El documento resume las ideas principales de la Exhortación Apostólica Verbum Domini sobre la Palabra de Dios. Explica que la exhortación surgió de un Sínodo de Obispos en 2008 sobre este tema. Luego, resume las enseñanzas del Concilio Vaticano II sobre la revelación divina, señalando que Dios se revela a través de un encuentro personal con Jesucristo más que a través de verdades abstractas. También destaca que la Biblia no debe identificarse directamente con la Palabra de Dios, sino que ap
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El documento resume las ideas principales de la Exhortación Apostólica Verbum Domini sobre la Palabra de Dios. Explica que la exhortación surgió de un Sínodo de Obispos en 2008 sobre este tema. Luego, resume las enseñanzas del Concilio Vaticano II sobre la revelación divina, señalando que Dios se revela a través de un encuentro personal con Jesucristo más que a través de verdades abstractas. También destaca que la Biblia no debe identificarse directamente con la Palabra de Dios, sino que ap
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Comentario a La Exhortación Apostólica Verbum Domini (1)
El documento resume las ideas principales de la Exhortación Apostólica Verbum Domini sobre la Palabra de Dios. Explica que la exhortación surgió de un Sínodo de Obispos en 2008 sobre este tema. Luego, resume las enseñanzas del Concilio Vaticano II sobre la revelación divina, señalando que Dios se revela a través de un encuentro personal con Jesucristo más que a través de verdades abstractas. También destaca que la Biblia no debe identificarse directamente con la Palabra de Dios, sino que ap
El documento resume las ideas principales de la Exhortación Apostólica Verbum Domini sobre la Palabra de Dios. Explica que la exhortación surgió de un Sínodo de Obispos en 2008 sobre este tema. Luego, resume las enseñanzas del Concilio Vaticano II sobre la revelación divina, señalando que Dios se revela a través de un encuentro personal con Jesucristo más que a través de verdades abstractas. También destaca que la Biblia no debe identificarse directamente con la Palabra de Dios, sino que ap
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Comentario a la Exhortacin Apostlica Verbum Domini
Jos Serafn Bjar Bacas Profesor de la Facultad de Teologa de
Granada Introduccin Una exhortacin apostlica es un documento, firmado por el Papa, que surge como resultado de un Snodo de Obispos previo. As es, del 5 al 26 de octubre del ao 2008, el papa Benedicto XVI convoc en Roma su primer Snodo de obispos con el tema La Palabra de Dios en la vida y en la misin de la Iglesia. El 30 de septiembre del 2010, apareca este documento como fruto del encuentro de obispos de todo el mundo. 1.
El Dios que habla
En el n 4 de VD, podemos leer: En la XII Asamblea sinodal,
Pastores provenientes de todo el mundo se reunieron en torno a la Palabra de Dios y pusieron simblicamente en el centro de la Asamblea el texto de la Biblia, para redescubrir algo que corremos el peligro de dar por descontado en la vida cotidiana: el hecho de que Dios hable y responda a nuestras cuestiones. Dios habla y responde a nuestras cuestiones, pero dnde podemos escuchar su voz? Cuando nos referimos a la Palabra del Dios, de modo inmediato traemos a nuestra imaginacin el libro de la Biblia. De hecho, en la liturgia de la Palabra, cuando celebramos la eucarista, despus de cada lectura decimos Palabra de Dios. As, para muchos cristianos, el cristianismo, junto con el judasmo y el islam, suelen ser identificadas, sin ms, como religiones del libro. Despus de celebrarse este Snodo de obispos, con la temtica concerniente a la Palabra de Dios, conviene recuperar algunas de las claves esenciales que nos dej el Concilio Vaticano II sobre esta materia y que aparecen ahora reflejadas en esta Exhortacin. De este modo, descubriremos de manera renovada que lo cristiano, an referido a la Biblia, trasciende con mucho los estrechos lmites de un libro. O de otro modo, en este primera intervencin, que quizs tenga un tono ms teolgico y acadmico, quiero apuntar cmo la Sagrada Escritura, que contiene la Palabra de Dios, no puede ser identificada, sin ms, con dicha Palabra. Para ello, establecemos, como grueso de nuestra reflexin, un acercamiento a las claves fundamentales de comprensin que nos ofrece el Concilio Vaticano II al hablarnos de esta Palabra divina. Este acercamiento pretende evidenciar, tal como hemos apuntado, que el cristianismo no es una religin del libro, sino la religin que confiesa el acontecimiento del Dios venido en carne. 1.1. En el principio no exista la Biblia, sino la Palabra
