La Montana Magina Traduccion Del Dialogo en Frances Entre Madame Chauchat Con Hans Castorp

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-Es un hombre joven, muy estrecho, muy honesto, muy Alemn.

-Estrecho? Honesto?-repiti l-. Comprendo el francs mucho mejor de lo que lo hablo.


Me parece que quieres decir que es un pedante. Crees que somos unos pedantes, nosotros
los alemanes?
-Hablamos de su primo. Pero es verdad, todos sois un poco burgueses. Aman ms el orden
que la libertad, toda Europa lo sabe.
-Amar amar Qu es eso? Esa palabra carecen de definicin. Unos la tienen, otros la
aman, como decimos proverbialmente afirm Hans Castorp. Y continu diciendo-:
ltimamente he reflexionado mucho sobre la libertad. Es decir: he odo esta palabra con
tanta frecuencia que me ha hecho reflexionar. Te lo dir en francs, lo que pienso. Eso que
toda Europa llama libertad, es quiz una cosa medianamente pedante y burguesa, en
comparacin con nuestra necesidad de orden, eso es!
-Ah tienes, es emocionante. Es tu primo en quien piensas en comparacin con nuestra
necesidad de orden, eso es.
-No es realmente buena un alma buena, una naturaleza sencilla que no se ve amenazada por
nada, tu sabes. Pero l no es burgus, es militar.
-Que no se ve amenazada por nada?-repiti ella con esfuerzo-.Quieres decir una
naturaleza completamente cerrada, segura de s misma? Pero est gravemente enfermo tu
pobre primo.
-Quin te lo ha dicho?
-Aqu estamos bien informados los unos sobre los otros.
-Te lo ha dicho el doctor Behrens?-Quiz hacindome ver sus cuadros.
-Es decir haciendo tu retrato?
-Por qu no? Y encontraste bueno mi retrato?
-Extremadamente. Behrens reprodujo tu piel de manera exacta, verdaderamente fiel. Me
encantara ser retratista yo tambin, para tener la ocasin de estudiar tu piel como l.
-Hable en alemn, por favor!
-Ay!, hablo en alemn incluso cuando hablo francs. Es una especie de estudio artstico y
mdico, en una palabra, se trata de letras humanas, tu entiendes. Qu decides? Quieres
bailar o no?
-No, bailar es de chichillos. Quitando los mdicos. Tan pronto como regrese Behrens, todo
el mundo se precipitar sobre las sillas. Ser bastante ridculo.
-Tanto respeto le tienes?
-A quin?-pregunt ella, con una entonacin extranjera.
-A Behrens.
-Y vamos con tu Behrens! De todas formas, aqu no hay sitio para bailar. Y adems sobre
el tapiz Vamos a mirar cmo bailan los dems.
-S, es mucho mejor aprob l, y, sentado junto a ella, con el rostro plido, los ojos azules
y pensativos de su abuelo, se puso a mirar cmo brincaban los enfermos disfrazados en el
saln, y al otro lado, en la biblioteca. La enfermera muda baila con Enrique el Azul, y
la seora Salomon disfrazada de hombre, con frac y chaleco blanco, una enorme chorrera,
bigote pintado y un monculo- giraba sobre sus altos tacones de charol, que asomaban por
debajo de largo pantaln de hombre, con el pierro, cuyos labios, de color rojo sangre, se
destacaban exageradamente en la cara empolvada, y cuyos ojos parecan los de un conejo
albino. El griego, con su mantilla de prncipe, elevaba sus piernas de ureas proporciones,
enfundadas en el calzn lila, en torno a Rasmussen, con su espectacular escote y sus

lentejuelas de azabache. El procurador, con su quimono, la seora Wurmbrandt y el joven


