgicos. Sin embargo, la didctica de la filosofa no puede
depender de la innovacin, tan slo se puede valer de los recursos
tecnolgicos para acercar a los estudiantes al conocimiento y permitir
que la creatividad les d nuevas opciones ms crticas para que puedan
realmente apoyar en la problematizacin filosfica de nuestra formacin educativa, cultural y existencial.
No obstante, tenemos que estar alertas y no dar por asegurado un
orden tecno-educativo como una de las mejores opciones propuestas, teniendo slo el referente de la necesidad de apertura y dilogo entre pares, o la utilizacin de la tecnologa como sustituto del profesor
sin preguntarnos por los contenidos que van a ofrecerse. Por ejemplo,
supongamos que el objetivo es eliminar la verticalidad de una clase, podemos prescindir del profesor y dar a los alumnos tabletas con
Internet. Cul sera el objetivo? Las tabletas digitales, por s solas,
permitiran la creacin de una comunidad de dilogo o, por lo contrario, se tratara de un elemento encaminado a mantener al alumno
dentro de los estndares de conocimiento, no los que necesita para su
formacin, sino los presentados y diseados por la lgica de consumo tecnolgico. Con esta ltima propuesta podramos comprender la
lgica lucrativa de las actuales polticas educativas que otorgan a los
alumnos una tableta sin conexin a Internet con total desconocimiento del contexto socioeconmico de stos. Para mejorar las condiciones
de su aprendizaje no sera tan preocupante la ausencia de Internet si
la entrega de estos dispositivos no se hiciera de manera tan acrtica:
hasta ahora no se le da importancia al hecho de que la tableta se haya
o no precargado con software educativo; asimismo, por lo general los
contenidos formativos nunca fueron puestos en duda y resulta que se
caracterizan por sus insuficiencias y equvocos. De este modo, de poco
servira desplazar una forma de aprendizaje en favor de una enseanza
instrumental si sta es indiferente al sentido de una autntica formacin cultural, social y educativa.
194
As, cada experiencia tecnolgica debe atenderse segn sus propias caractersticas particulares y culturales, pues aunque los estudiantes convivan en grandes centros urbanos, donde se aglutinan la mayora de los centros educativos de nivel superior, tendrn que enfrentar
grados distintos de inmersin en la tecnologa y sus consecuencias se
vern reflejadas tambin en las aulas y en sus formaciones educativas.
En nuestra experiencia, el uso de elementos audiovisuales debe servir como un recurso para propiciar la crtica dialgica de un problema
previamente esbozado o ya expuesto, pero cuya comprensin no resulta esclarecida plenamente. As, los recursos audiovisuales, las pelculas
195
preocupada por involucrar a la comunidad con la creacin de conocimiento mediante la apertura e intercambio de los desarrollos de la red
a todos los que acceden a ella.
As, los medios tecnolgicos tambin tienen que ser sometidos a
una crtica general de la didctica y el saber filosfico, ya que estos
recursos no constituyen por s mismos los recursos tcnicos para sustituir a las estrategias didcticas y al profesorado. De igual manera,
los docentes tampoco tendrn que considerarse como meros administradores de la clase, es decir, como tecncratas de la nueva escuela de
control burocrtico y digital. Tenemos que abrir las posibilidades para
un nuevo espacio de crtica didctica inmerso en las tic, dispuesto a
aprender mostrando las sendas del aprendizaje filosfico con una actitud crtica y vital. Ante la consolidacin de las tecnologas de la informacin nos enfrentamos a la superacin de una posibilidad disyunta
sobre el uso y apropiacin de las mismas, esto es, decidirnos a emplearlas a travs de un ejercicio crtico y razonado o, por lo contrario,
asumir una condicin acrtica y meramente receptiva de las mismas.
Consideramos que asumir una actitud ms filosfica frente a ellas nos
permitir establecer lmites sobre su empleo e impulsar usos creativos
en estas modalidades tecnolgicas de interaccin dialgica.
Notas
Friedrich Nietzsche, Sobre el porvenir de nuestras escuelas, Barcelona: Tusquets,
2000, pp. 52-53.
2
Cfr. Christian Laval, La escuela no es una empresa: El ataque neoliberal a la enseanza pblica, Barcelona: Paids, 2004.
3
Cfr. Len Oliv, La ciencia y la tecnologa en la sociedad del conocimiento. tica,
poltica y epistemologa, Mxico: fce, 2007, p. 40.
4
Cfr. Lauro Zavala, Cine y educacin: de la teora a la prctica, Morelia: Tipos
Grficos/umsnh, 2014, p. 112.
5
Matthew Lipman, Anne M. Sharp & Frederick S. Oscanyan, La filosofa en el
aula, Madrid: Ed. de la Torre, 1992.
6
Jos M. Calvo, Educacin y filosofa en el aula, Barcelona: Paids, 1994, p. 21.
1
197
Yimou Zhang, Ni uno menos. Yi Ge Dou Bu Neng Shao. China: Sony Pictures
Entertainment, 1999.
8
Entre las pelculas que ilustran diversas modalidades de estrategias didcticas
destacan La clase (Entre les murs, 2008) de Laurent Cantet; Hoy empieza todo (a commence aujourdhui, 1999) de Bertrand Tavernier; Escritores de la libertad (Freedom Writers, 2007) de Richard LaGravenesse; triunfo a la vida (Profesor Holland, 1995) de
Stephen Herek.; La ola (Die Welle, 2008) de Dennis Gansel; El club de los cinco (The
Breakfast Club, 1985) de John Hughes; The Browning Version de Anthony Asquith
(1951); La sociedad de los poetas muertos (Dead Poets Society, 1989) de Peter Weir.
9
Jos M. Calvo, Educacin y filosofa en el aula, op. cit., p. 26.
10
Luis Villoro, Motivos y justificacin de la actitud filosfica, en La Palabra y
el Hombre, abril-junio 1960, Nm. 14, p. 30. Disponible en: http://cdigital.uv.mx/
bitstream/123456789/3084/1/196014P29.pdf
11
Ibd., p. 38.
12
Cfr., Pablo Csar Muoz Carril & Mercedes Gonzlez Sanmamed, Plataformas
de teleformacin y herramientas telemticas, Barcelona: Editorial uoc, 2009, p. 135.
13
Cfr., Dominique Wolton, Internet, y despus?, Barcelona: Gedisa, 2001, p.
108.
14
Sobre los riesgos y peligros de la educacin en tecnologas Cfr., Gregorio
Casamayor (Coord.), La formacin on-line. Una mirada integral sobre e-learning, blearning, Barcelona: Editorial Gar, 2008, p. 213.
15
Cfr., Lorenzo Garca Aretio, Marta Ruiz Corbella & Daniel Domnguez Figaredo (Coords.), De la educacin a distancia a la educacin virtual, Barcelona: Ariel,
2007, p. 64.
16
Alicia R. W. de Camilloni (Comp.), Los obstculos epistemolgicos en la enseanza, Barcelona: Gedisa, 2001. p. 17.
17
Alicia R. W. de Camilloni (Comp.), Los obstculos epistemolgicos en la enseanza, op. cit., p. 41.
18
Sobre la utilidad del cine para el aprendizaje de la filosofa vase Lauro Zavala, Cine y educacin: de la teora a la prctica, op. cit., pp. 127-158.
19
s/a, El iPad protagoniza la revolucin tctil, en Educacin 3.0, la revista
para el aula del siglo xxi, Disponible en: http://www.educaciontrespuntocero.com/
experiencias/ipad-protagoniza-revolucion-tactil/16007.html (ltimo acceso: 26 de
julio de 2015).
20
Germn Vargas Guilln, Filosofa, pedagoga, tecnologa, 3 ed., Bogot: Sociedad de San Pablo/Universidad Pedaggica Nacional, 2006, p. 123.
