Masculinidades y Trabajo Sexual Entre Varones en España, Óscar Guasch Andreu y Jordi Caïs

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Masculinidades y trabajo sexual entre varones en Espaa (1950-2015)

Oscar Guasch y Jordi Cas.


Departament de Sociologia.
Universitat de Barcelona.
Introduccin.
La industria del sexo conforma un importante sector de la economa espaola que
carece de normativa especfica. El trabajo sexual no es ilegal y est regulado de forma
indirecta. El cdigo penal espaol ignora el trabajo sexual y persigue la trata y el
proxenetismo. La compra y la venta de sexo no es castigada, aun cuando algunas
ordenanzas municipales multan la compra-venta de sexo en las calles. Pero lo que se
penaliza no es el trabajo sexual en s, sino que se negocie en espacios pblicos. En la
prctica, en Espaa se tolera el trabajo sexual lo suficiente como para convertirla en un
destino de turismo sexual (tanto gay como heterosexual). Toda la costa del
Mediterrneo es una potente zona de turismo sexual, y parte de la economa espaola se
basa en la triloga: sexo, turismo y drogas (incluyendo un acceso al alcohol fcil y
barato). Las personas que viajan al levante espaol durante el verano son conscientes de
todo esto. Tambin las fronteras espaolas son un lugar de turismo sexual: el caso de la
frontera franco-espaola es un ejemplo al respecto (Tarrius 2013). La industria del sexo
es importante en Espaa y este texto analiza en perspectiva sociolgica una parte muy
concreta de ese sector econmico: la que hace referencia al trabajo sexual entre varones.
Se presenta el marco terico y temporal de una investigacin en curso sobre la
organizacin y la construccin social del trabajo sexual entre varones. El trabajo sexual
de los varones incluye actividades diversas: hay varones que hacen masajes corporales
completos, hay varones que hacen de acompaantes, hay bailarines erticos, hay actores
de pelculas para adultos, hay entrenadores personales, etc. El concepto de trabajo
sexual entre varones define una clase de actividades erticas y sexuales en las que, tanto
los clientes como los trabajadores, son hombres. Se deshecha el uso del trmino
prostitucin porque se trata de un concepto estigmatizador que contempla esta clase de
actividades desde un punto de vista moral, que parte de la premisa de que ciertas partes
del cuerpo humano son ms dignas que otras, a la hora de ganarse el sustento. Desde
este punto de vista, trabajar con las manos dignifica, pero trabajar con los genitales

degrada. Tanto la sociologa como el feminismo conservador han contribuido a


socializar la mayora de los prejuicios morales socialmente vigentes sobre el trabajo
sexual.
La sociologa contribuy a estigmatizar el trabajo sexual al estudiarlo desde el
punto de vista de la sociologa de la desviacin, en vez de estudiarlo desde la sociologa
de las relaciones laborales. Por su parte, el feminismo se muestra dividido a la hora de
analizar esta clase de actividades. El feminismo ms reaccionario (asociado al
feminismo de la diferencia) muestra serias dificultades para aceptar que el sexo pueda
ser un espacio de seguridad para todas las personas (adems de ser una actividad
intrascendente y divertida). Por eso, el feminismo ultraconservador est contra la
prostitucin y contra la pornografa (porque cree que la pornografa es la teora y la
violacin es la prctica); tambin est contra la sexualidad BDSM (sin que le importe
que sus protagonistas sean adultos sensatos que consienten libremente). El discurso de
este feminismo ultramontano afirma que la prostitucin jams puede ser una opcin
razonable puesto que siempre se trata de una forma de esclavitud. Este feminismo teme
los placeres del cuerpo porque los considera inseguros (sobre todo para las mujeres) y
tiende a confundir trata y trabajo sexual. Sigue abierta la discusin sobre si se trata de
una confusin interesada, y sobre si ese punto de vista ayuda o no,a quienes luchan
contra el trfico de personas con fines de esclavitud sexual (Cordero 2013). En
cualquier caso, este texto comparte el punto de vista del feminismo radical y progresista
que entiende que los problemas que genera el trabajo sexual pueden gestionarse
mejorando las condiciones laborales y sociales de quienes lo ejercen; ejemplos de estos
puntos de vista se encuentran en autoras como Rubin (1989), Osborne (1991), Juliano
(2002) y Espejo (2009), y tambin en perspectivas como las que presentan Solana y
Acin (2008) y Osborne (2004).
La investigacin que aqu se introduce tiene carcter etnogrfico y usa tcnicas
cualitativas de investigacin social. En especial, se realiza observacin participante en
una sauna gay de Barcelona que se dedica, de manera exclusiva, al trabajo sexual entre
varones. En estos contextos, es posible tener conversaciones informales con los clientes
y con los trabajadores. Por el momento, no se emplea un guin de entrevista
estructurada porque se trata de conversaciones, no de entrevistas en profundidad.
Aunque las informaciones que se obtienen de ese modo parecen sugerentes: las saunas
son un lugar de encuentro al que las personas acuden a socializar, a tomar caf, charlar,
y pasar la tarde durante el fin de semana. En cierto sentido, las saunas son cafeteras que

incluyen servicios sexuales. As que, las personas estn relajadas y predispuestas a la


