Iglesia Sacramento Universal de Salvación
Iglesia Sacramento Universal de Salvación
Iglesia Sacramento Universal de Salvación
El esquema germanicum (en el que trabajaron Rahner, Ratzginer) est centrado en esta
idea.
3) La Iglesia como sacramento. Del esquema germanicum saldr tambin la idea de la
Iglesia como sacramento.
Se trata de una nocin que viene de los Padres: Cipriano fue el primero que llam a la
Iglesia sacramento; san Agustn: del costado de Cristo nace el gran sacramento de la
Iglesia. En el perodo preconciliar era notable la idea de que Cristo, y de manera
inferior la Iglesia, era el Ursakrament del que dependen la nocin entera de
sacramentalidad y los siete sacramentos.
- Lumen gentium contiene tres citas sobre la Iglesia como sacramento: LG 1, 9, 48. Parecen
pocas, pero estn en los primeros puntos de captulos decisivos.
i) LG 1, en modo anlogo a los siete sacramentos, afirma que la Iglesia es en Cristo como un
sacramento (veluti sacramentum), como un signo eficaz de la gracia que opera una realidad
divina escondida.
LG 1: Y porque la Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de
la unin ntima con Dios y de la unidad de todo el gnero humano, ella se propone presentar
a sus fieles y a todo el mundo con mayor precisin su naturaleza y su misin universal,
abundando en la doctrina de los concilios precedentes.
La Iglesia es instrumento que comunica la gracia de Cristo. Por esto se dice que es
como (veluti) un sacramento: es una analoga, la Iglesia no es un octavo
sacramento, pero como los sacramentos la Iglesia es un acontecimiento visible que
contiene y confiere la gracia.
La Iglesia es signo que remite ms all de s misma: remite a Jesucristo. Es un
instrumento de Jesucristo, que es el sujeto de todo el obrar salvfico de la Iglesia.
Como signo e instrumento de Cristo ocupa una posicin intermedia (mediadora) entre
Cristo y los hombres.
LG 1 afirma que la Iglesia es signo-instrumento de una doble gracia:
i) La ntima unin con Dios (comunin, dimensin vertical).
ii) La unidad de todo el gnero humano (fraternidad, dimensin horizontal).
ii) LG 9, que inicia el captulo sobre el pueblo de Dios, se habla de sacramento visible de
unidad salvfica:
LG 9 Dios form una congregacin de quienes, creyendo, ven en Jess al autor de la salvacin
y el principio de la unidad y de la paz, y la constituy Iglesia a fin de que fuera para todos y cada
uno el sacramento visible de esta unidad salvfica.
iii) LG 48 define la Iglesia como sacramento universal de salvacin:
LG 48 () Porque Cristo, levantado sobre la tierra, atrajo hacia s a todos (cf. Jn 12, 32 gr.);
habiendo resucitado de entre los muertos (Rm 6, 9), envi sobre los discpulos a su Espritu
vivificador, y por El hizo a su Cuerpo, que es la Iglesia, sacramento universal de salvacin.
La idea de sacramento universal de salvacin se encuentra tambin en GS 45 y AG 1.
Es una expresin positiva del axioma extra Ecclesiam nulla salus.
- En el Concilio hallamos ms referencias a la Iglesia como sacramento. Ejm.
cristianos, sigue existiendo plenamente slo en la Iglesia catlica, y por otro lado que
fuera de su estructura visible pueden encontrarse muchos elementos de santificacin y
de verdad.
Por estos elementos que pertenecen a la plenitud catlica, el Concilio llega a
hablar tambin de las comunidades separadas como medios de salvacin:
aunque creamos que las Iglesias y Comunidades separadas tienen sus defectos, no
estn desprovistas de sentido y de valor en el misterio de la salvacin, porque el Espritu
de Cristo no ha rehusado servirse de ellas como medios de salvacin, cuya virtud deriva
de la misma plenitud de la gracia y de la verdad que se confi a la Iglesia ( Unitatis
redintegratio 3).
b) El Reino de Dios es la manifestacin y la realizacin de su designio de salvacin en
toda su plenitud.