Cuando Dios habla, qu dice? Dios habla de la misma
manera que los hombres pueden hablar unos con otros? La Palabra de Dios puede igualarse, sin ms, a las palabras humanas? Con estas preguntas, estamos poniendo el acento en uno de los temas fundamentales de comprensin de nuestra fe: la revelacin. Por esta razn, para comprender qu significa que Dios hable a los hombres, tendremos que profundizar en el significado del concepto revelacin. El ambiente teolgico que predominaba en la Iglesia preconciliar supona una comprensin del cristianismo que tena como sustento un concepto de revelacin entendido como acumulacin de verdades eternas. De esta manera, el cristianismo quedaba reducido a un ejercicio intelectual que consista en un conocimiento, lo ms riguroso posible, del conjunto de dichas verdades. En efecto, si Dios haba hablado a los hombres, lo que les haba trasmitido era un conjunto de verdades que el hombre tena que asumir y creer. Este modo de entender la revelacin tena un reflejo en todas las dimensiones de la vida cristiana; especialmente, en la catequesis, que compete al mbito de transmisin de la fe. Una prueba de esto, eran los catecismos de los jesuitas Gaspar Astete y Jernimo Martnez de Ripalda, que, desde el siglo XVI, ayudaron a socializar en la fe cristiana a millones de creyentes hispanohablantes y que eran concebidos como conjunto de preguntas y respuestas destinadas a la memorizacin. As, en estos catecismos, se ofreca aquella doctrina que haba que saber-creer para salvarse. No es extrao pues cmo la fe cristiana pugnaba, en algunas de sus derivaciones, por medirse con las ideologas que han marcado el desarrollo del siglo veinte, tanto en sus versiones burguesas (me refiero al liberalismo) como revolucionarias (y aqu al marxismo). Es lgico pensar que lo cristiano, reducido a un conjunto de verdades que hay que creer, que han sido reveladas por Dios, se convierta en una ideologa ms al uso que es capaz de ofrecer una meditada explicacin del mundo y de las leyes de su funcionamiento. Por ello, la teologa tena un palpable carcter apologtico y proselitista al centrar su preocupacin en mostrar la superioridad de su caudal de verdad con respecto a otras propuestas de sentido. As, el cristianismo reivindicaba para s una forma de verdad universal y abstracta. Sin embargo, junto a estas teologas anquilosadas, en la primera mitad del siglo XX, aparecen grmenes de renovacin que tienen como principal motor una decidida vuelta a las fuentes del cristianismo primitivo, especialmente a la patrstica. Comienza as una primavera teolgica que va a reivindicar, en contraste con los escenarios ideolgicos de los siglos XIX y XX, la especificidad de la entraa misma del cristianismo. En efecto, lo cristiano no es una ley general cierta, una cosmovisin de alcance global, un
potente sistema que da una explicacin cumplida de la