21
Cfr. Jos Luis Molinuevo, La vida en tiempo real. La crisis de las utopas digitales.
Madrid: Editorial Biblioteca Nueva, 2006, y Csar Augusto Moreno Mrquez,
Rafael Lorenzo Alquzar & Alicia Mara de Mingo Rodrguez (Eds.), Filosofa y re7
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22
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acceso: 6 de octubre de 2015).
23
Idem.
24
Rosa Ma. Rodrguez Ladreda, Revolucin en la civilizacin tecnolgica. Una teora
evolucionista de la ciencia como cultura, Madrid: Biblioteca Nueva, 2008, p. 171.
25
Cfr. Richard M. Stallman, Software libre para una sociedad libre, Madrid: Traficantes de Sueos, 2004.
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199
200
Estrategia de acercamiento
a la lectura de textos filosficos
en el nivel medio superior
Bernardo E. Prez lvarez
Universidad Michoacana de San Nicols de Hidalgo
1. Introduccin
teora de Van Dijk con algunos ejemplos de textos filosficos y, posteriormente, en un tercer apartado se expone un marco general sobre
la comprensin y procesamiento de un texto por el lector. La ltima
parte es una conclusin con algunos lineamientos prcticos que pueden ser aplicados en un grupo de trabajo.
206
208
Desconozco cunto se puede salvar hoy en da de las importantsimas contribuciones que realiz Kant a nuestro entender del conocimiento. Pero existe cuando
menos una tesis que Kant supo argumentar con la suficiente validez para que
nadie haya conseguido hacerla tambalear hasta el momento presente. Esta tesis
nos dice que el ser humano no tiene posibilidad alguna de acceder a la realidad tal
y como es. En efecto, intervienen tantas mediaciones entre nosotros y lo que llamamos la realidad, que nunca podremos saber cmo es esa realidad con independencia de dichas mediaciones. Esto es, no es posible distinguir entre nuestra inteligencia del
mundo y el mundo como tal. Pretender lo contrario nos obligara a afirmar algo tan
absurdo como que adems de nuestro conocimiento de la realidad tambin disponemos de una inteligencia de la realidad que no forma parte del conocimiento.
Sin embargo, es una barbaridad lgica de este tipo la que cometen quienes afirman tranquilamente que el conocimiento cientfico es vlido en la medida en que
refleja, se adecua, o se corresponde con la realidad; y quienes pretenden que el conocimiento cientfico nos dice con cierta precisin cmo es la realidad. Para saber si
dos cosas se corresponden, hay que compararlas, y para hacerlo hay que acceder a
cada una de ellas con independencia de la otra, cmo accedemos a la realidad con
independencia del conocimiento que tenemos de ella para compararla con ese conocimiento? Nadie, por supuesto, ha sabido decirlo, y sin embargo la concepcin
representacionista del conocimiento sigue predominando en nuestra cultura.3
cambia de nivel de macroestructura se debe cambiar el nivel de especificacin, ste cuenta con un lmite inferior y uno superior, marcados
por la misma macroestructura. As, a mayor especificacin, niveles
inferiores de macroestructuras y a la inversa.
La obtencin de macroestructuras sigue unas macrorreglas especficas, a saber:
1. Omitir. Toda informacin considerada de poca importancia o no
esencial es omitida.
2. Seleccionar. Se omiten proposiciones que estn incluidas en otras
como partes, presuposiciones o consecuencias.
3. Generalizar. Se sustituyen varias proposiciones por una de carcter ms general.
4. Construir o integrar. La informacin es sustituida por informacin nueva sin ser omitida ni seleccionada.
Las dos primeras reglas se caracterizan por ser de eliminacin y las
dos ltimas de sustitucin. Mientras que en la 1 y la 3 la informacin
no es recuperable, en los casos 2 y 4 la informacin puede ser recuperada. Cabe sealar que hasta el momento hemos hablado de caractersticas que el receptor percibe pero siempre inherentes al texto, y no
como proceso cognitivo del lector.
Hay una idea arraigada en el mbito filosfico, a partir de la cual
se supone que toda postura filosfica tiene una tesis fundamental en
torno a la cual surgen los debates y las discusiones, de tal manera que
un texto filosfico se estructura con la finalidad de argumentar a favor
de la posicin asumida. La enseanza de la filosofa tratar de hacer
patente esta posicin filosfica as como la manera de abordar los problemas, por lo que la lingstica del texto puede ser un aporte importante segn hemos estudiado hasta el momento. La o las tesis pueden
ser obtenidas a partir de macroestructuras, sin embargo, es necesario
tomar en cuenta bajo qu reglas son obtenidas dichas tesis, si se pretende que la informacin sea recuperable y el estudiante sea capaz de
reproducir los argumentos utilizados por el autor, ser necesario que
las macroestructuras sean obtenidas a partir de las reglas 2 y 4. Por
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de hablantes de L1 dominen todo el vocabulario. Por esta razn, es necesario garantizar la comprensin de las palabras desconocidas que aparecen en el texto, para ello
es conveniente que el lector seale las palabras desconocidas y las clasifique en dos
grupos: vocabulario general y vocabulario especializado, el criterio de clasificacin
puede ser el mismo diccionario. Las palabras que aparecen en diccionarios generales o no especializados se ubicarn en el primer grupo, mientras que el vocabulario
especializado quedar, por eliminacin, en el segundo grupo. ste puede, a su vez,
subdividirse en tres partes: corrientes filosficas, nombres de filsofos y palabras
especializadas. Es conveniente que el lector se responsabilice del aprendizaje del
vocabulario general, mientras que el vocabulario especializado puede ser aclarado
por el docente, o bien volverse en una tarea dentro del curso que lleve a la consulta
de diccionarios especializados. La explicacin de ese vocabulario servir para crear
o ampliar el marco referencial desde el cual el lector pueda comprender de una
mejor manera el mundo del texto que lee. En muchos casos la falta de un marco
referencial desde el cual interpretar el texto se manifiesta al momento de encontrar
corrientes filosficas y los filsofos que las postulan, ya que quienes se inician en la
filosofa desconocen ese mundo especfico. El docente deber ser capaz de crear de
manera adecuada y sencilla un marco bsico desde el cual leer, sin llegar al extremo
de repetir o sintetizar la lectura, sino nicamente proporcionar elementos referenciales que ayuden a generar un marco de interpretacin de la lectura.
Bibliografa
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Weinrich, Harald (1968). Estructura y funcin de los tiempos en el lenguaje. Madrid, Gredos.
218
Introduccin
219
intiles por quienes definen en un momento en que las naciones deben eliminar todo lo que no tenga ninguna utilidad para ser competitivas en el mercado
global, estas carreras pierden terreno a gran velocidad, tanto en los programas
curriculares como en la mente y el corazn de padres e hijos.2
220
lgica sin duda habremos insistido a nuestros alumnos que un argumento tiene necesariamente al menos dos componentes: una proposicin cuya verdad o aceptabilidad tratamos de fundar o justificar, a la
que llamamos conclusin, y al menos otra, aunque por lo regular son
varias, a las que llamamos premisas, cuya funcin es la de ser razones,
evidencias, bases, fundamentos o elementos de juicio con los cuales
pretendemos apoyar o incluso demostrar la verdad de la conclusin.
Pero el hecho es que nos encontramos con que la autora slo nos proporciona tres proposiciones, pero dando por sentado que cada una de
ellas es un argumento, por separado. Cmo es que una proposicin
sola puede contener o representar un argumento?