Gnser bailaban juntos, los tres entrelazados, y la seora Sthr bailaba con su escoba, que
apretaba contra su corazn, acariciando el cepillo como si fuese la cabellera erizada de una
imaginaria pareja.
-Eso es lo que haremos repiti Hans Castorp maquinalmente. Hablaban bajo y el piano
ahogaba sus voces-. Nos quedaremos aqu sentados y miraremos el baile como si
estuviramos soando. Para m es como un sueo, como un sueo particularmente
profundo, porque hace falta dormir muy profundamente para soar as Quiero decir; es
un sueo bien conocido, sueo de todos los tiempos, largo, eterno; s, estar sentado junto a
ti, como ahora, he all la eternidad.
-Poeta -dijo ella-. Burgus, humanista y poeta. He all el alemn completo. Como hace
falta.
-Me lamento que no seamos para nada y nulamente como hace falta replic l-. Bajo
ninguna consideracin. Somos, quiz, nios mimados por la vida, simplemente.
-Bonita palabra Dime entonces No habra sido difcil soar ese sueo antes. Es un
poco tarde cuando el seor se decide a dirigir la palabra a su humilde sirviente.
-Por qu las palabras? dijo l-. Por qu hablar? Hablar, discurrir, es una cosa bien
republicana, lo concedo. Pero dudo que sea potico en la misma medida. Uno de nuestros
pensionados que se convirti un poco en mi amigo, el seor Settembrini
-Acaba de lanzarte algunas palabras.
-Bien, es un gran hablador, sin duda, incluso ama recitar versos bellos, pero ese hombre
es un poeta?
-Lamento sinceramente no haber tenido jams el placer de conocer al caballero.
-Ya lo creo.
-Ah!, t lo crees.
-Cmo? Lo que dije era una frase completamente indiferente. Yo, como te dars cuenta,
no suelo hablar francs seguido. Sin embargo contigo prefiero esta lengua a la ma, para
m, hablar francs, es hablar, de alguna manera, sin responsabilidad, o como hablamos en
sueo. Comprendes?
-Casi.
-Con eso basta Hablar continu diciendo Hans Castorp-, pobre cosa! En la eternidad,
no se habla. En la eternidad, sabes, hacemos como dibujando un cochinito: colgamos la
cabeza hacia atrs y cerramos los ojos.
-Nada mal eso! Ests como en tu casa en la eternidad, sin dudas, la conoces a fondo.
Tengo que reconocer que eres un pequeo soador un tanto curioso.
-Adems dijo Hans Castorp- si te hubiera hablado antes, hubiera tenido que ser de
usted.
-Bien, tienes la intencin de tutearme por siempre?
-Pues s, siempre te he tuteado y lo har siempre, eternamente.
-Es un poco fuete, por ejemplo. En todo caso no tendrs por mucho ms tiempo la ocasin
de decirme t. Me voy a ir.
Esta palabra tard algn tiempo en penetrar en su conciencia. Entonces Hans Castorp se
sobresalt, mirando alrededor con aire extraviado, como un hombre que despierta de
repente de su feliz sueo. La conversacin se desarrollaba con bastante lentitud, pues Hans
Castorp hablaba el francs con poca fluidez y titubeando mientras buscaba las palabras. El
piano, que haba permanecido callado un instante, sonaba de nuevo, esta vez bajo las manos
del nombre de Mannheim, que sustitua al joven eslavo y haba cogido una partitura. La