realidad sin restos de sombras Ahora, la verdad ser propuesta no como universal y abstracta, sino como personal y concreta, es decir, la verdad del cristianismo es la persona de Jesucristo que se ha manifestado al hombre. Hagamos un parntesis para entender esto. Es interesante a este respecto, y en contraste con la forma de entender occidental y racionalista, recordar el concepto de verdad que brota de la sabidura bblica. En la mentalidad semita, la palabra que corresponde a verdad es el trmino hebreo EMET, que proviene de AMN, trmino que designa la confianza y confidencia de una persona. As pues, y esto es muy importante, si verdad es para los griegos una realidad objetiva e intemporal, para el mundo de la Biblia es una relacin entre personas, que se experimenta en el transcurso de una historia. Es decir, verdad sera para los griegos el Teorema de Pitgoras, pero para el pueblo de la Biblia la verdad sera, por ejemplo, una relacin entre amigos. De esta manera, lo contrario de la verdad sera, para los griegos, el error o la mentira; para los judos, lo contrario de la verdad es la ruptura de una ligazn de confianza que duraba en el tiempo, o sea, la infidelidad. Un ejemplo de esta nueva forma de concebir lo cristiano, la encontramos en una de las obras fundamentales de la teologa del siglo XX, escrita all por los aos treinta, La esencia del cristianismo de un importante telogo, de origen italiano, llamado Romano Guardini. En uno de sus momentos ms brillantes podemos leer un texto que, sin duda, puede ser catalogado como determinante para la historia de la teologa del pasado siglo: La doctrina cristiana afirma, en efecto, que por la humanizacin del Hijo de Dios, por su muerte y su resurreccin, por el misterio de la fe y de la gracia, toda la creacin se ha visto exhortada a abandonar su aparente concrecin objetiva y a situarse, como bajo una norma decisiva, bajo la determinacin de una realidad personal, a saber: bajo la persona de Jesucristo. Ello constituye, desde el punto de vista lgico, una paradoja, ya que parece hacer problemtica la misma realidad concreta de la persona. Incluso el sentimiento personal se rebela contra ello. Someterse, en efecto, a una ley general cierta bien natural, mental o moral no es difcil para el hombre, el cual siente que al hacerlo as contina siendo l mismo, e incluso que el reconocimiento de una ley semejante puede convertirse en una accin personal. A la pretensin, en cambio, de reconocer a otra persona como ley suprema de toda la esfera religiosa y, por tanto, de la propia existencia, el hombre reacciona en sentido violentamente negativo (Madrid 1959, 21)
Esta vuelta a las fuentes ayuda a reubicar tambin la
importancia del texto bblico en referencia a la vida de la Iglesia. El libro tiene el inconveniente de apuntalar una idea de revelacin que sigue subrayando la acumulacin de verdades, al tiempo que incita a derivaciones ideolgicas de lo cristiano. De hecho, la teologa pre-conciliar usaba el texto bblico como caudal de contenidos doctrinales y morales. Sin embargo, pasaba de largo la genial intuicin de que en el principio del cristianismo no fue el libro, sino un encuentro: aquel que tuvo lugar entre los frustrados discpulos del Viernes Santo y el Seor resucitado. El acontecimiento, el evento, el encuentro es la categora que sustenta la verdad ltima del cristianismo y la Biblia, lejos de ser un libro del pasado, es el instrumento que pretende facilitar, desde la contemporaneidad de Jess Resucitado, dicho encuentro. En este clima podemos entender cmo el Vaticano II es el primer concilio general que se ha ocupado de la Palabra de Dios y su revelacin de un modo exclusivo y total, dedicando al tema la reflexin de una entera constitucin que se ha dado en llamar Dei Verbum (DV), es decir, La Palabra de Dios. En este sentido, la atencin que dicha constitucin ha tenido en la recepcin teolgica postconciliar es patente, ya que marca un hito en el modo de comprender la esencia misma del cristianismo y, por ello, ha sido determinante, como marco fundamental del Snodo de obispos que ha dado lugar al documento que ahora estudiamos. De hecho, en el n 7 de la VD podemos leer: la fe cristiana no es una religin del Libro: el cristianismo es la religin de la Palabra de Dios, no de una palabra escrita y muda, sino del Verbo encarnado y vivo. Por esta razn, vamos a hacer brevemente un acercamiento a las claves fundamentales de comprensin de la Constitucin del Concilio Vaticano II Dei Verbum, que es el teln de fondo para leer toda la primera parte de la Exhortacin que nos ocupa. De esta manera, entenderemos de qu hablamos cuando decimos revelacin y cmo habla Dios concretamente a los hombres. 1.2. La revelacin es una trasmisin de vida El documento conciliar Dei Verbum comienza con un texto bblico de la primera carta de Juan que, meditadamente, contiene en embrin todo cuanto ser desarrollado posteriormente en toda la Constitucin. Conviene recordar el texto bblico en cuestin: Os anunciamos la vida eterna: que estaba junto al Padre y se nos manifest. Lo que hemos visto y odo os lo anunciamos para que tambin vosotros vivis en esta unin nuestra, que nos une con el Padre y con su Hijo Jesucristo (1 Jn 1, 2-3). Qu nos dice este texto? Tres