Nos encontramos ante un claro ejemplo de un tipo de argumento
al que se le denomina entimema. El diccionario de la Real Academia
Espaola lo define como un silogismo abreviado que, por sobrentenderse alguna de las premisas, solo consta de dos proposiciones, que
se llaman antecedente y consiguiente.7 Es cierto que las definiciones
de los diccionarios no tienen por qu dar cuenta de los usos especializados de sus trminos, sino del uso comn, proporcionndonos un
significado general que pueda orientarnos razonablemente. Pero en
este caso pienso que la manera en que se le define ms bien desorienta
por varias razones: no todo entimema es un silogismo abreviado dado
que no todo argumento es un silogismo; no es necesario que sea una
premisa la que se sobrentienda en un entimema, puede ser la conclusin; tampoco es necesario que conste de dos proposiciones, pueden
ser ms. En el caso que nos ocupa, cuando la autora enuncia los argumentos a los que pretende criticar, nos da solo una proposicin por
cada uno de ellos, y no dos. Por otro lado, los trminos antecedente y
consiguiente (o, ms comnmente, consecuente) se usan sobre todo
para referirse a las dos proposiciones que componen a una proposicin
condicional, y no a los de un argumento.
Una observacin ms antes de continuar con nuestro anlisis. El
concepto de entimema no slo se refiere a un argumento incompleto
que ha sido dejado as a propsito por quien lo ha formulado por cues223
Es claro que el argumento an no est completo, pero esta formulacin inicial nos permite preguntar: qu es aquello que, de darse, sera
como un premio para quien ha violado la ley? Es razonable suponer
que se refiere a la posibilidad misma de que se legalice la migracin
indocumentada. Es decir, se est suponiendo que
Legalizar la migracin indocumentada es
premiar a aquellos que han violado la ley.
226
Nos encontramos con una estructura que nos es familiar y que usamos cuando pretendemos disuadir a alguien de creer o hacer algo; tambin cuando intentamos refutar alguna tesis o afirmacin en general.
Subrayamos que esa creencia o tesis que nuestro interlocutor tiene o
el curso de accin que pretende seguir tiene implicaciones poco convenientes o de plano negativas que l mismo no querra aceptar. As,
cuando queremos que alguien deje de jugar con un objeto frgil que
es valioso para nosotros, le soltamos un Si sigues jugando con eso, lo
vas a romper, o a un alumno instalado en su zona de confort: Si no
empiezas a estudiar en serio, no aprobars este curso. De igual manera,
alguien que no vea con buenos ojos la legalizacin de la migracin indocumentada, buscara destacar las consecuencias negativas que, segn
su percepcin, tendra el hacerlo, y as, formulara una proposicin como
la siguiente, destacando una de tales implicaciones, inaceptables para l:
Si se legaliza la migracin indocumentada,
estaramos premiando a aquellos que han violado la ley.
persuasivo? Sin duda que muchos podran decir que s, aunque otros
notarn de inmediato que sigue faltando una premisa, si queremos que
sea lgicamente vlido. Ahora bien, si lo formalizamos en el lenguaje de
la lgica de proposiciones esto ltimo ser completamente claro:
(pgq)
____________
~p
Un curso de lgica elemental, como el que debe impartirse en cualquier subsistema de educacin media superior en nuestro pas, provee
de las herramientas necesarias para mostrar que el anterior esquema
argumentativo no es lgicamente vlido. Pero incluso un anlisis del
esquema que se proporcione no en el lenguaje de la lgica, sino en el
lenguaje natural bastara para convencerse de que no es vlido, es decir,
que la conclusin no se sigue la de premisa; o bien, dicho de otra manera, que no es suficiente afirmar que Cuando se da p, sucede que q (o
bien, si se da p, entonces q se da), para afirmar sin dudas que No se
da p. Nos queda la clara sensacin de que falta informacin, que algn
otro hecho es el caso, para concluir fundadamente que No se da p.
Piense, estimado lector, que si alguien afirmara Basta que Isabel me
ame para ser feliz, no podramos, sin ninguna informacin adicional,
concluir que Isabel no lo ama. Podra usted objetar que no hace falta
que diga nada ms si lo vemos deprimido, triste, dominado por la abulia, es decir, si vemos que no est feliz. Pero, aunque no est formulada
explcitamente en una proposicin, necesitamos esta informacin para
concluir que Isabel no ama a ese sufriente sujeto.
Qu otra premisa debemos considerar para completar nuestro argumento, procurando que sea lgicamente vlido? En ninguna parte
del texto completo, del cual hemos citado el prrafo donde expone los
argumentos contra la legalizacin de la migracin indocumentada, se
sugiere. Sin embargo, no es forzado suponer que la autora considera
innecesario proveerla dado que cualquiera que est siguiendo su lnea
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tos, para que aceptemos que la conclusin de un argumento que pretende ser concluyente es verdadera, no es suficiente con que sea lgicamente vlido, sino que es menester que sus premisas sean verdaderas.
Contra un argumento podemos desarrollar distintos frentes de ataque, dos de los cuales estn cercanos a una perspectiva de lgica formal. Uno consiste en mostrar que el argumento no puede probar lo
que pretende. Cuando el argumento analizado es deductivo esto se
logra mostrando que no es lgicamente vlido. Creemos que uno de
los objetivos centrales de un curso elemental de lgica debe ser precisamente que el alumno comprenda el concepto de validez lgica, y
desarrolle la habilidad de hacer uso de algn mtodo de decisin para
determinar si un argumento deductivo, que se pueda formalizar en el
lenguaje de la lgica de proposiciones o de predicados, es lgicamente
vlido o no. En casos sencillos, como el modus tollens, puede mostrarse
su validez sin hacer uso de algn mtodo muy elaborado, pero cuando
se trata de argumentos ms complejos, se requiere el uso de algn mtodo de decisin (como las tablas de verdad o los rboles semnticos, o
mediante reglas de inferencia ms un teorema de correccin de base).
Pero ya hemos visto que, en el caso que nos ocupa, el argumento
que hemos reconstruido, o el entimema que hemos completado, es
lgicamente vlido, as que este frente de ataque queda cancelado.
Pasamos entonces al otro frente, que es el de mostrar que al menos
una de sus premisas no es verdadera. Recordemos que un argumento
lgicamente vlido es uno en el que si tenemos que sus premisas son
verdaderas, la conclusin lo es tambin, necesariamente. Pero si un
argumento lgicamente vlido tiene al menos una premisa falsa, ya
no quedamos obligados a aceptar que su conclusin es verdadera (pero
tampoco falsa, como algunos diletantes pretenden). Y esta es la estrategia que usa la autora para desactivar el argumento.
231
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234
Existen casos en que una ley es modificada a causa de que es violada por muchas
personas que actan en defensa de sus intereses legtimos y eso no puede ser
visto como un premio para quienes violaron dicha ley por el hecho mismo de
que la infringieron.
Me parece que esta afirmacin es verdadera, y que el caso concreto que hemos venido analizando es uno de los que se contemplan en
ella. Si alguien piensa que no estamos en lo correcto, entonces debera
aceptar como verdadera la siguiente afirmacin:
Todos los casos en que una ley es modificada a causa de que es violada por muchas personas que actan en defensa de sus intereses legtimos son tales que esa
modificacin debe ser vista como un premio para quienes violaron dicha ley por
el hecho mismo de que la infringieron.
Conclusin
Pienso que el desarrollo del anlisis del argumento nos ha permitido
mostrar que no es un asunto trivial, que supone conocimientos y capacidades que no debemos asumir que sern adquiridos por nuestros
235
237
Bibliografa
Aragons, Ana Mara, Contraargumentos contra antiemigrantes, en http://fundaciondesc.org/articulo/Contra-argumentos_para_anti-inmigrantes-1607/?pdf
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Nussbaum, Martha C., Sin fines de lucro, Madrid, Katz Editores, 2010, p. 19.