Hablamos de sacramento de salvacin porque la Iglesia no se identifica con el
Reino de Dios, pero a su vez el Reino de Dios no puede separarse de la Iglesia: el
Reino no puede ser separado de la Iglesia. Ciertamente, sta no es un fin en s misma,
ya que est ordenada al Reino de Dios, del cual es germen, signo e instrumento. Sin
embargo, a la vez que se distingue de Cristo y del Reino, est indisolublemente unida a
ambos.
c) La Iglesia es sacramento universal de salvacin porque, siempre unida de modo
misterioso y subordinada a Jesucristo el Salvador, su Cabeza, en el diseo de Dios, tiene una
relacin indispensable con la salvacin de cada hombre.
d) En relacin con la salvacin en las dems religiones, debe ser firmemente credo que la
Iglesia peregrinante es necesaria para la salvacin, pues Cristo es el nico Mediador y el
camino de salvacin, presente a nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia, y l, inculcando con
palabras concretas la necesidad del bautismo, confirm a un tiempo la necesidad de la Iglesia,
en la que los hombres entran por el bautismo como por una puerta.
Sera contrario a la fe catlica considerar la Iglesia como un camino de salvacin
al lado de aquellos constituidos por las otras religiones.
Es necesario mantener unidas estas dos verdades, o sea, la posibilidad real de la
salvacin en Cristo para todos los hombres y la necesidad de la Iglesia en orden a
esta misma salvacin
La Iglesia considera las religiones del mundo con sincero respeto, pero al mismo tiempo
excluye esa mentalidad indiferentista marcada por un relativismo religioso que termina por
pensar que una religin es tan buena como otra.
Las diferentes tradiciones religiosas contienen y ofrecen elementos de religiosidad que
proceden de Dios y que forman parte de todo lo que el Espritu obra en los hombres y
en la historia. De hecho algunas oraciones y ritos pueden asumir un papel de
preparacin evanglica, en cuanto son ocasiones o pedagogas en las cuales los
corazones de los hombres son estimulados a abrirse a la accin de Dios. A ellas, sin
embargo no se les puede atribuir un origen divino ni una eficacia salvfica ex
opere operato, que es propia de los sacramentos cristianos. Por otro lado, no se
puede ignorar que otros ritos no cristianos, en cuanto dependen de supersticiones o de
otros errores, constituyen ms bien un obstculo para la salvacin.
Si bien es cierto que los no cristianos pueden recibir la gracia divina, tambin es
cierto que objetivamente se hallan en una situacin gravemente deficitaria si se
compara con la de aquellos que, en la Iglesia, tienen la plenitud de los medios
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salvficos. Sin embargo es necesario recordar a los hijos de la Iglesia que su excelsa
condicin no deben atribuirla a sus propios mritos, sino a una gracia especial de Cristo;
y si no responden a ella con el pensamiento, las palabras y las obras, lejos de salvarse,
sern juzgados con mayor severidad. Se entiende, por lo tanto, que, siguiendo el
mandamiento de Seor, la Iglesia anuncia y tiene la obligacin de anunciar
constantemente a Cristo.
La misin ad gentes, tambin en el dilogo interreligioso, conserva ntegra, hoy como
siempre, su fuerza y su necesidad.
3. Necesidad de la Iglesia para la salvacin
Estudiemos el axioma extra Ecclesiam nulla salus
a) Punto de partida en la revelacin. Dos son los datos que una lectura en conjunto de la
Revelacin biblica nos aporta y que no podemos perder de vista de cara a interpretar el extra
salus:
i) La firme conviccin vtero y neotestamentaria de la voluntad salvfica universal
de Dios que quiere que todos los hombres se salven y lleguen a conocer la verdad (1
Tim 2,4).
ii) No hay salvacin fuera de la nica y universal mediacin salvfica de Cristo. He
aqu el que ser el ncleo de verdad inmanente al axioma: No hay salvacin fuera de la
Iglesia por la simple razn de que no hay salvacin sin Cristo, y Cristo no puede ser
separado nunca totalmente de su Iglesia.
b) Hugo Rahner llam la atencin sobre las races judas de la conocida frmula extra
ecclesiam nulla salus. El punto de enlace lo constitua el relato del diluvio universal y el arca de
No.