charla. Pese a la tranquilidad que reina en ese espacio, en algunos momentos los
usuarios de la sauna criticaron la supuesta agresividad comercial con que los
trabajadores sexuales salan a su encuentro. Quizs por esta razn el servicio de
seguridad es ms que evidente, especialmente en la zona de los vestuarios, donde
tambin hay cmaras de seguridad. Usualmente hay tres vigilantes vestidos de calle (es
decir: no van semidesnudos con toallas y chanclas) que se reparten entre los vestuarios y
la caja donde se paga la entrada. Junto a la caja registradora, hay un cartel bien visible
que seala que no se permite la entrada de travestis con tetas.
Tambin se realizan visitas ocasionales a pisos en los que hay trabajo sexual
masculino y entrevistas en profundidad a trabajadores sexuales freelance; pero puesto
que el importe de una hora de su tiempo est en torno a los 100 euros, hay algunas
dificultades para financiarlas. Tambin se utiliza internet como instrumento de
observacin y de participacin. Los anuncios de trabajadores sexuales en internet son
buena fuente de informacin. En las plataformas especializadas en trabajo sexual online
es posible encontrar la oferta perfectamente definida (prcticas, precio, clase de cuerpo,
etc.) y tambin se pueden leer los comentarios que los clientes escriben sobre los
trabajadores sexuales. Internet es un instrumento muy til para abordar el trabajo sexual
entre varones. Es importante destacar que el papel de quien realiza la observacin
participante (en este caso, el primer firmante del texto) es el papel de cliente. Los
trabajadores sexuales definen y tratan al observador como cliente, incluso, cuando se les
explica la investigacin que se est realizando. El mismo trato se recibe por parte de los
clientes. De manera que, en esta fase de la investigacin, slo es posible acceder a los
escenarios sociales a los que acceden los clientes.
Una premisa sociolgica bsica es que todas las clasificaciones son arbitrarias.
La sociologa tiene claro que la realidad es ms compleja que las tipologas que la
relatan. Aunque el mapa no es el territorio, lo cierto es que las tipologas en forma de
tipos ideales permiten circular por la realidad investigada. Aqu se proponen tres tipos
ideales que se concretan en tres modelos para entender la evolucin y el desarrollo en
Espaa del trabajo sexual entre varones: el modelo outdoor, el modelo indoor, y el
modelo online. Se trata de una clasificacin comn en la literatura internacional sobre
trabajo sexual entre varones (Latapie 2009; Crofts 2014). Estos modelos han aparecido
de manera secuencial, de modo que cada uno tuvo su perodo de hegemona como
forma social de organizar el trabajo sexual entre varones. Un modelo sucede y sustituye

parcialmente al siguiente, porque los viejos modelos no desaparecen del todo. En


Espaa, estos modelos, presentan la siguiente cronologa: modelo outdoor (19501975), modelo indoor (1975-2000), y modelo online, desde el ao 2000 hasta la
actualidad. Este texto plantea las caractersticas bsicas de cada modelo, y tambin
revisa las formas que adopta la masculinidad en cada uno de ellos.
Modelo outdoor (1950-1975).
La calle fue el principal espacio para el ejercicio del trabajo sexual entre varones
durante el franquismo. La calle es un lugar fsico y urbano, pero tambin es un lugar
mental y simblico. La calle es un espacio pblico que incluye urinarios, teatros,
playas, cines, centros comerciales, etc. Aunque la funcin de esos espacios no es la de
ubicar el trabajo sexual entre varones, lo cierto es que en determinados momentos s
cumple esa funcin. El modelo online (o callejero, si se prefiere) fue la forma ms
comn de organizar el trabajo sexual masculino hasta la llegada de la democracia. Fue
un perodo histrico particular que inclua leyes que perseguan la homosexualidad
masculina. En teora, el objetivo de la legislacin no era castigar, sino conseguir la
rehabilitacin de los homosexuales. Las crceles y los manicomios eran los
instrumentos teraputicos ms comunes para lograrlo.
La homofobia social y legal fue intensa durante el rgimen franquista. As que
los homosexuales desarrollaron diversas estrategias de supervivencia y adaptacin a
ese contexto hostil. El disimulo y el passing (Guzman y Platero 2012) fueron formas
comunes de gestin del estigma homosexual. Otra estrategia frecuente fue exhibir el
estigma de afeminamiento que se asociaba a la homosexualidad masculina (Goffman
2010) para reducir las consecuencias sociales de poseerlo. En cierto sentido, la
asociacin que la sociedad espaola del momento estableci entre homosexualidad y
afeminamiento tiene que ver con la segunda de las estrategias descritas. En otra parte
(Guasch 1991) se explica que las estrategias de passing crean al maricn del
franquismo, mientras que las estrategias de exhibicin del estigma originan el marica
del mismo perodo. Ambas figuras son centrales a la hora de entender la construccin
social del gnero en el trabajo sexual masculino de la poca. Esta lnea de anlisis se
desarrolla en otras publicaciones en curso.
El modelo outdoor de trabajo sexual entre varones slo puede existir en centros
urbanos lo bastante grandes como para proteger el anonimato de quienes participan en
l. Pero, en el modelo outdoor, el trabajo sexual masculino fue una actividad amateur y

poco profesional, incluso, en las grandes ciudades espaolas. Durante el franquismo