238
Esto no es un problema menor, ya que de no conseguirlo los estudiantes terminarn desertando de sus clases por resultarles aburridas, poco
estimulantes para sus intereses. Hacer uso de la retrica en esta situacin
significa, por ejemplo, tener una visin integral de los sujetos que estn
ante l, es decir, los considera como seres tanto racionales como anmicamente templados, con un carcter y un contexto particular y comn
entre ellos, pues puede tratarse de un auditorio conformado en su mayora por jvenes, por adultos o tal vez por ancianos, por lo tanto, hablar
de cierto modo segn convenga al caso en cuestin. Esto no es de importancia menor, si consideramos que el resultado de esta aplicacin es
el desarrollo de exposiciones en clase por parte del profesor, mucho ms
interesantes; lo que se conoce comnmente entre los estudiantes como
clases que te mueven, que te motivan. En pocas palabras, clases que
resultan tan estimulantes como significativas para los estudiantes porque el contenido se comunica satisfactoriamente. Como prueba de esto
basta con que examinemos nuestra propia experiencia en las aulas como
estudiantes para encontrar que las clases en las que aprendemos de mejor
modo, las clases a las que vamos con gusto, con voluntad, son aquellas
en las que el profesor se desenvuelve oralmente con mayor soltura, comunicndonos con mayor eficacia los contenidos de la clase en cuestin.
Si bien no pretendemos realizar un manual de tcnicas para la oratoria, s queremos brindar al lector un acercamiento general a la dimensin terica del arte de la palabra, mencionando algunos recursos
tcnicos dentro de la retrica que pueden ser de utilidad en la prctica
docente. En este sentido desarrollaremos un marco terico de la retrica en funcin de los elementos que pueden resultar relevantes para la
didctica filosfica, apoyndonos principalmente en las consideraciones
filosficas de Platn y Aristteles. Las obras de estos autores en las que
nos basaremos las iremos mencionando en el desarrollo de este trabajo,
segn se requiera.
240
Origen de la retrica
A mediados del siglo v a. C., periodo que va del ao 450 al 400, conocido como clasismo helnico, la cultura de la antigedad clsica alcanz
uno de los auges ms importantes de la historia de Occidente. Eugenio
R. Lujn asevera que es en este periodo en el que la cultura griega
alcanz algunas de sus cumbres ms importantes, tanto en el terreno artstico, incluyendo la literatura, escultura, pintura o arquitectura,
como en otros mbitos como la filosofa o la poltica.1 Fue un periodo
prolfico, principalmente porque en l tuvo lugar la creacin de obras
fundamentales para el desarrollo occidental ulterior. En ese entonces
Sfocles y Eurpides escribieron sus Tragedias; Tucdides y Herodoto escribieron sus obras histricas y Aristfanes sus comedias; Policleto fij
el canon de belleza con sus esculturas y con algunos escritos tericos;
Fidias construy las imponentes estatuas de Atenea y de Zeus en Atenas
y en Olimpia; Demcrito, Anaxgoras, Scrates y Platn desarrollaban
su pensamiento filosfico; por mencionar algunas cosas.
Fue una de las pocas ms brillantes, tanto as que los nombres mencionados nos siguen sonando familiares hoy en da. Sin embargo nos
resultan menos familiares nombres como Protgoras de bdera, Trasmaco, Prdico de Ceos, Gorgias de Leontinos, Hipias de lide o Antifn, nombres que en aquella poca eran pronunciados con respecto y
profunda admiracin por el destacado papel que tuvieron en la configuracin de la cultura griega en ese periodo. Todos estos personajes estn
agrupados actualmente bajo la denominacin de sofistas. Con el trmino
(sophists) se mienta al profesional de la sabidura. A diferencia
del (philsophos) que ve a la sabidura con amor, con afecto,
el sophists la ve como una profesin digna de ser ejercida pblicamente
a cambio de una remuneracin. Los sofistas fueron hombres que viajaron por toda Grecia impartiendo clases y cobrando por ello. Su precepto fundamental era que aquello que es tanto puede ser conocido como
puede ser enseado. Fueron los primeros profesores. Andaban de pueblo en pueblo impartiendo sus enseanzas con un mtodo particular:
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este sentido este filsofo plante que hay un bien o buen hablar que se
corresponde con la propiedad natural de lo nombrado, y un mal hablar,
relativo y que se ajusta ms a intereses particulares que al bien comn.
El bien hablar es aquel que resulta adecuado con la naturaleza de las
cosas; mientras que el mal hablar es el que no corresponde con la esencia
de aquello que se nombra y se sirve de confusiones para imponer un significado distinto. En este sentido, la retrica sofstica se torna para Platn como un mal hablar, pues el sofista no necesita conocer los objetos
en s mismos, le basta haber inventado cierto proceso de persuasin que,
ante los ignorantes, le haga parecer ms sabio que los que realmente
saben. Por estas razones la retrica sofista no es viable para la enseanza
de la virtud ni puede serlo en cualquier otro tema. En consecuencia, no
hay una retrica que se base en el conocimiento del bien, que busque
instruir a los ciudadanos en el cuidado y perfeccionamiento de su alma
en trminos morales y de trascendencia. No hay una retrica que cuide
del bien hablar y del bien actuar, solo una retrica que busca adular a los
ciudadanos, que ofrece discursos condescendientes con la opinin popular carente de reflexin, sin anlisis de los argumentos a favor y en contra de lo que se trata, y sin articulacin de nociones o conceptos claros a
partir de los cuales se pueda llegar al conocimiento. Esto refirindose a la
retrica sofista. Platn no encuentra en ese modo de discurrir algo ms
que una farsa que insulta a la sabidura y que favorece al detrimento
de la moral individual y social de los ciudadanos, a la decadencia de la
poltica, pues el sofista, ignorando lo que es el bien y lo que es el mal,
es capaz de persuadir a los oyentes que estn en la misma situacin de
ignorancia de tomar por bien lo que es malo y viceversa, ocasionando
el declive de la civilizacin.
Sin embargo, Platn comparte el inters por la enseanza de la virtud, de la justicia, de la belleza, de las Ideas en general y considera que
as como hay un arte del mal hablar tambin puede haber uno del bien
hablar. As, el uso de la palabra, el proferir discursos con elocuencia,
resulta ser una herramienta valiosa que si se usa bien puede producir
buenos resultados. Lo vergonzoso no es proferir discursos, pues no tiene
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nada de reprobable hacer uso de la palabra en pblico, lo que s es reprobable es hacer mal uso de ella. Hablar bien es ser conocedor de aquello
de lo que se habla. Ejercer el arte de la palabra de buena manera requiere
un desarrollo metdico que tiene como condicin de posibilidad el conocimiento suficiente de la filosofa, es decir, el previo conocimiento de
las Ideas. En el caso del profesor, se requiere que ste haya analizado y
comprendido previamente los temas que pretende impartir en clase, de
tal suerte que sus discursos estn sustentados en el conocimiento de lo
que habla, de lo contrario estara discurriendo sin fundamentos, fracasando desde luego en la tarea de la enseanza. Para ser un buen orador
y un buen profesor frente a grupo se requiere ser un filsofo y no un
sofista, por as decirlo.
Platn no se queda, pues, en la crtica al modelo sofista de retrica;
le interesa descubrir un modo apropiado para la enseanza de las Ideas,
un mtodo sustentado en lo que hoy conocemos con el nombre de lgica
y que para el filsofo en cuestin tena el nombre de dialctica. Un mtodo distinto a la makrologa es el llamado (braquiloga),4
que consiste en una serie de preguntas y de respuestas breves en torno a un tema o una cuestin especficos, mejor conocido como mtodo
dialctico. Con este mtodo se llega a la verdad fundada en principios
axiomticos; pero, cmo expresarla?, cmo comunicarla eficazmente
sin traicionarla como hacen los sofistas con sus discursos dobles? Con
un modelo de retrica distinto. Platn considera que la palabra es una
herramienta poderosa, polticamente necesaria, indispensable. Si la retrica es el arte de la palabra, entonces no la desechemos, slo desechemos
el modelo sofista de retrica y busquemos un modelo filosfico que se
sustente en la verdad entendida como una e invariable.