seorita Engelhart estaba sentada a su lado y le pasaba las pginas. El baile haba decado.
Numerosos enfermos parecan haber optado ya por la posicin horizontal. No quedaba
nadie sentado delante de ellos. En la sala de lectura jugaban a las cartas.
-Qu vas a hacer? pregunt Hans Castorp desencantado-.
-Me marcho- contest ella sonriente, como sorprendida por la rigidez de Hans Castorp.
No puede ser. Es una broma
-Nada de eso. Lo digo en serio. Me marcho.
-Cundo?
-Maana. Despus de la cena.
Un gran cataclismo sacudi todo el cuerpo de Hans Castorp. Luego aadi:
-Adnde vas?
-Muy lejos de aqu.
-Al Daguestn?
-No ests mal instruido. Quiz, por el momento
-Entonces, ests curada?
-En cuanto a eso no. Pero Behrens cree que, por el momento, tampoco voy a mejorar
mucho aqu. Es por eso que arriesgar con un pequeo cambio de aire.
-Eso quiere decir que vas a volver?
-Tal vez. Pero no s cundo. En cuanto a m, sabes, amo la libertad ante todo y
particularmente aquella de escoger mi domicilio. No comprendes nada de lo que es: estar
obsesionada por la independencia. Quiz sea mi raza.
-Y en Daguestn, tu marido te concede tu libertad?
-Es la enfermedad la que me la concede. Voy a ese lugar por tercera vez. Esta ocasin pas
un ao aqu. Es posible que vuelva. Pero entonces ser mucho ms larga.1
-As lo crees Clavdia?
-Mi nombre tambin! Realmente tomas muy enserio los disfraces2 de Carnaval.
-Sabes tambin hasta qu punto estoy enfermo?
-S, no: cmo sabemos las cosas aqu. Tienes una peca pequea por ah y un poc de fiebre
no?
-Treintaisiete, ocho o nueve por la tarde dijo Hans Castorp- Y t?
-Oh, mi caso, sabes, es un poco ms complicado, nada simple.
-Existe una cosa en esta rama de letras humanas llamada medicina dijo Hans Castorpque llamamos toscamente tuberculosis de los vasos de linfa.3
-Ah!, Acusas, querido, se ve claramente.
-Y t Perdname! Permteme que te pregunte algo directamente y en alemn! El da en
que me levant de la mesa para ir a la consulta, hace seis meses T te volviste,
recuerdas?
-Qu cosa! Hace seis meses!
-Sabas adnde iba?
1 Pero entonces, despus de mucho tiempo, ya estars muy lejos.
2 Costumbres
3 Llamado, acceso bloqueado a los vasos linfticos, tuberculosis.

-Ciertamente, era por azar.


-Te lo haba dicho Behrens?
-Siempre ese Behrens!
-Oh! Representa tu piel de manera tan exacta Por otro lado, es un viudo en los juegos
ardientes. Y quien posee un servicio muy remarcable de caf Creo que conoce tu cuerpo
no solamente como mdico, sino tambin como adepto a otra disciplina de las letras
humanas.
-Tienes decididamente razn para decir que hablas en sueo, amigo.
-Que as sea Djame soar de nuevo antes de haberme despertado tan cruelmente por la
seal de alarma de tu partida. Siete meses bajo tus ojos Y ahora cuando en realidad te
he conocido, me hablas de tu partida!
-Te repito que hubiramos podido hablar antes.
-Lo hubiera deseado?
-Yo? No puedes escapar de m, hijo mo. Se trata slo de tus propios intereses. Eras
demasiado tmido para acercarte a la mujer a la que ahora hablas en sueo o es que haba
alguien que te lo impeda?
-Ya te lo dije. No quera hablarte de usted.
-Farsante. Responde entonces, ese seor, buen hablador, el italiano ese que se fue por la
noche, qu te dijo antes?
-No escuch absolutamente nada. Me importa muy poco ese seor cuando mis ojos te ven.
Pero olvidas No habra sido nada fcil conocerse en el mundo. Estaba an mi primo, a
quien estaba ligado y no creo que le hubiera entusiasmado estar aqu. No piensa en nada
ms que volver a sus lamentos, para hacerse soldado.
-Pobre diablo! Est, en efecto, ms enfermo de lo que piensa. Tu amigo italiano, tampoco
va muy bien.
-l mismo lo dijo. Pero mi primo Eso es cierto? Me asustas.
-Es muy posible que muera en las llanuras, si intenta ser un soldado.
-Se va a morir. La muerte. Terrible palabra no? Pero es extrao, no me impresiona tanto
esa palabra hoy. Es una forma bien convencional de hablar, cuando deca me asustas.
La idea de muerte no me horroriza. Me deja tranquilo. No tengo lstima ni de mi buen
Joachim ni de mi mismo cuando escucho que quiz vaya a morir. Si es verdad, su estado se
parece mucho al mo, y lo encuentro particularmente imponente. Est moribundo y yo
enamorado, y bien! Hablaste de mi primo, del estudio de fotografa ntima, en la
antecmara recuerdas?
-Un poco.
-Ese da Behrens hizo tu retrato transparente!
-S.
-Por Dios! Y lo traes?
-No, lo tengo en mi recmara.
-Ah, en tu recmara. El mo lo traigo siempre en mi portafolio. Quieres que te lo ensee?
-Mil gracias. No es invisible mi curiosidad. Ser de manera muy inocente.
-Yo, yo vi tu retrato exterior. Me gustara mucho ms ver el interior que est encerrado en
tu recmara Djame preguntar algo ms!
-A veces un seor ruso que vive en la ciudad, viene a verte. Quin es? Con qu motivo
viene?
-Eres bueno en espionaje, lo reconozco. Te respondo: S, es un compatriota sufrido, un
amigo. Lo conoc en otra estacin balnearia, hace ya varios aos. Nuestras relaciones?