hubo pocos chicos dedicados en exclusiva al trabajo sexual. Ms bien se trataba de una
actividad ocasional y discontinua en la que la relacin entre clientes y trabajadores era
muy informal. De manera que el dinero obtenido de la actividad sola ser un
complemento econmico para los trabajadores sexuales, pero no su principal fuente de
ingresos. Eso se explica en parte porque el trabajo sexual entre varones de la poca era
una actividad local y con escasa movilidad. Los trabajadores ejercan en reas pequeas
y rara vez se desplazaban en busca de clientes. Por otra parte, durante el modelo
outdoor, los espacios sociales homosexuales y los espacios donde tena lugar el trabajo
sexual entre varones eran los mismos: todo estaba mezclado y, homosexualidad y
trabajo sexual masculino, llegaban a confundirse porque eran actividades que
compartan espacios y maneras semejantes. El ocultamiento, el secreto, y el estigma,
fueron rasgos caractersticos de ambas prcticas. Existe abundante material histrico
que muestra cmo, a los ojos de los agentes del control social, homosexualidad y
prostitucin entre varones eran percibidas y tratadas como realidades idnticas (Huard
2014; Vzquez y Cleminson 2007; Greenberg 1988; Hahn 1979; Lever 1985). Al
menos hasta la revuelta gay de los aos setenta, el escndalo que provocaba la
homosexualidad era semejante al que provocaba la prostitucin entre varones.
Tambin eran muy parecidas las formas de interaccin homosexual y las maneras de
interaccin propias del trabajo sexual masculino. En realidad, en ocasiones el trabajo
sexual masculino era una manera de introducirse en las relaciones y en las prcticas
homosexuales. Un buen ejemplo al respecto es el caso de los soldados espaoles
durante el franquismo.
El servicio militar fue obligatorio en Espaa hasta el ao 2001. Especialmente
durante los aos de la dictadura, el servicio militar funcion como una especie de rito
de confirmacin de la masculinidad (Anta 1990). Se supona que, a su regreso, los
jvenes ya se haban transformado en hombres adultos. De hecho, muchos espaoles
contraan matrimonio al regreso del servicio militar. La mili afectaba a jvenes
soldados de reemplazo que, en la segunda dcada de su vida, se desplazaban a otras
ciudades, lejos de sus familias, para servir a la patria. Para muchos, el servicio militar
fue la primera ocasin para viajar fuera de su ciudad o regin natal. La mili provocaba
el desplazamiento masivo en tren y autobs de soldados no profesionales cumpliendo
su servicio militar. Y eran, precisamente, las estaciones de ferrocarril y las de autobs,
lugares comunes para el intercambio de sexo annimo entre varones. De manera que,

algunos soldados espaoles, lejos de sus familias y de los sistemas cotidianos de


control social informal, tuvieron sus primeras relaciones homosexuales en los baos y
en los aledaos de las estaciones de ferrocarril. En ese contexto de clandestinidad de
los encuentros homosexuales, las fondas y las pensiones cercanas a las estaciones, se
convirtieron en un lugar perfecto para el desarrollo del trabajo sexual entre varones: el
trasiego de hombres accediendo juntos a las habitaciones no resultaba escandaloso ni
llamaba demasiado la atencin.
El trabajo sexual entre varones del modelo outdoor durante el franquismo se
desarrolla en un contexto de homofobia social severa, a la que hay que aadir leyes
especficas para la represin de los homosexuales. As que la homofobia fue central en
la construccin social del trabajo sexual masculino. La dictadura militar defini de
manera rgida los roles y las actitudes de gnero mediante un intenso sexismo. El
rgimen militar estableci como modelo de masculinidad la hombra propia de los
cados por la patria; y los combatientes militares y los hroes definieron la
masculinidad de referencia. Una masculinidad que tambin estaba presente en las
brigadas fascistas de la Falange espaola y de las JONS, y en la OJE; eran
organizaciones que desarrollaban prcticas homosociales organizadas en torno de la
imitacin de una idealizada camaradera militar.
En este contexto, el trabajo sexual masculino de los jvenes soldados espaoles,
poda ser considerado por sus pares como una prueba de masculinidad, como una
suerte de ritual de virilidad que demostraba su capacidad de adaptacin a un contexto
desfavorable: estaban lejos de casa, tenan escasos ingresos, y tenan que probar que
podan espabilarse. De modo que, proyectar la homofobia sobre los clientes era una
prctica comn que, adems, funcionaba como una estrategia para no cuestionar su
propia identidad de gnero. La homofobia interiorizada presidia los encuentros que se
desarrollaban en medio de una cierta ansiedad porque no siempre era posible conocer
las intenciones exactas de las personas con quienes se estaba interactuando. La
desconfianza era elevada y el temor a respuestas violentas por parte de clientes o
trabajadores sola estar presente, en especial si se haba usado alcohol para
desinhibirse. En resumen, en ese perodo, la masculinidad en el trabajo sexual entre
varones reproduce las caractersticas sociales propias de la homosexualidad de la
poca: sexismo y homofobia. El trabajo sexual de entonces aconteca en un contexto
oscurantista y de violencia estructural del gnero, que inclua tanto la posibilidad de la
violencia fsica como la amenaza de estigmas sociales y tambin la persecucin legal.

Modelo indoor (1975-2000).


Hoy en da el trabajo sexual de los varones en las calles se ha convertido en un prctica
minoritaria, desarrollada sobre todo por personas inmigrantes con escasos recursos y
tambin por nativos (pocos) en riesgo de exclusin social. Los trabajos de Ballester y
Gil (1996) y de Benjumea (2006), de Zaro, Pelez y Chacn (2006) y de Salmeron
(2011) muestran el proceso de institucionalizacin puertas adentro del trabajo sexual
entre varones: cada vez hay menos trabajadores en las calles porque los espacios
pblicos conforman zonas de riesgo para los trabajadores sexuales. En primer lugar, el
hecho de que, en su mayora, sean inmigrantes hace que se proyecten sobre ellos toda
clase de prejuicios xenfobos (tanto por parte de la poblacin, como por parte de la
polica). En segundo lugar, la calle es un espacio de relaciones sociales inseguras y
problemticas donde hay que negociar intuitivamente con toda clase de actores el
sentido y el significado de lo que acontece. No siempre es fcil saber si la otra persona
est interesada en el intercambio sexual comercial o si, por el contrario, se trata de un
psicpata o de un homfobo violento. Adems, a menudo los clientes tambin son
inmigrantes que reproducen las formas de interaccin homoertica propias de los
pases de los que proceden (Langarita 2015). El resultado es que los participantes en
esta forma de trabajo sexual entre varones suelen estar poco (o mal) socializados en la
subcultura gay. Por eso, las sobreactuaciones de gnero organizadas en torno a formas
de masculinidad estereotipada son frecuentes, tanto por parte de los trabajadores como
por parte de los clientes. Negociar y trabajar en espacios pblicos acrecienta la
sensacin de vulnerabilidad de los trabajadores y fomenta en ellos actitudes de gnero
machistas que funcionan tanto como una estrategia de autoproteccin, como para
comunicar a los interesados quienes son y qu es lo que estn haciendo. Hoy en da, las
calles siguen siendo un lugar de conflicto simblico donde clientes y trabajadores
compiten por quitarse de encima el estigma de la homofobia y proyectarlo en los otros.
El modelo indoor poco tiene que ver con todo esto porque el confort y la seguridad en
el ejercicio de la actividad son mucho mayores; al tiempo que las actuaciones de
gnero son ms relajadas y menos sobreactuadas.
El modelo indoor aparece con la democracia y posibilita nuevas formas de
trabajo sexual entre varones. Para entender este modelo es preciso entender el modelo
gay y su instauracin en Espaa como forma hegemnica de construir la
homosexualidad masculina. El modelo de gay se importa del exterior, siendo Estados