aspectos fundamentales que nos ayudan a entender qu es la
revelacin. Lo vamos a entender mejor hacindonos tres preguntas: qu realidad tiene por objeto la revelacin?, de qu manera se revela Dios?, y, por ltimo, cul es la pretensin de Dios al revelarse? a)
Cul es el objeto de la revelacin? Dios se da a s mismo
El objeto fundamental de la revelacin, tal como afirma el
texto jonico, hace referencia a la vida eterna. Y precisamente, dentro de la escuela teolgica de S. Juan, la vida es el atributo determinante de Dios. Por esta razn, el objeto de la revelacin no puede ser otro, sino Dios mismo. De esta manera, y ya desde el proemio de la Constitucin sobre la Palabra de Dios, el Concilio est orientando la reflexin sobre la revelacin desde un sentido marcadamente teocntrico; tal como se afirma en DV 2: Quiso Dios, con su bondad y sabidura, revelarse a S mismo y manifestar el misterio de su voluntad. Este teocentrismo hace referencia a cmo el objeto de lo revelado no son verdades o decretos eternos, sino el s mismo de Dios. Dios, al decirse al hombre, no le da mensajes o cosas, se da l mismo. El otro gran concilio donde se habl de la revelacin haba sido el Concilio Vaticano I. All, al explicitar lo que Dios revela al hombre, se hablaba de decretos. Ahora, en el Vaticano II, Dios revela el misterio o sacramento de su voluntad. Y por misterio, en relacin a la idea del mismo que encontramos en el Nuevo Testamento, se entiende una historia de la relacin entre Dios y los hombres, una aventura de amor de un Dios que, lejos de quedarse aislado y slo en su cielo de nubes, decide crear una humanidad a la que quiere dar su misma vida. Encontramos, por tanto, una evolucin en la propia compresin de la revelacin, donde el acento cambia desde un punto de vista ms cognoscitivo e intelectual a otro mucho ms vital y existencial. b) De qu manera se revela Dios? de qu forma se da a s mismo? En su Hijo Jesucristo Siguiendo con el texto de Juan, el modo concreto de la revelacin de esta vida eterna ha sido la manifestacin de Dios en la persona de Cristo. Este es el punto fundamental de la Constitucin conciliar. As, se nos habla de una manifestacin que, de nuevo, nos pone en guardia frente a cualquier intento de reduccin intelectualista de la revelacin;
precisamente porque no son slo palabras las que se
manifiestan, sino el acontecer de la misma vida divina en una persona. Esta percepcin se hace an ms patente si contextualizamos el texto jonico; sobre todo atendiendo al versculo inmediatamente anterior: Lo que exista desde el principio, lo que hemos odo, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de la vida (1 Jn 1,1). Este texto afirma que lo que exista desde el principio se puede or, pero tambin se puede ver e, incluso, podemos tocarlo. El telogo jesuita francs, H. de Lubac, que particip en el Concilio, afirma a este respecto: En esta manifestacin las palabras que percibimos con los odos desempean su papel: un papel importante y esencial, por supuesto, pero no nico: se trata, en efecto, de un Jesucristo visto, escuchado, tocado, es decir, de Jesucristo contemplado. l nos revela a Dios Padre con su presencia activa, con todo su ser. En la persona de Jess hombre aparece realmente Dios entre los hombres (Comentario al prembulo y al captulo I, en B.D. DUPUY (dir.), La revelacin divina. Constitucin Dogmtica Dei Verbum, I, Madrid 1970, 186s.) De esta manera, queda superada la oposicin que establecieron algunos