La teologa del judasmo tardo vio en la salvacin de No y de su familia en medio de la
catstrofe un smbolo de la salvacin del resto santo de Israel. El libro de la Sabidura
aadi un matiz: la salvacin del pequeo resto comunitario se logr con el arca de
madera (leo). No es de extraar que el NT (cf. 1 Pe 3,20s) y los Padres
contemplaran en la frgil arca de No el madero de la cruz por el cual la salvacin
nos alcanza. En palabras de Agustn, no podemos arribar a puerto nisi ligno porteris.
Durante los dos primeros siglos del cristianismo, la Iglesia todava naciente, se presenta
como un grupo muy reducido en medio de los pueblos del mundo. No es, por consiguiente,
nada extrao que se aplique a s misma la imagen del arca de No como figura de la Iglesia.
Ello no obst a que, preocupados por la universalidad de la salvacin, y desde una
comprensin resueltamente universalista de la economa salvfica, se planteasen el tema
de la salvacin de los paganos. Harn de la teologa de las semillas del Verbo una de las
claves de su discurso (cf. Justino, Ireneo, Clemente). La verdadera preocupacin
estar relacionada con los herejes y con los cismticos, los que abandonan la
Iglesia por conventculos disidentes y ensean algo distinto a la fe catlica. De esta
preocupacin brotar nuestro axioma.
c) Los preludios del extra ecclesiam se encuentran en Orgenes y en Cipriano .
Orgenes, hablando de la casa de Rahab, con el hilo de color prpura: Venga a la casa
en que est la sangre de Cristo como signo de redencin... Fuera de esta casa, es decir,
fuera de la Iglesia, no se salva nadie. Si alguien sale de ella, l mismo es culpable de
su muerte.
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Cipriano, luchando contra los cismas: no alcanzar los premios de Cristo quien
abandona a la Iglesia de Cristo. No puede tener a Dios por padre quien no tenga a la
Iglesia por madre. Si pudo escapar alguno que estuviera fuera del arca de No,
escapar tambin quien estuviere fuera de la Iglesia.
d) Fue el discpulo de San Agustn, Fulgencio de Ruspe quien convirti definitivamente el
axioma en un principio absoluto, universal y radical. Gran parte de sus formulaciones, de
hecho, sern asumidas por el concilio de Florencia (1442).
El xito de la predicacin cristiana en el mundo mediterrneo hace pensar, en
efecto, que todo el mundo est en condiciones de conocer la Iglesia y quien no se
adhiere a ella lo hace, por consiguiente, de forma responsable y culpable.
Aunque el tono de la obra responde ms bien a una exhortacin a mantener el contenido
de todos los artculos de la fe. No parece, de hecho, que Fulgencio se dirija al creyente
con la intencin de erigir su parnesis en dogma universal.
e) El concilio de Florencia (1442) otorga todo el peso oficial de su autoridad a una frmula.
Firmemente cree, predica y profesa que nadie que no est dentro de la Iglesia catlica, no slo
paganos, sino tambin judos, herejes y cismticos, puede hacerse partcipe de la vida eternaa
no ser que antes de su muerte se incorporase a la Iglesia.
Florencia recoge la frmula extra ecclesiam nulla salus sin matices, de forma ms bien
pacfica, como una conquista de la tradicin y del conjunto del magisterio anterior.
Ciertamente, si bien no se retiene la frmula como una afirmacin en s misma infalible
en sentido moderno, s puede decirse que estamos ante una enseanza del magisterio
ordinario y universal. Con todo, su lectura hoy requiere un ejercicio de hermenutica
teolgica, que tenga en cuenta tanto el contexto en el que se proclama como las
relecturas, correcciones y la reinterpretacin que la tradicin viva de la Iglesia, en
el ejercicio de su indefectibilidad, ha ido haciendo a lo largo de la historia, de forma
que a nosotros no nos basta la interpretacin que hicieron del axioma los
contemporneos de Florencia en el s. XV.