Unidos su principal referente. Durante el proceso de instauracin del modelo gay


aparecen nuevos estilos de homosexualidad masculina, tanto en las formas de ocio
como en las maneras de construir la identidad y la subjetividad homosexual. A partir de
los aos ochenta, los gays espaoles dejaron atrs las estaciones de tren para ir a saunas
y a discotecas gays, y empezaron a pensarse a s mismos con los recursos simblicos
que les ofreca la subcultura gay. Todos estos cambios afectan profundamente el
trabajo sexual entre varones. En primer lugar, esta actividad abandona la clandestinidad
y se hace progresivamente visible. En segundo lugar, los trabajadores abandonan las
calles y se instalan puertas adentro. Y, en tercer lugar, los trabajadores sexuales
empiezan a reproducir las formas comunes de masculinidad gay como estrategia de
construccin social del deseo ertico en su trabajo. El desarrollo de las subculturas
gays en Espaa convirti a las masculinidades gays en una especie de representaciones
hiperblicas de las masculinidades hegemnicas (Sabuco y Valcuende 2003) y, desde
entonces hasta la actualidad, esta clase de exageraciones se reproducen en el trabajo
sexual entre varones. En resmen, durante el modelo indoor el trabajo sexual
masculino se hizo gay y se instal en espacios acotados y diseados especficamente
para esa actividad: pisos, apartamentos, saunas, etc.
Los espacios de interaccin indoor para el trabajo sexual implicaron la aparicin
de nuevas reglas y nuevos tipos de interacciones que se han mantenido hasta la
actualidad . En la calle las reglas son implcitas, los acuerdos informales, el regateo es
posible. Al contrario: en los pisos las reglas son explcitas y el regateo impracticable,
entre otras razones porque, adems del trabajador y el cliente, en los pisos hay terceras
personas involucradas en el acuerdo. Los encargados de los pisos y apartamentos
supervisan el contacto entre el cliente y el profesional del sexo. En ocasiones, los
gestores de los pisos son antiguos trabajadores sexuales. Su tarea consiste en atender a
los clientes, darles la bienvenida y responder al telfono. Tambin se ocupan de cobrar
por los servicios prestados, de manera que los trabajadores no controlan todo el proceso
de produccin y distribucin de su trabajo. Su autonoma es menor que en la calle y
con frecuencia abonan el 50% de sus ingresos a los administradores del piso. Benjumea
explica que los trabajadores brasileos son mayoritarios en los pisos, mientras que los
de origen magreb suelen elegir trabajar en saunas porque no aceptan las condiciones
contractuales de los pisos (Benjumea 2006: 42), ni tampoco trabajar en horarios preestablecidos.

El modelo indoor tambin cambi las interacciones entre clientes y trabajadores.


En las calles, las interacciones para el trabajo sexual eran semejantes al ligue
homosexual. Pero en los pisos y apartamentos, los rituales de cortejo son inexistentes.
El ritual ms importante de los pisos es el pase (el desfile) de los trabajadores sexuales.
Hay locales donde los chicos se presentan personalmente al cliente, y hay locales
donde los clientes eligen a los chicos desde un espejo que les oculta. Hay clientes que
erotizan el poder presente en la capacidad de eleccin: es como una feria de carne,
dicen. Pero para poder elegir, es preciso que exista oferta diversa y variada. Y eso se
logra mediante la extrema movilidad de los trabajadores. Mientras que el modelo
outdoor produce un tipo de trabajo sexual masculino muy local, en el modelo indoor la
movilidad de los trabajadores es una constante; de manera que la oferta se desplaza
entre ciudades para garantizar una suerte de perpetua novedad en la oferta. Se trata de
evitar el llamado efecto cara quemada (Salmeron 2011) que se produce cuando algn
trabajador ya es demasiado conocido en la localidad en la que ejerce. Esto favorece la
existencia de circuitos nacionales de distribucin de los trabajadores sexuales, que se
desplazan de local en local por distintas ciudades. Por lo general, los trabajadores
sexuales permanecen en cada piso durante tres semanas, reproduciendo de este modo
algo frecuente en el trabajo sexual de las mujeres, que trabajan tres semanas para
descansar durante la menstruacin. Sin embargo, durante las semanas laborales, los
trabajadores han de estar disponibles la mayor parte del tiempo, as que las
posibilidades de socializacin fuera de los pisos son escasas (con la excepcin del
tiempo dedicado al gimnasio).
A lo largo del modelo indoor, la movilidad de los trabajadores sexuales con base
en Espaa se convirti en movilidad internacional. Desde 1992, la libre circulacin de
los ciudadanos europeos permite este tipo de movilidad de los trabajadores del sexo.
De manera que, a partir de los aos noventa, las principales ciudades de Europa se
incluyeron en los circuitos de los trabajadores sexuales masculinos con base en Espaa.
Esto signific un paso ms en el proceso de profesionalizacin del trabajo sexual entre
varones porque los trabajadores deban estar dispuestos a viajar al extranjero y,
adems, necesitaban hablar idiomas. Pero la transformacin ms importante durante el
modelo indoor fue la inmigracin. A principios de los aos ochenta la mayora de los
trabajadores sexuales masculinos todava eran nativos (Ballester 1996), pero a lo largo
de esa dcada los inmigrantes se convierten en mayora: a finales de los aos ochenta
llegaron trabajadores procedentes de Amrica Latina y el Caribe (especialmente de