En este sentido, Platn ve a la retrica como el arte de la palabra
que los oradores emplean para persuadir al pblico a partir de razonamientos y de sentimientos, siendo los sofistas los que usan de ella para
inducir a los oyentes en pos de la creencia, en pos de lo que se les antoje
sin cuidar si eso es verdad o no, si eso es bueno o no, si eso es justo o
no, haciendo una retrica sofstica que es capaz de mostrar el mal como
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bien, lo injusto como justo y falso como verdadero. Sin embargo, habla
de la posibilidad de una retrica filosfica que persuada en pos del conocimiento, en pos de la virtud y del bien, pues lo vergonzoso no es proferir discursos ni hacer uso de la palabra, sino hacerlo de mala manera,
es decir, al modo sofista, por ello propone a la retrica filosfica como
arte del bien hablar que se corresponde con las ideas ya mencionadas,
sirviendo en este sentido a la trascendencia del alma. Deja marcada,
pues, la pauta para la consolidacin del modelo filosfico de la retrica.
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caso por ejemplo, sobre el ciudadano tal que en un momento tal tom
una decisin tal, sino sobre aquello que atae a una clase de cosas sobre lo que comnmente se delibera en la situacin tal en la que estaba
el ciudadano tal.
La retrica filosfica se conceptualiza como una teora de la comunicacin basada en una antropologa filosfica que tiene una visin integral del hombre donde la razn y los estados de nimo son igualmente
considerados; en una teora de la argumentacin donde se tiene a la
mano un conjunto de principios lgicos a partir de los cuales se configuran las pruebas de credibilidad que utiliza la retrica para lograr la
persuasin, pruebas mejor conocidas como entimemas; en una teora de
los estados de nimo que considera los caracteres y las pasiones particulares a cada pblico para tener en cuenta los principios psicolgicos que
se complementen con los principios lgicos de los entimemas, pues las
pruebas de credibilidad de la retrica se construyen a partir de razonamientos y de emociones; y en una didctica filosfica que se desprende
de la teora de la comunicacin en tanto que el orador busca transmitir
un determinado conocimiento al pblico con la finalidad de instruirlo,
de persuadirlo sobre la verdad o falsedad de algo.
La argumentacin entimemtica
La retrica versa sobre lo verosmil que es discutible, dando motivos de
credibilidad basados en nociones comunes o aceptadas a partir de los
tpicos dialcticos. Versa, en su faceta terica, sobre todos los gneros de
cosas y no de uno solo. Su finalidad, en su faceta prctica, es encontrar
los medios persuasivos para cada caso, sea cual sea el tema o el gnero
de cosas tratado, dotando con ello al orador de las herramientas que
lo hagan capaz de persuadir: de hacer creble algo. A diferencia de la
dialctica que trabaja con silogismos, la retrica lo hace con entimemas.
El entimema es ms breve que un silogismo y se elabora a partir de los
puntos comunes en la argumentacin.6 Es la ms firme de las pruebas
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prctico, pues las reglas, las tcnicas, los mtodos de persuasin, etctera,
se aprenden, s, pero tambin se practican, y se practican a nivel colectivo,
a nivel social, pues sin polis no hay comunicacin, mucho menos hay necesidad de la persuasin. El hombre, entonces, tiene en la retrica el arte
en el cual comprende y ejercita su dimensin tica, su dimensin racional-lingstica y su dimensin poltica, que como vimos en palabras de
Aristteles se enriquece con la psicologa de las pasiones y los caracteres.
Esto ltimo nos dice que las relaciones humanas se establecen por medio
de la comunicacin, as como por va de los afectos, pues no es la misma
relacin la que alguien puede entablar con su vecino estando enojado que
cuando est alegre, y tampoco el hombre joven se relaciona igual con sus
conciudadanos que como lo hace el hombre maduro o el anciano.
Comunicacin persuasiva
Analizado lo anterior, es momento de dirigir ahora nuestra atencin a
los aspectos particulares que el profesor en tanto que orador puede considerar para lograr una buena presentacin y una buena expresin. Tres
son las causas que hacen persuasivos a los oradores; y su importancia es
tal que por ellas nos persuadimos, prescindiendo de las demostraciones.
Esas causas son la sensatez, la virtud y la benevolencia (II 1, 1378a68). Esto sin duda ayuda a facilitar la credibilidad del auditorio hacia el
profesor. Son caractersticas de su personalidad, de su carcter y de sus
afectos; mas, dado que no basta con saber lo que hay que decir, sino
que tambin es necesario decirlo como se debe (III 1, 1403b15-16),
la expresin cobra un papel de suma importancia. Tal es as que si un
profesor no es capaz de expresarse de la manera apropiada de nada sirve
que su exposicin est estructurada esplndidamente en lo que se refiere
a trminos lgicos, ni bastara tampoco que su apariencia fsica sea impecable, o su conducta intachable.
La expresin retrica considera tres aspectos fundamentales. La intensidad de la voz: saber cundo debe ser intensa, dbil o mediana; la
252
entonacin adecuada: saber cmo hay que usar los tonos agudo, grave,
intermedio; y el ritmo: saber qu ritmos son apropiados para cada caso.
El manejo de estos tres elementos va acompaado de las virtudes de la
expresin, siendo una de ellas la claridad de la voz. Para hacer la exposicin lo ms clara posible, conviene que el profesor haga uso de trminos
apropiados, especficos aunque conocidos por la mayora de los oyentes,
as como de las metforas, pues stas son muy tiles para para embellecer
o enaltecer una cosa, as como censurar o rebajar algo. Conviene formular
las metforas a partir de cosas que pertenezcan al mismo gnero al que
pertenece aquello a lo que se quiere hacer alusin con la analoga. Es
importante elegir las palabras que expresen ms apropiadamente lo que
queremos decir. Las metforas hay que escogerlas por su fuerza expresiva,
principalmente en relacin con los sentidos, la vista, el odo, etctera. Es
preciso formular la metfora a partir de cosas propias y no evidentes, ya
que en el juego de palabras no se dice el sentido literal de las cosas sino
aquello que el nombre empleado hace emerger de ellas, con el objetivo de
significar algo ms de lo que las cosas mencionadas son en sentido literal.
Conclusiones
En este artculo analizamos el concepto de retrica a partir de las consideraciones filosficas de Platn y Aristteles retomando aquellos elementos que la sitan dentro del quehacer filosfico. Elegimos a estos
autores porque en sus reflexiones tenemos lo que se conoce como la fundacin filosfica de la retrica, es decir, la ocasin primera en la que se
trat crticamente el arte de la palabra, reflexionando sobre su valor, su
sentido, sus alcances, sus elementos constitutivos y sus elementos tcnicos. Anterior a ello tenemos a los sofistas, figuras polticas como Protgoras, Gorgias, Trasmaco, entre muchos otros, que son los precursores
del arte de la palabra, los pioneros en su uso. Los sofistas ejercitaban la
retrica en las plazas pblicas, dejando tambin un par de textos que
son una especie de manual de tcnicas y casos particulares para hacer
253
254
debe cuidar para ello, como los estilos al hablar, la pureza del lenguaje
y la elocucin de la voz, as como en los elementos estructurales que se
deben tener en cuenta al momento de armar el discurso.
A diferencia de Platn, Aristteles no est pensando en la trascendencia del alma como fin ltimo de la retrica en tanto que instrumento
para la enseanza de la virtud, est pensando ms bien en una visin
integral del hombre donde se considera tanto la mente (alma) con las
ideas, como las pasiones y la voluntad de los caracteres, le interesan las cues
tiones prcticas de la comunicacin entre los ciudadanos de la polis (la
dimensin pragmtica del lenguaje), le interesa dar un valor ontolgico
a los afectos, los cuales templan anmicamente a los sujetos de tal suerte
que segn sea su temple anmico as mismo estar determinada la tendencia del sujeto a inclinarse por esto o por aquello, por la venganza o
por el indulto, etctera. La virtud aristotlica es poltica ms que trascendente como la virtud platnica, es decir, se busca la virtud no para
liberar al alma de la prisin del cuerpo y salir de la caverna que es este
mundo, sino para relacionarnos de una manera ms justa con nuestros
conciudadanos, comunicndonos de una manera ms eficaz y manteniendo relaciones de mayor riqueza tica.