Si se quiere llegar, escribe Ratzinger, a un sentido teolgico permanente, hay que
arrancarla de la perspectiva de finales de la Antigedad; no se intuye su verdadero fondo
teolgico si no se logra separar del mismo la visin deformada que entraa esta imagen
del mundo. Antes de los grandes descubrimientos del s. XVI, era la de un mundo
que pasaba por ser predominantemente cristiano, y que slo el endurecimiento culpable
retraa al hombre de la comunidad eclesial. Segn la mentalidad de la poca, quien
estaba fuera de la Iglesia era porque lo quera, estaba fuera por propia decisin.
Con todo, Sesbo insistir: La frmula de Florencia contiene un elemento de verdad
que es preciso limpiar cuidadosamente de una espesa ganga: la Iglesia de Jesucristo
desempea un papel esencial en la salvacin universal. El fuera de ella debemos
comprenderlo en el sentido de un sin ella, entendido como un totalmente sin ella.
f) Los descubrimientos geogrficos realizados a partir del s. XVI dan al problema una dimensin
nueva.
La gran escuela dominicana de Salamanca en el s. XVI fue la primera en plantearse la
cuestin (Francisco de Vitoria, Melchor Cano, Domingo de Soto). Pretendan ser fieles
tanto a la doctrina de Santo Toms que acentuaba la necesidad de la fe, pues sin Cristo
no hay salvacin, como al axioma bblico y patrstico de la voluntad salvfica universal de
Dios que no deja a nadie sin los medios necesarios para salvarse si coopera con la
gracia. Dicha cuestin estar en el origen de la teora del deseo implcito
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(votum), que, si bien empieza a aparecer entre los telogos en esta poca, ser
desarrollada ms tarde a partir de Po XII, y el matiz de la llamada ignorancia
invencible o error de buena fe, que, de la misma manera, recoger y desarrollar Po
IX, en medio de las diatribas contra la frmula de la Ilustracin.
Es posible pertenecer a la Iglesia, se nos dir, por una especie de deseo (voto) implcito
presente en el corazn de todo aquel que guarda la ley natural inscrita en sus corazones
y acta llevando una vida honesta y recta conforme a la gracia que Dios no niega a
nadie.
g) El segundo elemento nuevo a tener en cuenta es protagonizado directamente por el
Magisterio de la Iglesia. Con motivo de la condena del rigorismo jansenista (que radicaliza
posiciones agustinianas al respecto, negando incluso la muerte de Cristo por todos) se
anatematiza la frmula jansenista fuera de la Iglesia no hay gracia.
En consecuencia, si podemos hablar de la accin de la gracia fuera de las fronteras
eclesiales, puede negarse toda salvacin fuera de la Iglesia?
h) En el s. XIX, dos son las preocupaciones. La primera, hacer justicia a la clusula de la
ignorancia invencible y la segunda, oponerse al ascenso del indiferentismo religioso, doctrina
segn la cual la eterna salvacin del alma puede conseguirse con cualquier profesin de fe con
tal que las costumbres se ajusten a la norma de lo recto y de lo honesto.
En el Quanto conficiamur moerore y en el Syllabus, Po IX denunci, sin pretender poner
barreras a la infinita misericordia de Dios, cualquier forma de indiferentismo.
Paradjicamente, por un lado se radicaliza el extra ecclesiam al hablarse de extra
apostolicam romanam ecclesiam-; por otro se afirma la posibilidad de salvacin de
aquellos que sufren ignorancia de la verdadera religin. El adagio deviene en
artculo de fe y dogma, pero no apunta ms que a los que se separan con obstinacin
(pertinaciter) de la Iglesia catlica:
Es cosa notoria que aquellos que sufren ignorancia invencible acerca de nuestra
santsima religin, que cuidadosamente guardan la ley natural y sus preceptos,
esculpidos por Dios en los corazones de todos, y estn dispuestos a obedecer a Dios y
llevan una vida honesta y recta, pueden conseguir la eterna, por la accin operante de la
luz divina y de la gracia () Pero bien conocido es tambin el dogma catlico, a
saber, que nadie puede salvarse fuera de la Iglesia Catlica, y que los contumaces
contra la autoridad y definiciones de la misma Iglesia, y los pertinazmente divididos de
la unidad de la misma Iglesia y del Romano Pontfice, sucesor de Pedro, a quien fue
encomendada por el Salvador la guarda de la via, no pueden alcanzar la eterna
salvacin. Quanto conficiamur moerore (1863), DS 2866-2867.