Brasil y Cuba). Y, desde los aos noventa hasta la actualidad, los trabajadores sexuales
que ejercen en pisos son mayoritariamente brasileos; mientras que quienes proceden
del Magreb siguen siendo numerosos en las saunas gay.
En cualquier caso, saunas, pisos y apartamentos, definen nuevos contextos para
el ejercicio del trabajo sexual que, al mismo tiempo, condicionan los tipos de
masculinidad que pueden ejercerse en esos espacios. Las calles son un espacio
inseguro donde las actuaciones machistas funcionan como estrategias de proteccin.
Pero los pisos y los apartamentos son espacios seguros donde tales estrategias dejan de
ser funcionales. De manera que el trabajo sexual masculino del modelo indoor permite
masculinidades ms relajadas y menos sobreactuadas. Por otro lado, muchos de los
clientes del modelo indoor pertenecen a generaciones socializadas en la subcultura gay,
de manera que toleran poco actitudes homfobas en los trabajadores (a menos que
paguen, precisamente, por ello). As que las masculinidades en los pisos son menos
sexistas, menos homfobas y ms gays. La nica excepcin est en las saunas gays
donde se ejerce el trabajo sexual entre varones. En estos contextos del modelo indoor,
la presencia de muchos trabajadores que se presentan pblicamente como
heterosexuales, crea las condiciones de posibilidad para ciertas actuaciones masculinas
estereotipadas que, al producirse en un entorno seguro, funcionan como formas de
ritualizacin ertica.
En resmen, las principales caractersticas del modelo indoor en Espaa son:
primero, tanto la oferta como la demanda abandona las calles y se concentra en
espacios privados; segundo, aumenta la profesionalizacin de los trabajadores sexuales
masculinos; tercero, aumenta la movilidad nacional e internacional de la oferta basada
en Espaa; y cuarto, el trabajo sexual entre varones se convierte en una ocupacin de
inmigrantes. La quinta y ltima caracterstica del modelo indoor, es que el trabajo
sexual entre varones deja de ser homosexual y se convierte en gay. Eso significa que
las masculinidades gays devienen hegemnicas en el trabajo sexual entre varones.
Estas masculinidades quedan asociadas a un nuevo tipo de erotismo homosexual que es
socializado a travs de la pornografa gay: las cintas de video porno de los ochenta
presentan modelos de masculinidad gay novedosos en la Espaa del momento. El
trabajo sexual masculino reproduce y se adapta al nuevo imaginario ertico como una
estrategia de mercado para satisfacer un nuevo tipo de demanda: la demanda gay. Los
aos ochenta y primeros noventa del siglo pasado, conforman un contexto de epidemia
mortal de sida, donde el porno gay publicit cuerpos sanos luciendo ropa interior

blanca que se presentaban como cuerpos impolutos y depilados. El horror estaba en los
cuerpos delgados, y la masculinidad gay de la poca (que influenci al trabajo sexual
de entonces) se presentaba como una masculinidad no infectada. A mediados de los
aos noventa, con la cronificacin del VIH, la masculinidad gay dejar de ser impoluta,
se volver ms oscura, dejar de jugar a ser inocente, y se volver ms perversa.
El modelo online (2000-2015).
El modelo de trabajo sexual indoor sigue existiendo, pero ha perdido buena parte de la
hegemona que tuvo para organizar el comercio sexual entre varones. Internet lo ha
cambiado todo. Tambin ha alterado la organizacin social del trabajo sexual, tanto de
los varones y de las mujeres como de las personas transgnero. Hay cuatro cambios
sociales importantes que condicionan el modelo online de trabajo sexual entre varones:
primero, est la cuestin de los derechos civiles lgtb; en segundo lugar, est la crisis de
la identidad gay clsica; en tercer lugar, estn las transformaciones en el ocio gay; y, en
cuarto lugar, es importante la desaparicin del pnico ante el sida. Estos cuatro
procesos ayudan a contextualizar los cambios en el trabajo sexual entre varones y los
cambios en las masculinidades que en l se producen.
Los avances en derechos civiles lgtb que suceden durante el modelo online son
evidentes. El acceso al matrimonio igualitario, la posibilidad de cambiar de gnero sin
ciruga de reasignacin genital, y la existencia de leyes especficas contra la homofobia
en varias comunidades autnomas, redefinen la construccin social de la
homosexualidad masculina, al tiempo que aumenta la tolerancia social hacia su
prctica. A lo largo de la burbuja inmobiliaria, parte de la sociedad se inspir en el
estilo gay para organizar su ocio y su sexualidad, e incluso ciertas prcticas gays
articuladas en torno al sexo, las fiestas nocturnas a deshoras y las drogas sintticas,
fueron adoptadas por jvenes heterosexuales como un referente a imitar. Los veranos
ibicencos fueron un claro ejemplo de ello. Sin embargo, las leyes igualitarias y el
aumento de la tolerancia social (sobre todo entre los jvenes) hicieron que las
identidades gays de resistencia poltica contra la homofobia perdieran parte del sentido
social que haban tenido hasta entonces: la homofobia social segua presente, pero casi
nadie quera or hablar de ella en medio de la fiesta inmobiliaria. Todo esto derivo en
un cierto aburguesamiento gay que se tradujo en una presentacin correcta de las
identidades homosexuales (Vlez-Pelligrini 2011) que la mayor parte de la sociedad
aceptaba de buen gusto, ya que le permita definirse como moderna. Gracias al