El contraste entre la postura de Aristteles y la de Platn da muestra
de lo que es justamente el tratamiento filosfico de la retrica, la cual se
ha seguido discutiendo a lo largo de los siglos, ya sea a favor o en contra de su relevancia filosfica, ensalzndola o desprecindola. Es, pues,
gracias a la fundacin filosfica de la retrica que sta ha perdurado
hasta nuestros das como algo vivo, es decir, como algo que se recrea en
concepciones y aplicaciones, en cuestionamientos y crticas, afortunadas
o no, pero que la mantienen vigente. De lo contrario, bien pudo haberse
quedado como un manual de tcnicas de oratoria que con el paso de los
aos y los siglos fue perdiendo su sentido. En esta recreacin, en este
devenir filosfico de la retrica pretendimos instalar estas pginas para
mantener fluyendo este movimiento enriquecedor para el pensamiento y
la reflexin actual. Nos situamos particularmente en algo que tanto Platn como Aristteles estuvieron de acuerdo a pesar de la contraposicin
255
256
ello segn lo considere pertinente para cada caso en el que se vea inmerso. Esperamos que el objetivo se haya logrado, es decir, que hayamos
despertado en el lector el inters por el tema de la retrica filosfica y
considere incorporarla en su estrategia de aprendizaje para ayudar en la
efectividad de sus clases.
Notas
Cfr. la pgina vii de la Introduccin hecha por Eugenio R. Lujn a la obra
Sofistas. Testimonios y fragmentos, publicada por editorial Gredos en Madrid, Espaa,
en 2002.
2
proviene del adjetivo , que se traduce por largo
o grande; y de - que se traduce por palabra, lenguaje, discurso o razn.
As, makrologa significa etimolgicamente discurso largo o grande, largo hablar,
prolijidad.
3
Esto tiene que ver con la relacin entre el nombre (sophists), el adjetivo (sophos: sabio) y la raz de (epistasthai: conocer), lo que
nos deja con el verbo (sophizesthai: ser sabio).
4
-- que significa brevedad de lenguaje, concisin.
5
Aristteles establece su objetivo a partir de la crtica que hace a la tradicin que
lo precede en materia de retrica. Dice que los que han compuesto Artes acerca de
los discursos, ni siquiera por as decirlo han proporcionado una parte de tal arte
(I 1, 1354a12-15). Para ello recopil y resumi las principales artes oratorias de aquellos que lo antecedieron, tras lo cual lleg a la conclusin de que hasta entonces nadie
se haba ocupado de tratar uno de los temas ms elementales de la retrica, a saber, el
modo de argumentar, ocupndose slo de mover las fibras sensibles de los jueces en
el Arepago y trayendo como resultado el oscurecimiento del juicio y de la verdad.
Sabemos por lo que vimos anteriormente que los sofistas concentraban sus tcnicas
en la persuasin sin ms, sin sujetarse a la verdad y manifestando en todo caso la
habilidad por persuadir indistintamente del bien como del mal a sus conciudadanos.
Aristteles est de acuerdo con la crtica de Platn a los sofistas, y se adhiere al ideal
de fundar una retrica filosfica basada en el conocimiento del ser, del alma, de los
caracteres, para identificar a partir de ello los elementos que faciliten la persuasin
del hombre en trminos integrales, dando como resultado un saber que combina una
teora de la argumentacin y una psicologa de los afectos, aplicada a la comprensin
y prctica de los mecanismos de persuasin.
1
257
Bibliografa
Aristteles (1985). Libro I de tica Nicomaquea. Madrid: Gredos, pp. 129-158.
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Sofistas (2002). Testimonios y fragmentos. Madrid: Gredos.
258
Didctica filosfica
y facultades mltiples
Ral Garcs Nobleca
Universidad Michoacana de San Nicols de Hidalgo
La valoracin didctica del aprendizaje lgico se orienta por la adecuada formulacin de los argumentos, la contrastacin de las hiptesis y el
alcance de las respuestas alcanzadas. Se trata de que los estudiantes no intenten discutir para convencer a sus opositores, sino que ms bien logren
construir argumentos consistentes y perfilen un espacio dialgico para
formular juicios racionales y razonablemente plausibles para ser aceptados
por una comunidad epistmica autocrtica. Con ello, podremos acercarnos
al perfil del ejercicio conceptual filosfico, de la enunciacin epistemolgica y de la formalizacin del pensamiento cientfico, e ir aprendiendo las
diversas modalidades de argumentacin y razonamiento construidas en
los campos diferenciados de las disciplinas cientficas y humanas.
3. La facultad visual espacial es la potencia para percibir nuestro entorno desde perspectivas pticas y topolgicas de modo matizado y diferenciado, involucrando sus ms variadas transformaciones. Supone la
percepcin sensible de las luces y las sombras, lneas y las formas, los
espacios y los colores, las dimensiones y sus proporciones, as como la
esquematizacin de las ideas en cuadros sinpticos que muestren sus
interrelaciones respectivas. A ella se incorporan las capacidades de visualizacin y representacin grfica de los conceptos espaciales, as como
la orientacin prctico-motriz en variadas dimensiones. Para la tradicin filosfica presocrtica los mitos y las fabulaciones son el resultado
de la configuracin de imgenes simblicas y conceptuales generadas
mediante la propensin y el impulso de las fuerzas creadoras de la imaginacin. Tanto en los dilogos platnicos, en diversas obras filosficas de
la Ilustracin o en el pensamiento de Bergson y Bachelard se encuentra
presente esta prctica didctica donde la versatilidad plstica de la imaginacin logra evocarnos cuadros simblicos o representaciones de experiencias percibidas dando lugar a una pluralidad dinmica e intuitiva
de figuraciones creativas.10
La materialidad de las experiencias de aprendizaje se compone por
la presentacin visual de intuiciones e imgenes, experiencias onricas
y smbolos, visiones y ficciones. Su aproximacin esquemtica en conceptos e ideas filosficas puede auxiliarse de recursos didcticos como
fotografas y pelculas, dibujos y lenguajes ideogrficos. Los estudiantes
264
pueden intuir y visualizar previamente para esquematizar conceptos filosficos las experiencias e ideas que busquen representarse en imgenes
verbales, cinticas y musicales. Entre las diversas estrategias didcticas
se encuentran el empleo de bosquejos y mapas de ideas a travs de dibujos o simples bocetos para ilustrar conceptos y problemas filosficos,
o el diseo y la cartografa de la lnea del tiempo que traza los distintos
esquemas epistemolgicos que corresponden a condiciones culturales,
histricas y filosficas determinadas histricamente.11
Entre los recursos didcticos para la enseanza de la filosofa destaca
la elaboracin de cuadros sinpticos, esquemas conceptuales y diagramas sobre vectores de pensamiento. Se trata de que los estudiantes elaboren un resumen visual o un cuadro de nociones que ofrezca una panormica sobre la estructura categorial y la organizacin de las ideas,
as como de los argumentos contenidos en un corpus textual, un planteamiento general o un problema filosfico. El diseo de cuadros conceptuales nos permite organizar en un esquema de ideas los elementos
que lo constituyen y la manera como se encuentran interrelacionados
entre s. Puede recurrirse al empleo de signos, llaves y tablas para destacar diferentes relaciones de reciprocidad e identidad, de oposicin y
diferencia, de subordinacin o descendencia, derivacin y apertura, as
como relaciones de coordinacin o sobredeterminacin. Por lo regular se
ordenan de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo, as como del centro a la periferia y a la inversa, pero puede optarse por otras direcciones
no preestablecidas. De preferencia se emplear un nmero limitado de
categoras relevantes y sus conceptos derivados para no sobresaturar el
cuadro de ideas en todas las direcciones posibles. Previamente se pueden
determinar las ideas filosficas generales que sern desarrolladas, derivar
de stas los argumentos subordinados para plasmar despus los conceptos complementarios y por ltimo los comentarios conclusivos.