Helas aqu: tomamos t juntos, tomamos dos o tres cigarrillos, charlamos, filosofamos,
hablamos del nombre de Dios, de la vida, de la moral, de mis cosas. Mi explicacin.
Satisfecho?
-De la moral tambin! Han encontrado la moral, por ejemplo?
-La moral? Eso te interesa? Bien, nos parece que hara falta buscar la moral no en la
virtud, es decir: en la razn, la disciplina, las buenas costumbres, la honestidad, sino ms
bien en lo contrario, quiero decir: en el pecado, abandonndose al peligro, a lo que es
nocivo, a lo que nos consume. Nos parece que es ms moral perderse e incluso dejarse
arruinar que conservarse. Los grandes moralistas no eran virtuosos, sino aventureros del
mal, los vicios; los grandes pecadores que nos ensean a inclinarnos cristianamente frente
a la miseria. Esto debe incomodarte mucho no es as?
El guard silencio. An estaba sentado como al principio, con las piernas cruzadas bajo la
butaca, que no paraba de crujir, inclinado hacia Madame Chauchat, con su gorro de papel, y
con el lapicero que ella le haba dado entre los dedos.
Los ojos azules de Hans Castorp contemplaban el saln, que haba ido quedando vaci. Los
internos se haban dispersado. El piano en el rincn de enfrente de ellos, no sonaba ms que
muy bajito, solo tocaba retazos de msica; el enfermo de Mannheim tocaba con una sola
mano, y a su lado estaba sentada la institutriz, hojeando una partitura que tena sobre las
rodillas. Cuando la conversacin entre Hans Castorp y Clavdia Chauchat expir, tambin el
pianista ces de tocar, dejando caer sobre sus rodillas la mano que haba acariciado el
teclado, mientras la seorita Engelhart continuaba mirando la partitura. Las cuatro nicas
personas que haban quedado de la fiesta del Carnaval estaban sentadas, inmviles. El
silencio dur unos minutos. Lentamente las cabezas de la pareja del piano parecieron
inclinarse por su propio peso, y ms y ms; la de la joven de Mannheim hacia el teclado, la
de la seorita Engelhart hacia la partitura. Por fin, los dos a un tiempo, como si se hubieran
puesto secretamente de acuerdo, se pusieron en pie y , sin ruido, evitando volverse hacia el
otro lado del saloncito, que segua ocupado, con la cabeza baja y los brazos colgantes, el
joven de Mannheim y la institutriz se alejaron juntos a travs de la sala de lectura.
-Todo el mundo se retira dijo Madame Chauchat-. Eran los ltimos; se hace tarde. Bien,
la fiesta de carnaval ha terminado. Y levant los brazos para quitarse el tricornio de papel
de sus cabellos rojizos, peinados con una recogida alrededor de la cabeza como una
corona-. Conoce las consecuencias seor.
Hans Castorp, sin embargo, con los ojos cerrados protest sin cambiar de posicin.
-Jams, Clavdia. Jams te hablar de usted, jams en la vida ni en la muerte, si se
puede decir de ese modo Esa manera de dirigirse a una persona, que es del Occidente
culto y de la civilizacin humanitaria, me parece bastante burguesa y pedante. Para qu,
en el fondo, de la forma? La forma es la pedantera por s misma! Todo lo que has fijado
en consideracin de la moral, t y tu compatriota sufrido, quieres que eso me sorprenda?
Por qu tonto me tomas? Dime entonces qu piensa de m.
-Es algo en lo que no pienso mucho. Eres un pequeo bonachn, conveniente, de buena
familia y de aspecto apetecible, disciplina dcil de sus preceptores y que volver bien
pronto a sus lamentos para olvidar completamente que ha hablado en sueo y para ayudar
a convertir a su pas grande y poderoso por su trabajo honesto en el taller. Esa es la foto
ntima hecha sin mquina. Lo encuentras exacto, verdad?
-Te faltan algunos de talles que Behrens encontr.
-Ah! Los doctores los encuentran siempre, ellos conocen.