matrimonio igualitario, la sociedad espaola, por primera vez en siglos, formaba parte
de los pases ms avanzados del mundo.
La crisis econmica de 2008 puso a Espaa, de nuevo, donde siempre haba
estado: con los pases latinos. Pero la crisis econmica, en combinacin con la nuevas
tecnologas, confirm la pujanza de un nuevo modelo de ocio gay en el que la conexin
intensa del mundo gay con ciertos espacios pblicos entr en crisis. Las instituciones
clsicas del perodo gay han dejado de ser centrales en el ocio de las nuevas
generaciones homosexuales (Guasch 2011). Acudir a ligar y a divertirse a saunas, bares
y discotecas gays con sus cuartos oscuros, son estrategias cada vez ms caducas entre
los homosexuales ms jvenes. Salir es caro, y los jvenes del precariado tienen poco
dinero disponible (Gentile, Sanmartn, y Hernndez Cordero 2013). As que las redes
sociales se han convertido en el nuevo espacio para los encuentros sexuales entre
varones. Ofrecerse y encontrar compaeros sexuales en las redes, es fcil, rpido y
barato. Incluso la organizacin de fiestas colectivas de sexo depende tan solo de un
clik. La edicin de la Vanguardia del mircoles 11 de noviembre de 2015, daba cuenta
de la existencia de estas reuniones. Segn la prensa, son orgas que pueden durar horas,
y que se condimentan con diversas drogas sintticas que desinhiben a los participantes
creando las condiciones de posibilidad para tener sexo inseguro: el pnico ante el sida
ha desaparecido.
La pornografa influye en el proceso de construccin social del deseo ertico.
Durante dcadas, el porno gay se utiliz para socializar el uso del preservativo. Pero
desde hace diez aos, el bareback (follar a pelo) se ha vuelto hegemnico en la
pornografa gay, con la correlativa influencia en las prcticas sexuales reales. A ello
hay que aadir la profilaxis de pre-exposicin (PPE) al VIH, que consiste en el uso de
antiretrovirales antes del intercurso sexual, para evitar la infeccin. Si a todo esto se le
suma la cronificacin del sida gracias a las triterapias y la prdida de memoria histrica
sobre las consecuencias mortales del sida hasta los aos noventa, se obtiene un
escenario en el que las nuevas generaciones gays cada vez apuestan menos por el sexo
seguro como estrategia de prevencin. En resumen, durante el modelo online se
reconocen derechos a las minoras sexuales, cambia tanto el ocio gay como las
identidades homosexuales, y se relajan las estrategias homosexuales de fomento de la
salud sexual. Todo esto conforma un escenario novedoso para el trabajo sexual entre
varones.

Internet tambin transforma la organizacin del trabajo sexual masculino y


simplifica la comunicacin entre clientes y trabajadores favoreciendo su inmediatez.
Toda la informacin sobre precios, prcticas y caractersticas de la oferta est disponible
de manera instantnea; y tambin se pueden negociar y fijar de antemano las estrategias
de seguridad sexual en relacin a las enfermedades infectocontagiosas. Internet favorece
publicitar la oferta (tanto puntual como permanente) de los trabajadores sexuales y
posibilita, al mismo tiempo, la profesionalizacin y tambin las ofertas ocasionales y
discontinuas de quienes usan la actividad tan solo como una fuente complementaria de
ingresos o como una clase de fantasa sexual. Puesto que la homosexualidad masculina
se ha hipersexualizado, la aceptacin y el respeto hacia el trabajo sexual es muy alta
entre las subculturas gays (Grow y Smith 2014). En las democracias con subculturas
gays, la violencia estructural y simblica contra los trabajadores sexuales disminuye. La
excepcin es Estados Unidos, habida cuenta de su poltica prohibicionista de gestin
social del trabajo sexual.
En cualquier caso, los mitos culturales vigentes en el trabajo sexual estndar (la
prostitucin femenina) no se reproducen en el caso de los varones. No hay para los
hombres un anlogo al mito de la mujer cada que permite definir a las trabajadoras
sexuales como vctimas, incluso, de s mismas. En realidad, los trabajadores sexuales
ms jvenes se autodefinen como espabilados o buscavidas. En resumen, en las
subculturas gays, la hipersexualizacin y la flexibilidad moral que las caracteriza,
ayudan a que el trabajo sexual entre varones sea considerado como una actividad
aceptable de economa informal. Por eso, las entradas y las salidas en el ejercicio del
trabajo sexual se producen con pocas limitaciones morales, y sin ms problemas que los
relacionados con el mercado y con las estrategias de ventas (Guasch 1994).
Internet tambin facilita la relacin entre clientes y trabajadores, los cuales
pueden ponerse en contacto a cualquier hora y desde cualquier lugar. Mientras que en el
trabajo sexual intermasculino de los modelos anteriores es condicin sine qua non el
anonimato de las grandes ciudades, en el modelo online, el tamao de la ciudad en que
se ejerce deja de ser un problema, y el trabajo sexual entre varones se extiende ms all
de las grandes ciudades. Por otro lado, la movilidad de los trabajadores, adems de ser
nacional y continental, se hace global. Hay trabajadores con una agenda de citas y de
reservas que circulan por todo el mundo ofreciendo servicios sexuales de excelencia a
quienes puedan pagarlos. Las legislaciones locales contra la homosexualidad y la
prostitucin restringen la movilidad de estos trabajadores sexuales; mientras que la