Los criterios generales de valoracin consideran la claridad y precisin de las representaciones grficas de las ideas o categoras filosficas,
y no de meras palabras ambiguas, frases inconexas ni enunciados gratuitos. Se tiene que insistir sobre la necesidad de emplear los esquemas y los cuadros, las imgenes y los diagramas, ya que constituyen
265
Las experiencias de aprendizaje estn conformadas por materialidades perceptibles como son las apreciaciones y las intuiciones, las experiencias sensibles y los rituales de reconciliacin con los ritmos de la naturaleza. Entre los recursos didcticos se encuentran diversas prcticas
y ejercicios de contemplacin e inmersin, paseos al campo, ascensiones
a la montaa, devenir el espritu de un animal, danzar bajo la lluvia,
pasar la noche de luna llena en un bosque. Realizar ritos y celebraciones
al inicio de las estaciones anuales, sembrar la tierra y cosechar sus frutos, contemplar los cielos y la transformacin de las nubes, esperar los
misterios del alba.21
Entre los diversos ejercicios se sugiere contemplar la naturaleza
como recurso esttico y filosfico. Se invita a los estudiantes para que
retomen las reflexiones de diversos pensadores naturalistas como Lucrecio y Plotino, Bruno y Rousseau, o tener como punto de partida el redescubrimiento de sus propias intuiciones, apreciaciones y reflexiones
nacidas de la atencin sobre manifestaciones de la naturaleza. Se trata
de vincular la interpretacin de un texto filosfico como orientacin
para el estudio, la comprensin y la contemplacin de los fenmenos
naturales y la reformulacin de las categoras filosficas. Se pueden realizar tambin ejercicios didcticos para los que se requiere un entorno
natural y tiempo suficiente. Tambin puede sugerirse a los alumnos
como recurso didctico la reflexin sobre libros con temas ecolgicos,
documentales sobre la vida animal, o visitas a campo abierto, la montaa, la playa, o a un paraje natural cercano. Estos entornos permiten que
los alumnos desarrollen una multiplicidad de intuiciones e imgenes,
narraciones y metforas, ensoaciones y representaciones vinculadas
con impulsos que slo la naturaleza puede ofrecer.
La valoracin didctica del aprendizaje naturalista se orienta por los di
versos modos de inmersin que cada alumno intenta en cada una de las
vivencias y experiencias diferenciadas que alcanzan. Suele acontecer que
los estudiantes realizan reflexiones y narraciones partiendo de intuiciones
e imgenes cuyas explicaciones y argumentos resulten faltos de claridad
pero logran expresiones metafricamente convincentes. As, puede resultar un tanto extrao que existan estudiantes a los que se les dificulten
273
para ofrecer alternativas ldicas al sistema educativo vigente, que presupone equivocadamente que cualquier persona debe aprender los mismos
contenidos acadmicos de la misma manera, de tal forma que puede
establecerse errneamente un sistema evaluador estandarizado para determinar el grado y calidad de la formacin humanstica y filosfica
alcanzada por los estudiantes.
Notas
Vanse, Ignacio Izuzquiza, La clase de filosofa como simulacin de la actividad
filosfica, Madrid: Anaya, 1982; Matthew Lipman, La filosofa en el aula, Madrid:
Ediciones de la Torre, 1992; y Guillermo Obiols, Una introduccin a la enseanza de
la filosofa, Buenos Aires: Ed. Zarzal, 2002.
2
Howard Gardner, Inteligencias mltiples. La teora en la prctica, Barcelona: Paids, 2005, p. 35.
3
Cfr., Howard Gardner, La inteligencia reformulada. Las inteligencias mltiples en el
siglo XXI, Buenos Aires: Paids, 2008, p. 89.
4
Howard Gardner, La educacin de la mente y el conocimiento de las disciplinas. Lo que
todos los estudiantes deberan comprender, Barcelona: Paids, 2000, p. 99.
5
Thomas Armstrong, Inteligencias mltiples en el aula. Gua prctica para educadores, Barcelona: Paids, 2006, p. 18.
6
Walter Kohan, Filosofa, la paradoja de aprender y ensear, Buenos Aires: Libros
del Zorzal, 2008.
7
Antonio Escohotado, De physis a polis. La evolucin del pensamiento filosfico griego
desde Tales a Scrates, Barcelona: Anagrama, 1980, p. 178.
8
Flix Garca Moriyn, Argumentar y razonar. Cmo ensear y evaluar, la capacidad
de argumentar. Madrid: ccs, 2007.
9
Anthony Weston, Las claves de la argumentacin, Barcelona: Ariel, 2011, p. 32.
10
Gaston Bachelard, La potica del espacio, Mxico: fce, 1980.
11
Antonio Ontoria, Mapas conceptuales. Una tcnica para aprender, Madrid: Narcea,
2000, p. 187.
12
Timothy Tung, Wushu! Meditacin para el cuerpo y la mente, Barcelona: Ed.
Debate, 2001.
13
Carlos Castaneda, Pases mgicos: las enseanzas prcticas de Don Juan, Barcelona:
Ed. Martnez Roca, 1998.
14
Domnguez Reboiras, M.L., y Orio de Miguel, B., Mtodo activo: una propuesta
filosfica, Madrid: mec, 1985, p. 180.
1
278
Bibliografa
Armstrong, Thomas, Inteligencias mltiples en el aula. Gua prctica para educadores,
Barcelona: Paids, 2006.
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Garca Moriyn, Flix, Argumentar y razonar. Cmo ensear y evaluar, la capacidad de
argumentar. Madrid: ccs, 2007.
279
280
De la enseanza de la filosofa
a la educacin filosfica
Ma. del Socorro Madrigal Romero
Universidad Michoacana de San Nicols de Hidalgo
Sin su proyeccin educativa, la filosofa se vuelve vaca;
sin su dimensin filosfica, la educacin se vuelve ciega
I. Kant
Introduccin
filosficas son nicamente instrumentos de interpretacin de esos problemas. Tercera, el aprendizaje de la filosofa desde esta perspectiva requiere de un perfil de docente no dogmtico, que acepta que no lo sabe
todo, pues no es un experto en el contenido ni un juez que evala los
pensamientos y actitudes de los alumnos. Su tarea consiste en organizar
el dilogo y propiciar el razonamiento colectivo.
En el presente escrito, a partir de la propuesta de Cerletti, nos proponemos pensar filosficamente la enseanza de la filosofa identificando
problemas en sus dimensiones filosfica, pedaggica y poltica. En un
segundo momento justificaremos la posibilidad de un proyecto de educacin filosfica que no limita el aprendizaje filosfico a una disciplina
sino que lo considera un modo de aprender cualquier contenido desde
una perspectiva crtica y dialgica. Este proyecto defiende la idea de la
filosofa como un bien pblico abierto a todos, por esta razn, no circunscribe su aprendizaje al mbito acadmico ni centra sus estrategias
metodolgicas en la transmisin de teoras y sistemas filosficos; ms
bien intenta trasladar los principios de la pedagoga filosfica su espritu abierto y crtico as como su rigor metodolgico a los otros campos
del conocimiento, por lo que la filosofa adquiere un carcter interdisciplinario bajo el cual es posible ensear y aprender filosficamente.