exegetas e investigadores entre la clave de comprensin de la revelacin bblica, fundada en la voz y el odo, y el acercamiento a lo divino de parte del paganismo y el helenismo, centrada en imgenes visuales. As pues, la revelacin se realiza por obras y palabras intrnsecamente ligadas (DV 2). Estas apreciaciones del Concilio crearon cierta polmica entre los padres conciliares ya que, a juicio de muchos de ellos y tal como apareca en muchos manuales de la poca, se parta del convencimiento de que la revelacin natural (Creacin) se realizaba por medio de hechos y la revelacin sobrenatural (Escrituras) por medio de palabras. Sin embargo, prevaleci en el texto la caracterizacin de la nocin bblica de palabra que, ms all de su significado para la filosofa griega, en mbito hebreo, hace referencia a un evidente potencial performativo. Esta palabra performativo significa que la Palabra de Dios es capaz de crear realidad. O de otro modo, la palabra de Dios es siempre activa y opera infaliblemente aquello que dice. O tambin, en palabras de Santo Toms, el decir de Dios es hacer (In 2 Cor, cap. 1, lect. 2, num. 1). [explicar aqu que podemos hacer cosas con las palabras: informar y performar] Esta profunda unidad, advirtiendo de los peligros de acentuaciones unilaterales, est claramente expresada en el texto conciliar. En efecto, tenemos el riesgo, desde nuestros parmetros de sentido occidentales, y como ya hemos
insinuado, de reducir los trminos palabra o verdad a un
significado acentuadamente intelectualista. Sin embargo, ampliando dicho significado desde los horizontes que nos aporta la sabidura bblica, debemos convenir en cmo tanto la verdad como la palabra, en contexto semita, hace referencia a una vida con un evidente potencial de transformacin de la realidad. La verdad es entendida como fidelidad y la palabra se comprende desde su posibilidad manifiesta de engendrar realidad. De hecho, en los relatos bblicos de la creacin encontramos a un Dios que hace cosas con sus palabras: As como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a l sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar, para que d la semilla al sembrador y el pan al que come, as sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no vuelve a m estril, sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misin que yo le encomend (Is 55,10-11). El Concilio pretende ofrecer as un concepto de revelacinconocimiento que queda enmarcado en el horizonte mucho ms amplio de un concepto de revelacin entendido como acontecimiento. La revelacin no es algo susceptible de ser conocido por el entendimiento (ideas), sino que es un acontecimiento que sucede y se impone en el centro mismo de nuestra existencia y que ha de ser captado y vivido con la totalidad de lo que somos (corazn, entendimiento y voluntad). De esta forma, el cristianismo, uniendo ambas perspectivas, sostiene que la substancia de la revelacin no consisti en la enseanza de una doctrina, sino en la aparicin de una Presencia entre los hombres. Por tanto, la orientacin teocntrica del texto conciliar es descodificada desde un sentido evidentemente cristolgico que nos recuerda cmo una de las desgracias de la teologa, en su proceso de evolucin, ha podido ser la atomizacin de la revelacin en artculos de fe sin relacin con un centro vivo. En efecto, Cristo ha de ser considerado a la vez como el Mensajero y el contenido del Mensaje, el revelador y la misma verdad revelada ya que, en palabras del Concilio en DV 2, Cristo es mediador y plenitud de toda la revelacin. As, esta concentracin cristolgica pone de manifiesto que Jess de Nazaret realiza, en sentido absoluto, la Presencia de Dios entre nosotros y garantiza que la revelacin que describe la Constitucin no es cualquier tipo de revelacin, sino propiamente la revelacin cristiana. Por tanto, esta revelacin se encuentra permanentemente referenciada al acontecimiento Cristo y, de esta manera, se establece un elemento de diferenciacin con respecto a las dems
tradiciones religiosas. En palabras de otro telogo francs, P.