existencia de subculturas homosexuales en contextos democrticos la favorece. En


cualquier caso, pese a que existen importantes adaptaciones locales, para algunos
clientes y trabajadores el modelo online ya es un modelo global.
Trabajo sexual entre varones, subculturas gays, y masculinidad.
Las relaciones entre el trabajo sexual entre varones y las masculinidades estn
muy poco teorizadas (Logan 2014). En primer lugar, la oposicin binaria entre hombres
y mujeres, que ha sido usada de manera estndar para el estudio del trabajo sexual de las
mujeres en perspectiva de gnero, es intil en un contexto donde clientes y trabajadores
son todos varones. En segundo lugar, el uso de las identidades simples de orientacin
sexual (homosexual/heterosexual), resulta insuficiente porque muchos de los implicados
(tanto clientes como trabajadores) se definen como heterosexuales. En tercer lugar, el
tipo de masculinidades construidas en el marco de las subculturas gays son altamente
complejas y mantienen una relacin ambivalente con las masculinidades hegemnicas.
Las masculinidades de las subculturas gays abarcan un amplio espectro de actuaciones
de gnero que van: desde las formas ms irnicas y auto-pardicas, hasta la imitacin
convencida y conversa de las masculinidades hegemnicas supuestamente viriles; pero
son, precisamente, esta ltima clase de masculinidades las que ms condicionan el
conjunto de la oferta y de la demanda de trabajo sexual entre varones.
En la construccin social del deseo ertico en el contexto de las subculturas
gays, existe una jerarqua de los cuerpos y de los roles sexuales que incide de manera
directa en cmo se conforma la oferta y la demanda en el trabajo sexual entre varones.
En esos contextos, los cuerpos deseables son cuerpos cuidados de gimnasio y de
apariencia saludable, con sonrisa perfecta, cuidado peinado y tamao de pene suficiente.
Los cuerpos gordos o demasiado delgados y tambin los cuerpos con penes pequeos,
son cuerpos menos deseados. Pese a que existen grupos homosexuales con sobrepeso
que proclaman su orgulloso de osos sebosos para alejarse crticamente de las formas
hegemnicas de los cuerpos gays (Sez 2012), lo cierto es que apenas existe oferta de
trabajo sexual que recoja esta clase de corporalidades descuidadas y supuestamente
crticas; lo cual viene a mostrar (de manera indirecta) cuales son la formas de
masculinidad realmente hegemnicas y que, en consecuencia, influyen en la oferta del
trabajo sexual entre varones.
En las subculturas gays tambin existen formas sexistas de organizar
teatralmente los encuentros sexuales que se concretan en una jerarqua de las posiciones

y de las prcticas que correlacionan con los estereotipos propios de las masculinidades
machistas. Muchos homosexuales socializados en las subculturas gays son
autoconscientes del uso estratgico de las posiciones sexuales en la negociacin no
verbal de las actuaciones de masculinidad que construyen el deseo ertico homosexual.
Pero presentarse pblicamente como activo, pasivo o verstil, proyecta ciertas
expectativas en la actuacin de los participantes que tienen que ver con acuerdos
implcitos que se pactan para erotizar el intercurso sexual. As que los activos ocupan el
escaln ms alto en esta jerarqua estereotipada de las posiciones que se ocupan en las
prcticas sexuales. Los pasivos ocupan el escaln ms bajo de esta jerarqua. Se trata de
una posicin de menor masculinidad que es reforzada por la conexin que se establece
entre ser pasivo y la infeccin por VIH (Zamacona 2010). Supuestamente, los activos,
al bombear sangre a su miembro erecto, bloquean la entrada del virus en el cuerpo;
mientras que los pasivos son receptculos de semen y, por extensin, de enfermedad y
de muerte (Sontag 1989). En las subculturas gays tambin es comn afirmar que, en
realidad, los verstiles son pasivos que no se aceptan a s mismos; mientras que los
activos son pasivos que an no se han dado cuenta de serlo.
Las subculturas gays constituyen un espacio de actuacin de gnero donde los
actores sociales interpretan los papeles que consideran ms adecuados en funcin de la
clase de situacin social que se est representando (Goffman 2009). Esto ltimo no es
novedoso ni tampoco exclusivo de las masculinidades gays: tambin los varones
heterosexuales adecuan sus actuaciones de masculinidad a las expectativas del contexto
social en que se encuentran, y la ritualizacin sobreactuada de las peleas entre hombres
en contextos como bares, discotecas y estadios de ftbol son un buen ejemplo de ello
(Guasch 2006). As que todos los hombres, incluyendo a los homosexuales, actuan su
masculinidad en funcin de las normas (explcitas o implcitas) vigentes en el escenario
social en que se encuentran. Pues bien: buena parte de la construccin social del deseo
vigente en las subculturas gays, se organiza a partir de actuaciones en torno de la
confirmacin, la negociacin o la trasgresin del poder y del dominio presentes en la
masculinidad. Y tanto las normas gays respecto a la deseabilidad de los cuerpos, como
las jerarquas gays en torno al binomio activo/pasivo son reproducidas en el trabajo
sexual entre varones.
En las subculturas gays existe un potente discurso que afirma que la homofobia
es sexy. Segn esto, la homofobia es una especie de catalizador del deseo ertico
homosexual porque, al introducir la culpa en las prcticas sexuales, se potencia el placer

derivado de la trasgresin de la norma. La renuncia al poder es uno de los pecados