i) En el s. XX va a buscarse su interpretacin ms abierta y a ser transformado incluso en
una versin positiva: la salvacin por la Iglesia.
No se trata de afirmar, dir De Lubac: fuera de la Iglesia estis condenados, sino por
la Iglesia, slo por la Iglesia os salvaris.
j) El Santo Oficio recogera esta intuicin para condenar los ltimos coletazos del rigorismo
agustiniano norteamericano en 1949, protagonizados por el jesuita americano Leonard
Feeney, que postulaba la condenacin de todos los no catlicos, excepto los catecmenos.
Cuando el hombre es vctima de una ignorancia invencible, Dios acepta tambin un deseo
implcito (DS 3866-3873).
k) El Vaticano II aport una bocanada de aire fresco en una cuestin difcil. Varias son las claves
que nos aporta el Concilio:
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ii) En LG 7 se aclara la idea del Espritu Santo como alma de la Iglesia: porque
vivifica el cuerpo, lo une y lo mueve, como el alma en el cuerpo. Nos concedi
participar de su Espritu, quien, siendo uno solo en la Cabeza y en los miembros, de tal
modo vivifica todo el cuerpo, lo une y lo mueve, que su oficio pudo ser comparado
por los Santos Padres con la funcin que ejerce el principio de vida o el alma en el
cuerpo humano. Pero se trata de una analoga (evitar pensar en una unin
hiposttica).
d) Los carismas
- LG 12: el Espritu Santo enriquece a la Iglesia con diversos carismas.
El mismo Espritu Santo no slo santifica y dirige el Pueblo de Dios mediante los
sacramentos y los misterios y le adorna con virtudes, sino que tambin distribuye gracias
especiales entre los fieles de cualquier condicin, distribuyendo a cada uno segn quiere sus
dones, con los que les hace aptos y prontos para ejercer las diversas obras y deberes que sean
tiles para la renovacin y la mayor edificacin de la Iglesia [...] Estos carismas, tanto los
extraordinarios como los ms comunes y difundidos, deben ser recibidos con gratitud y
consuelo, porque son muy adecuados y tiles a las necesidades de la Iglesia. Los dones
extraordinarios no deben pedirse temerariamente ni hay que esperar de ellos con presuncin los
frutos del trabajo apostlico. Y, adems, el juicio de su autenticidad y de su ejercicio
razonable pertenece a quienes tienen la autoridad en la Iglesia, a los cuales compete ante
todo no sofocar el Espritu, sino probarlo todo y retener lo que es bueno.
- El Concilio sigue la teologa paulina de los carismas: Los carismas no han de ser entendidos
como un don personal sino sobre todo como un don eclesial. Son para la edificacin de la
comunidad: al servicio de la Iglesia. Son complementarios unos de otros (a uno se le da el don
de lenguas, a otro el don de interpretarlas). Los corintios daban la mayor importancia al hablar en
lenguas y la profeca (los dones pneumatika), cuando son los dones menos importantes. Por
encima de todos, est la caridad (fraternidad en el cuerpo de Cristo).
- No debe verse contraposicin entre carismas y ministerio. En primer lugar, porque el
ministerio es tambin una realidad pneumtica (pueden ser llamados carismas: ejm. los obispos
tienen el carisma de la verdad). En segundo lugar, porque la perspectiva correcta es la de la
comunin eclesial. Por ello, el discernimiento y ejercicio de los carismas es regulado por la
autoridad de la Iglesia.
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