No es pretensin de este escrito agotar las preguntas que abordaremos, tanto por cuestin de espacio como de humildad, ms bien nos
proponemos hacer una presentacin general de los aspectos que han
despertado en nosotros una inquietud filosfica en relacin con la enseanza de la filosofa y que consideramos necesario poner en la mesa
para continuar reflexionando sobre ellos. Algunos de estos aspectos que
nos proponemos atender intentan responder a las siguientes preguntas:
qu significa ensear filosofa? Qu y cmo ensear? Qu habilidades y actitudes filosficas deben aprenderse? Por qu ensear filosofa
hoy? Cmo deben estar preparados los docentes para superar los retos
de la enseanza de la filosofa en los contextos institucionales, sociales y
culturales actuales?
284
285
286
287
La cuestin metodolgica,
un recurso o una limitante?
Mencionamos ms arriba que la enseanza est encaminada a favorecer
que se produzca el aprendizaje, pero que no lo implica necesariamente,
slo su intencin. La didctica, por su parte, nos habla sobre cmo ensear para que el aprendizaje sea posible; se puede decir que esta disciplina
instrumentaliza las teoras psicolgicas y pedaggicas del aprendizaje,
es decir, traduce ese conjunto de ideas sobre el aprendizaje en modelos,
mtodos y tcnicas que lo desarrollen en congruencia con esas ideas. Las
cuestiones prcticas del cmo ensear filosofa no deben quedar sujetas a
una didctica general que las prescriba segn sus propias regulaciones
conceptuales ya que esto conlleva el riesgo del didactismo. Algunos de
estos riesgos que sealan tanto Kant como Hannah Arendt son los siguientes: a) la idea de sustituir el aprender por el hacer en el entendido
de que slo se puede saber y comprender lo que uno mismo ha hecho; la
intencin es ensear una habilidad descuidando el contenido filosfico a
favor de un aprender a filosofar sin contenido; y b) el desarrollo de la pedagoga como una ciencia de la enseanza le permiti al docente poder
llegar a emanciparse por completo de la materia concreta a transmitir;
desde esta perspectiva el maestro puede ensearlo todo porque est preparado (didcticamente) para ensear aunque no domine los contenidos
de una disciplina especfica.
En clara oposicin a este didactismo existe lo que Obiols denomina
un sentido comn pedaggico, que se adquiere con el aprendizaje mismo de la filosofa y que autoriza para ensear de igual manera cualquier
contenido filosfico. Bajo el predominio de la idea de si s puedo ensear, durante mucho tiempo no existi una preocupacin manifiesta por
determinar metodologas, recursos, materiales, formas de planeacin o
evaluacin propias de la filosofa. La postura intermedia reconoce que
dado el carcter abierto y crtico de la filosofa, sta requiere de una
didctica especial que abrigue modelos y mtodos fieles a ese carcter.
291
A continuacin revisaremos brevemente dos propuestas metodolgicas que se inscriben en esta visin de la enseanza y el aprendizaje
filosficos. Para el filsofo italiano citado anteriormente, las discusiones
de tipo filosfico que promueven el aprendizaje del filosofar deben considerar cuatro elementos: a) la informacin, b) la problematizacin de
nociones, de afirmaciones y de preguntas; c) la conceptualizacin (anlisis, definiciones y distinciones conceptuales); y d) la argumentacin
racional de tesis, de objeciones y de repuestas a esas objeciones. Este
modelo didctico sintetiza los elementos que expresados de una u otra
forma estn casi siempre presentes en las distintas propuestas metodolgicas para la enseanza de la filosofa que defendemos.
Siguiendo un conjunto de pasos, y muy prximo al modelo anterior, la metodologa de la comunidad de investigacin que propone
Matthew Lipman plantea los siguientes momentos: conformacin del
grupo en crculo, presentacin y lectura del texto, problematizacin
292
o elaboracin de la agenda de discusin, discusin y cierre. La problematizacin o construccin de la agenda de discusin es un trabajo
conjunto de los participantes, en ella se plasman las respuestas iniciales del grupo ante el texto, lo que consideran importante, los puntos
de inters o de conflicto que requieren ser discutidos, as como las
necesidades cognitivas de cada uno de los miembros de la comunidad.
Por esta razn, es preciso que las preguntas que los alumnos recuperan del texto o elaboran por s mismos estn a la vista de todos y sean
identificadas con sus nombres como reconocimiento de su aportacin
y puedan, durante la discusin, volver a ellas cuantas veces sea necesario o pidan a alguno de los miembros modificar o ampliar su pregunta inicial. La definicin de la agenda implica tambin encontrar
relaciones entre las preguntas y tomar acuerdos para elegir la pregunta
generadora de la discusin. Posteriormente, durante el desarrollo de
la discusin, los participantes de la comunidad plantean su primer
argumento con respecto a la pregunta inicial; en una ronda de participaciones, siempre respetuosa de los turnos, analizan el contenido de
los argumentos presentados, el profesor inicialmente (y a medida que
se consolida la comunidad de dilogo tambin los alumnos) propicia
que se establezcan relaciones con otros argumentos para continuar con
el anlisis de nuevos argumentos sin pretender arribar a conclusiones o
consensar respuestas, sino ms bien como lo sealaba Scrates: llevar
la discusin hasta donde el argumento lo permita.
Situarnos crticamente frente a un modelo didctico tradicional y academicista de la enseanza de la filosofa supone reconocer que el aprendizaje filosfico es el resultado del pensamiento del alumno sobre s mismo
y sobre el mundo. Una clase de filosofa quedar en la simple repeticin o
podr convertirse en una enseanza filosfica de la filosofa si asumimos
junto con los alumnos el reto de pensar. Encontrar un modelo que facilite
el dilogo evitando los extremos de la enseanza centrada en el profesor y
en los contenidos que, como ya mencionamos, obstruye el pensamiento
y la enseanza que, aunque centrada en el progreso del alumno, ve al
mtodo como un fin en s mismo, constituye un reto metodolgico.
293
Desde nuestra perspectiva, el mtodo resulta imprescindible cuando se utiliza como andamiaje para la construccin de aprendizajes cada
vez ms autnomos y complejos, y se puede prescindir de l cuando
tanto el profesor como los alumnos se han apropiado de sus procesos y
desarrollado las habilidades que se proponan desarrollar. Recordemos
la postura de Kohan acerca de que el mtodo se hace con la experiencia
y tiene los mismos lmites que sta; desde su postura las preguntas
pueden surgir en cualquier momento del proceso de filosofar sin tener
que recurrir al texto como nico detonante del dilogo, ste puede
surgir de fuentes diversas como diversa es la experiencia; de igual manera, los conceptos que se construyen y las habilidades que se desarrollan pueden no ser predecibles y controlables.
El docente filsofo
Cmo deben estar preparados los docentes para superar los retos de
la enseanza de la filosofa desde estos planteamientos? El papel protagnico del alumno no implica una menor actividad intelectual por
parte del maestro, para Dewey, la educacin requiere de un maestro
reflexivo con un alto grado de autonoma, por lo que nos invita a pensar
al maestro como filsofo cuya tarea exige una relacin directa con los
conocimientos que se ensean pero sin excluir su experiencia y su saber.
El maestro en la relacin pedaggica juega un papel pleno y complejo de una experiencia que tanto para l como para sus alumnos debe
ser educativa. La idea que ms tarde expresara Pablo Freire de que
quien ensea aprende al ensear y quien aprende ensea al aprender
coincide con la consideracin de Dewey de que en la prctica pedaggica no es slo el estudiante el que se est constituyendo como sujeto
a travs de las interacciones y de la reconstruccin de su experiencia,
sino tambin el docente. En tanto maestro, el docente debe desarrollar
un conocimiento emptico de los alumnos a travs de las interacciones
con ellos, en tanto filsofo, debe mantener una actitud reflexiva per294
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298