normativos ms comunes en la construccin social y personal del deseo ertico de los
varones. El caso de los varones heterosexuales poderosos que ejercen de sumisos con
mujeres y utilizan las prcticas BDSM como una forma ritual de renuncia al poder es un
ejemplo al respecto (Graham 1991). Otro ejemplo de renuncia ritualizada al poder
simblico que la masculinidad confiere, est en los varones que se definen como
heterosexuales y que buscan ser penetrados por travestis (Vartabedian 2014). En los
varones (homosexuales y heterosexuales, indistintamente) jugar al juego de renunciar al
poder y someterse, es una forma comn de produccin de placer que tiene en la
homofobia social y en la homofobia interiorizada importantes aliados.
En el trabajo sexual entre varones, la distribucin del poder asociado a la
masculinidad, tiene circuitos particulares en los que la edad y tambin la homofobia
juegan un importante papel. Las subculturas gays que condicionan la oferta del trabajo
sexual entre varones son, estructuralmente, subculturas juveniles (sin que importe la
edad real de quienes participan en ellas) que celebran los cuerpos turgentes. De manera
que, cuando hay diferencia de edad entre clientes y trabajadores, el poder (entendido
como la capacidad de calificar y clasificar la interaccin social que est sucediendo)
tiende a ubicarse del lado de la persona ms joven. As que, desde esta perspectiva
edista, los trabajadores sexuales tienen oportunidades de empoderamiento. Y lo mismo
sucede con la homofobia, que puede ser usada (en ocasiones, de forma consensuada con
quienes pagan por ello) para alejar ciertos estigmas de gnero y proyectarlos en el
cliente. El grado de intensidad y de teatralizacin de la homofobia social y de la
homofobia interiorizada ayuda al empoderamiento de los trabajadores sexuales
heterosexuales, que se permiten tener esta ocupacin sin cuestionarse su identidad
sexual y de gnero por el hecho de tener sexo con hombres.
En las subculturas gays tambin existe una jerarqua tnico-racial que
intersecciona con la jerarqua de las posiciones sexuales para definir un ranking de las
masculinidades, en funcin de la procedencia nacional de los varones. El resultado de
esa interseccin se proyecta de manera sexista y estereotipada sobre los trabajadores
sexuales para definirlos. Puesto que en Espaa el trabajo sexual es una ocupacin
mayoritariamente realizada por personas migrantes, parte de los estereotipos sociales
sobre estas poblaciones se proyectan en el trabajo sexual. Es posible clasificar la
procedencia de los trabajadores sexuales que ejercen en Espaa en cinco grandes
grupos: latinos (sobre todo brasileos), africanos (magrebes, sobre todo), pases del

este (blgaros y rumanos), asiticos (filipinos y chinos) y espaoles. Algunos de los


clientes entrevistados reproducen los relatos clsicos sobre las masculinidades exticas:
los negros son salvajes, los rumanos son primitivos, los moros son homfobos y
nunca la chupan, los brasileos son cariosos (es decir: son pasivos) y los asiticos
la tienen pequea (es decir: dara igual que fueran activos). Pero los asiticos
compensan su poco pene porque conocen tcnicas sexuales sofisticadas; en resmen:
si quieres cario pillate un brasileo, si buscas masaje, hztelo con un filipino, y si
quieres un polvo brutal, mejor con un rumano o con un blgaro que son muy
homfobos y te follan como una perra, etc.
Conclusiones.
El gnero condiciona el conjunto de las interacciones que se dan en el trabajo sexual
entre varones. En tanto que estrategia de control social que clasifica y califica a las
personas, el gnero discrimina en el acceso a los recursos y a los bienes disponibles,
tanto materiales como simblicos. El gnero provoca desigualdades sociales. El trabajo
sexual entre varones constituye un espacio privilegiado de observacin de la
masculinidad, precisamente, porque permite observar las interacciones erticas,
simblicas y de poder que acontecen en el seno del gnero dominante. Hasta el
momento, los resultados de tales observaciones permiten afirmar que el trabajo sexual
entre varones reproduce la mayora de las prcticas sociales de gnero presentes en las
subculturas gays, al margen de que sus actores (clientes y trabajadores) participen o no
de las mismas. El trabajo sexual entre varones conforma un espacio estereotipado de
expresin de las masculinidades, donde el deseo se organiza mediante estructuras
binarias del tipo: poder/sin poder, dominante/sumiso, activo/pasivo, y
masculino/femenino. Sin embargo, los actores sociales que participan de esta clase de
procesos suelen ser conscientes de la dramatizacin teatral presente en los mismos y la
contemplan con cierta distancia irnica. Las masculinidades ocupan un lugar estratgico
en la construccin social del deseo en el trabajo sexual entre varones; pero se trata de
masculinidades fludas, dinmicas y, sobre todo, negociables.
En el trabajo sexual entre varones es importante (y por eso se negocia) el rango y
el lugar que cada uno de los actores ocupa en la jerarqua masculina, para poder
distribuir entre los participantes el poder simblico que la masculinidad confiere. El
resultado de ese reparto del poder que la masculinidad otorga, es desigual casi siempre.

Algunos actores presentes en las interacciones son etiquetados como menos masculinos
que los otros. Y, sin embargo, se trata de un reparto desigual del poder que es
consensuado . Se trata de una desigualdad de gnero pactada (implcita o
explcitamente) que se convierte en un elemento central en la erotizacin de esta clase
de prcticas. Pero adems, esta desigualdad presente en la jerarqua de la masculinidad
permite a algunos de los implicados en la interaccin sexual obviar cuestiones
identitarias que les resultan incmodas (sobre todo cuando se trata de varones que se
definen como heterosexuales).
En este texto se han presentado los tres modelos de organizacin social del
trabajo sexual entre varones que, sucesivamente, han sido hegemnicos en Espaa
desde el franquismo hasta la actualidad. En perspectiva histrica, es posible afirmar que
las masculinidades del trabajo sexual entre varones han evolucionado de manera
paralela al desarrollo de las subculturas gays espaolas. Las masculinidades presentes
en el trabajo sexual entre varones han ido abandonando sus formas ms sexistas; de
manera que, tanto el machismo como la homofobia, han ido adquiriendo cada vez ms
una funcin instrumental y menos identitaria. Es decir: el sexismo machista y homfobo
es visible en las actuaciones de gnero del trabajo sexual entre varones (sobre todo para
construir parte del deseo ertico); pero las funciones identitarias del sexismo son cada
vez menos importantes para la construccin de la identidad social y personal de los
hombres que participan en esas actividades . Negociar el poder y distribuirlo de manera
consensuada es un acto plenamente democrtico que sucede de manera continuada en el
trabajo sexual entre varones. Se trata de una actividad en la que los actores son adultos
que consienten libremente para intercanbiar dinero por servicios erticos y por diversas
prestaciones corporales y sexuales. Hay que investigar ms y desarrollar marcos
tericos complejos que puedan aplicarse al conjunto del trabajo sexual, con
idependencia de que sus protagonistes sean varones, mujeres o transgneros. Este texto
quiere formar parte de ese proceso.

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