-Hablas como el seor Settembrini. Y la fiebre? De dnde viene?


-Vamos, es un incidente sin consecuencia que pasar de inmediato.
-No Clavdia, sabes bien que lo que dices, no es verdad, y lo dices sin conviccin, estoy
seguro. La fiebre de mi cuerpo y el latido de mi corazn cansado y el estremecimiento de
mis miembros es todo lo contrario a un incidente, porque no es otra cosa y su rostro
plido, de labios temblorosos, se inclin hacia el de Madame Chauchat- nada ms que mi
amor por ti, s, ese amor que me agarr en el momento, en que te vieron mis ojos, o ms
bien que reconoc cuando te reconoca a ti, y fue l, evidentemente, quien me ha trado a
este lugar
-Qu locura!
-Oh, el amor no es nada si no es locura, una cosa insensata, defendida y una aventura en
el mal. De otro modo es una banalidad agradable para hacer pequeas canciones
tranquilas en los lamentos- Pero en cuanto a eso de que te reconoc y reconoc amor por ti,
s, es verdad, ya te conoca antes, a ti y a tus ojos maravillosamente oblicuos y tu boca y tu
voz con la que hablas, una vez ya, cuando era colegial, te ped un lpiz para hacer, por
ltimo, a tu conocimiento del mundo, porque yo te amaba irracionalmente, y es que ah, sin
duda, de mi antiguo amor por ti que me quedan las marcas, que Behrens encontr en mi
cuerpo y que indican que antao tambin estaba enfermo
Sus dientes rechinaron. Haba sacado un pie debajo de la infame butaca que no paraba de
crujir mientras fantaseaba y, al moverlo hacia delante, como con la otra rodilla casi tocaba
el suelo, pareca arrodillado ante ella, con la cabeza inclinada y temblando con todo su
cuerpo.
-Te amo -balbuce- te he amado siempre, porque t eres el T de mi vida, mi amor, mi
suerte, mi ambicin, mi eterno deseo.
-Vamos, vamos! dijo ella- Si tus preceptores te vieran
Pero l mene la cabeza desesperado, mirando a la alfombra, y contest:
-Me importara un bledo, me importan un bledo todos esos Carducci y la Repblica
elocuente y el progreso humano en el tiempo, porque te amo!
Ella le acarici dulcemente la cabeza, con los cabellos cortados al tape en la nuca.
-Pequeo burgus dijo-. Lindo burgus con la pequea peca hmeda. Es verdad que me
amas tanto?
Y, hechizado por este contacto, ya completamente de rodillas, con la cabeza echada hacia
atrs y los ojos cerrados, l continu hablando:
-Oh, el amor, sabes el cuerpo, el amor, la muerte, de estos tres no se hace ms que uno.
Porque el cuerpo, es la enfermedad y la voluptuosidad y es l quien hace la muerte; s,
ambos son carnales, el amor y la muerte, de ah el terror y su gran magia! Pero la muerte,
entiendes es una cosa con mala fama, imdica, que hace sonrojarse de vergenza (mucho
ms alta que la vida, alegre ganando monedas y atiborrndose la panza, mucho ms
venerable que el progreso alcanzado4 por el tiempo), porque ella es la historia y la nobleza
y la compasin y lo eterno y lo sagrado que nos hace tirar el sobrero y caminar sobre la
punta de los pies Ahora bien, de igual manera, el cuerpo tambin y el amor del cuerpo,
son una cosa indecente y nefata y el cuerpo enrojece y palidece en la superficie por horror
y vergenza de s mismo. Pero tambin es una gran gloria, adorable imagen milagrosa de
4 La frase en francs: beaucoup plus vnrable que le progres qui lavarde par
le temps. No encontr definicin para lavarde.