Rousselot: Entre todas las religiones que se proclaman reveladas, sin exceptuar al judasmo, el cristianismo es la nica cuya revelacin, al mismo tiempo que desborda la historia por la riqueza trascendental de su contenido, se encarna en una persona que, no contenta con trasmitir una doctrina, se presenta a s misma como la Verdad y la Justicia vivientes. No obstante, el hecho de poner a Cristo como clave de comprensin de la revelacin cristiana no ha de ser entendido simplemente como cristomonismo. En efecto, teniendo como teln de fondo el texto aducido de S. Juan, podemos constatar cmo la reflexin conciliar nos conduce en una direccin trinitaria. El Hijo, bajo la direccin del Espritu, habla de lo que ha odo en el seno del Padre: por Cristo, la Palabra hecha carne, y con el Espritu Santo, pueden los hombres llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina (DV 2). En efecto, la Constitucin sobre revelacin pone de manifiesto una clara identificacin entre contenido y forma trinitaria. El Dios comunidad de personas se da a s mismo de una forma trinitaria. No es de extraar, en este sentido, que la referencia a la historia de la salvacin tenga un claro papel en el conjunto de este documento. Por ello, la revelacin, entendida como el acontecimiento de la comunicacin de Dios al hombre, adquiere un marcado carcter dinmico a partir de la categora de historia. De nuevo aqu, la revelacin, cuyo memorial son las Sagradas Escrituras, no se presenta como un cdigo, ni como una lista de proposiciones, sino como la historia de lo que Dios ha hecho en unas vidas de hombres, a favor del conjunto de la humanidad, con vistas a realizar en sta un determinado designio de salvacin. As pues, la centralidad de Cristo en el conjunto de la reflexin conciliar alcanza un carcter dinmico al quedar inserto como protagonista de una larga historia de amor entre Dios y los hombres de todos los tiempos. De hecho, los nmeros 3 y 4 de la Constitucin dan paso a una estructuracin narrativa que pretende rememorar toda la economa de la salvacin. De alguna manera, el texto conciliar nos est diciendo que lo cristiano no puede definirse con conceptos, sino que ha de ser dicho por medio de un relato. Y ello porque la riqueza de una historia no se puede cerrar en los estrechos lmites de los conceptos, sino que ha de ser evocada por la fuerza de un relato. Pongamos un ejemplo de esto que estoy diciendo y que puede tener claras consecuencias en nuestro trabajo pastoral. Cuando alguien nos pregunta: - Quin eres t?, nadie
responde dando una definicin; por ejemplo: Yo soy una
substancia individual de naturaleza racional. Por qu razn? Porque la riqueza inabarcable de nuestro misterio slo puede ser aprehendida de modo narrativo, contndonos. A la pregunta sobre quin eres t, todos respondemos con un relato: - Yo soy Serafn, el hijo de Jos y de Carmen, y nac hace 37 aos en un pueblo de la costa granadina llamado Molvzar De la misma manera, a la pregunta sobre qu es el cristianismo hemos de responder no con una definicin, sino con la proclamacin de un relato. Por ello, cuando rezamos el CREDO en la misa del domingo, lo que hacemos es narrar una historia: la del Padre creador que, en la plenitud de los tiempos, envi a su Hijo nico con la fuerza del Espritu Santo. La riqueza de la historia de la salvacin trasciende con mucho los estrechos lmites de una definicin y nos abre a una forma de pensar ms narrativa y simblica. De hecho, la misma celebracin de la eucarista est sostenida en una estructura narrativa porque, siempre que nos reunimos los cristianos, lo que hacemos es narrar nuestra historia original que es, al mismo tiempo, nuestra historia originante: La noche en que el Seor iba a ser entregado, tom pan y dndote gracias lo parti y se lo dio a sus discpulos La Iglesia es, por tanto, una comunidad de narracin. As pues, el texto de la constitucin dogmtica