la vida orgnica, santa maravilla de la forma y la belleza y el amor por l, por el cuerpo
humano, es al mismo tiempo un inters extremadamente humanitario y una potencia ms
educativa que toda la pedagoga del mundo Oh!, encantadora belleza orgnica que no
se compone ni de pintura de leo ni de piedra sino de materia viva y corrompible, plena
del secreto febril de la vida y de la putrefaccin. Observa la simetra maravillosa del
edificio humano, los hombros y las caderas y los pezones florecientes de una parte y de
otra sobre el pecho, y los lados organizados por partes y el ombligo en medio del blando
vientre y el sexo obscuro entre los muslos. Observa los omoplatos cambiarse sobre la piel
suave de la espalda y el espinazo que desciende sobre la lujuria doble y fresca de las
nalgas y las grandes ramas de vasos y de ligamentos que pasan del tronco a las
extremidades por las axilas, y cmo la estructura de los brazos corresponde a la de las
piernas. Oh Las dulces regiones de la unin interior del codo y de las cosas con su
abundancia de delicias orgnicas bajo sus cojines de carne. Qu fiesta la de acariciar esos
lugares deliciosos del cuerpo humano, Fiesta para morir sin lamentos despus! S, por
Dios, djame percibir el olor de la piel de la rtula, bajo el cual la ingeniosa cpsula
articular secreta su aceite resbaladizo. Djame tocar devotamente de mi boca la arteria
femoral que vate enfrente del muslo y que se divide ms abajo en las dos arterias de la
tibia! Djame sentir la exhalacin de tus poros y palpar tu vello, imagen humana de agua
y de albmina, destinada a la anatoma de la tumba, y djame reposar mis labios en los
tuyos!
No abri los ojos despus de haber hablado. Permaneci tal y como estaba: con la cabeza
inclinada, las manos, que sostenan el pequeo lapicero de plata, extendidas delante de l,
arrodillado y sin parar de temblar y estremecerse. Ella dijo:
-Eres, en efecto, un caballero que sabe cmo solicitar de una manera profunda, a la
alemana.
Y le puso el gorro de papel.
-Adis, mi prncipe Carnaval! Tendrs una mala racha de fiebre esta tare, te lo predigo.
Dicho esto, se levant de su silln, cruz la alfombra para dirigirse a la puerta, vacil un
momento en el umbral y, dando media vuelta, con uno de los desnudos brazos levantado y
la mano en el picaporte, dijo en voz baja y por encima del hombro:
-No olvide devolverme mi lpiz.
Y sali.

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