DV describe la revelacin en lenguaje bblico y narrativo como un acontecimiento interpersonal de encuentro entre Dios y el hombre. De ah que el trmino encuentro, cargado de una significacin existencialista, sea tambin uno de los ms adecuados para describir la esencia misma de la revelacin segn las enseanzas del Concilio Vaticano II. En efecto, en esta revelacin, Dios invisible, movido de amor, habla a los hombres como amigos, trata con ellos para invitarlos y recibirlos en su compaa (DV 2). La categora encuentro supone afirmar la dignidad de dos libertades, la constatacin de que la gloria de Dios y la gloria del hombre no se repelen, sino que se complementan. Dios sigue siendo Dios y el hombre sigue siendo hombre. No obstante, la Constitucin no deja lugar a confusin al constatar que estas dos libertades no pueden ser afirmadas sino de modo asimtrico: la libertad del Dios trinidad para revelarse funda la posibilidad de que el hombre sea el destinatario de una posible comunicacin divina. Esto no quiere decir otra cosa sino que Dios siempre toma la iniciativa, que su venir a nosotros es previo a cualquier paso de nuestra parte. Aquello de S. Agustn: No te buscaramos, Seor, si T previamente no nos hubieras encontrado. Todo lo que venimos diciendo tiene un reflejo en el texto de la Verbum Domini y precipita en el n11, en uno de los prrafos ms brillantes de toda la Exhortacin. En efecto, el papa Benedicto afirma all:
La Palabra aqu no se expresa principalmente mediante un
discurso, con conceptos y normas. Aqu nos encontramos ante la persona misma de Jess. Su historia nica y singular es la palabra definitiva que Dios dice a la humanidad. As se entiende por qu no se comienza a ser cristiano por una decisin tica o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientacin decisiva. De este modo, todo lo que acabamos de decir en esta parte, podra precipitar en las siguientes palabras: acontecimiento, persona, historia, encuentro. Palabras que podemos dejar en nuestra mente y en nuestro corazn para que vayan fecundando una nueva manera de ser cristianos. c) Cul es la finalidad de la revelacin? Para qu se da Dios a s mismo en su Hijo Jesucristo? Para crear comunin entre los hombres e invitarlos a participar de la naturaleza divina Siguiendo con el texto jonico que abre el proemio, se nos habla de la transmisin de la revelacin: Lo que hemos visto y odo os lo anunciamos para que tambin vosotros vivis en esta unin nuestra, que nos une con el Padre y con su Hijo Jesucristo. El acontecer del Dios vivo a los apstoles no pretende una intimista autocomplacencia para la satisfaccin personal, sino la ineludible misin de transmitir aquello que se ha recibido. De esta manera, el acontecimiento de la revelacin, desde una esencial indisponibilidad, toma la forma de un testimonio que persigue crear comunin. Por tanto, el anuncio de la salvacin contiene la salvacin anunciada porque, provocando una transformacin de la realidad, genera unas nuevas condiciones de vida basadas en la esencia de la misma vida trinitaria, que es la comunin. O de otro modo, los apstoles no simplemente anuncian a Cristo, sino que lo dan. Se establece as una real comunin entre los creyentes de todos los tiempos y los primeros testigos del Resucitado, que da lugar a la Iglesia. Con todo ello, podemos entender que la primera carta de S. Juan nos habla de la finalidad de la revelacin como de una participacin de la propia vida divina. En efecto, el fin de la revelacin no slo implica una real comunin entre los hombres a partir del vnculo de la fe, sino la entrada en el mismo seno de la Trinidad. De este forma, la reflexin conciliar establece una clara equivalencia entre objeto y finalidad de la revelacin. En efecto, al comienzo de esta exposicin dije que Dios, al revelarse, se da a s mismo. Pues bien, la finalidad de ese darse a s mismo es la pretensin de hacernos partcipes de su misma vida divina, es
decir, divinizarnos. Los primeros cristianos decan que Dios se
ha hecho hombre para que el hombre se haga Dios. Aqu topamos con una realidad que, a mi juicio, est ausente de nuestro anuncio pastoral casi por completo. Qu damos? Unas ideas, una nueva forma de entender la vida, unos ritos preados de ms o menos esttica, una moral o una tica, una ideologa En palabras de S. Bernardo, podemos decir que Dios dndose se revela, y revelndose se da (De cantico canticorum, sermo 8, num 5). O tambin, es imposible disociar dos aspectos de la misma realidad: la manifestacin con que Dios se nos descubre y el don con que se nos entrega a s mismo. Es imposible separar la revelacin de su fin. 1.3. Conclusin: Qu significa que Dios habla? La revelacin es la autocomunicacin de Dios en la persona de Jesucristo que busca el encuentro con el hombre para hacerlo as participar de la naturaleza divina (DV 2). O de otro modo, Dios se da a s mismo, en su Hijo Jesucristo, para crear comunin entre los hombres, e invitarlos a participar de su naturaleza divina. Se rebasan as los lmites de un concepto de salvacin que ha sido tradicionalmente entendido desde la determinacin que conceden realidades como el pecado y el mal. Ahora, los conceptos de redencin y salvacin son cargados de un sentido positivo que persigue expresar la riqueza de la comunin con Dios, es decir, la divinizacin del hombre. No es extrao pues, que habiendo sido invitado por Ratzinger a dirigir unas palabras a la asamblea sinodal que nos ocupa, el patriarca ecumnico Bartolom I, afirmara lo siguiente, a propsito del texto bblico: En el contexto de la fe viviente, la Escritura es el testimonio vivo de la historia vivida respecto a la relacin de Dios viviente con un pueblo viviente. La Palabra que habl a travs de los profetas, se habl para ser escuchada y tener efecto. Es primordialmente una comunicacin oral y directa diseada para beneficio de los seres humanos. El texto escriturstico es, por tanto, derivado y secundario; sirve siempre a la palabra hablada. No se transmite mecnicamente, sino que se comunica de generacin en generacin como una palabra viva. Del mismo modo, y con una importancia notable para la reflexin teolgica, en las Proposiciones de la ltima Asamblea General Ordinaria del Snodo de los Obispos, objeto del voto personal por parte de los padres sinodales, y presentadas al Papa Benedicto XVI, se puede leer un prrafo que ha quedado recogido finalmente en la misma Verbum Domini 7:
La expresin Palabra de Dios es analgica. Se refiere sobre
todo a la Palabra de Dios en Persona que es el hijo Unignito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, Verbo del Padre hecho carne (cf. Juan 1, 14). La Palabra divina, ya presente en la creacin del universo y en modo especial del hombre, se ha revelado a lo largo de la historia de la salvacin y es atestiguada por escrito en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Esta Palabra de Dios trasciende la Sagrada Escritura, aunque esta la contiene en modo muy singular. Bajo la gua del Espritu (cf. Juan 14, 26; 16, 12-15) la Iglesia la custodia y la conserva en su Tradicin viva (cf. DV 10) y la ofrece a la humanidad a travs de la predicacin, los sacramentos y el testimonio de vida. Los Pastores, por lo tanto, deben educar al Pueblo de Dios a acoger los diversos significados de la expresin Palabra de Dios (Proposicin 3). Por tanto, y ya para terminar, qu significa que Dios habla? Que se da a s mismo como vida, y vida abundante, a todos los hombres. Si esto es as, cul es la palabra ms bella y esclarecida que Dios ha dirigido a los hombres? Su Hijo nico, Jesucristo. Para qu esta Palabra? Para crear un mundo de hijos y hermanos donde habite la justicia. En definitiva, la revelacin es el acontecimiento en el que Dios Padre, por su Hijo, en el Espritu, hace nuevas todas las cosas.